Historia Elemental de La Filosofia

I HISTORIA ELEMENTAL LA FILOSOFIA. i 1 HISTORIA ELEMENTAL DE LA F I L O S O F I A , PARA USO DE LAS UNIVERSIDAD

Views 72 Downloads 0 File size 43MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

I

HISTORIA ELEMENTAL

LA FILOSOFIA.

i

1

HISTORIA ELEMENTAL

DE LA F I L O S O F I A , PARA USO DE LAS UNIVERSIDADES

escrita sn francés POR

MONSEÑOR tílSESPO

BOÜVIER,

1>KIÍ M A M » ,

REVISADA Y ANOTADA EN L A VERSION CASTELLANA

-

TOMO PRIMERO.

IMPRENTA Y L I B R E R I A D E I I . I G N A C I O

B O l X j > EDITO»,

C a l U de C a r r e t a s , número 27. 1846*

n i t a

Esta obra es propiedad de la casa de

DON IGNACIO BOIX,

Editor, en Madrid.

9

PREFACIO. h r.hm

LA

mayor parte de los jóvenes que terminan el curso

ordinario de sus estudios en las universidades , en los seminarios y en los colegios ? no saben lo que ha sido la filosofía,

desde que hay filósofos sobre la tierra, n i lo que

es actualmente. Habrán retenido quizá las esplicaciones que se les h á n hecho. Frecuentemente no penetran mas allá de ellas. Sin embargo, el conocimiento preciso de las ciencias filosóficas,

de su origen , de sus progresos, decadencia y

variaciones infinitas , eleva y engrandece el alma. Viendo la impotencia de la razón y sus tristes estravíos, conocemos la necesidad de una autoridad que nos garantice de todo error: la llamamos de todas veras; la buscamos á fin de adherirnos á ella con confianza.

Comenzamos or recoger las verdades ftmdamenlaí-" les que no han podido jamás ser conmovidas ? y sobre las cuales descansa el orden moral: nos fijamos allí como áncoras de salvación, las únicas capaces de impedir que no seamos sumergidos en el abismo de la duda. Son estas •erdades los puntos capitales de donde es necesario partir para construir sólidamente en nosotros un edificio i n telectual.

^

„ ^

^

Cuando abrazamos de una mirada los eslravíos de tantos genios superiores, se confunde nuestro orgullo. Podríamos tener la presunción de creernos mas hábiles ó infalibles que aquellos? Q u é es, pues, la razón abandonada á sí misma, si no ha podido conducir á los que la han poseído en un grado tan elevado, sino á contradicciones sin fin é increíbles absurdos? L a historia de la filosofía es, pues, sobre todo en la época en que vivimos, un complemento útil y aun necesario para la instrucción de los jóvenes. Los que sábiaménte sean dirigidos en este estudio, sacarán un grande fruto de é l . Si se limitan los profesores á una enseñanza oral, no se pondrán de acuerdo: el uno será difuso ó inexacto; el otro demasiado conciso ó no bastante claro, y los discípulos no retendrán nada ó retendrán mal. Se encontrarán acaso > entre los mas laboriosos, a l gunos que harán varios estrados, mas rara vez les podrán servir de recurso luego que hayan terminado sus estudios. Bien pronto no tendrán en el entendimiento mas que nociones vagas, confusas y llenas de falsedad. Que tengan, por el contrario, entre la^ manos, un

VII

libro elemental digno de su confianza, y recurrirán á él gustosos; le consultarán en caso de necesidad, y aprenderán insensiblemente su contenido. Después podrán leer con fruto las obras mas latas que se han compuesto sobre esta materia. Pues muchos sábios, principalmente en Alemania, han hecho graves investigaciones sobre la historia déla filosofía. Mas sus obras, ó la mayor parte cuando menos, no guardan proporción alguna con las facultades de los jóvenes estudiantes. Constan estas de 6 volúmenes en 4 . ° , como las de Brucker; de 6 volúmenes en 8 . ° , como las de Tiedemann; 7 volúmenes las de Buhle, y 15 las de Tennenian, etc. Brucker, que parece el mas 'estimable, está escrito en latín duro y pesado. Buhle ha sido traducido del alemán al francés: los otros dos están en alemán y todavía no han sido traducidos, que nosotros sepamos. Otros muchos autores han escrito también mas ó menos estensamente sobre la historia de la filosofía : no podemos enumerarlos sin traspasar los límites á que debemos atenernos. Los que deseen conocerlos con la n o menclatura de lo que han escrito, podrán consultar la H i s -

toria comparada de los sistemas de filosofía, por M . de Gerando, 4 volúmenes en 8 . ° , t . I . 0 , cap. 2 , 2.a edi^ c i o n , ó el manual de Tiedemann, traducido en francés por M . Cousin, 2 volúmenes en 8.° Muchos escritores franceses han trabajado también sobre la historia de los filósofos y de la filosofía. Podemos citar, entre otros, á Deslandes, 4 volúmenes en 1 2 . ° , que lo ha hecho superficialmente; á Fenelon, l e B a l t e u i ,

w Condillac, F r é r e t , dé Gerando, Cousin, D a m i r o n , etd^ Sin embargo, se conviene en que no hay todavía en nuestra lengua obra alguna elemental sobre la historia de la

filosofía,

adecuada á ponerse en las manos de los

alumnos de nuestras escuelas católicas. M M . de R a m , en Bélgica; d' Salinis y d' Scorbiac ? en Francia, han publicado buenos compendios; el primero en latín, un v o l u men en 8.0? y los otros dos en francés, un volumen en 8.° igualmente. Nos asociamos gustosos al bien que se ha dicho de estas obras. Sin embargo, n i lo uno ni lo otro entran en el plan que habíamos concebido desde 1 8 2 4 . Diversas circunstancias nos habían impedido hasta aquí dar cima á este proyecto. Hemos creído deber volver á él, y publicamos hoy este compendio como complemento de nuestro curso elemental de

filosofía.

No es nuestro intento profundizar n i comparar unos con otros los diversos sistemas de filosofía: este trabajo nos conduciría muy lejos. Queremos enunciar solamente los hechos, esponer en sustancia lo que ha sido la filosofía, desde el origen de los tiempos hasta nuestros dias, á fin de que los jóvenes puedan formarse una idea exacta de ella* Se admirarán muchos de las numerosas contradicciones que se han sucedido unas á otras. Acaso se hallen inclinados á concluir que el menos fundado de todos los sistemas, á pesar de lo absurdo que á primera vista aparece, es la duda universal. A l través de las aberraciones del entendimiento h u mano, ciertas verdades no han podido ser jamás enteramente borradas: han sobrenadado en todos los ñ a u -

1% íragios intelectuales, y , atravesando los abismos, hah llegado hasta nosotros, como un precioso depósito. Su certeza por otra parte nos es garantida por una doctrina superior á la inteligencia humana é infalible. Podemos, pues, apoyarnos sobre ellas, como sobre una base indestructible. He aquí lo que resultará, asi lo esperamos, del conjunto de nuestro trabajo. Esta mirada, dirigida rápidamente sobre los i m p o tentes esfuerzos de tantos hombres distinguidos por sus talentos y laboriosas investigaciones, inspirará á los j ó venes una justa desconfianza de sí mismos; y los hará conocer la necesidad de una autoridad tutelar, á la cual puedan abandonarse sin temor. L a filosofía, tomada en general, abraza todos los co* nOcímientos deducidos, por el razonamiento, de los pri-^ meros principios. Para hacer una historia completa de ella, será pues necesario describir el origen, los progresos y variaciones de las diversas ciencias naturales; dar cuenta de la manera con que han sido cultivadas ,- dar á conocer los autores que la han tratado; analizar sus obras, apreciarlas, y manifestar el juicio que el público ha formado de ella. Fácil es comprender, según este bosquejo, cómo hombres de una inmensa erudición y de una paciencia infatigable han podido escribir obras tan voluminosas sobre la historia de la filosofía. No podemos abrazar un plan de esta naturaleza, pues ni tenemos el tiemp o , n i los medios, n i la voluntad de hacerlo. E n nuestro curso elemental de filosofía, no se trata de la física n i de las ciencias naturales que á ella se refieren. Después de haber fijado las reglas que dirigen las

operaciones del alma en la investigación y Imanifcslacion de la verdad, hemos limitado nuestros esfuerzos ala parte que tiende á hacer á los hombres sabios, y que sola, propiamente hablando, merece el nombre de

filosofía.

Dios, sus atributos ó perfecciones; el alma, sus facultades y deslino; la distinción del bien y del m a l , la ley natural y sus caractéres; la vida futura con sus recompensas y castigos; los deberes del hombre hacia D i o s , hacia los demas hombres y hacia sí mismo; tales son los principales objetos que nos han ocupado especialmente: sobre estos puntos descansa esencialmente todo el orden moral. Una filosofía que no los comprendiera, ó que no los representara sino de una manera vaga, ó bajo la forma de duda, seria falsa y peligrosa; no podría contribuir á hacer á los hombres sabios: y desde entonces llevaría erradamente el nombre-de filosofía. Bajo la relación de estas verdades, es pues principalmente como vamos á trazar la historia elementat de que aquí se trata. Consideraremos la filosofía: 1.° entre los hebreos, desde la creación del mundo hasta Jesucristo; 2 . ° entre las naciones orientales, antes de los griegos; 5.° entre los griegos; 4.° entre los romanos; 5.° entre los cristianos, hasta la decadencia de las letras; 6.° entre los árabes, desde su origen hasta nuestros dias; 7.° entre los cristianos, en la edad media; 8.° entre los cristianos, desde el renacimiento de las letras hasta el siglo X Y I I I ; 9. ° trataremos de la filosofía durante el siglo X V 1 Í I ; 1 0 . ° espondremos lo que ha sido la filosofía á principios del siglo X I X .

Formarán estas divisiones diez libros. Y estos serán divididos en secciones ó en capítulos, y algunas veces en párrafos, á fin de que sean clasificadas las materias con mas orden. Con el ausilio de estas divisiones, se encontrará mas prontamente lo que se busque, y se retendrá mejor después de hallado.

De la filosofía entre los hebreos desde «I prlneipio del mundo hasta Jesucristo.

La célebre nación hebrea, la mas antigua del mundo, ha teñid» sus fases diversas. La división de ellas se encontrará en este libro.

CAPÍTULO

PRIMERO.

D E L A FILOSOFÍA S E LOS PATRIARCAS HASTA MOISÉS,

PARA

este largo período de cerca de 2 5 0 0 años no t e nemos mas monumento digno de fé que el Génesis: pero la autenticidad, verdad é integridad de este monumento se demuestran por pruebas invencibles. E n este libro precioso, el mas venerable y cierto de todos los libros históricos , es donde es preciso buscar lo que ha sido el mundo desde su primer origen hasta el nacimiento de Moisés. L a razón comprende cómodamente que el universo no es eterno, que no ha podido hacerse por sí solo, n i por efecto del acaso. Hasta aquí se limita. Si querieudo valerse de sus propias fuerzas, trata de darse cuenta de lo que es esto, no hace sino titubear, y muy luego se pierde, i

14

HISTORIA

Con la claridad mas admirable nos describe el Génesis el origen de todas las cosas: nos muestra un Dios eterno, infinito, todopoderoso, que manda, y es obedecido, que con la fuerza sola de una palabra hace salir de la nada el cielo, la tierra y cuanto esto encierra. H é aquí la p r i mera causa de todo; es preciso no perderla de vista en la filosofía, si no se quiere desbarrar. E l mundo es un enigma , y Dios es su palabra según dice un sabio. Tomemos al hombre desde el momento en que salió de las manos de su Criador, recorramos la historia de su inteligencia, de su industria y conducta religiosa, moral y social, y veremos io que ha sido. Es inútil investigar, como lo ha hecho Brucker, si hubo un cuerpo de filosofía antes del diluvio. En cuanto á esto, no podremos presentar, sino como ese autor, hipótesis que no darán por resultado el menor conocimiento real. A t e n g á m o n o s , pues, á los hechos positivos, que estos nos instruirán con mayor utilidad que pudieran hacerlo suposiciones quiméricas. Los [primeros hombres no comprendían el arte de discurrir, y no por eso dejaban de juzgar menos sanamente; no disputaban, y sus convicciones no eran menos sólidas; no pretendían, como se ha hecho d e s p u é s , sondear los misterios de la naturaleza, remontarse á las causas por sus efectos, ó descender de estos á aquellas en descubrir su encadenamiento asignando la razón á todo. Contentándose con aquellas verdades esenciales que Dios les habia enseñado, las creian con mas fuerza que nosotros, cuidando de arreglar á ellas su conducta. De este modo los vemos marchar en la presencia de ese gran Dios, criador y dueño soberano de todas las cosas; acordarse de cuanto le deben, y presentarse, respecto á é l , llenos de sumisión, reconocimiento, amor y respeto; adorarle en su providencia, atribuirle los acontecimientos notables, elevar monumentos para perpetuar el recuerdo de sus beneficios, y enseñar á sus hijos á t r i butarle el culto que le es debido. Estos hombres inocen-

DE LA FILOSOFÍA,

15

tes y sencillos no buscaban la razón á 'priori que constituye la diferencia entre el bien y el m a l : una persuasión invencible fundada sobre una doctrina positiva, clara y constante, mas fuerte m i l veces que la convicción adquirida por el razonamiento, les permitía no confundir lo uno con ol otro. Sabian distinguir la virtud, conocer sus reglas y observarlas. Las posesiones son distintas: cada uno tiene las suyas. L a propiedad del vecino es respetada, y la injusticia desterrada. Los deberes de la caridad reconocidos y ejercitados, lahospitalidad con los estranjeros se tiene como un honor, y el homicidio como un crimen, cuyo solo nombre aterra. E l matrimonio instituido por Dios mismo queda sometido á usos y ceremonias llenas de gravedad. L a poligamia queda permitida en ciertos casos y circunstancias, cuando llega á ser necesaria para la posteridad 5 pero el adulterio y fornicación jamás son permitidos. Las mujeres respetan á sus maridos, llamándoles sus señores; los hijos honran á sus padres, y nada hacen sin su consentimento, recibiendo de sus manos esposos y esposas. Los ancianos disfrutan de la mayor consideración, y mirándolos como depositarios de las tradiciones, se les pregunta y escucha con la mas respetuosa confianza. L a vida que se lleva es sencilla, frugal, activa y l a boriosa, alejada de toda clase de esceso y libre de las enfermedades, consecuencias de aquel. Los jefes de familia de mas importancia, sus mujeres é hijos de ambos sexos, se dedican á los trabajos del campo, guian sus ganados, los guardan noche y dia, proveen del agua necesaria para su abrevadero y demás necesidades de la casa, cortan la lena que conducen sobre sus espaldas, hacen el pan , disponen la comida; en una palabra, nadie se escusa de nada, todos trabajan, y se alojan y alimentan como sus domésticos y esclavos. Los hijos no van, como ahora, al colegio á estudiar alli las lenguas, las ciencias, y las artes; son los padres los que forman su educación, enseñándoles por espacio de

16

HISTORIA

largos años á conocer á Dios, y servirle por la práctica de una vida regalar, á cultivar la tierra y dirigir los ganados; y á llevar todos los deberes de buenos hijos para poder ser ellos mismos en adelante buenos padres de familia. A l contarles la historia de sus antepasados y principales sucesos que han acontecido en el mundo, les ponen de manifiesto siempre la parte que ha tenido en ellos la bondad ó la justicia de Dios: no proceden en todo e s t o , ayudados de la argumentación, derechos al asunto que se proponen, hablan sin aparato con nobleza y sencillez, diciendo; esto es lo que nos enseñaron nuestros padres: Paires nostri narraverunt nobis ( 1 ) . Los conocimientos adquiridos de ese modo son firmes y precisos, no dejan la menor duda en el alma, llenan el e s p í r i t u , satisfacen al corazón, mantienen la fe, y perpetúan las costumbres. E l cuidado que debe tenerse con los difuntos, y su sepultura, los últimos honores que se les hacen; el modo de hablar en estas ocasiones, y la íntima persuasión en que están de que al morir van. á unirse para siempre con aquellos que les precedieron, y con los cuales estuvieron ligados en el mundo; lo que se dice de Abrahan, Isaac y varios otros patriarcas, que fueron reunidos con sus padres sin que se entendiese por eso que fuesen enterrados en el mismo sepulcro; las palabras de Jacob, que quiere estar llorando á su hermano J o s é , hasta que se reúna con él en los lugares inferiores, creyendo no obstante que ha sido devorado por la fiera, todo esto no nos permite dudar que se abrigase en esta época la menor incertidumbre ó duda sobre la existencia de otra vida después de esta. Los primeros hombres no estuvieron largo tiempo sin hacer algunos descubrimientos útiles, y sin promover alguna industria: muy luego aparecieron las primeras artes. Gain edificó una ciudad; Jabel hizo tiendas; Tubal era músico y tañia diferentes instrumentos. Tubalcain hacia

(i) Ps. 77—3.

DE LA FILOSOFÍA.

17

toda especie de obras en hierro y bronce (1). Esto era antes del diluvio. Noé construyó una arca; inmensa construcción que suponia genio y conocimientos especiales. Poco después del diluvio se levantó la torre de B a b é l , empresa loca y atrevida, pero que demuestra que se sabia trabajar. Desde entonces hasta el presente, las artes y la industria han ido siempre en aumento y caminando á su perfección. A medida que los hombres se multiplicaban, se d i v i dian por familias; cada una de estas tenia un jefe que ejercía en ella su autoridad paternal y al mismo tiempo soberana, porque este jefe no conocía superior en la tierra. Ordinariamente se llamaban estos padres de familia, reyes ó príncipes, porque reglan y gobernaban en efecto. S i entre ellos sobrevenían diferencias, las terminaba en ú l timo resumen la fuerza de las armas, supremo tribunal de los soberanos. Algunas veces formaban una especie de alianza ó confederación entre varios, para atacar ó defenderse con mejor éxito. En el capítulo X V I del Génesis vemos á cuatro reyes unidos atacar á otros cinco y vencerlos; después á A b r a b i n , rey igualmente, sin llevar este nombre, aliado de los vencidos, reunir prontamente su pequeño ejército de 318 hombres, caer como un rayo sobre los vencedores, derrotarles á su vez quitándoles el bolin que se habían llevado, bendecir luego á Dios, y darle gracias por su victoria. T a l ha sido, según el Génesis, el origen de las sociedades políticas. Estos pequeños príncipes no tenían la menor idea de las reglas diplomáticas, ni usos establecidos en las diferentes cortes; pero no les eran desconocidas las leyes fundamentales de la organización social y relaciones de los soberanos unos con otros, poseyendo en estas primeras nociones el gérmen del derecho público, tai como la civilización le ha desarrollado después. (1)

Génesis, c. h.

TOMO I.

2

18

HISTORIA

Segua este cuadro, sacado del G é n e s i s , no se deberá tener por cierto que los antiguos hebreos (1) poseían en el mayor grado de certeza un conjunto de doctrinas suficientes á hacer al hombre bueno y honrudo? Semejantes doctrinas constituyen la parte esencial de cuanto debe contener toda filosofía que aspire al título de verdadera. C A P Í T U L O U. m

L A FILOSOFÍA D E MOISÉS.

MOISÉS,

autor del Génesis, lo es igualmente del Exodo, del Levítico, de los Números y del Deuteronomio. Esta es la opinión general y constante de los j u d í o s , cristianos y mahometanos, sin que haya cosa mas constante en todas las historias humanas. Estos cinco libros, conocidos bajo el nombre colectivo de Pentateuco, nos representan en todas sus páginas á Dios,, como un sér único , eterno, inmenso, infinitamente bueno, sábio, poderoso, criador del cielo y de la tierra: como una inteligencia que conoce lo presente tai cual es, y lo futuro antes que suceda; que estiende su providencia á todo, decreta al vicio sus castigos, y á la virtud sus recompensas con una justicia infalible; en una palabra, como un espíritu adornado de todas las perfecciones, y tal , que es iniposihle concebirle mas perfecto. A estas verdades dogmáticas están unidos ios principios de la mas sublime moral. Dios solo debe ser adora-

(i) Esta palabra significa ordinariamente de la parte allá , y sin duda á Abrahan, según la opinión comuti, porqueeste patriarca, estranjero en la tierra de Ganaan, venia de la parte allá del Eufrates. Los descendientes de Abrahan, fueron por lo tanto llamados hebreos y también israelitas, porque un ángel babia dado el nombre de Israel (poder de Dios) á Tacob. Por último, mas tarde fueron llamados judíos por la tribu de Judá, que era la mas considerable. { N . del A , )

DE XA FILOSOFÍA.

19

do, y los hombres deben amarle con todo su corazón y sobre todas las cosas, servirle como á t a l , darle acciones de gracias por sus beneficios recibidos, y pedirle otros nuevos con entera confianza. Deben igualmente amar al prójimo como á sí mismos y socorrerle en sus necesidades. E l robo y homicidio son c r í m e n e s ; las r i ñ a s , odios, divisiones, adulterios y fornicación; todo género de infamias, y hasta las menores injusticias, están proscriptas; los actos esteriores y deseos del corazón quedan sometidos á reglas invariables. Puede darse cosa mas conforme á la razón y buen sentido, y mas satisfactoria bajo todos conceptos, que el Decálogo, en el que están reunidos con tanta justicia y profundidad los puntos capitales de la ley natural ? N o es esta una filosofía superior á todo elogio? Moisés, es verdad, no fué su inventor, y asi no la presenta como proveniente de él ; declara por el contrario, que la ha recibido de Dios, cuyo sagrado origen la imprime una autoridad, que jamás tendrán cuantos sistemas invente el genio del hombre. Las leyes políticas de Moisés son igualmente de la mas alta sabiduría ? y nada lo prueba mejor que el estado de prosperidad á que llegó la nación que las tuvo por norma. Sien los detalles advertimos algunas prevenciones minuciosas, poco acordes con nuestras ideas, esto consiste en que apreciamos iual las particulares circunstancias en que el legislador se hallaba, el objeto que con ellas se proponía, las cualidades del pueblo que gobernaba y carácter de los que le rodeaban. A u n suponiendo que nunca conociésemos los motivos de sus prescripciones, se seguiría de aquí que el legislador habia obrado á ciegas? La razón y buen sentido que por todas partes resalta en su obra no nos permite abrigar semejante pensamiento. La habilidad de Bezeleel y Ooiiab (1) en los a ríe fácil)

Exodo, 31.

2Q

HISTORIA

tos de oro, plata, cobre, m á r m o l , piedra y maderas de toda especie; los magníficos ornamentos del gran sacerdote, vasos y demás utensilios que debían servir al tabernáculo , la prontitud con que fué ejecutado el becerro de oro, y después reducido á polvo, el gran número de'instrumentos de música de viento y cuerda ( 1 ) , que ya entonces estaban en uso, los cánticos admirablemente p o é ticos, que la voz ó el instrumento modulaba, todo esto muestra hasta qué punto conocía las artes ese pueblo errante por el desierto. A l entrar los hebreos en la tierra de Canaan, bajo el mando de J o s u é , hacen á las naciones depravadas que habitan en ese país una guerra de estermínio que nos shoca á primera vista; pero no tanto si atendemos á que tal era la orden de Dios, que habia prometido á Abrahan mas de 400 años antes , el dar á su raza la posesión de esta tierra; y que como supremo señor de lo criado tiene derecho de vida y muerte , así sobre las naciones, como sobre los individuos. Por último, aquí no nos toca hablar de hechos, ni estamos obligados á justificarlos todos; aquí se trata de doctrinas. Sobre esto, las de Josué nada contienen que no se halle perfectamente de acuerdo con la filosofía mas razonable. Siempre son las mismas ideas de Dios y de sus atributos, el mismo espíritu religioso, iguales los principios de moral. Después de Josué aparecen sucesivamente un gran número de hombres distinguidos por la prudencia y sabiduría, los jueces que gobernaban el pueblo, los profetas que le instruian, y los sacerdotes y levitas que esplicaban la ley. E í t o s formaron escuelas, como vemos por el ejemplo de Samuel, que se habia educado al lado del gran sacerdote H e ' í . Viene después David, que nos ha dejado en sus. odas sagradas un inapreciable monumento de la r i queza de su poesía, de la energía de su elocuencia, de la elevación de su alma y bellos sentimientos de su corazón, (1)

I . Paralip. 25.

BE TA FILOSOFÍA.

21

de la exactitud celebrada de su talento en las comparaciones y esacto conocimiento de los libros que existían entonces. No se encontrará en é l , ni un m a t e m á t i c o , n i un físico, n i un químico, n i nada de lo que constituye un sábio en las ciencias naturales; pero en cambio se hallan en sus salmos la mas admirable filosofía moral y religiosa, y las nociones mas exactas sobre !a naturaleza. Acaso no es esto lo mas esencial ? CAPÍTULO I I I . DE hk FILOSOFÍA D E SALOMON Y D E LOS QUE L E SUCEDIEROH, HASTA LA CAUTIVIDAD D E BABILONIA.

w



JLJA sabiduría

« • . t,mt>

,

^ , . . . ...

de que fué dotado Salomón no puede ser comparada con ninguna; superaba en mucho á la d é l o s orientales ? á la de los egipcios y hombres mas celebrados. Este príncipe estraordinario compuso hasta tres m i l parábolas ( 1 ) ó sentencias de moral, de las que no nos han quedado sino una pequeña parte que contiene el libro de los Proverbios. Hizo cinco m i l cánticos ó composiciones poéticas, de que no nos resta mas que la del Cántico de los Cánticos. Trató de las propiedades de los árboles? arbustos, plantas; de las diferentes especies de animales, cuadrúpedos, reptiles, aves y peces. Sabia la naturaleza de cada cosa, su l i n , utilidad y aplicaciones; la disposición del universo, virtud de los elementos, orden y vicisitudes de los tiempos; el curso de los astros, la impetuosidad de los vientos, y todo cuanto hay de mas oculto é imprevisto ( 2 ) ; de modo que ha njerecido llevar para siempre la denominación de sábio por escelencia. De t o -

(1) (2)

III. Reg. 4, 30 y siguientes. Sap. 7. 17.

22

HISTORM

das partes acudian á verle y escucharle. Los reyes le en viaban sus embajadores á fin de asegurarse si era verdad todo cuanto de éi se decia. La reina de Sabá (1) no quiso satisfacerse sino con sus propios ojos ? y emprendió el viaje cá Jerusalen con magníficos presentes y un inmenso acompañamiento. Llegada á su presencia, buscó, por las dificultades que le propuso, el medio de embarazarle, y no lo pudo conseguir; antes vio en sus respuestas tantas luces y penetración, oportunidad y exactitud, que fuera de sí misma , y movida de un impulso natural é irresistible, esclamó, que al hablarla de Salomón no la habian dicho sino la mitad de la verdad. A l volverse á sus estados publicó por todas partes el prodigio de sabiduría , de que acababa de ser testigo. Estas cualidades tan singulares y desconocidas no preservaron á Salomón de los peligros á que esponen, la grandeza, el poder, las riquezas, los "placeres, y mas que todo, las alabanzas y adulación. Este sabio tan celebrado dejó afeminar su corazón, corromper sus costumbres, cayendo en los mas funestos estravíos: ejemplo terrible dé la fragilidad humana, y saludable lección para nosotros. A ú n se duda si los reconoció anles de morir. A pesar de eso nos ha dejado las mas bellas máxmias sobre las vanidades de la tierra, sobre ilusiones del vicio, y sobre el fin único del hombre, que es el de temer á Dios y observar sus mandamientos (2). Por la suntuosidad del templo que consagró á la gloria del verdadero Dios; por la belleza y hermosura del palacio que edificó para sí mismo, y perfección de tantas obras diferentes que hizo ejecutar, se puede calcular que no faltaban por entonces buenos obreros y artistas consumados. Ya se conocían las construcciones navales y reglas para navegaciones lejanas: numerosas flotas partian

(1) I I L R e g . l O . (2) Eclesias. 12. 13.

DE L A flLOSOrÍA.

25

de Asiongaber, puerto del mar Rojo, y se diiigian á Ofir, Tarsis y otros puntos, con lo que se realizaba un rico comercio que hizo á Salomón el mas opulento de todos los reyes ( 1 ) . Este príncipe murió á ios cincuenta y ocho afios, novecientos setenta y cinco antes de Jesucristo. Bajo su sucesor se dividió el pueblo; diez tribus se separaron de Roboan y formaron reino aparte, bajo el nombre de Israel. Estas cayeron en el cisma, en la idolatría y en los mas humillantes desórdenes; la verdadera filosofía, dejando de ser cultivada , en medio de estos errores groseros no tardó en desaparecer casi del todo , y este miserable pueblo, después de doscientos años casi de agitaciones y desastres, pereció sin volver á existir, en la cautividad de Nínive. Xas otras tres tribus que permanecieron fieles formaron el reino de J u d á , llamado así de la tribu de ese nombre, .4 la que pertenecieron David, S a l o m ó n , Pvoboanysusdescendientes. Estas tribus respetaron las tradiciones y conservaron k doctrina ^religiosa sin permitir su alteración. Dios no les a b a n d o n ó , y de tiempo en tiempo suscitó p r o fetas, tales como Isaías, J e r e m í a s , Ezequiel , cuya doctrina sábia y divina los llamaba á la observancia de la ley. En seguida, quinientos ochenta y ocho años antes de Jesucristo, sobrevino la ruina de Jerusalen por Nabucodonosor, la destrucción del templo; abolición del culto, dispersión del pueblo, su disolución y cautividad en Babilonia durante setenta años. En este suelo estranjero, en medio del dolor y lágrimas, algunos estudian a ú n , é impiden que la ley sania no caiga en un completo olvido. A l g u nos jóvenes cautivos, de los mas distinguidos, son escogidos por el rey opresor para ser introducidos en su palacio, y aprender allí las letras de los caldeos (2). Daniel fué de

(1) I I I . Reg. 9. aSy tOCS) Daniel, 1.4»

24

HISTORIA

este n ú m e r o , y vemos por su libro, que la sabiduría, tan brillante en otro tiempo en Judea, aún no se había estihguido del todo, que se la cultivaba en la cautividad, y que las sagradas reglas de religión y moral continuaban siendo conocidas y respetadas. Hacia el mismo tiempo^ según algunos autores, y m u cho antes, según el mayor número de sabios, apareció Job, tan célebre por la heroica paciencia que mostró en sus crueles pruebas. E n el libro que lleva su nombre, nos ha dejado máximas de una increíble profundidad sobre las perfecciones de Dios, la nada del hombre y existencia del mal. Habla hasta con magnificencia del poder divino , de su grandeza y justicia de sus actos, y á los interlocutores, que le llenan de invectivas en su desgracia, responde con una elocuencia y energía á la que nada se acerca.

CAPÍTULO I V . D E l é k FILOSOFÍA B E LOS JUDÍOS DESPUES D E L k CiUTIVIBA© D E BABILONIA,

E N esta larga cautividad, dispersos y confundidos los judíos entre los caldeos y persas, se acostumbraron insensiblemente á los usos y costumbres de esos infieles, adoptando sus ideas; y perdiendo en parte sus propias tradiciones y religión, las llevaron consigo impresas de una manera tan indeleble, que del todo no se borraron jamás. Su lenguaje, después de esta dura opresión, fué una mezcla dehebreo y caldeo y hasta sus antiguos caracteres desaparecieron, y así no se encuentran estos mas que en el Pentatéuco de los samaritanos. No obstante, existieron siempre entre esta nación, que no cesó un punto de llamarse el pueblo de Dios, hombres instruidos, s-abios, prudentes y valerosos, que se opusieron á los desórdenes y relajación, impidieron

DE LA. FILOSOFÍA. _

25

que prevaleciesen los errores, y mantuvieron la sana doctrina. Entre estos se deben contar en primera línea, Aggeo y Malaquías, Esdras, Zorobabel , Nehernías y Salalhiel. A Esdras, sacerdote de la ley, persona instruida, es á quien se debe al menos uno de los dos libros que llevan su nombre; se le debe igualmente la corrección de los demás libros canónicos, que necesariamente habían debido sufrir alteraciones en algunos puntos en estos tiempos calamitosos. Esdras, era un sabio digno de llevar ese nombre, y prestó á los judíos los mas eminentes servicios. Nehemías, no menos distinguido, mereció serle asociado. Tanto el uno como el otro se ganaron la voluntad de Artajerjes Larga-mano, durante la cautividad , y obtuvieron permiso de él para volver á Jernsalen con los que quisiesen seguirles , reedificar los muros de esta ciudad y volver á construir el templo. Pusieron estos todo su conato y celo en instruir al pueblo, reformar las costumbres y corregir los abusos. Restablecida asi la nación en el país de sus antepasados, fué pequeña en un principio, oprimida por todas partes, y tributaria de los reyes de Persia. Poco á poco se fortifica y acrecienta, y bajo el gobierno del gran sacerdote, asistido de los setenta y dos ancianos que componían el Consejo, llegó á ser una república floreciente, pero siempre dependiente de la Persia. D u rante trescientos años no acaeció nada notable que nosotros conozcamos. E n este intervalo apareció, sin que sepamos particularmente en q u é é p o c a , un libro precioso, escrito en griego conocido con el único t í t u l o : D e sabiduría. Contiene este libro dogmas importantes , que tan claramente no habían sido especificados en la ley y los profetas, tales como la existencia de la vida futura, la eternidad de las penas y recompensas, y rigor de los juicios de Dios, lo mismo con los grandes, que con los p e q u e ñ o s , la nada de las criaturas, las ilusiones del m u n do, la vanidad de los ídolos y su culto, y ventajas y es-

26 HISTORÍI celencia de la sabiduría. Encierra ademas sublimes preceptos de moral, que no puede sino aplaudir la razón, y qué desenvuelven mas y mas la admirable doctrina de Moisés.. Hacia el año 3 5 0 , antes de Jesucristo, dueño A l e jandro el Grande de la Judea y países limítrofes, los j u díos pasaron de la dominación de los macedonios á la de los sirios y egipcios, sufriendo siempre intolerables vejaciones, pero no por eso cesaron de mostrar un apego i n vencible á la verdadera doctrina y religión de sus padres. Cerca de ciento ochenta años antes de Jesucristo, A n tíoco Epifanes, rey de Siria, los atacó con furor y emprendió el hacer que renunciasen á las prácticas de la ley de Moisés, persiguiéndoles á todo trance y ejercitando las crueldades mas indignas contra los que rehusaban someterse á esas órdenes impías. Nosotros conocemos la heróica muerte del anciano Eleázar, la de los siete hermanos macabe os y de su valerosa madre. Estos últimos, honrados por la Iglesia como mártires. son los primeros de la historia santa, que han dado su vida en confirmación de la doctrina que profesaban, no pudiendo mostrar convicción mas firme. E l sacerdote Mathatías y sus intrépidos hijos, conocidos con el genérico nombre de Macabeos, formaron la resolución de resistir con la fuerza tan sacrilegas atrocidades, llamando en su auxilio á cuántos, así como ellos, se hallaban poseídos del celo por la ley de Dios. Por m i l prodigios de valor y de heroísmo, lograron romper el t i ránico yugo de A n t i o c o , y librar al pueblo de la opresión. Purificaron después el templo > restablecieron el culto del verdadero Dios, y mantuvieron la sana y antigua doctrina asegurando su perpetuidad. Esta doctrina fué efectivamente ensenada y practica • |la bajo los asrnoneos ( 1 ) , quienes gobernaron la nación (i) Estos príncipes fueron así llamados de Asmoneo, abuelo de Mathatías.

B E LA ÍILOSOFÍA.

27

durante ciento veinte y seis años. Estos príncipes reunieron la soberanía, sacrificaroo al poder temporal y ejercieron una grande influencia. En este intervalo fueron publicados los dos libros de los Macabeos ( l ) . cuyo autor ó autores se ignoran. Contienen? en estilo noble y elevado, la historia de la persecución de Anlioco y de las guerras tan enérgicaiTieníe sostenidas por los hijos de Malhatías. Allí se encuentra la misma doctrina religiosa que en los demás libros sagrados y preciosas verdades claramente anunciadas que nos dan á conocerla fé de aquellos tiempos; por ejemplo, la utilidad de los sufragios por los d i funtos y la resurrección de los cuerpos. Poco antes, y quizá en ios tiempos de A n l i o c o , Jesús, hi jo de Sirach, compuso en hebreo vulgar una escelente obra llena de los mas bellos preceptos de moral j esta es el Eclesiástico, libro que fué traducido en griego por el nieto del autor, y es contado en el número de nuestros libros sagrados. Contiene una multitud de máximas infinitamente sabias, y admirables instrucciones para toda dase de personas, según las diferentes condiciones en que pueden encontrarse. CAPÍTULO

V.

DÉ LA FILOSOFÍA DE LOS JUDIOS , FUEKA D E LA JUDEA.

A . pesar del odio hereditario que abrigaban los judíos hacia los egipcios, un crecido número de ellos se refugió al Egipto, contra el dictamen de J e r e m í a s , cuando vieron invadida su patria por los asirlos. No estuvieron allí al abrigo de los males que querían evitar; las amenazas del profeta, que procuraba separarlos de este proyecto, se verificaron. Habiéndose apoderado Nabuccdonosor de

(1) 11. Mach. 7 y 12. 4H.

28

HISTORIA

este reino, encontró en él á éstos refugiados, los prendió y llevó casi todos á Babilonia, donde participaron de la suerte de sus hermanos. Algunos sin embargo quedaron en Egipto? se multiplicaron a l l í , y al cabo,de tiempo llegaron á ser numerosos. Guando hizo construir Alejandro la famosa ciudad/á la cual dió su nombre, hizo venir una colonia de judíos y los concedió muchos privilegios. Ptolomeo-Lago, hecho rey de Egipto el año 32!4 antes de Jesucristo, habiendo conquistado la Judea, á su vuelta trajo consigo cien m i l j u d í o s á sus estados, atrajo á otros muchos á Alejandría, su capital, y los concedió el derecho de ciudadanía. Su hijo y sucesor Ptolomeo Filadelfo los concedió todavía mayores privilegios. Tuvieron estos judíos en el pais, y especialmente en Alejandría, sinagogas y escuelas públicas para la enseñanza de la ley y de los profetas. Bajo Ptolomeo Filadelfo, según la opinión mas común y fundada, fué cuando se tradujeron al griego los libros sagrados. Esta célebre versión, conocida en todo el mundo, es la de los Setenta, llamada asi, porque se la reputa obra de setenta y dos doctores enviados espresamente á Jerusalea á petición del rey egipcio. Sea lo que quiera del modo y circunstancias, sobre que tanto se disputa, es indudable que fué hecha esta versión hacia esta época: ha sido, pues, un acontecimiento memorable. A partir de este tiempo, pudieron conocer los gentiles nuestros libros divinos y beber en ellos las nociones bastante claras, que se observan en algunos,de sus escritos sobre Dios y sus atributos, sobre el alma y sus destinos. Los j u d í o s , por su parte, principalmente los de A l e j a n d r í a , estudiaron los sistemas de los filósofos paganos, adoptaron, en cierto modo, su método de discusión, de razonamiento, de disputa, y ensayaron á aplicarle á sus doctrinas sagradas. Comenzaron entonces las sutilezas y alegorías, de las cuales han abusado tanto después los autores de esta nación.

DE LA FILOSOFÍA.

29

E l segundo libro de los Macabeos ( 1 ) , nos enseña que Aristobulo, de la raza sacerdotal, fué preceptor de uno de los Ptolomeos, rey de E g i p t o , que se cree haber sido Filomeior ó su hijo Evergétf s H . Prueba este hecho que habia allí, en esta época, entre los judíos, hombres instruidos en las ciencias profanas. Los p r i meros padres, y especialmente S. Clemente de Alejandría , han hablado mucho de este Aristobulo, que parece haber sido un hombre célebre en su tiempo. No se puede dudar razonablemente, que la escuela de los j u d í o s , en Alejandría, haya producido otros muchos hombres distinguidos: pues parece no haber cesado jam á s , ni haberse obscurecido. Ahora bien, al nacimiento del cristianismo y aun cierto tiempo después de Jesucristo , continuaba con renombre en el mundo. Ninguno hay mas ilustre que Filón, que vivia en tiempo de los a p ó s t o les y que fué jefe de una diputación enviada por los judíos sus compatriotas al emperador Calígula, instruido en las ciencias sagradas y profanas, fecundo en pensamientos bellos, escribía en griego, con calor, elegancia y facilidad. L a mayor parte de las numerosas obras que habia compuesto se han perdido: las que nos quedan son dos volúmenes en f o l i o , edición de T o m á s Mangey, reputada por la mejor. Versan casi todas sobre la sagrada Escritura. Se observan en ellas, con la elegancia y belleza del estilo, numerosas alegorías, metáforas y cierta alusión á las doctrinas egipcias.

(1)

Cap. 1.10.

50

HISTORU

CAPÍTULO

VL

DE LAS SECTAS QUE HAN EXISTIDO ENTRE LOS JUDIOS*

H ÍSTA

la cautividad de Babilonia, no manifestaron ios judíos síntoma alguno de división entre s í , sobre la doctrina: se trasmitían sus libros santos, c ó m o d o mano en mano? y los interpretaban de la misma manera, según las tradiciones recibidas de sus padres. Creían y no disputaban. Desdo entonces, no podía haber diferencia de opinión n i de sectas entre ellos, como entre los gentiles. Empero después de la cautividad, fué rota esta unidad;se quiso raciocinar, disputar, é innovar. Procuraban los unos sobreponerse á los otros. Algunos abrieron escuela y trataron de hacer partidarios. Se formaron entonces sectas opuestas. Las dos mas célebres friéronla de los saduceos y la de los fariseos. DK LOS SADÜGEOS. , •-{IlOíJí .f, •;í?»^««gj?".!?-."tVW^TP • k wgpSJIfS^T'•' Litis. ..^-.J- ? ' ••• Un cierto Antígono Sociieas ó de Socho, ciudad de la Judea, gran sacerdote, cerca de trescientos años antes de Jesucristó. dio en una alta espiritualidad y enseñó que no era necesario obedecer á Dios solamente por temor, como los esclavos, ni en virtud de recompensa, como mercenarios; sino sin interés y sin esperar ningún premio. Sadock, uno de sus discípulos, no pudíendo acomodarse á esta perfección, concluyó que no había penas n i recompensas en la otra vida, ó mas bien que no existia otra vida. T a l fué, según el libro cuarto de los Macabeos, obra apócrifa, y según los autores j u d í o s , el origen de los saduceos. Negaban también estos sectarios la inmortalidad del alma, la resurrección de los cuerpos y la existencia de los

DE LA FILOSOFÍA.

51

ángeles. Sin embargo, admitían los libros de Moisés y mas probablemente los demás libros sagrados, asistían al templo, ofrecían sacrificios, tomaban parte en las solemnidades religiosas, y se mostraban observadores bastante líeles de la ley, aunque fuesen entre los judíos, en cuanto á la doctrina, lo mismo casi que eran los epicúreos entre los griegos y los romanos. Sin embargo, no parece que hayan sido nunca muy numerosos; pero en general poseían muchas riquezas y obtenían los primeros puestos de la nación. Han subsistido mucho tiempo, después de la destrucción del templo. Se pretende que existen algunos todavía.

DE LOS FARISEOS. • Viene el nombre de fariseo de una palabra hebrea, que significa separado. Es muy propia esta palabra para espresar el carácter particular de estos hombres, que hadan profesión de distinguirse de los demás , por la pureza de m doctrina y regularidad de su vida. Ademas del texto de los libros santos, que reverenciaban, y que con frecuencia interpretaban singularmente, tenían una m u l titud de tradiciones orales, que pretendían proceder de sus antepasados, haciéndolos venir por esta via hasta de Moisés y de Dios mismo. Depende t o d o , según ellos, de una especie de destino ó de los inmutables decretos de Dios. Admitiendo la libertad del h o m b r e ó l a vida futura , la inmortalidad del alma, y la resurrección de los muertos, creían sin embargo en una especie de metempsícosis para las almas de los grandes hombres. Así decían algunos , viendo á Jesucristo: por ventura eres Elias, ó uno délos profetas? se imaginaba Herodes que era Juan Bautista el que se reaparecía en él. Añadiendo á la ley multitud de prácticas, ayunaban con frecuencia, se imponían grandes mortificaciones, hacían largas oraciones, distribuían ostensiblemente limos-

5^

HISTOHIA

ñ a s , pagaban el diezmo de las cosas mas insignificantes, se alababan continuamente y se juzgaban mejores que el i-esto de los hombres; como si no fnese la principal virtud la humildad y el olvido de sí mismo. Eran entre los j u díos, poco mas ó menos, que lo que fueron los stóicos entre los filósofos paganos, y lo que han sido últimamente los jansenistas entre nosotros. Pasaba esta secta por honorífica: la mayor parte de los hombres distinguidos por sus virtudes y su ciencia religiosa, como Nicodemus, Gamaliel, S. Pablo, y el historiador 3osefo, se gloriaban de ser fariseos. Sobrevivió la secta á la ruma del templo y de Jerusalem, acaecida el año 70 de Jesucristo. Después de las horribles catástrofes, que destruyeron á los judíos como cuerpo de nación, no tardaron los doctores fariseos en formar escuelas para enseñar la ley y sus t r a d i ciones. La principal de estas, fué la de Tiberiades. Cierto l u da, apellidado el Santo, hombre de grande reputación, era su jefe, bajo el emperador Antonino, Hizo una colección que con tenia las constituciones, las reglas y las tradiciones de los doctores judíos que le hablan precedido. Existe esta obra en hebreo y en latin , en tres volúmenes en folio bajo el nombre de Mischna ( 1 ) . Los sucesores de Juda la añadieron muchas esplicaciones, para desvanecer las dudas que ocurrian, ó para esclarecer lo que era obscuro: á esto se dió el nombre de Gémara (2). L a reunión de estas dos partes constituye el Talmud (5) ó libro doctrinal: la Mischna es su texto; la Gémara forma su comentario. (1) Mischna viene de una palabra hebrea que quiere decir vol" ver á comenzar; ó lo que se ha hecho de segundas, ó por segunda vez: los griegos la llaman deuterosis ó segunda; es decir segunda, ley añadida á la de Moisés. : (2) Está formada esta palabra da un verbo que significa completar ó consumar. . (3) Talmud .se deriva de un verbo, cuyo sentido es ensefiar. •"•,:! i l ' fíñtímti w. h - - •. » f $ ' ^ , •;.

DE LA FILOSOFÍA.

55

Este Talmud, que parece haber sido terminado sobre trescientos años después de Jesucristo, es conocido bajo el nombre de Talmud de Jerusalen, porque estaba en uso entre los judíos de la Palestina. Desde esta época, no se ha tratado ya de la escuela de Tiberiades. Otras escuelas que se habían establecido por los discípulos de Juda el Santo, en el pais de Babilonia, tomaron mucho incremento, según los historiadores j u d í o s , y fueron muy florecientes durante cerca de ochocientos a ñ o s , hasta que fueron destruidas por los sarracenos en 1050. Salió de estas escuelas hácia el año quinientos de Jesucristo, otro Talmud , que se llamó el Talmud de Babilonia : este Talmud tiene también su Mischna casi semejante al del primero , y su Gémara, pero mucho mas estenso y lleno de necedades chocantes. Sin embargo este Talmud, en trece volúmenes en folio, es el mas estimado de los judíos modernos y casi el solo usado entre ellos. De los restos de estas escuelas, se formaron otras en Egipto y en Europa, particularmente en España. P r o dujeron estas últimas algunos hombres célebres. Pueden ser citados con distinción ? entre otros, los siguientes: 1.° Nathan-Ben-Jechie!, muerto en Roma en 1106, que ha esplicado todos los términos del Talmud; 2 . ° A b e n Ezra, natural de España y muerto en i\odas, en 1 1 7 4 , sabio casi en todos géneros, titulado, por los j u d í o s , el sabio, el grande, el admirable: ha dejado éste un gran número de obras sobre diferentes materias, pero p r i n c i palmente unos comentarios sóbrela Escritura; 3.° M o i sés Maimonides, ó hijo de Maimón , nacido en Córdoba, en 1 1 3 1 . Habiendo hecho grandes progresos en las ciencias y las artes, pasó á E g i p t o , obtuvo la confianza del Sultán y fué su médico. Compuso: 1.° un largo comentario sobre el Miscfma, en árabe, el cual ha sido traducido en hebreo y en l a t i n , é impreso en 16 volúmenes en folio ; 2.° un compendio del T a l m u d , en cua-

TOMO i.

5

54

HISTOHIA

tro volúmenes en folio ; 5.° otras muchas obras, tanto dogmáticas como morales, que fueron estimadas en su tiempo. Otros rabinos distinguidos, pero de una categoría i n ferior á los que hemos nombrado, han existido en Esp a ñ a , en Italia, y en Alemania : generalmente todos, salvas pocas escepciones, eran fariseos. Loa judíos actuales, aún adheridos á la fé de sus padres, forman igualmente parte de esta secta. Hace algunos años que ha tomado incremento su literatura en Alemania y en Holanda: cultivan la lengua hebrea, la poesía y la filosofía, tienen escuelas en diferentes puntos y una academia en Amsterdan. Cuenta esta academia sesenta miembros, de los cuales la mayor parte dan lecciones gratuitas (1). Ademas de estas dos famosas sectas, que eran las principales entre los j u d í o s , habia otras menos considerables: 1.° los kareanos^ es decir, los que querían ate nerse únicamente al texto de los libros santos y rechazaban toda especie de tradiciones ; 2 . ° los essenios, que, por su perfección, eran entre los judíos casi lo mismo que los religiosos entre nosotros, escepto que no vivían en comunidad en los monasterios ; no tenían dogma alguno particular; 5.° los herodíanos, de los cuales habla San Mateo, 2 2 , 1 5 , y San Márcos, 5 , 6 , mas acerca de los cuales nada sabemos: Josefo y Filón nada dicen de ellos; 4 , ° la cabala, llamada asi de la palabra hebrea koubala, tradición: consiste esta en una manera oculta, secreta y mística de interpretar las divinas Escrituras, de encontrar sentidos ocultos y difíciles, descomponiendo ó combinando de otra manera las palabras, las sílabas, las letras, los puntos y acentos; de abrar ciertas maravillas, como sanar ios enfermos, ahuyentar los demonios, usando de los textos de la Escritura de tal modo, pronunciando

(i)

Diario Asiático, tomo I I , pág. 92.

DE LA FILOSOFÍA.

55

el nombre sagrado y respetable de Dios de tal manera, etc. A este medio cabalístico es al que atribuían los incrédulos judíos los milagros de Jesucristo, mientras que p r e tendían otros que los obraba por la virtud de Belzebut, príncipe de los demonios. Esta absurda doctrina, de la cual Akriba, doctor de Tiberiades en el siglo I I , y Sihimeon, hi jo de Jochai, son considerados como los primeros autores, parece haber principiado poco tiempo después de la ruina de Jeru*salem y de la dispersión de los judíos. Llegó á estar mny en boga entre los rabinos y ha durado mucho tiempo. De estos misteriosos secretos proceden una multitud de p r á c ticas supersticiosas, que están todavía en uso aun entre los cristianos. No podemos entrar en mayores detalles sobre la c á bala; los que deseen adquirir conocimientos mas profundos de ella, pueden leer á Brucker, tomo 2, página 9 1 6 , y también la Biblia de Vence, disertación sobre Esdras? segunda parte, en el tomo diez y siete en cuarto.

IfffOK 19

fifí

Be la filosofía «ntre !»» nneicaes crlcntalw.

SE vé en los libros de Moisés, de J o s u é , 'de los jueces; etc., aparecer un gran número de pequeños pueblos guceeivamenlc sobre la escena del mundo. No conocemos casi nada de sus doctrinas. Solamente sabemos, que estaban casi todos empeñados en las prácticas de la idola • tría. Seria inútil querer esponer lo que ha sido la filosofía entre ellos. Los pueblos del Oriente, que en razón á su a n t i güedad y de su duración y del lugar que ocupan en la historia, merecen mas nuestra atención, son los caldeos, los persas, los fenicios, los egipcios, los chinos y los i n dios. Y amos á referir brevemente, según que podemos saberlo, lo que han sido los conocimientos filosóficos, religiosos y morales en estas diversas naciones: y concluiremos este l i k o con uu capítulo sobre la doctrina- de los celtas» v

58

HISTORIA

CAPÍTULO PRIMERO. DE L A FILOSOFIA D E LOS CALDEOS.

L o s caldeos son los mismos, en la historia, que los babilonios y los asirios. De la Caldea fué de donde salió Abraham, por orden de Dios, el año 1921 antes de JesucrisUwIíWíiíMt» mn*!9*n •ni « i t a » «HSMÍBI a l « 4 Estaban ya alteradas en este pais las nociones del verdadero Dios y la pureza de su culto: estaban allí en uso muchas prácticas idolátricas, como podemos juzgar por lo que se dice en el capitulo catorce, volúmen segundo del libro de Josué. Nada mas sabemos de esta época. Se cita como primer autor de la filosofía, entre los caldeos, á un cierto Zoroastro, diferente del Zoroastro de los persas: pero no sé sabe, de una manera cierta, ni el tiempo en que vivió, ni las circunstancias de su vida, ni lo que hizo, n i aun si ha existido, sin embargo que se conviene generalmente en este hecho. No tenemos noticias mas claras sobre B e l o , que se presenta como uno de los fundadores de la ciencia de los astros entre los caldeos, y que, d e s p u é s , fué adorado como Dios , bajó el nombre de Baai. Se cree que es el mismo que Nemrod, fundador de Babilonia ( i ) . Beroso, sacerdote de Belo, viviendo sobre 500 años antes de Jesucristo, escribió una historia de Caldea, de la cual no han quedado mas que fragmentos sueltos y Henos de falsedades. No podemos pues conocer la doctrina de los antiguos

(l) Hollín, t. 2. pág. 11, edicien de 1804, en trece volúmenes en 12.

D E L A FILOSOFÍA.

59

caldeos sino por los estranjeros y por los autores de las edades posteriores. Diodoro de Sicilia, que escribió bajo Augusto | y Eusebio, eu el I V siglo de nuestra era, son los que mas nos hablan de ellos. L a filosofía de este pueblo, según lo que podemos saber, se reducía á los p u n tos siguientes: 1.° estaba encargado de su enseñanza un colegio de sacerdotes; 2 . ° usaban estos de unas formas misteriosas, que sirviendo de obstáculo para que no se comprendiese lo que decían , impidieron que se nos h a ya trasmitido mas claramente su doctrina; 5.° admitían un Dios supremo, esparcido en el mundo, animándole y gobernándole con su providencia; 4.° las diversas partes del universo, seguí i ellos, eran regidas por unos espíritus mas ó menos elevados en dignidad, que pertenecían al alma universal, y eran sus porciones; 5:° creían estos mismos sacerdotes en la existencia de dioses inferiorts que dependen del Dios soberano, y sirven de intermediarios entre este gran Dios y nosotros ; 6.° consideraban á estos dioses inferiores como dignos de un culto divino; 7.° reconocían demonios, es decir, unos espíritus maléficos, que no procuraban mas que engañar y seducir á los hombres. Tal era en substancia la doctrina que enseñaban estos sabios secretamente á sus adeptos. Adoraban públicamente, con el vulgo, al sol, á la luna y á los demás astros, como otros tantos dioses. Habiéndose aplicado los caldeos con antelación á otros á considerar los astros y á medir sus movimientos, han hecho los primeros descubrimientos astronómicos. E n tiempo de Alejandro pretendían tener observaciones que subían hasta 4 7 0 , 0 0 0 a ñ o s : el filósofo Calistenes, que acompañó al ilustre conquistador á Babilonia, investigó , á instancia de Aristóteles, la certeza que pudieran tener estas pretendidas observaciones : no descubrió n i n guna que subiese mas allá de 1905 años. Todas las que son anteriores al reinado de Nabucodonosor, comenzado el año 625 antes de Jesucristo ? merecen poca

40

HISTORIA

creencia, según el testimonio de muchos sabios. Habiéndose persuadido los filósofos caldeos que habia ima conexión real entre los efectos que observaban aquí abajo y las diferentes situaciones de los astros, establecieron sobre este fundamento la astrología. Como se puede preveer el aspecto futuro dolos astros, se imaginaron p o der anunciar de antemano los efectos terrenos, los sucesos d é l a vida y las acciones libres de los hombres. De aquí la vana ciencia llamada astrología judiciaria, que ha hecho tanto ruido en los siglos posteriores y aun en nuestros dias. Pretendían descubrir también las cosas ocultas ú obrar efectos maravillosos por ciertos usos de los metales, de Jas plantas y de los animales: se llamaba este arte magia natural: si ahuyentaban los malos espíritus, ó mantenían comercio con los buenos, era la magia teúrgica. Para estas diversas operaciones, hacían figuras ó imágenes representando los astros y sus diferentes aspectos : éstas figuras , que creían propias para atraer la influencia de los cuerpos celestes, han sido llamados Talis-

manes. Pasaron á los demás pueblos estas prácticas insensatas , como veremos d e s p u é s , y se han conservado casi siempre, en ciertas clases al menos, á pesar de los esfuerzos que se han hecho para destruirlas, tCAPlTÜLO I I . D E L A FILOSOFÍA D E LOS PERSAS,

APENAS

eran conocidos los persas antes de Ciro, que vivió sobr© seiscientos años antes de Jesucristo. L a mágia, que probablemente habían tomado de los caldeos, estaba entre ellos en gran reputación. Los magos, que componían una casta numerosa, eran los únicos depositarios de

las ciencias? tanto profanas como sagradas, y no las co-

DE LA FILOSOFÍA.

41

municaban mas que á los que debían sucederles. Instruían á los príncipes ? ejercían las funciones sacerdotales y arreglaban los negocios del Estado; ninguna cosa grave era decidida sin que antes hubiesen sido consultados. E l principio fundamental de su doctrina era la existencia de dos principios; el uno autor del bien y representado por la l u z ; y el otro autor del mal y teniendo por símbolo las tinieblas. Se llamaba el primero Yasdan ú Ormuzd, y el segundo Ahraman. Adoraban los persas al sol como origen de la luz, imagen del buen principio, y al fuego como de la misma naturaleza que el sol. E n tiempo de D a r í o , hijo de Hislaspo, sobre quinientos años antes de Jesucristo, apareció en Persia un famoso filósofo llamado Zoroaslro. Este jefe de los magos reformó ó perfeccionó la religión, que era toda la filosofía del tiempo. Ha sido considerado después como uno de los mas grandes filósofos del Oriente. Han creído algunos que había estado en Judéa y habia visto á Elias ó Elíseo: nada lo demuestra. Se le atribuyen un gran número de obras: no son todas de él, se conviene en ello; sin embargo son consideradas muchas de cierto como auténticas. E l célebre A n quetil Duperron, muerto en 1805, uno de los orientalistas mas sabios de los tiempos modernos, habiendo hecho espresamente el viaje de Persia, con un celo y una decisión increíbles, trajo parte de estas obras, las tradujo al francés y las publicó en 1771, 3 volúmenes en 4.°, bajo el título de Zend-Abesta, Generalmente se conviene en que han recibido alteraciones é interpolaciones estos libros, y que no son tales como salieron de las manos de Zoroastro. L a doctrina de este filósofo religioso y de sus sectarios, según lo que de ella sabemos, se reduce á los puntos siguientes: 1.° Hay un Dios supremo, eterno, existente por sí mismo, llamado i t t M m s , autor y conservador de todo lo

42

HfSTMIA

que no es él mismo. Se llama también este Dios Z w ^ * Akerene, palabras que significan tiempo sin límites. 2.° Produjo en pr!me^ ,lugar el principio bueno, Or~ muzd, que tiene la virtud de hacer el bien. V i n o después Ahriman, ú principio del mal, cuyo origen no vemos claramente: pretenden algunos que resulta esencialmente de la creación d e l buen principio 9 como acompaña la sombra al cuerpo, y como siguen las tinieblas á la luz. Según otros, y mas verosímilmente, el mal principio seria bueno desde luego, y habrá decaído de su primer estado por su culpa. 5.° Estos dos principios, siempre en guerra uno con o í r ó , han llenado el mundo de la mezcja de bien y de mal que e n ' é l vemos. E l uno ha producido los genios buenos, distribuidos en diferentes órdenes, los principios de la vida de los hombres, de los anímales y de las plantas, todo lo que hay bueno, honesto y útil en la naturaleza: el otro ha opuesto i este los espíritus tenebrosos y maléficos, ios animales impuros y las plantas perniciosas. Ha procurado este último estender la infección y desorden por todas partes. 4. ° No debe durar esta lucha mas que doce m i l años, contando desde el momento en que ha comenzado á exist i r , y mucho menos si se parte de la creación del hombre, pues esta no b tenido lugar según el Zmd-Avestct, sirio mas de seis mil años después de la existencia de los dos principios. A l fin del mundo habrá una resurrección general y un juició solemne , y cada uno recibirá según siís obras. ^ Á n ' m m r será relegado con sus satélites y sus imitadores á un lugar de oscuridad y de penas que no acabarán jamás. Ormuzd, al contrario, y los que hayan practicado la virtud, serán introducidos en unas delicias, en las que gustarán una eterna felicidad. 5. ° Representaban los caldeos el s o l , la luna y los planetas por medio de estatuas: los persas han horrorizado siempre estos simulacros. Sin embargo^ Zoroastro hizo construir templos para conservar el fuego sagrado,

DÉ L A FILOSOFÍA.

45

emblema del espíritu vivificador : decia haber recibido él mismo del cielo este fuego, que no debia apagarse j a m á s . 6.° E n cuanto á la moral, recomendaba la observancia de la castidad, de la honestidad y equidad; huir la voluptuosidad, el fausto, las venganzas ¿injusticias; elegir el bien y evitar el mal con prudencia; consagrar cada dia sus primeros pensamientos á D i o s , amarle y supliearle frecuentemente, volviéndose hacia el sol mientras el dia, y hacia la luna durante la noche. A pesar de estos bellos preceptos, era permitido el matrimonio entre hermanos y hermanas. Se citan muchos ejemplos de uniones monstruosas entre el padre y la hija, entre la madre y el hijo; mas como en los hechos alegados se trata de reyes, de príncipes ó princesas, que con frecuencia las personas poderosas se colocan sobre la ley, seria acaso injusto imputar los hechos de esta naturaleza á la moral del filósofo persa. Los parsos, pueblo de la India, descendientes de los antiguos persas, adoran como estos el fuego; no permiten apagarlo jamás , aun en un incendio ( 1 ) . » 3 .mtmv * i omo» ¡tí \h sh ohaum h iik?8 osirf s ónib CAPÍTULO I I I . D E LA FILOSOFÍA DE LOS FENICIOS.

- L A Fenicia, actualmente provincia de Siria, contenia en otro tiempo en su estension las ciudades de Berito, T i r o , Sidon, Heliópolis, Damasco, etc. Son célebres los fenicios en la historia antigua por las colonias que fundaron al rededor del Mediterráneo y sobre algunas costas del O c é a n o , por su habilidad en la navegación, en el comercio y las artes. Se les ha atribuido también la invención de la escritura, empero está lejos de ser probada esta aserción. (1)

Anales de filosofía críst., fe 5, p. 339.

44

HISTORIA

No puede dudarse que ha existido entre ellos un cuerpo de doctrina cualquiera. E n qué consistía esta doctrina? Nada sabemos de positivo. Sanconiaton, el único autor de esta nación que puede citarse, habia escrito una historia fenicia en la lengua de su pais en nueve libros, hacia el tiempo de la guerra de Troya, y aun antes según a l gunos, y mucho después según otros. Esta obra, en la cual dá cuenta el autor de la teología y de las antigüedades , ha sido traducida en griego por Filón de Bibíos en el siglo I I de nuestra era; pero se ha perdido enterament e , escepto algunos fragmentos que se hallan esparcidos en Porfirio, Eusebio y Teodoreto. Se hallan de tal manera diseminados, que apenas merecen fé algunos: no nos tomaremos el trabajo de esponer las ininteligibles rapsodias que contienen sobre la formación del mundo. Se pretende que admitían los fenicios la eternidad de la materia en un caos inmenso, con un espíritu activo, igualmente eterno, pero destituido de inteligencia y sujeto á las leyes inmutables del destino. Obrando este espír i t u sobre el caos, penetrándole en todo sentido, le coordinó é hizo salir el mundo de él tal como le vemos. Se seguiría de aquí que Dios hubiera sido una especie de alma universal, animando al mundo y sometida al destino. Se cita á Mocus ó Mescus y Cadmus, como autores fenicios mas antiguos que Sanconiaton: no conociendo nada de estos que merezca la menor confianza ? nos abstenemos de hablar de ellos, CAPÍTULO I V . B E 1 4 FILOSOFÍA P E 10%

SABEMOS

B«PC10S,

que Moisés habia sido instruido en la sabiduría de los egipcios (1); que las artes en su tiempo estaban (i) Acias de lo$ apóstoles, 7,2S,

DE LA FILOSOFÍA.

45

ya adelantadas en este p a í s , y que habia en él mágios muy hábiles en hacer enGantamientos. Pero ignoramos en qué consistia esta sabiduría tan decantada y qué doctrinas enseñaba. Nos es muy difícil tener a&erca de esto nociones precisas: los autores egipcios que han hablado de ello son posteriores á Moisés en muchos siglos ; por otra parle sus obras se han perdido. líermés ó Mercurio es reputado como el fundador de la filosofía en Egipto. L o que se ha dicho de él se pierde en una oscura antigüedad, donde es imposible aclarar nada. Otro Hermés ó Mercurio, titulado Trimegisto, es decir, tres veces grande, sacerdote y rey á la vez, á lo que se cree, ó simplemente consejero de uno de los reyes egipcios, fué el restaurador de la filosofía en este pais. Pasa por haber arreglado todo lo que constituye la sabiduría egipcia, las leyes, la religión, los sacrificios, la m ú s i c a , etc. Habia establecido un colegio de sacerdotes, dividido en diferentes ó r d e n e s , para la enseñanza de su doctrina y para las funciones del culto religioso. Le atribuyen algunos autores una inmensa cantidad de v o l ú m e n e s , pero no ha quedado nada; lo que se dice de él es mas que incierto. Maneton, sacerdote egipcio en tiempo de PtolomeoFiladelfo, sobre trescientos años antes de Jesucristo, escribió en griego una larga historia de E g i p t o , que dijo haber sacado de las obras de Hermés Trimegisto y de memorias antiguas confiadas á su custodia: describe una multitud de genealogías de dioses y de reyes, que parecen hacer remontar la existencia del reino á mas de treinta y cinco m i l a ñ o s : mas convienen todos los hombres instruidos en que estas listas de personajes y estos cálculos no inspiran confianza alguna. Por otra parte se ha perdido la obra de Maneton, igualmente que el compendio que de ella habia hecho Julio Africano en el tercer siglo: no le conocemos sino por la mención que de él han hecho Josefo, Eusebio. Jorje el Sincelle y algunos otros, ... g

46

HISTOBIA

Se citan ademas muchos autores antiguos, tales como Ghirémon , Asclepiades, Hecateo, que en épocas diversas han escrito también sobre la historia, la religión y las ciencias egipcias: no nos queda nada de sus escritos. No podemos, pues, conocer la filosofía de los antiguos egipcios sino por lo que de ella nos dicen los autores griegos y latinos, bien distantes de estos primeros tiempos. Ahora bien: e l testimonio de los griegos y de los latinos debe parecemos sospechoso por muchas razones: 1.° no tenian estos autores monumento auténtico que poder consultar, como acabamos de manifestar; 2 . ° no estaban seguros de entender perfectamente los geroglíficos de que se servían al principio en lugar de escritura silábica; 5.° los sacerdotes eran los únicos depositarios de los libros llamados sagrados, los solos encargados de esplicarlos: tenian dos clases de doctrina, en do que convienen todos los sabios; nm exotérica, ó esterior, que enseñaban públicamente,* y otvai esotérica, ó ¡secreta, que no trasmitían mas q u e á sus adeptos. Por esta razón era difícil que unos estranjeros conociesen bien lo que pensaban estos doctores, y lo que decian á sus afiliados; habiendo sufrido el Egipto no pocas invasiones y cambiado de señores en diferentes ocasiones, debió esperimentar la doctrina variaciones por la mezcla de las estrafías doctrinas que traian los vencedores.pues bien, ¿cómo aclarar todo esto con exacto discernir iniento, después de tan largos intervalos, y no obstante tantos obstáculos que vencer? H é aquí sin embargo , según nos es posible juzgar, en qué consistía, poco m a s ó menos, la filosofía de los

egijifiiosi íb

i úfám hh múmtmn «f -mínmm timá

1.° E n orden á la doctrina esterior , que era ensenada al pueblo y puesta diariamente en práctica , no hay cosa mas absurda. Ninguna nación sobre la tierra ha sido mas estúpidamente supersticiosa que los egipcios: no se contentaban estos pretendidos sabios con tributar los honores divinos á los mas viles animales, al buey, al perro, al |obo, al cocodrilo, algavilan, al gato, etc.; adoraban

B E t A FILOSOFÍA.

W

también las plantas y hasta las legumbres de sus jardines. Los sacerdotes y los hombres instruidos se somelian, como los demas j á estas impías y ridiculas prácticas del vulgo. Sin embargo no eran adoradas en todas partes las mismas dignidades: en ciertas ciudades, se mataba un animal, que, en otras, era honrado como Dios. De aquí nacieron graves disensiones religiosas que convirtieron á los egipcios en objeto de burla ante los ojos de los demás paganos, especialmente de los griegos y romanos. La doctrina esotérica ó secreta, que no podia comunicarse sino á los iniciados, evidentemente era menos absurda: empezó esta para nosotros, envuelta en p r o fundas tinieblas. Sin embargo, según lo que de ella nos dicen una multitud de autores, podemos considerar como ciertos los puntos siguientes: 1.° Admitían un principio activo, eterno, inmaterial, esparcido por todas partes, penetrando, animando y vivificándolo todo, designado bajo el nombre de Osiris; y otro principio igualmente eterno, material y positivo, llamado ísis. De la unión de Osiris y de Isis ha emanado todo lo que existe. H é aquí también á D i o s , llamado el alma universal del mundo, que no compone mas que uno como el universo, como el cuerpo y el alma no forman sino un-solo hombre. Este Dios , que es el alma universal del mundo, tiene su principal residencia en las partes mas nobles, principalmente en el sol, principio activo de la luz, y en la luna, principio pasivo. Por consecuencia, el sol fué honrado bajo el nombre de Osiris, y la luna bajo el de Isis. %0 A la naturaleza material, de donde emanan por la virtud del principio fecundante todos los séres que existen, está unido, sin que se sepa c ó m o , un principio de tinieblas, de resistencia , de muerte y de destruccionj* este es el mal que es llamado Typhon, 5.° Proceden del principio inmaterial: 1 .Q los demonios ó dioses subalternos, espíritus inmortales colocados en las diversas partes del mundo para gobernarlas j %0 las

48

HISTORIA

almas humanas> inmortales como su principio, poique participan de su naturaleza, ó mas bien son sus partes. 4. ° Provienen las almas humanas del principio i n mortal, y son inmortales como él: vuelven á é!? pero bajo diversas condiciones. Las que son enteramente puras, en el momento de la muerte, entran á continuación en la sociedad de los dioses: reciben puestos mas ó menos distinguidos, según sus virtudes. A l contrario, las que son viciosas van á un lugar subterráneo llamado Amenthes, donde esperan sus destinos. De aquí son enviadas sucesivamente á los cuerpos de hombres ó de bestias , según el género y número de sus manchas, á fin de que se purifiquen. Las mas impuras son echadas á los cuerpos mas viles, y pasan de un cuerpo á otro antes de llegar al principio eterno de donde han salido. 5. ° Para que las almas sean puras en el acto de la muerte, es necesario que durante toda la vida hayan servido fielmente á los dioses y honrado á sus padres; que no hayan matado, cometido adulterio, violado á mujer libre, espuesto sus hijos, faltado á los contratos, alterado las monedas, usado pesos falsos, supuesto firmas ó sellos para engañar, cometido fraude alguno, n i obrado contra la templanza. Los constructores de pesos, monedas y firmas falsas, eran condenados á ser cortadas ambas manos. Con estos bellos principios permitian los egipcios los matrimonios entre hermanos y hermanas, y aun entre gemelos (1). E l resto de su filosofía consistía en algunos principios de geometría, á l o s que hablan sido conducidos por la necesidad de deslindar sus tierras, frecuentemente destruidas por las inundaciones del N i l o ; en unos conocimientos astronómicos mezclados de fábulas sobre la astrología judiciaria, en algunas esperiencias sobre la medicina, y en unas nociones de música. No llegaba mas lejos su sabiduría tan decantada en el mundo. (t)

Brucker, t. I , f. 303,

DE tA FILOSOFÍA. DE. LOS ETIOPES,

49

Según la opinión c o m ú n , descendían los etíopes de los egipcios. Según que nos es dado juzgar de ellos, tenían poco mas ó menos las mismas doctrinas: unos sacerdotes constituidos en gerarquía eran sus depositarios é intérpretes. Reconocian estos pueblos un Dios supremo, autor de todo lo que es bueno. L e honraban bajo el nombre de Júpiter A m m o n . Lejos de adorar á Osiris ó al sol, le detestaban al contrario porque los quemaba. Admitían ademas: 1.° un Dios malo, autor del mal, pero á quien el Dios bueno debe vencer un dia; 2 . ° unos espíritus inferiores y unas almas inmortales, á manera de los egipcios. A t l a s , hermano de Prometeo, era según ellos el i n ventor de la astronomía y su maestro en filosofía. L a astrología judiciaria, los encantamientos y la interpretación de los sueños reinaban entre ellos. No podemos sacar estas nociones mas que de los autores griegos y latinos, principalmente de Filostrato y de Es t r a b ó n : ni aun estos autores tenían monumentos muy ciertos.

CAPÍTULO V. DE LA FILOSOFÍA DE LOS INDIOS.

VAMOS

a referir sucintamente cuanto sabemos de la filosofía moral de los indios ( 1 ) : 1.° según el testimonio de los antiguos: 2.° según los nuevos documentos; y 5.° añadiremos una breve noticia histórica de Buddha.

(1) Aquí se trata de esta parte de la India llamada IndQStan d Hindustan, y cuyos habitantes se llaman indios ó hindos.

TOMO I.

4

50

FILOSOFÍA

HISTORIA DE LOS INDIOS SEGUN LOS TESTIMONIOS ANTIGUOS.

Las primeras relaciones que nos han sido trasmitidas sobre el estado de la India y sus doctrinas, datan de los tiempos de Alejandro, y aun esas no las hemos conocido sino por medio de autores que han escrito mucho tiempo después de la muerte de este conquistador, los cuales no han estado en la India y por consiguiente no pueden darnos la menor garantía sobre las fuentes de que se han valido. Estos son especialmente Estrabon, P l u tarco, Arriano, Filostrato Apuleyo, Porfirio, etc. Por semejantes medios no podemos conocer, sino de una manera imperfecta, cuanto concierne á las antiguas doctrinas de la India. Del testimonio de estos autores resulta que existia en la India un cierto orden de sabios, llamados bracmanes, bramas ó bramines, apellidados por los griegos gimnosofistas porque andaban casi desnudos. Todos estos sabios descendian de unos mismos padres, no se enlazaban jamás con familias estranjeras, componiendo de este modo una casta separada. Vivían en los bosques, sobre las montañas, en las cuevas, ó reunidos en monasterios se entregaban de lleno á las mayores austeridades, ayunaban, oraban, y de todos modos, se mortificaban, no temiendo , ni la muerte, n i el género de ella que pudiera sobrevenirles. E l pueblo, que los reputaba como hombres celestiales, tenia en ellos una coafianza sin l í m i t e s , los mismos príncipes los honraban, y muchas veces les consultaban y se encomendaban á sus oraciones. H é aquí los principales dogmas de la doctrina de los bracmanes: i.0 Dios es una luz incorpórea, semejante al sol ó al fuego, é intelectual en la que ven los sabios los misten rios mas ocultos; esta luz no se comunica sino á esos mismos sabios, porque estos, es decir, los bracmanes son

DE L A FILOSOFÍA.

51

Ips únicos desembarazos de varias opiniones, última t ú nica del alma. Los bracmanes llaman á esta luz una palabra, no una palabra articulada; sino una palabra de conocimiento, que manifiéstala verdad, al mismo tiempo que la aclara. 2.° Dios criador y conservador del universo, penetra á éste en todos sentidos, le está unido, y con él se reviste como con un manto, le anima y vivifica; es una luz intelectual y razonable, que estendiéndose por todas partes, á todas ellas comunica el movimiento, el orden,la fecundidad, etc. La doctrina sobre el alma del mundo es igual á la de los demás orientales. 5.° Este gran Dios llena el mundo con su presencia y ejerce un poder inteligente y admirable, todo lo conoce y para él nada hay oculto. Asi se cuenta que hablando á Alejandro un célebre bracman, le d i j o : Dios conoce m i causa, nada le está oculto: las estrellas, el sol y la luna son sus ojos. 4 . ° E l alma humana es una porción del alma universal, eterna y divina, el cuerpo es su vestido ó cobertura asi como el mundo es el cuerpo ó vestido de Dios, la muerte no es sino el despojo, el acto de desnudarse de este traje. H é aquí la razón porque los bracmanes afectan despreciarla. 5. ° Las almas necesariamente deben volver al p r i n cipio intelectual de donde partición. Aquellas, que a l a hora de la muerte se han hallado justas, entran desde luego á participar de la vida dichosa y eterna; mas las que no han sido justas reciben castigos proporcionados á sus infracciones, porque el juicio de Dios es soberanamente justo. 6. ° Según el testimonio de San Clemente Alejandrino (1), los indios admitían !a resurrección de los cuer(l) -Strom., lib. IÍI, púg. 451. f

/«i

i)2

HISTORIA

pos al fin de todos los tiempos, ó al menos una vuelta cualquiera á la vida. 7. ° Creian también en dioses inferiores emanados del alma universal y dignos de los honores divinos á causa de sus relaciones con aquella. 8. ° Su moral tenia por principal objeto: el amar á Dios, imitarle y honrarle con el canto de los himnos y otres cánticos sagrados; el contemplar la vida y la muerte con indiferencia; destenar del alma toda sensación de placer ó disgusto; someter el cuerpo á los rigores para que el alma se encontrase mas libre y firme; evitar todo fausto y ostentación contentándose con lo presente, y sin temer la indigencia futura • despreciar altamente la gloria y vanidad; no dejar pasar algún dia sin haber hecho en él algún biendespreciar la gloria y la vanidad; hacerse superior á todas las inclinaciones viles y carnales, condición espresa para poder llegar hasta el mismo Dios. No obstante, habia en esta nación prácticas de magia yastrología judiciaria, como en la mayor parte de los pueblos del Oriente. Los sabios han notado en las doctrinas de los antiguos indios, huel as bastante claras de la filosofía griega y aun de la del cristianismo. Nada de esto debe asombrarnos , puesto que los que de ello nos hablan son casi todos filósofos griegos ó doctores cristianos. Los autores han podido con mucha facilidad, aun sin querer, dar á las ideas indias un giro griego ó cristiano. FILOSOFIA D E LOS INDIOS , SEGUN LOS NUEVOS DOCUMENTOS.

Los viajeros modernos nos han suministrado preciosos datos sobre la India y sus doctrinas. Habiendo bebido en las mismas aguas merecen por ello mucha mas confianza. Existe en el Indostan una lengua sabia, culta y perfeccionada que se llama Sanscrit. Esta lengua muerta

DE LA FILOSOFÍA.

55

hace dos siglos ? es madre de otras muchas v i v a s y la lengua sagrada y litúrgica de que se sirven los bracmanes. Se hallan escritas en elía un gran número de obras de todo género, y con especialidad los libros sagrados, que encierran todo cuanto se refiere á la religión, á las ciencias y á las arles. Estos libros fueron en lo antiguo muy n u merosos : un sabio llamado Vyasa los redujo á cuatro: que son conocidos bajo el nombre de Vedas y contienen cien m i l estancias ó versículos. Algunos sabios remontan su primera existencia á los tiempos mismos de Moisés, aserción que no se encuentra apoyada en dato alguno positivo. Son innumerables los comentarios que se han hecho sobre los Vedas. Una obra escrita en lengua persa bajo el título de Oupneííhat abraza largos estrados de estos libros sagrados, pudiéndose casi decir que son una t r a ducción hecha del original manuscrito. E l sabio Ariquetil Duperron, trasladó al latin esta traducción y la publicó en 1801 y 1802 bajo el título de teología y filosofía índica. En substancia lo que allí se encuentra es lo siguiente: 1.° Dios, que es al propio tiempo Orrahama, Vichn u , y Rudra, es decir, criador, conservador, y destructor (1) es una sustancia única^ inmaterial, eterna, l u (1) A esto llaman los indios írimurti, ó Trinidad. Hay autores que pretenden^que estos tres nombres designan otros tantos dioses: otros sostienen que son tres formas del mismo Dios, con ideas demasiado imperfectas. Oudra , ó según otros Siva-Rudra, destruye cuanto está á su alcance. Vichnu, se ocupa en reparar el mal, y para ello se ha encarnado nueve veces, y debe aún encarnar la décima que será la última. Parece según lo que dice Greuzer, Religions de /' antiquite, lib. t. cap. 2, que laTrimurti no es eterna, pues fué producida por Br-hma (subsistente por sí mismo), quien siendo eterno y sabiendo délas profundidades de su infinita esencia se rebeló primero como Brahma ó creador, después como Vichnu ó conservador, y por último como Siva, ó destructor y renovador lodo á la vez. Loque contribuye á embrollar Ids ideas, es el gran número de nombres diferentes que tienen estos dioses ó formas de divinidades. Slva, á lo que se dice, no tiene menos de mil.

HISTORIA

m i ñ o s a , activa, inmensa, de la efue emanan todos los séres y á la que vuelven todos cuando parecen destruirse. Antes de la creación Dios era todo; por la creación, no ha hecho mas que estenderse. 2. ° Antes del mundo material y sensible existia otro mundo intelectual, ó el mundo de los espíritus; este mundo habia durado eternidades. 3. ° Hay espíritus de dos naturalezas: se les puede llamar ángeles ó genios. Los unos son buenos y los otros malos, ü n gran combate se trabó entre ambos partidos, y habiendo invocado los buenos el auxilio de Dios, lograron sobre sus enemigos la victoria. -4.° E l hombre se compone dft un cuerpo y de una alma. Los cuerpos se disuelven y destruyen. Las almas, si han conocido á Dios, ó al S é r universal, irán á unirse á é l , y á l o s ángeles de la luz en las regiones celestiales; y las qne no hayan conocido á Dios serán arrebatadas por los genios del humo y de la noche, descenderán con ellos á los lugares inferiores, de donde saldrán para animar cuerpos de mariposas, perros, serpientes, etc. N o se sabe á punto fijo el tiempo que estarán sujetas á estas transmigraciones; ello durará en la apariencia, hasta que se encuentren plenamente purificadas. 5. ° E l mundo sensible no presenta sino ilusiones; es Dios mismo el que obra en nuestros espíritus, quien nos suministra las ideas y las impresiones; el objeto esterior no es mas que un sueño. 6. ° E l alma puede por medio de ciertas prácticas separarse de los groseros lazos que la retienen, ver á Dios tal cual es, identificarse con é l , y llegar á ser luz como él. E n tan dichoso estado, el hombre no se ocupa de nada, ni piensa en nada, las buenas obras ya le son inútiles y las malas no pueden perjudicarle. Si se quiere conocer con masestension cuanto contiene el Oupnek'hat, se puede consultar la traducción latina de Anquetil, 6 los análisis franceses, que de ella ha hecho Lanjuinais, los que se encuentran en el Journal

DE L A FILOSOFÍA.

Jsiátique, tomo svgmáo, páginas 2 1 3 , y 544. Desde que los ingleses han fundado una academia sabia en Calcuta, en la Bengala, se ha estudiado elSansc r i t , y esplorado con ardor las obras de los bracmanes. Esta academia pública es el resultado de sus investigaciones en idioma inglés, siendo ya voluminosa la colección de sus ÍMemorias. En 1851 ya componía esta colección catorce volúmenes en cuarto. La academia de Calcuta envia á Europa ejemplares en Sanscrit, objetos de profundas meditaciones para los sabios orientalistas: en 1855 ha hecho un regalo á la Sociedad Asiática de París de una colección de los libros sagrados délos indios en cien volúmenes en folio. Ademas de los Tedas y sus numerosos comentarios, tienen los indios poemas épicos de un grandor desmesurado que se remontan á épocas muy antiguas. A medida que por los asiduos trabajos de tantos h o m bres infatigables se nos revelan estas antigüedades indias, adquirimos una gran certeza de que todas ellas no son sino una confusa mezcla de fábulas absurdas é i n c o h e r e n tes ; y si bien es verdad que encontramos algunas ideas sanas y huellas demasiado palpables de las antiguas tradiciones del género human o, como con justa razón lo hablan ya dicho los misioneros „ no lo es menos que estos restos de las primeras verdades se hallan sumergidos en un piélago inmenso de fastidiosos é insoportables detalles. Las teorías filosóficas son vagas, inciertas y contradictorias. Las unas son r eputadas ortodoxas ó conformes á la doctrina de los Vedas ^ mientras que otras se separan en parte de esta doctrina, y otras en fin la desechan completamente y son reputadas como heterodoxas. L a esposieion sola de estos diferentes sistemas nos conduciría demasiado le|os del plan que nos hemos propuesto, y con dificultad podría presentar claridad á el entendimiento de la juven tud. Los que deseen saberlo coa

56

HISTORIA

mayor estension podrán consultar la obra de Creuzer, Religions de l" mtiquité traducida del alemanpor / . D .

Guiguiaut. COMPENDIO HISTÓRICO DE BÜDDHA.

L a religión de los hindos, está de tiempo inmemorial dividida en un gran número de sectas ? cada una de las cuales tiene su autor y reformador. Hay sobre todo entre ellas dos grandes divisiones, subdivididas ellas mismas hasta el infinito: son estas el Erahmanismo y el Buddhismo. A l Erahmanismo se le reputa como el puro culto de Erahma, y continúa dominando en el Hindostán. E l buddhismo es una especie de reforma del brahmanismo. Por largo tiempo tuvo gran boga en el H i n d o s t á n , y al cabo de muchos siglos se encuentra en el abandono y desprecio. Buddha, autor de esta reforma, se remonta según se asegura hasta mil años antes de J esucristo. Pasa por ser Vichnu en su tercera encarnación ? nacido de una virgen muy pura, casada con el rey de Magadha en el Hindostán. Desde su infancia mostró grandes virtudes, un estremado deseo de instruirse y una capacidad que jamás se habia visto. Ocupado sin cesar de las miserias humanas que le afligían profundamente, buscaba los medios de destruirlas ó por lo menos alejarla^. Con este pensamiento concibió aversión por el reino, dejó la corte y se fué á un desierto. Allí por espacio de muchos años maceró su cuerpo con rudas penitencias, acompañado de cinco discípulos á quienes formó y educó para la sahiduria. Después de diferentes pruebas, de las que sa'ió triunfante, y terminadas sus penitencias, declaró á sus discípulos que era llegado ya el tiempo de alumbrar al mundo con la antorcha de la verdadera creencia. Predicó resueltamente su reforma y la estableció en casi todas partes, á pesar de los esfuerzos de sus adversarios que le acusaban de ensenar graves errores.

DE L A FILOSOFÍA.

57

H é aquí el fondo de su doctrina en cuanto á las verdades dogmáticas: 1.0 existe una diferencia entre el bien y el mal; 2 . ° las almas de los hombres y las de los b r u tos son de igual naturaleza, y ambas inmortales, no diferenciándose sino por los cuerpos en que habitan; 5.° si las almas humanas han practicado la virtud durante ja vida, son admitidas á su muerte en un lugar de delicias; mas si se encuentran manchadas, van á una m o rada de tinieblas á recibir el castigo que merecen según el número y calidad de sus faltas. De aquí pasan á cuerpos de animales inmundos, después á ios otros animales no tan envilecidos, y en seguida á cuerpos humanos, de donde pasarán á la bienaventuranza eterna, cuando sean halladas completamente puras. Su doctrina moral consiste en decir: 1.° que todos los hombres son iguales, y que no debe haber diferencia alguna de castas ; 2.° que no es permitido quitar la vida á un sér viviente cualquiera, ni robar, cometer incesto, mentir, beber licores fuertes, como el vino, etc. Habiendo formado Buddha un nuevo orden de sabios, opuestos á los brahmanes, admitió en él individuos de todas castas sin distinción alguna, y los llamó samaneos; es decir, los que han vencido sus pasiones. Aunque los buddhistas no reconozcan los Vedas, conservan no obstante. aunque en la apariencia, igual fondo de doctrina que los bracmanes, y asi apenas p o demos comprenderlo que los hace heterodoxos, si bien nos es preciso confesar que estamos muy lejos aún de conocer perfectamente sus dogmas, cultos y gerarquía sacerdotal. Ya cerca de morir Buddha, reunió sus discípulos y les d i j o , según cuentan, que aún no les habia enseñado sino los símbolos de su doctrina; que iba á abrirles su corazón y hacerles conocer la verdad. Entonces les declaró que el primer principio de todo es el vacío; que después de la vida presente nada hay que esperar ; que las almas , los cuerpos y los elementos no se diferencian

¡SS

HISTOBTA

sino en la apariencia, y que para llegar á ser perfecto es indispensable aproximarse al primer principio todo lo posible, y con este objeto se debe renunciar á sus f a cultades, permanecer en un reposo absoluto, y contemplando el vacío, no inquietarse ni cuidarse de nada. Les recomendó sobremanera el enseñar al pueblo la doctrina simbólica, que él constantemente había predicad o , y guardar solo para ellos y para los sabios lo que les acababa de manifestar en aquel momento. Llenos de entusiasmo sus discípulos estendieron la doctrina por todas partes, le elevaron templos en que se le tributase, como aun hoy dia se hace, un culto divino en casi toda el Asia. Los mogoles le llaman ChakiaMuñí; los siameses, Somonacadom ; los chinos y japoneses Jaca, Fo ó Foa; los tártaros y tebitanos Lama. A s i en todos esos países, el vulgo es groseramente idólatra, y los filósofos son ateos, según unos, ó panteistas según otros, dependiendo todo del sentido en que toman el vacío, principio de todas las cosas. Sin embargo, se cree que por el vacío designan la nada de la materia, la existencia primitiva del sér espiritual, infinito, eterno, y de donde han emanado cuantos séres existen actualmente. E l alma de Buddha pasó después de su muerte á otro 'Cuerpo, y el mismo personaje reapareció después de una manera sensible. En el siglo Y de nuestra era, Buddha existia en la persona del hijo del rey de Madabar en la India meridional. Fastidiado de las persecuciones que padecía , y afligido al ver el sistema de las castas sobreponerse á su doctrina de igualdad, dejó el Indostan, se fué á China y allí ejercitó las funciones y cargo de patriarca de su religión bajo el nombre de Tamo. Durante ocho siglos, se fué renovando en este país, en el que continuó su residencia. E n el siglo X í l í , por el tiempo de Djenguyz-Kan, se estableció en el T i b e t , y llegó á ser famoso, bajo el nombre de Lama. Lama quiere decir sacerdote, y Gran L a m a , jefe de los sacerdotes. Cuando el Lama ó el GranLama muere, se busca inmediatamente la persona que ha

Í)E L A FILOSOFÍA.

$9

de sucederle y heredar su alma . A la persona elegida se la reconoce por una cierta señal, y en el instante se la hace los honores debidos á su rango y condición. Nada iguala á la veneración de que es objeto esta dignidad. E l Gran Lama se ha perpetuado de ese modo y hasta nuestros dias en el T i b e t , y se pretende que su religión ha contribuido en gran manera á civilizar á los numerosos pueblos de estas inmensas regiones; pero si bien estopodría ser cierto, lo es mucho mas el que lo han conseguido sumiendo á sus adeptos en las absurdas prácticas de la superstición y de una vergonzosa idolatría ( 1 ) . * (1) Distínguense en lo filosofía de la India seis escuelas representadas por los siguientes sistemas: 1.° E l Mimansa de Dgemini que se aproxima mucho á los Vedas; sus tendencias son panteistas.—2.° E l Vedanga muy discrepante de los Vedas; niega la realidad del mundo esterior.—5.° E l Sankia de yoga-satra de Pantandjali.—4.° E l Sankia-Kapila, cuyo fondo es el panteísmo materialista.—5.° E l Nyaya de Gautama, sistema casi del todo lógico, pero materialista en sus aplicaciones.—6.° E l Nyaya de Canadá, sistema íntimamente enlazado con los precedentes. Estos seis sistemas son reputados ortodoxos, no obstante de que algunos se separan mucho de los Vedas, libros que representan en la India la religión y las creencias. Cuéntanse otros seis sistemas considerados espresamente como ateos ó hereges: se cree tienen mucha semejanza con los libros de Gudda, que nos son desconocidos. L a filosofía india procede por intuición , por vía de síntesis: su literatura y lengua sánscritas nos son desconocidas : su carácter es profundamente simbólico, y nos quedan muy escasos monumentos de su exagerada a n t i güedad. Las noticias que tenemos de la filosofía entre los

( i ) Journal Asiatique > núm. de mayo, 1824, pág. 265. * (l) Este signo denotará las observaciones del señor Monescillo.

60

HISTORIA

indios , son: las narraciones de los griegos y romanos, las tradiciones de los indios, y los restos de sus templos. E l estudio pues de esta filosofía presenta dificultades considerables. CAPÍTULO V I . D E L A FILOSOFÍA D E LOS CHINOS.

E L imperio mas sorprendente por su antigüedad, su estension y duración, por el número de sus habitantes, y por sus costumbres y lengua, es el de la China. Su o r í gen, aunque dudoso y mezclado de fábulas, ss remonta á tiempos muy lejanos,- no puede dudarse. ¿Cuál ha sido el estado de la filosofía religiosa y moral durante este largo transcurso de siglos en este pueblo singular? No es fácil fijarla. Tienen también los chinos , como los hindos y los persas, sus libros sagrados llamados King. Contienen estos el origen de las cosas, los principios dogmáticos y los preceptos de moral; pero se conviene en que, en su estado actual, no tienen nada muy antiguo ni auténtico. Sobre seiscientos años antes de Jesucristo, existia en la china un filósofo muy célebre, llamado Lao-Tsm (niño viejo): se le habia apellidado así porque habia nacido con los cabellos blancos, lo que fué considerado como el símbolo de una sabiduría prematura. Efectivamente, se distinguió por su doctrina y compuso un famoso libro, conocido bajo el título de Libro de la razón y de la virtud: sus discípulos se llamaron á sí mismos doctores de la Presenta Lao-Tseu, como primer principio de todo, la r a z ó n , ser eterno , inmenso, silencioso, inmutable y siempre activo. E l hombre, dice, tiene su modelo en la tierra, la tierra en el cielo, el cielo en la razón, y la razón ensimisma.

DE L A FILOSOFÍA.

6!

Las almas son unasemanacionesde esta sustancia primiiiva y deben reunirse á ella en el momento de la muerte, si son puras: las almas viciosas no gozarán de este favor mas que cuando hayan sido purificadas por las mutaciones de la metempsícosis. Abel Remusat ( 1 ) , que ha sometido la doctrina de este filósofo á un examen profundo, asegura haber encontrado en ella el sello de un entendimiento noble y elevado, y caracteres manifiestos de semejanza con la doctrina d e P i t á g o r a s . Lao-Tseu, cuya moral respira la dulzura y la beneficencia, manifiesta una aversión pronunciada hácia los corazones duros y hácia los hombres violentos: hace consistir la perfección en vivir sin pasiones, para contemplar mejor la armonía del universo. Hácia el año 550 antes de nuestra era, nació en la China, de una ilustre familia, cuya genealogía bien conservada subsistía todavía, el filósofo mas célebre de todo el Oriente, llamado en chino K o a n g - t s é . De este nombre se ha formado ellatin Gonfucius. Desde sus primeros años pareció Confucio un niño estraordinario; y bien pronto fué un joven de una rara sabiduría, que le colocó sobre los mas hábiles literatos, en el conocimiento de los ritos y de las columbres de la alta antigüedad: á los diez y siete años fué mandarín en un puesto inferior: á los diez y nueve, se casó con una joven de distinguido nacimiento, con quien tuvo un hijo al año siguiente. Poco tiempo después llegó á ser inspector de las campiñas y de la agricultura. Habiendo muerto su madre, cuando aún él no tenia mas que 24 a ñ o s , quiso en esta ocasión reanimar los usos casi olvidados de la venerable antigüedad, en órden al culto de los antepasados. Con este designio, hizo t r i butar á su madre los mayores honores fúnebres, renun-

(1) Misceláneas asiáticas, tom. I . pág. 91. Anales de filosofía, 1.4, p. 169.

6S HíéTOiiu ció los empleos públicos , se encerró en el interior de su casa, y pasó allí los tres años de luto prescriptos en semejante caso. Durante este tiempo reflexionó profundamente sobre la moral, la política, sobre los desórdenes de la sociedad y sobre los medios de reformarlos. Habiendo estudiado á fondo los Kings antiguos ó libros sagrados, renunció á los placeres que podían ofrecerle su nacimiento y sus talentos , se puso á ensenar la sabiduría , á condenar los abusos, á recordar las reglas primitivas y á pedir asi una reforma completa. Encontró grandes dificultades y esperimentó contradicciones sin n ú m e r o ; su vida estuvo colmada de disgustos y amargura. Sin embargo no d e s m a y ó : agradando á algunos su doctrina, se unieron a él y bien pronto tuvo hasta tres mil discípulos, no reunidos en un lugar como estudiantes, sino dispersos en el imperio; unos le escuchaban, le v i sitaban ó consultaban otros, y todos le admiraban. E n el momento de su muerte, se quejaba de que no habia recibido su doctrina hasta entonces mas que estériles aplausos : no preveía lo que ha sucedido después. Su memoria ha estado y está todavía en tal veneración en toda la China, que se le tributa un culto religioso, y nadie puede elevarse á los destinos públicos sin tener el título de doctor en su filosofía. Depuró y puso en órclen Confucío los Kings, ó libros canónicos, comentó muchos y compuso otras obras. L a mas célebre es el Ghong-King, cuyo enérgico laconismo no ha podido reproducir traducción alguna. E l objeto del autor es recordar las antiguas máximas de la moral política, reuniendo los discursos y las reglas de conducta que tenían los emperadores, los ministros y sabios de la mas remota antigüedad. L a lista de los emperadores c i tados principia en Yao, que subió al trono el año 2357 antes de Jesucristo ? y concluye en el año 6 2 4 . Ha sido traducida esta obra en francés por el P . Gaubil ; y p u blicada en 1 7 7 0 , en 4 . °

B E L A FILOSOFÍA.

65

E l H i A O - K i N G , que es un (diálogó sobre la piedad filial, el T A - H I O (grande ciencia), e l I T C H O K G - Y O N G

{invariablemedio) y ÚJJ3X~Y\} (libro de las senten-* das) 9 obras atribuidas á Confucio ó á sus primeros discípulos, contienen mas espresamente todavía su moral. No se encuentra el nombre de Dios en estas diferentes obras; no se trata tampoco del alma humana, de la vida futura, ni de las penas y recompensas que allí nos están preparadas. Sostienen muchos sabios que Confucio no creia en Dios, sino que admitía solamente cierta fuerza activa en la naturaleza, principalmente en el cielo, al cual tributaba y hacia tributar homenajes religiosos: pretenden otros que la palabra X < m # - £ ¿ , de que se sirve, no quiere decir solamente el cielo, sino el emperador del cielo, y que por esto es necesario entender el Dios cria'dor de todas las cosas. Son muchos de parecer que Xang-ti significa el cielo animado, y concluyen de aquí que Confucio, como la mayor parte de los orientales, admitía un alma universal, que anima al mundo, lo gobierna, y tiene su residencia especialmente en el cielo. Según esta opinión, que es la mas verosímil, habría sido producido el mundo por emanación: los seres, destruyéndose, volverán á la grande alfna de donde hubieran salido; los malos pasarán por las purgaciones de la metempsícosis^ etc. Esta doctrina al menos parece haber sido la de los mas antiguos chinos; se encuentra en lo poco que hemos dicho de Lao-Tseu. Confucio, tan religioso observador de los antiguos ritos, probablemente no habrá variado plintos de tal importancia: mas bien los habrá supuesto como admitidos por todo el mundo, y habrá formado de ellos la base de su doctrina. Su moral, que tiende principalmente al bien político de la n a c i ó n , se reduce á tres puntos capitales: 1. ° los recíprocos deberes del soberano y de los subditos; 2. ° los deberes del padre y de los h i j o s ; 5.° los deberes respectivos de los esposos, ü n i a Confucio á estos principios de moral la recomendación de cinco virtudes p r i n c i -

64

HISTORIA

pales: la humanidad; la justicia; la fidelidad á las cere« monias y á los usos establecidos ; la rectitud de entendimiento y de corazón > que hace que se busque siempre la verdad; y en í i n , la sinceridad ó buena fé. Poco mas de un siglo después de Confucio, v i n o M i n cio, cuyo nombre chino es Men-Tseu, otro filósofo célebre. E n un libro de siete capítulos, desarrolla la doctrina de Confucio, bajo formas menos severas y mas al alcance de todo el mundo. Esta obra, traducida en latin por el padre Natal, misionero en la China, forma parte de seis libros clásicos chinos, cuya versión latina publicó este misionero en 1 7 1 1 , en cuarto. A b e l Remusat la ha puesto en francés. En 215 antes de Jesucristo, X i - h o a m - t i , fundador de una nueva dinastía en la China, cansado de las representaciones que le dirigian los grandes, citando las obras antiguas, mandó quemar todos estos libros , escepto los que tratasen de agricultura, de medicina ó de sortilegios. É l rigor con que se ejecutó esta órden causó un grande perjuicio á la ciencia de la antigüedad y de la filosofía, pues no se ha podido recompensar la mayor parte de los libros antiguos, actualmente existentes, sino con alguno que otro resto de los mismos estraidos de las murallas ó de los sepulcros, en que habían estado ocultos y donde se los halló mucho tiempo después. Cerca de medio siglo después de Jesucristo fué inlro ducida en la China la doctrina deFoa ó B o u d d h a . H é aquí cómo acaeció: acordándose el emperador M i n g - t i de cuanto le había dicho Confucio respecto á un santo que aparecería bajado del cielo y que sabría todas las cosas, envió diferentes comisionados con objeto de buscarle, los cuales se detuvieron en la India creyendo haberle encontrado en la persona de Foa ó Bouddha, del cual llevaron una estatua. E l emperador la hizo decretar un culto p ú blico. Se esparció la doctrina de esta nueva religión, y tuvo muchos partidarios: agradó al pueblo por su moral y la sencillez con que habla de la doble cuestión de la vida

DE

LA. FILOSOFÍA.

65

futura. Desde esta época está llena la China de templos y de ídolos en honor del dios Foa, y de sacerdotes que son llamados bonzos. En el X ó X I siglo, dos filósofos chinos corrompieron los libros clásicos comentándolos, variaron ó destruyeron ¡as prácticas religiosas vigentes, y formaron una nueva secta que se gloriaba de no pensar como el vulgo, y de manifestar indiferencia ó desprecio hácia las creencias comunes. Esta es la clase de los literatos. Profesan estos hombres el deísmo, y a ú n , según muchos, son sospechosos de ateísmo. Rinden homenajes al cielo y no practican otro culto. Los que están iniciados en los punto^ secretos de la doctrina de Bouddha, llamado en chino Foa, apenas se alejan en el fondo de estos sentimientosj acaso han creado esta secta de indiferentistas. Los chinos han hecho hasta ahora pocos progresos en las ciencias: sin embargo, tienen algunas obras de l i teratura, de historia y de geografía. E n ciertas artes, tales como la arquitectura, pintura y agricultura, están bastante adelantados. Conocían, antes que nosotros ^ la porcelana, la imprenta, la pólvora, la brújula, etc. * Bajo el nombre común de Los K i n g , se designan los libros sagrados de la (ihina, y son cinco: el Ly- Kang, el Chou-King, el C h i - l t i n g , el L y - K i , y el TchounTseiou. E l primero sube hasta Fouhi, fundador del i m perio chino, m i l años antes de Jesucristo: es un libro canónico que contiene los principios y alteraciones. E l segundo es un libro de máximas de gobierno, estractado por Confucio de los grandes anales de la China. E l tercero es una colección de trescientas piezas de versos, odas, epitalamios, canciones y romances. Es obra también de Confucio, que entre tres mil piezas de versos que circulaban en colecciones públicas, eligió las que componen dicho libro. E l cuarto libro sagrado de los chinos, es el memorial de las ceremonias: contiene bellas máximas de moral y algunos pasajes relativos á la música. Comprende el L y - K i tres m i l ceremonias; y Confucio TOMO I .

5

66

HISTORIA

dijo de este l i b r o : « que jamás llegará á ser nada el que no lo estudie.» E l último pasa en la China por la obra maestra de Confucio, y el modelo de los historiadores. Estos libros son auténticos, y en los K i n g se halla la fé tradicional de la China en los tiempos mas remotos, la cual es idéntica, con la fé universal antes de la venida de Jesucristo. DE tOS JAPONESES.

JNo hablaremos aquí de la filosofía de los japoneses en esta nación, hecha tan célebre en el*siglo X Y I I ; por los sucesos y los reveses de las misiones cristianas, reinan con poca diferencia, las mismas doctrinas, los mismos errores y supersticiones que en la China. Hay allí también tres sectas; la de los dioses inferiores á quienes invocan para ser felices en esta vida; la de los boudistas, con sus templos, sus ídolos y sus bonzos; y la de los filósofos ó discípulos de Confucío: estos ú l t i mos carecen de ídolos. CAPÍTULO V i l . DE LA FILOSOFIA DE LOS C E L T A S .

BAJO el nombre de celtas deben entenderse un gran número de pueblos originarios del N o r t e y que en los tiempos primitivos no formaban sino una nación que t e nia la misma lengua, las mismas costumbres é idéntica religión. Son estos los germanos, tracios, dacios, getas, é ilhicos, galos, bretones, escitas, escandinavos, noruegos, daneses, etc. Todos estos pueblos fueron en su principio colonias que emigraban, se diseminaban, llegaban á ser nuevas naciones, y poco á poco cambiaban ellos mismos su lengua, sus costumbres y doctrina. No puede dudarse que la cuna, digámoslo así, de todas estas emigraciones, sea muy antigua, puesto que los galos que de ella provenían eran ya tan numerosos en

JbE LA. FILOSOFÍA.

67

la Galía, 590 años antes de Jesucristo, que Beloveso partió con un ejército formidable, pasó los Alpes y fué á fundar grandes colonias [en Italia, para descargar en aquel país todo el sobrante d é l a población de su patria. A esto fué á lo que se llamó en Roma Galía Cisalpina. Estos pueblos tenianpor máxima, no transmitir sino por medio de la memoria sus anales y doctrinas, y Julio César nos dice (1) que no les era permitido escribirlas. Por lo tanto, no se hace la menor mención en la historia, ni de sus escritos ni de sus autores. IÍO único que de ellos sabemos lo debemos á escritores griegos y latinos, muy posteriores al nacimiento de estas naciones bárbaras. Nos es difícil saber á punto fijo cuanto tenia relación con ellas, sobre todo en los tiempos que precedieron á las conquistas de César. Sin embargo, sabemos que entre ellas había colegios de sabios que enseñaban á su manera y transmitían por la palabra, de generación en generación, sus anales y doctrinas. Entre los galos, los bretones y los germanos se les conocía bajo el famoso nombre de Druidas, nombre que, á lo que se cree, se deriva de la palabra céltica deru, que significa encina. Su institución es antiquísima. A r i s t ó t e les, según Diógenes liaercio, los conocía, y los comparaba á los magos de la Persía y gimnosofistas de la India. Estos sabios., genéricamente tomados, se dividían en tres clases: los bardos, que cantaban en armoniosos versos las hazañas de los dioses y de los héroes; los adivinos, vates, que presidian á los sacrificios, se ocupaban en adivinar las cosas ocultas y anunciaban los acontecimien tos ; y los druidas; que tenían á su cargo el gobierno de la n a c i ó n , el de la administración de justicia , y el de la instrucción de la juventud. Dos métodos de instrucción eran los que existían, el

{})

De Bello Galüco, tomo 0, cap. XIII.

68

HISTORIA

uno público, al que era admitido el pueblo, y tenia por objeto la religión, el culto y los sacrificios, y cuanto podia contribuir á escitar el valor, ó á mirar con desprecio la muerte. E l otro método era secreto, y únicamente destinado á aquellos jóvenes que acudian por sí mismos, ó á quienes sus padres mandaban á ivcibir esa clase de instrucción. Se hallaba estrictamente vedado á estos jóvenes el hablar de cualquiera cosa que oyesen ¡ y mas aún de reducirla á escritura, por miedo que no se cometiesen indiscreciones. E n cuanto al fondo d é l a doctrina, hé aqui poco mas ó menos cuanto de ella podamos decir: 1.0 Que los celtas reconocían tres grandes dioses á quienes el pueblo adoraba y ofrecía sacrificios humanos, y eran estos: Teutates, Heso y Taranes. Q u é idea llevaban envuelta estas denominaciones ? E n parte alguna hemos podido averiguarlo claramente. Se tiene como cierto que creían, asi corno los orientales, en una esper cíe de grande alma del mundo, es decir, en una d i v i n i dad difundida por todas partes , y que animaba al universo entero. Admitían al mismo tiempo una infinidad de divinidades subalternas que residían en los puntos mas notables del mundo físico, en los astros, en los bosques, en las piedras, en ciertos árboles, y particularmente en la encina. Este es el origen de los altares que se elevaron por todas partes, y de los que hallamos á cada paso restos mas ó menos conservados. De aqui proviene igualmente ese gran número de dioses y diosas citados en el Edda (1) entre los que se cuentan como principales, á

Odin Toro, Tuisco Ardoine, Avantia, etc.

(1) Los Edda son dos colecciones hechas en lengua islándica, de todas las tradiciones del pais, la primera en el siglo XI, sin saberse él año fijo, por Soemond Sigfurson, y la otra en 1215 por Snorro-Sturleson , ambos á dos islandeses. Resenio las ha traducido en latiní y Mallet en francés.

DE LA FILOSOFÍA.

69

%0 Los druidas y sus mujeres pretendían hallarse en relaciones con estos dioses inferiores, y creían, descubrir lo que había de mas oculto , y adivinar el porvenir usando del medio de los sacrificios, sobre todo de la sangre de los esclavos inmolados, y de otras muchas p r á c t i cas repugnantes y supersticiosas. Tal ha sido el origen de la mágia y dé los sortilegios, que por espacio de tanto tiempo han resistido á las luces del cristianismo, y que se encuentran aún en el bajo pueblo , en algunos lerritoríos. 5.° A mas de estos dioses locales, á quienes se l l a maba buenos genios, había ciertos espíritus malévolos á Quienes se recurría para hacer maleficios, descubrir tesoros , ó para enriquecerse por otros medios; para resucitar los muertos ó hacer aparecer fantasmas., Estos espíritus malignos han sido origen de interminables supersticiones. 4 . ° Antes del origen de los siglos, Imero vivía sol o , no había en é l , sino él mismo, y un espacio inmenso en todo sentido. Este Imero produjo, sin que se diga c ó m o , al sol, la luna, las estrellas, después á la tierra, con todas sus plantas, y luego á Mannus y á Emla, hombre y mujer, de donde ha procedido el género humano. 5. ° Todos los celtas admitían la vida futura con ja doble condición de penas y recompensas. Los malvados descendían á una especie de tártaro, para ser allí inundados con las emponzoñadas ondas del rio Nastraud: el dragón Nidhugger y las vívoras le despedazaban continuamente, lo que parece significar los tormentos que los malos genios empleaban contra ellos. Los que habían vivido según las reglas de la piedad y de la justicia; entraban en un magnífico palacio, mas brillante que el soL llamado Gimle, donde gozaban de toda clase de deleites. Los que morían como héroes iban á otro lugar llamado f a l h a U a , destinado para ellos solos. Allí Ies debía tcompañar O d t n , dios de la guerra, y disfrutarían

70

HISTORIA

de todo cuanto puede halagar el alma de un guerrero. Este dogma es el que, sin duda, ha inspirado á las diferentes naciones, conocidas bajo el nombre de célticas, esa intrepidez guerrera, y ese desprecio á la muerte, que no se encuentra en otra parte, 6. ° Estas naciones creían en un incendio general que destruiria el mundo, envolviendo en su ruina á los hombres y á los dioses, es decir, á los espíritus provenientes del Dios eterno, y destinados á reunirse con él después de su destrucción, y á no tener en adelante mas existencia individual. 7. ° La moral de estos pueblos tenia principalmente por objeto, el venerar los dioses, evitar el m a l , y ejercitar el valor. E l deseo que tenian de ser esforzados, y su fé en la inmortalidad, Ies conducia á llevar una vida d u ra, á contentarse con vestidos sencillos, habitaciones mo* destas, y alimentos groseros, á huir de los deleites que enervan, á ser castos en el matrimonio, y formar á la juventud, para adiestrarla en los ejercicios guerreros, etc. 8. ° César nos dice (1) que los druidas disertaban á su manera sobre el curso de los astros, sobre la grandeza del mundo y de la tierra, y sobre la naturaleza de las cosas. Hasta qué punto se estendian sus conocimientos astronómicos? E l escritor guerrero nada nos dice; probablemente nada sabria de ello. 9. ° En medicina tenian dos remedios que aplicaban á toda especie de males y enfermedades, usando de mil ceremonias supersticiosas, del muérdago y la selago. Teman en gran veneración al muérdago, y le consideraban sobre todo como propio para aumentar la fecundidad de las mujeres. Para hacer sus oraciones, se reunían con preferencia por bajo de las encinas donde habia muérdago, le cortaban con un cuchillo de oro • y le consagra-

(1)

De Bello Gallico.. tomo 6, cap. XIV.

.

D E L A FILOSOFÍA.

71

bany distribuían al principio de su año sagrado, esclamando: al muérdago del año nuevo. De aquí han provenido ciertos cánticos vulgares al principio del a ñ o ; y de aquí probablemente esos medios supersticiosos de curar, á los que el pueblo ignorante recurre aún en nuestros dias. Los que traten de saber mas en grande cnanto hay recogido sobre las doctrinas de los antiguos galos, y las de otros diferentes pueblos hiperbóreos, pueden consultar la Religión de los galos del padre Martin Benedictino, dos volúmenes en cuarto; y la Historia de los celtas por Péllontier , edición hecha por Chiniac, dos volúmenes en cuarto ú ocho volúmenes en dozavo.

U e I s f i l o s o f í a e u t r e l o s grr!o^o8>

CAPÍTULO

PRIMERO.

©B L A FILOSOFIA D E LOS ANTIGUOS 6ttíEG08.

E L Asia menor, llamada Grecia, fué poblada poco tierra po después del diluvio (1). Se dió á los pueblos que la habitaron primero, el nombre de Pelasgos, derivado, á lo que se cree, de Pelasgus, primer rey de Argos. V i nieron á establecerse allí colonias estranjeras muchos siglos después. Cécrope, egipcio, civilizó el A t t i c a y edificó i Atenas, sobre 1600 años antes de Jesucristo. Danao, egipcio también, se estableció, un siglo después, en Argos, y reinó en él. Cadmo, viniendo por mar de Fenicia, se apoderó de la ,Beocia y fundó el reino de Tebas. Trajeron consigo estos estranjeros sus doctrinas, sus costumbres, su cuito y supersticiones. Enseñaban ios egipcios al pueblo por medio de alegorías, y se vallan de misterios para los sabios. Hicieron lo mismo los griegos, y este fué el origen de los cuentos mitológicos que se es-

(1)

Hollín, tomo % pág. 334.

74

HISTORIA

parcieron en todo el pais. Los poetas y los afectos á lo maravilloso se apoderaron de estas narraciones, las añadieron ficciones nuevas, y obscurecieron de tal manera los hechos verdaderos de los tiempos remotos, que no se sabe en dónde tomarlos., ni cómo reconocerlos. E l que se presenta, en la historia, como el primer autor de la filosofía religiosa y de la civilización entre los griegos, es Orfeo, oriundo de la Tracia. Habiendo éste viajado á Egipto, habia sido iniciado en los misterios de Osiris y de Isis. Aunque está lleno de obscuridad y de circunstancias fabulosas lo que le concierne, no parece posible considerarle únicamente como un personaje alegórico, como han querido Aristóteles, Cicerón, y un gran número de hombres instruidos. Se hace remontar su existencia cerca de un siglo antes de la guerra de T r o ya, es decir, poco mas de 1200 años antes de Jesucristo. Poeta, músico, y filósofo, encantó Orfeo á los griegos con su lira y sus himnos; les enseñó la religión, la moral y las artes; ha sido, en fin, en relación á estos, lo que fueron Zoroastro entre los persas, y Kermes entre los egipcios. Todos convienen en que no son suyas las obras que se le han atribuido. Sin embargo, estando de acuerdo los antiguos griegos sobre los puntos esenciales de la doctrina que se dice venir de é l , debemos acogerlos como unas reseñas propias para darnos á conocer lo que eran los conocimientos filosóficos en los reducidos estados de la Grecia, en esta época. He aquí sus puntos fundamentales : 1. ° Antes de la existencia del mundo, estaba Dios identificado con el caos, y conlenia en sí mismo todo lo que ha sido y será. 2. ° Hizo salir de su seno, la materia, los dioses y diosas, el sol, la luna, las estrellas, y todo lo que existe. Estos seres, viniendo de él por emanación, participan de su naturaleza J y están unidos á él como los miembros al cuerpo.

DE L A FILOSOFÍA.

75

5.° Cada parle del universo , participando asi de la divinidad ? es Dios; por consiguiente, hay una infinidad de dioses de diferentes cualidades y sensibles. Deben t r i butarse los honores divinos á estos dioses, porque estando oculto, invisible , é incomprensible el Dios supremo , está fuera del alcance del entendimiento humano. 4 . ° Procediendo de Dios > todo lo que existe, volverá á él como á la fuente de su emanación. Este es el centro divino en donde encontrarán los hombres religiosos la bienaventuranza después de su muerte. 5. ° Existe un gran número de purgaciones por las que deben pasar las almas manchadas, antes de volver al o r í gen divino, de donde han salido. Así el dogma de la vida futura \ con las diversas condiciones para el vicio y la virtud , no era dudoso entre los antiguos griegos. 6. ° Ademas de las almas humanas, admitía también Orfeo una multitud de espíritus ó demonios de los cuales estaba el mundo lleno. 7. ° Las estrellas eran animadas, y cada una iluminaba un mundo. L a luna tenia sus habitantes como la tiena. 8. ° Nada hay mas obscuro que la manera con que el Dios supremo, llamado Demiurgo, ha procedido en la formación del universo: llevaba la materia en su seno, desde la eternidad: produjo en primer lugar el elher y el caos, cubierto de una noclie profunda. De la unión del elher y del tenebroso caos nació un huevo que fué encargada la noche de fecundar: cuando fué este huevo formado, se dividió en dos partes, una superior que constituyó el cíelo, y una mas grosera que formó la tierra. De la unión del cielo y de la tierra provinieron en primer lugar las mujeres , después los hombres, y en fin las cosas tales como son. 9. ° Debe concluir el mundo por un incendio universal l en el que cada parte será purificada y volverá á su

76

HISTORIA

autor. Después el principio eterno, habiendo recibido asi en su seno los séres á quienes habia dado la existencia, producirá i m nuevo mundo. 10. Orfeo, que habla sido iniciado en los misterios del Egipto y conocía sin duda las doctrinas secretas de los pueblos hiperbóreos, de los que descendía, instituyó t a m b i é n , entre los griegos, los misterios de Baco y de Ceres Eleusina: quiso que hubiese dos enseñanzas, una vulgar, y destinada la otra solo á los iniciados. E l éxito que obtuvo sobre unos hombres groseros y b á r b a r o s , por su habilidad, por sus cánticos y música, le hizo célebre en la antigüedad, y atribuyó maravillas á su lira. Sus principales discípulos fueron Museo, poeta de Atenas, que compuso, para desarrollar las doctrinas de su maestro, muchas obras, de las cuales no nos queda nada auténtico; Eumolpo, hijo de Museo; A m f i o n , m ú s i co y filósofo célebre, que encantó á los Tebanos; Melamp o , de A r g o s , que se ilustró por su celo para instruir y civilizar á sus conciudadanos, etc. CAPÍTULO I L DB LAS TEOGONIAS Y COSMOGONIAS ANTIGUAS ENTRE LOS GRIEGOS.

OBRE los principios atribuidos á Orfeo fueron cimentadas después todas las teogonias y cosmogonías que aparecieron en la infancia de la filosofía griega, es decir, los sistemas que se inventaron para esplicar la generación de los dioses y la formación del universo. Estos sistemas, diferentes entre sí bajo muchas relaciones, convenían sin embargo, en cuanto al fondo, en los puntos siguientes: i.9 un caos inmenso , envuelto en una noche profunda, y toda la naturaleza encerrada en el seno de este caos: tal es el primer principio:-2.° el amor fecundo; esta enor-

D E L A FILOSOFÍA.

77

me masa, ó mas bien una fuerza activa ? tíesignada a l e g ó ricamente por el amor, la a g i t ó : entonces se reunieron las partes homogéneas y se dividieron las heterogéneas: 5.° ele- . vándose á io alio las partes ligeras, formaron el aire, la luz y el cielo; y condensándose juntas las partes groseras formaron la tierra con sus m o n t a ñ a s : 4.° la tierra unida al cielo produjo el mar: 5 ° de la unión de la tierra y del cielo provinieron los animales y los hombres: 6.° llenos del vigor que los habia producido los primeros hombres, se ilustraron por acciones brillantes y por sus beneficios. Cuando hubo llegado para ellos el tiempo de abandonar la tierra, fueron elevados al cielo, revestidos de inmortalidad , y llegaron á ser los dioses que el pueblo adoraba: 7,° de la diversidad de sentimientos entre los hombres proceden los odios, las divisiones, las disputas, los procesos, las guerras y todo el mal que existe. No están acordes los sabios sobre el sentido que debe darse á l a palabra caos, que está establecida en estos sistemas como el principio de t o d o : pretenden los unos que los autores de cosmogonías no veian allí nada sino material, y que deben ser reputádos como ateos: sostienen los otros que estos autores verdaderamente no espresaban la existencia del Dios supremo y eterno, pero que le suponian unido eternamente al Caos é imprimiéndole la fuerza generadora que lo ha producido todo. Esta ultima opinión, conforme á lo que hemos referido de la doctrina de Orfeo, nos parece la mas verosimil. Sin embargo es preciso confesar que es demasiado oscuro todo esto. Los mas célebres autores de teogonias y de cosmogon í a s , en los tiempos posteriores, son, según Orfeo ^ He siodo, que vivia cerca de nueve siglos antes de nuestra era y contaba hasta treinta mil dioses, y Epiménides, posterior á Hesiodo, tres siglos lo menos. Homero, contemporáneo de Hesiodo, se ocupó menos en investigar de dónde procedían los dioses que en cantarlos en magníficos versos, y veces también de burlarse de ellos.

78 NACIMIENTO

HISTORIA D E L A FILOSOFÍA LOS

POLÍTICA

ENTRE

GRIEGOS.

E l temor á los dioses, los encantos de la poesía, de los cánticos y de la música fueron los medios que se emplearon desde luego para civilizar las tribus de la Grecia. D e s p u é s , los que eran llamados á gobernarlos pequeños estados nacientes, en este pais, se ocuparon de formar leyes propias para arreglar la obediencia de los subditos y mantenerlos en el deber: fueron pues, filósofos moralistas y legisladores á la vez. Los mas notables que conocemos son: Licurgo, en Lacedemonia: Zalenco, entre los Locrios; y Solón, entre los Atenienses; pueden agregarse á estos, Carondas, Triptolemo y Dracon. De esle último, que formó leyes tan severas, que creyó deber reformarlas S o l ó n , viene la costumbre de llamar leyes draconianas á las leyes duras é inhumanas. E l nacimiento de los estados de la Grecia sube á quince ó diez, y seis siglos antes de Jesucristo: el famoso sitio de Troya, terminado según se dice el ano 1 1 8 4 , manifiesta que ya eran estos estados poderosos. Sin embargo. Licurgo vivió trescientos años y Solón quinientos después. H é a q u í , pues, largos intervalos, en los cuales casi nada tenemos, en orden á los trabajos del entendimiento humano, escepto las poesías de Hesiodo y de Homero. Nos contentaremos con citar aquí siete distinguidos moralistas, de los cuales no nos ha quedado escrito a l guno, pero que han sido decorados sin embargo en la posteridad con el fastuoso título de los Siete sabios de Grecia: son estos, Tales, S o l ó n , Chilon, Pitaco, Bias, Q e ó b u l o y Periandro.

DE LA FILOSOFÍA.

79

CAPÍTULO I I I . DE LA ESCUELA JÓNICA.

1 A L E S , procedente de una familia fenicia, nacido seiscientos treinta y nueve años antes, de Jesucristo, habitó mucho tiempo en Egipto ? estudió las ciencias que estaban allí en aceptación, y fué á fijarse á Mileto, ciudad de' Jonia, en una edad ya avanzada. Adquirió aquí el derecho de ciudadanía, y llegó á ser el primero de los siete sabios de la Grecia. Sin tener escuela pública, comunicaba gustoso a sus amigos el resultado de sus estudios y de sus observaciones. Se dedicó á la astronomía; descubrió pinchas propiedades de los triángulos esféricos; dividió la esfera en cinco zonas paralelas, y determinó el diámetro aparente del sol; conoció las razones físicas de los eclipses „ las esplicó á los griegos, y consiguió desvanecer los vanos tenores que causaban estos fenómenos. Introdujo en la Grecia Ja división del año en trescientos sesenta y cinco dias, como lo practicaban los egipcios. Remontándose al origen del mundo, trató de esplicar su formación. Í.0 Aunque le hayan colocado muchos en el número de los ateos, parece indudable que reconocía un primer principio eterno é inteligente, de donde derivaba por emanación, á imitación de los orientales y de Orfeo, todo lo que existe: este principio inteligente era como el alma del mundo. 2.° E l elemento de todos los seres materiales era el agua, ó un abismo inmenso, l í q u i d o , cubierto de una noche profunda : dando la sustancia inteligente diversas formas á este líquido por medio de su omnipotencia, formó de él las partes materiales del mundo, tales como están constituidas, 5.° E n el sistema de emanación todo procede de Dios

80

HISTORIA

y le pertenece: esta es, la razón por qué decía Tales en

una de sus máximas: Todo lo que vemos está lleno de dioses: anadia que no podia haber nada oculto para Dios. No podia ser de otro modo en un sistema en que lodo contenía á Dios y formaba parte de Dios. 4 . ° Admitía Tales innumerables genios, esparcidos por todas partes; decia que las almas humanas, inmortales por su naturaleza, eran porciones vivas del alma divina que anima al mundo, y debian reunirse en esta alma, después de las purificaciones convenientes, si las necesitaban. ' 5. ° E l alma está en un movimiento continuo: lo que quiere decir que tiene en si misma un principio de actividad y obra continuamente. 6. ° Aunque admitió la providencia divina y la libertad humana, sostenia también Tales que el mundo estaba sometido al destino y gobernado por necesidad. 7. a No pertenecía este filósofo á ningún órden sacerdotal, y no parece haberse ocupado de religión n i de culto divino: estudió solamente la naturaleza y sus leyes, lo que le hizo ser llamado el príncipe ó jefe de los físicos. Sin embargo no era estraño á las doctrinas morales : se citan bellos preceptos suyos y reflexiones tan sabias como profundas, que le han colocado á la cabeza de los siete sabios. Sin embargo, sacó la ciencia del santuario y la (lió una tintura secular que no había tenido hasta entonces: esto es lo que ha dado margen á considerarle como irreligioso y aun sospechoso de ateísmo. PRINCIPALES DISCÍPULOS DE TALES.

I.0 Anaxímandro, nacido en Mileto, seiscientos diez anos antes de Jesucristo , díscípuíoy amigo de. Tales, fué su sucesor en la escuela jónica: como él, estudió la física, y compuso un libro sobre la naturaleza que no ha llegado á nosotros. Establecía en este libro el principio que de

D E L A FILOSOFÍA.

81

nada no se hace nada. Admilia un infinito en todo sentido, eterno, inmutable, incorruptible, y derivaba de él todos los seres finitos. Estos s é r e s , según é l , están en un movimiento perpetuo, vuelven sin c e s a r á su origen y se forman de nuevo. E l número de los mundos es i n f i n i to y se resuelven todos en el principio universal. Los dioses nacen y mueren á largos intervalos. Hizo este filósofo descubrimientos útiles en astronomía y en geografía; pero su física esta llena de absurdos. Se cree que estaba también por el alma universal y por una especie de panteísmo. 2.° Anaximenes, discípulo y sucesor de Anaximandro, consideraba el aire como eterno rinfinito, divino, siempre en movimiento y como el principio de todas las cosas, A s i , según e l , Dios y el alma son unas sustancias aéreas. La t/crra es plana y sostenida por el aire: es el elemento de todos los cuerpos que son formados de ella y se rcsuelveo en ella. No examina Anaximenes mas que su maes tro, 11 naturaleza del principio eterno. Parecen haber tenido ambos la misma opiaion: se ha creído que eran materialistas y aun ateos. 5.° Jlermolimo, de Glazomena, citado frecuentemente con honor por los antiguos, pero despreciado por los autores modernos: reconoció y enseñó que el alma era superior á la materia. 4.° Anaxágoras, compatriota y discípulo del precedente, nació hacia el año 500 antes de Jesucristo, de padres ricos y poderosos. L o abandonó todo por dedicarse al estudio de la li loso fía, A los veinte años emprendió viajar para instruirse, visitó .el Egipto y otras regiones donde se cultivaban las ciencias, y estuvo ausente durante veinte años. A su vuelta se puso á enseñarlo que liabia aprendido. Habiendo Iransporlado la escuela jónica á Atenas, contó entre sus discípulos á los ciudadanos mas distinguidos, y tuvo por protector al grande Pendes. Entre los filósofos de Jonia , Anaxágoras tuvo el m é rito de elevarse el primero á la suprema inteligencia, de TOMO I .

6

82 HISTORIA separarla del caos y de la materia, y de asignarla como la causa eficiente del universo. Sus conocimientos físicos le hacían esplicar naturalmente los fenómenos, como los eclipses y los temblores de tierra, que atribuía el pueblo á la cólera de los dioses: decía con toda libertad que el sol no era Dios, sino la obra de Dios. Acusado de impiedad, detenido y puesto en prisión, se evadió de ella, se fngó y se retiró a Lampsaco, donde murió tres años después á la edad de setenta y dos años. Compuso muchas obras que no han llegado hasta nosotros. No vemos que se haya esplícado claramente sobre, la naturaleza y los deslinos de nuestra alma: todo conduce á creer sin embargo que admitía su distinción del cuerpo y la vida futura. Partiendo del principio, admitido por él, que de nada no se hace nada , no podiendo por otra parte concebir la creación, suponía la eterna coexistencia de la materia con la inteligencia suprema. Esta materia eterna estaba dividida en una infinidad de parles similares, es decir, semejantes á la naturaleza de los cuerpos que un día debían componer: por esto, se llamaban homoiomerias, y formaban el caos. E l espíritu eterno y omnipotente las imprimió el movimiento y las coordinó; las que eran homogéneas se reimieron y constituyeron los cuerpos de diferentes especies , tales como los vemos. Así fué formado el universo. Se vé hasta qué punto llegaban, en cosmogonía, las ideas de este filósofo tan decantado. Menos hábil aún en física y en astronomía , creía los cielos sólidos, las estrellas de naturaleza terrena, el sol una masa de piedra i n candescente , mayor que el Peloponeso, y la tierra plana: sostenía que la nieve no podía ser blanca, puesto que no era sino una modificación del agua, que es negra , etc. 5.° Diógenes; de Apolonia,contemporáneo de A n a -

DE

LA

FILOSOFÍA.

8a

ságoras, le sucedió en la enseñanza de su doctrina, y s i guió los mismos principios, esceplo que admitía el aire como primer elemento de los cuerpos. 6.° Arqaelao, de Mileto, siguió áAnaxágoras á Lampsaco, volvió á Atenas y fué el ú'limo apoyo de la secta jónica. Adrnitia dos principios de las cosas, el aire y lo infinita. Q d é entendia por lo infinito ? no lo dice: Verosímilmente le atribula al menos cierta idea de una inteligencia eterna é inmutable. E l aire era susceptible de dos movimientos, el uno de dilatación y el otro de: contracción. Por el primero, ha sido producido el fuego; y el agua, por el segundo: del agua procede la tierra ; del fuego han sido formados los globos de los cielos: y los animales han salido del cieno de la tierra, vivificada por el sol, etc. Arquelao es el único de los jonios que, propiamente hablando, se ha ocupado de la moral en su enseñanza, y no se ha hecho recomendable bajo esta relación. Sostenia, sin reparo, que el bien y el mal no difieren por su naturaleza , sino únicamente por las leyes. Este dogma le h i zo odioso; se le acusó de impiedad, y se le consideró como ateo. „

Así concluyó

la escuela

j ó n i c a , llamada de los

CAPÍTULO I T . 1)E

LV

FILOSOFÍA

DE

PITAGORAS ,

Ó

DE

L,V

ESCUELA.

ITÁLICA.

N A D A mas oscuro entre los sabios que la época precisa del nacimiento de Pilágora?. La opinión cornun, no obstante, la fija hacia el año 58 ) antes de Jesucristo. Todos convienen en;que era originario d e la isla de Sames. Su maestro, ó uno de sus maestros, fué, aloque se cree, el filósofo Fereeido, del que casi nada sabernos sino que

84 HISTORIA admitía tres principios eternos: D i o s , el tiempo y el caos. Pitágoras viajó por el Asia menor, visitó los templos de la Grecia y fué iniciado en los misterios de Baco y C é r e s , Eleusina, ó de Orfeo: pasó de aquí á Fenicia, que se hallaba por entonces en !a mayor prosperidad, fué luego á E g i p t o , y pregunlando allí á los sacerdotes recogió su doctrina y doble método de enseñanza. La mayor parle de los anliguos pretenden que después del Egipto v i sitó la Pcrsiar estuvo en Babilonia y penetró hasta el fondo de la India, observando con cuidado todo cuanto veia y entendia, consultando por todas partes á los depositarios de la ciencia, y enriqueciendo de este modo su memoria con cuanto en aquellos tiempos era posible aprender. Muchos críticos consideran como dudoso este último viaje. Sea de esto lo que quiera, lo cierto es que Pitágoras, de vuelta á su pais, quiso comunicar á los demás el resultado de sus investigaciones y estudios. Principió á enseñar, y para tener mayor auditorio se fué a establecer á Grosona, en lo que se llamaba la Gran-Grecia, es decir, en medio de las colonias griegas al sud de Italia. Por esto su escuela se ha llamado escuela itálica, y también escuela matemática, porque su teoría descansaba sobre los n ú m e r o s , como veremos en seguida. . Los escritos que se le han atribuido, generalmente son reputados como apócrifos , sin perdonar los versos dorados de que la escuela Alejandrina hacia tanto caso. Diógenes Laercio, Porfirio , Jamblico y Eslobc, citan una multitud de autores que han hablado del filósofo, de su escuela y de sus doctrinas, pero los escritos de estos autores se han perdido. En el siglo I I I de nuestra era, algunos filósofos de Alejandría , especialmente Porfirio y Jamblico, hicieron la historia de Pitágoras, y le pintaron en su dibujo del modo que ellos quisieron que fuese. Por lo tanto le representaron como un hombre adornado de todas las virtu-

DE LA, FILOSOFÍA,

85

des? dolado de un poder sobrenatural, imperando á la naturaleza , señalando su tránsito con notables prodigios, atrayendo en pos de sí al pueblo y reformando las costumbres, etc. Su objeto era presentarle en oposición con Jesucristo y mostrarle como igual ó superior á él. Q u é confianza merecen estos apasionados autores que escriben ocho siglos después de transcurridos los sucesos, sin dar la menor prueba de todo cuanto gratuitamente su* ponen ? L o mas seguro en esta materia es reunir los testimonios esparcidos en una multitud de autores antiguos y modernos, compararlos entre si y formar de ellos un conjunto ^ sin ningún otro deseo mas que el de demostrar la verdad. En pocas palabras vamos á dar nosotros el resumen de lo que parece mas cierto y seguro sobre el método, doctrina y sucesores de esta filosofía. MÉTODO DE PITÁGORAS.

Pitágoras estableció una doble enseñanza como habia visto se hacia en Grecia y en Egipto, la una publica y la otra secreta. La primera se daba en los templos gimnasios y otros sitios , en los que toda clase de personas eran admitidas. E n estas lecciones, el maestro ensalzaba hasta no masía virtud, declamaba contra el vicio, sobretodo contra la corrupción de costumbres, y se esforzaba en hacer palpables sus perniciosos efectos. E n la otra enseñanza, destinada á solos aquellos adeptos que reputaba dignos de ser admitidos á su entera confianza después de largas pruebas, exigía de sus discípulos . bajo la fé del juramento, que prometiesen no revelar á persona alguna los secretos que les manifestase. Por consecuencia, los q u é pretendían ser sus asociados, debían antes de todo pasar por las pruebas de un largo noviciado, y por prácticas duras y humillantes, guardar silencio , durante dos, tres y cinco a ñ o s , según que lo

86 .

HISTORÍA

exigiesen mas ó menos las circunstancias. Si (Inrarífé esrlas pruebas ó á su conclusión el maestro sé persuadía que el discípulo no convenia á su instituto, le dejaba entre los profanos. Los que por eí contrarío, babia llegado á iniciar en. su doctrina misteriosa , vivian con él en la intimidad mas eomplela , j en comunidad de bienes. Cada uno tenia no obstante el derecho de recobiar cuauto habia aportado á la sociedad, en caso de retirarse de ella. Jamblico pretende que Pitágoras turo hasta seiscientos discípulos , bien probados , viviendo en comunidad de h manera enunciada. Los que estaban casados tenian consigo a sus mujeres é hijos. Todos ellos practicaban la pobreza, obedecian la regla prescrita , no comian carne ni pescado, no bebian sino agua , veslian traje igual,, que constaba de túnicas blancas estrcmadamente aseadas. Este instituto parecia destinado á ejercer una grande intluencia sobre la moral pública; pero el resentimiento de los que en él no habían podido tener entrada, o que del mismo establecimiento habían sido arrojados por su mala conducta^ suscitaron no pocos embarazos. Quizá también el despecho de los que no querían reformarse^ no pudiendo aguantar una regularidad y una doctrina que los condenaban, contribuyó á escitar prevenciones; lo cierto fué que esta filosófica asocfacion fué turbada muchas veces por alborotos populares y persecuciones de personajes iníluyentes, que la hicieron por fin sucumbir ¡bajo el peso de tantas conteadicciones. Se cree igualnenie que su fundador fué víctima de un acto devióíeneia contra su escuela hácía el. año 5(}0 antes de l e s u Kada sabemos de cierto, ni sobre su matrimenroj ni sobre su mujer é hijos, ó la época y género cierto de su muerte.

DE LA FILOSOFÍA.

'

S7

DOCTRINA DE PITAGORAS.

I»" Este célebre maestro, queriendo como tantos otros esplicar el origen de las cosas? bnscó con atan loa principios. Creyó poder asignar los números intelectuales, es decir percibidos por el entendimiento como los arquetipos de los objetos reales. Sobre esto edificó una teoría sutil y poco inteligiblt; acerca de los números, queriendo persuadir que el mundo debió ser formado por reglas m a temáticas, y de este modo tomando por punto de partida la noción general abstracta é invariable de los números, sostenía que en estas formas intelectuales se hallaba la naturaleza de todas las sustancias y las reglas de su producción. 2 . ° Como toda la numeración se reduce á la unidad, admitía como primer principio la unidad absoluta é i n variable, llamando á esta unidad monada, poique lodo lo que constituye, descartando la multiplicación, ella queda sola é indivisible. A esta se la puede llamar espíritu, dios, razón, caos, J ú p i t e r , hermafrodita, porque no tiene otro principio de existencia que ella, misma, que es la fuente de toda producción. 5.a La monada, tomada en un sentido absoluto, contiene en su seno á la materia, la produce , y entonces ya existe la Í/I/ÍK/ÍI, núm jro par divisib'e, imperfecto, y p r i n cipio de todas las imperfecciones. E n la formación del mundo, la monada hizo veces de padre y la dyada desempeñó las de madre, es decir, que tanto la una como la otra representan el principio activo y el principio pasivo, de que tantas veces se hace mención en las cosmogonias. 4.° E l primer efecto de la unión de estos dos principios es la triada, n ú m e r o , misterioso en las doctrinas orientales , el primer impar que tiene un valor matemático, y que multiplicado por sí mismo da por resultado nueve.

88

HISTORIA

5. °- La primera de, todas ias potencias matemáticas es cuatro, resultado ó producto de dos multiplicado por dos ; es la tetrada ó el cuaternario, número reputado corno mas perfecto porque representa á la virtud generadora', de donde se derivan todas las combinaciones M Í méricas. 6. ° Los números uno, dos, tres y cuatro unidos en conjunto por la adición resultan diez, primera unidad del múltiple, y nuevo principio generador de das.combinaciones numéricas. Asi se formó la tabla de Pitágoras, tan conocida en los elementos de aritmética. 7. ° Los pitagóricos, perdiéndose cada vez mas y mas en estas fútiles abstracciones, aplicaban su teoría de los números á la música, á la geometría, á la astronomía, y aun á la moral, considerando la virtud como una armoáiW; la unidad como una perfección, y el m ú l t i p l e , como el principio del desorden. 8. ° Se representaban á Dios como un espíritu i n menso, estendido por las diferentes parles del mundo, como el alma del universo, corno teniendo por sí mismo el movimiento, el poder, y la acción;,como siendo finalmente la monada eterna, absoluta y perfecta. Sin embarg o , estos filósofos le daban un cuerpo, pero un cuerpo cíe fuego, lili cuerpo sutil, y extremadamente ligero, que nada tenia de común con la materia grosera. La materia grosera separada de Dios, estaba sin embargo , según ellos, animada por ese ser, conslituyendo con él la dyada, y llevaba en su seno el principio de todos los desórdenes. 9. ° De este gran Dios, alma universal del mundo, han provenido por emanación los héroes, los dioses, los demonios» y las almas humanas. Todas estas sustancias son de la misma naturaleza que el principio de donde emanan, é inmortales como él. 10. Los demonios pueblan los aires, gobiernan las Qiferentes partes del mundo visible, y ejercen un gran poder sobre los hombres y las bestias. Por medio de la

DE

L A FILOSOFÍA.

§9

adivinación entramos en relación con ellos, y adquirimos la facultad de aplacarlos ó hacérnoslos favorables. De aquí el uso frecuente, é n t r e l o s pitagóricos, como mas tarde entre ios platónicos, de la magia y sovtiiegios. 11. Las almas existen antes que los cuerpos en n ú mero determinado. Tienen en sí mismas el principio activo de sus movimientos. Guando un cuerpo se forma, absorbe una de esas almas que viene para animarle, y cuando se disuelve, el alma se eleva hacia las regiones superiores, ó morada común de todas ellas. Desde aquí se une á Dios, si es pura, y si no lo es, vuelve á la tierr a , y va á animar de nuevo un cuerpo humano, ó un cuerpo de bestia. 12. Resulta de este principio, que dos hombres y las bestias tienen la'misma naturaleza, y son como miembros de una sola familia, puesto que las almas de unos, pasan recíprocamente á los cuerpos de los otros. Tal es la doctrina de la metempsicósis tan es tendida por todo el Oriente, y tal igualmente la razón p o r q u é los pitagóricos, á ejemplo de los indios, no ofrecían sacrificios sangrientos, ni comían jamás nada que tuviese aguardiente. S U C E S O R E S D E PITÁGORAS.

Después de la muerte de Pitágoras, Aristes , uno de sus discípulos, tomó á su cargo la mujer é hijos del filósofo y continuó su escuela por espacio de 59 a ñ o s , aplicándose sobre todo á las ciencias matemáticas. Musa reo, ó Teleoges, hijo de Pitágoras, reemplazó á Aristes, y tuvo por sucesor á Eulágoras. Mientras que este último enseñaba, los pitagóricos fueron dispersados, habiendo sido destruidaGroíona. Su colegio se conservó'no obstante entre las ruinas de aquella ciudad y subsistió aún algún tiempo, pero débil y lánguido, con pequeño número de discípulos que no se reponían.

90 HISTORIA Estos nuevos pitagóricos llegaron á hacerse odiosos ú ios ricos y á los grandes , porque aquellos los llarnaban profanos y reprendían sus vicios con la mayor libertad, y asi fueron perseguidos, condenados á muerte, y deportados, y por último su instituto , después de haber subsistido por espacio de casi doscientos anos, dejó de existir en los tiempos de Alejandro. Mochos filósofos pertenecientes á la secta pitagórica se distinguieron en diferentes puntos. 1. ° Ernpedocles, de Agrigento, en Sicilia , poeta y filósofo, fué muy diestro en el arte de curar. Se le a t r i buyen diferentes maravillas; algunos han pretendido que se le habia arrojado al Etna, á fin de que se le creyese arrebatado al cielo, y como tal se le colocase en el rango de los dioses. Timeo, historiador de la Sicilia, nos habla de esta relación fabulosa. Se ignora la clase de muerte de que falleció, que debió ser hácia el año 440 antes de Jesucristo. Este poeta,filósofo, redactó en versos exámetros el sistema de Pitágoras sobre la transmigración de las almas, haciéndolas pasar á los planetas del mismo modo que á las bestias. E l se acordaba, según decia, de haber sido mancebo, doncella, planta, pescado, ave, y por úlli no Empedocles. Admitía este filósofo dos principios de cosas: el uno activo, que era la monada absoluta ó Dios, y el otro pasivo, el caos ó la materia ; reconocía igualmente dos partes en el alma, la una de la naturaleza del primer principio, es decir, del fuego inteligible, y la otra procedente de la naturaleza del segundo ó de la materia grosera. E n la primera residía la razón, única qne puede comprender la verdad, y en la segunda los sentidos, que son incapaces de llegar hasta ella,- la primera torna á su Dios después de purificada en las diferentes emigraciones^ mientras que la segunda se disuelve con el cuerpo. 2 . ° Epicharmo de Coos estudió la doctrina pitagórica en Siracusa, la puso en bellos versos y la hizo represen-

D E , L A FILOSOFÍA.

9 I

íar en el lealro. De sus escritos no nos quedan sino pequeños fragmentos. 5,° Ocelo, de Lucania, autor de un tratado de las leyes y de la monm'quia, del que lío restan sino fragmentos, líahia compuesto también un tratado í/é/ wni-. verso, que existe en griego y en lalin. Este filósofo vivió antes de P l a t ó n , sin que se sepa precisamente su épotea*-- • • %'••1tthv p:cói..lr.f«'»}w ;-1 4. ° Timeo de Loares: este es el autor de un libro,

sobre el alma del mun lo y sobre la naturaleza; admitía-á Dios como espíritu puro, como 'origen y manantialeterno de to'dos los «eres inteligibles, y á la materia como principio pasivo de los seres corporales. Es este libro del filósofo pitagórico ; el mismo que Platón imita y modifica en su Timeo, el mas bello de sus diálogos. 5. ° A r q u i l a s , de T á r e n l o , recibió á Platón en su casa y le tuvo como discípulo. L a mayor parte de las obras que ha compuesto se han perdido. Sin embargo, nos quedan de é l : i.0 un tratado ck la naturaleza del universo, en el que trata de las diez categorías, y del cual Aristóteles tomó las suyas. 2.° Algunos trozos de otro tratado sobre la sabiduría, y sobre el hombre buen& y dichoso, en cuyo tratado proclama como máxima de moral, que la virtud debe ser buscada por sí misma. 6. ° Filolao, de Grolona, discípulo de Arquilas, fué t í primero que á lo,que se cree divulgó, con desprecio de sus prestados juramentos, la misteriosa doctrina de los pitagóricos. Siendo nmy pobre, vendió sus libros á Platón, y ya que él fuese su autor, ya que no tuviese en ellos mas que la propiedad, lo cierto es que él no los compuso. Otros afirman que estos libros se vendieron después de su muerte por su viuda. Este filósofo enseñaba que el sol es un disco de vidrio semejante á un espejo; que nos envia la luz y el calor del foco del mundo, y que esta da vueltas al rededor del sol en el espacio de trescientos sesenta y cuatro días y medio. Parece que fué el primero que tuvo la idea de csl^

92 nisTOuiA movimiento anual de la tierra; que original se ha atribuido á Copérnico. A los hombres distinguidos que acabamos de enumerar, se podrían añadir, como miembros recomendables de la escuela de Italia, á Alemeon que, ocupándose de anatomía , ha sido el primero que, según se dice, disecó los cadáveres ; á Hipaso, hábil en la física; y á Eudoxio, c é lebre en las matemáticas y en la astronomía. Todos tres dejaron escritos que no han llegado hasta nosotros.

CAPÍTULO

V.

FILOSOFÍA DE LA ESCUELA ELEÁTICA.

I.0 JENOFAINES , nacido en Colofonte, en la Jonia, hacia el año 617 antes'de Jesucristo, abandonó su patria, sin que se sepa bien la cansa, y vino en una edad ya avanzada á establecerse en Elea, ciudad de la Gran Grecia. Habiendo estudiado la filosofía de Tales en Grecia, y la de Pitágoras en Italia, tomó un poco de cada una de estas y se formó un sistema particular. Sin tener escuela abierta para enseñarle, le comunicó á sus amigos/, y compuso en verso diferentes obras de filosofía, de las que no quedan sino fragmentos dispersos, citados por autores antiguos. Los admiradores de Jenofanes continuaron después de él enseñando y propagando sus principios. Tal fué el origen de la escuela Eleática, que ordinariamente se divide en dos, la una metafísica y la otra física. DE LA ESCUELA METAFISICA ELEATICA. Los escritos de esta escuela, asi como los de todas las primeras escuelas de la Grecia, han perecido, y asi no podemos formar juicio de las doctrinas que enseñaba, sino por lo que de ella dicen los antiguos, particularmente

L E LA FILOSOFÍA.

95

Aristóleles, y por ciertos fragmentos que estos nos han transmitido. H é aquí en cuanto podemos saberlo, el estracto de lo que enseñaba Jenofanes. I.0 Nada se hace de nada; por consecuencia todo cuanto existe es eterno, infinito, único , inmortal, semejante á sí é inmutable. Eterno,, porque de otro modo seria hecho de nada; infinito, porque sin eso tendría límites fijados por nada; único y semejante asi en todo, pues sin esto, no seria ya un ser sino seres, y habría allí división y límites sin causa; inmóvil, pues de dónde vendria el movimiento, y á dónde el ser podria moverse? Puesto que es infinito es igualmente inmutable, porque el cambio denotaría límites é imperfección. 2 . ° Este ser es D i o s , que todo lo v é , todo lo oye y todo lo contiene; él es todo^ nada tiene de común con los hombres, rit con respecto al cuerpo, porque no le tiene, ni respecto al alma, porque no se halla sometida á afecciones humanas. Se habia creído ver en este principio el panteísmo de Espinosa; pero muchos sabios, después de haber reflexionado sobre ello, han quedado convencidos que Jenofanes cntendia por su todo eterno, infinito, ú n i c o , í n m o bil, etc., al mundo intelectual, es decir, la suprema (intelig^ncia con todas las esencias de las cosas, admitiendo al mismo tiempo como elemento de los seres corporales la materia penetrada, arreglada y fecundada por una fuerza divina. Esta virtud divina le hace sensible en las diferentes partes del mundo, pero no puede ser comprendido sino por la razón. 5.° De esta distinción se sigue , que hay aquí dos objetos de nuestros conocimientos, que de ninguna manera se deben confundir; el uno intelectual, infinito, inmutable, en el que ni hay principio ni fin, ni generación, ni muerte; y 'el otro material, en el que se halla la variación de las formas, de que la materia es susceptible: el uno está en el dominio de la razón, y el otro en el de los sentidos.

94 UISTORIA En el primero hay evidencia y cosliimbre, en el segundo, como los sentidos engañan frecuentemente, no puede haber sino opinión (1). 4. ° Hay mundos hasta el infinito: estos mundos son eternos é inmutables, el universo forma su conjunto. Esto se comprende bien en el orden metafísieo ? y es lo que nosotros llamamos los mundos posibles. 5. ° En todo el rigor de sus principios, Jenofanes no podia admilir las teogonias de Hesiodo y de Homero, ni las opiniones del vulgo, ni la doctrina de la mayor parte de los filósofos sobre la pluralidad de los dioses; se burlaba de esas divinidades subalternas, hablaba de ellas ^ o n desprecio, y las cantaba en versos irónicos. Por la misma razón desechaba las prácticas divinatorias y de sortilegio usadas entie los pitagóricos. 6. ° Admitía una alma humana, espiritual y de la misma materia que el ser eterno. 7. ° En cuanto al mundo físico, objeto de tantas i l u siones, tenia ideas muy estrafias. Todo, según él, se habia formado de la tierra ; el sol provenia de vapores ó exhalaciones que se elevaban y encendiau diariamente ; las estrellas eran producto de nubes abrasadas, algunas veces se estinguían, y después se inflamaban de nuevo como carbones encendidos. Decia que la tierra se disuelve por las aguas, como lo prueban las escamas, conchas y formas de pescados bailados en su seno, y hasta en las mas .elevadas cumbres de las monlafías; que los hombres perecen cuando la tierra se convierte en barro, y después renacen cuando aquella se endurece de nuevo, y que tm mundo sucede asi á otro mundo en progresión infinita, ele. 2.° Parmenides, nacido en Elea, sobre quinientos años antes de Jesucristo, fué discípulo de Jenofanes, y

(1) Tales son poco mas ó menos los principios que acaba de r e novar M r . d e L a Mentíais en el primer v o l ú m e n de su Esguísse cf tifie

phüosoph¿e, o\n';\ úep\or:\h\G„

DE L A FILOSOFÍA.

95

tuvo él mismo célebres discípulos, entre otros á Meliso, Z e n o n , Kmpedocles ? y probabiemente á Hermógenes, con el que Platón tuvo conversaciones filosóficas cuando su viaje á Italia. Parmenides iiizo un poema sobre la naturaleza , del que no nos han quedado sino algunos trozos sueltos. Por ellos, y por los testimonios d é l o s antiguos, vemos que habia adoptado la doctrina de Jenofanes y trataba de completarla. Asi como é l , admitía dos órdenes de conocimientos, los unos fundados sobre la razón y capaces de certeza, y los otros , teniendo por base los sentidos, no podian traspasar los limites de la opinión^ Asi como su maestro , partía de este axioma: nada se hace de nada: y de aquí concluia que existe un principio eterno, infinito, ú n i c o , etc.j que este principio es el universo, de forma esférica, es decir,, sin límites. No parece que se haya querido aplicar otro sentido» á esta espresion. En el órden físico era preciso hacer provenir los o b jetos sensibles de la luz y de la oscuridad , ó del calor y del frió. E l uno era el principio activo, que fecundaba, y el otro el principio pasivo, que producía. Esta alegoría designa el poder divino, obrando sobre la'materia ó el caos. De la unión de la virtud divina y de la materia han provenido los elementos y los cuerpos celestes. Los elementos son: el fuego, el íiire, el agua y la tierra. Se hallan dispuestos en círculo. E l círculo superior, que comprende todos los demás, es de un fuego muy s u t i l ; el se-' gundo de aire; el tercero de agua, y la tierra está en el medio, como centro de toda la naturaleza materiaL Los primeros hombres han nacido del cieno de la tierra fecundada por el calor del sol; el mundo debe concluirse, volver á comenzar de nuevo, etc. Parmenides decia, que el alma es un espíritu; pero> al parecer, entendia por esío cierta virtud ó facultad, principio de nuestras acciones, y no una sustancia inmaterial^

96 HISTORIA puesto que hacia residir la parte principal de esta alma en el pecho. 5.° Meliso, de Samos, compuso un libro del ser y de la naturaleza, y adoptó en él las ideas de Parmenides sobre el todo universal, y la incertidumbre de cuanto llega á nosotros por medio de los sentidos. Según él^ las impresiones recibidas por aquellos, y aun los sentidos mismos , no son mas que ilusiones. Relativamente á los dioses, decia que nada de cierto se podia aBrmar en orden á su existencia; lo cual debe entenderse de los dioses inferiores. E n esto hablaba aún con moderación , pues según sus principios, estas divinidades vulgares no podian ser á sus ojos sino quimeras. Pero en el fondo no era mas ateo que Parmenldes y Jenoíanes, pues el todo universal era Dios para él, asi como para aquellos. 4.° Zenon de Eiea, diferente„del celebrado jefe de los estoicos, vivió en los tiempos de Parmenides, y tomó á su cargo la defensa de su sistema, haciéndolo, menos por medio de razones directas que por vigorosos ataques, á sus adversarios. Su método consislia en presentarles objeciones sutiles y dilemas embarazosos á los que no pudiesen responder, según las reglas de una exacta dialéctica; en ponerlos en contradicción consigo mismos, con el fin de concluir que sus principios eran falsos. De este modo, defendiendo, contra los esclusivos partidarios de la materia, el todo eterno, infinito, universal, invariable, principio fundamental de la escuela eleática, argüía de manera, que demostraba la imposibilidad del múltiple, del movimiento y de la variedad. Era, pues, un idealista puro? Muchos lo han creido. Pero otros sostienen, y con mayor fundamento, que deseaba solamente convencer á sus antagonistas,de que sus principios c o n ducían á aquel punto. Contra la existencia del raovimiento hacia cuatro ó cinco argumentos que él reputaba como indisolubles, por ejemplo: 1.° Existe siempre entre un lugar y otro un es-

D E L A FILOSOFÍA.

,

97

pació que debería ser recorrido sucesivamente; este espacio, por pequeño que quiera suponerse, es divisible hasta el infinito; luego jamás puede ser recorrido sucesivamente. 2 . ° U n cuerpo en movimiento, sea cual fuere su velocidad, no podria jamás adelantarse á otro que le precediese aunque caminase mas despacio, porque en tan to que el primero recorría una porción del espacio, el segundo recorría igualmente otra porción, aunque mas pequeña, y asi hasta el infinito, etc. 5.° Una flecha está en reposo cuando disparada la ponen en movimiento, porque lodo lo que está en movimiento lo está en un espacio que le es igual. Ahora bien: todo objeto se halla donde él está y nunca donde no e s t é ; se sigue, pues, que la flecha aun lanzada, esta siempre en reposo, porque no está jamás donde no está, etc. L a consecuencia de todas estas sutilezas era que no existia sino una sola sustancia eterna, infinita, inmutab l e , comprendida por el pensamiento, y objeto único de la ciencia, siendo todo lo demás ilusiones y engañosas apariencias. De ese modo Jenofanes espresaba su embarazo respecto á la certeza de los conocimientos adquiridos por los sentidos; Parmenides no creía que estos conocimientos pasasen mas allá de la opinión; Meliso acusa á los sentid o s ^ Zenon hostiga por sus indisolubles dificultades á los que invocan su testimonio, y conduce al idealismo absoluto. Tal es el progreso y encadenamiento de las doctrinas metafísicas de la escuela eleática. DE L A ESCUELA

FÍSICA D E E L E A .

Leucipo, nacido en Abdera, en Tracia, hácia el año 470 antes de Jesucristo, fué discípulo de Meliso y de Zenon. Conociendo muy bien que las* intermínablés argumentaciones de su último maestro podían embarazar los entendimientos y no satisfacerlos, y que el puro idealismo nunca prevaleceria contra la experiencia é invenciTOMO I .

7

98 niSToniA ble persuasión del género humano, admitió la realidad del mundo material v creyó en el testimonio de los sentidos, estudió la naturaleza, y fruto de sus observaciones fueron varias obras que no han llegado hasta nosotros: de esta pérdida resulta, que no nos es posible conocer su sistema sino por los testimonios de los antiguos autores que de él han hecho mención. . 1.0 Fijando la atención en que en los objetos sensibles hay formas y continuos cambios, lo que supone el movimiento. Leucipo dedujo de aquí la existencia del espacio y del vacío, puesto que no puede existir movimiento sin esta doble condición. 2.° Pjara esplicar el origen del mundo, supone en este vacío inmenso y eterno, partes elementales de materia, eterna?, puras, simples, indivisibles, de formas diferentes, y que continuamente se agitan en todo sentido, cree que estas partes indivisibles, á las que por esa misma circunstancia llama átomos, han podido en ese molimiento perpétuo adherirse las unas á las otras y formar asi cuantas sustancias existen. 5.° De esta suerte, el mundo y cuanto en él sé c o n tiene, es efecto del acaso que lia combinado los átomos, y los combina cada dia para hacer y deshacer cuanto pasa por nuestra vista. E l nacimiento, la muerte, las nuevas formas, que se suceden á las antiguas, los cambios de todo género que se suceden diariamente, no son sino resultado de esta perpétua agitación de los á t o m o s , y el pensamiento en sus diversas modificaciones no debe tener otro origen. Todo absolutamente será ciego producto de estos dos principios eternos, los átomos innumerables, y su necesario movimiento en un vacío infinito. Semejante hipótesis no admite la causa primera é i n teligente. Leucipo, pues, debe ser mirado como el p r i mer filósofo ateo, positivo y formal, pues los demás a d mitían, es verdad, un Dios eslrano y absurdo,- mas sin embargo, reconocían al menos de cierta manera una i n teligencia suprema que habia presidido á todo. Leucipo

DE L A FILOSOFÍA.

99

no vé sino materia eterna, necesidad y acaso. Parece no apercibirse que su suposición es enteramente gratuita, sus principios absurdos, y los efectos que de ellos deduce del todo imposibles. Demócrito, oriundo también de Abdera, fué discípulo de Leucipo, y adoptó su sistema, tratando de darle fuerza y de resolver las dificultades que se le oponían. H é aquí la sustancia de lo que enseñaba. I.0 Nada se liace de nada; es preciso entonces admitir principios eternos de donde proceda todo cuanto existe. 2.° Estos principios, que son los átomos y el vacío, no provienen el uno del o t r o ; ambos á dos son eternos; los átomos son infinitos en n ú m e r o , y el vacío lo es en estension. De su amalgama ha salido cuanto existe. 5.° Los átomos no son ni blancos n i negros, ni calientes n i frios, ni dulces ni amargos, sino de formas muy variadas, triangulares, derechos, redondos, torcidos,iabrados, toscos, pesados, ligeros, y en un movimiento perpétuo en todo sentido, suficiente á formar un inmenso torbellino. 4.0 E l vacío infinito, en el que asi se mueven los á t o mos desde la eternidad, no tiene ni alto m bajo, ni centro, ni límite de ningún g é n e r o , y al chocarse entre sí los átomos han formado cuerpos de formas y cualidades diferentes. De estos cuerpos han procedido otros, y asi se ha producido cuanto existe. 5. ° Siendo infinito el número de los á t o m o s , lo son igualmente sus combinaciones; y por consiguiente las formas corporales, y los mundos son posibles hasta el i n f i nito. 6. ° E l movimiento esencial de los átomos es el destino, la providencia, la justicia, el alma del universo. Dios. Todo esto es consiguiente, 7 . ° E l fuego se compone de átomos redondos: el aire, el agua, la tierra y los objetos que de ella se forman no difieren entre s í , sino por el número ó colocación diversa de los átomos apegados los unos á los otros. Asi se es-

100 HISTORIA plica la formación del sol? de la luna, de las estrellas y sus diversos movimientos; de los fenómenos del cielo, de las plantas y de los animales. Los hombres han salido del fango de la tierra: su naturaleza es un compuesto de agua y tierra animada por el fuego. Esta alma de fuego tiene dos partes, una racional y que tiene su asiento en el pecho, y otra puramente sensitiva , difundida por todo el cuerpo, la que se desvanece cuando aquel perece. 8. ° Las percepciones no son sino imágenes que se desprenden de los objetos, hieren los sentidos, penetran hasta la parte razonable del alma y forman allí el pensamiento. Este es.el único que puede darnos conocimientos exactos, precisos, distintos, verdaderos y ciertos; mientras que los sentidos no pueden elvarnos mas allá de la opinión. Nada hay de real y absoluto sino los átomos y el vacío,; lo cual es imposible que pueda ser objeto de la acción de los sentidos. 9 . ° Demócrito, quizá por no chocar tan de frente con las opiniones del vulgo, admitía sin embargo una multitud de espírítiis, de genios y demonios gigantescos, cuyos seres estaban formados de átomos sutiles, llenaban el espacio, nos rodeaban por todas partes, causándonos unas veces bien y otras mal. De aquí deducía que la adivinación, la mágia, y otras prácticas supersticiosas nada tenían de laudables. Habla también de los dioses, y de los medios de ponernos en relación con ellos; pero en otra parte asegura, que los relámpagos, el rayo, los eclipses y otros fenómenos semejantes, al infundirnos terror, nos han hecho creer que exislian dioses superiores á nosotros. Según parece, él no creía en nada de esto, y su sistema en efecto escluia la divinidad del mundo entero. 10. E n cuanto á la moral, Dcmócrito la hacia c o n sistir en el reposo del alma, y goce moderado de lo presente, sin pensar en el porvenir. Suponía la libertad h u mana, y no queria tomarse la'molestia de conciliaria con esos torbellinos de átomos que todo lo formaban al acaso.

D E L A mOSOFÍA. 101 Se quiere decir que se reia conlinuamente de cuanto pasa en el mundo, por parecerle todo vano y despreciable. ü n gran número de discípulos se adhirieron á él, entre los que se distinguieron: Protágoras, de Abdera: este filósofo defendía el sistema de los átomos y del vacío, y pretendia que nos es imposible conocer por nuestras sensaciones mas que eí estado actual de los objetos físicos , porque la materia está en un flujo y reflujo continuo , resultado inevitable del movimiento necesario de los átomos. Diágoras, deMelos, tristemente célebre por su i m piedad , sus blasfemias y el ateísmo que hacia resaltar abiertamente en sus discursos y en sus escritos. Habiéndole robado cierto sugeto una de sus obras, el ladrón l a negó con juramento en presencia de los jueces : Diágoras se imaginó que el poder celestial, si es que le habia, no podría dejar impune este perjurio, y no viendo llegar los castigos que aguardaba, se precipitó encolerizado desde entonces en los cscesos que tan justamente se le han echado en cara. Anaxarco, natural también de Abdera. Los antiguos le han acusado de haber adulado, hasta con bajeza, á Alejandro • de haberse entregado á pasiones indignas de un filósofo, y de haber sido machacado en un mortero, como dicen que lo fué. Otros, por el contrario, le representan como un hombre animoso, que dijo libremente la verdad al gran conquistador, y que mas adelante fué víctima de las injustas prevenciones y asechanzas que contra él tendieron sus enemigos y rivales. T e r m i n ó con él la secta eleática.

/*>»

102

^

HISTORIA

CAPÍTULO V i . FILOSOFIA D E H E R A C U T O .

H E R A C L I T O J nacido en Efeso, hácia el ario 5 0 0 antes de Jesucristo, de una familia distinguida , obtuvo la suprema magistratura y la dimitió en favor de su hermano, para entregarse á las especulaciones filosóílcas. Habiendo tenido por maestros á Jenofanes y á Hipaso, fué iniciado por ellos en los misterios de Pitágoras. Sin tener escuela pública y sin tratar de formar una seda particular, tenia sin embargo un sistema propio,- le esplicaba á sus amigos, le ensenaba y propagaba. Tenia un carácter melancólico y atrabiliario; todo le desagradaba, enojaba y fatigaba,, porque no veia nada sino bajo colores negros y desconsoladores. Se ha dicho de él que lloraba sin cesar sobre las miserias de la vida, como Demócrito reia continuamente de las locuras humanas. Escribiendo, no ponia puntos ni acentos, y afectaba mucha oscuridad, á fin de que el vulgo no pudiese, entender nada de sus escritos, en caso que llegase á conocerlos. Habiendo tenido Sócrates una copia de ellos, decia que le parecia escelente lo que habia podido comprender; presumía que seria lo demás lo mismo. Sin embargo, le ha quedado el s obrenombre de filósofo oscuro, adquirido justamente. Según el testimonio de los antiguos, y lo que ha l l e gado á nosotros de un libro que compuso sobre la naturaleza, se reduela el fondo de su doctrina á los puntos siguientes: 1 . ° Como todos los filósofos eleáticos, proclamaba el célebre axioma: de nada no se hace nada. Su punto de partida y el principio de todo lo que existe ? era un

DB L A FILOSOFÍA.

105

fuego sutil esparcido por todas partes, compuesto de una infinidad de partículas eternas, indivisibles, inaccesibles á los sentidos, y agitadas perpetuamente por un movimiento necesario. 2 . ° E l alma del mundo, según é l , sometida al deslino y a la necesidad, era la razón común que llena el Universo y le penetra en todo sentido, que nos rodea y entra en nosotros, como el aire por la aspiración. Cuando dormimos, se suspende esta comunicación, porque no están nuestros sentidos en aptitud de recibirla; pero al dispertar se „restablece, y nos vuelve el buen sentido que habia cesado de guiarnosí. 3. ° E l sentimiento común de los hombres procede de esta razón universal que penetra en ellos : no puede ser objeto de error, y debe servir de base a toda certeza. E l error se encuentra pues en los juicios individuales que se apartan del sentido común. 4. ° Nuestra alma es una centella del fuego sutil y eterno que constituye el alma del mundo; viene por exhalación y vuelve allí después de la muerte. 5. ° Está lleno el universo de almas de demonios ó genios, emanados también del alma universal. Observemos, de paso, que todos los que han admitido el alma universal del mundo, le han hecho producir una infinidad de sustancias separadas de su naturaleza y destinadas á volver á ella; parece pues que consideraban esta grande alma como una materia sutil y d i visible. 6. ° E l fuego elemental, sutil y eterno, llegando á condensarse á consecuencia de su agitación necesaria, ha producido el fuego natural; el fuego natural ha producido elaire; el aire ha producido el agua, y el agúala tierra. Estos cuatro elementos, combinados en conjunto, han formado, por su misma oposición, todos los objetos existentes. Los contrarios produjeron, pues, á los contrarios. 7. ° La base de nuestra conducta moral es nuestra

104

HISTORIA

satisfacción actual. ¿En qué debe consistir esta satisfacción ? no lo dice Heráclito. Parece sin embargo que no se fijaba en los goces brutales del cuerpo ^ pues queria que se despreciasen estos goces, como el humo. La máxima fundamental que recomendaba, consistia en conocerse á sí mismo y mantenerse siempre en una justa moderación. 8.° Las leyes humanas sacan su fuerza, según él, de la ley divina, que todo lo arregla y triunfa de todo. Entendia por esta ley divina el destino, la necesidad, la^razón universal que todo lo encadena. Se aproxima su sistema, en el fondo> al de los á t o mos y no vale mas: Dios es igualmente escluido del mundo. Ño propone este filósofo tampoco penas n i recompensas para la vida futura. Sus escntos? guardados en el templo de Diana, en Efeso, donde los habia^depositado, permanecian allí i g norados. U n cierto Crotilo los descubrió y publicó, ó, si creemos á Taciano, el poeta Euripides' los leyó en el templo mismo, retuvo su sustancia y la dió á luz. Estudiaron entonces algunos filósofos esta doctrina, la adoptaron, y lian sido considerados como discípulos de H e ráclito. E l mas célebre de ellos es Hipócrates, padre 'de la medicina, nacido en Cos ¡ una de las islas Cicladas, cuatrocientos sesenta años antes de Jesucristo. Se le atribuyen las opiniones de Heráclito sobre el fuego elemental y sobre su acción; sobre el alma del mundo, razón u n i versal, de la cual las almas humanas no son mas que partículas separadas; sobre la existencia de una ley general, única , necesaria, que todo lo dirige. Se puede concluir de aquí que su D i o s , como el de Heráclito, no era otra cosa que el fuego eterno, sometido á un movimiento necesario. La indisputable gloria de Hipócrates le viene de sus eseelentes escritos sobre diversas partes de la medicina, que trata ? según la esperiencia, como hábil observador,

DK LA FILOSOFÍA.

105

y como lógico, claro, sólido y metódico. Su marcha ha sido aplicada ventajosamente á los demás ramos de los conocimientos humanos. CAPITULO Y í í . DE ^

SECTA D E LOS SOFISTAS.

JliLnombre de sofista, considerado en su etimología, nada tiene de infamante; pues se deriva de un verbo griego que significa enseñar la sabiduría, y no designaba primitivamente sino á los que estaban encargados de esla bella misión. Mas en lo sucesivo se halló una nube de érgotistas que abusaban de sus talentos, de los conocimientos que tenían en el arte del raciocinio y de su facilidad en hablar, para disputar sobre todo; embrollaban lo que era mas claro, oscurecian toda verdad, seducían y engañaban á los entendimientos, bajo pretesto de instruirlos, y se decoraban con el honorífico titulo de sofistas. Desde entonces varió esta palabra de significac i ó n , y aunque noble en su origen, no ha sido tomada después sino en mal sentido. Los últimos apoyos de la secta jónica habían trasportado su enseñanza á Atenas: y aquí fué también donde se refugiaron los restos délas escuelas de Italia ó de la grande Grecia;' es decir, de los pitagóricos y de los eleáticos. Hemos visto cuán opuestas estaban las dos ramas de la escuela de Eléa, hasta qué punto llegó la manía de disputar,)7 cómo nacia la duda de todas partes. En esta metrópoli republicana , donde los entendimientos, pudiendo aspirar todos á las dignidades del estado, se habían entregado á una increíble turbulencia, hubo una multitud de sistemas contradictorios ; cada uno de estos tenia sus defensores, llenos de orgullo y de pretensión, que no trataban mas que de brillar y de sobreponerse unos á otros. E n vez de estudiar á fondo, de viajar, de consultar los sabios, y d e c o m p o -

106

HISTORIA.

ner escritos meditados largo tiempo, para consignar en ellos el resultado de sus investigaciones, como lo hahian hecho tantos grandes hombres, estos filósofos de nuevo cuño abrieron escuelas públicas, donde se podia ir á escucharlos por el dinero | se esforzaban á atraerse oyentes en el mayor número posible, no por mostrarlos la verdad y enseñarlos la virtud, sino por ostentación y por el provecho que Ies redundaba. Los jóvenes de familias ricas, los que aspiraban á los deslinos públicos, seguían estas escuelas y se gloriaban de ello. Para atraerlos mas eficazmente, procuraban lisonjearlos los maestros por la elocuencia, por la facilidad y abundancia de las argumentaciones: les hacian mirar como fruto de estos ejercicios, el triunfo que podrían conseguir después sobre sus competidores, y los aplausos que obtendrían por sus hábiles discursos. Los mas célebres entre estos fueron': i . 0 Gorgias de Leonto, en Sicilia, discípulo de E m pedocles. lia sido apellidado el príncipe de los sofistas. Después de haber ensenado la retórica en Atenas, en medio de un concurso inmenso de oyentes, se puso á improvisar públicamente, es decir, sin habtrestudiado. Se cree que ha sido el primero que ha usado de este método. Hablaba en todos sentidos con tal facilidad, que se c r e ó , para espresar este género de elocuencia, una palabra derivada espresamente de su npmbre, y que no se puede verter íil francés mas que por gorgiarizar. En un libro intitulado: De loque no es, ó de la N a turaleza , afirmaba que nada existe en realidad, ó que al menos nada puede ser conocido ó espresado con certeza; que las reglas de moral y los principios de órden público no son mas que convenciones humanas, á las cuales se puede faltar sin escrúpulo, cuando no hay nada que temer. % 0 i Protágoras, discípulo de Demócrito, del cual ya hemos hablado, fué al principio mozo de cordel. Habiendo tomado las lecciones de Demócrito, enseñó en los alrededores de Abdcra,su patria, la gramática. que com-

D E L A FILOSOFÍA.

107

premtia entonces la retórica7 la poesía y la música. H a biendo venido después á Atenas, abrió allí una escuela, puso el primero sus lecciones á precio y las hacia pagar muy caro. Como tuviese una prodigiosa aceptación, reunió grandes riquezas. En un tratado que compuso también Sobre la Naturaleza, fijaba como principio que el hombre es la medida de todo, de las cosas que son y de las que no son. C o n cluí'a de aquí, que todas las opiniones son verdaderas, puesto que cada uno tiene el derecho de sostener la suya. Dudando que hubiese dioses, se abstenía de hablar de ellos en sentido bueno ni malo. Acusado de impiedad y condenado á niiierle, se fugó, anduvo errante de isla en isla, naufragó y pereció. Fueron bascadas sus obras por orden de los magistrados, y quemadas en la plaza pública. Plat ó n lo ha refutado en uno de sus diálogos. 5.° Predico, discípulo de Protágoras , fué tambiem un célebre retórico que tenia escuela pública á precio de oro. Por conducto de ciertos corredores, atrajo á su escuel a , en perjuicio de sus competidores, á los jóvenes de familias ricas. A fin de seducirlos mas, no hablaba sin estar preparado; frecuentementeleia sus discursos. Como otros muchos, fué acusado de ser impío, corruptor d é l a juvent u d , y en este concepto condenado á muerte. De muchas obras que compuso, no ha llegado ninguna á nosotros. Jenofonte y P l a t ó n , hacen mención ademas de I l i pias, de Entidemo, Trisimaco, Cábeles y otros muchos sofistas de igual jaez, que habían corrompido la filosofía y causado una horrorosa confusión en las ideas de los atenienses.

108

HISTORIA

CAPÍTULO YIIÍ. DE SÓCRATES Y D E SU ESCUELA.

ÓGRATES, hijo de Sofronisco, escultor, nació en Atenas en el año 470 antes de Jesucristo. Su madre era partera. Durante algún tiempo siguió la profesión de su padre, mas después, animado por un rico ateniense, se dedicó al estudio de la filosofía. Prodico , Ataxanágoras, Arquelao y otros muchos filósofos de diferentes escuelas, fueron sus maestros. Bajo su enseñanza y dirección, manifestó un entendimiento exacto, grave y aplicado, é hizo grandes progresos. La íilosofía de la escuela jónica, que consistía p r i n cipalmente en esplicar la naturaleza física y el origen del mondo, le inspiró poca estimación: los sofistas, que disputaban sin cesar y no se convenían jamás, solo escitaron su desprecio. Viendo la inutilidad de tan vanas investigaciones y el abuso de estas interminables disputas, se afligía de que estuviese la filosofía tan degradada. Con el designio de reformarla, dirigió su atención hác'a lo que podia hacer á los hombres mejores, y fundó la filosofía moral entre los griegos. Como Anaxagóras, demostró, por el admirable órden del universo, la existencia de una causa suprema, i n t e l i gente, eterna é inmutable, que todo lo ha hecho, que todo lo conserva, que tiene un cuidado particular de los hombres y de todo lo que los concierne; esta causa es de tal manera infinita, que por un solo acto, todo-lo v é , entiende y gobierna. l i é aquí una idea muy natural de Dios. Atendiendo á que en todos los países del mundo se miran ciertas acciones como buenas y otras como malas, concluía de aquí que el mismo Dios ha grabado unas leyes

DE LA FILOSOFÍA.

109

morales en el fondo dé nuestros corazones , y que el bien difiere esencialmente del mal. Por esta luz interior, que nos hace discernir el bien del mal, y por este convenio de los pueblos sobre los principios de moral, probaba la existencia de una vida futura, donde nos espera, después de la muerte, un destino en relación á la cualidad de nuestras obras personales. Por consiguiente reconocia la distinción del alma de con el cuerpo y su inmortalidad. Las almas humanas, según é l , participan de la divinidad por los escelentes dones que de ella reciben; de donde se sigue que los hombres son como unos dioses en medio de los seres que los rodean. A d m i t i a , entre Dios y nosotros, un orden intermediario de espíritus, perfectos, encargados de la custodia de los hombres y del gobierno de las diversas partes del mundo; llamaba dioses á estas sublimes inteligencias, á causa de su elevación, de sus luces, de su poder, y aconsejaba el uso de la divinacion como un medio de ponernos en relación con ellas, de preguntarlas, y de saber de ellas los secretos de la naturaleza ó los sucesos futuros. Decia frecuentemente que, desde su infancia, le acompañaba sin cesar un ge*nio de esta naturaleza, le i n s truía , le guiaba y advertía de las cosas futuras, de lo que él y sus amigos debían hacer ó evitar. Sobre la fé de un Dios presente en todas partes, y sobre la certeza de otra vida después de esta , estableció su código de moral, cuyos artículos principales son los siguientes: 1.0 L a felicidad sobre la tierra no consiste en los goces de los bienes y de los placeres, sino en la posesión de la sabiduría. 2.° Hacer el bien que está prescrito, evitar el mal que se conoce, este es el primer principio de la sabiduría: a la sabiduría se refieren, la bondad, la justicia y todas las virtudes.

110 HISTORU S.0 E l que es justo, sábio, virtuoso, y no tiene falta alguna de que acusarse, es feliz: la sabiduría adorna y embellece el alma; el vicio la desfigura. 4 . ° E l verdadero medio de adquirir la sabiduría es reílexion:ir7 entrar en su corazón, y conocerse á sí mismo. Habia hecho en Sócrates una viva impresión la célebre máxima inscrita sobre la fachada del templo de Belfos; Conócete á t i mismo ; la prescribía sin cesar á sus discípulos. Decía también frecuenteinente, que no sabia mas que una cosa, y era: que no sabia nada; no que dudase de todo, se conviene en ello; sino en oposición á los sofistas, que pretendian saberlo todo , esplicarlo todo, y no se ponían de acuerdo sobre nada. 5. ° Según su enseñanza, se debía suplicar á los d i o ses, ofrecerles sacrificios, y honrarlos según el rito del lugar donde se está, y no de otra manera; se debía hacer principalmente lo que mandan, porque este es el culto que les es mas agradable. 6. ° Las leyes que nos conducen á honrar á los dioses, á amar á nuestros padres , á reconocer nuestros bienhechores, son divinas, puesto que no son los hombres sus autores, puesto que están grabadas en nuestros corazones y no pueden proceder sino del señor de la naturaleza. 7. ° E n virtud á ) estas leyes que estudiaba Sócrates en sí mismo, y de la luz interior por la cual su entendimiento eminente estaba iluminado, proclamaba como regla de conducta unas máximas llenas de sabiduría, que han causado la admiración de todos los siglos^ por ejemplo; la avaricia y la prodigalidad son igualmente condenables; nada hay mas precioso que un amigo sabio y virtuoso; debemos hacernos superiores á las adversidades y al temor de la muerte; vale mas morir con honor que vivir en la infamia; es de temer la'incontinencia, es necesario huir sus ocasiones ; los sensuales viven para comer; los sabios comen para vivir ; la virtud se encuentra siempre en un justo medio, á igual distancia de lo mucho y de lo poco;

DE LA FILOSOFÍA.

111

el medio de obtener la gloria, es ser hombre de bien, sin tratar de parecerlo: un hombre de bien es aquel cuya palabra vale un juramento. 8. ° Daba escelentes reglas para la conducta d o m é s tica y el gobierno de la familia; para la unión de los esposos y el mantenimiento de la buena armonía entre ellos. Deciaxjue en las miras de D i o s , estaba la mujer destinada a los cuidados domésticos y el marido á los negocios esteriores; que ambos debian poner en común lo que tuviesen, cumplir fielmente sus deberes respectivos, amarse y sufrirse recíprocamente. E l carácter áspero de Jan tipa, su mujer, ejercitó bruscamente su paciencia, pero no le hizo faltar á la moderación que prescribía. Para conservar la perfecta libertad del alma que comunica la virtud, quería que se reprimiese severamente la pereza, la indolencia, la flojedad, la negligencia, la ambición, la voluptuosidad, el amor al juego , las conversaciones inútiles, en una palabra, toda pasión desarreglada. 9. ° E n política enseñaba: 1.° que no son tantos reyes los que elevados al trono por elección, azar, fraude ó violencia, empuñan el cetro, como los que poseen el arte de gobernar; 2.° que aquel es rey, cuyos vasallos le obedecen por afecto, y que aquel que reina por el temor es un tirano; 5.° que el deber de un buen ciudadano es cooperar á la felicidad de la república en tiempo de paz y hacerla victoriosa en tiempos de guerra, reconciliarla con sus enemigos si puede , apaciguar á los sediciosos en tiempo de turbulencias; 4.° que la ley no ha sido formada para los buenos, sino para los malos; 5.° que es müy fuerte una ciudad, cuando no encierra mas que buenos ciudadanos; 6.° que está bien construida, si tiene magistrados unidos entre s í , premios para los buenos, y castigo para los culpables, etc. Tal era en sustancia la doctrina moral de Sócrates, según que podemos conocerla, no por sus escritos, puesto que no los ha dejado, sino por sus discípulos, y especialmente por el célebre Jenofonte, del cual tenemos h Apo-

112

HISTORIA

logia de Sócrates, dichos memorables de Sócrates, y el Banquete: se encuentra en estas obras casi lo mismo que acabamos de decir. F u é Sócrates calumniado indignamente, ultrajado y silbado públicamente en el teatro, en una comedia de Aristófanes 5 se le acusó ante el Areópago como impío, porque no hablaba de los dioses vulgares con bastante respeto, aunque los reconoció en un rango inferior, y quiso que seles sacrificase. Condenado á muerte, bebió la cicuta y murió á la edad de setenta años. L o que se ha dicho de su bigamia y de su amor infame hacia el jóven Alcibiades, su discípulo, es considerado generalmente como falso, calumnioso, y se halla desmentido por su doctrin), por su vida, y en fin por el silen•cio de muchos autores que deberían haber hablada de ello. Ademas de Jenofonte y Alcibiades, sus principales discípulos, fueron: Gritón, este rico Ateniense, que se había determinado á dejar la escultura por la filosofía, le permaneció le asistió en su fin cruel. S i m ó n , curtidor, con el cual filosofaba frecuentemente; Esquines, que luchó toda su vida contra la miseria; Glauco y Simias. Todos compusieron diálogos filosóficos y otras muchas obras que no han llegado á nosotros. Pertenecía también á esta escuela Cebes de Tebas , autor , á lo que se cree, de una obra que tenemos bajo el nombre de Tabla de Cebes y de otras muchas que se han perdido. A los principios de Sócrates, unia Cebes ideas bebidas manifieslamente en la escuela pitagórica.

fiely

CAPÍTULO I X . DE LAS SECTAS FORMADAS POR LOS DISCÍPULOS DE SÓCRATES.

Los discípulos de este grande hombre, indignados del injusto tratamiento que los atenienses le habían hecho sufrir, se dispersaron, y modificando la doctrina de &ii

DE

L A FILOSOFÍA.

'

115

maestro en diferentes maneras, formaron escuelas particulares , entre las cuales se distingue la cirenáica, la cínica, la megárica y la elíaca. BE

L A ESCUELA

CIRENAICA.

Aristipo, nacido en la opulenta Girene, en Africa, habiendo oído hablar de Sócrates, fué á buscarle á Atenas para aprovecharse de sus lecciones : empero infiel á las bellas máximas de su maestro, se entregó desmedidamente á la crápula y á las voluptuosidades groseras de la carne. Para justiGcar esta conducta, preíendia: 4.° que, en la vida moral, todo descansa sobre el placer y el dolor; 2.° que esta doble afección del alma es la única regla que tenemos para discernir lo verdadero de lo falso; 5.a que estando presentes y siendo propias á cada persona estas afecciones, jamás nos engañan; 4.° que el fin del hombre y su felicidad suprema consisten en el placer; que este placer es un movimiento delicioso que afecta á la vez al espíritu y al cuerpo; 5.° que es lícito buscar este placer, aun en las acciones reputadas vergonzosas; 6.° que ios goces del cuerpo son superiores á los del alma; 7.° que la naturaleza aborrece el dolor y ansia el placer con ardor; 8.° que la virtud no tiene otro premio mas que el placer que nos procura; 9.° que no existe nacía esencialmente bueno n i malo, sino solamente por la costumbre y la l e y ; sin e m bargo que el honrado no huye el mal sino á fin de evitar los peligros á que estaría espuesio. Con semejante doctrina, se concibe fácilmente que este singular filósofo no se ocupase de Dios ni de la vida futura: entregado á los placeres actuales, despreció las ciencias físicas y ma tema ticas, pretendiendo no haber en ellas mas que oscuridad, duda é incertidumbre. Tuvo muchas veces vivos altercados con Sócrates, que no podía tolerar esta moral depravada: queriendo evitar las reconvenciones que recibía, pasó una parte de su vida en Egina, y allí se cnconlraba cuando murió su TOMO I .

8

114 HISTORIA maestro. Después de diferentes viajes á Sicilia, en los cuales fué admitido en la corte de Dionisioj el Tirano, volvió á Gircne, y continuó enseñando su perniciosa doctrina. A r e t é a , su hija,, fué del número de sus discípulos; y formó ella misma, en esta voluptuosa filosofía, á su hijo Aristipo el jóven, apellidado por esto Métrodidactos (enseñado por su madre). Entre los demás discípulos de esta escuela, se distingue especialmente Hégesias, que todo lo atribuía al egoísmo; Aniceris, que conservaba alguna estimación á los sentimientos generosos; Teodoro, titulado el A t e o , que fué desterrado de Cirene, y hubiera sido castigado de muerte en Atenas por su impiedad, si no hubiese hallado el medio de escaparse con el auxilio de Demetrio Falero; Evemero y Biori de Boristenes, que fueron acusados también de ateísmo. DE

LA ESCUELA

GÍNÍGA.

A n ü s t e n e s , otro discípulo de Sócrates, encareciendo, al contrario, la doctrina de su maestro, hizo profesión de despreciar todas las ciencias, escepto la de la moral, á la cual se dedicó absolutamente. No con ten laudóse con enseñarla en su pureza, tal como la había aprendido, afectó practicarla, y la enseñó con una rigidez que llegaba hasta el esceso. Por espíritu de singularidad, vendió todo lo que tenia, y no reservó mas que una capa desgarrada, lo que dió á Sócrates lugar á decirle: Veo tu vanidad por

los agujeros de tu capa. Hacia consistir la felicidad en la v i r t u d , la virtud en la sabiduría; y decía que el sabio se bastaba á sí mismo. La mucha libertad con que reprendía á los hombres viciosos, de cualquier rango que fuesen, fué la causa de que se le llamase, y á sus discípulos,, cínicos, de la palabra í í m i n , que significa perro, porque, semejante á los perros vigilantes, aullaban y gritaban estos hombres sin cesar contra los vicios.

D E L A FILOSOFÍA.

115

Como Sócrates, admitía Antistenes dioses vulgares, y reconocía un solo Dios supremo ( 1 ) . E l alma, decía, paga demasiado caro la mansión que hace en la prisión de su cuerpo. Por esta razón creía permitido el suicidio. E l mas célebre de los cínicos, por su entendimiento, carácter y singularidades, fué Díógenes. Nacido en Sinope, ciudad del Ponto, vino Diógenes á Atenas á seguir las lecciones de Antistenes. A su vuelta, enseñó en esta ciudad, pero no escribió. Se limitaba su filosofía á recomendar la virtud de una manera general, á afectaruna grande austeridad, á reprender y despreciar á los demás. Una capa remendada, un b a s t ó n , una alforja y una escudilla constituian todo su equipaje. Se pretende que se alojaba en un tonel, A. caso se acostase allí algunas veces, mas no tenia mansión fija. Pidiendo limosna á los pasajeros, vivia de lo que se le daba, y embozándose en su capa, se acostaba donde le cogía la noche. A l través de esta abnegación y de estas austeridades esteriores se traslucía un orgullo mal disfrazado. A s í este bizarro filósofo, que intentaba conculcar á todo el mundo, no ha reunido para sí, en vez de los aplausos que buscaba, mas que el desprecio de los siglos. Se le ha acusado también de vergonzosos desórdenes, de los cuales quieren justificarle algunos modernos. Después de su muerte, que tuvo lugar el mismo año que la de Alejandro el Grande, trescientos veinte y tres años antes de Jesucristo, se colocó sobre su sepulcro |un perro de mármol de Paros, como símbolo de su profesión de cínico. Sus principales discípulos fueron, Onesicrito, M ó n i m o , Grates é 11 ¡parquia, su mujer, Metrocles, Menedem o , Menipo, etc.

(I)

Cicerón, de la naturaleza de los dioses, 1. I , núm. 32.

116

HISTORIA

Esta escuela, si, propiamente hablando, era t a l , se degradó y envileció cada vez mas. Los que pertenecian á ella, unian á la causticidad de sus palabras y á la singularidad de su vida, vicios groseros que nada bastaba á escusar. Cayeron entonces en tal descrédito, principalmente entre los romanos, que desde esta época, el nombre de eínico ha sido tomado siempre en mal sentido. DE LA ESCUELA MEGÁRICA.

Euclides de Megara, distinto del famoso matemático, natural también de Megara, pero posterior, habia bebido desde luego el gusto de la filosofía en los escritos de Parmenides y de algunos pitagóricos. Adhiriéndose enseguida á Sócrates, manifestó tal ardor en aprovechar sus lecciones, que durante la guerra entre los Megarios y los Atenienses, no pudiendo presentarse públicamente en Atenas, se disfrazaba de mujer y andaba diez leguas para ir á oír á este filósofo por la noche. Después de la muerte de su maestro, se fijó en M e gara, su patria, y llego á ser jefe de una escuela, que fué llamada megárica. F u é llamada también esta escuela erística, porque se ocupaba mucho mas de disputar que de investigar la verdad. Retenia Euclides la doctrina de Sócrates sobre la moral; mas, para esplicarla, se servia de fórmulas oscuras y frecuentemente inintelegibles; por ejemplo, decía que no había otro bien mas que lo que es uno y semejante, lo que existe siempre, y lo que es lo mismo. Q u é sucedió también? A l método sencillo, grave y lucido que empleaba Sócrates con tanto éxito , sustituyó vanas sutilezas é incurrió en miserables necedades. Eubolides, su sucesor, inventó los siete sofismas, que se encuentran en muchos autores escolásticos, bajo los nombres siguientes: Menliens, OccuMus, Eíectra, V e latas, Sorites, Cornutus, Catvus. Para dar una idea de estos, hé aquí el sentido del primero: Si enunciando

DE LA FILOSOFÍA.

117

la verdad decís miento, mentís realmente: pero diciendo miento , enunciáis una verdad; luego mentís diciendo la verdad. Diógenes Laercio, asegura que Crisipo, el estoico, compuso seis libros sobre este solo sofisma. A t e nao y Suidas refieren que Piletas, de Coos, I r a bajó de tal manera para resolverlo, que murió de pesadumbre (1). Esceptuando el Sorites, los demás son de poca i m portancia y no merecen ser espuestos aquí. Los mas célebres filósofos de la escuela megárica, después de Euclides y Eubolides ? son: Alexino, gran argumentador, que quiso fundar una nueva secta en Olimpia y no pudo conseguido; Diodoro, titulado C i ó nos, famoso por sus sutilezas; Stilpon, mas famoso t o davía. Este rechazaba las ideas generales, y sostenía que no podemos conocer nada sino por intuición. Acusado de impiedad hacia los dioses fué arrojado de Atenas por decisión del Areópago. Habían compuesto estos filósofos diferentes obras que se han perdido. DE L A ESCUELA ELIACA Y ERÉTRICA.

Foedon, uno de los discípulos mas queridos de S ó crates , retuvo fielmente la doctrina de su maestro , sin hacer en ella alteración alguna que nos sea conocida. Sin embargo llevó su escuela el nombre de Elea, ciudad del Peloponeso, porque nació y enseñó allí. Tuvo por sucesor á Plistano, del cual nada mas sabemos; después á Menedemo, que trasladó esta escuela á Eretria , ciudad de Eubea , su patria. De aquí recibió esta escuela un nuevo nombre y fué llamada e r é trica.

(1)

Bruker, tomo I?pág. 614.

tí8

IIÍSTORIA

CAPÍTULO X . B E PLATON Y DE LA ACADEMIA.

LATÓN, natural de Atenas, da una familia distinguida ? el año 429 antes de Jesucristo, se dedicó al estudio de la gramática, de la pintura, de la música y de la poesía, A íos 20 a ñ o s , se unió á Sócrates, siguió sus lecciones con asiduidad por espacio de ocho años, y fué, sin conIradiccion, el mas ilustre de sos discípulos. Después de la muerte de S ó c r a t e s , se retiró á l l e g a ra con Euclides, estudió bajo su dirección la dialéctica y pasó á la Grande Grecia, para oir allí á los pitagóricos. Visitó el Egipto, consultó á los sacerdotes, depositarios de la ciencia en este pais, é hizo muchos viajes á Sicilia. Se presentó dos veces ante Dionisio el Tirano, y habiéndole ofendido por sus máximas contra la tiranía^ solo debió su libertad á las súplicas de Dinn. Yuelto á Atenas, comenzó un curso público de filosofía, en un jardin plantado de árboles y muy agradable, situado á 750 pasos de la ciudad; pertenecía este jardin á un tal Academo ó Hecaderno, de donde ha venido el nombre de academia, dado á esta escuela. De aquí procede también nuestra costumbre de llamar academias á las reuniones de hombres sabios, á ciertas escuelas célebres, y á los ramos de administración del cuerpo docente, tai como está ahora constituido. Por sus maneras naturales y graciosas, se concillaba Platón la benevolencia de sus oyentes, los atraía en masa y tuvo un éxito prodigioso. Todo el mundo admiraba su elocuencia y facilidad: su lenguaje era tan puro y escogido, que se acostumbraba á decir que si Júpiter hablase griego, no hablaría mejor. Se le apellidó la abeja ática, á causa de su gusto y elegancia. Gomo respiran sus escritos una moral pura, dulce y sublime, se le ha dado también ol epíteto de divino.

DE LA FILOSOFÍA. 119 La mayor parte de sus obras han llegado á nosotros eu su integridad. Escepto trece cartas, en las que da cuenta de lo que pasó entra Dionisio el Tirano y él , el resto está en forma de diálogos, en número de 55. S ó crates, que hace allí casi siempre el principal personaje, enseña su moral y la sosti ne con buenos raciocinios. Sin embargo le presta Platón frecuentemente pensamientos y espresiones tomadas visiblemente de las escuelas pitagóricas ó eleáticas. Q u é es lo que piensa de seguro? Es muy difícil saberlo: pues haciendo aparecer interlocutores, á quienes presta un lenguaje conforme á su situación respectiva, no muestra sino indirectamente sus propias o p i niones. Por otra parte tenia una doble doctrina que había bebido é n t r e l o s pitagóricos; ó mas verosímilmente, entre los egipcios ; la una esterior y pública; la otra oculta, y destinada á solo los iniciados. E n orden á la forma, sus diálogos son obras maestras de íinura y de gusto: los personajes guardan admirablemente el rango y el tono que exigen las circunstancias. En cuanto al fondo, no sucede lo mismo: la mayor parte de sus diálogos no están terminados. Frecuentemente e l sentido es vago, enredado y suspenso. Los sabios creen percibir allí indicios de la doctrina secreta que jamás se enseñaba sino de viva voz, y con las precauciones necesarias, para que de este modo no llegase sino á ios que se juzgaba dignos de ella. E l objeto de esta doctrina, según la apariencia, era la unidad de Dios, y por consiguiente, la vanidad de las supersticiones vulgares. E l destino á que condujo tal doctrina á Anaxágoras y á Sócrates, impuso á Platón una ley de circunspección, á fin de no esponerse á los mismos rigores. Acaso pensase también como los sacerdotes egipcios , y como la mayor parte de los orientales, que el pueblo ignorante no era capaz de comprender estas sublimes verdades, y por lo tanto valia mas ocultárselas»

120

HISTORIA

Se encuentra en estos diálogos un gran número de ideas de Pitágoras, de ileráclito y de Sócrates. En medio de esta confusión, ¿cómo separarlo que pertenece á P l a t ó n ? esto no es fácil. Este filósofo manifiesta, ademas, cierta inclinación á confundir, por una especie de sincretismo, todos los sistemas anteriores á él. Aunque asi sea, he aquí un análisis sucinto de su doctrina, según que nos es dado juzgarla aproximando y comparando unos con otros los diferentes lugares en que se encuentra. Se puede dividirla, para mayor claridad, en tres partes': la dialéctica, ia teórica y la práctica» DE L A DIALÉCTICA.

La dialéctica ó la lógica, tal como la entiende, es el arte de dividir, de definir, de discurrir y de sacar i n ducciones.7 \ La regla de la verdad se encuentra en el alma y no en los sentidos. Ahora bien; las operaciones del alma tienen por objeto las cosas simples, uniformes, invariables, que son percibidas inmediatamente, ó hs cosas materiales y físicas,cuyo conocimiento no nos viene sino por conducto de los sentidos. Las cosas del primer orden pueden conocerse con certeza, y forman el objeto de la ciencia; las del segundo orden , son demasiado agitadas é inconstantes para ser bien apreciadas; no se las puede conocer mas qué por conjetura, y constituyen el dominio de la opinión. La sensación es una afección d e l alma, transmitida por los órganos del cuerpo: cuando esta afección es bastante fuerte para perseverar después de la conmoción de los sentidos, se llama memoria.. L a unión déla merrmria y de una sensación actual, forma una opinión verdadera; su divergencia constituye la opinión falsa. E l alma es pues como una plancha de cera sobre la cual se imprimen los objetos esteriores por conducto de los sentidos»

DE LA FILOSOFÍA. 121 E l pensamiento es el comercio del alma consigo misma; la palabra es su espresion. L a percepción es un acto del entendimiento, que se ejerce sóbrelos objetos inteligibles, contemplándolos. Se divide la percepción en dos clases ; la una que precede á la unión del alma con el cuerpo , y la otra que la sigue: esta última se llama conocimiento natural. La percepción que versa sobre los objetos puramente inteligibles, es la reminiscencia de lo que ha existido en el alma. Existen en nosotros unas nociones generales que no nos vienen por los sentidos: no nacen espontáneamente; no las formamos, sino que las encontramos en nosotros cuando las necesitamos/Las poseía pues nuestra alma antes de estar unida á su cuerpo. Son, por consiguiente ? unas nociones innatas que se adormecen, y que despiertan después por la reminiscencia. Difiere la memoria de la reminiscencia en que se ejercita sobre los objetos sensibles. Los objetos inteligibles pueden considerarse en sí mismos ó en las sustancias materiales cuyos tipos son: considerados en sí mismos, son eternos é inmutables; el e n tendimiento juzga de ellos por la razón que produce la ciencia. Mirados en la realidad física, pueden ser tomados también ó en abstracto, como la blancura, ó en concreto, como un muro blanco. E n uno y otro caso juzgan de ellos los sentidos; pero no pueden elevarnos mas allá de la o p i nión. Pronuncia la r a z ó n , especulativamente sobre lo verdadero y sobre lo falso, por las ideas invariables; en la práctica, discierne lo que conviene de lo que no conviene, por la noción innata en nosotros de lo bueno y de lo bello. Para proceder, en dialéctica, con método y seguridad, es necesario prestar atención á la naturaleza de cada cosa y á sus accidentes. L a naturaleza es invariable 5 los accidentes carecen de fijeza. Bajo la primera relación, se usa de la definición, de la división, y del análisis: bajo la segunda , de la inducción y del raciocinio.

122 HISTORIA Después de escelentes reflexiones sobre la definición, la división y el análisis, describe igualrnenle el autor, en dos diálogos, el peligro délos falsos raciocinios, el arte y las astucias de los sofistas: recomienda en otro diálogo que debe fijarse sencillamente el sentido de las palabras de que se quiere servir, á fin de prevenir, en lo posible, toda mala inteligencia.

DE LA TEÓRICA. Esta parte de la filosofía de Platón contiene lo que pensaba respecto á la cosmología,la metafísica, las matemáticas y la física. 1.0 COSMOLOGÍA. E n su Timeo, diálogo que versa sobre la naturaleza del mundo, asienta Platón el conocido principio de los antiguos, el cual repite frecuentemente: Nada se hace de nada. De este principio admitido como evidente y sin prueba, concluye que existen dos causas eternas, infinitasé independientes: una activa, que todo lo ha hecho, y otra pasiva, de la cual ha sido formado todo. L a primera es inteligente, sábia, libre, y perfecta en todo g é n e r o ; la segunda es el caos inmenso, turbado, agitado en todo sentido, y no presentando masque desorden. U é aquí á Dios y la materia. Habiendo concebido Dios libremente el designio de formar el mundo, sirviéndose de la materia existente obró sobre ella,, la coordinó lo mejor que pudo, é hizo de ella todo el universo que vemos: mas habiéndose mostrado la m a teria frecuentemente rebelde á la operación divina , ha quedado la obra imperfecta en muchos puntos. Este mal no proviene de Dios y no puede serle imputado. Dios es pues la causa inteligente, activa y libre de todas las cosas espirituales y temporales existentes, la fuente de las perfecciones que hay en ellas, el padre y el arquitecto del mundo. Difícilmente se le puede conocer bien; y mas difícil es todavía darle á conocer claramente,tan grande é inaccesible se nos presenta.

D E L A FILOSOFÍA.

125

Sin embargo, el orden admirable que reina en eí mundo no permite, á los que reflexionan, negar que sea todo e l efecto de una causa eterna, única, infinita, libre y omnipotente ; que presida y gobierne esta causa todo lo que existe. H é a q u í , sin duda, ideas muy bellas de la Divinidad: mas cómo conciliarias con una materia rebelde, con unas imperfecciones que no pueden impedir los esfuerzos d i v i nos? 2.° METAFÍSICA ; E n la razón suprema de Dios se hallan las ideas eternas, subsistentes por sí mismas, necesarias, invariables, arquetipos de todas las cosas existentes, futuras y aun posibles. Este principio, aunque tomado sustancialmenle de los pitagóricos, es el carácter distintivo de la filosofía de Platón. Sin embargo no comprendemos cuál es la naturaleza de estas ideas subsistentes por sí mismas. Habiendo formado Dios el mundo, le dió para animarle, dirigirle y gobernarle , un alma que sacó de su sustancia por emanación. E l universo es pues un inmenso animal; los diferentes cuerpos son los miembros de este animal, y el alma universal le dá la vida. Esta alma, buena primitivamente, ha sido vaciada por su contacto con la materia. Tiene dos partes; una siempre pura que dirige lo bueno; otra colmada de vicios de la materia, preside al m a l , le ama, le busca y le p r o duce según que puede. Convienen los sabios en que es muy oscura esta teoría en las obras de Platón. Mas es indudable que este grande filósofo daba al mundo físico un alma universal de origen divino, que animaba al universo, y no formaba de él mas que un todo. Compuesto asi el mundo podia pues ser considerado, en cierto modo, como el hijo de Dios. Las mas nobles partes, tales como la tierra, el cielo, y los astros, eran pues dioses, puesto que el alma universal fijaba en ellos su principal residencia. Sin embargo no existiendo estos dioses de segundo orden sino por

124 HISTORIA emanación, nada tenían por sí mismos y nada podían sino en virtud de las facultades que les habían sido comunicadas. Desde entonces, no participando de la eternidad no podían ser, á los ojos de un entendimiento exacto y penetrante, mas que criaturas y nada mas. Vemos por esto lo que Platón, conformándose esteriormente con las ideas del vulgo, debía enseñar, en secreto, cuando no tenia miedo de ser acusado y condenado como impío. Admitiendo unos demonios ó espíritus esparcidos por todo el universo, les asignaba funciones especiales que llenar; pero apenas se comprende lo que dice sobre esto. Las almas humanas emanadas del alma del mundo, son buenas ó malas, según que participan de la parte sana ó de la viciada del alma del mundo. Han sido producidas todas desde el principio y colocadas en los astros: forman parte del mundo inteligible, es decir, de las ideas eternas, y están sometidas al destino. E l destino las hace Caer sucesivamente en los cuerpos, y las une á la materia. A la muerte, si son puras, suben á los astros para ser allí felices. Si no son puras, pasan á otros cuerpos, mas ó menos innobles, para purificarse en ellos antes de volver al centro de donde han salido. Hay en el hombre tres principios: uno de inteligencia, que está en la cabeza: otro de cólera, que está en el pecho ;• y el tercero de concupiscencia y de inclinaciones bajas, que reside en la región gástrica. Son estos tres almas ó tres facultades del alma misma? Es bastante oscuro. Cualquiera que sea la opinión que se adopte, quedará siempre en las espresiones del gran filósofo una oscuridad impenetrable acerca de este objeto. Se burla Cicerón de esta distinción. (1) 5.° MATEMÁTICAS T Física. Recomienda Platón el estudio de la aritmética, de la geometría y de la astrono-

(1)

Quest. Tuscul., 1.1., n. 19 y siguientes.

DE LA FILOSOFÍA.

1 .22 55

mía, como medio de obtener nociones generales, de contemplar los objetos intelectuales y de elevarse hasta la suprema inteligencia, manantial eterno de todo lo que existe. L o poco que hallamos en sus escritos sobre la física, nos dá á conocer bastante que no era muy hábil en ella. Siendo el mundo para él un grande animal vivo, no veia en los objetos físicos mas que los miembros de este a n i mal. Haciendo derivar el movimiento ? cuya existencia no puede dudarse, del alma del mundo, y primitivamente de la inteligencia suprema, sostenía que este movimiento, considerado en su generalidad. era único y formado de siete movimientos diferentes. Queriendo Dios formar el tiempo y dar reglas para medirle, creó el s o l , la luna , y las siete estrellas que se llaman errantes. A cada uno de estos cuerpos imprimió un movimiento peculiar. De la armonía de estos cuerpos resultó el movimiento general. La tierra, unida al polo en toda su estension, es la reguladora invariable de los días y de las noches. Se la debe considerar como el mas antiguo de los dioses engendrados. Los animales de que está poblada han sido formados por los dioses inferiores; obraban estos dioses en virtud del poder que tienen de la causa primera. E l mundo no se deteriorará ni perecerá jamás. Dios, soberanamente bueno y perfecto, le ha producido para que dure eternamente tal como es. Debe pasar sin embargo por ciertos períodos que dirige el alma universal, como gobierna los sucesos ordinarios.

BE LA PRACTICA. Debemos entender por filosofía práctica de Platón, la moral y la política. I.0 MORAL. Partía Sócrates del sentimiento moral que existe en nosotros. Piemontándose Platón á la misma naturaleza de Dios, deriva de ella la obligación que nos

126

IÍSTORIÁ

«stá impuesta de hacer el bien y huir el mal. Dios es nuestro principio, puesto que procedemos de é l : es también nuestro fin. En é l , pues, consiste nuestra felicidad. Nos prescribe Dios obrar de una manera digna de él: la regla general de nuestra conducta moral, es pues i m i tarle , ó procurar por nuestros esfuerzos hacernos semejantes á él. E l bien moral tiene su principio fundamental en las ideas eternas é invariables, como los objetos físicos tienen su tipo en las mismas: se sigue de aquí que el bien supremo del hombre se halla en el conocimiento de este bien primitivo: ninguna cosa, pues, puede ser buena, sino en virtud de la relación que tiene con este bien «sencial. L o que no es honesto n i ú t i l , jamás puede ser bien: lo que consideran los hombres como bien, no puede serlo sino en cuanto está unido á la virtud. L a virtud merece ser buscada por sí misma; los que la poseen son siempre felices, aun en las calamidades y opresiones; los viciosos, al contrario, son desgraciados hasta en las prosperidades mas brillantes. Corresponden tres virtudes principales á las tres partes del alma: la prudencia, á la parte racional; la fuerza, á la parte irascible; la templanza, á la parte inferior. L a justicia las r e ú n e , las coordina y mantiene en sus respectivas funciones. E l hombre es justo, si impera la razón y es fielmente obedecida ; empero no llega á este grado de una vez. E i alma, encerrada en la prisión del cuerpo, necesita ser instruida, formada, dirigida, y desprenderse de los objetos materiales^ no se eleva á la contemplación de las cosas i n teligibles sino después de largas pruebas. E l hombre debe, pues, subyugar sus inclinaciones groseras por una a p l i cación laboriosa á la lectura de la filosofía. La virtud es una afección del alma, que hace al hombre constante en sus acciones y palabras. Salen del fondo mismo de nuestra naturaleza dos mo-

DE LA FILOSOFÍA.

127

vimientos que conmueven al alma en opuesto sentido, el placer y el dolor; y son los elementos de que se forman todas las afecciones de la vida. E l placeres sensual ó espiritual, según que se refiera al cuerpo ó al alma. L a amistad es una reciprocidad de afección: el amor se deriva de ella; es honesto, deshonesto, ó intermediario, según la parte del alma á que se refiera. Estos principios, diseminados en diferentes obras, están mezclados muy frecuentemente con juegos de palabras, de sutilezas, de difusiones empalagosas y difíciles de comprender con exactitud. 2.° POLÍTICA. L a doctrina de Platón acerca de esto se encuentra especialmente en su Tratado de las Leyes, ó en sus doce libros De la República. E n su república, que divide en tres órdenes, sobre el modelo de las tres partes atribuidas al alma, distingue Platón los directores, los defensores y los trabajadores: los primeros son la razón de la sociedad; velan en su custodia, la dirigen y gobiernan; los segundos la defienden, en caso de necesidad, por medio de las armas; y los otros la fomentan con sus trabajos. Para que una sociedad esté bien organizada, quiere que todo sea común en ella, los bienes y las personas. Distingue cinco formas de gobierno, y los da igualmente el nombre de república ó cosa pública. Estas cinco especies, son: la aristocracia, la lirnocrácia, la democrácia, la oligarquía, y la tiranía. Entiende por esta última, el gobierno de uno solo, y le considera como el peor. N o dice cuál preferiría de las otras cuatro especies. Solamente forma un magnifico cuadro de una república compuesta de magistrados y de ciudadanos ejercitados en la contemplación de las verdades eternas (es decir, de las ideas sustanciales ó del mundo intelectual, al cual todo lo a t r i buye), y practicándolas virtudes que recomienda una sabia filosofía. £1 género humano no será feliz sino cuando los

128

HISTORIA

filósofos gobiernen, ó cuando los gobernantes se hagan filósofos. llernontándose al origen de todo poder y obligación, deriva (Je la voluntad suprema la autoridad de las leyes: el primer objeto de estas es hacer servir á Dios y honrar á los padres. A lo que decia de bien y de justo, mezclaba Platón muchas aserciones, incoherentes ó viciosas.,Su repúbiica, á pesar de las bellas máximas que esparcia, no ha sido nunca posible mas que sobre el papel. Murió de repente este ilustre filósofo á la edad de ochenta y un a ñ o s , en medio de un festin nupcial, trescientos cuarenta y ocho años antes de Jesucristo. Sus libros y su doctrina han tenido un prodigioso número de comentadores. A mitades del siglo I V se contaban ya sesenta y cinco, según un sabio autor; después se han encontrado otros muchos. Las obras completas de Platón han sido traducidas en francés y publicadas por M . Cousin en 12 volúmenes en 8.°

ADVERTENCIA. Se encuentran en los escritos de P l a t ó n , entre graves errores y ficciones empalagosas, pensamientos sublimes y verdades espresadas claramente sobre Dios, sobre la formación del mundo, sobre la providencia, sobre la dignidad del hombre, y sobre las regias de conducta que debemos seguir. Muchos cristianos han hablado de él con admiración , los padres de la Iglesia, principalmente los padres griegos, en especial S. Justino, S. Clemente de Alejandría, y Orígenes, le han alabado bajo muchos aspectos, condenándolo bajo otros. Pretenden estos autores al mismo tiempo, que no han inventado Platón ni los demás filósofos griegos lo bueno que dicen en orden á las verdades morales y religiosas, sino que lo han bebido en los libros hebreos, en sus relaciones mediatas ó inmediatas eon los judíos dispersos por todas partes desde la destruc-

DE LA FILOSOFÍA.

129

clon de Jerusalen por Nabucodonosor, quinientos ochenta y ocho años antes de Jesucristo, y en las tradiciones de los pueblos orientales que iban á visitar casi todos. Mezclaban estos filósofos sus bizarras concepciones con nociones mal comprendidas y con restos de verdades reunidas inexactamente. De aquí los numerosos sistemas, elaborados trabajosamente, donde se ven algunos rayos de luz envueltos entre tan espesas tinieblas. Considerando lo que ha dicho P l a t ó n , al hablar de la naturaleza de Dios y del origen del mundo, muchos sabios han creído ver que este filósofo tenia una idea de la T r i nidad cristiana; nada nos autoriza á sacar esta consecuencia. Los tres principios á los que todo lo atribuye, son: Dios, la materia y las ideas sustanciales. Ahora bien: en semejante enunciación, ¿hay alguna cosa que se parezca á un solo Dios en tres personas perfectamente iguales?

PRIMERA ACADEMIA. Los primeros sucesores de Platón fueron: 1.° Espeusipo, que compuso muchos escritos, de los cuales nada ha quedado. Admitía dos reglas de juicio y de verdad ; la una para las cosas sensibles , y la otra para las que son el objeto de la ciencia: 2.° Jenocrates, que reprodujo en gran parte el sistema de Pitágoras: 5.° Polemon, Cratés y Crantor. Todos hicieron profesión de atenerse á la doctrina de su maestro y de no separarse de ella. Sin e m bargo, tenían puntos que les eran propios; mas como conservaban lo esencial que había dicho P l a t ó n , sin quitar nada, se les juzgó continuadores de su escuela. L a continuaron en efecto, con ligeras modificaciones, hasta hacia el año 5 1 5 , antes de Jesucíisto. A esto se ha l l a mado la primera academia, ó la academia antigua. Sufrió después esta academia tales alteraciones, que no podía ya reputarse la misma. De aquí las denominaciones de segunda y de tercera academia. Hablaremos de ellas después. TOMO I. 9

150

HISTORIA

CAPÍTULO X I . DE ARISTÓTELES Y D E L LICEO Ó D E L A ESCUELA D E LOS P E R I PATETICOS.

ÁR . ISTÓTELES

nació el año 584 antes de Jesucristo, en Estagera, ciudad en otro tiempo de Tracia, y reunida á la Macedonia; era hijo de N i c ó m a c o , médico, á quien perdió siendo muy n i ñ o . ¿Cómo pasó los primeros años de su juventud? L o ignoramos, ó al menos no lo sabemos con certeza. A los diez y siete años fué á Atenas, siguió allí las lecciones de Platón por espacio de veinte años, é hizo grandes progresos en el estudio de la filosofía. Se cree que durante ese intervalo dio lecciones públicas de elocuencia en concurrencia con Isócrates, y compuso muchos de sus escritos. Uniendo á un talento distinguido un estremado deseo de instruirse, se procuraba, no perdonando gastos, cuantos libros podia haber á la mano, los leía con avidez y fué el primero, según Estrabon, que poseyó una biblioteca propiamente dicha. Se quiere decir que hubo desavenencia entre Platón y é l ; mas lo que hay en esto de cierto es que Platón no le designó para sucederle en su academia, prefiriendo para este cargo á Espeusipo. Descontento A r i s tóteles de esta preferencia salió de Atenas, se retiró en compañía de Hermias, su antiguo condiscípulo, que ya era soberano de Atarne, ciudad de Misia, y estuvo con él tres años. Habiendo tenido el sentimiento de perderle falleciendo víctima de la perfidia del rey dePersia, huyó á Mitilene. A l año siguiente , Filipo, rey de Macedonia, le llamó para que fuese preceptor de su hijo Alejandro, de e d a d á aquella sazón de quince años. Aristóteles llenó esto en-

DE L A FILOSOFÍA.

151

cargo con celo y.aprovechamiento de su real discípulo, obteniendo de él la confianza, asi como del rey Filipo y de su esposa Olimpia. Viendo que Alejandro, ya rey, preparaba su colosal espedicion de Asia, y no pudiendo resolverse á acompañarle en medio de los combates, le dejó para que desempeñase esta comisión al filósofo Calistenes, su pariente y discípulo y después de ocho años de residencia en la córte se volvió á Atenas. Jenócrates era por entonces jefe de la escuela de Platón en la Academia, y mirando como indigno de sí, después de haber tenido por discípulo al hijo de un gran rey, el guardar silencio , mientras que filósofos de reputación muy inferior á la suya enseñaban públicamente, abrió también Aristóteles su escuela en el Liceo gimnasio, situado cerca de la ciudad. Allí daba sus lecciones , paseándose , ó en el sitio destinado á pasearse, y de aquí ha venido á sus sectarios el nombre de peripatéticos ó paseantes. Asi como Pitágoras, P l a t ó n , y la mayor parte délos antiguos filósofos , Aristóteles tenia una doble doctrina, la una esotérica ó acromática, que enseñaba por la m a ñana á un pequeño número de escogidos discípulos, y la otra exotérica, que desenvolvía públicamente por la tarde en presencia de cuantos querían escucharle. E l éxito que tuvo fué prodigioso, Aulogelio (1) dice que dividió sus obrasen dos clases correspondientes á sus dos especies de doctrinas; pero los sabios no pueden ponerse de acuerdo sobre los escritos que deberían entrar en cada una de esas clases, ni sobre los puntos que constituían la doctrina secreta, reservada á solos los privilegiados. L a envidia que los talentos y aceptación general de Aristóteles, y quizá también los favores con que se veía

(1)

Life. 20, cap. IV.

132

HISTORIA.

distinguido, habian escitado entre sus rivales subalternos, fué contenida por la autoridad de Alejandro durante su vida; mas dejando de existir este príncipe, la i r r i tación desencadenada estalló con violencia. Después de un profesorado público de doce a ñ o s , el célebre filósofo se vió calumniado, perseguido, acusado y amenazado de la suerte qne habia sufrido Sócrates. Aprovechando las sombras de la noche tomó la huida, y se retiró á Calcis, en la isla de Eubea, donde murió dos años después, de edad de sesenta y tres. Su celebridad, sus trabajos y numerosas obras lehan adquirido la denominación de principe de la escuela y se le ha llamado ademas de una manera absoluta, el filósofo. E l ha sido el primero que redujo la ciencia á método, y que hizo tratados particulares sobre cada una de sus partes. No conservamos sino una porción de lo que escribió. Entre todo lo que existe con su nombre, hay unas obras que falsamente se le atribuyen, otras que han sido alteradas, y llegado á ser oscuras, si es que ya no lo eran desde su principio. No obstante se encuentran aún mas obras auténticas que las necesarias para demostrar el genio y fecundidad de su autor. Si en ellas se nota cierta oscuridad é i m perfecciones, esto no debe asombrarnos. Aristóteles no publicó por sí mismo sus obras, se las legó por testamento á Teofrasto, su discípulo. Teofrasto las legó á Neleo, éste vendió una parte de ellas á Tolomeo Filadelfo para la biblioteca de Alejandría, y dejó el resto á sus herederos. Cuantos papeles se colocaron en la citada biblioteca han perecido cuando el incendio de la bella colección que allí se encontraba reunida. Los demás se ocultaron por los herederos de Neleo en un subterráneo, del que no fueron estraidos sino ciento treinta años después, bien deteriorados por cierto, como no podia menos de suceder. De esta porción, sin embargo , es de la que han llegado hasta nosotros ks obras de Aristóteles que al presente existen.

DE LA FILOSOFÍA.

133

No pudlendo hacer aquí el análisis de estas diferentes obras, nos limitaremos á dar un estrado de la doctrina del autor, sobre aquellos puntos que conciernen mas á nuestro objeto, á saber, la lógica, la teoría y la práctica según la división ya adoptada en la esposicion de las o p i niones de Platón. DE LA LÓGICA.

Aristóteles considera la lógica, como un instrumento para adquirir las demás ciencias, y como medio de llegar al conocimiento cierto ó probable de la verdad. Esta parte está por él tratada con tanta claridad, profundidad y exactitud, que ninguna de cuantas lógicas se han compuesto desde entonces a c á , se han separado, en cuanto al fondo de las ideas, de las reglas establecidas en este primer modelo. Aristóteles separa lo cierto de lo probable: lo cierto constituye la ciencia, lo probable forma la opinión. E l análisis, que le apoya en demostraciones ciertas conduce á la ciencia, mientras que la dialéctica que diserta, según razones probables, nos deja en los límites de la , opinión. E l autor distingue los t é r m i n o s , las proposisiones y los silogismos. Los términos manifiestan las ideas .de la cosa ó de sus accidentes, y se reducen á diez clases, á saber : la sustancia, la cuantidad, la relación, la cualidad y la acción, la pasión, el tiempo , el lugar y el hábito. Esta división forma las diez categorías que mas adelante han sido tan celebradas en la escuela. De los términos se forman las proposiciones 6 enunciaciones. Las proposiciones son la espresion de los j u i cios. Se dividen estas en simples y complexas, afirmativas y negativas, universales y particulares, indefinidas y singulares (1), en puras y modales. (1) Bruckcr, tomo I , pág. 808.

154

HISTORIA

Las modales son necesarias ó constituyentes, posibles ó imposibles. Todas respectivamente pueden ser sometidas á tres accidentes, la oposición, la igualdad, y la conversión; por la oposición se dividen en contradictorias, contrarias, ó subcontrarias. Cuando son iguales, significan una misma cosa y pueden al mismo tiempo ser verdaderas ó falsas. L a conversión consiste en la sustitución de los términos, sin cambiar en manera alguna el sentido. E l silogismo se forma de tres proposiciones, dispuestas de tal modo que la tercera se deduzca naturalmente de las dos primeras. Los términos son su materia , y el arreglo conveniente de las proposiciones, su forma. Aristóteles entra en seguida con toda estension en el detalle de las reglas que deben seguirse, para que sea concluyen le el silogismo. índica los sofismas que deben evitarse, sienta axiomas claros por si mismos para conocerlos, esencialmente verdaderos, y apoya sus demostraciones sobre p r i n cipios eternos, A esta parte se refieren los libros de las Calegoriasf

de la Interpretación, de las A n a l í t i c a s , de los Tópi-{ eos, y de los Argumentos sofísticos. Después de haber combatido las ideas sustanciales de P l a t ó n , Aristóteles da por base á la certeza los axiomas evidentes y la esperiencia. Quiere que se paría siem pre de la esperiencia, y que por ella se lleguen á conocer los axiomas. La ciencia, según é l , no puede descansar sobre los sentidos, porque estos no dan testimonio sino de cosas singulares ; pero de las observaciones singulares llegamos á principios generales claros y manifiestos, que no tienen necesidad de prueba alguna. Sobre esta doble base, la esperiencia y los axiomas, elevamos el edificio de nuestros conocimientos. Estos son ó absolutos ó relativos. Los absolutos abrazan todo lo que es universal y necesario , y lo que está fundado sobre la esencia de las cosas;

DE L A FILOSOFÍA.

135

en una palabra, constituyen la ciencia. Los conocimientos relativos tienen por objeto lo que es particular, contingente y variable, y no merecen sino el nombre de opinión. A l reflexionar sobre esta, no se vé bien en.qué d i fiere Aristóteles en su teoría sobre la certeza, de Platón. Es verdad que el primero parte de los sentidos y la esperiencia; pero él también funda la ciencia, propiamente d i cha, sobre lo universal invariable y sobre axiomas que no admiten demostración. Del mismo modo que P l a t ó n no vé en los sentidos sino órganos de la opinión. ¿Cómo las nociones generales, principio déla ciencia, se deducen d é l a s impresiones adquiridas por los sentidos? No se comprende fácilmente. Creemos haber probado, bastante claramente, en nuestra metafísica la imposibilidad de ésta deducción. DE L A TEORÍA.

A la parte teórica se refiere lo que el autor llama la física, las matemáticas, la historia natural, las artes, la psicología y metafísica. Aristóteles entiende por la física, las leyes que constituyen los cuerpos y la esplicacion de su naturaleza. Desechando con desden los sistemas defendidos por sus antecesores, con especialidad el de Platón , pretende que todo se deriva de dos principios opuestos eí uno al otro, la forma y la privación. No obstante, como opuestos que son, lejos de convenirse por sí mismos, tienden mas á destruirse. Admite una sustancia eterna, infinita, incorruptible, sobre la que obran estos principios, esta es la materia en sus elementos, sin tener forma alguna, y no presentando nada de corporal. A l venir las formas á modificarla, hacen con ellas seres singulares, corpóreos, separados, por la privación, de todo lo que no es ellos. Que pierdan estos cuerpos sus formas, por medio de la privación, y~ recaerán en su primer estado, cesando de ser ya accesibles á los sentidos.

FÍSICA.

i 56

HISTORIA

¿Cómo se hace todo esto? ¿dónde está la causa qne coordina esta materia invisible, que disuelve los cuerpos, y que produce los efectos admirables que vemos, y que con simples elementos forma tantas sustancias corporales? El autor no lo dice. L a materia sin formas, ó las formas sin la materia, nada tienen de sólido, de positivo, ni aun de real. Mas ¿ qué es pues esta materia sin formas, esta materia eterna, infinita, incorpórea, que recibe formas, sin saberse dónde, y que produce los cuerpos? Hada mas oscuro , ni á primera vista mas contradictorio. Aristóteles distingue en seguida cuatro especies de causas ; la causa material, de la qne se hace la cosa; la causa formal, que la determina á ser esto mejor que aquello; la causa eficiente, que hace la cosa; y la causa final, para lo que la cosa se ha hecho. Estas causas son próximas ó remotas, principaíes ó. accesorias, actuales ó potenciales , universales ó particulares.. Vienen en seguida las nociones sobre la fortuna, sobre el acaso, sobre la necesidad, sobre el movimiento, sobre el reposo, sobre lo infinito , sobre el tiempo, sobre el lugar, sobre el vacío, y sobre otras muchas cosas del mismo género. E n los autores escolásticos, estas divisiones y abstracciones constituyen lo que se llama ontologia, vasto campo de oscuridades y disputas interminables. E l movimiento es un hecho que no admite duda a l guna. A i buscar Aristóteles su causa, encuentra que es preciso un primer motor y que este motor sea eterno, i n mutable é infinito. En cuanto á la existencia del mundo, pretende que ha sido eterna.y que lo será, tal como le vemos en la actualidad, sin poder ser destruido ni corrompido. E l cielo, según é l , es perfecto y se mueve circularmente, pero no en la misma dirección ; hay en él órbitas opuestas las unas á las otras, lo que ocasiona la altera-

B E LA FILOSOFÍA.

157

clon de los cuerpos sublunares. L a tierra inmóvil en su existencia, se halla colocada en el centro de las esferas celestes. Las estrellas están fijas en el firmamento, y no tienen otro movimiento que el de la zona á que pertenecen. Los elementos simples de que se forman los cuerpos son cuatro: la tierra, que es pesada y tiende al fondo; el fuego,, que es ligero y se eleva á lo alto; el agua, que se aproxima á la tierra, y el aire, que se aleja menos del fuego. La tierra por su pesadez, y el fuego que por su ligereza obrando en sentidos opuestos son esencialmente contrarios el uno al otro. E l agua y el aire son intermediarios y participan de la naturaleza de aquellos dos estreñios. De la combinación de estos elementos se forman todos los séres materiales por generación ó por alteración; la generación produce un todo distinto, la alteración no cambia sino las formas. Estas dos operaciones se suceden sin i n terrupción, y tienen por causa al primer motor y la materia elemental. A esta parte de la ciencia se refieren las numerosas obras de Aristóteles sobre la física, sobre el cielo, sobre la generación, sobre la corrupción, sobre los meteoros, sobre el mundo. MÍTEMÁTIGÍS. Aristóteles ha hablado varias veces de las matemáticas, recomendándolas como importantes y necesarias para adquirir las ciencias físicas, y á ellas ha recurrido en diferentes ocasiones. Con todo, no parece que hizo en ellas grandes progresos , y no ha escrito tratado particular sobre este objeto ó al menos no le tenemos de él. HISTORIA NATURAL. Aplicado sériamente y por espacio de largo tiempo este príncipe de los filósofos al estudio de los séres organizados, adquirió grandes conocimientos en la naturaleza. Alejandro hizo pescar y cazar por todas partes, para procurarle las especies que le faltaban. H a s ta del fondo del Asia le envió datos para sus trabajos, y empleó sumas considerables para suministrar, al que habia

i 38

HISTORIA

sido su preceptor, abundantes medios de instruirle. A los trabajos porfiados del infatigable filósofo, debemos una historia natural en diez libros sobre los animales, historia que ha sido muy estimada, y que lo es actualmente. Sin embargo, por desgracia, no ha llegado á nosoíros sino la quinta parte de lo que el autor habia escrito sobre los animales y las plantas. ARTES. Aristóteles ha tratado de la retórica y de la poesía, no como orador y poeta, sino como pensador que comprende las reglas de las dos artes, y habla de ellas con lucidez. Su retórica y poética son reputadas como lo mejor de sus obras, aunque al presente no sean tan leídas como otras que tienen menos consideración. PSICOLOGÍA. Ademas de tres libros sobre el alma, nos quedan de este filósofo tratados particulares sobre la memoria, sóbrelos sentidos y las cosas sensibles, sobre los sonidos, sobre los colores, sobre los sueños, sobre la vigilia, sobre la juventud, sobre la vejez, etc. Tratando siempre de evitar, en cuanto le era posible, el producirse como los que le habían precedido, resulta ser á las veces oscuro, en lo que dice del alma y de sus facultades. Define al alma: ía primera entelequia de un cuerpo natural orgánico, ó el poder que tiene la vida: la primera entelequia es el principio de operación que" reside en nosotros, la segunda es el acto mismo. ¿Qué debemos entender por entelequia? jamás se ha esplicado bien. Aristóteles distingue tres facultades en el alma: la n u tritiva , que es comim á todos los seres organizados; la sensitiva, que está en todos los animales, y la inteligente^ que esckisivamente reservada al hombre domina en él á las otras dos. E l entendimiento es activo ó pasivo; como activo, tiene la facultad de conocer; como pasivo, recibe las imágenes que le son transmitidas. E l alma es pues á la vez activa y pasiva; bajo el primer aspecto, piensa, y hajo el segundo, siente. Hay una gran diferencia entre pensar y sentir.

B E LA FILOSOFÍA.

159

Queriendo que todo venga por los sentidos, Aristóteles coloca la sensación antes del pensamiento. Nada que pueda llamarse claro, nos dice en parte a l guna sobre la naturaleza del alma, sobre su origen, su unión con el cuerpo, sobre su condición futura, a pesar de que muchas veces oiria á Platón disertar sobre estos puntos esenciales. Es verdad que dice, que el entendimiento activo es inmortal; pero hace perecer con el cuerpo al entendimiento pasivo junto con las demás facultades del alma. ¿Qué idea se formaba este filósofo del alma y sus destinos? Nosotros no la vemos, y no se la comprende. METAFÍSICA. Apoyando su sistema todo sobre la esperiencia , parte de lo singular para elevarse á lo plural y al universal. De las consideraciones sobre la naturaleza, pasa á la contemplación de los séres que la son superiores. A estos seres superiores y á la naturaleza corporal les llama meta físicos, y de ellos traía en catorce libros. Su principio universal de toda demostración es este axioma, claro por si mismo: una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo, en el mismo objeto y bajo la misma relación. Después de haber tratado de nuevo, eslensa y sutilmente del sér en general, de las causas, de las especies, de la sustancia, de los accidentes, de la materia y de sus afecciones, de la potencia, y del acto,etc., distingue tres clases de sustancias, dos de ellas son naturales, la una comprende las cosas corruptibles, tales como los animales, y la otra las incorruptibles, como son el cielo y el mundo, tomado en su conjunto. La tercera es la sustancia i n m ó v i l , elevada sobre la naturaleza corporal, principio y o r í gen de todo lo que existe. Porque a ñ a d e , existe un movimiento circular, propio del cielo: este movimiento supone una causa eterna, infinita é inmutable déla que es producto voluntario. Existe pues un primer motor que imprime á las inteligencias subalternas la virtud de producir el movimiento en sus esferas respectivas. Por lo tanto ese primer motor debe ser eterno, v i -

140

HISTORIA

viente inmóvil, simple, libre de toda aglomeración, de toda cantidad ó división, tiene por consecuencia todos los atributos de la divinidad; en una palaba, es Dios. Otras inteligencias de un rango inferior, eternas é i n materiales, presiden á ios movimientos de las esferas celestes, y de «estas hay tantas como esferas. Una antigua tradición hace de estas inteligencias otros tantos dioses, y les tributa honores divinos; pero como ellas están subordinadas á la causa primera, no pueden ser llamados dioses sino impropiamente. Probablemente se debeá esta aserción, el que Aristóteles fuese acusado de impiedad por los atenienses, y que temiese con fundamento tener la misma suerte que Sócrates. No se puede negar que su doctrina sobre la divinidad es poco satisfactoria. • DE LA PRÁCTICA.

Aristóteles trata en un gran número de libros de la moral, de la política y de la economía doméstica. MORAL. NO derivando su moral de Dios, no la dá por consiguiente ni base ni sanción, jamás habla de recompensas ó castigos en la vida futura, y ni aun dice que las haya. A l oirie, la felicidad del hombre consiste en la práctica de la virtud, y la virtud en el justo, medio entre los dos estreñios opuestos. Así el valor, que es la primera de todas las virtudes morales, guarda el medio entre el temor y !a temeridad, la templanza entre el esceso y la privación de los goces voluptuosos, la liberalidad entre la profusión y la avaricia, la magnificencia entre el lujo y una parsimonia indecente, la magnanimidad entre el o r gullo y la abyección, etc. Todas las máximas morales del filósofo, se reducen á estos principios especulativos, y se pierden en una teoría hinchada, de la que no puede deducirse alguna aplicación útil. POLÍTICA. La política tiene por objeto la utilidad co-

DE LA FILOSOFÍA.

141

mun ; debe apoyarse sobre la justicia, asegurar los derechos respectivos y hacer á las leyes superiores á los hombres : fiel á su sistema, fundó Aristóteles sus doctrinas políticas, asi como las demás, en la espriencia, para lo cual pone en juego sus conocimientos históricos ? sus relaciones con los magnates, su trato de mundo, y hábito en los negocios. ECONOMÍA DOMÉSTICA. Tratando de los hombres en general, Aristóteles los considera en sus intereses individuales , en sus relaciones mutuas que se estienden y m u l tiplican y en los bienes comunes que exigen una administración común. A s í se formaron por grados, según él, la familia, la sociedad, los estados. Encontrando la esclavitud establecida, la consagró en principio como un derecho, y no quiso que en manera alguna se derogase.

SUCESORES DE ARISTOTELES. Viéndose obligado á abandonar á Atenas para huir de la persecución, designó Aristóteles como su sucesor en el Liceo á Teofrasto, el mas célebre de sus discípulos, y le legó todos sus escritos con condición que los tendría reservados. De aquí sucedió, como hemos dicho arriba, que estos escritos han estado por largo tiempo ignorados, que una parte de ellos ha perecido, y que otras han sufrido considerablemente, no llegando á nosotros sino incompletas. Teofrasto (boca divina) llamado así á causa de su fácil locución, habia nacido en Eresos, ciudad de la isla de Lesbos^ el año 571 antes de Jesucristo. Joven aún vino á Atenas, siguió la escuela de P l a t ó n , y después la de Aristóteles, de quien fué amigo y confidente. Siendo ya maestro enseñó con tan buen éxito, que llegó á tener hasta dos mil discípulos. Compuso muchas obras sobre la gramática, la lógica, la retórica, la poesía, la música, las matemáticas, la física, la moral, la política, etc. L a mayor parte de estos escritos se han perdido en todo ó en parte. Conservamos no obstante su Historia de las pían-'

i 42

HISTORIA

tas, su Tratado de las causas de vegetación, y sus Ca~ ractéres. Este último libro, del que no restan sino algunos capítulos, es original, curioso y lleno de agudeza. L a Bruyére le ha traducido al francés y se lee con interés. Conservando en todo la doctrina de su maestro, Teofrasto tenia no obstante algunos puntos peculiares suyos sobre sutilezas poco inteligibles: admitia dos criterium de la verdad, igualmente ciertos; los sentidos para los objetos es tenores, y el entendimiento paralas percepciones jdel espíritu; á los sentidos daba la preferencia en el orden de los conocimientos, y al entendimiento la preeminencia. A Teofrasto sucedió Estraton de Lamsaco, uno de sus discípulos. Este filósofo regentó la escuela del Liceo por espacio de diez y ocho años. Entregado al estudio de la naturaleza, le atribuyó una fuerza productiva no inteligente. En la formación y gobierno del universo no veia sino el cumplimiento de las leyes físicas. Por esta razón, tuvo por sobrenombre el físico, y ha sido considerado por muchos como ateo. Los escritos que en gran número habia compuesto todos han perecido. Sus sucesores en el Liceo, fueron Licon ó Glicon, de la Troada, muy celebrado por su elocuencia, A n i t o n , del que apenas se sabe nada; Critolao, á quien los atenienses mandaron como diputado á Roma, junto con el académico Carneades y el estóico Diógenes, en el año 155 antes de Jesucristo. Critolao sostenía enérgicamente el dogma de Aristóteles sobre la eternidad y la incorruptibilidad del mundo. Diodoro de Tiro le sucedió, y fué el último maestro del Liceo. Entre los discípulos de Teofrasto se distinguieron muchos. Citaremos entre otros á Dicearco de Mesina, que consideraba al alma como una fuerza vital, natural al cuerpo; Aristógenes, de Tarento, que novela en el alma sino una armonía producida por el cuerpo; Heráclides, del Ponto; Eudemo, de Piodas; T a ñ í a s , de Erisos ; Jerónimo ó Jerorno, de Rodas, y sobre todo Demetrio, de

DE LA FILOSOFÍA.

145

Palero. Este último gobernó sábiamente á Atenas por espacio de diez a ñ o s , bajo la autoridad de Casandro, rey de Macedonia. Retirado á E g i p t o , cerca de Ptolomeo Lago, fué, según se dice, segundo bibliotecario en Alejandría. Este hecho no es constante. v Este escedió á todos los peripatéticos de su tiempo, por su erudición, número y elegancia de sus obras, de las que nada se sabe de cierto. CAPÍTULO XIÍ.

DE ZENON Y DE LOS ESTÓICOS.

ZENON

nació en Citio, colonia de Fenicia, en la isla de Chipre, trescientos sesenta y dos años antes de Jesucristo. Su padre, que era comerciante, le aplicó desde luego á sus negocios, sin contrariarle por eso el gusto que mostraba por la filosofía, y aun algunas veces él mismo le traia de Atenas libros que trataban de estas materias. Ya á la edad de treinta a ñ o s , yendo á Atenas á negocios de su comercio, naufragó cerca del Pireo. Salvado del inminente peligro que habia corrido, se retiró á esta ciudad, y pasó en un principio una vida bastante triste; pero la casualidad dispuso que entrando en casa de un librero, leyó ú oyó leer una obra de Jenofonte, y preguntó dónde se hallaban los hombres que enseñaban semejante doctrina. E l librero le mostró á Grates, que pasaba en aquel momento, y le dijo que le siguiese; Zenon le siguió en efecto, oyó sus lecciones, y llegó á ser su discípulo. Ñ o pudiendo tomar gusto, en todos sus puntos, á la doctrina de los cínicos, y sintiendo sobre todo cierta r e pugnancia por el tono grosero y maneras degradantes que afectaban estos filósofos, quiso oir á los jefes de otra* escuelas. Durante diez años siguió los cursos públicos de Estil-

144

HISTORIA

p o n , de Jenocrates, de Diodoro Crono, y de Palemón. E n los diferentes sistemas que se habian esplicado ante é l , ó que él mismo habla estudiado, valiéndose de libros compuestos por los defensores de aquellos, tomó lo que le convino,y se formó un cuerpo de doctrina, en el que no habia casi de nuevo, según dice Cicerón ( 1 ) , mas que las palabras de que se valia. Como tenia deseos de fundar una escuela de la que él fuese jefe, y todos los locales públicos se hallaban ocupados, se estableció bajo un pórtico llamado Pecilo (TOIKILOS), por la variedad de pinturas con que se hallaba decorado. De aquí sus discípulos fueron llamados estoicos, de la palabra griega STOA, que quiere decir pórtico, porque estudiaban entre las columnas de un pórtico. Esta escuela ha sido conocida con el nombre de Pórtico. Zenon habia conservado de los cínicos el desprecio del mundo y de los goces sensuales, no llevaba sino una túnica bajo el manto filosófico, guardaba la templanza, se presentaba grave y reservado, desdeñando las alabanzas de sus oyentes, y reprendiendo severamente la vanidad , sobre todo en los jóvenes. Según é ! , la virtud y la verdadera sabiduría consisten en la reunión de estas diferentes cualidades.. Por la gravedad de sus palabras y austeridad de su vida se adquirió una estimación singular en el espíritu del público, y fué honrado como un hombre estremadamente virtuoso. Compuso muchas obras, entre otras, un tratado de la República en oposición al de P l a t ó n , y una Interpretación de Iledodo, que tendía á hacer ver, según dice Cicerón ( 2 ) , que las genealogías de los dioses no eran sino esplicaciones puramente filosóficas. Estos escritos no han llegado hasta nosotros, y asi no podemos juzgar la doctrina del fundador del P ó r t i c o , sino por lo que de ella nos

(1) De finibus boni et mali, 1. 3. mun. 5. [2) - De natura deorum, lib, i.0, mim. 36.

DE LA FILOSOFÍA.

145

han dicho autores posteriores, con especialidad Cicerón, Plutarco, Diógenes Laercio, Sexto E m p í r i c o , Simplicio, Stobe, etc. Este filósofo definía la filosofía : el arte de llegar á la sabiduría; y definía á esta el conocimiento de las cosas divinas y humanas. Todo cuanto decia puede reducirse a los puntos siguientes; lógica, física, metafísica y moral. L a lógica encierra dos partes, la retórica y la dialéctica: la retórica es el arte de hablar bien aquellas cosas que necesitan un grande desarrollo: la dialéctica es el arte de disertar con concisión y de llegar á la ciencia. A imitación de Aristóteles, Zenon admitía, como fundamento de todos los conocimientos, las impresiones de los sentidos, unidas á la catalepsia ó comprensión. Las impresiones que e! autor llama apariciones, pueden ser comprensivas ó incomprensivas. Son comprensivas si provienen de objetos reales; son incomprensivas cuando no proceden sino de apariencias esteriores, de las ilusiones de los sentidos, ó de la indisposición del alma. ¿ Cuáles serán los caractéres por los que se distingan las unas de las otras? Zenon no señala ninguno. Sin embargo, dá como último criterium de la verdad la evidencia, es decir, una comprensión de tal manera clara, que sea imposible dudar de ella. L a aparición está comparada por él á un objeto que se colocase sobre la mano abierta, y la comprensión á los dedos ya plegados y juntos para retener este mismo objeto. Es objeto de la ciencia, cuanto puede saberse por lá comprensión, y lo que queda en el estado de aparición es del dominio de la opinión. Era una máxima fundamental recibida entre los estóicos, que nada hay en el entendimiento que antes no haya estado en los sentidos. A s i estos filósofos desechaban, como Aristóteles, los tipos eternos de Platón y las ideas innatas. Sin embargo, admitían nociones naturales á que llamaban ellos anticipaciones, y nociones artificiales forma-

LÓGICA.

TOMO i .

10

146

HISTORIA

das en nosotros por el trabajo del entendimiento. Reconocian ademas ciertas nociones que todos los hombres reciben ó comprenden igualmente. Estas nociones no pueden ser opuestas las unas á las otras, y forman lo que se llama sentido común. Las divisiones entre los espíritus no recaen jamás sobre estos puntos generales, sino sobre la aplicación que de ellos se hace, ó consecuencias que se sacan de los mismos. Zenon conservaba ^ salvo algunas ligeras modificaciones, las divisiones, los axiomas, los silogismos, los sofismas , etc. A estos detalles unía las sutilezas y abuso del raciocinio, usados entre los megaritas. FÍSICA. L a física está aquí tomada en su acepción general, como la entendían los antiguos filósofos, por la naturaleza y por todo lo que la constituye j igualmente por las causas que la han producido. Antes de todo existia el caos, mezcla tenebrosa y confusa de los elementos de la materia. E l caos llevaba en su seno á cuantos seres debían existir. De él ha salido el mundo. E l mundo es un to.do, cuyas diferentes partes hacen veces de miembros. A este todo se llama naturaleza. E n el todo hay dos principios esencialmente distintos: uno activo y otro pasivo. L a materia es el principio pasivo; por sí misma nada puede. L a razón suprema es el principio activo, es la que fecunda y coordina la materia. Estos dos principios son igualmente de una naturaleza corporal, porque todo lo que obra y todo lo que sufre una operación es corporal. Dios es una llama etérea, muy pura, muy sutil, elevada á lo mas alto de los cielos. E n él se halla reunido todo lo que es divino. La materia, por el contrario, es un cuerpo grosero, inerte, incapaz de producir nada, pero dispuesto á recibir toda clase de i m presiones y de formas. De este modo los estófeos tomaban la materia en un sentido menos estenso que el cuerpo, pues que según ellos, Dios era cuerpo y no materia. Por esto se vé hasta

DE LA FILOSOFIA.

147

dónde rayaba su manía de desnaturalizar la significación de las palabras. Nada mas magnífico que el lenguaje de los estoicos sobre los atributos de D i o s , como infinitamente perfecto; hablaban de él con el mas profundo respeto, y lo referían todo á su providencia. Su filosofía parecía eminentemente religiosa. No obstante, á ese Dios tan grande, tan perfecto, ellos le creían esencialmente ligado á la materia, diciendo que Dios y la materia constituían el mundo visible y el mundo invisible, que Dios era el alma del mundo, al que penetraba en todas sus partes y le vivificaba, que el mundo era un todo compuesto de Dios, que era su alma, y de la materia, que era su cuerpo. Desde toda la eternidad. Dios estuvo unido á la materia confusa y como oculto en ella. L a naturaleza, haciendo un esfuerzo habia producido el órden, según leyes necesarias, porque la naturaleza tiene una fuerza intrínseca y eterna, á la que todo permanece sometido, el principio activo lo mismo que el principio pasivo. H é aquí á lo que los estóicos llamaban el destino, es decir, un órden de causas y efectos de tal manera encadenados que nada en el universo puede causarles la menor alteración; una necesidad inesplicable que sale de la naturaleza, mas allá de la cual no hay sino el vacío y la nada. Sin embargo, como este encadenamiento de causas y de efectos salía de la naturaleza misma de Dios, y no le era impuesto por ninguna causa estrínseca, puesto que fuera de él no hay sino la nada, los estóicos creían poder conciliar por ese medio la libertad de Dios con el inexorable destino. ¿ P e r o no es evidente que semejante libertad seria ilusoria? Del alma universal del mundo hacían salir los estóicos los espíritus, los genios y los dioses inferioses. Colocaban esos dioses en el cielo, sobre la tierra, en el mar, y en todas las partes mas notables del universo, asignándoles

METAFÍSICA.

148

HISTORIA

no obstante las estrellas como sus moradas especiales. A cada hombre, á las casas, á los campos, á las poblaciones, á los árboles, y generalmente á todos los seres aplicaban genios particulares para vigilarlos, acompañarlos, dirigirlos y protegerlos. Pero los grandes dioses, tales como Júpiter, Juno, Vulcano, Neptimo^ Ceres, porciones de la divinidad, se hallaban colocados en el aire, en el agua, sobre la tierra y en el fuego. Era un dogma recibido entre los estoicos, que el mundo debia acabar por un incendio general, que seria d i suelto por la acción del fuego y reducido á su caos primitivo, y que los dioses, los genios y los espíritus de cualquier clase irian á reunirse á la divinidad; que la naturaleza, haciendo un esfuerzo semejante al primero, el universo entero se formarla de nuevo como en la primera vez, seria después abrasado, se reformaría, y sufrida de este modo y en largos intervalos espantosas catástrofes durante toda la eternidad. Estos filósofos enseñaban igualmente que las almas humanas eran porciones del alma universal, que después de la muerte iban á habitar los astros; que se contaban en el rango de los dioses, y que en el incendio general se reunirían al principio de donde habian salido; pero que las almas impuras sufrirían castigos proporcionados á sus faltas, en la luna ó en la región del aire, intermediaria á la tierra y la luna. Los estoicos mas consiguientes, como Séneca, se burlaban de este purgatorio reservado á los malvados. Con efecto, si todo se halla sometido á una fatalidad inevitable, no puede haber, hablando con propiedad, ni falta, ni mérito, y desde ese momento ya no deben existir castigos ni recompensas (1). Los estóicos, ¿eran ateos? Semejante cuestión ha sido por largo tiempo y con mucho empeño debatida. Si alen-

(1)

Brucker, t. 1. 0, p. 952.

DE LA FILOSOFÍA.

149

demos á su lenguaje, claro es que no lo eran, puesto que hablaban frecuentemente de la divinidad y sus atributos; pero sus principios sobre el caos, sobre la naturaleza, sobre el origen del mundo y sus virtudes, sobre el destino que todo lo arregla, no conduelan sino á ese estremo, pues tales principios son evidentemente incompatibles con las verdaderas nociones de Dios. MORAL. Zenon establecía su moral sobre este principio fundamental; que nosotros debemos obrar conforme á la naturaleza; y como Dios es el alma de la naturaleza, hacia derivar las leyes morales, y la obligación que tenemos de seguirlas, del mismo Dios y de nuestras relaciones esenciales con él. . Toda acción conforme a la naturaleza, es necesariamente, según él decia, bella, honesta, buena y virtuosa, encontrándose únicamente la felicidad del hombre en la invesligacion de lo bello y de lo bueno, y en la práctica de la virtud, que es su fin. Teniendo la v i r t u d , esencialmente, su residencia en el alma, se- sigue de aquí que jamás pueden contribuir á la verdadera felicidad, ni oponerse á ella las afecciones de la carne. De aquí la apatía tan recomendada por ios estoicos, es decir, una indiferencia absoluta por todo cuanto viene de afuera, por los goces y privaciones, por el placer y el dolor, sin mas razón que no existe nada bueno sino lo que es honesto, y malo lo que es deshonesto. Nuestra primera obligación es el conocer á Dios, cuya providencia se estiende á todo; pensar mucho en é l , alabarle, bendecirle, honrarle, y hacer siempre todo lo que le es agradable. E l que no quiera faltar á alguno de estos deberes, debe conservarse libre de toda afección y hacerse impasible. Esta máxima se encuentra repetida á cada inslante en los escritos de los estoicos. Estos filósofos llegaron hasta e n s e ñ a r . que era permitido matarse, y que era esto un acto de valor , y un grado el mas alto de virtud. Zenon y muchos partidarios de. su eseuela confirmaron

1^0

HISTORIA

esta doctrina, poniendo fin por si mismos á su existencia. Los estoicos admitian para el hombre una libertad de la misma naturaleza que la que reconocian en Dios, es decir , una simple libertad de coacción^ y no la libertad de necesidad. DE LOS SUCESORES DE ZENON EN E L PÓRTICO.

Entre los numerosos discípulos de Zenon, hubo algunos mas distinguidos, de quienes los historiadores han hablado con honor. Tan solamente vamos á mencionar aquí los que continuaron la escuela del Pórtico. Gleanto fué el primero. Nacido en Assos, en Eolia, de una condición muy oscura, vino á Atenas. Obligado á trabajar durante la noche para ganar su vida, pasaba el resto del dia en escuchar á Zenon ó estudiar la filosofía. Designado para suceder á su maestro , se hizo un deber de seguir enteramente sus huellas y de mantener su doctrina, y desempeñó este cargo con honor, vigilancia, adhesión y buen éxito. De las numerosas obras]que^ habia compuesto, no nos ha quedado mas que un himno corto, pero bello, sobre los atributos de Dios. Grisipo de F a r i o , discípulo de Gleanto, es reputado como el mas famoso de todos los sucesores de Zenon. A una penetración estremada para entrar en el fondo de las cuestiones, reunía una facilidad sin, ejemplo para hablar, disertar, argüir, y sutilizar. Tomando como por su cuenta la doctrina de los estoicos, buscó razones para fortificarla y defenderla de los ataques de los escépticos. Luchó por decirlo así cuerpo á cuerpo con Arcesilao y Garneades, del que hablaremos muy pronto. E n las disputas filosóficas mostraba tal seguridad, y tantos recursos, que si los dioses usasen de la dialéctica, decían los antiguos, no seguirían otra que la de Grisipo. Se le ha acusado con todo, y no sin fundamento, de

DE LA. FILOSOFÍA.

151

haber comprometido los intereses de su secta, por el abuso de su talento y sutilezas sin número á que se entregaba. Según el testimonio de Diógenes Xaercio y de Y a lerio Máximo, compuso 705 tratados de filosofía, de los que 511 eran sobre la dialéctica. Ninguno de ellos ha llegado hasta nosotros. Murió 207 años antes de Jesucristo. Después de él vinieron sucesivamente, Zenon de Tarso, que escribió poco y enseñó con buen resultado; Diógenes, de Seleucia, por sobrenombre el Babilonio, hombre de entendimiento ejercitado y s u t i l , como dice Cicerón (1) (este mereció ser enviado á Roma por los atenienses, junto con Carneades y Critolao); Panecio, de Rodas, este último modificó la rigidez de la doctrina estoica, desechó la apatía, habló siempre honrosamente de P l a t ó n , de Aristóteles, de Teofrasto, y se burlaba de las predicciones de la astrología judiciaria. Enseñando la filosofía en Roma, tuvo allí por discípulos y amigos á Escipion el Africano, y á L e l i o , y volvió á morir á Atenas. Se han perdido una historia de las sectas filosóficas, y otras muchas compuestas por él. Mnsarco le sucedió en el Pórtico. Posidonio , de Apamea, en Siria , se fué á Rodas y estableció allí una secta estóica, y adquirió tan gran reputación, que Pompeyo, después de la derrota de M i tridates , fué espresamente á Rodas, el año 60 antes de Jesucristo, solo por verle y oirle. Con este filósofo concluyó la enseñanza pública del estoicismo entre los griegos.

(1)

Offic. lib. I I I , cap. 12 nütn. 51.

m

HISTORIA CAPITULO

XIII. •

DE LA FILOSOFIA DE EPICURO. iPiGüRO nació, según la opinión que parece mas fundada, en Gargettos, pequeña aldea no muy distante de Atenas, 541 años antes de Jesucristo. Su padre, á causa de su pobreza, se estableció de maestro de escuela en la isla de Sainos ; su madre ejercia allí la profesión de adivina. E l joven, que ayudaba al padre en las faenas de su escuela, mostró desde el principio gusto por la filosofía, y frecuentó el trato de filósofos de diferentes sectas. Con el fin de instruirse, viajó y leyó mucho. Habiendo caido por casualidad en sus manos una de las obras de Demócrito, adoptó sus principios sobre la formación del mundo. Combinando estos con la moral cómoda de la escuela de Cyrene, edificó un nuevo sistema que comenzó á enseñar en Lamsaco. Numerosos discípu los, entre los que se hallaban sus tres hermanos Neocles, Cheredemo, y Aritobulo. se agregaron á él en el año 509 antes de Jesucristo; vivió con ellos en Atenas, compró un jardin muy ameno, y enseñó allí su filosofía. No admitía al público en sus lecciones, sino solamente á aquellas personas que él juzgaba dignas de su confianza, poco mas ó menos como lo habían hecho los pitagóricos, con la diferencia, de que no existia entre ellos comunidad de bienes, cada uno contribuía á escote para los gastos de la casa, los cuales eran de corta consideración, porque todos se contentaban con alimentos sencillos y frugales, y vestidos nada lujosos. En esta época, au nque reinaba un gusto general por filosofar, causaban fatiga las disputas continuas que resonaban en las escuelas, y divisiones que se multiplicaban hasta d infinito. Platón era demasiado elevado; Aristóteles, de-

DE L A FILOSOFÍA.

155

masiado sabio; los sofistas muy sutiles, y no satisfacían á la razón, y las demás teorías eran secas, enojosas, y discordes entre sí. Los entendimientos, en su mayor parte, deseaban, al parecer, una especie de reposo. Tratando Epicuro de satisfacerles, alecto despreciar todos los sistemas especulativos; la gramática, la poesía, la retórica y la dialéctica. Puso por principio, que el hombre ha nacido para la felicidad, no para una felicidad ideal, absoluta, futura y perfecta, que no era propia sino de los dioses inmortales, y que buscaríamos en vano por estar fuera de nuestro alcance; sino para una felicidad real y presente, cual pudiéramos nosotros procurárnosla. Esta felicidad consiste en la voluptuosidad, es decir, en el goce de cuanto nos es agradable, y privación de cuanto puede causarnos la menor incomodidad. Esta verdad, decia Epicuro, no supone un gran trabajo de investigación, ella misma se manifiesta por solo el buen sentido. E l tono de amenidad y de dulzura que empleaba para enseñar] y su indulgente doctrina, le atrajeron numerosos discípulos, que vivían con él como amigos, esforzándose en pasar una vida deliciosa sin pensar en el porvenir, n i aun en el día de mañana; sino únicamente en el presente, bajo pretesto , que el presente era lo único que estaba en nuestro poder. Diógenes Laercio hace subir las obras de Epicuro hasta trescientos v o l ú m e n e s , de los que no quedan sino fragmentos conservados por Diógenes mismo. Se ha hallado, no obstante, en las ruinas de Herculano, un tratado de este filósofo sobre la física, es decir, sobre la naturaleza. La enseñanza de Epicuro no era sino una teoría de la felicidad, y puede reducirse á los puntos siguientes que contienen su substancia: 1.° E l hombre, nacido para la felicidad actual, debe alejar de sí cuanto es capaz de causarle dolor, desterrar de su espíritu los afanes, inquietudes, el cuidado de un porvenir, y despreciar los terrores vanos que inspiran las

i 54

HISTORIA

opiniones vulgares sobre la divinidad. Semejantes terrores no son propios sino para turbar el alma é impedir su reposo, sin el cual no puede existir verdadera felicidad. Si es cierto que hay dioses, lo que Epicurono niega, estos dioses no son malévolos, coléricos y vengativos como se les representa. Situados en lo alto de los cielos, disfrutan allí inefables delicias sin mezclarse de lo que pasa acá abajo. Eso no obstante, debemos honrarlos á causa de la escelencia de su naturaleza; pero no temerlos, ni esperar de ellos la menor recompensa. Este dogma absurdo é impío no impidió á Epicuro el componer tratados de piedad, semejantes, dice Cicerón (1), á los que pudiera hacer un sacerdote. íi.0 Otro objeto de terror que turba nuestros,goces es la perspectiva de la muerte. Epicuro quiere que hagamos todo lo posible para no pensar en ella. L a muerte, dice, no es mas que una simple privación, que no sentimos antes que exista, y no podemos sentir después que ha pasado. Es, pues, una locura ocuparnos de ella. 5.° Sobre la formación del mundo, hé aquí cómo r a zonaba,: Hay un vacío en la naturaleza, puesto que existe el movimiento; ahora bien, este movimiento no podía tener lugar si en alguna parte no hubiese vacío. Tampoco puede negarse que existe una estension, que vemos y palpamos, cuya estension no puede ser divisible hasta el infinito. Seria absurdo que en una pequeña parte de materia pudiese existir una progresión infinita, del mismo modo que en un todo inmenso. Los primeros elementos de los cuerpos deben pues ser simples, eternos, indivisibles, en número infinito, y tales que pudiesen servir para todas las combinaciones posibles. Estos elementos son los átomos de Demócrito. Los átomos existen desde la eternidad, y se agitan perfectamente en el vacío.

(1)

De natura deor-, Ub. I , mira. 115.

DE L A FILOSOFÍA.

133

E l movimiento es el principio activo, los átomos y el vacio son el principio pasivo de todos los cuerpos existentes grandes ó pequeños, de sus mutaciones, y de sus transformaciones diarias. La existencia del mundo, su armonía, su conservación y su gobierno, sop, por consecuencia, efecto del acaso, sin que supongan la menor intervención divina. 4 . ° E l alma no es, en sí misma, sino el producto del acaso; los átomos mas sutiles forman el pensamiento que reside en el pecho, otros átomos mas groseros son el principio de la sensación que se halla eslendida por todo el cuerpo. E l hombre, no obstante, es libre, porque la esperienciayel sentido común se lo atestiguan. (Contradicción manifiesta). 5 . ° Los objetos esleriores hieren á nuestros sentidos, y dejan allí imágenes semejantes á ellos; estas i m á genes se graban en nosotros y forman la memoria. Las sensaciones son el criterium de la verdad, la única base de toda certeza, y no engañan jamás. E l error, si le hay, se encuentra en el juicio, y proviene de que se falle temerariamente, y sin haber examinado bastante lo que se ha sentido ó representado en nosotros. 6. ° Después de lo que se acaba de decir, el principio fundamental de la moral no puede ser otro, sino el placer que proviene de la sensación. Mas como ciertos goces brutales y desenfrenados emponzoñan la vida y conducen mucho mejor al dolor, que á ese dulce deleite que constituye la felicidad, es preciso guardar en todo una sabia moderación. Debemos practicar la dulzura, y ejercitar la benevolencia con los d e m á s , para conseguir de los mismos que sean dulces y benévolos con nosotros. Soportemos con resignación el dolor que no podemos evitar y no le agravemos impacientándonos. 7. ° A la muerte, el alma se disuelve como el cuerpo, y el hombre todo entero se destruye. Los numerosos admiradores de esta fácil doctrina traspasaron muy luego las reglas de moderación que E p i -

156

HISTORIA

curo les habia marcado, se entregaron á los deleites sensuales sin limitación alguna, y cubrieron de ese modo al epicureismo de un eterno oprobio. Por último, esta doctrina, á todas luces materialista, debia por su naturaleza misma desencadenar las pasiones. No hizo traición efectivamente á su destino. Franqueando la puerta á todos los vicios, engendró una corrupción universal, y condujo rápidamente á esos vergonzosos escesos que perdieron á Grecia y Roma. Entre los discípulos de Epicuro se distinguieron principalmente : í .0 Metrodoro, que ha sido estimado por su dulzura, y escribió contra los sofistas, contra los dialécticos y contra el mismo Demócrito. 2 . ° Hermaco, á quien Epicuro dejó por sucesor en su testamento. 5.° Musquien, de esclavo de Hermaco, llegó á ser su favorito. 4.° T í móerates, hermano de Metrodoro y su enemigo capital. 5.° Idorneneo, cuya rigidez, ha sido elogiada. 6.° Leoncia, concubina de Metrodoro, después de haber sido famosa cortesana. 7.° Temisla, Filanis. y otras muchas mujeres cuya reputación moral fué análoga á la filosofía por la que se apasionaron. Vivamente atacado Epicuro, durante su vida, como efectivamente merecía . fué colmado de honores después de su muerte. Sus sectarios le erigieron estatuas, y tributaron una especie de culto. Los que deseen conocer mas á fondo las costumbres y doctrinas de este filósofo, pueden leer la Filosofía de Epicuro por Gasendi; J^ida de Epicuro por Durondel, Moral de Epicuro por el abate Bateux.

DE LA FILOSOFÍA.

457

CAPÍTULO X I V .

DE PIRRON Y DE LOS ESCÉPTÍCOS. PIRRON nació en Elida, en el Peloponeso, ó en Elea, según unos hacia el año 540 antes de Jesucristo; de padres poco acomodados, dedicado en un principio á la pintura, dejó esta profesión, para entregarse al estudio de la filosofía.. Estudió las obras de Demócrito, frecuentó la escuela de Megara y aprendió allí á disputar sobre todo, sosteniendo el pro y el contra con estremada facilidad. H a biéndose adherido á Anasarco, se impuso por su medio de las doctrinas eleáticas ? y siguió á este filósofo en la espedicion de Alejandro hasta el fondo del Asia, donde vió á los bracmanes y conversó con ellos. Vivamente admirado de las contradicciones que hallaba , examinó los diferentes sistemas de filosofía,, y no e n contrando alguno que le satisfaciese, dedujo de aquí que si no eran todos ellos falsos, ninguno por lo menos se encontraba suficientemente probado. E l partido mas sábio en este piélago de contradicciones diversas, le pareció serla suspensión de su juicio. Su parecer no era negar que la verdad existia, ni tampoco asegurar que fuese imposible encentrarla. Tan solamente sostenía que esa misma verdad aún no estaba descubierta, ó que al menos ninguna prueba satisfactoria lo demostraba. Todas las doctrinas le parecían igualmente dudosas, combatía tanto las unas como las otras, por consecuencia no admitía alguna. A cuanto sobre esto se le decía, contestaba con razones opuestas. Su última razón era non liquet, esto no está claro. Jamás se le podía sacar de ahí ni convencerle. Sus partidarios han sido llamados escépticos, z e t é t i cos , efécticos, aporéticos, es decir, examinadores, rebuscadores , suspensos, dubitantes, porque examinaban cuanto se decía, buscaban la verdad, suspendían su j u i -

158

HISTORIA

ció y dudaban siempre. Su denominación mas ordinaria es la de pirrónicos: su duda, se llama escepticismo ó el pirronismo. Que Pirron por su duda universal haya llegado hasta el punto de no poder obrar ? ni creer nada en la p r á c tica no separándose nunca á cualquier lado por miedo de caer en algún precipicio, como nos refiere Diógenes Laercio, son aserciones falsas? sin fundamento, y de todo punto inverosímiles. A l contrario, este filósofo reconocía la autoridad del buen sentido, la de las leyes y costumbres, admitía reglas de moral, y pretendía que estas tenian su fundamento en el corazón. Queria que se siguiese en las apariencias, sin hacer gran caso de la realidad, que se obrase como la generalidad de los hombres, evitando cuidadosamente las discusiones espinosas que no podían engendrar sino la duda, y que se permaneciese en ese reposo del alma, único que puede hacer la felicidad del hombre. Despreciando las ciencias y las artes, no se tomó el trabajo de componer libros como lo hablan hecho los demás filósofos. Se cita de él no obstante un poema^ por el que recibió de Alejandro una buena cantidad de metálico. Entre sus discípulos mas distinguidos se cita á Timón, de Hionto, su amigo. Este Timón es el primero que escribió en favor del escepticismo. Pasando en revista en unas sátiras á los filósofos y á sus sistemas, los critica á todos, y á veces los sacrifica á la risa pública. Sin embargo, apreciaba á Sócrates, é hizo en su favor una escepcion. De todas estas sátiras no restan sino fragmentos poco c o n siderables que se hallan en Sesto Empirico. Diógenes Laercio cita una larga serie de pirrónicos que, estendidos por la Grecia, sembraban y perpetuaban la duda por todas partes. Esta secta no obstante, despreciando la esperiencia, trastornando el sentido común, chocando de frente con las opiniones mas vulgares, atacando á todas las escuelas y contradiciéndose sin cesar, esciló contra sí una aversión general, acabando por caer en el olvido. En diferentes ocasiones alzó su cabeza, y tuvo

DE L \ FILOSOFÍA.

159

defensores dignos de ser mencionados. De ellos hablaremos mas adelante. -

CAPITULO X V .

DE LÁ SEGUNDA, Ó ACADEMIA MEDIA, Y DE LA TERCERA.

A-RCESILAO, nacido en Pitano, en Eolia, por el año 515 antes de Jesucristo, hombre rico, generoso, de gallarda figura, de ingenio vivo y culto, lleno de medios y de facilidad para producirse, habia seguido en Atenas las lecciones de filosofía de Teofrasto, con el célebre Grantor. ¡Después de la muerte de Grates, se encontró al frente de la Academia, y tuvo un concurso numeroso de oyentes. Se cree que retenia en el fondo la doctrina de Platón sobre el objeto de la ciencia, y que la comunicaba en secreto á sus asociados. Pero en público atacaba con viveza á los dogmatistas, los perseguia hasta en sus atrincheramientos , y destruía una después de otra todas las razones por las que aquellos trataban de sostener lo que llamaban catalepsia ó la percepción clara de los objetos. E l , por el contrario, sostenía, que la catalepsia, ó la incomprensión, era la sola admisible. Daba por razón que nosotros nada podemos comprender con certeza y que n i aun nos es permitido decir con S ó c r a t e s , no sabemos sino una cosa, y es que no sabemos nada. Apurando la paciencia de sus adversarios por sutilezas inesperadas, les hacia las mas veces confesar que no tenían nada que responder. A s i dice Laetancio (1) instituyó una nueva filosofía que consistía en demostrar la nulidad de la misma filosofía. Esta nueva doctrina, tan diferente de la de Platón y enseñada sin embargo en el mismo lugar, formó una es-

(1)

Instit., 1. 3. c. 4.

160

HISTORIA

cuela aparte, que ha sido designada con el nombre de segunda ó media academia. Arcesilao fué su fundador. E l sucesor de Arcesilao fué Lacides de Cirene? su discípulo y amigo. Del mismo modo que su maestro, atacó igualmente los diferentes sistemas sin escepcion, combatiendo y trastornándolo todo, ü n gran número de sus discípulos, fatigados de tantas incertidumbres, abandonaron su duda especulativa para adherirse á la doctrina de Epicuro. Los sucesores de Lacides fueron Evandro y Telecis, de Fócida, y Hegesino de P é r g a m o . TERCERA ACADEMIA.

Carneades, nacido en Cirene, doscientos quince años antes de Jesucristo, estudió la filosofía en Atenas, la dialéctica con Diógenes, el Estóico, y la duda universal con Hegesino: con sos talentos, aplicación y constancia en el trabajo, hizo grandes progresos y adquirió una inmensa erudición. Constituido jefe de la Academia después de Hegesino, modificó la duda de Arcesilao y fué fundador de una nueva ó tercera Academia. Sin negar lo que pasa en nosotros, es decir, las percepciones y las sensaciones, sostenia que nada podia haber concluyente respecto de lo que está fuera de nosotros, y que relativamente á los objetos esteriores y sus relaciones, ya entre ellos mismos ya con relación á nosotros; no podíamos aventurar sino juicios probables. Una cosa era probable según é l , cuando habia en esto mas motivos para que sucediese, que para que no sucediese, ó para que hubiera sucedido, que para lo contrario. La mayor parte de lus veces no nos engañan nuestros sentidos, en muchas nos e n g a ñ a n , y así no podemos ni absolutamente negar, ni absolutamente afirmar lo que nos atestiguan. Por su medio adquirimos solamente un grado de probabilidad mas ó menos grande, según las circunstancias que hacen la ilusión mas fácil ó mas inverosímil. Aunque no iba tan lejos como Arcesilao en su espe^

DE LA FILOSOFÍA.

161

culacion dubitativa, no fueron por eso perdonados los dogmatistas; los atacó y estrechó en todo sentido, sosteniendo y demostrando con la mayor facilidad que sus argumentos nada probaban. Mas encarnizados aún contra los estóicos, los persiguió á todo trance, y entendiéndose personalmente con Crisipo, el mas afirmativo de todos, le arruinó completamente. Así cómo Arcesilao, retenia los principales dogmas de Platón, que comunicaba con el mayor secreto á los qne reputaba dignos de ser iniciados en esos misterios. Enviado á Roma por los atenienses con otros dos filósofos, se hizo admirar en aquella capital por su elocuencia, energía y abundancia de razones. Muerto el año 129 antes de Jesucristo, tuvo por su sucesor á Ciitomaco, de Cartago. Este siguió las huellas de Carneades, su maestro, y puso por escrito los argumentos escépticos que le había oido emplear. A Ciitomaco sucedió Filón, de Larissa, que se acercó mucho á las doctrinas de P l a t ó n , por lo que ha sido reputado por muchos como fundador de una cuarta academia. Antíoco, de Ascalonia, discípulo y sucesor de Filón, volviendo á las doctrinas de la antigua academia, combatió el escepticismo que en ella se habia introducido y escribió un libro contra el mismo Filón. Entonces se comenzó á razonar en la academia, como se hacia en el Pórtico. Esta restauración es reputada como una quinta academia. Antíoco fué atraido á Roma por L ó c u l o , y fué maestro de Cicerón. Desde esie momento se estinguió la academia entre los griegos. Mas tarde la veremos entre los romanos.

TOMO I .

i i

16^

HISTORIA

CAPÍTULO X V I . DE I t k FILOSOFÍA G R I E G A , FUERA D E l A GRECIA.

.ASIENDO sometido Alejandro el Grande á su dominación casi el mundo entero, estendió por todas partes los «sos, costumbres y doctrinas de la Grecia, favoreciendo esta espansion como medio de establecer uniformidad en las ideas de sus subditos, y conseguir mas fácilmente su completa sumisión. De aquí provino el realizarse, por consecuencia, una fusión de las doctrinas de la Persia, de la India, del Egipto, y de las diferentes escuelas griegas. Entonces se formaron el sincretismo y el eclectismo , de los que hablaremos en el libro siguiente. Pocos progresos hizo la filosofía griega en la Persia y en la India, porque encontró numerosos obstáculos en los magos y en los bracmanes; y por otra parte, la autoridad de los griegos no se sostuvo por largo tiempo en estas regiones para que sus doctrinas arraigasen allí con alguna solidez. Pero su filosofía, trasplantada al Egipto, en la ciudad fundada por Alejandro, y qué llevó su nombre, fué cultivada allí con celo. Los príncipes Lagidas, sucesores de Alejandro en esta parte de su vasto Imperio, nada omitieron para atraer y aclimatar en Egipto las artes y las ciencias de Grecia, hicieron venir filósofos de todas las escuelas, les prepararon á costa de grandes sumas una magnífica biblioteca, colecciones de todos g é n e r o s , y un museo perteneciente á su palacio. Allí los sabios de todas clases se alojaban y vivían en una especie de comunidad, conferenciaban juntos, y se prestaban mutuamente los auxilios de su esperiencia y de sus luces. Jamás hizo la autoridad pública una cosa semejante para los sabios. L a poesía, la elocuencia, la filosofía, la gramática, la crítica, las ciencias naturales y la medicina, todo á la vez se cultivaba en Alejandría, tanto, que pa-

DE LA FILOSOFÍA.

i 65

recia que la Grecia entera allí habia sido trasladada y reunida como en un manojo. Sin embargo, del seno de esta academia célebre, modelo de nuestras academias modernas, no salió nada que pudiese llamarse grande, y ninguna inspiración de genio se hizo notable en medio de tantos eruditos como allí se sucedieron, durante un largo período de años. Después de Demetrio Falero, á quien según la opinión común se debe la idea de esta real institución, que á instancias suyas llevó á cabo Ptolomeo Soter, los hombres mas distinguidos de la escuela de Alejandría fueron Calímaco; Apolonio, de Rodas; Timón el Siílógrafo; Estraton; Aristófanes, de Byzancio; Arislobulo; el judío Heráclito, de T i r o , etc. Su mérito consistió casi ú n i c a mente en esplicar lo que los otros habían hecho ó enseñado antes que ellos. L a variedad de las escuelas infundió en los entendimientos, como naturalmente debia suceder, una completa anarquía de principios, no sabiéndose ya ni dónde detenerse, ni hasta dónde llegar. E l epicureismo, con sus goces actuales, parecía entre todo lo mas seguro, por lo menos era lo que se encontraba mas satisfactorio para los sentidos y para los corazones depravados. Por eso era el generalmente adoptado. Estendiéndose por afuera, no fué lo que menos contribuyó á la corrupción universal que reinó en Alejandría y sus alrededores. E l Egipto, la Grecia, y casi todo el mundo conocido, se sometió á la dominación de la soberbia Roma, y la filosofía griega, contando desde esta época, quedó confundida con la de los romanos, sus conquistadores.

De la

filosofía

de los romano»»

CAPÍTULO PRIMERO.

FILOSOFÍA 1)K LOS ANTIGUOS ROMANOS. 1 ODO el mundo conocía la historia de la fundación de Roma, setecientos cincuenta y dos años antes de Jesucrist o , y el origen de su nombre. Antes que existiese esta ciudad, la parte de Italia, donde fué edificada, se hallaba ocupada por pequeños pueblos venidos de diversas costas y en diferentes é p o c a s , tales como los pelasgos, de los que era el jefe un tal Tirreno; los helenos, conducidos por H é r c u l e s ; y los troyanos, trasplantados allí por Eneas después del sitio de Troya. ¿Cuáles eran las opiniones, las creencias y las doctrinas de estos pueblos ? Sobre esto carecemos de monumentos auténticos que nos lo puedan aclarar de una manera cierta. Cada una de estas colonias debió llevar consigo sus tradiciones > sus dioses, sus costumbres, sus supersticiones, pero ninguna historia digna de fé nos ha transmitido los detalles de cuanto tuvo lugar en esos tiempos remotos, y asi no podemos decir nada sobre esto. Establecidos los etruscos, mas de m i l años antes de Jesucristo, entre el A m o y el Tiber, siendo una mezcla

166

HISTORIA

de u m b r í o s , sícutos, pelasgos, helenos, y probablemente también de otras muchas razas, estendiéndose al Norte hasta el otro lado del P ó , formaron la primera nación de Italia y fueron los primeros civilizados. Ochocientos años antes de Jesucristo fundaron «na colonia en Campania. Y a tenian por aquella época buques flotando por ambos mares, el Mediterráneo y el Adriático, y asi visitaron la Gran Grecia, la Sicilia, la Gerdeña, la Córcega, etc. Según las doctrinas de los sacerdotes etruscos, el demiurgo, es decir, Dios, habia formado el mundo en el espacio de seis mil años: en el primer milenario habia hecho el cielo y la tierra; en el segundo el firmamento; en el tercero el mar y cuantas aguas hay sobre la tierra; en el cuarto los dos grandes luminares de la naturaleza, el sol y la luna; en el quinto todos los animales que viven en la tierra, en las aguas y en el aire, y en el sesto al hombre. E l género humano debia durar el mismo tiempo que fué necesario para criar todas las cosas, es decir, seis m i l años. Esta duración de doce mil años, de las que los seis m i l sondantes de la creación del hombre, es en un torio semejante á la qué sienta el Zend-Avesta, libro sagrado de los antiguos persas. Esta semejanza tiene algo de chocante > y prueba, por lo menos, que las antiguas doctrinas del Oriente hablan penetrado en el Occidente por conducto de los pitagóricos, ó por otro medio que nos es desconocido. Los etruscos reverenciaban á los grandes dioses pelásgicos, J ú p i t e r , Juno, Minerva, INeptuno, etc. Júpiter era el primero; los demás no eran sino sus ministros en el gobierno del mundo. Júpiter se llamaba T i n a , en etrusco, y pasaba por ser la causa primera de todo. E n él se vela el destino, la providencia, el alma universal que vivificaba y gobernaba todas las cosas. Tanto en este sistema, corno en los demás que dejamos espuestos, la materia, principio pasivo de todas las producciones sensibles, debia ser coeterna con la sobe-

DE LA FILOSOFÍA, 167 rana inteligencia designada con el nombre de Tina ó J ú piter. Los etrnscos admitían una inmensa multitud dé demonios ó genios divididos en cuatro ciases y destinados a toda especie de individuos, á ios dioses, á los hombres, y aun á las cosas inanimadas; la primera clase contenia los de J ú p i t e r ; la segunda los de Neptuno; la tercera los de los dioses subterráneos, y la cuarta los de los hombres y dioses inferiores. Cada individuo viviente se hallaba siempre acompañado de dos genios; el uno bueno que velaba en su guarda, y el otro malo que trataba de perderle. E n todas .partes donde hatóa reunión'-de muchas personas, que moraban juntas , un genio invisible tomaba á esta especie de sociedad bajo su protección. Los genios que presidian los hogares domésticos se identificaban en cierta manera con las familias y se llamaban dioses familiares. Estos eran conocidos con el nombre de lares, de la palabra etrusca lar, que quiere decir maestro 7 señor ó protector. Se los llamaba igualmente penates, de peni tus, porque penetran hasta el fondo de las cosas, ó de otra palabra, que significa provisión de boca, porque era á ellos á quienes fes familias p e d í a n l o que necesitaban. Se cree, sin embargo, que en la opinión de estos pueblos habia una diferencia real entre los lares y los penates; protegían los primeros la familia y sus bienes, siendo los otros como poderes ocultos de donde esos bienes procedían. Se distinguían dos clases de penates, á saber: ios públicos ó grandes penates, y los privados. Los primeros eran los tutelares de las ciudades, de las sociedades y de las naciones. Tenían templos y recibían homenajespúblicos. Los segundos pertenecían á las familias, y eran honrados solamente por ellas en el hogar doméstico. E l fuego ardía para ellos como para Vesta; y la misma Y e s í a , colocada en el número de los penates privados, era reputada como el principio de donde ellos emanaban. Se miraba, pues, á los penates como superiores á ios

168

HISTORIA

lares, y he aquí por qué ios penates eran de origen d i vino , y tenian el poder de dar al hombre lo que el hombre no puede darse á sí mismo: los lares, por el contrario, eran solamente hombres semejantes á nosotros; pero que converlidos'en espíritus después de su muerte de la que podía sacarse gran partido en favor de la verdadera religión. Con este motivo pareció oportuna la fundación de una escuela pública, nada inferior en saber á las escuelas de los paganos, sin presentar los inconvenientes de aquellas. Alejandría era en aquella época la ciudad sabia, el centro donde se reunían los talentos, y como el teatro en que se presentaban al público todos los conocimientos humanos. Por lo mismo, y por honor del nombre cristiano, convenia abrir la lucha que se pensaba sostener, y esto fué lo que se hizo. No sabemos precisamente la época en que se abrió esta célebre escuela. San Panteno, sacerdote, originario de Sicilia, la desempeñaba con grande distinción en el reinado del emperador Commodo, á fines del siglo l í . Este docto profesor esplicaba públicamente las sagradas escrituras, las mas veces por alegorías. A las verdades divinas contenidas en los libros santos unia el resumen de todas las sectas filosóficas. Tomando de cada una lo que se le parecía verdadero, daba no obstante la preferencia á la estoica, según lo que nos refiere san Gerónimo ( 1 ) . Enviado por Demetrio, obispo de Alejandría, á predicar la fé á los bracmanes y á los demás indios, desempeñó su misión con gran celo. Vuelto á Alejandría , halló su escuela dignamente desempeñada por san Clemente, su discípulo. Desde entonces ejerció, sin quejarse, durante el resto de su vida, las modestas funciones de catequista. Clemente, nacido en Alejandría misma, según parece, y apellidado por ello Alejandrino, fué educado en el paganismo. Habiendo seguido las escuelas públicas de A t e nas y viajado por diferente^ puntos, estudió la filosofía de los egipcios, de los asirlos, de los indios, y de las d i versas sectas griegas. Discípulo de san Panteno en A l e jandría, escuchó con gusto su doctrina y la abrazó. E m pleó con celo, para bien de la religión, su erudición inmensa. (1)

Epist. 8 i .

25ü

HISTORIA

Contemporáneo de Ammonio Sacca ? le imitó en su eciectismOj tomando de aquí y de allí cnanto encontraba bueno y verdadero para formar una doctrina razonable, digna de un sábio. Profesaba la mayor estimación á la filosofía desnuda de toda amalgama y reducida á sus verdaderos elementos. Según su opinión, la filosofía asi e n tendida no era sino una recopilación de las tradiciones primitivas consignadas en los libros hebreos, ó una comunicación del Verbo Divino. E n su fondo era la misma en todas partes, y pertenecía sustancialmenle al cristianismo, sirviéndole de preparación. San Clemente compuso, basadas sobre estos p r i n c i pios, muchas obras importantes: i.0 Las Hypotyposes, ó instrucciones, de las que no han quedado sino fragmentos. Se cree que hizo esta obra después de su conversión, cuando estaba aún poco instruido en las verdades cristianas, pues trataba en ella de conciliar estas verdades con los principios de la filosofía, 2 . ° Exhortación á los gentiles para apartarlos de sus falsos dioses y atraerlos al cristianismo por la esposicion de la doctrina cristiana. 5.° Los Stromatas ó Tapicerías, gran colección de ocho libros de pensamientos cristianos y de máximas filosóficas colocadas sin orden. Se presume que el autor las había escrito día por dia á medida que se le ocurrían, á fin de poderlas encontrar cuando las necesitase. Se echa de menos en este autor, que no muestre siempre un discernimiento proporcionado á su vasta erudición. E n muchos lugares atribuye á los filósofos lo que no han dicho, cambia ó modifica sus opiniones para traerlas á la unidad que se propone, y algunas veces altera ó parece alterar los dogmas cristianos para adoptarlos mejor Con ciertos principios filosóficos á que se atenía. Por esto, queriendo conciliar á Moisés y Platón en cuanto á la formación de ios seres sensibles, dice que Dios engendró al mundo, como había engendrado á su H i j o , lo que es doblemente falso: falso con relación á Platón, que hace la materia eterna, y falso relativamente á Moisés, que la

DE L A FILOSOFÍA.

25 Í

hace salir de la nada por la omnipotencia de Dios, Le echan en cara á san Clemente otras inesáctitudes semejantes, consecuencias de su inclinación hacia un sincretismo universal y de su predilección á las opiniones platónicas. 4 . ° Compuso ademas un escelente tratado de moral con el título de Pedagogo. Esta obra se divide en tres libros. E l autor hace en ella un bello retrato de la moral cristiana, traza las reglas de una templanza severa, y ensalza las ventajas de la modestia en las mujeres. Orígenes, el prodigio de su siglo por sus talentos, por su trabajo é inmensos conocimientos, nació en Alejandria el año 185; tuvo por su primer maestro á Leónidas, su padre, hombre instruido y sirviente cristiano, y después á san Clemente, cuya sábia escuela sigió, y del mismo que tomó el método del sincretismo, origen de tantos errores. No queriendo ignorar nada de cuanto podia aprender, siguió con ardor las lecciones de Ammonio Saccas, fundador del Neoplatonismo, leyó las obras que se refieren á esta escuela, estudió la gramática, la retórica, la música, la aritmética, la geometría, la dialéctica, los sistemas filosóficos de todas las sectas, y se confirmó mas y mas en la idea de un sincretismo universal. Conducido por las circunstancias á reemplazar a san Clemente, su maestro en la escuela de A l e j a n d r í a , brilló con mas esplendor y eclipsó á todos los demás maestros. Entre sus numerosos oyentes, se contaban cristianos filósofos paganos, y aun mujeres. L a pureza de sus costumbres y la santidad de su vida; realzando su talento, le atrajeron la confianza universal. Los disturbios acaecidos en Alejandría bajo el reinado de Caracalla, le obligaron á abandonar esta ciudad en 215. Bajando á Grecia, asistió á las lecciones públicas de filosofía en Atenas en calidad de simple oyente. Retirado después á Cesárea de Palestina, enseñó allí, y después volvió á continuar su escuela en Alejandría. Allí ocupaba él solo hasta catorce escribientes, de los que siete estampaban las flotas que él dictaba, y

^32

HISTORIA

los otros siete las ponían en órden. Los primeros se llamaban notarios y los segundos libreros. Orígenes habia l e í d o , meditado y analizado los libros de los pitagóricos, de los estoicos y de los platónicos; poseía tan perfectamente todos los sistemas y todas las doctrinas que hablan sido enseñadas hasta entonces, y hablaba de ellas tan al caso y de una manera tan interesante, que aun los mismos filósofos paganos le escuchaban con admiración, leiau sus obras, sometían a su juicio las propias, y las mas veces se atenían a su dictamen. La inmensidad de sus conocimientos y deseo que le animaba de concillaren un todo las doctrinas egipcias, griegas, judías y cristianas, le sumieron en los errores de que con tanta justicia se le ha acusado; es verdad que muchos de estos se le han atribuido, y contra los que tanto él como sus discípulos han reclamaiio constantemente 5 pero tampoco puede negarse que otros sean verdaderamente suyos. Por ejemplo, los siguientes: 1.0 La materia ha salido del seno de Dios por via de emanación (que es lo mismo que decían los nuevos platónicos). 2.° Dios tiene un cuerpo sutil. 5.° E l Verbo, por quien todo ha sido hecho, es inferior al principio de donde emana, es decir, al Padre, del mismo modo que los rayos de luz son inferiores al sol. 4 . ° Dios habia creado primitivamente espíritus i n n u merables, que no perseveran todos en el bien, y ha hecho el mundo para distribuir según su mérito los espíritus creados que han prevaricado. Así las almas son preexistentes á los cuerpos. 5. ° Los ángeles están compuestos de alma y cuerpo, y el cuerpo de los ángeles buenos es de una materia mas sutil que el cuerpo de los malos. 5.° Los malos ángeles conservan su libertad, y si quieren usar bien de ella espiarán su falta, y se levantarán de su calda. 7.° Cada hombre tiene un ángel fiel que le acompa-

DE

L A FILOSOFÍA.

235

fía, pero tiene igualmente otro malo que le sigue por todas partes. 8.° Las almas preeixslenles son condenadas por sus pecados á regir una porción de materia, y pasan de los cuerpos celestes á cuerpos humanos, de estos á los cuerpos sutiles de los demonios; pero no pasan á los cuerpos de las bestias, n i á otros séres inanimados: en su consecuencia la metempsícosis de los antiguos y de los orienta les no puede ser admitida. Orígenes, al parecer, reconocía en el hombre, como los neoplatónicos, espíritu, alma y cuerpo. E l alma guardaba el medio entre el espíritu y el cuerpo, y tenia la facultad de adherirse al uno ú al otro. Concedía á los astros una alma racional, libre de hacer el bien ó el m a l , capaz de alabar á Dios, ó de no tributarle ningún honor, de conocer y anunciar el porvenir. Según él, las almas criminales descendían después de la muerte al infierno, para ser allí atormentadas por m a s ó menos tiempo, de una manera proporcionada al número y calidad de sus faltas. Allí debían ser purificadas por el fuego y volver á su primer estado. Podían de nuevo pecar ó perseverar; si pecaban, v o l verían aún á los cuerpos, porque á este mundo debía su: ceder otro, y á éste otro mundo a ú n , y asi sucesivamente por un gran número de siglos. Después de todo esto vendría el reino eterno. No pueden existir castigos eternos ni para los ángeles rebeldes n i para los hombres culpables. Estos errores, deducidos en gran parte del platonismo de Alejandría, se encuentran casi todos en la obra de Orígenes titulada Be los principios. E l testo griego de esta obra se ha perdido, y no conservamos de ellá sino una traducción latina hecha en el siglo I V por Rufino. E l mismo Rufino confiesa haber añadido muchas cosas, y q u i tado otras que reputaba como errores. Asi no podemos estar completamenre seguros de lo que esclusivamenle pertenece al autor de este libro. L o cierto es que se le acusa de los diferentes errores que acabamos de citar, que

254

HISTORIA

se alzó contra él un grito general en toda la Iglesia, y que su memoria aún no ha podido ser lavada poa sus defensores. Tenemos también suya una buena refutación de la obra impía de Celso, contra la religión cristiana, comentarios sobre todos los libros santos, y aáem&shs Exaplas, obra célebre en la lenguística sagrada. Los principales discípulos de Orígenes fueron: l . 0 H e ráclio, que llegó á ser patriarca de Alejanddría, y del que nada de particular conocemos respecto á su doctrina. 2 . ° Dionisio, que, hijo de padres gentiles y gentil él mismo, hizo grandes progresos en la filosofía, comprendió lo falso y ridículo de la religión pagana y abrazó la fé cristiana. Después de haber sido gefe distinguido de la escuela de Alejandría, fué luego patriarca de esta ciudad, y ha merecido ser colocado en el número de los santos. 5.° Didimo, también de Alejandría, ciego desde la edad de cinco años, adquirió sin embargo una vasta erudición haciéndose leer las obras de los filósofos y de otros sábios y escuchando sus lecciones. Habiéndole sido confiada la dirección de la escuela de Alejandría, enseñó en ella con distinción á presencia de un numeroso auditorio. Compuso en su memoria y dictó buenas obras, de las que nada ha quedado. Su nómbrese hizo célebre en el mundo cristiano. Entre los que acudían á oirle y admirarle se cuenta: S. G e r ó n i m o , ya de edad avanzada, Rufino,Paladio, Isidoro , hombres todos de.reconocido mérito. Después de Didimo nada mas sabemos de la escuela cristiana de Alejandría. 4. ° San Gregorio, por sobrenombre Taumaturgo, fué otro discípulo de Orígenes, que celebró las alabanzas de su maestro y elogió su enseñanza en un panegírico que conservamos; no obstante le pinta como á un platónico. 5. ° San Gregorio de Nisa sigue en parle las opiniones de Orígenes en un tratado de psicología, y en una pe-

DE

L A FILOSOFÍA.

235

quena disertación que de él nos ha quedado sobre el alma. Este es el lugar de decir una palabra de Calcidio, otro filósofo platónico á fines del siglo I I Í , á quien debemos un comentario apreciable sobre el Timeo de Platón. No concuerdan los críticos sobre la religión de este hombre: creen unos que permaneció gentil; otros, entre ellos Fabricio y Brucker, sostienen que era cristiano, aunque hizo, como otros muchos, una mezcla singular de la filosofía y del cristianismo.

CAPÍTULO Y I . PADRES

GRIEGOS

POSTERIORES

Á L A ESCUELA

CRISTIANA

DE

ALEJANDRÍA.

A D E M A S de los doctores cristianos de que hemos hablado en los dos capítulos precedentes, se cuentan todavía algunos que pertenecen á la iglesia griega y merecen ser mencionados. I.0 Ensebio, nació sobre el año 2 6 7 , estudió en A n tioquía, fué ordenado de sacerdote, y llegó á ser obispo de Cesárea en la Palestina en 313. Persuadido, como la mayor parte de los doctores de su tiempo, que muchas verdades , transmitidas por las tradiciones ó comunicadas por el Verbo de Dios, estaban diseminadas entre las séctas filosóficas, ó consignadas en los escritos de los filósofos, concibió el proyecto de buscarlas por todas partes donde se encontrasen, de reunirías y formar de ellas un cuerpo, y hacerlas servir á la defensa de la verdadera religión. Se entregó, pues, á un inmenso trabajo, y compuso dos grandes obras, una en quince libros, intitulada Preparación evangélica, y otra bajo el título de Demostración evcLug^lica, en veinte libros, de los cuales los diez últimos se han perdido. Se hallan, en lo que nos ha quedado, preciosos fragmentos de un sin número de obras importantes que no existen ya. Desgraciadamente el célebre

256 HISTORIA autor ha confundido algunas veces las obras apócrifas con las auténticas, y en sus reflexiones no es siempre exacto. Gomo Orígenes y otros muchos, estaba imbuido en las máximas platónicas, de manera que se le puede consultar con mucho fruto, pero no tomarle por un guia siempre seguro. 2!. Nemesio, nació en Girene, en Africa, hácia fines del siglo I V , fué desde luego discípulo de Hipatio, del cual hemos hablado. Después de haber estudiado á fondo la filosofía de Alejandría, se convirtió al cristianismo sin renunciar á los sueños del neoplatonismo. Elevado sin embargo á la silla copal de Ptolemaida, no c a m b i ó , por esto, de opiniones, á juzgar por sus epístolasé himnos que conservamos. M u chas de estas piezas, evidentemente posteriores á su conversión, están llenas de ideas platónicas. 5.° Hácia el mismo tiempo, aparecieron, ba jo el nombre de S. Dionisio el Areopágita, unas obras místicas, piadosas, interesantes, llenas de máximas platónicas, á la manera de los filósofos de Alejandría en el siglo V . Estas obras, que se encuentran en la Biblioteca de los Padres, tomo segundo, y están consideradas allí como auténticas, tienen por título: De la gerarquia celestial; de la gerar-

quía eclesiástica; De los nombres divinos; De la teología mistica. Son tenidas generalmente como apócrifas, lo mismo que once cartas atribuidas al mismo autor; pero se conviene en decir que existían ciertamente en el siglo V . Aun en la hipótesis de que sean realmente apócrifas, no dejan de tener su importancia. 4.° Nemesio, obispo de Emesa, en Fenicia, en el I V ó V siglo, nos ha dejado un ;buen tratado De la naturaleza del hombre. Esta obra ha sido traducida en latín y se halla en el tomo octavo de la Biblioteca de los Padres. E l autor se muestra en ella buen escritor y metafísico profundo. Admitía sin embargo la preexistencia

DE LA FILOSOFÍA.

237

de las almas, su transmigración de un cuerpo humano á otro , y algunas otras ideas platónicas. Sin embargo, fué mucho mas exacto que los filósofos cristianos de su siglo y que los de los siglos precedentes. 5.° San M á x i m o , monge y mártir, comentador de los libros atribuidos á san Dionisio Areopágita, Eneas de Gaza, discípulo de Hierocleo, y á Z a c a r í a s , llamado el Escolástico, que habia enseñado la jurisprudencia en A l e jandría , impugnaron á los nuevos platónicos acerca de muchos puntos: sin embargo no se garantizaron ellos mismos de todos los errores del sistema que refutaban. CAPÍTULO YIÍ.

DE LA. FILOSOFIA DE LOS PADRES LATINOS. N o era desconocida la filosofía griega á los padres l a t i nos: vemos por sus obras, que muchos la habían estudiado seriamente y la poseían bien. Pero, en general, no le eran favorables , y no se dejaron subyugar por ella. I.0 E l primero que se presenta es Tertuliano. Este doctor, nació en Africa, de un centurión romano, hacia mitades del siglo I I ; educado en la ciencia y en las prácticas supersticiosas del paganismo, ejerció la profesión de retórico. Convertido á la fé cristiana y ordenado sacerdote en Cartago, defendió animosamente la religión, y probó que no era estraño á las ciencias profanas , ni á los secretos de una elocuencia rigorosa. Pero teniendo una repugnancia invencible hacia la filosofía pagana, y considerándola como la fuente de todas la^ heregías, que desolaban á la Iglesia, la persiguió con energía y la confundió por medio de sus poderosas espresiones. E n el capítulo siete de su libro JDe la Prescripción , habla brevemente de Jas diferentes sectas y de los graves errores que habían producido; después esclama: ¡Miserable Aristóteles! éí

es el que ha dado á los filósofos la dialéctica; arte

258

HISTORIA

propio, igualmente para edificar que para destruir, aplicable á todas las opiniones, fecundo en conjeturas, concíuyenie en sus argumentos, manantial de dispulas y combatiéndose á si mismo, destruyendo lo que adelanta y no pudiendo establecer nada. E n otro libro se indigna contra los académicos (1) y condena sus perpétuas fluctuaciones. Las ideas sustanciales de Platón le desagradan; las trata de sueños, y no vé en ellas mas que un origen de perniciosos errores. É l mismo, demasiado confiado en sus luces, se es Iravía de una manera estraña. Impugnando á los platónicos, retiene algunos de los errores bebidos en su escuela. A s í pretende que los ángeles, las almas humanas, y el mismo Dios, tienen un cuerpo sutil é invisible. E l ardor de su carácter le lanza á estravíos mayores y mucho mas deplorables todavía, pero no pertenecientes á la filosofía. %0 A r n o b i o , natural de Sicca, en Numidia en el siglo I I I , enseñó la retórica en su país. Reunía, á una gran reputación de saber y de elocuencia, un celo ardiente por las supersticiones paganas. Habló muchas veces en sus lecciones públicas contra la religión cristiana. Ilustrado por una luz interior, pidió abrazar la religión que habia combatido. E l obispo de Sicca le impuso, para admitirle al bautismo, la obligación de evidenciar su conversión por medio dft un acto público. No retrocedió Arnobio ante esta dificultad. E n una buena obra en siete libros , atacó vigorosamente á los paganos, entregó sus dioses al desprecio y se declaró con calor contra los filósofos. Rechazando todos los sistemas, sin distinción de escuelas, llegó hasta acusar á la lógica de impotente, á pesar del aparato de sus armas en demostrarla verdad. Sin embarga, alaba á Platón y adopta sus ideas sobre la naturaleza del alma, sobre las revoluciones del univer-

(í)

De ánima, cap, 17 y 1S.

DE LA FILOSOFÍA. 259 so, sobre el origen del mal físico que hacia venir de la materia rebelde á los designios del Criador. Cuando escribía esta obra, no era todavía Arnobio masque catecúmeno; no es, pues, de admirar que haya emitido en ella ciertas tinturas de los errores en que habia sido criado. 5.° Lactancio, natural de Africa, discípulo de A r n o bio, y educado en el paganismo como é l , fué muy superior á su maestro en elocuencia y erudición. Llamado por Diocleciano para profesor de bellas letras en Nicomedia, tuvo poca aceptación, porque en esta ciudad se hablaba mucho mas griego que latín. Habiendo abrazado la fé cristiana, la defendió por medio de obras escritas en un latin correcto y elegante,

á saber: de la Obra de Dios; ds las Instituciones d i vinas, en siete libros; de la Cólera de Dios; de la muerte de los perseguidores. Se encuentran estas obras en la Biblioteca de los Padres, tomo 5 . ° , á continuación de la de Árnobio. Todas son útiles para la historia de la filosofía, á causa de las noticias que suministran; pero merecen muchos cargos. E l autor opone unos á otros los filósofos de la a n t i güedad, á fin de confundir mejor sus doctrinas por las contradicciones en que incurren sin cesar. Su marcha es parecida á la de los académicos modernos: como estos, arruina y destruye, pero no es tan hábil en edificar (1). Parece reconocer que no existe ciencia y verdad para nosotros sino en medio de la comunicación que Dios nos hace de ellas por la revelación. No distingue sin embargo de una manera clara la luz sobrenatural de la naturaleza, y no dá principios para llegar al conocimiento cierto de la revelación. Espone frecuentemente los sistemas de una manera inexacta, y aduce malas razones para impugnarlos. E l mismo incurre en el error ó en unas opiniones sin

(i)

iS\ Ger., epist. á Paulino, 49, t. 4, segunda parle, p. 567.

240

HISTORIA

guiares, como por ejemplo, dice que se traslada Dios á las diversas partes del mundo para gobernarlas, que el alma está en la cabeza como Dios está en el cielo , que baja al pecho cuando quiere reflexionar, etc. ( 1 ) . 4.° San Agustín es de todos los padres latinos el que ha escrito mas sobre la filosofía. Sin estar exento del mal gusto que reinaba entonces, dominaba evidentemente su siglo por la penetración de su genio, por la estension de sus conocimientos y por la inmensidad de sus trabajos. Su grande imágen se presenta por todas partes; de manera que para escribir su vida, seria necesario formar la historia eclesiástica de los siglos I V y V . Nació en Tagasto, en Africa, en 5 5 4 ; aprendió allí á leer, á escribir y los elementos del cálculo. Esludió en seguida la literatura y el arte oratoria en Madaura; después se disgustó de él por las dificultades que encontró á causa de la inhabilidad de sus maestros. Desanimado, quiso abandonarlo absolutamente 5 pero reflexionando con mas madurez, resolvió hacer nuevos esfuerzos, y se aplicó á las letras latinas. E l griego le repugnaba. Sin embargo, conociendo después la necesidad de saberlo, lo aprendió, y leyó los autores sagrados y profanos que habian escrito en esta lengua. Falto de recursos pecuniarios, se vió obligado á interrumpir sus estudios durante algún tiempo: su padre, que tenia un ardiente deseo de verle elevarse á los honores y á la fortuna, encontró el medio de enviarle á Cartago. Estudiando allí el joven con ardor, hizo grandes progresos en la filosofía y elocuencia; pero corrompiéndose sus costumbres , cayó en desórdenes vergonzosos y no fué allí feliz. Una inclinación secreta le perseguía sin cesar, y le hacia desear hallar la verdadera sabiduría. Privado de un maestro hábil que pudiese guiarle, no sabia dónde buscar esta sabiduría cuya necesidad sentía tan vivamente: temía

(I)

De la obra de Dios, c. 10.

DE LA FILOSOFÍA.

241

tomar una dirección falsa ? engañarse ó ser engañado. Con estas disposiciones emprendió leer los libros sagrados. Pero la sencillez del estilo que observó en ellos y que eran tan diferentes de los períodos armoniosos de C i cerón, le retrajo desde el principio. Habiendo leido las Categorías de Aristóteles, creyó comprenderlas. Se proporcionó todo lo que pudo hallar en otros libros de ciencias y artes, los estudió, comparó y profundizó Por este medio adquirió uña falsa erudición,4 pero no tenia ideas exactas sobre los puntos nías esenciales. Arrastrado á los groseros errores de los maniqueos, los defendió por espacio de nueve años. Recomendable sin embargo á los ojos del mundo por sus talentos y conocimientos, llegó rápidamente á unos puestos honrosos y lucrativos: enseñó la retórica sucesivamente en Tagasto, Cartago, liorna y en Milán. E n esta última ciudad, oyó algunas veces á san Ambrosio, que escitaba, en esta época, una grande admiración. Conmovido por los discursos de este santo doctor y de las lágrimas de su piadosa madre, vencido por la gracia, después de una lucha obstinada, de la cual dá tan buena cuenta en sos Confesiones, se convirtió, abjuró sus errores, reformó sus costumbres, dejó sus destinos, renunció al mundo y á sus vanidades, fué ordenado sacerdote, llegó á ser obispo de Hipona y se consagró sin reserva á la gloria de la religión. Ademas de las numerosas obras teológicas, tan estensas y grabadas casi todas con los caracléres de una metafísica profunda, de las cuales es autor, podemos decir que ha compuesto otras puramente filosóficas, y en las cuales muestra una sublimidad de talentos, á la que han llegado pocos ingenios. Se pueden citar sus diálogos Contra los

Académicos; sus libros Del Orden; De la Vida feliz; sus Soliloquios; sus tratados De la Inmortalidad y de

la Cuantidad del alma; sus libros Del Libre albedrio. E n otros escritos suyos recurre á la filosofía pagana, muestra que la conocia, y se sirve de ella con ventaja cuando la juzga útil para su objeto: se puede ver esto, especialTOMO i.

'

16

242

HISTORIA

mente en su grande obra De la Ciudad de Dios , en veinte y dos libros. En medio de sus inmensas lecturas ? se ha estraviado algunas veces en el caos de las opiniones que habia recorrido. No debemos sorprendernos; él mismo no ha temido reformarse, compuso un libro entero bajo el título de sus

Metractaciones. Dice (1) haber bebido sus primeros errores en las Categorías de Aristóteles. Sin adherirse á ninguna secta en particular, pareció preferir la nueva academia. Después pareció estimar mas á Platón, cuyos diálogos leía frecuentemente. Sin embargo, reteniendo algunos de los principios enseñados por los nuevos platónicos, se preservó de los graves errores echados justamente en cara á los primeros padres de que hemos hablado. E n sus confesiones ( 2 ) , dá gracias á Dios de haber leído los libros de P l a t ó n , y les atribuye el principio de su conversión. Agobiado por los trabajos, los cuidados, las inquietudes y la tristeza, murió en el año 4 5 0 , mientras que sitiaban los vándalos su ciudad episcopal. Posidío, uno de sus discípulos, escribió su vida y formó la colección de sus obras. 5.° Claudio Mamerto, de Viena, en el Delfinado^ en el siglo V , estudió á todos los filósofos de la antigüedad y se unió á los nuevos platónicos. Muy versado en la dialéctica de Aristóteles, se sirvió de ella contra los hereges de su tiempo, y compuso un bello tratado Del Estado del alma, en tres libros, contra Fausto de Riez. Pretendía éste que los ángeles y las almas humanas se componían de una materia menuda, y que Dios solo es incorpóreo (5).

(1) (2) (3)

Confes., 1. 4, c. 16. Confes., 1. 7, c. 20. Bibliot. de los Padres, t. 6.

DE L A FILOSOFÍA.

245

6. ° Boecio, nació en Roma hacia el año 4 7 0 , de una familia ilustre, recibió una educación esmerada en esta grande capital, y marchó á perfeccionarse á Atenas. H a biendo tenido probablemente á Proelo por maestro, adoptó el sincretismo, volvió á Roma, y ocupó allí las mas altas dignidades. Poseyendo toda la confianza de Teodorico, rey de los godos, llegó á ser su ministro. Envuelto en seguida en la desgracia, sin haberla merecido, fué destituido de sus empleos, despojado de sus bienes y arrojado á prisión. E n esta dura reclusión, que concluyó por una muerte cruel, compuso Boecio, en bellos versos latinos, sin el auxilio de ningún libro, su tratado Del Consuelo

de la filosofía. Educado en los principios del eclecticismo, se atenía á Platón para la doctrina, y á Aristóteles para la forma. Era su ánimo traducir las obras del último en latin. Habia traducido efectivamente ya las Categorias y una parte de la Dialéctica. Por aquí contribuyó poderosamente á poner en aceptación á este antiguo maestro del Liceo, y á darle la boga que tuvo después en Occidente. Antes de su desgracia, habia escrito un libro de la unidad absoluta, en el sentido de Plotino: dos de aritmética y cinco de música, según los principios de P i t á g o ras; unos comentarios sobre Aristóteles y Porfirio. T e o dorico le hizo ejecutar de una manera horrorosa en 5 2 5 . 7. ° Casiodoro, natural de Calabria, de una familia distinguida, contemporáneo de Boecio, y honrado como él con la confianza de Teodorico, tuvo la previsión de retirarse á tiempo y evitar la suerte funesta que sufrió su amigo. Llamado á la córte después de la muerte de Teodorico , ocupó en ella largo tiempo todavía los primeros empleos. A la edad de setenta años, se retiró á su patria, y construyó un monasterio en donde vivió hasta una vejez estremada, y le proveyó á todo coste de una numerosa biblioteca. Hacia copiar los libros á sus monjes, dándoles él mismo ejemplo. A imitación suya, hicieron otros monasterios unas colecciones de obras preciosas, las copia-

244 HISTORIA r o n , y las han salvado de este modo de la ruina que ha sepultado tamas otras. Casiodoro compendió á Boecio, compuso un tratado Deí alma, dos libros de Instituciones divinas, y otras muchas obras que están escritas según la Dialéctica de Aristóteles y selladas con el mal gusto de su tiempo. Sin embargo, estos escritos no dejaron de ser durante algún tiempo el manual de las escuelas de Occidente , y fueron el origen de la filosofía escolástica. Trataba el autor de las siete artes liberales, que fueron tan decantadas en lo sucesivo en las escuelas de la edad media. Si quisiéramos mencionar, sin escepcion, todos los padres y doctores de la Iglesia que han tratado mas ó menos directamente de la filosofía, nos quedaría todavía una larga lista que formar. Figiirarian en esta lista san Atanasio, san Basilio, san Macario, san Hilario, san C i rilo de Jerusalen, san Juan Crísóstomo, san Gerónimo, san Ambrosio, Teodoreto, los dos san Gregorios, san Epifanio, etc. La moral de los padres, tanto del Oriente como del Occidente, por todas partes la misma, fué siempre grande, noble, pura, santa, apoyada sobre la relación de la criatura con el Criador, sancionada por la vista de las r e compensas y de las penas eternas, desinteresada, superiop á los sentidos y á los motivos que salen de los objetos terrenos ó de nuestra existencia actual. No estaba encerrada, como la moral de los filósofos, en el seno de las escuelas, y destinada solamente á los que hacian largos estudios: descendía al pueblo, se proporcionaba á las diversas condiciones, marchaba hasta las últimas clases, se identificaba con el culto religioso, y se perpetuaba con él. A s i es como ha atravesado, sin ser alterada, las generaciones corrompidas y las tinieblas de una ignorancia grosera, de la cual ha estado el mundo envuelto tan largo tiempo.

DE L A FILOSOFÍA..

245

CAPÍTULO V I H . DK L i FILOSOFÍA EN O R I E N T E , DESDE

E L SIGLO VI HASTA.

EL XH.

D ESPITES de la traslación del gobierno imperial de Roma á Constantinopla, y la división del imperio que fué su consecuencia, degeneraron sensiblemente los estudios: caminaron rápidamente hacia una caida completa, y no tardaron en consumarla. Muchas causas prepararon y terminaron esta ruina. A medida que se esparcían las doctrinas, palidecía la filosofía y no pedia sostener la competencia. Habiendo abierto la puerta de los honores á los cristianos la conversión de Constantino^ no fué considerado ya el conocimieiuo de las ciencias profanas como una condición necesaria para obtener los empleos: desde entonces se apresuraron menos á estudiar y á hacerse sabios. La silla de la ambición fué mudada con la del imperio, y hubo perturbación en los ánimos. E l nacimiento del arrianismo, fijando la atención sobre las cuestiones religiosas de un alto i n t e r é s , produjo disputas sin n ú m e r o : estas disputas ocupaban todos los entendimientos. No respondiendo á nada las escuelas de filosofía, y decayendo cada vez mas, hubieran muerto por consunción. Por un celo que no tenemos que calificar aqui, hizo cerrar Constantino las de Atenas, á principios del V í siglo. Habiéndose apoderado de Alejandría los sarracenos en 640? entregaron á las llamas la famosa biblioteca que contenia tantas riquezas científicas y literarias. Desde esta catástrofe, para siempre deplorable, las ciencias y las artes no hicieron mas que languidecer en Oriente. Se las vio allí en un estado de muerte , ó dando cuando mas, de vez en cuando, algunos signos de vida apenas sen*

246

HISTORIA

sibles. Vamos sin embargo á citar un corto número de nombres. I . 0 Juan el gramático, apellidado Filopon, ó amigo del trabajo, enseñaba en Alejandría , cuando fue tomada esta ciudad por los musulmanes : pidió al general A m rou, con quien estaba congraciado, la conservación de la biblioteca y no pudo obtenerlo. Filopon se había declarado contra los nuevos platónicos. Juzgando peligrosa su doctrina para la fé católica, se creia en el deber de combatirla. Era su método el de Aristóteles : aumentó las obras de este filósofo y le honró aplicando su dialéctica á las doctrinas teológicas. I m p u g nando á Porfirio y Proclo, se esforzó en demostrar que estos doctores no entendían á Aristóteles, y á veces n i á Platón. Sus obras, curiosas é interesantes, se encuentran, al menos la mayor parte, en la biblioteca griega de Fabricio. 2.° San Juan, titulado Damasceno, nació en D a masco , en 6 7 6 , de un consejero del califa. Habiendo sucedido á su padre en el califato , renunció voluntariamente este deslino , y se retiró á un monasterio, cerca de Jerusalen, para practicar allí las virtudes cristianas y dedicarse mas libremente al estudio. F u é considerado como la luz de su siglo. Durante mucho tiempo han servido sus obras de manual á los estudiantes. Este es el primero que puso la teología en orden. Dándole por base la existencia de Dios y sus atributos demostrados por la razón, unía por esto dicha ciencia á la filosofía. Su método era claro para el tiempo en que escribía : sus principios filosóficos eran los de A r i s tóteles , bebidos en los tratados de dialéctica , de ontologia y de psicologia, compuestos por este autor: unía á ellos sin embargo unas observaciones sábias y fundadas. Por espacio de mas de dos siglos, fueron de tal manera abandonados los estudios filosóficos en el Oriente^ que no vemos la menor huella de ellos : unas espesas t i nieblas parecían haberlo invadido todo para siempre. Este

DE LA. FILOSOFÍA.

§47

enfadoso estado se agravó aún por la barbárie atroz de L e ó n el Isanrico: queriendo este emperador sostener, á todo trance , los errores de los iconoclastas , y desesperando de convencerá los sábios depositarios de la biblioteca de Gonslantinopla, los hizo quemar vivos con todos sus libros, en número de mas de 30,000 volúmenes. 5.° A mitades del siglo I X , Miguel y Bardas (1) ensayaron restablecer los estudios; pero tuvieron poca aceptación : necesario es confesar que no eran muy aptos para obtenerla. 4. ° Miguel Pselo. el antiguo, nació hacia fines del siglo Y l l í ó á principios del I X ¡ se dedicó al estudio de la filosofía con tanto ardor, que se sospechó de él haber dejado secretamente el cristianismo por el paganismo. Habiéndose justificado, continuó estudiando. E n una edad madura compuso muchas obras que, sin ser de un gran m é r i t o , acreditan al menos en el autor esfuerzos loables y una predilección hacia Aristóteles. 5. ° L e ó n el filósofo, discípulo de Miguel Pselo ( 2 ) , mostró mucho celo para instruirse. Estudió las ciencias y las artes é hizo en ellas progresos, tuvo un gran n ú mero de discípulos y compuso muchas obras que se han perdido. 6. ° Focio, procedente de una familia ilustre de Gonstanlinopla, fue esmeradamente educado y llegó á ser muy instruido. Ejerció las funciones de embajador en Asiría, llegó á obtener los mas altos deslinos de la córte de Miguel, y por influencia de Bardas, fué elegido en 857 patriarca de Constantinopla, para reemplazar á Ignacio, depuesto injustamente. Focio es tristemente c é lebre en la historia eclesiástica, á causa del cisma de los griegos de que es autor. No se puede dudar de su mérito como escritor; dotado de una facilidad estraordinaria, amaba el trabajo y (1) (2)

Bucker: t. 3, p. 537. Bucker: t. d, p. 539.

248

HISTORIA

trabajaba cor» mucho éxito. Gramático, poeta, orador c r í t i c o , filólogo, matemático,, filósofo, médico y a s t r ó nomo á la vez, ha prestado á las ciencias y á las letras inapreciables servicios, por su lato escrito, intitulado:

Biblioteca de los libros que Foa'o, patriarca de Gonstantínopla, ha leído y juzgad). Se hallan en esta grande obra unos estractos razonados, con notas críti cas, llenas de sabiduría y erudición , doscientas ochenta obras, de las cuales la mayor parte se ha perdido. E l Diaria de las lecturas es el que compuso el autor durante su embajada en Asina, y que envió á su hermano , el patricio Tarasio. Este diario ha sido felizmente conservado y ha llegado hasta nosotros. Esperimentó Focio, sobre la silla que habia usurpado, humillaciones profundas. Condenado en Roma, escomulgado por el papa Nicolás í , fué desterrado por el emperador Basilio. Llamado algún tiempo después á h córte, por este mismo emperador, recibió el título de preceptor de los jóvenes príncipes, y desempeñó dignamente esta misión de alta confianza. El primogénito de sus discípulos, que ha sido León V i , hizo tales progresos en las letras y la filosofía, que h i sido llamado el sabio, aunque fué inclinado á la astrología judiciaria y tuvo costumbres disolutas. H m confundido mochos á este soberano con L e ó n el filósofo ; esto es una equivocación; León el filósofo no fué jamás empera lor. Nicetas David, discípulo de León el filósofo , conocido por su vida del patriarca Ignacio; Miguel de Efeso; Ma jen tino; Eustrato; otros dos ó tres que han hecho a l gunos comentarios sobre Aristóteles ; Miguel Pselo, el joven. que cultivó en el siglo X I la filosofía, la medicina y las matemáticas , hizo comentarios sobre la lógica y la física de Aristóteles. Hé a q u í , poco mas ó menos, lo que se puede citar en favor de la filosofía en Oriente, en estos tiempos deplorables. Pselo, el jóven , formó en favor de Miguel Ducas, su discípulo , una colección de preguntas y repuestas, una exposición de los oráculos

B E LA FILOSOFÍA.

249

caldeos y un tratado de las facultades del alma. Se puede consultar acerca de este objetóla biblioteca griega del sabio Fabricio, ó á B r u c k e r , tomo tercero p á gina 545 y siguientes.

CAPÍTULO I X . DE LA. FILOSOFIA. EN E L OCCIDENTE , DESDE E L SIGLO V I HASTA EL X I I .

L \ decadencia de los estudios fué mas rápida aún en el Occidente que én el Oriente, ürtas nubes de bárbaros, venidos de las estremida les del Norte y del Este, i n u n daron , no solo la Italia y los países cercanos, sino t a m bién todas las comarcas civilizadas de Europa: estas hordas estranjeras arruináronlos monumentos, destruyeron las escuelas y llevaron en pos de sí la desolación por t o das parles donde penetraron. Se establecieron en medio de los pueblos que habian subyugado y les comunicaron sus costumbres, sometiéndose á la religión cristiana. E n poco tiempo , la faz del mundo fué cambiada. Las ciencias y las letras, despreciadas, ultrajadas y burladas por todas partes, no se atrevían ya á manifestarse: se refugiaron en los monasterios. A q u í ordinariamente se contentaban con recopilar, transcribir y conservar los libros qurt se habian podido salvar del naufragio. Pero ha sido una felicidad también que, en esta espantosa calamidad, la Providencia nos haya proporcionado este recurso: sin la religión, sin estos monges á quienes se ha despreciado tanto , hubiera perecido la civilización , acaso para siempre; siendo aniquiladas las obras de la antigüedad , no quedaba medio alguno humano para sacarnos de la barbárie. La lengua griega, en la que habian sido compuestos casi todos los escritos filosóficos, fué enteramente olvidada: y el lalin dejó de ser usual. No se hablaban ya

2o O

HISTORIA

sino idiomas groseros, que comenzaban á formarse de la corrupción misma del latin. L a ignorancia llegó pues bien pronto á su colmo, y todo parecía desesperado. Las prácticas de astrología judiciaria, de divinacion y de magia, tan usadas entre los últimos p l a t ó n i c o s , se esparcieron de la escuela de Alejandría al mundo entero. Los que pasaban para entregarse á estas especies de prácticas eran conocidos bajo los nombres de astrólogos, caldeos y matemáticos. Fueron frecuentemente condenados, desterrados de Roma , y arrojados de las demás ciudades del imperio , y siempre en vano: aparecían de nuevo sin cesar. A favor de la ignorancia general, )a superstición no hizo mas que aumentarse: no se hablaba mas que de adivinos, de mágicos y de hechiceros de todas especies. A pesar de estas desconsoladoras tinieblas, que d u raron tan largo tiempo, se hallaron sin embargo, de vez en cuando, hombres laboriosos, cuyos talentos, celo y esfuerzos tendían á descorrer el velo de la ignorancia. Casi todos confundían la filosofía con la teología, ó no la m i raban sino en sus relaciones con la teología; la cultivaban poco. Citaremos solamente algunos de ellos. I . 0 E l venerable Beda, nació en Inglaterra, en 6 7 2 , educado en un monasterio desdeja edad de siete años, hizo buenos estudios y tuvo siempre unas costumbres puras. Ordenado sacerdote, mereció por sus virtudes el título de venerable , que se le dio poco después de su muerte y que ha conservado siempre. Sabia el griego, la versificación latina y la aritmética. Habiendo estudiado los autores profanos, griegos y latinos, y los sagrados libros del antiguo y nuevo Testamento , se adquirió tal reputación que pasaba por un prodigio de ciencia. Tenemos de él una historia eclesiástica y otras muchas obras admirables, atendiendo al tiempo en que escribió. 2.° Alcuino, también inglés y diácono de la iglesia de Y o r k , á fines del siglo Y Í I I , fué llamado por Carlomagno á la córte de Francia, y pasó por muy instruido. Carlomagno ? aunque de edad de 40 años? se puso

DE LA FILOSOFÍA.

251

bajo su disciplina. De concierto con él hizo generosos esfuerzos para restablecer los estudios. Con este objeto estableció escuelas públicas, especialmente la de París, que , á continuación llegó á ser tan célebre; las dotó y proveyó de los mejores maestros que pudo encontrar. Pero estos sacrificios fueron casi todos sin resultado : el genio de este gran hombre no le sobrevivió ; y las i n s t i tuciones que habia fundado con tanto trabajo cayeron con él. Sus sucesores, Luis el Piadoso y Carlos el Calvo, ensayaron inútilmente sostener estas escuelas ó restablecerlas. L o que se enseñaba en ellas, y lo que constituia la ciencia de este tiempo, no era mas que débiles elementos, embrollados, llenos de sutilezas y de errores. Se dividía todo el objeto de la enseñanza en dos cursos, uno inferior, llamado Trivium, que abrazaba la gramática, la r e t ó rica y la dialéctica, y el otro superior, titulado Cuadrivium, en el cual se trataba de la música, de la aritmética^ de la geometría y de la astronomía: esto era las siete artes liberales, de las cuales se ha hablado frecuentemente, y que no constituyen un curso de fijosofía digno de llevar su nombre. Sin embargo en las escuelas establecidas por Cárlomagno, y en las que los obispos y los abades fundaron según su modelo, fué donde se conservaron los gérmenes de los conocimientos divinos y humanos. Después de la escuela de P a r í s , las mas afamadas de estos tiempos miserables fueron las de Lyon, de Fulda , de Corbia, de Reims y de Lieja.Dc tiempo en tiempo, h u b o á la cabeza de éstas escuelas hombres dignos de un siglo mejor; tales como Ptábano Mauro, en Fulda; Pascasio Piatbertoy Ratramno, en Corbia. Alfredo, rey de Inglaterra, á mitades del siglo I X , t u vo mucho amor á las letras y quiso hacerlas florecer en sus estados. Para conseguirlo, hizo venir dé Francia y de otras partes hombres instruidos, fundó escuelas, y una en particular en Oxford. Esta escuela sola escapó de la bar-

252

HISTOEU

bárie de los daneses, que, poco tiempo después, invadieron el pais y todo le destruyeron. Las ciencias y las letras encontraron un asilo mas seguro en Irlanda, donde hubo casi siempre hombres que las cultivaban. Juan Escoto, apellidado Erigenes, que tuvo macha reputación en el siglo I X , era de este pais, á lo que se cree pasó á Inglaterra, fué llamado á Francia por G ríos el Calvo, é hizo mucho ruido en la escuela de París. Sabia el griego, el latin y el hebreo, cosa inaudita, ó al menos estremadamente rara en esta época: lejó los autores griegos, principalmente los de la escuela de Alejandría, tuvo opiniones poco exactas sobre los dogmas del cristianisma, v fué censurado en Roma. Por lo d e m á s , no se distinguió mas que por enfadosas burlas é insoportables sutilezas. Eginardo, favorito de Gárlomagnoy autor de una vida de este emperador; Adelardo, su contemporáneo, qUe escribió sobre el cómputo eclesiástico; llincmaro, arzobispo de Reims; Loup, abad de Ferrieres; Angilberlo, abad de S. Riquier; Aboga lo, arzobispo de Lyon, y algunos otros abadesú obispos son los únicos sábios del siglo I X . Alfredo, abad de'Mamelsbury, en Inglaterra; Albons, abad de Fieury, ó S. Benito sobre el Loire; Bruno, arzobispo de Colonia; Gilberto, discípulodela escue a de A u rillac, abad de Bobio, arzobispo Ja Reims, y papa bajo el nombre de Silvestre I I (le debemos la introducción de las cifras árabes); O d ó n , abad de Cluny; tales fueron los hombres mas recomendables, en relación á la ciencia, en el siglo X . E l siglo X I no fué tan feliz. Sin e m b a r g ó l a música, que formaba esencialmente parte del curso de los estudios, sufrió un grande cambio por el uso de la gamma que inventó Gui de Arezzo, monge benedictino. Fulberto, de Chartres, que tuvo muchos discípulos; el herege Berengario, llamado en su tiempo gran filósofo, á pesar del abuso que hizo de la dialéctica aplicándola á los dogmas de la

DE L A FILOSOFÍA.

235

fé cristiana; Lanfrancj religioso y abad ( M Bec, infatigable adversario delBerengario; S. Anselmo, arzobispo de Cantorbery, que se esfozó en ulnir en un cuerpo la filosofía y la teología, en esplicarlas una por otra, mezclando allí sutilezas pueriles; Mauricio, arzobispo de Rouen; Hildeberto, obispo del Mans, después arzobispo de Tours, que leia á Cicerón, S é n e c a , Horacio y Ju venal, cosa rara en este tiempo, fueron los sabios mas dignos de notar que aparecieron cueste siglo. Todos, á escepcion de Berengí>rio, sostuvieron la fé católica con celo, contra los que la atacaban, pero no puede considerárselas como cultivadores de la filosofía. Sinembargo, hacia fines del siglo X I , la ignorancia pareció menos crasa y tenderá disiparse. Esta época es también de la que se hace partir la filosofía escolástica, de la cual hablaremos después. * E n este largo período verdaderamente calamitoso para las letras, es muy de estranar que nuestro autor se h;iya conten era múltiple en los planetas que animaba, en ciertos hombres de cuya forma se revestía, pero sin d i v i sión ni alteración de su naturaleza. Los harbanístas decían ademas, que por la voluntad de D i o s , el mundo inferior debía estar sometido á los cuerpos celestes y gobernado por ellos; que al cabo de treinta y seis m i l cuatrocientos veinte y cinco años perecerían todos los seres vivientes, renaciendo en seguida una pareja de cada especie para dar principio á un nuevo periodo de la misma duración, y que se sucederían de esa manera periodos semejantes durante la eternidad, sin que hubiese ya otra resurrección. Quizá deberíamos hablar aquí de L o k m a n , tan célebre entre los árabes por las fábulas que existen con su TOMO I ,

17

$D8

HISTORIA

nombre. Lokman es para aquellos, poco mas ó menos que ha sido Esopo entre los griegos. Algunos han querido decir que era el mismo personaje bajo dos nombres, lo que de ninguna manera es verosímil. Pero la historia de este fabulista tan afamado, es de tal manera oscura, que no nos tomaremos el trabajo de ponerla en claro. Solo «na cosa hay fuera de toda duda, y es , que después de muchos siglos, los árabes conservan aún superioridad en el género del apólogo y de los cuentos. CAPÍTULO n . DE LA FILOSOFÍA D E LOS ÁBABES EN TIEMPO D E MAHOMA.

ÍMAHOMA apareció, como todos saben, á principios de nuestro siglo V I I . Los autores árabes, cuyas obras poseemos, ciertamente les son todas posteriores : lo que refieren de tiempos anteriores no puede ofrecer garantía al entendimiento que busca seriamente la verdad. Así A b u l Faraje, en su historia, conviene en que no existen los pueblos de la antigua Arabia, que no se encuentran memorias auténticas ni monumentos ciertos por los que podamos saber fijamente lo que han sido. Este historiador divide los tiempos en siglos de ignorancia y en siglos de luz. Hace comenzar los siglos de luz en el reinado de Mahoma. Los demás escritores adoptan comunmente esta división. Antes de Mahoma, los árabes no tenían filosofía, se hallaban entregados á las groseras supersticiones de la idolatría, ni sabían leer, ni poseían medio alguno de instruirse. Desde el nacimiento del mahometismo, los habitantes de Medina eran llamados letrados, porque leían la ley, á diferencia de los de la Meca, que eran calificados de i l i teratos, porque no la leían. Ahora bien: los primeros eran en su origen judíos ó cñstianos, y los segundos árabes. La ignorancia completa de esta raza es pues incontestable, y así los musulmanes

DE L A FILOSOFÍA.

259

confiesan que su profeta no sabia leer ni escribir. Los cristianos de la Arabia eran nestorianos ó jacobitas, separados de la unidad católica y profundamente ignorantes: hé aquí en sustancia la situación intelectual en que se encontraban los pueblos de estas comarcas cuando se les predicó, ó mejor dicho, cuando por la fuerza se les impuso el islamismo.

CAPÍTULO I I I . DÉ LA FILOSOFÍA DE MAHOMA Y D E L ALCORAN.

IVÍAHOMA, nacido en la Meca, en la Arabia desierta en 5 7 0 , según la opinión mas común perdió, siendo aun muy niño, á sus padres. Sin bienes de fortuna, aunque descendiente de una de las principíales tribus de la nación, fué recogido por su abuelo Abdal Mothalleb, y educado por su lio Abbon-Thaleb. A la edad de veinte años ? se dedicó al comercio y frecuentó los mercados públicos. De vuelta a la Meca, teniendo ya veinte y cinco años, entró á dirigir los negocios de una viuda muy rica llamada Kadidja. Desempeñó su cometido con tal acierto é i n t e r é s , que ganó la confianza de su ama , mereció sus favores, y obtuvo por último su mano. Siendo ya su esposo, se encontró poseedor de una inmensa fortuna. Soñando siempre en los medios de elevarse á mayor altura , y de crearse una autoridad soberana, concibió el proyecto de fundar una nueva religión. En sus viajes á Siria, á Palestina y á Egipto habia contraído relaciones con judíos y cristianos de diferentes comuniones. Mudando lo que en su memoria habia podido retener de las enseñanzas de Moisés y de J esucristo, con las tradiciones de su p a í s , formó un cuerpo de doctrina singular y lleno de confusión. Suponía que el arcángel Gabriel venia con frecuencia á visitarle, y le comunicaba las verdades que era necesario creer ó practicar. Predicando esta nueva r e l i -

260

HISTORIA

gion en nombre del cielo; prohibia bajo pena de muerte el que se contestase ó pusiese én duda algunos de sus puntos imponiendo el precepto de someterse á ella sin titubear. Como hablaba á pueblos groseros é ignorantes, y lo hacia Con tono de inspirado , rodeado ademas de fuerzas imponentes, amenazando y ejecutando frecuentemente sus amenazas, hizo en poco tiempo rápidos progresos. De este modo fué fundado el mahometismo, religión tan conocida después , y tan estendida por el mundo, con especialidad en el Asia y en el Africa. Para sustraerse de ima conspiración urdida contra su persona, Mahoma se escapó secreíamente de la Meca y se retiró á Yanthrel, otra ciudad de la Arabia, llamada después i^edmíí/i alNaby , ciudad del profeta ó simplemente Medina. Esa fuga ha sido tan célebre, que todos los pueblos mahometanos han hecho de ella el principio de la era de que se valen, y que llaman hegira, de una palabra árabe que quiere decir huida, y tuvo su principio el viernes 16 de julio del año 6 2 2 de Jesucristo. No sabiendo escribir Mahoma, hacia escribir por, otros, en trozos de pergamino, en piedras, en hojas de palma ó en otras materias propias á este uso las revelaciones que suponia tener, á medida que le eran comunicadas , y no contento con eso, publicaba otras sin hacerlas escribir. Aboubekr, su suegro, al llegar á ser su sucesor, se ocupó en recoger todas estas notas, y las tradiciones no escritas. Zaib-ben-thabet, encargado de este trabajo, jímtó cuanto pudo encontrar, y formó de todo ello un grueso volumen , lleno de confusión. Sin embargo, lo dividió en capítulos , con títulos particulares, pero por lo común estos títulos son vagos y ridículos, y no ofrecen el menor sentido, como estos : de la Hormiga; de la Vaca; de la Araña ; del Humo; de los Polvos, etc. Esta colección es lo que se llama Alcorán, de dos palabras árabes A L (el) y C O R A N (libro), es decir, el libro por escelencia»

DE X A FILOSOFÍA,

% i

Alcorán significa, pues, lo mismo entre los mahometanos que Biblia entre los cristianos. Se le llama también C o ran , en vez de Alcorán. Kadamas miserable en cuanto á su fondo y contestura que este libro famoso, á escepcion de algunas verdades dogmáticas y morales tomadas de los judíos y de los cristianos; el resto no es mas que un montón de rapsodias, cuya lectura es insoportable. Separaremos del modo mas sucinto lo que se encuentra en ese código de mas razonable, con el fin de dar al menos alguna noticia sobre las doctrinas mahometanas, bajo su triple concepto de dogma , de moral y de culto. DOGMA. I.0 Ñ o existe mas que un Dios soberanamente perfecto, criador del cielo y de la tierra, que todo lo gobierna; pero que no puede engendrar á otro semejante. 2.° Hay ángeles que tienen un cuerpo muy sutil formado de fuego, ó de luz sin embargo, no comen, n i beben, ni tienen sexo. Los unos adoran á Dios ó cantan sus alabanzas, los otros sostienen su trono ó interceden por los hombres. De todos estos, cuatro son los frecuentemente designados por sus nombres propios, á saber:

Gabriel, Miguel, Azael, élfrafil. 5.° E l que no cree en los ángeles, ó que les atribuye diversidad de sexos, ó no los ama, es un infiel. 4.° ü n ángel, muy elevado delante de Dios, llamado A z a z i l , habiendo desobedecido á la orden que se le habia dado de prosternarse ante A d á n , cayó de la cumbre de su gloria, y ya desde aquel momento no trata mas que de dañar á los hombres. Ha tenido imitadores, de forma que hay ángeles malos á quienes se llama demonios. Hay ademas genios revestidos de cuerpos groseros que comen y beben, se propagan y mueren. 5.° Las almas humanas, inmortales por su naturaleza, son recogidas al salir del cuerpo por A ¿ a riel, ó el ángel de la muerte, y examinadas sobre su conducta : si se encuentra que son justas, gozan de la felicidad; si no lo son, no pueden esperar mas que tormentos. A l a consumación d é l o s siglos , habrá una resurrección

262

HISTORIA

general ? y un juicio solemne: entonces los buenos irán ai cielo, y los malvados descenderán al infierno para ser atormentados durante un espacio de tiempo proporcionado á sus faltas y después de esto, si han confesad o , volverán á su gracia. 6.° Es un dogma fundamental entre los mahometanos, que todo está predeterminado por la soberana voluntad de Dios, y sucede necesariamente. ¿Cómo conciliar la libertad del hombre con tan inflexible necesidad? Sobre esto nada se dice. MORAL. LOS principales puntos de la moral de M a homa son: 1.° el no disputar jamás sobre la religión, y creer sin titubear en el Pentateuco, en el Evangelio, en el A l c o r á n , en Dios y en Mahoma, su profeta; 2.° hacer la guerra á los infieles, obligados á creer en la verdad enseñada por Mahoma, y estar firmemente persuadidos que el que sucumbe en los combates, sostenidos por establecer la fe, es mártir de su celo, y por lo tanto se salva. 5.° E l no tener mas de cuatro mujeres, ó una mujer y tres concubinas (parece que Mahoma se dispensó, ó fingió que Dios le habia dispensado de esta ley, pues tuvo hasta quince mujeres y diez ó doce concubinas). 4.° Es permitido á un hombre repudiar á su mujer, ó á una de sus mujeres, y volverla luego á tomar hasta por dos ó tres veces, con tal que en ese tiempo se haya casado con otro, ó por él baya sido repudiada; 5.° la caridad y la limosna, son singularmente recomendadas por Mahoma. E n el A l c o r á n , hay otros muchos preceptos de derecho positivo que no pueden encontrar aquí su lugar correspondiente. CÜLTO. E l mahometismo contiene una multitud de prácticas religiosas, que nada tienen de Blosófico. Por consecuencia no debemos citarlas todas en detalle, en esta historia elemental. Solamente haremos mención de las mas notables, para dar una idea de esta religión: i,0 Son m u chas las purificaciones que están prescritas; ya se hace preciso sumergir todo el cuerpo en el agua, por ejemplo,

DE L A FILOSOFÍA.

S63

las mujeres después de haber parido, los que han tocado un muerto, ó ya deben lavarse cuidadosamente las estremidades, á saber: los pies, las manos y el rostro. A falta de agua se hace uso de la arena. 2 . ° La circuncisión es de precepto; puede hacerse desde los seis, á diez y seis a ñ o s , y cada uuo al sufrir esta operación debe decir en alta voz:

iVo hay sino un Dios, y Mahoma su profeta. 5 . ° La oración es la parte esencial de la religión mahometana, y debe tener lugar cinco veces por dia? sin la menor interrupción. 4.° Además de los ayunos de devoción, que están recomendados y que son bastante frecuentes,, hay el B a madan, ayuno que dura un mes lunar, estrictamente prescrito á todos sin distinción, hasta el punto de no ser permitido n i aun tomar una gota de agua antes deponerse el sol. Esta es la cuaresma de los mahometanos, que termina por el B a i r a n , gran solemnidad, correspondiente por el grado, no por el tiempo (1) á la pascua de los j u díos y de los cristianos. 5.° Está prohibido jugar, tocar cualquier instrumento, beber vino, comer tocino ó sangre de lo que haya sido ofrecido á los ídolos, animales muertos por sí mismos, ó los que hayan sido sofocados, apaleados, ó matados de accidente ó por el cuerno dé otro animal, ó que alguna otra bestia haya comido alguna de sus partes. 6.° Está mandado á todo musulmán el hacer el viaje á la Meca al menos una vez en su vida; también se vá, pero solamente por devoción, á Medina, donde se halla el sepulcro del Profeta. Esta religión se llama Islamismo, de la palabra árabe Islam que espresa la acción de abandonarse plenamente á Dios. Los persas han mudado esta palabra, diciendo J/WÍlim y Muslimim en plural, de donde se ha formado la

(1) Siendo lunar el año mahometano, el mes de Ramadan recorre sucesivamente todas las épocas del año, y completa su círculo en treinta y tres años. Por consecuencia, el ayuno cae muchas Teces en lo» grandes calores del verano.

264

HISTORIA

tespresion genérica Musulmanes, aplicada á los .sectarios de Mahoma. Se les llamó en otro tiempo sarracenos ? del nombre de un pueblo que habitaba en Medina y sus cercanías, en la época de Mahoma, denominación que ha cesado después que los turcos obtuvieron la autoridad soberana en la persona de Olhman, ú Ottoman, fundador de una dinastía que lleva su nombre, y que le ha comunicado á la nación turca. Mahoma, predicando su nueva ley con la espada en la mano y persuadiéndola por el terror, no queria que se l e yese, ni supiese otra cosa que el A l c o r á n , llegando hasta prohibir bajo pena de muerte el estudio de las artes liberales. Desde entonces no existió filosofía posible, ni en su reinado, ni en el de sus primeros sucesores. Todos saben la respuesta altanera que dió Ornar por medio de su lugar-teniente Amrou á Juan Füopopon, que rogaba que se conservase la biblioteca de Alejandría: «ó todo lo que contienen estos libros es conforme al A l c o r á n , y entonces son i n útiles, ó loque contienen es contrario al Alcorán, y entonces son peligrosos.» La consecuencia de ese dilema fué el que de todos modos era preciso quemarlos, y así se hizo. Este furor contra las letras y las ciencias continuó poco mas ó menos lo mismo bajo los califas Ommiadas, que se sucedieron desde el año 6 6 3 , hasta el 749 de nuestra era. Califa ó kaliía, como algunos escriben, significa vicario del Profeta. L a dinastía de los Ommiadas tomó su nombre de Ommyah, ü Ommiada, bisabuelo de Moaviah. Este MoaviaL logró que se le reconociese como califa en 4 1 de la hégira, seiscientos sesenta y un años antes de Jesucristo; despojó á la familia del Profeta del califato, y transmitió esta dignidad á sus propios descendientes.

DE LA FILOSOFÍA.

265

CAPÍTULO I V . INTRODUCCION DE. LA FILOSOFIA ENTRE LOS ARABES D E ORIENTE»

[ L N 749 de nuestra era, 152 de la hégira, Aboul-Abbas descendiente de Abbas, h'jo de Mothaleb, tio de Mahoma, fué proclamado Califa, y fundó una nueva dinastía conocida con el nombre de los Abbasidas. Los príncipes de ella guardaron respecto á las ciencias una conducta en todo diferente que la que hablan tenido los Ommiadas y los califas que les hablan precedido. Almanzor (Abou-Djafar) segundo califa de esta d i nastía en 775,hombre de un bello carácter, prudente, j u i cioso, afable, magnánimo y muy versado en los negocios, no pudo gustar la sistemática ignorancia de qué Mahoma habia hecho un precepto, mostrando por el contrario una decidida inclinación por las letras, y las favoreció cuanto pudo. Habiendo fundado la ciudad de Bagdad, de la que hizo la capital de su imperio, estableció en ella escuelas públicas; él mismo estudió la filosofía, las matemáticas, la astronomía, y escitó á los demás á hacer lo mismo con su ejemplo, con sus consejos y estímulos. A pesar de todo esto no fué grande el resultado que obtuvo por ser demasiado profundas las raices que habían echado las preocupaciones y la ignorancia. Muchas obras de filosofía fueron no obstante traducidas del griego al siriaco por los cristianos, cuyas versiones por imperfectas que fuesen, sirvieron para los musulmanes de primer cimiento de su educación científica y literaria. A l manzor decretó grandes recompensas á los que tradujesen obras griegas al árabe. No sabiendo el griego los árabes, no podían leer las producciones escritas en esta lengua; no poseyendo en árabe mas que el A l c o r á n , tenían pues una absoluta ne-

265

HISTORIA

cesidad de recurrir á las traducciones^ y no tenían otro recurso para ponerse al nivel de los conocimientos adquiridos en otras partes. Los cristianos, un poco instruidos, á quienes eran familiares las dos lenguas, escitados por los estímulos que proporcionaba la autoridad soberana, se pusieron á trabajar, y muy luego aparecieron una multitud de traducciones hechas en su mayor parte de versiones siriacas y por consecuencia muy viciosas. Haronn-Rashid, quinto califa de los Abbasidas en 809, favoreció con todo su poder el impulso que habia dado Almanzor á las traducciones árabes y estudios serios. Con sus liberalidades y agradable recibimiento que le era natural, logró reunir á su alrededor gran númerode poetas y sabios que, al hacerle la córte se esforzaban al mismo tiempo en merecer sus favores. Almamoun, hijo y segundo sucesor de Rashid, 7.° califa Abbasida, escedió de tal modo á su padre en el celo que mostró por las ciencias y bellas arles , que fué por ello reputado, como su padre, entre los árabes orientales. Mucho menos escrupuloso en su fé mahometana que lo había sido Rashid, admitió los cristianos en su corte, les confió empleos públicos, honrándolos y recompensándolos según sus méritos, sin reparar en la religión que profesaban, y se sirvió de ellos para eslender la filosofía y la erudición griega entre sus subditos árabes. Los cristianos eran los mas numerosos en los estados de este gran soberano, y aunque su instrucción estuviese en decadencia, eran sin embargo muy superiores á los á r a bes. Se continuaba designándolos con el nombre de pueblo íeliado, ó pueblo que lee, á diferencia de los demás que eran llamados iletrados, es decir, que no leían. Los musulmanes no tuvieron pues mas que una filosofía copiada, filosofía toda de erudición, y no de invención. Con preferencia se adhirieron á Aristóteles, modificado por la escuela de Alejandría. E l tono tajante y positivo de este filósofo se apropiaba con efecto mucho mejor á las creencias; las costumbres y gobierno firme y absoluto de

DE L A FILOSOFÍA.

267

los árabes que las problemáticas doctrinas de las otras escuelas, sobre todo la de la nueva academia. Los médicos especialmente fueron honrados por los califas de Damasco y de Bagdad. A ellos se debe la p r i mera introducción de la filosofía en la corte de esos soberanos. Se cita entre otros á Juan Mesné , que tuvo una escuda pública en Bagdad, en ¡os reinados de Rashid y Almamouu. Este médico compuso obras muy estimables y tuvo muchos discípulos. Honain^ discípulo d é l a escuela de Mesné, médico y cristiano como él, disfrutó igualmente de gran favor en la corte de Bagdad á mediados del siglo I X , y tradujo al árabe una multitud de obras griegas con particularidad las de Aristóteles, Hipócrates y Galeno. De las escuelas de estos dos célebres m é d i c o s , literatos y filósofos, salieron otros hombres distinguidos que cultivaron con ardor las ciencias en todas parles , esforzándose por estenderlas. Se puftdñn citar entre ellos: i .0 Alkiudi ó Alchindo, comentador y gran admirador de Aristóteles, autor de muchas obras sobre la filosofía, las matemáticas y la medicina. 2 . ° Alfarabi, discípulo de Juan Mesné, habia aprendido á la vez las lenguas, las ciencias y las artes. Tan rápidos y grandes fueron sus progr esos que todos quedaron llenos de admiración. Decia que habia leido hasta cuarenta veces la metafísica de Aristóteles. Sus obras son : 1.° comentarios sobre diferentes obras de este príncipe de los filósofos: 2.° una enciclopedia , en la que da definiciones precisas y noticias exactas sobre todas las ciencias: 'á ,0 un tratado de múáica muy apreciado: 4.° otro sobre el e n tendimiento: 5 . ° o t r o sobre las causas, etc. 5.° Avicena, nacido en una aldea cerca de Bochara, en Persia, el año 9 8 0 , el mas celebrado entre los m é dicos árabes, hombre prodigioso por sus talentos precoces, comenzó á estudiar á los cinco a ñ o s , y desde diez sabia las bellas letras y el Alcorán con todos sus comentarios. A los diez y ocho habia terminado lo que se l i a -

flISTORIA

maba la enciclopedia , es decir, el estudio de las diferentes ciencias conocidas, y de todas las artes. Gran a d mirador de Aristóteles, de Hipócrates y de Galeno, cuyas obras habia profundizado, las comentó, compendió) é hizo por sí otras muchas sobre la filosofía y medicina. Estas últimas fueron traducidas al l a t í n , y por largo tiempo se han enseñado en las universidades de Europa. A l presente ya se hallan abandonadas en todas partes. Todos convienen en que este autor, a pesar de la celebridad de su nombre, escribía sin m é t o d o , sin gusto, y a las veces sin discernimiento. Por otra parte debieron paralizar sus talentos , ó al menos perjudicarle mucho para su completo desarrollo, los escesos de la embriaguez y disolución á que se entregaba casi habitualmente, hasta el punto de ser víctima de ellos á los cincuenta y siete años de su edad. Algazeli, nació en Tbou&, en Asia, el año 1058 de Jesucristo. Su padre, rico comerciante, viendo en él disposiciones estraordinarias , quiso que estudiase las bellas letras, la religión, las ciencias y las artes. E l jóven , en poco tiempo hizo progresos sorprendentes, fué buscado,, llamado á Bagdad y recibido en esta capital con honores propios de un príncipe. Puesto á la cabeza de la enseñanza pública se distinguió en ella, hasta el punto de querer todos escuchar sus lecciones, que merecían del público estrepitosos aplausos. Habiendo emprendido el: viaje á la Meca , fué luego al Cairo , á Alejandría, volvió á Bagdad y murió allí de edad de cincuenta y cinco años solamente. Aunque celoso defensor del Islamismo contra los j u díos y los cristianos , mostró siempre en el estudio que hizo sobre él un espíritu de crítica y de independencia hasta entonces desconocida. A l morir dejó entre sus papeles una obra escrita que fué condenada como opuesta á la religión de Mahoma, y fué dada la orden de quemar cuantas copias de ella pudieran encontrarse en cualquier parte.

DE L A FILOSOFÍA.

269

Se cree que Algazeli tenia marcada tendencia por el Escepticismo; lo cierto es que discutía con libertad y desechaba muchas veces las opiniones de los filósofos después de haberlas comparado unas con otras. Con este obj e t o , habia compuesto dos obras, la una, De las opinio-

nes de los filósofos, y la otra Destrucción de las o p i niones de los filósofos. Gombatia sobre todo á los nuevos platónicos, y hacia mucho mas caso de las doctrinas de Aristóteles. Averrhoes, del que hablaremos después, escribió contra él un libro intitulado, Destrucción de l a

destrucción de las opiniones de los filósofos. 5. ° Se encuentra entre las obras de Averrhoes un l i bro que Guillermo de P a r í s , y Alberto el Grande, citan Gomo compuesto por un judío llamado David. No es mas que un simple estracto de tres autores á r a b e s , Aíjarabi, Avicena y Algazeli. Este libro, cuyo título es De las m u sas, ha ejercido una grande influencia sobre los estudios escolásticos. Las treinta y dos proposiciones que en él se desenvuelven, se ven allí presentadas como puedes hacerse con los teoremas en geometría. Tienen todos los caracteres visibles del nuevo platonismo, y no siempre son cbras. 6. ° Avicebron, de quien hacen espresa mención A l berto el Grande, Guillermo de París y santo Tomás en muchos lugares de sus obras, vivia también en el siglo X I entregado á investigaciones metafísicas muy sutiles en el género de los escolásticos; compuso una obra que fué traducida bajo el título de Origen de la vida, y otra denominada Origen de la s a b i d u r í a ; si es que esta es diferente de la anterior, en lo cual no estamos seguros, pero sea de esto loque quiera, lo cierto es que no se sabe d ó n de hallar esas obras olvidadas desde hace tanto tiempo. L a autoridad de los califas que habia declinado desde el principio del siglo X , fué cada vez mas debilitándose. Los usurpadores que se alzaron en diferentes puntos con el título de Sultanes ó señores (1) se abrogaron laauto(1) Be aquí ha provenido el título de Gran-Señor que se da al soberano de Gonstantinopla.

270

HISTORIA

ridad soberana de los distritos que se Ies somelian , no dejando á los califas sino el poder espiritual. De este modo se fué desmembrando el imperio pieza por pieza. E n el mismo Bagdad un señor particular, llama.lo E m i r , se fué apoderando poco á poco de los negocios temporales. Sobre el año 955 quedó de. hecho reducido el califa á las funciones espirituales que ejercía como vicario del Profeta. Los turcos, bárbaros de la Escilia, ó regiones inmediatas hicieron,desde los siglos I X y X , varias escursiones en el territorio de los árabes. Habiendo llegado á ser poderosos en el Oriente, bajo el mando de Tiugulbec, uno dé sus jefes, se hieieion dueños de Bagdad el 1065 de Jesucristo, 447 de la hégira. Este caudillo tomó por esposa á la hermana del califa, y con aprobación de este último fué reconocido jefe de esta capital. Trugulbec era hijo de Seljouc, el primero de su nación que se hizo musulmán. Por esta razón los torcos de Bagdad fueron llamados Seljonques ó Séljouquidas , ó Seleucidas, así como los que vinieron luego mas tarde á la Anatolia, á Grecia y á Gonstantinoplá fueron llamados Ottomanos, del nombre de su primer caudillo Othraan. Los estudios científicos y literarios que tanto habían florecido entre los árabes, huyeron al solo aspecto de los bárbaros y desaparecieron en su totalidad en el Oriente.

CAPÍTULO V .

DE LA FILOSOFIA DE LOS ARABES EN EL OCCIDENTE. L o s sarracenos establecidos en Africa desde los primeros tiempos del mahometismo, se apoderaron de una gran parle de la España á ptincipios del siglo V í í í , y de la isla de Creta y de la Sicilia en el í X . En esta época hicieron frecuentes incursiones en Italia y en Francia, pero no tuvieron establecimientos florecientes y estables mas que en Africa y en España, Estos países lan alejados fueron los primeros,

DE LA FILOSOFÍA.

27l

que en cuanto á lo temporal tuvieron príncipes independientes de los califas. Saladino, famoso sultán de Egipto en el siglo X I L hizo edificar un bello colegio en el Cairo. El judío Ben jatuin de Tudela que viajaba en esta época por todas partes, dice haber visto en el Cairo un magnífico gimnasio adornado de bellas columnas de mármol en el que Aristóteles habia enseñado en veinte escuelas diferentes, en presencia de un innumerable concurso de oyentes. León, el Africano, autor del siglo X V , en un principio mahometano y después cristiano, dice igualmente que en esa ciudad existían muchos colegios con bellos edificios, y dcamente dóta los, en los que los sultanes sostenían generosamente gran número de sabios para que enseñasen las ciencias. En proporción lo misino acaeció en los demás estados musulmanes del Occidente; se formaron colecciones importantes de libros que se hacian venir del Oriente, y que mas tarde han servido para enriquecer las bibliotecas de E u ropa, sobre todo la del Escorial en E s p a ñ a . Los principes moros fundaron, con una magnificencia verdaileramente real, soberbias ac idemias en Túnez, en Fez, en Marruecos, en Córdoba y en Granada. En estas universidades se enseñaban las letras, las artes, la ley de Mahoma} con sus comentarios, la filosofía, las matemáticas, y especialísimamente la medicina, que era cultivada con un esmero particular. Los sábios formados en estas escuelas han dej ¡do un número prodigioso de escritos, siendo sorprendente la multitud de ellos que contiene solo la biblioteca del Escor i a l , entre los que se encuentran doscientos relativos sola1mente á la lógica y á la metafísica. Los autores que mas han llamado la atención en esta época son: 1.° Essachalli, nacido en Sicilia á fines del siglo X I . Este hombre fué célebre en su tiempo por su elocuencia y erudición en todo género, sus conocimientos en filosofía, en medicina, en astronomía y en cosmografía. Habiendo

272

HISTORIA

aceptado Rogero, rey de Sicilia, una obra suya sobre la geo* grafía la hizo traducir al latin, y después de leerla quedó de tal manera satisfecho que guardó con el autor todas las deferencias y miramientos posibles, no podiendo comprender, cómo un mahometano sabia tan perfectamente lo que los cristianos ignoraban. 2.° Alvenzoar, hombre distinguido entre los árabes de España en el siglo X í í , fué muy versado en la filosofía y medicina. Sin embargo no fué tan célebre por esto como por los discípulos que dejó formados, especialmente A v e n pace y Averrhoes. 5.° Avenpace, también médico y muy nombrado, ha dejado escritas cartas filosóficas y teológicas, comentarios sobre Euclides, sobre Aristóteles y sobre el libro de las causas. F u é del número de los peripatéticos que entre los árabes tendieron mas al misticismo, y trataron de unir la filosofía al islamismo. 4. ° Tofail, procedente de una familia distinguida, venido á España de Siria, y que recayó en la indigencia, estudió con ardor la filosofía y la medicina. Habiéndose adquirido una brillante reputación, enseñó á Aristóteles con éxito y contó entre sus discípulos á Averrhoes, y al famoso rabino Maimonides. Así como Avenpace, estuvo por las doctrinas místicas. 5. ° Averrhoes, el que de todos los filósofos árabes ha obtenido mas celebridad, nació en el siglo X í í en Córdoba de una familia distinguida entre los sarracenos de E s p a ñ a . Su abuelo y su padre fueron jefes del sacerdocio y de la magistratura en aquella ciudad bajo la dependencia del rey de Marruecos. Averrhoes estudió con maestros hábiles la filosofía de Aristóteles, la teología de Mahoraa,la medicina, las matemáticas, y en todas estas materias obtuvo resultados desconocidos hasta entonces. Habiendo vacado el soberano pontificado y primera magistratura de Córdoba, por voto unánime fué elegido para esos cargos, y desde entonces trabajó con nuevo

DE L A FILOSOFÍA»

275

ardor para ponerse en el caso de llenar dignamente los deberes anejos á su doble ministerio. Con el designio de unir la teología, la jurisprudencia y la filosofía, tradujo de un manuscrito siriaco las obras de Aristóteles al árabe, comentándolas ademas. Lleno de entusiasmo por el fundador del Liceo, le elevaba hasta las nubes, diciendo que habia llevado las ciencias al mas alto grado de perfeccioi!. No obstante, en sus comentarios se deja á las veces arrastrar por las ideas neoplatónicas, que él tenia empeño de conciliar con el peripaletismo. Por otro lado hizo ver que Platón no le era tan indiferente, puesto que tradujo y esplicó su tratado de la República. A pesar de eso, seguía á Aristóteles paso á paso m i rándole como su guia, á quien alababa sin medida, y contribuyó poderosamente á dar al príncipe de los filósofos la autoridad absoluta que tuvo en los siglos posteriores, entre los á r a b e s , entre los judíos y entre los cristianos. Ademas de su traducción de Aristóteles y sus comentarios, compuso Averrhoes otras muchas obras sobre la lógica, la metafísica, la física, la moral, la astronomía, la medicina, la política, la retórica y la música. La mayor parte de estas obras fueron traducidas al hebreo por judíos españoles, y de esa lengua trasladadas luego á un mal lalim Las copias árabes llegaron á ser tan raras m Europa, que el sabio Escalígero, que escribió á fines del siglo X V , no llegó á ver alguna. Dejamos dicho que Averrhoes en su obra contra A l gazeli, quiso vindicar á los antiguos filósofos atacados por este autor; pero fué Aristóteles sobre todos al que tomó bajo su protección. Según é l , jamás habia existido n i existirá sobre la tierra un hombre semejante. Poco faltó para divinizarle. Durante muchos siglos ha disfrutado de un gran c r é dito en las escuelas; pero cuando los progresos de la instrucción han permitido analizar las numerosas obras de este autor tan fecundo, muy luego se ha reconocido su ignorancia, sus yerros , sus descuidos, su medianía

Tono i.

18

274

HISTORIA

y falta de gasto y método; se ha hecho á é l , y á su celebridad, la justicia que se merecen. Se quiere decir que la ciega predilección que tenia por Aristóteles le condujo á sentimientos impíos. Se esplicaba libremente, sobre Moisés, sobre Jesucristo, sobre el mismo Mahorna, diciendo: E l judaismo es una religión de niños por sus minuciosas observancias; él cristianismo una religión imposible por la profundidad de sus misterios, y sobre todo por la presencia real y sublimidad de su moral, y el mahometismo una religión de puercos á causa de sus voluptuosas licencias. Creia con Aristóteles en la eternidad del mundo, y pensaba que el alma era mortal; no admitía mas que un solo entendimiento (1) universal y estrínseco al hombre. Con razón ó sin ella, fué acusado de heregía ante el emperador de Marruecos> privado por ello de sus dignidades, despojado de sus bienes, silbado por el populacho, puesto en prisión, y condenado á hacer una pública r e tractación á la puerta de la gran mezquita de Fez, después que todos cuantos por ella entrasen á hacer la oración del viernes (2) le hubiesen pegado en el rostro, lo que se reputaba como el último grado de humillación. Vuelto al favor antiguo Averrhoes, fué llamado á Marruecos , y murió allí el año 595 de la hégira, 1217 de Jesucristo. Durante tres siglos después de su muerte, tuvo, sobre todo en Italia, gran número de partidarios. Todos defendían, como é l , que el alma perece con el cuerpo, que no comprende nada por sí misma, y que se halla iluminada por una inteligencia universal, inferior á la que anima á los astros, del mismo modo que nuestros ojos se aclaran por el sol, etc. E l Concilio V de Letran celebrado en 1515, condenó

(1) Bmcker, t. 3, p. 109. (2) E l viernes es dia especialmente consagrado por los musulmanes para la oración, asi como lo es el sábado entre los judíos y el domingo entre los cristianos.

DE LA FILOSOFÍA.

275

espresamente estos errores como opuestos á la fe , por u i i decreto de su octava sesión (1). * Pocas bibliotecas habrá mas ricas en códices árabes que la biblioteca del Escorial. Ademas de los que la dejó su fundador Felipe I I , pasan de tres millos que Felipe l í í , su sucesor, mandó trasladar á ese punto, cogidos por el capitán Pedro de Lara el 1 6 H junto á S a l é , corriendo los mares de Berbería. Iban todos estos libros en dos" naves, junto con la recámara del rey Zidan^ de Marruecos, y habiendo peleado contra ellas, las rindió y apresó cuanto contenían. E l rey Zidan, como dice el P. S i g ü e n za, tuvo la pérdida de los códices por la mayor, y ofreció al rey por su rescate mas de setenta m i l ducados; la respuesta del monarca fué que rescatara en cambio cuantos cautivos cristianos tenia en su reino, y no aviniéndose á ello, pasaron los manuscritos al Escorial. Tratan casi todos ellos de filosofía, de política y esplicaciones del Alcorán; pero la mayor abundancia está en los tratados de filosofía, matemáticas, medicina é historia natural, y muchas traducciones de obras griegas que no existen en ninguna lengua, y se hallan en esta colección t r a ducidas por el celo de los ilustrados califas Harum, Almanzor y Almaimoun. Ademas de los escritores árabes que cita el autor, por los catálogos de esta biblioteca se viene en conocimiento de otros no menos célebres en los estudios filosóficos, de los que citaremos entre otros: á A b u Baker, Ben Alsaiegb, versadísimo en la filosofía, y reputado como el mejor de su época. F u é médico, y por envidia de sus émulos, murió envenenado el 555 de la hégira. Compuso muchas obras estimables de matemáticas y filosofía. F u é visir en tiempo de Abu Baker Jahia BenTaschphin. De este sabio celebrado hay en el Escorial: 1,° Comentarios á la lógica del filósofo Abi Nasser Alfarabis. 2.° U n tratado del a n á -

(1)

L'abbe ¡ ti 14, pág. 187.

276

HISTORIA

iisis. 5.° Otro sobre las proposiciones. 4 . ° Idem sobre ía ciencia del silogismo y otros varios, todos en folio. Muchas de sus obras se han traducido al latin. Santo Tomás le alaba, corrompiendo su nombre en A v e n , Pace, por Abu Rageh, A b u , Abdalla Mohamed Ben Mariuk. Hay de él unos comentarios á la lógica del insigne filósofo A l í Alkhuangi, concluidos en la Meca año de Jesucristo de 1226. De este Alí existen otros comentarios á la lógica del doctísimo Ebu-Alhagebi, donde se habla con la latitud imaginable de las proposiciones , definiciones, silogismos y sus diversas figuras. Se compuso el año 1555 de Jesucristo. Alí Alcuschagi. Existen de él muchas obras sobre l ó gica y metafísica. Este compuso ademas cuatro escelentes tratados sobre la geometría y la astronomía, que se hallan en la biblioteca real de París. Floreció el año octavo de la hégira. Negmeddim, llamado vulgarmente el Casbinense. Hay de él unos grandes comentarios á la lógica, á los que llamó Tratado Solar. Se dividen en seis partes, y se terminaron el 1571 de la era vulgar. F u é estimadísimo este autor entre los árabes, y tuvo muchos esplanadores. Alimed Ben Edris Alcaraph, tiene un tratado de proposiciones reduplicativas, titulado: Z«fl6ro de la Suficiencia. Floreció por el 1185. Jakhxeddim, Ebu Alchathib, Mohamad Ben Ornar, etc. Nació en Persia el 545 de la h é g i r a , hombre elocuentísimo en los idiomas árabe y persa, muy versado en la filosofía, matemáticas y química. Murió en Herat, el 606 de la hégira. Pasan de ciento sus tratados sobre materias filosóficas que enumera Casiri, y de ellos hay varios en la biblioteca del Escorial, siendo el principal los comentarios á toda la filosofía de Avicena? titulado: Fuentes dé la

Sabiduría. Seríamos interminables si hubiésemos de enumerar tan solo los principales autores. Basta decir para prueba de la ilustración de los árabes y particular afición á esta

DE L A FILOSOFÍA.

S77

clase de estudios, que pasan de quinientos los códices que se conservan sobre la filosofía propiamente dicha, comprendiendo la lógica, ética y metafísica; y que entre aquellos hay un l i b r o , titulado: Biblioteca de tilósofos árabes, en la que se enumeran mas de dos mil quinientos de estos que escribieron sobre los diferentes ramos de la filosofía, y de donde tomó el sábio Casiri noticias para las biografías de los mas notables. En España mas que en otros puntos fué donde resplandeció Ja ilustración de los árabes, como lo prueban sus academias tan celebradas. La principal de todas fué la de Córdoba, fundada por Alaken Í I , príncipe de los mas ilustrados que ha tenido la monarquía arábigo-española. F u é tan célebre esta academia, que para oir á sus profesores, acudían discípulos desde los puntos mas remotos del Oriente, y poseía ademas una biblioteca, que según autores árabes llegó á tener hasta sesenta mil códices, anotados en cuarenta y cuatro gruesos volúmenes de índices. Esta se llamaba por sobrenombre la academia española, en contraposición de la pérsica, egipcia y otras. La academia ^le Granada fué instituida el 660 de la hégira para estudios religiosos sobre el Alcorán, por A b dalla Ben Solimán Aba , Mohamad , barón elocuentísimo y favorito de los reyes Almohades, y visir por mucho tiempo de aquella. Posteriormente Mahoma Ben Joseph Ben Abdalla Almohazen, zaragozano, instituyó en el siglo X otras varias academias en Córdoba para la lengua arábiga, poética y retórica. En diferentes historias árabes se hace mención de otras varias academias que existían en Sevilla, Málaga, T o l e do, etc., á las que se presentaban para su censura cuantas obras importantes se escribian en su época.

HÍSTORTA

CAPÍTULO V L CARACTERES DE L A FILOSOFÍA ARABE.

os árabes no han inventado, propiamente hablando, ningún sistema de filosofía; se han limitado tan solo á copiar de las doctrinas estranjeras, á comentarlas, y a l gunas veces á modificarlas de varios modos. Todos ellos fueron admiradores de Aristóteles y partidarios de sus doctrinas; no obstante, como se servían por lo común de versiones y de comentarios llenos de neoplatonismo, mezclaron las opiniones místicas de esta escuela con la doctrina peripatética. Poco á poco se formó entre ellos una especie de idealismo religioso, semejante al de los platónicos de Alejandría. Diferentes causas condujeron á los árabes hasta este punto: las tradiciones del sabeismo, la dispersión de los filósofos griegos en la Persia , después que Justiniano hizo cerrar las escuelas de Atenas, el dogma de la unidad de Dios, la creencia en los ángeles y en los santos, el entusiasmo ó el fanatismo de la religión mahometana, las doctrinas de los nestorianos mezclados entre aquellos los misterios de la cabala profesada por una parte de los judíos, de que se hallaban rodeados; las obras de Plotino, .Porfirio, Proclo, y de otros de ía misma escuela; todo reunido contribuyó eficazmente á desenvolver en los á r a bes ideas de un espiritualismo exaltado, y á hacerles practicar supersticiosas observancias análogas á las que habían tenido lugar entre los nuevos platónicos. Haciendo lo posible por conciliaria metafísica con sus dogmas religiosos, aplicaron los árabes los principios y método de Aristóteles á la enseñanza de la teología, y de ese modo hicieron un eclectismo á su manera. Amalgamando por una especie de fusión la filosofía y la teología, hacían á la primera mas religiosa, y á la segunda mas

DE LA FILOSOFÍA.

279

contenciosa. Esto es lo que puede llamarse entre ellos el principio de la teología escolástica. Las obras filosóficas que aparecieron después de esta época, fueron todas basadas, mas ó menos directamente, sobre esos principios. Casi todas llevaron el mismo sello y caracteres de espiritualismo, de misterios incomprensibles y de contemplación religiosa; se pueden citar en este género: i.0 E l secreto de la C n a í w r a , por Belinous, manuscrito que se halla en la biblioteca del rey , y que M r . Silvestre de Sacy menciona en sus Nolices , et extraits des manuscrits, etc., con otros muchos de igual naturaleza : 2.° el Philosophus autodidactus de Thophail, especie de novela filosófica, que ha sido m u chas veces traducida al latiu y que tuvo gran éxito. Se supone en ella á un hombre desamparado desde su i n fancia en una isla desierta, en laque no había persona alguna 'que le instruyese. Por la sola fuerza dé su razón, este hombre se eleva al conocimiento de las cosas naturales y sobrenaturales , y al de la verdadera felicidad, que consiste en la unión íntima del alma con Dios. Atribuyendo á las inspiraciones del é x t a s i s , las luces que han esclarecido á los sabios de su nación, Tofail razona, hasta perder el hilo . sobre las relaciones de afinidad del h o m bre con los animales , con las plantas, con los cuerpos celestes, y con el sér necesario y divino; entra en especulaciones místicas elevadas y sutiles ; considera: al sér pensador é inmaterial como único en su substancia, sostiene que lo múltiple, la colección, el m a s ó el menos no pertenecen sino á los cuerpos, que el mundo sensible es solamente la sombra del divino, que el Criador se pinta en sus obras como el sol en un espejo, que la luz intelectual viene de él solo, y se refleja por los diferentes objetos, poco mas ó menos , como la imagen del sol trasladada en un espejo puede caer sobre otro segundo, y ser reflejada por él. Las mismas doctrinas de espiritualidad mística reinaban en Persia desde el siglo X? las cuales se desarrolla-

280

HISTORIA.

ion entre los religiosos llamados Sofi, y allí harí producido obras de la mas alta contemplación filosófica. Las matemáticas y la medicina componían una parte esencial de la carrera científica entre los árabes ? y esta es la Causa por que todos sus filósofos eran médicos. Esta nación tenia igualmente poetas que trabajaban a su manerít y escribian de su propio fondo , pues no vemos en estos que hayan seguido á los autores griegos n i aun que se hayan servido de ellos para sus obras, á la manera que los filósofos se ayudaban de los numerosos escritos que habían dejado los filósofos d é l a Grecia. Según la costumbre dé los orientales, los árabes enseñaban, por lo común, la moral por apólogos, por cuentos, por parábolas ,; por medio de comparaciones, ó por sentencias ó máximas. En este género es conocida una c ü e b r e obra bajo el título de Rosarium f ersimm. Este libro, escrito con elegancia en lengua persa, apareció á mediados del siglo X I l í , y se estendió porla Persia, en la Italia, la Arabia y la Turquía. Trasportado á Europa ha sido traducido casi en todas las lenguas. Saadi, que es su autor, sin tener un marcado sistema de moral ó de política, trata sin embargo en ocho capítulos y bajo todos aspectos: 1.° de las costumbres de los reyes: 2.° de las costumbres de los religiosos: 5.° del valor de la c o n tinencia: 4.0de las ventajas del silencio: 5 0 de las reglas d é l a juventud, y máximas sobre la amistad: 6.° de los preceptos que tienen relación con la vejez: 7 . ° de la institución d é l o s discípulos, es decir, de la manera de educar bien los hijos y formarlos convenientemente: 8.° de las virtudes que cada uno debe practicar en su vida ordinaria. Esta obra, larga, difusa y llena de repeticiones, encierra máximas de una moral pura, esplicadas muchas veces de una manera picante.

D E L A FILOSOFÍA,

281

CAPÍTULO V I I . D E LAS SECTAS ENTRE LOS ARABES.

CUANDO Alí, yerno de Mahoma, ascendió al califato el 656 de Jesucristo, 5 4 de la hégira, abolió todas las tradiciones y observancias que no se hallaban consignadas en el Alcorán. De aquí resultó un gran cisma religioso e n tre los musulmanes, uniendo los unos á la ley escrita, las tradiciones que creían procedentes de Mahoma por Aboubeker, y ateniéndose los otros ala reforma de A l í , que no admitía mas que el testo puro de la ley escrita. Los primeros se llaman sunitas ó apegados á la tradición, y los segundos f a í ¿ m i t o , de Fatimeh, hija única de Mahoma y esposa de A l í . Los turcos tártaros, y los diversos pueblos del Africa que siguen la ley de Mahoma son sunitas ; los persas y demás mahometanos del Oriente son fatimitas. Los fatimitas son objeto del odio y el desprecio y á veces de los insultos de los sunitas, como corruptores de la santa doctrina del profeta. La división entre esas dos grandes ramas del islamismo ha llegado á tal punto , que es del todo imposible,una avenencia. Por grande que sea su común aversión hacia los cristianos, es aun menos insuperable que la que los caracteriza respecto de los d i sidentes de su fé. A mas de ese cisma radical que se remonta á la cuna misma del mahometismo, se han formado en el curso de los siglos, con especialidad en Oriente, una multitud de sectas, cuyo número se eleva á mas de setenta y dos e n tre los partidarios de A l í solamente. Estas sectas no comenzaron sino desde los tiempos de Almanzor, de Bashud y de Almamoun, es decir, desde la introducción de la filosofía, á la que deben atribuirse. Mientras se conservó una fé ciega en el testo del Alcorán,

282

HISTORIA

ó en las tradiciones positivas que á él se añadieron, bajo la palabra de Aboubeker ? sin la menor discusión, no se vió división alguna mas que la que había producido la reforma de Alí. Pero una vez que se aplicó a la enseñanza religiosa el método contencioso de Aristóteles, cada uno adoptó su propia opinión: como estaba prohibido bajo pena de muerte negar alguna parte del Alcorán, se trató en cambio de esplicar lo que en este código se encontraba mas incomprensible ó absurdo. Cada uno dió su historia. Las opiniones se dividieron, se subdividieron y multiplicaron hasta lo infinito. No podía ser de otro modo. Seria tan fastidioso, como i n ú t i l , hacer una enumeración de cada una de las sectas de esa manera engendradas las unas de las otras, y el intentar caracterizarlas por los principios que las distinguen. Abul-Faraje enumera seis, y dice que estas son las raices de las otras setenta y tres. Solo nos limitaremos á indicar algunas de las principales. I.0 Los moatazalitas: estos pretenden que no se deben reconocer en Dios formas de sus atributos; que puede muy bien decirse que Dios es eterno, sábio, poderoso, etc: pero no que es eterno por su eternidad, sábio por su sa? hiduría y poderoso por su omnipotencia. La razón que para esto dan es que se querría reconocer en Diosla muí-' tiplicidad, lo que es imposible. Admitían además otra gran porción de sutilezas de este valor. Kn cuanto á la Providencia, tenían poco mas ó menos las mismas ideas que los fariseos entre los judíos, y así su nombre, corno el de los fariseos, significa ^parac/os. Los sefacianos sostenían, por el contrario, que se podía muy bien decir que Dios es eterno por su eternidad, sábio por su sabiduría, etc. 2 . ° Los kádares niegan el destino y la predestinación, y dicen que el hombre es dueño de sus acciones. E n esto se encontraban opuestos á los giabares, que creían

DE L A FILOSOFÍA.

285

en el destino y en la mas inexorable necesidad en lodo. 5.° L a principal secta, y quizá la única que merezca la atención de los filósofos, es conocida con el nombre de habladores. No puede asegurarse con certeza cuál haya sido su origen, ni de dónde la venga esa denominación. Los que la abrazaban hacian profesión de probar, ó tratar de probar con buenas razones, todo lo que sentaban. Han sido mirados por unos como escépticos ó próximos al escepticismo; por otros como verdaderos sofistas; y por otros, finalmente, como racionalistas que no admitían dé la religión sino lo que se hallaba demostrado por la razón. Esta ú l t i ma opinión parece la mas verosímil, pues la doctrina de estos sectarios ha sido juzgada por muchos judíos y árabes como peligrosa y que tiende á la impiedad.(1) 4 . ° Alasshari, famoso doctor musulmán del siglo X , fué autor de una secta que lleva su nombre, la cual se oponía fuertemente á la de los moatazalitas en muchos puntos. Greia en la predestinación, sin admitir por eso la fatalidad ó el destino; por consecuencia juzgaba poco mas ó menos entre los musulmanes, lo mismo que creen entre nosotros los mas rígidos tomistas, en aquellos puntos donde aún se ocupan de los sistemas relativos al modo de d i r i gir Dios nuestras acciones libres, sin perjudicar á la libertad. 5. ° Los zindikitas, eran á los ojos de los creyentes verdaderos herejes, ó mejor dicho, impíos. Con efecto, no reconocían los dogmas mas esenciales de la religión , base de toda filosofía moral y religiosa. INo reconociendo, pues, otro Dios mas que los cuatro elementos, no admitían ni la providencia, ni la resurrección de los cuerpos ni la vida futura. Sostenían que el hombre se compone de la reunión de los cuatro elementos, y que á la muerte estos se disuelven , después se reúnen de nuevo y constituyen otro individuo; de forma que no hay en esto transmigración délas almas, como pensaban la mayor parte de los orientales, sino mutación de individuo. i

(1) Bruker, t. 3, pág. 60.

i

, -

284

msToiiu

6. ° E n el siglo X I se apareció un falso profeta lla-^ mado Dararco ; vino á Egipto, se adhirió al Califa Hakem, y quiso persuadir al pueblo que no habia otro Dios que él. Durante su vida obtuvo pocos resultados; pero después de su muerte, otro impostor tomó el mismo lenguaje, y representó también á Hakem como el único Dios á quien se debia reconocer; estableció en diferentes puntos predi^cadores de su impiedad, y fundó una secta numerosa de ateos prácticosy que fueron designados con el? nombre de

dararceos. U n gran número de filósofos árabes se inclinaron á esta secta, ó al menos se alejaron poco de ella. No conociendo nada fuera de Aristóteles, le estudiaban, le comentaban, buscaban sus decisiones, y se sometian á su a u toridad prefiriéndole á todo. E n los escritos de este filósofo hallaban principios que no pudiendo conciliarse con la fé mahometana, conducian al deísmo, á la impiedad y aun al ateísmo. Tales eran los principios siguientes: un soberano motor fijó á la suprema esfera, una providencia que no se estiende al mundo sublunar, un entendimiento universal, que sustaneialmente es el mismo para todos los hombres, la eternidad del mundo, la mortalidad del alma, etc. Todo esto era incompatible con las doctrinas d e l Alcorán, y por consiguiente, cuantos admitiesen esos puntos de doctrinas filosóficas, necesariamente se tenían que dejar arrastrar hasta los límites postreros de la impiedad., 7. a Dividiéndose cada vez mas las sectas filosóficas, aun sobre los puntos mas graves, sucedió entre los árabes lo mismo que tuvo lugar entre los griegos y entre los romanos; que el entendimiento, desalentado á l a vista de tamaña confusión, y reconociendo su impotencia para encontrar con certeza la verdad, en medio de este caos de opiniones contradictorias, tomó el partido de no fijarse en ninguna y considerarlas todas como dudosas, colocándose de este modo en una ceguera y escepticismo completo , en cuanto concierne á la religión y á la moral. Esto mismo es lo que ha sucedido, como veremos

DE LA FILOSOFÍA.

285

mas adelante ? á los protestantes y á los filósofos moder * nos , y lo que sucederá siempre á cuantos no reconozcan mas juez en punto á la doctrina que la razón i n dividuak E l escepticismo será el último término donde irán á parar las disputas, y á donde la razón desairada buscará el postrer refugio. Desde allí se las apostará con fiereza á los ataques del dogmatismo, contestando á todo con negociaciones. Habiendo penetrado esta duda en las escuelas sabias de los musulmanes, arruinó allí la filosofía, debilitó poco á poco el amor á la ciencia, y al cabo de tiempo , la i g norancia fue la que prevaleció en estos pueblos. Los judíos, perseguidos por los cristianos, se retira-^ ron á los paises donde dominaban los á r a b e s , particularmente á España. Allí fundaron escuelas, cultivaron las ciencias, y sobre todo la filosofía, en el siglo X I I , Gomo fueron también partidarios pronunciados de Aristóteles, su filosofía tuvo poco mas ó menos iguales caracteres que la de los árabes entre quienes vivían. * L a serie de los autores rabinos puede fijarse en los principios del siglo X í de la Iglesia, en que comenzaron á escribir varias esposiciones y comentarios al Talmud, Entré todos ellos, los rabinos españoles fueron tan celebrados por los judíos nacionales y estranjeros, que colocándolos en el catálogo de sus primitivos y mas insignes doctores , con el nombre áe tanaim, que quiere decir maestros, cuentan sus edades como las de sus antiguos sábios, porque aquellos eran cabeza de su tribunal supremo, y academia universal, y en ellos estaba depositada la Ley escrita. De siiviva voz aprendían todos la declaración de la L e y ; de forma, que esos tanaim eran los filósofos de 1 )s j u d í o s , sus teólogos, sus s á b i o s , sus profetas, etc. Los judíos de España se adquirieron el título de sapientísimos, acrecentándose mas su fama desde el 998 de Cristo , en que con motivo de haber llegado á Córdoba Rabí Moseh, uno de los mas célebres rabinos de Roma,

286

HISTORIA

junto con su hijo R . Hanoc, eligieron á estos los judíos cordobeses por sus principales maestros, y acudieron desde entonces á aquella ciudad para aprender sus doctrinas, judíos de todos los puntos de España, pudiéndose ademas asegurar, que desde dicha época se pasaron á Córdoba las academias de Persia ? que fueron antes las primeras, y que empezaron á desbaratar los sucesores de Alíj dueilós de aquel vasto imperio. Siguieron gobernando esta academia rabinos célebres, hasta su traslación á Toledo, verificada por el 1249, después que San Fernando conquistó de los moros mucha parte de las Andalucías. Rodríguez de Castro, en su Biblioteca de autores rabinos españoles, hace mención, entre otros muchos, de mas de ciento cincuenta escritores de filosofía^ propiamente dicha, sin contar los a s t r ó n o m o s , cabalistas, matemáticos , médicos , retóricos, teólogos y gramáticos, que ascienden á mayor n ú m e r o . Ya que el autor escasea tanto las noticias sobre este punto, citaremos por nuestra parte algunos de los rabinos españoles mas notables en los estudios filosóficos, siendo el primero: Abraham-ben-Meir-Aben-Hezrra, llamado por los judíos por sobrenombre el sabio. Nació en Toledo el 1119. Fuéescelentft filósofo, astrónomo, médico, poeta, gramático y cabalista. Hizo muchos viajes para aumentar sus conocimientos, y en uno de ellos íalleció en Rodas á los 75 años de su edad. E l catalogo de sus numerosos é importantes escritos puede verse en el autor citado. R. A b r a h a r a " b e n - G h i j a - / / £ w n a m , esto es, príncipe, título que mereció de los suyos por su saber en la astronomía y filosofía. Floreció en el siglo X I I ; ademas de las obras de física que compuso , existen suyas otras varias; y de consideración , morales y filosófieas , que respiran en todas sus páginas el sabor j misticismo oriental. R. Abraham Ben Izchag, etc. Nació á principios del siglo X V , fué gran filósofo, jurista, espositor y cabalista

DE L A FILOSOFÍA.

287

insigne entre los suyos. Escribió una obra dogmáticofilosófica, titulada: Habitación de paz, en la que se gloría de haber hecho una unión entre lo celestial y lo terreno, entre lo humano y lo divino. Bartolocio, en su Biblioteca rabinica, la alaba sobremanera y dice^ que trató en ella de casi todas las ciencias y doctrinas naturales y divinas, alegóricas y místicas. E l que guste enterarse masa fondo sóbre la erudición filosófica de los rabinos españoles, consulte al enunciado Rodriguez de Castro en su Biblioteca rabinica española, obra importantísima, en la que desvanece la calumnia de Jorge Ursino, que asegura, que con la estincion de las academias de Persia cesó el estudio entre los j u d í o s , y comenzó entre ellos la barbarie, apellidando ademas á las nuevas escuelas fundadas en España por los refugiados á este reino, vivaras parricidas. Otros han creído que los judíos de España eran todos meros comerciantes, asentistas, usureros, y personas esalusivamente dedicadas á negocios y especulaciones mercantiles , y nadie se curó de tratar de ellos como literatos, iiasta que don Nicolás Antonio comenzó esta empresa, que llevó por fin á cabo Rodriguez de Castro. Sus conocimientos, unidos á los de los á r a b e s , fueron los que ilustraron á nuestros escritores de la edad media, los que propagaron la afición al estudio entre los cristianos, y los que por último comunicaron ese saber filosófico y en mucha parte místico que respiran los escritos de nuestro célebre monarca don Alfonso el Sábio, del infante don Juan Manuel, del poeta Juan de Mena, marqués de Santillana, Jorge Manrique, y de casi todos los escritores y poetas españoles que florecieron en los s i glos X I I I y X I V .

D e 1».

filosofía

CAPITULO

escolástica.

PRIMERO.

DE LA DEFINICION Y ORIGEN D E L A FILOSOFÍA ESCOLASTICA.

EL nombre de escolástico era reputado en otro tiempo como i m titulo de honor: se le daba á los que se distinguian por su erudición y su elocuencia, principalmente á los que hablaban en público. A s í Sócrates, historiador eclesiástico, y Ensebio de Dorylea, como fuesen abogados en Gonslantinopla, se les llamó escolásticos. Los que estaban al frente de las escuelas clericales, establecidas cerca de las catedrales, bajo las primeras razas de nuestros reyes, llevaban también el nombre de escolásticos, de escolares ó de teologales. L a denominación de escolástica ha sido consagrada por la posteridad para designar la manera de enseñar que, durante mucho tiempo, tuvo lugar en las escuelas de teología y de filosofía. Consistía este método en dividir, definir, discutir, suponer, probar, argumentar, objetar, resÜOMO I .

19

290

HISTORIA.

ponder, y muchas veces en dispotar. Los principios que en él se seguían, estaban tomados de los peripatéticos y de los estoicos. Se encuentran entre muchos de los nuevos platónicos, igualmente, aunque poco, en las escuelas de los siglos de ignorancia, especialmente entre los árabes, donde se estableció y conservó esta práctica. De aquí pasó á nosotros en el siglo X l í . N o era desconocida antes á los cristianos; pero en esta época fué cuando invadió sus escuelas y se hizo universal. Hacia fines del siglo X I , Constantino, por sobrenombre el Africano, porque era natural de Cartago, marchó á Babilonia. Por espacio de treinta y nueve años estudió aquí la gramática, la dialéctica, la geometría, la a r i t m é tica, las matemáticas, la astronomía la medicina; y la física de los caldeos, de los árabes, de los persas, de los sarracenos, de los egipcios y de los indios; sabia el hebreo, el siriaco, el caldeo, el griego, el latin, el persa, el árabe, el italiano, el egipcio, el etíope y el indio. De vuelta á Cartago, sufrió muchas persecuciones de parte de sus compatriotas > que, no pudiendo comprender su inmenso saber, lo atribuían á operaciones mágicas. Cansado de estas injustas persecuciones, pasó á Europa, y fundó ó ilustró al menos la escuela de Salerno, célebre en los fastos de la medicina. Después se retiró al Monle-Cassino, y vivió allí como buen religioso. Mientras que estuvo allí, tradujo en latin las mejores obras escritas en lenguas orientales, particularmente las que estaban en árabe. Casi todas estas obras trataban de medicina; algunas, sin embargo, pertenecian mas directamente á la filosofía. A su ejemplo, fueron también otros sábios á buscar entre los árabes lo que no podían inventar ellos mismos ni encontrar en otra parte. Se pueden citar, entre otros, á Daniel, de Morley, en Inglaterra. Luego que hubo frecuentado las universidades de Oxford y de P a r í s , pasó á España , estudió las matemáticas y el árabe en Toledo, después tradujo en latin muchas obras de filosofía y de matemáticas,

M

LA FILOSOFÍA.

591

Roberto de Kent y Adelardo de B a t h , monje benedictino, ambos ingleses, fueron igualmente á estudiar entre los á r a b e s , y trajeron unas obras de origen griego ú árabe, que tradujeron del árabe al íatin. A los árabes es también á quienes se debe atribuir las cifras tan sencillas que llevan su nombre, y la medicina de la cual hemos hablado; esta magnífica arquitectura gó< tica ( 1 ) , que clecora nuestras basílicas; el origen de los romances y de las fábulas de la caballería, tan exaltada, de los trobadores, primeros autores de la poesía francesa. E l peripatetismo, que existia ya en las escuelas c a t ó licas, fortificado por la filosofía á r a b e , se esparció por t o das partes, especialmente en Inglaterra, en Francia, eo Alemania y en Italia. Mas venia de fuentes impuras; es decir, de versiones' árabes imperfectas y frecuentemente infieles. Pues según estos malos modelos y en un tiempo de ignorancia era como se hacían las versiones latinas. Sin embargo, en el entusiasmo que se tenia por Aristóteles, se creia poseer exactamente su filosofía y se quería esplicar todo por ella. L a dialéctica se presentaba bajo una luz mas espaciosa como el único método para llegar seguramente á la ciencia. Se encontraban en él unas reglas que parecen indispensables para desarrollar, probar y sostener las proposiciones teológicas. F u é adoptada esta marcha por todas partes. Comenzó entonces el reinado tan famoso de la teología escolástica y unida esencialmente á la filosofía ergotista de la é p o c a , h cual se llamaba ella misma filosofía de la escuela. Los filósofos de esta época eran también todos teólogos. Las d i v i siones que sobrevenían entre ellos, aunque versasen sobre

(1) E l gótico informe traído del Norte por los godos en los siglos V y VÍ? estaba retirado entre los árabes; aquí se perfeccionó yr llegó á los siglos XII y XIII, con sus audaciosas temeridades que no se deja de admirar. No admitimos esta opinión como cierta; pues no convienen los sabios en el origen de lo que llaman el estilo gótico, aunque se le haga proceder generalmente de entre los árabes.

295 BlStí)KIÁ materias estrañas á la revelación ? eran consideradas como interesantes á la f é , ó pertenecientes á la doctrina. Be aquí el estremado ardor con que se combatía de una y otra parte. Esto es lo que veremos en los capítulos siguientes. L a duración de la filosofía escolástica se divide generalmente en tres edades: la primera, desde Abelardo, hasta Alberto el Grande, hacia mitades del siglo X I I I ; la segunda, desde Alberto el Grande, hasta Durando, obispo de Meaux, en 1 5 5 0 ; la tercera, desde Durando, hasta principios del siglo X V f . Seguiremos esta división en la presente historia. CAPÍTULO

lí.

PRIMERA EDAD DE L A FILOSOFÍA ESCOLASTICA DESDE ABELARDO HASTA ALBERTO E L GRANDE.

I.0 A B E L A R D O nació en la aldea de Palais, cerca de Nantes, en 1079 ; tuvo desde luego por maestro al sutil Roscelin, del cual hablaremos á continuación. Apasionado por la disputa, recorrió la Francia, buscando por t o das partes la ocasión de batirse con los dialécticos mas famosos. Sabedor de la reputación de Guillermo de Champeaux, arcediano de París, que enseñaba con mucho brillo, Abelardo se colocó á su lado, siguió sus lecciones, se le u n i ó , y fué singularmente amado de é l ; mas habiéndole aventajado muchas veces en las disputas públicas, incurrió en su desgracia. Se atrajo también el odio de sus condiscípulos, cuya envidia escitó por su éxito, y acaso mas bien por su insoportable jactancia. Tiendo esta animosidad hacia é l , dejó á la edad de veinte y dos años la escuela de Guillermo de Champeaux, y se separó de los que la frecuentaban. Lleno de confianza en sus discursos, concibió el proyecto de fundar una nueva escuela, de la cual seria el jefe. Era su intención hacer una sorpresa pública de dialéctica, disputar contra cualquiera que quisiese atacarle y mostrar

DE U

FILOSOFÍA.

293

al mundo entero de cuánto era capaz. Pasando del pensamiento á la acción, abrió en efecto una escuela en Melun, la trasladó á Corbeil, y después á París: reunió por todas partes tal afluencia de oyentes que los demás maestros se quedaron sin discípulos. Mas agotada y quebrantada su salud en poco tiempo, no permitiéndole continuar en tan penosos trabajos, marchó á pasar dos años al campo en su pais. De vuelta á París ? comenzó de nuevo sus lecciones y eclipsó á todos los maestros, hasta el punto de que el sucesor de Guillermo de Champeaux ( 1 ) le ofreció su escuela y no se avergonzó de ponerse él mismo en el número de los discípulos de un profesor tan afamado. No contento con tan brillantes resultados en la filosofía de la época^ pensó Abelardo en obtenerlos semejantes en la enseñanza de la teología. Para prepararse á ello, marchó á estudiar con Anselmo, arcediano de L a o n , que daba lecciones públicas en Laon mismo. Poco satisfechox de este nuevo maestro, y confiando siempre en sus p r o pias fuerzas, se creia mas capaz de enseñar que aquel de quien era discípulo. Sin reparo, estableció una escuela rival en la misma ciudad, la anunció y principió unas lecciones públicas sobre la Sagrada Escritura. Se le acusa de temeridad; se le echan en cara unos errores de los cuales se defiende muy mal. Arrojado de Laon por la influencia de Anselmo, viene á París. Abre aquí una escuela pública de Sagrada Escritura y de teología, jactándose, como dice él mismo, de no adquirir menos gloria en esta parte que en la primera. E n efecto, vé concurrir los escolares, aumentarse su reputación de dia en d i a , y crecer desmedidamente su fortuna.

(1) Guillermo, hijo de un labrador de la aldea de Champeaux, en Brie, enseñaba en los claustros de nuestra Señora, después en la abadía de san Vitor, que fundó, ó al menos que honró. Fué nombrado obispo de Ghalons en 1113. Su sucesor tenia su escuela sobre «1 monte de santa Genoveva, y la cedió á Abelardo,

Q,

594

HISTORIA

Comenzaron entonces sus funestas relaciones con E l o í s a , y la larga cadena de desgracias que fueron su consecuencia. Después de vicisitudes terribles, se hizo religioso de san Dionisio, cerca de París. Los clérigos de las cercanías pidieron con instancia y obtuvieron que comenzase de nuevo sus lecciones. ' . E n el instante, la afluencia de los oyentes fué lo que había sido otras veces: esto era una especie de fascinac i ó n ; no se hablaba sino de. Abelardo. E l número de los que venían para oirle, era tan grande , que no se sabia donde alojarlos en san Dionisio, n i cómo alimentarlos. Se encontraban entre éstos unos hombres que han hecho después un gran papel, tales como Pedro de Poitiers, Pedro Lombardo, Arnaldo de Bressa, Juan de Salisbury, etc. Los estudiantes dejaban las escuelas de París, é iban todos á san Dionisio: los maestros, irritados de esta deserción humillante para ellos, y émulos de la gloria que obtuvo Abelardo, velaban sobre su doctrina, decididos á no disimularle si daba motivo para ello. No tardó desgraciadamente en suministrar materia para justas censuras. E n un tratado De la fé de la Trinidad, ó Introducción á la teología, que publicó, juzgando de este profundo misterio, objeto de nuestra fé, por sus nociones dialécticas , habló de él con muy poca exactitud. Condenado en 1120 en el concilio de Soissons, fué obligado á retractarse, y no por esto dejó de ser encerrado en la abadía de san Medardo de esta ciudad. De vuelta á san Dionisio, encontró nuevos contratiempos, á causa de una proposición que había arriesgado en la conversación. Temiendo por su libertad, se escapó y marchó á construirse una habitación cerca de Nogent-sur Seine, en un terreno que le pertenecía. A q u í edificó una capilla que dedicó á la Santísima Trinidad: después la dió el nombre de Paracleto, en memoria de ios consuelos que gustaba en esta soledad. Mas no estuvo mucho tiempo solo. Mas de seiscientos discípulos se reunieron á su alrededor, habitando misera-

B E I A FILOSOFÍA.

295

bles cabanas, acostándose sobre el suelo, y alimentándose con pan y yerbas; tan grande era el deseo que tenían de oírle. Elegido abad de san Gildas-de-Ruys ? diócesis de Vannes, hizo venir al Paracleto á E l o í s a , priora de A r gentenil ? y á sus religiosas. E n san Gildas esperímentó toda clase de contradicciones por parte de sus religiosos. Esto no le impidió conservar relaciones sospechosas con su Eloísa. Acusado de nuevo de heregía por san Bernard o , fué condenado en el concilio de Sens, y después por el papa Inocencio I I en 1 1 4 0 . A l paso de Climis para ir á Roma, fué conmovido del lenguaje paternal de Pedro el Yenerable, se convirtió séríamente, se fijó en esta casa, y tuvo allí una muerte edificante en 1142. Eloísa obtuvo su cuerpo, y le enterró en el Paracleto, del cual era abadesa. L a colección de las obras de Abelardo, un volumen en cuarto, comprende cartas, sermones, tratados dogmáticos , un tratado de moral que no gustó á san Bernardo, y unos tratados sobre la dialéctica. Sobre esta última parte había compuesto otros tratados que han quedado manuscritos. M . Cousín ha encontrado uno bajo el titulo de Sic et KON, E l pro y el contra. L e ha traducido y publicado con un buen discurso preliminar. No se le puede negar á Abelardo ingenio, penetración y facilidad; sus escritos, y mas todavía el entusiasmo que supo inspirar á sus numerosos discípulos, lo prueban bastante. Pero sus talentos, dañados por la vanidad, deshonrados por unos amores ilícitos y por vergonzosas debilidades , concentrados en las sutilezas de una dialéctica, la mayor parte de las veces ininteligible, no han servido mas que á hacerle desgraciado, y á causar ruido sin utilidad positiva. E l es sin embargo, propiamente hablando, el fundador de la filosofía llamada escolástica. 2 . ° Pedro, llamado Lombardo, porque era oriundo de L o m b a r d í a , vino á estudiar á Paríá y fué uno de los mas ilustres discípulos de Abelardo. Tratando la teología

^96

HISTORIA

según las reglas de la dialéctica, emprendió reducirla á un cuerpo de doctrina, colocar las materias por orden, d i v i dirlas, clasificarlas y apoyarlas sobre la Escritura, los concilios y las sentencias de los padres. Su obra intitulada Be las Sentencias, en cuatro libros, es el primero de la teología escolástica, y ha sido el modelo de los que han escrito después; según el mismo método. E l autor se ha hecho célebre en la escuela, bajo el nombre de maestro de las sentencias, y su libro ha servido de testo á una multitud de comentarios. A lo bueno que contiene, mezcla muchas sutilezas y cuestiones inútiles, fruto de los estudios que habia hecho, y que estaban en boga en su tiempo. Sin embargo prestó un gran servicio á la enseñanza teológica, y obtuvo en 1152 el obispado de P a r í s , como recompensa de sus trabajos. Murió el año de 1 1 6 4 . E l concierto de alabanzas que se le decretaba, fué t u r bado por los adversarios que criticaron su libro y su m é todo. Gautier, canónigo regular de san V í c t o r , se declaró especialmente contra la introducción del método filosófico en la teología; sostuvo su opinión en una obra que publicó , bajo el título de Los cuatro laberintos. 5.° Gilberto P o r r é t a n p , canónigo y después obispo de Poitiers, fué muy distinguido en las sutilezas que constituían la filosofía de su tiempo. Enseñó con éxito en Poitiers. Raciocinando hasta lo infinito sobre la naturaleza de Dios y sobre sus atributos, sbbre la Trinidad y sobre las personas divinas, hizo distinciones inauditas, y se sirvió de espresiones nuevas, por lo menos mal sonantes; por ejemplo, decía que la esencia de Dios, tomada abstractamente no era Dios; que las propiedades de la persona no eran ía persona; que la naturaleza de Dios no habia encarnado, etc. Hecho obispo, no mudó de opiniones ni de lenguaje. Causaron estas novedades un ruido estraordinarío. E l obispo, denunciado por sus arcedianos al papa Eugenio l i l i

BE LA FILOSOFÍA.

297

fué llamado á Reíms, donde se encontraba el papa, y condenado en un concilio, en l l ^ Z . Por orden del concilio, retractó sus errores y prometió que en lo sucesivo se serviría de espresiones mas exactas. Se le ha considerado como herege. Muriendo en H 5 4 , dejó algunas obras de filosofía y teología, á saber, un Tratado de los seis principios (es un compendio de las categorías de Aristóteles;, un comentario sobre el libro de la Trinidad, de Boecio, y otro sobre el libro de las Causas, 4. ° Pedro Comestor, ó el comedor, deán del cabildo de Troyes, vino á ocupar una cátedra pública en la escuela de París. Ha dejado una historia escolástica, es decir un compendio del antiguo y nuevo Testamento, para uso de los estudiantes en los exámenes. Esta obra fué traducida en casi todas las lenguas de Europa. 5. ° Juan, el pequeño, llamado de Salisbury, lugar de su nacimiento en Inglaterra, pasó á Francia muy jóven aún, permaneció un año en Bretaña cerca de Abelardo, vino á París en H 3 7 , y asistió á las lecciones de los mas grandes maestros. Los progresos que hizo en las lenguas antiguas, en la gramática, la filosofía, la literatura y las matemáticas, le hicieron célebre muy temprano. Para tener con qué vivir daba lecciones particulares, y formó buenos discípulos. A l cabo de doce años de ausencia pasó de nuevo á Inglaterra y fué ordenado allí de sacerdote. Volvió á París, donde le llamaban sus amigos, visitó muchas veces la Italia, y tuvo una favorable acogida de los papas Eugenio I I I y Adriano I V . De vuelta á Inglaterra fué sacerdote de santo Tomás, arzobispo de Cantorbery, y siguió á este prelado á Francia en su desgracia. Alejandro I I I , que estaba en este último reino, se lo agregó, y le encargó respondiese á los manifiestos del anti-papa Víctor. Después de siete años de destierro, volvió Juan á Cantorbery, al lado de su arzobispo, y fué testigo de su muerte violenta.

298

HISTORIA

Pedido para obispo por el pueblo y el clero de Chartres? aceptó esta dignidad en Í Í 7 % á instancia de Luis el Jóven, rey de Francia, y según la opinión mas común, murió en 1182. Tenemos de él (1) una obra filosófica, notable por el tiempo, intitulada Polxcralcs, en ocho libros. E l autor pone en ridículo las costumbres de los cortesanos. Refiriéndose á preciosos fragmentos de los antiguos filósofos, llama á la escena á Pitágoras, Sócrates, Platón, Zcnon,Epicuro, Crisippo, etc. De todos estos prefiere á Aristóteles. En otra obra, titulada de la Metalógica, defiende la gramática, la filología y el peripatetismo contra una clase de pretendidos maestros que deprimían á los antiguos. Designaba á estos malos críticos bajo el nombre de cornificianos, haciendo sin duda alusión á Cornificio, miserable poeta que censuraba á Virgilio y trataba de rebajar su mérito. 6. ° Alejandro de Ales, llamado asi de la aldea de Alés, de donde era natural, en Inglaterra, vino á París, «ntró en los Hermanos menores é hizo profesión en 1222. Enseñó en la escuela de París, en medio de los mayores aplausos, y recibió de sus contemporáneos los títulos de doctor infalible;, de fuente de la vida. A su muerte, que acaeció en 1245, dejó una sumía de teología en cuatro volúmenes en fólio, un comentario sobre la metafísica de Aristóteles y tres libros 4 d Alma. Es el primero de los modernos, según se cree, que ha conocido el tratado del alma por Aristóteles , y ha tratado de esplicarle. 7, ° En el mismo siglo, las doctrinas de los nuevos platónicos, importadas de entre ios árabes, principiaron á esparcirse entre los doctores cristianos. Godofredo, canónigo de San Víctor, compuso una obra llamada M i ~ crocomusy en la cual representa al hombre como un

(1) Biblioteca de los Padres, í, u ,

DE LA FILOSOFÍA#

299

pequeño mundo, y dice que de la misma manera que hay cuatro elementos en la naturaleza, hay también cuatro facultades en el hombre, los sentidos, la imaginación, la razón y la inteligencia. En una obra, titulada Origen de la filosofía, describe el estado de la enseñanza en París, y deplora el envilecimiento en que habían caído las tres artes liberales que componían el Trivium, la gramática, la retórica y la dialéctica. 8. ° Hugo, abad de San Víctor, en un tratado seco y árido , Be la manera de estudiar^ parece dar á Platón la preferencia sobre Aristóteles. Habiéndose dedicado al estudio de la psicología, nos ha dejado un tratado del alma, en cuatro libros, en el cual se hallan las nociones neoplatónícas de San Agustín, y de otros que parecen haber sido tomadas de los autores árabes. Había estudiado y comentado también las obras atribuidas á San Dionisio Areopagita. Tuvo, por espacio de largo tiempo, una cátedra pública en París. Moderado en sus sentimientos, estuvo siempre alejado de las disputas estériles que se agitaban entonces en las escuelas. Gozó de grande consideración, y murió en 1140. Sus obras han sido impresas en tres volúmenes en fólío. 9. ° Bernardo de Chartres, en dos obras intituladas: Megacosnms y Microcosmus (gran mundo y pequeño mundo), admite las ideas reales y el mundo inteligible de Platón. Supone la preexistencia de las almas, la influencia de los astros, e\ noos ó la inteligencia general, con la cual trata de conciliar la entelequia de Aristóteles. Estas obras5, que no han sido impresas, están en manuscrito en la biblioteca real de París. 10. Ricardo, abad de San Víctor, aunque imbuido en las mismas ideas platónicas que sus predecesores, tuvo sin embargo miras mas exactas y elevadas: reconocía tres vías de instrucción para el hombre,- la esperiencia, el discurso y la fé. La perfección de la filosofía, según é l , consistía en la contemplación. Enseñó como Hugo, el medio de llegar á ella^ en im libro que com*'

SOO

HISTORIA

puso sobre este objeto, bajo el título de Preparación del entendimiento á la contemplación. 11. Amalrico ó Amauri de Chartres, enseñando la teología en París, á fines del siglo X I I , avanzó á decir que Dios lo era todo, y que todo estaba en Dios, que el Criador está identificado con las criaturas. Esto era la unidad absoluta de Plotino que habia bebido en Escoto, y que este mismo habia tomado de cierto monge griego Jamado Máximo, apellidado Gerson (1). Este nuevo panteísmo fué adoptado y sostenido por un cierto Alejandro , en un libro sobre los principios de la sustancia corporal é incorporal, del cual habla Alberto el Grande, y por David de Dinant. Distinguía David tres principios indivisibles; la materia, el espíritu y la sustancia eterna: pretendía que estas tres cosas no forman mas que un todo absoluto é indivisible. Estas chocantes proposiciones hicieron mucho ruido: Honorio I I I las condenó por una bula, en 1225. El concilio tercero de Letran habia condenado ya á Amauri, en 1215. 12. Alaín de la Isla, por sobrenombre el doctor uníversal , profesor en la escuela de París y muerto en 1205, apenas se separó de esta doctrina falsa y peligrosa; reconocía también tres principios de todas las cosas. En un poema en nueve libros intitulado Anti-Claudiano, revisa las diversas partes de la filosofía y las adorna con versos hexámetros bastante bellos para la época. Se citan otras muchas obras suyas. En todas se manifiesta adherido á las ideas de los nuevos platónicos. 15. Guillermo, por sobrenombre de Auvernia, porque era natural de Aurillac , llamado también Guillermo de París porque ocupó la silla episcopal de esta ciudad desde 1228 hasta 1249, fue un hombre distinguido en teolo-

(1) De concordia metísphisicse et logicse, p. 18.

±)E LA ÍF1L0S0ÍÍA.

¿01

gla, en filosofía y en matemáticas. Habiendo estudiado los autores árabes, principalmente á Algazeli, Alfarabi, A v i cernía, Áverrhoes, Aristóteles, los libros atribuidos á Hermés Trimégisto y las obras de la escuela de Alejandría , conocía los diversos sistemas de los antiguos filósofos y los apreciaba mucho, haciendo en general una justa distribución de alabanzas y de crítica: preludió , con entendimiento superior en las teorías metafísicas que se han desarrollado después. Sus obras han sido reunidas en dos volúmenes en folio. 14. Vicente de Beauvais, religioso dominicano, lector de san Luis, es autor de una grande obra dividida en cuatro partes bajo el título de Espejo general, natural, mor a l , doctrinal é histórico. En este espejo trata de toda clase de cosas, y compila lo que se sabia entonces de ciencias físicas; decide las cuestiones metafísicas por la autoridad de Aristóteles á quien no conocía mas que según una traducción latina hecha de traducciones árabes. Sinerabar^ go, muestra una admirable capacidad. En otro tiempo habría resplandecido con brillo. Su obra, que es una verdadera encicopledia en atención á la época, se compone de diez volúmenes en folio: la última parte sola ha sido traducida en francés en el siglo X V é impresa en cinco volúmenes en folio. En este período, á principios del siglo X I I I , aparecieron también otros muchos hombres, que merecían ser nombrados, si el tiempo y el espacio nos lo permitiesen. Pueden verse sus nombres, con una noticia sobre la vida y los trabajos de cada uno, en Brucker, tomo tercero, página 7821 y siguientes. Las cruzadas, conmoviendo á todas las naciones, las aproximaron unas á otras, y establecieron en ellas conujnicaciones recíprocas; la fundación de las universidades, en diferentes lugares, y la invención del papel, que prestó á la escritura una facilidad que no se podia tener antes; los autores griegos, mejor conocidos y estudiados bien pronto en el texto mismo; las disputas solemnes y

ÜOá

HISTÓBIA

la envidia que teniau ios doctores de aventajarse unos á otros, estas diversas causas reunidas dieron un gran impulso al entendimiento humano: le hicieron salir del adormecimiento en que había estado tan ' largo tiempo. Hé aquí lo que se hizo en la edad primera de la filosofía escolástica. Así se prepararon las vias para hacer mayores desarrollos. CAPÍTULO H I .

* .

.

SEGUNDA EDAD DE LA FL IOSOFA I ESCOLASTC IA, DESDE A EL GRANDE HASTA DURANDO,OBS IPO DE MEAÜX, EN DESPUÉS de los escolásticos de que acabamos de hablar, se encontraron unos genios raros que, en otros tiempos, hubieran hecho prodigios. No se puede considerar, sin admiración, la inmensidad de sus trabajos y las obras voluminosas que fueron su resultado. Hé aquí los mas distinguidos de entre estos hombres notables. I.0 Alberto, titulado el Grande, nació en la Suavia, de una familia ilustre, en 1195. Después de sus primeros estudios hechos en Pavía, esludios en que aventajó á todos sus condiscípulos, entró en los dominicos en 1221, y continuó haciendo grandes progresos en las ciencias. Encargado de enseñar, en París, la filosofía y la teología, que no se separaban la una de la otra, lo hizo con distinción. Elegido provincial de su orden para la Alemania en 1254, fijó su residencia en Colonia, y continuó enseñando allí en medio de numerosos oyentes, con un brillo prodigioso. En 1260, aceptó, por órden de Alejandro I V , el obispado de Ratisbona, y no lo conservó sino tres años. Habiendo dimitido, volvió á vivir como religioso y enseñó de nuevo en los dominicos de Colonia, donde murió en 1280 de edad de ochenta y siete años. Algunas de sus obras que se han reunido, pues no lo han sido todas, forman veinte y siete volúmenes

DE LA FILOSOFÍA.

305

abollados en folio: contienen largos comentarios sobre todas las partes de Aristóteles, aunque el autor no supo el griego, sobre el maestro de las sentencias y sobre san Dionisio Areopagita, una suma de teología en tres volúmenes 5 unas esplicaciones del antiguo y nuevo Testamento, etc. Estos escritos ditusos, incorrectos, llenos de cuestiones inútiles, de sutilezas vanas y empalagosas, y de un latió duro y semi-barbaro, duermen en el polvo de las grandes bibliotecas, y nadie tiene ahora valor para leerlas. Sin embargo, es preciso confesar que son la prueba de una vasta erudición, que contienen graves observaciones sobre los objetos de la ciencia natural, y que manifiestan un entendimiento ejercitado en las materias metafísicas. El autor contribuyó ciertamente á honrar los estudios, escitó la emulación y por esto mismo produjo felices efectos. Su habilidad en la física le hizo pasar algunas veces por hechicero. De aquí nacen las odiosas imputaciones que se le han hecho, y esos pequeños libros de secretos y de mágia que se circulan bajo su nombre y que no son sino cuentos. 2.° Santo Tomás, de la ilustre casa de los condes de Aquino, en el reino de Ñapóles, nació el año 1224* Colocado desde la edad de cinco años, por su padre, en los benedictinos del Monte-Cassino, fué enviado de aquí á Ñapóles para continuar allí sus estudios. Joven todavía, entró en los dominicos de esta ciudad. Sus padres, á quienes no habia consultado, quedaron muy descontentos de ello, y trataron por todos los medios posibles hacerle variar de resolución. Tomás, inamovible en el partido que habia tomado, obtenida en fin la libertad de seguir su vocación, continuó su noviciado en Ñapóles y profesó allí, de edad de diez y nueve años. El general de los dominicos, fundando grandes esperanzas, para el honor de su orden, sobre este joven reln gioso, le hizo venir á Roma y le trajo consigo á Paríg
ó simplemente al filósofo j asi es eomo califica á Aristóteles. No admitió sin embargo,todas las opiniones de este filósofo; impugnó muchas; mas en general se muestra su admirador. Hizo conocer sus libros sobre la física, la metafísica, la psicología, la moral y otros que eran antes ignorados ó mal conocidos, en razón á que manos estrañaslos habían mutilado, corrompido ó desfigurado. Desde esta época, comenzó Aristóteles á ser mas conocido en las escuelas cristianas. Por todas partes f seitó la admiración de los sabios y adquirió sobre

DE LA FILOSOFÍAi

505

entendimiento una autoridad casi sin límites. Se le citaba á cada paso, y se valían de él para esplicar todas las cosas. Los escritos filosóficos de Santo Tomás, aunque muy estensos, no son mas que una pequeña parte de lo que ha hecho: sus obras no han sido todas impresas^ y las que lo son, no forman menos de diez y siete volúmenes en folio. No se concibe cómo, habiendo muerto á los cuarenta y ocho años de edad y haber estado encargado de una multitud de ocupaciones, ha podido componer tan gruesos volúmenes, principalmente cuando se considera que, no teniendo los medios suministrados por la imprenta, le era necesario compulsar innumerables manuscritos para encontrar sus materias, sus autoridades y sus citas. A pesar de los muchos defectos propios de su siglo, la claridad de su estilo, la sencillez de sus divisiones, la solidez y brevedad de sus pruebas, lo hacen superior á su maestro. Su suma de teología especialmente, es una obra maestra de órden, de método y de exactitud: ha servido de modelo á los que le han seguido. Es EL LIBRO DE LA TEOLOGÍA. Alberto y él comentaron las sentencias de Pedro Lombardo, las obras atribuidas á san Dionisio Areopagita, .qúe se consideraban entonces como auténticas, y el libro De las causas? que era conocido de todos los filósofos de aquel tiempo. 5.° San Bueíiaventura, nació en Toscana, de una familia noble, en 1 2 2 1 , entró en los franciscanos en 1245: estudió la filosofía y la teología en París y se hizo un famoso doctor por sus luces, por sus virtudes, y sobre todo por la tierna piedad que le guió en todos sus escritos, y que le ha merecido el nombre de doctor seráfico. A pesar de su humildad y de sus denegaciones reiteradas, llegó á ser general de su órden, obispo de Albano y cardenal de la iglesia romana. Según costumbre de aquella época, subordinaba la TOMO I . SO

306 HISTORIA filosofía á la teología: sin embargo, entre sus obras, qué están en siete volúmenes en lolio, ó catorce en cuarto, hay muchos tratados puramente filosóficos , por ejemplo el intitulado: B é la reducción de todas las artes á la teología. Examinando una por lina las diversas partes de la ciencia, las divide, las subdivide, define cada miembro con órden y trae todas las cosas á consideraciones piadosas. Llamado ál concilio de Lyon pov Gregorio X , én 1274, murió'allí de edad de 53 años. 4. ° Pedró Julián, llamado dé España, era hijo de un médico dé Lisboa. Héchó obispo de Túsenlo, no se sabe cómo, fue elegido papa en 1276, bajo el nombre de Juan X X I . Asociando él estudio dé la medicina al dé la filosofía y de la teología, compuso un manual de lógica, según los principios de Aristóteles, y manifestó por otra parte lá estéñsión de sus conocimientos en medicina y en filosofía. 5. ° Rogerio Bacon, nació en el condado de Sommersei, en Inglatérra, én 1214, de padres honrados 5 estudió éti Oxford, y después en la universidad de París. Según el uso del tiempo, siguió todos los cursos que se enseñaban, y avéntajó bien pronto á sus maestros. Habiendo aprendido las lenguas antiguas, leyó íos íilósoíbs griegos y árabes, despreció las sutilezas de la lógica y de la metafísica, y se dedicó á la medicina, á las matemáticas, á la astronomía y á todas las partes de la física. De vuelta á Inglaterra, se hizo religioso franciscáno, á fin de verse desembarazado de toda especie de cuidado, y dé tener mas tiempo para el estudio. Hombre de genio, de paciencia y de aplicación, obgetvador infatigable de la naturaleza, se dedicó á las ciencias naturales, se proporcionó sumas enormes para comprar instrumentos, hizo una multitud de espériéncias que lé condujeron á felices descubrimientos: escitó la admiración de los hombres instruidos y el pasmo de los que no lo eran, hasta el punto de reputarle hechicero. Su

DE LA FILOSOFÍA. 507 generalle prohibió ¿escribir mas, le hizo poner en prisión, y prohibió la lectura de sus obras. Rogerio envió á Roma sus escritos, sus instrumentos y sus máquinas para probar que no hacia nada que no fuese naturalj ofreció corregir los vicios del calendario y no pudo ser comprendido. A los diez años de cautiverio fué cuando recobró su libertad. No obstante los obstáculos que tuvo que superar, gozó en la posteridad del título de doctor admirable» Se le ha atribuido la invención del telescopio y de la pólvora. Sin embargo, parece demostrado que no inventó el telescopio, aunque haya hablado sabiamente de la luz y de sus efectos: conocía la pólvora, puesto que habla de ella en términos no equívocos 5 pero no se cree ahora que haya sido su inventor. Muchas de sus obras no han sido impresas y se han conservado en manuscritos; otras muchas se han impreso. La mas célebre es intitulada La grande Obra (1) un volumen en folio, en la cual trata de los obstáculos á la sabiduría , de las causas de la ignorancia, de la utilidad de las ciencias, de la física teórica y esperimenlal, etc. Este pobre monge, era un prodigio atendiendo á la época. 6. ° Enrique de Gante, llamado así del lugar de su nacimiento, era doctor de la universidad de París, y arcediano de Tournay, donde murió en 1295. Fué tan grande su reputación que se le apellidó el doctor solemne. Teniendo casi los mismos principios de los neoplatónicos, creyó en las ideas sustanciales y ejemplares de lo que existe y de lo que es posible se permitió criticar á Aristóteles, y á santo Tomás, etc. 7. ° Gil Golonna, de la ilustre familia de los Colonnas deNápoles, estudió en París bajo santo Tomás, entró en la orden de los agustinos y llegó á ser su general. Enseñó

(1) Opus majus.

508 HISTORIA en París con distinción, y mereció el título de doctor muy fundado, Felipe el Animoso le confió la educación de Felipe el Hermoso, su hijo. Colonna compuso para su augusto discípulo, el tratado de la Conducta de un principe? y diversas obras de filosofía y de teología, que están impresas en un volumen en folio. Nombrado arzobispo de Bourgesen 1294, asistió al concilio de Viena en 1511 y murió en 1516. 8. ° Juan Duns Escoto era originario de Inglaterra, de Irlanda ó de Escocia, pues estas tres partes del reino actual de Inglaterra se le disputan. Entró muy jóvenenlos franciscanos, y se distinguió por su penetración y su éxito. Enseñó en Oxford durante mucho tiempo, después en París, adonde fué enviado por sus superiores. Vanagloriándose de seguir opiniones opuestas álas de santo Tomás, las sostuvo con una sutileza maravillosa, lo que le hizo calificar de doctor muy sutil. Como tuviese un gran número de partidarios, resultaron de esta división de opiniones entre santo Tomás y él, dos escuelas célebres en la edad media y aun después, la de los tomistas y la de los escolistas, de las cuales hablaremos bien pronto. La fecundidad del ingenio agudo de Escoto le hizo producir doce volúmenes en folio de filosofía y de teología, llenos de cuestiones vanas, de abstracciones ininteligibles, de distinciones sin fundamento, de disputas en pró y en contra, de razones insignificantes, y de cosas pueriles é insoportables. A nadie le ocurre leer actualmente estas obras largas y fastidiosas. 9. ° Entre los demás doctores notables de esta época, se cuenta particularmente á Simón de Tournay, afamado por sus sutilezas, y considerado como sospechoso de herejía, á causa de su excesiva adhesión á las opiniones de Aristóteles; á Pedro de Apon, médico distinguido; á Roberto Sorbon, fundador, á mitad del siglo X I I I , de la famosa escuela de teología que lleva su nombre; á Pedro de Tarentaise, célebre peripatético, y muchos dominicos partidarios de santo Tomás.

DE LA FILOSOFÍA. 509 Se puede citar también á Francisco de Mayronis, por sobre nombre el doctor iluminado y el maestro de las abstracciones, fundador de las solemnes cuestiones que tenían lugar el viernes en la Sorbona; á Juan Bossolis, médico filósofo y otros franciscanos, pronunciados defensores de los escotistas. He aquí en sustancia lo que hizo la filosofía escolástica en este período que llamamos su segunda edad. No faltaron genios, los trabajos fueron inmensos, y sin embargo los resultados fueron de poco valor , como acabamos de ver. CAPÍTULO I V .

»E LA EDAD TERCERA DE LA FL IOSOFA I ESCOLASTC IA, DURANDO DE MEAUX, HASTA PRN I CP IO I S DEL SG ILO X S i nos fijamos solamente en el número de maestros y en la multitud de discípulos, la filosofía escolástica habria hecho progresos en el espacio que la asignamos por su edad tercera; pero si consideramos los talentos que ha desarrollado, los esfuerzos que ha suscitado, y las obras que ha producido, la juzgaremos de otra manera; veremos que lejos de ganar ha perdido; que ha alejado mas bien de lo verdadero y de lo útil á los que la cultivaban, que hacerlos avanzar en la carrera de instrucción abierta, ante ellos y para ellos. La deplorable manía de los sutiles ensueños, inventados por Escoto, habiendo invadido todas las escuelas, absorbió el tiempo, estrechó los entendimientos y todo lo corrompió. Tamos á esponer según nuestra costumbre, en pocas palabras, lo que han sido bajo la relación de la filosofía, los principales personajes de este período. i.0 Guillermo Durando, de Saint-Pourcain, cerca de Clermont, en Auvergne, entró en los dominicos de esta ciudad. Habiendo estudiado con éxito, enseñó la filosofía y la teología, recibió las insignias del doctorado en París

510 msToiiiÁ en 1515, y fué ctéado maestro del sacro palacio póí Juan X X I I . Obispo delPuy en 1518, de Meaux en 1526, y murió en 1555. No se sujetó este doctor á seguir las vías usadas; quiso pensar por sí mismo, y arriesgó frecuentemente nuevas proposiciones, ya en filosofía, ya en teología. Desataba dificultades que no existian, y las resolvía con tanta seguridad que se le llamó el doctor resuelto. Apareció desde luego celoso partidario de santo Tomás; mas le abandonó en muchos puntos, y aun llegó á ser su adversario. Hacia profesión de no escuchar mas que á la verdad, sin someterse á la autoridad de ningún doctor. Como la mayor parte de los que hemos citado desde Pedro Lombardo, compuso un comentario sobre las Sentencia^ un volumen en folio; un Tratado sobre el origen de Las jurisdicciones, y otras muchas obras que anuncian una sagacidad poco común. %0 Guillermo Occam ú Ocham, del condado de Surrey en Inglaterra, discípílló de Escoto y franciscano como él, se distinguió por nuevas sutilezas: separándose de las opiniones de su maestro, renovó la disputa de los nominales é inventó nuevos argumentos para sostener este sistama. Hecho profesor de teología en la facultad de París, se mostró parte por Felipe el Hermoso, contra el papa Bonifacio V I H , y publicó un libro lleno de un celo ardiente, Be la potestad eclesiástica y secular. Sostiene en este libro que Jesucristo y los apóstoles no tenian propiedad alguna en comun?ni en particular, y por lo tanto que los religiosos debían ser lo mismo. Habiendo decidido lo contrario Juan X X I I respecto á los hermanos menores, es decir, franciscanos, Occam le i m pugnó vigorosamente: tomó la defensa de J^uis de Baviera y de su anti-papa contra el mismo Juan X X I I . Ademas, compuso un gran número de obras filosóficas, basadas sobre los prhupios de Aristóteles, pero llenas de singularidades y que no se leen ya. Anatematizado, murió, á lo que se cree, bajo el peso

M LA FILOSOFÍA* Sil de la escomünion, en Msinich. eo 1547. Se le ha dado el título de doctor singular y ds doctor invencible, 5.° Ricardo Suisset ? religioso de la Orden del Gistef en Inglaterra, unia á las ciencias de la filosofía y de la teología, unos conocimientos muy estensos sobre las matemáticas y la física: enseñó estas dos partes en Oxford. En una obra titulada E l Calculador mtiiisimo, ensayó, por medio de combinaciones abstractas, reducir á las reglas del cálculo todo lo que se decía en las escuelas, de las cuantidades físicas ó de las formas corporales, de la resistencia de los medios, de las fuerzas, de la reacción, y en esto contradijo á Aristóteles. Comentó también al maestro de las sentencias, la física y la moral de Aristóteles. 4. ° Juan Buridan, natural de Bethuna, estudió con Occamen la universidad de París, y llegó á ser doctor, profesor y rector de ella. Se hizo célebre por sus reglas para encontrar las ideas medias en la operación lógica, por sus investigaciones sobre el libre albedrío, y por su ejemplo, hecho proverbial^ de al asno muerto la cebada al rabo. Después de haber comentado casi todas las obras de Aristóteles, fué perseguido como defensor de los nominales: obligado á dejar la Francia en 1355, se retiró á Yiena, en Austria, donde fundó, según se dice, una escuela que ha sido la cuna de ia universidad actual de esta ciudad. El hecho es dudoso. 5. ° Marsilio de Ingen, discípulo también de Occam, enseñó con lucimiento en París, fué perseguido con Buridan, y arrojado como él por la misma causa. Retirado á Alemania, dió ocasión al nacimiento de una universidad en Heidelberg. Habiendo hecho, según la costumbre, una esplicacion del libro de las Sentencias, en un volumen en folio, que existe todavía, comentó á Aristóteles y compuso una dialéctica notable. 6. ° Gautier Burley, oriundo de Inglaterra, gaíjerdote y doctor de París, siguió en primer lugar los principios de Escoto , después los de Occam; llegó á ser preceptor de Eduardo I I I , y se adquirió tal reputación, que se le

312

ÍÍISÍORIA

líamó el doctor pénetmdor. Comentó las sentencias de Pedro Lombardo, los libros filosóficos y políticos de Aristóteles , y escribió en trescientos treinta y un capítulos la vida de los filósofos, desde Thalés hasta Séneca. Se le acusó de no haber conocido bastante el griego y la filosofía antigua. 7. ° Pedro de Ailly, nació en Compiegne, de una familia oscura, en 1550,- tuvo una beca en el colegio de Navarra, en París, del cual llegó á ser después como un segundo fundador. A causa de sus progresos estraordinarios en el estudio, se le llamó el águila de los doctores y el martillo de los hereges. Después de haber pasado por todos los grados, de doctor, de profesor, de rector del colegio de Navarra, de canciller de la universidad, de limosnero y confesor del rey Carlos V I , llegó á ser obispo de Cambray, cardenal y legado del papa en Alemania; fué el alma del concilio de Pisa y de Constanza, y ejerció la mayor influencia sobre los negocios públicos de su siglo. Comentó los libros de Aristóteles sobre la naturaleza del alma, se formó una lógica que se aproximaba al método de los académicos, y cultivó las ciencias matemáticas; mas dió en los ensueños de la astrología judiciaria. 8. ° Juan Gerson, llamado asi de una aldea donde nació, junto á Rhétel, diócesis de Reims, fué enviado, de edad de catorce años al colegio de Navarra en París. Estudió en esta casa durante diez años, donde tuvo por profesor y amigo á Pedro de Ailly. Le sucedió en la plaza de canciller de la universidad 5 y por sus talentos j, por sus conocimientos y virtudes mereció el título de doctor cristianísimo. Sus cualidades personales y la manera con que desempeñó los empleos que se le confiaron, hicieron célebre su nombre. Sus obras, en cinco volúmenes en folio, versan casi enteramente sobre la teología y las materias religiosas. Se encuentran en ellas sin embargo ideas de una sana filosofía, especialmente en lo que concierne á la

DE LA FíLOSOFÍA.j

515

moral. La hace descansar el autor, como se puede presumir, sobre su base natural, que es Dios y la religión. 9.° Juan Wessel, nació en Groninga, en Holanda, año de 1419; mostró una estrema facilidad, aprendió la filosofía, la teología, el griego, el hebreo, el caldeo y el árabe. Por su vasta erudición, dió mucho lustre á las universidades de Colonia, de Lovaina y de París. Afecto á Platón, denigró á Aristóteles, despreció á los escolásticos y su enseñanza. Se le ha acusado justamente de opiniones singulares, erróneas y próximas á la heregía. Los protestantes le han considerado después como el precursor de Lutero. Sin embargo, apenas se conocieron sus verdaderos sentimientos durante su vida ; pero después de su muerte, se vió claramente por este escrito lo que habia pensado. Sus manuscritos fueron entregados á las llamas, á escepcion de algunos opúsculos que escaparon de ellas, y que no corresponden á los magníficos elogios que de ellos se han hecho. Durante este intervalo, otros hombres, en bastante número, estudiaron también con éxito la filosofía y la teología, que no se separaban una de otra: fueron laboriosos é instruidos, pero poco notables sin embargo para que pudiésemos hacer mención de ellos en esta historia. CAPÍTULO V .

CARACTERES DE LA FL IOSOFA Í ESCOLASTC IA. EL carácter fundamental de la filosofía escolástica, según lo que hemos hecho ya observar, no era tanto la investigación de la verdad como el arte de sutilizar y disputar hasta lo infinito. Se daba una alta importancia al triunfo en estas luchas de argumentos. Para conseguirlo, se agotaban los entendimientos en buscar nuevas relaciones, en crear abstracciones y combinaciones que no hubiesen sido

514

HISTORIA

todavía apercibidas, y esto con el designio de brillar mas, ó á fin de embarazar mas seguramente á sus adversarios. No eran solo diez, quince y veinte años los que se consagraban á este arte fútil; se pasaba frecuentemente en él toda la vida, dice Juan de Salisbury, y al fin no se estaba mas adelantado que al principio. La ciencia verdadera no daba un paso, en tanto que se permanecía en esta arena de gladiadores intelectuales. No importa; esto era la dirección de los entendimientos; todos seguían moralmente esta pendiente. Los magníficos títulos de iluminados, de profundos, de sutiles, de resueltos, de angélicos, de seráficos, de admirables, de invencibles y otros semejantes que se daban á los campeones, según el éxito que obtenían; los empleos distinguidos que se ofrecían en su concurso: los beneficios lucrativos que no dejaban de ser su recompensa; los honores del episcopado, del cardenalato, y algunas veces del soberano pontificado, á los cuales se elevaban de todas las clases de la sociedad, sin otro título que los talentos, los trabajos y la reputación que se había adquirido, todo esto escitaba singularmente el deseo de sobresalir en las disputas, y exigía el trabajo necesario para conseguirlo. Cuando los libros de Aristóteles, sobre la metafísica, la psicología y la física, prevalecieron en las escuelas cristianas , el campo de la disputa se hizo mucho mayor todavía: se quiso sutilizar sobre una multitud de cosas que no estaban al alcance de la inteligencia humana, y se hablaba sin comprenderse, Se llevó este mismo espíritu á la interpretación de la Sagrada Escritura , que se separó frecuentemente de su verdadero sentido; al estudio de la teología, que se embrolló en vez de esclarecerla; se ejercitó sobre los mas profundos misterios de la religión, y, mas de una vez sa desnaturalizó á estos misterios bajo pretesto de esplicarlos. Como el mérito en estas interminables controversias consistía en argumentar mejor que los demás, en salir triunfante de la lucha que se había empeñado, se gloria-

BE LA FILOSOFÍA.

5l5

han de sostener el pro y el contra, con igual facilidad, sobre toda especie de objetos. De aquí sucedió que se puso en problema lo que era mas cierto: no había proposición que, corvertida de mil maneras, no pudiese considerarse como verdadera ó como falsa, según las distinciones que se ajustaban á ella y la relación bajo que se la miraba. El resultado de tales discusiones no podía ser feliz. ¿Qué sucedió, pues? La oscuridad de las nociones, la confusión de ideas, la incertidumbre en los entendimieníos, un escepticismo universal para todos aquellos á quienes la fé divina no guiaba, hé aquí donde llegaron también una vez los esfuerzos de la filosofía humana, entregada á sus especulaciones sislemáticas. Se llegó hasta poner en cuestión si existia Dios, é no: se encontraron razonadores para sostener la negativa, lo mismo que la afirmativa. Esta verdad fundamental, tan incómoda á las pasiones, pareció dudosa á los que tenían interés en negarlas: efectivamente, bien pronto la negaron á fin de estar mas tranquilos en sus desórdenes,© para conciliar su lenguaje con su conducta. El padre Mersenne, en sus Cuestiones sobre el Génesis, hablando de lósateos de su época, dice que su raza es muy mul tiplicada, no solo en Francia, sino igualmente en los demás reinos, y que solo en París había mas de cincuenta mil; que mas de una vez se había dicho delante de él. Este número, es verdad, parece exagerado: sin embargo, manifiesta lo que se pensaba entonces. Si los ateos de convicción no llegaban á este número, lo que creemos sin dificultad, el número de ateos [irácticos le escedia. Las teorías filosóficas los impulsaban hácia este abismo, lejos de retirarlos ó separarlos de él. El desórden de ideas en los filósofos escolásticos, ó la esterilidad de quejestaban heridas, los condujo á tal barbarie de lenguaje, que sus obras'son frecuentemente ininteligibles y casi todas insoportables en la lectura. Estos autores sin embargo principiaban por estudiar la gramática, y la colocaban á la cabeza de las siete artes liberales.

316

HIST01IA

Respecto á la doctrina, hé aquí lo que enseñaba principalmente la filosofía escolástica. 1.0 LÓGICA. Esta parte, que no debía ser mas que una preparación á la filosofía, sino un medio y un arte de d i rigir el entendimiento en la investigación de la verdad, ocupaba á los escolásticos durante muchos años , y algunas veces por espacio de toda la vida. Producían estos doctores multitud de |cuestiones ociosas, inventaban términos vacíos de sentido, incurrían en puras logomaquias, que disipaban su tiempo sin fruto alguno. Las Categorías de Aristóteles, que se llamaban universales, eran especialmente el gran campo de batalla donde se esgrimían mas, sin agotar nunca la materia de las controversias. Para formar una idea exacta de las profundas sutilezas en que se ejercitábanlos mas grandes ingenios, y del círculo en que estuvieron encerrados tanto tiempo., seria necesario leer una lógica de aquel tiempo. 2.° FÍSICA. En los libros de Aristóteles fué donde bebieron ios filósofos escolásticos sus primeras nociones físicas; no podían tampoco jactarse de haber comprendido bien las ideas del autor; pues no sabiendo el griego, no les era posible estudiar estos libros mas que en unas traducciones adulteradas ó en unos comentarios aun mas viciados. Llevando por otra parte á este estudio el género agudo y cuestionador de la dialéctica, hicieron de la física una ciencia de sutilezas, de vanas abstracciones, de teorías mal fundadas ó sin aplicaciones útiles: si querían algunas veces dar cuenta de los fenómenos de la naturaleza, la ignorancia en que estaban les hacia admitir absurdas hipótesis y dar razones miserables. Santo Tomás, por ejemplo, trata en sus Opúsculos, Be los principios de ta naturaleza, Be la naturaleza de la materia, De las dimensiones sin términos, Be lamezcla de los elementos, Be las obras ocultas de la naturaleza, etc. Coloca entre estas obras ocultas la constitución de los cuerpos, que hace derivar de las formas propias á eada u no: estas formas están bajo la influencia

DE LA. FILOSOFÍA. 517 de los astros ^ que por su aproximación ó por su alejamiento causan la generación ó la corrupción en los cuespos terrenos. La virtud oculta de estas formas se refiere puesá los cuerpos celestes, ó á las inteligencias que residen en ellos. Nada habia allí que no pudiera esplicarse por esta virtud oculta, que sin embargo no esplicaba nada. San Buenaventura definía el elemento: el primer principio de lo que puede ser compuesto sin serlo el mismo; decia que todo cuerpo está formado de cuatro elementos, y que la quinta esencia es un cuerpo diferente por sí mismo de los elementos, y de todo lo que es elementado, ó formado por los elementos. Si los mas célebres doctores de la escuela, hombres distinguidos por tantos títulos, no han podido hablar mas exacta ni claramente de lo que concernia á la física, qué debían saber, y qué podían decir1 la multitud de maestros inferiores? l a s necedades de la escuela, cuánto no habían desnaturalizado también la medicina? Los que trataban de ella3 en vez de apoyarse sobre la esperiencia y de proceder por los hechos, se perdían en suposiciones gratuitas, en teorías sin bases, sin reglas y sin término. 5.° METAFÍSICA. Dieron los escolásticos una alta importancia á esta parte de la filosofía, que consideraban como la mas elevada, la mas estensa y digna de sus esfuerzos: hicieron de ella el objeto especial de sus meditaciones^ ejercitaron de este modo la perspicacia desuingenio, sin sacar de ella grandes ventajas. Procediendo con el auxilio ó mas bien bajo el peso del inmenso bagaje de sutilezas y de argumentaciones con que habían cargado su entendimiento en lo que llamaban dialéctica, multiplicaban , sin fin, las distinciones y las definiciones; y se rodeaban de una terminología ininteligible. Mezclando las nociones mal comprendidas de Aristóteles á las ideas arábigas y á sus propias especulaciones^ se elevaban, por las vías mas arriesgadas de la abstracción, á unas regiones desconocidas, donde se perdían, y donde estraviaban á

518 HISTORIA aquellos á quienes guiaban. Embrollándose cada vez mas, se dividían? se subdividian, y no podian ya entenderse, ni hacerse comprender. Trataban, por ejemplo, de decidir cuál era la materia ó el elemento primitivo de los cuerpos; los unos decian que era una cuantidad de formas y de cualidades; los otros una simple privación ó una potencia sin acto; querían otros que fuese una realidad sin decir en qué consistía;] y otros en fin pretendían que el mismo Dios era la materia prima, y hacian emanar los cuerpos de la sustancia divina. Obligados á esplicarse sobre la naturaleza de Dios y sobre sus atributos, establecían un gran número de cuestiones ociosas, y contestaban á ellas con respuestas arriesgadas y temerarias, que difícilmente se conciliaban con la fe. Refutando los errores de ios antiguos paganos, sin haberlos conocido bien, decian cosas poco exactas. Queriendo hablar de los ángeles, de su naturaleza, de sus funciones, según la razón sometida á las inestrícables minuciosidades de la dialéctica, pronunciaban atrevidamente sobre lo que les era imposible saber. San Buenaventura definió los ángeles: unas sustancias compuestas de cierta manera, de lo que es y de aquello por quien todo es: los divide en gerarquías celestiales; les atribuye la visión matutinal, ó la visión de las cosas tales como son en su concepción; y la visión vespertinal, es decir, la visión de las cosas como son en realidad. Habla de sus voces, de su autoridad, de su permanencia, de su movimiento, de su lenguaje, lo mismo que si los hubiera visto y oido, ó como si hubiese sido admitido en su línea y conversado familiarmente con ellos. 4.° filósofosescolásticos se han estraviado mucho menos en la moral que en las partes especulativas, porque teniendo fé en el Evangelio, en las tradiciones cristianas y en la autoridad infalible de la Iglesia, eran contenidos por la enseñanza general de los prelados, corno por un dique insuperable. Sin este saludable apoyo que reprimía sus estravíos, es indudable que habrían caído

MORAL. LOS

DE LA FILOSOFÍA. 519 en el desórden y en la confusión. Podemos juzgar de ello por las proposiciones esparcidas y sueltas que aventuraron algunas veces, por las cuestiones insignificantes que propusieron , por las hipótesis quiméricas que forjaron, y por los casos inverosímiles que establecieron con el auxilio de este método disputador. Solo el respeto que conservaban á los preceptos divinos y eclesiásticos, los contuvo en unos límites que no osaron traspasar. El derecho natural y de gentes, la política, y todo lo que á ella se refiere, estuvieron bajo la influencia de las ideas de la época. Todo esto participó del moho de las escuelas, llegó á ser el objeto de sutiles distinciones y una arena de nuevos combates. Por lo demás, lo repetimos, en este largo período, aparecieron unos entendimientos verdaderamente superiores, dignos de mejor tiempo. Entre las obras de los escolásticos hubo algunas muy notables, como hemos dicho, citando sus autores. Es digno también de observarse que la filosofía, cuyos caracteres principales acabamos de trazar, á pesar de lo contenciosa, necia y absurda que generalmente era, en cuanto ciencia, no tocaba á las grandes máximas del orden moral, mientras que la filosofía incrédula, tal como fué entre los griegos, entre los romanos, entre los árabes, y después entre los cristianos, ha arruinado, por los fundamentos, la religión, las virtudes y la sociedad, como hemos manifeslado ya, y como daremos á conocer mas claramente aún en lo sucesivo. CAPITULO V I .

DE LAS SECTAS DE LA FL IOSOFA I ESCOLASTC IA. EL furor por las disputas que dominó por tan largo tiempo en las escuelas de la edad media, debia naturalmente traer consigo divisiones y formar campos opues-

520

HISTORIA

tos; é inevitablemente hubiera producido, como sucedió entre ios griegos, profundas escisiones que todo lo hubieran trastornado, silos combatientes no tuviesen principios comunes sobre los cuales no se permitía apelar á la discusión, ni aun á la duda, tales como la existencia de Dios, la creación del mundo, distinción entre el espíritu y la materia, la naturaleza del hombre, su origen, sus destinos y deberes esenciales. No fué, sino después de muchos siglos de debates escolares, cuando ciertos espíritus audaces atacaron á estas verdades fundamentales , las quebrantaron y prepararon de este modo la incredulidad, que mas adelante veremos desarrollarse. Sin embargo, entre los filósofos^ aun los mas católicos de esta época, sobrevinieron, acerca de puntos no esenciales, opiniones divergentes. Han sido sostenidas estas opiniones con tanto calor por una y otra parte, porque de esto pendia la existencia de estas distintas escuelas y verdaderas sectas, opuestas las unas á las otras. Las principales son las^ nominales y las realistas, las tomistas yjas escotistas. DE LOS NOMINALES Y BE LOS REALISTAS.

Estas dos sectas son famosas en la historia de la edad media. Después de haber dividido las escuelas, durante muchos siglos, han terminado por sangrientas persecuciones. Para apreciarlas bien y comprender dónde se hallaban justamente los puntos de división entre las mismas, nos es preciso remontarnos á los bellos tiempos de la filosofía entre los griegos, al de los fundadores de la academia del Liceo y del Pórtico. Platón sostenia la realidad de las ideas existentes por sí mismas, independientemente de la inteligencia de Dios y de la nuestra. Según él, estas ideas sirven de tipos y de modelos á todo cuanto es ó puede ser,; son el objeto eterno de la ciencia, é inmutable base de la certidumbre,

DE LA FILOSOFÍA. 5^1 Aristóteles, por el contrario, se reía de estas ideas espirituales, eternas, generales, separadas de las sustancias individuales y existentes por sí mismas; pretendía que las esencias a á que él llamaba formas seminales, se hallaban impresas en la materia desde toda la eternidad, y que consideradas en la abstracción no tenían mas valor que el que les daban las palabras que las espresaban. Los estóicos no reconocían ni la realidad de las ideas generales, ni las formas eternamente unidasá la materia; y admitían solamente en el caos primitivo un principio fecundante, y los gérmenes de todos los séres que debían existir en adelante. Los eclécticos, tratando de conciliar estas diversas opiniones, decían, que en efecto, la esencia de las cosas tenia una existencia real, pero únicamente en la inteligencia de Dios; que Dios al formar las sustancias singulares no pudo desentenderse de estas nociones generales, eternas, invariables ; y que estas nociones, constituyendo la esencia de los séres, necesariamente se aplican á los individuos de la misma especie, de igual modo que un sello imprime la misma figura sobre cuantas porciones de cera se le aplique. A este único punto reducían la teoría tan complicada de las generalidades abstractas llamadas las Categorías, ó los universales (1). Otros admitían, con Ammonio y Plotino, la realidad de las ideas en la inteligencia divina, pero se abstenían de todas las demás cuestiones ulteriores al ver las dificultades que presentaban. Los géneros y las especies, decía Porfirio en su introducción á la lógica de Aristóteles, ¿existen en la naturaleza de las cosas ó tan solamente en las nociones del entendimiento ? ¿si existen en la naturaleza de las cosas, son corporales ó incorporales, separaradas ó no separadas de los séres sensibles? Me abstengo, añade, de decir sobre tan oscuras dificultades, que exigirían mas investigaciones que las que me es permitido hacer. (1)

Bruker, t. 3, pág. 90R,

TOMO I ,

21

522

HISTORIA

Cuando sé perdió el conocimiento del griego, ya no fué posible leer el texto original de los filósofos que habían escrito esta lengua, y así se olvidaron la mayor parte de sus obras. Xa dialéctica de Aristóteles fué casi lo único que se conoció en el tiempo en que se estudiaba; pero no se la leía sino en las traducciones de Boecio, ó de Victorino ó en las de los árabes. Se acostumbró á mirarlos universales, que hacían en ella un gran papel como formas impresas á la materia, sin tomarse el trabajo de resolver las cuestiones que podian suscitarse con este objeto, y aun sin preveerlas. Roscelin, sacerdote de Compiegne, célebre dialéctico á fines del siglo X I , separándose de Aristóteles y de la opinión recibida, sostuvo que los universales no tenían ninguna realidad, y que únicamente se reducían á puros nombres de que era preciso valerse para designár los géneros y las especies de los seres singulares. Los que abrazaron esta opinión fueron llamados nominales, Abelardo, que había sido discípulo de Hosceliu, adoptó el sistema de los nominales, y de él hizo la base de su enseñanza y el campo de sus combates. Para defenderle usó de todos los recursos de su ingenio sutil, y de su dialéctica invencible. Los universales eran reputados por entonces como el invariable fundamento de la ciencia propiamente dicha, asi como la había definido Aristóteles, La nueva opinión que negaba su realidad, reduciendo su valora solas palabras, pareció trastornar toda certeza y reducir la ciencia á la nada; y así fué recibida con estremo desagrado por todos los sabios yhombres moderados que existían en aquella sazón. Los estudiantes, por el contrario, deseosos de novedades, como es costumbre, se precipitaron con ardor, y mostraron por Abelardo, defensor de esa doctrina, el incomprensible entusiasmo de que acabamos de hablar. Entonces se trabó entre los dos partidos, el de los nominales y el de los realistas, un combate sérioy dudoso que tuvo consecuencias desagradables. Abelardo modificó al parecer la opinión de Roscelin^

BE LA FILOSOFÍA,,

525

y no hizo consistir los universales, ni en las ideas, ni en las palabras solamente, sino en las proposiciones. Sin embargo, destruyendo su realidad, destruía completamente el antiguo sistema. La aceptación sin ejemplo que éste tuvo por largo tiempo, dió á los nominales un acrecentamiento prodigioso. Esta secta, á pesar de todo, encontró adversarios temibles; los errores teológicos en que habia incurrido su fundador, y las reiteradas censuras que sufrió su defensor Abelardo, la desconceptuaron á los ojos de las personas mas recomendables. Se juzgó que esta opinión podría ser peligrosa, y desde entonces se comenzó á desconfiar de ella, y á alejarse de sus principios. Un gran número de los que la eran favorables se pasaron á los realistas, pero se fraccionaron en diferentes opiniones, como refiere Juan de Salisbury, en su Metalógica. Todos convienen en que los universales tenían una realidad independiente de las espresiones; pero cuando se trataba de definir con precisión en qué consistía esta realidad, dejaban de estar acordes. No obstante, como convenían en el punto fundamental, presentaban bajo este concepto una masa compacta que sus contrarios no podían conmover. Las dos órdenes célebres de los dominicos y franciscanos, teniendo á su frente los imponentes nombres de santo Tomás y de Juan Escoto, ocupaban la mayor pártelas cátedras públicas^ y aunque divididos entre sí sobre muchos puntos^ se unieron contra los nominales, y los redua geron casi al silencio. A principios del siglo X I Y , Occam, como ya queda dicho, acometió la empresa de resucitarlos. Sosteniendo su opinión con energía y perseverancia, se adquirió numerosos partidarios, sobre todo entre los franciscanos; y dió á esta secta, casi estinguida, una nueva vida, y fué reputado como su restaurador. Los realistas no se desanimaron por eso. Haciendo lo posible por presentar á los nominales como peligrosos sec-

524

ttlSTORIÁ

tarios que sembraban la duda, y conducían á la senda de la incredulidad, escitaron contra ellos prevenciones, odios y persecuciones. Luís X I , en Francia, los condenó por un edicto del año 1475, confiscó sus libros, y exigió de todos sus miembros de las universidades que abjurasen esa opinión, bajo pena de ser desterrados de sus estados. Muchos rehusaron someterse á semejante exigencia, fueron en efecto proscritos, y se retiraron á Alemania é Inglaterra. Allí continuaron enseñando su doctrina, y sosteniéndose con cierto honor. Los doctores de París, adheridos á estas opiniones, presentaron al rey una memoria justificativa dirigida á hacer que se conociese el sistema filosófico de su secta, y á destruir las prevenciones de que había sido obieto. En 1481 obtuvieron la restitución de sus libros, la libertad de defender su doctrina tal como la entendían. Las disputas comenzaron con nuevo encarnizamiento en muchas partes, y llegaron á ser mas sérias que nunca. Los argumentos no parecían bastante concluyentes para terminar cuestiones de esta naturaleza, y se emplearon otros muy distintos, como bofetadas, puntapiés, puñetazos, y verdaderos combates que algunas veces fueron sangrientos. Algunas universidades se dividieron en dos, en .términos que cada facción tenía su rector particular, y formaba gremio á parle, lo que sucedió en Tubinga y en Oxford. Los realistas señalaban á los nominales con apodos injuriosos, llamándoles verbalistas, íerministas y aun sabelianos, y los nominales por su parte no se quedaban atrás con los realistas. De suerte, que por una y otra parte, se notaban las señales del odio mas encarnizado y profundo. Estas lamentables discusiones concluyeron en Bohemia y en Hungría con motivo de los disturbios promovidos por los hussitas, en Alemania y en Inglaterra, por los nuevos debates que engendró la reforma% En Francia se mantuvieron durante los siglos X V I y una parte del

DE LA FILOSOFIA. X V I I . Por último, se fueron insensiblemente desvaneciendo, y en la actualidad yacen en un completo olvido los libros producidos por las dos escuelas. Nos guardaremos muy bien de fallar sobre el fondo de estas disputasen un tiempo en que ya no existen; sin embargo, diremos de paso, que los nominales tenian todo el carácter de verdaderos sectarios; que sus fundadores y principales defensores fueron censurados por otros títulos; que los novadores siempre se pusieron de su parte y jamás de la de los realistas; y por último, que Lutero Melanchthon y otros estubieron por los nominales, etc. DE LOS TOMISTAS Y ESCOTISTAS.

Las dos órdenes religiosas de santo Domingo y san Francisco, comenzaron por la misma época. Fundadas casi bajo el mismo plano y con igual designio, ambas á dds se dedicaban al estudio y á la enseñanza. Naturalmente debió haber entre ellas emulación. Hubo en efecto una, y muy pronunciada, que bien dirigida hubiera producido ventajosos resultados. Pero desgraciadamente se empleó en teorías sin aplicación posible, argucias sobre que consumian un tiempo precioso sin provecho alguno, Hé aquí cuál fué la ocasión de esto: santo Tomás habla dado en sus obras esplicaciones filosóficas, mas ó menos fundadas y á las veces abstractas y sutiles sobre varios puntos teológicos, como por ejemplo, sobre la naturaleza de Dios, sus atributos, su concurso con nosotros, aun en las acciones libres, sobre el principio de nuestros conocimientos, la distinción de nuestras facultades, y sobre otras muchas cuestiones. Escoto tomó á su cargo contradecirle en una gran parte de estos puntos, en que la fé no estaba interesada. El ingenio singularmente sutil de Escoto le hizo inventar formalidades sustanciales, entidades metafísicas, seres de razón añadidos á otros séres reales, encontrando por t o dos lados cuantas facultades, modificaciones, y cuanti-

526 HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. dades quería. Los franciscanos, en general, teniéndose por muy honrados, por poseer tan gran doctor en su órden, creyeron un deber el sostener sus opiniones, y por esta razón fueron llamados escotistas. Los dominicanos, gloriándose con mas razón aún de haber producido á santo Tomás, defendían su doctrina contra los que la atacaban, y se les dio en la escala el nombre de tomistas. Las dos opiniones contradictorias se ejercitaban, sobre todo en lo que concernia á la gracia, al libre arbitrio, la predestinación, y sobre la manera de esplicar estos dogmas tan profundos de la fe cristiana. Por largo tiempo hicieron mucho ruido en las escuelas, y casi todos los que se dedicaban al estudio de la filosofía ó de la teología, se creían obligados á tomar partido por uno ó por otro sistema. Se hacían tomistas ó escotistas, y mas tarde, tomistas ó motinistas, porque el sistema de Escoto había sido modificado por el jesuíta Molina. Hubo además otras denominaciones, como las de aí~ bertistas y occamistas, discípulos de Alberto el Grande y de Occam. Estas últimas escuelas hicieron tan poco eco, que no debemos por lo mismo tratar de ellas en esta obra.

FIN DEL TOMO PRIMERO.

INDICE «le los c a p í t u l o s contenidos en el tomo primero»

LIBRO

PRIMERO.

De la filosofía éntrelos hebreos, desde el principia del mundo hasta Jesucristo.

PAGN IAS.

PREFACO I CAPT IULO PRM I ERO. II. ÍII. IV. V. VI.

úi

De la filosofía de los patriarcas hasta Moisés. 13 De la filosofía Üe Moisés. 18 De la filosofía de Salomón, y de los que vinieron después de él, hasta, la cautividad de Babilonia. . . . 21 De la filosofía de los judíos después d é l a cautividad de Babilonia. 24 De la filosofía de los judíos fuera de la Judea 27 Délas sectas que han existido entre los judíos 30 LIBRO SEGUNDO. De la filosofía entre las naciones orientales.

CAPT IULO PRM I ERO. II. III. IV. .V. VI. VII.

De la filosofía de los caldeos

De la filosofía de los persas. . . . • De la filosofía de los fenicios De la filosofía de los egipcios. De la filosofía de los indios De la filosofía de los chinos De la filosofía de los celtas

38 ,

40 43 44 49 60 66

528 LIBRO TERCERO. De la filosofía entre los griegos.

CAPT IULO PRM I ERO. II. III. IV. V. VI. VIL VIH. IX. X. XI. XII. X1U. XIV. XV. XVI.

De la filosofía d é l o s antiguos griegos. 73 De las teogonias y cosmogonías antiguas entre los griegos 76 De la escuela Jónica 73 De la filosofía de Pitágoras ó de la escuela Itálica. . . 83 Filosofía de la escuela Eleática. • 92 Filosofía de Heráclito 102 Déla secta de los sofistas. IQS De Sócrates y de su escuela. 108 De las sectas formadas por los discípulos de Sócrates. 112 De Platón y de la Academia. 118 De Aristóteles y del Liceo ó de la escuela de los peripatéticos 130 De Zenon y de los estóicos 443 De la filosofía de Epicuro - 152 De Pirron y de los escépticos 157 De la academia segunda ó media, y de la tercera. . . 45!í De la filosofía griega, fuera de la Grecia. . . . . . . 162 LIBRO CUARTO.

CAPT IULO II. III. IV. V. VI. VII. VIH. IX. X. XI. Xil.

De la filosofia de los romanos. PRDíEiio.

Filosofía de los antiguos romanos. . . .

Introducción de la filosofía griega en Rotpa De la secta de Pitágoras cutre los romanos. . . . . . . De la academia antigua entre los romanos De la academia media y de Cicerón De los.estóicos entre los romanos De la secta de los peripatéticos entre los romanos. . . D é l a secta de Epicuro entre los romanos De la secta de los cínicos entre los romanos. . . . . . De los escépticos entre los romanos De los platónicos entre los romanos De la filosofía ecléctica ó sincrética en Roma y Alejandría.' ^. . . . . .

165 170 173 175 176 179 1.83 185 187 188 189 192

529 X I I I . De la filosofía ecléctica ó sincrética en Atenas XIV. Sustancia de la doctrina de las escuelas eclécticas. . . LIBRO QUINTO.

200 202

De la filosofía entre los cristianos desde Jesucristo hasta la caida de las letras.

CAPT IULO PU IMEKO. II. III. IV. V. VI. VIL Vlll. 1%.

De la doctrina de Jesucristo y de apóstoles . . De la introducción de la filosofía profana en el cristianismo Hcregías nacidas de la filosofía mezclada con el cristianismo Filosoíía de los padres griegos De la escuela cristiana de Alejandría. Padres griegos posteriores á la escuela cristiana de Alejandría De la filosofía de los padres latinos. De la filosofía en Oriente desde el siglo V I hasta el XII . De la filosofía en el Occidente desde el siglo V I hasta el X I I .

los 209 214 216 221 228 235 237 245 249

LIBRO SESTO. I)e la filosofía entre los árabes desde su primera existencia hasta el presente.

CAPT IULO PRM I ERO. II. III. IV. V. VI. VII.

255

Filosofía de los primeros árabes De la filosofía de los árabes en los tiempos de Mahoma. 258 De la filosofía de Mahoma y del Alcorán : . 259 Introducción de la filosofía entre los árabes de Oriente. 265 De la filosofía entre los árabes en el Occidente 270 Caracteres de la filosofía árabe. . Í 278 Sectas entre los árabes 281*

S50 LIBRO SEPTIMO. í ) e la filosofia escolástica.

CAPT IULO PRM I ERO.

Definición y origen de la filosofía colástica II. Primera edad de la filosofía desde Abelardo hasta A l berto el Grande I I I . Segunda edad de la filosofía escolástica desde Alberto el Grande hasta Durando , obispo de Meaux, en 1330 I V . De la tercera edad de la filosofía escolástica desde Durando de Meaux hasta principios del siglo X V I . . . . V. Caracteres de la filosofía escolástica. ^ ^ I I ^ Í V . . . V I . Sectas de la filosofía escolástica. . / o ^ . . ^ ^ . . .

FIN DEL INDICE DEL TOMO

PRIMERO.

es289 292

302 309 313 319

- 9

BOIJVÍER