Historia de la Republica del Peru- Jorge Basadre Ed.9, 2014 P .pdf

Historia de la Republica del Peru por el peruano Jorge Basadre. Edicion 9 de 2014.Descripción completa

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PERíODO 1: La época fundacional de la Republica I Historia de la Respiblica del Perú [1822-19339 presentación notas preliminare índice La época fundacional de la República [1822-1842] 1 EL CHOQUE ENTRE EL MUNDO DE LAS IDEAS IMPERANTES LA RUTA DEL LIBERTADOR 2 el increMenTo del ciego espÍriTu de facciÓn 3 la salvadora parTicipaciÓn de bolÍvar, la uTÓpica LA BATALLA DE JUNÍN 4 el aspecTo peruano del congreso de panaMÁ 5 la fundaciÓn de bolivia y su relaciÓn con el perÚ. 6 la MaduraciÓn de la Tendencia cenTrÍfuga 7 EL FÁCIL COLAPSO DEL RÉGIMEN VITALICIO 8 LAS DESARTICULADAS BASES GEOGRÁFICAS, LAS MONEDAS REPUBLICANAS 9 LAS CLASES SOCIALES EN LA PRIMERA REPÚBLICA DEL PERÚ 10 La ESTRUCTURA EDUCACIONALDE LA PRIMERA REPÚBLICA DEL PERÚ 11 La IGLESIA Y EL ESTADO EN LA INICIACIÓN DE LA REPÚBLICA 12 LA NOCIÓN DE LA PATRIA. EL PROBLEMADE LA IDENTIDAD DEL PERÚ LOS SÍMBOLOS PATRIOS 13 LAS IDEAS LIBERALES Y NACIONALISTASIMPERANTES EN LA PRECARIA REALIDAD DE 1827-1828 14 LA ILUSIÓN EXPANSIONISTA HACIA EL NORTE 15 EL FRUSTRADO INTENTO PARA LLEVAR A CABO LA EXPANSIÒNPERUANA HACIA EN NORTE II HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice

16 EL fInAL DE LA PROYECCIÓn PERuAnA HACIA EL nORTEY EL SuRGIMIEnTO DEL PROBLEMA COn ECuADOR 17 El militarismo autoritario de 1829-1833 18 EL MILITARISMO AuTORITARIO DE 1829-1833 aspectos internos 19 La reaccion popular y democratica de Diciembre de 1833 20 El constitucionalismo liberal de 1834 y sus barreras de papel 21 Salaverry y la confederacion PEru-Boliviana 22 EL AnDAMIAJE DE LA COnfEDERACIÓnPERÚ-BOLIVIAnA Persidentes simultaneos 23 LA COnfEDERACIÓn PERÚ-BOLIVIAnA 24 EL DERRuMBE DE LA COnfEDERACIÓn 25 EL SIGnIfICADO DE LA COnfEDERACIÓn 26 LA RESTAuRACIOn: EL ESCEnARIO nACIOnAL 27 LA RESTAuRACIÓn: EL ESCEnARIO InTERnACIOnAL 28 LAS GRAVES AMEnAzAS DESDE EL SuR Y DESDE EL nORTE 29 AuTOnOMíA Y PODEREn LA InICIACIÓn DE LA REPÚBLICA 30 LA fISOnOMíA DEL PERÚ HASTA 1841Y LA TEORíA DE LAS InSTITuCIOnES PÚBLICAS 31 LAS CLASES SOCIALES. ASPECTOSDE LA VIDA COTIDIAnA LIMEñA HASTA 1842 III HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice PRIMER PERÍODO: LA éPOCA FUNDACIONAL DE LA REPúbLICA 32 LAS COMUNICACIONES Y LOS TRANSPORTESHASTA 1842. EL SIGNIFICADO SOCIAL Y ECONÓMICODE LA NAVEGACIÓN A VAPOR 33 LA MONEDA EN LA INICIACIÓN DE LA REPúbLICA.EL AGIO Y LA USURA.EL COSTO DE VIDA EN LIMA EN 1840 34 LA AGRICULTURA, LA GANADERíA, LA MINERíA, EL COMERCIO.LOS GREMIOS, LOS ExTRANjEROS HASTA 1841 35 LA PObREzA DE LA HACIENDA PúbLICA HASTA 1841 36 NOTAS SObRE LA ACTIVIDAD CULTURALEN EL PERíODO 1827-1842 37 EL PERIODISMO ENTRE 1827 Y 1842

LOS PRIMEROS DIARIOS REPUBLICANOS 38 NOTAS SObRE EL TEATRO EN 1827-1842.LA APARICIÓN DE SEGURA Y DE PARDO Y ALIAGAEN LA ESCENA. OTROS ESPECTáCULOS 39 EDUCACIÓN Y ESTAbLECIMIENTOSDE CULTURA ENTRE 1827 Y 1841 PERIODO 2: La falaz prosperidad del Guano III HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] La falaz prosperidad del guano [1842-1866] 1 EL RÁPIDO AUMENTO DE LOS INGRESOS Y LOS EGRESOSDEL ESTADO Y SU RELACIÓNCON LA PLUTOCRACIA COSTEÑA (1842-1864) 2 LA IMPLANTACIÓN DEL PRESUPUESTO. CONTRIbUCIONES. 3 LOS EfECTOS DE LA AbUNDANCIA fISCAL SObREEL CRéDITO PúbLICO 4 LOS PRIMEROS INTENTOS PARA ROMPER EL SISTEMA DE LASCONSIGNACIONES DEL GUANO Y SU fRACASO (1855-1858) 5 EL SISTEMA DE LAS CONSIGNACIONES DEL GUANO Y CÓMOLO CAPTURÓ LA PLUTOCRACIA COSTEÑA LAS CONSIGNACIONES 6 LA fORMACIÓN DE LA PLUTOCRACIA COSTEÑA 7 Una apreciacion sobre las consignaciones y acerca del significado historico del Guano 8 LOS AzARES DE LA DEUDA INTERNAY DE LA DEUDA ExTERNA ENTRE 1855 Y 1862 9 LA INUNDACIÓN DE fEbLE bOLIvIANO Y LA GUERRAqUE PUDO OCASIONAR LA LEY DE LA MONEDA DE 1863Y SUS ANTECEDENTES 10 LAS INDUSTRIAS, EL COMERCIO, LA AGRICULTURA,LA ESCLAvITUD, LA MINERíA, LAS INMIGRACIONES,LA MONEDA, LOS bANCOS (1845-1864) IV HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 11 EL COMERCIO EnTRE LA DÉCADA DE 1840 Y LA DE 1860 12 LOS InTEnTOS ESCLAvISTAS DE 1845 Y 1846.LA ABOLICIón DE LA ESCLAvITuD En 1854 13 nORMAS LEGALES SOBRE TIERRAS DE InDíGEnASDE 1847 A 1859. LA ABOLICIón DEL TRIBuTO 14 LA ABunDAnTE InMIGRACIón CHInA. LA ESCASAInMIGRACIón IRLAnDESA Y LOS EnSAYOS ALEMAnES.LLEGADA Y REPATRIACIón DE POLInESIOS

15 LA InMIGRACIón vASCOnGADA 16 LA PEquEñEz DE LOS GOBIERnOSEfíMEROS Y vIOLEnTOS DE 1842 17 LA MáxIMA InTEnTOnA DEL AuTORITARISMO.EL DIRECTORIO. EL RESTABLECIMIEnTODE LA COnSTITuCIOnALIDAD 18 EL RELATIVO APACIGUAMIENTONACIONAL (1845-1851) 19 EL DEBATE DOCTRInARIO EnTRE 1846 Y 1851 20 EL PRIMER PROCESO ELECTORAL (1850) 21 LA vASTA InSuRRECCIón POPuLAR Y LIBERAL DE 1854 22 EL COnSTITuCIOnALISMO LIBERAL DE 1855-1856 23 LA COnTRAOfEnSIvA COnSERvADORAY CAuDILLISTA DE 1856-1858 24 LA PuGnA EnTRE EL EJECuTIvO Y EL LEGISLATIvO LOS PRIMEROS SELLOS POSTALES DEL PERÚ V HISTORIA DE LA REPUBLICA DEL PERU [1822-1933] Índice 25 la soluCiÓn ConsTiTuCional Moderada en 1860 26 la polÍTiCa inTerna de 1861 a 1862 RAMÓN CASTILLA: CARA Y SELLO DE UN CAUDILLO 27 Los regÍMenes efÍMeros, paCÍfiCosY legÍTiMos enTre 1862 y 1864 28 el apaCiguaMienTo naCional (1845-1851) 29 aspeCTos de la polÍTiCa inTernaCional 30 la defensa naCional enTre 1856 Y 1862Y la guerra Con el eCuador 31 La politica del Nacionalismo continental entre 1856 y 1862 32 Algunos aspectos menudos de la vida internacional entre 1855 y 1864 33 anTeCedenTes Y surgiMienTodel ConfliCTo Con espaÑa en aBril de 1864 34 el perÍodo de enMaraÑaMienTodel ConfliCTo Con espaÑa 35 la iMposiCiÓn de una soluCiÓnpaCÍfiCa en el ConfliCTo Con espaÑa 36 el leVanTaMienTo popularY naCionalisTa de 1865 37 la diCTadura Y la guerra Con espaÑa EL COMBATE DEL 2 DE MAYO

VI HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933 índice 38 los CÓdigos CiVil Y de enJuiCiaMienTosY de oTras norMas JurÍdiCas de 1845 a 1853 la peniTenCiarÍa de liMaY su rápido fraCaso 39 el CÓdigo penal.el debaTe sobre la pena de MuerTe. 40 el diCCionario de garCÍa CalderÓn.el TraTado de paCheCo Y el periodisMo JurÍdiCo 41 aspeCTos adMinisTraTiVos de 1845 a 1863 Con algunas noTas sobre la oCupaCiÓn del TerriTorio, LOS PRIMEROS FERROCARRILES EN EL PERÚ INICIOS DE LA FOTOGRAFÍA EN EL PERÚ 42 la organizaCiÓn eduCaCionalen el perú republiCano (1848-1850) 43 aspeCTos eduCaCionales del perÍodo 1852-1864 44 aspeCTos CulTurales del perÍodo 1845-1862 45 noTas sobre el TeaTro Y la MúsiCa enTre 1846 Y 1863 LA MODERNIDAD DE LIMA PERIODO 3: La crisis económica y hacendaria anteriora la guerra con Chile [1864-1868] VI HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] 1 LOS ACIAGOS EFECTOS ECONÓMICOSDEL CONFLICTO Y DE LA GUERRA CON ESPAÑA 2 LA ENÉRGICA TENTATIVA PARA ORDENARLA HACIENDA PÚBLICA EN LA DICTADURA DE 1866 3 EL CONSTITUCIONALISMO LIBERAL DE 1867Y SU RELACIÓN CON LA SITUACIÓN HACENDARIA 4 EL COLAPSO DEL EXPERIMENTO LIBERAL DE 1867 Renuncia presidencial PRadp 5 LA INICIACIÓN DE LA ERA DE LAS GRANDES OBRAS PÚBLICAS VII HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 6 EL SEGUNDO CONDOttIERI FINANCIERO EN EL PERÚ.EL INICIAL CONtRAtO DREYFUS Y EL AtAQUE FRONtALA LOS CONSIGNAtARIOS

7 EL ALZA DEL COStO DE VIDA. LA ACCIÓN SIMULtÁNEADE LOS DOS CONDOttIERI. LA FIEBRE 7 FERROCARRILERA. 8 LA "ALtA COYUNtURA" DE 1869 A 1872 Y SUS RESULtADOSHACENDARIOS. 9 LA "ALtA COYUNtURA” DE 1869 A 1872Y SUS CONSECUENCIAS BANCARIAS Y MONEtARIAS 10 UBICACIÓN DEL GOBIERNO DE BALtA 11 LAS ARDOROSAS LUCHAS PARtIDIStASY EL AMENAZADO ORDENPÚBLICO ENtRE 1872 Y 1876 12 LA POLÍtICA HACENDARIAY LA CRISIS ENtRE 1872 Y 1876 13 LA POLÍtICA MONEtARIA Y BANCARIAENtRE 1872 Y 1876 14 LAS ELECCIONES DE 1876Y LA tRASMISIÓN PACÍFICA DEL MANDO 15 EL ECLECtICISMO DE 1876 A 1878La política interna 16 ASPECtOS HACENDARIOS DE LA DEPRESIÓNEN EL PERÍODO 1876-1878. 17 LA MONEDA Y LOS BANCOSDURANtE LA DEPRESIÓN DE 1876 A 1878 18 LA POLÍtICA SALItRERA ENtRE 1868 Y 1878 19 ASPECtOS DE LA VIDA INtERNACIONAL, DIPLOMÁtICA YDE LA DEFENSA NACIONAL ENtRE 1867 Y 1878 VIII HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 20 no tas soBre naVega ción, agri cuLtu ra, ga nade rÍa,mi nerÍa, in dustrias, or ganiZación ar tesa naL y oBrera. 21 Ferro ca rriLes y otras oBras PÚBLicas de 1872 a 1878.eL teLÉgraFo de 1867 a 1878, La co muni ca ciónPor caBLe, 22 no tas soBre PoLÍti ca edu cacio naL en tre 1868 y 1876 23 asPectos cuLtu raLes deL PerÍodo 1863-1872La beLLeza moraL de una humiLde mujer PEDRO RUIZ GALLO Y LA NAVEGACIÓN AÉREA 24 asPectos cuLtu raLes deL PerÍodo 1873 a 1878 PERIODO 4: LA GUERRA CON CHILE VIII HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] 1 la gue rra con chi le. orÍge neS Y Decla raToria 2 el huÁScar, Mura lla MÓVil Del PerÚ

El COMBATE DE ANGAMOS Ap¡endice Miguel grau inTerPreTaciÓn Y hoMenaJe IX HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 3 LA PRIMERA CAMPAÑA DEL EJÉRCITOPROFESIONAL (Tarapacá) 4 LA CRISIS HACENDARIA Y POLíTICA 5 LA úLTIMA CAMPAÑA DEL EJÉRCITO PROFESIONAL (TACNA)Y LA SINguLAR PROEzA DE LA MILICIA uRbANADIgNIFICADA POR SuS JEFES (ARICA) 6 LAS víSPERAS DE LA CAMPAÑA EN LIMA:LA ObRA ECóNOMICA Y OTROS ASPECTOSDE LAS ACTIvIDADES CIvILES DE LA DICTADuRA 7 LAS víSPERAS DE LA LuCHA POR LA CAPITAL PERuANA 8 LA ExPEDICIóN A LIMA Y LA DEFENSA DE LA CAPITAL PERuANAPOR EL EJÉRCITO IMPROvISADO 9 A BÚSQUEDA DE LA PAZ SIN CESIÓN TERRITORIAL BAJO ELESPEJISMO DE LA MEDIACIÓN NORTEAMERICANA 10 LA RADICAL TRANSfORMACIÓNEN LA fISONOMÌA DE LA GUERRA ANDRÉS AVELINO CÁCERES Y LA CAMPAÑA DE LA BREÑA LAS MONTONERAS EN LA SIERRA CENTRAL 11 EL ACOSADO CAUTIvERIO DE GARCíA CALDERÓNINTRIGAS y vACILACIONES DE 1882 A MEDIADOS DE 1883 LA AyUDA BOLIvIANA EN LA GUERRA 12 A fUNDAMENTAL DIvERGENCIA ENTRE CáCERES E IGLESIASy EL DECISIvO APORTE ChILENO PARACONSOLIDAR A ESTE CAUDILLO 13 EL INCREíBLE CUARTO PERíODO DE LA CAMPAñADE LA RESISTENCIA UICIO DE LOS hISTORIADORES BOLIvIANOSSOBRE EL fINAL DE LA GUERRA PERIODO 5: El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] X HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 1 EL COMIENZO DEL SEGUNDO MILITARISMO (LOS “AZULES”) 2 EL COMIENZO DEL SEGUNDO MILITARISMO (LOS "AZULES") 3 ASPECTOS CULTURALES Y EDUCACIONALES EN LOS COMIENZOS DE LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL 1884 – 1886

4 EL SEGUNDO MILITARISMO: EL qUEPÍ ROjOY LOS COMIENZOS DE LA PAZ DE LOS OCHO AñOS 5 EL CONTRATO GRACE 6 EL REPUDIO DEL BILLETE FISCAL Y OTROS ASPECTOS DE LA POLÍTICA MONETARIA DE 1886-1890 7 LA DESCENTRALIZACIÓN FISCALY LA HACIENDA PÚBLICA ENTRE 1886 Y 1890 8 OTROS ASPECTOS DE LA VIDA ECONÓMICA, jURÍDICAY ADMINISTRATIVA ENTRE 1886 Y 1890 9 EL ATARDECER DEL SEGUNDO MILITARISMO(Aspectos políticos del período enero de 1890 – marzo de 1894) 10 EL SIGNIFICADO DE LA ACTUACIÓN INICIAL DE MANUELGONZÁLEZ PRADA Y DE LA UNIÓN NACIONAL.LA ORGANIZACIÓN OBRERA 11 ASPECTOS hACENDARIOS, ECONÓMICOS,ADMINISTRATIvOS Y jURíDICOS DEL PERíODO 1891-1894 12 ASPECTOS INTERNACIONALES Y DIPLOMÁTICOS DEL PERíODO 1886-1894 13 OTROS ASPECTOS INTERNACIONALESY DIPLOMÁTICOS EN EL PERíODO 1886-1894 14 ASPECTOS EDUCACIONALES DEL PERíODO 1886-1894 15 ALGUNOS ASPECTOS CULTURALES EN EL PERíODO 1886-1894 LA PINTURA PERUANA EN EL SIGLO XIX XI HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 16 el alzamiento PoPular Y ciVil de 1894-1895el “ciclo de cocHarcas” en el cancionero anónimo PERIODO 6: la república aristocrática [1895-1919] XI HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] 1 el Primer goBernante ciVilde la rePúBlica aristocrática. asPectos Políticosde la administración de 1895-1899 2 otros asPectos Políticosde la administración de Piérola 3 la eVolución monetaria durantela administración de Piérola 4 asPectos Hacendarios durantela administración de Piérola 5 asPectos Jurídicos Y administratiVosdel régimen de Piérola

6 asPectos Jurídicos, administratiVosY eclesiásticos del régimen de Piérola EL MATRIMONIO CATÓLICO Y EL NO CATÓLICO. 7 ALGUNOS ASPECTOS DE LA EVOLUCIÓNECONÓMICA Y SOCIAL DE 1895 A 1899 EL DEL CAUCHO 8 ASPECTOS INTErNACIONALESY DIPLOMÁTICOS DEL PEríODO 1895-1899 9 LAS ELECCIONES DE 1899. LA TrADICIÓN QUE CrEÓ PIérOLA.EL SEGUNDO GObErNANTE EN LA rEPúbLICA ArISTOCrÁTICA 10 LA PrIMErA ETAPA DE LA ADMINISTrACIÓNDE rOMAÑA (1899-1900) EL SIGLO XX EN LIMA 11 LAS ELECCIONES MUNICIPALES DE LIMA EN 1900Y LAS TOrMENTAS PArLAMENTArIAS DE 1901 12 LAS TOrMENTAS PArLAMENTArIAS DE 1902 Y LA bATALLA POr LA jUNTA ELECTOrAL NACIONAL 13 POLíTICA MONETArIA Y hACENDIArIAEN EL PEríODO DE rOMAÑA 14 LA DEfENSA NACIONAL Y EL rAMO DE fOMENTO DUrANTELA ADMINISTrACIÓN DE rOMAÑA. EL INCrEMENTO EN EL DOMINIOSObrE EL TErrITOrIO NACIONAL APéNDICE XII HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 15 LA SuCESIón PRESIdEnCIAL dE 1903. EL TERCER gOBERnAnTECIvIL En LA republica aristocratica 16 LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL EN 1904 Y LA VICTORIA DEFINITIVADE LA GENERACIÓN JOVEN EN EL CIVILISMO 17 ASPECTOS POLÍTICOS EN LA PRIMERA ADMINISTRACIÓNDE JOSÉ PARDO. LAS ELECCIONES DE 1908. 18 LA POLÍTICA HACENDARIA EN EL PERÍODO DE CANDAMOY EN EL PRIMERO DE JOSÉ PARDO 19 LA DEFENSA NACIONAL Y EL RAMO DE FOMENTO DURANTE LASADMINISTRACIONES DE CANDAMO Y JOSÉ PARDO (Ia) 20 LA CIUDAD Y ALGUNOS ASPECTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES DELPERÍODO 1900-1908. EL DESARROLLO URBANO, LA MODERNIZACIÓN DE LA CIUDAD DE LIMA 21 ALGUNAS REALIZACIONES JURÍDICASDEL PERÍODO 1900-1908*

22 EL CAMPO. ASPECTOS JURÍDICOS, ECONÓMICOS Y SOCIALES DELPERÍODO 1900-1908. LA AGRICULTURA, LA MANO DE OBRA, 23 LA AGRAVACIÓN DEL LITIGIO CON CHILE ENTRE 1900-1908* 24 LA AGRAVACIÓN DE LOS PROBLEMAS EN LAS FRONTERASN., N. E. Y S. E. ENTRE 1900-1908. EL ARBITRAJE DE SUIZA. 25 LA PRIMERA ETAPA DEL PRIMER GOBIERNO DE LEGUÍA 26 LA SEGUNDA ETAPA DEL PRIMER GOBIERNO DE LEGUÍA 27 LA TERCERA ETAPA DEL PRIMER GOBIERNO DE LEGUÍA 28 LA HACIENDA PÚBLICA DURANTE LA PRIMERAADMINISTRACIÓN DE LEGUÍA 29 LA DEFENSA NACIONAL Y EL RAMO DE FOMENTO DURANTELA PRIMERA ADMINISTRACIÓN DE LEGUÍA XIII HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 30 ASPECTOS JURÍDICOS, ECLESIÁSTICOS Y SOCIALESEN LA PRIMERA ADMINISTRACIÓN DE LEGUÍA 31 EL NACIMIENTO DE LA AVIACIÓNY DE LA RADIOTELEGRAfÍA NACIONALES 32 AS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 1912. EL COMIENzO DE LA PRIMERA CRISIS EN LA REPúbLICA ARISTOCRÁTICA. EL SéPTIMO 31 LA ADMINISTRACIÓN DE bILLINGhURST (I). LA CREACIÓN DE MADRE DE DIOS 34 LA ADMINISTRACIÓN DE bILLINGhURST (II). EL CONfLICTOENTRE EL PRESIDENTE DE LA REPúbLICA Y EL CONGRESO, 35 EL CONATO DE TERCER MILITARISMO (1914-1915). 36 LOS EFECTOS INMEDIATOS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 37 LA CONvENCIóN DE PARTIDOS y LAS ELECCIONES DE 1915.EL OCTAvO GObERNANTE CIvILEN LA REPúbLICA ARISTOCRáTICA 38 LA vUELTA A LA NORMALIDAD CONSTITUCIONAL (1915-1919)LA PRIMERA PARTE DEL SEGUNDO GObIERNO DE jOSé PARDO. 39 LA FASE FINAL DEL SEGUNDO GObIERNO DE jOSé PARDO. 40 EL PERú ANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIALy OTROS ASPECTOS INTERNACIONALESDEL SEGUNDO GObIERNO DE jOSé PARDO 41 LAS CONSECUENCIAS ECONóMICASDE LA GUERRA MUNDIAL ENTRE 1915 y 1918

42 LAS CONSECUENCIAS ECONóMICAS DE LA GUERRA MUNDIAL ENTRE 1915 y 1918 y OTROS PRObLEMAS DE ESA éPOCA 43 ASPECTOS jURíDICOS y SOCIALES DURANTE LA SEGUNDAADMINISTRACIóN DE jOSé PARDO hASTALA IMPLANTACIóN DE LA jORNADA DE OChO hORAS. 44 LAS RAMAS DE DEFENSA NACIONAL y DE FOMENTO y LOSASPECTOS LOCALES EN LA SEGUNDA ADMINISTRACIóN DEjOSé PARDO. LA AvIACIóN ENTRE 1915-1918 PERIODO 7: El Oncenio [1919-1930] XIV HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 1 LAS ELECCIONES DE 1919, LA SUBLEVACIÓN DEL 4 DE JULIO Y EL COMIENZO DE LA “PATRIA NUEVA” 2 LA ASAMBLEA NACIONAL DE 1919 Y LA CONSTITUCIÓN DE 1920 3 LA POLÍTICA INTERNA EN 1920-1921EL PRIMER CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL 4 ASPECTOS DE LA POLÍTICA INTERNACIONAL DE 1919 A 1924.EL LAUDO SOBRE LA BREA Y PARIÑAS 5 ASPECTOS DE LA POLÍTICA INTERNA DE 1922 A 1924. LA PRIMERAREELECCIÓN Y EL CENTENARIO DE LA BATALLA DE AYACUCHO 6 ASPECTOS DE LA POLÍTICA INTERNACIONAL DE 1925 A 1930El plebiscito de Tacna y Arica, el tratado con Colombia, 7 LA MONEDA Y LA HACIENDA PÚBLICA EN EL ONCENIO (I)Incluye Banco de Reserva, Presupuesto, recaudación e impuestos 8 LA HACIENDA PÚBLICA DURANTE EL ONCENIO (II)LA POLÍTICA DE EMPRÉSTITOS EL DESARROLLO URBANO, EL SANEAMIENTO, LAS IRRIGACIONES Y LA INMIGRACIÓN DURANTE EL ONCENIO LOS REGALOS POR EL CENTENARIO 10 LA VIALIDAD, LOS FERROCARRILES, EL CORREO,LA RADIODIFUSIÓN Y LAS OBRAS PORTUARIASDURANTE EL ONCENIO 11LA AVIACIÓN, LA MARINA Y LA POLICÍA DURANTE EL ONCENIO 12 ALGUNOS ASPECTOS JURÍDICOS Y SOCIALES DEL ONCENIO 13 LOS NUEVOS PLANTEAMIENTOS POLÍTICOS Y SOCIALES 14 EL APOGEO Y DERRUMBE DE LEGUÍA

PERIODO 8: El comienzo de la irrupción de las masasorganizadas en la política [1930-1933] XV HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 1 LOS DESORIENTADOS SEIS MESES qUE SIGUIERON AL COLAPSODEL LEGUIISMO Y LA INICIACIÓN DEL TERCER MILITARISMO 2 LA FRÁGIL ESTABILIDAD DE MAYO A DICIEMBRE DE 1931 3 LOS EFECTOS DE LA DEPRESIÓN ECONÓMICA MUNDIALEN EL PERÚ DE 1930 Y 1931 4 LAS ELECCIONES DE 1931 EL NACIMIENTO DEL APRA APÉNDICE 5 EL CLIMA DE VIOLENCIAENTRE DICIEMBRE DE 1931 Y MARZO DE 1932 6 LA GUERRA CIVIL DE 1932 Y 1933 LA REVOLUCIÓN DE TRUJILLO DE 1932 7 LA CONSTITUCIÓN DE 1933 8 ASPECTOS ECONÓMICOS Y HACENDARIOSENTRE DICIEMBRE DE 1931 Y ABRIL DE 1933 9 ASPECTOS JURÍDICOS, ADMINISTRATIVOS Y SOCIALESENTRE DICIEMBRE DE 1931 Y ABRIL DE 1933 XVI HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 10 el conFlicto con colomBia Y la campaÑadel nororiente de 1932 a aBril de 1933 11 el asesinato del presidente sÁncHez cerroY la elección del general óscar r. BenaVides EL ASESINATO DEL PRESIDENTE SÁNCHEZ CERRO ADENDA: Breves notas relacionadas con la educación,la ciencia y la cultura 1895-1933 Adenda: BreVes notas relacionadas con la educación, la ciencia Y la cultura entre 1895-1933 ] I la educación pÚBlica en el período 1895-1908 2 aspectos educacionales en el período 1909-1918 3 aspectos educacionales durante el oncenioy en la Época inMediataMente posterior 4 notas sobre el periodisMo entre 1895-1930

5 alGunos sobrevivientes de la Generación literariaanterior a la Guerra con cHile 6 la iMaGen Histórica de alGunas FiGuras de laGeneración literaria de Fines del siGlo XX 7 la iMaGen Histórica de alGunas FiGuras en las trespriMeras Generaciones del siGlo XX 8 notas sobre el pensaMientoFilosóFico y sociolóGico entre 1895-1933 9 notas sobre la arQueoloGíay la HistorioGraFía entre 1895-1933 XVII HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] índice 10 notas sobre la bÚsQueda de una interPretaciónde la realidad Peruana entre 1895-1930* 11 notas sobre las ciencias JurÍdicasen el PerÍodo 1895-1930 12 soMeros aPuntes sobre las actividadescientÍFicas y MÉdicas entre 1895-1930 Ingeniero peruano precursor mundial de los aviones a retropopulsion LOS VIAJES DE AUGUSTO WEBERBAUER La biolóGÍa andina yla FisioloGÍa de altura 13 notas sobre la MÚsica entre 1895-1930 13 notas sobre la pintura peruana entre 1890-1930por Juan M. ugarte eléspuru* la Fundación de la enba 14 notas sobre el teatroy otros espectÁculos entre 1895-1930* LA HÍPICA PERUANA APENDICE GENERAL: los resultados de la experiencia históricaperuana y las perspectivas abiertas en el siglo XX XVII HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933] 1 la población 2 la estructura social apéndice al capÍTUlo 2 3 el dinero y la propiedad 4 la tierra, las industrias, el nivel de vida,la productividad, el desarrollo JORGE BASADRE - SU LEGADO HISTÓRICO Y ÉTICO XVIII RAÚL PALACIOS RODRíGuEz [Autor] HéCTOR LóPEz mARTínEz [Editor] Historia de la repúblicadel perú [1933-2000]

presentación prólogo índice Primer PErÍodo: LAs dEMoCrACiAs ENdEBLEs (1933-1948)o LAs dEMoCrACiAs ENdEBLEs (1933-1948) 1 EL rETorNo dE LA oLigArquÍA y LAfrAgiLidAd dEMoCráTiCA 2 EL rEsTABLECiMiENTo ECoNÓMiCo Segundo PerÍodo: EL oCHENio dE odrÍA (1948-1956) 1 EL CoLAPso dEL quEHACEr PoLÍTiCo yEL AfiANZAMiENTo dE LA diCTAdurA 2 Los “AÑos dorAdos”dE LA ECoNoMÍA NACioNAL Tercer Periodo: el reformismo civil moderado (1956-1968) 1 la iNestaBilidad política Yel derrUmBe iNstitUcioNal 2 la etapa de traNsiciÓN ecoNÓmica:del aUGe a la crisis Cuarto Periodo: el reformismo militar radical (1968-1980) la HeGemoNía militar Y laproscripciÓN partidaria 2 el ciclo de las reformas estrUctUrales Quitno Periodo: la democracia frUstrada (1980-2000) 1 el retorNo a la democracia 2 de la dÉcada perdidaal apareNte impUlso ecoNÓmico Bibliografía general INDICE Onomástico selectivo

Jorge Basadre Grohmann

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Jorge Basadre Grohmann

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Tomo Tomo 11 Tomo 2 Tomo 3

La época de de la República (1822-1842) La épocafundacional fundacional la República [1822-1842] (1822-1842) La época fundacional de la República [1822-1842] (1822-1842) La época fundacional de la República [1822-1842] (1842-1866) La falaz prosperidad del guano [1842-1866] (1842-1866) Tomo 4 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] (1842-1866) Tomo 5 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] (1842-1866) Tomo 6 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] (1864-1878) La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] (1864-1878) Tomo 7 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] (1864-1878) Tomo 8 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] (1879-1883) La guerra con Chile [1879-1883] (1879-1883) Tomo 9 La guerra con Chile [1879-1883] (1884-1895) Tomo 10 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] Tomo 11 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] (1884-1895) (1895-1919) La República Aristocrática [1895-1919] (1895-1919) Tomo 12 La República Aristocrática [1895-1919] (1895-1919) Tomo 13 La República Aristocrática [1895-1919] (1919-1930) Tomo 14 El Oncenio [1919-1930] (1930-1933) Tomo 15 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] (1930-1933) Tomo 16 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Tomo 17 Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Los resultados de la experiencia histórica peruana y las perspectivas abiertas en el siglo XX ADENDA (1933-2000) Tomo 18 Historia de la República del Perú [1933-2000]

HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933]

HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933]

The lyb so short, the craft so long to lerne La vida tan breve, el arte tan largo de aprender GEOFFREY CHAUCER (1340-1400)

HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ

[1822-1933]

[ presentación ] Cumplimos con un ineludible y grato deber al entregar a nuestros lectores la novena edición de la Historia de la República del Perú, de don Jorge Basadre (1903-1980), obra medular dentro de la valiosa y múltiple biografía del ilustre historiador tacneño. A lo largo de su fecunda existencia, don Jorge demostró que su auténtica y firme vocación por el estudio de nuestro pasado estaba acompañada por una singular capacidad de trabajo, que no decayó sino hasta poco antes de emprender el viaje sin retorno. Basadre fue un intelectual modélico, pero no de aquellos que se refugian en una inexpugnable y egoísta torre de marfil, sino de los que compartieron, día a día, los avatares de nuestra patria, sus horas de alegría y de esperanza, así como también esas otras amargura, tragedia y dolor. Jorge Basadre amaba profundamente al Perú, a nuestro país “Dulce y cruel –son sus palabras- de cumbres y de abismos”. Y añadía: “País que requiere urgentemente la superación del Estado empírico y del abismo social; pero al mismo tiempo, necesita tener presente, con lucidez, su delicada ubicación geopolítica en nuestra América”. El Perú, bien lo sabemos, es un país milenario y a cada una de sus etapas hemos dedicado diversas publicaciones, porque estamos convencidos de que todas ellas son importantes en la formación de nuestra nacionalidad. Este proceso tiene su punto culminante cuando a fines del siglo XVIII, en el Mercurio Peruano, órgano de la Sociedad Amantes del País, se publica un artículo fundacional y señero, de trascendental importancia: “Idea General del Perú”. Allí no creemos exagerar, está la partida de nacimiento de nuestra patria que, en la realidad, ya no era un virreinato más de España sino una entidad diferente, distinta, profundamente mestiza no solo en el aspecto biológico sino en todos los ámbitos. Ya en ese momento el Perú está en condiciones de buscar su independencia política –que ocurriría pocos años después- para luego convertirse en una República, tarea que no es fácil, que se realiza entre convulsiones y luchas fratricidas. Ese es el Perú que, según Basadre, era un problema, pero al mismo tiempo una posibilidad por desgracia aún no alcanzaba a plenitud. Pero él no perdía la fe en días mejores y por eso señalaba: “La esperanza más honda es la que nace del fondo mismo de la desesperación. Lo dice quien en la juventud soñó ver en los años finales de su vida, otra patria muy distinta de la que hoy tenemos todos ante nuestros ojos, quien mirando al porvenir inmediato piensa que se requiere cordura, lucidez y la superación de los viejos vicios de la lucha política criolla, que son el faccionalismo, la aptitud para el dicterio, el atolondramiento”. Al estudio riguroso, serio, objetivo de la historia republicana dedicó Jorge Basadre la mayor parte de su trayectoria vital. Su formación histórica fue excelente. Comenzó en su querida Universidad de San Marcos y se enriqueció en España, Alemania, Francia y los Estados Unidos de América. Gracias a su dominio de varios idiomas

estuvo siempre al tanto de las nuevas corrientes historiográficas, y con sabiduría y criterio adoptó todo aquello que consideraba útil o enriquecedor. Conoció los trabajos de Marcel Bataillon (1895-1977), el notable hispanista que llegó a dirigir el Instituto de Estudios Hispánicos en París, así como los de Mac Bloch (1886-1944), quien junto con Lucien Febvre fundó en 1929 la famosa revista Annales, verdadero hito en los estudios históricos del mundo entero. Basadre también admiraba el rigor y la erudición de los historiadores germanos, y no le eran desconocidas las más importantes investigaciones de sus colegas de variados países. La mente de Basadre, más allá del paso de los años, siempre estuvo alerta y abierta a los avances y descubrimientos que tenían lugar en el rico ámbito de la Historia. Basadre asombra por su precocidad y su obra escrita lo consagra antes de cumplir los treinta años. En 1929, cuando solo contaba con veintiséis años, publica el primer tomo de La iniciación de la República, dentro de la Biblioteca Peruana que dirigía Jorge Guillermo Leguía. El segundo volumen, que llega hasta el final de la Confederación Perú-boliviana aparece en 1930. El trabajo del joven catedrático sanmarquino no sorprende a quienes conocen y saben de su notable capacidad intelectual. Tanto el esquema, la erudición para recopilar las fuentes, su análisis, y el estilo, a la vez preciso y elegante, son una suerte de campanada que anuncia que tenemos entre nosotros a un brillante y cuajado historiador. En 1939, en un volumen que llega hasta el año 1899, aparece la primera edición de la Historia de la República. En las sucesivas ediciones, hasta la séptima de 1983, que hemos utilizado para la presente, Basadre fue aumentando considerablemente la temática tratada y enriqueciendo muchos asuntos con nuevos aportes de testimonios, fechas, comentarios, etcétera. Era como un orfebre que no se fatigaba en perfeccionar su obra. Mas el especialista en el pasado vivía muy pendiente del presente al que aportó su patriotismo e inteligencia en las altas funciones públicas. Fue dos veces ministro de Educación y, emulando a Ricardo Palma, reconstruyó la Biblioteca Nacional casi totalmente destruida por un incendio ocurrido en 1943. Hay evidencias que don Jorge sufrió la tentación de la política, pero no sucumbió a sus halagos. Basadre, entre otras virtudes, destacaba por la claridad de sus ideas. Decía las cosas con las palabras precisas, sin injurias ni sarcasmos. En una oportunidad, refiriéndose a la situación política del momento, dijo: “Para alcanzar nuestra maduración y nuestra modernización efectivas como Estado y como sociedad, es necesario que sean sustancialmente auténticos organismos como el del sufragio, liberándolo de los vicios tantas veces reiterados del fraude, la suplantación, el escamoteo o la manipulación en los votos o en los escrutinios. Esto implica, además, la sana coexistencia de los poderes públicos sin que interfieran los unos en los otros; y, sobre todo, la independencia y la austeridad del poder judicial. Y aunque la realidad venga a burlar nuestras esperanzas, alguien debe exigir porfiadamente la dación de un código de ética en el gobierno y de un régimen especial para la sanción contra el delito de enriquecimiento ilícito a base de jurados honorables e independientes que fallen con criterio de conciencia, a todo lo cual conviene agregar un sistema de sanciones severas, contra los difamadores y los calumniadores. De la rebelión sistemática contra el enriquecimiento ilícito pueden derivarse fórmulas para controlar distintos tipos de despilfarro y también estímulos para robustecer nuestra moral colectiva disminuida en tantos casos, por múltiples, crecientes y hasta impunes evidencias de incumplimiento del deber”. Son palabras que, lamentablemente, no han perdido su acusadora vigencia. Nuestro propósito en esta novena edición es entregar al público una Historia de la República que sea un digno homenaje a la memoria de don Jorge Basadre. Las que la precedieron merecen nuestra mayor deferencia por el esfuerzo y dedicación que, en su día, las hizo posibles. Ahora, respetando fielmente el texto del autor, hemos introducido algunos elementos que buscan enriquecerlo, tales como infografías a todo color de los temas más importantes de cada tomo; y actualizaciones históricas, que no exceden de una página, complementando algún asunto con bibliografía aparecida después de 1980 que ayude a la mejor comprensión del lector. Igualmente se ha incorporado una serie de textos laterales, cuya función es acompañar el recorrido del texto y despertar interés sobre un personaje o suceso determinado. Esta “piezas”, como las hemos llamado, son de

varias clases: efemérides, biografías, libros y otras publicaciones, fotoleyendas, citas de El Comercio sobre hechos importantes que contribuyan a la mejor información del lector, sumillas del propio texto, algunos perfiles biográficos más extensos y líneas del tiempo. El índice completo figura al inicio de cada volumen. Cuando iniciamos este trabajo, que consta de diecisiete tomos en papel couché, a todo color, con 304 páginas cada uno, advertimos que nuestra edición llegaría tan solo al año 1933. Desde esa fecha, hasta el final del siglo XX, quedaba un espacio de más de setenta años donde han tenido lugar episodios de trascendental importancia que no podíamos obviar. Decidimos entonces que se preparara una adenda que llegara al año 2000, tarea que ha sido encomendada a los historiadores Héctor López Martínez y Raúl Palacios Rodríguez. Ellos tienen a su cargo el tomo dieciocho, con igual número de páginas, donde se tratará fundamentalmente la temática política, económica y social de este período. Mucha dedicación, trabajo y creatividad se ha puesto en esta novena edición de la Historia de la República, producto del quehacer benedictino de un hombre admirable que siguió las huellas de Manuel Mendiburu, Mariano Felipe Paz Soldán o el R.P. Rubén Vargas Ugarte S.J. Con inocultable satisfacción entregamos a los lectores más de cinco mil páginas que contienen los avatares de los siglos XIX y XX, desde que nos separamos de la metrópoli hispana. Para resumir tan ingente e incomparable trabajo nada mejor que reproducir las palabras de su autor, que hacemos nuestras: “Tal ha sido en conjunto, el Perú republicano. Esperanzas inmensas que los solemnes acordes del himno expresan; elocuencia de tribunos buscando la Carta más perfecta; ruido de caballos y disparos mientras los viejos portones rechinan al cerrarse en la Capital engreída; algarada de pronunciamientos tras de las gruesas paredes de antiguos conventos transformados en cuarteles; cabalgatas que rompen la paz somnolienta de los villorrios andinos; desgranarse lento de las tropas colecticias por las quebradas de los Andes y los arenales de la costa en la fatiga de las largas campañas; la tapada y la rabona; el montonero con su trabuco, el indio envuelto en su poncho; el intelectual pensando en París y el aristócrata pensando en Madrid; aclamaciones y dicterios; retóricas en los manifiestos; editoriales ampulosos en los diarios circunspectos e insidia sutil y certera, feroz y aplaudida en las hojas eventuales; riquezas que se prodigan; oportunidades que se pierden ; capacidades malogradas con la muerte prematura, la postergación injusta o el acomodo cínico; invectivas tremendas; desgracias que se semejan ser definitivas y renacimientos asombrosos; prepotencias que aparecen inconmovibles y sucumben en un día; grandes esperanzas súbitas y largos silencios; servilismos e inconsecuencias al lado de rebeldías tenaces y lealtades antiguas; fulgores del heroísmo espartano al lado de disputas bizantinas; refinamientos de la raza vieja y primitivismo de tribu; la dulzura mezclada con la crueldad; la exaltación súbita y el olvido fácil; la inteligencia ágil y la envidia pronta; la música del “Ataque de Uchumayo” y de la “Marcha Morán”; Tarqui y Mapasingue; Piquiza e Ingavi; el tronar de los cañones en el Callao el 2 de Mayo de 1866 y el sacrificio de Grau y Bolognesi; el Ferrocarril Central y los grandes empréstitos; el puerto de Iquitos y la colonización del Pozuzo; los indigenistas y los hispanistas; los costumbristas y los satíricos; la Catedral de Arequipa, la Penitenciaría; el Palacio de la Exposición, el Puente de Balta, el crecimiento de Lima hacia el mar; las sombras nunca definitivamente triunfantes de la anarquía y el despotismo; la supervivencia providencial del País a pesar de todas las pruebas y de todos los contrastes; la majestad de una historia donde hay remordimientos y donde hay glorias y donde los abismos están bordeados por cumbres. Y una inmensa tarea por hacer. Y una promesa por cumplir”.

BERnARdO ROCA REY MiRó QUEsAdA direcTor de publicaciones y MulTiMedios eMpresa ediTora el coMercio

[ notas preliminares ] nOTA PRELiMinAR dE LA QUinTA EdiCión dE LA HisTORiA dE LA REPÚBLiCA dEL PERÚ (1962) En artículos sueltos publicados en La Patria de 1873 y en La Tribuna de 1984, Modesto Basadre y Chocano inició el estudio de la historia republicana del Perú posterior a la época de la independencia con el propósito de hacernos luego formar parte de un libro (1). Llamo mis maestros a este tío abuelo y a Carlos Wiesse, tacneño, catedrático de Historia del Perú en la Universidad de San Marcos, a quien conocí cuando formó parte de un jurado de exámenes en el Colegio Alemán en 1917. El discurso que pronuncié como alumno del Colegio Nuestra Señora de Guadalupe el 7 de junio de 1918 ante el monumento de Bolognesi intentó presentar una reseña de la batalla de Arica. Fue ella mi primer esbozo de ensayo histórico dado a conocer públicamente. Al ingresar a la Universidad en 1919, la amistad con Jorge Guillermo Leguía, Raúl Porras Barrenechea y Luis Alberto Sánchez, mayores que yo, estimuló mi vocación. En 1919 comencé a acudir a la Biblioteca Nacional, cuando era estudiante en la Facultad de Letras. Parte de las numerosas fichas que entonces hicimos junto a Porras, Leguía y otros amigos acerca de los folletos dispersos en la sección llamada “Papeles Varios”, fue publicada en el Boletín Bibliográfico de 1928 y 1929. Funcionario de aquel establecimiento en 1920, seguí allí hasta 1930. Luis Alberto Sánchez fue uno de mis colegas y cordiales amigos a través de esos diez años. Un artículo que publiqué en 1923 en el Boletín Bibliográfico sobre Flora Tristán creó el interés que luego se difundió acerca de tan interesante personaje. Intentaba afanosamente, por aquellos años, estudiar la figura de Manuel Ignacio de Vivanco y el largo período sobre el que ella se proyecta dio lugar a que leyera numerosa documentación que desbordaba los límites de un ensayo bibliográfico. En 1924 entregué al Mercurio Peruano una apretada síntesis de las notas y apuntes que había reunido del caudillo de la Regeneración, inspirándome en propósitos de ubicación e interpretación y no de encomio o ataque. Como alumno de la cátedra de Finanzas y Legislación Financiera del Perú, preparé en 1927 para el catedrático Hernando de Lavalle un largo estudio sobre el crecimiento de los Presupuestos desde su Algunos de estos artículos fueron compilados en 1953 bajo el título Diez años de historia política del Perú, y editados en la Biblioteca de la República.

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implantación, publicado luego solo fragmentariamente en la Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales. Poco antes había hecho, como trabajo personal para el doctor Manuel Vicente Villarán, un minucioso análisis sobre la formación y la caída de los gabinetes desde 1863, fecha de la ley de ministros, hasta 1919. Así llegué a alternar, desde muy joven, la historia biográfica con la institucional de tipo económico o jurídico menos cultivada en el Perú. La necesidad de optar el grado de doctor en la Facultad de Letras en 1928 me indujo a juntar fichas, apuntes y esbozos reunidos en ocho años para intentar un cuadro esquemático acerca de la evolución social durante la época republicana. La tesis ha desaparecido misteriosamente de los archivos de la Facultad. Ese mismo año de 1928 fui nombrado catedrático de un curso monográfico de Historia del Perú, cuando sobre esta materia no había otra asignatura que la del doctor Carlos Wiesse. Correspondió a los años 1929 y 1930 la edición de dos volúmenes de La Iniciación de la República, con un total de casi 900 páginas. Pretendía este libro (escrito a los veintiséis inexpertos años) ofrecer, junto con un planteamiento social, noticias y datos generalmente poco conocidos acerca de acontecimientos y personajes. Estaba basado en numerosos folletos, periódicos y hojas sueltas y también en documentos del Archivo Paz Soldán que se guardaba en la Biblioteca Nacional [ampliamente usado, sobre todo en el volumen II] y en algunos del Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. En 1929 y 1930 enseñé además Historia del Perú en el colegio de Guadalupe, y en 1930 y 1931 en el Instituto Pedagógico Nacional. Después de un viaje a Estados Unidos, Alemania y España entre 1931 y 1935, volví a la cátedra en Lima en ese último año. Mi defensa de los derechos de Raúl Porras, entonces ausente, hizo que el Decano de la Facultad de Letras, doctor Horacio H. Arteaga, alterase la distribución de los cursos en que había dividido la enseñanza de la Historia del Perú al jubilarse el doctor Wiesse, y no se me asignó el de la República que desempeñara en 1929 y 1930 sino otro que recibió el nombre de “investigación”. Allí me ocupe entre 1935 y 1944 de aspectos monográficos o especiales del período nacional de la historia, A aquellos años correspondieron algunos ensayos que luego me han sido útiles, como un estudio sobre las fuentes acerca de la sublevación de los Gutiérrez, indagando lo que en ellas hay como testimonios de exactitud y sinceridad, y otros sobre el Perú al concluir la guerra con Chile. En 1945 pude enseñar nuevamente Historia de la República; pero el presidente Bustamante y Rivero me hizo en julio de aquel año ministro en su primer gabinete y al salir de esa tarea se intensificaron los trabajos de la nueva Biblioteca Nacional y de la Escuela de Bibliotecarios que estaban a mi cargo por lo que no pude regresar a la cátedra. En 1948 viajé a Washington a trabajar en la Organización de Estados Americanos. Cuando regresé en 1951, me encontré que en el plan de estudios aprobado por la facultad de Letras, a raíz del golpe militar de 1948, mi curso había desplazado al último año en el doctorado de Historia, se le marginó. Fue así como a través de distintas etapas, me tocó vivir arrinconado en la Facultad que tan cordialmente me acogiera en 1928; en otros años viví ausente de ella. Una conferencia sobre la guerra con Chile, a base de las memorias inéditas de don José Antonio de Lavalle, tuve que darla en la Facultad de Derecho, y en la revista allí editada apareció una parte de mis estudios hechos en Washington sobre la correspondencia diplomática norteamericana en el curso de dicha guerra. Una de las pocas compensaciones gratas que obtuve fueron las charlas sobre cuestiones teóricas relacionadas con la historia en general y con la historia peruana en especial que dí en el Instituto de Filosofía en 1952, por iniciativa de Francisco Miró Quesada. En 1939 apareció la primera edición del presente libro que representaba un esfuerzo solitario, sin amparo de un Instituto o de un Seminario que la ayudasen. En la “Nota preliminar” hice constar que la finalidad de la obra era dar, con carácter provisorio, una visión global y sintética del complejo y extenso tema en ella tratado. El vasto plan que los dos primeros volúmenes de La Iniciación de la República anunciaron y comenzaron a poner en práctica habíase transformado en el ensayo de publicar un modesto manual. Alejado desde 1930 de la Biblioteca Nacional, mis notas habían enriquecido, sin embargo, con las que obtuve en la Biblioteca de la Universidad de san marcos, de la fui director entre 1935 y 1942 y para la que adquirí la magnifica colección de folletos y periódicos reunida por José Casimiro Ulloa. Entre 1941 y 1945 tuve a mi cargo el curso de Historia Crítica del Perú en la Escuela Militar de Chorrillos, al que fui llevado por iniciativa del entonces comandante Juan Mendoza Rodríguez y esta experiencia me llevó a organizar mejor mis conocimientos. En la Escuela Militar se imprimió la segunda edición de la Historia de la República. Volví a hacer la advertencia acerca del carácter endeble de mi esfuerzo en la cuarta edición de esta obra aparecida siempre con carácter solitario, en 1949, y agregué, además, entre otros, los siguientes puntos de 12

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vista que siguen teniendo validez: 1 Ella no había gozado ningún momento de protección oficial, todo lo debía al favor de sus dispersos lectores y ostentaba señera independencia frente a cualquier partido, grupo, clase, familia o persona. 2 Su texto continuaba recibiendo adiciones y mejoras. 3 No es válido el argumento de que para escribir un libro de conjunto acerca de la historia del Perú se necesita, de modo imprescindible, utilizar previamente todos los archivos públicos y privados. Sin ese requisito han sido publicados manuales o textos en muchos países. Puédese querer hacer el sumario o la coordinación de lo que ya es conocido pero está disperso o deshilvanado. 4 El autor, a través de un largo contacto con su tema, había llegado a utilizar, además, una buena cantidad de fuentes primarias, o sea manuscritos, folletos y periódicos, aparte de las fuentes secundarias que son común mente la base de las obras de carácter general. Entre los nuevos materiales correspondientes al período de trabajo anterior a la aparición de la cuarta edición, estuvieron los pertenecientes a la nueva Biblioteca Nacional que establecí, organicé y abrí en 1947 después del incendio de 1943 en un esfuerzo ímprobo que duró cuatro años, y hoy olvidado y desconocido, y que durante un tiempo me alejó de mis propias tareas intelectuales. La cuarta edición, terminada en 1948, se publicó como queda dicho, en 1949. Residía yo entonces, según he recordado antes, en Washington y estaba al servicio de la Organización de Estados Americanos. La falta de un cuidadoso cotejo entre las copias mecanográficas y los originales, así como otras circunstancias, dieron lugar a numerosas erratas que ahora se han tratado de superar. La Historia de la República tuvo un destino que superó a sus merecimientos. Se proyectó más allá de los especialistas, de los círculos intelectuales y del mundo universitario y llegó al gran público. Fue muy buscada en el Perú y también en el extranjero. La segunda edición íntegra se vendió en provincias. Ganó amigos espontáneos y ayudó a difundir un sentido objetivo y coherente del pasado nacional. No faltaron quienes copiaron algunas de sus páginas y alguno de los aprovechadores se convirtió, al mismo tiempo, en enemigo alevoso. Hubo cátedra universitaria (en el Campo del Derecho constitucional peruano), clases escolares y hasta discursos conmemorativos que repitieron sin citarlos, no solo los datos o noticias de este libro que constituyen patrimonio común, sino frases textuales y conceptos interpretativos. Aparecieron, a la vez, la censura directa o sesgada de colegas celosos, los aspavientos ante algunos errores u omisiones deslizados en obra tan vasta y sintética y hasta la objeción de que acogía anécdotas, como si fuera un pecado tratar de dar amenidad al relato. En 1951, al regresar al Perú, la Fundación Rockefeller me concedió una beca para proseguir mis estudios históricos sobre la República y ampliarlos hasta abarcar el siglo XX. Debo a esta ayuda las bases del presente libro. El contacto con el Archivo Piérola vino a ser para mí otro de los importantes acontecimientos de aquella época. Análoga significación tuvo la oportunidad de revisar algunos de los valiosísimos folletos en al colección de ese hombre bueno y selecto que fue Felipe Thorndike Galup. Otra de mis ocupaciones de entonces fue la de coeditor de la llamada “Biblioteca de la República”. De ella llegaron a aparecer cinco volúmenes, dos de los cuales dieron a conocer las memorias del general José Rufino Echenique que marcan un acontecimiento en la historiografía nacional. Seguí adelante con lentitud en el trabajo para la nueva edición que se hacía cada vez más necesaria ante el antagonismo de la que había estado circulando. Tuve que interrumpirlo en 1952 y 1954-55 cuando viajé a Estados Unidos a dictar unos cursos universitarios, y entre julio de 1956 y octubre de 1958 al ocupar el Ministerio de Educación. Desempeñé este cargo hasta que corrió peligro mi salud y me aparté de él por dicho motivo y por otros muy poderosos que explicaré oportunamente. En noviembre de 1958 comenzó así una etapa de dedicación exclusiva a la tarea historiográfica. Por primera vez en mi vida escribir dejó de ser oficio lateral al lado de absorbentes obligaciones administrativas y docentes. Puede afirmarse, en síntesis que la quinta edición ha demandado casi doce años de los cuales tres y medio fueron de paralización y dos y medio de intenso trabajo, que el tiempo transcurrido entre la primera y la presente edición ha sido veintidós años, y que el plazo total de elaboración de la obra, sin contar interrupciones o desvíos, ha llegado a superar las cuarenta años. Importantes efectos sobre la manera de concebir y redactar el texto que ahora es entregado al público se han derivado de mi experiencia en la comisión internacional establecida por la Unesco para editar una historia del desenvolvimiento científico y cultural de la humanidad. Al establecerse esta comisión me fue conferido el honroso cargo de ser editor del volumen quinto relativo al período 1776-1905. Con tal motivo [ NOTAS PRELIMINARES ] TOMO 1

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tuve oportunidad de viajar a París varias veces hasta 1955. Lecturas, charlas y observaciones de aquella época ahondaron la idea, ya esbozada en la nota preliminar de la segunda edición de la Historia de la República, de que era preciso tratar en ella de la cultura, las instituciones y las clases sociales. Los fenómenos políticos no pueden ser omitidos cuando se trata de escudriñar el pasado de un país como el nuestro donde ellos han tenido y siguen teniendo tanta importancia. Cuando se dice “República” se está hablando, al fin y al cabo, de una forma de organización del Estado. El desdén por la historia de los acontecimientos proclamado por Lucien Febvre (a quien traté bastante en París) es explicable en Europa donde hay plétora de testimonios acerca de ellos, pero puede resultar excesivo cuando ni siquiera son bien conocidos, cuando pueden servir para entender mejor a una época y sus hombres, cuando aparecen como símbolos o expresiones, cuando debajo de su oleaje movedizo cabe encontrar muchas veces cosas representativas, permanentes, o importantes. Pero es necesario ir más allá de los acontecimientos y más allá de la política en la búsqueda tenaz de otro tiempo histórico, el “tiempo largo’; cuyo transcurso tiene mayor lentitud. Y aliado de las monografías especializadas es posible intentar la visión global, para ordenar lo que sabe una generación o una época. Dentro de esa perspectiva hay un lugar primordial para los factores económicos en su doble aspecto concerniente a la hacienda pública y a la economía privada y existe, asimismo, campo para mirar en conjunto la vida internacional, la marcha administrativa, el desarrollo jurídico, la actividad cultural, el mundo de los humildes, devolviéndose así a la historia su papel como ciencia humana por excelencia. Dentro de esta concepción que tiene un sentido arquitectónico y, a la vez, sinfónico, surge la presente obra, ensayo de historia funcional o “relacional” intentado por vez primera en el Perú. Por otra parte, ningún tema antes aludido ha dejado de ser visto de nuevo, y se ha procurado allegar acerca de él adicionales testimonios y puntos de vista. Mantengo perenne el afán de volver una y otra vez sobre asuntos que me interesaron muchos años atrás. A los jóvenes que empiezan quisiera dejarles la humilde lección de no declararse satisfecho nunca con lo que ya se aprendió, de querer superarse, de buscar siempre nuevos ángulos y horizontes antes ignorados, haciendo uno mismo en sí mismo la crítica constructiva que otros podrían efectuar justificadamente. No oculto la esperanza de publicar pronto una nueva y mejorada edición. Hay quienes ven la historia republicana del Perú como una cueva de bandoleros o un muladar que solo merece desprecio o condena. Algunos, en cambio, se precipitan en su recinto para querer convertirlo en un santuario y venerar en él a los antepasados propios o ajenos. Y no faltan los que se embelesan, como ante un tesoro, ante el dato escueto. Aquí se ha buscado, ante todo, comprensión, objetividad, coordinación, ensamble, sin odio para nadie y sin adulación para nadie, con el afán de superar el atolondramiento, la vehemencia, el encono, la suciedad y la mezquindad, plagas de la vida criolla. Al procurar que se haga la “toma de conciencia” de un pasado tan turbulento y tan escabroso y al mismo tiempo tan peruano como es el del período de la República en nuestra historia, se está buscando, en realidad, una forma de maduración nacional. Tomar conciencia de la historia es hacer del pasado eso: pasado. Ello lleva a aceptarlo como carga de gloria y de remordimientos, pero implica, además percibir que lo muerto, por el hecho de haber vivido en forma irrevocable, ya dejó de ser y hay que asimilarlo al patrimonio del presente. Somos productos del ayer y estamos viviendo en parte en lo que de él quedó al deslizarse para convertirse en presente, por todas partes nos rodea; pero, a la vez, tenemos que afrontar nuestra propia vida con sus propios problemas, como individuos, como generación, como pueblo, como Estado, como humanidad. El haber sido algo no debe ser un estorbo sino parte del propio ser, es decir, integrar la experiencia que permita seguir viviendo. No es función del historiador querer detener la historia. La historiografía nos debe libertar de ella, ha escrito Croce, en el sentido de que haga frente al pasado, lo reduzca a problema mental, lo resuelva en una proposición de verdad que sea la premisa ideal de la nueva vida. El historicismo así bien entendido no es reo por promover el fatalismo, o por pretender que el tiempo desande su camino y vuelva a ser lo que ya fue o por disolver los valores absolutos, o por permanecer en éxtasis ante lo que ya no es, o por aceptar la brutalidad del hecho consumado. En suma, no es culpable del delito de restar ímpetu a las fuerzas creadoras, ni carece de confianza ante ellas por lo cual embotaría el sentido del deber y predispondría a la inercia y a los peores acomodos. El pensamiento histórico auténtico no corta, por cierto, relaciones con el pasado; pero tampoco vive solo sumergido en él. Se levanta sobre él idealmente y lo trueca en conocimiento desempeñando un oficio de catarsis o purificación muy semejante al que desempeña la poesía 14

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cuando se sacude de la servidumbre de la pasión. Pero aquí lo que se procura es una orientación dentro del mundo en que vivimos, en el que conviven, a la vez, recuerdos y huellas de lo que pasó, fuerzas latentes que anteriormente no llegaron a madurar y nuevas y originales energías, y que es donde hemos de cumplir nuestra propia misión y nuestro deber propio. Por ello la conciencia histórica auténtica (dice Croce) estimula para hacer una verdadera vela de armas que no admite estupefacientes ni enervantes, y en vez de cumplir funciones de carcelero nos abre las puertas de una prisión en la que, de otra suerte, permaneceríamos encerrados. La ciencia y la cultura histórica verdaderas existen, en su más profundo sentido, con el propósito esencial de mantener y también de desarrollar la vida activa y civilizada de la sociedad humana. Por lo demás, quien ha escrito este libro viviéndolo, es el primero en reconocer las múltiples deficiencias que contiene y los innumerables vacíos de que adolece. Fácil será encontrar los detalles aquí no incluidos, pero muy difícil vino a ser trabajar todos los que se ha juntado. En los que se presenta empléase el método del muestreo. Es apenas, un fragmento de una realidad muy vasta acerca de la cual escasean los trabajos monográficos. Vale solo en función del conjunto. Simboliza nada más que un esfuerzo para caminar hacia un horizonte, para señalar sus ricas perspectivas, para estimular a más cabales investigaciones generales y de detalle. Necesitamos, no solo mejores tratamientos eruditos (si bien debemos procurar que ellos no estén cómodamente ajenos a las grandes cuestiones historiográficas). Queremos, además, estudios institucionales, de preferencia en el campo social y económico. Especial atención debe concederse al fenómeno de la demografía y del urbanismo, al examen del desarrollo o la evolución de la propiedad, al esclarecimiento de los niveles y la mentalidad de las distintas clases y grupos sociales. En relación con este último tema faltan testimonios acerca de la alta burguesía, el clero, la milicia, las clases medias, las distintas profesiones, el mundo de los campesinos y de los obreros como colectividades humanas y como entidades nacionales en períodos específicos y a través del acontecer republicano. También hay muchos campos por desbrozar en la historia puramente económica del Perú nacional en su conjunto y en sus aspectos hacendarios, mercantiles, industriales, agrícolas, mineros, bancarios y monetarios, incluyendo la evolución de los precios. En tiempos próximos surgirá la vasta empresa de hacer, dentro de un metódico plan, una historia completa de la nación peruana. La era del trabajo en equipo está cercana dentro de la evolución de los estudios acerca del pasado nacional, y en él deberán tener lugar destacado y solidario el economista, el antropólogo, el jurista, el filólogo y el historiador de la literatura, de los artes, de las ciencias, de la técnica y de la vida social. Las expresiones de gratitud a las personas y entidades que han ayudado en el largo período de 1951 a 1961 requerirían una larga lista. Quiero reducirla a algunas de las más importantes. En primer lugar, a la Fundación Rockefeller por su beca en 1951 y 1952. Sin ella no me habría sido posible planear y emprender esta obra. En 1960 me fue otorgada otra beca por la Organización de Estados Americanos, gracias a la comprensión del doctor José A. Mora, Secretario General de dicho organismo internacional, y del doctor Javier Malagón, jefe de este programa. Llegué por dicho motivo a viajar a Estados Unidos y en Washington conté con la ayuda de la Fundación Hispánica de la Biblioteca del Congreso. Debo al director de ella, doctor Howard Cline, una valiosa cooperación a través de informaciones, fichas y copias fotográficas suministradas ese mismo año y en 1961. Una de las últimas pruebas de cordialidad que me dio el doctor Manuel Vicente Villarán fue la de devolverme el libro manuscrito con mis apuntes sobre la formación y la caída de los gabinetes ministeriales entre 1863 y 1919. La señora Consuelo Piérola de Piérola me permitió, con una bondad y una confianza inolvidables, revisar durante algún tiempo el archivo de Nicolás de Piérola. El profesor Alan Hutchinson, colega de la Universidad de Virginia, hizo fichas que han ayudado a la bibliografía. El doctor Félix Denegri Luna me ha suministrado algunos documentos e impresos. Al doctor Miguel Bákula debo el conocimiento de varios libros colombianos importantes para mis propósitos. El profesor León Helguera me envió la copia en microfilm de una tesis suya. Por intermedio de la amistad de Mario Ureta pude utilizar diversas obras del Ministerio de Hacienda. Hay otros nombres más indisolublemente ligados a la preparación de los originales del presente libro. Celia Wu L. realizó algunas minuciosas búsquedas de datos en Lima. Análoga labor efectuó con constancia en Washington, Carolina France. Isabel Pastor fue eficiente y abnegada colaboradora en la primera etapa del trabajo hasta 1958. Mucho logré adelantar luego gracias a la ayuda del doctor Manuel Morán Alva en 1958 y 1959. Percy Cayo y la señora Cecilia Bustamante estuvieron entre quienes facilitaron grandemente la tarea [ NOTAS PRELIMINARES ] TOMO 1

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entre 1959 y 1961. La paciencia, la capacidad y la laboriosidad de Juan Canal Trint en esta última etapa fueron excepcionales. Carmen Ortiz de Cevallos revisó varios de los capítulos. En lo que concierne a la edición Felipe Thorndike Beltrán y Arturo Salazar Larraín encontraron la fórmula para su independencia económica, y la supieron generosamente hacer posible. Quienes han colaborado en los aspectos editoriales de los varios volúmenes están mencionados en otras páginas.

nOTA PRELiMinAR dE LA sEXTA EdiCiOn (1968) Cuando aparecieron los primeros seis volúmenes de la quinta edición de Historia de la República del Perú en 1962, fueron recibidos con gran interés por el público lector. Dicha edición quedó rápidamente agotada y hubo necesidad de hacer de ella -caso insólito en obras de esta clase- una segunda impresión en México, distribuida en 1965. Abrió así un camino nuevo para los autores peruanos que varios siguieron casi inmediatamente. Otros habían oído antes, en relación con las distintas épocas de la historia peruana, el llamado a una síntesis siquiera provisional, hecho tácitamente desde 1939 con el manual sobre la era republicana. Los últimos cuatro tomos circularon desde 1964. No hay, hasta la fecha, trabajo más extenso sobre nuestra historia. Con esta son tres ediciones en solo seis años. El autor agradece profundamente los comentarios de Guillermo Lohmann Villena (Revista Interamericana de Bibliografía), Manuel Moreyra y Paz Soldán (Revista Histórica), Félix Denegri Luna (Revista Peruana de Cultura), César Pacheco Vélez (prólogo de uno de los volúmenes correspondientes a la Biblioteca de Cultura Peruana Contemporánea), Raúl Rivera Cerna (Documenta), Herman Buse y Raúl Vargas (El Comercio), Hugo Neira Samanez (Expreso), Enrique Chirinos Soto y Jorge Luis Recavarren (La Prensa), Alfonso Delboy (Siete Días) y Luis Montiel (La Crónica).También exento de mezquindades viene a ser el juicio de Estuardo Núñez en su libro La literatura peruana en el siglo XX (México, Editorial Pormaca, 1965). Las referencias amables de los profesores R. A. Humphreys y John Lynch en su libro The Origins of the Latin-American Revolution (Nueva York, Knops 1965), de León Helguera en el Handbook of Latin American Studies y de Gilbert Chase en sus adiciones a la historia de la cultura latinoamericana, de Pedro Henríquez Ureña (Nueva York, 1966) deben ser, asimismo, recogidas aquí con viva gratitud. Un premio especial de cultura fue otorgado a la Historia en 1963 por noble iniciativa de José María Arguedas, entonces director de la Casa de la Cultura. En cambio, la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos (que acordó de hacerme catedrático emérito al aparecer en 1962 los seis primeros tomos de la Historia, cuando se habían cumplido siete años de mi alejamiento de las aulas) permitió luego, impasible, que prosperasen las intrigas de algunos, resueltos a impedir que se me confiara, en el mismo 1962, un seminario, muy útil, sin duda, para verificar, rectificar y ampliar los datos de una obra con tan vasto contenido; para hacer llegar algo de mis conocimientos actuales a las jóvenes generaciones; y para intentar la formación de un equipo que prepare los materiales que pueden servir en torno a un primer planteamiento orgánico de la historia peruana política, internacional, económica, hacendaria, jurídica, administrativa, educacional, cultural, artística y técnica en la época posterior a 1930. Frederick B. Pike en su The Modern History of Peru (Londres Weindenfeld & Nicolson, 1967) dice en el prólogo que para su estudio ha tomado de mis libros más que de otros (p. XVII); se refiere a mí con hipérbole cuando trata de los historiadores peruanos (p. 6); y cita con frecuencia mis juicios (si bien, por mi parte, estoy en desacuerdo con algunos de los puntos de vista que él expresa en su síntesis, circunscrita, sobre todo, al acontecer político). Sin embargo, en el corto ensayo bibliográfico con el que termina su obra, pondera la Historia de la República del Perú y destaca en ella el cuidado en la investigación y su “objetividad’; para agregar, en seguida, que la última edición de esta obra carece (aunque ello no ha ocurrido en la anterior), en relación con personajes o cuestiones controvertibles, de opiniones propias y prefiere citar las de otros (p.329). Aquí Pike ha escuchado algún chisme surgido de la envidia, sin comprobar su veracidad. Una carta de él que he reproducido, facsimilar en Introducción a las bases documentales de la Historia de la República del Perú, incluyó una amplia rectificación. Me dirijo desde aquí a cualquier lector de buena fe para preguntarle si no hay en este libro posiciones definidas ante asuntos tan polémicos como, por ejemplo, la Dictadura 16

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de Bolívar, la Confederación Perú-boliviana, las consignaciones del guano, los orígenes de la guerra con Chile y tantos otros, así como ante numerosos personajes cuyas semblanzas intento. El propio Pike glosa y sigue, como ya hemos anotado, algunos de estos conceptos (entre otras cosas, en relación con puntos tan distantes como las jornadas de 1872 y Billinghurst, que no toma directamente de la Historia de la República, aunque pertenecen a ella). Y cuando se lamenta de que los peruanos no han procurado llegar a una valoración objetiva de los años pertenecientes al régimen de Augusto ‘8. Leguía entre 1919 y 1930, pues los juicios que sobre ese tema emiten siempre tienden a la glorificación o al vilipendio (p. 328), se ve que el distinguido historiador norteamericano de la vida contemporánea del Perú no ha leído el análisis interpretativo del Oncenio que aparece en el capítulo CLXXX, en el tomo IX de la Historia de la República en la quinta edición y en el capítulo CLXXXI de la presente edición. ¡No buscar la glorificación ni el vilipendio! ¡Tratar de mantenerse dentro de la objetividad! Difíciles empeños. El afán de ser sereno puede ser confundido con la blandura. Muchos no comprenden el intento de romper los feroces dilemas partidaristas en un país que estuvo corroído por las pugnas entre Atahualpa y Huáscar, Pizarro y Almagro, Bolívar y Riva-Agüero, Riva-Agüero y Tagle, Santa Cruz y Gamarra, Santa Cruz y Salaverry, Castilla y Vivanco, Manuel Pardo y Piérola, Piérola y el civilismo posterior a Manuel Pardo, Cáceres e Iglesias, Leguía y el civilismo, Sánchez Cerro y el aprismo y tantas otras de nuestra historia tan desgarrada; en un país que vio, más de una vez, el achicharra miento de herejes y que todavía ama las peleas de gallos y las corridas de toros. Aquí donde ha habido y hay tantos grupos inorgánicos y recelosos, donde han abundado y abundan el desamparo y la disgregación que engendran hosquedades y difamaciones, vale, como para toda América, el apotegma de Mariano Picón Salas:”Si la cultura sirve para algo es para canalizar el desorden y el frenesí’: La Historia de la República del Perú es, resuelta aunque modestamente, “un aporte a favor de la cultura’; el elevado sentido de la individualidad, el equilibrio y la moderación en el juicio” que ha prescrito como un ideal el gran historiador holandés Pieter Geyl. No omite, sin embargo, ningún dato que considere esencial, así sea desagradable. Incluye referencias a hechos como las denuncias de las consignaciones del guano en 18S5, las acusaciones de Guillermo Bogardus y el ulterior juicio de Londres, escamoteado en Anales de la Hacienda Pública, de Dancuart y Rodríguez. Utiliza íntegramente los datos suministrados por José Arnaldo Márquez en su ignorada obra La orgía financiera del Perú. Y así en muchos casos. Si se fuera a comparar con los libros de Pedro Dávalos y Lissón y Carlos Wiesse, estos son muchos más “blandos". Lo que hay de nocturno, de trágico o de lamentable en la vida peruana del ayer no ha sido omitido aquí. También afirma Pike que se ha trabajado muy poco en la historia de las ideas en el Perú. Desde muy joven me interesé en este asunto y en La Iniciación de la República (1929 y 1930) di pruebas de ello al tratar no solo de la polémica entre monarquistas y republicanos sino, en otras páginas, como, por ejemplo, las que tratan de ubicar al primer régimen de Gamarra dentro del diálogo entre liberales y conservadores (cosa que, como la anteriormente mencionada, no había merecido la atención de Mariano Felipe Paz Soldán ni de Nemesio Vargas). Y el programa del curso monográfico de Historia del Perú en la Facultad de Letras, publicado en 1928, versa, entre otras cosas, sobre las luchas ideológicas hasta 1872 y fue resumido en el ensayo “Los hombres de traje negro” (Letras v.1 W 1,1929). Desde la primera edición de Historia de la República del Perú traté de incluir en sus páginas la misma inquietud, aliado de otras; y así fui haciendo la historia interna y externa de las Constituciones en un esfuerzo que siguió, continuó y desarrolló el camino abierto por Manuel Vicente Villarán y que otros aprovecharon luego. Todo el proceso del debate entre liberales y conservadores durante el siglo XIX ha sido reconstruido al fin en sus líneas esenciales, sin que eso quiera decir que niegue el valor de los importantes aportes hechos por los demás historiadores recientes o que olvide lo mucho que falta por investigar; y mi contribución se renueva, en la última edición de la Historia, con la referencia a las figuras de José María Químper, Celso Bambarén, Miguel Colunga, Manuel Tovar y otras que antes habían sido preteridas. La nueva edición de este libro ha tratado de corregir equivocaciones y vacíos de las anteriores. No hay capítulo que no haya sido tocado, unos más que otros. Carece de probidad quien enarbola la equivocación en alguna fecha o en otros datos correspondientes a ediciones anteriores, si han sido rectificados luego. Aparte de las erratas, inevitables en nuestro medio, y de faltas en las copias de los originales (todas ellas susceptibles de aumentar en un libro largo, desligado de todo apoyo institucional y que, en muchas partes, tropieza con la carencia o la escasez de aportes monográficos) surgen los constantes enriquecimientos en [ NOTAS PRELIMINARES ] TOMO 1

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los puntos de vista. Ello ha suscitado críticas y hasta la versión calumniosa esparcida en las alcantarillas de ciertos cenáculos, de que, al aparecer la Historia en 1939 tuvo un feroz ataque al viaje del general Mariano Ignacio Prado a Europa en 1879, que luego fue eliminado. La verdad, fácilmente comprobable por cualquiera, es que la edición de 1939, al igual que las de 1946 y 1949, da la misma somera noticia de dicho viaje, a la vez que incluye el comentario de José María Químper; en cambio, solo a la edición de 1962 corresponde un análisis detallado y objetivo del episodio con las razones que allí quedan expuestas. Todo intento de querer sembrar la duda sobre la pulcritud moral del autor estará siempre contradicho por la verdad de que no está ni ha estado al servicio de ningún personaje, partido, secta, camarilla o clase, habiendo podido acceder fácil e impunemente a la tentación de estarlo. No pertenezco tampoco a ninguno de los “grupos de presión” que a veces pretenden poner a la historia a su servicio. No se ha producido una sola contradicción, omisión o renuncio en los juicios o testimonios de la primera edición de la Historia de la República del Perú y los de las otras ediciones. Ha habido, sí, ampliaciones o desarrollos de ellos y la constante inclusión de nuevos aportes, así como también la limpieza de algunos errores en cuanto a los datos anotados. Lo que sí es un hecho que implica una insolencia, es pretender escribir severamente y para todo lector culto (no solo para los iniciados) sobre asuntos que, muchas veces, repercuten, de un modo u otro, sobre la actualidad y al mismo tiempo, querer presentar una obra sistemática y concluida aunque en perenne afán de perfeccionamiento. El consenso nacional parece poner su cariño en los esfuerzos que no logran llegar a su término, en las promesas truncas; y no son pocos los que prefieren hundirse, cómodamente, en la erudición recóndita. Por otra parte, allí están los acólitos, los alabarderos, los hijos o los nietos de los personajes famosos o semifamosos, resueltos a que estos reciban los elogios máximos. Frente a la gran cantidad de gente que se deja guiar por intereses precarios, a veces muy terribles y gesticulantes, cuán vulnerable resulta el ánimo del que, a solas, busca decir con decencia la verdad y corre incansable y de buena fe en su búsqueda, no obstante saber que ella es esquiva y compleja y, a veces, inasible. Y cuando se presenta un trabajo muy vasto (y, por ello, necesariamente, de síntesis, pues cada uno de sus párrafos puede convertirse luego en un libro) qué cómodo es a los que ven el árbol y no el bosque ejercer, implacables, la crítica demoledora frente a una omisión o un error que, a la larga, no empañan, sin embargo, la visión panorámica. Por otra parte, ¡qué fácil es, cuando hay un libro de diez o de dieciséis tomos sobre un tema, escribir otro en uno o dos volúmenes tomando muchos datos de él aunque sin citarlo! Lo que para alguien costó un trabajo de largos años con constantes ahondamientos y búsqueda incejable de fuentes directas, para otros puede ser tarea de muy corto tiempo. Y todo ello ocurre ante la tolerancia, la indiferencia o la inconciencia generales, como para ratificar la frase de Piérola sobre que en el Perú nada da ni quita honra. Algunos eruditos han censurado verbalmente porque no lleva notas el texto de la Historia de la República. No ignoro esa técnica y he hecho uso de ella en otros de mis libros, menos extensos en su perspectiva. Repito que he realizado un esfuerzo especial por presentar una bibliografía detallada; ella consta de un apéndice de 335 páginas adicionales a los seis primeros tomos en la segunda impresión y de 144 páginas que figuran en el tomo X de la edición anterior, es decir, llega a 479 páginas que serán considerablemente ampliadas en la presente edición y que nadie ha consagrado antes a la bibliografía de la época republicana. Hago además, en el texto, referencias a ediciones de diarios y otros periódicos, sesiones en las Cámaras de Diputados o de Senadores, folletos, libros u otras fuentes. En una obra de síntesis que no incide sobre un sector especializado sino sobre ámbitos muy diversos, las notas habrían tenido que ser muy numerosas y habrían hecho crecer el número de volúmenes. No he contado, por otra parte, con un equipo de auxiliares que me ayudara a prepararlas o a confrontarlas. Carecieron de notas la historia económica de César Antonio Ugarte, la historia económica de Emilio Romero, la historia diplomática de Arturo García Salazar, la historia militar de Carlos Dellepiane, la historia naval de Manuel Vegas García, la Historia del Perú Independiente de Nemesio Vargas y ningún crítico las demandó. Además, son muchos los libros análogos al mío (sin entrar a hacer inadmisibles comparaciones de méritos) que han logrado circulación internacional, carentes de ese aparato. Solo citaré unos pocos ejemplos. El más ilustre es acaso el de la Historia Romana de Theodor Mommsen, modelo de la historia que cabe llamar periodística en el más noble sentido de esta palabra. En su reciente y admirable obra Les bourgeois conquérants, XIX siécle (París, Colección “Destins du Monde’; Armand Colin, 1957) que ha revolucionado el estudio de esa centuria, Charles Morazé 18

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no pone una sola nota e incluye solo una brevísima bibliografía. Igual ocurre con L’Amérique et les Amériques de Pierre Chaunu, en la misma colección (París 1964). Ábrase la Histoire de la France pour tous les français de la Librería Hachette (París, 1950) y no se hallará tampoco una nota; y allí no hay una sola referencia bibliográfica. La parte que va desde los orígenes hasta 1774 la escribieron Edouard Perroy, Roger Doucet y André Letreille y el período entre 1744 y nuestros días estuvo a cargo de grandes autoridades como Georges Lefebvre, Charles H. Pouthas y Maurice Beaumont. No tiene notas ni bibliografía The Oxford History of the American People de Samuel Eliot Morison (Nueva York, Oxford University Press, 1965); y el libro del mismo autor en colaboración con Henry Steele Commager The Growth of the American Republic en dos volúmenes (Nueva York, Oxford University Press, 1930, 2a edición, 1962) carecen también de notas, aunque incluye bibliografía. Y para mencionar solo un caso muy importante en nuestro idioma, allí está la Historia social y económica de España y América en cinco volúmenes, notable producción dirigida por J. Vicens Vives (Barcelona, Editorial Teide, 1957) sin una nota y con una parca bibliografía. Cabe afirmar, en suma, que puede haber diferencia en la técnica de las obras destinadas al gran público y en la de las que intentan llegar a lectores eruditos o especializados. Otros han hecho la síntesis de los acontecimientos políticos y militares correspondientes al período de la Emancipación, o sea la narración, lo que la nueva historiografía llama el relato del “tiempo breve’; la “espuma de la historia’: En este libro, el lado de los seis capítulos sobre temas políticos dentro de esa época (que incluyen, no debe olvidarse, un esquema de la historia de los partidos o grupos políticos y la referencia a las ideas constitucionales, terreno este último en el que han merodeado, desde hace años, una vez más, los aprovechadores) hay, por añadidura, cuatro capítulos que se ocupan del” tiempo largo” (VII, VIII, IX Y X); se ha agregado en la presente edición uno más sobre la Iglesia y el Estado en la iniciación de la República. El sentido de ellos se complementa luego con seis capítulos similares para el período inmediatamente posterior (XXVI, XXVII, XXVIII, XXIX, XXX y XXXI) y con una sección íntegra en la parte final de la obra “Los resultados de la experiencia histórica peruana y las perspectivas abiertas en el siglo XX” con capítulos sobre la población, el dinero y la propiedad, la tierra, las industrias, el nivel de vida, la productividad y el desarrollo y la estructura social, este último, intento de síntesis de todos los anteriores. El texto actual ha sido constante y sistemáticamente enriquecido gracias al uso de nuevas fuentes. Entre ellas deben ser destacadas las del Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores para el siglo XX y las del valiosísimo archivo del diplomático y literato Hernán Velarde, gentilmente suministrado por su hijo el arquitecto y escritor Héctor Velarde (para los datos suministrados por esas fuentes especiales manuscritas, he puesto, por su importancia, notas). También es necesario mencionar una buena cantidad de documentos inéditos del político y publicista Isaac Alzamora, cedidos durante un tiempo por bondad de Carlos Alzamora y Eduardo Vargas Alzamora, y una serie de documentos que pertenecieron al político y diplomático Aníbal Vil legas y que pude manejar por cortesía de Eduardo R. Lizárraga. Guillermo Feliú Cruz y Ricardo Donoso, eminentes historiadores chilenos, ayudaron mucho con el suministro de fotocopias. Especial referencia merece la copia (suministrada por el personal de la Fundación Hispánica de la Biblioteca del Congreso de Washington) del folleto Informe que presenta el doctor Pedro C. Villena, comisionado por el Supremo Gobierno para investigar las quejas de los indígenas de la provincia de Lampa, en el departamento de Puno (Lima, Imprenta del Estado, 1913) indispensable fuente para la historia social. Para los once nuevos capítulos correspondientes al período 1930-1933 ha sido utilizada gran parte del material bibliográfico que aparece enumerado en la sección respectiva y que, por tratarse de una época tan cercana, ha sido agrupado capítulo por capítulo. El doctor Pedro Ugarteche tuvo la gentileza de concederme acceso al formidable archivo por él reunido en conexión con el presidente Sánchez Cerro, de quien fue secretario y destacado colaborador. Lo hizo con gran señorío, sin tratar de interferir, en ningún momento, en la independencia de juicio de quien obtenía tan señalado servicio. Nadie podrá estudiar este período sin acudir a tan preciada fuente. Hay allí material para varios libros, y hube de constreñir mi tarea, por ahora, a lo que atañía al carácter general de la presente obra. Mario Ureta me proporcionó una copia manuscrita del atestado correspondiente a la muerte del comandante Gustavo A. Jiménez. De este mismo infortunado jefe obtuve el manifiesto con que se insurreccionó en Cajamarca gracias a la gentileza de su hermano don Leoncio T. Jiménez, por intermedio bondadoso del contralmirante Federico Salmón de la Jara. Una copia de otro escrito, la proclama del comandante Jiménez en la misma época, llegó a mi poder por acción de Edmundo Arana Gonzales, quien la obtuvo en Cajamarca de la acuciosidad de Julio [ NOTAS PRELIMINARES ] TOMO 1

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C. Guerrero. Documentos diversos de suma importancia sobre el período 1930-1933 me fueron suministrados, con generosidad, por los doctores Rafael Belaúnde, Ignacio A. Brandariz y Alberto Ulloa. Numerosos han sido los datos orales suministrados por actores o testigos. Dichos once capítulos, por razones obvias, son solo textos provisionales. En relación con el fenómeno del anarquismo en el Perú, he utilizado las páginas dedicadas a nuestro país en el volumen 11 de la obra manuscrita de Max Nettlau sobre historia general de ese movimiento guardada en el Instituto Internacional de Historia Social que funciona en Ámsterdam. Las copias respectivas fueron proporcionadas por cortesía del señor Rudolf de Jong, jefe del Departamento dedicado al anarquismo en España y América Latina en dicho Instituto. Adicionales datos provinieron de la publicación efectuada por la Federación Anarquista del Perú bajo el título El anarcosindicalismo en el Perú (México, 1961), cuyas páginas suministran unas pocas luces, no todas las que fueron necesarias, sobre un movimiento social e ideológico que debe ser estudiado a fondo desde el punto de vista histórico. Entre los otros libros editados en el extranjero que han sido utilizados, se destaca el de Óscar Bermúdez Miral Historia del Salitre desde sus orígenes hasta la guerra del Pacífico (Santiago, Universidad de Chile, 1963); el autor tuvo la extrema gentileza de dedicarme un ejemplar con la afirmación hiperbólica de que mi obra “marca rumbos a la historiografía americana’: Otro aporte reciente a la historia económica es el de W. M. Mathew titulado Anglo-Peruvian Comercial and Financial Relations with special toAnthony Gibbs and the guano trade (Londres, 1964). Muy útil ha sido, para revisar el período bolivariano, la magnífica edición facsimilar de la Gaceta del Gobierno del Perú (1823-1826) hecha en 1967 por la Fundación Eugenio Mendoza de Caracas, ejemplar muestra bibliográfica avalada por los excelentes prólogos de Cristóbal L. Mendoza y Félix Denegri Luna y que presenta la novedad de divulgar, completa, asimismo, la Gaceta publicada por Riva-Agüero en Trujillo. También han servido para el presente texto los dos volúmenes editados en 1966 por el Museo Naval de Madrid con documentos relativos a la campaña del Pacífico (1863-1867). (Es lamentable que hayan sido omitidos los que corresponden al período en que Salazar y Mazarredo y Pinzón estuvieron en el comando de la escuadra española). Sobre el mismo tema cabe citar una obra que desconocía al publicar la edición anterior: el libro de Mark J. Van Aken, Pan-Hispanism, its Origin and Development to 1866 (Berkeley, California, 1959) con documentos inéditos de archivos españoles. Injusto sería, por otra parte, silenciar el elogio al exhaustivo estudio de Luis Monguió titulado Don José Joaquín de Mora y el Perú del Ochocientos (Madrid 1967) Entre las demás ediciones hechas en el texto, vale la pena resaltar, en el capítulo sobre la historia de la idea de Patria (a mi juicio, uno de los cardinales en Historia de la República) el comentario acerca de la tesis del eminente historiador francés Pierre Chaunu concerniente a la Independencia de la América española. Una de las notas características del presente libro es la de llamar la atención del lector hacia los alzamientos multitudinarios de 1827, 1834, 1854, 1865, 1872 (contra los Gutiérrez) y 1895. Si bien ningún movimiento en el Perú republicano tuvo las características de una revolución social, destácase los ya mencionados porque en ellos aparecieron con presencia decisiva, en un nivel nacional y con características plebiscitarias, los brazos y el fervor del pueblo, el olor de multitud. El de 1827 fue incruento; pero de enorme trascendencia para el destino del Perú. En 1834,1854, 1865 y 1895, hubo verdaderas guerras civiles en las que surgieron a veces de la nada, ejércitos de gente de abajo. La rebelión de 1872 contra los Gutiérrez se localizó en Lima, y si bien hubo pocos muertos, entre ellos los tres coroneles y el presidente Balta, significó un estallido colectivo con algunas características similares a las del 28 de enero de 1834 también surgido en la capital a la que algunos han acusado de frivolidad o inercia. Todo lo anterior no implica afirmar que en los demás fenómenos subversivos no existió más que la mera acción de la fuerza bruta. Por mucho que se invoque la falta de una conciencia cívica dentro de las masas rurales, sobre todo en la sierra, surgió una opinión pública que se formó y expresó en las ciudades y en los sectores cultos o semicultos de la población. Esa opinión pública no solo actuó en las ocasiones antedichas. Los motines militares que se sucedieron, por ejemplo, en 1843, contaron con su beneplácito jubiloso. En la guerra civil de 1885-1886, ella acompañó en forma abrumadora a las huestes de Cáceres y fue esquiva ante las de Iglesias. En agosto de 1930 apareció espontánea e imponente para rodear a Sánchez Cerro después de su pronunciamiento en Arequipa. Hubo otras ocasiones en que sobrevino como un trágico desgarrarse en el alma nacional. Las contiendas Salaverry - Santa Cruz - Gamarra - Orbegoso y las dos campañas restauradoras fueron a lo largo de cinco años (1835-1839), dolorosas guerras civiles internacionales con peruanos escindidos en dos y hasta 20

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en tres bandos. En otro sentido, la lucha netamente interna de 1856-1858 surgió, con caracteres distintos, como otro frenético forcejeo. Mientras los rebeldes vivanquistas salieron de las entrañas populares en la “blanca ciudad’; en cambio, cuando ellos pretendieron apoderarse del Callao, aparecieron como una invasión foránea y fueron rechazados por las heroicas masas chalacas. Y en la sublevación de 1867 hubo aislados y luminosos focos locales (Arequipa, Chiclayo). En cuanto a las insurrecciones indígenas, se ha tratado de ubicarlas a lo largo del libro, si bien, en esta materia, la investigación histórica debe hacer todavía fundamentales hallazgos, sobre todo en los archivos judiciales de provincias. Me glorío de haber sido el primero en haber dado ingreso en la historia a RumiMaqui (tomo XII en la sexta edición). Finalmente, reiterando conceptos ya expresados varias veces, debo decir que, sobre lo que esta obra significa, hago mías las siguientes palabras de Azorín:”Soy un simple labrador. No hago, si lo hago, más que abrir surcos. Otros podrán arrojar la semilla, si quieren, en estos surcos”. Dentro de inevitables limitaciones personales, convencido de que nuevos aportes vendrán pronto a perfeccionar, ratificar y complementar mi obra, quisiera acercarme al ideal de un pensamiento libre en la búsqueda de una verdad empeñosamente establecida por encima de todos los primarismos, de todos los apriorismos y de todos los sectarismos.

nOTA PRELiMinAR dE LA sÉTiMA EdiCión (1983) LOs EsTAdOs UnidOs dEL nORTE Y LOs EsTAdOs dEsUnidOs dEL sUR, LA FORMACión dE LAs EnTidAdEs EsTATALEs dEL iMPERiO HisPÁniCO AMEERiCAnO Y LA COHEsión dEL BRAsiL LOs EsTAdOs UnidOs dEL nORTE Y LOs EsTAdOs dEsUnidOs dEL sUR.- Las colonias inglesas de América, dirigidas por protestantes, enemigos de la jerarquía eclesiástica y secular, fueron, al emanciparse, a la unidad política, o sea a los Estados Unidos. En cambio, las colonias españolas de América, gobernadas directamente por la monarquía e imbuidas durante tres siglos en los principios político-religiosos de ella, se sumieron en la dispersión, o sea formaron los Estados desunidos. Y es que por esa misma organización y poder fuertes del Gobierno en América española sembraron, precisamente, vastos núcleos de población, hondos intereses, poderosas fuerzas colectivas que estuvieron esparcidos a lo largo de todo el continente. Ganar la guerra de independencia en Norte América costó solo seis años en el norte; y no catorce como en el sur. La misma amplitud y extensión de las colonias “españolas-americanas” las alejó entre sí. Las colonias inglesas mucho más pequeñas y geográfica mente más unidas, no tuvieron, en el norte del continente, las altas cordilleras, los esparcidos desiertos y la inmensa selva como barreras y obstáculos. Bien pronto, por otra parte, los Estados Unidos vivieron en el siglo XIX bajo la influencia de la preocupación por el aprovechamiento y el desarrollo de las fuentes de riqueza en los territorios que estaban a su alcance, dentro de una expansión de pleno tipo capitalista a la que no convenía el aislamiento de las distintas zonas, sino precisamente su enlace. Hacia la mitad del siglo afrontó ese gran país el drama de la cisión cuando surgió la guerra del Norte contra el Sur. Esta guerra fue, en realidad, entre el Norte unionista y el Sur separatista. El Norte representó, como se sabe, el industrialismo en pleno desarrollo, ávido de conservar y consolidar la unidad. En la zona meridional dominaba, en cambio, una economía agraria y precapitalista, regionalista, destinada a morir en Estados Unidos pero todavía no en América Meridional. En esta fue como si el sistema del Sur de Estados Unidos anterior a la guerra de secesión continuara vivo. Al amparo de la unidad nacional inicial luego reforzada, fue más fácil en Estados Unidos el desarrollo de los medios de comunicación, que, además, no tenía ante sí los obstáculos geográficos existentes en Hispanoamérica; y así pudo consolidarse una estrecha relación entre materias primas e industrias y entre producción y mercado. Por el contrario, los Estados de la América desunida, a la zaga en el proceso capitalista del siglo XIX, casi no comerciaron entre sí; cada uno de ellos exportó sus materias primas y dependió del extranjero para obtener capitales y artículos manufacturados. Ello fue sin duda, otro factor favorable a su aislamiento. [ NOTAS PRELIMINARES ] TOMO 1

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EL COnTRAsTE EnTRE HisPAnOAMÉRiCA Y EL BRAsiL.- Roto el sistema mágico de relación religioso-monárquico entre España y América, las antiguas provincias del imperio español se desmembraron porque al emanciparse no encontraron otra fe u otra idea que las mantuviera a todas juntas. El Brasil, en cambio, evitó, ese fenómeno de balcanización y conservó y afirmó su unidad por la emigración del monarca de Portugal y de su corte ante la invasión napoleónica con el apoyo británico; y por haber guardado, al independizarse, la realeza y el imperio que conservó hasta 1889. Todo hubiese podido indicar una tendencia al seccionalismo en la colonización portuguesa en el Brasil. Portugal era un Estado mucho menos populoso que España; su régimen colonial presentaba una estructura mucho menos robusta y desarrollada que el hispánico y algunas de las autoridades regionales en el Brasil gozaban de semiautonomía y hasta tenían correspondencia directa con la metrópoli. Por otra parte, Río de Janeiro solo tomó características de capital nacional y se definió claramente como algo distinto del “interior’; de las “provincias” o del “campo” con la llegada del Príncipe Regente, don Juan y su Corte. A pesar de la divulgación del idioma castellano y de la similar ordenación cultural, jurídica y política, hubo, desde el siglo XVI, elementos que fueron definiendo una fisonomía multiforme en los territorios americanos del imperio español. Uno de los gérmenes de esta variedad estuvo en la propia amplitud del dominio español en América, que dio lugar a la variedad de jurisdicciones creada para el Gobierno y la organización de estos territorios o por la metrópoli. Los Virreinatos, las Audiencias y las Capitanías Generales surgieron como “provincias mayores” del imperio hispánico. Escasa o nula fue la relación que tuvieron entre sí, ya sea por las grandes distancias, por la dificultad de medios de transporte y comunicación, o por una previsora suspicacia. El segundo elemento para la ausencia de homogeneidad fue la coexistencia, en las distintas regiones de la misma sociedad americana, de elementos sociales y culturales prehispánicos intactos o semiintactos; elementos comunes a toda la cultura occidental; elementos hispánicos; elementos negros; y elementos mixtos provenientes de la combinación de los anteriormente mencionados, en la proporción más diversa. Las variantes de estas características dieron lugar a una gama variadísima según las localidades, comarcas o provincias, dentro de múltiples condiciones geográficas, económicas y sociales; pero, a pesar de eso, la dispersión o aislamiento completos, no llegaron a producirse. Había un vínculo unitivo visible que era el Estado. LAs COMUnidAdEs inTERMEdiAs EnTRE LA METRóPOLi EsPAÑOLA Y EL iMPERiO ULTRAMARinO.- En América el Estado (aunque teóricamente era un reflejo del Imperio metropolitano) para los efectos prácticos del régimen administrativo y social, funcionó a través de diversas áreas que podrían ser llamadas “comunidades intermedias” ubicadas entre la metrópoli y la vida local. Dichas comunidades intermedias ensambláronse en las regiones de más alta tradición indígena -México y Perú- dentro de los Virreinatos; y en las zona periféricas dentro de las Audiencias y las Capitanías Generales. Así se fueron desarrollando, en el seno mismo de esas áreas de organización interna colonial, difusos gérmenes de entidades estatales con proyecciones diversas sobre la población de sus áreas. Su elemento aglutinante estuvo en la demarcación trazada en América por el Imperio español, dentro de la heterogénea nacionalidad cultural hispanoamericana - indígena - mestiza - negroide. La República del Perú fue la heredera del Virreinato del Perú.

LA idEnTidAd HisTóRiCA dEL PERÚ.- ¿Qué tenían de común en 1824 un labriego de Piura y un labriego del Cuzco, por ejemplo? Muy poco, evidentemente. Pero ambos y otros como ellos y sus antepasados vivían dentro del mismo ámbito político-administrativo y no únicamente desde el siglo XVI sino desde muchos siglos antes de los Incas. Este molde impalpable influyó, de una manera u otra, sobre su niñez, su juventud, su adolescencia, su ancianidad y sobre las de sus familiares. iCuántos son los pueblos europeos, asiáticos y africanos que carecen de esa larga continuidad en su destino histórico! No faltan, por el contrario, los que hállanse aglutinados apenas desde hace pocos años. De otro lado, aquel piurano y aquel cusqueño, a pesar de sus notorias diferencias, seguramente descendían de súbditos del Tahuantinsuyu o de reinos anteriores, ligados a esas tierras o a otras en contacto con ellas; y tenían en su sangre o, por lo 22

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menos, en parte de sus cultivos, su ganado, sus aves domésticas, sus vestidos, sus viviendas y otras cosas, tales o cuales, aunque fuesen mínimos elementos culturales provenientes de los conquistadores y colonizadores españoles o de quienes llegaron después de ellos. No fue el caso de la dominación austríaca sobre Hungría desde el siglo XVI hasta 1918 que no alteró la identidad de este país, la raza, el idioma y la conciencia magiares. Y aunque hoy sabios minuciosos discriminen nuestros factores autóctonos bajo distintos sincretismos, aquellas mismas paradojas ostentan semejanzas entre sí. Observando el acontecer histórico desde otro nivel, en el ya tan viejo Virreinato del Perú abundaban, por cierto, las diferencias, las contradicciones y las desigualdades. Miopes son quienes pretenden ignorarlas. Pero el mestizaje, por más sentido relativo o limitado que se le otorgue, le confería una peculiaridad sin semejanza con la estructura de África del Sur donde por tanto tiempo ha regido el apartheid entre la minoría blanca gobernante y las mayorías negras dispersas; y aun con el cuadro que presentaba y presenta Estados Unidos donde era y es fácil encontrar una coexistencia bipolar que ubica a los blancos de un lado y a los negros e indios en otro plano. A este último argumento, a veces, responden escritores norteamericanos, con su complejo de superioridad en relación con América Latina, que allá el nigger y el antiguo “piel roja” saben en qué país se encuentran; mientras que un aborigen de Paucartambo o de Aija, por ejemplo, ignora la condición de peruano. Sin embargo.se trata de un doloroso problema de analfabetismo que tiende a ser superado gradualmente en un país subdesarrollado y en una sociedad muy lejana al mundo postindustrial . En todo caso, las manchas raciales quechuas y aymaras en el Perú no forman núcleos homogéneos, ni compactos, ni son conscientes de su personalidad colectiva. Hállanse dispersas e incrustadas de norte a sur, en zonas donde viven también cholos o mestizos de distintas variedades y hasta blancos. Por eso, fue vana la tentativa de la burocracia comunista en los congresos de Montevideo y de Buenos Aires en 1929 para enarbolar en estas tierras la bandera europea de las minorías (¿mayorías?) oprimidas y propiciar la formación de Repúblicas indígenas. Viajeros contemporáneos de Indonesia hallan en aquel inmenso territorio cuya independencia no cuenta aún muchos años, el creciente distanciamiento entre la mayoría musulmana predominante en la población aunque no en la vida pública actual y los que viven fuera del islamismo. Entre estos últimos cabe hallar, de un lado, cristianos; y, de otro, a quienes tienden cada vez más a acercarse a la fe javanesa con su propio equipo de dioses y de diosas y con raíces animistas e influencias del hinduismo y aun de los prosélitos de Mahoma. Los contrastes de origen religioso ayudan a viejas fuerzas centrífugas de tipo étnico y geográfico; y sus derivaciones gravitan con posibilidades explosivas en el futuro sobre la vida social y política. En Indonesia sí hay enorme dificultad para siquiera buscar una identidad nacional. De otro lado, tampoco existen, entre nosotros, activas e insalvables rivalidades de origen cultural y expresión lingüística como el que separa históricamente a angla-canadienses y a franco-canadienses y llega a la época actual. Y dentro de los múltiples y graves problemas ostensibles o latentes en el vaso territorio del Virreinato peruano que la República heredó, no había ni hay nada semejante al que simbolizan los territorios, las poblaciones y los idiomas del País Vasco y de Cataluña (y en menor grado los de Galicia) en España. Igualmente no poseemos ni hemos tenido micronacionalismos como el bretón, el corso y el vasco en Francia, el galés y el escocés en Inglaterra, el de Sardinia y Sicilia en Italia, el de flamencos y valones en Bélgica, paradojalmente revividos en esta época de las superpotencias y del crecimiento en el mundo postindustrial. Las Repúblicas hispanoamericanas -y el Perú no fue sino una entre ellas- se sintieron, desde la primera etapa de su vida independiente, separadas e individualizadas desde el punto de vista político y administrativo; diferentes de otras colectividades hermanas, inclusive de las que fueron, en los momentos epocales de la áspera y larga guerra contra los españoles de 1820 a 1824,”auxiliares” o “aliadas’: No fue solo por la voluntad de hombres ambiciosos que tenían las armas en las manos; funcionó también el voto de los Congresos y los cabildos, entidades estas, de tipo local, heredadas del régimen colonial así como el clamor de los “Cabildos Abiertos’; asambleas multipartidarias en las ciudades grandes y pequeñas. A pesar de la ausencia de una unidad de raza en cada flamante Estado, ninguno de los erigidos a partir de 1827 desapareció; y, antes bien, surgieron otros después. Así, no obstante que todos poseían oficialmente el mismo idioma, vino la diferenciación de entidades estatales. Hasta llegaron, demasiado pronto, absurdamente, a guerrear vecinos contra vecinos. En esas campañas, tal como ocurrieron entre 1810 Y 1825 Y también en las frecuentes jornadas de las querellas internas, estuvieron juntos quienes el reclutamiento capturó en el norte, en el centro o en el sur. [ NOTAS PRELIMINARES ] TOMO 1

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LAs PERsPECTiVAs dEL PRiMER PERíOdO REPUBLiCAnO. - No es dable omitir la historia política con la finalidad de aclarar sumaria mente lo que pasó, operación modesta, como base o terreno para cualquier estudio sobre cómo pasó o por qué pasó. Lleva en sí y ello es inevitable, una narración de acontecimientos. Desde que en 1929 se fundó en París la revista Annales por Marc Bloch y Lucien Febvre, ha estado de moda entre los historiadores que se consideraban no tradicionales, despreciarla. En el momento actual, hay un renovado interés por el acontecimiento considerado como índice o itinerario, es decir parte esencial de la estructura; al respecto basta citar el libro de Paul Veyne, Comment on écrit l’histoire aparecido en 1971. El acontecimiento, ha escrito otro historiador joven, Pierre Nova, en una obra de 1974, es un prodigioso revelador que hace emerger brutalmente una serie de fenómenos surgidos de las profundidades y de los engranajes de la estructura. Algo más: puede ser también un revelador ya que ofrece un muestreo de los modos de ser, de vivir y de actuar; posibilita cambios y mutaciones, dinamismos y acciones de frenaje, y, a veces, colabora en la producción o en los lineamientos de aquella estructura o el tránsito a otra. La ciencia historiográfica del futuro tendrá que ser un lugar de confrontación y de reflexión sobre las conexiones entre el acontecimiento, ese muerto que, en su hora, estuvo tremendamente vivo, y las estructuras cuyo análisis no debe ir a un aventurerismo peligroso, sino enraizarse en métodos comprobados y anclar prudentemente en la cronología y en la realidad que ella significó, realidad a veces distorsionada por quienes trasladan al ayer, actitudes, doctrinas o pasiones de hoy. Cada individuo, cada generación vive su tiempo y dentro de su tiempo. Está de moda ahora hablar con desprecio de la historia que se ocupa de los políticos, de los diplomáticos, de los generales. En realidad, autor frívolo será el que se ocupe de las minucias en la vida de esos personajes y de otros sujetos análogos. Pero no debe ser olvidado por los historiadores y por quienes a ellos acudan que, detrás, de las acciones u omisiones de esos seres de carne y hueso, más o menos frágiles, pudo estar en múltiples ocasiones el destino de un país o de una generación. Un novelista como Stendhal, por ejemplo, ha podido describir magistralmente la batalla de Waterloo a través de la experiencia personalísima de Fabricio del Dongo, inconexa, confusa, sorpresiva, absurda. No ha habido páginas mejores sobre casos individuales arbitrariamente enquistados en trascendentes sucesos. Pero una batalla, cualquier batalla, así como también las campañas, los tratados, las declaraciones de guerra, las negociaciones oficiales esconden, aliado de sus aspectos formales un significado propio derivado de la repercusión colectiva que pudieron tener, no solo en el orden político e internacional, sino también dentro de los niveles económicos, sociales, culturales, etc. No es lícito olvidar que la vigorosa reacción contra la historiografía política tradicional surgió en países -Francia especialmente- donde ella tenía un caudal inmenso. Distinto resulta el cuadro de zonas subdesarrolladas en las que el conocimiento del ayer necesita, de hecho, iniciarse, si busca autenticidad, partir de la cifra O. Vana sería la transcripción de críticas ya muy divulgadas entre los historiadores que tratan de superar el analfabetismo de no escasos colegas frente a su ciencia. Hoy, una generación joven anhela, por encima de la vieja historia política, superar el olvido de los elementos que condicionan el acontecer; incorporar a su tarea lo que significan las masas y la sociedad global; buscar, en lo posible, la comparación y así romper con el interés exclusivo en las cosas particulares; ampliar el panorama de lo inmediato y extenderlo a lo mediato. Un pensador contemporáneo eminente, Raymond Aron, ha afirmado: “No hay razón alguna, lógica o epistemológica, para afirmar que el conocimiento histórico de los fenómenos económicos y sociales lleve en sí un carácter más científico que el de las guerras o las revoluciones”: La historia total -que es la verdadera- no debe tratar de ignorar nada de lo que hicieron los hombres o las colectividades, menos aún aquello que decidió la suerte de ellos, e implicó el ejercicio del poder y su reparto. Por lo demás, esta parte inicial del libro trata, sobre todo, de buscar un orden en el caos de los acontecimientos y aclarar el surgimiento y la evolución de los distintos partidos, bandos o zonas de oposición, las ideas y los esfuerzos constitucionales así como la reacción de la realidad frente a ellos, a lo largo del período que va del establecimiento de la República a la victoria independentista y sus consecuencias inmediatas. En la otra sección, dedicada al primer ciclo de la vida republicana, hay un examen sumario de las bases geográficas, económicas y hacendarias del Perú cuando surgió a la vida nacional; de las bases sociales y culturales de la coexistencia entre la Iglesia y el Estado dentro de la misma época; así como de los principios cardinales que teóricamente justificaron a esta última entidad llamada “la institución de las instituciones”. 24

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Liberado de los españoles, el Perú sufrió primero la gravitación centrífuga hacia el norte y luego hacia el sur. Para estudiarla reanúdase el esquema de lo ocurrido políticamente después de enero de 1827 y se prolonga hasta 1842, en que ya viene la definición de la institucionalidad peruana. El libro entra en los aspectos internos e internacionales, durante aquella época y señala, aliado de la acción de las facciones personalistas o doctrinarias, expresada o no en Constituciones, y del modo de ser colectivo, el papel de algunas individualidades directivas. La gravitación, orientada primero hacia la Gran Colombia con un residuo formado por el litigio que crea el Ecuador, se vuelca luego hacia Bolivia. El examen de este importantísimo tema no se limita a la política, a la vida internacional o diplomática ya la geohistoria. Incluye un esquema sobre la fisonomía del país hasta 1841; la teoría de los organismos públicos, las clases sociales; los transportes, las comunicaciones; la economía; la Hacienda pública. Agrega, en seguida, notas sobre la producción cultural, la educación y los establecimientos de cultura dentro del marco cronológico ya indicado. El autor ruega a sus lectores que tomen en cuenta los derroteros de este libro, cuyos niveles son paralelos. Hay quienes lo censuran porque, aislándolos, no dio unidad a ellos; lo cual hubiera implicado series sucesivas de esquemas tabulares o paralelos de historia política e internacional, historia social y económica e historia cultural en compartimentos estancos. A pesar de dichas reservas, insiste en seguir este método cíclico ya que ofrece un esbozo de sinfonía o de pintura mural acerca de los sucesivos períodos dentro del cual hay anchos vasos comunicantes, es decir, una inevitable relación entre las variadas fases de cada uno de ellos, por más distantes que estén las páginas respectivas; señales para buscar los elementos que constituyeron fuerzas dinámicas o de estagnación que, de un modo u otro, llevaron al país de un equilibrio a otro equilibrio o, a veces, de un desequilibrio a otro desequilibrio. Lo que se quiere aquí es mirar tanto las coyunturas como las estructuras, o sea, tomar el pulso de la vida peruana y rastrear su proceso. Este libro no aplica una doctrina prefabricada, sino quiere que el lector obtenga su propia opinión acerca de las interrelaciones entre las fuerzas de avance, estancamiento o retroceso, como elementos de breve o larga duración.

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Jorge Basadre Grohmann

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HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933]

Historia de la República del Perú [1822-1933] Tomo 1 Autor: Jorge Basadre Grohmann © Mariana Basadre Brazzini © Jorge Alberto Basadre Brazzini © Jose Gonzalo Basadre Brazzini © Ana María Basadre Brazzini - Ufano de Basadre Derechos reservados para esta edición a Producciones Cantabria SAC Elaboración de contenidos Dirección general: Bernardo Roca Rey Miró Quesada Gestión de proyecto: Raúl Castro Pérez Realización ejecutiva: Jorge Cornejo Calle Redacción e investigación: Jenny Varillas Paz Asistencia: Francisco Izquierdo Quea, Dariella Flores Flores, Ana Paola Durand Schinkel Diseño: Veruzka Noriega Ruiz, Claudia Burga-Cisneros Pizarro Diagramación: Veruzka Noriega Ruiz Diagramación al cierre: Gerardo Cristóbal Pacheco Fotografía: Cecilia Durand Torres, Paola Nalvarte Abad Investigación fotográfica: Bruno Sánchez Manrique Coordinación de fotografía: Carolina Cáceres Cáceres Cuidado de edición: Ana Loli Chau, Rosella di Paolo Ferrari Asesoría histórica: Héctor López Martínez Coordinación de actualización historiográfica: Carlos Contreras Carranza Redacción e investigación de actualizaciones historiográficas para este tomo: Carlos Contreras Carranza (páginas 54, 76, 110, 118, 160, 200, 214, 224, 234, 248, y 264) Gerente de Productos Optativos: Renzo Mariátegui Bossé Subgerente de Productos Optativos: Dora Niquén Guevara Editor titular del Proyecto Editorial: Producciones Cantabria S.A.C. Jr. Miró Quesada 247, dpto. 407, Lima 1 Primera edición: Noviembre, 2014 ISBN del presente tomo versión e-book: 978-612-306-354-2 ISBN de la obra completa versión e-book: 978-612-306-353-5 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Este libro ha sido publicado exclusivamente para Producciones Cantabria S.A.C. No puede ser reproducido, registrado ni transmitido por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo y por escrito de los autores.

[ índice ] PRIMER PERíODO LA ÉPOCA FUNDACIONAL DE LA REPÚBLICA (1822-1842) CAPíTULO 1 EL CHOQUE EnTRE EL MUndO dE LAs idEAs iMPERiALisTAs En EL COnGREsO COnsTiTUYEnTE Y EL MUndO dE LOs HECHOs (1822-25) 36 El general José de San Martín [I] 37 La primera convocatoria a la ciudadanía 37 Los primeros grupos políticos en el Perú 38 El primer Congreso Constituyente 41 Luna Pizarro y Sánchez Carrión 42 Dimisión de San Martín.” La presencia de un militar afortunado...” 43 El significado de la retirada de San Martín 45 La ocupación del Ejecutivo por el Legislativo 47 Por qué fue nombrada la Junta Gubernativa 47 Dificultades económicas del Congreso 47 La Expedición a Intermedios 48 Heterogeneidad y minucia de la labor del Congreso 49 La moralización de la función parlamentaria 49 Las “Bases” de la Constitución. El voto de Luna Pizarro favorable a la tolerancia religiosa 50 La organización del Estado 50 La responsabilidad en el ejercicio de la función pública y la tipificación del delito político 52 Las difíciles circunstancias a fines de 1822 y principios de 1823 [ II ] 53 El primer choque entre Parlamento y Militarismo 55 El primer presidente del Perú 59 El significado del motín de Balconcillo 59 Riva-Agüero, Gran Mariscal

CAPíTULO 2 EL inCREMEnTO dEL CiEGO EsPíRiTU dE FACCión En LOs PERUAnOs FREnTE AL AdVERsARiO COMÚn HAsTA nOViEMBRE dE 1823 [I] 62 La obra de Riva-Agüero. Los auxiliares colombianos y el discutido convenio sobre reemplazos 63 Otros aspectos de la obra de Riva-Agüero 64 Discordia entre Riva-Agüero y el Congreso 66 El acuerdo con la nominal deposición de Riva-Agüero por el Congreso 68 Los españoles en Lima 68 Regreso de Sucre a Lima. Tagle provisoriamente en el mando 69 Disolución del Congreso por Riva-Agüero

69 Reinstalación del Congreso en Lima. Elección de Tagle como presidente [ II ] 72 Llegada de Bolívar al Perú 74 Fracaso de la expedición a Intermedios [ III ] 74 Negociaciones de Riva-Agüero con el Virrey y con Bolívar 78 Deposición de Riva-Agüero por sus jefes militares 78 Prisión y destierro de Riva-Agüero 78 El debate alrededor de Riva-Agüero 79 Las amenazas de una expedición de Riva-Agüero desde Europa 80 El juicio contra Riva-Agüero

CAPíTULO 3 LA sALVAdORA PARTiCiPACión dE BOLíVAR, LA UTóPiCA CARTA POLíTiCA dE 1823 Y LA ViCTORiA MiLiTAR FinAL (1823-1824) EL APORTE PERUAnO A LA ViCTORiA [I] 84 La Constitución de 1823 85 El rechazo del sistema federal 85 La suspensión de la Constitución en el momento de ser promulgada 85 Las solemnidades para el juramento y la promulgación de la Constitución 87 El juicio de Pando sobre la Constitución de 1823 88 La abolición de los títulos de nobleza y otros actos del Congreso de 1823 88 El nombramiento de Tagle como presidente Constitucional [ II ] 88 La ley de imprenta [ III ] 89 Negociaciones de Tagle con los españoles. La misión a Jauja 93 La negociación de Terón 94 El motín de Moyano 94 El patético caso de Tagle 98 La causa contra Torre Tagle 98 Los bienes de Torre Tagle 99 El hispanismo peruano desilusionado con la independencia. El patético caso de Berindoaga [ IV ] 101 La campaña final 102 Sánchez Carrión 103 Las ideas de Sánchez Carrión: Del Tribuno de la República Peruana al Ministro General de los Negocios del Perú 105 El asesinato de Monteagudo [V] 106 La iniciación de la República 108 El espíritu de facción entre los peruanos 109 La contribución del Perú a la campaña final 111 Premios a los vencedores en Junín, Ayacucho y el segundo sitio del Callao

[ ÍNDICE ] TOMO 1

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112 Actuación de la marina peruana 113 Federico A. Elmore

CAPíTULO 4 EL AsPECTO PERUAnO dEL COnGREsO dE PAnAMÁ [I] 116 El tratado de unión, liga y confederación perpetua con Colombia y el anuncio del Congreso de Panamá 116 Convocatoria y reunión del Congreso de Panamá 117 Ingleses y estadounidenses en Panamá 117 Las tres instrucciones a los representantes peruanos 119 Los proyectos peruanos 120 Los cuatro pactos de Panamá 121 La reunión de Tacubaya y el loco en la roca 121 La última fase del pensamiento internacional de Bolívar: el eje Bogotá-Río de Janeiro

CAPíTULO 5 LA FUndACión dE BOLiViA Y sU RELACiOn COn EL PERÚ. EL nACiMiEnTO dEL PROBLEMA dE ARiCA [I] 124 El avance del ejército libertador al Alto Perú. El proyecto de Puno. La convocatoria a la asamblea de Chuquisaca 126 El nacimiento y el bautizo de Bolivia 128 Los antecedentes de la nueva República y las ideas que acompañaron su creación 129 El regionalismo altoperuano 129 La República Bolívar 130 ¿Arica para Bolivia? 132 Los factores que contribuyeron al establecimiento de la República Boliviana 133 Los límites iniciales entre el Perú y Bolivia [ II ] 133 La Misión Ortiz de Zevallos en Bolivia. Su etapa inicial 135 Los tratados de federación y límites entre el Perú y Bolivia 136 Dificultades para Ortiz de Zevallos después de la firma de los tratados 136 Rechazo de los tratados por el Consejo de Gobierno Peruano. El “Fantasma engañoso” 136 La realidad geográfica de Bolivia 137 La desilusión de Ortiz de Zevallos, la actitud de Sucre y el plan de dividir el Perú 138 Las directivas geopolíticas bolivianas en 1827 138 Tentativas separatistas en el Sur 139 La deuda de Bolivia al Perú

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TOMO 1 [ ÍNDICE ]

CAPíTULO 6 LA MAdURACión dE LA TEndEnCiA CEnTRíFUGA PERUAnA HACiA EL nORTE, COMO EsTíMULO PARA EL PROYECTO ViTALiCiO [I] 142 Instalación del Congreso de 1825. La prórroga de la dictadura 144 Expresiones de reconocimiento del Congreso al Libertador, a Colombia y al Ejército 145 Otros actos legislativos en 1825. La ley para el pago de los acreedores del Estado con minas. Clausura del Congreso Constituyente 145 Las sucesivas etapas del Congreso Constituyente [ II ] 146 El frenesí bolivariano 148 Los documentos típicos de la literatura bolivariana en el Perú 148 La “Exposición” de Benito Laso [ III ] 149 Convocatoria a elecciones parlamentarias. Calificación de los diputados por la Corte Suprema 149 La oposición en las juntas preparatorias de 1826 150 El examen de los poderes de los diputados por el Consejo de Gobierno 150 El suicidio del Congreso de 1826 [ IV ] 151 La Constitución vitalicia 154 La Federación de los Andes 155 ¿Cómo iba a funcionar la confederación? [V] 155 Los colaboradores de Bolívar: El personal de los Consejos de Gobierno 158 Los colaboradores de Bolívar: Pando 161 Los colaboradores de Bolívar: Unanue 167 Los colaboradores de Bolívar: Vidaurre

CAPíTULO 7 EL FÁCiL COLAPsO dEL RÉGiMEn ViTALiCiO [I] 170 Viaje de Bolívar [ II ] 171 Aprobación de la Constitución vitalicia por los colegios electorales 172 Jura de la Constitución vitalicia [ III ] 174 Prisión y enjuiciamiento de Guisse 174 La oposición a Bolívar y las conspiraciones nacionalistas 177 Un juicio de Mariano José de Arce sobre la oposición a Bolívar 177 Otras notas de la situación en las postrimerías del régimen vitalicio 179 Conducta de Vidaurre [ IV ] 180 La sublevación del 26 y del 27 de enero de 1827 181 La sublevación del 27 de enero y el júbilo de Santander 181 El despojo de Laso 182 La obra administrativa de 1825 y 1826 182 La represión del contrabando con la pena capital y la calidad de los empleados de Hacienda 182 La administración de justicia 182 El vasto afán educacional 183 Otras normas administrativas 184 La política anticlerical

184 El Reglamento de Imprenta 184 Los decretos sobre los indios 184 El incendio de los archivos del Palacio de Gobierno 185 Las tropas colombianas y los reemplazos peruanos

CAPíTULO 8 LAs dEsARTiCULAdAs BAsEs GEOGRÁFiCAs, AdMinisTRATiVAs, ECOnóMiCAs Y HACEndARiAs dE LA PRiMERA REPÚBLiCA dEL PERÚ [I] 188 Límites [ II ] 189 Demarcación interior 189 La estructura administrativa 190 Población y comunicaciones [ III ] 192 La desarticulada estructura económica 193 Las vinculaciones 194 La propiedad de los indígenas 194 La Caja de Censos de indios, su extinción y la pérdida de sus capitales y de otros del Estado 195 Política monetaria. El banco de emisión, el billete y el cobre 198 La moneda de la República 198 El comercio 199 Estructura hacendaria. Contribuciones 201 Presupuesto 201 Deuda externa 202 Deuda interna 203 La ley que adjudicó minas al pago de la deuda pública y su relación con la cuestión La Brea y Pariñas

CAPíTULO 9 LAs CLAsEs sOCiALEs En LA PRiMERA REPÚBLiCA dEL PERÚ 206 La génesis de la aristocracia colonial 207 La decadencia de la aristocracia peruana en el siglo XVIII y la maduración de burguesías comerciales en zonas periféricas de América del Sur 207 Las alternativas para la élite limeña al empezar el siglo XIX 208 La élite limeña al terminar la guerra de la Independencia 208 Los españoles 208 Los secuestros de los bienes de los españoles y sus adeptos y la política de sanciones ulterior 211 Los extranjeros y el incremento de su fuerza comercial 211 La ausencia de un manejo completo de la vida de las repúblicas hispanoamericanas por Gran Bretaña 213 La profesión militar 213 La marina 215 Mestizos e indígenas 215 Los esclavos

CAPíTULO 10 LA EsTRUCTURA EdUCACiOnAL dE LA PRiMERA REPÚBLiCA dEL PERÚ 220 La educación: tentativas para difundirla 221 El sistema educacional 221 El Convictorio de San Carlos 221 La universidad de Trujillo y la de Arequipa 221 La Biblioteca Nacional y el Museo. ¿Hubo una segunda Biblioteca Nacional? 222 Los colegios erigidos por Bolívar 222 La identidad del Perú 225 Individualización de la República 227 El Perú, país no integrado

CAPíTULO 11 LA iGLEsiA Y EL EsTAdO En LA iniCiACión dE LA REPÚBLiCA 230 Relaciones del Perú independiente con la Santa Sede 230 Las autoridades eclesiásticas 231 El Patronato 231 Las primeras normas administrativas sobre relaciones entre el Estado y la Iglesia en el Perú independiente 232 El regalismo, el jansenismo y el josefinismo 235 Las opiniones favorables a la tolerancia de cultos 235 El empobrecimiento en las iglesias 236 La continuidad en la devoción religiosa 236 La reducción en el número del clero 236 Diego Thomson y la primera actividad protestante en el Perú

CAPíTULO 12 LA nOCión dE LA PATRiA. EL PROBLEMA dE LA idEnTidAd dEL PERÚ 240 Orígenes de la idea de Patria. La ampliación del puente cultural con el mundo y la “conciencia de sí” 241 La historia “externa” de la patria 242 La historia “interna” de la patria. El elemento hispánico 242 El elemento indígena 243 Dinámica, continuidad y conjugación de la idea de Patria 246 La tesis de Piere Chaunu sobre la independencia de América española 247 La afirmación cívica y próspera de la patria 247 La relación funcional entre los elementos básicos de la idea de Patria 249 Debilidad de la idea de Patria 250 Heráldica cívica

[ ÍNDICE ] TOMO 1

29

CAPíTULO 13 LAs idEAs LiBERALEs Y nACiOnALisTAs iMPERAnTEs En LA PRECARiA REALidAd dE 1827-28 [I] 254 El Congreso Constituyente de 1827. Elección de La Mar [II] 257 La Constitución de 1828. El debate sobre el federalismo 258 Otros aspectos de la Constitución de 1828 260 El proyecto de Constitución de Vidaurre [III] 262 Otros aspectos de la obra del Congreso Constituyente de 1827-1828. Cuestiones de jerarquía y fiestas 262 Las libertades públicas 262 Los emolumentos de los representantes 263 Juicios de Imprenta 263 El Congreso y el Ejército peruano 263 El Congreso y la política internacional 265 La ley que declaró a los indígenas propietarios de los terrenos que ocupaban 265 La ley de prohibiciones 265 El receso del Congreso Constituyente [IV] 265 La caridad de La Mar, los iquichanos, Huavique; Vidaurre, el primer esbozo de presupuesto, el ministerio de Luna Pizarro, Vizcarra 267 Homenaje del Congreso Constituyente a Bolívar

CAPíTULO 14 LA iLUsíOn EXPAnsiOnisTA PERUAnA HACiA EL nORTE Y EL CAUTO EXPAnsiOnisMO HACiA EL sUR [I] 270 Antecedentes del conflicto ente el Perú y Colombia 271 La expulsión del representante colombiano Armero [II] 271 Precaria situación de Sucre en Bolivia 272 Desavenencias entre Gamarra y Sucre y plan de este para federar a Bolivia con Chile y Argentina 273 Sublevación en Bolivia contra Sucre 274 La invasión peruana en Bolivia 274 El tratado de Piquiza 276 Sucre en prisión 276 La despedida de Sucre 277 Retirada del ejército peruano 278 La etapa “peruana” de la política boliviana [III] 278 La misión Villa en Colombia 279 Misión O’Leary 280 Mediación de Sucre 280 La mediación norteamericana e inglesa 280 La declaratoria de guerra

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TOMO 1 [ ÍNDICE ]

CAPíTULO 15 EL FRUsTRAdO inTEnTO PARA LLEVAR A CABO LA EXPAnsión PERUAnA HACiA EL nORTE Y EL sURGiMiEnTO dEL CAUdiLLAJE AUTORiTARiO, PACiFisTA En TORnO A AQUELLA ZOnA Y BELiGERAnTE En LA dEL sUR [I] 284 Perspectivas de la guerra 285 La triunfal campaña marítima. Combate de Malpelo. El bloqueo 285 Combate de Cruces 286 Muerte de Guisse 286 Ocupación de Guayaquil 286 Guisse 287 La captura de John Cato en Panamá y otros incidentes del viaje de dos barcos peruanos a Panamá. La pérdida de la Presidente 287 La campaña terrestre. Avance peruano 288 Negociaciones de paz 288 La sorpresa de Saraguro 289 El portete de Tarqui 290 El Convenio de Girón 292 Desconocimiento del Convenio de Girón 292 El significado de Tarqui 293 La opinión de Gamarra sobre la campaña [II] 293 Estabilización de la guerra 294 El triunvirato contra La Mar 294 Sublevación de La Fuente 295 Sublevación de Gamarra. Prisión y expatriación de La Mar 296 Sublevación del Cuzco 296 Destierro y muerte de La Mar [III] 298 El primer Congreso ordinario 299 La doctrina del mensaje de La Fuente. El Gobierno provisorio 299 Elección popular de Gamarra y elección de La Fuente por el Congreso 300 El caso del vocal Cuadros 300 Significado sociológico de los sucesos políticos de 1829

índiCE dE COnTEnidO AdiCiOnAL RECUAdROs

54 La Orden del Sol de Riva-Agüero 76 La batalla de Zepita, 25 de agosto de 1823 110 El Solitario de Sayán contra la monarquía 118 Reflexiones sobre el Primer Congreso Panamericanista 160 Simón Bolívar y el Perú 200 La reforma fiscal de 1826 214 El surgimiento de los gamonales 224 La educación lancasteriana 234 Religión y política en el Perú del XIX 248 La interpretación de la Independencia 264 La rebelión de los iquichanos en la historiografía moderna

LínEAs dE TiEMPO

52 La creación del primer gobierno 298 Mandatarios del Perú (1821-1833)

inFOGRAFíAs

46 La ruta del Libertador 90 La batalla de Junín 197 Las monedas republicanas 245 Los símbolos patrios

PERsOnAJEs

42 José de San Martín 66 José Olaya Balandra 86 José Bernardo de Tagle 126 Antonio José de Sucre 156 Andrés de Santa Cruz 164 Simón Bolívar Palacios 256 José Domingo de la Mar

[ ÍNDICE ] TOMO 1

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PRIMER PERÍODO SEGUNDO PERÍODO TERCER PERÍODO CUARTO PERÍODO QUINTO PERÍODO SEXTO PERÍODO SÉPTIMO PERÍODO OCTAVO PERÍODO ADENDA APÉNDICE GENERAL

LA ÉPOCA FUNDACIONAL DE LA REPÚBLICA [1828-1842] LA FALAZ PROSPERIDAD DEL GUANO [1842-1866] LA CRISIS ECONÓMICA Y HACENDARIA ANTERIOR A LA GUERRA CON CHILE [1864-1878] LA GUERRA CON CHILE [1879-1883] EL COMIENZO DE LA RECONSTRUCCIÓN [1884-1895] LA REPÚBLICA ARISTOCRÁTICA [1895-1919] EL ONCENIO [1919-1930] EL COMIENZO DE LA IRRUPCIÓN DE LAS MASAS ORGANIZADAS EN LA POLÍTICA [1930-1933] BREVES NOTAS RELACIONADAS CON LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA ENTRE 1895-1933 LOS RESULTADOS DE LA EXPERIENCIA HISTÓRICA PERUANA Y LAS PERSPECTIVAS ABIERTAS EN EL SIGLO XX

La época fundacional de la República [1822-1842] ^[ primer período ]

[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] El general José de San Martín I La primera convocatoria a la ciudadanía ● Los primeros grupos políticos en el Perú ● El primer Congreso Constituyente ● Luna Pizarro y Sánchez Carrión ● Dimisión de San Martín. “La presencia de un militar afortunado…”. El significado de la retirada de San Martín ● La ocupación del Ejecutivo por el Legislativo ● Por qué fue nombrada la Junta Gubernativa ● Dificultades económicas del Congreso ● La expedición a Intermedios ● Heterogeneidad y minucia de

CAPÍTULO I ●



la labor del Congreso ● La moralización de la función parlamentaria. Las “Bases” de la Constitución. El voto de Luna Pizarro favorable a la tolerancia religiosa ● la organización del Estado ● La responsabilidad en el ejercicio de la función pública y la tipificación del delito político ● Las difíciles circunstancias a fines de 1822 y principios de 1823 ● II El primer choque entre Parlamento y Militarismo ● El primer presidente del Perú. El significado del motín de Balconcillo ● RivaAgüero, Gran Mariscal.

EL CHOQUE ENTRE EL MUNDO DE LAS IDEAS IMPERANTES EN EL CONGRESO CONSTITUYENTE Y EL MUNDO DE LOS HECHOS (1822-1825)

1[ ]

CAPÍTULO

e 36

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 1 ]

L GEnERAL JOsÉ dE sAn MARTín proclamó la independencia del Perú el 28 de julio de 1821 en la Plaza de Armas de Lima. Dijo así y sus palabras resuenan todavía: “El Perú es, desde este momento, libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. En la iniciación de su frase, al hablar de “el Perú”, se refirió específicamente a un país de rica solera histórica que hasta entonces había existido, cualesquiera que fuesen sus características propias, solo como parte de la vasta comunidad hispanoamericana. Las palabras que siguieron -”es libre e independiente”- simbolizaron la nueva forma que desde ese instante revestía, el salto audaz que emprendía “desde este momento”. Y ¿en virtud de qué fundamento o razón se producía dicha metamorfosis? En primer lugar, en nombre del principio de “la voluntad general de los pueblos”, o sea de la libre determinación de los peruanos conscientes. Y ese acto soberano se efectuaba porque ellos creían en la “justicia de su causa”, es decir, aspiraban a una vida mejor de la que habían llevado hasta entonces, buscaban un ordenamiento más equitativo, más digno, más auténtica mente estable. He aquí, pues, una declaración con raíz y con alas. San Martín se vuelve hacia el pasado y encuentra en él la raigambre de la realidad humana y territorial llamada, no obstante sus múltiples desintegraciones, Perú. El segundo se dirige hacia el futuro y formula la promesa inmensa de la justicia y de la libertad. A esta colectividad que era un viejo conglomerado histórico-geográfico, la unge con los lozanos atributos filosófico-políticos de la soberanía. Afirma, así, al mismo tiempo, los vínculos de la tradición y los del destino nacionales. (En sus solemnes palabras hace también una invocación de Dios, es decir, consagra creencias y principios precisamente sembrados por España, manteniendo el patrimonio cultural y espiritual representado, no solo por el idioma, sino también por la religión cristiana). Los elementos histórico-geográficos encarnan un principio de continuidad y el elemento filosófico-político representa un principio de transformación. Los primeros están moldeados dentro de las circunscripciones coloniales que la República acepta y hereda, y vienen a ser el marco dentro del cual se vuelca la voluntad colectiva, escenario del instrumento para su aspiración hacia una vida mejor. El segundo tiene su expresión no únicamente en las actas de los Cabildos, sino, además, en el vocerío de los “Cabildos abiertos”, en los textos de las Constituciones o de las leyes orgánicas y en las actitudes de los precursores, de los próceres, de los tribu nos, de los héroes y de la multitud. La historia del Perú independiente no empieza en la expedición de San Martín, sino mucho antes; pero la historia de la República del Perú, de la que este libro pretende ofrecer un resumen provisional y sumario, se abre poco más de un año después de la ceremonia del 28 de julio de 1821, al instalarse el primer Congreso Constituyente. Con objetivo de por sí tan vasto y complejo por delante, no va a ser examinado aquí el período de la Emancipación como proceso de separación de la metrópoli española o como estudio de campañas militares y de batallas. Quien se interese por los sucesos de política interna inmediatamente anteriores al primer Congreso Constituyente, en especial por las polémicas entre republicanos y monárquicos, puede consultar la obra de juventud del autor, titulada La Iniciación de la República.

[I] LA PRiMERA COnVOCATORiA A LA CiUdAdAníA.- Por decreto de 3 de agosto de 1821 asumió San Martín “el mando político y militar de los departamentos libres del Perú” bajo el título de Protector, que luego cambió por el de Protector de la libertad del Perú. De San Martín recibió el nuevo Estado peruano su primera bandera, el himno que hasta hoy unifica a sus hijos, el comienzo de un régimen administrativo propio, su moneda propia, la reglamentación básica de su comercio soberano, los buques que iniciaron su marina, las unidades con las que se fundó su ejército, su más antigua Escuela Normal, las escuelas públicas organizadas bajo el signo de la libertad, su Biblioteca Nacional. Además por decreto de 27 de diciembre de 1821 convocó San Martín, por primera vez, a la ciudadanía. Lo hizo con el fin de que eligiera libremente un Congreso Constituyente para el exclusivo objeto de establecer la forma de gobierno por la que se regiría el Perú y dar la Constitución más conveniente. Después de la acogida poco favorable que hallaron sus planes monárquicos, de la deposición de Monteagudo y de la entrevista con Bolívar en Guayaquil, San Martín apresuró la elección y la reunión de este Congreso, a pesar de que, al declararse Protector del Perú, anunció que presentaría su dimisión “en el momento mismo que fuese libre (todo) su territorio” (3 de agosto de 1821). En el reglamento de elecciones expedido por Tagle y Monteagudo (después de que lo presentó una comisión especialmente nombrada) se ordenó que los departamentos eligieran 79 diputados propietarios y 38 suplentes, de acuerdo con la población que figuraba en el censo de 1795. El más alto número de representantes correspondió a Trujillo (15), Cuzco (14) y Arequipa (9), viniendo después Lima con 8, lo mismo que Huaylas. Luego seguían Puna y Tarma con 6; y el número menor era para Huancavelica (3), La Costa, formada por Santa y Chancay (2), y Maynas y Quijos (1). Interesa recordar esta última circunscripción. Únicamente los departamentos ocupados por los separatistas (Lima, Tarma, Huaylas, Trujillo y La Costa) eligieron sus diputados. La representación de los demás departamentos, que estaban en poder del ejército español, surgió de nombramientos hechos por los ciudadanos oriundos de ellos, residentes en Lima. El Congreso incorporó a su seno a nuevos diputados después de haberse instalado. Aparte de las críticas que más tarde pudo haber suscitado el Congreso por la forma como manejó los asuntos políticos, el primer ensayo de funcionamiento del sistema representativo en el Perú presentó algunas imperfecciones. Como se ha señalado, buena parte de los sufragios no emanaron genuinamente de los departamentos. Al tratar de la forma como se llevaron a cabo las llamadas elecciones supletorias en Lima, Riva-Agüero, en su manifiesto de 1824, presenta solo como un ejemplo el caso de Manuel Antonio Colmenares que obtuvo la representación de Huancavelica. De este departamento, ocupado por los españoles, había pocas personas naturales que residieran en la capital. Colmenares, que no lo conocía (dice Riva-Agüero) tomó unos cuantos indios de los que cargaban en la puerta del mercado, los condujo al recinto electoral proveyéndolos de cédulas escritas para que votaran por él y por los demás que figuraban en la misma lista y así salió elegido diputado únicamente por ocho o nueve individuos que él mismo reunió para el acto del sufragio. Con el Congreso Constituyente de 1822, empezó, como ya se ha dicho, la historia de la República del Perú. Es el nuestro un Estado concebido primero como un bello ideal y llevado luego penosamente a la realidad.

EL PRiMER EsCUdO PERUAnO

Junto a la bandera, san Martín también creó el primer escudo del Perú. En él, sobre un cielo azul, los rayos del sol iluminan montañas levantadas sobre un apacible mar. Esta escena aparece rodeada por una corona ovalada de laureles, atada en su extremo inferior con una cinta de color oro.

LOs PRiMEROs GRUPOs POLíTiCOs En EL PERÚ.- Bandos políticos habíanse diseñado entre la nobleza peruana después de 1810. En un extremo estuvieron los partidarios del antiguo régimen, absolutistas o reaccionarios, o sea los enemigos, declarados o encubiertos, de la Constitución que emanó de las Cortes, reunidas en la isla de León en 1810, Y trasladadas a Cádiz en 1811 para clausurar sus labores en 1813, después de promulgar dicha Carta política en 1812.

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 1

37

COMPOsiCión dEL PRiMER COnGREsO (1822) POBLACión Lima La Costa Huaylas Tarma Trujillo Cuzco Arequipa Huamanga Huancavelica Puno Maynas y Quijos

119.700 29.412 114.062 86.777 230.970 216.382 136.812 111.5593 48.049 100.000 15.000

diPUTAdOs PROPiETARiOs Lima 8 La Costa 2 Huaylas 8 Tarma 6 Trujillo 15 Cuzco 14 Arequipa 9 Huamanga 7 Huancavelica 3 Puno 6 Maynas y Quijos 1 TOTAL 79 diPUTAdOs sUPLEnTEs Lima 4 La Costa 1 Huaylas 4 Tarma 3 Trujillo 7 Cuzco 7 Arequipa 4 Huamanga 3 Huancavelica 1 Puno 3 Maynas y Quijos 3 TOTAL 38

38

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 1 ]

Formaron el otro extremo los partidarios de la independencia irrestricta e inmediata, cuyo número fue al principio escaso en esa clase social y cuyos jefes vinieron a ser José de la Riva-Agüero y el conde de la Vega del Ren. Y en el medio se colocaron los que pensaron en diversas formas conciliadoras, de tipo monárquico constitucional, reformistas frente al Virreinato tradicional, pero conservadores frente a quienes querían romper el ligamen con la metrópoli. Oscilaron estas fórmulas de la “tercera posición” desde la lisa y llana vigencia de la Constitución de Cádiz bajo el reinado de Fernando VII, obediente a ella, hasta la búsqueda de un nuevo monarca, también constitucional, que algunos pensaron pudiese ser la infanta Carlota Joaquina, u otros personajes de la familia real de los Borbones, o, según se dice, hasta el propio virrey Abascal. Ninguno de tales sueños maduró en la realidad. Fernando VII fue el único monarca proclamado en América, como en España .Y cuando volvió, en 1814,del cautiverio en el que le había retenido Napoleón, Fernando VII echó a un lado la Constitución y se proclamó monarca absoluto, como si escuchara al pueblo que gritaba “iVivan las cadenas!”. La guerra de la independencia americana tomó el curso de una contienda áspera entre el antiguo régimen español sin concesiones reformistas y los partidarios de la independencia. Al llegar San Martín al Perú las tendencias intermedias pudieron parecer nuevamente poderosas. En la conferencia de Punchauca, San Martín insinuó la idea de la independencia del Perú a base de la reconciliación con los españoles, mediante una monarquía constitucional con un príncipe de esa nacionalidad. Unanue llegó a aprobar entonces esta solución agregando: “Yo no era el único que pensaba así por el bien mismo del Perú”. El Virrey y sus generales la rechazaron y San Martín entró a Lima, proclamó la independencia y estableció el Protectorado. Pero todavía la “tercera solución” continuó viva. Su variante estuvo en la búsqueda que San Martín inició en Europa de un príncipe no español o al margen de la aquiescencia del gobierno de ese país. Los republicanos o liberales” ganaron un triunfo tumultuario con la deposición del ministro Bernardo Monteagudo y un triunfo oratorio en el debate de la Sociedad Patriótica. Al retirarse San Martín quedaron dueños de la situación, pues dominaron en el Congreso Constituyente. Fue una nueva victoria suya.

EL PRiMER COnGREsO COnsTiTUYEnTE.- Toques de campana y cañonazos anunciaron la instalación de esta asamblea el 20 de setiembre de 1822, a las diez de la mañana, en el salón del Palacio de Gobierno. Cincuenta y un diputados estuvieron presentes ese día, si bien eran setenta y nueve los expeditos. Una comisión especial nombrada por el gobierno había hecho el examen de sus poderes y había dado parte a este del resultado de dicho escrutinio. Se dirigieron todos los presentes a la Catedral a oír misa del Espíritu Santo que celebró el deán gobernador eclesiástico del Arzobispado, Iltmo. Sr. Francisco Javier de Echagüe. En seguida juraron a la religión católica como propia del Estado y juraron también mantener en su integridad al Perú (cosa que vale la pena recalcar), no omitir medio para libertario de sus opresores, desempeñar fiel y legalmente los poderes que los pueblos les entregaron y llenar los altos fines para los que habían sido convocados: y pasaron de dos en dos a tocar el libro con los Santos Evangelios. Al entonarse después el tedeum, hubo en la plaza una salva de veintidós cañonazos, renovada en el Callao por los buques de la escuadra y contestada en la capital con un repique general de campanas, que continuó hasta la llegada de los diputados al salón del Congreso en el local de la Universidad de San Marcos. Fue esta asamblea una reunión de hombres ilustres. Muchas de las figuras mejores de la época, en el clero, el foro, las letras y las ciencias sentáronse entonces en los escaños legislativos. Entre titulares y suplentes, de 1823 a 1825, hubo una mayoría de veintiséis eclesiásticos y veintiocho abogados. En número muy inferior estuvieron los médicos (ocho), los comerciantes (nueve), los empleados (seis), los militares (cinco) y los propietarios (cinco). Once diputados

EL LIBERTADOR. El general argentino José de San Martín (1778-1850), aquí representado junto a sus oficiales por un pintor anónimo del siglo XIX, proclamó la independencia de Chile y Perú. Luego de un gobierno transitorio en Lima, marchó al exilio en Europa, lejos de la vida política.

[ capítulo 1 ] período 1

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EL ACTA DE INDEPENDENCIA. Fue redactada por Manuel Pérez Tudela y firmada por aquellos vecinos de Lima que apoyaban la causa separatista de la metrópoli española. Aquí vemos una reproducción facsimilar del original.

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período 1

[ capítulo 1 ]

propietarios y tres suplentes no eran peruanos de nacimiento. Había entre ellos nueve de la Gran Colombia, tres de la Argentina, uno del Alto Perú y uno de Chile. En cuanto a sus ideas, fue un Congreso republicano. Si hubo quienes, en el seno de él, tuvieron todavía convicciones monárquicas, no osaron ir contra la corriente del momento (1).

LUnA PiZARRO Y sÁnCHEZ CARRión.- El primer presidente del Congreso fue Francisco Javier de Luna Pizarro y los primeros secretarios, José Faustino Sánchez Carrión y Francisco Javier Mariátegui. Luna Pizarro manejó al Congreso hasta febrero de 1823. Nació en Arequipa el 3 de diciembre de 1780. Huérfano y sin recursos entró al Seminario Conciliar de San Jerónimo de Arequipa a la edad de 11 años, costeando su carrera de estudios y grados el obispo Pedro José Chávez de la Rosa. Las licenciaturas en Leyes, Sagrados Cánones y Sagrada Teología le fueron conferidas en la Universidad del Cuzco. Sacerdote de profesión, fue, al mismo tiempo, abogado en Arequipa y profesor en el Seminario donde estudió. Allí tuvo a su cargo la docencia de Filosofía Moral, Física y Matemáticas. Una relación de sus méritos fechada en Sevilla en 1809 lo menciona como “el primero que enseñó públicamente en Arequipa las ciencias exactas y el que estimuló a los jóvenes a que se dedicasen a ellas”. En 1806 ocupó la prosecretaría del obispado en Arequipa y desde 1807, los cargos de vicerrector y prefecto de estudios del Seminario en cuyas aulas contose entre sus alumnos Francisco de Paula González Vigil. Chávez de la Rosa había tenido a Luna Pizarro como secretario y familiar; y, cuando el prelado se dirigió a España en 1809, el antiguo discípulo y protegido fue el único sacerdote que se manifestó dispuesto a viajar en su compañía. En España llegó a ser nombrado capellán del Consejo de Indias y examinador sinodal del obispado de Sigüenza. Permaneció en la metrópoli entre 1809 y 1811 y observó de cerca el funcionamiento de las Cortes, lo cual le sirvió luego para su carrera parlamentaria, al poder dar reglas a sus inexpertos colegas. De regreso al Perú, ocupó los cargos de medio racionero y racionero en el coro metropolitano de Lima y secretario del cabildo eclesiástico. En 1819 optó los grados de licenciado y doctor en la Facultad de Teología de la Universidad de San Marcos. Ese mismo año llegó a ser nombrado rector del Colegio de San Fernando. Su arenga laudatoria de Fernando VII en 1820, utilizada en su contra más tarde por algunos enemigos, tiene la circunstancia atenuante de la posición oficial que tenía y de la esperanza albergadas ese año en el restablecimiento de la Constitución de Cádiz por quienes buscaban un cambio en el sistema político imperante. Se ha dicho que estableció contactos secretos con el ejército de San Martín. En los debates que surgieron en la Sociedad Patriótica sostuvo el derecho a la discrepancia cuando José Ignacio Moreno hizo el elogio de la monarquía; sin que llegara a refutar luego las ideas de este. El arzobispo Las Heras lo nombró miembro de la Junta de Purificación que debía informar sobre la conducta política de los clérigos; y San Martín le hizo integrar la Junta Censora y la comisión que debía preparar el proyecto de elecciones para diputados en el Congreso Constituyente. Sánchez Carrión, siete años más joven que Luna Pizarro (nació el13 de febrero de 1787 en Huamachuco), fue alumno, a la vez, turbulento y estudioso en el colegio limeño de San Carlos y se había distinguido como orador vehemente, poeta y abogado en los largos años de las agitaciones precursoras de la revolución. Estaba confinado en el pueblecito de Sayán cuando San Martín entró a Lima; y desde allí mandó una “Carta” con el seudónimo “El Solitario de Sayán”, defendiendo a la República y atacando a la monarquía. En la segunda carta propugnó el régimen federal. De Monteagudo, el ministro monárquico de San Martín, le separó un odio profundo y prolongado hasta la muerte.

24

Junio 1821 [VENEZUELA]

la baTalla en los llanos de carabobo, cerca de caracas, Marca el inicio del Triunfo definiTivo de la lucha independenTisTa en veneZuela. siMÓn bolivar Tuvo a su cargo la direcciÓn del eJÉrciTo liberTador, MienTras Que el general espaÑol Miguel de la Torre coMandÓ el realisTa.

Sobre las luchas oratorias, periodísticas y tumultuarias entre republicanos y monárquicos, véase el Vol. I de La Iniciación de la República, por Jorge Basadre (Lima, 1929).

(1)

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 1

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Julio 1821 [ PERÚ ]

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areQuipa es sacudida por un inTenso TerreMoTo. los daÑos se eXTendieron por los acTuales TerriTorios de las provincias de caManÁ, ocoÑa, caravelÍ, chuQuibaMba y el valle de MaJes.

No obstante la identidad de sus convicciones, entre los dos tribunos del Congreso Constituyente existían notables diferencias. El uno había sido cauto en la época virreinal; el otro, perseguido. Mientras el primero parecía estar premunido de la ductilidad del hombre que ha vivido y viajado, en el segundo se mantenía latente la llama de sus revoltosos años de estudiante en San Carlos. Y así fue también como, en el Congreso, Luna actuó mientras Sánchez Carrión habló; Luna dirigió los conciliábulos mientras Sánchez Carrión entusiasmó a los auditorios; Luna fue su primer presidente y Sánchez Carrión su primer secretario. Pero más tarde la posición de ambos próceres cambió. Luna se alejó del Congreso por razones principistas. Sánchez Carrión siguió en su escaño, se apartó de las actitudes rígidas, contribuyendo a abrir paso al experimento de Riva Agüero, a la venida de Bolívar ya la Dictadura y, por fin, fue el redactor principal de la Constitución y el organizador de la victoria.

diMisión dE sAn MARTín. “LA PREsEnCiA dE Un MiLiTAR AFORTUnAdO…”.Apenas instalado, convirtió el Congreso en decreto las palabras de su primer Presidente, declarando que “la soberanía reside esencialmente en la Nación y su ejercicio en el Congreso que legítimamente la representa”. Aceptó la dimisión de San Martín para colmarlo de honores y recompensas, entre ellas la de designarlo “Fundador de la Libertad del Perú” y “Generalísimo de las Armas”, título este último que San Martín aceptó, aunque no su ejercicio. En la proclama que San Martín lanzó ese día (pero que los peruanos solo conocieron después de su viaje al extranjero) incluyó las siguientes famosas palabras: “La presencia de un militar afortunado, por más desprendimiento que tenga, es temible a los Estados que de nuevo se constituyen. Por otra parte ya estoy aburrido de oír decir que quiero hacerme soberano. Sin embargo, estaré pronto a hacer el último sacrificio por la libertad del país, pero en clase de simple particular y no más. En cuanto a mi conducta pública mis compatriotas, como en lo general de las cosas, dividirán sus opiniones: los hijos de estos darán el verdadero fallo. Peruanos: os dejo establecida la representación nacional; si depositáis en ella una entera confianza, cantad el triunfo, si no la anarquía os va a devorar. Que el acierto presida a vuestros destinos; y que estos os colmen de felicidad y paz”. Retirado a la casa de campo de la Magdalena, montó a caballo esa misma noche, seguido de su asistente y de una pequeña escolta, tomó la ruta entre Callao y Lima, que iba hacia Ancón. Allí se embarcó a las dos de la mañana del 22 de setiembre en el bergantín Belgrano rumbo a Valparaíso.

JosÉ de san MarTin (1778-1850) el liberTador de chile y perÚ dedicÓ gran parTe de su vida a luchar por la auTonoMÍa del conTinenTe aMericano.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 1 ]

h

ijo de españoles, José Francisco de San Martín nació en Yapeyú, hoy Argentina, el 25 de febrero de 1778. A los 6 años, su familia volvió a España, donde en 1789 inició una carrera militar de más de veinte años al servicio de la Corona. En 1811, alentado por las ideas libertarias, dejó su puesto en la península y se dirigió a Buenos Aires, en aquel entonces centro de la resistencia sudamericana. Su trabajo junto a los patriotas le permitió hacerse del mando de las fuerzas independentistas y reunir un ejército

EL siGniFiCAdO dE LA RETiRAdA dE sAn MARTín.- Historiadores peruanos, que representan una posición extrema, han censurado a San Martín que no estimulara el sentimiento nacional, poniendo a la cabeza del gobierno a algún personaje del país. Por lo contrario, historiadores chilenos lo han criticado más acerbamente aún porque se ocupó de modelar el Estado peruano cuando, según ellos, lo que debió hacer fue permanecer como generalísimo de mar y tierra sin fomentar un nacionalismo peligroso. Ambos juicios resultan así neutralizándose. Si San Martín, dentro de las peculiares características del Perú de 1821, se pone a buscar un caudillo, no hubiera podido encontrar sino a un jefe de facción. Por otra parte, no podía recortar su tarea limitándola al ejercicio del cargo, que se le quiere conferir en forma póstuma, de comandante de unas tropas de ocupación. El Protectorado aparece así como una fórmula intermedia, necesariamente transitoria. A pesar de su voluntario carácter interino, miró al futuro mientras intentaba respetar el pasado en lo que creía que podía ser conservado, o en lo que le parecía posible que lo fuera, y trató de nacionalizarlo para evitar que el salto brusco del coloniaje a la emancipación suscitase en los primeros momentos dificultades innecesarias. San Martín tuvo, por cierto, errores, actos fallidos, esfuerzos truncos. El inventario de ellos resulta mezquino u ocioso ante la visión de conjunto, dentro de una amplia perspectiva histórica. Esto es particularmente aplicable al juicio sobre los aspectos ideológicos y militares del Protectorado. En cuanto a la fase ideológica, el debate acerca de los planes monárquicos se queda dentro de la historia de las intenciones no maduradas en la realidad. San Martín personalmente creía que, como dijo en una famosa carta de O’Higgins, las leyes que gobernaran en América debieran ser las que fuesen apropiadas a su carácter y aborrecía tanto a la anarquía como al despotismo. Pensó honestamente, sin buscar provecho para sí, que esa fórmula intermedia estaba en la monarquía constitucional. En ello se equivocó; pero, en relación con la historia del Perú, lo positivo, lo verdaderamente sanmartiniano es el respeto al principio de la voluntad popular: la convocatoria al Congreso Constituyente, la elección libre de los diputados de este Congreso y las garantías que gozaron ellos al reunirse. Por eso tienen tanta importancia las palabras de San Martín al marino inglés Basil Hall: “No aspiro a la fama de conquistador del Perú. ¿Qué haría yo en Lima si sus habitantes me fuesen contrarios? No quiero dar un paso más allá de donde vaya la opinión pública. La opinión pública es un nuevo resorte introducido en los asuntos de estos países: los españoles, incapaces de dirigirla, la han comprimido. Ha llegado el día en que va a manifestar su fuerza y su importancia”.

notable. Con este, luchó en Chile entre 1817 y 1818. La batalla de Maipú, el 5 de abril de ese año, consolidó su victoria sobre los realistas y la independencia de ese país. De regreso a Buenos Aires, San Martín reorganizó sus tropas para la liberación del Perú. El 10 de julio de 1821 ocupó la ciudad de Lima y declaró la independencia del territorio el día 28. Ese mismo año asumió el cargo de Protector, que le permitió sentar las bases del primer Estado peruano. El 26 de julio de 1822 se

LA BAndERA dE sAn MARTín

El general san Martín crea la primera bandera peruana en el puerto de Pisco, poco después de su llegada a nuestro país. Esta se hizo oficial el 21 de octubre de 1821. Mediante decreto, se dispuso que debería ser de seda o lienzo y medir 8 pies de largo por 6 de ancho.

reunió en la ciudad de Guayaquil con el general Simón Bolívar, artífice de la independencia de los territorios del norte del continente. De su entrevista, sin embargo, volvió a Lima decepcionado. Poco después, al ver su poder político disminuido y una abierta oposición a su persona, renunció a su cargo, convocó el Primer Congreso Constituyente y abandonó Perú el 20 de setiembre. En 1823 se autoexilió en Francia, donde falleció el 17 de agosto de 1850.

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 1

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FRAnCisCO JAViER dE LUnA PiZARRO (1780-1855)

Al arzobispo de Lima puede verdaderamente considerársele un hombre polifacético. Además de primer presidente del Congreso Constituyente, el religioso arequipeño fue abogado, filósofo, diputado por su departamento natal, senador y arzobispo de Lima desde 1846. Luna Pizarro recibió la primera tonsura en 1791, en el seminario Conciliar san Jerónimo. En 1816 se incorporó al Cabildo Metropolitano de Lima, donde llegó a ejercer la secretaría en 1822. Un año antes, integró la junta patriótica. Ese mismo año le fue concedida la Orden del sol y pasó a integrar la sociedad Patriótica.

44

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 1 ]

Estos conceptos valen para explicar tanto la campaña de Lima como la convocatoria al Congreso Constituyente y para explicar, también, en parte, la dimisión de San Martín. Sin este último gesto, el más discutido, San Martín no sería San Martín, y se pierde el tiempo cuando se especula sobre lo que pudo haber hecho en 1822 ó en 1823, cuando su grandeza radica en lo que hizo desde la primera época de la revolución americana y en las consecuencias que eso tuvo para el destino del continente en todas sus áreas y regiones. y, a pesar de todo, y sin que ello sea rebajar el genio de Bolívar, 1824 no puede ser comprendido en el Perú sin 1821, Y para probarlo basta solo un recuerdo: todo el equipo de jefes y oficiales peruanos que actuó en Junín y Ayacucho provenía de los días de San Martín: La Mar, Gamarra, Santa Cruz, Salaverry, Castilla, Vivanco y tantos otros, incluyendo algunos argentinos tan importantes como Suárez y Necochea. Después de la retirada del Perú vino la expatriación. Y con ella estuvieron el abandono, la calumnia y el olvido. La bajeza, sobre todo, amargó a San Martín. “Es necesario tener toda la filosofía de Séneca o la imprudencia de un malvado para ser indiferente a la calumnia”, escribió, en carta de 27 de abril de 1829, a Guido. Pero quizá ningún documento ilustra mejor acerca de la magnitud de su sacrificio como la carta al presidente peruano Castilla, fechada el 11 de setiembre de 1848, en la que confiesa lo doloroso que fue para él resolverse a abandonar el Perú sin ver definitivamente afianzada la independencia y verse obligado a guardar un silencio absoluto sobre las verdaderas causas que le hicieron tomar esta actitud. El de San Martín es, pues, uno de los más emocionantes casos de la capacidad humana para absorber la soledad. He aquí a un libertador de dos países, a uno de los militares grandes, a un hombre superior, al hijo de un continente que tiene fama de locuaz y atolondrado, viviendo en voluntario retiro de veintiocho años después de su postrera actuación pública, confiando en el fallo de la propia conciencia y en el fallo de la posteridad, ya que, como alguna vez dijera a Guido, “lo general de los hombres juzga de lo pasado según la verdadera justicia y de lo presente según sus intereses”. Para una generación como la nuestra, que ha aprendido a creer en todo el mundo y en tantos órdenes de la vida, que la prisa es una necesidad, lo utilitario una virtud, la figuración un sinónimo del valer, el grito y el anuncio una fuerza más importante que la razón, puede ser muy útil reflexionar lo que significa la aptitud para saber ser un hombre libre, un individuo capaz de decidir por sí mismo, de acuerdo con las más altas normas éticas, cuándo es un deber actuar, llevando entonces esa acción hasta sus últimas consecuencias, y cuándo es un deber no actuar, aunque en ese caso sea menester aceptar los más dolorosos renunciamientos. Fue sencillamente eso, ni más ni menos, lo que San Martín hizo. Implica el suyo un bello ejemplo de cómo en esa cosa llena de fango y de luz que es la vida, en la que tan pocas son las recetas infalibles, acaso lo único verdaderamente reconfortante es que el ser humano, a pesar de todas las pruebas, pueda ser capaz de conservar su lucidez y su dignidad. La confusión, la algarabía, el gregarismo, la arbitrariedad, parecen originarse en un curioso fenómeno de atolondramiento o de confusión. Y tal vez la más profunda lección de San Martín para nuestro tiempo, fuera de América y en América, sea precisamente una lección de serenidad. De serenidad entendida como algo muy distinto de la calma, el reposo o la tranquilidad, porque emerge del dolor, de la cólera o de la incertidumbre, para dominarlas a la luz de la conciencia de estar procediendo bien. El más alto sentido de lo heroico en el mundo actual, es el del heroísmo sereno. No hay que buscar hoy al héroe más notable, como en épocas lejanas, en el aventurero que se lanza a los mares lejanos o a las tierras ignotas, sino en el hombre a solas frente a las sectas, frente a los dogmas y frente a los despotismos. Lo que más urgentemente necesitamos todos es no desmoralizamos. La más insidiosa tentación ahora es la tentación de la cobardía frente a la mentira, frente a la falsificación de valores, frente al mercado negro en lo espiritual. Lo peor que puede pasarle a la generación nueva en el mundo es la prostitución. Y San Martín, independientemente de sus errores y deficiencias, que no corresponde a este libro enjuiciar, encarna el heroísmo sereno del hombre a solas que no se prostituye.

LA OCUPACión dEL EJECUTiVO POR EL LEGisLATiVO.- Una vez producida la retirada de San Martín, Mariano José de Arce presentó y fue aprobada (con la oposición de Sánchez Carrión, Mariátegui, Rodríguez de Mendoza, Pedemonte, Olmedo, Pérez de Tudela y otros) una proposición según la cual “como quiera que el Congreso debe retener cuanta autoridad sea dable para hacer cumplir sus determinaciones y corriendo el riesgo de que un Poder Ejecutivo extraño, aislado y separado de él, aunque hechura suya, le pueda formar partido de oposición”, era necesario que “el Congreso conserve el Poder Ejecutivo”. ¿Cuántas personas debían “administrar” el Poder Ejecutivo retenido así “hasta la promulgación de la Constitución o antes, si alguna circunstancia lo exigiere” a juicio del Parlamento? Había partidarios de dar el poder a Riva-Agüero o a La Mar; pero se decidió entregarlo a una comisión de tres diputados. ‘Tres no se unen para oprimir”, expresó José Faustino Sánchez Carrión. “El gobierno de uno es más activo y eficaz si gobernar es tratar a la raza humana como a las bestias”. Y agregó: “La libertad es mi ídolo y lo es del pueblo. Sin ella no quiero nada: la presencia de uno solo en el mando me ofrece la imagen de rey, de esa palabra que significa herencia de la tiranía... “. Así fue como quedó constituido el equipo de tres diputados que recibió el nombre de Junta Gubernativa del Perú. Los elegidos quedaban separados del Congreso, autorizados para volver a su seno, absuelta que fuese su comisión y terminado el correspondiente juicio de residencia. En los negocios diplomáticos y cualquier otro considerado como arduo, consultarían a la Asamblea. El primer nombramiento que constitucionalmente se hiciere para administrar el Poder Ejecutivo en forma permanente, no podría recaer en ninguna de las personas de la Junta Gubernativa. Quedó ella formada por José de la Mar, Manuel Salazar y Baquíjano y Felipe Antonio Alvarado. La Mar era un militar distinguido, con títulos y merecimientos reconocidos en el ejército y por el Gobierno de España, al punto de habérsele confiado, durante la primera etapa de la guerra de la Independencia, los cargos de Inspector General y Comandante del Callao, que pudieron lIevarlo a ocupar el cargo de Virrey cuando el ejército depuso a Pezuela. Sus virtudes privadas, su desapego a las voluptuosidades del poder y su cordial amistad con Luna Pizarro, lo exhibían como persona poco peligrosa para los propósitos del Congreso. Era natural de Cuenca y ostentó la representación de Puno. Alvarado había nacido en Salta, Argentina, y ejercía la diputación por Lima, ciudad de la que había sido alcalde y donde se destacaba en la vida comercial. En verdad, su mayor merecimiento para la elección, era su parentesco cercano con el general en jefe del ejército libertador que iba a alcanzar pronto triste nombradía en la primera campaña de Intermedios. Salazar y Baquíjano, a quien en los primeros documentos del Congreso se dio todavía el título de conde de Vista Florida, había sido elegido por Huaylas; y representaba, por su nacimiento y sus riquezas, a la nobleza tradicional, más que a méritos propios. De la Junta dijo Bolívar a Santander en su carta de 11 de octubre de 1822: “La Mar es el mejor hombre del mundo porque es tan buen militar como hombre civil. Es lo mejor que conozco; pero la composición de ese gobierno es mala, porque el Congreso es el que manda y el triunvirato es el que ejecuta, es decir que va a haber una mano para obrar y veinte cabezas para deliberar; ya preveo funestísimas consecuencias de un principio tan vicioso”. En efecto, la formación de la Junta constituyó un error. El mundo de las ideas en el que vivían los doctrinarios del Congreso no correspondió al mundo de los acontecimientos; lo que para ellos era el mundo de las verdades no abarcó el mundo de los hechos. La tarea fundamental del gobierno independiente consistía en terminar la guerra con los ejércitos del Virrey y a ello no contribuía el nombramiento de tres personas importantes. En el encabezamiento de sus decretos la Junta adoptó el siguiente título: “La Suprema Junta Gubernativa del Perú comisionada por el Soberano Congreso Constituyente”. La frase “Soberano Congreso” fue usada oficialmente hasta 1824.

el de san MarTÍn es, pues, uno de los MÁs eMocionanTes casos de la capacidad huMana para absorber la soledad. he aQuÍ a un liberTador de dos paÍses, a uno de los MiliTares grandes, a un hoMbre superior (…) viviendo en volunTario reTiro de veinTiocho aÑos despuÉs de su posTrera acTuaciÓn pÚblica, confiando en el fallo de la propia conciencia y en el fallo de la posTeridad (…)

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 1

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LA RUTA DEL LIBERTADOR De formación europea e ideales americanos, San Martín fue pieza central en la independencia de Chile y Perú. LEYENDA

Océano Atlántico

Bocayá

NOMBRES S.XIX

VENEZUELA

NOMBRES ACTUALES

Bogotá

6

ENTREVISTA DE GUAYAQUIL

En julio de 1822, San Martín se reúne con Bolívar y le pide ayuda para derrotar a los realistas. Su pedido no es atendido.

Ciudades actuales

GRAN COLOMBIA COLOMBIA

Cali

San Martín durante el movimiento independentista

ECUADOR

Guayaquil

Encuentro entre San Martín y Simón Bolívar

Iquitos

5

Retirada de San Martín

LA PROCLAMA

El 28 de julio de 1821, San Martín declara la independencia del Perú y asume el mando político como Protector.

PERÚ 1822

7 De regreso en

San Martín antes del movimiento independentista

Huaura

Lima, San Martín instala 1822 el Congreso Constituyente, el 20 de setiembre, dimite al mando y abandona el Perú. 1822

1821 Lima

Gran Colombia Perú

Paracas

BOLIVIA

La Paz Santa Cruz

2

En 1814 es destacado en Tucumán (Argentina).

Océano Pacífico

LA CAMPAÑA DEL PERÚ

3

1820

CHILE

1 NACIMIENTO

Tucumán 1814

Cruce de los Andes

EL CRUCE DE LOS ANDES

José de San Martín nace el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, Corrientes (Argentina).

Córdoba

La Rioja

Concepción

Huasco Partida: 18 de enero de 1817

Rapel Salalá Achupallas Chacabuco: 12 de febrero de 1817 Talca Cuerpos principales Cuerpos secundarios Batallas principales Batallas secundarias

El Plumberillo Mendoza Paso de Uspallata Maipú: 5 de abril de 1818. Derrota definitiva de los realistas. 0 km 50 100

1818

UN AMERICANO EN EUROPA

A los ocho años, viaja a España. Allí inicia su carrera militar en 1789. Vuelve a Argentina en 1812. En 1824 se autoexilia en Europa. Muere en Francia el 17 de agosto de 1850. a España a Francia

1786 URUGUAY

1817 1814 San Lorenzo En 1814 forma el ejército de los Andes. En Chacabuco 1823 1813 Buenos Aires 1817, al mando de 5.200 hombres, cruza Valparaíso 1812 Maipú la cordillera. 1819 Copiapó

Batallas más importantes

BRASIL

PARAGUAY

Se inicia el 8 de setiembre de 1820, con el desembarco de los ejércitos argentino y chileno en Paracas (Ica).

Provincias Unidas del Río de la Plata Límites actuales

Cuzco

1820

4

Chile

IMPERIO DEL BRASIL

1824

ARGENTINA

EL HOMBRE

PROVINCIAS San Martín era alto, de UNIDAS nariz aguileña, cabello DEL RÍO negro, patillas espesas y DE LA ojos negros. Llevaba una PLATA vida austera y era asiduo a las tertulias. Empezaba a trabajar a las cuatro de la mañana y generalmente almorzaba solo. Era inteligente, cordial y sencillo. Tuvo fama de seductor con las mujeres.

Gavilán Fuentes: El santo de la espada, Ricardo Rojas / Viajeros extranjeros en el Perú, Estuardo Núñez / Historia visual de la Argentina, Ed. Clarín / Un camino hacia la libertad, Zago Manrique / San Martín visto por sus contemporáneos, José Luis Burseniche / Cedoc (Centro de Documentación de El Comercio).

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 1 ]

Infografía: El Comercio / Adaptación: Grafitti

POR QUÉ FUE nOMBRAdA LA JUnTA GUBERnATiVA.- Un punto al que, hasta ahora, no se ha prestado debida atención es por qué fue nombrada la Junta Gubernativa. Varios diputados opinaron en el sentido de que la inmediata separación de los poderes del Estado era necesaria. El criterio predominante fue de que ello debía ser así en forma definitiva; pero que no podía procederse en ese sentido en tanto que la Constitución no estuviera promulgada, o sea que la elección de encargados del Poder Ejecutivo no podía hacerse nunca sin Constitución, sino siempre conforme a ella. Luna Pizarro dijo: “La Nación, confiando a sus representantes el poder de constituirla, delega en ellos la soberanía para que ellos y no otros la ejerzan”. Y agregó: “Les da facultad de nombrar Poder Ejecutivo bajo la condición de que se haya formado la Constitución y no antes, puesto que no puede querer el ejercicio de las funciones del poder sujeto a arbitrariedades”. O sea, el Congreso creyó que él no podía elegir legalmente fuera de su seno un Poder Ejecutivo, ni entregar las facultades anexas a este, mientras no existiese la Constitución. diFiCULTAdEs ECOnóMiCAs dEL COnGREsO.- Nombrada la Junta Gubernativa, careció de fondos aun para asistir a los enfermos de los hospitales. Unanue propuso en la sesión del Congreso el 27 de setiembre que se impusiera una contribución a los comerciantes, principalmente a los ingleses, tan favorecidos por las circunstancias. La Asamblea legislativa acordó que, sin distinguir nacionalidades, fuesen exigidos 400 mil pesos a quienes en Lima ejercían la profesión mercantil. Los nacionales solicitaron la rebaja de la suma y solo en la condición de empréstito. Los ingleses protestaron y dijeron que su calidad de extranjeros los liberaba de la carga que se trataba de imponerles. Surgió una polémica con repercusión en la prensa y se les dijo que expresamente se habían sujetado a las leyes peruanas al aceptar el decreto protectoraI que les diera cabida en el país y al matricularse en el Tribunal del Consulado. Llegaron a pedir sus pasaportes y estos les fueron ofrecidos con la condición de que dejaran pagados sus otros impuestos, garantizándoles la nación de los demás bienes. El capitán Prescot, del buque inglés Aurora, se situó entonces a la entrada del Callao, y amenazó con el bloqueo del puerto. El Congreso se manifestó favorable a una avenencia y los comerciantes ingleses se allanaron a prestar 73.400 pesos sin interés, pagaderos a los seis meses, en libranzas contra la aduana. Los diputados se esmeraron en aquellas circunstancias críticas para el Tesoro en hacer sus donativos por la patria; algunos dieron hasta las hebillas de oro de sus zapatos y otras de sus prendas personales. Las erogaciones llegaron pronto a poco más de ochenta mil pesos. Hubo aportes de los empleados y de los particulares, algunos de los cuales entregaron sus únicos bienes de libre disposición. La Mar se dirigió al Congreso el 24 de octubre para comunicarle en forma dramática que la noche anterior le había sorprendido en su gabinete un ciudadano que no quiso decir su nombre y puso sobre su mesa una suma considerable de onzas de oro, que llegaron a sumar 114. A la difícil situación económica contribuyeron el descrédito del papel moneda y las dificultades a las que dio lugar la moneda de cobre acuñada para recogerlo. Del papel moneda se ocupa el capítulo 8 del presente libro.

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seTieMbre 1821 [ MÉXICO ]

se firMa el acTa de la independencia de MÉXico. en esTe paÍs, los revolucionarios del llaMado eJÉrciTo TrigaranTe luchaban por Tres ideales: la religiÓn caTÓlica, la uniÓn de Todos los MeXicanos y la liberaciÓn de la corona espaÑola.

LA EXPEdiCión A inTERMEdiOs.- A través de grandes esfuerzos pudieron allegarse los recursos necesarios para despachar, entre el 1° y el 17 de octubre de 1822, con rumbo a la costa del sur, la expedición de poco más de tres mil hombres conocida con el nombre de “Intermedios”, al mando del general Rudecindo Alvarado (1).

El aspecto militar del período de la Independencia, no queda comprendido dentro del presente libro. Debe tomarse en cuenta esta advertencia en los dos capítulos siguientes.

(1)

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 1

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la asaMblea acordÓ, a propuesTa de luna piZarro, Que ningÚn dipuTado de los Que en el dÍa coMponen el congreso consTiTuyenTe o en adelanTe, hayan de coMpleTar su nÚMero, pueda, duranTe el TieMpo de su dipuTaciÓn, soliciTar ni adMiTir por sÍ ni soliciTar para persona alguna eMpleo, pensiÓn, Merced o gracia del poder eJecuTivo (…)

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 1 ]

En la carta a Santander antes citada, Bolívar dice del general Alvarado: “Este oficial tiene la mejor reputación. Todos le conceden cualidades eminentes, pero es un general flamante y además es un general muy nuevo, que a los ojos de sus compañeros debe parecer como un subalterno y no como jefe. El ejército que tiene Alvarado está muy mal compuesto; es aliado de cuatro naciones independientes; cada ejército tiene una opinión diferente y ninguno tiene interés nacional. Además, los jefes son en gran parte viciosos y facciosos, de modo que Alvarado va a tener muchas dificultades para vencer”. El plan de campaña incluía una expedición sobre Jauja; pero ella no pudo efectuarse por la resistencia del jefe colombiano Paz del Castillo que adujo la desnudez de sus tropas, pidió el reemplazo de sus bajas con soldados peruanos y rechazó el comando del general Arenales. Aquí, según Távara en su Historia de los partidos, hubo intrigas de los enemigos de la Junta Gubernativa.

HETEROGEnEidAd Y MinUCiA dE LA LABOR dEL COnGREsO.- La Junta Gubernativa se presentó a una sesión secreta del Congreso, el 6 de noviembre, para hacer su renuncia en atención a las críticas circunstancias y por pequeños resentimientos que tenía con aquel. Esta dimisión no fue aceptada. Hubo relación entre ella y el acuerdo legislativo de 4 de noviembre, según el cual las vacantes del ejército y la marina se debían llenar con oficiales peruanos y que, cuando esto no pudiera ser, se diese cuenta a la Asamblea; lo cual provocó la alarma de los oficiales de las tropas auxiliares, temerosos por sus ascensos y sus colocaciones futuras. Una transacción del momento consintió en cambiar la ley para resolver que las vacantes militares y navales que se produjeran se llenarían con oficiales peruanos, sin perjuicio de los ascensos de escala y premio a los extranjeros que servían a las banderas del Estado o fuesen después admitidos bajo ellas. Análoga resolución había adoptado el Congreso, para las vacantes en cargos civiles y eclesiásticos que debían ser provistos de toda preferencia en peruanos, debiéndole dar cuenta al Legislativo si ello no era posible (4 de noviembre). Mas la Asamblea acordó casi al mismo tiempo, acciones de gracias a Lord Cochrane, a Colombia, al ejército libertador, a la República de Chile y a su Supremo Director. También expresó su reconocimiento a los guerrilleros y hasta a los salvajes de la selva, cuyos servicios ofrecieron algunos funcionarios de Jauja. Otorgó, además, una amplia amnistía; los americanos desterrados y confinados quedaron autorizados para volver al seno de sus familias de inmediato, y llegó a ser permitido el regreso de los españoles al terminar la guerra. El único exceptuado fue el ex ministro de San Martín, Bernardo Monteagudo, en quien recayó una tremenda orden legislativa de proscripción declarándolo fuera de la protección de la ley en el momento en que pisara el territorio nacional y haciendo responsables en sus personas y sus bienes a las autoridades que le permitiesen entrar y permanecer libremente en sus distritos. El Congreso trató de múltiples asuntos más, entre los que no faltaron algunos de tan poca monta como el permiso para confesar y predicar otorgado a Fray Leandro Ponce, el traslado de frailes de un convento a otro, querellas de sacerdotes contra sus superiores, validez de los actos provinciales en los conventos de San Francisco y Santo Domingo, gastos de escritorio del auditor de guerra, dispensa de práctica a un bachiller en jurisprudencia, prohibición de que se ocuparan en obras públicas los esclavos de propiedad particular, tratamiento de “señoría” a los diputados, empleo por ellos de dos sirvientes exceptuados del servicio militar, quejas de los pueblos de Huarochirí y de San Damián contra su gobernador, y de los expósitos por abusos de su prelada. Al disponer que todo acto público en los tribunales, en el ejército y aun en los teatros comenzara con las palabras “Viva el Perú”, dichas en alta voz por el que presidiera, reafirmó en forma solemne su ingenuidad patriótica. Al mismo tiempo otorgó títulos y honores a algunas ciudades; demostró su interés por la educación pública al ordenar que todos los maestros de primeras letras concurrieran a la

escuela normal para practicar el método de Lancaster y que la Junta Gubernativa fomentara los colegios de San Carlos y San Fernando, a cuyos alumnos pobres y distinguidos trató de exonerar del pago de derechos de grado; debatió ampliamente el Reglamento de Comercio; se adjudicó la facultad de conocer los expedientes sobre nacionalización de extranjeros y promovió el cultivo del lino en el departamento de Trujillo y las manufacturas de este producto. No descuidó, además, grandes temas de carácter cívico e ideológico.

LA MORALiZACión dE LA FUnCión PARLAMEnTARiA.- En la búsqueda de la moralización de la función parlamentaria y como si hubiera previsto una corruptela de tiempos posteriores, la Asamblea acordó, a propuesta de Luna Pizarro, que ningún diputado de los que en el día componen el Congreso Constituyente, o en adelante hayan de completar su número, pueda, durante el tiempo de su diputación, solicitar ni admitir por sí ni solicitar para persona alguna empleo, pensión, merced o gracia del Poder Ejecutivo, sea el que despacha interina mente o el que en adelante se constituya por el mismo bajo cualquiera denominación y forma de gobierno que adopte; salvo los ascensos de su escala respectiva (10 de octubre de 1822). ¡Admirable acuerdo! También dispuso que los diputados que obtuvieran algún empleo o destino incompatible con la diputación dejarían de ejercerlo mientras desempeñasen esta. Consideráronse dentro de esa incompatibilidad con el cargo parlamentario tanto los empleos contenidos en la lista civil (a la que fueron asimilados los abogados, que no podrían informar en los tribunales ni suscribir recursos en lo militar) como los de la lista eclesiástica con jurisdicción (14 de octubre de 1822). En un discurso que pronunció Luna Pizarro en la sesión del18 de octubre pidió que se le expatriase si, concluido el cargo diputado, pedía alguna gracia del gobierno para sí o para sus allegados.

LAs “BAsEs” dE LA COnsTiTUCión. EL VOTO dE LUnA PiZARRO FAVORABLE A LA TOLERAnCiA RELiGiOsA. - El Congreso dio los golpes finales a la ilusión monarquista. El 22

15

abril 1822 [ PERÚ ]

se oficialiZa el hiMno nacional escriTo por JosÉ de la Torre ugarTe con MÚsica de JosÉ bernardo alcedo, resulTÓ ganador de un concurso proMovido por san MarTÍn un aÑo anTes. rosa Merino lo canTÓ en pÚblico por priMera veZ el 23 de seTieMbre de 1821.

de noviembre de 1822, desautorizó a los comisionados García del Río y Paroissien, enviados por San Martín a Europa en pos de un rey para el Perú. Poco después aprobó las Bases de la Constitución Política. Fueron ellas juradas el19 de diciembre de 1822 y constan en veinticuatro artículos. Todas las provincias del Perú, reunidas en un solo cuerpo, formaban la nación peruana que se denominaba “República Peruana”. La soberanía residía, esencialmente, en la nación; debía ser ella independiente de la monarquía española y de toda dominación extranjera y no podía ser patrimonio de ninguna persona o familia. El gobierno se establecía dentro de los principios populares representativos. Su religión era la católica, con exclusión de cualquier otra. (Esta última frase fue añadida durante el debate a pedido de Justo Figuerola de acuerdo con un memorial que llegó al Congreso, si bien manifestaron su voto favorable a la tolerancia religiosa catorce diputados, entre ellos Arce, Rodríguez de Mendoza -el famoso ex rector del Convictorio de San Carlos, entonces con más de setenta y dos años de edad-, Luna Pizarro y otros sacerdotes).Todos los ciudadanos debían concurrir a la elección de sus representantes, según el modo establecido por la Constitución; siendo esta la única función del Poder Nacional susceptible de ejercitarse sin delegación. La representación tenía por base la población (principio que se abandonó después de 1860). La Constitución protegía: la libertad de los ciudadanos, la libertad de imprenta, la seguridad personal y del domicilio, la inviolabilidad de la propiedad, el secreto de las cartas, la igualdad ante la ley para el premio o el castigo, el reparto de las contribuciones en proporción a las facultades de cada uno, el derecho de presentar peticiones al Congreso o al Gobierno; y la abolición de toda confiscación de bienes, de todas las penas crueles, de la infamia trascendental, de todos los empleos y privilegios hereditarios y del comercio de esclavos (el texto dijo “negros”).

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 1

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la asaMblea legislaTiva se ocupÓ TaMbiÉn de la organiZaciÓn adMinisTraTiva del paÍs, creÓ prefecTos donde anTes habÍa inTendenTes, y erigiÓ, sobre la base de las divisiones coloniales correspondienTes, los deparTaMenTos, las provincias y los disTriTos.

Declaraban, además, las “Bases” que “el principio más necesario para el establecimiento y conservación de la libertad, es la división de las tres principales funciones del poder Nacional, llamados comúnmente tres Poderes, que deben deslindarse haciéndolas independientes unas de otras en cuanto fuera dable”. El Poder Legislativo debía ser esencialmente uno y no combatir contra sí mismo. La iniciativa de las leyes solo competía a los representantes de la nación juntos en Congreso. Los diputados debían ser inviolables en sus personas y nunca responsables por sus opiniones. El Poder Ejecutivo nunca sería vitalicio y menos aún hereditario. Quienes ejercieran el Poder Ejecutivo y los ministros de Estado, serían responsables insolidum por las resoluciones tomadas en cuenta y cada ministro, en particular, por los actos peculiares a su departamento. Un Senado elegido por las provincias velaría sobre la observancia de la Constitución y las leyes y sobre la conducta de los magistrados y ciudadanos; nombraría en unos casos o presentaría en otros al Ejecutivo, los empleados de la lista civil del Estado, elegiría además los de la eclesiástica que debían nominarse por la nación; y convocaría al Congreso Extraordinario en los casos expresados en la Constitución. El Poder Judicial (que las “Bases” llamaban “Judiciario”) sería independiente, con magistrados inamovibles y vitalicios. En las causas criminales, el juzgamiento tendría carácter público, el hecho necesitaría ser reconocido y declarado por los jurados y la ley aplicada por los jueces. La instrucción fue declarada “una necesidad de todos” que “la sociedad debe igualmente a todos sus miembros”. Los socorros públicos quedaron señalados como “una deuda sagrada de la sociedad”, debiendo ayudar el Congreso a los establecimientos de caridad y beneficencia.

LA ORGAniZACión dEL EsTAdO.- La Asamblea legislativa se ocupó también de la organización administrativa del país, creó prefectos donde antes había intendentes, y erigió, sobre la base de las divisiones coloniales correspondientes, los departamentos, las provincias y los distritos. AI mismo tiempo, aumentó el número de los empleos públicos en forma que llegó a ser considerada excesiva.

LA REsPOnsABiLidAd En EL EJERCiCiO dE LA FUnCión PÚBLiCA Y LA TiPiFiCACión dEL dELiTO POLíTiCO.- La ley promulgada por la Junta Gubernativa el 28 de octubre de 1822, a base de un proyecto presentado por Sánchez Carrión, ordenó que todo funcionario público estaba sujeto a juicio de residencia; y el juez que la tomare, a responsabilidad efectiva por acción popular. Los que gobernaban las provincias y de cuya conducta reclamaren los habitantes de ellas, debían ser pesquisados conforme a las leyes, quedando sujeto el pesquisidor a las mismas sanciones antes mencionadas. Los gobernadores condenados fueron declarados, desde luego, inhábiles para estos y otros destinos. Así se inició, con normas incumplidas, la legislación nacional para abordar el problema de la responsabilidad inherente al ejercicio de la función pública. San Martín había dado un decreto por el que fue creada una junta conservadora de la libertad de imprenta que debía nombrar la Municipalidad. Confirió al ministerio fiscal la atribución de entablar acusación contra los que atacaren por escrito la religión del Estado o la moral pública y contra los que incurriesen por ese medio en el crimen de sedición o traición. El Congreso estableció para tales casos la denuncia por acción popular y puso en la condición de quedar sujetos a formación de causa a los fiscales que no hubiesen acusado a los autores de papeles subversivos, sediciosos, antirreligiosos o inmorales. También aquí no hizo otra cosa que dar comienzo a la sucesión de los dispositivos legales ineficaces acerca del libertinaje de la imprenta. Para los delitos de sedición, traición e infidencia, creó el Congreso un juzgado especial al que llamó Tribunal de Seguridad Pública, integrado por un magistrado judicial, un militar y un letrado.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 1 ]

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EL HIMNO NACIONAL. El himno nacional peruano, cuya partitura vemos aquí (1), recibió reconocimiento oficial por una ley del 15 de abril de 1822. Un año antes, José de San Martín había convocado a un concurso con la finalidad de escoger un himno nacional. De las siete composiciones recibidas, resultó ganadora la del limeño José Bernardo Alcedo (17881878) (2). La letra fue escrita por el iqueño José de la Torre Ugarte (1786-1831) (3), quien además fue uno de los firmantes del Acta de la Independencia en Lima. La primera persona en entonar públicamente el himno nacional fue la cantante lírica Rosa Merino (¿?-1868) (4), en un acto realizado en el Teatro Nacional el 23 de setiembre de 1821.

[ capítulo 1 ] período 1

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Mayo 1822 [ PERÚ ]

24

coMandado por el general anTonio JosÉ de sucre (17951830), el eJÉrciTo independenTisTa obTiene la vicToria de pichincha (ecuador). los paTrioTas ToMaron luego la ciudad de QuiTo. asegurando asÍ la independencia de ecuador.

Al fuero de este tribunal encomendó la Asamblea Legislativa (7 de febrero) que la Junta sometiera “a todos los sediciosos y perturbadores del orden público que por escrito, de palabra o hecho traten de dividir la opinión, de sembrar el descontento o de apagar el fuego patriótico”.

LAs diFíCiLEs CiRCUnsTAnCiAs AnTEs dE 1822 Y PRinCiPiOs dE 1823.- “Las bases que os presentamos (expresó el Congreso a los pueblos del Perú en el manifiesto de 19 de diciembre de 1822) son los principios eternos de la justicia natural y civil. Sobre ellas se levantará un edificio majestuoso que resista a las sediciones populares, al torrente desbordado de las pasiones y a los embates del poder; sobre ellas se formará una Constitución que proteja la libertad, la seguridad, la propiedad y la igualdad civil; una Constitución, en fin, acomodada a la suavidad de nuestro clima, a la dulzura de nuestras costumbres y que nos recuerde esa humanidad genial de la legislación de los Incas, nuestros mayores (...) Ved aquí (concluyó diciendo) iOh pueblos del Perú! la Constitución que os prepara el Congreso peruano. Ved aquí el lazo fraternal con que desea uniros estrechamente y el pacto solemne con que os convida para que forméis un Estado próspero, incontrastable y cuya duración estará vinculada en la gloria de nuestras armas, en el vuelo de las artes, en la bondad de las leyes, en vuestros talentos y virtudes y en la fuerza todopoderosa del espíritu público”. En contraste con tan bellas palabras, el horizonte de la causa patriota se tornó más nublado y agorero a fines de 1822 y comienzos de 1823. Continuaban los apuros del Tesoro. Los sueldos de militares y civiles estaban impagos, a pesar de que se había ordenado el descuento de la mitad de los que excedieran de cien pesos y se debía elevadas cantidades por suministros al ejército y al gobierno. Plagas de malhechores infestaban los alrededores de la capital y aun las calles, lo cual dio lugar a la creación de un tribunal especial llamado “Comisión de la acordada”, compuesto por tres individuos de celo y probidad notorios, para proceder en forma sumaria en las causas de homicidio, heridas y hurto, dentro y fuera de la capital, con facultad para aplicar la pena de muerte. También se decretó que, después de las ocho de la noche, nadie pudiera salir a caballo y que todos los vecinos de la capital estaban obligados a patrullar sus respectivos barrios. Los disgustos con Paz del Castillo se habían ahondado. Por fin este jefe pidió pasaporte y transporte para volver a Colombia. Hubo que hacer gastos y aprestos para despacharlo y salió

1821 la creaciÓn del priMer gobierno los paTrioTas Tuvieron la labor de consTruir el esTado peruano. esTo significÓ la apariciÓn de nuevas insTiTuciones y de norMas para gobernar. 52

período 1

[ capítulo 1 ]

28 de Julio

3 de agosTo

El general José de San Martín proclama la independencia del Perú. Previamente, se había entrevistado con el virrey La Serna, quién se negó a reconocer nuestra autonomía. Al avanzar el libertador hacia Lima, sin embargo, los españoles emprendieron la retirada.

San Martín asume el gobierno del Perú como Protector, cargo político y militar que contaba con el apoyo del pueblo y de la clase política. Su primera convocatoria al pueblo peruano tuvo como fin elegir al Congreso Constituyente y promulgar una Constitución.

del Callao para dirigirse a su patria el 8 de enero de 1823. Fue esta una época de gran frialdad en las relaciones peruano-colombianas. Cuando llegaron a Bogotá las noticias sobre los sucesos de Lima de febrero de 1823, José Manuel Restrepo escribió en su Diario político y militar: “El general La Mar... era jefe de un partido enemigo de Colombia que en Lima llaman de Guayaquil. Los principales eran La Mar, don Francisco Roca y don Joaquín Olmedo,que emigraron cuando Guayaquil se agregó a Colombia, pues querían unirle al Perú o hacerle un Estado independiente” (27 de abril de 1823). Las operaciones del llamado ejército del centro, al que Paz del Castillo debió haber pertenecido, quedaron paralizadas por un tiempo. La deserción entre los soldados se convirtió en un mal endémico. Algo similar ocurrió con la insubordinación en la marina. Las tripulaciones de los barcos Limeña y Belgrano se alzaron con ellos amenazando con entregarse al corso; y si el primero fue recobrado días después, el segundo se dirigió a Chiloé y luego a las islas Filipinas. A pesar de todo, al concluir el mes de enero de 1823 estaban por terminar los preparativos para que Arenales pudiese marchar sobre Jauja. Sin embargo, la derrota que sufrió la expedición de Alvarado en Moquegua (21 de enero) fue el comienzo de un cambio en la estructura política del país. La noticia llegó a Lima el 3 de febrero. En vano el Congreso autorizó las medidas necesarias para obtener nuevos hombres y recursos y amplió las facultades de la Junta Gubernativa (7 de febrero). En vano también la Junta adoptó contra los residentes españoles severas precauciones; ordenó un alistamiento general desde la edad de 15 años; persiguió a los desertores; dispuso que se reclutase para el ejército por sorteo la tercera parte de los esclavos de la capital y la quinta parte de los que residían fuera de sus murallas; sacó plata de las iglesias; pidió a las provincias víveres y fondos; recogió armas, caballos y otros elementos de guerra y dirigió a los pueblos una vibrante proclama patriótica.

[ II ]

(…) el horiZonTe de la causa paTrioTa se TornÓ MÁs nublado y agorero a fines de 1822 y coMienZos de 1823. (…) los sueldos de MiliTares y civiles esTaban iMpagos, (…) y se debÍa elevadas canTidades por suMinisTros al eJÉrciTo y al gobierno.

EL PRiMER CHOQUE EnTRE PARLAMEnTO Y MiLiTARisMO.- Después de la jornada de Moquegua, pudo creerse que los españoles recuperarían Lima. De aquella época es la famosa burla salida del campamento español:

1822

1823

20 de seTieMbre

22 de seTieMbre

19 de dicieMbre

28 de febrero

Instalación del primer Congreso Constituyente. Francisco Javier de Luna Pizarro asume su presidencia y se nombra como secretarios a José Faustino Sánchez Carrión y Francisco Javier Mariátegui. Ese mismo día, San Martín presentó ante dicha institución su renuncia al cargo de Protector.

San Martín deja el Perú. Antes de hacerlo, convoca al Primer Congreso Constituyente. Luego, crea una junta Gubernativa, integrada por José de la Mar, Felipe Antonio Alvarado y Manuel Salazar y Baquíjano.

Se aprueban las bases de la primera Constitución Política, que acaba con los sueños monárquicos de una minoría. Consta de 24 artículos y entre los más importantes se encuentra el referido a los tres poderes del Estado y su carácter independiente.

El Congreso elige a José de la RivaAgüero como el primer presidente del Perú. La principal razón para esta decisión fue la pérdida de autoridad de la Junta Gubernativa. El Congreso, en tanto, se dividió en tres facciones: los puritanos, con Luna Pizarro a la cabeza; los rivaagüerinos; y los relativistas, dirigidos por Sánchez Carrión.

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 1

53

LA ORDEN DEL SOL DE RIVA-AGÜERO. La Orden del Sol se estableció en 1821 para reconocer los servicios prestados a la patria durante la guerra de independencia. El 16 de enero de 1822, el libertador José de San Martín le otorgó la Orden del Sol a José de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete. En febrero de 1823, Riva-Agüero fue elegido por el Congreso para que ocupara el cargo de presidente de la República. Fue el primero en ocupar dicho cargo.

54

período 1

[ capítulo 1 ]

Congresito, ¿cómo estamos con el tris tras de Moquegua? De aquí a Lima hoy una legua. ¿Te vas? ¿Te vienes? ¿Nos vamos? El Gobierno creado por el “Congresito” se fue, en efecto. Pero no por acción de los españoles, sino por obra del mismo ejército que contra estos combatía. A la guarnición de Lima se le debían dos sueldos y los que se les había pagado hasta diciembre eran, en sus tres cuartas partes en plata y una en cobre. Sus bajas no habían sido debidamente reemplazadas. El fracaso en la campaña del sur, o sea en la primera campaña de Intermedios, hizo temer que las tropas españolas que estaban en Jauja pudieran apoderarse de Lima y el Callao. “Siendo el desaliento general en las tropas que guarnecían a Lima y mucho mayor en el vecindario, no se ocupaba cada patriota sino del modo como se verificaría su emigración a otro país”, dice Riva-Agüero en su exposición publicada en Londres en 1824. Arenales se negó a encabezar el alzamiento y se alejó del Perú. Con fecha 26 de febrero de 1823, firmaron en Miraflores una solicitud al Congreso el general del ejército del Perú, Andrés Santa Cruz; el coronel del W1, Agustín Gamarra; el coronel de Cazadores del Perú, Ramón Herrera; el coronel de Húsares, Francisco de Brandsen; el coronel del N°2 del Perú, Félix Oyarzábal; el teniente coronel del N° 1, Juan Bautista Eléspuru y los jefes Antonio Gutiérrez de la Fuente, Ángel Antonio Salvadores, Ventura Alegre, José María Plaza, Salvador Soyer, Eugenio Garzón y Enrique Martínez. Dijeron en ese documento que la Junta Gubernativa no tuvo nunca la confianza de los pueblos ni del ejército; que no son los cuerpos colegiados los que pueden obrar con secreto, actividad y energía, en momentos críticos; invocaron otras razones más para pedir la designación de un “jefe supremo que ordene y sea velozmente obedecido”. El nombre de este jefe supremo figuraba en la comunicación: “el señor coronel D. José de la RivaAgüero parece ser el indicado para merecer la elección de Vuestra Soberanía”. La creación del tribunal de seguridad para juzgar los delitos políticos y la ampliación de sus tareas no fueron, pues, suficientes para impedirlos. El Congreso se sintió sin libertad para deliberar y adoptó la resolución de contestar por escrito a los reclamantes, manifestándoles que había aplazado la discusión para el día siguiente porque no convenía al estado de la tranquilidad pública efectuarla a media noche. Pero al pronunciamiento militar se unió la agitación pública. Un memorial encabezado por Mariano Tramarría, encontró muchas firmas para apoyarlo. Otra presentación fue enviada al Congreso por las milicias cívicas acuarteladas en Bellavista, cuyo subinspector general era el conde de San Donás, Juan de Berindoaga. Parecía haber surgido un movimiento plebiscitario. Las tropas se movilizaron el 27 desde sus acantonamientos hasta la hacienda de Balconcillo, a media legua de Lima. Desde allí una nueva representación, muy cortés en su forma, fue enviada al Congreso. “La sabiduría y prudencia de Vuestra Soberanía pesará los motivos que impulsan el anhelo con que aguarda el ejército el decreto que asegura la libertad del Perú”, decíase allí. Y agregábase, acaso irónicamente: “El ejército protesta, entre tanto, su más profundo amor y respeto a la Representación Nacional que ha jurado sostener”. Una bulliciosa muchedumbre, azuzada por Mariano Tramarría, se había reunido en los alrededores del local de la Universidad en el que sesionaba el Congreso, y apoyaba la acción militar.

el congreso se sinTiÓ sin liberTad para deliberar y adopTÓ la resoluciÓn de conTesTar por escriTo a los reclaManTes, ManifesTÁndoles Que habÍa aplaZado la discusiÓn para el dÍa siguienTe porQue no convenÍa al esTado de la TranQuilidad pÚblica efecTuarla a Media noche, pero al pronunciaMienTo MiliTar se uniÓ la agiTaciÓn pÚblica.

EL PRiMER PREsidEnTE dEL PERÚ.- Los diputados Francisco Javier Mariátegui, Francisco Javier de Luna Pizarro, Manuel Ferreyros, Manuel Antonio Colmenares y Rafael Ramírez de Arellano, pidieron, en la sesión del 27 de febrero, en que se leyó este segundo escrito, que el Congreso no procediese a tomar resolución por la falta de libertad en que se encontraba. El diputado Carlos Pedemonte opinó que la Junta Gubernativa había perdido toda autoridad; si

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 1

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seTieMbre 1822 [ PERÚ ]

20

se reÚnen en la caTedral de liMa los nuevos inTegranTes del congreso. Juraron a sus cargos anTe el MinisTro de esTado y relaciones eXTeriores, francisco valdivieso. luego el proTecTor san MarTÍn se dirigiÓ a ellos diciendo: “si cuMpliereis lo Que habÉis Jurado, dios os preMie; y, si no, Él y la paTria os lo deManden”.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 1 ]

bien coincidió en que el Congreso se hallaba coactado para proceder a una libre elección. En cambio los diputados Martín de Ostolaza, Julián Morales, Antonio Rodríguez, José Rafael Miranda, Alfonso Cárdenas, Tiburcio José de la Hermosa, solicitaron un voto favorable a la solicitud de los jefes militares. Unanue presentó una proposición con tres artículos: El ejército se retiraría inmediatamente a sus cuarteles; cesaría la Junta Gubernativa; se encargaría interinamente del Poder Ejecutivo al jefe de mayor graduación, hasta que el Congreso llegase a un acuerdo. Esta moción fue aprobada. Pero Luna Pizarro dejó constancia, en un voto escrito, que no tenía libertad bastante para deliberar y protestó contra toda violencia o miedo grave. Se adhirieron a su protesta más de quince diputados; entre ellos, Mariano José de Arce, quien declaró que en esos momentos era “un simulacro de representante del Perú” y el “Congreso un simulacro”. Aquella misma noche prestó juramento el jefe de mayor graduación, don José Bernardo de Tagle. En la sesión siguiente, el 28 de febrero, el Congreso mandó un oficio al gobierno ordenando que fuera puesto en libertad el general La Mar, arrestado en su domicilio por orden de los jefes militares; y escuchó una exposición verbal de Santa Cruz donde dijo que acataba al Congreso pero que, si no se elegía a Riva-Agüero, él y los demás jefes renunciarían a sus cargos y se marcharían del país. A Carlos Pedemonte estas palabras le parecieron lo suficientemente explícitas como para decidir su voto favorable a la petición del ejército. Sánchez Carrión ocupó la tribuna para afirmar que entre el licenciamiento de la fuerza armada, señal del fracaso de la Independencia, y la aceptación de su demanda, convenía que el Congreso se decidiera por el menor mal. No perteneció, pues, al grupo de los exaltados. Unanue elogió los méritos de RivaAgüero, que eran, a su juicio, el verdadero motivo de su inminente elección. Pérez de Tudela pidió la elección inmediata y culpó la violencia verbal prodigada en la sesión anterior, como la causa de algunos excesos del ejército. Llegado el momento de votar, Riva-Agüero fue elegido por los sufragios de los treinta y dos diputados presentes, a los que se agregaron luego cinco más. Los diputados eran setenta. No fueron señaladas las atribuciones del Presidente ni la duración de su mandato. El Congreso, pues, se dividió en tres facciones: los puritanos o recalcitrantes encabezados por Luna Pizarro, Arce y otros, algunos de los cuales no asistieron ya a las sesiones, si bien quedó siempre un grupo que después actuó intensamente contra Riva-Agüero; los riva-agüerinos, auténticos o genuinos; y los relativistas como Sánchez Carrión, dispuestos a optar por “el menor mal”, a hacer la prueba. El primer presidente del Perú, José de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete, nació en Lima el 3 de mayo de 1793. Pertenecía a antiguas y nobilísimas familias del Perú y España. A este país viajó para concluir su educación juvenil e ingresar en la carrera naval. Contrarió a su familia, cuando la interrumpió y abandonó, al mismo tiempo, sus estudios para hacer un dilatado viaje de paseo por Francia. Una carta oficial que dirigió al ministro inglés Canning, siendo presidente, y que existe en el Record Office (D61/1) dice: “Una casualidad feliz me proporcionó el año 1808 a hacer uno y otro servicio en España a favor de la Gran Bretaña, en tiempos en que ambas naciones se hallaban en guerra. La estimación que merecía yo en París de algunas personas de la comitiva de Napoleón y la confianza que se me hacía por aquel Gabinete para que yo trazase las medidas de dominación en América por parte de la Francia, en el referido año de 1808, me hicieron solicitar a Mr. Campbell, que entonces residía en Cádiz, para que me comunicase a la corte de Londres los planes más reservados de Bonaparte con respecto de Europa y América. Así es que se verificó después cuanto expuse a Mr. Campbell y este dirigió a su Corte. Siempre había conservado yo mucha adhesión a la nación británica y en aquella época manifesté por conducto del señor Campbell como que era el órgano más seguro para comunicarse con el americano. V.E. podrá recordar que por este señor se avisó en mayo de 1808 las disposiciones del Emperador Napoleón con respecto a España y que entonces dirigí yo a usted unos apuntes acerca de lo conveniente que sería separar la América haciéndola independiente. Como nos hallábamos en guerra con la

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[2]

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EL PRIMER CONGRESO CONSTITUYENTE. La ceremonia de instalación del primer Congreso Soberano se llevó a cabo el 20 de setiembre de 1822, en la capilla de la Universidad de San Marcos. Aquí (1) vemos un óleo del pintor Francisco González Gamarra que conmemora el hecho y que hoy se encuentra en el Congreso de la República. Enseguida se aprecia una página del Acta de Instalación del Congreso (2), con las rúbricas de los diputados elegidos para representar a la naciente República; la encabeza la del presidente de la Junta Directiva, Francisco Javier de Luna Pizarro (17801855). Durante las sesiones del Primer Congreso, las intervenciones de los diputados se hicieron desde tribunas como la que se aprecia aquí (3), hoy en el Congreso de la República.

[ capítulo 1 ] período 1

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JOsÉ dE LA RiVAAGÜERO Y sÁnCHEZ BOQUETE (1793-1858)

José de la Riva-Agüero fue elegido como primer presidente de Perú por presiones del Ejército. su gobierno fue corto, desde 1822 hasta 1823 cuando fue reemplazado en el cargo por José Bernardo de Tagle. Cuando Bolívar asumió el poder, en 1824, RivaAgüero estableció un gobierno paralelo en Trujillo.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 1 ]

Inglaterra era muy peligroso escribir por sí mismo y mucho más el dirigirse a V.E.: así tomé el partido de desfigurar la letra y firmarme con el nombre de Huáscar”. Regresó Riva-Agüero a Madrid poco antes de la guerra de independencia contra la invasión francesa y tomó parte en algunos encuentros al iniciarse aquella contienda. Ante la noticia de la muerte de su padre, volvió al Perú por la vía de Buenos Aires en 1809. En Montevideo fue apresado por corto tiempo por orden del gobernador Elío, por sospechoso; en Buenos Aires tuvo que escaparse ocultamente, pues se le iba a obligar a regresar a España; algo análogo ocurriole en Mendoza. Radicado en Lima, estuvo bajo constante vigilancia y, a veces, hasta perseguido; y lo salvó la intervención de poderosos parientes y amigos. Ingresó en el Tribunal Mayor de Cuentas como contador y juez del ramo de suertes y loterías en Cádiz, en 1813, publicó un folleto anónimo sobre su desorden. Destituido y enjuiciado por haberse interceptado unas comunicaciones que dirigía a San Martín, fue confinado en Tarma, en la región andina. Era ya entonces el agente secreto de las juntas separatistas de Buenos Aires y Chile y dirigía la Logia de Lima que funcionaba en su casa o en la del conde de la Vega del Ren. En 1816 escribió el folleto Manifestación histórica y política de la Revolución de América, publicado anónimamente en Buenos Aires en 1818 y conocido con el nombre del folleto de las “veintiocho causas”. De 1820 es su folleto Origen de que los mandones y tiranos del Perú me consideren enemigo de ellos. Toda la actividad de Riva-Agüero y de otros conspiradores no pudo alterar el hecho de que, como el Perú era el centro del poder español en América del Sur, no solo resultó el baluarte de la resistencia colonial, sino suplió a la metrópoli mientras esta no podía atender a la defensa de ultramar, al proporcionar las fuerzas que dominaron, durante un tiempo, los estallidos subversivos en los países vecinos. El plan de campaña que San Martín siguió en la expedición libertadora le fue enviado por Riva-Agüero. Entonces este fue juzgado por un consejo de guerra de oficiales generales que presidió el general La Serna. Mediante diversos medios persuasivos, Riva-Agüero introdujo la deserción en las tropas realistas; y a muchos de los desertores hacía conducir por sendas extraviadas, hasta lograr incorporarlos a las guerrillas de los independientes; algunos refugiábanse en sus haciendas para ser luego habilitados y conducidos sin riesgo. Además, estuvo conectado con numerosos agentes, aun en los centros mismos del gobierno español. Frecuentes fueron los avisos que dio durante la campaña alrededor de Lima a San Martín y a los jefes de guerrillas; ellos ayudaron a llevar al desastre a la división Ricafort y a la expedición del Virrey a Pasco, y a frustrar la sorpresa del general español Valdés desde Aznapuquio, cuando San Martín estaba en Retes. Contribuyó también a producir la división y el desacuerdo entre los propios generales españoles e introdujo en el cuartel general y en el ejército espías dobles. Presidente (o sea prefecto) del Departamento de Lima durante el gobierno de San Martín, fue Riva-Agüero enemigo del ministro Monteagudo, de quien se creía perseguido. Unió sus fuerzas a las de los republicanos doctrinarios y el 25 de julio de 1822 se produjo un motín en la capital, para pedir la deposición de Monteagudo, ante la noticia de que iban a realizarse nuevos destierros con el fin de fraguar impunemente las elecciones de diputados del Congreso ya convocadas. San Martín estaba ausente, pues había ido a Guayaquil para celebrar su célebre entrevista con Bolívar; y el gobernante interino, marqués de Torre Tagle, accedió a la deposición. Luego, el 30 de julio, convino en la expatriación del ministro. Riva-Agüero publicó el folleto Lima justificada en el suceso del 25 de julio, con motivo de estos acontecimientos. El suceso del 25 de julio señaló, pues, la primera victoria de los republicanos; pero fue el fruto de una coalición entre ellos, Riva-Agüero y dispersos elementos enemistados con Monteagudo por sus medidas contra los españoles, por su arrogancia o por sus costumbres libertinas. Eventual había sido esta coalición entre Riva-Agüero y los republicanos. Cuando, poco después de la caída de Monteagudo, se retiró San Martín del Perú, el inquieto caudillo limeño no

quedó satisfecho con la acción (o, mejor dicho, la inacción) del Congreso y de su fantasmagórica Junta, y logró finalmente la Presidencia.

EL siGniFiCAdO dEL MOTín dE BALCOnCiLLO.- El motín de Balconcillo fue el primer choque que hubo en el Perú entre el militarismo y el caudillaje de un lado y el utopismo parlamentario de otro. Aunque el Congreso prosiguió en sus labores, quedó mediatizado; y, con el pretexto de su salud averiada, Luna Pizarro se expatrió, como ya se ha dicho, con otros doctrinarios que protestaron contra la forma como fue arrancada la disolución de la Junta. Había, pues, entonces en la vida peruana, dos grandes fuerzas: la realista o española y la separatista o patriota. Dentro de esta última, coexistían varios grupos. Al principio, ellos se habían reducido a dos: sanmartinianos, algunos de los cuales eran monarquistas, y republicanos liberales. Luego, deshecha la ilusión monárquica, acorde y unida ya la opinión en favor de la República, se definieron, de un lado, la corriente liberal parlamentaria; y de otro la corriente caudillesca de Riva-Agüero, para llegar a la Presidencia violentando al Congreso con el apoyo del ejército. Dentro de la corriente liberal, en cambio, la figura representativa fue Luna Pizarro. Había sido Luna Pizarro opuesto al monarquismo de San Martín. También se definió como hostil a RivaAgüero y, por lo tanto, se mantuvo ajeno a las negociaciones que, poco después, el caudillo limeño inició con los españoles para ir a un Perú independiente, pero de base política y militar española. Más tarde había de ser asimismo opuesto a Bolívar y a su proyecto de la Confederación de los Andes. La idea de un Perú democrático y soberano, libre y progresista, sin predomino de argentinos, españoles, ni colombianos, está encarnada en Luna Pizarro.

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febrero 1823 [ PERÚ ]

se lleva a cabo el MoTÍn de balconcillo (liMa). el eJÉrciTo se enfrenTa al congreso y le eXige la disoluciÓn de la JunTa gubernaTiva y la proclaMaciÓn inMediaTa de JosÉ de la riva-agÜero coMo el priMer presidenTe del perÚ.

RiVA-AGÜERO, GRAn MARisCAL.- La designación de Riva-Agüero para que administrara el Poder Ejecutivo con el título de Presidente de la República y el tratamiento de “Excelencia” fue materia de una resolución del Congreso fechada el 28 de febrero, que Tagle refrendó como encargado por este, interinamente, de dicha administración. En el mismo documento recibió el grado de coronel del ejército aunque lo había sido solo de las milicias. EI 4 de marzo el Congreso le confirió el grado de Gran Mariscal de los ejércitos de la República y dispuso que usara la banda bicolor como distintivo del Poder Ejecutivo que administra. Esta última disposición rige todavía. Ya antes, el 31 de octubre de 1822, cuando funcionaba la Junta Gubernativa, la misma Asamblea había otorgado a Riva-Agüero una de las tres medallas que se fundieron para distribuirse entre los beneméritos de la patria. Aludió a este hecho el Presidente en su exposición al Congreso al aceptar la banda y no aceptar, en cambio, “el último ascenso de los guerreros más ilustres”. Dijo que el Perú tenía generales preclaros y que con la clase de coronel quería bajar a la tumba. Nicolás de Aranívar, presidente del Congreso, repuso que se trataba de un premio por sus heroicos sacrificios en favor de la libertad e independencia en circunstancias bien difíciles y también que se quería dar el decoro necesario a la alta dignidad que ocupaba y el honor debido al rango elevado del primer magistrado de la República. A los mismos militares les interesaba, seguía diciendo, que el que está a la cabeza de los negocios, el que es superior por su empleo, no fuera inferior en rango a quienes mandaba y le obedecían. Lo positivo fue, sin embargo, que el Congreso premió no solo con el poder político sino con el más alto grado militar al caudillo que había provocado la rebelión de la fuerza armada contra él y que no había actuado en una sola campaña o en una sola batalla.

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] capítulo 2 ● I La obra de Riva-Agüero. Los auxiliares colombianos y el discutido convenio sobre reemplazos ● Otros aspectos de la obra de Riva-Agüero ● Discordia entre Riva-Agüero y el Congreso ● El acuerdo con la nominal deposición de V por el Congreso ● Los españoles en Lima ● Regreso de Sucre a Lima. Tagle provisoriamente en el mando ● Disolución del Congreso por Riva-Agüero

Reinstalación del Congreso en Lima. Elección de Tagle como presidente ● II Llegada de Bolívar al Perú ● Fracaso de la expedición a intermedios ● III Negociaciones de Riva-Agüero con el Virrey y con Bolívar ● Deposición de Riva-Agüero por sus jefes militares ● Presión y destierro de Riva-Agüero ● El debate alrededor de una expedición de Riva-Agüero desde Europa ● El juicio contra Riva-Agüero ●

EL INCREMENTO DEL CIEGO ESPÍRITU DE FACCIÓN EN LOS PERUANOS FRENTE AL ADVERSARIO COMÚN HASTA NOVIEMBRE DE 1823

2 []

CAPÍTULO

L 62

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 2 ]

[I] A OBRA dE RiVA AGÜERO. LOs AUXiLiAREs COLOMBiAnOs Y EL disCUTidO COnVEniO sOBRE REEMPLAZOs.- Uno de los acontecimientos más importantes ocurridos durante el gobierno de Riva-Agüero y que dio lugar a grandes debates posteriormente, fue el convenio sobre auxilios colombianos. Los antecedentes de este asunto son varios. El ministro Monteagudo que acompañara a San Martín en el Protectorado, se dirigió a Sucre el 23 de junio de 1822 pidiéndole que, junto con la división peruana, cuya participación en Pichincha fuera tan notable, viniesen al Perú “a lo menos mil quinientos o dos mil quinientos colombianos”. Cuando regresó esta división, trajo alrededor de 850 soldados colombianos en reemplazo de sus bajas. Bolívar ofreció a San Martín ayuda militar para el Perú, en la famosa entrevista de Guayaquil. La división colombiana al mando de Juan Paz del Castillo, compuesta por cuatro batallones, llegó a Lima en julio de 1822. En setiembre de 1822, ya en la época de la Junta Gubernativa, ofreció Bolívar cuatro mil hombres más; pero la Junta Gubernativa respondió que solo necesitaba cuatro mil fusiles (octubre de 1822). El clima en el Congreso peruano era entonces de frialdad hacia Colombia, según ya se ha dicho en el capítulo anterior. O’Leary cree, como Restrepo, que los guayaquileños emigrados después de la incorporación de su provincia a dicha República contribuyeron a crear tal ambiente. Paz del Castillo no aceptó la indicación de la Junta para que colaborara en la expedición de Intermedios, y expresó que deseaba tener reunida a su división y que ella no estaba todavía equipada y lista; sus instrucciones decían que debía comprometerla solo con absoluta probabilidad de triunfo y que procurase realizar sus operaciones en territorios de la región norte. En octubre de 1822 ya empezó a exigir que las bajas de sus soldados por causa de muerte, deserción o invalidez fuesen compensadas con peruanos, y pretendió, además, que se diera preferencia a los colombianos enrolados en la antigua división que participara en la campaña de Pichincha. Ello no había sido objeto de un acuerdo escrito; pero Paz del Castillo aseguraba que San Martín le había hecho una oferta verbal. Se quejó, además, de que sus tropas no eran suficientemente atendidas, socorridas y equipadas. Se produjo así, en noviembre y diciembre, un desagradable cambio de notas con el Ministerio de Guerra. Paz del Castillo propuso el texto de un convenio para la permanencia de sus tropas cuyo artículo sobre reemplazo de bajas colombianas con peruanos fue rechazado. Terminó por regresar a su país (enero de 1823). Al asumir el mando Riva-Agüero, pidió a Bolívar, como ya se ha indicado, el envío de los cuatro mil soldados ofrecidos en setiembre de 1822; y mandó como comisionado para ello al general Mariano Portocarrero. Cuando Bolívar respondía en Guayaquil el discurso de presentación del emisario peruano, ya dos mil soldados colombianos habían sido embarcados y los buques que los conducían bajaban el río Guayas. Pocos días después marcharon dos mil más; el acuerdo adoptado entonces fue despachar un total de seis mil hombres que fueron mandados por Sucre hasta la llegada de Bolívar. El convenio sobre auxilios se firmó entre Portocarrero y Paz del Castillo el 18 de marzo de 1823. El Perú se comprometió en ese documento a lo que se había negado en los días de la Junta Gubernativa, o sea al pago de los sueldos, vestuarios, equipo y gastos de regreso de los colombianos; y también a reemplazar las bajas de estos con soldados

peruanos. Ramón Herrera, ministro de Riva-Agüero, firmó en Lima otro convenio, más favorable para el Perú, con el coronel colombiano Urdaneta (Lima, 29 de marzo de 1823). Riva-Agüero aprobó este último, pero el gobierno de Colombia, por intermedio de Sucre, gestionó la ratificación lisa y llana del que celebraran Portocarrero y Paz del Castillo, aduciendo que las tropas habíanse movilizado en virtud de él. Dicha ratificación se verificó, al fin, después de no pocos titubeos, el 3 de junio de 1823. En el convenio Herrera-Urdaneta se estipulaba que las bajas de la división de Colombia serían reemplazadas, no con peruanos, como aceptó Portocarrero, sino con los soldados colombianos existentes en los cuerpos del Perú y, en su defecto, con prisioneros españoles. Más tarde, en las conferencias de Guayaquil celebradas en 1829, el plenipotenciario peruano Larrea y Loredo, presentó como argumentos en contra del pacto Portocarrero-Paz del Castillo la falta de autoridad de Riva-Agüero para mandarlo firmar y el carácter informal del documento respectivo; la atingencia de que los reemplazos habían podido ser hechos durante la campaña pero que no eran procedentes después de ella;y el principio de que no existía poder con facultades suficientes para decretar la expatriación perpetua de un crecido número de ciudadanos inocentes. De las fuerzas colombianas que participaron en las campañas finales de la independencia del Perú volvieron a su patria, según dijo el plenipotenciario Gual en una de dichas conferencias, de cinco a ocho mil. Muchos de ellos eran peruanos de nacimiento en virtud del arreglo sobre reemplazos.

OTROs AsPECTOs dE LA OBRA dE RiVA-AGÜERO.- Entre los otros aspectos de la obra de Riva-Agüero (cuyo ministro de Guerra y Marina fue el coronel Ramón Herrera), cabe mencionar que reorganizó la marina al ponerla bajo el comando de Jorge Guisse; ganó respetabilidad con la llegada del ministro chileno Campino y con la del representante de Estados Unidos, Prevost; pidió auxilios a Chile y Argentina; inició una política más benigna con los extranjeros; derogó el decreto de la Junta Gubernativa, expedido en las postrimerías de su gestión, que ordenaba un sorteo de esclavos para aumentar el ejército, atendió a la conservación del puerto del Callao; buscó renta para el erario; procedió a recoger el papel moneda cuya amortización mediante pagos al Tesoro o adjudicación de fincas quedó señalada; fundó la Academia Militar; dispuso el adiestramiento de las milicias en toda la República; elevó la fuerza armada a un número que antes no tenía; ordenó la creación de batallones, como el cuarto escuadrón de Húsares formado por Ramón Castilla en el norte, y decretó la efectividad del bloqueo de las costas enemigas. Al mismo tiempo, Riva-Agüero se dirigió personalmente al Virrey para pedirle primero la regularización de las operaciones bélicas y amenazando con la guerra a muerte. Luego le ofreció un armisticio de dos meses, en el que conservaría cada ejército sus posiciones, mientras se enviaban diputados al cuartel de cada uno de los beligerantes para formalizar un tratado de paz en el cual el Gobierno del Perú aceptaría el regreso de los españoles expulsados y concedería toda clase de garantías y facilidades a los intereses peninsulares. El Virrey rechazó estas propuestas. La contratación en Londres, por los comisionados Diego Paroissien y Juan García del Río que había enviado San Martín, de un empréstito de un millón doscientas mil libras esterlinas, permitió que el Gobierno contara entonces con cuantiosos fondos. Riva-Agüero insistió en alejar de su lado al ejército nacional que podía protegerlo en caso de un conflicto interno y organizó una nueva expedición a los puertos del sur, la “segunda expedición a Intermedios”. Salió ella del Callao entre el 14 y el 25 de mayo. Constaba de poco más de cinco mil hombres. El plan de campaña era complicado y su éxito dependía del concurso simultáneo de fuerzas diversas y heterogéneas, incluyendo las que debían aportar Colombia, Chile y Buenos Aires, todo lo cual requería el comando de un hombre superior.

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Junio 1823 [ PERÚ ]

debido a la invasiÓn espaÑola en liMa, el congreso Traslada sus sesiones al puerTo del callao. MÁs Tarde, el dÍa 26 del MisMo Mes, parTe de sus MieMbros se insTalÓ en TruJillo. en esa ciudad, el congreso fue disuelTo por el presidenTe rivaagÜero.

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 1

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AnTOniO JOsÉ dE sUCRE ALCALÁ (1795-1830)

El mariscal venezolano se inició desde joven en la vida militar. En 1810 se unió a la Junta Revolucionaria de Cumaná y luchó junto al ejército venezolano por la liberación de su patria. Luego, pasó a la Gran Colombia, Haití y Trinidad. Junto a simón Bolívar, peleó en las batallas de Yaguachi, Bomboná, Río Bamba (todas en 1821) y Pichincha (1822). Llegó al Perú en 1823 y fue designado Jefe supremo Militar. En 1824, comandó las fuerzas patrióticas durante la batalla de Ayacucho y firmó la capitulación del ejército español.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 2 ]

disCORdiA EnTRE RiVA AGÜERO Y EL COnGREsO - Al viajar el ejército peruano al sur no quedaron en Lima sino tropas auxiliares, entre las que tenían mayor importancia las colombianas, ascendentes entonces a unos cuatro mil hombres. Sucre había llegado al Perú primero como ministro plenipotenciario de Bolívar. Luego se puso a la cabeza de la división auxiliar colombiana. Así, el diplomático y el político tuvieron el apoyo de la fuerza militar, y el hábil guerrero pudo actuar en salones y en antecámaras. Después de su llegada se acentuaron los esfuerzos para que viniera el Libertador. El Congreso adoptó, con la participación de Carlos Pedemonte, Manuel Ferreyros, Francisco Javier Mariátegui y Miguel Otero, el 5 y el 14 de mayo, acuerdos favorables a este viaje como una fórmula de solución para los problemas relacionados con la guerra, es decir, sin otorgar importancia al flamante grado de Mariscal que el mismo Parlamento, movido por otra facción, había conferido a Riva-Agüero. Cuando salieron de Lima las tropas del Perú para iniciar la segunda expedición de Intermedios, Sucre se dirigió a la Asamblea legislativa que tan propicia resultaba para el Libertador, manifestó su gratitud por los decretos del 5 y del 14 de mayo y expresó “que la división auxiliar colombiana ofrece sus armas a la Representación nacional por garantía de su libertad y que se honrará de servirle tan celosa y fielmente como los soldados peruanos”. El Congreso en su respuesta expresó su complacencia ante el hecho de que las tropas auxiliares “miran como propios los intereses del Perú y la consideración e inviolabilidad de sus instituciones, distinguiéndose en garantizar con sus armas la primera de ellas, cual es la Representación nacional como que U.S. sabe muy bien que sin ella no habría libertad ni patria”. La injerencia del colombiano Tomás Heres en la política peruana de entonces, a través de unos artículos en el Correo Mercantil, parece ser apenas uno entre muchos episodios de un mismo plan. Pocos días después del homenaje antes mencionado, el15 de mayo, Sucre escribía a Bolívar: “El ejército no tiene jefes: el país está tan dividido en partidos como están las tropas de los diferentes Estados que las forman; el Congreso y el Ejecutivo están discordes y esto no puede tener buen resultado; no hay subsistencias para la tropa y las pocas que se adquieren se invierten mal... en fin, mil males asoman para presagiar que todo se desbarata y en un desmoronamiento la división de Colombia será parte de las ruinas”. Y agregaba en la misma carta: “Yo he tratado de que, sea como sea, haya un decreto del cuerpo legislativo solicitando la venida de Ud”. La discordia intestina llegó a tomar caracteres amenazantes. En sesión secreta de 9 de junio el Congreso tuvo conocimiento de la existencia de una conjura para asesinar o faltar de obra a los diputados Manuel Antonio Colmenares, Manuel Ferreyros, Francisco Javier Mariátegui y Francisco Argote (este último, colombiano de nacimiento) y mandó abrir el proceso correspondiente. Poco se avanzó en él; pero quedó acreditada la existencia de un grupo de personas adictas a Mariano Tramarría y en actitud hostil a aquellos diputados por sus ataques al Gobierno y en especial al ministro de Guerra, coronel Ramón Herrera. La pugna entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, la animosidad creciente del bando opositor a Riva-Agüero, la falta de reputación militar de este cuando la suerte de la causa de la Independencia dependía de campañas y batallas, la creación progresiva de un ambiente similar al que provocara la caída de la Junta Gubernativa, la amenaza inminente que significaba para Lima el ejército de Canterac, el influjo que tenía la presencia de las tropas colombianas, el alejamiento del ejército nacional, la aptitud persuasiva de Sucre con su suavidad en el trato, sencillez en las maneras, cordialidad en las actitudes y energía en los propósitos, en fin, las circunstancias predominantes en ese momento anunciaban peligros para la estabilidad del Gobierno. Riva-Agüero llegó a preparar su dimisión el 11 de junio. En el documento que redactó, después de exponer la gravedad del conflicto, decía: “Solamente resta, Señor, que antes que la discordia pueda precipitar en un abismo la nave del Estado, vuestra soberanía la salve, nombrando otro que se encargue del Poder Ejecutivo. Sírvase, pues, el Soberano Congreso admitir la renuncia que hace de la Presidencia un ciudadano que siempre se

sacrificará por defender a la Representación nacional, como que le tiene dadas tantas pruebas de adhesión y obediencia”. Gesto tan magnánimo quedó, sin embargo, sin llevar a cabo, pues llegó a su conocimiento que el general español Canterac había atravesado la cordillera en dirección a la capital, con tropas superiores a las que podían entrentársele. EI 12 de junio manifestó Riva-Agüero al Congreso la necesidad de que entre ellos hubiese la mejor armonía y pidió que le fuera designada la extensión de sus atribuciones. La respuesta parlamentaria se concretó a decir que tomara, para salvar a la Patria del peligro, todas las providencias que considerase oportunas en el uso de sus facultades ya por él obtenidas. El 17 de junio los poderes públicos y el ejército evacuaron Lima, de conformidad con lo anteriormente resuelto en una junta de guerra y se instalaron en el Callao. Allí el peligro con el enemigo en las cercanías, la forzada improvisación de elementos y recursos, la estrechez del escenario, fueron un estímulo para la excitación de los ánimos, con menosprecio de la prudencia y de la moderación. EI 18 intentó Riva-Agüero disolver el Congreso y nombrar una comisión de siete diputados que, ejerciendo las funciones de un Senado, sirviera como consejo de Estado y propusiese oportunamente la reunión de un Congreso general; los demás diputados serían atendidos con embajadas y otros empleos según su conducta, luces y circunstancias. No encontró, sin embargo, representante que se atreviera a presentar este plan en la Asamblea. Al comprobar que había fallado, escribió Riva-Agüero una carta reservada a Santa Cruz para que mandara hacer una exposición del ejército y actas de los pueblos expresando que no obedecían a otro presidente mientras no se concluyese la guerra. Una carta de Sucre del 20 de junio expresó: “Todos mandan en el Callao, los víveres escasean y son distribuidos por diferentes autoridades, siendo solo suficientes para cubrir las necesidades de cincuenta días; las municiones y armamentos han desaparecido sin que el jefe encargado de custodiarlas sepa cuál es el destino que se les ha dado”. En la primera sesión celebrada el 19 de junio por el Congreso en el Callao y cuyo quórum había sido fijado en 28 diputados, el presidente de la Asamblea, Carlos Pedemonte, indicó que debía señalarse el lugar a donde podrían reunirse este Poder del Estado, el Gobierno y todos los Tribunales, si pareciere conveniente abandonar también aquel puerto. Sánchez Carrión preparó el proyecto de resolución designando a Trujillo como capital provisoria y estableciendo la creación de un poder militar con las facultades necesarias, a efecto “de que haga cuanto convenga para salvar la República” (19 de junio). El diputado Manuel Antonio Colmenares presentó una adición, que llegó a ser aprobada, para que fuese entregado ese poder militar al general en jefe del ejército unido, o sea a Sucre. Al mismo tiempo, solicitó que nuevamente fuese llamado Bolívar a “salvar el Perú”, lo que también se aprobó, después de lo cual quedó nombrada una comisión compuesta por Sánchez Carrión y Olmedo para que viajara a invitar al Libertador, quien ejercería las funciones de Generalísimo al pisar el territorio peruano y se entendería con los dos emisarios sobre la manera de ejercer el supremo poder militar. El Congreso erigió, pues, frente a Riva-Agüero, la autoridad bélica de dos personas, o sea Sucre y Bolívar. Mientras Sucre se negaba a prestar el juramento de su nuevo cargo y renunciaba la jefatura del ejército unido, Riva-Agüero demoró primero y puso luego tardío cúmplase, el día 24 de junio, a la resolución del 19 de ese mes, y suscribió una protesta en privado ante el ministro interino de Guerra, José María Novoa, el fiscal de la Alta Cámara de Justicia y diputado Manuel Pérez de Tudela y el coronel Francisco Carrillo y Mudarra. lnculpó de lo que ocurría al resentimiento de varios diputados por el cese de la Junta Gubernativa. El Presidente de la República había sido privado de un atributo propio del Poder Ejecutivo, al crearse el supremo poder militar; y el juramento prestado por los diputados al instalarse el Congreso y al sancionarse las bases de la Constitución quedaba violado, puesto que dicho poder había sido entregado a un general extranjero. Debía tenerse por nulo el cúmplase al respectivo decreto, así como todo

al coMprobar Que habÍa fallado, escribiÓ riva-agÜero una carTa reservada a sanTa cruZ para Que Mandara hacer una eXposiciÓn del eJÉrciTo y acTas de los pueblos eXpresando Que no obedecÍan a oTro presidenTe MienTras no se concluyese la guerra.

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 1

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Junio 1823 [ PERÚ ]

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el congreso decide separar de la presidencia a JosÉ de la riva-agÜero, esTe, sin eMbargo desconoce el MandaTo del poder legislaTivo y huye a la ciudad de TruJillo, debido a la inesTabilidad Que se vivÍa en la capiTal por el asedio de las Tropas espaÑolas al Mando del general JosÉ de canTerac.

acto, acta, convenio o tratado que apareciera firmado por él sobre este asunto y perjudicando a la República por hallarse, con toda su familia, dentro del castillo de la Independencia, guarnecido con tropas colombianas y a merced de Sucre, por lo que era de temer que abusara de su fuerza (21 de junio).

EL ACUERdO COn LA nOMinAL dEPOsiCión dE RiVA-AGÜERO POR EL COnGREsO.Ante la insistencia espectacular del Congreso, Sucre prestó ese día 21 el juramento pedido, antes de que el Ejecutivo le hubiese puesto el correspondiente cúmplase, bajo la condición de que su autoridad fuera ratificada por la misma Asamblea en Trujillo. En cuanto a las atribuciones del “poder militar”, una resolución legislativa decidió ese día que ejercería las amplias atribuciones del Presidente de la República mientras durara el peligro a juicio del Congreso, recibiría su mismo tratamiento y estarían directamente sujetas a él todas las fuerzas de mar y tierra. En sesión siguiente, el 22, el diputado Ignacio Ortiz de Zevallos presentó una moción declarando que Riva-Agüero había cesado en el ejercicio de sus funciones.Tan grave acuerdo llegó a ser adoptado con la limitación propuesta por Nicolás de Aranívar de que el cese fuera “en los puntos que sirven de teatro a la guerra”. Pero al día siguiente, Riva-Agüero fue exonerado del mando, en vista de que, según entonces se dijo, había manifestado verbalmente “que estaba llano a dimitir”. Quedó ordenado entonces se le expidiera pasaporte para salir del país, y se autorizó interinamente para el despacho de los asuntos administrativos en las regiones del norte del Perú, al ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, Francisco Valdivieso. Fernando Casós escribió alguna vez que en el Perú es admirable lo que no sucede. Este pensamiento surge ante la carta que Riva-Agüero escribió y no despachó en su dimisión. “Enterado (decía al10 de la suprema resolución del Soberano Congreso acerca de mi cesación absoluta en el cargo de Presidente de la República, espero se sirva admitirme el Soberano Congreso la más sincera expresión de mi gratitud, tanto por aliviarme de un peso superior a mis débiles fuerzas, como por la salvación que debe esperar bien pronto la Patria teniendo las riendas del gobierno una persona que reúna todas las cualidades para salvarla”. Continuaba este documento manifestando que como americano estaba él dispuesto a tomar el fusil por la salud del Estado; que se sometía a un juicio imparcial y hallábase pronto a responder a los cargos que se le hicieren; que sentía la satisfacción de retirarse sin bienes, habiendo gastado los que poseyera en bien de la

JosÉ olaya balandra (1782-1823) esTe huMilde pescador chorrillano dio valienTeMenTe su vida por la causa independenTisTa.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 2 ]

n

ació en Chorrillos (Lima) en 1782 y se afirma que desde muy joven se dedicó al oficio de la pesca. A pesar de la declaración de independencia de 1821, lo cierto es que la amenaza española aún se hacía sentir en el país, generando caos administrativo y político. En Lima, las conspiraciones estaban a la orden del día, más aun después del reingreso del ejército español el 19 de junio de 1823. Olaya tenía como misión llevar mensajes desde el puerto del Callao hasta las guarniciones patriotas en

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patria y no habiendo exigido indemnización alguna. Al terminar indicaba que por la situación del Callao no creía conveniente permanecer en esa plaza él y su madre que era de avanzada edad y pedía que fuera señalado el lugar a donde debía trasladarse. Si se hubiera retirado entonces, en acatamiento a la decisión del Congreso que le había investido con la Primera Magistratura de la República y que, a pesar de todas las anomalías en su funcionamiento, y de todos sus defectos, representaba la única expresión de la soberanía nacional, Riva-Agüero habría hecho un servicio a su buen nombre y al bien del Perú. Pero la ambición, la arrogancia, la porfía mezclados a conceptos de honor y dignidad, pudieron más que el buen sentido y la abnegación patriótica que, al ofrecerle entonces lo que hoy cabe llamar un campo de aterrizaje, le hubieran permitido más tarde hacer un nuevo “despegue” político evitando que se estrellara catastróficamente. Al saber la deposición de Riva-Agüero, Sucre declaró que la división colombiana no entraría en cuestiones políticas internas, con lo que trató de amenguar la acusación de que alentaba las maniobras en contra del primer presidente peruano. El 25 de junio suscribió una nota donde afirmó que “la continuación de estas disenciones a presencia del ejército y al frente de un enemigo poderoso, es un mal del que el Soberano Congreso y el Ejecutivo serán responsables ante la Patria”. El “enemigo poderoso” de que hablaba Sucre, es decir, el ejército español, había entrado en Lima el 18 de junio, procediendo como si hubiese llegado a territorio enemigo. En la sesión del 26 de junio, que fue la última celebrada en el Callao, se acordó que las cosas permanecieran como estaban, hasta otra oportunidad. La guarnición y la opinión pública de Lima, unidos, habían impuesto a Riva-Agüero en febrero de 1823, con motivo de la primera derrota en el Sur. Ahora, en el Callao, en medio de los apuros de la retirada ante el enemigo común, una facción del Congreso enemiga de Riva-Agüero (compuesta, en parte, por peruanos entre los cuales habían sido incorporados algunos como suplentes e integrada, además, en parte, por extranjeros) persuadida de la necesidad de la presencia de los colombianos y de Bolívar para salvar la independencia, aprovechaba el hecho de que las tropas nacionales se hallaban en la segunda campaña del sur, que Lima había sido abandonada y que las turbas de la capital no podían defender a su “niño Pepe” para maniatar al Presidente en su silla, para afrentarlo y para, finalmente, adoptar un acuerdo con el fin de arrojarlo de ella, vengándose así del motín de Balconcillo y pretendiendo utilizar la fuerza militar que Riva-Agüero empleara antes, si bien este acuerdo no tuvo cumplimiento inmediato por lo revuelto de las circunstancias.

Chorrillos. Este recorrido, realizado a nado, establecía la comunicación entre el destacamento atrincherado en el castillo Real Felipe y los patriotas libres. En las misivas se tocaban temas sobre el estado del destacamento, sus necesidades y sus próximas acciones. El 27 de junio de1823, el chorrillano llevaba una carta del general Antonio José de Sucre para el patriota Narciso de la Colina. El gobernador español en Lima, Ramón Rodil, mantenía una estricta

Julio 1823 [VENEZUELA]

en el lago de Maracaibo, se lleva a cabo la baTalla del MisMo noMbre. esTa vicToria de los paTrioTas veneZolanos, coMandadas por el alMiranTe coloMbiano JosÉ padilla, obligÓ a la capiTulaciÓn de las Tropas del capiTÁn espaÑol Ángel laborde y navarro.

vigilancia sobre el pescador y lo detuvo una vez confirmada su misión. Olaya pudo deshacerse de la correspondencia antes de ser capturado. Al negarse a confesar el nombre del destinatario de la carta, Olaya recibió una brutal golpiza. Al día siguiente, llevaron a su madre para conminarlo a confesar, pero sin éxito. Fue sentenciado a morir fusilado. La ejecución se cumplió el 29 de junio de 1823 a las once de la mañana, en el Callejón de Petateros en la Plaza de Armas de Lima.

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los espaÑoles perManecieron en liMa del 13 de Junio al 16 de Julio. al evacuar la capiTal auMenTaron su eQuipaJe con un cuanTioso boTÍn. eXTraJeron la plaTa labrada de la caTedral, de sanTo doMingo y de oTras iglesias; se llevaron las MÁQuinas y ÚTiles de la casa de la Moneda, QueMando lo Que no podÍan conducir; saQuearon la biblioTeca nacional.

Según dijo Riva-Agüero en su manifiesto de Londres (1824) en el Callao se reunieron treinta y ocho diputados de sesenta y nueve que era su total y solo veintisiete votaron su deposición. El único otro caso en que el Congreso ha depuesto en el Perú al presidente de la República ha sido el de Billinghurst, en 1914. Riva-Agüero, que conservó su título de Presidente al quedar momentáneamente en suspenso el acuerdo del 23 de junio y al interrumpirse el funcionamiento del Congreso, se dirigió en la fragata Peruviana a Huanchaco junto con un grupo de funcionarios, en el que había partidarios y opositores suyos, para establecerse en Trujillo (26 de junio). Algunos diputados se embarcaron con el mismo rumbo en otro barco, el Vigía. Sucre se quedó en el Callao proveyendo a la defensa de la plaza.

LOs EsPAÑOLEs En LiMA.- Los españoles permanecieron en Lima del 13 de junio al 16 de julio. Al evacuar la capital aumentaron su equipaje con un cuantioso botín. Extrajeron la plata labrada de la Catedral, de Santo Domingo y de otras iglesias; se llevaron las máquinas y útiles de la Casa de Moneda, quemando lo que no podían conducir; saquearon la Biblioteca Nacional; emplearon como leña para sus ranchos las puertas y ventanas de una casa rural de Tagle; arrancaron al afligido vecindario grandes cantidades de dinero, paños, brin y otros artículos, con amenazas de incendio y saqueo y cometieron no pocas tropelías más. En contraste con la virulencia de la pasiones partidistas que perturbaban a los grandes personajes de la causa de la Independencia en esos días sombríos, surgió el sacrificio del humilde pescador chorrillano José Silverio Olaya. Llevaba Olaya correspondencia de los patriotas entre Chorrillos y Callao. Apresado, no reveló sus secretos y fue fusilado y degollado en la Plaza de Armas de Lima (29 de junio de 1823). No solo debe considerársele como un símbolo del heroísmo patriótico de los humildes sino, también, de silenciosa inmolación por la promesa invívita en la patria que otros anarquizaban. Un bando del general Tomás Guido, gobernador interino de la capital, obligó, bajo severas penas, al patrullaje de los menores de 70 años; a la iluminación de las casas en la noche; a la pena de muerte para quienes robaran; a la entrega de las armas y cabalgaduras en poder de los vecinos; al regreso de los esclavos al dominio de sus amos; a la presentación de los desertores de ambos ejércitos; a un severo sistema de pasaportes para salir de la ciudad o entrar en ella (16 de julio). Otro bando reorganizó las milicias. Uno adicional ordenó a todo individuo que tuviera en su poder bienes de los enemigos o de los emigrados que informase a la comisión de secuestros bajo pena de confiscación de todas sus propiedades; lo mismo dispuso para los arrendatarios en análoga situación; estimuló las denuncias en los casos antedichos y agregó: “Todo el que sepa de los libros extraídos de la Biblioteca General o de los intereses que de ella faltan, lo denunciará inmediatamente, en la inteligencia de que tanto el que los tenga como el que sepa de ellos y no los entregue o denuncie, será expatriado siendo de clase y no siéndolo, será enrolado en las filas del ejército” (17 de julio). Un cuarto bando ordenó la aceptación de la moneda de cobre (18 de julio). Y un quinto dispuso durante varios días iluminación general con repique de campanas y la celebración de una misa general con tedeum. REGREsO dE sUCRE A LiMA. TAGLE PROVisORiAMEnTE En EL MAndO.- Al retirarse Canterac, volvió Sucre a Lima. Delegó en Tagle el alto mando del país “en tanto llegan los magistrados de la República” (17 de julio). Ordenó la salida de unas tropas que debían operar en Jauja, sea para ocupar la línea del Apurímac, sea para impedir que los realistas llevaran la totalidad de sus fuerzas al sur, iniciando un movimiento que luego no tuvo resultado. Y el 20 de junio se dio a la vela en esa misma dirección con unos tres mil hombres, demasiado tarde ya para influir en

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la suerte de la segunda campaña de Intermedios. Riva-Agüero afirmó que entonces el general colombiano le escribió a Trujillo “para que, sin pérdida de tiempo, me regresase para ejercer el Mando Supremo en la capital, expresando que si no lo verificaba pronto, se podía frustrar la campaña del sur”.

disOLUCión dEL COnGREsO POR RiVA-AGÜERO.- En Trujillo había renacido la discordia entre Riva-Agüero y el Congreso, instalado modestamente en la casa de un particular. Algunos diputados quisieron dar cumplimiento a la resolución del 23 de junio que lo exoneraba del Gobierno. El Presidente comenzó, por su parte, a preparar la disolución del cuerpo legislativo, y escribió a sus partidarios para que los cabildos y el ejército se la pidieran, a la vez que intentaba que la misma Asamblea lo acordase, sin conseguirlo. Con fecha 19 de julio le dirigió un oficio indicando que la necesidad de combatir al enemigo debía ser ocupación exclusiva de los patriotas. Y el mismo día expidió un decreto por el cual disolvió, como si fuera un monarca, el Congreso que le había dado el cargo público en el que pretendía permanecer. Se trataba, a su juicio, de solo una facción del cuerpo legislativo, repudiada por las municipalidades de muchos pueblos y por las fuerzas militares netamente peruanas. Dicha facción promovía la guerra intestina, ayudaba con ello al sistema español, gravitaba contra la independencia del Perú “que debo sostener a costa de sacrificios los más grandes y tal vez contra la de las demás secciones independientes de América, a quienes sería indudablemente trascendental la subyugación del Perú”. Los diputados fueron declarados sin atribución ni privilegio alguno, salvo volver a sus empleos o asumir los cargos que les diera el Gobierno. En lugar del Congreso estableció “conforme a la voluntad sana de los pueblos independientes”, un Senado compuesto de diez vocales, elegidos entre los mismos diputados, uno por cada departamento. Eran ellos: Nicolás de Aranívar por Arequipa, Hipólito Unanue por Tarma, José Pezet por Cuzco, Francisco Salazar por Puno, José Rafael Miranda por Huamanga, Justo Figuerola por Huancavelica, Manuel de Arias por Lima, Toribio Dávalos por la Costa, José de Larrea por Huaylas, Martín de Ostolaza por Trujillo. Este personal tuvo luego variaciones importantes. El Senado celebró veintisiete sesiones del 18 de setiembre al 18 de noviembre de 1823. Siete diputados, Juan Antonio de Andueza, Mariano José de Arce, Ignacio Ortiz de Zevallos, Francisco Javier Mariátegui, Manuel Antonio Colmenares, Mariano Quesada y Manuel Ferreyros, considerados entre los más hostiles a Riva-Agüero, fueron embarcados en la goleta Veloz Trujillana para ser puestos a disposición de Santa Cruz, en el Sur.

JOsÉ BERnARdO dE TAGLE Y PORTOCARRERO (1779-1825)

El cuarto marqués de Torre Tagle inició desde joven su carrera militar. A partir de 1810 se empezó a relacionar con los movimientos independentistas. En 1811 fue elegido como el primer alcalde de Lima, y en 1823 fue proclamado presidente de nuestro naciente país en reemplazo de Riva-Agüero.

REinsTALACión dEL COnGREsO En LiMA. ELECCión dE TAGLE COMO PREsidEnTE.A pesar de que en un momento inicial habría escrito a Riva-Agüero para que volviera a Lima, Tagle accedió a las representaciones de diversos ciudadanos y convocó en esta ciudad a los trece diputados que habían permanecido en ella y a otros que recibieron el nombramiento de suplentes y reinstaló el Congreso (6 de agosto). Lo presidió Carlos Pedemonte. El día 7 de agosto Tagle puso el cúmplase a las resoluciones legislativas dadas en el Callao, que exoneraban del gobierno a Riva-Agüero, creaban el poder militar y lo entregaban a Sucre; y, a su vez, el Congreso ratificó la delegación de este mando hecho por Sucre a favor de Tagle, y le agregó el mando político. El 8 declaró el Congreso reo de alta traición a Riva-Agüero y otorgó el mismo calificativo a cuantos jefes y empleados le prestaran auxilio o reconocieran su autoridad. Los diputados que habían sido embarcados en la Veloz Trujillana fueron puestos en libertad en Chancay, donde este barco llegó para tomar lastre yagua. Recibidos en Chancay con repiques, cohetes, aclamaciones y una misa de gracias, se dirigieron luego a Lima adonde entraron por la calle de Malambo acompañados por personajes, gentío, banderas y música,

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MienTras los espaÑoles ManTenÍan baJo su poder gran parTe del paÍs y era incierTo el desTino de la guerra de la independencia, el perÚ apareciÓ asÍ dividido enTre dos presidenTes.

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entre aclamaciones, arcos y luces. En casa de Justo Figuerola (que sucedió a Pedemonte en la presidencia del Congreso), en el Cabildo y en el palacio de Tagle recibieron público homenaje como si se tratase de los vencedores de una batalla decisiva para la independencia del país. En la sesión parlamentaria del 14, discursos de untuosa retórica narraron los sufrimientos que habían padecido. Los festejos terminaron con un banquete y una misa de gracias en la Catedral, a la que concurrieron el Gobierno, los antiguos y los nuevos diputados, los magistrados de los tribunales y las demás corporaciones dentro de una rígida fidelidad al decoratismo colonial en medio del ambiente de republicano atolondramiento. El diputado Justo Figuerola hizo una exposición sobre los sucesos de Trujillo y el Congreso invitó al presidente Tagle a oírla. Tagle acudió, con este motivo, al salón de sesiones. El mandatario flamante y la asamblea resurrecta de la capital entraron en violenta guerra verbal con el Presidente que se aferraba a su cargo en Trujillo. Las citas de Grecia, Roma, Locke, Montesquieu y San Martín alternaron con los insultos. Riva-Agüero llamó a los diputados facción usurpadora. “Me avergüenzo (expresó a Tagle) de que Ud. haya reunido a esos criminales y mendigado de ellos el mando efímero que hoy usurpa”. Tagle calificó a este oficio como “papel despreciable en todos sentidos por los fundamentos miserables en que estriba”. El Congreso lo había proclamado “Padre de la Patria como el más virtuoso hijo del Perú y su única esperanza”. En cambio, después de haber declarado a Riva-Agüero reo de alta traición como ya se ha visto, ordenó que todos los ciudadanos lo persiguieran y otorgó el título de “benemérito a la Patria” a quien lo aprehendiese vivo o muerto porque había “tratado de dar el golpe de muerte al Soberano Congreso, baluarte sagrado de la libertad” (19 de agosto). Además, se dirigió en un manifiesto a los pueblos del Perú, a la América entera ya todo el género humano para comunicarles solemnemente las discordias que corroían a la patria cuando todavía no había logrado asegurar su independencia. Casi al mismo tiempo, eligió presidente de la República a Tagle “restaurador de los sagrados derechos de los pueblos”. Se hallaba vacante ese cargo desde la destitución de Riva-Agüero efectuada el 23 de junio (16 de agosto). Anteriormente había figurado Tagle como Jefe Supremo de acuerdo con la delegación del mando que había hecho en su favor Sucre y que ratificó el Congreso. Los ministros de Tagle fueron entonces: Juan de Berindoaga (Guerra), Dionisio Vizcarra (Hacienda) y Francisco Valdivieso (Relaciones Exteriores). Mientras los españoles seguían teniendo bajo su poder gran parte del país y era incierto el destino de la guerra de la independencia, el Perú apareció así dividido entre dos presidentes. Uno de ellos, en Trujillo, se había aferrado al poder después de haber perdido su título legal por haberlo depuesto la misma Asamblea que lo nombrara y a la cual él luego disolvió. El otro gobernaba en Lima después de instalar de nuevo al Congreso que ya había sido humillado por un motín y se había luego prestado a dar la máxima autoridad a los colombianos, para escindirse y dispersarse y luego resucitar con unos cuantos de sus antiguos miembros y otros que entonces a él se incorporaron. La guerra civil parecía inevitable; pero, con ella o sin ella, el dilema verdadero estaba entre el mantenimiento del antiguo régimen virreinal, en su forma más reaccionaria, y la dictadura de Bolívar, con todos los sacrificios que tenía que traer, pero llevando consigo la única esperanza de triunfo para la causa de la independencia nacional. El gobierno erigido en la capital contaba apenas con los dos batallones que formaban entonces la guarnición de ella y del Callao. Pero, a pesar de esta debilidad bélica y del encono que predominaba en los ánimos, el Congreso se fue prestigiando y continuó apareciendo, a pesar de sus taras, como el único representante de la soberanía y la sola fuente de legitimidad. Formaban parte de él,junto con los diputados ya citados, entre otros, Toribio Rodríguez de Mendoza, Salazar y Baquíjano, La Mar y también Unanue y Figuerola, que fugazmente habían pertenecido al Senado de Trujillo. La firma de Unanue había figurado, por lo menos, en uno de los documentos de esta entidad. Entre setiembre de 1823 y febrero de 1824 presidieron al Congreso, Justo Figuerola, Manuel de Arias, Manuel Salazar y Baquíjano, José de La

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PREPARANDO LA LLEGADA. En 1823, el Congreso Constituyente del Perú redactó dos decretos en agradecimiento al Libertador Simón Bolívar. En el primero de ellos (1), del 5 de mayo, el Congreso envía una solemne acción de gracias por los servicios prestados a la causa americana. En el segundo (2), del 14 de mayo, se invita a Bolívar a que visite el Perú lo más pronto posible. Bolívar aceptó la invitación, una mera formalidad, y arribó al puerto del Callao el 18 de setiembre de ese mismo año.

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el 1ªº de seTieMbre de 1823 llegÓ [bolÍvar] al callao el berganTÍn chiMboraZo Que lo conducÍa. fue recibido enTre aclaMaciones en el puerTo. la noTicia de su llegada hiZo Que afluyeran a la capiTal nuMerosos forasTeros y Que los coMesTibles llegaran hasTa el doble del precio por ellos habiTualMenTe cobrados. calles, plaZas y casas fueron adornadas. 0

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PERÍODO 1

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Mar, Felipe Antonio Alvarado y José María Galdiano. Entre ellos estuvieron, pues, los tres miembros de la Junta Gubernativa. Riva-Agüero creía contar en el sur con las fuerzas de Santa Cruz y tenía bajo su influencia a la marina ya los departamentos de Trujillo y Huaylas, cuyos contingentes acrecentaba con su actividad, caracterizada por frecuentes viajes a Santa, Huaraz, Huamachuco y otros lugares. Con fecha 7 de setiembre decretó ascensos en su ejército y concedió cuatro topos de tierra baldía a sus soldados, seis a los cabos, ocho a los sargentos y proporcionalmente a los oficiales y jefes; estos donativos serían perdidos por los desertores. Confiaba, sobre todo, en el ejército de Santa Cruz, a quien pidió, hasta tres veces, que regresara con los buques de guerra y con las tropas, salvo que se le hubieran pasado la mitad de los realistas, en cuyo caso debía enviar tres mil hombres y toda la escuadra. Por esos días se dirigió también Riva-Agüero a San Martín para solicitarle su ayuda, y el prócer argentino apareció contestándole (en una carta que algunos consideran apócrifa) con duras y despectivas palabras. En el Senado de Trujillo figuraron entonces (según se ve en el acta en la que fue declarada nula la investidura del supremo poder militar dada a Sucre por el Congreso en el Callao el 19 de junio y nulas todas las demás resoluciones expedidas anteriormente): Manuel Pérez de Tudela como presidente, José de la Torre Ugarte como secretario y, además, Martín de Ostolaza, Tomás Diéguez, Manuel José de Arrunátegui, Julián Morales, Felipe Cuéllar y Toribio Dávalos. Pérez de Tudela también actuó como ministro de Riva-Agüero. La defensa periodística del régimen del caudillo peruano fue hecha no tanto por la Gaceta del Gobierno del Perú hace poco tiempo reproducida, sino por El Lince del Perú (cuatro números desde el 16 de julio hasta el 25 de setiembre de 1823).

[ II ] LLEGAdA dE BOLíVAR AL PERÚ.- Desde los días de San Martín gravitaba sobre el destino de la independencia peruana la figura de Simón Bolívar. San Martín se retiró, pero Riva-Agüero quiso ver un obstáculo a ese avance. Bolívar -dice Bulnes- era un convidado de piedra que había tomado asiento en la mesa de Riva-Agüero. El Perú tenía en sus manos una balanza descontrapesada; de un lado Riva-Agüero y de otro lado Bolívar. La presidencia de Riva-Agüero es, por eso, una lucha contra él y esa sombra que se proyectaba sobre América desde la cima de los Andes: un verdadero combate por la existencia de parte de Riva-Agüero. Una comisión del Congreso, compuesta por el tribu no Sánchez Carrión y el poeta Olmedo, había ido a Colombia, como se ha visto, a llamar a Bolívar. Varias veces han sido reproducidas las palabras de una carta de este a Mosquera que citó Sirnón Rodríguez en el opúsculo El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas por un amigo de la causa social (Arequipa, 1830). Di- cen así: “Es preciso trabajar por que no se establezca nada en el país y el modo más seguro es dividirlos a todos. La medida adoptada por Sucre de nombrar a Torre Tagle embarcando a RivaAgüero con los diputados y ofrecer a este el apoyo de la división de Colombia para que disuelva el Congreso, es excelente. Es preciso que no exista ni simulacro de gobierno y eso se consigue multiplicando el número de mandatarios y poniéndolos todos en oposición. A mi llegada, el Perú debe ser un campo rozado para que yo pueda hacer en él lo que convenga”. Rodríguez, el maestro del Libertador, parece considerar que este papel fue auténtico y lo disculpa aduciendo que había que poner orden allí donde solo reinaba el caos. Las colecciones de documentos de Bolívar que pudieran llamarse oficiales no lo incluyen. No es posible comprobar si se trata de una superchería acogida y amparada por Rodríguez, o de un desahogo virulento. Algo de lo afirmado allí por lo menos, es inexacto, pues Sucre no ofreció sus tropas a Riva-Agüero para que disolviera al Congreso. En todo caso, la situación del Perú en ese momento era muy grave y, según muchos, desesperada; y presentarse voluntariamente a hacerse cargo de ella pese a sus tremendas complicaciones y a sus evidentes peligros, constituye uno de los actos más notables en la vida genial de Bolívar.

El 1° de setiembre de 1823 llegó al Callao el bergantín Chimborazo que lo conducía. Fue recibido entre aclamaciones en el puerto. La noticia de su llegada hizo que afluyeran a la capital numerosos forasteros y que los comestibles llegaran hasta el doble del precio por ellos habitualmente cobrados. Calles, plazas y casas fueron adornadas. Tagle y sus ministros acudieron al Callao a caballo y sirvieron de escolta al ilustre viajero. Cerca de la portada formaron las tropas. Las descargas de artillería, el clamoreo de las campanas, las aclamaciones entusiastas lo acompañaron al cruzar las calles hasta llegar a la casa que se le había preparado, situada en la esquina de San José y Aparicio. Los banquetes y los brindis solemnizaron aún más tan importante acontecimiento, como queriendo borrar las desilusiones y los padecimientos del pasado y las angustias y las incertidumbres del presente. El 2 de setiembre el Congreso autorizó a Bolívar para que terminase las ocurrencias provenientes de la continuación del gobierno de Riva-Agüero, después de su destitución y de la disolución de la Representación nacional; y le confirió todas las facultades necesarias para el cabal cumplimiento de este encargo. No faltaban los que albergaran temores y suspicacias y hasta se cuenta que a quienes habían ido a felicitarle en nombre de la Asamblea legislativa les respondió: “Todo está corrompido, yo voy a arreglarlo todo, incluso los diputados”. De otro lado, las circunstancias eran muy críticas y la propaganda favorable al Libertador muy activa. Fue entonces cuando se imprimió con tinta roja el discurso al Conqreso de Cúcuta, en el que expresara su sumisión a la ley y sus deseos de tener como el mejor de sus títulos el de buen ciudadano; así como el elogio de Mr. Souy en el que lo comparaba con Washington. Pero el mejor propagandista de Bolívar era él mismo, con la magia de su elocuencia deslumbrante y con sus rasgos reiterados de desinterés, nobleza y elevación cívica. En un banquete en Palacio, después de los brindis que le ofrendaron Tagle, Figuerola, Unanue, Berindoaga, Guido, O’Higgins y el plenipotenciario colombiano Joaquín Mosquera, brindó, a su vez, el Libertador: “1° por el buen genio de América que trajo al general San Martín con su ejército libertador desde los márgenes del Río de la Plata hasta las playas del Perú; por el general O’Higgins que generosamente lo envió desde Chile; por el Congreso del Perú que ha reasumido de nuevo los soberanos derechos del pueblo y ha nombrado espontánea y sabiamente al general Torre Tagle de presidente del Estado; y porque a mi vista los ejércitos aliados triunfen para siempre de los opresores del Perú; 2° por el campo que reúna las banderas del Plata, Colombia y Castilla y sea testigo de la victoria de los americanos o los sepulte a todos; 3° porque los pueblos americanos no consientan jamás elevar un trono en todo su territorio; que así como Napoleón fue sumergido en la inmensidad del océano y el nuevo emperador Iturbide derrocado del trono de México, caigan los usurpadores de los derechos del pueblo americano sin que uno solo quede triunfante en toda la dilatada extensión del Nuevo Mundo”. En el Congreso declaró: “Cuento también con los talentos y virtudes de todos los peruanos prontos a elevar el edificio de su hermosa República: ellos han puesto en las aras de la patria todas sus ofrendas: no les queda más que su corazón; pero este corazón es para mí el paladín de su libertad. Los soldados libertadores que han venido desde el Plata, el Maule o el Orinoco no volverán a su patria sino cubiertos de laureles, llevando por trofeos los pendones de Castilla. Vencerán y dejarán libre al Perú o todos morirán, señor, yo os lo prometo”. Figuerola, presidente del Congreso, le contestó con un discurso cuyas últimas frases fueron: “El Presidente del Congreso únicamente os dice Patria, Patria, vos obrad según las emociones de vuestro corazón al escuchar este nombre divino”. Y Bolívar expresó entonces: “Yo ofrezco la victoria confiado en el valor del ejército unido y en la buena fe del Congreso, Poder Ejecutivo y pueblo peruano; así el Perú quedará independiente y soberano para todos los siglos de existencia que la Providencia divina le señale”. Pedemonte exclamó: “Si el inmortal Simón Bolívar nos engaña, renunciemos para siempre el tratar con los hombres”. El día 3 dirigió el Libertador una comunicación al Congreso y allí expresó que había renunciado para siempre al poder civil que no tuviera conexión con las operaciones militares. “He

LA BAndERA dE TAGLE

El 15 de marzo de 1822, el presidente José Bernardo de Tagle modificó la bandera creada por san Martín y estableció que tuviera tres franjas horizontales, rojo a los extremos y un sol radiante sobre el fondo blanco del medio. Ese mismo año, el 31 de mayo, la cambió nuevamente ya que, según dijo, podía confundirse con la bandera española. Entonces las franjas se hicieron verticales, tal como es hoy en día.

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 1

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JOsÉ dE LA sERnA (1770-1830)

conservado (agregaba) aquella parte del gobierno que contribuye, como el cañón, a la destrucción de nuestros enemigos”. Terminaba ofreciendo al Congreso su activa cooperación, limitada “al empleo de mi espada”. El Congreso le confirió la autoridad militar y política en todo el territorio de la República con gran amplitud de poderes, bajo la denominación de Libertador. El presidente Tagle debía ponerse de acuerdo con Bolívar en todos los casos que fuesen de su atribución natural y que no estuvieren en oposición con las facultades otorgadas al Libertador (10 de setiembre de 1823). Firmaron el dictamen correspondiente, Justo Figuerola, Nicolás de Aranívar, Hipólito Unanue y Carlos Pedemonte, si bien la primera iniciativa al respecto partió de Sánchez Carrión, al dar cuenta de su comisión. En su manifiesto de 1824, Tagle dice que Sánchez Carrión le instó entonces “fuertemente” para que dejara la Presidencia, a lo que no accedió. Como vana compensación por la merma que había hecho en su jerarquía, el Congreso acordó dar a Tagle una medalla con el nombre de “Restaurador de la representación soberana”.

FRACAsO dE LA EXPEdiCión A inTERMEdiOs.- La segunda expedición a Intermedios,

Fue el último virrey en el Perú. En 1821 se reunió con el general san Martín, quien lo instó a reconocer la independencia del Perú. Resultado de esa conferencia fue su retiro de Lima, ocurrido el 6 de julio de 1821. sin embargo, el español se mantuvo en la lucha hasta 1824.

conducida a Arica por la escuadra peruana al mando de Guisse y casi toda con jefes ingleses, no cumplió sus objetivos. El contingente chileno que debía colaborar en la campaña no Ilegó. Tampoco actuó una división que tenía el propósito de marchar de Lima a Jauja. El jefe del ejército, general Santa Cruz, cometió el error de dividir sus fuerzas y arriesgó la batalla de Zepita con las tropas realistas el 27 de agosto de 1823 en donde quedó dueño del campo e infligió al enemigo mayores pérdidas, pero no aprovechó los resultados de este encuentro. Intervinieron también las desavenencias políticas y personales puesto que hubo recelos entre Santa Cruz y Sucre (cuya división auxiliar colombiana se demoró en viajar y no llegó a participar en la lucha). Además, las fuerzas realistas se unieron oportunamente. En suma, la campaña fue una sucesión de marchas y contramarchas, calificadas con el nombre de la “campaña del talón” y terminó con la retirada del ejército expedicionario peruano, casi aniquilado. Bolívar había previsto con lucidez maravillosa la suerte que le estaba deparada en una carta que escribió a Sucre el 23 de marzo a la que perteneció esta frase: “La expedición de Santa Cruz es el tercer acto y la catástrofe de la tragedia del Perú... “. Un grupo de jefes reunido en Arica (entre los que estaban Martín Jorge Guisse, Salvador Soyer, Luis José de Orbegoso y Carlos García del Postigo) se dirigió a San Martín para invitarlo a volver al Perú (28 de setiembre). San Martín contestó desde Mendoza. “Sin perder un solo momento (dijo) cedan de las quejas o resentimientos que puedan tener; reconózcase la autoridad del Congreso, malo, bueno o como sea, pues los pueblos lo han jurado; únanse como es necesario y con este paso desaparezcan los españoles del Perú y después, matémonos unos contra otros, si este es el desgraciado destino que espera a los patriotas. Muramos, pero no como viles esclavos de los despreciables y estúpidos españoles que es lo que irremediablemente va a suceder”. Si su opinión era aceptada, es decir si recibía la contestación de los jefes en el sentido de que ha- bían reconocido la autoridad del Congreso, estaba San Martín dispuesto a sacrificar su vida privada. “iÚnanse como es necesario!” Este requerimiento no fue escuchado.

[ III ] nEGOCiACiOnEs dE RiVA-AGÜERO COn EL ViRREY Y COn BOLíVAR.- Riva-Agüero, entre tanto, estaba realizando activas gestiones ante Chile, ante el Virrey y ante Bolívar. A Chile envió al coronel Juan Manuel Iturregui que entró en público entredicho con el representante de Tagle, general Juan Salazar. En vano trató el gobierno de Santiago de cortar este debate. Llegó a reconocer a ambos regímenes, o sea, al Presidente de Lima y al Presidente de Trujillo.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 2 ]

Las negociaciones de Riva-Agüero con el Virrey resultaron facilitadas por las noticias de haberse firmado una convención preliminar de paz, entre España y el gobierno de Buenos Aires, dirigido por Rivadavia; y de haberse enviado desde la metrópoli, dominada entonces por el partido liberal (entre cuyos miembros estaba el limeño José María de Pando) un comisionado con el mismo propósito a México. Primeramente propuso Riva-Agüero a La Serna la celebración de un armisticio de dieciocho meses mientras se arreglaba en forma definitiva la paz con España, comprometiéndose a despedir a las tropas auxiliares; en el caso de que estas o sus jefes se resistiesen, los ejércitos españoles y peruanos las obligarían por la fuerza a abandonar el país (8 de setiembre). El Virrey, alentado por los resultados de la campaña del sur que había terminado con la disolución del ejército patriota y afirmando que no sabía con quien tratar, pues veía a Tagle de presidente, a Riva-Agüero desposeído de la Presidencia y a Bolívar con el carácter de dictador, presidente o generalísimo, no creyó conveniente aceptar estas propuestas; pero indicó su buena disposición para oír cuantas se le hicieran, si se tenía en consideración la preponderancia de las armas realistas, la situación particular del ex Presidente y el beneficio de ambos países. Para abrir las negociaciones autorizó al mariscal de campo Loriga. Esta respuesta cayó en poder de los guerrilleros patriotas y fue remitida a Bolívar. Por iniciativa de Riva-Agüero, el Senado de Trujillo remitió una comunicación al Libertador en que le enviaba votos por su felicidad y se ponía a sus órdenes. “El Presidente de la República (decía allí) ha evitado hasta hoy la disolución de este cuerpo naciente (el Perú) y conjurado la tempestad conservando el centro y la unidad con los pueblos y los ejércitos; y en concepto del Senado ha fenecido la cuestión con la llegada de V. E. a esa ciudad”. Bolívar, que ya había aceptado el encargo del Congreso para que terminaran las ocurrencias provenientes de la continuación del gobierno de Riva-Agüero tras de haber sido destituido por la resolución que luego ratificó la Asamblea, no obstante haber sido disuelta, escribió al Presidente de Trujillo, el 4 de setiembre, una carta lapidaria. “Yo creo (afirmó) que es ya inútil entrar en la investigación del origen y causa de la contienda de U. con el Congreso; y mucho más calificar sus propiedades y carácter. El hecho es que U. se halla en guerra abierta con la representación nacional de su patria: esta representación fue convocada por el fundador de su libertad; ella ha sido reconocida por todas las autoridades y el pueblo peruano; Ud. mismo debió el nombramiento de su presidencia a la autoridad del Congreso; luego parece fuera de duda que los escogidos de la nación no pueden ser revocados por ningún ciudadano, cualquiera que sea su condición, todavía menos por Ud. que fue uno de los primeros agentes del establecimiento de la representación popular y como Presidente le ha prestado solemnemente juramento de obediencia” ... “No dude Ud. (agregaba más adelante) que el suceso de Trujillo es la mancha más negra que tiene la revolución; y por consiguiente Ud. no debe esperar más que maldiciones en América y juicios de desaprobación en Europa”. Pero, a pesar de ello, le ofreció su amistad y su protección y nombró al coronel colombiano Urdaneta y al doctor José María Galdiano para que buscaran un acuerdo (4 de setiembre). Ambos comisionados llegaron a Huaraz y se entrevistaron con los generales rivagüerinos Ramón Herrera y José María Novoa. A nombre del Congreso y del Libertador, ofrecieron la más honrosa y absoluta amnistía; los generales, jefes y oficiales conservarían sus grados, empleos y destinos militares; el general Herrera quedaría con el mando del ejército del norte; Riva-Agüero podía retirarse a su casa tranquilamente y hallaría en Colombia un generoso asilo si no deseaba permanecer en el Perú; variadas las circunstancias, estaba expedito su derecho de volver a su patria con el empleo de Gran Mariscal. Aliado de estas concesiones, la propuesta exhibía un tono no solo inamistoso sino agresivo, calificando de “crimen que deshonra a su autor” el empeño de Riva- Agüero de mantener su autoridad que el régimen legítimo combatía y considerándolo “inútil pues no la tolerarán los auxiliares del Perú y menos aún el gobierno de Colombia que no dará jamás el escandaloso y funesto ejemplo de proteger disidencias ni de reconocer facciones que se

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agosTo 1823 [ PERÚ ]

se produce la baTalla de ZepiTa, en puno. las Tropas paTrioTas, al Mando del general andrÉs de sanTa cruZ, se enfrenTaron conTra las fuerZas del general espaÑol valdÉs. la vicToria paTrioTa se debiÓ a la parTicipaciÓn de la caballerÍa. sin eMbargo, esTa durÓ poco TieMpo, pues los realisTas vencieron al final de la caMpaÑa.

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LA BATALLA DE ZEPITA, 25 DE AGOSTO DE 1823 LIBRADA DURANTE LA SEGUNDA EXPEDICIÓN A INTERMEDIOS, ESTE ENCUENTRO TIENE EL AURA DE SER LA PRIMERA ACCIÓN DE ARMAS DE UN EJÉRCITO PERUANO, COMANDADO EN DICHA OCASIÓN POR EL GENERAL ANDRÉS DE SANTA CRUZ. PERO SI BIEN SE GANÓ LA BATALLA, SE PERDIÓ LA CAMPAÑA, POR LO QUE ESTE DEBUT FUE MÁS AGRIO QUE DULCE.

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período 1

[ capítulo 2 ]

E

l coronel Riva-Agüero una vez ungido como Presidente por el motín de Balconcillo y ascendido rápidamente a la categoría de mariscal, formó de inmediato un ejército nacional que le diera a su mando un respaldo militar efectivo, ante la presencia de tropas chilenas, argentinas y grancolombianas en el suelo peruano, para no hablar de las realistas, enseñoreadas en ese momento en la sierra. En el mes de mayo de 1823, los 5.095 hombres del ejército, al mando de Santa Cruz, zarparon hacia los puertos del sur, con el fin de asestar un duro golpe y, por qué no, la derrota definitiva al virrey La Serna, antes del arribo de Bolívar. Dividido en dos columnas, una a cargo de Agustín Gamarra y la otra del propio Andrés de Santa Cruz, el ejército peruano penetró en el Alto Perú, y ocupó Oruro y La Paz, donde permanecen a la espera del momento para atacar al enemigo. Noticiado Santa Cruz del paso del ejército del español Valdez por Puno, sale a su encuentro. Ambos ejércitos se enfrentan en Zepita del día 25 de agosto. Sobreviene entonces una tragicomedia de equivocaciones. Iniciadas las acciones y los tiros, las fuerzas patriotas simulan desorden y retirada para invitar así al avance de las tropas de Valdez, que estaban muy bien parapetadas en las alturas de las lomas. Estas “caen en la celada” y acometen el ataque, pero con tanto denuedo, que el contraataque

patriota estuvo a punto de fracasar y fue ayudado en el último momento por el ingreso a la refriega del escuadrón de los Húsares. Valdez se retira, emprendiendo la marcha al norte, a fin de reunirse con el virrey La Serna, en Sicuani. Santa Cruz se siente victorioso y se queda en el campo de Zepita, recogiendo trofeos. Envía mensajes de su triunfo al presidente Riva-Agüero y al general Sucre, en Arequipa. En vez de perseguir a Valdez, se dirigió entonces hacia Oruro para reunirse con Gamarra. Mientras tanto, las fuerzas realistas de Valdez y La Serna, que sumaban juntos tantos efectivos como los de los patriotas, avanzaron rápidamente hacia el sur, tras sus pasos, hasta dar con ellos en Panduro, a 30 kilómetros al norte de Oruro. Conocedores de que desde el sur avanzaban las tropas del general realista Olañeta, amenazando rodearlos por completo, santa Cruz y Gamarra no presentaron batalla y emprendieron una retirada hacia la costa, finalmente fatal. Perseguidos por los realistas, los patriotas llegaron a cubrir hasta 65 kilómetros diarios, pero desperdigándose los efectivos por los caminos, en medio del pavor y el desorden. Cuando llegaron a Moquegua, el ejército de más de cinco mil hombres era solo una columna de 700 individuos desmoralizados y sin organización. Así, el primer ejército peruano ganó su primera batalla, pero solo para disolverse en la nada.

levantan contra el gobierno”. Herrera y Novoa transmitieron la respuesta de Riva-Agüero. En ella habló de la falta de representación del Congreso, rechazó la amnistía porque no se trataba de criminales y dejó comprender que no era papel de los auxiliares impedir a los peruanos el justo y debido ejercicio de la soberanía. Al mismo tiempo, Riva-Agüero indicó las bases de avenimiento que más equitativas le parecieron. Ellas comprendían su dimisión de la Presidencia para siempre; la renuncia a su grado y condecoraciones; la disolución del Congreso y del gobierno de Tagle; la elección de un nuevo Jefe Supremo y un nuevo Poder Legislativo; garantías para el ejército y los empleados que seguían obedeciendo al primer Presidente peruano (21 de setiembre). Las negociaciones de Bolívar con Riva-Agüero continuaron. Este hizo viajar a Lima al coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente con el propósito de solicitar que se ampliasen los poderes de los comisionados con el fin de proseguir las conferencias en Pativilca, lugar situado a una conveniente distancia entre Trujillo y la capital. Ya en esta ciudad, se percató La Fuente de la opinión pública favorable al Congreso, recibió la seducción de la personalidad genial de Libertador y del señorío de Tagle y supo que el ejército de Santa Cruz estaba deshecho y que sus restos, la división de Sucre y los auxiliares de Chile podían formar una nueva fuerza a la que pronto se unirían nuevos contingentes colombianos. Averiguó también que Riva-Agüero estaba en tratos con La Serna. Bajo tales impresiones (y recordando, según dijo en su manifiesto más tarde, que el Presidente le había dicho confidencialmente que era preferible unirse a los españoles que someterse a Bolívar) propuso un arreglo fuera de las instrucciones que se le había dado. Bolívar aceptó con algunas modificaciones los doce puntos que la Fuente formuló. Aparecía allí que RivaAgüero había de reconocer la autoridad del Congreso y la de Tagle y quedaría con el mando del ejército en su rango de Gran Mariscal, o sería nombrado en una misión en Europa, siendo válidos todos sus actos y olvidándose las disensiones (20 de octubre). Riva-Agüero cometió una vez más el error de no aprovechar la oportunidad que se le deparaba de retirarse de la escena y prohibió que circulase el proyecto. El Libertador llegó a pedir a Riva-Agüero que, con motivo de haber regresado Sucre, después de dejar su división en Pisco, y considerando que estaban próximas a volver a Lima la división chilena y los restos de la de Santa Cruz, se unieran ambos caudillos para dirigirse al centro (25 de octubre). La respuesta de Riva-Agüero tuvo carácter dilatorio. Paralelamente continuaron las comunicaciones de Riva-Agüero y el Virrey. La que envió el Presidente peruano el 3 de noviembre fue muy lejos. Planteó allí el establecimiento del reino del Perú colocando en el trono un príncipe español designado por el monarca de la antigua metrópoli; se establecía de inmediato una regencia bajo la presidencia de La Serna y aceptando la Constitución española. La igualdad de derechos entre españoles y peruanos debía ser una de las normas básicas del nuevo Estado. El comercio de España tendría carácter privilegiado por un tratado especial. Reunidos en Pativilca los comisionados de Bolívar con los de Riva-Agüero, presentaron estos el12 de noviembre nuevas propuestas para que cesaran ambos gobernantes y el Congreso. Debía nombrarse un Ejecutivo interino por los diputados, los miembros del Senado y los representantes de ambos ejércitos y procederse a una nueva elección de presidente y de diputados por los departamentos libres. Prometía, además, Riva-Agüero entregar el mando militar a Bolívar y alejarse con una comisión diplomática en Londres. Pero, a la vez solicitaba garantías para las tropas peruanas; el mantenimiento de dichos contingentes reunidos en un cuerpo de ejército bajo las órdenes de un jefe de este mismo país; la necesidad de justas causas para llegar a la remoción de sus oficiales y su subrogación por otros que fueran sus paisanos; la reintegración de las bajas con elementos nacionales. Podrá parecer para algunos equitativa esta fórmula, pero era irrealizable en lo que concernía al gobierno del país. Según ella se revocaban los poderes de los representantes parlamentarios que habían dado legalidad a la autoridad de Bolívar, desaparecía la dictadura de este que las circunstancias hacían inevitable; las dos partes eran presentadas

paralelaMenTe conTinuaron las coMunicaciones de riva-agÜero y el virrey. la Que enviÓ el presidenTe peruano el 3 de novieMbre fue Muy leJos. planTeÓ allÍ el esTableciMienTo del reino del perÚ colocando en el Trono un prÍncipe espaÑol designado por el Monarca de la anTigua MeTrÓpoli (…)

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 1

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Él [rivaagÜero] habrÍa sido prohoMbre de la revoluciÓn peruana si san MarTÍn no lo hubiera eclipsado, y ahora se senTÍa desplaZado por bolÍvar, coMo saTÁn, no Quiso ser Tan solo arcÁngel preferido. al pecar, fue el suyo el pecado de saTÁn, la soberbia.

como teniendo fuerzas iguales. Los comisionados de Bolívar declararon que el Congreso hallábase bajo la protección del Libertador que había ofrecido perdón a Riva-Agüero y a su bando, al que llamaba “partido de parricidas”. Pero luego Bolívar ofreció conceder una entrevista al Presidente que residía en Trujillo.

dEPOsiCión dE RiVA-AGÜERO POR sUs JEFEs MiLiTAREs.- El pliego con la contestación del Virrey a la primera propuesta que le había hecho Riva-Agüero había caído, como ya se ha visto, en poder de las avanzadas del ejército de Lima y fue remitido a Bolívar; quien lo mostró al coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente, comisionado del Presidente peruano para el arreglo de la contienda intestina. El mismo La Fuente, estando en Santa con su regimiento de coraceros, recibió el encargo de llevar a Trujillo otro pliego de cuyo contenido se enteró. Como encontrara allí una carta con la firma del jefe realista Loriga, relativa a los planes monárquicos de Riva-Agüero, marchó con parte de sus tropas y apresó a este en Trujillo (25 de noviembre de 1823). Casi al mismo tiempo, el sargento mayor Ramón Castilla aprehendió en Santa al general Ramón Herrera, jefe del ejército. Berindoaga firmó, en nombre de Tagle, la orden cuyo cumplimiento hubiera complacido a Bolívar, según carta de él, para que fueran pasados por las armas Riva-Agüero y sus principales partidarios, entre los que estaban el general Ramón Herrera, Manuel Pérez de Tudela, José María Novoa, José de la Torre Ugarte. Pero Tagle, según dijo en su manifiesto de 1824, se consoló entonces con la idea de que ya Riva-Agüero y sus amigos habían sido embarcados.

PRisión Y dEsTiERRO dE RiVA-AGÜERO.- Riva-Agüero y Herrera fueron conducidos a Guayaquil por orden de La Fuente. En Guayaquil estuvieron como cuarenta días. Allí quedaron en un pontón bajo cubierta, sin camarote ni catre, rodeados de centinelas y resistiendo durante dos días el humazo que se daba a las ratas. Trasbordados a otro barco, estuvieron otros dos días sobre cubierta, bajo los ardores del sol y las copiosas lluvias. Llevados, por último, a una cárcel, les fueron colocados grillos en los pies durante diez días. El vicealmirante Guisse, entretanto, había llegado a Santa conduciendo a bordo de sus buques al general Santa Cruz y a los restos de su división. Intercedió el noble marino inglés reiteradamente a favor de Riva-Agüero y hasta llegó a preparar una expedición para apoderarse de Guayaquil y libertarlo. Por fin obtuvo que todos los peruanos que se hallaban presos fueran puestos en libertad. Riva-Agüero debía marchar a la expatriación, y el importe de su pasaje a Inglaterra fue pagado por un vecino de Guayaquil. EL dEBATE ALREdEdOR dE RiVA-AGÜERO.- En la Exposición acerca de su conducta pública en el tiempo en que ejerció la Presidencia de la República del Perú, publicada en Londres en 1824, en la memoria al Congreso del Perú, editada en Santiago de Chile en 1829, así como en otros escritos, Riva-Agüero se defendió de las acusaciones lanzadas sobre él con motivo de sus tratos con el Virrey. Según afirmó, si hubiera querido simple y llanamente unirse a los españoles, no habría necesitado sino un fácil desplazamiento de tropas. Para explicar su actitud, menciona el peligro que corría el Perú por la desorganización existente, tanto más cuanto que la llegada de diputados españoles para celebrar la paz en Buenos Aires y México, hacía temer que se concentraran todos los esfuerzos de la metrópoli en la recuperación total de aquel país. Invoca el hecho de las negociaciones análogas que llevó a cabo más tarde Bolívar para ganar tiempo; y aduce que aun suponiendo el fracaso de las que él, Riva-Agüero, iniciara, el armisticio habría salvado al ejército que encontrábase entonces en el Sur, en la segunda campaña de Intermedios. Y en todo caso, en cuanto al texto de sus propuestas, no era otro que el de la fórmula presentada por San Martín en las conferencias de Punchauca.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 2 ]

Bien probado está que no se trató de traición, o sea de fuga al campamento del enemigo, en el caso de Riva-Agüero la independencia del Perú estuvo siempre en su mente. Lo que le diferenció de Bolívar en un momento crítico fue la apreciación sobre la manera o modo de alcanzarla, sobre los elementos que integrarían el Estado independiente (peruanos y colombianos o peruanos y españoles) y sobre la forma de gobierno. Más tarde, la actitud de Tagle frente a Bolívar y los sucesos de 1827, revelaron que su posición no quedó aislada. Pero, política y militarmente, en ese momento, ella era un error. Riva-Agüero solo tenía tropas dispersas y desorganizadas en un territorio anarquizado por las diferencias de opiniones, en tanto que el Virrey mandaba un ejército aguerrido y victorioso. Aun suponiendo que los generales españoles hubieran aceptado el avenimiento, la Corte de Madrid los habría desautorizado. A causa de esta íntima certidumbre, su aceptación era muy improbable. San Martín no la había obtenido en un momento en que la situación de los separatistas era más halagüeña y en que todavía no se había jurado la independencia. De todos modos, Bolívar, las tropas colombianas, los peruanos que los rodeaban y los republicanos en general habrían continuado guerreando tenazmente. En aquel momento, el cambio de frente implicaba confusión y desorden. Riva-Agüero apelaba, es cierto, al plan de San Martín; pero en una encrucijada de su vida, urgido por una situación desesperada y no, como San Martín, con serenidad y desinterés y cuando ya el Congreso había adoptado solemnemente la forma republicana de gobierno y le había conferido a él la suprema magistratura del nuevo Estado con la denominación de Presidente. Para explicar, además, la posición de Riva-Agüero, precisa comprender su actitud ante Bolívar y ante la intervención colombiana en el Perú. Considerábase Riva-Agüero como el adalid de la libertad y de la independencia peruana frente a la ocupación extranjera. Comparaba la situación entonces existente a la de la invasión de España por Napoleón en 1808, doliéndose de que, en este caso, el país invadido fuese superior al invasor. Le movían, junto con sentimientos nacionalistas, atávicos vínculos a la metrópoli, olvidados en horas juveniles, pero nunca extintos. Sobre su capa de conspirador se había puesto la banda presidencial; pero sin quitarse la aristocrática casaca de marqués. Su espíritu de casta se conmovía ante una lucha que no resultaba fácil, sino larga y cruenta; y tras de cuyo final vislumbrábase que predominarían, si no los extranjeros, en el mejor de los casos, nacionales indeseables. Además, Riva-Agüero sentía una sensación de chasco y escamoteo. Él habría sido prohombre de la Revolución peruana si San Martín no lo hubiera eclipsado, y ahora se sentía desplazado por Bolívar. Como Satán, no quiso ser tan solo arcángel preferido. Al pecar, fue el suyo el pecado de Satán, la soberbia.

LAs AMEnAZAs dE UnA EXPEdiCión dE RiVA-AGÜERO dEsdE EUROPA.- RivaAgüero viajó a Europa. En julio de 1826 se casó con la princesa Carolina de Looz Coorswarem, de una casa soberana de un ducado pequeño en el antiguo Imperio Germánico. En el mismo mes, el poeta y político José Joaquín de Olmedo, entonces residente en Londres, daba cuenta de la activa campaña de prensa que contra Bolívar realizaba Riva-Agüero. Mediaron otras noticias sobre el peligro de su regreso y con fecha 11 de setiembre de 1826, el ministro José María de Pando dirigió una circular a los prefectos de los departamentos peruanos, para decir que las relaciones del Brasil con los Estados europeos y sus conatos con el propósito de agitar América, las suspicacias de Chile y Argentina ante el Libertador, las invectivas de los escritores y las intrigas que realizábanse en el extranjero eran un peligro para la paz pública, se hiciese cumplir la ley de 19 de agosto de 1823, que ordenaba el fusilamiento de don José de la Riva-Agüero apenas pisara el territorio nacional. Con fecha 12 de octubre de 1827, el gobierno de México transmitió oficialmente al del Perú una información de su ministro en Londres, según la cual, a consecuencia de la muerte de Canning, estaban medrando en las esferas oficiales inglesas los enemigos de la República; y Riva-Agüero aprestábase a salir con una expedición de aventureros a América, con

EL PUERTO dEL CALLAO

Ubicado en la margen izquierda del río Rímac, fue utilizado como puerto desde la fundación de Lima en 1532. En el Callao se llevaron a cabo diversos enfrentamientos entre realistas y patriotas. En 1823 la Junta Gubernativa se refugió allí para resguardarse del ataque español. Esta imagen del Callao visto desde altamar pertenece al dibujante Lauvergne, miembro de la expedición de la corbeta La Bonite (1836-1837)

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 1

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ocTubre 1823 [ ESPAÑA ]

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fernando vii (1784-1833) revoca la consTiTuciÓn elaborada en las corTes de cÁdiZ en 1812 y resTaura la MonarQuÍa en espaÑa, paÍs Que se enconTraba enTonces baJo el doMinio del eMperador francÉs napoleÓn. el resTablecido Monarca declarÓ nulas las acciones del gobierno consTiTucional, resTaurando asÍ el rÉgiMen absoluTisTa.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 2 ]

el objeto de coronarse él o de coronar a un príncipe alemán o al infante Francisco de Padua. Análogos avisos envió Olmedo en noviembre de 1827, por medio de José Gregorio Paredes, que hallábase en Buenos Aires. Una circular del ministro peruano de Gobierno, Francisco Javier Mariátegui, el 3 de enero de 1828, daba publicidad a la expedición que debía salir de Bruselas para diferentes puntos de América. Ya desde enero de 1827, Bolívar no gobernaba el Perú. La expedición no llegó a zarpar. En setiembre de 1828 arribaba Riva-Agüero a Chile, anunciando que, colmado de deudas en Europa, no tenía medios de subsistencia allí.

EL JUiCiO COnTRA RiVA AGÜERO.- En 1828 publicó Riva-Agüero en Santiago de Chile una memoria al Congreso fechada en Amberes, con una larga y elocuente defensa de sus actos en la Presidencia. Frente a la granizada de invectivas con que su regreso fue recibido, publicó un Suplemento de la memoria dirigida a la Representación Nacional del Perú por D. José de la RivaAgüero, ex presidente de aquella República (Santiago, 1829). El diputado José Delfín, por la provincia de Pataz del departamento de La Libertad, presentó en su Cámara en 1829 una proposición destinada a permitir el regreso de Riva-Agüero al Perú para defenderse de los cargos contra él pendientes. “Blancos, negros, mujeres y niños, todos acudieron gustosos llenando la barra, atrio, ángulos y techos...” dijo el cura Garay en una carta ingenua y pintoresca incluida luego en una exposición de La Fuente. Principió la sesión y mientras los diputados se ocupaban de otras materias, las barras hacían con estrépito notar su ansiedad. Vivas y palmoteos acogieron el voto aprobatorio de la Cámara. “Nuestro taita Tramarría (sigue diciendo Garay) enarboló su bandera y disparó sus cohetazos”. El ministro de Gobierno, seguramente por influencia de La Fuente, respondió a la Cámara y acusó a Riva-Agüero por sus planes recientes que implicaban un trastorno público, advirtiendo que su presencia serviría como una excitación al desorden. “Existen (afirmaba) en el poder del Gobierno documentos oficiales de la mayor responsabilidad que comprueban los conatos empleados desde Europa por don José de la Riva-Agüero para anarquizar el Perú, con el designio de prepararlo de nuevo a ser presa de la dominación extranjera”. Para atizar el rencor al ex Presidente existían motivos palpitantes. Sus amigos habían trabajado activamente en los colegios electorales que se reunieron ese año para designar presidente y vicepresidente y, por lo menos, aseguraban haber triunfado en la elección vicepresidencial, culpando al Gobierno de sofocar o violentar los sufragios. La Fuente, vencedor en dicha elección, lo acusaba de sedicioso y de haberle mandado asesinar. Con motivo de haber sufrido dilaciones el permiso para su regreso, Riva-Agüero, convertido entonces en grafómano incurable, publicó un nuevo folleto: Representación a las Cámaras Representativas del Perú (Santiago, 1830). Allí, una vez más, exteriorizó su saña contra La Fuente y afirmó reiteradamente que de todos los ángulos de la República se le llamaba para “salvarla del yugo ignominioso que la oprime y la envilece”, pero que prefería el papel de víctima. La caída de La Fuente, en abril de 1831, producida por una poblada que, según se afirma, vivaba al “niño Pepito”, le abrió las puertas del Perú. El Gobierno puso el cúmplase a la resolución legislativa que ponía fin a su proscripción, el 16 de mayo de 1831. Llegó al Callao el 22 de octubre en la corbeta inglesa Clio y fue recibido con cariño. Cinco días después publicó un remitido agradeciendo la acogida y suplicando a sus amigos que no lo elogiaran por la prensa. Decía que su viaje al Perú era para contestar los cargos hechos con motivo de su administración y para arreglar sus intereses y solicitaba obediencia y respeto al Gobierno. A poco llegó su esposa, cuya exótica belleza dio origen a algunos versos. Inmediatamente se ocupó de activar el juicio que había sido entablado contra él ante la Corte Suprema desde 1825 y que había sido cortado por ella en noviembre de 1826. Fue su abogado, don Manuel López Lisson. El tribunal estuvo formado por los conjueces Soria,

Benavente y Llosa Zapata. La sentencia llegó a ser expedida ello de agosto de 1832. Fue absolutoria. Sus partes considerativas se basaron en que el entendimiento del ex Presidente con los españoles no fue más allá del plan de Punchauca; en que sus anteriores servicios resistían la presunción de traición, en que si cometió errores, ellos quedaron purgados en largos años de desgracias y de proscripción, en que sus actos habían revelado un laudable aunque no muy fundado celo por la soberanía y la libertad del país, frente a un extranjero que, aparentemente, iba a destruirlas y a quien fue conferido el poder supremo de la República en agravio de RivaAgüero. La sentencia se basó, asimismo, en el dictamen del Fiscal Blas José Alzamora y concluyó diciendo que no habiendo mérito, como no lo había, para la prosecución de la causa, se suspendía día su conocimiento y su continuación. Un auto de 6 de agosto, a solicitud de Riva-Agüero, declaró que en nada podía perjudicarle dicha causa en orden a su empleo y grado militar. Una polémica entre Riva-Agüero y Vidaurre, presidente de la Corte Suprema, que vino en seguida, se refirió solo a la tramitación del juicio. La administración de Riva-Agüero fue la única juzgada con arreglo a las leyes en el Perú, y salió absuelta. Cabe preguntar cuál habría sido la sentencia sobre Riva-Agüero en 1825 y qué pena hubiera correspondido a Berindoaga en 1832, a pesar de que en el caso de este hubo en el período postrero de su actuación pública, como ha de verse en seguida, coexistencia con los españoles y colaboración en periódicos de ellos que a Riva-Agüero no podía imputarse. La resolución legislativa de 13 de octubre de 1849 “atendiendo a los eminentes servicios que el Gran Mariscal D. José de la Riva-Agüero prestó a la causa de la Independencia, debiendo por tanto considerársele como fundador de ella” le concedió el goce del haber íntegro de su clase. De la transformación de Riva-Agüero en Pruvonena se hablará más adelante.

la adMinisTraciÓn de riva-agÜero fue la Única JuZgada con arreglo a las leyes en el perÚ, y saliÓ absuelTa.

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] I La Constitución de 1823 El rechazo del sistema federal ● La suspensión de la Constitución en el momento de ser promulgada ● Las solemnidades para el juramento y la promulgación de la Constitución ● El juicio de Pando sobre la Constitución de 1823 ● La abolición de los títulos de nobleza y otros actos del Congreso de 1823 ● El nombramiento de Tagle como presidente Constitucional ● II La ley de imprenta ● III Negociaciones de Tagle con los españoles. La misión a Jauja ● La negociación de Terón ● El motín de Moyano ● El patético caso de Tagle ● La

CAPÍTULO 3 ●



causa contra Torre Tagle ● Los bienes de Torre Tagle ● El hispanismo peruano desilusionado con la independencia. El patético caso de Berindoaga ● IV La campaña final ● Sánchez Carrión ● Las ideas de Sánchez Carrión: Del “Tribuno de la República Peruana” al Ministro General de los Negocios del Perú ● El asesinato de Monteagudo ● V La iniciación de la República ● El espíritu de facción entre los peruanos ● La contribución del Perú a la campaña final ● Premios a los vencedores en Junín, Ayacucho y el segundo sitio del Callao ● Actuación de la marina peruana ● Federico A. Elmore.

LA SALVADORA PARTICIPACIÓN DE BOLÍVAR, LA UTÓPICA CARTA POLÍTICA DE 1823 Y LA VICTORIA MILITAR FINAL (1823-1824). EL APORTE PERUANO A LA VICTORIA

3 []

CAPÍTULO

L 84

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

[I] A COnsTiTUCión dE 1823.- En plena lucha entre Riva-Agüero de un lado y Tagle y el Congreso de otro, este cuerpo legislativo terminó de discutir el texto de la Constitución, cuyo proyecto había sido preparado por una comisión de la que formaron parte Francisco Javier Mariátegui, José Faustino Sánchez Carrión, Toribio Rodríguez de Mendoza, Carlos Pedemonte, José Gregorio Paredes, Manuel Pérez de Tudela y Justo Figuerola. La Carta fue promulgada por Tagle el 12 de noviembre de 1823. Debe ser estudiada junto con las exposiciones de motivos que formaron su “Discurso preliminar”, documento que suscribieron ocho diputados de los cuales seis habían sido maestros del Convictorio Carolina: el ex rector Toribio Rodríguez de Mendoza, Carlos Pedemonte, Justo Figuerola, José Faustino Sánchez Carrión, José Gregorio Paredes y Francisco Javier Mariátegui. Los otros dos fueron Hipólito Unanue y Pezet (14 de agosto de 1823). En ambos testimonios está expresada, sorda al patético significado de la realidad circundante, la candorosa fe doctrinaria de los liberales. La Constitución de 1823 se basa en la soberanía popular, al extremo de que en sus artículos 4 y 5 llega a decir: “La Nación no tiene facultad para decretar leyes que atentan a los derechos individuales”. “Si la Nación (debió decirse el Estado) no conserva o protege los derechos legítimos de todos los individuos que la componen, ataca el pacto social; así como se extrae de la salvaguarda de ese pacto, cualquiera que viole alguna de las leyes fundamentales”. He aquí tácitamente reconocido el derecho del pueblo a la insurrección contra los gobernantes despóticos. Todas las garantías, menos la de la libertad religiosa (salvo el culto privado) fueron incluidas entre esas “leyes fundamentales”: la igualdad ante la ley para el premio o el castigo, la libertad civil, la seguridad personal y la del domicilio; la propiedad, el secreto de las cartas; el derecho de presentar recursos o peticiones a los poderes públicos y de conservar la buena opinión o fama del individuo mientras no se declarase delincuente conforme a las leyes; la libertad, tanto de la agricultura, como de la industria, comercio y minería; la libertad de residencia, la libertad de imprenta (al extremo de ponerse entre las atribuciones del Congreso, la de proteger esta última, “de modo que jamás pueda suspenderse su ejercicio ni mucho menos abolirse”). Hay que agregar todavía la declaración de que nadie nace esclavo en el Perú ni puede entrar en esa condición, suprimiéndose el comercio de los negros; la declaración de que se hace indigno del nombre de peruano “el que no sea religioso, el que no ame a la Patria, el que no sea justo y benéfico, el que falte al decoro nacional y el que no cumpla con lo que se debe a sí mismo”, la abolición de los empleos y privilegios hereditarios, de las confiscaciones de bienes, de las penas crueles y de la infamia trascendental; el reconocimiento de la instrucción como una necesidad común que la República debe igualmente a todos sus individuos, fundando universidades en las capitales de departamento y escuelas de instrucción primaria en los lugares más pequeños; el precepto de que el presupuesto de los gastos públicos tenderá a la “única contribución”, siguiendo la regla de aumentar la hacienda “por el fomento de ramos productivos a fin de disminuir las imposiciones en cuanto sea posible”. El principio de la división de los poderes pareció a los constituyentes de 1823 un “celestial invento”. Pero ellos, en realidad, fueron a la subordinación del Ejecutivo ante el Legislativo. Establecieron, no tres Cámaras, como en la Constitución posterior de Bolívar, ni dos como en la mayoría de las Constituciones siguientes, sino la Cámara única, a la que llamaron “Congreso del

Perú": Solo el Congreso tenía la iniciativa de las leyes. El Ejecutivo carecía de esa facultad y carecía, también, del poder para expedir reglamentos. La Constitución no acogió en su texto la figura tripartita o colegiada del Ejecutivo, ensayada por el Congreso cuando San Martín se retiró del Perú y eliminada por el curso de los acontecimientos. No por ser unipersonal, la jefatura del Gobierno resultó, sin embargo, poderosa. El presidente de la República era elegido por el Congreso, a propuesta del Senado. El Congreso unicameral designaba a los senadores, entre los elegidos por las provincias. Si el Poder Ejecutivo era una sombra, el presidente de la República vino a resultar la sombra de una sombra. Los ministros debían firmar todas las órdenes relativas a sus respectivos organismos. El Senado, entidad administrativa de supervigilancia, distinta del Ejecutivo y del Legislativo, fruto de la elección departamental con injerencia de este último Poder del Estado, designaba a los funcionarios públicos, con intervención de las juntas departamentales. El presidente podía apenas, nombrar a los diplomáticos con acuerdo del Senado; ya los oficiales del ejército y la armada, de coronel para arriba, con esa misma taxativa. Ningún soldado podía movilizarse sin permiso del Congreso. El régimen interior de la República debía quedar organizado dentro de análogas bases. Las juntas departamentales, cuyos miembros tenían un sistema de elección como el de diputados, surgieron para asesorar a los prefectos, y estos debían pedir su dictamen en los negocios graves. Además, dichas juntas ejercían atribuciones de cuerpos de vigilancia sobre las municipalidades; y debían atender al desarrollo y la estadística regionales. Pero allí no terminaban sus tareas. Les correspondió también una misión semielectoral, ya que proponían al Senado las ternas para los funcionarios políticos de las provincias y distritos y le enviaban relaciones de ciudadanos beneméritos para los empleos y la lista de tres ciudadanos elegibles para presidente de la República. El lIamado “Poder Municipal” surgía independientemente de los colegios electorales de parroquia para el cuidado del orden, de la instrucción, de la beneficencia, de la salubridad, de la comodidad, del ornato y del aseo locales; así como para el reparto de las contribuciones y el desarrollo de la agricultura y de las industrias. La fuerza armada quedó dividida en ejército de línea, milicia cívica y guardia de policía. Habría colegios o escuelas militares. Todo militar no debía ser sino “un ciudadano armado en defensa de la República; y así como esta circunstancia lo recomienda de una manera particular para las recompensas de la Patria, el abuso de ella contra la liberad, le hará execrable a los ojos de la nación y de cada ciudadano”.

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ocTubre 1823 [ ITALIA ]

el sacerdoTe iTaliano annibale serMaTTei della genga (1760-1829), de 67 aÑos, es elegido prÍncipe de la iglesia caTÓlica y asuMe el noMbre de leÓn Xii. duranTe su papado se eliMinÓ el veTo a las obras del cienTÍfico iTaliano galileo galilei (1564-1642) y se reconsTruyÓ la bÁsilica de san pedro, en roMa, daÑada por un incendio.

EL RECHAZO dEL sisTEMA LiBERAL.- Sin embargo, a pesar de su utopismo, el Congreso rechazó en su sesión de 26 de noviembre de 1822, la proposición de Sánchez Carrión para que fuera implantado el régimen federal de gobierno.

LA sUsPEnsión dE LA COnsTiTUCión En EL MOMEnTO dE sER PROMULGAdA.Con una involuntaria ironía, el día anterior a la promulgación de la Carta política, el mismo Congreso declaró que suspendía el cumplimiento de los artículos constitucionales incompatibles con la autoridad y las facultades del Libertador. En realidad, pues, la Constitución de 1823 no estuvo íntegramente en vigor ni un solo día. De esta Carta política se tratará en relación con las que la siguieron, en ulterior capítulo.

LAs sOLEMnidAdEs PARA EL JURAMEnTO Y LA PROMULGACión dE LA COnsTiTUCiOn.- Una orden del Congreso Constituyente, expedida el11 de noviembre de 1823, estableció un minucioso ceremonial para el juramento y la promulgación de la Constitución.

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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la publicaciÓn de Toda la consTiTuciÓn debÍa hacerse en voZ clara y percepTible, en los paraJes MÁs adecuados de la capiTal. esTaban obligados a acudir a esTe acTo, con TraJe de cereMonia, Todos los funcionarios del gobierno, las auToridades civiles, eclesiÁsTicas y MiliTares y las corporaciones sin eXcepciÓn.

El presidente de la República debía presentarse en la sala de sesiones a cumplir con este precepto. Entre las fórmulas a las que le correspondía responder en tan solemne acto había una que era la expresión elocuente de la filosofía política entonces predominante. Decía así: “¿Juráis haberos bien y fielmente en el cargo que la Nación os ha hecho, mirando en todo el pro común de la misma Nación, respetando su libertad política y los derechos individuales y sociales de todos los peruanos; no debiendo ser obedecido en lo que contrario hiciereis, antes bien será nulo y de ningún valor aquello en que contraviniereis a lo que habéis jurado?”. La publicación de toda la Constitución debía hacerse en voz clara y perceptible, en los parajes más adecuados de la capital. Estaban obligados a acudir a este acto, con traje de ceremonia, todos los funcionarios del gobierno, las autoridades civiles, eclesiásticas y militares y las corporaciones sin excepción. Correspondía cumplir la fórmula del juramento de la Carta, no solo a quienes ejercían elevadas atribuciones en el Estado, sino también a las autoridades o funcionarios de cualquier fuero, a los cabildos eclesiásticos, universidades, comunidades religiosas, colegios y demás corporaciones de la República, celebrándose misas de acción de gracias con tedeum. Quedó prescrito asimismo, que la llegada de la Constitución a los pueblos fuera motivo de una manifestación pública; leído el texto de este documento durante una misa solemne antes del ofertorio, era deber de los vecinos jurarla en esa misma ocasión. A los jefes, los oficiales y la tropa correspondía también escuchar en actuaciones especiales el texto de los artículos sagrados que se estaban promulgando y responder en seguida a la pregunta siguiente: “¿Juráis a Dios y la cruz de vuestra espada guardar y hacer guardar la Constitución política de la República que ha sancionado el Congreso Constituyente; que no abusaréis de la fuerza que os ha confiado la Nación para subvertir los sagrados derechos que esta Constitución afianza; que no obedeceréis al jefe que os mandase contra ellos o contra la Representación nacional, o la inviolabilidad de sus miembros; y que antes sí os tornaréis contra él, como ciudadanos armados en guarda de la libertad?”. A la respuesta “Sí, juro” correspondía la siguiente frase: “Si así lo hiciereis, Dios os premie y si no, os lo demande y vuestro honor quede mancillado”. En una visita de cárceles en la víspera del día de la publicación de la Constitución debían ser puestos en libertad en todo el territorio de la República los presos que no fueran culpables de infidencia, sedición o traición o de otro delito que mereciese pena corporal. La liturgia democrática creada por el Congreso Constituyente de 1823 fue imitada con algunas variantes que redujeron su solemnidad en la promulgación de las Cartas políticas posteriores.

JosÉ bernardo de Tagle (1779-1825) el cuarTo MarQuÉs de Torre Tagle fue un noble inTeresado en la causa paTrioTa, y el segundo presidenTe peruano.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

u

na de las primeras funciones públicas de Tagle fue la de Comisario de Guerra y Marina del Callao, heredada de su padre. En 1811, aún en tiempos del dominio colonial, fue elegido primer alcalde de la ciudad de Lima. Para entonces, Tagle ya tenía intereses en causas separatistas. Al tanto de ello, el virrey Abascal buscó alejarlo del Perú, enviándolo en 1813 como diputado por Lima en las Cortes de Cádiz. En 1820 se puso en contacto con el general San Martín. Ese mismo año proclamó la independencia desde Trujillo y

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EL JUiCiO dE PAndO sOBRE LA COnsTiTUCión dE 1823.- Cuando José María de Pando, como miembro del Consejo de gobierno, sometió a los colegios electorales en 1826 el proyecto de Constitución escrito por Bolívar, emitió en la forma siguiente un juicio crítico acerca de la Carta de 1823: “Ocupada una gran parte del territorio de la República por las huestes enemigas, exaltadas las pasiones hasta un grado de delirio, dividido el país en bandos rivales, los legisladores se hallaron, por desgracia, muy lejos de gozar de aquella calma reflexiva tan indispensable para desempeñar con acierto sus augustas funciones. Sus intenciones, sin duda rectas y patrióticas, debieron ser ineficaces, ya por los inconvenientes de su posición, ya por la inexperiencia a que nos condenó la política artera de nuestros señores, ya por las ilusiones de una perfección imaginaria, inasequible en los negocios humanos, o por los celos respecto a las facultades del Poder Ejecutivo que son inseparables de individuos que han gemido por largos años bajo sus fatales abusos y que por una especie de instinto, se inclinan hacia el opuesto extremo, igualmente pernicioso. El resultado es harto notorio. Jurada la Constitución con entusiasmo, puede decirse que a este acto se limitó su existencia. Una Cámara única, sin contrapeso ni freno, sin responsabilidad, presentó a los hombres pensadores y amantes sinceros de su país, un manantial amargo, ora de la peor especie de opresión, ora de convulsiones y trastornos. Los temores que excitó esta imprudente institución proscrita por la experiencia de las calamidades que en otros países produjera, se realizaron con tanto mayor celeridad cuanto el mero espectro de gobierno que se creó, la nulidad del Senado y la independencia asignada al llamado Poder Municipal, en imitación de la asamblea que arrojó en medio de la Francia este germen de desastres, fueron otras causas fecundas, reunidas para hacer inejecutable la Constitución, excitar disturbios y desacreditar la noble causa de la independencia. Bien pronto los poderes mal equilibrados entraron en una lucha funesta. Los resabios de la servidumbre en pugna con los sueños de una libertad desordenada produjeron choques insensatos, aspiraciones ambiciosas, criminales defecciones. Las clases que se creyeron maltratadas opusieron una fuerza de inercia, o bien maquinaciones encubiertas a la marcha del nuevo régimen. Las violencias de autoridades subalternas no comprimidas por un poder central y vigoroso, disgustaron a los pueblos que no se curan de vanas teorías, sino de los buenos efectos prácticos de las leyes. El desorden, la inobediencia, la dilapidación se introdujeron en todos los ramos de la administración pública. Y cuando estos horribles elementos acarrearon, como era de preverse, la sedición y la alevosía, fue preciso que el mismo Congreso Constituyente, ya desdorado por las facciones, echase un velo sobre la imagen de la

meses después, viajó a Lima donde se hizo cargo del comando de la Legión Peruana y fue nombrado consejero de Estado. En 1822 fue ascendido a mariscal de campo y nombrado Delegado Supremo durante la entrevista de San Martín y Bolívar en Guayaquil. Tras la promulgación de la Constitución de 1823 fue elegido presidente por el Congreso. Sin embargo, su permanencia en el cargo no fue prolongada, pues en 1824 el Congreso le confirió el mando a

novieMbre 1823 [ PERÚ ]

se proMulga, en el congreso, la priMera consTiTuciÓn del perÚ. en dicha sesiÓn, un dipuTado leyÓ el TeXTo coMpleTo de la carTa Magna. el presidenTe del congreso, Manuel salaZar y baQuÍJano firMÓ dos eJeMplares, haciendo lo MisMo los dipuTados y secreTarios. una coMisiÓn de legisladores llevÓ un ManuscriTo a palacio de gobierno para el presidenTe.

Simón Bolívar. Para entonces, el acercamiento de Tagle a la Corona española era evidente: había hecho negociaciones secretas para finalizar la guerra independentista. El 3 de marzo de 1824 Tagle se entrega a los españoles, que habían ocupado la capital. El general español Monet le ofreció integrarlo al ejército realista, pero no aceptó. Buscó refugio en el Callao, donde falleció junto con su esposa, víctima de una epidemia de escorbuto, en setiembre de 1825.

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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libertad profanada, destruyese la obra de sus manos y crease el tremendo poder de la dictadura ante el cual las cosas y las personas enmudecieran”.

cuando los auTores o ediTores de iMpresos obscenos o conTrarios a las buenas cosTuMbres no pudieran pagar la MulTa [iMpuesTa por la ley de iMprenTa^], se les condenaba duranTe cuaTro Meses a sepulTar cadÁveres en el caMposanTo.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

LA ABOLiCión dE LOs TíTULOs dE nOBLEZA Y OTROs ACTOs dEL COnGREsO En 1823.- El 11 de noviembre de 1823, ratificando la afirmación republicana que la Constitución entrañaba, el Congreso acordó la abolición de los títulos de nobleza como los de duque, marqués, conde, barón y demás de esta clase. Nunca se intentó restaurar la aristocracia colonial así desaparecida. Otros actos de la misma Asamblea fueron: la exoneración del juicio de residencia que se seguía a los diputados que compusieron la Junta Gubernativa por voto que fue interpretado como hostil a Riva-Agüero; la declaración que hizo a la Virgen de las Mercedes Patrona de las Armas del Perú como testimonio del acendrado catolicismo que caracterizó a los diputados al lado de sus ilusas convicciones liberales; y la aprobación de un contrato de empréstito con el comercio de Lima, por el que el Estado recibía 200 mil pesos en especies y víveres para devolver 300 mil en efectivo y que fue una más entre las muestras de penuria en la que entonces se vivía.

EL nOMBRAMiEnTO dE TAGLE COMO PREsidEnTE COnsTiTUCiOnAL.- Por ley aprobada el 18 de noviembre de 1823, el Congreso nombró presidente constitucional a José Bernardo de Tagle, y vicepresidente a Diego de Aliaga. No estuvo de acuerdo este acto con la Constitución, que exigía la propuesta de un candidato por el Senado. Fue la tercera elección presidencial del Congreso en nueve meses y la segunda de Tagle.

[ II ] LA LEY dE iMPREnTA.- La ley dada el 3 y promulgada el 12 de noviembre de 1823, reguló ejercicio de la libertad de imprenta reconocida por la Constitución. Esta ley rigió durante largos años. La única licencia previa que aceptó fue la concerniente a los escritos sobre materias religiosas o de la Iglesia. Consideró como abusos de la libertad de imprenta: 1° La publicación de máximas o doctrinas para trastornar o destruir la Religión o la Constitución; 2° Las excitaciones a la rebelión o perturbación de la pública tranquilidad; 3° Las incitaciones para desobedecer una ley o autoridad legítima o las provocaciones a esta desobediencia con sátiras o invectivas; 4° Los escritos obscenos o contrarios a las buenas costumbres; 5° Las injurias a una o más personas con libelos infamatorios, tachando su vida privada y mancillando su honor y buena reputación. La prueba de los delitos cometidos por algún empleado o corporación eximían de toda prueba al autor o editor del escrito que los hubieran publicado. La ley hacía una calificación de los impresos abusivos de la libertad de imprenta y señalaba las penas para los infractores. Entre ellas figuraban la prisión, la pérdida de honores y empleos, la multa y el secuestro de la edición. Cuando los autores o editores de impresos obscenos o contrarios a las buenas costumbres no pudieran pagar la multa, se les condenaba durante cuatro meses a sepultar cadáveres en el camposanto. Otros títulos de la ley se ocupaban de la responsabilidad de ‘los editores, autores o impresores; de las personas que podían denunciar los impresos, y del procedimiento en los juicios de imprenta. La mayor novedad aquí introducida consistió en la implantación del sistema de jurados. Un decreto en 1855 lo reemplazó como se verá en el capítulo pertinente, por los jueces ordinarios; pero el Congreso volvió a implantar, según también se narra oportunamente, dicho sistema en 1861. Siete jueces de hecho escogidos de una lista formada por la Municipalidad respectiva, declaraban si había lugar a formación de causa. En caso afirmativo, pasaba el asunto al juez de derecho con fines de ordenamiento e ilustración, para volver a los jueces de hecho a

cuyo cargo estaba la calificación del delito. Bastaban dos votos para absolver y se necesitaba la unanimidad para condenar. El Congreso, en cada bienio, debía nombrar la junta conservadora de la libertad de imprenta compuesta de siete individuos. Esta junta tenía como finalidades: 1° Proponer al Congreso, con su informe, las dudas que le consultaran las autoridades sobre los casos extraordinarios surgidos o las dificultades ofrecidas por la ley; 2° Darle cuenta de las quejas de los autores y editores; 3° Presentarle, al principio de cada legislatura, una exposición del estado en que se hallare la libertad de imprenta, los obstáculos que era necesario remover o abusos que debían remediarse; 4° Examinar las listas de las causas pendientes o fenecidas; 5° Cuidar la publicación, en el periódico oficial, de las sentencias dadas en todos los departamentos sobre los abusos de la libertad de imprenta. La ley de imprenta no cumplió su misión reguladora y moderadora. El jurado en sí, tratándose de esto tipo de acciones judiciales, no era condenable en principio; pero, tal como apareció constituido, en demasiados casos resultó inoperante. La simple iniciación de un juicio convirtió a los autores o editores de los impresos perseguidos en víctimas a las que rodeó muchas veces la simpatía popular. La exigencia de la unanimidad de los votos para condenar favoreció la impunidad. Muchas veces los jueces de hecho procedieron sin conocer bien el contenido de la ley; y a menudo se dejaron llevar por las pasiones del momento, hostilizando a los acusados o, por el contrario, amparando cínicamente escritos que eran francos anticipos o partes integrantes de conspiraciones y rebeliones. La junta conservadora de la libertad de imprenta no funcionó. Algunos gobiernos autoritarios, como los de Bolívar, Santa Cruz y Vivanco, impidieron de hecho el ejercicio de la prensa de oposición; los más, en el siglo XIX, incluyendo algunos que fueron enérgicos en muchos aspectos de su acción, como el primero de Gamarra y los de Castilla, Manuel Pardo o Cáceres, le permitieron hasta dejar que llegara a extremos que a veces parecen inverosímiles. Salvo en aisladas etapas, el Perú gozó la fama de tener el periodismo más soez en el continente durante el siglo pasado. El país vivió entre el libertinaje y el amordazamiento de la imprenta. “Apenas venidos a la vida independiente (escribió Piérola en la declaración de principios del partido demócrata) explotando la tolerancia del carácter nacional y las complicidades de una ley incalificable, vigente hasta hoy y conforme a la cual bastan dos votos sobre siete para absolver al calumniante, estableciose aquí, con el título de periódicos, hojas diarias impresas que fundaban su existencia y provechos únicamente en el ataque a la honra ajena, descendiendo hasta las intimidades de la vida privada y sin que nada fuese respetado; defendiose, como se defiende aún, encarnizadamente, con el augusto nombre de libertad de imprenta; la ley no tuvo pena alguna para delito tan feo; el rarísimo hombre público que acudió a ella en desagravio de la justicia y de la sociedad herida de muerte, no cosechó sino la burla de los jueces y la conmiseración de los que le veían apelar a medio tan inútil, y un pueblo nuevo, de temperamento imaginativo, impresionable y apasionado, educándose sin interrupción en esa escuela abominable, perdió la repulsión natural y, antes bien, se aficionó a beber diariamente ese fermento envenenado de falsedades y pasiones viles”... “La difamación y la impostura se han hecho un vicio arraigado y común. Nuestro pueblo no tiene tendencia al asesinato; siente horror instintivo por él. No acontece lo mismo con la reputación; se ha habituado a lastimarla fácilmente... “.

3

dicieMbre 1823 [ PERÚ ]

JosÉ de la rivaagÜero es deporTado a guayaQuil en un barco esTadounidense. JunTo al eX presidenTe se enconTraba el Jefe del eJÉrciTo raMÓn herrera, Quien fuera apresado por el enTonces Mayor del eJÉrciTo, raMÓn casTilla. en guayaQuil perManecieron cuarenTa dÍas en calidad de prisioneros. luego de ellos, rivaagÜero parTiÓ al eXilio en europa.

[ III ] nEGOCiACión dE TAGLE COn LOs EsPAÑOLEs. LA Misión A JAUJA.- Los españoles, al retirarse a la sierra y al apoyarse en ella, acentuaron en la lucha sus características de guerra intestina o civil, porque recluta ron la gran masa de sus soldados entre los indios de las regiones andinas. Al mismo tiempo, el Perú tuvo otra guerra civil entre los separatistas, al chocar el nacionalismo continental de Bolívar y el nacionalismo peruanista. Bolívar hirió a la nobleza en sus representantes más caracterizados. En este sentido implicó la primera ofensiva democrática

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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T a

LA BATALLA DE JUNÍN Junín-Punta

Segundo y tercer regimientos Húsares del Perú (Miller)

EL UNIFORME DEL HÚSAR DE JUNÍN

Húsares de Colombia

Granaderos de Colombia

Morreón

ero

Pantano

Cerro Chacamarca

1

Carrillera

Pampa de Chacamarca

Insignias

Escarapela con Sol radiante y banderas cruzadas de San Martín.

Charreteras

Polaca

doradas.

Regimiento Dragones de la Unión

De color rojo, con mangas y cuello azul. En el cuello se encuentran bordadas las siglas RC N˚ 1.

Regimiento Dragones de la Unión Húsares de Fernando VII

LA BATALLA

Fuerzas patriotas Húsares del Perú Total: 900 hombres

Inicio de la batalla: 5:00 p.m. Fin de la batalla: 5:45 p.m.

Fuerzas realistas Total: 1.300 hombres

de desplegarse después de descender por el desfiladero.

2 Los patriotas emprenden la retirada

Amarillo en oficiales y azul en la tropa.

perseguidos por los realistas.

3 El escuadrón de húsares, comandado por Suárez, ataca a los

Pampa de Chacamarca 4.200 m.s.n.m.

realistas por la retaguardia. El factor sorpresa dio tiempo a que las tropas patriotas que huían de los realistas se recompusieran y volvieran al ataque.

Pantanos

En esta zona el fango llega a una altura de 30 a 40 cm.

Tiene una extensión de 2.500 hectáreas y se encuentra a 7 km al sur de la ciudad de Junín.

2 Avance realista

3 Pantalón

De algodón resistente y de color azul con franjas rojas laterales.

Calzado

Los oficiales usan botas altas con espuelas doradas y la tropa, cañabotas.

El soroche

Repliegue patriota

Saldo de la batalla Patriotas: 45 muertos y 99 heridos. Realistas: 419 oficiales y 345 soldados (entre muertos y heridos) y 80 prisioneros.

Los húsares sufrieron los efectos de la altitud de Junín: dolor de cabeza, náuseas, vómitos, ahogos y aumento del ritmo cardíaco. Los realistas habían tenido tiempo de aclimatarse durante su entrenamiento.

N

Guantes blancos y cinturón de gala negro (tropa) y negro con franjas doradas (oficiales).

A A e

1 Los realistas atacan a los patriotas, quienes no tuvieron tiempo

Cordones

Accesorios

l

N

De color dorado en los oficiales y color bronce en la tropa.

Armas de combate

Durante la batalla, los húsares solo utilizaron espadas y lanzas, porque la infantería que traía las armas de fuego se retrasó en la marcha hacia las pampas.

Fuentes: La altiplanicie de Junín en la historia, Víctor F. Salazar Vera / Antología de la Independencia del Perú, edición preparada por Félix Denegri Luna, Armando Nieto S. J. y Alberto Tauro con la colaboración de Luis Durand Flórez /

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

S fo d H

lad

sfi De

Granaderos de los Andes

De color rojo y azul.

Primer escuadrón Húsares del Perú (Suárez)

Muse

Tras la proclamación de la independencia, España persistía en mantener al Perú como colonia. El 6 de agosto de 1824 ambos ejércitos se enfrentaron en una contienda decisiva para la emancipación total del Perú.

los protagonistas de la batalla

Sable utilizado en la batalla y que hoy forma parte de la colección del Museo del Glorioso Regimiento de los Húsares de Junín.

LOS PATRIOTA

S

Simón Bolívar Venezuela 1783-1830

la ruta del ejército patriota Teniente José Andrés Rázuri S. P. de Lloc 1792-1824

Al término de la batalla, los realistas emprendieron la huida hasta llegar a Ayacucho. El 9 de diciembre del mismo año, ambos ejércitos se enfrentaron en las pampas de Quinua (Ayacucho), con el triunfo definitivo del Perú.

bres

STAS José General c ra te n Ca 5 1787-183

LOS REALI

Mariscal Marian o Necochea Argentina 1792-1849

HUARAZ Chavín de Huántar Yangas Recuay La Unión HUÁNUCO

es

la Serna José de ez de ín rt a yM sa jo Hino 2 1770-183

Ambo

Chiquián Yanahuanca

Santa

Huariaca

CERRO DE PASCO

Junín (Reyes) Tarma

s

na ega ra cm.

órez /

Coronel Isidoro Suárez Argentina 1799-1846

Jauja

principales campañas de los húsares 1821 1822

Concepción HUANCAYO

N Zona de detalle

1823

Pampas

1824

Yaucarbamba Ayocc

SER UN HÚSAR En la actualidad, para pertenecer al regimiento de húsares existen dos modalidades: 1. Ingresar a la Escuela Militar y optar por el arma de caballería. Los más destacados integran el regimiento de los húsares. 2. Hacer el servicio militar en el Cuartel de Barbones, sede de los húsares.

Pacaycasa

Huanta

1836 1883 Desde 1987

Ayacucho (Huamanga) BOL ÍVA BOLÍVAR R Cangallo Vilcashuamán

San Martín crea los húsares de la escolta Batalla de Cáucato (Pisco) Batalla de Chunchanga (Pisco) Batalla de Zepita (Puno) Combate de Ayo Ayo (Arequipa) Batalla de Junín Batalla y capitulación de Ayacucho Batalla de Socabaya (Arequipa) Batalla de Huamachuco (Trujillo) brindan seguridad al jefe del Estado y participan en ceremonias protocolares Limatambo

Carhuanca

Cápac Marca Chiquibambilla Sañayca Chalhuanca

MILLER Santo Tomás

Yelille

Ruta seguida por el grueso de las tropas Divisiones de las tropas Ruta de reconocimiento Zonas de campamento

Museo del Glorioso Regimiento de los Húsares de Junín / Fotografías: Mayu Mohana

Infografía: El Comercio / Adaptación: Grafitti

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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agosTo 1824 [ PERÚ ]

6

las Tropas paTrioTas coMandadas por siMÓn bolÍvar vencen en la baTalla de JunÍn. en ella no se disparÓ ni un Tiro, pues los coMbaTienTes esTaban provisTos ÚnicaMenTe de bayoneTas, sables y lanZas. la vicToria se aTribuye a la inTervenciÓn decisiva del baTallÓn de los hÚsares de JunÍn. las Tropas realisTas, al Mando del general canTerac, se reTiraron a fin de eviTar Mayores baJas.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

contra la clase tradicional, tanto contra la que se había identificado en absoluto con el régimen colonial, pues contra él luchó hasta derribarlo, como contra la que había manifestado, inicialmente al menos, simpatías por la revolución. Para demostrar este último aspecto de la obra de Bolívar, puede citarse no solo el caso de Riva-Agüero, sino también el caso de Tagle, el segundo presidente de la República, según afirmó en su manifiesto del Callao, Tagle no percibió “ni un real de sueldo porque se socorriesen los más necesitados, auxiliando de mis bienes a muchos y gravándome para sostener con lustre el rango que obtenía”. Después de eliminado Riva-Agüero, Bolívar estableció, en enero de 1824, su cuartel general en Pativilca, y ordenó a Tagle que, como presidente, entablara negociaciones para un armisticio con el Virrey. La razón verdadera para el armisticio era el propósito de ganar tiempo, pues necesitaba aumentar su fuerza con nuevas tropas colombianas y con los reclutas que se juntara en el país, lo cual no podía hacerse en menos de seis meses, con riesgo de perder la lucha contra los españoles si estos daban antes una batalla decisiva. Como señuelo para las negociaciones debía figurar el argumento de lo prolongado y cruento de la guerra, así como los tratados entre España y Buenos Aires y México y los que se negociaban en Colombia, dejando al Perú el triste privilegio de despedazarse en guerra sanguinaria. El oficial que fuera a Jauja (según ordenó Bolívar a Heres en carta de Pativilca el 9 de enero de 1824) debía decir que si los españoles aceptaban el armisticio, las tropas de Colombia se desesperarían, “porque no se les paga nada y porque están padeciendo mil miserias y al fin se irían del Perú, que entonces el gobierno y el pueblo no tendrían otra cosa que hacer que el de reconciliarse con sus hermanos los españoles”. En seguida continuaba Bolívar: “Debe quejarse mucho del estado de miseria del país y de la conducta insolente de los aliados; debe decir que todo el mundo clama por la paz aunque los mande al diablo. Debe manifestar deseos de quedarse, pero que no lo hace por miramientos a sus relaciones y a la venganza que yo tomaría de su familia”. Al explicar lo aquí diseñado, advertía: ‘Toda esta tramoya perjudica pero no hay tal: a los enemigos no se les engaña sino lisonjeándolos”. Completaba el esquema diciendo: “Y si le preguntan al oficial parlamentario ¿cuál es la opinión del señor Tagle o si se le ha oído decir algo en favor de los españoles?, que diga que no y que es demasiado patriota para que entre por nada por sus compromisos anteriores; pero que en el Congreso no falta partido por los españoles y en el pueblo mismo y que viéndose el Presidente sin el auxilio de los aliados, ¿qué fuerza le había de oponer a los españoles? y que así lo que conviene a estos es entrar en comunicación con nosotros, prolongar la guerra algún tiempo para que se fastidien los aliados y al fin se vayan ... “. Por otra parte, pedía Bolívar al gobierno de Lima grandes cantidades de dinero “y todo cuanto pueda aumentar el ejército” (Carta -a Heres, Pativilca, 15 de enero). A Sucre le decía: “He amenazado al gobierno de irme del Perú si dentro de un mes no me dan dinero para mantener la tropa. Me he mostrado quejoso con el gobierno y disgustado del estado de las cosas. Al Congreso le he escrito fuertemente exigiéndole sacrificios para el ejército” (Pativilca, 16 de enero). Para entablar las negociaciones con los españoles (después de que ellas llegaron a ser autorizadas en sesiones secretas por el Congreso) fue enviado a Jauja el ministro de Guerra, don Juan de Berindoaga. Allí trató con el general español Loriga y también con el general Monet y el brigadier García Camba; no le dejaron hablar con Canterac, que estaba en Huancayo, ni viajar al Cuzco a entrevistarse con La Serna. Berindoaga regresó a Lima el 2 de febrero sin haber conseguido nada, aunque trajo un estado del ejército español por cuerpos y localidades. Según cuenta en sus memorias el militar español García Camba, testigo de la gestión que hizo Berindoaga en Jauja, este manifestó los deseos de Tagle y sus adeptos a favor de la paz y la independencia del Perú, aludió a la guerra de Napoleón en territorio español, agregando que “el ejército real se inmortalizaría abrazando la causa peruana, la República organizaría su independencia y los jefes españoles recibirían en recompensa de esta grande resolución la gratitud del país y la admiración de las generaciones venideras”. Aquí García Camba rectifica a su compatriota Torrente, quien

sostuvo que Berindoaga y Tagle “abrieron negociaciones para reponer en Lima la autoridad real en todo su esplendor”. Tagle había escrito a Berindoaga el 28 de enero una carta que este publicó en su manifiesto y que no solo da luz sobre las negociaciones de Jauja, y sus alcances, sino evidencia el estado de ánimo del Presidente: “Si tuviésemos la desgracia de que los españoles, como me lo temo de su obstinación, se nieguen a reconocer la independencia, yo pido a U. mi hijo, mi amigo del alma, que al momento se regrese sin tratar más con ellos. Seremos libres y de la sangre que se vierta para lograrlo, ellos responderán a Dios de que se haya derramado”. Bolívar aprobó con elogio la conducta de Berindoaga (Carta de 7 de febrero a Heres). García Camba, actor y testigo de dichos sucesos, coincide, pues, con el sentido de esta carta de Tagle que él ratificó en su esencia en el documento que firmó antes de morir y que menciona más adelante.

EL PALACiO dE TORRE TAGLE

LA nEGOCiACiOn dE TERón.- El 3 de febrero Tagle confió a Berindoaga, su “hijo” y su “amigo del alma”, bajo palabra de honor, un secreto importantísimo. “Tal fue (cuenta este en su manifiesto) que, sin tener él noticia alguna, don Diego de Aliaga había enviado a Ica a José Terón cuando aquella ciudad estaba ocupada por los españoles; previniéndole solo de palabra que en la primera oportunidad les instruyese de que Tagle y Aliaga no eran sus enemigos y que con motivo de la venida de Bolívar deseaban unirse sinceramente a ellos”.Terón, que era un comerciante en aguardiente, había hablado al respecto con Rodil, quien comunicó estas noticias a Canterac. Así fue como este escribió una carta a Tagle, que Berindoaga leyó. “Su contenido era vago, obscuro, conteniendo en términos generales que denotaban saber indirectamente las buenas disposiciones del Presidente de la República hacia los peninsulares. Lo más notable de toda ella era que “la nación española recompensaba con prodigalidad a quienes le servían”. (El relato anterior es de Berindoaga). En la conjura estaban (según el mismo), aparte de Aliaga, don Gaspar de Osma y el canónigo Mariano Tagle, tío del Presidente. También habla de personas pero todas de íntima amistad” que excitaban en el marqués celos y sospechas contra Bolívar, cuya presencia y cuya acción disminuían o hacían caducar la autoridad presidencial. Una desavenencia habíase producido ya en setiembre con motivo del decreto del Congreso confiriendo a Bolívar el supremo poder militar. “Orgullosos, imprudentes o malvados”, prosigue Berindoaga, “fomentaban la cizaña en el ánimo de Tagle en los momentos más privados y confidenciales”. Algo disminuyeron estas intrigas cuando Bolívar se alejó de Lima para ir al norte. Pero arreciaron con motivo de las negociaciones con los españoles. A favor de las tesis de que la negociación de Terón fue iniciada por personas cercanas a Tagle tomando el nombre de este sin su consentimiento podría invocarse el hecho muy importante de que el ex Presidente no la menciona en su manifiesto de marzo de 1824, cuando pudo basarse en ella para halagar a los españoles. Además, Berindoaga u otro emisario propio hubieran hecho en Jauja la gestión encomendada a Terón en Ica. En una declaración que firmó Tagle ante cinco testigos en el Callao el 11 de agosto de 1825 y que ratificó estando gravemente enfermo el 2 de noviembre, administrados ya los últimos sacramentos, expresó: “El 3 de febrero de 1824 presenté a Berindoaga bajo palabra de honor la carta que de parte del general español Canterac y por invitación de D. Diego de Aliaga, había conducido a Lima D. José Terón, mientras Berindoaga estaba de viaje. Este se sorprendió y manifestó indignación de la trama infame en que se me quería enredar. Aplaudiendo yo su honor y protestando eterna permanencia en mis sentimientos patrióticos, le ofrecí reprender agriamente a Aliaga; pero que generosamente quedase el secreto entre nosotros, por ser inútil todo plan sin nuestra cooperación”. El único testimonio autorizado que señala al presidente Tagle como autor de la negociación de Terón fue el de su tío el canónigo Mariano Tagle en el proceso de Berindoaga. Mariano Tagle declaró que su sobrino, en confianza, le dijo que iba a Ica a tratar con los españoles, no habiéndole explicado el contenido de las instrucciones que recibió el enviado ni los asuntos que debió

Este edificio, donde vivió José Bernardo de Tagle, cuarto marqués de Torre Tagle, pertenecía a su familia desde 1733. En esta imagen se aprecia su fachada, en la que destacan dos balcones de madera tallada que denotan su construcción virreinal. Además, cuenta con una portada barroca de piedra tallada. Actualmente es la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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EsCUdO dE ARMAs dEL MARQUÉs dE TORRE TAGLE

El escudo de armas de la familia Torre Tagle consta de un guerrero montado en un caballo, atacando con una lanza a un dragón o serpiente con escamas doradas, mientras una dama observa la escena. En el campo principal del escudo se lee el lema siguiente: “Tagle se llamó quien a la sierpe mató y con la infanta cassó”.

abarcar. Agregó que, después del regreso de Terón, su sobrino le reveló que su objeto al tratar con los españoles consistía en que Torre Tagle gobernaría con don Diego de Aliaga y el general La Serna sobre la base de la Independencia; y que no pudo conocer otros pormenores ni la intervención de otra persona en el asunto. La circunstancia de que Mariano Tagle hubiese sido sindicado públicamente por Berindoaga como gestor de esta intriga hace sospechoso su testimonio. Mariano Tagle necesitaba combatir la suposición de que él había intervenido en el asunto. Con ello defendía su vida. Por lo demás, no hay prueba plena de que en las propuestas hechas por medio de Terón a los generales españoles, la independencia del Perú estuviese descartada. Si es veraz la referencia al triunvirato de La Serna, Tagle y Aliaga, él no habría implicado ni el acatamiento al virrey ni la ciega obediencia al rey de España ya sus autoridades. Era natural que los españoles en sus contestaciones quisieran darle al asunto el giro de una simple incorporación tránsfuga a sus filas. Puede hacerse esta aclaración sin perjuicio de considerar que la tentativa era descabellada y que implicaba, en esos momentos, un grave daño a la causa patriota.

EL MOTín dE MOYAnO.- El 5 de febrero de 1824 (tres días después de la llegada de Berindoaga a Lima y dos días después, según él, de la revelación que le hizo Tagle acerca de los manejos de Terón) estalló en el puerto del Callao un movimiento de sargentos encabezados por Damaso Moyano.Aunque se dijo entonces que los aristócratas de Lima lo fomentaron (es la versión que recoge Távara), parece que las causas verdaderas fueron la falta de pago de los sueldos, o la repugnancia a embarcarse para la costa del norte para cumplir con una disposición de Bolívar, como se rumoreaba, o maltratos recibidos, o el deseo de apoderarse de alhajas y dinero. Las tropas del Río de la Plata, acantonadas en Lima, hallábanse entonces en un estado de indisciplina tal que, cuando se les ordenó que fueran a guarnecer el Callao, desertaron más de cien hombres. Después del motín, Moyano y sus compañeros entraron en negociaciones con el presidente Tagle para pedir el abono de sus haberes y que se les restituyese a su país. Fracasadas estas componendas y como el desorden crecía, acabaron los amotinados por poner en libertad a los presos realistas el l0 de febrero. Asumió el comando de la plaza uno de ellos, el coronel José de Casariego. Así el Callao enarboló de nuevo, a los cinco días del motín, la bandera española. Pero ni Tagle ni Berindoaga tomaron en Lima actitud alguna para sumarse a ese movimiento y, antes bien, estuvieron en tratos diversos para disuadir a los rebeldes. El Congreso agradeció al gobierno por las medidas adoptadas con el fin de recuperar las fortalezas (12 de febrero). Alude a estos hechos Berindoaga al decir: “¿Por qué no me pasé a los fuertes para estar seguro y gozar del fruto de mi perfidia?”. Tagle también negó toda connivencia con los amotinados del Callao y pueden darse análogas razones para creerle. EL PATÉTiCO CAsO dE TAGLE.- Bolívar, que seguía en Pativilca, creyó, sin embargo, que las autoridades de Lima eran cómplices de esta defección. A su vez, Tagle y sus amigos temieron al principio que ella hubiese sido urdida por Bolívar para perderlos, ya que las indisciplinadas tropas que se sublevaron habían sido acuarteladas en los castillos por orden de este. En previsión del avance del ejército realista mandó Bolívar al general Enrique Martínez que retirara la guarnición de la capital quedando ella indefensa, que inutilizara los barcos patriotas surtos en la bahía del Callao y que requisase caballos y mulas, artículos de guerra, útiles de maestranza, géneros aplicables al vestuario, en fin, todo cuanto pudiera utilizar el enemigo, autorizándolo para que empleara la mano armada. “Nada tiene U.S. que esperar del vecindario graciosa mente (decía la comunicación respectiva), todo es necesario pedirlo y tomarlo por la fuerza: este medio a la verdad, es duro; pero en la actualidad es indispensable”.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

El Congreso entregó la suprema autoridad política y militar a Bolívar con una amplitud “tal cual lo exige la salvación de la República”, a la vez que decretaba su propio receso hasta la convocatoria del Libertador (10 de febrero). Lima quedó en situación de expectativa durante varios días. Bolívar aceptó el poder dictatorial sin aguardar el cúmplase de la ley que se lo confería (desoyendo a muchos de sus amigos, entre ellos Sucre, que le aconsejaban retirarse a Colombia). Jefe político y militar de la capital nombró al general Mariano Necochea. El 17 de febrero Tagle entregó a este jefe, en el salón del antiguo palacio, el mando que había procurado en vano conservar, reuniendo firmas destinadas a pedir al Congreso la suspensión de la ley que lo destituyó de hecho. La deserción de los Granaderos de los Andes y sus correrías en los alrededores de la capital contribuyeron en esos días a la zozobra de los patriotas. El momento era como para hacer trepidar a los que no fueran muy firmes. Necochea llegó a conocer una carta de Canterac fechada el 26 de enero y dirigida a un destinatario cuyo nombre no dice, donde pedía un poco de paciencia para que llegara el caso “de ejecutar el proyecto propuesto por T.T.”. Según Tagle, Bolívar dio orden de prenderle y fusilarle. Temiendo por su vida, el Presidente depuesto no llegó a poner en ejecución su primitivo plan de embarcarse a Chile. Se ocultó, según se ha afirmado, bajo la influencia de su esposa, de quien, dice O’Leary, era “esclavo y no señor”. El lugar de su refugio fue el convento de las Mercedarias. Necochea declaró más tarde que recibió la orden de apresar a Tagle para remitirlo a Pativilca y que la puso en conocimiento de este, tratando de inducirle a que se presentase voluntariamente. En las necrologías de Necochea publicadas a raíz de su muerte en 1849, se dijo, sin embargo, que salvó la vida a Tagle y le otorgó un pasaporte para viajar a Chile. Casi inmediatamente, el 27 de febrero, el jefe argentino abandonó la capital, llevándose cuanto pudo. La soldadesca pasada al bando realista, los montoneros y pandillas de facinerosos se dedicaron al saqueo y a los asesinatos en Lima mientras el vecindario rezaba por la llegada de alguna tropa organizada, cualesquiera que ella fuese. Dos días después presentáronse tropas realistas enviadas desde la sierra. El general Juan Antonio Monet, nuevo gobernador español de Lima hizo publicar un bando ofreciendo a los vecinos pacíficos completo olvido del pasado en cuanto a su conducta y sus opiniones. Se acogieron a este bando Tagle, el vicepresidente Diego de Aliaga, el ministro de Guerra Juan de Berindoaga, el presidente del Congreso, Carlos Pedemonte, varios diputados, los miembros del cabildo eclesiástico y secular, muchos empleados, y más de 240 jefes (dice García Camba) junto con crecido número de personas distinguidas y muchos de los llamados cívicos. En la declaración que firmó Tagle ante cinco testigos en el Callao, el 11 de agosto de 1825, y que ratificó estando gravemente enfermo el 2 de setiembre, administrados ya los últimos sacramentos, aparece el texto de la carta que dirigió al general español Juan Antonio Monet cuando este ocupó con sus tropas Lima y el Callao: “Señor General: Como Presidente de la República del Perú a quien circunstancias extraordinarias han hecho poner bajo la protección de la fuerza armada que U. manda, yo debo tomar una actitud conforme a los intereses de mi país y de mi propio honor. Si las autoridades españolas, como espero, están dispuestas a reconocer la independencia del Perú, yo secundaré las ideas bajo esa base, de la que jamás me he apartado en negociación alguna. Mas si esta propuesta no adaptase a sus cálculos, mi posición exige que sea reputado en calidad de prisionero de guerra, con el general de brigada D. Juan de Berindoaga y coronel D. Juan de Echavarría que se hallan con esta firme resolución, como me lo han protestado solemnemente”. Monet negó al ex Presidente la condición de prisionero de guerra, colocó guardias de honor en su casa y quiso ofrecerle el mando de la capital. Tagle tuvo la discreción de no aceptar el cargo, confiado luego al conde de Villar de Fuentes (17 de marzo). Si se hace un esfuerzo para buscar una apreciación objetiva, parece que lo ocurrido con Tagle fue, en síntesis, lo siguiente: inició negociaciones con los españoles por orden de Bolívar; su comisionado Berindoaga las entabló en Jauja sobre la base de la independencia del Perú;

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seTieMbre 1824 [ FRANCIA ]

carlos X (1757-1836) de la dinasTÍa de los borbones es proclaMado rey de francia Tras la MuerTe de su herMano luis Xviii. debido a su polÍTica conservadora, en 1830 debiÓ enfrenTar una rebeliÓn popular Que no pudo sofocar. abdicÓ a favor de su nieTo luis felipe de orleans y deJÓ el paÍs. MuriÓ en 1836.

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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ocTubre 1824 [ MÉXICO ]

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se publica la priMera consTiTuciÓn de los esTados unidos MeXicanos, Que esTableciÓ el sisTeMa republicano y federal para ese paÍs, asÍ coMo su divisiÓn en 19 esTados y cuaTro TerriTorios. el gobierno, asiMisMo, QuedÓ organiZado en Tres poderes: eJecuTivo, legislaTivo y Judicial. esTe docuMenTo Tuvo vigencia hasTa 1835.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

personas muy cercanas a él tomaron su nombre para utilizar el mismo recurso y plantear, a través de Terón, una alianza con los españoles contra Bolívar; su pasividad cuando tuvo conocimiento de estos tratos implicó una grave falta; el motín del Callao no sirvió de ocasión para que Tagle se pasase a los españoles como hubiera ocurrido en el caso de estar de acuerdo con ellos, pero avivó los recelos y los rozamientos entre el Libertador y el Presidente, que la coincidencia de las dos autoridades había generado; la orden de prisión impartida por aquel contra este fue interpretada como una sentencia de muerte recordando las fulminantes órdenes dadas para fusilar sin juicio a Riva-Agüero; en el apuro del momento y con el ansia de salvar la vida vino el asilo bajo la bandera española facilitada por la ocupación inmediata de Lima por esas tropas. Con fecha 6 de marzo de 1824 firmó en Lima Torre Tagle, usando de nuevo su título de marqués, un manifiesto, que fue escrito por Berindoaga y publicado por orden del general español Monet. Allí narró, desde su punto de vista, lo ocurrido entre él y Bolívar, así como los últimos sucesos de su infortunada administración. Terminó con expresiones contra el “falso brillo de ideas quiméricas que, sorprendiendo a los pueblos ilusos, solo conducen a su destrucción ya hacer la fortuna y saciar la ambición de algunos aventureros”. “Por todas partes (agregaba, pasando por alto, en forma censurable, la grandeza de la causa de la libertad a la que había servido y usando argumentos que siempre esgrimen ante las revoluciones los partidarios de las clases privilegiadas amenazadas y que su enemigo Riva-Agüero también empleara) no se ven sino ruinas y miserias. En el curso de la guerra, ¿quiénes sino muchos de los llamados defensores de la patria han acabado con nuestras fortunas, arrasado nuestros campos, relajado nuestras costumbres, oprimido y vejado a los pueblos? ¿Y cuál ha sido el fruto de esta revolución? ¿Cuál el bien positivo que ha resultado al país? No contar con propiedad alguna ni tener seguridad individual. Yo detesto un sistema que termina al bien general y que no concilia los intereses de todos los ciudadanos”. Sin embargo, en el proceso de Berindoaga, declaró el médico José Manuel Valdés que, hallándose en la casa de doña Juana Ulloa, donde habitaba provisionalmente el ex Presidente, le mostraron el manifiesto que de orden de este había escrito Berindoaga y que en él había tres o cuatro hojas rayadas por los generales españoles en las que, según se le dijo, hacía ver la utilidad que resultaría a España de la independencia del Perú;que en lugar de las hojas rayadas se habían sustituido otras por el general García Camba, tomándole al poco rato de la mano al declarante don Juan de Berindoaga, el mismo que lo llevó al callejón de la casa para manifestarle gran desagrado por las hojas borradas. Independientemente de la presión que en él pudieron ejercer García Camba u otros jefes españoles, puede ser interpretado el manifiesto de Torre Tagle como estallido del cansancio;el desengaño, el derrumbe espiritual, la negación después de las angustias sufridas. Ni en el texto de este manifiesto ni en sus documentos anexos aparece referencia alguna a ofertas anteriormente hechas a los españoles o a tratos efectuados con ellos siendo él presidente, para acabar con la independencia del Perú, si bien la sumisión de súbdito leal de rey y los ataques a la causa patriota que hay en los párrafos finales no pueden ser defendidos. Sobre el ánimo de Torre Tagle pesaban en esos momentos (borrando hechos y actitudes pasadas, títulos, honores y privilegios) el instinto de la propia conservación; la certeza de que Bolívar había querido apresarlo para hacerla matar; sentimientos y prejuicios de clase; la angustia y la desilusión de la aristocracia frente a una guerra que parecía una continua carnicería acompañada por exacciones sin fin y una permanente anarquía; las dudas acerca del resultado final; los recelos de muchos peruanos ante el poder de Bolívar y de los colombianos. Alentaba también una idea tenaz que encuentra dificultades en abrirse paso ante muchos pero que otros plantean en nuestro tiempo, la de que los españoles no eran los adversarios irremediables en una implacable guerra internacional, sino un bando en una guerra civil, dentro de la que podía tomarse uno u otro partido. En una carta que, desde el Callao, escribió al marino Blanco Encalada (22 de enero de 1825), Torre Tagle le pidió que “en nombre de Chile le entregase un asilo bajo su

[1]

[2]

LA BATALLA DE AYACUCHO. Se llevó a cabo el 9 de diciembre de 1824 y representó la derrota definitiva de las fuerzas españolas aún presentes en nuestro país. Las fuerzas patriotas fueron dirigidas por el general venezolano Antonio José de Sucre (1795-1830), y las realistas por el virrey español José de la Serna (1770-1832). En esta página se aprecia un mapa, pintado a mano, que muestra el terreno sobre el que se llevaron a cabo los enfrentamientos en la pampa de la Quinua (1), y un óleo que representa el fragor de la batalla (2).

[ capítulo 3 ] período 1

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el peQueÑo grupo de arisTÓcraTas y de polÍTicos Que se refugiÓ en el callao Tuvo coMo Órganos de eXpresiÓn genuinos a dos periÓdicos: el Triunfo del callao y sobre Todo, el desengaÑo.

bandera como el que generosamente me concedieran jefes españoles, distinguiéndose entre ellos en toda clase de consideraciones conmigo, el señor Rodil”. ¿Fue, en realidad, un asilado entre los españoles o un aliado de ellos? La segunda de estas posibilidades parece afirmada en un papel al redactor de su manifiesto, Juan de Berindoaga (cuya reproducción fotográfica ha publicado Luis Alayza y Paz-Soldán). Allí dice, con palabras que lo acusan, que ansía evitar la desconfianza de los españoles ante él y busca, más bien, que estén contentos, “mucho más -agregaba- cuando yo, convencido de la canalla que constituye la patria, he resuelto en mi corazón ser tan español como D. Fernando”. Con este comprobante no parecen insinceras las frases insertas en el último párrafo del manifiesto de 1824 en la parte que, después de solicitarle al Perú que no tolerase que en su recinto se levantasen templos a la tiranía bajo la sombra de la libertad, concluye afirmando que “de la unión sincera y franca de peruanos y españoles todo bien debe esperarse; de Bolívar, la desolación y la muerte”. Y para no dejar la menor duda, el párrafo anterior había empezado con esta frase: “Unido ya el ejército nacional mi suerte será siempre la suya”. Frase que recibe lúgubre significado con la muerte de Torre Tagle, su esposa y un hijo menor, en las circunstancias más espantosas, en el Callao, en los últimos días de la resistencia española. Con ella parecen coincidir, por otra parte, una hoja suelta con un ataque feroz a Bolívar, que apareció bajo su firma y que circuló además por haber sido reproducida en el Boletín del ejército realista, así como una carta, fechada en Lima el 17 de abril de 1824, dirigida al general José Canterac y más tarde incorporada al proceso de Berindoaga, en la que pide que no se permita al guerrillero Ninavilca unirse a los españoles. Berindoaga, en el suplemento de su manifiesto, lo presentó como gozando de favor entre los jefes del Callao. Pero en su comunicación a Blanco Encalada, mencionada anteriormente, afirmó Torre Tagle ser solo un asilado. No ocupó ningún cargo político, administrativo o militar a las órdenes del virrey o de sus generales y la versión de sus descendientes es que murió en el Callao el 26 de setiembre de 1825, estando preso junto con su familia.

LA CAUsA COnTRA TORRE TAGLE.- Se mandó formar causa contra Torre Tagle en 1825. Entonces fueron presentados por el procurador del infortunado ex Presidente diversos documentos con el fin de probar que había hecho, sin fruto, diversas diligencias para conseguir un buque en qué embarcarse en Chorrillos con destino a Chile, antes de que los españoles ocuparan Lima en 1824, y también dentro del propósito de esclarecer que el general Necochea tuvo orden de remitirlo con grillos al cuartel general de Bolívar, “con otros hechos y particularidades (expresa Mendiburu en su biografía de Tagle) sobre los vejámenes y opresión que había sufrido y causado su despecho”. La Corte Suprema hizo presente la necesidad política y de justicia de cortar el progreso de esta causa; y el Consejo de Gobierno resolvió, el 15 de julio de 1825, suspender todo procedimiento y mandó a la Corte aplicase los bienes de Torre Tagle a quienes correspondiesen por derecho.

LOs BiEnEs dE TORRE TAGLE.- No hubo ley ni decreto especiales que ordenasen el secuestro de los bienes de Torre Tagle. Estos quedaron sujetos a lo ordenado por el decreto expedido por Bolívar y Sánchez Carrión el 5 de enero de 1825 sobre los bienes de todos los residentes en el Callao. Perdieron ellos sus propiedades, excepto en la parte que correspondía a quienes debían sucederles con carácter necesario. El Congreso Constituyente, con fecha 2 de marzo de 1825, declaró que debía subsistir este decreto; pero agregó que, para librar del secuestro a los bienes antedichos, los descendientes debían asegurar a satisfacción del Gobierno una quinta parte de su valor y los ascendientes un tercio. Además incluyó entre los exceptuados de la sanción mencionada en el decreto antedicho, a “los menores que se hallan entre los enemigos

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

siempre que vuelvan al seno de la República y permanezcan en ella por el tiempo necesario a juicio del Gobierno”. Torre Tagle dejó en Lima una hermana, llamada María Josefa Tagle y Portocarrero, que debía sucederle en los bienes vinculados de que gozó; y llevó al Callao a sus hijos menores, herederos necesarios en los bienes libres. María Josefa, tía, tutora y curadora de esos menores, pidió el reconocimiento de sus derechos propios y del de sus representados, amparándose en el decreto dictatorial de 5 de enero de 1825 y en la resolución del Congreso fechada el 2 de marzo del mismo año. Aunque obró en su contra un decreto de gobierno expedido en julio de ese año, este no podía comprender ni perjudicar, como expresó un informe de la Comisión de Justicia del Congreso Constituyente de 1827 “a los poseedores efectivos por ministerio de la ley que no tenían parte alguna en el delito de Torre Tagle, a quienes favorecían, además, la cláusula de fundación del vínculo”. Por ello fue que María Josefa solicitó que se restituyera inmediatamente a los menores hijos de Torre Tagle los bienes libres que se les secuestraron con la deducción del quinto y también los vinculados, pues le tocaban a ella. Estos últimos le correspondían íntegros con su fruto percibido por el Estado desde la muerte de Torre Tagle. El Congreso Constituyente trató del asunto en las sesiones verificadas el 23 de noviembre y e112, el 14 y el 19 de diciembre de 1827. La petición de doña María Josefa fue concedida.

EL HisPAnisMO PERUAnO dEsiLUsiOnAdO COn LA indEPEndEnCiA. EL PATÉTiCO CAsO dE BERindOAGA.- El pequeño grupo de aristócratas y de políticos que se refugió en el Callao tuvo como órganos de expresión genuinos a dos periódicos: El Triunfo del Callao y sobre todo, El Desengaño. (El Depositario fue mucho más persona lista y procaz). A pesar de que los jefes españoles los orientaron para sus fines inmediatos de propaganda y ataque, en cierta manera quedó en ellos la voz de aquella porción de la nobleza colonial que llegó a estar con la independencia al comienzo; pero que se alarmó y desconcertó cuando vio que llegaba produciendo trastornos políticos y militares que le parecieron apocalípticos junto con miseria y privaciones, en medio de una guerra áspera, con múltiples exacciones e impurezas, surgimiento de nuevas gentes y prepotencia amenazadora de soldados y políticos oriundos de otros territorios americanos. Así se llegó a concretar un resentimiento al revés: no el del pobre contra el rico o del plebeyo contra el aristócrata, sino el del poderoso de la víspera por alcurnia y por tradición, desplazado por el vendaval de la historia. Las palabras “esclavitud”, “tiranía”, “despotismo”, usadas comúnmente por los patriotas contra sus enemigos, fueron empleadas por los asilados del Callao contra Bolívar y su régimen. No ocultaron estos que se estaban jugando “el pellejo” y sus fortunas. Con delicia recordaron los días antiguos de paz y dulzura en el vivir. Ese cuadro aparecía como contraste con el caso y las tinieblas del presente. En forma reiterada protestaron por la injerencia de los no peruanos en asuntos peruanos; como ocurriera en los escritos de RivaAgüero a partir de 1823, los colombianos fueron considerados como “extranjeros” y los españoles como “nacionales”. Sobre la forma de gobierno disertaron ampliamente. El gobierno más ventajoso, para ellos, es el que corresponde al carácter y genio del pueblo gobernado; y en el Perú dicho sistema venía a ser el monárquico. La monarquía constituía el asilo de la libertad. Después de Tagle, la figura más prominente entre los asilados del Callao, fue la de Juan de Berindoaga, ministro de Guerra de aquel. Por las demoras de Torre Tagle para viajar a Chile y acaso por sus propios temores de ser fusilado por Bolívar, no pudo salir de Lima al llegar los realistas; y tuvo que presentarse ante ellos sin que fuera recibido como prisionero de guerra. Escribió frecuentemente en El Desengaño y El Triunfo del Callao y redactó el manifiesto de Torre Tagle. Deseoso de fugarse de este puerto, cuando ya morían por decenas sus defensores a causa del hambre o de la peste, arregló su evasión con unos pescadores, esperando hallar acogida amistosa en el marino chileno Blanco Encalada, comandante del barco María Isabel. Recogido en la

JOsÉ MARíA GALdiAnO (1782-1863)

Este magistrado ejerció como fiscal durante el juicio de Juan de Berindoaga y José Terón. En 1820, Galdiano se entrevistó con los representante de san Martín para ofrecerles un armisticio; poco después, sin embargo, se cambió a las filas patriotas. Fue Presidente del Consejo de Constituyente (1824), alcalde de Lima (1824), vocal de la Corte suprema (1825), fiscal (1825) y diputado por Lima (1826), entre otros cargos.

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CAPITULACIÓN DE AYACUCHO. Tras la victoria patriota en la pampa de la Quinua, en Ayacucho, el general español José Canterac no tuvo más remedio que firmar la capitulación definitiva de sus fuerzas. Aquí se aprecia una representación del hecho, en un óleo del pintor Daniel Hernández (2), y un detalle de la hoja final de la capitulación (1), con las firmas de Canterac y el general Antonio José de Sucre, quien estaba al mando de los patriotas.

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período 1

[ capítulo 3 ]

noche del 2 de octubre de 1825 por un bote de ronda, a gran distancia de la escuadra patriota, fue tomado preso y trasladado al cuartel del ejército sitiador del Callao en Bellavista hasta que se le abrió juicio, mientras quedaba alojado en uno de los calabozos de la Inquisición. En el proceso que se le siguió, instaurado, a pedido del Congreso por la Corte Suprema en febrero de 1825, Berindoaga dio como argumentos a su favor, entre muchos otros, los siguientes, en respuesta a la acusación de haber colaborado en la guerra de papel a favor de los españoles: 1° Las autoridades del Callao variaban a su arbitrio las expresiones o el sentido de sus escritos. 2° Él recibía de ellas puntos y hasta cláusulas y capítulos ya hechos. 3° En lo posible postergó la presentación de sus trabajos (el número 11 de El Triunfo del Callao demoró de marzo a mayo y Rodille envió una carta amenazándole por ello). 4° No suscribió nunca documentos individuales ofensivos. 5° Lo que escribió fue a nombre de personas a cuyo gusto se extendían esos documentos. 6° Llegó a contener violencias que amenazaban a la ciudad de Lima y presentó disimuladamente algunas verdades útiles al Perú. 7° Compró muchos ejemplares o recogió otros para disminuir su circulación. En suma, Berindoaga se comparó a sí mismo con quienes fueron obligados a dar cupo, como el Cabildo Eclesiástico de Lima, por ejemplo. Los suyos habrían sido una serie de cupos intelectuales. Se trataría de un caso de lo que hoy se llama “mente cautiva”. No se dejó que a sí mismo se defendiera ejerciendo su profesión de abogado en la causa (seguida en primera y segunda instancia, con Ignacio Ortiz de Zevallos como vocal para la formación del proceso) y se asoció a ella a José Terón, conductor de cartas llevadas a Canterac. Fue declarada infundada la recusación contra Ortiz de Zevallos; y, a pesar de este y otros indicios adversos, Berindoaga no accedió al requerimiento de sus amigos para que se fugara. Los puntos principales de la acusación contra el ministro de Tagle, que por dos veces emitió el fiscal José María Galdiano, eran: haber llevado instrucciones secretas a Jauja para tratar con los españoles, que no se comprobó hubiesen sido de carácter traidor; no haber denunciado los tratos de Terón con los españoles en relación con los cuales fue absuelto el canónigo Mariano Tagle, que fue uno de sus iniciadores; haberse quedado en Lima después de la pérdida de los Castillos del Callao, en vez de emigrar como lo hicieron los patriotas (lo cual probaría aturdimiento, debilidad o cobardía, pero no un delito punible con la pena capital);y haber escrito en los periódicos realistas (para lo que invocó las circunstancias atenuantes que ya se han mencionado). La Corte Suprema confirmó la sentencia que condenaba a la pena de muerte infamatoria a ambos acusados, Berindoaga y Terón (11 de abril de 1826). Este último negó haber participado en la negociación que se le atribuía; no quedó, por lo demás, comprobado que conociera el texto de las cartas que llevó. A pesar de las incesantes y múltiples súplicas a Bolívar para que atenuase la pena, por medio de su secretario José G. Pérez, el Libertador se negó a impedir “la efusión de sangre de dos miserables”, y la ejecución se llevó a cabo en la Plaza de Armas de Lima el 15 de abril de 1826 a las once de la mañana. Los cuerpos de las víctimas fueron expuestos en la horca durante todo el día. Hipólito Unanue, como presidente del Consejo de Gobierno, se solidarizó públicamente con este hecho luctuoso.

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novieMbre 1824 [ ARGENTINA ]

la legislaTura de buenos aires, en argenTina, proMulga la ley de aboliciÓn de fueros personales, la cual declara coMo un acTo de piraTerÍa el coMercio de esclavos africanos.

[ IV ] LA CAMPAÑA FinAL.- “Todo amenaza ruina en este país”, escribió Bolívar en Cajamarca el14 de diciembre de 1823 al ministro de Guerra Berindoaga mucho antes de los tremendos sucesos que los distanciaron. “El Perú se ha convertido en un campo de Agramante en el cual nadie se entiende... “. Las cosas empeoraron a comienzos de 1824, y Bolívar pudo decir en una proclama a los peruanos: “Las circunstancias son horribles para nuestra patria: vosotros lo sabéis; pero no desesperéis de la República. Ella está expirando, pero no ha muerto aún”. lniciada bajo las condiciones más adversas, la campaña final de la libertad del Perú (que no va a ser reseñada en este

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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JOsÉ FAUsTinO sÁnCHEZ CARRión (1787-1825)

libro) terminó con una victoria que es el más alto título que América ostenta ante la historia y ante el porvenir, y un monumento construido con inenarrables sacrificios sobre el que se yergue la gloria imperecedera del Libertador.

sÁnCHEZ CARRión.- Uno de los autores de la Constitución de 1823 y el autor de su exposi-

José Faustino sánchez Carrión, más conocido como el “solitario de sayán”, fue uno de los próceres más importantes del proceso independentista. A partir de 1821, dedicó todos sus esfuerzos a difundir y defender los valores republicanos en diarios como El Tribuno de la República. Fue diputado por Trujillo en 1822, además de secretario y ministro de Bolívar.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

ción de motivos participó en la campaña final como Secretario o Ministro General de Bolívar: José Faustino Sánchez Carrión (26 de marzo-28 de octubre de 1824). Tocóle entonces la tarea de viajar, frecuentemente enfermo, por Trujillo, Huamachuco, Caraz, Huaraz, Huánuco, Cerro de Paseo, Huancayo, Jauja, Huamanga, Huancavelica, para colaborar con el Libertador e improvisar elementos y recursos sacando hasta la plata de las iglesias y los clavos de los portones de las casas de Trujillo y de la sierra del norte. Corresponde a la acción administrativa de Sánchez Carrión, además de la ayuda en la tarea ímproba de la preparación militar, la instalación de la Corte de Justicia de Trujillo, la creación de la universidad de esa ciudad, el decreto declarando a los indios propietarios de las tierras que poseían y la fundación de varias escuelas. Una muestra de lo que habría podido ser su acción de gobernante si hubiera continuado, está dada en el oficio que enviara desde el cuartel general de Cerro de Pasco, el 2 de agosto de 1824, a la Municipalidad de Trujillo ordenando, en nombre del Libertador, que se reunieran en la casa consistorial cuarenta vecinos, cabezas de familia, “de probidad, consejo y decidido amor al país y que de común acuerdo propongan tres individuos para el empleo de prefecto de ese departamento”. “Los propuestos -agregaba- deben reunir como cualidades indispensables, probidad incorruptible, aptitud conocida y servicios positivos, además de las que requiere la Constitución para estos destinos”. Hizo, asimismo, intensa obra de propaganda escrita en volantes y en periódicos editados en la imprenta ambulante que los patriotas tenían, como El Centinela, publicado en varias ciudades. Esa guerra de papel pudo haber influido en el desánimo que mostraron, en las jornadas finales de la guerra, los soldados y oficiales indígenas y mestizos del ejército español. El 28 de octubre de 1824, más de dos meses después de la batalla de Junín, Bolívar, desde Jauja, organizó nuevamente su gobierno, designando como ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores a Sánchez Carrión, y como ministros de Guerra y Hacienda al coronel Tomás Heres y a Hipólito Unanue. En la fase final de la guerra, llegó Sánchez Carrión a sugerir al almirante Guisse, de acuerdo con Bolívar, la iniciación de la campaña marítima por la cual las últimas naves españolas se retiraron de las aguas del Perú (octubre de 1824). Sin que hubiesen concluido las operaciones militares, en la convocatoria al Congreso de Panamá, que firmó el 7 de diciembre de 1824, dos días antes de la batalla de Ayacucho, Sánchez Carrión expresó su solidaridad con la gran Confederación hispanoamericana ideada por el Libertador. El 8 de febrero de 1825 instaló en Lima, solemnemente, la Corte Suprema del Perú. A él débese, además, entre otras medidas, el nombramiento de la comisión que debía trabajar sobre los proyectos de Código Civil y Criminal. En relación con la provisión de los empleos ostenta interés curioso el establecimiento de una “junta de calificación” para examinar la probidad, aptitudes y servicios de los que debían ser empleados por el Estado (Decreto de Bolívar y Sánchez Carrión, el 11 de enero de 1825). Debía llevarse un libro de las personas que fueren calificadas. Quien había clamado en 1822: “La presencia de uno solo en el mando me trae la imagen odiada del rey”, fue ministro ambulante y luego ministro sedentario de un dictador. No hay elementos de juicio suficientes para determinar si las primeras convicciones ultrademocráticas se habían atemperado en su espíritu, o si tan solo las pospuso transitoriamente frente a las tremendas necesidades de la hora. De todos modos, si hubo o no variación ideológica en Sánchez Carrión es

discutible; pero no lo es el hecho de que al oponerse a la monarquía en su primera “Carta del Solitario de Sayán”, al coadyuvar a la implantación de la República desde su curul en el primer Congreso Constituyente y al realizar la tarea civil en la organización de la victoria aliado de Bolívar (que resumió brillantemente en la memoria leída ante el Congreso el 12 de febrero de 1825) Sánchez Carrión fue siempre el Tribuna de la República peruana, título que precisamente ostentó un periódico por él redactado en 1822. Pesa, sin duda con injusticia, sobre la memoria de Sánchez Carrión la acusación, avalada por la afirmación de don Ricardo Palma, de haber mandado asesinar a Monteagudo, hecho que tuvo lugar en Lima en la noche del 28 de enero de 1825, en la plazuela de San Juan de Dios. De esto se tratará más adelante. Cuando fue nombrado el Consejo de Gobierno que debía ejercer las funciones ejecutivas en Lima, al marchar Bolívar al Cuzco en 1825, correspondió a Sánchez Carrión la vicepresidencia de este cuerpo. No pudo casi ejercer el cargo. Enfermo, se retiró a Lurín, a la hacienda de los sacerdotes de la congregación de San Felipe de Neri. Falleció el 2 de junio de 1825. Tenía solo 38 años. En una carta dándole cuenta de este hecho, Heres escribió a Bolívar: “Sánchez Carrión, después de hallarse aparentemente bueno y en estado de venirse de un día a otro a desempeñar su destino, ha muerto repentinamente en Lurín, el 2 del corriente por la tarde. Había estado aquel mismo día a caballo y con muy buen humor; concluido su paseo, se puso en cama a reposar y habiendo en estas circunstancias entrado su cuñada a verlo, lo encontró expirando. Inquieto yo con esta muerte, y con muchos deseos de saber la causa de su mal, que había podido ocultarse hasta el grado de engañar a los facultativos y aun al mismo paciente, convine con el señor Unanue en mandar un cirujano que abriese el cadáver y lo observase. Fue efectivamente y del reconocimiento ha resultado que tenía en el hígado una aneurisma reventada; y de aquí se ha creído que sus paseos a caballo fueron dilatando los vasos hasta reventarlos. Así Sánchez Carrión se dio la muerte por los mismos medios que buscaba su salud”. Se ha pretendido decir que Bolívar lo mandó envenenar. Las frecuentes muestras de falta de salud de Sánchez Carrión, desde los días en que escribió sus cartas como “El Solitario de Sayán” y durante la penosa campaña de 1824, así como su condición de paciente en Lurín, parecen invalidar la tesis de una muerte súbita. La autopsia hecha por Cayetano Heredia descarta el envenenamiento. En su elogio necrológico, José Joaquín de Larriva escribió: “Ojalá que él no fuera tan infatigable en el trabajo, para que no bajara al sepulcro en edad tan temprana. Nos hubiera sido menos útil en el corto tiempo que administró nuestros negocios, pero ese tiempo duraría; y la utilidad perdida se desquitaría con ventajas. Verdad es que cuando marchó para la sierra ya llevaba consigo el germen de la muerte. Pero ese germen ominoso se hubiera desenvuelto más tarde si, además de las fatigas de la marcha, no le hubieran fecundado las tareas del bufete”. La ley que el Congreso aprobó en sesión de 12 de febrero de 1826, para otorgar recompensas a Bolívar y al ejército libertador, dispuso que se entregara a los jefes, oficiales y tropa la cantidad de un millón de soles, reputándose como perteneciente a estas fuerzas en la clase que el Libertador juzgara conveniente, al Ministro General (Sánchez Carrión) por su parte tan activa y laboriosa en la campaña. ¡Justo reconocimiento!

pesa, sin duda con inJusTicia, sobre la MeMoria de sÁncheZ carriÓn la acusaciÓn, avalada por la afirMaciÓn de don ricardo palMa, de haber Mandado asesinar a MonTeagudo, hecho Que Tuvo lugar en liMa en la noche del 28 de enero de 1825, en la plaZuela de san Juan de dios.

LAs idEAs dE sÁnCHEZ CARRión: dEL TRiBUnO dE LA REPÚBLiCA PERUAnA AL MinisTRO GEnERAL dE LOs nEGOCiOs dEL PERÚ.- Las dos cumbres a las que se remontó la pluma de Sánchez Carrión estuvieron marcadas por la edición de su periódico El Tribuno de la República Peruana en 1822 y por la preparación de las circulares y oficios que suscribió como Ministro General de los Negocios del Perú en 1824 y 1825. El Tribuno de la República Peruana (anunciado en su prospecto como El Tribuno del Pueblo Peruano) apareció desde el 28 de noviembre hasta el 26 de diciembre de 1822 con nueve números y 146 páginas. Su lema fue el siguiente: “Los derechos del pueblo no son más que el ejercicio

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novieMbre 1824 [ CENTRO AMÉRICA ]

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se aprueba la consTiTuciÓn de la repÚblica federal de cenTroaMÉrica, Que coMprendÍa los acTuales TerriTorios de cosTa rica, nicaragua, honduras, el salvador y guaTeMala. en esTe docuMenTo, se coMTeMplaba la independencia gubernaMenTal y adMinisTraTiva de cada uno de los esTados anTes Mencionados.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

de las leyes del pueblo, su felicidad el cumplimiento de esas leyes; precipítate sobre ellas y serás esclavo”. ¿Qué debían ser las leyes según Sánchez Carrión? Vínculos entre la libertad y la indispensable necesidad de disfrutarla. La emancipación civil de un país debe tener como base el amor de las propias instituciones; si no es así, hállase en verdadera esclavitud. El Perú necesita para su felicidad solo sabiduría en las leyes, energía en su aplicación y docilidad en el cumplimiento de ellas. Decisiva es la importancia de que los diputados se inspiren como legisladores en la verdad, la justicia y el pro comunal y no en pasiones viles o en menudos intereses. Sánchez Carrión no es, por otra parte, un optimista ingenuo. Hay una herencia de bajeza y de adulación en el Perú (“Consideraciones sobre la dignidad Republicana”, en el N° 3 de 5 de diciembre de 1822). Particularmente le interesa el problema de los empleos en el Estado. Para resolverlo presenta cinco puntos: “1° Los empleos han de graduarse por la necesidad de ellos y por los verdaderos merecimientos del que llega a obtenerlos. 2° El gobierno está en obligación de solicitar a los ciudadanos para que los sirvan, guardando una rectitud y justicia tan calificada que el más leve descuido en esta parte es un delito de lesa ciudadanía. 3° Debe tenerse a la vista en toda provisión un censo calificativo de los servicios y aptitudes respectivas. 4° Jamás mantenga la República en su lista otros individuos que los necesarios al servicio de ella. 5° Debe haber un veto eterno a toda petición, empeño o manifestación agonizante de querer ser y figurar; siendo, por la inversa, motivo decisivo sobre las demás cualidades, para destinar a un ciudadano, su moderación y probada prescindencia de este linaje de solicitudes” (N° 4, de 8 de diciembre de 1822). Con palabras enérgicas, combate el desprecio ante el industrial, el comerciante, el menestral y el agricultor. “Solo el trabajo y la ocupación personal multiplicada en razón de las aptitudes y de las necesidades comunes producen las ventajas nacionales (...) Finquemos nuestra grandeza en traer un vestido llano y sin más insignia que la de la honradez, la de la delicadeza republicana, la de la austeridad civil; y he allí a los peruanos árbitros del continente” (N° 4, cit.). Por su parte, se revela enérgico y hasta implacable. La guerra es necesaria para la libertad de la patria. “Que corra la sangre”, exclama. Elogia con júbilo la llamada “excomunión civil” de Monteagudo decretada por el Congreso. Es decir, es tremenda su saña contra quienes él considera que son enemigos de la República. Por otra parte, prueba que no es solo un fanático. “Los cuerpos deliberantes (escribe en el W 9 sin saber acaso que estaba condenando al Congreso) deben tener siempre en consideración que nada es más opuesto a la estabilidad y crédito de las nuevas formas, que el prurito de despreciar lo viejo por abrir campo a proyectos flamantes. Así hemos visto venirse abajo magníficos edificios, levantados sobre el cimiento de la novedad y, lo que es más, se ha visto adorar otra vez ídolos que se cayeron destruidos solo por caminar a impulsos de la novelería. El espíritu público se forma tolerando las debilidades de unos, condescendientes con las flaquezas de otros y agradando a todos en cuanto sea compatible con el nuevo orden de cosas”. Especial interés reviste en El Tribuno su constante preocupación por el Perú. Inserta artículos sobre la des población, la topografía, el clima, la evolución histórica del país. En algunos de ellos cita a Garcilaso y a Cieza. Incluye también, aliado de algunas poesías cívicas, una canción indígena. Las circulares y oficios de Sánchez Carrión en 1824 y 1825 (reunidos en un tomo por Luis Antonio Eguiguren) forman el más inesperado colofón de su obra como literato y pensador. Abundan allí los detalles que evidencian las angustias y necesidades de la guerra. Hay alusiones a cupos y contribuciones; aparecen órdenes para que los curas realistas sean removidos y los prohombres rivagüerinos, desterrados; otra nota dispone que a los prisioneros les guisen las comidas las mujeres godas para que sean bien asistidos; no faltan las referencias al periódico El Centinela que debe divulgar su propaganda entre el pueblo y el ejército y ser introducido en Lima y Jauja por las guerrillas, por la escuadra o por cualquier otro conducto. Una comunicación dirigida a Buenos Aires el 9 de julio de 1824 parece tener como destinatario a la posteridad

cuando afirma que las fuerzas de la libertad no son otras “sino las que el Perú ha levantado en su propio seno a expensas de sacrificios inauditos y con los auxilios de Colombia”. Pero también preocupan al Ministro General muchos otros asuntos, aparte de los de carácter bélico. Da minuciosas instrucciones a los visitadores de provincia para el reparto y venta de tierras: la finalidad de estas medidas es (conviene tomar nota de ello) no solo aumentar los intereses fiscales sino también promover la agricultura y ha de efectuarse con el estudio de las necesidades locales, manteniendo a los indios en el goce de sus propiedades y otorgando títulos a las otras castas solo cuando no hubiere fraudes y con un precio a justa tasación. Los prefectos e intendentes han de hacer un estudio geográfico, estadístico y económico de sus circunscripciones. Quienes expolien al pueblo deben ser ejemplarmente castigados. El juicio de residencia ha de continuar sustanciándose. Los funcionarios ladrones merecen especial sanción. Hasta los que quitan gallinas a los vecinos necesitan ser investigados (Instrucciones para el pueblo de Huarmey, de 30 de noviembre de 1824). Los requisitos exigidos para conferir empleos no se diferencian en lo sustancial de los sugeridos por El Tribuno. Exquisito cuidado ha de ponerse en escoger a quienes desempeñan cargos municipales. No falta tampoco las disposiciones sobre ordenamiento de hospitales, organización del servicio de correos y desarrollo de la educación con el fin de multiplicar las escuelas gratuitas de primeras letras y dar rentas a establecimientos de educación superior. Casi inmediatamente después de la victoria de Junín, desde Huancayo el 26 de agosto de 1824, propugna que se establezca la tranquilidad y se auspicie la unión entre los vecinos para impedir que dominen el rencor, la venganza, la codicia que son consecuencia de una educación innoble y servil. Y así, en un periódico del que no existe una colección completa en ninguna biblioteca de Lima y en unas circulares y oficios solo reunidos en 1954 y leídos por muy pocas personas, están dispersas las límpidas ideas del hombre más eminente de la Emancipación peruana. Sánchez Carrión llegó a recibir de Bolívar la huerta conocida por La Menacho, en el valle de Ate, que había pertenecido a un español, así como una casa en Lima en la calle Núñez y una barraca en el Callao.

EL AsEsinATO dE MOnTEAGUdO.- Pocos meses antes de la muerte de Sánchez Carrión, cayó asesinado en Lima Bernardo Monteagudo (28 de enero de 1825). Mucho se dijo y se ha seguido diciendo que esa muerte tuvo carácter político. Tal versión ha sido auspiciada por el relato de Ricardo Palma, quien vinculó el asesinato de Monteagudo a una “logia republicana” a la que inevitablemente vendría a estar asociado el ministro Sánchez Carrión; y también por el testimonio del general colombiano Tomás C. de Mosquera, muchos años después. El asesino pudo ser habido porque, como usó un cuchillo nuevo, dio lugar a que se llamara a todos los barberos de la ciudad. Uno de ellos declaró haber afilado el de un negro que parecía cargador o aguador; presentes los de estos oficios fue identificado Candelaria Espinosa, quien llegó a confesar el delito tratando luego de mezclar en él a personas de la sociedad de Lima. Otros posibles gestores del crimen pudieron haber sido algunos partidarios de los españoles, envalentonados con la noticia de la próxima llegada de una escuadra realista al Callao para auxiliar a Rodil y obsesionados por su odio al ministro de San Martín que tanto daño les hiciera. En ese sentido declaró, por un momento, el mismo asesino. Bolívar escribió a Santander pocos días después (9 de febrero) acogiendo, en cierta forma, la misma versión: “Este suceso debe tener un origen muy profundo o muy alto. Los asesinos están presos y ellos confiesan dos personas que pertenecen a la facción gótica de este país. Yo creo que esto puede tener origen en los intrigantes de la Santa Alianza que nos rodean; porque el objetivo no debía solo ser matar a Monteagudo sino a mí y a otros jefes”. También pudo tratarse de una venganza por razones privadas o domésticas. O de un caso de asesinato para robar como creyeron Heres, O’Leary y el Coronel Belford Wilson, edecán del Libertador.

BERnARdO MOnTEAGUdO (1790-1825)

desde 1819, el maestro y doctor en leyes argentino integró las filas lideradas por san Martín. Luego de la proclamación de la independencia del Perú fue elegido ministro de Guerra y Marina. Apoyó a san Martín en sus ideas monárquicas, diseñando un régimen de gobierno aristocrático constitucional. También participó en la Batalla de Junín. Murió asesinado en Lima.

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abascal uTiliZÓ aMpliaMenTe los recursos del virreinaTo para prolongar la vida del poder colonial. cuando ya habÍa sido proclaMada la independencia de liMa, hoMbres ilusTres o iMporTanTes, denTro de los cuales rivaagÜero y Torre Tagle son Tan solo los MÁs conocidos, se resisTieron a la idea de un perÚ Que no conviviera con los espaÑoles (…)

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[ CAPÍTULO 3 ]

Manuel Lorenzo de Vidaurre y tres vocales escogidos especialmente tomaron a su cargo el asunto y formaron un tribunal especial con amplias facultades. En el proceso hay documentos en el sentido de que Espinosa fue torturado y que insistió, bajo esa presión, en que el móvil del asesinato fue el robo. Acaso no dijo entonces la verdad. Bolívar le perdonó la vida después de recibir su declaración secreta y lo envió al presidio de Chagres según unos y, según otros, con el grado de sargento en las tropas que regresaron a Colombia. Vidaurre, en una comunicación a Bolívar, que aparece en Suplemento a las cartas americanas, escribió: “Señor: una mano poderosa movió el puñal de ese asesino, yo lo hubiera descubierto si obrara por mí solo. El negro conducirá el secreto a la eternidad”. Según San Martín, en una carta a Mariano Alejo Álvarez, escrita en 1833 (y publicada en el Boletín del Museo Bolivariano de Lima en 1930) él se esforzó en preguntar a cuantas personas pudo acerca de este asesinato y recibió versiones contradictorias: los sindicados fueron Sánchez Carrión, los españoles, un coronel celoso de su mujer y hasta Bolívar, sin que faltaran los que dijeran que el hecho se hallaba cubierto por un velo impenetrable. Monteagudo, antiguo ministro de San Martín y de Torre Tagle, enemigo de Riva-Agüero que fue el autor de su caída, proscrito por el Congreso Constituyente con severidad insólita en aquella asamblea liberal, se había puesto en contacto con el Libertador desde 1823 en Guayaquil. “Monteagudo tiene un gran tono diplomático y sabe en esto más que otros”, escribió Bolívar a Santander el4 de agosto de 1823 desde ese puerto fluvial. “Tiene mucho carácter, es muy firme, constante y fiel a sus compromisos. Está aborrecido en el Perú por haber pretendido una monarquía constitucional, por su adhesión a San Martín, por sus reformas precipitadas y por su tono altanero cuando mandaba... Añadiré francamente que Monteagudo conmigo puede ser un hombre infinitamente útil”. Había regresado al Perú no obstante la vigencia de la resolución legislativa que ordenaba su proscripción. Acompañó a Bolívar con el grado de coronel en la campaña final de la guerra de la independencia. Aunque escribió un Ensayo sobre la confederación americana cuéntase, sin que al respecto haya pruebas, que aconsejó al Libertador que regresara a Colombia después de la victoria.

[V] LA iniCiACión dE LA REPÚBLiCA.- La República, que empezó en el Perú como reacción contra el monarquismo de un argentino, San Martín, hubo de estar en manos de un colombiano, Bolívar, al concluir la guerra. Desde sus comienzos, el Perú había participado en ella; pero dando su contingente de sangre a la causa española. Los valientes soldados de Ricafort, Goyeneche, Pezuela, Ramírez y Montes, que participaron en las primeras jornadas militares, habían sido peruanos. Abascal utilizó ampliamente los recursos del virreinato para prolongar la vida del poder colonial. Cuando ya había sido proclamada la independencia de Lima, hombres ilustres o importantes, dentro de los cuales Riva-Agüero y Torre Tagle son tan solo los más conocidos, se resistieron a la idea de un Perú que no conviviera con los españoles y echaron al abismo una fuerza política y militar nacional que hubiese sido muy útil, tanto en la lucha final de la independencia, como después de ella. Cabe decir que; por causas complejas, el Perú jugó desde 1810 la carta de España y que aun después de 1821, muchos peruanos la jugaron. No fue ella la que ganó la partida. Por eso, el país que había sido el más prominente de América del Sur antes de la llegada de los españoles, entró a la vida independiente rodeado de condiciones desfavorables y tuvo en el siglo XIX, el más infortunado de su maravillosa historia. El precio de la intervención colombiana en la guerra de la Independencia fue la separación del Alto Perú, la pérdida de Guayaquil, la guerra de 1829 que, a su vez, significó el primer contraste militar y la amenaza sobre Tumbes, Jaén y Maynas. Como consecuencia de ello,el Perú hubo de eliminar a dos de sus prohombres:el cuencano La Mar y el paceño Santa Cruz y entró en constantes rozamientos con el Alto Perú

EL PUERTO DEL CALLAO. Era el punto de entrada por vía marítima a Lima y por tanto tenía una posición estratégica, tanto para cortar los suministros a la ciudad como para una rápida huída en caso de necesidad. En 1824 ocurrió allí el famoso Motín de Moyano y un año después, la muerte de Tagle en prisión. Aquí vemos un grabado elaborado por los dibujantes del barco La Bonite, que muestra al próspero puerto hacia 1837.

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el congreso levanTÓ, frenTe a riva- agÜero, la figura de Tagle. Tras de Tagle se JunTaron los arisTÓcraTas eneMigos de riva-agÜero, el priMero y el segundo presidenTe del perÚ enTraron en iMplacable lucha, adornada con furiosas invecTivas, con olvido del poderoso eJÉrciTo del virrey.

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convertido en Bolivia. Solo después de 1842, se liberó de la secuela de dificultades derivadas de la guerra emancipadora. Con esto no se pretende negar u opacar, por cierto el valor o la importancia de todos los que prominentes o humildes, en el campo o en la ciudad, en salones, cuarteles, aulas, plazas o mazmorras, lucharon por la independencia peruana desde el siglo XVIII. Lista heroica que ya en 1780 y en 1805, varios años antes que en otras partes de América, es escrita con sangre. Se trata únicamente de señalar el rumbo general de los acontecimientos, muchas veces impermeable a la acción de los individuos.

EL EsPíRiTU dE FACCión EnTRE LOs PERUAnOs.- Poco después de instalado el Congreso Constituyente se produjo la división, de un lado, entre los liberales doctrinarios creadores de la Junta Gubernativa, erróneamente y sembrando grandes males y hasta peligros para la suerte de la guerra), y por otra parte, el caudillaje de Riva-Agüero a pesar de que habían estado aliados antes solo para deponer a Monteagudo. La guarnición de Lima y el populacho impusieron la elección del primer Presidente del Perú. Si estas discordias pudieron parecer prematuras o innecesarias (ya que la urgencia de un gobierno fuerte nacional frente al enemigo, todavía poderoso, debió ser reconocida) tenían siquiera, en comparación con las que vinieron después, la disculpa del engreimiento producido por la campaña “blanca”, o sea sin sangre, de San Martín a las puertas de Lima y su fácil ocupación de la capital. Luna Pizarro, que simboliza el sector más puro de los liberales del Congreso, marchó al destierro cuando este eligió a Riva-Agüero bajo la presión militar y popular. “Cierto pájaro (escribió Luna Pizarro a Joaquín Campino en febrero de 1823 en carta que Mariano Felipe Paz Soldán reproduce) que algunas veces oyó usted cantar no con agrado y recuerdo que calificaba Ud. de poco veraz y de iluso o visionario, se ha hecho jefe y trabaja por ocupar la silla consular persuadido a que sólo él es hombre, como los reyes de Europa se persuaden que ellos han nacido para gobernar los pueblos... No quiero continuar pinturas que me despedazan”. Lo que al Perú hubiese convenido, sin embargo, es que, en vista de la gravedad de las circunstancias, si Riva-Agüero aparecía como el hombre peruano de mayor popularidad, se le unieran desde la dimisión de San Martín todos los grupos para darle una autoridad limpia e incontestable e intentar concluir juntos la ardua tarea de la independencia. Por otra parte, al ascender a la presidencia a través de un motín y al forzar su elección, RivaAgüero contó con enemigos agazapados en el Congreso. Pronto se sumaron a ellos todos los que, en vista del curso que tomaba la guerra, creyeron inevitable y necesaria la venida de Bolívar con un poderoso ejército colombiano. Bien pudo Riva-Agüero reconocer abnegada mente esta última necesidad y resignarse a desempeñar aliado de Bolívar el papel que O’Higgins cumpliera al lado de San Martín. No lo hizo así, sin embargo. El Congreso creó un poder militar rival del Ejecutivo y se lo confirió a Sucre y acabó por deponer al Presidente. Aquí ya no se percibía la división entre doctrinarios teóricos y moderados. Sánchez Carrión, el vocero republicano en la Sociedad Patriótica, el redactor de El Tribuno de la República Peruana y de la exposición de motivos de la Constitución de 1823, fue uno de los que propugnó la creación del supremo poder militar y quien, junto con Olmedo, viajó a Guayaquil para pedir a Bolívar, a nombre del Congreso, que viniese al Perú. Unanue, que había estado por la “tercera posición” mucho tiempo y que explícitamente se había declarado a favor del plan de Punchauca, también llegó a integrar el grupo bolivariano después de formar parte, por corto tiempo, aparentemente, del Senado de Riva-Agüero. Con Bolívar en el Perú, dentro de la situación inmediata ya no hubo, en realidad, término medio: o con él se lograba la independencia o triunfaban los españoles. Távara, en su Historia de los partidos, dice muy claramente: “Todo hombre racional sabía que, fueran cuales fueren las intenciones de Bolívar respecto del Perú, su triunfo le daría una dominación precaria; pero en caso de

ser vencido se afirmaría por muchos años el dominio español. En el dilema que presentaban los sucesos, el camino de estos indicaban a los hombres de bien que pertenecer a su patria era apoyar a Bolívar para entrar después en cuentas con el usurpador, o abstenerse de la política y retirarse”. Proseguir y ganar la guerra en un frente único con Bolívar, crear y preservar si era posible, una fuerza militar y política nacional útil para el futuro, apenas terminase la lucha con los españoles por la independencia, debió ser la consigna de los caudillos y de los dirigentes peruanos. No lo entendió así, por desgracia, Riva-Agüero. Revivió angustiada y tardíamente la imposible ilusión de una monarquía constitucional peruano-española que antes había abortado en Punchauca; y soñó en una alianza con el ejército del virrey de igual a igual contra Bolívar y sus tropas. Negó al Congreso, que lo había elegido bajo la presión del ejército, la facultad de exonerarlo del mando. Este mismo Congreso había creado contra él un poder militar para luego dar la suma de poderes a Bolívar, en contraste con las limitadas facultades y la parcelada autoridad que otorgara a la Junta Gubernativa establecida después de la dimisión de San Martín. El Congreso levantó, frente a Riva-Agüero, la figura de Tagle. Tras de Tagle se juntaron los aristócratas enemigos de Riva-Agüero. El primero y el segundo Presidente del Perú entraron en implacable lucha, adornada con furiosas invectivas, con olvido del poderoso ejército del virrey. Empeñóse Riva-Agüero en arrastrar en su caída a sus enemigos, el Congreso y Tagle, anunciando que estaba listo para dejar el mando siempre que ellos cesaran también; pero el descubrimiento de sus tratos con los españoles precipitó su caída por acción de los propios jefes peruanos que lo secundaban, encabezados por La Fuente. Quedaron Bolívar, con Ia autoridad militar, y Tagle, como figura simbólica. La mala fortuna en la expedición de Santa Cruz en el sur hizo que los españoles se volvieran sobre el norte. La situación económica era angustiosa y la penuria del Fisco llegaba al extremo. El ejército colombiano necesitaba ser equipado y complementado con tropas peruanas que apenas se iniciaban. Bolívar mismo sugirió las negociaciones con los españoles a través de un comisionado de Tagle. En nombre de este, algunos de los aristócratas iniciaron tratos para unirse con los españoles. La defección del Callao vino a acrecentar las dudas acerca del éxito de la causa de la independencia. El odio y el temor a Bolívar y a los colombianos, que había movido a RivaAgüero, revivió en los aristócratas enemigos del rivagüerismo, como contagiados por él. Y se perdió, en circunstancias patéticas y lamentables, otra fuerza política peruana, la del segundo Presidente, en cuyo manifiesto de 1824 percíbese análogo estado de ánimo al que revelaría años más tarde su enemigo, compatriota e igual en la clase social, el primer Presidente, cuando escribió con seudónimo Pruvonena contra la República, la democracia, Bolívar, los colombianos y el Congreso. Pero hubo muchos peruanos conservadores, liberales y hombres no definidos en sus ideas políticas, que acompañaron a Bolívar en los días tremendos que forjaron la victoria final. Allí estuvo Unanue. Allí estuvo Sánchez Carrión. Allí estuvieron los jefes militares como La Mar, Gamarra, Santa Cruz, que figuraron de inmediato en la vida pública, y, en posiciones de menor realce, los que se destacaron tanto en los años siguientes como Castilla, Vivanco, Salaverry, Orbegoso, La Fuente. Todo lo cual no impidió la extrema debilidad inicial del país, cuyos dos primeros presidentes habían terminado acusados de tratos con el enemigo.

EL PREMiO A LOs VEnCEdOREs

Como premio a los vencedores de las batallas de Junín y Ayacucho, el Congreso decidió otorgarles medallas como la que se aprecia en la imagen. Asimismo, se les dio el título de Beneméritos de la Patria a todos aquellos que lucharon por el Perú. A los soldados que participaron en Junín se les aumentó 1 peso en su sueldo y si lucharon en las dos batallas, 2 pesos. Los oficiales recibieron bonos y gratificaciones.

LA COnTRiBUCiOn dEL PERÚ A LA CAMPAÑA FinAL.- Como lo ha comprobado el historiador peruano César García Rosell, esta contribución fue de gran importancia. Ello no implica disminuir la grandeza del genio de Bolívar en esta dura y áspera etapa de su vida, en que triunfó por encima de tantos y tan tremendos obstáculos, asechanzas y peligros. El riguroso decreto de 26 de enero de 1824 ordenó el reclutamiento en las zonas que hoy forman los departamentos de Cajamarca, Amazonas, San Martín, Piura, Tumbes, La Libertad, Lambayeque y Huánuco. En

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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el soliTario de sayÁn conTra la MonarQuÍa fausTino sÁncheZ carriÓn fue el MÁs enÉrgico oposiTor del parTido MonarQuisTa en el perÚ. aQuÍ reproduciMos un pasaJe de una de sus faMosas “carTas”.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

e

n ella, comenta en clave sarcástica los, para él, inútiles esfuerzos con los que se ha tratado de conciliar la monarquía con el respeto a las leyes y a la voluntad general. Tomado de “Carta al editor del Correo Mercantil y Político de Lima sobre la inadaptabilidad del Gobierno Monárquico al estado libre del Perú": 1 de marzo de 1822. En: Boletín del Museo Bolivariano, Lima, Año 1, Setiembre-agosto 1929,30-37. “Ciertamente que el gobierno monárquico es el más sencillo; y cuantos lo han analizado, se han detenido únicamente en el modo de enfrenar la autoridad del monarca. De aquí, senados que propongan, congresos que representen, y otros establecimientos, que moderen reduciéndose en sustancia tantos conatos, a evitar que el rey sea absoluto, y procurar que su régimen mantenga la libertad civil. Esto es, el ejercicio de las leyes, que los mismos pueblos se dicten sin restricción para su felicidad, y seguranza [sic] de sus imprescriptibles derechos. ( ... ) Que por lo demás y para depender de una voluntad absoluta, muy poca ciencia se necesita. Basta saber temblar siquiera con la memoria de una testa coronada, basta concentrar en sí mismo los augustos intereses de todo un pueblo, basta conformarse con inveteradas habitudes, y sobre todo, basta congratularse de ser esclavo; cuyas consideraciones, siendo

tan degradantes, no pueden ser objeto, no digo de discusiones públicas, pero, ni aun de pura conversación. ¡Quién podrá negar, que el pensamiento de una monarquía absoluta es una heregía [sic] política! Pero, volviendo al mismo sistema monárquico bajo las bases de una constitución liberal ¿cuál ha llegado a ser el último resultado práctico que nos enseña la experiencia? Servidumbre al fin de los pueblos, que obedecen y sancionado despotismo de los soberanos que gobiernan. Porque es observación fundada, que para resistir eficaz y constantemente la voluntad de un hombre, que sabe que ha nacido para mandar, que su raza tiene derecho exclusivo de mandar, y que de su mandar, nadie le ha de tomar cuenta: hasta hoy no se ha encontrado arbitrio suficiente, sin embargo de cortapizas [sic] indicadas, que tarde o temprano no ha de llegar a hacer presa una dinastía que incesantemente atalaya la ocasión de echar la cadena al cuello (…) Desengañémonos, nada escarmienta a los reyes, ni nada será capaz de persuadirles, que son hombres como los demás. Cuantas veces se han alarmado interiormente los pueblos, ha sido por sostener un pleito que los monarcas les han puesto para usurparles sus derechos, pleito que jamás transigirán de buena fe”.

muchos lugares fueron llamados a filas los hombres hábiles desde la edad de 12 años hasta la de 40. Gran parte de estos efectivos integraron los cuerpos colombianos. Cartas de Sucre hablan de que Bogotá, Voltígeros, Rifles, Vencedor y otros cuerpos se integraron con “reclutas”. Las cartas de Bolívar (Cuzco, 11 y 25 de julio de 1825) anunciando el envío de tropas colombianas a Venezuela dicen “los más peruanos”... “peruanos serranos y de climas muy fríos”. También deben ser mencionados, por cierto, los remanentes del antiguo ejército rivagüerista que sirvieron en la división peruana de La Mar; los dos mil hombres sacados de Jauja, Huancayo y Huancavelica por Santa Cruz y tres mil hombres guerrilleros, esparcidos entre las provincias al norte de Lima, Huarochirí, Yauyos, Yauli, Jauja y Tarma. El aporte económico fue enorme. El 18 de febrero de 1824, Bolívar decretó una contribución general en los pueblos de la antigua intendencia de Trujillo para reunir 300 mil pesos para la caja militar y 100 mil pesos mensuales para los gastos del ejército libertador. El dinero de los cupos, pagados por las municipalidades, e impuestos sin contemplaciones, se unió al tesoro de las iglesias. Llegó a darse este mandato que Sucre cumplió en el territorio de su mando: “Tomar todas las alhajas de oro y plata de las iglesias para amonedarlas y destinarlas a los gastos de guerra; todas la piedras preciosas y cuanto tenga valor en las iglesias, sin dejar en ellas, sino la más indispensable para el culto”. Los curatos quedaron divididos en tres grupos para el pago de los cupos y el cura que no pagaba era reemplazado. En muchos lugares fueron vendidas propiedades del Estado y requisados los fondos de las comunidades y cofradías. Las tropas tuvieron que ser, además, vestidas y equipadas. Se puso en ejecución, como en los días de los incas, una organización por regiones. Así, Lambayeque y Piura debían proporcionar calzado para la tropa; Huamachuco, vestidos y monturas; Trujillo, jabones, aceite, lienzos y tocuyos para camisas; Cajamarca, cordel late y bayetas para pantalones; Chota, Jaén y Chachapoyas, lana y cueros. Hojas de lata, jaulas de alambre, clavos de las sillas y otros objetos fueron reunidos para ser utilizados en el equipa miento del ejército. Los armeros, herradores y todos los demás artesanos llegaron a ser requisados para que trabajaran en maestranzas y talleres. Ganados, caballos, mulas, entraron también en los suministros. Así, pues, hombres, dinero, joyas, equipo, material de guerra peruanos dieron vida al ejército de la libertad y contribuyeron decisivamente a la victoria.

PREMiOs A LOs VEnCEdOREs dE JUín Y AYACUCHO Y EL sEGUndO siTiO dEL CALLAO.- Fueron diversos los honores, condecoraciones y goces pecuniarios otorgados, bajo

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dicieMbre 1824 [ PERÚ ]

se consolida la independencia peruana con la vicToria en la paMpa de la Quinua (ayacucho). unos seis Mil soldados paTrioTas coMandados por anTonio JosÉ de sucre, se enfrenTaron a casi 9.300 espaÑoles. concluida la baTalla, sucre y el general realisTa canTerac firMaron la capiTulaciÓn de ayacucho. en esTa espaÑa reconociÓ la independencia peruana.

regímenes sucesivos, a estos militares. Todos ellos fueron considerados beneméritos a la patria. Los vencedores en Junín debían llevar una medalla especial. La de los jefes y oficiales ostentaba un círculo de seis líneas de diámetro; su superficie esmaltada en blanco lucía la inscripción “Batalla de Junín” en letras negras. De la circunferencia salían cinco aspas o rayos iguales, esmaltados de rojo en el centro y blanco en los extremos con un laurel de oro entrelazado alrededor de ellos. En el fondo del reverso, estaban grabados dos sables con dos lanzas con banderolas. Por todo tenía doce líneas de diámetro. Era llevada pendiente de una cinta bicolor nacional con hebilla de oro en forma de corona cívica de laurel en el ojal izquierdo de la casaca. Para la tropa se mandó hacer igual medalla de plata pero sin hebilla (Decretos de 28 de marzo de 1828 y 18 de setiembre de 1828). Todos los individuos de tropa que estuvieron en la batalla de Junín gozaban del premio de un peso sobre su sueldo y el de dos pesos los que concurrieron además a la de Ayacucho, hasta su muerte aunque se retirasen del servicio (Ley de 29 de marzo de 1828). De esta asignación disfrutaban por premio sin perjuicio del haber que les correspondiese en la reforma (Ley de 16 de junio de 1831). Los generales, jefes y oficiales de las dos batallas tenían derecho a las dos

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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el eJÉrciTo de ayacucho recibiÓ la denoMinaciÓn de “liberTador del perÚ”, cada uno de sus cuerpos el sobrenoMbre de “glorioso” y cada individuo de ellos el TÍTulo “beneMÉriTo a la paTria en grado eMinenTe”.

terceras partes del sueldo de la clase que en ellas obtuvieron; y solo a la cuarta parte si se hallaron en una sola batalla. Esto, sin perjuicio de los derechos de inválidos, tiempo de servicio u otra gracia. El tiempo de la campaña de 1824 y el del sitio del Callao hasta la rendición de las fortalezas se abonaba duplicado (Decretos de 29 de marzo de 1828 y 29 de setiembre de 1840). Los jefes y oficiales mencionados percibían sueldos íntegros como en servicio mientras no tuvieran colocación efectiva (Decreto de 10 de octubre de 1846). Su derecho a reclamar el abono de sus gratificaciones estaba expedito por todo el tiempo que hubiesen dejado de percibirlas, y solo podía perderse en los casos de deserción, o de abandono voluntario de la carrera, o de sentencia específica de acuerdo con las ordenanzas del ejército y leyes vigentes (Resolución legislativa de 24 de diciembre de 1847). Los generales, jefes y oficiales que, en cuerpos auxiliares, fueron vencedores en Junín y Ayacucho o que concurrieron al segundo sitio del Callao, para que gozaran del sueldo ínteqro de sus clases, debían haberse incorporado al ejército del Perú hasta enero de 1848 y pertenecer a él; o haber obtenido cédula de indefinidos, de inválidos o de retiro. Fuera de estos casos no tenían derecho alguno (Decreto de 7 de setiembre de 1850). El ejército de Ayacucho recibió la denominación de “Libertador del Perú”; cada uno de sus cuerpos el sobrenombre de “Glorioso” y cada individuo de ellos el título de “Benemérito a la Patria en grado eminente. Se concedió también a cada vencedor en esta batalla una medalla. Para los generales, jefes y oficiales se componía de un círculo de seis líneas de diámetro y la superficie de oro con la inscripción “Ayacucho” en letras azules. De la circunferencia salían cuatro aspas y cuatro rayos alternados. Las aspas eran esmaltadas en campo azul con filetes de oro y un globo pequeño de oro en los vértices de cada ángulo saliente; los rayos eran también de oro. El reverso de la medalla, todo de oro, llevaba escrito el nombre del agraciado y el empleo que tuvo en la batalla. Toda la medalla no debía pasar de doce líneas de diámetro. Los generales podían usarla esmaltada en brillantes y debían lIevarla pendiente al cuello de una cinta de bicolor nacional, de pulgada y media de ancho, a la cual esta adherida por una hebilla de oro en forma de corona cívica de laurel. Los jefes y oficiales llevaban del mismo modo la suya de oro; pero la cinta era solo de una pulgada de ancho. La medalla para la tropa tenía el mismo diseño y dimensiones pero era de plata y pendía del ojal izquierdo de la casaca en una cinta de los colores mencionados (Decretos de 27 de diciembre de 1824 y 16 de mayo de 1830). Todos los combatientes invalidados en esta batalla debían ser preferidos para los empleos civiles según sus aptitudes (Decreto de 28 de noviembre de 1826). Además gozaban del sueldo íntegro de su clase (Decreto de 27 de diciembre de 1824). Este haber quedaba sujeto al descuento de montepío pero no al de inválidos (Decreto del 11 de julio de 1831). Los deudos de los jefes y oficiales muertos en Ayacucho, esto es, los padres, esposas e hijos, gozaban del sueldo íntegro del empleo en que servían al tiempo de su fallecimiento sus hijos, esposos y padres (Decreto de 27 de diciembre de 1824 y 28 de agosto de 1830).Tenían derecho a este haber las esposas e hijos en mancomún y los padres y hermanos unos después de otros (Decreto de 29 de marzo de 1828). A los vencedores en el sitio del Callao también les fueron concedidas medallas y recompensas pecuniarias. La ley de 9 de diciembre de 1849 ordenó que gozarán el haber íntegro de sus últimos empleos aún cuando estuviesen sin colocación todos los generales, jefes y oficiales vencedores en las batallas de Junín o Ayacucho, o los que hubiesen concurrido al segundo sitio del Callao durante el tiempo designado; y además, que fuesen considerados en el escalafón del ejército.

ACTUACión dE LA MARinA PERUAnA.- De España pudieron llegar dos barcos, el Asia y el Aquiles bajo el mando del capitán de navío Roque Gruzeta a la costa occidental de América del

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 3 ]

Sur. Pero quedaron estacionadas durante tres meses en Chiloé ya que la escuadra peruana, al mando de Guisse, dominaba la costa íntegramente. Así no les fue posible cumplir con el plan de actuar sobre Guayaquil e impedir la conducción de tropas colombianas que llegaron en abril y junio de 1824 a reforzar a Bolívar. En otras palabras, sin esta demora de ambas naves españolas, afirma el historiador español Torrente, el Libertador no habría podido recibir las tropas colombianas que le permitieron ir a la ofensiva cuyos resultados fueron las batallas de Junín y de Ayacucho. Hubo, sin duda, recelo del jefe español Gruzeta ante Guisse que sitiaba al Callao. El Asia llegó a este puerto solo el 12 de setiembre de 1824. Atacado por el gran marino fundador de la escuadra nacional, quedó batido el 7 de octubre del mismo año. Guisse había destruido primero a la fragata Venganza y a la corbeta Santa Rosa. Además, mantuvo sitiados a otras naves españolas surtas en el Callao: Esther, Pezuela y Constante. Durante toda la campaña sufrió dificultades para obtener no solo víveres y pertrechos sino también municiones. Además el número de su marinería fue incompleto. La escuadra estuvo sin recibir paga durante veinte meses. Pero le fue dable tener el dominio del mar en aquel dificilísimo período.

FEdERiCO ELMORE (1855-1871)

FEdERiCO A. ELMORE.- Documentos inéditos pertenecientes a este marino inglés que se

El marino inglés Federico Elmore se unió a la gesta independentista en la expedición libertadora que llegó al Perú desde Valparaíso (Chile). Participó en el bloqueo del Callao en 1820 y un año después se incorporó a la Marina peruana a las órdenes del marino inglés Martín Jorge Guisse. sirvió en el Perú hasta 1837.

incorporó a la guerra de la Independencia y publicaciones que él hizo con su firma o bajo seudónimos en El Comercio Nos. 4228, 4231, 4232, 4237, en 1853, en el mismo diario, Nos. 8064, 8105, 8197,8178, 8200, 8204, 8214, 8215, en 1854, y más tarde en los Nos. 10820 Y 10828 de 1870 destacan la labor de él, la de Guisse y la de la escuadra peruana. Los manuscritos pertenecen hoy al Dr. Carlos Gandolfo Corbacho, junto con otros del mismo personaje. Según Elmore, sin la escuadra peruana, dueña de la costa, no habría sido posible salvar la causa libertadora ni realizar las triunfales campañas de Junín y de Ayacucho. Devoto de Guisse, este hombre tenaz y atormentado, tronco de una valiosa familia enlazada a la vida nacional hasta nuestros días, muestra una total antipatía para Bolívar.

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] I El tratado de unión, liga y confederación perpetua con Colombia y el anuncio del Congreso de Panamá ● Convocatoria y reunión del Congreso de Panamá ● Ingleses y estadounidenses en Panamá ● Las tres

CAPÍTULO 4



instrucciones a los representantes peruanos ● Los proyectos peruanos ● Los cuatro pactos de Panamá ● La reunión de Tacubaya y el loco en la roca ● La última fase del pensamiento internacional de Bolívar: el eje Bogotá-Río de Janeiro.

EL ASPECTO PERUANO DEL CONGRESO DE PANAMÁ

CAPÍTULO

4 []

e

[I] L TRATAdO dE Unión, LiGA Y COnFEdERACión PERPETUA COn COLOMBiA Y EL AnUnCiO dEL COnGREsO dE PAnAMÁ.- El plenipotenciario Joaquín Mosquera había firmado con el ministro del Protectorado Bernardo Monteagudo un tratado de unión, liga y confederación perpetua entre Colombia y el Perú y un tratado adicional (16 de junio y 6 de julio de 1822). El Congreso Constituyente los aprobó ella de octubre y el 12 de noviembre de 1823. El primero fue un convenio de alianza y amistad firme, con auxilios recíprocos en caso de invasión e igualdad de derechos para los ciudadanos, barcos y producciones de ambos Estados. La demarcación de los límites precisos entre ellos quedó postergada para un arreglo posterior. El segundo documento anunció la reunión de una asamblea de plenipotenciarios para estrechar los vínculos establecidos. Los demás Estados de América debían entrar en el pacto de unión, liga y confederación perpetua, reuniéndose oportunamente una asamblea general en el istmo de Panamá para “cimentar del modo más sólido y estable las relaciones íntimas que deben existir entre todos y cada uno de ellos y que les sirva de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete de sus tratados públicos cuando ocurran dificultades y de conciliador de sus disputas y diferencias”. El tratado que se firmara no debía interrumpir en manera alguna el ejercicio de la soberanía nacional de las partes contratantes. Quedaron fijados los contingentes militares y navales aportados por las Repúblicas signatarias del tratado. Estos solemnes pactos, firmados por Joaquín Mosquera y Bernardo Monteagudo, pueden ser considerados como el antecedente de la convocatoria al Congreso de Panamá efectuada más tarde por Bolívar. Del tratado de límites que firmó Joaquín Mosquera se ocupará un capítulo posterior.

COnVOCATORiA Y REUnión dEL COnGREsO dE PAnAMÁ.- En la circular del 7 de diciembre de 1824, Bolívar, cuya firma estaba seguida por la del ministro Sánchez Carrión, convocó a los países de América hispana a una reunión en Panamá. Aparte de los planes en favor de una liga continental que Monteagudo apoyara en un escrito notable poco antes de morir, existían simultáneamente en ese momento el problema de la amenaza de la Santa Alianza (al que suponíase, a veces, en connivencia con el imperio del Brasil) y el de la futura suerte de Cuba y Puerto Rico, conservados todavía por España y que se temía fuesen posible cabeza de puente para intentonas restauradoras de la antigua metrópoli, amenaza acerca de la cual no faltaban alarmistas rumores. A todo ello se agregaba el problema del reconocimiento de los nuevos Estados por los Estados Unidos y por los países del Viejo Mundo. Chile, sumido en la anarquía y desconfiando de Bolívar, no mandó delegados a la cita de Panamá. Argentina, también por recelo al Libertador, se abstuvo. Los representantes de la flamante República de Bolivia no llegaron a embarcarse. Concurrieron, pues, el Perú, Colombia (que abarcaba entonces la República que hoy lleva ese nombre, Panamá, Venezuela y Ecuador), México y Guatemala, que entonces comprendían a toda América Central. Antonio Larrazábal y Pedro Molina representaron a las Provincias Unidas del Centro de América, José Mariano Michelena y

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 4 ]

José Domínguez a México; Pedro Gual y Pedro Briceño Méndez a Colombia; Manuel Lorenzo de Vidaurre y José María de Pando y luego (en reemplazo de este) Manuel Pérez de Tudela, al Perú. Los delegados peruanos llegaron a Panamá en junio de 1825, con un año de anticipación. Santander, en nombre de Colombia, invitó a los Estados Unidos, uno de cuyos representantes murió y el otro llegó después del traslado del Congreso a Tacubaya. A la cita de Panamá acudió, además, un agente inglés, Eduardo Dawkins y uno de Holanda, Van Veer.

inGLEsEs Y EsTAdOUnidEnsEs En PAnAMÁ.- Bolívar escribió a Santander el 30 de mayo de 1825: “Los americanos del norte y los de Haití, por solo ser extranjeros, tienen el carácter de heterogéneos para nosotros. Por lo mismo, jamás seré de opinión de que los convidemos para nuestros arreglos americanos”. Se ha pretendido decir que hay contradicción entre esta carta (ya antecedida por otra del 27 de octubre de 1825) y un documento en que habla “del nuevo mundo” a propósito de Panamá; pero es probable que ese no fuera, en su concepto, el iberoamericano. Bolívar llegó a pensar en federar toda América hispana integrándola bajo la protección de Inglaterra (carta a Santander, 28 de julio de 1825). “En la infancia (agregaba) necesitamos apoyo, que en la virilidad sabremos defendernos”. Sin embargo, a Inglaterra solo le interesaba, por entonces, el respeto del Derecho marítimo británico, el desarrollo del comercio con las nuevas Repúblicas, poner freno a la influencia norteamericana, cortar los designios expansionistas (tanto de Colombia y México, como de Estados Unidos y Francia) sobre Cuba y Puerto Rico; y propiciar, si ello era posible, un acuerdo sobre el reconocimiento de los nuevos Estados por España. De la correspondencia de Vidaurre se deduce que la llegada del representante inglés a Panamá fue interpretada por él y por Pérez de Tudela como acto unilateral de la delegación colombiana cuyo propósito habría sido obtener la alianza británica; ellos expresaron su disconformidad con ambas cosas. Según Harold E. Davis en su libro The Americas in History la invitación formulada a los Estados Unidos para que participaran en el Congreso de Panamá “halló fuerte oposición en el Congreso (estadounidense) en donde el voto sureño impidió el envío de delegado” precisamente “por el riesgo de que el congreso (de Panamá) aboliera la esclavitud en América”. Y Samuel Eliot Morrison y Henry Steele Commager en su tratado que se titula The Growth of the American Republic afirman que, al aceptar el presidente John Quincy Adams la invitación de Colombia, tuvo como objeto práctico “inducir al Congreso a mantenerse alejado de Cuba (para evitar un choque con España) y adoptar los principios norteamericanos de la nación más favorecida y de la libertad de los mares”. Adams manejó mal el asunto y fue prácticamente vencido en el Senado. La oposición fue principalmente política pero ciertos senadores del sur eran profundamente opuestos a que los representantes de Estados Unidos se sentaran en la misma asamblea con generales de sangre mestiza, y otros “temían compromisos peligrosos”.

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febrero 1825 [ PERÚ ]

siMÓn bolÍvar dirige un MensaJe al congreso consTiTuyenTe. en Él soliciTÓ una recoMpensa para los soldados Que lucharon en las baTallas de JunÍn y ayacucho. asiMisMo, hiZo un recuenTo de las obras de su gobierno, Que incluÍan la reorganiZaciÓn polÍTica del esTado, la lucha conTra la corrupciÓn y el esTableciMienTo de leyes fundaMenTales.

LAs TREs insTRUCCiOnEs A LOs REPREsEnTAnTEs PERUAnOs.- Las primeras instrucciones a los representantes peruanos, firmadas por el colombiano Tomás Heres el15 de mayo de 1825, eran favorables a una unión, liga y confederación renovando los pactos de 1822. Debía enviarse, además, auxilios pecuniarios y contingentes humanos para la libertad de Cuba y Puerto Rico (cuya suerte futura no aparecía clara) y aun para hacer la guerra en territorio español. Las instrucciones reiteraban la oposición a intentonas europeas en América; favorecían una alianza ofensiva y defensiva entre los Estados contratantes contra la anarquía, reconociendo así el principio de intervención; y propiciaban el arreglo de la frontera Perú-colombiana sobre la base del uti possidetis con tendencia a fijar los límites de acuerdo con la naturaleza, a través de grandes ríos y montes. Este último punto envolvía una alusión al Amazonas como posible frontera entre ambos países.

[ CAPÍTULO 4 ] PERÍODO 1

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REFLEXIONES SOBRE EL PRIMER CONGRESO PANAMERICANISTA JUAN MIGUEL BÁKULA, NOTABLE HISTORIADOR DE LA DIPLOMACIA PERUANA, RESEÑA ASÍ SU JUICIO HISTÓRICO SOBRE EL SIGNIFICADO DEL CONGRESO DE PANAMÁ DE 1826.



En cuanto a los objetivos generales del Congreso de Panamá, creo innecesario insistir en que sus propósitos reales y sus posibilidades no fueron más allá de intentar una coalición defensiva en mayor grado, destinada a resguardar la independencia. Hasta entonces, los modelos en uso en Europa no habían pasado de ese tipo de entendimientos, siempre coyunturales, dirigidos a una finalidad concreta y renovados de acuerdo con las circunstancias. (…) No parece aventurado afirmar que ninguno de los Estados comprometidos por sus plenipotenciarios estaba en condiciones ni tenía voluntad de asumir tales obligaciones y el resultado confirmó que en Panamá –tampoco en la infructuosa espera en Tacubaya- las negociaciones lograron superar las nebulosas de la imaginación. Pero, no fue, tan solo, en Panamá, donde los pactos quedaron pospuestos al día siguiente de haber sido suscritos: Más adelante, en 1847, en 1856, en 1864 y en alguna otra fecha, en circunstancias iguales o aún más apremiantes, se reunieron los negociadores de las repúblicas americanas, consumieron incontables semanas o meses en sus debates, y suscribieron múltiples instrumentos, de los cuales ni siquiera uno, solo uno, llegó a ser perfeccionado y a tener cumplimiento. En los primeros cincuenta años de vida independiente, no fue posible unificar

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período 1

[ capítulo 4 ]

puntos de vista. Tampoco acercarse a un consenso en aquello que pudiera ser un elemento crucial; ni aun a definir dónde estaban o cuáles eran los intereses compartidos. En este aspecto el que se ha mantenido en la penumbra, como si existiera un asomo de pudor para explicar la incapacidad de proyectar la vida en común, prefiriéndose disimular las desavenencias recíprocas u ocultar los propios errores. El resultado ha sido que, en muchos de estos casos, se ha preferido discurrir por las plácidas veredas de una “historia laudatoria” –expresión de Raúl Porras– o escribir las páginas de una “historia rosada” –irónica calificación de Jorge Basadre- ya que, en las otras circunstancias, el empeño se ha dirigido en uno o en otro de nuestro países a buscar un responsable de nuestra malaventura, perfilando el síndrome de un “enemigo predilecto”; o estimulando los ejercicios de pensamiento para convertir la historia en el derrotero de la persecución de un “territorio imaginario” como resulta de la propuesta de un sociólogo argentino. Pero, por lo mismo, estas conclusiones, de ser ciertas, nos deberían llevar a un análisis de las causas de nuestra conflictiva realidad internacional, que ya se anuncia cuando se clausuran las sesiones del Congreso de Panamá.” (Tomado de “Reflexiones sobre el Congreso de Panamá, 170 años después”. En Revista Histórica. Tomo XX-XIX, Lima 1996-1998.pp65-107).

Unanue, como ministro y miembro del Consejo de Gobierno, cambió estas instrucciones con fecha de 18 de febrero de 1826. Ellas recomendaron prudencia en cuanto a Cuba y Puerto Rico; el punto relativo a la escuadra federal fue considerado tomando en cuenta que el Perú poseía barcos que solo debían ser comprometidos en caso de amenaza sobre el Pacífico; se trató del reconocimiento conjunto de la independencia sin pagar dinero por él; quedó proclamado el principio de no intervención; se abogó contra el tráfico de esclavos aunque no hasta el extremo de considerarlo como piratería; y en cuanto al asunto de los límites perú-colombianos pareció más conveniente dejarlo para que fuera discutido en Lima. Parte principal en estas instrucciones de Unanue son el rechazo de todo principio de intervención y la definición, en términos admirables, de la base justa de la no intervención. Las terceras instrucciones peruanas, firmadas por el ministro de Relaciones Exteriores Pando (de regreso de Panamá) tienen fecha 25 de mayo de 1826. Pidieron: un manifiesto razonado y decoroso sobre la independencia; un pacto de mutuo reconocimiento y garantía de los territorios de los Estados signatarios; la alianza meramente defensiva contra todo agresor y ofensiva contra España y el compromiso de no tratar aisladamente con este país y de no ir al reconocimiento separado, ni al pago de indemnización; la determinación, en el tratado, de las fuerzas de cada Estado confederado en caso de agresión, de acuerdo con la población, tal como la calculó Humboldt; la oposición a un ejército federal permanente; la fijación de los gastos de la escuadra federal, computándolos, en parte, según el valor de los barcos aportados; la ubicación de la escuadra peruana en el Pacífico; el carácter permanente de la asamblea con función arbitral; la firma de tratados de comercio entre todos y cada uno de los Estados confederados con bases dictadas por los Congresos nacionales; la oposición a la esclavitud hasta considerarla como piratería; la cautela sobre Cuba y Puerto Rico, sin rehusar eventualmente la cooperación peruana para su liberación, propugnando que se constituyeran Estados soberanos en esas islas; el principio de no intervención; no entrar en relación con Haití por temor a un levantamiento de esclavos; entregar el arreglo de límites con Colombia a las negociaciones entre los dos países; procurar un tratado de amistad, navegación y comercio con Estados Unidos y con Brasil. Pando excluyó, pues, como Unanue, la cuestión de las fronteras entre el Perú y Colombia.

LOs PROYECTOs PERUAnOs.- El proyecto de confederación presentado por Vidaurre y Pérez Tudela incluyó algunos de los artículos mencionados en las terceras instrucciones, cambiando o, agregando otros (22 de julio de 1826). Colombia, Centro América, Perú, México, formarían una confederación perpetua en unión y liga, en paz y en guerra contra España o cualquiera otra nación que intentara dominar una parte de América o toda ella. La Dieta sería permanente durante la guerra con España, componiéndose de los plenipotenciarios de cada Estado; acabada la guerra podría reunirse de dos en dos años. Sería ella un Congreso general, interpretaría los tratados en caso de duda, arreglaría los subsidios, número de tropa y cantidad de dinero con que cada Estado debería contribuir en caso de guerra. Las naciones aliadas no consentirían ninguna colonización extranjera en el suelo americano y español y surgiría un caso de guerra con la nación que lo intentara si fracasaban las mediaciones; se respetarían las actuales posesiones de las naciones europeas. Habría prohibición del comercio con España, con severas sanciones y, asimismo, prohibición del ingreso de los españoles emigrados o expulsados; y mediante corsarios se obstruirían las comunicaciones y el comercio españoles. Dos individuos se encargarían de presentar el proyecto en un código de gentes americano “que no choque con las costumbres europeas”. Se prohibía el tráfico negrero. Vidaurre llegó a redactar, por su cuenta, unas Bases de la confederación general americana, manteniendo la integridad de los Estados miembros y otorgando amplias facultades al llamado Congreso anfictiónico en relación con la paz entre ellos, la guerra con países extranjeros, la reciprocidad en las franquicias comerciales, la ciudadanía común. Durante cincuenta años ningún Estado miembro de la confederación podría alterar su forma de gobierno.

HiPóLiTO UnAnUE (1755-1833)

El médico Hipólito Unanue fue uno de los próceres más importantes de la causa separatista. En 1821 dejó las filas realistas y suscribió el Acta de la independencia de nuestro país. Entre 1822 y 1823 presidió el Congreso Constituyente. Asimismo, fue nombrado por Bolívar ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores en varias oportunidades.

[ CAPÍTULO 4 ] PERÍODO 1

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MAnUEL LOREnZO dE VidAURRE (1771-1841)

Fue deportado por sus ideas liberales. En la segunda mitad de la década de 1820 se puso en contacto con simón Bolívar y este lo invitó a volver al Perú. Fue el primer presidente de la Corte suprema y sentó las bases de la Confederación que Bolívar preparaba. Además, ejerció el cargo de ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores, en varios regímenes.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 4 ]

LOs CUATRO PACTOs dE PAnAMÁ.- Los plenipotenciarios estuvieron hospedados en una ciudad que la guerra había asolado, bajo un clima inclemente y carecieron aun de lo necesario no ya para su rango sino para su sustento. Solo tuvieron lugar diez conferencias entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826. El 16 de julio se cerraron las sesiones y el 24 fueron remitidos al Perú, por medio de Vidaurre, para la aprobación de Bolívar, los protocolos originales de la Asamblea. Un grupo de diputados se embarcó el 16 de julio en el bergantín Tres hermanos llegando poco después a Acapulco. En un artículo publicado en mayo de 1862 dijo Vicuña Mackenna, aludiendo a dichos protocolos: “Son estos mismos preciosos testimonios, única constancia auténtica que queda de aquel primer ensayo de fraternidad americana, los que nosotros tuvimos la suerte de consultar en el archivo del Congreso del Perú”. El Congreso de Panamá aprobó cuatro pactos sobre la base de los textos preparados por los colombianos, centroamericanos y mexicanos. El primero fue de unión, liga y confederación entre las Repúblicas, inspirado en los tratados bilaterales que había celebrado Colombia con el Perú y con Chile. El segundo detalló los contingentes que habían de prestar cada una de las Repúblicas federales. El tercero, en fin, de carácter reservado, presentó el carácter de un convenio militar para aplicar la convención de defensa común. A la escuadra peruana le correspondía la vigilancia de las costas del Pacífico, sin ayuda de ninguna otra. El cuarto consistió en un convenio de carácter protocolar, y allí se acordó la traslación de la asamblea a Tacubaya. Esta población distaba una legua de la ciudad de México y fue escogida por considerarla saludable y por tener comunicaciones más expeditas con Europa y América; y porque México era el más grande contribuyente para el ejército y la marina de la confederación y podría así tener mayor interés en ella. Los representantes mexicanos habían recibido instrucciones para sugerir el traslado a Guatemala. Otros lugares propuestos fueron Guayaquil y Quito. El documento más notable de Panamá fue, sin duda, el tratado de unión, liga y confederación perpetua. Por sus artículos iniciales quedó afirmada la “amistad firme e inviolable” y la “unión íntima y estrecha” entre las partes, a cuyo efecto se obligaron a sostener defensiva y ofensivamente, si fuese necesario, su soberanía e independencia contra toda dominación extranjera ya defenderse mutuamente “de todo ataque que ponga en peligro su existencia política”. Otro artículo estipuló que ninguna de las partes “podrá hacer la paz con enemigos comunes de su independencia sin incluir en ella a todos los demás aliados específicamente”. También dijo el tratado que “en el caso de que una de las potencias confederadas juzgue conveniente declarar la guerra o romper las hostilidades con una potencia extraña a la presente confederación, deberá antes solicitar los buenos oficios, interposición y mediación de sus aliados”. Y, asimismo, que “ninguna de las partes contratantes podrá celebrar tratados de alianza o ligas perpetuas o temporales con ninguna potencia extraña a la presente confederación sin consultar previamente a los demás aliados que la componen o compusieran en adelante”. La garantía recíproca de la integridad territorial fue consagrada en el artículo 22 del tratado, aunque subordinándola a la condición suspensiva de las convenciones particulares que se celebrasen para la fijación definitiva de las fronteras. Fue lo más lejos a lo que se pudo llegar al tratar de las cuestiones de límites. El plenipotenciario colombiano Briceño Méndez, después de mencionar la armonía general en las deliberaciones de Panamá, decía más tarde: “A esta sola voz (límites) variaban de aspecto todas las discusiones”. Las partes debían oponerse a los establecimientos extranjeros en sus territorios sin la correspondiente autorización. Cooperarían a la completa abolición y extirpación del tráfico de esclavos de África, declarando incursos en el crimen de piratería a quienes tal tráfico hicieran. Facilitarían un régimen más liberal de naturalización y extranjería. Cada dos años en tiempos de paz y cada año en tiempos de guerra, una asamblea general de ministros plenipotenciarios de las potencias confederadas debía servir de consejo en los conflictos, de guía en los peligros comunes, de intérprete de los tratados y de conciliador en disputas y rozamientos. Pero la decisión de la asamblea no sería, sin embargo, obligatoria, a

menos de acuerdo especial que así lo determinara. Se establecían penas contra los Estados que no cumplieran con los procedimientos de solución pacífica de los conflictos; y contra el que variase esencialmente la forma de gobierno. La soberanía nacional quedaba a salvo por un artículo especial. Un artículo adicional del tratado disponía que, tan pronto, como empezara a vivir la confederación, habrían de reunirse sus miembros con otras potencias neutrales y amigas con el objeto de fijar de común acuerdo “todos aquellos puntos, reglas y principios que han de dirigir su conducta”. “Las partes contratantes (afirmaba el artículo) desean ardientemente vivir en paz con todas las naciones del universo”.

LA REUnión dE TACUBAYA Y EL LOCO En LA ROCA.- A la reunión de Tacubaya solo concurrieron delegados de México, Colombia, Centro América y Estados Unidos, o sea no acudieron representantes peruanos. El gobierno mexicano no aprobó los tratados de Panamá y entró en discordias y conmociones políticas. Bolívar, por lo demás, consideró inconveniente la elección de aquel lugar que favorecía, a su juicio, la influencia de México y la de Estados Unidos. El acuerdo sobre contingente de tropas le pareció defectuoso. “El Congreso de Panamá (dijo entonces en una carta famosa a Páez) no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban. Su poder será una sombra y sus decretos meros consejos”. Otros planes atraían entonces al Libertador. La Confederación de los Andes reemplazaba en su imaginación al Congreso de Panamá. Unir a las Repúblicas bolivarianas parecía más factible que unir a todas las Repúblicas hispanoamericanas. Este desplazamiento en el campo de la acción inmediata será tratado en el capítulo siguiente. En el Diario de Bucaramanga aparece Bolívar (con una frase de cuya autenticidad se ha dudado) afirmando que nunca creyó seriamente en los resultados de la asamblea reunida en el istmo y que la convocó para fines de publicidad y de propaganda ante Europa. Una posible derivación práctica del Congreso de Panamá hubiera podido ser la expedición sobre Cuba que sus miembros discutieron; pero, que fue descartada, según se ha dicho, por la acción diplomática de Estados Unidos. Las sesiones de Panamá terminaron siendo envueltas en la indiferencia y en el silencio. Cuando Vidaurre regresó a Lima, el ministro Pando se negó a que hubiese ceremonia alguna para la entrega de los tratados. Por muchos años fueron ellos olvidados. Sin embargo, hoy están presentes siempre en el recuerdo cuando se piensa en el porvenir y en el destino de América. Se han engrandecido y resaltan de un modo que los contemporáneos no sospecharon. Las generaciones próximas los valorizarán aún más. Aquí, como en tantos otros casos, tratándose de las obras o las expresiones de la grandeza humana, la distancia en el tiempo ostenta un significado opuesto a la realidad inmediata, porque aclara y hace más precisa la visión.

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febrero 1825 [ PERÚ ]

el liberTador siMÓn bolÍvar decreTa Que se caMbie de noMbre al deparTaMenTo de huaManga por el de ayacucho (‘rincÓn de los MuerTos’ en Quechua), en honor a la baTalla Que se librÓ allÍ el 9 de dicieMbre de 1824.

LA ÚLTiMA FAsE dEL PEnsAMiEnTO inTERnACiOnAL dE BOLíVAR: EL EJE BOGOTÁRíO dE JAnEiRO.- El profesor Ron L. Seckinger ha señalado la importancia que alcanzó la intentona de Colombia para acercarse a Brasil cuando en 1828 el Perú invadió Bolivia (“South American Politics during 1820” en Hispanic American Historical Review, mayo de 1976). La misión de Juan María Gómez en noviembre de 1828 tuvo como uno de sus objetivos la creación de un eje Bogotá-Río de Janeiro, sobre la base del desengaño y la sospecha ante los demás Estados hispanoamericanos y de la admiración ante las ventajas demográficas, territoriales y materiales de la antigua y unificada colonia portuguesa, caracterizada, además, por su estabilidad. Tal actitud implicó una contradicción con anteriores empeños del Libertador (o de sus aduladores) para aislar al Brasil y plantear el dilema entre el monarquismo y el republicanismo (1828). Aunque se produjo el establecimiento de relaciones diplomáticas con el imperio de habla portuguesa, predominaron la inestabilidad política y las distancias insuperables creadas por la geografía.

[ CAPÍTULO 4 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] I El avance del ejército libertador al Alto Perú. El proyecto de Puno. La convocatoria a la asamblea de Chuquisaca ● El nacimiento y el bautizo de Bolivia ● Los antecedentes de la nueva República y las ideas que acompañaron su creación ● El regionalismo altoperuano ● La República Bolívar ● ¿Arica para Bolivia? ● Los factores que contribuyeron al establecimiento de la República Boliviana ● Los límites iniciales entre Perú y Bolivia ● II La Misión Ortiz de Zevallos

CAPÍTULO 5



en Bolivia. Su etapa inicial ● Los tratados de federación y límites entre el Perú y Bolivia ● Dificultades para Ortiz de Zevallos después de la firma de los tratados ● Rechazo de los tratados por el Consejo de Gobierno Peruano. El “Fantasma engañoso” ● La realidad geográfica de Bolivia ● La desilusión de Ortiz de Zevallos, la actitud de Sucre y el plan de dividir el Perú ● Las directivas geopolíticas bolivianas en 1827 ● Tentativas separatistas en el Sur ● La deuda de Bolivia al Perú.

LA FUNDACIÓN DE BOLIVIA Y SU RELACIÓN CON EL PERÚ. EL NACIMIENTO DEL PROBLEMA DE ARICA

5 []

CAPÍTULO

e 124

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 5 ]

[I] L AVAnCE dEL EJÉRCiTO LiBERTAdOR AL ALTO PERÚ. EL PROYECTO dE PUnO. LA COnVOCATORiA A LA AsAMBLEA dE CHUQUisACA.- El mariscal Antonio José de Sucre mandaba como jefe el ejército unido libertador. Era este nominalmente peruano con auxiliares colombianos, estaba pagado por el tesoro peruano y obedecía a Bolívar, como Dictador del Perú. Después de la batalla de Ayacucho surgió para Sucre el problema de si avanzaba o no a destruir el ejército español que guarnecía al Alto Perú. Desde el punto de vista militar, esta operación no ofrecía complicación alguna, dados el efecto y las consecuencias de la capitulación firmada por el virrey La Serna, a cuyos resultados se sometió el nuevo virrey nombrado por la Audiencia del Cuzco, Pío Tristán antes de que se cumpliera un mes de su designación, hecha el 16 de diciembre de 1824. Distinta fue la situación del ejército realista que, en el Alto Perú, comandaba el general Pedro Antonio de Olañeta y que se negó a someterse, si bien su causa parecía perdida. Frente a la segura facilidad de las operaciones militares contrastaba la complicación de la política, eso que Sucre llamaba “el barullo de las cosas del Alto Perú”. Levantamientos locales producidos en dicha región habían revelado ya deseos de una vida independiente para ella. En Puno, a orillas del lago Titicaca, poco antes de pasar al Alto Perú, Sucre conoció al jurisconsulto y político Casimiro Olañeta, protegido y sobrino del general, que venía fugado, pasándose a la causa independiente después de haber estado acaso en negociaciones con los brasileños para entregarles la región oriental del Alto Perú; y después de haber entrado en correspondencia con Bolívar y con el propio Sucre, así como también con el general argentino Arenales. Casimiro Olañeta, según confesión que hizo en 1840 en el folleto Mi Defensa, sugirió a Sucre la fundación de una República en el Alto Perú. El historiador boliviano Humberto Vásquez Machicado ha probado, sin embargo, (y el historiador norteamericano Charles Arnade lo confirma) que el decreto de convocatoria a la asamblea altoperuana ya estaba entonces preparado por Sucre. Es lo que se ha llamado “el proyecto de Puno” (2 de febrero de 1825). Sucre, en una carta a Bolívar que O’ Leary publica, dijo que Olañeta consideraba imposible reunir aquellas provincias altas a Buenos Aires y que “o se quedan independientes o son agregadas al Perú, porque el voto de los hombres de juicio está por pertenecer al Perú, en cuyo caso quieren la capital en Cuzco o más cerca de ellos” (Ilave, 5 de febrero de 1825). Sin embargo, en los días que siguieron, Olañeta fue haciendo tenaz y hábilmente la propaganda por la independencia del Alto Perú. Desde La Paz, el 9 de febrero de 1825, expidió Sucre su famoso decreto, en el que obraba por propia iniciativa, para convocar a una asamblea que debía reunirse el 29 de abril en Oruro con el fin de determinar la suerte posterior de las provincias altoperuanas. Allí recordó que el Alto Perú había pertenecido al Virreinato de Buenos Aires, pero que esa región americana carecía de un gobierno que representara a todas sus provincias; y señaló que el futuro del territorio de la antigua Audiencia de Charcas tendría que ser decidido por la soberanía popular, de acuerdo con los gobiernos del Río de la Plata y del Perú. A falta de órdenes concretas de Bolívar se basó, a este respecto, en su propio criterio, en el de sus consejeros más inmediatos, en el recuerdo de una anterior conversación en la que el Libertador le dijo que podía convocarse a una asamblea

soberana en el Alto Perú y en el espectáculo de la anarquía del Río de la Plata. Poco después, en un tumulto en Tumusla (10 de abril) quedó destruido el poder español en toda aquella región y perdió la vida el general Olañeta, a quien el rey nombró virrey del Perú, después de muerto. Bolívar hubiera querido que Sucre se concretara a ocupar militarmente el país y a esperar órdenes del gobierno (Carta a Sucre fechada el 21 de febrero de 1825). Según el mismo Bolívar escribió a Santander (Lima, 18 de febrero) “el Alto Perú pertenece de derecho al Río de la Plata, de hecho a España, de voluntad a la independencia de sus hijos que quieren un estado aparte y de pretensión pertenece al Perú que lo ha poseído antes y lo quiere ahora”. “Entregarlo al Río de la Plata es entregarlo al gobierno de la anarquía (agregaba en esa misma carta)... Entregarlo al Perú es una violación del derecho público que hemos establecido, y formar una nueva república como los habitantes lo desean, es una innovación de que yo no me quiero encargar y que sí pertenece a una asamblea de americanos”. Preocupa entonces a Bolívar la idea de que si se independizaba la antigua Audiencia de Charcas quedarían automática mente rotos los derechos de Colombia a la antigua Audiencia de Quito (Carta a Sucre, Lima, 21 de febrero de 1825). Pensaba pues, en ese momento, que la suerte del Alto Perú podría decidirse, en última instancia, en Panamá con participación de los personeros de estos ciudadanos, junto con los representantes del Perú y del Río de la Plata. “Yo no mandaré (escribió a Sucre el 26 de abril) a buscar un ejército a Buenos Aires; tampoco dejaré independiente, por ahora, al Alto Perú y menos aún someteré ese país a ninguna de las repúblicas pretendientes. Mi designio es hablar con verdad y política a todo el mundo, convidándoles a un congreso de los tres pueblos con apelación al gran congreso americano. Entonces se verá que yo he respetado a todos y no me he inclinado a nadie; mientras tanto el ejército unido ocupará el país militarmente”. El delegado del gobierno argentino, general Arenales, que llegó en abril al cuartel general de Sucre, manifestó que su país quería que las provincias del Alto Perú se pronunciaran del modo más libre sobre su suerte, intereses y gobierno, exigiendo solo que se conservasen en orden y evitaran la anarquía. En sus comunicaciones, Arenales reconoció que estaba muy difundida la animadversión del Alto Perú a incorporarse a las Provincias Unidas del Río de la Plata. “Su duda solo consiste (agregaba en nota del 21 de abril de 1825) si se declaran en estado independiente o si reúnen al Bajo Perú”. Entre tanto Sucre, herido por la censura de Bolívar que acaso envolvía más una objeción en cuanto a su potestad ya la oportunidad para convocar a los pueblos, trató de postergar la reunión de la asamblea y pensó seriamente en alejarse del Alto Perú. Si dichas sesiones hubieran tenido lugar en la fecha señalada primero, las cosas habrían marchado por diferentes senderos. “Habíamos arreglado con estos señores (dijo Sucre en carta a Bolívar desde Chuquisaca el 2 de junio de 1825) que, reunida la asamblea, esta espontáneamente decretase que los departamentos del Alto Perú quedasen gobernados bajo la dirección de V. por año y medio o dos años, mientras, reunido en el año próximo el congreso del Bajo Perú, el Alto Perú observaba entre tanto la marcha de esta República y la del Río de la Plata para adherirse a aquel de los dos países que más conviniera a sus intereses”. Por un tiempo, en esa fecha o poco antes, creyó Sucre que “los partidos están entre ser independientes o del Perú; a lo último se inclinan los hombres de más juicio” (Carta a Bolívar desde Potosí el 23 de abril de 1825). Luego cambio de opinión. La Constitución peruana de 1823 tenía un artículo que decía: “El Congreso fijará los límites de la República de inteligencia con los Estados limítrofes, verificada la total independencia del Alto y Bajo Perú”. Sánchez Carrión, como ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores se dirigió al Congreso con fecha 17 de febrero de 1825, para anunciar que el ejército libertador marchaba hacia las provincias al otro lado del Desaguadero y pedir que el Congreso “resuelva terminantemente acerca de los límites de la República”. Una comisión compuesta de Carlos Pedemonte, Gregario Luna, José de Larrea y Loredo, José Gregario Paredes y Francisco Javier Mariátegui dictaminó sobre este oficio. En primer lugar dio importancia decisiva a que el ejército libertador avanzase “hasta las provincias altas” para libertarlas y ocuparlas como complemento del plan trazado para la libertad

[segÚn bolÍvar] “el alTo perÚ perTenece de derecho al rÍo de la plaTa, de hecho a espaÑa, de volunTad a la independencia de sus hiJos Que Quieren un esTado aparTe y de preTensiÓn perTenece al perÚ Que lo ha poseÍdo anTes y lo Quiere ahora”.

[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 1

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Julio 1825 [ BOLIVIA ]

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el Mariscal anTonio JosÉ de sucre convoca a una asaMblea deliberanTe en la localidad de chuQuisaca. en ella, se deTerMinÓ por unaniMidad la proclaMaciÓn de la independencia de la acTual bolivia, el acTa correspondienTe fue firMada el 6 de agosTo de ese MisMo aÑo.

del Perú. En segundo lugar afirmó que la demarcación era, de inmediato, ilegal y muy difícil. Desde el año 1810 aquellas provincias habían pedido, por medio de sus Cabildos, incorporarse al Perú, pero esto fue una maniobra de los españoles a consecuencia del avance de los independientes de Buenos Aires. No estando presente en el Congreso peruano ningún diputado del Alto Perú (este nombre fue omitido en el dictamen) surgiría una nota de arbitrariedad o violencia en cualquier declaración. Por eso la Constitución decía que los límites del territorio de la República se forjarían concluida “la total independencia”. En suma, la comisión opinó, por el avance del ejército hasta destruir los peligros para la libertad peruana; el gobierno que se estableciera provisoriamente sería el más análogo a las circunstancias; dicho avance debía ser de responsabilidad de la República del Perú; y, si verificada la demarcación, resultaren las provincias altas separadas de esta República, el gobierno a quien perteneciera indemnizaría los costos causados al emanciparlas. El Congreso trató del dictamen en las sesiones del 19 y 21 de febrero y lo aprobó en la del 23 por unanimidad de votos con modificaciones de forma. Era como se ha visto, una declaración ambigua, que no invocaba los vínculos de historia y geografía entre el Alto y el Bajo Perú, que no tenía ninguna actitud cordial hacia aquella región, que se ponían ya en el caso de su independencia al demandar el pago de los gastos y que daba el título de peruano a un ejército con buen número de tropas colombianas bajo el mando de un colombiano, Sucre. Desde Arequipa, con fecha 16 de mayo de 1825, Bolívar ratificó el decreto de reunión de una asamblea general de las provincias del Alto Perú y agregó que lo resuelto en ella no recibiría ninguna sanción hasta la instalación del nuevo Congreso del Perú, debiendo quedar, entre tanto, dichas provincias sujetas a la autoridad inmediata de Sucre, si bien su “centro de autoridad” sería el gobierno supremo del Perú, o sea Bolívar mismo; la resolución del Congreso peruano de 23 de febrero debía ser cumplida en todas sus partes. Bolívar se basó en este decreto en el deseo de no dejar mal puesto a Sucre, en la falta de resistencia por parte de Arenales y también en la claudicante resolución del Parlamento peruano.

EL nACiMiEnTO Y EL BAUTiZO dE BOLiViA.- EL 10 de julio de 1825, habiéndose elegido a cuarenta y ocho diputados por las provincias de La Paz, Santa Cruz, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba, se instaló la asamblea en el salón de la Universidad de Chuquisaca con treinta y nueve presentes. Los requisitos para ser elegido en dicho organismo eran complejos y exigían

anTonio JosÉ de sucre (1795-1830) la vocaciÓn MiliTar de esTe veneZolano lo llevÓ a converTirse en pieZa clave de la lucha de la causa paTrioTa aMericana.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 5 ]

e

n 1810 la revolución llegó al actual territorio venezolano y Sucre, entonces de solo 15 años, dejó sus estudios de ingeniería para alistarse en la lucha. Tras su destacada actuación en los campos de batalla, ejerció la jefatura del Estado Mayor en 1817. En 1820, siempre bajo las órdenes de Bolívar, inició las campañas de liberación hacia el sur del continente americano. En Colombia, participó en la batallas de Río Bamba y Pichincha, y logró la independencia de la provincia de Ecuador. A partir de la entrevista de Guayaquil, Sucre fue

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saber leer y escribir y ser dueño de propiedades. Por lo menos, treinta de los diputados habían egresado de la Universidad de Chuquisaca. Tan solo dos habían combatido en la guerra. En conjunto, fue una reunión de aristócratas. Para ellos la independencia implicaba una nueva manera de seguir en la cúspide de la pirámide social. Sucre presentó un mensaje escrito, pues se retiró con su ejército a Cochabamba. El Congreso argentino había dejado en libertad de acción al Alto Perú, sin perjuicio de invitarlo a incorporarse a las Provincias Unidas del Río de la Plata, tentativa que como se ha visto, no hizo el Congreso peruano. Sucre aconsejó a los partidarios de la independencia que ganaran a Bolívar a su favor. Con empeño decidieron ellos cumplir este encargo. Por acuerdo en una sesión secreta, una comisión, la llamada “legación legislativa”, fue despachada a pedir a Bolívar la suspensión del decreto de 16 de mayo y a pedirle también un proyecto de Constitución para la nueva República, así como igualmente el puerto de Arica. La proposición sobre el proyecto de constitución debió halagar mucho a Bolívar. Hubo en Bolívar, como dice Carlos Pereyra, muchos hombres que sucesivamente murieron: el joven romántico de 1804, el diplomático fastuoso de 1810, el jacobino feroz de 1813, el paladín de 1819, el estadista de Angostura, y ahora, en 1825, era el imperator e iba a ser el legislador, como más tarde sería el filósofo de Bucaramanga. Disconforme con los que querían importar ciegamente las instituciones de Europa, Bolívar pensó que el nuevo Estado podría ser la primera piedra del original edificio que proyectaba. La asamblea de Chuquisaca empezó a debatir el magno asunto de la creación de la República. Los defensores de la independencia tuvieron como voceros a Casimiro Olañeta y a José Mariano Serrano, a pesar de que ambos disputaron entre sí. Este último dijo que había que crear un Estado parachoque entre las Repúblicas bolivarianas y Argentina, si bien abogó, en cierto momento, por la asociación con ella si el plan no resultaba viable. El diputado por La Paz, Eusebio Gutiérrez, sostuvo la necesidad de establecer vínculos unitivos con el Perú por la falta de condiciones para el ejercicio de la soberanía que la nueva República tendría, agregando que el gobierno altoperuano podría funcionar en el Cuzco o en Arequipa para evitar el inconveniente de la distancia aducido por sus adversarios. El sacerdote Mendizábal, también diputado por La Paz, abogó por la incorporación al Perú, si bien a la hora de la votación se unió a los separatistas, concluyó pidiendo que se nombrase una comisión para examinar los ingresos de todas las provincias y compararlos con los gastos que ellas tendrían, para poder comprobar así su suficiencia o insuficiencia. Dicho pedido no maduró, pues se consideró que no estaba cimentado el sistema

designado para combatir a las últimas fuerzas realistas en el continente. Por ello, en 1823 viajó a Lima, donde ayudó a la organización militar patriota. En 1824 participó en las batallas de Junín, junto a Bolívar, y en la de Ayacucho, al mando del ejército. Por su brillante actuación en las pampas de Ayacucho, Bolívar lo nombró Mariscal. En 1825, Bolívar reconoció la independencia de Bolivia y designó a Sucre como su primer presidente. El Mariscal realizó importantes obras en cuanto a la

agosTo 1825 [ URUGUAY ]

se proclaMa la independencia de uruguay del doMinio del iMperio brasileÑo. el Mando de las acciones conTra brasil esTuvo a cargo del paTrioTa Juan anTonio lavalleJa, JunTo a un grupo llaMado los TreinTa y Tres orienTales. a parTir de esa fecha, uruguay se incorporÓ al TerriTorio de las provincias unidas del rÍo de la plaTa. brasil, sin eMbargo, no reconociÓ la independencia y prosiguiÓ sus acciones bÉlicas.

organización de la Hacienda Pública. Asimismo, promovió la libertad de los esclavos y repartió las tierras a los indios. Luego de tres años en el gobierno, Sucre renunció al cargo y regresó a Colombia para enfrentarse a las tropas peruanas. En mayo de 1830, partió en una caravana desde Bogotá hacia Quito. En el trayecto, el 4 de junio, fue asesinado en una emboscada ocurrida cerca de la montaña de Berruecos (Colombia). Se señaló como autor intelectual al general colombiano José María Obando.

[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 1

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una serie de circunsTancias fueron acuMulÁndose para la forMaciÓn de senTiMienTos y realidades regionalisTas en cuyo caldo de culTivo surgiÓ la independencia de bolivia.

rentístico. José Mariano Enríquez, diputado por Potosí, declaró que la presencia del “ejército libertador” era necesaria para evitar la guerra civil y para constituir el Alto Perú independiente, Manuel Mariano Centeno, diputado por Cochabamba, coincidió con este punto de vista, José Ignacio Sanginés Calderón, diputado por Potosí, se pronunció por la independencia, considerando que la adhesión al Perú o Argentina haría luego difícil la separación, y que, en cambio, si el ensayo del Estado propio no tenía éxito podía buscarse alguna de las otras soluciones. lsidoro Trujillo, otro diputado por Potosí expresó también una opinión favorable a la nueva República con una cláusula constitucional que permitiera la federación con países vecinos. Serrano hizo un resumen del debate insistiendo en que el Alto Perú tenía todas la condiciones para ser un país soberano, negando que fuesen convenientes o posibles unos Estados Unidos del Perú y reprochando a este país su Constitución con un Legislativo unicameral y el Ejecutivo impotente. En el momento de la votación solo dos sufragios estuvieron por la unión con el Perú: el de Eusebio Gutiérrez y el de Juan Manuel Velarde, también diputado por La Paz. En contra: cuarenta y cinco. La denominación del nuevo Estado sería República Bolívar. El Libertador recibía el título de “su buen padre” y tendría el supremo poder ejecutivo cuando residiera en ella. El 6 de agosto, aniversario de la batalla de Junín, que él ganara, fue declarado fiesta cívica. Fiesta cívica sería, asimismo, su cumpleaños. Quedó también acordada la colocación de su retrato en todos los tribunales, cabildos, universidades, colegios y casas de pública enseñanza, y la erección de su estatua ecuestre en cada una de las capitales de los departamentos, además del obsequio de una medalla de oro con dibujos e inscripciones alusivas. Análogos honores, aunque en menor escala, fueron dedicados a Sucre, cuyo nombre tomó la capital del nuevo Estado. Bolívar llegó a La Paz y fue recibido con tanta pompa y obsequiosidad que a su lado, los homenajes a los incas resultaban sobrios. El ambiente le fue ganando y empezó a escribir el proyecto de Constitución. “Yo me intereso por este país por gratitud y por orgullo y de consiguiente me esforzaré siempre en favorecerlo”, escribió el11 de noviembre desde Chuquisaca a Santander. En vísperas de partir de regreso para el Perú, ya prometió dar el pase a la formación de Bolivia.

LOs AnTECEdEnTEs dE LA nUEVA REPÚBLiCA Y LAs idEAs QUE ACOMPAÑAROn sU CREACión.- La creación de una República independiente en el territorio de la Audiencia de Charcas, más conocido como el Alto Perú, implicó una ruptura con el principio del uti possidetis de 1810, pero emanó de múltiples circunstancias. Había pertenecido esta Audiencia al Virreinato del Perú hasta 1776, en que pasó a integrar el Virreinato del Río de la Plata. En su suelo emergieron movimientos separatistas autónomos o “republiquetas” a partir de 1809. Con motivo, precisamente, de la guerra de la independencia y el avance de los rioplatenses de 1812-13 con Belgrano y de 1815 con Rondeau, estos territorios fueron, de hecho, reincorporados al Perú por Abascal. En las instrucciones dadas por O’Higgins a San Martín en 1820 figura la entrega del Alto Perú a la Argentina. Frente a la posible pretensión peruana de un lado, y de otro, frente a la posible pretensión argentina, la creación de un Estado independiente en el Alto Perú parecía una obra de equilibrio continental. Además, la liquidación de las guerras de la independencia en el Perú y en el Alto Perú no tuvo como dirigentes a jefes peruanos, que habrían trabajado en contra de esta bifurcación de nacionalidades; tampoco a jefes argentinos, que hubieran procurado extender los límites de su país. Los árbitros del destino de esta parte del Continente fueron jefes colombianos, que no tenían consideraciones nacionalistas que oponer y sí, en su conciencia o en su subconciencia, consideraciones nacionalistas que agregar a la ambición autonomista de los doctores de la Universidad de Chuquisaca y de otros prohombres de la región, nada resignados al papel secundario o compartido que hubiera deparado a ellos y a su territorio la incorporación al Perú cuya capital, Lima, hallábase tan distante.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 5 ]

La actitud de los diputados Mendizábal y Gutiérrez en la Asamblea de Chuquisaca obedeció a consideraciones realistas. Sin embargo, ellas no pesaron sobre sus colegas. Enquistados dentro de ellos mismos, los doctores de aquella Universidad, deseosos de figurar, de gobernar y de no ver disminuidos sino acrecentados sus privilegios, fueron seducidos por la idea de la independencia y no por su factibilidad. Por lo demás, Chuquisaca con sus 12.000 habitantes probables, estaba en posición minoritaria en relación con La Paz (40.000) y Cochabamba (30.000) más vinculados al Perú. La rivalidad entre La Paz cuya importancia comercial aumentó durante el siglo XIX y la vieja capital de La Paz fue uno de los factores en la historia de Bolivia.

EL REGiOnALisMO ALTOPERUAnO.- Una serie de circunstancias fueron acumulándose para la formación de sentimientos y realidades regionalistas en cuyo caldo de cultivo surgió la Independencia de Bolivia: la lejanía en que estaba la Audiencia de Charcas establecida en 1559, ubicada muy lejos de las capitales de los virreinatos bajo cuya jurisdicción funcionó nominalmente primero el de Lima, ciudad 500 leguas distante y, desde 1776, el de Buenos Aires, lugar situado a 700 leguas, es decir más distante; la obra de los graduados en la Universidad Pontificia y Real de San Francisco Xavier de Chuquisaca cuyos estudios a partir de la expulsión de los jesuitas, se orientaron hacia ámbitos filosóficos y jurídicos con tendencias liberales que la Real Academia Carolina creada en 1776 acentuó; el curso de los sucesos en la guerra de la Independencia iniciada cruenta mente en 1809 en Chuquisaca y La Paz y caracterizada por guerrillas o “republiquetas” en las zonas montañosas de la región, así como por el fracaso de los independentistas de las Provincias Unidas del Río de la Plata en sus tentativas para avanzar hacia el Bajo Perú frustradas por ejércitos realistas cuyos soldados, peruanos de nacionalidad, obedecían al virrey de Lima (1812-1815); la rebeldía del general absolutista español Pedro Antonio de Olañeta a comienzos de 1824 contra su jefe el constitucionalista La Serna; y todo lo ocurrido cuando, después de la batalla de Ayacucho, avanzó Sucre hacia el sur al mando del ejército libertador para someter al recalcitrante Olañeta. No se va a entrar aquí a discutir si el decreto de Sucre del 9 de febrero de 1825 convocando a un Congreso de representantes de las provincias de Chuquisaca, Potosí, La Paz, Cacha bamba y Santa Cruz de la Sierra para decidir sobre el futuro de ellas, emanó de la exclusiva voluntad del Mariscal de Ayacucho o si en ella influyó el altoperuano Casimiro Olañeta. Sabido es que Bolívar censuró inicialmente esta decisión porque el objetivo del ejército libertador se limitaba tan solo a ocupar el país militarmente y a esperar órdenes y porque en principio, el Alto Perú era una dependencia del antiguo Virreinato de Buenos Aires como Quito lo era de Santa Fe.

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ocTubre 1825 [ URUGUAY ]

el eJÉrciTo uruguayo vence al brasileÑo en la baTalla de sarandÍ. las Tropas de lavalleJa se enfrenTaron a las del coMandanTe rivera en una lucha cuerpo a cuerpo con sables y espadas. la acTuaciÓn de la caballerÍa fue iMporTanTe para la vicToria y el reconociMienTo definiTivo de su independencia por el gobierno de brasil.

LA REPÚBLiCA BOLíVAR.- Deshechas las tropas de P. A. Olañeta y muerto este general, quedó consolidado el poder de Sucre en el Alto Perú; y Bolívar fue aceptando, con más y más complacencia, la idea de que esta zona formara un Estado aparte y que este no se incorporase ni al gobierno de Buenos Aires, presa entonces de la anarquía y hostil a Colombia, ni al del Perú a pesar de vínculos geográficos, económicos e históricos. Increíble parece que salieran de la pluma del genial autor de la Carta de Jamaica donde hay tanta lucidez sobre las características y el destino de las diferentes provincias de América, las frases que escribió el Libertador a Santander el 23 de febrero de 1825 en el sentido de que el Alto Perú podía ser comparado a Chile y a Guatemala. Aunque soñó, por un momento, en que la independencia de la nueva República fuese obra de los Congresos de los tres pueblos (Bajo Perú, Alto Perú y Buenos Aires) con la ayuda del Congreso Americano de Panamá, más tarde fue ganado por la obsecuencia de los políticos independentistas del Altiplano que no solo dieron su nombre al nuevo Estado (“Yo moriré bien pronto; pero la República Bolívar quedará hasta el fin de los siglos”, escribió a Santa Cruz), sino le

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enero 1826 [ PERÚ ]

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se produce la capiTulaciÓn del brigadier espaÑol JosÉ raMÓn rodil (1798-1853), aTrincherado en el casTillo del callao (hoy real felipe). rodil, Quien desconociÓ la capiTulaciÓn de ayacucho, habÍa siTiado el puerTo por Mar y Tierra Trece Meses anTes. los paTrioTas, al Mando del general veneZolano barToloMÉ saloM (1780-1863), ToMaron el fuerTe san rafael priMero, y luego el resTo del casTillo.

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[ CAPÍTULO 5 ]

pidieron que redactase una Constitución para ella. Dentro del criterio de Casimiro Olañeta y otros doctores de Chuquisaca era preferible ser cabeza de ratón que cola de león; y los grandes dueños de tierras y de hombres en el Altiplano se sentían más seguros en sus privilegios si ellos manejaban la región lejos de cualquier interferencia. Dentro de la situación conflictiva en que vivían las llamadas Provincias Unidas del Sur, el gobierno de Buenos Aires dejó que cada uno de ellas, se manejara como quisiese; y, eliminando así fácilmente ese obstáculo, el único que, afrontó el Libertador fue el de la decisión que podía tomar el Congreso del Perú. Hay, por lo menos, tres cartas desde Chuquisaca de Hipólito Unanue, presidente del Consejo de Gobierno en Lima, reiterando la necesidad que con sus amigos lograse un visto aprobatorio de la cesión. Este voto le fue fácilmente otorgado.

¿ARiCA PARA BOLiViA?.- Como la nueva República necesitaba acceso al mundo, es decir contacto con el mar, Sucre comisionó al general O’Connor para que visitase el litoral del Pacífico y escogiera entre los puertos de Atacama o Cobija, Mejillones o Loa. O’Connor cuenta en sus memorias la pésima impresión que esos lugares le causaron; y, aunque Sucre abrió Cobija bajo el nombre de La Mar, insistió muchas veces ante el Libertador desde enero de 1826 para que entregase Arica a Bolivia. Parecería que Bolívar no quiso darle Arica sino sobre la base de la previa federación peruano-boliviana, en la que tanto confió; es decir manteniendo a pesar de todo, la nacionalidad original de este puerto. Actitud digna de estudio que podría parecer rara en quien con tanto orgullo se llamaba “padre” de la nueva República y lógicamente debía hacer lo posible en favor de ella. Quizás la explicación está en que su plan era entonces el de ir a la Confederación de los Andes con la Gr.an Colombia (o sea las actuales Repúblicas de Panamá, Colombia, Venezuela y Ecuador), el Perú dividido en dos Estados y Bolivia. Si al Perú bifurcado se le quitaba, además, el territorio del sur, resultaba deshecho. Creyó el Libertador que Bolivia podía exigir como condición indispensable para federarse “que el Perú formara dos secciones iguales”. Otros, a su vez, auspiciaron la federación peruana departamental del sur, creyendo así librarse de que se convirtieran esas provincias en bolivianas. No faltaron quienes hicieron propaganda en favor de ella, según se dijo, bajo la directa o indirecta inspiración de Sucre, secretamente anheloso de debilitar la República situada al norte de la que él presidía. Agentes de este plan divulgado por el periódico El Zancudo fueron, por unos momentos, los mismos prefectos de Arequipa (La Fuente), Cuzco (Gamarra) y Puno (Laso) que convinieron en tener una reunión en Lampa. Santa Cruz, presidente del Consejo de Gobierno, separó de su cargo a Laso y aconsejó a La Fuente y a Gamarra que desistieran de su proyecto que, si bien nacido del Libertador, ya no tenía validez por cuanto Bolivia aceptaba, en principio el plan de federación. El centro de Bolivia estaba separado del Atlántico por más de 2 mil millas en las que a la distancia misma, se agregaban tremendas dificultades físicas. Hacia el oeste la nueva República podía alegar derechos sobre un estrecho corredor que iba al mar a través de la peor área del desierto de Atacama, en territorio con ninguna zona irrigada, excepto en aislados y minúsculos oasis interiores y sin ningún puerto de importancia. Los orgullosos doctores de Chuquisaca no quisieron en 1825 tomar en cuenta las razones positivas invocadas por los diputados de La Paz en el sentido de que existía una interdependencia real entre el Alto y el Bajo Perú que generaba funciones complementarias en la vida diaria de una y otra región, a pesar de que desde 1777 habíase querido intensificar oficialmente el comercio entre el Altiplano y Buenos Aires. Las infructuosas campañas de 1810 a 1815 no solo implicaron una derrota militar y política para la Argentina sino evitaron o debilitaron su esfera de influencia en la montañosa frontera norte del antiguo Virreinato de Río de la Plata e hicieron crecer la aproximación del Altiplano al Pacífico.

LA GLORIA DEL MARISCAL. Luego de la victoria de Ayacucho, el militar venezolano Antonio José de Sucre (1795-1830), al mando del ejército libertador, se dirigió al Alto Perú. Tras la derrota española del 1 de abril de 1825, fue nombrado primer presidente del recién creado Estado de Bolivia.

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dos pacTos suscriTos el 15 de novieMbre de 1826 esTablecieron la federaciÓn peruanoboliviana y la cesiÓn del TerriTorio de arica hacia el sur (…) a caMbio de la ToTalidad del lago TiTicaca, del pueblo de copacabana y la provincia de apolobaMba o caupolicÁn.

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Esta situación no se alteró después de la independencia. El comercio en Cuzco, Arequipa y Tacna estuvo más y más ligado a la sierra del interior en lo que atañe a productos alimenticios, como también en las importaciones de productos manufacturados y en las exportaciones mineras. Aludiendo una realidad de viejas raíces, el mismo Bolívar escribió a Santander que por esa razón se llamaba Perú del Cuzco a Potosí (Lima, 23 de febrero de 1825). Dos pactos suscritos el 15 de noviembre de 1826 establecieron la federación peruano-boliviana y la cesión del territorio de Arica hacia el sur entre 18° S Y 26° 20’ S a cambio de la totalidad del lago Titicaca, del pueblo de Copacabana y la provincia de Apolobamba o Caupolicán. Lógicamente, el Consejo de Gobierno de Lima presidido por el paceño Andrés de Santa Cruz no aprobó estos pactos. Santa Cruz escribe a La Fuente por ese entonces: “No debo porque no puedo y porque no quiero abusar de la confianza que el Perú ha depositado en mí”. Más tarde, Presidente de Bolivia, el mismo Santa Cruz reclamó Arica, a la vez que efectuó tentativas infructuosas para dar vitalidad a Cobija. La fundamentación del veto peruano a ambos tratados fue hecha admirablemente por el canciller José María de Pando, en un documento que es un modelo en su género.

LOs FACTOREs QUE COnTRiBUYEROn AL EsTABLECiMiEnTO dE LA REPÚBLiCA BOLiViAnA.- Para consumar pacíficamente esta creación, no bastaba la voluntad pública. Eran muy importantes la actitud de Argentina y la del Perú. La aceptación de Bolívar implicó la aceptación de este último país, gobernado entonces por el Consejo que él nombrara (18 de mayo de 1825). Una carta de Bolívar a Unanue, presidente del Consejo, dice haciendo una súplica que era una orden: “Yo ruego a Ud. a fin de que empeñe toda su influencia con el Congreso para que inmediatamente que sea instalado, haga el reconocimiento de esta nueva República de Bolivia” (Plata, 25 de noviembre de 1825). Insistió en ello en su carta del mismo lugar el 3 de diciembre. El 7 de febrero de 1826 ya se encontraba de nuevo en Lima y pudo actuar en forma directa. Los planes para crear una vasta unidad política bajo el mando de Bolívar y regida por la misma Constitución redactada para Bolivia contribuyeron, por lo demás, a hacer creer a muchos que la separación entre los dos Perúes sería transitoria. En una carta a La Fuente, Bolívar llegó a decir: “Diré, además, que la reunión del Alto y Bajo Perú es necesaria a los intereses de la América” y agregó: “Bolivia no puede seguir como está porque el Río de la Plata y el Emperador del Brasil a la larga destruirían a aquella República” (Magdalena, 12 de mayo de 1826). Sin embargo la República del Plata había reconocido de hecho la autonomía provincial, pues Salta, Córdova, La Rioja y otras regiones tenían entonces sendos gobiernos soberanos. Por otra parte, influyó, sin duda, el recuerdo de las enormes penalidades y del fracaso completo que sufrieron, al subir al Altiplano, las tropas de Belgrano y Rondeau y las diferencias no solo geográficas sino raciales y culturales que encontraron. Además, frente al peligro que en aquellos días significaba precisamente la monarquía del Brasil, consistió la República del Plata en la separación del Alto Perú y del Paraguay para defender la banda oriental contra los brasileños. Fue precisamente para esta lucha, que el gobierno de Buenos Aires pretendió conseguir el apoyo de Bolívar. La Asamblea Constituyente boliviana se reunió el 25 de mayo de 1826. Sucre fue nombrado presidente, no obstante su negativa, y se hizo necesaria una verdadera lucha y la amenaza de disolución de la Asamblea Constituyente para que se decidiera a aceptar. El proyecto de Constitución y el reconocimiento de la independencia de Bolivia por el Perú fueron enviados por Bolívar con un mensajero especial. La Asamblea entró en la discusión del proyecto de Constitución y lo aprobó. Además se ocupó de fijar la capital de la República, sin ponerse de acuerdo definitivamente y resolvió someter a la voluntad del Libertador el lugar donde se constituiría la ciudad de Sucre. Entretanto permanecería la capital en Chuquisaca, también llamada Charcas y La Plata.

La Asamblea procedió además, a computar, ya en octubre, las actas enviadas por los departamentos para designar Presidente Constitucional de la República. Sucre fue elegido y aceptó bajo condición de dejar la presidencia en 1828, en la fecha señalada para la instalación del Congreso constitucional.

LOs LíMiTEs iniCiALEs EnTRE EL PERÚ Y BOLiViA.- Como se ha dicho ya, en la Asamblea de Chuquisaca hubo representantes de La Paz, Santa Cruz, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba. La Real Ordenanza de intendentes de 1782 para el Virreinato de Buenos Aires, dividió el Virreinato en ocho Intendencias, de las cuales cuatro formaban parte del Alto Perú: La Paz, Santa Cruz (conocida mejor como Santa Cruz de la Sierra), La Plata (o Chuquisaca o Charcas) y Potosí. La Intendencia de Puno, incorporada al Virreinato de Buenos Aires, llegó a ser transferida de nuevo al del Perú por una Ordenanza Real en 1796, bajo la jurisdicción de la Audiencia del Cuzco. Aparte de las Intendencias, estaban dentro del territorio del Alto Perú los gobiernos de Mojas y de Chiquitos. Las Intendencias se subdividían en partidos. Los partidos en la zona que limitaba con el territorio de la República del Perú al constituirse la de Bolivia, eran los de Apolobamba, Larecaja, Omasuyo, Pacajes y Carangas de la antigua Intendencia de La Paz y los de Lipes y Atacama en la antigua Intendencia de Potosí. La delimitación de la provincia de Apolobamba dio lugar a divergencias entre ambos países. La línea divisoria en el lago Titicaca siguió un curso sinuoso atravesando de modo irregular la provincia de Copacabana; las tentativas para agregar el pueblo de Copacabana al partido de Chucuito de la provincia de Puno, iniciadas hacia 1814, quedaron detenidas por las guerras de la independencia. Por el lado de la costa, aunque frecuentemente se admitió que el “río Loa marcaba la separación entre los dos países, el plano de la provincia de Tarapacá trazado por el ingeniero Benjamín Scott en 1832 dio a esa provincia límites muchos más meridionales. Tanto Mariano Felipe Paz Soldán en su Historia del Perú Independiente, como Antonio Raimondi en el segundo volumen de su obra El Perú, sostuvieron, con pruebas, que dicho límite se extendía, cuando menos, hasta la quebrada de Ticopilla antiguamente llamada Tucupilla, cuyo pueblo perteneció con anterioridad a la provincia de Tarapacá. En un folleto titulado Verdaderos límites entre el Perú y Bolivia, que publicó en 1878, Mariano Felipe Paz Soldán pretendió probar, con abundante documentación de la época colonial, que los límites del Virreinato del Perú en 1810 se extendían por el sur hasta el Paposo situado en el paralelo de los 25°32’ más o menos; o sea que la Audiencia de Charcas no llegaba hasta la costa del Pacífico. Uno de los temas debatidos en la Asamblea de Chuquisaca que resolvió acerca de la independencia del Alto Perú fue el de si esta región poseía todos los atributos de un Estado soberano. El diputado Serrano, presidente de la asamblea, combatió a los escépticos y a los dudosos, y a propósito del puerto dijo que tenían uno adecuado en Cobija. Esta afirmación resultó más tarde contradicha por la experiencia. Cobija denominada puerto La Mar en homenaje a este personaje, está a 500 millas de Potosí, al borde del desierto de Atacama y no llegaban hasta ese puerto caminos, agua o mucha gente. El litoral boliviano vivió alejado del centro del país, políticamente constreñido al altiplano. He aquí una de las causas lejanas del conflicto con Chile y de la guerra de 1879.

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febrero 1826 [ PERÚ ]

en el afÁn de recoMponer las alicaÍdas fuerZas del paÍs, se proMulga en esTa fecha un decreTo Que concede el indulTo a Todos aQuellos deserTores de la arMada y el eJÉrciTo, con la condiciÓn de Que se reporTaran a sus Jefes inMediaTos o en Todo caso a las auToridades MÁs cercanas.

[ II ] LA Misión ORTiZ dE ZEVALLOs En BOLiViA. sU ETAPA iniCiAL.- El Perú envió a Bolivia como plenipotenciario a don Ignacio Ortiz de Zevallos, colombiano de nacionalidad que había sido representante por Lima en el Congreso Constituyente, con la misión de firmar un

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UN NUEVO PAÍS. La República Bolívar, hoy Bolivia, nació en 1825 y fue bautizada así en homenaje al libertador venezolano, a quien también nombraron su “Buen Padre”. Fue, sin embargo, el mariscal Antonio José de Sucre quien se hizo cargo de la presidencia, a pedido del propio Bolívar. En esta foto vemos la Calle de las Artes de la ciudad de Oruro, Bolivia, en la segunda mitad del siglo XIX.

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[ capítulo 5 ]

tratado de federación y otro de límites. Las instrucciones que el canciller peruano don José María de Pando entregó a Ortiz de Zevallos son muy interesantes: “Parece -Iéese allí- que no puede haber hombre alguno imparcial y despreocupado que no conozca que el Alto y Bajo Perú, en su actual estado de separación y de aislamiento, se hallan a una inmensa distancia de la posesión de medios adecuados, para figurar en el mundo civilizado como personas morales dotadas de razón y fuerza. El único paliativo que ocurre al patriota de buena fe es el de la reunión de las dos secciones del Perú en República una e indivisible. La común utilidad, la homogeneidad de sus habitantes, la reciprocidad de las ventajas y de las necesidades, la misma geografía del país, todo se reúne para convidar a la adopción de tan saludable medida”. Y más adelante agregaba: “¿Cuál sería la suerte de Bolivia si continuase en su estado de separación? Segregada de comunicaciones fáciles y directas con las potencias europeas y con muchas de las americanas, se vería como repudiada de la civilización; su comercio sería precario, costoso y dependiente de la voluntad de sus vecinos, pues nadie ignora que el puerto de La Mar es una empresa quimérica que jamás proporcionará ventaja alguna; las importaciones se harían con grandes dificultades en tiempos de paz y cesarían del todo en el de guerra; las exportaciones podrían ser gravadas de modo que las hiciese irrealizables, el país sería un teatro perpetuo de agitación por los pueblos inquietos de la raya”. Ortiz de Zevallos llegó a Chuquisaca lleno de optimismo, según consta en su correspondencia recientemente publicada por su descendiente Carlos Ortiz de Zevallos Paz Soldán. Según creyó al principio, era general el consenso de que Bolivia necesitaba las más íntimas relaciones con el Perú. Pronto se enteró de que entre los diputados había una facción que pretendía reducir el asunto únicamente a una alianza ofensiva y defensiva. Trató de combatir esta actitud amenazando con que su país iría a la unión con otro Estado y exigiría a Bolivia el pago de la deuda causada por la campaña del ejército libertador que, como se ha dicho, era nominalmente peruano. Por fin llegó a firmar, el 15 de noviembre de 1826, con los ‘plenipotenciarios bolivianos, Infante y Urcullu, dos tratados donde pensó que no había avanzado todo cuanto deseaba, pero sí, al menos, lo que se había podido dentro de las circunstancias.

LOs TRATAdOs dE FEdERACión Y LíMiTEs EnTRE EL PERÚ Y BOLiViA.- El tratado de federación estableció que ambas Repúblicas se reunían para formar una liga denominada Federación Boliviana, con un Jefe Supremo Vitalicio, que sería Bolívar. Habría un Congreso General de la Federación, compuesto de nueve diputados por cada uno de los Estados Federados, nombrados por los respectivos cuerpos legislativos y solo a falta de ellos, en su receso, por los pueblos. Se mantenían la Constitución y las leyes particulares de cada Estado, así como su organización económica y su administración interior. Ratificados los tratados por los gobiernos del Perú y Bolivia, nombrarían ellos ministros plenipotenciarios ante el de Colombia para negociar la accesión de aquella República al pacto de federación; sería válida cualquier alteración o modificación que con Colombia se acordase y que no cambiara la esencia del pacto, siempre y cuando el número de diputados por Estado fuese igual y el Libertador permaneciera como primer Jefe Supremo de la Federación. Por el tratado de límites quedaron cedidos a Bolivia los territorios de Arica, Tacna y Tarapacá, a cambio de la provincia de Apolobamba y del pago de 5 millones de pesos a los acreedores extranjeros del Perú. La entrega de tan vasto territorio no figuraba entre las instrucciones escritas por Ortiz de ZevaIlos. Este, por su parte, pretendió más tarde justificar su actitud expresando oficialmente que Bolívar le dio orden verbal para que prometiera esa gracia con tal de que Bolivia accediese a la federación. “S. E. el Presidente del Consejo de Gobierno (Santa Cruz) es un testigo de esto, como que entonces se halló presente” (Nota de 12 de agosto de 1827).

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MarZo 1826 [ PORTUGAL ]

fallece en lisboa el rey Juan vi de porTugal. en 1807, Tras la invasiÓn napoleÓnica, se refugiÓ en brasil, donde viviÓ hasTa su proclaMaciÓn en 1816. en 1821, volviÓ a europa deJando a su hiJo pedro coMo regenTe de la colonia sudaMericana. en 1822, sin eMbargo, esTe declarÓ la independencia del TerriTorio y se proclaMÓ pedro i, eMperador de brasil.

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diFiCULTAdEs PARA ORTiZ dE ZEVALLOs dEsPUÉs dE LA FiRMA dE LOs TRATAdOs.- Poco después de firmados los tratados, Ortiz de Zevallos reveló a su gobierno

LA PRiMERA BAndERA BOLiViAnA

El 17 de agosto de 1825, la Asamblea General de Bolivia creó la primera bandera de ese país. Esta tenía tres franjas horizontales, con los colores verde, rojo y verde. sobre la franja central se ubican cinco9 estrellas de oro, rodeadas por ramas de olivo y laurel, que representan los cinco departamentos en que se dividía entonces el territorio boliviano.

actitudes hostiles en el ministro de Relaciones Exteriores y en varios congresales bolivianos y ofreció detalles sobre nuevas intrigas para reducir el pacto a una mera alianza y para exigir, en cambio de inmediato, Arica y Tacna. En cuanto al aspecto económico, sostuvo que los cinco millones ofrecidos a cambio de esta cesión no podrían ser pagados por Bolivia que ni siquiera estaba en condiciones para atender a sus gastos más urgentes; por lo cual vaticinaba que, dentro de dos años, adoptaría el sistema de absoluta unión “que es el único que le conviene”. “Así los tratados que se han hecho (llegó a decir) deben considerarse más como una preparación prudente a lo que debe suceder luego. Esta es la opinión general de los pueblos cuyo conocimiento ha servido para arredrar de algún modo a nuestros enemigos”. Cuando los tratados pasaron a conocimientos del Congreso boliviano surgieron allí maquinaciones contra la federación, amparadas por el propio canciller Infante e iniciadas por el diputado Casimiro Olañeta y otros más, que antes habían expresado francamente a Ortiz de Zevallos su total apoyo. Querían como requisito indispensable la adhesión de Colombia a la Federación y otras enmiendas al pacto; en cambio el tratado de límites no suscitó reparos. Debido a la enérgica acción de Ortiz de Zevallos, la aprobación de ambos convenios se efectuó, sin embargo, con ligeras enmiendas.

RECHAZO dE LOs TRATAdOs POR EL COnsEJO dE GOBiERnO. EL “FAnTAsMA EnGAÑOsO”.- El Consejo de Gobierno que Santa Cruz presidía y en el que Panda seguía a cargo de las relaciones exteriores, no ratificó ninguno de ellos (18 de diciembre de 1826). Para ello adujo Panda, en una notable comunicación a Ortiz de Zevallos, que el trueque de territorios por la promesa más o menos aleatoria de amortizar 5 millones de la deuda externa peruana no era equitativo; que los beneficios de la federación, mayores para Bolivia, quedaban en suspenso, en tanto que se estipulaba la entrega inmediata de los territorios cedidos; y que se negaba al Perú el derecho de reclamar indemnizaciones por los gastos de la guerra de la independencia. En unas largas “observaciones”, Panda hizo adicionales críticas a ambos documentos, destacando la debilidad del Legislativo y el Ejecutivo federales proyectados; la ausencia de territorio y capital federales; la subsistencia de los ejércitos de cada país sin que hubiese uno común, las atribuciones dadas a cada Estado en cuanto a las relaciones exteriores, el vacío que existiría si Colombia no accediera a completar la nueva entidad política proyectada. Según Panda, no había en esta una verdadera federación sino “una liga, una alianza ofensiva y defensiva, un fantasma engañoso”. Las observaciones sobre el arreglo de límites detallaban las críticas ya enunciadas y si bien aceptaban que podría cederse Arica e Iquique, dejaban constancia de que este sacrificio eventual cabría solo a cambio de ventajas y beneficios positivos.

LA REALidAd GEOGRÁFiCA dE BOLiViA.- Con la frase “Bolivia: independencia en busca de una nación” ha titulado John Lynch el capítulo que a esta República dedica en su libro sobre la Historia de la Revolución Hispanoamericana. En la visita que hizo J. B. Pentland al nuevo Estado en 1827, calculó su población total en un millón cien mil de los cuales los tres cuartos eran indígenas. A la vez, un tercio de ellos vivía entre los 12.500 y 14 mil pies de altura, lo cual prodújole enorme asombro. En el informe que redactó para el cónsul general británico en Lima, Ricketts, dejó constancia de que los caminos en esta parte de América del Sur, solo podían ser transitados por mulas y llamas; carruajes no había y por lo tanto, a excepción de una o dos carrozas utilizadas para las ceremonias religiosas en Chuquisaca, era ignorada la existencia de vehículos con ruedas.

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PERÍODO 1

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Sobre el papel, la Audiencia de Charcas, base histórica inmediata de la República, podía adjudicarse un territorio irregular de unas 850 mil millas, casi el doble de su territorio actual. La mayor parte de esta área ocupaba el altiplano andino, la zona llamada “Yungas” y los extensos “Llanos de Mojos”. La lejanía del Océano Atlántico estaba agravada por grandes dificultades físicas. El acceso a las aguas del río Amazonas era imposible por las cuencas de Madeira y Mamoré. Hasta las riberas navegables del Paraguay no se podía llegar por la interferencia de pantanos, inundaciones y vados. En la época de la administración colonial, la penetración y la expresión de las tierras bajas no existieron, salvo dos líneas muy apretadas de movimiento; las rutas hacia el norte y hacia el este casi no fueron tomadas en cuenta. Después de 1776, el tráfico de Buenos Aires iba hacia el sur oeste del Altiplano por la vía de Salta y Tucumán cuando los independentistas argentinos quisieron llegar al Virreinato de Lima e intentaron subir al altiplano, fracasaron. De allí provino la genial intuición de San Martín para lograr este propósito a través de Chile. El contacto con el mar que al Alto Perú le fue dable reclamar bajo los preceptos del uti possidetis jure de 1810, fue un corredor perteneciente a la Intendencia de Potosí, que llevaba en dirección sur-oeste, a través de trescientas entre las peores millas del desierto de Atacama, sin comarcas irrigadas, excepto algunos minúsculos oasis hasta ningún puerto digno de ser calificado como tal. En cualquier sentido, los contactos con el mar eran largos, difíciles y peligrosos. Situación nada auspiciosa para un Estado nuevo e independiente en el siglo XIX, con su economía acentuadamente mercantil. El país era netamente rural. De los 1.100.000 habitantes calculados por Pentland, estimó que en Chuquisaca vivían 12.000; en La Paz, 40.000; en Cochabamba, 30.000; en Potosí, 9.000; en Santa Cruz, 9.000; en Oruro, 4.600. La masa campesina iliterata, en su mayor parte ignorante del castellano, vivía desde mucho tiempo atrás en condición servil. No podía hablarse tampoco de auténtica clase dirigente. Ante el cónsul C.M. Ricketts, dijo Sucre algo que nunca escribió en sus proclamas. Faltaban la ilustración y la limpieza de miras en los negocios públicos. Eran escasos los hombres de peso suficiente y de carácter en quienes se pudiera confiar (Despacho de Ricketts a Canning. Lima, 18 de febrero de 1826) (1).

LA dEsiLUsión dE ORTiZ dE ZEVALLOs Y EL PLAn dE diVidiR EL PERÚ.- Poco a poco, el estado de ánimo de Ortiz de Zevallos se transformó. En nota a la Cancillería de fecha 27 de enero de 1827 llegó a hablar de “un puñado de hombres poseídos del deseo único de hacer una gran figura en un Estado insignificante” que era “el que dirige los negocios a su agrado”. Y agregaba después de afirmar que había que dejar a Bolivia “que sufra los contrastes que le son inevitables”: “Si yo, por seguir las indicaciones verbales de S.E el Libertador, fui forzado a suscribir los tratados, como un hombre que amo al Perú me complazco con que no tengan efecto semejantes convenciones”. Su zozobra aumentó considerablemente cuando observó en una entrevista con Sucre, el enfado de este al conocer las observaciones que hizo al tratado el Consejo de Gobierno del Perú, sobre todo en lo concerniente al reclamo por los desembolsos ocasionados con motivo de la emancipación de Bolivia. “Prorrumpió (dice) en dicterios tan horrendos que serían increíbles en la persona menos caracterizada... “. Producido el cambio de régimen en Lima, precisamente en la fecha en que narraba tan desagradable escena en Chuquisaca, empeoró la situación, que ya se había nublado, al pedir Ortiz de Zevallos la apertura de nuevas negociaciones. La acusación que este había hecho antes al ministro Infante, la extendió también a Sucre, a “quien consideró el verdadero autor intelectual

EL PRiMER EsCUdO dE BOLiViA

El primer escudo boliviano está dividido en cuatro cuarteles. En el superior, cinco estrellas de plata representan los departamentos de Bolivia. En el inferior, el cerro de Potosí representa el reino mineral. El cuartel del medio está dividido en dos: en el extremo izquierdo, el árbol del pan representa al reino vegetal; en el derecho, una alpaca representa al reino animal. El escudo está coronado por un gorro frigio y la frase “República Bolívar” sostenida por dos personajes, y flanqueado por ramas de laurel y olivo.

(1) Gran parte de las observaciones aquí hechas y de los datos que las acompañan hállanse en el magnífico libro de J. Valerie Fisher Bolivia: Land. Location and Politics since 1825 (Cambridge, University Press. 1972).

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Junio 1826 [ PERÚ ]

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duranTe la guerra enTre argenTina y brasil por la posesiÓn de uruguay se produce, frenTe a la ciudad de buenos aires, el coMbaTe de los poZos. la escuadra argenTina al Mando del alMiranTe broWn, conTaba solo con una fragaTa, una barca, dos berganTines y ocho lanchas caÑoneras; aun asÍ, logrÓ superar TÁcTicaMenTe a la escuadra brasileÑa, Tres veces MÁs nuMerosa.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 5 ]

de todas las maquinaciones. “Una sola palabra del Jefe de Bolivia habría bastado para la absoluta reunión del Alto y Bajo Perú, aun bajo un gobierno puramente central, porque eso anhelan todos los hombres de juicio y los opuestos son únicamente los ministeriales”. Reveló todavía algo más Ortiz de Zevallos: los planes, por Sucre auspiciados, para dividir al Perú en dos Estados. Un periódico de Arequipa los defendía: El Federal. Según el gran Mariscal “solo bajo aquel plan podría Bolivia no temer que el Perú se la absorbiese, como sucede cuando un Estado pequeño se liga con otro mayor y más fuerte” (Nota de 11 de febrero de 1827). Por aquella época Sucre buscaba una liga entre Bolivia, Chile y Argentina, según se verá en el capítulo sobre la invasión peruana a Bolivia en 1827 (Declaración de 4 de abril de 1827).

LAs diRECTiVAs GEOPOLíTiCAs BOLiViAnAs En 1827.- Como si se hubiera percatado de que hubo apresuramiento cuando declaró la independencia del Alto Perú para convertirlo en una República, la política de Sucre como presidente de ella tenía, en ese momento, normas ciertas que se acercaban al moderno concepto de la geopolítica: 1) diluir o postergar, en lo posible, la federación con el Perú ante el temor de caer en una absorción; 2) anexarse de inmediato Tacna, Arica y Tarapacá; 3) separar Arequipa, Cuzco y Puno del Perú, de acuerdo con la doctrina propagada por El Federal; 4) procurar que en Bolívar surgiesen sentimientos contrarios al Perú; 5) buscar una liga con Chile y Argentina. En relación con esta quinta fórmula no hubo respuesta ni de Santiago ni de Buenos Aires. TEnTATiVAs sEPARATisTAs En EL sUR.- La debilidad interna del Perú hacia 1826 era realmente patética. Como se ha visto, las amenazas contra su unidad no se limitaron en aquella época al posible cercenamiento de su territorio por un arreglo de fronteras mediante un tratado dadivoso (cesión de Arica y del litoral del sur) o la fusión dentro de una entidad estatal más complicada (Confederación de los Andes). Surgió también el peligro separatista por acto espontáneo. A fines de 1826, el prefecto de Puna, Benito Laso, invitó al prefecto de Cuzco, Gamarra, y al de Arequipa, La Fuente, a reunirse en Lampa. Se acusó a Laso de que maquinaba la separación del sur; pero parece que este plano no fue acogido por los demás prefectos. Ello no bastó para despejar la atmósfera. La campaña de unas hojas arequipeñas tituladas El Zancudo Preguntón y El Compadre del Zancudo (cuyo autor fue M. R.) en aquel mismo año de 1826, estuvo orientada contra el centralismo de Lima. El Federal de Arequipa planteó, de hecho, como se ha visto, la separación de los departamentos del sur. Aun sin ir tan lejos, no faltaron alardes regionalistas. La Fuente intentó retener los saldos sobrantes de su balance mensual de ingresos y egresos, tentativa que Santa Cruz cortó. Una carta de Santa Cruz a La Fuente, fechada el 3 de noviembre, le informaba claramente acerca de las noticias recibidas en Lima sobre los intentos de “federación provincial”, o sea, de “microfederalismo” en Arequipa, que motivaron el envío a esta, como visitador, del vocal de la Corte Suprema Estenós. Enterado de los mismos rumores, Sucre escribió a La Fuente y a Gamarra (11 de diciembre de 1826) que la federación provincial sería la muerte del Perú; según él, en la confabulación para establecerla había españoles interesados en hacer fracasar la independencia. Aquí hay contradicción con la creencia de Ortiz de Zevallos de que, por entonces o poco después, Sucre alentó ese movimiento, versión también aceptada por José Villa, ministro peruano en Colombia, en su nota a la Cancillería de Bogotá el 27 de mayo de 1828. El periódico oficial El Cóndor de Chuquisaca pretendió enconar el sentimiento antilimeño o anticentralista de los departamentos del sur. De todos modos, la enérgica actitud del paceño Santa Cruz acabó, por entonces, con los ajetreos infrafederalistas. Más tarde (1828, 1829 y años siguientes) el mismo Santa Cruz, ya convertido en presidente, los utilizó para sus propios fines.

LA dEUdA dE BOLiViA AL PERÚ.- El Perú reclamó a Bolivia, a partir de 1827, el pago de los gastos hechos en la independencia de esa República y también una parte de los dos millones de gratificación decretada a favor del ejército unido libertador. Las sumas primeramente mencionadas correspondían a las cuentas del ejército que viajó al Alto Perú en 1825 y que fueron canceladas íntegramente por el Gobierno peruano. En un oficio fechado el 25 de octubre de 1826, el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia aceptó que la deuda antedicha ascendía a 207.667 pesos y 3 3/4 reales. La liquidación presentaba entonces por la Legislación peruana hizo ascender esta cifra a 533.620 pesos. Surgió, además, la opinión de que los daños sufridos por la agricultura y la industria en el Perú y las deudas contraídas por este país con españoles y americanos, debían llevar a exigir a Bolivia mucho más que el simple abono de las cuentas del ejército unido libertador. Díjose también que era preciso agregar, además, los gastos correspondientes a las expediciones de Alvarado y Santa Cruz para liberar al Alto Perú y las ingentes sumas abonadas a la Gran Colombia por útiles y pertrechos de guerra. Consideración aparte recibió el asunto de la gratificación al ejército unido libertador. El Congreso del Perú ordenó que se le repartiera 1 millón de pesos. La asamblea de Bolivia hizo igual declaración. Ambas Repúblicas concedieron al Libertador la facultad de distribuir estos 2 millones como lo creyese conveniente. Bolívar, al hacer uso de esta autorización y en virtud de la función pública que entonces ejercía, formó una masa común de los 2 millones y giró los libramientos respectivos a los agraciados. En 1827, al cubrir las órdenes de pago, comprobó el Tesoro peruano que se había abonado más de 1 millón de pesos y vino la orden de suspender la operación. Se dirigió un oficio a Bolívar al respecto. El Libertador, en contestación fechada en Caracas el 20 de febrero de 1827, dejó constancia de haber dispuesto de la masa común de los 2 millones. Por consiguiente, surgió la obligación de Bolivia de satisfacer al Perú el exceso del millón decretado por este país y que había sido entregado por cuenta de la República vecina. Por ello el Congreso ordenó que se reconociera a los jefes y oficiales postergados en la distribución la parte que les correspondiese legítimamente, y que el Ejecutivo exigiera oportunamente del gobierno de Bolivia las cantidades que por cuenta de él había abonado el Perú (Ley de 24 de marzo de 1828). El Perú llegó a pagar 1.518.136 pesos y 7 1/2 reales. Pesaba así sobre Bolivia la obligación de reintegrar 518.136 pesos y 7 1/2 reales. El ministro plenipotenciario Mariano Álvarez exigió en 1830 el abono de esta cantidad, sin obtener resultados, como ha de verse más adelante. Si se juntaban los dos cargos y (reduciendo el primero de ellos exclusivamente a los 207.667 pesos y 3 3/4 reales que el gobierno de Bolivia confesó deber) la cantidad total del crédito del Perú contra este país ascendía a 725.804 pesos. En el tratado de Arequipa de 1847 el asunto llegó a ser sometido en principio al arbitraje de Nueva Granada o Venezuela, pero no fue adoptada en seguida ninguna decisión adicional. La deuda quedó pendiente.

el perÚ reclaMÓ a bolivia, a parTir de 1827, el pago de los gasTos hechos en la independencia de esa repÚblica y TaMbiÉn una parTe de los 2 Millones de graTificaciÓn decreTada a favor del eJÉrciTo unido liberTador.

[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] CAPÍTULO 6 ● I Instalación de congreso de 1825. La prórroga de la dictadura Expresiones de reconocimiento del Congreso al Libertador, Colombia y al Ejército ● Otros actos legislativos en 1825. La ley para el pago de acreedores del Estado con minas. Clausura del Congreso Constituyente ● Las sucesivas etapas del Congreso Constituyente ● II El frenesí bolivariano ● Los documentos típicos de la literatura bolivariana en el Perú ● La “Exposición” de Benito Laso ● III Convocatoria a elecciones ●

parlamentarias. Calificación de los diputados por la Corte Suprema ● La oposición en las juntas preparatorias de 1826 ● El examen de los poderes de los diputados por el Consejo de Gobierno ● El suicidio del Congreso de 1826 ● IV La Constitución vitalicia ● La federación de los Andes ● ¿Cómo iba a funcionar la confederación? ● V Los colaboradores de Bolívar: El personal de los Consejos de Gobiernos ● Los colaboradores de Bolívar: Unanue ● Los colaboradores de Bolívar: Vidaurre.

LA MADURACIÓN DE LA TENDENCIA CENTRÍFUGA PERUANA HACIA EL NORTE, COMO ESTÍMULO PARA EL PROYECTO VITALICIO

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CAPÍTULO

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 6 ]

[I] nsTALACión dEL COnGREsO dE 1825. LA PRóRROGA dE LA diCTAdURA.- El Congreso peruano abrió nuevamente sus sesiones con cincuenta y seis diputados, la mayoría suplentes, el 10 de febrero de 1825, primer aniversario de la entrega de la dictadura a Bolívar. Era normalmente el mismo Congreso instalado el 20 de setiembre de 1822, y que sesionó en Lima hasta el 15 de junio de 1823 y en el Callao del 19 al 26 de junio del mismo año y se reorganizó en Lima el 6 de agosto de 1823, para funcionar hasta el 10 de febrero de 1824. Iniciaba ahora su cuarta etapa. Carlos Pedemonte fue al Palacio al frente de una comisión a anunciar al Libertador que estaba, una vez más, reunida la representación nacional. “El Congreso espera impaciente a V. E.”, dijo Pedemonte a Bolívar. Y agregó que, si bien con anunciárselo parecía que la comisión cumplía su objeto, él creía no faltar a la “religiosidad” del encargo al prevenirle “que el Congreso se estremece al considerar que pueda hoy verter V. E. una expresión sola alusiva a la dimisión de esa autoridad suprema en que, ahora un año libramos nuestra suerte y a que V. E. ha sabido corresponder con una clase de heroísmo desconocido en la historia, haciendo que a su lado aparezcan monstruos de tiranía aun en el acto mismo de salvar a Roma los Cincinatos y Camilos. La comisión se avanza a rogar a V. E. que al dirigir su voz a los representantes y al pueblo reunidos, se digne leer en sus semblantes los ardientes votos, que abriga cada uno, por la continuación de un gobierno que tan costosa como inútilmente hemos buscado por tres años. iNo permita el cielo que, habiéndose cubierto de gloria el Congreso peruano en el día 10 del pasado febrero con solo el decreto de la dictadura, pase hoy por la debilidad de aceptar la dimisión de su poder al que sin ejemplo debemos leyes, patria, libertad y existencia! Bolívar expresó que la dictadura era tan peligrosa como incompatible con su calidad de presidente de Colombia y con el Estado del Perú, y ofreció su espada al servicio de la causa americana. En el discurso que pronunció ante el Congreso hizo una recapitulación de lo ocurrido desde que se le invistiera con el poder dictatorial, advirtiendo que “mi administración no puede llamarse propiamente sino una campaña, apenas hemos tenido el tiempo necesario para armarnos y combatir”. Terminó renunciando a la dictadura. Agregó: “Proscribid para siempre, os ruego, tan tremenda autoridad, ¡esta autoridad que fue el sepulcro de Roma! Fue laudable, sin duda, que el Congreso, para franquear abismos horrorosos y arrastrar furiosas tempestades, clavase sus leyes en las bayonetas del Ejército Libertador; pero ya que la nación ha obtenido la paz doméstica y la libertad política, no debe permitir que manden sino las leyes”. Concluyó diciendo que su destino “de soldado auxiliar” lo llamaba a contribuir a la libertad del Alto Perú y a la rendición del Callao. “Después volaré a mi patria, a dar cuenta a los representantes del pueblo de mi misión en el Perú, de vuestra libertad y de la gloria del Ejército Libertador”. José María Galdiano, que presidía el Congreso (y que también lo había presidido entre enero y febrero de 1824) le contestó que el Congreso advertía que aún no se habían extinguido las intrigas de los españoles y que imperiosas circunstancias exigían la continuación de la dictadura. Al replicar el discurso de Galdiano, Bolívar empezó con las siguientes palabras: “Hoy es el día del Perú, porque hoy no tiene un Dictador”. Después de que se obtuvieran la libertad del Alto

Perú y la captura del Callao “nada me queda por hacer en esta República (dijo); mi permanencia en ella es un fenómeno absurdo y monstruoso: es el oprobio del Perú”. Sus expresiones, en seguida, fueron igualmente enérgicas. Se llamó a sí mismo extranjero que había venido a auxiliar como guerrero y no a mandar como político. Si aceptara el mando (exclamó) “el Perú vendría a ser una nación parásita, ligada hacia Colombia, cuya presidencia obtengo y en cuyo suelo nací. Yo no puedo señores admitir un poder que repugna mi conciencia; tampoco los legisladores pueden conceder una autoridad que el pueblo les ha confiado solo para representar su soberanía. Las generaciones futuras del Perú os cargarían de execración: vosotros no tenéis facultad de librar un derecho de que no estáis investidos. No siendo la soberanía del pueblo enajenable, apenas puede ser representada por aquellos que son los órganos de su voluntad; mas un forastero, señores, no puede ser órgano de la Representación Nacional. Es un intruso en esta naciente República”. Terminó con el ofrecimiento de su espada y su concurso contra los enemigos del Perú y una tácita contradicción con todas sus expresiones anteriores al decir: “Luego, ligando por la mano las Repúblicas del Perú y de Colombia, daremos el ejemplo de la grande confederación que debe fijar los destinos futuros de este Nuevo Universo”. José Larrea y Loredo apoyó con un discurso las palabras de Pedemonte en Palacio y de Galdiano en el Congreso y terminó sus palabras así: “Quédese, pues, entre nosotros nuestro amigo, nuestro padre y nuestro compatriota; haga nuestra dicha y la de todo este continente meridional, y este día que debió sernos tan aciago y funesto, sea consignado en nuestros anales come el más grande y glorioso, pues que comienzan en él la opulencia y la grandeza a que nos llaman nuestros destinos”. El Libertador se retiró entre aclamaciones entusiastas. En discurso tras discurso se le ensalzó en el Congreso y se expresó dolor, espanto, asombro y protesta ante la perspectiva de su abandono del poder y de su ausencia. Por unanimidad quedó aprobada la prolongación de la dictadura hasta la reunión de otro Congreso Constituyente en 1826, dentro del período señalado por la Constitución y de ningún modo antes, si bien el Libertador podía diferir esta convocatoria. El Libertador podía, además, suspender los artículos constitucionales, las leyes y decretos que estuviesen en oposición con las exigencias del bien público en las circunstancias que pudieran sobrevenir, como también decretar, en uso de su autoridad, todo lo concerniente a la organización de la República. Podía, asimismo, delegar sus facultades en una o más personas del modo que le tuviere por conveniente para el régimen de la República, reservándose las que considerase necesario, y nombrar quien lo sustituyese en algún caso inesperado (10 de febrero). Larrea al frente de una comisión, fue a obtener el consentimiento del Libertador, que todavía aparentó oponerse. Por fin aceptó. Una relación oficial ha narrado el júbilo que surgió en el Congreso. “Ahora sí”, decían unos, “que podemos Ilamarnos libres y felices”. “Ya desde hoy”, repetían otros, “dormiremos tranquilos”. “Solo este torrente de placer”, concluían todos, “pudiera compensar el terrible sobresalto en que la modestia de Bolívar nos ha puesto”. Una comisión numerosa, encabezada por el propio presidente del Congreso, llevó al Dictador los votos de gratitud, y otra quedó encargada de preparar un decreto en que se consignara “para eterna memoria la generosidad de Bolívar en renunciar por complacernos a las delicadezas de su pundonor y la del Congreso mismo en despojarse por el bien de los pueblos de sus atribuciones soberanas”. Bolívar escribió al Vicepresidente de Colombia (18 de febrero): “El Congreso se ha obstinado en denegarse a recibir el mando supremo que me había conferido un año ha; ha cerrado sus oídos a mis enérgicos reclamos y aun a mis increpaciones que el respeto que se debe a la soberanía debió ahogar en mis labios. Yo quise herir el orgullo nacional para que mi voz fuese oída y el Perú no fuese mandado por un colombiano; pero todo ha sido vanamente. El grito del Perú ha sido más fuerte que el de mi conciencia. Yo no he podido resistir a un pueblo que me cree necesario para su conservación aunque su existencia ya está asegurada por sus victorias y por sus leyes. Un terror pánico a la anarquía domina todavía el ánimo de los peruanos”.

[bolÍvar escribiÓ al vicepresidenTe coloMbiano] “(…) yo no he podido resisTir a un pueblo Que Me cree necesario para su conservaciÓn aunQue su eXisTencia ya esTÁ asegurada por sus vicTorias y por sus leyes. un Terror pÁnico a la anarQuÍa doMina TodavÍa el ÁniMo de los peruanos”.

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 1

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MarZo 1825 [ PERÚ ]

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un decreTo ley esTablece el noMbre del deparTaMenTo de la liberTad y caMbia el noMbre de su capiTal, de TruJillo a ciudad bolÍvar. el noMbre del deparTaMenTo se eligiÓ debido a Que fue el priMero donde se proclaMÓ la independencia del perÚ.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 6 ]

Mas la duda sobre si no le complacía a Bolívar lo ocurrido y no lo había tácitamente autorizado surge al constatar que fueron sus amigos quienes participaron activamente como gestores de las actitudes del Congreso, que no hubo oportunidad para verdadero debate, que la continuación de la dictadura armonizaba con los planes del Libertador, que el periodismo oficial se esmeró también en el servilismo. ¿Hubiera sido posible contradecirle frente a una decisión incontrastable? ¿No habría él puesto obstáculos definitivos al voto del Congreso si en verdad este no hubiese correspondido a sus miras? Bolívar que, al no convocar a nuevas elecciones parlamentarias después de la victoria de Ayacucho, había cometido, tal vez, un error político, no tenía, en realidad, a su alrededor al estadista peruano a quien podía dejar el poder por haberse precipitado al abismo Riva-Agüero y Torre Tagle; pero, a la luz de los acontecimientos que más tarde ocurrieron, mejor hubiera sido que no aceptase continuar con la dictadura.

EXPREsiOnEs dE RECOnOCiMiEnTO dEL COnGREsO AL LiBERTAdOR, A COLOMBiA Y AL EJÉRCiTO.- En la misma sesión de 10 de febrero se votó una acción de gracias a la República de Colombia, en testimonio del alto reconocimiento del Perú; y se acordó que estos sentimientos fuesen transmitidos al gobierno de esa República. También llegó a ser votada otra acción de gracias al Senado y a la Cámara de Representantes colombianos “en señal de reconocimiento a los servicios que ha hecho al Perú con el permiso que dio al Libertador para que pudiera venir a encargarse de salvarlo y por los auxilios que decretaron con este mismo objeto”. Una comisión fue nombrada para recabar del Congreso colombiano el permiso para que el Libertador continuase presidiendo el Perú y para que llevara los dos votos de gratitud ya mencionados. Dicha comisión, compuesta por los diputados Manuel Ferreyros y Jerónimo Agüero, viajó de inmediato; a su llegada a Bogotá se encontraba en receso el Parlamento y fueron necesarios varios meses para que cumpliese su cometido. La sesión de 12 de febrero fue dedicada a expresiones de gratitud al “Padre y Salvador del Perú” y al Ejército Libertador. Bolívar debía conservar durante su vida los honores de Presidente del Perú. Se acuñarían medallas con su busto. Se erigiría en la plaza de la Constitución un monumento con su estatua ecuestre. En las capitales de los departamentos se fijaría una lápida en la plaza mayor con una inscripción de gratitud al Libertador, y en las casas de la Municipalidad se colocaría su retrato. Se ponía a su disposición como “una pequeña demostración del reconocimiento público” la cantidad de un millón de pesos; y otra igual para que la distribuyera a discreción entre los generales, jefes, oficiales y tropas del Ejército Libertador, reputándose como perteneciente a este para dichos efectos y en la clase que el Libertador juzgara conveniente al Ministro General (Sánchez Carrión) por su parte tan activa y laboriosa en a campaña. Un empréstito especial se levantaría con tal objeto; los interesados que lo desearan podían cubrir la asignación que les correspondiera con alguna de las fincas nacionales. Sucre recibió la designación de Gran Mariscal de Ayacucho. A todos los individuos que sirvieron en la campaña desde el 6 de febrero de 1824 se les declaró peruanos de nacimiento con opción a todos los empleos de la República, siempre que reunieran los demás requisitos constitucionales. El Libertador quedó autorizado para instituir y señalar cualquier otra clase de premios honoríficos y pecuniarios como compensación de servicios ya prestados o estímulo para los que pudiera necesitar la nación. Con fecha 9 de marzo acordó el Congreso dar al departamento de Trujillo el nombre de La libertad y a su capital, el de Bolívar. El Libertador renunció por dos veces al millón que le fue asignado y solo lo aceptó para su familia de Caracas cuando el Congreso insistió por tercera vez en otorgárselo para que fuera distribuido en beneficio de su ciudad natal. A Sucre se le dio después una recompensa de 200 mil pesos que se le adjudicaron en la hacienda de la Huaca del valle de Chancay, que valía mucho más. Algunos diputados, sin decirlo, para moderar el poder dictatorial, propusieron que se reuniera el Senado conservador que la Constitución había creado; y perdieron por un voto. Surgió la

idea de proponer el establecimiento del poder constitucional al pacificarse el Alto Perú; pero luego no se consideró prudente hacer tal pedido. Con fecha 10 de marzo acordó el Congreso que el Libertador estaba autorizado a socorrer a Colombia con tropas, buques y otros elementos de guerra, para lo cual podía imponer contribuciones, levantar empréstitos, desterrar a personas peligrosas y modificar las leyes que fuera menester en el caso de realizarse la agresión que se anunciaba desde Francia. Como la autorización antedicha (ojo: ver original no ) fuese publicada en la Gaceta de Gobierno omitiendo esa esencial condición, reclamó el diputado Francisco Javier Mariátegui, lo que le valió amenazas.

OTROs ACTOs LEGisLATiVOs En 1825. LA LEY PARA EL PAGO dE LOs ACREEdOREs dEL EsTAdO COn MinAs. CLAUsURA dEL COnGREsO COnsTiTUYEnTE.- Pocos fueron los demás actos del Congreso de 1825.Tomó sobre el Alto Perú la decisión que se ha glosado al tratar de la fundación de la República de Bolivia. Fijó el escudo de armas y la bandera del Perú en la forma que ha de ser mencionada en párrafos especiales. Aprobó el tipo de moneda nacional de oro. Dio la ley reglamentaria de elecciones de diputados al Congreso y senadores y diputados departamentales (3 de marzo de 1825), así como la ley reglamentaria de elecciones para las municipalidades. Declaró que había lugar a formación de causa contra Riva-Agüero, Tagle, Diego de Aliaga y Berindoaga y les sometió a juicio. Ya se ha referido lo que ocurrió luego con esos procesos. Estableció el tratamiento y uniforme de la Corte Suprema. Señaló el orden de la marcha y ceremonial para la asistencia del gobierno y autoridades de las fiestas de la Iglesia. Determinó las fechas cuyo aniversario debía celebrarse como fiestas patrias. Declaró que cesaba la publicación de la bula de Cruzada. Dio por extinguida a la Orden del Sol. Tornó diversas medidas de orden hacendario. Señaló normas sobre los bienes secuestrados. En cuanto a haberes, redujo a la mitad los de los jefes y oficiales de marina. Dispuso, al mismo tiempo, que se pagasen las dietas de los diputados con bienes nacionales si así lo solicitaran los interesados. Acerca de la ley de pago de los acreedores del Estado con minas tratará el capítulo 8, relativo a las bases económicas de la República del Perú. Connotados adeptos del Libertador, como Carlos Pedemonte e Ignacio Ortiz de Zevallos, pidieron la clausura del Congreso. ¿Cómo podía continuar sesionando si había delegado sus facultades sin reservarse ninguna 7 Los ministros hicieron diversas consultas al Congreso. Una comisión de este opinó porque el presidente de dicha asamblea, que era José Gregorio Paredes, expusiera en una nota oficial al Libertador que, habiéndole transferido todos los poderes, debía considerarse autorizado para resolver por sí solo todos los puntos sobre que versaban las consultas antedichas. Conforme a este dictamen se acordó que “el Congreso Constituyente ha concluido sus funciones”. Tal decisión fue adoptada con fecha 1 O de marzo de 1825 y llevó tres considerandos. En el primero se decía que la continuación de sus tareas era innecesaria después de sancionada la Constitución Política de la República y otros puntos anexos a ella. En el segundo se aducía la irregularidad de dicha continuación y su carácter implicatorio con las plenísimas facultades otorgadas al Libertador el 10 de febrero y concedidas también en la resolución de auxiliar a Colombia. La tercera dejaba constancia de que habían sido absueltas las consultas que fueron dirigidas por el Libertador, a pesar de estar él ampliamente autorizado para todo.

el liberTador renunciÓ por dos veces al MillÓn [ de pesos ] Que le fue asignado y solo lo acepTÓ para su faMilia de caracas cuando el congreso insisTiÓ por Tercera veZ en oTorgÁrselo para Que fuera disTribuido en beneficio de su ciudad naTal.

LAs sUCEsiVAs ETAPAs dEL COnGREsO COnsTiTUYEnTE.- Así concluyó el Congreso Constituyente de 1822-1825. Su agitada vida tuvo contradictorias etapas que se explican en parte, sobre todo las últimas, por las variaciones en su personal. Comenzó por invadir las funciones del Ejecutivo con una comisión de su seno a la que llamó Junta Gubernativa. Eligió, bajo

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 1

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[el congreso] eligiÓ, baJo presiÓn del eJÉrciTo y del pueblo, a riva-agÜero presidenTe del perÚ, para luego hosTiliZarlo, colocar frenTe a Él un poder MiliTar personificado en sucre y deponerlo. noMbrÓ, coMo conTrapeso de riva-agÜero, a Torre Tagle a la veZ Que llaMaba a los coloMbianos y a bolÍvar, a Quien enTregÓ la MÁXiMa auToridad en visTa de la grave siTuaciÓn en Que se debaTÍa el paÍs.

presión del ejército y del pueblo, a Riva-Agüero presidente del Perú, para luego hostilizarlo, colocar frente a él un poder militar personificado en Sucre y deponerlo. Nombró, como contrapeso de Riva-Agüero, a Torre Tagle a la vez que llamaba a los colombianos y a Bolívar, a quien entregó la máxima autoridad en vista de la grave situación en que se debatía el país. Aprobó una Constitución teórica, no adecuada a la realidad, y leyes de elecciones similares, en contraste con las menudas luchas faccionales en las que el mismo Congreso estuvo envuelto con Riva-Agüero y Torre Tagle. Se aferró a la necesaria dictadura de Bolívar en momentos en que la causa de la independencia parecía perdida. Insistió en la misma dictadura yen premios y mercedes con rendido servilismo después de la victoria. Quedó inerme y formuló una declaración ambigua, frente al plan en marcha de separar el Alto Perú. Dio al Perú su bandera y su escudo. Decretó su propia muerte después de haber abdicado en la función de legislar.

[ II ] EL FREnEsí BOLiVARiAnO.- El tono sumiso y rendido ante Bolívar se hizo habitual en 1825 y 1826. Cuando en una reunión que tuvo lugar en el Palacio de Gobierno ella de febrero de 1826, colocó el Libertador en la silla presidencial a La Mar, este expresó: “Yo he tenido el honor de ser un soldado a las órdenes de V. E. Esta es la gloria que me he cabido en la contienda, la única a que podía aspirar, inmensa para mi corazón, porque nada más grande para mí que el timbre de la obediencia al héroe del Nuevo Mundo”. Al hacerse cargo de la presidencia del Consejo de Gobierno, Santa Cruz publicó una proclama que empezaba con las siguientes palabras: “El Padre de las tres Repúblicas, el hombre insigne del siglo que me ha encargado de la Presidencia del Consejo, sin atender a mi insuficiencia y sin consultar los sentimientos de mi corazón, no ha contado más que “con mi subordinación y buena fe y con el profundo respeto que le debo como a salvador de mi patria”. Vidaurre, de quien se dijo que había puesto cierta vez sus manos en el suelo para que pisara el Libertador sobre él al montar a caballo, le escribió lIamándole “Simón el Peruano” y pudo decirle en una de ellas: “Admiré a V. E. antes de tratarle; me asombró en la cercanía; en la ausencia, el recuerdo de sus hechos me lo hacen más grande”. En el Suplemento a las cartas americanas no se sonrojó al escribir: “iAh!, yo amaba al general Simón más de lo que había pensado y escrito. Era el esposo que poseyendo a su amada no ha hecho el balance de su afecto”. Gamarra habló al Libertador “de su carta que he besado muchas veces” y planteó un dilema: “No hay otra cosa que hacer: o Bolívar o nadie”. La Fuente le dijo que “en Arequipa no tienen V. E. apasionados sino adoradores” y que si se iba del Perú habría “que maldecir la victoria de Ayacucho y confesar que la suerte del Perú era mucho mayor bajo el predominio español”. Y Larrea y Loredo llegó al extremo de afirmar que al separarse de Bolívar en el Callao se fue a Lima “arrasado en lágrimas y casi enajenado en todos mis sentidos”. Se ha afirmado que, durante las misas, se cantaba entonces: De ti viene todo lo bueno, Señor nos diste a Bolívar gloria a Ti, Gran Dios(1)

(1) El R. P Rubén Vargos Ugarte, meritísimo historiador dice, a propósito de la anécdota aquí mencionada: “No sabemos de dónde (Basadre) haya podido sacar esta noticia cuya veracidad nos parece muy contestable” (Historia del Perú, Emancipación, p.543). El dato está en Restrepo, Historia de la revolución de Colombia, volumen 11I, p. 471. ¿Inventó Restrepo estos versos de los que da otras estrofas más? Ya se ha narrado en el capítulo 3 de la presente obra, que el Congreso ordenó la lectura de la Constitución de 1823 durante una misa solemne, antes del ofertorio.

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[ CAPÍTULO 6 ]

SIMÓN BOLÍVAR. El general venezolano (1783-1830) llegó al Perú en 1823 y, de inmediato, el Congreso de la República le confirió las facultades para poder ejercer la presidencia, cargo que ocupó hasta 1826. Durante su gobierno se promulgó una nueva Constitución política. Falleció de tuberculosis en Santa Marta (Colombia), el 17 de diciembre de 1830.

[ capítulo 6 ] período 1

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ELECCiOnEs PARLAMEnTARiAs dE 1826 de acuerdo a una ley promulgada en 1825, el Congreso General quedó dividido en colegios electorales, integrados por un número representativo de diputados. diPUTAdOs PROPiETARiOs Ayacucho 12 Arequipa 12 Cuzco 19 Huánuco 15 Lima 12 Libertad 19 Puno 17 diPUTAdOs sUPLEnTEs Ayacucho 10 Arequipa 7 Cuzco 11 Huánuco 8 Lima 8 Libertad 9 Puno 5

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[ CAPÍTULO 6 ]

LOs dOCUMEnTOs TíPiCOs dE LA LiTERATURA BOLiVARiAnA En EL PERÚ.- Dos sugestiones influyeron después de Ayacucho sobre el ánimo de Bolívar: la que provenía de la entrega incondicional de unos y la no menos embriagadora de las reflexiones que se le hacían acerca de la suerte futura del Perú y de América. La literatura que floreció aquellos días tiene, pues, dos fases: la de alabanza o éxtasis ante lo realizado, y la de incitación ante lo que faltaba por realizar. Soberbia expresión de la primera es el famoso discurso de José Domingo Choquehuanca, en Pucará, en una de las jornadas del viaje triunfal que hizo Bolívar a las provincias del interior. La literatura bolivariana apologética ostenta en el Perú, aparte del breve poema épico en prosa de Choquehuanca, dos testimonios notables: la Epístola a Próspero, de José María de Pando y la Exposición a los electores de Puno, de Benito Laso. La Epístola a Próspero, de cuyo autor se hablará en seguida más detenidamente, no es un manifiesto; es una composición poética de metro clásico. El estadista convertido en bardo advierte al Libertador que no ha concluido su obra, que debe “domar el monstruo de la anarquía”, que debe dar leyes. LA “EXPOsiCión” dE BEniTO LAsO.- Con motivo del anunciado viaje de Bolívar a Colombia y del acuerdo adoptado por los diputados a Congreso para pedirle que cambiara de decisión, el diputado por Puno Benito Laso suscribió el 24 de mayo de 1826 una exposición para difundir sus puntos de vista conformes con ese voto. Advirtió que no escribía por lisonja. “Nada temo sino el delito (afirmó en frase lapidaria); nada espero sino la calma de mi conciencia, y no hay hombre sobre la tierra a quien crea yo deber sacrificar mi razón yel bien de la humanidad”. Enuncia luego ideas generales. La legislación debe ser acomodada al país donde va a regir. El Perú no trabajó solo en la causa de su independencia. ¿Cuál sería la suerte de este país sin Bolívar? “A él, peruanos, debéis la vida, la libertad y el nombre. Él nos salvó del despotismo y la anarquía”. Vendrá, inevitablemente, la desorganización si la prudencia, la moderación y el tino no prevalecen. Laso pasa a enumerar las difíciles condiciones de la sociedad peruana. Señala el deber de preparar los adelantamientos de los indígenas. Incide sobre los malos hábitos, la falta de amor patrio, la existencia de clases privilegiadas, la abundancia de aspirantes y quejosos, el amor que muchos mantienen al sistema colonial, los daños provenientes de los “teorlstas” fanáticos e ilusos, la influencia del vulgo susceptible de impresiones lisonjeras, pues pocos piensan sin atolondramiento. Encuentra, así, de un lado, falta de moral que consiste en la ignorancia, el egoísmo pasivo o la apatía; de otro lado, el estado de guerra por el choque de opiniones, de aspiraciones y de intereses. Es preciso quitar los embarazos que la falta de moral y de luces opone al establecimiento de las leyes orgánicas y debilitar la fuerza de las pasiones exaltadas que tienden a violentar el curso natural de las cosas, o sea, a producir en el Perú una acción vital y ordenada y moderar, al mismo tiempo, la violencia de las aspiraciones en todo género. Lenta tarea la de desterrar la ignorancia y formar virtudes. Enorme fuerza la de la costumbre. No hay que atacarla directa y violentamente; es una montaña que solo se puede allanar con el trabajo, la constancia y el tiempo. Alude, en seguida, a los horrores de la anarquía en otros países hispanoamericanos, y en el Perú mismo durante los días de Riva-Agüero y Tagle. No quiere que a ellos se agreguen nuevos horrores en años futuros. Formula algo así como una teoría del gran hombre en la historia. Aboga por la fuerza racional y benéfica como medio más seguro para cimentar las instituciones. Hace, otra vez, elogio de Bolívar. Resalta los vínculos de dependencia mutua entre el Perú y Bolivia, que el Libertador puede solidificar. Diserta sobre el peligro del Brasil y el de la Santa Alianza. En la parte final de la Exposición, acepta la Constitución para Bolivia que “concilia la estabilidad en el gobierno con el más amplio goce de la libertad nacional”.

Notable documento, este de Benito Laso. Por la sobriedad en el estilo, la claridad en las ideas, la exactitud en los conceptos. Pertenece a los comienzos del severo estudio sociológico acerca de la realidad peruana, en los que cabe catalogar también a la memoria de Bernardo Monteagudo sobre la inconveniencia de implantar la democracia en el Perú. Mientras los liberales invocaban, sobre todo razones filosóficas y jurídicas, los autoritaristas pretendían apoyarse en argumentos sociales. Pero Laso no pone en duda los fundamentos del sistema popular representativo. lnclusive diserta contra la monarquía al ocuparse del Brasil. En ese sentido, se diferencia radicalmente de la obra posterior de Bartolomé Herrera. Ni siquiera aboga por la necesidad de una aristocracia como, pocos años más tarde, harían los redactores de La Verdad durante la primera administración de Gamarra. Aliado de un análisis penetrante de la psicología colectiva en este Estado que nacía, y que llega al señalamiento franco de vicios y enfermedades, es el suyo un alegato no solo a favor de la permanencia de Bolívar en el Perú, sino, en general, a favor de la teoría del gran hombre como fuerza impelente en la vida política y social. Pudieron esgrimirlo, luego, salvadas las distancias, los partidarios de Gamarra, Salaverry, Santa Cruz, Vivanco, Castilla. Por eso pertenece a la literatura autoritarista en el Perú, si bien su autor, Benito Laso, figuró más tarde, como se verá oportunamente, entre los adalides del liberalismo en su lucha azarosa contra el autoritarismo.

[ III ] COnVOCATORiA A ELECCiOnEs PARLAMEnTARiAs. CALiFiCACión dE LOs diPUTAdOs POR LA CORTE sUPREMA.- Bolívar expidió en Arequipa el 20 de mayo de 1825 un decreto de convocatoria a un Congreso General y determinó como fecha de su reunión en Lima, el 10 de febrero de 1826, aniversario de la dictadura que le fuera conferida en 1824. Los diputados propietarios debían ser 86 y los suplentes 56. Correspondía su elección, de acuerdo con la ley dada por el Congreso en 1824, promulgada en marzo de 1825, a los colegios electorales de provincias, compuestos por los electores de las parroquias. Quedaron señalados para Ayacucho 12 diputados propietarios y 10 suplentes; para Arequipa, 12 y 7; para Cuzco, 19 y 11; para Huánuco, 15 y 8; para Lima, 12 y 8; para Libertad, 19 y 9; para Puno, 7 y 5. A diferencia de lo que ocurriera en la convocatoria de 1822, Maynas quedó omitida. Con motivo de una queja de los ciudadanos de la provincia de Tinta, del departamento del Cuzco, el Consejo de Gobierno autorizó a la Corte Suprema de Justicia, cuya devoción al Libertador era entonces extrema, para examinar, calificar y resolver cuanto concerniere a las elecciones y los poderes de los diputados. Se quería así anular las credenciales de personas cuya lealtad se consideraba dudosa.

BEniTO LAsO (1783-1862)

Luchó por la independencia junto al prócer Mateo García Pumacahua. En 1825 fue nombrado vocal de la Corte superior de Arequipa y en 1826 fue elegido diputado por Puno. durante el gobierno de Gamarra tuvo a su cargo las carteras de Relaciones Exteriores y de Gobierno. Fundó el diario El Correo Peruano y ejerció el periodismo hasta el final de sus días.

LA OPOsiCión En LAs JUnTAs PREPARATORiAs dE 1926.- Sin embargo, la criba de oposicionistas hecha por la Corte Suprema no fue efectiva. Francisco Javier de Luna Pizarro (elegido esta vez directamente por el pueblo arequipeño), su discípulo Francisco de Paula G. Vigil, junto con Mariano Alejo Álvarez, Manuel Ascencio Cuadros, Evaristo Gómez Sánchez, Eduardo Carrasco y otros, formaron una valiente minoría. Se suscitaron diversos incidentes en las juntas preparatorias, reunidas el 29 de marzo de 1826. Entre ellos surgió uno relacionado con el juramento prescrito a los diputados por la Carta de 1823 y que el Presidente del Consejo de Gobierno intentó fuese hecho ante él mismo. La minoría liberal presentó como cuestiones previas que este asunto del juramento quedara resuelto por las propias juntas preparatorias; que las sesiones fuesen públicas abriéndose las puertas de la sala y que dos comisiones revisaran las actas y los poderes emanados de los colegios y calificados por la Corte Suprema. Varios ciudadanos, cuyas elecciones habían sido declaradas nulas, fueron alentados a que presentasen sus

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poderes a la comisión respectiva. Otra tesis que sostuvieron los oposicionistas, encabezados por la representación de Arequipa, era que el Congreso debía ser constituyente y no constitucional. Como Bolívar se dio por ofendido, amenazando retirarse del país, las juntas acordaron nombrar ocho diputados, uno por cada departamento, para suplicarle que no se ausentara; los liberales votaron en contra de esta decisión. Al cortejo de los diputados sumisos se sumaron en la residencia de la Magdalena, las corporaciones, los personajes más notables y hasta las señoras (31 de marzo de 1826). Los diputados llegaron a tener tres largas sesiones al cabo de los cuales, según el punto de vista gobiernista, quedó en claro que carecían de atribuciones como juntas preparatorias. Resolvieron, pues, que no podían tomar acuerdo alguno relativo a la instalación del Congreso.

LUis JOsÉ dE ORBEGOsO (1795-1847)

EL EXAMEn dE LOs POdEREs dE LOs diPUTAdOs POR EL COnsEJO dE GOBiERnO.-

Apoyó a la lucha independentista con dinero y armas, y luchó por su causa. Fue prefecto y diputado por La Libertad y Huamachuco en varias ocasiones. En 1834 se proclamó Jefe supremo de Gobierno, y luego fue designado presidente provisorio del Estado nor-Peruano de la Confederación Perú-boliviana. Fue depuesto en 1838, luego de disolver la confederación.

El Consejo de Gobierno ordenó el 8 de abril que los diputados le presentasen sus poderes para señalar horas y días en que compareciesen ante él a prestar el juramento previsto por la Constitución y mencionado por el Presidente del Consejo. Se basó para ello en que la Corte Suprema solo había conocido de la legitimidad de las elecciones, de la identidad de las actas y de las personas que por ellas resultaron elegidas. Por lo tanto (de acuerdo con este punto de vista) faltaba el examen de los poderes en lo concerniente a las facultades otorgadas a los representantes y era el gobierno mismo a quien competía dicho cotejo por la inexistencia del Senado. “iQué malditos diputados ha mandado Arequipa!”, escribió Bolívar a La Fuente (Magdalena, 6 de abril). “Si fuera posible cambiarlos sería la mejor cosa del mundo, puesto que sus poderes no han venido conforme a la Constitución y que han perdido su alegato en la junta preparatoria. Yo creo que tendré que reunir de nuevo sus asambleas para tratar de los nuevos poderes; y por lo mismo sería muy conveniente para el bien del Perú que se nombrasen otros más patriotas y menos perversos. Yo le aseguro además que con ellos no se puede hacer nada bueno quieren destruirlo todo a su modo. Como Arequipa no mande mejores diputados, estoy seguro que la anarquía entra con todo su furor y yo me voy con Dios por no recibir ultrajes de esos miserables esclavos de los españoles. Si Ud. ama a su patria debe empeñarse en que se varíe esta maldita diputación. Luna engañó a Riva-Agüero; Luna echó a Monteagudo y San Martín; Luna perdió a la junta gubernativa. Por culpa de Luna entró en el gobierno Riva-Agüero y por culpa de Luna entró Torre Tagle. Por Luna se perdió el Perú enteramente y por Luna se volverá a perder pues tales son sus intenciones”. Con fecha 17 de abril, continuando la tensión entre Bolívar y los “malditos” diputados oposicionistas, el Consejo de Gobierno, presidido entonces por Unanue, resolvió que los poderes conferidos por las provincias de Lima, Arequipa y Condesuyos eran írritos, por contener una autorización ilimitada para la reforma constitucional; y que los del Cuzco, Quispicanchis, Bolívar y Lambayeque debían reformarse en cuanto al contenido de su autorización, conforme el reglamento de elecciones.

EL sUiCidiO dEL COnGREsO dE 1826.- A pesar de que con esta decisión quedaron eliminados del Congreso los voceros de la oposición, el 21 de abril cincuenta y dos diputados dirigieron una larga exposición al Consejo de Gobierno. En ella, después de enumerar los males de la anarquía, mencionaron los poderes absolutos de algunos colegios electorales para la reforma de la Constitución y plantearon las anomalías derivadas de la desigualdad entre los diputados resultante de tan disímiles autorizaciones. Setenta diputados (decían) hallábanse en la capital y de ellos se había declarado que dieciocho o veinte tenían poderes defectuosos cuya reforma demandaba tiempo considerable. No era fácil, pues, llenar el número necesario para dar legitimidad a los actos del Congreso en el cual las provincias que no habían elegido y aquellas que aún

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no habían reformado sus poderes serían privadas de representación. Además habían habido irregularidades en cuanto al número de los representantes. En Puno se había doblado el número de ellos en relación al decreto de convocatoria; las otras provincias, atenidas al inexactísimo censo de 1797, habían tenido que aceptar la disminución de los suyos. Se necesitaban, pues, nuevos padrones. Terminaban con el elogio de los méritos y títulos de Bolívar y llamando la atención sobre el problema del pago de los auxilios económicos a los diputados. En conclusión solicitaban: 1° aplazar la convocatoria del Congreso hasta el año siguiente; 2° encargar a los prefectos la pronta formación del censo de sus departamentos; 3° decidir a los pueblos a que presten medios seguros de subsistencia para sus representantes; 4° y 5°, ilustrar a la opinión pública sobre si conviene reformar la Constitución total o parcialmente; 6° preguntar a los electores si los diputados debían atenerse a sus poderes o deliberar según sus propias opiniones; 7° consultarles sobre la persona que el Congreso elegiría como presidente de la República cuando el Libertador se ausentara. Estas últimas palabras revelaban la certeza de que Bolívar iba a dejar pronto el Perú. Entre los firmantes de dicha exposición estaba José María Galdiano, Carlos Pedemonte, José Larrea y Loredo, Benito Laso, Luis José Orbegoso, José María de Pando, Justo Figuerola, José Domingo Choquehuanca, Justo Sahuaraura. En 1814, los diputados españoles que pidieron al Rey el cese de las Cortes y el retorno a la monarquía absoluta, habían empezado su representación con las palabras: “Era costumbre en los antiguos persas ... “. Aludían a la leyenda según la cual cuando moría un rey de Persia no era inmediatamente elevado al trono su sucesor, para que el pueblo palpase, por poco tiempo, los males de la anarquía, y acatara luego, con beneplácito, el orden monárquico. “Persas” habíase llamado en España a aquellos diputados suicidas; y “persas” lIamose ahora a los diputados que también pedían su propia muerte, aplicándose por extensión ese nombre a todos los partidarios de Bolívar. Por decreto del 27 de abril, el Consejo de Gobierno presidido por Unanue, elevó la petición a Bolívar y este la devolvió el mismo día, aprobándola en un documento que fundamentaba esta decisión en el hecho de que se quería consultar a la nación, o sea a la fuente de donde emanaban los poderes políticos. “Yo tengo pruebas, irrefragables del tino del pueblo en las grandes resoluciones”, agregaba Bolívar, “y por eso es que siempre he preferido sus opiniones a las de los sabios”. Ya con la aprobación del Dictador, el Consejo decretó con fecha 1° de mayo, que los prefectos procederían a formar, a la brevedad posible, el censo de su respectivo departamento; que una vez recibidos todos los censos, serían convocados los colegios electorales para consultarles sobre los puntos contenidos en la petición de los diputados; y que, después de manifestada la opinión del pueblo, se dispondría la reunión del Congreso. El Congreso de 1826 solo duró, pues, en juntas preparatorias, del 29 de marzo al 1° de mayo.

coMo bolÍvar se dio por ofendido, aMenaZando reTirarse del paÍs, las JunTas acordaron noMbrar ocho dipuTados, uno por cada deparTaMenTo, para suplicarle Que no se ausenTara; los liberales voTaron en conTra de esTa decisiÓn.

[ IV ] LA COnsTiTUCión ViTALiCiA.- Bolívar redactó una Constitución para Bolivia, por encargo del Congreso de esa naciente República. Cuando fue disuelto el Congreso peruano de 1826, ya habíase decidido la promulgación de la misma Carta política en el Perú. La maravillosa superioridad del genio de Bolívar reside en su carácter multilateral. El guerrero, el hombre de salón, el orador, el escritor era, al mismo tiempo, el político, el estadista, el legislador. ¿Cómo gobernar en América? Bolívar habíase colocado desde tiempo atrás en una posición distinta a la de quienes pretendían copiar el jacobinismo de Europa. Sus juicios sobre los jacobinos habían sido despectivos. Llamábales “buenos visionarios que procuran la perfección política imaginando repúblicas aéreas”. Cuando ellos gobernaron hubo “filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica, sofistas por soldados”. “Los gritos del género humano en los campos de batalla o en los cuerpos tumultuarios claman al cielo contra los inconsiderados y

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HIPÓLITO UNANUE (1). Hizo carrera como médico y recibió reconocimientos en España. En 1806 publicó una de sus obras más importantes, Observaciones sobre el clima de Lima y sus influencias en los seres organizados (2), donde discutía algunas teorías europeas sobre las enfermedades más comunes de su tiempo. En 1821 fue mediador del virrey Pezuela ante los emisarios de San Martín. Poco después, sin embargo, firmó al Acta de la Independencia y más adelante fue colaborador cercano de Bolívar. Aquí se ve una acuarela del francés Leonce Angrand, que muestra la casona familiar de los Unanue, en la calle Valladolid de Lima (3).

ciegos legisladores que han pensado que se puede impunemente hacer ensayos de quiméricas instituciones”. Si, como él también decía, las instituciones ideales por el hecho de serio, no hacen felices a los pueblos, ¿había que adoptar la monarquía? Pese a unas cuantas veleidades que pudo tener eventual o clandestinamente, Bolívar acumuló muchos y definitivos reparos a esta otra panacea europea que era la ilusión monárquica. Creíala, en primer lugar, difícil por el rencor que había entonces contra la monarquía española y las monarquías en general. Temía que la presencia de príncipes europeos fuera una amenaza para la independencia de América y un peligro para la paz internacional. “Véase la naturaleza salvaje de este continente -decía además en su mensaje, precediendo al proyecto de constitución boliviana- que expele por sí sola el orden monárquico; los desiertos convidan a la independencia. Aquí no hay grandes nobles, grandes eclesiásticos; nuestras riquezas eran casi nulas y en el día lo son más. Aunque la iglesia goza de influencia, está lejos de aspirar al dominio, satisfecha con su conservación. Sin estos apoyos, los tiranos no son permanentes; y si aIgunos ambiciosos se empeñan en levantar imperios, DessaIyines, Cristóbal, Iturbide les dicen lo que deben esperar. No hay poder más difícil de mantener que el de un príncipe nuevo. Bonaparte, vencedor de todos los ejércitos, no logró triunfar de esta regla más fuerte que los imperios. Y si el gran Napoleón no logró mantenerse con la liga de los republicanos y de los aristócratas, ¿quién alcanzará en América a fundar monarquías en un suelo encendido por las brillantes llamas de la libertad y que devora las tablas que se le ponen para elevar esos cadalsos regios?”. Ni la República jacobina, pues, ni la monarquía. La fórmula expresada por Bolívar en la Constitución de 1826 fue la República federativa con un presidente vitalicio. En Angostura, en 1819, el pensamiento político de Bolívar había estado influido por ideas inglesas; y en 1826, en el Perú, estaba influido por ideas napoleónicas de la época consular. Otro. ejemplo que tuvo en mente fue el de Haití, en donde Petion había sido nombrado presidente vitalicio con facultad para elegir su sucesor. La Constitución boliviana reconocía cuatro poderes: el Electoral, el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. El Poder Electoral (idea tomada de la Constitución consular francesa del año 8) se componía de electores nombrados por los ciudadanos en ejercicio uno por cada cien, con carácter provincial. Para ser ciudadano se requería: la nacionalidad, saber leer y escribir, ser casado o mayor de 25 años, tener un empleo o profesar alguna ciencia o arte, sin sujeción a otro en condición de sirviente doméstico. Los electores duraban cuatro años y entre sus atribuciones estaban las de nombrar por primera vez a quienes debían componer las Cámaras; elegir o proponer en terna a los que debían renovarlas y a los miembros de las Cortes judiciales, jueces y empleados públicos, incluyendo prefectos, gobernadores y corregidores; pedir a las Cámaras cuanto creyeran conveniente; y quejarse de los agravios e injusticias de las autoridades. Los antiguos Cabildos o Municipalidades quedaron suprimidos. El Poder Legislativo residía en tres Cámaras, de tribunos, senadores y censores, con veinticuatro miembros cada una, durante los veinte primeros años. Los tribunos debían durar cuatro años; los senadores ocho, los censores eran vitalicios. Correspondían al tribunado las atribuciones tradicionales de las Cámaras populares en materias hacendarias y políticas; al Senado la legislación civil y eclesiástica y la nominación de los más altos funcionarios; ya los censores, las instrucción y la fiscalización política y moral. El Poder Ejecutivo estaba representado por un presidente vitalicio, irresponsable e inviolable, un vicepresidente y tres ministros de Estado. El presidente debía ser nombrado la primera vez por el Congreso pleno, llamando al “cuerpo legislativo”. Según las palabras de Bolívar, se le había cortado la cabeza y atado las manos. Tan solo designaba los empleados, diplomáticos, militares y de hacienda. La administración pública quedaba en manos de los ministros y estaba sujeta a la fiscalización de los censores y a la vigilancia de los demás funcionarios, incluyendo el Poder Electoral. No era la monarquía porque no existía el derecho sucesorio en la jefatura del Estado,

nAPOLEón BOnAPARTE (1769-1821)

Emperador de Francia entre 1804 y 1815. durante su imperio instituyó muchas de las reformas que se propusieron en la Revolución Francesa. se le considera uno de los genios más grandes en estrategia militar, habilidad gracias a la cual llegó a conquistar y gobernar la mayor parte de Europa. El Perú de 1826 estuvo influido por sus ideas. Esta imagen corresponde a un óleo del pintor Jacques Louis david (1821).

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ocTubre 1825 [ PERÚ ]

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siMÓM bolÍvar funda el diario el peruano, esTe, sin eMbargo, iniciÓ su publicaciÓn reciÉn el 13 de Mayo de 1826. en el priMer nÚMero, bolÍvar redacTÓ el ediTorial. en un principio la ediciÓn fue seManal, pues aparecÍa Todos los sÁbados. su precio de suscripciÓn era de un peso Mensual.

vinculada a una familia, ni tampoco había privilegios hereditarios en el orden económico o social. El vicepresidente, elegido por el presidente con aprobación del cuerpo legislativo, compartía la responsabilidad ministerial y sucedía forzosamente a su elector. El Poder Judicial se ejercía independientemente por la Corte Suprema y demás tribunales del ramo. El título final sobre garantías contenía sobrios preceptos. La libertad y la seguridad civil, la propiedad y la igualdad ante la ley, eran garantizadas. La libertad de prensa estaba reconocida dentro de la responsabilidad legal correspondiente. Había libertad de tránsito. El domicilio debía ser inviolable. Las contribuciones se repartían en forma proporcional. Quedaban abolidos los empleos y privilegios hereditarios y las vinculaciones eclesiásticas y laicales. (A este último respecto, la Constitución de 1826 resultó mucho más avanzada que la inmediatamente posterior, de 1828, donde fueron abolidas solamente las vinculaciones laicales). La propiedad de los inventores y la libertad de trabajo figuraban también. La Constitución no podía ser suspendida. La Constitución vitalicia era, pues, un intento de adaptación del principio de autoridad (representado por la perpetuidad del presidente y de los censores) y el principio de la democracia (a través del sufragio, como fuente de los nombramientos). Pretendía, por eso, un ensamble entre la igualdad civil y la soberanía popular con el gobierno centralizado; y, como el mismo Bolívar dijo, una transacción entre América y Europa, el ejército y el pueblo, la democracia y la aristocracia. En carta a Páez afirmó: “Los principios federales se han adoptado hasta cierto punto y los del gobierno monárquico también. Esta Constitución es un término medio entre el federalismo y la monarquía” (Lima, 26 de mayo de 1826). Ya Santander se dirigió en parecidos términos: “Mi proyecto concilia los extremos: los federalistas encontrarán allí sus deseos realizados en gran parte y los aristócratas hallarán un gobierno permanente, sólido y fuerte; los demócratas verán conservada la igualdad sobre toda cosa” (Lima, 30 de mayo). “Ven conservada la libertad, la igualdad acompañada de la estabilidad y del orden”, dijo a La Fuente (Magdalena, 3 de junio). Al cónsul británico Ricketts le confesó que palpitaba su corazón en favor de la libertad; pero que su cerebro se inclinaba a la aristocracia; agregó que si los principios de la libertad eran introducidos demasiado rápidamente vendría la anarquía y la destrucción de la gente blanca (cita de John Lynch). Agregó que era necesario recortar o evitar las elecciones, plaga de la República. Sobre este proyecto ha escrito Víctor Andrés Belaúnde que reunía la estabilidad de la monarquía; el poder electoral de la democracia; la centralización hacendaria absoluta del régimen unitario; la intervención popular en los nombramientos políticos como en el federalismo; los censores vitalicios como en la oligarquía; el derecho de petición y de refrendación de las reformas constitucionales como en el sistema plebiscitario. En otro capítulo se volverá a tratar de la Constitución vitalicia en relación con la que la precedió y las siguientes hasta 1839.

LA FEdERACión dE LOs AndEs.- La Constitución vitalicia estuvo destinada a regir en Perú, Bolivia y Colombia. Descartada la confederación con los Estados que no se hallaban bajo su poder, Bolívar podía llevar adelante un plan unitivo tan solo con aquellos por él gobernados. Siempre formarían Colombia (o sea Ecuador, Venezuela, Panamá y la actual Colombia), Perú y Bolivia un todo importante. Los Estados Unidos del Norte presentaban un modelo feliz. El peligro de la Santa Alianza europea no era utópico. El gran imperio del Brasil, leal al sistema monárquico, gobernado por una dinastía ligada a Europa y con fronteras que abarcaban casi todos los países de América del Sur, podía ser o bien el enemigo temible de una América española desintegrada o, tomando en cuenta su amplitud territorial y su centralización política, el contrapeso armonioso de un gran Estado en las costas del Pacífico y de Nor-Atlántico continental.

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En 1815, en su famosa Carta de Jamaica, Bolívar había afirmado que un Estado demasiado extenso en sí o por sus dependencias, cae en decadencia o en tiranía; y, como creyó imposible consolidar una vasta República en América, llegó a trazar magistralmente el destino divergente de las antiguas colonias españolas. Once años después, intenta la Federación de los Andes, compuesta por la Gran Colombia, Perú y Bolivia. Es que en 1826 era el victorioso y endiosado libertador de América. Resultaba ahora explicable que quisiera conservar su dominio sobre los países que le obedecían después de la victoria de Ayacucho, escuchando así los consejos de civiles como Pando y de los jefes militares en una atmósfera que habíase convertido en (dice O’Leary) “un concierto de aplausos”. Formar una federación cuya historia empezaría con la biografía de él, cuyo territorio no era sino el teatro de sus grandes victorias militares, resultaba lógico sueño de una imaginación poderosa. ¿Era un plan de difícil realización? Bolívar no lo ignoraba. Ganar la guerra de la independencia había sido, por cierto, muy difícil. ¿Cuántos Estados debió tener la Confederación de los Andes? No hay suficientes datos para reconstruir el pensamiento de Bolívar sobre el modo como debió funcionar la Federación de los Andes. Debió ser una liga estrecha, con el vigor y la consistencia de una monarquía, aunque sin su nombre; dentro de ella cada Estado retenía, en parte, sus leyes y gobierno, quedando para el gobierno federal las relaciones exteriores y los ramos de guerra y hacienda. Parece que pensó integrarla con cinco Estados: Cundinamarca, Venezuela, Quito, Perú y Bolivia, aunque llegó a favorecer una bifurcación del Perú (Diario político y militar de José Manuel Restrepo, 25 de noviembre de 1826). Este último plan estaba de acuerdo con sus ideas más acendradas. El marino inglés Hiram Paulding que lo visitó en su campamento de Huaraz y comió con él, le oyó grandes elogios de Colombia. Paulding agrega: “Condenó a los peruanos en términos generales; dijo que eran unos cobardes y que, como pueblo, no tenían una sola virtud varonil. En suma, sus denuestos fueron ásperos y sin reserva... Luego me dijeron que siempre solía hablar así de los peruanos...”. Así se explica lo que manifestó en su proclama a estos después de la victoria de Ayacucho: “La lealtad, la constancia y el valor del ejército de Colombia lo ha hecho todo”.

¿CóMO iBA A FUnCiOnAR LA COnFEdERACión?.- “El gobierno de los Estados Particulares quedará al Presidente y Vicepresidente con sus Cámaras, con todo lo relativo a la religión, justicia, administración civil, económica y, en fin, todo lo que no sea relaciones exteriores, guerra y hacienda nacional” (escribió Bolívar a Sucre en la Magdalena el 12 de mayo de 1826). “El gobierno general se compondrá de un Presidente, Vicepresidente y tres cámaras para manejar la hacienda nacional, la guerra y las relaciones exteriores. Cada departamento de las tres Repúblicas mandará un diputado al gran Congreso federal y ellos se dividirán en las tres secciones correspondientes, teniendo cada sección un tercio de diputados por cada República. Estas tres Cámaras con el Vicepresidente y los secretarios de Estado (que serán escogidos estos en toda la República) gobernarán la federación. El Libertador como jefe supremo, marchará cada año a visitar los departamentos de cada Estado. La capital será un punto céntrico como Quito o Guayaquil... La federación llevará el nombre que se quiera pero sería probable que fuese Boliviana. Habrá una bandera, un ejército, una nación sola”. Pero antes de crear la Federación de los Andes era indispensable hacer aprobar la Constitución vitalicia en Bolivia y en el Perú primero y en Colombia después. Y esta tramitación resultó una empresa más difícil que derrotar a los españoles.

(…) anTes de crear la federaciÓn de los andes era indispensable hacer aprobar la consTiTuciÓn viTalicia en bolivia y en el perÚ priMero y coloMbia despuÉs. y esTa TraMiTaciÓn resulTÓ una eMpresa MÁs difÍcil Que derroTar a los espaÑoles.

[V] LOs COLABORAdOREs dE BOLíVAR: EL PERsOnAL dE LOs COnsEJOs dE GOBiERnO.- Bolívar tuvo como ministro General a Sánchez Carrión como ya se ha dicho, del 26 de marzo al 28 de octubre de 1824. En esta última fecha le encomendó las carteras de

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Julio 1826 [ PERÚ ]

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se aprueba la segunda consTiTuciÓn polÍTica del perÚ. esTe hecho fue raTificado el 30 de novieMbre y, el 9 de dicieMbre del MisMo aÑo se llevÓ a cabo su JuraMenTaciÓn. en ella, se reconocen coMo peruanos TaMbiÉn a los liberTadores de la repÚblica, y a los eXTranJeros Que obTengan un perMiso de residencia o Que Tengan Tres aÑos viviendo en nuesTro TerriTorio.

Gobierno y Relaciones Exteriores; al mismo tiempo dio a Tomás Heres la de Guerra y Marina, ya Hipólito Unanue la de Hacienda. Así gobernó hasta entregar la dictadura, el 10 de febrero de 1825. El 24 de febrero de 1825 delegó el mando político y militar que el Congreso le confiriera nuevamente, reservándose solo la dirección suprema de los negocios en los departamentos de Arequipa, Cuzco y Puno. Creó así el primer Consejo de Gobierno con La Mar, Sánchez Carrión y Unanue. Quejoso por la falta de hombres escribía entonces Bolívar a Santander (Lima 8 de marzo de 1825): “Aquí no hay nadie, pues el pobre general La Mar no tiene bastante libertad ni carácter”. El 16 de marzo, enfermó Sánchez Carrión, incorporó a Pando al Consejo. Más de un mes esperó a La Mar antes de marchar al Alto Perú. El 1° de abril, ausente La Mar y gravemente enfermo Sánchez Carrión, reorganizó el Consejo con Unanue, que lo presidió, Heres y José María de Pando. “Dicho consejo no está mal compuesto y tiene toda la autoridad del Poder Ejecutivo del Perú, particularmente en Relaciones Exteriores”, escribió a Santander (Lima, 7 de abril). En junio de 1825 el Consejo fue integrado por Bolívar, que estaba en el Cuzco con el coronel Juan Salazar, que reemplazó a Heres; y con José de Larrea y Loredo, en lugar de Pando que viajó para participar en el Congreso de Panamá. La Mar presidió el Consejo por breve tiempo, entre el 5 de enero y el 25 de febrero de 1826. De él dijo entonces Bolívar: “Además del horror que tiene al mando, su salud está muy quebrantada y será un milagro que él triunfe sobre sí mismo para que nosotros triunfemos de él” (carta a Santa Cruz, Magdalena, 8 de febrero). “El general La Mar se halla enfermo y no quiere servir en el gobierno; así mi posición es extrema” escribió después a Santander (Magdalena, 21 de febrero). “Este hombre es el mejor del mundo (le confesó al mismo, 7 de marzo) y sobre todo el más desprendido de los mortales. Aborrece tanto el mando como Bamba, que prefería morir a subir al trono. Después de esto nos quedamos sin tener con quién gobernar el Perú, lo que ciertamente me embaraza mucho”. “Al Consejo de Gobierno no lo quiere nadie y no tenemos quién les haga frente a los enemigos del orden”, escribió a Santa Cruz (6 de abril de 1826). Su juicio sobre el organismo que él mismo había creado para regir al Perú fue más explícito cuando hizo la siguiente confidencia a Santander (7 de abril): “El Consejo de Gobierno que yo he dejado aquí es compuesto de hombres buenos y honrados como Roscio, don Juan P. Ayala y Restrepo; por consiguiente, les falta energía y popularidad. No les acusan más que de flaquezas o indulgencias y por lo mismo dicen que no sirven para gobernar. Piden un nuevo Consejo y yo no encuentro otro mejor”.

andrÉs de sanTa cruZ (1792-1865) de padre espaÑol y Madre de ascendencia inca, abandonÓ el eJÉrciTo realisTa para luchar por la causa paTrioTa.

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esde joven su padre lo instó para que siguiera la carrera militar. A los 8 años lo inscribió en el Regimiento de Dragones de Apolobamba (actual Bolivia). Allí luchó contra los patriotas en diferentes campañas, hasta que en 1817, ya con el rango de teniente coronel, cayó prisionero en el Combate de la Tablada en Tucumán (Argentina), de donde logró huir hacia Lima. En 1820, combatió en la batalla de Pasco (Colombia), donde fue nuevamente apresado y enviado como prisionero al cuartel general de San Martín.

Ya desde mayo decidió reformarlo conservando a Unanue (Vicepresidente), Larrea (Hacienda) y Pando (Relaciones Exteriores), llamando de nuevo a Heres, aunque era colombiano, para a cartera de Guerra, ya Santa Cruz como presidente. “Cada vez tengo más confianza en ellos” llegó a decir, con una alusión sin duda a su lealtad ya su capacidad personal (Carta a Sucre, 12 de mayo).Volvió a mencionar a La Fuente el tema de la falta de simpatía pública: “Al señor Unanue, no sé por qué desgracias es que no lo quieren, a pesar de ser eminentemente honrado y celoso del bien del Estado”. El 28 de junio de 1826, el Consejo de Gobierno quedó integrado en la siguiente forma: Santa Cruz, Presidente; Unanue, Justicia y Negocios Eclesiásticos; Pando, Relaciones Exteriores e Interior; Larrea y Loredo, Hacienda. El Ministerio de Guerra y Marina y sus dependencias quedaron fuera de la acción del Consejo reservándose su despacho el mismo Libertador. “El general Santa Cruz queda aquí de presidente del Consejo de Gobierno rodeado de las personas más respetables por su probidad, por sus luces y por la opinión de que gozan”, escribió Bolívar a Gamarra en otros conceptos emitidos por él mismo (30 de junio). Con Sucre fue más explícito aunque igualmente optimista: “He comenzado por colocar al general Santa Cruz a la cabeza del Consejo de Gobierno; él es amable, sabe captarse la voluntad de los ciudadanos y el respeto de los militares; está lleno de gratitud por la distinción con que lo he tratado, aún en sus desgracias y, en fin es un caballero, tiene mucho talento y sagacidad. Los demás ya Ud. los conoce. El señor Pando es el sujeto más ilustrado que he conocido en todo el Perú; hombre de una firmeza inalterable y buen político. El señor Larrea conoce la hacienda, es muy honrado y muy adicto a mí. Estos individuos componen el Consejo de Gobierno y yo estoy persuadido que está formado con los más selecto del país” (3 de julio). Sobre Santa Cruz demostró más entusiasmo aun cuando escribió a Soublete: “Este general tiene cualidades muy superiores a los que han mandado hasta ahora en el Perú y, a la verdad, es el único en quien he podido fijarme después de la tenaz resistencia del general La Mar” (Lima, 6 de junio de 1826). En resumen, casi nunca, desde febrero de 1825 hasta setiembre de 1826, ejerció el Libertador directamente el mando del Perú aunque, en virtud de la autorización del Congreso Constituyente, dio decretos como encargado del supremo poder de la República. Al partir con rumbo a Colombia en setiembre de 1826 dejó encargada la suprema magistratura al Consejo de Gobierno bajo la presidencia de Santa Cruz y con la vicepresidencia del

En 1821, en Huaura, decide convertirse a la causa independentista. Ese año lucha contra el ejército realista en Otuzco y al año siguiente en la batalla de Pichincha (Ecuador). Tiempo después se unió al ejército de Bolívar en Huaraz y marchó a sus antiguos aliados realistas como comandante de infantería. En 1825, junto a Sucre, llevó a cabo la pacificación en el Alto Perú, y al año siguiente llegó a Lima para ocupar el cargo de presidente del Consejo de

el 28 de Junio de 1826, el conseJo de gobierno QuedÓ inTegrado en la siguienTe forMa: sanTa cruZ, presidenTe; unanue, JusTicia y negocios eclesiÁsTicos; pando, relaciones eXTeriores e inTerior; larrea y loredo, hacienda.

Ministros. En 1829 fue elegido presidente de la República de Bolivia, donde tuvo logros destacados en los campos económico y educativo. En 1835, Santa Cruz, junto con el presidente peruano Luis José de Orbegoso, sentó las bases para la Confederación Perú-boliviana, de la que se nombró Protector. En 1839, tras la batalla de Yungay, fue depuesto y la Confederación llegó a su fin. Partió entonces al exilio y se estableció con su familia en Francia, donde falleció.

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ministro que designara la suerte; Santa Cruz debía nombrar al ministro de Guerra; y tanto Pando como Larrea conservaron sus carteras.

JOsÉ MARíA dE PAndO (1787-1840)

El limeño Pando luchó en España contra José Bonaparte, hermano de napoleón y rey de España. Al ser restaurado en el trono, Fernando Vii lo nombró secretario de Estado y del rey. En 1825, sin embargo, Bolívar lo convenció de ocupar la cartera de Hacienda en el Perú. desde entonces ocupó altos cargos en la política nacional. Colaboró en el Mercurio Peruano y en La Verdad.

LOs COLABORAdOREs dE BOLíVAR: PAndO.- El más resuelto de los miembros del Consejo de Gobierno, fue don José María de Pando, el autor de la Epístola a Próspero. Nació Pando en Lima en 1787. Viajó a España con su familia y entró como alumno en el Real Seminario de Nobles de Madrid donde se distinguió por su talento. A los 15 años, en 1802, empezó su carrera diplomática como empleado en la legación del Rey de España ante el Duque de Parma y después se le trasladó a la legación en Roma. En esa ciudad conoció en 1804 a Bolívar. Como en 1808 rehusase prestar homenaje a José Bonaparte fue apresado, con todos sus compañeros de legación, y conducido en 1809 a la fortaleza de Fenestrelle en los Alpes. Escapó de allí en 1811 para dirigirse a España y luego -mediante empeños poderosos- a Lima. A principios de 1815 regresó a la Península y llegó a ser nombrado, ese mismo año, secretario de la legación en el reino de los Países Bajos con desempeño de las funciones de encargado de negocios. Fue ascendido en 1818 a oficial de la primera secretaría de Estado; y, poco después, a secretario del rey con ejercicio de decretos, y se le concedió también la Cruz de Carlos III. Tomó parte muy activa en la redacción del célebre manifiesto de 10 de marzo de 1820 en que el monarca prometió conformarse a la Constitución; y se le nombró encargado de negocios y cónsul general en Lisboa. Durante su residencia en esta Corte volvió a ella el rey don Juan VI que también juró interina mente la Constitución española. En 1822 obtuvo el empleo de oficial segundo en la primera secretaría de Estado y volvió a salir en comisión, en calidad de primer secretario de la legación española en París de donde fue expulsado, con todos sus miembros, en momentos en que Luis XVIII se preparaba a invadir la Península para restablecer el absolutismo con los “cien mil hijos de San Luis”. Agonizaba el régimen constitucional cuando llegó a ser nombrado, en mayo de 1823, secretario de Estado, es decir, ministro. En un manifiesto fechado en Lima en 1826, dijo que, como condición para aceptar este cargo, puso el reconocimiento de la independencia de América, lo que según él, fue concedido para cuando concluyera la guerra civil en España. Pando propuso luego solicitar la mediación de Inglaterra y el ministro Calatrava lo combatió, produciéndose acaloradas discusiones y la renuncia del limeño que fue aceptada en Cádiz por el rey. Como ministro del expirante gobierno constitucional, redactó desde Sevilla la famosa circular de 27 de mayo de 1823, dirigida a los agentes diplomáticos de España en las cortes extranjeras, vigorosa protesta contra el derecho de intervención que Francia ejercía. Ante el derrumbe del liberalismo español precipitado por las tropas francesas y el sangriento retorno del absolutismo en ese país, optó por regresar al Perú. Al llegar al Callao en junfo de 1824 lo encontró aún ocupado por los españoles. Después de la batalla de Ayacucho, habiéndole ya ordenado las autoridades españolas que se embarcara para Chile, llegó el Libertador. Pando le ofreció sus respetos, y se incorporó a su séquito. Poco después fue nombrado ministro de Hacienda y luego delegado del Perú ante el Congreso de Panamá, junto con Manuel Lorenzo de Vidaurre. lnterrumpió sus labores en aquella asamblea para ocupar en Lima el cargo de miembro del Consejo de Gobierno. Su ideal político del momento lo expuso entonces en verso, en su conocida Epístola a Próspero, más oratoria que poética. La Epístola a Próspero iníciase con una enumeración de los prodigios históricos que ha realizado Bolívar y la advertencia de que el poeta no turba la “torpe adulación” y que no quiere entonar un “loor servil”. Hace, en seguida, el recuento de los problemas que falta abordar, y agrega: ¿quién podrá reparar males tamaños con imparcial tesón, sino tú mismo, amaestrado a lo par por las lecciones de adversidad y de filosofía?

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¿quién sofocar podrá del monstruo infando de la anarquía las cien cabezas de hidra sino tu hercúlea, respetada mano? Piloto experto fuiste en la borrasca cuando roto el timón, rota la antena, rugían los vientos en discordia horrenda ora guía la nave al puerto ansiado, de festones alegre coronada el duro casco y la coraza arroja y la cándida toga revistiendo dócil a las inspiraciones de Minerva sabias, justos, estables danos Leyes. La Epístola termina clamando porque no vengan ni disensión, ni llanto, ni licencia, abominando de la demagogia y expresando una visión optimista sobre la gloria eterna de Bolívar y sobre el futuro prominente de América. Desde antes de escribir la Epístola, Pando recibió la estimación y el aprecio de Bolívar. “Espero a un tal Pando que ha ido al Istmo (escribía a Santander desde la Magdalena el 7 de abril de 1826) para ponerlo en el Ministerio de Estado. Este caballero tuvo el mismo destino en Madrid en tiempos de los Cortes. Tiene mucha semejanza con Revenga y en todo es superior porque ha estado siempre en Europa en la carrera diplomática. Su honradez, su energía y sus luces compiten entre sí; pero no es agradable ni amado aunque es el primer hombre del Perú. Nació en Lima y tiene a toda su familia aquí; mas no es conocido por haber estado siempre fuera”. En carta del día anterior había expresado a Santa Cruz: “A este señor Pando tampoco lo quieren porque dicen que es godo y tiene un carácter muy fuerte”. Cuando Bolívar escribió la Constitución vitalicia tuvo en Pando a su comentarista más encomiástico. “Pando dice que es divina, que es la obra del genio y que es la perfección posible”, escribió a Sucre (Magdalena, 12 de mayo). “Pando es un hombre incapaz de adular, recto hasta ser inexorable, instruido y firme más que nada; por consiguiente, debemos creer en la aprobación de Pando: él cree la Constitución adaptable al gobierno de un Estado y de muchos a la vez, con las variaciones del caso”. La tesis de la Confederación de los Andes bajo la Constitución vitalicia defendida por Pando, primó sobre la tesis de la amplia y suelta confederación hispanoamericana formulada en el Congreso de Panamá. Fue Pando, como ministro del Interior, quien sometió a los colegios electorales peruanos la Constitución vitalicia. En el notable oficio que, con este motivo firmó, hizo, como ya se ha visto, una crítica de la Carta de 1823. Como ministro de Relaciones Exteriores en el Consejo de Gobierno, le tocó sostener la dignidad nacional, con motivo de la llegada del primer agente diplomático francés con el nombre de “Inspector General de Comercio, en relación con las autoridades locales”; y desaprobar los tratados de federación y límites celebrados con Bolivia. Hombre avezado a los usos y fórmulas de la administración y, sobre todo, de la diplomacia, Pando trajo al novel Estado peruano un caudal de experiencia insuperable. Escritor culto y atildado, elevó y ahondó el nivel espiritual de su época. Pero difícilmente se encontrará en esos días un peruano tan combatido por la imprenta como Pando. “La mala suerte que me hizo servir por muchos años en España (dijo él mismo en nota oficial a Bolívar de 3 de mayo de 1826) me ha acarreado la inevitable consecuencia de privarme del buen concepto de mis conciudadanos”. Entre 1825 y 1827, la acusación común que se le hizo fue la de ser un agente de Fernando VII o de la Santa Alianza. El hecho de ser aristócrata y de haber estado ausente de la guerra de la emancipación, podía explicar, en parte, tanta invectiva; pero como Pando era elegante, culto,

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Julio 1826 [ EE.UU. ]

Mueren ThoMas Jefferson y John adaMs, aMbos redacTaron y defendieron la declaraciÓn de la independencia de los esTados unidos de norTeaMÉrica en 1776. adaMs fue vicepresidenTe duranTe el gobierno de george WashingTon y en 1796 se convirTiÓ en el segundo presidenTe de dicho paÍs. Jefferson, por su parTe, fue vicepresidenTe de adaMs y lo sucediÓ luego en el cargo.

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SIMÓN BOLÍVAR Y EL PERÚ EL LIBERTADOR CARAQUEÑO SE EXPRESÓ CASI SIEMPRE CON DUREZA Y AMARGURA SOBRE EL PERÚ, LOS DEFECTOS DE SU CLASE DIRIGENTE Y SUS PERSPECTIVAS PARA REALIZAR LA PROMESA DE PROSPERIDAD E IGUALDAD QUE LA INDEPENDENCIA TRAÍA.

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l primer pasaje está tomado de su célebre Carta de Jamaica (“Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla”. Kingston, 6 de setiembre de 1815); el segundo, es una carta al general Santander, firmada en Trujillo, el 16 de marzo de 1824, en plena campaña final contra los realistas. Ambas han sido tomadas de sus Obras completas. Compilación y notas de Vicente Lecuna. La Habana 1950,pp.172 y 934, respectivamente. • “El reino de Chile está llamado por la naturaleza de su situación, por las costumbres inocentes y virtuosas de sus moradores, por el ejemplo de sus vecinos, los fieros republicanos del Arauco, a gozar de las bendiciones que derraman las justas y dulces leyes de una república. Si alguna permanece largo tiempo en América, me inclino a pensar que será de chilena. Jamás se ha extinguido allí el espíritu de libertad; los vicios de la Europa y Asia llegarán tarde o nunca a corromper las costumbres de aquel extremo del universo. Su territorio es limitado; estará siempre fuera del contacto inficionado del resto de los hombres; no alterará sus leyes, usos y prácticas; preservará su uniformidad en opiniones políticas y religiosas; en una palabra, Chile puede ser libre. El Perú por el contrario, encierra dos elementos enemigos de todo régimen

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justo y liberal: oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad: se enfurece en los tumultos o se humilla en las cadenas. Aunque estas reglas serían aplicables a toda América, creo que con más justicia las merece Lima, por los conceptos que he expuesto y por la cooperación que ha prestado a sus señores contra sus propios hermanos, los ilustres hijos de Quito, Chile y Buenos Aires. Es constante que el que aspira a obtener la libertad, a lo menos lo intenta. Supongo que en Lima no tolerarán los ricos la democracia, ni los esclavos y pardos libertos la aristocracia: los primeros preferirán la tiranía de uno solo, por no padecer las persecuciones tumultuarias y por establecer un orden siquiera pacífico. Mucho hará si consigue recobrar su independencia”. • “El Perú está dividido en tres partidos: primero, patriotas antecolombianos; segundo, godos españoles, y tercero, godos de Torre Tagle y Riva-Agüero. El resto de la masa inerme del pueblo no tiene sentimiento alguno. De su suerte que aquí no hay más que dos cosas positivas: el ejército de Colombia por la patria, y todo los demás contra ella: todo lo demás es insignificante, nulo, nada en fin”.

mundano y orgulloso, había no poca envidia en el odio que suscitó. El manifiesto que suscribió el 10 de mayo de 1826 fue escrito para contrarrestar la campaña tenaz emprendida contra él por quienes lo difamaban.

LOs COLABORAdOREs dE BOLíVAR: UnAnUE.- Otro de los bolivarianos prominentes fue el doctor Hipólito Unanue. La sociedad colonial, no obstante su estructura jerárquica e injusta, permitió la posibilidad de que algunos hombres alcanzaran altas posiciones debido solo a su trabajo o valer. Sacerdotes o legistas fueron lo más que obtuvieron esa personal ascensión después de la época militar de la Conquista. Unanue representa una situación distinta. Es hijo legítimo de los finales del siglo XVIII caracterizados por el interés ante el mundo sensible y la actividad del hombre. La utilización de la observación, el experimento y el racionalismo deductivo. Encarna el sorprendente prestigio y la importancia de la Ciencia que, en su caso, se coloca por encima de los blasones heredados de las posiciones burocráticas y aun de las dignidades eclesiásticas. El médico y preceptor arequipeño que llega rápidamente a las cimas de la vida social de Lima por medio de su relación con las poderosas familias de los Landaburu y los condes de Monteblanco es, al mismo tiempo, el sabio respetado y acatado por los virreyes desde Croix y Taboada y Lemus hasta O’Higgins y Abascal. Aunque algo tardíamente en este fenómeno se reproduce, en cierto modo, el auge de los “filósofos” en la Europa del despotismo ilustrado, el gusto por el saber que entonces se propala en las academias y en los periódicos y llega hasta los salones y se cuela en la recámara de gobernantes. Anuncia una era de respeto a la inteligencia que luego el predominio de las motivaciones económicas, la confusión política y, últimamente, el miedo a la revolución social, no han permitido desarrollar. El bienestar y aun la fortuna los logra Unanue sin que ellos impliquen la especulación mercantil, la prebenda oficial o el peculado. Ejercita su actividad en un campo de pensamiento que puede ya desenvolverse al margen del Estado y de la Iglesia. Trabaja dentro de un radio de libertad para investigar, para expresarse y para actuar en la cátedra, el libro y el periódico. Pensamiento secularizado, aunque Unanue en lo profundo de su intimidad espiritual y moral, continuara fiel a la recia fe de sus antepasados. Su secularismo, como el de la democracia norteamericana, coexiste con una conciencia religiosa y se sustenta en valores básicos que, dentro de sus diferentes niveles, no se excluyen. (En su artículo Mi Retiro afirma que en “esas grandes convulsiones del globo en que me he considerado un átomo vagando en la inmensidad de la naturaleza, un fuerte sentimiento religioso me levantaba siempre hacia Dios;y experimentaba no sé qué aliento de seguridad y de grandeza”). Los médicos peruanos tienen muchos motivos para enorgullecerse de quien ante la historia, ejerce su representación gremial. La medicina en Unanue no fue solo tarea profesional sino, ante todo, actitud científica. A pesar de los errores y limitaciones de su obra, inevitables dentro de la época y el medio, simbolizó la tendencia a la observancia concreta, al estudio experimental, al conocimiento anatómico que abrió paso a las grandes transformaciones de esa disciplina en los siglos XIX y XX. Él mismo definió su lucha contra “los charlatanes y empíricos que habían adquirido sus conocimientos por práctica grosera o que juzgaban explicar y ordenar por el hombre quimérico que se habían figurado en la mente”. Unido indeleblemente a la cátedra de Anatomía desde, a la fundación del Anfiteatro Anatómico en 1782 y al establecimiento y organización del Colegio de San Fernando entre 1807 y 1811 hay una frase de su estudio sobre el clima de Lima que bien podría tomarse como lema para todos los tiempos: “La Medicina está fundada en la observación puntual de los hechos que enseñan mutuamente su conocimiento y en los justos raciocinios con que se deducen las consecuencias y se ordenan en un cuerpo de doctrina”. Pensamiento que coincide con otro estampado en la Advertencia a la segunda edición de esa misma obra: “Mi principal cuidado ha sido estudiar en la naturaleza las cosas de que trato. Las he considerado en

la Medicina en unanue no fue solo Tarea profesional sino, anTe Todo, acTiTud cienTÍfica. a pesar de los errores y liMiTaciones de su obra, ineviTables denTro de la Época y el Medio, siMboliZÓ la Tendencia a la observancia concreTa, al esTudio eXperiMenTal, al conociMienTo anaTÓMico Que abriÓ paso a las grandes TransforMaciones de esa disciplina en los siglos XiX y XX.

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su nacionalisMo fue pacÍfico y basado en el afÁn de esTudiar, anoTar y coMprender; creador, en el senTido de creador de conociMienTos y de conciencia; unido al afÁn de allegar y de uTiliZar la Mayor canTidad de noTicias y de inforMaciones, es decir no reÑido sino consisTenTe con una preocupaciÓn universal (…)

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sí solas y después de conocidas han venido a exornarlas la memoria y la imaginación”. Y al lado de esta profesión de fe, muy bella parece la pintura del arquetipo de médico que él encuentra en su maestro Gabriel Moreno: “Ora se considere como dogmático, ora como clínico, ¡qué profundidad, madurez y extensión de conocimiento en los dictámenes! iqué tino y prudencia en el ejercicio práctico” Pero aun más ¡qué compasión, qué blandura, que interés a favor del afligido!”. Más allá del gabinete y del consultorio, concibió a la medicina en sus proyecciones sociales y nacionales, vinculándola con el gravísimo problema de tener hombres sanos, libres de endemias y epidemias, hizo así de su profesión un símbolo que frente a la “decadencia del Perú” (por obra de la ignorancia, de la superstición o de la crueldad) significara la “restauración del Perú” (por obra del saber, de la capacidad y de la eficacia); y afirmó que para el médico “la verdadera piedad, honor y gloria consisten en mirar por la salud del pueblo posponiendo a ella todas las inclinaciones y las utilidades propias”. Antes de que llegara en 18061a expedición organizada para difundir la vacuna, ya en 1802 la aplicó en Lima. Y en el Quadro sinóptico de las ciencias que se enseñarán en el Colegio de Medicina de San Fernando de Lima incluyó las Matemáticas, la Física, la Química, la Mineralogía, la Anatomía, la Zoonimia y, al mismo tiempo, la Psicología, y dentro de los estudios de Medicina Práctica, al lado de la Clínica, Operatoria, Obstetricia y Farmacéutica, dentro de la Topografía, la Medicina Peruana. Solo su labor de maestro ya le daría rango inmortal. “En 66 años de edad (escribió él mismo en 1821) he consagrado 45 a enseñar a la juventud, he promovido establecimientos para su educación”. Imaginemos a Rodríguez de Mendoza con éxito social, producción netamente científica, vasta actividad periodística, inquietud universal y nacionalista, auge político bajo las más variadas circunstancias y, por añadidura, acción administrativa; y el comprobar que nada de eso acompañó al Rector de San Carlos, no será para desdoro de él y sí para realce del organizador de San Fernando. El amor a la investigación empírica en vez de la especulación teórica, a lo concreto en vez de lo abstracto, caracteriza a la mentalidad de Unanue aun fuera de su ámbito profesional. Todo ello no riñe con el humanismo de su espíritu y la vastedad de su curiosidad intelectual. iQué no leyó! Encuéntranse en sus escritos, aparte de citas médicas y científico-naturales, otras de libros de viajeros, estudios de geografía e historia, derecho y política, administración y hacienda, poetas griegos y latinos, o modernos como Pope y Young, revistas y publicaciones periódicas, empleando tanto los dos idiomas clásicos como el francés y el inglés; en este último su información provino no solo de Inglaterra sino también de Estados Unidos siendo las Notes on the State of Virginia de Jefferson una de sus referencias predilectas. El saber no lo embriagó ni lo desquició. Aunque en dispersas páginas dejara la huella de tiernos y profundos sentimientos (como en su artículo El amor conyugal que termina con unos versos sollozantes) fue, en realidad, un clásico. Su vejez tiene algo de la serenidad goetheana. Toda su obra dispersa (compilada en forma muy incompleta por su descendiente don Eugenio Larrabure y Unanue en 1914) posee un leit motiv unitario: el Perú. Hay algo más que una mera coincidencia en el hecho de que periódicos por él redactados se llamaron -en el momento más bello del crepúsculo colonial, en los comienzos desorientados de la independencia y en los días más sombríos de las guerra entre patriotas y realistas- Mercurio Peruano, Verdadero Peruano, Nuevo Día del Perú. Vio al Perú como un territorio, como mecanismo estatal, como estructura social y en lo que concierne al hombre que aquí habita, lo vio en el presente que ante sus ojos se iba desenvolviendo, en el pasado y en el futuro. En el Mercurio Peruano escribió la “Idea general del Perú” que desarrolló en detalle en las Guías políticas, eclesiásticas y militares del Perú redactadas por él entre 1793 y 1797, haciendo con los datos allí contenidos el Compendio del Virreinato del Perú a fines siglo XVIII y planeando unas Décadas económicas del Perú. Al mismo tipo de visión integral pertenecen el trabajo titulado Sobre geografía física del Perú inserto en el Mercurio y, en lo que pudo haber sido escrita por su pluma, la memoria del virrey Taboada y Lemus que es una minuciosa monografía sobre el país en aquella época.

Su estudio sobre el clima de Lima examina no solo la constitución física del valle sino también el genio, usos, hábitos, dolencias y enfermedades de los habitantes en un anticipo de de la ecología, la ciencia que trata de las relaciones de los seres entre sí y en función de los ambientes en que viven. Pero hay allí mucho más. Hay, sobre todo, un alegato en contra de que los europeos tengan la exclusividad de la belleza física o del talento, ya favor de los países coloniales y de las gentes de color. Y hay también una condena de toda presunción de superioridad racial. “El espíritu racional (escribe Unanue) está igualmente distribuido en todas las partes de la Tierra. En todas ellas es el hombre capaz de todo si es ayudado por la educación y el ejemplo. Pero también en el Universo entero, las naciones que, bajo el freno de la religión y de la ley, dan nombres de cultura y de saber, roto ese freno, solo producen monstruos y caníbales”. En cuanto a los americanos, tomó parte aquí en la polémica entablada acerca de sus aptitudes; como decía el P. Francisco Xavier Sánchez en la Aprobación de la primera edición de la obra en 1806, “un monumento de la gloria levanta a la América y en especial a los habitantes de parte de la zona examinando las prerrogativas de los ingenios que la habitan”. Lejos de toda estrechez localista, si bien recorrió poco el Perú, lo conoció por la imaginación y la erudición. Especial interés tienen, a este respecto, sus relatos acerca del viaje por el Huallaga hecho por el P. Sobreviela, los viajes en el Marañón y el Ucayali por P. Girbal y las noticias acerca de la pampa del Sacramento. Propugnó en aquellos años en que la patria no había nacido como entidad soberana, la necesidad de la inmigración y del crecimiento vegetativo de la población; la conveniencia de una explotación racional de la riqueza minera; el objetivo de que la agricultura sirviera “para que nuestra subsistencia no fuese tan precaria ni dependiente de auxilios externos”; la importancia de los servicios estadísticos “sin los cuales no es posible dar un paso acertado en los mayores y más útiles proyectos de utilidad pública”; y la función necesarísima de las vías de comunicación y de la marina mercante. Especial interés ostentan sus monografías sobre la coca, el tabaco y el camino entre Lima y Callao que tienen aspectos históricos, ya en relación con el período inca, ya con el de la dominación española al lado de otros de carácter especializado, de ciencia pura o de utilidad pública, con la inclusión de datos estadísticos y descripciones circunstanciadas de realidades entonces contemporáneas. Podría hacerse un estudio sobre Unanue y la historiografía. En su Idea general de los monumentos del antiguo Perú tuvo la intuición del imprescindible valor de la arqueología para el esclarecimiento de nuestro pasado. Si bien se equivocó al creer hallar en el Amazonas el lugar primitivo de la civilización (con lo cual reaccionaba contra el desprecio que algunos autores europeos sentían hacia América) su hipótesis acerca de las relaciones antiguas entre las zonas oceánicas o polinésicas y los indios ha obtenido sorprendente apoyo en nuestro días. Hizo el elogio de los Incas “los legisladores de más nombradía que nos ha transmitido la historia antigua”, “aquella nación famosa que, sin los auxilios del egipcio, el fenicio y el griego, supo establecer leyes sabias y sobresalir bajo ciertos aspectos en las artes y las ciencias”. Le impresionaron, sobre todo, “la justicia, orden y economía” de aquellos tiempos. Condenó los desórdenes y estragos de la Conquista; pero censuró, asimismo, a los extranjeros “que se empeñan tanto en cubrir de horror a esa época, olvidando el heroísmo y virtudes de algunos hombres ” y señaló, al mismo tiempo, “la inhumanas devastaciones en los infelices países de Asia y norte de América” consumadas precisamente por quienes aparecían horrorizándose por la obra de España en América. Aunque sus elogios a la etapa reformista del Virreinato, iniciada con Taboada y Lemus, implican una crítica al período anterior, tuvo expresiones de admiración para figuras como Pedro de Peralta, Feliciano de la Vega, Pérez de Menacho, Pinelo y Caviedes. Su nacionalismo fue pacífico y basado en el afán de estudiar, anotar y comprender; creador, en el sentido de creador de conocimientos y de conciencia; unido al afán de allegar y de utilizar la mayor cantidad de noticias y de informaciones, es decir no reñido sino consistente con una

EL MERCURiO PERUAnO

El Mercurio Peruano de Historia, Literatura y noticias públicas fue creado en 1791 por la sociedad Académica de Amantes del País, de Lima. Llegó a convertirse en el difusor más importante de cultura ilustrada en nuestro país. En sus páginas se esbozó por vez primera la idea del Perú como patria, uno de los puntos de partida para el movimiento emancipador.

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 1

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siMboliZa unanue (…) la realidad, por algunos desconocida, de Que el perÚ eXisTe desde anTes de la independencia y Marca un senTido de conTinuidad enTre las dos Épocas; sin Que ello iMpliQue afrenTa ni desdoro, sino, anTes bien, honra y presTigio.

preocupación universal; interesado en un porvenir mejor y en las proyecciones de tipo social posibles en la acción individual, sin desmedro del respeto ante el pasado. Gran parte de esta obra cultural tuvo lugar, no desde el libro, sino desde el periódico, y se caracterizó, aun en este plano, por su alejamiento de las violencias, de los rencores, de las envidias que proliferan en la vida criolla. Simboliza Unanue, fundamentalmente, la realidad, por algunos desconocida, de que el Perú existe desde antes de la independencia y marca un sentido de continuidad entre las dos épocas; sin que ello implique afrenta ni desdoro, sino, antes bien, honra y prestigio. En el Mercurio Peruano el Perú aparece ya en esencia y potencia: es visto, estudiado y voceado a través del tiempo como totalidad. Nada más que el Perú, y nada menos que el Perú, parece haber sido el lema de los redactores del Mercurio y, por eso, no prescindieron de la cultura aborigen, pero no prescindieron, tampoco, de la época virreinal. En una superación de todo localismo de época, región, raza o ciencia, acogieron estudios históricos, geográficos, de ciencias puras y aplicadas, económicos, institucionales, costumbristas, lingüísticos y literarios sobre el Perú total. Unanue fue uno de los animadores principales del Mercurio; y, desaparecido este, conservó el espíritu que hace inmortal a esta revista y se conectó así con los Comentarios Reales del inca Garcilaso. En la historia del espíritu genuinamente peruano, el cronista poético y novelesco, el cuzqueño genial que, en su vejez olvidada, vistiendo el humilde ropaje del clérigo, escribiera el cantar de gesta peruano, con la triple nostalgia de la infancia ida, de la Patria distante y del materno Imperio extinto, se da la mano con el médico sabio, el escritor atildado y el patriota benemérito, cuya efigie enlaza dos siglos y dos épocas. El uno encarna al Perú naciente; el otro una promesa de madurez y de expresión cultural y científica eminentes, que la posteridad no siempre ha cumplido. La destacada actuación de Unanue al servicio de los virreyes y sus posteriores memorables servicios a la causa de la independencia merecieron la sarcástica censura de Gabriel René Moreno, el eminente y emponzoñado bibliógrafo boliviano, que tan mal quiso al Perú. Por lo que hasta ahora puede deducirse, parece que, en cierto momento de su vida, Unanue militó en las filas reformistas, de los esperanzados y en un nuevo régimen de convivencia entre peruanos y españoles, como tantos hombres ilustrados y progresistas de la clase dirigente. Ello implicaba, por cierto, hablar de “derechos” de los criollos, provocar el temor, o la ira, o la sospecha de quienes no querían cambio alguno. Fue el punto de vista que representó Vidaurre en su Plan

siMÓn bolÍvar palacios (1783-1830) su sueÑo fue la inTegraciÓn de Toda aMÉrica en un solo paÍs Que incluirÍa los TerriTorios de bolivia, perÚ, ecuador, coloMbia y veneZuela.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 6 ]

n

ació en Caracas (Venezuela) en el seno de una familia de criollos aristócratas. A los 9 años quedó huérfano y estuvo a cargo de su abuelo materno, quien le dio una educación privilegiada con profesores como Andrés Bello y Simón Rodríguez. En 1797 ingresó al Batallón de Milicias de Blancos Voluntarios de los Valles de Aragua y dos años más tarde viajó a España, donde se nutrió de las ideas de la Ilustración. El 5 de julio de 1811, se declaró la independencia de Venezuela. Sin embargo, los realistas recuperaron el poder

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del Perú, sus Cartas americanas y su memoria de 1817. De ninguna manera aparece Unanue como un partidario del statu quo, como un tradicionalista, como un usufructuario satisfecho del régimen vigente y en el que alcanzara fama y fortuna. Su posición en aquella etapa inicial podría estar representada por sus escritos en el Verdadero Peruano. No sabemos la fecha exacta en que llegó a convencerse de lo inevitable del separatismo. En el crítico año de 1820 instó al Virrey para que lo aceptara sin vacilaciones “buscando un Príncipe de Casa Real que viniese a coronarse. Yo no era el único que pensaba así, por el bien mismo del Perú”. Quiso entonces evitar la lucha entre el ejército de San Martín y el realista; fue la época de su papel “Los males de guerra y el deber de los escritores”. Luego acompañó a San Martín como ministro de Hacienda cuando “estaba exhausta de fondos la Tesorería... Se presentaba por todas partes la imagen de la desolación y la miseria”; el Protector dijo que “el Viejo Honradísimo y Virtuosísimo Unanue es uno de los consuelos que he tenido en el tiempo de mi incómoda administración”. Formó parte en seguida del primer Congreso Constituyente en el que tuvo una significación que había pasado inadvertida. Encontró la fórmula que pudo hacer posible el retiro de la Junta Gubernativa y la elección de Riva-Agüero. Siguió la suerte del Congreso cuando se produjo el conflicto entre este cuerpo y el Presidente. Editó el periódico Nuevo Día del Perú en los días más negros de la guerra de la independencia. Fue nuevamente ministro de Hacienda y, más tarde, miembro del Consejo de Gobierno y jefe de él en los días que siguieron a Ayacucho con motivo del viaje de Bolívar al sur. “Principié (escribió él mismo aludiendo a esta etapa al retirarse a la vida privada) un trabajo activo para organizar la administración pública. Tuve la felicidad de poder vencer las dificultades de la situación, de pagar el ejército y los buques que sitiaban la plaza del Callao, las listas civil y eclesiástica y de restablecer las comunicaciones y atender con la mayor exactitud posible a todos los servicios, mientras se obligaba a capitular a las fuerzas de la fortaleza del Callao”. Aliado de esta obra hacendaria desarrolló una importante obra administrativa reflejada en múltiples reglamentos y decretos. En esa época Unanue contribuyó también a salvar los territorios del noroeste peruano. Continuó aliado de Bolívar durante casi dos años después de Ayacucho porque le obsesionaba la idea de conservar y consolidar la paz. En su discurso del 3 de abril de 1825 llegó a afirmar con intuición geopolítica: “El Perú está colocado en el centro de la península austral. Es fiel de la balanza entre las Repúblicas que la pueblan, y así como estará su mayor prosperidad y dicha en permanecer tranquilo a la sombra de un buen régimen; así le sobrevendrá un cúmulo de desastres si se envuelve en nuevas revoluciones y anarquía. Lo invadirán y lo dividirán todos...”.

al poco tiempo. Bolívar se exilió en Cartagena de Indias y desde allí, planeó la liberación de su país. En 1814, empero. Debió huir a Colombia, y luego a Jamaica y Haití, donde residió por varios años. En 1819 fue nombrado presidente de la Gran Colombia. Dos años después derrotó a los españoles en la batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821. En 1822, Bolívar marchó a Quito y junto a Sucre liberó Ecuador. Poco después se reunió en Guayaquil con San Martín, entonces Protector del Perú. Al año

agosTo 1826 [ RUSIA ]

coronaciÓn del Zar ruso nicolÁs i en MoscÚ, en Medio de revuelTas y levanTaMienTos populares. aunQue su rÉgiMen fue auTocrÁTico y cruel desde un inicio, TaMbiÉn TraJo consigo progreso en los caMpos econÓMico y culTural. MuriÓ en 1855 duranTe la guerra de criMea.

siguiente desembarcó en el puerto del Callao y fue conducido a Lima, donde el Congreso le concedió poderes dictatoriales. En 1826, dejó el Perú. Una revolución en Venezuela obligó a Bolívar a regresar a su tierra natal, donde restableció la paz en enero de 1827. Ese mismo año fue proclamado dictador en Bogotá. Tres años después iniciaba un nuevo mandato en Venezuela, pero renunció por rivalidades entre caudillos. Se dirigió entonces a Colombia, donde murió el 17 de diciembre en Santa Marta.

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 1

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unanue se Queda, y se Queda para hacer cosas, para cuMplir una MisiÓn, para ayudar a nacer a la paTria soberana. y no porQue sienTa la sensualidad de la polÍTica, o la esperanZa de goces y prebendas, ni porQue su TeMperaMenTo sea de Torrencial acTivisMo, TorTuosa aMbiciÓn o hisTriÓnica audacia. por el conTrario, se TraTa de un hoMbre sereno, refleXivo, honrado, bondadoso.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 6 ]

Un año y cuatro meses más tarde, en agosto de 1826, dimitió y Bolívar en esa oportunidad Ilamóle “honrado y recto y poseedor de firmeza y energía en las crisis más difíciles”. El l” de setiembre, día en que se retiró para siempre de la vida pública, firmó un reglamento que Carlos Enrique Paz Soldán ha calificado como “verdadero Código de Sanidad”. En la paz de su hacienda de Cañete, rodeado del olvido y de la ingratitud, vivió hasta 1833. La censura, la burla o la sospecha ante quien con tanto brillo descolló en las postrimerías del Virreinato y, lejos de apagarse, emergió por encima de las violencias de la Emancipación, eran explicables cuando se creía que entre ambos períodos hubo un abismo infranqueable. Hoy tenemos, a este respecto, una mayor higiene de las ideas, vemos mejor la lógica del acontecer. Hoy comprendemos que existió una íntima continuidad, una estructura ineluctable -el Perú-, debajo de los sucesos ocurridos durante los gobiernos de Croix, Taboada, O’Higgins, Abascal, San Martín, Riva-Agüero, Tagle y Bolívar y que Unanue estuvo al servicio de esa realidad en formación. En su alma, como en la de tantos de sus contemporáneos, se fue produciendo, a lo largo de los años, un drama constante y a los tremendos dilemas de su tiempo dio la respuesta que le pareció mejor, aun cuando ella no fuera la misma frente a las distintas coyunturas o probabilidades históricas. El reformismo que soñaba en una especie de Comunidad entre España y sus provincias ultramarinas, similar a la Comunidad Británica de nuestros días, hubiera evitado los horrores de la guerra; cuando él ya resultó imposible, la fórmula de la independencia con un sistema monárquico parecía que hubiese podido evitar, según el criterio de algunos hombres cautos, la “subitaneidad del tránsito” de una época a otra época, como en el Brasil; Riva-Agüero pareció inevitable ante la impotencia y el desprestigio de la Junta Gubernativa, pero luego su lucha contra el Congreso y contra Bolívar cuando la guerra de la independencia estaba perdiéndose, resultó insensata. Quien anhelara un Perú libre de la dominación española tenía que estar con Bolívar. Fue una fortuna para el Perú que, en los días tremendos de 1823, Unanue el pacífico, el blando, no siguiera el ejemplo de los tibios, de los vacilantes y de los despechados y permaneciera fiel a la ilusión de la patria libre. El periódico por él editado, junto con Félix Devoti y José María Falcón, en Trujillo entre ello de julio y el 25 de setiembre de 1824, llamado Nuevo Día del Perú, es más bello, si cabe, con su zozobra, su iracundia y su fe pertinaz en el porvenir y en el país, que el Mercurio académico y sosegado. Bien examinadas las distintas actitudes de Unanue, no reflejan pusilanimidad. Al pusilánime le anima, ante todo, el deseo de eludir sufrimientos o sacrificios, de vivir fácilmente. Y lo fácil habría sido quedarse en el partido del Virrey entre 1814 y 1820, precisamente con el mundo que tan bien le había tratado, como otros lo hicieron. O abandonar a la Patria durante las tormentas de 1823 y principios de 1824, como otros también lo hicieron. O retirarse de toda acción. O alejarse del país. Unanue se queda, y se queda para hacer cosas, para cumplir una misión, para ayudar a nacer a la Patria soberana. Y no porque sienta la sensualidad de la política, o la esperanza de goces y prebendas, ni porque su temperamento sea de torrencial activismo, tortuosa ambición o histriónica audacia. Por el contrario, se trata de un hombre sereno, reflexivo, honrado, bondadoso. En primer lugar, ocurre que se le llama; él no busca las situaciones de comando o responsabilidad sino ellas llegan hasta él, con natural, obligada secuencia. En suma, no es el suyo (ni en el Virreinato ni en la Emancipación) el caso, más tarde muy reiterado en el Perú, de hombres injustamente pospuestos, marginados, colocados en el desvío. Pero estas oportunidades que se le brindan de servir al país y que él no ha buscado, tampoco las rehúye; y al aceptarlas, procede tomando las cosas como son, aceptando previamente sus condiciones reales para, después de este acto previo, volcar su entusiasmo y aptitudes en el afán de buscar los cambios que juzga posibles. Reconoce la jurisdicción de la realidad, no escamotea la verdad de la vida por imágenes halagüeñas y desde ese punto de partida trata de trabajar en lo que le es dable. Su destino

no es solo existir él, conservarse, andar entre lo que está ya ahí, hecho por otros. Unanue, anciano ya, toma partido, se compromete, vive peligrosamente, alimentado por la nativa sanidad de sus instintos, por su capacidad de trabajo, por su saber. No es alarde vano cuando dice: “Cuántos disgustos y contrariedades han oprimido mi alma, cuántos peligros han amenazado mi existencia”. Y agrega: “Los hombres, algunos hombres son más peligrosos y dañinos que la Naturaleza”. En suma, como fue todo lo contrario del político profesional, del político que no tiene otro bagaje que su actuación pública (pues representa, por antonomasia y con una jerarquía no superada, el caso del hombre a quien se le llama para que sirva al país por su preparación y su honradez), de otro lado aparece como lo contrario del demagogo y del sectario. Nada hay en él, por lo demás, de la impresionabilidad, el arrebato, el atolondramiento, el “todo o nada” de la pasión criolla. Su actitud pragmática no reñida con la ética, nunca excitada, hace que pueda considerársele como el símbolo de algo demasiadas veces ausente en nuestra historia: el moderantismo basado en la objetividad, el conservadurismo progresista, la solidez y el buen sentido que son las cualidades con que los ingleses han tratado de distinguirse en su política nacional e internacional.

LOs COLABORAdOREs dE BOLíVAR: VidAURRE.- Bolívar tuvo otro colaborador peruano más: don Manuel Lorenzo de Vidaurre. Su biografía, por rozarse con la vida peruana hasta 1839, será hecha posteriormente. Vidaurre, antiguo funcionario de la administración española, oidor de la Audiencia del Cuzco y de la de Puerto Príncipe, había sido enviado, quizá precaucionalmente, a España. En 1810 escribió el libro de Plan del Perú, que con dedicatoria a Bolívar publicó en 1823 en Filadelfia, para hacer una crítica del sistema administrativo colonial. Fue, además, Vidaurre, autor de unas Cartas Americanas, roussoniana confesión de sus amores adúlteros. Después de haber ocupado el cargo de presidente de la Corte Suprema, Vidaurre representó con Pando y luego con Pérez de Tudela, por nombramiento de Bolívar, al Perú en el Congreso de Panamá. En 1827 hizo publicar un discurso como si lo hubiera redactado para sus colegas al tiempo de instalarse esa Asamblea. Pedía que los gobiernos confederados se garantizaran su libertad e independencia, que nunca se confiase a un individuo aislado más poder que el necesario al fin para el cual su autoridad fue instituida, que a mayor poder hubiese menor tiempo en su ejercicio, que no existieran ejércitos permanentes sino en tiempo de guerra y que esta fuera evitada mediante el orden interior. Había, en su concepto, dos escollos a la felicidad pública. El primero: “el deseo de engrandecimiento de unos Estados a costa y en detrimento de otros”. El segundo: “el peligro de que un ambicioso quiera aspirar a la tiranía y esclavizar a sus hermanos”. Sin atenerse a sus instrucciones, presentó un proyecto de confederación americana, que abría a todos los americanos los empleos y dignidades de cualquier Estado, creaba un Congreso anfictiónico, garantizaba la integridad de cada uno de los miembros de la Confederación, suprimía la guerra entre ellos y establecía la igualdad de derechos de importación y exportación. Tuvo Vidaurre horas de adoración a Bolívar. Entonces le llamó en una de sus cartas el “general Simón el Peruano”. Mucho cambió luego. Cuando se le acusó de que le ofreció una vez la corona, contestó que usó de la expresión “reinar sobre nuestros corazones”. Estaba en Panamá todavía cuando recibió el texto de la Constitución vitalicia. Él mismo ha contado que, para prestar a su compañero de delegación, Pérez de Tudela, modelos de rebeldía contra la opresión, lo abrumó entonces con citas de los holandeses, de los suizos, de los angloamericanos, de los tebanos y hasta de los almagristas cuando mataron a Pizarro; que luego le flaquearon las piernas y cayó en las tablas, lloró y se puso de hinojos prorrumpiendo en una oración.

5

seTieMbre 1826 [ PERÚ ]

andrÉs de sanTa cruZ, presidenTe del conseJo de gobierno, decreTa una escala de sueldos y graTificaciones para el personal de las fuerZas arMadas. de esTa Manera, sanTa cruZ uniforMÓ los MonTos enTre los sueldos de la Marina y el eJÉrciTo. el sueldo de un alMiranTe, por eJeMplo, subiÓ a 8 Mil pesos anuales. en 1822 esTe MisMo sueldo era de 6 Mil pesos anuales.

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] I Viaje de Bolívar ● II Aprobación de la Constitución vitali­ cia por los colegios electorales ● Jura de la Constitución vitalicia ● III Prisión y enjuiciamiento de Guisse ● La oposi­ ción a Bolívar y las conspiraciones na­ cionalistas ● Un juicio de Mariano José de Arce sobre la oposición a Bolívar ● Otras notas de la situación en las pos­ trimerías del régimen vitalicio ● Con­ ducta de Vidaurre ● IV La sublevación del 26 y del 27 de enero de 1827 ● La sublevación del 27 de enero y el júbilo

CAPÍTULO 7



de Santander ● El despojo de Laso. La obra administrativa de 1825 y 1826 ● El Estado Peruano ● La represión del contrabando con la pena capital y la calidad de los empleados de Hacien­ da ● La administración de justicia ● El vasto afán educacional ● Otras nor­mas administrativas. La política anti­clerical ● El Reglamento de Imprenta ● Los decre­ tos sobre los indios ● El incendio de los archivos del Palacio de Gobierno ● Las tropas colombianas y los reemplazos peruanos.

EL FÁCIL COLAPSO DEL RÉGIMEN VITALICIO

7 []

CAPÍTULO

V 170

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 7 ]

[I] IAJES DE BOLÍVAR.- Bolívar decidió viajar a Colombia a mediados de agosto de 1826, con motivo de los sucesos ocurridos en esa República. Los esfuerzos hechos en Lima para retenerlo fueron múltiples. El vecindario de San Lázaro se presentó en la calle de Palacio el día 13 con ruidosa música y el cura a la cabeza; luego llegaron gentes de otros barrios en tropel, para pedir a gritos que el Libertador no se marchara. Oyéronse voces que decían: “Saldrás hollando nuestros pechos y nuestros hijos, destruyendo la vida que tú nos has conservado”. Bolívar ofreció contestar en el plazo de una semana. Ese mismo día 13, la Municipalidad expresó idénticos sentimientos áulicos y renovó la súplica para que el Libertador se quedara en el Perú. Al día siguiente se pronunciaron en el mismo sentido la Corte Suprema, la Corte Superior, el Cabildo Eclesiástico, los generales y jefes del ejército, el Consulado, la Universidad, el Protomedicato y otros individuos y corporaciones. Se llegó a decir entonces que si el Perú perdía a su padre, serían inevitables su ruina, la pérdida de su libertad, la anarquía y todos los males. El 15, con ocasión de la fiesta de la Virgen, hubo una manifestación que fue de la Catedral a Palacio, con las corporaciones, muchos ciudadanos prominentes y hasta señoras y señoritas. Bolívar habló cortésmente acerca de su deber estricto y urgente de prevenir la posible disolución de Colombia. Hubo limeñas que insistieron en su pedido y él contestó entonces: “Señoras, el silencio es la única respuesta que debía dar a esas palabras encantadoras, que encadenan no solo el corazón sino también el deber. Cuando la beldad habla, ¿qué pecho puede resistirse? Yo he sido el soldado de la beldad porque he combatido por la libertad que es bella, hechicera, y lleva la dicha al seno de la hermosura donde se abrigan las flores de la vida. Pero mi patria... ¡ah, señoras!.. Yo me lanzaré no solo a los campos de batalla, sino también a defender todo lo que pisan los pies de las diosas peruanas”. Cundió la voz: iel Libertador se queda! se propagó el júbilo, hubo repiques de las campanas de las iglesias y las fiestas terminaron con un baile en Palacio. Coincidieron estas demostraciones, que acaso no eran totalmente espontáneas, con la reunión del colegio electoral de la provincia para resolver acerca de la adopción de la Carta vitalicia (16 de agosto). Después de emitir su sufragio a ella, se dirigieron los electores a Palacio, Bolívar ensalzó la Carta, la llamó obra de los siglos que reunía las lecciones de la experiencia y los consejos y opiniones de los sabios y dijo en seguida refiriéndose a su propia designación como presidente vitalicio: “El Perú cuenta con hombres eminentes capaces de desempeñar la suprema magistratura; a ellos toca, no a mí, el obtenerla. Así no puedo encargarme de ella. Me debo a Colombia; y si ella me lo permitiese, consultaré aun mi conciencia sobre la sanción con que me habéis colmado de honor, pues yo estoy encadenado a servir al Perú con cuanto penda de mí mismo”. Extraordinarios caracteres alcanzó poco tiempo después la celebración del aniversario de su llegada al Perú. Toda una quincena fue empleada en los preparativos. Ello de setiembre estaban decoradas la alameda de los Descalzos y las calles que de Palacio llevaban a ese paseo; el centro de él parecía un salón y lujoso pórtico llenaba la entrada. Una mesa opíparamente servida aguardaba a los invitados principales y el retrato de Bolívar la presidía; en la avenida de Amancaes habían sido colocadas otras dos mesas con abundantes provisiones, según el uso del país, para

los asistentes de menor importancia. A las tres de la tarde se dirigió el Libertador al lugar del agasajo entre músicas, repiques y vítores, acompañado de las corporaciones, de prominentes personajes y de un grupo de señoras, pisando flores y recibiendo perfumes. Los homenajes oratorias que el cura de San Lázaro y otros clérigos le tributaron entonces superaron a los que habían recibido los virreyes. En la noche hubo un baile en la Municipalidad. Se retiró el Libertador secretamente de esta fiesta y se dirigió al Callao para embarcarse en el bergantín Congreso, que se dio a la vela al amanecer del 4 de setiembre. En su proclama al partir, escribió: “Concebí osadía de dejaras obligados, mas yo cargo con el honroso peso de vuestra munificencia. Desaparecen mis débiles servicios delante de los monumentos que la generosidad del Perú me ha consagrado; y hasta sus recuerdos irán a perderse en la inmensidad de vuestra gratitud. Me habéis vencido” (3 de setiembre). Dejó en Lima al Consejo de Gobierno integrado, según ya se ha dicho, por Santa Cruz como presidente, Larrea y Loredo y Pando, a los que se agregó Heres. Encontró en su patria la discordia y la intriga. Desde Popayán, ya el 26 de octubre, escribió a Santa Cruz, abierto a la idea de que los peruanos se gobernaban por sí mismos. Resume esta carta un espíritu nacionalista, a la vez que generoso: “Yo tengo demasiadas atenciones en mi suelo nativo, que he descuidado largo tiempo por otros países de la América; ahora veo que los males han llegado a su exceso y que Venezuela es la víctima de mis propios sucesos; no quiero merecer el vituperio de ingrato a mi primitiva patria. Tengo también, en consideración, la idea de conciliar la dicha de mis amigos en el Perú con mi gloria particular. Ustedes serán sacrificados si se empeñan en sostenerme contra el conato nacional ... Yo, pues, relevo a ustedes y a mis amigos los ministros, del compromiso de continuar en las miras que habían informado. Yo aconsejo a ustedes que se abandonen al torrente de los acontecimientos patrios, y que, en lugar de dejarse sacrificar por la oposición, se pongan ustedes a la cabeza y en lugar de planes americanos adopten ustedes designios puramente peruanos...”. No obstante esta carta, los preparativos para implantar la Constitución vitalicia prosiguieron. Pronto llegaría la hora en que exclamara: “No hay fe en América ni entre los hombres ni entre las naciones. Los tratados son papeles, las Constituciones libros, la libertad anarquía, las elecciones combates, y la vida un tormento. No pudiendo nuestro país soportar ni la libertad ni la esclavitud, mil revoluciones harán necesarias mil usurpaciones”. Y algo más: “América es ingobernable. Los que sirvieron a la revolución araron en el mar. Lo único que hay que hacer en América es emigrar”.

EL CABILDO DE LImA

El viajero francés Leonce Angrand visitó el Perú en el siglo XIX y dejó una serie de dibujos y acuarelas como testimonio. En este detalle de uno de sus dibujos se observan los balcones del Cabildo de Lima y frente a su fachada unos tenduchos. En 1826 el gobierno de Bolívar envió al Cabildo de Lima las actas de los colegios electorales que daban como resultado la aceptación para la promulgación de la Constitución vitalicia.

[ II ] APROBACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN VITALICIA POR LOS COLEGIOS ELECTORALES.Reorganizado el Consejo de Gobierno el 28 de junio de 1826, como se ha repetido, bajo la presidencia de Santa Cruz y con Unanue, Pando y Larrea, encargó este organismo con fecha 10 de julio de 1826, en una larga exposición suscrita por Pando, que los prefectos reuniesen a los colegios electorales para que ellos decidieran si aprobaban la Constitución boliviana. Para introducir la Carta vitalicia en el Perú no se apeló, pues, al voto general del país. Sometida a los colegios electorales, cincuenta y ocho de ellos aprobaron con la previa condición de que Bolívar fuese el primer presidente vitalicio. Cuzco y Ayacucho pusieron como única adición que la religión oficial fuese la católica con excepción de cualquier otra. El colegio de Arequipa indicó que debía resultar efectivo el sistema federal con los demás Estados. Pero algunos electores pertenecientes a Catacaos, en Piura, no temieron contradecir abiertamente a sus colegas. Y el colegio de Tarapacá instado, entre otros, por Santiago Zavala, declaró que no estaba bastante ilustrado para resolver la cuestión tan delicada que se le había sometido; que, por consiguiente, ni aprobada ni rechazaba el proyecto; que se sometía a la opinión de Arequipa y “que no

[ CAPÍTULO 7 ] PERÍODO 1

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SE DECÍA QUE EN LIMA LOS ELECTORES LLEGARON A SER ENCERRADOS SIN CONSENTÍRSELES SALIR HASTA QUE FIRMASEN, PONIENDO EN UNA SALA COMESTIBLES Y LICORES FUERTES Y CERCA, ADEMÁS, A AGENTES DEL GOBIERNO

desmentiría la obediencia al gobierno siempre que, como operaba, la Carta estuviera conforme con los principios liberales adoptados por unánime sentir y aclamación del Perú y el continente americano, que para lograrlos no ha omitido sacrificios de ninguna clase, a despecho del gobierno antiguo español y con oprobio de cuantos pretendan tiranizar a los pueblos y hollar los sagrados derechos del hombre”. Sin embargo, circulaban clandestinamente rumores que indicaban un descontento sordo. Se decía que en Lima los electores llegaron a ser encerrados sin consentírseles salir hasta que firmasen, poniendo en una sala comestibles y licores fuertes y cerca, además, a agentes del gobierno. Otras acusaciones fueron las siguientes: que a los militares y marinos peruanos se les procuró desarmar o alejar; y que, a base de delaciones, se abrieron juicios contra presuntos conspiradores, entre ellos no solo peruanos sino también chilenos y argentinos, negándose la Corte Suprema, que antes había sido tan sumisa a Bolívar, a confirmar la acusación fiscal que pedía la pena de muerte para algunos de los acusados. Surgió primero el propósito de remitir al examen de la Corte Suprema las actas de los colegios electorales; pero acaso por el temor de una actitud insumisa de ese tribunal, fueron remitidas al Cabildo de Lima (28 de noviembre). Dijeron entonces los enemigos del Gobierno que no había razón para constituir al Cabildo de la capital en juez de los derechos de todo el país. Dada la contestación de este cuerpo edilicio (28 de noviembre de 1826), el Consejo de Gobierno decretó (30 de noviembre) que la nueva Constitución era la ley fundamental del Perú y Bolívar, presidente vitalicio; y dispuso que fuese jurada el 9 de diciembre y que se procediera a tomar las medidas necesarias para la formación de nuevas listas de electores. Pero quienes invocaban la democracia, aducían que así no se podía dar al país una Carta política, pues el poder de los electores se basaba en la Constitución de 1823 y no llegaba hasta la facultad de variar la forma de gobierno republicano con un presidente con período limitado de gobierno, para reemplazarla por otra que establecía la perpetuidad del Jefe del Estado.

JURA DE LA CONSTITUCIÓN VITALICIA.- La ceremonia de la jura de la Constitución vitalicia por las autoridades civiles, eclesiásticas y militares tuvo lugar el 9 de diciembre de 1826 y no resultó lucida. Al convite de la tarde concurrió poca gente. Fue prodigado el licor sin que se avivara el entusiasmo, “Se arrojaron monedas (cuenta Vidaurre) que no faltaron gentes de color y niños que las recogiesen: pero no se logró que repitieran las palabras incesantes de Pando, que desde una de las galerías no cesaba de gritar: “iViva la Constitución’ iViva el Presidente vitalicio!”. Unas cuantas voces de burla se oyeron, que decían: “iViva la plata!”. Según el decreto del Consejo de Gobierno el 9 debía tener lugar el juramento de los miembros de dicho Consejo, y de otros personajes entre los que estaban el Presidente de la Corte Suprema, el Arzobispo electo de Lima, el Prefecto de Lima, el Obispo electo de La Libertad, el Presidente de Corte Superior, los generales de mar y tierra, el alcalde, el contador general, el director de la Casa de Moneda, el director de la Caja de Amortización y el Rector de la Universidad. Pero, además, fueron ordenadas otras ceremonias análogas. El juramento de las autoridades o funcionarios subalternos de cualquier fuero, como también de los cabildos eclesiásticos, universidades, comunidades religiosas, y todas las demás corporaciones de la capital quedó fijado para el 10. Y se ordenó que el 17, después de una misa, prestaran análogo voto todos los vecinos de esta capital congregados en sus respectivas parroquias. El 25 de diciembre correspondía celebrar dicho acto en los departamentos. En el ejército y armada se señaló un día especial para que, formadas las tropas, se publicara y leyese la Constitución y para que la juraran el jefe, los oficiales y los soldados y marinos frente a las banderas. La Constitución vitalicia, jurada el 9 de diciembre de 1826, apenas duró cincuenta días; como se recordará más adelante, quedó abolida el 28 de enero de 1827.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 7 ]

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RECUERDOS DEL LIBERTADOR. A su salida de nuestro país, Bolívar dejó varias de sus posesiones personales, algunas de las cuales tienen gran valor histórico. Entre ellas se encuentra este catre de campaña (1) y montura (2), empleados ambos en las batallas de la campaña por la independencia peruana; un reloj de mesa (3) que utilizaba para calcular tiempos y distancias; y esta espada (4), obsequiada por el presidente de Haití y que utilizó en la Segunda Expedición Libertadora antes de entregársela al general Jacinto Lara como muestra de su afecto.

[ capítulo 7 ] período 1

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LA JUNTA DE GUERRA A LA QUE FUE SOMETIDA LA NOBLE VÍCTIMA [GUISSE], LA CONDENÓ DESPUÉS DE EXAMINAR NO SOLO CARGOS INMEDIATOS, SINO SU CONDUCTA AL LADO DE RIVAAGÜERO Y ANTE TAGLE Y SU DESOBEDIENCIA A ÓRDENES DE BOLÍVAR.

Al prepararse el proyecto de reglamento de elecciones por el Consejo de Gobierno fue fijado el número de censores, senadores y tribunas por cada uno de los departamentos, según su población y capacidad; ya no todas las provincias correspondió un representante.

[ III ] PRISIÓN Y ENJUICIAmIENTO DE GUISSE.- Guisse, el vicealmirante de la escuadra nacional que había logrado rechazar en el Callao a toda la flota española, pasó a Guayaquil al mando de sus barcos con el fin de convoyar las fuerzas que debían ir al Perú y, además, a hacer, previamente, reparaciones en ellos. Solicitó al jefe político de Guayaquil Juan Paz del Castillo 30 mil pesos para socorrer a la marinería que se hallaba impaga durante algunos meses. Este, enemigo de aquel, deseoso de humillar al Perú, interpretó mal las razones de Guisse, lo hizo apresar y lo puso incomunicado (7 de enero de 1825). La junta de guerra a la que fue sometida la noble víctima, la condenó después de examinar no solo los cargos inmediatos, sino su conducta aliado de Riva-Agüero y ante Tagle y su desobediencia a órdenes de Bolívar. lllingroth recibió el mando de la escuadra peruana. Guisse fue remitido como un malhechor a Lima por tierra; al llegar a Lambayeque vinieron órdenes para que regresara a Cuenca si bien ellas no fueron cumplidas. Bolívar aprobó el acto de injusticia de Paz del Castillo y el Consejo de Gobierno ordenó que se hiciera un proceso (5 de mayo de 1826), solo después de más de veinte meses, cuando el Libertador habíase ausentado del Perú, un consejo de guerra reunido en el arsenal del Callao declaró que el Vicealmirante debía ser puesto en libertad y ser repuesto en el cargo; y agregó que cabía pedir “la satisfacción que merecen el agravio e insulto nacional” hechos por el gobernador de Guayaquil “en su persona y bandera de nuestra República” (22 de setiembre de 1826). Pero el Consejo de Gobierno del que formaba parte el colombiano Tomás Heres, también enemigo de Guisse, desaprobó la sentencia en esta última parte, ratificada solo cuando cambió el régimen (Resolución del Congreso fechada el 22 de febrero de 1828 y del Ejecutivo el 22 de marzo del mismo año). LA OPOSICIÓN A BOLÍVAR Y LAS CONSPIRACIONES NACIONALISTAS.- La oposición contra Bolívar y sus proyectos tenía en el Perú tres aspectos principales: el nacionalista, el democrático y el personalista. Subsidiariamente tenía también un carácter eclesiástico. El aspecto nacionalista presentaba varias áreas o sectores. Uno de ellos era el de una parte de la aristocracia colonial. Dentro de circunstancias diversas, pero unidos por el temor ante el predominio futuro de los colombianos, habían acabado en el abismo Riva-Agüero y Tagle, malogrando la oportunidad de preservar, hasta después de que concluyera la guerra de la emancipación, una fuerza política o militar neta mente peruana, encabezada por representantes de la antigua aristocracia. Pero aliado de los ex partidarios, los amigos o los relacionados de los dos presidentes, había otros grupos de peruanos. Eran los que, en aquellos mismos días de decisión de 1823 y 1824, habían optado por Bolívar para ganar la independencia, sabiendo que cualesquiera que fuesen las intenciones del Libertador, su triunfo le daría, una vez eliminados los españoles, una dominación precaria mientras que en caso de ser vencido, se afirmaría por muchos años el dominio virreinal. Ahora la situación había variado y este grupo resultaba en 1825 ó 1826, en lo que a sentimientos peruanistas atañe, en posición, en cierto sentido, similar a la de Riva-Agüero o Tagle, aunque en otro nivel. A los sectores de opinión mencionados se agregaron, en número creciente, los que enfriaron sus entusiasmos guerreros antiespañoles después de Ayacucho y de la captura del Callao y reverdecieron sus anhelos democráticos y nacionalistas;y según Bolívar, los argentinos y chilenos. Una trágica exhumación del pasado llegó a ser la ejecución de Berindoaga y de Terón. Una amenaza para el porvenir primero aislada y desarticulada, pero insistente, vinieron a representar las verdaderas o supuestas conspiraciones militares.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 7 ]

Lima se conmovió el 15 de abril de 1826. Ese día fue ejecutado como ya se ha narrado antes, junto con el anciano José Terón, don Juan Félix de Berindoaga, condenado por la Corte Suprema el 27 de febrero del mismo año, por el delito de traición. A su alta posición social, proveniente de su título de vizconde de San Donás, Berindoaga unía un conjunto de servicios prestados al país y hasta el título de ex ministro. Frente a los cargos contra Berindoaga, una sociedad benigna como la limeña, alegó la significación del reo y la circunstancia de que la guerra había concluido. Y al cumplirse la sentencia a pesar de todo, atribuyó esa crueldad alodio contra los peruanos y a la maldad del ministro Heres. Maldad que la chismografía no localizaba en este, pues se hizo popular la frase: “Tan malo Heres, como Pérez”. No era sin embargo, de la aristocracia abatida sino del mismo ejército libertador de donde saldrían las conspiraciones. La primera de ellas parece haber sido la de Cabero y Millán, para cambiar el Consejo de Gobierno, en la época del viaje de Bolívar al Alto Perú.También fueron acusados de veleidades subversivas en lea unos oficiales realistas capturados. El 6 de julio de 1826 tuvo lugar la sublevación de de dos escuadrones de Húsares de Junín en Huancayo, ya de definido carácter anticolombiano y con proyecciones que pudieron ser mucho mayores. Los rebeldes se dirigieron a Huancavelica y Ayacucho donde fueron batidos. Santa Cruz, presidente del Consejo de Gobierno, marchó entonces al centro de la República a constatar las necesidades de esos pueblos. Hubo en Lima ese mismo mes, una y acaso dos conspiraciones de importancia. Gran número de personas fue apresado el 28 de julio de 1826. Los delatados como conspiradores fueron entre otros: los generales Necochea y Correa, de Buenos Aires; los coroneles Vidal, Prieto y Ninavilca, peruanos; los coroneles Pedernera y Estomba, de Buenos Aires; el coronel Raulet, francés; el coronel Tur, español; el teniente coronel Azcurrinaga, peruano; el fiscal de la Corte de Justicia, Mariátegui, uno de los hermanos y el canónigo Requena, peruanos. Se afirmó que el jefe era el general Necochea, si bien las necrologías de este prócer publicadas con motivo de su fallecimiento en 1849 niegan que hubiese conspirado. “Ayer me delataron una grande conspiración premeditada contra el gobierno, contra las tropas colombianas y contra mí”, escribió Bolívar a Santa Cruz el 29 de julio. “En ella están comprendidas muchas personas de suposición y de carácter público, así como hay en ellas otras de grande influjo en la gente del pueblo, por su audacia y otras cualidades. Lo peor de todo es que el proyecto es vasto, tiene mil ramificaciones y apenas habrá un solo jefe del ejército del Perú que no tenga alguna complicidad o, por lo menos, que no piense de un modo semejante a los conspiradores de modo que no hay con quien contar. Yo me he visto en la necesidad de hacer venir de Arequipa dos batallones colombianos para guarnecer esta capital”. Con motivo de una de las separaciones de jefes de cuerpo, el teniente Manuel Aristizábal en el batallón Callao pretendió impedirla arengando a las tropas contra la dominación colombiana. Sometido a juicio, fue condenado por una consejo militar a ser pasado por las armas previa degradación; Bolívar absolvió a los demás sentenciados. El acto tuvo lugar en la Plaza de Armas de Lima el 7 de agosto y Aristizábal hizo gala de un valor elocuente y desafiante al criticar la sentencia y condenar el acto de degradación. Por último, al despojársele de su casaca se vio que llevaba debajo de ella los colores del pabellón nacional, al que aludió con emocionadas palabras continuando con sus altivas expresiones hasta el instante mismo del fusilamiento. El Congreso Constituyente de 1827 acordó en sesión del 31 de julio conceder a la madre de Aristizábal el haber íntegro de su hijo y que pasara revista de comisión en el cuerpo donde servía y alllamársele se contestara “Murió por la Patria”. El juicio que se siguió a los conspiradores dio lugar a varios destierros, entre ellos el ya antes mencionado de Luna Pizarro a quien primero se ofreció la legación en México. La persecución se ensañó también contra los jefes argentinos y chilenos para quienes se ordenó el extrañamiento del país. Un decreto típico de la época fue el que se dictó contra el coronel Tur y el capitán de navío Soroa: “No resultando delito, póngaseles en libertad y notifíqueseles que dejen el país dentro de quince días”. Ante estos y otros hechos, si la Confederación de los Andes se llevaba a

LImA EN EL SIGLO XIX

En este detalle de un dibujo de 1837, del francés Leonce Angrand, se aprecia el puente y la desaparecida iglesia de los Desamparados a orillas del río Rímac. Se puede observar, además, una torre del arco del puente, también desaparecida. Así debió lucir la ciudad en 1826, cuando se llevó a cabo el motín que desconoció la Constitución vitalicia y puso a Santa Cruz a la cabeza del Poder Ejecutivo.

[ CAPÍTULO 7 ] PERÍODO 1

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LA DIVISIÓN DE LOS PARTIDOS Y LA RUINA DE LA HACIENDA PÚBLICA EN COLOMBIA, OBLIGARON A BOLÍVAR A DEJAR EL PERÚ Y DIRIGIRSE A ESE PAÍS CON EL TEMOR DE QUE, SI SU AUSENCIA SE PROLONGABA, IMPERARÍA ALLÍ LA GUERRA CIVIL. PERO TAMBIÉN EN EL PERÚ ABUNDABAN LAS AMBICIONES IMPACIENTES.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 7 ]

efecto, parecía a muchos peruanos que la hegemonía colombiana se perpetuaría. Hondo descontento hubo ante la forma como fueron enrolados muchos jóvenes para el servicio militar con el fin de mandarlos a Colombia en cumplimiento de la odiosa obligación de los reemplazos; calculábase que se llegó a cinco mil el número de peruanos enviados a ese país. En el ejército mismo los cuerpos colombianos recibieron preferencia y afirmábase que los cuerpos y los buques peruanos fueron desarmados. Cuando se suscribieron los tratados con Bolivia sobre federación y límites, la protesta nacionalista arreció pues el Perú, como precio de la federación, que en verdad era más útil a Bolivia, cedía una vasta porción de su litoral. Al mismo tiempo un espíritu nacionalista y democrático surgió en Colombia. La unidad de esa República comenzó a sufrir resquebrajaduras, hasta que se rompió en 1830. Los neogranadinos, venezolanos y ciudadanos de la antigua presidencia de Quito, no se sentían dispuestos a seguir bajo un Estado común. Porque la Confederación de los Andes era impopular en Colombia, partió, precisamente, Bolívar del Perú, para no volver. Los nacionalistas neogranadinos y venezolanos tuvieron unos aliados en los nacionalistas peruanos. Aún antes de la Constitución vitalicia, Bolívar había tenido una importante oposición democrática en el Perú. Los puntos de vista de ella están claramente sintetizados en una comunicación del cónsul norteamericano William Tudor, sobre su entrevista con el jefe de la oposición, Luna Pizarro. “Le pregunté -cuenta Tudor- cuáles eran las miras de la oposición. Respondiome que se sentían sumamente ansiosos por el hecho de que el Libertador continuaba en la dirección de los asuntos; que su talento, su experiencia y la influencia de su nombre, eran importante para ellos; pero que debería ser el Presidente Constitucional de la República. Que en la mayor parte de sus actos los miembros del Consejo se habían rebelado, los que Bolívar se había visto obligado a anular, por razón de su inconveniencia; que eran incapaces para administrar los asuntos de Gobierno; que eran bien conocidos como monárquicos y que en sus manos los asuntos públicos se envolverían pronto en una ruina total. Que la guerra estaba ahora terminada y que ellos no debían ser gobernados por mayor tiempo por las bayonetas; que bajo la dirección y la influencia de Bolívar, podían comenzar a organizar una administración constitucional de los asuntos y tratar de formar hombres capaces de la confianza pública. Que difícilmente existía ninguno de esos; que él podía escoger un número de jóvenes de los más inteligentes y prometedores, que pueden encontrarse y enviarlos a los Estados Unidos a observar y a Europa a estudiar las actuaciones de los cuerpos legislativos y los modos de administrar; y que de entre algunos de ellos podrían, probablemente, sacarse unos cuantos que en el curso de cuatro o cinco años pudieran obtener conocimientos que los habilitaran para ingresar en los ramos del servicio público. Que el plan del último Congreso, que había dispuesto enviar a Inglaterra a una docena para educarse, era bastante bueno, hasta cierto punto; pero que esos habían sido niños de 12 o 14 años, que fueron escogidos más por favoritismo que en atención a su méritos y que necesitan muchos años, aunque resultaran buenos, antes de que fuesen útiles. Pero que ellos no perderían tiempo alguno para comenzar a hacer lo mejor que pudieran y para considerar la situación del país, cuyas finanzas se hallaban en un estado ruinoso; y que una bancarrota y todos los males del papel moneda y de la depreciación debían suceder, a no ser que los asuntos del Tesoro fueran examinados y se estableciese un régimen que diera a conocer y mejorar el estado financiero del país, una relación de sus gastos y de sus ingresos y de sus egresos. Que no podían ser gobernados siempre por las bayonetas; que el general Bolívar podía morir o ser llamado a su patria y que mientras más se aplazara una administración liberal y constitucional, mayor sería el peligro y la dificultad de introducirla”. En contestación acerca de los cambios que la oposición quería en la Constitución de 1823, dijo Luna Pizarro: ”Principalmente al Senado hay que cambiarle su forma actual, en la que, sin embargo, nunca ha sido organizado, por la de un cuerpo regular, a fin de que haya dos cámaras legislativas. También quisiera que las cortes se formasen de acuerdo con los principios y disposi-

ciones de la Constitución: que el poder arbitrario ahora ejercido por los prefectos como delegados de la autoridad suprema, comience a existir bajo un gobierno legal y constitucional”. Pero Bolívar no tomó para nada en cuenta estas críticas.

mARIANO JOSÉ DE ARCE (1782-1852)

UN JUICIO DE mARIANO JOSÉ DE ARCE SOBRE LA OPOSICIÓN A BOLÍVAR.- En una oración patriótica que pronunció el 28 de julio de 1828, Mariano José de Arce, combativamente, expresó así el punto de vista de quienes se habían convertido en enemigos políticos de Bolívar: “Por muy grandes que fueran sus servicios, aunque todo lo hubiera hecho sin la ayuda de nadie... aunque nada le hubieran servido los brazos de los soldados de las dos Repúblicas y los recursos de los pueblos de la nuestra, aunque él solo hubiera restablecido la libertad, la gratitud no debía premiarle a expensas de esa misma libertad. Hacer de la patria el patrimonio de él habría sido destruir su propia obra El honor y la razón han prescrito ciertos límites a la gratitud y es una injusticia, un atentado pretender traspasarlos”. “Todos los peruanos deben conservar agradecimiento eterno a cuantos les han ayudado a conquistar su libertad; pero un servicio, por muy grande que sea, pierde todo su valor cuando se pretende cobrarlo exigiendo una injusticia y una bajeza”.

OTRAS NOTAS SOBRE LA SITUACIÓN EN LAS POSTRImERÍAS DEL RÉGImEN VITALICIO.El aspecto personalista de la oposición contra Bolívar se revelaba, sobre todo, en el ansia de sus tenientes por gobernar. La división de los partidos y la ruina de la hacienda pública en Colombia, obligaron a Bolívar a dejar el Perú ya dirigirse a ese país con el temor de que, si su ausencia se prolongaba, imperaría allí la guerra civil. Pero también en el Perú abundaban las ambiciones impacientes. El general Agustín Gamarra, prefecto del departamento del Cuzco; el general Antonio Gutiérrez de La Fuente, prefecto de Arequipa; el mismo general Andrés Santa Cruz, presidente del Consejo de Gobierno creado por Bolívar para regir el país en su reemplazo, aspiraban a usar del poder de modo más completo o vasto. Por otra parte, las fuerzas de que disponía Bolívar en aquel momento no eran muy grandes. En el personal de los distintos cuerpos del Ejército, más del tercio era peruano; y, por tanto, no podía confiarse en su sumisión a los planes colombianos. Sucre mandaba en Bolivia otro ejército muchos de cuyos soldados eran también peruanos. La situación económica era mala. El desorden imperaba en las oficinas de Hacienda. Los militares recibían solo dos tercios de su paga y media los empleados civiles; pero ambos y, sobre todo, los últimos, hallábanse atrasados. Desde el punto de vista internacional, Bolívar hallaba suspicacias y resistencias por doquier. Buenos Aires y Chile no le eran favorables; y se decía que en Chiloé y en Salta intrigas separatistas se hacían con su apoyo. En cuanto a Brasil, los proyectos de abrir caminos en la selva y establecer puestos militares en los ríos amazónicos, implicaban el propósito de acabar con la pasada inercia frente a los avances de ese país. Cierto es que Bolívar despachó la misión de Cáceres a Brasil, quizá para tratar de igual a igual con el otro gran Estado meridional; pero Cáceres a nada concreto arribó y la administración de La Mar lo mandó a la Argentina como tácito desagravio a este país. Los enviados de Estados Unidos, entusiastas al principio ante el genio del Libertador, miraban no solo con alarma sino con franca hostilidad, la posibilidad de una América del Sur unificada y fuerte, como lo comprueba la correspondencia publicada por Manning. Una expresión injusta, malvada y grosera, pero significativa del estado de ánimo de entonces, fue la décima que compuso el clérigo limeño José Joaquín de Larriva, precisamente poco antes loador de Bolívar en la cátedra sagrada:

El sacerdote arequipeño promovió la proclamación de la independencia peruana en su tierra natal y por ello fue desterrado a Chile. Al volver fue nombrado director de la Biblioteca Nacional y diputado, pero más tarde lo desterraron nuevamente por su oposición a Bolívar. A su regreso, abandonó la política y se consagró a la vida religiosa.

[ CAPÍTULO 7 ] PERÍODO 1

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El MOMENTO HISTÓRICO. Pintada en la ciudad del Cuzco en 1825, esta obra del artista Santiago Juárez muestra en primer plano al Libertador Simón Bolívar. Lo rodean seis personajes notables del momento, entre ellos Agustín Gamarra, Guillermo Miller, José de la Mar y Antonio José de Sucre. Un testimonio de la inestabilidad política de inicios de la vida republicana nacional.

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período 1

[ capítulo 7 ]

Cuando de España las trabas en Ayacucho rompimos otra cosa más no hicimos que cambiar mocos por babas. Nuestras provincias, esclavas quedaron de otra nación: mudaron de condición pero solo fue posando del poder de don Fernando al poder de don Simón.

CONDUCTA DE VIDAURRE.- Vidaurre, después del Congreso de Panamá emprendió viaje de regreso disgustado con la Constitución preparada para Bolivia. En Guayaquil se encontró el 25 de setiembre de 1826 con el Libertador. Lo primero que hizo este fue preguntarle su opinión sobre la nueva Carta política. A sus tímidas observaciones repuso aseverando que Pando, Ortiz de Zevallos y otros habían añadido y quitado en los borradores de ella. En el almuerzo al que fue convidado escuchó Vidaurre de los jefes presentes palabras contra los regímenes democráticos y aun contra la forma republicana de gobierno. Al hablar de una conspiración en Lima, el Libertador no tuvo reparo en afirmar que era preciso fusilar a seis u ocho y expatriar para siempre a Mariátegui. Poco más tarde, conversó Vidaurre a solas con el edecán Santana quien le dijo: “El Libertador todo lo espera del carácter fuerte y gran talento de Pando y la vigilancia militar de Lara; el Perú no puede resollar”. En estas conversaciones con Bolívar, le oyó Vidaurre hablar muy mal de Luna Pizarro: “Su ambición no tiene límites, no quiere empleos pero quiere dominar a todos los que lo tienen, es un vaso de ponzoña, roerá los huesos de los muertos y se alimentará de sus médulas si fueron sus enemigos”. Para el Congreso de Panamá adoptó una actitud fría. “Su trabajo de Ud. es perdido. Los tratados con las demás repúblicas han de variar de forma. La suerte de América está echada. El mediodía debe formar un solo Estado. Aquí (en Guayaquil) debe juntarse la gran asamblea de las tres repúblicas. Y entonces, ¿qué recurso queda a Buenos Aires y Chile? Por agrado o por fuerza deben agregarse”. En Paita, donde demoró el barco, conversó Vidaurre con el provincial de La Merced y con el señor Távara. El primero llamó cautiva a la patria y habló de los patriotas que, con Ninavilca, tal vez habían sido ya pasados por las armas. Con el segundo cambió impresiones sobre la forma como se habían disuelto las juntas preparatorias del Congreso, sobre la imprudencia de la conducta, ejercitada para que los colegios electorales aprobasen la Constitución vitalicia y sobre “el silencio triste que se observa”. Llegó Vidaurre a Lima el19 de octubre y divulgó los defectos que encontraba a la Constitución bajo el pretexto de narrar la charla que había tenido con Bolívar. Heres escribió denunciándolo y Vidaurre lo supo muy pronto por tres conductos. Pando le manifestó que no era ni necesario ni político organizar una ceremonia pública para la entrega de los tratados de Panamá. En cambio, pretendió que la Corte Suprema (a la que Vidaurre se había reincorporado como presidente) aprobara el voto de los colegios electorales por la Carta. Cuando Vidaurre invocó, contra el título dudoso emanado de ellos, la representación nacional, Pando repuso que esta era una invención muy nueva, susceptible de arreglarse por cada Estado como le acomodara y agregó: “Nosotros la comenzamos de este modo. Después tomará la forma que señala la Carta”. Luego insistió: “No, mi amigo. Si se nombra un Congreso todo lo echan por tierra. El trabajo es enteramente perdido”. Vidaurre entregó a Santa Cruz unas observaciones sobre la forma como se había aprobado la Constitución, sobre la manera irregular en que iban a establecer las tres cámaras y sobre la elección del presidente vitalicio, pidiendo que se convocara a un Congreso. Fue entonces cuando Pando optó

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MARZO 1827 [ AUSTRIA ]

FALLECE EN VIENA (AUSTRIA) EL ALEMÁN LUDWIG VAN BEETHOVEN, RENOMBRADO COMPOSITOR DE MÚSICA CULTA QUE ALCANZÓ EL PINÁCULO DE LA FAMA A PRINCIPIOS DE 1800. AQUEJADO POR LA SORDERA, SE ASILÓ PROGRESIVAMENTE DE LA SOCIEDAD HASTA SU MUERTE POR CIRROSIS. MÁS DE VEINTE MIL PERSONAS ASISTIERON A SU FUNERAL.

[ CAPÍTULO 7 ] PERÍODO 1

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SE ACORDÓ LLAMAR A SANTA CRUZ, DECLARAR ABOLIDA LA CARTA VITALICIA Y RESTAURAR LA DE 1823, EL CAMBIO DE LOS MINISTROS Y LA REUNIÓN DE UN CONGRESO EN PLAZO DE TRES MESES.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 7 ]

por remitir las actas de los colegios electorales no ya a la Corte Suprema sino al Cabildo de Lima. Estuvo, a pesar de todo Vidaurre entre quienes juraron la nueva Carta. (Para justificarse afirmó: “Yo salvé a mi conciencia. El juramento decía:’¿Juráis la Carta que ha dado la nación?’ Como la nación no la había dado, no tenía sobre qué recaer el juramento”). Concurrió al tedeum cantado en la Catedral por ese motivo; pero cuando, según era costumbre, vino una retahíla de arengas en Palacio, pronunció una para elogiar el poderío de las leyes y afirmar que “más valía un Nerón sujeto a un Código político, que un Marco Aurelio sin freno ni sujección”. En el banquete al que asistió a continuación brindó ante jefes de Colombia por el ejército libertador, por esa República, porque ella no abusase contra la libertad de sus hermanos, por la independencia de los pueblos y de los hombres, y lo aplaudieron y abrazaron ostentosamente. Poco después, Vidaurre tomó parte activa para alentar la sublevación de las tropas colombianas y el pronunciamiento civil que, a través del Cabildo de Lima y de una asamblea popular o “cabildo abierto” tuvieron lugar paralelamente el 26 y el 27 de enero de 1827 en la capital.

[ IV ] LA SUBLEVACIÓN DEL 26 Y DEL 27 DE ENERO DE 1827.- Confiaba el Gobierno en el terror que inspiraban las tropas colombianas, especialmente su jefe, el general Lara. Pero la influencia de la propaganda liberal llegada desde Nueva Granada (acerca de la cual sería muy útil hacer averiguaciones prolijas), el descontento contra el comando venezolano, los trabajos de los demócratas y nacionalistas peruanos y el atraso en el pago de los sueldos suscitaron una conspiración en dichas tropas. Denunciada ella a Lara le pareció increíble y presumió que se trataba de una intriga para separar a algunos oficiales. El 26 de enero de 1827 estalló el motín en la tercera división del ejército colombiano de guarnición en Lima. Así se repitieron los sucesos del 27 de febrero de 1823; lo que empezó una sedición militar fue ratificado luego por una asonada popular. Pando era el único miembro del Consejo de Gobierno que se encontraba en la capital en esos días, pues los demás veraneaban en el cercano balneario de Chorrillos. Al amanecer del 26 de enero, tropas colombianos ocuparon la Plaza de Armas y colocaron centinelas en cada esquina, que a nadie dejaban pasar. Por lo demás, toda la ciudad estaba tranquila. Los autores del motín, cuyo jefe era el coronel José Bustamante, habían hecho llamar al presidente del Consejo, Santa Cruz, para que se hiciera cargo de los asuntos del gobierno. Cuando Pando quiso entrar en Palacio, el centinela le cerró el paso. “¿Cómo te atreves a impedir la entrada al ministro?”, dijo, y la respuesta fue “iA la espalda, señor!”. Montó en seguida a caballo y se fue a Chorrillos. Todos los ministros estaban allí reunidos con Santa Cruz; y, además, el Arzobispo electo “muy asustado por que veía escapársele la mitra”. Las tentativas para realizar una contrarrevolución en la armada o el ejército fracasaron, apenas insinuadas. Santa Cruz fue persuadido para que no creara la guerra civil viajando a Jauja, o llamando a Lima a las tropas de ese lugar, o movilizando las del departamento de La Libertad. Antes de concluir la mañana se reunió, bajo las instigaciones de Vidaurre y de Mariátegui, el antiguo Cabildo, suprimido por el Consejo de Gobierno aunque había aprobado las actas electorales de noviembre. Lo presidió Pascual Antonio de Gárate. Se acordó llamar a Santa Cruz, declarar abolida la a y restaurar la de 1823, el cambio de los ministros y la reunión de un Congreso en el plazo de tres meses. Al día siguiente se celebró una asamblea popular. Todos estos acuerdos fueron ratificados. Al leerse el referente a la abolición de la Constitución “intrusa”, el prefecto del departamento amenazó si se tocaba a la que él había jurado sostener hasta derramar la última gota de sangre. Entonces uno de los presentes le preguntó qué Constitución era esa, si la última o la precedente a la que también había prestado juramento. Santa Cruz llegó dos horas después a Lima y fue aclamado. En la esquina de la Plaza de Armas fue recibido por el Cabildo y escuchó la lectura de los acuerdos.

En su séquito estaba Pando. Cuando se leyó el artículo sobre la exclusión de los ministros, Pando sonrió, se quitó el sombrero y saludó. Lara y otros jefes fueron despachados poco después a Colombia. La propia división colombiana de guarnición en Lima, al mando del coronel José Bustamante, después de recibir sus sueldos atrasados y una parte de la gratificación por el premio acordado a los vencedores de Ayacucho, fue embarcada el 18 de marzo del mismo año. Sobre estas tropas hubo. tenaces intrigas de los partidarios de Bolívar. “El cónsul Armero y la Manuela Sáenz (escribió Vidaurre) no han cesado de seducir, prometer y aun gastar la segunda, cantidades muy crecidas”. José Bustamante regresó más tarde al Perú, se incorporó al ejército nacional y fue el tronco de las distinguidas familias Bustamante y Salazar, y Bustamante y Ballivián. Según afirma Santiago Távara en su Historia de los partidos: "la lucha del Perú contra las aspiraciones de Bolívar es el tercer triunfo de la independencia nacional y con ella el de la democracia”. Los dos anteriores serían el del 28 de julio de 1821 y el de la instalación del Congreso el 20 de setiembre de 1822.

LA SUBLEVACIÓN DEL 27 DE ENERO Y EL JÚBILO DE SANTANDER.- La noticia del motín de la tercera división en Lima fue recibida con gran entusiasmo por el partido de Santander en Colombia. Hubo manifestaciones públicas en Bogotá para celebrarlo. Una carta de J. de D. de Aránzasu a Rufino Cuervo (publicada en el Epistolario de este) llega a expresar: “El movimiento hacia la libertad de la división colombiana en Lima y la convocación de un nuevo Congreso Constituyente en el Perú son, sin disputa, acontecimientos muy faustos para la gran causa americana” (Río Negro, 22 de marzo de 1827). Caracciolo Parra Pérez en su libro La monarquía en la Gran Colombia dice: “Principal culpable de la sublevación de Bustamante, Santander llevó correspondencia privada con este, se regocijó al recibir la noticia y obligó a Soublete, ministro de Guerra que no quería hacerlo, a escribir al rebelde una comunicación indigna”. Según Baralt en su Historia de Venezuela Santander ofreció premios y recompensas a la división colombiana sublevada. Una carta de Santander a Bolívar fechada el 8 de marzo de 1827 y publicada en el volumen XVI del Archivo Santander dice, a propósito de la rebelión efectuada en Lima: “La noche en que vino la noticia y que fue divulgada por los oficiales que vinieron con ella (uno de ellos el oficial peruano Lerzundi) han sacado la música por las calles con cohetes, etc. Se oía iviva la Constitución!, iviva el Congreso!, iviva el Gobierno! y también ¡viva Boiívar! Yo no estuve ni podía estar en el bullicio; pero así me lo han referido”. El secretario de Guerra de Colombia dirigió una nota a Bustamante alabando la insurrección. Contra este oficio y contra la aprobación de los papeles ministeriales de Bogotá al mismo acontecimiento se quejó amargamente Sucre en cara a Santander de Chuquisaca el 19 de julio de 1827, publicada en el volumen XVII del Archivo Santander. En este mismo tomo hay referencias acerca del ambiente favorable al Perú que entonces existía en algunos sectores de opinión en el sur de Colombia. “Varios me han dicho que este pueblo estaba -contento con la venida de Bustamante, esperando, como se les ha dicho, para agregarlo al Perú”, expresa una carta de José María Córdova a Santander fechada en Quito el 31 de mayo de 1827.

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JULIO 1827 [ PERÚ ]

SE PROMULGA LA LEY QUE RESTITUYE EL NOMBRE ORIGINAL DE TRUJILLO A LA CAPITAL DEL DEPARTAMENTO DE LA LIBERTAD, QUE DESDE 1825 HABÍA SIDO REBAUTIZADA COMO BOLÍVAR. TRUJILLO ES EL NOMBRE CON QUE EL CONQUISTADOR ESPAÑOL DIEGO DE ALMAGRO FUNDÓ LA CIUDAD EN 1534.

EL DESPOJO DE LASO.- Hubo algunos actos arbitrarios con motivo de los sucesos de enero de 1827. Uno de ellos fue la destitución de Benito Laso de su vocalía en la Corte Superior de Arequipa para la que fue nombrado en 1826. Llegó a ser repuesto por el ministro José María de Pando mediante el decreto de 17 de abril de 1830.

[ CAPÍTULO 7 ] PERÍODO 1

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A LA SALUBRIDAD LLEGÓ TAMBIÉN LA ATENCIÓN DEL GOBIERNO Y FUERON CREADAS LAS JUNTAS DE SANIDAD EN LIMA Y PROVINCIAS. EL ESTABLECIMIENTO DE UN PANÓPTICO PARA LA CORRECCIÓN DE LOS CRIMINALES, FUE TAMBIÉN EFECTUADO EN EL NOMBRE. LA BENEFICENCIA QUEDÓ CONFIADA EN LIMA A UNA DIRECCIÓN GENERAL CUYO PERSONAL Y ATRIBUCIONES APARECIERON SEÑALADOS POR DECRETO.

LA OBRA ADmINISTRATIVA DE 1825 Y 1826. EL ESTADO PERUANO.- Al presentarse ante el Congreso a principios de 1825, Bolívar había leído un mensaje donde decía: “Mi administración no puede llamarse propiamente una campaña: apenas hemos tenido tiempo necesario para armarnos y combatir...”. Poco, es por lo tanto, lo que puede decirse de su obra administrativa en ese período, si bien no han de ser olvidados sus decretos de 1824 estableciendo la Corte Suprema, una universidad y una Corte Superior en Trujillo. En la época inmediatamente posterior (en la que participaron Bolívar, el Congreso de febrero-marzo de 1825 y los Consejos de Gobierno), aparte de las grandes decisiones de política internacional e interna creación de Bolivia, Congreso de Panamá, Constitución vitalicia, planes para la Confederación de los Andes cabe recordar las normas para organizar el Estado peruano y para darle escudo y pabellón. Acerca de estas últimas se trata más adelante. Otras se refieren también a la demarcación interior. El departamento de Trujillo se llamó de La Libertad y su capital, ciudad Bolívar; el de Huánuco tomó el nombre de Junín y el de Huamanga, de Ayacucho. Las provincias de Puna que, en lo eclesiástico, dependían del Obispado de La Paz, fueron agregadas a la diócesis de Puno. LA REPRESIÓN DEL CONTRABANDO CON LA PENA CAPITAL Y LA CALIDAD DE LOS EmPLEADOS DE HACIENDA.- Un decreto de Bolívar, suscrito en Trujillo el 18 de marzo de 1824, adjudicó jugosos premios a quienes delatasen o aprehendieran especies importadas o exportadas por el contrabando y condenó a la pena capital a los empleados que con él se relacionaran. No hubo constancia de que dicha pena llegase a ser aplicada. Otro decreto, de 10 de abril de 1824, ordenó la remoción de los empleados de Hacienda incumplidos, ociosos o desidiosos.

LA ADmINISTRACIÓN DE JUSTICIA.- Se estableció en Lima la Corte Suprema de Justicia; y en la capital, así como en Trujillo (Bolívar), Arequipa y Puna quedaron instaladas Cortes Superiores. Una comisión recibió el encargo de preparar proyectos de códigos. El Tribunal de Seguridad Pública fue creado para castigar los delitos de sedición, traición e infidencia. Se promulgó el arancel de derechos judiciales. Famoso llegó a ser el severo decreto de 31 de mayo de 1824 por el cual se hizo responsable a los jueces no solo por sus faltas, tales como el descuido, sino también como hombres si eran irreligiosos, incontinentes, ebrios o inmorales. La Corte Suprema aplicó este decreto a un grupo de vocales de la Corte Superior de Lima, entre los que estaba Mariano Alejo Álvarez. Este honorable magistrado se defendió enérgicamente y atacó al régimen bolivariano.

EL VASTO AFÁN EDUCACIONAL.- El esfuerzo para el desarrollo educacional iniciado por el régimen bolivariano tiene gran importancia. Quedó planteada la unión de los colegios de San Carlos y de Caciques (que era ya el de la Libertad) en uno solo con el nombre de Convictorio de Bolívar. De los fondos de la Caja de censos de que subsistía el Colegio de la Libertad se aplicarían 400 pesos mensuales al Convictorio de Bolívar: 300 para doce becas destinadas a otros tantos indígenas, suma que podía crecer si venían gastos extraordinarios relativos a ellos. También el Colegio de la Independencia, antes llamado San Fernando, para estudios médicos debía tener becas para indígenas de los mismos fondos. Ayacucho vio abrirse de nuevo la Universidad de San Cristóbal. En Trujillo, con fecha 10 de mayo de 1824, antes de iniciarse la campaña final crease la universidad que luego tomó el nombre de Santa Rosa y Santo Tomás. Quedaron aplicados al nuevo establecimiento el Colegio del Salvador con su iglesia; las temporalidades de los jesuitas

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 7 ]

en el departamento no invertidas aún en otro objeto; las capellanías legas de cuenta del Estado en la diócesis pagándose las misas designadas; las buenas memorias dejadas dentro del cercado de Trujillo para casas de educación; los depósitos o contentas de los graduandos;y la parte que quisieran contribuir el clero secular y regular del Obispado, las municipalidades y padres de familia. Fue nombrado como rector el arcediano Carlos Pedemonte. El Secretario del Libertador, desde PunO, con fecha 6 de agosto de 1825, ordenó en nombre de él, al Prefecto de Arequipa que “reuniendo la municipalidad los individuos de la Academia (Lauretana) y otros ciudadanos honrados proponga U.S. los establecimientos de ciencias y artes, salubridad pública y demás que contribuyan al adelantamiento y felicidad del departamento”, sin olvidar “los arbitrios y fondos para la subsistencia de aquellos, ya sea en la misma capital, ya en las demás provincias”. De allí provino la Universidad de San Agustín. Colegios de Ciencias y Artes fundáronse en Cuzco y Puno. Bolívar, en otro de sus notables decretos, erigió un colegio en el Cuzco para “niñas de cualquier clase tanto de la ciudad como del departamento”. Los fondos de los betlemitas pasaron a ser aplicados en los colegios de la ciudad imperial. El instituto español de misioneros llamado Colegio de Santa Rosa de Ocopa fue transformado en colegio para educación de “los hijos de aquellos que han sido víctimas de la libertad peruana en el valle de Jauja”. En Lima debió fundarse un “gineceo” para la formación cultural de las niñas. También en la capital, el Museo Latino quedó proyectado para el estudio de las humanidades. Se ordenó que habría escuelas normales de enseñanza mutua o lancasterianas en todas las capitales de departamento. El pedagogo inglés Joseph Lancaster, amigo de Bolívar desde 1810, había llegado a Caracas en 1824 invitado especialmente por este. Instrucciones especiales remitidas por el Libertador al Consejo de Gobierno en mayo de 1825 tuvieron como finalidad el envío de diez jóvenes entre los 12 y los 20 años de edad a Inglaterra para que aprendieran allí “las lenguas europeas, el derecho público, la economía política y cuantos conocimientos forman al hombre de Estado”. De acuerdo con una resolución del 5 del mismo mes todo mozo que fuese encontrado “sin una boleta que acredite ser alumno de alguna escuela o colegio” debía ser tomado para el servicio público o militar. La Dirección General de Estudios asumió nominalmente el comando de la instrucción popular en la República. Una Sociedad Económica Amigos del País, con ilustres miembros, fue establecida sobre el papel. Un decreto especial ordenó que en todos los cuerpos del ejército quedaran establecidas escuelas de primeras letras.

JOSÉ SEBASTÍAN DE GOYENECHE Y BARREDA (1784-1872)

Fue arzobispo de Lima y obispo de Arequipa. Defendió desde un inicio la causa patriota. Entre 1826 y 1835 fue el único obispo en el territorio peruano, parte de Bolivia, Chile y Ecuador. Goyeneche tuvo una importante participación en la oposición contra las medidas anticlericales adoptadas en 1826. Además, ayudó a sentar las bases de la Confederación Perú-boliviana.

OTRAS NORmAS ADmINISTRATIVAS.- Los estatutos de un banco llegaron a ser aprobados. Se dispuso la creación de una dirección y una escuela de minas, que debía sostenerse por un impuesto a la plata y al oro; la agricultura fue liberada de exacciones, las haciendas de la costa recibieron un reglamento, así como el comercio; se redujo el interés de los préstamos. Alberto Regal ha calificado como “primer plan caminero del Perú independiente” el decreto de Bolívar expedido en Urubamba el 20 de julio de 1825 sobre caminos entre Cuzco, Puno y Arequipa. A la salubridad llegó también la atención del Gobierno y fueron creadas las juntas de Sanidad en Lima y provincias. El establecimiento de un panóptico para la corrección de los criminales, fue también efectuado en el nombre. La Beneficencia quedó confiada en Lima a una Dirección General cuyo personal y atribuciones aparecieron señalados por decreto. Notable fue la preocupación del Consejo de Gobierno por el servicio de correos con el Reglamento de Postas de 8 de setiembre de 1826; con una tarifa de portes de cartas y encomiendas; con medidas favorables a los maestros de postas y los postillones, exoneraciones de la contribución personal y de los predios y estímulos en diversas formas a los conductores de

[ CAPÍTULO 7 ] PERÍODO 1

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ENERO 1827 [ PERÚ ]

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SE AMOTINAN LA TERCERA DIVISIÓN DEL EJÉRCITO COLOMBIANO AL MANDO DEL GENERAL VENEZOLANO JACINTO LARA, QUE DESDE LA BATALLA DE AYACUCHO SE ENCONTRABA EN LIMA EN APOYO AL GOBIERNO DE BOLÍVAR. LOS SOLDADOS QUERÍAN REGRESAR A SU PAÍS NATAL Y RECLAMABAN EL PAGO POR SUS SERVICIOS EN LA CAUSA EMANCIPADORA.

correos, y la obligación de todo funcionario público, incluso el presidente del Consejo, de pagar el porte de su correspondencia particular. No faltaron las soluciones genéricas o peligrosas, como la apropiación por el Estado de todas las minas abandonadas y el ofrecimiento que se hizo a los prestamistas extranjeros que se comprometieran al servicio de la deuda, de entregarles las minas y tierras nacionales y, además, cuantos bienes y entradas pudiera reunir la hacienda pública. El Consejo de Gobierno fomentó la explotación de las minas de Cerro de Pasco, al proteger la formación de una compañía franco-peruana; organizó la contribución personal, la de patentes, la de predios rústicos y urbanos y la de papel sellado; creó la “Caja de Amortización”, así como la “Caja de Liquidación”, la Contaduría General de Cuentas y la Junta de Liquidación de la Deuda contraída con el ejército, la marina y los empleados civiles, e introdujo una organización militar en el resguardo. Otras medidas de la misma época fueron: la dación del Reglamento Orgánico del Ejército, la creación del Estado Mayor y del Colegio Militar, y las disposiciones para la propagación de la vacuna y para la residencia de prefectos, intendentes y gobernadores. A una compañía particular, compuesta por Francisco Quiroz, Guillermo Cochrane y José Andrés Fletcher, fue hecha la concesión del ferrocarril de Lima a Callao. Fue la primera concesión ferroviaria en Sudamerica, como anota Alberto Regal. Un diputado general reemplazó al Tribunal del Consulado, que supervigilaba las actividades de carácter mercantil.

LA POLÍTICA ANTICLERICAL.- Un decreto ordenó que se ocuparan los bienes y rentas de los prelados diocesanos y que se les pasara una retribución. Notable fue la protesta del obispo de Arequipa, Goyeneche, contra esta medida, que luego el Senado declaró nula. Por otro decreto que llegó a ser famoso, se expresó que no se consentía en la República a los miembros del clero regular que no estuviesen sujetos a los diocesanos ni a los prelados que los de cada convento elegidos por las comunidades existentes en ellos; se prohibió vestir el hábito al que no tuviese 25 años de edad; no se permitieron dos conventos de una misma orden en un mismo pueblo; se suprimió al que no tuviese ocho religiosos sacerdotes de actual y efectiva residencia en él y se autorizó la secularización por simples motivos de conciencia (28 de setiembre de 1826). Quedó cerrado el Colegio de Misioneros de Ocopa y en su lugar fue abierto, en el nombre, un colegio de enseñanza pública

EL REGLAmENTO DE LA ImPRENTA.- El Reglamento Provisional de la Imprenta, promulgado el17 de diciembre de 1826 por el Consejo de Gobierno presidido por Santa Cruz cuando ya Bolívar se había alejado del Perú, definió los abusos de ella, fijó rígidas normas para su calificación, así como para la denuncia y la sanción respectivas y reprimió las sátiras contra las disposiciones gubernamentales. El autor de un escrito subversivo podía ser castigado con seis años de prisión. LOS DECRETOS SOBRE LOS INDIOS.- Los decretos del régimen de Bolívar concernientes a los indios serán mencionados en el capítulo sobre los aspectos sociales de este período.

EL INCENDIO DE LOS ARCHIVOS DEL PALACIO DE GOBIERNO.- Aciagos alcances tuvo el incendio de los archivos del Palacio de Gobierno, a las diez de la noche del 25 de junio de 1825, por el que quedaron destruidos los documentos de la Secretaría del virrey. Dícese que en este siniestro se perdieron los ejemplares de la cédula de 1802 sobre Maynas.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 7 ]

Hay una extraña relación entre el incendio de 1825 y el que tuvo lugar el 6 de diciembre de 1884, en el lado izquierdo de la fachada y los edificios adyacentes del Palacio. Allí se perdió casi por completo el antiguo archivo del Tribunal Mayor de Cuentas que databa de la segunda mitad del siglo XVI.

LAS TROPAS COLOmBIANAS Y LOS REEmPLAZOS PERUANOS.- Como se vio anteriormente, según el tratado de auxilios de Colombia al Perú, los soldados colombianos que venían a este país debían ser reemplazados por peruanos. Fue así como nuevos soldados quedaron incorporados a los cuerpos de aquella nacionalidad. “Tome Ud. mi querido general, todo el interés que pueda en que los cuerpos de Colombia se aumenten a 800 plazas”, escribía Bolívar a La Fuente (Potosí, 27 de octubre de 1825). A Salom le decía en carta de esa misma fecha, refiriéndose a otra parte del territorio: “Estos aumentos se harán con tropas del Perú; y las del Perú tomarán reclutas en reemplazo”. Al empezar a efectuarse la repatriación de las tropas colombianas en 1825 también se acudió al mismo sistema para completar sus cuadros. De una primera división que salió a fines de 1825 afirmaba Bolívar: “Toda ella debe acantonarse en pueblos inmediatos y de buen temperamento para que se aclimaten porque son peruanos serranos y de climas muy fríos”. (A Santander, Cuzco, 25 de julio de 1825). Esta misma advertencia la hizo reiteradamente a diversas personas. El batallón Araure y un escuadrón de nueva creación quedaron señalados para volver a Colombia. “Yo quiero que no lleve sino peruanos, y lo mismo digo respecto al escuadrón”, ordenó con tal motivo Bolívar en carta en que también manda que se incorpore a sus fuerzas una compañía de infantería y dos compañías de caballería estacionadas en Ica (Tinta, 29 de julio de 1825 y Copacabana, 14 de agosto del mismo año). Del batallón Junín y del escuadrón cuarto del regimiento Granaderos a Caballo que salieron para Colombia por Arica, dijo Bolívar a Santander: “A excepción de los jefes y oficiales, todos son peruanos; son muy buena gente, aguerridos, y lo mejor de todo es que le andarán a usted veinte leguas en un día como nada” (La Paz, 1° de setiembre de 1825). Al dar instrucciones a Salom sobre el batallón llamado Callao, que debía formar para mandar a Colombia, le ordenó: ‘Toda la tropa será del Perú, la cual saldrá de los prisioneros del Callao, de los batallones de Colombia y del Regimiento N° 3. Pero repito que todos los soldados deben ser peruanos” (La Paz, 2 de setiembre de 1825). A veces el reclutamiento se hacía en un lugar, para mandar a los enrolados a otro de donde salían los cuerpos que iban a Colombia. Todo esto requería discreción y sigilo. De un batallón destinado a este viaje, decía Bolívar: “No quiero que ni su coronel lo sepa, pues sé que desertará toda la tropa” (A La Fuente, Magdalena, 25 de mayo de 1826). En algunos lugares quedó durante muchos años el recuerdo de estas conscripciones forzadas; así en Tacna, el de la que hizo el coronel Leal entre los hombres hábiles cuando el pueblo estaba en una corrida de toros. En una carta de Panamá dirigida a La Mar ella de febrero de 1825 escribió Vidaurre. “He presentado los cuerpos de tropas devueltos a Colombia. En los primeros, para cien soldados peruanos había un colombiano. En los segundos, conducidos por el general Antonio Valero, no hay un solo hombre que no sea de mi país, si se exceptúa a la oficialidad. ¿Pero qué clase de hombres? Tomados de improvisto en medio de las calles y plazas, sin respetar su edad, oficio ni pertenencia. Aquí presencié el llanto de un pintor que dejaba a su mujer y cinco hijos; aquí conocí esclavos de muy buenos y fieles patriotas; aquí acompañé el llanto de serranos infelices que iban a morir con la diferencia del clima”. En el Congreso Constituyente de 1827 se mencionó el caso de tropas peruanas no solo mandadas a Colombia, sino también a Bolivia. Del problema de los reemplazos se seguirá tratando en el capítulo concerniente a la guerra de 1829.

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OCTUBRE 1827 [ GRECIA ]

SE PRODUCE EN GRECIA EL COMBATE DE NAVARINO, EN EL QUE LA FLOTA TURCOEGIPCIA SE ENFRENTÓ A LA ESCUADRA ALIADA DE FRANCIA, INGLATERRA Y RUSIA. ESTA ALIANZA LOGRÓ FRENAR LAS AMBICIONES DE TURQUÍA SOBRE TERRITORIO GRIEGO. FUE LA ÚLTIMA BATALLA NAVAL EN LA QUE SE EMPLEARON BARCOS CONSTRUIDOS ÍNTEGRAMENTE DE MADERA.

[ CAPÍTULO 7 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] I Límites ● II Demarca­ ción interior La estructura administra­ tiva ● Población y comunicaciones ● III La desarticulada estructura económica ● Las vinculaciones ● La propiedad de los indígenas ● La Caja de Censos de indios, su extinción y la pérdida de sus capitales y de otros del Estado ● Política

CAPÍTULO 8





monetaria. El banco de emisión, el bille­ te y el cobre ● La moneda de la Repú­ blica ● El comercio ● Estructura hacen­ daria. Contribuciones ● Presupuesto. Deuda externa ● Deuda interna ● La ley que adjudicó minas al pago de la deuda pública y su relación con la cuestión La Brea y Pariñas.

LAS DESARTICULADAS BASES GEOGRÁFICAS, ADMINISTRATIVAS, ECONÓMICAS Y HACENDARIAS DE LA PRIMERA REPÚBLICA DEL PERÚ

CAPÍTULO

[8]

L 188

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 8 ]

[I] ÍmITES.- La República del Perú fue creada en virtud de la libre determinación popular, complementada por los títulos coloniales. Estos principios funcionaron en forma tal, que la República heredó por actos solemnes de la población, el territorio del Virreinato del mismo nombre, como estaba constituido al producirse la independencia dentro de los límites jurisdiccionales de las Audiencias de Lima y Cuzco. El principio que complementó al de la libre determinación, o sea, el de los títulos coloniales, que se aplicó en forma análoga en las demás Repúblicas americanas, recibió el nombre de uti possidetis. Fue el reconocimiento de un estado posesorio preexistente cuyo hito cronológico se halló en el año de 181O, en que empezaron los movimientos separatistas en América. Por el norte, limitaba la República del Perú con la República de Colombia, dividida solo desde 1830 en las Repúblicas de Ecuador y Colombia, erigidas respectivamente sobre la base de las Audiencias de Quito y de Nueva Granada. La cédula del 15 de julio de 1802 había dispuesto que la Comandancia General de Maynas con las misiones establecidas en los ríos que desembocan en el Marañón, por sus partes septentrional y meridional, y el Gobierno de Quijos, dependieran en lo eclesiástico y en lo político del Virreinato del Perú. Por eso, dichos territorios formaron el límite norte de la República, juraron la independencia del Perú, enviaron sus representantes al Congreso de Lima y recibieron autoridades de dicha capital. El principio del uti possidetis, sin embargo, tuvo en el norte una doble excepción. Fue la primera, el Gobierno de Guayaquil, incorporado por Bolívar a Colombia. La segunda fue la espontánea incorporación al Perú de la provincia de Jaén de Bracamonte, que perteneciera a la Audiencia de Quito. EI 4 de junio de 1821, los pueblos de Jaén se emanciparon de España y se pronunciaron por el Perú, en cuya vida política, administrativa, institucional y social han participado tranquilamente desde entonces. Por el lado oriental, la República limitaba con la antigua colonia portuguesa, convertida en Imperio del Brasil. La demarcación aquí estaba hecha por el tratado de San Ildefonso, celebrado en 1777 entre España y Portugal. Limitaba el Virreinato del Perú por el sur con el de Buenos Aires, del que formaba parte la Audiencia de Charcas, cuyo centro principal era el territorio llamado del Alto Perú. Durante la guerra de la independencia, el Alto Perú había sido sometido, de hecho, por el virrey Abascal a la jurisdicción de Lima, reanudando una tradición cuyas hondas raíces han de estudiarse en este libro. Se ha empezado a ver aquí, también, el destino del Alto Perú, cuando terminó la guerra de la independencia. Con la República de Chile, erigida sobre la Capitanía General del mismo nombre, el Perú no tuvo fronteras comunes, al constituirse la República soberana de Bolivia, con jurisdicción sobre una zona del océano Pacífico, según se vio en el capítulo acerca de la fundación de este Estado. En conjunto, el Perú republicano empezó a vivir con la herencia del Perú desmembrado por la monarquía española en el siglo XVIII, o sea, durante la dinastía de los Borbones y por la guerra de la independencia. En la sesión del Congreso Constituyente peruano, efectuada el 30 de julio de 1827, dijo el diputado Francisco Javier Luna Pizarro: “El Perú, nombre poético que excita la idea de un suelo de oro y plata cuyo gobierno que en otro tiempo se extendía desde el istmo hasta

la Tierra del Fuego, ha quedado, por las desmembraciones hechas de poco más de un siglo a esta parte, reducido a una extensión de 300 leguas de largo sobre 126 de ancho de 20 al grado, es decir, a cosa de 42 mil leguas cuadradas, sin contar con el inmenso territorio al este de los Andes hasta los límites con el Imperio del Brasil”.

[ II ] DEmARCACIÓN INTERIOR.- El territorio del Perú estaba dividido en la época en que Luna Pizarro pronunciaba las palabras citadas al final de la parte I del presente capítulo, en siete departamentos: Arequipa, Ayacucho, Cuzco, Junín, Lima, La Libertad y Puno. Entre estos departamentos tres llevaban nombres relacionados con la independencia peruana: el primero La Libertad, que cambió al de Trujillo, y Junín y Ayacucho, concedidos en recuerdo de las batallas de ese nombre. Arequipa comprendía siete provincias: Arica, Caylloma, Camaná, Cercado, Condesuyos, Moquegua y Tarapacá; Ayacucho, nueve: Andahuaylas, Cangayo, Castrovirreina, Huamanga, Huancavelica, Huanta, Lucanas, Parinacochas y Tayacaja; Cuzco, once: Abancay, Aymares, Calca, Cercado, Cotabambas, Chumbivilcas, Paruro, Paucartambo, Quispicanchis, Tinta y Urubamba; Junín, ocho: Cajatambo, Conchucos, Huaylas, Huamalíes, Huánuco, Huari, Jauja y Pasco; La Libertad, diez: Cajamarca, Chachapoyas, Chota, Huamacucho, Jaén, Lambayeque, Maynas, Pataz, Piura y Trujillo; Lima, ocho: Canta, Cañete, Cercado (o sea la capital), Chancay, Huarochirí, lea, Santa, Yauyos; Puno, cinco: Azángaro, Carabaya, Chuchito, Huancané y Lampa. LA ESTRUCTURA ADmINISTRATIVA.- El país se caracterizó por una organización administrativa formalista, en la que los ropajes republicanos cubrían a veces la realidad de la tradición colonial. En la vida burocrática había incipiencia. En 1828 el Presidente de la República tuvo cuatro edecanes y dos capellanes. Los ministerios eran tres: Gobierno y Relaciones Exteriores, con once empleados; Guerra y Marina, con trece y Hacienda, con doce. El Perú había enviado entonces representación diplomática a Colombia, Chile, Brasil y Argentina, un agente de negocios ante Inglaterra y un cónsul a Panamá. Había,en cambio, ministro chileno; encargado de negocios y vicecónsul de Estados Unidos, más sendos cónsules de ese país en Islay y Arica y vicecónsul en La Libertad; cónsul inglés en Lima y vicecónsul en Arequipa, y en la capital cónsules de los Países Bajos, Francia y Argentina. El Congreso contaba con ocho empleados. La Corte Suprema se componía del presidente, ocho vocales, dos fiscales y el relator con trece empleados. El gobierno interior del departamento de Lima, estaba constituido por la Prefectura, la Intendencia de Policía, los inspectores de cuarteles, los comisarios conservadores del orden en los valles de la circunferencia de la capital y un escuadrón de Dragones de Policía con tres compañías, dos a caballo, cada una con cien hombres y una de infantería con ochenta. Las dependencias de carácter fiscal incluían la Contaduría General de Contribuciones, la Contaduría General de Contribuciones, la Contaduría General de Valores, la Junta de Liquidación, la Tesorería General, la Casa de Moneda, la Aduana y la Caja de Administración. La Universidad de San Marcos no funcionaba, pero tenía Rector, Cancelario, Vicerrector, Conciliario Mayor, Conciliarios Menores y catedráticos de distintas materias, aparte de las que correspondían a las órdenes religiosas. Las pocas cátedras del Convictorio de San Carlos, no más de seis, servían a ochenta colegiales. En el Colegio de la Independencia de Arequipa había doce cátedras. Subsistía el Protomedicato. De la Dirección General de Beneficencia dependían los hospitales de San Bartolomé para pobres, la Caridad para mujeres, Incurables para lazarinos y San Andrés para locos.

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MARZO 1828 [ PERÚ ]

UN TERREMOTO CON INTENSIDAD VIII EN LA ESCALA DE MERCALLI (SEGÚN CÁLCULOS ACTUALES) SACUDE LA CIUDAD DE LIMA. HAY TREINTA VÍCTIMAS MORTALES, Y SE ESTIMA QUE LAS PÉRDIDAS MATERIALES ASCENDIERON A 6 MILLONES DE PESOS. EL MOVIMIENTO, OCURRIÓ ALREDEDOR DE LAS SIETE DE LA MAÑANA Y OCASIONÓ UN MAREMOTO QUE AFECTÓ A VARIAS CIUDADES COSTERAS.

[ CAPÍTULO 8 ] PERÍODO 1

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POBLACIÓN DE LA COSTA PERUANA En 1826, según el diario El Peruano, la costa peruana contaba con aproximadamente 320 mil habitantes, asentados mayoritariamente en tres grandes ciudades. Además consignaba la división de la población según razas. CIUDAD Lima Arequipa Trujillo

HABITANTES 125.500 102.000 91.000

RAZA HABITANTES Blanca 69.000 Indios 12.600 mestizos 41.432 Pardos libres* 33.980 Esclavos 49.400 *mulatos y zambos

El clero reconocía como autoridad máxima al Deán Vicario Capitular de la Iglesia Metropolitana. Funcionaban el Cabildo Esclesiástico, la Curia Eclesiástica, los curatos, las capellanías de monasterios y beaterios, el Seminario. Los conventos, monasterios y beaterios sufrían las consecuencias de las guerras, las leyes y decretos regalistas y de las circunstancias económicas y sociales. Había cinco obispados: Cuzco, Arequipa, La Libertad, Ayacucho y Maynas. Dentro del escalafón militar figuraban cinco grandes mariscales, ocho generales de división y veinte de brigada. Los juzgados militares entendían los asuntos propios de su desarrollado fuero. El ejército estaba dividido en las divisiones del sur y del norte. Los cuerpos de infantería nominalmente con 1.200 plazas cada uno, eran: Ayacucho 1 y 2, Pichincha 3 y 4, Callao 5 y 6, Zepita 7, 8 y 9. La caballería se componía de los Húsares de Junín, los Lanceros del Callao (antes Dragones del Callao) los Lanceros del Cuzco, los Dragones de Arequipa y los Dragones de Policía. Aparte de estas fuerzas, estaban los cuerpos cívicos. Gobernaban la Armada, un vicealmirante (Guisse), la Comandancia General de Marina, la Comisaría General. Había arsenal, capitanías de puerto y escuela central. La lista de los buques de guerra armados se reducía a los siguientes: la fragata Presidente con 52 cañones, la corbeta Libertad con 22 cañones, el bergantín Congreso con 20, la goleta Arequipeña con 16 y la goleta Peruviana con 1. Para el transporte estaba la fragata Monteagudo. Desarmada aparecía la corbeta de guerra Limeño con 20 cañones. La infantería de Marina constaba de dos compañías con 200 plazas.

POBLACIÓN Y COmUNICACIONES.- La siguiente población tenían los siete departamentos y las cincuenta y ocho provincias, según la Guía de forasteros preparada en 1828 para el año siguiente: Arequipa Ayacucho Cuzco Junín La Libertad Lima Puno





................ ................ ................ ................ ................ ................ ................

136.812 159.609 216.382 200.839 230.970 149.112 156.000 1 ‘249.724

Apenas había entonces un promedio de 29 habitantes por legua cuadrada. Pero esas cifras correspondían al censo de 1795. “En los 32 años corridos desde 1795 (agregaba el autor de la Guía, Nicolás de Piérola) ha debido doblarse por lo menos la población, si se considera que en todo ese tiempo no ha sufrido el Perú hambres, pestes ni otras plagas de la naturaleza y que, en compensativo de la guerra que hace 16 años también han disfrutado, hay más de 19 del beneficio de la vacuna y otros que favorecen el incremento de la población”. El Peruano de 1826, estimaba, sin embargo, la población del Perú en un millón trescientas veinticinco almas (16 de diciembre de 1826). El mismo periódico oficial, en otra edición del mismo año, calculaba la población de la costa en 320.000 habitantes, de los cuales adjudicaba poco más de 125.500 a Lima, de 102.000 a Arequipa y de 91.000 a Trujillo, con un total de casi 69.000 blancos, 12.600 indios, 41.432 mestizos, 33.980 pardos libres (mulatos y zambos) y 49.400 esclavos. La ciudad de Lima aparecía con 60.000 habitantes. Señalaba, arbitrariamente, la población de la sierra y de la selva en 1.000.000, entre los cuales distinguía más de 79.000 blancos, 661.000 indios, 252.000 mestizos, 5.890 pardos libres y 1.000 esclavos. Las comunicaciones eran lentas y escasas. Según la reglamentación dada en 1826 por don Juan de Azaldegui, administrador del ramo, salían de Lima cuatro correos: el de Valles, el de

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 8 ]

DERECHOS INDÍGENAS. Durante el gobierno de Bolívar se dieron algunas medidas a favor de la población nativa del país, entre ellas la de 1824 que los declaraba propietarios de sus tierras. Muchos intentos por mejorar las condiciones de vida de los indígenas quedaron, sin embargo, solo como buenas intenciones. Esta representación de un indígena de la sierra pertenece al viajero A.A. Bonaffé.

[ capítulo 8 ] período 1

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EL ORDEN Y LA SEGURIDAD QUE LA AGRICULTURA, LA MINERÍA Y EL COMERCIO RECLAMAN PARA FLORECER, FALTARON A PARTIR DE 1820. EL DESGOBIERNO, LAS CAMPAÑAS LLEVADAS DE UNO A OTRO CONFIN DEL TERRITORIO, LOS MOTINES, LAS MONTONERAS Y LOS BANDOS CREARON CONDICIONES ADVERSAS PARA EL FOMENTO MATERIAL Y SOCIAL.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 8 ]

Arequipa, el del Cuzco y el de Pasco. El de Valles necesitaba para llegar a Piura doce días, el de Arequipa, trece días, el del Cuzco, doce días, y el de Pasco, para llegar a Huánuco, ocho días. Todo ello, sin contar demoras y atrasos por causas diversas. El correo se hacía por postas. La navegación a vapor todavía no era conocida. Los barcos de vela demoraban cinco días para ir a Pisco, dieciocho a Islay y Arica, veintidós a Valparaíso, cuatro a Huanchaco y Lamabayeque, seis días a Paita, treinta a Panamá.

[ III ] LA DESARTICULADA ESTRUCTURA ECONÓmICA.- El Virreinato del Perú se empobreció notablemente durante la guerra de la independencia. La lucha a la que estuvo obligado primero en Chile, el Alto Perú, el norte de Argentina y Quito le arrancó dinero, hombres, materiales. Las donaciones, cupos y otras cargas trajeron consigo múltiples exacciones. El desembarco de la expedición libertadora de San Martín dio lugar a que el comercio exterior quedara anulado; y en el interior, los reclutamientos de soldados, los empréstitos, forzados o no, las depredaciones y la inseguridad arruinaron a la agricultura, la minería y las industrias. La guerra duró cuatro largos años. Lima fue ocupada y desocupada varias veces por los ejércitos enemigos. En el norte, para preparar la campaña final, se tomaron hasta las joyas de las iglesias; el hierro de las ventanas de rejas y los clavos de las casas particulares. Los españoles convirtieron el sur en su bastión, en su almacén y en su granero. Uno de los testimonios más elocuentes y menos conocidos acerca de esta situación, fue el del marino norteamericano Hiram Paulding, que estuvo en el Callao en la fragata United States en mayo de 1824 y viajó hasta Huaraz con despachos para Bolívar. Paulding en su opúsculo Bolívar in his camp (Nueva York 1834) recuerda lo que era Lima cuando visitó esta ciudad antes y lo que vio en 1824: “El invariable clima del Perú había dado paso a la impetuosa furia de un tornado, desolando toda la faz de la naturaleza en su indómita carrera; las lindas ciudades y bellos campos del valle del Rímac no habían presentado tal estado ruinoso hasta la llegada de la Revolución. Ocupada alternativamente por realistas y patriotas, todo lo que escapaba de las manos de uno pasaba a las manos del otro. Los moradores que no habían huido por temor, eran sacados por la violencia de sus casas y consignados en prisión. Sus caballos, su ganado y el fruto de sus tierras eran, sin excepción, botín de guerra. Las ciudades y haciendas ocupadas por la soldadesca, mostraban, a menudo escenas del más desesperado saqueo entre los partidos litigantes, de tal manera que en dos o tres años, la ruina y devastación usurparon el lugar donde anteriormente podía encontrarse todo lo necesario para atender la comodidad y el lujo de sus malhadados habitantes. Con el peculiar desenfreno producido por la amarga hostilidad inspirada en la guerra civil, los más escogidos productos y las mejores obras de arte eran implacablemente arrebatados a sus dueños. Cuando la ciudad de Roma fue conquistada, saqueada y esclavizada, no presentó huellas tan brutales de ignorancia y crueldad”. “Lima pasó por una tremenda prueba, pero en mejores circunstancias que el resto del país, no obstante que en el curso de los sucesos fuera víctima de una buena cantidad de calamidades. La sociedad fue arrasada hasta sus cimientos. El destierro, el decomiso de bienes y los empréstitos forzados, convirtieron a los adinerados en pobres familias. La vajilla, el mobiliario y realmente todo lo aprovechable, fue sacrificado en aras de la subsistencia; y, muchas veces, sus espléndidas casas eran ocupadas por los mismos soldados. Toda clase de renta fue cortada. Lo que quedó del comercio estaba en manos del extranjeros quienes, algo protegidos por su neutralidad, sacaban partido de los desmanes de la época. Tal era, realmente, el estado de cosas y casi ningún cambio podía realizarse para mejorar la situación”. Unanue, en su memoria como ministro de Hacienda en 1825, pudo hablar de que si no hay Tesorero Público sin ingresos, ellos “de necesidad deben faltar en un país en que ha desaparecido

la agricultura y donde la minería, principal fondo de él, esta derrumbada y el comercio de la capital sin puerto y sin numerario”. Y José de Morales y Ugalde presentaba el siguiente cuadro de su memoria, como ministro de Hacienda en 1827: “Millares de hombres arrancados de sus hogares e incorporados a las filas de la opresión hacían falta en los campos, en la marina, en los talleres y en las labores de nuestras productivas montañas. Los ahorros que en la economía de tres siglos y en medio de zozobras habían reservado los peruanos los perdieron a fuerza de exacciones y contribuciones las más violentas. Este era el estado de los pueblos que aún lloraban su esclavitud a fines del año 24: el de los que ya entonaban cánticos a la libertad no era menos triste y aún me atrevo a asegurar, era el más lastimoso”. La situación existente entonces queda evidenciada en hechos incontrovertibles. Tres veces los españoles, en el curso de la contienda, arruinaron las máquinas y lIeváronse los instrumentos de la Casa de Moneda. El asiento principal de la minería, el del Pasco, fue hasta cuatro veces asolado entre 1821 y 1824, destrozándose las máquinas de desagüe. El orden y la seguridad que la agricultura, la minería y el comercio reclaman para florecer, faltaron a partir de 1820. El desgobierno, las campañas llevadas de uno a otro confín del territorio, los motines, las montoneras y los bandidos crearon condiciones adversas para el fomento material y social. No se ha hecho el cálculo de la riqueza que fue entonces destruida y que incluía vidas humanas, ganados, viviendas, herramientas e instalaciones. Se rompió el espíritu de trabajo y de orden y floreció la holgazanería en el campo y en las minas. En estas, aparte de la escasez de brazos por la guerra y la supresión de las mitas, hicieron sentir sus efectos el atraso de la técnica y la falta de herramientas. A pesar de todas las dificultades, la condición orgánicamente saludable del país, por debajo de las huellas de la guerra y no obstante las angustias de la agricultura y la minería, pudo ser comprobada cuando todas las necesidades de la administración pública, incluso los gastos del largo asedio del Callao y otros extraordinarios, vinieron a llenarse en la época del Consejo de Gobierno en 1826, con solo las entradas naturales de los departamentos de Lima, La Libertad y Junín, sin haber acudido a empréstitos o contribuciones y, antes bien, habiendo disminuido las ya existentes.

LAS VINCULACIONES.- De la época de la colonia provenía el régimen llamado de manos muertas para las comunidades religiosas, los establecimientos de beneficencia e instrucción y numerosas personas que no podían enajenar libremente los bienes que adquirían. Por medio de un tipo de vinculación perpetua, determinados bienes quedaban en alguna familia; así sucedía en los casos de mayorazgos y capellanías. Era el mayorazgo el derecho de una persona a suceder en los bienes vinculados, esto es, en los bienes sujetos al perpetuo dominio de una familia con prohibición de enajenarlos. Se llamaba capellanía la fundación de una renta de que debía gozar una persona con la obligación de celebrar cierto número de misas o desempeñar ciertos cargos. Había capellanías de libre nominación y otras para las cuales se debía nombrar a personas de familia determinada y por eso también se las conocía como gentilicias o de sangre. Otras formas de vinculación estaban constituidas por los censos y demás cargas que manteníanse sobre la propiedad territorial, sustitución del sistema de la compra y venta o del arrendamiento. Las vinculaciones, así como el régimen de manos muertas, sacaban la propiedad inmueble del comercio y circulación; y la encadenaban perpetuamente a una corporación o familia, excluyendo a todos los demás de la posibilidad de aspirar a ella. El modo de adquirir de nuevo esas propiedades se llamó amortización. Desde fines del siglo XVIII se habían manifestado en la legislación española tendencias favorables a la amortización, más que nada limitando las adquisiciones por las comunidades

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ABRIL 1828 [ BOLIVIA ]

ANTONIO JOSÉ DE SUCRE RENUNCIA A LA PRESIDENCIA DE BOLIVIA. EL COMPLOT PARA DERROCAR A SUCRE DE LA PRESIDENCIA, PROVOCÓ EL MOTÍN DE CHUQUISACA, DONDE EL MARISCAL FUE HERIDO DE BALA EN EL BRAZO. SE DICE QUE EL AUTOR INTELECTUAL DEL COMPLOT FUE EL GENERAL PERUANO AGUSTÍN GAMARRA, QUIEN IBA A INVADIR BOLIVIA DESDE PUNO.

[ CAPÍTULO 8 ] PERÍODO 1

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LOS GRANDES PROPIETARIOS, CON LA AYUDA O LA COMPLACENCIA DE LAS AUTORIDADES POLÍTICAS, ADMINISTRATIVAS Y LOCALES SE CUIDARON DE IMPEDIR QUE LOS INDIOS RESULTARAN AGRICULTORES INDEPENDIENTES. LOS DECRETOS AGRARIOS DE BOLÍVAR NO TOCARON A LAS HACIENDAS EN CUYO INTERIOR LOS COLONOS, APARCEROS O SERVIDORES RECIBÍAN UN TRATAMIENTO DE CONTORNOS SEMIFEUDALES.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 8 ]

religiosas y otras manos muertas, o facilitando la enajenación de capellanías eclesiásticas (amortización eclesiástica). Las Cortes españolas de 1820 dieron una ley general de desvinculación, pero no tuvo efecto en América y el derrumbe del sistema constitucional en España la dejó sin cumplimiento. Una de las primeras declaraciones constitucionales de la República en 1823 fue la de que todas las propiedades eran enajenables, aun cuando pertenecieran a manos muertas y de que se abolían las vinculaciones de dominio. Estas directivas no tuvieron aplicación, así como tampoco la tuvo una norma similar de la Constitución vitalicia. El problema de la desvinculación o amortización comenzó a tener validez efectiva a partir de la Carta de 1828 y de una ley de 1829, como se verá más adelante.

LA PROPIEDAD DE LOS INDÍGENAS.- Importante actitud fue la que adoptó el gobierno de Bolívar frente al problema indígena. El Libertador había prohibido el tributo por decreto de 30 de marzo de 1824. Lo que hay aquí de objetable es la inaplicación de tal medida. Pero hubo otras que fueron cumplidas; si bien, precisamente, a propósito de ellas, hubiera sido deseable la inaplicación. El decreto de 8 de abril de 1824, declaró a los indios propietarios de sus tierras, pudiendo venderlas o enajenarlas, y ordenó el reparto de las tierras de comunidad entre los porcioneros; así como también ordenó la venta de las haciendas, de las cuales era propietario el Estado, si bien este debía adueñarse de los sobrantes de las tierras después de haber repartido los lotes necesarios entre los indios. Ellos no debían quedar exentos de tierras, aunque el decreto de 4 de julio de 1825 niveló a los indios, en materia de gravámenes, con los demás ciudadanos, aclaró que la propiedad absoluta, mencionada en el citado decreto de abril, se entendía con la limitación de no poder enajenarla, hasta 1850. Ratificó además, dicho decreto, la repartición de tierras de comunidad y dio pautas para su ejecución. Las circulares de 1 y 7 de setiembre, 9 de octubre y 2 de noviembre de 1826, tuvieron por objeto ordenar y aclarar el reparto de tierras a los indígenas que carecieran de ellas; señalar un plazo prudente para la remensura y reparto precitados; ordenar la formación de una especie de catastro, donde fueran especificadas por los comisionados las tierras susceptibles de reparto, y la obligación impuesta a los agraciados con lotes, de recibirlos gratuitamente y de cultivarlos dentro del plazo de un año. Fueron suprimidos los cacicazgos. Se prohibió la matanza de vicuñas. Los grandes propietarios, con la ayuda o la complacencia de las autoridades políticas, administrativas y locales se cuidaron de impedir que los indios resultaran agricultores independientes. Los decretos agrarios de Bolívar no tocaron a las haciendas en cuyo interior los colonos, aparceros o servidores recibían un tratamiento de contornos semifeudales.

LA CAJA DE CENSOS DE INDIOS, SU EXTINCIÓN Y LA PÉRDIDA DE SUS CAPITALES Y DE OTROS DEL ESTADO.- La Caja de Censos de indios, institución no estudiada, había logrado durante los siglos del Virreinato gran florecimiento. Proveían sus fondos de los aportes periódicos hechos por las comunidades agrarias, que el Derecho indiano reconocía y funcionaba como una especie de banco hipotecario, cuyo activo aumentaba constantemente con rentas propias, derivadas de los arrendamientos hechos por la misma Caja, de tierras que cultivan los que no eran dueños legales de ellas. Aquí tenía aplicación la figura del censo reservativo, o sea el derecho de cobrar, por tiempo indeterminado, cierto rédito o canon anual en virtud de la cesión de un fundo hecha con esta condición. Los capitales de la Caja eran buscados, además, por los agricultores y se colocaban con la garantía de fincas valiosas, dando el módico interés del 5%. En estos casos se trataba de censos consignativos, consistentes en el mismo derecho de cobrar el canon en virtud de haberse impuesto un capital sobre un fundo cuyo poseedor no estaba obligado a redimirlo.

La filosofía liberal e individualista, sustentada en la idea genérica de desvincular la propiedad (que llevó al Código Civil, de 1852, de acuerdo con la Constitución, a prohibir el gravamen sobre los bienes inmuebles mediante censos o vinculaciones perpetuas) perturbó a gobernantes, legisladores y funcionarios republicanos frente al caso peculiar de la Caja de Censos de indios. Hubiesen podido ellos estudiar los beneficios creados por dicha entidad a la agricultura y la posible utilización de sus capitales al servicio de un mejoramiento de las condiciones de trabajo, nivel de vida, salubridad y educación de la raza aborigen. Lo que vino fue, por desgracia, el olvido o la suspensión del cobro del la pequeña pensión que con tanta regularidad habían pagado las comunidades. Por otra parte, el Derecho republicano desconoció o ignoró a estas instituciones. Y, al mismo tiempo, los que tenían que abonar réditos por los censos, se encontraron con que sus obligaciones fueron disminuidas. El decreto de 22 de abril de 1825 ordenó que se pagara, no el 5%, sino el 2% de los capitales impuestos en fundas rústicos y el 3% en fundos urbanos. Para hacer esta rebaja se tomaron en cuenta las pérdidas, atrasos o quebrantos sufridos en las propiedades durante la guerra de la independencia. Por esas mismas causales se ordenó también que los réditos vencidos desde que empezó la indicada guerra se satisficiesen solo en proporción a los frutos que hubieran producido los fundos (Decretos de 31 de mayo de 1823 y 22 de abril de 1835). Dicha disposición regía para los deudores al Estado y a los particulares por razón de censos (Ley de 14 de julio de 1827). Muchas fueron, además, las facilidades otorgadas con el fin de amortizar los capitales y se aceptó que con este propósito fueran dados en pago, por su valor nominal, documentos públicos que se cotizaban en plaza a un precio mucho menor. Los ocupantes de tierras entregadas por el Estado en virtud de contratos hechos con la Caja de Censos de indios se hicieron de ellas por el derecho de usurpación. Ocurrió lo mismo que con numerosas y pingües rentas provenientes de propiedades que antes habían pertenecido a los jesuitas, la Inquisición, conventos supresos, Jerusalén y otros. Las rentas llamadas de Jerusalén provenían de las mandas forzosas que todos los testadores tenían la obligación de dejar en su testamento en favor de los Santos Lugares de Jerusalén. La comisión encargada de la recaudación de ellas hizo algunas capitalizaciones, ya redimiendo mandas cuantiosas, ya comprando propiedades con el producto de ellas, ya imponiendo censos sobre fincas. Estos bienes entraron dentro del dominio público. Por negligencia y por falta de orden el Estado perdió, en todos estos casos propiedades muy valiosas. La redención de los censos consignativo y reservativo quedó consumada con el Código Civil de 1852 y con la ley de 15 de diciembre de 1864. A propósito de los impuestos, se hablará del tributo de los indígenas, tema que será varias veces aludido en la historia de la evolución republicana.

POLÍTICA mONETARIA. EL BANCO DE EmISIÓN, EL BILLETE Y EL COBRE.- No hubo transformación inmediata en el sistema monetario después de la jura de la independencia. Se mantuvo el colonial bimetalista cuya unidad era el peso. En el estatuto Provisional, expedido por San Martín fue considerada como una de las atribuciones del Protector la facultad de establecer el cuño provisional de la moneda; pero sin alterar el peso y la ley que había tenido ella hasta entonces en el Perú. Un decreto de Tagle, refrendado por Monteagudo, ratificó esa igualdad y señaló las armas provisionales del Estado que en el anverso estarían simbolizadas por la inscripción “Perú Libre” y en el reverso dirían “La Justicia y la Paz” con una columna en el centro y la inscripción “Por la Virtud y la Justicia”. Carlos Camprubí Alcázar ha estudiado en su valioso trabajo El Banco de la Emancipación la frustrada historia del primer experimento de organismo estatal emisor de papel moneda que tuvo el Perú, cuya síntesis se hace en seguida.

LA RIQUEZA DE JUNÍN

La situación económica del Perú en 1826 se encontraba en franca mejoría, pues las deudas contraídas durante la Independencia estaban casi saldadas. Las entradas de los departamentos de Lima, La Libertad y Junín cubrieron gastos extraordinarios como los del motín del Callao. Creado en 1823, el departamento de Junín (en el mapa) era uno de los más ricos del Perú, ya que dentro de su territorio se encontraban las minas de plata de Cerro de Pasco. El mapa pertenece al Atlas geográfico del Perú (1865) de mariano Felipe Paz Soldán.

[ CAPÍTULO 8 ] PERÍODO 1

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EL PAPEL MONEDA PUESTO EN CIRCULACIÓN DESDE FEBRERO CON CARÁCTER “CONTRACTUAL” FUE DECLARADO DE CURSO FORZOSO POR DECRETO DE 7 DE FEBRERO DE 1822. SURGIÓ ANTE ÉL LA DESCONFIANZA PÚBLICA. POR OTRA PARTE, LOS BILLETES, POR SU RUDIMENTARIA IMPRESIÓN, DIERON LUGAR A FALSIFICACIONES.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 8 ]

Exausto el Tesoro público, rota la normalidad de la vida comercial, estando las minas de plata en poder de los realistas y careciendo por ello la Casa de Moneda de barras de plata que sellar y ante la necesidad de atender a los gastos militares y de la administración pública sin imponer contribuciones, San Martín tuvo en octubre de 1821 la iniciativa de establecer un banco con el fin de emitir papel moneda temporal. Un organismo análogo había sido proyectado en la Argentina en 1810 y llegó a ser puesto en práctica en 1822. La iniciativa del Protector pasó a una comisión del Cabildo de Lima y a otra integrada principalmente por personal del Tribunal del Consulado y por hacendados. Como garantía para la seguridad del banco, la Municipalidad, el Consulado y los prelados eclesiásticos hipotecaron bienes hasta por la cantidad de 500 mil pesos. Estas garantías no llegaron a hacerse efectivas. El banco llegó a ser creado por decreto de 14 de diciembre de 1821 después de tres meses de preparativos en los que intervinieron muchas personas. La emisión fue de billetes de pago y, además, de vales de premio o papeles de inversión a corto plazo con interés, que no llegaron a cumplir sus objetivos. El primer director de la nueva institución fue el conde de Villar de Fuentes, destituido por el Gobierno en marzo de 1822. Lo reemplazó el conde de San Isidro, Isidro de Cortázar y Abarca. El papel moneda puesto en circulación desde febrero con carácter “contractual” fue declarado de curso forzoso por decreto de 7 de febrero de 1822. Surgió ante él la desconfianza pública. Por otra parte, los billetes, por su rudimentaria impresión, dieron lugar a falsificaciones. El decreto de Tagle dado el 13 de agosto de 1822 mandó extinguir esta moneda que había llegado a sumar más de 390 mil pesos, anunciando que no se emitirían más billetes, que la renta de tabacos expendería al público la cantidad que deseara comprar a cambio del papel y que los comerciantes entregarían una cantidad de dinero metálico al banco. Solo uno de ellos, Diego de Aliaga, cumplió con este compromiso. Por otra parte, la emisión de billetes aumentó en el segundo semestre de dicho año por nuevas entregas hechas al Gobierno. El Congreso Constituyente, por resolución de 19 de noviembre de 1822, autorizó el rescate del papel con moneda de cobre que no podía ser falsificada, permitiendo a la vez el uso del papel moneda por su valor representativo hasta el tiempo en que se anunciaría su extinción. Resoluciones legislativas complementarias del 22 de marzo y del 8 de abril de 1823 ordenaron la remisión diaria por la Casa de Moneda de una cantidad de pesos en cobre al banco para amortizar igual suma de billetes, dándose preferencia a las personas pobres y necesitadas y estableciéndose luego turnos para mujeres, monasterios y beaterios, empleados, eclesiásticos regulares y seculares, colegios y hospitales. El ejército recibió su paga en plata y cobre. El 2 de diciembre de 1822 el Congreso aprobó, en desacuerdo con su actitud anterior, la solicitud de la Junta Gubernativa de aumentar la circulación de los billetes, para que fueran utilizados por el Estado con el fin de cubrir sus necesidades que eran angustiosas. El repudio a este circulante y también al cobre volvió a exteriorizarse a principios de 1823, tomando caracteres de escándalo. Contribuyeron a la inquietud pública los comerciantes extranjeros. Oficiales del ejército crearon alborotos en el banco. Riva-Agüero, desde la Presidencia de la República, adoptó enérgicas medidas contrarias al papel moneda. Intentó primero la amortización por medio de loterías y de la venta de algunas fincas del Estado, así como la constitución de un fondo vitalicio sobre las entradas de la República. Luego prohibió dentro de perentorio plazo la circulación de papel y mandó que el Estado hiciera sus pagos solo en plata y cobre (7 de mayo). Las medidas de Riva-Agüero y la llegada de los fondos del empréstito inglés contribuyeron a mejorar la situación. Hacia comienzos de 1824 ya habían desaparecido los billetes. Aparte de pequeñas incineraciones, se produjo espectacularmente el 24 de diciembre de 1823 en la plaza de la Inquisición la del papel moneda existente en el banco. La emisión había llegado a sumar un total de poco más de 600 mil pesos que circularon solamente en Lima.

LAS MONEDAS REPUBLICANAS El poco circulante existente en el país tras indepedencia llevó a la acuñacion de la primeras monedas.

Monedas

En marzo 2 El mismo año se creó la llamada "Perú libre", diseñada por Hipólito Unanue. Se acuñó primero en plata y luego en cobre. de 1822, entro en circulación la primera moneda En el reverso, el En el anverso peruana.Su valor era valor de la figuraba una de 1/4 de real y estaba moneda y el representación acuñada en cobre. primer escudo , de la Virtud y la

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Justicia.

del Perú.

Valor de la moneda: ocho reales.

3 En 1823 se

acuñaron las monedas llamadas "Sol sobre la cordillera".

Aquí se muestra dos ejemplares de 1/4 y 1/8 de peso.

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También en 1825, se acuñaron las monedas "Libertad parada': Bolívar ordenó incluir en su anverso el nuevo escudo del Perú.

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En 1825 entraron en circulación las monedas "Firme y feliz por la unión"

La que se observa aquí tiene un valor de ocho reales.

La que se aprecia aquí tiene un valor nominal de ocho reales.

En el reverso, se aprecia una representación de la República.

Billetes En 1821, San Martín creó el Banco Auxiliar de Papel Moneda o Banco de la Emancipación, que se encargó de la impresión de los primeros billetes, con denominaciones de dos reales, cuatro reales, un peso y diez pesos. No fueron bien recibidos por el pueblo, acostumbrado a usar monedas. Además, eran fáciles de falsificar. Vale de un peso. En 1823 se ordenó su canje por monedas de cobre, aunque para ese entonces ya se había impreso la cantidad de 390 mil pesos en billetes.

Las casas de moneda Don José de San Martin

José de La Serna

Una de las primeras disposiciones promulgadas por San Martín tras declarar la independencia estuvo referida a la acuñación de nuevas monedas. La Casa de Moneda de Lima inició esta labor en 1822. Aunque tenían el mismo peso y valor que las monedas españolas, diferían en los diseños. Durante la ofensiva española en 1824, el virrey La Serna reabrió la Casa de Moneda de Cuzco, que abasteció de dinero a las fuerzas realistas.

Fachada Casa de la Moneda de Lima Vale de reales.

[ CAPÍTULO 8 ] PERÍODO 1

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(…) EL COMERCIO DE IMPORTACIÓN DEL PERÚ CON LA METRÓPOLI Y LAS PROVINCIAS AMERICANAS ERA EN 1820 DE 8.079.000 PESOS, Y EL DE LA EXPORTACIÓN DE 6.254.000 PESOS, RESULTANDO UN SALDO EN CONTRA DEL PERÚ DE 1.225.000 PESOS, DESPUÉS DE DEDUCIR 600.000 POR FLETES DEL COMERCIO TERRESTRE Y MARÍTIMO CON LAS PROVINCIAS AMERICANAS, CUYO TRÁFICO ESTABA EN MANOS DE PERUANOS.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 8 ]

En cuanto a la moneda de cobre (cuya depreciación dio lugar a su baja cotizándose hasta en un 80% menos de su valor) la ley de 30 de setiembre de 1823 prohibió su fabricación y enumeró los casos en que podía ser recibida en las oficinas fiscales como dinero, a saber: en pago de deudas contraídas en la Dirección de Censos y Obras Pías y en el ramo de Secuestros, hasta la fecha de publicación de la ley; para la redención de censos a favor de los fondos de la abolida Inquisición y finalmente a cambio de libranzas sobre el empréstito de Londres. Las monedas de cobre entregadas por el público fueron depositadas en las fortalezas del Callao. Al sublevarse en 1824 el sargento Moyano, los rebeldes hicieron de ellas objeto de diversión y escarnio, las arrojaron al pueblo y este guardó muchas para sí. Los españoles en cambio, sacaron de ellas todo el partido que pudieron y las dieron por el intrínseco valor del metal en canje de las especies que consideraron como de primera necesidad. Al concluir la guerra de la independencia había dos Casas de Moneda: la de Lima y la del Cuzco, esta última en mucho más desfavorables condiciones.

LA mONEDA DE LA REPÚBLICA.- La República continuó acuñando monedas de oro y plata como si siguieran gobernando los virreyes. Alude a este hecho Unanue en su memoria de 1825: “iQué dolor! De cuán infausto agüero me era ver batir moneda con el busto de Fernando VII, proclamada ya la independencia!”. Ello ocurrió hasta que se propuso un nuevo diseño que, a pesar de ser complicado, fue grabado hasta que el Congreso aprobó el legal y permanente. Una resolución legislativa de 25 de febrero de 1825 declaró el tipo, ley y peso de la moneda nacional de oro y de plata. En el anverso debía llevar la de oro las armas de la República y las palabras “República Peruana”; en la de plata se omitirían las banderas y estandartes y se pondría una palma y una rama de laurel. En el reverso de ambas se pondría “una doncella de pie con un asta en la mano derecha que sostenga el gorro de la libertad, y en la izquierda, un broquel apoyado sobre el terreno que lleve la palabra ‘Libertad’; en la circunferencia se pondrá el mote ‘Firme y feliz por la unión’ “. Autor de este diseño fue don José Gregorio Paredes que también había dibujado el escudo nacional. EL COmERCIO.- En cuanto al comercio, la memoria expositiva que Juan García del Río y Diego Paroissien, personeros de San Martín ante el gobierno inglés, redactaron en 1822 es un documento importante sobre su situación al terminar la época del Virreinato. Según dicha memoria, el comercio de importación del Perú con la metrópoli y las provincias americanas era en 1820 de 8.079.000 pesos y el de la exportación de 6.254.000 pesos, resultando un saldo en contra del Perú de 1.225.000 pesos, después de deducir 600.000 por fletes del comercio terrestre y marítimo con las provincias americanas, cuyo tráfico estaba en manos de peruanos. El Reglamento Provisional de Comercio de 28 de setiembre de 1821 reemplazó a los anteriores Reglamentos coloniales de 1773 y 1778. El intercambio mercantil con el exterior se había regido por esos mismos Reglamentos de 1773 y 1778. Como era lógico, ellos habían sido fundamentalmente favorables a los intereses de la metrópoli. El gobierno de San Martín dio aquel Reglamento Provisional de Comercio para la entrada o salida de barcos en los puertos del Callao y Huanchaco. Dicho Reglamento cambió la orientación del sistema en función de los intereses del Perú, si bien fijó derechos especiales favorables a los efectos que se importaran o se exportasen en buques con pabellón de Chile, Río de la Plata o Colombia. Al señalar en su artículo 3° que, en el término de 48 horas, el capitán o sobrecargo del buque amigo o neutral estaba obligado a nombrar un consignatario “el cual deberá ser precisamente ciudadano del Estado del Perú”, prohibió el comercio de importación a los extranjeros. Los artefactos que perjudicaron directamente a

la industria del país debían pagar derechos incrementados. Las aduanas interiores quedaron abolidas; disposición que no se cumplió. El comercio de cabotaje fue adjudicado exclusivamente a los buques y ciudadanos peruanos; pero el gobierno podía conceder licencias de excepción siempre y cuando la tripulación de los barcos favorecidos tuviese un porcentaje de hijos del país. Diversos decretos complementaran el Reglamento Provisional que solo tenía 27 artículos. Quedaban exentos, según él, de todo derecho, los azogues, cualquier instrumento de labranza y para la minería, los artículos de guerra con excepción de la pólvora, los libros, instrumentos científicos, mapas, imprentas y máquinas de cualquier clase. En la práctica, resultó este un documento inoperante. La escasez de derechos percibidos por la exportación y la importación evidenció que las tarifas eran inconvenientes y que el comercio optaba por resguardar sus intereses mediante el contrabando. El Congreso de 1823 preparó el proyecto de un nuevo Reglamento que no llegó a ser sancionado. El Reglamento de 6 de junio de 1826 suprimió de nuevo las aduanas interiores, hizo desaparecer ciertos aumentos de las alcabalas y exceptuó demás impuestos a las mercancías extranjeras que, por cuenta de sus primeros especuladores o habiendo mudado de dominio, fuesen al interior de la República; ellas debían sufrir solo el primer derecho del 30%. Los productos nacionales debían girar en el interior exentos de todo gravamen y ser transportados con el mismo privilegio. Por considerar que los licores, ciertos tejidos, el azúcar y otros artículos nacionales “hacen la suerte del ciudadano”, no fue prohibida la importación de ellos desde el extranjero tomando en cuenta razones principistas; pero se les impuso el fuerte gravamen de 80%. Queríase fomentar la industria del país, equiparar la producción nacional y del extranjero y con ese mismo espíritu aparecieron, inmediatamente después, disposiciones ampliatorias tales como la que alzaba los derechos impuestos a los géneros asiáticos comparables en calidad y clase a los tocuyos de Norteamérica ya los muebles destinados a la comodidad y el lujo. Aparte de los artículos “perjudiciales a la agricultura e industria del Estado” (gravados, como se ha visto, con 80%) la generalidad de los efectos que se introdujeran en buques con pabellón extranjero o nacional, estaba sujeta como único derecho al 300/0. Y en lugar especial quedaban unos cuantos artículos libres de derechos como el oro y la plata en pasta o monedas, los azogues, todo instrumentos de labranza y explotación de minas, todo artículo de guerra, excepto la pólvora, toda clase de instrumentos para la ciencia y la cirugía, toda clase de instrumentos para las artes y la agricultura, las imprentas, todos los libros impresos que no fueran contrarios a la moral, las estampas, la música impresa o escrita, las simientes de plantas y las plantas ya prendidas, el lino y el cáñamo, el pescado seco y salado siempre que los introdujeran buques nacionales. El comercio de cabotaje se haría en estos barcos y solo por licencia especial y no habiéndolos, en extranjeros. La liberación de derechos sobre mercaderías internadas a las provincias solo era aplicable a los ciudadanos del Perú. El decreto de 15 de noviembre de 1826 reformó el artículo del Reglamento de Comercio que nivelaba los buques nacionales y extranjeros en el pago de derechos por mercaderías internadas en el país y rebajó los que debían pagar aquellos. El resultado del severo Reglamento de Comercio de 1826 fue la proliferación del contrabando sobre una economía que no podía desarrollarse por sus propios medios.

LA DEUDA EXTERNA PERUANA La guerra por la Independencia se financió con préstamos de países extranjeros, muchos de los cuales empezaron a cobrarse durante la segunda mitad de la década de 1820, como los que aparecen a continuación. PAÍS Colombia

DEUDA 5.ooo.ooo 1.000.000 Chile 3.000.000 Bolivia 800.000 Inglaterra 900.000 (primera entrega) Inglaterra 616.000 (segunda entrega)

pesos* pesos** pesos* pesos* pesos* pesos*

* Repartida entre Venezuela, Ecuador y Colombia. ** Regalo del Congreso colombiano a Bolívar en 1825

ESTRUCTURA HACENDARIA. CONTRIBUCIONES.- No hubo tiempo ni elementos para dar una nueva organización al sistema de rentas y gastos durante la guerra de la independencia. El tributo fue establecido por el régimen colonial, como reconocimiento que los indígenas debían a la soberanía del rey. En la última forma que alcanzó la encomienda, a través de su evolución histórica, no fue sino la subrogación en el cobro del tributo, hecha con consentimiento

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del Estado en beneficio de algunos particulares. Pero como las encomiendas fueron concedidas por un tiempo limitado, de dos o tres vidas, en las dos primeras décadas del siglo XVIII habían sido extinguidas, pasando sus rentas, es decir el tributo correspondiente, a la Corona. En 1808 el propio gobierno español declaró abolido el tributo; pero bien pronto, en 1815, lo volvió a establecer de hecho, con el nombre de contribución de indígenas. El tributo llegó a ser abolido, otra vez, por decreto de 27 de agosto de 1821. El decreto de 11 de agosto de 1826 restableció, sin embargo, la contribución de los indígenas, con cargo de que no se les cobrase otra; a ella agregó la que debían pagar los demás peruanos dándole el nombre de contribución de castas. La contribución indígena variaba por múltiples circunstancias; pero, como término medio, los poseedores de tierras pagaban desde 5 hasta 9 1/4 pesos y los llamados forasteros sin tierras

LA REFORMA FISCAL DE 1826 TRAS LA PARTIDA DE SIMÓN BOLÍVAR, Y CON LA INSTAURACIÓN DE JOSÉ LA MAR COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, FUE NOMBRADO MINISTRO DE HACIENDA JOSÉ MORALES Y UGALDE, QUIEN PONDRÍA EN MARCHA LA QUE PODRÍAMOS DENOMINAR LA PRIMERA REFORMA FISCAL EN LA HISTORIA DE LA REPÚBLICA.

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[ CAPÍTULO 8 ]

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sta reforma reinstauró la contribución de indígenas y castas, con la aspiración de transformarla en un tributo universal, que no fuese cobrado solamente a los indígenas. Esto, sin embargo, no pudo conseguirse, por la fuerte oposición de las poblaciones urbanas, para quienes semejante tributo estaba asociado a una condición étnica, la indígena, tenida como inferior. Uno de los elementos más importantes de la reforma fiscal de Morales y Ugalde fue la abolición de la odiada alcabala, o impuesto a la compra/ /venta, junto con la elevación de los derechos de aduana o “aranceles” para la introducción de bienes del exterior. Así, bienes como el aceite de oliva, el aguardiente, el azúcar, el calzado y otros artículos de cuero, los jabones, muebles, sombreros, ropa confeccionada, el tabaco y las velas, tanto las de cera como las de sebo, quedaron afectas a un fuerte gravamen de 80 % sobre su precio, mientras el resto de artículos fue gravado con un 30 %. Esta tarifa, vigente hasta 1833, fue una de las más proteccionis-

tas en la historia de la República. Los historiadores han discutido luego acerca del objetivo de la abolición de la alcabala (el IGV de nuestros días) y de la imposición de tan elevados aranceles. ¿Se trataba de un proyecto para desarrollar el mercado interno y alentar la producción nacional, fomentando la industria existente y la por venir, o era simplemente un recurso para extraer mayores ingresos para el fisco? En cualquier caso, este férreo proteccionismo ha servido para desvirtuar la tesis de que después de la independencia, el Perú pasó simplemente del colonialismo español, al neocolonialismo británico, abriendo generosamente sus puertos a la producción británica, francesa o del primer mundo en general. De acuerdo al historiador norteamericano Paul Gootenberg, las razones del fracaso de la industrialización del Perú en el siglo XIX no debieran buscarse, así, en la adopción de un desaforado e inoportuno liberalismo comercial, sino en otros ámbitos, como la dificultad del transporte y las barreras sociales para la movilidad de los hombres.

desde 2 1/2 hasta 5 1/2. A las otras clases llamadas castas, se les fijó la tasa de 5 pesos anuales por individuo, además del 4% sobre el producto neto de la propiedad, sea en capitales fijos, como predios rústicos y urbanos, sea en capitales circulantes en todo género de industria. El decreto de 4 de octubre de 1826 rebajó en un peso la tasa tradicional de los indígenas; y disminuyó también la tasa de la contribución de castas, desde 5 hasta 3 pesos. Esta merma no duró mucho tiempo, como ha de verse más adelante. Otro decreto dictatorial de 12 de marzo de 1824 mandó establecer una única contribución sobre el capital, que no correspondió a las esperanzas del gobierno y resultó muy insuficiente para cubrir las necesidades del Estado. Fue promulgado, por ello, el decreto de 30 de marzo de 1825 ordenando que los predios urbanos y rústicos de la República, sea cual fuere su naturaleza, contribuyeran anualmente con el 5% de la cantidad en que estuviesen arrendados. Dicha cantidad fue rebajada al 3% en el decreto de 30 de diciembre del mismo año. Otra contribución directa fue la de patentes, establecida el 10 de agosto de 1826. Nadie debía ejercer comercio, arte ni ocupación industriosa, sin haber pagado la que le correspondiese; pero dicha contribución solo podía cobrarse en las capitales de departamento y ciudades de reconocido tráfico y donde ella se hiciera efectiva no se pagaría la de castas.

PRESUPUESTO.- No llegó a ser fijada por el Parlamento la pauta anual para las rentas y los gastos fiscales. Las aduanas producían más de la mitad de los ingresos; buena parte de ellos venía de la contribución de los indígenas y las demás cargas tributarias tenían menor importancia. En lo que atañe a los egresos, las cifras más altas correspondían al Ministerio de Guerra y Marina. Al comentar los gastos hechos en 1825, José de Morales Ugalde en su memoria de Hacienda de 1827 anotó que hubo “exceso en las donaciones y que la Nación ha sufrido un exceso de un 50% más al que se propuso en febrero de 1824”.

DEUDA EXTERNA.- La deuda exterior llegaba a cifras muy considerables al concluir la guerra de la independencia, y por muchos años no pudo ser pagada. Los principales acreedores eran Inglaterra, Chile y Colombia. La deuda inglesa tenía dos fuentes. La primera hallábase en el empréstito contratado en 1822 por los comisionados de San Martín, Juan García del Río y Diego Paroissien con Tomás Kinder y por valor nominal 1.200.000 libras esterlinas, al tipo de 65% con interés del 6% anual, comisión al contratista del 2%, entrega en seis plazos hasta 1823, dando como garantía las entradas de la Casa de Moneda, las aduanas y demás rentas. Según M. F. Paz Soldán, “el prestamista eludió los pagos en los plazos estipulados y ocasionó al Perú quebrantos notables en su crédito y en su hacienda, con las escandalosas protestas de las letras giradas debido, en gran parte, a la desatendencia completa de la indicaciones hechas oportunamente por nuestros comisionados en Europa, muy particularmente por la discordia civil entre Riva-Agüero y Tagle y muchas otras causas”. El gobierno peruano recibió 900.000 libras del empréstito pactado por 1.2000.000 libras. La segunda deuda inglesa ascendía a poco más de 616.000 libras a raíz del empréstito negociado con el mismo Kinder por el agente de esa nacionalidad John Parish Robertson autorizado para ello en 1824. De esa cantidad no llegaron a emitirse sino los bonos correspondientes a 577.500 libras, que no dieron al Perú sino un producto efectivo de 200.385 libras a acusa de errores y actos irregulares del comisionado que, dejaron sin embargo, comprometido el crédito nacional. Además del monto de los empréstitos, el país debía sus intereses. La deuda a Colombia (más tarde repartida entre Venezuela, Ecuador y Colombia) había sido generada por los gastos efectuados durante las campañas de la guerra de la independencia. Fue reconocida en el tratado de 1829 y llegó a ser estimada extraoficialmente en 5.000.000 de pesos, a los que había que agregar el millón obsequiado a Bolívar por el Congreso de 1825.

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JULIO 1828 [ PERÚ ]

PERÚ Y BOLIVIA FIRMAN EL TRATADO DE PIQUIZA, SEGÚN EL CUAL PERÚ SE COMPROMETE A RETIRAR LAS TROPAS COLOMBIANAS QUE EL GENERAL AGUSTÍN GAMARRA HABÍA ENVIADO A TERRITORIO BOLIVIANO. TAMBIÉN SE CONVOCÓ AL CONGRESO DE CHUQUISACA QUE ADMITIÓ LA RENUNCIA DEL PRESIDENTE BOLIVIANO ANTONIO JOSÉ DE SUCRE Y ORGANIZÓ UN GOBIERNO PROVISIONAL.

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AGOSTO 1828 [ URUGUAY ]

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LOS GOBIERNOS DE ARGENTINA Y BRASIL FIRMAN EL TRATADO DE PAZ QUE PUSO FIN A LA GUERRA ENTRE AMBAS NACIONES. DICHO DOCUMENTO ESTABLECÍA LA RENUNCIA A LA POSESIÓN DE LOS TERRITORIOS DE LA BANDA ORIENTAL (HOY URUGUAY) Y EL RECONOCIMIENTO DE ESTE TERRITORIO COMO UN ESTADO SOBERANO E INDEPENDIENTE.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 8 ]

La deuda chilena procedía del empréstito de 1.500.000 pesos contratado por el comisionado de ese país. Antonio José de Irisarri, y traspasado al Perú en virtud del tratado de 26 de abril de 1823 y que, con los intereses, ascendió a más de 3.000.000 de pesos. Años más tarde, en 1841, Estados Unidos hizo reconocer una pequeña deuda por presas declaradas durante la guerra de la independencia. La independencia de la República de Bolivia fue lograda con un ejército nominalmente peruano y pagada con fondos del erario del Perú. Desde 1826 comenzó a ser reclamada esta deuda que el ministro Morales calculaba en 1872 sumaría unos 800.000 pesos. El Perú se consideraba como acreedor por más de medio millón de pesos descontando las sumas correspondientes a los alcances del ejército auxiliar que continuó en territorio boliviano y que esa República, a su vez, reclamaba. Interrumpido por la penuria fiscal el pago de los intereses de la deuda inglesa, como, lo fueron los de todas las demás, no resultó posible levantar nuevos empréstitos en Europa. Por ley de 12 de febrero de 1825, el Congreso había votado el donativo de un millón de pesos al Libertador y otra cantidad igual “para que lo distribuya a discreción entre los generales,jefes, oficiales y tropa del Ejercito Libertador” incluyendo al Ministro General del Estado. Para ello ordenó la contratación de un empréstito para la paga del ejército y demás necesidades de la República pudiendo cubrir su respectiva asignación “con algunas de las fincas nacionales a los interesados que lo eligieren”. El gobierno, creyó efectivo el empréstito y pagó al ejército y a algunos particulares de quienes recibió dinero y con quienes celebró contratos. El fracaso de la operación externa, que incluyó protestas de libramientos expedidos contra Londres, aumentó la deuda interna.

DEUDA INTERNA.- Esta provenía, en conjunto, de la falta de abono a los servidores públicos, de los suministros hechos a los ejércitos patriotas, del reconocimiento de premios y pensiones, de los pagos hechos en 1825 por los premios otorgados por el Congreso con la esperanza de un empréstito exterior que no llegó a verificarse, de empréstitos voluntarios o forzosos contratados por los sucesivos gobiernos y de otros créditos reconocidos por el Estado. Asimismo, pasaron a integrarla las deudas legalmente contraídas por el gobierno colonial que fueron colocadas en lugar posterior en cuanto al tiempo de su pago, acerca de lo cual se tratará más adelante. Entre los empréstitos internos de la época de la independencia se contaron: el de los comerciantes ingleses por casi 74.000 pesos en 1822, el de 200.000 pesos que levantase en1823 entre el comercio y los propietarios de Lima; otro de 80.000 pesos obtenidos ese mismo año del Tribunal del Consulado; y otro contratado por Tagle con don Juan Ignacio Palacios por sí y a nombre de varios comerciantes por 50.000 pesos en dinero y 150.000 en víveres y útiles de maestranza, obligándose el gobierno a pagar 300.000 pesos en derechos de aduana, es decir casi el doble y entregando al contratista “la facultad de variar el régimen de la aduana y algunos empleados y sustituirlos con otros de su confianza”. La depuración de la deuda interna fue iniciada por la junta creada por decreto de 16 de octubre de 1824 y de acuerdo con el reglamento de 12 de noviembre de 1825. Hasta ese año, las cancelaciones fueron muy reducidas. El 22 de setiembre de 1826 fue erigida una Caja de Consolidación del crédito público. Correspondió a ella percibir un quinto del producto libre de la contribución general; un tanto por ciento de las producciones del país que no servían a las primeras necesidades de la vida y tenían carácter suntuario y otro sobre las producciones extranjeras de igual naturaleza o que era preciso balancear con las nacionales. Estas tres fuentes de ingreso debían ser empleadas para cubrir los intereses de la deuda externa. A más de eso, para saldar la deuda interna debía ser utilizada gran parte de los productos de los antiguos ramos de Censos de indios, obras pías, Inquisición y otros ya considerados muertos en su objetivo inicial y el papel sellado.

En el período comprendido entre el año de 1825 y abril de 1827, el Perú amortizó poco más de 1.800.000 pesos de su deuda interna reconocida y quedaron por abonar 5.200.000 pesos aparte de los créditos por reconocer. Entre estos se hallaban los provenientes de la época virreinal. El Estatuto Provisorio dado por San Martín, el Congreso Constituyente, la administración dictatorial de Bolívar y la capitulación de Ayacucho indicaron que se reconocería aquella deuda que no hubiese servido directa y expresamente para ayuda en la guerra contra la libertad nacional. Desde antes de la guerra de la independencia la deuda interna era considerable. El gobierno español había recibido capitales cuyos intereses debían ser abonados al Tribunal del Consulado, a otros cuerpos colegiados, a muchas capellanías y obras pías y aun a personas particulares. Al Congreso de 1827 fue presentado un estado de esta deuda, ascendente a poco más de 14.200.000 pesos en establecimientos de Lima, de los cuales correspondían al Consulado 7.760.000. De esa cantidad, advirtió el ministro de Hacienda, debían rebajarse dos millones como pertenecientes a emigrados, residentes en país enemigo y desaparecidos. No se incluía aquí la deuda legítima contraída por los realistas en los departamentos del sur. De acuerdo con la reglamentación de la Caja de Consolidación, el Estado emitió billetes de crédito público y pagó, por este medio, créditos depurados. Vinieron a servir así dichos billetes como moneda y de ellos se tratará al hablar de la situación económica entre 1827 y 1842.

LA LEY QUE ADJUDICÓ mINAS AL PAGO DE LA DEUDA PÚBLICA Y SU RELACIÓN CON LA CUESTIÓN DE LA BREA Y PARIÑAS.- El Congreso aprobó el 5 de marzo y Bolívar y su ministro Unanue promulgaron el 9 de marzo de 1825, una ley que aplicó la extinción de la deuda pública “toda clase de bienes, haciendas, minas, casas, imposiciones y cualesquiera otros movibles e inamovibles que pertenezcan al Estado y de que pueda libremente disponer”. Debían ser preferidos en sus respectivos pagos “los acreedores que han contribuido con sus suplementos a la adquisición y sostén de la independencia y libertad del país”. La misma ley señaló normas procesales para el cumplimiento de estos dispositivos: los acreedores debían presentarse ante el Ministerio de Hacienda con los documentos que acreditaran sus acciones indicando el lugar donde querían se sustituyera su crédito, el examen de cada caso correspondía a la junta de liquidación y clasificación de deudas, necesitándose “apreciar por personas de inteligencia y rectitud lo que haya de servir para la recompensa”; ajustados los valores y convenidas las partes, era preciso mandar cancelar las escrituras antiguas y otorgar las que nuevamente correspondiesen por los administradores del tesoro público. Todavía no se había establecido entonces la Caja de Consolidación. Esta ley sirvió para que el gobierno, por escritura pública extendida en Lima el 28 de setiembre de 1826, cediera a José Antonio de Quintana mina de brea llamada entonces Amotape, y después La Brea y Pariñas, en pago de la cantidad de 4.964 pesos que le adeudaba el erario nacional. Así nació la ruidosa cuestión de La Brea y Pariñas.

ESTA LEY SIRVIÓ PARA QUE EL GOBIERNO, POR ESCRITURA PÚBLICA EXTENDIDA EN LIMA EL 28 DE SETIEMBRE DE 1826, CEDIERA A JOSÉ ANTONIO DE QUINTANA LA MINA DE BREA LLAMADA ENTONCES AMOTAPE, Y DESPUÉS LA BREA Y PARIÑAS.

[ CAPÍTULO 8 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] La génesis de la aris­ tocracia colonial ● La decadencia de la aristocracia peruana en el siglo XVIII y la maduración de burguesías comer­ ciales en zonas periféricas de América del Sur ● Las alternativas para la élite limeña al empezar el siglo XIX ● La éli­ te limeña al terminar la guerra de la Independencia ● Los españoles ● Los

CAPÍTULO 9



secuestros de los bienes de los espa­ ñoles y sus adeptos y la política de sanciones ulterior ● Los extranjeros y el incremento de su fuerza comercial ● La ausencia de un manejo completo de la vida de las repúblicas hispanoamerica­ nas por Gran Bretaña ● La profesión mi­ litar ● La marina ● Mestizos e indígenas ● Los esclavos.

LAS CLASES SOCIALES EN LA PRIMERA REPÚBLICA DEL PERÚ

CAPÍTULO

9 [ ]

L 206

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 9 ]

A GÉNESIS DE LA ARISTOCRACIA COLONIAL.- Los conquistadores comenzaron a dar al Perú en el siglo XVI ciertas características que, por una parte fueron de tipo feudal, acentuadas a través de la institución de la encomienda, tal como fue inicialmente concebida; y, de otro lado, ostentaron tendencias municipalistas por la importancia que tuvieron hasta la época del virrey Toledo, más o menos, las ciudades y sus cabildos. La consolidación del Virreinato cambió esta estructura. Al lado de la religión, la fuerza más vigorosa en la vida social estuvo desde entonces constituida por el sistema burocrático que representaba el Estado, por encima de los fragmentarismos geográficos y raciales y la desigual difusión de la cultura hispánica y del idioma que vastas muchedumbres no leyeron o no hablaron. Dentro de ese aparato burocrático actuaron los funcionarios venidos de la metrópoli, algunos de los cuales se quedaron en el Perú para integrar la alta clase social si tenían títulos y recursos económicos. Dicha clase quedó conformada, además, por los descendientes de los conquistadores, por los que provenían de familias nobles de España, y, sobre todo en el siglo XVIII, por quienes compraron sus blasones después de haber prosperado en la vida comercial. La nobleza durante la colonia careció, en principio, del poder político. Algunos de sus personeros pudieron actuar como consejeros individuales de los virreyes, aliado de algunos sacerdotes y funcionarios, sin que ello tuviera estado legal reconocido. Los estudios recientes evidencian, sin embargo, que en las Audiencias y en otras entidades oficiales, la aristocracia criolla cogobernó en el siglo XVIII. Los cabildos, muy mermados en sus atribuciones en relación con su situación originaria, cumplieron más bien funciones honoríficas. El gobierno provincial estuvo en manos de los corregidores primero, y de los intendentes más tarde, cuyo nombramiento fue de carácter administrativo. Debajo del andamiaje oficial existió una economía a la que, en parte, cabe dar el nombre de semifeudal. No hubo, como se ha visto, feudalismo en el sentido de que el Estado central tuviera mermadas sus atribuciones de gobierno o de mando o de que la sociedad continuase ostentando los caracteres militares o guerreros que albergó el período de la conquista. Pero en países vastos como era el Perú, con pequeño número de conquistadores o colonizadores venidos de Europa, con población aborigen numerosa, con predominante importancia de la minería o la agricultura en contraste con las restricciones a la industria y de la función relativamente secundaria del comercio, el régimen económico presentó ciertas características comparables a la feudalidad, si bien no con fisonomía igual a la Edad Media europea. La tierra era entonces no solo una fuente de riqueza, sino un instrumento de dominación. El destino de buen número de campesinos fue estar adscrito a aquella. Cambios de propietarios podían efectuarse por herencia o por cesión, si bien abundaban las “manos muertas”;en todo caso, no variaba el destino del peón. Gran propiedad, pequeño cultivo: he aquí otra de las notas típicas del régimen feudal económico. El que trabaja la tierra la recibía teóricamente de quien era su dueño nominal y podía laborarla a cambio de la prestación de ciertos servicios o de la entrega de ciertos frutos. Solo a fines del siglo XVIII comenzaron a observarse los síntomas de la aparición de una incipiente burguesía en las ciudades y de una eventual alternativa de tipo capitalista.

La imposibilidad que hallaron los dirigentes de la Revolución para lograr la estabilidad en el gobierno a base de las instituciones representativas tomadas de Francia o Estados Unidos, la aparición de los caudillos y el desigual avance en el esfuerzo hacia el cumplimiento pleno de la vida democrática no dejaron de tener relación con el estado de cosas social y económico que acaba de ser descrito someramente.

LA DECADENCIA DE LA ARISTOCRACIA PERUANA EN EL SIGLO XVIII Y LA mADURACIÓN DE BURGUESÍAS COmERCIALES DE AmÉRICA DEL SUR.- José de la Riva-Agüero y Osma ha sostenido, con razón, que el siglo XVII fue el del apogeo de la aristocracia limeña y que el siglo XVIII trajo su decadencia. A ella contribuyeron factores múltiples, entre los cuales estuvieron la supresión del monopolio y la implantación del sistema de libre comercio en la época de los Borbones. Roto el predominio del eje Lima-Sevilla-Cádiz, apareció, si no la ruina, por lo menos la decadencia en el poder económico de propietarios agrícolas y mineros centralizados en la capital peruana, y al establecerse los virreinatos de Río de la Plata y Nueva Granada en coincidencia con las nuevas orientaciones en el tráfico mercantil, el significado que tuvieron diversos productos de exportación-importación, el enlace directo de diversos puertos, la apertura de la vía del Cabo de Hornos para las relaciones entre Europa y América del Sur y otros factores, creció la importancia de ciudades como Buenos Aires, Caracas, Valparaíso, Cartagena, etc. En las zonas periféricas de este continente, pudo así madurar una burguesía comercial menos trabada que la alta clase limeña por respeto a los blasones y al abolengo, y favorecida por la mayor expansión en la producción y fortalecimiento de los mercados internos y de las áreas vecinas.

LAS ALTERNATIVAS PARA LA ÉLITE LImEÑA AL EmPEZAR EL SIGLO XIX.- En la élite limeña, no obstante los perjuicios sufridos en el siglo XVIII, un vigoroso sector apoyó en los primeros años del siglo XIX el mantenimiento del statu qua. A las influencias tradicionales se unió aquí el prestigio adquirido por el virrey Abascal. Otro grupo pensó en un reformismo en el sistema que implicara una mayor participación dentro del gobierno de quienes representaban los niveles más altos en la pirámide social, algo así como lo que más tarde representó el Common-wealth o Comunidad Británica. Se dio el caso, que podría parecer inverosímil, si no lo hubiese referido un hombre tan circunspecto como José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra, de que no faltaron quienes, siempre en la búsqueda de una fórmula intermedia, pensaron en Abascal como jefe de un Perú autónomo o semiautónomo. Los partidarios de la ruptura total con el pasado también existieron, al principio en notoria minoría. Si la promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812 alentó a quienes, desde el centro se contentaban con reformas, en cambio la dura represión absolutista, iniciada en 1814 que pareció liquidar los sueños separatistas, sirvió para alentar a los más reaccionarios. Pero los movimientos insurreccionales que tuvieron su foco en Buenos Aires en el sur y en Caracas en el norte no llegaron a ser apagados y, por el contrario, iniciaron una incontenible carrera expansionista. Impedida la monarquía española de defender sus territorios ultramarinos por insalvables circunstancias de política internacional y de política nacional, poco a poco la élite limeña pudo llegar, en sus elementos más perspicaces, a convencerse de que la Independencia era inevitable. Entonces creció naturalmente el número de los “patriotas”, pero dentro de ellos, la mayoría no intentó acercarse a lo que podía quedar en las provincias, sobre todo en el sur, de las fuerzas subversivas indígenas o indígeno-mestizas-criolla, tan briosas, estas últimas en 1814. La táctica mayoritaria adoptada fue la de esperar, orientar y alentar a la expedición libertadora que debía venir de Chile al mando de San Martín.

LA NOBLEZA DURANTE LA COLONIA CARECIÓ, EN PRINCIPIO, DEL PODER POLÍTICO. ALGUNOS DE SUS PERSONEROS PUDIERON ACTUAR COMO CONSEJEROS INDIVIDUALES DE LOS VIRREYES, AL LADO DE ALGUNOS SACERDOTES Y FUNCIONARIOS, SIN QUE ELLO TUVIERA ESTADO LEGAL RECONOCIDO.

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LA ÉLITE LImEÑA AL TERmINAR LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.- La estructura

LA ARISTOCRACIA QUE NO EMIGRÓ RESULTÓ GRANDEMENTE EMPOBRECIDA POR LOS CUPOS Y LOS DESTROZOS HECHOS POR LA GUERRA EN CAMPOS Y CIUDADES; Y DESDE EL PUNTO DE VISTA POLÍTICO, AL CAER SUCESIVAMENTE RIVA-AGÜERO Y TAGLE, HABÍA PERDIDO EL COMANDO DEL PAÍS, QUE SE HALLABA EN MANOS DE MILITARES Y DE ELEMENTOS DE LAS PROFESIONES LIBERALES.

social en el Perú fue en 1827, al concluir el gobierno de Bolívar, no obstante los destrozos de una guerra tan cruenta como la de 1820-24, fundamentalmente la misma del período anterior a la independencia. Pero sobre ese fondo intacto, a pesar de las transformaciones políticas y económicas, existía un hecho de gran importancia: la antigua burocracia virreinal y un sector de los comerciantes y de la nobleza se habían alejado del país. Otra parte de esos grupos vivían integrando el nuevo y fluido orden de cosas republicano. Entre los aristócratas nacidos en el Perú que se radicaron en España, no faltaron los que alcanzaron renombre y lucimiento en la antigua metrópoli, en las armas, la política, la diplomacia o las letras. La aristocracia que no emigró resultó grandemente empobrecida por los cupos y los destrozos hechos por la guerra en campos y ciudades; y desde el punto de vista político, al caer sucesivamente Riva-Agüero y Tagle, había perdido el comando del país, que se hallaba en manos de militares y de elementos de las profesiones liberales. Sin embargo, seguía gozando de prestigio y de influencia sociales. Bolívar se convenció de que buena parte de esa clase dirigente, apenas en el nombre, estaba imbuida por los prejuicios y los vicios de los recientes amos españoles y seguía su ejemplo al oprimir a la gente de abajo.

LOS ESPAÑOLES.- El abandono del país voluntario o forzoso, de cierto número de comerciantes españoles o americanos realistas, contribuyó a la desnacionalización de las actividades mercantiles, pues su posición prominente pasó a ser ocupada de hecho por extranjeros, generalmente anglosajones. Con parte de la burocracia ocurrió análogo fenómeno de emigración, con malas consecuencias. El Perú perdió parte de su élite. Seis días después de proclamada la independencia se ordenó que los españoles pacíficos que respetasen las leyes fueran amparados en sus personas y propiedades; los demás debían abandonar el Perú. Acusados de conspirar, poniendo su oro y sus servicios a disposición de los enemigos y corrompiendo al ejército, apareció contra ellos una serie de decretos cuya paternidad, otorgada a Monteagudo, levantó permanentes odiosidades. Se ordenó que todos los españoles residentes en Lima se presentaran ante la autoridad en plazo perentorio bajo la pena de ser pasados por las armas; se les prohibió salir de noche y se restringió el permiso que tenían para abandonar el país con el compromiso, antes de obtenerlo, de acreditar que no debían nada al Estado; se secuestraron bienes de los españoles que estaban en España y los de quienes habían emigrado para unirse con el enemigo estableciéndose un juzgado de secuestros; quienes se quedaran en el país estaban obligados a obtener carta de ciudadanía y el fisco se apoderaba de los bienes de los que morían sin herederos forzosos. La orden de expulsión fue reiterada por decretos posteriores y llegaron a ser fijadas las condiciones para que obtuviesen cartas de ciudadanía; además se ordenó que los que saliesen, dejaran la mitad de sus bienes a beneficio de los huérfanos, viudas y otras víctimas de la guerra, autorizando las denuncias de cualquier ciudadano; se les prohibió que usasen durante la noche en las calles capa o capote, así como que se reuniesen o tuvieran armas. Al mismo tiempo, el gobierno mandó formar una relación de las familias que dejasen los emigrados a fin de proveer a su subsistencia y se las reunió en el convento de la Merced de Lima para su protección.

LOS SECUESTROS DE LOS BIENES DE LOS ESPAÑOLES Y SUS ADEPTOS Y LA POLÍTICA DE SANCIONES ULTERIOR.- El bando de San Martín de 18 de julio de 1821 ordenó el secuestro de los bienes de los emigrados al ejército español y estableció una comisión para entender de dichas confiscaciones. El reglamento de ella fue expedido el 23 de octubre de 1821. Un decreto de Tagle y Monteagudo fechado ello de febrero de 1822 dispuso el secuestro de la mitad de los bienes de los españoles que, en virtud de decretos

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A FAVOR DE LOS ESCLAVOS. Luego de la Independencia, los hijos de los esclavos fueron proclamados libres. La abolición de la esclavitud, sin embargo, no llegaría hasta 1854, durante el gobierno de Castilla. Esta acuarela, llamada Negros a caballo (1837), pertenece al viajero francés Leonce Angrand.

[ capítulo 9 ] período 1

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EL DECRETO DE 17 DE OCTUBRE DE 1821 CONCEDIÓ ENTRADA LIBRE A LOS EXTRANJEROS, LES OFRECIÓ LA MISMA PROTECCIÓN QUE A LOS CIUDADANOS Y LES DIO AMPLIA LEBERTAD PARA EL EJERCICIO DE SU INDUSTRIA.

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[ CAPÍTULO 9 ]

anteriores, debían salir del país. El Congreso Constituyente declaró el 6 de noviembre de 1822 que todos los bienes secuestrados estaban sujetos al pago de los gravámenes a que fueron ligados. El decreto de 17 de julio de 1823 dispuso que toda persona que tuviera, por cualquier título, bienes de enemigos o de emigrados, diese parte a la comisión de secuestros. Una ley de Congreso, promulgada por Tagle el 10 de noviembre de 1825, ordenó que los bienes secuestrados a los españoles o americanos unidos al partido de España que tenían descendientes legítimos en el país, fuesen dados a estos. Se reconoció en esta misma ley como deuda nacional el valor de los bienes enajenados por el gobierno que debieran devolverse de acuerdo con lo dispuesto por ella. También debían ser devueltas a quienes correspondieran conforme a las leyes, las propiedades confiscadas después de la publicación de las Bases de la Constitución. EI 24 de diciembre de 1823, una vez expedida esta, el Congreso declaró abolido el Juzgado de secuestros, si bien el decreto de 5 de enero de 1825, citado más adelante, lo volvió a mencionar. La política conciliadora que pareció iniciarse en noviembre y diciembre de 1823, no prosperó. Bolívar y Sánchez Carrión, en el decreto de 11 de enero de 1824, ordenaron que la hacienda pública percibiera el usufructo de los bienes de los individuos que se mantenían entre los enemigos. Los patriotas emigrados cuyos bienes fueron vendidos por los españoles, recibieron la facultad de recuperarlos, según el decreto de 15 de diciembre de 1824, expedido también por Bolívar y Sánchez Carrión. Las propiedades de todas las personas que se hallaban en el Callao fueron secuestradas por el decreto de 5 de enero de 1825, de ambos gobernantes, con la excepción de los bienes de los que tuvieran, fuera de dicha plaza, representantes que, según ley, debieran sucederles necesariamente. El Congreso resolvió, con fecha 2 de marzo de 1825, que dichos bienes quedasen libres de secuestro solo cuando dieran o asegurasen, a satisfacción del Gobierno, los descendientes de los emigrados, una quinta parte del valor de ellos y sus ascendientes un tercio. Los que no se fueron al Callao, pero permanecieron en los lugares ocupados por los españoles no quedaron sujetos a secuestro si su conducta fue pacífica, según declaró el Congreso el 10 de marzo de 1825. Reglamentó esta norma el decreto de 26 de marzo de 1825. Todos los efectos pertenecientes a súbditos de España o que fueran fruto de ese suelo o productos de su industria, quedaron sujetos a confiscación según el decreto del Consejo de Gobierno expedido el 17 de abril de 1825. Lo aclaró el de 9 mayo de ese mismo año. El 19 de setiembre de 1831 el Congreso resolvió restituir las fincas de la población del Callao a los que fueron despojados por los españoles, y el Ejecutivo mandó cumplir esto el 19 de octubre de 1832. Una resolución del ministro José Gregario Paz Soldán declaró el 19 de enero de 1847 que los bienes secuestrados a los españoles no podían ni debían ser devueltos a sus dueños o representantes sin que precediera un tratado con España y que, aun cuando él se celebrase, no podía convenirse la nación a entregar los mismos bienes embargados sino únicamente a reconocer su importancia conforme a la ley de 25 de agosto de 1831. El valor de las propiedades rústicas y urbanas que resultaron afectadas por los secuestros fue muy considerable y llegó a ser estimado en más de un millón de pesos por José Larrea y Loredo en su memoria como ministro de Hacienda en 1826. Otros cálculos los hicieron ascender a dos millones. La política de sanción económica a los partidarios del régimen enemigo que la guerra de la Independencia inició, fue revivida primero, después de las luchas contra la Confederación PerúBoliviana en 1839, después contra el ex presidente José Rufino Echenique y sus partidarios en 1855 y también contra el ex presidente Augusto B. Leguía, sus familiares y secuaces en 1930. Contra Juan Antonio Pezet y quienes sostuvieron su administración no hubo secuestros sino el sometimiento a un tribunal especial, que impuso diversas penas, incluso el pago de fuertes indemnizaciones. La Asamblea Nacional leguiísta amenazó en 1919 con confiscaciones a quienes se sublevaran o conspirasen, pero la ley respectiva, que llegó a aprobarse no fue promulgada.

LOS EXTRANJEROS Y EL INCREmENTO DE SU FUERZA COmERCIAL.- El decreto de 17 de octubre de 1821 concedió entrada libre a los extranjeros, les ofreció la misma protección que a los ciudadanos y les dio amplia libertad para el ejercicio de su industria. Otras disposiciones iniciales del gobierno independiente no les fueron favorables. Por el artículo 3° del Reglamento de Comercio de 23 de setiembre de 1821 se les prohibió, como se ha visto, el ejercicio del comercio, salvo que tuvieran consignatario peruano. Según el decreto de 4 de octubre de 1821, los que trabajaran en el país debían jurar la independencia y obtener carta de naturaleza. Otro decreto, de análogo espíritu, les prohibió el desembarque en territorio del Perú sin licencia del Gobierno, sin declaración del objeto de su venida y sin licencia de morada (4 de marzo de 1822). El decreto de 19 de abril del mismo año, derogó el anterior y representó un espíritu distinto. Todo extranjero con alguna ciencia o arte que quisiera avecindarse en el país quedaba exceptuado de las restricciones del decreto de 4 de marzo y recibiría gratis la ciudadanía, jurando defender la independencia y obedecer las leyes. Se extendía esta franquicia a los que deseasen abrir casas de comercio y poner en giro sus capitales. El extranjero que introdujere alguna máquina o método para favorecer la agricultura, la minería o la industria en general y que tuviere novedad y ofreciese ventajas, quedaba exento del pago de contribuciones por un año, además del goce de los privilegios anteriores. El que poseía algún arte u oficio, si acreditaba que no tenía fondos para su ejercicio, sería auxiliado por el Estado con cargo de reintegro; igual auxilio se proporcionaría a los agricultores pobres. Las personas comprendidas en el decreto gozarían igualmente de la protección del gobierno. El decreto de 28 de marzo de 1825 dio también facilidades especiales a los extranjeros. Solo quedó subsistente la prohibición de que hicieran el comercio al por menor, el cabotaje y todo tráfico mercantil en el exterior. Hacia 1824, unos doscientos cincuenta comerciantes británicos residían en Lima como representantes de unas veinte empresas; y otros ya habían llegado a Arequipa y algunas ciudades del interior.

LA AUSENCIA DE UN mANEJO COmPLETO DE LA VIDA DE LAS REPÚBLICAS HISPANOAmERICANAS POR GRAN BRETAÑA.- El Perú, como las demás Repúblicas de este continente, se abrió a Gran Bretaña en la búsqueda del reconocimiento diplomático, empréstitos y ayuda general. Ninguna potencia europea se benefició tanto como la monarquía inglesa con la emancipación de este continente. Ella consiguió entonces lo que entonces quiso: la protección de los nuevos países contra las ambiciones territoriales de otros, la adquisición de ventajas comerciales y la supervivencia de la monarquía en el Brasil. Pero no logró manejar los grandes procesos de orientación y la decisión en la vida pública de los gobiernos sudamericanos a lo largo de las primeras décadas que siguieron a la independencia. La falta clamorosa de una integración política y económica en dichos Estados los hizo menos -y no más- susceptibles de ser controlados desde afuera. En cambio, a través del período que abarcó la segunda parte del siglo XIX, cuando las oligarquías nacionales consolidaron su poder político con la finalidad de desarrollar el sector de las exportaciones y de beneficiarse con ellas, las influencias extranjeras vinieron a ser mucho más poderosas. Aquellas oligarquías entraron en estrecha alianza con gobiernos ultramarinos o con personajes o condottieri en el mundo financiero internacional y dentro de tales circunstancias las grandes formulaciones directoras nacionales resultaron mucho más vulnerables que antes a las presiones externas. La Constitución de 1823 reconoció como peruanos a los naturalizados en el país o por carta de naturaleza o por vecindad de cinco años ganada según ley en cualquier lugar de la República. El extranjero que se dedicara al comercio de esclavos no podía naturalizarse peruano. Para obtener carta de ciudadanía, además de los requisitos señalados a los nacionales para ser ciudadanos,

LA BANDERA BRITÁNICA

La bandera actual de Gran Bretaña data de 1801, contiene los emblemas de los países que conforman Inglaterra, con la cruz roja de San Jorge; Escocia, con la cruz blanca diagonal de San Andrés; e Irlanda, con la cruz roja de San Patricio. Gales no está representada en la bandera, pues para ese entonces ya se había incorporado a Inglaterra. En 1824 había unos 250 comerciantes británicos residentes en Lima.

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CALLES DE LIMA. Tal como observamos en el detalle de este grabado elaborado por los dibujantes de la corbeta francesa La Bonite (1836-1837), la Lima de aquellos años era una ciudad donde confluían todas las razas y clases sociales de la naciente República peruana. Aquí se aprecia la vida cotidiana en las afueras de la iglesia de San Francisco.

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se necesitaba haber traído, fijado o enseñado en el país alguna invención, industria, ciencia o arte útil, o haber adquirido bienes raíces o estar establecido en el comercio, la agricultura o la minería con capital considerable, o haber prestado servicios distinguidos, todo a juicio del Congreso. La residencia de los casados por diez años y de los solteros por quince los convertía en ciudadanos. La Constitución vitalicia de 1826 incluyó entre los peruanos a los extranjeros que obtuvieren carta de naturaleza o contasen con tres años de vecindad en el territorio de la República. También consideró ciudadanos a los extranjeros casados con peruana que supieren leer y escribir y tuvieren empleo o industria o profesaren una ciencia o arte exceptuando a los que estuvieran en sujeción a otro en la condición de sirvientes domésticos. Las reiteradas disposiciones constitucionales, legales y administrativas para asimilar a los extranjeros útiles al quehacer nacional dentro de la comunidad peruana, quedaron, como tantas otras de la época, en el plano de la teoría. Sobre todo en relación con el comercio, se fueron formando y desarrollando las colonias de súbditos de otros países, ajenas a esta comunidad. Su número, pequeño en sí, poco a poco alcanzó mayor importancia y, sin penetrar en el más alto estrato social todavía los extranjeros comenzaron, silenciosamente, a tomar posiciones en la vida económica del país. A veces obtuvieron medidas especiales, como en el caso de los comerciantes recién llegados, que no quisieron sujetarse a las gabelas del gremio. El gobierno, para recuperar lo que dejaba de percibir por ellas, recargó en un 5% los derechos de importación de las mercaderías consignadas a dichos capitalistas (17 de agosto de 1825). Las casas mercantiles británicas gestionaron oficialmente en Londres el establecimiento de relaciones comerciales entre Inglaterra y los nacientes Estados hispanoamericanos, las que fueron concedidas ya en abril de 1822; hecho similar sucedió en Francia en 1825. El primer gobierno que acreditó su representación comercial en el Perú fue el de Estados Unidos al enviar como cónsul a William Tudor. Los Países Bajos, Francia e Inglaterra lo siguieron. De hecho, las más importantes actividades comerciales estuvieron en manos de extranjeros. No hubo un esfuerzo decidido de los peruanos con la finalidad de rivalizar con ellos.

LA PROFESIÓN mILITAR.- La profesión militar, desarrollada a lo largo de la cruenta guerra de la emancipación, provocó cambios de orden social. A través del ejército pudo romperse la valla de la estratificación. Predominó en el poder político un militarismo surgido de la victoria, como en 1883 emergería un militarismo emanado de la derrota. Algunos de los altos jefes se enriquecieron con fundos u otras propiedades decomisadas a los españoles. El caso más ilustre a este respecto fue el de O’Higgins, a quien se le concedió las haciendas Montalbán y Cuiva, en el valle de Cañete; La Mar devolvió a su dueño (que era la misma persona a quien le arrebataron esas haciendas) la de Ocucaje. El Congreso obsequió al ejército libertador un millón de pesos que resultó ser una suma mayor según se vio en el capítulo sobre la fundación de Bolivia. No faltaron los jefes y oficiales argentinos, chilenos, colombianos, británicos y hasta algún alemán (como Althaus) que se radicaron en Lima u otras ciudades, se casaron con peruanas y establecieron en el Perú sus hogares. Ocurrió inclusive que militares españoles capitulados en Ayacucho se incorporaron luego en el ejército nacional.

LA PROFESIÓN MILITAR, DESARROLLADA A LO LARGO DE LA CRUENTA GUERRA DE LA EMANCIPACIÓN PROVOCÓ CAMBIOS DE ORDEN SOCIAL. A TRAVÉS DEL EJÉRCITO PUDO ROMPERSE LA VALLA DE LA ESTRATIFICACIÓN. PREDOMINÓ EN EL PODER POLÍTICO UN MILITARISMO SURGIDO DE LA VICTORIA, COMO EN 1883 EMERGERÍA UN MILITARISMO EMANADO DE LA DERROTA.

LA mARINA.- Rosendo Melo, Germán Stiglich, Manuel Vegas García y, sobre todo, últimamente, Julio J Elías en sus notas a la historia naval de este, y en su prólogo a la edición de las fuentes para dicha historia, han hecho resaltar el significado de la marina en la evolución de la vida nacional. La Revolución de la Independencia se precipitó o facilitó por la ruptura o dificultad de las comunicaciones entre la metrópoli española y su imperio americano. El plan genial de San Martín

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consistió en la ofensiva contra el virreinato por el camino del mar. Había ya una tradición vigorosa en la profesión náutica nacional con la Academia de Pilotaje o Escuela especial fundada por el virrey Taboada y Lemus; algunos de los marinos peruanos que ayudaron a la emancipación se formaron en ella. A ellos se unieron otros graduados en la academias españolas, algunos extranjeros (sobre todo ingleses, sin que faltara algún francés como Hipólito Bouchard que empezó en el corso) y jóvenes formados durante la guerra. Las ordenanzas navales vigentes en los primeros años republicanos siguieron siendo las españolas. Los creadores de la Marina de Guerra del Perú independiente fueron, según señala J.J. Elías, San Martín, su eficiente ministro Bernardo Monteagudo y Jorge Guisse. También fue notable la labor de Pascual de Vivero, español de nacimiento y peruano de adopción, como Comandante General de Marina desde el Protectorado, la Marina nacional nunca dejó de funcionar, si bien a veces a través de inmensas dificultades. Hubo increíbles atrasos en el pago de los sueldos, carencia o limitación en los elementos auxiliares,

EL SURGIMIENTO DE LOS GAMONALES EL DERRUMBE DEL RÉGIMEN ESPAÑOL IMPLICÓ EN CIERTA MANERA LA MARGINACIÓN DEL CAMPO DE LA VIDA POLÍTICA. EL VACÍO POLÍTICO DEJADO POR LOS ANTIGUOS CORREGIDORES, INTENDENTES Y CACIQUES INDIGENAS FUE OCUPADO ENTONCES POR UNOS NUEVOS PERSONAJES, BAUTIZADOS COMO “GAMONALES”.



Cada provincia se vio dominada por un puñado de hombres, unas veces relacionados entre ellos, otras rivales, los gamonales. Su nombre, de origen incierto, significaría ‘parásitos: A la vez propietario de una hacienda cultivada gracias a la mano de obra india, encargado de ejercer una autoridad (en tanto que subprefecto, gobernador, corregidor, juez de paz ... ), vinculado por alianzas con otras familias importantes de la provincia, y sostenido en la capital por políticos que tienen necesidad de su clientela para ser elegidos, el gamonal acumulaba poder económico (a menudo era comerciante o se dedicaba a un tráfico: contrabando, venta de alcohol ... ), poder y complicidades políticas. Ello no significaba necesariamente que vivía en la opulencia, todo dependía de los excedentes que podía extraer de la provincia a la que parasitaba. Una familia de mestizos se instala al borde de una comunidad, se impone como intermediaria entre los indios y la

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ciudad, comercia, presta pequeñas sumas a tasas usurarias, acrecienta sus propiedades por la violencia o haciendo valer sus acreencias y pronto comienza a aparecer como una fuerza con la cual hay que contar para dominar la región: miembros de la familia pertenecen a la municipalidad, otros obtienen pronto cargos oficiales ... Tal es la historia de la familia Matos, un semillero de gamonales sólidamente implantados en la provincia de Huancavelica. Llegados sin recursos a fines del siglo XVIII, sacan partido de las elecciones democráticas de los años 1813-1814 para alcanzar un lugar preponderante en el seno de la municipalidad constitucional; instaurada la República, el desarrollo de los poderes locales refuerza el suyo. Pero, todopoderosos en su provincia, no disponen de ninguna influencia nacional": Texto tomado de Marié-Danielle Démelas, La invención política. Bolivia, Ecuador y Perú en el siglo XIX. Lima: 2003; pp. 370-371.

escasez de tripulaciones, muchas veces extranjeras. A pesar de todo, cumplió tareas de transporte, protección de la costa, embarcos y desembarcos, bloqueo y choques eventuales. Sin la Marina no hubiera podido iniciarse ni consumarse la emancipación. Fue desarmada al concluir la guerra, como si nuevos conflictos no asomaran en el horizonte.

mESTIZOS E INDÍGENAS.- Entre los jefes y altos oficiales hubo algunos de origen provinciano o de raza mestiza. En la tropa de la infantería primaron los indígenas arrancados de sus lares por el reclutamiento forzoso y en la caballería los negros y mulatos de la costa. El general Miller ofrece un testimonio respetable sobre el hecho de que tanto los patriotas como los realistas cogían a cualquier aborigen que encontraban en las ciudades, en las aldeas o en el campo, los llevaban a los cuarteles y allí los obligaban a los servicios peores. A su vez, soldados de la misma raza eran tiránicos con sus hermanos. El mestizaje en general, según los cálculos ya citados de 1827, predominaba en la costa si se unían las cifras de los mestizos y los pardos libres. Tenía ocupación en la agricultura e imperaba en las artes y oficios, en las tareas subalternas de las ciudades de la mencionada zona, en competencia con los blancos y comenzaba a abrirse paso en las profesiones liberales. Las industrias de bayetas y de tocuyos habían sido las descollantes en las ciudades. Pero la introducción extranjera de efectos toscos había dejado sin subsistencia a numerosas familias cuyo trabajo en esa actividad producía más de dos millones de pesos anuales. En 1821 San Martín mandó que a los indígenas se les diese el nombre de peruanos; y declaró que estaban eximidos de los servicios que prestaban como mitos, pongos, encomiendas y yanaconas y de todo servicio personal que se les quisiera exigir contra su voluntad so pena de expatriación a los infractores (Decreto del 27 y 28 de agosto de 1821). La filosofía jurídica individualista imperante entonces creía hacer un bien a los indios al otorgarles la condición de personas de Derecho y de ciudadanos; y se negaba aceptar el principio invívito en la legislación de Indias que había buscado normas para la tutela de los aborígenes, porque ellas implicaban una potestad del Estado que el liberalismo no aceptaba en la esfera de las relaciones privadas. En la guerra de la independencia, si bien muchos indios combatieron en el bando patriota con fervor consciente (indio fue el mártir José Olaya) otros fueron reclutados por la fuerza; y hubo muchos que se convirtieron en admirables soldados del ejército realista, cuyo venero de hombres y recursos estuvo en la sierra. Los pobladores de Huanta continuaron en la brega con la enseña roja y gualda varios años después de la capitulación de Ayacucho, según ha de verse en otro capítulo a propósito del gobierno de La Mar. Los indígenas se dedicaban en su gran mayoría, al trabajo de la agricultura de la sierra y de la minería. Constituían la base de la pirámide social; el problema de su situación no era tanto racial, ya que no existían disposiciones jurídicas de carácter discriminatorio, sino consuetudinario en el ámbito social y económico y por ende cultural en la relación con su pobreza e ignorancia. El modo de ser o el trato acostumbrado con ellos no podían ser alterado con decretos. Se ha aludido ya a la condición mayoritaria de los indios en la sierra, que no era realidad en la costa. En esta, aparte de la agricultura y la ganadería se ocupaban del arrieraje y de la pesca.

JOSÉ PASCUAL DE VIVERO Y SALAVERRIA (1762- 1834)

El vicealmirante español llegó al Perú para formar parte de la escuadra realista. Durante esa época fue presidente interino de Chuquisaca (Bolivia), Oficial Real de Lima y gobernador de Guayaquil (Ecuador). En Huaura conoció a San martín y se convirtió a la causa patriota. En 1823, José de la RivaAgüero le asignó el mando de la Armada Peruana.

LOS ESCLAVOS.- La agricultura de la costa se basaba en la esclavitud de los negros. Había también buen número de esclavos en el servicio doméstico. Los negros habían venido al Perú, como a otros lugares de América, asentándose en la costa. Ni en la selva ni en la sierra penetraron. Si fuera a trazarse una carta etnográfica del indio, el color indicativo de su coeficiente se volvería más intenso y cargado a medida que se avanza del litoral

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LA CONSTITUCIÓN DE 1823 DECLARÓ QUE ERAN PERUANOS TODOS LOS HOMBRES LIBRES NACIDOS EN EL TERRITORIO DEL PERÚ Y QUE NADIE NACÍA ESCLAVO EN EL PERÚ NI DE NUEVO PODÍA ENTRAR EN ÉL ALGUNO EN ESA CONDICIÓN, QUEDANDO ABOLIDO EL COMERCIO DE NEGROS. LA CONSTITUCIÓN BOLIVARIANA DE 1826 OMITIÓ EL ARTÍCULO SOBRE MANUMISIÓN DE LOS ESCLAVOS PORQUE (…) NO ERA CONVENIENTE DAÑAR A LA ÚNICA MANO DE OBRA EXISTENTE EN LAS HACIENDAS DE LA COSTA.

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a la cordillera y del norte al sur, llegando a su coloración máxima en el sur. A los valles de la costa, en cambio, afluyeron las mayores corrientes de esclavos. Y de las haciendas de donde desplazaron a la masa de indios y en donde ocuparon su lugar, pasaron a las ciudades a trabajar en faenas serviles, en el servicio doméstico, en oficios desestimados. Fueron así, los movimientos de la ola negra: concentración en las zonas agrícolas y emigración a las ciudades. La esclavitud llegó hasta América por tres sistemas: el de las licencias, entre 1493 y 1595; el de los asientos, entre 1595 y 1789; Y el del libre tráfico, entre 1789 y 1813. El primero consistió en permisos dados aisladamente por el rey. El segundo en la entrega de la trata a una compañía que ejerció el monopolio para el suministro de esclavos en gran escala. El tercero permitió que cualquiera pudiese ejercer dicho comercio. Provenían los negros de la región de Africa, situada entre Senegal y Congo. Eran distintos en su aspecto físico, en sus cualidades espirituales y en su carácter, chalas y mozambiques, minas y congos, mandingas y banguelas. Bozales se llamaba a los africanos, y criollos, a los nacidos en América. Los que nacían de esclavos, tenían la misma condición. El abuso de vender como esclavos hasta los 18 años a los negros y demás expósitos de color que se criaban en la Casa de Huérfanos de Lima, estaba terminantemente prohibido. Adquirían los esclavos la libertad por voluntad expresa o tácita de su señor o por el ministerio de la ley. Expresa, mediante el acto de dar libertad, que se llamaba manumisión, ante el juez, o por carta, o cualquier otro modo en que constase esa voluntad. Tácita, por ser el esclavo instituido como heredero o casarse con cónyuge libre, o por recibir órdenes sagradas. Llamábase manumisión por ministerio de la ley, la consecuencia resultante de prostitución, abandono o delación de ciertos crímenes; así como el premio por una acción gloriosa y conducirse como libre diez años con buena fe y treinta sin ella. En el censo realizado en el Virreinato del Perú el año 1795, aparecieron 1.076.152 habitantes, de los cuales 40.336 eran esclavos. La distribución geográfica de ellos se escalonaba comenzando en el cercado de Lima, con casi 18.000; seguía Ica con 4.000; luego Chancay, Cañete, Lambayeque, el cercado de Trujillo, Moquegua y el cercado de Arequipa, en el orden indicando en los demás lugares la cifra era inferior a 1.000. Entre 1779 y 1810 ingresaron por las vías de Buenos Aires y Chile 1.500 africanos aproximadamente por año. La pobreza pública y privada había aumentado en el Perú desde la época de Abascal. Desde fines de 1820 la crisis de la agricultura en la provincia de Lima se hizo muy grave. Los esclavos, en gran número, fugaron de las haciendas atraídos por las esperanzas que les ofrecía la causa patriota. Muchos campesinos mestizos se incorporaron a las partidas de montoneros. Otros no se atrevieron a cultivar las tierras por el temor a las incertidumbres políticas. El decreto de 12 de agosto de 1821 declaró libres a todos los hijos de esclavos nacidos desde el 28 de julio de ese año y mandó que anualmente se recatase a cierto número de esclavos mayores designados por la suerte pagando el gobierno a sus amos. La misma gracia fue concedida a los que se enrolasen en el ejército. El decreto de 24 de noviembre del mismo año, complementario del anterior, declaró que era de la obligación de los amos proveer a los gastos que demandase la crianza y educación de los hijos de madres esclavas hasta los 20 años en las mujeres y los 24 en los varones. Los libertos debían bajo la supervigilancia de las municipalidades ser enseñados a leer y escribir así como algún ejercicio industrial. El presidente Riva-Agüero que era hacendado, derogó las normas legales que, mediante el sorteo o el ingreso al ejército, intentaron la disminución de la esclavitud, para ir a su paulatina eliminación. Contra las medidas que arrebataron a los hacendados un capital -los hijos de esclavos que a veces servían como moneda para pagar-, reclamó ante el Congreso de 1823 don Domingo de Orué. Su representación de ese año fue un documento típico de los atisbas de lucha social que pareció tener entonces la guerra de la independencia.

La Constitución de 1823 declaró que eran peruanos todos los hombres libres nacidos en el territorio del Perú y que nadie nacía esclavo en el Perú ni de nuevo podía entrar en él alguno en esa condición, quedando abolido el comercio de negros. La constitución bolivariana de 1826 omitió el artículo sobre manumisión de los esclavos porque (según una carta a Canning, que John Lynch reproduce) no era conveniente dañar a la única mano de obra existente en las haciendas de la costa. En una memoria que José Gregorio Paz Soldán remitió en 1846 al ministro británico Belford Hinton Wilson se dice que dichos artículos pretendieron dar a Estados Unidos “lecciones de exagerada filantropía que han tenido y tendrán la cordura de no seguir”; y además, que si la prohibición del comercio de esclavos en países como Buenos Aires y Chile, era una medida de lujo o una balandronada de liberalismo, para el Perú donde el cultivo de la costa estaba encomendado a los brazos de aquellos, resultaba “un sacrificio positivo, inmenso de nuestras fortunas, un esfuerzo colosal de heroico y tal vez loco desprendimiento”. Los decretos de 13 de mayo de 1822, 19 de noviembre de 1825 y 15 de diciembre de 1826 sancionaron la libertad de los esclavos que se hubiesen distinguido por su valor en los campos de batalla de la independencia, así como la de los pertenecientes a españoles o americanos emigrados a la Península, de los que se invalidaren en el servicio de las armas o alcanzasen su licencia final y de los que por oposición de sus amos no se hubiesen enrolado. El reglamento interior de las haciendas de la costa, publicado el 14 de octubre de 1825, señaló el régimen de trabajo de los esclavos. Quedó este promediado durante el día desde las seis de la mañana con algunas horas para el reposo y alimento, debiendo terminar en las chacras a las seis de la tarde y, cuando más, a las ocho de la noche en las casas de pailas de las haciendas de caña. En los días festivos estaba prohibida toda labor, excepto la que demandase el aseo de las casas y oficinas; y en el caso de que fuese alguna otra indispensable, se obtendría licencia del párroco y se pagaría al siervo, por el amo, el jornal como si fuese libre. La corrección estaba limitada a 12 azotes “sin hacerles sangres” por las faltas comunes, cifra mucho menor que la que era permitida aplicar a los soldados y marineros en Inglaterra y de esa dosis estaban excluidos las doncellas de 14 años, las mujeres casadas, los ancianos y los que tuvieran hijos púberes. Los delitos perpetrados por los esclavos debían ser juzgados conforme a las leyes comunes por el juez del lugar. El alimento se compondría de dos raciones de frijol y harina de maíz, con arroz y carne en ciertos casos. Había obligación de vestirlos todos los años con dos calzones, dos camisas y un capotillo a los hombres y con dos camisas, dos fustanes, dos polleras o faldellines y una mantilla a las mujeres; y de proporcionarles abrigo para dormir y asistencia en las enfermerías u hospitales a costa del amo. Se les prohibía el uso de armas y que se introdujeran de un fundo a otro; para entrar en las poblaciones debían llevar boleto del amo. Las horas de la prima noche debían ser dedicadas a enseñarles los dogmas de la religión. Para vigilar sobre la exacta observancia del reglamento se nombraría en cada valle un comisario que recorrería las haciendas con ese objeto. A favor de los hacendados se dieron los decretos de 10 de octubre de 1822, 19 de abril de 1825 y 6 de abril de 1826. El primero prohibió que los esclavos de propiedad particular fuesen dedicados a obras públicas; el segundo ordenó que una corta permanencia en el ejército no daría título bastante para sustraer un esclavo al servicio de su amo; el tercero impuso, la pena de jornales dobles a los que retuvieran u ocultase esclavo ajeno o se sirvieran de él. El punto de vista favorable a la subsistencia del tráfico mencionaba la baja en la producción a consecuencia de los decretos de los gobiernos y los artículos constitucionales de 1823 (La carta de 1826 no dispuso nada sobre este asunto). Recordaba también que la emigración europea no llegaba ni era fácil que viniese. El descenso de los indios de las cordilleras (según esta opinión) estaba dificultado por el temor a lo que en nuestro tiempo se ha llamado “la agresión climática” de la costa. Jornales libres de los habitantes de ella no obtenían sino a precio alto y en pequeña proporción.

ESCLAVOS EN EL PERÚ A finales de la época colonial, el Perú contaba con 1.076.152 habitantes, de los cuales 40.336 eran esclavos. La mayor parte vivía en la ciudad de Lima. PROVINCIA Cercado de Lima Ica Chancay Cañete Lambayeque Cercado de Trujillo moquegua Cercado de Arequipa

ESCLAVOS 18.000 4.000 menos de mil menos de mil menos de mil menos de mil menos de mil menos de mil

[ CAPÍTULO 9 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] La educación; tenta­ tivas para difundirla ● El sistema edu­ cacional ● El Convictorio de San Car­ los ● La universidad de Trujillo y la de Arequipa ● La Biblioteca Nacional y el

CAPÍTULO 10



Museo. ¿Hubo una segunda Biblioteca Nacional? ● Los colegios erigidos por Bolívar ● La identidad del Perú ● Indi­ vidualización de la República ● El Perú, país no integrado.

LA ESTRUCTURA EDUCACIONAL DE LA PRIMERA REPÚBLICA DEL PERÚ

10 [ ]

CAPÍTULO

L 220

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 10 ]

A EDUCACIÓN: TENTATIVAS PARA DIFUNDIRLA.- La Constitución de 1823, en su artículo 181, declaró que la instrucción era una necesidad común y que la República la debía igualmente a todos los individuos. El artículo 184 de la misma Carta política dispuso que se crearan universidades en las capitales de departamento y escuelas de instrucción primaria en los lugares más pequeños. Bellas palabras, como tantas otras de la República naciente; pero carente de posible aplicación inmediata por ausencia de recursos, de elementos humanos, de directivas eficaces y de materiales de trabajo. Caridad y beneficencia, de un lado, e instrucción pública, por otra parte, hallábanse relacionados siguiendo la tradición colonial, así como derecho y moral, deber y obligación. El decreto supremo de 23 de febrero de 1823 ordenó a los conventos de regulares existentes en el territorio de la República a abrir escuelas gratuitas de primeras letras, debiendo los prelados respectivos designar como preceptores a los religiosos más dignos de confianza. Fueron muy pocos los conventos que cumplieron con esta orden, como expresara el Consejo de Gobierno en agosto de 1825. Junto con bandera e himno, ejército y marina, organización administrativa y judicial, el gobierno de San Martín le dio al Perú la Escuela Normal (Decreto de 6 de julio de 1822). Su dirección fue confiada a Diego Thomson, pedagogo del sistema de enseñanza lancasteriano, que era, a la vez, misionero de la Sociedad Bíblica Británica de propaganda protestante. En el sistema lancasteriano los alumnos más adelantados enseñaban a los principiantes. Con Thomson colaboró, curiosa expresión de solidaridad en la cultura o de tolerancia entre otras creencias religiosas, el presbítero José Francisco Navarrete. Pero las dificultades bélicas, políticas y económicas obstaculizaron la labor de Thomson y este se retiró del Perú en 1824 dirigiéndose al Ecuador. Con fecha 14 de abril de 1825, el Libertador dejó constancia del “completo abandono en que se halla la educación pública en todos los pueblos del Perú. En ninguno hay escuelas ni de primeras letras y los niños y los jóvenes crecen en la más absoluta ignorancia”. Dentro del propósito de divulgar la educación primaria dispuso la circular firmada por el ministro José María de Pando en 1826 la organización de dos escuelas lancasterianas normales en Lima, una para varones y otra para mujeres; planteles de idéntico tipo debían establecerse en las capitales de cada departamento y cada provincia. Ordenó, asimismo, que los programas de instrucción fuesen uniformes, agregándose en las escuelas de niñas la enseñanza de la costura. Estas directivas se cumplieron en parte y su huella todavía era visible en 1841, como ha de verse más adelante. La fundación de aulas de latinidad en varios departamentos y de colegios de orientación tradicional integra la obra educacional de la época bolivariana que, en relación con los períodos siguientes, será mencionada en capítulo posterior. Para el sostenimiento de escuelas y colegios fueron aplicadas, aparte de las rentas provenientes del Virreinato, algunas de establecimientos de beneficencia, las de conventos supresos, las pensiones disponibles de censos y obras pías, ciertos impuestos locales que los municipios eran encargados de invertir, los productos obtenidos en algunas fiestas. No había centralización para recaudar o gastar estos fondos.

EL SISTEmA EDUCACIONAL.- Tampoco había centralización administrativa ni aparato estatal relacionado con el funcionamiento educacional. Pretendió acercarse en algo a este régimen el decreto de abril de 1825 que creó la Dirección General de Estudios. La componían el Rector de la Universidad de San Marcos; los Rectores de los Colegios de San Carlos, Santo Toribio y Libertad (antes San Fernando), el Protomedicato y el Decano del Colegio de Abogados. Direcciones subalternas quedaron establecidas en las capitales de los departamentos. Aquí había un buen conjunto de personas para una junta de coordinación, intercambio o asesoría, tantas veces necesaria. Pero sus funciones nominales eras otras: las de inspeccionar las escuelas de primeras letras y aulas de latinidad y de ciencias; investigar los fondos con que subsistían, procurar los medios de aumentarlos y proponer toda las reformas que debían hacerse a los reglamentos existentes. La Dirección General de Estudios careció de eficacia. Y quedó como una de tantas medidas inaplicadas.

EL CONVICTORIO DE SAN CARLOS.- La revolución de la independencia gravitó desfavorablemente sobre la educación profesional y universitaria. El Gobierno dispuso la reapertura del Convictorio de San Carlos el19 de noviembre de 1822 y aprobó su plan de estudios que no cambiaba, en lo sustancial, el anterior. Otro plan, aprobado en 1826, acentúo en él la orientación humanista en las materias que hoy podrían considerarse de enseñanza secundaria, con prescindencia de las ciencias, así como la orientación jurídica en los cursos que venían a servir de preparación para la profesión de abogado; ambos niveles aparecían mezclados. Después de una breve tentativa para rehabilitar el Colegio del Príncipe, destinado a los hijos de caciques, fue este incorporado al Convictorio de San Carlos, unido en la época de Bolívar fugazmente al de la Libertad con trece becas para indígenas. La enseñanza médica quedó reglamentada por del decreto de 10 de octubre de 1826, sin que se lograse tampoco sacarla de la postración. Así la República comenzó siendo inferior a la tarea que, echando las raíces culturales de ella, realizarán en las postrimerías del Virreinato, Rodríguez de Mendoza en San Carlos y Unanue en San Fernando no obstante los afanes de Bolívar a que se ha hecho referencia antes.

JUNTO CON BANDERA E HIMNO, EJÉRCITO Y MARINA, ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA Y JUDICIAL, EL GOBIERNO DE SAN MARTÍN LE DIO AL PERÚ LA ESCUELA NORMAL (DECRETO DE 6 DE JULIO DE 1822). SU DIRECCIÓN FUE CONFIADA A DIEGO THOMSON, PEDAGOGO DEL SISTEMA DE ENSEÑANZA LANCASTERIANO (…)

LA UNIVERSIDAD DE TRUJILLO Y LA DE AREQUIPA.- A pesar de las preocupaciones y dificultades de la guerra, la semilla de la educación superior comenzó a esparcirse en provincias. Ya se dijo que a la época del Libertador corresponde la fundación de la Universidad de Trujillo que hasta ahora subsiste; así como el fugaz establecimiento de la Universidad de San Simón en el Cuzco y la reunión de la Universidad de San Cristóbal de Ayacucho al colegio y seminario de la misma ciudad. En Arequipa existían ya los comienzos de una universidad desde que, a iniciativa de Evaristo Gómez Sánchez, la Municipalidad estableció, el 10 de diciembre de 1821, la Academia Lauretana con el fin de fomentar la educación científica de la juventud. Sus socios, de número, hasta cincuenta, podían disertar semanalmente sobre objetos pertenecientes a las ciencias y a las artes; a la vez quedaron establecidas cátedras de filosofía y matemáticas, de los cuatro derechos (civil, canónico, natural y de gentes) así como también de cirugía y medicina, de lenguas y de religión. El decreto de Bolívar el 6 de agosto de 1825 dispuso la creación de varios establecimientos públicos en Arequipa, entre ellos de un colegio y universidad. El mismo Bolívar ordenó la fusión de los antiguos colegios de San Bernardo y de San Borja o el Sol en el Colegio del Cuzco. Sobre estos asuntos ya mencionados se tratará más adelante en detalle.

LA BIBLIOTECA NACIONAL Y EL mUSEO. ¿HUBO UNA SEGUNDA BIBLIOTECA NACIONAL?.- El decreto de 28 de agosto de 1821, al cumplirse apenas un mes de la proclamación de la independencia, firmado por San Martín y García del Río, estableció la Biblioteca

[ CAPÍTULO 10 ] PERÍODO 1

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LOS CRIOLLOS Y LA EmANCIPACIÓN

Los criollos de ascendencia española, nacidos en el Perú, formaban un grupo social poderoso. En sus manos estuvo el proceso de la Emancipación, el cual tuvo además un carácter netamente urbano. Este dibujo de un criollo pertenece al viajero francés Leonce Angrand.

Nacional. Otro, de Torre Tagle y Monteagudo, ratificó esta fundación y le señaló como recinto el antiguo Colegio del Príncipe para indígenas, que había recibido el nombre de Colegio de la Libertad (8 de febrero de 1822). El 17 de setiembre de 1822 se efectuó su solemne inauguración. Sirvieron como base para la Biblioteca Nacional todos los libros de la Universidad de San Marcos, de las bibliotecas de los conventos de religiosos y de los bienes secuestrados, así como los de la biblioteca particular de San Martín y de otros donantes. Los primeros bibliotecarios fueron Mariano José de Arce y Joaquín Paredes. La filosofía básica de la institución estuvo expresada en unas palabras del decreto de 8 de febrero de 1822 “El establecimiento de una Biblioteca Nacional es uno de los medios más eficaces para poner en circulación los valores intelectuales y hacer que los hombres de todas edades se comuniquen recíprocamente los secretos que han escudriñado en el fondo de la naturaleza”. El nuevo establecimiento quedó abierto a cualquier persona sin gasto alguno, de ocho de la mañana a una de la tarde y de cuatro a seis de la tarde. Las invasiones españolas que sufrió la capital en los años de 1823 y 1824 dieron lugar a que la Biblioteca Nacional fuese saqueada y a que se perdieran muchos de sus libros; pero siguió funcionando y le quedaron poco más de quince mil volúmenes. No puede decirse que entonces naciera una segunda Biblioteca Nacional; los daños causados en ella carecen de la importancia tremenda que tuviera la ocupación chilena y la destrucción por el incendio de 1943. El propósito de erigir un Museo Nacional para los objetos de la antigüedad del Perú quedó evidenciado por un decreto de Tagle y Monteagudo dado el2 de abril de 1822. Este decreto prohibió extraer antigüedades de las huacas y comerciar con ellas fuera del país. El Museo de Historia Natural, Antigüedades, Historia y Curiosidades Artísticas fue establecido en 1826 bajo la dirección de Mariano Eduardo de Rivero y llegó a ser trasladado en 1830 a una sala de la antigua Inquisición; se trasladó de local en diversas épocas. Llegó a contener objetos de los reinos mineral y animal, especies históricas y arqueológicas y curiosidades artísticas.

LOS COLEGIOS ERIGIDOS POR BOLÍVAR.- De estos colegios se tratará en capítulo posterior, en relación con la época fundacional de la República.

LA IDENTIDAD DEL PERÚ.- La República del Perú se constituyó socialmente por medio de aportes suministrados por la experiencia histórica ocurrida en su territorio desde siglos atrás. Tuvo, pues, elementos provenientes de la época Prehispánica, de la época Colonial y de la época inmediatamente vivida, o sea de la Emancipación. Los hombres que fundaron la República fueron generosos, idealistas y patriotas; pero les faltó tener una conciencia plena del Perú en el espacio y en el tiempo. No tuvieron una conciencia plena del Perú en el espacio, porque solo en 1829 quedaron estabilizados los límites en el norte; y todavía, durante muchos años (hasta 1842) no quedaron fijos los límites por el sur y porque solo en 1851 se firmó un tratado incompleto con el Brasil, mientras quedaba sin deslinde definitivo hasta el siglo XX el resto de esa frontera y totalmente sin demarcación las de Colombia, Ecuador y Bolivia. Tampoco tuvieron una conciencia plena del Perú en el tiempo. Creyeron inventar un país nuevo. Ignoraron que este país tenía precisamente un privilegio envidiable: el privilegio de una vieja cultura. De la Colonia hablaron como si solo hubiese sido el “largo tiempo”, durante el cual “el peruano oprimido, la ominosa cadena arrastró”. Y si pensaron en los Incas, no vieron los problemas y las enseñanzas que de esa época emanaban. El Perú era un país nuevo en el sentido de que se iniciaba en la aventura de crear un Estado libre y una Constitución democrática en el continente americano a principios del siglo XIX. La Emancipación había traído la conciencia de la soberanía y de la independencia nacionales, la

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promesa de un país libre y feliz. Además, la Emancipación creó, sobre todo, un numeroso ejército; y el ejército implicó la más vigorosa de las fuerzas sociales. Implicó, asimismo, un elemento de acción política por la prolongación de la guerra con España, que había ya dado origen a trastornos y rencillas. Por otra parte, la presencia en territorio peruano de fuerzas colombianas suscitaba celos nacionalistas; sentimientos análogos debían surgir ante la creación de Bolivia. Otro factor aportado por esa época, que influyó en la República, fue el carácter neta mente urbano y no rural, criollo y no indígena, que dicho movimiento tuvo. La efervescencia política, el predominio de abogados y de sacerdotes en las asambleas parlamentarias y en las antecámaras palaciegas, tuvieron su origen en la Emancipación. En los aspectos relacionados con los extranjeros, no deben omitirse: la venida de algunos, sobre todo, en relación con actividades comerciales, señalando así la aparición del capitalismo en el país como fenómeno foráneo; la predominante influencia de las ideas francesas, muchas veces importadas a través de quienes las imitaban o trasegaban en España; la tendencia a seguir el sentido que tomaba la civilización europea en todas sus formas, con las limitaciones impuestas por las diferencias del medio territorial y humano y por la desfavorable posición en que geográficamente, antes de abrirse el Canal de Panamá y de establecerse las comunicaciones aéreas, estaba colocado el Perú. Las supervivencias de la época hispánica eran muy hondas. El Virreinato y la República hallábanse ligados por una comunidad de idioma, de religión, de instituciones y de espíritu. El idioma castellano fue el idioma oficial de la República y en él se escribieron las leyes, los decretos, las proclamas, los manifiestos, los periódicos, los folletos y los libros, aun aquellos que entre 1822 y 1825 Y luego, entre 1862 y 1866, atacaron duramente a España. La religión católica siguió como la religión oficial y el clero conservó su influencia, tanto sobre las clases populares, como sobre las clases acomodadas. Si la República misma, como ya se ha dicho varias veces, se erigió sobre el Virreinato, las intendencias fueron el antecedente de los departamentos. Aliado de la supervivencia del idioma y de la religión se mantuvo la supervivencia del derecho. La legislación civil española, inspirada en buena parte en el Derecho romano, rigió hasta 1852 con una breve interrupción durante la época de la Confederación Perú-Boliviana; y hasta en el Código patrio de 1852, como también en el Código de Santa Cruz, la influencia de dicha legislación fue primordial. Análogo vino a ser el caso de la legislación penal, exclusivamente española hasta 1862; legislación patria desde entonces, pero con fuerte influencia española. En 1853 comenzó a regir el Código de Comercio español de 1829, por decisión del Estado peruano; y el segundo Código de Comercio peruano de 1901 es, en la mayor parte de sus artículos, una repetición del Código de Comercio español de 1885. Las leyes sobre minas yaguas y aun las ordenanzas militares y navales de la época hispánica perduraron hasta fines del siglo XIX o comienzos del siglo XX. La organización de las artes industriales continuó, al comenzar la República, reglamentada por los gremios. En la agricultura perduró, como se ha anotado, la esclavitud de los negros en la costa y la tendencia a la gran propiedad ya la escasez de cultivo en gran escala en la sierra; pero la minería, fuerte primordial de la prosperidad colonial, entró en un período de franca decadencia por la destrucción de las minas de Pasco, por la abolición de la mita, por la falta de impulsos técnicos y por la carencia de brazos. El régimen de las contribuciones, con las breves alteraciones impuestas por el cambio de régimen supresión -de monopolios, etc.- permaneció idéntico. El tributo de los indios continuó cobrándose. Cabe igualmente señalar de inmediato, que no hubo solución de continuidad entre la educación colonial y la educación republicana. Perduraron el analfabetismo popular; la tendencia clásica y formalista en la instrucción, en todos sus grados; el alejamiento de la orientación técnica; el régimen escolar que se iniciaba en las escuelas de primeras letras, continuaba en las aulas de latinidad y terminaba en los colegios, mezcla estos últimos de planteles de enseñanza primaria, secundaria y profesional. Perduró también el descuido en la preparación intelectual de la mujer.

EL ESTABLECIMIENTO DE UNA BIBLIOTECA NACIONAL ES UNO DE LOS MEDIOS MÁS EFICACES PARA PONER EN CIRCULACIÓN LOS VALORES INTELECTUALES Y HACER QUE LOS HOBRES DE TODAS LAS EDADES SE COMUNIQUEN RECÍPROCAMENTE LOS SECRETOS QUE HAN ESCRUDIÑADO EN EL FONDO DE LA NATURALEZA.

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Pero cuando se habla de supervivencia de la época hispánica, es preciso distinguir entre supervivencias españolas peninsulares, sean derivadas del Estado, sean derivadas de la vida social, y supervivencias provenientes del contacto entre la cultura introducida por España y el ambiente americano. Una identificación total entre España y el Perú no se realizó por la acción de dos clases de factores: factores previos, o sea predominantemente rurales; y de la raza, la numerosa población indígena y su condición dentro de la legislación y la realidad, las supervivencias sociales y culturales autóctonas, la presencia adicional de los negros, el nacimiento de varias generaciones americanas, la aparición de trajes, comidas, bailes, palabras, usos sociales y otras forma de vida que, en conjunto, pueden ser llamadas criollas, dando a esta palabra una acepción más amplia que comprenda todo género de mestizaje físico o espiritual.

LA EDUCACIÓN LANCASTERIANA CREADO POR EL INGLÉS JOSEPH LANCASTER, ESTE SISTEMA ALCANZÓ GRAN DIFUSIÓN EN LOS PAÍSES LATINOAMERICANOS DURANTE EL SIGLO XIX.

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L

ancaster fue un pedagogo cuáquero nacido en Inglaterra en 1779. Preocupado por las severas deficiencias en la educación de las clases populares inglesas, desarrolló un sistema de enseñanza mutua, fundando su primera escuela en 1798, en un suburbio de Londres. Su método de enseñanza buscaba ampliar el número de alumnos que podían ser atendidos por un solo maestro, de manera que se hiciese un mejor uso de los limitados recursos disponibles para la educación de los pobres. Con esta finalidad, el maestro solo se dedicaba a dar clases a los alumnos más avanzados y de mayor edad de la clase. A su vez, a estos alumnos conocidos como “monitores” se les asignaba un grupo de estudiantes más atrasados, a quienes transmitían los conocimientos aprendidos. También un solo profesor con la ayuda de varios monitores podía hacerse cargo de la educación de varios cientos de educandos. Así, se ponía gran énfasis en la disciplina, mediante la provisión de premios y severos castigos. El éxito de Lancaster

fue notable, llegando a contar con 95 escuelas y más de treinta mil alumnos. Las ventajas de este sistema eran considerables para aquellos países con infraestructuras educativas poco desarrolladas, con escaso número de maestros, o faltos de fondos para educación. Estas condiciones coincidieron en países latinoamericanos tras su emancipación del dominio español, por lo cual se convirtieron en campo propicio para la propagación de este. Para entonces, Lancaster se encontraba residiendo en los Estados Unidos y había entrado en contacto con Simón Bolívar. Invitado por el Libertador, se estableció en la Gran Colombia, asumiendo en 1824 la dirección de una escuela de enseñanza mutua en Caracas. Lamentablemente el proyecto fracasó debido a los escasos fondos asignados por el gobierno central. Lancaster debió volver a los Estados Unidos, donde murió en 1838. Experiencias similares se repitieron en diversos países latinoamericanos, incluyendo el Perú, con resultados variables.

Así se explica que el campo y las ciudades importantes del Perú presentaran a comienzos del siglo XIX una fisonomía propia. No se la habían dado exclusivamente los años de la emancipación, aunque no faltaron elementos provenientes de ellos. Y como, a pesar de las turbulencias políticas, se mantuvo en las costumbres el fascinador hechizo del pasado, los viajeros pudieron hallar entonces en este país una personalidad intransferible. Pero, por otra parte, el Virreinato no había sido creado de la nada. Había, en cierta forma, reemplazado al imperio de los Incas. De ahí y aun de épocas más lejanas que, sin embargo, habían desembocado en el imperio, venían también importantes supervivencias. Ellas estaban, sobre todo, en la presencia misma del elemento indígena, de alto porcentaje dentro del total de la población. Su caso era, en forma trágica y formidable el de los que se llama en alemán Grundvolk, pueblo-raíz aferrado a la tierra a través de los siglos. En las comarcas del interior manteníanse aún, por ejemplo, restos del antiquísimo ayllu o comunidad de tierras conservado y, a veces alterado por las leyes de la metrópoli. Emanaba, además de la época imperial de los Incas, una tácita lección que la República en el siglo XIX no percibió ni sospechó. Era la lección derivada de la compenetración entre el hombre y la tierra; de la lucha para fecundar el yermo y para incrementar el cultivo, aunque este fuera primitivo; del dominio sobre la distancia; de la acción estatal bienhechora para evitar el ocio y el hambre y crear los servicios sociales; de la tensión perenne en que vivió aquel pueblo trabajador y guerrero, dueño de una señorial superioridad sobre los pueblos vecinos. La realidad histórica del Perú era, pues, el resultado de las distintas etapas que, a su vez, habían creado confluencias o superposiciones de estratos culturales y sociales a veces integrados, a veces mal soldados y hasta separados por aislamientos y divergencias. En primer término había sido posible una continuidad esencial a través de los siglos, bajo una unidad de gobierno político y administrativo a pesar de las distancias geográficas y a pesar de las contradictorias características de las distintas grandes épocas (Preinca, Inca, Conquista-Virreinato e Independencia). Pero, al mismo tiempo, surgía, con carácter patético, el problema primordial de la deficiente integración nacional. Resultaba él de la difícil comunicación entre las distintas regiones, lo cual favorecía las semillas del particularismo. Provenía, asimismo, de la permanencia de diversas capas étnicas y sociales y de sus formas de vida como sistemas culturales cerrados, a pesar de eventuales o cotidianos contactos. Como tercera nota característica ostentaba la proporción demasiado pequeña de los grupos dirigentes dentro del conjunto de la población total. Estos tres elementos debían repercutir necesariamente en todos y en cada uno de los problemas sociales del país, así como en las posibilidades de su desarrollo económico.

LA REALIDAD HISTÓRICA DEL PERÚ ERA, PUES, EL RESULTADO DE LAS DISTINTAS ETAPAS QUE, A SU VEZ, HABÍAN CREADO CONFLUENCIAS O SUPERPOSICIONES DE ESTRATOS CULTURALES Y SOCIALES A VECES INTEGRADOS, A VECES MAL SOLDADOS Y HASTA SEPARADOS POR AISLAMIENTOS Y DIVERGENCIAS.

INDIVIDUALIZACIÓN DE LA REPÚBLICA.- Podría suponerse que el país que presenta mayores semejanzas con el Perú es México. La posición similar de las culturas Maya, Chapín, y Tiahuanaco primero, y Azteca e Inca después; las hazañas de Cortés y de Pizarro; y la historia de los dos más importantes y suntuosos virreinatos, contribuyen a fortalecer esta suposición. Sin embargo, ambos países, después de la independencia, toman rumbos divergentes. Nada hay en el Perú semejante a la figura de Iturbide, a la primera reforma liberal, a la guerra de Texas, a la invasión norteamericana de 1847-48, la reforma de 1855-57, a la intervención francesa, al imperio de Maximiliana, al largo gobierno de Porfirio Díaz, a la revolución iniciada en 1917. Es con Chile y con Bolivia con los cuales el Perú republicano presenta los más evidentes sincronismos o coincidencias. Chile y Bolivia, son, precisamente, los países con los que más ha guerreado el Perú durante el siglo XIX. En este caso, la guerra ha sido un exponente o una causal de interrelación. La independencia de las tres repúblicas tuvo fastos y personajes comunes. El ocaso de los libertadores fue en ellas prácticamente simultáneo. O’Higgins, depuesto en Chile, vino a vivir sus

[ CAPÍTULO 10 ] PERÍODO 1

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RELIGIÓN Y POLÍTICA

Una de las pocas cosas que no cambiaron con la independencia fue la religión. La iglesia católica, una de las instituciones más arraigadas en el Perú, conservó y aumentó su influencia en la política a inicios de la República. Sacerdotes de diversas órdenes estuvieron entre los primeros diputados y senadores. En la imagen vemos, en primer plano, la representación de un religioso en un detalle del óleo El mercado principal de Lima (1843) de Johan mortiz Rugendas.

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[ CAPÍTULO 10 ]

últimos años y a morir en el Perú. Derribado el régimen de Bolívar en el Perú, su caída tuvo, como una de sus consecuencias, la de Sucre en Bolivia. Hacia 1828, hubo tanto en Chile como en el Perú, como en Bolivia, un período de apogeo liberal que se evidencia en la Constitución chilena de ese año, en la Constitución peruana de la misma fecha y en la asamblea convencional o “convulsional” de Bolivia. La reacción autoritaria coincide en los tres países entre 1829 y 1830, puesto que en 1829 dominan Santa Cruz en Bolivia y Gamarra en el Perú, y en 1830 surge en Chile el gobierno de Prieto y Portales. De 1836 a 1839 se producen la intervención boliviana en el Perú y la guerra peruano-boliviano-chilena con motivo de la Confederación y surgen en su epílogo disturbios en el Perú y Bolivia que Chile, triunfante no conoce. Después de 1840 es la era de los gobiernos moderados y progresistas; Bulnes en Chile, de 1840 a 1850; Castilla en el Perú, de 1845 a 1851; Ballivián en Bolivia, de 1841 a 1845. El decenio de 1850 a 1860, presenta la reaparición de los debates entre conservadores y liberales. La candidatura liberal del general Cruz en Chile se asemeja en algo a la contemporánea candidatura de Elías en el Perú; y antes de ambas ha surgido en Bolivia el militarismo demagógico y plebeyo de Belzú. La revolución liberal que fracasa en Chile en 1851, triunfa en el Perú en 1854. En Chile, la lucha entre patronatistas y ultramontanos durante el gobierno de Montt, se parece a la lucha peruana entre partidarios y enemigos de los privilegios de la Iglesia en las asambleas parlamentarias de 1856, 1858 Y 1860; en tanto que el autoritarismo austero de Linares en Bolivia, como Montt en Chile, como Castilla en su segundo gobierno en el Perú, señalan claramente como resultado de las luchas ideológicas de ese decenio el auge del gobierno fuerte. Linares cae en 1861, Castilla en 1862, Montt en 1861. Fórmanse luego regímenes de conciliación: Achá en Bolivia, San Román en el Perú, Pérez en Chile, con la diferencia de que los dos primeros son efímeros y el último dura un decenio. El conflicto con España de 1864 a 1866 provoca la alianza de las tres Repúblicas. La época de 1869 a 1879 es una era de negocios y especulaciones. Lima y Santiago logran progresos notables y en ambas ciudades se realizan suntuosas “Exposiciones”. Después de la aparente prosperidad, emerge la crisis fiscal y económica. Bolivia y el Perú tienen al fin gobiernos civiles: Adolfo Ballivián y Frías en Bolivia, y Pardo en el Perú; pero este ensayo se frustra cuando se impone, por un golpe de Estado, Daza en Bolivia, y cuando, mediante un pacífico proceso electoral, Prado sucede a Pardo en el Perú. El conflicto entre los tres países se había venido incubando desde 1873 y la guerra estalla en 1879 para terminar en 1883. Sangrientas guerras civiles surgen en Chile en 1891, en el Perú en 1895 y en Bolivia en1900. Después de ellas, viven en la aparente estabilidad política y despunta el capitalismo industrial. Liberales y republicanos dividen a la opinión pública boliviana; civilistas y demócratas a la peruana; en tanto que, envueltos en las intrigas del parlamentarismo, los partidos chilenos, solo en las vísperas electorales, se perfilan nítidamente en las coaliciones liberal y conservadora. Créese en aquellos años felices que las revoluciones se acabaron y que el progreso será ininterrumpido; pero la estabilidad es ficticia, porque se escamotea el sufragio y porque cerradas oligarquías se reparten el poder. En 1918 y 1919, la crisis de este sistema convencional y seudodemocrático, se hace palpable. Alessandri triunfa popularmente en Chile en 1918, y en 1919 Leguía se impone en el Perú. En 1920 gobierna en Bolivia Bautista Saavedra. En 1925, Ibáñez en Chile parece liquidar, mediante un gobierno militar fuerte, el proceso abierto desde la victoria de Alessandri en 1918. Viene en los tres países una era de crisis de las instituciones tradicionales, de dictaduras largas, de empréstitos a Estados Unidos para costosas obras públicas, de auge y enriquecimiento de parte de las clases medias. Siles reemplaza a Saavedra; y cae en el período de 1930-31, como consecuencia de la crisis económica mundial, como caen también Leguía e Ibáñez. No por buscar semejanzas se han de olvidar, sin embargo, las grandes diferencias creadas por la naturaleza, la población y la historia.

EL PERÚ, PAÍS NO INTEGRADO.- El transcurso del tiempo no había dejado un producto armonioso. En vísperas de la Independencia, el Perú tenía una población de algo más que un millón de habitantes. Los indios (57% del total) y parte de los mestizos (29%) vivían en la región andina en la que se trabajaba dentro de una agricultura de subsistencia. Los primeros daban la mano de obra para las minas, los obrajes y las haciendas. Los esclavos negros no pasaban del 4%, como, también los negroides. Sin embargo, en la capital y en los valles de la costa del norte con una agricultura comercial y una economía de plantaciones azucareras, ellos y los pardos dominaban numéricamente. No solo trabajaba la mayoría como agricultores sino en muchos casos, eran los servidores de las familias acomodadas o residían en las ciudades como partícipes en algunos oficios. Los blancos no superaban el 13% de la población total y residían, sobre todo, en Lima, en el litoral, en Arequipa y en algunas ciudades de la sierra. A las diferencias de razas se unían las de tipo social y económico. En la cumbre de la pirámide social, españoles europeos y criollos de la aristocracia luchaban por el predominio. Indios había que estaban mejor ubicados en lo concerniente a sus rentas que otros sumidos en verdadera servidumbre. Algunos vestían y trabajaban dentro de la condición de cholos. Los mestizos, en general, hallábanse cerca los blancos o de los indios, de acuerdo con su educación, su ambiente y el género de su trabajo. Los mulatos y otras castas recibían, salvo excepciones, una discriminación. La aristocracia criolla, basada en el dominio de la tierra, el comercio y algunos empleos, se dividió al avanzar en sus primeras décadas el siglo XIX, entre una mayoría que no aceptó cesión alguna en su poder y su prestigio, y el grupo que los acontecimientos fue incrementando, enfervorizado por el contagio de las ideas independentistas. En conjunto este grupo hubiera preferido un sistema regionalista o más descentralizado sin romper con la metrópoli ni efectuar cambios sociales. Albergaba el temor de su desplazamiento, íntimamente sentido de un lado ante el populacho negro tan visible en Lima y sus alrededores como, al mismo tiempo, frente a las vastas muchedumbres indígenas a las que despreciaba e ignoraba pues la capital, por desgracia, daba las espaldas a la sierra. El nacionalismo revolucionario y aborigen había sido castrado después de la derrota de Túpac Amaru y no es válido identificarlo con el movimiento criollo. La trayectoria de la independencia hispanoamericana llegó hasta las áreas periféricas del Virreinato con los movimientos de Tacna en dos oportunidades, Huánuco y Cuzco, el último el más formidable de ellos. Criollos y mestizos provincianos estuvieron unidos en dichas intentonas sin duda con la simpatía de algunos limeños avanzados. Pero en la capital misma hubo solo conspiraciones de patriotas heroicos, los más valiosos de ellos gente a la que el Convictorio de San Carlos enseñara principios esenciales. Después de 1814, ante las victorias simbolizadas por San Martín y Bolívar, los independentistas optaron por, erróneamente, esperar la llegada de la expedición libertadora del prócer argentino y ayudarla con muy valiosos informes, avisos y también con la propaganda entera. La economía del Virreinato hallábase en mala situación, creada por el establecimiento del de Río de la Plata, que implicó la pérdida del Alto Perú y la muerte del monopolio comercial limeño, crisis agravada por las dificultades y sacrificios resultantes de las guerras infaustas que emprendió la metrópoli a fines del siglo XVIII y transformada en una más dramática miseria cuando los virreyes Abascal y Pezuela obligaron a entregar dinero y hombres para la valiente lucha contra las amenazas que venían del Alto Perú, de Chile y de Quito. El Perú se convirtió, así en el bastión contrarrevolucionario en América, vencedor primero, tambaleante después de que San Martín llevó al éxito en 1817-18 sus planes de llegar hasta aquí por el camino del mar Ya desde entonces solo fue dable esperar cuándo efectuaría el caudillo argentino su ofensiva final. La expedición libertadora que salió de Valparaíso el 20 de agosto de 1820, tenía apenas 4.500 hombres. Eran pocos en relación con su grandioso objetivo de acabar con el Virreinato. Pero hallábase acompañados por un factor imponderable: el de la erosión en las fuerzas internas que defendían a esta. (1)

LA COmPOSICIÓN SOCIAL EN EL PERÚ En la década de 1820, nuestro país estuvo compuesto de la siguiente manera: HABITANTES 1.000.000

COmPOSICIÓN 57% Indios 29% mestizos 4% Negros 13% Blancos

(1) Un esquema sumario acerca de la serie de posibilidades en la Emancipación:J. Basadre, El azar en la historia y sus límites (Lima, P L. Villanueva, 1973)

[ CAPÍTULO 10 ] PERÍODO 1

227

[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] Relaciones del Perú independiente con la Santa Sede ● La autoridades eclesiásticas ● El Pa­ tronato ● Las primeras normas admi­ nistrativas sobre relaciones entre el Estado y la iglesia en el Perú Indepen­ diente ● El regalismo, el jansenismo

CAPÍTULO 11



y el josefinismo ● Las opiniones fa­ vorables a la tolerancia de cultos ● El empobrecimiento en las iglesias ● La continuidad en la devoción religiosa ● La reducción en el número del clero ● Diego Thomson y la primera actividad protestante en el Perú.

LA IGLESIA Y EL ESTADO EN LA INICIACIÓN DE LA REPÚBLICA

11 [ ]

CAPÍTULO

R

ELACIONES DEL PERÚ INDEPENDIENTE CON LA SANTA SEDE.-En su encíclica de 24 de setiembre de 1824, dirigida a los arzobispos y obispos de América, el papa León XII les recomendó la obediencia a Fernando VII. Según se ha dicho, estuvo coaccionado por el embajador español Vargas Laguna. El vicario apostólico en Chile Juan Muzzi fue el primer representante pontificio enviado al Nuevo Mundo. A él se dirigió el 13 de julio de 1824 el ministro Sánchez Carrión para manifestarle que el Perú deseaba entrar en relaciones con el Pontífice por exigirlo así la salud de estos pueblos, la orfandad de sus iglesias y el espíritu de ortodoxia y fe sobre el que se asentaba la República. A la vez, expuso el deseo de celebrar un concordato sobre aquellos puntos que podrían suscitar divergencias entre las dos potestades. Muzzi respondió atentamente; pero no permaneció mucho tiempo en Chile. Una nota del ministro Tomás Heres el 17 de mayo de 1825 dirigida al cardenal Secretario de Estado en Roma le participó que José Gregorio Paredes y José Joaquín de Olmedo se dirigían a esa ciudad investidos del carácter de Encargados de Negocios del Perú ante la Santa Sede. No hicieron efectiva su misión. El 9 de enero de 1827 el canciller José María de Pando designó con el mismo objeto a Jerónimo Agüero. Producido el cambio de régimen, Manuel Lorenzo de Vidaurre, a nombre del nuevo gobierno, ordenó a Agüero que no hiciera efectiva su misión, pues a los encargados de negocios de México y Colombia se les había cerrado la entrada de los Estados Pontificios. A pesar de que hubo ulteriormente otras tentativas análogas, la primera legación peruana en Roma llegó a viajar solo en 1852; estuvo a cargo de Bartolomé Herrera.

LAS AUTORIDADES ECLESIÁSTICAS.- El obispo de Trujillo José Carrión y Marfil, partidario del sistema español, marchó al ostracismo. El anciano arzobispo de Lima Bartolomé María de Las Heras, después de que se negó a salir de la capital cuando fue invitado a ello por el Virrey, firmó el Acta de la Independencia. Sin embargo, tuvo un conflicto con el ministro de San Martín, Bernardo Monteagudo, sobre las facultades del gobierno en relación con las casas de ejercicios, renunció y recibió un plazo perentorio para alejarse del país. Quedó como gobernador eclesiástico, Francisco Javier de Echague. Más tarde salió el obispo de Ayacucho y luego, por su propia voluntad el de Maynas, Sánchez Rangel que excomulgó a quienes colaborasen con los patriotas. Quedaron únicamente los obispos de Arequipa y Cuzco. El Congreso Constituyente, primero en 1823 y luego el 8 de marzo de 1825, ordenó que se mandara esclarecer hasta el grado de certidumbre legal la noticia del fallecimiento de Las Heras y que, obtenida ella, se procediera por el Cabildo Eclesiástico a la publicación de la sede vacante y el nombramiento de vicario capitular; agregó la misma resolución que el Libertador propusiera “un arzobispo en uso de sus facultades y ejercicio notorio de su celo religioso, en el tiempo y forma que más crea convenir a la tranquilidad de las conciencias”. El Consejo de Gobierno, en obediencia a órdenes de Bolívar, expidió nombramientos para las mitras de Lima, Trujillo,

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Ayacucho y Maynas. Para el arzobispado de Lima fue designado Carlos Pedemonte, fervoroso partidario del Libertador en el Congreso. La ley del 10 de octubre de 1827, correspondiente a un régimen contrario, dejó sin efecto los títulos librados y declaró que los cabildos de las iglesias que se hallaban sin prelados tenían expeditas las facultades que les correspondían por derecho. Años más tarde, en noviembre de 1833, el gobierno de Gamarra eligió y presentó para el arzobispado de Lima a Jorge Benavente, oriundo de La Paz. El pontífice Gregorio XVI instituyó a este prelado por bula de 23 de junio de 1824 en la que omitió el hecho de la elección y presentación. Salaverry, por decreto de 20 de julio de 1835 refrendado también por Manuel Ferreyros, concedió el paso a la antedicha bula bajo formal protesta contra la cláusula opuesta al derecho de patronato y prohibió el juramento indicado allí.

EL PATRONATO.- El debate alrededor del patronato nacional entre regalistas y ultramontanos giró sobre si el jefe del Poder Ejecutivo tenía como tal el derecho de hacer presentaciones para los beneficios eclesiásticos, o si este era una concesión de los papas; y también sobre si, para usarlo legítimamente, era necesario o no que hubiese concordato previo entre el romano pontífice y el Estado peruano. La polémica se remontó hasta el origen y el fundamento del derecho de patronato de los reyes de España en la península, reglamentado por el concordato de 1753 y, sobre todo, en América. Como el Perú independiente empleó sumas en la edificación y reparación de iglesias y en el sostenimiento del culto, dio subvenciones a los obispos y cabildos eclesiásticos y, en fin, procedió con respecto a la Iglesia del modo como lo habían hecho los reyes españoles, se consideró que el primer mandatario de la nación tenía los mismos títulos que ellos, para ejercer el patronato nacional. Se adujo que podía, pues, tomar parte en el nombramiento de los clérigos, cuidar de sus rentas, velar por el culto y ser el defensor de la Iglesia por él protegida. El reglamento provisional expedido en Huaura el 12 de febrero de 1821 declaró que el derecho de patronato quedaba reasumido en la Capitanía General (más tarde Protectorado y luego Presidencia de la República) y el vicepatronato en los presidentes (más tarde prefectos) de los departamentos. Las bases de la Constitución, promulgadas en 1822, encomendaron al Senado elegir los empleados de la lista eclesiástica que debían nombrarse por la nación. En la Carta de 1823, el Senado mantuvo esa facultad y recibió la de examinar las bulas, decretos y breves pontificios para darles el pase o decretar su detención. En la Carta política de 1826 el Senado conservó sus facultades electorales en el orden eclesiástico y recibió la atribución de arreglar el ejercicio del patronato así como la de tratar sobre proyectos de ley relativos a todos los negocios de esa esfera que tuviesen conexión con el gobierno y la de examinar las decisiones conciliares, bulas, rescriptos y breves pontificios para aprobarlos o no. El presidente de la República debía conceder el pase a dichos documentos o suspenderlos con anuencia del poder correspondiente, proponer a la Cámara de Censores los individuos que se hubieran de presentar y elegir uno de la terna de candidatos propuestos por el gobierno eclesiástico para curas y vicarios de las provincias. Bolívar, pues, en el documento fundamental que expresó su pensamiento político en 1826, extremó el detallismo para señalar las extensas facultades del Estado en relación con la Iglesia.

LEÓN XII (1760-1829)

Annibale Sermattei della Genga asumió el papado en 1823. Exhortó a los patriotas a dejar la lucha y reconocer como soberano a Fernando VII de España. A pesar de ello, el gobierno peruano ratificó al catolicismo como religión oficial del país. Hubo que esperar a 1852, cuando se envió una delegación oficial a Roma, para oficializar las relaciones de nuestro país con la Santa Sede.

LAS PRImERAS NORmAS ADmINISTRATIVAS SOBRE RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA IGLESIA EN EL PERÚ INDEPENDIENTE.- En su doctrina, aquí el Libertador no estuvo lejos de lo que pensaron sus antecesores y contemporáneos. Una orden de Monteagudo, fechada el14 de diciembre de 1821, prohibió, de acuerdo con una opinión del Consejo de Estado, que

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EL CONVENTO DE OCOPA

Fundado en 1715, el convento de los franciscanos en el distrito de Ocopa, departamento de Junín, fue el lugar de donde partieron los misioneros con el fin de catequizar a los indígenas de la selva oriental. Allí funcionaba, además, el colegio de misioneros, donde los franciscanos recibían una rigurosa educación.

prestaran votos religiosos los hombres menores de 30 años y las mujeres menores de 25. Esta disposición fue invocada varias veces por los gobernantes de años posteriores, como ocurrió en los oficios del 28 de mayo de 1825 suscritos por el Ministro Tomás Heres, dirigidos a los obispos y a los prefectos de la República. Con fecha 12 de junio de 1823, el Congreso Constituyente dispuso que se cerraran los noviciados y no se hiciesen enajenaciones de los bienes pertenecientes a regulares; lo cual fue ratificado en la circular del 28 de mayo de 1825 y en el aviso de julio de 1826. Los eclesiásticos expedidos del país por ser enemigos de la independencia quedaron prohibidos de percibir los emolumentos correspondientes a sus beneficios por orden del Congreso Constituyente expedida el 10 de marzo de 1825. El decreto bolivariano del 1° de noviembre de 1824 suprimió el colegio de misioneros de Ocopa, para convertirlo, con todas sus rentas y pertenencias, en un colegio de enseñanza pública. Un decreto suscrito por Bolívar, en el Cuzco, el 4 de julio de 1825, ordenó la intervención del intendente o gobernador en el concierto de derechos parroquiales con los indígenas. Otro del Consejo de Gobierno, el 15 de noviembre del mismo año, lo reglamentó para mayor salvaguarda de los derechos de estos aunque fue rectificado el 19 de mayo de 1826. José Larrea y Loredo, por circular a nombre del Consejo de Gobierno dirigida a los obispos y gobernadores de diócesis, ordenó que se le informase sobre la idoneidad y las cualidades de los aspirantes a beneficios eclesiásticos. Santa Cruz, también por el Consejo de Gobierno, declaró en el decreto del 28 de setiembre del mismo año que la República no consentía en su seno a regulares que no estuviesen sujetos a los diocesanos; reglamentó y ordenó las elecciones de prelados; se ocupó de las mejoras de conventos y monasterios en el orden cultural; fijó la edad para otorgar el hábito; limitó el número de conventos y monasterios según el de sacerdotes o monjas que señaló; y reglamentó la administración y venta de los bienes de dichas entidades. No fueron pocos los conventos supresos; entre ellos estuvieron, en Lima, los de San Ildefonso, Guadalupe, San Pedro Nolasco, Guía, Belén y otros. Sus bienes, en algunos casos, fueron tomados por el Estado, en todo o en parte, para tribunales, oficinas, casas de educación y beneficencia. Una orden expedida el 13 de febrero de 1833 por el ministro José María de Pando, de acuerdo con un voto del Consejo de Estado dispuso que los bienes de los conventos su presos y de los que se fuesen suprimiendo, quedaran nacionalizados para venderlos en pública subasta. El decreto del 21 de octubre de 1846 mandó cumplir esta orden. He aquí uno de los varios orígenes de la gran propiedad republicana. El decreto del 12 de octubre de 1826 detalló las atribuciones de los ecónomos encargados de la administración de bienes y rentas de regulares según lo dispuesto el 28 de setiembre. El 20 de octubre del mismo año se incluyó, expresamente, a las religiosas profesas de los monasterios de la República dentro del sistema fijado en la fecha antedicha; los prefectos debían hacer las propuestas de síndicos. Inspiradas en propósitos de orden y de garantía, estas normas contribuyeron de hecho también a la pérdida de muchos bienes eclesiásticos. Más tarde los síndicos de los monasterios fueron nombrados por los obispos a propuesta, en terna, por las comunidades. Por decreto del 29 de setiembre de 1826 fueron reducidas en su número las canonjías, dignidades y prebendas en las catedrales de la República.

EL REGALISmO, EL JANSENISmO Y EL JOSEFINISmO.- En el siglo XVIII y a comienzos del XIX se desarrollaron y adquirieron predominio en España y América las doctrinas llamadas regalistas y jansenistas, a ellas se agregó el llamado josefinismo, vocablo que se derivó de la política del emperador austríaco que hizo depender a la jurisdicción eclesiástica de la civil. Aquellas se preocuparon por extender los derechos del Estado en detrimento de los que reclamaba la Iglesia y minimizaron el poder pontificio en provecho del episcopado. Llamose regalía a la preeminencia, prerrogativa o facultad que correspondía a la nación y era ejercitada por las autoridades del Estado.

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IGLESIA DE LA LEGUA. La iglesia de la Virgen del Carmen, situada a una legua del centro de Lima y del puerto del Callao, era una de las que más devotos congregaba durante sus procesiones. Esta devoción, surgida a principios del XVII, se mantuvo vigente después de la independencia y llega hasta nuestros días. Aquí la vemos en 1836-1837, en un grabado de la corbeta La Bonite (1). LAS LIMOSNAS. El empobrecimiento de las iglesias se debió a la utilización de los adornos de plata en la fabricación de monedas y al saqueo de parte de los españoles al dejar el país. Para sostenerse, debieron recurrir a la recolección de limosnas, como se ve en esta acuarela de Pancho Fierro (2). LA PROCESIÓN. El fin de la dominación española no incluyó el cese de las costumbres que habían introducido en el Nuevo Mundo. La más arraigada era la religión católica. En esta acuarela de Leonce Angrand, de 1837, podemos observar la devoción de los fieles en la procesión de Santa Rosa y San Francisco Solano (3).

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RELIGIÓN Y POLÍTICA EN EL PERÚ DEL XIX SOBRE LA SITUACIÓN RELIGIOSA Y POLÍTICA EN NUESTRO PAÍS EN LOS ALBORES DE LA VIDA REPUBLICANA, CITAMOS AQUÍ UN TEXTO DE LA HISTORIADORA PILAR GARCÍA JORDÁN APARECIDO EN SU LIBRO IGLESIA Y PODER EN EL PERÚ CONTEMPORÁNEO.



He comentado ya que, en una sociedad analfabeta y con escasas o inexistentes vías de comunicación, como era el caso de la sociedad peruana a inicios del siglo XIX, la iglesia y el púlpito cumplían no solo una función legitimadora del poder civil, sino que eran una extensión del mismo poder, ya que llegaban hasta puntos donde aquel no podía arribar; por ello podemos hablar de los curas como personajes que acumulaban por una parte el poder civil, y por otra, el derivado de ser los únicos intermediarios con lo desconocido. Al mismo tiempo, si hay un tema que no fue cuestionado en forma global ni por los conservadores ni por los radicales, fue el de la religión; todos ellos participaron de la idea utilitaria de la religión y del clero que la propagaba y, como dice Basadre en su reflexión sobre los liberales de las primeras décadas republicanas, ellos esperaban que la Iglesia continuase manteniendo el orden y la estabilidad en el Perú republicano, como antes los había mantenido bajo la monarquía. La imbricación de Iglesia y Estado, de religión y política, fue clara desde los primeros momentos del Perú republicano. Así se reconoce en la oración pronunciada por Mariano José de Arce con motivo del juramento del Estatuto Provisorio, el 8-X-1821, donde se seña-

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la, enfática y providencialmente, la influencia de Dios en el triunfo de la independencia peruana exhortando a los peruanos a oír “la voz de la recta razón, y del Evangelio y así tendréis la sabiduría y las luces”: ( ...) No avancemos acontecimientos y digamos que todos los Congresos celebrados, constituyentes o no, se pusieron bajo la advocación del “Todopoderoso”: A título de ejemplo, estando a punto de reunirse el Congreso que debía elaborar la Constitución de 1827, el ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, José Luis Mariátegui, en nota al arzobispo electo de Lima, Carlos Pedemonte, le comunicó: “El Congreso ha resuelto se prevenga al ejecutivo comunique las órdenes convenientes a los Gobernadores Eclesiásticos para que por el clero secular y regular se hagan rogativas públicas ... implorando del Padre de las luces, las que necesita la representación nacional para formar la Constitución de la República, de modo que logre la nación por este medio toda la felicidad a la que aspira, principalmente la de conservar para siempre la Santa Religión”: De: Iglesia y poder en el Perú contemporáneo. Cuzco: Centro Bartolomé de las Casas, 1993. pp. 53-54.

Aquí estuvo incluido el derecho de patronato. Las normas administrativas y legales enumeradas ya y correspondientes desde la época de San Martín y de Monteagudo hasta la de Santa Cruz en el Consejo de Gobierno de 1826-27 estuvieron celosamente inspiradas en el regalismo. Los jansenistas, o sea los que defendían las doctrinas condenadas de Jansenio y de Quesnal, fueron confundidos, a veces con los regalistas. “Llamarlos jansenistas (expresó aludiendo a estos Menéndez Pelayo en su Historia de los heterodoxos) no es del todo inexacto porque se parecían a los solitarios de Port-Royal en la afectación de nimia austeridad y de celo por la pureza de la antigua disciplina; en el odio mal disimulado a la soberanía pontificia; en las eternas declamaciones contra los abusos de la Curia Romana; en las sofísticas distinciones y rodeos de que se valían para eludir las conde naciones y decretos apostólicos; en el espíritu cismático que acariciaba la idea de iglesias nacionales y, finalmente, en el aborrecimiento a la Compañía de Jesús”. Entre los autores de mayor influencia para quienes profesaron estas ideas, entre ellos una parte del episcopado y del clero español e hispanoamericano, estuvieron Febronio, Van Espen, Gilbert y Antonio Pereira. En 1833, como se relata en un capítulo posterior, apareció en Lima una traducción castellana de la obra La tentativa teológica, de este último. No se puede estudiar al liberalismo peruano del siglo XIX sin referirse al regalismo y al jansenismo. Vidaurre, Vigil y Francisco Javier Miarátegui lo encarnaron; pero no fueron los únicos. Benito Laso divulgó ideas regalistas en el periódico El Censor Eclesiástico que editó en el Cuzco en 1825 bajo el anagrama “Tobías León” y en el folleto Apología del espíritu y letra del prospecto sobre el régimen exterior del clero contra la impugnación que de él se hizo. La reacción contra el regalismo y el jansenismo se hizo muy visible en los años alrededor de 1846. Su principal corifeo fue Bartolomé Herrera.

LAS OPINIONES FAVORABLES A LA TOLERANCIA DE CULTOS.- El racionalismo y el liberalismo llevaron, al mismo tiempo, a actitudes coincidentes con las del regalismo y de jansenismo, o similares a ellas. Cuando el Congreso Constituyente debatió en 1822 las bases de la Constitución, varios diputados dejaron constancia de su voto favorable a la tolerancia de cultos. Entre ellos estuvieron los sacerdotes Francisco Javier de Luna Pizarro, Juan Antonio Andueza, canónigo y rector del Colegio Seminario de Trujillo, Mariano José de Arce, racionero de Lima, Toribio Rodríguez de Mendoza, antiguo rector del Convictorio de San Carlos y catedrático de Prima de Teología en la Universidad de San Marcos, Cayetano Requena, maestrescuela de Lima, cancelario de dicha universidad y teniente del vicario general del ejército. Los otros diputados que dejaron constancia de la misma opinión fueron José Bartolomé Zárate, abogado; Juan Zevallos, médico; Francisco Javier Mariátegui, abocado, Francisco A. Argote, comerciante; José Joaquín de Olmedo, abogado (sesiones del 2 y 3 de diciembre de 1822). Las bases fueron suscritas en la del 16 de diciembre y los representantes mencionados dejaron entonces nueva constancia de sus opiniones. Los legisladores del 1823 excluyeron el ejercicio de cualquier religión que no fuese la católica. El artículo 6 de la Constitución de 1826 expresó: “La religión del Perú es la católica, apostólica, romana”. No excluyó, pues, el ejercicio de otras. En el Congreso Constituyente de 1827 se discutió si, en el artículo respectivo, se ponía que no estaba permitido el ejercicio “público” de otra religión. Al final, esta palabra quedó excluida.

JOSÉ II DE AUSTRIA (1741-1790)

Durante su gobierno, el emperador de la Casa de Austria fue padre de un movimiento al que se llamó josefinismo. Se trató de una reacción a la intención de la Iglesia católica de tener autonomía absoluta tanto en las casas reales europeas como en las nuevas repúblicas independientes. Sus ideas alcanzaron popularidad en América entre los siglos XVIII y XIX.

EL EmPOBRECImIENTO EN LAS IGLESIAS.- En las cartas que escribió desde Lima entre1822 y 1824 el educador protestante Diego Thomson narra que el gobierno independiente ordenó que gran cantidad de plata de las iglesias fuese llevada a la Casa de Moneda. Agrega que cuando se retiraron los patriotas al Callao, en junio de 1823, llevaron otras porciones. Termina diciendo que los españoles cogieron lo que aún quedaba (carta del 8 de agosto de 1823).

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LA VIRGEN DE LAS mERCEDES

Los padres mercedarios que llegaron al Perú junto con los conquistadores, instauraron la devoción a esta imagen, basada en las apariciones de la Virgen maría a san Pedro Nolasco (hacia 1180-1249), fundador de su orden, en 1218. La Virgen de las mercedes fue declarada patrona de las armas peruanas en 1823. Este óleo es un anónimo cuzqueño del siglo XVIII.

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LA CONTINUIDAD EN LA DEVOCIÓN RELIGIOSA.- A pesar de todo, se mantuvo, al declararse la independencia del Perú, la devoción religiosa. Aquí, como en otras materias, hubo, en lo esencial, continuación del ethos español aunque fuese negado, con acrimonia, el imperium español. La Constitución de 1823 invocó en sus primeras palabras “el nombre de Dios, por cuyo poder se instituyen todas las sociedades y cuya sabiduría inspira justicia a los legisladores”. Declaró, asimismo, que se hacía indigno del nombre de peruano el que no fuera religioso. El Congreso reprimió, además, los escritos contra la religión, legisló contra la francmasonería, y estableció, en detalle, el ritual de las fiestas de asistencia oficial. La Carta política de 1826 habló escuetamente “en el nombre de Dios”. La de 1827, por sugerencia del regalista radical Manuel Lorenzo de Vidaurre, tomó el nombre de “Dios Todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, Supremo Autor y Legislador de la Sociedad”. El 22 de mayo de 1823 el Congreso Constituyente dispuso, por iniciativa de Sánchez Carrión, que, durante la guerra, se hiciesen rogativas en todas las iglesias de la República. El 22 de setiembre del mismo año declaró a la Virgen Santísima de las Mercedes, patrona de las armas nacionales. Y el congreso Constituyente de 1828, en ley promulgada el 30 de marzo por el Presidente La Mar y su ministro, el eximio regalista Francisco Javier Mariátegui, eligió y tomó por patrono de la República a San José.

LA REDUCCIÓN EN EL NÚmERO DEL CLERO.- Sobre este fenómeno, capital en la historia peruana del siglo XIX y que se prolonga hasta el siglo XX, se trata, por su vasta repercusión, en el capítulo de esta obra sobre la estructura social en el curso de la evolución republicana. DIEGO THOmSON Y LA PRImERA ACTIVIDAD PROTESTANTE EN EL PERÚ.- La propaganda protestante se inició en la etapa de la Independencia gracias al total apoyo que San Martín otorgó al educador inglés Diego Thomson encargado para organizar escuelas lancasterianas y la escuela normal. Tras de este pedagogo actuaba la Sociedad Británica y Extranjera. El plantel central fue creado en Lima en el convento de Santo Tomás; los frailes residentes en él debían pasar al de Santo Domingo (Decreto de Tagle y Monteagudo, 6 de julio de 1822). Esto ocurrió sin mayores complicaciones. Thomson no solo se dedicó a labores pedagógicas. Vendió rápidamente 500 biblias en español y 500 tomos con el Nuevo Testamento y así agotó los ejemplares editados en Londres que había recibido inicialmente de la Sociedad Bíblica, sin percibir una oposición importante. San Martín y Monteagudo le otorgaron todo lo que demandó. Después de que ambos se retiraron del Perú, solo consiguió de inmediato promesas incumplidas. Solicitó su pasaporte no sin antes instruir a doce sujetos acerca de lo que era el plan y el sistema Lancaster. Fueron ambos elevados hasta él por “un respetable clérigo”. En enero de 1823, el Congreso otorgó un total apoyo al misionero británico. Lejos de tener una dedicación exclusiva a estas actividades, preparó una gramática de la lengua inglesa en español y dio clases en aquel idioma a veintitrés personas, dos de las cuales eran miembros del Poder Legislativo. También estaban allí dos indígenas, uno de los cuales empezó la traducción del Evangelio al quechua. La escuela llegó a funcionar con más de cien alumnos a comienzos de 1823. Pero la llegada de los españoles a Lima, en junio del mismo año, obligó a suspender sus labores. Thomson viajó al Callao y luego a Trujillo. Allí, gracias a la amistad con el médico irlandés O’Donovan, católico pero “sin prejuicio contra la Biblia” difundió los libros que le interesaban. En noviembre de 1823, otra vez en Lima, se jactó de haber hecho circular alrededor de mil ejemplares de la Biblia completa y un número mucho mayor del Nuevo Testamento, igualmente en castellano.

La traducción al quechua prosiguió a cargo “de un cuzqueño descendiente de los Incas”, bajo la supervigilancia de cuatro sacerdotes que eran miembros del Congreso. En diciembre de 1823 escribió Thomson que, pese a la buena voluntad del Gobierno “la guerra acapara la atención de todos y devora todos sus recursos”. Sin embargo, le fue posible vender “abiertamente” el Nuevo Testamento entre los alumnos de la escuela en marzo de 1924; antes lo había hecho a hurtadillas. Así llegó su propaganda a varios hogares con apoyo de “muchas personas del clero”. De otro lado, continuó enviando libros a Trujillo por medio del doctor O’Donovan. Cuando los españoles ocuparon Lima en febrero de aquel año no hostilizaron a las escuelas lancasterianas; pero hubo familias que impidieron a sus hijos asistir a ellas porque los soldados reclutaban a los muchachos mayores que encontraban en las calles. Como Thomson no recibía el sueldo oficial, que era su único ingreso económico, se preparó para viajar a Guayaquil; pero instigados por su amigo el clérigo, varios padres de familia le pagaron sus gastos. Este clérigo probablemente fue José Francisco Navarrete. Ya en setiembre de 1824 tomó la decisión final de irse ante la violencia de la guerra, dentro de la que Lima era ciudad sitiada expuesta a las irrupciones de los montoneros durante las noches mientras en el Callao la escuadra peruana de Guisse bloqueaba el Callao; expuesta, además, a incesantes y duras contribuciones que empobrecieron grandemente a esa capital antes dominada por el lujo y la disipación. Las dos escuelas quedaron abiertas bajo la dirección de Navarrete. Las facilidades que halló Thomson en su propaganda entre 1822 y 1824 contrastaron con los obstáculos surgidos ante la labor similar de Penzotti en los años posteriores a la guerra con Chile. El clero, a lo largo del siglo XIX, se había encerrado dentro de una intransigencia ultramontana y en el ambiente público era visible un retroceso de las ideas liberales.

DIEGO THOmSON (1788-1855)

En 1822, San martín llamó al pastor protestante escocés para montar un sistema educativo en el Perú. Durante su estancia en nuestro país, Thomson hizo además labor de evangelización y mandó a traducir el Nuevo Testamento al quechua. Dejó el Perú en 1824 y más adelante trabajó en méxico, Cuba, Haití, Canadá y España.

[ CAPÍTULO 11 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] Orígenes de la idea de Patria. La ampliación del puente cultural con el mundo y la “conciencia de sí” ● La historia “externa” de la patria ● La historia “interna” de la patria. El elemento his­ pánico ● El elemento indígena ● Diná­ mica, continuidad y conjugación de la

CAPÍTULO 12



idea de Patria ● La tesis de Piere Chaunu sobre la independencia de América es­ pañola ● La afirmación cívica y próspera de la patria ● La relación funcional en­ tre los elementos básicos de la idea de Patria ● Debilidad de la idea de Patria ● Heráldica cívica.

LA NOCIÓN DE LA PATRIA. EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD DEL PERÚ

12 [ ]

CAPÍTULO

O 240

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 12 ]

RÍGENES DE LA IDEA DE PATRIA. LA AmPLIACIÓN DEL PUENTE CULTURAL CON EL mUNDO Y LA “CONCIENCIA DE SÍ”.- A lo largo del siglo XVII se habían ido desarrollando dos fenómenos, al parecer, divergentes: el influjo en América de otros países ajenos a España en contraste con la cerrada sujeción a la metrópoli antes predominante y la “conciencia de sí” americana o criolla. Se trataba de un proceso sicológico, cultural y espiritual. Los hispanoamericanos cultos empezaron entonces y continuaron y acentuaron a lo largo de los primeros lustras del siglo XIX, su confrontación con la cultura europea y no solo con la hispánica. España no puso trabas a fines del siglo XVIII (sobre todo antes de la Revolución Francesa) a las nuevas corrientes. Desde las obras de Campomanes y Jovellanos hasta las Cartas marruecas, de Cadalso, desde la renovación de los estudios jurídicos, filosóficos y científicos, hasta las expediciones científicas en América, en las que participaron hombres como Antonio de Ulloa y José Celestina Mutis, las flamantes ideas fueron conocidas, inicialmente, en Hispanoamérica por conducto de la metrópoli. Teorías de Newton, filosofía racionalista y sensualista, anfiteatro anatómico, vacuna, Derecho natural y de gentes, nueva orientación en la minería: todo esto y otras cosas llegaron al continente ultramarino y también, por cierto, al Perú, a fines del siglo XVIII, bajo los auspicios o por la tolerancia de las autoridades. Pero su punto de partida, su lugar de origen no había estado en España. El permiso para conocerlas o practicarlas solía tener un límite impuesto por el orden público o por las propias limitaciones de la cultura española. Desde el punto de vista de los progresos agrícolas, los nuevos experimentos en el cultivo de tierras partían de Inglaterra, Francia y Flandes; en la industria y el comercio Inglaterra colocábase a la cabeza del mundo occidental con la utilización de la máquina a vapor en las minas de carbón y en la industria, especialmente la textil; dentro de las ciencias matemáticas, naturales y experimentales brillaba el prestigio de las academias y de los sabios de Francia, Inglaterra y Alemania; el renacimiento de la minería, ya mencionado antes, fue en el Perú obra de la misión alemana del barón de Nordenpflicht. Del mismo modo, en la filosofía eran ideas francesas e inglesas las que hallábanse en auge; dentro del Derecho se habían popularizado los manuales del alemán Heinecio y obras de autores de otros países como los italianos Beccaria y Filiangieri y la Revolución Norteamericana contribuyó a ganar adeptos al republicanismo y al federalismo como lo hiciera la Revolución Francesa. En Francia, Inglaterra, Alemania, o sea en las naciones que sirvieron de centro a esas corrientes culturales, ellas tuvieron que luchar, por cierto, con las fuerzas tradicionales. Pero este conflicto fue mucho más patético en las naciones hispánicas donde, al dilema entre lo nuevo y lo viejo, se agregó, como elemento adicional, que lo nuevo venía a ser lo extranjero. Lo nuevo podía llevar al descastamiento. Lo castizo y lo típico podía ser tachado de anacrónico o atrasado. Desde el punto de vista político, en España, la aceptación de las ideas reformistas, algunas de las cuales tomaron ropaje revolucionario en Estados Unidos y Francia, tenían un límite impuesto por el interés del sistema dominante. Ese límite se quebró en Hispanoamérica y se produjo la independencia. Al mismo tiempo que los países americanos la conquistaron afirmando así su propia personalidad, las élites culturales ahondaron su contacto con la cultura occidental. Aquella época estuvo llena de un sentimiento de admiración por Europa y Estados Unidos y de imitación de

ideas, costumbres, vestidos, menaje y gustos ultramarinos pese a retrasos y a paradojas; a la vez que de una fiera afirmación de la personalidad en las surgentes nacionalidades americanas. De ambas raíces nutricias se alimentó la idea de la patria.

LA HISTORIA “EXTERNA” DE LA PATRIA.- La palabra “patria” empieza a popularizarse con carácter inofensivo entre los escritores del último tercio del siglo XVIII. También aumentan, en el Perú, periódicos y otros escritos que usan dentro del título la palabra “peruano”. Se trata de un crecimiento filantrópico en la atención hacia la realidad circundante, hacia el “aquí” y el “ahora” y no hacia el “allá” abstracto o vago o ultramarino. El orgullo criollo y la lealtad a la metrópoli y a la monarquía se movilizan bélica mente y se utilizan estas mismas expresiones -patria y peruano- después de la reconquista de Buenos Aires y ante la invasión de España por Napoleón. La Suprema Junta, que rige la lucha contra los franceses, llega a emplear en proclamas en 1808, junto con la palabra patria -que abarca la peninsular y ultramarina- la frase “felicidad de los pueblos” en donde se advierte el eco del concepto que Jefferson incluyó en la Declaración de la Independencia de Estados Unidos sobre el derecho de los pueblos “a la búsqueda de la felicidad”. “Compatriotas” son, por esos años, los españoles y los americanos en lucha contra Napoleón y unidos, en el nombre, por un régimen constitucional que ha de emanar de las Cortes de Cádiz. Entre 1811 y 1814 aparecen en Lima los periódicos El Peruano, El Peruano Liberal, El Satélite del Peruano, El Verdadero Peruano, El Pensador del Perú. De un lado comienza a agitarse la propaganda separatista. El Satélite del Peruano (1812) llega a insertar las famosas palabras: “Por patria entendemos la vasta extensión de ambas Américas”, aludiendo a América del Sur y América Septentrional, integrantes de la monarquía española y a la posibilidad, muy visible, de que Napoleón quedara como dueño de España ante lo cual América debía seguir la lucha. El Verdadero Peruano y El Pensador del Perú afirmaron la comunidad patriótica de españoles peninsulares y españoles americanos. Poco a poco, la palabra “patria” va volviéndose sinónimo del bando separatista, revolucionario o independentista. Los revolucionarios del Cuzco en 18141a usan pródigamente y con ella se identifican. La guerra entonces y hasta más tarde es entre La Patria y España. Alejado del territorio del Perú de la contienda hasta 1820, la palabra “patria” se impregna de un olor de multitud con la entrada de San Martín en Lima en 1821. Su dimensión nacional se va aclarando. Surgen entonces el periodismo, la oratoria parlamentaria, sagrada o de comicios, la poesía, hojas sueltas, pasquines, proclamas o manifiestos, el teatro, la caricatura, la pintura, la canción, la música de acento patriótico. La idea de la patria gravita sobre la gramática con el empleo prolífico de la metáfora y de la alegoría, del modo imperativo, del hipérbaton, de la hipérbole. Las alusiones clásicas (Grecia, Roma) se unen a las alusiones locales (ruinas de Pachacámac o de Saña) Patria es considerada como sinónimo de progreso, utilidad social, felicidad, regeneración. Compiten con ella en la moda las palabras libertad, independencia, Constitución, ley, ciudadano. Hay un deísmo patriótico: El Eterno sanciona los votos de la patria. Se hacen pactos con la muerte: Libertad o muerte. Los valores absolutos, antes acatados en los conceptos de rey o religión son transferidos con igual dogmatismo a los conceptos de patria o independencia. Se funda entonces la Sociedad Patriótica “compuesta de los hombres más ilustrados que, reuniéndose bajo la especial protección del Gobierno, discuta todas las materias, que puedan influir en la mejora de nuestras instituciones, publicando sobre ellas las memorias que cada miembro presente según la profesión a que pertenezca”. iBella idea, en principio, esta de tener una institución para el estudio de los problemas del Perú! En las luchas que siguieron en 1822, 1823, 1824 la idea de patria pierde su sentido de aurora y de idilio. Algunos reniegan de ella. Otros, desplazan hacia el futuro el optimismo que, al principio, pareciera inmediato, taumatúrgico. El periódico Nuevo Día del Perú expresa en 1824: “Como

DESDE EL PUNTO DE VISTA POLÍTICO, EN ESPAÑA, LA ACEPTACIÓN DE LAS IDEAS REFORMISTAS, ALGUNAS DE LAS CUALES TOMARON ROPAJE REVOLUCIONARIO EN ESTADOS UNIDOS Y FRANCIA, TENÍAN UN LÍMITE IMPUESTO POR EL INTERÉS DEL SISTEMA DOMINANTE. ESE LÍMITE SE QUEBRÓ EN HISPANOAMÉRICA Y SE PRODUJO LA INDEPENDENCIA.

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FERNANDO VII (1784-1833)

un ebrio que, al salir de un profundo sueño, no bien despierta aún y ofuscado con la demasiada luz que de improvisto le hiere, desconoce los objetos que le rodean, se abraza incautamente con unos y con otros, tropieza y se cae, así hemos abrazado los primeros fantasmas que se nos han presentado delante y hemos caído en el precipicio”.

LA HISTORIA “INTERNA” DE LA PATRIA. EL ELEmENTO HISPÁNICO.- En la idea de

Este monarca español, conocido como “El Deseado”, reinó durante los años del proceso emancipador en el continente americano. En 1808 tuvo que abdicar al poder y dejó el camino libre para la coronación del hermano de Napoleón Bonaparte, José I. Fernando VII volvió al trono gracias a la Constitución de 1812 y restauró el absolutismo en España.

patria hubo elementos hispánicos, elementos indígenas, una afirmación cívica y una esperanza de prosperidad. En un sector de la propaganda independentista inicial se presentó la tesis de que los españoles americanos vengaban a los conquistadores a quienes la Corona de Carlos V y Felipe II burló o pospuso, después de no haber hecho nada en los momentos difíciles del descubrimiento y la colonización (Carta de Vizcardo y Guzmán a los españoles americanos). Más tarde, sobre todo después de la represión de 1814, el odio a los españoles se tornó indiscriminado. Sin embargo, hubo un sector de opinión que confesó haber esperado mejoras, haber otorgado un préstamo de confianza a la metrópoli. Un testimonio en ese sentido es el discurso de Justo Figuerola en la oración dedicada a San Martín en la Universidad de San Marcos en 1821. “Nosotros (Iéese allí) no nos hemos desprendido de España. La España se ha desprendido de nosotros. Verdad escrita en la política y legislación del gobierno peninsular y sostenida por la conducta misma de los soberanos interinos de las Cortes, que trataron de regirnos en nuestra juventud como en nuestra infancia y de hacer eterno el pupilaje de la América”. Es el mismo punto de vista de Vidaurre en sus Cartas americanas (1823): “Yo amo a la nación española como a mi abuela y a la América como a mi madre. Lloro al ver destrozarse estas personas para mí tan amadas. La una anciana pero sin experiencia y con malos hábitos que la precipitan según su inclinación de dominar y conquistar. La otra, joven, débil sin recursos, saliendo de la desesperación a la pusilanimidad, del heroísmo a la barbarie, con asomos de virtudes y con muchos vicios...”. Más adelante, en el mismo libro, dice: “Hubo tiempo en que fue posible la conciliación. Pero es imposible que España se desprenda de sus prejuicios. Su orgullo excede a su debilidad y forma su carácter”. Y al mismo libro pertenece la frase: “Fernando, Fernando, las Américas se pierden”. Durante la larga guerra de la independencia, pese a todas las violencias, los patriotas no niegan el idioma, la religión, las instituciones sociales provenientes de la colonización española. Se limitan, a pesar de toda su acrimonia, a acusaciones históricas, a reclamos de tipo político, administrativo o económico. Van a la ruptura del imperium español dentro del mantenimiento del ethos y del logos vigentes en América y, por lo tanto, en el Perú desde el siglo XVI. Hay así, no obstante invectivas y negaciones, un elemento hispánico en la idea de patria.

EL ELEmENTO INDIGENISTA.- Pero en ella hay también, durante esta época, una afirmación indigenista, a pesar de que los alzamientos de origen neta mente indígenas o mestizos fueron castrados en 1781 y en 1814 y de que la revolución de la independencia en 1820 y en los años siguientes es aventura militar, obra primordial de criollos y mestizos, accionar de la ciudad o desde la ciudad y no del campo o desde el campo. Ese movimiento busca, en sus orígenes, la convivencia con todos los “paisanos”, singularmente los indios, se deja impresionar por la leyenda negra que La Casas divulgara, que los autores de la Ilustración recogieran y que no dejó de tener influencia en el desarrollo de la teoría de que es mejor el hombre en estado de naturaleza, libre de la civilización, tal como concebían a esta los europeos. Aparece entonces el indio en la literatura de propaganda bélica, en poesías y alardes oratorios, en decretos y leyes.

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PERÍODO 1

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La literatura de propaganda bélica ya se había expresado en quechua y aymara en 1810 y 1816, con motivo de los sucesos ocurridos en la zona argentino-altoperuano. Dentro de una relación directa con el Perú tuvo sus exponentes en una proclama de O’Higgins en quechua (1819); en el anuncio hecho por San Martín de la expedición libertadora en el mismo idioma; en la segunda proclama de San Martín a los indios; en otra del mismo sobre la abolición del tributo; en el anuncio del Congreso Constituyente de 1822. Sobre su instalación también en quechua; y en el manifiesto del mismo cuerpo legislativo acerca de la promulgación de la Constitución. “Vosotros indios (dicen, en quechua Luna Pizarro, Sánchez Carrión y Mariátegui, en el primero de los citados documentos del Congreso Constituyente que, afirman, el ejército liberador debe entregarles) sois el primer objeto de nuestros cuidados. Nos acordamos de lo que habéis padecido y trabajamos para haceros felices. Vais a ser nobles, instruidos, propietarios y representaréis entre los hombres todo lo que es debido a vuestras virtudes”. He aquí expresado a los indios, como una promesa, uno de los elementos invívito en la idea de la patria: la búsqueda de un más alto nivel de vida. No se va a hacer aquí una exégesis de la presencia del indio en la poesía, el teatro o la oratoria de la época. Basta recordar que Huayna Cápac surge en el Canto a Junín, de Olmedo y “parece que es el asunto del poema”, afirmó Bolívar. En los decretos, desde los comienzos de la independencia, se incorpora al indio a la condición de peruano, afírmase que goza de los mismos derechos y de las mismas garantías de los demás ciudadanos. El tributo es abolido (27 de agosto de 1821) Se declaran abolidos también las mitas, pongas, encomiendas, yanaconazgos y toda clase de servidumbre personal (28 de agosto de 1821). Lo que ocurre aquí es el resultado del espejismo derivado de las doctrinas jurídicas dominantes. No se prolonga la actitud teórica de protección o tutela del Derecho indiano para el indio, ni se trata de dar eficacia a las normas de este que no habían tenido aplicación ni maquinaria procesal. Y es que el Estado liberal tenía la filosofía de “dejar hacer, dejar pasar”, es decir que no concebía que pudiese poner su peso al servicio de unos intereses para contrarrestar el predominio de otros intereses en las relaciones económicas y sociales; y además, legalmente, solo concebía el individuo abstracto, poseedor de iguales derechos y facultades. En armonía, por otra parte, con el individualismo de la época, se considera que el indio debe ser propietario y se intenta por ello el reparto de las tierras de las comunidades (Decretos de Bolívar ya mencionadas). En suma, la Independencia no aporta una mejora efectiva en la condición del indio y sirve para favorecer el mantenimiento y hasta la consolidación de los latifundios. Pero no es que hubiera intención dolosa en los primeros decretos y leyes republicanas. Fueron ellos, sin duda, tan inocentes frente al propósito de continuar o acentuar la explotación del aborigen, como lo fueron los legisladores constitucionalistas liberales de 1823, 1828 ó 1834 frente al caudillaje y al militarismo que ellos contribuyeron a desarrollar, sin saberlo, mediante normas teóricas, contradictorias con la realidad. En todo caso, en el indigenismo que, constantemente, aparece en el pensamiento y en los escritos de la generación de la independencia, alienta, a pesar de su desorientación, un propósito sincero y una finalidad honda. Esa generación quiere “separarse” de Europa no solo por el hecho de crear Estados nuevos. Busca dar a la nacionalidad un contenido propio e intransferible, una dimensión interna propia que no se limite a una sub-España. No se resigna a que los americanos sean europeos de segunda clase. Cree encontrar en lo indígena los dos elementos que anhela como raíz nutricia todo nacionalismo: el pueblo y el pasado

DURANTE LA LARGA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, PESE A TODAS LAS VIOLENCIAS, LOS PATRIOTAS NO NIEGAN EL IDIOMA, LA RELIGIÓN, LAS INSTITUCIONES SOCIALES PROVENIENTES DE LA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA. SE LIMITAN A ACUSACIONES HISTÓRICAS, A RECLAMOS DE TIPO POLÍTICO, ADMINISTRATIVO Y ECONÓMICO.

DINÁmICA, CONTINUIDAD Y CONJUGACIÓN DE LA VIDA DE LA PATRIA.- Ambos elementos, el hispanista y el indigenista, dan, en principio, su dinámica y su continuidad a la idea de patria. El primero representa un estrato cultural y social que no se altera esencialmente y el segundo es un anuncio de preocupación, de solidaridad con los elementos más humildes de la

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mARÍA PARADO DE BELLIDO

La heroína ayacuchana se vio involucrada en la emancipación en 1820. Junto con su esposo mariano Bellido. En 1822, cuando el ejército español tomó Ayacucho, encontró una de las cartas que ella hacia escribir para mantener a su esposo al tanto de los movimientos realistas. El general español Carratalá la conminó a delatar a los patriotas. Ante su negativa, la hizo fusilar.

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población, por encima de las barreras de las castas y de la geografía. La idea de patria, madurada y definida por el entusiasmo y el sacrificio de muchos héroes y próceres ilustres y de una muchedumbre humilde o anónima, aparece así en actitud revolucionaria frente al pasado inmediato, a la vez que dentro de una solidaridad esencial con las corrientes profundas de la historia. La continuidad histórica no está reñida, pues, ni con la aptitud para la transformación ni con la capacidad creadora de cada época y de cada pueblo. Y dentro de ellas hay un elemento circulatorio y condicionante: la teoría de la convivencia de las distintas razas, de las distintas clases y de las distintas regiones. A esta convivencia sustancial que puede hallarse acompañada por múltiples divergencias políticas, ideológicas, partidistas o faccionales, aluden las estrofas del himno que dicen: “¡Somos libres, seámoslo siempre!” como también el lema de la moneda entonces formulado: “Firme y feliz por la unión”, en actitud de solidaridad nacional similar a la que el escudo presenta con sus exponentes de los tres reinos de la naturaleza, que son símbolos de la mancomunidad de las distintas regiones del país. No es la unión de áreas geográficas para hacerlas perder sus notas propias o sus características diferenciales; ni es la unión de razas, clases o sectores, eliminándolos como tales. Es la concurrencia de las distintas zonas del territorio y de los múltiples grupos de peruanos dentro del quehacer nacional. La patria existe, en principio, con una finalidad, como un instrumento para una empresa común. Y de allí la afirmación cívica y la afirmación progresista que, en seguida, van a ser estudiadas. Una segmentación racista o clasista de la independencia será, pues, siempre incompleta. Los americanos como americanos (y no como miembros de talo cual raza o de talo cual clase social) quisieron colocarse en un plano de igualdad con los europeos y decidir acerca de su destino considerando que la emancipación era, no solo justa, sino conveniente. Claro es que en Francia y en Estados Unidos y en otras partes incluyendo Hispanoamérica, surgió entonces la Revolución Burguesa. Pero esa Revolución fue, a la vez, una Revolución Democrática. No enarboló reivindicaciones puramente clasistas, sino ideas de valor general, colectivo o permanente, aplicables a todos los hombres como tales (eliminación de diferencias ante la ley, libertad, soberanía popular, derechos naturales). Tal fue la vasta trascendencia humana de esta Revolución Democrática que, después de gravitar con variable eficacia sobre Europa y América, llegó a prender y sigue prendiendo en las antes dormidas y humilladas muchedumbre de Asia y África. El anhelo concreto de la independencia política americana se alimentó con las “probabilidades históricas” objetivas y subjetivas derivadas de las ideas esparcidas desde el siglo XVIII, la política de España, la propaganda que Inglaterra y Estados Unidos estimularon y otros factores acumulados en las dos primeras décadas del siglo XIX; y se impregnó de los principios de la Revolución Democrática. Y así atrajo a sus banderas, en el Perú, como en el resto de América, a gentes de las más variadas procedencias. Sirvió precisamente para que una sociedad hasta entonces caracterizada por sus clasificaciones horizontales (clases, gremios, estamentos, razas) uniera por primera vez dentro de vastos sentimientos de defensa común y dentro de una esperanza gigantesca de mejora colectiva e individual, a aristócratas, profesionales, estudiantes, comerciantes, artesanos, sacerdotes y masas del pueblo de las ciudades y del campo. Especialmente atractivo tuvieron esas perspectivas bellas y gloriosas entre los jóvenes; y así se vio que niños de 11, 12, 13 ó pocos más años se lanzaron a la guerra, entre ellos muchos de los que más tarde fueron próceres y caudillos. Por lo demás, socialmente eran personas muy disímiles: Riva-Agüero, Orbegoso, Salazar y Baquíjano, Unanue, Gamarra, Castilla, José Olaya, Parado de Bellido, Pumacahua, el cura Terreros, Sánchez Carrión, la cantante Rosa Merino, Ninavilca y tantos otros protagonistas de la revolución peruana, para no mencionar a los lIaneros de Páez, a los gauchos inmortalizados por la prosa maravillosa de Lugones, a los desarrapados secuaces de Morelos y de Hidalgo en México. De la Revolución Americana cabe decir, sobre todo después de 1815, lo mismo que dijo Donoso Cortés de la revolución española contra Napoleón: “Toda la nación era pueblo y todas las clases sociales habían ido a perderse como los arroyos en el mar”.

LOS SÍMBOLOS PATRIOS La historia de la bandera, el escudo y el himno nacional se remonta al inicio de la República. 1

x

LA BANDERA

EVOLUCIÓN

Compuesta por tres franjas verticales: roja, blanca y roja. 2x 3x

3x En 1950, se establecieron sus proporciones: tres medidas de largo por dos de ancho.

2

También se fijó la longitud del asta: tres veces el largo de la bandera.

Primera bandera del Perú: fue creada el 21 de octubre de 1820 por José de San Martín.

Segunda bandera: fue diseñada por José Bernardo de Tagle, marqués de Torre Tagle.

EL ESCUDO Árbol de la quina: representa al reino vegetal. Vicuña: representa al reino animal.

Tercera bandera: fue creada por Torre Tagle el 31 de mayo de 1822.

Cornucopia derramando monedas de oro: representa al reino mineral.

ESCUDO DE ARMAS DEL PERÚ Fue creado en 1950 mediante una ley. Una rama de laurel y otra de olivo simbolizan la Victoria y la Gloria.

3

EL HIMNO NACIONAL

Bandera actual: fue establecida el 25 de febrero de 1825, según ley promulgada por Simón Bolívar.

Fue creado a petición de San Martín. La música fue compuesta por José Bernardo Alcedo; y la letra, por José de la Torre Ugarte. El himno fue interpretado por primera vez por Rosa Merino el 23 de setiembre de 1821.

Primer escudo de armas, creado por San Martín en 1820. José Bernardo Alcedo Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Bandera_del_Perú

José de la Torre Ugarte

Rosa Merino Infografía: Grafitti

[ CAPÍTULO 12 ] PERÍODO 1

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HUBO EN LA INDEPENDENCIA UNA “PROMESA” PARA LAS MUCHEDUMBRES Y PARA LOS HÉROES Y ELLA CONTRIBUYÓ A LA FORMACIÓN SIQUIERA EMBRIONARIA DE LA CONCIENCIA NACIONAL.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 12 ]

Al mismo tiempo hubo mucha gente del pueblo, indígena, mestiza y aun criolla y mucha gente de las altas clases en la causa realista; y ello también niega la interpretación clasista de la guerra. Pero esa gente, sobre todo las masas en el campo o en la ciudad, no representaba un elemento doctrinario, era solo carne de cañón. Carne dura de roer, sin embargo; sobre todo la contribución rural o indígena en la sierra a favor de los españoles vino a ser el factor decisivo para que la guerra se prolongase en el Perú entre 1820 y 1824.

LA TESIS DE PIERRE CHAUNU SOBRE LA INDEPENDENCIA DE AmÉRICA ESPAÑOLA.En su trabajo sobre “Interpretación de la Independencia de América Latina” publicado con abundante bibliografía en Bulletin de la Facultédes Lettres de Strasbourg (mayo-junio de 1963) y en su libro L’Amérique et les Amériques (París, Armand Colin, 1964) el eminente historiador francés Piere Chaunu trata de desbaratar elocuentemente la interpretación tradicional sobre la Independencia de Hispanoamérica. Rehúsa ver en ella una versión meridional de la rebelión de las trece colonias inglesas del Norte; tampoco encuentra aquí la etapa culminante de la Ilustración ultramarina, pues ella estuvo limitada a una élite urbana y a una minoría criolla, ni cree que es justo llamarla un estallido contra los abusos del sistema colonial. La razón profunda del colapso de los imperios ibéricos la encuentra Chaunu en el crecimiento numérico de los criollos. Ellos en 1800 representaban acaso el 20% de la población total contra menos del 1 % a fines del siglo XVI: más numerosos y más ricos, no toleraron ya el lugar privilegiado que los españoles peninsulares ocupaban en la pirámide social. El incremento del comercio de la metrópoli en América, durante el siglo XVIII, así como de la inmigración proveniente de ella, la reconquista administrativa del imperio por el despotismo ilustrado tendieron a exasperar los conflictos que no concernían, en verdad, sino a las aristocracias. Y la ruptura fue impuesta desde afuera por una extraordinaria coincidencia de circunstancias gracias a la extensión a España y Portugal de las guerras de la Revolución Francesa y del Imperio. Con la interrupción de sus comunicaciones marítimas transatlánticas, España estuvo prácticamente ausente de una América en cuyo suelo se libró, durante catorce años, una serie de implacables guerras civiles que arruinaron la economía. Para esta Independencia que surge así, como un “error cronológico”, América hispana estaba mal preparada: carecía de experiencia política en el self government ampliamente extendido y su economía extravertida, volcada hacia Europa, era un factor de dependencia y no de autonomía. Y así comenzó “el tiempo de las catástrofes” del siglo XIX. A la dominación, a veces ilusoria, de una metrópoli lejana suplantó una “emancipación” que fue falaz máscara de la hegemonía brutal de las potencias comerciales e industriales y a la protección que el Derecho indiano dispensaba a los indios sucedió una igualdad teórica ficticia que encubrió una peor opresión de los débiles. La tesis de Chaunu, presentada con rigor iconoclasta en páginas brillantes, tiene algo de verdad y mucho de exagerado. El factor demográfico, por él resaltado, pudo haber sido un elemento valioso en la Emancipación; pero solo uno entre muchos. La influencia de las fuerzas exógenas o sea externas que la precipitaron es innegable y ya muchos otros la han señalado también. La triste realidad que siguió a la victoria de Ayacucho tampoco debe ser ocultada. Pero el esquema de Pierre Chaunu olvida o disminuye el valor de los elementos sicológicos en este período tan importante dentro de la historia americana y de la historial mundial. Hubo en la Independencia una “promesa” para las muchedumbres y para los héroes y ella contribuyó a la formación siquiera embrionaria de la conciencia nacional. A pesar de todos los errores, de todos los retrocesos y de todos los vicios surgió aquí un episodio del proceso por el cual los oprimidos y los explotados de la tierra van gradualmente levantándose sobre su servidumbre. Las minorías directoras que encabezaron la Revolución Hispanoamericana se sintieron “americanas” y “democráticas” y su pensamiento ha sido poco a poco siendo

adoptado, a pesar de espejismos y de caídas a veces largas, por las mayorías de las clases medias y populares de los nuevos Estados. Fue en virtud de ese ideal que llegaron a fracasar todas las tentativas para imponer en América, durante el siglo XIX, regímenes amparados por las potencias europeas. El caso de la intervención francesa en México tuvo características tangibles. Pero surgieron entonces en otros países varios esfuerzos que se malograron, de un modo u otro, por su carencia de aliento popular. Si solo se hubiera tratado de una supervivencia o de un acrecentamiento de privilegios, la burguesía hispanoamericana hubiera preferido la monarquía, a cuyo amparo ellos habrían sido más tangibles. El nacionalismo es, ahora mismo, un sentimiento popular en América Latina en la lucha contra el subdesarrollo que a menudo parece asociado a la explotación extranjera. Todavía no ha concluido el largo combate cuya primera etapa, indispensable, fue la independencia.

EL TRIBUNO DE LA REPÚBLICA PERUANA

LA AFIRmACIÓN CÍVICA Y PRÓSPERA DE LA PATRIA.- La solidaridad interregional, interracial e interclasista que la idea de Patria implica teóricamente tiene según ya se ha dicho, el programa de una empresa común. ¿En qué consiste ese programa? Consiste, en primer lugar, en la búsqueda de un Estado que ofrezca libertad e igualdad. El régimen colonial es malo precisamente porque aparece como incompatible con ese concepto. Patria implica un Estado limpio, dentro de lo que es compatible con lo humano, regido no por la voluntad arbitraria de un hombre o de unos cuantos, sino por las normas justas de las leyes. El exponente más alto de la afirmación cívica de la Patria resulta ser en el periodismo de la época de la independencia, El Tribuno de la República Peruana que redactara Sánchez Carrión. Para defender patria y libertad, dice allí, hay que luchar indomablemente contra los enemigos internos y externos, entrar en guerra, sacrificar los bienes y la vida, arrostrar el derramamiento de sangre y la ruina por la felicidad de las generaciones que vienen (“‘Reflexiones sobre la defensa de la Patria”, en el N. 2). La idea de Patria, se une, a la vez a una visión optimista del futuro. Las trabas que la legislación colonial puso al comercio tendrían que desaparecer. A Europa y Asia irían frutos y metales, y del exterior vendrían riquezas industriales. Podría desarrollarse el progreso agrícola y minero, técnicamente orientado; y también la irrigación y las vías de transporte. Habría investigación cuidadosa del mundo vegetal, mineral y animal. La realidad desmintió rudamente las esperanzas prematuras puestas en el progreso comercial e industrial inmediato; pero no logró deshacer los ideales permanentes de progreso invívitos en la idea de Patria.

Redactado por José Faustino Sánchez Carrión, este periódico bisemanal apareció por primera vez en 1822. Fue de los primeros medios escritos que se ocuparon de la idea de Patria en el Perú.

LA RELACIÓN FUNCIONAL ENTRE LOS ELEmENTOS BÁSICOS DE LA IDEA DE PATRIA.- En suma, la visión ideal de Patria se eslabona en relación con conceptos diversos, pero comunicables entre sí, ninguno de los cuales debe ahogar a los demás: el país, el hombre, el Estado, la sociedad. El país surge caracterizado por su individualidad política, investido de la soberanía externa. Al mismo tiempo, ante el mundo, propugna el contacto creciente con él, no trata de replegarse dentro del aislamiento o del misoneísmo. Busca su afirmación propia en la comunidad mundial. El hombre peruano es libre de la dominación española y de cualquier otra extranjera. Todo lo mejor del Derecho republicano se basa en el principio de igualdad y libertad, aunque frecuentemente no formule normas eficaces para hacerlo aplicable. La patria implica una nueva convivencia de regiones, razas y clases dentro de la democracia y también para la búsqueda de la mejora en las condiciones de vida y el alza en la producción. El Estado debe ser legal, eficiente y limpio. Se asienta o debe asentarse sobre la dignidad del hombre y del ciudadano.

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La idea de Patria no irradia solo sobre el hombre y el Estado. Abarca también a la sociedad, como centro de producción, distribución, circulación y consumo de riqueza. Se lisonjea con el incremento que, sin interferencias que desvíen o coacten, han de tener bajo su amparo tarde o temprano, la agricultura, la minería, el comercio. La Patria, pues, ha de crear, mantener y desarrollar una sociedad robusta y vigorosa. Nación libre y soberana, ciudadanía digna, Estado legal y eficiente, sociedad próspera: he aquí los objetivos doctrinarios implícitos en la idea de Patria. Son antagónicos a esta idea, por lo tanto el país colonial, el hombre peruano olvidado, el Estado extorsionista o arbitrario o abusivo o inauténtico, los exclusivismos de clase, casta o raza, la sociedad económicamente injusta o enferma.

LA INTERPRETACIÓN DE LA INDEPENDENCIA POCOS TEMAS HAN SIDO TAN DEBATIDOS POR LA HISTORIOGRAFÍA COMO EL DE LA INDEPENDENCIA. AQUÍ ALGUNOS APUNTES AL RESPECTO.

E

n los años setenta, con motivo de celebrarse el sesquicentenario (los 150 años) de la declaración de San Martín en la Plaza Mayor de Lima y del triunfo de Ayacucho, se enfrentaron las interpretaciones de la independencia “concedida” y “conseguida”: De acuerdo a la primera, la población del Perú se mantuvo indiferente o incluso opuesta frente a la independencia, pero esta terminó finalmente impuesta por los ejércitos de San Martín y de Bolívar. De acuerdo a la segunda, si bien hubo grandes obstáculos que los peruanos de la época debieron enfrentar para abrazar la causa de la emancipación, como la fuerza del ejército realista aquí presente, y las grandes diferencias sociales y culturales entre blancos, indios y negros, se desarrollaron rebeliones de indudable aspiración patriota, y destacados miembros de la aristocracia peruana, como Riva-Agüero, Vidaurre o Torre Tagle, apoyaron la labor del ejército libertador de San Martín. En El azar en la historia y sus límites (1973), una de las últimas obras de Jorge Basadre, el historiador tacneño polemizó con la tesis de “la independencia concedida”; señalando su desacuerdo con sus postulados, y levantando la rebelión

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 12 ]

del Cuzco de 1814-1815 -la de los hermanos Angula, el brigadier indígena Mateo Pumacahua y el poeta criollo Mariano Melgar-, como el mejor ejemplo de la firmeza peruana por la independencia, y de la capacidad de integración de sus habitantes, más allá de sus diferencias económicas o de estatus social. La tesis de “la independencia concedida” también negó a nuestra separación con España, consecuencias trascendentes para la historia del Perú. De acuerdo a su interpretación, 1821 fue solamente un cambio político superficial, que dejó intactas las bases económicas y sociales del Perú colonial por más de medio siglo. Los estudios recientes han destacado en cambio la importancia de los cambios sociales y políticos que acarreó la independencia: la antigua clase aristocrática virreinal quedó irremisiblemente dañada, y las ideas de jerarquía, orden y sumisión entre los distintos grupos humanos, quedaron severamente cuestionadas con los intensos debates ideológicos y la experiencia verdaderamente revolucionaria que significaron las guerras de la independencia, con su secuela de movilizaciones, requisas, saqueos, destierros y ejecuciones.

DEBILIDAD INICIAL DE LA IDEA DE PATRIA.- Las consideraciones anteriores reflejan puntos de vista invívitos en el concepto mismo de Patria que mentes selectas abarcaron en su complejidad y otras en algunas de su facetas parciales. No faltaron sin embargo, quienes tuvieron nociones confusas o variables, sentimientos contradictorios, actitudes equivocas. En el Perú, más quizás que en otras partes de América, la idea de Patria presentó, a pesar de todo, gran debilidad inicial. La independencia fue, de inmediato, en el Perú, un desastre para la economía nacional, más que para la de otros países. La guerra arruinó las explotaciones mineras y la infraestructura de las comunicaciones y agregó el bandolerismo y el caos; la desaparición de la burocracia colonial favoreció durante largo tiempo el desorden en el sistema administrativo y fiscal, agravado por las turbulencias republicanas; y el triunfo de los criollos vino a redundar de inmediato en provecho de la anarquía y del latifundismo, factores negativos de la desorientación política y de la estagnación económica. Uno de los factores adversos estuvo, sin duda en las mismas características de la Independencia. No podía surgir una nueva nacionalidad estatal, libre y soberana, del crisol de la revolución, sin dolores, choques y desconciertos. La circunstancia de que, para consolidar la emancipación, no surgieran un gran caudillo o dirigente nacional peruano o una fuerza peruana autónoma, política o militar y llegasen al país los aportes argentinos y chilenos, seguidos por los colombianos, contribuyó a desarrollar, junto con el nacionalismo propiamente dicho, el nacionalismo continental. La presencia de esos auxiliares sirvió como un antecedente para la participación ulterior de los bolivianos y chilenos en las campañas de 1837 y 1838-1839 Y de los bolivianos en 1841-42. La reacción contra aquellos quiso a veces, volver a la defensa del régimen colonial (asilados del Callao en 1824); o querer torcer el rumbo de la historia con actitudes, acaso teóricamente lógicas, pero utópicas (monarquismo hispano-peruano de Riva-Agüero en 1823). Así quedaron anulados los dos primeros presidentes. Y ya que, después de los triunfos de ejércitos y caudillos, nacían Repúblicas en los territorios de la vasta heredad colonial aislados por la carencia o la dificultad de comunicaciones, algunos, no muchos, pensaron en el separatismo del sur, para federarlo con el norte, para mantenerlo aislado o para aglutinarlo con Bolivia. Junto con el mégaloestatismo de Bolívar (Confederación de los Andes o alianza continental de los Andes o alianza continental que en Panamá debió ser ungida) surgió así clandestinamente un microestatismo centrífugo y vergonzante que, por lo demás, nunca salió de las alcantarillas de la Historia. La guerra de la emancipación, con sus simultáneas convulsiones internas, permitió el faccionalismo que, a menudo, olvidó la integridad patriótica; y los conflictos surgidos con Colombia y Bolivia promovieron actitudes en donde el extremo doctrinarismo o en extremo personalismo ahogaron el punto de vista de la conveniencia o del interés nacional. La presencia de jefes oriundos de otros países contribuyó a la desorientación. Para muchos, el paceño Santa Cruz o el cuencano La Mar que, en 1826 o en 1827-1829, tuvieron en sus manos el destino del país fueron peruanos; y para otros no, según las circunstancias. A pesar de todo, el Perú fue emergiendo en su dimensión específica, ni más ni menos de lo que la historia engendraba. Pero se fue definiendo con dificultad y bajo múltiples asechanzas. Ni la educación ni la literatura ni el periodismo orientaron esa gesta dolorosa que, más bien, tuvo mucho de espontáneo y encontró, a veces, canales impuros. Una de las manifestaciones más palmarias de la debilidad inicial de la idea de Patria fue la falta de una conciencia activa en la relación con las fronteras. Pocos supieron con exactitud, en los primeros días del Perú independiente, de la Amazonía. El Brasil parecía distante, extraño, misterioso, como si fuera un mundo aparte. Guayaquil fue arrebatado casi sin debate. Los derechos sobre Jaén, Maynas y Quijos eran ignorados o confundidos por muchos y conocidos por unos cuantos expertos que solo a partir de 1841 y 1842 y, sobre todo, a partir de 1860, comenzaron a presentar orgánicamente las pruebas de estos títulos. Por el sur, si bien de un lado no se afirmó, en ningún momento, bajo la dominación de Bolívar, una pretensión sobre el Alto Perú,

LA IDEA DE PATRIA

La Patria personifica los ideales de una nación. Asimismo, representa el sentido de pertenencia e identidad. Si bien esta idea era bastante débil a los inicios de la República, conforme se fueron formando las instituciones, los poderes y la nueva sociedad peruana, la idea de una patria peruana se fue fortaleciendo. Aquí vemos una representación de la Patria, aparecida en una partitura para piano del himno nacional del Perú.

[ CAPÍTULO 12 ] PERÍODO 1

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EL BALCÓN DE HUAURA

en cambio la desmembración de Arica y Tarapacá que hubiese podido resultar de la misión Ortiz de Zevallos, provocó hondo malestar y el propio negociador la llegó a condenar. Y así fue naciendo, entre grandes esperanzas, desorientados pasos, rudos embates y antagónicas tensiones, el Perú independiente.

HERÁLDICA CÍVICA.- Fue con fecha 25 de febrero de 1825, una vez consumada la indepen-

Ubicado en la provincia de Huaura, departamento de Lima, fue aquí donde el Libertador José de San martín proclamó por primera vez la independencia del Perú en 1821. Luego, estableció allí su cuartel general durante la lucha independentista. Esta acuarela de Ángel Cevallos (1935) muestra el famoso balcón.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 12 ]

dencia en los campos de Ayacucho, que el Congreso Constituyente dio una ley que fijó definitivamente la bandera y el escudo de la República. Sobre este asunto -la efigie y el emblema de la patria- había ya disposiciones del general San Martín, desde su cuartel general de Pisco y del Supremo Delegado Tagle en el Palacio de Gobierno de Lima. La primera fue de fecha 21 de octubre de 1820 y la segunda del15 de marzo de 1822. San Martín decretó que se adoptara como bandera nacional una dividida por líneas diagonales en cuatro campos, blancos los dos de los extremos superior e inferior y encarnados los laterales; con una corona de laurel ovalada y dentro de ella el sol saliendo por detrás de sierras escarpadas que se elevan sobre un mar tranquilo. En el escudo, cada objeto conservaría sus colores. Tagle, en vista de los inconvenientes que ofreció la confección de esta bandera, introdujo algunas modificaciones. Debíase componer ella de una faja blanca transversal entre dos encarnadas de la misma anchura, con un sol también encarnado sobre la faja blanca; la insignia de preferencia sería toda encarnada con un sol blanco en el centro; y el estandarte sería igual en todo a la bandera con la diferencia de las armas provisionales del Estado que llevaría bordadas sobre el centro de la faja blanca. La ley definitiva promulgada el 15 de febrero de 1825, ordenó una nueva bandera y un nuevo escudo. La bandera debía tener tres fajas verticales, las dos extremas encarnadas y la intermedia blanca, en cuyo centro se colocarían en los pabellones oficiales, el escudo o sea las armas de un escudo dividido en tres campos: uno azul celeste a la derecha, con una vicuña mirando al interior y otro blanco a la izquierda, donde se colocaría el árbol de la quina; otro rojo inferior más pequeño donde se vería una cornucopia derramando monedas, para significar con estos símbolos las preciosidades del Perú en los tres reinos naturales. El escudo tendría como timbre una corona cívica vista de plano, debiendo en los pabellones oficiales estar abrazado en la parte inferir, por una palma a la derecha y una rama de laurel a la izquierda, entrelazadas. ¡Minuciosa pero importante página es esta de heráldica cívica! Así quedaron fijadas las armas y la bandera de la República. Ellas simbolizaron una historia cuyo curso ningún desgarramiento, ningún infortunio, ninguna opresión pudieron, hasta ahora, torcer o cortar. Acompañaron a la patria en jornadas de triunfo y de aflicción: Socabaya y Yungay, Ingavi y Motoni,Tarqui y Mapasingüe, San Juan y Tarapacá, Miraflores y Concepción, Huamachuco y el Callao. Flotaron sobre el fragor y el polvo de las batallas, el parsimonioso ritualismo de las ceremonias, la sabrosa alegría de las fiestas populares, el tremendo oleaje de las muchedumbres. Cinta en la guitarra criolla, escarapela en el uniforme escolar, faja en el indio de frontera, cadeneta en la vivienda humilde, condecoración en el pecho militar, adorno en el automóvil, el camión o el aeroplano que pasan por desiertos, ríos, montañas y selvas y bordean precipicios, sello de identificación en la banda presidencial y en las insignias de magistrados y rectores de universidades. Dan sombra permanente, invisible y común a lugares y sitios que debieran ser de peregrinación como Machu Picchu, el Coricancha, Sacsayhuamán, Paracas, Chavín, Chanchán, Pachacámac, Caja marca, el balcón de Huaura, el árbol de Pativilca, la pampa de Junín, El Condorcunca, el Real Felipe, el cerro de Acuchimay y la ‘casa en la que se decretó en Ayacucho la abolición del tributo y en Huancayo la abolición de la esclavitud, el istmo de Fitzcarrald, Paucartambo de donde salió para su última expedición Faustino Maldonado, el Alto de la Alianza, la casa de Bolognesi en Arica, Huamachuco, Zarumilla, los reductos de Miraflores. Han llegado a ser como el retrato de esta tierra contradictoria y fabulosa, dulce y cruel, donde están desde hace siglos esparcidas innumerables ruinas,

chulpas y huacas y yacen todavía grandes riquezas inexplotadas y en cuyos paisajes y en cuya historia y en cuya existencia colectiva hay cumbres y hay abismos. Enlazan la majestad imperial del Cuzco y el señorío de Trujillo; las rebeldías cívicas de Arequipa y el heroísmo incontrastable de Tacna durante casi cincuenta años de ocupación; las ciudades embozadas en la magia de rica solera como Huancavelica, Huánuco, Ayacucho o Moquegua y las ciudades que se desarrollan rápidamente como hoy Chimbote, lIo, Tarapoto, Huancayo o Chiclayo; las comarcas abiertas ya a la riqueza como Cerro de Pasco, Talara, Morocoha, Toquepala, el Santa, Marcona o Acarí y las otras que el esfuerzo y la técnica van a ungir; las minorías de cultura cosmopolita y las masas urbanas o rurales que necesitan urgentemente elevar su nivel de vida. Envuelven o deben envolver, por igual, a mestizos, indios, blancos, a los de otras razas y también a todos lo que vengan a contribuir honestamente al quehacer nacional. Hacen más vibrantes las notas del Somos libres y el Ataque de Uchumayo y algo de ellas alienta en la zamacueca y el huayno, el tondero y el yaraví, el festejo y la muliza tarmeña, el vals criollo y las danzas de los diablillos y de las palias, de las chonguinadas de Huancayo y de los avelinos. Dan un sabor especial al pisco y a la algarrobina, a la coca y al café, al maíz y a la quinua, a la papa amarilla ya la chirimoya, al ají y a la chicha que puede ser de reír, de llorar, de pelear o de mar. Otorgan un hechizo común al mate huancaíno, al sombrero de Catacaos, a la piedra de Huamanga, al “tonto” de Pucará, al caballo de los “morochucos” y al bastón plateado de los alcaldes indígenas. Podrían estar adornadas permanentemente por ramas, hojas o flores de plantas o árboles como la cantuta y la puya Raimondi, que fue la especie vegetal más bella que encontró el naturalista; el algodonal, el algarrobo y el caucho; el amanca, la orquídea y la victoria regia, las lomas cuya húmeda y abigarrada vegetación aparece en ciertos cerros de la costa fecundados durante algunos meses por las lloviznas o garúas y el icho que, con el árnica, la tola y otras hierbas pajizas, forman la flora de las jalcas; el maguey que en otras partes es llamado árbol del Perú y el quingual, árbol de las regiones situadas a más de 3 mil metros de altura; el chachacomo de la sierra, de oscura copa en cuyos troncos el corte de hacha deja heridas de un rojo impresionante y la ceiba costeña, de grueso tronco con piel verde y ramas horizontales dirigidas en distintos sentidos como si fueran brazos. El rojo, blanco y rojo verticales, nítidos como una cifra, pintorescos como un cuadro, emocionantes como un poema, hondos como una oración y más subyugantes aún bajo el frío de extranjeros cielos, son, en suma, sobre lomas y valles, picachos y pampas, bosques y punas, barrancos y quebradas, palacios y chozas, batallones y navíos, muchedumbres y paisajes, cadáveres y niños, la esencia o la emanación del Perú. Desmán condenable del diputado, del gamonal, del poderoso grande o pequeño, del alto o del menudo funcionario; enriquecimiento ilícito del que comete impunemente peculado; oratoria vacía y vana del que, en sus adentros, se ríe de sus frases comunes como sendas por cualquiera transitadas; ocio costoso del diplomático inútil; negligencia o rutina del burócrata mezquino en daño o desmedro del derecho claro o del interés legítimo; intriga sórdida de las camarillas; egoísmo ciego de las oligarquías; conculcación mendaz de los derechos del pueblo y del ciudadano; calumnia vil en el pasquín o en corrillo que quienes a sí mismos se llaman caballeros suelen sugerir o amparar; envidia tenaz, decidida a hundir o a manchar a la capacidad y al mérito; arrastrase en las cadenas o enfurecerse en los tumultos; frenesí destructor de las turbas irresponsables; indiferencias, hostilidad o desprecio ante los que pueden o deben ascender legítimamente desde un nivel demasiado bajo. A nada de esto vino a ayudar o a proteger la Patria, de la cual son emblema tangible sus armas y su pabellón que, sin embargo, muchos utilizaron para su propio beneficio. Todo eso, en lo que tenga de anormal o de desmesurado, se halla contradicho y negado en principio por la razón de ser la República, por la justificación del Perú independiente, entendido como morada donde se lleve una vida libre, justa, estable, de acuerdo con la bella esperanza, la amplia promesa, la misión y el destino altísimo entrevisto por quienes crearon y fecundaron nuestra libre existencia en común.

EL ROJO, BLANCO Y ROJO VERTICALES, NÍTIDOS COMO UNA CIFRA, PINTORESCOS COMO UN CUADRO, EMOCIONANTES COMO UN POEMA, HONDOS COMO UNA ORACIÓN Y MÁS SUBYUGANTES AÚN BAJO EL FRÍO DE EXTRANJEROS CIELOS (…)

[ CAPÍTULO 12 ] PERÍODO 1

251

[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] I El Congreso Constitu­ yente de 1827. Elección de La Mar ● II La Constitución de 1828. El debate so­ bre el federalismo ● Otros aspectos de la Constitución de 1828 ● El proyecto de Constitución de Vidaurre ● III Otros aspectos de la obra del Congreso Cons­ tituyente de 1827 – 1828. Cuestiones de jerarquía y fiestas ● Las libertades públicas ● Los emolumentos de los re­ presentantes ● Juicios de Imprenta ● El

CAPÍTULO 13



Congreso y el Ejército peruano ● El Con­ greso y la política internacional ● La ley que declaró a los indígenas propietarios de los terrenos que ocupaban ● La ley de prohibiciones ● El receso del Con­ greso Constituyente ● IV La caridad de La Mar, los iquichanos, Huavique; Vidau­ rre, el primer esbozo de presupuesto, el ministerio de Luna Pizarro, Viscarra ● Homenaje del Congreso Constituyente a Bolívar.

LAS IDEAS LIBERALES Y NACIONALISTAS IMPERANTES EN LA PRECARIA REALIDAD DE 1827-1828

13 [ ]

CAPÍTULO

E 254

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 13 ]

[I] L CONGRESO CONSTITUYENTE DE 1827. ELECCIÓN DE LA mAR.- De acuerdo con el acta firmada en la segunda asamblea de vecinos de Lima, que negó facultades legales a los colegios electorales para examinar y aprobar el proyecto de Constitución a ellos sometido en 1826, el presidente del Consejo de Gobierno, Santa Cruz, convocó un Gobierno Constituyente extraordinario con arreglo a la Carta de 1823, para que decidiera la que debía regir, encargándole también la elección del Presidente y del Vicepresidente de la República. La ley de de 30 de enero de 1824, promulgada el3 de marzo de 1825, sirvió de norma para esta consulta popular. Se dio cumplimiento a la convocatoria aludida sin dificultades, pues el pronunciamiento de Lima había sido secundado pacíficamente en el resto del Perú. La división colombiana de guarnición en la capital, después de recibir sus sueldos impagos, una parte de la gratificación por el premio asignado a los vencedores de Ayacucho y un vestido completo además de un género de repuesto (todo con un total muy considerable de 260 mil peruanos), fue embarcada para Guayaquil, como ya se ha dicho. Poco después abandonó también el Perú la otra división colombiana acantonada en Puno, y terminó así la intervención de los auxiliares. El segundo Congreso Constituyente se instaló el 4 de junio de 1827 con ochenta y tres diputados elegidos por provincias, incluyendo a Maynas. Desde Bruselas, al saber la “libre instalación” de esta asamblea, muy significativa mente, José de San Martín la saludó con júbilo, e hizo votos para que “sus sabias deliberaciones afirmen para siempre su independencia y prosperidad” (las de la República del Perú). El Congreso acordó que el nombre de San Martín figurase en la Guía peruana con todos los títulos y honores que le concedió el Congreso de 1822. Santa Cruz leyó su mensaje e hizo entrega de la banda bicolor, diciendo que “quería concluir su carrera política después de haber logrado la libertad de la Patria”. Luna Pizarro, después de haber regresado apoteósicamente de su destierro en Chile el 29 de abril de 1827, en un homenaje que era un símbolo, fue elegido primer Presidente del Congreso. De nuevo su sagacidad manejaba a la mayoría de los diputados. El 9 de junio la Asamblea aprobó la ley, promulgada el 10, para dar a los Jefes del Poder Ejecutivo la denominación de Presidente y Vicepresidente y declarar que serían elegidos por el Congreso en propiedad y no provisionalmente, por convenir a la seguridad interior y exterior de la República, debiendo durar su mandato cuatro años. Para la elección del Presidente de la República, presentó Luna Pizarro la candidatura del mariscal José de La Mar, cuyos partidarios se hicieron notar porque usaban un distintivo colorado. La Mar estaba ausente. El mismo 9 de junio, sin previo aviso, con el objeto de sorprender a los diputados amigos de Santa Cruz y de Riva-Agüero, que habían unido sus fuerzas alrededor del primero, Luna Pizarra anunció que ese día se haría la elección en sesión permanente. Había cambiado de opinión en relación con su voto por la transitoria Junta Gubernativa en 1822. La Mar resultó favorecido por cincuenta y ocho votos; Santa Cruz obtuvo veintinueve. En carta particular a La Fuente, el candidato vencido calificó la elección de “brusco y sorpresivo ataque, igual al que pueden hacer a un caminante desarmado unos bandoleros de oficio”. San Martín envió sus mejores deseos al nuevo Presidente y ofreció sus servicios si alguna vez la independencia del Perú se hallare amenazada (Bruselas, 29 de setiembre de 1827).

Fue elegido vicepresidente, Manuel Salazar y Baquíjano, quien, como La Mar, había integrado la Junta Gubernativa de 1822, disuelta por el motín de Santa Cruz. En esos momentos ocupaba el cargo de vicepresidente del Congreso. Salazar y Baquíjano, un civil, asumió la Primera Magistratura del Estado. Fue esta la cuarta elección presidencial, segunda en propiedad hecha por el Congreso. Al escoger a La Mar, Luna Pizarro fue leal a un viejo afecto, leal a sus doctrinas y leal a su temperamento. Con La Mar en el gobierno y con su vicepresidente Salazar y Baquíjano, no existían los peligros del caudillaje, del personalismo y del presidencialismo. Por otra parte, en aquel clérigo liberal, enclenque, de ojos vivos, de modales suaves, que solo se alteraban cuando lo dominaba la indignación porque se le contradecía, había lo que alguien llamara “la lujuria de mandar”. Pero era la lujuria de mandar al que mandaba. Y en la forma más suave y aun invisible. “La Mar -dice Paz Soldán, refiriéndose a lo que después ocurriera- con toda buena fe aseguraba a sus amigos que procedía con entera voluntad, sin influencia de Luna Pizarro, aunque en realidad este era el alma y el que dirigía la política en sencillas conversaciones con su amigo”. Este punto de vista fue, sin embargo, desmentido en forma enérgica por el propio Luna Pizarro, así que debe ser revisado cuidadosamente. De todos modos, Santa Cruz tenía tendencias al caudillaje, al personalismo, al presidencialismo. Pero debe considerarse como una inmensa desgracia que Santa Cruz no fuera elegido. Había en Santa Cruz aptitudes administrativas singulares, y era conveniente emplearlas al servicio del Perú. No se habría lanzado a la guerra con Colombia, costosa y estéril. En cambio, aprovechándose de la incipiencia del celo nacional boliviano en aquella época, hubiera ido a la reunión del Perú y Bolivia, en beneficio del Perú, al Anschluss, como se diría con palabras de nuestro tiempo, en condiciones diversas a las que afrontó más tarde, pues era boliviano al frente de los negocios del Perú, como Hitler, austriaco que gobernaba Alemania, obtuvo la anexión de Austria en beneficio de Alemania. Chile, el rival clarividente que años más tarde desbaratara la Confederación peruano-boliviana, no se había consolidado aún. Pero Santa Cruz quedó postergado. Resolvió el Congreso que el Vicepresidente le rindiera “un solemne testimonio de aprecio” y el bando triunfante receloso de él, le nombró primer ministro del Perú en Londres. Después le dio el comando del ejército del sur, o sea, la comisión de acabar con el último resto que quedaba del régimen vitalicio, es decir, la prepotencia de Sucre y del ejército colombiano en la flamante República de Bolivia; pero acabó por suspender dicho encargo. Por fin, le otorgó el puesto de ministro del Perú en Chile y Argentina. Según él, de lo que se trataba era de ponerle de lado, “porque Luna no podía convenir en que existiera en el territorio ningún hombre que no fuera de su protección”. Se imputó a sus intrigas el motín del batallón N° 9, capitaneado por Huavique, y las asonadas en el interior del Cuzco. A su regreso de Chile, viajó a Arequipa y recibió el comando de las tropas del sur, por corto tiempo. No era Santa Cruz el único rival que tenía La Mar. El prefecto del Cuzco, Gamarra, aliado del prefecto de Arequipa, La Fuente, no vio con agrado esta elección presidencial. Urubamba y Quispicanchis, provincias del Cuzco, se negaron a prestar el juramento de obediencia al Congreso. El panfleto titulado en el Cuzco expresó tal descontento. También circuló el volante Aviso a los pueblos, remitido desde Lima a otros lugares de la República; se dijo, sin confirmación, que lo habían preparado alguno o algunos de los diputados que votaron a favor de Santa Cruz en la elección para Presidente de la República. Al no encontrar eco el gesto subversivo en las provincias del Cuzco, seguramente Gamarra aplazó su rebeldía hasta mejor oportunidad. La Mar se encontraba ejerciendo el cargo de jefe Político y Militar de Guayaquil cuando fue sorprendido con la noticia de que se le había conferido la Primera Magistratura del Perú. Se dirigió al Congreso para agradecer esta distinción, y agregó que se embarcaba para viajar a Lima con el fin de hacer ver las razones que le asistían para no aceptarla. El Congreso, en sesión del 7 de agosto de 1827, acordó, a pedido de Luna Pizarro, nombrar una comisión de su seno que debía

LA MAR RESULTÓ FAVORECIDO POR CINCUENTA Y OCHO VOTOS, SANTA CRUZ OBTUVO VEINTINUEVE. EN CARTA PARTICULAR A LA FUENTE, EL CANDIDATO VENCIDO CALIFICÓ LA ELECCIÓN DE “BRUSCO Y SORPRESIVO ATAQUE, IGUAL AL QUE PUEDEN HACER A UN CAMINANTE DESARMADO UNOS BANDOLEROS DE OFICIO.

[ CAPÍTULO 13 ] PERÍODO 1

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SETIEMBRE 1828 [ PERÚ ]

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EL PRESIDENTE JOSÉ LA MAR RECIBE UNA CARTA DESDE BRUSELAS (BÉLGICA), ESCRITA POR EL LIBERTADOR JOSÉ DE SAN MARTÍN. EN DICHA MISIVA, EL GENERAL ARGENTINO LE OFRECE SU AYUDA MILITAR PARA LUCHAR EN LA GUERRA CONTRA LA GRAN COLOMBIA.

dirigirse al Callao el día de la llegada del Mandatario con la misión de manifestarle que no aceptaba la dimisión y que debía prestar el juramento respectivo. La Mar, vencidos ya sus escrúpulos, entró a Lima de incógnito a hacerse cargo del Gobierno, después de desembarcar en el puerto de Chancay y así huir de los festejos que se habían preparado para su llegada. El día en que tomó posesión del cargo (22 de agosto) fueron estentóreas las manifestaciones públicas y (según relató un periódico) “no cesaban de recorrer las calles danzas nacionales” y estaban “entapizados los balcones, no ondeando más que los colores nacionales en las azoteas y puertas de los ciudadanos”. La Mar pagó de su peculio los gastos del baile en Palacio para celebrar este acontecimiento y no permitió que los abonara el erario nacional. Pero, como Santa Cruz, los ambiciosos y los apasionados podían decir que La Mar no era auténticamente peruano. Había nacido en 1778 en Cuenca, territorio ahora perteneciente a la República del Ecuador. Sus progenitores residían en Guayaquil y estaban muy ligados a la aristocracia de esa ciudad. Como Santa Cruz y como Gamarra, fue un militar español en su juventud. Muy joven había viajado a Madrid, en compañía de su tío, el doctor Ignacio Cortázar, que fue después oidor de la Audiencia de Bogotá y regente de la de Quito. Ingresó al Colegio de Nobles y, rotas las hostilidades entre España y Francia, asistió a la campaña de Rosellón, en el regimiento de Saboya, llegando a capitán. Al empezar la guerra de la independencia española, era teniente coronel con grado de coronel; y le tocó combatir en el sitio de Zaragoza. Luego luchó a las órdenes del general Black, en Valencia, hasta la rendición de este ejército en 1812. Prisionero en la ciudad de Dijón, pudo fugarse a Suiza, gracias a la protección de un noble legitimista francés, y pasó más tarde a Italia y de allí a España, adonde llegó en junio de 1814. En 1817 fue enviado al Perú como subinspector del Virreinato y gobernador del Callao. Actuó en la primera etapa de la guerra de la independencia peruana, en las filas del ejército realista; pero al rendirse los castillos del Callao, en setiembre de 1821, no obstante ostentar el grado de brigadier, juzgó terminados sus compromisos con España y aceptó el despacho de general que le dio San Martín. Presidió la Junta Gubernativa creada al instalarse el primer Congreso Constituyente, y luego intervino en las campañas de Junín y Ayacucho y mandó la división peruana en esta batalla. En el “parte” de ella, Sucre elogia la serenidad de La Mar. Como premio a sus campañas, además de otros honores, le fue asignada la hacienda de Ocucaje, pero la devolvió a su dueño, español de nacionalidad. Por ley del Congreso de 12 de febrero de 1825, se había otorgado la calidad de peruanos de

JOSÉ DOMINGO DE LA MAR (1778-1830) EN UN PRINCIPIO, DECLINÓ LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, SIN EMBARGO, SU DEBER PATRIÓTICO LO OBLIGÓ A ACEPTAR EL CARGO QUE EL CONGRESO LE HABÍA ENCOMENDADO.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 13 ]

L

a Mar nació en Cuenca (actual Ecuador), pero se inició en la vida militar en España, en la lucha contra la invasión napoleónica que amenazaba a Europa. A los 31 años era coronel y mereció el título de Benemérito de la Patria por sus acciones en el frente. En 1815 fue designado subinspector general del Virreinato del Perú y, gobernador de las Fortalezas del puerto del Callao. Gracias a su actuación durante el ataque de Lord Cochrane (1819) fue ascendido a Mariscal de Campo del Ejército Español.

nacimiento a todos los individuos que habían servido en la campaña del Perú desde el 6 de febrero de 1824 hasta el día de la victoria de Ayacucho. Una resolución legislativa especial, del 15 de febrero, mencionó su nombre entre los comprendidos en ese honor. Más que por una ley, por méritos intrínsecos, La Mar podía ser elegido presidente del Perú. Por corto tiempo, ya después de Ayacucho, fue presidente del Consejo de Gobierno. A la más alta función pública llegaba por tercera vez, raro caso, sin haberlo querido ni solicitado en ningún momento, cuando se hallaba envuelto en las luchas locales que tenían lugar en Guayaquil, en la que ostentaba, como ya se ha dicho, el título de jefe de la administración, reconociendo la soberanía de Colombia sobre ese territorio. En la ceremonia del juramento de la nueva Constitución ocho meses después de haber iniciado su período de gobierno, La Mar dijo lo siguiente: “Permitidme señores, que os hable también algo de mí mismo, de mi capacidad y de mis propósitos personales. Considérome el peruano más feliz y altamente recompensado. Comparando mi demérito e insignificancia con la suprema confianza que en mí habéis depositado a nombre de la Nación, siento acrecer en mí las angustias de no poder corresponder cumplidamente a las esperanzas que os halagaron, sin duda, al nombrarme Presidente de la República. Yo no soy, no, el hombre que necesita el Perú; mis aptitudes no bastan para abrazar el vasto conjunto de la administración y a desarrollar la fuerza vital necesaria en cada ramo, para conducir al Estado al grado de prosperidad y esplendor a que le llaman su natural riqueza, su clima benigno y la bella índole y sobresaliente ingenio de sus hijos, capaces de progresos portentosos en la carrera de la civilización si los dirigiera una mano diestra y atinada ... Anhelo por verme restituido a la clase que por mi profesión e inclinaciones ocupo en la sociedad…”. Al tomar posesión de su cargo, La Mar dirigió una circular a los prefectos para pedirles sus ideas y proyectos y autorizarles a que “suspendieran la ejecución de cualquier providencia que les pareciera perjudicial, exponiendo francamente sus observaciones”.

mANUEL SALAZAR Y BAQUIJANO (1777-1850)

El político limeño tuvo una brillante carrera. Ocupó, entre otros cargos, los de encargado de la Junta Gubernativa, prefecto de Lima, vicepresidente y presidente (en 1828-1829). Durante el gobierno de Orbegoso fue presidente del Consejo de Estado y lo reemplazó en el cargo en dos ocasiones durante 1834. En 1845 representó en el Senado a la ciudad de Lima.

[ II ] LA CONSTITUCIÓN DE 1828. EL DEBATE SOBRE EL FEDERALISmO.- Pocos días después de instalarse, el Congreso Constituyente de 1827 declaró nula y de ningún valor la Constitución jurada el año anterior por haber sido “sancionada de un modo ilegal y atentatorio

Dos años más tarde, sin embargo, toma contacto con el general San Martín, y renuncia al Ejército realista para luchar por la causa patriota. Al retirarse San Martín, este lo elige como presidente de la Junta Gubernativa. Tras la llegada de Bolívar, el libertador venezolano le confía la formación de su ejército en Trujillo. Meses después, peleó con los patriotas en Junín y Ayacucho. En 1827, cuando se encontraba ejerciendo el cargo de jefe Político y Militar en

Guayaquil, fue informado de que el Congreso del Perú lo había nombrado presidente. Su gobierno estuvo impregnado de revueltas y conspiraciones. Además, tuvo que hacer frente a una campaña contra la permanencia de tropas auxiliares colombianas en Bolivia (1828) y a la guerra contra la Gran Colombia (1828-1829). Sus acciones, sin embargo, provocaron un golpe de Estado. Luego fue desterrado a Costa Rica, donde falleció.

[ CAPÍTULO 13 ] PERÍODO 1

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OCTUBRE 1828 [ AUSTRIA ]

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A LA EDAD 31 AÑOS, FALLECE EN VIENA (AUSTRIA) EL COMPOSITOR ALEMÁN FRANZ SCHUBERT (17971828), AUTOR DE MÁS DE 1.200 PIEZAS, SOBRE TODO DE MÚSICA CLÁSICA RELIGIOSA. ENTRE LAS MÁS FAMOSAS SE ENCUENTRAN: MISA EN LA BEMOL, MISA EN MI BEMOL MAYOR Y EL AVE MARÍA. JUNTO CON BEETHOVEN ESTABLECIÓ LAS BASES DEL ROMANTICISMO.

a la soberanía nacional que solo puede darse el pacto social por medio de sus representantes legítimamente depurados para el acto”; y puso en vigor, en parte, la Carta de 1823 (11 de junio, promulgada el 16). Su obra más importante, después de la elección presidencial, fue la Constitución de 1828 cuya promulgación fue diferida por el tremendo terremoto que asoló la capital el 30 de marzo de 1828. Dicho acto tuvo lugar en los cuatro ángulos de la Plaza Mayor, en la plazuela de la Constitución y en las plazuelas de San Marcelo y San Lázaro. La ciudad se encontraba intransitable por los escombros y las numerosas casas afectadas por el sismo hacían peligrar la vida de sus moradores. Los debates con motivo de la Carta surgieron a veces por el formalismo de si debía empezar el texto con una invocación a “Dios, autor y legislador”, o a “Dios, uno y trino” o al “Padre, Hijo y Espíritu Santo”, o si debía prohibir todo “culto público” que no fuera el católico o todo “culto público o privado”. El texto aprobado dijo que la nación protegía a la religión católica por todos los medios, conforme el espíritu del Evangelio, y no permitía el ejercicio de otra alguna. Aparte de estas discusiones, los constituyentes de 1827, dilucidaron la aplicabilidad del federalismo. Como eran liberales en sus ideas era explicable que defendieran el sistema federal, pues en él (dijeron los oradores) retienen los pueblos la soberanía, son más posibles las leyes adecuadas a las características regionales, quedan evitados la corrupción y el despotismo. No faltaron allí, sin embargo, quienes recordaran algunas objeciones contra el federalismo: la falta de cerebros lúcidos y de manos aptas en las distintas provincias, la escasa densidad del territorio, la ausencia de estadísticas que pudieran determinar sagazmente los linderos de las diferentes regiones, la excesiva complicación administrativa y burocrática. Ninguna de esas razones pareció definitiva a Luna Pizarro; pero sí la de las circunstancias políticas de aquel momento. “Este bien, esta seguridad pública, esta independencia -afirmó- es preciso ser ciego para no verlas amagadas y sin duda perdidas, desde que con la proclamación de la independencia de los departamentos se pusieran en movimiento más activo las pasiones demasiado agitadas en el día. Puede decirse que para organizar el Estado en federación sería preciso desorganizarlo antes. “Un vecino astuto, cuya existencia es muy precaria, triunfando en el Perú el imperio de la razón, él sabría aprovechar los momentos, atizar la discordia, dar impulso a los elementos, que por desgracia abundan en nuestro seno; él se apoderaría otra vez del Perú a pretexto de sofocar la anarquía”. Frente a tal peligro, el peligro colombiano o de Bolívar, se requería una actitud militar imponente y el gobierno federal en sí es débil. Además, el gobierno federal es caro y la penuria de recursos y la falta de crédito eran entonces males endémicos; por último, no había entusiasmo en el ambiente público por la federación. En suma, los constituyentes de 1827 no consideraron que era oportuna todavía la implantación del federalismo; pero, como teóricamente aprobaban este sistema, crearon las juntas departamentales, células de futuros Parlamentos y establecieron que cinco años después, la Constitución sería reformada. Las juntas departamentales se componían de dos individuos por provincia, inviolables por sus opiniones. Entre sus atribuciones estaban la administración de los intereses de los departamentos; el fomento de sus industrias y de la educación; la formación de una estadística quinquenal; el reparto de las contribuciones y del contingente de los reclutas; la toma de informes de los ingresos y egresos departamentales; la reducción y civilización de los indígenas; el envío al Congreso de las infracciones constitucionales; la elección de los senadores de las listas formuladas por los colegios electorales; la propuesta de las autoridades políticas, eclesiásticas y judiciales.

OTROS ASPECTOS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1828.- La Constituyente se inspiró, al organizar los poderes públicos, no en el modelo de la Revolución francesa, como la Carta de 1823, ni en el régimen creado por el Consulado de Bonaparte, como la Constitución de 1826, sino en el

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modelo norteamericano. El Parlamento no quedó reducido a una Cámara omnipotente como en 1823, ni dividido en tres Cámaras débiles como en 1826. Fue organizado bajo el sistema bicameral con reunión anual, los diputados con un origen provincial, en proporción al número de electores; y los senadores, a razón de tres por departamento, propuestos por los electores y escogidos por las juntas departamentales. Debíase hacer la renovación de las Cámaras de Diputados, por mitad, cada dos años, y la del Senado, por terceras partes, de dos en dos años. El presidente duraba en su cargo cuatro años. Era elegido por los colegios electorales; ello no obstante, La Mar, en virtud del decreto de convocatoria al Congreso Constituyente, fue designado por este. El vicepresidente debía reemplazar al primer magistrado en los casos que la Carta señaló; y, en su defecto, tenía esa potestad el presidente del Senado. La reelección presidencial inmediata era permitida por una sola vez. La necesidad de gobernar de acuerdo con los ministros, establecida en la Carta de 1823, fue ratificada. El Senado debía aprobar los nombramientos diplomáticos y los altos nombramientos militares. El Consejo de Estado tenía injerencia en muchos negocios graves. Las juntas departamentales coactaban la acción del Ejecutivo en la vida regional y local, al extremo de que los nombramientos de prefectos y subprefectos debían hacerse a propuesta de dichos organismos. Fue permitida la acusación al presidente de la República durante su período. El Consejo de Estado debía presentar a la Cámara de Diputados una lista de infracciones constitucionales cometidas por el Ejecutivo; y esa Cámara podía decir si había lugar o no a la acusación, pasándola, en caso afirmativo, al Senado. Aprobada la acusación por el Senado, el juicio se seguiría por la Corte Suprema. En cuanto a la elección presidencial, no se tomó en cuenta el procedimiento señalado en la Carta del 23, que daba intervención al Congreso para escoger entre los candidatos propuestos por las juntas departamentales. Fue aceptado, en cambio, el principio de la elección popular del presidente, que desde entonces quedó incorporado al Derecho Constitucional peruano, si bien más tarde se cambió la vía indirecta por la directa. El Consejo de Estado apareció como una comisión permanente del Senado, integrado por diez senadores elegidos por ambas Cámaras. Cuerpo observador del Ejecutivo, tuvo atribuciones administrativas, fiscales, consultivas y censoriales. En el capítulo relativo a las garantías, la Constitución de 1828 fue como la de 1826 a la abolición de las vinculaciones laica les; pero aunque el artículo respectivo fue más restringido que la de aquella, se consideraba que implantó una novedad, pues la Carta de 1826 no llegó a regir. El artículo 5° que mencionó las causales para perder el ejercicio de los derechos de la ciudadanía, incluyó entre ellas “los votos solemnes de religión”. Que la fuerza pública es esencialmente obediente y no puede deliberar; y que ningún individuo o corporación pueden hacer peticiones a nombre del pueblo o arrogarse el título de soberano, dicen sendos artículos. He aquí el rescoldo de la insurgencia militar contra el régimen creado por el primer Congreso Constituyente de 1823. Pero no era solo con prohibiciones teóricas que los liberales, en este segundo momento de su actuación política querían contener al militarismo y a la anarquía. En 1823 habían dicho que si la nación no conserva o protege los derechos individuales, ataca el pacto social. Una experiencia de cuatro años hacía ver ahora que, en determinadas ocasiones, es inevitable coactar ciertos derechos individuales. Por otra parte, estaba fresco el recuerdo de la dictadura amplísima conferida por el Congreso insistentemente a Bolívar. ¿Qué hacer en este dilema entre los principios y la realidad? Los constituyentes de 1827-28 creyeron hallar la solución en el inciso 23 del artículo 48 de la Carta que promulgaron. Cuando hubiera sedición o invasión del territorio nacional, el presidente podía suspender determinados artículos constitucionales. Para ello, era necesaria la expresa autorización del Congreso por dos tercios de sus votos y por el tiempo preciso, con obligación de dar razón motivada de las medidas adoptadas. El origen remoto de esta institución de las “facultades extraordinarias” está en la

LA CONSTITUCIÓN DE 1828

Fue promulgada el 20 de abril de 1828 por el presidente José de la mar. Una de sus principales características es la concesión del sufragio a todos los hombres libres mayores de 21 años y nacidos en el Perú. Asimismo, se concedía este derecho a los extranjeros que hubiesen servido en el ejército o vivieran desde el año 1820 en el Perú.

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DICIEMBRE 1828 [ EE.UU. ]

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SE REALIZAN ELECCIONES PRESIDENCIALES EN ESTADOS UNIDOS, EL CANDIDATO DEMÓCRATA ANDREW JACKSON (17671845) SE CONVIERTE EN EL SÉTIMO PRESIDENTE DE ESE PAÍS. JACKSON DERROTÓ AL ENTONCES PRESIDENTE, EL REPUBLICANO JOHN QUINCY ADAMS (17671848) Y ASUMIÓ EL CARGO EL 4 DE MARZO DE 1829.

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“dictadura” romana, autoridad discrecional, pero de tiempo limitado y con la obligación de dar cuenta al Senado, muy diversa de la “tiranía” que imperó en Grecia y en las ciudades griegas de Italia, que era un gobierno personal, sin frenos y sin plazos. El derecho de presentar peticiones al Ejecutivo o al Congreso, fue reconocido; pero porque no había sido olvidado, sin duda, el motín de Balconcillo, quedó prohibido que figurara en dichas peticiones más de un ciudadano. El texto constitucional debía regir durante cinco años, al cabo de los cuales una Convención Nacional daría al país su definitiva Carta política. Enlazábase tal disposición con la esperanza de que el Perú para entonces pudiera adoptar el régimen federal. La relación entre este texto constitucional y los de 1823 y 1826 que le precedieron y los que le siguieron hasta 1839 será hecha en un capítulo posterior.

EL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN DE VIDAURRE.- En febrero de 1827, cuando era ministro del nuevo régimen de Santa Cruz, Manuel Lorenzo de Vidaurre empezó la publicación de su proyecto de Constitución en el periódico El Discreto, fundado con ese objeto. La puso bajo los auspicios del “Ser Omnipotente padre de las luces”. Para ser jefe supremo o ministro exigió el nacimiento en el Bajo o el Alto Perú. Prohibió que la República concediera el poder dictatorial. Otorgó la ciudadanía a todos los hombres libres nacidos en el país, inscritos en la municipalidad y que hubieran prestado el juramento cívico, así como a los nacidos de peruanos empleados fuera de la República siendo hijos legítimos. Entre quienes pierden la ciudadanía incluyó a los castigados por delitos que infamen; a los separados de la patria sin ánimo de volver a ella; a los de notoria impiedad o ateísmo; a quienes intentaran vender la patria, esclavizarla o desmembrarla; a quienes recibiesen dones de otro Estado sin permiso; a causa de locura o amnesia perpetua, embriaguez de costumbre o abandono de familia; por haberse negado a servir a la patria en conflicto pudiendo hacerlo; por no haberse casado hasta los 45 años. Suspendió los derechos de ciudadanía, entre otros, a los separados voluntariamente de la mujer propia, a quienes causaran divorcio, a los que tuvieran correspondencia pública ilícita siendo casados, aquellos en cuya casa se reuniesen jugadores y a los compradores de votos en las elecciones. Prescribió que no nacerá en el Perú ningún esclavo y que para el año de 1840 debía quedar enteramente abolida la esclavitud. Abolió los mayorazgos, así como los títulos y distinciones hereditarias (estos ya estaban abolidos desde 1822). Vidaurre había publicado en El Peruano de 1827 un escrito favorable a la tolerancia religiosa que fue recibido con críticas. En el proyecto de Constitución incluyó un artículo que decía: “La religión de Cristo es la religión del Estado”; su texto abría la posibilidad de una interpretación favorable a las creencias cristianas no católicas. Nadie podía ser acusado por opiniones religiosas “a no ser dogmatizante contra la religión del Estado”. Los párrocos y las parroquias debían ser sostenidos por los feligreses. Quedaban suprimidos los diezmos y primicias. A aquellos correspondía presentar los curas al obispo o arzobispo. Solo el clero mayor sería dotado por el Estado. Arzobispos, obispos, provisores generales y párrocos estaban privados del derecho de votar. El Poder Legislativo, con dos Cámaras, debía durar cinco años. Por cada mil ciudadanos habría un diputado, elegido por votación directa. El Senado se formaba por votación indirecta, a razón de cuatro por departamento. El presidente de la República sería elegido por ambas Cámaras por un período también de cinco años improrrogables. Entre las quince causas para suspenderlo y separarlo estaba haber abandonado a su familia; haberse mezclado en los poderes Legislativo y Judicial; haber mantenido preso a un ciudadano cuarenta y ocho horas sin haber remitido a juez competente la causa respectiva; haber impedido la reunión del Congreso; haber mandado allanar la casa de un ciudadano; haber impuesto pena o castigo por sí. Entre sus atribuciones estaba la del patronato y la de hacer, en su virtud, las confirmaciones, presentaciones y nombramientos;

EL EJÉRCITO PERUANO. Tuvo un papel fundamental en la independencia. Luego, en los primeros años de la República, fue determinante para las aspiraciones de poder de los caudillos. Algunas constituciones, como la de 1834, tuvieron un espíritu antimilitarista, pero esta fue la excepción a la norma. En general, los reclamos y pedidos del ejército fueron atendidos prestamente por los poderes del Estado. Aquí, un grupo de soldados escoltando a una autoridad, una acuarela de Leonce Angrand (1837).

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EL CONGRESO CONSTITUYENTE RECONOCIÓ LA INDEPENDENCIA DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA, PUES MANDÓ QUE EL PODER EJECUTIVO ENTRASE EN RELACIONES CON ELLA LUEGO QUE ESTUVIERA LIBRE DE INTERVENCIÓN ARMADA EXTRANJERA Y TUVIESE UN GOBIERNO NACIONAL PROPIO.

así como la de convocar sínodos de acuerdo con los arzobispos y obispos y las de velar por el arreglo religioso de las comunidades; solicitar, con acuerdo del Congreso, la extinción de las inútiles, cuidar del culto y castigar la intolerancia. Los ministros debían durar por el tiempo mismo que el presidente, salvo que fueran suspensos y separados. Entre las causas para este castigo estaban la notoria injusticia en la provisión de empleos, el abandono o la culpable morosidad en el despacho y haber recibido dones de valor. Vidaurre optó porque los prefectos, intendentes y gobernadores fuesen elegidos mediante el voto de los diputados y senadores de sus departamentos. Limitó la pena de muerte al traidor a la patria, al homicida doloso y al ladrón cuando tuviera compañeros. Para los delitos religiosos estableció solamente penas espirituales, salvo el dogmatizante que saldría expatriado. Al tratar de la fuerza armada, prefirió la milicia formada por los ciudadanos. El presidente debía nombrar a los generales, a los coroneles (a propuesta de los departamentos) y a los oficiales (a propuesta de sus jefes). Acompañó Vidaurre a su proyecto de Constitución, otro muy extenso para implantar el régimen de jurados; según dejó constancia, había aconsejado varias veces a Bolívar que lo pusiera en vigencia y el anterior Congreso había discutido el asunto fogosamente. Aunque él mismo nombró una comisión para que revisara su esquema de Carta Política (allí incluyó a notorios adversarios de sus ideas) ella no gravitó sobre los diputados de 1827-1828.

[ III ] OTROS ASPECTOS DE LA OBRA DEL CONGRESO CONSTITUYENTE DE 1827-1828. CUESTIONES DE JERARQUÍA Y FIESTAS.- El Congreso Constituyente concluyó la Constitución el 18 de marzo de 1828 y continuó sus labores hasta que se declaró en receso el 16 de junio del mismo año. Tuvo tiempo para una fecunda actividad legislativa. Uno de los aspectos que ella reveló fue el elevado concepto de la jerarquía parlamentaria. El jefe del Poder Ejecutivo, las autoridades y las corporaciones debieron prestar juramento de obediencia a este Poder del Estado. Otra nota distintiva de esta Asamblea liberal vino a ser su espíritu religioso. Mandó celebrar misas, en acción de gracias, por la elección del presidente y vicepresidente de la República y hacer rogativas públicas durante tres días para implorar por el acierto de los legisladores al dar la nueva Constitución. Declaró festivos los tres días de las tres Pascuas y los de San Juan y San José; a este último lo reconoció como Patrón de la República. A propósito de fiestas, redujo las de carácter cívico a un día, el 28 de julio. Años más tarde fueron añadidos los aniversarios de la batalla de Ancash y otros; pero por último quedaron únicamente el 28 de julio y el 9 de diciembre, aniversario de la batalla de Ayacucho.

LAS LIBERTADES PÚBLICAS.- En relación con las libertades públicas, el Congreso ordenó el restablecimiento de la de imprenta, constreñida bajo el régimen vitalicio y volvió a la vigencia de la ley de 1823. De otro lado, autorizó al Gobierno para la expatriación de las personas peligrosas al orden público y para destituir a los empleados que se encontrasen en ese caso (26 de julio de 1827). Esta ley fue reiterada y aclarada (15 de noviembre de 1827).AI ser jurada la Constitución, declaró que cesaban las facultades extraordinarias concedidas al Ejecutivo (21 de marzo de 1828). LOS EmOLUmENTOS DE LOS REPRESENTANTES.- Cuidó, además, el Congreso de los intereses y los derechos de los diputados. Dispuso que cada uno de ellos fuese habilitado para su marcha al lugar de reunión del Congreso con el viático correspondiente a razón de doce reales

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por legua y otros tantos para el regreso. Estas dietas o leguajes debían ser complementados, en los casos de los venidos de provincias, con ochos pesos diarios desde el día que Ilegaren a Lima, cantidades que cobrarían los de esa ciudad desde la instalación de las juntas preparatorias (15 de agosto de 1827, modificada el 23 de junio de 1828). Los diputados gozarían desde el momento de su nombramiento, del fuero pasivo en las causas criminales; y mientras durasen las sesiones del Congreso, no podrían ser demandados civilmente ni ejecutados por deudas (1 de agosto). Los que obtuviesen algún cargo incompatible con la diputación dejarían de ejercerlo, gozando la dotación de sus empleos. El sueldo que percibieran los diputados por aquellos sería descontado al tiempo de sus ajustes con motivo de las dietas y de la dotación correspondiente al cargo de diputado y solo se les reintegraría la suma que faltara proporcionalmente (5 de junio de 1827). La ley de 19 de noviembre de 1853 introdujo algunas modificaciones en el régimen de las dietas y leguajes.

LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ

JUICIO DE ImPRENTA.- El fiscal del Congreso, por acuerdo de este en junio de 1828, promovió juicio contra los periódicos Mercurio Peruano y Atalaya por sus ataques al mencionado Poder del Estado.

EL CONGRESO Y EL EJÉRCITO PERUANO.- El espíritu antimilitarista que alienta en las asambleas legislativas liberales de 1834 y 1856 no fue visible en las de 1827-28. Nótase en esta, más bien, benevolencia para los reclamos o pedidos de los militares. Los que acreditaren no haber podido emigrar en tiempo de los españoles y no haber tomado parte con el enemigo, tendrían derecho a sueldo. El Ejecutivo fue autorizado a conferir grados a los que se batieron a los campos de Junín y Ayacucho y no los habían obtenido. Los que entre ellos hubieren sido postergados en la distribución de la gratificación que se les otorgara, quedaron expeditos para recibir lo que legítimamente les correspondiera. Resultaron también favorecidos con la declaración de que eran acreedores a la gratificación acordada a los sitiadores del Callao, los que hubiesen estado en el último sitio aunque no figurasen en las listas que obraban en el Ministerio. En estas tres últimas disposiciones del Congreso era evidente el propósito de compensar un hecho que otra ley similar enunció dentro de los siguientes términos: “El ejército peruano vencedor en los campos de Junín y Ayacucho y sitio de las fortalezas del Callao ha sufrido gran postergación en las recompensas concedidas a los que, en dichas batallas y sitio, acabaron con mano fuerte la dominación española”. Dicha ley declaró “beneméritos a la patria” a los individuos del ejército del Perú, dispuso que recibieran una medalla los combatientes en Junín y otorgó premios a generales, jefes, oficiales y soldados participantes en esa jornada, en la de Ayacucho y en la del Callao y preferencias para sus esposas e hijos. (Ley de 2 de abril de 1828).

En 1828 San José fue declarado Patrón de la República, gracias a una ley dada por el Congreso Constituyente y confirmada recién en 1957 por el papa Pío XII. La devoción a este santo proviene de las primeras órdenes religiosas. Esta imagen de San José con el niño Jesús pertenece a la Escuela Cusqueña y fue pintada en el siglo XVIII.

EL CONGRESO Y LA POLÍTICA INTERNACIONAL.- Dentro de la política internacional, el Congreso Constituyente reconoció la independencia de la República de Bolivia, pues mandó que el Poder Ejecutivo entrase en relaciones con ella luego que estuviera libre de intervención armada extranjera y tuviese un gobierno nacional propio. Dispuso, además, que el Ejecutivo exigiera del gobierno de Colombia la repatriación de los peruanos enrolados contra su voluntad y por orden de Bolívar en el ejército de esa nación haciendo igual reclamo al de Bolivia. Ante los síntomas y anuncios de un conflicto bélico con Colombia otorgó las autorizaciones pertinentes al gobierno, inclusive la que facultaba al presidente de la República para dirigir en persona el ejército dentro y fuera del territorio nacional, declarando solemnemente al mismo tiempo que el Perú, en el caso inevitable de un rompimiento, no haría la guerra a los pueblos hermanos de Colombia y de Bolivia sino a sus jefes.

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LA REBELIÓN DE LOS IQUICHANOS EN LA HISTORIOGRAFÍA MODERNA LOS NUEVOS ENFOQUES SOBRE LAS REBELIONES DE LOS “INDIOS REALISTAS” HAN PUESTO EL ACENTO EN EL CARÁCTER PRAGMÁTICO DE LAS ALIANZAS POLÍTICAS DE LOS CAMPESINOS, MÁS QUE EN ADHESIONES A LAS CAUSAS IDEOLÓGICAS DE LOS GRUPOS CRIOLLOS.

T

exto tomado de Cecilia Méndez, “Los campesinos, la Independencia y la iniciación de la República, el caso de los iquichanos realistas, Ayacucho 1825-1828” En: Henrique Urbano (comp.), Poder y violencia en los Andes. Cuzco: Centro Bartolomé de las Casas, 1991. pp. 185-186. “En su realismo los iquichanos no estuvieron solos. Los ejércitos realistas del Perú estuvieron compuestos por indios tanto como los patriotas (al menos unos 14 mil indios pelearon en los ejércitos del rey para combatir a Túpac Amaru). Y aunque no cabe duda de que la coerción jugó un rol decisivo en esta movilización, para nadie es un secreto que la adscripción indígena al bando realista tuvo su mejor aliado en las fisuras y rivalidades interétnicas que, desde tiempos prehispánicos, escindían a la sociedad andina. El macizo de los Andes estuvo poblado por reinos y etnias con desarrollos culturales diversos y pugnando constantemente entre sí. (... ) Fue explotando estas rencillas y rivalidades interétnicas que asentó su predominio el Estado colonial; fue en este terreno que encontró sus mejores aliados. Ello ocurrió en el s. XVI y siguió ocurriendo en los siglos XVIII y XIX. La severidad de las escisiones en la sociedad andina resalta con singular patetismo al desencadenarse la rebelión de Túpac Amaru en 1780. Entonces

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no menos de veinte curacas cuzqueños se declararon fieles a la causa realista, a cambio de lo cual recibieron recompensas en dinero, tierras y otras prebendas. Y es que el faccionalismo de la sociedad andina (...) atravesó las propias élites cuzqueñas, que se sintieron excluidas de las dirigencias monopolizadas por los miembros de la familia Túpac Amaru (ello habría dado pie, en no pocos casos, a su paso al bando realista). Desde esta perspectiva, el realismo de los iquichanos resulta aún más inteligible. Su oposición a la nobleza inca no databa del siglo XVIII, sino del XVI (o antes): su proclividad a pactar con los realistas era potencialmente mayor. El prestigio político alcanzado por los líderes indígenas como Huachaca a comienzos del tercer decenio del siglo XIX debe ser comprendido, pensamos, a la luz de las medidas represivas y reformas administrativas que siguieron a la rebelión de 1780. Aunque no sea fácil decirlo, las mismas medidas que afectaron tan drásticamente a los sectores de la sociedad andina que apostaron por el derrotado proyecto tupacamarista, favorecieron a quienes como los iquichanos estuvieron del lado triunfador. Además de eventuales prebendas (y hasta “grados” en el ejército real), a estos últimos se les permitió reproducir sus curacazgos, mientras estos quedaron abolidos para todos los que se presumía habrían sido fieles al curaca cuzqueño”.

Entre las leyes de carácter social o económico en 1827 y 1828, hay dos que merecen especial atención: la que versó sobre las tierras de comunidades indígenas y la de prohibiciones.

LA LEY QUE DECLARÓ A LOS INDÍGENEAS PROPIETARIOS DE LOS TERRENOS QUE OCUPABAN.- Esta ley promulgada el 31 de marzo de 1828, tuvo tres párrafos considerativos y cuatro artículos. Los primeros decían que la justicia y conveniencia pública demandaban elevar a los indígenas y mestizos a la clase de propietarios; que el pupilaje en que habían vivido bajo el sistema colonial no permitía a todos disponer de sus bienes sin correr riesgos de lesión; y que la instrucción primaria es el medio más eficaz para sacarlos de ese estado. En su parte resolutiva la ley empezaba por expresar que la nación reconocía a los llamados indios y mestizos por dueños con pleno dominio de las tierras que ocupaban por repartos y sin contradicción. No quedaban comprendidos dentro de esta declaración de propietarios los que ocupasen tierras por razón de oficio. En su artículo segundo ordenaba que a los indígenas y mestizos que estuvieran sin ellas se les asignasen las suertes correspondientes según las estadísticas que formaren las juntas departamentales en sus respectivos territorios. Según el artículo tercero las tierras cuya propiedad se declaraba por el artículo primero podrían enajenarse libremente, con tal que sus dueños supieran leer y escribir. El único y cuarto artículo disponía que, verificada la asignación mencionada en el artículo segundo, ser destinada una parte de las que resultaren sobrantes para fondos de instrucción primaria en los mismos pueblos. Se tratará sobre esta ley al hablar más delante de la condición social y económica de los indígenas.

LA LEY DE PROHIBICIONES.- Esta ley, cuyo proyecto fue presentado por el diputado de Chachapoyas Antonio Rodríguez, fue promulgada el 13 de junio de 1828 y tuvo solo un considerando: que los Estados nacientes conservan y fomentan ante todo los capitales productores con que nacen. A continuación prohibió terminantemente, dentro del plazo de diez meses para los Estados de Europa y de ocho para los de América, la importación extranjera de los efectos gravados en un 90%, o sea los artículos similares a los de producción nacional. A ellos asimilaba específica mente los vinos, pasas, harinas, manteca de vaca, arroces y menestras, sea cual fuere su denominación. Se tratará de esta ley en el capítulo referente al comercio y a las contribuciones.

DURANTE EL TERREMOTO DEL 30 DE MARZO DE 1828, EL JEFE DE ESTADO SALIÓ A RECORRER LA CAPITAL PARA AYUDAR A LAS VÍCTIMAS Y, SEGÚN EL PANEGÍRICO DE PEDRO JOSÉ TORDOYA EN SUS EXEQUIAS, DISTRIBUYÓ CASI TODO SU SUELDO EN LIMOSNAS.

EL RECESO DEL CONGRESO CONSTITUYENTE.- El Congreso Constituyente se declaró en receso el 17 de junio de 1828. Hasta la instalación de la legislatura ordinaria quedó en funciones una comisión de tres diputados por departamento.

[ IV ] LA CARIDAD DE LA mAR, LOS IQUICHANOS, HUAVIQUE; VIDAURRE, EL PRImER ESBOZO DE PRESUPUESTO, EL mINISTERIO DE LUNA PIZARRO,VIZCARRA.- Además de su significado parlamentario y constitucional, el gobierno de La Mar tuvo otros aspectos interesantes. El Presidente pidió al Congreso que conmutara la pena de muerte al reo político Juan Manuel Pastrana (19 de mayo de 1828). Durante el terremoto del 30 de marzo de 1828 el Jefe de Estado salió a recorrer la capital para ayudar a las víctimas y, según el panegírico de Pedro José Tordoya en sus exequias, distribuyó casi todo su sueldo en limosnas.

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NOVIEMBRE 1828 [ PERÚ ]

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OCURRE EN AREQUIPA LA SUBLEVACIÓN DEL BATALLÓN PICHINCHA, QUE SE DIRIGÍA A LIMA PARA APOYAR AL PRESIDENTE LA MAR EN LA GUERRA CONTRA LA GRAN COLOMBIA. LA CAUSA DEL LEVANTAMIENTO FUE LA MALA ADMINISTRACIÓN DE LOS VÍVERES POR PARTE DEL CORONEL Y DEL COMANDANTE A CARGO.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 13 ]

Hallábanse en actitud de rebeldía los indígenas de Iquicha, en la provincia de Huanta, departamento de Ayacucho, al mando de algunos jefes y oficiales españoles y del cabecilla José Antonio Navala Huachaca, que se había iniciado como comandante de guerrillas en 1814 combatiendo contra los patriotas. Nominalmente seguían en obediencia a Fernando VII y estaban en armas contra la causa separatista. El terrorismo que ejercían en el departamento originó la intervención oficial. El gobierno se dirigió al Congreso para demandar una medida salvadora. EI Congreso, calificó de “infortunio” la actitud de estos rebeldes y dictó la ley de 14 de julio de 1827, que ordenaba al prefecto de Ayacucho y al intendente de Huanta, les hicieran entender lo sensible que había sido la triste suerte que les afligía y les prometiesen la reedificación de sus pueblos, la entrega de semillas y herramientas y la autoelección de municipalidades. La Mar les dirigió una proclama eximiéndoles del pago de las contribuciones atrasadas y de las actuales, así como del servicio militar. La respuesta fue el asalto y la captura de Huanta por los iquichanos (12 de noviembre de 1827) y el avance amenazador sobre Ayacucho, que fue contenido por el prefecto Domingo Tristán. Cuatrocientos indios prisioneros en un combate en Ayacucho fueron dados de alta en el batallón que mandaba el coronel Francisco de Vidal. Entre marzo y mayo de 1828, otras cruentas operaciones de guerra acabaron con la amenaza iquichana. La discusión de los artículos constitucionales sobre la ciudadanía, motivó acalorados debates y contribuyó indirectamente a que se alterara el orden público. Un sector del Congreso, con Luna Pizarro, intentó considerar entre los peruanos a los españoles residentes en la República, Vidaurre se opuso vigorosamente a este proyecto. Un antiguo guerrillero convertido en diputado, Ninavilca, planteó entonces la separación de los diputados hispanófilos y comunicó su proyecto a Vidaurre. Este reveló lo que sabía a La Mar. Enemigos de Vidaurre, obtuvieron su desafuero, así como el de Ninavilca, y quedaron ambos presos, junto con otras personas, algunas de ellas, de baja estofa. Uno de los presos, el coronel Alejandro Huavique, antiguo guerrillero, como Ninavilca, logró sublevar un cuartel en la noche del 23 de abril de 1828. Avisado un sargento mayor del batallón llamado Felipe Santiago Salaverry, se presentó en el cuartel, encontrando ya formada la tropa; y delante de ella entabló un duelo con Huavique, y le obligó a huir, mortalmente herido. Quedó así restablecido el orden. Seis días después, autorizado por el Congreso, el gobierno embarcó a Vidaurre en la fragata norteamericana China, con rumbo al puerto de Salem. Hubo quien vinculó la intentona de Huavique con Santa Cruz. El ministro encargado de Hacienda, José de Morales Ugalde, presentó al Congreso una extensa memoria de todo lo hecho dentro de su ramo en el pasado gobierno y una relación de las entradas y gastos públicos en 1827. Fue el primer esbozo de Presupuesto en el Perú. Los gastos pasaban de 5 millones de pesos; de ellos, Guerra y Marina absorbían casi 2 millones y medio. Los empleados de la República, sin contar los de ese ramo, llegaban a 752. En setiembre de 1828, pocos días después de haberse hecho cargo del poder por haber asumido La Mar el mando de las fuerzas armadas, el vicepresidente Salazar y Baquíjano intentó nombrar ministro de Gobierno a Luna Pizarro, en una fórmula que iba a tener, además a José María de Pando en el ministerio de Hacienda. Luna Pizarro ha dejado sobre este episodio un diario, en el que narró sus diversas incidencias. Al principio se negó bajo el pretexto de su salud; pero fue nombrado de todos modos, lo cual no le hizo cambiar de parecer. Pando también renunció, alegando que carecía de preparación hacendaria, aunque luego dijo que aceptaría si Luna se comprometía a no perseguir al partido riva-agüerino. Al respeto tuvieron ambos una entrevista. La susceptibilidad de Luna Pizarro frente a esta atingencia, el principio de autoridad que el Vicepresidente invocó en relación con las condiciones para aceptar el portafolio y, en realidad, la falta de Luna Pizarro para la función ministerial, frustraron la combinación. El episodio, aparte de su valor anecdótico, ofrece el interés de exhibir el sentido personal o individualista de los nombramientos ministeriales, fuera de toda consigna de partido, la falta de persecución a los antiguos servidores de Bolívar, la escasez de hombres dirigentes y la psicología de

Luna Pizarro, reacia a asumir públicamente las responsabilidades del poder. Nombrado plenipotenciario para tratar con el enviado de Chile, se limitó a presentar un anteproyecto de tratado y a renunciar. En diciembre de ese mismo año de 1828 se produjo el nombramiento de Dionisio Vizcarra como ministro de Hacienda. Seguía en el ejercicio de la vicepresidencia el señor Salazar y Baquíjano. Dicho nombramiento provocó fuertes críticas. Inclusive apareció el Grito en cuello contra el nombramiento del señor Vizcarra para el Ministerio de Hacienda. Dentro de la misma corriente de opinión estuvo también Luna Pizarro que había intentado en vano impedir esta decisión del Vicepresidente. Las razones que daba Luna Pizarro eran: que Vizcarra no había dado resultado en el mismo cargo durante el gobierno de Tagle, ni tampoco como diputado en el Congreso, o como miembro de las comisiones de Hacienda y Minería. Probablemente había aquí una animadversión personal del clérigo arequipeño.

HOmENAJE DEL CONGRESO CONSTITUYENTE A BOLÍVAR.- El verdadero problema que el gobierno de La Mar hubo de afrontar fue de carácter internacional. Ya uno de sus actos iniciales había sido la orden para que volvieran al escalafón los militares peruanos destituidos por Bolívar. En ese momento el Libertador representaba para el Perú problemas en el norte y en el sur. Ello no obstante, el Congreso, al disponer que le fuera comunicada por el Poder Ejecutivo la noticia de su instalación y las del acuerdo adoptado acerca de la Constitución boliviana y las elecciones de Presidente y Vicepresidente, expresó la gratitud nacional por los servicios que el Libertador prestara a la causa de la independencia nacional (23 de junio de 1827).

EL MINISTRO ENCARGADO DE HACIENDA, JOSÉ DE MORALES UGALDE, PRESENTÓ AL CONGRESO UNA EXTENSA MEMORIA DE TODO LO HECHO DENTRO DE SU RAMO EN EL PASADO GOBIERNO Y UNA RELACIÓN DE LAS ENTRADAS Y GASTOS PÚBLICOS DE 1827. FUE EL PRIMER ESBOZO DE PRESUPUESTO EN EL PERÚ.

[ CAPÍTULO 13 ] PERÍODO 1

267

[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] CAPÍTULO 14 ● I Antecedentes del con­ flicto entre Perú y Colombia La expul­ sión del representante colombiano Ar­ mero ● II Precaria situación de Sucre en Bolivia ● Desavenencias entre Gamarra y Sucre y plan de este para federar a Boli­ via con Chile y Argentina ● Sublevación en Bolivia contra Sucre ● La invasión ●

peruana en Bolivia ● El tratado de Piqui­ za ● Sucre en prisión ● La despedida de Sucre ● Retirada del ejército peruano ● La etapa “peruana” de la política boli­ viana ● III La misión Villa en Colombia ● Misión O’Leary ● Mediación de Sucre ● La mediación norteamericana e inglesa ● La declaratoria de guerra.

LA ILUSIÓN EXPANSIONISTA HACIA EL NORTE Y EL CAUTO EXPANSIONISMO HACIA EL SUR

14 [ ]

CAPÍTULO

A 270

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 14 ]

[I] NTECEDENTES DEL CONFLICTO ENTRE EL PERÚ Y COLOmBIA.- El conflicto entre Perú y Colombia en 1827 y 1829, tuvo sus antecedentes en la Colonia, en la guerra de la independencia y en la política inmediata. Los antecedentes coloniales sirvieron para la discusión sobre si el territorio de Maynas, o sea la zona noramazónica, pertenecía al Virreinato del Perú o al de Nueva Granada. Los antecedentes surgidos en la independencia empezaban con el hecho de que la provincia de Jaén, perteneciente al territorio de Quito, habíase unido espontáneamente al Perú, en tanto que el puerto de Guayaquil, al proclamarse su independencia en 1820, el mismo Bolívar lo unió a Colombia. Todo lo ocurrido en las relaciones entre el Perú y Colombia durante la guerra, hasta la caída de Bolívar, fue esgrimido por uno y otro país para expresar agravios, recelos y acusaciones. El establecimiento y luego la deposición del régimen vitalicio, el ligamen de las tropas colombianas con la política interna y la repatriación de ellas ofrecían, en especial, ingredientes para la polémica. Además existía la cuestión de la deuda que el Perú tenía contraída con Colombia por los gastos hechos durante la emancipación; y el problema llamado de los reemplazos, es decir la substitución de las bajas habidas en el ejército colombiano durante la guerra contra el ejército español, bajas que el Perú debía compensar, según los colombianos, a pesar de haber terminado esa campaña. Las causales inmediatas eran también numerosas y, sin duda, las más influyentes. En agria campaña, la prensa peruana había herido a Bolívar y a Sucre desde principios de 1827, mientras la prensa colombiana y boliviana atacaba al Perú. Diversos episodios desagradables se sucedieron. A ellos perteneció el que tuvo como protagonistas a doña Jesús Campo de Armero, esposa del ministro colombiano y el intendente de policía de Lima, cuando este quiso hacer arriar la bandera de Colombia, que flameaba en la casa del mencionado agente diplomático, el día de las Mercedes, patrona de las armas del Perú, en 1827. De allí provino una resolución suprema firmada por el ministro Francisco Javier Mariátegui disponiendo “que en la celebridad de las fiestas nacionales solo pueda tremolarse el pabellón extranjero en las casas de los ministros públicos y agentes públicos que se hallen en el país, pero con la indispensable calidad de que se tremole al mismo tiempo el de la República”. Aprestos militares fueron hechos sobre las fronteras del norte. El comandante colombiano José Bustamante fue acusado de haber querido incorporar Guayaquil al Perú con sus tropas, en complicidad con el Gobierno de este país (12 de mayo de 1827). Bustamante huyó a Lima. Expulsados tres colombianos de Paita, a fines del mismo año, el comandante general de Guayas, Juan José Flores, autor entonces de proclamas agresivas, publicó una nota jactanciosa e insolente y allí anuncio que marcharía en triunfo por tierras peruanas “hasta donde me lleve la vindicta del honor nacional”. De amenazantes y belicosas expresiones acusó también Colombia al prefecto de La Libertad, Luis José de Orbegoso. No faltó entonces, por lo demás, documento colombiano que llamara a los peruanos “libertos novicios”. La decadencia ya visible de la Gran Colombia que tuvo sus exponentes en la conspiración que puso en peligro la vida del Libertador y en la rebelión de Obando, estimuló a los peruanos. Los militares

emigrados a consecuencia de las luchas internas en el sur de Colombia fueron acogidos con simpatía en el Perú. En la frontera sur de este país se produjo la movilización del ejército al mando de Gamarra sobre Bolivia y la ulterior invasión que ha de mencionarse en seguida. Otras circunstancias más contribuyeron a llevar los acontecimientos hacia la ruptura de las hostilidades.

LA EXPULSIÓN DEL REPRESENTANTE COLOmBIANO ARmERO.- EI 26 de junio de 1827 fue expulsado de Lima el representante diplomático colombiano Cristóbal Armero “por su injerencia en los negocios del Perú, al extremo de ser factor de asociaciones secretas y de juntas clandestinas y de estar íntimamente ligado con personas que, desde lejos, trataban de perturbar la tranquilidad pública”. Estas palabras resultan aclaradas por unos párrafos del manifiesto del Gobierno peruano en contestación al que dio Bolívar sobre los motivos que tenía para hacerle la guerra. Léese en ellos lo siguiente: “El general Sucre intentó la desmembración de los departamentos del sur, sugiriendo a los jefes que los mandaban, formasen de ellos una República que se federase con Bolivia. El Gobierno del Perú tenía fija su atención en las operaciones secretas y privadas de este general; e inquiriendo solícitamente qué nuevas maquinaciones tramara por habérsele frustrado la primera y de cuáles agentes se valiera, descubrió estar en comunicación con el agente de Colombia en esta capital y haberle remitido dinero para otros fines muy diferentes a los que se dispusieron. El Gobierno se convenció entonces de que era perniciosa la permanencia de aquel ministro sospechado generalmente de conspirar contra el nuevo orden de cosas establecido; y conocido por su influjo y medros bajo el absolutismo del general Bolívar... Tan urgente era la salida de este inquieto agente como eran activas sus maniobras. Habría sido el colmo de la inepcia, cuando un día de tardanza pudiera perdemos, seguir los lentos trámites diplomáticos demarcados para los casos ordinarios”. Poco tiempo después en 1829, el Gobierno de Colombia hizo salir del país, por su injerencia en la política interna, al cónsul general inglés Henderson y al ex ministro de Estados Unidos, general Harrison, así como el encargado de negocios de México, coronel Tonens.

[ II ] PRECARIA SITUACIÓN DE SUCRE EN BOLIVIA.- “En cinco minutos -dice el escritor chileno don Carlos Walker Martínez en su libro sobre Bolivia, contando una de sus impresiones de viajenos vimos amenazados y al mismo tiempo envueltos entre las negras nubes que cubrían toda la esfera, como mortaja tendida sobre la llanura. Y aunque desde horas antes la hubiéramos visto, no habríamos podido hacer otra cosa que lo que dijimos: aguardarla con paciencia, porque en estos campos no hay un rancho, ni una peña, ni un árbol a cuya sombra guarecerse, ni absolutamente abrigo alguno para evitar los torrentes de la lluvia o los rayos del cielo... Jamás he sentido más pavor ni me he sentido más sobrecogido que en las tempestades de la altiplanicie”. Así, Sucre en Bolivia vio venir inerme la tempestad política y ni siquiera estaba allí, en el lugar del peligro, por entusiasmo. Juzgaba con escepticismo los vastos planes de la mente soñadora de Bolívar que su subordinación silenciaba. De Sucre era la frase, refiriéndose a toda América: “Nuestros edificios políticos están construidos sobre arena; por más solidez que pongamos en las paredes, por más adornos que se les hagan, no salvamos el mal de sus bases. El terreno sobre el que trabajamos es fango y arena”. Y no solo la convicción sino el amor a una mujer le incitaba a estar fuera del poder, fuera de Bolivia, a descansar, a fundar su hogar, después de haber fundado patrias. Pero la lealtad le retenía allí en la meseta, envuelto en las nubes precursoras de la lluvia y del rayo.

LA REAL CÉDULA DE 1802

El 15 de julio de 1802 se emitió en España este documento, según el cual la provincia de maynas se reincorporaba al virreinato del Perú. De esta manera, quedó anulada una disposición previa de 1739 que la había anexado al Virreinato de Nueva Granada. En esta edición facsimilar se aprecia el sello del Rey de España. Es la única que se conserva y estaba dirigida al obispo de Trujillo. Los conflictos ocurridos entre Perú y Colombia en el período 1827-1829 tuvieron sus antecedentes en este documento.

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 1

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EL PERÚ EMPEZO A AGLOMERAR TROPAS SOBRE LA FRONTERA BOLIVIANA. LAS MANDABA GAMARRA, SOBRE CUYO ÁNIMO HABÍA RAZONES DE ORDEN NACIONAL, POLÍTICO Y PERSONAL PARA TOMAR UNA ACTITUD HOSTIL A SUCRE.

A los celos nacionales renacientes, a las ambiciones personales presurosas, a las dificultades múltiples que el medio y la época ofrecían para un gobierno estable y firme se juntaba una causa adicional: la resolución del Congreso peruano de dar un millón de pesos a los vencedores de Ayacucho, resolución que fue imitada por el Congreso boliviano. Se propagó, con tal motivo, la desmoralización en el ejército. Así fue cómo, en Bolivia, el escuadrón del coronel Braun, acantonado en Cochabamba, se sublevó ya en noviembre de 1826, bajo la falsa impresión de que el coronel había jugado en aquella ciudad con unos paisanos toda la gratificación que le había dado el Congreso del Perú. La sublevación del Voltíjeros, que luego va a relatarse, tuvo también por una de sus causas la que impulsara a los Granaderos. Se quejaron previamente algunos soldados, de que siendo vencedores de Ayacucho, se les trataba mal y se les tenía encerrados en el cuartel, como reclutas, mientas que jefes y oficiales se ocupaban, día y noche, de jugar los ajustes y gratificaciones. Naturalmente que otros factores más estaban funcionando. La deposición de Bolívar en el Perú tenía que ejercer una fuerza de contagio. Por otra parte, Santa Cruz quedó por algún tiempo como gobernante del Perú. Santa Cruz era boliviano de origen y en Bolivia tenía prosélitos que se agitaron contra Sucre. Partidarios y agentes del Perú, partidarios y agentes de la Argentina, actuaban por su lado. Los periódicos de ambos países incitaban abiertamente a los alto-peruanos para que se sublevaran. El clérigo Larriva había hecho populares los versos que decían: Sucre en el 28 irse a su tierra promete iCómo permitiera Dios que se fuera el 27!

DESAVENENCIAS ENTRE GAmARRA Y SUCRE Y PLAN DE ESTE PARA FEDERAR A BOLIVIA CON CHILE Y ARGENTINA.- El Perú empezó a aglomerar tropas sobre la frontera boliviana. Las mandaba Gamarra, sobre cuyo ánimo había razones de orden nacional, político y personal para tomar una actitud hostil a Sucre. La relación entre ambos volviose muy hostil. El general peruano escribió al jefe del Estado boliviano una carta donde llegó a decirle: “Ud. causará siempre recelos mientras quiera ser, al mismo tiempo, general de Colombia, súbdito de Bolívar y Presidente del Alto Perú” (Lampa, 11 de diciembre de 1827). Y Sucre le devolvió tan incisiva comunicación con las siguientes frases: “Si don Agustín Gamarra hubiera escrito esta carta como una persona bien criada, contestando la muy atenta que la motivó, se entraría en explicaciones para manifestarle que contiene falsedades y calumnias; pero habiéndola dictado con su aire de sátrapa, como un insolente e ingrato y charlatán embustero, se le devuelve para que la guarde entre sus títulos de valor y caballerosidad”. Por aquellos días obsesionaban al gran mariscal de Ayacucho el temor y el recelo ante el país donde había mandado la última gran batalla por la independencia. “No puede Ud. pensar la caterva de papeles que vienen del Perú para trastornar a Bolivia (escribió a Bolívar). Hasta hoy nada han influido, pero quizá a la larga harán algo. En lo que nada ganan es en partido; más bien se va pronunciando algún afecto a los argentinos. De esto me alegro porque podré llevar a cabo el proyecto de la federación de Chile, Bolivia y Buenos Aires” (Potosí, 4 de junio de 1827). Había hecho suyo este plan a través de la declaración de 4 de abril del mismo año consciente de que implicaba evidentes alcances antiperuanos, y así escribió poco antes en carta que, como la anterior, ha sido publicada por O’Leary: “En cuanto a la gran federación, no ha ni qué pensar en ella. Los sucesos del Perú han roto todas las bases y en Bolivia ha aumentado la repugnancia que había a ella. Aquí, en La Paz, (que es el más fuerte departamento) no la quieren y sí hay un gran partido por los argentinos; lo hay también en Potosí y no falta en Chuquisaca. La federación de

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 14 ]

Bolivia con Chile y Buenos Aires que insertó El Cóndor por un comunicado, ha sido mejor recibida. Yo, pues, trato de fomentar esta idea para sacar el partido de que las Repúblicas de América cuenten con un poder fuerte que contenga las miras del Emperador de Brasil. En esta borrasca de ideas extraviadas, es preciso sacar el mejor partido para la seguridad de los pueblos. Estoy cierto que mientras más nos empeñemos en la gran federación, más repugnancia tendrá. Vale, pues, mejor correr con la opinión pública” (La Paz, 11 de mayo de 1827)

SUBLEVACIÓN EN BOLIVIA CONTRA SUCRE.- El 24 de diciembre de 1827, entre vítores a Gamarra y Santa Cruz, estalló un motín en el batallón colombiano Voltíjeros de guarnición en La Paz, exigiendo 50 mil pesos, de los cuales entregó el prefecto 40 mil. Tomaron luego los amotinados el camino del Perú; pero perseguidos por el general José María Pérez de Urdininea y el coronel Felipe Braun, terminaron dispersándose. Sucre halagó a los que restablecieron el orden público diciéndoles: “Habéis vencido a los vencedores de los vencedores de catorce años”. La conferencia que tuvo lugar en el Desaguadero, el 5 de marzo de 1828, entre Gamarra y Sucre ofreció la esperanza de un arreglo con el ofrecimiento que hizo este de retirarse apenas se reuniera el Congreso y de hacer embarcar a las tropas colombianas cuando se les facilitara los medios de transporte. Poco después, Gamarra envió una comunicación a Sucre para denunciar que, contra lo acordado en el Desaguadero, se aumentaba el ejército de Bolivia y se hacía activa propaganda adversa al Perú. Las elecciones legislativas sirvieron de válvula de escape a la consigna oposicionista: colombianos, no. Terreno propio tenía esta prédica en la tropa con el atraso en el pago de los sueldos. Sucre no ejercía autoridad directa sobre la división colombiana y su jefe, el general Miguel Antonio Figueredo, ha sido considerado como hombre bueno y valeroso, pero débil e irresoluto. El ministro argentino Francisco Ignacio Bustos ejercía una labor de agitador con dinero y promesas. La anarquía reinante en esa República vecina aparecía, ante muchos, como un ejemplo y un estímulo. Del Perú seguían enviándose, por diversos conductos y en copiosas cantidades, como ya se ha dicho, periódicos y hojas sueltas que invitaban a la división colombiana a insurreccionarse. Similares exhortaciones llegaban desde Bogotá, lo cual confirma la versión de que el motín del 26 de enero de 1827 en Lima fue una revolución de granadinos contra venezolanos. “No tiene usted idea, escribía Sucre al Libertador en carta de 20 de agosto de 1827 que O’Leary publica, de la multitud de papeles que le mandaban (a la tropa) de Bogotá para inducirla a la rebelión; no sé lo que se proponen, más que dar escándalos o servir a la Santa Alianza, desmoralizando los mejores cuerpos de Colombia”. Sucre llegó a creer que la situación se había vuelto muy precaria. “Un loco basta para alterar una nación (escribió a Bolívar el 20 de diciembre de 1827) y recientemente lo hemos visto en el Perú: un atrevido puede trastornarla y hasta un imbécil puede hacer mal. Bolivia, cercada por las turbulencias de las provincias argentinas y por los desatinos del gobierno peruano, puede ser muy fácilmente envuelta, cuando nunca faltan elementos en el interior para trastornos o para la novedad. Ningún alboroto me sorprenderá; todo lo espero y también espero salvarme de todo después del 6 de agosto”. Esta fecha había sido fijada por él para renunciar a la presidencia y viajar a Quito. En la madrugada del 18 de abril de 1828 se produjo un motín en la pequeña guarnición de Chuquisaca, encabezado, según se dijo; por un sargento argentino nombrado Cainzo con la complicidad de dos sargentos peruanos instigados por agentes de Gamarra. Sucre, al ser avisado, saltó del lecho y se presentó en el cuartel en compañía del ministro Infante, de dos comandantes y dos ayudantes. Estaba a caballo, con la espada desenvainada y con las insignias del mando; sombrero de pico y de plumas y la banda ceñida al pecho. Al entrar en el zaguán, desoyendo uno que otro disparo y amenaza, encontró un grupo de soldados y recibió una descarga.

AGUSTÍN GAmARRA (1785-1845)

Nació en la ciudad del Cusco. Fue presidente del Perú en dos períodos: 1829-1833 y 1838-1841. Sirvió en el ejército español hasta 1821, año en que conoció a San martín y optó por la causa independentista. Participó en varias expediciones, incluyendo las batallas de Junín y Ayacucho. murió en el campo de batalla de Ingavi en 1841.

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 1

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PRODUCIDO EL MOTÍN DE CHUQUISACA, LAS TROPAS PERUANAS DE GAMARRA INVADIERON BOLIVIA. SE HA DICHO CON FUNDAMENTO QUE ESTA ACCIÓN FUE LLEVADA A CABO CONTRA LAS INSTRUCCIONES DEL GOBIERNO DE LA MAR Y SIN ORDEN DEL CONGRESO.

Las balas le quebraron el brazo derecho, le horadaron el sombrero y le hicieron una herida superficial en la cabeza. El caballo, también herido, echó a correr en dirección al establo del palacio con el jinete aferrado a la crin, desvanecido por la copiosa hemorragia del brazo y la cabeza y con el rostro ensangrentado. Al mediodía, una reunión pública se efectuó en la universidad y allí se acordó llamar al general Gamarra y al ejército peruano, apostados en la frontera. Sucre herido, delegó el mando en el presidente del Consejo de Ministros, general José María Pérez Urdininea. El palacio se llenó de visitantes. Allí acudió su viejo consejero Olañeta. Tras de conmovidas palabras de ternura y tras de rotundas promesas de que el motín sería deshecho, Olañeta marchó a ponerse aliado de los sublevados. Llegó a presidir la junta revolucionaria. Un destacamento de leales venido de Potosí logró restablecer el orden perturbado.

LA INVASIÓN PERUANA EN BOLIVIA.- Producido el motín de Chuquisaca, las tropas peruanas de Gamarra invadieron Bolivia. Se ha dicho con fundamento que esta acción fue llevada a cabo contra las instrucciones del gobierno de La Mar y sin orden del Congreso. Si es que el Presidente y sus consejeros no quisieron precipitar un avance militar sobre el Alto Perú, tampoco osaron oponerse a él. Repiques de campanas anunciaron en Lima el motín de Chuquisaca en el que fue herido Sucre, así como la ofensiva de Gamarra; y por esas noticias fueron indultados dos oficiales puestos en capilla. Para la resuelta actitud que asumió entonces Gamarra, intervinieron diversos motivos. En primer lugar, cualesquiera que fuesen los escrúpulos de La Mar, la tónica de la política peruana era de un acentuado anticolombianismo. Creíase entonces en el Perú que, después de la emancipación de España, había venido la emancipación de Colombia; y deseábase extender esta última hasta Bolivia, donde seguía una división colombiana, no obstante los afanes de Sucre por lograr su salida. El Perú tenía en el norte una guerra inminente con Bolívar y con Colombia y recelaba un ataque combinado desde allí y desde Bolivia, si al frente de esta República seguía Sucre. Además, el jefe del ejército peruano, Gamarra, no solo ambicionaba lauros y poder, y acaso también suprimir de hecho o veladamente la República de Bolivia, sino también era enemigo personal de Sucre. Para cuidar las apariencias procuró justificar la invasión. Ofició al gobierno de Chuquisaca para anunciar que había pasado la frontera porque, “habiéndose atacado al gobierno actual ya la persona de su presidente, el país quedará a merced de las facciones y de la anarquía”, e invitó a una reconciliación general bajo la garantía del ejército peruano. En sus proclamas expresó que había recibido ochenta y dos peticiones, con más de dos mil firmas, Ilamándole; declaró a los altoperuanos bajo los auspicios de “vuestros propios y antiguos hermanos” que les traían la libertad que no habían disfrutado hasta el día, y que de la representación nacional los peruanos no exigirían sino un ósculo de paz y uno amistad fraterno con el Bajo Perú. También se dirigió a Sucre, para decirle sus famosas palabras: él venía a interponerse entre lo víctima y los asesinos.

EL TRATADO DE PIQUIZA.- La campaña del ejército peruano fue fácil; “El enemigo huye regando el camino, de hombres y armas”, escribió Gamarra entonces en una carta. Lo peor para el ejército boliviano no era la retirada. El coronel Pedro Blanco en Potosí, con el mejor cuerpo, se puso a favor de los invasores. Sin embargo, el general Braun con la caballería los atacó y fue rechazado (31 de mayo). El ejército peruano ocupó La Paz y Oruro. El mayor número de sus fuerzas, el cansancio que había por la presencia de los colombianos, las deserciones y conspiraciones en el campamento boliviano, precipitaron la firma del tratado de Piquiza por comisionados de Gamarra y del presidente Urdininea (6 de julio de 18282). Quedaron estipuladas allí la salida de todos los colombianos y extranjeros de nacimiento que estaban en el ejército boliviano, con la

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 14 ]

[1]

[2]

GUAYAQUIL Y LA GUERRA. El 20 de mayo 1828 el Perú le declaró la guerra a la Gran Colombia, que fue respondida por ese gobierno el 15 de julio del mismo año. Una de las acciones más importantes para el Perú fue la ocupación del puerto de Guayaquil en enero de 1829. Estos dos dibujos del puerto fueron realizados por los artistas de la corbeta La Bonite, durante su viaje por Sudamérica, entre 1836 y 1837.

[ capítulo 14 ] período 1

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EL TRATADO DE PIQUIZA SEÑALÓ EL FINAL DEL SUEÑO BOLIVARIANO DE UNIR BOLIVIA, PERÚ Y COLOMBIA. DESPUÉS DE PIQUIZA, BOLÍVAR COMENZÓ A HABLAR EN SUS CARTAS DE LA GUERRA AL PERÚ.

entrega de media paga; la repatriación de las tropas colombianas en el plazo de quince días por la ruta que hasta Arica señalara Gamarra; la devolución de los soldados enrolados en el ejército, al país a que pertenecieran; la reunión de un Congreso en Chuquisaca para admitir la dimisión de Sucre y nombrar el gobierno provisional; el funcionamiento posterior de una Asamblea Nacional para elegir el Presidente definitivo, preparar la nueva Carta política y determinar la fecha en que comenzaría la retirada del ejército peruano; la ocupación de Potosí por dicho ejército hasta que se reuniera el Congreso; el mantenimiento del mismo a costa de Bolivia; la entrega de los peruanos enrolados en el ejército boliviano y de los bolivianos enrolados en el ejército peruano.

SUCRE EN PRISIÓN.- En aquellos días, Sucre llegó a estar preso, y tuvo como guardia una compañía del ejército peruano, a las órdenes del coronel Bernardo Escudero, ayudante de Gamarra. Así lo vio José Rufino Echenique, que tenía entonces 19 años y era capitán. He aquí lo que cuenta al respecto en su Memorias: “Yo que veneraba la persona de Sucre y que ansiaba conocerlo, pedí al coronel Escudero que me proporcionara verlo. Este consultó con él mi deseo y prestándose a concederme la gracia, fue donde él. Confieso que su presencia me infundió el mayor respeto y me consternó en el alma verlo en ese estado y con el brazo amarrado y sujeto por un pañuelo a consecuencia de la herida. Me recibió con la amabilidad y bondad que le eran características dirigiéndome diversas preguntas y entre ellas la del lugar de donde venía. Contestándole a todos, en cuanto a la última, le dije de Chuquisaca, y el objeto con que allí había ido (que era conducir la imprenta del ejército peruano). Conocí que esto lo mortificó y se expresó en términos algo duros, principalmente contra Gamarra, diciendo que nunca esperó de él que procediese de tal modo contra quien había dado independencia y libertad en Ayacucho, encargándome que así se lo dijera. Cumpliendo con el encargo, así lo hice cuando lo vi para darle cuenta de mi comisión. Aprobó el modo como yo había procedido en ella y en cuanto a las palabras del general Sucre dijo: “Cierto que él fue quien dirigió la batalla, pero también debía recordar que fui yo quien eligió el campo en que se dio; y así se lo mandaré decir por conducto de Escudero”. Días después del tratado de Piquiza habían mediado entre Sucre y Gamarra notas insultantes. En una de ellas aludió Gamarra precisamente a la batalla de Ayacucho y alegó haber tenido allí una participación que había sido ocultada “mientras la ambición se lo ha apropiado todo”. Jactose entonces bajo su firma el cuzqueño de haber él escogido el campo de aquella definitiva acción de la independencia (1).

LA DESPEDIDA DE SUCRE.- Reunido el Congreso el 3 de agosto de 1828, Sucre presentó su renuncia, su mensaje presidencial y una lista con tres nombres, para que uno de ellos fuera escogido como vicepresidente. Su mensaje presidencial, merece, en verdad, llamarse discurso a la nación boliviana. Recuérdese la actitud que había tenido ante el Perú. Recuérdense, asimismo, las circunstancias de su caída y el espectáculo que a su vista tenía, triunfantes los soldados peruanos, ufano su enemigo Gamarra. Considérese además, cuáles eran las perspectivas internacionales del mundo y la guerra inminente en el Norte. Había escrito Sucre textualmente, en esos días: “Si el Perú conquista a Bolivia y la conserva, el Sur de Colombia corre mil y mil riesgos” (Carta a Bolívar, desde La Paz, 27 de enero de 1828). No puede asombrar, por eso, el sentido que tuvo

(1) La publicación de esta carta de Gamarra y de las memorias de Echenique ratifica la versión que di en el libro La

Iniciación de la República (Lima, 1929) sobre el punto de vista del invasor de Bolivia en 1828 acerca de su participación en la batalla de Ayacucho y que motivó un ataque contra mí de Vicente Lecuna en su libro Catálogo de errores y calumnias en la historia de Bolívar (Nueva York, 1958).

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 14 ]

aquel discurso. Cargado de advertencias y de recelos, una frase podría resumirlo: i EI Perú: he ahí el enemigo! Llegaba hasta el extremo de no aconsejar el pacto unitivo ni con el sur de este país. “No debo ocultar, señores (decía textualmente),a la Nación, que hay fundados motivos para creer que se acecha a la buena fe de los bolivianos con la lisonjera idea de agregar a la República los departamentos de Arequipa, Cuzco y Puno y halagándola con este engrandecimiento por el mayor territorio y población, por la mejora de sus puertos, etc., prepararle el golpe de su fusión en la República Peruana. En cualquier negociación, en cualquier convenio, echad la vista sobre la misión diplomática que nos vino de aquel país el año de 26 y allí encontraréis las verdaderas pretensiones”. ¡A Sucre le parecía peligrosa y dañina la misión de Ortiz de Zevallos Como premio por sus servicios pedía a la nación entera ya sus administradores no destruir su obra, “conservar por entre todos los peligros la independencia de Bolivia y preferir todas las desgracias y la muerte misma de sus hijos antes que perder la soberanía de la República que proclamaron los pueblos y que obtuvieron en recompensa de sus generosos sacrificios en la revolución”. Pero en esta afirmación de nacionalismo boliviano había también una despedida del patricio. Como otro favor pedía que, no obstante de hacerlo inviolable la Constitución, se le juzgara y que si se comprobaba una sola infracción de la ley, se le sometiese al fallo de la justicia, para lo cual se comprometía regresar de Colombia.

RETIRADA DEL EJÉRCITO PERUANO.- En cumplimiento de lo acordado en Piquiza, el ejército peruano emprendió la retirada. Gamarra dirigió una proclama de despedida a los bolivianos. Expreso “que las tropas que habían ido a restituirles sus derechos se marchaban sin haber faltado a sus palabra y a sus promesas”. “Bolivia (dijo) tiene ya existencia propia, su suerte queda en manos de sus hijos. Una asamblea nacional está convocada para reformar la Carta ignominiosa, que extranjeros ambiciosos os entregaron con la punta de sus bayonetas, solo para colonizaros. Su augusta inauguración sea el principio de vuestra gloria y prosperidad”. Al terminar, expreso: “Sea feliz la patria, sea la asamblea nacional la columna de vuestra dicha; reuníos en torno de ella; respetad sus leyes; la concordia y la fraternidad sea vuestra divisa. Si no, siento decirlo, vais a sumiros en sangre y anarquía”. Al contestar la nota de Gamarra en la que anunciaba su viaje, el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Casimiro Olañeta, expresó lo siguiente: “Leyendo a S. E. el Vicepresidente encargado de la administración del Estado el contenido de la apreciable nota del señor general en jefe del ejército peruano, interrumpiéndome la lectura, exclamó: “Estaba reservada al general Gamarra la gran gloria de destruir la máxima de auxiliar a un pueblo para esclavizarlo aún más: El jefe del ejército peruano, repasando el Desaguadero, se presenta ante la historia como un guerrero filósofo que supo convertir los elementos de ruina y devastación en beneficio de la humanidad doliente. En la campaña contra los auxiliares economizó la sangre de sus hermanos de Bolivia y firmó en Piquiza los tratados consecuentes con los principios liberales adoptados por su gobierno; conservó el ejército de Bolivia que pudo reducir a la nada; reunió la Representación Nacional y por último, generosamente, entregaba las rentas de los departamento de Oruro y la Paz y se volvía dejando los destinos de Bolivia en manos de sus propios hijos”. Sin embargo, el propio Olañeta se encargó más tarde de atacar duramente al Perú y a Gamarra por la intervención militar en Bolivia, censura que fue muy repetida por sus compatriotas. El tratado de Piquiza señaló el final del sueño bolivariano de unir Bolivia, Perú y Colombia. Después de Piquiza, Bolívar comenzó a hablar en sus cartas de la guerra al Perú. “Creación suya (del Libertador) era Bolivia, estado tapón entre Lima y Buenos Aires. De ahí que no aceptara reparo a su obra, de ahí que al fervor de antaño por lo peruano sucediera vehemente desprecio por ese pueblo al sentir su orgullo maltratado”, dice el gran historiador colombiano Joaquín Tamayo en el libro Nuestro siglo XIX.

LA INVASIÓN Y POTOSÍ

Agustín Gamarra y sus tropas invadieron Bolivia. Los refuerzos bolivianos llegaron desde Potosí, una gran ciudad desde los tiempos coloniales, para repeler la ofensiva peruana. Esta invasión fue una respuesta a las hostilidades con Bolívar en el norte y a su más fiel ayudante el presidente boliviano Antonio José de Sucre.

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 1

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EL 3 DE MARZO DE 1828, MIENTRAS CONTINUABA EL MINUCIOSO Y APASIONADO CAMBIO DE MISIVAS, VINO UNA VERDADERA AMENAZA DEL CANCILLER COLOMBIANO, CUANDO EXPRESÓ QUE SE CONSIDERARÍA SU PAÍS HOSTILIZADO Y EN ESTADO DE ACUDIR A LA SUERTE DE LAS ARMAS SI DENTRO DE SEIS MESES EL GOBIERNO PERUANO NO ENTREGABA JAÉN Y LA PARTE DE MAYNAS QUE OCUPABA. (…)

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PERÍODO 1

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Aparentemente (como hiciera constar Olañeta en el oficio antes aludido) después de Piquiza no se produjo sino la retirada peruana. “Creo que ciertamente las tropas peruanas evacuan a Bolivia (escribió Sucre a Bolívar desde Guayaquil el 18 de setiembre de 1828) por el doble motivo de atender a la guerra con Colombia y porque Gamarra está convencido de que aquellos pueblos están pronunciados por la independencia y, aunque él les ha hablado de la incorporación al Perú, no querrá ahora violentarlos”. Pero los planes ocultos y las intenciones secretas de Gamarra no habían cambiado.

LA ETAPA “PERUANA” DE LA POLÍTICA BOLIVIANA.- En realidad, eliminados Sucre y las tropas colombianas de Bolivia, Gamarra y las tropas peruanas pretendieron reemplazarlos en su función tutelar. No quisieron actuar, sin embargo, de modo directo y franco, sino por medio de asambleas legislativas y de gobiernos sumisos. El Congreso boliviano de 1828 se instaló pues, bajo los auspicios peruanos, pero no colmó plenamente con sus resoluciones los deseos de los vencedores. Eligió como presidente al mariscal Santa Cruz, y como vicepresidente, al general José Miguel de Velasco (12 de agosto de 1828). Este asumió el poder por estar Santa Cruz en Chile. Del ministerio formó parte el ubicuo Casimiro Olañeta. Gamarra, en contraste con sus sonoras proclamas, no estaba contento aún. Quería un gobierno más propicio, más suyo. Acaso ya tenía recelos contra Santa Cruz. Al general Pedro Blanco le instó a sublevarse. “Este Velasco es un ente, él obra por lo que dicen...”, escribió entonces. Con tales intrigas tiene relación la revuelta del coronel José Ramón de Loayza que proclamó la independencia del departamento de La Paz con el nombre de “República del Alto Perú”. Al parecer Loayza, no hizo una aislada y estrafalaria inocentada, sino que fue el ejecutor precipitado de vastos planes. Para someterlo, no se apeló a la violencia, sino al halago. Una Asamblea convencional fue convocada. Compúsose, como la anterior, de una mayoría de doctores en Derecho y Teología. Eligió este Congreso como presidente provisional al general Pedro Blanco, y vicepresidente, al general Loayza. Entonces sí que Bolivia se puso bajo el signo peruano. El peruanismo de aquella Asamblea se evidenció, por las personas que la manejaron; una de ellas, don Severo Malvia, fue por muchos años un fiel adepto de Gamarra. Malavia propuso el cambio de la República denominándola Alto Perú, como lo había hecho Loayza poco antes y que fuese adoptado como escudo de ella “una sola llama en campo llano”.

[ III ] LA mISIÓN VILLA EN COLOmBIA.- La expulsión del representante colombiano Armero, ordenada por el gobierno del Perú, se efectuó en junio de 1827. En diciembre del mismo año José Villa, ministro enviado desde Lima a Colombia, inició desde el puerto de San Buenaventura su epistolario con la cancillería de Bogotá, bien distinta en su espíritu y en sus objetivos de la que vio con simpatía la rebelión del 26 de enero de 1827. Bolívar era presidente constitucional de Colombia desde el 10 de setiembre de 1827. Villa había sido secretario de Berindoaga; y al canciller que lo nombró, Francisco Javier Mariátegui, conocíasele como antibolivariano prominente. El envío a Colombia de quien era considerado por Bolívar como cómplice de un traidor parecía una provocación. Al llegar a Bogotá, el nuevo ministro fue invitado a una audiencia privada para que no transcurriera inútilmente el tiempo “antes de que el Libertador fije día para dar audiencia pública a su señoría”. Sin ser recibido, entabló una larga correspondencia sobre la finalidad de su misión, y recibió y contestó cargos que se le dirigían por sucesos que habían suscitado “el justo enojo del Libertador”. Al mismo tiempo, fue testigo de importantes acontecimientos políticos. “Resuelto

(Bolívar) a despojarse de las últimas trabas constitucionales, dictó una serie de decretos de estilo inconfundible”, ha escrito el historiador colombiano Joaquín Tamayo en su libro Nuestro siglo XIX. “Preparado el medio político para el golpe de Estado lo aprovechó para cumplir lo que en él constituía imperativo categórico de sus actividades. Estableció el cesarismo en virtud de las facultades extraordinarias: impuso la pena de muerte y la confiscación de bienes a los conspiradores posibles, mas con ser este decreto indicio de un próximo atropello, no fue el que más cólera despertó entre los granadinos adictos a las instituciones republicanas. Fue aquel del 26 de febrero del año 28, en el cual organizaba el Consejo de Gobierno y destituía a Santander de sus atribuciones oficiales”. Existen múltiples indicios de que las relaciones entre Villa y el grupo que a sí mismo se llamaba civilista, santanderista, liberal o neogranadino fueron muy cordiales. El 3 de marzo de 1828, mientras continuaba el minucioso y apasionado cambio de misivas, vino una verdadera amenaza del canciller colombiano, cuando expresó que se consideraría su país hostilizado y en estado de acudir a la suerte de las armas si dentro de seis meses el gobierno peruano no entregaba Jaén y la parte de Maynas que ocupaba, si no había pagado 3.595.747 pesos, o sea el monto de la deuda proveniente de la independencia, si no había reducido el número de las tropas de la frontera, si no volvía a recibir a Armero y si no declaraba que estaba listo a enviar los reemplazos de los colombianos muertos en el Perú. Villa publicó una memoria para defender a su gobierno y el canciller Estanislao Vergara lo refutó con una contra-memoria. Este debate escrito concluyó a fines de mayo. Al rechazar las demandas colombianas, Villa planteó la reunión de comisionados de ambos gobiernos para tratar de la deuda y de los límites, la reducción de las tropas por ambas partes en los departamentos limítrofes y la ratificación de este tratado en un plazo muy breve. Una de sus afirmaciones fue la de que la credencial de Portocarrero, el firmante, en nombre de Riva-Agüero, del tratado de Guayaquil de 1823, no mencionaba la autorización del Congreso refrendándola; y por ella fue tratado despectiva y duramente pues su propia credencial carecía de ese formulismo. Sin haber sido recibido, se le dio pasaporte como a un particular, y se le señaló el forzoso itinerario de su viaje por el puerto de Buenaventura “por donde había venido enviado por el Presidente del Perú a negocios del servicio y a quien acompañaban don N. Saravia y cinco criados”.

mISIÓN O’LEARY.- En tanto que Villa fracasaba en su gestión diplomática, se inició la misión O’Leary. Al mencionar dicha misión escribió José Manuel Restrepo en su Diario político y militar: “Todo el consejo de gobierno, que es opuesto a la guerra, sugirió esta medida al Libertador. iOjalá produzca un buen resultado pues la guerra al Perú, si se comienza, causará a Colombia males inmensos! El Libertador no está decidido en contra de ella y en el fondo de su corazón desea tomar una brillante satisfacción del gobierno del Perú y aún destruirlo por los agravios que ha hecho a su persona y a Colombia. Habla mucho de que mientras subsista la actual administración del Perú no habrá garantía alguna de lo que ofrezca y aunque convendría a Colombia extender su frontera meridional” (29 de agosto 1828). O’Leary, (quien, según su reciente biógrafo Pérez Vila, llevaba instrucciones de Bolívar para alentar a la oposición contra La Mar) solicitó desde Quito un salvoconducto para trasladarse a Lima. El gobierno peruano, antes de despachar este documento, le pidió las bases sobre las que debían entablarse las negociaciones de paz. Contestó O’Leary que no llevaba bases definidas, las que serían ajustadas de acuerdo con estricta justicia y que sus poderes eran amplios. La forma como fue dirigida la comunicación al negociador colombiano, desconociendo el título legal de Bolívar, fue motivo de resentimiento. Poco después se produjo la ruptura de las hostilidades. El propio O’Leary se encargó de enconar más los ánimos porque fraguó o dejó fraguar en Guayaquil una proclama de Riva-Agüero donde aparecía afirmando desde Chile que él era el legítimo

JOSÉ RUFINO ECHENIQUE (1808-1887)

En 1822 se unió a la causa independentista como cadete del batallón No. 3 de la Legión Peruana, al mando del joven Agustín Gamarra, con quien peleó en diversas campañas hasta 1834. Se retiró del ejército en 1835 y se dedicó con éxito a la agricultura. El primer trapiche a vapor del país funcionó en su hacienda azucarera. En 1843 volvió a la vida política y logró ocupar la presidencia entre 1851 y 1855.

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 1

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presidente del Perú, llamaba usurpador a La Mar y calificaba de injusta e impolítica la guerra con Colombia (Diario político y militar de Restrepo, 20 de diciembre).

A PESAR DE LA LITERATURA VIRULENTA DE AMBOS BANDOS, LA LUCHA ERA ENTRE LA FACCIÓN ANTIBOLIVARISTA PERUANA Y LA FACCIÓN BOLIVARISTA DE COLOMBIA Y NO UNA GUERRA ENTRE LOS DOS PUEBLOS.

mEDIACIÓN DE SUCRE.- Al pasar Sucre por el Callao, de regreso de Bolivia después de su deposición, quiso servir de mediador entre Colombia y el Perú (Nota a bordo de la fragata Porcospin a la vela sobre el puerto del Callao, el 10 de setiembre de 1828, firmada por su edecán José Escolástico Andrade por declarar él que no podía hacerlo a consecuencia de su herida en el motín de Chuquisaca). El ministro peruano de Gobierno y Relaciones Exteriores, José María Galdiano, después de insistir en que su país no había fomentado la discordia, expresó: “Estos sentimientos pacíficos son tan sinceros que el gobierno no puede negarse a aceptar la oficiosa intervención de V. E. para con el general Bolívar, a pesar de que conoce con certeza que no puede ser fructuosa; ya porque quien ha anunciado hasta el punto y tiempo del combate, quien ha sofocado la voz de su patria heroica mente pronunciada por la libertad y por los destinos del Perú, para no ser refrenado en su carrera, quien se ha negado tenazmente a admitir y oír un Plenipotenciario nuestro, manifestando bien que ha temido que nuestras explicaciones francas y amigables alejasen la guerra, mucho menos se prestará a los buenos oficios de quien, no teniendo carácter político ni encargo particular de nuestra parte, no podrá conseguir más que expresiones vagas y dilatorias: a no ser que V. E. crea que el ánimo de aquel jefe se halle hoy mejor dispuesto de lo que antes estaba. De todos modos y por cualesquiera medios, este gobierno ha resuelto oír y aceptar todas las proposiciones racionales y decorosas que se le hagan, pero no hacerlas”. El oficio de Galdiano terminaba con una alusión a los sentimientos que, sin duda, había expresado Sucre en el mensaje al Congreso de Bolivia, si bien confesaba que no se había recibido dicho documento; lo cual venía a ser una ironía involuntaria o no, dado el tono antiperuano de la despedida de Sucre a la Asamblea Legislativa de la República que él creara, redactada treinta y ochos días antes. A esta finta contestó el gran mariscal de Ayacucho, y dijo que en dicho mensaje había hablado como funcionario de una nación víctima de ultrajes y de agresión y que había ofrecido después sus oficios particulares en favor de la paz. Terminó con una amenaza al afirmar que cumpliría sus juramentos si, a pesar del retiro en que deseaba vivir, era empleado por su patria para servir a su honor, a sus intereses y a sus derechos. El periódico La Prensa Peruana aseveró que el gobierno había sido demasiado generoso al no impedir la salida del flamante mediador y al no hacer uso de “un derecho incuestionable que a toda nación asiste para hacer prisionero a un general enemigo que, abierta la guerra, llega a su territorio”. LA mEDIACIÓN NORTEAmERICANA E INGLESA.- Consta, por lo demás, que, obediente a una sugerencia del cónsul de Estados Unidos,Tudor, la cancillería peruana pidió la mediación de aquel país y la de Inglaterra para evitar la guerra (Véase la obra de Manning sobre la correspondencia diplomática norteamericana). LA DECLARATORIA DE GUERRA.- Con fecha 17 de mayo de 1828 el Congreso peruano adoptó el acuerdo al que se ha hecho ya antes referencia, cuyo cúmplase fue puesto el20, en el sentido de que el Poder Ejecutivo pusiese al ejército y la armada en pie de resistir o de atacar bajo la protesta solemne de que, en el caso inevitable de un rompimiento “el Perú no hará la guerra a los pueblos hermanos de Colombia y de Bolivia sino a sus actuales jefes”. A la vez autorizó al presidente de la Republica a mandar al ejército dentro o fuera del territorio nacional y encargó el gobierno del país al vicepresidente Salazar y Baquíjano, con excepción de los departamentos en que se hallare aquel y fuesen teatro de las operaciones bélicas.

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[ CAPÍTULO 14 ]

El gobierno de Colombia envió al del Perú con un oficio (15 de julio), el manifiesto sobre los fundamentos que tenía para hacer la guerra. Bolívar, la declaró en proclama suscrita en Bogotá el3 de julio. Proclamas belicosas de La Mar y Salazar y Baquíjano le respondieron. Encargado del mando, Salazar y Baquíjano dio un decreto en el que se estableció el bloqueo riguroso de los puertos situados en la extensa zona desde Tumbes exclusive hasta Panamá (9 de setiembre). Pocos días después viajó La Mar del Callao al norte. La nota de Colombia fue contestada con fecha 16 de octubre por el ministro justo Figuerola. Un manifiesto oficial apareció en Lima como réplica al del adversario. Otro participante tuvo la polémica: el gobierno de Bolivia que, a través de su ministro, el increíble Casimiro Olañeta, atacó entonces sañudamente tanto a Colombia como a Bolívar. A pesar de la literatura virulenta de ambos bandos, la lucha era entre la facción antibolivarista peruana y la facción bolivarista de Colombia y no una guerra entre los dos pueblos.

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FEBRERO 1829 [ PERÚ ]

EL EJÉRCITO PERUANO OCUPA LA CIUDAD DE GUAYAQUIL. PARTICIPARON EL BATALLÓN AYACUCHO Y PARTE DE LA MARINA. LA OCUPACIÓN FUE PACÍFICA Y ESTUVO AL MANDO DEL CAPITÁN CASIMIRO NEGRÓN, QUIEN FUE NOMBRADO COMANDANTE MILITAR DE LA PLAZA. EL 27 DE ESE MES LAS FUERZAS PERUANAS SUFRIERON UNA DERROTA EN LA BATALLA DE TARQUI.

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 1

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[ tomo 1 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] I Perspectivas de la guerra La triunfal campaña marítima ● Combate de Malpelo. El bloqueo ● Combate de Cruces ● Muerte de Guisse ● Ocupación de Guayaquil ● Guisse ● La captura de John Cato en Panamá y otros incidentes del viaje de dos barcos perua­ nos a Panamá. La pérdida de la Presidente ● La campaña terrestre. Avance perua­ no. Negociaciones de paz ● La sorpresa de Saraguro ● El portete de Tarqui ● El Convenio de Girón ● Desconocimiento del Convenio de Girón ● El significado de

CAPÍTULO 15 ●



Tarqui ● La opinión de Gamarra sobre la campaña ● II Estabilización de la guerra ● El triunvirato contra La Mar ● Subleva­ ción de La Fuente ● Sublevación de Ga­ marra. Prisión y expatriación de La Mar ● Sublevación del Cuzco ● Destierro y muerte de La Mar ● III El primer Congre­ so ordinario ● La doctrina del menaje de La Fuente. El Gobierno provisorio ● Elec­ ción popular de Gamarra y elección de La Fuente por el Congreso ● El caso del vocal Cuadros ● Significado sociológico de los sucesos políticos de 1829.

EL FRUSTRADO INTENTO PARA LLEVAR A CABO LA EXPANSIÒN PERUANA HACIA EN NORTE Y EL SURGIMIENTO DEL CAUDILLAJE AUTORITARIO, PACIFISTA EN TORNO A AQUELLA ZONA Y BELIGERANTE EN LA DEL SUR

15 [ ]

CAPÍTULO

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[ CAPÍTULO 15 ]

[I] ERSPECTIVAS DE LA GUERRA - El tipo de guerra con Colombia que esperó La Mar se deduce de estas palabras de una proclama a los peruanos el 30 de agosto de 1828: “Corramos a un triunfo fácil y glorioso. Los valientes de Colombia con nosotros; los que han vencido en los combates por la independencia y libertad, los que han sostenido con su espada estos derechos sacrosantos de los pueblos, fieles a su conciencia, en nada han desmentido los solemnes juramentos que hicieron al cielo y a los hombres. Los que sirven a la tiranía no son soldados, ni valientes, ni colombianos”. Palabras análogas dijo a sus soldados en el campamento de Tambo Grande el 12 de octubre: “Paz y amistad al pueblo de Colombia que es nuestro amigo, hermano y aliado”. Desde Gonzanama se dirigió el 26 de diciembre al ejército colombiano, para pedirle que se uniera al peruano. C. Parra Pérez en su libro La monarquía en la Gran Colombia dice de Santander que tuvo “complicidad con el doctor José Villa, ministro del Perú en Bogotá, instigó a La Mar a entrar en guerra contra Colombia induciéndolo a creer que gran parte de esta le ayudaría, que los peruanos podrían tomar fácilmente a Guayaquil y que esta ciudad no sería reclamada por Colombia (p.312). Al romperse las hostilidades las circunstancias conspiraban aparentemente a favor del Perú. La autoridad de Bolívar estaba minada en Colombia. La rebelión de las tropas colombianas en el Perú contra él, en 1827, parecía ser apenas un indicio, un punto de partida. La corbeta Pichincha, armada en guerra en Guayaquil, se puso a las órdenes de La Mar y viajó a Paita; sus jefes afirmaron que “enemigos de cualquier tirano que, como el General Bolívar, pretenda despotizarnos, hemos resuelto a nuestro consentimiento y sin más interés que el de ser partícipes en la lucha que emprende el Perú por la felicidad de Colombia, presentarnos con nuestro buque”. El general José María Obando y el coronel José Hilario López se sublevaron contra Bolívar en la zona de Pasto y Popayán. “Ruego a Ud. a nombre toda la República y de la humanidad (escribió Obando a La Mar desde Cuáitara el 29 de diciembre de 1828) que no detenga sus marchas sino que las active hasta ocupar Juanambú. Todos los pueblos anhelan por el ejército auxiliar y, como digo, no encontrará sino muy pequeños estorbos”. De las dudas que había acerca de las actitudes de altos personajes en Colombia ofrece un dato revelador José María Restrepo en su Diario político y militar. “Por órdenes del Libertador (escribió el 28 de febrero de 1829) dadas desde diciembre último, el General Santander ha sido detenido en Cartagena en el castillo de Bocachica.Temió que saliendo de Colombia fuera a unirse con los peruanos...”. El ejército del Perú debía tener, por otra parte, la moral muy alta después de su triunfal paseo por Bolivia. En el mar, la superioridad de la escuadra podía permitir al Perú bloquear la costa enemiga, dificultar su vida comercial, cortar los movimientos de tropas y de elementos de guerra y amenazar vitales centros de recursos y básicas líneas de comunicaciones. Gracias a sus relaciones familiares y personales y a los antiguos vínculos que con el Perú tenía la región que fue el teatro de las operaciones, La Mar podía lisonjearse con la esperanza de contar en ella con apoyo popular. “Había muchos peruanófilos (afirma el eminente historiador ecuatoriano Oscar Efrén

Reyes en su Historia de la República) en Cuenca, Loja, Guayaquil, Santa Elena, Daule, Machala y Saraguro”. El 11 de setiembre de 1827 el Comandante José Arrieta y otros habían intentado encabezar en Guayaquil una sublevación a favor del Perú. San Martín, en carta a Miller de 30 de junio de 1827,decía: “He visto carta de Guayaquil en que se asegura la exaltación de los ánimos de los habitantes de aquellas provincias contra los colombianos y su jefe y cuyos deseos eran de unir sus destinos a los del Bajo Perú en cuyo plan entraban los quiteños”.

LA TRIUNFAL CAmPAÑA mARÍTImA. COmBATE DE mALPELO. EL BLOQUEO.- La guerra tuvo dos fases: una naval y otra terrestre. La primera fue íntegramente favorable al Perú. La escuadra nacional había entrado en un proceso de desarme después de la rendición del Callao. El Gobierno de La Mar ordenó su rearme, efectuado por los esfuerzos de Tomás de Vivero, comandante general de la marina. La campaña se inició con el llamado combate de Punta Malpelo, en las inmediaciones de la ría de Guayaquil, librado el 31 de agosto de 1828 entre la corbeta peruana Libertad y la corbeta Pichincha y la goleta Guayaquileña, colombianas. El intento de estas fue sorprender y capturar a aquella. El valiente comandante Carlos García del Postigo, que tenía bajo su jefatura a la Libertad, notificó a los barcos enemigos que “tomaran distancia”, o sea no les permitió acercarse y cuando ellos trataron de abordarlo, se trabó un combate que duró cerca de una hora. La Pichincha abandonó bien pronto la lucha, proseguida solo por la Guayaquileña hasta que se retiró a Guayaquil. La escuadra peruana, otra vez al mando del glorioso y eficiente Guisse se componía de las fragatas Presidente (antes Prueba) y Monteagudo, la corbeta Libertad (a la que vino a sumarse luego la colombiana Pichincha), el bergantín Congreso, las goletas Arequipeña y Peruviana y ocho lanchas cañoneras. Más tarde contó también con el bergantín Rápido. Después de una intensa labor de preparación, salió Guisse del Callao, a campaña el 18 de setiembre de 1828, conduciendo a La Mar y llegó a Paita el 22 del mismo mes. Estableció después el bloqueo de las costas enemigas. El 2 de octubre una pequeña fuerza de desembarco se apoderó en el pueblo del Naranjal de parte de un cargamento destinado al ejército colombiano de Cuenca. El 6 de noviembre se presentó en Paita la goleta Pichincha para colaborar en la “gloriosa lucha” emprendida “por la felicidad de una nación ilustre, magnánima y guerrera cual es Colombia”. COmBATE DE CRUCES.- La nave almirante Presidente, la corbeta Libertad y la goleta Peruviana con cinco lanchas para las tropas de desembarco se prestaron, bajo las órdenes de Guisse, para tomar Guayaquil. Noticias sobre dos sublevaciones en esa plaza favorables a los peruanos, que habían sido sofocadas, hicieron adelantar el ataque. El 22 de noviembre se trabó el combate llamado de Cruces, por el estrecho paso de la ría en la entrada de Guayaquil que estaba cerrado de costa a costa por una línea de cadenas sostenidas entre balsas, con sus extremos asegurados por anclas; y también por el fuerte o castillo del mismo nombre con nueve cañones de a 24 y otras obras. Tras la línea de cadenas hallábanse los buques colombianos goleta Guayaquileña con 16 cañones de 9, una goleta y varias lanchas. Había, además, varias baterías de tierra. El combate empezó con el avance de las lanchas y la Peruviana que también llevaba tropas. Guisse forzó de vela a la Presidente, quedó frente al castillo de Cruces y muy cerca de él y mandó largar el ancla. Rompió entonces un vivo fuego con bala y metralla que, a los pocos minutos, obligó a los enemigos a retirarse. Las lanchas rompieron la cadena y la largaron a pique. La corbeta Libertad se enfrentó al Astillero. Guisse mandó desembarcar la tropa de la Peruviana y de las lanchas para que tomasen posesión del castillo de Cruces. En dos oportunidades intentaron los enemigos recuperarlo; pero en ambas fracasaron. Una vez que el fuerte fue quemado

BANDERA DE COLOmBIA

Después de la separación de Venezuela (1829) y Ecuador (1830) de la Gran Colombia, el territorio pasó a denominarse Nueva Granada. La bandera no tuvo mayores cambios y siguió siendo utilizada durante la breve existencia de la Gran Colombia (1819-1831), que, a su vez, había sido tomada del pabellón venezolano. Tiene tres franjas horizontales: una amarilla, que ocupa la mitad superior; una azul, que ocupa la cuarta parte siguiente; y una roja, que ocupa la cuarta parte inferior.

[ CAPÍTULO 15 ] PERÍODO 1

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YA A LAS NUEVE DE LA NOCHE, LA ORDEN DE GUISSE FUE PARA QUE LOS BUQUES SE REPLEGARAN AL FONDEADERO DE CRUCES, PUES A GUAYAQUIL NO LE QUEDABA SINO RENDIRSE. PERO UNA MALA MANIOBRA DE LA FRAGATA PRESIDENTE HIZO QUE ENCALLARA EN UNO DE LOS TANTOS BAJOS DE LA RÍA.

y destruido, los peruanos llevaron a bordo las cosas que pudieron ser aprovechadas. En la mañana del 23 de noviembre hubo un cañoneo entre el bergantín colombiano Adela, protegido por una batería situada en la aduana y la escuadra peruana. El bergantín fue echado a pique y la batería quedó silenciada.

mUERTE DE GUISSE.- A las tres de la tarde del mismo día 23 avanzó Guisse y se batió con las tres baterías: la del muelle, la del cerro de la Pólvora (a cuyo amparo estaban la goleta Guayaquileña, otra goleta y dos lanchas) y la Planchada. La del muelle quedó deshecha, la Guayaquileña desmantelada (fue luego incorporada a la escuadra peruana), la otra goleta y las lanchas destrozadas. Guisse mandó suspender el fuego sobre la población para limitarlo únicamente a las baterías de la Pólvora y la Planchada cuyos fuegos quedaron apagados al anochecer. Ya a las nueve de la noche, la orden de Guisse fue para que los buques se replegaran al fondeadero de Cruces, pues a Guayaquil no le quedaba sino rendirse. Pero una mala maniobra de la fragata Presidente hizo que encallara en uno de los tantos bajos de la ría. Diez horas permaneció en esta situación hasta el mediodía del 24 en que la creciente de la marea la puso al flote. Aprovecharon los colombianos para montar un cañón en la Aguardentería y desde allí hicieron fuego a la fragata que no podía contestar por el estado en que quedó al encallar. Los demás barcos, que ya habían anclado en Cruces no pudieron acudir en su auxilio por ser contraria la corriente. Ya la Presidente había flotado y navegaba hacia Cruces, cuando una de las últimas balas del enemigo hirió mortalmente a Guisse. OCUPACIÓN DE GUAYAQUIL.- Se hizo cargo de la escuadra el comandante de la corbeta Libertad, el teniente primero José Boterín, quien llevó adelante el ataque y apagó completamente los fuegos de las baterías de tierra. El rígido bloqueo establecido entonces, la partida de algunas tropas que defendían la plaza y que marcharon a unirse con el ejército de Sucre, algunas sublevaciones de tropas y población en comarcas vecinas y las enérgicas intimaciones de Boterín, condujeron a que se entablaran negociaciones. En la capitulación firmada a bordo de la Arequipeña, el 19 de enero de 1829, se acordó que, si dentro de diez días, no llegaba noticia, por una de las dos partes, de haberse librado una batalla entre los ejércitos, se evacuaría la plaza. Con respecto a la forma de gobierno que debía regir en ella, sería en lo político la que estaba en funciones, nombrándose un jefe militar. Una de las proposiciones de los comisionados que representaban a la escuadra bloqueadora tiene interés especial. Decía: “Todas las personas que se hayan pasado a la escuadra peruana o emigrado por opiniones políticas durante el bloqueo, volverán a tomar posesión de sus propiedades, o se les hará la debida indemnización con arreglo a las leyes del país”. El convenio de capitulación y evacuación fue ratificado y aprobado por Boterín y por su sucesor en el comando de la escuadra Hipólito Bouchard. Las tropas peruanas tomaron posesión de Guayaquil el 1o de febrero de 1829 al mando del Capitán Casimiro Negrón. GUISSE.- El Perú jamás podrá pagar su deuda a Martín Jorge Guisse. Nació el12 de marzo de 1780 en Gloucestershire, en el sur de Inglaterra. Muy joven viajó a luchar en el mar por la libertad de América. Compañero de Cochrane en la escuadra chilena, este le tuvo constante odiosidad. Llegó al Perú con la expedición de 1819 y regresó en 1820 con San Martín. Participó en el asalto y toma de la fragata española Esmeralda en aguas del Callao rivalizando en valor con Cochrane. Fundó la marina nacional peruana con los elementos disponibles por el Protectorado de San Marín y con el personal, las entidades y los reglamentos provenientes

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de la época virreinal. No creó, como se ha dicho, una escuela de carácter académico; pero, como consta en la reciente obra sobre Fuentes para el estudio de la historia naval del Perú, hizo un llamamiento a los jóvenes peruanos de 12 a 16 años para que se formaran prácticamente como oficiales. Durante la guerra emancipadora cumplió importantes funciones de bloqueo, transporte o convoy de tropas y vigilancia de la costa y participó, además, en encuentros felices como la toma de Arica en junio de 1823, en ataques de sorpresa sobre barcos españoles y en el incendio de ellos en el Callao. Salvó reiteradamente a este puerto que no lo recuerda hoy con un monumento. Su lealtad a Riva-Agüero fue ejemplar hasta llegar a salvarlo de la prisión, sin desmedro de su indeclinable voluntad de lucha contra el poder de España. Colaboró con Bolívar en la fase final de la guerra y sus demandas para que obtuvieran ayuda gubernativa los buques y la marinería peruanos, llegaron a alcanzar un sentido patético. Sometido a juicio por un incidente con el jefe colombiano Paz del Castillo, jefe de la plaza de Guayaquil y apresado en este puerto, la sentencia expedida le rindió un homenaje al absolverlo; y, aunque con titubeos y retardo, el Consejo de Gobierno sancionó su reivindicación. Murió en el epílogo de una campaña que honra a la marina nacional, como un marino peruano, es decir como lo que había llegado a ser, en el uniforme y en el espíritu a partir de 1821 sin que ni un instante dejara de impregnar sus actos, sus ideas y sus propósitos. Reunió cualidades que siempre merecen elogio pese a su carácter altivo y a veces intratable: el valor, la inteligencia, la caballerosidad, la constancia. El Perú está en deuda con Martín Jorge Guisse.

LA CAPTURA DEL JOHN CATO EN PANAmÁ Y OTROS INCIDENTES DEL VIAJE DE DOS BARCOS PERUANOS A PANAmÁ. LA PÉRDIDA DE LA PRESIDENTE.- Según Germán Stiglich (en un trabajo reproducido en el volumen segundo de Fuentes para el estudio de la historia naval del Perú) el jefe de la escuadra peruana Hipólito Bouchard despachó a Panamá a dos barcos, la Arequipeña y el Congreso bajo el comando de José Boterín para capturar a una goleta de guerra colombiana, la Tipuani. En el viaje, Boterín abordó a la goleta también colombiana Francisca y la mandó presa a Guayaquil. El 7 de abril de 1829 llegó la expedición peruana a Panamá. Tres botes registraron la bahía, no encontraron al Tipuani; pero sacaron del llamado “pozo”, al pie de los fuertes, a la goleta John Cato poco antes apresada por aquel como contrabandista. La John Cato llegó al Callao el 7 de julio de 1829. El 18 de mayo de 1829 voló la Presidente.

mARTÍN JORGE GUISSE (1780-1829)

Almirante inglés que llegó al Perú en 1820 como parte de la Expedición Libertadora. En 1821, San martín lo nombró Comandante General de la recién creada marina de Guerra del Perú. murió en 1828, durante la guerra contra la Gran Colombia, al mando de buque de guerra Presidente.

LA CAmPAÑA TERRESTRE. AVANCE PERUANO.- Muy distinto fue el curso de los sucesos en la campaña terrestre. La Mar se internó con su ejército en territorio colombiano en noviembre y llegó a Laja el 19 de diciembre de 1828, después de atravesar, en el rigor de la estación de aguas, cincuenta y nueve leguas por caminos escabrosos, desfiladeros estrechos y elevadas cumbres. De Laja destacó una columna, al mando del coronel Pedro Raulet, que avanzó hasta Saraguro, catorce leguas al norte de Laja, unida a la que estaba a órdenes del coronel Francisco de Vida!. Ambas fuerzas llegaron hasta Oña desalojando a un pequeño destacamento enemigo. Tanto en Oña como en Saraguro como en Laja como en otros lugares, los peruanos fueron recibidos con demostraciones de júbilo popular. Entre quienes auxiliaron a los peruanos en Laja estuvieron sindicados el gobernador Manuel Carrión, los Valdivieso y otras familias. No faltaron tampoco los colombianos enemigos de Bolívar, que ingresaron al ejército invasor. Según una carta de Manuel José Mosquera, publicada en el Epistolario del doctor Rufino Cuervo, La Mar avanzó “confiado en unas actas que recibió como del pueblo de Quito Ilamándolo y que en realidad fueron fingidas por Flores para obligarlo a una larga marcha y cogerlo en sus tierras con su fuerza debilitada y sin recursos” (Popayán, 21 de febrero de 1829).

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mARIANO NECOCHEA SARAZA (1792-1849)

El mariscal argentino se alistó en la causa independentista en 1812. En 1820 partió hacia Pisco con el ejército patriota. Ayudó a asentar el cuartel general de San martín en Huaura y junto con él tomó la ciudad de Lima en 1821. Bajo las órdenes de Simón Bolívar, Necochea estuvo a cargo de la prefectura de Lima. Peleó en la batalla de Junín donde quedó malherido. Participó también en la guerra contra Colombia (1829). A partir de 1834 dirigió la Casa de moneda de Lima en varias oportunidades.

La Mar, en Loja, con su ejército diseminado entre varios pueblos en una extensión de más o menos 30 leguas, esperó mucho tiempo a Gamarra y al ejército del sur. De Puno, a donde estuvieron el 30 de setiembre de 1828, estas tropas pasaron a Arequipa el 15 de octubre y llegaron a Lima el 14 de diciembre. Se dieron a la vela en el Callao el 27 de diciembre con rumbo a Paita y de allí marcharon por tierra a Loja, a donde entraron el 25 de enero de 1829. Gamarra fue nombrado General en jefe del ejército; se reservó La Mar el mando supremo para la dirección de la guerra. Los colombianos, que obedecían al General Juan José Flores, tenían establecido su cuartel en Cuenca. Bolívar debió llegar con refuerzos; pero no pudo hacerlo porque, habiéndose sublevado Obando y López, de acuerdo con La Mar, le cerraron el paso en las montañas de Pasto. En su lugar llegó al teatro de la guerra Sucre, nombrado jefe superior del Sur de Colombia y general en jefe del ejército de ese país. Poco después, tanto Obando como López se sometieron al Libertador quien recibió, en Pasto, las noticias de los acontecimientos que sobrevinieron. “Si La Mar no entra en Colombia (ha escrito Mendiburu en su biografía de este) la guerra civil la habría devorado y la caída de Bolívar hubiera sucedido infaliblemente”.

NEGOCIACIONES DE PAZ.- Sucre inició negociaciones de paz acaso para ganar tiempo. Entre invocaciones a la justicia, la nobleza y los sentimientos pacíficos incluyó entonces, como condiciones para la negociación: la reducción de los efectivos militares, la fijación de los límites sirviendo de base la división entre los virreinatos de Nueva Granada y el Perú en 1809 con pequeñas cesiones recíprocas de territorios, la liquidación de la deuda en un plazo de dieciocho meses, la entrega de los reemplazos que debían ser remitidos a las costas de Colombia por cuenta del Perú, satisfacciones mutuas por lo ocurrido con Armero y con Villa, acatamiento al principio de no intervención por ambas Repúblicas, libre determinación para Bolivia, garantías por otro Estado de que se cumplirá el tratado de paz, retirada de ambos ejércitos antes de firmarlo (3 de febrero). La Mar rechazó estas propuestas. Expresó que incluían “condiciones durísimas puestas en el campo del mismo triunfo a un pueblo vencido” y renovó sus anhelos ardientes por una paz “que salve los justos intereses y el honor del Perú”. A su vez presentó en una minuta sus bases para un tratado. Ellas tienen el interés de señalar los objetivos del Gobierno y del ejército peruano en esta campaña. Las primeras tres bases fueron: 1 ° Devolución de los peruanos enrolados en el ejército colombiano después de la batalla de Ayacucho con una indemnización por los que no pudieran regresar; 2° Pago de los gastos extraordinarios causados por la guerra hasta que se firmara la paz definitiva; 3° El departamento de Guayaquil quedaría en el estado en que se hallaba antes de su agresión a Colombia, dejándolo libre para expresar su opinión. Las cuatro bases finales se referían al nombramiento de comisionados para la liquidación de cuentas, arreglo de límites y otros asuntos concernientes al tratado definitivo. La reunión de los comisionados Luis José de Orbegoso y José Villa, por parte del Perú, y Tomás Heres y Daniel Florencio O’Leary, por parte de Colombia, el 10 y el 11 de febrero en el puente del río Saraguro, resultó infructuosa. El 10 de febrero, el jefe peruano Raulet ocupó Cuenca, después de batir a su guarnición y estableció contacto con Guayaquil, para retirarse luego.

LA SORPRESA DE SARAGURO.- La Mar empezó un movimiento en gran escala sobre Cuenca; pero dejó en su retaguardia, en Saraguro, el parque del ejército. Avisado Sucre, hizo un ataque de sorpresa sobre esta retaguardia aislada que dormía sin centinelas ni vigías la noche del13 de febrero. El coronel peruano Jiménez que la mandaba, se disculpó más tarde, alegando haber recibido órdenes de Gamarra para proceder así. El parque incluía gran parte del material

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bélico y de los abastecimientos que había llevado el ejército peruano en la invasión. El pueblo de Saraguro llegó a ser incendiado, como represalia por la simpatía demostrada al Perú.

EL PORTETE DE TARQUI.- Prosiguieron las operaciones, como si los peruanos no hubiesen sufrido el contraste de Saraguro. La Mar tenía como objeto inmediato, la captura de Cuenca. La división Plaza, del ejército del norte, compuesta de casi mil hombres, fue enviada para iniciar este avance al lugar llamado Portete de Tarqui, uno de esos nudos que de trecho en trecho enlazan por el centro los dos ramales de los Andes ecuatorianos. Hallábase dicha división, vanguardia del ejército peruano, muy separada del grueso de dicho ejército, en la llanura que se extiende al pie de aquella especie de puerta para entrar a Cuenca, sin que el resto de las tropas hubiese llegado todavía a apoyaría como se le prometió a Plaza; y la infantería no poseía más municiones que las que cada soldado llevaba consigo. Al despuntar la aurora del 27 de febrero de 1829, fue sorprendida por las tropas de Sucre, que habían escogido bien sus posiciones. Atacada por todas partes, sin ninguna fuerza que la apoyara, falta de municiones, la división Plaza combatió con las bayonetas. Cuando llegó el primer grupo de las demás divisiones peruanas a las siete de la mañana, las posiciones de Plaza estaban virtualmente capturadas y este general y sus dos ayudantes habían sido hechos prisioneros; y el resto de dichas tropas llegó demasiado tarde y no pudo desplegarse por hallarse en un desfiladero. La columna de Cazadores, mandada por el teniente coronel Felipe Santiago Salaverry, pudo formar en línea sus compañías y Gamarra le ordenó se inclinara a su izquierda y ocupase el cerro que de ese lado marcaba el abra denominada Portete. Se equivocó porque la subida era recargada e impracticable y no hubo tiempo. El ataque contrario se hizo muy recio en esos instantes; los dispersos de Plaza y lo imposible del movimiento encargado a Salaverry hicieron que su columna quedara envuelta y se retirase. Provino de ahí gran apretura y confusión y la pérdida de la cuesta cuando, por necesidad, contramarchó el ejército a la llanura de Girón tiroteado por los colombianos en aquellas pendientes montañosas y cubiertas de lodo a causa de la estación. “El General Presidente subía, entretanto, seguido de una columna de cazadores y del resto del Ejército”, dice el parte de la batalla. “Al llegar a la entrada del Portete encontró al General en jefe (Gamarra) quien le dio parte de que la vanguardia estaba ya batida y que era de absoluta necesidad que el Ejército replegase y tomase posesión para oponerse al enemigo en caso de que continuase el ataque. Esta medida le pareció acertada a S. E.”. El tiroteo continuó mientras el grueso del ejército peruano se fue reorganizando en la llanura que quedaba detrás del camino estrecho y de la montaña. Una carga de los Húsares de Junín al mando del general Mariano Necochea, ahuyentó a los colombianos que habían descendido de las laderas para perseguir a los peruanos con dos compañías de cazadores y el célebre escuadrón Cedeño, que mandaba el valiente Camacaro. En medio de las sombras, quizás fangosas, que para el Perú tiene esa jornada, es una luz aislada el episodio que ocurrió entre Camacaro y el coronel peruano Domingo Nieto, comandante del primer escuadrón de Húsares. Camacaro mandó decir a Nieto que ahorrase la sangre de su regimientos y que ambos pelearan con sus lanzas. Nieto, montado en un caballo negro que luego se hizo famoso, mató a Camacaro. Al retirarse Nieto con sus Húsares, se encontró que el ejército de Sucre ocupaba la ladera por donde debía pasar. Sucre dio orden de no disparar. Nieto, que marchaba a la cabeza de los Húsares, se quitó el sombrero, saludándole. Además de las buenas condiciones militares de Sucre, su conocimiento del terrero y su espléndido servicio de informaciones, contribuyeron a que se produjeran estos sucesos, las discordias entre los peruanos. Si a Bolívar le acechaba la rivalidad de sus tenientes en el vasto territorio de la Gran Colombia, La Mar tenía poderosos enemigos en su propio campamento. Desde tiempo atrás, Santa Cruz, La Fuente y Gamarra habían tramado su caída. No llegó a viajar La

EL TIROTEO CONTINUÓ MIENTRAS EL GRUESO DEL EJÉRCITO PERUANO SE FUE REORGANIZANDO EN LA LLANURA QUE QUEDABA DETRÁS DEL CAMINO ESTRECHO Y DE LA MONTAÑA. UNA CARGA DE LOS HÚSARES DE JUNÍN AL MANDO DEL GENERAL MARIANO NECOCHEA, AHUYENTÓ A LOS COLOMBIANOS QUE HABÍAN DESCENDIDO DE LAS LADERAS PARA PERSEGUIR A LOS PERUANOS.

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MARZO 1829 [ GRECIA ]

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TRAS OCHO AÑOS DE LUCHA, GRECIA SE INDEPENDIZA DEL IMPERIO OTOMANO CON LA FIRMA DEL TRATADO DE ADRIANÓPOLIS. NUEVAMENTE LIBRE, EL PAÍS OPTA POR EL SISTEMA MONÁRQUICO, CON OTÓN I COMO REY. EN 1830, GRACIAS A LA INTERVENCIÓN DE RUSIA, FRANCIA Y GRAN BRETAÑA, EL TRATADO DE LONDRES RATIFICA SU CONDICIÓN DE PAÍS INDEPENDIENTE.

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Fuente al norte, como ha de verse luego; y en cuanto a Gamarra, se ha llegado hasta a decir que celebró una secreta conferencia con Sucre y que adrede dejó perderse en los combates la división del norte, para que resultara la del sur, es decir, la suya, el núcleo del ejército. Varios periódicos le hicieron entonces graves inculpaciones, entre otros El Atleta de la Libertad, en Guayaquil, y La Patria en duelo, en Lima. Enemigos políticos suyos, como Santa Cruz y Castilla, le enrostraron más tarde lo mismo. En cambio Echenique, en sus Memorias, lo trata con simpatía en esta parte y el historiador Paz Soldán lo defiende. Mendiburu ha escrito: “Los que tanto tildaron de cobardía al general Gamarra en estos peligros, avanzándose a acusarle de traición, son unos impostores a quienes un ciego espíritu de partido movió a decir, sin respeto a la verdad y honra de su mismo país, lo que jamás podrían probar”. De todos modos, Sucre sabía muy bien con quién se las había. Estando todavía en La Paz, de presidente de Bolivia había escrito a Bolívar con fecha 27 de enero de 1828: “Si no se obtienen satisfacciones suficientes, ya la guerra es una necesidad. Sin embargo, nunca pensaré que deba de pronto invadirse el Perú; ese país está en vísperas de grandes sucesos en que los partidos lo dividan y un ataque exterior los unirá. Es imposible que puedan conciliarse intereses tan diversos como los de todos los aspirantes; usted conoce a todos y sabe que este niño del Cuzco, o es Presidente, o se hace, aunque sea cabeza de ratón. Cada día crece más su ambición, cada día tiene más desprecio por el General La Mar, que es el menos a propósito para reprimir las facciones”. La falta de unidad en el mando, la existencia de fuerzas rivales en el ejército y la colocación diseminada de sus fuerzas, en terrenos fragosos fueron, pues, los factores, más decisivos en los contrastes de Saraguro y Portete de Tarqui. Que en este último solo se batió la división de vanguardia es lo que consigna José Manuel Restrepo en su Diario político y militar (21 de marzo de 1829).

EL CONVENIO DE GIRÓN.- Después de que Camacaro y su tropa fueron acuchillados al llegar a la pampa, los colombianos permanecieron en sus ventajosas posiciones; optaron por no descender al campo. Las hostilidades quedaron suspendidas, dueño cada ejército del terreno que ocupaba. Allí pernoctaron los peruanos en espera de la batalla general. Sucre optó por enviar un parlamentario. El convenio de Girón que firmaron Gamarra y Orbegoso por el Perú en vista, según dijo el Boletín No.3 del ejército peruano, de que “estaba falto de municiones”, estipuló su retirada con la desocupación de Guayaquil y de Laja, porque Colombia “no consentiría firmar un tratado mientras tropas enemigas ocupen su territorio”. Colombia parecía no considerar, pues, en ese momento, a Jaén ni a Maynas como territorio suyo porque no exigió su desocupación. También el convenio de Girón estableció la reducción de las tropas del norte del Perú y del sur de Colombia a tres mil hombres; la devolución de la corbeta Pichincha por el Perú y la entrega de 150 mil pesos para cubrir las deudas dejadas por el Ejército peruano en los departamentos de Asuay y Guayaquil, el nombramiento de una comisión para el arreglo de los límites y de la deuda con sus intereses en un plazo de dieciocho meses (debiendo servir como base para la determinación de aquellos la división de los virreinatos del Perú y de Nueva Granada en agosto de 1809 con cesiones recíprocas de pequeñas partes de territorio), el respeto mutuo de la independencia, satisfacciones por lo ocurrido con Armero y explicaciones adecuadas por lo de Villa y el pago con tropa peruana de las bajas que tuvo el ejército colombiano en el Perú (28 de febrero de 1829). El Gobierno de Estados Unidos serviría de mediador. Se establecería una alianza defensiva entre los dos países. Eran casi las mismas bases que Sucre había remitido a La Mar a principios del mismo mes. La Mar las firmó derramando lágrimas según Mendiburu.

EL PUERTO DE PAITA. Por su ubicación geográfica fue uno de los escenarios desde donde se realizaron las acciones tácticas de la guerra contra la Gran Colombia. La corbeta Pichincha llegó a esa ciudad en 1827 para ponerse a las órdenes del presidente José de la Mar. Unos años después, la corbeta francesa La Bonite pasó por el puerto y los artistas de a bordo plasmaron así sus calles.

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JULIO 1829 [ EE.UU. ]

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EN ESTADOS UNIDOS, WILLIAM AUSTIN BURT PATENTA EL TIPÓGRAFO. APARATO AL QUE MÁS TARDE SE CONOCERÍA COMO MÁQUINA DE ESCRIBIR. CONTABA CON CARACTERES UBICADOS EN UNA RUEDA SEMICIRCULAR QUE SE GIRABA HASTA LLEGAR AL ELEGIDO, EL CUAL ERA LUEGO PRESIONADO CONTRA EL PAPEL. EL SISTEMA NO FUE BIEN RECIBIDO, PUES ERA MÁS LENTO QUE LA ESCRITURA HECHA A MANO.

DESCUBRImIENTO DEL CONVENIO DE GIRÓN.- Uno de los peruanos muertos en Tarqui fue el coronel Pedro Raulet. Algunos dirigentes del ejército de Colombia hicieron que se le cortara la cabeza y que ella fuese enviada en una lanza de Cuenca, ciudad a donde expedicionó este valiente. Jefes, oficiales e individuos de tropas prisioneros en aquella acción, heridos o sanos, resultaron muertos. Otra parte de los soldados peruanos capturados quedó incorporada en el ejército colombiano, sin duda en cumplimiento de la teoría de los reemplazos. Cuando Sucre ratificó el convenio de Girón escribió altaneras frases que en medio de declaraciones de amor al Perú tenían carácter “ofensivo e inusitado” según le dijo La Mar. Pero donde estuvo más irritante su actitud fue en el parte de la batalla y en del decreto de premios que expidió. Según este debía levantarse en el campo donde ella se libró “una columna de jaspe con el diseño que hará el Gobierno en que se inscribirán, de un lado los nombres de los cuerpos del ejército del Sur, en el opuesto los de sus generales y jefes; en el tercero el de los oficiales y tropa muertos y heridos en el combate; y en el que mira al campo del enemigo se inscribirá en letras de oro: El ejército peruano, de ocho mil soldados que invadió la tierra de sus libertadores, fue vencido por cuatro mil bravos de Colombia el veinte y siete de febrero de mil ochocientos veinte y nueve”. Los batallones Yaguachi, Caracas y Rifles y el escuadrón Cedeño pondrían en sus banderas el mote: “Vengadores de Colombia”, lo mismo que en su banderola la compañía de cazadores del Cauca. Una medalla sería distribuida entre los asistentes a la batalla con la inscripción: “Vengadores de Colombia en Tarqui”. Otra medalla especial correspondía al general Flores. En los registros públicos los nombres de los muertos serían inscritos como “mártires y vengadores de su patria”. La Mar, desde Gonzanama, escribió a Sucre una carta, con motivo de todos estos hechos, para enrostrarle su discrepancia con las palabras de generosidad y concordia. Defendió allí la contribución peruana en Junín y Ayacucho. Sostuvo que solo había sido destruida en Tarqui la vanguardia compuesta de cerca de mil hombres, después de haber resistido vigorosamente a todo el ejército colombiano; y agregó que en vano fue esperado el ataque de este en el llano más inmediato después de haber sido rechazada por los Húsares la carga del escuadrón Cedeño. Enfáticamente manifestó que todo el ejército peruano no había reunido más de 4.500 hombres y que al mencionar su número elevándolo a 8.000, Sucre había cometido una equivocación voluntaria. Por todo ello declaró en suspenso el convenio de Girón mientras se daban las satisfacciones capaces de indemnizar las injurias recibidas y se destruían los depresivos testimonios mencionados (17 de marzo). Las tropas de Guayaquil, al mando del coronel José Prieto, oriundo de ese puerto, y la escuadra se negaron a cumplirlo el 11 de marzo de 1829; y el Gobierno de Lima lo desconoció, con fecha 2 de abril. El general Necochea tomó el mando de Guayaquil a fines de ese mes. EL SIGNIFICADO DE TARQUI.- Un testigo de lo que ocurrió en Tarqui, el que fue más tarde general Echenique, cuenta en sus Memorias lo siguiente: “Nunca he podido comprender que se diera por perdida por nosotros aquella batalla habiendo reveses por una y otra parte, esperada y preparados nosotros para ella, quedando dueños del campo y con un ejército superior al del enemigo, aún después de aquellos reveses, se haya persuadido al mundo que la perdimos y nosotros consentir en ello, sin aclarar las cosas demostrando que no hubo batalla campal ni menos la perdimos. Podría ser que no se llevara a efecto el plan que nos propusimos y por el que se emprendió la campaña y que lo abandonáramos; pero de esto al hecho material de haberse perdido la batalla, hay una gran diferencia. El acto verdadero y que comprenderá cualquiera es que nos retiramos por un tratado, cosa que muy bien pudo suceder sin batalla y aun sin que se hubiera disparado un tiro”. En un “Diario de oraciones” publicado en el N° 1 del periódico La Patria en Duelo constan estas palabras que, sin saberlo, ratifican lo afirmado por Echenique: “Nuestra tropas se han

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portado con la mayor bravura... No hemos sido vencidos, pues los enemigos nos han respetado de modo que no se han atrevido a pasar sus columnas al llano en que los esperábamos con el más ardiente deseo...”. Sucre procedió, en todo momento, con habilidad genial. Sacó máximo partido de sus mejores posiciones de Tarqui, como lo había hecho antes en Saraguro. Después de habérselas con la división Plaza, no quiso arriesgar de nuevo su suerte en una batalla campal con todo el ejército peruano. Decidió, por eso, hacer una jugada diplomática en vez de una jugada militar. Invitó a La Mar a discutir negociaciones de paz. Después de lo ocurrido, La Mar tenía que estar dispuesto a firmar un convenio. Y ese convenio quedó firmado en Girón, representando a La Mar los dos futuros rivales, sus sucesores Gamarra y Orbegoso. Una vez obtenido ese documento Sucre hizo una tercera jugada, ya no de contenido militar como la primera o diplomático como la segunda, sino de tipo político. Explotó al máximo lo ocurrido en Tarqui y le dio el significado no de un encuentro con la vanguardia del ejército peruano sino el de una batalla formidable. El documento de Girón apareció así, como el gesto magnánimo de un vencedor caballeroso ante un infeliz vencido. Sucre, con esto, había conseguido dos objetivos. Había logrado, en primer lugar, por la guerra y por la diplomacia detener la invasión; y había conseguido, en seguida, por la propaganda, desprestigiar al Perú, al ejército peruano y a La Mar. Este, que casi no participó en la acción de Tarqui, fue más sorprendido y flanqueado en el terreno diplomático y político que en el terreno militar. Demasiado tarde La Mar descubrió la jugada y envió a Sucre la tremenda y acusadora carta, fechada en Gonzanama el 17 de mayo de 1829, a que ya se ha hecho referencia. El valor histórico de Tarqui es desproporcionado y paradojal. Radica, no en la contienda misma, sino en lo que sus efectos pudieron influir posteriormente, dentro de un cuádruple sentido: para detener de inmediato el avance peruano; para determinar, pocos meses después, el cambio de la política interna de este país; para dejar, a la larga, la frontera norte en statu quo; y para inspirar, a lo largo de los años, la versión ecuatoriana de una total derrota peruana.

LA OPINIÓN DE GAmARRA SOBRE LA CAmPAÑA.- La opinión de Gamarra ante la campaña está expresada en su correspondencia. A su juicio y con prescindencia de hechos anteriores y de opiniones sobre el rumbo general de los sucesos, tuvieron funestas consecuencias la pérdida en Saraguro de casi todo el parque, que fue arrojado a los barrancos y la destrucción de dos batallones. El convenio de Girón, que una junta de guerra aprobara, después de discutir artículo por artículo, salvó al ejército, en el que algunos cuerpos estaban desmoralizados desde Saraguro y que, por la falta de parque y la caballería, no tenía probabilidades de obrar plenamente en aquellos ásperos lugares. La retirada sin la paz era imposible por el mal estado de los caballos, los perversos caminos y los ríos caudalosos por atravesar. Al quedar el ejército intacto, por lo demás, pudo ser luego incrementado mediante la reunión de los dispersos (Carta a Pando, de Piura, 22 de abril de 1829).

[ II ] ESTABILIZACIÓN DE LA GUERRA.- El encuentro de Tarqui distó mucho de ser un acontecimiento abrumador o de efectos decisivos inmediatos. El Perú continuó dueño del mar. Las tropas colombianas no podían invadir territorio peruano; ni siquiera se hallaban en condiciones de recapturar Guayaquil. La retirada del ejército de La Mar hacia Piura después de Girón, en plena estación de lluvias, pudo efectuarse a pesar de todos los obstáculos; y con la incorporación de algunos fugitivos del ejército colombiano en el que habían sido enrolados, llegó a sumar dicho ejército casi cuatro mil hombres. La guerra duró estabilizada durante cinco meses más.

EL VALOR HISTÓRICO DE TARQUI (…) RADICA, NO EN LA CONTIENDA MISMA, SINO EN LO QUE SUS EFECTOS PUDIERON INFLUIR POSTERIORMENTE, DENTRO DE UN CUÁDRUPLE SENTIDO: PARA DETENER DE INMEDIATO EL AVANCE PERUANO; PARA DETERMINAR EL CAMBIO DE LA POLÍTICA INTERNA DE ESTE PAÍS; PARA DEJAR, A LA LARGA, LA FRONTERA NORTE EN STATU QUO; Y PARA INSPIRAR, A LO LARGO DE LOS AÑOS, LA VERSIÓN ECUATORIANA DE UNA TOTAL DERROTA PERUANA.

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EL TRIUNVIRATO CONTRA LA mAR.- La opinión pública, sin embargo, con su influjo sobre

STEWART (…) PINTÓ [A GUTIÉRREZ DE LA FUENTE] COMO “HOMBRE DE BAJA ESTATURA, DE CONSTITUCIÓN DELGADA Y DE APARENTE MALA SALUD; FACCIONES, OJOS, PELO Y BIGOTES OSCUROS, MODALES MODESTOS, SEMBLANTE APACIBLE E INTELIGENTE”, CONOCEDOR ÚNICAMENTE DEL IDIOMA CASTELLANO; DE MUCHA OBSERVACIÓN Y BUEN SENTIDO AL HABLAR.

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la política interna, impidió el desarrollo del conflicto internacional. Los contrastes de la guerra habían debilitado la reputación de La Mar. La penuria de la Hacienda pública era grande. A varios cuerpos del ejército se les debía (según oficio de Gamarra a Salazar y Baquíjano de 10 de junio de 1829) cinco y seis meses de sueldo. La desaprobación del tratado de Girón no fue bien recibida. La sociedad (dice Távara) se espantó con los nuevos sacrificios que se le exigían. Santa Cruz, antiguo presidente provisional del Perú y rival de La Mar en la elección, nombrado luego ministro peruano en Chile y finalmente presidente de Bolivia, Gamarra, prefecto del Cuzco, y La Fuente, prefecto de Arequipa, habían formado un triunvirato. “La Fuente, Santa Cruz y Gamarra, deben ser de hecho tres cuerpos con un alma”, escribió Gamarra a La Fuente en esa época, en una carta que La Fuente publicó. Apenas elegido La Mar, ya se ha visto que Gamarra gobernaba autónoma mente su lejano departamento. “Él obra de un modo independiente -escribió a este respecto Vidaurre-. Desobedece las órdenes de La Mar y las desprecia; promueve, licencia, castiga y da grado sin consulta. Aumenta las plazas de los batallones y escuadrones y el número de ellos”. En algunas provincias del departamento que Gamarra regía, llegaron a producirse como se ha dicho, protestas contra el Congreso Constituyente de 1827, que se atribuyeron a su injerencia oculta; aunque luego, informado de que el ambiente no estaba maduro para la rebelión, el mismo Gamarra marchó a esas provincias y las pacificó fácilmente. Nombrado diputado al Congreso, llegó a anunciar su viaje; pero en seguida invocó motivos poderosos para no dejar el mando de su ejército. Más tarde, la campaña de Bolivia y sus resultados exacerbaron su orgullo y su ambición. En el viaje al norte, para tomar parte en la guerra con Colombia, Gamarra pasó por Arequipa, donde el prefecto La Fuente le ofreció un banquete, en el que brindó por él “único primer general peruano que puede hacer la felicidad del país”. Al llegar a Loja, con fatal retraso, agregó su división al resto del ejército. Subsistió la separación entre las tropas del norte y del sur; y se le dejó, por orden general de 25 de enero de 1829, en una función teórica no consignada en las demás ordenanzas. Mucho se quejó y llegó a afirmar que al invasión a Colombia era un crimen de ingratitud y más, por dirigirla quien era hijo de su suelo; y también dijo, que salvo Guayaquil, nada valioso había para conquistar. Por fin, el 29 de enero se dio una orden general; y de allí se le nombró general en jefe de ejército. La Mar fue encargado de la dirección de las operaciones de guerra. Sin negar la importancia decisiva de Gamarra en la deposición de La Mar, la exactitud histórica debe hacer considerar la acción del triunvirato Gamarra-La Fuente-Santa Cruz.

SUBLEVACIÓN DE LA FUENTE.- La Fuente había llegado en mayo de 1829 a Magdalena, fuera de Lima, con más o menos 1.300 reclutas forzados, mal armados, casi desnudos, sin manifestar apuro para reforzar el ejército del norte y bajo el pretexto de que carecía de medios de transporte adecuados para viajar. Una comunicación urgente, enviada por él al Ministro de Hacienda, en esos días le pidió dinero, aunque fuese tomando la custodia de la Catedral para abonar los sueldos de sus soldados (Archivo de la Nación). Imponiendo además condiciones al Poder Ejecutivo, tales como quedar sujeto solo al general en jefe y conservar para uso de su división los fondos que había traído del sur. Gobernaba en Lima el vicepresidente Manuel Salazar y Baquíjano por ausencia del presidente La Mar. Se notaba un ambiente tenso. De la capital habían viajado casi todas las tropas excepto una pequeña guarnición en el Palacio. Escaseaban los recursos; la inercia administrativa era casi absoluta; el abandono de los ramos de policía urbana y de seguridad pública había llegado a tal extremo en la capital que los ladrones cometían fechorías en los templos e interrumpían las tertulias en las casas. La Fuente optó por sublevarse cuando el vicepresidente Salazar y Baquíjano le exigió que se embarcara de inmediato con sus tropas rumbo al norte. AI negarse a partir, anunció a Salazar que La Mar sería depuesto y que el sur también se rebelaría.

El 4 de junio de 1829, los jefes del ejército dirigieron una representación a La Fuente y allí le dijeron que se hiciera cargo del poder para salvar al país, declarándolo responsable ante la nación si no justificaba la confianza en él depositada, todo ello entre elogios a la campaña de Bolivia y a su héroe, y ataques a la campaña de Colombia, “cálculo militar errado, inspirado por intereses particulares”. “A medio día y con sol”, como él recordó después, La Fuente marchó a Lima el 6 de junio, con dos batallones de soldados. “Sin música ni ningún despliegue especial”, escribió el viajero Charles Samuel Stewart, testigo de esta época, entró en el antiguo palacio de los virreyes. Era la segunda vez que “amarraba” a un gobernante legal, pues se había iniciado en esta labor cuando depuso a Riva-Agüero. Un sabio alemán, Poeppig, que hallábase entonces en Lima, para sus investigaciones científicas, no pudo imaginar cuando vio a esa cabalgata que estuviera “salvando la Patria”. Al día siguiente hubo un comicio en la Municipalidad, a consecuencia de la renuncia de la suprema magistratura que, según se manifestó en esta acta, había hecho don Manuel Salazar; lo cual, seguía diciendo el mismo documento, creaba una inesperada situación, pues no había autoridad que pudiera decidir acerca de ella y el jefe del Poder Ejecutivo se hallaba en campaña sin facultad para ejercer las funciones de tal. Por tales motivos fue “invitado” el general La Fuente a hacerse cargo de dicho Poder mientras se instalaban las Cámaras Legislativas. El acta habló “a nombre de la Patria moribunda” y a favor no solo de la pronta reunión del Congreso sino también de la “celebración de una paz justa, honrosa y necesaria”; de un convenio de suspensión de hostilidades; y de la convocatoria de los colegios electorales para que designaran candidatos a la presidencia y a la vicepresidencia de la República. La Fuente invocó “la voz de lo pueblos y del ejército” para asumir provisoriamente el mando supremo bajo la denominación de Jefe Supremo hasta que se reuniera la Representación Nacional; y aseveró que la República se hallaba “en el borde del precipicio por los extravíos, falta de energía y estabilidad de la anterior administración”. Stewart lo pintó como “hombre de baja estatura, de constitución delgada y de aparente mala salud; facciones, ojos, pelo y bigotes oscuros, modales modestos, semblante apacible e inteligente”, conocedor únicamente del idioma castellano; de mucha observación y buen sentido al hablar. Describió su uniforme así: “Chaqueta militar color escarlata, con cuello y puños azules bordados en oro; pantalones amarillos de ante y botas de cuero de marrueco negro”. Luna Pizarro fue tomado preso y en la cárcel un coronel le faltó gravemente. Poco después viajó a Chile exilado. Fue su tercer destierro.

ANTONIO GUTIÉRREZ DE LA FUENTE (1796-1878)

Este militar tarapaqueño desertó del ejército realista en 1820 y luchó por la causa independentista. Asumió el mando del Poder Ejecutivo en 1829 y entre 1830-1831. Durante la Confederación Perú-boliviana fue proclamado Jefe Supremo, y más adelante ocupó los cargos de ministro, prefecto, senador y alcalde de Lima, entre otros.

SUBLEVACIÓN DE GAmARRA. PRISIÓN Y EXPATRIACIÓN DE LA mAR.- La Mar se había retirado con Gamarra a la ciudad de Piura. En la noche del 7 de junio (véase la matemática coincidencia con lo ocurrido en Lima), una comisión de jefes fue a las habitaciones de La Mar con una carta de Gamarra, en que le pedía su dimisión. Los jefes despertaron a La Mar, quien mandó llamar a Gamarra. Este se negó a ir y La Mar fue obligado a montar inmediatamente en una mula que lo arrojó de la silla una vez y a marchar a Paita enfermo, andando toda la noche y el día siguiente hasta ponerse el sol sin probar alimento. “Mi querido general y amigo -empezaba la carta de Gamarra- es llegado el momento preciso de hablar a usted con la última verdad”. Contra los funestos consejeros y en especial contra Luna Pizarro, contra la añeja prevención que ha sufrido, contra la anarquía y su posible corolario, el retorno de la dominación española, habla allí. Menciona asimismo la conmoción existente en el resto del Perú y el artículo 85 de la Constitución, según el cual el Presidente del Perú debe ser peruano de nacimiento. Termina pidiéndole que renuncie. La frase entonces usada por Gamarra en una proclama: “No más extranjeros, no más”, expresó su afán por representar un espíritu peruanista que, a sus ojos, no contrastaba con su actitud antiguerrera. En la madrugada del 9, La Mar, el coronel Pedro Bermúdez, jefe de Estado Mayor del ejército y un pequeño número de esclavos, fueron embarcados en Paita con una escolta de cazadores

[ CAPÍTULO 15 ] PERÍODO 1

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FUE LA MAR HOMBRE SERIO, SENCILLO Y AFABLE, POSEÍA UNA BRILLANTE HOJA DE SERVICIOS QUE SE INICIÓ CON LAS CAMPAÑAS HECHAS EN ESPAÑA CONTRA LA INVASIÓN NAPOLEÓNICA Y CON EL GRADO DE MARISCAL DE CAMPO QUE OBTUVIERA EN EL EJÉRCITO ESPAÑOL; Y QUE INCLUÍA LA BATALLA DE AYACUCHO, EN CUYO COMANDO TUVO INTERVENCIÓN EFICAZ.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 15 ]

del batallón Pichincha en una pequeña goleta aunque en el puerto existía un barco grande norteamericano pronto a darse a la vela a Chile. El 23 de junio llegaron a Punta Arenas en Costa Rica, tras un viaje casi sin provisiones, tan solo con arroz, galletas y camotes. Cuenta La Mar en carta a Luna Pizarra que los sencillos habitantes del puerto de Paita vertían lágrimas, viendo en qué condiciones se fue el Presidente. Dice el que fue más tarde general Echenique en sus Memorias, que el pronunciamiento de Gamarra consistió únicamente en la prisión de La Mar y Bermúdez y el Ministro de Guerra y en el destierro de los dos primeros. Quedaron en sus puestos todos los comandantes de cuerpos, “de lo que se deduce que todos tenían conocimiento” (del golpe de Estado). No se derramó una gota de sangre ni se persiguió a nadie más.

SUBLEVACIÓN DEL CUZCO.- En el Cuzco estalló el 12 de junio una sublevación cuyos jefes instalaron un gobierno provisional bajo la protección de Santa Cruz y calificaron de absurda la guerra con Colombia. DESTIERRO Y mUERTE DE LA mAR.- En un artículo de Francisco María Iglesias titulado “Un recuerdo” y publicado en la revista costarricense Pandemonium y en otro publicado en Revista de Costa Rica, en 1925 y reproducido en Revista de los Archivos Nacionales, de San José en 1938 por don Cleto González Víquez, ha sido narrada la vida y muerte de La Mar, en Costa Rica. El escaso vecindario de Punta Arenas vio, con sorpresa, llegar a la goleta peruana Mercedes, conduciendo al Presidente y su comitiva. El gobierno, la Asamblea y el Consejo Representativo de Costa Rica, se esforzaron en atender a su inesperado huésped; y como no podían las arcas fiscales disponer de doscientos pesos en su homenaje, los diputados cedieron sus dietas para la recepción, en San José. La Mercedes, entre tanto, fue apresada en Punta Arenas por un corsario colombiano. Después de su festejado arribo a San José, La Mar se radicó en Cartago, que quizá le recordó su tierra natal, por su relativa altura y sus añejas costumbres. Su vida fue allí de recogimiento y amargura. Desde San José, había elevado al Congreso peruano una representación con la narración de los atropellos de que había sido víctima y el vano pedido de que se instaurase el juicio correspondiente, para esclarecer quién era el reo de esa patria. Viudo y sin hijos, envió poder para casarse con su sobrina carnal, doña Ángela Elizalde, de la que siguió separado, por lo cual cuando ella murió, la amortajaron como a las vírgenes: de blanco y con palmas. No tuvo, pues, cerca, a nadie de su familia. El abatimiento, más que la edad, fue minando su salud. Aparte de sus seis esclavos, no contó sino con la asistencia del coronel Bermúdez. Falleció el 11 ó el 12 de octubre de 1830. Poco tiempo antes había sido asesinado Sucre; y poco tiempo después moría Bolívar. La ceremonia del entierro de La Mar conmovió a Cartago y el ataúd fue llevado hasta el cementerio en hombros de los seis esclavos. “Lo que excitaba mayor curiosidad, por no decir admiración (afirma el historiador costarricense Iglesias) era no solamente el nunca visto aparato militar sino también el soberbio caballo de batalla que el general había traído del Perú, ricamente enjaezado y conducido ante el féretro por palafreneros; los brillantes arreos e insignias militares del finado y para aumento de novedad, formaba parte del numeroso acompañamiento el inseparable compañero de La Mar, cuando salía a pie o a caballo y que siempre estaba a su lado: el chivo del Cuzco (así llamaban al carnero traído por el general) hermoso ejemplar de la raza que a saber por qué razón o capricho formaba parte de la comitiva del célebre Capitán”. Bermúdez se casó en Costa Rica y volvió al Perú, gracias a una ley de amnistía en 1831. No pasó mucho tiempo y fue nombrado ministro de Guerra de su enemigo y perseguidor, Gamarra, con lo cual,

según algunos, violó toda lealtad póstuma para con su jefe y compañero de destierro. Este hecho contribuyó a la debilidad de su candidatura presidencial en 1833. Junto con La Fuente, volvió a Costa Rica, en 1835 y permaneció allí hasta 1837. El cadáver de La Mar fue exhumado de orden del presidente centroamericano Morazán, que había recibido ese encargo de Bermúdez en Lima, en 1841. El historiador costarricense Iglesias que lo vio entonces halló restos descarnados y en confusa mezcla con los destrozos del rico uniforme y bordados de oro afiligranado. Una sublevación popular derribó a Morazán, quedó el cadáver en poder de un oficial salvadoreño y fue objeto de la codicia de otros interesados, ya que estaba guardado en una urna de oro. Gracias a las gestiones de la señora Francisca Otoya, vecina de Paita y esposa de un alemán avecindado en Costa Rica, salieron los restos de La Mar de esa República, en abril de 1844. Es posible que la señora Otoya los guardara tres años, pues al cementerio de Lima no llegaron hasta el 4 de marzo de 1847, en que se cumplió la decisión de la Convención Nacional de 1834 para que fueran repatriados, después de una curiosa controversia entre el gobierno peruano y el ecuatoriano, que quiso recogerlos. Solo entonces llegaron a ser acariciados por la gloria sarcástica de los homenajes póstumos. Fue La Mar hombre serio, sencillo y afable. Poseía una brillante hoja de servicios que se iniciaba con las campañas hechas en España contra la invasión napoleónica y con el grado de Mariscal de Campo que obtuviera en el ejército español; y que incluía la batalla de Ayacucho, en cuyo comando tuvo intervención eficaz. Pero, íntimamente, La Mar no era soldadesco. Por eso, precisamente, los liberales le llevaron dos veces al poder, que obtuvo así por la falta de las características que en otros fue la única justificación para alcanzarlo. Él aceptó el poder con repugnancia. “Hasta el nombre de Presidente me asusta”, había escrito en 1826. De él decíase que, guerrero denodado, era un cobarde políticamente. Bolívar lo definió mejor que nadie al Ilamarle el más tenaz y el más tímido de los hombres, capaz de todo lo grande y lo bello y al mismo tiempo, incapaz de quererlo hacer. En una carta a Vidaurre (3 de noviembre de 1825) al hablar del estado difícil de América, La Mar afirmó que el camino para buscar, encontrar y destruir al enemigo común arrancándole este opulento y precioso suelo era muy conocido y ancho, mientras que el de su organización y conservación aparecía muy estrecho, áspero y lleno de malezas. En esta carta decía Lar Mar: “El mismo Rousseau que dice ser culpable el hombre que quede en la inacción, habiendo que hacer a la humanidad bienes, no me consideraría tal, si se impusiese de este nuestro estado y de que no tengo capacidad para hacerlos... Es una fatalidad, es un compromiso horrible que se me supongan recursos para encargarme de semejante mando; y no es justo que yo abuse de este error de concepto para perjudicar al Perú, para perjudicarme a mí mismo; es, por fin, la mayor desgracia para mí, que por no pasar la plaza de obstinado, cuando no otra peor, vaya a Lima, como me estoy ya disponiendo, seguro de ir a perder el aprecio que me dispensan algunos hombre honrados, que han penetrado los sentimientos rectos de mi corazón”. Al lado de su falta de ambición, de astucia y de insidia, había quizá, en La Mar una enfermedad crónica. Acaso su rostro alimonado y sus ojos color caramelo claro ocultaban una afección hepática y una tenaz depresión nerviosa. Arrastrado, al fin, a la política, representó dos cosas paradojales: un Ejecutivo de base parlamentaria y moderado en lo interno y con una ilusión expansionista en la frontera norte. En la convulsión de la política peruana, sus virtudes resultaron defecto. Sus enemigos pudieron capturarlo en su alcoba gracias a la sencillez de su vida; sus consejeros lo dominaron merced a su tolerancia. Resultó un privilegio tenerlo como contendor o enemigo. La guerra a que se lanzó no tuvo éxito. Sin embargo, al lado de las turbulencias y pecados que después imperaron, su figura, purificada por el infortunio y el destierro, resultó engrandecida. Y su gloria ha quedado sin fervores y sin envidias, sin apasionados detractores, gloria pálida que sugiere respeto y quizá también la piedad.

LOS EVENTOS DEL CUZCO

El 12 de junio de 1828 en la ciudad del Cuzco se sublevó un grupo de oficiales, opuestos a la guerra contra la Gran Colombia. Estos desconocieron el gobierno del presidente La mar e instauraron un gobierno provisorio encabezado por Andrés de Santa Cruz. Aquí se observa el detalle de un dibujo de Leonce Angrand, de 1847, en que se muestra la catedral de esa ciudad.

[ CAPÍTULO 15 ] PERÍODO 1

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SETIEMBRE 1829 [ PERÚ ]

22

SE FIRMA EN GUAYAQUIL EL TRATADO LARREAGUAL, QUE PUSO FIN A LA GUERRA CON LA GRAN COLOMBIA. EN ESE TRATADO SE FIJARON LOS LÍMITES DE AMBOS PAÍSES, SOBRE LA BASE DE AQUELLOS QUE TENÍAN DURANTE LA ÉPOCA VIRREINAL.

III. EL PRImER CONGRESO ORDINARIO.- El Congreso Constituyente de 1827-28 se clausuró el 16 de junio de 1828 después de que fue establecida una Comisión Permanente. Para las elecciones de Representantes al Congreso ordinario fueron expedidos el reglamento de 12 de mayo y el decreto de convocatoria de 2 de junio del mismo año. Conforme a la Carta de 1828, el Parlamento estuvo formado por las Cámaras de Senadores y Diputados cuyas sesiones debían ser anuales. En esta oportunidad se ensayó en el Perú por primera vez el Poder Legislativo bicameral y el funcionamiento de un Congreso ordinario. Anteriormente habían sesionado solamente el primer Congreso General Constituyente, recompuesto varias veces entre 1822 y 1825, las juntas preparatorias para el Congreso Constituyente de 1826 y el Congreso General Constituyente de 1827-28. La Cámara de Senadores debía componerse de 35 miembros representando a los departamentos siguientes: Lima, La Libertad, Arequipa, Cuzco, Puno, Junín y Ayacucho, con tres propietarios y dos suplentes para cada uno de dichos departamentos. La Cámara de Diputados constaba de 74 miembros propietarios y sesenta suplentes, elegidos por medio de colegios electorales de provincias. Ninguna provincia tenía más de tres diputados propietarios (en esa condición estaban Lima, Piura y Jauja). Muchas tenían uno. Dentro del departamento de La Libertad estaban incluidos el diputado por Maynas y el de Jaén. El Congreso quedó convocado por La Mar para el 20 de setiembre de 1828; pero la situación del país impidió que se cumpliera este plazo. Las elecciones estaban efectuándose cuando se produjeron los pronunciamientos militares y el nuevo gobierno las auspició, pues manifestó su intención de someterse a la Representación Nacional. Los poderes de los ciudadanos elegidos fueron calificados por la Comisión Permanente que había dejado el Congreso Constituyente.

1823

1823-1824

JOSÉ DE SAN MARTÍN

JOSÉ DE LA RIVAAGÜERO

JOSÉ BERNARDO DE TAGLE

Protector del Perú. Sentó las bases del Estado peruano. Asimismo, convocó a un Congreso Constituyente, el cual se encargó de redactar la primera Constitución. Dejó el cargo tras la conformación del Congreso.

Presidente del Perú. Fue elegido como el primer presidente peruano. Dispuso el reordenamiento del Ejército y la Marina, órganos que hicieron frente a los constantes ataques realistas. Fue desterrado y privado del cargo al ser descubiertas sus negociaciones con el virrey español.

Presidente del Perú. En 1820 proclamó la Independencia en Trujillo. Luego de la destitución de Riva-Agüero y el sitio de Lima por los españoles, asumió el mando político. En 1824 sin embargo el Congreso le confirió el mando a Bolívar

1821-1822 MANDATARIOS DEL PERÚ (1821-1833) DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA REPUBLICANA, EL PODER POLÍTICO CAMBIÓ DE MANOS EN REPETIDAS OCASIONES.

298

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 15 ]

LA DOCTRINA DEL mENSAJE DE LA FUENTE. EL GOBIERNO PROVISORIO.- La Fuente hizo la convocatoria del caso y el Congreso se instaló el 31 de agosto de 1829 en Cámaras separadas como “Primer Congreso Extraordinario de la Nación Peruana”. En su mensaje, La Fuente expresó: “Yo no me presento ante vosotros como el hombre a quien confiaron los destinos la ardua empresa de sellar los trabajos de vuestros predecesores. Mi misión procede de otro origen no menos puro y respetable: la razón pública, el sentimiento nacional, solemnemente pronunciados por la salvación de la patria. Las leyes no son sino el resultado necesario de las relaciones políticas sociales y cuando ellas no existen, o no han previsto la disolución y la ruina del Estado, entonces el genio del bien y el instinto de la conservación, grabado en todos los corazones, se presentan a suplir tan elevado ministerio”. En el mismo mensaje pidió al Congreso el nombramiento de un gobierno provisorio, considerando fenecido su encargo del mando. Conforme a la Carta de 1828, ya había sido elegido el Senado. De acuerdo con ella, correspondía a su presidente ocupar la Presidencia de la República vacante. Pero este ciudadano, el senador por Lima Andrés Reyes se negó a ello, si bien dirigió la sesión en que se trató del asunto. Después de discutir arduamente, ambas ramas del Poder Legislativo, juzgaron que debían optar por la elección parlamentaria de un gobierno provisorio mientras los pueblos escogían a los mandatarios en propiedad; y el mismo 31 de agosto designaron a Gamarra ya La Fuente presidente y vicepresidente interinos de la República. El mismo día hizo el Congreso la convocatoria a elecciones populares, sin haber sido presentado el texto de las renuncias de La Mar y Salazar.

ELECCIÓN POPULAR DE GAmARRA Y ELECCIÓN DE LA FUENTE POR EL CONGRESO.-

FUERON LAS DE 1829 LAS PRIMERAS ELECCIONES PRESIDENCIALES POPULARES DEL PERÚ. SE VERIFICARON SIN LUCHA Y CONSTITUYERON, COMO OTRAS MÁS TARDE, LA RATIFICACIÓN DE UNA SITUACIÓN DE HECHO.

Fueron las de 1829 las primeras elecciones presidenciales populares del Perú. Se verificaron sin lucha y constituyeron, como otras más tarde, la ratificación de una situación de hecho. Gamarra

1824-1826

1826-1827

1827-1829

1829-1833

SIMÓN BOLÍVAR

ANDRÉS DE SANTA CRUZ

JOSÉ DE LA MAR

AGUSTÍN GAMARRA

Dictador del Perú. Se le otorgó el máximo poder político y militar. Estuvo al mando del ejército peruano en la Batalla de Junín y al tanto de las acciones tácticas de la batalla de Ayacucho. Su estilo autoritario hizo que poco a poco perdiera adeptos.

Presidente del Perú. Luego de la salida de Bolívar del Perú, santa Cruz se encargó de la Primera Magistratura y convocó al Congreso, el cual decidió elegir a un nuevo presidente. En 1828 fue elegido presidente de Bolivia y en 1836, de la Confederación Perúboliviana.

Presidente del Perú. Promulgó la Constitución de 1828, que tuvo corte liberal. Además, se enfrentó en una cruenta guerra a Bolívar, en aquel entonces presidente de la Gran Colombia. Fue depuesto luego de sucesivas derrotas en el frente.

Presidente del Perú. La anarquía reinaba en el Perú durante la guerra con la Gran Colombia. En Piura, Gamarra se reunió con altos mandos militares y dio un golpe de Estado a La Mar. Durante su gobierno se firmó la paz con el vecino país.

[ CAPÍTULO 15 ] PERÍODO 1

299

OCTUBRE 1829 [INGLATERRA]

6

SE LLEVA A CABO EN LIVERPOOL LA PRIMERA CARRERA DE LOCOMOTORAS. GEORGE STEPHENSON GANÓ CON SU LOCOMOTORA A VAPOR ROCKET, QUE PUDO ARRASTRAR UN TREN DE 14 TONELADAS A 45 KILÓMETROS POR HORA. EL DOBLE DE VELOCIDAD QUE LAS RIVALES. EL FERROCARRIL LLEGÓ AL PERÚ EN 1851.

300

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 15 ]

obtuvo votos de más de la mayoría absoluta de los colegios electorales de provincia exigida por la Constitución y fue proclamado por el Congreso para el período de cuatro años que debía concluir el 19 de diciembre de 1833. De los otros candidatos presidenciales, entre los cuales, según la extraña norma de entonces, debía ser vicepresidente el accesitario a la presidencia con mayoría absoluta, ninguno obtuvo esa mayoría. Procedió el Congreso a elegir entre los dos candidatos más favorecidos por los electores. Resultó electo La Fuente. El otro candidato a la vicepresidencia fue José María de Pando. La ley concerniente a ambas designaciones tuvo fecha 19 de diciembre de 1829. Gamarra y La Fuente juraron sus nuevos cargos el 10 de diciembre. El golpe de cuartel de 1829 no dio, pues, como algunos han dicho, el mando supremo a Gamarra, sino a La Fuente. Aquel obtuvo la presidencia, inicialmente con carácter provisorio, del Congreso y la legalizó con el voto popular que, por lo menos en forma nominal, se expresó claramente. El Senado aprobó el grado de gran mariscal que La Mar había otorgado a Gamarra (5 de setiembre de 1829).

EL CASO DEL VOCAL CUADROS.- La Fuente, durante su corta administración, privó de su vocalía en la Corte Superior de Arequipa al Dr. Manuel Ascencio Cuadros que, además, había sido elegido presidente de dicho tribunal (Resolución del 17 de julio de 1829 refrendada por el ministro Mariano Alejo Álvarez). El Congreso repuso a Cuadros, elegido presidente de la Corte en 1831. El episodio señala un momento dentro de la historia de las interferencias del poder militar en la magistratura. Otras etapas son las medidas de Gamarra durante la Restauración, el decreto de la Junta Gubernativa en 1844, los desbordes de la insurrección liberal de 1854, la pugna entre la Dictadura de 1866 y la Corte Suprema y la reorganización del Poder Judicial por la Junta de Sánchez Cerro en 1930. Aparte de esto casos, hubo otros, eventualmente, de despojos individuales. SIGNIFICADO SOCIOLÓGICO DE LOS SUCESOS POLÍTICOS DE 1829.- La deposición de La Mar y el encumbramiento de Gamarra tuvieron un significado sociológico muy importante. El Congreso Constituyente de 1822 y la Junta Gubernativa por él nombrada, habían representado el esfuerzo inicial de los ideólogos liberales, dominantes en el recinto parlamentario, para ir a la dirección del Perú independiente. No duró mucho este ensayo, como se ha visto. El motín de Balconcillo y la elección de Riva-Agüero en 1823, simbolizaron la primera interferencia del ejército y del caudillaje (coincidentes aquí, aunque todavía no ensamblados). Luego, las necesidades de la guerra de la Emancipación impusieron a Bolívar, cuyo poder se prolongó aún después de terminada la guerra, por razones de prestigio personal, nacionalismo continental e ideología autoritaria. Un oleaje popular, democrático y nacionalista peruano, desbarató el andamiaje bolivariano y ungió, por el voto de camarillas parlamentarias, a La Mar. Fue, en cierta forma, la vuelta a 1822. La vida peruana de entonces aparece así con algo más que simples rivalidades personales. Mejor dicho, dentro de ellas se juega el destino del país. No son contiendas económicas, entre importadores y exportadores, o entre productores y consumidores o entre clases rivales. Son contiendas geográfico-políticas, en las que sobrevive la fiebre genésica de la Emancipación. La Mar, antimilitarista de alma, depuesto ya una vez por la guarnición de Lima, hubo de apelar al ejército para solventar las querellas surgidas con la Gran Colombia, en el proceso de definición de la nacionalidad peruana, constreñida antes dentro de los vastos planes del Libertador. La coraza que en 1826, tuvo el Perú frente a la amenaza de la amputación de Tacna, Arica y Tarapacá y la separación de los departamentos del sur fue un paceño: Santa Cruz. La espada que enarboló el Perú en 1829 frente a los colombianos fue la de un cuencano: La Mar. El incumplimiento de los objetivos bélicos expansionistas trazados por La Mar, en relación con la frontera norte, debía conducir lógicamente a su desprestigio. ¿Quién podía sustituirlo?

No cabía, por cierto, la conquista del Perú por la Gran Colombia. Antes bien, lo que se produjo como secuela de la guerra de 1829 fue el statu qua en la frontera entre estos dos países. Tampoco era concebible una restauración del bolivarismo dentro de la vida peruana, ya definitivamente autónoma en relación con su vecino septentrional. La antigua nobleza colonial, que no había presidido el rumbo de la emancipación, carecía de cohesión, de hombres dirigentes, de poder. Además estaba arruinada después de la larga guerra de 1820 a 1824 y de los sacrificios anteriormente hechos. Los ideólogos liberales habían acompañado una vez más a La Mar y debían seguir su suerte. No quedaba más que la clase militar. La acción de Tarqui no había mellado, por cierto, su fuerza efectiva. Gamarra representó eso en 1829: la instalación del militarismo en el comando de la vida pública. La curva iniciada en Balconcillo en 1823 con un gesto prepotente pero cortés, al servicio de un agitador aristocrático y popular; proseguida por las tropas auxiliares colombianas al servicio del genio de la Revolución americana, con el apoyo de los muchos peruanos a quienes importaba, sobre todo, romper los vínculos con España, se define ya, en forma desembozada, casi cínica, con los cuartelazos de 1829 en Piura y Lima. Así lo comprendieron algunos militares poco favorables a las actividades políticas de sus compañeros de armas, al solicitar su retiro. Santa Cruz se había eliminado por el sur, al incorporarse a la vida de Bolivia. La Mar era impotente para imponer condiciones en el norte. Surgió así la tercera de las figuras más importantes que habían vestido uniforme peruano en las batallas de la Emancipación: Gamarra. Cuzqueño de nacimiento, pudo lanzar entonces su famoso grito: “No más extranjeros, no más”. Por su nacimiento y educación, no le interesaba fundamentalmente romper su statu quo, de hecho, ya creado en relación con la frontera norte. Pero la debilidad con que el Perú había iniciado su vida como Estado libre no se limitaba a ese único peligro, ya tácticamente conjurado. En el flanco meridional, Bolívar y Sucre habían colocado una “bomba de tiempo”: Bolivia. Por razones claramente perceptibles, Gamarra debía ser pacifista en el norte y beligerante en el sur. Es posible, por lo demás que la aristocracia limeña, al principio, acompañara a Gamarra, no obstante su origen serrano y su raza mestiza, con el anhelo de un poco de orden y de paz; y presintiendo que, aliado de ellas, podrían ser preservadas la unidad y la estabilidad de la Patria frente a la amenaza centrífuga de los separatismos localistas o regionalistas, siempre latentes, y frente a la amenaza centrípeta de los planes de Confederaciones supernacionales, todavía no definitivamente archivados.

SANTA CRUZ SE HABÍA ELIMINADO POR EL SUR, AL INCORPORARSE A LA VIDA DE BOLIVIA. LA MAR ERA IMPOTENTE PARA IMPONER CONDICIONES EN EL NORTE. SURGIÓ ASÍ LA TERCERA DE LAS FIGURAS MÁS IMPORTANTES QUE HABÍAN VESTIDO UNIFORME PERUANO EN LAS BATALLAS DE LA EMANCIPACIÓN: GAMARRA.

[ CAPÍTULO 15 ] PERÍODO 1

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[ Créditos de las imágenes Tomo 1 ] Los editores agradecen a los propietarios de los derechos de autor por su colaboración con esta publicación. Asimismo, declaran que se ha hecho todo lo posible para identificar y contactar a los autores y propietarios de los derechos de las imágenes que se reproducen en este libro; cualquier omisión es involuntaria. Toda información que permita a los editores rectificar cualquier crédito para futuras ediciones será bienvenida.

Carátula Instituto Riva Agüero - PUCP Archivo Histórico

Primer Período Biblioteca Nacional del Perú

Archivo Peisa 51 [2] José Bernardo Alcedo, [3) José de la Torre Ugarte 113 Federico Elmore

Baring Brothers Bank Se desconoce paradero actual 226 Mercado principal (detalle)

Biblioteca Nacional de Francia 152 171 175 207 209 222 233 261 297

[3] Calle Valladolid Lima, Plaza de Armas Lima, Puente Desamparados Lima, escena de calle Lima, Negros a caballo Lima, Criollo [3] Lima, Procesión de la Virgen Lima, en el camino Cuzco, Catedral

275 Puerto de Guayaquil 291 Paita 295 Antonio Gutiérrez de la Fuente

museo, Banco Central de Reserva del Perú

Infografías

100 [2] Capitulación de Ayacucho

Centro de Estudios Histórico militares del Perú

museo de Arte Religioso de la Basilíca Catedral de lima

105 Bernardo Monteagudo 119 Hipólito Unanue 215 José Pascual de Vivero y Salaverria

183 José Sebastián de Goyeneche

46 La ruta del Libertador Pinacoteca Ignacio Merino Municipalidad de Lima, Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú

Colegio Diego Thomson

museo del Ejército del Perú, Fortaleza del Real Felipe

237 Diego Thomson

Congreso de la República del Perú 44 Francisco José de Luna Pizarro 57 [2] Firmas del acta de instalación 71 Decretos Legislativos 1823 156 Simón Bolívar Palacios 259 Constitución Política del Perú, 1828

Corbis 39 134 147 153 231 235 242

José de San Martín Oruro, Bolivia Simón Bolívar Napoléon Bonaparte Papa León XII José II de Austria Fernando VII

Cortesía Jaime de Althaus 287 Martín Jorge Guise

César Hartmann 232 Convento de Ocopa

Francisco Gonzalez Gamarra, pintor peruano ([890-1972) 57 [1] Instalación del primer Congreso

Biblioteca Nacional del Perú 40 Acta de Independencia 51 [l] Partitura del Himno Nacional/ [4] Rosa Merino 79 Vista del Callao 93 Palacio de Torre Tagle 107 Puerto del Callao 126 Antonio José de Sucre 152 [2] Observaciones sobre el clima de Lima 163 Mercurio Peruano 191 El indio de la sierra 212 Iglesia de San Francisco 233 [1] Iglesia de la Legua 247 Diario El Tribuno 249 Himno Nacional del Perú

Instituto Riva-Agüero - PUCP 55 58 195 271

Orden del Sol José de la Riva-Agüero Mapa de Junín La Real Cédula de 1802

ministerio de Relaciones Exteriores del Perú 37 Primer escudo del Perú 69 José Bernardo de Tagle y Portocarrero 94 Escudo de Armas del Marqués de Torre Tagle

museo de la Inquisición 57 [3] Tribuna del Congreso

97 [1] Plano de la Batalla de Ayacucho 277 Potosí 279 José Rufino Echenique

museo del Glorioso Regimiento de los Húsares de Junín 109 Medalla conmemorativa

museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú 42 José de San Martín 64 Antonio José de Sucre Alcalá 66 José Olaya Balandra 74 José de la Serna 97 [2] Batalla de Ayacucho 100 [1] Firmas Capitulación de Ayacucho 131 Antonio José de Sucre 150 Luis José de Orbegoso 152 [1] Hipólito Unanue 156 Andrés de Santa Cruz 164 Simón Bolívar 173 Catre de campaña, montura, reloj y espada de Simón Bolívar 236 Virgen de las Mercedes 244 María Parado de Bellido 250 Balcón de Huaura 256 José de la Mar 263 San José 267 Alegoría de la muerte de Simón Bolívar . 273 Agustín Gamarra

Palacio de Justicia 102 José Faustino Sánchez Carrión 120 Manuel Lorenzo de Vidaurre

Pancho Fierro 217 Arriero con pisco 233 [2] Limosnero

90, 91 La Batalla de Junín Museo del Glorioso Regimiento de los Húsares de Junín 197 Las monedas republicanas Museo Numismático del Perú-Banco Central de Reserva del Perú, Corbis, Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú 245 Los símbolos patrios Archivo Peisa, Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú

Jorge Basadre Grohmann

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Tomo Tomo 11 Tomo 2 Tomo 3

La época de de la República (1822-1842) La épocafundacional fundacional la República [1822-1842] (1822-1842) La época fundacional de la República [1822-1842] (1822-1842) La época fundacional de la República [1822-1842] (1842-1866) La falaz prosperidad del guano [1842-1866] (1842-1866) Tomo 4 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] (1842-1866) Tomo 5 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] (1842-1866) Tomo 6 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] (1864-1878) La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] (1864-1878) Tomo 7 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] (1864-1878) Tomo 8 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] (1879-1883) La guerra con Chile [1879-1883] (1879-1883) Tomo 9 La guerra con Chile [1879-1883] (1884-1895) Tomo 10 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] Tomo 11 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] (1884-1895) (1895-1919) La República Aristocrática [1895-1919] (1895-1919) Tomo 12 La República Aristocrática [1895-1919] (1895-1919) Tomo 13 La República Aristocrática [1895-1919] (1919-1930) Tomo 14 El Oncenio [1919-1930] (1930-1933) Tomo 15 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] (1930-1933) Tomo 16 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Tomo 17 Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Los resultados de la experiencia histórica peruana y las perspectivas abiertas en el siglo XX ADENDA (1933-2000) Tomo 18 Historia de la República del Perú [1933-2000]

HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933]

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Jorge Basadre Grohmann

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Tomo 1 Tomo 2 Tomo 3

La época fundacional de la República [1822-1842] La época fundacional de la República [1822-1842] La época fundacional de la República [1822-1842] La falaz prosperidad del guano [1842-1866] Tomo 4 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] Tomo 5 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] Tomo 6 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] Tomo 7 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] Tomo 8 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] La guerra con Chile [1879-1883] Tomo 9 La guerra con Chile [1879-1883] Tomo 10 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] Tomo 11 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] La República Aristocrática [1895-1919] Tomo 12 La República Aristocrática [1895-1919] Tomo 13 La República Aristocrática [1895-1919] Tomo 14 El Oncenio [1919-1930] Tomo 15 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] Tomo 16 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Tomo 17 Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Los resultados de la experiencia histórica peruana y las perspectivas abiertas en el siglo XX ADENDA Tomo 18 Historia de la República del Perú [1933-2000]

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Historia de la República del Perú [1822-1933] Tomo 2 Autor: Jorge Basadre Grohmann © Mariana Basadre Brazzini © Jorge Alberto Basadre Brazzini © Jose Gonzalo Basadre Brazzini © Ana María Basadre Brazzini - Ufano de Basadre Derechos reservados para esta edición a Producciones Cantabria SAC Elaboración de contenidos Dirección general: Bernardo Roca Rey Miró Quesada Gestión de proyecto: Raúl Castro Pérez Realización ejecutiva: Jorge Cornejo Calle Redacción e investigación: Jenny Varillas Paz Asistencia: Francisco Izquierdo Quea, Dariella Flores Flores, Ana Paola Durand Schinkel Diseño: Veruzka Noriega Ruiz, Claudia Burga-Cisneros Pizarro Diagramación: Gerardo Cristóbal Pacheco Infografías: Raúl Rodríguez Rodríguez, Grafitti Fotografía: Cecilia Durand Torres, Paola Nalvarte Abad Investigación fotográfica: Cinthia Baquero Sotil Coordinación fotográfica: Carolina Cáceres Cáceres Reproducción y fotografía: Jaime Gianella Malca Corrección: Ana Loli Chau, Alejandra Núñez Turón Asesoría histórica: Héctor López Martínez Coordinación de actualización historiográfica: Carlos Contreras Carranza Redacción e investigación de actualizaciones historiográficas para este tomo: Victor Torres Laca (páginas 15, 50, 72, 144, 150, 162, 184, 196, 250, 296) Gerente de Productos Optativos: Renzo Mariátegui Bossé Subgerente de Productos Optativos: Dora Niquén Guevara Editor titular del Proyecto Editorial: Producciones Cantabria S.A.C. Jr. Miró Quesada 247, dpto. 407, Lima 1 Primera edición: Noviembre, 2014 ISBN del presente tomo versión e-book: 978-612-306-355-9 ISBN de la obra completa versión e-book: 978-612-306-353-5 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Este libro ha sido publicado exclusivamente para Producciones Cantabria S.A.C. No puede ser reproducido, registrado ni transmitido por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo y por escrito de los autores.

[ índice ] primer período La época fundacionaL de La repúbLica [1822-1842] CAPÍTULO 16 EL FINAL DE LA PROYECCIÓN PERUANA HACIA EL NORTE Y EL SURGIMIENTO DEL PROBLEMA CON ECUADOR [I] 12 El armisticio de Piura 12 Las conferencias entre Larrea y Gual. Los períodos anteriores en la cuestión de límites entre el Perú y Colombia 12 El tratado peruano-colombiano de 1823 13 Bolívar y la cuestión de límites peruano-colombiana 13 El tratado de Guayaquil y la frontera entre el Perú y Colombia 14 La cuestión de los reemplazos 15 La repatriación de los peruanos de Venezuela y Colombia en 1852-1857 15 La deuda del Perú a Colombia 15 La liquidación de la deuda 17 Otros asuntos en el Tratado Larrea-Gual 17 La comisión para fijar la línea divisoria entre el Perú y Colombia [ II ] 18 La misión Tomás Mosquera en Lima 19 El supuesto Protocolo Pedemonte-Mosquera y los argumentos sobre su falsedad y su invalidez [ III ] 21 El tratado de 1829 y el litigio peruano-ecuatoriano 23 El Ecuador como Estado independiente 24 La presunta intención de Flores de intervenir en el Perú en 1831 24 El tratado peruano-ecuatoriano de 1832 24 Aprobación y canje del tratado de 1832 24 La Constitución ecuatoriana de 1835 25 La opinión de Rufino Cuervo sobre los límites del Ecuador 25 El surgimiento oficial del conflicto 25 Planteamiento por el Ecuador de la vigencia del Tratado Noboa-Pando

CAPÍTULO 17 EL MILITARISMO AUTORITARIO DE 1829-1833. ASPECTOS EXTERNOS Las incesantes asechanzas bolivianas y los conflictos esporádicos [I] 28 El derrumbe del gobierno “peruanista” en Bolivia 28 Santa Cruz: el oficial español, el jefe gobernante y candidato peruano y el presidente boliviano 30 La presidencia de Santa Cruz en Bolivia 32 Las intrigas para cisionar el sur en 1829 y 1830. Las prisiones de Arequipa

34 No meter una cartuchera “en un cañon de fusil” [ II ] 35 La misión Álvarez 36 El motín del Cuzco y la entrevista del Desaguadero 38 Las conferencias Ferreyros-Olañeta 39 La defección de la Libertad y el Congreso. La declaración de piratería [ III ] 40 El Congreso peruano detiene la guerra con Bolivia 40 Tratados de Tiquina, Arequipa y Chuquisaca 41 El comercio con Bolivia [ IV ] 41 La captura del Hidalgo, el rompimiento con marinos y agentes diplomáticos británicos y el secuestro de la Libertad

CAPÍTULO 18 EL MILITARISMO AUTORITARIO DE 1829-1833. ASPECTOS INTERNOS [I] 44 La Fuente encargado del mando. El pleito de las harinas 45 La deposición de La Fuente 46 La política interna en el Congreso de 1831 [ II ] 46 La lucha contra los “suizos”. La conspiración de Iguaín 47 La conspiración de Rossel 47 “Callen las leyes para salvar las leyes” 48 Luna Pizarro y el Gobierno 48 Pando, ministro 48 La acusación a Gamarra 51 La conspiración de noviembre de 1832 51 La ley contra las expatriaciones arbitrarias 51 La ley sobre fuero común para ciertos delitos 51 La paliza a Calorio. La representación de La Monja Alférez 52 La respuesta de Gamarra a Vigil en el mensaje al Congreso de 1832 52 Las prisiones y persecuciones a comienzos de 1833 52 Las sediciones a mediados y fines de 1833 53 La defensa del orden por La Verdad y otros periódicos oficiales. Sus diferencias con el pensamiento de Bartolomé Herrera 55 El significado del primer gobierno de Gamarra 56 Las diecisiete conspiraciones contra Gamarra [ III ] 57 El Parlamento y los presidentes interinos durante el primer gobierno de Gamarra [ IV ] 57 Pando y su tertulia 58 La obra administrativa del primer gobierno de Gamarra 58 La reforma militar 59 El funcionamiento del Colegio Militar y la desaparición de la Escuela Central de Marina. La despreocupación del gobierno de Gamarra por el poder naval 60 La ley sobre la contribución que gravaba las pastas de plata y oro

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La reforma del Poder Judicial Creación del departamento de Amazonas La Ley de Procedimiento Especial Conflictos entre el Gobierno y el alto clero

CAPÍTULO 19 LA REACCIÓN POPULAR Y DEMOCRÁTICA DE DICIEMBRE DE 1833 A MAYO DE 1834 [I] 64 Un elogio desconocido de La Fuente al régimen de Gamarra [ II ] 64 El proceso electoral de 1833 65 La Convención Nacional y la elección presidencial 66 La opinión de Benito Laso sobre la facultad de la Convención para elegir presidente provisorio 68 La elección de Orbegoso y su significado 68 Presidencia de Orbegoso [ III ] 69 El golpe de Estado militarista en Lima 70 La primera lucha de la multitud contra el ejército y su victoria 70 Apoteosis de Orbegoso [ IV ] 71 Las voces de los pequeños en la tormenta de 1834. La Pepa, comedia de Segura [V] 73 Ejemplar actitud democrática de Nieto 73 Desarrollo de la guerra civil 74 Huaylacucho 74 El abrazo de Maquinhuayo 75 Apoteósico regreso de Orbegoso a Lima 75 Propuestas de Gamarra a Nieto sobre federación. Actitud de Luna Pizarro 76 Doña Francisca Gamarra 78 Viaje y últimos años de Pando

CAPÍTULO 20 EL CONSTITUCIONALISMO LIBERAL DE 1834 Y SUS BARRERAS DE PAPEL CONTRA EL AUTORITARISMO 82 84 84 85 85 86 86 87 87

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[I] La Constitución de 1834 El iluso optimismo constitucionalista de 1834 [ II ] La obra complementaria de la Constitución de 1834. La responsabilidad en el ejercicio de la función pública y la acusación al presidente de la República Juicios de residencia en 1834 La limitación legal de los gastos públicos Los debates sobre el jurado y sobre el obispo de Arequipa Otros aspectos de la obra legislativa y administrativa. La junta de purificación La convocatoria a elecciones populares presidenciales, parlamentarias y municipales [ III ] La Beneficencia Pública de Lima

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CAPÍTULO 21 SALAVERRY Y LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA [I] 92 Sublevación de Salaverry 94 Consolidación aparente de la autoridad de Salaverry 95 La obra administrativa de Salaverry [ II ] 98 Génesis de la Confederación Perú-boliviana 99 El pacto Gamarra-Santa Cruz. Análisis de la actitud de Gamarra en 1835 100 El pacto Orbegoso-Santa Cruz 101 Transmisión de las facultades extraordinarias de Orbegoso a Santa Cruz [ III ] 101 Guerra entre Santa Cruz y Gamarra 102 Yanacocha 102 Santa Cruz y Salaverry 104 ”La guerra a muerte” 106 Sentimientos nacionales y costeños en la propaganda contra Santa Cruz 106 La campaña de Cobija 106 La campaña del centro y el avance de Salaverry a Arequipa 106 Los Consejos de Gobierno y el negro León Escobar en Lima. ¿Se sentó León Escobar en el sillón presidencial? 107 Lima y Callao por Orbegoso 107 Uchumayo 108 “El Ataque de Uchumayo”, símbolo nacional 108 Socabaya 110 Apresamiento de Salaverry y las sentencias contra él y sus principales adeptos militares 111 Los últimos documentos de Salaverry 111 Los fusilamientos 112 La vuelta de los ajusticiados a la Plaza de Armas de Arequipa 113 Salaverry en el cancionero popular 113 Los restos de Salaverry 114 La casaca de Salaverry 114 La escuadra salaverrina y el ocaso del poder naval del Perú 114 El debate sobre el derecho de asilo naval en 1836 115 La asamblea del Estado Sur Peruano

CAPÍTULO 22 EL ANDAMIAJE DE LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA [I] 118 El dilema entre partir el Perú o asociarlo a Bolivia [ II ] 118 El Estado Sud-Peruano y el simbolismo de su bandera 118 La multa a quienes no ostentaran el “Tricolor Nacional” [ III ] 119 La Asamblea del Estado Nor-Peruano [ IV ] 121 La asamblea de Tapacarí [V] 121 La obra administrativa de Santa Cruz 122 La aduana común boliviana sud-peruana en Arica [ VI ] 122 El pacto de Tacna 124 Descontento en Bolivia y el Perú ante el pacto de Tacna

CAPÍTULO 23 LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA [I] 128 Divergencias económicas entre la Confederación y Chile. La rivalidad entre el Callao y Valparaíso y el informe García del Río 129 La campaña periodística de los emigrados peruanos en Chile 129 El remate de dos barcos de la escuadra peruana y la expedición Freire 130 Secuestro de tres barcos de la escuadra peruana 130 Ocho gestiones de paz iniciadas por Santa Cruz [ II ] 131 La guerra 131 La influencia del pensamiento internacional de Andrés Bello en la actitud chilena frente a la Confederación 132 Portales ante la Confederación. La “segunda independencia de Chile”. “Debemos dominar para siempre en el Pacífico” 132 Preparativos para la Primera Expedición “Restauradora”. “¡Nada con ellos, ni la gloria!” 133 La actitud bélica de la Argentina 135 La actitud prescindente del Ecuador. El limpio significado de Rocafuerte en su país y en el Perú. La actitud de Nueva Granada 135 Asesinato de Portales 135 La campaña de Paucarpata 137 La campaña de Morán en las costas de Chile. La captura de la isla de Juan Fernández. [ III ] 137 La Segunda Expedición “Restauradora”. El viraje de Irisarri 138 Reanudación de las hostilidades, combate de Islay 138 Partida de la Segunda Expedición Restauradora 138 Actitud de Nieto. Pronunciamiento del norte del Perú 139 Negociaciones de los restauradores con Orbegoso. Nueva división entre los peruanos. Guía. ¿Quién precipitó la batalla de Guía? 143 Elección de Gamarra 143 Gestión pacifista de Gamarra ante Orbegoso 143 Gestiones de Santa Cruz ante Orbegoso, Nieto y Guarda, 145 Los siete presidentes. El norte por la Restauración 145 Difícil situación de Gamarra en Lima. La hostilidad de los extranjeros y, en especial del agente británico Belford Hinton Wilson 145 “Las vísperas sicilianas” y el caballo del doctor Mac Lean 146 Actitud de Santa Cruz ante el Perú y Bolivia en 1838 147 Santa Cruz en Lima 147 Eliminación de Orbegoso 147 La patética figura de Orbegoso 148 El espejismo de la Paz. Gestiones ante Inglaterra. O’Higgins. Las conferencias de Huacho 148 Los corsarios. Combate de Casma 149 La finalidad de la retirada del ejército restaurador. Actuación de Gamarra 149 El avance de Santa Cruz. Buín 149 Yungay 151 El debate sobre Yungay 152 Antonio Plasencia 153 Premios a los vencedores en Áncash 153 El aporte peruano a la Restauración

154 Lo positivo en la actitud chilena de 1839. No se apoderaron de nada 155 La Virgen de Chiquinquirá

CAPÍTULO 24 EL DERRUMBE DE LA CONFEDERACIÓN [I] 158 Póstumas y dobles gestiones de paz de Santa Cruz ante los chilenos y Gamarra 158 La sanción contra los militares que no participaron en la Restauración 159 La destrucción del poder de Santa Cruz 159 Los presidentes de las Repúblicas Sur y Nor-peruanas [ II ] 159 La actitud británica favorable a la Confederación [ III ] 166 La última expedición de Santa Cruz

CAPÍTULO 25 SIGNIFICADO DE LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA Factores geográficos, económicos, militares, demográficos, comerciales [I] 172 La historiografía chilena, boliviana y peruana ante la Confederación Perú-boliviana [ II ] 173 Relaciones geográfico-económicas entre el sur del Perú y Bolivia [ III ] 175 Los factores militares e internacionales en el derrumbe de la Confederación [ IV ] 176 Factores demográficos y comerciales [ V] 179 “Aglutinación creciente” y “megaloestatismo” imposibles [ VI ] 181 La Confederación, “edificio demasiado vasto” [ VII ] 183 La mortalidad de la idea confederal [ VIII ] 185 El fantasma boliviano en la vida peruana hasta 1860

CAPÍTULO 26 LA RESTAURACIÓN: EL ESCENARIO NACIONAL El Congreso, la Carta de Huancayo y los jóvenes de la regeneración. El olvido naval [I] 192 Significado de la Restauración 192 Balance de las corrientes doctrinarias hasta1839 193 El Congreso de Huancayo. Sus premios y castigos 195 La reforma judicial 195 Los secuestros a los confederales y a Orbegoso y sus partidarios 195 El espíritu autoritario de Huancayo 199 El nacionalismo de Huancayo 199 El Congreso de Huancayo, el americanismo y las relaciones con España 199 Longevidad de la Constitución del 39

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200 La ley electoral de 1839 [ II ] 200 Legalización de la Presidencia de Gamarra [ III ] 202 La Escuela Central de Marina y la Escuela Náutica de Paita. La pobreza naval 202 El autoritarismo joven contra los hombres de Huancayo. La “Regeneración” 204 Victoria de Vivanco en Cachamarca 204 Victoria de Castilla en Cuevillas. Fin de la “Regeneración”. Ejecución de Valentín Boza 205 Los decretos del regenerador

CAPÍTULO 27 LA RESTAURACIÓN: EL ESCENARIO INTERNACIONAL La invasión a Bolivia en 1841 [I] 208 Regreso del ejército chileno 208 Negociaciones militares y económicas con Chile [ II ] 209 Fallecimiento de Bernardo O’Higgins. Un símbolo de la amistad peruano-chilena 210 Supuestos planes de Gamarra para prolongar los límites del Perú en el norte [ III ] 211 Relaciones con Gran Bretaña 211 Mentira y verdad sobre el desafío entre Castilla y el cónsul francés Saillard y lo que este hecho implica [ IV ] 212 Las aspiraciones de Flores para destruir el Perú. Relaciones con Brasil [V] 212 Relaciones con la Santa Sede a partir de 1831 [ VI ] 214 Bolivia después de la caída de la Confederación 215 Tratados peruano-bolivianos en 1839 y 1840. Las cláusulas económicas. La vía de Tacna 216 Devolución de estandartes peruanos por Bolivia [ VII ] 216 Sublevación santacrucina en Bolivia 216 Ballivián con Gamarra y contra Bolivia 218 Ballivián al frente de la unión nacional boliviana 218 La etapa pacífica de la invasión 219 La etapa de las negociaciones con Ballivián 219 Ocupación de La Paz. Las primeras hostilidades 219 El proyecto de armisticio entre Paz Soldán y Quintela. Mecapaca 220 Los peruanos en Viacha [ VIII ] 220 La batalla de Ingavi 221 San Román en el Desaguadero 221 Meditación de Ingavi 222 Efigie de Gamarra [ IX ] 224 El cadáver y la casaca de Gamarra [X] 224 ¿Fue la muerte de Gamarra un “crimen perfecto”? [ XI ] 227 El “llamado al orden” de Herrera

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CAPÍTULO 28 LAS GRAVES AMENAZAS DESDE EL SUR Y DESDE EL NORTE CONTRA LA INTEGRIDAD PERUANA EN 1842 [I] 230 La invasión boliviana en el sur del Perú 230 El combate de Tarapacá y las balas del Niño Dios 230 Combate de Altos de Chipe y evacuación de Arica y Tacna 231 Las guerrillas en Puno 231 El combate de Motoni 231 Los toros de Posoconi. El combate de Orurillo 232 El homenaje oficial a Puno y Moquegua por su actuación durante la guerra con Bolivia 233 El ejército de Nieto y Mendiburu 232 Por qué no avanzó Ballivián hasta el Apurímac 233 Mediación de Chile y la nueva posibilidad de la cesión de Arica a Bolivia 233 Conferencia de Vilque 233 Conferencia de Acora. Tratado de Paz de Puno 234 ¿Por qué la paz de Puno? 234 Problemas comerciales y tributarios que el Tratado de Puno dejó pendientes [ II ] 236 Los problemas del gobierno de Menéndez 237 La tentativa expansionista de Flores sobre Nueva Granada 237 La tentativa de Flores para la desaparición del Perú. Rechazo de Chile a esta fórmula 237 La ayuda de Flores a Santa Cruz 237 La expedición Angulo 239 Los planes de Santa Cruz para inducir a Ecuador y Colombia a atacar al Perú 239 Planteamiento oficial de la cuestión de límites con el Ecuador. Negociaciones León-Valdivieso 240 La expedición Hercelles 241 La publicación de la cédula de 1802 y la iniciación del debate peruano-ecuatoriano 241 La misión Daste 242 La misión ecuatoriana Carbo en Bolivia y la conspiración en Lima en junio de 1842 242 La frustrada mediación chilena 242 Fin de la tensión con el Ecuador en 1842 242 El significado del 41 y del 42 en el Perú

CAPÍTULO 29 AUTONOMÍA Y PODER EN LA INICIACIÓN DE LA REPÚBLICA [I] 246 ¿Fue el Perú después de la independencia un conjunto de archipiélagos? ¿Quiénes tomaron el poder?

CAPÍTULO 30 LA FISONOMÍA DEL PERÚ HASTA 1841 Y LA TEORÍA DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS [I] 254 Población del Perú [ II ] 255 Demarcación interior 256 Exploraciones y fundaciones en territorio peruano

[ III ] 257 La independencia y la integridad de la nación 257 La república unitaria o federal [ IV ] 258 El derecho de sufragio. Sufragio directo e indirecto. La elección del presidente de la República 259 Extensión del sufragio 260 El sufragio obligatorio 260 El sufragio secreto 260 El proceso electoral [V] 260 El presidente de la República 264 Facultades extraordinarias 264 El vicepresidente 265 Ministros de Estado [ VI ] 266 Poder Legislativo [ VII ] 268 El Consejo de Estado [ VIII ] 270 Juntas departamentales 271 Municipalidades [ IX ] 272 Poder Judicial 274 El Tribunal del Consulado 274 El Tribunal de Minería 275 El Juzgado de Diezmos 275 El Juzgado de aguas 275 El Juzgado de Presas 275 El Juzgado de Comisos 275 Los fueros personales

CAPÍTULO 31 LAS CLASES SOCIALES. ASPECTOS DE LA VIDA COTIDIANA LIMEÑA HASTA 1842 [I] 278 Los aspectos sociales de la vida política 279 La carrera militar. Los jefes y oficiales [ II ] 283 La carrera militar. La tropa 283 El significado del ejército [ III ] 284 La aristocracia costeña [ IV ] 284 La abolición de las vinculaciones laicales [V] 285 La esclavitud 285 El debate sobre la esclavitud de 1828 a 1840 288 Un amago de revuelta social: la conspiración de Juan de Dios Algorta 288 El reclutamiento de esclavos [ VI ] 289 Los indios [ VII ] 289 Los curatos 289 El clero regular 290 Dominga Gutiérrez: una heroica declaración de independencia personal y un grave conflicto entre la jurisdicción civil y eclesiástica 291 La elección de obispos

[ VIII ] 292 El Reglamento de Campanas. Los repiques 292 El Reglamento de Policía y Moralidad para Lima [ IX ] 294 Fisonomía de Lima, las calles y las casas 295 Las iglesias y la plazas 297 La introducción de la cañería de fierro 297 La saya y el manto 298 Diversiones y entretenimientos. Las corridas de toros: el toreo a caballo y las mujeres. Los despejos 299 El carnaval 299 El día de Amancaes 299 La Navidad 299 Interrupciones en el tráfico 300 Los cafés, las picanterías 300 Los balnearios 300 Los montoneros 301 Significado del montonero ante la ciudad, el campo y la tapada 301 El caballo de paso

ÍNDICE DE CONTENIDO ADICIONAL RECUADROS 16 El conflicto con la gran Colombia 50 El proteccionismo mercantil 72 Arequipa contra San Román 144 Santa Cruz y Gran Bretaña 150 Un testimonio sueco sobre la Confederación 162 La Confederación en la historia chilena 184 Racismo y Confederación 196 La constitución de Huancayo: el triunfo del autoritarismo 250 Guerras civiles y caudillismo 296 La alimentación a inicios de la República

LÍNEAS DE TIEMPO 136 La primera guerra con Chile

INFOGRAFÍAS 123 Presidente simultáneos 140 La Confederación Perú-boliviana 217 Personajes de los altares

PERSONAJES 180 Felipe Pardo y Aliaga 200 Manuel Ignacio de Vivanco

[ INDICE ] TOMO 2

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[ TOMO 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ]

capítulo 16 ● I El ar­mis­ti­cio de Piu­ra ● Las con­fe­ren­cias en­tre La­rrea y Gual. Los pe­río­dos an­te­rio­res en la cues­tión de lí­mi­tes en­te el Pe­rú y Co­lom­bia ● El tra­ta­ do pe­rua­no-co­lom­bia­no de 1823 ● Bo­lí­ var y la cues­tión de lí­mi­tes pe­rua­no-co­ lom­bia­na. El tra­ta­do de Gua­ya­quil y la fron­te­ra en­tre el Pe­rú y Co­lom­bia ● La cues­tión de los reem­pla­zos ● La re­pa­tria­ ción de los pe­rua­nos de Ve­ne­zue­la y Co­lom­bia en 1852-1857 ● La deu­da del Pe­rú a Co­lom­bia ● La li­qui­da­ción de la deu­da ● Otros asun­tos en el Tra­ta­do La­rrea-Gual ● La co­mi­sión pa­ra fi­jar la lí­nea di­vi­so­ria en­tre el Pe­rú y Co­lom­bia ●

II La mi­sión To­más Mos­que­ra en Li­ma ● El su­pues­to Pro­to­co­lo Pe­de­mon­te-Mos­ que­ra y los ar­gu­men­tos so­bre su fal­se­ dad y su in­va­li­dez ● III El tra­ta­do de 1829 y el li­ti­gio pe­rua­no-ecua­to­ria­no ● El Ecua­ dor co­mo Es­ta­do in­de­pen­dien­te ● La pre­sun­ta in­ten­ción de Flo­res de in­ter­ve­ nir en el Pe­rú en 1831 ● El tra­ta­do pe­rua­ no-ecua­to­ria­no de 1832 ● Apro­ba­ción y can­je del tra­ta­do de 1832 ● La Cons­ti­tu­ ción ecua­to­ria­na de 1835 ● La opi­nión de Ru­fi­no Cuer­vo so­bre los lí­mi­tes del Ecua­ dor ● El sur­gi­mien­to ofi­cial del con­flic­to ● Pla­ ntea­ mien­ to por el Ecua­ dor de la vi­gen­cia del Tra­ta­do No­boa-Pan­do.

EL RELATIVO APACIGUAMIENTO EL FINAL DE LA PROYECCIÓN PERUANA HACIA EL NORTE NACIONAL Y EL SURGIMIENTO DEL PROBLEMA CON(1845-1851) ECUADOR

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CAPÍTULO

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E

[I] L ARMISTICIO DE PIURA.- Después de la eliminación de La Mar, que fue recibida con gran entusiasmo por Bolívar, el teniente coronel Juan Agustín Lira firmó en Piura, en nombre de Gamarra, con un comisionado del Libertador, un armisticio por sesenta días (10 de julio de 1829). Allí se acordó también la entrega de Guayaquil; la suspensión del bloqueo de la costa meridional de Colombia; el mantenimiento de la fuerzas de mar y tierra de ambos países en el estado en que estaban; el nombramiento de una comisión para que concluyeran las negociaciones de paz; la devolución de los enfermos del ejército peruano que quedaron en los hospitales de Girón y la reducción a un depósito de todos los prisioneros de Tarqui. El armisticio fue prorrogado en Guayaquil el 16 de setiembre del mismo año por los plenipotenciarios José de Larrea y Loredo y Pedro Gual. LAS CONFERENCIAS ENTRE LARREA Y GUAL. LOS PERÍODOS ANTERIORES EN LA CUESTIÓN DE LÍMITES ENTRE EL PERÚ Y COLOMBIA.- Larrea y Gual llegaron a tener seis reuniones en Guayaquil, del 16 al 22 de setiembre de 1829 para la celebración de un tratado de paz. El punto principal tratado en ellas fue el de los límites entre el Perú y Colombia. En relación con este problema había históricamente cuatro períodos en los años que precedieron a la guerra de 1829 y a las negociaciones Larrea-Gual. Ellos eran: a) El período inmediatamente anterior a la independencia, al que corresponde la cédula de 1802 que demarcó los Virreinatos del Perú y de Nueva Granada y entregó a aquel los territorios de Maynas. b) El período de la Independencia en el que Jaén se incorporó al Perú, Guayaquil a Colombia, y Maynas y Tumbes ratificaron su voluntad de formar parte de aquel país. c) El período que siguió a la declaración de la independencia del Perú y al que correspondió la misión de Joaquín Mosquera en Lima (1822 y 1823). d) El período de la dictadura de Bolívar. Sobre el primero y el segundo períodos se ha tratado ya en el capítulo 8.

EL TRATADO PERUANO-COLOMBIANO DE 1823.- El plenipotenciario Joaquín Mosquera (hermano de Tomás Cipriano) entabló en 1822, antes de la instalación del Congreso Constituyente, negociaciones con Bernardo Monteagudo, ministro de Relaciones Exteriores de San Martín, sobre los límites entre ambos países. Monteagudo al contestar a la propuesta de que ellos fueran los que pertenecían a las entidades coloniales en el momento de la independencia, adujo la superioridad del principio del consentimiento de los pueblos, es decir, el de la soberanía popular; y manifestó también la conveniencia de esperar la reunión del Congreso. Por eso el tratado que ambos negociadores firmaron sobre unión, liga y federación respetó la soberanía del Perú y de Colombia y dejó en estado estacionario el problema de límites. En diciembre de 1823, Mosquera insistió en que fuera hecha esta demarcación. "Al separarse ambos países de la España –dijo– es muy justo que mantengan los derechos que les había dado

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 16 ]

una posesión inmemorial estando al uti possidetis del año 1809. Este principio, que no puede menos de ser reconocido por ambas Repúblicas, es todo lo que hay que sancionar en esta materia clara y sencilla". Para cumplir con tal propósito entregó un proyecto de convención que oficializaba el antedicho principio pero señalaba, además, que los limites serían "desde la desembocadura del río Tumbes al mar Pacífico hasta el territorio de Brasil". Así Guayaquil quedaba en territorio colombiano. La comisión diplomática del Congreso opinó en el sentido de que se suprimieran estas últimas expresiones "pues son contradictorias a lo que se establece por base en la primera parte", dejando solo el principio general. A favor de la supresión de la misma frase estuvo la comunicación del plenipotenciario peruano José María Galdiano a Mosquera el 17 de diciembre de 1823; pero en vez de dar la razón aducida en el Congreso, afirmó que faltaban planos topográficos de la región y que no sería extraño que el texto propuesto tuviese consecuencias en perjuicio de ambas Repúblicas. Fue así como Mosquera y Galdiano llegaron a suscribir el 18 de diciembre una convención sobre límites en la cual se limitaron a declarar: "Ambas partes reconocen por límites de sus territorios respectivos los mismos que tenían en el año 1809 los ex Virreinatos del Perú y Nueva Granada". El Congreso peruano aprobó esta convención; pero el de Colombia no hizo lo mismo por considerar que el texto no era positivo ni terminante. De acuerdo con la convención de 1823, Guayaquil, Tumbes y Maynas hubieran sido peruanos. Rechazada la convención Galdiano-Mosquera, la cuestión de límites peruano-colombiana continuó en statu-quo.

LARREA Y GuAL VVVVVVVVV LLEGAROn A TEnER SEIS REunIOnES (…) PARA LA CELEBRACIÓn DE un TRATADO DE PAz. EL PunTO PRInCIPAL TRATADO En ELLAS fuE EL DE LOS LíMITES EnTRE PERÚ Y COLOMBIA.

BOLÍVAR Y LA CUESTIÓN DE LÍMITES PERUANO-COLOMBIANA.- "Bolívar (ha dicho Víctor Andrés Belaunde en su libro La constitución inicial del Perú) administró las provincias de Tumbes, Jaén y Maynas como jefe del Poder Ejecutivo de la nación peruana. Se opuso a que Jaén pasara a Colombia depositando en sus ayuntamientos la decisión definitiva; agregó los territorios de Jaén y Maynas a la Comandancia Militar de Cajamarca; anexó Maynas al distrito judicial de Trujillo y no impidió que el Consejo que lo sustituyó en el gobierno y que seguía sus instrucciones, realizara elecciones en Jaén y Maynas". Documentos sobre la situación de Jaén y Maynas durante el gobierno bolivariano en el Perú han sido publicados en la Colección de tratados de Ricardo Aranda. En el Congreso de Panamá no se llegó a tratar nada concreto en relación con los límites peruano-colombianos, según se vio en el capítulo 4.

EL TRATADO DE GUAYAQUIL Y LA FRONTERA ENTRE EL PERÚ Y COLOMBIA.- En las conferencias de Guayaquil en 1829, Gual planteó ante Larrea la solución de la cuestión de límites y tomó como base los que tuvieron los extinguidos Virreinatos de Nueva Granada y el Perú, o sea que revivió la fórmula de Joaquín Mosquera, agregando que podían hacerse concesiones recíprocas de pequeños territorios que contribuyeran a fijar la línea divisoria de una manera más natural y exacta; una comisión con individuos de ambas Repúblicas debía recorrer, rectificar y fijar dicha línea. Si hubiera discordancia en la comisión, el asunto sería sometido a la decisión de un gobierno amigo. Ese fue el texto de los artículos que llegaron a ser incluidos en el tratado. En lo que respecta a las fronteras entre el Perú y Colombia, Larrea había recibido instrucciones de defender el principio de la posesión actual o de someter la decisión del asunto a una comisión que debía nombrarse al efecto. Al apartarse de ellas y al aceptar la línea divisoria de los dos virreinatos (evitando señalar la fecha de 1809 indicada en el convenio de Girón) para modificarla con las variaciones que las partes acordaran entre sí, introdujo en el tratado de 1829

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JOSé DE LARREA Y LOREDO (1780-1830)

Plenipotenciario peruano durante el conflicto con Colombia. Firmó junto con su homólogo venezolano el Tratado de Guayaquil, que puso fin a las hostilidades. Estuvo ligado a la vida política desde la Independencia. En 1822 fue elegido diputado por Huaylas y ese mismo año ocupó la presidencia del Congreso. Fue tres veces ministro de Hacienda. Esta imagen corresponde a un óleo de José Gil de Castro, de 1821.

un principio de transacción entre tres elementos: los títulos jurídicos, el mantenimiento de las posesiones de los Estados y la naturalidad de los límites. En todo caso, no se trataba de una fórmula minuciosa que señalara los hitos de la frontera. En su oficio de 23 de setiembre de 1829, al remitir al Ministerio de Relaciones Exteriores el protocolo de las conferencias, Larrea afirmó: "La base dada por mí es general o indeterminada, admitiendo por tanto cualquiera discusión que pueda sernos favorable y quedando sometida la decisión de los puntos controvertidos a este respecto a un gobierno árbitro". En su cambio de ideas con Gual, Larrea expresó como opinión particular que la línea de frontera debía principiar desde el río Tumbes "tomando desde él una diagonal hasta el Chinchipe y continuar con sus aguas hasta el Marañón". Con el mismo carácter personal mencionó esta fórmula en el oficio ya citado. Creyó, dado su desconocimiento de la región, defender con ella los intereses del Perú. La comisión diplomática del Congreso en su dictamen sobre el tratado (14 de octubre de 1829) adoptó la misma opinión y el motivo por el cual lo hizo se halla en las siguientes palabras: "Si, como es natural, se tirase de Tumbes dicha línea por las cercanías de Loja hasta la confluencia del río Chinchipe con el Marañón resultaría que, a más de tener bien marcados los linderos y capaz de defenderse de todo género de incursiones, quedarían al Perú los mejores y más vastos territorios de Jaén y Maynas, no cediendo de la primera más que la capital que es de ninguna importancia y de la segunda unas pequeñas reducciones a la izquierda del Marañón compensándose estas cesiones con otras si no superiores, al menos notoriamente iguales e interesantes". El dictamen incurría en error geográfico porque la capital de Jaén no se cedía conforme a este proyecto de línea, ni era cierto tampoco que las reducciones del norte de Maynas fuesen pequeñas y menospreciables. Pero ello no altera la buena fe de la afirmación sustancial de que debían quedar para el Perú "los mejores y más vastos territorios de Jaén y Maynas", motivo de que el tratado fuese aprobado. El Perú dio por perdido Guayaquil, al que hubiera tenido derecho en el caso de mantenerse estrictamente los límites de los virreinatos. En suma, el tratado de 1829 no fijó línea alguna de frontera sino señaló un método para trazarla, tomando como base de referencia las antiguas fronteras virreinales con pequeñas modificaciones facultativas sujetas a las conveniencias de los Estados y a las características de la geografía y que venían a depender de la voluntad de cualquiera de las partes, pues delegados de ellas debían hacer la demarcación. Si uno de los dos países se negaba a dichas modificaciones, debía venir el arbitraje de un gobierno amigo y mientras se preparaba este laudo, el tratado quedaba condenado al incumplimiento. No hubo alusión alguna en el tratado o en las conferencias de Guayaquil al propósito de Colombia de no permitir que el Perú siguiera en posesión de Maynas, Jaén o Tumbes.

LA CUESTIÓN DE LOS REEMPLAZOS.- Otro punto tratado entre Larrea y Gual fue el de los reemplazos. Larrea presentó tres razones contra la demanda colombiana, que ya habían sido esgrimidas por el Gobierno peruano desde 1827: 1° El presidente Riva-Agüero no había tenido autoridad para hacer esta clase de estipulaciones, la convención de auxilios pertinente era netamente informal y de ella no se había conservado copias en los archivos peruanos; 2° Los reemplazos eran para la época que durasen las campañas de la Independencia y no para después de ellas; 3° El Perú no podía convenir en la expatriación perpetua de un crecido número de ciudadanos inocentes. Gual repuso: 1° Riva-Agüero era presidente del Perú cuando autorizó el convenio; 2° El documento tenía plena validez formal, como lo demostraba el original que presentó; 3° Las condiciones del contrato no iban contra la naturaleza y la práctica de las naciones civilizadas. Dio a conocer luego sus propias cifras sobre las tropas mandadas por Colombia al Perú aseverando que fueron 13.000 hombres de los cuales regresaron 8.000, de los cuales, a su vez 3.000 pertenecían a la división que se sublevó en Lima. Por último, declaró que su Gobierno

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 16 ]

abandonaba el reclamo. Los peruanos no hicieron valer la ley del Congreso Constituyente, promulgada el 1° de octubre de 1827, por la cual se mandó al Ejecutivo que pidiese al Gobierno de Colombia la repatriación de los ciudadanos enrolados contra su voluntad y por orden de Bolívar en el ejército colombiano y que hiciera igual reclamación al Gobierno de Bolivia.

LA REPATRIACIÓN DE LOS PERUANOS DE VENEZUELA Y COLOMBIA EN 1852-1857.Un eco de la debatida cuestión de los reemplazos fue el decreto expedido por el canciller Juan Manuel Tirado el 25 de diciembre de 1852, veintitrés años después de la guerra con Colombia y un cuarto de siglo después de la salida de las tropas colombianas del Perú. Este decreto se derivó de un oficio del ministro plenipotenciario de la República en Bogotá, con un informe acerca de los soldados peruanos que existían en esa ciudad y en Venezuela; y lo autorizó para que, cerciorado del número y nacionalidad de ellos, contratara su transporte por cuenta del Tesoro peruano, lo cual podía efectuar de inmediato con Ángel Mariano Castro y demás personas que constaban en la razón que acompañó. Cuando viajó a Colombia Pedro Gálvez en 1857 en misión oficial de unidad continental, obtuvo la repatriación de otro grupo de soldados peruanos.

LA DEUDA DEL PERÚ A COLOMBIA.- En cuanto a la deuda del Perú a Colombia, los negociadores Larrea y Gual acordaron que una comisión mixta examinase y liquidara las cuentas trabajando sin interrupción. En ese sentido se redactó el artículo pertinente del tratado.

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LA DEUDAvvCON LA GRAN COLOMBIA

vv

[ vv ]

En 1829, la deuda que el Perú tenía con la Gran vvvvvvvv Colombia se dividió entre los países que conformaban dicho territorio, de acuerdo a la siguiente proporción: Venezuela 28,5 50 21,5 Nueva Granada Ecuador

LA LIQUIDACIÓN DE LA DEUDA.- La Convención de Colombia encargada de dividir la deuda que fue común a aquel Estado acordó que se hiciera la siguiente distribución: 50 partes a Nueva Granada, 28,5 a Venezuela y 21,5 al Ecuador. También dispuso que cada una de las Repúblicas cobrase y pagara en dicha proporción lo que le correspondiere. Así se hizo con los acreedores británicos y con los nacionales. El Gobierno de Colombia nombró como comisionados para la liquidación de la deuda del Perú a los señores Federico French y José María Romero y después a José del Carmen Triunfo en reemplazo del primero. Los comisionados del Perú fueron Juan Evangelista Irigoyen y Centeno, José Ruiz, Francisco Taramona y Manuel del Río. Fueron celebradas 36 conferencias en 1829 y 1830 sobre el asunto. El cargo que hacía Colombia al Perú llegó a ser clasificado en partidas rechazadas, cuestionables y reconocibles. Las últimas importaron la cantidad de 926.863 pesos con 6 reales. "Más la comisión liquidadora del Perú (según expresó El Comercio de Lima, el 16 de mayo de 1842 al dar una amplia información sobre este problema) creyó que ya que Colombia no tenía la menor generosidad con el Perú en los ser vicios que le prestara para consolidar su independencia, el Perú justamente debía cobrar de Colombia los gastos que hizo para consumar la suma como el general Bolívar lo reconoció, y cargar otras partidas de consideración entre las que figura la suma de 319.429 pesos y 5 reales que recibió el coronel colombiano O’Leary en Chile por orden del Libertador. Como además, en el modo en que se hizo la guerra de la Independencia no era fácil encontrar documentadas las sumas que en ella se invirtieron, mucho más cuando las comisarías y empleados principales en el ramo de Hacienda habían sido colombianos que estaban ya fuera del Perú; y como había, por otra parte, el ejército de Colombia atravesado nuestro dilatado país y los oficiales y tropas recibieron cantidades en varias tesorerías y una de las divisiones se había embarcado en el sur y otra en el Callao para Colombia, requería tiempo el colectar y ordenar documentos, por cuya razón la liquidación demoró mucho tiempo. En esto sobrevino la disociación de Colombia y el Gobierno de Nueva Granada

[ CAPÍTULO 16 ] PERÍODO 1

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El conflicto con la Gran Colombia xxxxxxxxx La guerra con la Gran Colombia constituye uno de los antecedentes del prolongado diferendo fronterizo entre el Perú y Ecuador. Por esta razón, ha concitado la atención de diversos estudiosos interesados en la historia de las relaciones bilaterales de estos dos países.

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período 1

[ capítulo 16 ]



Es im­pe­rio­so e im­pos­ter­ga­ble que tan­to his­to­ria­do­res ecua­to­ria­nos, co­mo co­lom­bia­nos y pe­rua­nos tra­ ten ese gran es­pa­cio his­tó­ri­co que es la lla­ma­da gue­rra con la Gran Co­lom­bia (1828-1829) con nue­vos cri­te­rios y un más com­ple­to apa­ra­to crí­ti­co. Ello de­ri­ va de la ne­ce­si­dad, así la con­si­de­ra­mos, de que esa eta­pa de nues­tra his­to­ria co­mún no sea una de som­bras y sí de un real y efec­ti­vo es­cla­re­ci­mien­to. Da­mos por des­con­ta­do que la rea­li­za­ ción de un es­tu­dio con las ca­rac­te­rís­ti­ cas que he­mos enun­cia­do, un es­tu­dio me­ri­dia­na­men­te do­cu­men­ta­do de esa ‘gue­rra‘ di­si­pa­rá las dis­tor­sio­nes al uso que, de una u otra ma­ne­ra, apa­re­cen en nues­tras his­to­rias de con­su­mo in­ter­no.

di­men­sio­nar su ayu­da en la cam­pa­ña in­de­pen­den­tis­ta, dis­mi­nu­yen­do la in­ter­ven­ción pe­rua­na en ella. Por su la­do, los pe­rua­nos re­cha­za­ban tal in­fun­ dio con un cre­cien­te sen­ti­mien­to an­ti­ bo­li­va­ria­no, al mis­mo tiem­po que cues­ tio­na­ban la per­ma­nen­cia de los po­cos efec­ti­vos mi­li­ta­res que que­da­ban en nues­tro te­rri­to­rio, ne­gán­do­se a sa­tis­fa­ cer cual­quier ti­po de com­pen­sa­ción pe­cu­nia­ria por los ser­vi­cios pres­ta­dos, exi­gi­da por la Gran Co­lom­bia. En el fon­ do to­do es­to era con­se­cuen­cia del ale­ja­ mien­to del Li­ber­ta­dor de tie­rra pe­rua­ na, al ha­ber­se frus­tra­do su sue­ño de unión con­ti­nen­tal ba­jo su pu­ño.

Por otro la­do, con­si­de­ra­mos que la mal de­no­mi­na­da gue­rra con la Gran Co­lom­ bia no re­vis­te los re­qui­si­tos ne­ce­sa­rios co­mo pa­ra ser con­si­de­ra­da un con­flic­to de ca­rác­ter in­ter­na­cio­nal. Por el con­tra­ rio, si la so­pe­sa­mos con se­re­ni­dad y sin apa­sio­na­mien­to, ve­re­mos que re­vis­te to­das las ca­rac­te­rís­ti­cas de una con­tien­ da ci­vil. Una con­tien­da sin ven­ce­do­res ni ven­ci­dos, que ter­mi­nó ca­si sin ha­ber em­pe­za­do. Y, so­bre to­do, una con­tien­da que se ini­ció por mo­ti­vos de po­lí­ti­ca in­ter­na, ter­mi­nan­do, igual­men­te, con un arre­glo de ca­rác­ter emi­nen­te­men­te po­lí­ti­co...

Lo an­te­rior en cuan­to a un rá­pi­do es­bo­zo de las cau­sas del en­fren­ta­mien­ to. Lo cier­to es que, en nin­gún mo­men­ to, ni un pal­mo de te­rri­to­rio pe­rua­no fue ocu­pa­do por tro­pas gran­co­lom­bia­ nas. Por el con­tra­rio, la es­cua­dra pe­rua­ na re­co­rría las cos­tas co­lom­bia­nas des­ de Pa­na­má a Ma­cha­la sin en­con­trar opo­si­ción al­gu­na, mien­tras que el ejér­ ci­to es­ta­ba en con­di­cio­nes de fre­nar cual­quier ofen­si­va que se lan­za­ra con­ tra nues­tro te­rri­to­rio. Y com­bi­nan­do ac­cio­nes te­rres­tres y ma­rí­ti­mas, el Pe­rú es­ta­ba pues en ap­ti­tud de em­pren­der ope­ra­cio­nes en te­rri­to­rio co­lom­bia­no, en cual­quier pun­to de la cos­ta del Pa­cí­ fi­co, con mar­ca­das po­si­bi­li­da­des de éxi­to”.

Co­mo sa­be­mos, (...) tan­to Co­lom­bia co­mo Pe­rú se en­fras­ca­ron en una cam­ pa­ña de pro­pa­gan­da po­lí­ti­ca que lle­vó en el ca­so co­lom­bia­no, a exal­tar y so­bre­

De Fé­lix De­ne­gri, Pe­rú y Ecua­dor. Apun­ tes pa­ra la his­to­ria de una fron­te­ra, Li­ma: Ins­ti­tu­to Ri­va Agüe­ro, 1996, pp. 88-89.

ofició a su comisionado señor Triunfo para que la suspendiera. Mientras que no se reduzcan de las cantidades reconocibles de Colombia las reconocibles del Perú, es bien claro que nada se ha purificado ni liquidado". La letra dada a O’Leary correspondía a una buena cuenta entregada al Gobierno de Colombia por el del Perú. Decíase por el lado peruano que debía estimarse, además, el valor del vestuario, equipo y municiones de las tropas colombianas cuando regresaron a su patria y el de los pagos hechos a sus jefes por los alcances de sus anteriores servicios. La deuda del Perú a Colombia fue liquidada durante la administración de Echenique, como se verá oportunamente.

OTROS ASUNTOS EN EL TRATADO LARREA-GUAL.- Para poner fin a los mutuos reclamos en conexión con los incidentes protagonizados por Armero y Villa, la decisión conjunta fue la de mencionarlos dentro de términos generales, en un artículo del tratado. Larrea pidió luego una amnistía a favor de los que se hubieran comprometido por opiniones políticas durante la guerra, pues buscaba favorecer a los partidarios del Perú en los territorios meridionales de Colombia; y Gual le contestó que en esa zona no había presos por opiniones políticas y que el artículo era innecesario. No se opuso Larrea a que el Perú pagase las deudas dejadas por el ejército en los departamentos de Azuay y Guayaquil. En lo concerniente a los agravios inferidos después de Tarqui, Gual, sin creer que debían ser mencionados en el tratado, aseguró que Colombia daría cuantos decretos satisfactorios y honrosos para el Perú podía desearse. Una declaración, canjeada en el momento de la firma de dicho pacto, expresó que habría una explícita y solemne revocación del decreto de monumentos y distintivos expedidos en el campo de Tarqui, del mismo modo, el Perú debía restituir los honores y distinciones al Libertador y al ejército auxiliar de su mando. El Congreso peruano expresó que dichos testimonios subsistían y que el Perú no podía olvidar los servicios del Libertador y del ejército unido. Chile quedó como árbitro y conciliador en las disputas y diferencias que pudieran provenir del tratado. El texto de este incluyó los puntos que se han mencionado. Uno de sus artículos (el que, según Larrea y Loredo le llenó del gozo más inefable) llegaba hasta la proscripción de la guerra entre las dos Repúblicas, cualesquiera que fuesen sus quejas y desavenencias, mientras no hubieran tentado todos los medios de una conciliación amigable y, en defecto de ella, el imparcial juicio de un gobierno americano amigo. Otro artículo del tratado de Larrea-Gual estipuló que ambas Repúblicas se obligaban y comprometían a la completa abolición y extirpación del tráfico de esclavos de África; los que con ellos comerciaran serían responsables del crimen de piratería.

OTRO ARTíCuLO VVVVVVVVV DEL TRATADO DE LARREA-GuAL ESTIPuLÓ quE AMBAS REPÚBLICAS SE OBLIGABAn Y COMPROMETíAn A LA COMPLETA ABOLICIÓn Y ExTIRPACIÓn DEL TRáfICO DE ESCLAVOS DE áfRICA; LOS quE COn ELLOS COMERCIARAn SERíAn RESPOnSABLES DEL CRIMEn DE PIRATERíA.

LA COMISIÓN PARA FIJAR LA LÍNEA DIVISORIA ENTRE EL PERÚ Y COLOMBIA.- Los comisionados colombianos para esta labor fueron Eugenio Tamariz y Agustín Gómez. El primero de ellos declaró, años más tarde, que Bolívar lo llamó con el fin de decirle que él y Gamarra estaban de acuerdo en tomar como punto de partida para la línea la boca del río Tumbes debiendo ser el Marañón el límite natural que había de fijarse. "Diferimos (le habría agregado Bolívar) en que yo quiero que el río Huancabamba sea el límite occidental hasta su confluencia con el Marañón y ellos pretenden que lo sea el Chinchipe". Aceptaba, en suma, Bolívar ceder la parte de Jaén que está en la orilla derecha del Marañón; pero solo si el Perú cedía "los terrenos que están entre la orilla izquierda del Huancabamba y la derecha del Chinchipe y si en vez del Macará convienen en que el Quiroz nos sir va de límite entre Loja y Piura". Sobre este presunto acuerdo entre Bolívar y Gamarra que, por otra parte, no comprendía la totalidad de la línea, no hay sino una declaración unilateral y tardía de Tamariz.

[ CAPÍTULO 16 ] PERÍODO 1

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LOS ACUERDOS DE GUAYAQUIL

En 1829 los plenipotenciarios, José de Larrea y Pedro Gual, acordaron en la ciudad de Guayaquil (Ecuador) los términos del tratado que firmarían para definir los límites de ambas naciones. En 1836, un viajero francés registró la ciudad en esta imagen titulada “Calle Nueva” y publicada en el libro Voyage autour du monde exécuté pendant les années 1836 et 1837 sur la corvette La Bonite (1852).

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 16 ]

Las instrucciones dadas por Bolívar a las comisiones han sido publicadas como anexo a la memoria del ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador al Congreso de 1905. Decían ellas, en parte: "3ª El Gobierno de Colombia, lejos de ceder cosa alguna a la provincia de Loja, desea conservarla íntegra, así como la provincia de Jaén, de las que apenas había de ceder unas pequeñas porciones de los confines que, aunque le pertenecen, Colombia cede al Perú porque no quiere reconocer por aquella parte otros límites que los naturales que forman las aguas de Marañón. 10ª Debe tenerse presente que el río Chinchipe está dentro del territorio de Colombia: forma una ramada cuyas riberas, cultivadas y pobladas por ciudadanos de las provincias de Loja y Jaén, están comprendidas, por lo menos, en el territorio de esta última, lo cual es constante a los habitantes de la misma provincia". Como Gual había convenido en Guayaquil con Larrea la línea de Chinchipe, estas instrucciones así como el proyecto de línea revelado por Tamariz echaban por tierra dicho compromiso y se ponían al margen del espíritu y de la letra del tratado, para pretender transformar su aplicación en una sucesión de cesiones incondicionales hechas por el Perú. En todo caso, no hubo lugar ni siquiera a un cambio de ideas entre los comisionados. Cuando los colombianos llegaron a Tumbes en diciembre de 1829 no hallaron a los peruanos. Debido al rigor de la estación de aguas, entonces iniciada, decidieron postergar sus trabajos. En abril de 1830 fueron nombrados los delegados peruanos José Félix Castro y Modesto de la Vega. Al llegar ellos a Tumbes, ya se habían retirado los colombianos.

[ II ] LA MISIÓN TOMÁS MOSQUERA EN LIMA.- Al mismo tiempo que nombró a los comisionados para la demarcación, Bolívar designó como ministro en Lima a Tomás C. de Mosquera, hermano de Joaquín Mosquera que había desempeñado años antes el mismo cargo. En las instrucciones que recibió en nuevo diplomático del Consejo de Ministros residente en Bogotá (y que han sido publicadas por Enrique Olaya Herrera en el libro Cuestiones territoriales, Bogotá, 1905) se le ordenó insistir, sobre todo, en el reclamo del territorio comprendido dentro de los límites de las provincias de Jaén y de Loja. Entre los papeles que le fueron entregados a Mosquera estaba una copia de la cédula de 1802. Con fecha 25 de octubre de 1829 escribió a Bolívar desde Guayaquil consultándole qué es lo que replicaría a los peruanos si le presentaban documentos fehacientes en relación con la citada cédula y exigían la ribera izquierda del Marañón. No se conoce la respuesta de Bolívar. Mosquera comenzó sus gestiones a principios de diciembre. Propuso al ministro de Relaciones Exteriores José de Armas hacer un convenio sobre límites que sir viera de base para los comisionados "porque el artículo del tratado está indefinido" (palabras de Mosquera en carta a Bolívar el 8 de diciembre, publicada en el tomo IX de las Memorias de O’Leary). De otra car ta del mismo se deduce que hubo acuerdo sobre algunos puntos, si bien, en cambio, el río Chinchipe fue tema de la mayor divergencia. Los peruanos querían que la línea pasara por este río y Mosquera por el Huancabamba. El coronel Althaus había sido encargado de formar un mapa de la zona en litigio y el nuevo canciller José María de Pando expresó en enero de 1830 que era preciso esperar tan importante documento. Una vez que lo obtuvo, dirigió Pando en febrero de 1830 un oficio al negociador colombiano con un proyecto de delimitación desde el Chinchipe hasta la costa y allí puso como último límite el río Zarumilla y no el Tumbes que, según Mosquera, había sido señalado de común acuerdo a fines de diciembre. "Si conviniéramos en las bases propuestas por el ministro de Relaciones Exteriores no habríamos ganado otra cosa que unas selvas de Jaén y Maynas porque todos los pueblos de aquellas provincias quedarán en la parte que pretende conser var el Perú", escribió Mosquera entonces. La difícil situación política que acompañó a la disolución de la Gran Colombia impidió que el Gobierno

de este país absolviera la consulta sobre el proyecto de Pando. Mosquera creyó que, en vista de esta situación, los diplomáticos peruanos habían decidido ganar tiempo y aplazar las negociaciones y hasta acusó a Gamarra y sus colaboradores de tener propósitos hostiles a Colombia en relación con la frontera norte del Perú.

PEDRO GUAL (1783-1862)

EL SUPUESTO PROTOCOLO PEDEMONTE-MOSQUERA Y LOS ARGUMENTOS SOBRE SU FALSEDAD Y SU INVALIDEZ.- Hacia 1870 Mosquera, residente entonces en Lima, entregó al historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán una copia del protocolo que, según dijo, había firmado con el canciller Carlos Pedemonte, sucesor de Pando, el 11 de agosto de 1830, para reconocer como límite norte del Perú el río Marañón. Carlos Paz Soldán trasmitió ese papel a la Cancillería peruana en 1889. Arturo García lo incluyó en la memoria que redactó para defensa del tratado por él firmado con el Ecuador, y bien hizo notar que no se sabía si dicho documento había sido sometido a aprobación legislativa y que no se conocía el correspondiente ejemplar peruano. Al publicarse oficialmente en Lima la Colección de tratados de Ricardo Aranda el encargado de negocios de Colombia se dirigió en 1893 a la Cancillería de Lima e inquirió por qué no había sido incluido el protocolo Pedemonte-Mosquera. La respuesta fue que dicho documento no existía en el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. En las conferencias efectuadas entre el Perú y Colombia en 1894 los negociadores colombianos Galindo y Tanco Armeno no lo mencionaron. El historiador Luis Ulloa, a quien débese una minuciosa investigación sobre las relaciones peruano-colombianas en 1829 y 1830, ha demostrado la falsedad del supuesto protocolo que Mosquera dio a conocer solo en 1870. Algunas de las razones enarboladas para sostener esta falta de autenticidad se relacionan con la historia de la misión Mosquera, las circunstancias predominantes en agosto de 1830, el estilo del documento, las diferencias entre las copias presentadas y su contenido. Aparte de sus fallas gramaticales, el protocolo aparece como sospechoso a la luz de una crítica interna porque, de acuerdo con su texto, en el cambio de ideas entre los dos negociadores, Pedemonte se vuelve mudo cuando, ante su referencia a la cédula de 1802, Mosquera le presenta una Guía de Forasteros editada en España que incluía al gobernador de esa zona entre los funcionarios del Virreinato de Santa Fe. Esto quiere hacer creer que un hombre de tanta cultura como el canciller peruano ignoraba la existencia de las Guías de Forasteros publicadas en el Perú, según las cuales Maynas pertenecía a este virreinato y tampoco tenía noticias de otros documentos comprobatorios de la vigencia de la cédula. Toda la habilidad dialéctica y la erudición histórica se concentran en el plenipotenciario colombiano cuya elocuencia aparece reproducida con prolijidad ajena a la técnica de un protocolo de fijación de límites. Ulloa presentó, además, pruebas analíticas, testimoniales y materiales de la falta de autenticidad del referido documento. Entre otras, enumeró las siguientes: 1º En un folleto impreso en 1843, Mosquera se limitó a hacer la historia de sus negociaciones con Pando y no mencionó a Pedemonte ni al protocolo; 2º el mismo Mosquera, en una carta que mandó al ministro de Relaciones Exteriores de Nueva Granada en 1853, a propósito del tratado peruanobrasilero de 1851, narró nuevamente la historia de su misión en Lima, más o menos en la misma forma que en 1843 y tampoco aludió al protocolo permaneciendo en igual mutismo posteriormente y manteniendo la misma actitud en su defensa autobiográfica cuando estaba enjuiciado en 1867; 3º En su memoria de 1831, Pedemonte no comunicó al Congreso la firma de documento alguno en relación con los límites peruano-colombianos; 4º Mosquera, según consta en periódicos de la época, se embarcó en el Callao en viaje a Colombia el 9 de agosto en un buque que se dio a la vela el 10, o sea un día antes de la fecha en que aparece firmado el protocolo; 5º Entre el 7 y el 11 de agosto estuvo a cargo del despacho de Relaciones Exteriores el ministro de Gobierno Matías León cuya firma aparece en los documentos oficiales de aquel ramo; 6º El 6 y el 11 de agosto el comodoro Waldegrave, jefe de la división naval inglesa

Abogado venezolano que durante la guerra de 1829 se encargó de las negociaciones por el lado de la Gran Colombia. Luego de la disolución de este territorio, estuvo a cargo de la Presidencia de Venezuela en tres oportunidades: en 1858, 1859 y 1861.

[ CAPÍTULO 16 ] PERÍODO 1

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(...) LA TRAnSACCIÓn quE IMPLICÓ EL TRATADO DE 1829 TuVO un COnTEnIDO GEnERAL Y VAGO SOBRE LA BASE DE LOS LíMITES DE LOS AnTIGuOS VIRREInATOS. REquIRIÓ LA SuSCRIPCIÓn DE un ACuERDO COMPLEMEnTARIO COn CESIOnES MuTuAS TRABAJAnDO unA COMISIÓn COn DELEGADOS DE LOS DOS PAíSES SOBRE EL TERREnO.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 16 ]

en el Pacifico, dirigió notas al canciller Matías León con motivo de un juicio de presas que se seguía ante el tribunal respectivo en el Callao; 7º Cuando Mosquera llegó a Guayaquil en 1830 no dio a la publicidad la noticia de que habían concluido sus gestiones con la gran victoria diplomática para Colombia que se atribuyó en 1870; 8º Cuando en 1841 discutieron los señores Valdivieso y León los límites territoriales del Ecuador y el Perú y esgrimieron ambos diplomáticos argumentos de carácter histórico, el protocolo de 1830 no fue mencionado (esta última reflexión fue formulada por primera vez por el escritor colombiano Gumersindo Yépez en 1911 y Ulloa la recogió y amplió). Vicente Santamaría de Paredes se basó en las siguientes razones adicionales en su estudio sobre la cuestión de límites entre el Perú y el Ecuador para sostener la misma tesis: 1° Colombia no exhibió el original del protocolo cuando el Perú lo negó en 1893 y tampoco lo ha presentado más tarde; 2º El 11 de agosto de 1830, fecha en que aparece firmado el protocolo, ya Mosquera había dejado de ejercer la plenipotencia en Lima según consta de lo siguiente: a) Mosquera comunicó al ministro de Relaciones Exteriores del Perú el 24 de julio que se iba a su patria diciéndole quiénes quedaban encargados de los negocios y despidiéndose; b) El 31 de julio pidió facilidades para embarcar su equipaje que iba a comenzar a enviar al día siguiente; c) El comandante general de Marina del Callao manifestó el 2 de agosto que cumpliría las órdenes de facilitar el embarque del plenipotenciario de Colombia. Aunque fuera admitido hipotéticamente que existió el Protocolo Pedemonte-Mosquera, no podría tener validez o eficacia alguna, según Santamaría de Paredes y según la comisión técnica española que lo estudió en 1910, por las siguientes razones: 1° En la fecha de su supuesta celebración ya no existía la República de Colombia por haberse organizado como Estados independientes Venezuela y Ecuador; 2º El protocolo dejó pendiente si los límites occidentales debían señalarse por el Chinchipe o el Huancabamba, es decir no resolvió acerca de la suerte de la provincia de Jaén; 3º La línea fijada violó lo estipulado en el Tratado de Guayaquil, colocando al Perú en actitud de hacer vastas y no compensadas cesiones de territorio cuando Colombia estaba disuelta y Bolívar había caído. En el caso de llegar a su perfeccionamiento, el protocolo habría constituido un pacto nuevo, esencialmente distinto de las estipulaciones contenidas en el Tratado de Guayaquil. La Línea de frontera allí fijada no corresponde a la última ni a otra alguna demarcación civil o política entre los Virreinatos de Nueva Granada y el Perú. 4º El protocolo no fue ratificado por ninguno de los dos gobiernos ni llegó a ser conocido por ninguno de los cuerpos legislativos. Víctor Andrés Belaunde ha agregado en su libro La constitución inicial del Perú ante el Derecho Internacional otra prueba sobre la inexistencia del protocolo Pedemonte-Mosquera. Es la memoria del ministro de Relaciones Exteriores de Colombia Alejandro Vélez, presentada en 1831 donde este dice que ignora si se ha llevado a cabo la fijación de límites y se limita a mencionar la propuesta peruana para que, de común acuerdo, se hicieran ciertas concesiones de territorios. Es evidente que si el protocolo se firmó, Mosquera lo habría comunicado a su Cancillería y ella lo hubiera dado a conocer. La anterior revisión del debate entablado alrededor del pretendido Protocolo PedemonteMosquera viene a probar, una vez más, que la falsificación de fuentes históricas puede hacerse no solo con las de gran antigüedad sino con las de épocas recientes. Las supuestas cartas de Bolívar a San Martín publicadas por el diplomático argentino Colombres Mármol, la llamada mónita secreta de los jesuitas, el apócrifo protocolo de los sabios de Sión, tan utilizado por la propaganda antisemita en este siglo, son algunos entre los muchos casos notorios en que ha sido posible fraguar documentos correspondientes a la época contemporánea. Entre todos los argumentos aducidos contra la autenticidad del Protocolo PedemonteMosquera, hay algunos que pueden impresionar más a los juristas y a los diplomáticos y también otros a los historiadores que dan primacía a los datos correspondientes a fechas y a nombres. El historiador que, en cambio, mire, ante todo, las amplias perspectivas del proceso

evolutivo de los pueblos, no puede omitir el enorme significado que tiene lo que cabe llamar la prueba del silencio, de sesenta años, derivada de la circunstancia de que nunca, antes de 1890, fue invocado o publicado el protocolo. Hay otra consideración que debe pesar en el juicio de quienes valoricen este asunto. ¿Por qué habría firmado Pedemonte el documento que, según dijo Mosquera años más tarde, sumisamente aceptó? No era conveniente para los derechos o para los intereses del Perú. Estaba muy lejos de dar gloria o prestigio a quien de él se responsabilizara en nombre de este país. El colapso de la República de Colombia presentaba un estado de cosas muy distante de inspirar temor. El largo proceso de las negociaciones después de la suscripción del tratado de 1829 alejaba la posibilidad de que se recayese bruscamente en actos precipitados, impulsivos o inconsultos. Ni las consideraciones nacionales ni el acatamiento a las normas jurídicas ni la ambición ni el deseo de la fama ni el miedo ni la ligereza hubiesen podido, pues, en aquellos momentos, arrastrar a Pedemonte. Todo le aconsejaba, en cambio, ser muy cauto. Mosquera estaba en Lima desde principios de diciembre de 1829 y nada había obtenido durante varios meses después de discutir con los ministros Armas y Pando. ¿Qué motivos o razones le hubiesen llevado a conquistar bruscamente una gran victoria en agosto de 1830 con Pedemonte? ¿Qué ganaba este, qué ganaba su gobierno, qué ganaba el Perú al ceder a última hora, en vísperas de que se marchara el negociador colombiano y cuando se deshacía el Estado que él representaba? Era lógico, natural, humano, patriótico, dejarlo partir con las manos vacías. Dentro del vasto catálogo de los impulsos por los cuales proceden los diplomáticos, los políticos, los estadistas y los hombres no puede encontrarse uno solo que hubiese podido mover la mano de Pedemonte para coger la pluma y con unos cuantos rasgos cambiar el destino de las vastas regiones amazónicas y de todo el norte y el oriente del Perú. En resumen, la transacción que implicó el tratado de 1829 tuvo un contenido general y vago sobre la base de los límites de los antiguos virreinatos. Requirió la suscripción de un acuerdo complementario con cesiones mutuas trabajando una comisión con delegados de los dos países sobre el terreno. En las negociaciones que se iniciaron ese mismo año, predominó el errado criterio de dividir Maynas por el curso de Marañón (en contradicción con la cédula de 1802 que el Perú no presentó entonces y también contra el texto y el espíritu del tratado para el cual los títulos coloniales figuraban en primer término, debiendo ser modificados solo por pequeñas concesiones que, recíprocamente, debían hacerse las partes). En cambio, hubo desacuerdos entre Mosquera y los diplomáticos peruanos en cuanto a la sección oriental de la línea, tanto en la zona de los ríos Chinchipe y Huancabamba como en lo concerniente a los ríos Tumbes y Zarumilla. Ambas líneas, la amazónica y la oriental, estaban condicionadas y no cabía arreglo en una parte sino se realizaba un convenio semejante en la otra. Los comisionados que debían visitar el vasto territorio en litigio no llegaron a reunirse ni una sola vez. Un discutible protocolo que se dijo fue firmado en 1830 ha sido esgrimido en el debate diplomático solo después de 1890 sin ser presentado su texto auténtico. La República de Colombia quedó disuelta en 1830 y en su lugar se formó un nuevo Estado limítrofe del Perú en el noroeste, la República del Ecuador.

TOMÁS CIPRIANO DE MOSQUERA (1798-1878)

Militar y político colombiano que ocupó la presidencia de su país en cuatro oportunidades. Su gobierno se caracterizó por ser liberal moderado y reformador del sector económico. Promovió principalmente la apertura de la economía colombiana al exterior.

[ III ] EL TRATADO DE 1829 Y EL LITIGIO PERUANO-ECUATORIANO.- La tesis ecuatoriana, a veces apoyada por testimonios colombianos, tiene como su fundamento histórico básico en el litigio entre el Perú y el Ecuador a partir de 1840 el tratado de 1829 y ha desarrollado su argumentación a lo largo del siglo XX. Entre otras cosas, sostiene lo siguiente: a) El tratado de 1829 aparecería como una reivindicación guerrera fundada en los derechos de una supuesta victoria sobre el Perú para fijar explícitamente la frontera peruano-ecuatoriana y para anular la cédula de 1802. La línea Tumbes, Huancabamba, Marañón o Amazonas habría sido esta-

[ CAPÍTULO 16 ] PERÍODO 1

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LA BANDERA DE ECUADOR

Cuando Ecuador se separó de la Gran Colombia, en 1830, mantuvo como bandera el pabellón tricolor colombiano. Este tiene tres franjas: una amarilla, que ocupa la mitad superior; una azul, que ocupa la cuarta parte siguiente; y una roja, que ocupa la cuarta parte inferior. El amarillo simboliza el oro, la abundante riqueza de la agricultura y los grandes recursos del país; el azul, el océano y el cielo ecuatoriano; y el rojo, la sangre vertida por sus héroes.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 16 ]

blecida en el tratado y en el protocolo adicional de 1830 y daría lugar al reclamo de un vasto territorio "que, al separarse de la Gran Colombia, fue, como lo es ahora, de la República del Ecuador". b) El tratado de 1829 estaría vigente. c) El plenipotenciario peruano Larrea y Loredo dijo en el curso de las negociaciones que la línea podía principar desde el río Tumbes, tomar desde él una orientación diagonal al Chinchipe y continuar con sus aguas hasta el Marañón (o sea el Amazonas) que, según afirmó, es el límite más natural y marcado y el mismo que señalan las cartas geográficas antiguas y modernas. Algo parecido expresó la comisión del Congreso peruano que aprobó el tratado. d) Los mapas de la época señalan la misma línea divisoria; algunos escritores ecuatorianos y colombianos han hecho una lista hasta de 17 cartas entre 1804 y 1843 con dicho trazo. e) Los títulos de creación de la Audiencia de Quito (que integró el Virreinato de Nueva Granada según cédula de 1739) dieron a esta jurisdicción hasta Piura, Cajamarca, Chachapoyas y Moyabamba más al sur del río Amazonas, por lo cual la línea de 1829 fue transaccional. f ) El tratado de 1829 fue considerado vigente por el Perú en algunas oportunidades; para ello se alude a la memoria del ministro Felipe Pardo y Aliaga en 1849 y a documentos oficiales de 1858 y 1890. Cabe objetar estos argumentos de acuerdo a lo siguiente: a) Puede, desde un punto de vista teórico, presentarse la hipótesis de que Larrea y Loredo y la comisión del Congreso de 1829 no tuvieron noticia exacta acerca del contenido de la cédula de 1802 sobre Maynas o no creyeron conveniente citarla; pero el silencio ante el Derecho no implica su derogatoria. La cédula de 1802 fijaba los límites de los Virreinatos del Perú y de Nueva Granada, que servían como base para señalar los territorios de las dos Repúblicas según el tratado de 1829. b) Frente a la falta de pugnacidad polémica que evidenciaron esta vez los diplomáticos y parlamentarios peruanos, aparece la exactitud documental de la Cancillería colombiana. Se ha probado que Bolívar, Sucre y Mosquera supieron acerca de la cédula de 1802. Los peruanos no han utilizado todavía el valiosísimo testimonio de Estanislao Vergara, el ministro que trató con el negociador José Villa en 1828. En una carta de Vergara a Rufino Cuer vo de 3 de mayo de 1842 publicada en el volumen II del Epistolario de este (Bogotá, 1920) se lee lo siguiente: "Muy desfavorables son para el Ecuador las noticias que tengo que dar acerca de Maynas. Se lo disputamos a los peruanos en tiempo de Colombia, prevaliéndonos de su ignorancia de lo que había pasado desde el año de 1802 en adelante: mas no porque directamente se tuviera algún derecho a ese territorio… Maynas perteneció al Virreinato de la Nueva Granada hasta el año de 1802; pero entonces, por cédula de 15 de julio, se segregó de él y se agregó al del Perú. Así lo dice en su relación de mando el virrey don Pedro Medinueta en dos lugares que se encuentran en el capítulo III que trata de los obispados; y proponiendo la elección del de Casanare se expresa así: ‘Vendrá a partir de sus límites, por el occidente, con las jurisdicciones de esta capital y del corregimiento de Tunja; por el sur con las provincias de Popayán en sus montañas de Andaquíes y de Mocoa y quizá tocará con el Virreinato del Perú, mediante la extensión que se le ha dado con la agregación del gobierno de Maynas, comprendiendo a los suburbios, etc.‘. Y más adelante asegura, citando la cédula que he expresado: ‘Iguales causas han movido el religioso celo de nuestro católico monarca a erigir un Obispado en la provincia de Maynas al mismo tiempo que se sirvió separarlas de este virreinato y agregarla al del Perú‘". "Quiere usted una cosa más terminante y más explicita de que en el tiempo de la revolución Maynas no era de este virreinato y, por consiguiente ni de la Presidencia de Quito. Así es que si el Gobierno del Ecuador quiere llevar la gestión adelante por el uti possidetis de los virreinatos, su causa es perdida. En el Gobierno de Colombia nos valimos de datos anteriores al año expresado de 1802 y entre otros, de la Guía de Forasteros del Virreinato de 1793 en que está Maynas comprendido entre los gobiernos dependientes; pero nos cuidamos bien de no citar desde 1806, en

que ya no aparece porque había sido segregada de la Nueva Granada. Yo traté de esta materia en mi correspondencia con el Plenipotenciario del Perú en el año de 1828…". c) La verdadera actitud del negociador Larrea y Loredo y del Congreso peruano de la época hállanse expresadas en los documentos emanados de ellos y a los que se ha referido este mismo capítulo. d) El tratado de 1829 no entregó Tumbes, Jaén o Maynas a Colombia, ni trazó una línea de fronteras, ni se refirió a la soberanía de determinadas provincias. Se limitó a fijar un principio en lo concerniente a la futura delimitación y señaló el procedimiento para un arreglo transaccional. El cumplimiento de este tratado habría dado lugar al examen sobre cuáles eran los límites de los Virreinatos del Perú y Nueva Granada al producirse la independencia, al nombramiento de una comisión demarcadora y a la decisión de un país amigo en el caso de no existir acuerdo entre las partes. e) Ni en las deliberaciones que precedieron al tratado de 1829, ni en el texto de este hizo Colombia reservas acerca de la posesión de Jaén y de Maynas por el Perú. Contrastó esta actitud con las exigencias para volver a ocupar Guayaquil e incorporarlo dentro de su territorio. f ) Los mapas no oficiales y sin estudios sobre el terreno no son pruebas de carácter legal. g) La República de Colombia se disolvió en 1830 sin que el tratado de 1829 llegara a ejecutarse. El valor de este es histórico y no jurídico. h) El Ecuador al constituirse como Estado independiente no incluyó dentro de su territorio y de su población las regiones que más tarde ha reclamado al Perú. i) Carente de títulos históricos y sin la posesión de la zona disputada, el Ecuador tiene en contra de sus pretensiones el texto y el espíritu de los dos únicos tratados que ha celebrado con el Perú en relación con los límites: el de 1832 y el vigente. j) El Perú se ha negado a discutir con el Ecuador una demanda reivindicatoria y para ello ha señalado como razones: 1) El respeto a su integridad orgánica y a su unidad nacional que salvaguarda el Derecho internacional; 2) El carácter sagrado e intangible que tienen los movimientos de propia determinación y soberanía que forman la esencia de la emancipación de América; 3) La realidad posesoria por parte del Perú de la unidad geográfica indivisible que constituye la región amazónica peruana que era parte del Virreinato antes de la independencia, que en 1821 y en los años siguientes expresó, espontáneamente, su voluntad de formar parte de este país y que ha continuado bajo la pacífica e imperturbable jurisdicción peruana por más de un siglo.

LAS POBLACIOnES MERIDIOnALES DE COLOMBIA quE SE DECLARAROn InDEPEnDIEnTES Y MAnIfESTAROn, POR MEDIO DE ACTAS SOLEMnES, LA VOLunTAD DE fORMAR LA REPÚBLICA DEL ECuADOR En MAYO DE 1830 fuEROn quITO, GuAYAquIL, CuEnCA Y LOJA.

EL ECUADOR COMO ESTADO INDEPENDIENTE.- Las poblaciones meridionales de Colombia que se declararon independientes y manifestaron, por medio de actas solemnes, la voluntad de formar la República del Ecuador en mayo de 1830 fueron Quito, Guayaquil, Cuenca y Loja. No inter vinieron, pues, en la independencia y en la formación de la personalidad nacional de esa República ni fueron invitados a par ticipar en ellas Tumbes, Jaén o Maynas que entonces formaban par te pacíficamente del Perú. El decreto que convocó a elecciones para diputados, de acuerdo con estas actas, mencionó las siguientes provincias: Pichincha, Chimborazo, Ibambura, Guayaquil, Manabí, Cuenca y Loja, y agregó a ellas Pasto (31 de mayo). La primera asamblea constituyente del Ecuador se reunió en Riobamba con los diputados de todas esas circunscripciones, a excepción de Pasto, y fijó la composición nacional y territorial del nuevo Estado. El ar tículo 1º de la Constitución expresó: "Los depar tamentos de Azuay, Guayas y Quito quedan reunidos entre sí formando un solo cuerpo independiente con el nombre de Estado del Ecuador". Y el ar tículo 2º: "El territorio del Estado comprende los tres depar tamentos del Ecuador en los límites del antiguo reino de Quito". No hay, pues, duda de que el Ecuador respetó, en el momento de fundarse, el derecho del Perú sobre Tumbes, Jaén y Maynas y de que estas mismas provincias confirmaron con su actitud la normalidad y legalidad de la situación. Lo que se había producido de hecho en la frontera

[ CAPÍTULO 16 ] PERÍODO 1

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norte del Perú a partir de 1829 era una situación de statu quo que la disolución de Colombia y la fundación del Ecuador prolongaron.

DuRAnTE LA éPOCA DE LA COnfEDERACIÓn PERÚ-BOLIVIAnA, VICEnTE ROCAfuERTE, PRESIDEnTE DEL ECuADOR, GRAn GOBERnAnTE, GRAn PATRIOTA, SíMBOLO DE AMISTAD COn EL PERÚ quE ALGÚn DíA HA DE TEnER PLEnITuD, RECHAzÓ LA PROPuESTA DE ATACAR A ESTE PAíS En ALIAnzA COn CHILE (...)

LA PRESUNTA INTENCIÓN DE FLORES DE INTERVENIR EN EL PERÚ EN 1831.- Una información publicada en 1842 reveló que cuando, en 1831, existió la probabilidad de una guerra entre el Perú y Bolivia, o sea entre Gamarra y Santa Cruz, este envió repetidas veces al coronel Ayardeburu en una misión secreta ante el general Flores, presidente del Ecuador. El Gobierno ecuatoriano llegó a celebrar un acuerdo por el cual, sin previa declaración de guerra, se apoderaría del departamento de La Libertad luego que principiaran las hostilidades en el sur. "El señor Mariátegui tiene copia de este acuerdo". No fue invocado entonces el tratado de 1829. Algunos trabajos fueron emprendidos para un pronunciamiento a favor del Ecuador en aquel territorio (El Comercio, 27 de mayo de 1842). Nada llegó a hacerse. A fines de 1831, arreglada la cuestión con Bolivia, el Ecuador inició sus relaciones diplomáticas con el Perú sobre bases excepcionalmente amistosas. EL TRATADO PERUANO-ECUATORIANO DE 1832.- El primer representante diplomático del Ecuador en Lima, señor Diego Noboa, fue reconocido en octubre de 1831 y expresó públicamente que, disuelta la Gran Colombia, "no habría quien pretendiera que los pactos que hizo podrían tener valor alguno". Con lo cual declaró la caducidad del tratado de 1829. El resultado de la misión Noboa fue la suscripción en Lima por él y el ministro José María de Pando, de dos tratados: uno de amistad y de alianza; y otro de comercio (12 de julio de 1832). En el pacto indicado en primer lugar, se decía: "Mientras se celebra un convenio sobre arreglo de límites, entre los dos Estados, se reconocerán y respetarán los actuales". El tratado de 1832 es de gran importancia en el litigio peruano-ecuatoriano: 1) Porque es el único tratado mencionando los "límites", firmado entre el Perú y el Ecuador; desde la fundación de esa República hasta 1887, en que ambos países pactaron el arbitraje. 2) Porque confirma la caducidad del tratado de 1829. 3) Porque reconoce el estado posesorio del Perú, o sea su derecho a Tumbes, Maynas y Jaén. Diego Noboa, autor de este pacto fue jefe supremo y presidente interino del Ecuador en 1850 y 1851 y presidente constitucional en 1851. APROBACIÓN Y CANJE DEL TRATADO DE 1832.- Los dos tratados de 1832 llegaron a ser aprobados por los Congresos de ambos países, y fueron canjeadas las ratificaciones respectivas. La aprobación del Congreso ecuatoriano tuvo lugar el 13 de octubre de 1832, según nota del siguiente día del canciller J. Félix Valdivieso. El canje se efectuó el 27 de diciembre de 1832 entre los señores Manuel del Río y Antonio Elizalde. El representante de Nueva Granada en el Perú, José del Carmen Triunfo, pretendió oponerse al Tratado Noboa-Pando afirmando que revocaba y anulaba los de 1822 y 1829. Su reclamación pasó a conocimiento del fiscal Manuel Pérez de Tudela quien manifestó que el Perú no estaba ya ligado por los pactos celebrados con un Estado que había desparecido.

LA CONSTITUCIÓN ECUATORIANA DE 1835.- La Convención Nacional ecuatoriana reunida en Ambato el 22 de junio de 1835 dio la segunda Carta política de esa República. Ella señaló siete provincias: Quito, Chimborazo, Imbabura, Guayaquil, Manabí, Cuenca y Loja y el archipiélago de Galápagos. Declaró también que sus límites se "fijarán" por una ley, de acuerdo con los Estados limítrofes. Al no mencionar a Maynas o a Jaén, resulta un testimonio de que en 1835, como en 1830, los

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 16 ]

próceres ecuatorianos reunidos para dar una Constitución a su país, no consideraron a esos territorios como parte de la nacionalidad si bien tomaron en cuenta a Guayaquil. Además, al dejar para el futuro la fijación de los límites de acuerdo con los Estados limítrofes, evidenciaron que no consideraban vigente el tratado de 1829.

la oPiniÓn dE RuFino CuERVo SoBRE loS lÍMitES dEl ECuadoR.- Cuando el general Flores planteó la demanda del Ecuador sobre los territorios de Pasto y Tuquerres, pertenecientes a Nueva Granada queriendo además extender su protección a Barbacoas y Tumaco, con argumentos tan poco sólidos como los de la reivindicación de Maynas, el ministro de Nueva Granada en Quito, Rufino Cuervo expresó lo siguiente, en una nota oficial fechada el 31 de mayo de 1841: "Hay pues un derecho escrito, un derecho perfecto que arregla los límites territoriales de Nueva Granada y el Ecuador, derecho acatado aun por las naciones menos cultas y cuya violación no puede cometerse sin mengua y sin desdoro, y derecho, en fin, que la misma Constitución ecuatoriana ha reconocido y sancionado como base fundamental de la organización política de este país. Su artículo 3º se expresa en estos términos: "El territorio de la República del Ecuador comprende el de las provincias de Quito, Chimborazo, Imbabura, Guayaquil, Manabí, Cuenca, Loja y el archipiélago de Galápagos, cuya principal isla se conoce con el nombre de Floriana. Sus límites se fijarán por una ley de acuerdo con los Estados limítrofes". El SuRGiMiEnto oFiCial dEl ConFliCto.- Durante la época de la Confederación Perúboliviana, Vicente Rocafuerte, presidente del Ecuador, gran gobernante, gran patriota, símbolo de amistad con el Perú que algún día ha de tener plenitud, rechazó la propuesta de atacar a este país en alianza con Chile, según ha de narrarse en capítulo posterior. A partir de 1840, coincidiendo con la presencia de Santa Cruz en Quito y Guayaquil, aparecieron los primeros reclamos ecuatorianos sobre Jaén y Maynas. De ello ha de tratarse en otras páginas de este mismo libro. La caída del régimen de Flores que desencadenara el conflicto peruano-ecuatoriano, dio lugar al planteamiento por el Ecuador de la vigencia del Tratado Noboa-Pando.

El ESCudo ECuatoRiano En 1830

El escudo ecuatoriano cambió tras la separación de la Gran Colombia. El Congreso Constituyente, reunido en Riobamba (Ecuador) el 27 de setiembre de 1830, señaló que se usarían las armas de Colombia, un campo azul celeste con el Sol en la equinoccial sobre las fases y un lema que decía: “El Ecuador en Colombia“.

PlantEaMiEnto PoR El ECuadoR dE la ViGEnCia dEl tRatado noBoa-Pando.- En marzo de 1846, el encargado de negocios peruano en Quito, Cipriano Coronel Zegarra se dirigió al canciller para manifestar que el general Flores, que acababa de ser depuesto en la Presidencia de esa República, había derogado por su voluntad y de hecho el tratado de 1832 y pidió que se declarase su vigencia y se procediera el canje correspondiente (como si no se hubiera efectuado ya). El canciller José Fernández Salvador (en nota de 9 de marzo de 1846) deploró la política inquieta de Flores "que ha hecho aparecer algunas veces al Gobierno del Ecuador como infiel a sus compromisos", declaró vigente el tratado de 1832, pidió que en ese carácter quedase también el tratado de alianza ofensiva y defensiva firmado por Noboa junto con el de amistad y comercio; y expresó que existía para efectuar el canje la dificultad de que dicho documento había desaparecido del archivo de Quito a consecuencia de los acontecimientos políticos de 1833. Quedó entonces acordado sacar copia auténtica y fueron hechas algunas enmiendas de detalle en ambos textos sin alterar el artículo sobre límites. El presidente del Ecuador, Vicente Ramón Roca, confirmó y aprobó los tratados con las antedichas modificaciones (29 de marzo de 1846). El canciller ecuatoriano solicitó que la observancia del pacto de amistad y alianza empezara desde que se produjo esta aprobación. En el tumulto de los sucesos que siguieron más tarde, fue puesto de lado el tratado de 1832; pero ello no hizo incrementar la validez del de 1829.

[ CAPÍTULO 16 ] PERÍODO 1

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[ TOMO 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ]

capítulo 17 ● I EI de­rrum­be del Go­bier­no “pe­rua­nis­ta” en Bo­li­via San­ta Cruz: el ofi­ cial es­pa­ñol, el je­fe go­ber­nan­te y can­di­da­ to pe­rua­no y el pre­si­den­te bo­li­via­no ● La pre­si­den­cia de San­ta Cruz en Bo­li­via ● Las in­tri­gas pa­ra ci­sio­nar el sur en 1829 y 1830. Las pri­sio­nes de Are­qui­pa ● No me­ter una car­tu­che­ra “en un ca­ñon de fu­sil” ● II La mi­sión Ál­va­rez ● El mo­tín del Cuz­co y la ●

en­tre­vis­ta del De­sa­gua­de­ro ● Las con­fe­ ren­cias Fe­rrey­ros-Ola­ñe­ta ● La de­fec­ción de la Li­ber­tad y el Con­gre­so. La de­cla­ra­ción de Pi­ra­te­ría ● III El Con­gre­so pe­rua­no de­tie­ne la gue­rra con Bo­li­via ● Tra­ta­dos de Ti­qui­na, Are­qui­pa y Chu­qui­sa­ca ● IV La cap­tu­ra del Hi­dal­go, el rom­pi­mien­to con ma­ri­nos y agen­tes di­plo­má­ti­cos bri­tá­ni­cos y el se­cues­tro de la Li­ber­tad.

EL RELATIVO APACIGUAMIENTO EL MILITARISMO AUTORITARIO DE 1829-1833. NACIONAL EXTERNOS (1845-1851) ASPECTOS Las incesantes asechanzas bolivianas y los conflictos esporádicos

17 [ ]

CAPÍTULO

E

[I] L DERRUMBE DEL GOBIERNO "PERUANISTA" EN BOLIVIA.- Aparte de las tachas que

pudo tener como "peruanista", el gobierno del general Pedro Blanco en Bolivia se apresuró a crearse nuevas resistencias. Envió a la Asamblea Legislativa una solicitud sobre los haberes y el lujo de los oficiales, alarmándolos. Pospuso a varios jefes. Uno de ellos, el joven coronel José Ballivián, a la cabeza de un cuerpo del ejército, sorprendió a Blanco en la mañana del 31 de diciembre de 1828 cuando, vestido de gala, se preparaba a concurrir a la misa de gracias de la Catedral. La gente que había acudido a presenciar la ceremonia, huyó. Loayza fue apresado a la entrada de Palacio. Blanco se ocultó y fue encontrado en el fondo de una letrina, maltrecho; extraído de allí quedó preso. El coronel Mariano Armaza, jefe del movimiento partidario de Santa Cruz, acudió al Congreso a dar cuenta de lo acontecido. El presidente del Congreso le hizo hablar desde la barra. Con frases altisonantes calificó de coaccionadas las últimas elecciones y llamó inepto a Blanco ("apenas sabe firmar su nombre"). Terminó diciendo: "Si en el seno de la representación nacional hay puñales y pistolas, yo cuento con 700 bayonetas para sostener y hacer respetar el cambio que acaba de verificarse y que será la gloria del país: puede ahora la Asamblea resolver lo que guste". La Asamblea empezó a deliberar en medio de gran confusión acerca de la persona que debía asumir el poder y acerca de si se alejaba de Chuquisaca o no. Por fin, apeló a Velasco. Velasco se ocultó; fue hallado y aceptó el sacrificio que se le pedía. Blanco había sido trasladado al convento de la Recoleta. El Congreso se interesó por su vida, aunque Velasco acudió personalmente a decirle que era una actitud imprudente. Aglomeradas en los alrededores de la Recoleta había turbas dispuestas al asalto, para libertar al preso. Ahora Gamarra estaba muy lejos y no podía "interponerse entre la víctima y los sacrificadores". ¿Quiénes fueron los sacrificadores de Blanco? Lo cierto es que se cruzaron disparos entre las turbas y la tropa que ocupaba la Recoleta y los carceleros acribillaron a Blanco desnudo, en su celda. La Asamblea convencional, en tanto, siguió al vaivén de los choques entre los que se enfrentaban al militarismo y los que a él se doblegaban. Acabó por dividirse. La historia de Bolivia la conoce con el nombre de "Asamblea convulsional". Velasco la declaró disuelta y para volver las cosas al estado en que habían quedado cuando se marchó Sucre, llamó a Santa Cruz, el presidente elegido por el Congreso de 1828 (31 de enero de 1829). La política peruanófila que la Asamblea convencional y la Presidencia de Blanco encarnaran, había muerto. La rebelión y fuga del comandante Castro al Perú, marca su último estertor. Fue el destino de Santa Cruz impedir en 1829 la unión entre el Perú y Bolivia, que él quiso y no pudo mantener en 1826 y que él quiso y no pudo revivir en 1836.

SANTA CRUZ: EL OFICIAL ESPAÑOL, EL JEFE GOBERNANTE Y CANDIDATO PERUANO Y EL PRESIDENTE BOLIVIANO.- Físicamente era Santa Cruz fuerte y robusto. Sobre la recamada casaca, generalmente ornada de medallas y coronada por dos gruesas charreteras y por un cuello bordado, alto y duro, surgía con cierta arrogancia un rostro lampiño, poco marcial dentro de la moda de la barba que entonces se usaba. El color era cobrizo, de cholo, detalle que no dejaron de

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 17 ]

lado sus enemigos al combatirlo por escrito. Los ojos negros y almendrados, tenían una viva mirada de ave que solía ocultarse y que nunca se entregaba al interlocutor. De las comisuras de los labios bajaban dos pequeños surcos, dando al rostro una expresión de astucia y experiencia. Aunque celoso para dar a su posición la respetabilidad y el decoro máximo, llegando al formulismo y a la suntuosidad, era personalmente sobrio y económico. Hosco y huraño, de su persona emanaba cierta frialdad. Guardaba sus afectuosidades para los suyos –su esposa y sus hijos– y, consciente, premeditadamente, escogía para sus enemigos el trato de la generosidad sorprendente o de la implacable crueldad. En suma, tal vez no inspiraba fascinación, pero merece respeto y admiración. Andrés Santa Cruz nació el 5 de diciembre de 1792, en La Paz. Su madre era la cacica de Huarina Juana Basilia Calaumana, que decía descender de los incas. Su padre, español de nacionalidad, era un hijo expósito, según afirma inexactamente el doctor Iturricha en su Historia de Bolivia bajo el gobierno de Santa Cruz, un descendiente de frondoso árbol genealógico, según don Óscar Santa Cruz. Llamábase el padre José Santa Cruz y Villavicencio, natural de Huamanga y era subdelegado del distrito de Apolobamba cuando estalló en La Paz, en 1810, la sublevación independentista de Murillo. Andrés Santa Cruz estudió en el convento de los franciscanos de La Paz y en el Seminario de San Antonio Abad en el Cuzco. En 1809 se incorporó a las filas realistas con el grado de alférez. Hizo su carrera primero al lado de Goyeneche sirviéndole de ayudante de campo; después siguió como jefe de distintos cuerpos. En 1817, durante la campaña realizada contra las tropas argentinas al mando de La Madrid en el Alto Perú, era ya teniente coronel y cayó prisionero, a raíz del combate de Tarija, junto con otros jefes y oficiales. Conducido a Buenos Aires, fugose a Montevideo y se reincorporó a las filas realistas del Perú en 1820, después de un viaje paciente y largo. Nuevamente cayó prisionero de los separatistas; esta vez en la acción de Cerro de Pasco como jefe de la caballería. Entonces manifestó su decisión de servir a la causa de la independencia, como otros oficiales criollos que en esa época adoptaban igual actitud. San Martín encomendó a Santa Cruz la jefatura de un cuerpo en Piura, con despacho de coronel. La revolución de la independencia había avanzado también en el Virreinato de Nueva Granada; y desde allí, Sucre pidió el auxilio del Perú recién emancipado contra los españoles en Quito. San Martín convino en enviar una división a Quito, y quiso dar el mando de ella al general argentino Arenales; pero este, deseoso de no actuar bajo las órdenes de Sucre, renunció y Santa Cruz fue encargado de dicha jefatura, después de haber logrado con su comportamiento la estimación del Protector. La onda revolucionaria neograndina y la onda revolucionaria rioplatense, destinadas a unirse en el Perú, tuvieron su primer contacto en la expedición a Quito. Mientras Sucre, con su ejército representaba a Colombia y a Bolívar, Santa Cruz llevó a esta campaña, con sus 1.300 a 1.500 soldados, el aporte peruano. La victoria de Pichincha concluyó la campaña. A consecuencia de esta victoria fue ascendido a general de brigada. El Congreso peruano le dio, casi simultáneamente que a Riva-Agüero y Torre Tagle, una "medalla al mérito" (22 de octubre de 1822). El 26 de febrero de 1823 encabezó Santa Cruz la petición de los jefes del ejército con el fin de que cesara la Junta Gubernativa, en vista de los desastres ocurridos en la guerra, y para que fuese reemplazada por la Presidencia de don José de la Riva-Agüero. El vendedor de Pichincha debía vencer también a los realistas en el sur. Santa Cruz fue nombrado por Riva-Agüero jefe de la Segunda Expedición a Intermedios con cuatro mil y más hombres. Antes de embarcarse se despidió del Congreso, prometiendo vencer o morir (17 de mayo de 1823). Ni venció ni murió. Aunque había sido enviado por Riva-Agüero, quien contaba con él en sus planes contra Bolívar, reconoció la autoridad presidencial que el Congreso, hostil a Riva-Agüero y favorable a Bolívar, entregó a Tagle. Después de su regreso de la fracasada expedición, aunque dijo estar deseoso de retirarse a la vida privada, fue nombrado jefe del Estado Mayor en el ejército que Bolívar preparó para la campaña final. Estuvo entre los protagonistas de la batalla de Junín y redactó el parte de ella. Luego quedó de prefecto de Huamanga, tomando Gamarra la jefatura del Estado Mayor en su lugar. Su tarea consistió en cuidar la retaguardia del ejército, acarrear municiones de boca y

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setiembre 1825 [ perú ] fuE EL DESTInO

DE martín SAnTA creó CRuz san IMPEDIR la primera En 1829 LA en unIÓn bandera el EnTREdeELpisco, PERÚ puerto Y BOLIVIA, poco despuésquE de llegar al perú. éL quISO Y la hizo oficial el 21 nO PuDO de octubre deEn 1821, MAnTEnER mediante un éL 1826 Y quE decreto el que quISO YennO también disponía PuDO REVIVIR que ésta debía ser En 1836. de seda o lienzo y medir 8 pies de largo por 6 de ancho.

[ CAPÍTULO 17 ] PERÍODO 1

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AGOSTO 1829 [ perú ]

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EL COnGRESO SE REÚnE En LIMA A PEDIDO DEL GEnERAL AnTOnIO GuTIéRREz DE LA fuEnTE. En DICHA REunIÓn, DE LA fuEnTE REnunCIÓ AL CARGO DE PRESIDEnTE quE HABíA ASuMIDO DESDE EL GOLPE DE ESTADO A LA MAR. EL COnGRESO, POR Su PARTE, nOMBRÓ A GAMARRA PRESIDEnTE PROVISORIO.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 17 ]

guerra, organizar nuevos cuerpos y contener algunas dispersas partidas realistas. Por ese motivo no concurrió a la batalla de Ayacucho. Nombrado gran mariscal, fue también designado presidente o prefecto del departamento de La Plata o Chuquisaca. En junio de 1826 lo llamó Bolívar para presidir el Consejo de Gobierno del Perú, y su labor allí y lo ocurrido después ha sido narrado ya. Los manejos de Luna Pizarro y de los demás liberales del Congreso de 1827 primero, como más tarde la ambición de Gamarra, pospusieron a Santa Cruz en el Perú, arrinconándolo. Cuando se produjo la sublevación que depuso y asesinó a Blanco, Santa Cruz estaba en Arequipa. La Fuente, prefecto de ese departamento, quiso darle el mando de su división y el vicepresidente Salazar y Baquíjano lo nombró jefe político y militar de los departamentos del sur, cargo que él aceptó pero que el llamamiento que le hizo Velasco desde Bolivia volvió improcedente. Al ir a al Presidencia de esa República no olvidó, sin embargo, lo vinculado que estaba su nombre a la historia militar y política peruana. De Bolivia quiso hacer la Macedonia de América del Sur, según una de las cartas que ese mismo año escribió a amigos de Arequipa, y que, descubiertas, fueron publicadas como cuerpo de un verdadero delito. Pero, ¿por qué creer que tan solo una mísera ambición bullía en sus planes que resultaron tan tenaces? Acaso, al lado de ella, aleteaba el ensueño que, en leyenda de edades lejanas, representa Manco Cápac, el inca taumaturgo que emergió de las aguas del lago Titicaca para traer la unidad y la civilización a las tribus dispersas en las tinieblas de la ignorancia y de la discordia.

LA PRESIDENCIA DE SANTA CRUZ EN BOLIVIA.- Actas populares, espontáneas o dirigidas, reforzaron la decisión de Velasco en favor de Santa Cruz. Una lucida delegación fue a buscarle. Santa Cruz hizo entonces una declaración de afecto al Perú, donde tenía sus "mejores amigos", donde se sentía ligado "por la gratitud y también por la sangre", donde sus esfuerzos "protegidos por la fortuna han sido consagrados por el afecto". Pero tan hondos eran los males de Bolivia y con tan cordiales instancias se le llamaba de allá, que allá iba, si bien quería a Bolivia "siempre amiga del Perú". Madura estaba ya en su mente sigilosa la ambición de unir a ambos Estados, pero bajo la égida suya, que venía a ser ya, desde aquel momento, la égida boliviana. La logia masónica, fundada entonces en Puno para actuar en los dos países, evidencia cual era el juego de Santa Cruz. "Cuatro reales" había en el tesoro de La Paz cuando Santa Cruz se hizo cargo del poder. El país entero estaba en análoga falencia. Administración descuidada o empantanada, facciones en ebullición, ejército desorganizado y ensoberbecido, completaban el cuadro. El mismo día en que juró la Presidencia provisional (24 de mayo de 1829), promulgó Santa Cruz una ley de amnistía y derogó la Constitución de 1826 o vitalicia. A poco hizo pender la amenaza de la pena de muerte sobre la cabeza de los conspiradores con llamada "Ley del Conato". Efectuó algunos destierros. Reorganizó y depuró el ejército. En la Asamblea de 1831 renunció al mando que provisionalmente le había sido conferido en 1829, pero el poder le fue entregado otra vez, con el grado de mariscal y capitán general del ejército boliviano (hasta entonces era gran mariscal del ejército peruano y general del de Colombia, pero no figuraba en el escalafón del país cuya suprema magistratura ejercía). Aquí no paró la obsequiosidad de la Asamblea, manejada, como no podía ser menos, por Casimiro Olañeta. Le fue concedido además el título de "gran ciudadano restaurador de la patria". En lo que atañe al régimen interior de la República, puede mencionarse en la obra administrativa de Santa Cruz el establecimiento de escuelas lancasterianas; la creación de las universidades de La Paz y Cochambaba, del Colegio de Medicina de La Paz, del Colegio Nacional de Ciencias y del Colegio Militar; los planes para que jóvenes instruidos de los departamentos fueran a Europa; la fijación de las atribuciones de los prefectos, gobernadores, corregidores y alcaldes de campo; el arreglo de la hacienda, en la que resultaron ahorros considerables; la traducción y adaptación del Código Civil de Napoleón y del proyecto del Código Penal del diputado español Calatrava, y la formación del Código de Enjuiciamientos y de los códigos Mercantil y Minero, por comisiones especiales a

cuyas sesiones a veces concurrió, según cuenta el memorialista Sánchez de Velasco; la confección del primer censo de la República y la preparación del primer mapa general de ella; la firma de un tratado de comercio en Francia, cuyo primer representante llegó entonces a Bolivia; el establecimiento de un banco de descuento y circulación; la publicidad en la inversión de los caudales públicos por medio de la contaduría general; la apertura de diversos puentes y caminos. Para enterarse de las necesidades regionales y locales, Santa Cruz viajó por todo el país, y lo recorrió de uno a otro confín, llegando a Cobija en el mar Pacífico, puerto que declaró franco para estimular su comercio y llegando también a Tarija en la frontera argentina. La alteración de la moneda hecha en 1830 con la emisión de circulante feble significa, en cambio, una medida censurable de la administración de Santa Cruz. Gran atención concedió Santa Cruz al ejército. Sin duda creía que era necesario erigir una barrera contra las pretensiones de Gamarra y un instrumento para la eventual acción sobre el Perú. En su fomento colaboraron varios jefes extranjeros, entre ellos el alemán Braun y el irlandés O’Connor. Descuentos en los sueldos de los empleados y funcionarios, sirvieron para el pago de los aprestos bélicos. También fue organizada entonces la guardia nacional. Para apreciar con justeza la magnitud de la obra de Santa Cruz, hay que recordar el estado de Bolivia a su llegada, y las dificultades que había para gobernar en toda América en aquella época, y especialmente en los países mediterráneos. Mírese lo que ocurría entonces en la Argentina, en Chile, en el Perú y en las Repúblicas vecinas, y compárese con esos espectáculos, el del orden y la paz ejemplares del país clavado en lo más céntrico del continente. Revísese luego la anarquía en que cayó Bolivia años más tarde. El valor de lo que Santa Cruz hizo se multiplica así. Algunas anécdotas o detalles de la vida administrativa de entonces pueden ser más elocuentes que cualquier comentario. Los prefectos tenían orden expresa de no desprenderse de un peso de la tesorería fiscal sin indicación del Presidente, porque la observancia de una estricta economía era indispensable; y de alguna vez, por incumplimiento de esta disposición, altos jefes tuvieron que hacer reintegros. Cuando viajaba Santa Cruz, no permitía que se impusiera contribución a los vecinos para costear sus gastos, sino que para ello tenía su sueldo y hasta su cocinero. "Averiguaba todo", dice del él el general O’Connor, valioso memorialista de la época. Y así, cuando fue a Tarija y halló que el hospital andaba escaso en medicamentos, tomó de sus censos la suma de mil pesos y los mandó a Chile para la adquisición respectiva; puso empeño en la difusión de la vacuna, de casa en casa; y estableció nuevas escuelas primarias. ¡Cómo no iba a sentirse más contento el viejo O’Connor, al lado de Santa Cruz, comparándolo con los anteriores presidentes: Velasco, en cuya tertulia oyó hablar de caballos pero no de cosas interesantes para la nación; y Blanco, a quien oyó interpretar una carta del mismo Santa Cruz en el sentido precisamente opuesto al que con toda claridad tenía! Pero dos cosas desagradables había en Santa Cruz. Una era su crueldad. No titubeaba, por ejemplo, en mandar matar a sus enemigos si lo consideraba conveniente. Otro defecto que tenía era su ambición o egocentrismo, revelado hasta en el hecho de que, a pesar de todos los alardes y prácticas de economía, se dejó subir el sueldo a 25 mil pesos, habiendo sido el de Sucre, 10 mil (verdad que en tiempo de Ballivián el sueldo fue ascendido a 30 mil). Evidentemente, Santa Cruz gobernó como dictador. En 1829 redujo por decreto la Carta Constitucional a unos cuantos artículos. La Asamblea de 1831 dictó una Constitución, según la cual el presidente era elegido por cuatro años y era reelegible; tenía la facultad de disolver las Cámaras, con dictamen de la Corte Suprema y del Consejo del Estado; y podía ser investido de facultades extraordinarias. Santa Cruz fue elegido presidente constitucional, pero pidió facultades extraordinarias, que le fueron concedidas tras de agitados debates parlamentarios. Leyes draconianas, destierros, intervención oficial en las elecciones, intromisión en las decisiones del Congreso sucediéronse entonces. El servilismo se convirtió en una costumbre, y se exteriorizó aun ante la esposa y los hijos del presidente y sus fiestas domésticas. La prensa asumió la actitud hiperbólica y sumisa que, por lo común, la caracteriza durante los regímenes despóticos. Todo ello es

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setiembre 1825 [ perú ] PARA EnTERARSE

DE martín LAS creó san nECESIDADES la primera REGIOnALES bandera en el Y LOCALES, SAnTA puerto de pisco, CRuzdespués VIAJÓ de POR poco llegar TODO al ELperú. PAíS,laLO hizo oficial el RECORRIÓ DE21 unO de octubre de 1821, A OTRO COnfín, mediante un A LLEGAnDO decreto COBIJA en EnelELque MAR también disponía PACífICO, PuERTO que ésta debía ser quE DECLARÓ de seda o lienzo y fRAnCO PARA medir 8 pies de ESTIMuLAR Su largo por 6 de COMERCIO Y ancho. LLEGAnDO TAMBIén A TARIJA En LA fROnTERA ARGEnTInA.

[ CAPÍTULO 17 ] PERÍODO 1

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Junio setiembre 1830 1825 [ colombia [ perú ]

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El mariscal San Martín creó vEnEzolano la priMera antonio José bandera en dE el sucrE Es asEsinado puerto de piSco, a los 35 deSpuéS años En de la poco llegarmontaña al perú. dE la BErruEcos, hizo oficial el 21 de colomBia. FuE octubre de 1821, EmBoscado Mediantepor un cuatroensuJEtos: decreto el que apolinar morillo taMbién diSponía (vEnEzolano), que éSta debía Ser andrés de Seda rodríguEz o lienzo y y Juan cruz Medir 8 pieS de (pEruanos), y Juan largo por 6 de grEgorio ancho. rodríguEz (colomBiano), todos contratados por El gEnEral colomBiano José maría oBando, uno dE sus EnEmigos políticos.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 17 ]

cierto; pero lo que podría discutirse es cómo se hubiera podido hacer en Bolivia un gobierno eficiente y estable de otra manera en aquella época. También es innegable que la brújula de la ambición de Santa Cruz, señaló siempre, hasta 1841, el camino del Perú; si bien sus pasos no siempre marcharon directamente hacia allí y muchas veces parecieron dar rodeos, o esperar, o ir en otra dirección. ¡Pura trapacería de indio viejo! En el alma de Santa Cruz, como en el paisaje de su tierra natal, había cumbres; pero también había abismos. En cambio, Santa Cruz rechazó la eventualidad de una expansión boliviana por el lado argentino. A fines de 1831, el famoso caudillo argentino Facundo Quiroga se posesionó del territorio hasta Salta y Jujuy; y fue a La Paz una comisión de esas provincias a visitar a Santa Cruz y a hacerle proposiciones, para que las ocupara. "Líbreme Dios de poner esa postema en las costillas de Bolivia", cuenta O’Connor que exclamó Santa Cruz. Respetada y respetable Bolivia en medio de las inquietudes en que se debatían sus vecinos, pudo creerse entonces que escaparía a la fatalidad del continente. Comparables son las ilusiones que entonces se hicieron, al fenómeno del espejismo que a veces tienta al viajero en la meseta boliviana. "Cruzadas las pampas al nacer el sol (dice el escritor chileno Carlos Walker Martínez, en su libro de impresiones sobre Bolivia ya citado), cuando los rayos horizontales se prestan más a los juegos caprichosos de la óptica, es de lo más interesante que es dado imaginar. ¡Cuántas veces al pie de las montañas lejanas creí descubrir las torres de las iglesias de Oruro…! No creía en las ondas azules que divisaba, pero creía en la torres que se transparentaban en el fondo de la llanura, y me parecía estar a las puertas de pueblo, cuando el desengaño súbito me convencía de mi error, merced a una ráfaga de viento que disipaba la neblina o a un rayo de sol que daba de lleno sobre los mentidos ‘campanarios‘".

LAS INTRIGAS PARA CISIONAR EL SUR EN 1829 Y 1830. LAS PRISIONES DE AREQUIPA.Si Gamarra actuó contra La Mar en Piura y La Fuente en Lima, Santa Cruz, en cumplimiento de su pacto con ambos caudillos peruanos, movió el sur. El 12 de junio de 1829, la Municipalidad del Cuzco depuso al prefecto, nombró en su lugar al coronel José A. Bujanda, e imploró de Santa Cruz, a quien Bujanda llamó en sus comunicaciones oficiales, "gran mariscal del Perú", la "protección ofrecida". Dos comisionados viajaron con este motivo a Chuquisaca. El prefecto de Punto, Rufino Macedo, era notoriamente un adepto del mismo movimiento. En agosto del mismo año, consolidado ya el poder de Gamarra y La Fuente en el norte y eliminado definitivamente La Mar, seguía Santa Cruz intrigando en el sur del Perú, desde el palacio presidencial boliviano. Uno de los focos principales de tales intrigas estuvo en Arequipa donde se formó la logia política "Independencia Peruana" con ramificaciones en Puno y Cuzco. Las actividades en Arequipa tuvieron la complicidad del prefecto coronel Francisco Reyes, del general Manuel Martínez de Aparicio, del coronel Gregorio Escobedo y hasta de algunos sacerdotes, como el deán Córdova. Un grupo de militares peruanos observó con recelo y alarma a los contactos entre estos personajes y los de Puno y Cuzco y la labor de seducción que hacían para ganar adeptos a su planes. El 8 de agosto celebraron una sesión esos jefes que se sentían angustiados por el futuro inmediato de la integridad, la libertad y la independencia del Perú: eran los coroneles del ejército Manuel Amat y León Mateo Estrada, los tenientes coroneles Ramón Castilla, Narcisio Bonifaz y Juan Cárdenas y los sargentos mayores José Palma y Manuel Valdivia. Acordaron deponer al prefecto y apresar a los que con él estaban en víspera de segregar Arequipa, para remitirlos a disposición del Gobierno de lima. Sentaron un acta sobre los motivos que los impelían a tan enérgica resolución y en ella afirmaron que "no hacemos otra cosa que lo mismo que nos mandan nuestras leyes que no obedezcamos a los jefes desde el momento que se conozca con evidencia que obran contra los intereses del Estado, sino que antes bien nos tornemos contra ellos". Al hacer tal aseveración se remontaban al tenor del juramento prescrito para los militares por el Congreso de 1823 en el que se decía que no abusaran de la fuerza para

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LA MUERTE DEL LIBERTADOR. Simón Bolívar falleció en Santa Marta, Colombia, el 17 de diciembre de 1830. Este hecho fue conmemorado en innumerables obras de arte, como la Alegoría de la muerte de Simón Bolívar, de José Anselmo Yáñez (1834) (3) o la que muestra al Libertador junto a las banderas de Perú y Venezuela (1). Tras la muerte de Bolívar, su amante Manuela Sáenz (2) fue perseguida por el Gobierno colombiano. En 1835, se estableció en Paita (Piura), donde vivió hasta su muerte por difteria en 1856.

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[ CAPÍTULO 17 ] PERÍODO 1

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setiembre JuLIO 1825 1830 [ perú ] [ UrUgUay

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San Martín creó LA REPÚBLICA la priMera ORIEnTAL DEL bandera en Su el uRuGuAY JuRA puerto de piSco, PRIMERA poco deSpuéS de COnSTITuCIÓn. llegar al perú. la ELABORADA POR LA hizo oficial el 21 de ASAMBLEA octubre de 1821, COnSTITuYEnTE Mediante unY LEGISLATIVA decreto en el BASADO Enque LAS taMbién diSponía COnSTITuCIOnES que éStafRAnCESA debía SerY de Seda o lienzoELy ESTADOunIDEnSE, Medir 8 pieS de DOCuMEnTO largo por de ESTRuCTuRÓ AL 6PAíS ancho. COMO un ESTADO unITARIO, DE GOBIERnO REPuBLICAnO Y REPRESEnTATIVO.

subvertir los derechos afianzados por la Constitución y que no obedecieran al jefe que diera órdenes contra ellos o más bien "os tornareis contra él como ciudadanos armados en guarda de la ley". Las prisiones del general Aparicio, del coronel Escobedo, del prefecto Reyes y la de otros cabecillas de la conjura santacrucina como el teniente coronel Gregorio Guillén, el comandante Fernando Rivero, que mandaba a los cívicos o paisanos armados de Arequipa, Pedro Barriga y el "romano" Valdez de Velasco, se efectuaron sin incidentes. Solo el deán Córdova pudo escapar. "El pueblo estaba entregado a su tareas y el orden público no fue alterado en lo menor", dijeron los apresadores en el manifiesto que publicaron. Los detenidos fueron llevados a Islay y embarcados para Lima bajo vigilancia. Importante fue el botín que pudo ser recogido con las cartas de los conspiradores; algunas estaban en taquigrafía y para descifrarlas fue comisionado Manuel Toribio Ureta, alumno del Colegio de la Independencia. Se inició un sumario a cargo de Castilla. La situación en Arequipa presentó, durante algún tiempo, serias dificultades. El prefecto de Puno Rufino Macedo publicó una proclama donde calificó a los autores del golpe del 9 de agosto como viles y merecedores de la execración pública. La opinión pública en la ciudad donde mandaban no les era favorable porque la familia de los presos, sus amigos y los de Santa Cruz los desacreditaban constantemente. Por el correo de Lima supieron que Reyes y sus cómplices habían sido recibidos con deferencia y que acaso volverían a ocupar sus cargos de nuevo o a ser premiados. El Ministerio de Guerra censuró lo acontecido considerando que había sido un atropello a la moral y a la disciplina recomendadas por las ordenanzas militares. El envío a Lima de los papeles del sumario y de los documentos que probaban las intrigas de los partidarios de Santa Cruz, cambió las cosas. Gamarra ya había llegado entonces a la capital y el Congreso dedicó una sesión secreta para conocerlos. Las cartas interceptadas revelaron la existencia de un peligro inminente para la unidad nacional. Santa Cruz azuzaba a sus amigos de Arequipa para que trabajaran, como otros lo hacían en el Cuzco y Puno, y afirmó que estaba dispuesto a pasar el Desaguadero cuando le dieran la señal. La base de sus planes era tener a Bolivia ordenada y con un ejército adicto; Bolivia debía ser la Macedonia de América. Y aunque no descartaba la fusión del Perú y Bolivia, le halagaba la ampliación de los límites del Estado por él regido hasta hacerlos llegar al Apurímac o al Pampas, inclinándose en ese momento hacia esta fórmula, o sea a la incorporación de los tres departamentos del sur del Perú a Bolivia. El Gobierno, por el Ministerio de Guerra, dio las gracias a los jefes de Arequipa por "haber salvado a la Patria" el 9 de agosto. Bien pronto Gamarra se encargó de acentuar el recelo y la enemistad frente a Santa Cruz. Por lo demás, este fortalecimiento de la unidad peruana que aportaron Castilla y sus amigos en Arequipa y luego Gamarra desde la Presidencia, coincidió en el sur, con gestos locales, como eco del de Arequipa. Uno de ellos fue la deposición del prefecto Rufino Macedo, en Puno, el 19 de agosto.

NO METER UNA CARTUCHERA "EN UN CAÑÓN DE FUSIL".- Una carta de Gamarra dirigida a Macedo, fechada en Lima el 27 de agosto, es una "declaración de principios" frente a Santa Cruz y a Bolivia. "A la verdad (decía allí) ¿quién es capaz de imaginar ni creer que un peruano sea capaz de pensar en desmembrar el territorio peruano…? El general Santa Cruz sabe bien que nadie más que yo se interesa en la fusión con Bolivia… Racionalmente se entenderán Bolivia y el Perú y formaremos del todo la nación peruana, no la boliviana. Los bolivianos se presentan con la escarapela blanca y encarnada y los peruanos jamás podrían presentarse sin infamia con una escarapela dada a los altoperuanos por una dominación extranjera. El Perú nunca ha sido de Bolivia. Bolivia siempre ha sido del Perú. El Perú no necesita de nadie para existir y Bolivia, no, jamás podrá salir de la clase de pupila del Perú; su independencia y libertad son dadas por esta nación generosa y por el esfuerzo de su hijos respiran esos miserables pueblos bajo la sombra de un jefe de Bolivia… Sin el Perú, Bolivia estaría respetando y aun adorando a los negros de Colombia, que trasladaron desde el Orinoco sus galpones guineos para manejarlos como a unos degradados colonos. Estos son los bienes que el Perú ha llevado a Bolivia, y

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 17 ]

sería una degradación y una infamia que el último pescador del Desaguadero buscase incorporación en aquella miserable patria. Sería lo mismo que querer que la Francia se refundiera en cualquiera de los Estados italianos, sería querer meter una cartuchera en un cañón de fusil…". Santa Cruz se ofreció como mediador en los conflictos surgidos en el sur, a la vez que reclamó contra la prisión de sus amigos hecha en Arequipa. A pesar de todos los reparos que puedan hacérsele, Gamarra salvó en esta época para el Perú Arequipa, Cuzco y Puno.

[ II ] LA MISIÓN ÁLVAREZ.- En octubre de 1829 recibió don Mariano Álvarez la credencial y las instrucciones como ministro plenipotenciario y enviado extraordinario ante el Gobierno de Bolivia. Con motivo de las actitudes de Santa Cruz como mediador en las disturbios de Puno, como reclamante por las prisiones de Arequipa y como patrocinador de revueltas, debía solicitar garantías racionales y justas de que no intervendría directa ni indirectamente en el régimen interior del Perú. Inmediatamente después, como el Gobierno estaba decidido a "olvidar el comportamiento antisocial del Presidente de Bolivia". Álvarez podría firmar un trato de amistad y alianza defensiva entre los dos Estados para conservar su independencia y libertad y garantizarse recíprocamente la integridad territorial, comprometiéndose a defenderla contra cualquier poder extraño. También podría firmar un tratado de comercio. Álvarez llegó a Bolivia solo en febrero de 1830 y fue recibido por Santa Cruz el domingo de carnaval. Entró luego en una enojosa polémica en la que a sus acusaciones, replicó la Cancillería boliviana con referencias a la marcha del ejército peruano a Bolivia en 1828. "Aun cuando la intervención en 1828 (expresó ella entonces) no hubiese sido tan solo escrita sino también con tropas, no habría pasado de ser visita pagada". Agregó, por lo demás, que lo ocurrido en el sur en 1829 respondía a los compromisos que Gamarra, Santa Cruz y La Fuente habían contraído. A la vez, libró Alvarez batallas epistolares sobre otros frentes como eran el reclamo del dinero debido al Perú por los gastos ocasionados en la independencia de la República del Altiplano y también por la acumulación que el Libertador hizo del millón de pesos en favor del ejército vencedor en Junín y Ayacucho por ambos países decretado si bien con fondos peruanos fueron abonados mas de un millón y medio; la restitución de individuos de tropas peruanas que permanecieron enfermos en La Paz en 1828 y fueron incorporados al ejército boliviano; los atropellos a un arriero peruano que traía aguardiente de Moquegua y la acogida a unos desertores de Puno. En cuanto al tratado de alianza el Gobierno boliviano adujo inicialmente que, sin la representación nacional, no le era posible discutirlo; y sobre el de comercio afirmó que, no teniendo al respecto pretensión alguna, ya que su tráfico era enteramente pasivo, nada en absoluto podía proponer ni solicitar por su parte. Cuando en abril de 1830, Santa Cruz decidió dejar La Paz y visitar los departamentos de su país por el escabroso camino llamado de los yungas y con dirección a Cochabamba y Chuquisaca, invitó a Álvarez para que lo acompañase; errante honor que este no aceptó. Antes de partir, Santa Cruz dejó orden para que vigilasen a todo el que acudiera con frecuencia a la legación peruana. No había dejado de indicarle claramente a Álvarez que desconfiaba del Perú creyendo que se preparaban tropas para una invasión súbita y se remitían agentes con mucho dinero para fomentar trastornos. En más de una ocasión (y esto lo trasmitió Álvarez a su Cancillería después del regreso de Santa Cruz), habló el presidente boliviano, sin embargo, acerca de la necesidad de la unión de Bolivia y el Perú "porque Bolivia no podía sostenerse sin el Perú, ni este sin Bolivia; y que a Bolivia le convenía en todo caso la guerra para que no pudiendo contrarrestar y teniendo que sucumbir necesariamente a las fuerzas del Perú se lograse de este modo aquella". Álvarez se manifestaba totalmente opuesto a la llamada refusión de ambos países "después de haber visto y examinado de nuevo estos lugares". Sería (afirmaba) exponer al Perú al frenesí de la federación y sus estragos

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DICIEMBRE setiembre 1825 1830 [ bolIvIa perú ] ]

En LAmartín san CIuDADcreó DE la DESAGuADERO primera bandera (BOLIVIA) SE enInICIAn el puerto LAS EnTREVISTAS de pisco, poco EnTREdespués EL de llegar PRESIDEnTE al perú. la hizo oficial PERuAnO AGuSTín el 21 de octubre GAMARRA Y Su de 1821, mediante un HOMÓLOGO decreto enAnDRéS BOLIVIAnO el que también DE SAnTAdisponía CRuz. En que ésta ELLAS, EL BOLIVIAnO debía ser de seda PIDIÓ EL oPuERTO lienzoDE y medir ARICA PARA 8 piesSude largo PAíS, PERO por 6 de ancho. GAMARRA SE LO nEGÓ.

[ CAPÍTULO 17 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ perú ] EL MOTín DEL

San CuzCO Martín fuE creó SOfOCADO A LAS la priMera VEInTICuATRO bandera en el HORAS POR puerto de piSco, poco deSpuéS de ACCIÓn llegar al perú.DE la COInCIDEnTE hizo oficial el 21 de LAS TROPAS Y DEL octubre HuBO de 1821, PuEBLO. Mediante un unA VERDADERA decreto el que PRESIÓnenDE LA taMbién diSponía OPInIÓn PÚBLICA que éSta debía Ser PARA AHOGARLO. de Seda o lienzo y Medir 8 pieS de largo por 6 de ancho.

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de que estaban adoleciendo otras Repúblicas de América. No era fácil (decía) que se dirigiera bien un Estado de mucha extensión. "Fuera de esto (agregaba) lo que produce Bolivia escasamente puede alcanzar para sus gastos naturales y tal vez no bastaría teniendo que mantener crecidas guarniciones que contuviesen pueblos revoltosos por inclinación"… "En fin (terminaba) a decir verdad no sé si el pensamiento de este Presidente sea porque en realidad lo mueve el bien de los pueblos o por el mismo principio porque el general La Mar trataba de reconquistar Guayaquil y que fuese del Perú. El mando de este al que alguna vez lo ha probado, le deja mucha afición". La pérdida de la correspondencia oficial de la legación que según Álvarez había sido interceptada, contribuyó a hacer más desagradables sus relaciones con la Cancillería que dirigía don M. E. Calvo. Este llegó al fin a decir que no quería perder más tiempo "en oír proposiciones que han pasado a ser altercados"; y afirmó que había llegado el caso de suspender toda comunicación con el diplomático peruano, o sea "el partido menos malo que le queda". Al despedir a Álvarez, con fecha 26 de setiembre de 1830, se esmeró en repetir, sin embargo, que el Gobierno de Bolivia "ama al Perú, aprecia a su Gobierno y ansía poder acreditarlo con demostraciones prácticas y positivas".

EL MOTÍN DEL CUZCO Y LA ENTREVISTA DEL DESAGUADERO.- Buena prueba de aquellas demostraciones fue el motín que el 26 de agosto de 1830 estalló en el Cuzco por obra de agentes santacrucinos al mando del coronel Gregorio Escobedo, militar peruano que había sido actor principal en la proclamación de la independencia de Guayaquil, hombre "que más por inconsideración que por malignidad emprendía todo lo que pudiera producir medios de vivir alegre", según Távara. El motín del Cuzco fue sofocado a las veinticuatro horas por acción coincidente de las tropas y del pueblo. Hubo una verdadera presión de opinión pública para ahogarlo. Gamarra había salido precipitadamente de Lima sin más equipaje que media cama y su capote y con una escolta de caballería, confiado en las fuerzas que estaban en Jauja y en Ayacucho y en el influjo de su nombre, sobre todo ante sus paisanos. A pesar de la buena noticia, prosiguió su viaje al Cuzco e hizo preparativos de guerra anhelando "castigar" al Gobierno de Bolivia. Santa Cruz tomó precauciones bajo el temor de que se repitiera la visita de 1828 que, en correspondencia privada, Gamarra le dijo fue "hija de tus deseos y aun de tus indicaciones" (Cuzco, 26 de octubre de 1830). Sabiéndose en inferiores condiciones, invitó a Gamarra a una entrevista en el Desaguadero. La apariencia marcial del Perú era imponente. "Asombrado ha quedado el ministro de Bolivia (escribía Gamarra a La Fuente) de ver tanta gente y tanta milicia cívica uniformada a su costa de modo tan igual que no se distingue de la tropa veterana más que en la falta de armamento". La entrevista del Desaguadero fue espectacular (15 de diciembre de 1830). Ambos amigos y rivales se abrazaron en medio puente "asegurándose (dijo El Iris de La Paz) de parte a parte en alocuciones breves y elocuentes la ansiedad con que buscaban para aquel caso, lo satisfactorio que les era estrecharse dos amigos, antiguos compañeros de armas y directores de dos naciones ligadas por mil vínculos". Según parece, el puente estaba formado entonces por barcas o pontones peruanos y bolivianos. Ese día comieron juntos ambos caudillos y pronunciaron brindis elocuentes. Al día siguiente volvieron a reunirse en presencia de las dos delegaciones. El ministro peruano Manuel Ferreyros planteó la alianza, en la cual Santa Cruz propuso la inclusión de Colombia para prometer que entraría en aquella siempre que se le diese el puerto de Arica. Gamarra se negó. Al tercer día Santa Cruz simuló estar enfermo; pero tuvo una nueva entrevista a solas con Gamarra. "El hombre (escribió este a La Fuente) quedó como aturdido al oír de mi boca verdades muy terribles y que nunca las esperaba. Nos abrazamos y me retiré". En aquellos momentos Santa Cruz trataba de ganar tiempo para ponerse luego en aptitud de obrar, ya sea por sí o con la cooperación del Ecuador o de Colombia; o dentro de una oportunidad

EL PUERTO DE COBIJA. Tras juramentar la presidencia de Bolivia, Andrés de Santa Cruz recorrió su país para enterarse de las principales necesidades de sus compatriotas. En este periplo fue desde Argentina, en el extremo oriental del territorio, hasta el puerto de Cobija. Viendo el potencial de esta ciudad, la declaró poco después puerto franco, dando inicio a un importante auge político y económico. En 1831, Cobija fue centro de las escaramuzas bélicas entre Perú y Bolivia, e incluso debió soportar el bloqueo de barcos peruanos. Esta ilustración de Cobija (1836-1837) pertenece a los dibujantes de la corbeta francesa La Bonite.

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EL TRATADO DE AREQUIPA

El 8 de noviembre de 1831, los plenipotenciarios Pedro Antonio de la Torre y Miguel María Aguirre firmaron el tratado definitivo de paz entre el Perú y Bolivia. En él se estipulaba el reconocimiento de los límites fronterizos que compartían ambos países, la no intervención en casos de guerra, la prohibición de las actividades sediciosas, entre otras medidas.

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propicia, si surgía la anarquía en el Perú. Gamarra quería atacar a Bolivia (y hasta dio instrucciones al jefe de la marina. Postigo para que, si la guerra estallaba, arrasara Cobija). Pero la necesidad de obrar de acuerdo con La Fuente, con los ministros que estaban en Lima y con el Congreso, lo detuvieron. "A cada rato me da ganas de marchar con el ejército a darles de palos", escribió a La Fuente (4 de febrero de 1831).

LAS CONFERENCIAS FERREYROS-OLAÑETA.- Fracasada la misión peruana Álvarez en Bolivia, Santa Cruz designó como plenipotenciario de su país en el Perú al inteligentísimo y falaz Casimiro Olañeta. El Perú, a su vez, nombró plenipotenciario en Bolivia a Manuel Ferreyros, entonces joven hombre público más tarde llamado a ocupar altas posiciones diplomáticas y políticas al lado del propio Gamarra y de Castilla. Secretario de Ferreyros fue Felipe Pardo y Aliaga. Las instrucciones dadas a Ferreyros se referían a la conveniencia de concertar una alianza ofensiva y defensiva con Bolivia que garantizase la independencia y la libertad de ambos países y su integridad territorial; firmar un tratado de límites tomando como base el de Colombia que había aceptado la línea divisoria entre los antiguos virreinatos con las pequeñas concesiones recíprocas que exigieran las conveniencias de los países interesados; obtener la incorporación de Copacabana al Perú por razones de determinismo geográfico y la cesión de Apolobamba por Bolivia a cambio de la remisión de la deuda boliviana al Perú; efectuar el reclamo del pago de dicha deuda si la mencionada solución territorial no era aceptada; discutir un tratado de comercio con los menores derechos posibles a los productos de uno u otro país y efectuar la indagación de los motivos de queja durante la época de la misión Alvarez; a todo lo cual fueron agregados otros puntos entre los que se incluía la devolución de los enrolados peruanos en el ejército boliviano. Tanto Olañeta como Ferreyros acompañaron, según se ha visto a sus respectivos presidentes durante la entrevista del Desaguadero. Un cambio de ideas que tuvieron Gamarra, Ferreyros y Olañeta y donde el Presidente peruano expuso los puntos de su Gobierno, alcanzó publicidad escandalosa en los periódicos bolivianos bajo la acusación de que se trataba de un "ultimátum". Cuando Ferreyros quiso desautorizar esas publicaciones e invocó el testimonio de Olañeta, este repuso que no podía hablar oficialmente porque todavía no había sido reconocido en su condición de ministro. Los dos diplomáticos iniciaron sus conversaciones en Arequipa en enero de 1831. Duraron ellas hasta comienzos de marzo del mismo año. No llegaron a resultado alguno. Olañeta repuso a la oferta de la alianza dual con una propuesta de alianza defensiva quíntuple que incluyera al Río de la Plata, Chile y Colombia. Sobre todo insistió en este último país que aún gobernaba Bolívar, y que, no obstante el tratado de Guayaquil de 1829, no había arreglado su cuestión de límites con el Perú. A Bolivia, según Olañeta, Colombia le permitiría resistir un ataque del Perú y efectuar maniobras de contrapeso dentro de la proyectada alianza. Ferreyros rechazó la quíntuple liga por considerarla utópica; mencionó los peligros de la Confederación de los Andes; hizo ver la amenaza que políticamente todavía representaba Bolívar; y habló con franqueza acerca del peligro de un acuerdo entre este y Santa Cruz. Gamarra hizo llegar a Ferreyros la idea de que cualquier Estado que quisiera podía adherirse a la alianza; esto fue al deshacerse el poder de Bolívar. Olañeta pidió el puerto de Arica. Se propuso también realizar en los periódicos bolivianos y peruanos una campaña de publicaciones y trató de dividir a Gamarra, que estaba al mando del ejército en el sur, y La Fuente, a cargo del Gobierno en Lima. Llegó a sostener oficialmente que solo si cambiaba el Perú de presidente, es decir, si se alejaba Gamarra y entraba La Fuente o cualquier otro en su reemplazo, podría considerar Bolivia la alianza. A esta tesis Gamarra mandó contestar también oficialmente que estaba dispuesto a retirarse del poder si Santa Cruz hacía lo propio. Por su parte, Santa Cruz en su correspondencia privada no cesaba de crear en Gamarra recelos contra La Fuente y viceversa. Diversas acusaciones hizo Olañeta a Gamarra en el curso de las entrevistas y de la correspondencia que las acompañó no solo sobre lo ocurrido en 1828 (aseverando, entre otras cosas, que

entonces Gamarra tramó la segregación del sur del Perú y su unión con Bolivia). No faltaron, por cierto, las denuncias de hostilidades a quienes se consideraron amigos de Santa Cruz o de su personero. Sin embargo, y a solas con Ferreyros o con este y su secretario Felipe Pardo y Aliaga, se manifestó Olañeta inamistoso con Santa Cruz y severo con su proceder. Las negociaciones, al fin, fueron terminadas por el Gobierno de Lima, con acusaciones a la conducta "poco franca y nada consecuente" de Olañeta, por lo cual pidió su retiro. Este manifestó a última hora que aceptaba la alianza dual sin otras condiciones que la de invitar a la República del Río de la Plata con el mismo objeto. Santa Cruz (según Olañeta le dijo confidencialmente a Ferreyros), esperaba que se produjeran trastornos políticos en el Perú al chocar La Fuente con Gamarra y que a causa de ellos fuera él llamado a este país. Gamarra, a pesar de las negociaciones de Arequipa, quería (según se ha visto) invadir Bolivia para lo cual solicitaba la autorización –constitucionalmente necesaria– del Congreso con el objeto de repetir el acto de 1828 por él llevado a cabo como general en jefe del ejército. Al mismo tiempo movía a antiguos amigos y partidarios suyos de 1828. Entre estos se encontraba el general Loayza que (con razón o sin ella) fue condenado a la pérdida de su grado militar, y don Severo Malavia, vocal de la Corte de La Paz, juzgado en rebeldía y declarado traidor depués de su fuga a Puno. El ejército peruano llegó a contar entonces con 8.000 hombres, y el de Bolivia con 4.000 si se van a aceptar las cifras de su reducción a la mitad en el caso de firmarse el tratado de paz y amistad solicitadas por Gamarra, es decir, de 4.000 y 2.000 hombres respectivamente. O tal vez en este pedido se escondía una forma de buscar la preponderancia militar del Perú Ferreyros se halló ante la dificultad de tener que entenderse, a la vez, con La Fuente, encargado del Gobierno de Lima, y con Gamarra en el Cuzco. Se hizo eco el negociador peruano de los rumores, por los bolivarianos fomentados, acerca de una ruptura entre ambos caudillos; pero La Fuente le negó en carta particular la posibilidad de tal hecho. "Aseguro a Ud. que soy una roca invencible en cuanto pueda ocasionar aquella desavenencia y que lo hago por la amistad, por la patria y por mi propio interés", escribió en carta del 4 de abril, poco más de una semana antes de su deposición. Olañeta regresó a su patria y Ferreyros a Lima (7 de marzo de 1831). La Cancillería de Lima advirtió al ministro de Bolivia Pedro Antonio de la Torre que este país intentaba "toda clase de arterías y supercherías" para convulsionar Cuzco y Arequipa "principalmente este último departamento" por intereses comerciales comunes entre ambos territorios.

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DICIEMBRE 1830 [ colombIa ]

A LOS 47 AñOS DE EDAD fALLECE SIMÓn BOLíVAR En SAnTA MARTA, COLOMBIA. SuS RESTOS fuEROn EnTERRADOS En LA CATEDRAL DE ESA CIuDAD. DOCE AñOS DESPuéS, En 1842, SE LOS TRASLADÓ A LA CATEDRAL DE CARACAS Y MáS TARDE AL PAnTEÓn nACIOnAL DE VEnEzuELA.

LA DEFECCIÓN DE LA LIBERTAD Y EL CONGRESO. LA DECLARACIÓN DE PIRATERÍA.- El 26 de junio de 1831 se sublevó la corbeta de guerra peruana Libertad en Islay y se hizo a la vela con dirección al puerto boliviano de Cobija. Dos meses después, el 26 de agosto, otro buque nacional, el bergantín Congreso, que pretendía bloquear dicho puerto, se sublevó a 6 millas de él y enarboló el pabellón boliviano. La falta de pago en los haberes y la mala calidad de los ranchos fue una de las causales para estas actitudes. El periódico de Lima El Observador Imparcial las atribuyó, con fundamento, a manejos de Santa Cruz. La tripulación amotinada contra sus oficiales en la Libertad encontró una carta de Gamarra al jefe naval Carlos del Postigo donde decía que, en caso de estallar la guerra, Cobija debía desaparecer para siempre. Tropa y gente bolivianas ocuparon la corbeta. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Lima pasó circulares a los agentes diplomáticos y consulares extranjeros cuyos gobiernos tenían apostaderos en aguas peruanas, para que se dignaran ordenar la captura y entrega de los barcos sublevados calificados como piratas presuntos. El barco inglés Seringapatam halló a varios navíos peruanos bloqueando el puerto de Cobija y los hizo retirar; luego hizo volver al puerto a la corbeta Libertad "a causa de no tener su patente o licencia para navegar en debida forma".

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setiembre ABRIL 1825 1831 [ perú [ perú ]

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Martín ESSan ATACADA En creó LIMA la CASA priMera LA DEL bandera en el VICEPRESIDEnTE puertoGuTIéRREz de piSco, AnTOnIO poco deSpuéS de DE LA fuEnTE, quIEn llegarESCAPAR al perú.POR la PuDO hizo LOS oficial el 21Y de TECHOS SE octubre de 1821, DIRIGIÓ AL PuERTO Mediante DEL CALLAO. ALLí,un SE decreto en elEnque EMBARCÓ LA taMbién diSponía CORBETA que éSta debía Ser nORTEAMERICAnA de Seda o .lienzo SAInT LEwIS SE CREEy 8 pieSfuE de quEMedir EL ATAquE largo por 6POR de TRAMADO ancho. fRAnCISCA zuBIAGA, ESPOSA DEL PRESIDEnTE AGuSTín GAMARRA.

Al ajustarse la paz entre el Perú y Bolivia fueron devueltos ambos barcos, primero la Libertad y luego el Congreso (25 y 29 de setiembre de 1831). El plenipotenciario peruano Pedro Antonio de La Torre tuvo instrucciones de no empezar las negociaciones para celebrar el tratado sin esa condición previa. José Boterín recuperó las dos naves.

[ III ] EL CONGRESO PERUANO DETIENE LA GUERRA CON BOLIVIA.- Gamarra pidió al Congreso de 1831 facultades extraordinarias y la declaración de guerra a esa República. Lejos de secundar esta política, el Congreso negó dichas facultades y decidió entablar negociaciones de paz. Contra "el veto tenaz de un Congreso que rindiendo supersticioso homenaje a las abstracciones, sacrificándoles el interés práctico de la nación, desaprobó el proyecto de expedicionar sobre Bolivia", escribió Gamarra en su manifiesto publicado en Costa Rica en 1835. Por otra parte, el cónsul general de Bolivia en Chile solicitó la mediación de este país. Chile se apresuró a ofrecerla. Tras de un debate separado en ambas Cámaras, el Congreso peruano acordó el 20 de mayo autorizar al Ejecutivo para que negociara con Bolivia y evitase un rompimiento. Ante la insistencia belicosa de Gamarra, fue enérgica la resolución de la Cámara de Diputados, que fue trasmitida a la de Senadores y ratificada por esta: "Se diga al Ejecutivo que a más de la insuficiencia de los motivos, el Perú no podría declarar la guerra, aun cuando fuesen legítimos, por estar pendiente la mediación de Chile y las negociaciones nuevamente mandadas entablar" (3 de junio de 1831). El Gobierno consultó al Congreso qué actitud debía observar en caso de que se malograse, como era sumamente probable, la mediación chilena, y cuáles debían ser los recursos para el sostenimiento del ejército. Gamarra y el ministro Carlos Pedemonte participaron en la sesión secreta para obtener sus propósitos. A pesar de todas las presiones, el Congreso resolvió que el ministro plenipotenciario ante Bolivia se pusiera en marcha a la mayor brevedad posible y que se encargase en entablar previamente negociaciones para reducir la fuerza armada de ambas Repúblicas aun antes de la mediación chilena, si las circunstancias lo permitían (1 de julio de 1831). Gamarra se embarcó en el Callao con dirección a Pisco y de allí continuó por tierra el viaje a Arequipa. Bolivia presentó como bases para el tratado el respeto mutuo a la soberanía e independencia, la disminución proporcional de las tropas y su alejamiento de las fronteras (28 de junio). El Congreso peruano las aprobó (16 de agosto). Gamarra había podido acaso destruir a Bolivia en 1828; pero no quiso. Ahora quería y acaso podía destruirla; pero no lo dejaron. Sobre la presunta intención del Ecuador de participar en la guerra entre el Perú y Bolivia se trató en el capítulo 16.

TRATADOS DE TIQUINA, AREQUIPA Y CHUQUISACA.- En el pueblo de Tiquina se firmó el 25 de agosto de 1831 por los negociadores Pedro Antonio de la Torre y Miguel María Aguirre, un tratado preliminar de paz. Fue estipulada la retirada de ambos ejércitos de la frontera, la reducción del Perú a 6.000 y del de Bolivia a 3.200 hombres (modificada luego por iniciativa del Congreso peruano, a 3.000 por el Perú y a 1.600 por Bolivia). El Tratado de Arequipa, llamado definitivo (8 de noviembre de 1831), celebrado bajo la mediación de Chile, y que también suscribieron De la Torre y Aguirre, confirmó estas cifras de 3.000 y 1.600, sujetas a nuevas reducciones; el principio de no intervención; la prohibición de las actividades sediciosas de los refugiados políticos en ambos países; el reconocimiento de los límites vigentes hasta que fueran nombradas comisiones topográficas y de estadística en los pueblos de la frontera; y otros puntos. Asimismo, fue firmado un tratado de comercio. Otro tratado adicional (Arequipa, 4 de enero de 1832) aumentó la fuerza de Bolivia a 2.000 hombres. El tratado de paz llegó a ser aprobado en Bolivia, no así el de comer-

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 17 ]

cio. Fue necesario que Pedro Antonio de la Torre y Casimiro Olañeta firmaran otro en Chuquisaca para señalar los derechos a las importaciones y exportaciones recíprocas (17 de noviembre de 1832). De este convenio que luego el mismo Olañeta atacó en folletos y cartas particulares, se hablará a propósito del de 1840. A consecuencia de todos los arreglos mencionados vino una tregua aparente entre Gamarra y Santa Cruz, entre Bolivia y el Perú, hasta que surgió la guerra civil en este último país.

EL COMERCIO CON BOLIVIA.- Sobre este tema se tratará en el capítulo sobre los aspectos económicos del período.

[ Iv ] LA CAPTURA DEL HIDALGO, EL ROMPIMIENTO CON MARINOS Y AGENTES DIPLOMÁTICOS BRITÁNICOS Y EL SECUESTRO DE LA LIBERTAD.- En marzo de 1830 este bergantíngoleta, que había sido británico, salió del puerto mexicano de Guaymas con pabellón mexicano sin tener sus papeles completos con un cargamento de barras de oro y plata, cobre y dinero en efectivo. Cuando llegó al Callao el 1° de mayo, fue detenido por irregularidades en su documentación; y de acuerdo con las Ordenanzas de Marina y el Reglamento de Presas, el tesoro que traía quedó embargado y las barras de oro y plata fueron a un depósito. Los procónsules británicos en Lima reclamaron ante el canciller José María de Pando y la respuesta consistió en una serie de razonamientos sobre la inexistencia de una usurpación. En vista de ellos comprometieron a Henry Dundas, comandante de la corbeta de guerra Sapphire, para que junto con el Tribune, se apoderasen de una suma equivalente a la sustraída, de propiedad del Gobierno peruano en cualquier parte donde llegase a ser hallada. Avisado de la existencia de dicho propósito por los mismos procónsules, el Gobierno peruano hizo aprestos bélicos en el Callao; pero sus fuerzas navales eran inferiores a los dos barcos británicos surtos en ese puerto. Hubo algunas acciones preliminares como el apresamiento de una lancha del bergantín Congreso, el intento de capturar la goleta Arequipeña y el abordaje al bergantín Primer Ayacucho en cuyas bodegas cargadas de guano no creyeron encontrar nada de valor después de registrarlas. Quedaron suspendidas las relaciones entre ambos países. En la madrugada del 16 de mayo, dos barcos británicos rodearon a la corbeta Libertad, que se disponía a tomar el fondeadero del Callao. Llevaba a bordo al vicepresidente de la República, Antonio Gutiérrez de La Fuente, a quien se permitió desembarcar con su familia, comitiva y equipaje. Otro de los pasajeros era Ramón Castilla. La corbeta quedó retenida hasta el 21 de mayo. Dundas extrajo de ella una cantidad equivalente a los 12.000 pesos que el Gobierno peruano había tomado de la Hidalgo. Las relaciones consulares entre el Perú y la Gran Bretaña quedaron interrumpidas hasta 1833, en que se reanudaron con el nombramiento de Belford Hinton Wilson. Se iniciaron, con motivo del caso Hidalgo, algunas mejoras en la administración de aduanas y en el puerto del Callao, así como en las tramitaciones judiciales. Las excusas presentadas por otros comandantes navales británicos condujeron a que se normalizara la situación de los barcos de esa nacionalidad en el Perú desde junio de 1830. El ministro Palmerston canceló los nombramientos de los agentes consulares; pero indicó que no estaba dispuesto a tolerar abusos contra sus súbditos. El Juzgado de Presas declaró en su sentencia que el bergantín-goleta Hidalgo era buena presa, así como su cargamento, quedando a salvo el derecho de los interesados contra el conductor. Esta sentencia fue confirmada por el superior tribunal. Celia Wu Luy ha estudiado el caso Hidalgo en una tesis presentada en 1964.

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AGOSTO setiembre 1825 1831 [ bolIvIa perú ] ]

SE fIRMA san martín En creó la primera BOLIVIA EL TRATADO bandera DE TIquInA, en el puerto DOCuMEnTO de pisco, poco PRELIMInAR después DEde PAz llegar COn EL PERÚ. al perú. fuEla hizo RuBRICADO oficialPOR el 21LOS de MInISTROS octubre de 1821, mediante PLEnIPOTEnCIARIOS un decreto PEDRO AnTOnIO en el que DE también LA TORRE,disponía POR que nuESTRO ésta PAíS, debíaYser de MAnuEL seda MARíA o lienzo y medir AGuIRRE, 8 pies PORde EL largo PAíS SuREñO. por 6 de ancho. ESTIPuLABA LA RETIRADA DE AMBOS EJéRCITOS Y Su REDuCCIÓn. EL TRATADO DEfInITIVO SE fIRMÓ En AREquIPA EL 8 DE nOVIEMBRE.

[ CAPÍTULO 17 ] PERÍODO 1

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[ TOMO 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] I La Fuen­te en­car­ga­do del man­do. El plei­to de las ha­ri­nas ● La de­po­si­ción de La Fuen­te ●  La po­lí­ti­ca in­ter­na en el Con­gre­so de 1831●  II La lu­cha con­tra los “sui­zos”. La cons­pi­ra­ción de Iguaín ● La cons­pi­ra­ción de Ros­sel ● “Ca­llen las le­yes pa­ra sal­var las le­yes” ● Lu­na Pi­za­rro y el Go­bier­no ● Pan­do, mi­nis­tro ● La acu­sa­ción a Ga­ma­rra ● La cons­pi­ra­ción de no­viem­bre de 1832 ● La ley con­tra las ex­pa­tria­cio­nes ar­bi­tra­rias ● La ley so­bre fue­ro co­mún pa­ra cier­tos de­li­tos ● La pa­li­za a Ca­lo­rio. La re­pre­sen­ ta­ción de La Mon­ja Al­fé­rez ● La res­pues­ta de Ga­ma­rra a Vi­gil en el men­sa­je al Con­ gre­so de 1832 ● Las pri­sio­nes y per­se­cu­ cio­nes a co­mien­zos de 1833 ● Las se­di­ cio­nes a me­dia­dos y fi­nes de 1833 ● La de­fen­sa del or­den por La Ver­dad y otros

capítulo 18



pe­rió­di­cos ofi­cia­les. Sus di­fe­ren­cias con el pen­sa­mien­to de Bar­to­lo­mé He­rre­ra ● El sig­ni­fi­ca­do del pri­mer go­bier­no de Ga­ma­rra ● Las die­ci­sie­te cons­pi­ra­cio­nes con­tra Ga­ma­rra ● III El Par­la­men­to y los pre­si­den­tes in­te­ri­nos du­ran­te el pri­mer go­bier­no de Ga­ma­rra ● IV Pan­do y su ter­ tu­lia ● La obra ad­mi­nis­tra­ti­va del pri­mer go­bier­no de Ga­ma­rra ● La re­for­ma mi­li­tar ● El fun­cio­na­mien­to del Co­le­gio Mi­li­tar y la de­sa­pa­ri­ción de la Es­cue­la Cen­tral de Ma­ri­na. La des­preo­cu­pa­ción del go­bier­ no de Ga­ma­rra por el po­der na­val ● La ley so­bre la con­tri­bu­ción que gra­va­ba las pas­tas de pla­ta y oro ●  La re­for­ma del Po­der Ju­di­cial ●  Crea­ción del de­par­ta­ men­to de Ama­zo­nas ● La Ley de Pro­ce­di­ mien­to Es­pe­cial ● Con­flic­tos en­tre el Go­bier­no y el al­to cle­ro.

el militarismo autoritario de 1829-1833. aspectos internos

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CAPÍTULO

L

[I] A FUENTE ENCARGADO DEL MANDO. EL PLEITO DE LAS HARINAS.- En ausencia de

Gamarra quedó encargado del mando en Lima, a partir del 4 de setiembre de 1830, el vicepresidente La Fuente. Conser varon sus cargos los ministros José María de Pando, Carlos Pedemonte y José Rivadeneyra. El Congreso de 1828 por la ley llamada de Prohibiciones de 11 de junio de 1828 (promulgada el 13 de junio) vedó por un tiempo determinado el ingreso al país de diversos artículos extranjeros, entre ellos tocuyos, harinas, vinos, pasas, manteca de vaca, arroz y menestras, dando como razón que "los Estados nacientes conser van y fomentan ante todos los capitales productores con que nacen". Por decreto de 15 de junio de 1829, el jefe supremo, La Fuente, suspendió los efectos de esta ley, para lo cual adujo que el erario nacional estaba en situación crítica. También expresó la certeza del Gobierno de que en los departamentos de la República donde se cosechaba el trigo no había sobrante de este artículo para proveer a la capital y a los pueblos de la costa, lo cual originaba la escasez causante del alza de precio del pan y la consiguiente disminución del peso de este artículo alimenticio. Dicho decreto quedó sin efecto por acto del Congreso, junto con todos los de esta administración provisoria (ley de 12 de octubre de 1829 aclarada por decreto de 5 de enero de 1830 y puesta en vigor por circular de 10 de agosto de 1830 nuevamente al vencerse el plazo fijado por dicho decreto). Unos comerciantes de Estados Unidos residentes en Lima que, a pesar de la prohibición, habían traído al Callao un barco cargado de harinas y tocuyos, géneros prohibidos, propusieron en setiembre de 1831 pagar los derechos al contado si se les permitía introducir esas mercaderías. La Fuente ya habíase encargado del mando por ausencia de Gamarra y concedió la autorización, sin facultad para ello, aunque impelido por la necesidad de abaratar el pan. El comerciante Pfeiffer, que expedía los frutos de las haciendas San José y San Javier de Nasca, arrendadas por el Estado a la familia del prefecto de Lima, Juan Bautista Eléspuru, había intentado monopolizar las harinas; La Fuente denuncia en su manifiesto que en dicho negociado estaban interesados el propio Eléspuru y la señora Gamarra, aunque Eléspuru lo niega enérgicamente. Alarmó en Lima el decreto que hacía ilusoria la Ley de Prohibiciones, pues se sintieron afectadas las clases industriosas, los agricultores, los capitalistas, los propietarios y todos los que aspiraban a la prosperidad de la industria nacional excluyendo las producciones de la extraña que se pudieran lograr en nuestro suelo o fabricarse por los nuestros (esto es lo que dice Eléspuru). La oposición contra el decreto de La Fuente tuvo su foco en la tertulia de la señora Gamarra y en un sector de la prensa periódica. El más connotado de los escritores en este bando resultó ser el colombiano José Ayala, redactor de El Monitor, que fue perseguido por La Fuente y deportado del país, no obstante la creencia del vicepresidente de que el periodista hallábase inspirado y protegido por el prefecto. La Junta Departamental, por su parte, expresó públicamente su alarma ante la supresión de la Ley de Prohibiciones, por considerar que la industria de las provincias quedaría reducida a ruinoso estado. El acuerdo que adoptó fue transmitido al prefecto; y este lo elevó, a su vez, ante La Fuente, no obstante de que dicho organismo no tenía en el asunto injerencia legal alguna. La Junta Departamental "convertida en ciego instrumento de las intrigas de Eléspuru y de su aliada", fue entonces disuelta por el vicepresidente.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 18 ]

LA DEPOSICIÓN DE LA FUENTE.- La directora de la oposición contra La Fuente era la propia esposa del Presidente, doña Francisca Zubiaga de Gamarra. Para vigilar a La Fuente, doña Francisca contó con la adhesión del prefecto de Lima, coronel Eléspuru, y del coronel Bernardo Escudero. El choque sobre el decreto que permitió la introducción de las harinas no fue ni el primero ni el último. Ya desde el día del viaje de Gamarra fue interceptado el correo de Arequipa, con mengua de la autoridad de La Fuente. Se sucedieron diversos incidentes que acentuaron los recelos y las suspicacias: nombramientos vicepresidenciales hechos en favor de personas enemigas a los gamarristas o sospechosas para ellos (entre ellos el de Luna Pizarro como deán de la Catedral de Arequipa); decretos contra el disfrute de varios sueldos en desmedro de favoritos de doña Francisca y su círculo; crecientes rumores de que con motivo de la reunión del Congreso (que debía dar a Gamarra facultades extraordinarias para invadir Bolivia) sería depuesto el Presidente y colocado La Fuente en su lugar. Este se había reconciliado con los liberales. Poco pudieron algunos intentos de conciliación como un baile que dio Miller al que no acudió la señora Gamarra "porque padece de un mal que le asalta intempestivamente". Al hacer salir de la capital al coronel Francisco de Vidal, a quien supuso en actitud de conspiración contra él en connivencia con los rivagüerinos, La Fuente tuvo una escena violenta con la señora Gamarra que le dijo, entre otras cosas, según él no publicables para no "comprometer el respeto que se debe al sexo", que "no sufría alcaldadas" si bien pronto demostró que podía hacerlas sufrir a otros. Al dar el vicepresidente las órdenes para la salida al sur del batallón Zepita con el jefe de Estado Mayor, general Benavides, se precipitó y desencadenó la lucha. "Se dijo entonces (afirma el contemporáneo Távara) que el plan para suplantar al general Gamarra debía llevarse a cabo bajo las más estrictas formas constitucionales. Al empezar sus sesiones el Parlamento, debía ser acusado ante la Cámara de Diputados el Presidente ausente: admitida la acusación, depuesto y entregado a la jurisdicción del Senado". Pero el 16 de abril de 1831, tres días antes de instalarse el Congreso, al anochecer, turbas amenazantes se pasearon por las calles de Lima para pedir la deposición de La Fuente y un pelotón de tropa fue a buscarlo a su casa. Apenas tuvo tiempo él para escapar, sin vestirse, por los techos "saltando las más altas paredes, desnudo y enfermo, perseguido por los tiros", según dijo más tarde. Cayó uno de los apresadores muerto de un tiro porque creyeron que era el vicepresidente. Un carpintero salvó a este. Un periódico bautizó al episodio: "la campaña de las chimeneas". La Fuente, a los dos o tres días se embarcó por una de las caletas de la costa en uno de esos barquichuelos llamados caballitos. Estaba, entonces, fondeada en la bahía del Callao la corbeta norteamericana Saint Lewis. Una madrugada llegó al Saint Lewis un hombre. Tembloroso y mal vestido, aquel prófugo decía ser el presidente del Perú. El oficial de guardia se negó a recibirlo, y ante el ruido de la discusión salió el comandante, pues por nada se decidía el cuitado a desembarcar. El comandante, llamado Sloat, conocía a La Fuente y le dio asilo. "¡Eh! bien, general -díjole cuando su huésped reanimóse al calorcillo de la seguridad-,. hace poco más de un año que yo fondée en este puerto, cuando usted marchaba a deponer al vicepresidente. De esas cosas se dejan discípulos". El prefecto de Lima Juan Baustista Eléspuru mandó que el "fausto acontecimiento realizado el 16 de abril fuera celebrado con misas, cohetes, música, repiques y colgaduras". Aunque no se había instalado todavía el Congreso por falta del número legal de diputados, el Consejo de Estado acordó el 18 de abril que se encargara del mando el presidente del Senado, Andrés Reyes. En el inter valo gobernó el prefecto. Nada dijo el Consejo de Estado contra la deposición del vicepresidente. Tampoco surgieron actitudes condenatorias para lo que estaba ocurriendo en el seno de las Cámaras que funcionaban en juntas preparatorias cuando se perpetró el atentado y que abrieron sus sesiones el 19 de abril, mientras La Fuente seguía asilado en un buque de guerra extranjero anclado en el Callao. En la sesión inaugural del Parlamento a través de un

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nOVIEMBRE 1831 [ eUropa ]

fRAnCIA E InGLATERRA fIRMAn un TRATADO En EL quE ESTABLECEn LA SuSPEnSIÓn DE LA TRATA DE ESCLAVOS AfRICAnOS En SuS DOMInIOS. ESE MISMO AñO, BRASIL TAMBIén PROMuLGA unA LEY quE PROHIBE EL COMERCIO DE ESCLAVOS En Su TERRITORIO.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

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DICIEMBRE 1831 [ \gran bretaña ]

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EL InGLéS CHARLES DARwIn InICIA un VIAJE CIEnTífICO En EL BERGAnTín HMS BEAGLE. En CInCO AñOS DE RECORRIDO, VISITÓ LAS COSTAS DE SuDAMéRICA, EL ARCHIPIéLAGO DE GALáPAGOS, TAHITí, nuEVA zELAnDA, AuSTRALIA, TASMAnIA, LA ISLA DE KEELInG, MAuRICIO, BRASIL Y LAS AzORES. SuS ESTuDIOS SIRVIEROn PARA fORMuLAR LA TEORíA DE LA EVOLuCIÓn DE LAS ESPECIES.

breve discurso, el flamante jefe del Poder Ejecutivo indicó que la República se hallaba tranquila y que él sería sumiso a la representación nacional y a la ley. El ministro Carlos Pedemonte continuó al ser vicio del nuevo gobernante, mientras que el de Guerra, José Rivadeneyra, figura venerable de la patria que había vivido largos años preso en España, y el de Relaciones Exteriores, José María de Pando, se retiraron. El prefecto Eléspuru publicó escritos sosteniendo que los pueblos tienen el derecho de destituir a su gobernantes cuando consideran que estos quebrantan la Constitución y las leyes y enumerando entre las arbitrariedades de La Fuente el decreto que permitió la internación de harinas, la suspensión de la Junta Departamental y la deportación de un escritor.

LA POLÍTICA INTERNA EN EL CONGRESO DE 1831.- La comisión encargada de dictaminar acerca del ataque a mano armada contra la vida del vicepresidente y de su destitución del mando supremo llegó a expedir su dictamen pidiendo que el prefecto fuera sometido a juicio y que se llamase de su destierro a La Fuente; pero no llegó a producirse votación sobre este asunto. Los enemigos del Gobierno, impotentes para lograr la condena franca del atentado del 16 de abril, obtuvieron otras victorias. Hicieron aprobar una ley que reponía en sus destinos a los expatriados sin previa sentencia desde el año de 1829, es decir, a partir de la inauguración del régimen vigente. Los herederos de La Mar, en cumplimiento de la última voluntad del presidente proscrito, devolvieron al Congreso la espalda que este mismo le obsequiara, y se aprobó entonces, por medio de una resolución legislativa, que en todos los libros de las municipalidades fuera inscrito el nombre de La Mar con los siguientes títulos: "defensor de la independencia y del honor de la Patria, fiel obser vante de la Constitución y de las leyes" (13 de junio). Dicha resolución fue considerada como un agravio a quien había derrocado y expatriado al ciudadano honrado de manera tan excepcional. Temeroso de que el Ejecutivo pudiera obstaculizar su próxima reunión, el Congreso dictó una ley regulando el bienio constitucional, o sea los plazos para las vacancias parlamentarias, según las sesiones de las Cámaras (25 de abril). Aprobó, asimismo, otra ley que detalló el modo y el tiempo en que debían presentarse en Lima los diputados y senadores y adoptó precauciones adicionales para que pudiera continuar funcionando el Parlamento (8 de julio). La resolución legislativa de 16 de mayo de 1831 autorizó al gran mariscal José de la Riva-Agüero para volver al Perú. Esta medida representó primero un acto de hostilidad a La Fuente y a sus amigos; pero pronto Riva-Agüero vino a ser una fuerza adicional de la oposición a Gamarra. La pugna entre el Ejecutivo y el Legislativo en 1831, que, como acaba de verse, no se atrevió a exteriorizase en relación con el atentado contra La Fuente y que, en otros casos tuvo muestras tangenciales, resultó decisiva, según se dijo ya en el capítulo anterior, para evitar la guerra con Bolivia.

[ II ] LA LUCHA CONTRA LOS "SUIZOS". LA CONSPIRACIÓN DE IGUAÍN.- Con la eliminación de La Fuente no se tranquilizó la política peruana. En contra de la ley llamada de reforma militar, que él mismo había promulgado (12 de diciembre de 1829), Gamarra tenía en los puestos principales del ejército a jefes extranjeros y a capitulados en Ayacucho. Entre ellos se contaban los generales españoles Cerdeña y Pardo de Zela y los coroneles de la misma nacionalidad Francisco Jiménez, José Santos Aldunate y Bernardo Escudero, así como el general chileno Pedro Antonio Borgoño, que había ser vido en el ejército realista. Contra el predominio de estos elementos, llamados "suizos" y "godos" vinieron

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PERÍODO 1

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ataques en el Parlamento y en la prensa. El Congreso aprobó el 25 de setiembre de 1831 la ley según la cual la plana mayor y la oficialidad del ejército debía componerse de preferencia de peruanos, americanos y, entre estos, de vencedores en Junín y Ayacucho. Surgió una conspiración. Con este motivo fueron apresados el coronel Ramón Castilla y otros militares, y el diputado Iguaín (1° de enero de 1832). Pese a los documentos que comprometían a Iguaín, el Consejo de Estado, ante el que acudió Gamarra por estar en receso las Cámaras, declaró que no había lugar a formación de causa y el encausado hubo de ser puesto en libertad (1° de de febrero de 1832). Iguaín adujo en defensa suya los mismos principios enarbolados por quienes trataron de justificar el atentado de abril de 1831 contra La Fuente; si quien gobierna quebranta y atropella la Constitución, debe ser derrocado por el pueblo.

LA CONSPIRACIÓN DE ROSSEL.- En marzo de ese mismo año se descubrió otra conspiración, horas antes de estallar. Su foco estaba en el cuerpo del ejército que suministraba la guardia de Palacio y cuyo cuartel era el de la calle de Desamparados. Involuntariamente dio el aviso revelador Castilla, preso a bordo de la corbeta Libertad, y a quien la noticia le fue comunicada por un visitante sin tener más relación con el plan. Castilla, recordando las visitas de varios amigos y sus consejos de que se cuidara de espías y delatores, creyó que se trataba de complicarlo y juzgó conveniente informar al juez fiscal de la causa que se le seguía. Gamarra se puso en lugar seguro "y hasta allí penetró (dice Echenique en sus memorias) una persona cuyo nombre omito decir, y después de hablar este con ella y ella retirarse me dijo que el autor de la revolución en mi cuerpo de seguro era Rossel y que por lo tanto lo pusiera en prisión". ¿Fue doña Francisca esa "persona cuyo nombre omito decir"? Felipe Rossel era favorito de Gamarra quien, a pesar de ser hombre tan cauteloso había confiado en él ciegamente. Echenique apresó a Rossel, en cumplimiento de la orden de Gamarra, y lo entregó al capitán de guardia. Rossel logró escapar y, a la carrera, se puso a la cabeza de su compañía a la que arengó diciendo que iba a ser enviada a Colombia. Al acercarse Echenique, mandó el oficial hacer fuego a la tropa y la tropa disparó. Echenique siguió avanzando y detuvo a Rossel nuevamente, con lo cual amedrentó a los soldados. Cuando lo llevaban nuevamente preso, Rossel afirmó que si se le castigaba por ser amigo de Gamarra, iba contento. En el juicio sumario que se le siguió, trató de justificar su orden de hacer fuego diciendo que suponía que Echenique trataba de sublevarse. Pero en sus habitaciones se había escondido un oficial que debía llevar al cuar tel de Santa Catalina la noticia del motín; y debajo de un ladrillo, en el lugar donde estaba la cama, halláronse varios documentos subversivos, entre ellos una car ta de Iguaín y una proclama que llamaba a La Fuente al Gobierno. La revolución había sido fraguada por altos personajes del par tido liberal. Rossel fue fusilado en la Plaza de Armas (19 de marzo).

JOSé RIVADENEYRA Y TEJADA (1761-1841)

Durante un viaje de negocios por Europa, este empresario lambayecano se vinculó en España con un grupo de conspiradores americanos. Apresado y condenado a cadena perpetua, cumplió siete años de su pena hasta su liberación durante una revuelta popular. De vuelta al Perú, luchó por los patriotas en la guerra de la Independencia. Más adelante, se desempeñó como ministro de Guerra (1831) y diputado por su departamento natal (1833).

"CALLEN LAS LEYES PARA SALVAR LAS LEYES".- Dos días después de morir Rossel, el ministro de Gobierno Manuel Lorenzo de Vidaurre publicó una exposición en la que estampó sus famosas palabras: "Quedará el trigo escogido, separando la cizaña. La levadura de inquietud se va a extinguir. Ha de reinar el orden. Si fuera preciso, callarán por un momento las leyes para mantener las leyes. Una obediencia ciega a la Carta ha expuesto al jefe supremo y con ella la vida de la nación" (El Conciliador, 21 de marzo de 1832). Según Echenique, no obstante la gran magnitud el plan subversivo, Gamarra no prodigó las medidas represivas. "Tuvo en cuenta primero cuán difícil es probar en juicio delitos de esta clase que sólo se saben por confidencias privadas y segundo, su deseo de calmar los ánimos procediendo con lenidad. Pero no sucedió así".

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En SETIEMBRE DE 1832 HIzO GAMARRA DIMISIÓn DEL MAnDO SuPREMO AnTE EL COnGRESO. ESTABA EnTOnCES SERIAMEnTE EnfERMO. EL COnGRESO nO ADMITIÓ LA REnunCIA. GAMARRA LLAMÓ AL PRESIDEnTE DEL SEnADO, MAnuEL TELLERíA, PARA quE LO REEMPLAzARA InTERInAMEnTE.

Castilla pasó, como se ha dicho, una nota al juez fiscal militar del Callao con el relato de lo ocurrido con él. Su conducta dio lugar a la imputación de que era culpable de la muerte de Rossel. En 1834 publicó en Arequipa un manifiesto para defenderse de esa acusación.

LUNA PIZARRO Y EL GOBIERNO.- Luna Pizarro había sido nombrado por La Fuente en marzo de 1831 deán del cabildo eclesiástico de Arequipa. Sorpresivamente fue hecha a su favor, en marzo de 1832, casi un año después de la caída del vicepresidente, la designación como ministro plenipotenciario ante la Santa Sede. De nuevo se apelaba al recurso del nombramiento diplomático en el extranjero para alejarlo del país, como había tratado de hacer Bolívar. Vidaruure, enemigo suyo en 1828, era entonces ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. Luna no aceptó, por considerar que se intentaba desterrarlo y adujo que eran violadas normas constitucionales con dicho nombramiento y que no le era posible exhibir ante la Santa Sede credenciales otorgadas por un ministro tan antirreligioso como Vidaurre, autor del Código eclesiástico y otros escritos condenables. El nombramiento de Luna fue revocado y se inició una amistosa correspondencia personal entre el presidente Gamarra y él. Mencionó el flamante deán del Cabildo eclesiástico de Arequipa motivos de salud para no participar en la legislatura de 1832 como senador por dicho departamento. Sin embargo, asumió la gobernación de la diócesis cuando el obispo Goyeneche emprendió una visita apostólica en ese mismo año. En 1833 el presidente Camporrendondo lo designó obispo de Ayacucho, acaso, una vez más, para alejarlo de la política; Luna Pizarro no aceptó. Y en ese mismo año aceptó, en cambio, ser representante por Arequipa ante la Convención Nacional. Cuando celebraban su victoria los liberales en esa ciudad, soldados disfrazados al mando de sus jefes y oficiales perpetraron matanzas y otros atentados.

PANDO, MINISTRO.- Poco tiempo después de la conspiración de Rossel y del frustrado nombramiento de Luna Pizarro en Roma, en mayo de 1832, Vidaurre renunció al Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores. El 1° de junio fue nombrado en su reemplazo José María de Pando. LA ACUSACIÓN A GAMARRA.- En setiembre de 1832 hizo Gamarra dimisión del mando supremo ante el Congreso. Estaba entonces seriamente enfermo. El Congreso no admitió la renuncia. Gamarra llamó al presidente del Senado, Manuel Tellería, para que lo reemplazara interinamente (27 de setiembre). En forma súbita se presentó, sin embargo, poco después de un mes, en el Palacio a reencargarse de sus funciones a partir del 1° de noviembre de 1832. A la sombra del presidente del Senado había avanzado una conspiración encabezada por el general Blas Cerdeña, el protegido de Gamarra desde el cuartelazo de 1829. "¡Es preferible vivir entre las fieras!", exclamó Gamarra al saber esta infidencia. Cerdeña parece que obraba para Santa Cruz. El Consejo de Estado, en cumplimiento de sus atribuciones constitucionales, pasó en 1832 a la Cámara de Diputados una lista de las infracciones a la Carta cometidas por el Poder Ejecutivo representado por el presidente y el vicepresidente de la República y los ministros. Eran las siguientes: poner contribuciones, doblar el impuesto al papel sellado, desterrar del país a un ciudadano, disolver la Junta Departamental de Lima mediante la expulsión de tres miembros de ella y violar las garantías individuales (lo del destierro y de la Junta Departamental correspondía al período de La Fuente). Quedaron también incluidos en la acusación hechos tales como la refacción de un puente de Lurín, la pensión a un ex arzobispo y a la viuda del ministro Larrea, un decreto sobre un muelle. No se mencionó la deposición de La Fuente.

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PERÍODO 1

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Távara en su Historia de los partidos califica a la acusación de incompleta por una parte y exagerada por la otra y agrega que muchos diputados no gobiernistas votaron contra ella. Contra lo que generalmente se cree, no solo fue acusado el presidente de la República, sino lo fueron también el vicepresidente y los ministros de Estado por lo que habían autorizado en sus portafolios. Otras Cartas constitucionales posteriores hicieron mucho mas difícil tan grave recurso contra las más altas autoridades de la nación. Este episodio singular ha quedado perpetuado en la historia por un notable y valiente discurso. Fue el del presidente de la Cámara de diputados por Tacna, Francisco de Paula González Vigil. Sacerdote como Luna Pizarro, Vigil habíase dedicado a la política desde que apareció en la oposición contra Bolívar en el Congreso de 1826, si bien ni entonces ni en el de 1828 logró el relieve que después conquistó. La acusación a Gamarra, en realidad, contenía cargos que una experiencia posterior vuelve irrisorios según se deduce en su relación ya hecha en párrafo anterior. Pero ello, no obstante, el discurso de Vigil fue un modelo de altivez e independencia, de elevación y serenidad, de precisión y sobriedad, un verdadero sermón cívico. A los que afirmaban que se trataba de infracciones de menor importancia repuso que en la Constitución nada es pequeño, que en ella todo es grande y sagrado. A los que invocaban la respetabilidad del presidente de la República, objetó afirmando que ella no puede apoyarse en nada ajeno a las atribuciones constitucionales; que su dignidad misma es irresponsable y que el que se sobrepone a las leyes, es el hombre, el tirano. A los que se atenían a la necesidad de la paz pública, respondió que no hay paz en el desorden; que quien sostiene la Constitución, no puede perturbar una buena paz. A los que decían que hay que considerar a los hombres como son, hizo notar que porque así lo veía, comprobada que la impunidad aumenta el crimen; y que las leyes han sido hechas para que los hombres sean lo que deben ser. A los que expresaban temores por lo que pudiera venir, contestó que él si de alguien temía, era tan solo de la prudencia de los legisladores. Las últimas palabras de este discurso: "Yo debo acusar, yo acuso", fueron pronunciadas entre insultos de algunos diputados. "Al oírlos (escribió Vigil después), yo miraba a mi patria y le ofrecía el sacrificio de mi sufrimiento". Es tan brillante y tan inolvidable el texto del discurso de Vigil que, para muchos que aman a la democracia, redime a su época y la generación de la primera anarquía republicana debe presentarse ante el juicio final pidiendo la absolución con ese texto en la mano. En la sesión del 7 de noviembre el proyecto acusatorio fue rechazado por 36 votos contra 22. Entre quienes votaron en contra estuvieron Andrés Martínez, Pedro José Flores, Pedro Bermúdez, Blas José Alzamora, Marino Blas de la Fuente, Manuel Urquijo. Al comentar la acusación, el periódico oficial El Conciliador dijo: "¿Qué es lo que resulta del catálogo de infracciones atribuidas al presidente de la República? ¿Se encuentra entre ellas la de alguna víctima arrastrada al cadalso por su mandato o por su capricho? ¿Alguna propiedad ha sido tomada violentamente por codicia o malignidad? ¿En completo reposo, sin recelos y sin datos bien fundados de peligrar la existencia de la patria, ha sido allanada por orden suya alguna casa, o arrestado algún ciudadano? ¿Nos ha comprometido por miras particulares con las naciones extranjeras? ¿Ha dilapidado la hacienda desnaturalizando la legal aplicación de fondos? ¿Ha dictado sentencias judiciales o atropellado de mano armada a alguna corporación? ¿A atentado contra las Cámaras o influido directa o indirectamente en que se entorpezca su instalación? Infracciones son estas cuyo disimulo sería el escándalo de la sociedad y el oprobio de los legisladores; pero si unos actos de beneficencia y generosidad eminentemente nacionales; si algunas medidas conformes al espíritu de la misma Constitución y de urgentísima necesidad que son inevitables en el ejercicio de un cargo tan espinoso y complicado como enorme en su peso y responsabilidad; si unos ligeros desvíos en épocas borrascosas y cuando el silencio o la insuficiencia de las leyes no ministra medios con que conjurar la tormenta que amenaza sumergir la nave del Estado, si estos se reputaran como crímenes sobre los que debe

MAnuEL dE TELLEríA (1779-1839)

Político peruano que integró el grupo de firmantes del Acta de la Independencia en 1821. Ejerció el cargo de vocal de la Corte Suprema. En 1827 fue elegido diputado por Lima y se convirtió, además, en presidente del Congreso. Asumió la Presidencia del Perú en 1832 al ausentarse Gamarra.

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El Proteccionismo mercantil Se ha llegado a asumir que tras la independencia el perú abrió temerariamente sus mercados a los comerciantes extranjeros, en particular ingleses. Estos habrían inundado el mercado local llevando a la quiebra a los productores nacionales. Como lo demuestra paul gootenberg, el período que va desde el boom guanero es uno de exaltado proteccionismo.

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período 1

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El pro­tec­cio­nis­mo fue agra­rio en el sen­ti­do de que en­con­tró su ba­se más am­plia en­tre la van­guar­dia de la eco­ no­mía mer­can­til pe­rua­na de fi­nes de la Co­lo­nia: los ha­cen­da­dos azu­ca­re­ros de las cos­tas del nor­te, cha­ca­re­ros su­bur­ba­ nos y vi­ni­cul­to­res que abas­te­cían las ne­ce­si­da­des de Li­ma, las mi­nas y has­ta las tien­das de las al­tu­ras. Las nue­vas y ba­ra­tas im­por­ta­cio­nes de gra­nos, man­ te­ca, azú­car, ron, ta­ba­co y al­go­do­nes (muy po­co co­no­ci­das du­ran­te la Co­lo­ nia) aten­ta­ban le­tal­men­te con­tra los po­ten­ta­dos ru­ra­les de los años vein­te y es­to su­ce­día du­ran­te la cri­sis ma­si­va de de­sin­te­gra­ción de tra­ba­ja­do­res y clien­ tes. Más im­por­tan­te aún, los nue­vos pa­tro­nes de co­mer­cio in­tro­du­ci­dos por efi­cien­tes ma­ri­ne­ros tra­sa­tlán­ti­cos pro­ me­tían des­truir el úl­ti­mo cor­dón de se­gu­ri­dad en los mer­ca­dos chi­le­nos, ese an­ti­guo ne­xo co­lo­nial del tri­go su­re­ño con el azú­car del nor­te. Li­ma, la ciu­dad, tam­bién te­nía un agu­do in­te­rés en pre­ ser­var la otro­ra prós­pe­ra co­ne­xión chi­le­ na. Su pu­jan­te cla­se mo­li­ne­ra y el gre­ mio de pa­na­de­ros (Li­ma era la ca­pi­tal del pan de tri­go de Amé­ri­ca del Sur) de­pen­dían de gran­des in­ver­sio­nes en mo­li­nos pa­ra el tri­go chi­le­no, ser­vi­dos por los em­bar­ca­do­res li­me­ños que man­ te­nían un flui­do co­mer­cio con Val­pa­raí­ so. Sú­bi­ta­men­te, to­dos es­tos ca­pi­ta­les per­die­ron va­lor por la inun­da­ción de ha­ri­nas ex­tran­je­ras de ba­jo cos­to que lle­ga­ron con la es­ca­sez y blo­queos pro­

duc­to de la gue­rra de la In­de­pen­den­cia. Pa­ra 1825, es­tos y otros in­te­re­ses re­sur­ gie­ron y con­ver­gie­ron en un sue­ño co­mer­cial uni­fi­ca­dor: un ex­clu­yen­te sis­ te­ma de co­mer­cio re­gio­nal con Chi­le. (...) Un tra­ta­do de co­mer­cio con Chi­le, pa­ra de­sa­len­tar a los in­tru­sos con de­re­chos di­fe­ren­cia­les, po­dría re­vi­vir to­das es­tas lu­cra­ti­vas in­dus­trias (azú­car, mo­li­nos, trans­por­te ma­rí­ti­mo) y pro­veer de un co­rre­dor pro­te­gi­do pa­ra la re­cu­pe­ra­ción de las eli­tes cen­tra­les. Los con­tex­tos co­lo­nia­les se ha­bían al­te­ra­do (Li­ma iba a ser aho­ra el so­cio de­pen­dien­te en cual­ quier alian­za po­lí­ti­co-co­mer­cial). Aun así, Chi­le le ofre­cía una cla­ra al­ter­na­ti­va a la sú­bi­ta y do­lo­ro­sa in­te­gra­ción a la eco­no­mía del Atlán­ti­co nor­te pre­sa­gia­ da por la caí­da de Es­pa­ña. Las ma­nu­fac­tu­ras pe­rua­nas, por su ca­li­ dad, tam­bién se ad­he­rían a es­ta cau­sa. Los tam­ba­lean­tes y tra­di­cio­na­les obra­jes pe­rua­nos, es­pe­cia­li­za­dos en lo más tos­co de las la­nas, fue­ron re­me­ci­dos por sen­ci­ llos to­cu­yos (de vie­jo es­ti­lo asiá­ti­co) pro­ ce­den­te de mo­der­nas fá­bri­cas, que sig­ ni­fi­ca­rían el de­sas­tre pa­ra los fa­bri­can­tes an­di­nos de ro­pa. (...) En Li­ma mis­ma, los an­ti­guos gre­mios ar­te­sa­na­les se unie­ron al co­ro, con sus po­pu­la­res y be­li­co­sos es­tri­bi­llos pro­tec­cio­nis­tas”.

Te­ji­dos y ha­ri­nas, co­ra­zo­nes y men­tes, Li­ma: Ins­ti­tu­to de Es­tu­dios Pe­rua­nos, 1989, pp. 21-23.

recaer el fallo inexorable de los legisladores, entonces sería preciso ir a buscar quien nos gobierne en aquellas regiones donde hay espíritus cuyos alcances son superiores a la capacidad y fuerzas de los míseros mortales".

LA CONSPIRACIÓN DE NOVIEMBRE DE 1832.- Pocos días después del discurso de Vigil, el 11 de noviembre, se anunció el descubrimiento de una conspiración. Produjéronse nuevas prisiones de militares y diputados, entre ellas, dentro de los primeros, la del general Blas Cerdeña. Vigil publicó un escrito negando la participación que se dijo había tenido en el complot: "Entienda el presidente de la República que mi campo de batalla es la tribuna, y que fuera de ella soy lo que siempre he sido, lo que debe ser un ciudadano pacífico".

LA LEY CONTRA LAS EXPATRIACIONES ARBITRARIAS.- El Congreso de 1832, el mismo que no se atrevió acusar a Gamarra, ordenó la libertad de los conspiradores presos en noviembre. Con fecha 2 de noviembre de aquel año dio una ley (que el Ejecutivo no promulgó) para los casos de expatriación sin formación de causa ni sentencia del juez competente. Según esta ley, nadie estaba obligado a cumplir orden alguna de las autoridades dirigida al destierro de algún ciudadano sin que se acompañara copia autorizada de la sentencia ejecutoriada correspondiente emanada del juez competente. Tanto los que diesen dichas órdenes como los que las cumplieran perderían la ciudadanía y los empleos que obtuviesen y serían responsables de los perjuicios sufridos por el expatriado. Los capitanes de buques que condujeran a algún ciudadano sin la sentencia mencionada, serían detenidos y declarados por piratas y sujetos a las leyes que castigaban este crimen cualquiera que fuese el pabellón con que navegaren; y los que lo hicieran por tierra quedarían sujetos a la pena de ladrones famosos. El texto de la ley sería colocado en lugares públicos en todos los puertos y comunicada a los cónsules. El ministro de Gobierno, Manuel del Río, hizo observaciones al proyecto aprobado, en la nota que pasó al Congreso el 30 de noviembre de 1832. La promulgación de la ley antedicha solo fue llevada a cabo cuando cambió el gobierno y ocupó la Presidencia de la República Luis José de Orbegoso (30 de junio de 1834).

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EnERO setiembre 1825 1832 [ perú perú] ]

SE fIRMA san martín En LA creó la CIuDAD primera DE AREquIPA bandera un TRATADO en el puerto ADICIOnAL de EnTRE pisco, poco PERÚ Ydespués BOLIVIA,deEL llegar CuAL ESTABLECE al perú. EL la hizo AuMEnTO oficial DELel 21 de EJERCITO octubre BOLIVIAnO de 1821, A mediante DOS MIL HOMBRES. un decreto ASIMISMO,enSEel que también ESTABLECIÓ disponía LA que LIBERTAD ésta DE debía AMBAS ser de nACIOnES seda o DE lienzo y medir IMPOnER 8 pies A LOS deVInOS, largo AzÚCARES, porVInAGRES 6 de ancho. Y LICORES EuROPEOS DERECHOS DE TRánSITO E InTRODuCCIÓn, SEGÚn CREYERAn COnVEnIEnTE.

LA LEY SOBRE FUERO COMÚN PARA CIERTOS DELITOS.- También fue promulgada por Orbegoso (1º de julio de 1834) la ley que entregó al fuero común y no al militar a los que asaltaron castillos, plazas y cuarteles, salvo que ello ocurriera en tiempo de guerra con alguna nación (20 de noviembre de 1832). Con esta ley quedó aclarada la ley 8º, título 11, libro 12 de la Novísima Recopilación española. El ministro de Guerra Juan Salazar la había observado en el oficio de 30 de noviembre de 1832. LA PALIZA A CALORIO. LA REPRESENTACIÓN DE LA MONJA ALFéREZ.- Durante la primera administración de Gamarra, la libertad de imprenta llegó al desenfreno. Juan Calorio era el dueño de la imprenta donde se publicaba El Telégrafo de Lima, o sea era el editor de este diario. En él aparecían zafios ataques contra la señora Gamarra en la forma de diálogos entre negros. También acogió razonadas críticas a las prisiones de noviembre de 1832. Acusado de sedicioso el artículo "Conspiración descubierta", el tribunal de imprenta, en actitud muy frecuente, declaró que no había lugar a formación de causa. Se dijo que esa señora mandó o dirigió a un grupo de militares disfrazados que, en la noche del 26 de noviembre de 1832, fue a casa de Calorio y lo llevó a la portada del Martinete donde le propinó una paliza feroz. Calorio

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En Su MEnSAJE En LA SESIÓn DE CLAuSuRA DEL COnGRESO DE 1832, GAMARRA LLEGÓ A PRESEnTAR COn fRAnquEzA EL SOMBRíO CuADRO DE LA SITuACIÓn DEnTRO DE LA quE SE EnCOnTRABA. DE ESTE MODO VInO A HACER unA ESPECIE DE REfuTACIÓn AL fAMOSO DISCuRSO DE VIGIL.

y su esposa se presentaron ante el Congreso con motivo del atentado. La resolución legislativa del 28 de noviembre ordenó pasar al Ejecutivo los recursos originales para que fuesen enviados a un juez de primera instancia con la finalidad de que iniciara, sustanciase y sentenciara la causa correspondiente, dando cuenta diaria del progreso de sus actuaciones. El Ejecutivo devolvió esta resolución. Alegó que el fuero debía ser castrense, pues la señora Calorio afirmaba que militares habían intervenido en el atropello. También objetó la orden de que el juez diera cuenta diaria al Congreso de sus providencias. Otra manera de hostilizar a doña Pancha fue llevar al teatro la comedia del viejo autor español Juan Pérez de Montalván sobre doña Catalina de Erauzo, La Monja Alférez. Esta representación efectuada el 12 de diciembre de 1830 con permiso y asistencia del vicepresidente La Fuente, quedó luego prohibida por él mismo, sin duda bajo los efectos de una intimidación.

LA RESPUESTA DE GAMARRA A VIGIL EN EL MENSAJE AL CONGRESO DE 1832.- En su mensaje en la sesión de clausura del Congreso de 1832, Gamarra llegó a presentar con franqueza el sombrío cuadro de la situación dentro de la que se encontraba. De este modo vino a hacer una especie de refutación al famoso discurso de Vigil. La actitud del Estado era "menos impotente de lo que debiera respecto del extranjero". Acechaban al Perú lo embates no solo de la discordia doméstica, sino también de "las insidias externas" que pretendían socavar el prestigio de la administración y desorganizar la República reduciéndola a la condición lastimosa de admitir como un beneficio la intervención desde afuera. La franca expresión del pensamiento no había sido coactada. Utilizándola, se vilipendiaba al Gobierno con la más escandalosa procacidad y se le acusaba "por males que no había causado y que sus atribuciones no le permiten remediar". Las leyes no le daban facultad para tener elementos con que reprimir las provocaciones sediciosas y reparar las ofensas que se le prodigaba mediante el "escarmiento infalible y oportuno". A todo ello se agregan la postración de la hacienda pública y el silencio del Congreso frente a ella "ya sea para no reagravar los impuestos, ya por no emprender con firmeza reformas radicales, o ya por no seros posible desenredar el enmarañado caos de la legislación rentística". "Me dejáis rodeado (agrega Gamarra) de una nube de acreedores y agraciados, sin recursos con qué acallar sus plegarias y satisfacer los derechos que les habéis declarado; comprimido por los empleados en los diferentes ramos de la administración, sin saber cómo pagarles la única renta de que subsisten…".

LAS PRISIONES Y PERSECUCIONES A COMIENZOS DE 1833.- Según afirmó una información oficial, el 14 de marzo de 1833 debieron culminar los planes para asesinar al presidente Gamarra en el Callao y tomar las fortalezas, a lo cual iba a seguir un levantamiento en Lima. Entre los jefes de la conjura fue sindicado el teniente coronel Felipe Santiago Salaverry, que ese día se había sentado ante la mesa del Presidente. Algunos de los montoneros que iban a sublevar las provincias del departamento de Lima fueron dispersados o apresados; otros cometieron fechorías en los alrededores de la capital en nombre Tellería y de Riva-Agüero. Salaverry quedó preso aunque negó con vehemencia las inculpaciones que se le hicieron, a la vez que hacía ver su radical oposición al régimen. Poco después fue apresado Manuel Tellería, presidente interino de la República algunos meses antes, y se le expatrió. Riva-Agüero fue perseguido, tuvo que esconderse y fugó luego al extranjero. LAS SEDICIONES A MEDIADOS Y FINES DE 1833.- El 24 de julio de 1833 estalló un motín militar en la ciudad de Ayacucho encabezado por unos capitanes, probablemente por motivos locales. Fueron asesinados el prefecto del departamento y el comandante de la guarnición.

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Gamarra y su ministro de Guerra, Pedro Bermúdez (el mismo Bermúdez que Gamarra desterrara en 1829, junto con La Mar), acorralaron a los facciosos y los derrotaron en un combate en el cerro de Pultunchara, cerca de Huanta (15 de agosto). Los cabecillas que llegaron a ser apresados fueron fusilados; a algunos oficiales se les condenó a presidio; otros se internaron en las montañas. No fue esta la única sedición. A mediados de noviembre de 1833, el Gobierno anunció que había abortado en el Callao una conjura cuyo objeto, según se aseveró, era proclamar a Riva-Agüero y en la que dijo habían participado dos miembros de la Convención Nacional. Confinado al oriente, por haber escrito desde a prisión un furibundo libelo, Salaverry se sublevó en Chachapoyas; fue apresado y se apoderó de la tropa que lo custodiaba. El Gobierno de Lima mandó fuerzas a reducirlo; y en el lugar llamado Garita de Moche (hoy puerto Salaverry) el rebelde fue vencido. Entre 1.400 combatientes, hubo más de 500 muertos de ambos lados (19 de noviembre de 1833). Salaverry escapó y cayó en manos de sus perseguidores. Fue libertado por el jefe de ellos, el coronel Francisco de Vidal, que no quiso cumplir la orden de fusilarlo y antes bien, lo ocultó en su dormitorio según cuenta en sus memorias. Se dirigió luego al Ecuador, pero en la travesía hizo variar el rumbo del barco y desembarcó otra vez para conspirar. Más tarde, al iniciar su gobierno, Salaverry persiguió de muerte a Vidal. Cuando apenas faltaban pocos meses para que concluyese la administración de Gamarra, en todo el departamento de Lima florecían las partidas de montoneros que habían tomado el nombre de Riva-Agüero.

LA DEFENSA DEL ORDEN POR LA VERDAD Y OTROS PERIÓDICOS OFICIALES. SUS DIFERENCIAS CON EL PENSAMIENTO DE BARTOLOMé HERRERA.- Frente a los principios liberales que eran los que habían triunfado en las constituyentes de 1822 y 1828, se irguió durante la primera administración de Gamarra, por primera vez, en forma desembozada y polémica en nuestro periodismo, la teoría del "gobierno fuerte" que había sido defendida en la tribuna de la Sociedad Patriótica por el clérigo Moreno al propiciar la fórmula monárquica entonces oficial; en el folleto por Monteagudo al hacer la reseña de su breve, autocrítica y odiada administración ministerial; en la literatura constitucionalista por los planes políticos de Bolívar y por los principales documentos que los secundaron: la "Epístola a Próspero" de José María de Pando, y la "Exposición" de Benito Laso. Ahora la teoría del gobierno fuerte se despoja de deslumbrantes perspectivas: no es la defensa de la monarquía ni de la Presidencia vitalicia. Exenta de ambiciosas utopías, vencida cuando quiso implantarlas después del primer y del último episodio de la campaña de la Independencia, se contenta con cohonestar los actos de un gobierno arbitrario. La defensa del gobierno fuerte hecha por los periódicos El Conciliador y La Verdad en Lima, El Atalaya del Cuzco, La Oliva de Ayacucho, principalmente, estuvo quizás inspirada y en parte redactada por José María de Pando, quien análogas ideas hubo de desarrollar más tarde en sus Pensamientos sobre moral y política. Dicha defensa presentó aquí un carácter anónimo y periodístico y se distinguió por las galanura y el casticismo de su estilo. Tuvo también un objetivo inmediato y circunscrito, no un carácter genérico o teorético; estuvo exenta de preocupaciones religiosas, clericales y providencialistas; careció además de espíritu de apostolado; no cuidó de infiltrarse en la enseñanza de la juventud. Por todo esto se diferencian Pando y su grupo de Bartolomé Herrera, quien después de haber sido acallado este debate por el ruido de las armas en los diez años siguientes, aparece sobre el féretro de Gamarra, en su sermón de la Catedral en 1824, impónese a la juventud de San Carlos, se exhibe desafiante en el sermón del 28 de julio de 1846, así como en la tribuna parlamentaria y en el periodismo católico. Filosófica, providencialista, apostólica, clerical, sistematizada en la cátedra y en el púlpito, la doctrina de Herrera se identifica, sin embargo, con la de Pando y sus amigos por el valor primordial que da

BARTOLOMé HERRERA (1808-1864)

El obispo arequipeño se convirtió en diputado por Lima en 1849. Sin embargo, su intervención en la política peruana se inició desde la década anterior. En 1839 se encargó de la dirección de la Biblioteca Nacional y desde el púlpito hizo llamados a la reforma del Estado, tras la muerte de Agustín Gamarra.

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vvvvvvANTONIO LA PEDRO vvvvvvvv TORRE (1801-1843)

566666666666 Abogado arequipeño que participó activamente en la política peruana. Fue el oficial primero de la Secretaría del Congreso de 1822. Luego, secretario de la legación peruana en Londres (1825-1827), ministro en distintos regímenes (1830, 1831, 1843), diputado por Condesuyos (1833) y miembro de la Corte Suprema (1836 y 1838).

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al orden, por la desconfianza ante la obra oratoria de los Congresos, por el afán de ampliar las funciones del Ejecutivo. Para los editores de El Conciliador y La Verdad, el clamor para que el Ejecutivo observara la Constitución era injusto porque se quería que solo el Ejecutivo se sometiese a ella, mientras los otros poderes y clases sociales se emancipaban. En cambio, la acción del Ejecutivo debe ser la más enérgica por ser la más permanente y la más amplia (N° 1 de La Verdad). Todo parte de su autoridad entre nosotros; pero a él se le exigen obligaciones mientras los demás sólo reclaman garantías cubriéndose así los sediciosos (N° 7). La Constitución de 1828, como todas las Constituciones liberales, habíase excedido en las restricciones. Tanto valdría poner en la silla presidencial un muñeco de madera como condenar a un hombre al áspero trabajo de gobernar una nación con tantos impedimentos. El honor de ser presidente se volvía horrenda carga ante los peligros y tormentos (N° 27 y siguientes). La autoridad solo se puede ejercer legalmente cuando se supone la equidad y la pureza en todos (N° 5). "Queremos que la autoridad tenga trabas cuando con ellas se puede obrar todo el bien para el cual ha sido erigida, pero jamás inmolaremos a teorías metafísicas, a escrúpulos pueriles ni a recelos fantásticos la independencia de la nación, la integridad de su territorio ni el decoro de su bandera" (N° 9). Para algunos, el liberalismo defínese como el prurito desenfrenado de atacar el poder en todo tiempo (N° 35). "Desde la caída de Napoleón, las teorías políticas han progresado extraordinariamente; pero el arte de gobernar ha perdido terreno. Las ideas populares fundadas en la justicia y en la naturaleza han traspasado sus límites naturales y justos y la acción administrativa se ha encontrado entorpecida por una especie de pudor que le impide chocar con la pasiones de moda" (N° 35). Siempre han amado los hombres la libertad. En el siglo XIX, los progresos de la razón han descubierto una doctrina que favorece altamente aquella predisposición: los hombres que no piensan o piensan mal, en lugar de someter aquel amor a la razón, han hecho que la domine, y así la libertad es, a sus ojos, el desenfreno de las pasiones y la facultad de hacer cada uno lo que quiera. De ahí una cáfila de errores: la inferioridad del Ejecutivo ante el Legislativo, las falsas nociones sobre la soberanía, el falso derecho de deponer a los que mandan. El orden es la primera necesidad de los pueblos; es preciso que haya orden a toda costa y cuando están en conflicto el orden y la liberad o la libertad cede o la nación perece (N° 42). Si en Inglaterra la consolidación del orden data solo de un siglo y medio, si en Francia no ha habido Gobierno que no se saliera de las leyes, como exigir en el Perú un ciego respeto a ellas cuando no hay educación, principio, hábitos de libertad (N° 1). Corolario de estas ideas era la de que la aristocracia no era una institución sino una necesidad. Históricamente se había basado en diferentes causas la aristocracia: ahora debía ser la aristocracia del saber (N° 23). La política, además, es una ciencia difícil aunque muchos se crean omnisapientes (N°37). En lo que atañe al Legislativo, las palabras de La Verdad eran crueles. La funesta doctrina de la omnipotencia parlamentaria es la gangrena de las naciones. Su prurito es sobreponerse al Gobierno como si el Gobierno fuera su igual y llevar el principio de la inviolabilidad al punto de degenerar en infalibilidad; pero el despotismo no está meramente en uno solo y de todos los géneros de despotismo, después del que ejerce el populacho, el peor es el que se arroga una asamblea compuesta de elementos tan discordantes como los que se reúnen en nuestros congresos (N° 59). Las legislaturas de aquella época se ocupaban en exceso de cuestiones par ticulares. La desorganización del tesoro, la miseria de la agricultura, el abandono del comercio, el atraso de la educación, le preocupaba menos inclusive al señor Vigil. Su función más impor tante, el llamado "poder de la bolsa" tampoco había sido cumplida, pues es el ministro de Hacienda presentó al Congreso de 1832, el estado en bosquejo de los ingresos y no hubo diputado que preguntase su inversión, manifestó el déficit y no fue buscado el arbitrio para llenarlo (N° 2).

La Verdad entró, además, en una extensa crítica, ar tículo por ar tículo, de la Constitución de 1828 (N° 27 y siguientes). Su primer defecto era el exceso de ar tículos por haber incluido materias reglamentarias que debieron ser objeto de leyes orgánicas; aunque otros ar tículos exigían esas leyes que no se habían dictado. Tenía además, defectos de redacción, galicismos, vaguedades, pleonasmos. En resumen, apar te de innumerables críticas de detalle, insistió en el exceso de restricciones al Ejecutivo y la inutilidad de las juntas depar tamentales, instrumentos fiscales por un lado y asambleas representativas por otro, a veces con papel de gobernantes, a veces meros cuerpos científicos. Habían sido tomadas de la Constitución española la cual las sacó del régimen imperial francés cuyo objeto en general y aquí en particular, había sido antitético al sentido que se les dio en el Perú, pues era multiplicar hasta lo sumo los agentes del poder. Aludió, igualmente al Consejo de Estado, organismo tomado de la organización monárquica aunque los mismos legisladores habían copiado el voto casi universal de la organización democrática pura y de la Constitución de los Estados Unidos habían derivado la configuración del Poder Ejecutivo sin considerar que el presidente de aquel país no es el único centro de Gobierno, como ocurre en el Perú, pues la acción gubernativa está allá distribuida en los Estados federales (N° 65). El origen legislativo y la facultades administrativas, fiscales, censoriales y consultivas del Consejo de Estado "reunión de hombres dedicados a contradecir", eran una monstruosidad. En cuanto a la política del momento, tenían desdén y burla ante la insignificancia y la procacidad de la oposición. No decían que el Gobierno era inatacable ni tampoco halagaban a Gamarra desmedidamente. Leyes poco premeditadas, inclusive la Constitución, el aislamiento del Ejecutivo, la condición misma de la sociedad peruana, habían impedido, según ellos, a aquel régimen hacer más de lo poco que habían hecho; pero comparándose con los anteriores y con otros de América mostrábanse satisfechos. Por lo demás, decían que había atendido a la primera obligación del Estado que era la conser vación de la sociedad". Se horrorizaban por lo que pasaría por el triunfo de los liberales con sus utopías y con sus rencores que tanto favorecían a la enfermedad americana de las revoluciones.

EL SIGNIFICADO DEL PRIMER GOBIERNO DE GAMARRA.- Las violencias de la lucha política llevaron al gobierno de Gamarra no solo a desterrar al vicepresidente La Fuente en 1831 sino también, a principios de 1833, a quien debía ocupar ese cargo en su reemplazo, el presidente del Senado Tellería. Entre los numerosos emigrados que entonces hubo, contose también el caudillo Riva-Agüero. Pero, a pesar de las incesantes sublevaciones y conjuras que surgieron en su contra, Gamarra pudo perdurar. Desde que llegó al poder, habíase hecho notar por sus numerosas propuestas de ascensos a generales y otros grados de alta jerarquía. Pronto creó una verdadera oligarquía militar. Por un hábil mecanismo, los jefes provinciales y de cuerpo quedaron con manos libres para actuar, a cambio de su sumisión al Gobierno; Gamarra pagaba además los ser vicios con favores en los sueldos, en los empleos y en los ascensos; y si los jefes vigilaban a los oficiales, los oficiales vigilaban a los jefes por lo cual abundaban el espionaje y la delación. Los dos grandes enemigos que Gamarra tuvo en su primera administración, fueron Santa Cruz y los liberales. Ello no implica olvidar su lucha contra La Fuente, Riva-Agüero y otros caudillos; pero la importancia adquirida por Santa Cruz como presidente de Bolivia y la influencia que los liberales llegaron a ejercer sobre la opinión pública, explican su mayor significación. Santa Cruz representaba una asechanza internacional que Gamarra quiso destruir antes de que tomara mayor volumen, si bien fue contenido por el Congreso. La demagogia interna no era menos peligrosa y acabó por vencer a Gamarra. Por eso, el primer período de este gobernante

RAMÓN CASTILLA (1797-1867)

Tarapaqueño de nacimiento y futuro presidente, tuvo una brillante carrera militar. En 1822 se incorporó a la causa independentista y participó en la batalla de Ayacucho con los Húsares de Junín. Durante la guerra con la Gran Colombia organizó una reserva de soldados desde Arequipa, ciudad donde descubrió la conspiración de Santa Cruz para desintegrar el Perú.

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ANDRéS REYES (1780-1856)

Fue ayudante de San Martín durante el Protectorado. En 1829, luego de ejercer la prefectura de la costa, fue elegido senador por Lima y llegó a ser presidente del Congreso. También asumió la Presidencia provisoria del país en dos ocasiones, por el alejamiento de La Fuente, primero, y por el de Gamarra, después.

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podría ser caracterizado como nacionalismo autoritario. Y si se estudia bien, aparece, de este modo, en una relación lógica con la segunda administración del mismo caudillo. Dos son los momentos autoritarios que cabe señalar hasta el primer gobierno de Gamarra: el monarquismo de San Mar tín y el Plan de Presidencia vitalicia de Bolívar. Frente a ellos se habían alzado nítidamente dos momentos liberales: el Congreso Constituyente de 1822 y el Congreso Constituyente de 1827-1828. Más que por razones doctrinarias, por circunstancias de política internacional, el régimen liberal creado en 1827-1828, se había derrumbado mediante la acción del militarismo, y había surgido en 1829 la Presidencia de Gamarra. Fue ella, así, el tercer momento autoritario. Los autoritarios (es decir los que pretendían, ante todo, la consolidación del orden, el robustecimiento del principio de autoridad y la paz que condujera al progreso), ya no se ilusionaron en 1829-1833 con vastas quimeras, como el monarquismo de 1821 o la Presidencia vitalicia de 1826. Se contentaron con un "gobierno fuer te", sin intentar siquiera modificar la Constitución liberal, pensando quizá que había que apoyar a Gamarra, no tanto por los cuantiosos bienes que estaba en condiciones de hacer al país, como por los desórdenes y peligros que evitaba.

LAS DIECISIETE CONSPIRACIONES CONTRA GAMARRA.- Se hizo público por varias personas durante el primer período de Gamarra que este afirmaba haber tenido que debelar durante cuatro años 14 conspiraciones y levantamientos. El señor Dante Herrera Alarcón, que ha estudiado con detalle esta época, cree que fueron 17. Ellas serían: 1) La conspiración santacrucina de Arequipa, que destruyeron en una acción preventiva los coroneles Amat y León y Estrada y el teniente coronel Ramón Castilla, el 9 de agosto de 1829. 2) La rebelión iniciada en el Cuzco por Gregorio Escobedo el 26 de agosto de 1830. 3) Las asechanzas de La Fuente, cortadas, según se dijo, por su deposición el 16 de abril de 1831. 4) El motín de la corbeta Libertad el 26 de junio de 1831. 5) El motín del bergantín Congreso el 26 de agosto de 1831. 6) La conspiración de Iguaín que dio lugar a la prisión de este, de Castilla y de otras personas el 1° de enero de 1832. 7) La sublevación del capitán Felipe Rossel el 18 de marzo de 1832. 8) La conspiración del general Cerdeña, descubrierta el 11 de noviembre de 1832 dando lugar a diversas prisiones. 9) La conspiración de noviembre de 1832 que dio lugar a la prisión del general Blas Cerdeña. 10) La rebelión que debió estallar el 14 de marzo de 1833. 11) La rebelión de Ayacucho iniciada el 24 de julio de 1833. 12) La rebelión de Salaverry en Chachapoyas el 13 de setiembre de 1833. 13) Una conspiración en Piura que encabezó el coronel Miguel Delgado y fue descubier ta el 16 de setiembre de 1833. 14) Una insurrección en Huacho iniciada con el asesinato del subprefecto Andrés Fajardo y otros gamarristas el 17 de setiembre de 1833. 15) La sublevación de Salaverry en Cajamarca el 26 de octubre de 1833. 16) Una conspiración rivagüerina descubierta en el Callao el 11 de noviembre de 1833. 17) Una sedición encabezada por Nestares en Chancay el 16 de noviembre del 1833 De estas agitaciones una tuvo lugar en 1829, una en 1830, tres pertenecen a 1831, cuatro a 1832 y ocho a 1833. Si se toma en cuenta que los motines de los buques de guerra Liber tad y Congreso no correspondieron a planes subversivos organizados sino se enlazaron a la falta de pago de las tripulaciones y que lo ocurrido en Arequipa en 1829 fue de fecha anterior a la proclamación de Gamarra como presidente provisorio, el número quedaría reducido a 14.

[ III ] EL PARLAMENTO Y LOS PRESIDENTES INTERINOS DURANTE EL PRIMER GOBIERNO DE GAMARRA.- Durante el gobierno de Gamarra de 1829 a 1833, a pesar de las agitaciones políticas, funcionó el Poder Legislativo en forma relativamente normal. El Congreso ordinario de 1829, primero de la vida republicana, actuó como ya se ha dicho, dividido en las Cámaras de Senadores y de Diputados. En 1830 debió reunirse el segundo Congreso ordinario; pero a pesar el decreto de convocatoria, no llegó a instalarse. Solo el 19 de abril de 1831 comenzó la nueva legislatura, en primer lugar, por declararse ordinaria, y funcionó hasta setiembre. El Congreso ordinario de 1832 estuvo en sesiones del 29 de julio hasta el 22 de diciembre. En 1833 se instaló la Convención Nacional de la que se ocupará el capítulo siguiente. Varias personas ocuparon el poder interinamente a lo largo del primer mandato presidencial de Gamarra. En primer lugar, estuvo el vicepresidente La Fuente cuando el Presidente se dirigió al Cuzco con el correspondiente permiso del Consejo de Estado, a raíz de la rebelión que estalló en ese lugar en agosto de 1830. Al ser depuesto La Fuente el 16 de abril de 1831, tres días antes de la instalación del Congreso, el 18, se encargó del mando supremo, como ya se ha visto, al presidente del Senado, don Andrés Reyes, como llamado por la ley. Nacido en Chancay en 1780, Reyes había sido uno de los primeros peruanos que tomó parte activa en la guerra de la Independencia. En la primera expedición de lord Cochrane contribuyó a la toma de Supe embarcándose a continuación en esa escuadra (abril de 1819). Figuró en las otras expediciones de Cochrane. San Martín lo envió en 1820 al norte de Lima, a organizar montoneras contra el ejército español. Tomó parte en las campañas de la Independencia y alcanzó el grado de coronel. En 1829 era senador por el departamento de Lima y ocupó el cargo de primer presidente del Senado del Perú. En la función de presidente interino estuvo hasta el regreso de Gamarra el 21 de diciembre de 1831. Hombre acaudalado, volvió después a la vida privada en su condición de terrateniente. Del 27 de setiembre al 1° de noviembre de 1832 Gamarra se separó del mando por causa de enfermedad y lo reemplazó el presidente del Senado Manuel Tellería. Nacido en 1789, era éste abogado y llegó a ocupar los cargos de vocal de la Corte Superior de Lima, consejero de Estado, diputado y senador. Gamarra lo creyó complicado en manejos conspirativos. Salió desterrado a Panamá el 16 de marzo de 1833. En Guayaquil publicó ese mismo año una exposición a los pueblos del Perú "sobre los escandalosos sucesos de su prisión y expatriación". Se volverá a hablar de Tellería a propósito de la Convención Nacional de 1833. Al estallar en julio de 1833 el motín de Ayacucho, se puso Gamarra en campaña el 30 de ese mes después de entregar la Presidencia de la República al vicepresidente del Senado don José Braulio del Camporrendondo. Reasumió el mando el 2 de noviembre.

25 12

fEBRERO vv vv 1832 [ ecUador vv ] ]

LAS ISLAS GALáPAGOS vvvvvvvv SOn AnExADAS AL TERRITORIO ECuATORIAnO, GRACIAS A unA ExPEDICIÓn AL MAnDO DEL COROnEL HORACIO HERnánDEz. EL 19 DEL MISMO MES SE EnTREGAROn TERREnOS A LOS PRIMEROS COLOnOS. LuEGO SE nOMBRÓ AL GEnERAL JOSé VILLAMIL COMO EL PRIMER GOBERnADOR DEL ARCHIPIéLAGO.

[ Iv ] PANDO Y SU TERTULIA.- La figura más importante entre los intelectuales autoritarios que acompañaron al primer gobierno de Gamarra fue la de José María de Pando. Después del fracaso del régimen "vitalicio", Pando ofreció al Congreso Constituyente sus servicios y se dedicó al periodismo. En la Crónica Política y Literaria de Lima intentó un tipo de periódico serio y culto y allí puede leerse una breve y magnífica semblanza de La Mar. Con el Mercurio Peruano (donde se halla una acertada semblanza de Vidaurre) inició un diario que puede considerarse como antecedente y precursor de lo que ha sido después en Lima El Comercio. En esta época editó Pando su "Manifiesto que presenta a la nación sobre su conducta pública" (6 de febrero de 1827), para justificarse y sostener que su candidato a la Presidencia vitalicia había sido Santa Cruz, aunque sin abjurar de su admiración al Libertador. Anteriormente, en 1826, había publicado otro manifiesto ("A sus ciudadanos, José María de Pando") que era una autobiografía.

[ capítulo 18 ] período 1

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SETIEMBRE vv 1832 vv [ perú [ vv ]

27 18

MAnuEL TELLERíA, vvvvv PRESIDEnTE DEL SEnADO, ASuME LA PRESIDEnCIA PROVISORIA DEL PERÚ POR DOS MESES. LA AuSEnCIA DEL PRESIDEnTE AGuSTín GAMARRA SE DEBIÓ A unA GRAVE EnfERMEDAD quE LO MAnTuVO POSTRADO En CAMA.

El escrito "Al público americano" en el suplemento N° 72 del Mercurio Peruano correspondiente al 26 de octubre de 1827 suministra otro testimonio de sus ideas en esta época. En el Mercurio Peruano Pando no esbozó una actitud de oposición explícita a La Mar y más bien condenó las conspiración de Huavique y de Vidaurre; pero ayudó mañosamente al ambiente en favor de Gamarra y de La Fuente, con citas y elogios constantes de ambos jefes. Por eso, no sorprende que cuando, después de celebrar la paz con Colombia, Gamarra fue a Lambayeque a arreglar la composición del ejército, llevara como secretario general a José María de Pando. También en 1829, Pando fue elegido diputado por Lima, presidió la mesa provisoria del Congreso y fue luego vicepresidente de la mesa permanente. Además, llegó a ser ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores y en 1830, ministro de Hacienda. En este último cargo escribió una memoria que es muy interesante para el estudio de la economía nacional en aquella época. Luego ocupó la administración de Correos y en 1831 obtuvo la elección como diputado por Lima. La influencia de Pando y de sus amigos pareció opacarse, sin embargo, con motivo de la deposición de La Fuente (16 de abril de 1831). Esta deposición parece que alejó a Pando de Gamarra por algún tiempo. Vidaurre, entonces liberal y enemigo personal de aquel, llegó a ser nombrado ministro. Pero el Gobierno descubrió la terrible conspiración por la que fue fusilado el capitán Rossel (29 de marzo e 1832); y, poco después de ocurrido este hecho, volvió Pando a ocupar la car tera de Relaciones Exteriores (1° de junio de 1832). En la legislatura de 1832, fue elegido presidente de la Cámara de Diputados. En 1833 regreso al ministerio. Pando había llegado a agrupar a su alrededor a un grupo de intelectuales y de políticos. Quien primero ha dado razón de él ha sido don Manuel Pardo, en el prólogo de las obras de su padre, Felipe Pardo y Aliaga, diciendo que tal partido aunque fue llamado conservador, propendía a la reforma, pero "a la reforma por el principio de autoridad". "Don José María de Pando, don Andrés Martínez, don Manuel Ignacio de Vivanco, don Pedro Antonio de La Torre, don J. J. Olmedo, don José Joaquín de Mora, don Manuel Urquijo, don José A. Rudolfo y varios otros formaron en esta tertulia el primer núcleo. Don Felipe Pardo y Aliaga, atraído a ese círculo por relaciones de familia, por las ideas europeas que en él dominaban y por el comercio literario que allí alternaba con las discusiones políticas, no tardó en profesar sobre la aplicación de las ciencias sociales al Perú, tendencias que se hallaban en conformidad con los principios que su educación escolar y doméstica le habían inculcado", agrega Manuel Pardo en el prólogo ya citado. Los intelectuales autoritarios de ese momento no solo actuaron en las tertulias y gabinetes y ocuparon ministerios, sino también redactaron periódicos. Entre estos se destaca, como ya se indicó antes, por su forma impecable, por su altitud doctrinaria y por su vigor polémico, La Verdad, editada en 1832. Así como el autoritarismo de la primera época tiene su expresión en la memoria redactada por Monteagudo en Guayaquil (que, por razones cronológicas, ha quedado fuera de los límites del presente libro); y así como el autoritarismo de la segunda época está representado por la Constitución vitalicia, por la "Epístola a Próspero" y la "Exposición" de Laso a sus electores de Puno, es en la colección de La Verdad donde hay que ir a buscar lo mejor del pensamiento del tercer momento autoritario. Sobre este periódico se ha tratado ya.

LA OBRA ADMINISTRATIVA DEL PRIMER GOBIERNO DE GAMARRA.- El propio Gamarra fue el primero en no hacerse ilusiones sobre la obra administrativa de su primer gobierno. "A Santa Cruz (mejor hubiera dicho "las sediciones") debe hacérsele responsable de los bienes que pudo esperar el país y no recibió de un gobierno sanamente dispuesto, pero cuya exclusiva tarea era la represión de los desorganizadores" exclama en su manifiesto de Costa Rica.

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período 1

[ capítulo 18 ]

Sin embargo, en el haber de la primera Presidencia de Gamarra hállanse: la inauguración de un muelle en el Callao; la ordenación de la Casa de Moneda con la dación del Reglamento de dicha Casa el 24 de abril de 1830; la aper tura del puer to de Cerro Azul; la ley que reglamentó la enajenación de las vinculaciones laicales, cumpliendo por lo preceptuado por las Constitución; el nombramiento de una comisión codificadora, que no funcionó; tentativas para la ordenación judicial y procesal; un nuevo orden en los tribunales del Consulado y de Minería; el establecimiento de la Dirección General de Aduanas; la erección del depar tamento de Amazonas; la aper tura del Colegio Militar. El Estado Mayor General del Ejército recibió una atención vigilante que más tarde fue olvidada. Especial interés merece el aspecto educacional de esta breve obra. Por decretos de 30 de enero de 1830, 24 de enero y 14 de mayo de 1832, fue reglamentado el Colegio Militar. Se intentó, sin que llegara a madurar en lo perdurable, la reorganización del Colegio de San Carlos y la fundación del "Ateneo del Perú" para incremento de la cultura.

ANDRéS MARTÍNEZ (1795-1856)

LA REFORMA MILITAR.- Hecha la paz con Colombia el gobierno de Gamarra presentó al

El abogado arequipeño Martínez tuvo fama de gran orador: en 1821 hizo un celebrado elogio al obispo Pedro José Chávez de la Rosa, en la Academia Lauretana de Ciencias y Artes, de la cual era socio fundador. Fue diputado por Arequipa en 1832, ministro de Hacienda (1833 y 1834) y prefecto de su ciudad natal (1834). Partió al exilio a la caída de Salaverry, de quien había sido secretario general (1836). A su vuelta fue nombrado vocal de la Corte Superior (1839) y senador, ambos cargos representando a Arequipa.

Congreso el proyecto llamado de reforma militar. Su objetivo era disminuir la fuerza armada y las cargas del Tesoro. La ley fue sancionada el 11 de diciembre de 1829 y promulgada al día siguiente. Debían ser reformados los jefes y oficiales que resultaran sin colocación. Entre ellos debían quedar incluidos, de preferencia, los capitulados en Ayacucho y el Callao alistados después en el ejército nacional, los que no hubiesen participado en una campaña y los que, habiendo ser vido en la guerra de la Independencia, no habían estado en una batalla. Ar tículos especiales se ocuparon de los distintos tipos de cantidades que se les abonaría. Los jefes y oficiales que hubieren hecho la campaña de Junín y Ayacucho eran irreformables, a menos que ellos mismos lo solicitaran. Ocurrió, sin embargo, que algunos de los más prestigiosos entre estos militares pidieron su reforma y que otros fueron inducidos de distintas maneras a tomar esa actitud por considerarlos el Gobierno como elementos hostiles o dudosos. Pronto el ejército quedó formado en su plana mayor, en gran parte, por capitulados y extranjeros, es decir precisamente por elementos que debían resultar sin colocación o pospuestos. El grito "No más extranjeros, no más" vino a ser contradicho; pero Gamarra aseguró la fidelidad del ejército. Por ley de 21 de diciembre de 1832 promulgada el 14 de enero de 1833 fue suspendida la Ley de Reforma de 1829. En 1830 dio el Gobierno un reglamento para el montepío militar.

EL FUNCIONAMIENTO DEL COLEGIO MILITAR Y LA DESAPARICIÓN DE LA ESCUELA CENTRAL DE MARINA. LA DESPREOCUPACIÓN DEL GOBIERNO DE GAMARRA POR EL PODER NAVAL.- El decreto el 30 de enero de 1830 erigió el Colegio Militar, cuyo director fue el coronel Manuel Ignacio de Vivanco. Saludable medida cuyos efectos fueron fugaces, pues el plantel se cerró al caer el régimen gamarrista en enero de 1834. Acerca de este ensayo trata, así como acerca de los otros intentos análogos, el capítulo sobre la fundación de la Escuela Militar de Chorrillos durante la administración de Piérola. Después de la Academia Náutica creada en 1657, la primera escuela central náutica del Perú quedó establecida por real orden de 1791 en Lima el año de 1794. El director de ella fue, al principio, el capitán de Fragata y del puerto del Callao Agustín Mendoza y Arguedas y tuvo dos profesores o maestros, uno de ellos, el más notable, Andrés Baleato a quien el Perú y la mayor parte de América española debieron las primeras semillas de las modernas ciencias náuticas. Siguió funcionando la escuela durante la Independencia, bajo la dirección del primer comandante de pilotos y director general de la armada. Destinada primero solo a la enseñanza de pilotos mercantes, lo fue luego a la de guardias marinas y oficiales de la armada y quedó así

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setiembre 1825 [ perú ]

18

LA LEY APROBADA Y San Martín creó PROMuLGADA EL la priMera 21 DE nOVIEMBRE bandera en el DEpuerto 1832 ORDEnÓ de piSco, LA ERECCIÓn poco deSpuéS de llegar al perú. la DE un hizo oficial el 21 de DEPARTAMEnTO octubre de 1821, COMPuESTO DE Mediante un LAS TRES decreto en elDEL que PROVInCIAS taMbién diSponía DE LA LIBERTAD que éSta debía Ser SITuADAS En LA de Seda o lienzo y OTRA BAnDA DEL Medir 8 pieS de RíO MARAñÓn. largo por 6 de ERAn ELLAS LAS ancho. DE CHACHAPOYAS, PATAz Y MAYnAS.

convertida en Escuela Central de Marina. El decreto de 14 de mayo de 1832 refrendado por el ministro Pedro Bermúdez la incorporó al Colegio Militar y siguió su suerte. Fuertemente militarista, el régimen de Gamarra no tuvo preocupación naval, el sentido de la frontera del mar.

LA LEY SOBRE LA CONTRIBUCIÓN QUE GRAVABA LAS PASTAS DE PLATA Y ORO.Desde la época del Virreinato existían el quinto real sobre las pastas, luego llamado "derechos de cobros y diezmos a las pastas de plata" y el impuesto del 3% a las de oro. El Congreso abolió ambos derechos para alentar la explotación de las minas, por ley promulgada con fecha 15 de diciembre de 1829; y agregó que el Gobierno daría cumplimiento a esta ley cuando y como lo estimará conveniente para reparar la deficiencia de las rentas públicas. El ministro de Hacienda don José de Larrea y Loredo no era partidario de los principios que habían guiado al Parlamento. Fue entonces que don Santiago Távara publicó el folleto "Buscapique a la piña u obser vaciones sobre la ventaja de la libre circulación de las pastas de oro y plata" (Lima, 1830). Allí quiso probar según sus propias palabras "que siendo los metales preciosos, en concepto de los partidarios del sistema restrictivo, la única o principal riqueza, era absurdo gravarlos con gabelas insoportables que incapacitaban al minero de trabajar las minas con ventajas; que era igualmente absurdo continuar con la prohibición de extraerla que impedía que pudiera comprarla el extranjero porque no era permitido explotarla". El señor Larrea (caso raro en los hombres de Gobierno) se convenció de las razones del folleto y por un decreto declaró en vigor en toda a la República la ley mencionada; no imponiendo de inmediato otro gravamen fuera de los acostumbrados de minería y amonedación, a las pastas de oro y plata que ingresaren en las casas de moneda, que el 5% de extracción al extranjero (26 de febrero de 1830). Aumentó entonces la producción de pastas en toda la República, pero no todavía en aquel grado que exigían las necesidades del giro interno y las exigencias del tráfico exterior, según puntualizó en su memoria de Hacienda el mismo año 1830 el ministro José María de Pando.

LA REFORMA DEL PODER JUDICIAL.- La Constitución de 1828 declaró la propiedad de los empleos judiciales y determinó el modo de proveer las plazas sobre la base de la representación departamental. Las juntas departamentales debían formar ternas en el caso de las cortes superiores y listas dobles de tres elegibles para la terna que correspondía hacer al Senado cuando se trataba de los vocales de la Corte Suprema. El nombramiento correspondía al presidente de la República, a propuesta de este cuerpo legislativo. El Congreso y el Poder Ejecutivo procedieron ese mismo año como si tales dispositivos fueran para el futuro y otorgaron la jubilación y otros derechos a varios miembros del Poder Judicial. Sin embargo, la ley aprobada el 14 y promulgada el 20 de junio de 1828, mandó que se procediera a elegir a los vocales conforme a la Constitución; la Corte Suprema reclamó y a su protesta se sumaron otros elementos pidiendo que las elecciones se hicieran tan solo para los puestos vacantes. Las juntas departamentales prepararon, sin embargo, las ternas. A partir de 1829 (año en que se fijó, además el número de vocales de las cortes superiores por ley de 15 de setiembre) surgió en el Senado la tendencia a desestimar las reclamaciones por el interés que hasta seis miembros de dicho cuerpo tenían en ejercer las más altas funciones judiciales, y por el odio a algunos colombianos tildados de bolivaristas. En 1831 llegó a ser aprobada en ambas Cámaras una ley, auspiciada por estos pretendientes, para el Ejecutivo procediera "a dar exacto y puntual cumplimiento a todas las leyes dictadas para la marcha constitucional de país". (Promulgada el 2 de agosto de 1831). Dicha ley, redactada en términos tan generales, solo tuvo su efecto en la renovación del Poder Judicial. De acuerdo con ella, e invocando, además, la ley del 14 de junio de 1828 antes

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 18 ]

mencionada, el presidente interino Andrés Reyes dio un decreto que declaró establecida la Corte Suprema sobre la base departamental que fijaba la Constitución y ordenó que el Ejecutivo nombrara sus vocales de la lista de elegibles presentada por el Senado (20 de agosto). En otro decreto de la misma fecha declaró establecidas constitucionalmente las cortes superiores de los departamentos de Lima, Cuzco, Arequipa y La libertad con análogo procedimiento electivo. El 13 de setiembre, en vista de una consulta de la Corte Superior de Lima, el Congreso aprobó una ley que fijó en cuatro los jueces de primera instancia de la capital y determinó que la junta departamental formase nuevas listas de elegibles. Los vocales de la Corte Suprema nombrados por decreto de 20 de agosto de 1831 fueron: por Lima, Manuel Lorenzo de Vidaurre; por La Libertad, Justo Figuerola; por Arequipa, Nicolás de Aranívar; por Ayacucho, Mariano Alejo Álvarez; por Puno, Felipe Corbalán; por el Cuzco, Diego Calvo; y por Junín, Evaristo Gómez Sánchez. Quedaron entonces vacantes los cargos de los vocales Felipe Santiago Estenós, José María Galdiano, Fernando López Aldana y Manuel Vicente Villarán, quienes se reunieron en sesión plenaria el 23 de agosto, al día siguiente de la transcripción de dicho decreto y dejaron constancia de su protesta contra lo que llamaron "atropello que se infería a la majestad del Poder Judicial" ya que ninguna ley tiene efecto retroactivo. Este asunto suscitó en periódicos, y folletos una intensa discusión.

CREACIÓN DEL DEPARTAMENTO DE AMAZONAS.- La ley aprobada y promulgada el 21 de noviembre de 1832 ordenó la erección de un departamento compuesto de las tres provincias de La Libertad situadas en la otra banda del río Marañón. Eran ellas las de Chachapoyas, Pataz y Maynas. Aquí fue decisiva la acción del diputado amazonense José Braulio de Campo-Redondo. Acerca de esta ley que revela la existencia de una "conciencia del oriente" en 1832, se tratará en el capítulo sobre la fisonomía del Perú hasta 1841. LA LEY DE PROCEDIMIENTO ESPECIAL.- La ley aprobada el 26 de marzo de 1831, promulgada al día siguiente, estableció un procedimiento especial y breve para que los jueces de primera instancia de la capital sustanciaran y resolviesen las causas por los delitos de hurto, robo y homicidio cometidos en la comprensión de su provincia. Las normas de dicha ley fueron aplicadas a los juicios de traición o de conspiración contra el orden público por resolución legislativa de la Convención Nacional fechada el 19 de abril de 1856, ensamblándolas con el decreto de 20 de junio de 1855 según se verá en el capítulo respectivo.

13 25

OCTuBRE setiembre 1825 1832 [ ee. UU. ]] perú

EL ESTADOunIDEnSE san martín creó la primera SAMuEL MORSE bandera en (1791-1872) InVEnTA el puerto EL TELéGRAfO de pisco, poco después de ELéCTRICO, llegar alquE APARATO perú. HIzO la POSIBLE hizo oficial LA el 21 COMunICACIÓn de octubre de 1821, EnTRE mediante PunTOS un MuY decreto en el que DISTAnTES. también CREÓ TAMBIén disponía EL que CÓDIGO éstaquE debía LLEVA ser de Su nOMBRE, seda o lienzo y medir REPRESEnTADO 8 pies dePOR largo SOnIDOS por CORTOS 6 de Y ancho. LARGOS quE SE TRADuCEn En PunTOS Y RAYAS EquIVALEnTES A LETRAS.

CONFLICTOS ENTRE EL GOBIERNO Y EL ALTO CLERO.- De este asunto se tratará en el capítulo sobre la Iglesia en la iniciación de la República.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

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[[ TOMO TOMO 2 ]4 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] ra­ción capítulo 19 ●18 I Un elo­gio des­co­no­ci­ ● Apo­teo­de sis 1848 de Or­● bIV e­gLa o­scons­ o ● IVpi­Las vo­cde es fe­bre­ro de 1849 ● I An­te­ce­den­tes de Cas­ti­la ● capítulo

y qlaue­ pri­ sióneny lades­ tie­ mán ●  La do de in­ Laci­Fuen­ e al ré­gIn­i­m ente­de rra rradeci­vlos ños tor­ mrro en­ tadedeSan Ro­ II Los den­ttes con gla­ rra Ga­ enmlaa­gue­ il pe­ ● El Congreso me­ m o­ r ia de Par­ d o y Alia­ g a en 1849 ● II El pro­ce­so ● ● to­to­ ralco­de 1833 1834.y La Pe­pa, co­me­dia de Se­gu­ra V de 1844-1845 ● Elelec­ pro­ lo de ma­yoLa de 1845 na­m rioo­cyrá­elti­cor­ i­nNie­ a­riotode● 1849. El de­ba­te ● Las Con­ ven­ ción la elec­ ción pre­agi­ si­ta­cio­ Ejem­ ac­traor­ ti­tuddi­de­ a dde la ges­ tión di­pNa­ lo­cmio­á­nti­al caycon­ tra él nesplarex­ ●  La pri­ po­ l í­ t i­ c o m e­ r a caí­ dala­cde sub­vcer­ pri­ ión de Iguaín lí­ti­sca­arro­llo de la gue­rra ci­vil ● Huay­ den­ ialsi­v●asLay laopi­ nsión Be­ni­to● III La­sLa o po­De­ u­ un mi­nis­tro por ●  El in­ten­to de ase­si­na­to de vo­ t o par­ l a­ m en­ t a­ r io in­ eltad Congreso deven­ 1845 del● El abra­zo de Ma­quin­hua­yo ● Apo­ so­tber­ renala en fa­cul­ de la Con­ ciónypa­elravia­jecho Elías ●  La ley de in­dem­ni­dad y am­nis­tía ●  Otros ● Los ata­ques mi­ n is­ t ro Men­ d i­ b u­ r u al sur en 1846 ● ele­gir pre­si­den­te pro­vi­so­rio La elec­ción teó­si­co re­gre­so de Or­be­go­so a Li­ma ● ●  as­pec­tos de la le­gis­la­tu­ra de 1849 V El res­ta­ble­ la po­ eco­ ó­msi­i­cdaen­ en 1847 de Or­ Elías de be­gcon­ o­sotray su sig­lní­ti­i­fci­caa­d o ●nPre­ Pro­pyues­tci­asmde ma­la rravi­adaNie­ tola­so­ breta­ria ●  El Con­se­jo ien­tGa­ o de par­ men­ el in­de ten­ en­Es­ ta­tra­ o gol­ par­pla­emde iodocon­tfe­rade­elra­ción. Ac­ ● cia Or­tobe­de go­sun o ● vo­ IIItEl t i­ t ud de Lu­ n a Pi­ z a­ r ro ● pí­ri­tu de mo­der­ni­za­ción en la mi­nis­tro Paz-Sol­dán● ● La de­rro­ta del Gobierno en de Es­ta­do El es­ ● mi­li­ta­ris­ta en Li­ma La pri­me­ra lu­cha de Do­ña Fran­ cis­ca Ga­ ●  ma­rra Via­je y úl­ti­mos ● las elec­cio­nes pa­ra el Con­se­jo de Es­ta­do en 1847 po­lí­ti­ca La ener­gía de Cas­ti­lla Jo­sé Gre­go­rio la mul­ t i­ t ud con­ t ra el ejér­ c i­ t o y su vic­ t o­ r ia años de Pan­ d o. Paz Sol­ d án y Cas­ti­lla ●  La or­ga­ni­za­ción de los ● La ley elec­to­ral de 1847 y el vo­to de los in­dí­ge­ mi­ n is­ t e­ r ios y la ac­ti­vi­dad ad­mi­nis­tra­ti­va ● El sen­ nas y mes­ti­zos ● El con­flic­to en­tre el Po­der Eje­cu­ ti­ d o del pri­ m er go­bier­no de Cas­ti­lla. ti­vo y el con­se­jo de es­ta­do por la con­vo­ca­to­ria al Congreso ex­traor­di­na­rio de 1848 ● El in­ten­to de un nue­vo Congreso ex­traor­di­na­rio en se­tiem­bre

LA REACCIÓN EL RELATIVO POPULARAPACIGUAMIENTO Y DEMOCRÁTICA DE DICIEMBRE DE NACIONAL 1833 A MAYO (1845-1851) DE 1834

19 18 [ ]

CAPÍTULO CAPÍTULO

u

[I]

N ELOGIO DESCONOCIDO DE LA FUENTE AL RéGIMEN DE GAMARRA.- En el oficio del ministro Antonio Gutiérrez de la Fuente dirigido con fecha 23 de mayo de 1839 al encargado de negocios del Perú en el Ecuador, léense estas sorprendentes palabras: "Nuestra historia en la época del Gobierno constitucional de S.E. el actual Presidente (se refiere a Gamarra) demuestra lo contrario (que los peruanos son capaces de regirse libremente) y, a no haber sido las maniobras de Santa Cruz desde Bolivia y la guerra que dos clérigos (Luna Pizarro y Vigil), diputados a la Convención, hicieron a nuestra felicidad, no habría habido ni Orbegoso, ni venta del Perú, ni Gobierno protectoral".

[ II ]

EL PROCESO ELECTORAL DE 1833.- Después de la acusación intentada en 1832 en la Cámara de Diputados, Gamarra, que antes había llamado a veces a su lado a algunos liberales, acentuó su acercamiento al grupo ideológico autoritario. Llevó nuevamente al Ministerio de Gobierno a José María de Pando y designó para el de Hacienda al gran orador y jurista Andrés Martínez que se había opuesto a la acusación. Hasta entonces Martínez había sido tenido como liberal. Gamarra convocó a los colegios electorales con el objetivo de ir a la elección del presidente de la República; y tomó las providencias necesarias para la reunión de un Congreso extraordinario que debía proclamar al candidato electo. El nuevo período de gobierno tenía como fecha inaugural el 20 de diciembre de 1833. La Carta política de 1828 había dispuesto que en 1833 se reuniera una Convención Nacional para tratar de su reforma. Así pues, sin haberlo previsto los legisladores, la reunión de dicha asamblea vino a ser simultánea con la elección presidencial. El candidato gobiernista resultó ser, paradojalmente, el general Pedro Bermúdez, compañero de destierro de La Mar en Costa Rica. Bermúdez llegó a ser ascendido a general gracias a una maniobra de la oposición en la legislatura de 1832; pero, por medio del senador José Braulio del Camporredondo que era deudo de su esposa, se produjo su acercamiento al Gobierno que lo había deportado por segunda vez y llegó al Ministerio de Guerra. Así desdeñó ser caudillo de la oposición que lo hubiera encumbrado en 1833. Hubo voceros de ella que lo acusaron entonces de haber mandado matar a La Mar. Los candidatos liberales fueron el general Domingo Nieto, fuerte en la costa del sur y el general Luis José de Orbegoso con muchos partidarios en el norte. Otro candidato de oposición apareció: el gran mariscal José de la Riva-Agüero. Bermúdez tenía más fuerza en Junín de donde era oriundo y en la sierra del sur. Las elecciones presidenciales y parlamentarias llegaron a ser efectuadas en unas provincias y en otras no; allí donde tuvieron lugar se dividieron entre los diversos candidatos y aun en los colegios electorales mismos de las provincias que eligieron, la votación se dispersó. En Lima ganó Riva-Agüero y ocupó el segundo lugar Orbegoso. No hubo, pues, posibilidad de hacer efectiva la reunión del Congreso extraordinario de 1833 ni efectuáronse las elecciones presidenciales por todos los colegios electorales ese año, a pesar de los esfuerzos de Gamarra. Riva-Agüero se atribuyó el triunfo en una dimensión nacional.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 19 ]

El ambiente era de gran tensión. La prensa oposicionista atacaba con encono feroz al Gobierno, tanto en el nivel doctrinario como en el personalista. Abundaban los pasquines que manchaban la honra de los personajes dominantes, incluyendo a la esposa del Presidente. Montoneras eran armadas o estimuladas. Circulaban innumerables chismes y rumores. Se habían llevado a cabo, en contraste con el fracaso de la elección presidencial y de la del Congreso extraordinario, las elecciones para los miembros de la Convención Nacional prescrita por la Carta de 1828. Sus juntas preparatorias empezaron el 2 de julio de 1833. Al ser elegido Vigil primer presidente de ellas, resultó evidente que dominaban los liberales en la nueva asamblea. En ese mes de julio se produjo el horrible motín de Ayacucho ya mencionado en el capítulo anterior, y quedó a cargo del Poder Ejecutivo, por viaje del presidente Gamarra, el vicepresidente del Senado, José Braulio del Camporredondo.

PEDRO BERMÚDEZ bbbbbb bbbbbbb (1793-1852)

LA CONVENCIÓN NACIONAL Y LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL.- La Verdad, periódico doctrinario gobiernista, sostuvo la tesis de que la Convención no podía hacer otra cosa sino ocuparse de la reforma constitucional. Cuando la Junta Preparatoria pasó al Gobierno una nota para anunciar la elección de su mesa directiva, sin tener todavía quórum, el Ejecutivo le negó la facultad de constituirse y la de adoptar procedimientos oficiales. La Junta no contestó; pero se abstuvo de proceder hasta que se reunió el número de diputados convencionales en proporción mayoritaria. Al calificar algunas elecciones la Junta Preparatoria pidió que se enjuiciara a un subprefecto delincuente; el Gobierno contestó negándole autoridad. La instalación oficial de la Convención Nacional se efectuó el 12 de setiembre de 1833. El primer presidente de ella fue Francisco de Paula González Vigil. Mientras los días transcurrían y se acercaba el 19 de diciembre, último de la administración de Gamarra, la Convención aceptó la tesis gobiernista de que no tenía otra tarea sino la de reformar la Carta; y, aparte de reunirse para el despacho, la aprobación del presupuesto y la renovación mensual de la mesa, nombró una comisión con un individuo por cada departamento para preparar el respectivo proyecto. No se ocupó de otros asuntos. La comisión tuvo resultados infecundos. Las cosas cambiaron en octubre con la llegada de Luna Pizarro. Este, con un grupo de amigos, preparó un proyecto de Carta política que llegó a presentarse a la Convención y comenzó a ser discutido a partir del 9 de diciembre. Luna Pizarro ya habíase persuadido en aquella época de la necesidad de que el Perú y Bolivia formasen una confederación de tres Estados con Tacna como la capital y bajo la presidencia de Santa Cruz. El departamento de La Paz debía unirse al Estado del Centro. Al revisarse en el debate el artículo segundo del proyecto, viose que no figuraba allí el inciso existente en la Carta de 1828, que prohibía el pacto de unión o federación contrario a la independencia de la nación. Cuando algunos diputados objetaron la enmienda, Luna, que era entonces presidente de la Asamblea, dejó su sitial para defender desde la tribuna "el derecho de la nación para constituirse de la manera que quisiera y sin más condición que la de consultar, por medios genuinos, su verdadera libertad". Luna reunió a un grupo de amigos para exponerles el plan que este principio de Derecho político ocultaba; pero no halló ambiente favorable. El Gobierno ignoró estos hechos que hubiera podido denunciar en nombre del patriotismo y que fueron narrados más tarde por el diputado Santiago Távara en su Historia de los partidos; y fracasó en diversos planes para desorganizar o desprestigiar a la Convención. Ella no adoptó el acuerdo de elegir presidente de la República, lo cual hubiera sido denunciado por el Gobierno. Esperó que Gamarra procediese. Si Gamarra nada hacía y llegado el último día de su mandato legal lo prorrogaba, se salía de la constitucionalidad y era como si izara una bandera que convocaba a una sublevación nacional contra él. Sus suplentes eran dos. De ellos uno, el vicepresidente La Fuente, continuaba proscrito. El otro, el presidente del Senado, Manuel Tellería,

Luego de su bbbbbbb participación en las batallas de Junín y Ayacucho, el militar tarmeño ocupó altos cargos en el ejército peruano. Fue desterrado a Costa Rica junto con La Mar, pero regresó al Perú en 1832 gracias a la Ley de Repatriación. Se proclamó jefe supremo tras dar un golpe de Estado a Orbegoso en 1834.

[ CAPÍTULO 19 ] PERÍODO 1

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setiembre enero 1825 1833 perú ] ] [ I.[malvInas

3 18

San Martín creó Un grUpo de la ingleses priMera banderaen enlas el desembarca puerto de piSco, islas malvinas (o poco deSpuéS de Falkland) y obliga llegar al perú. la a retirarse a los hizo oficial el 21 de oFiciales octubre de 1821, argentinos Mediante establecidos enun el decretolUgar. en el que los taMbién diSponía británicos habían que éSta debía Ser abandonado las de Seda lienzo islas eno1774, peroy Medirno8 habían pieS de largo por 6a de renUnciado sU ancho. posesión. los argentinos, por sU parte, las habían declarado parte de sU territorio en 1816.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 19 ]

ha­bía­vuel­to­del­des­tie­rro­gra­cias­a­una­re­pre­sen­ta­ción­de­la­Con­ven­ción,­per­ma­ne­cien­do­en­su­ bar­co­en­el­Ca­llao­du­ran­te­12­días­ba­jo­el­pre­tex­to­del­cólera morbus­que­ra­sa­ba­en­las­An­ti­llas;­ya­ en­Li­ma,­se­de­di­có­a­ha­cer­vi­si­tas­a­los­di­pu­ta­dos­pa­ra­su­pli­car­les­no­lo­in­clu­ye­ran­den­tro­de­los­ can­di­da­tos.­En­el­ca­so­de­que­Ga­ma­rra­en­tre­ga­ra­el­po­der­al­vi­ce­pre­si­den­te­de­la­Re­pú­bli­ca­(a­pe­sar­ de­que­su­man­da­to­ter­mi­na­ba­al­mis­mo­tiem­po)­o­al­pre­si­den­te­del­Se­na­do­da­ba­una­vic­to­ria­a­sus­ ene­mi­gos.­Su­po­nien­do­que,­por­el­con­tra­rio,­lle­ga­ba­a­au­to­ri­zar­a­la­Con­ven­ción­pa­ra­ele­gir­­un­pre­ si­den­te­pro­vi­sio­nal,­ha­cía­el­jue­go­a­Lu­na­Pi­za­rro­y,­al­mis­mo­tiem­po,­que­da­ba­de­mo­do­pú­bli­co,­ es­pon­tá­neo­y­so­lem­nemente­ma­nia­ta­do­pa­ra­opo­ner­se­a­los­re­sul­ta­dos­de­esa­elec­ción. Un­día­an­tes­de­ce­sar­en­el­man­do­su­pre­mo,­Ga­ma­rra­en­vió­a­la­Con­ven­ción­un­ofi­cio­don­de­ ex­pu­so­que­no­con­ti­nua­ría­en­él­una­vez­ter­mi­na­do­su­pe­río­do­cons­ti­tu­cio­nal.­Lu­na­Pi­za­rro­y­ otros­di­pu­ta­dos­con­tu­vie­ron­a­Vi­gil­y­a­los­de­más­que­pre­ten­dían­re­dac­tar­una­res­pues­ta­ter­mi­ nan­te­a­fa­vor­del­pre­si­den­te­del­Se­na­do.­Así­lo­gra­ron­que,­le­jos­de­emi­tir­cual­quier­ex­pre­sión­ que­fue­se­ve­ja­to­ria­o­im­pru­den­te,­la­no­ta­se­li­mi­ta­ra­a­de­cir­que­la­Con­ven­ción­que­da­ba­en­te­ ra­da­y­no­se­ha­lla­ba­ra­zón­pa­ra­jus­ti­fi­car­la­con­ti­nua­ción­del­pre­si­den­te­de­la­Re­pú­bli­ca­en­el­ man­do.­Te­lle­ría,­de­acuer­do­con­sus­ges­tio­nes­ex­trao­fi­cia­les,­de­cla­ró­en­la­tri­bu­na­par­la­men­ta­ria­ que,­ha­bién­do­se­sus­ci­ta­do­du­das­so­bre­su­lla­ma­mien­to­a­la­je­fa­tu­ra­del­Es­ta­do,­en­nin­gún­even­ to­la­ad­mi­ti­ría.­Ga­ma­rra,­el­mis­mo­día­de­su­ce­se,­con­tes­tó­a­la­Con­ven­ción­que­lo­ex­pues­to­por­ es­ta­asam­blea­en­su­no­ta­era­lo­mis­mo­que­él­ha­bía­in­di­ca­do.­Agre­gó­que­la­Con­ven­ción­de­bía­ ele­gir­de­in­me­dia­to­a­quien­de­bía­su­ce­der­le­pro­vi­so­ria­men­te­y­adu­jo­que­si­no­hu­bie­se­con­si­ de­ra­do­que­te­nía­fa­cul­ta­des­pa­ra­ele­gir­le­su­ce­sor,­no­se­ha­bría­di­ri­gi­do­a­ella.­La­Con­ven­ción­ apro­bó­una­ley,­que­Ga­ma­rra­pro­mul­gó,­dis­po­nien­do­que­ella­ele­gi­ría­un­pre­si­den­te­pro­vi­so­rio­ de­la­Re­pú­bli­ca­"pa­ra­de­sem­pe­ñar­el­Po­der­Eje­cu­ti­vo­has­ta­la­elec­ción­del­pro­pie­ta­rio­con­arre­ glo­a­la­re­for­ma­cons­ti­tu­cio­nal".­Las­dis­tin­tas­fac­cio­nes­opo­si­to­ras­ha­bían­se­ya­uni­do;­y­los­par­ti­ da­rios­ de­ Ri­va­Agüe­ro­ y­ Nie­to,­ es­ta­ban­ dis­pues­tos­ a­ vo­tar­ por­ el­ ge­ne­ral­ Or­be­go­so,­ que­ era­ miem­bro­de­la­Con­ven­ción.­Mu­chos­di­pu­ta­dos­ha­bían­en­ga­ña­do­a­Ga­ma­rra.

LA OPINIÓN DE BENITO LASO SOBRE LA FACULTAD DE LA CONVENCIÓN PARA ELEGIR PRESIDENTE PROVISORIO.-­En­la­se­sión­de­la­Con­ven­ción­Na­cio­nal­efec­tua­da­el­28­de­ju­nio­ de­1834,­el­di­pu­ta­do­por­Huan­ca­né­Be­ni­to­La­so­di­jo­en­tre­otras­co­sas:­"La­Con­ven­ción­es­la­re­pre­ sen­ta­ción­na­cio­nal,­ella­mis­ma­se­ha­da­do­tal­ca­rác­ter­y­la­na­ción­en­te­ra­lo­ha­re­co­no­ci­do­y­res­pe­ ta­do­ sus­ re­so­lu­cio­nes­ to­das.­ Es­ta­ re­pre­sen­ta­ción­ na­cio­nal­ ha­ ejer­ci­do­ du­ran­te­ sus­ se­sio­nes­ dos­ cla­ses­de­fa­cul­ta­des,­unas­or­di­na­rias­y­otras­ex­traor­di­na­rias.­Las­pri­me­ras,­re­for­man­do­la­Cons­ti­tu­ ción­de­1828­y­dan­do­las­le­yes­ne­ce­sa­rias­pa­ra­po­ner­en­mar­cha­la­nue­va­Cons­ti­tu­ción.­Las­se­gun­ das­nom­bran­do­pre­si­den­te­pro­vi­so­rio­de­la­Re­pú­bli­ca­y­dán­do­le­des­pués­las­fa­cul­ta­des­ex­traor­di­ na­rias­con­el­fin­de­que­sal­va­ra­al­país­de­los­ho­rro­res­de­la­gue­rra­ci­vil.­Na­die,­en­efec­to,­des­co­no­ ce­rá­ni­la­di­ver­sa­na­tu­ra­le­za­de­es­tas­dos­cla­ses­de­fa­cul­ta­des,­ni­el­dis­tin­to­ori­gen­que­ha­au­to­ri­za­ do­ su­ ejer­ci­cio.­ Pa­ra­ las­ unas­ fue­ au­to­ri­za­da­ por­ la­ Cons­ti­tu­ción­ mis­ma­ del­ año­ 28­ y­ la­ ley­ del­ Con­gre­so­de­1832;­y­el­ejer­ci­cio­de­ellas­era­el­uso­or­di­na­rio­co­no­ci­do­e­in­dis­pu­ta­ble­an­te­el­con­ cep­to­y­res­pe­to­de­to­da­la­na­ción.­Pa­ra­las­otras­no­ha­bía­ley,­ni­cons­ti­tu­cio­nal­ni­se­cun­da­ria­que­ le­con­fi­rie­se­se­me­jan­te­au­to­ri­dad,­co­mo­que­no­se­se­ña­la­ra­ar­tí­cu­lo­al­gu­no­en­nues­tra­Car­ta­ni­en­ la­ley­de­su­con­vo­ca­ción­que­le­die­se­tal­po­der.­La­ne­ce­si­dad,­el­im­pe­rio­de­las­cir­cuns­tan­cias,­la­ sa­lud­ del­ pue­blo,­ he­ aquí­ las­ úni­cas­ fuen­tes­ de­ don­de­ sa­có­ por­ una­ jus­ta­ epi­que­ya­ ese­ po­der­ su­pre­mo.­El­Con­gre­so­cons­ti­tu­cio­nal,­úni­co­al­que­era­da­do­con­ce­der­fa­cul­ta­des­ex­traor­di­na­rias,­se­ ha­lla­ba­en­re­ce­so­y­era­im­po­si­ble­que­se­reu­nie­se­con­la­bre­ve­dad­y­opor­tu­ni­dad­que­exi­gían­los­ pe­li­gros­del­Es­ta­do;­y­co­mo­la­Con­ven­ción­era­la­úni­ca­re­pre­sen­ta­ción­na­cio­nal­le­gis­la­ti­va­exis­ten­ te,­el­úni­co­cuer­po­de­li­be­ran­te,­a­nom­bre­de­la­na­ción­en­te­ra­se­arro­gó­y­de­bió­arro­gar­se­esas­ fa­cul­ta­des­que­no­le­es­ta­ban­de­ta­lla­das.­Así­es­que,­en­vir­tud­de­la­mi­sión­cons­ti­tu­cio­nal­de­los­ re­pre­sen­tan­tes­en­la­Con­ven­ción,­nun­ca­han­po­di­do­ejer­cer­otros­ac­tos­que­los­que­la­Car­ta­les­

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TIEMPOS DIFÍCILES PARA LIMA. Hacia la década de 1830, la capital del Perú sufrió los embates de la guerra de la Independencia. Las revueltas caudillos y montoneros estaban a la orden día.uta Sincorem embargo, la HIT RE IM REM. Itassit autatibusencabezadas alibus senis por apidund ellesequas asi toresed ma nim que earitdel veles aut quassi belleza la faciis ciudadeturest, no fueea quebrantada, como podemos apreciarconecto en estos francés conserit, Leonce Angrand, ni ressitde laut quam fugiaetal conseque verum sinverae es grabados etur rerit del prestiscide de la primera mitad del XIX, que muestran cómo eran, en aquel entonces, la Plaza de Armas (2) y el lugar donde hoy consequis se ubica el Parque Universitario (1).

[ CAPÍTULO 19 ] PERÍODO 1

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18

setiembre 1825 [ perú ] CLASES A LAS

ALTAS GRATO SanERA Martín creó PORquE LO la priMera COnSIDERABAn bandera en el unO de DEpiSco, LOS puerto SuYOS. PLEBE poco LA deSpuéS de llegar perú.LA la LO VEíAalCOn hizo oficial el 21 de TRIPLE AuREOLA de 1821, DE LAoctubre OPOSICIÓn, Mediante un DE LA PROMESA Y decreto en el que DEL ATRACTIVO taMbién diSponía PERSOnAL. HASTA que éSta debía Ser LAS MuJERES SE de Seda o lienzo y InTERESABAn POR Medir 8 pieS de éL EnTRAnDO, ASí, largo por 6 de En ACTIVA LuCHA ancho. COnTRA LA ODIADA DOñA PAnCHA.

señaló; y si los han ejercido, ha sido solo en la observancia de la imperiosísima ley de la necesidad sola, pues, una ley más imperiosa que la Carta misma, fue la que autorizó a la Convención para nombrar presidente provisorio y darle facultades extraordinarias".

LA ELECCIÓN DE ORBEGOSO Y SU SIGNIFICADO.- El candidato gubernamental general Bermúdez, tenía en contra el recuerdo de su destierro con La Mar y de su flamante e injustificable amistad con Gamarra. Le faltaban, además, empresarios hábiles en la Convención. Con ella, como ministro, había entrado en un enojoso cambio de notas con motivo de unas denuncias contra unos montoneros acusados de conspirar junto con algunos diputados. Además, había desairado a un grupo de miembros de la asamblea que le solicitaron indulto para los motinistas de Ayacucho. Por otra parte, el régimen de Gamarra, y con él todos sus hombres, estaban ya muy gastados. La larga campaña en su contra en el periodismo y en el Parlamento daba abundantes frutos. El calificativo de "gamarrano" voceábase en esos días con odio y desdén. Lo único que la oposición necesitaba para triunfar era unificarse. Orbegoso consiguió para la Presidencia provisoria 47 votos, Bermúdez 36 y Nieto 1 (20 de diciembre de 1833). Al elegir a Orbegoso (en una Convención Nacional llamada por la Carta política de 1828 y por el respectivo decreto de convocatoria solo a "examinar y reformar, en todo o en parte, la Constitución") Luna Pizarro y su círculo, representantes durante toda esta época del espíritu civil frente al militarismo, no hacían sino continuar los planes que ya habían seguido al conferir la Presidencia a La Mar en 1822 y en 1827. Reconocían estos doctrinarios que el militarismo era demasiado fuerte y que no podía impedirse que a la Presidencia de la República llegaran los hombres de uniforme. Con su táctica de escoger para este cargo a los mariscales o generales menos peligrosos y de parapetarse en los Congresos, Luna Pizarro y sus amigos pretendieron resolver el problema. Se equivocaron. Los caudillos militares auténticos no quedaron coactados y apelaron al pronunciamiento. La Presidencia de La Mar había dado lugar al motín de Gamarra; ahora la Presidencia de Orbegoso iba a dar lugar primero al golpe de Estado de Bermúdez y después a la dictadura de Salaverry.

PRESIDENCIA DE ORBEGOSO.- Tenía don Luis José de Orbegoso, presidente del Perú desde el 21 de diciembre de 1833, elevada estatura y porte arrogante. Sus padres fueron el maestre de campo Justo de Orbegoso y doña Francisca de Moncada Galindo y Morales, condesa de Olmos. Había nacido el 25 de agosto de 1795, y fue bautizado en la iglesia viceparroquial de Chuquisongo. Al producirse la independencia era sargento mayor de la caballería cívica de Trujillo. La ayuda material y moral que, con otros personajes de Trujillo, prestó a San Martín fue invalorable. Tagle lo hizo coronel en 1822, grado que ratificó Riva-Agüero a cuyo lado estuvo en 1823. Proporcionó recursos y subsistencias al ejército patriota a comienzos de 1824 y fue nombrado intendente de Lambayeque y prefecto de Trujillo. Bolívar lo ascendió a general de brigada en abril de 1826. Poco después volvió a la prefectura de Trujillo en la que continuó a pesar del cambio de régimen en 1827. Elegido diputado al Congreso Constituyente de aquel año, estuvo en la comisión nombrada para felicitar a La Mar por su elección como presidente de la República y acompañarle en el viaje. Pronto dejó su curul como representante para volver a la prefectura de La Libertad. Participó en la campaña de Colombia y se distinguió en la batalla de Tarqui en compañía de Necochea en el mando de la caballería. Junto con Gamarra, firmó el convenio de Girón. Se retiró del ejército en octubre de 1829. El Congreso le dio el grado de general de división en 1832 aludiendo a su honroso comportamiento en el Portete. Elegido diputado a la Convención Nacional, al obtener la mayoría de los votos para la Presidencia provisional de la República pareció simbolizar la vuelta a la limpieza cívica de La Mar sin su beligerancia ante la frontera norte del país; y presentó, al mismo tiempo, algunas notas distintivas del caso

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 19 ]

a Riva-Agüero, aristócrata, acaudalado y revestido del poder con el apoyo de la opinión pública. Su popularidad fue clamorosa en esos días y por largo tiempo más. Satisfacía a unos por haber hecho caer a Gamarra y a su bando. Otros creían hallar en él la posibilidad de un gobernante legal y moderado. A las clases altas era grato porque lo consideraban uno de los suyos. La plebe lo veía con la triple aureola de la oposición, de la promesa y del atractivo personal. Hasta las mujeres se interesaban por él entrando, así, en activa lucha contra la odiada doña Pancha. Pero no solo de popularidad viven los gobernantes. Durante sus primeros días, en el palacio que fuera de los virreyes, Orbegoso se vio acompañado solo por unos cuantos amigos, notándose la ausencia de militares. "Parecía casa de donde estaba ausente el dueño", dice Távara. En la tesorería no había un peso y se debía a los empleados. La aduana hallábase empeñada y las contribuciones cobradas y gastadas. Faltaban fondos hasta para abonar el alumbrado de Palacio. "Los guardias, los edecanes, la escolta y hasta los centinelas de las puertas interiores y de la pieza en que yo dormía –cuenta Orbegoso en sus Memorias–, eran puestos por órdenes de Gamarra y de las personas de su total confianza". Cuando al ministro don José Villa le preguntaban cómo andaba el Gobierno, respondía: "Cada día que duramos es una victoria". El círculo de Orbegoso quiso que Gamarra marchara al sur a hacerse cargo de las tropas de la frontera boliviana ante la noticia de que los agentes de Santa Cruz intensificaban sus trabajos. Chismes, intrigas y recelos frustraron este designio, basado en la idea de que si Gamarra tenía planes ocultos era más peligroso en la capital, mientras que si se sublevaba en el sur producía la guerra civil, quedando Orbegoso en libertad para actuar. Gamarra, retenido en Lima, creyó que se trataba de asesinarle y lo mismo dijo Orbegoso. El plan orbegosino consistió finalmente en que el mismo Orbegoso se posesionase de la vecina fortaleza del Callao y allí dictara sus órdenes, a salvo de cualquier atentado. Si le obedecían las tropas de Lima, quedaba despejada la incógnita; y si le desobedecían, empezaba la guerra civil bajo favorables condiciones. Luna Pizarro buscaba aún el avenimiento y no aprobó estas medidas y hasta insinuó la conveniencia de una entrevista amistosa con Gamarra, pero se creyó que la edad y los destierros habían quebrantado sus energías. El plan se llevó a cabo. Orbegoso llamó, pues, al gobernador del Callao al Palacio de Gobierno y luego le invitó a pasear en su coche. Una vez allí, le obligó a acompañarle al Callao. Formaron las tropas, fue reconocido Orbegoso como presidente sin dificultad e hizo luego los cambios de jefes que creyó prudentes.

[ III ] EL GOLPE DE ESTADO MILITARISTA EN LIMA.- Cuando desde el Callao mandó Orbego-

EL GOLPE A bbbbbb bbbbbbb ORBEGOSO

El 3 de enero de 1834 se llevó a cabo en Lima el bbbbbbb golpe militar al gobierno del presidente Orbegoso. Tras el derrocamiento, la guarnición de la ciudad nombró jefe supremo del Perú al general Pedro Bermúdez. Normalmente activa, Lima permaneció particularmente calmada en estos días: se suprimieron el teatro y las corridas de toros, y cerraron las fresquerías. Aquí se aprecia una imagen de Lima como la vieron los artistas de la corbeta francesa La Bonite.

so la lista de nuevos nombramientos en el ejército, Gamarra y sus adeptos (que, para sublevarse hubiesen necesitado acaso algo en lo que pudo haber un acuerdo, o sea la negativa de los jefes provinciales para reconocer al nuevo mandatario) se encontraron ante la necesidad urgente de actuar. Les decidió también la noticia de que, en virtud de una alianza expresa o tácita entre ciertos elementos del orbegosismo y Santa Cruz, la intervención de este caudillo en el Perú era inminente. Así nació el golpe de Estado del 3 de enero de 1834, por el cual la guarnición de Lima proclamó jefe supremo provisional al general Pedro Bermúdez. El ejército en el Cuzco (con el prefecto Bufanda), en Puno (con San Román), en Ayacucho (con Frías) lo reconoció. Los ministros de Bermúdez fueron Pando, Andrés Martínez y el general Juan Salazar. El nuevo régimen empezó a dictar órdenes de proscripción a granel. Dos compañías de un batallón se posesionaron el día 4 de enero del local donde funcionaba la Convención, atacaron a la guardia cívica e hirieron al centinela Juan Ríos que les cerró el paso; el retrato de Ríos fue colocado durante muchos años en el salón del Congreso y en febrero de 1834 la Convención pidió su ascenso a alférez. En Lima no se tocó una sola campana desde ese día. No funcionó el teatro de comedias. Suspendiéronse las corridas de toros. Las fresquerías permanecieron cerradas. La

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

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MANUEL ASCENCIO vvvvvv vvvvvvvv SEGURA (1805-1871)

Comediógrafo 566666666666 y escritor, Segura se caracterizó por satirizar la política nacional. Editó los diarios La Bolsa (1841-1842), El Cometa (1841-1842) y El Moscón (1848-1851), entre otros. Fue diputado por Loreto (1860) pero sin participación brillante, razón por la cual volvió al teatro. Escribió la sátira El sargento Canuto y la comedia Ña Catita.

Corte Superior cumplimentó al flamante presidente a base de amenazas, para redactar en seguida una protesta. Por las noches iban al Callao hombres de todas clases y edades y hasta hubo mujeres que se fueron también. Con abundancia eran enviados al puerto víveres, caballos, armas y dinero. Las provincias vecinas a Lima se pronunciaron por Orbegoso. Gamarra se dirigió a Chancay a batir a Necochea, jefe orbegosista, objetivo que no consiguió, ya que Necochea pudo escapar. Entre tanto, en el ejército de Bermúdez, que nominalmente sitiaba al Callao, abundaron las deserciones, intensificadas al saberse el 24 de enero la noticia del pronunciamiento de Arequipa por Orbegoso. Una de ellas, la de la artillería decidió el plan de retirada. Si la artillería desertó del bando faccioso, la marina apoyó, entusiasta, la causa legal.

LA PRIMERA LUCHA DE LA MULTITUD CONTRA EL EJéRCITO Y SU VICTORIA.- En Lima se supo la noticia de la retirada el 28 de enero, a la vez que corría el rumor de que los barcos estaban empavesados en el Callao, como si festejasen una buena nueva. La excitación popular aumentó. Creyóse que, antes de retirarse, el ejército saquearía la capital. Un primer destacamento que pasó por las calles fue silbado. La plaza principal, mediada la tarde estaba llena de gente porque allí se hacía entonces el sorteo de la lotería. Los soldados desde el techo del Palacio rompieron el fuego. La multitud se retiró en desorden, para volver armada con piedras y unos cuantos fusiles. Surgió la refriega. Los techos, balcones y azoteas de las casas vecinas y las torres de San Francisco y Santo Domingo fueron usados para disparar sobre el Palacio y la Plaza. Al ocupar la Catedral, el pueblo empezó a tocar las campanas de las torres y sus repiques se mezclaban con el ruido de las descargas. Cuando llegó la noche, barriles de alquitrán iluminaban las esquinas. Grupos de paisanos recorrían otras calles con los brazos abiertos pidiendo armas. Hermanábanse en la lucha artesanos, magistrados, comerciantes, profesionales, extranjeros, niños. Las mujeres los alentaban por todas partes. Bermúdez optó por abandonar la capital para dirigirse a la sierra del centro. Al tomar esta decisión abandonó al ejército que había sitiado al Callao. Estas tropas entraron a Lima a las nueve de la noche. A la cabeza bizarramente, estaba doña Francisca Gamarra, vestida de hombre, con una capa azul y grana bordada en oro, disparando e incitando a sus oficiales y soldados a la lucha haciendo gala (dice Echenique en sus memorias) "de un valor superior a su sexo". Unido este ejército a la guardia de Palacio, emprendieron juntos el camino de la retirada con varias mulas de carga aunque dejaron no pocos fusiles y pertrechos, dos piezas de artillería y bastante dinero. Por vez primera, en la lucha callejera, el pueblo había derrotado al ejército. El Palacio, los ministerios, la casa de Gamarra y la de Vivanco que había sido nombrado prefecto de Lima, el Colegio Militar y varios establecimientos fueron saqueados. La literatura en verso y en prosa contra Gamarra, doña Pancha y sus principales colaboradores fue entonces muy abundante. Como muestra de ella cabe mencionar la comedia en tres actos El gran turco del Perú (Lima, 1834). APOTEOSIS DE ORBEGOSO.- A la una de la madrugada del 29 entró triunfante una partida de guerrilleros del Callao y a las ocho y media de la mañana, llegó Orbegoso en apoteosis. La apoteosis duró muchos días. Las mulatas lo detenían en la calle para abrazarlo. Cuando se presentaba en los teatros, en las corridas de toros y en los paseos públicos, las ovaciones venían a ser interminables. La saya orbegosina púsose de moda entre las mujeres. El ídolo no era reacio a exhibir su figura imponente; y las crónicas de la época lo pintan hasta visitando los conventos. La Convención reanudó sus labores en Lima el 13 de febrero, después de haber celebrado algunas sesiones en el Callao y, junto con inevitables discursos, premios y honores para este puerto, Orbegoso, sus ministros y sus colaboradores, dio al Presidente amplias facultades para concluir la guerra y declaró la nulidad de los actos del gobierno de hecho de Bermúdez. Orbegoso, por

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 18 ]

medio de empréstitos forzosos y reclutamientos, pudo organizar algunas fuerzas; pero, no considerándolas seguro o acaso con miras ulteriores, la Convención aprobó una ley que le autorizó para que pidiera la cooperación del Gobierno de Bolivia "con el único y exclusivo objeto de terminar la guerra civil" (18 de abril de 1834). Esta cooperación no llegó a producirse porque la guerra civil concluyó repentinamente. Para afrontarla, Orbegoso dejó el mando al supremo delegado don Manuel Salazar y Baquíjano (20 de marzo) y se puso en marcha al valle de Jauja. Así Salazar y Baquíjano reemplazó a Orbegoso después de haber reemplazado a La Mar.

DOMINGO NIETO bbbbbb bbbbbbb (1803-1844)

[ Iv |] LAS VOCES DE LOS PEQUEÑOS EN LA TORMENTA DE 1834. LA PEPA, COMEDIA DE SEGURA.- El análisis de la comedia La Pepa (cuyo texto escrito en 1833 o 1834 ha sido publicado en el Boletín del Instituto Riva-Agüero) evidencia que Manuel Ascencio Segura ingresó resueltamente en el campo de la política en esta obra. En la expresión de sentimientos populares acerca de la vida pública, se adelantó a lo que hizo más tarde, en 1855, en su festejada comedia El resignado. Las escenas de La Pepa transcurren en Arequipa. Felipe llega a esta ciudad. Se retira de la carrera militar, quiere volver a su pueblo y está enamorado de doña Josefa, la Pepa. Pero el padre de esta, don Agustín, la quiere casar con don Pedro. Ambos son gamarristas, o sea pertenecen a esa furibunda secta que perturba del Estado la marcha legal y buena. Para ellos la opinión es un cuerno y no hay más ley que la fuerza la pública conveniencia es la única ley, amigo a la que debe el que gobierna sujetarse; lo demás es bueno para conversa,

Nacido en Ilo, bbbbbbb Moquegua, Nieto fue un brillante militar. Desde los inicios de la República, luchó en el ejército peruano. Participó en las batallas de Junín y Ayacucho, y luego en la guerra contra la Gran Colombia. En 1834 encabezó la oposición en el sur del país contra Bermúdez, lo que le valió un ascenso a general de División.

Se declaran enemigos "de la anarquía y la insolencia". Su apoyo decisivo está en el ejército. Don Agustín se halla en mala situación económica; y confía en obtener un cargo público gracias a don Pedro. Pero Josefa ama a Felipe. La ampara don Antonio, acaudalado hermano de don Agustín, enemigo de los militares y defensor de la participación civil en la obra de la Independencia. A Gamarra dedica don Antonio los epítetos más duros. Lo llama "tirano", "monstruo", "fiera", "ingrato", "criminal", "vil", "canalla". Él y sus partidarios son opresores inhumanos de los pueblos indefensos , ladrones de nuestra honra y del público sosiego. Militares… Después de unos lances equívocos en que Josefa y su criada en la oscuridad confunden a don Pedro con Felipe, se descubre que aquel está pretendiendo al mismo tiempo a otra mujer. Don

[ CAPÍTULO [ CAPÍTULO 18 ] 19PERÍODO ] TEMA 1I

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Arequipa contra Reflexiones sobre el San primer Román Congreso Panamericanista Los difíciles Juan Miguel tiempos de la Bákula, notable lucha entre historiador la caudillos de y las diplomacia cambiantes peruana, reseña lealtades de los así su pueblos deljuicio Perú histórico sobre se ponen de el significado relieve endel un Congreso texto de de la Panamá de 1826 conocida escritora Flora Tristán.

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período 1

[ capítulo 19 ]

LE

a ciu­dad de Are­qui­pa se al­zó a fa­nvor del den­ be­ o, cuan­ to apre­ lossi­ob­ je­ti­evosOr­ ge­ nge­ro­ a­sles te­ nien­ dogre­por dnera­mal ge­nin­e­nre­ al del Con­ so de lí­ Pa­ á, creo Do­min­ 2 de dep1834, ce­gsoa­rNie­ io in­to. sis­tEl ir en queabril sus pro­ ó­si­tos es­tleesde­ ió ba­ sei­li­dcon­ trano lasfue­ tro­rp del rea­ y bsus po­tir­ si­b a­des onasmás ge­nde e­ralin­tSan mán, ten­ a allá en­tarRo­ una coa­li­quien ción de­in­ fen­ si­vtaa­b en ocu­ la dciu­ ad.ti­Por ma­ yporargra­ o, ddes­ na­daen­ aton­ res­cges uar­re­ dsari­día la ende­Are­ pcaia.laHas­ pos­ rior­ mcen­ e fa­ mo­ a in­ pen­qdui­ en­ tate­ en­ ton­ es,tlos mo­ dse­ es­cen ri­to­ ra fe­ i­nis­ cope­ nsaa­dFlo­ ra los uso enmEu­ ro­tpaafran­ no ha­ bíanrua­ pa­ o de Tris­tán, ha­tende­ a­d o ­tos, un sa­ bro­ o ese ti­poquien de en ­dij­m ien siem ­psre totu­de e­sai­vuna os fi­cam­ ioscon­ de re­lya­un­ su­ co­ ra­les,los di­ri­g i­dcos na­li­b dad del are­ qui­pde­oñocon mien­ hu­m pue­ ta or y re­ no­ va­db oslode acuer­ lastras cir­ cre­ la ba­ttan­ a­lclaias.es­(...) ta­ba aún in­de­ci­sa. To­ma­do cuns­ de: Pe­re­gri­na­cio­nes de una pa­ria, Li­ma: UNMSM-Cen­ trotu­rde Pe­nin­ rua­gnu­ a No pa­re­ce aven­ a­dolaafir­Mu­ marjerque Flo­rde a Tris­ án, p.p411. no los tEs­ ta­d2003, os com­ ro­me­ti­dos por sus ple­ni­po­ten­cia­rios es­ta­ba en con­di­cio­nes ni “Es­ tavo­no­ che u­vomirpa­ a nde te­ nía lun­ tad es­ detasu­ ta­rlaesmí obli­lle­ ga­ncio­ es ñsan­ ca­fir­rác­ terque de en es­tPa­ e pue­ yen­ else­re­ ul­tza­as. do El con­ mó na­mbálo – tie­npeo­un esspe­ cu­ suTa­ gus­ tam­ co se­ enllo la que in­fruc­letuo­ a es­ ple­iar: ra en cu­ to ypor lo ne­ ma­ exa­ ra­pce­ión ba­ a- las go­ra­ cvia­i­cllo­ io­snoesy lo­lagra­ ronge­su­ rar es ex­ a­rio. No g po­ las ne­tbraor­ u­lo­sdasi­nde la ima­ i­nda­ría de­cir cuán­ tas his­to­rias ma­ca­bras fue­ron re­fe­ri­das du­rro,an­ te fue, es­ttan a lar­ glo,a en ve­Pa­ la­d tdase Pe­ na, a­má,cuán­ don­ no só­ men­pac­ ti­ras ron dotoscon un los tosfue­ que­ da­rdi­ onchas, pos­pto­ ues­ al día aplo­ mote ydecon una queade­ no si­ guien­ ha­ber si­dodig­ sus­nci­ri­dtad, os: Más po­d jar de mi­ren ar. 1864 Los que cu­ te,ían lan­ ende­ 1847, en ad­ 1856, y enes­ al­g cha­otra ban fe­ pro­ ba­en ban, con su fría di­fe­lres en­ na cha, cir­ cuns­ tan­ ciasin­igua­ o cia, que muy po­cse o de los cuen­ os m ian­ tes, nie­ ron tlos aún máscreían apre­ reu­ que ra­de ban. ne­ go­les cia­dna­ o­rres las re­pú­bli­cas ame­ri­ca­nas, con­su­mie­ron in­con­ta­bles se­ma­nas o Pe­rso, ca­dyasus­ vez semúl­ re­cti­ me­ esde en re­ suspen­ de­tbe, a­tes, cri­bque ie­ron bíanins­ no­ ti­cmias a­dlos e­ras fal­ni sas ples tru­ en­tver­ os, dde cua­oles si­qde uie­lo ra que só­ ocu­ ría en o de loruno, fec­cba­ io­tna­ a­ldla, o ysea uno, lle­geló cam­ a serpper­ aban­ o­na­pbli­amla cuen­ te­ ner dcum­ ien­na­ to.rra­ Ención los de pri­m e­rostos cin­y la con­ er­sa­cde ión a.dSi a­ cuen­ tavaños vi­dcam­ a in­b de­ia­ pben­ ien­un te, sol­ no dfue po­si­ble uni­fi­car pun­tos de vis­ta. Tam­po­co acer­car­se a un con­sen­so en aque­llo que pu­die­ra ser un ele­men­to cru­cial; ni aún a

do he­ri­do se arras­tra­ba ha­cia el hos­pi­ talfi­ynirde­dón­ cía dque pe­ñ ha­bían de­ e es­los ta­bare­ an qoui­cuá­ lesoseran los ba­ptar­ per­ o la a­ltla se ele­ va­tbeaas­en­ se­tgoui­ in­ te­d re­i­sdes com­ i­dos. Es es­ pec­ el da en la tun o bur­ les­ o. bSe que se la ha sa­ man­ e­ ni­ dru­ o men la pe­ ncum­ ra, vo­m el m co­ el pa­ bri­ ci­o fe­si ra­exis­ ba tcon­ ra aso­ ar­dpu­ e,dor co­ ie­ra tun obde ra Nie­ y yse bón, im­ a­bda ex­ pli­cel ar la in­bcé­ a­cpila­cde i­dad detopro­ ec­texal­ ar latvi­ dig­ al fi­rbra­ San al co­ o, pre­ vo, io­las so de­ en mnún, ién­d o­seal di­si­glo­ mu­lrar sa­ Ro­nm San­ nos frai­ltes de pro­ to ve­ en­án. ciasLos re­cí­pbue­ ro­cas u ocul­ ar los pios Do­m vo­ in­g gdían lo en susmu­ tos erro­ res. Elore­sdi­ ul­rti­a­ o haal si­dcie­ o que, chos sin­es­ que esefe­pe­ ce­tros osca­pa­ ra se to de sos, ha pre­ ri­drorodis­de cu­rNie­ rir por fue­plá­ se cmuer­ tore­ydas se de po­una nían“his­ a tha­ her­ las i­das ve­ o­rciaerlau­ da­ mo­ sos pro­ ec­tde osRaúl pa­rPo­ a rras-la bri­ llan­ to­ ria” –ex­p re­syión o es­ cri­bte ir re­cpá­ ep­gci­ión que con­ ta­ al ilus­ las nas de una “his­ to­bran ia ro­ha­ sa­cder a” –iró­ ni­ca treli­fSan Ro­m de ya ho­que, ra des­ ca­ i­ca­ción deán. Jor­Un ge cuar­ Ba­sa­tdore-en pués, si otro sol­ da­cdias, o pa­ a­bape­ gri­ o: tan­ ñotan­ sedha las otras cir­cuns­ elsem­ ‘¡Vi­ ne­roalenNie­ to!de¡La vic­ to­rpaí­ ia ses ri­gvi­adoelenge­ uno otro tro di­ nues­ ¡San es­tnues­ á per­ i­do!‘, anues­ bus­tcra! ar un res­pRo­ on­sm a­bán le de tradma­ la­ en­tton­ ces tes ían,“ene­ los ven­ u­ra, per­los fi­lan­asis­ do telen­ sín­ dro­aplau­ me dedun bue­ pa­ dres o­tu­ea­ con mi­ gonos pre­d i­lec­ to”; opal­ es­m ti­m lan­bdan o los ejer­sus ci­ tos­ as pen­ ma­sna­os ex­ do: ¡el cioscde mien­ tocla­ pa­mraan­ con­ ver­‘¡Oh!, tir las his­ va­rliaien­ nre­ro­ ral! va­ to­ enteelge­ de­ te­ro¡Cuán­ de latoper­ sle­or! cu­c¡Cuán­ ión de to to! e­a­nra­ doco­sea e­ra­ un ta­ “te­lren­ ri­to­ rio¡Con­ ima­gdi­n io” moese re­sul­mi­ tasde la blepin­ dio, ese bloo­gde án!‘. pro­ ues­ ta de unzam­ so­ció­ o ar­San gen­tRo­ i­no.mPe­ ro, Mi tío [don Tris­ tán, quien la mo,Pío con­ clu­ sio­nes, tras por lo mis­ es­tas de ser ca­pti­as, tu­lnos a­ción Aya­ cu­ cho, fue­ rali­nom­ e­rían var a un aná­ sis de cier­ de­bde lle­ bra­d o spor drid, Pe­ las cau­ as deMa­ nues­ tso­cvi­ ió­rlrey o­go del ar­gen­ ti­rnú] o. te­m ver­ com­ pro­ mte­i­vti­adrea­ o por Pe­ ro,íapor losemis­ ra con­ flic­ li­dadaque­ in­ter­ llos ti­nya en­tse es anun­ char­ nes,dotan cio­ nim­ al,per­ cliaa­ta­ cuan­ se na­ que ri­dí­csu­ co­m re­cCon­ ia­bles, ro Pa en clau­ u­rlos an las se­osio­des­ nespdel gre­spe­ o de va­no em­plea­ba to­da su elo­cuen­cia en ha­cer­los ca­llar. Sus es­fuer­zos eran inú­ ti­les pues en la na­tu­ra­le­za de las gen­ tes de es­te país es­tá el abru­mar sin pie­dad y sin me­di­da al que cae, pa­ra ala­bar con exa­ge­ra­ción al que ha te­ni­ do éxi­to”.

Antonio censura a Felipe que se haya introducido a deshoras a perturbar el sosiego de una casa honrada; pero recibe amplias explicaciones, pues hubo una cita de Josefa para aclarar la situación. Además Felipe revela sus ideas opuestas al régimen imperante y su propósito de empuñar las armas si Gamarra pretende mantenerse en el poder después de que termine su período legal. Ante esta actitud se entusiasma don Antonio, lo acepta como novio de su sobrina y le promete regalarle dinero. La comedia termina con las siguientes palabras del personaje: …que bendiga el cielo esta unión y que ella dé para el engrandecimiento de la patria, ciudadanos como su padre, perfectos; que conozcan que el soldado es un apoyo del pueblo y no su azote. Que sepan que el deber de un verdadero militar, es sostener de sus hermanos los fueros; pues esta es su institución ¡no haya distinción! mostremos al mundo que en el Perú no existen los privilegios Este será el mejor modo de fijar en nuestro suelo la dicha y de que por siempre la dulce paz disfrutemos. La Pepa es una obra dramáticamente muy simple y sin mayor mérito literario. La pasión política ha hecho huir la sonrisa del escritor costumbrista. Vocero siempre de creencias populares, refleja el estado de ánimo público a fines de 1833 o comienzos de 1834, es decir escoge la leyenda negra antigamarrista. Al mismo tiempo, da cabida a sentimientos antimilitaristas, o civilistas que sirven para entroncar esta etapa de la historia republicana con la que emergió después en 1844, 1872 y 1895.

[v] EJEMPLAR ACTITUD DEMOCRÁTICA DE NIETO.- Nieto, que estaba en Arequipa, había sido invitado por Gamarra para que apoyase el golpe de Estado contra la Convención Nacional y contra Orbegoso. En su respuesta estampó estas tremendas palabras: "Me invita Ud. a apoyar el paso más escandaloso e infame que cubrirá de luto a la patria y de execración a sus autores, como si no hubiese dado ya prueba suficiente de mi amor por el orden de las leyes. ¿Cómo ha podido Ud. hacer tamaño insulto a mi honradez jamás desmentida? Ud. sabe que soy ciegamente adicto a la ley y a la prosperidad del Perú… como particular lo respetaré pero como general no pertenezco sino a la República. Yo sigo la causa de la ley y de la voluntad general". "Mire Ud. a esta pobre patria que ha sufrido tanto y que no es posible hacerla sufrir más por aspiraciones vergonzosas e indignas de militares que deben dar ejemplo de honor".

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setiembre 1825 [ perú ] [^ SEGuRA] VOCERO

SIEMPRE san martínDE creó CREEnCIAS la primera POPuLARES, bandera en el REfLEJA puerto de EL pisco, poco después de ESTADO DE ánIMO llegar al perú. la PÚBLICO A fInES hizo oficial DE 1833 O el 21 de octubre de DE 1821, COMIEnzOS mediante un 1834, ES DECIR decreto ESCOGEenLAel que también disponía LEYEnDA nEGRA que ésta debía ser AnTIGAMARRISTA. de seda o lienzo y AL MISMO TIEMPO, medir 8 pies de DA CABIDA A largo por 6 de SEnTIMIEnTOS ancho.

AnTIMILITARISTAS, O CIVILISTAS quE SIRVEn PARA EnTROnCAR ESTA ETAPA DE LA HISTORIA REPuBLICAnA COn LA quE EMERGIÓ DESPuéS En 1844, 1872 Y 1895.

DESARROLLO DE LA GUERRA CIVIL.- La guerra civil tuvo tres frentes. El frente sur se localizó en Arequipa, sublevada al mando de Nieto a favor de Orbegoso, al saberse el golpe de Esta-

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setiembre SETIEMBRE 1825 1833 perú ] [[ españa

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SanLA Martín TRAS MuERTEcreó DEL la priMera REY fERnAnDO VII, en ES el Subandera HIJA ISABEL puerto de piSco, PROCLAMADA REInA poco deSpuéS de DE ESPAñA A LOS llegar al DE perú. la TRES AñOS EDAD. hizoLAoficial el 21fuE de REGEnCIA octubre de A1821, EnCARGADA Su Mediante un MADRE, MARíA decreto en el que CRISTInA DE taMbién diSponía BORBÓn, HASTA 1840, que éStaTOMÓ debíaESTA Ser CuAnDO de SedaBALDOMERO o lienzo y TAREA Medir 8 pieS de fERnánDEz largo por 6 de ESPARTERO. A LOS 13 AñOS, En 1843,ancho. ISABEL fuE DECLARADA MAYOR DE EDAD Y PuDO fInALMEnTE ASuMIR EL TROnO.

do de Lima y amagada por las tropas gamarristas de las vecinas regiones de Cuzco y Puno cuyo jefe era Miguel San Román. Nieto pidió auxilio a Santa Cruz. Este no juzgó que el jefe de Arequipa tuviera suficiente autoridad; y repuso que la solicitud debía partir de Orbegoso y de las corporaciones de las ciudades peruanas del sur. A mediados de febrero llegó a Arequipa el agente santacrucino Elías Bedoya a discutir sobre estas condiciones. Valdivia, a quien Nieto encomendó su representación, contestó que ya Orbegoso tenía fuerzas considerables en el norte y que la ciudad de Arequipa había sido puesta en estado de poder combatir a San Román. El 2 de abril de 1834, los arequipeños entusiastas y mal armados, se enfrentaron a las tropas del militar puneño. El encuentro les fue favorable. San Román se retiró sobre las alturas de Cangallo y provocó una entrevista con Nieto. Según este, le ofreció reconocer a Orbegoso. Por ello se explica que se le enviarán 12 cargas de mulas de provisiones que harta falta le hacían. Los tratos no lograron buen resultado; y la lucha empezó de nuevo, ocupando San Román mejores posiciones en Cangallo. Allí fue atacado el 5 de abril. San Román se consideró derrotado, huyó y cuando se consideró seguro se dirigió a Bermúdez para comunicarle el desfavorable resultado del encuentro. El coronel español Bernardo Escudero, que formaba parte del mismo ejército, logró reunir a los dispersos y, animándolos, pudo caer sobre las huestes de Nieto y ponerlas en desorden. Nieto se dirigió a Arequipa y se retiró a Arica por mar, después de ordenar que Castilla marchara con la caballería a Moquegua y Tacna. En el frente del norte, Salaverry asociado al partido de Orbegoso, apresó en Trujillo a su antiguo perseguidor, Vidal.

HUAYLACUCHO.- En el frente del centro, al que se dirigió Orbegoso, tuvieron lugar las escenas decisivas de la guerra civil. Gamarra marchó al Cuzco para formar nuevos elementos de defensa. Bermúdez, con un pequeño ejército cuya gente era veterana y disciplinada, emprendió la retirada del valle de Jauja en dirección de Ayacucho para reunirse con Frías, prefecto de ese departamento. Grande era el efecto que el repudio popular causaba en dicho ejército, a lo cual se agregó el disgusto ante Bermúdez en quien se censuraba la apatía, el desacierto y el poco cuidado con la tropa, pues no satisfacía sus necesidades ni la alentaba de modo alguno; a todo lo cual se agregó la noticia, que unos pocos jefes tuvieron, de que pretendía solicitar la intervención de Santa Cruz. Frías y Echenique (cuenta este en sus memorias) se apalabraron para deponerlo después de la batalla con Orbegoso. Encontráronse ambos bandos en Huaylacucho, cerca de Huancavelica. Hubo movimientos tácticos, cargas de caballería y unos cuantos disparos. Frías cayó muerto por un lanzazo enemigo; pero las fuerzas de Orbegoso eran colecticias muy débiles y muy heterogéneas pese al número y la calidad de los jefes que las mandaban, entre los que se destacaban Riva-Agüero, Necochea, Miller, La Fuente, Cerdeña, Otero y Salaverry. Se retiraron vencidas (17 de abril). Sin embargo pudieron reagruparse ya que Bermúdez no las persiguió de inmediato. Al oficial a quien se le atribuía la muerte de Frías, una dama de Ayacucho se jactaba de haberle llamado a su casa para besarle las manos, según cuenta el viajero francés De Sartiges; a tal punto había llegado a ser odiado en esa ciudad. EL ABRAZO DE MAQUINHUAYO.- Orbegoso hizo alto en Jauja. Cuatro días después de la acción de Huaylacucho, Bermúdez marchó en su busca. "Tuvieron lugar en el camino actos impropios de Bermúdez con la fuerza que omito detallar, pero que acabaron de disgustar tanto a ella como a los jefes y oficiales (cuenta Echenique en sus memorias). Fastidiado yo hasta lo infinito con los últimos sucesos que recaían sobre mi mala voluntad de servir en aquella causa y demás circunstancias que me demostraban el ningún provecho que daría al país esa guerra aun en el caso de que triunfáramos, cosa probable por las condiciones del caudillo; persuadido de que con tal triunfo y aunque

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fuera decisivo y domináramos completamente no era posible obtener la estabilidad del país ni permanecer en paz pues nos haría guerra constante, guerra de todos modos, ese gran partido contrario a nosotros a cuyo favor estaba la mayoría de los pueblos; que de otro modo si éramos allí vencidos la guerra se dilataría y se haría interminable con los recursos que Gamarra se hubiera preparado en el sur cuyos pueblos le eran favorables; que, en fin, lo único favorable y provechoso para la República era hacer terminar esa guerra de un modo pacífico, pues ello conduciría a la unión de los partidos y la concordia, único modo de lograr su estabilidad, me decidí a verificar esto". Se puso así Echenique de acuerdo con numerosos jefes e intentó que Bermúdez celebrara un tratado con Orbegoso. Como se negara, hizo avisar al Presidente enemigo por medio de un jefe prisionero lo que iba a ocurrir con el fin de que no se retirase a Lima. En seguida, Bermúdez fue depuesto, y se les dieron las facilidades para que viajase junto con Pando y el periodista Andrés Garrido, redactor de La Oliva de Ayacucho. Las tropas que habían sido bermudistas encontraron a las de Orbegoso en orden de batalla, en el llano de Maquinhuayo, cerca del pueblo de ese nombre en la provincia de Jauja. Orbegoso mandó que ambas fuerzas formaran pabellones y que en seguida marchasen los soldados de unas y otras hasta ponerse frente a frente. Se dieron entonces un abrazo en testimonio de confraternidad y concordia en medio de un júbilo general (24 de abril). El decreto de 25 de agosto de 1834 ordenó levantar una columna en ese lugar con la siguiente enfática inscripción: "El amor a la patria unió aquí, en el mismo sitio y en la misma hora, a quienes se iban a batir; y convirtió en campo de amistad el que iba a serlo en sangre. Abril 24 de 1834". Se ha evocado, a veces, el abrazo de Maquinhuayo con burla y escarnio. El ejército pocos días antes vencedor resultó engrosando las fuerzas del vencido. En realidad, fue una jornada de carácter cívico. La fuerza impalpable de la opinión pública se impuso sobre la consigna militar; las consideraciones de carácter nacional doblegaron al espíritu de bandería o de facción. Si en otros episodios de las guerras civiles y republicanas primaron las tendencias a la anarquía o a la disgregación, aquí se alentó un sentido de solidaridad patriótica para ahorrar al país lágrimas y sangre en la esperanza de obtener una paz duradera.

APOTEÓSICO REGRESO DE ORBEGOSO A LIMA.- El 3 de mayo de 1834 regresó Orbegoso a Lima después de la jornada de Maquinhuayo. Él mismo ha narrado la manifestación apoteósica que tuvo. Artesanos y jornaleros le sacaron del coche y le llevaron en brazos al interior del Palacio de Gobierno.

FRANCISCA ZUBIAGA bbbbbb bbbbb DE GAMARRA bbbbbb (1803-1835)

bbbbbbb Conocida popularmente como “La Mariscala”, fue esposa de Agustín Gamarra. Luchó a su lado en varias batallas, como la de Bolivia, en 1828. Doña Pancha, apelativo que le daban sus más cercanos colaboradores, participó activamente en la política nacional. Tuvo que huir del país en 1834, tras el motín liderado por Orbegoso.

PROPUESTAS DE GAMARRA A NIETO SOBRE FEDERACIÓN. ACTITUD DE LUNA PIZARRO.- En la entrevista realizada en abril entre Nieto y San Román en Arequipa, estele había ofrecido unírsele con tal que se separase del gobierno de Orbegoso y fuera a la federación de los departamentos del sur. Este plan no fue aceptado. Sin embargo, al llegar a Tacna, en retirada de Arequipa, mandó Nieto al coronel Manuel de la Guarda y a su ayudante Vigil a Bolivia, con comunicaciones al ministro Pedro Antonio de la Torre para que pidiera el auxilio de Santa Cruz. Poco después se retiró a Arica, abandonando Tacna que fue ocupada por Gamarra. El 10 de mayo se presentó en Arica en nombre de este, el coronel Bernardo Escudero a hacer a Nieto propuestas de arreglo sobre la base de federación de los departamentos de Ayacucho, Cuzco, Puno y Arequipa, la designación de Nieto como jefe de ellos y la creación de tres Estados, Bolivia, Centro y Norte bajo la presidencia de Santa Cruz, que sería garante de cuanto fuera estipulado. Nieto nombró como comisionados al coronel Camilo Carrillo y Manuel Ros; pero ambos se negaron a aceptar las bases dadas por Escudero y presentaron otras que exigían la simple e incondicional rendición de las fuerzas de Gamarra al gobierno de Orbegoso. La misión de Escudero había, pues, fracasado. Gamarra abandonó Tacna el 16 de mayo y marchó con sus tropas sobre Moquegua.

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setiembre enero 1825 1834 perú ] [[ españa

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San Martínpor creó apoyado un lagrupo priMera de bandera en el colaboradores, puerto gamarra de piSco, agustín poco deSpuéSjefe de proclama llegarsupremo al perú. la al hizo general oficial elpedro 21 de octubre de 1821, bermÚdez. la Mediante un opinión pÚblica decreto el yque alzó suenvoz la taMbién diSponía corte superior que éStamanifestó debía Ser también desuSeda o lienzo protesta. luisy 8 pieS de joséMedir de orbegoso, largo porhasta 6 de presidente ese entonces,ancho. debió refugiarse junto con sus ministros en el callao.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 19 ]

Como ya se ha dicho antes, el pronunciamiento antigamarrista de Arequipa tuvo lugar el 18. En actitud análoga a la de San Román, huyó entonces a Puno y de allí pasó a Bolivia por el lago Titicaca en el buque Tomasito, primer barco que navegaba en esa zona y que llevaba bandera boliviana. En cuanto a la fórmula federalista planteada por Gamarra a Nieto, Luna Pizarro escribió a este en actitud faccional que es típica de la época (4 de junio de 1834): "La federación, que tal vez podría conducir a nuestra prosperidad, señaladamente las de esas provincias (las del sur) sabe Ud. que no puede ser conveniente desde que Gamarra la ha propuesto en los mismos términos en que podríamos nosotros haberla indicado. Esto importa deducciones que están al alcance de Ud. y una sería que el mismo Gamarra, cuya ambición nos ha puesto al borde del precipicio, continuase en el país trabajando por revolucionarlo".

DO­ÑA­FRAN­CIS­CA­GA­MA­RRA. El abrazo de Maquinhuayo fue imitado por las diversas guarniciones gamarristas que aún quedaban. Una asonada popular hizo huir a la esposa de Gamarra de Arequipa (18 de mayo 1834). Se escapó, según se cuenta, vestida de clérigo o de militar, después de saltar de una azotea a un patio y pudo embarcarse en un bergantín inglés, en compañía del coronel y escritor español Bernardo Escudero. Según escribió Clorinda Matto de Turner, Gamarra había reñido entonces con su esposa; pero en el saqueo hecho en Arequipa se encontró una carta de él, de 13 de mayo, dirigida a "Panchita, hija querida". El bergantín que a ambos fugitivos dio albergue los condujo al Callao. De ahí partió a Chile. Nace Francisca Zubiaga y Bernales en la aldea de Hurcaray, o Anchibamba, distrito de San Salvador de Oropesa, departamento del Cuzco, el 11 de setiembre de 1803, hija de un comerciante español de origen vizcaíno, y de una dama cuzqueña, buena sudamericana en la raza, como por el alma fue también buena hija de este continente de politiquería. Después de haber creído tener vocación monástica y de haber abandonado la vida conventual por su mala salud, se casa en 1825 con el prefecto del Cuzco, Gamarra, mestizo de cara desencajada y tenaz ambición. Como para estimular los propios sueños de grandeza, la recién casada es destinada para poner en las sienes de Bolívar una corona de oro, pero este hace que ella la lleve. "Antes de que olvide (dice una carta de Sucre al Libertador en setiembre de 1828), le diré que Gamarra es acérrimo enemigo de usted; procuré indagar los motivos, y por un conducto muy secreto, supe que sobre su aspiración a la Presidencia, añadía como pretexto, que habiéndole hecho tantos obsequios en el Cuzco, la enamoró la mujer; que esta misma se lo había dicho… Aunque doña Pancha es una buena pieza y que realmente ha hecho esta declaración, no sé la verdad". Y Sánchez de Velasco en sus Memorias para la historia de Bolivia, refiere que ella fue la directora de la expedición sobre ese país, en pleno invierno. Cuenta la tradición que comandó el destacamento que se apoderó del pueblecito de Paria y asistió a algunas de las conferencias de Gamarra con jefes bolivianos. Como las cantineras francesas, tuvo entonces el ejército peruano, al lado de los soldados, mujeres que eran sus camaradas, sus enfermeras, sus proveedoras, sus bestias de carga: las "rabonas". Aquella época presenta, además, otro tipo de mujer, la legendaria "tapada" de Lima. Doña Francisca fue la encarnación más alta de la rabona, vino a simbolizar la venganza de las rabonas contra las orgullosas tapadas limeñas. Gamarra depone en 1829 al presidente La Mar. Doña Francisca convertida en la "presidenta", en la "Mariscala", se instala en Lima. No fue ninguna primavera en el valle de Anta de sus recuerdos de infancia tan hermosa para ella como estos días en que tiene el Perú a sus pies y en que es su ministro el ceremonioso José María de Pando, que había sido ministro del rey de España Fernando VII. Pero si son vivas las luces de los candelabros en los saraos de la Mariscala, llega hasta ellos siempre un olor de cuartel. Tan valiosos resultan los trajes de ella, que había familias que vivían revendiéndolos cuando ya no los usaba; prodigalidad, dice su biógrafo San Juan, en la que tenían parte "las sugestiones de su orgullo de cuzqueña, en rivalidad con las beldades de Lima". El traje que más

le acomoda es, sin embargo, el traje de montar. Acostumbra la Mariscala rondar los cuarteles; y una vez en que sorprende un motín en un cuarto de guardias, lo debela con su simple presencia: "Cholos, ¿ustedes contra mí?". Cuando en 1830 se pone en escena en Lima la comedia de Juan Pérez de Montalván La Monja Alférez, el Gobierno impide su representación. En 1831, Gamarra deja en el poder al vicepresidente La Fuente; y se dirige al sur, porque amenaza una nueva guerra con Bolivia. La Mariscala con el prefecto de Lima, Eléspuru, se quedan vigilando a La Fuente. Este trata de no enviar refuerzos y de convocar un congreso que lo haga presidente definitivo. La Mariscala abre las cartas que traen los postillones de provincias, seduce a los oficiales de órdenes que portan mensajes; azuza a periodistas y espías; y, al fin, lanza a las calles una poblada que busca a La Fuente en su casa y lo hace huir por los techos para buscar luego refugio en un barco norteamericano anclado en el Callao. Música, colgaduras, cohetes, repiques y hasta misas celebran la jornada, la "campaña de las chimeneas" hecha velozmente por el bravo La Fuente, dicen los periódicos gamarristas. Férreamente dominan en los dos siguientes años (1832 y 1833) la Mariscala y Gamarra. El marino norteamericano Ruschenberger, que estuvo en el Perú entre 1832 y agosto de 1833, escribió acerca de ella lo siguiente: "La Presidenta, como es ella llamada, es más bien una mujer alta y atrayente, pero demasiado embonpoint para ser bella. Tiene una cabeza alta y desarrollada y un rostro inteligente. Sus maneras son masculinas y lejos de lo grácil. Sus actos son los de un hombre. Dispara la pistola con gran precisión en el tiro, maneja la espada con mucha agilidad y es un arriesgado e intrépido jinete. Su diversión mayor en las tertulias consiste en jugar ajedrez. Nunca baila. Nació en el Cuzco, hija de un general patriota y puede afirmarse que recibió su educación en el campamento. Tiene ahora alrededor de 30 años y dedica gran atención a la política; en verdad afirman que el general Gamarra debe a las aptitudes de ella haber retenido la Presidencia tanto tiempo como lo ha hecho". En vano se alza en el Parlamento la voz acusadora de Vigil. La época es un diálogo entre un sacerdote y una mujer: el sacerdote con corazón de niño, erudición de sabio y valentía de héroe y la mujer que prefiere vestir de hombre y blandir su látigo, ese látigo con el que azota, según De Sartiges, a un oficial que se jacta de haber recibido sus favores y con el que manda a los corchetes que apaleen al impresor de El Telégrafo de Lima porque el periódico osa burlarse de ella. En la política no se puede vivir indefinidamente con la exclusiva finalidad de durar. Llega, a fines de 1833, el momento de elegir nuevo presidente de la República; y la Convención Nacional escoge al candidato de oposición, Orbegoso. Gamarra hace el simulacro de entregarle el poder; pero encabeza un golpe de Estado con la guarnición de Lima y sitia el Callao en cuyos castillos se ha asilado Orbegoso. El 28 de enero de 1834 el pueblo de Lima se subleva contra la dictadura pretoriana. Al caer la noche sigue la lucha entre el pueblo y el ejército y barriles de alquitrán iluminan las esquinas. Las tropas que han estado en el asedio del Callao entran a Lima a sangre y fuego, al mando de la Mariscala; libertan a los sitiados de Palacio y se retiran a la sierra. Testigos presenciales declaran haberla visto pasar por las calles a caballo con una capa azul y grana de bordados de oro, disparando e incitando a los oficiales a no cejar. El viajero francés De Sartiges estaba en el Cuzco cuando Gamarra y doña Pancha llegaron a esa ciudad. Doña Pancha "no hablaba del levantamiento de Lima, sino con los labios apretados (cuento De Sartiges) y hacía alarde de dar muy pronto a las limeñas un baile del que se acordarían en mucho tiempo". Estaba en su casa una tarde el francés, cuando el galope de un caballo resonó en el patio. Era el mensajero de la victoria en Arequipa. "La señora de Gamarra dejó escapar un ¡Jesús! agudo como el grito de una tigresa y se lanzó al cuello del oficial cubierto de polvo y lodo". A Arequipa se dirigió; pero había llegado, inexorable, el ocaso. El populacho de aquella ciudad se sublevó y ella fugó. Se embarcó en Islay, vencida habiendo tenido que tirarse de una azotea al patio de una casa vecina, disfrazada de clérigo y presenciar el asalto y el saqueo de la casa que había dejado. Cuando doña Francisca pasó por el Callao, en junio de 1834, la conoció una escritora francesa, Flora Tristán, que ha hecho de ella un retrato inmortal en su libro Perégrinations d’une Parie. "Prisionera, dice,

ETIENNE GILBERT bbbbbb bbbbb DE SARTIGES bbbbbb (1809-1892)

Diplomático francés que bbbbbbb llegó a Perú en 1834. Ese mismo año empezó un recorrido por los Andes desde Arequipa a Lima. En 1835 tuvo una desagradable experiencia junto con el cónsul inglés: de paseo por las haciendas Villa y San Tadeo encontraron al bandolero León Escobar, quien los asaltó y tomó todas sus pertenencias, incluyendo la ropa. El hecho fue representado en un grabado de la época que vemos aquí. La visita de Sartiges a nuestro país quedó registrada en su libro Voyage dans les Républiques de l´Amérique du Sud, de 1851.

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setiembre JunIO 1825 1834 [ perú ] [ perú

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San Martín EnTRA creó En VIGEnCIAlaLApriMera quInTA bandera COnSTITuCIÓn en el PERuAnA, puertoAPROBADA de piSco, POR pocoELdeSpuéS COnGRESO de llegar COnSTITuYEnTE al perú. laY PROMuLGADA hizo oficial elPOR 21 de EL octubre PRESIDEnTE de 1821, LuIS JOSé DE Mediante ORBEGOSO. un decreto ESTE DOCuMEnTO en el que REPRODuJO taMbién diSponía En GRAn que MEDIDA éSta debía EL TExTO Ser de SedaDEo LA lienzo CARTAy Medir PROMuLGADA 8 pieS de largo por En 1828. 6 de ancho.

doña Pancha era todavía presidente. Lo espontáneo de su gesto manifestaba la conciencia que tenía de su superioridad. Como la cubierta estuviera llena de gente, doña Pancha hizo un ademán significando estar sola y, como por encanto quedó desierta la toldilla. Todo en ella anunciaba a una mujer excepcional. Tendría 34 o 36 años; era de mediana talla y fuertemente constituida, a pesar de haber sido muy delgada; su figura no era en verdad bella, pero, si se juzgaba por el efecto que producía en todo el mundo, sobrepasaba a la mejor belleza. Como Napoleón, el imperio de su belleza estaba en su mirada; cuánta fuerza, cuánto orgullo y penetración; con aquel ascendiente irresistible ella imponía el respeto, encadenaba las voluntades, cautivaba la admiración. Su voz tenía un sonido sordo, duro, imperativo; hablaba de manera brusca. En la entrevista estaba vestida con un vestido lujoso, bordado en seda blanca, con un chal de crespón de la china de color punzó, ricas medias de seda rosa y zapatos de raso blanco; pero, sentía la nostalgia del pantalón de gruesa tela, de la pesada capa y de las botas con espuelas de oro con que había recorrido el Perú". Tuvo dos ataques: "¿Me crees exilada para siempre? ¿Perdida? ¿Muerta, tal vez?", fue lo último que preguntó antes del segundo y más fuerte ataque. En realidad aunque escribió a todos los antiguos partidarios de su esposo y a Salaverry, estaba exilada, pérdida, muerta. En sus últimos momentos la atienden tan solo el oficial español Escudero; y, con cristiana caridad, con olvido de enconos, su viejo enemigo La Fuente, el de "la campaña de las chimeneas", de los agravios y de las burlas cuatro años antes. Más joven de lo que la supuso Flora, fallece a los 32 años, dentro de una pobreza espantosa en Valparaíso el 8 de mayo de 1835 auxiliada por los servicios religiosos. Dijeron sus enemigos que debió fallecer de la tristeza de no mandar; parece, en verdad, que su enfermedad mortal fue la tuberculosis. Como en previsión de este momento, la Mariscala había dicho textualmente a su amiga en la bahía del Callao: "He rogado, adulado, mentido; he empleado todo, no he retrocedido ante nada. ¡Ah, gloria, cuán caro cuestas! ¿Habrá mayor locura que sacrificar por alcanzarla la dicha de la existencia y la vida misma? La gloria es un relámpago, humo, nube, quimera de la fantasía. No es nada y, sin embargo, el día que yo pierda la esperanza de vivir envuelta en ese humo, ese día no habrá aire en mi pecho y moriré". Y así termina, con un patético acento de tragedia aunténtica, este episodio de la historia que parece novelada que habíase iniciado como exponente del sainete criollo, romántico y pintoresco pero bochornoso y deplorable. Después de más 130 años el nombre de esta mujer excepcional tiene todavía un redoblar de tambor y sigue convocando a los azares de la emoción. Amenaza la primacía que entre las mujeres del pasado peruano tuvieron la "Perricholi" y santa Rosa de Lima como símbolos de los dos extremos de su sexo, el pecado y la santidad, lo cortesano y lo divino. Amazona rediviva en los Andes, "monja alférez" reencarnada en la primera anarquía republicana, encarna no el amor a Dios ni a los hombres sino al poder. Por eso si inspiró pasiones, aun en el desfallecimiento de la voluptuosidad debió suscitar el sumiso brío con que el soldado iluso sigue a su capitán. "Había en esta mujer (escribió De Sartiges) disposiciones para dos generales. Debió ser, empero, terrible compañera para un esposo honorable". Víctima de ataques súbitos y fugaces, los médicos han discutido si la epilepsia o la histeria son la clave de su riesgo y desventura sin que ella pudiese ya alzar la mano para que su látigo acallara a la osadía como alguna vez ocurrió en la antecámara de Palacio cuando dio de chicotazos a un edecán indiscreto. La figura de Escudero parece que perdiera el colorido romántico que se le ha dado al saberse que luego se marchó con las joyas que dejara la Mariscala. Pero en su testamento ella se las había regalado "en pequeño signo de la gratitud en que le estoy" aunque no tenía otros bienes, por lo que pidió que la enterrasen "como pobre de solemnidad".

VIAJE Y ÚLTIMOS AÑOS DE PANDO.- La derrota de Bermúdez y de Gamarra fue decisiva para la vida de don José María de Pando. Unido desde antes a la suerte de Gamarra, Pando redactó con estilo castizo y resuelta actitud antiliberal, La Verdad en lucha con la oposición; secundó el golpe

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de enero de 1834; y acompañó a Bermúdez a la sierra. Eliminado Bermúdez, regresó Pando a España y se amparó en la ley de amnistía concedida por la reina gobernadora. Convirtiose así en símbolo de los intelectuales "emigrados", o sea de los que prefirieron Europa a América del Sur. La solicitud que hizo para ser admitido y lograr una pensión acorde con su dilatada carrera desde 1802 hasta 1823, halló diversos tropiezos, hasta que, durante el ministerio de Juan Álvarez Mendizábal, se le reconoció como ministro cesante con el sueldo de 40 mil reales. Sus enfermedades le obligaron en 1836 a retirarse a Chiclana donde recibió un oficio del nuevo ministro Calatrava (quien había sido enemigo suyo) anulando su clasificación, despojándole de sus honores y distinciones y hasta negándole el nombre y la calidad de español. Fue entonces cuando Pando tuvo frases apóstatas. Atribuyó a la terrible voluntad de Bolívar sus servicios a los insurgentes. "Pero abandonar a mi nación a quien debí educación, carrera, estimación… por una miserable agregación de hombres de todas castas, viciados, desenfrenados, oprimidos, divididos en bandos feroces, envueltos en perpetua anarquía. Y abandonarla, ¿con qué aliciente?". A fines de 1837, luego que salió Calatrava del gabinete, fue Pando repuesto en su clasificación y honores por el ministro don Eusebio de Bardavi y Azara. Vuelto a Madrid se agravaron sus padecimientos y falleció a fines de 1840, antes de cumplir 54 años de edad. Fue hombre sumamente inteligente; pero, como a tantos otros antes y después de él, la inteligencia como tal no lo hizo feliz. Pando publicó en Lima, sin firmarlo, un folleto cuyo título es "Reclamación de los vulnerados derechos de los hacendados de las provincias litorales del departamento de Lima"con la finalidad de probar que la clase terrateniente hallábase entonces en estado de pobreza y que la manumisión general de los negros, proyecto sublime en teoría, debió solo ejecutarse gradualmente. En 1837 dio a la estampa en Cádiz la obra Pensamiento y apuntes sobre moral y política, donde expresa su repudio a la democracia y su fe en la fórmula monárquica constitucional. Como obra póstuma aparecieron en Madrid en 1843 los Elementos de Derecho Internacional. En una nota preliminar se dijo que estos Elementos debían haberse dado a la prensa en 1838. Venía Pando de Valencia a Madrid por la diligencia; y entre la Jineta y la Roda fue asaltado por una cuadrilla de facciosos que se llevaron el carruaje al monte, la saquearon completamente y retuvieron a los pasajeros sujetándolos a un rescate de 20 mil reales por cabeza. Permitióse a uno de ellos ir a Madrid a obtenerlo; y este, cuando paseaba por el campo en que había sido detenida la diligencia, vio en el suelo una porción de papeles de letra de Pando, los recogió y los entregó en Madrid a su mujer. Encontrado así el manuscrito sin que Pando lo hiciera publicar entre 1838 y 1840, apareció como obra póstuma a cargo de un editor que aseguró haberlo dado a la imprenta sin permitirse la más mínima alteración en el texto. Estas raras circunstancias sirven para dar alguna explicación al hecho (por don Andrés Bello denunciado en 1845 en el periódico El Araucano de Santiago de Chile) de que entre los Elementos de Pando y la obra Principios del Derecho de gentes de Bello, dada a luz en Santiago en 1832, había muy sospechosas similitudes. "Casi pudiéramos dar a la publicación española (expresó Bello) el título de una nueva edición de la obra chilena, aunque con interesantes interpolaciones e instructivas notas. Don José María de Pando no ha tenido reparo en copiarla casi toda al pie de la letra o con ligeras modificaciones verbales que muchas veces consisten solo en intercalar un epíteto apasionado o en trasponer las palabras. Es verdad que hace al autor de los Principios el honor de citarle a menudo y de cuando en cuando en términos muy lisonjeros complaciéndose en confesar que le debe las mayores obligaciones". Pero el mejor elogio que le hace es el frecuente y fiel traslado de sus ideas y frases aun cuando se olvida de darle lugar entre sus numerosas referencias". Es posible que el manuscrito impreso en 1843 contuviera solo anotaciones no destinadas a la publicidad. Años más tarde, en 1864, en carta a don José Gregorio Paz Soldán, Bello expresó que en los Pensamientos y apuntes sobre moral y política había también una o dos páginas suyas.

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JuLIO setiembre 1825 1834 [ españa perú ]]

LA REInA san martín MARíA creó la primera CRISTInA DE BORBÓn, bandera InTERInA REGEnTE en el puertoLAdeMAYORíA HASTA pisco, poco DE EDAD después DE Su de HIJA llegar ISABEL II,alDECRETA perú. laLA hizo ABOLICIÓn oficial DELel 21 de TRIBunAL octubre DEde LA 1821, mediante InquISICIÓn. unDICHO decreto ORGAnISMO en el que también JuDICIAL-RELIGIOSO disponía que RIGIÓésta DESDE debía 1231ser En de ESPAñA, seda o DElienzo DOnDEy medir PASÓ A8TODAS pies de SuS largo COLOnIAS, porInCLuIDO 6 de ancho. EL VIRREInATO PERuAnO.

[ CAPÍTULO 19 ] PERÍODO 1

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[[ TOMO TOMO 2 ]4 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] ● Los● de­ ● I La Cons­ti­tu­ción de a­tes so­pbi­re ju­rde a­ fe­bre­ro de 1849 tos pú­bli­de cos1848 IV bLa cons­ ra­celión capítulo 20 18 ● I An­te­ce­den­tes de Cas­ti­la ● capítulo ● ● El ilu­so op­ti­mis­mo cons­ti­tu­cio­na­ do y so­ b re el obis­ p o de Are­ q ui­ p a y la pri­ s ión y des­ t ie­ r ro de San Ro­ mán ●  La 1834 II Los in­ci­den­tes con In­gla­te­rra en la gue­rra ci­vil ● El Congreso ● II La obra com­ple­men­ta­ Otros as­ p ec­ t os de la obra le­ g is­ l a­ t i­ v a y me­ m o­ r ia de Par­ d o y Alia­ g a en 1849 lis­ t a de 1834 de 1844-1845 ● El pro­to­co­lo de ma­yo de 1845 y ● 1849. El de­ba­te ad­nm ra­ti­raor­ va. La ta ydeelpu­ ca­crio iónde di­njun­ a­rio or­rdi­fi­n ria detión la Cons­ tu­á­ctión de 1834. la ges­ di­plo­ti­m i­ca con­ tra él ● La Lasres­ agi­ta­cio­ esi­nis­tex­ ●  elec­ La con­ v o­ c a­ t o­ r ia a c io­ n es po­ p u­ l a­ r es po­ l í­ t i­ c o La pri­ m e­ r a caí­ d a de un mi­nis­tro por pon­ s a­ b i­ l i­ d ad en el ejer­ c i­ c io de la fun­ sub­ver­si­vas y la pri­sión de Iguaín ● III La po­lí­ti­ca ●  El pre­ s i­ d en­ c ia­ l es, par­ l a­ m en­ t a­ r ias y mu­ n i­ c i­ vo­ t o par­ l a­ m en­ t a­ r io in­ t en­ t o de ase­si­na­to de ción pú­ b li­ c a y la acu­ s a­ c ión al pre­ s i­ d en­ t e in­ter­na en el Congreso de 1845 y el via­je del ● III ● Be­ ● Jui­cios de re­si­den­cia pa­ l es La n e­ f i­ c en­ c ia Pú­ b li­ c a de Elías La ley de in­ d em­ n i­ d ad y am­ nis­tía ●  Otros de la Re­ p ú­ b li­ c a mi­nis­tro Men­di­bu­ru al sur en 1846 ● Los ata­ques ● V El res­ta­ble­ ● La li­mi­ta­ción le­gal de los gas­ Li­ m a. as­ p ec­ t os de la le­ g is­ l a­ t u­ r a de 1849 en 1834 de Elías con­tra la po­lí­ti­ca eco­nó­mi­ca en 1847 y ●  el in­ten­to de un vo­to par­la­men­ta­rio con­tra el ci­mien­to de la vi­da par­la­men­ta­ria El Con­se­jo ● El es­pí­ri­tu de mo­der­ni­za­ción en la de Es­ t a­ d o mi­nis­tro Paz-Sol­dán ● La de­rro­ta del Gobierno en ●  ● las elec­cio­nes pa­ra el Con­se­jo de Es­ta­do en 1847 po­lí­ti­ca La ener­gía de Cas­ti­lla Jo­sé Gre­go­rio ●  La or­ga­ni­za­ción de los Paz Sol­ d án y Cas­ t i­ l la ● La ley elec­to­ral de 1847 y el vo­to de los in­dí­ge­ ●  nas y mes­ti­zos ● El con­flic­to en­tre el Po­der Eje­cu­ mi­nis­te­rios y la ac­ti­vi­dad ad­mi­nis­tra­ti­va El sen­ ti­ d o del pri­ m er go­ b ier­ n o de Cas­ t i­ l la. ti­vo y el con­se­jo de es­ta­do por la con­vo­ca­to­ria al

Congreso ex­traor­di­na­rio de 1848 ● El in­ten­to de un nue­vo Congreso ex­traor­di­na­rio en se­tiem­bre

EL CONSTITUCIONALISMO LIBERAL DE 1834 EL RELATIVO APACIGUAMIENTO Y SUS BARRERAS DE PAPEL CONTRANACIONAL EL AUTORITARISMO (1845-1851)

20 18 [ ]

CAPÍTULO CAPÍTULO

L 82

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 20 ]

[I] A CONSTITUCIÓN DE 1834.- La Convención Nacional dio, con fecha 10 de junio de 1834, una nueva Constitución, la cuarta que se redactaba en el Perú en 11 años y la tercera de tipo liberal. Los asambleístas de 1828 habían dispuesto, como se ha visto, que cinco años después se produjera una reforma constitucional, pensando que en ese plazo las circunstancias harían posible la transición hacia el régimen federal. Por la fuerza de las circunstancias la Constitución de 1834 no fue solo una repetición o glosa de la de 1828 sino, paradojalmente una fórmula de transición para la esperada federación con Bolivia; y, sobre todo, un minucioso intento de erigir murallas de papel contra el autoritarismo militar. La Carta política 1828 había prescrito en su artículo 2° que la Nación no sería patrimonio de persona o familia alguna ni admitiría con otro Estado unión o federación que se opusiera a su independencia. Vibraba aquí el odio antibolivariano. Pero en el artículo 2° de la Carta de 1834 se lee que la Nación es independiente y no puede ser patrimonio de persona o familia alguna, sin la frase adicional. Luna Pizarro fue el autor de este cambio, como se ha dicho antes, porque ya se había convertido a la idea de que era conveniente unir al Perú y a Bolivia bajo la égida de Santa Cruz. Las juntas departamentales, instrumento de la descentralización, fueron omitidas en la Carta de 1834 por su desprestigio. Luna Pizarro en una carta a Nieto (18 de noviembre de 1933) llegó a decir: "Las juntas departamentales concluyeron su carrera: es muy pronunciada la opinión contra su permanencia. Se ha discurrido poner municipalidades en las capitales de departamento y de provincia investidas de muy regulares atribuciones. Si luego la ley respectiva gira sobre la base de que no sean municipales sino los propietarios de tanta cantidad puede que peguen mejor estas corporaciones que no las juntas". En efecto, el artículo 137 de la Constitución señaló que en las capitales de departamento y de provincia habría municipalidades y que una ley, basada en la población y en las circunstancias locales, se ocuparía de ellas. Quizás también si en la supresión de las juntas influyó la espera de la nueva arquitectura política que resultase de la Confederación Perú-boliviana. En todo caso, las municipalidades fortalecidas por la Convención Nacional de 1834 no llegaron a funcionar debido a los trastornos políticos. Declaró la Carta de 1834, además, que nadie nacía esclavo en el territorio de la República y que no entraría del extranjero quien no quedase libre, derrotando así las maniobras de los hacendados esclavistas de la costa. Dijo, igualmente, que no producía efecto legal la correspondencia sustraída, con lo que amplió la inviolabilidad del secreto de ella, refrendada ya en las Constituciones anteriores. Una diferente proporción entre senadores y diputados; el aumento de número de senadores a cinco por departamento; la elección de ellos mediante listas por los colegios electorales de provincia de dos individuos por cada senador, correspondiendo hacer el escrutinio al Senado o elegir en la forma prescrita por la ley, los plazos distintos para la renovación del mandato legislativo; la solución del disentimiento entre ambas Cámaras, por mayoría de votos; la libertad en la elección de los consejeros de Estado por el Congreso, de dentro o fuera de su seno; la facultad del presidente del Consejo de Estado para publicar y ordenar el cumplimiento de las leyes en

que el Congreso hubiese insistido, si el ejecutivo no las promulgaba; la supresión de la Vicepresidencia de la República, quizás por el mal resultado de la experiencia obtenida con La Fuente; la designación del presidente del Consejo de Estado para reemplazar al presidente de la República, inclusive en los casos en que este concluyera su mandato sin sucesor legal; la prohibición de la reelección presidencial son otros matices nuevos en la Constitución de 1834. Elegido Manuel Salazar y Baquíjano como presidente del Consejo de Estado, quedó como vicepresidente legal de la República de acuerdo con la Constitución, al lado del presidente provisorio que esta no mencionaba. También había sido vicepresidente de La Mar, lo cual ratifica la continuidad entre 1827 y 1834. Interés especial requieren los artículos que permitían la reforma constitucional en cualquier legislatura ordinaria previo ciertos trámites de números de votos, reunión del Congreso e informe del Consejo de Estado o del Ejecutivo al Congreso en su primera renovación. Abundan, por lo demás, en el texto constitucional, las alusiones a sucesos recientes. Fresco aún el encono contra el autoritarismo de Gamarra, la Constitución quiso evitar la existencia de otro régimen análogo y reiteró sus consignas antimilitares. Quedó establecido el derecho a reclamar ante el Congreso o el Poder Ejecutivo de toda infracción constitucional. Ningún peruano podía ser expatriado sin previa condena judicial ni obligado a mudar de domicilio sin ella. Se prohibió el reclutamiento, salvo por las autoridades civiles, el alojamiento forzoso de soldados, salvo en tiempo de guerra y por las mismas autoridades, y la imposición de contribuciones no señaladas por la ley. Obtuvo existencia constitucional el habeas corpus. Una declaración enfática negó la posibilidad de reconocimiento a cualquier otro medio de llegar al poder supremo aparte de los designados constitucionalmente, con la pérdida de los derechos políticos del usurpador y la nulidad de sus actos. Las decisiones del Congreso, el del Poder Ejecutivo, o del Consejo de Estado en que interviniere coacción, fueron anuladas. El juicio de residencia se hizo obligatorio para todo funcionario del Poder Ejecutivo al acabar su cargo; sin este requisito no podía obtener otro ni volver al que antes ejercía. Se menciona más adelante la tremenda ley sobre la responsabilidad de los funcionarios públicos y la acusación al presidente de la República. Entre las atribuciones constitucionales del Congreso estuvo la de designar cada año las fuerzas de mar y tierra. El ministro de Guerra tenía el deber de presentar anualmente a las Cámaras un estado de la fuerza pública de mar y tierra, con amplio detalle. Los ascensos habían sido hechos antes legalmente por el presidente de la República con aprobación del Senado: ahora correspondió al Congreso aprobar o rechazar las propuestas documentadas que la pasara el Ejecutivo para coroneles, generales, y capitanes de navío. No debían darse más grados militares que las vacantes de plazas efectivas de los cuerpos permanentes y los que se decretaran por acciones distinguidas en el campo de batalla. La Constitución evidenció, además, una preocupación codificadora al ordenar que la Corte Suprema preparase sucesivamente los distintos proyectos destinados a darle al país una legislación sustantiva, artículo constitucional que inmediatamente comenzó a ejecutar el presidente de la Corte Suprema, Vidaurre, al reunir a sus colegas y empezar a redactar su proyecto de Código Civil. En capítulo posterior se relacionará esta Carta política con las anteriores de 1823, 1826, 1828 y la de 1839. Preparada de prisa, frente a la tremenda y permanente amenaza de un Ejecutivo hostil, la Constitución de 1834 no fue en realidad la obra madura de la Convención Nacional. La subsistencia misma de la Asamblea Legislativa, la obsesión por el mantenimiento del principio de la alternabilidad en el poder, la lucha contra el caudillaje y el militarismo habían sido los asuntos que la preocuparon más. No resulta ilógico, por eso, que el propio Luna Pizarro se manifestara en actitud crítica frente al texto constitucional. "La nueva Constitución (escribió a Nieto el 4 de junio de 1834) es, en mi juicio más defectuosa que la anterior, se resiente de las circunstancias. El proyecto, trabajado de prisa por mí, encierra cosas y muchas que no eran de mi opinión, pero en que tuve que capitular porque hubiese proyecto pronto, que era mi objeto. El Ejecutivo

LA CONSTITUCIÓN bbbbbb bbbbbbb DE 1834

Aprobada por la bbbbbbb Convención Nacional y promulgada por el presidente Orbegoso, tuvo 187 artículos y 13 disposiciones transitorias. La reforma constitucional se llevó a cabo para una mejor administración de la República. Estuvo vigente hasta 1836, año en que se promulgó la Constitución política de la Confederación Perú-boliviana.

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setiembre 1825 [ perú (…)] nACíA LA

con ella se va a encontrar lleno de trabas y puede decirse que con ciertos artículos añadidos se ha colocado en ella la palanca de las revoluciones".

nuEVA San Martín creó COnSTITuCIÓn DE la priMera unAbandera ASAMBLEA en el InICIADA puertoDEnTRO de piSco, DEpoco unAdeSpuéS áSPERA de llegar perú.un la LuCHAalCOn hizo oficial el 21 de GOBIERnO octubre de 1821, TEMIBLE, VíCTIMA Mediante un DE un ATEnTADO decreto en el que COnTRA Su taMbién diSponía ExISTEnCIA que éSta debía Ser MISMA, TRAS DEL de Seda o lienzo y CuAL HABíA SIDO Medir 8 pieS de MILAGROSAMEnTE largo por 6 de REHECHA GRACIAS ancho.

EL ILUSO OPTIMISMO CONSTITUCIONALISTA DE 1834.- Cuando la Constitución fue

AL ALIEnTO TODOPODEROSO DEL fERVOR POPuLAR.

promulgada, un sentimiento de orgullo y optimismo embriagó quizás a muchos de sus autores a pesar de los recelos que sobre ella albergaba Luna Pizarro. En 1823 la presencia de Bolívar y las necesidades perentorias de la guerra contra los españoles coincidieron con el liberalismo de la Carta política, y lo contradijeron. El peligro de la guerra con Colombia ahogó el entusiasmo de 1828. En cambio ahora, en 1834, nacía la nueva Constitución de una Asamblea iniciada dentro de una áspera lucha con un gobierno temible, víctima de un atentado contra su existencia misma, tras del cual había sido milagrosamente rehecha gracias al aliento todopoderoso del fer vor popular. En la sesión del 11 de junio en que juró el presidente Orbegoso la Constitución, hubo lágrimas en muchas mejillas cuando él y el presidente de la Convención, Vigil, se abrazaron. El discurso de Vigil merece recordarse. Reafirmó allí su devoción religiosa al documento promulgado; lo señaló al pueblo como áncora de su salvación y, dirigiéndose al Presidente, le dijo que su deber empezaba cuando el de los convencionales había concluido. "A una época de tan faustos auspicios –agregó– no es posible que suceda otra de infortunio ni han de quedar frustrados tantos presagios de felicidad. Hay un medio eficaz de asegurarlo todo: respetar la Constitución". Y sin embargo, con esas lágrimas, con esos discursos, con ese sentimiento de respeto no podía fabricarse un escudo para el régimen político que se iniciaba. Contra la misma Convención habían surgido hablillas porque siguió en funciones, con el gasto a ello inherente, a pesar de haber terminado su tarea constitucional en junio, y porque postergó, con procedimientos mañosos, la aceptación de las credenciales del diputado Riva-Agüero. En receso la Asamblea constitucional, el fuego de la oposición se concentraría en el Gobierno.

[ II ] LA OBRA COMPLEMENTARIA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1834. LA RESPONSABILIDAD EN EL EJERCICIO DE LA FUNCIÓN PÚBLICA Y LA ACUSACIÓN AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.- Aunque al principio la Convención había aceptado la teoría del régimen de Gamarra sobre su absoluta limitación a la labor de reforma constitucional, más tarde desbordó esta tarea y elaboró leyes complementarias de ella que consideró urgentes. El gobierno de Orbegoso, por su parte, también expidió algunos decretos interesantes. La ley de 20 de junio de 1834 dispuso que todo peruano tenía derecho a acusar ante la Cámara de Diputados para hacer efectiva la responsabilidad del presidente, de los ministros, los miembros de ambas Cámaras, los consejeros de Estado y los vocales de la Corte Suprema. La acusación debía ser apoyada y firmada, por lo menos, por cuatro diputados. Quedaron fijados plazos brevísimos para la defensa y presentación del dictamen. Los acusados podían asistir al debate. La resolución tenía que expedirse en una sola sesión pública permanente. Análogas precauciones fueron adoptadas para cautelar la celeridad de la tramitación de este asunto en el Senado y en la Corte Suprema si había lugar a formación de causa. En el Congreso de 1862 se intentó aplicar esta ley para acusar a los ministros de Gobierno y de Guerra Manuel Morales y Nicolás Freyre. Como se verá en el capítulo respectivo, la Cámara de Diputados aprobó la acusación; pero el Senado declaró que no había lugar a formación de causa. La pena de muerte fue señalada por la ley de 1834, para el presidente o los ministros que atentaran contra la independencia de la República o que atacasen a la representación nacional o que trataren de variar la forma de gobierno. Otro artículo decía: "El presidente de la República

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y sus ministros que atacaren la seguridad personal de algún peruano serían destituidos de sus empleos, perderán los derechos de ciudadanía sin poder ser rehabilitados y resarcirán los daños y perjuicios que hayan causado. Si de este ataque resultare la muerte del ofendido, sufrirán, además, la pena de destierro perpetuo". Análoga severidad trataba de castigar los delitos de impedir las elecciones populares o el pleno uso de la industria o la libertad de imprenta o el secreto de las cartas o la libertad de tránsito. Si se cobraba contribuciones no votadas por el Congreso o se hacían gastos no legales o se reclutaba ilegalmente soldados o marinos había también drástico castigo. La misma ley defendió la figura de la concusión, o sea el delito que comete un hombre constituido en dignidad, cargo, comisión o empleo público, desde la Presidencia de la República inclusive ya exigiendo derechos injustos, ya vendiendo la justicia, las gracias y los favores. Los concusionarios, según esta ley, debían recibir la pena de infamia, hacer la restitución del premio de la venalidad y pagar una multa que no bajara de 300 ni pasase de 1.000 pesos. La misma ley declaró que, por cuerda separada, podía entablarse juicios de residencia. La ley de 20 de junio de 1834 vino a ser derogada al promulgarse el Código Penal en 1862 y al expedirse la ley sobre responsabilidad de los funcionarios públicos el año 1868. Puede ser evocada como exponente del espíritu que animó a los liberales en su tercera tentativa para dar libertad y legalidad a la República.

JUICIOS DE RESIDENCIA EN 1834.- Hubo en el año 1834 diversos expedientes sobre juicios de residencia. La Constitución del mismo año estableció, como se ha visto, que todo funcionario del Poder Ejecutivo, sin excepción, estaba sujeto a este tipo de juicio al acabar su cargo y que sin dicho requisito no podía ejercer otro ni volver al que antes ejercía; el Consejo de Estado y los fiscales eran responsables por acción popular de la falta de cumplimiento de tan rígido dispositivo. Una declaración del Ministerio de Gobierno había señalado que, tratándose de los jueces de primera instancia no procedía el juicio de residencia pero sí el de pesquisa (junio de 1830). Sin embargo, una circular del Gobierno a las cortes de justicia estableció, con motivo de un expediente, que los jueces residenciados y los demás comprendidos en ese procedimiento debían sujetarse a las leyes 42 y 43, título 15, libro 5 de la Recopilación de Indias y a la práctica observada (23 de julio de 1834). También, con ocasión de otro expediente, se dieron normas para el juicio de residencia de los subprefectos, y se estableció que competía la segunda instancia a las cortes superiores y la tercera a la Corte Suprema (3 de diciembre de 1834). Las sentencias pronunciadas en estos juicios no debían causar ejecutoria sin previa consulta al tribunal inmediatamente superior (8 de diciembre 1834). Los prefectos y las cortes superiores de justicia fueron notificados por la circular de 26 de setiembre de 1834 del acuerdo del Consejo de Estado para que se le avisase siempre que cualquier funcionario cesara en su cargo y para que los tribunales procedieran al juicio de residencia dando cuenta de los resultados.

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AGOSTO setiembre 1834 1825 g ran ] [[ \bretaña perú ]

san martínLAcreó SE DECRETA la primeraDE LA ABOLICIÓn bandera enEn el ESCLAVITuD puerto de pisco, TODOS LOS poco después de TERRITORIOS llegar al perú.DEla DEPEnDIEnTES hizo el 21 GRAnoficial BRETAñA. EL de octubre de 1821, DECRETO SE DIO En mediante funCIÓn ALun decreto TRATADO en quEel que también disponía CELEBRÓ ESE PAíS que debía COn ésta fRAnCIA Enser de o lienzo y 1831,seda EL CuAL medir 8 pies PROHIBIÓ EL de largo porDE 6 de COMERCIO ancho. ESCLAVOS EnTRE AMBOS PAíSES.

LA LIMITACIÓN LEGAL DE LOS GASTOS PÚBLICOS.- La ley de 20 de junio de 1834 declaró, como se ha visto, que el Gobierno solo podía hacer los gastos señalados por el Congreso y estableció la responsabilidad del presidente y los ministros que cobrasen contribuciones no votadas legislativamente, o que hicieran gastos no acordados en esa forma. Por ello impuso la pena de destitución con pérdida de la ciudadanía sin derecho a rehabilitación y la de resarcimiento de los daños y perjuicios que hubiesen sido causados. La Constitución de 1860 estableció únicamente la responsabilidad pecuniaria de los culpables en estos casos. El artículo pertinente tuvo el siguiente texto: "La ley determina las entradas y los gastos de la Nación. De cualquier cantidad exigida o invertida contra el tenor expreso de

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FRANCISCO JAVIER vvvvvvv vvvvvvvv MARIÁTEGUI vvvvvvvvv (1793-1884)

Tuvo una566666666666 larga carrera al servicio del Perú republicano. En 1821 fue uno de los firmantes del Acta de la Independencia; además, miembro del primer Congreso Constituyente (como diputado por Lima) y parte de la comisión de redacción de la primera Constitución de nuestro país. Fue vocal de la Corte Suprema de Lima desde 1851 hasta su jubilación, en 1870.

ella será responsable el que ordene la exacción o el gasto indebido; también lo será el ejecutor si no prueba su inculpabilidad" (Art. 9°).

LOS DEBATES SOBRE EL JURADO Y SOBRE EL OBISPO DE AREQUIPA.- También en el campo jurídico la Convención ratificó el precepto del juzgamiento de los juicios criminales por jurados ya consignados en las Constituciones anteriores de 1823 y 1828. En la sesión de 9 de abril se pronunciaron a favor de los jurados los diputados Francisco Javier Mariátegui, Pedro José Flores y Santiago Távara; y en contra los diputados Rafael Ramírez de Arellano, Benito Laso y Juan B. Mejía. El discurso de Mariátegui se halla publicado en El Telégrafo de Lima el 23 de mayo del mismo año. Luego la misma polémica se encendería otra vez en 1856 y en 1874; pero los jurados mismos no llegaron a implantarse. Fuera del debate constitucional, la Convención Nacional entró en algunos asuntos polémicos. Así, por ejemplo, cuando el diputado Benito Laso propuso que el Consejo de Gobierno expusiera los motivos tenidos al dictar un decreto fechado el 6 de junio de 1834 y para que se suspendiesen sus efectos. Este decreto se refería a la orden de expatriación y ocupación de temporalidades o salarios del obispo de Arequipa monseñor Goyeneche y de otro eclesiástico. El obispo había sido acusado por haber dado colación de una canonjía de la Catedral al doctor Eusebio Nieto por presentación del gobierno de Gamarra. Laso consideraba que la sanción contra él dictada, se habían violado los preceptos constitucionales que prohibían la condena sin juicio legal y la expatriación sin condena judicial. El discurso que pronunció con este motivo en la sesión de 28 de junio de 1834 se halla en la antología de oradores parlamentarios del Perú, editada por Domingo de Vivero. Los defensores del decreto gubernativo se aferraron al derecho de patronato e invocaron la ley 1°, título 6°, libro 1° de la Recopilación de Indias. Fueron ellos, entre otros, Francisco de Paula G. Vigil, Francisco Rodríguez Piedra y Francisco José Mariátegui. La polémica religiosa se enconó más en aquel momento con motivo de un proyecto de secularización de regulares y de fuertes acusaciones contra el obispo de Arequipa por su actitud favorable a la causa de Gamarra y Bermúdez. El obispo se quejó, a su vez, de hostilidades y de extorsiones para que hiciera cuantiosos desembolsos pecuniarios. La orden de destierro vino dentro del término de cuatro días si en el plazo de cuatro horas no pagaba 100 mil pesos de oro. "En la tarde del día 26 de junio (escribió el obispo en una carta al Papa que reproduce Pedro José Rada y Gamio en su libro El arzobispo Goyeneche y apuntes para la Historia del Perú) apenas se divulgó en la población la noticia de que se iba a desterrar a su prelado con sus inocentes hermanos solo por no poder pagar la enorme cantidad de oro pretendida, los feligreses de toda edad, sexo y condición se levantaron llenando las plazas y públicas oficinas, llorando y dando voces de estar listos a morir antes que se realizara tan sacrílego crimen contra su pastor. Entre tanto creímos oportuno dejar el Palacio Episcopal y ocultarnos por pocos días para que por nuestra causa no se derramara ni una gota de sangre". El destierro no llegó a efectuarse. OTROS ASPECTOS DE LA OBRA LEGISLATIVA Y ADMINISTRATIVA. LA JUNTA DE PURIFICACIÓN.- Expidió también la Convención la Ley Orgánica de Elecciones de 29 de agosto de 1834 e hizo la demarcación de la República en distritos judiciales por ley de 3 de agosto del mismo año. Igualmente corresponden al mismo momento varias otras leyes como la Orgánica de Municipalidades, y las concernientes a las funciones de los jueces de paz y al Supremo Consejo de Guerra. También fue dada una ley que dispuso el traslado de los restos mortales de La Mar desde Costa Rica a Lima. La Convención Nacional clausuró sus sesiones el 11 de agosto de 1834.

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Por medio de decretos, el Gobierno ordenó entonces la reducción de ejército, el destierro de lujo entre jefes y oficiales y la supresión de los cargos de general en jefe, comandantes generales e igualmente del Estado Mayor General. También pretendió organizar establemente la guardia nacional o sea la milicia ciudadana. Y el prefecto de Lima recabó del Gobierno la autorización para erigir un panóptico en la capital. Entre la restante obra administrativa de este período cabe mencionar el establecimiento de una junta de purificación para calificar la conducta de los empleados residentes en los lugares ocupados por los sediciosos en el departamento de Lima y subrogar a los tachados; y de una junta de purificación militar, que debía declarar si eran sometidos a juicio o si quedaban libres de responsabilidad los jefes y oficiales que hubiesen estado en dichos lugares. San Martín, por decreto de 9 de agosto de 1821 y Bolívar por decreto de 11 de agosto de 1825 habían creado antes juntas de purificación. El gobierno de Orbegoso, además, derogó, en parte, el Reglamento de Comercio; y repuso en su lugar el de 1826, con algunas adiciones y aclaraciones.

LA CONVOCATORIA A ELECCIONES POPULARES PRESIDENCIALES, PARLAMENTARIAS Y MUNICIPALES.- La ya citada ley de elecciones de 29 de agosto de 1834 ordenó la convocatoria a elecciones populares presidenciales, parlamentarias y municipales. Estas últimas debían efectuarse en diciembre de ese año; las segundas en febrero de 1835 y las primeras en el mismo mes. También debían haber elecciones para gobernadores de distritos y prefectos. Para gozar de derecho de sufragio se requería ser ciudadano en ejercicio; ser natural de la parroquia o tener dos años de domicilio fijo en el pueblo o territorio que a ella perteneciera; y pagar alguna contribución al Estado o estar reservado legalmente de pagarla, o tener algún empleo público, o algún grado o profesión científica u oficio mecánico sujeto a la contribución industrial, o pertenecer al clero secular. No gozaban de sufragio las autoridades, los soldados, cabos y sargentos del ejército y armada, los sirvientes domésticos y los mendigos públicos. Los indios tenían ese derecho pues pagaban el tributo.

[ III ]

LA BENEFICENCIA bbbbbb bbbbbbb DE LIMA

En 1834, la institución bbbbbbb colonial conocida como Real Junta de Beneficencia fue reemplazada por la Sociedad de Beneficencia de Lima, concebida para dirigir y administrar los establecimientos de caridad en el Perú. Aquí vemos una fotografía de 1898 de la fachada del edificio que ocupa desde su fundación.

LA BENEFICENCIA PÚBLICA DE LIMA.- El breve gobierno de Orbegoso tiene en su haber la organización de una institución de vasta impor tancia en la vida de la capital: la Beneficencia de Lima. Ninguna ciudad de América podía jactarse como Lima de contar en la época colonial con un número tan considerable y bien dotado de establecimientos de beneficencia. Había diez hospitales: Santa Ana, para hombres y mujeres indígenas fundado en 1549; San Bartolomé, destinado cuando se fundó en 1646 a negros y mulatos convertido luego en hospital militar; San Andrés (1557), para varones españoles; Caridad (1559), para mujeres españolas; San Juan de Dios, San Lázaro, Incurables, Barbones, Espíritu Santo y Camilas. Todos tenían como origen la fundación y dotación por particulares, y eran gobernados por los estatutos que quisieron dictar los fundadores. Correspondía la supervigilancia de los hospitales a una hermandad de personas virtuosas y acaudaladas que solicitaban ser admitidas y hasta erogaban limosnas para ello. Anualmente los hermanos elegían un mayordomo y cuatro celadores. Olvidaban ellos sus propios asuntos para atender a los miserables. Cuando se presentaban las cuentas el hospital nunca perdía; y por el contrario, ganaba por la caridad de algunos mayordomos. Al concluir la guerra de la Independencia todos los hospitales continuaban así organizados, excepto el del Espíritu Santo. Faltaban a este sus entradas. Allí se curaban los marineros de las embarcaciones que hacían el tráfico en el Pacífico y de las que procedían de Cádiz. Constituían sus rentas una cantidad que los marineros pagaban en sus viajes; y el tráfico mercante peruano

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setiembre 1825 [ELperú ] DECRETO DE 12

DE San JunIO DE 1834, Martín creó ExPEDIDO EL la POR priMera PRESIDEnTE bandera en el ORBEGOSO puerto de piSco, InSTITuYÓ poco deSpuéSEn de llegarEn al VEz perú.DE la LIMA, hizo oficial el 21 de LA BuROCRáTICA octubre de 1821, DIRECCIÓn, LA Mediante un "SOCIEDAD DE decreto en el que BEnEfICEnCIA", taMbién diSponía COMPuESTA POR que éSta debía Ser CuAREnTA de Seda o lienzo y VECInOS Medir 8 pieS de PRESTIGIOSOS largo por 6 de Y DE ancho. PROPORCIOnES, quE DEBíAn ATEnDER ESTOS SERVICIOS, Y ASí REMOzÓ LA TRADICIÓn COLOnIAL.

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hallábase en grave crisis a consecuencia de los rigurosos bloqueos sufridos por el Callao. En los demás hospitales, las reducciones efectuadas a causa de la guerra no habían sido sustanciales. El mayordomo del de la Caridad, don Bernardo Devolo, gastó su fortuna en sostenerlo. Un decreto de octubre de 1825 creó en Lima la junta de beneficencia bajo la presidencia del vocal de la Corte Suprema José Cabero. Pero el 30 de junio de 1826 fue establecida una dirección general de beneficencia compuesta de un director, un contador y un tesorero. Matías Maestro, constructor del Cementerio General de Lima, fue nombrado director. Bajo el mismo régimen fueron colocados los hospitales, el hospicio de pobres, las casas de huérfanos, huérfanas y amparadas, el Cementerio General, la cárcel y el fomento de la vacuna. Los administradores y "hermanos" de estos establecimientos quedaron separados. Los empleados llegaron a ser dotados con el uno y medio por ciento del ingreso efectivo anual; y los administradores con el cuatro por ciento de las rentas que cobrasen. El ramo de suertes o de loterías vino a ser aplicado a los establecimientos de beneficencia repartiéndose entre ellos con arreglo a sus necesidades los productos líquidos. El del arriendo de la plaza de Acho, deducidas sus cargas, quedó para la alimentación de los pobres. El nuevo régimen no dio buenos resultados. El porcentaje entregado a los administradores y al director, contador y tesorero implicó una rebaja de las rentas porque antes los administradores no habían percibido emolumentos. Disminuyeron los estímulos para una buena labor con el reemplazo de los caritativos mayordomos antiguos por personas interesadas en el cobro de sus sueldos. También bajó la vigilancia con la ausencia de los hermanos diputados. Menor fue el crédito del director de beneficencia que el de los comerciantes o propietarios que servían las mayordomías. El desorden que sobrevino fue, pues, palpable. Pronto se cerró el hospital de San Andrés; luego el de San Lázaro y el de Camilas. Un decreto del Consejo de Gobierno de 28 de setiembre de 1826 dispuso la reforma de regulares. Las casas en que no hubiesen ocho religiosos debían cerrarse; y las rentas distribuirse por iguales partes entre los conventuales de aquellas que, por tener número bastante, quedasen existentes. Los conventos hospitalarios (es decir, juandedianos y beletmos) quedaron exceptuados. Pero cerraron esos hospitales y las rentas fueron distribuidas. Así, por diversas causas, llegaron a funcionar solo tres hospitales en una ciudad donde habían existido diez: Caridad, San Bartolomé e Incurables. El de Santa Ana fue dedicado a usos específicos y en él no hallaron albergue los pobres. En el de San Andrés solo se conservó el llamado "patio de locos". El decreto de 31 de enero de 1832 ordenó sacar a remate la administración de los hospitales pidiendo los subastadores un tanto por cama y prefiriéndose la subasta más favorable. No se planificó este decreto y el Gobierno lo revocó por el de 30 de agosto del mismo año, que restableció la antigua dirección de beneficencia con algunas restricciones y nombró a diferentes personas para los cargos de director, contador y tesorero. El decreto de 12 de junio de 1834, expedido por el presidente Orbegoso instituyó en Lima, en vez de la burocrática dirección, la "Sociedad de Beneficencia", compuesta por cuarenta vecinos prestigiosos y de proporciones, que debían atender estos ser vicios, y así remozó la tradición colonial. Los socios fundadores de la Sociedad de Beneficencia de Lima fueron los siguientes: Antonio Guiulfo, Isidro de Arámburu, José Montani, Bernardo Devolo, Aquiles Allier, Samuel S. Prevost, Julián Piñeiro, Juan Thomas, Francisco Moreyra y Matute, Juan José de Sarratea, Pascual Gárate, Mariano Manjarrés y Muchotrigo, Ulises Duthey, Francisco de Zárate, Manrique de Lara, Mariano José de Arce, Modesto Herce, Marcelino Cavero, Francisco Javier de Luna Pizarro, Matías Maestro, Francisco de Herrera, Lorenzo de Zárate Manrique de Lara, Agustín Bravo de Rueda, Francisco Reyna, Manuel Gutiérrez, Mariano Gárate, Juan José Gárate, Francisco Álvarez Calderón, Melchor Sevilla, Felipe Revoredo, Manuel Arias, José María Varela, Thomas Eldredge, Manuel Menéndez, Matías Pastor, Mariano José de Tagle, Pedro Ignacio de los Ríos, Francisco Javier de los Ríos, Camilo Antonio Vergara, Juan Gil y Manuel Antonio Portillo.

Los hospitales entregados a la nueva entidad fueron: Santa Ana, San Andrés, La Caridad, San Bartolomé, Incurables, Amparadas y Hospicio de Huérfanos. Muy modestas fueron las rentas con las que empezó a trabajar la Beneficencia de Lima, pues el decreto de 1834 le asignó solo las que pertenecían a los establecimientos de caridad entregados a su cuidado. Casi todos los hospitales eran dueños de predios rústicos y urbanos cuyos productos servían para sostenerlos; y entre todos gozaban, además, del llamado "tomín de hospitales", pequeña erogación que los indígenas daban anualmente del tributo para que se les curase de sus enfermedades según una cédula de Felipe IV expedida en 1640. Los de San Andrés, Santa Ana y San Lázaro obtenían, al mismo tiempo, una suma anual de los diezmos; y el de San Andrés, así como el Hospicio de Huérfanos, la recibían de la sisa según muy antiguas mercedes hechas por la Corona. A la llamada "Casa de Amparadas" correspondía una renta semestral cobrada en el ramo de vacantes mayores y menores del Arzobispado; y al Hospicio de Huérfanos otra cantidad proveniente del ramo de pulperías. Asimismo, el servicio hospitalario gozaba desde la época virreinal del usufructo de lo que producían las funciones teatrales y de la posesión de los edificios dedicados a espectáculos, como, igualmente, de una contribución anual del gremio de panaderos que luego fue llamada "derechos de trigos y harinas". Todas estas rentas pasaron en 1834 a la Beneficencia. No eran muy grandes, como ya se ha dicho; y ante su disminución y abolición en muchos casos el Estado tuvo que ayudar con su apoyo económico. Por otra parte, la Beneficencia entró en posesión, por decretos de 1° de octubre de 1838 y 9 de julio de 1845 de los productos del derecho llamado "de restauración o manda forzosa" creado por decreto de 22 de setiembre de 1826 en los testamentos. El decreto de 1° de octubre de 1838 adjudicó, además, a la Beneficencia la administración de los patronatos, buenas memorias y obras pías. Este decreto de 1838 fue derogado por suprema resolución de 15 de febrero de 1911. Se volverá a tratar de la Sociedad de Beneficencia de Lima a propósito del reglamento de 1848. En cuanto al ramo de suertes, su origen databa del año de 1783. Por real cédula de 19 de setiembre de 1796 fue ese ramo declarado patrimonio de la Real Hacienda manteniéndose las asignaciones que a su favor tenían en él las obras pías. Entregado a la dirección y luego a la Sociedad de Beneficencia, fue objeto de periódicas subastas públicas y su valor llegó hasta 45 mil pesos anuales. El subastador o empresario se obligaba a premiar los veinte primeros números que se sacaban de una ánfora siendo el mayor premio de mil pesos y los menores de 55. El sorteo era semanal. Abusos y corruptelas hicieron a la Beneficencia optar por la administración directa del ramo a partir de 1862. El sorteo se hizo mensual y los billetes costaron un peso, siendo divididos en cuartos de 2 reales. El premio mayor fue entonces de 10 mil pesos (reglamento de 3 de diciembre de 1862).

bbbbbb LOS SUERTEROS bbbbbbb

Según las Tradiciones bbbbbbb Peruanas de Ricardo Palma, los suerteros atraían a sus compradores con las llamadas: "¡Plata para el jueves!" y "¡Mazamorra!". En 1862, luego de varios escándalos relacionados a malos manejos, la Beneficencia se hizo cargo de los sorteos. Cada billete de lotería tenía el valor de un peso, que podía ser partido en cuartos de dos reales cada uno. El premio mayor era de 10 mil pesos. El suertero que se ve aquí fue pintado por Pancho Fierro.

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[[ TOMO TOMO 2 ]4 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] ● IV y el1848 negro León Escobar Lima. La cons­ pi­ra­en ción de fe­bre­ro de 1849 capítulo 21 ● I18 Sublevación de Salaverry ● I An­te­ce­ capítulo den­ tes de Cas­Gobierno ti­la ● de

● Consolidación aparente de la autoridad Escobar eltie­ sillón la pri­ sión y en des­ rro preside San Ro­ mán ●  La II Los in­ci­den­tes con In­gla­te­rra en la gue­rra¿Se ci­vsentó il y León ●  Lima ● El Congreso ● La obra administrativa de y Callao por Orbegozo dencial? me­ m o­ r ia de Par­ d o y Alia­ g a en 1849 de Salaverry de 1844-1845 ● El pro­to­co­lo de ma­yo de 1845 y ●  ●  deor­Uchumayu", a­rio y el di­na­rio de 1849. El de­ba­te Salaverry II pGénesis la Confederación la ges­tión● di­ lo­má­ti­cde a con­ tra él ● Las agi­ta­cio­Uchumayo nes ex­traor­"Eldi­nAtaque ● mSocabaya ●  La pri­ ● El pacto de Gamarrasímbolo nacional po­ l í­ t i­ c o e­ r a caí­da de● un mi­nis­tro por Peruano-boliviana sub­ver­si­vas y la pri­sión de Iguaín ● III La po­lí­ti­ca ● sentencias Apresamiento de Salaverry y las vo­ t o par­ l a­ m en­ t a­ r io El in­ten­to de ase­si­na­to de Santa Cruz. Análisis de la actitud de in­ter­na en el Congreso de 1845 y el via­je del ● principales ●  El pacto Orbegozocontra él y sus adeptos Elías La ley de in­ d em­ n i­dmilitaad y am­nis­tía ●  Otros Gamarra en 1835 mi­nis­tro Men­di­bu­ru al sur en 1846 ● Los ata­ques ● Los últimos ● Transmisión de las facultades res documentos de Salaverry as­ p ec­ t os de la le­ g is­ l a­ t u­ r a de 1849 ● V El res­ta­ble­ Santa Cruz de Elías con­tra la po­lí­ti­ca eco­nó­mi­ca en 1847 y ● Los fusilamientos ●  La vuelta de los ajustici­ m ien­ t o de la vi­ d a par­ l a­ m en­ ta­ria ●  El Con­se­jo extraordinarias de Orbegozo a Santa Cruz el in­ten­to de un vo­to par­la­men­ta­rio con­tra el ● Armas ● III Guerra entre Santa Cruz y Gamarra ● ciados a la Plaza de de Arequipa de Es­ t a­ d o El es­ p í­ r i­ t u de mo­ d er­ni­za­ción en la mi­nis­tro Paz-Sol­dán ● La de­rro­ta del Gobierno en ● Salaverry ● t ●  La ener­gpopular ● Jo­sé Gre­go­rio ● Santa Cruz y Salaverry ● "La en el cancionero Los po­ l í­ t i­ c a ía de Cas­ i­ l la Yanacocha las elec­cio­nes pa­ra el Con­se­jo de Es­ta­do en 1847 ● Laycasaca ●  ●  Sentimientos nacionarestos de Salaverry de Salaverry Paz Sol­ d án Cas­ t i­ l la La or­ g a­ n i­za­ción de los guerra a muerte" ● La ley elec­to­ral de 1847 y el vo­to de los in­dí­ge­ ● La escuadra salaverrina y el ocaso del mi­ n is­ t e­ r ios y la ac­ t i­ v i­ d ad ad­ m i­ n is­ t ra­ti­va ● El sen­ les y costeños en la propaganda contra nas y mes­ti­zos ● El con­flic­to en­tre el Po­der Eje­cu­ ●er ● La campaña de Cobija ● La poder naval del Perú El debate sobre el ti­ d o del pri­ m go­ b ier­ n o de Cas­ t i­ l la. Santa Cruz ti­vo y el con­se­jo de es­ta­do por la con­vo­ca­to­ria al ● La asamderecho de asilo naval en 1836 campaña del Centro y el avance de Congreso ex­traor­di­na­rio de 1848 ● El in­ten­to de blea Salaverry Arequipaex­● tLos un nue­voaCongreso raor­dConsejos i­na­rio ende se­tiem­ bredel Estado Sur Peruano.

SALAVERRY Y LAAPACIGUAMIENTO CONFEDERACIÓN EL RELATIVO PERÚ-BOLIVIANA NACIONAL (1845-1851)

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CAPÍTULO CAPÍTULO

S

[I] UBLEVACIÓN DE SALAVERRY.- Orbegoso, concluida la guerra civil de 1834, empezó nueva-

mente a gobernar, como ya se ha anotado, con una manifestación apoteósica: su recibimiento en Lima, el 3 de mayo, después del abrazo de Maquinhuayo. Por segunda vez aparecía como un vencedor, sin haber combatido. Pero la popularidad no es un mero usufructo remuneratorio; implica en realidad, un préstamo de confianza, a veces usuario. ¿Cómo hubiera logrado pagarlo Orbegoso? Hombre bondadoso y bien intencionado, podía comparársele con un árbol frondoso lleno de hojas y de flores pero sin frutos. Censuras acerbas recibieron dos paradojales hechos que la oposición le achacó: un excesivo número de ascensos militares y el atraso en el pago de los sueldos. La libertad de imprenta, desatada durante la administración de Gamarra, volvió con análoga virulencia. Empezaron o se dijo que empezaron las conspiraciones. Orbegoso renunció el 7 de mayo de 1834 a causa de las dificultades existentes y por estar enfermo. La Convención Nacional no admitió ese mismo día la dimisión. Dos días después La Fuente, el antiguo auxiliar y enemigo de Gamarra, a cuyo favor se hacía una intensa campaña periodística, fue apresado y enviado al extranjero. A La Fuente se le acusó de conspirar con la mira de atraer hacia él a los partidarios de Bermúdez y de Gamarra y a los recelos de los militares nacionales contra los jefes extranjeros. En los últimos meses de 1834, se sintió una sensación de aparente reposo; pero era el reposo que nacía de la languidez. Allí encontró su caldo de cultivo el prestigio de Salaverry. Orbegoso hizo a Salaverry coronel y luego general e inspector general de las milicias de la República, puesto de gran autoridad e importancia, por el personal que de él dependía. No se necesitaba ser zahorí para comprender lo que esto significaba y varios amigos fueron donde Orbegoso a revelarle el peligro. Este llegó a decirle cierta noche a Salaverry: "Me han dicho varias personas que trata Ud. de hacerme revolución". Salaverry (cuenta el deán Valdivia en su libro Revoluciones de Arequipa ) "con aquella risa ferina que jamás le bañaba el rostro de placer", respondió: "Si así fuese, señor general presidente, principiaría fusilando primero a V.E.". Tanto Castilla desde Puno como Echenique desde Lima advirtieron a Orbegoso que Salaverry conspiraba. Gamarra estaba en Bolivia, y desde allí conspiraba también; y además los agentes de Santa Cruz actuaban en el sur. Orbegoso decidió marchar a esa zona por ese motivo o con planes electorales, y quedó encargado del mando el presidente del Consejo de Estado don Manuel Salazar y Baquíjano (6 de noviembre de 1834). El 29 de diciembre llegó al Callao La Fuente de regreso del destierro. El primero de enero de 1835 la guarnición impaga de los castillos del Callao (se dijo que había sido movida por los gamarristas) obsequió con un aguinaldo al viajero: se sublevó al mando de sargentos, apresó a los jefes y oficiales y le invitó a desembarcar. La Fuente no se atrevió a aceptar este aguinaldo. Salaverry con la tropa de Lima, compuesta de ciento y tantos soldados, asaltó y tomó los castillos el 4 de enero. Una vez rendida la plaza, sin consultar a nadie, hizo fusilar a los sargentos sindicados de ser cabecillas del motín y como el Gobierno le reprobara su conducta se presentó altanero en el Palacio de Lima y logró de indemnidad. Dueño de los castillos del Callao, en ellos se sublevó Salaverry, a las 12 de la noche el 22 de febrero. Proclamóse jefe supremo de la República y se basó en la acefalía en que había quedado

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el poder a causa del viaje de Orbegoso al sur; la falta del éxito de este; el porvenir sombrío dada la degradación y la miseria existentes. El encargado del mando en Lima, Salazar y Baquíjano, se retiró a Jauja con unas pocas fuerzas que llegaron a sumarse a otras, a pesar de lo cual terminaron proclamando a Salaverry.

FELIPE SANTIAGO SALAVERRY (1806-1836)

"TODO O NADA". "LA ÉPOCA ES DE LOS MUCHACHOS". Nació Salaverry en Lima el 3 de mayo de 1805. Alumno del Colegio de San Fernando, dejó sus aulas a los 15 años para presentarse al cuartel general de San Martín, a la edad en que otros todavía tienen juguetes y entró en el ejército. Asistió a casi todas las batallas de la guerra de la Independencia: Torata, Zepita, Junín y Ayacucho. Así cumplió los 19 años, época en que llegó por ascensos sucesivos, hasta el grado de sargento mayor. Aun de esa época oscura de subalterno quedan significativas anécdotas de Salaverry. Entre ellas se encuentra aquella sobre su negativa para satisfacer al público concurrente a la plaza de toros de Lima haciendo que su tropa realizara las pintorescas evoluciones llamadas "el despejo", porque consideraba que la misión del ejército nada tenía que hacer con la frivolidad. También su audaz presentación a Bolívar en un día de arengas, con el propósito de reclamar acerca del abandono de la Legión Peruana, a la cual pertenecía. En la época de La Mar contuvo en su cuartel, en el Colegio Real, la sublevación que el coronel Huavique había iniciado el 23 de abril de 1828. Sacando su espada se batió con este rebelde y lo mató ante la tropa estupefacta. Recibió entonces el grado de teniente coronel. Estuvo en la campaña de Colombia y en la batalla de Tarqui. Después del golpe de Estado de Gamarra, pidió su reforma militar y se hizo notar como partidario de La Mar. Organizó en Piura exequias fúnebres para él y se afirmó que había colaborado en el panegírico que fue allí pronunciado. Pero Gamarra lo nombro subprefecto y comandante militar de Tacna, ciudad donde se casó con doña Juana Pérez. Al poco tiempo reingresó al servicio como primer ayudante de Estado Mayor. El 18 de marzo de 1833 se anunció oficialmente que Salaverry debía encabezar una sublevación en el Callao. Según afirmó el periódico gobiernista El Conciliador, él reveló su plan al ministro Pedro Bermúdez, aunque lo negó en un escrito vehemente. Bermúdez afirmó que la confesión que Salaverry le hizo fue por insanidad. Después de publicar su panfleto en un "alcance" a El Telégrafo de Lima, el presunto conspirador anduvo a caballo por las calles más céntricas de la capital. Esa noche fue apresado en su casa que había dejado con la puerta abierta. También perdió su libertad Manuel Tellería, que había poco antes ocupado la Presidencia de la República en ausencia de Gamarra y fue perseguido Riva-Agüero. Desde la prisión, Salaverry redactó "La patria en duelo", un libelo furibundo contra el Gobierno, "la más criminal de cuantas publicaciones se han dado a la prensa desde los días de Marat", según expresó el órgano gobiernista La Verdad. Ya desde tiempo atrás se le atribuía ser autor de algunos artículos cáusticos en los diarios. Entorpecido y enredado el proceso, las autoridades optaron por el confinamiento de Salaverry en el departamento de Amazonas. Allí se sublevó con diez indígenas. Capturado por sus mismos secuaces, ante la noticia del avance del comandante general del departamento de La Libertad, redujo en Cajamarca a quienes lo custodiaban y entró triunfante a Trujillo. Cuando el general Vidal fue enviado en contra suya, al mando de una división escogida, el encuentro en la garita de Moche pareció desbaratarlo, después de un caballeresco despliegue de valor por ambas partes. Fugitivo en la frontera de Ecuador, regresó para caer en manos de Vidal. Deportado por este, logró cambiar el rumbo de su barco y desembarcar "solo e inerme" en las playas de San José. De allí corrió a unirse con las fuerzas de Orbegoso, quien lo hizo coronel; y a su llegada dio lugar al oficio del general

Este caudillo fue ayudante del presidente La Mar y sufrió prisión a su lado tras el golpe de Estado de 1829. Años después, el presidente Orbegoso lo nombró general de Brigada. Salaverry aprovechó una de sus ausencias para tomar el poder en 1835. Al año siguiente fue fusilado en Arequipa por fuerzas peruano-bolivianas.

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setiembre fEBRERO 1825 1835 [ [perú chIle ]

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Miller, con la frase jubilosa que luego se hizo proverbial como anuncio de un fausto acontecimiento: "Que repiquen en Yauli". Probó reiteradamente, a lo largo de todos estos episodios, que de los jugos de la adversidad sabía hacer una asimilación tonificante. El cansancio y la derrota eran para él un trampolín. Ante su temeridad, los obstáculos actuaban como estímulo. Tan temible resultaba vencedor como vencido. "Háganme coronel y yo me haré lo demás" dijo y llegó a dictador del Perú. Como Clemente VII hubiera podido decir que su lema era: "Todo o nada". Como don Juan de Austria habría podido exclamar: "Quien no aspira a adelantar, retrocede". Ninguna empresa le parecía bastante difícil, ningún trabajo bastante agotador. Abisma pensar lo que habría ocurrido si su consorte hubiese sido doña Francisca Zubiaga. Delgado, pálido, con ojos de vivo mirar y "risa ferina que jamás le bañaba el rostro de placer", las pastillas cubrían casi como un casco los costados de su cara y torcían hasta tocar casi la boca, donde el bigote recortado completaba la sensación de arrogancia. Al firmar rubricaba la última letra de su apellido con una ancha y nerviosa señal como si la hubiera escrito con la punta de la espada. Cuando tomó el Callao por asalto, el cónsul de Chile don Ventura Lavalle escribió a su Gobierno estas palabras: "Salaverry es un joven que va a dar mucho trabajo a sus paisanos porque a una cabeza destornillada, una ambición desmedida y un carácter altanero y sanguinario, reúne talento y valor no común en el país". "¡La época es de los muchachos!", escribió jubilosamente al encaramarse sobre el poder. La juventud se encarnaba en él. No la juventud para el amor que Fausto compró con su alma sino la juventud para el poder como en aquel utópico reino que describiera Cyrano de Bergerac, donde los viejos se dejan gobernar por los jóvenes y les rinden acatamiento y veneración. La juventud para el poder, para el goce de la victoria precoz y para la amargura espantosa del fracaso, con la sensación de la flecha que sabe que aún no llegó al blanco. La juventud loca y bizarra de la cual no podía hablarse (como de Gamarra hablaban sus enemigos) con desprecio y menos con burla (como a Orbegoso se le combatía). Aquí surgía el terror, la sensación de que no se sabía adónde iba esto, como el rayo. "Rayo que no cesa" fue (aplicando el verso de Miguel Hernández) Salaverry y en tremenda tempestad llegó a chocar contra una cumbre helada. Los enemigos de Salaverry presentaron tres razones para criticar su sublevación en 1835: 1) La ingratitud con Orbegoso que lo había ascendido a coronel y luego a general; 2) La sublevación contra la autoridad legal y 3) La poca edad del caudillo. La respuesta salaverrina a dichas críticas fue la siguiente: 1) Los ascensos de Salaverry, desde los primeros grados, fueron hechos uno a uno, gracias a sus méritos; 2) La autoridad de Orbegoso era discutible desde el momento en que este se había convertido en un candidato en busca de votos y había "abierto campaña contra los colegios electorales"; 3) La juventud del caudillo era su mejor credencial.

CONSOLIDACIÓN APARENTE DE LA AUTORIDAD DE SALAVERRY.- Sucesivamente, distintas provincias del centro, del norte y del sur reconocieron la autoridad de Salaverry. El Cuzco se pronunció por la federación. Las tropas que acompañaban a Salazar y Baquíjano lo abandonaron. Orbegoso, que estaba en Arequipa, envió al norte una expedición al mando del general Francisco Valle Riestra, quien publicó una amenazadora proclama al desembarcar en Pisco, diciendo: "Pisemos los cadáveres de nuestros hermanos, amigos y compatriotas". Pero la misma oficialidad de la fuerza expedicionaria cambió de bandera, reconoció la autoridad del "primer capitán de los peruanos" y apresó a Valle Riestra. Entonces Salaverry ordenó el fusilamiento de Valle Riestra en el Callao, acto que vino a demostrar la violencia de su carácter y que fue discutido por sus enemigos y aun por algunos amigos (1° de abril). Se ha aducido en descargo de Salaverry varias razones: la proclama sanguinaria de Valle Riestra y una carta que, con el mismo espíritu, mandó a Orbegoso; la condición de Valle Riestra, que era la de un jefe "capitulado" y su antigua enemistad con Salaverry; la noticia que Salaverry recibió del pronunciamiento de Nieto en el norte con detalles (solo desmen-

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tidos más tarde) acerca de asesinatos y ultrajes a parientes y amigos del caudillo limeño; la ira de Salaverry al regresar de una batida infructuosa contra los montoneros que infestaban los alrededores de la capital, ira acrecentada al oir esa misma noche que habían entrado hasta la Plaza de Armas y disparado contra las ventanas del Palacio de Gobierno; el pérfido consejo de un político profesional, secretamente interesado en el desprestigio de Salaverry. Nieto, expulsado a México, sin más ayuda que la de un sirviente dominó a la tripulación de la Peruviana, el buque a cuyo bordo iba prisionero y desembarcó en Huanchaco. La rebelión que iniciara en el norte dio lugar a una serie de rápidas marchas entre Trujillo y Cajamarca perseguido por Salaverry que velozmente hizo uso de su poder naval; al fin las huestes de Nieto se fatigaron, y quedó él prisionero de Salaverry quien, contra lo que pudiera esperarse, lo trató con cortesía exquisita y lo desterró a Chile. La escuadra salaverrina, al mando de Juan de Iladoy, rindió a Islay (5 de junio) y a Arica (11 de junio). Un decreto de amnistía general dado por Salaverry, en mayo de 1835, y la convocatoria que hizo al Congreso que debió reunirse en Jauja, indicaron la existencia de una paz aparente. Acatado, al menos en el nombre, en todo el país, salvo Arequipa, donde seguía Orbegoso, Salaverry dejole tranquilo poseedor de la banda y el bastón presidenciales para que se divirtiera con ellos "al modo de que los mayorazgos arruinados lo hacían con sus cruces y medallas. ¡Imprudente! Olvidó que no hay cosa más temible que la debilidad desesperada".

LA OBRA ADMINISTRATIVA DE SALAVERRY.- No se comprendería bien el espíritu de Salaverry si no se conociera, siquiera en sus aspectos más saltantes, la obra administrativa que su breve e inquieto gobierno empezó, algunas de cuyas facetas se mencionarán en seguida, no obstante pertenecer, cronológicamente, no pocas de ellas, a un lugar posterior. a) La inteligencia.- Un Consejo de Estado, compuesto por personalidades descollantes, escogidas en razón de los cargos por ellas ocupados o designadas por méritos propios, debió significar la colaboración de la "inteligencia" en la obra del dictador. Debían llevar colgada al cuello una cinta blanca y una medalla que simbolizara la ciencia y la virtud. b) Horca y azotes.- Como los salteadores habíanse convertido en un mal endémico en el territorio de Lima, fue restablecido el tribunal llamado "Comisión de la Acordada" compuesto de tres individuos, para las causas de homicidio, heridas y hurto en el departamento. Luego se amplió la jurisdicción de este tribunal a las causas de tumulto, sedición, traición, y en general a las que versaran sobre delitos contra el sosiego público, así como las de contrabando. El procedimiento era sumario y de la sentencia se daba cuenta a la Corte Superior, la que solo con la vista del proceso la confirmaba o la reformaba dentro del segundo día, sin admitir otro grado o instancia. Poco después el coronel Juan Ángel Bujanda, que reemplazó en la Casa de Gobierno de Lima por breve plazo a Salaverry, estableció que los fallos de la "Acordada" eran inapelables e impuso a los reos sentenciados por ese tribunal las penas de horca y de azotes, restableciendo para esta el "rollo". Dichas penas infamantes fueron derogadas por el caudillo (26 de mayo de 1835). Pero ello no implicó una actitud de lenidad. El plazo de 24 horas quedó señalado para el juzgamiento de las causas por los crímenes de tumulto, sedición y traición, con pena de muerte para los culpables. Los tumultuarios, sediciosos o traidores que se descubriesen en los cuerpos militares debían ser juzgados en el término de dos horas (30 de mayo). Bujanda llegó a ofrecer una gratificación a quien presentara vivo o muerto a los cabecillas Florián, León, Simián, León Escobar y demás jefes de los montoneros (7 de mayo de 1835). c) Entrega de armas.- La necesidad de reunir armas en defensa de la integridad nacional fue invocada en el decreto de Salaverry que ordenó a todo individuo que tuviera en su poder algún fusil, tercerola, sable, lanza o montura de la propiedad del Estado, a entregarlas, so pena de ser considerados como ladrones públicos y juzgados por el tribunal de la "Acordada".

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setiembre fEBRERO 1825 1835 [ perú perú] ]

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setiembre MARzO 1825 1835 [ perú ] [ aUstrIa

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San MartínI (1793creó fERnAnDO priMera 1875) SEla COnVIERTE bandera en DE el En EMPERADOR puerto de piSco, AuSTRIA. ERA poco deSpuéS un de COnSIDERADO llegar al perú.POR la DéBIL MEnTAL hizo elDE 21 de LAoficial nOBLEzA Su 1821, PAíS,octubre MOTIVOde POR EL Mediante un CuAL Su PADRE decreto en Iel(1768que fRAnCISCO taMbién 1835)diSponía LE DEJÓ que éSta debíaCOn Ser DOCuMEnTOS de Seda o lienzo y InSTRuCCIOnES Medir 8 pieS de PRECISAS SOBRE largo por 6 deY RELIGIÓn ancho. POLíTICAS DE ESTADO. EL DESAPARECIDO EMPERADOR TAMBIén SE ASEGuRÓ DE DEJAR LAS DECISIOnES POLíTICAS En MAnOS DE Su HERMAnO Y Su OTRO HIJO.

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d) Moralización. Muerte a los funcionarios ladrones.- La tendencia al arreglo de las oficinas públicas y de la administración de justicia se hizo notar en otros decretos del enérgico caudillo limeño, lo mismo que el afán por una estricta honorabilidad en los asuntos del Estado, como lo demuestra la reglamentación para las licencias otorgadas a los empleados públicos, generosa con los enfermos y severa con los ociosos; la orden para la publicidad mensual de los gastos y entradas del Fisco; la persecución resuelta al contrabando, delito que también fue entregado a la jurisdicción de la "Acordada"; la prohibición hecha a los empleados de Hacienda para que fueran fiadores, agentes, tutores o curadores y el castigo con la pena de muerte a los funcionarios ladrones. Esta última drástica disposición revivió una orden de Bolívar. Hubo también diversas normas para la protección de la industria nacional y se ratificó el tratado de comercio con Chile. e) Empleos.- En relación con la provisión de empleos, dispuso Salaverry que todo patriota que se considerase olvidado o postergado en su carrera se presentara con un recurso y que una comisión calificadora fuese establecida en cada departamento para dar dictamen al Gobierno que así se normaría por la justicia distributiva en los nombramientos por él hechos. f ) Ciudadanos y esclavos.- No faltaron decretos paradojales del mismo caudillo. Uno declaró que cualquier individuo del globo era ciudadano del Perú desde el momento en que después de pisar el territorio nacional, quisiera inscribirse en el registro cívico, si bien quedó desautorizado semanas después con el anuncio de que su publicación se debía a un error. Y otro permitió la introducción de esclavos procedentes de países de América. En el capítulo sobre aspectos económicos del período 1827-1842 se explican los alcances de esta última autorización. g) Colegio para mujeres y teatro.- Interés especial ostenta el decreto que restableció el colegio para mujeres de Lima, creó becas en él, señaló sus asignaturas y el orden diario de la distribución en el tiempo de las alumnas desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche. Valor simbólico realza el decreto para que ninguna persona del Gobierno, sin excepción, tuviera entrada o asiento gratis en el teatro. h) Medidas económicas y hacendarias.- En el campo económico y hacendario abolió Salaverry la contribución de patentes y la contribución de castas; dejó sin efecto el contrato para un ferrocarril entre el Callao y Lima por la increíble razón de "no tener objeto importante"; restableció la Dirección General de Aduanas, suprimida por Orbegoso; señaló como el máximo del interés del dinero prestado, el 1% mensual para combatir la usura; y declaró que los vales, pagarés y cualquier otro reconocimiento simple de deuda entre comerciantes tenía la misma fuerza que las escrituras públicas. i) Examen para médicos.- El decreto que dejó sin efecto el auto del Protomedicato relativo a la aplicación del calomelano en la disentería y ordenó el examen de aquellos médicos sobre cuya ineptitud se elevaran quejas formalmente y por escrito, desborda los límites de la historia de la medicina en el Perú para presentar una faceta del carácter del caudillo. j) La toga.- Otro decreto restableció el uso de la toga para los vocales de la Corte Suprema y Superior y para los jueces de primera instancia, porque "en la organización de las sociedades el traje, aunque por sí mismo muy accidental, influye sobremanera en la consideración que merecen las autoridades y en la dignidad con que estas deben presentarse". k) El doblar de las campanas.- La minuciosidad y la energía en la gestión de Salaverry como gobernante tiene uno de sus exponentes en el oficio dirigido al arzobispo de Lima por José Domingo Espinar en los siguientes términos: "Siendo indispensable evitar el abuso en la práctica de doblar en las parroquias y conventos por un tiempo ilimitado en los entierros y honras: S.E. el Jefe Supremo de la República se ha servido ordenar que ningún doble exceda el término de cinco minutos" (2 de abril de 1835). El 9 de julio de 1835 aprobó Salaverry el reglamento de toques de campana, cuya preparación había encomendado al arzobispo. l) Relaciones con España y Chile.- El nombramiento de Felipe Pardo y Aliaga como ministro en España evidenció el saludable propósito del caudillo nacional para reanudar las relaciones con

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El jue­go de la suer­te. Una vez a la semana, los li­me­ños se reu­nían en la Pla­za de Ar­mas pa­ra es­cu­char los re­sul­ta­ dos de la lo­te­ría, que eran anun­cia­dos des­de un ta­bla­di­llo le­van­ta­do es­pe­cial­men­te pa­ra la oca­sión. En 1862, la Be­ne­fi­cen­cia de Li­ma pa­só a ha­cer­se car­go de es­ta ac­ti­vi­dad. Es­ta acua­re­la de Pan­cho Fie­rro, ti­tu­la­da Lo­te­ría en la pla­za prin­ci­pal, mues­tra el po­der de con­vo­ca­to­ria de es­te po­pu­lar jue­go de azar.

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setiembre 1825 [ perú ] (...) SAnTA CRuz

ERAcreó un San nO Martín ExTRAnJERO En la priMera EL PERÚ. bandera en el funDADOR LA puerto deDE piSco, InDEPEnDEnCIA, poco deSpuéS de llegar al perú.En la COMBATIEnTE hizoBATALLAS oficial el 21DE de LAS octubre de 1821, PICHInCHA, Mediante un zEPITA, Y Junín, decreto en el que HABíA MAnDADO taMbiénTIEMPO diSponía LARGO que éSta debía Ser EJéRCITOS de Seda o lienzo y PERuAnOS; Y En Medir 8 pieS de EL ESCALAfÓn DEL largo por 6 de PERÚ TEníA EL ancho. MáxIMO GRADO, EL DE GRAn MARISCAL.

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la antigua metrópoli. A su paso por Chile, Pardo inició tratos para buscar el auxilio de ese gobierno contra Santa Cruz. m) Los cañones del Callao.- Llama la atención que Salaverry desarticulara la Fortaleza de la Independencia del Callao para vender sus piezas de bronce.

[ II ] GéNESIS DE LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA.- Para justificar la intervención del presidente de Bolivia, Andrés Santa Cruz, en los asuntos del Perú con el objeto de formar la Confederación Perú-boliviana pudieron invocarse tres clases de razones: razones permanentes, razones personales y razones inmediatas. Las razones permanentes eran de carácter geográfico, histórico, económico y antropológico. Ambos, Perú y Bolivia coparticipan en las hoyas del Titicaca y de Madre de Dios, pese a la inseparable unidad física de cada una de ellas. La cuenca oriental del lago Titicaca es boliviana, y la occidental, peruana; el río Tahuamanu, boliviano en parte, es peruano desde Santa Rosa, y el Madre de Dios es peruano también desde Puerto Pardo. La cordillera de los Andes, al descender desde la altiplanicie de Bolivia (llamada tradicionalmente Alto Perú) hasta el Bajo Perú, hace menos estériles a las tierras conforme avanza hacia el norte de Potosí hasta la raya de Vilcanota. En el litoral los puertos propicios para el altollano de La Paz desde el punto de vista geográfico-económico (y sin entrar en consideraciones políticas que tendrían que tomar en cuenta factores históricos y, sobre todo la voluntad de la población) se hallan en la zona de Arica. Antropológicamente los quechuas, que constituyen la mayoría de la población indígena del Perú, son hermanos de los aymaras que forman la mayoría de la población indígena de Bolivia. Los vínculos entre ellos son tan remotos que van mucho más allá en el tiempo, más atrás del común imperio inca y se ha llegado a hablar de un antiquísimo imperio aymara o paleoquechua llamado de Tiahuanaco; por lo menos hubo entonces intenso contacto cultural. Toda la región del sur del Perú y Bolivia forman juntas el área cultural prehispánica que se ha dado en llamar de los "Andes centrales". Hay quechuas en ciertas regiones del sur de Bolivia como hay aymaras en algunas regiones no solo del sur sino también del centro y del norte del Perú. Acaso el dialecto "cauqui" de Yauyos sea un nexo filológico entre los dos idiomas, quechua y aymara. Tan solo porque la capital del Virreinato del Perú, Lima, hallábase muy distante, fue creada en la época colonial la Audiencia de Charcas. Las más valiosas encomiendas del Virreinato del Perú estuvieron en el territorio del Collao y Charcas, así como su más legendaria riqueza, la de las minas de Potosí. Cuando se trató de segregar al Alto del Bajo Perú, el virrey don Manuel Guirior se opuso y resultan proféticas las palabras de su carta de 20 de mayo de 1778: "El reino del Perú, Bajo y Alto, no admite división perpetua, estando sus provincias enlazadas unas con otras, se pondría una piedra de escándalo y emulación". Efectivamente, la segregación de las provincias del Alto Perú o Audiencia de Charcas y su incorporación al Virreinato de Buenos Aires contribuyó a la decadencia del Virreinato del Perú en el siglo XVIII. Al producirse la sublevación de Túpac Amaru, no solo se conmovió el sur del Perú, sino también el norte del Alto Perú. Lo mismo ocurrió con la sublevación de 1814, llamada de Pumacahua, en el Cuzco. El avance de los argentinos en el territorio alto-peruano suscitó el alzamiento de Zela en Tacna. A fines del período colonial, cuando Abascal gobernaba el Perú, de hecho, la Audiencia de Charcas fue reincorporada al Virreinato de Lima, y siguió la suerte de los realistas que continuaron bajo las órdenes del virrey La Serna. El Alto Perú estuvo separado del Perú solo cuarenta años. En la Asamblea que decidió la creación de la República de Bolivia hubo, como se ha visto, un partido favorable a la unión con el Perú. No siempre sobre la base de las audiencias surgieron Repúblicas, como el caso del Cuzco y Guadalajara lo prueba. En los primeros años de la República ocurrió todo lo que aclarado queda: las instrucciones unionistas del canciller peruano Pando al plenipotenciario Ortiz de Zevallos y el tratado firma-

do por este en 1826 como prólogo de una aglutinación política más vasta; las pretensiones de Bolivia sobre Arica; los planes absorcionistas de Gamarra evidenciados en la invasión de 1828; el motín del general Loayza en la Paz, de carácter peruanista; el fracaso de la peruanización de Bolivia en 1829 al ser elegido Santa Cruz como presidente; el acuerdo de Gamarra, La Fuente y Santa Cruz para formar una federación de tres Estados a base de las dos Repúblicas, en la época en que se constituyeron un triunvirato contra La Mar; la interdependencia en la política de ambos países, evidenciada por las relaciones entre Gamarra y Santa Cruz, de 1829 a 1833. Todo ello se basaba no en caprichos o en intereses menguados únicamente sino en circunstancias preexistentes. No provenía tampoco de meras razones históricas. Bolivia era, en verdad, un país incompleto, mediterráneo, que si continuaba aislado podía temer a la Argentina, a Chile o al Perú. Los departamentos del sur del Perú estaban, por otra parte, separados del norte por el desierto de Islay y por las serranías de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, sin relación inmediata por la ausencia de caminos, de telégrafos, de vapores. En cambio, hacían un tráfico constante con Bolivia. Así el vestido de los habitantes de La Paz provenía de telas del Cuzco y de Puno. La exportación de la coca de La Paz se realizaba generalmente sobre el sur del Perú. Arica era un puerto de tránsito para Bolivia, un ascensor que conectaba el altiplano con el mar. La exportación de vinos de Moquegua tenía por principal mercado, al boliviano. Lo mismo ocurría con las exportaciones de Arequipa y Abancay. Muchos hombres del sur del Perú habían hecho sus estudios en la docta Chuquisaca. Además, como el Brasil y Argentina estaban en víspera de alcanzar un poderío singular, como el restablecimiento de la Gran Colombia era un hecho siempre posible, y como Chile se organizaba para luego adquirir la supremacía en el Sur Pacífico de América, la Confederación Perú-boliviana parecía altamente conveniente, desde el punto de vista del equilibrio continental. Razones personales: Santa Cruz no era un extranjero en el Perú. Fundador de la Independencia, combatiente en las batallas de Pichincha, Zepita, y Junín, había mandado largo tiempo ejércitos peruanos; y en el escalafón del Perú tenía el máximo grado, el de gran mariscal. Algo más: había sido presidente provisional del Perú en 1826 en ausencia de Bolívar, y en 1827 después de la caída del régimen vitalicio, y ese mismo año había sido también candidato a la Presidencia del Perú. Hombres prominentes de este país, como Luna Pizarro, antiguo enemigo suyo, creían convenientes e inevitables la administración de Santa Cruz y la unión con Bolivia; y ese era el convencimiento de un poderoso núcleo de diputados de la Convención Nacional de 1834, como ya los debates sobre la Carta política y la Ley de Pedidos de Auxilio lo demuestra. Razones inmediatas: la anarquía que estaba generalizándose en el Perú podía extenderse fácilmente a Bolivia. Salaverry era un peligro para la República del Altiplano. Los nombres de Navarino y Amberes y la declaración de Inglaterra en noviembre de 1783, que justificó la intervención de Francia por el "sistema destructor de todo orden público" allí creado, fueron mencionados como precedentes europeos de la injerencia boliviana en los asuntos del Perú.

JUAN ÁNGEL BUJANDA (1792-1837)

Trabajó como juez diputado del comercio para los españoles en el Cuzco (1824) y recaudó una gran suma de dinero para financiar las batallas contra los patriotas. Tras la victoria de Ayacucho fue nombrado intendente de Urubamba y cuatro años más tarde, promovido a prefecto y comandante general del Cuzco. En 1834, al ser depuesto de su cargo, se alejó de la vida política, pero volvió durante el gobierno de Salaverry. En 1835 quedó a cargo de Lima durante la revuelta de Nieto en el norte.

EL PACTO GAMARRA-SANTA CRUZ. ANÁLISIS DE LA ACTITUD DE GAMARRA EN 1835.- A Santa Cruz lo llamaron no solo personas o entidades de alcance local o regional, sino también su viejo enemigo Gamarra y el presidente legal del Perú, Orbegoso. Refugiado Gamarra en Bolivia, al viajar de Cochabamba a Cobija para reunirse con su esposa (cuenta él mismo en su manifiesto de Costa Rica en 1835), "el tránsito hasta Oruro lo hice penosamente por entre el ejército puesto en movimiento hacia la frontera. Preparativos de guerra eran los solos objetos que veía en pueblos naturalmente inertes, pero a los que daba una actividad creadora la ambición loca de un tirano. Ardía en mi presencia la tea destinada a llevar el incendio y la devastación a mi patria y yo no podía apagarla. Se reforjaban cadenas tan pesadas como deshonrosas. Bolivia iba a dominar al Perú y yo tenía que ser testigo de tamaño baldón". Consideró Gamarra que el

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setiembre 1825 [ perú TuVO]GAMARRA

COn SanSAnTA MartínCRuz creó unAlafAMOSA priMera EnTREVISTA bandera enEn el CHuquISACA. puerto de piSco, AHOGAROn poco deSpuéS de llegar al perú. la AMBOS SuS hizo REnCORES oficial el 21 de Y octubre de 1821, ACORDAROn Mediante un fORMAR unA decreto en el que REPÚBLICA taMbién diSponía COMPuESTA DEL que éSta debía Ser PERÚ Y BOLIVIA, de Seda o lienzo y DIVIDIDA En TRES Medir 8 pieS de ESTADOS, nORTE, largo por 6 de CEnTRO Yancho. SuR, COn EL nOMBRE DE REPÚBLICA DEL PERÚ Y COn EL PABELLÓn PERuAnO.

Perú se desquiciaba con Orbegoso inerme en Arequipa, el resto del sur en actitud de expectativa y Salaverry en el norte, bañado en la sangre de Valle Riestra, que vertiera como nunca se había hecho antes, "en el alborozo de la victoria violando la sacrosanta promesa que aseguraba la vida al vencido". Tuvo Gamarra con Santa Cruz una famosa entrevista en Chuquisaca. Ahogaron ambos sus rencores y acordaron formar una República compuesta del Perú y Bolivia, dividida en tres Estados, Norte, Centro y Sur, con el nombre de República del Perú y con el pabellón peruano. Gamarra debía pasar al Cuzco y autorizar la declaración de la independencia del Estado del Centro; Santa Cruz se comprometía a obtener el apoyo de Arequipa y la eliminación de Orbegoso, así como también a suministrar los elementos de guerra. Según la correspondencia entre Gamarra y José Joaquín de Mora (exhibida por Luis Monguió en un estudio reciente), el compromiso del caudillo peruano con Santa Cruz era el de efectuar la separación del sur y la federación del sur y Bolivia. Mucho se ha discutido sobre el significado que ostentó este gesto de Gamarra, como claudicación de todo lo que él había querido representar anteriormente y de lo que intentó representar más tarde. El caudillo que hizo pasear al ejército peruano en 1828 por Bolivia y derrocó a Sucre; el que se sublevó contra La Mar en 1829, al grito de "No más extranjeros, no más"; el que pretendió invadir nuevamente Bolivia en 1831; el que sir vió de muralla contra las pretensiones de Santa Cruz sobre el Perú entre 1829 y 1833; el que más tarde llegó a derrotar la Confederación Perú-boliviana en 1839 y perdió la vida en 1841 al invadir Bolivia aparece, en este momento del brazo de Santa Cruz y como vanguardia de la invasión boliviana sobre el Perú. Un anticipo de esta actitud habían sido sus propuestas a Nieto en Arica, en mayo de 1834. Obsér vese, sin embargo, que dentro de las circunstancias de aquel momento, el pacto con Santa Cruz era el único medio con que contaba en ese momento para poder actuar en la vida política, en conmoción sísmica, el solo recurso para que se le franqueara el regreso al suelo patrio. Obsér vese también que Gamarra, a pesar de todo (si son auténticos los documentos que pública M.F. Paz Soldán), obtuvo el mantenimiento de la continuidad histórica del Perú. El pabellón rojo y blanco cubriendo tres Estados dentro de la República del Perú, uno de los cuales sería Bolivia, ¿podría ser odioso ante los ojos de un peruano de verdad? Emigrado, solo e inerme, Gamarra logró esta solución. Pero, ¿por qué convino en ella Santa Cruz? Quizás por la influencia consciente o subconsciente de su pasado de militar y de gobernante peruano. Evidentemente, por la importancia de los elementos que en el sur del Perú obedecían a Gamarra (inclusive las fuerzas de Puno) ya que en esa región algunas de la adhesiones a Salaverry se habían hecho en forma nominal o transitoria; y también porque no había tiempo que perder. Una vez pasado el Desaguadero, podía repudiar el pacto.

EL PACTO ORBEGOSO-SANTA CRUZ.- Gamarra llegó a Puno junto con San Román el 20 de mayo de 1835. Tan grande fue su prisa, que no esperó a que se formalizara este tratado, más tarde negado por Santa Cruz, pero comprobado por una carta de su secretario, el escritor español José Joaquín de Mora que, como se ha dicho, divulgó Paz Soldán. Temió, sin duda, Gamarra una alevosía de Santa Cruz, y le preocupó, ante todo, pisar el territorio peruano. Una vez allí, es muy posible que decidiera no cumplir sus compromisos. Por lo menos, en ninguna proclama, ni en ningún otro documento oficial pese a manifestar su federalismo, pronunció el nombre de Santa Cruz. Algunas de estas proclamas fueron escritas en quechua. Pero ya Santa Cruz había sido desleal con Gamarra. En su mensaje al Congreso de Sicuani, Orbegoso dijo que él se quedó con unos cuantos generales y jefes y 87 veteranos al sublevarse el norte y el sur.

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Aislado y desesperado, Orbegoso había designado sucesivamente a cuatro personas para que hablaran, en su nombre, a Santa Cruz: el agente confidencial Esteves, el ministro peruano en La Paz, Pedro Antonio de la Torre; el comisionado José Luis Gómez Sánchez, y otro enviado especial, el general Anselmo Quirós, cuyas instrucciones, según se ha dicho más tarde, eran limitadas y fueron de hecho rebasadas. En menos de 48 horas, Quirós acordó y firmó el tratado de 15 de junio de 1835, por el cual Bolivia debía dar al Perú un ejército, cuyo jefe sería designado por Santa Cruz, para pacificar ese país y proteger la formación de una asamblea de los departamentos del sur, que, separada de una asamblea de los departamentos del norte, decidiera sobre la nueva forma de gobierno. Los gastos de este ejército serían pagados por el Perú. ¿Por qué escogió Santa Cruz, a mediados de junio, como aliado a Orbegoso en contradicción con sus compromisos con Gamarra? La respuesta es sencilla. Orbegoso no había ofrecido un pacto tan conveniente antes. La autoridad del presidente del Perú ostentaba la ventaja de su carácter legal. Santa Cruz creyó más fácil entenderse con él, en tanto que Gamarra siempre había sido un rival. El tratado firmado con Quirós le era mucho más favorable que el arreglo hecho con Gamarra. Santa Cruz mandó guardar los manifiestos escritos ya en apoyo de este e hizo redactar otros, en apoyo de Orbegoso. El mismo día 15 de junio, fecha del tratado, sin esperar su ratificación, cinco mil soldados bolivianos pasaron la frontera. Habían sido preparados durante varios años. El 8 de agosto de 1832 el ministro Pedro Antonio de la Torre transmitió al Gobierno de Lima su admiración por la destreza de la caballería santacrucina.

TRANSMISIÓN DE LAS FACULTADES EXTRAORDINARIAS DE ORBEGOSO A SANTA CRUZ.- Orbegoso, como un rey destronado, entregó a Santa Cruz la insignias de su quimérico poder, al traspasarle, mediante una carta, las facultades extraordinarias de que estaba investido (Vilque, 8 de julio de 1835). Dichas facultades habían sido otorgadas inicialmente ante la rebelión de Salaverry en el Callao por el Consejo de Estado a su presidente, Salazar y Baquíjano, como mandatario interino: este las había entregado a Orbegoso (23 de febrero). Santa Cruz las aceptó por oficio firmado en Puno el 16 de julio.

ANDRéS DE SANTA CRUZ (1792-1865)

Presidente boliviano entre los años 1829 y 1839, Santa Cruz, así como Bolívar, soñaba con la unión de dos territorios históricamente hermanos: Perú y Bolivia. En 1835 esta idea se hizo realidad con el establecimiento de la Confederación Perúboliviana, en la que asumió el cargo de protector.

[ III ] GUERRA ENTRE SANTA CRUZ Y GAMARRA.- Gamarra fue recibido con entusiasmo en el sur, esquilmado por los agentes de Orbegoso y luego por la división Larenas que había despachado Salaverry. Precisamente los soldados de la división Larenas, defeccionando de sus jefes, se le plegaron. Acorralado en vista de la alianza Santa Cruz-Orbegoso, decidió Gamarra aliarse a Salaverry, después de haber buscado en vano tratos con Orbegoso. Aunque aquel habíale llamado, pocos días atrás, el más cobarde de los soldados y el más desleal de los hombres, aceptó el frente único antiboliviano y los comisionados Bujanda y Felipe Pardo y Aliaga firmaron el Tratado de Alianza el 27 de julio de 1835. Por este pacto Gamarra aceptó la Presidencia de Salaverry y su propia cesación en el mando del ejército que había formado. Todavía no habían roto comunicaciones Santa Cruz y Gamarra y se citaron para una entrevista que luego ambos denunciaron, cada uno por su lado, como una traidora celada. Hay una carta de Gamarra, 2 de julio de 1835, a Salaverry, en la que prometió batir a Santa Cruz, y otra, de la misma fecha, a Santa Cruz, donde negó que estuviera en tratos con Salaverry y afirmó la unión que ellos debían tener. Probablemente Gamarra no era sincero con ninguno. No lo era con Santa Cruz, con quien tantas veces se tropezara en el camino de sus ambiciones. Sabiéndolo, Santa Cruz creyó que había llegado el momento de desenmascararse y desenmascararlo. No lo era con Salaverry porque optó por la guerra contra el invasor actuando solo; en vez de retirarse, arriesgó la batalla, acaso con la ilusión de que la victoria le devolvería su rango anterior.

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YANACOCHA.- Para ello se parapetó con unos 2.600 hombres colecticios y de escasa disciplina

(...) SAnTA CRuz fuSILÓ AL COROnEL MARIAnO DE LA TORRE En EL PuEBLO DE SAn SEBASTIán (...); fuSILÓ TAMBIén AL COROnEL ALMOnTE, DESTERRÓ A ALGunOS JEfES, EnVIÓ A OTROS A LOS PRESIDIOS O A LABRAR LA TIERRA En BOLIVIA Y AuMEnTÓ LOS CuERPOS VEnCEDORES COn LOS PRISIOnEROS. ADEMáS, COn GRAn CELERIDAD, SE APODERÓ DEL CuzCO Y DE AYACuCHO.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 18 ]

y cerca de 8.000 indios armados de palos en Yanacocha. Contra ellos se batieron todo el ejército boliviano y las fuerzas peruanas que, desde Arequipa, mandó Orbegoso al mandó de Morán. Trató Gamarra, en esta batalla, de defender el terreno, y se aferró a él ciegamente, sin buscar salida, ni la línea de repliegue, ni posibilidad de inmediata ofensiva. Pronto fugaron los indios, que les servían de auxiliares y, al cabo de poco más de dos horas, solo quedaban unos cuantos paquetes de cartuchos a sus soldados. Las ventajas del material bélico y de la superioridad numérica de los bolivianos se impusieron (13 de agosto de 1835). Después de esta batalla, Santa Cruz fusiló al coronel Mariano de la Torre en el pueblo de San Sebastián, no obstante ser prisionero de guerra; fusiló también al coronel Almonte, desterró a algunos jefes, envió a otros a los presidios o a labrar la tierra en Bolivia y aumentó los cuerpos vencedores con los prisioneros. Además, con gran celeridad, se apoderó del Cuzco y de Ayacucho. Salaverry ordenó exequias, duelo militar, ascenso póstumo y la erección de una columna para honrar la memoria de La Torre. Gamarra logró escapar y poco después recibió ordenes de Salaverry para dirigirse a Lima, a encargarse de la Presidencia del Consejo de Gobierno. Llegó a la capital cuando Salaverry estaba en Pisco y no quiso gobernar. Vigilado y temido, fue apresado, junto con sus amigos Camporredondo, Eléspuru, Bujanda, Salmón y Lazarte y después desterrado a Costa Rica, el mismo país a donde él mandara a La Mar (19 de octubre de 1835). Desde Costa Rica lanzó, sin embargo, un manifiesto para exhortar a los peruanos a seguir batiéndose bajo las banderas de Salaverry. Dícese que este no lo quiso matar con la idea de que Gamarra podía ser su sucesor como gran rival de Santa Cruz. Quedaron frente a frente Salaverry y Santa Cruz.

SANTA CRUZ Y SALAVERRY.- Salaverry ha surgido de pronto y Santa Cruz está actuando desde hace muchos años. Salaverry es joven y Santa Cruz, maduro. Salaverry es blanco y Santa Cruz, mestizo. La mirada de Salaverry resulta penetrante, hasta ser a veces desorbitada; pero los ojos almendrados de Santa Cruz nunca miran de frente. Salaverry suele reír, pero según cuenta el deán Valdivia en su libro "Revoluciones de Arequipa", la risa no baña jamás su rostro de placer; Santa Cruz no ríe jamás y apenas, en muy determinadas ocaciones, la sonrisa pliega su boca lampiña. Salaverry suele abrazar a sus amigos o partidarios en horas de regocijo o de incertidumbres; Santa Cruz, en el Palacio de Gobierno de Lima, reemplaza la costumbre inglesa de dar la mano al saludar, recientemente importada entonces, por la costumbre de dar los dedos. Salaverry procede, a veces, sin una intención deliberada y prudente; Santa Cruz jamás se deja arrebatar por sus impulsos. Salaverry fusila a su prisionero el general Valle Riestra, irritado porque unos montoneros han llegado disparando hasta al pie de los balcones de su palacio; Santa Cruz fusila a Salaverry y ese mismo día escribe una larga carta a su aliado Orbegoso, en la que dice que es preciso extirpar la anarquía acabando con quienes son sus cabezas, en vez de castigar a quienes solo son sus víctimas o sus instrumentos. Salaverry, careciendo a veces de plan fijo, corta las dificultades de frente; Santa Cruz da vueltas y vueltas y hasta se contradice, pero siempre actúa en cumplimiento de un plan. Salaverry, como militar, prefiere la guerra de movimientos, y, en ella, los ataques a la bayoneta o las cargas de caballería; Santa Cruz, la guerra de posiciones, la victoria desde mejor ubicación estratégica. Salaverry está constituido para hacer revoluciones; Santa Cruz, para llegar después de una revolución. Salaverry, como ya se ha dicho, puede ser comparado con el rayo; fue mientras vivió, aplicando unos versos de Miguel Hernández, "rayo que no cesa"; Santa Cruz aparece como una montaña, elevada e impresionante, pero llena de abismos. Salaverry linda con la neurosis; Santa Cruz con la trapacería. Pero la diferencia más saltante entre ambos está en la actitud de la posteridad. Mientras Santa Cruz parece peruanófilo a los bolivianos y los peruanos lo miran como boliviano, la fuerza purificadora, transfigurada y fecundante de la grave emoción de la patria, alienta en el homenaje del

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Re­cuer­dos de un cau­di­llo. Fe­li­pe San­tia­go Sa­la­verry, quien se pro­cla­mó jefe supremo del Pe­rú en 1835, fue uno de los cau­di­llos más re­pre­sen­ta­ti­vos del Pe­rú re­pu­bli­ca­no. Du­ran­te su bre­ve go­bier­no usó en re­pe­ti­das oca­sio­nes el uni­for­me de ga­la, del cual se con­ser­van las cha­rre­te­ras (3). Es­tas tie­nen bor­da­das las in­sig­nias de mar y tie­rra en fi­los de oro. Asi­ mis­mo, se con­ser­va el es­pa­dín "Nu­man­cia" (4) de 1820 que per­te­ne­ció a Sa­la­verry des­de su in­gre­so a las fi­las pa­trio­tas en di­cho ba­ta­llón. En 1836 fue de­rro­ta­do y lue­go en­car­ce­la­do por las fuer­zas de la Con­fe­de­ra­ción. Aquí po­de­mos apre­ciar la lla­ve de la pri­sión don­de per­ma­ne­ció has­ta an­tes de su fu­si­la­mien­to (2). En 1859, sus res­tos fue­ron ex­hu­ma­dos y con su ataúd, en­vuel­to en la ban­de­ra que apa­re­ce en es­ta pá­gi­na (1), fueron tras­la­da­dos des­de Are­qui­pa a Li­ma.

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setiembre 1825 [ perú SALAVERRY ]

Perú a Salaverry. Y así él, que fuera llamado "loco", resulta, a la larga, más cuerdo que el astuto Santa Cruz; y el vencido y fusilado ha derrotado, a través del tiempo, a su vencedor.

PROCEDIÓ DE San Martín creó MAnERA DRáSTICA la priMera AL AfROnTAR bandera enLA el GuERRA, quE puerto de piSco, LLAMÓ poco‘SEGunDA deSpuéS de llegar al perú. la GuERRA DE LA hizo oficial el 21 de InDEPEnDEnCIA’. octubre COn fECHAde7 1821, DE Mediante un JuLIO DE 1835, decreto en el que LAnzÓ Su fAMOSO taMbién diSponía DECRETO DE que éSta debía Ser GuERRA A MuERTE de Seda o lienzo y COnTRA SAnTA Medir 8 pieS de CRuz, Su EJéRCITO largo por 6 de Y CuAnTOS LO ancho.

"LA GUERRA A MUERTE".- Salaverry procedió de manera drástica al afrontar la guerra, que llamó "segunda guerra de la Independencia". Con fecha 7 de julio de 1835, lanzó su famoso decreto de guerra a muerte contra Santa Cruz, su ejército y cuantos lo auxiliaran y declaró benemérito de la patria a quien matara a un boliviano y, además, exento del pago de cinco años de contribución…¿Qué tenía eso de extraño, si antes, en la simple guerra civil contra Orbegoso, cuéntase que prometió que "haría clarines con las canillas de sus enemigos"? Luego procedió violentamente a requisar hombres y recursos así como las armas de los particulares, llamó a las filas a todos los ciudadanos de 15 a 40 años bajo pena de muerte y alistó a los esclavos (28 de agosto). Formó un ejército, magníficamente vestido, según cuenta una tradición que evoca, en cambio, la pobreza de la época; y bien frenado puesto que la mayor transgresión era penada con el fusilamiento. Ejército rápidamente disciplinado y, sin embargo, entusiasta. La escuadra lo apoyaba, condenando a Santa Cruz y a Orbegoso a una guerra defensiva. En el Callao, caso para obtener recursos o para evitar que los castillos fueran el foco de revoluciones, se vendió a la artillería de bronce existente allí; Salaverry, por lo demás, tenía el dominio del mar. Para hacer cartuchos fueron entonces usados hasta papeles del Archivo Nacional. ¡Simbólico episodio!

AuxILIARAn Y DECLARÓ BEnEMéRITO DE LA PATRIA A quIEn MATARA A un BOLIVIAnO Y, ADEMáS, ExEnTO DEL PAGO DE CInCO AñOS DE COnTRIBuCIÓn (…)

SENTIMIENTOS NACIONALES Y COSTEÑOS EN LA PROPAGANDA CONTRA SANTA CRUZ.- No solo la fascinación personal del caudillo limeño entusiasmaba a sus partidarios. Vibraba en ellos el sentimiento nacional, herido por la invasión y acicateado por el tradicional desdén a los bolivianos; y también sentimientos regionalistas costeños, capitalinos o norteños. Ingeniosa expresión de esta actitud fueron las letrillas de Felipe Pardo y Aliaga publicadas en periódicos eventuales como El Coco de Santa Cruz, del que aparecieron seis números entre setiembre y diciembre de 1835 y al que acompañaron otras hojas como El Conquistador Ridículo y Para Muchachos (1). Entre las letrillas de Pardo estuvieron varias, reproducidas por el autor del presente libro en su obra juvenil La Iniciación de la República (Lima, 1929), entre ellas la siguiente: Duerme la cacica, el pecho súbito pavor la inflama: empieza a temblar su lecho que es un pellejo de llama. ¡Qué¡ ¿En un pueblo que le encomia y adula, el terror le ataca? Sí: que ve salir la momia de su abuela de una huaca que llamando al hijo: "Oh, tú –dice arrugando las cejas– ¿Porquí, hombre, el Bolivia dejas? ¿Porquí boscas la Pirú?“ Sola llora desdichada (1) Estos periódicos los salvó el autor del presente libro después del incendio de la Biblioteca Nacional recogiendo sus

páginas chamuscadas y dispersas del suelo humedecido por el agua de los bomberos y enviándolos a Estados Unidos para que fueran restaurados.

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y no duerme la cacica y la mano a la arrugada mejilla de cobre aplica. Ningún consuelo le ensancha, todo a gemir la provoca, y ya no prueba la cancha ¡qué horror! ni huele la coca. ¡Farsante de Belcebú! ¿No ves que a tu madre aquejas? ¿Porquí, hombre, el Bolivia dejas? ¿Porquí boscas la Pirú? Mira la pobre señora tanta derrota y carrera que del pimpollo que adora forman la gloria guerrera. Eso su suerte le avisa. Más ¡por vida del dios Baco! ¿Tal ambición no da risa? ¿Que este Alejandro huanaco extienda hasta el Juanambú sus aspiraciones viejas? ¿Porquí, hombre, el Bolivia dejas? ¿Porquí boscas la Pirú? La india dice: !Huahuachay! el balas vos no te gustas don Salaverry, ay! ay! ay! pronto el clavija te ajutas. La cosa no está sencillo, vos tu suerte no conozco ¿piensas bañarla la Chorrillo porque ya entraste la Cozco? Vuelve a tu madre el quietú Andrescha, al ruina te alejas. ¿Porquí, hombre, el Bolivia dejas? ¿Porquí boscas la Pirú? India! Llora tu desdicha India! Llora lloro amargo llora sangre, llora chicha que será el llanto más largo. El hijo de las entrañas no nació para guerrero Tú sabes que en sus campañas va para mofa el acero pendiente del biricú. Llora si el llorar te alivia ¿Porquí dejas el Bolivia? ¿Porquí boscas la Perú? (Publicada en El Coco de Santa Cruz, N° 3)

EL COCO DE SANTA CRUZ

Este periódico, redactado por Felipe Pardo y Aliaga, apareció en Lima del 17 de setiembre de 1834 al 23 de diciembre de 1835. En los seis números que el escritor tuvo a su cargo, respaldó abiertamente las acciones de Felipe Santiago Salaverry, además de criticar duramente la intervención del presidente boliviano Andrés de Santa Cruz. El nombre de la publicación, como es obvio, hacía alusión a esta animadversión.

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setiembre 1825 [ perúDuRAnTE ] LA

nOCHE DEL 27creó DE San Martín DICIEMBRE HuBO la priMera ROBO Y bandera en el DESÓRDEnES En puerto de piSco, LOSpoco PORTALES deSpuéSDE de llegar al perú.DE la LA PLAzA hizoARMAS. oficial el de EL2128 octubre de 1821, EnTRÓ A LIMA EL Mediante un MOnTOnERO decreto en el que LEÓn ESCOBAR taMbién diSponía ACOMPAñADO que éSta debía Ser POR SuS de Seda o lienzo y SECuACES. SE Medir 8 pieS de PRODuJEROn largo por 6 de SAquEOS Y ancho. ALGunAS MuERTES.

LA CAMPAÑA DE COBIJA.- La campaña empezó con una espectacular y fugaz visita al puerto de Cobija, capturado por una expedición salaverrina formada por la corbeta Libertad, la goleta Limeña y los "Carabineros de la guardia" al mando del coronel José Quiroga (24 de setiembre de 1835). Al regresar esta expedición a Pisco, dio lugar a que la bandera boliviana fuera arrastrada en una ceremonia solemne, en el campamento de Salaverry (6 de octubre). Esa misma bandera fue luego desagraviada, de acuerdo con un decreto de Orbegoso y devuelta en Lima con repique de campanas, salvas de artillería y acompañamiento oficial (25 de enero de 1836). En la importante relación del viaje del barco francés La Bonite escrita por A. de la Salle se registran los efectos de la ocupación de Cobija por las fuerzas de Quiroga. Todos los establecimientos de Gobierno, la aduana, los cuarteles, las baterías quedaron destruidos; pero las casas particulares permanecieron intactas. El temor de que tan fácil expedición pudiera repetirse paralizó por un tiempo los negocios del puerto, vinculados entonces a la explotación del cobre.

LA CAMPAÑA DEL CENTRO Y EL AVANCE DE SALAVERRY A AREQUIPA.- Después de organizar su ejército, Salaverry se situó en Ica y amenazó cortar la línea de comunicaciones de Santa Cruz con Bolivia si avanzaba sobre Jauja. Tropas suyas en el centro no lograron el objetivo de separar a las tropas del presidente boliviano. Por su parte, este quería desgastar a Salaverry con idas y venidas por las serranías y hacerle perder la ventaja del mar, atrayéndolo hacia el interior, procurando, al mismo tiempo, avanzar hacia el norte. Morán, jefe santacrucino, con tropas peruanas formadas por las que enviara Orbegoso e incrementadas por gamarristas capturados en Yanacocha, entraron en contacto con Salaverry. Mediante su acción dilatoria, Morán logró burlar las tentativas de envolvimiento. Diose cuenta Salaverry, al fin, de que estos combates episódicos (que llegaron hasta el río Pampas), no le acarreaban provecho y abandonó la campaña del centro. Luego, con un movimiento de estrategia que Santa Cruz comparó al de Escipión, en las guerras púnicas, haciendo uso de su dominio del mar, se embarcó el caudillo peruano con parte de su ejército y apareció en la retaguardia de Santa Cruz con el fin de cortar los centros de aprovisionamiento de Bolivia. Avanzó, por eso, a Arequipa, con lo que explotó al máximo la libertad de movimientos que la escuadra le había permitido. Pero, sea a causa de los cupos y otras medidas de fuerza que en relación con la guerra impuso, sea porque en el pueblo de Arequipa era entonces popular la idea de la unión con Bolivia encontró la evidente hostilidad del vecindario y hubo de evacuar a poco esa ciudad. Santa Cruz y Orbegoso acordaron que el primero fuese contra Salaverry con su ejército y que el segundo marchara a ocupar Lima con las fuerzas peruanas cuya vanguardia mandaba Morán. LOS CONSEJOS DE GOBIERNO Y EL NEGRO LEÓN ESCOBAR EN LIMA. ¿SE SENTÓ LEÓN ESCOBAR EN EL SILLÓN PRESIDENCIAL?.- Salaverry nombró sucesivos consejos de Gobierno. Primero, el que presidió Gamarra, cuya Vicepresidencia correspondía al general Juan José Salas, quien llegó a asumir el poder supremo por decreto expedido por el caudillo nacional en Bellavista (12 de setiembre de 1835). Luego, en Pisco, nombró un segundo Consejo de Gobierno compuesto sobre todo por personalidades civiles: don Juan B. de Lavalle, don Manuel Ferreyros, don José M. Lizarzaburu, don Joaquín Arrese (10 de octubre de 1835). Al emprender el jefe supremo la campaña decisiva en el sur, mientras los montoneros pululaban en los alrededores de la capital y al avanzar las tropas de Orbegoso, la capital quedó a merced de unos y otras, pues se llevó hasta los hombres encargados de la policía. Lima vivió entonces horas de angustia que estuvieron entre las peores que sufrió bajo la anarquía durante el siglo XIX. Las depredaciones de los montoneros habían aterrorizado a la capital desde marzo de 1835. El 25 de ese mes el cabecilla León Escobar (a quien es preciso no confundir con otro fascineroso llamado Pedro León) quitó sus cabalgaduras y sus vestidos, cerca

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de la hacienda Villa, al cónsul inglés Belford Hinton Wilson, al vizconde Eugenio de Sartiges, autor de un jugoso relato sobre esta época y a un lord inglés que había llegado al Perú como guardiamarina. Ya han sido mencionados los decretos de Bujanda y de Salaverry contra los malhechores. Después de que se ausentó de Lima el caudillo nacional, el Consejo de Gobierno, urgido por la zozobra reinante, otorgó el permiso solicitado para que desembarcara la marinería de los buques de guerra ingleses, franceses y norteamericanos (16 de diciembre). Ante la aproximación de las tropas orbegosistas, el coronel Antonio del Solar, comandante de unas pocas fuerzas salaverrinas, se parapetó con ellas en el Callao y ordenó que los empleados lo siguieran (27 de diciembre). El mismo día, el Consejo de Gobierno (cuya actuación de poco más de setenta días habíase señalado por incidentes con los jefes militares) dio un curioso decreto mediante el cual suspendió el ejercicio de sus propias funciones por considerar que el jefe supremo estaba haciendo uso de su autoridad en el sur, que los departamentos del norte habían sido ocupados por fuerzas enemigas, que la capital iba a caer pronto en poder de ellas y que el Gobierno tenía poca extensión de territorio donde poder actuar con provecho para la nación. Durante la noche del 27 de diciembre hubo robo y desórdenes en los portales de la Plaza de Armas. El 28 entró a Lima el montonero León Escobar acompañado por sus secuaces. Se produjeron saqueos y algunas muertes. El 29 llegó otra montonera proveniente de Huarochirí encabezada por el indio Vivas. León Escobar, entre otras fechorías, hizo un robo de consideración en el domicilio del arzobispo Jorge Benavente y, según el general Francisco de Vidal en sus memorias, intimó a los miembros de la Municipalidad para que desocupasen los asientos, pues los montoneros debían ocuparlos. El 30 de diciembre, llamado por el Consejo, llegó este jefe con sus tropas, hizo llamar a León Escobar, que en apariencia, era su correligionario político y ordenó su inmediato fusilamiento. Diez mil personas agolpadas en la Plaza de Armas escucharon las detonaciones. Las memorias de Vidal aclaran este episodio, que una muy conocida tradición de Ricardo Palma adulteró.

LIMA Y CALLAO POR ORBEGOSO.- El 6 de enero de 1836 el pueblo de Lima, al mando de Vidal, ocupando las murallas de la ciudad, rechazó a Solar que había avanzado sobre la capital. Solo cuando llego la división que Orbegoso encabezaba, pudo respirar con seguridad la otrora engreída metrópoli virreinal. Después de lo que acababa de ocurrir y de lo que había logrado evitarse, Lima recibió a Orbegoso como un triunfador (8 de enero). Por tercera vez lo aclamaba en esta forma, sin haber Orbegoso combatido. El Callao, cuya guarnición había intentado avanzar sobre Lima dos veces, fue capturado poco después (el 19 de enero fue rendido el Castillo del Sol y el 21 capituló el de la Independencia). Barcos que lograron armarse apresuradamente en Chorrillos junto con algunos botes y lanchas que habían podido extraerse antes de la rada del Callao, pudieron, al tiempo de estas operaciones, adueñarse de los buques que estaban anclados. La familia de Salaverry se retiró a una fragata francesa de donde pasó a Chile. Pocos días después llegó al Callao el bergantín Congreso acompañado de un buque de transporte con reclutas de Arequipa que fueron apresados. Orbegoso pacificó luego fácilmente el norte. A fines de enero de 1836 Salaverry no tenía bajo su poder más territorio que el que ocupaba su ejército y los barcos de la escuadra.

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setiembre fEBRERO 1825 1836 [ perú perú] ]

san martín fELIPE creó EL CAuDILLO la primera SAnTIAGO bandera SALAVERRYenSEel puerto de pisco, ATRInCHERA En LA poco después LOCALIDAD DE de llegar al perú. uCHuMAYO, En la hizo oficial el 21 AREquIPA. A PESAR de de 1821, DE octubre SER ASEDIADO mediante DESDE DOSun decreto que fREnTES, en PORelLAS también fuERzAS disponía que ésta debía ser BOLIVIAnAS DE LOS de seda o lienzo y GEnERALES medir 8 pies de BALLIVIán Y SAnTA largo por 6 SALIR de CRuz, LOGRÓ ancho. VICTORIOSO AL ORDEnAR A Su EJéRCITO ATACAR POR LA RETAGuARDIA.

UCHUMAYO.- Salaverry había intentado mandar una expedición a Iquique para avanzar por tierra a Bolivia y apoyar cualquier intento subversivo contra Santa Cruz; pero resultó que el jefe encargado de cumplir este plan lo encontró impracticable. Dueño de Arequipa, fueron incesantes sus demandas de hombres, armas, monturas, equipo, ganado y dinero. Además se negó a que fuera convocado un cabildo abierto. En las afueras de la ciudad, sus tropas estuvieron tiroteándose varios días con destacamentos enemigos. Preocupó, además, entonces al caudillo la idea nacional y su

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setiembre fEBRERO 1825 1836 [ perú [ perú ]

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SanLAMartín creó TRAS VICTORIA DE la priMera uCHuMAYO, bandera en el SALAVERRY MARCHÓ piSco, Apuerto ATACARde A SAnTA poco deSpuéS CRuz, PERO de EL llegar alEnEMIGO perú. la EJéRCITO hizo oficial 21 de SE LESelHABíA octubre deY1821, ADELAnTADO LOS un ATACÓ Mediante En SOCABAYA decreto en el que (AREquIPA). LOS taMbiénPERuAnOS diSponía que éSta debía Ser PERDIEROn LA MITAD de Seda lienzo y DE SuSo fuERzAS. Medir 8 pieSfuE de SALAVERRY largo por 6 deY CAPTuRADO ancho.A COnDuCIDO AREquIPA PARA un JuICIO. fuE SEnTEnCIADO A MuERTE EL 18 DE fEBRERO.

secretario Andrés Martínez escribió una carta a Orbegoso que él suscribió el 22 de enero de 1836, para expresar las razones por las que se debía repudiar patrióticamente a la Confederación y con la solemne promesa de servir a la órdenes del presidente legítimo si este se decidía a combatir la invasión boliviana. Esta misiva seguramente no llegó jamás a poder del destinatario; pero constituye acaso el documento más elocuente en la profusa literatura adversa a la ilusión confederal. Santa Cruz, en tanto, concentraba tropas para atacar a su adversario. El 30 de enero entró en Arequipa. Al mando de la vanguardia boliviana, Ballivián, hombre ilustre poco después en la historia de su país, intentó pasar el puente de Uchumayo y no lo logró (4 de febrero de 1836). Fueron tres los encuentros de ese día, victoriosos todos para los peruanos. Salaverry mandó felicitar a Ballivián por su denuedo y hasta dícese que le dio un grado en su ejército. El éxito envalentonó a Salaverry y a los suyos.

"EL ATAQUE DE UCHUMAYO", SÍMBOLO NACIONAL.- Había nacido ya en este ejército una marcha entusiasta y viril, como eran él y su caudillo, y se le llamaba la "salaverrina". Después de la victoria, tomó el nombre de "Ataque de Uchumayo". Aún vive en el Perú el "Ataque de Uchumayo". Sin ningún mandato oficial, por acción espontánea y anónima, sus marciales acordes acompañaron al pueblo, hasta en las aldeas, en sus horas de jolgorio. Y en verdad es hermosa esta música tan profundamente criolla. Solo clarines y tambores la tocan. Clarines y tambores que parecen embriagarse con ella, como los soldados que la engendraron se embriagaban con aguardiente mezclado con pólvora antes de entrar al combate. Tras de sus jubilosas llamadas de diana, se columbran auroras. Es la guerra con solo bayonetas y espadas, la guerra espectacular como un desfile. En ella están la improvisación, el entusiasmo breve, el arrebato de la esperanza. Otra marcha la complementa: la "Marcha Morán". La "Marcha Morán" nació muchos años más tarde, cuando en 1854 un bravo veterano de la independencia fue fusilado inicuamente, en la saña de una guerra civil. También es muy popular en el Perú la "Marcha Morán". Encarna ella el homenaje tardío, el inútil respeto póstumo, la postergación del bueno y del apto, la tristeza de esta República atolondrada. En realidad, la "Marcha Morán" parece completar y responder al "Ataque de Uchumayo" y a su bella pero vana esperanza. Lo mejor de la historia peruana en la anterior era republicana puede ser evocado con una u otra o con ambas músicas.

SOCABAYA.- Después del combate de Uchumayo y cuando sumaban ya 22 horas de fuego, Santa Cruz levantó el campó. Cuenta el historiador Bilbao que, instado a atacar cuando el enemigo se retiraba, Salaverry contestó: "No es glorioso al ejército peruano conseguir un triunfo sobre fuerzas moralizadoras; esperemos batirlas en acción formal". La contramarcha de Santa Cruz era para atraer a Salaverry fuera de sus atrincheramientos. Avanzó, en efecto, Salaverry, y, a poco, decidió dominar a Santa Cruz, ocupando los altos de Paucarpata, inmejorable posición estratégica. Para este avance temerario necesitaba desfilar delante de Santa Cruz; y por eso, tomó precauciones para no ser advertido, pues este podía marchar en línea recta hacía su objetivo mientras el peruano necesitaba hacer un semicírculo en su derrotero. En un amanecer dorado, sin embargo, una humilde mujer de la campiña de Arequipa, se presentó, jadeante y semidesnuda, en el campamento de Santa Cruz, a advertirle que Salaverry llegaba. Había llovido durante la noche anterior y Salaverry no fue despertado como lo había dispuesto para avanzar en la oscuridad, por lo cual empezó la marcha solo al aclarar el día. Rápidamente ganó Santa Cruz con sus tropas, los altos de Paucarpata. En tanto el joven general peruano, por la rápidez de su carrera, dejó atascada a su artillería en una ladera de subida insensible, pero, pedregosa; y un sector de su infantería se dispersó al cruzar unas zanjas, tapias y sementeras, rompiendo la formación "de codo a codo", que entonces se acostumbraba. También

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El bandido León Escobar. En los tiempos de incertidumbre política que se vivían durante la década de 1830, numerosos montoneros y malhechores aprovecharon la oportunidad para imponer el terror en Lima y sus alrededores. Uno de los más famosos fue León Escobar, cuyas fechorías alimentaron el imaginario popular de la época e incluso inspiraron una tradición de Ricardo Palma. El acuarelista Pancho Fierro (1807-1879) retrató al bandido montado en su caballo, como lo vemos aquí.

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setiembre MARzO 1825 1836 perú ] [[méxIco

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Martín creó ELSan ESTADO DE TExAS la priMera SE InDEPEnDIzA DE bandera el MéxICO. unen AñO puerto de piSco, AnTES, EL GOBIERnO poco deSpuéS un de HABíA SOfOCADO llegar al perú. DE la LEVAnTAMIEnTO hizo oficialquIEnES el 21 de LOS COLOnOS, octubre de PROTESTABAn POR1821, LA Mediante PéRDIDA un DE decreto en el que AuTOnOMíA CAuSADA taMbién diSponía POR EL CAMBIO DEL que éSta debía Ser RéGIMEn fEDERALISTA de Seda o lienzo y A CEnTRALISTA. 8 pieS de EnMedir ESTA OCASIÓn, largoun por 6 de nuEVO ancho. LEVAnTAMIEnTO TERMInÓ COn LA CAPITuLACIÓn DE LOS SOLDADOS MExICAnOS.

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parece que Salaverry sufrió una equivocación sobre la exacta ubicación de su objetivo; y que si alguien se dio cuenta de eso en su ejército, no se atrevió a decírselo, bajo el temor de un arrebato previsible para quienes lo conocían. La ola boliviana bajó para interceptar el avance enemigo y fue rechazada por la acción impetuosa de la caballería peruana, cuyas corazas parecían dar un buen resultado; por otro lado, se produjo una carga peruana a la bayoneta. Dos veces se lanzó al ataque la caballería y dos veces regresó, después de agotar su embestida sin destruir la retaguardia adversaria. Dícese que en momento decisivo del combate, Santa Cruz y su excelente general, el alemán Braun, lograron utilizar un batallón de reserva, juntar parte de los batallones que huían y avanzar otra vez, haciendo ceder terreno a los peruanos. Salaverry encontrose que si seguía disparando, heriría a sus coraceros; y que, aparte de las tropas bolivianas que habían reaccionado, lo combatían aquellas que no habían abandonado el campo. El desastre se produjo en las filas nacionales que contaban con menos soldados que sus adversarios. La batalla duró de nueve a once de la mañana y quedó fuera de combate la elevada cifra del 35% de cada ejército, proporción que es mayor que la de la batalla de Ayacucho, donde las bajas ascendieron solo al 25% del total de combatientes. Recibió el nombre de batalla de Socabaya (7 de febrero de 1836), por ser el pueblo que está al empezar el alto de Paucarpata. En su mensaje al Congreso de Huancayo en 1839, Gamarra dijo que en Socabaya "el carácter indomable y la precipitación del caudillo peruano hicieron inevitable la derrota". Según unos apuntes inéditos de José Polo, el ejército de Salaverry tuvo 600 muertos y 450 heridos y el de Santa Cruz 242 muertos y 188 heridos.

APRESAMIENTO DE SALAVERRY Y LAS SENTENCIAS CONTRA éL Y SUS PRINCIPALES ADEPTOS MILITARES.- Cuando trataba de huir a la costa, Salaverry fue apresado por partidas colocadas previsoramente por Santa Cruz, con el objeto de interceptar la retirada. Al entregarse, junto con otros jefes, el general Miller, obtuvo garantías sobre su vida. Se adujo luego que Miller no estaba autorizado para darlas y los prisioneros fueron sometidos a un Consejo de Guerra, con miembros de nacionalidad peruana, a excepción del presidente, general Francisco Anglada. El juicio fue muy rápido y los encausados tuvieron que defenderse solo con contestaciones verbales a las preguntas que les hicieron, sin que apareciese su firma en el expediente respectivo. Fue condenado Salaverry a la pena de muerte el 18 de febrero, junto con sus principales jefes, que también habían caído prisioneros. Eran ellos el general Juan Pablo Fernandini y los coroneles Camilo Carrillo, Miguel Rivas, Gregorio del Solar, Juan Cárdenas, Manuel Valdivia, Julián Picoaga y Manuel Moya. Sentenciados a muerte quedaron también los jefes Valentín Boza, Sebastián Fernández, José Arancibia, Lucas Rueda y Ramón Machuca, cuya pena de muerte resultó luego conmutada en diez años de presidio. Casimiro Negrón fue condenado a la deportación. Entre los otros encausados del ejército salaverrino, Melchor Valle murió en la cárcel, Julián Montoya recibió la pena de destierro y a Alejandro Deustua, Antonio Osorio, Rudecindo Beltrán, Florentino Villamar, Sebastián Ortiz, José María Meléndez y José Gallegos correspondió también la expatriación. Alrededor de veinte militares, en total, marcharon al confinamiento en Mojos y Chiquitos. "Tres siglos atrás los dulces antepasados de Santa Cruz procedían de la misma manera", dice el historiador chileno Francisco Encina. La sentencia contra Salaverry se refirió únicamente a los 15 jefes nombrados primero, de los cuales ocho murieron con el caudillo. Ninguno de ellos pasaba de los 35 años. Mencionó esa sentencia, en sus considerandos el decreto de guerra a muerte, la sublevación del Callao contra el gobierno legítimo, la contumacia en la rebeldía, los males causados por la guerra civil, la necesidad de un escarmiento ejemplar. Como fundamento jurídico, se apoyó en el artículo 26, tratado octavo, título diez de las Ordenanzas Generales del Ejército. Según Salaverry, en su protesta final ante el Consejo de Guerra verbal reclamó por la incompetencia de este tribunal y por la

imposibilidad de vindicarse a tan larga distancia de sus papeles justificativos. "Me retiré después y he sido condenado". Santa Cruz escribió a Orbegoso una carta el mismo día que firmó la sentencia, para decirle que los caudillos eran culpables del permanente estado de agitación; que el castigo ejemplar era necesario y que mientras más altos fuesen los personajes, menos indulgencia merecían. Coincidía con el texto de la sentencia, en la que se lee la siguiente frase: "La impunidad de los delincuentes de rebelión ha fomentado la perpetración de este delito".

LOS ÚLTIMOS DOCUMENTOS DE SALAVERRY.- El 18 de febrero de 1836, a las cinco y media de la tarde, se realizaron los fusilamientos en la Plaza de Armas de Arequipa. En capilla, Salaverry redactó una viril protesta. "Protesto ante mis compatriotas, ante la América, ante la historia y la posteridad más remota, del horroroso asesinato que se comete conmigo"…"Peruanos, americanos, hombres todos del universo, ved aquí la bárbara conducta del conquistador con un peruano que no ha cometido delitos, que no ha tenido otra ambición que la felicidad y la gloria de la patria". Hizo testamento declarando que carecía de bienes raíces, que se le debía sus sueldos y que tenía acreedores. ¡Y este hombre había sido dictador del Perú! Se despidió de su esposa en dos cartas que debieron incorporarse a las antologías de la literatura romántica hispanoamericana. En la última, escrita dos horas antes de morir, dice: "Te he querido cuanto se puede querer y llevo a la eternidad un pesar profundo de no haberte hecho feliz. Preferí el bien de mi patria al de mi familia, y al cabo no me han permitido hacer ni uno ni otro". ¡Patéticas y bellas palabras! Ellas comprendían toda la tragedia de la política peruana.

LOS FUSILAMIENTOS.- El doctor Arturo Villegas Romero en su tesis Apuntes de un decenio de la historia de la República 1830-1840 presentada en la Facultad de Letras de Arequipa y que fue un aporte truncado pues falleció como un héroe, muy joven, en las jornadas arequipeñas de 1950, compendió la narración de los fusilamientos publicada por Juan Gualberto Valdivia. Lo hizo de la siguiente manera: "Como ya estaba determinado que la muerte sería la pena de los vencidos, se pagó al maestro pintor Pedro Zegarra por ocho silletas blancas que se le tomaron para banquillos de los reos. Los asientos fueron colocados desde la pila hacia el Portal de Flores, dando la espalda a la Catedral. Una enorme multitud se había congregado en la Plaza Mayor… Cuando todo estuvo dispuesto, se dio la orden de que salieran los reos de su prisión y que fueran conducidos al lugar del suplicio. Fernandini, cuando llegó al lugar destinado para este, se halló con Salaverry que ocupaba la primera silla y quedó parado, con capa, mirando a Salaverry. Los demás pasaron y de ellos Moya fue a tomar la última silla próxima al Portal Nuevo. Moya fue el más sereno de todos. Para sentarse recogió la levita hacia delante, puso la pierna derecha sobre la izquierda y las manos en las faltriqueras laterales del pantalón y miró con gravedad y sin afectación hacia varias partes. Con menos serenidad, tomaron asiento en seguida de Moya, los coroneles Picoaga y Solar. Quienes lloraban hincados al pie de los sacerdotes que los reconciliaban fueron Cárdenas, Valdivia y Carrillo. Salaverry se reconcilió sentado y con gorra que se quitó al pasar un sacerdote con el crucifijo y se la volvió a poner". "La línea de tiradores, como a seis pasos de distancia de los reos, miraba hacia ellos, dejando interponerse a muchos sacerdotes que auxiliaban. Fernandini, continuó parado hacia la derecha de Salaverry y hacia la izquierda de los tiradores y, por consiguiente, parecía más un espectador. A su lado izquierdo se le acercó el señor gobernador eclesiástico y a su derecha el guardián de la Recoleta. Como los demás reos se habían ya sentado, se hizo la señal por ser la hora (cinco y media de la tarde en punto). Los tiradores de la derecha descargaron primero y los de la izquierda después por la interposición de tantos sacerdotes que no se alejaron a tiempo. Cayeron

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setiembre 1825 [ perú ] En LA ÚLTIMA

[CARTA] san martínESCRITA creó DOS HORAS la primera AnTES DE bandera en el MORIR,deDICE puerto pisco, [SALAVERRY]: poco después de'TE llegar al perú. la HE quERIDO hizo oficialSEel 21 CuAnTO de octubre de 1821, PuEDE quERER mediante Y LLEVO un A LA decreto en el que ETERnIDAD un también disponía PESAR que ésta debía ser PROfunDO DE de seda o lienzo y nO HABERTE medir 8 pies de HECHO fELIz. largo por 6 de PREfERí EL BIEn ancho.

DE MI PATRIA AL DE MI fAMILIA, Y AL CABO nO ME HAn PERMITIDO HACER nI unO nI OTRO'.

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setiembre JuLIO 1836 1825 [ francIa [ perú ]

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San SEMartín InAuGuRA creó EL ARCO DEL la priMera TRIunfO DE PARíS, bandera fRAnCIA. en el ESTE puerto MOnuMEnTO de piSco, poco deSpuéS EMPEzÓde A llegar COnSTRuIRSE al perú. En la hizo 1806 oficial POR ÓRDEnES el 21 de octubre DEL EnTOnCES de 1821, Mediante EMPERADOR un decretonAPOLEÓn en el que taMbién BOnAPARTE. diSponía EL que éSta debía EnORME Ser de Seda MOnuMEnTO o lienzo y Medir REPRESEnTA 8 pieS de LA GLORIA largo DEL por EJéRCITO 6 de fRAnCéS En CAMPOS ancho. ExTRAnJEROS Y LA unIDAD nACIOnAL.

todos y quedó Salaverry que se paró y corrió algunos pasos detrás de la silleta y volvió a hacer la señal con la mano para que no le tirasen diciendo con voz gruesa "la ley me ampara". Descargaron, sin embargo, los soldados, y cayó muerto". Villegas Romero narra a continuación cómo escapó Fernandini hacia el portal de San Agustín y cómo fue cogido por un paisano y luego muerto por los soldados. Se ha dicho que Salaverry exhortó al pelotón de fusilamiento antes de que disparase y que la primera descarga fue al aire, sin herirlo; pero luego (según esta versión) un soldado lo mató y vino enseguida la segunda descarga a quemarropa. Bilbao afirma que las últimas palabras de Salaverry fueron: "Soldados, ¿no me conocéis…? ¿Qué…no sabéis a quién fusiláis?". Si exclamó: "La ley me ampara", ¿qué significó esa frase? Probablemente no solo intentó explicar que la pena estaba cumplida de acuerdo con las ordenanzas militares. Acaso existía en estas palabras una alusión a la forma como se había sustanciado el juicio en su contra y a los términos y el espíritu de la sentencia que lo había condenado. Si ello fue así, ratificó verbalmente, en el instante mismo de morir con denuedo y altivez, la protesta que había hecho por escrito cuando estaba en capilla. Aquel día vistió Salaverry casaca azul, sencilla, de paño, con el cuello celeste; y su uniforme con morrión ordinario, era el de un soldado peruano. Cuando entregó su alma a Dios fue seguramente como si devolviera un arma. La vida es así. Despierta en el hombre las más espléndidas ilusiones, le abre la perspectiva para el ejercicio de sus mejores aptitudes. El hombre se lanza a la aventura, se siente capaz de todo, corre tras de la fama, el honor o el placer; pero la vida se los niega y lo abandona en cualquier encrucijada. En un artículo publicado en El Comercio el 29 de octubre de 1857, Toribio Pacheco trató de contradecir la versión favorable a Salaverry que difundió Manuel Bilbao en su entusiasta biografía del caudillo. Pacheco negó que Salaverry encarnara a una nueva generación porque pertenecía a la misma que había actuado turbulentamente desde la Independencia; censuró que invocara a la libertad cuando erigió un rígido despotismo y que hiciese promesas de reforma en tanto que la reforma sustancial tenía que herir a la arbitrariedad militar; y recordó que el anunció de la convocatoria a una Asamblea Nacional hecha a comienzos de 1835 venía a producirse cuando iban a tener lugar las elecciones al amparo de la nueva Constitución. El gran jurista, que así pretendió tomar una intransigente actitud crítica (en la época en que acompañaba a otro caudillo militar, Vivanco, en su última y cruenta aventura levantisca) desconoció, lo que, a pesar de esta negativa, tuvo Salaverry de sincera ilusión regeneradora. Pero aun cuando en el instante de su pronunciamiento en el Callao hubiera podido Salaverry aparecer como otro caso más precoz y por lo tanto más extraordinario de impaciencia en la ambición, luego su lucha en nombre de la nacionalidad adquirió un significado distinto. Si bien antes, en 1823, en 1827, y en 1829, emergieron momentos de exaltación peruana frente al extranjero, Salaverry llevó esta mística nacional a una tensión máxima. Unida en él dicha mística a una actitud de imperiosa arrogancia y de perenne ofensiva, reveló además, con su energía, a veces implacable y con sus decretos inspirados constantemente en un puritano deseo de bien público que una feble experiencia vuelve rara entre nosotros, la aspiración, a veces contradictoria pero generosa, hacia un Perú grande, con alma militar y militante, muchas veces olvidada o adormecida.

LA VUELTA DE LOS AJUSTICIADOS A LA PLAZA DE ARMAS DE AREQUIPA.- Los ajusticiados en la plaza de Arequipa volvieron a ella. Villegas Romero, ya citado, dice refiriéndose a los honores fúnebres efectuados en esa ciudad en abril de 1839: "Se mandó que todos los ciudadanos vistiesen de luto, que las iglesias doblaran y que cada 15 minutos se hicieran disparos

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 21 ]

de cañón… y que los restos de Salaverry y de sus compañeros fueran trasladados del Cementerio de la Apacheta al de la Recoleta. El 14 empezaron los dobles de las campanas y por la tarde, acompañados por las corporaciones, autoridades, jefes, oficiales y pueblo fueron trasladados los restos de la víctima de Socabaya junto con los de sus compañeros de infortunio a la Catedral, donde fueron depositados en imponentes túmulos rodeados de piras encendidas. En cada uno de ellos se colocó inscripciones adecuadas a los méritos de las víctimas… En la plaza pública, en la misma plaza donde fueron fusilados se colocaron las nueve sillas que sir vieron de patíbulo. Sobre una de ellas se colocó el bastón que había ser vido de apoyo en los últimos momentos a Salaverry… Con gran concurso el 17 fueron trasladados los restos de Salaverry y de sus compañeros al cementerio de la Recoleta. La ceremonia se efectuó en la tarde y a la misma hora y en el mismo sitio donde fueron fusilados y, colocados los cadáveres delante de las sillas que ocuparon las víctimas, se detuvo el cortejo breves instantes, mientras en la Catedral y demás templos de la ciudad se elevaban plegarias al Altísimo".

AREQUIPA, SALAVERRY Y LA CONFEDERACIÓN

SALAVERRY EN EL CANCIONERO POPULAR.- La masa popular llegó a cantar al caudillo fusilado en Arequipa. Así, por ejemplo, en estos "Milagros de Salaverry" publicados en El Salaverrino N°1, 1836, donde hay acentos del romancero antiguo: ¿Conque al fin será el cadalso el pago de mis servicios término de mi ambición corona de mis martirios? ¿Conque fuerza es que yo muera cuando inmortal me he creído y mis esperanzas locas volaban hacia el Empíreo? ¿Cuando esperaba reinar sobre muy vastos dominios aunque fuese sobre escombros sobre cadáveres fríos? Apenas ayer subí ¿y ya caigo en el abismo? ¡Ay, soñadas esperanzas! ¡Ay, pensamientos altivos! ¡Ay, ambición desmedida! ¡Ay, frenéticos delirios!

En el momento culminante de su mandato, las tropas de Salaverry, a la sazón presidente del Perú, se enfrentaron a las del presidente boliviano Santa Cruz en Arequipa. Los habitantes de la ciudad no ocultaron su hostilidad a las fuerzas salaverrinas, pues apoyaban el proyecto de la Confederación Perúboliviana. Este grabado de Leonce Angrand de 1834 reproduce una calle de las afueras de la Ciudad Blanca.

LOS RESTOS DE SALAVERRY.- La ley de 25 de setiembre de 1839 dada por el Congreso de Huancayo ordenó que se rindieran homenajes nacionales a la memoria del general Salaverry y de los jefes y oficiales fusilados en la Plaza de Armas de Arequipa. En toda las capitales de departamento y de provincia debían celebrarse, por cuenta del Estado, exequias solemnes por el alma de esos patriotas; a los restos del caudillo correspondía un sepulcro de mármol en un mausoleo erigido por el Estado, la esposa e hijos podían percibir el sueldo íntegro correspondiente a general de división.

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ perúSAnTA ] CRuz

RECIBIÓ EL TíTuLO San Martín creó DE PROTECTOR Y la priMera EL DE GRAn bandera en el MARISCAL puerto de piSco, InVICTO Y SE poco deSpuéS de llegar al perú. la MAnDÓ ACuñAR hizo oficial el 21Su de MEDALLAS COn octubre de 1821, EfIGIE, Mediante un LEVAnTARLE unA decretoESTATuA en el que taMbién diSponía ECuESTRE Y que éSta debía Ser POnER Su de Seda o lienzo y RETRATO En EL Medir 8 pieS de SALÓn DE LA largo por 6 de ASAMBLEA. ancho.

El traslado de los restos del caudillo no fue llevado a cabo sino veinte años después, en octubre de 1859, cuando los recogió en Arequipa el coronel Juan Antonio Ugarteche a pedido de doña Juana Pérez de Salaverry. Los funerales tuvieron carácter oficial y se efectuaron en la iglesia de La Merced de Lima el 30 de noviembre de dicho año. En el cementerio los restos quedaron sepultados en un nicho. Antes de los discursos, un viejo soldado de Coraceros arrojó sobre ellos una corona de hojas verdes. En 1864 doña Juana Pérez de Salaverry dio al coronel Ugarteche el encargo de que trasladara a Lima los restos de los demás fusilados en la Plaza de Armas de Arequipa. Ellos llegaron en dos cajones al Callao el 11 de enero de 1865 para ser depositados en el convento de Santo Domingo. El Gobierno de entonces, seguramente por las preocupaciones políticas, no atendió a este asunto, a pesar de la solicitud de Felipe Santiago Salaverry, hijo. El mausoleo del caudillo fue erigido solo en 1867 y existe en la actualidad. El Congreso ordenó, poco después, construir otro para los demás fusilados (resolución legislativa de 25 de noviembre de 1868). Los restos de ellos fueron trasladados al cementerio en una ceremonia oficial el 16 de febrero de 1869. Estuvieron depositados en el cuartel Santa Ana; pero al ser vendida esa zona, desaparecieron. Las búsquedas minuciosas de una comisión del Centro de Estudios Histórico-Militares en 1953 para encontrarlos, no tuvieron éxito.

LA CASACA DE SALAVERRY.- El decreto de 12 de marzo de 1846 de Castilla y su ministro José Gregorio Paz Soldán ordenó que fuera colocada en el Museo Nacional la casaca con que Salaverry estuvo en la batalla de Uchumayo y Socabaya y con la que se hallaba vestido en el cadalso, al ser ejecutado en la plaza de Arequipa. Debía ser puesta esta reliquia entre vidrieras, en un lugar convenientemente adornado y de modo que se presentara toda entera a la vista de los espectadores para que pudiesen contarse los balazos que la atravesaron y se viera la sangre que aún conser vaba.

LA ESCUADRA SALAVERRINA Y EL OCASO DEL PODER NAVAL DEL PERÚ.- La escuadra salaverrina, mandada por García del Postigo, que había perdido su base del Callao, se rindió. García del Postigo se asiló en un barco francés en el Callao y entró luego al servicio de la marina chilena. El combate naval más importante de esta campaña fue el de Pabellón de Pica, cerca de Iquique, entre la goleta ballenera Yanacocha comprada por comisionados de Orbegoso en Chile y el bergantín salaverrino Arequipeño (11 de febrero). Murió el comandante de la Yanacocha Enrique Freeman y la goleta fue capturada. Los dos buques se entregaron a las autoridades de Orbegoso en el Callao después de la derrota del caudillo nacional; y el jefe vencedor Ignacio Mariátegui fugó al Ecuador. Así el Perú, que tenía una escuadra superior a la de los Estados vecinos antes de la batalla de Socabaya, la perdió.

EL DEBATE SOBRE EL DERECHO DE ASILO NAVAL EN 1836.- El ministro de Relaciones Exteriores Mariano de Sierra y el encargado de negocios y cónsul general de Francia, Barrere, discutieron largamente, entre enero y marzo de 1836, sobre el asilo, a bordo de fragata Flora de esta nacionalidad, del general Ramón Castilla, de doña Juana Pérez de Salaverry y de los señores Ignacio Mariátegui, Domingo Allende, Juan García del Postigo y Pedro Salmón. A estos dos últimos, jefe de la escuadra salaverrina uno y comisario de ella el segundo, el Gobierno los acusó de delitos comunes en relación con caudales por ellos manejados y reclamó su entrega.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 21 ]

"No hay duda (afirmó Sierra) de que si el Gobierno peruano tuviese hoy una armada naval respetable, el asilo de Postigo y Salmón habría sido ilusorio y entonces sí que tendría derecho a reclamarlos y a no perder los 60 mil pesos que se han apropiado aquellos". Barrere sostuvo que "es un principio reconocido por una regla del derecho de gentes que el interior de un buque de guerra debe ser considerado como el mismo territorio del país al que pertenece y que, por lo tanto, todo extranjero que haya recibido asilo en él, goce de inviolabilidad". La entrega de los asilados no se produjo. Las imputaciones a García de Postigo y Salmón eran seguramente fruto de la pasión política.

LA ASAMBLEA DEL ESTADO SUR PERUANO.- Veintitrés representantes de los departamentos del sur del Perú (Arequipa, Ayacucho, Cuzco y Puno) se reunieron en Sicuani bajo la presidencia de Nicolás de Piérola; fueron elegidos según la ley de 1834. Estos cuatro departamentos quedaron independizados y formaron el Estado Sur-Peruano, aunque con el compromiso de tener, con el Estado que surgiera al norte y con Bolivia, vínculos de federación sobre las bases fijadas por un Congreso de plenipotenciarios que convocaría Santa Cruz cuando mejor le pareciera (17 de marzo de 1836). El tratado de 15 de junio de 1835 fue aprobado. Santa Cruz recibió el título de "protector" y el de "gran mariscal invicto" y se mandó acuñar medallas con su efigie, levantarle una estatua ecuestre y poner su retrato en el salón de la Asamblea. Una comisión salió a felicitarle y a transmitirle la invitación para que prestara juramento; otra comisión fue enviada a agradecer a Bolivia el auxilio prestado. El ejército peruano que hubiese servido desde el 22 de febrero de 1835 al 8 de julio de 1836 recibió una medalla con las inscripciones: "Premio a los pacificadores de la patria" y "Gratitud al fiel ejército peruano". También fue votada una acción de gracias a Orbegoso a quien fue conferido el título de "gran mariscal". Su dimisión como presidente quedó aceptada.

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MUERTOSsetiembre Y HERIDOS DE LAS REVUELTAS 1825 DE 1834-1835

[ perú ]

Según reportes de la

san martín creó época, las cifras de la primera muertos y heridos durante lasen revueltas de bandera el 1834-1835 fueron las puerto de pisco, siguientes: poco después de EJéRCITOal DEperú. SALAVERRY llegar la Muertos 600 hizo oficial el 21 Heridos 450 de octubre de 1821, EJéRCITO DE SANTA CRUZ Muertos 242 mediante un Heridos 188 decreto en el que también disponía que ésta debía ser de seda o lienzo y medir 8 pies de largo por 6 de ancho.

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 1

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[ TOMO 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ]

I El di­le­ma en­tre par­ tir el Pe­rú o aso­ciar­lo a Bo­li­via ● II El Es­ta­do Sud-Pe­rua­no y el sim­bo­lis­mo de su ban­de­ra ● La mul­ta a quie­nes no os­ten­ta­ran el “Tri­co­lor Na­cio­nal” ● III La Asam­blea del Es­ta­do Nor-Pe­rua­

capítulo 22



no ● IV La asam­blea de Ta­pa­ca­rí ● V La obra ad­mi­nis­tra­ti­va de San­ta Cruz ● La adua­na co­mún bo­li­viana sud-pe­rua­ na en Ari­ca ● VI El pac­to de Tac­na ● Des­con­ten­to en Bo­li­via y el Pe­rú an­te el pac­to de Tac­na.

EL ANDAMIAJE DE LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA

CAPÍTULO

22 [ ]

E

[I]

L DILEMA ENTRE PARTIR EL PERÚ O ASOCIARLO A BOLIVIA.- Eliminado Salaverry, quedó Santa Cruz dueño del Perú. Según Juan Gualberto Valdivia, en sus memorias sobre las revoluciones de Arequipa, tuvo entonces el caudillo boliviano una importante entrevista con José Joaquín de Mora, su confidente, y le dijo que su intención era no pasar del Apurímac al formar el nuevo Estado, pues solo los pueblos del sur del Perú tenían íntimas relaciones con los de Bolivia, a lo cual añadió despectivas palabras para Lima, "Babilonia de América", "paraíso de holgazanes". Mora le contestó: "Todo o nada". El mismo Valdivia dio una versión más pormenorizada de esta entrevista a Mariano Felipe Paz Soldán, quien la publicó en su libro dedicado a los acontecimientos entre 1835 y 1839. "Insisto, Excelentísimo señor (aparece allí diciendo Mora), en que todo o nada, porque el norte sin el sur como parte integrante suya, no tendrá Ud. paz nunca, nunca. Abrazándolo todo, Ud. puede darle unión y fuerza y los peruanos, al conocer y sentir los beneficios que Ud. les hará, entrarán en sí mismos y no darán oídos a los conspiradores". Santa Cruz repuso: "Si paso del Apurímac no solo me pierdo sino que pierdo a Bolivia. Bolivia sin mí se convertirá en una mazamorra". Y Mora adujo: "Pues guardemos a lo que da el tiempo. Si el norte lo llama a V.E. debe ceder".

[ II ]

EL ESTADO SUD-PERUANO Y EL SIMBOLISMO DE SU BANDERA.- La Asamblea de Sicuani, instalada el 16 de marzo de 1836, se clausuró seis días después, el 22 de marzo. El 10 de abril de 1836 Orbegoso dio un decreto, que pudo ser sumamente peligroso, por el que reconoció como Estado libre e independiente al Sur-Peruano. El 24 de agosto de 1838 fue instalada solemnemente la Corte Suprema del Estado Sur-Peruano en el Cuzco. La bandera del Estado Sur-Peruano reunió tres colores. El color rojo vertical vino a ser un símbolo común de la del Perú y la de Bolivia. El verde horizontal recordaba el pabellón nacional de este país. El blanco horizontal tenía semejanza con la insignia peruana. Algunos encontraron una intención en el hecho de que el blanco ocupara el lugar de abajo. También fue señalada la moneda del nuevo Estado. Ella llevó la inscripción "República Sudperuana".

LA MULTA A QUIENES NO OSTENTARAN EL "TRICOLOR NACIONAL".- Una nota del Ministro A.M. Torrico a los prefectos del Estado Sud-Peruano publicada en el N°9 del vocero oficial, ordenó que todos los vecinos "cargasen" en sus sombreros la cucarda nacional y especialmente los funcionarios públicos, so pena de 4 reales a 2 pesos de multa con la finalidad de "hacer más notorio el tricolor nacional". No es creíble, como observa atinadamente Luis Monguió, que un hombre como Santa Cruz, tomara la resolución de confederar a todo el Perú y Bolivia por la aislada opinión de un subordinado, si bien resulta verosímil que este la manifestara. No solo el curso de los acontecimientos, el vacío político surgido en el Perú, debieron empujarlo a tan ambiciosa empresa, sino también la tentación de actualizar viejos planes, ya urgidos desde 1827 o 1829.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 22 ]

Valdivia con su periódico El Yanacocha era el vocero de un grupo de surperuanos que se había vuelto partidario entonces de la federación entre Bolivia y el Perú meridional, tesis compartida por algunos generales y políticos bolivianos y por el diplomático inglés Belford Hinton Wilson.

EVARISTO GÓMEZ SÁNCHEZ (1766-1841)

[ III ] LA ASAMBLEA DEL ESTADO NOR-PERUANO.- El Congreso de los departamentos del norte demoró más para reunirse que la Asamblea del sur. En esta región se notaron desde un principio síntomas de resistencia contra el nuevo orden de cosas. Carecía, de hecho, el norte de los vínculos antropológicos, geográficos y económicos que existían entre el sur y Bolivia; y temía perder su preponderancia tradicional en la vida del país. El Perú septentrional fue el lugar de aprovisionamiento para Salaverry y allí se iniciaría y consumaría más tarde el desplome de la Confederación. Por fin, se reunió la Asamblea de Huaura, elegida conforme a la ley de 1834, vigilada por una división boliviana y cautelada en sus decisiones por los jefes de ese ejército, generales Morán y Herrera. Dicha Asamblea estuvo compuesta por veinte diputados que representaron a los departamentos de Lima, Junín, Amazonas y La Libertad, bajo la presidencia de Evaristo Gómez Sánchez. Funcionó del 3 hasta el 24 de agosto de 1836. Orbegoso leyó su mensaje y presentó su renuncia que no fue aceptada, después de lo cual quedó como presidente provisorio. El 11 de agosto de 1836 fueron sancionados la creación del Estado Nor-Peruano, el reconocimiento del Estado Sur-Peruano y la entrega de la plenitud del poder público a Santa Cruz como "supremo protector" e "invicto pacificador" con facultades para nombrar un sustituto cuyas funciones él mismo detallaría, debiendo ser ellas limitadas. Entre otros homenajes a Santa Cruz estuvieron: su designación como protector de toda la Confederación, la colocación de su retrato en el Congreso, en los tribunales y en los salones del Palacio de Gobierno; la acuñación de medallas de oro y plata con su busto y esta inscripción: "A Santa Cruz, el Pacificador, la gratitud peruana, año de 1836": la designación del Paseo de Aguas de Lima con su nombre; el levantamiento de un arco triunfal de piedra coronado con su estatua y una lámina de cobre en una de las pilastras con inscripciones de oro; la declaración del día de la Santa Cruz, el 3 de mayo, como fiesta cívica que debía festejarse con un tedeum, la asignación del sueldo de 24 mil pesos al año para el Protector y de 100 mil pesos como regalo a su esposa Francisca Cernadas que no los aceptó; el obsequio de una espada de oro guarnecida de brillantes. Orbegoso fue ascendido a gran mariscal, recibió las gracias por sus servicios y se le concedieron los honores de presidente durante su vida. Fue condecorado, además, con un sol de brillantes con estas inscripciones: "El Estado Nor-Peruano al general D. Luis José Orbegoso" y en el reverso: "Sirvió a la patria con lealtad". Se le obsequiaron por añadidura 100 mil pesos y se ordenó que fuera fijada en su casa de Lima un escudo con las armas del Estado y la inscripción: "La patria agradecida". A su esposa se le hizo un cuantioso donativo que no quiso aceptar. Los 87 hombres, de tropa y oficiales, que sirvieron en Arequipa de base para levantar el ejército fueron declarados beneméritos a la patria y con derecho a gozar del sueldo íntegro aunque estuvieran fuera del servicio. Las bases de la Confederación debían ser fijadas en un Congreso de plenipotenciarios, para ser luego sometidas al Congreso Constituyente de cada Estado. El número de diputados de las dos asambleas del Perú, la fecha y lugar de reunión quedaron entregados a la voluntad de Santa Cruz. El Estado Nor-Peruano apareció subdividido en cinco departamentos, a saber: Amazonas (capital Chachapoyas), Huaylas (capital Huaraz), Junín (capital Tarma), Lima (capital Lima) y La Libertad (capital Trujillo). Adoptó como pabellón, escudo de armas y tipo de moneda, los que había tenido la República del Perú.

El magistrado arequipeño dejó el ejercicio de su profesión por la vida política. En 1829 fue nombrado senador por su ciudad natal y en 1832 conformó el Consejo de Estado. Llegó a vocal de la Corte Suprema y durante su gestión organizó el Tribunal de los Siete Jueces, al cual se apelaban las causas en primera instancia. En 1836, como diputado por Lima, acudió a la Asamblea de Huaura, que creó el Estado Nor Peruano.

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 1

119

[1]

[2]

Islay. En enero de 1838 se llevó a cabo en este puerto arequipeño el combate del mismo nombre, durante la Primera Expedición Restauradora. La victoria sobre los chilenos frenó por unos meses los planes de este país para acabar con la Confederación Perú-boliviana. Aquí vemos una imagen del puerto, tomada del libro Viaje a través de América del Sur. Del océano Pacífico al océano Atlántico, de Paul Marcoy (2); y otra de la pampa de Islay, proveniente del Átlas Geográfico del Perú (1865) de Mariano Felipe Paz Soldán (1).

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período 1

[ capítulo 22 ]

Esta fue la única época en la turbulenta historia republicana en que los emblemas del Estado dejaron de pertenecer a la totalidad de la heredad nacional. Una comisión de la Asamblea de Huaura se constituyó en Lima para tomarle juramento a Santa Cruz. El general Manuel Martínez de Aparicio le llevó las felicitaciones de Orbegoso y la copia de la ley de su nombramiento y luego siguió a Bolivia como mensajero del voto de gratitud emitido por el Congreso. Santa Cruz, que había esperado en Tarma mientras él se reunía, entró triunfalmente en Lima el 15 de agosto.

GREGORIO XVI (1765-1846)

[ Iv ] LA ASAMBLEA DE TAPACARÍ.- Bolivia había cumplido con análogos trámites en el Congreso extraordinario reunido en Tapacarí en junio de 1836. El mismo Congreso resolvió obsequiar a Santa Cruz las haciendas de Chincha y Tahuapalpa, y mandó fuesen entregadas con el nombre de Socabaya, radicándolas perpetuamente en su familia, en forma de mayorazgo. Dispuso, también, la entrega de cuantiosos premios al ejército, pagaderos cuando el Perú satisficiese al tesoro boliviano los gastos invertidos en su pacificación; un sobresueldo al secretario de Santa Cruz, doctor Torrico; y el grado de general de división para el vicepresidente Calvo que jamás había sido militar. "Nada era extraño (afirma Sánchez de Velasco en sus Memorias) cuando los diputados esperaban verse, desde luego, en clase de duques, marqueses o barones de la futura Confederación que lisonjeó la esperanza de aquellos hombres, dejándolos fascinados hasta la ceguedad, a causa de los triunfos conseguidos en el Perú". Por esa época recibió Santa Cruz el diploma y la insignia de gran oficial de la Legión de Honor, con que le honró el rey de Francia. Recibió también una comunicación del Sumo Pontífice Gregorio XVI y un rosario con su medalla, benditos por su Santidad.

[v] LA OBRA ADMINISTRATIVA DE SANTA CRUZ.- Provisto de todos los elementos legales Santa Cruz, por decreto de 28 de octubre de 1836, declaró establecida la Confederación Perúboliviana y ordenó que se reuniera en la ciudad de Tacna –para evitar las rivalidades entre otras ciudades– un Congreso encargado de fijar las bases de ella, compuesto de tres individuos por cada uno de los tres Estados que los respectivos gobiernos designaron: un militar, un abogado y un sacerdote por Estado. Al hacerse cargo de la administración del Perú, Santa Cruz puso a prueba su capacidad de gobernante. El Perú había perdido en beneficio de Chile su preponderancia en el Pacífico: crecidos derechos, contrabandos, descuidos aduaneros, explicaban la incipiencia de la vida comercial. Las contribuciones, o no eran recaudadas, o no habían comprobantes de sus cobros, o estos no siempre llegaban a ser enviados a las oficinas respectivas. Los empleados no percibían regularmente sus sueldos. El Estado vivía con deudas que no amortizaba y créditos que no exigía. Casi no se llevaba contabilidad, ni habíanse formado cálculos de los ingresos y los gastos públicos desde 1833. La agricultura, fuente del esplendor incaico, la minería, fuente del esplendor colonial, parecían sumidas en la decadencia. La administración judicial era lenta y anticuada. En la burocracia contrastaban el exceso de empleados y las deficiencias del servicio. El ejército, incrementado con las sublevaciones, albergaba a un número heterogéneo de hombres y su indisciplina era patente. Muchas páginas ocuparía la lista de las disposiciones adoptadas por Santa Cruz para reorganizar el aparato administrativo del Perú. En el ramo de Hacienda tiene singular importancia el Reglamento de Comercio, que trajo, en medio de su errores, frutos de la época, grandes bienes, lo mismo que su complemento, el Reglamento de Aduanas. La vigilancia sobre las rentas y los gastos dio lugar al aumento de las primeras sin establecer nuevas contribuciones y a la austeri-

Bartolomeo Cappellari nació en Belluno (Italia) y fue elegido papa en 1831. Durante su conservador gobierno apoyó a Austria, Prusia y Rusia, las potencias de la "Santa Alianza", para poder controlar los llamados Estados Pontificios. En 1837 beatificó a los dominicos peruanos fray Martín de Porres y fray Juan Masías.

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 1

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18

setiembre 1825 [ perú ] EL DECRETO DE

SanSAnTA MartínCRuz creó fECHADO En EL la priMera CuzCO EL 25enDEel bandera JunIO 1836 puerto DE de piSco, ESTABLECIÓ poco deSpuéSEn de llegar al perú. la ARICA unA hizo oficial el 21 de ADuAnA COMÚn octubre de 1821, PARA BOLIVIA Y Mediante un EL ESTADO SuRdecreto en elCOn que PERuAnO taMbién diSponía EMPLEADOS que éSta debía Ser nOMBRADOS POR de Seda o lienzo y AMBOS Medir 8 pieS de GOBIERnOS. A LOS largo por 6 de PRODuCTOS DE ancho.

ExPORTACIÓn O DE IMPORTACIÓn PARA BOLIVIA nO DEBíA COBRARSE En AquEL PuERTO SInO un SOLO IMPuESTO.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 22 ]

dad en los segundos. Publicose con detalle lo conveniente al movimiento fiscal, mercantil y marítimo, y quedó reiniciada, con celo notable, la estadística oficial. El cuidado administrativo se extendió hasta los servicios departamentales antes propuestos; y, con mengua del centralismo, crecieron el progreso y el ornato regionales. La promulgación de los Códigos Civil, Penal, de Enjuiciamientos y el reglamento de los tribunales, calificados de ultraje y humillación no solo por patriotas intransigentes y por abogados y magistrados conservadores, sino también por el gran jurista cuzqueño José Palacios, educado en Europa en cuya opinión el país debía tener leyes propias y no calcos o adaptaciones apresuradas, implicaron a pesar de todo un progreso. El interés por los servicios de beneficencia, por la instrucción pública, por la Biblioteca Nacional, refrendan el juicio favorable que, sobre todo, en relación con la época, la posteridad debe emitir sobre la obra administrativa de Santa Cruz. En cambio la emisión de moneda feble, o sea de baja ley, puede ser señalada como un error capital.

LA ADUANA COMÚN BOLIVIANA-SUD-PERUANA EN ARICA.- El decreto de Santa Cruz fechado en el Cuzco el 25 de junio de 1836 estableció en Arica una aduana común para Bolivia y el Estado Sur-Peruano con empleados nombrados por ambos gobiernos. A los productos de exportación o de importación para Bolivia no debía cobrarse en aquel puerto sino un solo impuesto.

[ vI ] EL PACTO DE TACNA.- El documento firmado, sin debate, por los plenipotenciarios nombrados por los tres gobiernos en Tacna, el 1 de mayo de 1837, pareció señalar la culminación de los objetivos políticos de Santa Cruz. Este pacto erigió la Confederación Perú-boliviana de conformidad con los votos de "las Repúblicas Sud y Nor-Peruanas y la de Bolivia en el propósito de estrechar los vínculos de amistad que han existido entre ellas". Su bandera debía ser punzó, o sea roja, con los escudos de las tres Repúblicas entrelazas por un laurel. Cada una de ellas tendría su Gobierno propio; pero, dentro de una igualdad de derechos entre los tres, quedaron sujetas a la autoridad del Gobierno General. Entre las atribuciones más importantes de este figuraban la militar, la diplomática y la económica. Las fuerzas militares de la Confederación se concentraban alrededor de la suprema autoridad interior que el Protector encarnaba. Competía, asimismo, al Gobierno General la dirección de las relaciones internacionales de la Confederación. Por la tercera atribución, o sea la económica, tenía aquel la facultad de arreglar lo concerniente al comercio con otras naciones, las aduanas generales y el correo. ¿Quién formaba dicho Gobierno General? En primer lugar, el Protector, a quien debía elegir el Congreso General por diez años con facultad para la reelección. Disponía de todos los empleos del Ejército y la Marina, nombraba a los agentes diplomáticos y consulares de la Confederación, establecía y dirigía las aduanas generales y la administración general de correos. Era el generalísimo de las fuerzas de mar y tierra de la Confederación, mientras los presidentes de las Repúblicas confederadas tenían las atribuciones de capitanes generales de las provincias. Ejercía el Poder Ejecutivo en el Estado en que se hallare. Creaba los Ministerios de Estado que juzgare necesarios y nombraba y removía a los ministros. Elegía a los presidentes de la Repúblicas confederadas, a los senadores del Congreso General y a los ministros de las tres cortes supremas y presentaba a la Silla Apostólica a los arzobispos y obispos. Podía disolver el Congreso General cuando de él se apoderase un espíritu de desorden. Su reemplazante en caso de muerte debía ser la persona que dejase nombrada. El Poder Legislativo General se componía de dos Cámaras aptas para reunirse cada dos años por cincuenta días. Los miembros del Senado, inamovibles, cinco por cada una de las tres Repúblicas confederadas, eran nombrados por el Protector entre los propuestos por los colegios electorales y sus funciones resultaban análogas a las de los censores en la Constitución vitalicia.

PRESIDENTES SIMULTÁNEOS La Confederación trajo consigo la anarquía política. En 1838, el Perú tuvo, al mismo tiempo, siete presidentes. C 15 de junio de 1835 El pacto OrbegosoSanta Cruz da inicio a la Confederación Perú-boliviana, encabezada por el segundo.

O

Andrés de Santa Cruz

N

F

E

17 de marzo de 1836

D

E

Santa Cruz nombra a Orbegoso presidente del Estado Nor Peruano.

R

El presidente boliviano fue Supremo Protector de la Confederación Perú-boliviana durante sus casi cuatro años de duración.

A

C

I

Ó

N

19 de julio de 1838

P

Segunda Expedición Restauradora, encabezada por Gamarra y con apoyo chileno, contra Santa Cruz.

E R

Ú

30 de julio de 1838

-

B

Domingo Nieto proclama la independencia del Estado Nor Peruano con apoyo local.

Escudo de la Confederación Perú-boliviana

O L

11 de agosto de 1838

I

A

Estado Nor Peruano Luis José de Orbegoso José de la Riva-Agüero Domingo Nieto Francisco de Vidal

V

LOS SIETE PRESIDENTES DEL PERÚ

I

Orbegoso declara disuelta la Confederación. Santa Cruz nombra a Riva-Agüero como nuevo presidente del Estado Nor Peruano. Orbegoso mantiene un gobierno paralelo en el norte.

N

11 de agosto de 1838

Ecuador

A

Pío Tristán es nombrado presidente del Estado Sur Peruano.

Colombia

Agosto de 1838

Brasil

Huaura Lima Agustín Gamarra Estado Sur Peruano Pío Tristán

El general Francisco de Vidal es proclamado presidente con apoyo de la provincia de Huaylas.

21 de agosto de 1838 Bolivia Andrés de Santa Cruz Tacna La Paz

Jose Luis Orbegoso es derrotado por la Segunda Expedición Restauradora de Gamarra. Nieto huye a Guayaquil y Vidal se adhiere al ejército Restaurador.

20 de enero de 1839 Chile

Argentina Medalla de la batalla de Yungay

Fuentes: Jorge Basadre, Historia de la República del Perú Tomo III / A. Tauro del Pino, Enciclopedia Ilustrada del Perú.

Cae Santa Cruz en la batalla de Yungay, derrotado por una coalición peruano-chilena al mando de Gamarra y Manuel Bulnes. Es el fin de la Confederación Perú-boliviana. Infografía: Raúl Rodríguez

[ capítulo 22 ] período 1

123

18

setiembre 1825 [ perú el] proyecto

aprobado sin San Martín creó debate en tacna la priMera había sido bandera en el convenido puerto deantes piSco, (...) entre los poco deSpuéS de llegar al perú. la plenipotenciarios hizo oficial el 21 de bolivianos octubre de 1821, aguirre y Mediante un buitrago, el decreto en el que vicepresidente taMbiény,diSponía calvo sobre que éSta debía Ser todo, santa cruz, de Seda o lienzo y quien, con el Medir 8 pieS de objeto de llegar a largo por 6 de ese acuerdo, ancho. viajó especialmente a la paz, donde fue recibido con saraos, convites y corridas de toros que se lidiaron durante cuatro tardes.

124

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 22 ]

Los representantes, que debían ser siete por cada una de dichas Repúblicas, tenían un período de seis años y su origen provenía de la elección por el Congreso General de la Confederación entre los designados por los colegios electorales para su respectiva Cámara. Entre sus funciones estaban incluidas la de iniciar los proyectos de ley concernientes a los ramos que pertenecían al Gobierno General. Los colegios electorales no elegían sino proponían senadores, representantes y hasta presidentes de las Repúblicas confederadas. La condición de propietario o industrial aparecía como requisito esencial para formar parte de ellos. Cada República pagaría las deudas que hubiera contratado antes del pacto; las de la antigua República peruana se dividirían, lo mismo que sus créditos, entre las dos nuevas Repúblicas, Nor y Sud-Peruanas, a juicio del Congreso General. Un artículo especial implicaba una amenaza virtual a la integridad del Perú del sur, pues ordenaba que cada una de las tres Repúblicas tuviera, cuando menos, un puerto mayor para mantener el comercio con las naciones extranjeras. La moneda de aquellas circularía en todo el territorio de la Confederación. En consideración a los votos de las asambleas de Sicuani, Tapacarí y Huaura, Santa Cruz fue proclamado protector de la Confederación para el primer período. Firmaron el pacto de Tacna por el Estado Nor-Peruano el obispo de Trujillo Tomás Diéguez, el vocal de la Corte Superior de Lima, Manuel Tellería, y el coronel Francisco Quiroz; por la República del Sud-Perú el obispo de Arequipa, José Sebastián de Goyeneche, el juez de Ayacucho, Pedro José Flórez, y el coronel Juan José Larrea; por Bolivia, el arzobispo de La Plata, José María Mendizábal, el vocal de la Corte Suprema, Pedro Buitrago, y el coronel Miguel María de Aguirre. El proyecto aprobado sin debate en Tacna había sido convenido antes (dice Sánchez de Velasco, memoralista de la época) entre los plenipotenciarios bolivianos Aguirre y Buitrago, el vicepresidente Calvo y, sobre todo, Santa Cruz, quien, con el objeto de llegar a ese acuerdo, viajó especialmente a La Paz, donde fue recibido con saraos, convites y corridas de toros que se lidiaron durante cuatro tardes.

DESCONTENTO EN BOLIVIA Y EL PERÚ ANTE EL PACTO DE TACNA.- Al regresar de Tacna los plenipontenciarios Aguirre y Buitrago, así como su colega el arzobispo, se mostraron descontentos con la obra que ellos mismos habían hecho. Empezaron por no hablar de ella; y el vicepresidente Calvo, que, por su parte, había tenido algunas divergencias con Santa Cruz, también contribuyó al desprestigio del pacto porque dio a entender, ambiguamente, que era perjudicial a Bolivia; y manifestó su displicencia en forma pública y su desagrado en la intimidad con sus amigos. Tres meses después de la reunión de Tacna, en agosto, se iniciaron las sesiones de las Cámaras legislativas de Bolivia y el ambiente que existía contra el documento firmado en ella era sofocante. Hasta en las más insignificantes tertulias (cuenta Sánchez de Velasco) se lamentaba "la pérdida de la independencia nacional y la fusión de la República del Perú, después de haberse agotado los caudales y derramado tanta sangre de los bolivianos en todas las campañas". En su mensaje, el vicepresidente Calvo declaró que no insistía en la aprobación del pacto que, si bien no atacaba la independencia de la República, alteraba sus leyes fundamentales. Solo después de repetidas instancias, el Gobierno envió el texto autógrafo al Congreso, al que ya se habían incorporado algunos diputados leales a Santa Cruz. La oposición estuvo encabezada por Buitrago, el mismo plenipotenciario de Tacna. Llegada la hora de la votación, fue rechazado el pacto por unanimidad, resolviéndose que jamás sería considerado. Este acuerdo provocó una manifestación de júbilo en La Paz. En el texto del acta de la sesión se cambió, poco tiempo después, la palabra "jamás" por las palabras por "ahora". En esos días en el Colegio Junín, de Chuquisaca, desapareció el retrato de Santa Cruz; y se le encontró en lugar vergonzoso, con mutilaciones y leyendas insultantes. También ocurrió en Cochabamba el robo del retrato que existía en la Universidad, y apareció luego "herido, fusilado

y colgado con versos ofensivos en uno de los sauces de la plaza Mayor". El abismo que separa a este ambiente del que predominó en el Congreso de Tapacarí, tiene una explicación: el resultado de las sesiones de Tacna. Si tal era el ánimo predominante en Bolivia, por igualdad de derechos de la tres Repúblicas y la mayoría que iban a tener las dos Repúblicas peruanas en el Senado y en la Cámara de Representantes de la Confederación, también fue muy desfavorable la repercusión del mismo documento en el Perú. Los bolivianos lo consideraban como un yugo impuesto a su patria. En cambio, había peruanos que creían intolerable el poder omnímodo entregado a Santa Cruz. No faltaban tampoco los que se sentían humillados ante la supresión continuada no solo del Parlamento, sino aun de la vida municipal; ante el recargo de gastos que la Confederación implicaba; ante la prepotencia de invasores y conquistadores que muchos bolivianos adoptaban hecho unido a la entrega de insignias bolivianas al ejército peruano y a la permanencia de las tropas invasoras; y finalmente, ante el peligro de la indudable parcelación del país, si echaba raíces la división entre las Repúblicas del Norte y del Sur. Santa Cruz tenía francas tendencias autocráticas. Lo prueban la sumisión de las asambleas de Tapacarí, Sicuani y Huaura; el formulismo y el decoratismo en la vida palaciega; el ambiente de adulación que lo rodeaba; la implacable crueldad con los vencidos; el título de protector del Estado Sud-Peruano y de protector del Estado Nor-Peruano que recibió de los Congresos mencionados; la armazón integra del documento firmado en Tacna. Sin embargo, cuando palpó lo poderosas que eran las resistencias contra ese documento tanto en el Perú como en Bolivia, detuvo el canje de ratificaciones, declaró su insubsistencia y convocó a un nuevo Congreso a reunirse en Arequipa para tratar acerca de la Confederación (decreto dado en La Paz el 13 de marzo de 1838). Como plenipotenciarios del Estado Sud-Peruano para dicha Asamblea fueron nombrados Francisco Javier de Luna Pizarro, José Flores, Anselmo Centeno, y Anselmo Quirós. Mediante el decreto del 18 de setiembre del mismo año, firmado en el Cuzco, convocó a un Congreso en cada uno de los Estados en que se había bifurcado el Perú, para que resolviera si subsistiría o no la Confederación; y, en caso de decidirse por ella nombrase tres diputados de su seno o de afuera para que, reunidos en Congreso General, formaran el pacto de sus relaciones futuras. Finalmente, el 22 de diciembre un nuevo decreto dado en Lima anunció que habría tres Congresos distintos: del Estado del Norte, del Estado Sur-Peruano y de Bolivia. Entonces dispuso que la resolución negativa de uno de ellos era bastante para disolver la Confederación. El decreto de setiembre y el de diciembre abrieron la posibilidad de que se coaligaran la República SurPeruana y Bolivia. Si esta segunda etapa genésica de la Confederación se hubiera podido poner en ejecución (dando al pacto de Tacna el calificativo de primera y frustrada etapa) habría sido mucho más peligrosa para la unidad del Perú ya resquebrajada por la creación de los dos Estados, el del Norte y el del Sur.

EL PACTO DE TACNA

En la ciudad de Tacna se llevó a cabo la firma del pacto que lleva su nombre. El 1 de mayo de 1838, los ministros plenipotenciarios de los Estados Nor Peruano, Sur Peruano y de Bolivia se congregaron y aprobaron la formación de la Confederación Perú-boliviana. Este dibujo de Tacna en 1849 pertenece al viajero francés Leonce Angrand.

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 1

125

[ tomo 2 ]

[ primer período: la época fundacional de la república ] capítulo 23 ● I Di­ver­gen­cias eco­nó­mi­ cas en­tre la Con­fe­de­ra­ción y Chi­le. La ri­va­li­dad en­tre el Callao y Val­pa­raí­so y el in­for­me Gar­cía del Río ● La cam­pa­ña pe­rio­dís­ti­ca de los emi­gra­dos pe­rua­nos en Chi­le ● El re­ma­te de dos bar­cos de la es­cua­dra pe­rua­na y la ex­pe­di­ción Frei­re ● Se­cues­tro de tres bar­cos de la es­cua­dra pe­rua­na ● Ocho ges­tio­nes de paz ini­cia­ das por San­ta Cruz ● II La gue­rra ● La in­fluen­cia del pen­sa­mien­to in­ter­na­cio­ nal de An­drés Be­llo en la ac­ti­tud chi­le­na fren­te a la Con­fe­de­ra­ción ● Por­ta­les an­te la Con­fe­de­ra­ción. La “se­gun­da in­de­pen­ den­cia de Chi­le”. “De­be­mos do­mi­nar pa­ra siem­pre en el Pa­cí­fi­co” ● Pre­pa­ra­ti­ vos pa­ra la Pri­me­ra Ex­pe­di­ción “Res­tau­ ra­do­ra”. “¡Na­da con ellos, ni la glo­ria!” ● La ac­ti­tud bé­li­ca de la Ar­gen­ti­na ● La ac­ti­ tud pres­cin­den­te del Ecua­dor. El lim­pio

sig­ni­fi­ca­do de Ro­ca­fuer­te en su país y en el Pe­rú. La ac­ti­tud de Nue­va Gra­na­da ● Ase­si­na­to de Por­ta­les ● La cam­pa­ña de Pau­car­pa­ta ● La cam­pa­ña de Mo­rán en las cos­tas de Chi­le. La cap­tu­ra de la Is­la de Juan Fer­nán­dez ●  III La Se­gun­da Ex­pe­di­ción ”Res­tau­ra­do­ra”. El vi­ra­je de Iri­sa­rri ● Rea­nu­da­ción de las hos­ti­li­da­ des, Com­ba­te de Is­lay ● Par­ti­da de la Se­gun­da Ex­pe­di­ción Res­tau­ra­do­ra ● Ac­ti­tud de Nie­to. Pro­nun­cia­mien­to del nor­te del Pe­rú ● Ne­go­cia­cio­nes de los res­tau­ra­do­res con Or­be­go­so. Nue­va di­vi­sión en­tre los pe­rua­nos. Guía. ¿Quién pre­ci­pi­tó la ba­ta­lla de Guía? ● Elec­ción de Ga­ma­rra ● Ges­tión pa­ci­fis­ta de Ga­ma­ rra an­te Or­be­go­so ● Ges­tio­nes de San­ta Cruz an­te Or­be­go­so, Nie­to y Guar­da ● Los sie­te pre­si­den­tes. El nor­te por la Res­ tau­ra­ción ● Di­fí­cil si­tua­ción de Ga­ma­rra

en Li­ma. La hos­ti­li­dad de los ex­tran­je­ros y, en es­pe­cial del agen­te bri­tá­ni­co Bel­ ford Hin­ton Wil­son ● “Las vís­pe­ras si­ci­lia­ nas” y el ca­ba­llo del doc­tor Mac Lean ● Ac­ti­tud de San­ta Cruz an­te el Pe­rú y Bo­li­via en 1838 ● San­ta Cruz en Li­ma ● Eli­mi­na­ción de Or­be­go­so ● La pa­té­ti­ca figu­ra de Or­be­go­so ● El es­pe­jis­mo de la Paz. Ges­tio­nes an­te In­gla­te­rra. O’Hig­ gins. Las con­fe­ren­cias de Hua­cho ● Los cor­sa­rios. Com­ba­te de Cas­ma ● La fi­na­li­ dad de la re­ti­ra­da del ejér­ci­to res­tau­ra­ dor. Ac­tua­ción de Ga­ma­rra ● El avan­ce de San­ta Cruz. Buín ● Yun­gay ● El de­ba­te so­bre Yun­gay ● An­to­nio Pla­sen­cia ● Pre­ mios a los ven­ce­do­res en An­cash ● El apor­te pe­rua­no a la Res­tau­ra­ción ● Lo po­si­ti­vo en la ac­ti­tud chi­le­na de 1839. No se apo­de­ra­ron de na­da ● La Vir­gen de Chi­quin­qui­rá.

LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA

CAPÍTULO

23 [ ]

D

[I] IVERGENCIAS ECONÓMICAS ENTRE LA CONFEDERACIÓN Y CHILE. LA RIVALIDAD ENTRE EL CALLAO Y VALPARAÍSO Y EL INFORME GARCÍA DEL RÍO.- El establecimien-

to de la Confederación Perú-Boliviana despertó los recelos de Chile y de la Argentina. La rivalidad comercial entre los puertos del Callao y Valparaíso había dado lugar a un conflicto en 1832, cuando el Gobierno peruano dictó medidas en favor de aquel, y el gobernador de Valparaíso Diego Portales propuso ya entonces "irse sobre el Perú con un ejército". El Gobierno de Orbegoso mandó en 1834 una misión a Chile, a cargo de Santiago Távara, y se llegó a firmar un tratado (20 de enero de 1835). Salaverry lo ratificó (23 de junio de 1835) de acuerdo con el Gobierno de Chile, que así pospuso a Orbegoso y suscitó el encono de este. De regreso a Lima tras de la muerte de Salaverry, Orbegoso se apresuró a derogar dicho tratado en momentos en que los emigrados y proscritos peruanos hallaban favorable ambiente para su campaña en Chile (15 de mayo de 1835). En esa oportunidad preparó un informe el ministro de Orbegoso, Juan García del Río, colombiano que había sido oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, ministro de San Martín y de Bolívar y en 1833 ministro de Hacienda del Ecuador. El tratado, en principio, no contenía ventajas para Chile. Eran teóricamente recíprocas la protección acordada a las marinas mercantes de ambos contratantes; la rebaja de los derechos aduaneros a la mitad de los que se cobraba a las procedencias de otros países; y el acuerdo de no gravar con mayores derechos tanto las mercaderías extranjeras procedentes de los almacenes de cualquiera de los pactantes como las mercaderías similares internadas directamente del país de origen. Pero García del Río observaba que, viendo las cosas en sus aspectos reales, solo Chile tenía marina mercante y el puerto de Valparaíso era el primero al que llegaban las importaciones europeas. La tendencia general de la política mercantil de Santa Cruz contribuyó a emponzoñar las relaciones entre los dos países, pues ella quería favorecer el comercio directo entre Europa y el Perú. Para eso declaró puertos libres a los de Arica, Cobija, Callao y Paita; reglamentó las aduanas; y puso derechos adicionales a todos aquellos efectos y frutos que hubiesen tocado en otros puertos del océano Pacífico antes de llegar a puertos peruanos. El decreto de 16 de mayo de 1836 anuló el tratado de comercio de 1835. El Araucano, vocero oficial del gobierno de Santiago, expresó la indignación más cálida ante el decreto del 16 de mayo. Ya desde antes, ciudadanos prominentes habían recibido en el Perú órdenes para que se contribuyera a un empréstito secreto con la finalidad de adquirir y equipar barcos. El mismo órgano difundía la doctrina de que Chile necesitaba una escuadra poderosa con la finalidad de proteger el creciente comercio exterior e, incidentalmente, ayudar a la defensa nacional. Cuando surgió la guerra que Por tales declaró, Santa Cruz no vaciló en desenmascarar el objetivo en ella implícito de hegemonía mercantil obtenida por Valparaíso como resultado de desórdenes políticos y errores económicos peruanos dentro de la búsqueda de una subordinación del comercio del Callao frente a la política confederal abier ta con todos los pueblos del mundo.

128

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

LA CAMPAÑA PERIODÍSTICA DE LOS EMIGRADOS PERUANOS EN CHILE.- A los contrapuestos intereses económicos se agregaron otras dificultades. El empréstito que hizo el diplomático peruano Riva-Agüero en Chile se supuso en este país que era falso, con la oculta finalidad de dar dinero a enemigos de aquel Gobierno mediante cartas de crédito contra el Tesoro peruano. A la vez, los proscritos y emigrados peruanos, como ya se ha indicado, lograron atención para su campaña periodística. Uno de sus exponentes más celebrados fueron las letrillas tituladas La jeta, meditaciones poéticas por Monsieur Alphonse Chunca Cápac Yupanqui, aludiendo la amalgama indígena-napoleónica de Santa Cruz (donosa obra de Felipe Pardo). Apareció además un valioso periodismo peruano de la emigración: El Intérprete, redactado por él mismo, La Aurora, El Popular, La Bandera Bicolor y El Eclipse. En El Intérprete (del que aparecieron treinta números) Pardo atacó con gracia al ministro de Santa Cruz, Manuel de la Cruz Méndez. Este se defendió en El Eventual, que alcanzó a publicarse cinco veces. Pardo se vio envuelto en reclamos económicos que, con alevosía, le hizo el Gobierno peruano; pero se vindicó con toda justicia.

EL REMATE DE DOS BARCOS DE LA ESCUADRA PERUANA Y LA EXPEDICIÓN FREIRE.- Hallábase en el Perú el general Ramón Freire, antiguo presidente de Chile, y aprovechó de las circunstancias para lograr del Gobierno que le daba asilo el apoyo necesario para una expedición subversiva en su país. De acuerdo con una política de economías, Orbegoso, que por voto de la Asamblea de Huaura era presidente del Estado Nor-Peruano, después de haber sido presidente de todo el Perú, había puesto a remate dos buques de la escuadra, el bergantín Orbegoso y la fragata Monteagudo. Santa Cruz, entonces en el sur del Perú, manifestó una conformidad de carácter general con los planes de Freire acaso sin estar enterado de los detalles concernientes a la forma como iban a llevarse a cabo. Freire, tolerado o ayudado por las autoridades del puer to del Callao y quizás también por las de Lima y por Orbegoso, utilizó los mencionados buques para una expedición a Chile. El 7 de julio de 1836 levaron anclas ambos barcos con rumbo nominal el uno a Guayaquil y el otro a Centroamérica y con cargamento de chocolate. En realidad llevaban a Freire y se dirigieron al archipiélago de Chiloé para iniciar allí una sublevación por la liber tad de Chile. Aunque se habló de la existencia de una car ta de José Joaquín de Mora, secretario y confidente de Santa Cruz, a un hermano del general ecuatoriano Juan José Flores, en que decía que Freire "se fue auxiliado por debajo de mano por este Gobierno", dicha car ta nunca fue exhibida y de las investigaciones hechas hasta ahora no se deduce una prueba concreta que demuestre la culpabilidad de Santa Cruz en esta aventura, fuera de una inicial y vaga simpatía a Freire. El Protector negó, por cier to, siempre su convivencia, para lo cual adujo tres razones: que no mandaba en el nor te del Perú en esos días y hallábase muy lejos de allí en el valle de Jauja; que si hubiese inter venido, habría apelado a "medidas más eficaces y mejor calculadas" dando otros elementos apar te de dos barcos inermes; y que si bien tuvo el Gobierno de Chile en su poder al general Freire y a sus principales agentes y aun su documentación, de las declaraciones y demás elementos procesales no salió el menor comprobante de dicha complicidad. En car ta a Miller desde Versalles el 14 de junio de 1860, Santa Cruz llegó a decir: "Mi única falta fue no haber mandado enjuiciar a Orbegoso y sus cómplices". El historiador chileno Vicuña Mackenna en su libro sobre Diego Por tales emitió un voto absolutorio para el protector de la Confederación en este asunto. En la misma noche del 7, levó anclas en el Callao el buque más veloz del Pacífico, la Flor del Mar, de propiedad del comerciante argentino Mur, fletado por el cónsul chileno Ventura Lavalle para transportar los pliegos que informaban a su Gobierno de la expedición Freire. En el viaje la marinería de la Monteagudo se sublevó y entregó luego este barco a las autoridades de Valparaíso. Después, convenientemente preparada, se dirigió a Chiloé, simulando no

EL INTéRPRETE

El Intérprete fue un semanario editado por Felipe Pardo y Aliaga en la ciudad de Santiago de Chile entre 1836 y 1837. Su voz se alzó en contra de la intervención boliviana en el Perú y del establecimiento de la Confederación Perú-boliviana. No solo criticó a Andrés de Santa Cruz, también buscó influir en la opinión pública y el Gobierno de Chile, haciendo llamados en pro de una campaña de Restauración.

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 1

129

SECUESTRO MARÍTIMO

haber cambiado de bandera y apresó así sin dificultades en el Orbegoso a Freire y a sus temerarios compañeros. Así fracasó lastimosamente la expedición (30 de agosto). Ni la fragata Monteagudo ni el bergantín Orbegoso fueron devueltos jamás por Chile.

SECUESTRO DE TRES BARCOS DE LA ESCUADRA PERUANA.- El mismo día en que la

El bergantín Orbegoso y la fragata Monteagudo fueron secuestradas en 1836 por el Gobierno de Chile, durante la breve guerra que sostuvo con nuestro país. Estas dos embarcaciones, a pesar de nuestra victoria, jamás fueron devueltas por los chilenos. Fue una importante pérdida de nuestra capacidad marítima. La imagen que vemos aquí corresponde al General Gamarra, un bergantín idéntico al que perdimos pero adquirido diez años después.

Monteagudo ponía proa al sur, salieron de Valparaíso el bergantín Aquiles y la goleta Colo-Colo de la escuadra chilena, a apoderarse de la escuadra peruana (13 de agosto). Mediante una sorpresa nocturna, botes del Aquiles capturaron en la bahía del Callao al bergantín Arequipeño, la goleta Peruviana y la barca Santa Cruz (21 de agosto). Acababa de llegar Santa Cruz a Lima y en un rapto de cólera, raro dentro de su fría idiosincracia, mandó encarcelar al cónsul chileno Lavalle por creerlo cómplice en el atentado; a los diez minutos de prisión, Lavalle fue libertado. El agente diplomático inglés logró que se firmara un tratado entre el jefe de la expedición chilena, Victorino Garrido, y el gobernador político y militar del Callao. Según este tratado los chilenos no harían más capturas y se llevarían a sus presas hasta que se produjera el arreglo definitivo y fueran castigados Freire y sus cómplices (28 de agosto). Garrido desembarcó, visitó a Santa Cruz y fue recibido por este con sonriente cortesía. El 23 de setiembre arribaba a Valparaíso. Sus buques entraron con escobas amarradas a la proa en señal de que los enemigos habían sido barridos. En medio de las aclamaciones de la recepción "solo un semblante adusto encontró Garrido con motivo del tratado que él firmara: el del todopoderoso ministro Portales". El pacto no llegó a ser ratificado por el Gobierno chileno. Dos semanas más tarde, Portales envió un mensaje al Congreso pidiendo autorización para declarar la guerra al Perú (10 de octubre de 1836). El 19 de octubre salieron de Valparaíso con destino al Callao cinco navíos chilenos bajo el mando de Blanco Encalada, seguramente con el propósito de capturar más barcos peruanos; pero se les negó la entrada al puerto.

OCHO GESTIONES DE PAZ INICIADAS POR SANTA CRUZ.- Para procurar la paz, Santa Cruz no solo se valió del tratado con Garrido, que dejó en rehenes los buques apresados, sino apeló a múltiples gestiones más: 1° Escribió una carta particular al presidente Prieto de Chile; 2° Inició o apoyó la intervención pacifista de los comerciantes ingleses y norteamericanos en el Perú; 3° Pro-

AnDRéS BELLO LÓPEz (1781-1865) fuE COnSIDERADO unO DE LOS InTELECTuALES MáS IMPORTAnTES DE Su TIEMPO Y ADEMáS PARTICIPÓ COn éxITO En LA VIDA POLíTICA LATInOAMERICAnA. 130 130

PERÍODO TEMA I [ 1CAPÍTULO [ CAPÍTULO 23 ] 18 ]

n

acido en Caracas (Venezuela), Bello fue una de las mentes más lúcidas de su tiempo. Entre sus estu­ dios se cuentan los de filosofía, jurisprudencia, literatura, medicina y geografía. Uno de sus alumnos fue Simón Bolívar, con quien viajó en 1810 a Londres (Gran Bretaña), en una misión de la Junta de Gobierno de Vene­ zuela. Tras la independencia de su país natal, Bello permaneció en la capital británica como agregado del nuevo Gobierno. La reconquista española, sin embargo, ocasionó la pérdi­

movió la gestión del encargado de negocios de Bolivia en Santiago, Méndez; 4° Envió como plenipontenciario especial ante el Gobierno de Santiago a Casimiro Olañeta; 5° Propuso el arbitraje de Estados Unidos, Francia o Inglaterra o el que Chile escogiese; 6° Movilizó a su secretario, José Joaquín de Mora, para que influyera en el almirante chileno Manuel Blanco Encalada; 7° Promovió o aceptó la mediación ecuatoriana; 8° Al no aceptar Chile esta mediación quiso ir a negociaciones directas. Pidió, además, al Gobierno chileno, que fijara las garantías y seguridades que creyera convenientes, salvo la modificación de la Confederación Perú-Boliviana. Chile envió al Perú la misión de Mariano Egaña, con la escuadra, compuesta en su mayor parte de los tres buques capturados en el Callao y de los que habían integrado la expedición Freire, para exigir la destrucción de la Confederación y del Protectorado. Estableció luego el bloqueo del Callao y encerró en el puerto de Guayaquil a los barcos peruanos que quedaban. Después de declarada la guerra todavía buscó Santa Cruz la paz, como luego ha de verse.

[ II ] LA GUERRA.- El Congreso chileno aprobó la guerra el 26 de diciembre de 1836, en una ley cuyos considerandos decían: 1° El general Santa Cruz, presidente de Bolivia, detentador injusto de la soberanía del Perú, amenaza la independencia de otras Repúblicas americanas; 2° El Gobierno peruano, colocado bajo la influencia de Santa Cruz, ha consentido, en medio de la paz, la invasión del territorio chileno por buques de la República peruana destinados a introducir la guerra civil; 3° El general Santa Cruz ha vejado, contra el derecho de gentes, la persona de un ministro público chileno. A estas razones cabía agregar otras no mencionadas en esta declaración: a) las dificultades comerciales; b) la influencia de los emigrados y proscritos peruanos; c) el temor ante el predominio de la Confederación Perú-Boliviana en el Pacífico. LA INFLUENCIA DEL PENSAMIENTO INTERNACIONAL DE ANDRéS BELLO EN LA ACTITUD CHILENA FRENTE A LA CONFEDERACIÓN.- El venezolano Andrés Bello habíase radicado en Santiago y era el consejero del Gobierno en asuntos diplomáticos. Independientemente de la parte que, de modo legítimo corresponde al genio extraordinario de Portales en la guerra contra la Confederación por motivos nacionalistas y en la búsqueda del principio de la

da de su cargo y un largo exilio europeo. En este período trabajó para las embajadas de Colom­ bia y Chile, y se dedicó a la enseñanza, la traduc­ ción y el periodismo. En 1829 viajó a Valparaíso (Chile), donde ocupó diversos cargos políticos. En 1832 obtuvo la nacionalidad chilena, que le permitió alcanzar un escaño en el Senado cinco años después. Entre sus mayores logros parlamentarios está la elaboración de un código civil de gran influen­

CHILE EnVIÓ AL PERÚ LA MISIÓn DE MARIAnO EGAñA, COn LA ESCuADRA, COMPuESTA En Su MAYOR PARTE DE LOS TRES BuquES CAPTuRADOS En EL CALLAO Y DE LOS quE HABíAn InTEGRADO LA ExPEDICIÓn fREIRE, PARA ExIGIR LA DESTRuCCIÓn DE LA COnfEDERACIÓn Y DEL PROTECTORADO.

cia en otros países latinoamericanos. También fundó la Universidad de Chile, de la que fue rec­ tor hasta su muerte. En 1826, durante su estancia en Gran Bretaña, publicó Silvas americanas, un poema épico en dos partes, en el que exalta la belleza y magni­ ficencia de las tierras sudamericanas. A esta obra se une en importancia su Gramática de la lengua castellana para el uso de los americanos, obra de consulta indispensable aun hoy.

[ CAPÍTULO [ CAPÍTULO 18 ] 23PERÍODO ] TEMA 1I

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MANUEL IGNACIO DE VIVANCO (1806-1873)

balanza del poder en el Pacífico sudamericano, no debe ser omitido el influjo del gran caraqueño. En su libro Principios de Derecho Internacional, cuya segunda edición corregida y aumentada apareció irónicamente en Lima, escribió él que la guerra era justificable cuando surgía para cualquier Estado un vecino ambicioso y peligroso. Años antes, como representante en Londres, Bello había seguido muy de cerca la política inglesa para formar una coalición que destruyó, con no poco esfuerzo el expansionismo europeo de Napoleón y obtuvo el subsecuente restablecimiento en Viena del equilibrio de poder favorable a Gran Bretaña.

PORTALES ANTE LA CONFEDERACIÓN. LA "SEGUNDA INDEPENDENCIA DE CHILE". "DEBEMOS DOMINAR PARA SIEMPRE EN EL PACÍFICO".- El omnipotente ministro chileno

El militar limeño se inició en la política republicana tras la proclamación de la independencia. Peleó en las batallas de Junín y Ayacucho, y luego en la guerra contra la Gran Colombia a las órdenes de La Mar. En 1835 luchó junto con Gamarra contra los bolivianos, y más adelante, junto a Salaverry contra Orbegoso. En 1843 se declaró director supremo del Perú.

Diego Portales, en una carta desde Santiago el 10 de setiembre de 1836 a Manuel Blanco Encalada, jefe de las fuerzas navales y militares que iban a expedicionar sobre el Perú, explicó claramente su actitud ante la Confederación Perú-Boliviana. Dijo allí: "Va usted, en realidad, a conseguir con el triunfo de sus armas la segunda independencia de Chile… La posición de Chile frente a la Confederación Perú-boliviana es insostenible. No puede ser tolerada ni por el pueblo ni por el Gobierno, porque ello equivaldría a su suicidio. No podemos mirar sin inquietud y la mayor alarma la existencia de dos pueblos confederados y que, a la larga por la comunidad de origen, lengua, hábitos, religión, ideas, costumbres, formarán, como es natural, un solo núcleo. Unidos estos dos Estados aún cuando no sea más que momentáneamente, serán siempre más que Chile en todo orden de cuestiones y circunstancias. En el supuesto que prevaleciera la Confederación en su actual organización y ella fuera dirigida por un hombre menos capaz que Santa Cruz, la existencia de Chile se vería comprometida. Si por acaso, a la falta de una autoridad fuerte en la Confederación se siguiera en ella un período de guerras intestinas que fuese obra del caudillaje y no tuviere por fin la disolución de la Confederación, todavía esta, en plena anarquía, sería más poderosa que la República. Santa Cruz está persuadido de esa verdad…". "El éxito de Santa Cruz consiste en no dar ocasión a una guerra antes que su poder se haya afirmado y entrará en las más humillantes transacciones para evitar los efectos de una campaña, porque sabe que ella despertará los sentimientos nacionalistas que ha dominado. La Confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de América. Por su extensión geográfica; por su mayor población blanca; por las riquezas conjuntas del Perú y Bolivia apenas explotadas ahora; por el dominio que la nueva organización trataría de ejercer en el Pacífico, arrebatándonoslo; por el mayor número también de gente ilustrada de raza blanca muy vinculada a la familia de España que se encuentran en Lima; por la mayor inteligencia de sus hombres públicos, si bien de menos carácter que los chilenos; por todas estas razones la Confederación ahogaría a Chile antes de muy poco. Cree el Gobierno, y este es un juicio también mío, que Chile sería o una dependencia de la Confederación, como lo es hoy el Perú, o bien la repulsa a la obra ideada con tanta inteligencia por Santa Cruz debe ser absoluta. La conquista de Chile por Santa Cruz no se hará por las armas en caso de ser Chile vencido en la campaña que usted mandará. Todavía le conservará su independencia política. Pero intrigará en los partidos, avivando los odios de los parciales de O’Higgins y Freire, echándolos unos contra otros; indisponiéndonos a nosotros con nuestro partido, haciéndonos víctimas de miles de odiosas intrigas. Cuando la descomposición social haya llegado a su grado más culminante, Santa Cruz se hará sentir. Seremos entonces suyos. Las cosas caminan a ese estado. Los chilenos que viven en Lima están siendo víctimas de los influjos de Santa Cruz…". "Debemos dominar para siempre en el Pacífico, esta debe ser su máxima ahora y ojalá la de Chile para siempre" (Epistolario de don Diego Portales, Santiago, 1837, Vol. III, pp. 452-454).

PREPARATIVOS PARA LA PRIMERA EXPEDICIÓN "RESTAURADORA". "¡NADA CON ELLOS, NI LA GLORIA!".- Los emigrados y proscritos peruanos estaban divididos en varias fac-

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

ciones hostiles entre sí. De ellas las más importantes eran las de Gamarra y La Fuente (reconciliados ya) y la de los jóvenes que, alrededor del coronel Manuel Ignacio de Vivanco, pretendían para el Perú no la vuelta al estado de cosas que permitió la preponderancia de Santa Cruz, sino un régimen nuevo, una regeneración. Alma de este grupo aristocrático y cortesano era Felipe Pardo. Portales habíase hecho amigo de Pardo y sus contertulios manifestando su más franca hostilidad a Gamarra y, como lo sabían los peruanos gamarristas, encabezados por Juan Ángel Bujanda, proyectaron entenderse con el general Juan José Flores, presidente del Ecuador, o emprender una expedición al norte del Perú, por su cuenta, independientemente de la que enviaran los chilenos. Designado para mandar la expedición chilena, el vicealmirante Manuel Blanco Encalada se puso al habla con el general La Fuente, presunto jefe de la "oposición" (Gamarra estaba entonces en Guayaquil). Logró convencerle de que abandonara ese papel y figurase como jefe de los auxiliares peruanos en la invasión chilena y, por lo tanto, como presidente del Perú cuando cayera Santa Cruz, a cambio de aceptar la eliminación de Gamarra y de algunos de sus parciales y otorgar el mando de las tropas al coronel Vivanco y la secretaría de Gobierno a Pardo. El acuerdo entre La Fuente y los chilenos, así como la inminencia de la partida de las fuerzas expedicionarias, exasperaron a la "oposición". A Bujanda el agente de Gamarra en Chile, que había realizado sacrificios innumerables en la acumulación de elementos con que derrocar a Santa Cruz, le entró una ira tal que, refiriéndose a los chilenos, a La Fuente, a Pardo y a Vivanco escribió estas palabras tremendas, que simbolizan toda la desesperada capacidad anárquica de la raza: "Nada con ellos, ni la gloria". ¡Nada con ellos, ni la gloria! Y adoptó la increíble actitud de ponerse en contacto con Santa Cruz y le reveló el plan acordado entre La Fuente y Portales y todo lo que pudo averiguar acerca de la expedición restauradora. En las instrucciones que recibieron Blanco Encalada y el plenipotenciario Antonio José de Irisarri, estuvo una cláusula según la cual Chile accedería a que se agregase al territorio de Bolivia una pequeña parte del departamento de Arequipa para darle un puerto cómodo. Quizás en esta apertura hacia una mutilación del Perú funcionaba desde la tumba de voluntad de Portales.

LA ACTITUD BéLICA DE LA ARGENTINA.- Pareció por momentos que una coalición sudamericana formaría contra Santa Cruz. Argentina, gobernada entonces por el tirano Rosas, declaró, bajo la influencia chilena, la guerra a la Confederación (19 de mayo de 1837). Para ello invocó la antigua cuestión de límites entre Bolivia y Argentina en relación con Tarija y las acusaciones a Santa Cruz de dar auxilios a los unitarios emigrados y proscritos en Bolivia. Estas acusaciones eran verídicas porque los unitarios habían recibido apoyo económico o, por lo menos, lenidad ante sus intrigas conspiratorias.

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setiembre MAYO 1825 1837 [ perú perú] ]

san martín creó SE PROMuLGA En LA la primera CIuDAD DE TACnA bandera LA LEY en el puerto de pisco, funDAMEnTAL DE poco después de LA COnfEDERACIÓn llegar al perú. la PERÚ-BOLIVIAnA, hizo oficial 21 fIRMADA PORel LOS de octubre de 1821, MInISTROS mediante un PLEnIPOTEnCIARIOS decreto en el que DE LOS TRES también disponía ESTADOS quE LA que ésta debía COMPOníAn. En ser de o lienzo y ESTEseda DOCuMEnTO medir quEDÓ8 pies de largo por 6 quE de ESTABLECIDO ancho. TODO EL PODER POLíTICO DE LA COnfEDERACIÓn quEDABA En MAnOS DE AnDRéS SAnTA CRuz.

LA ACTITUD PRESCINDENTE DEL ECUADOR. EL LIMPIO SIGNIFICADO DE ROCAFUERTE EN SU PAÍS Y EN EL PERÚ. LA ACTITUD DE NUEVA GRANADA.- Trató también la diplomacia de Chile de obtener la alianza del Ecuador. Un caudillo importante de esa República, el general Juan José Flores, quería ser un émulo del Protector de la Confederación y se halagaba con la idea de vencerlo en una gran batalla al mando de un ejército chileno-peruano-ecuatoriano cuya jefatura le prometió el ministro chileno Ventura Lavalle. Pero fue mas poderosa la orientación moderada de Vicente Rocafuerte a quien nombró presidente de la República el 24 de junio de 1835, la Convención Nacional reunida en Ambato. Tuvo razón el cónsul general en Lima, Francisco María Roca, al comunicar a la Cancillería este acontecimiento porque presentaba "la alagueña esperanza de restablecer la paz y el orden alterado tanto tiempo en esos desgraciados pueblos y que consolidará cada día más las relaciones que felizmente unen a ambos gobiernos" (6 de agosto de 1835, Archivo diplomático peruano, Vol.VII).

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 1

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setiembre OCTuBRE 1825 1837 [ perú ] [ perú

12 18

San Martín LAS TROPAS creó CHILEnAS laAVAnzAn priMera bandera HASTA en EL el DEPARTAMEnTO puerto de piSco, DE AREquIPA, poco deSpuéS DOnDE de llegar LAS ESPERABA al perú.un la hizo oficial EJéRCITO elDE 21 de LA octubre COnfEDERACIÓn de 1821, COMPuESTO MediantePOR un decreto 6.000 HOMBRES, en el que AL MAnDO taMbién DELdiSponía GEnERAL CERDEñA. que éSta debía TRAS unA Ser de SedaAPLASTAnTE o lienzo y Medir DERROTA, 8 pieSLOS de CHILEnOS largofIRMAROn por 6 de un TRATADOancho. DE PAz EL MES SIGuIEnTE.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

A comienzos de marzo de 1838 estalló en Riobamba un motín en el batallón N°2. Entre sus planes estaba, según insistentes rumores, atacar a la Confederación. "La opinión por la guerra es general en los militares y en los amigos o partidarios del Sr. Gral Flores" escribió oficialmente el ministro confederal J. P. Roldán (31 de marzo de 1838, ob. cit.). En el mismo documento, insistió en las conversaciones y la correspondencia agresiva del mismo personaje; y agregó que ayudaba en la redacción o a la publicación de impresos contra el Protector. No es posible calificar de auténtica otra revelación del mismo Roldán: "Mis corresponsales en Quito me aseguran que el ministro de Nueva Granada ha invitado a este Gobierno a declarar la guerra a la Confederación ofreciendo de parte del suyo tres mil soldados y que se le había repulsado". Instigado por el ministro chileno en Ecuador Ventura Lavalle, el presidente de Nueva Granada, Santander, expresó su desaprobación a los planes y a la figura de Santa Cruz; coincidió en la idea de que el Estado por él creado implicaría una amenaza a la paz de las Repúblicas vecinas; pero no creyó oportuno intervenir y antes bien, profetizó que la coincidencia entre los métodos arbitrarios del Protector y las fuerzas centrífugas existentes en el Perú, como en Bolivia, impedirían que se consolidara la unión entre ellos. Algo más: aconsejó a Lavalle aceptar la mediación ecuatoriana y terminar con la guerra. Por su parte, el régimen santacrucino favoreció al de Rocafuerte, cuando obligó a los peligrosos general Juan Otamendi y coronel José María Urbina y a otros agentes subversivos a dirigirse a Jauja. De igual modo, hizo internar en la sierra a los ecuatorianos afiliados a las facciones opositoras que residían en Lima y la costa (notas del ministro Galdiano, 20 de abril y 7 de junio de 1838, ob. cit.). Un grupo de expatriados que llegó a Paita en la goleta de guerra Diligencia en julio del mismo año fue obligado a pasar a la ciudad de Cajamarca. El Gobierno del Ecuador, después de celebrar un tratado con los tres Estados confederales, ofreció su mediación en el diferendo chileno-confederal. Santa Cruz acogió esta propuesta con júbilo. La Cancillería de Santiago optó por una actitud negativa. Por otra parte, el Congreso ecuatoriano, bajo la influencia de Flores, rechazó el tratado con la Confederación a principios de 1837. Después de la victoria de Yungay, el canciller Antonio Gutiérrez de la Fuente remitió al nuevo encargado de negocios en Ecuador, José Domingo Espinar, tres cartas originales de Santa Cruz, fechadas en La Paz el 2 y el 4 de junio de 1838 y dirigidas al presidente Rocafuerte, al general Flores y a Juan García del Río, reveladoras de "una política falsa y engañosa" con los dos primeros, detrás de expresiones de cordialidad y buena fe. El envío de los originales fue hecho para demostrar lo auténtico de la denuncia. Los tres textos llegaron a ser publicados en el periódico oficial de Lima de 6 de marzo de 1839 (oficio de 15 de abril de 1839, cv. cit). Vicente Rocafuerte, guayaquileño, amigo de Bolívar a quien conoció en París, educado en Europa, miembro de las Cortes de Cádiz, colaborador eminente de la Independencia y del republicanismo mexicano desde 1821 hasta 1830, adversario o aliado de Flores en el Ecuador, según las tormentosas corrientes que sumergieron a la década iniciada este último año en su patria, fue el arquitecto de la estructura de ella frente a la amenaza centrífuga que orientábase a Nueva Granada. Alfredo Pareja Diez Canseco lo llama en su Historia del Ecuador "El Civilizador" porque dice: "De su administración arranca la fisonomía liberal de nuestro país y de su Gobierno, la seriedad nacional; de sus virtudes, la fe democrática y la responsabilidad en el manejo de las cuestiones públicas". Simboliza Rocafuerte, además, al Ecuador amigo del Perú, con el hondo afán de afrontar, antes que nada, los problemas internos de orden administrativo, hacendario, educativo, jurídico, material, antimilitarista y hasta los relacionados con la colonización ya que intentó llevar ingleses a la zona de Esmeraldas; y, al mismo tiempo, libre del ensueño amazónico. "Nosotros deseamos paz, libertad y comercio; nosotros no queremos mezclar nuestros intereses con los de Nueva Granada ni con los del Perú ni con los de ninguna nación del mundo. Estamos contentos con ser ecuatorianos", expresó él en una asamblea popular ocurrida en Guayaquil en 1835. El Ecuador se formó a través de la Carta política de 1830 en cuyos dispositivos prevalecieron bases regionales –Quito, Guayas y Cuenca– como si se tratase de tres unidades autónomas que

concurrían a la formación de un solo Estado. La Asamblea de Ambato –la misma que dirigió a Rocafuerte– hizo la división territorial de la República en las siete provincias que entonces había: Quito, Chimborazo, Imbabura, Guayaquil, Manabi, Cuencua y Loja a las cuales añadió el archipiélago de Colón. Es decir –y se trata de algo muy importante– no mencionó el territorio amazónico. Entregó Rocafuerte el poder a Flores el 31 de enero de 1839. Ya la Confederación Perú-boliviana había muerto. Desterrado, el patricio ecuatoriano falleció en Lima el 16 de mayo de 1847. "Rocafuerte (expresa Pareja Diez Canseco) es el verdadero fundador de la República. Y el adelantado de su vida cívica, liberal y progresista".

ASESINATO DE PORTALES.- Mientras se preparaba a las tropas que debían invadir el Perú, un motín estalló en el acantonamiento de Quillota. Fue apresado el ministro Portales, de visita en ese lugar (3 de junio de 1837), antes de incorporarse a la expedición. Quedó firmada entonces una acta adversa a la guerra inminente, "obra forjada más bien por la intriga que por el noble deseo de reparar agravios a Chile, pues… se debía procurar primeramente vindicarlos por los medios incruentos de transacción y de paz a que parece dispuesto sinceramente el mandatario del Perú". Se produjo el combate del Barón en el que intervinieron, al lado de las fuerzas del Gobierno, 150 "Coraceros de Junín", tropa formada por emigrados peruanos a las órdenes de Castilla. El motín fracasó aunque los sublevados asesinaron a Portales. Que hubo algún contacto entre los amotinados de Quillota y el gobierno de Santa Cruz parece deducirse de un oficio del canciller del Protectorado Casimiro Olañeta al ministro en el Ecuador (21 de de junio de 1837): "Nuestros corresponsales en Chile nos dicen que se aprestaba con mucha actividad una expedición compuesta de cerca de tres mil hombres… Algunos de esos corresponsales afirman que el disgusto de Chile contra su gobierno es tan fuerte que, antes de zarpar la expedición habrá movimientos de insurrección". Apenas supo la noticia de la muerte de su gran enemigo, Santa Cruz hizo nuevas proposiciones de paz sin recibir respuesta excepto la continuación de los aprestos bélicos y la salida de la "primera expedición restauradora"; y derogó la prohibición que había decretado para las relaciones comerciales con Chile. LA CAMPAÑA DE PAUCARPATA.- Componíase esa expedición de poco más de 3.000 hombres y se hizo a la vela en 16 transportes el 15 de setiembre de 1837. Contra la opinión de La Fuente que quería marchar al norte del Perú, se dirigió al sur para obrar en conexión con el avance argentino y proteger una insurrección que se anunciaba en Bolivia; si nada de ello ocurría, debía arriesgar una batalla o reembarcarse para actuar sobre el norte. Las negociaciones ya entabladas por los "restauradores" con el general Boliviano Francisco López de Quiroga fueron descubiertas; los argentinos no pudieron realizar su anunciada maniobra; y el ejército restaurador, después de desembarcar en Quilca y avanzar penosamente por el desierto, ocupó la ciudad de Arequipa abandonada por su vecinos más importantes (12 de octubre de 1837). Tras de larga espera, en vez de los anunciados pronunciamientos, llegó el ejército de Santa Cruz. Poco a poco marcáronse graves desavenencias entre el jefe del ejército, Manuel Blanco Encalada, y el grupo de peruanos que, de acuerdo con el convenio hecho en Chile, proclamó a La Fuente jefe supremo del Perú. Blanco no retrocedió a Quilca cuando la antipatía de Arequipa puso de manifiesto la imposibilidad de aumentar los efectivos del ejército; y dejó que Santa Cruz se moviera libremente esperándolo en aquella ciudad. Luego se sintió acorralado cuando Santa Cruz púsole dentro de un cerco de bayonetas y ocupó el alto de Paucarpata, que él calificó como "balcón de Arequipa". Además, la animadversión del pueblo contra los restauradores se hizo cada vez más patente. Y en ese preciso momento, en vez de destrozar a sus adversarios como pudo hacerlo fácilmente, Santa Cruz invitó a Blanco Encalada a una entrevista y al acudir el jefe

DIEGO PORTALES (1793-1837)

Llamado “el organizador de la República” fue el asesor más importante del presidente chileno Joaquín Prieto. Se opuso radicalmente a la Confederación Perú-boliviana, ya que suponía una gran competencia en el plano político, internacional y económico. Elementos del gobierno contrarios a la guerra lo asesinaron cuando pasaba revista a sus tropas.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

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noViemBre 1837 [ gran bretaña ]

1

Victoria i (1819-1901) es proclamada monarca de Gran Bretaña e irlanda, tras la muerte de su tío el rey Guillermo iV. durante su larGo reinado, conocido como era Victoriana, restauró la confianza en la corona. este período Vio el surGir económico de su país y la recomposición del mapa político europeo.

chileno a ella, en la casa del cura en la aldea de Paucarpata, el Protector de la Confederación le abrió los brazos con afecto y abrazados, como dos buenos y viejos camaradas, ambos se retiraron a conversar a solas. El tratado fue firmado en el pueblo de Paucarpata por los plenipontenciarios Manuel Blanco Encalada y Antonio José de Irisarri como representantes de Chile y Ramón Herrera y Anselmo Quirós en nombre de la Confederación Perú-Boliviana. Se declaró allí la paz perpetua y la amistad entre ambos Estados. Chile se comprometió a devolver los barcos apresados en el Callao. Su ejército se retiraría en un plazo de seis días, con sus armas y bagajes completos e intactos, repatriándose. El Gobierno de la Confederación expresó solemnemente que jamás había autorizado actos hostiles contra Chile. Se firmaría un tratado de comercio siguiendo el principio de la nación más favorecida. La paz con las provincias argentinas se haría tan luego como ese Gobierno quisiera. Ambas partes formularon declaraciones en las que aceptaron el principio de no inter vención y prometieron no tomar jamás las armas la una contra la otra sin haber agotado antes todos los medios posibles de conciliación y advenimiento. Quedó reconocida la deuda que el Perú tenía con Chile por el empréstito de la guerra de la Independencia, más sus intereses. Consideraríase a los peruanos que habían actuado en la expedición "como si no hubiesen venido". El cumplimiento del tratado fue puesto bajo la garantía del Gobierno de Inglaterra (17 de noviembre de1837). Blanco Encalada y otros jefes chilenos hicieron el 18 en el Campo de Miraflores una revista del ejército de Santa Cruz, compuesto de cinco mil hombres. El mismo día esas tropas entraron en Arequipa entre aclamaciones. Los batallones chilenos Portales y Valdivia que aún no habían salido de la ciudad, presentaron armas al Protector. Santa Cruz, por decreto, mandó restablecer las relaciones comerciales con Chile y disminuir los efectivos de las tropas de la Confederación. Se le ha hecho severas críticas porque no liquidó en aquella oportunidad, al ejército enemigo y lo dejó partir con los elementos bélicos que llevó consigo para volverlos a utilizar en más propicias circunstancias. Conviene investigar, sin embargo, las gestiones hechas por Santa Cruz ante su ministro en París, José Joaquín de Mora, antes y después de Paucarpata, para que comprase buques destinados a servir a la Confederación.

1836 la primera Guerra con chile este enfrentamiento, iniciado en 1836, fue un precedente hostil de la Guerra del pacífico, cuarenta años después.

136

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

21 de aGosto

14 de noViemBre

Buques chilenos atacan el puerto del Callao y capturan tres buques de guerra: el bergantín Arequipeño, la goleta Peruviana y la barca Santa Cruz. Poco después, los chilenos secuestraron también la fragata Monteagudo y el bergantín Orbegoso. A raíz de este bien coordinado ataque, el Perú quedó virtualmente sin medios de defensa marítima.

Chile declara la guerra a la Confederación Perúboliviana. La razón, afirman los historiadores, fue que sus intereses económicos se habían visto afectados con la declaración de Arica como puerto libre.

LAS CAMPAÑA DE MORÁN EN LAS COSTAS DE CHILE. LA CAPTURA DE LA ISLA DE JUAN FERNÁNDEZ.- En la tarde del 19 de octubre de 1837 salieron del Callao las corbetas Socabaya y Confederación y el bergantín Congreso, al mando del general Trinidad Morán. Tenían como objetivo las islas de Juan Fernández, la mayor de las cuales servía de presidio y lugar de confinamiento para reos políticos y comunes. El 14 de noviembre fondearon los barcos confederales en ella, un parlamentario (Nicolás Freire) exigió del gobernador Andrés Campos la entrega de la plaza con sus armas y recursos con la guarnición y todos los confinados. La capitulación fue suscrita "por la escasez de recursos…para hacer una honrosa defensa". Llegaron a ser embarcados en la escuadrilla veinticuatro individuos de la guarnición y dieciséis confinados; en una ballenera norteamericana se embarcaron al día siguiente quienes no quisieron optar por esa decisión. Antes de abandonar la isla, los confederales destruyeron cuanto hallaron a su alcance. Estos barcos tuvieron un choque con los defensores del puerto de Talcahuano el 23 de noviembre. Otro encuentro ocurrió el 27 en San Antonio. La Confederación el 15 de diciembre hizo algunos disparos al puerto de Huasco. La escuadrilla regresó al Perú con dos pequeños buques de comercio que logró apresar en el curso de sus correrías. Los confinados, llegados en ella, fueron puestos en libertad en el Callao. No hay pruebas acerca de la suposición chilena de que el verdadero plan de Morán fue sorprender a Concepción, promover un pronunciamiento en el ejército y capturar a su jefe el general Manuel Bulnes. Antes de honrar a los actores en la campaña sobre las costas de Chile (27 de diciembre), Santa Cruz redujo a la marina al pie de paz (tres corbetas, dos bergantines y una goleta; 29 de noviembre).

EL TRATADO fuE fIRMADO En EL PuEBLO DE PAuCARPATA POR (...) MAnuEL BLAnCO EnCALADA Y AnTOnIO JOSé DE IRISARRI COMO REPRESEnTAnTES DE CHILE Y RAMÓn HERRERA Y AnSELMO quIRÓS En nOMBRE DE LA COnfEDERACIÓn PERÚ-BOLIVIAnA.

[ III ] LA SEGUNDA EXPEDICIÓN "RESTAURADORA". EL VIRAJE DE IRISARRI.- Intentó Santa Cruz comprar la paz con Chile; pero se equivocó y ese error le fue fatal. Al llegar Blanco Encalada con sus tropas a Valparaíso, recibió manifestaciones hostiles. Tres días después de su llegada, el 18 de diciembre de 1837, el Gobierno chileno repudió el tratado de Paucarpata. Blanco Encalada fue procesado. El cónsul general de Inglaterra en Chile manifestó la opinión de su Majestad Británica que desaprobaba la continuación de la guerra; pero la respuesta que recibió fue enérgica y perentoria. Tampoco desalentaron a los dirigentes chilenos los fracasos del ejército argentino en su cam-

1837

1838

1839

12 DE OCTuBRE

17 DE nOVIEMBRE

6 DE AGOSTO

20 DE EnERO

Primera invasión chilena: 3.500 hombres, en más de veinte barcos, avanzan hasta Arequipa. El general peruano Cerdeña les cierra el paso y los hace capitular, el 17 de noviembre de 1837.

Cerdeña y el general chileno Blanco Encalada firman el Tratado de Paucarpata, que estableció la retirada extranjera y la devolución de los buques robados. El Gobierno chileno desconoció el tratado.

Tropas chilenas desembarcan en Ancón y marchan sobre Lima. Las tropas peruanas, al mando de Nieto y Orbegozo son derrotadas en la batalla de la Portada de Guía. Gamarra se declara presidente provisorio.

Se lleva a cabo la batalla de Yungay. El ejército confederado sufre una aplastante derrota. Santa Cruz abandona el poder y los chilenos se retiran satisfechos luego de la caída de la Confederación.

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 1

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setiembre novIembre 1825 1837 [ perú [ cuba ]]

19 18

San Martín creó InIcIa su la priMera cIrculacIón en bandera en el cuba la prImera puerto de piSco, locomotora de poco deSpuéS amérIca latIna,de sI llegar al perú. de la bIen se trataba hizo oficial el 21 de un sIstema octubre de 1821, transporte Mediante un dedIcado decreto en al el que únIcamente uso taMbién diSponía IndustrIal y no al quetransporte éSta debía Ser de depasajeros, Seda o lienzo Fue ely Medir pieSdel de sexto8país largo 6 de mundo en por utIlIzar ancho. este medIo, después de Gran bretaña, FrancIa, estados unIdos, austrIa y bélGIca.

paña sobre el sur de Bolivia, acentuados cuando después del Tratado de Paucarpata, empezó una ofensiva boliviana para ocupar el territorio argentino y amagar la ciudad de Jujuy. El plenipotenciario Antonio José de Irisarri, centroamericano de nacionalidad, que había actuado al lado de Blanco Encalada, se quedó en el Perú para cobrar el precio de la caballada del ejército restaurador y para desempeñar el cargo de ministro plenipotenciario. Después, el repudio al tratado, el proceso a Blanco Encalada y la animosidad desatada contra él mismo, lleváronle a colocarse al lado de Santa Cruz, y atacó a Chile en tenaces escritos polémicos. Acababa de volver la infortunada expedición de Blanco Encalada, cuando desembarcó Gamarra en Chile. Pese al fracaso reciente, las noticias que él tenía del Perú eran halagadoras. Decían, inclusive, que se trabajaba sobre el ánimo de Orbegoso para su alejamiento de Santa Cruz. Gamarra, injuriado por un manifiesto redactado por Pardo y firmado por el presidente de Chile Prieto para explicar las causas de la desaprobación del tratado de Paucarpata, decidió retirarse de la expedición. Pero esta vez las maniobras de Pardo, a quien los amigos de Gamarra llamaban "la sabandija palaciega", no prosperaron. Había muerto Portales, gran amigo de Pardo y gran enemigo de Gamarra. Viose lo útil que este podía ser con su experiencia, su posición, sus amigos, su carácter listo y sagaz. El general Manuel Bulnes, jefe designado para la nueva expedición "restauradora", era su protector decidido. Triunfó. Habían querido Gamarra y La Fuente, al principio, la formación de un ejército peruano absolutamente autónomo, para que no se respitiera lo que ocurrión con Blanco Encalada; pero viéronse obligados a aceptar el mando de Bulnes y la formación de un ejército único, a cambio de su participación en la campaña y de su influencia en ella, con facultades para la organización de tropas peruanas y jefes peruanos como parte integrante de dicho ejército único.

REA­NU­DA­CIÓN­DE­LAS­HOS­TI­LI­DA­DES,­COM­BA­TE­DE­IS­LAY.- Las hostilidades empezaron con la incursión de una escuadrilla chilena al mando del marino inglés Roberto Simpson sobre las costas del Perú en enero de 1838. Formaban esta flota el Aquiles, la Libertad, la Valparaíso, la Monteagudo y el Arequipeño. Por esos días, la Peruviana, uno de los barcos capturados por Victorino Garrido en el Callao y cuya devolución había sido convenida en el Tratado de Paucarpata, fue obligada en dicho puerto a reincorporarse al bando confederal. La armada de este hallábase repartida por el litoral. La escuadrilla chilena avistó en Islay a tres barcos enemigos: los bergantines Fundador y Junín y la corbeta Socabaya. Todos ellos o alguno, sobre todo el Junín que era muy lento, pudieron perderse entonces; pero la valentía del comandante Juan José Panizo, jefe de esa división naval, su pericia y la de los otros comandantes Valle Riestra y Miguel Zaldívar, así como la unidad de acción entre los tres han hecho memorable este combate en los anales de la marina peruana. Según expesó Simpson, no obtuvo la victoria porque el enemigo era dueño del barlovento, o sea el lado favorable del viento (12 de enero de 1838). Por esos días, la corbeta Confederación que conducía al general boliviano José Ballivián fue capturada por chilenos cuando salía del Callao.

PAR­TI­DA­ DE­ LA­ SE­GUN­DA­ EX­PE­DI­CIÓN­ RES­TAU­RA­DO­RA.- La segunda expedición chilena, acompañada por emigrados peruanos, para combatir a la Confederación Perú-boliviana, zarpó de Coquimbo el 19 de julio de 1838 en 26 transpor tes con 5.400 hombres según cifras oficiales. AC­TI­TUD­DE­NIE­TO.­PRO­NUN­CIA­MIEN­TO­DEL­NOR­TE­DEL­PE­RÚ.- El general Domingo Nieto, no obstante de que hubiera podido albergar la ambición a la Presidencia, había servido lealmente a Orbegoso. Combatió contra Salaverry y, tomado prisionero, rechazó la propuesta

138

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

que le hizo este manifestando que prefería la deportación a colaborar con un régimen ilegítimo. A Santa Cruz le censuró que no actuase como auxiliar y diera decretos sobre materias que no podían competirle mientras un Congreso no declarase erigida la Confederación y le otorgara la ciudadanía del Perú; años antes en 1833, había Nieto rechazado la oferta para que auspiciase la creación del Estado Sud-Peruano que luego hubiérase federado con Bolivia. Después de la victoria de Santa Cruz en Yanacocha, Nieto de acuerdo con Castilla, envió a Salaverry un comisionado secreto, Mariano Vidal, para ofrecerle la cooperación de ambos si reconocía la autoridad legal de Salazar y Baquíjano; Salaverry se negó. Nieto aceptó luego la prefectura de Trujillo del régimen nor-peruano de Orbegoso y el comando de una división con el plan de fortalecer dentro del territorio bajo su jurisdicción las fuerzas netamente nacionales. Antes de que la Segunda Expedición Restauradora llegase al lugar de su destino, Huaraz, la capital del departamento de Huaylas, se pronunció contra Santa Cruz y por la paz con Chile (21 de julio). La inminente reanudación de la guerra, el temor de que el ecuatoriano Flores siguiera el ejemplo de la invasión chilena, el cansancio creciente por las dificultades que causaba Santa Cruz, el hondo sentimiento de disgusto que existía en el norte con Bolivia bajo la primacía del ejército de este Estado, influyeron sobre Nieto quien, además, se puso de acuerdo con el general Francisco de Vidal que mandaba en Huaraz. Análogo era el estado de ánimo de Orbegoso, pero con mayor perplejidad, dado su alto cargo de presidente del Estado Nor-Peruano y su actuación notoria como responsable nominal de la entrada de Santa Cruz en el Perú. Ante los crecientes rumores de un pronunciamiento a favor del Perú libre en la división Nieto, Orbegoso decidió visitar esos cuerpos del ejército. Confiaba en poder aplazar su motín hasta después de batir a los chilenos que estaban ya por llegar. Fue recibido con aclamaciones y vitores al Perú (23 de julio de 1838). Diversas ciudades del norte, poco antes o poco después, realizaron abiertos movimientos separatistas. Sin embargo, el 26 de julio todavía pensaba Orbegoso que podía contener a la división Nieto y escribió a los generales que estaban en Lima, indignado porque "se han hecho dar la gran pegadura creyendo que la primera división se había sublevado contra la Confederación…que yo también me había sublevado contra mí mismo". ¡Lo curioso es que efectivamente se había hecho la sublevación contra sí mismo y sin saberlo! Lima se pronunció el 30 de julio. Orbegoso entró a Lima y pudo enterarse de que sus esperanzas de aplazamiento estaban desvanecidas. Se resignó a su papel de rebelde, pues el movimiento en todos sus focos invocaba su nombre. Las tropas bolivianas y peruanas confederadas que obedecían a los generales Otero y Morán se retiraron a Junín pagadas y avitualladas. La cisión de la República quedó oficialmente subsistente. Un decreto de Orbegoso expedido el 30 de julio restituyó en el ejército peruano las insignias que antes usaba y que habían sido reemplazadas por las bolivianas.

MANUEL BLANCO ENCALADA (1790-1876)

El primer comandante de la armada chilena participó en el secuestro de las naves peruanas Arequipeño, Peruviana y Santa Cruz en agosto de 1836. Al año siguiente se le encargó la dirección de la Primera Expedición Restauradora, la cual fue favorable para el ejército confederado. Tras la derrota, Encalada firmó el Tratado de Paucarpata.

NEGOCIACIONES DE LOS RESTAURADORES CON ORBEGOSO. NUEVA DIVISIÓN ENTRE LOS PERUANOS. GUÍA. ¿QUIéN PRECIPITÓ LA BATALLA DE GUÍA?.- El ejército chileno desembarcó en Ancón el 7 y 8 de agosto. Las negociaciones entabladas con Orbegoso no dieron resultado a pesar de los esfuerzos de un grupo de peruanos, entre los que estaban Vivanco, Pando y Mendiburu. Desconfiaban los chilenos de Orbegoso tanto como Orbegoso de los chilenos; y Gamarra y los suyos estaban allí, para ahondar esos recelos. De otro lado, Orbegoso, a quien rodeaban agentes de Santa Cruz, pretendía aprovechar el tiempo con la finalidad de procurar el mejoramiento de su situación militar, mientras que Bulnes quería dar descanso a sus hombres fatigados por la travesía desde Valparaíso y exteriorizar al pueblo peruano su propósito ajeno a todo plan de conquista y subyugación. Al denunciar el vandalismo a que, según él dijo, se habían entregado los chilenos, el secretario de Orbegoso declaró rotas dichas negociaciones el 14. El grupo de peruanos de Vivanco y Pardo encabezaban, nueve en total, se separó de sus

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 1

139

En N

LA CONFEDERACIÓN PERÚ - BOLIVIANA Cronología

22 de febrero de 1835

15 de junio de 1835

18 de febrero de 1836

17 de marzo de 1836

17

Felipe Santiago Salaverry se proclama Jefe Supremo de Perú.

Orbegozo y Santa Cruz se unen por la Confederación y contra Salaverry.

Las tropas de la Confederación apresan y dan muerte a Salaverry.

Orbegoso es nombrado presidente del Estado Nor Peruano.

La co ch

A

El Pan de Azúcar: empinado cerro donde se libró la primera etapa de la batalla.

B

Ejército Restaurador

La batalla de Yungay, ganada por el ejército Restaurador gracias a su aprovechamiento de la difícil geografía del terreno, marcó el final de la Confederación.

La batalla de Yungay

Peruana

Chilena

Ejército unido restaurador

Tuvo lugar en el actual departamento de Áncash, el 20 de enero de 1839. En ella, el Ejército Restaurador, con fuerzas chilenas y peruanas, derrotó al Ejército Confederado de Santa Cruz gracias a su aprovechamiento de la difícil geografía del terreno. Esta victoria trajo consigo el fin de la Confederación.

Andrés de Santa Cruz Presidente de Bolivia y Protector de la Confederación.

General en Jefe: Manuel Bulnes

Infantería Caballería Artillería

Batallón Cazadores del Perú Batallón chileno Batallón nor peruano Escuadrones chilenos

A

Parque de la artillería chilena

Contra la Confederación

C

El gobierno de Chile, al enterarse del pacto entre Santa Cruz y Orbegoso, rechazó el proyecto, pues éste supondría una gran desventaja política, económica y militar para Chile.

B

D

Diego Portales, asesor del presidente de Chile, Joaquín Prieto.

Manuel Blanco Encalada, jefe de la Primera Expedición Restauradora chilena.

Agustín Gamarra, militar peruano opositor del presidente Luis José de Orbegoso.

Fuentes: Gran Historia del Perú. Lima: El Comercio, 1998. http://memory.loc.gov

140

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

Las condiciones de Santa Cruz Santa Cruz ayudó a Orbegoso bajo la condición de establecer un estado que uniera al Perú con Bolivia.

Lu

Pr ya

En junio de 1835, el presidente peruano Luis José de Orbegoso se alió con su similar boliviano Andrés de Santa Cruz. Nació así la Confederación Perú−boliviana.

836

o

17 de noviembre de 1837

julio de 1838

20 de enero de 1839

1839

La Paz de Paucarpata termina con la Primera Expedición chilena.

Chile envía una Segunda Expedición al Perú.

Batalla de Yungay: una coalición peruano-chilena derrota al Ejército Confederado.

Agustín Gamarra asume el gobierno del Perú.

D C

Felipe Santiago Salaverry En 1835 lideró una sublevación contra el presidente Luis José de Orbegoso y tomó Lima, donde fue proclamado presidente. Fue derrotado en Socabaya por fuerzas de Santa Cruz, que apoyaba a Orbegoso.

Ejército Confederado

Cuenca del río Áncash: accidente geográfico determinante en la segunda etapa de la batalla.

Llave de la prisión de Salaverry Salaverry fue hecho prisionero y poco después, fusilado en Arequipa.

Nor Peruana

Boliviana

Sur Peruana

Ejército de la Confederación Perú - boliviana General en Jefe: Andrés de Santa Cruz

Batallón boliviano Batallón nor peruano Batallón sur peruano

Infantería Caballería Artillería

Cerro Pan de Azúcar, ocupado inicialmente por la Confederación.

Demarcación D

La Confederación Perú - boliviana estuvo formada por tres grandes Estados. COLOMBIA ECUADOR

ESTADO NOR PERUANO

BRASIL

Batalla de Yungay 20 enero 1839

Plan de la Batalla de Yungay

A B C D

Lima

El Pan de Azúcar

Sicuani

Ejército Restaurador Cuenca del río Áncash

Presidente del Perú y aliado de Santa Cruz.

B

Plano de la batalla

D

Tapacari

Batalla de Paucarpata 17 de noviembre de 1837

Ejército Confederado

Ilustración de la batalla

Luis José de Orbegoso

ESTADO SUR PERUANO

Huaura

La Paz Tacna

BOLIVIA

Leyenda Límite de la Confederación Límite de los Estados Confederados Batalla Congresos Federacionistas Ciudades

Escala (km) 0

CHILE

200

400

600

ARGENTINA

Infografía: Grafitti

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 1

141

18

setiembre 1825 [ perú LOS] CHILEnOS

OCuPAROn San MartínLIMA creó AL AnOCHECER. la priMera nIETO, COMO bandera en el ExPRESA En puerto de piSco, CARTA pocoLA deSpuéS de llegar al perú.SE la TRAnSCRITA, hizo oficialEn el 21 de REfuGIÓ LAS octubre de 1821, fORTALEzAS Mediante un DEL CALLAO. decreto en el que ORBEGOSO taMbién diSponía PERMAnECIÓ que éSta debía Ser OCuLTO En LIMA de Seda o lienzo y ALGunOS DíAS, Medir 8 pieS de HASTA quE largo por 6 de SE DIRIGIÓ ancho. DISfRAzADO AL CALLAO, PERO nO fuE RECOnOCIDO. RECIBIDO A BALAzOS, HuBO DE OCuLTARSE En LA ORILLA DEL MAR, DOnDE LO EnVOLVIÓ unA OLA Y ESTuVO A PunTO DE PERECER (...)

142

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

compañeros. Expresaron que habían venido a combatir contra Santa Cruz y los bolivianos y no contra los peruanos. Acerca de la batalla librada luego entre los restauradores y los peruanos, hay testimonios contradictorios. Uno de ellos es el de Mendiburu en sus memorias. Según este, un día en que mudaban de campo los chilenos cuyo objetivo era dejar el camino del Callao con el fin de tomar el que conducía de la ciudad de Lima para el norte, debió enviarse un parlamentario cuya misión era entregar a Orbegoso una comunicación de Bulnes. Mendiburu afirma que ya aquel había convenido en dejar el mando a Nieto como presidente de un Consejo de Ministros. Nieto estaba decidido a un arreglo con el jefe chileno de la expedición restauradora. Pero la misiva de este no llegó a su destino. Varios militares peruanos iban a la cabeza de las tropas que hacían el movimiento antedicho y ellas avanzaron sobre las que guardaban el campo que estaba delante de la muralla y portada de Guía. Esto produjo un tiroteo que tomó incremento; y sin mandarlo Bulnes, se inició la llamada batalla de Guía o Piñonate (21 de agosto de 1838). En desacuerdo con lo dicho por Mendiburu, se conser van dos car tas de Nieto con el político boliviano Casimiro Olañeta. La primera, del 2 de agosto, revela que estaba en tratos con este agente de Santa Cruz, pidiendo igualdad de derechos entre peruanos y bolivianos. "Yo no me uniré jamás a los chilenos; les haré la guerra con encarnizamiento", afirma allí. La segunda car ta, del 25 de agosto, narra así lo que ocurrió el 21: "En la tarde del 21 se movieron los chilenos de la Legua por Bocanegra y descabezaron hacía la por tada de Guía. Yo me situé en Monserrate para obser var su movimiento y su excelencia, sin que yo pudiese preverlo, pasó a Guía y me mandó pedir los cuerpos. Los enemigos en ese momento tenían todavía una fuerte división sobre el río y a retaguardia mía y sin embargo cumplí la orden del Presidente a pesar mío, porque veía que se iba tal vez a comprometer un combate sin pensarlo, contra el voto de los generales y contra el de su excelencia mismo que el día anterior se había proclamado unánimemente el sistema defensivo. Con este motivo mandé suplicar a su excelencia que no expusiese una batalla y me hizo contestar con el coronel Echegoyen que no tuviese cuidado y que no habría compromiso alguno. Fiado en esto seguí obser vando desde el punto en que me había situado al principio, por mandato de su excelencia al enemigo y cuando estaba este al concluir su movimiento sobre Palao o puente de Palo, veo precipitarse los cuerpos de unos en pos de otros y lanzarse sobre las posiciones enemigas. Los contrarios avanzan y la caballería nuestra en desorden vacila y no protege a la infantería que empezó a progresar sobre los enemigos. Par tía ya yo con un cuerpo que defendía Monserrate a situarme en el punto del combate y ser vir de reser va, cuando cargó la caballería enemiga y no encontrando resistencia en la nuestra dispersó la infantería que yo pude proteger en mucha par te y salvarla bajo los fuegos del cuerpo que estaba a mi lado y sobre el que se echaron las columnas chilenas que tuve que resistir hasta más de las ocho de la noche, defendiendo también el puente sin un solo soldado de caballería, pues toda ella había desaparecido: forzado el puente y tomada la plaza por varios puntos y no quedándome a mí ya más de cincuenta hombres, resolví meterlos en esta fortaleza y lo conseguí a la vista de los contrarios sin mucha pérdida. Los chilenos han tenido infinitamente más pérdidas que nosotros. Han perdido también la opinión que puede cooperar y habría cooperado en efecto con ellos, sin la transformación que proclamaron los pueblos". En el manifiesto escrito en Catacaos en 1839, expresó Nieto: "El encuentro de Guía, que no estuvo a mis alcances ni pude evitar, al que entiendo que el presidente Orbegoso fue principalmente arrastrado por los amigos de Santa Cruz y partidarios de la Confederación, fue por decirlo así, el primer paso que me hizo conocer la vaguedad de su sistema político en la empresa que los pueblos le habían confiado". En la batalla de Guía participaron, al lado de la división de Orbegoso y Nieto, las fuerzas de una columna que trajo el general Vidal de Huaraz.

Los chilenos ocuparon Lima al anochecer. Nieto, como expresa en la carta transcrita, se refugió en las fortalezas del Callao. Orbegoso permaneció oculto en Lima algunos días, hasta que se dirigió disfrazado al Callao, pero no fue reconocido. Recibido a balazos, hubo de ocultarse en la orilla del mar, donde lo envolvió una ola y estuvo a punto de perecer hasta que al día siguiente, empapado y friolento, halló cariñoso albergue en aquel puerto.

ELECCIÓN DE GAMARRA.- En Lima en una reunión de vecinos se proclamó el restablecimiento de la Constitución de 1834. Manuel Salazar y Baquíjano, último presidente del Consejo de Estado, a quien le correspondía el mando en ausencia de Orbegoso, dijo que se alejaría del país antes de aceptarlo de nuevo. Ante su tenaz resistencia, Gamarra fue nombrado, por una escasa cantidad de personas, presidente provisional del Perú (24 de agosto). Esta elección de Gamarra fue extraña a la influencia de Bulnes y no figuraba en sus instrucciones. Los primeros ministros que nombró Gamarra fueron Benito Laso (que días antes había actuado como secretario general de Orbegoso) en el portafolio de Gobierno y Relaciones Exteriores; Manuel Ferreyros en la cartera de Hacienda y Ramón Castilla en la de Guerra. El nuevo Gobierno concedió amnistía general y media pensión a las familias de los caídos en Guía; llamó a los oficiales y soldados dispersos conservándoles sus grados; y procuró, en general, seguir una política de apaciguamiento. Viose figurar al lado de Gamarra a muchos de sus enemigos durante su primera administración; llegó luego a un ministerio el coronel Bernardo Soffia que no solo a él había atacado duramente sino había ultrajado el honor de su esposa desde el periódico El Penitente (1832-1834). GESTIÓN PACIFISTA DE GAMARRA ANTE ORBEGOSO.- Entró Gamarra también en tratos con los defensores del Callao de hecho comandados primero por Nieto y luego por Manuel de la Guarda que desconoció la autoridad de este y lo obligó a embarcarse al norte. Personalmente Gamarra inició una interesante correspondencia con Orbegoso. El presidente elegido en 1833 definió su posición en una proclama con siete declaraciones. Entre ellas estaban la guerra al ejército chileno, si no desocupaba el territorio peruano incondicionalmente y la exigencia ante Santa Cruz para que dejase al Perú en entera libertad de reunir un Congreso que, sin coacción alguna, debía disponer de la suerte del país con la amenaza de guerra hasta lo último si así no procedía. Gamarra propuso a Orbegoso que asumiera la suprema magistratura hasta la reunión del Congreso con la condición de hacer la guerra al "usurpador del Perú" y entrar en alianza y combinación con el ejército de Chile "en atención a que el Perú no puede presentar, por ahora, fuerzas suficientes para batir al enemigo por sí solas". La destreza simuladora de Gamarra no llegó a entenderse con la insistencia porfiada de Orbegoso en buscar una tercera solución.

25 16

setiembre ABRIL 1825 1838 [ méxIco perú ]]

san creó unA martín ESCuADRA la primeraSITIA EL fRAnCESA bandera PuERTO DEen el puerto de(MéxICO), pisco, VERACRuz poco después ExIGIEnDO AL de llegar al perú. la GOBIERnO hizo oficial MExICAnO LAel 21 de octubre de 1821, InDEMnIzACIÓn DE mediante un CIuDADAnOS decreto en el que fRAnCESES también disponía LESIOnADOS que ésta LAS debía ser DuRAnTE de seda oCIVILES lienzoEn y GuERRAS medir 8 pies ESE PAíS. TRASdeunA largo por 6 de SERIE DE ancho. nEGOCIACIOnES, MéxICO EnTREGA A fRAnCIA TRES PAGARéS DE 200 MIL PESOS CADA unO. ESTE HECHO fuE COnOCIDO COMO ”LA GuERRA DE LOS PASTELES”.

GESTIONES DE SANTA CRUZ ANTE ORBEGOSO, NIETO Y GUARDA.- Entre tanto, Santa Cruz se mostraba otra vez más experto en la intriga que en la impetuosidad militar. Su agente Juan García del Río gravitó sobre Orbegoso. Su ministro Casimiro Olañeta inició, el 10 de agosto, tratos con Nieto, y le ofreció el armisticio hasta la reunión de dos Congresos, uno en el norte y otro en el sur del Perú, auxilio militar, la presidencia del Estado Nor-Peruano o de la República del Perú "si el Estado Sur-Peruano decidía unirse al del norte", todo esto sobre la base de la entrega de Tacna y Arica a Bolivia. Directamente buscó Santa Cruz, además, contactos con Guarda a cuya disposición puso ascensos y promesas de otras recompensas. Hizo, también, que el general Otero escribiera a Orbegoso para darle la seguridad de que la independencia del Estado Nor-Peruano sería respetada y prometerle el apoyo de la segunda división boliviana.

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 1

143

Santa Cruz y Gran Bretaña La firma del tratado de Paucarpata acarreó innumerables críticas al mariscal Santa Cruz. Hoy se cree que esta decisión tuvo como fondo una promesa del gobierno británico, finalmente incumplida.

E

l ma­ris­cal San­ta Cruz ha si­do ex­ten­ sa­men­te cri­ti­ca­do por ha­ber de­ja­do es­ca­par in­tac­to al ejér­ci­to chi­le­no y a los di­si­den­tes pe­rua­nos que lo acom­pa­ ña­ban, con la fir­ma del Tra­ta­do de Pau­ car­pa­ta. Al pa­re­cer, San­ta Cruz ha­bría con­fia­do en la ga­ran­tía bri­tá­ni­ca al cum­ pli­mien­to de lo acor­da­do, es­pe­ran­do que la in­ter­ven­ción del go­bier­no de Su Ma­jes­ tad im­pi­die­se a Chi­le re­ne­gar de la pa­la­ bra em­pe­ña­da. A es­te res­pec­to re­sul­tan in­te­re­san­tes al­gu­nos pa­sa­jes de la car­ta es­cri­ta el 17 de ene­ro de 1838 por el Pro­ tec­tor al cón­sul bri­tá­ni­co en el Pe­rú, Bel­ ford Wil­son, exi­gién­do­le to­mar car­tas en el asun­to. To­ma­do de: Ce­lia Wu, Ge­ne­ra­les y di­plo­má­ti­cos: Gran Bre­ta­ña y el Pe­rú 1820-1840, Li­ma: PUCP, 1993, p. 206.

“Us­ted, co­mo yo, y to­dos los hom­bres de­cen­tes los que sean ami­gos de la ci­vi­li­ za­ción y de las bue­nas ac­cio­nes, ha­brá si­do do­lo­ro­sa­men­te sor­pren­di­do al ver la re­so­lu­ción te­me­ra­ria e ini­cua con que el Gobierno de Chi­le ha res­pon­di­do a mi ge­ne­ro­si­dad, de­sa­pro­ban­do el Tra­ta­do de Pau­car­pa­ta. Por mi par­te no co­noz­co en la his­to­ria un he­cho pú­bli­co, que más dig­na­men­te me­re­ce el nom­bre de per­fi­ dia, vi­lla­nía y mal­dad. El Gobierno bri­tá­ni­co y us­ted se han ade­ lan­ta­do de­ma­sia­do a fa­vor de la re­con­ci­ lia­ción pa­ra re­tro­ce­der en el mo­men­to crí­ti­co en que pa­re­ce de­ben em­plear to­dos sus es­fuer­zos pa­ra rees­ta­ble­cer­la. Ni en us­ted tan ami­go nues­tro, ni de su Gobierno, tan in­te­re­sa­do por nues­tra

144

período 1

[ capítulo 23 ]

pros­pe­ri­dad y re­po­so, co­mo lo ha de­mos­ tra­do, de­be aguar­dar­se se­me­jan­te con­ duc­ta. Es­toy se­gu­ro que al re­ci­bo de es­ta ha abra­za­do ya us­ted el plan de ope­ra­cio­ nes que más con­vie­ne al pa­pel que se de­be re­pre­sen­tar en es­te dra­ma, con­for­ me a las ins­truc­cio­nes que ha re­ci­bi­do. Cual­quie­ra que sea su re­so­lu­ción, sír­va­se us­ted te­ner pre­sen­te que al ha­cer la paz con un ene­mi­go cu­ya leal­tad era tan po­co se­gu­ra, y que no me de­ja­ba pren­da al­gu­na de se­gu­ri­dad, la úni­ca que yo te­nía en el de­sem­pe­ño de sus com­pro­mi­ sos, se ci­fra­ba en la ga­ran­tía de la Gran Bre­ta­ña; que si me co­lo­qué in­me­dia­ta­ men­te en es­ta­do de paz, des­pués de ha­ber­le de­ja­do reem­bar­car­se, li­cen­cian­ do par­te de mis tro­pas, y de­jan­do a la es­cua­dra en Is­lay, co­mo si nin­gún pe­li­gro exis­tie­se, aque­lla ga­ran­tía era lo úni­co que me tran­qui­li­za­ba, que aun­que ella no ha­bía si­do acep­ta­da por el Gobierno de la Rei­na [Vic­to­ria], el amis­to­so em­pe­ ño con que es­te ad­mi­tió mi pro­pues­ta de me­dia­ción, no per­mi­tió du­dar un so­lo ins­tan­te de su aquies­cen­cia en el ca­rác­ter de ga­ran­te que el tra­ta­do le con­fe­ría; por úl­ti­mo que to­das mis con­ce­sio­nes a Chi­le, to­das las me­di­das que des­pués de la paz se han to­ma­do, to­da la con­fian­za que yo de­bía te­ner en el exac­to cum­pli­mien­to del tra­ta­do por par­te de Chi­le, se fun­da­ba en la de que el Gobierno bri­tá­ni­co sa­bría ha­cer efec­ti­vo los em­pe­ños co­lo­ca­dos ba­jo su res­pe­ta­ble nom­bre; y en­te­ra­men­ te de acuer­do con los sen­ti­mien­tos ex­pre­ sa­dos por el mis­mo en la con­tes­ta­ción que dio a nues­tra pro­pues­ta”.

LOS SIETE PRESIDENTES. EL NORTE POR LA RESTAURACIÓN.- La guerra continuó sin que se produjeran, de inmediato, acontecimientos decisivos. Una columna desprendida del ejército de Santa Cruz, fue batida por los chilenos en el pueblecito de Matucana (18 de setiembre). El norte se pronunció por la Restauración salvo, un instante, el departamento de Huaylas que proclamó al general Francisco de Vidal. En ese preciso momento, el Perú tuvo siete presidentes simultáneos: Santa Cruz, protector de la Confederación; Gamarra, presidente de la República peruana resurrecta; Orbegoso, presidente del Estado Norte; Riva-Agüero, nombrado por Santa Cruz para ese mismo cargo al saber la defección de Orbegoso; Pío Tristán, presidente del Estado Sur; Nieto, que por entonces hacía correrías por el norte, con despachos de jefe supremo expedidos por Orbegoso y que , mal recibido en Piura y abandonado por sus tropas, tuvo que seguir a Guayaquil; y Vidal. Este aceptó, por fin, eliminado Orbegoso, un lugar en el ejército de la Restauración. DIFÍCIL SITUACIÓN DE GAMARRA EN LIMA. LA HOSTILIDAD DE LOS EXTRANJEROS Y, EN ESPECIAL, DEL AGENTE BRITÁNICO BELFORD HINTON WILSON.- En Lima, el gobierno de Gamarra afrontó serias dificultades con los agentes diplomáticos, jefes de las escuadras inglesa, francesa y norteamericana y los comerciantes extranjeros. Como represalia, vino el decreto de 30 de octubre de 1838 mediante el cual quedó prohibido, de acuerdo con la Constitución de 1834, el comercio al por menor de quienes no fueran peruanos, lo cual implicó la clausura de muchas tiendas y almacenes de venta al detalle. Ante la conmoción suscitada por esta medida, ella fue revocada. Pero de ahí no vino un clima apacible. Fue larga la serie de reclamaciones y conflictos. Muy notorio se hizo por la agresividad de sus comunicaciones y la irritación ostensible en sus actitudes Belford Hinton Wilson, encargado de negocios de Gran Bretaña. Entre las cosas que más le preocuparon estuvieron la existencia en el castillo de La Independencia del Callao de una gran cantidad de mercaderías pertenecientes, en su mayor parte, a la casa de Gibbs Crowsly y Cia., y el daño evidente para ellas si era asaltado ese puerto por el ejército restaurador. Gamarra, con paciencia, ordenó que se habilitara en Chorrillos un depósito para almacenar dicho material.

"LAS VÍSPERAS SICILIANAS" Y EL CABALLO DEL DOCTOR MAC LEAN.- Periódicas veces atacaron a los extranjeros. También circularon hojas sueltas con igual tendencia. Una de ellas incluyó frases como las siguientes: "Los ingleses y franceses después de haber convertido en un esqueleto a nuestra nación trabajan incesantemente por anarquizarnos para volvernos a entregar a Santa Cruz"… "Los ingleses y franceses se han llevado a su país todas nuestras riquezas y, como habéis palpado, miserables marineros son dueños ya de los más preciosos intereses del Perú y aun de nuestras bellezas"… "¡Limeños, preparad vuestras armas para repetir con ellos las vísperas sicilianas!". Con las dos últimas palabras aludían a la matanza de los franceses llevada a cabo por los sicilianos en 1282 a causa de las vejaciones y violencias de Carlos de Anjou. El lunes de Pascua, mientras las campanas tocaban a vísperas, subleváronse los habitantes de aquella isla y mataron a todos los franceses que residían allí. Wilson provocó, frente a esta hoja, una reunión de todo el cuerpo consular con la finalidad de protestar ante el Gobierno y hacerlo responsable de la campaña contra los extranjeros. Una vez más, Gamarra supo evitar el choque. El incidente entre el médico escocés Guillermo Mac Lean y un soldado que intentó cumplir la orden de requisar los caballos de los viajeros sin pasaportes, lo convirtió Wilson como una ofensa a Gran Bretaña e hizo entrar en acción a las fuerzas navales británicas porque no creyó aceptable la negativa a castigar sin sumario y conocimiento de los hechos a aquel soldado. El

En ESE PRECISO MOMEnTO, EL PERÚ TuVO SIETE PRESIDEnTES SIMuLTánEOS: SAnTA CRuz, PROTECTOR DE LA COnfEDERACIÓn; GAMARRA, PRESIDEnTE DE LA REPÚBLICA PERuAnA RESuRRECTA; ORBEGOSO, PRESIDEnTE DEL ESTADO nORTE; RIVA-AGÜERO, nOMBRADO POR SAnTA CRuz PARA ESE MISMO CARGO (...); PíO TRISTán, PRESIDEnTE DEL ESTADO SuR; nIETO (...) Y VIDAL.

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 1

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setiembre abril 1825 1838 [ perú ] ] [ nicaragua

30 18

SanSe Martín creó diSuelve la la priMera Federación de bandera en el ProvinciaS unidaS piSco, de puerto centro de américa, poco deSpuéS de Formada en 1824 llegar al perú. la Por nicaragua, hizo oficial el 21 de HonduraS, el octubre de 1821, Salvador, Mediante un guatemala y coSta decreto el que rica. traS en SuFrir de taMbién ydiSponía anarquía guerra que éSta debía Ser civil, nicaragua Se de Seda o lienzo declara “libre,y Medir 8 pieS dee Soberana largo por 6 de indePendiente ancho. todo otro Poder”.

comodoro Ross situó a una fragata y a una corbeta que él mandaba a los costados del barco peruano Libertad mandado por Carlos García del Postigo y le envió una nota en la cual le obligaba a permanecer inmóvil hasta recibir las satisfacciones exigidas. Wilson fue informado de que Postigo, cuyo valor temerario se consideraba generalmente como algo indiscutible, había recibido órdenes en el sentido de que, si sus cañones eran impotentes para hacerse respetar de las naves inglesas, pusiera fuego a la Santa Bárbara para volar junto con ellas. Ross ordenó entonces el retiro de sus buques. El incidente alrededor del caballo del doctor Mac Lean concluyó más tarde mediante una transacción. Hubo muchos otros reclamos, inclusive relaciones con la administración de justicia en el caso del robo hecho por un empleado del comerciante británico Dalton que Wilson también amparó en forma insultante para aquella. Gamarra firmó con el general Bulnes una convención militar de subsidios, por la cual el Perú quedó obligado a proporcionar a Chile los recursos de todo género que eran necesarios para las operaciones de la guerra y a hacer el pago de los gastos de ella incluyendo el flete de ida y vuelta de los transportes y los sueldos, haberes y vestuario. A la vez, nombró general en jefe del ejército unido (¡como si hubiera podido hacer otra cosa!) al general Bulnes, y se reservó el puesto de director de la guerra (12 de octubre). La captura de Lima después de una lucha con los peruanos había dado una impopularidad inicial al ejército restaurador. Las epidemias, las montoneras, las dificultades para el aprovisionamiento crearon adicionales factores desfavorables. Pese a haberse iniciado el asedio del Callao, no fue capturada esta plaza. Santa Cruz, cuyos ejércitos habían obtenido ya bellas victorias sobre los argentinos en Iruya (11 de junio de 1838) y Montenegro (24 de junio de 1838) avanzó sobre Lima. A principios de noviembre se hallaba a dos jornadas de la capital con más de seis mil hombres.

AC­TI­TUD­DE­SAN­TA­CRUZ­AN­TE­EL­PE­RÚ­Y­BO­LI­VIA­EN­1838.- La reacción del norte del Perú contra la intervención boliviana, la decidida actitud de Chile y, sobre todo el disgusto que en Bolivia produjo el pacto de Tacna, suscitaron un cambio en el pensamiento político de Santa Cruz. Para erigir la Confederación, es decir, para cumplir su vasto sueño de pan-peruanidad, había desoído voces pragmáticas y limitadas. Alguna de ellas, emanadas de sinuosos políticos del altiplano y de generales rudos, le aconsejaron que se contentara con adicionar al territorio de Bolivia una zona propicia del litoral peruano, entre Tarapacá y Moquegua. Otras, entre las cuales no faltaron las de algunos sur-peruanos anárquicos, proyectaron la creación de un Estado independiente en el Perú del sur. Al ver, pues, los obstáculos que se acumulaban contra la Confederación, Santa Cruz retornó, a mediados del tormentoso año de 1838, a los planes cesionistas que desechara en sus triunfales años de 1836 y 1837. La fusión entre el sur del Perú y Bolivia, ofrecía el inconveniente (claramente visto en la correspondencia entre Santa Cruz y el vicepresidente Calvo), de que el territorio sud-peruano, tenía, desde el punto de vista económico, geográfico y de la población, una importancia mayor que la de Bolivia. En su carta a Calvo, fechada el 26 de setiembre de 1838 en el Cuzco, decía Santa Cruz: "Convengo en que la fusión del sur (del Perú) con Bolivia no será acaso conveniente; pero al fin quiero saber cuál es el partido al que Ud. se inclina, en el caso deshacerse la Confederación. La independencia del sur, a la cual estoy dirigiendo todas mis medidas, creando intereses propios, es verdad, lo que más conviene a la seguridad de Bolivia; siendo ese mismo el resultado más cierto de la Confederación, si durase algunos años. Mas, en ese caso, ¿renunciaríamos a toda indemnización por todos nuestros sacrificios? Arica sería un buen compensativo, pero imposible de obtener por voluntad. En queriendo tomarlo por la fuerza, tendríamos que luchar otra vez, dando, sin duda un buen motivo para la reunión del Perú, al que siempre debemos oponernos como al mayor de nuestros enemigos".

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

Ese fue el sentido de las convocatorias a sendas asambleas en Lima y Cuzco, en rectificación de la convocatoria hecha para Arequipa. Pero, antes que nada, debía acabar con el peligro representado por los invasores. Para ello hizo a Orbegoso promesas que contradecían sus anhelos íntimos favorables a los deseos que este simbolizaba a favor de la independencia peruana; y obtuvo, al fin, el apoyo del infortunado gobernante del Callao.

SANTA CRUZ EN LIMA.- El ejército restaurador, diezmado por las enfermedades, escaso de recursos, combatido por los montoneros, rodeado de espías, odiado cada día más por sus extorsiones, decidió retirarse a Ancón, Chancay y Huacho y de allí a la sierra del norte, al Callejón de Huaylas (8 de noviembre). La vanguardia santacrucina entró a Lima el 10 de noviembre y el Protector fue recibido en apoteosis, gracias al cambio de la corriente popular, debido a los sucesos recientes. El general Morán le pidió que lo dejara perseguir a los fugitivos "¡Mañana, Morán, mañana!" cuenta O’Connor que repuso Santa Cruz. Acaso pensó en que Chile haría la paz. El ejército chileno pudo realizar libremente las operaciones de reembarque a corta distancia del enemigo. ELIMINACIÓN DE ORBEGOSO.- Orbegoso llegó a publicar una proclama donde decía: "El general Santa Cruz engañado en los primeros momentos por sus sicofantas pareció obrar contra nuestra voluntad ya pronunciada y contra nuestros intereses. Pero ha arrojado la venda que cubría sus ojos y conocido nuestra moderación y nuestra justicia. Sus últimos documentos lo comprueban; me ha escrito particularmente con fechas 18 y 20 de setiembre asegurándome por su honor que no tiene interés alguno en sostener ningún sistema que no pueda ser sostenido por los pueblos y que está fastidiado de sus compromisos; que combatidos que sean los enemigos procederemos a entendernos racionalmente… y, últimamente, que está muy convenido con todos los artículos de mi declaración de fe política de 1° de setiembre y decidido a que se reúna la representación nacional luego de que se haya arrojado a los invasores". Con el pretexto de que iba a dar la batalla a los restauradores, Santa Cruz pidió a Orbegoso tropas con ocho de los cañones que guarnecían los fuertes. Orbegoso envió los refuerzos al mandó del coronel Guarda, ya elevado al rango de general por el Protector. "Pero luego que estas fuerzas pasaron a poder de Santa Cruz –dijo Orbegoso– me mandó decir el 1° de noviembre que él creía que todos sus compromisos quedaban cumplidos con la reunión que haría de dos asambleas en el sur y norte del Perú después de que venciera a los invasores y que, en cuanto a los demás puntos, no creía conveniente cumplirlos. Hizo ir, enseguida, al castillo al mismo jefe que yo había remitido con la tropa, en clase de gobernador". Orbegoso, así eliminado, recibió la notificación de que estaba en libertad para permanecer en el país o dirigirse al extranjero. En este último caso se le proporcionaría un buque y se le pagaría su sueldo. Indignado buscó refugio en la fragata francesa Androméde y desde allí amenazó con publicar documentos de Santa Cruz, dañosos para este y que había reservado "para conservar su prestigio como americano, como jefe y como amigo". Por medio de García del Río le solicitó Santa Cruz una entrevista que tuvo lugar en la Androméde y duró más de cuatro horas. No tuvo ella resultado favorable; y Orbegoso viajó en una goleta mercante a Guayaquil (4 de diciembre).

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setiembre 1825 [ perú ORBEGOSO, ASí ]

ELIMInADO, san martín creó RECIBIÓ la primeraLA nOTIfICACIÓn DE bandera en el quE ESTABA puerto de pisco,En LIBERTAD poco despuésPARA de llegar al perú. laEn PERMAnECER hizo oficial EL PAíS O el 21 de octubre de DIRIGIRSE AL1821, mediante un ExTRAnJERO. En decreto en el que ESTE ÚLTIMO también CASO SEdisponía LE que ésta debía ser PROPORCIOnARíA de seda o lienzo y un BuquE Y SE LE medir 8 pies de PAGARíA Su largo por 6 de SuELDO. ancho. InDIGnADO BuSCÓ REfuGIO En LA fRAGATA fRAnCESA AnDROMéDE Y DESDE ALLí AMEnAzÓ COn PuBLICAR DOCuMEnTOS DE SAnTA CRuz (...).

LA PATéTICA FIGURA DE ORBEGOSO.- Orbegoso había significado inicialmente una reacción contra el caudillaje militar y autoritario gamarrista con fervoroso sentido popular y liberal. Se sintió atraído más tarde a las ideas de algunos federalistas del sur; y, en una angustiada situación frente al poder creciente de Salaverry en el norte y frente al inminente regreso de Gamarra, pidió la alianza de Santa Cruz y facilitó su intervención. Secuaz prominente de ella, vio recortada

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setiembre AGOSTO 1825 1838 [ perú [ perú ]

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San Martín creó JOSé DE LA RIVAla priMera AGÜERO ES bandera en el nOMBRADO puerto de piSco, PRESIDEnTE DEL pocoESTADO deSpuéSnOR de llegar al perú. PERuAnO POR la EL hizo oficial AnDRéS el 21 de PROTECTOR octubre 1821, DE SAnTAdeCRuz. Mediante un RIVA-AGÜERO decreto en el que REEMPLAzÓ A taMbién diSponía ORBEGOSO, LuEGO que éSta Ser DEdebía quE ESTE de Seda DECLARARA o lienzo y Medir 8 pieS de InDEPEnDIEnTE AL largo 6 de ESTADO DELpor nORTE. LA PRIMERA ancho. ACCIÓn DE Su GOBIERnO fuE HACERLE fREnTE A LA SEGunDA InCuRSIÓn CHILEnA En TERRITORIO PERuAnO.

su potestad de presidente de la República del Perú y quedó reducido a ser presidente del Estado Nor-Peruano. Pero en una cuarta etapa dio acogida, con Nieto, al sentimiento patriótico nor-peruano sublevándose contra la Confederación, para intentar una solución en la guerra, que fuera a la vez antichilena y antiboliviana. Una quinta actitud había sido la transacción con Santa Cruz para combatir a los chilenos. Una sexta actitud, el retiro a Guayaquil. Si hay alguien que pretende ser duro o sarcástico con Orbegoso deberá acercarse a las memorias y a los otros escritos por él dejados: en ellos encontrará un retrato roto y la mirada triste de unos ojos encendidos y de un alma desgarrada y sin bajezas. Aun el historiador más severo y hostil no puede convertir en acusado a una víctima.

EL ESPEJISMO DE LA PAZ. GESTIONES ANTE INGLATERRA, O’HIGGINS. LAS CONFERENCIAS DE HUACHO.- El cónsul de la Confederación en Londres, Vicente Pazos Kanki, famoso personaje de la literatura boliviana en aymara, al transmitir al Gobierno inglés el rechazó que Chile hizo del tratado de Paucarpata, le manifestó la necesidad de que aquel Gobierno concurriera en forma activa a la celebración de la paz. El argumento por él invocado fue que las hostilidades bélicas, buscadas por Chile, se dirigían directamente contra los capitales y los intereses británicos ya que, por resolución de 4 de enero de 1838, los ahorros en los gastos del ejército de la Confederación debían ser dedicados al pago de la deuda externa. La guerra era, pues, según Pazos, el único obstáculo para el pago a los acreedores británicos. Para reforzar esta actitud se dirigió en el mismo sentido a los tenedores de bonos. Las palabras textuales de la petición del agente confederal fueron que había "que coactar y obligar a Chile a la cesación de hostilidades". Lord Palmerston, jefe de la Cancillería inglesa, repuso que no cesaría en sus gestiones amigables, sin considerar justificado interponerse por la fuerza. Sin embargo, como se verá más adelante, la tentativa realizada por los agentes de lord Palmerston llegó a ser bastante enérgica aunque tardía. O’Higgins, movido por Santa Cruz, inició una gestión pacifista directa ante Bulnes después de la retirada de este al norte. Fue en vano. El encargado de negocios británico Belford Hinton Wilson, íntimo amigo de Santa Cruz y ardoroso partidario de su causa aun durante los días en que el ejército restaurador ocupó Lima, tuvo dos conferencias en Huacho con el ministro chileno Mariano Egaña (13 y 14 de noviembre). Wilson propuso que Chile y la Confederación se comprometieran a igualar sus fuerzas marítimas y territoriales sea para aumentarlas o para disminuirlas; y que Chile se obligara a no establecer en sus aduanas el sistema de los derechos diferenciales. Egaña rechazó esto. Al día siguiente planteó que Santa Cruz se retirase con todas sus tropas al otro lado del Desaguadero debiendo el ejército chileno volver a su país y que el pueblo peruano, gobernado por las autoridades emanadas de la Constitución de 1834, decidiese, por medio de un Congreso, acerca de su suerte futura. Wilson contestó que Santa Cruz se allanaría al retiro de los ejércitos, siempre y cuando fuesen elegidas dentro del orden de cosas vigente, una asamblea para el sur y otra para el norte del Perú con el fin de deliberar acerca de la subsistencia o la disolución de la Confederación. Egaña se negó a esto y así defendió la unidad del Perú. Una proposición análoga a la rechazada por Egaña en Huacho llevó al cuartel general de Gamarra su ministro Benito Laso que habíase quedado en Lima y recibió su pasaporte de las autoridades santacrucinas.

LOS CORSARIOS. COMBATE DE CASMA.- Después de la ocupación de Lima y el Callao, Santa Cruz utilizó la ayuda de varios extranjeros y barcos mercantes y creó una flotilla de corsarios. Su actividad en esta labor puede calificarse como notable aunque tardía. Jefe de la flotilla fue el marino francés Juan Blanchet. La integraron la barca Mexicana, la fragata Edmond y las goletas

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

Shanrock y Perú. Los corsarios lograron que, por corto tiempo, se suspendiera el bloqueo del Callao, apresaron algunos transportes enemigos y se apoderaron en Supe del bergantín Arequipeño sin disparar un tiro. El 12 de enero de 1839, a un año justo del de Islay, se produjo el combate de Casma. Hacían en esta caleta provisión de leña los barcos chilenos Confederación (al mando del comandante Roberto Simpson), Santa Cruz y Valaparaíso, y el transporte Isabel cuando fueron atacados por los corsarios Arequipeño, Edmond, Mexicana y Perú. Fue un combate largo y encarnizado que presentó el cuadro de un hacinamiento de buques confundidos. Blanchet murió, el Arequipeño fue recuperado por los chilenos y lo que sobró de los corsarios, se retiró sin que sus adversarios pudieran perseguirlos, pues las averías de ellos los obligaron a permanecer varios días en Casma. Seis días después vino la batalla Yungay.

LA FINALIDAD DE LA RETIRADA DEL EJéRCITO RESTAURADOR. ACTUACIÓN DE GAMARRA.- Los restauradores se colocaron en el Callejón de Huaylas y dedicáronse a aprovisionarse y reorganizarse, mientras los batallones peruanos completaban sus efectivos en el departamento de La Libertad. La correspondencia autógrafa que de Gamarra se conser va en la Biblioteca Nacional de Lima, indica que de él fue la dirección de las operaciones y que impidió que continuara la retirada más allá del departamento de Huaylas. Es sorprendente que haya quien todavía niegue esto. Sus cartas a La Fuente de 25, 26 y 29 de diciembre han sido citadas por el autor de este libro en su juvenil trabajo La iniciación de la República (Vol. II, Lima, 1929). Ello no implica negar o desestimar el aporte chileno. Era natural que dirigieran las operaciones quienes conocían el territorio y sus características. El general Bulnes dio en toda la campaña muestras de gran valor, habilidad y sagacidad, cualidades que no siempre andan juntas; y su ejército combatió con gran denuedo y demostró notable espíritu de sacrificio. La finalidad esencial de la retirada al Callejón de Huaylas fue la de buscar un terreno que permitiera una buena defensa y que contase con vastos recursos, cerca, además, del radio de operaciones de la escuadra y obligando a Santa Cruz a pasar la cordillera, a alejarse de sus líneas de comunicaciones y de toda influencia personal sobre el sur. No era una fuga cobarde ni una ciega jugada. Gamarra quería esperar al enemigo en un terreno buscado por él y atacado en el momento conveniente.

EL AVANCE DE SANTA CRUZ. BUÍN.- Santa Cruz, que había desaprovechado la oportunidad de batir a sus adversarios cuando evacuaron Lima, en vez de esperar esta vez, apresuró la persecución de ellos. Aparte de consideraciones estratégicas, sobre él influyeron las alarmantes noticias que llegaban sobre inminentes sublevaciones en Bolivia y el deseo de adelantarse al arribo de una división chilena de refuerzo. Ambos ejércitos tomaron contacto en el combate de Buín, el 6 de enero de 1839, alrededor del puente principal que cruza el río de ese nombre, afluente del caudaloso Santa. Fue un encuentro entre la retaguardia de los restauradores y las tropas de Santa Cruz, en el que este no llegó a sorprender al enemigo ni a capturar el puente.

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setiembre 1825 [ perú ] LA fInALIDAD

ESEnCIAL LA san martín DE creó RETIRADA la primera AL CALLEJÓn DE bandera en el HuAYLAS fuE LA puerto de pisco, DE BuSCAR poco después un de llegar al perú. TERREnO quEla hizo oficial el 21 PERMITIERA unA de octubre de 1821, Y BuEnA DEfEnSA mediante un quE COnTASE decreto en el que COn VASTOS también disponía RECuRSOS, CERCA, que ésta debía ser ADEMáS, DEL de seda o lienzo y RADIO DE medir 8 pies de OPERACIOnES DE largo por 6 de LA ESCuADRA Y ancho. OBLIGAnDO A SAnTA CRuz A PASAR LA CORDILLERA , A ALEJARSE DE SuS LínEAS DE COMunICACIOnES Y DE TODA InfLuEnCIA PERSOnAL SOBRE EL SuR.

YUNGAY.- Los restauradores se habían concentrado en el sector norte del Callejón de Huaylas, con lo cual entregaron a los confederados casi toda la región. Santa Cruz se detuvo en Carhuaz, mientras sus adversarios estaban en San Miguel delante de Caraz, organizando posiciones defensivas. Seis días permanecieron así, hasta que en una junta de guerra efectuada en el campamento restaurador de San Miguel el 17, se decidió por unanimidad (según dice el

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Un testimonio sueco sobre la Confederación Carl August Gosselman fue un marino sueco enviado a Sudamérica por su gobierno para informarse sobre posibilidades comerciales en las nuevas repúblicas. En 1837 llegó al Perú, dejando testimonio de sus impresiones acerca de la recién instaurada Confederación Perú-Boliviana.

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período 1

[ capítulo 23 ]



La ver­da­de­ra cau­sa de la gue­rra en­tre Chi­le y el Pe­rú es la de­nun­cia por par­ te del Pe­rú, el año pa­sa­do, del tra­ta­do co­mer­cial en­tre am­bos Es­ta­dos, el cual da­ba a Chi­le una se­rie de ven­ta­jas co­mer­ cia­les a cos­ta de su co­mer­cio ex­te­rior di­rec­to del Pe­rú. Es­te tra­ta­do fue ra­ti­fi­ca­ do por Sa­la­verry en 1835, pe­ro anu­la­do por Or­be­go­so, o, me­jor di­cho, por San­ta Cruz en el año 1836. El ex mi­nis­tro de Asun­tos Ex­te­rio­res e In­te­rio­res de Chi­le, se­ñor Por­ta­les –ba­jo cu­yo go­bier­no ha au­men­ta­do no­ta­ble­men­te en Chi­le el bie­nes­tar, y a cu­yas acer­ta­das y li­be­ra­les dis­po­si­cio­nes re­la­ti­vas al co­mer­cio de­be Val­pa­raí­so su rá­pi­do de­sa­rro­llo y ac­tual im­por­tan­cia– no po­día ver con in­di­fe­ren­ cia al Pe­rú sa­cu­dir­se el yu­go co­mer­cial que ha­bía sa­bi­do im­po­ner al país con ayu­da de los has­ta aho­ra po­co pre­vi­so­ res y lle­nos de pre­jui­cios go­bier­nos del Pe­rú. Tam­po­co po­día él sin ce­los per­so­ na­les ver go­ber­nar en el Pe­rú a un hom­ bre que, par­tien­do de los mis­mos pru­ den­tes prin­ci­pios, ha co­lo­ca­do ya a Bo­li­ via en un es­ta­do de flo­re­ci­mien­to y que, al mis­mo tiem­po que em­pe­za­ba a ayu­ dar al Pe­rú a ven­cer su de­bi­li­dad co­mer­ cial ne­ce­sa­ria­men­te de­bía con ello re­du­ cir la su­pe­rio­ri­dad que Chi­le se ha­bía

arro­ga­do so­bre el has­ta aho­ra peor go­ber­na­do país ve­ci­no. La im­por­tan­cia de Val­pa­raí­so co­mo puer­to de de­pó­si­to pa­ra ca­si to­da la cos­ta oc­ci­den­tal de Su­da­mé­ri­ca ne­ce­sa­ria­men­te ha­bía de dis­mi­nuir tan pron­to go­za­sen de es­ta ven­ta­ja otros puer­tos y muy es­pe­cial­ men­te el del Ca­llao, que es sin pun­to de com­pa­ra­ción un puer­to me­jor que el de Val­pa­raí­so. (...) Co­mo Por­ta­les te­nía más fuer­za en Chi­le, o me­jor di­cho, ma­yor par­ti­do en el país, que el mis­mo pre­si­ den­te, de­cla­ró la gue­rra a San­ta Cruz, y te­nía ya la ex­pe­di­ción lis­ta pa­ra zar­par de Val­pa­raí­so, cuan­do fue he­cho pri­sio­ ne­ro y fu­si­la­do por el je­fe de las tro­pas re­bel­des. Es­ta gue­rra tan des­gra­cia­da pa­ra am­bos Es­ta­dos, ter­mi­na­rá, por con­ si­guien­te, pron­to, ya que en Chi­le ha exis­ti­do siem­pre un fuer­te par­ti­do con­ tra la mis­ma, y pues­to que San­ta Cruz, o el Pe­rú, ha he­cho por su par­te to­do lo po­si­ble pa­ra evi­tar­la, no de­sean­do na­da me­jor que la paz pa­ra fo­men­tar el co­mer­ cio y me­jo­rar las ma­las fi­nan­zas”. De “La Re­pú­bli­ca Pe­ru­bo­li­via­na”. En Al­ber­to Tau­ro, Via­je­ros en el Pe­rú re­pu­bli­ca­no, Li­ma: UNMSM, 1967, pp. 48-49.

coronel Antonio Plasencia en el diario militar de la campaña publicado en 1840), tomar la ofensiva en vista de la escasez de recursos y de víveres. El testimonio de Plasencia no fue rectificado públicamente entonces. Sin embargo en 1878 Gonzalo Bulnes aseveró que los jefes peruanos fueron partidarios de la retirada al departamento de La Libertad; se fundó en declaraciones privadas de militares chilenos y en recuerdos familiares. Santa Cruz avanzó para situarse en Yungay, en ambas márgenes del río Ancash. Sus fuerzas se atrincheraron en la orilla meridional del río Ancash, que es de fuerte pendiente, en el cerro Pan de Azúcar, separado de la línea de batalla, y en otra altura más elevada llamada Punyan. Desde posiciones que le parecieron inexpugnables esperó el ataque del adversario de quien sabía que estaba en desfavorables condiciones. El ejército confederal ha sido calculado en un número que oscila entre 4.000 y 6.000 hombres. Iniciada la batalla a las diez de la mañana del 20 de enero de 1839, se desplegaron las fuerzas restauradoras atacantes cuyas cuatro divisiones fueron mandadas por jefes peruanos (Torrico, Eléspuru, Vidal y Castilla). Esta última estaba formada por la caballería. La lucha se concentró, primero, en el avance de los restauradores sobre el Pan de Azúcar y terminó con la captura de esta posición cerca de las once de la mañana. Entre los que se distinguieron allí estuvo el bizarro coronel peruano Juan Antonio Ugarteche. Caracteres novelescos presentó la actuación de la cantinera chilena sargento Candelaria Pérez. El general Anselmo Quirós, jefe de las fuerzas defensoras de Pan de Azúcar, cayó prisionero y fue fusilado. En seguida se combatió en los demás atrincheramientos de Santa Cruz, al otro lado del barranco del riachuelo Ancash. El ataque general de los restauradores fracasó en el ala izquierda y en el centro. Según la versión que dio Juan Gualberto Valdivia tres veces (en una carta al general Bulnes publicada en El Comercio del 28 de setiembre de 1863, en la biografía de Castilla que hizo editar en Arequipa en 1873 y en libro Revoluciones de Arequipa), Bulnes ordenó la retirada y Castilla se opuso a esta orden. "No hemos venido a correr", exclamó. "El desfiladero es muy fuerte (habría seguido diciendo) y la pampa muy ancha para poder llegar hasta San Miguel sin ser derrotados. No nos queda, por consiguiente, otro recurso que formar un charco de sangre para que se ahogue en él con nosotros el ejército de la Confederación". Según la misma versión, Castilla acordó con Gamarra que este continuara sosteniéndose y ordenó a Eléspuru, comandante de una de las divisiones, y a Frisancho, jefe de la reserva, que avanzaran; y dirigiendo personalmente a cinco escuadrones de caballería, pudo pasar a la desfilada el barranco, con lo cual flanqueó la línea enemiga y tuvo tiempo para formarse y arremeter casi a la retaguardia de la división Morán, que era el baluarte más firme de los santacrucinos. El frente de Santa Cruz no había sido roto, pero podía ser rodeado. Morán pidió refuerzos, pero dos batallones bolivianos de la reserva que Santa Cruz mandó en su auxilio, los números 1° y 2°, se negaron a luchar, iniciaron su retirada y fueron secundados por los Lanceros de Bolivia; por lo cual Santa Cruz envió a su escolta, que pronto llegó a ser arrollada y desbaratada por las tropas restauradoras. Fue así, con un desbande de fuerzas de reserva, que la derrota de Santa Cruz se anunció. A las cuatro de la tarde, después de cinco horas, la batalla concluía y los restauradores perseguían con ensañamiento a los vencidos.

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setiembre AGOSTO 1825 1838 [ perú perú] ]

san martín creó EL PRESIDEnTE la primera PROVISORIO bandera en el AGuSTín GAMARRA puerto DECRETAde ELpisco, SITIO Y poco después BLOquEO DE LAde llegar al perú. fORTALEzA DEL la hizo oficial CALLAO (REALel 21 de octubre fELIPE), quE de SE 1821, mediante un BAJO EnCOnTRABA decreto en DE el que EL COnTROL MáS también disponía DE 1.200 SOLDADOS que ésta debía AL ser COnfEDERADOS de sedaDEL o lienzo y MAnDO medir 8 pies de COROnEL MAnuEL largo por 6 de DE LA GuARDIA. ancho.

EL DEBATE SOBRE YUNGAY.- La versión de Valdivia, notable por haber sido insistente, como queda dicho, en tres ocasiones a lo largo de más de diez años, tuvo su fuente en el testimonio del propio Castilla. Mariano Felipe Paz Soldán la aceptó en lo esencial. Nemesio Vargas la acogió de modo análogo, aunque afirmó que el diálogo entre los dos jefes no tuvo la grosería que Valdivia le atribuyó y recordó una nota del mismo Castilla al Gobierno de Chile donde rindió, sin taxativa, homenaje a Bulnes. El historiador Gonzalo Bulnes, hijo del general, trató en forma despectiva a Valdivia y si bien no negó que hubiese habido momentos críticos en la batalla al retirarse el batallón chileno Portales y al producir este hecho "un desaliento comunicado en las filas", por otra parte dejó

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setiembre 1825 [ perúSAnTA ] CRuz

ABAnDOnÓ EL San Martín creó CAMPO AnTES DE la priMera LAS CuATRO DEenLAel bandera TARDE, quE puerto En de piSco, pocoACABÓ deSpuéSLA de llegar BATALLA, al perú. la hizo oficial En el 21Su de DEJAnDO octubre de 1821, TIEnDA DE Mediante un CAMPAñA HASTA decreto en el que Su ARCHIVO taMbién diSponía PRIVADO Y LA que éSta debía Ser BAnDERA DE LA de Seda o lienzo y COnfEDERACIÓn Medir 8 pieS de RECAMADA DE largo por 6 de ORO,ancho. quE CAYEROn En PODER DE LOS VEnCEDORES.

constancia de que Valdivia se equivocó en los nombres de algunos cuerpos del ejército y de algunos lugares. El coronel Antonio Plasencia escribió en el Diario militar de la campaña: "La caballería, pasando el barranco bajo los fuegos del enemigo y en desfilada, tuvo tiempo de organizarse y decidir esta memorable jornada". Castilla, como se ha dicho, mandaba la caballería. Agregó Plasencia, más adelante: "No ha sido menos remarcable cuanto funesto para él (Santa Cruz) el modo cómo descuidó su izquierda, siendo la parte más débil de su línea, descuido que, conocido por S.E. el presidente supo aprovecharla hábilmente y disponer fuerzas que flanqueándola, decidieron el éxito del ataque". Plasencia otorga, pues, el mérito de la iniciativa para la operación culminante de la batalla no a Bulnes o a Castilla, sino a Gamarra. En otro párrafo complementó lo dicho allí con las siguientes palabras: "S.E. tuvo herido el caballo que montaba y después de haber dado la orden al general Castilla para que flanquease la izquierda enemiga, marchó a la cabeza de los Granaderos a Caballo hasta el torrente de Ancash". Reconoce así expresamente que Castilla ejerció el comando de la operación decisiva. En resumen, Plasencia coincide en lo sustancial con Valdivia, salvo en atribuir a Gamarra haber dado la orden a Castilla, y los historiadores peruanos han tomado en cuenta lo que varias veces afirmó el memorialista arequipeño. Al cariño filial de Bulnes, que lo llevó no solo a tratar con desprecio a Valdivia, sino a negar lo aseverado en el diario oficial de la campaña y no rectificado en la época de su publicación, habría que agregar un celo patriótico tan notorio que en su libro todos los peruanos parecen ausentes de la batalla, como si ella hubiese sido librada en el interior de Chile cuando Plasencia da los nombres de más de quince jefes y oficiales de esa nacionalidad desde coroneles hasta capitanes que cooperaron en forma notable a la victoria. El ejército protectoral tuvo, según el parte oficial del general Bulnes, 1.400 muertos y 1.600 prisioneros, casi en su totalidad heridos. En el ejército restaurador las pérdidas también llegaron a ser muy altas, pero no fueron confesadas. Uno de los heridos graves fue el general peruano Juan Bautista Eléspuru, que murió pocos días después y recibió el grado póstumo de gran mariscal. Gamarra dio a Bulnes en el mismo campo de batalla el título de gran mariscal de Ancash, y al general chileno José María de la Cruz, jefe de Estado Mayor, el de general de división en el ejército peruano. Santa Cruz abandonó el campo antes de las cuatro de la tarde, en que acabó la batalla, dejando en su tienda de campaña hasta su archivo privado y la bandera de la Confederación recamada de oro, que cayeron en poder de los vencedores. Montado en una famosa mula zaina hizo una marcha vertiginosa de cuatro días y pudo atravesar más de cien leguas en la fragosa sierra y la arenosa costa para llegar a Lima en la noche del 24 de enero y ser el mensajero de su derrota. En el palacio de Riva-Agüero, a pesar de su carácter tan frío y tan reservado, lloró. Se produjo el desbande de su partidarios. Abandonó la capital el 28 de enero y se dirigió a Arequipa. La Fuente entró a Lima el 18 de febrero y Gamarra el 27. Ese mismo día convocó a un Congreso nacional. Poco después aclaró que debía actuar como una sola Cámara, debiendo ser elegidos los diputados por los colegios electorales de parroquia y de provincia con la finalidad de que se reunieran el 28 de julio en Huancayo (22 de marzo de 1839).

ANTONIO PLASENCIA.- Se ha mencionado antes al Diario militar de la segunda campaña restauradora, escrita detallada y certeramente por el coronel Antonio Plasencia, aunque sin firmarlo. Todavía impresiona este pequeño libro hasta por la claridad y la belleza de sus mapas en color, gran exponente de los avances obtenidos por la imprenta de José Masías en Lima, en 1840. Español de nacimiento, Plasencia se quedó en el Perú y fue modelo de lealtad a sus jefes, sentido del deber, sencillez en las costumbres y carencia de ambiciones. Conocía muy bien el territorio, sus recursos y sus hombres; y a la experiencia unía gran talento militar. Los mismos jefes chilenos reconocieron que, a pesar de su edad avanzada, era incansable en el trabajo; que indicaba cuáles debían ser los reconocimientos y exploraciones del ejército y los comandaba y

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

obtenía enorme caudal de noticias. El que fue más tarde general Nicolás José Prieto escribió refiriéndose a Plasencia (según anota Francisco Encina en su Historia de Chile): "Él dirigía la vanguardia, establecía los puestos avanzados, servía de guía, disponía los alojamientos, así como el rancho del ejército en los puntos precisos"… "Allanaba todas las dificultades y era el preciso consultor para todo… ". Plasencia fue, así, no solo el cronista de las jornadas que culminaron en la batalla de Yungay y el compilador de las listas y los documentos sobre ellas sino uno de los verdaderos artífices del triunfo. La historia periodística y la historia castrense deben recordar también su nombre porque en 1845 y 1846 dirigió el órgano mensual El Faro Militar (siete números, de junio de 1845 a marzo de 1846, cada uno con más de cien páginas). Vale mucho esta revista, la primera de su género en el Perú, por sus artículos técnicos y por las biografías que dedicó a varios generales de este y de otros países. No obstante sus méritos, todavía en 1846, siete años después de Yungay, Plasencia era coronel.

LA ESTRELLA RADIANTE

PREMIOS A LOS VENCEDORES EN ÁNCASH.- El presidente de Chile, los jefes y oficiales de

Tras la victoria obtenida por el ejército restaurador en la batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839, el Gobierno peruano premió a los vencedores con la Estrella Radiante. La medalla, que lleva como inscripción "Al valor invencible de Áncash", fue entregada al presidente, los jefes, oficiales y la tropa del ejército y marina chilenos.

su ejército y de su marina y aun la tropa, fueron premiados con grandes honores que les fueron conferidos por Gamarra y por el Congreso de Huncayo. Los jefes y oficiales chilenos vencedores en Ancash recibieron un grado desde teniente coronel hasta subteniente inclusive, y lo mismo ocurrió con quienes se distinguieron en el combate de Matucana. A todo el personal del ejército unido le fue conferida una medalla de honor, y se solicitó el permiso del Gobierno chileno a fin de que la usaran los veteranos de ese país. También Gamarra pidió licencia especial para que los generales Manuel Bulnes y José María de la Cruz pudieran aceptar el empleo de gran mariscal y de general de división que, respectivamente, los confirió. El Congreso decretó, además, que se distribuyeran 500 mil pesos al ejército y al personal de la escuadra de Chile, independientemente de los pagos de los gastos de las campañas que Gamarra se había comprometido a reembolsar.

EL APORTE PERUANO A LA RESTAURACIÓN.- Los militares peruanos que concurrieron a la batalla de Áncash fueron declarados beneméritos a la Patria en grado heroico y eminente, y los expatriados y emigrados a países extranjeros, beneméritos en grado eminente. Los cuerpos nacionales vencedores de esa jornada recibieron la denominación de "gloriosos". A los generales, jefes y oficiales se les concedió para cuando se retiraran de la carrera por justa causa, la tercera parte del sueldo asignado al empleo que obtenían en esa época, sin perjuicio del haber que les correspondiera por el grado que poseyesen al tiempo de su retiro o por otros motivos. Para los individuos de tropa se fijó el goce de un peso mensual de sobresueldo. Además, el Congreso de Huancayo ordenó que se repartiera entre los generales, jefes, oficiales y soldados peruanos vencedores de Áncash la suma de 500 mil pesos. Una junta fue encargada de hacer la distribución de esta suma. Terminó su complicada labor en febrero de 1843 y publicó una relación nominal de los generales, jefes y oficiales con derecho a la cantidad mencionada. El Congreso dio sobre este mismo asunto una ley reglamentaria aprobada el 20 de diciembre de 1847. En los premios dados y en las loas entonadas entonces, dominó a veces, una vez más, la generosa tendencia nacional que, a la vez, aminora el valor de lo propio. José Gregorio Paz Soldán lo hizo notar en su discurso pronunciado en el Congreso de Huancayo el 11 de setiembre de 1839. "El Perú (dijo Paz Soldán), que se halla independiente, lo ha sido también por los esfuerzos de sus hijos que han peleado como héroes y han derramado su sangre por la libertad. Si el Perú y los peruanos no hubiesen contribuido, ¿qué habría sido del ejército chileno? Díganlo sus jefes, respondan los testigos de los hechos. ¿La representación nacional de Chile,

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setiembre 1825 [ perú LOS] CHILEnOS

VEnCEDORES En San Martín creó SE la 1839 priMera OLVIDAROn bandera enDE el LAS puerto de piSco, InSTRuCCIOnES poco deSpuéS de llegar perú.LA la quEalBAJO hizoDIRECTIVA oficial el 21DE de octubre de 1821, PORTALES, MedianteSu un RECIBIÓ decretoEJéRCITO en el que taMbiénEn diSponía VEnCIDO 1837: que éSta debía Ser DAR A BOLIVIA un de Seda o lienzo y PuERTO En Medir 8 pieS de DESMEDRO DEL largo por 6 de TERRITORIO ancho. PERuAnO.

por ventura, nos ha dado las gracias por la salvación de su ejército y de su nombre debida a nosotros y a la victoria de Yungay? Cier tamente puede decirse a la faz del mundo que la restauración peruana y la empresa de Chile no habrían tenido resultados sin los esfuerzos del gran mariscal Gamarra y de los demás peruanos que con él combatieron… En Matucana y Yungay, ¿cuáles han sido los hombres que verdaderamente dieron el triunfo, quiénes los que inmor talizaron sus hechos? Recórranse en las filas de la victoria los nombres de Gamarra, Eléspuru, Castilla, Torrico y de otros esclarecidos varones… Al recuerdo de las vir tudes, del valor, de la constancia, de la moralidad y del heroísmo de los jefes peruanos deben levantarse columnas que inmor talicen sus nombres". A pesar de todas sus rendidas expresiones de gratitud, admiración y cortesanía, Gamarra inyectó en su mensaje al Congreso de Huancayo un antídoto cuando, entre sus elogios a Bulnes, dijo: "En su rango de general en jefe del ejército unido, guardó al jefe de la Administración encargado de la dirección de la guerra, todos los respetos que la política y la subordinación militar requerían".

LO POSITIVO EN LA ACTITUD CHILENA DE 1839. NO SE APODERARON DE NADA.Una nota de Antonio Gutiérrez de la Fuente al encargado de negocios en el Ecuador ya citada antes por otros motivos expresó: "Santa Cruz, Orbegoso y los satélites de ambos deben confundirse al ver desmentidos sus anuncios sobre la dominación chilena cuando sepan que, a fines del presente mes, regresa la mayor parte de su ejército, sin más gravamen sobre el Perú que el pago de algunos meses de sueldo; que a los 15 días se embarcará el resto; y que el Congreso de Huancayo se reunirá sin que haya en el Perú ni una sola bayoneta chilena". Los chilenos vencedores en 1839 se olvidaron de las instrucciones que bajo la directiva de Portales, recibió su ejército vencido en 1837: dar a Bolivia un puerto en desmedro del territorio peruano. Mucho se les ataca como precursores de los invasores cuarenta años más tarde; pero lo cierto es que dejaron al Perú intacto en 1839. Mientras que en Portales funcionó una actitud resueltamente anti-peruana que después de la victoria en la guerra contra la Confederación, hubiese tratado de mutilar o de destruir cualquier síntoma de crecimiento, desarrollo o predominio futuro, en la República que podía ser el único rival de Chile en el sur del Pacífico americano, después de que él cayó asesinado, la lucha contra Santa Cruz ofreció una tónica distinta. Claro está que el ejército y la marina chilenos recibieron un generoso pago en dinero. Pero adicionales ventajas hubiera buscado el gran estadista asesinado en Quillota en beneficio inmediato y mediato de la República que él organizó y levantó por encima de las otras en América Latina. No obstante lo que se recuerda en los párrafos anteriores, si bien los chilenos no se llevaron del Perú mutilaciones territoriales en beneficios de Bolivia o del Ecuador o de ellos mismos, ni tratados humillantes, el éxito final en las campañas restauradoras produjo una intoxicación nacionalista que llegó hasta el alma del pueblo. No solo fueron únicamente los desfiles y los discursos y los banquetes. Vinieron romances populares, obras de teatro, funciones de títeres inspiradas en la victoria. Y surgió un himno innumerables veces repetido por más de un siglo y que ha emocionado a muchas generaciones hasta que maduró, por encima de esta solidaridad vertical, la división horizontal creada por la lucha de clases. Aquel himno olvida el aporte bélico y humano de los peruanos y sus frases iniciales dice: Cantemos la gloria del triunfo marcial que el pueblo chileno obtuvo en Yungay.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

LA VIRGEN DE CHIQUINQUIRÁ.- Cada 20 de enero el pueblo de Caraz, capital de la provincia de Huaylas, venera jubiloso a la Virgen de Chiquinquirá, que lleva el nombre de la ciudad colombiana donde apareció en el año 1556. La Virgen de Chiquinquirá llegó a Caraz en mayo de 1824, cuando en su marcha a Ayacucho, el ejército patriota integrado también por colombianos, hizo una escala en esa ciudad. Un oficial a órdenes de Bolívar traía consigo un lienzo de la Virgen, que en Chiquinquirá (departamento de Boyacá) se celebra el 26 de diciembre. Cuenta la tradición que el mencionado oficial se vio precisado a separarse de su esposa, llamada Isabel Piñeyro, a quien dejó en Caraz al cuidado de la imagen. Él murió en Ayacucho y su esposa se afincó en Caraz. Al producirse años después, la batalla del Pan de Azúcar o Yungay, que puso fin a la Confederación Perú-boliviana, los restauradores del mariscal Gamarra, fueron abatidos por las huestes de Santa Cruz e iniciaron la retirada. De pronto, según la leyenda, apareció en el campo de batalla una misteriosa mujer con un niño en los brazos y arengó a los soldados de Gamarra a seguir luchando. Se afirma que en contados minutos, la inminente derrota se trocó en victoria. Durante una misa de acción de gracias, en la capilla de Chiquinquirá de Caraz, los victoriosos soldados restauradores creyeron reconocer en el rostro de la Virgen a la bella mujer que en día anterior (20 de enero) se apareció en el campo de batalla. Siendo presidente de la República, el mariscal Agustín Gamarra decretó, que en adelante, la fiesta de la Virgen de Chiquinquirá ya no se celebrase el 26 de diciembre, sino el 20 de enero, en recuerdo y honor a tan feliz y oportuna aparición durante la batalla.

LA VIRGEN DE CHIQUINQUIRÁ

La imagen de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, que apareció en 1556 en la localidad colombiana del mismo nombre, fue pintada por Antonio Narváez en 1585. En la representación que se conoce, la Virgen está acompañada de san Andrés Apóstol y san Antonio de Padua. La devoción a esta imagen llegó al Perú traída por los soldados colombianos que pelearon en la guerra de Independencia en 1824.

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 1

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[ tomo 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ]

capítulo 24 ● I Pós­tu­mas y do­bles ges­tio­nes de paz de San­ta Cruz an­te los chi­le­nos y Ga­ma­rra ● La san­ción con­tra los mi­li­ta­res que no par­ti­ci­pa­ron en la Res­tau­ra­ción ● La des­truc­ción del po­der

de San­ta Cruz ● Los pre­si­den­tes de las Re­pú­bli­cas Sur y Nor-pe­rua­nas ● II La ac­ti­tud bri­tá­ni­ca fa­vo­ra­ble a la Con­fe­ de­ra­ción ● III La úl­ti­ma ex­pe­di­ción de San­ta Cruz.

EL DERRUMBE DE LA CONFEDERACIÓN

24 [ ]

CAPÍTULO

P

[I] ÓSTUMAS Y DOBLES GESTIONES DE PAZ DE SANTA CRUZ ANTE LOS CHILENOS Y GAMARRA.- En una carta que Santa Cruz dirigió a O’Higgins desde Lima, a raíz de la batalla de Yungay, propuso retirarse al otro lado del Desaguadero con las tropas de su mando quedando divididas las Repúblicas Sur y Nor-peruanas. Con fecha 28 de enero, también, desde Lima, remitió Santa Cruz al prócer chileno unas bases para las negociaciones "que el Gobierno de Chile pudiera entablar con el general Santa Cruz". Dichas bases decían en su artículo 1° que el aumento de las fuerzas de Gamarra haría luego de este un peor enemigo de Chile que Santa Cruz. Y el artículo 2° expresaba lo siguiente: "En este estado se puede obtener que Santa Cruz desista de la Confederación, quedando independiente Bolivia y los Estados del Sur y del Norte y reuniéndose el antiguo Perú como era antes del año 1836. El primer partido parece más conveniente para que no exista un gran poder rival de Chile que tarde o temprano será su enemigo que propenderá a la venganza". Estos documentos fueron encontrados por Vicuña Mackenna en la hacienda Montalbán y publicados por él en 1878. Por otra parte, y en contradicción con la actitud aquí revelada, Santa Cruz envió desde Lurín, apenas salido de Lima, una carta a Gamarra por medio de Echenique. La revelación de este doblez la hace el propio Echenique en sus memorias, sin conocer los tratos con O’Higgins, Santa Cruz propuso a Gamarra la unión de ambos contra los chilenos, dar por terminada la Confederación y establecer la amistad y el comercio entre el Perú y Bolivia, "retirándose él de hecho a Bolivia con su ejército y entregándole el peruano que aún estuviera bajo sus órdenes poniéndolo a las órdenes de que él nombrara". Según Echenique, Gamarra aceptó, "pues, en efecto, está fastidiadísimo con los chilenos porque el sostenerlos era una carga muy pesada para él, a más de serle desagradable el estar sostenido por ellos". Pero casi de inmediato se supo que la Confederación se había derrumbado en el sur.

LA SANCIÓN CONTRA LOS MILITARES QUE NO PARTICIPARON EN LA RESTAURACIÓN.- En Matucana el 25 de marzo de 1839, Gamarra y su ministro Manuel de Mendiburu dieron un decreto por el que borraron de la lista militar a una serie de jefes que habían par ticipado en la Emancipación y en la jornadas de los primeros años republicanos. Fueron los grandes mariscales Guillermo Millar, Mariano Necochea, José de la Riva-Agüero y Blas Cerdeña; los generales de división Francisco de Paula Otero, Luis José de Orbegoso y Domingo Nieto; y los generales de brigada Manuel Aparicio, José Rivadeneira, Juan Pardo de Zela, Domingo Tristán y Pedro Bermúdez. Dejaron de ser considerados en la lista militar peruana los generales de Bolivia, Felipe Braun, José Ballivián, Ramón Herrera, Francisco Burdett O’Connor y cualesquiera otros que con motivo de la conquista de la República hubiesen sido inscritos en ella. Todos los jefes y oficiales a quienes comprendieran las circunstancias que originaron el decreto recibieron la misma drástica sanción. La medida era tremenda; y, en el caso de Domingo Nieto, que no había servido a la Confederación, inaudita.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 24 ]

Este decreto fue ratificado y ampliado por la ley del Congreso de Huancayo expedida el 12 de octubre de 1839. Otro decreto de Gamarra fechado en Tarma el 8 de abril destituyó, en particular, a Santa Cruz, declarándole enemigo de la patria.

LA DESTRUCCIÓN DEL PODER DE SANTA CRUZ.- El general José María Velasco encabezó la sublevación contra Santa Cruz en el sur de Bolivia aun antes de conocerse allí la derrota de Yungay. El general Ballivián, a quien llegaron en La Paz estas dos noticias casi simultáneamente, se sublevó en esa ciudad, para dirigirse luego a Puno, y allí, en connivencia con el general San Román, que había regresado después de estar confinado en La Paz por haber caído prisionero antes de la batalla de Yanacocha, se llevó las fuerzas bolivianas. Hallábase Santa Cruz en Arequipa, adonde llegó el 11 de febrero en camino a Bolivia, cuando llegó a saber tan importantes acontecimientos y fue informado también de que se preparaba un tumulto popular. El 20 de febrero, efectivamente, estalló la asonada y en una tarde de lluvia, rayos y disparos, después de dimitir el mando, en un documento que recuerda la abdicación de Napoleón I, huyó Santa Cruz al puerto de Islay a ponerse bajo la protección del cónsul inglés Crompton. Este y la marinería de la fragata Samarang, de la misma nacionalidad, lo salvaron cuando llegó una partida de caballería a prenderlo. Con él se embarcaron Riva-Agüero, Cerdeña, Miller y García del Río. Díjose (y Gamarra lo repite en su mensaje ante el Congreso de Huancayo) que en el camino de Islay se alojó en el mismo aposento y se reclinó sobre el mismo lecho donde estuviera Salaverry. La persecución contra los santacrucinos fue implacable. El general Vidal cuenta en sus memorias que, siendo él prefecto del departamento de Junín, se vio obligado, por ese motivo, a embargar a don Miguel Otero sus minas, haciendas, metales y azogue, por valor de 2 millones de pesos. Tres grandes fragmentos quedaron del ejército santacrucino en el Perú: los que mandaban Vigil, Otero y Morán. Las fuerzas de Vigil en Nazca y las de Otero en Coracora se rindieron. El general Juan Crisóstomo Torrico avanzó por el sur con tropas de la Restauración; perpetró múltiples tropelías, entre ellas cometió atentados contra la propiedad e hizo dar azotes al director de la Casa de Moneda del Cuzco porque se negó a entregarle una cantidad de dinero. Morán en el Callao firmó una honrosa capitulación, pero surgió un motín entre sus tropas, sobrevino el saqueo de los almacenes de la aduana y desembarcaron marinos ingleses a restaurar el orden.

LOS PRESIDENTES DE LAS REPÚBLICAS SUR Y NOR-PERUANAS.- Las Repúblicas Norperuana y Sur-peruana erigidas, como se ha visto, el 17 de marzo y el 11 de agosto de 1836, respectivamente, desaparecieron al disolverse la Confederación Perú-boliviana. Presidentes provisorios del Estado Sur-peruano llegaron a ser, sucesivamente por decreto protectoral, Pío Tristán y el general Ramón Herrera, este último chileno de nacimiento. Presidente del Estado Nor-peruano fue Orbegoso; luego se encargó del mando un Consejo de Ministros; más tarde nuevamente Orbegoso, a quien Santa Cruz destituyó el 11 de agosto de 1838 para nombrar al gran mariscal José de la Riva-Agüero. Al independizarse de Santa Cruz en julio de 1838, Orbegoso continuó como presidente del Estado en julio de 1838, Orbegoso continuó como presidente del Estado Nor-peruano, separado del resto del Perú. Así, por un tiempo, la República Sur-peruana combatió, al lado de Bolivia, contra la Nor-peruana.

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setiembre 1825 [ perú ] LA PERSECuCIÓn

COnTRA san martínLOS creó laSAnTACRuCInOS primera fuE IMPLACABLE. bandera en el EL GEnERAL puerto de pisco,VIDAL poco después CuEnTA Ende SuS llegar al perú.quE, la MEMORIAS hizo oficial SIEnDO éLel 21 de octubre deDEL 1821, PREfECTO mediante un DEPARTAMEnTO decreto en elSE que DE Junín, VIO también disponía OBLIGADO, POR que ésta debía ser ESE MOTIVO, A de seda o lienzo y EMBARGAR A DOn medir 8 pies de MIGuEL OTERO largo por 6 de SuS MInAS, ancho. HACIEnDAS, METALES Y AzOGuE, POR VALOR DE 2 MILLOnES DE PESOS.

[ II ] LA ACTITUD BRITÁNICA FAVORABLE A LA CONFEDERACIÓN.- El historiador marxista chileno Hernán Ramírez Necochea ha escrito lo siguiente acerca de dicho asunto en Revista Chilena de Historia y Geografía, en 1961.

[ CAPÍTULO 24 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ 1839 mayo 4 ] [ perú ] San Martín creó la priMera bandera en el puerto de piSco, poco deSpuéS de llegar al perú. la hizo oficial el 21 de octubre de 1821, Mediante un decreto en el que Sale a circulación el taMbién diSponía diario El Comercio , fundado por el chileno que éSta debía Ser Manuel Amunátegui y de Seda o lienzo y el argentino Alejandro Medir 8 pieS Villota. En unde principio, largo por 6susde ejemplares eran ancho.

vendidos en una pequeña tienda frente a la Catedral de Lima y en la Botica Inglesa, en la calle La Merced. El Comercio nació como un diario comercial que no tomaba partido por los bandos políticos en contienda.

"1.- Desde que se inició la guerra, el Gobierno británico se empeñó activamente en buscar los medios de poner término a la conflagración. En efecto, entre el 14 de febrero de 1837 y el 12 de octubre de 1838, el Foreing Office instruyó en siete oportunidades al coronel Walpole –cónsul general de Inglaterra en Santiago– para que ofreciera al Gobierno chileno la mediación británica en la solución del conflicto (1); el tono de estas instrucciones era urgente y en su elaboración intervenía personalmente Palmerstone, el ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña; en general, su contenido revela información, perspicacia y claridad política; un buen modelo de ellas, es el borrador de las que Palmerstone envió al coronel Walpole el 22 de julio de 1837 y que incluimos como apéndice de este trabajo. Las razones de esta actitud hay que encontrarlas fundamentalmente en el interés del Gobierno de S.M.B. por eliminar de la costa americana del Pacífico un centro bélico que perturbaba el normal desarrollo del comercio inglés. Por eso es que en una nota confidencial, dirigida a Walpole el 15 de agosto de 1857, Palmerstone escribía que el conflicto entre Chile y la Confederación ‘es uno en el cual Inglaterra está profundamente interesada a causa de las importantes conexiones comerciales entre ella y Sudamérica‘ (2). Como Chile hiciera caso omiso a los ofrecimientos de mediación, con fecha 6 de marzo de 1839 –cuando en Europa no se tenía conocimiento de la derrota de Santa Cruz– el Foreing Office instruyó a Walpole para que expresará al ‘Gobierno de Chile, por medio de una nota formal, la profunda desilusión del Gobierno de Gran Bretaña, porque Chile no solo había rechazado la mediación de Gran Bretaña, sino que ha evidenciado su determinación de llevar adelante la guerra después de haber sido ofrecidas justas y honorables condiciones de paz‘. ‘Usted indicará que los intereses británicos han sido seriamente lastimados con esta guerra y que si el Gobierno de Chile persiste en continuarla, el Gobierno de S.M. podría considerar si el perjuicio de los súbditos de S.M., conceden a Gran Bretaña suficiente razón para interponerse, poniendo término a estas hostilidades, a lo menos a aquellas que se realizan por mar y usted requerirá la seria e inmediata atención del Gobierno chileno sobre esta materia‘ (3). Este último documento es en extremo elocuente. Él expresa, sin eufemismo de ninguna especie, la determinación inglesa de forzar, aun con el empleo de las armas, el término de la guerra. De esto se deduce que si la decisión del conflicto no se hubiera logrado en la batalla de Yungay (enero de 1839), Chile habría tenido que hacer frente a la decidida y poderosa inter vención británica. Cumpliendo tan reiteradas cuanto precisas instrucciones, Walpole celebró diversas entrevistas con personeros de nuestro Gobierno; una, realizada en el mes de diciembre de 1837, con el presidente Prieto y miembros del Gabinete, fue larga y tensa; refiriéndose a ella, el ministro Joaquín Tocornal decía: ‘…me ha dejado enfermo una conferencia del cónsul inglés que pidió ante el Presidente, cuya duración fue de tres horas. En buenos términos, nos ha hecho una intimación a nombre de su Gobierno, por nuestra injusticia de prolongar la guerra, y que podíamos contar con la cooperación de los neutrales. Yo le contesté largamente y con la energía que corresponde en un caso de esta naturaleza. Hemos reservado escrupulosamente lo ocurrido con el cónsul, por la influencia que podría ejercer este incidente en la opinión pública y en el decoro del Gobierno, y solo hemos confesado que ha sido una interposición en virtud de la mediación ofrecida por el Gobierno inglés. El Presidente, Egaña y Bello se quedaron helados, pero puedo asegurar a Ud. que, aunque me hizo mucha impresión, me dio al mismo tiempo un coraje del que yo mismo me extrañaba. Creo que, a pretexto de la mediación, no volverá a repetir semejante conferencia, que debiendo tenerla (1) Las instrucciones indicadas tienen las siguientes fechas; 14 de febrero, 19 de junio, 22 de julio, 6 de setiembre y 7 de diciembre de 1837 y 12 de julio de 1838. (2) F.O. 16. Vol. 30. Nota confidencial e instrucciones a Walpole. 15 de agosto de 1837. (3) F.O. 16. Vol. 37. Instrucciones a Walpole. 6 de marzo de 1839.

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PERÍODO 1

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conmigo, no puedo concebir por qué quiso tenerla ante el Presidente, sin prevenirme lo más leve. Mucha reserva vuelvo a repetir a Ud.‘ (1). 2.- Durante la guerra, los ingleses exteriorizaron su más decidida oposición a la iniciativa bélica de Chile, manifestando –en cambio– franca simpatía o parcialidad hacía la Confederación Perú-boliviana. La guerra fue calificada por Palmerstone como una agresión ‘injusta e irrazonable‘ (2), que las autoridades chilenas habían iniciado sin causa legítima y aun contrariando el sentimiento de los chilenos (3); las razones aducidas por nuestro Gobierno para justificar, eran consideradas como ‘falaces argumentos avanzados por el ministro chileno en apoyo de la línea de conducta seguida por Chile en este asunto‘ (4). Puede sostenerse que esa actitud estuvo condicionada por la conjunción de los siguientes factores: a) En Inglaterra había profundo disgusto con Chile, porque era deudor moroso. Desde hacía más de diez años, se encontraba suspendido el servicio del empréstito contratado en Londres en 1822 y, a pesar de los numerosos requerimientos hechos por diversas vías –incluso la diplomática– el Gobierno de Chile permaneció sin dar cumplimiento a su compromiso. En estas condiciones, el Comité de tenedores de bonos de la deuda chilena, creó en la Cancillería británica un sentimiento de aversión a nuestro país, a través de numerosas reclamaciones. Una de ellas, fechada el 20 de marzo de 1839, hacía presente: 1) que Chile había provocado una guerra injusta destinada a disolver la Confederación Perú-boliviana –reconocida por Gran Bretaña– y establecer una especie de equilibrio de poder en Sudamérica; 2) que Chile era deudor moroso y que no había dado un solo paso para reanudar el servicio del empréstito de 1822; 3) que Chile hacía la guerra a expensas de los acreedores británicos y de los intereses comerciales de Gran Bretaña en América, los que estaban siendo severamente lesionados (5). b) Por los años de la guerra, en Gran Bretaña se estimaba que la Confederación Perú-boliviana ofrecía grandes expectativas para la realización de buenos negocios. Las esferas dirigentes del comercio y todos los círculos capitalistas de la City, tenían esta idea profundamente arraigada. Después de todo, la Confederación Perú-boliviana era la prolongación histórica del legendario y fabulosamente rico Virreinato del Perú, y este hecho excitaba la natural avidez de los hombres de negocios. El general Santa Cruz, hábilmente, despertó y estimuló este interés en Inglaterra; suscribió con ella un tratado de comercio y amistad, que satisfacía ampliamente las aspiraciones inglesas. En virtud de este convenio, la representación diplomática entre ambas naciones fue elevada al rango de Legación. Tanta estimación merecía a los ingleses el protector Santa Cruz, que en mayo de 1837 Palmerstone dio encargo a Wilson de ‘expresar al Gobierno Perú-boliviano y personalmente a S.E. el general Santa Cruz el alto aprecio que ha merecido del Gobierno de S.M. la ilustrada política que es el norte de la administración de S.E.‘ (6).

hEnRy john tEmPLE PALmERstonE (1784-1865)

Vizconde inglés que participó desde joven en la política británica. Perteneció a la Cámara de los Comunes por el partido conservador en 1807. Luego fue designado secretario de Guerra y se acercó más a los postulados de los liberales. Durante su gestión como ministro de Relaciones Exteriores entre 1830 y 1841 vio el nacimiento y derrumbe de la Confederación Perú-boliviana. Años después, entre 1855 y 1858, ejerció el cargo de primer ministro de su país.

(1) Car ta de J. Tocornal al ministro de Guerra Ramón Cavareda. 24 de diciembre de 1837. Citada por Sotomayor Valdés en Campaña del ejército chileno contra la Confederación Perú-boliviana en 1837, p. 182. (2) En instrucciones enviadas por Palmerstone a Walpole el 12 de julio de 1838, el ministro de Relaciones inglés incita a su representante en Santiago para que actúe con energía frente al Gobierno chileno, para que este se decida en favor de la paz; se expresa, en seguida que si Chile ‘continúa la guerra por tan injusta e irrazonable demanda‘, solamente él será responsable por todas las consecuencias que un fracaso o derrota en tal guerra pueda acarrear al Estado chileno" (F.O. 16. Vol. 35). Posteriormente, en instrucciones del Foreing Office a Walpole relativas al cobro del empréstito de 1822, fechadas el 22 de enero de 1839, se expresaba que se había embarcado en una guerra ‘injusta e irrazonable‘, y que tal opinión era compartida por ‘una gran mayoría de los habitantes de Chile‘ (F.O. 16. Vol. 37). (3) En instrucciones a Walpole fechadas el 6 de setiembre de 1837, se dice: ‘El Gobierno de S.M. ha sido informado que en Chile hay un fuerte sentimiento contra los procedimientos del Gobierno chileno con respecto a la guerra" (F.O. 16. Vol. 30). (4) F.O. 16. Vol. 30. Nota confidencial e instrucciones a Walpole. 15 de agosto de 1837. (5) F.O.16. vol.39. Presentación hecha por G.R. Robinson, ‘chairman of the Committe of Spanish american Bondholders‘, 30 de marzo de 1839. (6) Citado por Ramón Sotomayor Valdés: Campaña del ejército chileno…, p. 37.

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La Confederación en la historiografía chilena La siguiente cita pertenece al reconocido historiador chileno Sergio Villalobos y representa una interesante perspectiva sobre la Confederación Perú-Boliviana.



Los his­to­ria­do­res chi­le­nos han ex­pues­to el pun­to de vis­ta de Por­ta­ les: la Con­fe­de­ra­ción rom­pía el equi­ li­brio su­da­me­ri­ca­no y las am­bi­cio­nes de San­ta Cruz eran un pe­li­gro pa­ra la in­de­ pen­den­cia de Chi­le. Sin em­bar­go, no to­dos ellos pa­re­cie­ran con­for­mar­se con las apre­cia­cio­nes del mi­nis­tro, que ex­po­ nen co­mo opi­nio­nes su­yas, sin pro­nun­ ciar­se en de­fi­ni­ti­va.

La Con­fe­de­ra­ción co­mo po­si­bi­li­dad no pa­sa de ser una elu­cu­bra­ción, que no ca­be en el cri­te­rio his­tó­ri­co. En los he­chos rea­les se per­ci­be que el es­fuer­zo del pro­ tec­tor te­nía mu­cho de ar­ti­fi­cial. Bas­ta mi­rar el cua­dro des­com­pues­to de las lu­chas po­lí­ti­cas y mi­li­ta­res des­de la in­de­ pen­den­cia, pa­ra com­pren­der que la si­tua­ción era caó­ti­ca y que en los años que pre­ce­die­ron a la Con­fe­de­ra­ción la con­fu­sión era ex­tre­ma, al pun­to de ser im­po­si­ble cap­tar una lí­nea evo­lu­ti­va de al­gu­na cla­ri­dad. En un mo­men­to hu­bo sie­te pre­si­den­tes en el Pe­rú. La pre­sen­cia vic­to­rio­sa de San­ta Cruz, no obs­tan­te el po­der de las ar­mas, no lo­gró au­nar a los pe­rua­nos, por­que el cho­que de los cau­di­llos, los gru­pos y los re­gio­na­lis­mos no po­dían ce­der. Bue­na prue­ba es la co­la­bo­ra­ción con Chi­le de Ga­ma­rra, Gu­tié­rrez de la Fuen­te, Vi­van­ co, Cas­ti­lla y la gen­te que lo se­guía.

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período 1

[ capítulo 24 ]

An­tes que el ejér­ci­to res­tau­ra­dor co­man­ da­do por Ma­nuel Bul­nes de­sem­bar­ca­se en An­cón, los ge­ne­ra­les Nie­to y Or­be­go­ so le­van­ta­ban al Es­ta­do Nor­pe­rua­no con­tra la Con­fe­de­ra­ción, ha­bien­do si­do Or­be­go­so el res­pal­do se­gu­ro de San­ta Cruz y de su crea­ción. Bo­li­via tam­po­co era un te­rre­no se­gu­ro, por­que sub­sis­tían cír­cu­los ad­ver­sos al ma­ris­cal de Ze­pi­ta y la unión con el Pe­rú sus­ci­ta­ba mu­chas apren­sio­nes. Se sos­ pe­cha­ba la pre­fe­ren­cia de San­ta Cruz por el Pe­rú y se con­fia­ba más en el des­ti­ no pro­pio del al­ti­pla­no. Cuan­do el Pro­tec­tor ca­yó de­rro­ta­do en Yun­gay en 1839 el triun­fo chi­le­no fue ce­le­bra­do en Bo­li­via con ac­tos pú­bli­cos, San­ta Cruz fue de­cla­ra­do “in­sig­ne trai­ dor” y has­ta su fa­mi­lia fue ame­na­za­da. Los gran­des co­la­bo­ra­do­res de la vís­pe­ra en­ton­ces se ali­nea­ron co­mo ene­mi­gos acé­rri­mos: Ve­las­co, Ba­lli­vián, Ola­ñe­ta, Li­na­res, Ur­cu­llo y Bui­tra­go. La Con­fe­de­ra­ción era una fic­ción. El gran error de Por­ta­les fue lan­zar una gue­rra con­tra una en­ti­dad que se des­mo­ro­na­ ría más tem­pra­no que tar­de.” De: Chi­le y Pe­rú: la his­to­ria que nos une y nos se­pa­ra, 1535-1883, San­tia­go: Edi­to­ rial Uni­ver­si­ta­ria, 2002, pp. 27-29.

Chile, en cambio, no obstante sus progresos económicos y la importancia que ya presentaba como campo de operación a hombres de empresa británicos, aparecía como un país pobre, débil, con limitadas posibilidades y –sobre todo– deudor moroso, que no ofrecía las mismas perspectivas que la Confederación Perú-boliviana. Incluso, habían resultado estériles los esfuerzos para concluir un tratado de comercio anglochileno. Expresando la menor valoración de que era objeto nuestro país, el agente diplomático de Gran Bretaña en Santiago, solo poseía la calidad de cónsul general. En suma, Chile era subestimado y como consecuencia de ello se consideraba que su derrota por Santa Cruz era inevitable. c) El general Santa Cruz conoció la predisposición del Gobierno inglés y se decidió a tomar ventaja de ella. Contaba, en este sentido, con la amistad de Belford Wilson, quien exteriorizaba y en gran medida estimulaba la política del Foreign Office, propicia a la Confederación. De ahí que Santa Cruz hubiera desarrollado una serie de actividades favorables a los ingleses y al estrechamiento de relaciones con Inglaterra, que vendrían –en última instancia– a proporcionar a la Confederación el sólido respaldo de Gran Bretaña. Los ingleses, por su parte, aprovecharon la oportunidad que se les brindaba y se colocaron en una posición altamente ventajosa: tanto, que Wilson llegó a ser el consejero indispensable de Santa Cruz y actuó frente a España, el plenipotenciario chileno, no solo como mediador, sino que desempeñando –contra todas las prácticas internacionales y diplomáticas– la función de representante del Gobierno Perú-boliviano ante el cual estaba acreditado por su país. Para este efecto, Wilson estaba provisto de un poder otorgado por Santa Cruz, en uno de cuyos párrafos se decía: ‘Quiero autorizarlo y lo autorizo ampliamente y le doy carta blanca para que usted, en virtud de sus instrucciones, arregle un tratado de paz: que será bueno para mí y para la Confederación desde que Ud. lo haya firmado…‘ (1). d) En Inglaterra se sospechaba que la empresa bélica iniciada por Chile –en el problemático caso de tener éxito– podría ocasionar perjuicio a la creciente preponderancia de los intereses británicos en la Confederación. Se estimaba que los propósitos del Gobierno chileno, junto con ser audaces, tenían una ambiciosa meta: ‘asegurar la subyugación del Perú y el firme establecimiento de la supremacía comercial y marítima de Chile en el Pacífico‘ (2); tales eran, a juicio de Wilson ‘los únicos objetivos reales de esta nefasta guerra‘ (3). En el fondo, se temía el surgimiento de un competidor de Inglaterra en la costa occidental americana; es cierto que ‘el rival era pequeño, insignificante; pero no por esto dejaba de ser rival‘. Se juzgaba entonces que los objetivos chilenos implicaban cierta mengua para el comercio inglés y eran –por consiguiente– incompatibles con la penetración económica inglesa en la Confederación. Quienes alentaban estos temores eran, naturalmente, los comerciantes residentes en Perú; y ellos eran compartidos y expresados insistentemente por Wilson. La conjunción de los antecedentes expuestos constituye, en nuestro concepto, el fundamento de la actitud observada por el Gobierno de Gran Bretaña hacia Chile, durante la guerra contra la Confederación Perú-boliviana. En ella radica el fondo de la serie de ‘cuestiones diplomáticas‘ estudiadas por los historiadores Ramón Sotomayor Valdés y Gonzalo Bulnes. Para terminar estas breves notas, réstanos referirnos a tres asuntos de cierto interés: 1.- Las decisiones del Gobierno chileno contaron con la comprensión del cónsul general de Inglaterra en Santiago, el coronel Walpole. La actuación de este agente diplomático a favor de la posición adoptada por nuestro Gobierno, se inició justamente a raíz de la expedición organizada por Freire en la Confederación

15 25

setiembre AGOSTO 1825 1839 [[ perú perú] ]

san martínELcreó SE InSTALA la primera COnGRESO bandera en el En COnSTITuYEnTE puerto de DE pisco, LA CIuDAD poco después HuAnCAYO. EL de llegar al perú. la PRESIDEnTE hizo oficial el 21 PROVISORIO de octubre de 1821, AGuSTín GAMARRA mediante un DECIDE SESIOnAR decreto En DICHAen el que también disponía LOCALIDAD, YA quE que ésta debía LA CAPITAL SE ser de seda o lienzo EnCOnTRABA AÚn y medir 8 pies OCuPADA PORde EL largo por 6 de EJéRCITO CHILEnO. ancho. ESTE COnGRESO APROBÓ unA nuEVA COnSTITuCIÓn En nOVIEMBRE DE ESE MISMO AñO.

(1) F.O. 16. Vol. 35. Documento incluido en el oficio del encargado de negocios de Gran Bretaña en Perú al ministro de Gran Bretaña en Argentina. 22 de noviembre de 1838. (2) F.O. 16. Vol. 35. Carta de Wilson a Walpole. 21 de agosto de

1838. En otra carta del 23 de agosto de 1838, Wilson reitera esa idea a Walpole. Los mismos conceptos fueron repetidamente expuestos por Wilson al Foreign Office. (3) F.O. 16. Vol. 35. Carta de Wilson a Walpole. 21 de agosto de 1838.

[ CAPÍTULO 24 ] PERÍODO 1

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AGOSTO setiembre 1825 1839 [ perú ]] [ francIa

19 18

fRAnçOIS San MartínARAGO creó PRESEnTA A LA la priMera ACADEMIA bandera en DE el CIEnCIAS DEde fRAnCIA puerto piSco, ELpoco DAGuERROTIPO, deSpuéS de un InVEnTO DE Su llegar al perú. la COMPATRIOTA hizo oficial elLOuIS 21 de DAGuERRE (1787-1851). octubre de 1821, ADEMáS SE DAunA Mediante COnOCER decretoELenMéTODO el que DE fIJACIÓn DE LAS taMbién diSponía que éSta IMáGEnES debía Ser PROYECTADAS PORy de Seda o lienzo LA CáMARA Medir 8OSCuRA, pieS de TRABAJADO largo por 6 En de COnJunTO COn ancho. nICéPHORE nIEPCE (1765-1833). DuRAnTE ESTA SESIÓn, LA PATEnTE DEL DAGuERROTIPO fuE ADquIRIDA POR EL GOBIERnO fRAnCéS.

Perú-boliviana. A raíz de ella, el 30 de julio de 1836 Walpole sugirió al comodoro Mason –encargado de las fuerzas de S.M.B., en el Pacífico– la captura de los barcos Monteagudo y Orbegoso, a los que consideraba piratas desde que actuaban ‘sin una comisión de un gobierno autorizado para hacer guerra‘ (1) . A este requerimiento, Mason contestó en los siguientes términos: ‘Lamento mucho que, según la información que poseo, no me sienta autorizado para capturar el Monteagudo y el Orbegoso como piratas‘ (2) . Tan pronto como estalló la guerra, Walpole hizo llegar hasta el Foreign Office numerosos y largos informes en los cuales daba a conocer, con opinión favorable, los puntos de vista del Gobierno chileno; a la inversa, de una manera muy enfática se pronunciaba contra Santa Cruz y la Confederación Perú-boliviana (3) . La posición asumida por Walpole, junto con reflejar la estimación que él sentía por nuestro país, exteriorizaba también los sentimientos que animaban a la numerosa, próspera e influyente colonia británica residente en Chile. Tanta fue la vehemencia con que Walpole justificó la acción chilena, que el Foreign Office tuvo que amonestarlo severamente. El 21 de junio de 1838 el ministro Palmerstone le advirtió que ‘un agente del Gobierno británico, junto con cuidar de mantenerse en los mejores términos posibles con el Gobierno del país en que desempeña sus funciones, nunca debe identificarse con los sentimientos o la política de ese Gobierno hasta el punto de que deje de ser perfectamente libre de ejecutar en su más completo espíritu las instrucciones que pueda recibir de su Gobierno‘ (4) . Desde otro punto, Walpole mantuvo correspondencia con el jefe de la misión británica en Lima. El tono de esta correspondencia fue agrio. Cada uno de los diplomáticos tenía en vista – antes que nada– los intereses británicos. Eso sí que su apreciación de esos intereses y de las ventajas que pudieran lograr tenía como punto de partida las condiciones objetivamente favorables en que se desarrollaban tanto en Chile como en la Confederación Perú-boliviana. Este hecho hizo que cada uno asumiera una actitud positiva frente a las acciones del Gobierno ante el que estaba acreditado, y aun a identificarse con sus propósitos. De esta manera, mientras Walpole apareció como convencido prochileno, Wilson fue enérgicamente antichileno. Esta divergencia profunda de opiniones entre dos representantes de S.M.B. se tradujo en el tono destemplado de su correspondencia. Como en el Foreign Office prevalecían los criterios contrarios al Gobierno de Chile, a Walpole se le llamó la atención en tres oportunidades; el 15 de agosto de 1837, fue reprendido, porque no daba estricto cumplimiento a sus instrucciones y, porque –al contrario– ‘Ud. aparece dando mucho peso a los falaces argumentos avanzados por el ministro chileno‘ (5) ; más tarde, el 21 de junio de 1838, se recuerda a Walpole que los representantes de Gran Bretaña en otros países deben tratarse cordialmente y cuidar de mantenerse independientes frente a los gobiernos en que les corresponde actuar (6) ; por fin, el 12 de julio de 1838, Palmerstone instruyó a Walpole para que se abstuviera de escribir a Wilson atacando los puntos de vista sustentados por este (7) . La circunstancia de que la guerra hubiera deteriorado tan seriamente las relaciones entre Walpole y Wilson, permitió a Palmerstone una salida humorística del más puro corte inglés: ‘parece que el Pacífico –escribió– merece mal su nombre‘ (8) . A los hechos expuestos por estos historiadores, cabe agregar que el Foreign Office –instiga-

(1) F.O. 16. Vol. 29. Nota de Walpole a Mason. 30 de julio de 1836. (14) Nota de Mason a Walpole. 1° de agosto de 1836. (15) Entre esos informes, se pueden mencionar los de las siguientes fechas: 2 de enero, 6 de enero, 10 de febrero, 17 de

marzo y 20 de julio de 1837; 5 de enero, 23 de enero; 6,12 y 16 de abril de 1838. En general estos documentos son muy extensos; por ejemplo, los del 5 y 23 de enero, constaron de 12 y 18 páginas tamaño oficio, respectivamente. (16) F.O. 16. Vol. 35. Nota del Foreign Office a Walpole. 21 de junio de 1838. (17) F.O. Vol. 30. Nota confidencial del Foreign Office a Walpole. 15 de agosto de 1837. (18) Ibíd. Oficio del Foreign Office a Walpole. 21 de junio de 1838. (19) Ibíd. Oficio del Foreign Office a Walpole. 12 de julio de 1838. (20) Ibíd .

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do por Wilson– reaccionó con indignación frente a los malos tratos sufridos por un súbdito de S.M. (1) . Con fecha 14 de mayo de 1839, se instruyó a Walpole para que hiciera una enérgica reclamación ante nuestra Cancillería y exigiera inmediatas reparaciones y sanciones para los culpables. Agregaban esas instrucciones: ‘Si esta demanda del Gobierno de S.M. al de Chile no es atendida dentro de un plazo razonable, el comandante en jefe de las fuerzas navales de S.M. en el Pacífico ha sido instruido para proceder a tomar represalias contra los buques chilenos, y capturar tantos como pueda encontrar, y detenerlos hasta que la más completa reparación haya sido hecha al ultraje inferido al Dr. Mac Lean. En consecuencia, Ud. entrará en la más estrecha comunicación con el almirante Ross sobre ese asunto‘ (2) . Simultáneamente, el Foreign Office pidió al Almirantazgo que intruyera en el mismo sentido al mencionado jefe naval. Este, con fecha 30 de diciembre de 1839, envió desde Valparaíso una comunicación a Walpole en que informaba haber recibido instrucciones para capturar y detener barcos chilenos, que se preparaba para cumplirlas y ‘como no me gustan las medidas a medias, he pensado en los barcos que actualmente están aquí, lo mismo que en el Orestes y el Basilisk que están por llegar para completar sus provisiones, y están de todas maneras preparados para la acción‘. Además, informa que dispuso el traslado de un barco de guerra a Juan Fernández, al que considera ‘como un lugar de recepción de todos los barcos que yo pueda detener‘ (3) . Estas manifestaciones de provocación y amenazas de violencia, junto a las instrucciones dadas a Walpole el 5 de marzo de 1839 –que hemos citado en otras páginas– revelan que en 1839 el Gobierno británico tenía la precisa determinación de intervenir con la fuerza en el término de la guerra entre Chile y la Confederación Perú-boliviana. 3.- El triunfo obtenido por las armas chilenas en Yungay causó profunda sorpresa en los círculos diplomáticos ingleses. Allí existía la arraigada impresión, más aún la convicción de que Chile carecía de capacidad para llevar a cabo con éxito la empresa acometida. Fundábanse esta impresión en la debilidad y pequeñez con que nuestro país aparecía al lado de una estructura juzgada tan maciza, como la Confederación Perú-boliviana. La victoria lograda sobre Santa Cruz alteró la subestimación de que Chile era objeto. Este hecho, unido al rápido desarrollo económico y a la estabilidad política que caracterizaban a la vida chilena, crearon la idea de que Chile reunía grandes potencialidades; que era un pequeño poder en estado emergente y que estaba dotado de designios hegemónicos en el Pacífico. De ahí que Wilson, con fecha 6 de marzo de 1839, pudiera escribir a Walpole: ‘Comercialmente hablando, será una colonia de Chile –un destino– al cual Perú estará prácticamente sometido por muchos años, a causa de su continua anarquía y de su administración mezquina y corrompida: La supremacía comercial de Valparaíso y de la bandera chilena en el Pacífico: la destrucción del comercio directo entre los Estados Unidos, Europa y el Perú, y del consiguiente retraso del desarrollo de sus fuentes industriales por el retiro de las empresa y el capital británico, serán los resultados necesarios e inmediatos del éxito de la invasión chilena‘ (4) . Como efecto de esta nueva valoración de Chile, en Inglaterra se despertó un renovado interés por nuestro país, lo cual contribuyó a colocar las relaciones anglochilenas en una excelente situación. Por otra parte, los hombres de negocios británicos, conscientes de las riquezas que encerraba el territorio nacional y de las ventajas que ofrecía el intercambio con Chile, acentuaron

FrAnCiSCo dE PAuLA otEro (1786-1854)

El oficial del ejército argentino llegó a Perú en 1815 y peleó por nuestra independencia hasta la batalla de Ayacucho (1824). Luego fue destacado a Arequipa, pero esto terminó en 1826, cuando se le implicó en una conspiración contra Bolívar. En 1835 se plegó a la rebelión liderada por Salaverry, pero terminó uniéndose a las filas de Santa Cruz tras la batalla de Socabaya.

(1) Como se sabe, estos malos tratos consistieron en una herida muy leve que Mac Lean recibió en la cabeza, al producirse un incidente con motivo de negarse a obedecer órdenes que un soldado chileno debía necesariamente cumplir. (2) F.O. 16.Vol. 37. Instrucciones del Foreign Office a Walpole. 14 de mayo de 1839.(3) F.O. 16. Vol. 40. Nota del almirante Charles B.T. Ross a Walpole. Valparaíso. 30 de diciembre de 1839. (4) F.O. 16 Vol. 137. Carta de Wilson a Walpole. 6 de marzo de 1839.

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SETIEMBRE setiembre 1825 1839 [[ perú chIna ]]

5 18

SESan InICIA LA GuERRA Martín creó DEL OPIO,laMOTIVADA priMera POR LAbandera DECISIÓnenDEL el GOBIERnO DE puerto CHInO de piSco, ERRADICAR poco deSpuéSLOS de CuLTIVOS DE ESTA llegar al perú. la hizoDROGA, oficialquE el 21ERA de ExPORTADA octubre de 1821, ILEGALMEnTE AL PAíS Mediante un POR COMERCIAnTES decreto en el que BRITánICOS. GRAn taMbién diSponía EnVIÓ que BRETAñA éSta debía Ser quEy de SedaTROPAS, o lienzo OBTuVIEROn LA Medir 8 pieS de VICTORIA. EL 296 de DE largo por AGOSTO DEancho. 1842 SE fIRMÓ LA PAz DE nAnKInG, quE CEDíA EL PuERTO DE HOnG KOnG A LOS EuROPEOS.

su tendencia a operar en nuestro país. De este modo, Chile llegó a ser la gran sede de la actividad inglesa en el Pacífico; esto tuvo como consecuencia la creciente subordinación de la economía chilena al capitalismo inglés (1) . Sobre la base de los materiales expuestos, se pueden establecer las siguientes conclusiones: 1.- Las cuestiones diplomáticas que se suscitaron entre Chile y Gran Bretaña durante la guerra contra la Confederación Perú-boliviana tuvieron una raíz mucho más profunda, o un origen más complejo y una dimensión más vasta, que las señaladas por Gonzalo Bulnes y Sotomayor Valdés. En realidad, los hechos que se han diseñado prueban fehacientemente que la línea de conducta trazada por el Foreign Office respondía adecuadamente a los enfoques y a los propósitos muy definidos de política americana que animaban a Gran Bretaña. 2.- De lo anterior se desprende que la influencia política de Gran Bretaña –la gran potencia mundial del siglo XIX– se hacía sentir vigorosa y en conformidad a sus propios móviles, en todos los rincones del globo; sus intereses como poderosa y dinámica estructura capitalista habían logrado extender ramificaciones y echar raíces en todas partes. Entre las áreas de gran preponderancia británica, los países de la costa occidental de América Latina ocupaban un lugar importante; además de ser campos relativamente vírgenes para la actividad de empresarios ingleses, producían materias primas valiosas para la industria del ‘taller del mundo‘ y eran centros de consumo –susceptibles de enorme ampliación– de artículos manufacturados del Reino Unido. En consecuencia, nada de los que ocurría en esta región podía ser mirado con indiferencia por el Gobierno de S.M.B. 3.- Tras acuciosa investigación y severo análisis, el Foreign Office decidió una política favorable a la Confederación Perú-boliviana, lo que tuvo exteriorizaciones amenazadoras y molestas para el Gobierno chileno. Afortunadamente para Chile, tal política solo comenzó a tomar consistencia con posterioridad a la batalla de Yungay. En caso de que en los primeros meses de 1839 el conflicto no hubiera alcanzado su definición, este hubiera tenido proyecciones o derivaciones insospechadas. Con certeza se hubiera producido la intervención armada de Inglaterra; esto hubiera paralizado la acción bélica en un momento crítico, creando a nuestro Gobierno toda una serie de problemas de la más variada índole. Si esto hubiera ocurrido, el curso posterior de la historia de las relaciones de Chile con Perú y Bolivia, habría sido completamente diferente del que fue. El desenlace de la guerra en enero de 1839, inhibió la realización de la política bosquejada por el Foreign Office; lograron, en cambio, prevalecer los objetivos que se había propuesto el Gobierno chileno. 4.- La forma como terminó la guerra ejerció una influencia decisiva para que Chile fuera objeto de una mejor consideración. Rápidamente, en las esferas del Gobierno inglés, se distinguió a nuestro país entre las demás naciones hispanoamericanas; influyó de una manera muy vigorosa en esto, el hecho de que Chile llegara a ser un propicio y lucrativo centro de operaciones para los hombres de negocios británicos". Hasta aquí Hernán Ramírez Necochea.

[ III ] ÚLTIMA EXPEDICIÓN DE SANTA CRUZ.- Santa Cruz desde el Ecuador intervino todavía en numerosas intrigas y en una implacable "guerra de papel" contra el régimen imperante en Bolivia y el Perú. Fue entonces en Quito y en 1840, cuando publicó un largo manifiesto para narrar (1)

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Este asunto lo hemos estudiado extensamente en nuestro libro. Historia del imperialismo en Chile, cap II.

y explicar su pasada vida pública; manifiesto contestado en Bolivia por otros igualmente interesantes para el estudio de esta época. El periódico La Balanza, que redactara el negociador del tratado de Paucarpata don Antonio José de Irisarri, convertido en partidario del otro bando, así como el periódico La Verdad Desnuda del mismo personaje, son otros documentos de la ultratumba confederal. Diversas intentonas de invasión del Perú se realizaron desde 1840, sin éxito. En capítulo posterior se mencionará el resultado de las expediciones de Angulo y de Hercelles. Documentos en gran parte no publicados evidencian que en esa época Santa Cruz trató de interesar al Ecuador a favor suyo, y que le prometió darle extensas zonas del territorio peruano, con lo cual renovó una oferta hecha cuando quiso evitar la incorporación del Ecuador a la alianza chilenoargentina. También hay informaciones sobre planes suyos para interesar a Juan José Flores en la formación de monarquías sudamericanas con apoyo europeo. Las sublevaciones de sus adeptos Agreda y Calvo determinaron la invasión de Bolivia por Gamarra, de la que se hablará más adelante. Si hacia 1842 en el Perú podía darse por liquidado el peligro santacrucino, en Bolivia no ocurría lo mismo. A principios de ese año surgió allí un movimiento subversivo fomentado por este partido que el gobierno de Ballivián reprimió inexorablemente con ejecuciones, confinamientos y destierros. Después de un frustrado viaje en 1841 a Cobija (puerto que fue ocupado preventivamente por fuerzas peruanas el 8 de setiembre de ese año), el 16 de agosto de 1843 se embarcó Santa Cruz de modo sigiloso en Guayaquil con rumbo a la caleta de Camarones. Acababa de solicitar del supremo director Vivanco, una legación en Europa con el compromiso de obtener ahí para el Perú una escuadra que le diera la supremacía en la costa sur del Pacífico americano. Vivanco se había dispuesto a nombrarlo, pero Chile había expresado su rotunda oposición. Al saber la noticia de la expedición de Santa Cruz, la alarma de los dos regímenes que había entonces en el Perú, así como la de los gobiernos de Chile y Bolivia, fue enorme. De su "caverna del Chimborazo" se había fugado el enemigo común. "El Gobierno de Chile (escribió el Canciller de este país con fecha 13 de octubre de 1843) está resuelto a emplear cuantas fuerzas y medios pueda contra las tentativas de invasión ilegal contra las maniobras de conspiración y trastorno, contra las maquinaciones de asonadas y tumultos anárquicos que tiendan a poner a don Andrés Santa Cruz a la cabeza de todos los Estados vecinos". Y declaró a las cancillerías de Bolivia y el Perú, que solo o acompañado, Chile se opondría resueltamente a la Restauración de Santa Cruz. Tras de voltejear muchos días en el litoral, Santa Cruz desembarcó cerca de la caleta de Camarones, el 13 de octubre. José Manuel Castellanos, comerciante argentino, recibió el encargo de ser virle de guía, y lo llevó por el valle de Lluta, hasta cerca de la frontera de Bolivia. La región del sur estaba en manos de la Junta Gubernativa, formada por los sublevados contra Vivanco, que eran, mucho más enérgicamente que este, enemigos de Santa Cruz, y no aceptaron las tentadoras ofertas del vicecónsul inglés Hugo Wilson, para el día en que gobernará Bolivia. Apresado Castellanos, delató a Santa Cruz, por lo cual este fue capturado a la medianoche del 2 de noviembre y llevado a Moquegua. Los vecinos de esta ciudad y de Tacna intercedieron por él. Quizá el ex-Protector se libró de caer en manos de los soldados apostados en la frontera por el presidente Ballivián, pues ellos llegaron hasta penetrar en territorio peruano. Una goleta y una fragata chilenas zarparon a Arica, mientras la Cancillería de Santiago sugería a la Junta Gubernativa la conveniencia de entregar a Santa Cruz bajo la custodia de ese país. La Junta llegó a firmar un tratado con Ballivián para alejar al cautivo del continente americano por diez años, a cambio de subsidios de guerra. Luego accedió al pedido de Chile. Pero el general peruano Iguaín aceptó, por su cuenta, en tratos con el comandante de la fragata Chile, poner al preso al alcance de la marinería en el puerto de Sama; y así lo hizo, después de sacarlo de la

LA BANDERA DE CHILE

El 18 de octubre de 1817, durante el gobierno de Bernardo O´Higgins, se oficializó la tercera y actual bandera de Chile. Esta se divide, horizontalmente, en dos franjas: azul y blanco la superior, y roja la inferior. En la parte azul observamos una estrella de cinco puntas que representa los poderes del Estado.

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fEBRERO setiembre 1840 1825 [ \nUeva [ perú ]] zelanda

6 18

San Martín SE fIRMA creó EL TRATADO la priMera DE bandera wAITAnGI, en el MEDIAnTE puerto deELpiSco, CuAL poco GRAn deSpuéS BRETAñA de llegar TOMA POSESIÓn al perú. DE la hizo nuEVA oficialzELAnDA el 21 de COMO octubre COLOnIA. de 1821, En Mediante EL TRATADO, un decreto fIRMADOen EnTRE el que EL PuEBLO taMbién MAORí diSponía Y LOS que éSta BRITánICOS, debía Ser LA de Seda COROnA o lienzoSEy COMPROMETIÓ Medir 8 pieS En de ASEGuRAR largo por LA6PAz de EnTRE LOS nATIVOS. ancho. En 1947, EL PAíS DECLARÓ Su InDEPEnDEnCIA.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 24 ]

cárcel de Moquegua con el pretexto de llevarlo a Tacna. De este modo fue conducido Santa Cruz a bordo de la Chile el 1° de febrero de 1844. Mientras tanto, el pacto firmado por los representantes de Chile y de la Junta Gubernativa en el Cuzco, fue rechazado por el Gobierno de Santiago, en vista de que, si bien le entregaba el prisionero, le imponía la obligación de devolverlo cuando lo solicitara el Perú. Santa Cruz fue confinado en Chillán, por orden del presidente Bulnes, quien nombró para que lo acompañase como guardián, al general Benjamín Viel, francés de nacimiento y antiguo oficial de Napoleón. Curioso destino el de Santa Cruz. En su vida y en su obra había tratado de imitar al emperador corso. También él promulgó códigos a los que dio su nombre. Firmó ufanamente tratados con Francia y recibió la Legión de Honor. Creó el título de protector de los Estados Norte y Sur peruanos, como Bonaparte el de protector de la Confederación del Rhin. A los coraceros de Salaverry vencidos los envió a Bolivia como los mamelucos de Egipto fueron remitidos a Francia. Su Inglaterra fue Chile. Su campaña de Sajonia, la de Yungay. También él atribuyó la derrota a la traición. El papel de Marmont estuvo desempeñado a su lado por Ballivián y Velasco, y el de Talleyrand, por Olañeta. Sus postreros decretos y proclamas evocan la abdicación de Fontainebleau. El barco Samarang, en el que se refugió en Islay, puede ser comparado con el Bellorophon. "Restauración" llamaron sus enemigos a la causa por ellos defendida. El viaje de regreso al Perú fue su vuelta de la isla de Elba, aunque no llegó a saborear el gobierno de "los cien días". El confinamiento en Chillán resulta comparable al de Santa Elena. Viel fue su Hudson Lowe. El sabio Domeyko que lo visitó entonces, ha descrito la vida que hacía en Chillán. Gustábale pasear a caballo y a pie, y con frecuencia se quedaba largo rato mirando el mar. "Por su cara y su figura (dice Domeyko) tenía el aire de un simple indio de las cordilleras bolivianas. De una talla tan pequeña como Thiers, flaco, seco, de un color cobrizo, frente estrecha y cabellos negros y gruesos. Sus ojos eran negros de ébano, brillantes; pero con una expresión de desconfianza, sus mejillas anchas y salientes, y los labios, espesos; la cara parecía siempre afeitada. No se dejaba ver en él la tristeza. No tenía aire de meditar mucho de lo que hablaba; sin embargo, no decía tonterías. Su juicio era recto, con cierta penetración y espíritu práctico, pero con poca ciencia. No cesaba de soñar con la revolución y con la conquista de su trono. Mantenía comunicaciones secretas con sus partidarios de La Paz y Potosí y más de una vez consiguió burlar la vigilancia de su Hudson Lowe". Varios países inter vinieron en su favor. Fue el primero de ellos Ecuador, expresando que, por sus ser vicios durante la guerra de la Independencia, era ciudadano de la Gran Colombia. Santa Cruz, que ya había protestado por su detención en un documento fechado el 2 de abril de 1844, y que habíase dirigido indignado al presidente Bulnes por las alusiones que este le había hecho en su mensaje de 1° de junio de 1844, enterado de la actitud del Ecuador, insistió en comunicaciones oficiales y en misivas privadas acerca de la injusticia que con él se cometía, "con notable facilidad de redacción y con discernimiento en las ideas", dice como sorprendido el historiador chileno Barros Arana. Al mismo tiempo, trazaba planes de fuga a la Argentina, para lo cual estaba en tratos con uno o más frailes misioneros del colegio de Chillán, que debían servirle de intermediarios con alguno de los jefes indios que poblaban toda la región del sur de la pampa. Sea por acción de la familia del cautivo ex Protector, sea por otros motivos, el encargado de negocios de Inglaterra, en Santiago, aconsejó al Gobierno de Chile la adopción "de la humana y sabia política de poner en libertad al general Santa Cruz", y en caso de no ser esto posible, que no se usara con él "ninguna restricción innecesaria". Y el encargado de negocios de Chile en París fue hablado por el ministro Guizot y aun por el rey Luis Felipe sobre el mismo tema. Después de diversas gestiones infructuosas entre las cancillerías peruana y chilena que dieron lugar al convenio de Lima León–Vial en enero de 1845, el acuerdo se produjo a través de

las negociaciones efectuadas entre agosto y octubre de aquel mismo año. El presidente Castilla consideró vejatorio aquel convenio porque el Perú no inter venía en las decisiones que Chile y Bolivia tomaran sobre el prisionero, y nombró en agosto como representante especial para resolver el asunto, a Benito Laso. El presidente de Bolivia designó a Joaquín Aguirre, y ambos diplomáticos firmaron un tratado el 7 de octubre de 1845 con el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Manuel Montt. Según este pacto, Santa Cruz se debía ir a Europa y garantizaba, con la hipoteca de todos sus bienes, que durante seis años no volvería a ningún punto de América y bajo la amenaza de ser entonces tratado con máximo rigor. El Gobierno de Bolivia se comprometió a suspender el secuestro de los bienes de Santa Cruz y a pagarle 6 mil pesos anuales durante su permanencia en Europa. Santa Cruz firmó una declaración con la hipoteca de sus bienes y empeñando su palabra de honor. El arreglo fue canjeado en Santiago el 17 de diciembre de 1845. Para ayudarlo inter vino discretamente la diplomacia británica. Santa Cruz esperó durante algún tiempo a miembros de su familia y se embarcó con rumbo a Burdeos, en Valparaíso, el 20 de abril de 1846, en la fragata mercante Nouvelle Gabrielle. En Europa vivió inquieto porque el Gobierno boliviano no cumplió con abonarle la cantidad estipulada y quienes mandaban en el Perú y Bolivia estuvieron preocupados durante algún tiempo por los rumores de su inminente regreso. En 1848 el presidente boliviano Belzú le dio una representación diplomática ante varias cortes europeas. En octubre de 1849 firmó un tratado con Francia y luego un concordato con Roma muy combatido por los liberales y que no llegó a ser aprobado por el Congreso boliviano. Jubilado por Belzú en enero de 1855 de su cargo de diplomático con una parte de su sueldo, Santa Cruz se dirigió a la Argentina y presentó su candidatura a la Presidencia de Bolivia en la elección de ese año. A pesar de que su programa contenía un maduro plan de gobierno, triunfó el candidato oficial, general Jorge Córdova, militar ignorante que había sido un expósito pero estaba protegido por Belzú. Santa Cruz se estableció en Salta, pero Córdova obtuvo que fuera alejado de allí. Entonces se radicó en la provincia de Entre Ríos y se ligó a la familia del presidente de la Argentina, general Juan José de Urquiza, con cuya hija casó su hijo Simón. Después de tantos desengaños, comenzaban a preocuparle los negocios de adquisición de tierras más que la política. Algún tiempo después regresó a Francia y se instaló en Versalles, donde residía su familia. Al producirse el conflicto entre el Perú y España, escribió al presidente Pezet una emocionante carta, recordando los días de gloria durante la Emancipación y ofreciéndose para lo que fuera menester. De tiempo en tiempo llegaban hasta él visitantes del Perú y Bolivia; y en su respeto aislado, quizá el anciano caudillo vislumbró melancólicamente la actitud que ante él adoptaría la posteridad. Murió en Beauvoir, cerca de Nantes, Francia, el 25 de setiembre de 1865 y fue enterrado en Versalles.

25 6

MAYO setiembre 1840 1825 [ \gran [ bretaña] perú ]

GRAnmartín san BRETAñA creó POnE la primera En CIRCuLACIÓn LOS bandera PRIMEROSen SELLOS el puerto POSTALESdeEnpisco, DOS poco DEnOMInACIOnES, después de un llegar PEnIquEalnEGRO perú. Yla hizoPEnIquES DOS oficial elAzuL, 21 de AMBOS octubre COn LA deEfIGIE 1821, mediante DE LA REInAun decreto VICTORIA.en Suel que también InVEnTORdisponía fuE SIR que ROwLAnD ésta debía HILL, un ser de ADMInISTRADOR seda o lienzoYy medir EDuCADOR 8 pies quE deVIO largo En ELLOS por unA 6 de fORMA ancho. nuEVA DE RECAuDAR IMPuESTOS. Su CREACIÓn MODERnIzÓ EL SERVICIO DE CORRESPOnDEnCIA En TODO EL MunDO.

[ CAPÍTULO 24 ] PERÍODO 1

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[ tomo 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ]

capítulo 25 ● I La his­to­ri­ogra­fía chi­ le­na, bo­li­via­na y pe­rua­na an­te la Con­ fe­de­ra­ción Pe­rú-bo­li­via­na ● II Re­la­cio­ nes geo­grá­fi­co-eco­nó­mi­cas en­tre el sur del Pe­rú y Bo­li­via ● III Los fac­to­res mi­li­ta­res e in­ter­na­cio­nales en el de­rrum­be de la Con­fe­de­ra­ción ● IV

Fac­to­res de­mo­grá­fi­cos y co­mer­cia­les ● V “Aglu­ti­na­ción cre­cien­te” y “me­ga­loes­ ta­tis­mo” im­po­si­bles ● VI La Con­fe­de­ra­ ción, “edi­fi­cio de­ma­sia­do vas­to” ● VII La mor­ta­li­dad de la idea con­fe­de­ral ● VIII El fan­tas­ma bo­li­via­no en la vi­da pe­rua­ na has­ta 1860.

EL SIGNIFICADO DE LA CONFEDERACIÓN Factores geográficos, económicos, militares, demográficos, comerciales

CAPÍTULO

25 [ ]

L 172 172

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 25 ]

[I] A HISTORIOGRAFÍA CHILENA, BOLIVIANA Y PERUANA ANTE LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA.- La historiografía chilena es casi unánime en su juicio adverso a ella, con lo cual revela una vez más, la solidez de su espíritu nacional. La única excepción está representada por Benjamín Vicuña Mackenna en su libro D. Diego Portales (Valparaíso, 1863), y en escritos dispersos, todos ellos anteriores a la guerra de 1879. Al examinar en la obra mencionada las causas de la guerra entre Chile y la Confederación, Vicuña Mackenna calificó el episodio de la invasión del general Ramón Freire a su patria como un pretexto para desencadenar hostilidades; no consideró motivo suficiente la abrogación del tratado de comercio de 1835; y, en cuanto a la usurpación del Perú por Santa Cruz y a la necesidad aducida de restablecer el "equilibrio americano", los rechazó como motivos legítimos. "La guerra, entonces (llegó a exclamar Vicuña Mackenna); no solo era injusta sino injustificable; no solo era impopular sino funesta a la República. Si más tarde y esto no debe echarse al olvido, a nosotros mismos nos ha saludado casi en nuestra cuna el estruendo de aquella, desper tándonos con cánticos de gloria que le dieron un prestigio heroico, la historia no se deja deslumbrar con el entusiasmo fácil del corazón sino que, deponiendo odios y predilecciones, levanta el velo de la verdad que no tiene fecha ni épocas y le cuenta a sus contemporáneos tal cual la concibe en su conciencia, porque, después de todo, la gloria no es el derecho, el éxito no es la justicia, la precaria suer te de las armas, en fin, no es la eterna razón de los pueblos". Pero esta posición, como queda dicho, ha sido aislada. Débese a Sotomayor Valdés, en su magistral libro acerca de la administración Prieto y en su trabajo, no menos notable, sobre la Primera Expedición Restauradora, una admirable exposición sobre la época en sus aspectos políticos y militares con majestuosa sobriedad clásica. Joven aún, Gonzalo Bulnes escribió sobre las causas de la guerra y en 1878 acerca de la campaña de 1838 con madurez en el juicio, talento en el relato de las operaciones y movimientos militares, prolijidad para utilizar archivos oficiales y el de su familia, claridad de juicio cuando no lo enturbiaban el acendrado amor patrio y, en este caso, el orgullo de su nombre. Bulnes y Sotomayor Valdés crearon una robusta tradición historiográfica, excepcional entre todos los países de Hispanoamérica cuyas proyecciones llegan hasta la época actual. Francisco Encina, en su Historia de Chile no solo afirma lo que reiteradamente se adujo en su patria contra Santa Cruz sino llega a sostener que estadistas e historiadores no sospecharon siquiera el peligro verdadero que el Protector de la Confederación implicaba, pues pretendía nada menos que conquistar el continente sudamericano. Y Ernesto Barros Jarpa ha dado a un libro sobre las guerras de 1838 y 1839, repitiendo una frase de Portales, el título de la Segunda independencia de Chile. La historiografía boliviana se presenta, en cambio, muy dividida. Algunos autores como José Manuel Cortés (Ensayo histórico de Bolivia, La Paz, 1861), elogian a Santa Cruz, presidente de Bolivia y censuran al Protector de la Confederación. Pedro Kramer B., en su libro Historia de Bolivia (La Paz, 1894), ha llegado a decir: "La Confederación, tal como la implantó Santa Cruz, era completamente desventajosa para Bolivia: 1° Porque su representación en la Dieta era absorbida por la representación doble del Perú; 2° Porque entre ambos pueblos había antagonismo de senti-

mientos imposibles de modificar; 3° Porque en todos sus actos demostró Santa Cruz completa predilección por el Perú aun en contra de los intereses bolivianos". Otros historiadores de ese país, sin llegar a un juicio severo, creen que el plan fue demasiado vasto, superior a las posibilidades del caudillo y a las circunstancias (Alcides Arguedas, Los caudillos letrados, Barcelona, 1922; Alfonso Crespo, Santa Cruz, el cóndor indio, México, 1966). Una excepción a todo punto de vista nacionalista es la Julio Alberto D’Avis S., en su obra El Estado boliviano y la unidad peruana (Cochabamba, 1944). En ella hay una franca actitud favorable a la fusión entre los dos pueblos no solo en la época de Santa Cruz sino en la actualidad y en el futuro, sobre la base de la geografía, la historia y las necesidades de los venideros tiempos. Al conmemorarse el 23 de diciembre de 1965 el centenario de la muerte del Protector de la Confederación, él ha recibido homenajes plenos de orgullo nacional. Los historiadores peruanos también han presentado, como frecuentemente ocurre, desunión. En el período inmediatamente posterior a la batalla de Yungay, predominó, sin coacciones oficiales, la idea de que la Confederación había sido una invasión extranjera y una tiranía. Mariano Felipe Paz Soldán, con su enorme aporte documental, ratificó esta tesis. Pero la guerra con Chile de 1879 a 1883 ayudó a un actitud muy distinta. El elogio del plan confederal tuvo su vocero elocuente y enérgico en José de la Riva-Agüero y Osma cuando hizo la crítica del ya mencionado historiador Mariano Felipe Paz Soldán en La historia en el Perú (Lima 1910) y cuando, más tarde, complementó su actitud unionista Perú-boliviana en trabajos tan sustanciosos como "Los dos Perúes" (El Comercio, 6 de agosto de 1942)(1). En un plano independiente, Nemesio Vargas se mostró en actitud beligerante antichilena y moderadamente a favor de Santa Cruz. Llegó a escribir de la siguiente manera: "Chile envidiaba la suerte de Perú y tramó una confabulación con ayuda de unos malos patriotas y a fin de deshacerse de la canalla de su país ideó una invasión normanda lanzándolos a nuestra tierra para esclavizarla a la aduana de Valparaíso" (Historia del Perú independiente, Vol. IX, p. 32). Julián Santisteban Ochoa, investigador cuzqueño prematuramente desaparecido, indicó una historiografía regionalista de exaltación sudperuana. El autor del presente libro ha querido tomar en diversas oportunidades una posición objetiva, estrictamente analítica y a ella intenta corresponder la valoración de las probabilidades históricas de la Confederación Perú-boliviana que viene a continuación.

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setiembre 1825 [ perú ] CHILE EnVIDIABA

LA SuERTE DE san martín creó PERÚ Y TRAMÓ la primera unA en el bandera COnfABuLACIÓn puerto de pisco, COndespués AYuDAdeDE poco llegar perú. la unOS al MALOS hizo oficial elY21A PATRIOTAS de fInoctubre DE de 1821, mediante un DE DESHACERSE decreto en el que LA CAnALLA DE Su también disponía PAíS IDEÓ unA que ésta debía ser InVASIÓn de seda o lienzo y nORMAnDA medir 8 pies de LAnzánDOLOS A largo por 6 de nuESTRA TIERRA ancho. PARA ESCLAVIzARLA A LA ADuAnA DE VALPARAíSO.

[ II ] RELACIONES GEOGRÁFICO-ECONÓMICAS ENTRE EL SUR DEL PERU Y BOLIVIA.- Es frecuente, cuando se alude a las circunstancias que favorecieron la invasión dirigida por Santa Cruz en 1835, mencionar los vínculos entre Bolivia y el Perú. Cuando en 1777 el virrey del Río de la Plata prohibió la exportación de oro y plata no elaborados a cualquier lugar excepto Buenos Aires, el comercio entre las dos grandes comarcas que llevaban el mismo nombre peruano quedó muy afectado. Sin embargo, no murió. En unas informaciones estadísticas que el ministro de Hacienda boliviano entregó en 1827 al inglés J.B. Pentland ya aparece que el costo del transporte al nivel de 100 libras por mercaderías era más bajo (1)

No obstante su notoria posición bolivianista, Riva-Agüero pronunció una conferencia el 26 de julio de 1932 en el Salón de Actos de la Escuela Militar de Chorrillos bajo el título del "Problema diplomático en del sur. Relaciones con Bolivia y Chile". Dicha conferencia fue impresa el mismo año en la localidad y por el plantel mencionado y circuló poco, ya que recibió el nombre de "confidencial". Riva-Agüero señala la posible amenaza boliviana sobre el sur del Perú que él, siendo gran historiador, tenía que saber que era muy vieja. Como fórmulas para evitar un choque, entonces quizá inminente, defiende la unión aduanera y una confederación de estructura amplia entre los tres contendores en la guerra de 18791883, sobre la base de que el Perú se fortaleciese. Análoga tesis había sido planteada en 1930 en las páginas finales del libro de J. Basadre, La iniciación de la República. Después de 1932, ya Riva-Agüero no insistió en lo que dijo ese año confidencialmente ante su auditorio castrense sobre el peligro boliviano que fue muy real ya que el general Kund había trazado el esquema minucioso sobre el ataque al Perú. Las circunstancias llevaron, más bien, a la guerra del Chaco.

[ CAPÍTULO 25 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ perú ]

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nO ES DESCABELLADO San Martín creó SuPOnERlaquE SIn priMera LA fORMIDABLE Y bandera en el TEnAz EnEMISTAD puerto de piSco, DE poco CHILE, SAnTA deSpuéS de llegar perú. la CRuz al HuBIERA hizo oficial el 21 de PODIDO octubre de 1821, SOSTEnER, Mediante un PROSEGuIR Y decreto en el que AHOnDAR Su taMbién diSponía VASTO PLAn, MáS que éSta debía Ser PRÓxIMO AL de Seda o lienzo y EnSuEñO DE Medir 8 pieS de BOLíVAR (…) largo por 6 de ancho.

y por lo tanto ofrecía más ventaja cuando efectuábase a través de la ruta peruana de Arica, que cuando optaba por la de Buenos Aires (1):



Buenos Aires a:

Potosí Chuquisaca

Buenos Aires a:

Oruro S/. 22,0 Cochabamba S/. 25,0 La Paz S/. 26,0

Arica a:

Potosí Chuquisaca

Arica a:

Oruro S/. 13,4 Cochabamba S/. 13,4 La Paz S/. 7,02









S/. 16,4 S/. 19,0

S/. 16,4 S/. 16,4

El puerto de Arica, fundado en el océano Pacífico en 1535, en una esquina de una vasta llanura con abundante provisión de agua, la mejor zona entre el Callao y Valparaíso, según se dijo con exactitud en los días coloniales, alcanzó en brusca prosperidad desde 1546 con el descubrimiento del Cerro Rico de Potosí. Su relación con el altiplano tuvo otras facetas aparte de la puramente mercantil. Funcionarios y empleados de la Audiencia de Charcas viajaban de allí a cumplir sus tareas, en vez de arriesgarse a la travesía de 1.500 millas desde Buenos Aires. Era el punto final en el camino del altiplano, a través del oasís de Tacna, y por ahí pasaba el tráfico desde La Paz, Cochabamba y las zonas más densamente pobladas de la región. La fruta, el azúcar y las aceitunas de los jardines irrigados en Arapa y demás distritos arequipeños al lado de otros productos y hasta el mercurio de Huancavelica, remitido por la vía de la costa, subían en mulas y llamas al Alto Perú. Adicionales rutas de enlace entre el Pacífico y la antigua Audiencia de Charcas hallábanse en el sector del lago Titicaca que unía a La Paz con Puno, Cuzco y Arequipa. Subían por todos esos caminos y alimentos y objetos importados; y bajaban otros alimentos y, además, minerales y coca. Arequipa era tradicionalmente un centro de mayor de relaciones mercantiles, interrumpidas por breve tiempo en los días finales del coloniaje cuando un señor apellidado Cotero, gracias a su poder ante el virrey La Serna, elevó los precios y así favoreció la gravitación de los mercaderes de Buenos Aires sobre el Alto Perú. Cuando vino la independencia, ya se normalizaron las cosas; y el bloqueo del Río de la Plata llevó al crecimiento de los contactos antedichos (2). Ellos eran de múltiples tipos. El cónsul Ricketts escribió al ministro Caning en mayo de 1826 que Cochabamba debía ser la capital de la República erigida por Sucre y los doctores de Chuquisaca en vista de que era más central que la docta ciudad y tenía más fácil comunicaciones con Arica (3). Su clima es templado y desde tiempos atrás servía como granero para el Alto Perú. Moquegua exportaba gran parte de sus licores, su aceite y sus aceitunas no al norte sino al mercado relativamente cercano que fue extranjero desde 1825. En cambio, si las relaciones económicas entre el sur del Perú y Bolivia eran las que brevemente se indicó, aquella porción de territorio nacional tenía menos contacto de este género con el norte en los años 1835-1839 y en los precedentes. La navegación a vapor no había llegado a la

(1) J. Valerie Fisher publica estas informaciones tomadas del archivo oficial británico en su libro Bolivia Land, Location and Polites since 1825. Cambridge University Press, 1972, p. 23. (2) C.M. Ricketts a George Canning, Lima 27 de diciembre de 1826. Documento inédito del Foreign Office transcrito por J.V. Fisher, ob. cit., p. 24. (3) C.M. Ricketts a George Canning, en J.V. Fisher, ob. cit., p. 27.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 23 ]

costa occidental del Pacífico. Los caminos eran largos y difíciles, a través de la fragosidad de los Andes. No habían sido concebidos en estas comarcas el ferrocarril ni el telégrafo. Pero los factores geográfico-económicos resultaron de menor efecto, en el caso aquí estudiado, que los elementos de tipo militar, geopolítico, político e internacional.

LA MEDALLA DE GAMARRA

[ III ] LOS FACTORES MILITARES E INTERNACIONALES EN EL DERRUMBE DE LA CONFEDERACIÓN.- No es descabellado suponer que, sin la formidable y tenaz enemistad de Chile, Santa Cruz hubiera podido sostener, proseguir y ahondar su vasto plan, más próximo al ensueño de Bolívar aunque sin su irradiación a la Gran Colombia que el esquema de Sucre (captura de Arica con la división del Perú en dos Estados y, si fracasaba esta fórmula, una liga con Chile y Argentina, según lo comprueba la declaración del gran mariscal de Ayacucho fechada el 4 de abril de 1827). Chile y, en mucho menor grado, las provincias de Río de la Plata, que también fueron a la guerra contra la naciente Confederación, pusieron en la balanza el peso de su fuerza guerrera (en el caso de Chile, además el de su superioridad marítima, el de su buena organización administrativa y el de la eficiencia de sus soldados y de sus jefes). Al mismo tiempo, estos adversarios internacionales dieron a los enemigos internos que la Confederación tenía en el Perú y en Bolivia un estímulo enorme, y contribuyeron a la decisión de muchas voluntades que, en el caso de verse aisladas, habrían sido, por cier to, más cautas. Por otra par te, al verse envuelto en incesantes guerras internacionales, Santa Cruz perdió el argumento esgrimido a su favor dentro de la política interna: la necesidad de establecer el orden y la paz. La Confederación apareció unida a cruentos recuerdos desde que empezó derramando sangre peruana, identificada primero con los adeptos de Gamarra y luego con la persona misma de Salaverry y sus jóvenes secuaces (1). Tampoco cabe menospreciar las alternativas de la guerra 1837-1839. En la primera campaña, Santa Cruz no se decidió a trocar su propicia situación estratégica en una victoria implacable; y optó por firmar un pacto transaccional, suscrito en Paucarpata que luego Chile desconoció. De la segunda campaña, dicen los críticos del Protector que inicialmente no utilizó este algunas opor tunidades favorables; que cometió enseguida el error de apresurarse en la persecución al ejército del general chileno Bulnes hasta Yungay (sin duda, ante el temor de algunas defecciones en el sur del Perú o en Bolivia); y que en Buín y en Yungay cayó vencido. Santa Cruz, al frente de un ejército, era buen comisario o administrador; pero guerrero mediano. Hubo, además, en el duelo entre Chile y la Confederación, que era en realidad el duelo entre Por tales y el mariscal paceño, una circunstancia que quizás fue la decisiva. Él y huestes venían de los Andes; en cambio el vehículo de las dos expediciones chilenas fue la escuadra. Visto esquemáticamente fue el choque entre la cordillera y el mar. Santa Cruz podía presentar soldados iguales o similares a los del ejército de la Restauración; pero su marina era notoriamente inferior y lo dejó condenado a una estrategia defensiva. La simpatía que hacía él evidenció Inglaterra, representada por la tardía gestión pacifista de ese país, no tuvo tiempo para alterar la realidad geopolítica de un mayor contenido moderno en la estructura de Chile. Cabe mencionar, además, una serie de hechos que contribuyeron, con una eficacia cuyo volumen no se puede determinar matemáticamente, pero que cabe suponer de todos modos muy fuerte, en el desenvolvimiento del acontecer histórico.

El derrumbe de la Confederación Perúboliviana tuvo como detonante la batalla de Yungay (Áncash). En ella, el ejército chileno peleó junto a oficiales peruanos exiliados para restaurar la autonomía nacional en el Gobierno. Esta medalla fue entregada a Agustín Gamarra por los empleados de la Casa de Moneda de Cuzco en 1839. Su inscripción dice: "La ley restaurada por el valor del Ejército Unido en Áncash".

(1) El más elocuente testimonio del sentimiento netamente peruano en la lucha contra Santa Cruz fue la car ta que envió Manuel Martínez a Orbegoso, como secretario general de Salaverry, con fecha 22 de enero de 1836 (El Republicano, Arequipa, N° 10 de 16 de marzo de 1839).

[ CAPÍTULO 25 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [(...) perú En ]AREquIPA

TAnTO LA ALTA San Martín creó CLASE la COMO EL priMera PuEBLO bandera en el SIMPATIzAROn puerto de piSco, COn SAnTA CRuz de Y poco deSpuéS llegar al perú.LA la hizo oficial el 21 de COnfEDERACIÓn. octubre de 1821, En DICHA ACTITuD MedianteSIn un InfLuYEROn, decreto en elLAS que DuDA, taMbién diSponía AnTIGuAS que éSta debía Ser VInCuLACIOnES de Seda o lienzo y ECOnÓMICAS Medir 8 pieS de MEnCIOnADAS En largo por 6 de LA SECCIÓn III DEL ancho. PRESEnTE EnSAYO, InTERESES DE ALGunAS fAMILIAS PODEROSAS, AnHELOS DE fIGuRACIÓn PÚBLICA, RESISTEnCIAS AnTE EL CEnTRALISMO DE LIMA

[ Iv ] FACTORES DEMOGRÁFICOS Y COMERCIALES.- Según las matrículas actuadas para el cobro de los impuestos en 1836, la población de los departamentos que integraron el Estado Sud-Peruano fue la siguiente (1): Habitantes • Ayacucho y Huancavelica • Cuzco • Puno • Arequipa y Moquegua Suma

159.608 216.382 156.000 136.812 668.802

Las cifras demográficas en los departamentos y provincias litorales dentro del Estado Nor-Peruano resultan mayores:



Habitantes • Lima y Callao • La Liber tad • Amazonas • Piura •Áncash •Junín Suma

151.718 162.429 71.267 53.815 121.462 144.243 704.934

Más notable fue la diferencia en lo que atañe el movimiento de las importaciones y las exportaciones, como se deduce de los datos consignados por el marino sueco Carl August Gosselman después de su visita en 1837 a la "República Perú-boliviana". Los más altos ingresos del estado provenían de la aduana del Callao. Según este autor, las casas del comercio del Perú con negocios en el extranjero "están establecidas en Lima y tienen sus agentes en los puertos importados situados en la costa". Gosselman dio los nombres de cuatro casas inglesas, dos norteamericanas, dos francesas y una española entre las de mayor volumen y agregó: "De los comerciantes del país y no hay ninguno que haga negocios en el extranjero" (2). Hay quienes enarbolan el argumento de que Santa Cruz protegió la industria textil, o sea los obrajes en el Cuzco. Sin embargo, en el manifiesto El general Santa Cruz y su conducta pública (Quito, 1840) léese: "El comercio internacional del Perú se desarrolló extraordinariamente. Los mercados del Perú fueron surtidos con toda clase de mercaderías" (3). La opinión pública en el sur. Cabe hallar señales inequívocas de que en Arequipa tanto la alta clase como el pueblo simpatizaron con Santa Cruz y la Confederación. En dicha actitud influyeron, sin duda, las antiguas vinculaciones económicas mencionadas en la sección III del presente ensayo, intereses de algunas familias poderosas, anhelos de figuración pública, resistencias ante el centralismo de Lima. El libro de Juan Gualberto Valdivia, Memorias sobre las revoluciones de (1) Transcribió las cifras aquí reproducidas Eduardo Carrasco en su Calendario y Guía de Forasteros para el año bisiesto

de 1848, Lima, Imp. José María Masías, 1847, p. 31. Esta Guía fue mucho más rica en pormenores estadísticos que las anteriores. (2) La República Perú-boliviana (1837), por Carl August Gosselman. Edición de Magnus Mörner, en Informes sobre los Estados sudamericanos en los años de 1837-1838. Estocolmo, Instituto de Estudios Iberoamericanos, 1967, pp. 55-61). Los datos conocidos acerca de la vida económica y hacendaria en la época de la Confederación son, hasta ahora, muy escasos. Basta con revisar la pobreza que al respecto tiene la obra Anales de la Hacienda Pública editada por Pedro de Dancuart. El establecimiento de archivos regionales, gracias a una revolucionaria iniciativa del Archivo de la Nación ayudará sin duda, en un futuro próximo a investigaciones especializadas antes muy difíciles. Mucho esperamos, sobre todo, de los historiadores jóvenes en Arequipa, Tacna y Moquegua. (3) Manifiesto, p. 71.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 25 ]

La puer­ta ha­cia Li­ma. La en­tra­da y sa­li­da de Li­ma es­ta­ba se­ña­la­da por la Por­ta­da de las Ma­ra­vi­llas, un ar­co ubi­cado cer­ca de don­de hoy es­tá el ce­men­te­rio Pres­bí­te­ro Ma­tías Maes­tro. En fe­bre­ro de 1836, du­ran­te la ba­ta­lla de So­ca­ba­ya, las fuer­zas bo­li­via­nas cap­tu­ra­ron los es­tan­dar­tes mi­li­ta­res de los Hú­sa­res de Ju­nín, de los Gra­na­de­ros del Ca­llao y de los Ca­za­do­res de Li­ma. Cuan­do fue­ron de­vuel­tos a nues­tro país, en 1840, se or­de­nó col­gar­los en la Por­ta­da de las Ma­ra­vi­ llas. La ima­gen que aquí ve­mos de la hoy de­sa­pa­re­ci­da cons­truc­ción es una li­to­gra­fía del li­bro Li­ma. Apun­tes his­tó­ri­cos, des­crip­ti­vos, es­ta­dís­ti­cos y de cos­tum­bres (1867), de Ma­nuel Ata­na­sio Fuen­tes.

[ capítulo 25 ] período 1

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setiembre 1825 [ perú ]En VARIAS

LETRILLAS fELIPE San Martín creó PARDO YlaALIAGA priMera ExPLOTÓ banderaESTE en el puertofACTOR de piSco, SICOLÓGICO PARA poco deSpuéS de llegar al perú.En la HACER HABLAR hizo oficial el 21 de unA JERGA octubre de 1821, TARTAJOSA AL Mediante un DECORATIVO decreto en (…) el que PROTECTOR Y taMbién diSponía LLAMARLO que éSta debía Ser “ALEJAnDRO de Seda o lienzo y HuAnACO”, Medir 8 pieS de “JETISKán” O largo por 6 de “CHOLO JETÓn”, ancho. COMO SI fuERA EL MAYOR DELITO EL HECHO quE SAnTA CRuz nO TuVIERA LA fIGuRA DE LOS MODERnOS HéROES DEL CInE.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 25 ]

Arequipa, la primera obra que en nuestra América exhibe a la gente humilde o anónima como personaje principal en su texto, recuerda muchos episodios acerca del sincero afecto que Santa Cruz suscitó, fenómeno seguramente acentuado como reacción ante la política de violencia que insensatamente empleó el caudillo limeño nacionalista Salaverry en aquella región. Los ejemplos que se enumeran enseguida tienen el valor de símbolos (1). En el Cuzco, el otro gran centro del sur del Perú, pudieron influir también los antiguos lazos con el altiplano convertido desde 1825 en República de Bolivia. Sin embargo, debe ser recordado que la antigua capital de los incas era la ciudad natal de Agustín Gamarra, el gran caudillo émulo constante de Santa Cruz, muy popular allá aún en momentos de desgracia, según confesó el sacerdote Blanco, en el diario por él escrito, alusivo a lo ocurrido en diciembre de 1834 (2). En el tumulto surgido en el Cuzco ante la noticia de que la venerada imagen del Señor de los Temblores iba a ser enviada a Bolivia, motín que tuvo entre una de sus consecuencias la destrucción del Colegio de Artes, al lado de sus connotaciones de fanatismo religioso y de herido orgullo nacional, existió, sin duda, un fermento antiboliviano (3). La opinión pública en el nor te. En lo que se refiere al nor te, cabe afirmar que, en conjunto, la población consciente de esta zona se consideró amenazada por la Confederación. Amenazada en la preponderancia que, desde la consolidación española en el país, tuvo y aún sigue teniendo en nuestros días. Históricamente, en el Perú, los incas representaron un mayor realce del sur sobre el nor te, gravitación amenazada cuando las victorias de Atahualpa implicaron una nueva tendencia: el poder del militarismo quiteño sobre la nobleza tradicional que el infor tunado Huáscar simbolizó. Luego, la fundación de Lima por Pizarro y el significado monopólico que esta ciudad tuvo sobre el Virreinato llevaron en sí una fuerza cuyo volumen naturalmente pudo resultar contrapesado al pertenecer los territorios del sur a una misma comunidad política junto con Bolivia, matriz del nuevo aparato estatal que Santa Cruz empezó a fabricar. El notable sabio alemán Johann Jakob von Tshudi, residente en Lima en 1838, anotó el júbilo con que allá fue recibida la declaración de la independencia del Estado Nor-Peruano ante el simple anuncio de la inminente llegada de la expedición chilena antisantacrucina. Sin embargo, una absurda batalla entre norperuanos y chilenos creó enconos populares que los comerciantes extranjeros atizaron. Tshudi registró también este cambio en el ánimo capitali-

(1) Según Valdivia, Santa Cruz obtuvo el aviso oportuno sobre la marcha de Salaverry antes del combate decisivo entre

ambos caudillos, gracias a una mujer que había mandado a su sirvienta dar alfalfa a su yegua, lo cual permitió a esta ver a los salaverrinos al otro lado del río, en el cerro de la chacra de la Candelaria de Huasacache. La mujer "montó en pelo en la yegua, pasó el río de Paucarpata y corrió velozmente cerca del panteón”. Después de informar a Santa Cruz sobre lo que ocurría, "le suplicó no la detuviera más tiempo delante de tantos soldados cuanto se hallaba casi desnuda" (J.G. Valdivia, Memorias sobre las revoluciones de Arequipa desde 1834 hasta 1866, Lima,La Opinión Nacional 1874, p. 147). Años más tarde, cuando Santa Cruz, vencido, huyó de Arequipa para asilarse en la casa del cónsul inglés Crompton, según el mismo testimonio, otra mujer humilde preparó para el caudillo fugitivo "una alforja y colocó en ella una gallina sancochada, pan, bizcochos, chocolate, chocolatera, platos, cucharas, trinches, cuchillos, vino, un anafe, huevos duros, pocillos, servilletas, un par de botas, un par de medias, un sombrero, cigarros puros y de papel", p. 218). (2) En su diario del viaje del presidente Orbegoso al sur del Perú, efectuado en 1834 y 1835 y editado tan solo en 1974, el sacerdote José María Blanco menciona el nombre de varios curas de parroquias en el Cuzco que, en sermones pronunciados en idioma quechua defendieron a Gamarra entonces caído, así como a "la chola gatera llamada Ulaca, que hacía propaganda a favor de este caudillo entre sus compañeras del mercado”. Blanco transcribe un diálogo gamarrista en quechua de la Ulaca con el presbítero Melchor Ortiz, rector del Seminario (José María Blanco, ob. cit., edición, prólogo y notas de Félix Denegri, Lima, Pontificia Universidad Católica, 1974, Vol. I, pp. 218, 222, 254 y 255. En el Vol. II, que está dedicado a las notas sobre el mencionado Diario, pp. 148 y 149. La politización de los sermones en idioma autóctono empezó desde la sublevación de Túpac Amaru. Fue algo así como un periodismo oral ante las masas analfabetas. (3) El motín del Señor de los Temblores, que arrastró a la plebe cuzqueña en forma imponente, ha sido evocado por diversos autores. También fue el tema de varios capítulos en la novela de Narciso Aréstegui El padre Horán, publicada originariamente en 1848 (N. Aréstegui, El padre Horán, Lima, Editorial Universo, sin fecha, Vol, II, pp. 82-98). El mismo Aréstegui narra que, en esos días de ocupación del Cuzco por tropas bolivianas, las muchachas cuzqueñas, cuyo idioma nativo era el quechua, no solían ser propicias ante los galanteos de los jefes y oficiales del ejército invasor que, en estas aventuras, se comunicaban entre sí en aymara como si esta lengua fuese un código secreto.

no. Inclusive llegó a constatar el entusiasmo paradojal ante el regreso de Santa Cruz poco tiempo después (1). Pero aquí no hubo sino un fenómeno de volubilidad en la opinión pública (2). En el centro y en el norte costeños, precisamente, la huella indígena, tan fuerte en la sierra peruana del sur y en Bolivia, se atenúa o cede ante el mestizaje blanco-negro-indio; allí estaban frescos todavía los recuerdos del boato y de la arrogancia desplegados durante casi tres siglos por el legendario Virreinato, cuya capital había sido Lima; allí predominaba y predomina todavía un sentimientote desdén por los "cholos" y los "serranos". En varias letrillas Felipe Pardo y Aliaga explotó este factor sicológico para hacer hablar en una jerga tartajosa al decorativo Protector y a su madre, la cacica Calaumana y llamarlo "Alejandro Huanaco", "Jetiskán" o "cholo jetón", como si fuera el mayor delito el hecho de que Santa Cruz no tuviera la figura de los modernos héroes del cine (3).

SEÑOR DE LOS TEMBLORES

[v] "AGLUTINACIÓN CRECIENTE" Y "MEGALOESTATISMO" IMPOSIBLES.- Las Repúblicas hispanoamericanas se constituyeron, en el caso de los virreinatos antiguos sobre estos, y en el caso de los virreinatos recientes, sobre las audiencias. Nunca se dio el caso de que del territorio de una Audiencia lejana saliera un proceso de expansión hacía un territorio virreinal. La forma militar como la Confederación fue erigida no dejó de preocupar, o de humillar a muchos peruanos. "Jamás había acontecido (dijo Gamarra en su mensaje al Congreso de Huancayo) que el Gobierno de un Estado instara al jefe de otro vecino para entregársele; le invistiese de facultades sin límites; le pidiese el exterminio de sus conciudadanos; se redujera a la condición de siervo" (4). Para producir lo que se ha llamado una "aglutinación creciente", con vistas a crear un fenómeno de "megaloestatismo", es decir, el crecimiento de la nacionalidad al estilo de lo que hizo el Reino de Castilla en España o el de Prusia en Alemania, faltaban a Bolivia entonces algunas condiciones. Max Scheler publicó en 1915 el libro titulado Der Genius des Krieges und der Deutsche Krieg que no hemos podido obtener. Solo nos queda glosar lo que acerca de él escribió José Ortega y Gasset en un ensayo titulado "El genio de la guerra y la guerra alemana". Se trata de conceptos que pueden ser aplicados en la tentativa de Santa Cruz para establecer desde Bolivia la Confederación con el Perú. "Así como el nacimiento funda para la persona los llamados derechos individuales, la guerra otorga al Estado derechos adecuados ‘a su potencia‘. ¿En qué consiste esa potencia? No

En 1650, luego de un terremoto que azotó la ciudad del Cuzco, los pobladores colocaron la imagen del Cristo de la Buena Muerte frente a los restos de la Catedral para que cesaran los temblores. A partir de esa fecha dicha imagen fue conocida como el Señor de los Temblores. Su fiesta se celebra el Lunes Santo de cada año. Esta representación anónima de la escuela cuzqueña data del siglo XVIII.

(1) Johann Jacob von Tschudi, Perú. Reiseskizzen Ausden Jahren, 1838-1842. St. Gallen, Verlang von Scheitlin und Zollikofer, 1846, pp. 68, 69 y 148. (2) En una comunicación dirigida, como ministro de Relaciones Exteriores de la restaurada República del Perú al encargado de negocios en el Ecuador, Antonio Gutiérrez de la Fuente expresó, entre otras cosas sobre la situación política, lo siguiente: "Es verdad que Lima sometida al yugo de los extranjeros por la influencia que les dan sus capitales en el comercio y por el imperio del sexo, no correspondió en su entusiasmo a las esperanzas que se tenían de que se pondría a la vanguardia de la reacción contra el usurpador; pero de hecho ha manifestado la opinión del Perú por reconquistar y conquistar su independencia y libertad". Nota de 23 de mayo de 1839 en Archivo diplomático peruano, tomo IX, Confederación Perú-Bolivia (1835-1893), Vol. II, Ecuador, Carlos Ortiz de Zevallos, Paz Soldán, recopilador, Lima, Imprenta del Ministerio de Guerra, 1974, p. 369. Esta comunicación de La Fuente contiene otros datos importantes sobre aquel momento histórico. (3) Una de las poesías de Felipe Pardo y Aliaga decía : De los bolivianos / será la victoria / ¡qué gloria, qué gloria / para los peruanos! / Santa Cruz propicio / trae cadena aciaga / Ah ¡cómo se paga / tan gran beneficio! / ¡Que la trompa suene! / Torrón, ton,ton, ton / que viene, que viene / el cholo jetón./ El bravo peruano / humille la frente; que triunfe insolente / el "Gran Ciudadano". / Nuestro cuello oprima feroz el verdugo, / Cuzco besa el yugo. / Humíllate, Lima./ Así le conviene. / Torrón, ton, ton, ton / que viene, que viene / el cholo jetón. / Limeñas, la boca se apreste a cantares / y a ricos manjares / de cancha y de coca. / Gozaréis mil dichas / teniendo por dueños / a chuquisaqueños / a yungas y a chichas ¿Quién tal gloria tiene? / Torrón, ton, ton ton, / que viene, que viene / el cholo jetón. / La Iberia fue antaño, / tu madre ominosa / ¡Oh patria dichosa! / Bolivia es hogaño / De fueros y honores / Bolivia de alivia ¡Que viva Bolivia! / ¡Que tu suelo en loores / humilde resuene! / Torrón, ton, ton, ton / que viene, que viene, / el cholo jetón. ("Paramuchachos", N°1. 10 de octubre de 1835). (4) "Mensaje del presidente provisorio de la República gran mariscal don Agustín Gamarra al instalarse el Congreso Nacional de Huancayo el 15 de agosto de 1839", en P. Ugarteche y E. San Cristóbal. ed., Mensajes de los presidentes del Perú, Lima, Gil, 1943, Vol. I, p. 87.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

179

DESDE LA GuERRA DE LA InDEPEnDEnCIA, POR OTRA PARTE, HuBO ELEMEnTOS fAVORABLES A LA CREACIÓn O A LA ExACERBACIÓn DE SEnTIMIEnTOS DE CHOquE EnTRE EL ALTO PERÚ Y EL PERÚ.

consiste, por lo pronto, en una capacidad intelectual, ar tística, industrial, etc. Nada de eso constituye la potencia específicamente de Estado. Es, más bien, una peculiar energía de cohesión entre los que forman par te de un pueblo, y a la vez, de imperación sobre los demás o frente a las demás colectividades nacionales. Es, pues, directa y exclusivamente, voluntad de soberanía hacia dentro que elimina la laxitud de la vida social e impide la falta de sumisión de los grupos e individuos a la sociedad nacional; y hacia afuera, ampliación de los efectos unificadores, nacionalizadores o "estatificadores"sobre otras agrupaciones humanas… La voluntad del Estado ejerce su más genuina misión cuando se impone a la tendencia repulsiva de razas diversas, obligándolas a convivir y colaborar en una vida superior integra" (1). Las fricciones pequeñas en las vísperas de la Confederación. Desde la guerra de la Independencia, por otra parte, hubo elementos favorables a la creación o a la exacerbación de sentimientos de choque entre el Alto Perú y el Perú. Cuando, en la guerra de la Emancipación, las tropas peruanas de Goyeneche penetraron en el territorio del Alto Perú, se hicieron grandemente odiosas por sus crueldades. En 1827, como ya se dijo, al comprobar Sucre que el Perú había arrojado al suelo el andamiaje de la Constitución creada por Bolivar, intentó dividir los departamentos del sur, especialmente Arequipa y buscó una unión con Chile y Argentina. Luego, cuando se dio cuenta de que su enemigo personal, Gamarra, se había movilizado con su ejército a la frontera en 1828, procuró crear una "unión sagrada" entre los bolivianos; y sus escritos parecen reflejar esta consigna: "El Perú: he ahí el enemigo". Adicionales causas de rencor dejaron los soldados peruanos de Gamarra cuando invadieron el territorio boliviano ese mismo año de 1828 para dar lugar, después de diversas incidencias, al gobierno que más placía a su jefe encabezado por Pedro Blanco, caudillo que bien pronto fue depuesto y asesinado. Y entre 1831 y 1833, es decir, apenas tres años antes del intento de fundar la Confederación, Bolivia y el Perú vivieron días de zozobra guerrera; y ambos campamentos se erigieron frente a frente en el Desaguadero. La mutua vigilancia fronteriza y la actitud moderada del Congreso de Lima (en la que uniéronse junto a generosos sentimientos pacifistas, el anhelo político de no dejar que Gamarra obtuviese laureles, actitudes, ambas, for talecidas por la mediación de Chile, república ávida de que se mantu-

(1) J. Or tega y Gasset, "El genio de la guerra alemana" en Obras

Madrid, 1966, p. 218.

completas, II, sétima edición, Revista de Occidente,

fELIPE PARDO Y ALIAGA (1806-1868) fuE unA DE LAS MáS MORDACES PLuMAS DEL PERIODISMO PERuAnO Y PARTICIPÓ En EnCEnDIDOS DEBATES POLíTICOS.

180

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 25 ]

P

asó sus primeros años en Lima y Cuzco. En 1814, su familia se trasladó a España, donde cursó estu­ dios. En 1828 regresa al Perú y al año siguiente toma la dirección del periódico El Conciliador, que apo­ yaba al régimen de Gamarra. Además, colabora con los diarios Mercurio Peruano y La Verdad. Ese mismo año publica su primera comedia: Frutos de la educación, obra precursora del teatro nacional. Par ticipó en la política escribiendo para los diarios El Hijo del Montonero, El Coco de Santa Cruz y Para Mucha-

viera el equilibrio de poder en el Pacífico Sur bajo la inspiración no solo de Diego Por tales, como tanto se ha repetido, sino también de Andrés Bello), detuvieron la guerra que entonces pareciera inevitable y que en caso hubiese tenido como fruto una victoria peruana. La fragilidad interna de Bolivia. Al mismo tiempo, debe ser tomada en cuenta la fragilidad interna de Bolivia. Las ciudades de La Paz y Chuquisaca eran rivales. Andrés Santa Cruz prefirió a aquella sobre esta; y tal actitud no dejó de repercutir en su caída porque la zona central de la República que el presidió desde 1829 no tenía entusiasmo por el experimento iniciado en 1835. Gente de importancia en Chuquisaca, Potosí y Tarija no simpatizó jamás de veras con la Confederación; y la vasta zona de Santa Cruz estaba casi aislada (1). En 1830, cuando era ministro en Bolivia, Mariano Álvarez manifestó en su correspondencia a la Cancillería de Lima que si había sido antes partidario de unión entre los dos países, ya no lo era (2). Lo mismo ocurrió con muchos peruanos inicialmente amigos de la llamada "refusión" con el Alto Perú.

LA RESISTENCIA DE CHUQUISACA

La Confederación Perúboliviana encontró una sorpresiva resistencia entre los bolivianos que vivían en ciudades cercanas a la frontera con el Perú. En estas, a diferencia de aquellas más alejadas de la línea divisoria, como La Paz, surgieron importantes focos de resistencia. Tal fue el caso de Chuquisaca, que se declaró opuesta a los planes de Santa Cruz. En esta foto (1832) se aprecia la plaza principal de la ciudad.

[ vI ] LA CONFEDERACIÓN, "EDIFICIO DEMASIADO VASTO".- Al estudiar, pues, con serenidad, la organización de la Confederación Perú-boliviana se ve que no era una obra sólida. Como "edificio demasiado vasto, reunión mal asegurada de Estados que mil rivales dividían", la califica A. Botmiliau, que fuera vicecónsul de Francia en el Perú.

(1) V. Fischer, ob. cit. , p. 46. (2) "Yo en un tiempo juzgaba también conveniente dicha refusión (la del Perú y Bolivia. J.B.);

más habiendo visto y examinado de nuevo estos lugares, la considero desventajosa al Perú, así porque sería exponerlo al frenesí de la federación y sus estratos de los que están adoleciendo las demás Repúblicas de América, como porque no es fácil que se dirija bien una República de mucha extensión. Rousseau en el prólogo de sus obras habla sobre el particular. Fuera de esto, lo que produce Bolivia escasamente puede alcanzar para sus gastos naturales; y tal vez no bastaría, teniendo que mantener crecidas guarniciones que contuviesen pueblos revoltosos por inclinación. Imponerles la ley y sacar de ellos las ventajas que se puedan por medio de tratados seguros, me parece lo más conveniente. En fin, a decir verdad, no sé si el pensamiento de este presidente sobre la refusión sea porque en realidad le mueve el bien de los pueblos, o por el mismo principio porque el general La Mar trataba de reconquistar Guayaquil y que fuese del Perú. El mando de este, al que alguna vez lo ha probado, le deja mucha afición" (Álvarez al ministro de Relaciones Exteriores, La Paz, 11 de agosto de 1830 en Archivo diplomático peruano, Lima, Ministerio de Relaciones Exteriores, 1937, Carlos Ortiz de Zevallos Paz Soldán, recopilador, p. 88).

chos, los cuales mantenían una abier ta oposición al general Orbegoso. Sus ar tículos, de carácter iróni­ co, sir vieron para atacar las ideas liberales de la época. En 1833 publicó las comedias costumbristas Una huér fana en Chorrillos, Don Leocadio y el Aniversario de Ayacucho. También fue nombrado ministro ple­ nipotenciario en España, pero debió luego refu­ giarse en Chile, debido a la inestabilidad política desatada por la muerte de Salaverry.

Fue un duro crítico de la Confederación Perú­ boliviana. De 1844 a 1859, publicó en el periódico El Espejo de mi Tierra una serie de artículos costumbris­ tas y poesías satíricas. ”El Niño Goyito”, uno de los cuentos más importantes de su obra, nació allí. Durante el gobierno de Castilla volvió a la vida polí­ tica, pero una parálisis y la ceguera lo obligaron a viajar a Europa en busca de una cura. Al no obtener los resultados esperados, volvió al Perú, donde pasó sus últimos años.

[ CAPÍTULO 25 ] PERÍODO 1

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setiembre fEBRERO 1825 1841 perú ] [ [canadá

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San Martín creó LAS COLOnIAS la priMera BRITánICAS DE bandera el CAnADá BAJAen (HOY puerto YdeCAnADá piSco, quEBEC) poco deSpuéS de ALTA (HOY OnTARIO) llegar al perú. SE funDEn En la LA hizo oficial el 21 de PROVInCIA DE octubre CAnADá. En de 1857,1821, LA Mediante un CIuDAD DE OTTAwA decreto en el que fuE DESIGnADA taMbién diSponía COMO CAPITAL POR éStaVICTORIA, debía SerY LAque REInA de Seda lienzo DIEzoAñOS MáSy Medir 8TARDE pieS de EL largo por 6 de PARLAMEnTO InGLéS APROBÓ EL ancho. BRITISH nORTH AMERICA ACT, quE ASEGuRÓ LA InDEPEnDEnCIA Y SOBERAníA DE ESTE PAíS.

Y agrega A. Botmiliau estas palabras que deben ser meditadas: "Por grande que fuera el genio de su jefe, no podía perdurar y desde el primer día fue posible anunciar su ruina. No fue solamente la inter vención chilena lo que la destruyó, fue la fuerza misma de las cosas. La inter vención de Chile no fue temible sino de los mismos pueblos de la Confederación. Aunque Santa Cruz hubiese vencido en Yungay, habría sucumbido más tarde o, por lo menos, habría sucumbido su sucesor. Para reunir en las manos de un solo hombre países tan dilatados, en los que las comunicaciones entre las diferentes ciudades son todavía difíciles, el protector necesitaba lugarteniente inteligentes y fieles con quienes poder contar con seguridad y una marina a vapor para transportar con rapidez sus fuerzas y trasladarse él mismo a todos los puntos amenzados" (1). En efecto y de acuerdo con una de las obser vaciones de Botmiliau, Santa Cruz dentro de esa dilatada extensión de territorio hubiera debido reunir numerosos prefectos y otros tantos jefes del ejército enteramente adictos. ¡Qué crueles eran las reflexiones que al respecto le hizo O’Connor! Tenía solo tres jefes en quienes confiar: "Al general Braun, al general Herrera y a mí, porque somos extranjeros y no podemos aspirar a más honores ni distinciones que los que hemos adquirido ya" (2). Las guerras civiles latentes en Bolivia como asimismo en el Perú desde los primeros días de la liber tad; discordias capaces de erigir variadas constituciones, de auspiciar otras igualmente fugaces y de volver efímeros a tantos gobiernos; los antagonismos locales que ni la necesidad de la unión al ser proclamada la emancipación pudo acallar y que reaparecieron tenazmente a lo largo de los primeros años de la convulsa existencia de ambas Repúblicas; la influencia del nuevo principio de la soberanía del pueblo en cuyo nombre agitábanse violencias multitudinarias, ambiciones de los caudillos y envidias, rencores y apetitos de quienes alrededor de ellas pululaban; el amor irritable y quisquilloso a la independencia y el orgullo cifrado en el nombre nacional que convivieron con las glorias comunes y bien pronto azuzaron ciegas luchas fratricidas y enconaron los arduos litigios en torno a los complejos deslindes fronterizos; todas estas fuerzas negativas hubieran, a la cor ta o a la larga, minado y escindido la nueva entidad política que, a través de la violencia y a costa de sangre peruana, quería erigir Santa Cruz. En cier ta forma y dentro de una escala más limitada aunque siempre vasta dentro de los medios y elementos de aquella época, funcionaban las mismas razones y motivos que fácilmente desbarataron el plan confederal de Bolívar cuya gloria y cuyo genio por nadie igualados no lograron impedir el fraccionamiento de las mismas naciones unidas por su espada y por su palabra. Después del período genésico de la Independencia había surgido un período de fraccionamiento de las antiguas colonias españolas de América, como si el vínculo político que las ligara entre sí hubiese sido únicamente el de la monarquía metropolitana. A partir de 1830 no hubo en el continente un solo Estado erigido sobre la base de la fusión o la alianza de otros. En cambio, tanto en América Central como en América del Sur, varios se constituyeron mediante la dispersión de Estados más vastos. Santa Cruz no habría podido ir contra la corriente de su tiempo; y, por el contrario, arrastrado por ella su sistema, es muy probable que la escisión entre las Repúblicas del sur y del nor te del Perú hubiese obtenido permanencia y raigambre (3). (1) A. Botmiliau, "La República peruana. La sociedad peruana" (1848). Lima, Cultura Antártica, 1947, p. 165. (2)"Mi parecer

señor le dije, es que se ha metido Ud. en un barro del que no saldrá con buen suceso… ¡Eso es, dijo siempre con parecer opuesto al mío! Pero al menos, me dijo, tendrá la bondad de decirme en qué se funda.–Me es muy fácil, señor, le respondí, sabiendo que estaba a favor de la Confederación. En esto me fundo: Que pudiese tener buen resultado, necesita cincuenta prefectos y otros tantos comandantes generales, hombres adictos y afectos exclusivamente a la persona de Ud. y no tiene sino tres. Tiene al general Braun, al general Herrera y a mí porque somos extranjeros y no podemos aspirar a más honores y distinciones que los que hemos adquirido ya". Francisco Burdett O’Connor, Recuerdos, Tarija, Imprenta de La Estrella, 1895, p. 253.(3) La existencia del Estado Sur-peruano, la "República Sur-Peruana" como dijeron las monedas emitidas allá, fue un peligro para la unidad nacional. Con algunos años más de vida, se habría afianzado. En el caso de un colapso de

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 25 ]

[ vII ] LA MORTALIDAD DE LA IDEA CONFEDERAL.- La falta de fuerza y de continuidad en el partido favorable a la Confederación es otro de los factores históricos que el crítico debe tomar en cuenta. Si solo la violenta intervención chilena la echó por tierra ¿Por qué no volvió ella a exhibir más tarde un victorioso movimiento en el Perú o en Bolivia? Cabe sostener que la tenaz vigilancia de los tres gobiernos durante varios años para impedir el regreso de Santa Cruz contribuyó bastante al infortunio en la vida posterior de este caudillo. Pero, desde las luchas por la independencia, se sabía demasiado bien que dentro de las limitaciones entonces operantes sobre la maquinaria del Estado, la fuerza costreñía o aplazaba los ímpetus populares; pero no los ahogaba ni impedía su ulterior estallido. Los adeptos del Protector llegaron en Bolivia a obtener la deposición de Velasco bajo el nombre de "Regeneración"; sin embargo, ello fue por corto tiempo y para dar lugar al surgimiento de un nuevo caudillo, Ballivián, con ambiciones, intereses y banderías propias, aunque también le sedujo el señuelo de Arica. En el Perú totalmente anarquizado en 1841 y 1842, en cambio, nadie proclamó abiertamente a Santa Cruz como jefe supremo. He aquí una entre las muchas sugerencias que la historia narrativa ofrece a la historia genética. La verdad es que, con sus actos, nadie intentó escarbar en la tumba de la Confederación para resucitar su cadáver hasta el precario y ocasional y, al mismo tiempo, retórico episodio de 1880 durante la guerra con Chile. Sin embargo, hubo, como veremos, algunos que, sobre papeles, insistieron en los méritos de ella sin que fuesen escuchados por los gobiernos, los partidos o la opinón pública. En resumen, Santa Cruz y su empresa hallaron más admiradores lejos de América del Sur que dentro de ella. Para los europeos, sobre todo los ingleses y los norteamericanos, simbolizó el anuncio de una administración eficaz y lúcida, favorable a los intereses extranjeros. Su derrumbe llegó a ser interpretado por dichos sectores como una verdadera calamidad. Santa Cruz y Garibay. Santa Cruz presenta así una extraña falta de balance en su significado histórico. Aparece como figura fuerte, administrativamente, como que a mucho de su obra en ese campo se volvió más tarde; y, a la vez, como figura débil desde el punto de vista político al extremo de que su ideal no tuvo continuadores. Tan contradictorias influencias hicieron de la Confederación Perú-boliviana un experimento paradojal. En el folklore católico hay una curiosa historia acerca del alma atribulada del pobre Garibay. Para él no se abrieron jamás las rojas puertas del infierno; y solo desde afuera pudo oír los himnos y plegarias celestiales. Santa Cruz ha venido a resultar una especie de Garibay, mirado en su época, como excesivamente peruanófilo en Bolivia y como boliviano de origen y de tendencias en el Perú. Y tal vez como reacción frente a las circunstancias que lo rodearon, su alma tortuosa pasó por contradictorios avatares. Primero, durante la guerra de la Independencia hasta su candidatura presidencial de 1827 –que era la más conveniente y más lógica y, a pesar de ello, quedó marginada ya que el Congreso Constituyente incurrió en el error de preferir a la Mar–, se sintió peruano. Luego en 1828 –cuando lo llamaron a la Presidencia de Bolivia y cuando desde 1829 su antiguo amigo, aliado o cómplice, Gamarra, persiguió a sus partidarios, y vinieron las amenazas de guerra entre 1831 y 1833– se convirtió en boliviano. En esa época llegó a acariciar la idea de segregar el sur del Perú o por lo menos de incorporar Arica y Tarapacá a Bolivia.

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setiembre 1825 [ perú ] LA InTERVEnCIÓn

DE martín CHILE nO fuE san creó TEMIBLE la primeraSInO DE LOS MISMOS bandera en el PuEBLOS DE LA puerto de pisco, COnfEDERACIÓn. poco después de llegar al perú. la AunquE SAnTA hizo el 21 CRuzoficial HuBIESE de octubre En de 1821, VEnCIDO mediante YunGAY,unHABRíA decreto en el que SuCuMBIDO también disponía MáS TARDE O, que ésta debía ser POR LO MEnOS, de seda o lienzo y HABRíA medir 8 pies de SuCuMBIDO largo por 6 de Su SuCESOR. ancho.

la Confederación por muerte o derrocamiento de Santa Cruz en fecha posterior a 1839 habría habido intereses creados resueltos a mantener esa entidad política y hasta anexarla a Bolivia. Ese fue el punto de vista de Juan Gualberto Valdivia en el periódico El Yanacocha. No quedó solitario. Santa Cruz se inclinó a dicha fórmula cuando encontró dificultades en el norte. En una investigación efectuada en Inglaterra, Celia Wu L. ha hallado en archivos británicos pruebas de que el cónsul británico Belford Brading Hinton Wilson, gran amigo de Santa Cruz y aparentemente partidario de la Confederación, no lo fue en realidad, "Cree, en cambio, dice Celia Wu, que la unión del Sur-Perú y Bolivia, por los vínculos entre esas regiones, sería deseable, así como por la unión de Nor-Perú con Ecuador" (Celia Wu L., Introducción al estudio de sir Belford Hinton Wilson, tesis doctoral. Universidad Católica, Lima, 1965). Es muy factible la probabilidad de que la consolidación del Estado Sur Peruano hubiera, a la larga, llevado al Perú a un proceso de desintegración similar al de América Central después de su breve experiencia unionista.

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Racismo y Confederación El siguiente texto de la historiadora peruana Cecilia Méndez llama la atención sobre el importante papel que desempeñó el racismo en la oposición al proyecto confederal del Mariscal Santa Cruz.

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período 1

[ capítulo 25 ]



La Con­fe­de­ra­ción fue un pro­yec­to con an­te­ce­den­tes en la his­to­ria pre­ his­pá­ni­ca y co­lo­nial. La­zos co­mer­ cia­les unie­ron el sur del Pe­rú con Bo­li­ via, du­ran­te si­glos, y la­zos ét­ni­co-cul­ tu­ra­les unen a am­bos paí­ses aún hoy. (...) El pro­yec­to im­pli­ca­ba, en al­gu­na me­di­da, la rees­truc­tu­ra­ción de vie­jos cir­cui­tos mer­can­ti­les que ha­bían ar­ti­ cu­la­do am­bas re­gio­nes en la Co­lo­nia, a la vez que pro­mo­vía una po­lí­ti­ca li­bre­ cam­bis­ta con el Atlán­ti­co Nor­te y los Es­ta­dos Uni­dos. Es­te plan, que tu­vo una con­si­de­ra­ble aco­gi­da en los de­par­ ta­men­tos del sur pe­rua­no, re­sul­ta­ba, sin em­bar­go, con­tra­pro­du­cen­te pa­ra las eli­tes co­mer­cia­les de Li­ma y de la cos­ta nor­te del Pe­rú, cu­yos in­te­re­ses eco­nó­mi­cos es­ta­ban es­tre­cha­men­te vin­cu­la­dos al co­mer­cio con Chi­le, por vía del Pa­cí­fi­co. Y es­ta alian­za en­tre las eli­tes mer­can­ti­les de Li­ma y del nor­te pe­rua­no con Chi­le, fue la que fi­nal­men­ te se im­pu­so en 1839, pa­ra de­rro­tar a la Con­fe­de­ra­ción. El con­flic­to fue, no obs­ tan­te, bas­tan­te más que esa gue­rra co­mer­cial tan bien des­cri­ta por el his­ to­ria­dor Goo­ten­berg. Fue tam­bién una gue­rra ideo­ló­gi­ca li­bra­da en li­be­los y pe­rió­di­cos que com­pe­tían en vi­ru­len­ cia de in­vec­ti­vas. Las más agre­si­vas pro­ve­nían de los opo­si­to­res de la Con­ fe­de­ra­ción, y su más cons­pi­cuo ar­tí­fi­ce fue el poe­ta y sa­tí­ri­co li­me­ño Fe­li­pe Par­do y Alia­ga. (...)

sión, re­ve­la­do­ra­men­te, pa­re­cía ad­qui­ rir más fuer­za cuan­do alu­día a su con­ di­ción ét­ni­ca (el “in­dio”) que si se re­fe­ ría a su na­cio­na­li­dad (el bo­li­via­no). La re­cu­rren­cia con que sus ene­mi­gos que lo til­da­ban de ex­tran­je­ro se va­lie­ron de su fe­no­ti­po in­dí­ge­na pa­ra ata­car­lo, po­ne al des­cu­bier­to la ver­da­de­ra con­ no­ta­ción del tér­mi­no “ex­tran­je­ro”. San­ ta Cruz era más ex­tran­je­ro por ser in­dio que por ser bo­li­via­no. (...) Po­co im­por­ ta­ba que el pa­dre de San­ta Cruz hu­bie­ se si­do un crio­llo pe­rua­no na­ci­do en Hua­man­ga, que se hu­bie­se edu­ca­do en el Cuz­co, que des­de la lle­ga­da de San Mar­tín hu­bie­se com­ba­ti­do en los ejér­ci­tos pa­trio­tas por la pro­pia in­de­ pen­den­cia del Pe­rú. El es­tig­ma ve­nía de su ma­dre, una in­dia ay­ma­ra de ape­ lli­do Ca­lau­ma­na, ca­ci­ca de Hua­ri­na, de quien la plu­ma ra­cis­ta de Par­do tam­ bién se ocu­pó.

In­te­re­sa re­pa­rar en al­gu­nos epí­te­tos que se em­plea­ron pa­ra ata­car a San­ta Cruz. En pri­mer lu­gar se le in­cri­mi­nó su con­di­ción de ex­tran­je­ro. Pe­ro es­ta alu­

De: In­cas sí, in­dios no: apun­tes pa­ra el es­tu­dio del na­cio­na­lis­mo crio­llo en el Pe­rú, segunda edi­ción, Li­ma: Ins­ti­tu­to de Es­tu­dios Pe­rua­nos, 1995, pp. 14-16.

Una se­gun­da in­cri­mi­na­ción sig­ni­fi­ca­ti­ va fue la de “con­quis­ta­dor” o “in­va­sor”. Pe­ro, nue­va­men­te, es­tos tér­mi­nos solo ad­qui­rían la con­no­ta­ción des­pec­ti­va de­sea­da si eran se­gui­dos de ad­je­ti­vos que alu­die­ran a la pro­ce­den­cia in­dí­ge­ na del cau­di­llo. Co­mu­nes fue­ron las alu­sio­nes al “Ale­jan­dro Hua­na­co”, y a “La Je­ta del Con­quis­ta­dor”, ex­pre­sio­nes am­bas de la in­ven­ti­va de Par­do. El de­li­ to no era ser con­quis­ta­dor, si­no que un “in­dio” se atre­vie­se a ser­lo”.

Fue ciudadano de un Estado imaginario o sea del confederal Perú-boliviano, desde 1835 a 1837. Cuando comprobó, en 1838, la defección del Estado Nor-Peruano bajo el mando de Orbegoso y Nieto, volvió a pensar en la segregación del sur, idea que expuso a O’Higgins en una carta que Vicuña Mackenna publicó más tarde (1). En el destierro del Ecuador, sus planes entre 1839 y 1843 no auguraron sino males en relación con el Perú. El programa máximo y el programa mínimo de Santa Cruz. Sus aparentes contradicciones tenían la lógica de la ambición. Cuando se sentía fuerte, sus sueños del poder eran los de aquellos incas legendarios que desde las montañas descendieron a traer al litoral paz, orden y progreso. Entonces se abría al ideal de la "pan-peruanidad", del Gran Perú. Bolivia sería la "Macedonia de América". Si lo golpeaban y humillaban y lo arrinconaban en la meseta, quería, no tanto por venganza como por previsiones de seguridad, al lado de Bolivia, un Perú dividido o impotente. Su programa máximo era el gran Perú fuerte y extenso, es decir, la Confederación, con él como jefe. Su programa mínimo era gobernar en Bolivia; pero a su lado, la bifurcación del Perú en dos Estados y la posible caída del Estado Sur bajo la esfera de la influencia de Bolivia. Tal es la explicación de su conducta política hasta 1839. Desde entonces se ha de acentuar más y más en su vida de proscrito la aproximación exclusiva a Bolivia; y desde lo profundo de su desengaño ha de mirar al Perú como un país enemigo. Ello no ha de servirle de nada. Sea por temor a las complicaciones internacionales que una nueva administración de Santa Cruz podía acarrear (y ahí están los casos de la acción conjunta de los gobiernos del Perú Bolivia y Chile en 1844 y del destierro de Chillán), sea por la previsión y el recelo de los caudillos de la nueva generación, o por otras circunstancias, Santa Cruz, no solo ya no mandó más, sino que ni siquiera logró regresar a su tierra natal. Bien pudo en sus últimos años, repetir la amarga frase de Bolívar "Los tiranos de mi país me la han quitado y ya no tengo patria por la cual sacrificarme". La tragedia de Santa Cruz. Patética tragedia la de este hombre impotente, pero con el ansia inmensa de hacer cosas; con el impulso primario, y no frecuente en nuestra gente, de crear en el tiempo. Pese a todos sus defectos y errores, Santa Cruz dio, al fin y al cabo, a Bolivia y al Perú, siquiera una ráfaga de algo que hubo en su historia prehispánica y aun en su historia colonial y que falta casi permanentemente en la historia republicana: la ilusión de lo grande, el sueño imperial.

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setiembre 1825 [ perú Pese a todos sus]

defectos san martín ycreó errores, la primera santa cruz dio, bandera en al el fin y al cabo, a bolivia puerto de pisco, y al después Perú, siquiera poco de una ráfaga llegar al perú. de la algo que hubo hizo oficial el 21 en suoctubre historia de de 1821, PrehisPánica y mediante un aun enen suelhistoria decreto que colonial y que también disponía falta que éstacasi debía ser Permanentemente de seda o lienzo y en la8historia medir pies de rePublicana: largo por 6 de la ilusión de ancho. lo grande, el sueño imPerial.

[ VIII ] EL FANTASMA BOLIVIANO EN LA VIDA PERUANA HASTA 1860.- El fantasma boliviano gravitó periódicamente sobre la vida peruana desde 1826 hasta convertirse en horrible realidad en 1879; y, con menor volumen, subsiste aún en el siglo XX. Destrozada la Confederación y muerto trágicamente en 1841 el sueño de Gamarra de dominar el antiguo Alto Perú, surgieron varios abortos de tentativas para unir lo que Sucre y Olañeta desunieron. Entre ellas cabe mencionar: 1) El plan de Ballivián de anexar Arica después de la batalla de Ingavi (1841-1845). 2) Las conjuras del mismo caudillo con el peruano José Felix Iguaín en 1846 y 1847 dentro del oculto próposito de crear un Estado hanseático en los departamentos peruanos del sur. 3) La trama supraestatal de Torrico, San Román, Ballivián y Flores en 1849, aún no bien esclarecida, que incluía la segregación de zonas en la región antes aludida. La manzana de la discordia entre las dos Repúblicas fue Arica que en la realidad, distinta de los tatuajes limítrofes, siguió siendo, para muchos, el único puerto de salida y de introducción para los artículos que entraban y egresaban del Altiplano. La dosis alta o baja de las franquicias acordadas por el Perú a este tráfico y el número mayor o menor de exigencias de Bolivia respecto de él fueron (1) Carta de Santa Cruz a Bernardo O’Higgins, Callao, 28 de enero de 1839. Reproducida íntegramente en J. Basadre, La

iniciación de la República, Lima, F. y E. Rosay, 1930, Vol. II, pp. 375-378.

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setiembre MARzO 1825 1841 [[ perú ee.UU. ]

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San Martín creó LA CORTE SuPREMA priMera DECLARAla InOCEnTES bandera enYel A JOSEPH CInqué A puerto de piSco, un GRuPO DE poco deSpuéS de ESCLAVOS AfRICAnOS llegar al perú. la quE SE AMOTInAROn hizoEnoficial el 21 de EL BERGAnTín octubre de 1821,. ESPAñOL AMISTAD Mediante un TRAS EL MOTín, decreto en que DESVIAROn EL el CuRSO taMbién diSponía DE LA nAVE COn LA que éSta debía Ser InTEnCIÓn DE de LLEGAR Seda o Alienzo áfRICAy Medir 8 pieS de PERO TERMInAROn largo 6 de En LOS por ESTADOS ancho. unIDOS, DOnDE SuS CAPTORES LOS EnJuICIAROn POR ASESInATO Y PIRATERíA.

los termómetros para medir la fiebre o la salud entre ambos Estados. Un alza de los derechos de importación o de tránsito por ese puerto creaba un clima nebuloso, la amenaza de un rompimiento. En cambio, una disminución de la tarifa o el libre tránsito traía consigo una aurora. La literatura editada por los deportados y emigrados bolivianos en Tacna podría crear una bibliografía especial. Por otra parte, como no había una buena demarcación sin límites en la zona de la sierra de ambos países, esta vaguedad facilitó invasiones de territorio por una y otra parte, así como choques y fricciones a veces publicitados, a veces inadvertidos por el periodismo. Como tercer factor para los rozamientos apareció la inundación de la moneda feble boliviana, emitida implacablemente por un fisco exhausto, sobre los mercados no solo del sur sino de todo el Perú. Los gobiernos y los caudillos de ambos lado del Titicaca no fueron indiferentes a la política interna del vecino. A veces fomentaron conspiraciones y rebeliones y a veces quisieron gravitar sobre el destino del presidente de turno. Todo ello dejo una cosecha adicional de recelos, de suspicacias y hasta de odios colectivos o personales. En 1853 y 1860 fue auténtica la amenaza de guerra. En el primero de esos años, el Perú reclamó por la inobservancia del tratado suscrito en Arequipa en 1848 que arregló las condiciones para el tráfico de las mercaderías procedentes de o importadas a Bolivia por el puerto de Arica; las invasiones de tropas de ese país; la continuidad en la emisión de la moneda de baja ley, no obstante el compromiso solemnemente contraído de abstenerse de ello; la humillante expulsión del diplomático peruano, verificada entonces por el gobierno de Belzú. La tensión de 1860 se agudizó por el retiro de la legación boliviana en Lima acreditada en 1858, a consecuencia de haberse negado el Gobierno del Perú a enjuiciar a las autoridades del sur que, muy probablemente, favorecieron la expedición encabezada por el general boliviano Agreda contra el régimen del dictador Linares, a su vez personalmente interesado en la caída del presidente peruano Ramón Castilla. Dicho retiro se efectuó en clara violación del convenio verbal estipulado el 27 de enero de 1859. El debate sobre una teórica Confederación Perú-boliviana en 1860. En el mismo año de 1860, José Casimiro Ulloa publicó en La Revista de Lima un estudio sobre el problema peruano-boliviano. Después de enumerar los ingredientes del conflicto, aseveró que ninguno de ellos justificaba una guerra y que, en todo caso, ella no aportaría una solución estable, a la vez que llevaba consigo la certeza de un empobrecimiento estéril de los recursos de ambos países, tan necesarios para usos más positivos. No creía Ulloa que un tratado generoso entre ambos Estados llevaba en sí garantías sólidas contra la desconfianza, los recelos y los conflictos. Otra fórmula posible era neutralizar Arica. Ulloa la consideró acorde con los progresos más recientes del Derecho Internacional y citó, al respecto, ejemplos europeos y del istmo de Nicaragua establecido por el tratado Clayton-Bulver. Al mismo tiempo inauguró (sin duda, con razón) que vendrían incertidumbres y asechanzas que los exiliados políticos de ambas Repúblicas exitarían en ese territorio de incierta o débil soberanía. Planteó enseguida osadamente, la tesis de que un mismo pabellón cubriese ambas fronteras, es decir, la Confederación Perú-boliviana. "Un puente de hierro o un ferrocarril (dijo) habrá borrado la obra nefasta de Bolívar" (aludía a la creación de la República de Bolivia en la que en realidad no hubo una iniciativa del Libertador). Se cuidó muy bien de aclarar que no buscaba la resurrección del "contrahecho ensayo de 1835", ni un amparo bajo "la sombra sangrienta de Santa Cruz". Quería una Confederación espontánea y reflexiva, de libre consentimiento, sin que ninguna de las naciones reunidas sacrificara a la otra su personalidad. Su modelo estaba en la confederación germánica de entonces, cuya dirección suprema era ejercida no por un jefe sino por una dieta. En ella, ambos Estados debían participar con igual representación (1). (1) "La cuestión boliviana", por José Casimiro Ulloa en La Revista de Lima, tomo I, 1860, pp. 560-570.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 25 ]

Un colaborador del diario El Comercio de Lima polemizó con Ulloa. Calificó su proyecto como irrealizable, "parto de la cabeza utópica del más ardiente boliviano". Sus objeciones fueron las siguientes: 1° El proyecto no satisfacía las exigencias del momento histórico. 2° El recuerdo de la Confederación establecida en 1836 era tan amargo que a ningún peruano le era dable apetecerla mientras que todos los bolivianos la detestaban. 3° El Perú no obtendría ventaja alguna con el nuevo sistema. 4° El régimen federal no era aplicable en ese país. 5° La idea lanzada tenía las características de lo inoportuno y lo inadmisible y el Gobierno que la aceptase podría abrir su sepulcro y, a la vez, dar un salto en el vacio. Repuso Ulloa desde La Revista de Lima. Aclaró que él no pretendía una copia de la federación suiza y norteamericana. Se limitaba a buscar una confederación entre dos Estados independientes, sí más objetivo que el de garantizar mutuamente la seguridad interior y exterior, a la manera (volvió a decir) de lo que hicieron 16 soberanos de Europa el 12 de julio de 1806 con el nombre de los Estados Confederados del Rhin y repitieron, después el 8 de junio de 1815, 38 Estados. ¿No podían hacer lo mismo Bolivia y el Perú? ¿Tenían cabezas utópicas y espíritu visionarios hombres como Talleyrand, Meternich, Hakdenberg y demás signatarios del pacto de Alemania? La unión federal era la satisfacción de los agravios recibidos y más aún si una cláusula del pacto la hacía explícita. El problema de los límites quedaría reducido simplemente a una buena demarcación administrativa. Ulloa confesó que no creía en la inmediata efectividad de su plan. Quería preparar a los espíritus, o sea vencer repugnancias preconcebidas. Confiaba en que algún gran hombre diera un golpe de Estado que hiciera avanzar en muchos años a ambas Repúblicas. La mentalidad dominante en el Perú desde 1839 gravitó hasta sobre la del lúcido y audaz publicista. A la administración de Santa Cruz la llamó "pasada y justamente odiosa". "Este no sería un régimen político (dijo) establecido por el sacrificio de nuestra nacionalidad y sostenido en ambas partes por la fuerza de las armas. No sería el imperio despótico de la voluntad de un hombre sobre dos naciones, sino el reinado de la unión más íntima en una sincera alianza que dejaría en pie la autonomía de cada nación". Refutó luego la tesis de que el Perú nada tenía que ganar ligado a Bolivia. Lo que ganaba era la desaparición tanto de las asechanzas constantes de la República vecina como de los sufrimientos de los pueblos del sur con mengua de su progreso industrial y, por ende, del engrandecimiento colectivo. Aceptó que era prematuro el sistema federal en países como los nuestros, aunque lo consideró como el ideal de la democracia. Lo que él buscaba de inmediato era una simple confederación. El dilema, era ante su criterio, el siguiente: o esta fórmula o la conquista. Y en palabras que tienen hoy sabor amargo expresó que ella ya era imposible, "bárbaro medio" empleado solo en los territorios salvajes de África. ¡Pavoroso optimismo para quien recuerde lo ocurrido entre 1879 y 1883 y para quien sepa algo de la historia del mundo en el muy civilizado siglo XX! Por último, Ulloa no estuvo de acuerdo con que la propuesta hecha por él violaba la Constitución. Bajo el imperio de ella habíase suscrito el Tratado Continental de 1856 entre el Perú, Chile y el Ecuador y nadie había dicho que carecía de validez. "La unión Perú-boliviana (terminó diciendo) no es más que otra unión, llamada a realizar el gran Congreso Anfictiónico de las naciones hispanoamericanas que pondrá un límite a las invasiones con que las amenazan las razas absorbentes del norte de la América. La Confederación Perú-boliviana será el preludio de esa vasta confederación continental que profetiza el porvenir a la América Latina" (1). Y con estas palabras el soñador iluso de 1860 se acercó a la futurología actual. Otro colaborador de La Revista de Lima intervino en el debate: el neogranadino próspero Pereira Gamba. Su actitud fue cauta, aunque expresó que las ideas de Ulloa eran razonables,

BErnArdo o´HiGGinS (1778-1842)

Se incorporó a la vida militar de su país en 1813. Sin embargo, las ideas separatistas inculcadas durante sus estudios en Londres (1794-1799) lo llevaron a conspirar contra el Gobierno español. Conoció a San Martín en 1814 y con él preparó al Ejército de los Andes. Luego de la independencia de Chile, ocupó el cargo de jefe supremo hasta 1823, cuando renunció para evitar una guerra civil. Se exilió entonces en el Perú, donde prestó servicios a Bolívar. Murió cuando se aprestaba a regresar a Chile.

(1) "Proyecto de una Confederación", por José Casimiro Ulloa en La Revista de Lima citada, pp. 655-660.

[ CAPÍTULO 25 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ PEREIRA perú ] GAMBA

OfRECIÓ, nO unA San Martín creó SOLuCIÓn la priMera MáGICA SInOenunel bandera DOCuMEnTO DE puerto de piSco, TRABAJO poco deSpuéS de llegar al perú. la PRELIMInAR quE hizo el 21 de BIEnoficial PuDIEROn octubre de 1821, DISCuTIR Mediante un REPRESEnTAnTES decreto el que DEen AMBOS taMbién diSponía ESTADOS. SuS que éSta debía Ser SEnSATAS de Seda o lienzo y REfLExIOnES Y EL Medir 8 pieS de GRAnDIOSO largo por 6 de AunquE SIMPLE ancho. ESquEMA DE uLLOA quEDAROn, PARA REPRODuCIR unAS PALABRAS ADMIRABLES DE BOLíVAR, COMO, LA ACTITuD DEL LOCO quE PRETEnDíA GOBERnAR DESDE unA ROCA LAS OLAS DEL MAR.

justas y provechosas al servicio de un hecho grandioso y trascendental. Ellas necesitaban tiempo para llevarse a cabo; y también una reorganización interna en los dos Estados. Abogó, en vista de lo que expuso, por un tratado con ocho estipulaciones: 1° Satisfacción recíproca y olvido de todas las ofensas desde la época más remota hasta la fecha. 2° Franquicia y libertad del puerto de Arica al servicio de las dos partes contratantes y de todas las naciones del mundo en provecho del comercio y de la concordia bajo la garantía de las que tuvieran agentes diplomáticos en Lima. 3° Fijación de límites arcifinios consultando la equidad y, si esta no era posible, favoreciendo al Perú en compensación del territorio hanseático de Arica. 4° Extradición de reos de crímenes atroces e internación de asilados políticos, cuando conspirasen con armas, real y positivamente, en la frontera. 5° Adopción por ambas partes del sistema decimal en la emisión de la moneda, fijando las condiciones de esta, menos el tipo; y comprometiéndose a no alterar su ley y peso en ningún caso bajo la garantía de los Estados, como lo señalaba la cláusula 2ª. 6° Amortización, a través del Tesoro nacional en una y otra Repúblicas, de toda la moneda feble que se representase por los tenedores dentro del plazo y bajo la multa que se estipulara siendo protestativo en ellas indemnizar o no el perjuicio sufrido por los particulares. 7° Admisión de toda moneda extranjera del orden decimal que fuera legítima y con el peso y la ley señalados en el artículo 5° y relación entre las de oro y las de plata, de acuerdo con el mismo sistema. 8° Descentralización municipal en el distrito de Arica para que este puerto correspondiera mejor al rango en que iba a ser ubicado (1). Pereira Gamba ofreció, no una solución mágica sino un documento de trabajo preliminar que bien pudieron discutir representantes de ambos Estados. Sus sensatas reflexiones y el grandioso aunque simple esquema de Ulloa quedaron, para reproducir unas palabras admirables de Bolívar, como la actitud del loco que pretendía gobernar desde una roca las olas del mar. En aquel mismo instante, este (en lo que concierne al Perú y Bolivia) se embraveció más. Como una respuesta más del mundo de los hechos al mundo de las ideas, el mismo año de 1860 hubo un durísimo intercambio de despachos entre los ministros de Relaciones de ambas Repúblicas y el dictador Linares expidió un decreto cortando toda comunicación con el Perú. "La autonomía de la política (a escrito Paul Ricoeur en 1957) consiste en que ella produce relaciones humanas irreductibles a los conflictos de clases y tensiones económicas y sociales de la sociedad y que, de otro lado, genera males específicos" (2). Ello ocurrió aquí si bien no siempre ocurre; y lo ahora reproducido se halla muy lejos de implicar una absurda o estúpida ceguera ante dichos conflictos y tensiones. La conversión de J.C. Ulloa. En 1889, José Casimiro Ulloa publicó el folleto "Entre el Perú y Bolivia o solución del antagonismo y restablecimiento de la solidaridad" (Lima, imprenta de Torres Aguirre). Para quien recordara su tesis unionista de 1860, debió ser un nuevo testimonio sobre las ideas que con tanta vehemencia formuló entonces. No fue así. Ulloa había palpado lo que aconteció durante 29 años; y, sobre todo, las desastrosas consecuencias del tratado secreto de alianza entre ambas Repúblicas suscrito en 1873. Una vez más, censuró injustamente (conviene repetirlo) en el Libertador "el desgraciado pensamiento de equilibrar el poder de las naciones libertadas por su victoriosa espada, con la división en dos Repúblicas del antiguo imperio de los incas y nuevo Virreinato del Perú". Insistió en las funestas consecuencias que tal distanciamiento produjo. Pero ya no predicó el ilusorio evangelio federalista. Se limitó a refutar, con una pluma incisiva como su bisturete de cirujano, el opúsculo que entonces acababa de editar don Samuel Oropeza en Sucre con el objeto de reivindicar a favor

(1) Próspero Pereira Gamba, "Revista del mes de marzo" en La Revista de Lima citada, pp. 616-618. (2) Citado por Jacques Julliard en su valioso artículo titulado "La Politique" en el segundo volumen del libro Faire de l’histoire dirigido por Jacques Le Goff y Pierre Nova, París, Gallimard, 1974. Dicho volumen se titula "Nouveles approches". Lo precede el que lleva como nombre "Nouveaux objets".

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 25 ]

de Bolivia una gran porción de territorio comprendido entre los departamentos de Cuzco y de Puno, así como nada menos que 9 grados de la costa meridional, desde el río Tambo hasta el río Loa. Ulloa dio aquí, en 124 páginas, una lección sobre los títulos de propiedad de las nacionalidades estatales americanas; y, más concretamente acerca de los límites entre el Perú y Bolivia de la costa a las regiones del interior. Su monografía, ignorada hasta ahora por los especialistas en tan debatido problema, fue un modelo de erudición y de lógica. No solo se basó en documentos de la Corona española, en las jurisdicciones eclesiáticas, en normas emanadas de las autoridades americanas; sino también en el factor que razas, religiones e idiomas representan y en la tesis de "las fronteras nacionales" sustentada por Emilio Girardin. Como solución, indicó la línea que, a su juicio era la más conveniente. En lo que atañe a la costa, insistió mucho que, desde un punto de vista jurídico e histórico, la República erigida por Sucre y por Alañeta no la tuvo nunca. Además, la guerra con Chile había creado una situación de hecho. Las reivindicaciones imaginadas por Oropeza sobre parte de la costa del Pacífico a favor de su país desde el río Tambo hasta Arica, carecían totalmente de fundamentos. Lo único posible venía a ser, por lo tanto, a su juicio, la celebración de "arreglos aduaneros que faciliten y den toda clase de franquicias al tráfico mercantil entre el Perú y Bolivia por nuestros puertos de Mollendo y Sama". Ocupada Arica por Chile, en virtud del tratado peruano-chileno de Ancón en 1883, Ulloa no mencionó el artículo 3° de dicho pacto según el cual esa posesión debía estar limitada a un plazo de diez años. Tal vez intuía que el puerto de Arica ya no iba a ser devuelto al Perú. De todos modos al abandonar la tesis de la unión peruano-boliviana que él formuló en 1860, Ulloa, mediante su enérgica defensa de los títulos nacionales en el diferendo con la República del Altiplano en 1889, efectuó un acto de contrición. Se había doblegado ante una triste realidad histórica.

JOSé BALLIVIÁN (1804-1852)

Durante la invasión de Agustín Gamarra a Bolivia, el país del sur tenía tres regímenes paralelos. De los tres caudillos en disputa, Ballivián logró hacerse del poder y proclamarse presidente de Bolivia (1841-1847). Luego de la victoria de Ingavi, instauró un gobierno dedicado a la creación de instituciones como el ejército, escuelas, universidades, entidades públicas, etcétera.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

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[ tomo 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] I Sig­ni­fi­ca­do de la Res­tau­ra­ción Ba­lan­ce de las co­rrien­ tes doc­tri­na­rias has­ta1839 ● El Con­ gre­ so de Huan­ ca­ yo. Sus pre­ mios y cas­ti­gos ● La re­for­ma ju­di­cial ● Los se­cues­tros a los con­fe­de­ra­les y a Or­be­go­so y sus par­ti­da­rios ● El es­pí­ri­ tu de Huan­ca­yo ● El na­cio­na­lis­mo de Huan­ca­yo ● El Con­gre­so de Huan­ca­yo, el ame­ri­ca­nis­mo y las re­la­cio­nes con Es­pa­ña ● Lon­ge­vi­dad de la Cons­ti­tu­

capítulo 26 ●



ción del 39 ● La ley elec­to­ral de 1839 ● II Le­ga­li­za­ción de la Pre­si­den­cia de Ga­ma­rra ● III La Es­cue­la Cen­tral de Ma­ri­na y la Es­cue­la Náu­ti­ca de Pai­ta. La po­bre­za na­val ● El au­to­ri­ta­ris­mo jo­ven con­tra los hom­bres de Huan­ca­ yo. La “Re­ge­ne­ra­ción” ● Vic­to­r ia de Vi­van­co en Ca­cha­mar­ca ● Vic­to­ria de Cas­ti­lla en Cue­vi­llas. Fin de la “Re­ge­ ne­ra­ción”. Eje­cu­ción de Va­len­tín Bo­za ● Los de­c re­tos del re­ge­ne­r a­dor.

LA RESTAURACION: EL ESCENARIO NACIONAL El Congreso, la carta de Huancayo y los jóvenes de la regeneración. El olvido naval

[26]

CAPÍTULO

S

[I] IGNIFICADO DE LA RESTAURACION.- Después de la derrota de Napoleón se inició en Fran-

cia el período de la Restauración. La caída de Santa Cruz significó la vuelta al Estado peruano, tal como había estado constituido antes de 1836; y este período, en el Perú y Bolivia recibió idéntico nombre. Pero más que una "restauración" lo que hubo en 1839 fue una "consolidación". Porque en 1839 quedó aclarado que el Perú sería, en el futuro, el Perú. Hasta entonces el país había vivido periódicamente bajo la sensación íntima de la transitoriedad de sus instituciones. Solo en 1824 habíase ganado la guerra de la Independencia. Entre 1824 y 1826, Bolívar había soñado con que la Confederación de los Andes, incluyera a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Erigida de nuevo formalmente la República peruana en 1827, la invasión del ejército nacional en Bolivia, a la que siguió la guerra con Colombia, puso bien pronto otra interrogación sobre el futuro. Definidos desde 1829 los límites del norte, si no en detalle, por lo menos en sus líneas generales, se planteó, en forma visible o subterránea, según las circunstancias, el problema de Bolivia. ¿Sería anexada al Perú? ¿Absorbería, si no la totalidad del territorio peruano, al menos una parte del sur? ¿Formaríase un nuevo Estado con derechos equivalentes para las partes que lo integraran? Precisamente, la sangre derramada en Ancash en enero de 1839 escribió la respuesta. Bien es verdad, que con un criterio exacto, este primer período de la República concluye todavía dos años después, en la batalla de Ingavi, al fracasar el anhelo de que el Perú dominase a Bolivia. Pero la aventura que terminó en Ingavi no fue, en el fondo, sino una pasajera desviación del cauce puesto a los acontecimientos y las cosas en 1839. Este año viene a ser, pues, el anuncio y el anticipo de este Perú definido y seguro que simbolizó, en horas cenitales, Ramón Castilla. Como era inevitable dentro de las mecánicas de las revoluciones hispano-americanas, fue el caudillo triunfante, presidente de la República primero con carácter provisorio y luego con el simulacro de una consagración electoral. En este caso, el gran mariscal don Agustín Gamarra (julio de 1840). El aspecto legislativo y constitucional del segundo gobierno de Gamarra está representado por el Congreso que sesionó en Huancayo, en vista de que el ejército chileno aún ocupaba Lima mientras se aprestaba para la repatriación; y por la Constitución dictada el 10 de noviembre de 1839.

BALANCE DE LAS CORRIENTES DOCTRINARIAS HASTA 1839.- Al realizarse la independencia hispanoamericana había tres modelos de Constitución: el liberal de la Revolución Francesa y de la revolución americana del nor te, el monárquico constitucional surgido en Inglaterra y el cesarista personalizado en Napoleón durante la época consular con su antecedente en Julio César. Esta última fórmula era la de un dictador con fuer tes poderes sobre base democrática. Hubo tentativas para introducir los tres sistemas en el Perú: la monarquía constitucional fue intentada por San Mar tín; el liberalismo puro estuvo representado por la Constitución de 1823 y el cesarismo surgió tres años después con la Constitución bolivariana que consagró la Presidencia vitalicia.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 26 ]

La monarquía no llegó a ensayarse. La Constitución bolivariana fue derribada en 1827. La Constitución del 23, tampoco prosperó; pero aunque fueron más moderados, sus principios se mantuvieron en 1828 y 1834. El Perú había tenido hasta 1839 tres asambleas constituyentes propiamente dichas; si bien eran las intentonas de organización institucional política. La primera de ellas, auspiciada por San Martín y de inspiración monárquica, fracasó, como se ha dicho, antes de concretarse. La segunda correspondió al primer Congreso nacional autor de la Constitución republicana liberal de 1823. La tercera fue el trasplante de la Constitución escrita para la República de Bolivia por Bolívar; trasplante que llevase a cabo en 1826, por medio de los colegios electorales. La cuarta viene a ser el Congreso Constituyente de 1827, autor de la Carta política de 1828. La quinta emergió con la Convención Nacional de 1833-1834, de la que surgió la Constitución de 1834. La sexta estuvo integrada por las asambleas de Sicuani y de Huaura, que prepararon el camino de la Confederación Perú-boliviana, erigida en Tacna por un pequeño grupo de plenipotenciarios nombrados por Santa Cruz. Seis intentonas de regímenes constitucionales en 18 años: tres liberales (1823,1828 y 1834) y tres autoritarias (1821, 1826, 1836). Las liberales, fruto de asambleas constituyentes. Las autoritarias derivadas de la fuerte personalidad de un caudillo. Desde 1821 hasta 1836, tres figuras dominantes –San Martín, Bolívar, y Santa Cruz– habían actuado con planos distintos y dentro de concepciones políticas que no tienen sino un solo denominador común: el autoritarismo, es decir, la búsqueda del orden como base para el progreso, aunque implicara la restricción de la libertad. Y los tres caudillos habían sido tachados de extranjeros. Y ninguno de ellos había podido ver la maduración de su sueño en la realidad. Verdad es que ofrecía un saldo mejor el balance de los tres conatos liberales. Los tres correspondieron a una misma generación y a un mismo ambiente netamente peruanos, y se hallaron bajo la dirección de una misma mentalidad. El primero, el de 1823, otorga su partida de bautismo a la República. El segundo, el de 1827-1828, podría calificarse como el esbozo de una República altamente descentralizada. El tercero, el de 1833-1834, se orienta hacia la concepción de una República antimilitarista. Así, pues, la lucha para abatir el monarquismo domina a la asamblea de 1823, por lo menos en sus albores; la crítica contra el centralismo señala la máxima actitud de los debates de 1827-1828; y la reacción adversa al militarismo inspira las más importantes alteraciones que la Convención del 33-34 hace en el texto del 28. La realidad había contradicho violentamente a los textos del 23, el 28 y el 34. El 23, por una involuntaria ironía, casi al mismo tiempo que el Congreso terminaba con la Constitución, confería el poder dictatorial a Bolívar. El 29, un año después de la segunda Carta liberal, habíase encaramado en el poder el militarismo de Gamarra, para dejarla en vigencia nominal o intermitente, o incompleta. El 34, el presidente Orbegoso había necesitado durante un tiempo las llamadas "facultades extraordinarias", y al alborear el año siguiente había irrumpido la dictadura de Salaverry. Bolívar, Gamarra, Salaverry, he aquí las respuestas de la realidad a los ensueños constitucionales del 23, del 27-28 y del 33-34. A los cinco años de la última asamblea constituyente elegida normalmente y después de cuatro años de guerra civil e internacional, tan devastadora como la emancipación, se reunió el Congreso de Huancayo que fue convocado conforme a la ley eleccionaria de 1834.

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setiembre 1825 [ perú ] SEIS InTEnTOnAS

DE martín REGíMEnES san creó COnSTITuCIOnALES la primera En 18 AñOS: bandera en el TRES LIBERALES (1823, puerto de pisco, 1828después Y 1834) de Y TRES poco llegar al perú. la AuTORITARIAS hizo 21 (1821,oficial 1826,el1836). de octubre de 1821, LAS LIBERALES, mediante un fRuTO DE decreto en el que ASAMBLEAS también disponía COnSTITuYEnTES. que ésta debía ser LAS AuTORITARIAS de seda o lienzo y DERIVADAS DE LA medir 8 pies de fuERTE largo por 6 de PERSOnALIDAD DE ancho. un CAuDILLO.

EL CONGRESO DE HUANCAYO. SUS PREMIOS Y CASTIGOS.- La instalación de este Congreso convocado para "hacer cuanto crea conveniente al arreglo y felicidad del país" fue bajo la presidencia de Manuel Ferreyros y tuvo lugar el 15 de agosto de 1839. Encargó la flamante Asamblea Legislativa el Poder Ejecutivo a Gamarra bajo el nombre de ”presidente provisorio de la República”. Aprobó sus actos administrativos desde que se invistió del mando supremo. Le concedió los títulos

[ CAPÍTULO 26 ] PERÍODO 1

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MANUEL FERREYROS (1793-1872)

Fue uno de los firmantes del Acta de la Independencia y resultó elegido diputado por Cuzco en el primer Congreso. Durante su vida política ejerció diversas funciones, una de las más importantes fue su gestión como director general de Aduanas. Ejerció, además, la cartera de Relaciones Exteriores en tres oportunidades: 1835, 1839-1841 y 1849-1851.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 18 ]

de ”restaurador del Perú” y ”generalísimo de las fuerzas del mar y tierra” con el sueldo permanente de presidente de la República; le obsequió una espada de oro y brillantes; mandó colocar su retrato en las salas del Congreso, del Palacio de Gobierno y del Consejo de Estado. Votó una acción de gracias a Chile por su cooperación bélica contra Santa Cruz. Confirió, según ya se ha visto, diversos premios y honores a los auxiliares chilenos, a los peruanos vencedores de Yungay y a todos los que habían participado en la campaña. El 20 de enero debía celebrarse solemnemente en todos los pueblos de la República. Los generales, jefes y oficiales que actuaron allí disfrutarían de la mejora de un tercio en sus sueldos y los soldados un peso mensual de sobresueldo. Aparte de la medalla ya decretada por Gamarra, debía haber otra para los generales, jefes, oficiales y soldados que hicieron la campaña de la Restauración y para los prisioneros en territorio boliviano con la inscripción: "El Congreso a los restauradores de la patria". A todos los que actuaron en esa campaña se les concedió también mejoras de haberes. La suma de 500 mil soles fue fijada para ser distribuida en el ejército chileno e igual cantidad entre los generales, jefes y soldados peruanos vencedores en Yungay y también entre quienes el Ejecutivo considerase que habían prestado servicios a la causa nacional. Los deudos de los muertos en la batalla recibieron, asimismo, concesiones especiales que se extendieron a los prisioneros en Mojos, Chiquitos, Carabaya y demás lugares de castigo y a los emigrados y deportados al extranjero. Otra ley mandó celebrar exequias religiosas por Salaverry y las otras víctimas de Yanacocha y Socabaya; ordenó, además, la erección de un mausoleo para los restos de dicho general y concedió a su viuda el goce de sueldo íntegro de general de división. Santa Cruz fue declarado "enemigo capital del Perú"; se le privó de sus derechos, honores y empleos y el que lo aprehendiere y lo entregara vivo o muerto sería calificado como benemérito y con derecho a la recompensa "que el Gobierno tenga a bien señalar por tan importante servicio a la causa de América". En cambió quienes facilitasen su evasión debían ser incursos en las penas de los traidores. Orbegoso recibió el título de traidor a la patria, quedó privado de sus derechos políticos y de sus honores y empleos y puesto fuera de la ley asignándosele también la categoría de benemérito a la patria a quien entregase a su persona. La declaratoria de nulidad recayó sobre el tratado de 15 de junio de 1835 entre el "insigne traidor" y el "enemigo capital del Perú", así como todas las resoluciones expedidas por las asambleas de Sicuani y Huaura cuyos miembros quedaron privados de sus derechos políticos; la ley respectiva dijo, además, que la nación no reconocía el carácter, la representación, la autoridad o el contenido de ninguno de los actos del invasor ni de los que hubiesen emanado de ellos. Quitó, además, el Congreso de Huancayo sus destinos militares y civiles a los que colaboraron con la Confederación y derogó hasta las provisiones hechas en esa época en los coros de las catedrales. Se adelantó a dictar severas medidas contra quienes osaran intentar sublevaciones, y permitió hasta el secuestro de sus bienes. Con ello no hizo sino proseguir la línea del decreto dado por Gamarra en Huancayo el 26 de julio de aquel mismo año de 1839 y ratificado por su ministro Castilla que ordenaba costear los gastos ocasionados con motivo de la represión por los desórdenes fomentados por los emigrados con los bienes de los autores o conductores de dichos trastornos. Todavía era más perentoria la segunda parte del mismo decreto: "Los que mantengan correspondencia con los emigrados y los que la conduzcan y no la entreguen o remitan al prefecto del departamento serán reputados por sediciosos y comprendidos en el artículo anterior". La Constitución de 1834 fue declarada insubsistente (Ley de 23 de agosto de 1839). Poco después de funcionar el Congreso puso como única base para la nueva Carta política "la forma de gobierno popular representativo consolidado, en la unidad, responsable y alternativo, delegando su ejército en los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial". Al expedir la Constitución dio una ley de amnistía. Ella conmutó la pena capital en cualquiera otra, para los delincuentes sentenciados y a los procesados. Redujo a la mitad la condena de quienes habían sido enviados a presidio, destierro, depósito o estuvieran bajo la seguridad dentro o fuera de la

República. Ordenó la libertad de los presos de menor significación. Autorizó el regreso de los emigrados, salvo muy pocos, con la condición de que dieran garantía de su buen comportamiento. Rehabilitó a los miembros de las asambleas de Sicuani y Huaura, indultó a los militares presos, a los desertores y a los dispersos. Permitió el regreso a sus casas a los que, dentro de la República y sin ser militares, estuviesen fuera del lugar de su residencia por medidas gubernativas y causas políticas previa una fianza de su conducta. El Congreso concluyó sus labores en la misma ciudad de Huancayo el 29 de noviembre de 1839. Tres meses de deliberaciones para dar un nuevo régimen constitucional al país venían a ser un plazo inusitado y brevísimo, comparado con la locuacidad de las asambleas liberales de 1822, 1827 y 1834. Con la profunda similitud que paradojalmente suelen tener entre sí los enemigos, se pareció la Asamblea de Huancayo más bien a las opacas reuniones santacrucinas de Sicuani y Huaura. Como ellas aparece ante la historia como un Congreso "congelado" y "monolítico", es decir, sin mayoría ni minoría divididas por radicales diferencias ideológicas.

LA REFORMA JUDICIAL.- Una de las expresiones de la tendencia drástica de la Restauración estuvo en los decretos y leyes sobre el Poder Judicial. Gamarra, como presidente provisorio, hizo algunos nombramientos en ese ramo. Las leyes de 10 y 13 de setiembre de 1839, expedidas por el Congreso de Huancayo, lo autorizaron para nombrar, trasladar y remover al personal de la magistratura cuando lo exigiese la conveniencia publica. El decreto de 26 de setiembre del mismo año, refrendado por el ministro Benito Laso, señaló la nueva lista de los vocales y fiscales de la Corte Suprema, de las cortes superiores de Lima y Arequipa y de los jueces de alzada del Consulado. Para un decreto separado quedaron aplazados los arreglos en relación con la Corte de La Libertad y los juzgados de primera instancia de la República (decreto de 8 de noviembre de 1839). En cuanto a la Corte Suprema fue ratificado el decreto de 1° de marzo de 1839. Su personal quedó compuesto por Mariano Alejo Álvarez, Nicolás Aranívar, Justo Figuerola, Santiago Corbalán, José Freyre, Benito Laso, José Maruri de la Cuba y el fiscal Manuel Pérez de Tudela. La fuerza militar alteró más tarde nuevamente el orden existente en el Poder Judicial en el país, después de que emergieron regímenes políticos en 1855, 1866 y 1930. LOS SECUESTROS A LOS CONFEDERALES Y A ORBEGOSO Y SUS PARTIDARIOS.- La Restauración implantó de hecho una política de secuestros a los bienes de los partidarios principales de la Confederación, así como a los de Orbegoso y sus amigos políticos. Como ya se ha anotado, el general Francisco de Vidal narra en sus memorias: "El 24 de enero de 1838 fui nombrado por el gobierno provisorio (de Gamarra) prefecto y comandante general del departamento de Junín. Se me ordenó por este, confiscase todo los bienes de don Miguel Otero y de todas aquellas personas que habían servido a la Confederación, más como esta disposición la encontrase injusta y temeraria, hice a S.E. la observación… La contestación de S.E. fue que cumpliese las órdenes que a su nombre ya había dado el secretario general que lo era el señor general Castilla, así es que, contra mis sentimientos, procedí a embargar al señor Otero setenta y tantas labores que tenía en distintas minas, varias haciendas, gran cantidad de metales en estado de incorporación, sus almacenes surtidos de útiles para sus operarios y muchos frascos de azogue, ascendiendo todo según el inventario de los peritos que nombré a cerca de 2 millones de pesos, pues este señor era entonces el minero más fuerte de Pasco".

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setiembre 1825 [ perú ] EL COnGRESO

COnCLuYÓ SuS san martín creó LABORES la primera En LA MISMA CIuDAD DE bandera en el HuAnCAYO EL 29 puerto de pisco, DE nOVIEMBRE poco después de DE 1839. TRES MESES llegar al perú. la DE hizo oficial el 21 DELIBERACIOnES de octubre de 1821, PARA DAR mediante un un nuEVO en RéGIMEn decreto el que COnSTITuCIOnAL también disponía AL PAíS, VEníAn que ésta debía ser A SER unoPLAzO de seda lienzo y InuSITADO medir 8 pies deY BREVíSIMO, largo por 6 de COMPARADO COn ancho. LA LOCuACIDAD DE LAS ASAMBLEAS LIBERALES DE 1822, 1827 Y 1834.

EL ESPÍRITU AUTORITARIO DE HUANCAYO.- Cuando se formularon los textos liberales de 1823, 1828 y 1834 imperaba el recuerdo de la Colonia, "de la ominosa cadena", que "el peruano

[ CAPÍTULO 26 ] PERÍODO 1

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La constitución de Huancayo, el triunfo del autoritarismo El historiador estadounidense Charles Walker ha estudiado la figura de Gamarra desde una perspectiva regional, con especial atención en el Cuzco, centro de su poder. La siguiente cita habla sobre la actuación política del caudillo y su significación histórica.

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período 1

[ capítulo 26 ]



A tra­vés de más de una dé­ca­da y me­dia de cons­pi­ra­cio­nes, coa­li­cio­ nes, gol­pes y cam­pa­ñas mi­li­ta­res, Ga­ma­rra lle­gó a ubi­car­se co­mo el con­ ser­va­dor más pro­mi­nen­te del Pe­rú a ini­cios de la Re­pú­bli­ca. Rá­pi­da­men­te se unió a los opo­si­to­res de Bo­lí­var, quien lo ha­bía nom­bra­do pre­fec­to del Cuz­co, y a fi­nes de la dé­ca­da de 1820 di­ri­gió las ac­ti­vi­da­des con­tra los li­be­ra­les. En 1829 asu­mió la pre­si­den­cia, la que man­tu­vo has­ta 1833. La de­rro­ta de San­ta Cruz en 1838 y el re­tor­no de Ga­ma­rra a la pre­si­den­cia cons­ti­tu­ye­ron el pun­to más al­to de los con­ser­va­do­res pe­rua­nos. La cons­ti­tu­ción de 1839, a la que Pa­blo Ma­ce­ra cla­si­fi­ca­ra co­mo “el más ver­gon­zo­so do­cu­men­to de la his­ to­ria re­pu­bli­ca­na del si­glo XIX”, de­fen­ día la es­cla­vi­tud y el po­der cen­tra­li­za­do en el Pre­si­den­te, y eli­mi­na­ba cual­quier re­ma­nen­te de re­for­ma so­cial. El pre­si­ den­te Ga­ma­rra apo­ya­ba to­das las cau­ sas que eran co­mu­nes a los con­ser­va­ do­res del si­glo XIX: po­lí­ti­cas co­mer­cia­ les pro­tec­cio­nis­tas, se­ve­ras me­di­das de con­trol so­cial, ins­ti­tu­cio­nes cen­tra­lis­tas y un dis­cur­so xe­no­fó­bi­co. Y, por otro la­do, la coa­li­ción de Ga­ma­rra en el Cus­ co de­mos­tró una ca­rac­te­rís­ti­ca no­ta­ble de la po­lí­ti­ca de ini­cios del Pe­rú re­pu­

bli­ca­no: las fir­mes co­ne­xio­nes en­tre los mo­vi­mien­tos re­gio­na­les y los mo­vi­ mien­tos na­cio­na­les. En su ges­tión en Cuz­co, en Li­ma co­mo pre­si­den­te, o en to­do el país y sus fron­ te­ras du­ran­te sus nu­me­ro­sas cam­pa­ñas mi­li­ta­res, Ga­ma­rra per­pe­tuó un ras­go cen­tral de su mo­vi­mien­to: el au­to­ri­ta­ ris­mo. Él y sus se­gui­do­res cul­pa­ban de los ma­les del país a ins­ti­tu­cio­nes in­de­ ci­sas e ina­pli­ca­bles co­mo el Con­gre­so o las jun­tas de­par­ta­men­ta­les, y plan­tea­ ban que la so­lu­ción era Ga­ma­rra, un go­ber­nan­te fuer­te y efi­cien­te. Por ejem­plo, en una ob­se­quio­sa car­ta a es­cri­ta a Bo­lí­var en 1826, Ga­ma­rra se­ña­la­ba que: “Los pue­blos no quie­ren teo­rías im­prac­ti­ca­bles; quie­ren sa­lir de la po­bre­za y des­can­sar de la gue­rra que los ha opri­mi­do. La li­ber­tad que con­sis­ te en ha­blar y es­cri­bir sin tra­bas es in­sig­ni­fi­can­te pa­ra la pre­sen­te ci­vi­li­za­ ción. En una pa­la­bra: La Amé­ri­ca en­te­ra ne­ce­si­ta de un Go­bier­no vi­go­ro­so y pa­ter­nal”. De: Tú­pac Ama­ru a Ga­ma­rra: Cus­co y la for­ma­ción del Pe­rú re­pu­bli­ca­no, 17801840, Li­ma: Cen­tro Bar­to­lo­mé de Las Ca­sas, 1999, p. 187.

oprimido" arrastrara "largo tiempo". Pero en 1839, después de haber sido desgarrados los textos liberales después de la espantosa pesadilla de las guerras internacionales y civiles, predominaba otra aspiración: el anhelo de orden y de paz. Parecía que lo necesario era fortalecer el Estado, pues con el Estado robusto, vendría el progreso y todo lo demás llegaría por añadidura. Por eso la comisión que en el Congreso de Huancayo preparó el texto de la nueva Carta política (a cuya cabeza figuró Fernando Soffia, periodista vibrante desde los días de la primera administración de Gamarra) mencionó, al presentar su proyecto "los horrores de la anarquía y de la revolución" como premisa para la urgente necesidad que ”en consecuencia tiene el Perú de una ley fundamental que lo preserve en lo sucesivo de iguales desastres". Es así como la Carta de Huancayo representa una novedad en la historia constitucional peruana: es la primera Carta de contenido autoritario elaborada en el país; mejor dicho, es el primer exponente constitucional de un autoritarismo nacionalista. En otras palabras, es el reflejo de un país cansado después de un largo desangrarse. Cabe estudiar el autoritarismo de Huancayo, desde los siguientes puntos de vista: 1° El reforzamiento del Poder Ejecutivo; 2° La supresión de los organismos locales; 3° La reducción de los derechos individuales; 4° La hostilidad a la juventud y a los pobres. El reforzamiento del Poder Ejecutivo tenía múltiples aspectos. El mandato del presidente de la República fue ampliado de cuatro a seis años. A diferencia de la Carta chilena de 1833, no fue aceptado, en cambio, el principio de la reelección que permitió la existencia de tres presidentes entre 1830 y 1860: Prieto, Bulnes y Montt. Quedó suprimida la posibilidad de la acusación contra el presidente por obra del Congreso, autorizada en las dos Constituciones anteriores, cuando se tratara de infracciones; salvo el caso de un ataque a la independencia y unidad del país. Entre las atribuciones presidenciales fueron incluidas: suspender por cuatro meses a lo más y trasladar a cualquier funcionario del Poder Judicial, cuando a su juicio lo exigiera la conveniencia pública; nombrar, con aprobación del Senado y, en su receso, con la del Consejo de Estado, agentes diplomáticos y removerlos a su arbitrio; celebrar concordatos conforme a las instrucciones del Senado; remover a los vocales de la Corte Suprema con el voto unánime del Consejo de Estado, a los de las superiores con el de los dos tercios, a los jueces de primera instancia con la pluralidad absoluta. Otra muestra del robustecimiento del Poder Ejecutivo puede ser hallada en el artículo que encomienda al Consejo de Estado la atribución de conceder a aquel las llamadas "facultades extraordinarias", es decir, el poder de suspender las garantías constitucionales durante un tiempo determinado. Este otorgamiento debe ser hecho según las constituciones de 1828 y 1834 por el Congreso. El presidente de la República no podía trasmitir las facultades extraordinarias (Orbegoso había trasmitido las suyas a Santa Cruz cuando imperaba la Carta de 1834). La Vicepresidencia, suprimida en 1834, fue suprimida también en 1839. El presidente del Consejo de Estado, reemplazaba al presidente de la República. Era el Consejo de Estado un organismo asesor cuyos miembros provenían de la elección del Congreso dentro o fuera de su seno; y correspondía también al Congreso la elección no solo del presidente de dicho Consejo, sino también de sus dos vicepresidentes. Por lo tanto, según la Constitución de 1839, hubo hasta tres vicepresidentes de la República: el primer vicepresidente: el presidente del Consejo de Estado. Segundo vicepresidente de la República: el primer vicepresidente del Consejo de Estado. Tercer vicepresidente de la República: el segundo vicepresidente del Consejo de Estado. Y lo curioso fue que surgió un momento en que entraron en conflicto los tres vicepresidentes, pues su presencia simultánea contribuyó a complicar los sucesos de 1842. El Congreso debía tener reuniones bienales. El Senado quedó compuesto de 21 miembros, distribuidos en los departamentos por la ley de elecciones. La supresión de los organismos locales se revela mediante el silencio de la Constitución con respecto a las municipalidades (dichos consejos fueron restablecidos en 1853 como dependencias del Ejecutivo); la no existencia de las juntas departamentales, y la creación de los intendentes

FRANCISCO DE VIDAL (1800-1863)

Conocido como el “primer soldado del Perú”, se enroló en el ejército independentista a corta edad, bajo el mando de San Martín. En 1833 fue elegido diputado por Lima y debió sofocar una revolución iniciada por Salaverry en La Libertad. En 1842 asumió la Presidencia de la República, pero solo brevemente ya que fue depuesto por Vivanco.

[ CAPÍTULO 26 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ perúREquISITOS ] COMO

LA San MartínDEcreó CIuDADAníA la priMera PuSObandera LA CARTA: en el SABERde LEER Y puerto piSco, ESCRIBIR poco deSpuéS de llegar al perú. la (ExCEPTO LOS hizoInDíGEnAS oficial el 21 de Y octubreHASTA de 1821, MESTIzOS Mediante un 1844 En LAS decreto en el que POBLACIOnES taMbién diSponía DOnDE nO que éSta debía Ser HuBIESE ESCuELAS Seda o lienzo y DEdeInSTRuCCIÓn Medir 8 pieS de PRIMARIA) Y largo por 6 de PAGAR ALGunA ancho. COnTRIBuCIÓn.

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[ CAPÍTULO 26 ]

de policías, funcionarios administrativos con facultades judiciales, ejecutivas y de seguridad pública, nombrados por el Gobierno Central y convertidos en los únicos órganos de autoridad local. La reducción de los derechos individuales presenta diversas facetas. Al señalar el artículo 5° como peruanos de nacimiento a los "hombres libres nacidos en el Perú", dejó tácitamente reconocida la esclavitud, si bien el artículo 155 decía que nadie nace esclavo en el Perú. Como un corolario de este artículo, la ley de 24 de diciembre de 1839 ordenó que los hijos de esclavos declarados libres por decreto de 12 de agosto de 1821, quedaban bajo el patronazgo de los amos de sus padres hasta la edad de los 50 años. Los patrones podían ceder su patronazgo por cualquiera de los medios señalados por las leyes para la transmisión de los derechos. Como requisitos de la ciudadanía puso la Carta: saber leer y escribir (excepto los indígenas y mestizos hasta 1844 en las poblaciones donde no hubiese escuelas de instrucción primaria) y pagar alguna contribución. Entre las causas de la suspensión de la ciudadanía fue incluida la tacha de deudor quebrado. El hecho de rebelión con armas o sedición popular contra el Gobierno y autoridades constituidas hacía perder la ciudadanía. Al mismo tiempo, la posesión de una renta mínima fue exigida para ser diputado o senador, con lo cual fue suprimida la autorización especial concedida por las Constituciones anteriores a los profesores. "Más importante es la renta que la ilustración" (comentaba años después, Toribio Pacheco) sin atender a que hay rentas morales y rentas intelectuales. Aquí el reaccionarismo de los legisladores peruanos se inspiraba en el modelo francés. Era un intento de ir a una "República censitaria", o sea, de crear un "país legal". "Enriquecéos por el trabajo y el ahorro" hubieran podido ellos responder, como Guizot, a quienes censuraban las taxativas puestas para ser elegido. Mas dichas taxativas (a diferencia del modelo francés) no llegaban a los electores mismos, ya que los indios pagaban su contribución propia y el requisito de saber leer y escribir para poder votar fue postergado hasta una fecha posterior. Prácticamente, pues, el sufragio era universal, según el texto de la Constitución, en contraste con la Carta política chilena de 1833 según la cual para el ejercicio de este derecho era necesario saber leer y escribir y poseer una capital raíz o un capital de giro. Véase más adelante el acápite sobre la ley electoral. Otra nota resaltante en la Carta de Huancayo fue la hostilidad a la juventud. Esa hostilidad encarnaba la reacción del viejo Gamarra y de sus veteranos contra el espíritu efervescente que había tenido su símbolo en Salaverry que entonces, sin sus características de fogosidad combativa, pero con análogas aspiraciones a una transformación radical, se encarnaba en Vivanco. La ciudadanía fue concebida a los 25 años; la aptitud para ser diputado, a los 30; la aptitud para ser senador, consejero de Estado, ministro o presidente de la República, a los 40 (Vivanco tenía entonces 33). Toribio Pacheco dijo años más tarde que si Balzac había hecho en una novela el elogio de la mujer de 30 años, en el Perú había que hacer el elogio del cuarentón. La edad mínima para la Presidencia de la República según la Constitución chilena de 1833 era 30 años. Es inexacto afirmar que aquí no se trataba sino de una imitación francesa. Aunque la imitación hubiera existido, habría correspondido a un problema criollo inmediato. Que se trataba de una querella nacional entre viejos y jóvenes, lo revelan muchos testimonios de la época, aparte del de Pacheco, como por ejemplo el de José Casimiro Ulloa, en su folleto El Perú en 1853, acerca del cual se hablará más adelante. Varios fueron los artículos incluidos en la Constitución de 1834 de tendencia individualista, que la de 1839 suprimió. Estuvieron entre ellos, la necesidad de una previa condena judicial para producir la deportación, el principio de habeas corpus, el juicio de residencia para los funcionarios y una serie de previsiones y sanciones contra los abusos propios del militarismo. La rebelión con armas fue considerada como una causa para la pérdida de la ciudadanía.

EL NACIONALISMO DE HUANCAYO.- Al lado del autoritarismo, tuvo la Constitución de 1839 como vigorosa característica el nacionalismo. La nación no podía hacer pactos que se opusieran a la independencia y la unidad. La forma de gobierno era inalterable. La aprobación del Poder Legislativo debía seguir a los pactos que se celebraran con potencias extranjeras. El extranjero que adquiriera propiedades en la República sería equiparado, en cuanto a sus obligaciones, a los ciudadanos peruanos. Para dar empleo a los extranjeros aparecía como requisito necesario el acuerdo del Consejo de Estado. El acto de contraer matrimonio en el Perú implicaba la naturalización. Para ese nacionalismo había razones comprensibles. Era el rescoldo de cuatro años de guerras civiles e internacionales, en las que soldados de dos naciones vecinas habían luchado en suelo peruano; y era el contraste vivo con el régimen que acababa de ser derribado, régimen no solo sostenido por las bayonetas bolivianas sino también por el oro inglés.

HUANCAYO Y LA CONSTITUCIÓN DE 1839

EL CONGRESO DE HUANCAYO, EL AMERICANISMO Y LAS RELACIONES CON ESPAÑA.No fue incompatible el nacionalismo de Huancayo con un amplio americanismo. En esa asamblea fue aprobada una ley para reunir a plenipotenciarios de todo el continente. Era la reaparición fugaz y desteñida del sueño de Panamá. Por la ley de 2 de octubre de 1839 considerando "que la nación española y su gobierno actual han dado pruebas positivas de estar resueltos a reconocer la independencia del Perú y entablar con él relaciones de paz, amistad y comercio; que por las relaciones de sangre, hábitos, idioma, religión y costumbres de ambas naciones, el comercio directo entre ellas debe ser mutuamente ventajoso, removiéndose así los embarazos que presenta en el tráfico de la interposición de tercera mano", se dispuso abrir los puertos del país a todos los buques de la antigua metrópoli que quisieran hacer el comercio con la República en los mismos términos que lo hacían las demás naciones europeas. Puede afirmarse, en suma, que los únicos destellos resueltamente liberales que se vislumbran en la Constitución de 1839 son los anteriormente citados, el artículo que mantiene el juicio por jurados, el que permitió el voto de los indios y mestizos hasta 1844 y el que prohíbe solo el ejercicio público de cualquier otro culto que no fuera el católico. Las Constituciones anteriores habían prohibido dicho ejercicio en principio y al respecto se había discutido extensamente en la Constituyente del 27. La Constitución de Huancayo incluyó entre los peruanos por naturalización a "los españoles desde que manifiesten su voluntad de domiciliarse en el país y se inscriban en el Registro Cívico". En capítulo posterior se tratará del conjunto de las Cartas políticas dadas en el Perú hasta 1839.

Una vez disuelta la Confederación Perú-boliviana, el nuevo Congreso peruano se reunió en la ciudad de Huancayo. Allí se preparó la Constitución de 1839. Asimismo, se estableció la ley electoral que se aplicaría en las próximas elecciones presidenciales. En noviembre de 1838, el viajero Leonce Angrand hizo este dibujo que muestra la Iglesia de los Indios de dicha ciudad.

LONGEVIDAD DE LA CONSTITUCIÓN DEL 39.- A lo largo de los años, resultó que esta Constitución tuvo más suer te que las anteriores. La primera Constitución nació ahogada, porque coincidió su promulgación con la fuer te dictadura de Bolívar y solo alcanzó a regir brevemente cuando fue derribado el régimen vitalicio, mientras se preparaba la Constitución del 28. La Constitución del 26 se quedó también en el papel. La del 28 rigió en medio de frecuentes violaciones, durante cuatro breves años. La del 34, menos de un año. En cambio la de Huancayo se inició en 1839 y aunque estuvo en suspenso de 1842 a 1844, volvió a regir desde 1845 a 1854, es decir llegó a cumplir 15 años. Descontando los tres años de suspensión, queda un total efectivo de 12 años, cifra sorprendente en comparación con las Constituciones precedentes. Quizá esta longevidad no se debió a los méritos intrínsecos de la Constitución de Huancayo, sino a factores eventuales.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

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(...) LA COnSTITuYEnTE DE HuAnCAYO PuDO ORDEnAR LA ELECCIÓn PRESIDEnCIAL POPuLAR SIMuLTánEA COn LA DE DIPuTADOS DEL COnGRESO ORDInARIO, LO CuAL HuBIESE SIGnIfICADO un AñO DE PRÓRROGA A LA PRESIDEnCIA PROVISORIA (...)

Entre 1842 y 1844 vivió el país bajo el Directorio de Vivanco, ensayo de un autoritarismo más extremo, aunque de tinte intelectual; y el restablecimiento de la Constitución fue hecho gracias a la espada de Ramón Castilla, dentro de un contenido democrático frente a Vivanco. La estabilidad constitucional que vino enseguida se debió al espíritu pragmático de Castilla y de su sucesor, Echenique; y ya durante el gobierno de este, el malestar que los elementos cultos del país sentían ante la Constitución contribuyó a la inquietud política y a la génesis de la revolución liberal de 1854.

LA LEY ELECTORAL DE 1839.- El Congreso de Huancayo dio el 29 de noviembre de 1839 la ley reglamentaria de las elecciones que Gamarra y su ministro Manuel Ferreyros promulgaron en Lima el 29 de diciembre del mismo año. Anteriormente habían regido para el sufragio, el reglamento de 26 de abril de 1822, la ley de 14 de mayo de 1828 y la de 3 de julio de 1834. La ley de 1839 trató del censo político de cada parroquia y de la elección de diputados, senadores, presidente de la República, jueces de paz, síndicos, procuradores y jurados de imprenta. Para ser elector de parroquia exigió: ser ciudadano en ejercicio, inscrito en el Registro Cívico, ser natural o tener dos años de vecindad en su parroquia o en la de cualquiera de la provincia a que esta correspondiera, saber leer y escribir (la ley no hizo referencia a la autorización constitucional hecha a los indios y mestizos) y tener una propiedad raíz en actual producción sujeta a las contribuciones legales, no estando excepcionado de ella por la ley, o ser empleado. No podían elegir ni ser elegidos los que hubiesen perdido o tuviesen suspenso el derecho de ciudadanía, los sirvientes domésticos, los mendigos, los prefectos, subprefectos y gobernadores en el territorio de su cargo; los comandantes generales de departamentos, jefes de guarnición, oficiales subalternos, clases e individuos de tropa en las provincias por ellos guarnicionadas a donde estuvieran acantonados.

[ II ] LEGALIZACIÓN DE LA PRESIDENCIA DE GAMARRA.- Esta segunda Presidencia de Gamarra se inició con una aparente sumisión a las formas legales. En su mensaje al Congreso de Huancayo el 15 de agosto de 1839, Gamarra dijo:

MAnuEL IGnACIO DE VIVAnCO (1806-1873) POLíTICO Y MILITAR DE LARGA CARRERA, SE DECLARÓ SuPREMO DIRECTOR DEL PERÚ En 1843.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 16 ]

V

ivanco se enroló en la lucha independentista en 1821. Dos años después, ingresó al ejército como cadete. Par ticipó así en las batallas de Junín y Ayacucho, bajo el mando del coronel Pedro Bermúdez. En la guerra contra la Gran Colombia luchó junto a La Mar, y luego de su deposición pidió el retiro. Este, sin embargo, no fue aceptado y recibió el cargo de edecán del presidente La Fuente. En 1834 fue nombrado pre­ fec to de Lima, posición que finalmente debió abando­ nar por presión popular.

"Mis cansados años han extenuado tanto mis fuerzas, que no me permiten consagrarme al despachó de los negocios públicos con la actividad que deseara. Yo seré el primero en dar ejemplo de sumisa reverencia a vuestros preceptos, desde el hogar doméstico adonde me retiro. Mis sacrificios por la libertad quedarán ampliamente recompensados si vuestra indulgencia se digna dispensarme los errores en que haya incurrido". Cazurramente, el "Restaurador" quería aparecer como el polo opuesto de su rival el "Protector". Acaso, buen latinista, había leído en Tácito que Tiberio dominó a Roma mientras aparentaba el más humilde desinterés. Pero, como Tiberio, las únicas vacilaciones que tuvo para seguir gobernando fueron las de sus discursos. El Congreso de Huancayo lo nombró, como ya se ha dicho, presidente provisorio; y él, por cierto, aceptó el nombramiento como un "ejemplo de sumisa reverencia". Pero el mismo Congreso, por ley de 26 de noviembre de 1839, mandó efectuar, sin demora, la elección del presidente constitucional de la República por los colegios electorales, y encargó a los diputados que volvieran a reunirse, esta vez en Lima, para hacer la calificación de las actas y la proclamación del candidato que hubiera obtenido la mayoría de votos. Los periódicos de la época presentaron esta ley como un gesto de sublime desinterés. Dijeron que la Constituyente de Huancayo pudo ordenar la elección presidencial popular simultánea con la de diputados del Congreso ordinario, lo cual hubiese significado un año de prórroga a la Presidencia provisoria; o efectuar con la autorización de un artículo constitucional transitorio, la elección presidencial mediante un acto de la misma Constituyente, como en 1827, lo cual hubiera satisfecho la vanidad y servido a las conveniencias de Gamarra. La elección popular llegó a ser efectuada en enero de 1840, de acuerdo con la ley de 29 de noviembre de 1839. Nada impidió la candidatura de Gamarra, presidente provisorio en funciones. La Constituyente, transformada en Congreso, se volvió a reunir en Lima del 7 al 11 de junio de 1839. Verificado el escrutinio, resultó elegido Gamarra por 2.542 votos de los 3.928 sufragados en los colegios electorales de 58 provincias. Torrico obtuvo 253 votos y La Fuente 192. Apenas si algunos votos indicaban, pues, la surgente ambición del general Juan Crisóstomo Torrico, que consiguió muchos sufragios en el sur, en Arequipa y Moquegua por obra de soldados disfrazados, y en Tacna por entusiasmo espontáneo del pueblo. Proclamado presidente constitucional, Gamarra se dio por sorprendido y afirmó públicamente que se había estado preparando "a presenciar, libre de los azares de la vida pública, el hermoso espectáculo de la felicidad común". Y, sin duda, la elección no había sido una imposición

Vivanco se incorporó a la lucha de Salaverry en 1835, y se exilió en Chile tras la derrota de Socaba­ ya. A su regreso fue nombrado prefec to de Are­ quipa e inició un movimiento llamado “Regenera­ ción”. Ramón Castilla, por entonces ministro de Guerra, combatió dicha agrupación. Luego de varios enfrentamientos, Vivanco, derrotado, se exilió en Bolivia. El 28 de enero de 1843 se proclamó ”supremo direc tor” en el sur del Perú, mientras Francisco de

LA CONSTITUCIÓN DE 1839

Promulgada el 10 de noviembre de 1839, esta constitución fue aprobada tras la disolución de la Confederación Perúboliviana, por el Congreso de Huancayo y por el presidente provisorio Agustín Gamarra. Tuvo carácter netamente conservador y estuvo en vigencia hasta 1855.

Vidal gobernaba en Lima. Su gobierno tuvo carác­ ter autocrático y generó movimientos en su con­ tra. Domingo Nieto y Ramón Castilla encabezaron el motín que lo sacó del poder. En 1850 regresó de su exilio en Ecuador y se dedi­ có nuevamente a la vida política, ocupando diver­ sos cargos, como ministro plenipotenciario en Chile y senador por Arequipa. En 1865 firmó el Tratado Vivanco­Pareja en la Escuadra Española del Pacífico.

[ CAPÍTULO 26 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ perú ] LA COnSTITuCIÓn

DE San HuAnCAYO Martín creó InCLuYÓ EnTRE la priMera LOSbandera PERuAnOS en el POR puerto de piSco, nATuRALIzACIÓn poco deSpuéS de llegar al perú. la A 'LOS ESPAñOLES hizo oficial 21 de DESDEelquE octubre de 1821, MAnIfIESTEn Su Mediante un VOLunTAD DE decreto en el que DOMICILIARSE En taMbién diSponía EL PAíS Y SE que éSta debía Ser InSCRIBAn En EL de Seda o lienzo y REGISTRO Medir 8 pieS de CíVICO'. largo por 6 de ancho.

oficial. Del mismo modo, el nombramiento de presidente provisorio que le confiriera la Constituyente de Huancayo, había tenido ese carácter. Compárese, sin embargo, la actitud de Gamarra en la invasión a Bolivia el año de 1828, en la elección de 1839 y en la invasión a Bolivia de 1841, y se encontrará una clara concordancia que es toda una revelación sicológica. En la ceremonia de juramento de Gamarra como presidente constitucional, el presidente del Congreso, Lucas Pellicer, le dijo: "Vencedor en Ayacucho y en Ancash o negociando la paz con las naciones vecinas, sois siempre el representante de las glorias del Perú desde que se declaró independiente el autor de sus únicos días de reposo y tranquilidad".

[ III ] LA ESCUELA CENTRAL DE MARINA Y LA ESCUELA NÁUTICA DE PAITA. LA POBREZA NAVAL.- Un decreto de Gamarra, fechado 8 de enero de 1840, restableció la Escuela Central de Marina, pues "la República (expresó su primer considerando) carece de pilotos facultativos que puedan dirigir con acierto la navegación de la marina mercante". Fue como una rectificación del error cometido por el mismo Gamarra al cerrar dicha Escuela en 1832. Ella no funcionó de inmediato. Otro decreto de la misma fecha erigió una Escuela Náutica en Paita, "con el fin de formar pilotos facultativos" agregó el reglamento pertinente. La iniciativa para ella había partido (como lo ha probado Julio J. Elías en sus importantísimas notas a la Historia de la Marina de Guerra del Perú de Manuel Vegas García) de Carlos García del Postigo, en 1833, y llegó a ser refrendada por una resolución del presidente Orbegoso. El primero de los decretos de Gamarra en 1840 aquí mencionados aludió al "colegio militar no existente". El artículo cuarto del decreto de 10 de noviembre de 1840 sobre uniformes de la armada se refirió al uniforme y las armas de los guardiamarinas. Estos estaban a bordo de la escuadra. A comienzos del año de 1840 el único buque de ella, era la barca Limeña que estaba desarmada. Pero en julio de 1841 llegó a ser fletada por el italiano Pedro Alessandri, entonces residente en Chile, la corbeta mercante General Bulnes, transformada en barco de guerra con el nombre de Yungay y comprada en setiembre de aquel año.

EL AUTORITARISMO JOVEN CONTRA LOS HOMBRES DE HUANCAYO. LA "REGENERACIÓN".- La Constitución de 1839 fue promulgada, se había producido la dispersión o el silencio del primer liberalismo. Sánchez Carrión había muerto en 1825. Luna Pizarro después de 1834, no volvió a los comicios populares ni a la tribuna parlamentaria. Se retiró como un ermitaño, a una celda del convento de San Francisco y salió de allí para ser deán del coro de la Catedral de Lima. Los únicos que permanecieron en la brega por sus ideas fueron Francisco Javier Mariátegui y más alejado cronológicamente de las primeras luchas, Francisco de Paula González Vigil, pero Mariátegui se dedicó, sobre todo a sus tareas de vocal de la Corte Suprema; impuso su criterio avanzado en las labores preparatorias del Código Civil, con lo cual dio lugar a una excesiva reacción el código promulgado, y se empeñó luego en una persistente aunque inaccesible propaganda contra los privilegios del clero en la vida civil. Y Gonzáles Vigil, con su famosa Defensa de la autoridad de los gobiernos, llevó a cabo una campaña análoga, si bien alcanzó notoriedad más ruidosa por ser él mismo un sacerdote y por la excomunión papal. No fueron por otra parte los legisladores de Huancayo el único grupo ideológico y autoritario de entonces, ni quizás el grupo mejor. Independientemente de ellos, aunque posteriores en la época de su aparición pública, hay que mencionar dos sectores autoritarios: el uno, político caudillesco, encabezado por el general Manuel Ignacio de Vivanco, y el otro, docente y eclesiástico, representado por Bartolomé Herrera.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 26 ]

Por eso en la política interna en este período, además del ensañamiento con los vencidos, que lógicamente debía llevarles a tentativas desesperadas y tenaces, surgió otro factor de importancia: el caudillaje militar joven, encarnado en el coronel Manuel Ignacio Vivanco. Un grupo de intelectuales y aristócratas tenía esperanzas puestas en este personaje, aristócrata e intelectual también, hombre de salón y de academia, con figura de petimetre y aspiraciones de dictador. Se recordará que ya en los días en que se preparaba la intervención chilena para derribar la Confederación Perú-boliviana habíase diseñado este cenáculo, con el apoyo del ministro Portales, y que, pospuestos en la Segunda Expedición Restauradora, sus miembros viajaron al Perú con ella, para separarse con motivo de la guerra entablada con los defensores del Estado Nor-Peruano. Más tarde, amigos comunes reconciliaron a Gamarra con Vivanco y su grupo. Gamarra llegó a nombrar a Vivanco prefecto del departamento de Arequipa. Los manejos subversivos partieron de los antiguos santacrucinos en conexión con Bolivia y con algunos extranjeros, sobre todo ingleses; y de los enemigos internos que, parapetados dentro de su régimen, tenía Gamarra. El 23 de diciembre de 1840 se amotinó el coronel Manuel Suárez en Ayacucho y el 31 de diciembre el coronel Valentín Boza en el Cuzco proclamando a Torrico. Este se asiló en un buque francés en el Callao, en vez de encabezar un pronunciamiento en Lima como tal vez se había tramado. También 1° de enero surgió el golpe de Estado de Vivanco en Arequipa. El 3 se alzó Francisco Balta en Puno. Era una revuelta formidable de buena parte del sur del País. Vivanco se proclamó a sí mismo, bajo el lema de la "Regeneración". Los otros jefes amotinados optaron por atacarlo. A Gamarra los "regeneradores" lo acusaron de haber llegado al poder por las bayonetas extranjeras y de haber violado la Constitución de 1834. Se ha dicho que detrás de ellos maniobraban los partidarios de Santa Cruz. Pero, en verdad, aquí hubo también como el renacimiento de un espíritu juvenil que Salaverry encarnara, para querer iniciar una transformación política honda que Vivanco y sus más íntimos creían que debía inspirarse en el régimen fundado en Chile por Portales. Hubo en este episodio un gesto personal que parecía volver a lo que demasiadas veces había acontecido en la turbulenta historia del Perú republicano: Vivanco pretendía arrebatar el mando supremo a Gamarra, para lo cual utilizó los trabajos que con ese objeto había hecho Torrico. Pero, al mismo tiempo, la bandera que los facciosos enarbolaron –la "Regeneración"– señaló una ambición más alta. Para la Regeneración la Carta de Huancayo era atacable no tanto porque estableció un sistema autoritario, sino porque lo estableció mal. La Regeneración quería el poder presidencial fuerte, más fuerte que el erigido en Huancayo, pero lo quería en manos de una élite que se consideraba la más capaz y la más culta. Además no estaba de acuerdo con el recelo para los jóvenes que primó en Huancayo. El movimiento tuvo primero, como se ha visto, el apoyo de casi todas las guarniciones del sur del Perú: Arequipa, Cuzco, Puno, Ayacucho. Vivanco llegó a escribir una carta a Gamarra para que acatara lo ocurrido. "El orden natural e inevitable de las cosas me ha puesto a la cabeza del nuevo gobierno" decía (11 de enero). Después de tan promisorio comienzo, el ímpetu de la Regeneración se detuvo. Aparentó secundar el movimiento el general San Román, pero luego como si repitiera la maniobra engañosa que la leyenda atribuye al general incásico Rumiñahui con motivo de la rebelión de Ollantay, devolvió la guarnición del Cuzco al Gobierno de Lima (17 de enero). Preparaban, mientras tanto, los facciosos su marcha sobre la capital, y al salir de la capital, y al salir de Arequipa el regimiento Húsares de Junín, el 20 de enero, reaccionó también a favor de Gamarra a iniciativa del capitán Andrés Segura. Estas tropas permitieron la vuelta de Arequipa a la autoridad legal el 26 del mismo mes. Pero el 28 un movimiento popular, al cual no fue ajena la esposa de Vivanco, proclamó nuevamente la Regeneración. Si la defección de San Román cortó a los regeneradores el camino del norte, todas sus tentativas para extender su dominio más al sur fracasaron ante la firmeza del prefecto de Tacna,

FraNCISCo dE Paula GoNzálEz VIGIl (1792-1875)

Sacerdote elegido diputado por Tacna en 1826, 1832 y 1833-1834. Paralelamente, se dedicó a la educación en el Colegio de la Independencia. En 1836 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, pero fue deportado por sus simpatías hacia la Confederación. Volvió al cargo en 1845, a pedido de Castilla, y permaneció en él hasta su muerte.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

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18

LA ELECCIÓN setiembre DE GAMARRA 1825 [ perú ] En enero de 1840 se efectuaron las elecciones Sanpresidenciales. Martín creó El presidente laprovisorio, priMera Agustín Gamarra, se bandera en el presentó como candidato puerto y ganó de por piSco, amplia poco deSpuéS de mayoría. El escrutinio final deallosperú. colegios llegar la electorales de 58 hizo oficial el 21 de provincias fue el octubresiguiente: de 1821,

Mediante un CANDIDATO VOTOS decreto en el que Agustín Gamarra 2.542 taMbién diSponía Juan Crisóstomo Torrico 253 Ser que éSta debía Antonio Gutiérrez de Seda o lienzo y de La Fuente 192

Medir 8 pieS de largo por 6 de ancho.

coronel Manuel de Mendiburu, que se retiró al producirse el movimiento en esa ciudad como consecuencia del estallido inicial en Arequipa, pero que gracias a los sucesos del 20 de enero volvió a ocupar la prefectura, de la que ya no fue desalojado.

VICTORIA DE VIVANCO EN CACHAMARCA.- El Gobierno de Lima envió sucesivamente tres expediciones al sur: la primera al mando de Castilla, ministro de Hacienda, marchó al Cuzco por tierra: la segunda, dirigida por La Fuente, desembarcó en Islay y a ella se unieron los Húsares de Junín; la tercera, con el presidente Gamarra, se hizo a la vela con el María Teresa y el Limeña con rumbo a Arica. Castilla llegó al Cuzco el 13 de febrero, tras una marcha peligrosa, que en Lima dio lugar a siniestros rumores, recogido por Manuel Ascensio Segura en un artículo "El Café de la Bola de Oro", no inserto en sus Obras completas. Se reunió Castilla con San Román en Sicuani, de donde avanzó sin combate, precedido por las huestes de Vivanco que regresaban a buscar la protección de Arequipa. Detuvo su avance en la estratégica posición de Cachamarca, que dominaba a la población y que está defendida a sus dos costados por dos quebradas infranqueables. Desde allí anunció que solo emprendería la ofensiva cuando se le uniesen las tropas de Gamarra y La Fuente. Vivanco sostenido en Arequipa por el entusiasmo del vecindario, no podía resignarse a esperar esta concentración de fuerzas. Entre una lluvia incesante y una densa niebla, el 25 de marzo emprendió la ofensiva. La pericia de sus guías, un atrevido movimiento en la zona de Ccollamarca, la niebla, el descuido del enemigo, dieron e triunfo a los atacantes. Aunque lo negara en su correspondencia con Gamarra, Castilla emprendió desordenadamente la retirada por una ladera del nevado Pichupichu y se salvó; pero llegó a Salinas después de dejar parque y vestuario en poder de los vencedores sin tener más ropa que la que llevaba en el cuerpo. Vivanco creyó que esa campaña estaba concluida, exclamó en una proclama: "Castilla huyó despavorido" y regresó a Arequipa a desfilar entre las aclamaciones de la muchedumbre y a preparar la marcha a Moquegua, con motivo del avance Gamarra desde Arica. En una locución que pronunció entonces dijo del ejército adversario que era "mandado por la estupidez y cobardía más vergonzosa" y a Castilla lo llamó "tan cobarde como feroz". Agregó entre otras cosas: "Tiemblen el decano de los criminales y ese Consejo de Estado más vil que el Senado de Tiberio, conjunto pestilente de cuantas materias corruptas han expelido las olas de la revolución". Dejó solo dos divisiones, al mando del coronel Juan Antonio Ugarteche, para perseguir a los fugitivos.

VICTORIA DE CASTILLA EN CUEVILLAS. FIN DE "LA REGENERACIÓN". EJECUCIÓN DE VALENTÍN BOZA.- Ugarteche y su lugarteniente el coronel Valentín Boza, con otros dos coroneles rivales entre sí, pretendieron atravesar la cordillera, ocupar Cuzco y Puno, quitar a Castilla la fuente de su aprovisionamiento y amagarlo, además, por la retaguardia. Castilla se dirigió a Cuevillas y, con un movimiento de retroceso, atacó sorpresivamente a las cansadas tropas de Ugarteche y de Boza (30 de marzo). No solo las arrojó de sus posiciones, sino que las hizo huir en desbandada. Rápidamente se colocó en seguida en las afueras de Arequipa. Vivanco hallábase en Moquegua, y ante la noticia de lo ocurrido, reunió una junta de jefes que, en vista de las circunstancias acordó huir (6 de abril). Gamarra entró en Arequipa vencedor sin combate. Boza vivió oculto durante un tiempo en una chacra, pero, denunciado a cambio de dinero por un sargento que lo acompañaba llegó a ser capturado y sometido a juicio de guerra ante un Consejo que presidió San Román. La condena fue la última pena. La ejecución se realizó el 22 de abril; la gestión de Gamarra desde Tacna para detenerla llegó tarde. Vivanco, también sentenciado a muerte, como sus colaboradores militares Ugarteche y otros como su secretario Manuel Toribio Ureta, hallábase entonces en Bolivia. Si Vivanco hubiese ido al cadalso, entonces

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[ CAPÍTULO 26 ]

hoy los historiadores lamentarían la muerte prematura de quien (según entonces se creía) estaba destinado a cambiar el destino del Perú. Dos profundas enemistades maduraron en esta campaña: la de Vivanco y Castilla y la de San Román y Arequipa. Ya Vivanco y Castilla habían estado distanciados en el destierro en Chile y en la primera campaña restauradora, y ahora los contradictorios resultados de Cachamarca y de Cuevillas transformaron el frío alejamiento en acerba rivalidad. En cuanto a San Román, en 1834 había combatido contra Arequipa y este altivo pueblo guardábale rencor desde entonces. Al saber la infidencia de San Román, acrecentó Arequipa su entusiasmo por la Regeneración.

LOS DECRETOS DEL REGENERADOR.- En el corto tiempo de su limitado gobierno, Vivanco no fue parco en decretos. Prohibió la introducción del ganado vacuno procedente del Río de la Plata; derogó el Reglamento de Comercio y puso en vigencia el de 1836; mandó proteger las viñas y prohibir, o por lo menos atajar, el progreso de la industria azucarera en la región; ordenó que los reos condenados a presidio fueran destinados a los trabajos de las minas de Pomasi: anuló las órdenes sobre naturalización de extranjeros de 31 de julio y 5 de agosto de 1840. Además estableció por los servicios en guerra, la cruz o medalla de honor, distinguiendo entre la categoría de "gran defensor del Perú", "ilustre y defensor del Perú" y "digno defensor del Perú". Y de acuerdo con lo que dijo en una de sus proclamas "Os exijo que esta confianza sea limitada", ordenó que se verificara el juramento de obedecer fielmente al jefe supremo cuya repetición tanto desprestigio habría de causarle años después. Se esmeró en poner nuevas autoridades al frente del gobierno local, como se ve, por su proclama a los puneños, y el dar al principio un carácter pacífico a su encumbramiento: "Ninguno de vosotros ha derramado una gota de sangre ni una lágrima desde que yo ejerzo la suprema autoridad", decía ilusa e imprevisoramente a los arequipeños el 2 de enero. Ya con Castilla al frente, prometió juzgar con la bárbara ley dictada contra él y los suyos al "decano de los criminales", o sea Gamarra, y a su Consejo de Estado, al que, como se ha visto, llamó "más vil que el Senado de Tiberio", alusión, esta última, cargada de un tremendo contenido histórico, que al clacista Vivanco había calibrado cuidadosamente. También expresó que el Consejo era un "conjunto pestilente de cuantas materias corruptas han expelido las olas de la revolución". Menor significado que la regeneración tuvieron las expediciones urdidas por Santa Cruz al tener noticias de los trastornos ocurridos en el Perú. Una estuvo al mando del coronel Manuel Angulo y otra dirigida por el coronel Justo Hercelles. Angulo llegó a apoderarse de Piura, pero una pequeña división mandada desde Lima a Paita pudo derrotarlo y tomarlo prisionero. Junto con algunos de sus compañeros de armas fue fusilado. De ambas expediciones se habla más adelante a propósito de las graves tensiones internacionales que tuvo el Perú en 1841 y 1842.

MIGUEL DE SAN ROMÁN (1802-1863)

Político peruano que combatió al ejército español desde muy joven. Participó en las batallas de Junín y Ayacucho, en las campañas del Callao y de Bolivia, y en la guerra con la Gran Colombia. Colaboró con Gamarra en el golpe contra La Mar y contra la Confederación Perúboliviana. En 1862 fue elegido presidente del Perú.

[ CAPÍTULO 26 ] PERÍODO 1

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[ tomo 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] I Re­gre­so del ejér­ci­to chi­le­no Ne­go­cia­cio­nes mi­li­ta­res y eco­nó­mi­cas con Chi­le ● II Fa­lle­ci­mien­to de Ber­nar­do O’Hig­gins. Un sím­bo­lo de la amis­tad pe­rua­no-chi­le­na ● Su­pues­ tos pla­nes de Ga­ma­rra pa­ra pro­lon­gar los lí­mi­tes del Pe­rú en el nor­te ● III Re­la­ cio­nes con Gran Bre­ta­ña ● Men­ti­ra y ver­dad so­bre el de­sa­fío en­tre Cas­ti­lla y el cón­sul fran­cés Sai­llard y lo que es­te he­cho im­pli­ca ● IV Las as­pi­ra­cio­nes de Flo­res pa­ra des­truir el Pe­rú. Re­la­cio­nes con Bra­sil ● V Re­la­cio­nes con la San­ta Se­de a par­tir de 1831 ● VI Bo­li­via des­ pués de la caí­da de la Con­fe­de­ra­ción ● Tra­ta­dos pe­rua­no-bo­li­via­nos en 1839 y 1840. Las cláu­su­las eco­nó­mi­cas. La vía

capítulo 27 ●



de Tac­na ● De­vo­lu­ción de es­tan­dar­tes pe­rua­nos por Bo­li­via ● VII Su­ble­va­ción san­ta­cru­ci­na en Bo­li­via ● Ba­lli­vián con Ga­ma­rra y con­tra Bo­li­via ● Ba­lli­vián al fren­te de la Unión Na­cio­nal Bo­li­via­na ● La eta­pa pa­cí­fi­ca de la in­va­sión ● La eta­ pa de ne­go­cia­cio­nes con Ba­lli­vián ● Ocu­pa­ción de La Paz. Las pri­me­ras hos­ ti­li­da­des ● El pro­yec­to de ar­mis­ti­cio en­tre Paz Sol­dán y Quin­te­la. Me­ca­pa­ca ● Los pe­rua­nos en Vis­cha ● VIII La Ba­ta­lla de In­ga­vi ● San Ro­mán en el De­sa­gua­ de­ro ● Me­di­ta­ción de In­ga­vi ● Efi­gie de Ga­ma­rra ● IX El ca­dá­ver y la ca­sa­ca de Ga­ma­rra ● X ¿Fue la muer­te de Ga­ma­rra un “cri­men per­fec­to”? ● XI El “lla­ma­do al or­den” de He­rre­ra.

LA RESTAURACIÓN: EL ESCENARIO INTERNACIONAL La invasión a Bolivia en 1841

27 [ ]

CAPÍTULO

R

[I] EGRESO DEL EJéRCITO CHILENO.- El problema internacional inmediato que tuvo que afrontar Gamarra después de ser destruida la Confederación Perú-boliviana, fue el retiro del ejército chileno. En los primeros tiempos de su segundo gobierno, el presidente peruano no se sintió seguro sobre el terreno que pisaba, pues a las intrigas de Santa Cruz desde Guayaquil uniánse las zozobras que sus partidarios en el Perú y Bolivia inspiraban, incrementadas ante una noticia gravísima que, en gran secreto, corrió en los círculos oficiales de Lima y de Santiago: el ministro inglés lord Palmerston había dado, al fin, órdenes terminantes a su escuadra en el Pacífico para que terminase por la fuerza la guerra abierta entre Chile y la Confederación Perú-boliviana. Habían llegado estas órdenes –felizmente para los restauradores– poco después de la batalla de Yungay, pero no por eso dejaba de mirarse con alarma cualquier acontecimiento que pudiera dar lugar a la resurrección del hombre que tan buenos amigos extranjeros había sabido granjearse. Gamarra inició una gestión para que el ejército chileno permaneciese en el Perú durante algún tiempo más, con la mira de consolidar su poder. Pero, simultáneamente, se ejercitaba una presión inglesa sobre el Gobierno de Santiago para el pronto regreso de las tropas. Además, este tenía un sincero desapego a cualquier injerencia en la política peruana. Lo que le preocupaba en ese momento era la paz, con el pago de lo que a sus soldados debía el Perú. Después de muchos esfuerzos, por las penurias del Tesoro, el Gobierno de Lima llegó a abonar los sueldos, raciones y vestidos del ejército chileno. La primera división, al mando del general José María de la Cruz, se embarcó el 21 de junio de 1839, y la segunda, al mando del general Manuel Bulnes, el 19 de octubre de 1839, si bien quedó aún pendiente la liquidación definitiva de las cuentas. NEGOCIACIONES MILITARES Y ECONÓMICAS CON CHILE.- Gamarra propuso también un tratado de alianza defensiva entre el Perú y Chile para el caso de cualquier intento de regreso de Santa Cruz. Quiso, además, que el Gobierno de ese país le autorizase para comprar en Valparaíso los fusiles, tercerolas y sables que hubiesen llegado o llegaran al puerto mencionado. La Cancillería de Santiago aceptó en principio la alianza, pero con la condición de que ella se extendiera a las relaciones comerciales dentro de un principio de igualdad y reciprocidad con la cláusula de la nación más favorecida. En cuanto al pedido de adquisición de armas no lo miró con agrado. Sospechaba que Gamarra quería armar a su ejército para abalanzarse sobre Bolivia y estaba lejos de prestar su simpatía a tal aventura. Primero, porque temía que los rescoldos de las pasadas luchas se agitaran tanto sobre el suelo peruano como sobre el suelo boliviano para imponerle a Chile tal vez el sacrificio de una Tercera Expedición Restauradora. Sobre todo, porque no podía mirar con júbilo a un Perú demasiado poderoso, agrandado con la anexión de Bolivia que hubiera sido, en otra forma, el regreso a la Confederación Perú-boliviana sin Santa Cruz. Fue así como, ante las desavenencias entre el Perú y Bolivia, esa Cancillería ofreció sus buenos oficios, casi en forma imperativa (agosto y noviembre de 1839 y agosto y setiembre de 1840). Por esa época llegó a Lima el ministro chileno Victorino Garrido a cobrar las sumas aún adeudas por el Perú a ese país. El llamado Convenio Militar de Suministros de octubre de 1838 había

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 27 ]

obligado al pago de los sueldos, gratificaciones, ranchos y vestuario de los soldados chilenos desde el día de su desembarco en tierra peruana; así como el pago de los fletes de ida y vuelta de los transportes. Garrido demandó también el reembolso de los gastos hechos en los aprestos y el transporte de la anterior expedición restauradora. Deducidos los pagos ya hechos, resultó una deuda de 725 mil pesos del Perú a favor de Chile, que continuó pendiente. Caro había costado la Restauración. Además de los suministros para las campañas militares, hubo necesidad de hacer préstamos para equipar al ejército auxiliar, carenar sus buques, pagar sus ajustes y costear los gastos de reembarque. Sin embargo, el ejército chileno se retiró del Perú sin atentar contra su unidad y su integridad. La diplomacia chilena encontró un motivo de queja en algunos detalles del tratado que, en gran parte por su influjo, celebró el Perú con Bolivia el 19 de abril de 1841. Allí se estipuló que Bolivia entregaría al Perú la parte que debía pagar de los gastos de la Restauración, cuando Chile pretendía que esa suma le fuera dada directamente. Por lo demás, Gamarra no insistió en el tratado de alianza y demoró todo arreglo económico hasta la dación del Reglamento de Comercio de 1840, que si bien disminuyó los impuestos sobre el trigo y la harina chilenos, no satisfizo las máximas aspiraciones del país del sur. En resumen, Chile se preocupó, después de la caída de la Confederación, sobre todo, de que se le pagaran los gastos de las campañas restauradoras; pero no pretendió el vasallaje económico del Perú, así como antes no había accedido (muerto ya Portales) a las propuestas de Santa Cruz para desmembrarlo.

[ II ] FALLECIMIENTO DE BERNARDO O’HIGGINS. UN SÍMBOLO DE LA AMISTAD PERUANO-CHILENA.- Después de haber sido supremo director de Chile, llegó exilado al Perú, en julio de 1823, Bernardo O’Higgins. Lo acompañaban su madre y su hermana. Se le había concedido, durante los primeros tiempos del Gobierno nacional, las haciendas de Montalbán y Cuiva en el valle de Cañete, confiscadas a su dueño, el español Manuel de Arredondo. No participó en la etapa final de la guerra de la independencia peruana, a pesar de la voluntad que tuvo para ello, pues llegó a realizar un viaje de Trujillo a Yungay y luego a Junín y Huancayo. En este último lugar se unió a Bolívar sin recibir puesto de responsabilidad en el ejército. Desde 1825 se instaló en Montalván, seducido, durante algún tiempo, por la ilusión de volver a la patria y concluir con el gobierno de su rival Ramón Freire. En Mercurio Peruano llegó a publicar, sin embargo, en setiembre de 1827, una protesta de sus sinceros propósitos de mantenerse extraño a la vida pública. "Por la independencia de América (escribió entonces) sacrifiqué en Chile, mi patria, mis mejores años, mi salud y mis bienes, pero debo a la generosidad del Perú una vida tranquila y no mendigar mi subsistencia y la de mi familia. No tengo otra ambición que la que encuentra su alimento en mi alma recordando ser vicios que no fueron infructuosos". No dejaron, por otra par te, de llegarle tentaciones, esperanzas y planes basados en el regreso a la patria y a la política; pero, a la larga, nunca llegaron a materializarse. El ruidoso juicio de imprenta en agosto de 1833 de O’Higgins contra su enemigo Carlos Rodríguez, por unos ar tículos en Mercurio Peruano, llevó a Lima las salpicaduras de los enconos que su nombre y su recuerdo aún suscitaban entre los chilenos. Rodríguez fue condenado a dos meses de cárcel y a abonar una multa de 150 pesos, pero huyó y O’Higgins pidió que el fiador José Coppola, dueño de la "Fonda Francesa", quedara relevado del pago. Doña Ignacia Novoa, esposa de Manuel de Arredondo, inició una acción reivindicatoria sobre la hacienda de Montalván ante el Congreso peruano, pero este confirmó, en 1832, el derecho de O’Higgins a ella. La llegada de una maquinaria a Montalván en mayo de 1838 constituyó un gran acontecimiento local. "La marcha majestuosa de la rueda, por una parte, y los cilindros devoran-

AGUSTÍN GAMARRA (1785-1841)

Ocupó la presidencia tras la disolución de la Confederación. A ese período (1839-1841) se le llamó la Restauración. Durante su gestión, convocó a un Congreso Constituyente en la ciudad de Huancayo y aprobó una nueva constitución. En 1841 declaró la guerra a Bolivia. Murió en campaña, el 18 de noviembre, durante la batalla de Ingavi.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

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18

setiembre 1825 [ perú ] nOMBRE (...) EL

DESan O’HIGGInS ES Martín creó un SíMBOLO DE la priMera LA AMISTAD bandera en el PERuAnOpuerto de piSco, poco CHILEnA, deSpuéS de llegar al perú.En la EVIDEnCIADA hizo de LOSoficial DíAS el DE21LA octubre de 1821, InDEPEnDEnCIA, Mediante un RATIfICADA decreto en el que DuRAnTE LA taMbién diSponía RESTAuRACIÓn, que éSta debía Ser AHOnDADA En de Seda o lienzo y LOS DíAS DEL Medir 8 pieS de COnfLICTO COn largo por 6 de ESPAñA EnTRE ancho. 1864 Y 1866, PERO EnTuRBIADA A PARTIR DE ESTE AñO PARA DESEMBOCAR DESDE 1873 En EL RECELO Y EL EnCOnO PERTInAz DuRAnTE LA GuERRA quE ESTALLÓ En 1879 (...)

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 27 ]

do diez cañas de azúcar a la vez (escribió entonces O’Higgins en una carta particular), causaron la mayor admiración en los espectadores venidos de las ciudades y haciendas de este valle". Además del progreso material de su propiedad, O’Higgins se preocupó también de dar un mínimo de comodidad y decoro a la vida de sus esclavos. Al producirse el conflicto entre Chile y la Confederación Perú-boliviana, interpuso el prócer resueltamente su nombre y sus esfuerzos para buscar un arreglo pacífico. Cordial con los jefes chilenos que entonces llegaron al Perú, no ocultó su simpatía por la Confederación y el Protector, aunque felicitó a Bulnes por su victoria. En abril de 1839 falleció Isabel Riquelme, madre de O’Higgins. Él, a su vez, comenzó a sentir los efectos de una enfermedad cardíaca. Se preparaba entonces a regresar a su patria. Falleció en Lima, el 23 de octubre de 1842. Había vivido en el Perú casi veinte años. El 26 de octubre se celebraron en el convento de San Agustín las exequias en su honor. Asistieron a ellas el cuerpo diplomático, las corporaciones de la capital, los principales jefes militares y una numerosa concurrencia. El túmulo estuvo adornado por las banderas peruana, chilena y argentina. La guarnición de la capital formó para hacer los últimos honores al prócer. "Más que un tomo se necesitaría (expresó El Comercio del 13 de diciembre de 1842) para detallar los servicios que el general O’Higgins ha prestado al Perú desde esta época (la de su llegada) hasta su fallecimiento, los que cuando sean conocidos demostrarán que el ilustre difunto mereció no solo los dictados que le confirieron los Congresos peruanos de 1822 y 1823, sino también el de amigo constante e ilustrado de la prosperidad peruana en todos los ramos que constituyen el público bienestar. Como una prueba en apoyo a esta aseveración nos referimos con satisfacción a una carta dirigida por el general O’Higgins al general Prieto en 1832 y transmitida por el mismo general O’Higgins en el año pasado a la Sociedad de Agricultura de Santiago, en cuyos libros debe haber constancia de ella. Esta producción, que demuestra palpablemente, y con tanta sagacidad, cuáles son los verdaderos intereses de las dos naciones que la providencia y la naturaleza han destinado para hacerse mutuamente felices, no necesita de comentarios. Ella es el fruto de profundos estudios y de un detenido examen de las relaciones que deben existir entre Chile y el Perú y manifiesta que su autor no solo se había contraído a observar los intereses físicos de ambos países, sino que, elevándose a una esfera más sublime, escudriñó con la antorcha de la razón, el origen moral de esos intereses o relaciones y la alta sabiduría del Supremo Hacedor que al organizar la naturaleza ligó a todas sus partes por vínculos tan estrechos que solo la ignorancia y las pasiones de los hombres han podido desconocerlos y convertir los bienes que les prodigó en instrumentos de su propia infelicidad". En efecto, el nombre de O’Higgins es un símbolo de la amistad peruano-chilena, evidenciada en los días de la Independencia, ratificada durante la Restauración, ahondada en los días del conflicto con España entre 1864 y 1866, pero enturbiada a partir de este año para desembocar desde 1873 en el recelo y el incono pertinaz durante la guerra que estalló en 1879 y muchos años más tarde.

SUPUESTOS PLANES DE GAMARRA PARA PROLONGAR LOS LÍMITES DEL PERÚ EN EL NORTE.- Los planes de Gamarra para emprender una campaña en la frontera norte, en 1840 o 1841, extrañamente similares a los de La Mar en 1829 han sido revelados por Valdivia en su libro sobre las revoluciones de Arequipa. Dice el párrafo pertinente: "Allí (en Tiabaya) recibió Gamarra un expreso con comunicaciones de Lima y Popayán, se retiró con Castilla a una pieza reservada y se impusieron del contenido y tuvieron varios acuerdos. El general Castilla al día siguiente acompañó a Gamarra a poca distancia y se volvió a la ciudad. Vio al doctor Valdivia; y para darle una prueba de que había restablecido su antigua confianza con él, refirió todo lo sucedido y le dijo que las comunicaciones principales habían sido del general Obando datadas

en Popayán, en las que decía a Gamarra que había llegado la ocasión oportuna de que el Perú recuperase sus antiguos límites hasta Juanambú; y que él (el general Obando) tenía elementos suficientes para ayudarle en la empresa; que el general Gamarra había aceptado el ofrecimiento y variando el plan acordado anteriormente de ir a Bolivia a recuperar los límites antiguos del Perú hasta el Pilcomayo; que en su virtud emprenderían primero a verificar el proyecto de Obando y que después les era más fácil verificar el de Bolivia…Las circunstancias impidieron hacer la campaña para Juanambú, y se hizo necesaria la de Bolivia".

[ III ] RELACIONES CON GRAN BRETAÑA.- El cónsul y encargado de negocios inglés Belford Hinton Wilson mantuvo después de la derrota de la Confederación su actitud de parcialidad con Santa Cruz y trató, en lo que pudo, de ayudarlo y de hostilizar al régimen que lo sucedió. En nombre de su obligación de proteger a los súbditos británicos, creó numerosos incidentes con el Ministerio, uno de ellos en torno al caballo del médico Guillermo Mac Lean. Insistió en la vigencia del tratado sobre supresión del comercio de esclavos ya resuelto, en principio, en octubre de 1836. Protestó ante las decisiones del Congreso de Huancayo sobre este asunto mencionado en otra sección de la presente obra; lo cual dio origen a una serie de trámites administrativos hasta julio de 1840 cuyo contenido fue polémico. En setiembre de 1841 denunció una tentativa para asesinarlo por un mercenario a sueldo del general La Fuente; el caso que fue sometido a la Corte Suprema cuyas decisiones Wilson se negó a acatar con energía (octubre-diciembre de 1841). Para resguardo de su seguridad personal, se asiló en un bergantín de guerra francés (noviembre de 1841). Esta última actitud, indujo al canciller Agustín G. Charún a cortar sus comunicaciones con él "interín permanezca fuera del territorio y a bordo de un buque extranjero" (18 de diciembre). Wilson pidió su pasaporte y el Ministerio de Relaciones Exteriores se lo otorgó ante su insistencia (28 de diciembre). Pero con fecha 20 de enero de 1842 divulgó Charún una extensa protesta que implicaba una acusación. Wilson en persona y los cónsules británicos en el sur del Perú fueron agentes de la sublevación que estalló en 1841 encabezada por el general Vivanco. Las hojas El Rebenque, y El Periodiquito redactados por José Felix Iguaín sirvieron como uno de los voceros de la hostilidad nacionalista contra estas actitudes del encargado de negocios inglés.

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setiembre 182524 ] [ 1842 octUbre [ perú ] MUERTE DE O’HIGGINS.

san martín creó El diario El Comercio 24 de octubre de ladelprimera 1842 informó bandera en así el acerca del deceso del puerto de pisco, ex presidente chileno: poco después de "Tenemos el sentimiento de la llegar al perú. anunciar el hizo oficial el 21 fallecimiento de uno de de 1821, deoctubre los fundadores de la independencia mediante un chilena, General D. decreto en el que Bernardo O'Higgins. también disponía (…) El largo espacio que ésta residiódebía en este que ser país supo conciliarse de seda o lienzo y los respetos y las medir 8 pies de simpatías de todos, reconocido largo por por 6 delos favores de que le era ancho.

deudor, no perdía ocasión de expresar su reconocimiento; ansiaba volver a su país para ser testigo de la felicidad de sus paisanos a la que tanto contribuyó (…)”.

MENTIRA Y VERDAD SOBRE EL DESAFÍO ENTRE CASTILLA Y EL CÓNSUL FRANCéS SAILLARD Y LO QUE ESTE HECHO IMPLICA.- Una tradición de Ricardo Palma relata que, con motivo de unas frases del cónsul francés Armand Saillard despectivas para la caballería peruana, Castilla reaccionó enérgicamente por lo cual aquel lo desafió. El tarapaqueño aceptó el lance; pero "a caballo y lanza en mano". Agrega que Saillard, testarudo provenzal, viajó entonces a Venezuela para que lo adiestraran los llaneros de Apure. Termina diciendo que murió en La Guaira. Manuel Atanasio Fuentes, en su difamatoria biografía de Castilla, cuenta que este mismo impidió el duelo con lanza y a caballo, ya que hizo rodear con tropa el sitio convenido. Otras versiones similares en cuanto insisten en la cobardía del peruano, esparcieron algunos periódicos de oposición como El Zurriago durante su primer gobierno. Documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores que estudió Raúl Porras Barrenechea, comprueban que Saillard tuvo desde el comienzo de su misión sucesivos problemas con el régimen que derrotó a la Confederación Perú-boliviana y adversidades hogareñas. El incidente entre los dos personajes aquí mencionados fue auténtico y se produjo el 29 de agosto de 1840. Su origen estuvo en los reclamos para que se abonara a la casa francesa Dalidon-Larrabure un préstamo de más de 11 mil pesos que ella había hecho a Santa Cruz. El canciller Manuel Ferreyros evitó el duelo. Siguió una larga controversia

[ CAPÍTULO 27 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ perú ]VIDAuRRE,

MInISTRO DE San Martín creó GOBIERnO Y DE la priMera RELACIOnES bandera en el ExTERIORES, puerto de piSco, nOMBRÓ En 1823 poco deSpuéS de llegar al perú. la COMO hizo oficial el 21 de REPRESEnTAnTE octubre de 1821, DEL PERÚ AnTE LA Mediante un CORTE DE ROMA, decreto en el que A LunA PIzARRO, taMbién diSponía Y ORDEnÓ Su que éSta debía Ser VIAJE InMEDIATO, de Seda o lienzo y LO CuAL fuE Medir 8 pieS de ATRIBuIDO A largo por 6 de RAzOnES ancho. POLíTICAS. LunA PIzARRO ADuJO EL MAL ESTADO DE SALuD Y nO ACEPTÓ EL CARGO.

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PERÍODO 1

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diplomática. Ferreyros envió la documentación respectiva al Gobierno francés. En mayo de 1841, Saillard fue reemplazado por el encargado de negocios Lemoine, y se despidió del Perú a través de una comunicación llena de afecto a este país, si bien recuerda todavía "la aflictiva escena" que hizo cesar sus relaciones con el Gobierno. Porras por cierto hostil al "libertador de los esclavos" escribe: "La verdad tradicional del desafío de Castilla es la cristalización de un anhelo político americanista y peruano de la época: el de mantener a raya a los representantes ofensivos de los imperialismos europeos". A continuación relata otras anécdotas reveladoras del mismo espíritu en el Gran Mariscal. Una vez más, la autenticidad de las tradiciones de Palma queda refutada. Pero también aparece contradicha la teoría de la "dominación extranjera" en el Perú del siglo XIX. El artículo de Porras puede ser consultado en el suplemento de El Comercio de Lima del 28 de julio de 1954.

[ Iv ] LAS ASPIRACIONES DE FLORES PARA DESTRUIR EL PERÚ. RELACIONES CON BRASIL.- El aspecto fundamental de la política internacional durante el segundo gobierno de Gamarra fue el que se relacionó con Bolivia. De él tratarán los párrafos siguientes. Surgieron también entonces un conflicto con el Ecuador –los planes del presidente del Ecuador Juan José Flores con la finalidad de acabar con el Perú–, así como un litigio entre ambos países, y se firmó un tratado con Brasil. Lo primero será mencionado junto con los incidentes peruano-ecuatorianos de 1842 y lo segundo a propósito de la Convención de 1851.

[v] RELACIONES CON LA SANTA SEDE A PARTIR DE 1831.- Una carta del delegado apostólico en Río de Janeiro, monseñor Domingo Fabrini, al vicario capitular de la iglesia metropolitana de Lima, evidenció el interés de la Santa Sede por el Perú, en 1831. Con tal motivo el Consejo de Estado manifestó la conveniencia de tratar con ella y de resolver, entre otras cosas, el problema de las vacancias de la silla metropolitana de Lima y de las episcopales de Maynas, Ayacucho y La Libertad, a las que se agregaban las continuas y delicadas enfermedades del obispo del Cuzco. Vidaurre, ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores, nombró en 1832 como representante del Perú ante la Corte de Roma, a Luna Pizarro, y ordenó su viaje inmediato, lo cual fue atribuido a razones políticas. Luna Pizarro adujo el mal estado de su salud y no aceptó el cargo. En 1832, el papa Gregorio XVI nombró al obispo de Arequipa, José Sebastián de Goyeneche, su delegado apostólico y visitador de regulares de uno y otro sexo en la República peruana. Las preces para solicitar la provisión del Obispado de Trujillo y del Arzobispado de Lima fueron dirigidas, en 1833, al nuncio apostólico en el Brasil. Tomás Diéguez y Jorge Benavente resultaron favorecidos. En 1834 y 1835 el Sumo Pontífice dio la bula correspondiente al arzobispo de Lima en términos que Salaverry consideró, en parte, incompatibles con las regalías del patronato nacional de la República, según dejó constancia en un documento refrendado por su ministro Manuel Ferreyros (20 de julio de 1835). Poco después, Santa Cruz, de conformidad con lo dictaminado por el fiscal de la Corte Suprema, Pérez de Tudela, concedió el pase para la bula expedida a favor del obispo de Trujillo, Diéguez, con exclusión de la fórmula del juramento en ella inserta y añadiendo una frase sobre la fidelidad debida al Estado (17 de setiembre de 1836). Santa Cruz, además, elevó preces a la Santa Sede en 1838 en favor del doctor Eugenio Mendoza para el Obispado del Cuzco y el Papa expidió las bulas de institución. El Congreso de Huancayo dispuso que se les negase el pase por la nulidad de su presentación y otros motivos (20 de noviembre de 1839). Pocos años más tarde, cuando ejercía el poder el general Vidal, otorgó el pase a las referidas bulas, aunque sin cumplir por lo dispuesto por la Constitución que requería

El exilio europeo de Santa Cruz. Tras el derrumbe de la Confederación Perú-boliviana y la Restauración, el artífice de esta idea, Andrés de Santa Cruz, se exilió en Ecuador. En 1845 se trasladó a Francia, donde tiempo después recibió la Legión de Honor y donde falleció en 1865. En esta imagen vemos a Santa Cruz (sentado) junto a miembros de su familia en la ciudad de Versalles, cerca de París.

[ capítulo 27 ] período 1

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JOSé SEBASTIÁN DE GOYENECHE (1784-1872)

El arzobispo de Lima tuvo un rol decisivo en la vida política republicana. En º1828, envío un pedido al papa León XII para restablecer relaciones entre el Perú y la Santa Sede. En 1837 fue designado ministro plenipotenciario del Estado Sud-Peruano, al cual representó en la Conferencia de Tacna. En dicha reunión se llevó a cabo la redacción de la Ley Fundamental de la Confederación Perú-boliviana.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 27 ]

para ello el previo consentimiento del Senado o, en su receso, del Consejo de Estado. La Ley del Congreso de Huancayo fue derogada en 1845. El mismo Santa Cruz otorgó, con condiciones, el pase a la bula que instituyó a Francisco Javier de Luna Pizarro obispo de Alalia, in partibus infidelium, o sea sin jurisdicción (decreto de 1° de agosto de 1837). Para el Obispado de Maynas, fue preconizado José María Arriaga (17 de setiembre de 1838). La provisión del Arzobispado de Lima a favor de Francisco de Sales Arrieta dio lugar a un decreto de Gamarra, muy similar en su contenido al de Salaverry sobre su antecesor, monseñor Benavente (12 de enero de 1841), Gamarra reiteró su actitud en el caso del doctor José Higinio de Madalengoitia, obispo in partibus infidelium. Obispo electo de Ayacucho y presentado por el Gobierno, fue Santiago José de Oselan; el Sumo Pontífice lo instituyó por bula de 12 de julio 1841, que por decreto dado por Menéndez el 26 de febrero de 1842, recibió pase con aclaraciones semejantes a las ya mencionadas a propósito de los monseñores Benavente, Arrieta, Luna Pizarro, Diéguez y Madalengoitia. Por muerte de monseñor Jorge Benavente, el papa Gregorio XVI, previas presentaciones del Gobierno, preconizó arzobispo de Lima al R.P. Francisco de Sales Arrieta el 13 de junio de 1840. Poco antes había preconizado al doctor José María Arriaga como obispo de Maynas (17 de setiembre de 1838). A fines de 1839, en el período del arzobispo electo de Lima, fray Francisco de Sales Arrieta, llegaron al Perú dos bulas de Gregorio XVI, de 8 de agosto de 1837, por las cuales beatificaba a fray Martín de Porres y a fray Juan Masías.

[ vI ] BOLIVIA DESPUéS DE LA CAÍDA DE LA CONFEDERACIÓN.- No era suficiente garantía, a los ojos de Gamarra, el colapso de la Confederación. Santa Cruz había escapado y hallábase en Guayaquil, desde donde fomentaba incansablemente intrigas tanto en Bolivia como en el Perú. Gamarra podía desbaratarlas en el Perú, pero no podía imponer en Bolivia misma –donde la fuerza del partido de Santa Cruz era más grande– todas las medidas de carácter preventivo y represivo que consideraba urgentes. Además, existía desde 1828 la idea de deshacer Bolivia o, por lo menos, de incorporar el depar tamento de La Paz al Perú, que era como el contrapeso de la idea de amputar o dividir este país. Ya desde 1839 el coronel Juan Bautista Arguedas fue enviado, con el pretexto de repatriar a los soldados peruanos y, en realidad, para estimular la firma de actas en algunas ciudades bolivianas que debían pedir la anexión al Perú. Fue hecha una discriminación cuidadosa entre soldados peruanos y bolivianos, en el ejército peruano. Se mantuvo todo el andamiaje militar montado con motivo de la pasada guerra y se utilizó el armamento que en ella había sido capturado. En su mensaje al Congreso de Huancayo, Gamarra llegó a afirmar que había sobrados motivos para que el Perú llevara la guerra a Bolivia. Todo dependía de la situación política de ese país. El general Velasco, jefe del ejército del sur de la Confederación, al sublevarse contra ella el 9 de febrero de 1839, en Tupiza, había resultado, por actas populares, primero presidente provisional hasta la reunión del Congreso Constituyente, y luego, al reunirse este, presidente constitucional. Tuvieron el Congreso Constituyente y Velasco una solidaridad absoluta con los vencedores en la guerra pasada, como si hubieran los bolivianos combatido al lado de Bulnes y de Gamarra. Velasco separó a los empleados adictos a la Confederación, secuestró los bienes de Santa Cruz y envió una pomposa carta a Bulnes después de la victoria de Yungay, diciendo que la había recibido Bolivia con "transportes de alegría". Nada de ello enterneció a Gamarra. Para suscribir un tratado preliminar de paz exigió la devolución de los soldados peruanos prisioneros en

Bolivia y de las banderas capturadas, así como el pago de varios millones de pesos como indemnización por los gastos efectuados por el Perú. Otro problema más inmediato tuvieron que afrontar el Congreso Constituyente de 1839 y el presidente Velasco. Entre quienes habían hecho la revuelta contra Santa Cruz estaba un joven general, José Ballivián. Después de haber fracasado en su candidatura a la Vicepresidencia, Ballivián se dedicó a conspirar y bien pronto perturbó la tranquilidad pública con un golpe subversivo. Vencido Ballivián, el Congreso pudo proseguir y cerrar sus labores. Había dado ya antes el nombre de Sucre a la ciudad de Chuquisaca, y le había adjudicado la capitalidad de la República, convencido de que era utópico querer fundar una nueva ciudad con ese nombre, como se pensara en 1826. Se ocupó entonces de los asuntos de actualidad: la promulgación de la Constitución y las sanciones contra Santa Cruz. A la inversa de la Carta peruana de Huancayo, hija de un caudillo fuerte, la boliviana de 1839 no tuvo orientación presidencialista. En cambio, severo fue aquel Congreso, lo mismo que el de Huancayo, con los caídos. A Santa Cruz lo declaró insigne traidor, indigno del nombre de boliviano, lo borró de las listas civil y militar, lo puso fuera de la ley desde el momento en que pisara el territorio nacional y le secuestró sus propiedades.

TRaTaDOS PERuanO-BOlIVIanOS En 1839 Y 1840. laS ClaÚSulaS ECOnÓMICaS. la VÍa DE TaCna.- Los ministros Eusebio Gutiérrez y Manuel de Mendiburu firmaron una convención preliminar por la cual este país daba satisfacciones por la intervención militar efectuada en 1835 y se comprometía pagar una suma de dinero por los gastos causados con motivo de la guerra reciente además de la indemnización por la independencia y a no tomar resolución alguna que perjudicara al puerto de Arica, cuya aduana sería común (14 de agosto de 1839). Los artículos sobre las satisfacciones al Perú y sobre la indemnización provocaron el rechazo de Velasco a dicho tratado (10 de octubre de 1839). Los preparativos de guerra en el Perú a principios de 1840 fueron tan notorios que, informado de ellos el Gobierno boliviano, comenzó a tomar medidas preventivas. Sin embargo un tratado llegó a firmarse entre los plenipotenciarios Manuel Ferreyros e Hilarión Fernández (Lima, 19 de abril de 1840). Fue restablecido el estado de cosas de 1835. Ambos países se declararon en Paz y acordaron reducir sus fuerzas militares. Bolivia desaprobó los sucesos de la época de Santa Cruz y se comprometió a devolver al Perú las banderas y los prisioneros tomados. Fue entregada al arbitraje de Nueva Granada la decisión de si Bolivia pagaría al Perú la tercera o la cuarta parte de los gastos ocasionados por la guerra de Restauración. Artículos adicionales establecieron lo siguiente: disminución del ejército peruano a 3.000 hombres y del boliviano a 2.000; garantías mutuas a los ciudadanos de los dos países, señalándose las que existirían en caso de guerra; el repudio de delincuentes y desertores; la prohibición de conjuras de asilados políticos; la inspección sobre los efectivos militares y la mutua devolución de ciudadanos. También fueron estipuladas diversas cláusulas comerciales que volvieron al tratado de Chuquisaca de 1832. Entre dichas cláusulas estuvieron: el impuesto del 6% de importación y de no más del 4% municipal a los productos peruanos que se internaran en Bolivia y a las bolivianos en el Perú; la liberación de derechos para el ganado, víveres y comestibles; el gravamen del 1% para las monedas de oro y el 2% para las de plata; el de 30% a los efectos extranjeros, más un derecho de tránsito entre el 3 y el 20%; el de 2% de tránsito como única contribución sobre los efectos bolivianos exportados por puertos peruanos; la libertad de tránsito para los libros, máquinas y herramientas en vía a Bolivia y para las mulas, caballos y demás acémilas que fueran de Argentina al Perú; la preparación anual de tarifas de avalúos, y diversas seguridades para las guías y tornaguías en este tráfico. El decreto de 30 de junio de 1840 fijó los derechos de tránsito que debían pagar los productos bolivianos importados o exportados por los puertos del Perú que era variables entre el 3% y el 20%; asimismo señaló las formalidades y determinó las vías por donde debía hacerse este comercio de tránsito de Bolivia. Por

ManuEl BulnES (1799–1866)

Peleó junto a San Martín desde 1818 por la independencia chilena. Veinte años más tarde, participó en la Segunda Expedición Restauradora contra la Confederación Perú-boliviana. Peleó en la batalla de Yungay (1839) y por sus acciones fue reconocido con el grado de ”gran mariscal de Áncash”. De regreso a Chile, su país de origen, ejerció como presidente de la República entre 1841 y 1851.

[ CAPÍTULO 27 ] PERÍODO 1

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FRANCISCO DE SALES ARRIETA (1768-1843)

tierra solo fue permitido desde Arica, por la vía de Tacna, dentro de las pautas que detalladamente quedaron señaladas (Artículo 6°). Luego podía tomar la ruta de Palca al Desaguadero o, también, la de Nasacara, según resolución de 5 de setiembre de 1840.

DEVOLUCIÓN DE ESTANDARTES PERUANOS POR BOLIVIA.- Los estandartes capturados en Socabaya fueron devueltos por los bolivianos junto con 107 hombres, en junio de 1840. Las autoridades y corporaciones salieron a recibir en Lima estos trofeos a la Portada de Maravillas. Conducidos en triunfo y con honores militares se cantó un tedeum en la Catedral. Pronunció la oración gratulatoria el ministro de Instrucción Pública y Negocios Eclesiásticos, Agustín Guillermo Charún. Los estandartes eran del batallón Cazadores de Lima, del Húsares de Junín y de los Granaderos del Callao (27 de agosto de 1840).

[ vII ] Este religioso fue arzobispo de Lima y recibió las bulas papales que expidió el papa Gregorio XVI en 1837 para la beatificación de fray Martín de Porres y fray Juan Masías. De orden franciscana, Sales de Arrieta fue consagrado arzobispo en 1840 por el obispo auxiliar de Lima, Francisco Javier de Luna Pizarro.

SUBLEVACIÓN SANTACRUCINA EN BOLIVIA.- El Congreso ordinario, reunido en Bolivia en 1840, proclamó presidente constitucional al general Velasco. Hombre honrado, pero de limitados alcances, sin esfuerzos creadores ni iniciativas trascendentes, Velasco tenía que luchar con el recuerdo de su antecesor y con las maquinaciones de los amigos de este. Desde la Argentina, donde estaba desterrado, Mariano Enrique Calvo, antiguo vicepresidente de Santa Cruz, lanzó un manifiesto que incitó a la revuelta. Halló eco este llamamiento en el Congreso y un pliego de acusación fue presentado por las infracciones que se atribuían al Gobierno, pero la maniobra no prosperó y el pliego quedó desestimado. Tampoco tuvo éxito una intentona de los enemigos jóvenes de Velasco, al sublevarse dos batallones a favor de Ballivián (21 de noviembre de 1840). Igualmente fue estéril la revuelta de los amigos de Santa Cruz en La Paz, el 6 de febrero de 1841. La de 10 de junio de ese mismo año, en Cochabamba, asumió otro cariz. El general Sebastián Agreda, de acuerdo con uno de los edecanes del Presidente, apresó a este y proclamó a Santa Cruz. El 15 de ese mes, un motín popular en La Paz encumbró a Mariano Enrique Calvo, a quien se sometió Agreda. Ambas revueltas cumplieron consignas impartidas por Santa Cruz desde Guayaquil. Calvo envió un agente y comunicaciones al Gobierno de Chile para buscar su neutralidad y ofrecer ventajas comerciales y de otro tipo a ese país, en contra del Perú. Esta gestión debía hacerse con el respaldo de Juan García del Río, que representaba al Ecuador en aquel país. De junio a octubre hubo ese año trece motines en Bolivia: cuatro por Santa Cruz, seis por Ballivián y tres por Velasco. BALLIVIÁN CON GAMARRA Y GAMARRA CONTRA BOLIVIA.- Ballivián había entrado en tratos con Gamarra, a pesar de la opinión adversa a esta alianza que Castilla dio al Presidente y fue descaradamente auxiliado por las autoridades peruanas de la frontera al situarse allí para manejar los hilos de su trama. Mensajero desleal, hubo que llevó car tas de Ballivián no a sus destinatarios sino al propio Agreda, y vino a descubrirse, según propia confesión, que estaba apoyado por los recursos del Perú. Gamarra no se contentó con el instrumento que creía tener en el ambicioso caudillo boliviano. El Consejo de Estado peruano declaró a la patria en peligro al saber que Santa Cruz era aclamado en su país de origen, relacionando este hecho con las innumerables intrigas que los par tidarios de Santa Cruz hacían en Bolivia y en el Perú, de las que no eran sino un episodio las expediciones enviadas a la provincia de Piura al mando de Angulo y Céspedes, y autorizó la guerra al ex Protector "hasta obtener seguridades de que no sufrirán detrimento la tranquilidad, independencia, unidad y libertad de la República peruana" (6 de julio de 1841).

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 27 ]

PERSONAJES DE LOS ALTARES En 1837, el papa Gregorio XVI beatifico a Martín de Porres y a Juan Masías.

"El santo de la escoba" 1 Fray Martín de Porres nació en Lima en

El convento de Santo Domingo es el más antiguo de Lima. Contiene una sucesión de claustros y patios. Ala derecha de su altar mayor, están los restos de santa Rosa, san Martín de Porres y san Juan Masías.

1579, de padre español y madre negra.

2 A los 15 años ingresó al convento de Santo Domingo, de la orden de los dominicos.

3 En 1603 fue

admitido como hermano y tomó votos de pobreza, obediencia y castidad.

"El patrono de los migrantes pobres" 1 Fray Juan Masías nació en Ribero de Fresno

(Badajoz,España), en 1585. Quedo huérfano a los cuatro años y se dedicó al oficio de pastor.

2 Llegó a América del Sur en

1616. En Lima, pidió el hábito de hermano cooperador en el conveno de Santa María Magdalena, de la orden dominica (1622)

4 En el convento se destacó en los oficios de enfermero y cirujano. También fue herbolaria y cultivaba las plantas medicinales que aliviaban a los enfermos. Por sus cuidados a los más necesitados, se le atribuyeron diversos milagros.

5 Murió en 1639 y fue

canonizado por el papa Juan XXIII EN 1962

3 Fue portero del conveto de Santo

Domingo durante veinticinco años. Según el santo, la virgen se le apareció para reconfortado. Además, numerosos testigos afirmaron haberlo visto levitar en medio de un gran resplandor.

4 Muriò en Lima el 15 de

setiembre de 1645. Sus restos fueron enterrados en el Altar de las Reliquias de Santo Domingo Fue canonizado en 1975 por el papa Pablo VI.

Fuentes: www.dominicos.org

[ CAPÍTULO 27 ] PERÍODO 1

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setiembre OCTuBRE 1825 1841 [ perú ] [ perú

15 18

EnSan unMartín InTEnTOcreó POR REunIfICAR la priMera EL BAJO Ybandera ALTO PERÚ, en EL el PRESIDEnTE puerto de AGuSTín piSco, GAMARRA poco deSpuéS OCuPA de LA CIuDAD llegar DE al perú. LA PAzlaY hizo DECLARA oficial LA GuERRA el 21 de octubre A BOLIVIA, de 1821, APROVECHAnDO Mediante un LA decreto CRISIS POLíTICA en el que En taMbién LA quE diSponía ESTABA que éSta SuMIDA. debía Ser LAS de Seda oDEfEnSAS lienzo y BOLIVIAnAS Medir 8fuEROn pieS de ORGAnIzADAS largo por POR 6 de EL GEnERAL ancho. JOSé BALLIVIán, unO DE LOS TRES CAuDILLOS quE SE DISPuTABAn EnTOnCES EL PAíS.

De acuerdo con este mismo punto de vista, pocos meses más tarde, cuando ya se había librado la batalla de Ingavi, el Gobierno de Lima declaró oficialmente la guerra "al partido que mandaba en Bolivia" (27 de noviembre de 1841). Así creó una situación excepcional en el Derecho de Gentes, análoga a la que había surgido en la declaratoria de guerra hecha por el Congreso peruano a los jefes de Colombia y no a los pueblos en 1828. Gamarra, que el 18 de junio había regresado a Lima después de la revolución de Vivanco, se embarcó nuevamente al sur el 13 de julio de 1841. Quedó encargado del mando supremo el presidente del Consejo de Estado, Manuel Menéndez.

BALLIVIÁN AL FRENTE DE LA UNIÓN NACIONAL BOLIVIANA.- El anuncio de la invasión peruana provocó en Bolivia un clima aparentemente hostil a Santa Cruz porque, de un lado, hizo comprender la gravedad de los peligros anexos al hecho de resucitar su partido y porque, al mismo tiempo, hizo comprender a muchos que la independencia nacional peligraba. El 2 de julio, en Sucre, un nuevo motín proclamó a Ballivián. Mientras el desterrado caudillo llegaba, asumió el poder en su nombre el doctor José María Serrano, que en el Congreso de 1839 lo había llamado "César de lodo, podre y barro". A la ciudad de Sucre se unió la de Potosí. Había, pues, dos movimientos subversivos: el de Santa Cruz en el norte, representado por Calvo y Agreda, y el de Ballivián, en el sur, encabezado por Serrano. La reaparición de Velasco en el sur con un ejército en el que figuraban varios emigrados argentinos (el historiador y político Bartolomé Mitre, entre otros) vino a aumentar la confusión imperante. Cartas y proclamas de Ballivián lo delataban como franco colaborador de la intervención peruana. La ocupación de Cobija en setiembre de 1841 por fuerzas que envió el prefecto de Tacna Manuel de Mendiburu contó con su apoyo y el de sus amigos, y con motivo de un acta para anexar el departamento de La Paz al Perú escribió al caudillo proscrito a favor de este plan. Pero Velasco le entregó la autoridad suprema y con ella el ejército del sur para que se opusiera a quienes agredían y amenazaban al país, y los partidarios de Santa Cruz hicieron lo mismo. Cuando vio Ballivián que de Bolivia lo llamaban y se escudaban en su nombre para contener la temida invasión sobre cuyas graves consecuencias no podía dudarse, no fue sordo a estas instancias patrióticas y comprendió que podía lograr su ambición de poder pero con un significado mucho más honroso y alto que como auxiliar del enemigo. Dícese que al notar Gamarra el cambió de frente de quien había sido su protegido, intentó apresarle. Ballivián se escurrió del Perú y pasó la frontera. La Paz lo recibió con entusiasmo. En seguida comunicó a Gamarra que el orden reinaba en Bolivia y que su administración sería "la más sólida garantía de paz y de amistad con el Perú". LA INVASIÓN PERUANA A BOLIVIA. SUS ETAPAS.- Ya habían pasado Gamarra y su ejército la frontera el 2 de octubre. Así como en 1828 dijo que había marchado a Bolivia a "interponerse entre la víctima (Sucre) y los asesinos", ahora afirmaba que marchaba a "interponerse entre un pueblo oprimido y un ejército servil y mercenario". El período de 46 días que duró la invasión peruana a Bolivia puede ser dividido en cuatro etapas: la de armonía con los agentes y comisionados de Ballivián, la de negociaciones con este caudillo, la de hostilidades y la de la batalla decisiva. La guerra tuvo también otro frente, el marítimo, en Cobija, puerto ocupado, como se ha dicho ya, por una expedición peruana al mando del coronel Carlos Lagomarsino, en una operación cuya gran importancia estuvo en que se evitó la llegada de Santa Cruz. Este caudillo ya se había embarcado en Guayaquil en el barco Ludomilia y después de varias infructuosas tentativas se vio obligado a regresar a su lugar de partida.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 27 ]

LA ETAPA PACÍFICA DE LA INVASIÓN.- La primera etapa de la invasión terrestre duró del 1° al 4 de octubre, según las comunicaciones oficiales, pero se prolongó de hecho durante algunos días más. Como Ballivián no se había acordado de anular sus arreglos anteriores, los invasores hallaron, al pisar territorio boliviano, al teniente coronel Borda, encargado, como otros comisionados, de proporcionarles víveres, forrajes y movilidad. En el lugar llamado Huachacache, adonde llegó el 7 de octubre, recibió Gamarra toda clase de atenciones de las autoridades, y en el pueblo de Huayco (la anécdota ha sido contada por el historiador boliviano Rigoberto Paredes) un vecino notable, José Nicasio Goyzueta, trató al presidente peruano como invitado de honor y de él obtuvo el título de gobernador de Omasuyos firmado por Ballivián. Cuando Goyzueta fue apresado por este, no quiso escapar y expresó que quien lo comprometió para servir a Gamarra no le castigaría por haber cumplido con ese compromiso, pero fue fusilado como traidor a la patria (15 de noviembre).

LA ETAPA DE LAS NEGOCIACIONES CON BALLIVIÁN.- En Huachacache recibió Gamarra las primeras indicaciones de Ballivián para que detuviera su avance. Gamarra adujo entonces que no veía una garantía en el repentino encumbramiento de este caudillo; que los partidarios de Santa Cruz preparaban su caída; que necesitaba seguridades; que no le era honroso retroceder; que "el ejército peruano no es un postillón al cual se le puede hacer regresar en cualquier hora y en cualquier punto". Pronto se convirtieron las notas de Ballivián en órdenes y hasta en amenazas. Ese fue el sentido de las exigencias que planteó en Pacaraní el 11 de octubre. Castilla, que acompañó a Gamarra en esta campaña como general en jefe del ejército, se empeñó en comenzar una lucha inmediata. Gamarra pensó en presentar una batalla solo cuando llegó a su poder, el 9 de octubre, un decreto de Ballivián con órdenes para que en los pueblos se hostilizase de todas maneras a las tropas peruanas; pero el ejército de Ballivián, que había estado muy cerca y con fuerzas escasas y pudo, por lo tanto, ser fácilmente destruido en los primeros días de octubre, ganó la delantera y se movió en retirada hacia Oruro, mientras que acaso faltó la decisión para perseguirlo.

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setiembre 1825 CARTAS Y[ perú ]

PROCLAMAS DE san martín creó laBALLIVIán primera LO DELATABAn bandera en el COMO fRAnCO puerto de pisco, poco después de DE COLABORADOR llegar al perú. la LA InTERVEnCIÓn hizo oficial elLA21 PERuAnA, de octubre de 1821, OCuPACIÓn DE mediante un COBIJA En decreto en el que SETIEMBRE DE también disponía 1841 POR fuERzAS que ésta debía ser quE EnVIÓ EL de seda o lienzo y PREfECTO DE medir 8 pies de TACnA MAnuEL largo por 6 de DE MEnDIBuRu ancho. COnTÓ COn Su APOYO Y EL DE SuS AMIGOS (...).

OCUPACIÓN DE LA PAZ. LAS PRIMERAS HOSTILIDADES.- El ejército peruano ocupó La Paz sin combate el 15 de octubre. Hubo primero una actitud de convivencia del vecindario con los invasores, que reconoce el historiador boliviano Alcides Arguedas. Pero las hostilidades contra ellos desencadenadas en el resto del país a consecuencia de la actitud de Ballivián y de la "unión sagrada" que se improvisó alrededor de él, tuvieron una virtualidad de contagio. Las provincias de La Paz crearon tantas dificultades que no hubo seguridad para los depósitos de enfermos en la retaguardia ni para enviar comunicaciones al Perú ni para recibir los fondos remitidos desde Puno. Doña Josefa Ballivián, hermana del caudillo, se destacó como una de las principales conspiradoras en La Paz, y por ese motivo fue apresada y enviada al Perú, junto con su madre y otras señoras.

EL PROYECTO DE ARMISTICIO ENTRE PAZ SOLDÁN Y QUINTELA. MECAPACA.- La etapa de las hostilidades se inició mientras que, por otra parte, seguía la etapa de las negociaciones. Los plenipotenciarios José Gregorio Paz Soldán y Andrés Quintela llegaron a convenir en principio el 21 de octubre un armisticio de treinta días con la ocupación de una parte del departamento de La Paz menos su capital, que se declararía neutral, sin perjuicio de residir en ella el presidente del Perú y los plenipotenciarios de ambas partes para la redacción del tratado definitivo (21 de octubre). Ese mismo día 21 tuvo lugar en el pueblo llamado Mecapaca un encuentro doble con fuerzas bolivianas al ser ocupado ese pueblo por una columna peruana al mando del coronel San

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setiembre nOVIEMBRE 1825 1841 perú ] [ [bolIvIa

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San Martín creó EL EJéRCITO la priMera PERuAnO SE bandera en AL el EnfREnTA puerto de piSco, BOLIVIAnO En pocoCERCA deSpuéS InGAVI, DE de LA llegar la CIuDADalDEperú. LA PAz. hizoLAoficial elDuRÓ 21 de BATALLA octubre de 1821, APROxIMADAMEnTE Mediante unA HORAunY decreto en COn el que CuLMInÓ LA taMbién PERuAnA. diSponía DERROTA que éSta debía Ser En EL TRAnSCuRSO de LAS Seda o lienzoELy DE ACCIOnES, Medir 8AGuSTín pieS de PRESIDEnTE largoESpor 6 de GAMARRA HERIDO ancho.Y MORTALMEnTE fALLECE. TRAS ESTA VICTORIA, EL GEnERAL BOLIVIAnO BALLIVIán InVADIÓ LA CIuDAD DE PunO, PERO SIn RESuLTADOS POSITIVOS.

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[ CAPÍTULO 27 ]

Román, y al ser luego ella atacada sorpresivamente por el batallón N° 5 y un destacamento de coraceros. Los peruanos, desconcertados al principio, lograron rehacerse y vencer a sus enemigos que se dieron a la fuga con velocidad y desorden. Las primeras noticias de este combate llegaron muy abultadas al campamento peruano y se dio por destruido a todo el batallón boliviano. Gamarra ascendió a San Román al grado de general de división, decretó que los vencedores llevasen una medalla con los colores bolivianos y concedió algunas otras gracias (22 de octubre). Además, envalentonado con el combate de Mecapaca, pidió que se reconociera la ocupación total de La Paz durante el armisticio. Quintela se negó a aceptar cambios y las negociaciones terminaron el 26 de octubre. Poco después del suceso de Mecapaca, el ejército peruano abandonó la empresa de avansar en dirección de Oruro y optó por tomar cuarteles de invierno en las inmediaciones de La Paz. En esta ciudad una multitud frenética asaltó el hospital para dar muerte a los soldados y oficiales peruanos enfermos, el 21 de octubre, y fue difícilmente contenida.

LOS PERUANOS EN VIACHA.- El ejército peruano acampó en la pampa de Viacha. En sus tiendas rondaba, amenazante, la discordia. Tenía, según testimonios oficiales, a lo más 4.000 soldados. Según testimonios bolivianos, llegaban ellos a cerca de 5.000 y lo que se les enfrentaron, a cerca de 3.000 o 4.000. A Ballivián habíansele ya unido las fuerzas que él había destacado sobre Potosí para detener a Velasco y que habían fraternizado con las de este caudillo. Así fortalecido, volvió para buscar a los invasores. Su infantería estaba armada con un tipo nuevo y más perfecto de fusil, que impropiamente se llamó "hannoveriano", pero que debió ser seguramente el rifle inventado por el capitán Berner de Brunswick, que poseía un proyectil ajustadamente calibrado, pudiendo disparar al mismo tiempo pequeñas balas esféricas.

[ vIII ] LA BATALLA DE INGAVI.- Viacha era entonces una inmensa pampa formada por cascajo y tierra de acarreo cubierta por casuchas y sembríos de indígenas y por estancias de ganado lanar que poseían algunas familias de La Paz. Una de estas estancias, llamada Ingavi o Incahue, fue la que dio su nombre a la batalla. Era ella de propiedad de un cuzqueño llamado Valenzuela, condiscípulo y amigo de Gamarra; allí habíase alojado este en octubre. El día de la batalla la casa fue quemada y todas sus propiedades quedaron destruidas. El 17 de noviembre las avanzadas peruanas dieron aviso de la aproximación del ejército de Ballivián. En la noche, que fue muy lluviosa, se unió a Gamarra un batallón que había quedado de guarnición en La Paz. El 18, al amanecer, los peruanos se formaron en dos líneas de batalla. Esta comenzó como a las ocho de la mañana. Tuvo una duración de solo cincuenta minutos. Por un veloz movimiento, las tropas de Ballivián se colocaron en forma oblicua en relación a las peruanas. Estas intentaron un movimiento de envolvimiento y de desborde, pero al avanzar el sector central quedó debilitado. Se produjo entonces un desacuerdo en el comando de Gamarra y Castilla, mientras cargaban las fuerzas bolivianas. La caballería recibió la orden de colocarse en forma que resguardase la línea de retirada, lo cual dio lugar a que San Román, interpretando mal este movimiento, abandonara con ella el lugar de la acción. Su retirada tuvo un efecto desmoralizador. El jefe de los cuerpos de reserva no cumplió la orden que Mendiburu le llevó personalmente para que se moviera por su derecha y fuese a romper la izquierda enemiga. Gamarra, con unos cuantos batallones colocados en el centro del combate, no ignoró el peligro en que estaba. Fue muerto. Al esparcirse la noticia, cundieron la confusión y el desconcierto en las tropas que estaban cerca. Castilla mantuvo la lucha, pero llegó a ser tomado prisionero después de haber sido dominada esta última resistencia.

Cayeron en poder del vencedor –dijo el boletín oficial boliviano– 3.250 soldados, 50 oficiales, 8 piezas de artillería, 3.400 fusiles, 290 lanzas y todo el parque. Tan solo la caballería peruana pudo escapar, al mando de San Román. Se dice que Ballivián, cuya madre y hermanos habían sido enviados al Perú, ultrajó personalmente a Castilla, y de ahí nació el odio que desde entonces se profesaron ambos.

SAN ROMÁN EN EL DESAGUADERO.- San Román se retiró por Viacha al Desaguadero, cuyo puente quemó, con lo cual impidió el paso de los demás fugitivos. En su parte fechado en el Desaguadero el 19 de noviembre, este jefe demostró no tener noticia exacta de lo que había ocurrido con Gamarra y con Castilla. "Siendo, pues, tan varia la suerte de las armas (dijo) y caprichosa la fortuna, se decidió esta a favor de los enemigos que en el orden de las cosas nunca podrán lisonjearse con un triunfo; habiendo sufrido nuestro ejército el contraste más funesto, que cubrirá de luto los corazones de los peruanos amantes de su patria. En este acontecimiento aciago ha sido hecho prisionero S.E. el Generalísimo Presidente de la República junto con el General en Jefe, quien únicamente accedió a las dolosas propuestas que le hizo el general Ballivián aun cuando se hallaba en su fuga a seis leguas de distancia del campo: habiendo envuelto en su creencia a otros jefes y oficiales que le acompañaban que hoy servirían con utilidad a la patria, paso al que solo la subordinación podía haberlos obligado a entregarse". San Román creyó, pues, que Gamarra estaba prisionero, que Castilla había fugado y que era el autor de la capitulación y de la entrega de jefes y oficiales al enemigo.

MEDITACIÓN DE INGAVI.- La caótica situación de Bolivia había empujado a Gamarra a la invasión, con la certeza de la ayuda de su aliado Ballivián. Pensó que la defensa del país invadido se desintegraría, como ocurriera en 1828. Pero sucedido lo que él no esperaba: por un milagro de patriotismo, los caudillos bolivianos llegaron a unirse, sometiéndose precisamente al que había regresado a su patria como heraldo de la invasión. Todo lo esperó inicialmente Gamarra en esta campaña del juego de las fuerzas políticas. Primero confió en su pacto con Ballivián. Después de haber tomado la ofensiva, no quiso parecer con propósitos de conquista. Incurrió en el error de no ir a una tenaz persecución del enemigo y así no evitó que acrecentara sus esfuerzos y se organizase. Ni siquiera recogió informes de la situación en que estaba. Lo descuidó, lo subestimó. Su preocupación por llegar a la ciudad de La Paz no se justifica, pues esa ocupación no daba el golpe final de la guerra. "Ancló" en el terreno. Entró en lo que ha llamado Eleodoro Camacho en su historia militar de Bolivia "el aletargamiento en La Paz", después de la inicial actitud para proceder audazmente. No se va a juzgar aquí la batalla misma. Técnicamente, ella fue una tentativa de envolvimiento y desbordamiento por parte de Gamarra, esquivada por Ballivián para desgastarlo y producir luego su propio ataque. En este, hicieron sentir sus efectos los fusiles recientemente adquiridos por Bolivia en Europa, con su doble acción. Cuéntase que en la batalla Gamarra exclamó: "He estado en muchas refriegas desde la guerra de la Independencia y nunca he presenciado un fuego tan graneado como en esta". El prematuro repliegue de la caballería peruana rompió de improviso el ritmo del combate; este hecho se explica por la indisciplina y la falta de unidad en el comando. Cuenta Valdivia en su libro Memorias sobre las revoluciones de Arequipa que las pasiones políticas hicieron chocar entre sí a los jefes antes de la batalla; y que, imbuido de ese espíritu, el coronel Arróspide se negó a atacar a la izquierda enemiga con la caballería en cumplimiento del plan del movimiento envolvente. El año 1859 se publicó, en varios números de un periódico de Lima, el texto del "parte" que envió Castilla al gobierno desde su prisión en Palca Grande, con fecha 9 de

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setiembre MARzO 1825 1842 [[ perú ItalIa ]

san martín creó En CIVITAVECCHIA la primera MuERE EL EnSAYISTA bandera en el Y nOVELISTA puerto pisco, fRAnCéSde STEnDHAL poco después (1783-1842). unAde DE llegar al perú. SuS OBRAS MáS la hizo oficialESelROJO 21 COnOCIDAS de octubre de 1821, Y nEGRO , PuBLICADA mediante un HEnRI En 1830. MARIE decreto BEYLE, Suen el que también disponía VERDADERO nOMBRE, que ésta ADEMáS debía ser ESCRIBIÓ de seda oDE lienzo HISTORIA LA y medir 8 pies de PInTuRA En ITALIA largo por 6 de (1817), ROMA, ancho. náPOLES Y fLOREnCIA En 1817 (1817), SOBRE EL AMOR (1822) Y LA CARTuJA DE PARMA (1839), EnTRE OTRAS OBRAS.

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setiembre 1825 [ 1841 dIcIembre 4 ] [ perú ] BATALLA DE INGAVI. El SanComercio Martín dio creó a conocer losla sucesos de priMera Ingavibandera el sábado 4en deel diciembre de 1841. Ese puerto día se publicóde la piSco, carta poco deSpuéS del señor Fermínde Canseco, habíala llegar quien al perú. recibido una hizocomunicación oficial el 21delde octubre de 1821, general San Román. Canseco dice: “el 18 Mediante un del que rige sufrió decreto en el que nuestro ejército un taMbién diSponía contraste en el campo deque Incague en Ser el éSta(sic), debía que fueron prisioneros de Seda o lienzo y S. E. el Jeneralísimo 8 pieS (sic) Medir presidente de lade República largo pory6elde beneméritoancho. señor Jeneral (sic) Ramón Castilla”.

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enero de 1842. Es un largo e interesantísimo testimonio que juzga, en un tono de ruda franqueza la conducta de los jefes y oficiales participantes en esta campaña, y se detiene en la crítica de las disposiciones adoptadas por el Presidente en plena batalla. Según lo afirmado en este documento, Castilla previó el descalabro a consecuencia de las órdenes de Gamarra y este se encolerizó ante la gravedad de tal insubordinación. "Que hiciera lo que quisiese" (mandó, por fin, decirle Gamarra a Castilla) "ya era tarde y él marchaba de frente". Impartió, en seguida órdenes a los comandantes generales de las divisiones y a los comandantes de los cuerpos para que solo obedecieran las órdenes del general San Román en la infantería. Poco después sobrevenía el desastre. Gamarra (que había hecho víctima de su propia indisciplina a La Mar en 1829, cuando lo depuso después de Tarqui y aun quizá lo desobedeció en esa misma jornada) fue esta vez la víctima. Cabría acuñar una frase para glosar la moraleja de toda esta historia: "Quien siembra Tarquis, cosecha Ingavis". Los aniversarios del luctuoso día de esta batalla deben ser evocados para rendir homenaje a la virtud militar cuya ausencia desencadenó la catástrofe. Por lo demás, queda a los técnicos el estudio de si la indocilidad de Castilla implicó, a pesar de todo, una previsión genial del rumbo que los sucesos tomaron minutos después. La victoria en el campo de Ingavi aseguró la libertad y la soberanía de Bolivia. Puede decirse así que la de 1841 fue la última guerra de la independencia de esta República. Después de Ingavi nadie intentó ya subyugarla. Simbólicamente allí murió Gamarra, el hombre que tanto había trabajado en contra de Bolivia. En 1828 pudo deshacer a esa República, no quiso. Cuando quiso y pudo en 1831, no lo dejaron sus propios compatriotas. Cuando quiso en 1841, no pudo y lo mataron.

EFIGIE DE GAMARRA.- Colegial de San Buenaventura en el Cuzco, latinista versado que llevaba siempre en el bolsillo una edición del sentencioso Horacio como maestro del corazón humano, sin embargo había preferido la áspera univerdsidad de la vida impura. Había llegado desde muy lejos al trote de su caballito serrano a la capital altiva por largos caminos circundados por campamentos. Un oculto ahorro vital infundíale el optimismo tan necesario para ser conductor; pese a que desde muy temprano supo la verdad feroz de las cosas. Era la suya una tenaz paciencia de obrero rural aunque a veces el milenario recelo andino, lleno de agachadas, escondedor, sin entregarse nunca, decíase que hallábase en él. Cuando conversaba solía inclinar la cabeza y miraba de soslayo como un cazador que apunta. Se le tenía en la vida, en la política, en la guerra, por lo que en la pampa se llama un baqueano. La nariz aquilina de comando en su rostro lampiño y desencajado de surcos cavados por los años, contrastaba con la quieta mirada de sus ojos color tabaco oscuro. Bajo su piel acostumbrada a las recias heladas de la sierra y a las turbias tempestades de la acción fluía la sangre fría, rara en los pueblos jóvenes, las setenta pulsaciones del pretor. Se le aceptaba, aunque por muchos con un "¡Qué le vamos a hacer!" como un mal menor; pero contemporáneos como Távara, Echenique y Mendiburu lo llaman sereno, prudunte y magnánimo aunque sabía, como el marino, utilizar el viento obedeciéndolo y comprendía que la línea recta se tira en el mapa y en el papel blanco y no en el trazado de los caminos ni en el curso de los ríos ni en el gobierno de los pueblos. Había sufrido reiteradamente la prueba del poder y la contraprueba de la adversidad, muchas veces el infortunio lo había dejado solitario; pero él no se había quedado sentado en la orilla de la vida esperando la marea nueva sino que había ido a buscarla y más de una vez la creó. Y, sin embargo, a pesar de los rasgos más difundidos de su carácter, se lanzó, veterano ya, como un soldado bisoño, a la última aventura. Prefirió las vicisitudes de una campaña cuando hallábase rodeado de los encantos y de las seducciones del poder y cuando la patria no tenía ya nada más que darle. El frío de la meseta, el hambre creciente, el asilamiento, comenzaron a azu-

La muerte de Gamarra. El 18 de noviembre de 1841 se llevó a cabo en territorio boliviano la batalla de Ingavi. Tras la derrota peruana, los bolivianos capturaron 3.250 hombres, entre los cuales se encontraba Ramón Castilla, además de 8 piezas de artillería, 3.400 fusiles y 290 lanzas. Esta pintura anónima es una representación de los últimos momentos del presidente peruano Agustín Gamarra, quien murió en el campo de batalla durante el enfrentamiento.

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setiembre 1825 [ 1842 enero 3 ] [ perú ] LA MUERTE DE San MartínEl 3creó GAMARRA. de enero de 1842 diario la elpriMera El Comercio publicó bandera enlael necrología del puerto deAgustín piSco, presidente poco deSpuéS Gamarra. En el textode se decía lo llegar alsiguiente perú. la “ha dejado de existir hizo oficial el 21 de el hombre importante, octubre ilustre, de 1821, el magistrado el valiente guerrero Mediante un que tantos días de decreto en el que prosperidad y de taMbién diSponía gloria supo dar al con su quePerú, éStaque debía Ser misma muerte ha de Seda o lienzo y legado honor y gloria pieShade aMedir la patria8 que enseñado como largo pordebe 6 de morir un verdadero ancho. soldado (…)”.

zar en su campamento a los lobos de la sedición. Llegado el instante decisivo no pretendió salvarse aunque pudo considerar que su persona era una reserva sagrada. Tampoco intentó mendigar una limosna del adversario. Fue como un naufragio y fue como si el estuviera en el puesto de mando. Se irguió en medio del estruendo de los disparos dobles que mojaban de luz las pocas bayonetas que se negaban a retirarse, para caer bajo un cielo que frecuentemente tiene color de cobalto, en el frío de una planicie yerma, ocre y gris, formada de cascajo y tierra de acarreo, donde apenas crece el ichu o paja de la cordillera, no lejos de unas míseras chozas indígenas no más adornadas que su tienda de campaña. La muerte no le llegó como el ocaso de un bello día sino traída por la tempestad y la tragedia de un desastre nacional. Había alcanzado una gran victoria al lograr deshacer a la Confederación y al deshacer, con ella, la vida política y el mensaje de su compañero y émulo, Santa Cruz. Fue tremenda, en cambio, su derrota al querer un nuevo Estado imperialista peruano. Ambos caudillos resultaron neutralizándose. Ingavi contrapesó a Yungay. Ni Santa Cruz "bolivianizó" al Perú ni Gamarra "peruanizó" a Bolivia. Y así se precisó la bifurcación de los destinos del Perú y de Bolivia que, a pesar de todos los discursos fraternales, sigue hasta ahora. Lo que pudiera llamarse "la directiva Gamarra" en la política peruana, es decir la política antiboliviana en eventual alianza con Chile, predominó en el Perú hasta que vinieron el nacionalismo continental de 1866 y, más tarde, la "directiva Pardo", con orientación tácitamente antigamarrista, de acercamiento a Bolivia y de alejamiento de Chile.

[ Ix ] EL CADÁVER Y LA CASACA DE GAMARRA.- Ballivián mandó erigir frente al campo de batalla una columna con una inscripción altisonante que debía tener en su base el cadáver de Gamarra, profanado después de la batalla. Se acordó en 1842 que esta inscripción fuese borrada. En cuanto a la columna, los vecinos de Viacha la destruyeron en 1847, al ser depuesto Ballivián; y los nuevos gobernantes, Belzú y Velasco, dispusieron que, después de los honores fúnebres a los restos de Gamarra en la Catedral de La Paz, fueran enviados ellos a Lima. De esto se tratará más adelante. Una tradición, difundida en Bolivia, afirma que el cadáver remitido en 1848 no fue el de Gamarra sino el del sargento boliviano Garavito, pues aquel llegó a ser depositado en la base de la columna por orden de Ballivián. Esta versión trata de insistir en que los restos de Gamarra se quedaron en Bolivia. No se comprende con que fin se habría hecho tan macabra suplantación, convirtiendo en grotesca burla tanto el decreto que erigió la columna como su jactancioso letrero. Al debate acerca del cadáver se junta el de la casaca o de la "leva" de Gamarra. Dícese que el dictador Melgarejo regaló esta prenda al diplomático peruano Mariano Lino Cornejo, y que ella fue depositada en Lima, en el cuartel de Santa Catalina. De allí la habría sacado un jefe chileno durante la ocupación iniciada en 1881 para dársela a la familia Vargas Quintanilla, de donde la obtuvo don Alberto Gamarra. Un pleito se produjo entre ambas familias, Gamarra y Vargas Quintanilla, acerca de la casaca, que más tarde ha sido entregada al Centro de Estudios Histórico-Militares. Pero en el museo de La Paz se exhibió durante mucho tiempo la "leva" de Gamarra hasta que fue sustraída por un residente peruano según ha narrado en un artículo sobre este asunto José María Barreto, cuya información provino del tiempo que sirvió en la legación en aquella ciudad.

[x] ¿FUE LA MUERTE DE GAMARRA UN "CRIMEN PERFECTO"?.- Modesto Basadre escribió en su artículo "Ingavi", publicado en La Patria de Lima el 13 de noviembre de 1877: "No nos ocuparemos por ahora por los pormenores de esta sangrienta y desastrosa batalla; ellos existen escritos, tomados los informes de fuentes imparciales, recogidos de los labios de testigos pre-

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senciales y de personas caracterizadas que se hallaron en ambos ejércitos. El generalísimo Gamarra murió en esa funesta batalla; al lanzarse a contener personalmente el desbande de parte del ejército recibió dos balazos, uno sobre el costado derecho, otro tras la oreja del mismo lado. El vicario, señor Armas, que se hallaba a su lado cuando cayó del caballo, no pudo oírle proferir una sola palabra. Se lanzó a la muerte este viejo y valiente jefe al contemplar la inmotivada dispersión de su ejército y se sacrificó para salvar, si salvar era posible, el honor de su patria". Juan B. Pérez y Soto, en unos párrafos transcritos por Benjamín Vicuña Mackenna en el libro El Washington del Sur, se refirió tambien a la muerte de Gamarra en Ingavi, aseverando que "fue un ¿castigo? de bala perdida a retaguardia". ¿Conocía la versión dada por Modesto Basadre o se hizo eco de otras informaciones? Juan Gualberto Valdivia en sus Memorias sobre las revoluciones de Arequipa dio a conocer que la discordia minaba a los jefes peruanos antes de la batalla de Ingavi, y que habíase proyectado una sublevación para quitarle a Castilla el comando. "Tal intención (agregó) llegó a noticia de Gamarra quien, al recibirla, dijo: ‘Será posible que los peruanos, a presencia ya del enemigo, hagan revolución en tierra extraña. ¡Yo me dejaré matar!‘". Más adelante Valdivia se limitó a narrar de la siguiente manera lo ocurrido: "La batalla principió y continuó bastante rato con valor por ambas partes. Pero cuando nuestra infantería se hallaba todavía en buen estado, San Román retiró del campo de batalla dos batallones íntegros y algunas secciones de caballería y se puso en retirada para el Perú. No se sabe ciertamente si esa retirada se emprendió antes o después de la muerte de Gamarra; que la recibió en su puesto". Podría parecer que Valdivia no hubiera querido dar mayores detalles acerca de la batalla. Manuel de Mendiburu en sus memorias dice simplemente: "Volviendo yo donde él (Gamarra) después de comunicar una de sus órdenes, le encontré muerto". Como Valdivia, deja la impresión de que no quiere hablar mucho del asunto. En el epitafio en latín puesto al lado del catafalco de Gamarra en las honras fúnebres hechas en la Catedral de Lima en enero de 1842 leíanse las siguientes palabras: Cuando. Por. Último. Colocándose. El. Primero. Ante. Las Filas. Inflamaba. A. Los. Suyos. Al. Combate. En. La. Acción. De. Incahue. Después. De. Habérsele. Muerto. Dos. Caballos. En. Que. Estaba. Montado. Traspasado. De. Heridas. Murió. Con. Gloria. El. 18. De. Noviembre. De. 1841. A. La. Edad. De. 56 Años. Y. Días. 22. Bartolomé Herrera, en su oración fúnebre en la Catedral de Lima, a la que alude más adelante este mismo capítulo, y para la cual recibió, según se dijo entonces, los testimonios de algunos sobrevivientes, trató así el mismo tema: "Los cuerpos a quienes la ira del Señor, valiéndose de los mismos pecados que iba a castigar, aportó, amalgamó, confundió de modo que no podían disparar el fusil sin herirse unos a otros; circuidos por todas partes del fuego enemigo, se habían desbandado. El lancero, el formidable lancero del Perú, había, ¡Oh vergüenza!, antes que todos huido. Dos batallones solos, semejantes a los 800 valientes que, abandonados por sus compañeros, quedaron en el campo con Judas Macabeo, resisten el empuje de 4.000 soldados. ¿Quién los anima? Un semblante encendido por la llamarada del corazón en que se

LA CASACA DE GAMARRA

Tras la muerte del presidente Gamarra, se crearon una serie de mitos alrededor de su cadáver. Se dice que fue entregado en 1848 a las autoridades, quienes le dieron sepultura en el Cementerio General. También que el cuerpo se quedó en el campo de batalla, enterrado bajo la columna conmemorativa que mandó construir Ballivián. Asimismo, que la casaca que usó Gamarra durante el enfrentamiento fue capturada como botín de guerra, y luego entregada a un diplomático peruano. La casaca que se observa en la imagen perteneció a Gamarra y se encuentra en la Sala de Iniciación en el Museo Real Felipe del Callao.

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FRANCISCO DIEZ CANSECO CORBACHO (1821-1884)

Se unió al ejército muy joven, en 1835, y estuvo bajo las órdenes del general Ramón Castilla, a quien acompañó a Lima para las negociaciones con Salaverry. Cuando se estableció la Confederación Perúboliviana se exilió en Chile con su jefe. Participó de las expediciones restauradoras chilenas, tras lo cual se dirigió a Bolivia y participó en la batalla de Ingavi (1841).

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habían reunido y reconcentrado cuanto patriotismo y cuanto valor hay esparcido en el Perú, resplandece entre ellos, representando la grandeza, la soberanía de la nación"… "Gamarra no ignoraba que la muerte era inevitable en la posición que defendía; pero era deber de él y de los suyos sostener hasta el fin el honor de nuestras armas. La voz poderosa con que la Patria manda, salió de su boca: ‘Aquí es preciso morir‘, repitió cada corazón… Más ¡ay! cayó también. El fuego de su corazón había vencido ya dos veces a la muerte. Dos veces se había levantado del sepulcro para animar de nuevo a sus soldados con el aire sublime de la eternidad, maravillosamente unido al exaltado interés que inspira al hombre del tiempo la vista de la patria amenazada. Mas las iras de Dios se habían en esta parte llenado… era ya el momento en ese día de horrible pena y de luz clarísima para los peruanos, de acabar de advertirles que la felicidad debe esperarse el poder y la misericordia del Señor, no de un brazo: y ese brazo cayó deshecho y cayó la ignominia sobre la frente del Perú". La necrología de Gamarra publicada en El Comercio, el 3 de enero de 1842, con motivo de las honras efectuadas en la Catedral de Lima, expresó lo siguiente: "…Dispuso el cielo en su cólera que ese bravo e impertérrito veterano, menospreciando su existencia, se lanzara con temerario arrojo en medio de los más inminentes peligros y hallara la muerte en las primeras filas, en donde presentara el pecho como un blanco a los violentos fuegos del enemigo. Muertos uno tras otro dos caballos y herido el tercero, parece que los golpes y contusiones que sufrió en las reiteradas caídas renovarón su coraje y le hicieron olvidar del todo la obligación de conser var la vida para su patria y no prodigarla… Parece que las huestes enemigas y que todas sus armas se convirtiesen contra él solo y que la fortuna se complaciera en presenciar el nuevo y sublime espectáculo de un combate entre un solo hombre y la guerra. Por fin una y otra bala atravesaron el pecho y el cráneo del hábil y esforzado Capitán, de esclarecido Magistrado, del Grande Hombre del Perú. Así el plomo de los bárbaros y envidiosos enemigos acertó a destruir a un tiempo los dos centros de una vida tan preciosa, destrozando sacrílegamente una cabeza que solo pensaba en la patria y un corazón que solo latía por ella". Castilla consignó en el parte ya mencionado que redactara en Palca Grande, las siguientes palabras: "El Generalísimo Gamarra no ha muerto por resultado de la grave herida que recibió en la parte interior del hombro derecho; y a la distancia de cincuenta pasos de la línea, un segundo balazo en el cuello del mismo lado, pues el general Ballivián, su favorecido en la época de la proscripción en el Perú, fue el que le arrancó el último estambre de su vida, que si no se la quiso salvar, al menos se le pudo y debió dilatar por medio de la cirugía". Según un artículo del general José Luis Salmón publicado en 1943 contaba el general José Manuel Pereyra (combatiente en Ingavi como subteniente en el batallón Punyán) que, después de haber recibido una primera herida, Gamarra fue atendido por los tenientes Francisco Diez Canseco y Manuel Sauri, quienes lo desmontaron del caballo y le improvisaron un asiento con mochilas. Sentado allí, Gamarra habría recibido una segunda y mortal herida. Hacia 1873 un moribundo en una hacienda de la costa, confió a Manuel González Prada un secreto sensacional: él, soldado peruano, asesinó a Gamarra en Ingavi como venganza de maltratos de cuartel. El dato, oralmente trasmitido por don Manuel, fue recogido de manera incidental en la biografía de la "Mariscala" por Abraham Valdelomar en 1915 y en la del mismo gran panfletario, por Luis Alberto Sánchez; pero mereció los honores de un libro especial publicado por Alfredo González Prada en 1943 bajo el título de "Un crimen per fecto". A favor de la tesis del asesinato no hay sino la confesión de un hombre cuyo nombre se ignora, hecha más de treinta años después del acontecimiento. El autor del presente libro la refutó en 1945. Después de examinar el asunto más cuidadosamente, considera que en el estado actual de los conocimientos cabe llegar, con objetividad, solo a las siguientes conclusiones: 1°) Gamarra, inmediatamente antes de la batalla o al ver lo ocurrido en la primera fase de ella, estuvo resuelto a morir y no intentó siquiera abandonar el

campo; 2°) La información de que fue herido al tratar de contener la dispersión parece la más probable; 3°) No hay sino el testimonio de una sola persona en el sentido de que un soldado vengativo aprovechó de la oportunidad para asesinarlo; 4°) Es verosímil la versión de Castilla de que Gamarra fue ultimado por mano boliviana (después de señalar los sitios exactos de los dos balazos que coinciden con los que presenta la casaca actualmente conser vada en el Centro de Estudios Histórico-Militares).

[ xI ] EL "LLAMADO AL ORDEN" DE HERRERA.- Solemnes fueron las exequias al presidente Gamarra, hechas en la ciudad de Lima en la Catedral, el 4 de enero de 1842. "En la rústica Plaza de Armas, los clarines destemplados; sobre la ciudad, sollozos de bronce, los tañidos de los templos; en todas las indumentarias, luto; en todas las almas, amargura". Desde el púlpito en aquella ceremonia el párroco del humilde pueblo de Lurín llamado Bartolomé Herrera, no habló mendazmente de la vida del hombre que estaba recibiendo la caricia sarcástica de los homenajes póstumos "Hablaré de su muerte, castigo nuestro", dijo. Describió admirablemente la batalla desastrosa y pintó al presidente expirante circundado de polvo, volviéndose al Perú y diciendo, en el lenguaje rápido del corazón: "Patria, muero por ti. Si tienes ofensas de qué reconvenirme, ve cómo las expío. Mi sangre derramada por tu seguridad y por tu gloria y los últimos latidos de mi pecho, claman ¡Patria, perdón!". Pero el propósito de esta oración fúnebre era atacar la causa del desastre. Y por eso preguntó: "¿Dónde se ha perdido esa impresión (no digo el envilecimiento reprobado por Dios antes que por el mundo), sino una impresión seria y profunda que producían las autoridades que se apoyaba el secreto del orden, de que la nueva generación solo tiene idea por lo que le refieren? ¿Dónde esta el respeto que recíprocamente se guardaban estas autoridades? Por largo tiempo, ¿qué se ha respetado entre nosotros? Casi todos, lo diré en este día de dolor y de verdad, han combatido a toda autoridad; y todas las autoridades han combatido entre sí; porque el respeto ha caído en ridículo"… Y en otro párrafo exclamó: "¿Y qué podré decir yo, señores, que nos consuele? Veintiún años hemos vivido abandonados a unos mismos pecados. No han sido parte al volvernos al camino del orden las continuas amenazas del Señor. Quiso al fin castigarnos; y para que el dolor y la vergüenza nos fueran más sensibles escogió el brazo sin vigor, el miserable brazo de Bolivia. ¿Qué podré decir que nos consuele? El espíritu secreto de partido había usurpado el amor a la patria; y la patria que solo es visible para los corazones que le presentan el tributo de su amor, no existía para muchos. El hábito de no obedecer las instituciones ni la autoridad pública estaba inveterado. Una parte de las tropas desobedeció, pues, a sus jefes; careció de entusiasmo para defender la patria; no la vio y volvió caras ¿a presencia de quién? de soldados bolivianos… ¿Qué podré decir que nos consuele?". Ingavi era un castigo. Debía ser una expiación. "Que la sangre del Generalísimo Presidente nos recuerde siempre hasta dónde puede conducir a las naciones el abandono de sus hijos".

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MARzO setiembre 1825 1842 [ ee. UU. ]] perú

EL DEnTISTA san martín creó la primera ESTADOunIDEnSE bandera enw.el CRAwfORD puerto LOnG uTILIzA de pisco, EL pocoPOR éTER después PRIMERA de llegar VEz En unA al perú. la OPERACIÓn. hizo oficialEn el LA 21 CIuDAD de octubre DE de 1821, JEffERSOn, mediante un GEORGIA, decreto en LOnG el que LE ExTRAJO también unOS disponía quISTES que éstaAdebía JAMESser VEnABLE, de seda oSIn lienzo y DOLOR. medir 8Apies PARTIR de DE largoAPLICACIÓn, ESTA por 6 de ancho. LOS EfECTOS AnESTéSICOS DE DICHA SuSTAnCIA SOn uTILIzADOS En DIVERSOS CAMPOS DE LA MEDICInA.

[ CAPÍTULO 27 ] PERÍODO 1

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[ tomo 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] capítulo 28 ● I La in­va­sión bo­li­via­na en el sur del Pe­rú El com­ba­te de Ta­ra­pa­cá y las ba­las del Ni­ño Dios ● Com­ba­te de Al­tos de Chi­pe y eva­cua­ción de Ari­ca y Tac­na ● Las guerrillas en Pu­no ● El com­ba­ te de Mo­to­ni ● Los to­ros de Po­so­co­ni. El com­ba­te de Oru­ri­llo ● El ho­me­na­je ofi­cial a Pu­no y Mo­que­gua por su ac­tua­ción du­ran­te la gue­rra con Bo­li­via ● El ejér­ci­to de Nie­to y Men­di­bu­ru ● Por qué no avan­ zó Ba­lli­vián has­ta el Apu­rí­mac ● Me­dia­ ción de Chi­le y la nue­va po­si­bi­li­dad de la cesión de Ari­ca a Bo­li­via ● Con­fe­ren­cia de Vil­que ● Con­fe­ren­cia de Aco­ra. Tra­ta­do de Paz de Pu­no ● ¿Por qué la paz de Pu­no? ● Pro­ble­mas co­mer­cia­les y tri­bu­ta­rios que el Tra­ta­do de Pu­no de­jó pen­dien­tes ● II Los pro­ble­mas del go­bier­no de Me­nén­ ●

dez ● La ten­ta­ti­va ex­pan­sio­nis­ta de Flo­res so­bre Nue­va Gra­na­da ● La ten­ta­ti­va de Flo­res pa­ra la de­sa­pa­ri­ción del Pe­rú. Re­cha­zo de Chi­le a es­ta fór­mu­la ● La ayu­ da de Flo­res a San­ta Cruz ● La ex­pe­di­ción An­gu­lo ● Los pla­nes de San­ta Cruz pa­ra in­du­cir a Ecua­dor y Co­lom­bia a ata­car al Pe­rú ● Plan­tea­mien­to ofi­cial de la cues­ tión de lí­mi­tes con el Ecua­dor. Ne­go­cia­ cio­nes León-Val­di­vie­so ● La ex­pe­di­ción Her­ce­lles ● La pu­bli­ca­ción de la cé­du­la de 1802 y la ini­cia­ción del de­ba­te Pe­rua­noEcua­to­ria­no ● La mi­sión Das­te ● La mi­sión ecua­to­ria­na Car­bo en Bo­li­via y la cons­pi­ ra­ción en Li­ma en ju­nio de 1842 ● La frus­tra­da me­dia­ción chi­le­na ● Fin de la ten­sión con el Ecua­dor en 1842 ● El sig­ni­ fi­ca­do del 41 y del 42 en el Pe­rú.

LAS GRAVES AMENAZAS DESDE EL SUR Y DESDE EL NORTE CONTRA LA INTEGRIDAD PERUANA EN 1842

[28]

CAPÍTULO

L

[I] A INVASIÓN BOLIVIANA EN EL SUR DEL PERÚ.- Los bolivianos invadieron Puno, Tacna, Arica, Tarapacá y por muy corto tiempo, Moquegua. El presidente Menéndez optó por el camino de proseguir la guerra y no escuchó los consejos pacifistas de Mendiburu. Hubo un instante en que creyó Ballivián que Vivanco, basado en la adhesión de Arequipa, se iba a proclamar dictador de la República sud-peruana independiente, para dividir el Perú sin vínculo federal y dejar a Bolivia en rehenes Arica, hasta que se ajustara el tratado definitivo de paz. Vivanco rehusó tomar tan vedado camino para satisfacer su ambición.

EL COMBATE DE TARAPACÁ Y LAS BALAS DEL NIÑO DIOS.- Un destacamento Boliviano llegó a Tarapacá, capital de la provincia del mismo nombre, el 2 de enero de 1842. Estaba a las órdenes del coronel José María García. Bajo el comando del mayor Juan Buendía salió de Iquique una columna de voluntarios a combatirlo. La integraban ciudadanos del vecindario y emigrados de Tacna. En el ataque al cuartel boliviano se unieron a Buendía muchos vecinos de Tarapacá. La lucha duró de las once de la noche del 6 de enero a las siete de la mañana del día siguiente. Las municiones de los peruanos llegaron a agotarse. "Pero los entusiastas ciudadanos (expresó Buendía en el parte que hizo sobre esta jornada) con el resto del vecindario, no dieron lugar a que se experimentara esta necesidad, pues ellos mismos durante el combate se ocupaban en construir los paquetes municionados". Según se dijo, la imagen venerada de la iglesia llegó a ser fundida y de ella provinieron las llamadas "balas del niño Dios" que inspiraron una de las tradiciones de Ricardo Palma. El coronel García pereció en la lucha. Quedaron prisioneros algunos jefes y oficiales y unos cuarenta soldados. El armamento capturado fue repartido entre los vecinos. Los bolivianos no intentaron avanzar nuevamente sobre Tarapacá.

COMBATE DE ALTOS DE CHIPE Y EVACUACIÓN DE ARICA Y TACNA.- El prefecto de Moquegua, Manuel de Mendiburu, dirigió desde Camiara la resistencia de los pueblos en el interior de Tacna. Las partidas de guerrillas mandadas por Juan Bautista Ramos y Manuel Lavayen rechazaron con éxito, en el lugar llamado Altos de Chipe, a un destacamento boliviano salido de esa ciudad. Se distinguieron en este encuentro los emigrados de Tacna encabezados por José Rosa Are (25 de diciembre de 1841). Las guerrillas de Ramos y Lavayen tuvieron otras escaramuzas con los invasores. Toda la región de Sama quedó en poder de ellas. Poco después, sin relación con dichos combates, el 19 de febrero, los bolivianos desocuparon Arica y el 21 de febrero hicieron lo mismo en Tacna, con daños a la propiedad y en la población y a costa de numerosas deserciones. Al repasar la cordillera con motivo de la inminente llegada de las tropas peruanas provenientes del norte, se concentraron en el departamento de Puno. La marina de guerra contribuyó a los éxitos de los guerrilleros de la costa.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 28 ]

LAS GUERRILLAS EN PUNO.- Como el grueso del ejército invasor se estacionó en este depar tamento, la actividad bélica fue allí mayor. Los asaltos a avanzadas y a par tidas que cumplían comisiones especiales, las rupturas de convoyes, el fenómeno de las deserciones (pues muchos de los prisioneros en la batalla de Ingavi habían sido enrolados en el ejército boliviano) se sucedieron con frecuencia. Jefe político y militar del depar tamento fue el coronel Rudecindo Beltrán. Entre los jefes de las guerrillas estuvieron Choquecallata en Huancané, Mendoza y los Pimentel en Lampa, Eduardo Loza en Chuchito, Tomás Infantes en las vecindades de Puno. Algunos de los cabecillas de la resistencia, como Choquecallata y Tomás Infantes, fueron fusilados por los bolivianos.

EL COMBATE DE MOTONI.- Uno de los encuentros más notables fue el que tuvo lugar en el campo llamado Motoni, situado a media legua de distancia de Pucará, en una especie de triángulo con el peñón de extraordinaria altura situado cerca de ese lugar. Rudecindo Beltrán dirigió personalmente el 26 de diciembre de 1841 el ataque a una columna de operaciones del ejército boliviano que estaba al mando del coronel Zatizábal. Después de dos horas y media de lucha, los bolivianos fugaron dejando numerosos prisioneros y gran cantidad de armamento. Con este material se formó el famoso batallón Motoni. Beltrán contó en esta jornada con fuerzas de caballería y artillería compuesta por guardias nacionales y la juventud de la región organizadas según los pueblos a los que pertenecían. Los vecinos de Pucará tuvieron la actuación más destacada. El recuerdo del combate de Motoni perduró durante algún tiempo en la región. Juan Bustamante escribió en una de las páginas de su Viaje al Viejo Mundo (1845): "De ese mismo triunfo viene el que hasta las mujeres pucareñas recuerden con ufanía y desvanecimiento las heroicidades que sus maridos y sus hijos desplegaron en aquella batalla; hablan de ella con amor ¿qué digo con amor? … con una suerte de delirio muy laudable. Ni es extraño, puesto que ellas mismas ayudaron al triunfo ocupándose en hacer cartuchos, conducir armas y municiones de boca y guerra al mismo campo de batalla, en el cual estimulaban a los combatientes".

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setiembre 1825 [ 1842 enero 22 ] [ perú ] EL COMBATE DE

san martínElcreó TARAPACÁ. señor Buendía da cuenta laJuan primera a la nación bandera endeella victoria del combate de puerto deenpisco, Tarapacá la edición poco después de de del día 22 de enero El Comercio . Allí, la dice: llegar al perú. “(…) estos pueblos se hizo oficial el 21 hallan libres de la deincursión octubre de 1821, boliviana, castigandoun esta mediante agresión de una decreto en el que manera ejemplar y también disponíapor escarmentándolos los ésta insultos, que ser que debía supieron inferirle al de seda o lienzo y abrigo y positiva medir 8 piesde deque certidumbre permanecían largo por 6 en deun estado inerme (…)”. ancho.

LOS TOROS DE POSOCONI. EL COMBATE DE ORURILLO.- Por dos veces pareció el ejército boliviano querer avanzar sobre el Cuzco donde San Román organizaba el ejército peruano. La primera fue a fines de enero y San Román tomó las providencias necesarias para retirarse y pasar al río Apurímac. La segunda tuvo lugar a fines de marzo y San Román dio las órdenes para que sus tropas marcharan a Cotabambas. Pero en ninguna de ambas ocasiones se produjo la ofensiva esperada. El 1° de abril, desde Sicuani, el comandante general de la división boliviana de vanguardia, Luis Lara, se dirigió al general peruano para comunicarle la llegada al sur del negociador de la paz, Francisco Javier Mariátegui, junto con el ministro chileno Ventura Lavalle, para proponer un armisticio y anunciar la retirada de los invasores a Santa Rosa. Este pedido no fue aceptado. Una columna boliviana de más de 300 plazas, que había ocupado el pueblo de Orurillo, en marcha de Lampa a Orurillo, fue atacada y vencida el 3 de abril por fuerzas de caballería e infantería inferiores en número, al mando del teniente coronel Pablo Pimentel y del capitán Mariano Macedo. Llegaron a ser capturados como cien hombres de tropa, varios jefes y oficiales, más de cien fusiles y el equipaje de los invasores. En esta escaramuza que precedió al encuentro de Orurillo se produjo una escena pintoresca, propia de un cuadro o de una novela, cuando unos treinta toros bravos de los famosísimos de Posoconi, arremetieron contra los jinetes bolivianos y contra los infantes peruanos. José Casimiro Ulloa ha afirmado que el hecho de armas de Orurillo tuvo decisiva influencia en el éxito de las negociaciones de paz.

[ CAPÍTULO 28 ] PERÍODO 1

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setiembre JunIO 1842 1825 [ perú ] [ perú

7 18

SESan fIRMA Martín LA PAz creó DE ACORA (PunO) la priMera EnTRE PERÚ bandera Y BOLIVIA. en el puerto CESAn deASí piSco, LAS HOSTILIDADES poco deSpuéS EnTRE de llegar ESTOS al DOS perú. PAíSES la VECInOS. hizo oficial EL EJéRCITO el 21 de octubre BOLIVIAnO, de 1821, quE HABíA Mediante InVADIDO un PunO, decreto TACnA, en el ARICA, que taMbién TARAPACá diSponíaY que éSta MOquEGuA, debía Ser ES de DERROTADO Seda o lienzo POR ELy EJéRCITO Medir PERuAnO 8 pieS deY largo OBLIGADO por 6 de A RETIRARSE. BOLIVIA ancho. SE COMPROMETIÓ ADEMáS A EnTREGAR LOS RESTOS DE AGuSTín GAMARRA AL PERÚ.

EL HOMENAJE OFICIAL A PUNO Y MOQUEGUA POR SU ACTUACIÓN DURANTE LA GUERRA CON BOLIVIA.- Celso Macedo Pastor (a quien débese un estudio sobre los combates de Motoni y Orurillo) los ha llamado "páginas en blanco de la historia del Perú". Con ello ha querido señalar que no han recibido de la posteridad la atención que merecen. Debe ser reparada tan injusta omisión. No fue parco el homenaje oficial contemporáneo a los héroes de la resistencia en 1842. Los vencedores de Motoni y Orurillo recibieron una medalla que llevaba la inscripción: "A los defensores de la Nación en el heroico departamento de Puno". En una proclama dirigida a los puneños el 18 de mayo de 1842 el general en jefe del ejército peruano, La Fuente, les dijo al hacerse cargo de su comando: "Habéis combatido por la independencia de la patria; nadie puede disputaros la gloria de vuestra heroica resistencia. Vuestros generosos pechos han suplido la falta de elementos para rechazar al enemigo; en vuestras almas nobles habéis encontrado recursos inesperados". El decreto expedido por Juan Bautista de Lavalle, a nombre del jefe de la nación, Juan Crisóstomo Torrico, el 6 de setiembre de 1842, condonó la deuda existente en los departamentos de Puno y Moquegua por las contribuciones de predios rústicos y urbanos y suspendió hasta nueva orden el cobro de ellas. "Perdido casi todo el ejército y su armamento (afirmó Menéndez en su mensaje al Congreso de 1845), agotado el país de recursos, sembrada la consternación y la alarma por casi todos los ángulos de la República, el Perú habría quedado a merced del vencedor sin el patriotismo y los esfuerzos de los pueblos del sur que, sin más arbitrios que los que suministran el valor desesperado, pudieron contener ese torrente desbordado que venía a arrasar la tierra de nuestros padres. Los impresos, los partes publicados, que sin duda habréis leído, os hablarán con más elocuencia de lo que puedo hacer hoy. Los recorría entonces admirado y enternecido. Esta es la ocasión de recomendaros unos ciudadanos que por tantos títulos son acreedores a la gratitud nacional y merecen que les hagáis una manifestación digna de vos y de sus heroicos sacrificios. Ellos derramaron su sangre y perdieron su fortuna; y el huérfano y la viuda hacen la mejor prueba de que tiene el Perú hijos que aman sobre su vida el honor y la dicha de la patria". El recuerdo de las jornadas de diciembre de 1841 y comienzos de 1842 determinó que Puno recibiera el título de "Valiente, esforzado y leal departamento" (decreto legislativo de 21 de octubre de 1845). Antes habíasele conferido el de "benemérito y heroico" (ley del 9 de noviembre de 1839). La destrucción y la desolación del departamento de Puno alcanzaron en esta época extremos pavorosos. La misma denominación de "Valiente, esforzado y leal departamento" y, por similares motivos, asignó el mencionado decreto legislativo de 21 de octubre de 1845 al de Moquegua. Tarapacá formó parte de él hasta que la ley de 1° de diciembre de 1868 lo convirtió en provincia litoral.

EL EJéRCITO DE NIETO Y MENDIBURU.- Aparte del ejército que en Cuzco organizó San Román y cuyo mando estuvo luego a cargo de La Fuente, como se ha dicho, formaron otro Mendiburu y Nieto en Tacna y Moquegua con escasos recursos. A Mendiburu se llegó a unir el escuadrón de la guardia de Ballivián compuesto por emigrados argentinos que se pronunció en Ilave el 30 de enero; en la deserción llevó sus corazas de cobre y sus caballos de tiro. La sublevación de dos compañías del batallón Arequipa perteneciente al ejército de Nieto y su intento de saquear Moquegua el 27 de marzo de 1842, dieron lugar a la ejecución sumaria de tres sargentos, uno boliviano, otro portugués y otro peruano.

POR QUé NO AVANZÓ BALLIVIÁN HASTA EL APURÍMAC.- El primitivo plan bélico de Ballivián había sido tomar la línea del Apurímac; pero la resistencia que encontró en Tacna y Puno y los

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 28 ]

aprestos de Mendiburu y Nieto distrajeron una parte de sus fuerzas. Cuando más tarde quiso amagar el Cuzco había crecido la pujanza de los patriotas de Puno; y ya Mendiburu había organizado en Tacna unos mil hombres que hubieran podido invadir el territorio boliviano. Este fue el gran servicio que prestaron las tropas de Mendiburu sin haber llegado a combatir.

MEDIACIÓN DE CHILE Y LA NUEVA POSIBILIDAD DE LA CESIÓN DE ARICA A BOLIVIA.Tampoco el ejército del Cuzco llegó a combatir contra los invasores. La guerra de 1841 se había producido rápidamente sin que Chile tuviera tiempo de impedirla, pues no miraba con simpatía, como dice el historiador Encina, que Gamarra hiciera desde Lima la jornada que Santa Cruz emprendió desde el Altiplano. En defensa de la integridad de Bolivia y de su libre comercio por el puerto de Cobija, a la vez que dentro de la insistencia para la eliminación de Santa Cruz, ofreció su mediación. El Perú la aceptó con dos condiciones, fijadas por el Consejo de Estado, a pesar de la derrota de Ingavi y sus inmediatas consecuencias: que el país mediador diese garantía de que Santa Cruz no había de volver a gobernar en Bolivia y que las tropas de ese país evacuaran previamente el territorio invadido. El plenipotenciario chileno, Ventura Lavalle, se negó a aceptar la primera y viajó a Arequipa para sondear el ánimo de Ballivián acerca de la segunda condición; la respuesta fue negativa. Entre las instrucciones enviadas a Lavalle estuvo la de que si Bolivia demandaba el puerto de Arica y ofrecía como precio una suma de dinero, Chile podría aceptar esa suma y, por lo tanto, la transferencia de dominio de aquel puerto, a cuenta de la cantidad que el Perú le adeudaba. Esto ha sido revelado por Ricardo Montaner Bello en su libro Negociaciones diplomáticas entre Chile y Perú (1839-1846). Para "imponer" la paz fue enviado de Santiago de Lima el ministro de Relaciones Exteriores Ramón Luis Irarrázaval, con el pretexto de un viaje por salud. Al llegar, el canciller se encontró con que, por fin, después de una reunión de jefes militares y civiles en Lima, el Perú había retirado sus demandas previas y accedido a nombrar un plenipotenciario, para firmar el tratado con la condición de que no hubiesen cesiones territoriales y la de que el ejército boliviano se retirara apenas fuera aprobado el tratado.

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setiembre 1825 [ perú ] APARTE DEL

EJéRCITO san martín quE creó Enprimera CuzCO la ORGAnIzÓ bandera en elSAn ROMándeYpisco, CuYO puerto MAnDO ESTuVO poco después de llegar la LuEGOalAperú. CARGO hizo oficial el 21 DE LA fuEnTE, de octubre de 1821, COMO SE HA mediante DICHO, un decreto en el que fORMAROn OTRO también disponía MEnDIBuRu que ésta debía ser Y nIETO En de seda o lienzo y TACnA Y medir 8 pies de MOquEGuA largo por 6 de COn ESCASOS ancho. RECuRSOS.

CONFERENCIA DE VILQUE.- El Consejo de Estado, antes de autorizar las negociaciones de paz, decidió averiguar las causas que obligaban a buscarla. Una comisión de este organismo, integrada por Benito Laso y Pascual del Castillo, pidió que dichas negociaciones se hicieran a la par que proseguían los preparativos bélicos, y que se exigiera la desocupación inmediata del territorio y la entrega de los prisioneros. El Consejo aprobó la primera condición. El plenipotenciario peruano fue Francisco Javier Mariátegui. Junto con Lavalle partió al sur. Lavalle fue nombrado ministro de Chile ante Bolivia. Ballivián nombró a Hilarión Fernández. Los tres se reunieron en el pueblecito de Vilque, cerca de Puno, el 9 de mayo de 1842. Los diplomáticos entraron en vivos debates. A las recriminaciones y disculpas conexas con la breve y tensa historia de ambos países, se agregaron temas polémicos emanados de la diversidad de intereses comerciales. Además, Mariátegui planteó perentorias demandas sobre el pago de los gastos efectuados por el Perú en Bolivia, durante la Independencia y de parte de los gastos efectuados en las campañas de Restauración, como si la batalla de Ingavi no se hubiera librado; y exigió la demolición de la columna conmemorativa de esa batalla que Ballivián había mandado erigir con inscripciones jactanciosas. Las conferencias duraron hasta el 15 de mayo. CONFERENCIA DE ACORA. TRATADO DE PAZ DE PUNO.- Lavalle obtuvo el 5 de junio una entrevista entre los generales Ballivián y La Fuente y los señores Fernández, Olañeta y Mariátegui en

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setiembre AGOSTO 1825 1842 [ perú [ perú ]

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Martín creó ALSan MORIR GAMARRA, la priMera Su VICEPRESIDEnTE bandera en el MAnuEL MEnénDEz puerto dePODER, piSco, TOMA EL poco de PERO LOSdeSpuéS MILITARES llegar al perú. Su la nO RECOnOCEn hizoAuTORIDAD oficial el 21Y En de octubre 1821, ESTAde fECHA Mediante un nOMBRAn COMO decreto en el queA PRESIDEnTE taMbién DE diSponía fRAnCISCO VIDAL. que OTRA éSta debía POR PARTE,Ser EL de Seda o GEnERAL lienzo y Medir 8 pieS de CRISÓSTOMO largo 6 de TORRICO SE por DECLARA ancho. JEfE SuPREMO. EL PAíS SE DIVIDE EnTOnCES En DOS BAnDOS Y ESTALLA unA GuERRA CIVL.

el pueblecito de Acora. Los militares llegaron a un acuerdo que los diplomáticos no habían podido efectuar. En una noche quedaron resueltos los puntos del tratado de paz. Ballivián se comprometió, por separado, sin que ello figurase en el texto del pacto, a ordenar que fueran retiradas de la columna erigida en Ingavi todas las inscripciones ofensivas para el Perú y a devolver el cadáver de Gamarra. El Tratado de Puno expresó someramente que ambos beligerantes convenían en olvidar para siempre los motivos de la guerra; el Gobierno de Bolivia se obligó a evacuar, en un plazo de ocho días, el territorio ocupado; además, quedó cedido recíprocamente cualquier derecho a indemnizaciones por gastos de guerra. La firma de este convenio se efectuó en Puno el 7 de junio de 1842. Según Menéndez en su mensaje de 1845, en los jefes militares del sur llegó a dominar la idea de no proseguir la guerra. "Antes de que estallara una sedición en el ejército (afirmó) fue necesario prestarse a suscribir los tratados…". Ballivián obtuvo que la desocupación del territorio invadido se realizara en una fecha posterior a la firma del tratado; y obtuvo, asimismo, el mantenimiento de la columna de Ingavi aunque sin sus palabras ofensivas, que él mandó retirar por decreto dado en Cochabamba el 25 de julio de 1842, en el que además, autorizó a entregar los restos de Gamarra si comisionados del Perú lo pedían. Al mismo tiempo, quedaron silenciados los reclamos económicos que el Perú hacía a Bolivia tanto por la deuda contraída durante la guerra de la Independencia como por los perjuicios ocasionados por Santa Cruz.

¿POR QUé LA PAZ DE PUNO?.- Sin embargo, algunos historiadores bolivianos califican el Tratado de Puno como una victoria diplomática peruana. Ballivián ganó la guerra; pero le escamotearon la paz. Se ha dicho que la situación del Perú era tan mala –ejércitos improvisados, falta de un gran jefe militar, feroz efervescencia de las facciones políticas debajo de la paz pública aparente, crisis económica– que Ballivián hubiera podido, si no proseguir su invasión, al menos radicarse en el territorio conquistado. La cesión de Arica había sido contemplada por el Gobierno de Chile en sus instrucciones a Lavalle, como ya se ha indicado. El caudillo boliviano no siguió esa política. Tenía prisa para volver a Bolivia a consolidar su autoridad debilitada por la ausencia, germen de nuevas ambiciones. Su situación económica era mala. Bolivia, esquilmada por las guerras de Santa Cruz y la invasión peruana, no quería aventuras exteriores. Ballivián desconfiaba de las vicisitudes de la guerra y sabía que los peruanos estaban luchando en su propio terreno, no sin éxitos meritorios por la acción espontánea de los pueblos en los departamentos de Puno y Moquegua, a pesar de que el ejército de línea no se había sido puesto aún en acción; mientras que la marina, dueña de Cobija y de Arica, podía establecer un bloqueo asaz dañoso. Un golpe adverso del azar le haría perder no solo el prestigio que el golpe de fortuna de Ingavi le deparara sino, también, el poder político que era su esencial preocupación. Oscuramente intuía que la debilidad del Perú era transitoria; que no hubiese podido Bolivia sojuzgarlo o amputarlo permanentemente; y que un tratado prudente mantenía intactos los laureles de Ingavi y despejaba el porvenir. Así decidió, pues, auspiciar un tratado que "cancelara todos los pretextos para una nueva guerra". No fue ese, sin embargo, su pensamiento en los años posteriores, casi inmediatamente después. Lo que no quiso, no pudo o no supo hacer con el Perú exangüe de Menéndez, lo intentó con el Perú convaleciente de Castilla: separar las provincias del litoral sur. Y lo hizo en minúsculas intrigas y no en espectaculares campañas, por lo cual quedó este plan en las alcantarillas de la historia.

PROBLEMAS COMERCIALES Y TRIBUTARIOS QUE EL TRATADO DE PUNO DEJÓ PENDIENTES.- En su artículo 3° el Tratado de Puno expresó que las dos partes contratantes reconocían el principio de la libertad y perfecto derecho que cada una de ellas tenía para arreglar sus leyes fis-

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 28 ]

La Iglesia de San Lázaro. A mediados del siglo XIX, las iglesias eran además de un sitio de adoración, un lugar de encuentro y sobre todo, un atractivo para los extranjeros. De las 56 iglesias y conventos con que contaba la ciudad de Lima, la iglesia de San Lázaro del Rímac era una de las más fascinantes. Fundada en 1563, fungía además de fosa común, ya que allí eran enterrados los pobres y mendigos que morían en las calles. Aquí vemos una fotografía de Eugene Courret que muestra la calle que desemboca en la iglesia (hoy jirón Trujillo).

[ capítulo 28 ] período 1

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cales y relaciones de comercio como mejor conviniera a sus intereses; este mismo principio serviría de base cuando creyesen oportuno celebrar un tratado de comercio. Bolivia defendió aquí el decreto dado en La Paz el 20 de febrero de 1842 que siguió vigente. Consignó este decreto, en su parte inicial, que no había pacto alguno explícito que determinara las relaciones de comercio entre ambos países, ya por haber caducado el que existía, ya por haber roto la invasión los vínculos de amistad. Para fomento del puerto de La Mar o Cobija estableció un impuesto de 40% a los efectos ultramarinos que se introdujeran en la República por las fronteras de la tierra; en cuanto al comercio de Cobija ratificó los derechos señalados por la ley de 13 de octubre de 1840 y agregó otras cargas tributarias. Además ordenó que los productos de la industria agrícola y fabril de los Estados vecinos pagaran un gravamen de 20% aumentando el de los vinos al 25% y el de los aguardientes al 30%. Estos asuntos contribuyeron a las divergencias entre el Perú y Bolivia que se ahondaron en 1846 y 1847.

MANUEL MENéNDEZ (1793-1847)

[ II ] El político limeño asumió el Poder Ejecutivo en tres ocasiones: en 1840, mientras el presidente Gamarra se encontraba enfermo; en 1841, tras la muerte de Gamarra; y en 1844, cuando triunfó la revolución encabezada por Nieto y Castilla. También ocupó la prefectura de Lima y la Presidencia del Consejo de Estado.

LOS PROBLEMAS DEL GOBIERNO DE MENéNDEZ.- Gamarra usó de su influencia para llevar a la Presidencia del Consejo de Estado, o sea a la Vicepresidencia de la República, no a un militar sino a un agricultor, don Manuel Menéndez. Asumió Menéndez la Jefatura del Estado cuando Gamarra emprendió la campaña de Bolivia en 1841. Su gestión no fue subordinada o fugaz como había sido la de sus antecesores civiles en el ejercicio interino del mando supremo: Salazar y Baquíjano, Reyes, Tellería, Camporredondo. Le tocó afrontar las consecuencias del desastre militar de Ingavi y de la invasión boliviana en el sur del país y asumir la responsabilidad de las gestiones de paz. El Consejo de Estado autorizó la prórroga de las elecciones presidenciales; pero ella no impidió que fermentaran ambiciones, esperanzas e intereses contrapuestos alrededor de ese proceso. Menéndez hubiera podido ser derrocado por el general en jefe del ejército, La Fuente, ante quien no faltaron consejeros que a ello lo indujesen; o algún otro jefe militar bien pudo intentar la repetición de lo que ocurriera primero con Salazar y Baquíjano en 1829 por obra del propio La Fuente y, luego, en 1835, a consecuencia de la irrupción de Salaverry. No fue igual la situación entre noviembre de 1841 y julio de 1842. En las postrimerías de ese período de aparente estabilidad política pudo firmarse el tratado de paz con Bolivia. Pero Menéndez tuvo otro motivo de seria preocupación, además del conflicto bélico en el sur y de la sucesión presidencial. Fue el que ocasionaron al Perú Santa Cruz y los proscritos peruanos en el Ecuador y el presidente de esa República, general Juan José Flores. Con el objeto de dar mayor claridad a este asunto se ha reservado para el presente capítulo la serie de hechos que, con estricto sentido cronológico, corresponde, en parte, a un período anterior. LA TENTATIVA EXPANSIONISTA DE FLORES SOBRE NUEVA GRANADA.- Flores era un caudillo inquieto que aspiraba a ensanchar el territorio del Estado que mandaba y que él había constituido. Su afán expansionista se orientó ostensiblemente por el lado de Nueva Granada. Después de intrigas y de luchas entró a Pasto como pacificador en setiembre de 1841 no sin que antes, en esta provincia, como en Tuquerres, brotaran, bajo su inspiración, declaraciones de anexión al Ecuador. Por breve tiempo pareció amagar Popayán. Sin embargo, el Gobierno neogranadino logró detener esa amenaza, hacerle devolver Pasto y liquidar el separatismo de la zona que hubiera podido ser atraída a la órbita ecuatoriana. La aventura neogranadina de Flores interesa a la historia del Perú porque sirve para revelar sus tendencias como gobernante y porque explica los motivos en la decisión de concentrarse en los planes para avanzar hacia el sur. La presencia de Santa Cruz y de los demás emigrados de la Confederación sirvió, sin embargo, como un excitante para Flores. Entre 1840 y mediados de 1842 comenzó este a definir lentamente,

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PERÍODO 1

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y con algunas intermitencias y vacilaciones, un vasto plan político cuyas características principales, para el momento inmediato, fueron las siguientes: a) destruir al Perú; b) ayudar al ex protector y sus amigos no solo en su campaña periodística sino en sus planes subversivos en el Perú y Bolivia; c) buscar la alianza con Chile, si ello era posible, y plantear el problema de límites peruano-ecuatoriano. Después de la batalla de Ingavi se agregó a esas directivas la alianza con Ballivián.

LA TENTATIVA DE FLORES PARA LA DESAPARICIÓN DEL PERU. RECHAZO DE CHILE A ESTA FÓRMULA.- Flores incitó al encargado de negocios chileno en Quito para que la República del sur cooperase, con la fuerza si era necesario, en la partición del Perú. Una sección de este territorio debía ser anexada al Ecuador y la otra dividida en dos Estados independientes. No solo quería Flores las provincias de Jaén y Maynas sino además, zonas adicionales como pago de una deuda. La comprobación de esta fórmula hállase en los documentos originales que citan Ricardo Montaner Bello en su Historia diplomática de la independencia de Chile y también Robert. R. Burr en By Reason or By Force (University of California Press, 1967). Como argumentos favorables esgrimiéronse la convivencia de una distribución territorial más equitativa en el Pacífico sudamericano, la situación menesterosa del Ecuador y, asimismo, el peligro de un avance peruano sobre Cuenca y Guayaquil. La Cancillería chilena rechazó con fecha 10 de marzo de 1840 la oferta de dividir y de mutilar el Perú. Sostuvo entonces la tesis de que seguía la política de mantener el status quo de 1835. Se trata de un episodio poco divulgado. Chile salvó, en ese momento, la unidad y la paz del Perú. He aquí un desmentido rotundo a quienes sostienen que dicha República, lejana, heredera de Almagro, siguió una línea constante e imperturbable en menoscabo de la que, en una forma u otra, hállase vinculada históricamente con Pizarro. Claro está que, al mismo tiempo, se opuso vigorosamente al desmembramiento de Bolivia por acción peruana o a una unificación del Alto y del Bajo Perú emanada de este.

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setiembre 1825 GAMARRA[ perú ]

uSÓmartín DE Sucreó san InfLuEnCIA la primera PARA banderaLLEVAR en el A LA de pisco, puerto PRESIDEnCIA poco después de llegar al perú. la DEL COnSEJO hizo oficial el 21 DE ESTADO, de O octubre SEA A LAde 1821, mediante un VICEPRESIDEnCIA decreto en el que DE LA REPÚBLICA, también disponía nO A un MILITAR que ésta debía ser SInO A un de seda o lienzo y AGRICuLTOR, medir 8 pies de DOn MAnuEL largo por 6 de MEnénDEz. ancho.

LA AYUDA DE FLORES A SANTA CRUZ.- La campaña periodística de Antonio José Irisarri en el periódico de Guayaquil La Verdad Desnuda (1839-1840) contra la Restauración en el Perú y en Bolivia tuvo el apoyo económico y otras facilidades del Gobierno de Quito. El ministro ecuatoriano en Chuquisaca, general Pallarés, solicitó, en vano, la devolución de los bienes de Santa Cruz y la celebración de un tratado de alianza antes de la invasión peruana; y participó además en los manejos subversivos santacrucinos acaudillados por el general Sebastián Agreda. Precisamente en momentos en que se tambaleaba el régimen de Gamarra, a causa de la sublevación de Vivanco en 1841, nombró el Ecuador a un antiguo ministro y consejero de Santa Cruz, Juan García del Río, cónsul en Río de Janeiro. En su viaje, García del Río se detuvo en Lima con propósitos secretos en marzo de 1841; y la Cancillería peruana le negó el derecho de desembarcar, por lo cual se suscitó un incidente. Según una carta de Santa Cruz a este personaje, publicada por el coronel Joaquín Torrico, comandante general de Piura, "la sombra diabólica de Chile" contenía "al jardinero (Flores) para no llevar sus plantas a un mejor mercado". García del Río tenía el encargo de disipar esa sombra y en Santiago pretendió, sin éxito, que el país organizador de las campañas de Restauración otorgase ante el antiguo Protector, si no protección, al menos neutralidad benévola. LA EXPEDICIÓN ANGULO.- En abril de 1841 llegó a ser organizada por Santa Cruz una invasión al Perú encabezada por Manuel Angulo. Ella encontró el respaldo de las autoridades de Guayaquil, si bien el caudillo boliviano se quejó, en su correspondencia con Rufino Cuervo más adelante glosada en el presente capítulo, de que habían existido sobre ella "recelos inoportunos". Los expedi-

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El debate peruano-ecuatoriano. La historia del litigio limitrofe entre Perú y Ecuador tuvo un hito importante con la publicación del texto de la cédula de 1802 sobre Maynas en el diario El Comercio del 3 de marzo de 1842. Este hecho suscitó una polémica impresa entre ambos países. Aquí se aprecia una página del artículo antes mencionado.

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período 1

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cionarios fueron batidos en Piura en mayo del mismo año por fuerzas al mando del coronel Baltasar Caravedo, a pesar de su resistencia en las calles e iglesia matriz. El cabecilla invasor llegó a ser fusilado en Paita el 2 de junio con 13 individuos más.

JUAN JOSé FLORES (1800-1864)

LOS PLANES DE SANTA CRUZ PARA INDUCIR A ECUADOR Y COLOMBIA A ATACAR EL PERÚ.- Lo que hizo Flores a favor de Santa Cruz pareció poco a este. El ex Protector soñaba con una acción ofensiva no solo del Ecuador sino también de Colombia contra el Perú. Ella hubiera tenido considerables repercusiones sobre la frontera norte de este país que Santa Cruz se cuidó de señalar para despertar entusiasmo hacia la empresa. De las vastas maquinaciones entonces hechas hay apenas pruebas indiciarias y unos cuantos y dispersos testimonios directos. Entre estos últimos se encuentran algunas cartas en el epistolario de Rufino Cuervo. En la de 26 de mayo de 1841 desde Guayaquil, Santa Cruz después de mencionar, como se ha dicho, los "recelos inoportunos" del presidente ecuatoriano a propósito de los emigrados que aparecieron en Piura, agregó: "Si el general Flores quisiera abandonar el norte cediendo a las reflexiones que se le han hecho y venirse a esta parte, encontraría todavía la ocasión más hermosa y una cooperación muy eficaz para realizar una empresa de grandes esperanzas, cuando en aquella no puede contar con los votos ni los esfuerzos voluntarios de persona alguna". Planes de mayor envergadura aparecen en la carta enviada por Santa Cruz a Cuervo el 29 de setiembre de 1841. "Los gobiernos del Ecuador y Nueva Granada (dijo allí), que han sido igualmente ofendidos por la protección y auxilio que Gamarra ha prestado a Obando, no debieran desentenderse de una ofensa tan enorme; y en la feliz ocasión de estar reunido un ejército tiempo es de exigir reparaciones y de contener la perversa propensión de aquel hombre que causa la inquietud de todos sus vecinos". Y después de aludir a su decisión de embarcarse en aquellos días, agregó: "Con esta esperanza y sin que me falte la de que usted ha de empeñarse activamente en inclinar a los generales Flores y Mosquera a hacer la campaña contra Gamarra como es conveniente a la tranquilidad de las Repúblicas del Pacífico…".

PLANEAMIENTO OFICIAL DE LA CUESTIÓN DE LÍMITES CON EL ECUADOR. NEGOCIACIONES LEÓN-VALDIVIESO.- Un cambio de notas entre las cancillerías peruana y colombiana

El general venezolano, tres veces presidente del Ecuador (1830-1834, 1839-1843 y 1843-1845), conspiró en contra del Perú en 1840. Sus intenciones eran las de hacerse de una porción del territorio peruano que comprendía las provincias de Jaén y Maynas. Para lograr su cometido, negoció con la diplomacia chilena, la cual rechazó la idea.

fechado en 1840 planteó un conflicto netamente diplomático: el Ecuador comenzó a invocar el tratado de 1829 y el Perú el de 1832. Como dijo el ministro Charún en las negociaciones de abril de 1842: "La cuestión de límites existía desde mucho antes; sin embargo, el Perú no había recibido motivos de queja del Ecuador; principió a recibirlos desde que enemigos del Perú se asilaron en aquel país". Cuando la situación entre el Perú y Bolivia se agravó, a fines de 1841, partió en octubre a Quito, en misión especial, don Matías León. Fue entonces, en el instante preciso en que el Perú necesitaba la máxima tranquilidad en su frontera norte, que la diplomacia ecuatoriana solicitó, por primera vez, públicamente, la reintegración de Jaén y Maynas, con parte de los departamentos de Piura y La Libertad. Documentos solo en parte publicados hasta ahora, demuestran que Santa Cruz (autor, pocos años antes, de incitantes promesas al Ecuador a cambio de su neutralidad en la guerra con Chile) no fue ajeno a esta demanda. Las negociaciones León-Valdivieso tuvieron una significación histórica porque en ellas se aludió a la cédula de 1802. León dijo que "desde que abrió sus ojos ha visto, oído y entendido que su gobierno (el de Maynas) dependía del virrey del Perú y que este hacía los nombramientos interinos mientras venían los propietarios de la Corte de Madrid". El canciller del Ecuador repuso que "hasta el tiempo del virrey marqués de Avilés los virreyes de Lima no tenían conocimiento alguno de la administración y régimen de la provincia de Maynas en ninguno de sus ramos" (4 de diciembre de 1840).

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setiembre 1825 [ perú(…) ] APEnAS

PRODuCIDO EL San Martín creó DESASTRE DE la priMera InGAVI, EL 30enDEel bandera DICIEMBRE DE puerto de piSco, 1841, JuSTOde poco deSpuéS llegar al perú. HERCELLES, COnla hizo el 21DE de unoficial GRuPO octubre de 1821, MáS DE VEInTE un JEfES Y Mediante OfICIALES decreto en CIEn el que Y unOS taMbiénPARTIÓ diSponía HOMBRES que éSta debía Ser DEL MALECÓn DE de Seda o lienzo y GuAYAquIL PARA Medir 8 pieS de DESEMBARCAR En largo por 6 de TuMBES. ancho.

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PERÍODO 1

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León invocó también el principio de libre determinación y el uti possidetis posterior a la República, en relación con los territorios de Jaén y Maynas que "han permanecido componiendo una nación con el Perú, han tomado par te en sus dichas y azares, han convenido, por último, es su pacto social y…han mostrado su aquiescencia para per tenecer al Perú" (4 de diciembre de 1840). Es decir, León sostuvo la tesis que, en esencia, defienden los peruanos ahora frente al Ecuador. Al día siguiente de su llegada el diplomático limeño tuvo oportunidad de tratar con el presidente Juan José Flores. Este, de frente, le planteó el cumplimiento del tratado de 1829 celebrado con la Gran Colombia y mencionó (como insistentemente hicieron en esta época voceros ecuatorianos) el hecho de que en 1837 no aceptó su Gobierno ir a un tratado de límites ampliamente favorable a sus pretensiones, ofrecido por la Confederación Perú-boliviana. Al presentar sus puntos de vista, León se basó en el tratado de 1832, llamado "proyecto" por los ecuatorianos porque, según ellos, se canjearon las ratificaciones, en contradicción con lo afirmado por el Gobierno peruano. También adujo que por tradición sabía que los territorios reclamados eran peruanos, que el tratado de 1829 no fijó límites específicos pues lo dejó al criterio de una comisión cuya reunión nunca llegó a efectuarse y que no había sido firmado con el Ecuador. Otro punto demandado por este país fue el pago de la deuda a la Gran Colombia; pero el de límites recibió mayor atención. Bruscamente, el ministro del Ecuador, José Felix Valdivieso, planteó la inmediata devolución de Maynas y Jaén. No fue extraña a esta demanda, según León, la noticia de la batalla de Ingavi, que implicaba el derrumbe de la invasión peruana en Bolivia. Valdivieso llegó a amenazar con la ocupación de hecho del territorio, a lo cual León repuso dando por concluidas las conferencias (enero de 1842).

LA EXPEDICIÓN HERCELLES.- Siete meses después de la expedición de Angulo, apenas producido el desastre de Ingavi, el 30 de diciembre de 1841, Justo Hercelles con un grupo de más de veinte jefes y oficiales y unos cien hombres partió del malecón de Guayaquil para desembarcar en Tumbes. Se dijo que los soldados enganchados habían sido depositados en el convento de San Agustín, con la ayuda de los comisarios de barrios para reunirlos y habiéndose sacado las municiones que llevaron de los almacenes del Estado. Flores había viajado de Quito a Guayaquil a principios de diciembre. Aunque no faltaron entre los expedicionarios jefes que manifestaran haber viajado para ponerse a las órdenes del Gobierno con motivo de la invasión boliviana, Hercelles alcanzó a expedir unos bandos en los que se proclamó "jefe superior del nor te" y exhumó la constitución de 1834. Este último detalle parece ratificar a quienes lo consideraron en relación con Orbegoso más que con Santa Cruz. Tropa superior en número, al mando del coronel Juan José Arrieta, acabó con la esperanza de los invasores en Tumbes. Arrieta, en vez de batirlos, aceptó una capitulación por la cual Hercelles y sus compañeros se unieron al Gobierno nacional y recibieron la promesa de que se les pagaría más de 19 mil pesos por valor de sus 900 fusiles, sus municiones y su correaje (Cupusalá, cerca de Amotape, 29 de enero). La benigna actitud de Arrieta, acremente censurada por el coronel Joaquín Torrico, jefe de la provincia de Piura, dio lugar a la formación de un consejo de guerra que lo absolvió; el Gobierno, sin embargo, desconoció el pacto. La presencia de Joaquín Torrico en Piura en esta época fue un importante factor al servicio de la paz de la región. Hercelles, que había obtenido permiso para volver a Guayaquil, apareció poco después en Lima y fue tenazmente perseguido. Inter vino en la conspiración de junio de 1842 mencionada más adelante. Antes de retirarse de Quito, el ministro Matías León denunció de modo oficial la ayuda que las autoridades ecuatorianas habían dado a esta expedición.

LA PUBLICACIÓN DE LA CéDULA DE 1802 Y LA INICIACIÓN DEL DEBATE PERUANOECUATORIANO.- Poco después de concluidas las gestiones de León en el Ecuador, se produjo un hecho de gran importancia en la historia del litigio peruano-ecuatoriano. Fue la publicación de la cédula de 1802 sobre Maynas que hizo El Comercio de Lima el 3 de marzo de 1842. En un comentario anexo, dejó constancia este periódico que Matraya, el recopilador de la legislación española sobre América, la había extractado en la página 479 de su obra Moralista filalético americano y que existía una copia en la Secretaría Arzobispal de Lima, en tomo 9° de reales cédulas, a fojas 196 y 329. Un mes después apareció el folleto de 39 páginas "Contestación de un ecuatoriano al artículo inserto en El Comercio de Lima número 826 intitulado Perú y Ecuador" (Quito, abril de 1842. Imprenta del Gobierno). Así se inició la polémica impresa sobre los límites de ambos países. El folleto contenía la acusación de que el general neogranadino José María Obando, emigrado entonces en Lima, había suministrado datos a El Comercio. Hacía la defensa de Flores (probablemente con argumentos sugeridos por él mismo) y sostenía que tres veces había rehusado trasladarse al Perú: cuando Salaverry lo llamó, cuando recibió la invitación en la época de la Confederación Perú-boliviana y cuando el Gobierno de Chile le ofreció el mando de su ejército. Al ocuparse de la cédula negaba que hubiera sido cumplida y la consideraba "una mera tentativa". Ofrecía numerosos argumentos para defender el punto de vista ecuatoriano, mejor dicho, para contribuir a crearlo, al lado de los que había aducido el canciller Valdivieso en las negociaciones con León. El Comercio de 16 de mayo refutó extensamente ese folleto y volvió a reproducir la cédula. Aludió al incendio del Palacio de Gobierno de Lima en el que se quemaron muchos papeles oficiales; pero reveló que ella existía en uno de los ejemplares originales dirigidos al virrey, en el Tribunal Mayor de Cuentas, tomo 5°, página 139. También estaban en las mismas oficinas (dijo), el expediente que se formó a consecuencia del cúmplase expedido por el virrey marqués de Avilés, el informe que envió a este funcionario Diego Calvo, gobernador de Maynas, en Jeveros el 16 de junio de 1805 para poner en ejecución dicha cédula y numerosos documentos acerca de los sacerdotes de Ocopa que, en cumplimiento de ella, pasaron a ocuparse de los pueblos de la región. La cédula con otros documentos de ella derivados, se guardaba también en el archivo del convento de Ocopa, trasladado a Lima. Otro artículo de El Comercio, el 18 de mayo, insistió en la refutación del folleto de Quito. En la provincia de Maynas firmáronse, en mayo de 1842, actas que reafirmaron la voluntad popular de pertenecer al Perú.

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setiembre 1825 [ 1842 marzo 3 ] [ perú ] EL DEBATE

san martín creó PERUANO-ECUATORIANO. extenso debate se laUnprimera llevó a cabo bandera en entre el el Perú y Ecuador sobre los puerto de pisco, límites entre ambos poco después de del países. En la edición 3 de marzo de 1842, llegar al perú. lael diario El Comercio dice hizo oficial el 21 al respecto: “Parece que deunoctubre de 1821, destino fatal tiene condenadoun al Perú a no mediante vivir en paz; unas veces decreto en el que nuestros propios errores también y otras ladisponía ambición de nuestros hacen que ésta vecinos, debía ser que hasta ahora no de seda o lienzo y podamos soltar las armas medir 8 pies de de la mano”. largo por 6 de ancho.

LA MISIÓN DASTE.- A fines de marzo de 1842 llegó a Lima el plenipotenciario ecuatoriano Bernardo Daste. Este nombramiento se interpretó como un gesto nada auspicioso, ya que pudo haber sido escogido José Joaquín Olmedo. Antes de abrir las negociaciones el nuevo diplomático, que no era por su nacimiento ciudadano del Ecuador, reclamó contra los términos de un artículo editorial del diario El Peruano. La primera conferencia con el ministro de Relaciones Exteriores, Agustín Guillermo Charún, tuvo lugar el 13 de abril. Expuso el señor Daste que el tratado sería facilitado si el Gobierno peruano se allanaba a dar satisfacciones al Ecuador en los siguientes puntos: 1) Despojo de su correspondencia al encargado de negocios del Ecuador en Bolivia, Carbo, a su paso por Lima, asunto del que se trata en seguida; 2) Conducta obser vada por el ministro León en Quito; 3) Ofensas en el periódico oficial de Lima el 30 de marzo último; 4) Petición hecha al Consejo de Estado de una autorización para el aumento del ejército y para la guerra con el Ecuador; 5) Comunicaciones sorprendidas al general colombiano Obando que manifestaban connivencias de él con el general Gamarra. Pero, luego, cambió Daste los términos de su reclamo y terminó por exigir la devolución inmediata de Jaén y de Maynas. Charún se negó a discutir acerca de un territorio "del que la nación se encuentra en

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setiembre 1825 [ perú ] EL TRATADO DE

PAzMartín EnTREcreó EL San PERÚ YlaBOLIVIA priMera banderafuE, en el SEGuRAMEnTE, EL puerto de piSco, fACTOR MáS poco deSpuéS de llegar al perú. la IMPORTAnTE hizo quE oficial el 21 de PARA CESARA octubre de 1821, LA TEnSIÓn EnTREMediante EL PERÚun Y decreto en el que EL ECuADOR A taMbién diSponía PARTIR DE JunIO que éSta debía Ser DE 1842. de Seda o lienzo y Medir 8 pieS de largo por 6 de ancho.

antigua posesión y cuyos habitantes hacen par te de la asociación peruana y han contribuido a los actos constitutivos de esta" (nota del 22 de abril de 1842). El plenipotenciario ecuatoriano se retiró del Perú.

LA MISIÓN ECUATORIANA CARBO EN BOLIVIA Y LA CONSPIRACIÓN EN LIMA EN JUNIO DE 1842.- Flores envió como plenipotenciario ecuatoriano ante el Gobierno de Bolivia al diplomático Pedro Carbo. Arribó al Callao el 6 de enero el barco que conducía a Carbo y al pasar este por la aduana, un empleado le quitó la correspondencia que llevaba. El incidente suscitó la protesta diplomática del Gobierno del Ecuador; pero se afirmó que el del Perú pudo enterarse por este medio de los propósitos de Flores de buscar la alianza con Ballivián. Al pasar por Chile intentó Carbo que se retirase la negativa para aceptar a García del Río como plenipotenciario, sin conseguirlo. Cuando llegó a Bolivia, se esforzó en establecer contacto no con el Gobierno que estaba en funciones sino con el mismo Ballivián, entonces en campaña. Carbo no pudo impedir que Ballivián se decidiera a favor de la paz con el Perú. Una conspiración militar fue descubierta en Lima el 5 de junio de 1842. En ella participó como azuzador Justo Hercelles. El Consejo de Oficiales Generales condenó a muerte al capitán Custodio Espinoza y al subteniente José Manuel Abanto e impuso la pena de prisión a otros oficiales. Abanto fue ejecutado en la plaza Santa Catalina. Espinoza no corrió la misma suerte porque anunció que haría amplias declaraciones. Aunque ellas no mencionaran la participación extranjera, se dijo que Flores esperaba este motín para intervenir en el Perú.

LA FRUSTRADA MEDIACIÓN CHILENA.- El ministro de Relaciones Exteriores del Perú, José Villa, sucesor de Charún en esa cartera durante el gobierno de Menéndez, manifestó a Ventura Lavalle, plenipotenciario de Chile, que vería con simpatía la mediación de ese país en el conflicto con el Ecuador. Lavalle, sin esperar instrucciones, ofreció los buenos oficios de su Gobierno. En las entrevistas que tuvo con Villa, este le manifestó que el título del Perú a Jaén se derivaba únicamente de la guerra de Independencia; pero agregó "que respecto de la provincia de Maynas, aquel Gobierno (el Ecuador) carece de todo derecho para reclamarla porque es constante que desde el año de 1802 o cuando más tarde desde 1804, fue agregada por una real cédula al Virreinato del Perú, habiéndose erigido en ella un obispado" (oficio de Lavalle a su cancillería el 4 de agosto de 1842). El Gobierno peruano aceptó inmediatamente los buenos oficios; pero la Cancillería de Santiago no ratificó el ofrecimiento de Lavalle. Han sido dados como motivos para esta actitud prescindente la inestable situación política peruana, la anterior negativa chilena a los buenos oficios propuestos por el Ecuador en la época de la guerra contra la Confederación y la interrupción que, en esos momentos, existía en las relaciones diplomáticas entre Santiago y Quito, por haber sido rechazado por aquella Cancillería el encargado de negocios Juan García del Río nombrado por esta. El episodio ostenta el interés de presentar a la diplomacia peruana buscando una solución pacífica para el conflicto y esgrimiendo como título jurídico ante el presunto mediador la cédula de 1802, con la cual utilizó el argumento fundamental aludido por Matías León en Quito en 1840 y divulgado en El Comercio en 1842.

FIN DE LA TENSIÓN CON EL ECUADOR EN 1842.- El tratado de paz entre el Perú y Bolivia fue, seguramente, el factor más importante para que cesara la tensión entre el Perú y el Ecuador a partir de junio de 1842. Aunque roído por las discordias internas, aquel país se había fortalecido. Otras circunstancias también influyeron. Las expediciones de los emigrados y las conspiraciones internas relacionadas con ellos se habían frustrado. Los auxilios pedidos a Nue-

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va Granada no fueron otorgados. El Ecuador estaba entonces muy pobre. No quería la guerra. La oposición interna era muy activa; un exponente de ella fue el folleto que unos escritores de Cuenca hicieron imprimir en Quito, titulado "La opinión de los ecuatorianos", en el que, al lado de críticas y acusaciones a Flores, apareció una justificación de la actitud del Perú al no firmar un tratado con el aliado de Santa Cruz. No faltaron tampoco, cerca del gobernante ecuatoriano, consejeros prudentes. La cuestión entre los dos países no volvió a debatirse durante muchos años.

JUAN GARCÍA DEL RÍO (1794-1856)

EL SIGNIFICADO DEL 41 Y DEL 42 EN EL PERÚ.- Así como la independencia dejó un Perú amputado, y el resultado de la guerra de 1829 fue consolidar de hecho los límites del norte, el enigma de los años siguientes hasta 1839 había sido como varias veces se ha dicho en este libro resolver el destino del Alto y del Bajo Perú. Pero cuando las luchas suscitadas con este último motivo se convirtieron en una tremenda convulsión, corrió peligro la existencia misma del Perú y pudo vislumbrarse la amenaza de que sufriera una suerte análoga a la de América Central, al pulverizarse en entidades diminutas o que perdiera vastas regiones de su territorio. Circunstancias coincidentes y que, por eso, no pueden ser calificadas como caprichos del azar, hicieron primero que Santa Cruz, en su cenit político, optase por un Perú más grande; luego –cuando cedió a la tentación cisionista– que fuera demasiado tarde; y por último que Chile no secundase tan proter vos planes. Restaurado el Perú en 1839, se lanzó a la empresa de avasallar a Bolivia, sin lograr la victoria. El golpe de fortuna que arrojó por segunda vez a los soldados bolivianos al suelo peruano en 1841, unido a las asechanzas de Santa Cruz desde el Ecuador, a las avideces de Flores, a la anarquía interna peruana y a la complicidad de Chile o de Colombia, pudo desintegrar o amputar al Perú. Por eso, cabe llamar a los años de 1841 en su postrer bimestre y de 1842, años de peligro tan grave como el de los años de 1836 y 1838. No fueron el estruendo de una gran batalla, ni el prestigio de un gran caudillo, ni la presión de una gran potencia extranjera, los que salvaron al Perú en 1841 y 1842. Fue un hecho inmanente: el respeto tácito a una patria histórica, a su vieja y rica tradición, a su inmensa potencialidad, unido a la fugaz y aparente unión nacional, lograda después de la muerte de Gamarra.

El pensador y periodista colombiano se desempeñó como cónsul ecuatoriano en Río de Janeiro (Brasil) a principios de 1841. Aliado de Santa Cruz, Del Río pasó por Lima y la Cancillería le negó la entrada, lo cual debilitó aun más las relaciones con el Ecuador. La misión de García del Río también lo llevó a Chile, donde intentó, sin éxito, recuperar la imagen del ex presidente boliviano.

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[ tomo 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] capítulo 29 ● I ¿Fue el Pe­rú des­pués de la In­de­pen­den­cia un con­jun­to de ar­chi­pié­la­gos? ¿Quié­nes to­ma­ron el po­der?

AUTONOMÍA Y PODER EN LA INICIACIÓN DE LA REPÚBLICA

29 [ ]

CAPÍTULO

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[ CAPÍTULO 30 ]

[I] ÷FUE EL PERÚ DESPUéS DE LA INDEPENDENCIA UN CONJUNTO DE ARCHIPIéLAGOS? ¿QUIéNES TOMARON EL PODER?.- El sociólogo francés Henry Favre ha aseverado que, al concluir la guerra de la Independencia, el Perú se desintegra, se convierte en una serie de archipiélagos desconectados entre sí y que los gobernantes de Lima no influyen sino sobre la capital y la zonas cercanas a ella. El análisis somero del proceso iniciado al caer el régimen boliviano en 1827 desmiente dicha tesis que algunos, precipitadamente y sin estudiar el asunto, han acogido con beneplácito. Tropas venidas del sur participan, a pesar de todo, en la campaña contra Colombia, para lo cual viaja el presidente La Mar hasta Piura y desde allí invade al vecino del norte. Gamarra establece, entre 1829 y 1833, un régimen cohesionado en toda la República, que se caracteriza por la lealtad de los prefectos departamentales; y las numerosas tentativas para derrocarlo no tienen éxito. El Presidente llega a viajar dos veces por tierra hasta el extremo sur, Salaverry se subleva sin éxito en la zona entre Chachapoyas y Trujillo. El del Cuzco en 1830 y el de Ayacucho en 1833 son ejemplos de otros motines debelados. Sin embargo, la campaña de los periódicos y desde el Congreso, deja sentir vastamente sus efectos en 1833, a pesar de la dificultad en las comunicaciones. Los impresos de Arequipa y Cuzco, ostentan una evidente relación con las corrientes partidistas e ideológicas que se enfrentan, las unas contra las otras, ese año y en 1834, en Lima. La guerra civil de 1834 tiene tres frentes, en el centro, en el norte y en el sur. El presidente Orbegoso, terminada dicha contienda, viaja por tierra, como antes Gamarra, en lenta marcha, hasta el extremo meridional del país; el relato minucioso de su aventura, pueblo por pueblo, de Lima a Arequipa, fue escrito en el Diario del padre Blanco. Santa Cruz viene desde lejos y se mueve por muchos sitios; pero su objetivo es Lima. El dictador Salaverry emprende sus campañas en zonas variadas y distintas del territorio nacional hasta que lo matan en Arequipa. Muy vasto es, asimismo, el escenario de las campañas de la Restauración entre 1837 y 1839. Y el Congreso que se reúne en este último año para discutir la nueva Constitución del Perú restaurado, no funciona en Lima sino en Huancayo. Todo lo anterior no es tan solo eso que se llama, en una frase muy conocida, "historia de los acontecimientos", dentro de las tendencias revisionistas que imperan hoy en Francia y en otras partes. Para preservar la unidad nacional en la primera etapa del Perú republicano, no obstante las grandes distancias y los desniveles sociales, económicos y raciales, hubo entonces, y más tarde, varios factores, entre ellos el hecho de que el nombramiento de los funcionarios públicos, en los peligrosos años que siguieron inmediatamente después de la ausencia de Bolívar, tenía carácter centralista, a pesar de las concesiones teóricas de la Carta de 1828 al descentralismo; y, además, influyó la importancia fundamental del ejército al absorber gente de las distintas zonas del país y al desparramarse a lo largo y a lo ancho de él. Otro dato definitivo es la continuidad, relativa por cierto, pero innegable, en el funcionamiento de las asambleas legislativas. Cierto es que el primer Congreso Contituyente de 1822-1825, en buena parte de sus miembros, se integró con ciudadanos escogidos en Lima; pero ello no siempre ocurrió después. Por ejemplo, en la época de la rígida dictadura de Bolívar, los agentes del Libertador no pudieron evitar, pese a innúmeras presiones, que llegaran de algunas provincias, en 1826, diputados insumisos. Famosa es la frase en una carta de él

al prefecto La Fuente: "¡Qué malditos diputados ha mandado Arequipa!" (Magdalena, 6 de abril). Entre los representantes de 1826 no hubo solo personeros de la aristocracia limeña; suscribieron el manifiesto gobiernista de 21 de abril hombres como José Domingo Choquehuanca, elegido en Azángaro, Justo Sahuaraura, representante de Aymaraes, y otros. Después, en 1827, se reunió el Congreso Constituyente, cuyas labores se prolongaron durante algún tiempo. José Braulio CampoRedondo, chachapoyano, primeramente diputado por su terruño y luego senador por La Libertad, llegó a ejercer la Presidencia de la República interinamente, de julio a setiembre de 1833. Choquehuanca fue diputado por Chucuito en el Congreso de 1832. En las elecciones para la Convención Nacional instalada, a fines de aquel año, el régimen de Gamarra no pudo, como antes el de Bolívar, orientarlas a su antojo; y optó por disolverla el 4 de enero de 1834 después de que le fue adverso el resultado de la elección presidencial. Las asambleas de Sicuani y de Huaura en 1836 pueden calificarse, sin duda, de amañadas, y cosa análoga cabe afirmar en lo que atañe al Congreso de Huancayo, en 1839; pero hubo normalidad, relativa, en los comicios de 1845 y años siguientes. Pese a todas las imperfecciones, que se ahondaron hasta llegar a veces a lo odioso, cuando se entronizó la potestad de las Cámaras para calificar los poderes de los representantes electos, no hubo aquí una exclusiva prepotencia de Lima. Basta mencionar un solo hecho: en una circunspección tan alejada de la capital como Tacna, o en las aledañas a ella, fue elegido un hombre tan puro y tan ajeno a cualquier poder social o político, como Vigil, en 1826, 1827, 1833, 1851 y 1855, vicepresidente de la Cámara de Diputados en 1832, presidente de la Convención Nacional en 1834. Las tendencias centrífugas o disgregadoras que por cierto, existieron, sobre todo en 1835-1839, no tomaron, al fin y al cabo, victorioso relieve. Ello no implica negar el proceso del crecimiento de la gran propiedad con caracteres locales o regionales, fenómenos que parece mucho más evidente vistos a través del "tiempo largo". Por lo demás, el siglo XIX fue en todo el mundo, una época de gran desarrollo de la propiedad privada, aunque en otras partes con un sentido más dinámico y hasta creador. Se ha dicho que, triunfante el movimiento de la Emancipación, quedaron dominando en el Perú las "trescientas familias" de Lima de mayor prestancia en la vida colonial (tesis que se coloca en el extremo opuesto a la fórmula mencionada antes). En realidad, la alta clase de la capital resultó desplazada, desde el punto de vista político, a partir de la consolidación del poder de Bolívar a quien sucedieron, desordenada y precariamente, militares, ideólogos y hombres de profesiones liberales y algunos propietarios de bienes rústicos o urbanos; estos por lo general, no en el lugar más descollante. No surge en este país un proceso comparable al que determinó en Chile el auge de la oligarquía "pelucona" y allí hay una sustancial diferencia entre ambos países. Hubo notorio disgusto y repudio de los antiguos aristócratas ante el rumbo que tomaron las cosas en el experimento republicano: lo evidencian entre otros testimonios las obras de Pruvonena (el mariscal Riva-Agüero) y Felipe Pardo y Aliaga, bien avanzado el siglo XIX; y ese es el significado del viaje apóstata de Pancho a España en 1834. Dentro del período aquí mencionado, el folleto "Reclamación de los vulnerados derechos de los hacendados de las provincias litorales del departamento de Lima" (Lima, 1833) es un exponente de la triste situación en que estaba entonces la más alta clase. Fue una época de sumo empobrecimiento; sin embargo, dicha clase continuó, durante algunos años, con su prestigio social, hasta que maduró la plutocracia republicana. José Matos Mar en su notable estudio sobre las haciendas en el valle de Chancay, que forma parte del libro La hacienda en el Perú, ha señalado la relación que hubo entre propietarios de solo ese valle y las altas posiciones políticas desde los comienzos de la República. Dice: "Andrés de los Reyes, primer vicepresidente del Perú en 1829, fue dueño de Huando; los presidentes José Balta y José Rufino Echenique fueron propietarios de Jecuán; y Pedro Alejandrino del Solar, segundo vicepresidente, fue dueño de Esquivel" (1). Todo ello tiene mucho de cierto; y Matos, una vez más, demuestra su perspicacia. Pero no son hechos que para un historiador presenten

JOSé BRAULIO CAMPOARREDONDO (1783-1837)

Oriundo de Chachapoyas, se inició en la política en el movimiento independentista. En 1827 fue elegido diputado por su ciudad natal, y en 1829 pasó a ser senador por La Libertad. Fue uno de los impulsadores de la creación del departamento de Amazonas. En 1833, ejerció brevemente la Presidencia interina del país.

(1) En La hacienda del Perú, ob. cit., p. 338.

[ CAPÍTULO 29 ] PERÍODO 1

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PEDRO ALEJANDRINO DEL SOLAR (1829-1909)

Abogado limeño que fue diputado por la provincia de Pataz en 1860 y de Castrovirreyna en 1867. Un año después fue elegido senador por Huancavelica y además ejerció el decanato de la Facultad de Ciencias de San Marcos. Durante la guerra con Chile participó en la batalla del Alto de la Alianza, en Tacna (1880).

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 29 ]

carácter decisivo el de que Reyes llegó efectivamente al cargo mencionado, pues eso ocurrió por un episodio imprevisto, la deposición del vicepresidente La Fuente, personaje oriundo de una región tan alejada de Lima y tan poco desarrollada entonces como era Tarapacá; dicho Gobierno interino duró apenas entre abril y agosto de 1831, en ausencia del presidente Agustín Gamarra. Por otra parte, este militar y político fue jefe de Estado en el Perú dos veces, en 18291833 y en 1839-1841 y no puede ser clasificado como terrateniente. Tampoco pertenecieron a la agricultura latifundista José de La Mar, presidente de 1827 a 1829, que devolvió a su dueño originario la hacienda a él otorgada como premio a sus grandes servicios durante la Independencia; Felipe Santiago Salaverry, jefe supremo de 1835 a 1836, cuyo único patrimonio cuando murió fusilado eran sus sueldos insolutos; Castilla, gobernante en 1845-1851 y 1855-1862, nunca acaudalado, lleno de deudas al dejar el mando las dos veces y al morir Piérola, recluido en sus últimos años en la paupérrima residencia de la calle Milagro, el único bien que dejó a sus herederos, además de su nombre. Un pequeño detalle más: Pedro Alejandrino del Solar no fue gran propietario en Chancay sino tan solo, por un tiempo sin relación con su alta figuración pública, arrendatario de la hacienda Retes; quien adquirió la hacienda Esquivel fue su hijo Amador del Solar. Grandes latifundistas históricos en el valle de Chancay, como los Dulanto y otros, permanecieron en la vida privada. No faltaron, en cambio, los casos de ricos propietarios con fortunas provenientes de los últimos días coloniales, lanzados a las tormentas políticas de los primeros años republicanos, para terminar en la pobreza y sumidos en el arrinconamiento y en una espantosa amargura como José de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete, si bien la fortuna familiar llegó a ser en este caso rehecha por sus descendientes en virtud de diversas contingencias entre las que no faltó la de los vínculos matrimoniales. Otros poseyeron inmuebles rústicos que les dieron algunos recursos como ocurrió con Vivanco y su hacienda Matalechuza, en las cercanías de Lima; "usted me conoce" (escribió este caudillo a su amigo Manuel Atanasio Fuentes en una carta fechada en Cobija el 8 de mayo de 1866, "majestad y pobreza, todo una pieza"). Y en una época en que ya tenía mayor desarrollo la vida económica del país, Pedro Alejandrino del Solar, aquí citado fue tan solo en el nombre de vicepresidente de Remigio Morales Bermúdez, cuyo testamento pudo ser conocido cuando falleció en 1894 y allí se prueba que, muy honrosamente para él, a pesar de haber sido la suya una larga carrera militar y administrativa, no dejaba bienes raíces de ninguna especie y solo 6 mil soles, más o menos. Los propietarios de la costa no manejaron como fuerza suprema la política peruana en la etapa que siguió de inmediato a la Independencia, para prueba está, además de lo aseverado más arriba, en el dato concluyente que no llegaron a obtener el permiso para importar esclavos, por ellos solicitado desde 1822, en época en que dicho tráfico funcionaba para el sur de los Estados Unidos; y en la verdad de que las concesiones en favor de ellos otorgadas por Salaverry y por el Congreso de Huancayo fueron tímidas y por cortos períodos. Distinta fue la situación cuando ya la plutocracia republicana estaba madurando o se consolidó en lo referente a la llegada de braceros chinos. Los dueños de haciendas en el valle de Chancay, y similar fue el caso en otras zonas de la costa, no formaron un círculo cerrado, impermeable al paso de los años, y ello está brillantemente presentado por Matos cuando diseña la historia de Nikumatzu Okada, japonés que llegó al país como bracero enganchado en 1903, ascendió lentamente, y a base de la hacienda La Huaca y otros fundos, así como empresas industriales y comerciales, creó lo que podría llamarse un "imperio", cuyo poderío acató el presidente Sánchez Cerro en 1932 al alojarse en el "palacete Okada" de Huaral, en un gesto de desafío a Antonio Graña. Okada y sus más cercanos colaboradores japoneses fueron deportados a Estados Unidos en 1942, con motivo de la segunda guerra mundial, en una redada oprobiosa. Su hija Isabel Okada, varios años después, conocía la miseria. Tampoco cabe afirmar que, inmediatamente después de la independencia, el Perú fue denominado de modo absoluto, política o económicamente por la Gran Bretaña. El caso del incidente

de la goleta Hidalgo exhumado por Celia Luy y otros episodios, prueban que eso no ocurrió en lo que atañe a las relaciones diplomáticas entre ambos países; y en el ámbito económico, basta con mencionar la aprobación y la vigencia (socavada por el contrabando) de la llamada "Ley de Prohibiciones", que impuso altas tarifas a las mercaderías importadas y se enfrentó resueltamente al sistema de libre comercio propiciado por la Gran Bretaña en el mundo, en contra de las múltiples gestiones efectuadas por los agentes de esa gran potencia en Lima. Una referencia a algunas de ellas en el artículo de W. M. Mathew en la revista inglesa The Economic History Review en diciembre de 1969. Lo anterior no implica que se niegue el creciente volumen del comercio entre el Perú y la monarquía imperial que por tantos años encabezó la reina Victoria, aumentado después de 1845 con la exportación del guano; ni que se niegue la importancia que fueron adquiriendo las empresas mercantiles como, por ejemplo, la casa Gibbs en Lima y en otras ciudades peruanas. Del mismo modo, la tesis antes planteada sobre el escaso poder político de la antigua aristocracia y sobre el empobrecimiento de dicha clase no quiere sostener, ni absoluta ni relativamente, que hubiese un mejoramiento social en los primeros años de la República, ni un cambio espectacular en la pirámide social. Por el contrario, con las guerras civiles y civil-internacionales y el carácter efímero de los gobiernos, la condición del pueblo empeoró. Este fenómeno resultó, en especial, más duro en el caso de los indios por el reclutamiento y a quienes, además, se les empezó a arrebatar sus tierras con mayor intensidad que en la época colonial al amparo de las leyes y decretos imbuidos por la filosofía liberal del siglo XIX que propiciaba el libre comercio de la propiedad. Tschudi comprobó este último punto en sus viajes de 1838-1842. Los protagonistas principales en la escena política entre 1827 y 1833 son los militares y, en un segundo plano susceptible de irradiar vasta influencia, los miembros del Parlamento y los periodistas. Desde la sombra, actúan al lado de aquellos diversos "hombres de traje negro", o sea civiles como consejeros o asesores con función ministerial o sin ella. A veces, los últimamente nombrados y también los representantes al Congreso irrumpen en el campo periodístico. Menor importancia ostenta la burocracia puramente administrativa. Pero, después de la elección de Luis José de Orbegoso como presidente provisorio hecha por la Convención Nacional en diciembre de 1833, enfrentándose al régimen de Gamarra de modo análogo a lo que hicieron muchos de sus colegas ante Bolívar en 1826, va evidenciándose un estado de opinión popular también oposicionista. La masa aparece con un decisivo papel protagónico aunque amorfo en la turbulenta jornada de 28 de enero de 1834 para decidir en Lima una contienda hasta entonces en equilibrio; y también, casi al mismo tiempo, en la espontánea sublevación de Arequipa que, desde ángulos diferentes, fue evocada más tarde por Flora Tristán y por el deán Valdivia. ¿Quiénes integraban esa masa, es decir al pueblo limeño en 1834? Independientemente del hecho de que pudo unírseles gente de otras clases sociales incluyendo mujeres y niños según algunas relaciones de la época, como por ejemplo la "Arenga del ciudadano Manuel Lorenzo de Vidaurre", Lima, de 1834, había buen número de personas que podían ser consideradas entonces el pueblo de la capital. Estaban, en primer lugar, los artesanos y obreros aunque todavía no habían sido erigido fábricas: albéitares, aparejeros, armeros, bauleros, caldereros, carpinteros, carroceros, cereros, cigarreros, coheteros, colchoneros, curtidores, doradores en metal, doradores en madera, pasamaneros, peluqueros, picadores de tabaco, pintores de casas, plateros, sastres, sombrereros, talabarteros, tapiceros, tintoreros, toneleros, torneros, trenzadores, veleros, zapateros. Habría que agregar, además, a los empleados de bodegas, pulperías, encomenderías, chocolaterías, dulcerías, panaderías, fidererías, hoteles, posadas, tambos, fondas, mantequerías, picanterías, tiendas de licores y a los sirvientes. Mención especial cabe hacer de los operarios de las imprentas, si bien ellos solo llegaron a organizarse en una Sociedad Tipográfica de Auxilios Mutuos en abril de 1855. En una zona intermedia entre el pueblo mismo y las clases medias hallábanse quienes

EL PODER DE LOS HACENDADOS

A inicios de la República una nueva fuerza política emergió desde las haciendas costeras, particularmente de las del valle de Chancay. Ese fue el caso de Andrés Reyes, vicepresidente del Perú en 1829 y dueño de la hacienda Huando; José Rufino Echenique y José Balta, presidentes en 1851 y 1868, respectivamente, y dueños de la hacienda Jecuán; y Pedro Alejandrino del Solar, vicepresidente en 1890, dueño de la hacienda Esquivel. Aquí podemos observar la plaza de la hacienda San José en Chincha (1834), una de las haciendas más importantes de su época, situada al sur de Lima.

[ CAPÍTULO 29 ] PERÍODO 1

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Guerras civiles y caudillismo Nuestras primeras décadas de vida republicana vieron constantes guerras civiles entre caudillos militares con pretensiones de poder. Un texto del historiador Cristóbal Aljovín profundiza sobre esta aciaga característica de la política peruana del XIX.



El período de la post-independen­ cia ha sido un sinónimo de anarquía especialmente después de Bolívar. La inestabilidad era intrínseca a la vida de Lima y de otras ciudades: los golpes de Estado y las revoluciones eran tan poco sorprendentes como poco desea­ dos por la mayoría de la población. El precio pagado en términos de víctimas y destrucción era demasiado alto, salvo para aquellos que esperaban benefi­ ciarse con un cargo. En unos cuantos años el Perú tuvo muchas revoluciones simultáneas, y sus protagonistas adu­ cían que cada una de ellas representa­ ba a la nación, mientras que sus opo­ nentes denunciaban que obedecían a ciertos intereses privados. Hubo pro­ clamas presidenciales distintas que se leyeron al mismo tiempo, cuando los golpes de Estado devenían en guerra civil y cuando parte del ejército y de la sociedad no aceptaba el golpe, como en 1834. Muchos revolucionarios señalaron que el problema estaba en la Constitución que necesitaba ser reescrita. Tenían razón, de varias maneras, en tanto la Constitución tendía a rehacer y recrear la política y la sociedad peruanas en

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período 1

[ capítulo 29 ]

algo que los mismos legisladores ni querían ni esperaban. Estos legislado­ res soñaban con diseñar una Constitución que llevara al país a la libertad a la estabilidad y a la prosperi­ dad material. Pero los nuevos princi­ pios de gobierno basados en la igual­ dad, la libertad, la representación y la razón fueron constantemente erosio­ nados por el uso de la fuerza. La ley fue siempre socavada. Aun así, los ejércitos revolucionarios siguieron siendo movi­ lizados en nombre de la nación y de la libertad constitucional. A finales de la década de 1830, la mayo­ ría de los revolucionarios más entusias­ tas de las guerras de la Independencia se angustiaba con el hecho de que la república no podía estabilizarse en base a la libertad y a una sociedad comercial. La historia de la República se tornó, así, en una serie de revoluciones sucesivas –irónicamente, cada una de ellas era lanzada en nombre de la cons­ titución–, lo que tuvo como resultado la depresión económica.” De: Caudillos y constituciones: Perú, 1821-1845, Lima: FCE-PUCP, 2000, pp. 309-310.

trabajaban con los abogados, médicos, flebotómicos, grabadores, lapidarios, marmolistas, maestros de piano, músicos, relojeros; así como los empleados inferiores en las oficinas de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial (incluyendo en este a los tribunales especiales), así como también los de establecimientos diversos. Una par te de los profesores de escuelas y colegios no estaría lejos del último grupo. Gentes de otros sectores sociales actuaron, sin duda alguna, para azuzar la rebelión y colaborar en ella. La guerra civil de aquel año fue librada durante varios meses en el norte, en el centro y en el sur del país entre las fuerzas de un militarismo que ya estaba exangüe y esa opinión desafiante. En realidad, el llamado "Abrazo de Maquinhuayo" (24 de abril de 1834) en que el ejército triunfador depuso las armas ante las improvisadas tropas a él enfrentadas, representó no un episodio grotesco o ridículo como alguna vez se ha dicho, sino la victoria en la infiltración misteriosa de las pasiones y las ideas más difundidas en aquel momento dentro del seno mismo de quienes las habían estado combatiendo con las armas y acababan de vencer. En esta movilización indudable de la opinión pública no hubo reivindicaciones sociales ni influencias extranjeras. No cabe pretender que en ella colaboraron las grandes cantidades de indios dispersos en el campo, en los caseríos y en los villorrios de la sierra. Pero sí hubo participación de la gente de la capital y de las ciudades principales de la costa y hasta de algunas de la sierra como Cuzco y Ayacucho. Los vehículos para la propaganda antigobiernista fueron las campañas en el Congreso, en la prensa y en los volantes. Entre los periódicos, aquellos que se publicaban en Lima y que, por cierto, reprodujeron, en lo esencial, los debates parlamentarios, debieron irradiar, aunque fuese en forma tardía, a las más importantes ciudades provincianas. Por eso, no debe otorgarse valor muy sobresaliente o definitivo a la aparición, muchas veces retrasada, de periódicos en provincias, aparte de los que provinieron eventualmente de la guerra de la Independencia o de las guerras civiles posteriores. Lo que se manifestó en 1834 fue el cansancio y el repudio ante un régimen que había llegado a ser odiado, sentimiento que unió a gentes de las diversas clases como antes, en una mayor perspectiva, ocurriera durante la guerra de la Emancipación. Mediaron también factores regionalistas, en Lima contra el cuzqueño Agustín Gamarra y su esposa doña Pancha; en Arequipa contra las huestes foráneas que comandaba el puneño San Román; y en diversos lugares la protesta contra autoridades políticas y militares abusivas. Después de estas vibrantes jornadas en las que hubo un claro interés colectivo y de las apoteósicas manifestaciones que suscitó la sorprendente victoria de la opinión pública, una vez más, el pueblo abandona el primer plano. Se da, como muchas otras veces en el Perú, el contraste entre la epilepsia y la parálisis. El año de 1834 termina entre debates intensos y, en realidad, estériles, cuyos centros son la Convención Nacional hasta junio y, permanentemente, los periódicos. En realidad, no se ha conseguido ventajas sustanciales después de tanto luchar y predicar. Viene el terrible año de 1835 y con él empieza la cruenta guerra civil-internacional que se prolonga por un lustro hasta 1839 y revive los estragos todavía no curados de la guerra de la Emancipación. Recorren el suelo nacional ejércitos de dos países vecinos, Bolivia y Chile, mientras que los peruanos, aturdidos, se dividen como también se dividieron en aquella contienda, pero esta vez no aparecen dos sino tres facciones. Y entonces las fuerzas más poderosas son, sobre todo, las acometidas de los sables y los disparos de los fusiles y de los cañones.

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setiembre 1825 LO quE SE[ perú ]

MAnIfESTÓ En san martín creó 1834 fuE EL la primera CAnSAnCIO bandera en el Y EL REPuDIO AnTE un puerto de pisco, RéGIMEn quE poco después de llegar perú. la A HABíAalLLEGADO hizo el 21 SER oficial ODIADO, de octubre de 1821, SEnTIMIEnTO quE mediante un unIÓ A GEnTES decreto el que DE LAS en DIVERSAS también CLASES disponía COMO que ésta debía ser AnTES, En unA de seda o lienzo y MAYOR medir 8 pies de PERSPECTIVA, largo por 6 de OCuRRIERA ancho. DuRAnTE LA GuERRA DE LA EMAnCIPACIÓn.

[ CAPÍTULO 29 ] PERÍODO 1

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[ tomo 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] capítulo 30 ● I Po­bla­ción del Pe­rú ● II De­mar­ca­ción in­te­rior Ex­plo­ra­cio­nes y fun­da­cio­nes en te­rri­to­rio pe­rua­no ● III La in­de­pen­den­cia y la in­te­gri­dad de la na­ción ● La re­pú­bli­ca uni­ta­ria o fe­de­ral ● IV El de­re­cho de su­fra­gio. Su­fra­gio di­rec­to e in­di­rec­to. La elec­ción del presidente de la Re­pú­bli­ca ● Extensión del su­fra­gio ● El su­fra­gio obligatorio ● El su­fra­gio se­cre­to ● El pro­ce­so elec­to­ral ● ●

V El pre­si­den­te de la Re­pú­bli­ca ● Fa­cul­ ta­des ex­traor­di­na­rias ● El vi­cepre­si­den­ te ● Mi­nis­tros de Es­ta­do ● VI Po­der Le­gis­la­ti­vo ● VII El Con­se­jo de Es­ta­do ● VIII Jun­tas de­par­ta­men­ta­les. Mu­ni­ci­pa­ li­da­des ● IX Po­der Ju­di­cial ● El Tri­bu­nal del Con­su­la­do ● El Tri­bu­nal de Mi­ne­ría ● El Juz­ga­do de Diez­mos ● El Juz­ga­do de Aguas ● El Juz­ga­do de Pre­sas ● El Juz­ga­ do de Co­mi­sos ● Los fue­ros per­so­na­les.

LA FISONOMÍA DEL PERÚ HASTA 1841 Y LA TEORÍA DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS

CAPÍTULO

30 [ ]

P

[I] OBLACIÓN DEL PERÚ.- La población del Perú fue calculada en 1836, según las matrículas de las contribuciones, en 1.373.736 habitantes, con apenas un aumento de poco más de 100.000 en total, en comparación con el censo de 1.795, 41 años atrás. Esta población estuvo distribuida de la siguiente forma: Habitantes Amazonas La Libertad Provincia Litoral de Piura Ancash Lima y Provincia Litoral del Callao Junín Ayacucho y Huancavelica Cuzco Puno Arequipa y Moquegua Suma total

71.267 162.429 53.815 121.462 151.718 144.243 159.608 216.382 156.000 136.812 1.373.736

Como causas para detener o disminuir el crecimiento de la población pueden señalarse las guerras internacionales y civiles, la subalimentación, las deficientes condiciones higiénicas y sanitarias y las enfermedades. La vacuna, introducida a fines de la era virreinal, hizo disminuir la amenaza de la viruela y la lepra tendió a localizarse en ciertas regiones aisladas. En cambio, la malaria fue endémica en la costa y la tuberculosis no perdonó las comarcas húmedas y los centros poblados, escogiendo sus víctimas predilectas entre la gente de las regiones andinas que se trasladaba a vivir al nivel del mar. La verruga actuaba, bajo condiciones peculiares, en la sierra. Las epidemias más temibles fueron, en todo el mundo, el tifus, la peste, el cólera. Este último tuvo una marcha intercontinental que, partió de la India y de la Meca, atravesó Rusia y Turquía entre 1830 y 1831, se extendió entre este año y 1832 a Inglaterra y Francia, halló estímulo en 1833 con la llegada a Portugal de navíos infectados y pasó a América en 1832 y 1833. En el Perú se hizo presente a fines de 1833. La fiebre amarilla constituyó importante acontecimiento de la vida nacional en diversas oportunidades, como en 1855 y 1867. En la ciudad de Lima el empadronamiento hecho en 1836 ofreció una cifra menor de habitantes en relación con el que se efectuara en 1820: 54.628 habitantes dio el primeramente nombrado y 64.000 el que se realizara en las postrinerías del régimen colonial. La causa de esta disminución residía, según Córdova y Urrutia en su estadística de Lima (1839), en "las guerras que han sobrevenido en el país". La población de la capital, según el empadronamiento de 1836, se distribuía de la siguiente manera:

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 ]



Clases Españoles (o blancos) y seglares Eclesiásticos y religiosos Indígenas Castas intermedias Esclavos Suma total 

Total 19.593 825 5.292 24.121 4.797 54.628

En 1842, la población de Lima fue calculada en 53.000 habitantes.

[ II ] DEMARCACIÓN INTERIOR.- En 1841, el Perú se hallaba dividido en 11 departamentos y 62 provincias. Eran las siguientes: Amazonas con dos provincias: Chachapoyas y Maynas La Libertad con nueve provincias: Cajamarca, Chota, Huamachuco, Pataz, Jaén, Lambayeque, Chiclayo, Trujillo y la provincia litoral de Piura. Áncash con cuatro provincias: Conchucos, Huari, Huaylas y Santa. Junín con cinco provincias: Cajatambo, Huamalíes, Huánuco, Jauja y Pasco. Lima con ocho provincias: Yauyos, Ica, Cañete, Lima, Huarochirí, Canta, Chancay y la provincia litoral del Callao. Ayacucho con seis provincias: Cangallo, Huanta, Lucanas, Parinacochas, Huamanga y Andahuaylas. Huancavelica con tres provincias: Huancavelica, Tayacaja y Castrovirreina. Cuzco con doce provincias: Anta, Aymaraes, Calca, Canas, Canchis, Cuzco, Cotabambas, Chumbivilcas, Paruro, Paucartambo, Quispicanchis y Urubamba. Arequipa con cinco provincias: Arequipa, Camaná, Caylloma, Chuquibamba y La Unión. Puno con cinco provincias: Azángaro, Chucuito, Carabaya, Huancané y Lampa. La ciudad de Puno pertenecía a la provincia de Huancané. Moquegua con tres provincias: Moquegua, Arica y Tarapacá. Los nuevos departamentos, en comparación con la lista de 1827, reproducida en un capítulo anterior, eran cuatro: Amazonas, Huaylas o Ancash, Huancavelica y Moquegua. El departamento de Amazonas había sido creado por ley el 21 noviembre de 1832. Originariamente pertenecieron a él las provincias de Maynas, Pataz y Chachapoyas, mencionadas juntas por José Modesto de La Vega y José Braulio del Camporredondo en la representación al presidente Gamarra, que más adelante se cita. Salaverry, sin embargo, por decreto de 25 de abril de 1835, mandó reincorporarlas al departamento de La Libertad. Este decreto quedó sin efecto al sobrevenir un nuevo cambio de gobierno; pero la provincia de Pataz volvió en 1836 al departamento de La Libertad. El departamento de Huaylas, creado por decreto de 12 de junio de 1835 y restablecido por decreto de 12 de octubre de 1836, menos la provincia de Cajatambo que pasó a Junín, recibió el nombre de Áncash, por decreto de 28 de febrero de 1839, para perpetuar la memoria de la batalla ganada por el ejército restaurador. El departamento de Huancavelica fue establecido por decreto de 28 de abril de 1839 y a su capital le fue concedido el nombre de "ilustre ciudad" por ley de 5 de noviembre de 1839 dada por el Congreso de Huancayo. En 1837 se creó el departamento litoral de Tacna compuesto de las provincias de Arica y Tarapacá. Más tarde quedó dispuesto se le reuniese la de Moquegua, desmembrándola del departamento de Arequipa, como las dos anteriores. El Congreso, en sesión de 23 de noviembre de 1839, aprobó esta resolución y sancionó que el departamento litoral de Tacna se denominase en lo sucesivo de Moquegua. La capital fue Tacna, que integraba antes la provincia de Arica.

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setiembre 1825 [ perú LA MALARIA fuE ]

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[ CAPÍTULO 30 ] PERÍODO 1

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LOS NUEVOS PUEBLOS DE LA SELVA

En la década de 1830 muchos exploradores partieron hacia la selva y ceja de selva de nuestro país. A su paso fundaron nuevos pueblos. Uno de ellos fue Nauta (hoy en el departamento de Loreto). Paul Marcoy, un viajero francés que recorrió el Perú entre 1840 y 1846, Nos ha dejado esta representación del lugar en sus inicios, publicada en el libro Viajes a través de América del Sur (1869).

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 ]

EXPLORACIONES Y FUNDACIONES EN EL TERRITORIO PERUANO.- En 1827 tuvieron lugar las exploraciones del marino inglés Enrique Lister Maw en Cajamarca, Celendín, Chachapoyas, Moyabamba, Balsapuerto y los ríos Huallaga y Amazonas, hasta llegar al Brasil. En este viaje quedaron determinadas las latitudes de Chachapoyas y Moyabamba. Hacia 1830 fue fundada, en la margen izquierda del Marañón, casi al frente de la desembocadura del Ucayali, la población de Nauta por indios cocamas que habitaban el pueblo de La Laguna en el Huallaga y eran víctimas de maltratos de las autoridades. También hacia 1830, por los esfuerzos de Sebastián Mar tins y José Mará Ruiz, se fundo el pueblecito de Juana del Río situado cerca de la confluencia del río Monzón y llamado más tarde Tingo María. Entre 1834 y 1835 el sargento mayor de ingenieros Pedro Beltrán y el teniente Ramón Azcárate, junto con el teniente británico Guillermo Smyth, realizaron un importante viaje para reconocer los ríos Pachitea y Ucayali. Empezaron su ruta de Lima a Cerro de Pasco y de allí fueron a Huánuco, Panau y Pozuzo hacia el puerto de Mayro, en cuyo lugar debían embarcarse en canoas para bajar al Ucayali por las aguas del Pachitea. Abandonaron este proyecto y, por Chinchao, pasaron al Huallaga. En estos viajes llegaron a encontrar al famoso Padre Manuel Plaza que vivía desde 1806 en las regiones alrededor de los ríos Ucayali y Tambo y que desde hacía más de diez años encontrábase segregado del mundo en Sarayaco. Exploraron Beltrán, Azcárate, Smyth y Lowe (oficial compatriota de este último que se había agregado al grupo) el Ucayali, el Marañón y el Amazonas. La aventura de los dos oficiales peruanos no dejó de causar impresión en sus contemporáneos. Felipe Pardo en El Espejo de mi Tierra de 1840, en el artículo "Un paseo a Amancaes" escribió: "Aquí me tienen ustedes con mi alforja al hombro, mi palo en la mano y mis sandalias, listo para emprender mis misiones por esas montañas de Dios, por donde el mayor Beltrán y el teniente Azcárate pasaron tantas cuitas… ". La publicación en 1840 y en el Cuzco de la obra Diario de viaje al célebre Camanti por una sociedad de aficionados a la mineralogía y la de otra monografía sobre la misma región por el señor Pacheco, llamaron la atención sobre esa zona del valle de Marcapata (llamado entonces valles o Andes de Cachoa) al oriente del Cuzco, donde estaban las haciendas y minerales de oro de Camanti, abandonados desde el derrumbe de un cerro. Más tarde, un novelesco escritor francés, bajo el seudónimo de Paul Marcoy, utilizó las publicaciones mencionadas para componer "un romance geográfico lleno de aventuras" según palabras de Antonio Raimondi bajo el nombre de Una expedición infortunada o Viaje al país de la quina. Entre 1841 y 1842 se efectuó la exploración del río Pozuzo por el R. P. Juan Crisóstomo Cimini alentado y ayudado por el padre Plaza. El padre Cimini, italiano de nacionalidad, salió de Ocopa y visitó también el río Pachitea. También en 1841 tuvo lugar el viaje de Manuel Ijurra a las montañas de Maynas, Chachapoyas y Pará. El acontecimiento oficial más importante en relación con la región del nororiente en esta época fue la creación del departamento de Amazonas por la ley de 21 de noviembre de 1832, que ya ha sido mencionada. Precedió a esa acción legislativa la exposición hecha a la junta departamental de Junín por Sebastián Martins sobre la conveniencia de promover la navegación por el río Huallaga. Martins, que ya en 1828 había solicitado la protección del Gobierno y el Congreso Constituyente, dejaba constancia de que había puesto en movimiento hasta 33 embarcaciones "sutiles" en dicho río; y mencionaba la colaboración con el proyecto prestada por Doroteo de Arévalo, subprefecto de la provincia de Maynas y por Rumaldo de Rivera, cura de Tarapoto. José Modesto de la Vega y José Braulio de Camporredondo dirigieron un oficio al presidente de la República, mariscal Gamarra, adjuntándole una encomiástica descripción de las provincias de Maynas, Pataz y Chachapoyas, base del nuevo departamento (7 de setiembre de 1832). Los vínculos entre este departamento y el Perú libre se ahondaron durante la guerra de

la Independencia, con la victoria de Higos-Urco (6 de junio de 1821) obtenida por los naturales de Chachapoyas hasta con la ayuda de las mujeres después de diez horas de lucha; esta victoria impidió que las fuerzas realistas entorpecieran la campaña de Arenales en la sierra, reafirmó la libertad del norte del Perú, permitió los auxilios prestados en la campaña de Pichincha y afirmó de hecho la anexión del territorio de Maynas a la comandancia de Trujillo. Hecho de armas antes olvidado, lo estudió el contralmirante Tomás M. Pizarro en una conferencia en 1859. Hubo una segunda batalla de Higos-Urco el 6 de setiembre de 1822, también favorable a los patriotas. Por decreto de 11 de marzo de 1836 se dispuso el restablecimiento del convento de Ocopa. En 1838 fue instituido obispo de Maynas el doctor José María Arriaga, cuyas preces fueron enviadas a Roma en 1836. La bula recibió el pase en 1839; y, a pedido del nuevo obispo, cuya sede estaba en Chachapoyas, fue organizada la institución de la Propaganda de la Fe entre los infieles de Maynas (1840). También quedó constituida la administración de las colectas para las misiones de Maynas.

[ III ] LA INDEPENDENCIA Y LA INTEGRIDAD DE LA NACIÓN.- La Constitución de 1823 expresó en su capítulo primero que todas las provincias del Perú, reunidas en un solo cuerpo, formaban la nación peruana; que ella era independiente de la monarquía española y de toda dominación extranjera y no podía ser patrimonio de ninguna persona o familia; que la soberanía residía en la nación; que si ella no conservaba o protegía los derechos legítimos de todos los individuos que la componían atacaba el pacto social, como se extraía de la salvaguarda de ese pacto cualquiera que violase alguna de las leyes fundamentales. Con este último enunciado estaba tácitamente justificado el derecho de rebelión. Por último, señaló que la nación no tiene facultad para decretar leyes que violen los derechos individuales. La Constitución de 1826 fue muy parca en este capítulo. Se limitó a decir que la nación peruana es la reunión de todos los peruanos y que el Perú es y será para siempre independiente de toda dominación extranjera y no puede ser patrimonio de ninguna persona o familia. La Carta política de 1828 introdujo un elemento nuevo de suma importancia. Consignó que la nación peruana es la asociación política de todos los ciudadanos del Perú; pero agregó que es para siempre libre e independiente de toda potencia extranjera y expresó enseguida: "No será jamás patrimonio de persona o familia alguna; ni admitirá, con otro Estado, unión o federación que se oponga a su independencia". En el documento constitucional de1834 tan solo se lee lo siguiente: "La nación peruana es independiente y no puede ser patrimonio de persona o familia alguna". Como se ha narrado en un capítulo anterior, al recortarse aquí el texto de 1828 se quería abrir una puerta a la federación con Bolivia. La Constitución de 1839 declaró que la nación peruana es la asociación política de todos los peruanos y añadió inmediatamente después: "La nación peruana es libre e independiente; no puede ser patrimonio de ninguna persona ni familia ni hacer con otro Estado pacto alguno que se oponga a su independencia y unidad". Si se recuerda que de todos estos textos, los que alcanzaron a tener vigencia fueron el de 1828, por seis años, y el 1839 hasta 1856, con algunos interregnos, se constata que fueron los dos donde se reafirmó más nítidamente la independencia y la unidad del Perú.

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setiembre 1825 [ perú ] LA COnSTITuCIÓn

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ESPAñOLA Y DE TODA DOMInACIÓn ExTRAnJERA Y nO PODíA SER PATRIMOnIO DE nInGunA PERSOnA O fAMILIA.

LA REPÚBLICA UNITARIA O FEDERAL.- El país expectoró, si cabe emplear la palabra, el superfederalismo bolivariano y el santacrucino que asoció al Perú con Colombia o con Bolivia. No llegó a ensayar, por lo demás, el federalismo interno. En otras palabras, las aventuras federales

[ CAPÍTULO 30 ] PERÍODO 1

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LOS VIAJEROS Y EL PERÚ

A partir de 1827 una serie de exploradores empezaron a recorrer el Perú. Uno de ellos fue el vicecónsul francés Leonce Angrand, quien consagró su estadía en el Perú a plasmar sus paisajes y costumbres. El dibujo que observamos es una representación de la laguna de Yanacocha, en Cajamarca, donde Angrand llegó en enero de 1839.

emergieron dentro de planes para crear un nuevo Estado más vasto; es decir, aparecieron subordinados a designios para modificar el mapa de América del Sur. Las Cartas de 1823 y 1828 correspondieron a ensayos de unitarismo descentralista, y las de 1834 y 1839 a ensayos de unitarismo centralista. La lección de la gesta republicana fue que el Perú, como llevado por un oscuro instinto de conservación, se atenía a la unidad que cimentaron los incas y que prosiguió a través de la época del Virreinato. A pesar de todos los desgarramientos de los años de la Independencia, esa unidad no fue resquebrajada aunque los españoles dominaron por un tiempo en la sierra y los patriotas en la costa y tuvieron en el sur su bastión y aunque llegaron a coexistir en un determinado momento el gobierno de Riva-Agüero en el norte y el Tagle en Lima. La misma heterogeneidad de los factores geográficos justifica esta esencial continuidad histórica. El doctor Manuel Vicente Villarán ha escrito en la exposición de motivos del proyecto de Constitución que formuló en 1931: "Observadores superficiales ven en la topografía del Perú un hecho de la naturaleza favorable al régimen federal. El estudio atento de la realidad nos lleva a la conclusión contraria. La fragmentación natural del territorio reclama cierto grado de autonomía administrativa; pero precisamente porque la topografía multiplica y aisla, de modo tan anormal y extraño, las moléculas del cuerpo social, es preciso combatir la excesiva segmentación haciendo del Estado un instrumento político unificador. Los diversos segmentos geográficos, aislados y pobres, emparedados por desiertos, montañas y selvas, carecen de suficientes recursos en hombres y riqueza para llenar las funciones de medianos ni pequeños Estados. Han desarrollado, por su pequeñez y dispersión secular, hábitos mentales de localismo celoso que obstaculizan, a la par que la geografía, la aglutinación de las provincias y los departamentos. La misma descentralización administrativa encuentra en esta situación dificultades materiales y sicológicas que se tornan invencibles en cuanto se piensa en la formación de grupos mayores con la estructura jurídica de Estados". Como dijo Toribio Pacheco en 1854, los grandes favorecidos con el régimen federal habrían sido los grandes propietarios provincianos.

[ Iv ] EL DERECHO DE SUFRAGIO. SUFRAGIO DIRECTO E INDIRECTO. LA ELECCIÓN DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.- El estudio de la legislación relativa al otorgamiento y al ejercicio de este derecho puede hacerse tomando en cuenta el tipo de elección (directa o indirecta); los sectores de la población a quienes se permitió votar; la forma del voto y el procedimiento electoral. El reglamento de elecciones para el primer Congreso Constituyente (abril de 1822) implantó el sufragio directo. Pero, a partir de la Constitución de 1823, quedó establecido, de acuerdo con el modelo norteamericano, el sistema indirecto. Los ciudadanos residentes en cada parroquia debían escoger un elector por cada 200 individuos y los electores reunidos en la capital de la provincia designaban diputados y senadores. De conformidad con este sistema se arregló el procedimiento electoral por la ley reglamentaria del 30 de enero de 1824. Las leyes sobre el sufragio promulgadas posteriormente conservaron hasta 1856 el voto de dos grados. Según la Constitución de 1823, el presidente de la República debía provenir del voto emitido por el Congreso. La Carta política de 1826 creó un Poder Electoral que debía reunirse cada año para calificar a los ciudadanos; nombrar los miembros de las Cámaras por la primera vez; proponer listas de candidatos para diversos cargos en el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial; calificar las elecciones; y ejercer el derecho de petición y de queja. El presidente de la República era elegido por el Poder Legislativo. Desde la Constitución de 1828 se estableció el sufragio popular para la elección de presidente de la República. Funcionó ella a través del sufragio indirecto hasta 1856.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 ]

EXTENSIÓN DEL SUFRAGIO.- Para las elecciones de diputados en el primer Congreso Constituyente, el sufragio fue concedido en el reglamento pertinente (abril de 1822) a los casados y mayores de 21 años que "tengan casa abierta". Ni la propiedad, ni la condición de saber leer y escribir, ni la de pagar impuestos, ni la de ejercer alguna profesión o industria llegaron a ser exigidos, pues, en este reglamento. La mención de la "casa abierta" parece eliminar a los sirvientes y a los vagos. La Constitución de 1823 exigió para votar ser casado o tener 25 años y poseer una propiedad o ejercer cualquiera profesión o arte con título u ocuparse en alguna industria. Los sirvientes y los jornaleros quedaron privados del sufragio. Después de intenso debate se acordó exigir el requisito de saber leer y escribir con posterioridad al año 1840. La Constitución de 1826 conservó los mismos preceptos de edad o matrimonio, y agregó a ellos "tener algún empleo o industria o profesar alguna ciencia o arte sin sujeción a otro en clase de sirviente doméstico" y "saber leer y escribir". La Constitución de 1828 no mantuvo el principio de que el sufragio debía concederse (como habían dicho los autores de la Constitución de 1823) sobre la base de la utilidad común; es decir, lo consideró un derecho innato de la persona humana. Podían votar (según ella) los que hubieran cumplido 21 años de edad o fueran casados, sin ningún otro requisito especial de educación, profesión o propiedad. Sin embargo, para ser elector exigió "saber leer y escribir, excepto por ahora a los indígenas con arreglo a lo que prevenga la ley de elecciones". De modo que los indígenas que no supieran leer ni escribir podían ser electores. Este dispositivo fue de hecho modificado por la ley de elecciones de 19 de mayo de 1828 al establecer que en los pueblos de indígenas si había que elegir dos o tres electores podía elegirse a uno que no supiese leer ni escribir; si se elegían cinco o siete, dos y así progresivamente, o sea un tercio de los electores, podía ser analfabeto. Los electores que no supiesen leer y escribir, nombrarían adjuntos de su confianza que les escribiesen los votos, les leyeran los papeles que juzgaran convenientes y firmasen las actas por ellos. La Constitución de 1834 reservó para la ley electoral la tarea de decidir quiénes gozarían del derecho de sufragio. La ley de 29 de agosto de 1834 otorgó el voto a los mayores de 21 años o casados; no impuso la condición de saber leer ni escribir; excluyó a los mendigos públicos y a los sirvientes domésticos; y exigió "pagar alguna contribución al Estado o estar reservado legalmente de pagarla, o tener algún empleo público o algún grado o profesión científica u oficio mecánico sujeto a contribución industrial o pertenecer al clero regular". Es decir, vinculó el sufragio no solo a la edad o al matrimonio sino también al pago de impuestos, salvo los que hubiesen optado por la profesión religiosa. Fue así como dio el voto a los indígenas tributarios analfabetos. Pero, en cambio, para ser elector indicó que se debía saber leer y escribir y tener, además, ciertos elementos de orden económico dependientes de la propiedad, el capital o la industria. Agregó, por otra parte, que en las parroquias donde no hubiese abundancia de individuos que supiesen leer y escribir podía sufragarse por un tercio a los más de electores que careciesen de esa calidad. La Constitución de 1839, como ya se ha indicado al tratarse de su historia externa, fue a un criterio de restricción, si se le compara con sus precedentes. Volvió al requisito de los 25 años o ser casado que había señalado la Car ta de 1823 para el sufragio; ratificó la condición de "pagar alguna contribución no estando exceptuado por ley" con lo cual convir tió en norma constitucional la pauta de la ley de elecciones de 1834; y añadió la prescripción de "saber leer y escribir" para exceptuar "a los indígenas y mestizos hasta el año de 1844 en las poblaciones donde no hubiera escuela de instrucción primaria". Es decir, (como se había indicado en 1823 aunque con una modificación en el plazo e incluyendo a los mestizos), podían votar hasta 1844, estos y los indígenas que fueran analfabetos, en tanto que la prohibición del sufragio era absoluta si se trataba de los demás ciudadanos en esa condición de analfabetismo. El problema del sufragio de los indígenas llegó a ser brillantemente discutido en el Congreso de 1849, como se verá más adelante.

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setiembre 1825 [ perú ]

LA fRAGMEnTACIÓn san martín creó nATuRAL la primera DEL TERRITORIO bandera en el RECLAMA CIERTO puerto de pisco, GRADO DE de poco después llegar al perú. la AuTOnOMíA hizo oficial el 21 ADMInISTRATIVA; de octubre de 1821, PERO mediante un PRECISAMEnTE decreto el que PORquEenLA también disponía TOPOGRAfíA que ésta debía ser MuLTIPLICA Y de seda o lienzo y AISLA, DE MODO medir 8 pies de TAn AnORMAL Y largo por 6 de ExTRAñO, LAS ancho. MOLéCuLAS DEL CuERPO SOCIAL, ES PRECISO COMBATIR LA ExCESIVA SEGMEnTACIÓn HACIEnDO DEL ESTADO un InSTRuMEnTO POLíTICO unIfICADOR.

[ CAPÍTULO 30 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ perú EL]SufRAGIO

DEBíA creó SER San Martín SECRETO la SEGÚn priMera LA COnSTITuCIÓn bandera en el DE 1823. LA de LEYpiSco, DE puerto 1824 poco DISPuSO quE deSpuéS de llegar al perú.SE la LAS CéDuLAS hizoEnTREGARAn oficial el 21 de octubre de 1821, DOBLADAS AL Mediante un PRESIDEnTE DE LA decreto en elLAS que MESA quIEn taMbién diSponía DEPOSITABA En que éSta debía Ser unA uRnA. ESTE de Seda o lienzo y RéGIMEn SECRETO Medir 8 pieS de fuE MAnTEnIDO largo por 6 de HASTAancho. 1895.

EL SUFRAGIO OBLIGATORIO.- El sufragio fue declarado obligatorio en la ley reglamentaria de 1824. El que se abstenía de votar no podía ser elegido en ese acto electoral. Los nombres de los que hubieran faltado al deber de sufragar se publicaban con este título: "Lista de los ciudadanos que han dejado de votar… por indiferencia al bien de la comunidad y en desprecio de sus mismos derechos, pudiendo más en ellos una criminal indolencia que el amor a la Patria". Esta lista debía ser tomada en cuenta por el Senado para calificar el patriotismo de los en ella incluidos al tiempo de proveer los empleos. Las leyes electorales promulgadas en 1828, en 1832 (cuando se mandó efectuar las elecciones para la Convención de 1833) y en 1834 mantuvieron el voto obligatorio. No así leyes posteriores. EL SUFRAGIO SECRETO.- El sufragio debía ser secreto según la Constitución de 1823. La ley de 1824 dispuso que las cédulas se entregaran dobladas al presidente de la mesa, quien las depositaba en una urna. Este régimen secreto fue mantenido hasta 1895. EL PROCESO ELECTORAL.- El procedimiento tuvo sustancial continuidad también hasta esa fecha. Las mesas receptoras de sufragios eran escogidas por elección popular. Los ciudadanos de cada parroquia comenzaban designando a las personas encargadas de recibir los votos. Ante las mesas así formadas sufragaban por un número de electores proporcional a la población de cada localidad; y, enseguida, los electores, reunidos en colegio electoral, elegían representantes a Congreso y presidente de la República. Los poderes de los representantes eran calificados por las Cámaras.

[v] EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.- La figura del presidente de la República apareció con caracteres de debilidad en la Constitución de 1823. La comisión que redactó este documento se preocupó ante todo, según sus palabras, de "asegurar la libertad política, problema que no puede resolverse confiando muchas facultades al Poder Ejecutivo que es en verdad el más temible, porque manda la fuerza armada y dispone de la hacienda". Debía ser elegido el jefe de Estado por el Congreso, lo cual le quitaba autoridad nacional y fuerza propia, escogiéndolo entre los candidatos que propusieran las juntas departamentales. Duraba en el cargo cuatro años sin posible reelección inmediata. Era responsable de los actos de su administración. El Senado Conservador podía declarar que había lugar a formación de causa contra él durante su período y por cualquier delito; el fallo correspondía a la Corte Suprema. Carecía el presidente de la iniciativa para las leyes y del derecho de veto. Tampoco podía dictar reglamentos para el mejor cumplimiento de las leyes; dichos reglamentos eran facultad exclusiva del Congreso. No convocaba al Parlamento a sesiones extraordinarias; dicha convocatoria se hacía por el Senado. Este cuerpo proveía los empleos civiles. Nombraba, por tanto, a los prefectos, los intendentes y los gobernadores en los departamentos, provincias y distritos; para tales cargos debía haber propuesta en terna de las juntas departamentales. Al presidente correspondía solo designar a los ministros de Estado, los agentes diplomáticos y los oficiales y jefes del ejército; pero los coroneles, los jefes de graduación más alta y los diplomáticos, requerían acuerdo del Senado. En cuanto al mando de la fuerza armada, el presidente necesitaba consentimiento del Congreso y, en su receso, del Senado. El empleo del ejército en caso de sublevación requería idéntico acuerdo. El Senado Conservador (distinto del Congreso unicameral) aparecía, como se dijo en el debate constitucional, como "un centinela perpetuo del Poder Ejecutivo". Como ya se ha narrado, esta Carta política no llegó a entrar en vigencia. Los presidentes elegidos por el Congreso Constituyente, Riva-Agüero y Torre Tagle, lo fueron por circunstancias inmediatas, sin mayor formulismo. El mismo Congreso otorgó la dictadura omnímoda a Bolívar.

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PERÍODO 1

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Ciudad de mantos y sayas. Hasta mediados del XIX, las mujeres limeñas salían a las calles ocultando la parte superior del cuerpo, que cubrían casi en su totalidad con un manto (1). Quienes lo usaban eran conocidas como 'tapadas'. Este atuendo fue importado durante la Colonia desde la ciudad española de Sevilla y gozó de gran popularidad, aunque varios virreyes intentaron prohibirla. Al manto acompañaba la saya, falda que cubría el cuerpo de la cintura a los tobillos. Las había de dos tipos, una amplia y desplegada (2), y la otra estrecha y ceñida al cuerpo (4). Las tapadas, solteras o casadas, gozaban de la libertad del anonimato y coqueteban durante sus paseos por la ciudad (3). Todas las acuarelas de esta página pertenecen al pintor mulato Pancho Fierro.

[ capítulo 30 ] período 1

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setiembre 1825 [ perú ] LA COnSTITuCIÓn

DESan1839 SEñALÓ Martín creó quE PARA SER la priMera PRESIDEnTE DEenLAel bandera REPÚBLICA SE puerto de piSco, nECESITABAn LAS poco deSpuéS de llegar alMISMAS perú. la hizo oficial elquE 21 de CALIDADES de 1821, PARAoctubre COnSEJERO DEMediante ESTADO un O decreto en el(SER que SEnADOR taMbién diSponía PERuAnO DE que éSta debía Ser nACIMIEnTO, de Seda o lienzo y TEnER 40 AñOS Y Medir 8 pieS de unA REnTA DE largo por 6 de 700 PESOS ancho. PROCEDEnTE DE BIEnES RAíCES O unA EnTRADA DE MIL PESOS AL AñO).

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 ]

En la Constitución que el Libertador redactó para Bolivia y que luego, en 1826, fue implantada en el Perú, el presidente era vitalicio e irresponsable por los actos de su administración. Estas calidades fueron muy criticadas en aquella época. Designaba, con aprobación del Congreso, al vicepresidente que era, a la vez, el primer ministro. Aunque dotado de poderes amplios, especialmente en lo que concernía a la guerra, la diplomacia y la hacienda, el presidente tenía límites y restricciones para los nombramientos de autoridades políticas, judiciales y eclesiásticas. Compartía, en cierto modo, su autoridad con el vicepresidente. No rigió la Carta de 1826, como tampoco llegó a estar vigente la de 1823. Solo la siguiente, la de 1828, alcanzó una existencia de cinco años, aunque con restricciones y dificultades. En 1828 quedó definida la elección popular indirecta por cuatro años para el presidente. En 1823 se había dispuesto que para serlo era preciso ser ciudadano por nacimiento y reunir las mismas condiciones que para ser diputado, aparte de otras especiales cualidades morales e intelectuales. En 1826 se establecieron los siguientes requisitos: ser ciudadano y nativo del Perú, tener 30 años y no haber sido condenado jamás por los tribunales. La Carta de 1828 estipulaba, que para ser presidente se requería haber nacido en el territorio del Perú (condición que La Mar no cumplía), tener 30 años de edad y las demás calidades exigidas para ser senador (es decir poseer propiedad o capital o ser profesor y no haber sido condenado legalmente en causa criminal). Podía ser reelegido inmediatamente por una sola vez. Gozaba de iniciativa en la formación de las leyes. Le era dable ejercer el derecho de veto ante ellas; y en este caso debía haber, para la insistencia del Congreso, los dos tercios de los votos de la Cámara de origen. Era jefe supremo de las fuerzas de mar y tierra; disponía de ellas para la seguridad interior y exterior del país y asimismo, de la milicia nacional dentro de límites departamentales y fuera de ellos con consentimiento del Congreso y, en su receso, del Consejo de Estado. No podía mandar personalmente la fuerza armada sin los permisos antedichos; en tal caso se hacía cargo de la administración el vicepresidente. Nombraba a todos los empleados civiles y militares; pero cuando se trataba de enviados diplomáticos y consulares, de coroneles y demás altos jefes del ejército y la armada, necesitaba la aprobación del Senado. Los prefectos y subprefectos los escogía de ternas dobles hechas por las juntas departamentales. También funcionaban ternas, con intervención del Senado o de dichas juntas o de las Cortes Superiores tratándose de los nombramientos judiciales. Los autoritaristas consideraron que las facultades del presidente estaban melladas o amputadas en la Carta de 1828 si bien, como se ve, no llegó ella a los extremos de la Carta de 1823. Era atribución del Congreso aprobar los reglamentos de cualesquiera cuerpos o establecimientos nacionales. Correspondía exclusivamente a la Cámara de Diputados la iniciativa en las contribuciones y el negociado de empréstitos y arbitrios para extinguir deuda pública; y competía al Senado la facultad de admitirlas, rehusarlas u objetarlas. Otra atribución del Congreso lo hacía intervenir para reglar el comercio interior y exterior. También debía habilitar toda clase de puertos así como "crear y suprimir empleos públicos y asignarles la correspondiente dotación" y "crear establecimientos de beneficencia". Por añadidura, era también facultad del Poder Legislativo "formar planes generales de educación e instrucción pública y promover el adelantamiento de las artes y ciencias". Igualmente designaba este poder del Estado la fuerza armada en tiempo de paz y guerra y daba ordenanzas o reglamentos para su organización y servicio. La autoridad del Poder Ejecutivo, interferida por estos dispositivos, encontraba, además, otros frenos y cortapisas. El Consejo de Estado (compuesto de diez senadores) debía velar sobre la observancia de la Constitución y formar expediente sobre cualquiera infracción para dar cuenta al Congreso. También las juntas departamentales debían ejercitar igual derecho. La Cámara de Diputados tenía el deber de acusar por diversos delitos, incluyendo el de infracciones a la Constitución, al presidente y demás autoridades; y correspondía al Senado conocer si había lugar a formación de causa. Las juntas departamentales, con su injerencia en el nombramiento de prefectos, subprefectos y gobernadores, dificultaban la eficacia y la unidad de la administración interior; a lo cual se

agre­ga­ban­otras,­de­sus­fa­cul­ta­des,­in­clu­yen­do­al­gu­nas­que­les­da­ban­el­ca­rác­ter­de­sus­ti­tu­tos­o­ reem­pla­zan­tes­del­Con­gre­so­en­asun­tos­de­ha­cien­da,­edu­ca­ción,­be­ne­fi­cen­cia­y­mi­li­cia­y­has­ta­les­ or­de­na­ban­"for­mar­la­es­ta­dís­ti­ca­del­de­par­ta­men­to­en­ca­da­quin­que­nio".­Con­el­fan­tas­ma­per­ma­ nen­te­de­la­acu­sa­ción­tras­de­sus­pa­sos,­re­fre­na­do­por­el­Con­gre­so,­el­Con­se­jo­de­Es­ta­do­y­las­ jun­tas­de­par­ta­men­ta­les,­sin­de­re­cho­pa­ra­di­sol­ver­es­tos­cuer­pos,­obli­ga­do­a­cum­plir­una­Cons­ti­tu­ ción­que­da­ba­ga­ran­tías­a­ellos­y­a­los­in­di­vi­duos,­pe­ro­don­de­"el­po­der­que­sos­tie­ne­el­or­den­no­ tie­ne­ nin­gu­na",­ se­gún­ fra­se­ de­ La Verdad­ en­ 1833,­ el­ presidente­ de­ la­ Re­pú­bli­ca­ y­ el­ go­bier­no­ de­bían­afron­tar­ata­ques­en­co­na­dos­he­chos­al­am­pa­ro­de­la­li­ber­tad­de­im­pren­ta­sin­res­pon­sa­bi­li­ dad­ le­gal­ efec­ti­va,­ de­bi­do­ a­ la­ ino­pe­ran­cia­ de­ la­ ley­ pro­mul­ga­da­ en­ 1823;­ ata­ques­ en­ los­ que­ po­dían­alen­tar­el­sin­ce­ro­o­lim­pio­des­con­ten­to­de­es­cri­to­res­prin­ci­pis­tas,­co­mo­las­tur­bias­pa­sio­nes­ de­los­cons­pi­ra­do­res­o­la­vi­ru­len­cia­de­los­de­ma­go­gos­y­de­los­amar­ga­dos­sin­es­crú­pu­los. Pe­ro­no­fue­una­se­re­na­y­ob­je­ti­va­cons­ta­ta­ción­de­las­ven­ta­jas­e­in­con­ve­nien­tes­del­ex­pe­ri­men­ to­he­cho­en­tre­1828­y­1833­la­que­ins­pi­ró­a­los­miem­bros­de­la­Con­ven­ción­Na­cio­nal­al­re­dac­tar­la­ Car­ta­de­1834.­En­cuan­to­al­presidente,­man­tu­vie­ron­ellos­los­mis­mos­re­qui­si­tos,­la­du­ra­ción­del­ pe­río­do­y­la­for­ma­de­elec­ción;­aun­que­pro­hi­bie­ron­la­ree­lec­ción­in­me­dia­ta.­De­ja­ron­sub­sis­ten­te­ tam­bién­la­es­truc­tu­ra­de­las­fun­cio­nes­per­te­ne­cien­tes­a­los­Po­de­res­Eje­cu­ti­vo­y­Le­gis­la­ti­vo.­En­la­ in­sis­ten­cia­pa­ra­una­ley­que­hu­bie­ra­si­do­ob­ser­va­da­por­el­Eje­cu­ti­vo,­pa­ra­lo­cual­este­ne­ce­si­ta­ba­ oír­al­Con­se­jo­de­Es­ta­do,­pu­sie­ron­que­bas­ta­ba­la­ma­yo­ría­ab­so­lu­ta­de­una­y­otra­Cá­ma­ra.­El­Con­ gre­so­de­ci­día­los­as­cen­sos­de­al­tos­je­fes­mi­li­ta­res­y­na­va­les.­El­Se­na­do­cau­te­la­ba­los­nom­bra­mien­ tos­ de­ di­plo­má­ti­cos­ y­ cón­su­les.­ Su­pri­mi­das­ las­ jun­tas­ de­par­ta­men­ta­les,­ el­ go­bier­no­ nom­bra­ba­ pre­fec­tos­y­sub­pre­fec­tos­con­for­me­a­la­ley.­La­acu­sa­ción­al­presidente­de­la­Re­pú­bli­ca­y­al­tos­fun­ cio­na­rios­si­guió­sien­do­de­ber­de­la­Cá­ma­ra­de­Di­pu­ta­dos­y­su­ejer­ci­cio­po­día­ha­cer­se­de­ofi­cio­o­a­ ini­cia­ti­va­de­cual­quier­ciu­da­da­no­an­te­el­Se­na­do.­El­Con­se­jo­de­Es­ta­do­(com­pues­to­de­dos­con­se­ je­ros­de­ca­da­uno­de­los­de­par­ta­men­tos­ele­gi­dos­por­el­Po­der­Le­gis­la­ti­vo­de­den­tro­o­fue­ra­de­su­ se­no)­con­ti­nuó­sus­ta­reas­de­vi­gi­lan­cia­y­ase­so­ría. La­dic­ta­du­ra­de­Sa­la­verry­y,­lue­go,­las­gue­rras­ci­vil­in­ter­na­cio­na­les­que­acom­pa­ña­ron­a­la­in­ter­ ven­ción­de­San­ta­Cruz,­hi­cie­ron­ina­pli­ca­ble­la­Car­ta­po­lí­ti­ca­de­1834.­La­Con­fe­de­ra­ción­Pe­rú­bo­li­ via­na­hu­bie­se­crea­do­la­au­to­ri­dad­muy­fuer­te­del­Pro­tec­tor,­co­mo­ya­se­in­di­có­an­te­rior­men­te;­pe­ro­ las­re­sis­ten­cias­de­la­opi­nión­pú­bli­ca,­so­bre­to­do­por­ra­zo­nes­na­cio­na­lis­tas­bo­li­via­nas­y­pe­rua­nas,­y­ lue­go­las­cam­pa­ñas­res­tau­ra­do­ras,­im­pi­die­ron­que­se­pla­ni­fi­ca­ra­es­te­ex­pe­ri­men­to. La­Cons­ti­tu­ción­de­1839­se­ña­ló­que­pa­ra­ser­presidente­de­la­Re­pú­bli­ca­se­ne­ce­si­ta­ban­las­mis­ mas­ca­li­da­des­que­pa­ra­con­se­je­ro­de­Es­ta­do­o­se­na­dor­(ser­pe­rua­no­de­na­ci­mien­to,­te­ner­40­años­ y­una­ren­ta­de­700­pe­sos­pro­ce­den­te­de­bie­nes­raí­ces­o­una­en­tra­da­de­mil­pe­sos­al­año).­Man­tu­ vo­la­elec­ción­po­pu­lar­in­di­rec­ta.­La­va­can­cia­de­he­cho­de­la­Pre­si­den­cia­de­la­Re­pú­bli­ca­la­li­mi­tó,­ apar­te­del­tér­mi­no­del­pe­río­do­cons­ti­tu­cio­nal,­a­los­ca­sos­de­muer­te,­pac­to­con­tra­la­uni­dad­e­ in­de­pen­den­cia­na­cio­nal,­re­nun­cia­o­per­pe­tua­im­po­si­bi­li­dad­fí­si­ca­o­mo­ral.­La­du­ra­ción­del­man­da­ to­pre­si­den­cial­que­dó­au­men­ta­da­de­cua­tro­a­seis­años,­sin­ree­lec­ción­in­me­dia­ta. La­acu­sa­ción­del­presidente­por­la­Cá­ma­ra­de­Di­pu­ta­dos­solo­po­día­ser­he­cha­du­ran­te­el­pe­río­ do­de­su­man­do,­si­aten­ta­ba­con­tra­la­in­de­pen­den­cia­y­la­uni­dad­na­cio­nal. El­presidente­po­día­ha­cer­en­los­re­gla­men­tos­de­ha­cien­da­y­co­mer­cio,­con­acuer­do­del­Con­se­ jo­de­Es­ta­do,­las­en­mien­das­con­ve­nien­tes­al­ser­vi­cio­pú­bli­co,­dan­do­cuen­ta­al­Po­der­Le­gis­la­ti­vo. En­los­re­gla­men­tos­y­pla­nes­de­en­se­ña­nza­es­ta­ba­fa­cul­ta­do­pa­ra­efec­tuar­las­al­te­ra­cio­nes­que­ cre­ye­ra­con­ve­nien­te,­has­ta­que­se­die­ra­por­el­Con­gre­so­el­plan­de­edu­ca­ción­na­cio­nal.­Da­ba­su­ re­gla­men­to­a­los­es­ta­ble­ci­mien­tos­de­be­ne­fi­cen­cia.­Era­re­co­no­ci­da­en­for­ma­ex­pre­sa­su­po­tes­tad­ pa­ra­ex­pe­dir­de­cre­tos­y­ór­de­nes­pa­ra­el­me­jor­cum­pli­mien­to­de­la­Cons­ti­tu­ción­y­de­las­le­yes.­En­ su­ma­te­nía­no­to­ria­men­te­más­atri­bu­cio­nes­que­en­las­Car­tas­de­1828­y­1834,­aun­que­no­lle­gó­al­ po­der­que­otor­ga­ba­al­presidente­de­la­Re­pú­bli­ca­la­Cons­ti­tu­ción­chi­le­na­en­ton­ces­vi­gen­te. En­cuan­to­a­los­em­pleos,­pro­veía­to­dos­los­que­no­le­es­ta­ban­pro­hi­bi­dos­por­la­Cons­ti­tu­ción­y­ las­le­yes,­sin­ex­cluir­a­los­pre­fec­tos­y­sub­pre­fec­tos.­Po­día­tras­la­dar­se­gún­su­jui­cio,­a­los­em­plea­dos­

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La edad setiembre deL presidente

1825 [ perú ] La edad mínima requerida para ocupar

san martín creó el cargo de presidente delprimera perú también estuvo la sujeta a cambios bandera en el en las diversas constituciones puerto de pisco, de estos años, como se poco después de ve en este cuadro: llegar al perú. la constitución edad hizo oficialnoelse 21especificó 1823 de octubre de 1821, 1826 30 años 1828 30 años mediante un 1834 30 años decreto en el que 1839 40 años también disponía que ésta debía ser de seda o lienzo y medir 8 pies de largo por 6 de ancho.

[ CAPÍTULO 30 ] PERÍODO 1

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18

setiembre 1825 [ perú ] LA COnSTITuCIÓn

DESan 1839 DISPuSO Martín creó quE, la CuAnDO priMera VACARA bandera enLA el PRESIDEnCIA DE puerto de piSco, LA poco REPÚBLICA, O deSpuéS de llegar al perú.EL la COnCLuYESE hizo oficial el 21 de PERíODO octubre de 1821, COnSTITuCIOnAL Mediante un SIn ELECCIÓn O en elDEL que Endecreto AuSEnCIA taMbién diSponía ELECTO, EL que éSta debía Ser PRESIDEnTE DEL de Seda o lienzo y COnSEJO Medir 8 pieS de ASuMIRíA EL largo por 6 de PODER EJECuTIVO. ancho.

públicos; pero solo estaba facultado para removerlos con acuerdo del Consejo de Estado. Nombraba y cambiaba libremente a los cónsules y vicecónsules; en cuanto a los plenipotenciarios, ministros residentes y encargados de negocios, necesitaba la aprobación del Senado y en su receso, la del Consejo de Estado, si bien tenía facultad de removerlos a su arbitrio. Designaba a todos los funcionarios judiciales inclusive a los vocales de la Corte Suprema dentro de pautas fijadas por ternas previas. Podía suspender hasta por cuatro meses y trasladar a cualquier funcionario del Poder Judicial; y remover a los vocales con el voto del Consejo de Estado.

FACULTADES EXTRAORDINARIAS.- La Constitución de 1828 había dado poder al Congreso para autorizar extraordinariamente al Ejecutivo solo por el tiempo preciso en caso de invasión de enemigos o sedición si la seguridad pública lo exigiere, debiendo concurrir los dos tercios de los votos en ambas Cámaras y quedando el Ejecutivo obligado a dar razón motivada de las medidas que tomare. La misma potestad fue concedida, con mayores detalles en sus requisitos, por la Constitución de 1834. En receso del Congreso, el Consejo de Estado debía tener a su cargo, según esta Carta, con los tres cuartos de sufragios de los consejeros presentes, la atribución legislativa de autorizar las facultades extraordinarias. La Constitución de 1839 suprimió la participación del Congreso en el otorgamiento de dichas facultades. Pasó a ser una de las atribuciones del Consejo de Estado declarar cuándo la patria está en peligro y entregar detalladamente al presidente las facultades que fueran necesarias para salvarla, señalándole el tiempo y lugares en que debía ejercerlas y la obligación de dar cuenta al Congreso y, en su receso, al Consejo de Estado, del uso que de ellas hubiere hecho. Era prohibido al presidente transmitir en todo ni en parte a persona alguna el uso discrecional de esas facultades. Se quería evitar que se repitiese lo ocurrido cuando Orbegoso efectuó esa tranferencia en beneficio de Santa Cruz.

EL VICEPRESIDENTE.- Desde la Constitución de 1823 fue establecida, de acuerdo con el ejemplo de Estados Unidos, la figura del vicepresidente, con las mismas calidades que el presidente en cuanto a sus requisitos. En defecto del vicepresidente, la administración del Poder Ejecutivo correspondía al presidente del Senado. Según la Carta de 1826, el vicepresidente, nombrado por el presidente y aprobado por el Cuerpo Legislativo, era el jefe del gabinete ministerial. Por lo tanto venía a ser responsable, con el secretario del Despacho del departamento respectivo, de la administración del Estado. Despachaba y firmaba, a nombre de la República y del presidente, todos los negocios de la administración con el secretario de Estado correspondiente. A falta del presidente y vicepresidente, se encargaban interinamente de la administración los secretarios de Estado bajo la presidencia del más antiguo en ejercicio, hasta la reunión del Cuerpo Legislativo. En la Constitución de 1828 el vicepresidente volvía a su condición de simple sustituto eventual del presidente. En defecto de uno y otro debía ejercer el cargo provisionalmente el presidente del Senado quedando, entre tanto, suspenso de las funciones de senador. La Vice-Presidencia, bajo el influjo del recuerdo de lo ocurrido con La Fuente, fue suprimida en la Constitución de 1834. En los casos de vacancia se debía encargar provisionalmente de la Presidencia de la República el presidente del Consejo de Estado para convocar dentro de los diez primeros días a elecciones presidenciales. Resolvió la Carta del 34 la duda creada en 1833 cuando llegó el fin de gobierno de Gamarra sin que se supiera claramente quién era su sucesor legal, pues ordenó que si concluido el período constitucional no se hubiera hecho la elección por algún accidente o, verificada ella, el electo estuviera fuera de la capital, el presidente del Consejo de Estado se encargaría del Poder Ejecutivo mientras se practica la elección o llegase el electo. El presidente

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 ]

del Consejo de Estado era escogido anualmente por el Congreso sin que pudiera recaer esta elección en eclesiásticos. Para reemplazarlo debía hacer sus veces el que hubiese obtenido el accésit en la votación del Congreso, y así sucesivamente; a falta de ello elegiría el Consejo. La Constitución de 1839 dispuso que, cuando vacara la Presidencia de la República, o concluyese el período constitucional sin elección o en ausencia del electo, el presidente del Consejo de Estado asumiría el Poder Ejecutivo. En el primer caso convocaría a elecciones dentro de los primeros diez días. Si en alguno de los casos antedichos faltare el presidente del Consejo, se haría cargo del mando supremo el que lo hubiese subrogado accidentalmente en la Presidencia. El presidente del Consejo, el vicepresidente y un tercero para los casos legales en que faltaren ellos, debían ser elegidos en cada legislatura por el Congreso.

MINISTROS DE ESTADO.- La Constitución de 1823 dispuso que todos los actos de administración del presidente de la República fueran suscritos por el ministro de Estado en el despacho respectivo; el que careciere de estas circunstancias se reputaría como no dimanado de este poder. Señaló tres ministerios: Gobierno y Relaciones Exteriores, Guerra y Marina y Hacienda. El Congreso haría el reglamento interior de ellos. Los ministros eran responsables in solidum por las resoluciones tomadas en común y cada uno en particular por los actos peculiares a su departamento. Cada uno actuaba como órgano del gobierno en el departamento de su dependencia, y debía firmar las órdenes que emanaren de este poder. Sus requisitos eran los mismos que para ser presidente. En la Carta de 1826 los ministros fueron llamados "secretarios de Estado". Debían ser cuatro, bajo las órdenes inmediatas del vicepresidente. Ningún tribunal ni persona alguna daría cumplimiento a las órdenes del Ejecutivo que no estuvieren firmadas por el vicepresidente y el Secretario de Estado correspondiente. Los secretarios del Despacho formaban los presupustos anuales de los gastos que debían hacerse en sus respectivos ramos y rendían cuenta de los que se hubieren hecho en el año anterior. Para ser secretario de Estado se requería ser ciudadano en ejercicio, tener 30 años cumplidos (o sea, igual edad que el presidente) y no haber sido condenado jamás a causa criminal. La Constitución de 1828 dejó a una ley la designación del número de los ministros. Mantuvo las calidades iguales que para presidente y la necesidad de su firma en los decretos y órdenes de este. Por lo tanto, los hizo responsables. Su reglamento debía ser aprobado por el Congreso. A cada Cámara debían dar cuenta, en la apertura de las sesiones, del estado de su respectivo ramo e igualmente, proporcionar los informes que se les pidieran. Al ministro de Hacienda correspondía presentar anualmente a la Cámara de Diputados un estado general de los ingresos y gastos del Estado Nacional; y, asimismo, el Presupuesto general de todos los gastos públicos del año entrante, con el monto de las contribuciones y rentas nacionales. Análogos preceptos consignó la Carta de 1834. Agregó a ellos algunos de interés. El ministro de Guerra debía enviar cada año a las Cámaras un estado de la fuerza pública de mar y tierra con expresión del número de generales, jefes, oficiales y tropa y del pie en que se hallaren los parques y armamentos. Los ministros de Estado estaban facultados para concurrir a los debates de cualquiera de las Cámaras, retirándose antes de la votación. Podían ser acusados como el presidente y otros altos funcionarios; y además, por razón de perjuicios inferidos injustamente a cualquier individuo. La Constitución de 1839 comenzó por señalar el número máximo de los ministros, que era cuatro. Sus requisitos eran los mismos que para ser senador. La referencia de 1834 al ministro de Guerra fue omitida. Los demás ar tículos principales de la Constitución precedente quedaron mantenidos. En 1841 los ministerios existentes eran los de Gobierno y Relaciones Exteriores, Guerra y Marina; Hacienda; Instrucción Pública, Beneficencia y Negocios Eclesiásticos.

TORIBIO PACHECO Y RIVERO (1828-1868)

Tras vivir varios años en Europa (1847-1854), este jurista arequipeño se estableció en Lima. Allí editó El Heraldo (18541856), publicación que combatió el gobierno de Ramón Castilla. En 1856 se trasladó a su ciudad natal, donde apoyó la rebelión de Vivanco. Una vez sofocada esta revuelta, volvió al ejercicio del Derecho y se dedicó al periodismo. Entre 1864 y 1866, fue dos veces canciller del Perú.

[ CAPÍTULO 30 ] PERÍODO 1

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setiembre LAS EDAD PARA 1825SUFRAGAR [ La perú ] edad obligatoria para sufragar fue variando de San Martín creó acuerdo con las constituciones la aparecidas priMera en los primeros años deel la bandera en República. En estas, puerto de piSco,o además, se incorporó pocosucesivamente, deSpuéS de eliminó, algunos requisitos, como llegar al perú. la estar casado, saber leer y hizo oficial el 21 de escribir y tener octubre de 1821, propiedades.

Mediante un CONSTITUCIÓN EDAD decreto en el que 1822 21 años diSponía 1823 taMbién25 años 1826 que éSta 25 años Ser debía 1828 21 años de Seda o lienzo y 1834 21 años Medir258 años pieS de 1839

largo por 6 de ancho.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 ]

[ vI ] PODER LEGISLATIVO.- De acuerdo con las Constituciones francesas de 1791 y 1793 y con la española de 1812, la peruana de 1823 organizó el Congreso en una sola Cámara. El Senado Conser vador apareció en ella como un cuerpo consultivo. El Poder Legislativo debía reunirse anualmente, por un período de tres meses que podía ser ampliado a un mes más en caso necesario, si así lo resolvían los diputados. La renovación debía ser por mitades, cada dos años. Por el cargo de diputado se percibía remuneración. Para conseguirlo era preciso tener la ciudadanía en ejercicio, haber cumplido 25 años, contar con una propiedad o una renta de 800 pesos cuando menos, o ejercer cualquier industria que rindiera anualmente o ser profesor público en alguna ciencia; y haber nacido en la provincia o haber estado avecindado en ella diez años antes de la elección. Como base electoral quedó fijada la cantidad de 12.000 habitantes; se aumentaría un diputado por la fracción que pasara de 6.000. La provincia que tuviese menos de 12.000 almas elegiría, sin embargo, un diputado. Por cada tres diputados se elegía un suplente. Si no correspondía a la provincia más que un solo propietario, habría, sin embargo, también un suplente. Si la Constitución de 1823 creó el Congreso unicameral, la de 1826 fue a las tres Cámaras: de tribunos, de senadores y de censores. Los censores eran vitalicios pero no hereditarios; los senadores recibían un mandato de ocho años; y los tribunos de cuatro. Los primeros necesitaban 40 años; los segundos, 35 años; los últimos, 25 años. La Cámara de Censores tenía las características de un cuerpo conser vador de la Constitución, de las leyes y de las buenas costumbres y promotor de la cultura. Acusaba a los altos funcionarios. Iniciaba las leyes sobre imprenta, enseñanza, artes y ciencias. Revisaba las leyes iniciadas por el Senado. Dirimía los desacuerdos legislativos entre el Senado y el Tribunado. Las fuerzas del Senado y los censores preponderaban sobre la corriente popular representada por los tribunos. El Senado tenía iniciativa o atribuciones especiales sobre asuntos jurídicos y eclesiásticos y facultad de elegir para ciertos cargos. Los tribunos aparecían con funciones concretas en negocios de hacienda, guerra y relaciones exteriores, así como en lo concerniente a la división territorial de la República. La Constitución de 1828 introdujo por vez primera el Congreso bicameral. Dio distinto origen a las Cámaras. La de Diputados se componía de representantes elegidos por las provincias por voto indirecto en número de un diputado por cada 20.000 habitantes o fracción que pasare de 10.000 y por cada provincia, aunque su población fuera menor de 10.000 habitantes. El Senado se componía de tres senadores por cada departamento elegidos por las juntas departamentales de entre las listas de dos individuos por cada senador formadas mediante el voto de los colegios electorales de provincia. La elección de senadores era, pues, de tres grados: los electores elegidos por los ciudadanos; los candidatos elegidos por los electores, y los senadores elegidos por las juntas departamentales. Para ser diputado se necesitaba 26 años; para ser senador, 40. Además, para ser diputado era preciso contar con una renta anual de 500 pesos y para ser senador con una de mil; o ser, en uno y otro caso, profesor de alguna ciencia. La Cámara de Diputados se renovaba por mitad cada dos años; la de Senadores por tercios también cada dos años. Al diputado se le exigía haber nacido en la provincia o, al menos, en el departamento correspondiente; o tener en la provincia siete años de vecindad. Ninguno de estos requisitos funcionaba para ser senador. La Cámara de Diputados gozaba de la iniciativa en los asuntos ya mencionados a propósito de los recortes a las facultades del presidente de la República; y le correspondía acusarlo, así como también a los ministros y otros altos funcionarios, mientras correspondía al Senado decidir si había o no lugar a la formación de causa. El Senado, a su vez, debía dar o negar su aprobación a ciertos nombramientos diplomáticos y ascensos militares a los que se ha hecho antes

referencia. Le tocaba también proponer en terna al presidente de la República, a los vocales de la Corte Suprema y Superiores, arzobispo y obispos. Todo proyecto de ley debía ser aprobado en ambas Cámaras, que eran iguales en la función legislativa misma. En caso de aprobación de un proyecto de ley por una de ellas y de desaprobación por otra se oía al Ejecutivo; y si el dictamen de este era favorable venía nueva discusión en la Cámara adversa, en tanto que el asunto quedaba aplazado hasta la legislatura siguiente, si dicho documento tenía sentido favorable al proyecto. El Congreso se reunía anualmente. Funcionaba noventa días útiles continuos, prorrogables por veinte más a juicio de él mismo. El presidente de la República convocaba a Congreso extraordinario cuando lo exigían graves circunstancias. La Constitución de 1834 aumentó el personal del Senado ya que elevó el número de senadores a cinco por departamento en vez de tres. Modificó la forma de elegirlos, puesto que suprimió las juntas departamentales. Los colegios electorales debían formar listas de dos individuos por cada senador, cuya mitad precisamente recaería en ciudadanos naturales o vecinos de otras provincias del departamento. El Senado haría el escrutinio o elegiría en la forma señalada por la ley. Esta ley fue dada el 29 de agosto de 1834. La renovación de la Cámara de Diputados y la de Senadores debía hacerse cada dos años en la proporción del 50%. En los casos de disidencia entre ambas Cámaras fue suprimida esa especie de arbitraje del Ejecutivo, impuesta por la Carta del 28. El rechazo por una Cámara de un proyecto aprobado en la colegisladora, aplazaba el asunto hasta la legislatura siguiente; pero en caso de insistencia por parte de la Cámara de origen, se reconsideraría el asunto por la otra con asistencia de dos miembros de aquella. Se debilitó el veto presidencial al bastar para la aprobación de una ley la mayoría absoluta de ambas Cámaras en la insistencia. Las Constituciones de 1823, 1828 y 1834 habían establecido la reunión anual del Congreso. La de 1839 ordenó su reunión bienal. Según esta Carta los diputados eran elegidos por las provincias en la proporción de uno por cada 30.000 habitantes o fracción que pasare de 15.000; pero eligiendo siempre un diputado toda provincia aun con menos de 15.000 almas. La Cámara de Senadores se componía de 21 miembros elegidos por los departamentos, conforme al número que les designara la ley de elecciones entre los nacidos en ellos o avecindados al menos por cinco años. La ley de elecciones de 29 de diciembre de 1839 dispuso que los 21 senadores fuesen distribuidos a razón de tres por cada uno de los departamentos antiguos; los departamentos nuevamente erigidos se reunirían a ellos para este solo objeto hasta que la legislatura, con arreglo al censo, determinase el número de senadores correspondientes a cada uno. La Cámara de Diputados se renovaba por tercios cada dos años y la de Senadores por mitad cada cuatro años. El procedimiento para la elección de senadores fue establecido por la ley de elecciones citada y no difería del que señalaron la Constitución de 1834 y la ley electoral del mismo año. Para ser diputado se requería 30 años, tener 700 pesos de renta y haber nacido en el departamento o provincia de la elección o residir en ella tres años. Para ser senador eran necesarios 40 años, la misma renta de bienes raíces o una entrada de mil pesos. En los casos de desacuerdo entre ambas Cámaras con motivo de un proyecto de ley, se mantuvo el sistema señalado en la Carta de 1834. Como atribución especial de la Cámara de Diputados quedó en 1839, de las Cartas anteriores, la de iniciativa para las leyes sobre contribuciones, negociado de empréstitos y arbitrios; al Senado le competía admitirlas, rehusarlas o devolverlas con modificaciones. Correspondía también a la Cámara de Diputados acusar al presidente de la República en el solo caso que permaneció vigente, o sea el de atentar contra la independencia y unidad nacional; y a

LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ

El 18 de marzo de 1812 se promulgó la primera Constitución española en la ciudad de Cádiz. En ella, se estableció el sistema monárquico constitucional, un Congreso unicameral y el derecho del sufragio. Este documento se tomó como base para muchas de las constituciones americanas, como por ejemplo la promulgada en nuestro país en 1823. La imagen que observamos es una representación de la declaración de la Constitución de Cádiz, realizada por el pintor español Salvador Viniegra (1911-1912).

[ CAPÍTULO 30 ] PERÍODO 1

267

18

setiembre LAS EDADES DE LOS SENADORES Y 1825 DIPUTADOS [ perú ]

Las reformas

San constitucionales Martín creó establecieron edades la priMera mínimas para que un bandera en el candidato al Congreso pudiera representar a su puerto de piSco, provincia o departamento poco deSpuéS de en el Legislativo. Estas llegardeal perú.ala variaron acuerdo la hizo oficial el 21 de constitución vigente. octubre de 1821, SENADORES Mediante un AÑO EDAD decreto en el que 1826 35 años diSponía 1828 taMbién 40 años 1834 quenoéSta se especifíca debía Ser 1839 años de Seda o40lienzo y Medir 8 pieS de DIPUTADOS AÑO EDAD6 de largo por 1826 25 años (censores) ancho. 1828 1834 1839

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26 años no se especifíca 30 años

PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 ]

los ministros y demás altos funcionarios por todo delito cometido en el ejercicio de sus funciones a que estuviese impuesta pena infamante. La aprobación de los nombramientos diplomáticos le fue negada al Congreso, si bien le quedó, en cambio, la de aprobar o rechazar las propuestas documentadas del Ejecutivo para generales de mar en tierra. Pero era atribución del Senado dar instrucciones al presidente de la República para el concordato con la Silla Apostólica. También le correspondía conocer si había lugar a formación de causa en los casos de acusación al presidente y a los ministros.

[ vII ] EL CONSEJO DE ESTADO.- El antecedente del Consejo de Estado en el Perú se halla en el Senado Conservador (conservador de la Constitución) creado por la Carta política de 1823. Las listas para senadores eran preparadas para los electores de provincias y de ellas el Congreso unicameral haría la elección final siempre y cuando no salieran dos de una misma provincia. El número de senadores era de tres por cada departamento. Para ser senador se requería: nacimiento o residencia en el departamento, 40 años de edad y renta no menor de 2 mil pesos al año. El cargo de senador duraba 12 años; la renovación se hacía por tercios. En cuanto a sus funciones, eran de carácter ejecutivo, consultivo, supletorio del Congreso en receso de este y de alta supervigilancia. Nombraba el Senado a los empleados civiles y aprobaba los nombramientos de los altos jefes militares y agentes diplomáticos que hacía el Gobierno. Convocaba a Congreso Extraordinario. Prestaba su voto a aquel en negocios graves y deliberaba sobre los proyectos de ley después de la discusión en el Congreso y el informe del Ejecutivo. Abría empréstitos y daba permiso al Gobierno para el uso de la fuerza armada. Vigilaba la observancia de la Constitución y de las leyes y la conducta de los magistrados; y decretaba si había lugar a la formación de causa contra el presidente de la República, los ministros y los miembros del Supremo Tribunal de Justicia. Velaba, asimismo, sobre "la conservación y el mejor arreglo de las reducciones de los Andes" y promovía "la civilización y la conversión de infieles de su territorio conforme al espíritu del Evangelio". El Senado Conservador no llegó a funcionar. Mejor suerte tuvo el Consejo de Estado creado por la Constitución de 1828 y mantenido en las de 1834 y 1839 con algunas modificaciones. De acuerdo a la Carta de 1828 formaban este Consejo diez senadores elegidos por el Congreso y presididos por el vicepresidente de la República y, en su defecto, por el presidente del Senado. Según La Verdad de 1833 este Consejo, que era una comisión del Senado, había sido tomado de la Comisión Permanente de la Constitución española de 1812. Tenía atribuciones censoriales y consultivas. Formaba "un poder observador" del Poder Ejecutivo. Velaba por la observancia de la Constitución y de las leyes para lo cual debía formar expediente sobre cualquiera infracción para dar cuenta al Congreso. Prestaba su voto consultivo al presidente de la República en negocios graves del Gobierno. Convocaba a Congreso extraordinario por sí o a propuesta del presidente. Desempeñaba, en receso del Senado o del Congreso, algunas de sus funciones, como las de autorizar el empleo de la milicia fuera del departamento respectivo, aprobar los nombramientos diplomáticos, consulares y de jefes militares, otorgar el pase de decretos pontificios sobre negocios particulares, hacer ternas para arzobispos y obispos, autorizar al presidente para el mando personal de la fuerza armada, declarar si había lugar a formación de causas en las acusaciones contra altos funcionarios. Según la Carta política de 1834 la estructura del Consejo de Estado debía ser diferente. Lo componían dos consejeros por cada uno de los departamentos, renovables cada dos años, elegidos por el Poder Legislativo de dentro o fuera de su seno. Para ser consejero se necesitaban las mismas calidades que para senador. No podían serlo más de dos militares ni más de dos eclesiásticos y en ningún caso entre estos debían estar arzobispos, obispos o vicarios generales o particulares. El presidente del Consejo era elegido por el Congreso anualmente; y pasaba a ser el vicepresidente de la

La vida del soldado. Muchos de los soldados que lucharon en los primeros años de vida independiente del Perú no lo hicieron voluntariamente, sino enrolados a la fuerza en los ejércitos de los diversos caudillos. Pero a menudo no fueron solos al frente de batalla, sino acompañados por sus esposas o parejas, a las que se llamó rabonas. Ellas se encargaban de la comida, de la limpieza del campamento y del transporte de pertrechos. En algunas ocasiones, incluso, intervinieron directamente en las batallas. En esta acuarela de Pancho Fierro, titulada Soldado con su rabona, vemos a una pareja en un momento de descanso e intimidad.

[ capítulo 30 ] período 1

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setiembre 1825 [ perú ]

18

LAS MunICIPALIDADES San Martín creó DEPEnDíAn DE la priMera LAS JunTAS bandera en el DEPARTAMEnTALES puerto de piSco, quE ESTABAn poco deSpuéS de llegar al perú.DE la EnCARGADAS hizoAPROBAR oficial el SuS 21 de octubre de 1821, DISPOSICIOnES Y Mediante un DE VELAR quE decreto en elSuS que CuMPLIERAn taMbién diSponía DEBERES ASí que éSta debía Ser COMO DE de Seda o lienzo y ExAMInAR SuS Medir 8 pieS de CuEnTAS. LA LEY largo por 6 de REGLAMEnTARIA ancho. DE LAS JunTAS DEPARTAMEnTALES fuE ExPEDIDA EL 19 DE MAYO DE 1828.

República. Las atribuciones de este cuerpo fueron confirmadas y ampliadas; inclusive le fue conferido el examen de la cuenta de los gastos hechos en el año anterior y el Presupuesto de gastos del año entrante que, tres meses antes de abrir el Congreso su sesión anual, debía presentarle el Ministro de Hacienda y con sus observaciones pasaban dichos documentos a la Cámara de Diputados. La Constitución de 1839 quitó al Consejo de Estado su ligamen departamental. Sus miembros debían ser elegidos por el Congreso de dentro o fuera de su seno, en el número de quince. Quedaron mantenidas para ellos las mismas calidades que para ser senador. En el Consejo no podían haber más de tres militares y tres eclesiásticos. Fue prohibido que pertenecieran a él los generales y jefes con mando o los ministros. La función parlamentaria se perdía por el nombramiento de consejero. El Congreso elegía en cada legislatura al presidente del Consejo, lo mismo que un primer y segundo vicepresidente. Eran ellos los vicepresidentes de la República. Se renovaba el Consejo por mitad cada dos años. Para evitar que el Gobierno, por medio de nombramientos en favor de los consejeros, ejercitase influencia sobre ellos, le estaba vedado al presidente del la República emplear en comisión alguno de los consejeros sin la aprobación de las dos terceras partes del organismo al que ellos pertenecían. El Consejo de Estado en la Carta de 1839 tenía funciones de supervigilancia constitucional y otras de carácter consultivo y administrativo y de reemplazo de las Cámaras cuando ellas no funcionaban. Velaba por la observancia de la Constitución y de las leyes, dirigiendo al Ejecutivo primera y segunda representación para su cumplimiento y exigiendo la responsabilidad en la tercera. Presentaba su dictamen en los casos en que el presidente de la República lo pidiese sobre los proyectos de ley que él juzgare conveniente someter al Congreso y sobre las observaciones que hiciese en relación con los que este le podía enviar. Examinaba la cuenta de los gastos públicos y el proyecto de Presupuesto para pasarlo a la Cámara de Diputados con sus observaciones. Los consejeros tenían el derecho de asistir a las Cámaras a tomar parte en la discusión de los proyectos de ley sobre que el Consejo hubiera dado su dictamen. El acuerdo del Consejo de Estado era necesario para remover a los empleados de las oficinas públicas; para hacer alteraciones en los reglamentos de hacienda y comercio; para decidir la convocatoria a Congreso extraordinario; y para hacer servir a la guardia nacional fuera de los límites de sus provincias. El Congreso no intervenía en la presentación de arzobispos y obispos ni en la elección de vocales de la Corte Suprema y de las Cortes Superiores. Las ternas respectivas las enviaba al presidente de la República el Consejo de Estado. También nombraba este cuerpo un tribunal de siete jueces para la responsabilidad de cualquiera de sus miembros y estaba facultado para convocar por sí solo a Congreso extraordinario con los dos tercios de votos de consejeros presentes. En receso de las Cámaras, el Consejo de Estado prestaba su acuerdo para la paz o la guerra; aprobaba los nombramientos de plenipotenciarios, ministros residentes y encargados de negocios; era necesario su consentimiento para dar o negar el pase de los decretos pontificios sobre negocios particulares; concedía permiso al presidente para mandar en persona la fuerza armada; declaraba cuándo la patria estaba en peligro y otorgaba al Jefe del Estado las facultades necesarios para salvarla; recibía juramento al que se encargaba del Poder Ejecutivo en los casos de incapacidad o ausencia de aquel magistrado o en caso de vacante.

[ vIII ] JUNTAS DEPARTAMENTALES.- Las juntas departamentales fueron establecidas por la Constitución de 1823. Eran elegidas por sufragio popular, con un vocal por cada provincia, designado en la misma forma que los diputados. Actuaban como Consejo del prefecto, que debía presidirlas y pedirles dictamen en los negocios graves. Se renovaban cada dos años por mitad, en la primera

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 ]

vez por sorteo. Inspeccionaban la conducta de las municipalidades e informaban al Senado acerca de ella. Promovían los intereses de los departamentos, especialmente en los ramos de agricultura, minería, instrucción y beneficencia. Formaban el censo y la estadística departamentales. Ejercían funciones electorales al hacer las listas de los ciudadanos elegibles para presidente de la República, para el gobierno departamental, provincial y distrital y para los empleos públicos. Las juntas departamentales quedaron sin ejercicio por circular ministerial de 19 de mayo de 1826. La Constitución de 1826 no las mencionó. La de 1828 las volvió a establecer. Aparecieron allí como embriones o células de parlamentos federales, como agentes de una descentralización semipolítica. Se componían de dos individuos por cada provincia elegidos en la misma forma que los diputados, con las mismas calidades que estos y siete años de vecindad en la provincia, con exclusión de los funcionarios públicos civiles, militares y eclesiásticos del departamento. Se renovaban por mitad cada dos años. Sus miembros era remunerados y tenían, como los diputados, inviolabilidad. Ellos mismos calificaban sus elecciones. Sesionaban todos los años durante tres meses, de junio a agosto. Los prefectos no eran miembros de las juntas; pero abrían anualmente sus sesiones y les instruían por escrito de los negocios públicos y de las providencias que considerasen necesarias para la mejora del departamento. Las atribuciones de las juntas se extendían al fomento material, la instrucción pública, la beneficencia, la reducción y civilización de indígenas, la estadística, la policía interior excepto la de seguridad, el reparto de las contribuciones y de los contingentes de individuos para el ejército y la armada, todo ello dentro de los límites departamentales. Supervigilaban a los jefes de la milicia nacional; y tomaban conocimiento de los estados de ingresos y egresos del departamento; sus observaciones sobre ellos debían pasar al Ministro de Hacienda. Elegían senadores de las listas formadas por los colegios electorales de provincia. Presentaban ternas para prefectos, subprefectos y gobernadores, vocales de las Cortes Supremas y Superiores y jueces de primera instancia. Formaban listas de elegibles para obispos; e informaban al presidente de la República de las personas que juzgaban aptas para los empleos civiles del departamento y para las prebendas de la diócesis. Las municipalidades dependían de las juntas departamentales que estaban encargadas de aprobar sus disposiciones y de velar que cumplieran sus deberes así como de examinar sus cuentas. La ley reglamentaria de las juntas departamentales fue expedida el 19 de mayo de 1828. Aunque con ciertas dificultades e intermitencias, funcionaron las juntas departamentales entre 1828 y 1834. Entre los factores que conspiraron para restar eficacia a su acción estuvieron: 1°) la interferencia que ejercían sobre la estabilidad y la unidad de la administración interior, con mengua del Poder Ejecutivo; 2°) la escasez de personal preparado, independiente y probo en cada departamento para constituir las juntas y para cumplir sus atribuciones en forma debida; 3°) la abundancia de estas tareas en relación con el fomento departamental; y 4°) la escasez de fondos para que pudieran cumplirlas adecuadamente. Un decreto del vicepresidente La Fuente destituyó a los diputados departamentales de Lima el 7 de octubre de 1830 por las razones que se ha indicado en el capítulo respectivo. Lejos de estudiar con serenidad y objetividad los méritos y defectos exhibidos por las juntas a través de la breve experiencia con ellas obtenida, para modificar su composición y sus atribuciones según resultara prudente, la Constitución de 1834, no obstante su orientación liberal, optó por suprimirlas. La Constitución de 1839 no las resucitó.

JUAN BAUTISTA NAVARRETE (1793-1869)

Juan Bautista Navarrete fue diputado por su ciudad natal, Arequipa, en 1822, por Camaná en 1829 y 1831 y, por Yauyos en 1839. Fue elegido presidente de la Cámara de Diputados en 1831. Durante su carrera política afrontó las reformas legislativas planteadas por las diferentes constituciones.

MUNICIPALIDADES.- Las municipalidades existían desde el tiempo del gobierno español. El Estatuto Provisorio expedido por San Martín en 1821 dispuso que subsistieran en la misma forma en que venían funcionando. La Constitución de 1823 mencionó el Poder Municipal. Lo ejercían las municipalidades que debían haber en todas las poblaciones. Estaban sujetas a las juntas departamentales. Las ordenan-

[ CAPÍTULO 30 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [ perú ] LA COnSTITuCIÓn

DESan 1839 REPITIÓ, Martín creó En LO ESEnCIAL, la priMera LOS DISPOSITIVOS bandera en el DE LAS CARTAS puerto de piSco, AnTERIORES poco deSpuéS de llegarEL al PODER perú. la SOBRE hizoJuDICIAL. oficial el 21 de (…) de 1821, PARAoctubre LOS JuECES, un EL Mediante EJECuTIVO decreto el que ESCOGíAenDE LA taMbién diSponía TERnA SIMPLE que éSta debía Ser ELEVADA POR LA de Seda o lienzo y CORTE SuPERIOR Medir 8 pieS de RESPECTIVA. largo por 6 de ancho.

zas municipales se elevaban al Congreso por medio de ellas para su aprobación. La elección de los cuerpos edilicios se hacía por los colegios electorales de parroquia, renovándose la mitad cada año. Tenían funciones educativas (instrucción primaria), de beneficencia, salubridad, seguridad, comodidad, ornato, recreo, policía y orden. Los alcaldes actuaban como jueces de paz en lo civil y en lo penal. El Gobierno carecía de intervención alguna en la esfera edilicia. La Constitución de 1826 suprimió las municipalidades y el decreto de 10 de diciembre de 1826 dio cumplimiento a este precepto. Dicha Constitución solo trató incidental o ligeramente de los alcaldes y señaló que sus atribuciones serían determinadas por la ley. Las municipalidades fueron restablecidas por decreto de 30 de enero de 1827. La Constitución de 1828 cuidó de establecerlas en su texto. Tenían la dirección de los asuntos locales y sus disposiciones estaban sujetas a la aprobación de las juntas departamentales. Carecían de función representativa y no podían tomar parte ni intervenir bajo ningún pretexto en los asuntos de carácter nacional y que correspondieran a alguno de los tres Poderes de la República. Sus peticiones a las autoridades debían ceñirse exclusivamente a las necesidades domésticas de los pueblos. Habría una ley de municipalidades. Dicha ley reglamentaria fue promulgada el 18 de junio de 1828. La Constitución de 1834 se limitó a decir que en las capitales de departamento y de provincia habrían juntas de vecinos denominadas municipalidades. Su reglamentación sería materia de una ley. Ella llegó a ser expedida el 13 de agosto de ese año. La esperanza puesta en 1828 en las juntas departamentales pareció ser trasladada en 1834 a las municipalidades; pero los trastornos políticos no permitieron que ellas funcionaran normalmente. El decreto de 15 de febrero de 1836 disolvió las municipalidades y creó las intendencias de policía para el ejercicio de todas sus atribuciones en los departamentos; en las provincias correspondía desempeñarlas a los subprefectos. De nuevo constituyéronse las Juntas Municipales al iniciarse el régimen de la Restauración. Su establecimiento apareció como un símbolo de la lucha contra Santa Cruz, del mismo modo como había ocurrido en la reacción contra la Constitución vitalicia. Omitió la Carta política de 1839 toda alusión al régimen municipal electivo. Las atribuciones de las juntas municipales fueron asumidas por los intendentes de policía. La misma Constitución ordenó que hubiera en cada capital de departamento y provincia dos síndicos procuradores y uno en cada provincia; las funciones de ellos serían fijadas por una ley. Dicha ley fue promulgada el 31 de diciembre de 1839. Las municipalidades fueron restablecidas en 1853, como se verá más adelante. En resumen, existieron las municipalidades de 1821 a 1826, de 1827 a 1836, en 1838 y 1839 y a partir de 1853. Vivas en la Cartas políticas de 1823, 1828 y 1834, desaparecieron en las de 1826 y 1839.

[ Ix ] PODER JUDICIAL.- La Constitución de 1823 creó la Corte Suprema de Justicia, Cortes Superiores y jueces de derecho para la primera instancia. En los juicios criminales dispuso que hubieran jurados que resolviesen sobre los hechos; a los jueces de derecho correspondía aplicar la pena correspondiente. No estableció pauta alguna para los nombramientos judiciales. Señaló la inamovilidad de los de los magistrados mientras observasen buena conducta. Declaró que subsistirían las leyes españolas mientras se dictaban los códigos propios y siempre que no se opusieran a los principios proclamados por la independencia. Prohibió la abreviación de trámites. Suprimió la confiscación de bienes y toda pena cruel e infamante. Producirían acción popular contra los jueces el soborno, la prevaricación, el cohecho, la festinación o suspensión de las formas judiciales, el procedimiento ilegal contra la libertad individual y la seguridad del domicilio.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 ]

La Constitución de 1826 declaró que los tribunales y juzgados no ejercían otras funciones que la de aplicar leyes existentes. Durarían los magistrados y jueces tanto cuanto durasen sus buenos servicios. No podían ser suspendidos de sus empleos sino en los casos determinados por las leyes; sus faltas graves daban lugar a acción popular. En cuanto a los vocales de la Corte Suprema (que debían ser seis), el Senado propondría una lista de candidatos de la cual el Ejecutivo formaba una terna simple y la Cámara de censores elegiría a uno de los propuestos. Los magistrados de primera y segunda instancia debían ser nombrados por el Senado a propuesta del respectivo cuerpo electoral. Habría jueces de paz en cada pueblo para las conciliaciones. Quedaba abolido el recurso de injusticia notoria, con lo cual se ratificó un dispositivo similar de 1823. En las causas criminales el juzgamiento sería público, el hecho reconocido y declarado por jurados (cuando se establecieran) y la ley aplicada por los jueces. No se usaría jamás del tormento ni se exigiría confesión al reo. Quedaba abolida toda confiscación de bienes y toda pena cruel y de infamia trascendental. El código militar limitaría, en cuanto fuere posible, la aplicación de la pena capital. Las Cámaras podían decretar la suspensión temporal de algunas de las formalidades constitucionales cuando la seguridad de la República lo exigiere. La Constitución de 1828 ratificó la independencia del Poder Judicial que se ejercería por los jueces, quienes eran perpetuos en el cargo, salvo sentencia legal de separación. Mantuvo, en lo esencial, los principios y los organismos del ramo. Introdujo una norma antes no mencionada: las deliberaciones de los jueces debían ser privadas, pero sus fallos públicos y motivados. Las vocalías en la Corte Suprema serían siete, una por cada departamento; así esta Constitución netamente descentralista llevaba hasta el más alto tribunal de justicia su pensamiento medular. Las juntas departamentales presentarían al Senado ternas dobles de las cuales este cuerpo formularía una terna y la elevaría al presidente de la República, para que escogiera de ella al que debiese ocupar la correspondiente vocalía suprema. Las mismas juntas harían ternas dobles con el fin de que el Ejecutivo nombrara de ella a los vocales de las Cortes Superiores. Igualmente, las juntas formularían ternas dobles para que la respectiva Corte Superior nombrase los jueces de primera instancia de su distrito. Las causas criminales se harían por jurados. La institución de estos quedó encargada a una ley. Entre tanto, los jueces continuarían haciendo el juzgamiento público. Los incidentes relacionados con motivo del arreglo del personal del Poder Judicial al aplicarse la Carta de 1828 han sido referidos en un capítulo anterior. La Constitución de 1834 ratificó también los principios y normas ya establecidos. Conservó la designación de los vocales de la Corte Suprema por departamentos. Serían elegidos por el Congreso de las listas enviadas por los colegios electorales. El fiscal de la Corte Suprema, en cambio –y esto fue una innovación– sería nombrado por el Ejecutivo a propuesta, en terna simple, de la propia Corte. Igual procedimiento quedó establecido para los fiscales de las Cortes Superiores. Para el nombramiento de los agentes fiscales la respectiva Corte Superior presentaría una terna al Ejecutivo, el que escogería uno. En lo demás, se mantuvo el sistema de la Constitución anterior. Volvió a ordenarse el juicio por jurados para las causas criminales del fuero común. Por el decreto de 2 de mayo de 1836 fue disuelta la Corte Suprema y se creó un tribunal provisorio supremo de justicia en el Estado Nor-Peruano. El decreto de 20 de agosto de 1839 estableció una Corte Suprema en el Estado del Sur. La Constitución de 1839 repitió, en lo esencial, los dispositivos de las Cartas anteriores sobre el Poder Judicial. Las vocalías de la Corte Suprema y Superiores serían provistas por el Ejecutivo de acuerdo con la terna doble presentada por el Consejo de Estado. Para los jueces, el Ejecutivo escogía de la terna simple elevada por la Corte Superior respectiva. El presidente de la República podía remover a los vocales de la Suprema con el voto unánime del Consejo de Estado; a los de la Superior con los dos tercios de votos; y a los de primera instancia con la mayoría absoluta de dicho organismo. Por sí solo el jefe de Estado estaba facultado para suspender por cuatro meses a lo más, o trasladar a cualquier funcionario del Poder Judicial, cuando a su juicio lo exi-

LA ACTIVIDAD CRIMINAL

La Constitución de 1839 dictó una serie de disposiciones para la aplicación de la justicia en el país. En Lima, el crecimiento de la ciudad vino acompañado de un aumento en la actividad criminal. Hacia la década de 1860, las carceletas destinadas a los presos se hicieron insuficientes, por lo que se construyó la Penitenciaría de Lima, que vemos aquí.

[ CAPÍTULO 30 ] PERÍODO 1

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FELIPE II (1527-1598)

giera la conveniencia pública. Nuevamente un artículo específico mencionó los juicios por jurados. Sin embargo, ni antes habían sido ellos implantados ni lo fueron más tarde, salvo en lo concerniente a los delitos de imprenta. Para hacer efectiva la responsabilidad de la Corte Suprema o de alguno de sus miembros, la Carta política de 1828 creó un tribunal de siete jueces que debían ser nombrados bienalmente por el Congreso, sacando sus nombres por suerte de un número doble de candidatos letrados no pertenecientes a dicho Poder del Estado. La ley promulgada el 5 de setiembre de 1831 trato de su instalación y atribuciones. La Carta política de 1834 mantuvo a este tribunal. Salaverry ordenó que siguiera funcionando. En 1839 fue ratificada su existencia. Sin embargo, pese a aislados esfuerzos, no llegó a ser eficaz y la ironía popular la bautizó con el nombre de "tribunal de los siete huesos".

EL TRIBUNAL DEL CONSULADO.- Este tribunal había sido establecido en Lima desde el Llamado el "Rey Prudente", el monarca español heredó de su padre, Carlos V, el mayor imperio de su tiempo, integrado por Castilla, Aragón, Cataluña, Navarra y Valencia, el Rosellón, el Franco-Condado, Holanda, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, Portugal y sus colonias africanas, América y las Filipinas. Durante su reinado, se creó en el Perú el Tribunal del Consulado, que sobrevivió hasta los primeros años de la República.

período que inmediatamente siguió a la Conquista y su funcionamiento fue aprobado por Felipe II en 1593, si bien solo se hizo efectivo en 1613. El decreto de 6 de marzo de 1822 cambió su nombre titulándolo Cámara de Comercio del Perú. Lo restableció, en parte y de manera precaria, el decreto de 6 de mayo de 1825, anulado por decreto de 22 de setiembre de 1826. El decreto de 12 de octubre de 1826 creó la Diputación General de Comercio. La Constitución de 1828 ordenó el funcionamiento del fuero mercantil; y la ley promulgada el 2 de diciembre de 1829 volvió a establecer con su nombre histórico el Tribunal del Consulado, conforme a la ordenanza de su erección que debía observarse en cuanto no fuese contraria a la Constitución y demás leyes de la República y a los reglamentos de justicia. Para sus sueldos y gastos debía aplicarse el derecho llamado de ordenanza, reducido al 1% sobre las importaciones. La Constitución de 1834 refrendó una vez más la existencia legal del tribunal de comercio; y la ley de 26 de julio de ese año señaló la jurisdicción de las Cortes Superiores en segunda y tercera instancia en las causas de este ramo y de minería. El Tribunal del Consulado sobrevivió a través de las turbulencias que se sucedieron en el país. La ley de 5 de noviembre de 1839 dispuso que en la sustanciación y resolución de las causas mercantiles se observara estrictamente lo mandado por las Ordenanzas del ramo. Ellas debían seguirse brevemente a estilo de comerciantes sin atender a los trámites, términos y fórmulas prescritos para las causas civiles; y fallarse de conformidad con el axioma conocido de "verdad sabida y buena fe guardada". Se componía el Tribunal del Consulado de un prior y dos cónsules, comerciantes todos al por mayor, elegidos por sus colegas. Sus funciones eran dobles: de un lado era la entidad representativa del comercio peruano y, al mismo tiempo, administraba justicia en primera instancia en los pleitos suscitados dentro del campo mercantil. En esta jurisdicción quedaban comprendidas las diferencias entre hacendados, comerciantes, dueños de fábricas y embarcaciones, factores, encomenderos y dependientes; sobre compras y tratos puramente mercantiles, portes, fletes, averías, quiebras, compañías, seguros, letras y demás asuntos relativos al comercio de mar y tierra. En las capitales de departamento y lugares de crecida actividad mercantil, existían diputaciones dependientes del Tribunal del Consulado. El Código de Comercio de 1853 ratificó la existencia de esta entidad.

EL TRIBUNAL DE MINERÍA.- El tribunal encargado de dirigir el ramo y sustanciar los juicios relativos a las minas fue erigido en 1875 y suprimido en 1821, en que se creó la Dirección General de Minería. La ley de 2 de diciembre de 1829 lo restableció en Lima, así como las diputaciones territoriales en los asientos de minas, conforme a las ordenanzas pertinentes en lo que no se

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 30 18 ]

opusieran a la Constitución y a las leyes, para ejercer facultades jurisdiccionales y gubernativas en el distrito de su comprensión. La Constitución de 1839 incluyó entre los tribunales privativos el de Minería. El Consejo de Estado, por nota de 18 de agosto de 1841, dio las pautas para la organización de los juzgados y tribunales que intervenían en las causas de este fuero privativo.

EL JUZGADO DE DIEZMOS.- Aparte de ellos, la Carta política de 1839 mencionó los tribunales y juzgamientos privativos de diezmos, aguas, presas y comisos. Los militares y los sacerdotes gozaban además, del fuero personal, es decir, tenían sus propios jueces. El Juzgado de Diezmos se ocupaba de las causas que pudieran suscitarse con motivo de la cobranza de la contribución de ese nombre, pagada por la agricultura para manutención de los ministros del culto. Para esta cobranza se hacía un remate cuyas formalidades fueron prescritas en el decreto de 10 de julio de 1836; los favorecidos en él hacían la recaudación por su cuenta y se obligaban a entregar el precio convenido a la contaduría de diezmos y a la tesorería departamental respectiva. Cuando surgían tensiones contenciosas entre subastadores y pagadores de diezmos, o entre aquellos y los partícipes de la gruesa decimal, actuaba un juez hacedor de diezmos que era un prebendado. Las leyes republicanas sobre diezmos fueron la de 7 de diciembre de 1832 y la de 18 de noviembre de 1839, promulgada el 21 de marzo de 1846. En cambio, la ley de 13 de agosto de 1855 abolió esta contribución, como ha de verse más adelante. EL JUZGADO DE AGUAS.- Para la propiedad, uso y distribución de las aguas de la costa no había leyes generales sino reglamentos generales: el de Juan de Canseco y el de Ambrosio Cerdán de Landa Simón y Pontero, redactado para el valle de Lima; así como el del deán Saavedra, para los de Trujillo. El reglamento de Cerdán se hizo extensivo para toda la República y el segundo quedó ratificado en su vigencial local por decreto de 4 de agosto de 1841; su jurisdicción fue ampliada hasta las provincias de Chiclayo y Lambayeque por decreto de 21 de abril de 1856. Los jueces privativos de aguas debían conocer de toda especie de causas de este ramo, según el decreto de 26 de mayo de 1836 y el del 4 de agosto de 1841. Años más tarde, por decreto de 4 de junio de 1855, su ejercicio quedó unido a la judicatura de primera instancia del fuero común. La ley de 21 de noviembre de 1868 creó un juez de aguas en la provincia de Lima.

EL JUZGADO DE PRESAS.- Los buques y mercaderías tomados al enemigo cuando había guerra entre dos Estados se llamaban presas. El juicio de presas se tramitaba ante el comandante general de Marina con asesoría del auditor del ramo (reglamentos de 29 de abril y 10 de junio de 1822). La Corte Superior y La Corte Suprema conocían de las apelaciones y de los recursos de nulidad respectivamente.

SE COMPOníA EL TRIBunAL DEL COnSuLADO DE un PRIOR Y DOS CÓnSuLES, COMERCIAnTES TODOS AL POR MAYOR, ELEGIDOS POR SuS COLEGAS. SuS funCIOnES ERAn DOBLES: DE un LADO ERA LA EnTIDAD REPRESEnTATIVA DEL COMERCIO PERuAnO Y, AL MISMO TIEMPO, ADMInISTRABA JuSTICIA En PRIMERA InSTAnCIA En LOS PLEITOS SuSCITADOS DEnTRO DEL CAMPO MERCAnTIL.

EL JUZGADO DE COMISOS.- Caían en comiso las mercaderías cuyos dueños habían faltado a las prescripciones o prohibiciones impuestas a los comerciantes por los reglamentos de comercio o de aduanas. Los administradores de las aduanas principales actuaban en esos casos como jueces de primera instancia y se formaban tribunales especiales cuando había apelación. Las pautas para los juicios estaban dadas por el reglamento de comercio.

LOS FUEROS PERSONALES.- Los fueros especiales y personales para sacerdotes y para militares continuaron hasta 1856.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1

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[ tomo 2 ]

[ primer período: La época fundacional de la República ] I Los as­pec­tos so­cia­les de la vi­da po­lí­ti­ca ● La ca­rre­ra mi­li­tar. Los je­fes y ofi­cia­les ● II La ca­rre­ra mi­li­tar. La tro­pa ● El sig­ni­fi­ca­do del ejér­ci­to ● III La aris­to­cra­cia cos­te­ña ● IV La abo­li­ción de las vin­cu­la­cio­nes lai­ca­les ● V La es­cla­ vi­tud ● El de­ba­te so­bre la es­cla­vi­tud de 1828 a 1840 ● Un ama­go de re­vuel­ta so­cial: la cons­pi­ra­ción de Juan de Dios Al­gor­ta ● El re­clu­ta­mien­to de es­cla­vos ● VI Los in­dios ● VII Los cu­ra­tos ● El cle­ro re­gu­lar ● Do­min­ga Gu­tié­rrez: una he­roi­ ca de­cla­ra­ción de in­de­pen­den­cia per­ so­nal y un gra­ve con­flic­to en­tre la ju­ris­ dic­ción ci­vil y ecle­siás­ti­ca ● La elec­ción

capítulo 31



de obis­pos ● VIII El Re­gla­men­to de Cam­pa­nas. Los re­pi­ques ● El Re­gla­men­ to de Po­li­cía y Mo­ra­li­dad pa­ra Li­ma ● IX Fi­so­no­mía de Li­ma, las ca­lles y las ca­sas ● Las igle­ sias y la pla­zas ● La in­tro­duc­ ción de la ca­ñe­ría de fie­rro ● La sa­ya y el man­to ● Di­ver­sio­nes y en­tre­te­ni­mien­ tos. Las co­rri­das de to­ros: el to­reo a ca­ba­llo y las mu­je­res. Los des­pe­jos ● El car­na­val ● El día de Aman­caes ● La Na­vi­ dad ● In­te­rrup­cio­nes en el trá­fi­co ● Los ca­fés, las pi­can­te­rías ● Bal­nea­rios ● Los mon­to­ne­ros ● Sig­ni­fi­ca­do del mon­to­ne­ ro an­te la ciu­dad, el cam­po y la ta­pa­da ● El ca­ba­llo de pa­so.

LAS CLASES SOCIALES. ASPECTOS DE LA VIDA COTIDIANA LIMEÑA HASTA 1842

CAPÍTULO

31 [ ]

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 31 ]

[I] OS ASPECTOS SOCIALES DE LA VIDA POLÍTICA.- Desde el punto de vista social, la política en esta época presentó los caracteres de la inestabilidad. Se sucedían entonces motines de cuartel, pronunciamientos de guarniciones, estallidos populares en contra de regímenes desprestigiados, correrías de montoneros. Las Cartas políticas y las leyes reguladoras del Estado y de sus instituciones cambiaron con frecuencia. Lo normal resultó vivir al margen de la normalidad y fueron escasos, cortos y relativos los períodos de legalidad. Las siguientes tendencias aparecieron con carácter cíclico: a) La tendencia a la consolidación o perpetuación de los gobiernos que lograban sobrevivir manifestada en el afán de ellos por afianzarse o por crear para el futuro inmediato una situación política igual o afín. b) La tendencia a la demagogia en la opinión pública, que se expresó por medio de la propaganda oposicionista, condenatoria del despotismo o del círculo cerrado en quienes gobernaban y que halló múltiples exponentes en el periodismo o, acaso, también en la tribuna parlamentaria. c) La tendencia a la idealización, que utilizó el estado de ánimo de disgusto o protesta para ponerlo al servicio de una minoría de ideólogos dispuestos a practicar sus teorías. d) La tendencia a la dictadura, que llevó a sus últimas consecuencias la reacción contra los ideólogos, facilitó el surgimiento de los caudillos militares y utilizó la fuerza armada en busca no solo de predominio personal sino del afianzamiento del orden y la autoridad. e) La vuelta a la situación caracterizada en el párrafo a). Algunas de las facetas del proceso tan esquemáticamente caracterizado aparecieron entre los años 1822 y 1824 con características propias. Dentro del período siguiente, correspondió, también sin mengua de sus notas peculiares, la etapa a) a los años 1825 y 1826, la b) y la c) a 1827; la d) a 1829; la a) a 1833; la b) y la c) a 1834 y la d) a 1835. Lo ocurrido entre 1835 y 1839 y 1839-1842 tuvo otros rasgos distintivos debido a las complicaciones de orden internacional. Entre los medios usados por los gobiernos para pretender perpetuarse o influir sobre el futuro, estuvieron las elecciones parlamentarias o presidenciales. Solo el régimen de Gamarra llegó a terminar el período constitucional de cuatro años. La acción subversiva apeló al pronunciamiento de la guarnición de la capital en 1823 y en 1827, como expresión de un estado de ánimo colectivo; en otras oportunidades dicha guarnición fue leal. La multitud apareció arrolladora en Lima y en Arequipa en 1834. Los ideólogos favorecidos con los estallidos populares resultaron siendo los liberales, en 1827 y luego en 1834. Formularon entonces las Constituciones de 1828 y 1834 como antes habían aprobado la de 1823. Los caudillos que los pusieron de lado se llamaron Gamarra y La Fuente en 1829, y Salaverry en 1835, como en los días de la Independencia habían sido, hasta cierto punto, Riva-Agüero y Bolívar. En 1827 y en 1829 se produjeron veloces cambios de régimen que paralizaron o inutilizaron a los gobernantes, como ocurriera en 1823. Muy distinto fue el caso de 1834 en que el ejército llegó a enfrentarse a la opinión pública, en una auténtica y morosa guerra civil con frentes en el sur, en centro y en el norte. Sin embargo, el influjo de la opinión, funcionando sutilmente, llegó a desmoronar ese mismo año las resistencias de la fuerza armada. En la guerra civil entonces

producida, por los demás, no llegó a haber un avance organizado insurrecto sobre Lima desde Arequipa como ocurrió más tarde en 1843, 1854, 1856 y 1865. La existencia de la paz pública no implicó necesariamente el funcionamiento libre de las instituciones democráticas. El texto de las Constituciones y de las leyes electorales daban imparcialmente a cada ciudadano igual valor de donde resultaba, en principio, el gobierno de las mayorías. Pero en el Perú, como en el resto de Hispanoamérica, esta igualdad no se hallaba amparada en los hechos porque existían restricciones económicas y sociales para muchos y las circunstancias geográficas contribuían a veces a agravarlas. El Estado no aparecía en verdad formado por una mayoría de ciudadanos equivalentes o de cuantía similar, sino por una mayoría de hombres de muy disímil valor, según las condiciones de vida. Habían quienes no sabían de lo que se trataba, otros fueron obligados o arrastrados de distintas maneras a proceder como querían quienes los dirigían y unos cuantos se arrogarón el derecho de decidir y de proceder, aun en épocas pacíficas. La democracia en estas condiciones no fue y no pudo ser representativa. Tampoco llegó a serlo años más tarde, cuando bajo la fiebre genésica de los veinte años que siguieron a la Emancipación, y hubo períodos en que parecieron predominar los votos sobre las balas. En esos períodos de calma se acentuó el predominio de los que tenían más dinero y mayor influencia económica o política. De hecho, siempre hubo sectores excluidos o pospuestos y no solo los ignaros y rurales sino, además, los que fueron considerados en la categoría de inconvenientes o adversos por más que estos fueran en una provincia, un departamento o el país mismo la gran mayoría. Dignísimos caballeros no titubearon en cometer fraudes electorales, a veces groseros. En algunos períodos hubo en la opinión pública desentendimiento, desánimo, apatía, conciencia de que el orden jurídico era ajeno, artificial, impuesto. Por el contrario, en más de una oportunidad, como ha de verse también en capítulos posteriores, surgió el alzamiento popular. Y ese alzamiento apareció como un movimiento plebiscitario, como expresión más hondamente democrática que la de la legalidad nominal. Luego volvió a reaparecer la falta de estabilidad y de autenticidad de la democracia hasta que pudo formarse una nueva y eventual explosión popular. A pesar de todos los obstáculos y las imperfecciones de la realidad, los Estados hispanoamericanos, desde el momento de proclamar su independencia, asumieron el "compromiso" de adoptar los ideales y las instituciones de la democracia representativa. Una de sus más evidentes expresiones fue el afán de legalizar la autoridad política a través de un mandato constitucional, aun en los casos en que el poder provino de un motín. No hubo en el Perú presidente alguno, cualquiera que fuese su nombre y aunque adoptase el título de "protector", "jefe supremo", "restaurador" o "regenerador", que no anunciara solemnemente y que no buscase en alguna forma obtener una investidura amparada por una Constitución y por el sufragio. Esa fue una de las causas de la proliferación de Cartas políticas. Aunque no fuese real la sustancia, la forma democrática simbolizó ese permanente "compromiso".

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setiembre 1825 [ perú ] LAS CARTAS

POLíTICAS Y LAS san martín creó LEYES la primera REGuLADORAS bandera en el DEL ESTADO Y DE puerto de pisco, SuS después de poco InSTITuCIOnES llegar al perú. la CAMBIAROn COn hizo oficial el 21 fRECuEnCIA. LO de octubre de 1821, nORMALunRESuLTÓ mediante VIVIR ALenMARGEn decreto el que DE LA también disponía nORMALIDAD Y que ésta debía ser fuEROn ESCASOS, de seda o lienzo y CORTOS Y medir 8 pies de RELATIVOS LOS largo por 6 de PERíODOS DE ancho. LEGALIDAD.

[ II ] LA CARRERA MILITAR. LOS JEFES Y OFICIALES.- Después de concluida la guerra de la Independencia, con motivo de los conflictos internacionales surgidos primero con Colombia y luego con Bolivia y a causa de la inestabilidad política y de la subsistencia obligada de un ejército considerable, la carrera militar siguió llevando a los más altos cargos públicos. El militar representó el papel predominante que en la época colonial había tenido el sacerdote y que, en épocas posteriores, correspondió al hombre de negocios. No solo la Presidencia de la República pudo ser ambicionada por jefes distinguidos o prestigiosos; militares podía haber (aunque constitucionalmente no en alto número) en el Consejo de Estado; y, sin limitaciones de este tipo, en los ministerios, el Parlamento, las prefecturas y otros cargos.

[ CAPÍTULO 31 ] PERÍODO 1

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setiembre 1825 [LA perú ] MuERTE En LA

BATALLA PODíA San Martín creó InTERRuMPIR LA la priMera CARRERA DE en LOSel bandera JEfES MáS puerto de piSco, EnCuMBRADOS. poco deSpuéS de GAMARRA llegar alPERDIÓ perú. la LA PRESIDEnCIA, hizo oficial el 21 de LA octubre GuERRAdeY1821, LA VIDA En InGAVI. Mediante un ELéSPuRu CAYÓ decreto en el que En YunGAY Y taMbién diSponía RECIBIÓ que éStaDESPuéS debía Ser DE fALLECER ELy de Seda o lienzo GRADO Medir 8 pieSDE de MARISCAL. largo por 6 de ancho.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 31 ]

La comedia de Segura El Sargento Canuto, estrenada en 1839, pinta a un padre abrumado por la tragedia doméstica del casamiento de sus hijas y feliz con la clase de novios que surge para ellas. Y como hoy el caerse muerto trabajando no da más que cálculos sin concierto y siempre anda uno detrás del dinero y del acierto; y como ni aun ser empleado en lo político vale porque en el sueldo pagado el año a dos meses sale; yo creó haber acertado cuando he podido encontrar un novio para cada una que bien las ha de tratar; porque, chicas, la fortuna favorece al militar. En cambio, muchas veces cayeron en desgracia los jefes y oficiales. La pena de muerte, a consecuencia del infortunio político, fue fenómeno menos frecuente en el Perú que en otros países hispanoamericanos de aquella época. En un cuadro publicado por Santiago Távara como apéndice de su Historia de los partidos aparece la lista de las ejecuciones política. Las víctimas después de 1824 eran las siguiente: Berindoaga y Terón (que no pertenecían a la profesión militar) y el oficial Aristizábal durante el régimen vitalicio; el capitán Rossel y los oficiales autores del motín de Ayacucho durante el primer gobierno de Gamarra; el general Valle Riestra y el oficial Delgado por orden de Salaverry; La Torre y sus compañeros fusilados por Santa Cruz después de la batalla de Yanococha; Salaverry y sus principales jefes ejecutados en Arequipa; Gonser, partidario acérrimo de Salaverry; Llerena, ecuatoriano; Luján, chileno y el coronel Guillén, peruano; también ejecutados en la época de Santa Cruz; La Torre, victimado en el pueblo de Moyabamba en circunstancias oscuras; el coronel Boza fusilado en Arequipa al fracasar la Regeneración de Vivanco en 1841. Menciona luego Távara las ejecuciones puramente militares por delitos colectivos. Después de 1824, ellas tuvieron como origen: el motín de Húsares de Junín en 1826 en Jauja donde esta unidad fue diezmada o quintada; la sublevación de Huavique en 1827 que terminó con la muerte de este jefe en duelo con Salaverry; el levantamiento del batallón Pichincha en Arequipa en 1829 que dio lugar a que con la tropa se aplicara una vez más el procedimiento de diezmarla o quintarla; el motín de Becerra en el Callao en 1835 liquidado al tomar Salaverry la fortaleza y fusilar a aquel; el que estalló en Piura en 1838 dentro de un batallón que formaba Iguaín que dio lugar al fusilamiento de un soldado; otro motín muy similar en ese mismo lugar en 1840 con igual resultado. Távara (en 1862) anota que en cuarenta y dos años de turbulencias había habido 93 víctimas por ejecuciones, casi la mitad ordenadas por Santa Cruz. "Una carretada de las muchas que salían del tribunal revolucionario a la guillotina (agrega) llevaba más gente que la que nuestras revoluciones han sacrificado en el largo lapso de 42 años". La muerte en la batalla podía interrumpir la carrera de los jefes más encumbrados. Gamarra perdió la Presidencia, la guerra y la vida en Ingavi. Eléspuru cayó en Yungay y recibió después de fallecer el grado de mariscal. Frías murió en el combate de Huaylacucho en 1834.

Días de carnaval. Los carnavales eran festejados en todas las ciudades del país. Durante estas celebraciones, que duraban tres días, peruanos de toda condición social y económica se reunían en calles y plazas a mojar a los transeúntes. Se cuenta que incluso los presidentes tomaban parte de estos actos, tal como lo hizo en repetidas ocasiones Ramón Castilla. El acuarelista Pancho Fierro nos ha dejado esta representación de los carnavales en Lima.

[ capítulo 31 ] período 1

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LOS MILITARES Y LA ESCENA POLÍTICA

Los inicios republicanos se caracterizaron por una gran inestabilidad generada por conflictos, guerras y revueltas. Por ese motivo, los militares fueron protagonistas de la escena política y ascendieron en términos sociales. En la imagen vemos la representación de un comandante oficial de milicias, publicada en el libro Voyage autour du monde sur la frégate Vénus (1841).

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 31 ]

Solía ocurrir que los vencidos en las guerras civiles o civil-internacionales fueran privados de sus grados o títulos; un vuelco de la suerte o el paso del tiempo que serenaba los ánimos, los volvía a colocar en el escalafón, a veces con el aditamento de ser "beneméritos a la patria". El título de "traidor a la patria" llegó a ser impuesto a Riva-Agüero y a Orbegoso. Riva-Agüero fue rehabilitado en 1832 y Orbegoso en 1847. Las clases acomodadas no desdeñaron en la iniciación de la República tener grados militares. El núcleo de hombres distinguidos por su nacimiento fue, sin embargo, aún entonces, inferior al que representaban los que habíanse improvisado nombre y posición. El ejército ofreció la única forma de ascenso social rápido en aquella sociedad estratificada. El Perú llegó a tener en Gamarra y en Santa Cruz en 1827, 1829 a 1833, 1836 a 1839 y 1839 a 1841, presidentes serranos y mestizos. Hubo, además, un grupo de jefes selectos que eran extranjeros de nacimiento y que combatieron no solo en la guerra de la Independencia, según se vio en capítulo anterior, sino también en las contiendas posteriores. Guisse, Miller, Ugarteche, Plaza, Borgoña, Martínez de Aparicio, Necochea, Althaus, Morán, Salcedo, Cerdeña, Espinoza fueron algunos de ellos. El general chileno Ramón Herrera llegó a ser presidente del Estado Sur-Peruano. Algunos militares habían capitulado en Ayacucho y fueron incorporados al ejército nacional. En El Comercio del 30 de junio de 1845 está la relación de los extranjeros que figuraban entonces en el escalafón: sumaban 2 grandes mariscales, 6 generales de división, 6 de brigada, 24 coroneles, 14 sargentos mayores, 28 capitanes, 17 tenientes. En 1826 y en 1832-34 llegó a ser creado el colegio militar. A pesar de estos esfuerzos, la profesión castrense dependió de campañas felices o infortunadas. Pudo haber en muchas circunstancias el otorgamiento de grados sin estudios o preparación previos, el ascenso en el campo de batalla o por razones políticas, el salto en la escala jerárquica. También se dieron numerosos casos de que se otorgó el pago de la clase superior inmediata. Contra el abuso del ascenso inmoderado reaccionaron la Constituciones. La de 1834 dispuso que no se diera más grados de militares que los de las vacantes de plazas efectivas en los cuerpos permanentes de la fuerza pública y los decretados por acciones distinguidas en el campo de batalla. La de 1839 ordenó que hubiese, en el ejército, a lo más, un gran mariscal, tres generales de división, seis de brigada; y en la armada un vicealmirante y un contralmirante. No siempre estos y otros dispositivos pudieron ser cumplidos. Una tradición de Ricardo Palma titulada La proeza de Benites revela simbólicamente el destino del oficial de entonces al que suele representársele como insdisciplinado y alegre, insolente y rumboso, galante y montaraz, acechado en cualquier encrucijada por la muerte oscura o el encumbramiento deslumbrador. Benites, enviado por Salaverry a perseguir unos montoneros en el camino entre Lima y Callao, se entretuvo en una jarana de las de "arpa, guitarra y cajón" y fue sorprendido por ellos. Ante la primera noticia de este encuentro llevada por un sargento que fue puesto en fuga por los disparos iniciales, Salaverry dictó dos órdenes: una de ascenso y otra de fusilamiento para Benites. A poco volvió este trayendo prisioneros a los montoneros y en vez de fusilamiento recibió el ascenso. Los jefes y oficiales "retirados" se habían alejado definitivamente de la profesión; y los "indefinidos" podían ser llamados nuevamente a ella. La reforma militar decretada por el Congreso durante el primer gobierno de Gamarra a la que se ha referido ya otro capítulo de este libro, dio lugar a que fuese creado un capital de casi tres millones de pesos y gravamen anual de 136.600 pesos por razón de intereses para ser distribuidos entre los 269 jefes oficiales que se reformaron. Dijo Mendiburu en su memoria como ministro de Guerra en 1845: "Muchos vendieron a precios ínfimos sus cédulas; otros no podían sostenerse con la cantidad de los réditos; no tenían facilidad de amortizar sus capitales de un modo que les ofreciese ventajas: sobrevino el atraso del pago de los intereses por los trastornos públicos y estas mismas convulsiones franquearon a los reformados nueva entrada en la carrera militar. Los más ingresaron en los mismos

empleos que tuvieron antes y recibieron ascensos consecutivamente, con lo que quedaron en mejor condición que los que no se reformaron y el erario sujeto a sufrir la carga de una deuda circulante y amortizable".

LA CARRERA MILITAR. LA TROPA.- La tropa se formaba a través de una mita: el reclutamiento o conscripción forzada e indiscriminada. Una vez dada la orden por el prefecto (cuenta Miller en sus memorias) los "levados" eran llevados a la capital del departamento y de allí al cuartel, donde el jefe de Estado Mayor los destinaba a los cuerpos respectivos; pero entre esos "levados" solían estar, indistintamente, el padre y el hijo, el hombre industrioso y el vagabundo. El reclutamiento hacía estragos, sobre todo, en la población hábil de la sierra. Ignorantes muchas veces del idioma y de la causa que defendían, se convertían los indios en soldados valientes cuando los jefes les daban el ejemplo; y su capacidad para las marchas y la resistencia se hizo legendaria desde la guerra de la independencia. Los solían acompañar, compartiendo sus penalidades, las rabonas, que eran sus mujeres, sus proveedoras, sus asistentes. Los indios formaban en su mayoría la infantería; los zambos y negros de la costa preferían, en cambio, la caballería. El reclutamiento hacíase también, en días de emergencia con cualquier hombre que era encontrado en las calles. Hubo colegios que suspendieron a veces, por ello, sus clases. No faltó el reclutamiento de extranjeros como ocurrió en setiembre de 1835 con comerciantes, transeúntes y veteranos de la independencia ecuatoriana (protesta del cónsul Francisco M. Roca, 12 de setiembre, Archivo diplomático peruano, Vol. IX). Según se ha visto ya, soldados peruanos integraron los cuerpos colombianos; y muchos de ellos fueron enviados a Colombia. El número del ejército fue muy variable. Llegó a ascender después de Ayacucho a 6.000 hombres. Una ley de 1° de setiembre de 1831 limitó la fuerza armada de la República a 3.000 hombres. Hacia fines de 1834 (después de la guerra civil de ese año que aumentó los efectivos militares grandemente) Orbegoso los redujo a 2.950. Santa Cruz puso al ejército en pie de 16.000 durante la Confederación, después de Paucarpata; pero solo 11.000 correspondían al Perú. En las guerra civiles y civil-internacionales era costumbre que el ejército vencedor incorporase a su filas a los soldados del ejército vencido. En 1835 vestían uniformes ecuatorianos prisioneros peruanos en la campaña de 1829, antiguos marinos, y desertores de la guarnición de Guayaquil o de la fragata Presidente cuando ella se incendió en aquella época.

EL SIGNIFICADO DEL EJéRCITO.- Se ha hablado mucho acerca del efecto que tuvo la fuerza militar en relación con la inestabilidad política. Surgió, de hecho, una situación semejante, en cierto sentido, a la de Roma en la época del Bajo Imperio; o a la de América en el período que empezó inmediatamente después de la Conquista; o a la de España en el siglo XIX durante el reinado de Isabel II y a través de los años siguientes. En la ausencia de otros elementos directivos, el poder político cayó en manos de la profesión castrense. Al investigador social corresponderá dilucidar, si dentro de aquellas circunstancias, pudo ser de otro modo. Chile tuvo una evolución distinta y no estaba muy lejos. Para la geografía resultaba favoreciendo a la unidad nacional y la clase dirigente permanecía intacta, había presidido el proceso de la emancipación en una guerra corta y sin inter ferencias extranjeras, su mentalidad se acercaba más a la moderna burguesía; además, los grandes centros de población, Santiago y Concepción, no se hallaban a gran distancia entre sí, y los desniveles raciales eran menos intensos; y, sobre todo, el genio de Portales pudo crear el Estado "en forma" sin ligarlo a la figura fugaz de un caudillo. Otro factor favorable fue la situación geográfica del país en relación con el directo comercio marítimo procedente de Europa.

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setiembre 1825 [ perú ] (…) En VEInTE

AñOS DE VIDA san martín creó InDEPEnDIEnTE la primera nO HABíAn bandera en el CAMBIADO LAS puerto de pisco, RAíCES DE LA poco después de llegar al perú. la ESTRuCTuRA hizo oficial el 21 ECOnÓMICA de octubre de 1821, SEMIfEuDAL DEL mediante un PAíS. nI SIquIERA decreto el queLA LA LEY en SOBRE también disponía ABOLICIÓn DE que ésta debía ser VInCuLACIOnES de seda o lienzo y LAICALES DE 1828 medir 8 pies de HABíA SuRTIDO largo por 6 de SuS EfECTOS En ancho.

1841 Y SuBSISTíAn LOS MAYORAzGOS Y OTRAS fORMAS DE IMPEDIR LA LIBRE CIRCuLACI∑Ón DE LA TIERRA.

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LAS RABONAS

Así se denominaba a aquellas mujeres que acompañaban a sus esposos durante las campañas militares. En el campo de batalla se hacían cargo de los heridos, del rancho y de las provisiones. Su labor era fundamental para el buen funcionamiento del ejército y en ocasiones intervinieron incluso en el combate. El grabado de la época que observamos aquí pertenece a A. A. Bonaffé.

Pero, a pesar de todas las circunstancias adversas o infaustas en la primera parte del siglo XIX peruano, el ejército representó a la nación. Sin Junín y sin Ayacucho, la patria no habría emergido. Frente a los peligros de mutilación, desintegración o disolución, hombres de uniforme preser varon a la persona nacional. ¿Qué habría sido del Perú sin el ejército durante el largo período que va desde las crisis interno-internacionales de 1827 y 1829 hasta las crisis internointernacionales de 1841 y 1842? Habría perdido girones de su patrimonio, elementos de su ser, acaso hasta su mismo nombre. En contraste con las dificultades que entonces eran formidables y las variedades geográficas, las fuerzas armadas se desparramaron por el territorio y atrajeron personal de las distintas regiones. A pesar de las diferencias étnicas y de los desniveles de carácter social y económico, acogieron por igual a gente de todas las procedencias, cumplieron así, a su manera, una función democrática y les infundieron, más allá de los conceptos profesionales, un sentido de nacionalidad. No solo se debe hablar, pues, de los trastornos políticos o del gasto representado por sueldos y pensiones cuando se valorice el papel de los institutos armados durante los primeros años de la República.

[ III ] LA ARISTOCRACIA COSTEÑA.- Debajo de la inestabilidad política continuó durante los primeros años de la República el estatismo social. Ese es el símbolo invívito de la perduración de la moda de la saya y del manto en las mujeres de Lima. La aristocracia colonial había perdido sus títulos de nobleza y sus escudos de armas y había sufrido, y seguía sufriendo, los efectos de las luchas externas e intestinas; pero conser vó su prestigio. No tuvo una influencia política cuyos favores iban fugazmente a las grandes figuras militares, mestizas muchas de ellas, aunque no faltaran los aristócratas populares como Luis José de Orbegoso. Fue la suya, sobre todo, una influencia social. El empobrecimiento en que había caído la nobleza formaba parte del empobrecimiento del país (y de ello es un exponente el folleto con la quejosa representación de los vulnerados derechos de los hacendados de Lima, publicado en 1833 por José María de Pando). Pero en veinte años de vida independiente no habían cambiado las raíces de la estructura económica semifeudal del país. Ni siquiera la ley sobre la abolición de vinculaciones laicales de 1828 había surtido sus efectos en 1841 y subsistían los mayorazgos y otras formas de impedir la libre circulación de la tierra.

[ Iv ] LA ABOLICIÓN DE LAS VINCULACIONES LAICALES.- La Constitución de 1828 declaró que todas las propiedades eran enajenables. El Congreso, por una resolución de 1° de diciembre de 1829, dispuso que los poseedores de bienes vinculados estaban obligados, desde la publicación de la Constitución, al cumplimiento de los contratos que hubiesen celebrado en la parte que la ley sobre enajenaciones les concediera la libre disposición. Con fecha 20 de diciembre del mismo año se expidió dicha ley (promulgada el 11 de enero de 1830). Todos los bienes de vinculación laical, de cualquier género, fueron declarados enajenados con la calidad de no poder disponer de ellos en favor de manos muertas. Los actuales poseedores podrían disponer libremente con arreglo a las leyes, en sus días o para después de ellos, de la mitad de los bienes vinculados, reservando la otra mitad para el inmediato sucesor, quien tendría, en su caso, la misma facultad sin reservar cosa alguna. Los bienes pertenecientes a las iglesias, monasterios y demás lugares piadosos se podían enajenar con información previa de utilidad ante el juez secular, citación de sus patronos, párrocos o prelados y licencia expresa del Supremo Gobierno, con informe del ordinario eclesiástico, salvo siempre los capitales que bastaren para llenar las pensiones que los grababan al 2% en los predios rústicos y al 3% en los urbanos.

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Esta ley no tuvo cumplimiento eficaz. Ha de verse, a propósito del primer gobierno de Castilla, la ley que la amplió y la completó.

[v] LA ESCLAVITUD.- En la agricultura de la costa dominaba la estructura de la plantación, basada en el cultivo de la caña de azúcar que, desde los últimos días coloniales, había mejorado con la introducción de la caña de Tahití. La preparación del azúcar se hacía de modo lento y anticuado en los trapiches o ingenios movidos por bueyes o mulas. Solo en una hacienda cerca de Lima se había introducido en 1841 una máquina a vapor para esta industria. El consumo en escala era nacional si bien podía calificarse de considerable la exportación a Chile. Por las tropelías que acompañaron a la guerra de la Independencia, los fundos quedaron arruinados. Al terminar ella, los propietarios empezaron a restablecerlos con lo cual lograron utilidades mucho menores a las que habían obtenido en los días coloniales, a pesar de que en los años 1825 a 1829, por consecuencia de esas mismas devastaciones y otras causas, subió el precio del azúcar de 10 a 50 pesos el quintal. Conforme fueron mejorando las haciendas de caña, bajó progresivamente ese precio hasta que, a fines de 1829, llegó o se aproximó al precio corriente antiguo de 8 a 12 pesos el quintal. Entonces, con mayor razón, los productos de las haciendas no podían compensar el alto interés de los capitales invertidos en restablecerlas, y que habían contado con el alza del azúcar. De allí la demanda tenaz para el restablecimiento directo o indirecto de la esclavitud, a la que se refieren otros párrafos de este mismo capítulo. El algodón era cultivado muy poco en Lima y mucho más en Trujillo, Piura y Lambayeque. La exportación tenía lugar, sobre todo, con la producción efectuada en Ica. El mayor propietario de algodón era Domingo Elías.

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setiembre 1825 [ perú ] LA ARISTOCRACIA

COLOnIAL HABíA san martín creó PERDIDO la primera SuS TíTuLOSenDE bandera el nOBLEzA Y SuS puerto de pisco, ESCuDOS DEde poco después llegar la ARMASalYperú. HABíA hizo oficial Yel 21 SufRIDO, de octubre de 1821, SEGuíA mediante un LOS SufRIEnDO, decreto enDE el que EfECTOS LAS también disponía LuCHAS que ésta debía ser ExTERnAS E de seda o lienzo y InTESTInAS; PERO medir 8 pies de COnSERVÓ Su largo por 6 de PRESTIGIO. ancho.

EL DEBATE SOBRE LA ESCLAVITUD DE 1828 A 1840.- El principio de que nadie nace esclavo en el Perú apareció en la Constitución de 1828 como en la de 1823. El tráfico de esclavos quedó abolido en ambas. En el ar tículo 18° del tratado entre el Perú y Colombia, firmado en Guayaquil el 22 de setiembre de 1829, se estipuló lo siguiente: "Las par tes contratantes se comprometen a cooperar a la abolición y extirpación del tráfico de esclavos de África conser vando las existentes publicaciones contra dicho tráfico en todo su vigor y fuerza y que, a fin de dar, en adelante, complemento a tan saludable medida, convinieron además, en declarar como, en efecto, declararon que los que traficasen en esclavos o en buques cargados de esclavos procedentes de la costa de África con bandera de una u otra de dichas par tes (peruana o colombiana) debían considerarse como culpables del crimen de piratería y que, como tales, debían ser presentados ante el tribunal competente del país del captor fuese peruano o colombiano para ser juzgados o castigados conforme a las leyes". En 1833 apareció la Declaración de los vulnerados derechos de los hacendados escrita, como se ha dicho ya, por José María de Pando. Con lujo de erudición hacía la historia de la esclavitud; recordaba que Estados Unidos no había abolido esta institución; y transcribía trozos de discursos de Canning y de Peel y otros personajes que reclamaban prudencia para abordar el problema. Se quejaba amargamente de los decretos de San Martín, evocaba con hostilidad la memoria de Monteagudo y argumentaba contra la situación en que habían quedado los hijos de esclavos y asimismo y contra el artículo 152° de la vigente Constitución de 1828 que decía: "Nadie nace esclavo en la República; tampoco entra de fuera ninguno que no quede libre". Para ello invocaba el artículo 165° ("Es inviolable el derecho de propiedad. Si el bien público legalmente reconocido exigiere la propiedad de algún ciudadano, será previamente indemnizado de su valor"). También

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RAMÓN HERRERA (1799-1882)

En 1820, tras diez años en las filas realistas, Herrera pasó al Ejército Libertador. Fue ministro de Guerra y Marina durante el gobierno de RivaAgüero, y acompañó al presidente en su destierro. Tras la batalla de Ayacucho, se estableció en Chile. Allí conoció a Andrés de Santa Cruz, quien en 1834 lo nombró ministro de Guerra, prefecto de Cochabamba y comandante al mando del IV Batallón de Línea. Durante la Confederación fue elegido presidente del Estado Sud Peruano.

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citaba el artículo 129° en su inciso 2 que prescribía la abolición de la confiscación de bienes en la administración de justicia. A juicio de Pando no solo habían sido expoliados y privados de sus derechos los propietarios. Al mismo tiempo habían disminuido la riqueza pública, el rendimiento de la agricultura y el patrimonio de familias industriosas; y a aquellos a quienes se trataba de beneficiar habían empeorado su suerte "pasando de labradores tranquilos y útiles a ociosos, vagabundos o bárbaros salteadores de caminos". En resumen, solicitaba del Congreso compensaciones por las ingentes pérdidas sufridas mediante el reconocimiento de créditos sobre la hacienda nacional, el permiso para la introducción de esclavos de otras Repúblicas americanas y equitativas normas que estabilizaran las relaciones entre los patrones y los hijos de esclavos después del 28 de julio de 1821. La Carta política de 1834 reprodujo el dispositivo de la de 1828 bajo el precepto siguiente: "Nadie nace esclavo en el territorio de la República, ni entra ninguno de fuera que no quede libre". La Convención Nacional, al aprobarlo, no escuchó, pues, el pedido de los propietarios. Cuando surgió la sublevación del general Salaverrry, asediaron ellos al nuevo caudillo para que les concediera lo que la Convención Nacional no solo les había negado sino había prohibido. "El general Salaverry, hombre de capacidad, (escribió Santiago Távara en su folleto "Abolición de la esclavitud en el Perú " editado en 1855) rodeado de una clase poderosa, cuya animadversión le habría sido perjudicial en esas circunstancias azarosas, los complació a medias". En efecto, el decreto salaverrino de 10 de marzo de 1855 estableció la legalidad del comercio e importación de esclavos de países americanos, en clara contradicción con las Cartas políticas de 1823, 1828 y 1834. El decreto fechado el 6 de abril de 1835 del mismo caudillo exoneró a los hacendados de la costa del pago de la contribución predial por cinco años; y así evidenció el interés de tener el apoyo de esta clase social. En el tratado mercantil firmado por Santa Cruz con Inglaterra en la época de la Confederación Perú-boliviana el 5 de julio de 1837, quedó excluido el tráfico de esclavos. Decía el artículo 18° de dicho tratado: "El Gobierno de la Confederación Perú-boliviana se compromete a cooperar con su Majestad Británica a fin de conseguir la abolición total del tráfico de esclavos y a prohibir a todas las personas que habitan dentro del territorio de la Confederación Perú-boliviana o sujetos a su jurisdicción, del modo más positivo y por las leyes más solemnes, que tomen parte alguna en dicho tráfico". El Congreso de Viena de 1815 había hecho una declaración general de carácter abolicionista. Inglaterra se convirtió en el campeón de esta lucha. Sin obtener éxito notable con España, Portugal, Francia o Estados Unidos, logró del Brasil que proclamara la abolición del tráfico negrero; en 1835 ambos gobiernos, el británico, y el del imperio de habla portuguesa, convinieron en hacer de consumo un esfuerzo para persuadir a todos los países hispanoamericanos a entrar en tratados para combatirlo y para declararlo como piratería. El ministro inglés en Lima, Belford Hinton Wilson, comunicó estos hechos a la cancillería peruana el 15 de setiembre de 1836 y le envió el borrador de un tratado sobre el asunto. Las circunstancias políticas y militares impidieron que prosiguieran estas negociaciones; pero en setiembre de 1839 Wilson se dirigió al gobierno Restaurador insistiendo en el mismo tema. La Constitución de 1839 fue a una posición esclavista al consignar tan solo que "nadie nace esclavo en la República". Amparó así con su silencio la posibilidad de que pudieran eventualmente ser traídos los de otros países. Y el artículo 5° mencionó entre los peruanos por nacimiento a "los hombres libres nacidos en el territorio del Perú" con lo cual admitió tácitamente que hubiese quienes carecían de libertad. Wilson reclamó por la omisión en la Constitución de 1839 del explícito artículo abolicionista de la Constitución de 1834. La ley de 29 de noviembre de 1839 amplió, contra el espíritu del decreto de 1821, el tiempo de servicio de los libertos a sus amos hasta los 50 años. Aquí la reclamación de los vulnerados derechos de los hacendados obtuvo otra victoria tardía. No parecía claro si el espí-

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El Día de los Amancaes. El 24 de junio, día de San Juan Bautista, coincidía con la aparición de las flores de los amancaes en las pampas del Rímac. Hasta allá iban los devotos del santo a celebrar esta fiesta. Era tradicional que las mujeres volvieran con flores en el cabello, como vemos en estas tres acuarelas: "Retorno de la fiesta de Amancaes" (1837), del francés Leonce Angrand (1); y "Mujer a caballo adornada con flores de Amancaes tomando chicha" (2) y "Balancín que vuelve de Amancaes" (3), del artista mulato Pancho Fierro.

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LAS ARBITRARIEDADES San Martín creó Y VIOLEnCIAS la priMera EnenELel bandera RECLuTAMIEnTO puerto de piSco, AfECTAROn poco deSpuéS de llegar al perú. la TAMBIén A LOS hizoESCLAVOS. oficial el 21LA de octubre de 1821, InCORPORACIÓn MedianteDE un fORzADA decreto que ELLOSen EnelLOS taMbién diSponía EJéRCITOS que éSta debía Ser COnTRIBuYÓ de Seda o lienzo y A LA DECADEnCIA Medir 8 pieS de DE LA largo por 6 de AGRICuLTuRA, ancho. ESPECIALMEnTE En LA zOnA DE LIMA.

ritu de dicha ley de noviembre de 1839 era darle efecto retroactivo haciéndola regir también sobre los nacidos desde el 28 de julio de 1821 hasta esa fecha. Ello no obstante, de hecho en el cumplimiento de la ley funcionó ese efecto retroactivo. Távara dice en el folleto citado: "La Corte Suprema en los casos particulares que se han presentado ante ella, ha decidido a favor del liberto, reconociendo el principio de la incompetencia del Congreso y de la sociedad entera para legislar contra los principios eternos de lo justo. Pero este ha sido un débil consuelo en medio de los horrores del abuso general". No solo quedaron todos los libertos al servicio de los amos hasta que cumplieran 50 años, con ampliación de este vínculo también a los nacidos entre 1821 y 1839. Por el artículo 5° de la misma ley, un abuso que se cometía al aplicar un decreto de 19 de noviembre de 1830 recibió apoyo. Decía este artículo: "Los patronos pueden ceder su patronazgo por cualquiera de los medios que señalan las leyes para la trasmisión de los derechos y con las mismas obligaciones que les prescribe esta ley". Quedó, así, autorizada la compra y venta de seres humanos. Domingo de Orué, de quien se ha hablado ya anteriormente, y José María Pando, habían prevalecido pues, sobre el ideal de la manumisión enarbolada primero por San Martín y Monteagudo, sostenido por los liberales, autores de las Constituciones de 1823, 1828 y 1834 y contradicho por Salaverry. "En 1839 (escribía Távara) triunfaron los partidarios de la esclavitud más allá de sus esperanzas: la restablecieron con todos sus horrores libertándose, al mismo tiempo, de la carga de sostener negros ancianos, caídos en vejez prematura por los rudos trabajos que habían consumido su virilidad. No acuso a ningún hacendado de haber practicado esa crueldad, no ha corrido tiempo suficiente ni los creo, en general, capaces de ejercerla: hablo solamente de los efectos naturales y legales de la ley". En 1840, el Consejo de Estado postergó la iniciación de las negociaciones con Inglaterra para abolir el tráfico de esclavos por no tener autorización del Congreso, a pesar de la insistencia de Wilson (notas de este de 6 de marzo y 5 de julio de dicho año).

UN AMAGO DE REVUELTA SOCIAL: LA CONSPIRACIÓN DE JUAN DE DIOS ALGORTA.- El 23 de abril de 1829 llegó a ser descubierta en Lima una conspiración de negros cuya finalidad fue no solo derrocar al Gobierno sino, además, asesinar a los blancos. Juan de Dios Algorta, el cabecilla, ya había inventado otro movimiento similar el año de 1827. Los cómplices, en número de ocho, quedaron sometidos a juicio (Telégrafo, N° 602). Los libros por ellos escritos tenían actas de sesiones, órdenes, nombramientos y otros detalles con evidente ingenuidad. El nuevo presidente se llamaba Bernardo Ordóñez, guayaquileño de nacimiento, tendejonero de oficio, quebrado según la imputación oficial. Se trató de una intentona de revuelta social, típicamente plebeya, amenazadora contra los propietarios y la llamada "gente de valer" (Telégrafos, Nos. 605, 620, 621). Hubo despreocupación o lenidad en la tramitación de la causa judicial. Uno de los reos principales fugó y créese que los otros resultaron impunes. Debería estudiarse con más detalle la personalidad de Juan de Dios Algorta y sus proyectos de 1827 y 1829.

EL RECLUTAMIENTO DE ESCLAVOS.- Las arbitrariedades y violencias en el reclutamiento afectaron también a los esclavos. La incorporación forzada de ellos en los ejércitos contribuyó a la decadencia de la agricultura, especialmente en la zona de Lima. Santa Cruz evidenció su mentalidad esclavista cuando decretó, concluida la guerra de Salaverry, que los dueños tenían derecho al reclamo de este "dominio" usurpado donde los encontraren y a la restitución "sin otro juicio que el sumario y breve". También ordenó que los esclavos prisioneros o incluidos en su propio ejército, fuese remitidos en la primera unidad al Callao con el mismo objeto (Arequipa, 3 de mayo de 1836).

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[ vI ] LOS INDIOS.- La condición social de los indios empeoró durante los primeros decenios republicanos, comparada con la que tuvieron durante el régimen virreinal. Se inició el proceso de la pérdida de sus propiedades al amparo de la ley de 1828 que, en principio, les reconoció el pleno dominio de las tierras que ellos ocuparan. La contribución de sangre impuesta frecuentemente por las guerras civiles e internacionales y también por el reclutamiento llevado a cabo en épocas pacíficas (no muy duraderas entonces) señaló un contraste con el pacífico pasado; cierto es, por otra parte, que dicha contribución fue iniciada por los españoles durante la guerra de la Emancipación. Continuó pagándose el tributo. La ley promulgada el 17 de junio de 1831 mandó que los indígenas "cuya contribución es uniforme, podrán ser electores y obtener los demás cargos que demanden iguales requisitos con solo el certificado del pago de su contribución, cualquiera que sea". Las medidas de protección fueron escasas. El decreto supremo de 31 de julio de 1837, en la época de Santa Cruz, dispuso que "según el Reglamento de Tribunales, el agente fiscal es el agente protector de los indígenas en las capitales de los departamentos y en los cercados". No dijo nada sobre el indio en las comarcas rurales. Ya se ha mencionado cómo textos constitucionales en 1823, 1828 y 1839 otorgaron a los indígenas el derecho de sufragio (capítulo VIII).

[ vII ] LOS CURATOS.- Los curatos se proveían por nombramiento del Gobierno, a propuesta de los obispos. Ellos nombraban en los casos de interinato, dando aviso al Ejecutivo. La ley promulgada el 12 de noviembre de 1832 declaró secularizadas las parroquias que exclusivamente eran servidas por regulares y ordenó que, cuando, vacaren, fuesen provistas por concurso indistintamente, como las demás parroquias, en eclesiásticos seculares o exclaustrados. Normas en este mismo sentido emanaron de decretos posteriores. En la provisión de curatos debía favorecerse a quienes se hubiesen preocupado por el sostenimiento y el adelanto de escuelas (Circular de 30 de enero de 1828). Otra ley, cuya fecha de promulgación fue el 21 de enero de 1833, dispuso que no se admitiera opositor alguno a curatos y canongías sin que se presentase comprobante legal de su patriotismo y adhesión al sistema de la independencia e instituciones patrias. Las ternas para los propuestos a los curatos y canongías que mandasen los obispos al Gobierno debían estar acompañadas por documentos entregados por aquellos en prueba de que tenían las mencionadas calidades. Los extranjeros no podían obtener beneficios eclesiásticos sin haber conseguido antes carta de naturaleza. Las cuartas funerales que los curas pagaban a los obispos quedaron reducidas a la mitad por ley promulgada el 24 de noviembre de 1832.

LOS INDÍGENAS

La condición social de los indígenas no cambió tras la independencia. Por el contrario, las condiciones en las que vivían fueron empeorando. Los impuestos, la leva y los tributos fueron las causas de que no sufrieran un mejoramiento en su condición de vida. Aquí vemos a una indígena de la sierra retratada junto a su llama por A. A. Bonaffé, en la década de 1850.

EL CLERO REGULAR.- Los derechos de 10 de julio, 30 de julio, 10 de agosto, 29 de setiembre y 16 de diciembre de 1829, 5 de enero y 28 de enero de 1830, 13 de diciembre de 1831 y 1° de agosto de 1834, entre otros, trataron de la reforma de regulares y del manejo de los conventos y monasterios, dentro de la orientación y el espíritu del decreto de 28 de setiembre de 1826 ya mencionado. No se podían hacer votos solemnes religiosos antes de los 25 años cumplidos. Los religiosos debían estar sujetos a los diocesanos; y no se les permitía en la República sino con esta condición. Se les exigió que obser varan vida común y que tomaran sus alimentos en refectorios. No siendo miembro de las comunidades religiosas ninguno de los que

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setiembre 1825 [(...) perú ] CuMPLIEnDO

SuS San Martín creó InSTRuCCIOnES, la priMera ExTRAJEROn unel bandera en CADáVER EL puerto deEn piSco, DEPÓSITO poco deSpuéSDE de llegar al perú. la MuERTOS DEL hizo oficial elSAn 21 de HOSPITAL octubre 1821, JuAn DE de DIOS, un LO Mediante PuSIEROn decreto en el que En EL LECHO DE taMbién diSponía LA MOnJA Y que éSta debía Ser COn EL fuEGO de Seda o lienzo y En LA CELDA Medir 8 pieS de quEDÓ CASI largo por 6 de CARBOnIzADO LA ancho.

nOCHE DEL 6 DE MARzO DE 1831, MIEnTRAS LA MOnJA ESCAPABA PARA OCuLTARSE En un LuGAR DEL CAMPO.

habían profesado antes de la edad prefijada en los decretos de reforma, se ordenó que nos se les tolerase en los conventos. Ningún religioso que no fuera secularizado podía vivir fuera de sus claustros. Tampoco debía dormir fuera de su convento ningún religioso, ni andar en las calles después de las siete de la noche. Los bienes de los conventos quedaron a cargo de los ecónomos por los decretos de 28 de setiembre y 12 de octubre de 1826; pero La Fuente centralizó sus rentas por el decreto de 30 de julio de 1829 que creó la Dirección General de Temporalidades para la administración de los bienes de dichas entidades y de los monasterios. Gamarra, por decreto de 5 de enero de 1830, devolvió a los regulares esa administración que vino a ser puesta a cargo de los prelados ya fuera por sí, ya por medio de procuradores y síndicos, debiendo presentar mensualmente a las comunidades respectivas cuenta documentada de los ingresos y gastos de cualquier especie. Tenían los monasterios y conventos libertad de celebrar contratos de arrendamientos, enfiteusis y otros dentro de las disposiciones legales, previos ciertos formulismos específicos. Esta facultad fue, sin embargo, mermada por decretos posteriores. La administración de los bienes de los conventos supresos pasó a ser entregada a la Caja de Consolidación. La venta de estos bienes quedó ordenada por subasta pública; grave decisión que adoptó el gobierno de Gamarra amparado por un voto del Consejo de Estado (13 de febrero de 1833). Los religiosos que no quisieran sujetarse a la reforma podían pedir y obtener inmediatamente su secularización; dispositivo que ya estaba en el decreto de 28 de setiembre de 1826. Para obtener la exclaustración bastaba alegar motivos graves de conciencia. La carencia de per fecto conocimiento de los votos por razón de poca edad, ignorancia, violencia, seducción o miedo, así como la falta de obser vancia de la vida común y de la regla de la Orden en que se hizo la profesión, podían ser alegadas para la secularización o la nulidad de profesiones. A los religiosos secularizados o exclaustrados se les concedió derecho a percibir sus asignaciones de los conventos a que pertenecieron; los secularizados de los conventos supresos las percibían de las Caja mencionada. Los que no tuvieran su congrua sustentación serían destinados al servicio de parroquias y debían ser preferidos en las capellanías del ejército y la armada. Los prelados en los conventos debían tener un carácter rigurosamente temporal. A los que desempeñaban cargos en ellos no se les permitía ser reelegidos. Tampoco podían los religiosos presentarse en juicio sin permiso de su inmediato superior. Un Reglamento de Regulares, presentado por el arzobispo, fue aprobado por Santa Cruz, con modificaciones, el 3 de agosto de 1837 y por Gamarra el 19 de junio de 1840.

DOMINGA GUTIéRREZ: UNA HEROICA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA PERSONAL Y UN GRAVE CONFLICTO ENTRE LA JURISDICCIÓN CIVIL Y ECLESIÁSTICA.Dominga Gutiérrez y Cossio, perteneciente a una aristocrática familia de Arequipa, fue enclaustrada en el convento de Santa Teresa en dicha ciudad por una madre fanática. En muchas ocasiones dijo, inútilmente, a sus parientes más cercanos que deseaba abandonar la vida religiosa. Por orgullo familiar, no obtuvo el necesario consentimiento. Había llevado Dominga consigo algunas sirvientas. Ellas, cumpliendo sus instrucciones, extrajeron un cadáver en el depósito de muertos del hospital San Juan de Dios, lo pusieron en el lecho de la monja y con el fuego en la celda quedó casi carbonizado la noche del 6 de marzo de 1831, mientras la monja escapaba para ocultarse en un lugar del campo. Hubo solemnes ceremonias funerarias en homenaje a la memoria de Dominga. Sin embargo, quien la asilaba llevó la noticia verdadera al obispo José Sebastián de Goyeneche. Este mandó abrir juicio de apostasía. El alcalde Andrés Martínez y el síndico del Consejo Municipal se presentaron en la Corte Superior a favor de la infortunada joven. Dicho tribunal la trasladó al hogar de don Manuel Rey de Castro. El obispo no reconoció la jurisdicción civil y la confinó en la casa de unos parientes donde estaba instalada con consen-

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timiento de ellos. Se produjo un grave conflicto legal, enredado por los formulismos procesales de aquella época, más densos cuando intervino la Corte Suprema, pues ello condujo al obispo a plantear una demanda de competencia y de nulidad. El ministro de Gobierno Manuel Lorenzo de Vidaurre optó por una actitud contraria a la Corte Superior y dijo que, "la República se desquiciará si los obispos y el clero son vilipendiados". La segunda sala de dicha corte y el alcalde Andrés Martínez solicitaron la constitución del Tribunal de los Siete Jueces, agraviados por la sentencia adversa de la Suprema. Así se volvió todavía más complejo el papeleo judicial. Dominga, de un lado, manifestó por escrito su solidaridad con el obispo contra los "que se tienen por liberales"; y al mismo tiempo siguió un expediente para su secularización y levantamiento de votos. Este asunto llegó a la Santa Sede que los aprobó si bien mantuvo el voto de castidad. Después de obtener la entrega de los bienes que le correspondían por herencia paterna, solicitó Dominga en enero de 1834 licencia para trasladarse a Lima. La obtuvo y llegó a la capital en marzo del mismo año. Ejercía entonces aquí su profesión de médico el español Jaime María Colf con quien ella tuvo una hija, María Dolores Colf, a la que él primeramente y ella luego al testar en 1886 instituyeron como heredera. Dominga no aclaró su condición de madre aunque aseveró no tener hijos y morir virgen; su voto eclesiástico no había sido anulado. Manuel J. Bustamante de La Fuente que ha estudiado extensamente el asunto, aquí reducido, supone que al casarse María Dolores con Mateo Llantada y al viajar ambos esposos a España los acompañó. Su obra termina con las siguientes palabras: "Dominga Gutiérrez Cossio: Pobre mujer, víctima de la incomprensión y fanatismo de la época en que viviste, te rindo mi más cálido homenaje de simpatía y de admiración por tu fuerza de voluntad para romper las cadenas y las rejas de la cárcel en que te enclaustraron, recobrando tu libertad".

LA ELECCIÓN DE OBISPOS.- Según la Constitución de 1826, el presidente de la República proponía a la Cámara de Censores, en terna, a los individuos que se habían de presentar para los arzobispados, obispados, canongías y prebendas. En la Carta de 1828 el mismo magistrado elegía y presentaba a los arzobispos y obispos de la terna que le pasaba el Senado y, en su receso, el Consejo de Estado. La de 1834 mantuvo este sistema, aunque entregó la facultad de enviar la terna al Senado conforme a ley y exigió la aprobación del Congreso. La Constitución de 1839 dispuso que la presentación de arzobispos y obispos se hiciera ante la Santa Sede por el presidente de la República de la terna que le pasare en Consejo de Estado. El propósito de "acercarse en lo posible a la forma primitiva establecida por los cánones en que tenían parte el pueblo y el clero de la diócesis", según expresó su parte considerativa, orientó la ley sobre la elección de obispos promulgada el 19 de octubre de 1832. Los curas de las parroquias, reunidos en la capital de provincia, debían votar por doce individuos de los cuales seis tenían que ser de fuera del obispado. Correspondía luego sufragar el cabildo eclesiástico y, bajo la presidencia del prefecto, hacer la lista de los doce elegibles para pasarla a la junta departamental. Esta debía remitir al Senado y, en su defecto al Consejo de Estado, la lista de candidatos. De acuerdo con dicha ley se hizo la designación de obispo de Trujillo en 1833. El Consejo de Estado dictaminó sobre la validez del sufragio practicado en Huamachuco por haber participado en él eclesiásticos que no eran curas propios sino coadjutores (Oficio de 17 de mayo de 1833). Para esta sede fue elegido Tomás Diéguez. En 1834 José María de Arriaga salió en la misma forma nominado en la de Chachapoyas. Elegido Eugenio Mendoza para el obispado del Cuzco en época de Santa Cruz y expedidas las bulas en su favor, el Congreso de Huancayo resolvió devolverlas con lo cual fue anulado el acto de un gobierno considerado como usurpador y mandó, además, que el Ejecutivo presentara obispos para esta silla episcopal y la de Ayacucho.

TOMÁS DIéGUEZ (¿?-1845)

El sacerdote trujillano fue elegido como obispo de su ciudad natal en 1836. Sin embargo, previamente tuvo una brillante carrera política: formó parte del primer Congreso como diputado por Trujillo. Luego fue elegido diputado por Piura (1827), senador por La Libertad (1829-1832) y diputado por Chota (1833-1834). Asimismo, formó parte de la delegación del Estado Nor Peruano en la Conferencia de Tacna, que estableció la Confederación Perú-boliviana.

[ CAPÍTULO 31 ] PERÍODO 1

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EL SEÑOR DE LOS MILAGROS

Entre 1650 y 1651, un esclavo angoleño residente del barrio de Pachacamilla (Lima), pintó en una de las paredes de su cofradía un Cristo crucificado. En 1655, un gran terremoto destruyó gran parte de la ciudad, pero el muro con la imagen se mantuvo en pie. Desde entonces, el llamado Cristo de Pachacamilla adquirió la devoción que lo acompaña hasta hoy.

[ vIII ] EL REGLAMENTO DE CAMPANAS. LOS REPIQUES.- El decreto de 11 de noviembre de 1839 puede ser calificado como un Reglamento de Campanas tratando de dar normas en vez de las que, impar tidas tanto por la autoridad civil como por la eclesiástica, no habían sur tido antes efecto. Prescribió que hubiesen repiques generales de campanas en los aniversarios de la Independencia, de las batallas de Junín, Ayacucho y Áncash, en los días de los patrones de la República y de las armas del Estado; y en los otros en que cada lugar celebrase su patrón particular según las circunstancias y las costumbres locales. Los repiques antedichos tenían su momento a las seis de la mañana, las doce del día y las siete de la noche con una duración de quince minutos en cada una de las horas designadas. Además fue autorizado el repique general cuando la nación celebrara algún acontecimiento plausible y de regocijo público, previa disposición del Gobierno. Solo en este caso podía hacerse el repique general a cualquier hora, hasta las diez de la noche. Correspondía a las iglesias sujetarse a la matriz al comenzar y al concluir los repiques y dobles generales. A los repiques par ticulares de las iglesias se le fijó la duración de cinco minutos en las vísperas y fiestas solemnes de los patrones y patriarcas, y de tres en las demás fiestas religiosas, elecciones de prelados y profesiones. Estos repiques solo debían hacerse al principiar y concluir la función; y quedó absolutamente prohibida la costumbre de repicar en la madrugada, excepto en las Pascuas de Navidad y Resurrección y en la Misa de las Mercedes, donde estuviese establecida. También se autorizaron los repiques según prevenía el ceremonial, a la entrada y salida de los miembros del Gobierno en las asistencias religiosas y en las procesiones, de acuerdo con la costumbre. No se podía repicar ni doblar en ninguna iglesia mientras en la matriz se estuvieran rezando horas canónicas o celebrando alguna función. A los infractores se les señaló multas; y se incluyó entre las sanciones el arresto a los campaneros y la eliminación de los badajos de las campanas. Las plegarias, con la taxativa duración de cinco minutos, quedaron solo para los casos de necesidades públicas sujetas a la disposición de Gobierno y, además, para los días de rogativas señaladas para la Iglesia y para los casos establecidos por la costumbre de cada lugar. La señal para convocar a misa era por un cuarto de hora en los días festivos y por cinco minutos en los días de trabajo. El toque a cualquier hora del día o de la noche quedó permitido únicamente en los casos de incendió o inundación peligrosa. Las agonías solo se debían tocar con diez pulsaciones, y quedó prohibido emplear en ellas el tiempo después de las ocho de la noche. El decreto reglamentó también los dobles universales con todas las campanas (con motivo del fallecimiento de altas autoridades y el 1 de noviembre); los dobles particulares con todas las campanas (por la muerte de otros dignatarios); y los dobles con solo tres o dos campanas (tratándose de personas de viso).

EL REGLAMENTO DE POLICÍA Y MORALIDAD PARA LIMA.- El 11 de noviembre de 1839 fue promulgado en Huancayo el Reglamento de Policía y Moralidad para Lima y su provincia. Su contenido era el siguiente: I. De los empleados del ramo de Policía. Del intendente; del cuerpo de serenos y vigilantes; del comandante; de los tenientes; de los cabos; de los serenos y vigilantes; de los tenientes en los distritos de campo; del tesorero. II. De la demarcación territorial y del empadronamiento. De la demarcación en cuarteles; del empadronamiento. III. De la seguridad pública. De los pasaportes; de los desertores y reos prófugos; de la inspección de cárceles y lugares de seguridad pública; de las armas prohibidas; de los vagabundos y mendigos; de la venta de pólvo-

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PERÍODO 1

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La pasión por los toros. La tradición taurina, que se remonta en el Perú a la época colonial, fue cultivada también durante la República. Esta acuarela de Leonce Angrand, de la primera mitad del siglo XIX, muestra cómo se anunciaban las corridas de toros que se realizaban en la Plaza de Acho (1). En la segunda imagen, una acuarela de Pancho Fierro, una capeadora se enfrenta a un toro (2). Finalmente, vemos un volante de 1836 anunciando una corrida, también en la Plaza de Acho (3).

[ capítulo 31 ] período 1

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LOS SERVIDORES DEL ORDEN

Además de la nueva Constitución, en 1839 se promulgó el Reglamento de Policía y Moralidad. En él se consignaba las normas que debían seguir los serenos y vigilantes de toda la República. Entre las funciones de estos personajes, además de vigilar el orden público, estaba la de anunciar la llegada de las diez de la noche y la de indicar el estado del tiempo. Esta acuarela pertenece a Pancho Fierro.

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PERÍODO 1

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ra; de los incendios e inundaciones; de las cosas robadas y perdidas. IV. De la moral y del orden público. De los abusos contra la religión, la moral y la decencia pública; de los requisitos para mudar alojamiento; de las boticas, cafés, posadas y casas de concurrencia pública; del alumbrado público; de la seguridad y comodidad del tránsito por las calles; de las plazas y lugares de abasto públicos; de las pesas y medidas; de las diversiones públicas; de los funerales, lutos y toques de campana. V. De la salubridad, ornato y aseo público. De la salubridad pública; del ornato de la población; del aseo público. VI. De los esclavos y de la policía de los valles y en la comprensión de la provincia. VII. De los fondos de policía y de los juicios sobre las infracciones de este Reglamento. Contiene este Reglamento normas propias de una vida acompasada y patriarcal. Los serenos debían cuidar las calles desde el atardecer, anunciar la hora desde las diez de la noche, en voz alta e indicar si el tiempo estaba tranquilo, lluvioso o ventoso. Cada dueño de casa quedaba obligado a dar razón de su familia y de los inquilinos que tuviere. Nadie podía salir de la ciudad sin pasaporte. Quienes ofendieren o encarneciesen públicamente a la religión del Estado, a la moral o a la decencia eran castigados severamente. A ningún taller público estaba permitido abrir en día de fiesta religiosa o cívica. Siete faroles iluminaban cada cuadra en la noche. La forma y las características de los escarbos generales y las limpias en las acequias regadoras que atravesaban la ciudad, daban lugar a reglas expresas. Había prohibición para bailes y reuniones bulliciosas en tiendas, callejones o calles después de las diez de la noche. Algunos artículos del Reglamento venían a tener un contenido peligroso en caso de ser aplicados por autoridades abusivas. La licencia para abrir imprentas podía ser negada si el empresario no presentaba las garantías necesarias para responder en los casos en que la ley le impusiera responsabilidad. Los impresos que por inmorales, irreligiosos o contrarios al orden fueren prohibidos por las leyes o por el Gobierno y sin embargo se publicasen, debían ser embargados por la policía y puestos, con el impresor, a disposición del juez competente, previa una multa. El Reglamento de Policía y Moralidad fue modificado por algunas enmiendas parciales y subsistió hasta 1877. Tienen relación con él sucesos políticos ocurridos durante la administración de Morales Bermúdez (1890-1894) y la segunda de Cáceres.

[ Ix ] FISONOMÍA DE LIMA, LAS CALLES Y LAS CASAS.- Lima no había cambiado desde los últimos días del Virreinato. Carecía de nuevas calles, avenidas o plazas, salvo la plazuela, la calle y el portal del Teatro o de 7 de setiembre mandadas a erigir en 1822 y construidas recién en 1845. Tampoco había nuevos edificios públicos o particulares. La ciudad, con una población de 55.627 habitantes en 1836, según la estadística de Córdova y Urrutia (En 1820 fueron 64.000 dichos habitantes) seguía formada por 3.380 casas, 56 iglesias y conventos, 34 plazas o áreas abiertas y 419 calles, la mayor parte de estas sin pavimento. Como característica general y con frecuentes cambios o alteraciones, podían fijarse ciertas normas sobre las casas. Constaban de uno o dos pisos y eran de adobe. A veces presentaban dos puertas: una, la principal, frente al zaguán y, cerca de ella, la de la cochera. Encima de una u otra podía haber una pequeña habitación con una ventana. La fisonomía de ciertas calles, sobre todo las que daban acceso a la Plaza de Armas y las que formaban una zona privilegiada entre ella y las plazuelas de Santo Domingo, San Agustín, San Sebastián, San Francisco, San Pedro y la Inquisición, estaba embellecida por balcones de madera desde donde se podía atisbar sin ser visto, en curiosa semejanza con el traje de las limeñas. En muchos casos, del zaguán se pasaba al espacioso patio que, en sus cuatro lados, tenía habitaciones. Las que daban a la calle ostentaban rejas de hierro que, a veces, tenían artística ornamentación. La sala y la cuadra, unidas por una puerta de vidrios, eran utilizadas para la vida de relación con amigos o parientes; el comedor, los dormitorios y otras habitaciones interiores tenían comunicación con un segundo patio, llamado el traspatio, cuyas

paredes a veces lucían pinturas. En el traspatio solía cultivarse un pequeño jardín comunicándose con la cocina y el corral. Un callejón servía para el tráfico directo entre el patio y el traspatio y por él solían pasar las cabalgaduras. En el segundo piso también había sala, cuadra y dormitorios; las habitaciones que no daban a la calle encontrábanse en la parte alta de los lados del patio. En los techos estaba la azotea que servía de lugar de juego para los niños o para tender la ropa; no faltaban allí macetas con flores y toldos o persianas para protección del sol. Las ventanas de algunos de los cuartos se elevaban por encima de los techos y quitaban al piso de la azotea su regularidad. Salvo ciertas excepciones como la casa de Torre Tagle y algunas otras, las fachadas no presentaban apariencias de lujo, si bien en el interior, a pesar de la pobreza reinante, algunas se caracterizaban por el boato y muchísimas por el buen gusto.

LAS IGLESIAS Y LAS PLAZAS.- Entre las iglesias llamaban la atención del extranjero la Catedral, cuyos canónigos lucían prendas esplendorosas en los días de fiesta; el inmenso convento y la bella iglesia de San Francisco, donde venerábase la imagen del Señor de los Milagros; San Lázaro, que se caracterizaba por su exterior atrayente y la simplicidad acer tada de su decoración interior y a donde eran llevados los cadáveres de las personas desconocidas que fallecían en las calles; los Descalzos, morada de los franciscanos y sostenida mediante limosnas y en cuyo jardín estaban las únicas palmeras que entonces había en Lima; la Recoleta de San Diego, lugar predilecto de retiro en los días de Semana Santa; Santo Domingo, que gozaba de una for tuna con la renta de sus propiedades urbanas y que se caracterizaba por su torre inclinada, la más alta de la ciudad; San Pedro, ocupada entonces por unos cuantos sacerdotes del clero regular que tenían a su cargo también el oratorio de San Felipe Neri; San Agustín, acaudalado como Santo Domingo, y que tenía en San Ildefonso un local anexo; y la Merced, mucho más pobre. Para monjas habían dieciséis conventos. Entre ellos se destacaba la Concepción, muy rico y del que se decía había perdido su disciplina; Santa Clara y Encarnación, similarmente bien dotados, y los más rigurosos de todos que eran Las Capuchinas de Jesús María, las Nazarenas y las Trinitarias Descalzas. Para las mujeres devotas que se retiraban de la vida mundana habían los beaterios del Patrocinio, Santa Rosa de Viterbo y Copacabana. En el Refugio de San José se refugiaban las mujeres casadas que querían librarse de malos maridos. Los esposos solían mandar al Refugio a sus cónyuges que necesitaban vida tranquila y oración; era necesario para ello permiso del Arzobispado. La Plaza de Armas no tenía pavimento; pero en el suelo había fina arena. Frente al Palacio de Gobierno estaba la larga hilera de feas y pequeñas tiendas llamadas "la ribera". También seguían las tiendas por el lado del Palacio que daba a la calle de ese nombre, tradicionalmente llamado del "Fierro Viejo" por uno de los artículos que se vendían allí. La entrada principal del Palacio quedaba en esa calle; la parte de atrás carecía de entrada y parecía una prisión. El Palacio de Gobierno, en su interior, era pobre y destartalado. La llamada "Sala de los Virreyes", adornada antes con los retratos de estos que habían pasado al museo, servía como lugar de arengas y de baile. Junto al Cabildo o Municipalidad encontrábase la cárcel de la ciudad. En importancia, la segunda plaza de Lima era la de la Inquisición o de la Constitución, que cumplía funciones de mercado y donde estaban el antiguo edificio del tribunal de ese nombre, utilizado, en parte, como depósito y, en parte, como prisión; y la Universidad de San Marcos, en cuya aula magna se reunía el Congreso. A los costados de la Plaza de la Inquisición habíanse abierto puestos de pescado. Frente al antiguo palacio de este tribunal se ubicaban las carnicerías. Lima consumía, hacia 1840, veinte o treinta cabezas de ganado vacuno y entre cien y sesenta y dos de ganado ovejuno. No se vendía en el mercado carne de puerco. Exhibíanse, en cambio, gran cantidad de aves; celebrados pavos venían de Huacho. En la Inquisición no se realizaba tampoco el expendio de flores; el mercado

LA COQUETERÍA LIMEÑA

La saya y el manto se convirtieron, desde el Virreinato, en la vestimenta tradicional de las limeñas, a las que se conocía como ”tapadas”. El manto, un velo de seda negra, se utilizaba para cubrir la cara, dejando un solo ojo a la vista. Las ‘tapadas’ utilizaban también la saya, una falda que variaba en color y calidad, dependiendo de la condición económica de su propietaria.

[ CAPÍTULO 31 ] PERÍODO 1

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La alimentación a inicios de la República El estudioso suizo Johann Jacob von Tschudi recorrió el Perú entre 1838 y 1842, compenetrándose con su geografía, su historia y sus costumbres. El siguiente texto gira en torno a lo que era la típica comida limeña en aquel entonces.

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período 1

[ capítulo 31 ]



Acompañaremos, ahora, a los lime­ ños en dos actividades tan impor­ tantes como son comer y beber. El desayuno se suele tomar a las 9 de la mañana; consiste de carne de carnero sancochada (el sancochado), caldo en el cual se ha hervido yucas, y chupe. En su forma más sencilla, tal como se suele comer cuando se está de viaje, este último consiste solamente de papas peladas, hervidas en agua sala­ da con queso y ají. En su forma más completa contiene huevos, camarones y pescado frito, lo cual lo convierte en un plato sabroso. El desayuno termina con chocolate con leche (...). La comida principal se inicia a las dos o tres de la tarde con una sopa, a la cual sigue el puchero que es el plato princi­ pal. En su forma más completa, contie­ ne carne de res, carne de chancho, tocino, jamón, salchicha, ave, col, yucas, camotes, papas, arroz, garban­ zos, choclitos, membrillos y plátanos. Primero se pone al fuego el agua con la carne, los garbanzos y el arroz y, luego, se van añadiendo las verduras según su tiempo de cocción, más corto o más largo. Para las carnes se utiliza en la mesa una fuente, y para las ver­ duras otra. (...) El puchero es un plato tan excelente y nutritivo que bastaría

con él para hacer una comida; pero en Lima es considerado como una intro­ ducción a esta. Luego se pone en la mesa a la vez pescado, verduras, papas, compotas, asado y ensalada; cada uno pide lo que desea y sirve a los demás de la fuente que tiene delante. Un plato que, como el puche­ ro, no puede faltar en el almuerzo, es el picante. Se conoce con este nombre los platos preparados con una enorme cantidad de ají. Para un paladar euro­ peo es al principio muy doloroso comer siquiera unas cucharadas de estos platos, porque el condimento quema la boca como carbones encen­ didos. Cuando se come con más fre­ cuencia, se acostumbra uno al ardor y se le da preferencia a estos platos. Los picantes favoritos son la carapulcra, hecha de papas secas desmenuzadas con carne, la lagua de harina de maíz con carne de chancho, el zango que consiste de ingredientes parecidos, el charquicán de carne de res seca y machucada, los adobos de carne de chancho, el picante de ollucos de una raíz parecida a la papa, cortada en daditos, etc”. De: Testimonio del Perú, Lima: Talleres Gráficos P. L. Villanueva, 1966, pp. 141-142.

de ellas estaba en la Plaza de Armas, aunque había entrado en decadencia en relación con tiempos pasados y no abundaban ya tanto los "pucheros de flores", conjuntos selectos no solo florales sino también frutales, lindos en su aspecto y aromados con "agua rica". Según los datos de Córdova y Urrutia, rectificados por Pedro. E. Dancuart, la propiedad inmueble rústica y urbana de la provincia de Lima representó hacia 1838, 23.398.140 pesos y los capitales en giro en el comercio y en las industrias 4.968.290 pesos. Dentro del cuadro de la propiedad urbana de la capital, ascendía a 10.605 el número de casas, casitas, solares, tiendas, cocheras pulperías, callejones y tambos de los cuales 8.750 pertenecían a particulares. Del resto, el mayor número (528) era de los monasterios, siguiéndolos la Beneficencia (358), las capillas (263), el Estado (122), los establecimientos de instrucción y los beaterios.

LA INTRODUCCIÓN DE LA CAÑERÍA DE FIERRO.- Excepto en lo concerniente a las algaradas políticas y militares y sus consecuencias, la fisonomía de Lima parecía no haber cambiado desde los días de los virreyes. Sin embargo, el contrato que el gobierno aprobó el 9 de octubre de 1834 simbolizó la llegada de un factor enteramente nuevo en la vida urbana. Versó este contrato sobre la colocación por Tomás Gill de una cañería de fierro colado desde la caja de Santo Tomás hasta la pila de la Plaza de Armas, con capacidad para dar agua a todas las pilas de las calles por donde debía pasar. La cañería debía tener en distintos lugares respiraderos para regar las calles con facilidad y, en caso de incendio, poder colocar una máquina para extinguirlo. Anteriormente se había usado cañería de barro. Gill figuró en el contrato de ampliación y reparación del muelle del Callao en 1830, en el proyecto de ferrocarril de Lima al Callao en 1834 y en otras obras; y Echenique dice en sus memorias que hizo los planos para una máquina de vapor destinada a moler caña en su hacienda. William Wheelwright fue el constructor de una cañería de fierro para llevar agua al Callao, puerto hasta entonces insalubre porque ella discurría sobre un terreno fangoso.

LA SAYA Y EL MANTO.- Uno de los motivos por los que impresionaba la población de Lima a los visitantes extranjeros subsiste todavía y es la diversidad y la mezcla de razas. Otro, ha desaparecido ya para perdurar en la leyenda y provenía de que las mujeres llevaban su famosa "saya y manto" para caminar en las calles e ir a las iglesias, las procesiones y, en general, a los actos públicos; solo en las visitas y en ciertas localidades del teatro lucían vestidos correspondientes a la moda francesa. Así, la ciudad parecía, como escribió un viajero, en permanente carnaval. El manto era un velo de gruesa seda negra que se prendía en la cintura y velaba el rostro, cubría la cabeza y dejaba al descubierto un ojo, la línea de la nariz y un pedazo de mejilla. La saya o falda podía ser ajustada o desplegada, cambiada de color según el gusto personal y hasta las preferencias políticas. Flora Tristán describió así la saya y el manto en 1934: "Esta falda que se hace de distintas clases de tela, según la jerarquía y la fortuna, es de un trabajo verdaderamente extraordinario y tiene derecho a figurar en las colecciones como un objeto curioso. La saya solo se puede encargar en Lima y las limeñas aseguran que es preciso haber nacido en Lima para saber hacerla; ni un chileno ni un cuzqueño conseguiría plegar la saya. Este aserto, cuya exactitud no he comprobado, prueba cuánto se diferencia este vestido de todos los conocidos. Voy a tratar pues de describirlo minuciosamente". "Para hacer una saya corriente se necesitan de doce a catorce varas de raso; se forra con tafetán o con una telita de algodón muy ligera. A cambio de las catorce varas de raso le devuelven a usted una faldita de tres cuartas de largo que ajustándose dos dedos por encima de las caderas desciende hasta los tobillos; es tan ajustada por abajo que tiene exactamente el ancho

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setiembre 1825 [ perú ] unO DE LOS

MOTIVOS san martín POR creó LOS quE la primera IMPRESIOnABA LA bandera en el POBLACIÓn DE puerto de pisco, LIMAdespués A LOS de poco llegar al perú. la VISITAnTES hizo oficial el 21 ExTRAnJEROS de octubre TODAVíA de 1821, SuBSISTE mediante Y ES LA un decreto en el que DIVERSIDAD Y LA también disponía MEzCLA DE RAzAS. que ésta debía ser OTRO, HA de seda o lienzo y DESAPARECIDO YA medir 8 pies de PARA PERDuRAR largo por 6 de En LA LEYEnDA Y ancho. PROVEníA DE quE LAS MuJERES LLEVABAn Su fAMOSA "SAYA Y MAnTO" PARA CAMInAR En LAS CALLES E IR A LAS IGLESIAS, LAS PROCESIOnES Y En GEnERAL, A LOS ACTOS PÚBLICOS (...)

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LAS CORRIDAS DE TOROS

Fue una de las diversiones más populares en Lima durante el siglo XIX. Heredadas de los tiempos coloniales, se realizaban en la Plaza de Toros de Lima, construida por el virrey Amat en 1766. Hacia la década de 1820, el pintor costumbrista Pancho Fierro representó algunas escenas de las corridas, entre ellas la que vemos aquí.

necesario para poder un pie delante del otro y andar a pasitos. Se halla una tan apretada en esta falda como en una funda. Está plegada de arriba abajo con pliegues tan menudos y regulares que es imposible descubrir las costuras. Estos pliegues muy bien planchados dan al vestido tanta elasticidad, que he visto sayas que después de quince años de uso conservaban elasticidad suficiente para dibujar las formas y acomodarse a todos los movimientos". "Las mujeres de la buena sociedad llevan la saya de raso negro; las elegantes las tienen también de colores de fantasía, tales como morado, marrón, verde, azul marino, a rayas, pero nunca de colores claros a causa de que las mujeres públicas han adoptado estos. El manto siempre es negro, envuelve el busto y no deja ver más que un ojo. Las limeñas llevan siempre un corpiño del que no se ven sino las mangas; mangas cortas o largas que son de telas ricas: terciopelo, raso de color o tul; pero la mayor parte de las mujeres van con los brazos desnudos en todo tiempo. El calzado de las limeñas es de una elegancia que llama la atención: llevan muy bonitos zapatos de raso de colores distintos adornados con bordados; si son lisos, el color de las cintas contrasta con el de los zapatos… Desde hace algunos años se ha introducido la moda de llevar grandes mantones de crespón de china ricamente bordados en colores. La adopción de estos mantones ha dado a su traje más decencia, velando con amplitud el desnudo y las formas demasiado marcadas". "¡Qué gracia y qué seducción la de estas hermosas limeñas con su saya negra que brilla al sol, dibujando sus formas naturales en unas y postizas en otras, pero tan bien imitadas que al verlas es imposible imaginar la superchería! ¡Qué graciosos sus movimientos de hombros cuando tiran el manto para ocultar enteramente la cara que a ratos dejan ver a hurtadillas! ¡Qué fino y flexible su talle y qué ondulante el balanceo de su andar! ¡Qué bonitos son sus menudos pies y que lástima que sean un poco anchos!". "La saya, como he dicho, es el traje nacional. Todas las mujeres la visten sea cual fuere su rango, y forma parte de las costumbres del país, como en Oriente el velo de la musulmana. Desde el comienzo hasta el final del año, salen las limeñas encubiertas de este modo. El que se atreviera a levantar el manto que le oculta de rostro, sería perseguido por la indignación pública y severamente castigado". El mantenimiento de la saya y el manto a través de los años, a pesar de que la moda femenina es, por lo general, sinónimo de lo variable, refuerza la tesis de que, bajo los transtornos políticos, se vivía dentro de la estabilidad en la vida social.

DIVERSIONES Y ENTRETENIMIENTOS. LAS CORRIDAS DE TOROS: EL TOREO A CABALLO Y LAS MUJERES. LOS DESPEJOS.- Las grandes diversiones públicas en Lima eran las corridas de toros, el teatro y las pelas de gallos. Las corridas de toros en la antigua Plaza de Acho, creaban ya gran excitación pública entre hombres y mujeres ante su solo anuncio. Se publicaban carteles en las esquinas para anunciarlas; y eran profusamente repartidas las listas o listines en versos, en donde colaboraron algunos de los poetas más celebrados. El día para las corridas, durante la temporada, en el verano, era el lunes. El simple hecho del paso de la concurrencia por las calles para dirigirse a la Plaza provocaba entusiasmo y muchos curiosos iban a al puente o a la Alameda para ser testigos de ese acontecimiento. Desde temprano en la mañana se colocaban en ella mesas con refrescos, picantes, pescado y dulces. En las corridas aparecía como original contribución la apuesta del capeo a caballo "nacional". Estas corridas comenzaron a efectuarse hacia 1786 con la finalidad de bajar el poderío de los toros y así facilitar la labor de las cuadrillas utilizando la maestría para guiar a los caballos peruanos en el arte de invitar, atraer y burlar a su enemigo con espontaneidad, agilidad, destreza admirables en sus juegos de desafío y escape.

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[ CAPÍTULO 31 ]

El capeador que conquistó esta fama fue Casimiro Cajapaico entre 1795 y 1825. Posteriormente a él se destacaron los morenos rivales, Esteban Arredondo y Apolinario Monteblanco, retratados por Pancho Fierro con sus hermosos caballos, blanco el del primero, bayo el del segundo, el uno con poncho, el otro con un saco que parece de cuero, o sea ninguno de ellos con traje de torero. La época de Arredondo abarcó los años 1833 a 1860; y la de Monteblanco, de 1837 a 1852. Hubo varios Monteblanco que fueron capeadores, también capeadores a caballo: Benedicto, 1795-1828 fue el período de su actuación Jesús de los Santos, Manuel de Cahuy y Vicente. Pero quizás el mejor capeador a caballo fue Casimiro Cajapaico; de él dijo el marqués del Valle Umbroso: "Era muy jinete y el mejor enfrentador que he anunciado; siempre que lo veía a caballo me daban ganas de levantarle una estatua".

EL CARNAVAL.- El calendario señalaba, año a año, días de fiesta o de contrición sumisamente obedecidos. El carnaval daba lugar durante tres días a que fueran rotos los frenos que separaban a las castas y a sus clases sociales y se mojaba a la gente que osaba transitar por las calles; grupos de jóvenes penetraban en casas amigas a hacer lo mismo con las mujeres, primero con agua de olor y luego con menos escogidos líquidos. También era usual echar desde los balcones sacos con material ruidoso o con harina al que pasaba debajo de ellos. Segura y Pardo pintaron los animados y vocingleros cuadros del carnaval en Lima. EL DÍA DE AMANCAES.- El día de San Juan tenía lugar el paseo a la pampa de Amancaes. La multitud acudía a pie, a caballo o en coche. Allí se bailaba, jugaba, cantaba, comía y bebía; y también eran recogidas las amarillas flores de la estación. Al atardecer, toda la gente alegre que se había divertido en la pampa, al aire libre o en carpas improvisadas, hombres y mujeres, blancos, negros, indios, zambos, mulatos y cholos, emprendían el camino de regreso a la ciudad. Los jinetes que, según Pancho Fierro podían también ser mujeres, volvían con sus caballos o sus sombreros a sus balancines adornados con flores. En la alameda, la aristocracia de Lima esperaba con sus mejores galas. Dos largas filas de calesas arrastradas por mulas se extendían a la derecha y a la izquierda bajo los árboles. De junio a octubre, grupos pequeños iban de fiesta o de paseo a Amancaes o a las "lomas", o sea a los cerros un poco más alejados de Lima que reverdecían en esos meses.

LA NAVIDAD.- La Navidad venía a ser una fiesta en público y en los hogares. La Plaza de Armas ser vía como lugar de cita para una multitud que se estaba en las bancas o se arremolinaba cerca de ellas, bebía refrescos, comía pasteles; y miraba bailar a los negros o prenderse los castillos de fuegos artificiales. En el interior de las casas, los "nacimientos", con figuras y otros objetos que representaban en pequeño a Jesús y las primeras escenas de su vida, llamaban muchas veces la atención de los extranjeros por su ingenio y por su costo.

LA FLOR DE AMANCAES

Es la flor representativa de Lima. En el día de San Juan Bautista, los limeños se dirigían a la pampa de Amancaes (hoy en el distrito del Rímac), donde recogían estas flores. Los hombres las colocaban en sus solapas y las mujeres en el cabello. Hoy, por desgracia, la flor de amancaes se encuentra en peligro de extinción. Aquí, podemos observar una representación de la flor realizada por el obispo Baltasar Martínez de Compañón en 1780.

INTERRUPCIONES EN EL TRÁFICO.- Cada mañana, al dar un cuarto para las nueve, la campana de la Catedral sonaba, el tráfico se interrumpía por breves momentos y se arrodillaban los transeúntes. Lo mismo ocurría entre las seis y las siete de la tarde, al escucharse el toque de oración con tres campanas cortas y suaves en la Catedral, repetidas por todas las iglesias. Detenida toda acción, era cortés decir a la persona más cercana "Buenas noches" o esperar que la de mayor edad o representación pronunciara estas palabras. A las diez de la noche cesaban los ruidos de la ciudad, excepto cuando el sereno de cada barrio daba la hora con las palabras: Ave María Purísima ¡Viva el Perú y sereno!

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LOS MONTONEROS

LOS CAFéS, LAS PICANTERÍAS.- Como lugares de esparcimiento estaban los cafés y las picanterías. Entre los primeros el más concurrido venía a ser el de la Bola de Oro, acerca del cual escribió un artículo, no incluido aún en libro, Manuel Ascensio Segura. A las picanterías, donde también se vendía chicha, acudían blancos y negros, indios y zambos, curas y militares. Las vivanderas vendían además platos y postres criollos. Uno de los vivanderos, "Ño Toribio", inmortalizó Pancho Fierro y un restaurante de nuestros días ha llevado ese nombre. Abundaban las cigarrerías; el tabaco llegaba de Jaén de Bracamoros. LOS BALNEARIOS.- Durante los meses de verano la aristocracia de Lima iba a la pequeña

Una nueva estirpe de bandidos invadió la costa peruana tras la independencia. Se trataba de los montoneros, negros cimarrones que robaban en los caminos de Lima a Chorrillos, en el camino hacia Cerro de Pasco y en la ruta hacia Trujillo. El acuarelista Pancho Fierro retrató a estos bandidos como parte de las estampas de la nueva sociedad peruana.

población de Chorrillos a cuatro leguas o "a pocas horas de la ciudad", dice un viajero. Se consideraba entre los hombres obligatorio en la visita de Chorrillos el saco, pantalón y chaleco blancos, la corbata y el poncho del mismo color, así como el sombrero de paja. Apar te de unas pocas casas cómodas, ser vían como albergue para los veraneantes, cabañas de caña blanqueadas interiormente; canapés, sillones y a veces hasta un piano las adornaban. Los bañistas usaban cabañas de junco en la playa; los pescadores solían ayudarlos. Además del baño, en Chorrillos se bailaba, se conversaba y se jugaba. Felipe Pardo y Aliaga pintó en 1833 en su comedia Una huérfana en Chorrillos la propensión al juego y a los placeres livianos en la población de este balneario. Córdova y Urrutia consigna en su Estadística que la población permanente de Chorrillos era de 1.051: 581 hombres y 470 mujeres indígenas, dedicados a la pesca y bañadores, "uno que otro tiene tienda de comestibles". Las calles angostas no guardaban rectitud alguna, y eran al mismo tiempo, polvorosas; la plaza era grande y cuadrada. El mismo autor menciona a Miraflores con una población de setenta y un hombres y cincuenta mujeres de raza indígena dedicados a la agricultura; y diez hombres y ocho mujeres de otras razas. Cita a Barranco solamente por la capilla "labrada por el doctor Villalta a una efigie que encontraron allí".

LOS MONTONEROS.- En toda la parte habitada de la costa del Perú, especialmente en los alrededores de Lima y Trujillo, existía una enfermedad endémica representada por los montoneros o bandoleros. Eran en su mayoría esclavos cimarrones o fugitivos, negros libres, zambos o mulatos y ocasionalmente blancos. Los caballos les pertenecían, o habían sido robados o prestados de las haciendas. Cerca de la capital estas bandas de forajidos merodeaban por el camino de Lima a Chorrillos. También había peligrosos montoneros en los caminos de Ancón, Cañete, Callao y Cerro de Pasco. Haciendo tropelías, invadieron también la literatura de la época. Así Pardo y Aliaga convierte a los montoneros en los personajes invisibles de su comedia Una huérfana en Chorrillos y Ricardo Palma les otorga la aureola de la inmortalidad en sus tradiciones El sombrero del padre Abregú y Un negro en el sillón presidencial. También les fue dada la super vivencia gráfica. Pancho Fierro los incorporó a la muchedumbre abigarrada de los tipos populares que animaron sus caricaturas. Entre los viajeros, P. Campbell Scarlett les dedicó hasta dos grabados en su obra South America and the Pacific (Londres, 1838), para perennizar el recuerdo de un episodio al que consagró tanta atención como si se tratara de un gran acontecimiento: el cónsul inglés en el Perú, lord Edward Clinton, el coronel Wilson de la misma nacionalidad y el conde de Sartiges fueron en 1835 atacados, robados y desnudados por los montoneros cuando cabalgaban cerca de Chorrillos y regresaron a ese pueblo en un mismo burro y sin ropas. En épocas de agitación política grupos de bandoleros, junto con otros facinerosos, se organizaban para identificarse con una bandería, generalmente la más popular. Entre sus cabecillas

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 31 ]

se evoca con frecuencia a León Escobar, al que se refiere el cónsul francés Botmilliau. En el capítulo respectivo se rectificó el error de Ricardo Palma cuando afirmó que en 1835 se sentó por algunas horas en el sillón presidencial (capítulo V, "Los Consejos de Gobierno y el negro León Escobar en Lima"). Dice Tshudi que León (debe ser Pedro León mencionado en un decreto de Bujanda el 7 de mayo de 1835), murió estrangulado por un zambo a quien tentó la recompensa ofrecida por las autoridades y que su cadáver llegó a ser expuesto durante tres días frente a la Catedral. De José Rayo, otro montonero, en cambio, cuenta que terminó como jefe de la "partida montada del campo", es decir, como policía rural. La utilización de los montoneros en las guerras civiles copiaba la táctica seguida por ellos desde la guerra de la Emancipación. Ser vían como vigías, exploradores, mensajeros o como fuerzas de hostigamiento. A veces atacaban por la vanguardia; y en otras ocasiones por la retaguardia. Provocaban escaramuzas más que combate o batallas propiamente dichas. Disminuían o cortaban las provisiones y el avituallamiento de las tropas enemigas o de la ciudad vecina, si era ocupado por estas. En alguna oportunidad integraron el ejército mismo bajo el mando circunstancial de algún jefe experimentado, formando parte de la vanguardia. No pocas veces, en ese carácter o como fuerzas sueltas, los montoneros entraron a Lima. El grito de "¡Cierra puertas!" acompañaba el anuncio de su llegada.

sIGnIFIcAdO dEL MOnTOnErO AnTE LA cIudAd, EL cAMPO Y LA TAPAdA.- Sin uniforme fijo, con sus sombreros de paja, sus ponchos, sus espuelas adheridas a veces a los pies descalzos, sus carabinas o mosquetones, sus sables o lanzas, sus caballos chuscos, los montoneros no significaron la rebelión del campo contra la ciudad. Fueron el símbolo de la repercusión que tenían las turbulencias políticas de la ciudad en el campo, aislado por los escasos medios de transpor tes y la falta de ser vicios preventivos o represivos del Estado. El montonero y la tapada forman la típica estampa de esta época: hijo montaraz e hirsuto el uno de la inestabilidad republicana, bella sobreviviente la otra del pasado virreinal que los disparos de las insurrecciones no destruían.

TrAdIcIón EcuEsTrE

A principios del siglo XIX apareció el caballo de paso, noble animal que gracias a su docilidad y belleza en el andar se ha convertido en parte de la esencia nacional. La imagen que vemos aquí, un jinete sobre su caballo, data de 1888 y apareció en la revista semanal El Perú Ilustrado.

EL cABALLO dE PAsO.- Gran personaje de la vida peruana a comienzos del siglo XIX fue el caballo de paso. Su insuperada rudeza de cascos hacía muchas veces innecesario el herraje para él. Era tan leal, tan seguro y tan noble que hasta una criatura podía cabalgarlo y dirigirlo. Su valentía lo llevaba a lanzarse al mayor peligro cuando su amo lo conducía a él. No requería ni el juego de la rienda sino apenas un movimiento de cintura para tomar una dirección. Por dura y larga que fuese la jornada, sabía ser fuerte y dar comodidad plena al jinete. Cuéntase que don Pedro de Zavala, marqués de Valle Umbroso llevó a España un caballo nacional aperado a la usanza criolla y en él subió un día las amplias escaleras del Palacio Real de Madrid. Escribió el marqués un libro, Escuela de caballería conforme a la práctica observada en Lima (Madrid, 1831), por el cual puede dársele el título de maestro de la hípica peruana. Allí se puede leer un entusiasta elogio de la llamada "suer te nacional", el "capeo a caballo" en las corridas de toro.

[ CAPÍTULO 31 ] PERÍODO 1

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[ Créditos de las imágenes Tomo 2 ] Los editores agradecen a los propietarios de los derechos de autor por su colaboración con esta publicación. Asimismo, declarán que se ha hecho todo lo posible para identificar y contactar a los autores propietarios de los derechos de las imágenes que se reproducen en este libro; cualquier omisión es involuntaria. Toda información que permita a los editores rectificar cualquier crédito para futuras ediciones será bienvenida.

155 La Virgen de Chiquinquirá 180 Felipe Pardo y Aliaga 181 Chuquisaca 187 Bernardo O' Higgins 200 Manuel Ignacio de Vivanco 203 Francisco de Paula Gonzaléz Vigil 243 Juan García del Río 256 Nauta 282 Cmdte. de milicia 284 La chola rabona 289 La chola de la sierra 292 El Señor de los Milagros 299 La Flor de Amancaes

Carátula Colección Amelia Weiss

Centro de Estudios Histórico Militares del Perú 47 José Rivadeneyra y Tejada 71 Domingo Nieto 99 Juan Ángel Bujanda 197 Francisco de Vidal 286 Ramón Herrera

Archivo J. J. Flores, Ecuador 239 Juan José Flores Archivo Peisa 25 Matías León 54 Pedro Antonio La Torre 59 Andrés Martínez 165 Francisco de Paula Otero 215 Manuel Bulnes 226 Francisco Diez Canseco Corbacho 249 Hacienda San José de Chincha 265 José Toribio Pacheco Biblioteca Nacional de Francia 67 Fachada y cúpula, Iglesia San Carlos / Lima, Plaza de Armas 113 Arequipa 125 Tacna 199 Huancayo, Iglesia de los Indios 258 Laguna de Yanacocha y cordillera de los Andes 287 [1] Lima, Amancaes 293 [1] Lima, corrida de toros Biblioteca Nacional del Perú 18 Guayaquil 21 Tomás Cipriano de Mosquera 37 Puerto Cobija, Bolivia 69 Río Rímac 77 Etienne G. de Sartiges 87 Sociedad de Beneficiencia de Lima 105 Diario El Coco de Santa Cruz 120 [2] Puerto de Islay 129 Diario El Intérprete 130 Andrés Bello López 132 Manuel Ignacio de Vivanco

Colección Carlos Zapata Bustamante 175 Medalla conmemorativa Congreso de la República del Perú 49 Manuel de Tellería 53 Bartolomé Herrera 55 Ramón Castilla 56 Andrés Reyes 83 Constitución Política del Perú, 1834 119 Evaristo Gómez Sanchéz 194 Manuel Ferreyros 201 Constitución Política del Perú, 1839 248 Pedro Alejandrino del Solar 271 Juan Bautista Navarrete 291 Tomás Diéguez

Palmerstone Gisbert y Cía. S.A. 189 José Ballivián Instituto de Estudios HistóricoMarítimos del Perú 130 Bergantín General Gamarra Instituto Riva-Aügero - PUCP 70 Manuel Ascencio Segura 120 [1] Pampa de Islay 235 Iglesia San Lázaro 273 Penitenciaría de Lima 301 Caballo de paso Museo de Arte Religioso de la Basílica Catedral de Lima 216 Francisco de Sales Arrieta Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú 38 Tratado de Paz y Amistad entre Perú y Bolivia, 1831 Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela 19 Pedro Gual

El Comercio 160, 238 Diario El Comercio

Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú 14 José de Larrea y Loredo 33 Simón Bolivar / Alegoría de la muerte de Simón Bolívar 65 Pedro Bermúdez 85 Francisco Javier Mariátegui 101 Andrés de Santa Cruz 103 Bandera de féretro, llave de prisión, charreteras y espadín Numancia de F.S. Salaverry 135 Diego Portales 139 Manuel Blanco Encalada 177 Portada de las Maravillas 179 Señor de los Temblores 205 Miguel de San Román 213 Andrés de Santa Cruz y familia 214 José Sebastián de Goyeneche 223 Batalla de Ingavi 236 Manuel Menéndez 247 José Braulio Campoarrendondo 293 [3] Volante corrida de toros

Getty Images 121 Papa Gregorio XVI 161Henry John Temple

Museo del Ejército del Perú, Fortaleza del Real Felipe 75 Francisca Zubiaga de Gamarra

Corbis 267 Declaración de la Constitución de Cádiz 247 Felipe II Embajada de Ecuador 25 Escudo de Ecuador

93 Felipe Santiago Salaverry 153 Medalla batalla de Yungay 209 Agustín Gamarra 225 Casaca de A. Gamarra Pancho Fierro 89 Suerteros 97 Lotería Plaza de Armas 109 León Escobar 261 Tapadas 269 Soldado con rabona 281 Carnavales en Lima 287 [2] Mujer a caballo / [3] Balancín Amancaes 293 [2] Capeadora a caballo 294 Celador municipal 295 Saya y manto 298 Banderillero 300 Montonero Infografías 123 Presidente simultáneos Centro de Estudios Histórico Militares / Museo del Ejército del Perú - Fortaleza del Real Felipe / Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú 140, 141 La Confederación Perúboliviana Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, Mapas / Museo del Ejército del Perú - Fortaleza del Real Felipe / Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú 217 Personajes de los altares El Comercio

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La época fundacional de la República [1822-1842] La época fundacional de la República [1822-1842] La época fundacional de la República [1822-1842] La falaz prosperidad del guano [1842-1866] Tomo 4 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] Tomo 5 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] Tomo 6 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] Tomo 7 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] Tomo 8 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] La guerra con Chile [1879-1883] Tomo 9 La guerra con Chile [1879-1883] Tomo 10 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] Tomo 11 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] La República Aristocrática [1895-1919] Tomo 12 La República Aristocrática [1895-1919] Tomo 13 La República Aristocrática [1895-1919] Tomo 14 El Oncenio [1919-1930] Tomo 15 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] Tomo 16 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Tomo 17 Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Los resultados de la experiencia histórica peruana y las perspectivas abiertas en el siglo XX ADENDA Tomo 18 Historia de la República del Perú [1933-2000]

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Historia de la República del Perú [1822-1933] Tomo 3 Autor: Jorge Basadre Grohmann © Mariana Basadre Brazzini © Jorge Alberto Basadre Brazzini © Jose Gonzalo Basadre Brazzini © Ana María Basadre Brazzini - Ufano de Basadre Derechos reservados para esta edición a Producciones Cantabria SAC Elaboración de contenidos Dirección general: Bernando Roca Rey Miró Quesada Planeamiento y desarrollo: Raúl Castro Pérez Realización ejecutiva: Jorge Cornejo Calle Redacción e investigación: Jenny Varillas Paz Asistencia: Francisco Izquierdo Quea, Fariella Flores Flores, Ana Paola Durand Schinkel, Maria Jesús Geiser Reyes Diseño: Veruzka Noriega Ruiz, Claudia Burga-Cisneros Pizarro Diagramación: Gerardo Cristóbal Pachecho Fotografía: Cecilia Durand Torres, Paola Nalvarte Abad Investigación fotográfica: Bruno Sánchez Manrique Corrección de fotografía: Carolina Cáceres Cáceres Reproducción y fotografía: Jaime Gianella Malca Corrección: Ana Loli Chau, Fortunata Barrios de la Puente Asesoría histórica: Héctor López Martínez Coordinación de actualizaciones historiográficas: Carlos Contreras Carranza Redacción e investigación de actualizaciones historiográficas para este tomo: Juan Luis Orrego Penagos (páginas 36, 46, 60, 100, 124, 152, 188, 240, 252, 262, 276, 296) Gerente de Productos Optativos: Renzo Mariátegui Bossé Subgerente de Productos Optativos: Dora Niquén Guevara Editor titular del Proyecto Editorial: Producciones Cantabria S.A.C. Jr. Miró Quesada 247, dpto. 407, Lima 1 Primera edición: Noviembre, 2014 ISBN del presente tomo versión e-book: 978-612-306-356-6 ISBN de la obra completa versión e-book: 978-612-306-353-5 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Este libro ha sido publicado exclusivamente para Producciones Cantabria S.A.C. No puede ser reproducido, registrado ni transmitido por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo y por escrito de los autores.

[ índice ] primer período La época fundacionaL de La repúbLica [1822-1842] CAPÍTULO 32 LAS COMUNICACIONES Y LOS TRANSPORTES HASTA 1842. EL SIGNIFICADO SOCIAL Y ECONÓMICO DE LA NAVEGACIÓN A VAPOR [I] 12 Comunicaciones y transportes 12 Guillermo Wheelwright y la navegación a vapor 17 El significado social y económico del vapor

CAPÍTULO 33 LA MONEDA EN LA INICIACIÓN DE LA REPÚBLICA. EL AGIO Y LA USURA. EL COSTO DE VIDA EN LIMA EN 1840 [I] 22 La moneda en la iniciación de la República 22 Los billetes de crédito público [ II ] 23 La ley para liberar de tasa fija el interés del dinero como símbolo del incremento de la riqueza basada en el capital 23 El agio y la usura [ III ] 26 El costo de vida en Lima en 1842

CAPÍTULO 34 LA AGRICULTURA, LA GANADERÍA, LA MINERÍA, EL COMERCIO. LOS GREMIOS, LOS EXTRANJEROS HASTA 1841 [I] 30 Un agricultor en 1837 y 1838. La primera máquina de vapor en la agricultura costeña [ II ] 31 Las leyes sobre las tierras de los indios [ III ] 31 Sembríos y cultivos en la sierra. La ganadería, la minería [ IV ] 34 Las ferias [V] 35 Las cofradías [ VI ] 37 El comercio entre la costa y la sierra [ VII ] 37 El comercio del sur del Perú [ VIII ] 37 El comercio con Bolivia [ IX ] 38 Relaciones comerciales con Chile [X] 40 El Callao y Valparaíso 40 Buques extranjeros y buques nacionales. El comercio marítimo [ XI ] 41 Comerciantes e industriales [ XII ] 42 La subsistencia de los gremios 44 Longevidad de los gremios

[ XIII ] 44 Los extranjeros [ XIV ] 47 La ley de prohibiciones 48 El pensamiento librecambista de Vidaurre 48 La ley de prohibiciones entre 1829 y 1832 48 Los reglamentos de comercio de 1833 a 1840 50 El reglamento de comercio de 1840 [ XV ] 50 La prohibición de la pesca en buques extranjeros [ XVI ] 51 La selva [ XVII ] 51 La sepultura de los no católicos

CAPÍTULO 35 LA POBREZA DE LA HACIENDA PÚBLICA HASTA 1841 [I] 54 La contribución indígena y la de castas 54 Otras contribuciones directas. La contribución industrial y la de patentes. 55 La contribución de predios 56 Contribuciones indirectas [ II ] 56 Gastos públicos [ III ] 58 Recaudación, contabilidad y administración fiscal 59 El Tribunal Mayor de Cuentas 59 La administración de censos y ramos extinguidos 61 El empobrecimiento del Estado, de la Iglesia y las corporaciones por la venta de sus bienes [ IV ] 63 Deuda externa 63 Deuda interna 65 El Ramo de Arbitrios

CAPÍTULO 36 NOTAS SOBRE LA ACTIVIDAD CULTURAL EN EL PERÍODO 1827-1842 Debates sobre el derecho eclesiástico y asuntos religiosos. Ciencias médicas. La filosofía. Estudios económicos. Una enciclopedia surperuana. La poesía. La pintura. La música [I] 68 La resurrección de Melgar [ II ] 68 Manuel Lorenzo de Vidaurre 72 Vidaurre contra Vidaurre 72 Efigie de Vidaurre [ III ] 74 José Gregorio Paredes [ IV ] 75 Del Salterio peruano, a la vida de Martín de Porras por José Manuel Valdés [ V] 75 Regalistas y ultramontanos debates sobres los conflictos entre el alto clero y el Gobierno. José Ignacio Moreno [ VI ] 77 José Joaquín de Mora y la Escuela Escocesa

[ INDICE ] TOMO 3

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[ VII ] 77 El Padre Guatemala 78 José Mateo Aguilar [ VIII ] 79 Los Proyectos de económia política de Pedro de Rojas y Briones 80 Los Elementos de matemáticas de Manuel Ayala 80 La Gramática castellana de Celestino Flores 80 La estadística de Azángaro por Choquehuanca y la estadística de Lima por Córdova y Urrutia [ IX ] 82 El Diario del padre Blanco, enciclopedia Sur - Peruana [X] 82 El fusilico del general Flores y otras producciones de José Joaquín de Larriva 83 Manuel Bañón 83 Pedro Jiménez de Abril Tirado 83 Bernardo Alcedo [ XI ] 84 José Gil de Castro [ XII ] 84 Pancho Fierro

CAPÍTULO 37 EL PERIODISMO ENTRE 1827 Y 1842 [I] 90 El significado histórico del periodismo 91 El Peruano [ II ] 91 El periodismo entre 1827 y 1829 92 La excepcional importancia del Memorial de Ciencias Naturales 92 Otros periódicos en Lima y en provincias (1827-1828) 92 La familia del Papagayo 93 Periódicos de Arequipa, Piura y Cuzco 93 La edad de oro en el periodismo durante el primer gobierno de Gamarra 96 Algunos periódicos de provincias en la época de Gamarra [ III ] 96 El periodismo en 1834 y 1835 97 La nariz del fiscal Colmenares 97 Periódicos salaverrinos y santacrucinos [ IV ] 98 El periodismo durante la Confederación Perú-Boliviana 98 Periodismo de la emigración: nacionalista y santacrucino 99 Periódicos de provincias 99 El caso excepcional del Museo Erudito y de El Correo Literario 101 El periodismo en los primeros tiempos de la Restauración [V] 103 El Comercio [ VI ] 103 Las alternativas en las expresiones periodísticas 103 La difusión del periodismo en provincia

CAPÍTULO 38 NOTAS SOBRE EL TEATRO EN 1827-1842. LA APARICIÓN DE SEGURA Y DE PARDO Y ALIAGA EN LA ESCENA. OTROS ESPECTÁCULOS 106 El repertorio teatral [I] 106 Pardo y Aliaga, creador de la libre y moderna crítica teatral y del teatro nacional 107 Manuel Ascensio Segura [ II ] 110 Otros aspectos del teatro. Actores y actrices, danzas 111 Bailes y tonadillas

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TOMO 3 [ INDICE ]

[ III ] 111 La difusión de la ópera 113 El auto de fe con Peregrinaciones de una paria [ IV ] 113 El reglamento de teatros [V] 113 La primera ascensión en globo en el Perú. El globo de hidrógeno de Paullín. Los acróbatas aeronautas y el viaje de Blanchard

CAPÍTULO 39 EDUCACIÓN Y ESTABLECIMIENTOS DE CULTURA ENTRE 1827 Y 1841 [I] 118 Los niños y los adolescentes en el siglo XIX [ II ] 118 Educación, aspectos generales. El permiso constitucional para el voto de los indígenas 118 La administración educacional 119 Aulas de latinidad, escuelas primarias en Lima. Educación femenina 122 El método para enseñar a escribir [ III ] 122 La enseñanza de José Joaquín de Mora 122 El Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe 122 El Colegio San Carlos [ IV ] 123 La decadencia de los estudios médicos 125 Abel Victorino Brandin y la introducción de la quinina 125 El caso de la Salguero 126 La enseñanza de la obstetricia 126 La autonomía de la farmacia [V] 126 La educación en provincias 127 Colegios de provincias 127 Jauja 127 Cuzco 128 Puno 128 Moquegua 130 Ica 130 Arequipa 131 Huaraz 131 Huánuco 131 Piura 131 Chachapoyas 133 Cajamarca 133 Huancavelica 133 Trujillo 133 Lambayeque 133 Ayacucho 133 Huancayo [ VI ] 134 Los estudiantes pobres y los provincianos 134 Las universidades de provincias [ VII ] 135 La Biblioteca Nacional y otros establecimientos

SeGundo período La faLaZ proSperidad deL Guano (1842-1866) CAPÍTULO 1 EL RÁPIDO AUMENTO DE LOS INGRESOS Y LOS EGRESOS DEL ESTADO Y SU RELACIÓN CON LA PLUTOCRACIA COSTEÑA (1842-1864) [I] 140 Las grandes exportaciones del guano en su fase inicial. El mar del Perú 140 Las aves guaneras 141 Ubicación del guano 142 La historia anterior del guano 146 El arrendamiento de los yacimientos del guano a Quirós y su anulación 146 La sociedad entre el Estado y Quirós-Allier 147 El tercer contrato con Quirós y sus socios 147 Las incertidumbres en el negocio del guano 148 La prórroga del contrato del guano por un año hasta 1847 148 Dos contratos menores y uno anulado 150 El contrato de consignación del guano de julio de 1847 y el empréstito de 700 mil pesos por la Casa Montané 150 El empréstito para el pago de sueldos y pensiones y el contrato de consignaciones del guano de diciembre de 1847 Creciente importancia de la Casa Gibbs 151 El derecho de la comunidad de Puquina sobre el guano de las islas al norte de Ilo 151 El contrato de la conversión de bonos de la deuda externa y de consignaciones del guano por la Casa Gibbs en enero de 1849 y la recomendación del Legislativo en pro de contratos mejores y a favor de los hijos del país 153 Resumen sobre la explotación del guano 154 El empréstito de octubre de 1849 para pago de sueldos y pensiones y el contrato al respecto con Gibbs y Montané 154 El contrato de empréstito de mayo de 1850 con las casas Gibbs y Montané por 384 mil pesos 154 El contrato de empréstito de mayo de 1850 con la Casa Gibbs por 800 mil pesos 154 La prórroga de la consignación a la Casa Gibbs en mayo de 1850 por cinco años 154 La servidumbre del Estado ante la Casa Gibbs en abril de 1851 156 El contrato de consignación nacional del guano a Estados Unidos en octubre de 1850. La inexistencia de grandes capitales peruanos para el negocio del guano en sus comienzos 156 El carguío del guano. Las condiciones de trabajo

[ III ] 164 La deuda externa 164 El arreglo de la deuda inglesa [ IV ] 166 Arreglo de la deuda con Nueva Granada y Ecuador 167 El arreglo de la deuda con Venezuela 167 El pago de un millón a los herederos de Bolívar 167 El arreglo de la deuda con Estados Unidos 167 El arreglo de la deuda con Chile [V] 168 La consolidación de la deuda interna. La ley de setiembre de 1847 168 La ley de diciembre de 1847 168 La ley de marzo de 1848 168 La ley de 16 de marzo de 1850 170 El pago de la deuda interna hasta marzo de 1851 171 Castilla y el crédito de Mariano Vidal contra el Estado 171 Los sueldos y ajustes de Castilla

CAPÍTULO 3 LOS EFECTOS DE LA ABUNDANCIA FISCAL SOBRE EL CRÉDITO PÚBLICO Los excesos en la consolidación y en la conversión de la deuda interna (1851-1853). El empréstito de 1853. Los presupuestos entre 1850 y 1863 [I] 174 La consolidación 175 El monto de la consolidación 175 Acusaciones sobre la manera como se efectuó la consolidación 179 Argumentos dados en defensa de la consolidación 180 Los enriquecidos con la consolidación 183 Torrico 184 El costo de la vida 184 Clausura de la consolidación [ II ] 185 El empréstito en Londres y la conversión de la deuda angloperuana en 1853 189 La conversión de la deuda interna. Los efectos sociales y económicos de la conversión 191 Mendiburu y su propio juzgamiento [ III ] 191 La ley alegre que aprobó los actos del Poder Ejecutivo [ IV ] 191 El presupuesto nacional entre 1850 y 1854 [V] 195 Las rentas públicas permanentes entre 1854 y 1864 196 El crecimiento de los gastos públicos y los presupuestos 196 El presupuesto en 1863-1864

CAPÍTULO 2 LA IMPLANTACIÓN DEL PRESUPUESTO. CONTRIBUCIONES. La apertura a la prodigalidad en el arreglo sobre la deuda inglesa en 1849. La cancelación de las deudas con los países americanos. La tranquila consolidación de la deuda interna hasta marzo de 1851

CAPÍTULO 4 LOS PRIMEROS INTENTOS PARA ROMPER EL SISTEMA DE LAS CONSIGNACIONES DEL GUANO Y SU FRACASO (1855-1858) Los apoderados fiscales y la franqueza acusadora de José Casimiro Ulloa, Luis Mesones y Felipe Barriga Álvarez

[I] 160 La implantación del presupuesto en 1846-1847 161 El presupuesto de 1848-1849. 161 La ejecución del presupuesto de 1848-1849 162 La Dirección General de Hacienda y el Tribunal Mayor de Cuentas [ II ] 162 Abolición de la contribución de castas 163 Abolición de las medias annatas. 163 La contribución de indígenas

200 Los debates iniciales en la Convención Nacional adversos a las consignaciones del guano 200 La denuncia de Carlos Barroilhet contra la Casa Gibbs y de la Compañía General Marítima de París contra Montané 201 José Gálvez y la voluntad de investigar las consignaciones. La ley de la Convención Nacional. Los apoderados fiscales 201 Los efectos de la denuncia de Mesones contra la Casa Gibbs y de la denuncia francesa contra la Casa Montané 202 Lo que hizo y lo que no hizo la comisión fiscal en Inglaterra. La falta de energía ante la Casa Gibbs

[ INDICE ] TOMO 3

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203 La comisión fiscal en Francia y sus colonias. La renuncia de Montané y la administración directa del guano 204 La resuelta actitud del Gobierno peruano en 1858 en favor de la Casa Gibbs 205 La comisión fiscal en Estados Unidos 205 El final de la primeras investigaciones sobre el guano 205 Los informes de los comisionados fiscales 206 El opúsculo de José Casimiro Ulloa sobre los aspectos económicos y administrativos del negocio del guano y las denuncias que hizo 208 La polémica Ulloa-Ezeta. 209 La asepsia en los Anales de la Hacienda Pública

CAPÍTULO 5 EL SISTEMA DE LAS CONSIGNACIONES DEL GUANO Y CÓMO LO CAPTURÓ LA PLUTOCRACIA COSTEÑA La supervivencia y la eliminación de la Casa Gibbs. La diversificación en los mercados. Las deficiencias en la contabilidad fiscal [I] 212 La reafirmación en el crecimiento de la exportación del guano y la inicial hipoteca de sus ganancias 212 La inconveniente prórroga en 1853 por seis años de la consignación a la Casa Gibbs para el mercado de Inglaterra; y el recorte en los otros privilegios de ella 213 La aparición de nuevas agencias en los contratos de consignación 214 Las cifras de la exportación del guano y la importancia de ellas en el presupuesto de 1854-1855 hasta casi el 50% de los ingresos [ II ] 214 Las consignaciones entre 1855 y 1859 215 La opinión de Juan José Salcedo sobre las consignaciones 216 La inopia del erario en enero de 1859. La "caridad" de los consignatarios [ III ] 217 Las condiciones impuestas por el Poder Legislativo para los contratos de consignación del guano en 1860. La preferencia a los nacionales 217 La opinión de Manuel Toribio Ureta sobre la Casa Gibbs. "Ni la pobre fortuna de un aldeano" [ IV ] 218 Los contratos de 1860 y 1862. La eliminación de la Casa Gibbs 218 ¿Hubo amenaza de sublevación si la Casa Gibbs no era eliminada? 218 El contrato de consignación a Gran Bretaña suscrito en 1862 por capitalistas nacionales, nuevo capítulo en la historia del guano 219 La consignación en España en 1862 y su entrega a nacionales [V] 219 Las cinco características decisivas del período 1860-1862 en la historia de las consignaciones [ VI ] 229 El precio del guano 222 La drástica ley de 1857 222 El producto del guano 222 La distribución en las exportaciones del guano [ VII ] 223 El aumento en la falta de supervigilancia sobre los consignatarios. El precio de la tonelada del guano. Las adulteraciones en cuentas y el destino del empréstito de 1862 [ VIII] 224 El carguío del guano 224 El sistema para el embarque del guano 224 Las consignaciones entre 1863 y 1864

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TOMO 3 [ INDICE ]

CAPÍTULO 6 LA FORMACIÓN DE LA PLUTOCRACIA COSTEÑA El significado de La Revista de Lima [I] 228 La abolición de los mayorazgos 229 La prohibición de las disposiciones testamentarias que aplicaban ad perpetuum. Los arrendamientos de inmuebles en misas y sufragios por el alma del testador 229 Un litigio sobre mayorazgo en 1896 230 Las leyes sobre redención de censos [ II ] 231 El caudillaje y la ausencia en él de enriquecimientos personales o familiares o de gravitación sobre el latifundio [ III ] 231 Los orígenes de la primera plutocracia republicana costeña [ IV ] 233 La interpretación conspiratoria del pasado 233 Los "representantes ideológicos civiles" al lado de los militares como servidores de la plutocracia [V] 237 La clase plutocrática ¿tuvo su órgano en La Revista de Lima? 239 Manuel Pardo y La Revista de Lima 239 El problema de la productividad y el guano [ VI ] 241 La ilusión en los ferrocarriles [ VII ] 244 Un esquema unilinear

CAPÍTULO 7 UNA APRECIACIÓN SOBRE LAS CONSIGNACIONES Y ACERCA DEL SIGNIFICADO HISTÓRICO DEL GUANO [I] 248 Lo que dijeron los partidarios de las consignaciones 249 Los beneficiarios con las consignaciones hasta 1850 249 Las relaciones entre el Estado y los consignatarios 249 Los vicios en el sistema de las consignaciones [ II ] 250 El empobrecimiento fiscal en la iniciación republicana y el significado del guano durante su apogeo y la bancarrota 253 El guano en la historia social del Perú

CAPÍTULO 8 LOS AZARES DE LA DEUDA INTERNA Y DE LA DEUDA EXTERNA ENTRE 1855 Y 1862 [I] 256 La crítica ante la deuda consolidada y trasladada. La suspensión del pago de los vales Echenique 256 La supuesta falsificación de la firma de Castilla en la orden sobre la conversión en Francia [ II ] 257 La primera ley de la Convención Nacional. Sobre la deuda interna consolidada 258 La rehabilitación de la deuda consolidada [ III ] 260 El pago de la manumisión [ IV ] 261 El adelanto de fondos para la inmigración europea 263 Los vales de la guerra civil de 1854 263 La deuda de reparación [V] 263 La deuda externa [ VI ] 264 El empréstito externo de 1862 264 El conflicto entre el Parlamento y el ministro Gálvez sobre el empréstito de 1862

265 El conflicto entre Castilla y su ministro Gálvez sobre el empréstito de 1862 265 La incertidumbre sobre los lingotes de oro 265 La tardía aprobación del empréstito de 1862

CAPÍTULO 9 LA INUNDACIÓN DE FEBLE BOLIVIANO Y LA GUERRA QUE PUDO OCASIONAR LA LEY DE LA MONEDA DE 1863 Y SUS ANTECEDENTES El saneamiento monetario. La aparición de los bancos, quiénes los fundaron [I] 268 La moneda boliviana 269 Peso, ley y tipo de la moneda nacional en 1840 [ II ] 269 La segunda inundación de moneda feble boliviana 269 El conflicto con Bolivia. La misión Paredes 270 Expulsión del ministro peruano en La Paz, Paredes 271 Actitud del Consejo de Estado peruano 271 Las represalias comerciales 272 Ultimátum peruano y agitación a favor de la guerra 272 Aplazamiento de la guerra 273 La ley de 1853 sobre la moneda feble [ III ] 273 Las leyes sobre la moneda entre 1857 y 1863 [ IV ] 274 La ley de 1863 277 La lucha por una indemnización a los comerciantes tenedores del feble boliviano y el alza de precios [V] 277 El saneamiento monetario 278 Ignacio Noboa 280 El sistema métrico decimal [ VI ] 280 La reducción en el número de las casas de moneda [ VII ] 281 La aparición de los bancos

CAPÍTULO 10 LAS INDUSTRIAS, EL COMERCIO, LA AGRICULTURA, LA ESCLAVITUD, LA MINERÍA, LAS INMIGRACIONES, LA MONEDA, LOS BANCOS (1845-1864) 284 La decadencia en la industria textil de la sierra [I] 284 El mantenimiento de los gremios 285 Algunos gremios de Lima en 1850 285 El ordenamiento de los gremios en 1849 285 Los problemas del gremio de panaderos limeños 286 El gravamen a las manufacturas europeas 286 La inútil protección a los tocuyos nacionales y el contrabando de los extranjeros [ II ] 286 La fábrica de hilados y tejidos de algodón 287 ¿El fracaso de Casanova resultó de una conspiración? 288 En busca de una explicación sencilla 290 El renacimiento de la industria textil limeña [ III ] 290 Las acequias de Lima y su poder hidráulico 290 La fábrica de papel 291 Otros establecimientos fabriles 291 La fundición de Bellavista 291 La introducción de los fósforos 291 Los salarios en Lima y fuera de Lima hacia 1849 [ IV ] 293 El contrabando de mercaderías extranjeras y los artesanos nacionales. La ley de 1849

[V] 293 El colapso del primer industrialismo limeño 293 La primera organización proletaria 294 Artesanos y comerciantes al por menor, librerías [ VI ] 294 La abolición de los gremios 294 Artesanos y obreros en Lima en 1860 [ VII ] 297 La protesta de los artesanos contra la importación de artefactos en 1858 [ VIII ] 298 Francisco Garmendia, un épico viaje de Islay a Quispicanchis. Antonia Nadal de Garmendia y la fábrica de tejidos de Lucre 300 La fábrica de Urcos [ IX ] 300 El reglamento de comercio de 1852 y algunos documentos conexos

ÍNDICE DE CONTENIDO ADICIONAL RECUADROS

36 Las uvas, el vino y el Pisco de Ica 46 Reglamentos de comercio 1833-1840 60 Una economía devastada 100 La orgía periodística de Cuzco 124 Los colegios de educandas 152 El tesoro del Perú 188 Otro estilo de vida: el culto al consumismo 240 La nueva élite del guano 252 Un balance de la historia del guano 262 El festín de los bonos de la deuda interna 276 Una mala moneda invade el Perú 296 La revolución industrial de "Los tres amigos"

LÍNEAS DE TIEMPO

204 El boom y la bancarrota 270 El feble boliviano

PERSONAJES

112 Flora Tristán 164 Ramón Castilla 180 Juan de Arona 216 José Rufino Echenique

INFOGRAFÍAS

94 Diarios peruanos 144 Aves guaneras 221 Consignaciones

[ INDICE ] TOMO 3

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[ tomo 3 ]

[ Primer período: la época fundacional de la república ] I Co­mu­ni­ca­cio­nes y trans­por­tes Gui­ller­mo Wheelw­right y la na­ve­ga­ción a va­por ● El sig­ni­fi­ca­do so­cial y eco­nó­mi­co del va­por.

capítulo 32 ●



LAS COMUNICACIONES Y LOS TRANSPORTES HASTA 1842. EL SIGNIFICADO SOCIAL Y ECONÓMICO DE LA NAVEGACIÓN A VAPOR

CAPÍTULO

32 [ ]

C

[I] OMUNICACIONES Y TRANSPORTES.- El servicio de comunicaciones terrestres no recibió mejoras en el período entre 1826 y 1841. El nombre El Telégrafo fue usado por un diario de Lima en 1827 y en 1832-1839; pero el telégrafo no llegó al país. La Administración General de Correos tenía sus oficinas repartidas entre las administraciones principales en las capitales de departamento y las administraciones particulares. Las administraciones principales funcionaban en 1840, en Huaraz, Trujillo, Chachapoyas, Piura, Arequipa, Tacna, Ayacucho, Cuzco y Puno. Las administraciones particulares estaban organizadas según la carrera de valles, la carrera de Arequipa, la carrera del Cuzco y la carrera de Pasco, con una oficina especial en el Callao. En el personal para cada carrera podía haber de una a tres personas, incluyendo a un administrador, auxiliar, o interventor. La de valles comprendía: Chancay, Huaura, Supe, Barranca, Pativilca, Chiquián, Caraz, Carhuaz, Yungay, Chacas, Huarmey, Casma, Nepeña, Santa, Contumazá, Otuzco, Huamachuco, Parcoy, Cajamarca, Hualgayoc, Moyabamba, San Pedro, Guadalupe, Chiclayo, Lambayeque y Paita. La carrera de Arequipa abarcaba: Cañete, Chincha, Pisco, Ica, Palpa, Nazca, Acarí, Chala, Atico, Ocoña, Camaná, Aplao, Chuquibamba, Islay, Moquegua, Arica, Locumba y Tarapacá. La carrera del Cuzco incluía: Yauli, Tarma, Jauja, Huancayo, Huancavelica, Huanta, Andahuaylas, Abancay, Sicuani, Lampa, Azángaro, Carabaya y Juli. La carrera de Pasco pasaba por: Obrajillo, Pasco, Cajatambo, Huallanca, Huariaca y Huánuco. Los administradores o inter ventores ganaban de 25 a 12% de la renta de Correos. En 1841 regían, después de varias alternativas, las tarifas de 21 de setiembre de 1826 para las comunicaciones por tierra, según el peso de las car tas y las distancias en leguas del punto de partida. El giro de los correos se hacía por postillones. Las tarifas marítimas quedaron señaladas por decreto de 2 de enero de 1840. Otras normas vigentes entonces eran las de decreto de 22 de octubre de 1839.

GUILLERMO WHEELWRIGHT Y LA NAVEGACIÓN A VAPOR.- Los alborotos duraron toda la primera quincena del mes de noviembre de 1840. El domingo 8 la población de Lima, casi íntegramente, se trasladó al Callao en ómnibus, coches de alquiler, a caballo y hasta en los casi jubilados balancines. El 3 de dicho mes, a las tres y treinta de la tarde, con su capitán George Peacock había arribado al puerto mientras vomitaba un torbellino de humo negro, "a manera de una isla volcánica recién abortada por las olas", según dice un escritor de la época, el vapor Perú. En la arboladura, flameaba la bandera británica que luego se volvería, con el hollín, negra como la de un buque pirata. Las ruedas coloradas al entrar al puerto llenaban el casco de espumosos penachos por todas partes, hasta que luego se detuvieron, volvieron a girar, hicieron alto, tornaron a dar vueltas y por fin pararon. Salvas, cohetes, músicas, repiques de campanas, embanderamiento de casas celebraron el acontecimiento de aquella semana. El presidente de la República, mariscal Gamarra, visitó el vapor Perú a las doce y media del día, el sábado 7. Se embarcó con su comitiva, en medio de las salvas de las baterías del puerto y de los dos cañoncitos del vapor. Fue recibido con música a bordo, paseó las cámaras y examinó la

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[ CAPÍTULO 32 ]

maquinaria, "quedando sumamente complacido con el majestuoso aparato de esta". Luego el barco se puso en movimiento en medio del alborozo de la gente apiñada en el muelle, los balcones, las azoteas y aun la muralla de la plaza. A razón de nueve y media millas por hora, avanzó hasta la cabeza de la isla de San Lorenzo, mientras se servía un opíparo banquete a aquellos de los ciento dos caballeros invitados que no sentían los efectos del mareo. A la derecha del Presidente, cuyo uniforme de gala, de alto cuello bordado, hacía resaltar más su rostro desencajado, su color cetrino y sus cansados años, estaba un hombre a quien se dirigían las palabra, los gestos y hasta las miradas que el servilismo humano ha reservado para los grandes triunfadores. Con sus dos cuellos largos y puntiagudos, con su corbatín de terciopelo, con su chaleco vistoso, por cuya abertura asomaban la camisola calada y los botones de brillo, con su pantalón de peales de tobillo, con sus botas bulliciosas de alto taco y con una levita de arrugados faldones, Guillermo Wheelwright se sentía más incómodo que con el calor y con el bullicio. Era un hombre corpulento de cara llena y rojiza, poco hablador, que sabía escuchar, que no fumaba ni bebía en público y casi no dormía, simple y a la vez grave en el trato. Había nacido Wheelwright en 1798 en Newburyport, pequeña ciudad marítima del Estado de Massachussets, cerca de Boston. Después de haber hecho estudios en una escuela teológica, se dedicó, desde los trece años de edad, a la navegación y conoció como marinero los mares de América del Sur. Tenía 25 años cuando naufragó en Buenos Aires en 1823. Descalzo y desamparado, el mar lo hizo nacer de nuevo en otro puerto, esta vez en el Río de la Plata. Dobló el Cabo de Hornos, como sobrecargo de un buque norteamericano, cuando Bolívar acababa de consumar la Independencia. Navegó muchas veces por las costas del Pacífico entre Valparaíso y Panamá. Fue luego cónsul de Estados Unidos en Guayaquil, primer puesto entonces de la Gran Colombia. Al disolverse esta República vio las restricciones que sufría dicha ciudad e intuyó el desenvolvimiento de Valparaíso. Después de que sus dependientes habían arruinado, en su ausencia, su casa comercial, se trasladó al puerto chileno en 1829 a establecer un servicio de paquetes a vela con Cobija, y tomó él personalmente el mando de la goleta mercante Veloz Manuela de sesenta toneladas. A la vez, se dio tiempo para organizar en Valparaíso la provisión de agua potable en toda casa que quisiera tenerla por cañerías de fierro. A lugares diversos del Pacífico llevó maquinas para destilar agua potable y fábricas de ladrillo de construcción; y en muchos puertos colocó boyas o balizas e inició, además, el tráfico del carbón de piedra, del salitre, del bórax, de la cal y otras materias. Pero el gran proyecto de Wheelwright fue el de establecer la navegación a vapor en el Pacífico Sur. Uno de sus más vivos recuerdos de niño había sido el de haber tenido ante sus ojos el primer ensayo de buque a vapor por Fulton. Él mismo había contemplado la lentitud y el dispendio de tiempo en las travesías de los buques de vela; y había comprendido que el mar en calma, inconveniente para esos barcos, podía ser favorable para los vapores. Estos, por otra parte, navegan en línea recta o casi recta entre dos puertos, mientras los de vela necesitaban la ayuda de los vientos y de las corrientes; por eso, en contra de ellas y de los alisios, del Callao a Valparaíso se demoraban dieciocho días. El viaje del Callao a Inglaterra duraba ciento diez días, diez días más que desde Valparaíso, pues se hacía por el Cabo de Hornos. Ya en 1829 había visitado los puertos del norte del Perú un velero, el Telica, al que se colocó una maquinaria en Guayaquil. Este barco desapareció en una explosión en Huarmey. Wheelwright comenzó por interesar en su proyecto al comercio británico en el Perú. Con ese motivo, efectuáronse asambleas y se formaron comités especiales desde 1835 y 1836. A la vez, buscó el apoyo de los gobiernos. Por tal razón fue testigo de la batalla de Socabaya y Salaverry lo hizo depositario de sus últimas palabras y documentos. Santa Cruz, por decreto de 12 de setiembre de 1836, otorgó a Wheelwright el privilegio de navegar las costas y puertos de los Estados Nor y Sur-Peruanos en buques de vapor. En 1837 viajó el tenaz empresario británico a Londres; en su equipaje llevó la concesión oficial largo tiempo pedida. Entre quienes lo apoyaron en

EL VAPOR PERÚ

Fue el primer barco de vapor peruano. Llegó a bbbbbbb Lima desde Valparaíso (Chile) bajo el mando del capitán George Peacock. Fue construido en Londres por la Pacific Steam Navigation Company, empresa de Guillermo Wheelwright (1798-1873). El Perú pesaba 700 toneladas, medía 198 pies de largo (60.35 metros) y tenía una potencia de 150 caballos de fuerza. El dibujo que vemos aquí pertenece al libro El vapor conquista el Pacífico, de Arthur C. Wardle, publicado en 1940.

[ capítulo 32 ] período 1

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EL PERú, PRIMER VAPOR qUE LLEGÓ AL PACíFICO, DEMORÓ VEINTITRéS DíAS DE NAVEGACIÓN EFECTIVA ENTRE PLYMOUTH Y VALPARAíSO. EL 15 DE OCTUbRE DE 1840 ENTRÓ A ESTE PUERTO. (…) PARA ANCLAR EL 4 DE NOVIEMbRE A LAS TRES DE LA TARDE EN EL CALLAO, DESPUéS DE TOCAR EN COqUIMbO, HUASCO, CALDERA, CObIjA, ARICA, ISLAY Y PISCO (…)

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PERÍODO 1

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Inglaterra estuvieron Lord Cochrane y Peter Campbell Scarlett. Este último había sido un diplomático y viajero inglés en América del Sur y su libro en el que describió sus experiencias, publicado en 1838, incluyó un esquema de las operaciones de una compañía de vapores en el Pacífico, de acuerdo con las sugerencias de Wheelwright. El 6 de setiembre de 1838 se llegó a constituir en Londres la Pacific Steam Navigation Company con un capital inicial nominal de 250 mil libras dividido en 5 mil acciones de 50 libras, de las cuales mil se reservaron para colocarlas en América. La empresa no encontró acogida inmediata. A comienzos de 1839 el capital pagado solo ascendia a 5 mil libras. Fueron necesarias la constancia, la paciencia y el tino de Wheelwright para cumplir con sus propósitos. Dos vapores llegaron a ser construidos, el Perú y el Chile, gemelos, de madera, forrados en cobre, con aparejos de bergantín, 700 toneladas de registro, 150 caballos de fuerza total en las tres máquinas, 198 pies de eslora por 30 de manga. El barco reciente, Reina del Mar, de la Pacific Steam Navigation Company tuvo 600 pies y desplazó 25 mil toneladas. El contrato que celebraron el presidente Gamarra y su ministro Ramón Castilla con los agentes de Wheelwright el 14 de agosto de 1840, dio a la compañía inglesa un privilegio exclusivo por diez años en las costas y puertos del Perú, con las mismas excepciones y derechos que eran otorgados a las embarcaciones mercantes nacionales. Entre otros privilegios que recibieron estuvo el de que los buques de vapor debían abonar solo una vez en el Callao los mismos derechos de tonelaje que aquellos barcos, omitiendo los de anclaje, limpia y otros de capitanía; una resolución posterior limitó dicho pago a quinientas toneladas por considerar que la maquinaria y el carbón ocupaban doscientas toneladas (27 de noviembre de 1840). El Gobierno ordenó también que el Tribunal del Consulado se suscribiera con veinte acciones a la compañía de navegación de vapor; su valor debía provenir del fondo de arbitrios. El Perú, primer vapor que llegó al Pacífico, demoró veintitrés días de navegación efectiva entre Plymouth y Valparaíso. El 15 de octubre de 1840 entró a este puerto. De él salió el 25 del mismo mes con cuarenta pasajeros, para anclar el 4 de noviembre a las tres de la tarde en el Callao, después de tocar en Coquimbo, Huasco, Caldera, Cobija, Arica, Islay y Pisco, bajo el comando según ya se dijo del capitán George Peacock. Al Callao llegó con ocho pasajeros. Poco a poco se fue convirtiendo el vapor en un elemento habitual de la vida costeña después de que, trasladarse de un lugar a otro en un barco, había sido un complicado problema social y sicológico, como lo pintó imperecederamente Felipe Pardo y Aliaga en su artículo "Un viaje". El trayecto entre el Callao y Valparaíso, que antes podía durar hasta veinte o treinta días, quedó reducido a ocho días. El servicio hasta Panamá llegó a ser establecido en mayo de 1844. "En verdad los vapores nos han metido en una actividad tan repentina como estrepitosa (escribía en 1843 el escritor chileno de costumbres Jotabeche). Es moda visitarlo en su tránsito por nuestros puertos y causa vergüenza tener que confesar que no se ha dado una vueltecita por ellos…". Describe luego la agitación que un día de arribada producía en el puerto y las escenas que tenían lugar después de levantar el vapor su ancla. En el salón, alegremente iluminado, se reunían los que no habían caído víctimas del mareo; y allí se jugaba a las cartas o al ajedrez, se leía periódicos o se charlaba, mientras la ventana resultaba el aliado del desagradable gasecillo del carbón de piedra. Las camas eran incómodas y estrechos los camarotes, por lo que algunos viajeros se recostaban en los sofás de popa. Al fondear en un puerto, el barco lanzaba un cañonazo. Los primeros años de actividad representaron a la Pacific Steam fuertes pérdidas por errores, inexperiencia y dificultades en la obtención del carbón. De las 93.905 libras del capital efectivo, en diciembre de 1844 había perdido 27.010 libras. Weelwright fue destituido; pero más tarde tuvo que ser llamado de nuevo a la gerencia y logró valiosas ganancias para la compañía. Ella obtuvo un subsidio del Gobierno inglés con cargo al servicio postal y lo mismo hicieron Perú, Chile, Bolivia y Colombia. En 1885 se retiró de esta empresa. Cuando falleció en Londres, el 26 de

Carta de navegación. La Pacific Steam Navigation Company fue una compañía fundada en 1840 por el estadounidense Guillermo Wheelwright, con el fin de establecer la primera ruta comercial a vapor entre los puertos de Valparaíso y el Callao. El 17 de febrero de ese mismo año, la reina Victoria le otorgó a la compañía de Wheelwright la carta de navegación que observamos en esta imagen, publicada en el libro El Vapor conquista el Pacífico (1940), de Arthur C. Wardle.

[ capítulo 32 ] período 1

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EL VAPOR PERÚ. Con él, el traslado de pasajeros entre el Callao y Valparaíso se redujo de veinte días a solo ocho, con paradas en varios puertos del sur peruano. Los días de partida se anunciaban en la sección de avisos del diario El Comercio. ≥El que vemos a continuación pertenece al 5 de noviembre de 1840, un día después de su primera llegada al puerto del Callao.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 32 ]

setiembre de 1873, la Pacific Steam tenía treinta naves haciendo el servicio del Pacífico y diecinueve el del Atlántico por la vía del estrecho de Magallanes. Un año más tarde contaba con 57 vapores con la suma de 127.700 toneladas. En 1868 quedó regularizado el servicio de navegación directa a vapor entre la costa del Pacífico y Gran Bretaña. Weelwright intervino en otras obras de progreso. El decreto de 11 de noviembre de 1846 aceptó su propuesta para la construcción de la cañería de fierro por donde se debía conducir el agua al Callao desde Puquio Chivato hasta el muelle. En su parte considerativa, este decreto expresó que el agua consumida en el Callao era insalubre ya que era conducida sobre un terreno fangoso y sin preparación alguna que la librara de inmundicias y derrames. La resolución de 23 de junio de 1855 encargó a Weelwrigth la construcción de una iglesia de fierro en Inglaterra para el puerto de Iquique. En 1850 tuvo a su cargo Weelwright el ferrocarril de Caldera a Copiapó en Chile, casi al mismo tiempo que comenzaba a funcionar el ferrocarril de Lima a Callao. Estableció además la línea telegráfica entre Santiago y Valparaíso e implantó el alumbrado de gas. En la etapa final de su vida, dedicada en su mayor parte al desarrollo de las vías férreas, en Argentina, llevó a cabo en 1863 la construcción del ferrocarril de Córdova a Rosario y proyectó el ferrocarril trasandino entre Chile y aquel país. Otras de sus notables actividades fue la de dirigir las instalaciones hechas en el norte de Chile para producir agua dulce mediante la destilación del agua salada, experimento que apenas ahora se está volviendo una concreta realidad. Ganó mucho dinero y lo gastó pródigamente. Frase suya fue la siguiente: "La riqueza solo sirve en cuanto contribuye a satisfacer las necesidades de otros. Y si no es esta la norma de nuestro corazón, se convierte en una desgracia". Vivió con sobriedad y al morir en Londres dejó a su viuda y a su hija un caudal de tan solo 500 mil libras, que creyó suficiente para asegurar su subsistencia. Entre sus legados estuvo el de una modesta suma para una escuela científica en su lugar natal, Newburyport. Hoy esta escuela tiene un capital de un millón de dólares y numerosos jóvenes han sido formados en ella. Luchador incejable, jamás descargó un arma de fuego. Soñador audaz de realidades, tuvo la dicha de ser obrero y empresario de sus propias concepciones. Vencedor del tiempo y del espacio, no unió a su ímpetu de hombre de empresa la crueldad o la soberbia. Juan Bautista Alberdi dijo de él: "Ganó su fortuna haciendo la fortuna de todos". El nombre de Weelwright debe ser recordado como símbolo del capitalismo privado extranjero, útil en cuanto implica dominio sobre las dificultades de la naturaleza tan grandes en nuestra América, y para el desarrollo del potencial económico. Frente a Weelwright hay que poner los nombres que simbolizan el capitalismo extranjero financiero, muchas veces, a la larga, funestísimo. Podría formularse una antítesis para poner frente a los Weelwrigth, los Dreyfus.

GUILLERMO WHEELWRIGHT (1798-1873)

El estadounidense bbbbbbb Guillermo Wheelwright estableció la navegación a vapor en este lado del océano Pacífico. Se hizo a la mar muy joven: a los 12 años pertenecía ya a la marina y a los 24 era capitán de un buque mercante. En 1840 fundó en Chile la Pacific Steam Navigation Company, compañía dedicada al comercio marítimo.

EL SIGNIFICADO SOCIAL Y ECONÓMICO DEL VAPOR.- Al Perú de las primera décadas del siglo XIX, tan estático a pesar de las endémicas turbulencias políticas, tan sin conciencia naval, Weelwrigth trajo un sentido oceánico que llegó a ser un factor dominante solo más tarde y con vigencia fugaz, en los días de Castilla y Echenique, durante el conflicto con España entre 1864 y 1866 y a través de las asombrosas hazañas de Grau. Señaló la enorme importancia del mar en la vida decimonónica, así como el aire ostenta análogo significado en nuestra época. En el momento más trágico que vivió el Perú en el ochocientos, su lamentable debilidad en el mar fue la premisa para la catástrofe. Trajo, asimismo, Weelwrigth una obvia revolución industrial y también una revolución geográfico-económica porque su obra implicó una mayor aproximación de América del Sur con Europa y Estados Unidos. En esta intensificación y crecimiento de comunicaciones y transportes si,

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La navegación a vapor. Los primeros barcos a vapor que navegaron por el océano Pacífico fueron el Rising Star y el Telica. En 1829 llegó al Perú el segundo de ellos, proveniente de Europa. Luego de aquella visita, se publicaron varios tratados sobre el tema, tal como el que vemos aquí, titulado: |~"Documentos relativos a la proyectada compañía de navegación por el vapor en el Pacífico" (1836).

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de un lado resultó favorecida la marcha de la exportaciones hacia los centros mundiales del capitalismo, con lo cual se acentuó el fenómeno de la dependencia, por otra parte aumentó el volumen y la calidad de la importación de artículos manufacturados, con graves daños para las tradicionales artesanías, los gremios y las industrias de raigambre local. Además, al aumentar la frecuencia y la comodidad de los viajes por el extenso litoral peruano, creció la impor tancia de la zona de la costa en la vida nacional, fenómeno que bien pronto fue acentuado por la explotación del guano existente en las islas de Chincha y por otras características. Al mismo tiempo, el barco a vapor simbolizó, antes que el ferrocarril, una victoria sobre la distancia, factor que silenciosamente tantos efectos malsanos ha tenido en el Perú. El siglo XIX fue el siglo del carbón y no supimos que en nuestro suelo había carbón; y las pocas vías férreas que, en increíbles hazañas y con grandes sacrificios y mucho despilfarro de dinero y de hombres, pudimos entonces abrir, contribuyeron a llevarnos a la bancarrota. El sueño del ferrocarril que debía unir la costa con la selva perduró hasta las primeras décadas del siglo XX. Esta centuria y quizá la que viene han de ser las del petróleo y nuestro suelo lo alberga en grandes cantidades, y las del motor a explosión, dominador del territorio y de las alturas, o sea las de las carreteras y de la aeronavegación. Cuando en una época inmediatamente posterior a la que estudia el presente capítulo, creció el tráfico marítimo entre el Perú, el norte de Sudamérica, Panamá, Cuba, Estados Unidos y Europa, la importancia social y económica de la navegación a vapor creció, según se verá en el momento oportuno. El establecimiento del ferrocarril que unió el Pacífico y el Atlántico en el istmo de Panamá tuvo vastas consecuencias. En suma, la empresa que Guillermo Weelwrigth supo iniciar, proseguir y desarrollar, implicó un efectivo aunque (desde nuestros actuales puntos de vista) tímido anuncio de la era mundial de la velocidad.

ISLAS DE CHINCHA

Ubicadas al sur de la capital, en la bahía de Paracas (Ica), las tres islas de Chincha eran, en el siglo XIX, los depósitos más grandes de guano del Perú. En ellas fueron instalados puentes y mangas para cargar el fertilizante en barcos que luego se encargaban de transportar el valioso material a los principales mercados de Europa, América Central y América del Norte.

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[ tomo 3 ]

[ Primer período: la época fundacional de la república ] capítulo 33 ● I La mo­ne­da en la ini­ cia­ción de la Re­pú­bli­ca ● Los bi­lle­tes de cré­di­to pú­bli­co ● II La ley pa­ra li­be­rar de ta­sa fi­ja el in­te­rés del di­ne­ro co­mo sím­bo­lo del in­cre­men­to de la ri­que­za ba­sa­da en el ca­pi­tal ● El agio y la usu­ra ● III El cos­to de vi­da en Li­ma en 1842.

LA MONEDA EN LA INICIACIÓN DE LA REPÚBLICA. EL AGIO Y LA USURA. EL COSTO DE VIDA EN LIMA EN 1840

CAPÍTULO

33 [ ]

L

[I] A MONEDA EN LA INICIACIÓN DE LA REPÚBLICA.- Al iniciarse el período nacional circulaban en el país monedas de oro y plata españolas, las de la República de uno y otro metal y los billetes del crédito público, emitidos en pagos de deudas reconocidas del Estado. Las monedas de sello español fueron desmonetizadas por decreto de 23 de enero de 1830. Desde inmediatamente antes de la época de la Confederación se difundió la moneda boliviana. Los metales acuñados como moneda sumaron en el Perú un promedio anual de 5.300.000 pesos, entre 1790 y 1794. En cambio, en 1826 se amonedaron 2.800.000 pesos que bajaron a 2.300.000 pesos en 1830. Esto no demostraba, en concepto de José María de Pando en su memoria de 1830, que había habido una disminución proporcional en el producto rendido por las minas. A su juicio, salían clandestinamente del país 4 o 5 millones, principalmente en plata piña. Continuaron en funcionamiento las casas de moneda de Lima y Cuzco. Esta última fue fábrica de cor tísimas labores, gravosa para la nación y mal situada para la comodidad de los tenederos de pastas. La ley de 17 de junio de 1831 estableció casas de moneda en Trujillo y Arequipa. Una ley de 1833 autorizó la creación de una casa de moneda en varios lugares, entre ellos Cerro de Pasco; y el gremio de mineros de ese asiento solicitó que se cumpliera dicha ley; el Gobierno accedió por resolución de 25 de febrero de 1842. La Casa de Moneda de Lima, destruida por los realistas en 1824, fue rehabilitada para su funcionamiento en 1831 por su benemérito director Cayetano de Vidaurre. El reglamento de esta Casa fue expedido el 24 de abril de 1830. Durante la Confederación Perú-boliviana fue emitida moneda distinta en el Estado Sur-Peruano y en el Estado Nor-Peruano. LOS BILLETES DE CRÉDITO PÚBLICO.- Las deudas reconocidas por el Estado fueron pagadas en billetes del crédito público. Ellos se convir tieron de hecho en papel moneda y ascendieron, más o menos, a 6 millones en 1827. Dichos billetes hallábanse en depreciación; y para mejorarlos fueron admitidos en las aduanas como forma de pago para cier to porcentaje de los derechos que hubiese que abonar (decretos de 26 de abril y 31 de agosto de 1827 y 7 de enero de 1830). La emisión de este papel moneda llegó a ser suspendida (decretos de 7 de enero de 1830 y 16 de junio de 1831). Por decreto de 11 de mayo de 1830 se suspendió, también, la admisión de billetes en las aduanas, y se permitió, en cambio, que con ellos se abonase una par te de las contribuciones de industrias, novenos, licores, pólvora, alcabala de enajenaciones y tabaco. A pesar de dificultades e incumplimientos, a principios de 1838 se había amortizado más de 4 millones de billetes de crédito público; y ellos quedaron reducidos a poco más de 1.600.000 pesos. Según ya se ha visto, hacia 1837 o 1838 valían el 10% de su precio nominal; y el Estado recibía en ellos el valor de las haciendas y minas que vendía.

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Con el objeto de evitar los desórdenes, abusos y falsificaciones que se habían advertido en estos billetes, el gobierno de Gamarra ordenó, por decreto de 2 de marzo de 1839, que se presentaran todos los que estaban en circulación y que se llenasen ciertas medidas de seguridad en las nuevas emisiones que se hicieran.

[ II ] LA LEY PARA LIBERAR DE TASA FIJA EL INTERÉS DEL DINERO COMO SÍMBOLO DEL INCREMENTO DE LA RIQUEZA BASADA EN EL CAPITAL.- El 7 de enero de 1833 se promulgó la ley, aprobada el 22 de diciembre de 1832, que derogó todas las leyes "que prohíben o restringen las usuras o intereses del dinero en los contratos de este género". El interés del dinero quedó, pues, sin tasa fija, pudiendo pactarse el que quisieran los contratantes. Se permitió sacar así el mayor provecho posible del capital, incitándolo al préstamo a interés y favoreciendo el flujo y reflujo que caracterizaban su movimiento. Durante el régimen virreinal el comercio había estado en pocas manos y solo se efectuaba con la metrópoli; la industria carecía de gran desarrollo y se daba preferencia a la propiedad inmobiliaria, rústica o urbana, como expresión de riqueza. Era posible la fácil acumulación de capitales, mientras que era difícil el empleo de ellos, por lo cual solía presentarse la tendencia a soterrarlos. La ley de enero de 1833 fue una de las manifestaciones más importantes del proceso, acelerado con la Emancipación, de favorecer el desarrollo del comercio y el incremento de la riqueza basada en el capital, en contraste con el tradicional predominio de la riqueza asentada sobre bienes inmuebles.

EL AGIO Y LA USURA.- Antes de la revolución, el alquiler del dinero fue realmente moderado y tenía que serlo. No había libertad de comercio ni de industria. Abundaba el dinero en las grandes ciudades como resultado de la preferencia otorgada a la explotación de minas de oro y de plata. El gobierno del Virreinato, aunque a veces tuviera penurias, contaba con recursos, especialmente en la Corte limeña: y no conoció grandes desfalcos hacendarios o empréstitos que dieran lugar a operaciones de agio. Este era en verdad, desconocido en una sociedad demasiado rutinaria para complicaciones fiscales ni negocios avanzados de crédito público. En la época del advenimiento de la República surgió un movimiento social y administrativo casi enteramente nuevo; y las guerras que la acompañaron consumieron gran cantidad de valores. Escaseó el dinero. Salió este en grandes cantidades en el equipaje de los emigrados españoles; y la explotación de las minas sufrió una baja notable. Así fue como el alquiler del numerario se elevó de modo ver tiginoso ante la pobreza general, los gastos públicos incrementados y la administración pública congestionada por mayores obligaciones. Las deudas contraídas durante la guerra independentista y las que vinieron tras de ella, los haberes reconocidos a quienes adquirieron el título de "liber tadores de la Patria" y los déficits crónicos para diversas entidades y personas y el Estado mismo, significaron un lastre que no lograron aligerar funcionarios suficientemente preparados. El dinero fue más necesario que nunca. Los papeles de crédito entraron en la circulación social. La República se inauguró así, escribió José María Samper, escoltada por el agio y la usura, no la franca y leal sino la sórdida, traidora y espoliadora, al amparo de las leyes que limitaban el interés sin forjar sólidos elementos de crédito. Los préstamos de dinero muchas veces se ampararon en intereses ilegales mediante sistemas de descuentos anticipados y así surgieron los usureros, en más de una ocasión beneficiados con ganancias de un 50%. Ellos volviéronse exper tos en preparar pagarés o escrituras

DURANTE EL RéGIMEN VIRREINAL EL COMERCIO HAbíA ESTADO EN POCAS MANOS Y SOLO SE EFECTUAbA CON LA METRÓPOLI; LA INDUSTRIA CARECíA DE GRAN DESARROLLO Y SE DAbA PREFERENCIA A LA PROPIEDAD INMObILIARIA, RúSTICA O URbANA, COMO ExPRESIÓN DE RIqUEzA.

[ CAPÍTULO 33 ] PERÍODO 1

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LA CRECIENTE ACTIVIDAD COMERCIAL Y EL RáPIDO DESARROLLO DEL CRéDITO FAVORECIERON YA EN LA DéCADA DE LOS 1850 A LOS PRESTAMISTAS qUE OPERARON COMO INDIVIDUOS O COMO CASAS COMERCIALES DEDICADAS A MúLTIPLES NEGOCIOS. ALGUNAS DE ELLAS EMITIERON VALES O bILLETES A LA VISTA Y AL PORTADOR.

con todas las cláusulas para soslayar el peligro de cualquier escapatoria de los deudores; en olfatear y desenterrar buenas fincas hipotecarias per fectamente saneadas en poder de dueños sin liquidez; en estimar y avaluar para su beneficio alhajas u otras prendas; en hacer poner en regla los endosos de títulos de deuda pública, pagarés cer tificados u órdenes de pago por sueldos o pensiones; en rechazar los documentos de feble garantía, escaso provecho o difícil organización. A veces ni oficina abierta tenían. Se paseaban a horas ya conocidas por lugares céntricos, especialmente los portales de la Plaza de Armas y allí los encontraban quienes necesitaban solicitar dinero bajo cualquier forma de préstamo, descuento u otra negociación similar. Eran éstos empleados civiles o militares o pensionados o cesantes que no habían cobrado aquello que el Tesoro les debía; mercaderes impedidos, por diversas circunstancias, de realizar sus efectos y con urgencias para cubrir plazos a punto de vencerse bajo la amenaza de perder su crédito; especuladores necesitados de fondos o de socios comanditarios para iniciar alguna empresa o para ajustar con el Gobierno contratos de suministros, obras públicas o anticipaciones. A veces los usureros negociaban también directamente mediante empréstitos leoninos con los regímenes políticos en dificultades por los trastornos constantes. La creciente actividad comercial y el rápido desarrollo del crédito favorecieron ya en la década de los 850 a los prestamistas que operaron como individuos o como casas comerciales dedicadas a múltiples negocios. Algunas de ellas emitieron vales o billetes a la vista y al portador. La figura del usurero, novedosa en el siglo XIX, aparece en El padre Horán, novela que Narciso Aréstegui publicó en 1848, simbolizado por los colores más odiosos por don Tadeo. Allí se recuerda que antaño, en el Cuzco, los préstamos en dinero eran sin intereses. "Ahora es necesario (declara uno de los personajes, oriundos, como todos los demás, de la Ciudad Imperial) dar prendas que valgan cuatro tantos más que la cantidad que se pide prestada… y otorgar, además, un documento en papel sellado con firma del escribano y fuera de los créditos que se deben pagar puntualmente, todavía es preciso halagar a los acreedores con algunos regalillos… Sin embargo de esto, si faltas al compromiso, te hacen andar de puntillas por los juzgados" (1). Don Tadeo no se fía de la honradez de sus clientes. Solo presta con la garantía de plata labrada o cosas de ese tipo; y otorga un año de plazo y el 3% mensual. Pero quien escribió páginas magistrales sobre el usurero fue el colombiano José María Samper en Los claveles de Julia, escenas de la vida peruana (2). Aunque la trama de la obra gira alrededor de unos amores románticos, la figura más recia es la del prestamista don Pascual, que medra en Lima desde los años de la guerra de la Independencia hasta avanzada la centuria. Sin pretender agotar la galería de los tipos sociales aquí mencionados, interesan las informaciones que da Fernando Casós en su novela ¡Los hombres de bien! sobre la angustiosa situación económica en que se halló el régimen de Pedro Diez Canseco en Lima inmediatamente después de su victoria en 1867 y sobre distintos personajes de la época, inventados o retratados. Entre ellos aparece una mujer: "Una de aquellas diurnas lechuzas que revolotean siempre entre las oficinas y el Tesoro, como aquellos avechuchos lo hacen alrededor de los templos, atraídos por el olor de las lámparas que los devotos colocan en los altares; una de aquellas mujeres compradoras de sueldos que se lanzan a esa industria usuraria después de un escandaloso divorcio o de un desengaño a los cuarenta años. Era esta una señora de esa edad, flaca y escuálida pero muy ataviada y garbosa, de fácil palabra y maravilloso olfato nombrada Petronila Salamanca". La Salamanca es figura de primer plano en la novela antedicha.

Narciso Aréstegui. El padre Horán, Lima, Editorial Universo, 1970, Vol. I, p. 87. Bogotá, Imprenta Zalamea Hermanos, 1881. Véase, sobre todo pp. 10-33. Samper escribió esta novela en 1863, y la publicó fragmentariamente en Lima. Ningún crítico bibliográfo nacional la menciona. (1) (2)

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Una ciudad cara. A mediados del siglo XIX, Lima pasaba por una buena coyuntura política. Sin embargo, económicamente vivía momentos difíciles. Nuestra capital se había convertido en la segunda ciudad más cara del continente, en una lista encabezada por Caracas y que continuaba con México, Montevideo, Bogotá, Santiago y Buenos Aires. Aquí podemos apreciar la riqueza arquitectónica de Lima, en un dibujo a lápiz del siglo XIX.

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EL COSTO DE VIDA EN LIMA

[ III ] EL COSTO DE VIDA EN LIMA EN 1842.- Celia Wu Brading ha publicado, a base de documentos pertenecientes a Belford Hinton Wilson, que hoy se encuentran en la Fundación John Boulton de Caracas y en archivos británicos, un estudio comparativo sobre el costo de vida en diversas capitales hispanoamericanas en 1842 con el propósito de que se elevara al rango diplomático a los cónsules de aquella nacionalidad. Los siguientes datos se refieren a Lima en moneda inglesa:

Gracias a los documentos del cónsul 566666666666 inglés Belford Hinton Wilson se ha podido establecer el costo de vida de la clase acomodada de Lima en 1842. Los gastos incluían 140 libras esterlinas anuales en sueldos de sirvientes y 200 por el alquiler de una casa pequeña. También se pagaba una suma considerable por el mantenimiento de un caballo, entre 20 y 50 libras esterlinas. Las casas con caballos eran consideradas ostentosas por Wilson. Aquí vemos a un burgués a caballo, detalle de una acuarela de Leonce Angrand, de 1837.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 33 ]

Alquiler anual de una pequeña casa, no amueblada y sus reparaciones. £ 200, la cocinera y el mayordomo, £ 50 a 60 al año cada uno.





















































Otros sirvientes: £ 30 anuales. Precio del pan : 5 d. al día por persona. Precio de la carne: 6 d. la libra por carne de vacuno. Cordero: alrededor de 3 d. Pavos: 8 a 16s. por cada uno. Precio de los huevos: 1 1/2 d. cada uno. Precio de la leche: 2s. a 4s. el cuarto. Precio del combustible: 2s. al día para una familia pequeña. Precio de la alimentación de un caballo: 1s. 6d. a 2s. al día. Carga por tonelada de mercadería al puerto de entrada: £ 3 a £ 5 por tonelada. Precio de un caballo de montar: £ 20 a £ 50.

Precio de transporte de una carga importante de bultos con más o menos: 200 libras de un puerto sudamericano a la capital: 2s. por 200 libras a 4s. por una mula que cargue 400 libras. Asignación a un soldado en vez de raciones: 1 real (lo mismo que en Caracas y Quito. En Bogotá: 2 reales.

Wilson considera a la gente de Lima tan ostentosa y gastadora como la de México. Ciudades encantadoras para un funcionario extranjero en principio, de hecho, no lo son tanto por el costo de vida menos simple que en lugares como Caracas. Dice que en esta capital así como en Lima, México, Santiago, Sucre, Bogotá, Quito y en casi todos los centros políticos hispanoamericanos hay hospitales públicos y otras entidades de caridad que evitan a los agentes británicos gastos relacionados con su salud. Agrega que en Lima deben disponer de bastante dinero porque autoridades influyentes les solicitan préstamos y también necesitan sobornar a ciudadanos privados en relación con asuntos contenciosos. Menciona, además, el hecho de que en la capital peruana, como en Caracas, el empleo de esclavos como sirvientes domésticos encarece el precio de los que no se hallan dentro de esa condición. En lo que atañe al comercio, dice que Chile envía al Perú trigo, harina, gallinas, mantequilla y otros artículos domésticos, a cambio de azúcar, como, de otro lado, Chile recibe este último producto de Brasil, las islas Sandwich, Estados Unidos y aun de Inglaterra.

Su precio es allí tan barato como en el Perú y a veces más. El clima, informa asimismo, obliga a los europeos en Lima como en Caracas, Sucre y San Salvador, a trasladarse durante el verano a lugares más saludables en el afán de gozar de baños de agua salada y esa es la costumbre de la gente rica. El transporte de bultos pesados, incluyendo muebles, entre el Callao y la capital peruana se hace por medio de carretas, lo cual implica que es barato en contraste con el viaje entre la Guayra y Caracas, entre Guayaquil y Quito, entre Cobija y Sucre y entre Honda y Bogotá. Cada mula es capaz de llevar en el Perú, Chile y México 400 libras, mientras que dicho peso baja a 300 libras en Bolivia y a 200 en Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. El mantenimiento de una familia de cuatro personas y con una casa de seis sirvientes incluyendo alquiler, salarios, pan, carne, aves, mantequilla, leche, vegetales y combustibles fue calculado por Wilson en las cantidades siguientes: En Caracas Lima México Montevideo Bogotá Santiago Buenos Aires Sucre Quito











£ 1,010 963 840 700 666 613 568 521 508

Advirtió, sin embargo, que no incluyó aquí el valor del flete y el transporte sobre artículos europeos incluyendo vino, té, café, especerías, velas, lámparas, etc. Tampoco los gastos correspondientes a muebles, arreglo de las casas, lavado, medicina, vestidos y otros gastos personales, agasajos a los visitantes y donaciones caritativas a los enfermos y miserables, "una partida de gasto muy pesada en algunas de las capitales hispanoamericanas". La parte final del informe de Wilson menciona las sumas de los gastos totales del cuerpo diplomático y consular británico en: Perú Nueva Granada Venezuela











AGREGA [wILSON] qUE EN LIMA DEbEN DISPONER DE bASTANTE DINERO PORqUE AUTORIDADES INFLUYENTES LES SOLICITAN PRéSTAMOS Y TAMbIEN NECESITAN SObORNAR A CIUDADANOS PRIVADOS EN RELACIÓN CON ASUNTOS CONTENCIOSOS.

£ 4,065 4,815 2,175

Estos datos son muy valiosos. Cabe observar, sin embargo, que Wilson trataba de buscar un aumento en los sueldos de dicho personal. De otro lado, adepto fervoroso de Santa Cruz, funcionario tremendamente conflictivo con el régimen que lo derrotó en el Perú, su actitud era hostil a nuestro país. Celia Wu Brading, que ha estudiado en detalle la figura de Belford Hinton Wilson, expresa que, no obstante las afirmaciones reiteradas hechas por él en el sentido de que la burocracia peruana funcionaba mediante sobornos, no conoce documento oficial o particular que compruebe esta acusación en lo que atañe a aquella época.

[ CAPÍTULO 33 ] PERÍODO 1

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[ tomo 3 ]

[ Primer período: la época fundacional de la república ] capítulo 34 ● I Un agri­cul­tor en 1837 y 1838. La pri­me­ra má­qui­na de va­por en la agri­cul­tu­ra cos­te­ña ● II Las le­yes so­bre las tie­rras de los in­dios ● III Sem­ bríos y cul­ti­vos en la sie­rra. La ga­na­de­ ría, la mi­ne­ría ● IV Las fe­rias ● V Las co­ fra­días ● VI El co­mer­cio en­tre la cos­ta y la sie­rra ● VII El co­mer­cio del sur del Pe­rú ● VIII El co­mer­cio con Bo­li­via ● IX Re­la­cio­nes co­mer­cia­les con Chi­le ● X El Ca­llao y Val­pa­raí­so ● Buques extranjeros y buques nacionales. El comercio

marítimo ● XI Co­mer­cian­tes e in­dus­tria­ les ●  XII La sub­sis­ten­cia de los gre­mios ● Lon­ge­vi­dad de los gre­mios ● XIII Los ex­tran­je­ros ● XIV La ley de pro­hi­bi­cio­ nes ● El pen­sa­mien­to li­bre­cam­bis­ta de Vi­dau­rre ● La ley de pro­hi­bi­cio­nes en­tre 1829 y 1832 ● Los re­gla­men­tos de co­ mer­cio de 1833 a 1840 ● El re­gla­men­to de co­mer­cio de 1840 ● XV La pro­hi­bi­ ción de la pes­ca en bu­ques ex­tran­je­ros ● XVI La sel­ va ● XVII La se­pul­tu­ra de los no ca­tó­li­cos.

LA AGRICULTURA, LA GANADERÍA, LA MINERÍA, EL COMERCIO. LOS GREMIOS, LOS EXTRANJEROS HASTA 1841

CAPÍTULO

34 [ ]

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 34 ]

[I] N AGRICULTOR EN 1837 Y 1838. LA PRIMERA MÁQUINA DE VAPOR EN LA AGRICULTURA COSTEÑA.- La utilización de las máquinas de vapor no solo se efectuó a través de los barcos, llegados al Perú en 1841, sino también se extendió a la agricultura, a la imprenta y a los ferrocarriles. La primera máquina de vapor para una hacienda azucarera de la costa fue introducida hacia 1837. La prensa de vapor llegó a ser empleada en Lima entre 1839 y 1847 por El Comercio, como se verá en un capítulo posterior. Fue José Rufino Echenique quien mandó hacer a un inglés llamado Tomás Gill los planos para una máquina de vapor para su hacienda azucarera de San Pedro y la pidió a Inglaterra por conducto de la Casa Gibbs. Algunos otros hacendados lo llamaron, con este motivo, loco. Él mismo ha contado en sus memorias algunos detalles sobre este período de su vida, que arrojan alguna luz sobre las condiciones económicas de la época. Separado del ejército durante los días de la Confederación Perú-boliviana, no le fueron pagados los réditos de su reforma y se vio en aflictiva situación, por lo cual vendió algunas especies de plata. Súpolo su tío el arzobispo Benavente y le dio su chacra de Monterrico para que la trabajara. Santa Cruz le sugirió que comprase las haciendas de San José y San Javier de Nazca, de propiedad del Estado, que daban un défcit anual. Al visitarlas, encontró que, a pesar de hallarse en gran deterioro, podían ser un negocio para quien fuera especulador o tuviese grandes capitales, pues, adquiriéndolas en billetes que valían un 10%, solo con el valor de los esclavos había ganancias. Influyó él para que las tomara el rico comerciante Domingo Elías, quién invirtió 11 mil pesos de dinero; y se consagró a Monterrico para extender luego sus actividades como hacendado al fundo cañaveral de San Pedro, de propiedad de la Congregación de San Felipe Neri. Halló en este lugar a la esclavatura desmoralizada y levantisca y comenzó por mejorar su alimento, sus vestidos y su abrigo a la vez que implantaba un régimen de disciplina y vendía a haciendas del norte a tres o cuatro cabecillas de desórdenes. Compró luego la hacienda de Andaimayo en la provincia de Conchucos, de propiedad del Estado, para luego venderla; hizo lo propio con una mina abandonada en Cerro de Pasco llamada "Mercedes" en análoga condición; obtuvo el abono de algunas sumas adeudadas por réditos de reforma; logró préstamos al bajo interés del 6% anual haciendo uso de las relaciones del Arzobispo cuando el dinero no lo daban los negociantes sino al 2 o 3% mensual, y con el capital así reunido pudo mejorar los moledores de caña, los fondos de la casa de pailas para hacer los cocimientos y la llamada "casa de purga" para fabricar azúcar, a la vez que construía almacenes cuya finalidad era servir como depósito de este producto. Un motor de agua que diera impulso a un gran trapiche no podía ser colocado porque el agua venía casi a nivel desde su origen; y de allí nació la idea de la máquina de vapor, la primera que se instaló en una hacienda del Perú. Este tipo de máquina se generalizó poco a poco para el cultivo de la caña. En 1842 se anunció por los periódicos de Lima que había una que estaba a disposición de los agricultores que quisieran alquilarla.

[ II ] LAS LEYES SOBRE LAS TIERRAS DE LOS INDIOS.- Las Constituciones de 1823 y 1828 habían dado a las juntas departamentales atribuciones en lo concerniente a reducción y civilización de los indígenas. Aunque eran muy genéricas estas facultades, allí se concentró la función tutelar y proteccionista que los diputados del Congreso Constituyente de 1823 anunciaron en quechua a los indios, recogiendo o interpretando las aspiraciones reivindicacionistas de la literatura y de la oratoria de la época, tan propensa a evocar y elogiar a los incas. Pero las juntas departamentales no dejaron huella de su preocupación por el aborigen. La contribución de indígenas, establecida por decreto de 11 de agosto de 1826, fue igual a las que, con el odioso nombre de tributo, se exigían en tiempo de gobierno español. Para cobrarla siguió rigiendo la instrucción del 1° de junio de 1784, con ligeras alteraciones. Como se ha visto en un capítulo anterior, la ley promulgada el 31 de marzo de 1828 reconoció a los indios y mestizos por dueños, con pleno dominio, de las tierras que ocupaban por repartos o sin contradicción; y dispuso que a quienes, perteneciendo a la mencionada raza, estuvieran sin ellas, se les asignaran las suertes correspondientes según los resultados de las estadísticas formadas por las juntas departamentales; las que sobraran debían quedar para fondos de instrucción primaria en los mismos pueblos. Agregó la ley que las tierras cuya propiedad ella misma declaraba, podía enajenarse libremente con tal que sus dueños supieran leer y escribir. Esta ley solo se cumplió en parte. Las estadísticas de las juntas departamentales no fueron efectuadas, salvo, algún caso de excepción. La instrucción primaria no llegó a contar con terrenos apropiados. En cambio, en numerosos casos (aunque no en toda la sierra, pues las comunidades indígenas continuaron existiendo), reconocida la propiedad individual, se produjo su libre enajenación al servicio de los grandes propietarios, a pesar de que quienes vendieran debían saber leer y escribir, hecho poco frecuente entre los indios. Así la República vino a dar, de hecho, facilidades para el mayor desarrollo del latifundio. Manuel del Río, en su memoria como ministro de Hacienda en 1847, llegó a predecir lúcidamente que el otorgamiento a los indios de la libre propiedad los iba a reducir a un estado más deplorable. "Permitida la libre enajenación (decía Del Río) se transmitirá el dominio a las otras castas, quedarán los indígenas como simples proletarios". Del Río iba más allá y anunciaba una reducción en la propia contribución de indígenas por falta de recursos en un sector de estos a consecuencia de la falta de tierras y pedía una ley para ordenar que tales enajenaciones solo se hicieran por ahora, entre los mismos aborígenes. En resumen, las juntas departamentales no se dejaron sentir para mejorar a los indios; continuó el tributo, a partir de 1826, para quedar como única contribución personal en 1840, al ser abolida la de castas; y la ley de 1828 sobre ventas de tierras de indígenas dio la oportunidad de que se convirtieran en proletarios y creciera la gran propiedad. La República no cumplía sus promesas con los indios, los desamparaba. Tschudi en 1841 decía que la situación de ellos era, de hecho, inferior a la que había sido durante el Virreinato; en esa época siquiera se vivió en paz y existió una legislación tutelar cuya aplicación y efectividad debió luego vigilarse. Y treinta y ocho años más tarde, en 1879, la República expiaría el tremendo pecado de no haber afrontado su problema primordial: el indígena.

LA PRENSA A VAPOR

bbbbbbb El alemán Friedrich Koenig (1774-1833) inventó la prensa a vapor en 1814, casi trescientos sesenta años después de los tipos móviles de Gutenberg. Este invento revolucionó la industria de impresión en todo el mundo y sus principales beneficiarios fueron las empresas periodísticas. La primera prensa a vapor llegó al Perú a pedido de los dueños de El Comercio en 1839 y se utilizó hasta 1847. En la foto, la prensa en la que se imprimió el primer número de El Comercio.

[ III ] SEMBRÍOS Y CULTIVOS EN LA SIERRA. LA GANADERÍA, LA MINERÍA.- La agricultura (y en la puna la ganadería con auquénidos y ganado ovejuno y ovino) no se trabajaba de modo intensivo y no había innovado prácticamente nada desde los días del Virreinato; en cambio sufría los efectos del reclutamiento, las contribuciones en especie y las requisas de animales inherentes a las guerras civiles y civil-internacionales. El viajero francés Sartiges cuenta cómo vio efectuarse la trilla de trigo en una hacienda cerca de Ayacucho hacia 1834. Mulas y caballos, la mayoría de

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LOS TRASTORNOS POLíTICOS TAMbIéN REPERCUTíAN EN LA PRODUCCIÓN MINERA; Y ASí CUANDO, A LA CAíDA DE SANTA CRUz, UNO DE LOS MáS ACTIVOS E INTELIGENTES PROPIETARIOS DE CERRO DE PASCO, MIGUEL OTERO, FUE DESTERRADO, VINO UNA bAjA EN LA PRODUCCIÓN.

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estos sin domar, fueron soltados sobre el trigo y una muchedumbre de indios formó círculos para espantarlos con gritos agudos. Con esta forma de trillar, mediante las pisadas de cabalgaduras, había irregularidad en la tarea, aumento de gasto, pérdidas de grano y de paja. No se conocía la máquina sencilla, usada ya en Europa, para separar el grano de la espiga sin quebrar el uno ni la otra. Del mismo modo, los arados no tenían ruedas y su reja estaba formada por una barra de fierro del largo de un pie y del grueso de 2 pulgadas, la cual estaba unida a la madera por medio de una correa; este instrumento escarbaba la tierra en muy poca profundidad. Los pastizales de las tierras altas de muchas comunidades de la sierra podían desempeñar una importante función económica cuando la ganadería constituía un poder económico. Ella solía concentrarse en "estancias". El ganado ovino pastaba en dichas áreas ubicadas en las tierras más altas de la comunidad con una importancia evidente. Venía a ser la fuente de aprovisionamiento de carne más importante para el consumo local y microrregional y a veces en zonas próximas al departamento de Junín irradiaba hasta allí. La cría de ganado vacuno se generalizó ya entrado el siglo XIX y a comienzos del XX utilizando las tierras más altas de la comunidad llamadas "vaquerías", así como también algún tipo de fuerza de trabajo eventual como eran los pastores del pueblo o la "vaquera del pueblo" que recibían salario en especie sobre todo productos alimenticios. En algunos lugares, sobre todo en el centro y en el sur, llegó a orientarse hacia el mercado regional y nacional, coincidiendo con el crecimiento de la gran propiedad y de técnicas modernas. La minería sufría dificultades por la escasez de brazos, la falta de azogues para el beneficio de los metales, el desconocimiento de técnicas y equipos modernos y las restricciones opuestas a la libertad de tránsito, de comercio y de exportación de las pastas. Cerro de Pasco tenía afamadas minas de plata con sus vetas de Colquijirca y Pariarica de 9.600 pies de largo y 412 de ancho y 6.400 pies de largo y 380 de ancho, respectivamente. El laboreo de las minas se hacía sin seguridades ni precauciones con el fin de ahorrar dinero; de allí la abundancia de accidentes como el que ocurriera en la mina de Matagente, donde perecieron trescientos indios. Los trabajadores eran fijos y permanentes o transeúntes o maquipuros; estos últimos cuando se producían boyas; es decir, cuando la producción venía a ser abundante. Podían ser divididos también en barreteros (o sea los que arrancaban el metal) o hapires o chaquiris que lo llevaban a la superficie, desnudos, en sacos llamados capachos. El trabajo se hacía de día y de noche y por turnos de doce horas entre grupos llamados puntas, que se alternaban a las seis de la mañana y a las seis de la tarde. Cuando las minas producían poco los barreteros recibían 6 reales por día y los hapires solo 4; en los tiempos de boya se les daba algo del mineral sacado (huanchaca). La separación de la plata se llevaba a cabo a cierta distancia de Cerro de Pasco, en las haciendas pertenecientes a los dueños de las minas. La amalgama entre plata y azogue tenía un modo empírico, imperfecto y costoso de efectuarse por medio de los cascos de caballo especialmente traídos del Cuzco y yanucho; en pequeña escala los indios lo hacían en Cerro de Pasco pisando ellos descalzos el azogue y la plata en los boliches, con grave daño para su salud y su vida y buen provecho de sus propietarios, a su vez habilitados por capitales que cobraban altos intereses. El azogue se traía de Huancavelica solo en pequeña proporción; la mayor parte venía de España en vasijas de hierro muy costosas. Mucho perdían los mineros con el alto precio y el desperdicio del azogue y la defectuosa manera de tratarlo. Pero buscaban la manera de resarcirse de diversos modos, sin excluir el contrabando de la plata enviada a Europa sin pasar por la callana y embarcada en puertos menores como Huacho. Los trastornos políticos también repercutían en la producción minera; y así cuando, a la caída de Santa Cruz, uno de los más activos e inteligentes propietarios de Cerro de Pasco, Miguel Otero, fue desterrado, vino una baja en la producción. La mayoría de los mineros eran dueños de sus pertenencias con un carácter hereditario; salvo unos pocos, tenían que atender a sus gastos con préstamos de capitalistas de Lima cuyos

EL BOOM DE VALPARAÍSO. La ley peruana de prohibiciones de 1828, que impedía el comercio de ciertos productos y gravaba fuertemente las importaciones, benefició notablemente a los puertos chilenos, especialmente a Valparaíso. Amparado en leyes de libre comercio, el puerto sureño se convirtió en destino preferido para el ingreso de mercancías por el Pacífico y experimentó un súbito desarrollo que lo puso a la par en importancia con el Callao. La fotografía que vemos aquí corresponde a la segunda mitad del siglo XIX.

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LA CRISIS MINERA

En la primera mitad del siglo XIX la minería, así como la agricultura, se encontraba en una grave situación debido a la falta de mano de obra. La falta de tecnología y técnicas de extracción, así como la pérdida de mineros por falta de medidas de seguridad y agotamiento explicaban también el difícil momento del sector. En este grabado de 1857 podemos observar un cargador de mineral o apiri en plena faena.

intereses llegaban al 100 o 120%, pagaderos en plata. Corrían, sin embargo, los prestamistas graves riesgos, pues una mala racha podían dejarlos sin el capital entregado y sus presuntos dividendos. Las boyas, por otra parte, no traían consigo, junto con la holgura y hasta la opulencia, el deseo de retirarse de la minería; continuaban los favorecidos tentando fortuna y solían perder la que tenían al no obtener la que ambicionaban. A tales contingencias se unía la pasión del juego; cartas y dados contaban con innumerables partidarios en Cerro de Pasco. Los indios que vivían permanentemente en ese lugar llegarían a unos tres o cuatro mil; cuando sobrevenían tiempos de bonanza su número se triplicaba o llegaba a más altas cifras. Sobrios y frugales en la vida cotidiana, volvíanse pendencieros en sus borracheras y los de minas distintas solían combatir en las calles con cuchillas, palos y piedras, sin que la policía estuviese en condiciones de intervenir. Entre las otras minas estaban las de Pataz, Huamachuco, Cajamarca y Hualgayoc; en esta última el cerro de San Fernando había recibido notoriedad universal gracias a Alejandro Humboldt. En Tarapacá se conocían los asientos de Huantajaya, también de plata, cuya prosperidad fue fugaz. En Morococha se había explotado plata durante muchos años; pero se iniciaba la explotación del cobre con gran actividad y anunciaba un halagüeño porvenir para esta industria. En Yauli se sabía que había grandes depósitos de plomo; pero el trabajo de la minería en esta zona se dificultaba por la ausencia de combustible, la escasez de mano de obra y las limitaciones del precio. Decíase que había oro lavable en los ríos del oriente septentrional; pero nadie estaba dedicado a recogerlo. Aunque se sacaba azogue de Huancavelica, su cantidad era mucho menor que en los tiempos coloniales y no cubría las necesidades de la minería nacional. Ella necesitaba 4,000 frascos por año y en 1843 se importaron solo 2.401 frascos. Una sociedad estuvo dedicada a la explotación de estas minas en 1836, pero se disolvió en abril de 1839. Por decreto de 7 de mayo de 1839 se creó una compañía industrial con dieciséis socios para el mismo objeto; dicha compañía recibió gratuitamente las minas del Estado, sus oficinas y enseres y obtuvo facilidades diversas, incluyendo los fondos sobrantes de las tesorerías de Ayacucho y Huancavelica. La empresa no pudo subsistir, sin embargo, por falta de personal técnico, operarios expertos y tranquilidad pública. En su memoria de Hacienda de 1830, Pando señaló las siguientes causas que dificultaban el progreso de la minería: "La falta de capitales para emprender trabajos de alguna consideración en los asientos de minas; la inercia en que yace aún entre nosotros el útil espíritu de asociación; la inevitable lentitud con que consiguientemente caminan las costosas obras subterráneas emprendidas para verificar los desagües; la insuficiencia de la única máquina a vapor que tenemos destinada a ese objeto; la escasez de algunos necesarios artículos, producida por falta de acémilas de transporte; el mayor costo del trabajo después de abolida la inhumana gabela de las mitas, acaso también algún rastro de preocupaciones envejecidas que traen consigo oposiciones y disidencias harto perjudiciales".

[ IV ] LAS FERIAS.- La vastedad del territorio y la diversidad de producción daban al comercio local o regional variantes especiales. Las ferias constituían grandes acontecimientos pintorescos y productivos. Una de ellas era la de Vilque, en el departamento de Puno. Allí iba, por la época de Pentecostés, gente de las regiones vecinas de Arequipa, Moquegua y Cuzco y, también, de Bolivia y de las provincias argentinas, particularmente Tucumán, cuyo comercio, detenido durante la guerra de la Independencia, solo fue reanudado en 1840. Durante algunos días Vilque, que apenas contaba con algunos centenares de habitantes, veía elevarse su población hasta diez o doce mil personas. El cónsul francés Botmilliau, que visitó esta feria hacia 1841, la describe así: "Las mercaderías más finas así como las más ordinarias de Europa y de América estaban expuestas

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unas cerca de otras en un extraño desorden. Al lado de sacos de cacao y de hojas de coca se exhibían relojes de Ginebra y joyas de París. Nuestros paños, nuestros terciopelos y nuestras sedas se ofrecían a las miradas junto con groseros bayetones que se fabrican en el Cuzco. A veces una sola tienda comprendía todos esos diversos productos". Especial interés despertó en el viajero el mercado de mulas de Vilque. "La provincia de Tucumán (anota) envía todos los años muchos millares de esos animales semisalvajes, los cuales son muy solicitados por los peruanos para los viajes y el transporte de mercaderías a través de las cordilleras. A un kilómetro del pueblo se reúnen a esas mulas en tropas de quinientas o seiscientas, o a veces más, al cuidado de dos o tres gauchos… Los aficionados afluyen en gran número. Escogen con los ojos, pero sin poder acercarse mucho, la bestia que les conviene, la designan al capataz o jefe de los gauchos y tratan con él del precio en algunas palabras. En general, el precio es de 30 a 60 pesos y el negocio se concluye rápidamente". Pocas semanas después tenía lugar en Pucará otra importante feria.

[V] LAS COFRADÍAS.- Una de las instituciones coloniales que la República heredó y mantuvo fueron las cofradías. Eran ellas hermandades que se formaban, con autoridad competente, para el ejercicio de obras de piedad, la administración de bienes y la percepción de rentas. La legislación española insistió en diversas opor tunidades en que para fundar cualquiera de dichas entidades, en la que había españoles, indios, negros, mulatos y otras personas, era necesaria la licencia de la autoridad civil y de la autoridad eclesiástica. Varias veces en el Perú algunas quedaron suprimidas por haberse establecido sin la licencia legal. (Entre otras, la cédula de 21 de diciembre de 1774 dirigida al virrey del Perú). Heredero del Patronato, fue más tarde el presidente de la República quien ejerció la facultad de conceder permiso para la creación de cofradías y para aprobar o dictar los estatutos de ellas. Hubo un reglamento general para las que funcionaban en Lima y documentos específicos en torno a ellas. Así resultó que las de la Caridad, Jesús María y José, Burgos, Santa Rosa y el Santísimo Sacramento de San Lázaro quedaron sujetas a normas idénticas. Erogaban los cófrades 4 reales al mes y sus herederos o albaceas percibían luego 50 pesos para gastos de sus funerales. Cobradores, mayordomos y jueces gobernaban dichas entidades. Llegaron ellas a tener valiosos bienes y rentas, y sobre sus inmuebles hicieron contratos de enfiteusis o arrendamientos. Decretos de 1853 y de 1854 organizaron las juntas de cofradías con personal nombrado por el Gobierno cuyas atribuciones eran de super vigilancia e inspección. La Congregación de la O tuvo en Lima privilegios especiales; sin embargo en 1859 quedó bajo la dependencia de la misma junta. Un controver tido decreto de la dictadura, fechado el 18 de diciembre de 1865, ordenó que la administración y el manejo de las cofradías, archicofradías, congregaciones, hermandades y otros organismos de ese género existentes en Lima y sus provincias estuviera a cargo de la Sociedad de Beneficencia. Los sobrantes de las rentas de las cofradías fueron adjudicados al Hospital Dos de Mayo, creado en 1868 y abier to en 1875. El rico archivo de la Beneficencia guarda los documentos de estas instituciones que no han sido estudiadas ni en sus aspectos asistenciales ni en los económicos, sí en los de caridad social. En diversos lugares de la sierra existió también para el usufructo y la explotación agrícolas la costumbre de las hermandades y cofradías. A este respecto Jorge Osterling y Dennis Chávez han estudiado el caso de la comunidad campesina de San Agustín de Huayopampa en el distrito de Atavillos Bajo, provincia de Huaraz, depar tamento de Lima. (Desarrollo agrícuola y procesos sociales en la comunicada campesina de Huayopampa" en Allpanchis, Cuzco Nº14, 1979)

DECíASE qUE HAbíA ORO LAVAbLE EN LOS RíOS DEL ORIENTE SEPTENTRIONAL; PERO NADIE ESTAbA DEDICADO A RECOGERLO. AUNqUE SE SACAbA AzOGUE DE HUANCAVELICA, SU CANTIDAD ERA MUCHO MENOR qUE EN LOS TIEMPOS COLONIALES Y NO CUbRíA LAS NECESIDADES DE LA MINERíA NACIONAL.

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"Hermandades" o "cofradías" eran asociaciones de comuneros organizadas con la finalidad de lograr el financiamiento de la celebración en la comunidad de una fiesta religiosa, paralelamente a la tarea de ayudar a cada uno de los socios en el cultivo de sus parcelas y en la construcción de sus viviendas. Vinculadas a las cofradías y a los santos o imágenes a ellas anexas estuvieron fiestas tradicionales que incluyeron las danzas. En el valle del Mantaro fue estrecha la relación de las cofradías con "la institución de cargos". Estos eran: el prioste, el capitán, el mayordomo y los acompañantes. Al prioste lo nombraba el párroco y su principal función consistía en asegurar el funcionamiento de la fiesta y administrar la tierra del Santo. Para ello buscaba el prioste un capitán para entregarle las tierras que con su producción hacían viable la fiesta. El capitán cuyo cargo era rentable buscaba sus mayordomos y con ellos trabajaba las tierras. Los mayordomos provenían del campesinado de subsistencia y alrededor de ellos y del capitán agrupábanse los acompañantes, que eran parientes y allegados. Cada uno de estos grupos de personajes tenían sus propias vestimentas y en las fiestas cumplían distintos actos rituales. Al capitán correspondía el alquiler de la banda de músicas.

LAS UVAS, EL VINO Y EL PISCO DE ICA ENTRE 1838 Y 1842, EL VIAjERO SUIzOALEMáN jACObO VON TSCHUDI RECORRIÓ LIMA Y bUENA PARTE DEL PERú Y NOS DEjÓ UN VALIOSO TESTIMONIO DE SU ESTANCIA EN LOS VALLES IqUEñOS Y SUS APRECIADOS LICORES.

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uego de la crisis ocasionada por las guerras de Independencia, resurgió la agricultura en los valles de la Costa, como vemos en este texto de Tschudi sobre el cultivo de la vid y la producción de pisco. De El Perú: esbozos de viajes realizados entre 1838 y 1842, Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003, p. 190. “Ica es una ciudad bastante grande en un ambiente muy agradable y poblada, como todas las ciudades de la costa, por habitantes de todos los colores, sobre todo mestizos. (...) En las haciendas de los alrededores solo se cultiva la uva, que es la gran riqueza de esta provincia. Llama la atención con cuánta facilidad crece la uva en un terreno aparentemente estéril. Los retoños se colocan en la arena hasta la profundidad de medio pie, amarrados y dejados a su suerte. Rápidamente desarrollan raíces y hojas. Mientras que toda la planicie tiene carácter de desierto, las vides están revestidas de un verde muy agradable. Las uvas tienen excelente calidad, son jugosas y

dulces. La mayor parte de ellas sirve para la producción de aguardiente, que es comprensiblemente muy sabroso y bueno. En todo el Perú y buena parte de Chile se toma esta bebida del valle de Ica. El aguardiente común se llama aguardiente de Pisco, porque se le embarca en Pisco. El de mejor calidad y más caro se hace de uva moscatel y se llama aguardiente de Italia. Se caracteriza por un curioso y muy fino aroma. Vino casi no se produce. En algunas haciendas se prepara una especie espesa, muy dulce, de color marrón oscuro, que les gusta mucho a los peruanos pero que no convence al paladar europeo. Un solo hacendado, don Domingo Elías, el más rico, más emprendedor y más circunspecto de los hacendados de toda la costa, prepara vino al estilo europeo. Se parece mucho a los vinos de Madera y Tenerife, pero tiene más fuego y un grado más alto de alcohol. Pruebas de ellos que han llegado a Europa han encontrado el reconocimiento unánime de los conocedores. Su sabor mejora con un largo viaje por mar”.

[ VI ] EL COMERCIO ENTRE LA COSTA Y LA SIERRA.- Mucho se ha disertado acerca de los obstáculos simbolizados por la geografía accidentada del país y sobre la existencia de vías de transporte. Afirmación no discutida frecuentemente ha sido la de que antes del surgimiento de los ferrocarriles en la segunda parte del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, también en las décadas anteriores en la política vial iniciada en los 920, muchos productos de la sierra, (papa, trigo, cebada) no podían ser consumidos en gran escala en Lima porque el costo de transporte desde Junín a Ancash era superior al flete internacional. Del mismo modo, se alega que muchos productos importados o producidos en la costa eran llevados a la sierra con altísimos fletes. A pesar de las dificultades antedichas, entre la sierra y la costa se comerciaba, a pesar de las aduanas interiores y de los malos caminos. De la costa subían algunos artículos manufacturados y productos varios. En cambio, de la sierra a la costa bajaban frazadas de lana, ponchos y otras telas, cueros, víveres. Había también un tráfico interlocal en la sierra, del que venían a ser un símbolo las recuas de llamas caminando con su paso reposado, medido y huidizo entre las serranías del sur y las minas de plata del centro y del norte o el tráfico del arrieraje que dio lugar a las famosas "mulizas" tarmeñas. Durante la época del Virreinato en los obrajes del Cuzco, de Huaraz y de otros lugares se había fabricado paños, frazadas, bayetas, jergas y cordellates cuyo consumo efectuábase en las localidades productoras y en algunas provincias vecinas. Estos obrajes desaparecieron o decayeron.

[ VII ] EL COMERCIO DEL SUR DEL PERÚ.- La inclinación del comercio del sur del Perú gravitaba hacia Bolivia y viceversa. Allí radicó uno de los factores que contribuyó a la idea de ir a la Confederación Perú-boliviana, o de asociar los departamentos del sur a Bolivia, o de incorporar el norte de Bolivia al Perú. Si se tomaba Arequipa como centro mercantil se constataba que de allí se enviaba a la sierra, incluyendo la boliviana, vinos y aguardientes de la costa, especialmente de Pisco, Moquegua, Vítor. A su vez, para la exportación al extranjero, Arequipa servía de centro de concentración de la plata en barras, oro en polvo y en lingotes, salitre, chinchona y lanas. Los minerales, la chinchona y las lanas venían, en buena parte, de Bolivia. Estas últimas eran proporcionadas por carneros, llamas, alpacas y vicuñas. Aparte del tráfico por Arequipa, Tacna empezaba a enriquecerse con el arrieraje a Bolivia, que servía como ascensor entre el altiplano y Arica, y por ello se iniciaba la extraordinaria afluencia de extranjeros en aquella ciudad.

LAS COFRADÍAS

Durante la Colonia se fundaron en Lima varias cofradías que sobrevivieron hasta bien entrada la República. Eran de tres tipos: las que hacían obras de bien, las que administraban bienes y las que percibían rentas. Aquellas dedicadas a la caridad organizaban colectas públicas, como la que nos muestra Leonce Angrand en el detalle de esta acuarela de 1834.

[ VIII ] EL COMERCIO CON BOLIVIA.- Las relaciones comerciales peruano-bolivianas se rigieron primero, en lo que al Perú atañe, por el Reglamento de Comercio de 1826. Gamarra, en su primer período, llegó a expedir en 1831 un decreto que aclaró el artículo 1° de dicho reglamento y rebajó en un 50% a toda mercadería internada por el puerto de Arica con destino al extranjero, es decir, en este caso, el país del altiplano. El tratado de comercio que suscribió Pedro Antonio de la Torre el 8 de noviembre de 1831 fue modificado al año siguiente de su celebración por el de 4 de enero de 1832 y allí quedaron retirados los artículos que limitaban los derechos de importación de licores y en libertad, por consiguiente, ambos Estados para fijarlos a su arbitrio. Pero tanto el convenio inicial como el otro fueron desaprobados por el Congreso de Bolivia y así fue como surgió el de Chuquisaca de 17 de noviembre de 1832 (en el que también participó La Torre) cuyas ratificaciones fueron cambiadas el 29 de enero de 1833. Los mismos derechos, garantías, privilegios y exenciones comerciales fueron otorgados a peruanos y bolivianos. Solo el 6% de importación y los municipales ya establecidos debían pagar las producciones de la

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LAS RELACIONES COMERCIALES DEL PERú INDEPENDIENTE CON CHILE SE INICIARON DENTRO DE UN RéGIMEN DE ExTREMA LIbERALIDAD, PUES EL DECRETO DE 18 DE jUNIO DE 1822 DECLARÓ LIbRE EL TRáFICO CON ESE PAíS. (…) EL PERú ENVIAbA A CHILE, SObRE TODO, AzúCAR Y CHANCACA Y AGUARDIENTE Y RECIbíA, EN CAMbIO, PRINCIPALMENTE TRIGO, HARINA Y GéNEROS.

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industria agrícola o fabril de uno u otro país. Tasas especiales se establecían para aguardientes, azúcares, coca, tabaco y cacao. Los ganados de cualquiera clase y todos los comestibles que se exportasen de uno a otro Estado no pagarían derecho alguno. Las leyes prohibitivas y de estanco que estorbasen el tráfico libre de los frutos y producciones del Perú o de Bolivia quedaban abolidas en ambas Repúblicas, salvo las pastas de oro y plata. Los efectos extranjeros internados por los puertos de una y otra parte contratante pagarían en las fronteras respectivas de la nación en que se consumieran, a lo más, el 30%. Moderadas tasas eran señaladas para el tránsito. Los efectos bolivianos exportados por puertos peruanos no debían ser grabados con otro derecho del 2% de tránsito. No existía esta gabela para los libros, máquinas, herramientas de agricultura, carpintería y demás artes que se importaren a Bolivia. Asimismo, estaban libres de todo derecho de tránsito las mulas, caballos y demás acémilas de la Argentina con destino al Perú. Habría una tarifa anual de avalúos, de mutuo acuerdo. Asimismo habría intercambio de guía y tornaguía sobre los efectos extranjeros. Los consulados en lugares adecuados contrarrestarían los efectos del contrabando. No se ha estudiado la historia de las relaciones económicas Perú-bolivianas durante la Confederación. En la convención preliminar de paz y amistad ajustada con Bolivia el 19 de abril de 1840 se pactó extraer del tratado del comercio celebrado en Chuquisaca el 17 de noviembre de 1832, los artículos que normaban las relaciones mercantiles entre ambos países y colocarlos como parte de dicha convención bajo el rótulo de artículos adicionales. Dicho pacto obtuvo la ratificación de ambos gobiernos y el respectivo canje. Arica fue el único puer to de tránsito terrestre para las impor taciones y expor taciones de la República de Bolivia por territorio peruano bajo el sistema de registros, guías y multas que se establecieran. (Ar tículo 68 del Reglamento de Comercio de 1840). El tráfico entre Arica y Bolivia debía hacerse obligatoriamente por la vía de Tacna, dentro de las normas que detalladamente fueron señaladas, a través de las rutas de Palca o de Nasacara (resolución de 5 de setiembre de 1840).

[ IX ] RELACIONES COMERCIALES CON CHILE.- Las relaciones comerciales del Perú independiente con Chile se iniciaron dentro de un régimen de extrema liberalidad, pues el decreto de 1° de junio de 1822 declaró libre el tráfico con ese país. Luego imperaron las normas del Reglamento de Comercio de 1826. El Perú enviaba a Chile, sobre todo, azúcar, chancaca y aguardiente y recibía, en cambio, principalmente trigo, harina y géneros. La ley dada por el Congreso Constituyente el 11 de junio de 1828, promulgada el 13 de junio, prohibió en forma irrestricta la importación de artículos similares a los de producción nacional, entre ellos el tocuyo y las harinas. Sobre la suspensión de dicha ley por La Fuente en setiembre de 1830 y los problemas que surgieron, se ha tratado en el capítulo acerca de los aspectos políticos de aquel período. Cuando en 1831 el ministro chileno en Lima pidió la nivelación proporcional de los derechos que pagaba el trigo que se importaba de su país con los que abonaba el procedente de Estados Unidos, las Cámaras no accedieron. El decreto de 17 de febrero de 1832 expedido por Gamarra declaró que el Callao era puerto de depósito. El decreto de 20 de febrero de 1832 señaló un derecho de 3 pesos (2 en metálico y uno en billete) para el trigo proveniente de Chile. El 20 de enero de 1835 el representante de Perú en Santiago, Santiago Távara, suscribió el primer tratado de comercio con Chile, favorable para este país. Fue ratificado en Lima por el gobierno de Salaverry el 6 de junio del mismo año. Orbegoso lo anuló el 16 de mayo de 1836. Ya se ha tratado en el presente libro acerca de las relaciones entre Chile y la Confederación Perú-boliviana. Con la Restauración no hubo un tratado de comercio peruano-chileno. El Reglamento de Comercio de 1840 señaló para el trigo (fanega de 135 libras) el derecho de un peso 2 reales para el Estado

Los gremios. En 1833, durante el gobierno de Agustín Gamarra, estas instituciones se convirtieron en parte importante de la vida comercial limeña. Uno de ellos era el de los vendedores de chicha. Las chicheras, como la que observamos en esta acuarela de A. A. Bonnaffé, hacían su aparición en las calles de la ciudad a la una de la tarde, según cuenta Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas.

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EL GREMIO DE LOS AGUADORES

y de 2 reales como arbitrio; es decir menos que la tasa de febrero de 1832. Y para las harinas de cualquiera clase y envase dispuso que el quintal pagara 2 pesos y 4 reales para el Estado y 4 reales como arbitrio.

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Hacia la década de 1830 el gremio de los aguadores era uno de los más importantes en la ciudad de Lima. Las nueve de la mañana, según Ricardo Palma, eran marcadas por la presencia de estos personajes, quienes estaban autorizados a sacar agua de las pilas públicas y repartirla a todos los hogares que la solicitaran. En esta acuarela de Pancho Fierro vemos a un aguador en plena labor.

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EL CALLAO Y VALPARAÍSO.- Mientras imperó la ley de prohibiciones de 1828, pudo invocarse el contraste de su espíritu restrictivo con la libertad de comercio que activaba el progreso de Valparaíso. Faltaban, además en el Perú, los puertos de depósito y tránsito tan necesarios a un tráfico lejano como eran entonces, sin el conducto del canal de Panamá, el europeo y el norteamericano. Al no afluir muchos buques y especuladores extranjeros y al no quedar los envíos de efectos desde el exterior, reducidos a aquellos que se juzgaba tendrían acogida, no se fomentaban las poblaciones litorales ni se desarrollaba suficientemente el país. Algunas de estas poblaciones se surtían de Valparaíso y no del Callao. Santa Cruz fue a una especie de guerra comercial con Chile, al recargar –por el artículo 24 del Reglamento de Comercio Nor-peruano de 1836– con doble derecho a las mercaderías procedentes de Europa, Asia y Norteamérica que hubiesen tocado antes en cualquier puerto del Pacífico no perteneciente al Perú o a Bolivia. Por el decreto de 10 de setiembre de 1836 abrió todos los puertos al comercio marítimo extranjero; el Callao trató de favorecerlo con medidas diversas; y declaró a Paita puerto de depósito para las procedencias de México, Centroamérica, Nueva Granada y Ecuador, medida adoptada también por Orbegoso cuando se declaró independiente de la Confederación. No fue posible, más tarde, volver a la lucha comercial con Chile. El decreto de Gamarra el 1° de octubre de 1838 derogó el doble derecho impuesto sobre las mercaderías ultramarinas y el espíritu liberal del reglamento de 1840 cortó las trabas del sistema anterior; pero siempre quedó vigente el hecho de que, para los barcos que venían de Europa o de Estados Unidos, Valparaíso era el primer puerto principal de arribada, mientras que los puertos peruanos quedaban en posición de lejanía. BUQUES EXTRANJEROS Y BUQUES NACIONALES. EL COMERCIO MARÍTIMO.- La marina mercante que entraba y salía del puerto del Callao en 1837, era de unas 400 naves; el mayor número de ellas correspondía a las que flameaban bandera inglesa, siguiéndola los pabellones colombiano, norteamericano, centroamericano, francés y nacional. Con este último entraron ese año 10 embarcaciones y salieron 18. Muy pequeñas cifras correspondían a los barcos sardos, hamburgueses, chilenos, belgas, dinamarqueses, prusianos y mexicanos. El comercio de los buques extranjeros se hacía por los puertos mayores que, durante todo este período, fueron Arica, Islay, Callao, Huanchaco y Paita. El Reglamento de Comercio de 1840 ratificó la condición del Callao como único puerto de depósito para reembarcos y trasbordos, y la de Arica para reembarcos y tránsito terrestre al extranjero, así como la de Paita solo para reembarcos. La conducción de caudales estaba permitida a cualesquiera buques; era requerida licencia si se trataba de extranjeros. Con esta excepción y la del embarque de efectos del país o que no adeudaren derechos en los puertos de Arica e Islay, el comercio de cabotaje solo podía hacerse por buques nacionales en los puertos mayores, menores y caletas habilitadas. El Reglamento de Comercio de 1826 mencionó como puertos menores a Ilo, Nazca, Huacho, Casma y Pacasmayo; y el de 1840 al de Iquique, Ilo, Pisco, Huacho, Santa, Pacasmayo y San José de Lambayeque. Las caletas habilitadas para solo el tráfico de guano y exportación de frutos del país fueron: el Morro de Sama, Cocotea, Quilca, Pisagua, Mejillones, Nazca, Chincha, Cerro Azul, Chancay, Supe, Huarmey, Casma, Samanco, Sechura y Tumbes. La necesidad de favorecer el comercio de exportación de productos del país y el de cabotaje indujo al Gobierno a conceder distintos permisos a naves extranjeras para

arribar a puertos menores y caletas habilitadas; pero habiendo dado lugar esta peligrosa costumbre a grandes abusos, la resolución suprema de 2 de mayo de 1842 dispuso que no se concediera, en adelante, semejantes permisos sino a los buques en lastre y, de ningún modo, a los que tuvieren mercaderías a bordo.

DOMINGO ELÍAS (1805-1867)

[ XI ] COMERCIANTES E INDUSTRIALES.- Poco se notaba hasta 1841 la presencia de un espíritu inherente al desarrollo de un capitalismo nacional. Ni grandes propietarios de negocios en progreso ni patrones de empresa había en número suficiente. No funcionaban bancos ni en provincias ni en Lima. Solo se habían presentado proyectos para establecerlos. El senador por Chachapoyas, Antonio Rodríguez, había sido el autor del proyecto de uno, el "Banco de Agricultura e Industria Fabril" que fue a dormir en una comisión. En 1830 el comerciante José Paulino Acevedo formuló otro plan, esta vez para una entidad que haría operaciones de descuento y préstamo y emisión de billetes; esta contra depósitos en metálico con 1% de interés mensual para los depositantes. Aprobado por el Ejecutivo y el Tribunal del Consulado, no lo estudió el Congreso. Por último, durante los días de Santa Cruz en 1837, surgieron dos proyectos de un Banco Nacional que se ocuparía del servicio de la deuda exterior e interna, así como de facilitar el descuento de documentos de crédito, hacer adelantos y operaciones de cambio. Después del estudio crítico por una comisión que nombró el Gobierno nor-peruano, se encomendó elaborar un nuevo proyecto a José María Galdiano; más no fue nunca presentado. Ya existían, sin embargo, después de 1815 en Europa los grandes banqueros como Laffite de París, Hope de Amsterdam, Baring de Londres y, sobre todo, los Rostchild cuyo sistema se extendía de Londres a Nápoles. La "estrategia de los intereses" de los grandes financieros gravitó profundamente sobre las sociedades inglesa y francesa hacia 1830 y en los años siguientes; de esto último tratan las novelas de Balzac. El crédito se desarrolló hasta 1841 en el Perú, a pesar de que no existían bancos: "El comercio extranjero (escribió Santiago Távara al ocuparse de la esclavitud y refiriéndose al período entre 1830 y 1839) que, a pesar de la inestabilidad de la paz, se había desarrollado y seguía desarrollándose, con asombrosa rapidez, les había proporcionado (a los hacendados) bajo el sistema del crédito que encuentra todo hombre honrado que ofrece por garantía cualquier capital, trapiches, fundos, calderas, nuevos hornos, nuevos y poderosos alambiques, nuevos y baratos instrumentos de labor". América Latina, tan ávida para beber en Europa y Estados Unidos sus ideas políticas y en Europa sus aficiones intelectuales, estuvo entonces lejos de asimilar por su elemento nacional esa influencia extranjera en el campo económico, plenamente, desde el punto de vista de su acción propia. Si se fuera a buscar los nombres de las personas más acaudaladas de la época, alguna importancia podrían tener las listas de los que eran obligados a cupos o empréstitos. En el que se hizo, por casi 150.000 pesos en Lima el 21 de enero de 1841, con motivo de la sublevación de Vivanco, figuraban: con 12.000 pesos Pedro Candamo, siguiéndole con 6.000 Nicolás Rodrigo, Manuel Bringas y Pío Tristán; con 4.000 la viuda de Pedro Blanco; con 3.000 Francisco Quirós, Juan B. Valdeavellano y Domingo Elías. El capitalismo apareció, fundamentalmente, como factor extranjero, hasta que surgió más tarde un comienzo de capitalismo nacional formado al amparo de la hacienda pública. Uno de los pocos hombres que podían ser señalados por el espíritu emprendedor y progresista en la agricultura y el comercio era Domingo Elías, oriundo de Ica, a quien ya en 1841, antes de su participación en la política, se señalaba como el más rico y el más audaz propietario de la costa; entre las hazañas de Elías estuvo la de haber iniciado el cultivo de algodón en gran escala y la de producir vino a la usanza europea, cuyo sabor mejorado por el largo viaje marítimo, había llegado a ser admirado en Europa.

Empresario iqueño que se dedicó con éxito al cultivo del algodón y la vid, de la que fabricaba aguardiente para la venta. Fue el primero en traer chinos culíes para trabajar en sus haciendas, en 1849. En el ámbito político, se proclamó jefe supremo del Perú en 1844 y fue también prefecto de Lima, diputado por Ica, ministro de Guerra y ministro de Hacienda, entre otros cargos públicos. En 1841, fundó el Colegio Guadalupe.

[ CAPÍTULO 34 ] PERÍODO 1

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LOS INMIGRANTES ITALIANOS

A partir de 1840, llegó al Perú gran cantidad de europeos. En 1873, la Sociedad de Inmigración Europea gestionó la llegada de más de tres mil colonos, italianos principalmente. Muchos abrieron bodegas y pulperías, o se dedicaron a trabajar como cocineros, artesanos y artistas, entre otras ocupaciones. Aquí vemos a Rosa Valle Cavassa, inmigrante llegada al Perú por esos años. Pertenece al libro El baúl de la memoria (2002), de Federico Croci y Giovanni Bonfiglio.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 34 ]

[ XII ] LA SUBSISTENCIA DE LOS GREMIOS.- Raúl Rivera Serna, en un estudio sobre los aspectos de la economía en el primer gobierno de Gamarra, ofrece el siguiente cuadro de los gremios y ocupaciones que pagaban patente registrados en Lima en 1833: Angarilleros 46.5 1/2 Barberos 114 Peluqueros 1= 24.4 Abéytares 56 Cueteros 64 Botoneros 98 Aguadores 25.4 Carretoneros 2.14 Aguadores Plaza Mayor 60 Balancineros 108.5 1/4 Suriadores 10.6 Aparejeros 13.7 3/4 Flores 58.4 Alfareros 29.7 Trensadores 84 Cur tidores 124.4 Tintoreros 140 Zapateros 646.4 Industria chocolatería 329. 1/2 Cobradores de cofradía 91.3 1/2 Industria cer veza 16 Fabricantes de peinetas 4.4 Industria gremio de carroceros 156 Fideleros 77.4 Pelloneros 37.4 Plateros 262.2 Preceptoras 42.4 Talabar teros 174 1/2 Diezmeros 33.4 Preceptores 250.5 Sangradores 149.2 Cajoneros de cintas y sedas 230 Vendedores de Idn. 160 Relojeros 116 Cigarreros 647 Cajoneros de suelas 200.2 Abastecedores de carne 401.5 Acopiador de cuero 40 Colchoneros 124.6 Pasteleros 134.5 Industria nueva pastelería y panadería de Génova 40 Chicheros 240.3 Industria de músicos 316 Industria de mantequeros 288 Empresa industria fierro viejo 69.3

Em­pre­sa gre­mio de pa­na­de­ros In­dus­tria co­ches de pos­tas In­dus­tria pro­fe­so­res de ci­ru­gía In­dus­tria cuer­de­ros Su­bas­tadores de po­li­cía Em­pre­sa in­dus­tria de pi­ca­do­res de ta­ba­co Em­pre­sa in­dus­tria gre­mio de le­che­ría In­di­vi­duos pro­fe­sión de me­di­ci­na Ga­rri­za­do­res de man­tos Em­pre­sa ven­de­do­res de za­pa­tos Em­pre­sa in­dus­tria de som­bre­ros Em­pre­sa gre­mio de im­pre­so­res (Hay 10 im­pre­so­res de 4 cla­ses). In­dus­tria ca­sas de ren­tas pú­bli­cas Em­pre­sa mo­li­ne­ros In­dus­tria ca­rre­te­ras de bue­yes Em­pre­sa de ca­sas be­le­ri­nas Gre­mio de al­ba­ñi­les Gre­mio de fres­que­ras Gre­mio de pin­to­res Gre­mio de re­cuas de ca­pa­che­ría Gre­mio de car­ga­do­res del por­tal Gre­mio de he­la­de­ros Em­pre­sa e in­dus­tria de ca­jo­ne­ros de ro­pa y mer­ce­ría Gre­mio de to­ne­le­ros Gre­mio de pe­ta­te­ros In­dus­tria de ca­ma­le­ros In­dus­tria al­ma­ce­ne­ros Em­pre­sa in­dus­tria en­de­jo­ne­ros Em­pre­sa in­dus­tria de sas­tres por ma­yor Em­pre­sa in­dus­tria de sas­tres por me­nor Em­pre­sa de man­te­ras Em­pre­sa in­dus­tria de ten­de­ros Em­pre­sa in­dus­tria de en­co­men­de­ros Em­pre­sa in­dus­tria de ma­za­mo­rre­ría Em­pre­sa in­dus­tria de chi­ri­su­lle­ros Em­pre­sa in­dus­tria de pro­cu­ra­do­res de la Cor­te Su­pre­ma Re­la­ción de re­la­to­res de la Cor­te Su­pre­ma Em­pre­sa in­dus­tria de car­pin­te­ros Em­pre­sa in­dus­tria de es­cri­ba­nos Em­pre­sa in­dus­tria de arrie­ros Em­pre­sa in­dus­tria de he­rre­ros Em­pre­sa in­dus­tria de abo­ga­dos Em­pre­sa in­dus­tria de con­fit ­ e­ría Em­pre­sa in­dus­tria de bor­da­do­res Em­pre­sa in­dus­tria de ho­ja­la­te­ría Em­pre­sa in­dus­tria de al­qui­la­do­res de ca­ba­llos

















la pasión por los helados

1.675 83.9 170.7 32 75.4 26 612.82 108 200 89 84,4 55 127 70.4 76.4 145.2 94 113.4 24 16 24 33 40.7 193.4 594.4 2327.4 229 640 166.1 267 1.247 1.807.4 46.4 12

El aporte de los heladeros limeños ascendía a 24 pesos en 1823. Según las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma, hacían su aparición en las calles limeñas a las ocho de la noche, y anunciaban sus helados de piña y leche con los gritos de "¡riquipiñi!" y "¡deleechi!", respectivamente. El acuarelista Pancho Fierro nos ha dejado una representación de estos populares personajes.

12 42 435.4 506.7 179.7 143.6 254.5 103.6 54.4 62.4 31.6

[ capítulo 34 ] período 1

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EL DECRETO DE 29 DE jULIO DE 1840 APARECE COMO COMPRObANTE DE LA PERSISTENCIA DE LOS ANTIGUOS GREMIOS. ORDENÓ ESTE DECRETO qUE SE REUNIERAN E INSCRIbIESEN EN ELLOS A TODOS LOS INDIVIDUOS qUE SE EjERCITARAN EN LIMA EN LAS ARTES MECáNICAS Y EN LA INDUSTRIA FAbRIL.

Empresa industria de farmacia Empresa industria de tenderos Empresa industria de cafeteros Empresa industria de fondistas Empresa industria de pasamaneros Empresa industria de bodegueros Empresa industria de chinganas





180

103.,4 5.4 644,.0 23.343.1/4 25

Las entradas anotadas corresponden a acotaciones semestrales en pesos. El cuadro siguiente ofrece el monto anual de ingresos correspondientes al ramo de patentes de Arequipa, por los semestres de Navidad de 1830 y San Juan de 1831:



Gremios: Músicos Escribanos Farmacéuticos Pintores Relojeros Cur tidores Procuradores Agrimensores Alarifes 

Sombrereros Talabarteros Canteros Barberos Ladrilleros Médicos Plateros Herreros Carpinteros

Sastres Chocolateros Zapateros Tocuyeras, bayeteros y barracaneras Abogados Tenderas y pulperos Comerciantes Comerciantas









La suma recaudada al año era de 4,702.5 pesos. Resulta interesante anotar que el año 1833 se advierte el aumento de algunos gremios tales como los de: tenderas y pulperas, tintoreros, hojalateros, herradores, dueños de canteras, veleros, cafeteros, villareros, ebanistas, toneleros y zurradores. La contribución anual anota igualmente un aumento, pues se fija la cantidad de 5.480/6 pesos al año.

LONGEVIDAD DE LOS GREMIOS.- El decreto de 29 de julio de 1840 aparece como comprobante de la persistencia de los antiguos gremios. Ordenó este decreto que se reunieran e inscribiesen en ellos a todos los individuos que se ejercitaran en Lima en las artes mecánicas y en la industria fabril. La inmediata dirección de dichas entidades competía a los maestros mayores. En los reglamentos que se formularan debían incluirse las ideas útiles contenidas en los antiguos estatutos. El mejor y más expedito medio para el cobro de la contribución de patentes debía efectuarse sobre la base de que su recaudación se hiciera por jefes de los gremios siendo éstos responsables ante el Estado, en los plazos de ley, del total de cantidades asignadas a los diversos individuos de cada corporación gremial. Se volverá a tratar de los gremios en los capítulos concernientes al período de 1845 a 1851, a la obra publicada por José Simeón Tejeda sobre emancipación de la industria y a la Constitución de 1860.

[ XIII ] LOS EXTRANJEROS.- La inmigración no se había efectuado en grande o mediana escala de la Emancipación. Ingleses y norteamericanos estaban dedicados al alto comercio. De ellos eran las más poderosas firmas la Gibbs, Crawley S. Co., Alsop S. Co., Templeman y Bergmann, Huth Crunning S. Co., y otras. Los ingleses contruyeron su cementerio en Bellavista en 1838, al costo de casi

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 34 ]

DÍA DE MERCADO. La venta ambulatoria en Lima era una tradición heredada de la época colonial. Muchos gremios se reunían a ofrecer sus productos en estos improvisados mercados, como se observa en este detalle de un óleo de Juan Mauricio Rugendas, titulado Mercado principal de la capital (1942). Se ubicaba en lo que ahora es la Plaza del Congreso.

[ CAPÍTULO 34 ] PERÍODO 1

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(...) qUEDÓ PROHIbIDA LA IMPORTACIÓN DE LOS SIGUIENTES ARTíCULOS qUE ERAN PRODUCIDOS EN EL PAíS: ACEITE Y ACEITUNAS, AGUARDIENTE, ALCOHOL, ARROz, AzúCAR, (…), CARRUAjES, CUEROS, CHOCOLATES (…)

11 mil pesos. Los franceses se distinguían como comerciantes en joyas y artículos femeninos, sastres y peluqueros. Los italianos, junto con los españoles, constituían la colonia extranjera más numerosa. A veces empezaban muy humildemente y mejoraban merced a su laboriosidad y a su constancia, hasta reunir buenas fortunas. Algunos españoles se habían quedado después de Ayacucho y los agravios y rencores contra su país empezaban a ser olvidados. Hubo antiguos miembros del ejército realista que continuaron viviendo en la sierra como propietarios en lejanas provincias. La Constitución de 1828 suprimió las condiciones antes existentes para que los extranjeros se avecindaran y naturalizasen en el país; y declaró que podían ser ciudadanos peruanos los que hubiesen servido o sirviesen en el ejército o armada de la República y los avecindados en ella desde el año de 1820 con tal que probaran haber vivido pacíficamente y previa inscripción en el registro nacional. Los establecidos posteriormente podían obtener la carta de ciudadanía conforme a la ley. El veto para el ejercicio de actividades mercantiles en el interior por los extranjeros, establecidos durante la guerra de la Independencia y ratificado por el Reglamento de Comercio de 1826, fue mantenido y agravado por los decretos de 10 de octubre de 1828; 4 de enero, 11 de febrero y 6 de abril de 1830; 12 de enero y 6 de noviembre de 1833 y 30 de agosto de 1838. Estábales vedado además, extraer cascarilla (ley de 18 de abril de 1828) y pescar anfibios y cetáceos (decreto de 6 de setiembre de 1833). En 1838 se les prohibió ejercer el comercio al por menor; y cuenta F. C. coronel Zevallos en su libro Condición de los extranjeros en el Perú que entonces no se les permitió viajar del puerto a la capital. Abuso detenido por una orden del Gobierno. Las leyes de 30 de setiembre de 1829 y 22 de diciembre de 1832 establecieron muchos requisitos para otorgar la carta de ciudadanía; y un decreto de 3 de agosto del mismo año fijó otros más que debían llenar los extranjeros para contraer matrimonio. La Constitución de 1834 otorgó la ciudadanía a los casados con peruana que profesaren alguna ciencia, arte o industria y con dos años de residencia en la República; aparte de que ratificó la norma

REGLAMENTOS DE COMERCIO 1833-1840 LAS IMPORTACIONES Y ExPORTACIONES DEL PERú ESTUVIERON REGLAMENTADAS DESDE LA COLONIA. CON LA REPúbLICA, ESTAS REGULACIONES SUFRIERON DIVERSAS MODIFICACIONES SEGúN LA COYUNTURA POLíTICA.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 34 ]

R

E GLAMEN TO DE 1833. Fue de corte proteccionista. Derogado al poco tiempo de promulgado, fue tachado por imponer gravámenes por igual a los productos nacionales y extranjeros. Asimismo, complicó las operaciones aduaneras. Fue eliminado y se restableció el de 1826 con algunas modificaciones. RE GLAMEN TO DE 1836. Dado durante la Confederación Perú-boliviana. Fue de cor te proteccionista. Favoreció a la industria y a los productos nacionales con medidas tales como brindar facili-

dades al comercio directo. Los Estados Nor y Sur Peruanos tuvieron sus propios reglamentos. Estos protegieron los productos nacionales y gravaron con impuestos los ajenos a la Confederación. REGLAMENTO DE 1840. Fue de corte liberal. Abolida la ley de prohibiciones, este reglamento permitió las importaciones de artículos como: telas finas o carruajes, con tasas del 5% al 36%; animales, carbón e imprentas, libres de impuesto; y, tabaco, té y velas con derechos específicos.

vigente sobre los servidores en los institutos armados y los que obtuviesen carta de ciudadanía. La Confederación Perú-boliviana representó una actitud de cordialidad y simpatía a los extranjeros. Venidos de las montañas, débil en el mar (pues una de las causas de la victoria de Chile fue su mejor escuadra) el serrano Santa Cruz representó el apoyo a los británicos. En la Constitución de 1839 ya se marca nítidamente la división entre peruanos por nacimiento y por naturalización. Entre estos últimos se incluyó: 1°) A los extranjeros admitidos al servicio de la República con acuerdo del Consejo de Estado; 2°) A los servidores del ejército o la armada; 3°) A los avecindados en el territorio antes del año 20, inscritos en el Registro Cívico; 4°) A los establecidos posteriormente que, siendo profesores de alguna ciencia, arte o industria útil y teniendo cuatro años de residencia, se inscribiesen en dicho registro o se casaren con peruana; 5°) A los españoles desde que manifestaran su voluntad de domiciliarse en el país y se inscribiesen en el registro mencionado; 6°) A los que, siendo ciudadanos por nacimiento en las demás Repúblicas hispanoamericanas, cumplieran con dicha inscripción. De acuerdo con esa misma Carta ningún extranjero podría adquirir por ningún título propiedad territorial en la República, sin quedar, por este hecho, sujeto a las obligaciones de ciudadano, cuyos derechos gozaría al mismo tiempo. La amplitud del concepto de la ciudadanía por naturalización en el grupo mencionado en cuarto lugar provocó ardorosas polémicas. Se publicó un folleto titulado Observaciones sobre las medidas del Gobierno relativas a naturalización de extranjeros firmado por "Unos peruanos", contra el cual apareció la Contestación a las observaciones que bajo el nombre de "Unos peruanos"… Las medidas en debate eran los artículos constitucionales mismos y dos notas del ministro de Gobierno, y Relaciones Exteriores, Manuel Ferreyros: una al de Negocios Eclesiásticos con la finalidad de que los párrocos cumplieran en el acto de casar y otra a las cortes superiores de justicia para que los escribanos no extendiesen escritura alguna de traslación de dominio de propiedad inmueble en favor del extranjero, sin hacer cumplir la Constitución. Las limitaciones a los extranjeros sobre adquisición de propiedad territorial y matrimonio con peruana quedaron fijadas en la resolución de 31 de julio de 1840 y en el decreto de 10 de noviembre de 1841.

[ XIV ] LA LEY DE PROHIBICIONES.- El tráfico mercantil se rigió, a la caída de Bolívar, por el reglamento de 6 de junio de 1826 ya mencionado. Intensa fue la campaña que se hizo entonces en defensa del comercio y de la industria nacionales y en contra de los extranjeros. Un semanario, Los Clamores del Perú, sostuvo enfáticamente en 1827 que permitir a estos que comerciaran libremente en el país era la causa de los estragos y ruina que sufrían los peruanos, pues exportaban la plata y arruinaban a los empresarios con la importación de artefactos, sin que progresaran las industrias por las mismas causas. "Es más barato dar 6 pesos por el jabón de país (decía Los Clamores del Perú) que 4 por el extranjero; porque en el primer caso quedan en el país los 6 pesos y en el segundo salen; y tiene más a cuenta comprar entre nosotros más caro que a los de afuera más barato: la política de las naciones industriosas es tratar por todos los modos de aniquilar la ajena para sacar el mayor fruto de su trabajo". La ley de 13 de junio de 1828, llamada la "ley de prohibiciones", a base de un proyecto del diputado por Chachapoyas Antonio Rodríguez, modificó el reglamento de 1826. Dicha ley, como ya se ha visto en un capítulo anterior, con el intento de favorecer las industrias del país, cerró en lo absoluto el ingreso al país a toda mercadería extranjera similar a las de producción nacional y a varios artículos de subsistencia. Según la ley de prohibiciones y el decreto supremo de 10 de marzo de 1831 que la amplió, quedó prohibida la importación de los artículos siguientes que eran producidos en el país: aceite y aceitunas, aguardiente, alcohol, arroz, azúcar y chancaca, azufre, cacao, café, calzado,

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FEbRERO 1843 [ uruguay ]

UNA ALIANzA ARGENTINO-URUGUAYA AL MANDO DE MANUEL ORIbE SITIA LA CIUDAD DE MONTEVIDEO. LAS LUCHAS INTERNAS ENTRE CAUDILLOS DESENCADENARON LA GUERRA GRANDE, qUE ENFRENTÓ AL PRESIDENTE LEGíTIMO ORIbE CONTRA FRUCTOSO RIVERA. DURANTE EL LLAMADO "SITIO GRANDE", qUE DURARíA HASTA 1851, COExISTIERON DOS GObIERNOS: EL DE LA DEFENSA, PRESIDIDO POR RIVERA EN MONTEVIDEO, Y EL DEL CERRITO, PRESIDIDO POR ORIbE EN EL RESTO DEL TERRITORIO.

[ CAPÍTULO 34 ] PERÍODO 1

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EL DECRETO SUPREMO DE 20 DE FEbRERO DE 1832 PERMITIÓ LA IMPORTACIÓN DE ALGUNOS ARTíCULOS PROHIbIDOS, CON EL PAGO DE DERECHOS DE 90%. CONTINUÓ PROHIbIDA LA INTRODUCCIÓN DE TOCUYOS CRUDOS, TELAS TOSCAS DE LANA, PÓLVORA, SALITRE, AzUFRE, AzúCAR, jAbÓN, AGUARDIENTE DE UVA, ARROz, MENESTRAS, MANTECA DE PUERCO, VELAS DE SEbO.

carruajes, cueros, chocolates, fideos, harina, jabón, licores de todas clases, maíz, manteca, mantequilla, menestras, monturas para cabalgar, muebles, pasas, pólvora, ropa hecha, salitre, sal, sombreros de paja, tabaco, telas toscas de lana y algodón, tocuyos, velas de cera y sebo, vinos.

EL PENSAMIENTO LIBRECAMBISTA DE VIDAURRE.- Manuel Lorenzo de Vidaurre, quien ya en su memoria sobre la pacificación de América Meridional y en su disertación sobre el comercio libre había expresado ideas económicas en 1818, se opuso en el Congreso Constituyente de 1827 a la ley de prohibiciones que llamó "contribución impuesta al que compra no en provecho del Estado sino del que vende". La impugnó en nombre de los principios de la Economía Política, con citas de Say, Adam Smith y Dunoyer. Sostuvo que todos los hombres tienen por naturaleza el derecho de comprar de quien quieran y de vender del mismo modo; no se pueden crear gabelas para beneficiar a cierto número de miembros de la sociedad imponiendo nuevas obligaciones a los demás y el Gobierno no debe hacer que choquen la economía doméstica con la política. Disertó también acerca de la urgencia del estímulo a la competencia y de la necesidad de hacer tratados de comercio. Advirtió acerca de la falta de capitales y de brazos para el adelantamiento de la industria nacional y sobre la pérdida de rentas para el Estado por los obstáculos al comercio extranjero. Anunció la propagación del contrabando y narró que nunca hubo efectos ingleses más baratos y abundantes en el Virreinato que durante la guerra de España con Inglaterra; también aludió al contrabando de tabaco en la época en que hablaba. Definió a la plata como una mercancía. "Yo recuerdo (afirmó) el mensaje antiguo. Nuestros abuelos no tuvieron la décima parte de los placeres que nosotros disfrutamos". A la empleomanía la llamó el mal del Estado y señaló la conveniencia de desarrollar el espíritu de empresa, de actividad, de emulación, de paciencia.

LA LEY DE PROHIBICIONES ENTRE 1829 Y 1832.- Suspendida la ley de prohibiciones por el Gobierno insurgente de 1829, volvió a regir al quedar anulados los actos de esa administración por el Congreso el 12 de octubre del mismo año. Circularon muchas mercaderías cuyo ingreso estaba vedado por dicha ley. En su notable memoria de Hacienda de 1830, José María de Pando reconoció francamente que los comerciantes eludían las prohibiciones. "Bañadas las costas dilatadas del Perú (dijo) por el mar más pacífico del orbe, sembradas de innumerables puertos, calas, bahías y fondeaderos, encerrando desiertos arenosos que sirven de almacenes libres de aguacero y humedad, no es posible cortar el contrabando siempre que las leyes graviten demasiado sobre el interés individual estimulando su ambición. Se ha mencionado en capítulo anterior el llamado pleito de las harinas, que tanta relación tuvo con la deposición de La Fuente y que estuvo íntimamente vinculado a la ley de prohibiciones. El decreto supremo de 20 de febrero de 1832 permitió la importación de algunos artículos prohibidos, con el pago de derechos de 90%. Continuó prohibida la introducción de tocuyos crudos, telas toscas de lana, pólvora, salitre, azufre, azúcar, jabón, aguardiente de uva, arroz, menestras, manteca de puerco, velas de sebo. El decreto mencionado fue luego aclarado por el de 9 de marzo de 1832. LOS REGLAMENTOS DE COMERCIO DE 1833 A 1840.- El Reglamento de Comercio de 6 de noviembre de 1833, de tipo proteccionista, fue promulgado por el Ejecutivo en virtud de una ley autoritativa. Las tachas que recibió dicho reglamento fueron muchas. Se le culpó de ser largo y difuso; de complicar demasiado las operaciones aduaneras; de restringir las franquicias del comercio imponiendo gravámenes por igual a mercaderías extranjeras o nacionales, siempre que desembarcasen de buques con bandera extranjera; de mantener en vigor, en gran parte, la ley de prohibiciones; de fijar derechos de importación diferentes en razón de las naciones de procedencia, el buque conductor y el tamaño del envase.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 34 ]

[1]

[2]

EL REGLAMENTO DE COMERCIO Y LOS MINERALES. Tras la promulgación del Reglamento de Comercio de 1840, el azogue, material que era extraído de las minas de Huancavelica (1), y la plata, extraída de las minas de Cerro de Pasco (2), quedaron libres de derechos. A partir del 30 de noviebre de 1840, estos insumos pudieron exportarse e importarse sin problemas. Estas imágenes en el libro Colecciones de memorias científicas, agrícolas e industriales publicadas en distintas épocas (1857).

[ CAPÍTULO 34 ] PERÍODO 1

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LAS ExPORTACIONES PERUANAS ERAN, SObRE TODO, DE LOS PRODUCTOS SIGUIENTES: ORO Y PLATA EN DISTINTAS FORMAS, LANA, CUEROS DE RES Y DE LObO, MIEL Y CHANCACA, ObjETOS ARqUEOLÓGICOS (DATOS DE CÓRDOVA Y URRUTIA). HAbíA EN ELLAS PREDOMINIO NOTAbLE DE LOS METALES PRECIOSOS.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 34 ]

El nuevo Gobierno, inaugurado en diciembre de 1833, suspendió, por decreto de 8 de marzo de 1834, la vigencia del reglamento antedicho salvo algunas normas; y restableció el de 6 de junio de 1826 con las alteraciones introducidas en algunos artículos del derogado, que fueron mantenidos vigentes. El decreto de 7 de junio de 1834 complementó el de marzo. La Confederación Perú-boliviana vivió bajo tres reglamentos de comercio. De ellos, uno fue el de la República Nor-peruana (3 de setiembre de 1836). Otro, el de la República Sur-Peruana (30 de setiembre de 1836). Y además, expidió el de la Confederación (3 de setiembre de 1836). Con este interregno, cabe afirmar que tuvieron continuidad hasta 1840 el Reglamento de Comercio de 1826 y los artículos expresamente declarados vigentes del de 1833.

EL REGLAMENTO DE COMERCIO DE 1840.- Con fecha 30 de noviembre de 1840, el Gobierno promulgó un nuevo Reglamento de Comercio inspirado en principios más liberales. La ley de prohibiciones de 1828 dejó de regir, levantándose la absoluta negativa para recibir artículos de extranjeros similares a los nacionales. El gremio de los comerciantes, por medio del Consulado, quedó facultado para intervenir en la formación de la tarifa de los avalúos. Con derechos según porcentajes fijos del 5% al 36%, quedaron artículos tales como los de seda, encaje y otras telas finas, todos los productos de lana, lino o algodón, la botas, carruajes, gorras, muebles, ropa hecha, sombreros, calzado y monturas, acero, fierro y madera en bruto y otros más. Con derechos específicos: licores, aceite, añil, arroz, azúcar, cacao, café, cerveza, charqui, harina, jabón, manteca, naipes, quesos, sebo, tabaco, trigo, té, velas de cera, esperma o sebo. Libres de derechos: los animales, azogues, carbón, útiles de dibujo, equipaje, fletes, instrumentos para agricultura, minería y ciencias, cartas y globos geográficos, imprentas, lápidas, alambiques, máquinas, objetos de culto, instrumentos científicos, oro y plata, palos de buque, papeles de música, piedras de enlozar, semillas y plantas, embarcaciones. Las exportaciones peruanas eran, sobre todo, de los productos siguientes: oro y plata en distintas formas, lana, cueros de res y de lobo, miel y chancaca, objetos arqueológicos (Datos de Córdova y Urrutia). Había en ellas predominio notable de los metales preciosos.

[ XV ] LA PROHIBICIÓN DE LA PESCA EN BUQUES EXTRANJEROS.- Por decreto de 6 de setiembre de 1833 fue prohibida, en general, la pesca en buques extranjeros en las islas y costas peruanas porque dicha actividad competía exclusivamente a los nacionales. El Reglamento de Comercio del mismo año vedó específicamente, bajo pena de confiscación y comiso, el comercio extranjero en las islas de Lobos. El encargado de negocios de Estados Unidos, Larned, dirigió al ministro de Relaciones Exteriores una nota, con fecha 30 de setiembre de 1833, para pedir la reconsideración del decreto antedicho con el objeto de autorizar a los ciudadanos de Estados Unidos el uso de la pesca, pues no dañaba a los intereses de los peruanos. La respuesta, cursada con fecha 13 de mayo de 1834, fue negativa. Poco después de los buques ingleses Campeadora e Hibernia fueron sometidos a juicio por haber infringido las normas expresas que prohibían el tráfico y comunicación con la isla de Lobos (1834). El decreto de 5 de agosto de 1840 del presidente Gamarra, ratificó más tarde el principio de que la pesca en las costas e islas adyacentes peruanas no podía ejercerse sino por nacionales. A los buques pesqueros se les exoneró del pago de derechos de toneladas, ancoraje y limpieza. Igualmente quedaron libres de derecho las pieles, espermas, aceites de pescado y otros artículos que los pescadores peruanos introdujeran o exportaran. A pesar de las disposiciones legales, los balleneros y loberos, principalmente norteamericanos, continuaron efectuando sus excursiones en las costas del Pacífico sur. En el Perú, Paita y luego

Tumbes, eran lugares de reunión para ellos y allí recibían su correspondencia, ponían en barricas su aceite y completaban su aprovisionamiento con víveres diversos. Todos estos antecedentes tuvieron importancia en relación con el problema de la nacionalidad de las islas de Lobos que suscitó en 1852, según se verá en un capítulo posterior. Decretos de 8 de diciembre de 1841, 21 de marzo de 1842 y 10 de mayo de 1842 establecieron la prohibición de extraer guano de las islas de Chincha, salvo que se obtuviera autorización del Gobierno; y reafirmaron la soberanía nacional sobre esas islas.

EL CEMENTERIO BRITÁNICO

[ XVI ] LA SELVA.- La conciencia del país en el espacio se limitaba entonces, ante muchos, a la región de la costa y a la cordillera de los Andes y sus estribaciones. El océano vegetal, la zona de los ríos amazónicos aparecía vaga y misteriosa, salvo el caso de heroicos misioneros y exploradores civiles o militares, abnegados funcionarios, dispersos colonos y videntes estadistas. Una historia de entradas no siempre mantenidas de avances y retrocesos de la llamada civilización frente a los selvícolas hostiles o el clima, a veces también feroz, no coactaba los testimonios de extranjeros y nacionales que anunciaban un brillante porvenir para cuando la navegación a vapor pudiera extenderse a esta zona del territorio, universo primordial, mundo más que humano, botánico y de pájaros, insectos y reptiles. De sus tierras húmedas y sofocantes iban a la sierra, en pequeña cantidad, por medio de explotación tenaz y sacrificio anónimo, maíz, frutas, azúcar, café, tabaco, madera, mostaza, bálsamos y jebes aromáticos de plantas resinosas. San Carlos de Vitoc era, hacia 1841, uno de sus centros promisorios, Tschudi lo llegó a visitar. Pero en la coca y en la cascarilla estaban los más preciosos productos de la zona. La coca tenía sus centros en Huánuco, Vitoc, Huanta, Anco y, más al sur, en Urubamba, Calca, Paucartambo. La cascarilla había bajado en su valor desde comienzos del siglo XIX y prácticamente llegó a desaparecer su tráfico durante la guerra de la Independencia; pero renacía en Huánuco, sobre todo en Huamalíes y, también, en Urubamba. El tratado de 1851 entre el Perú y Estados Unidos advirtió que los cuerpos de los ciudadanos de los países contratantes que muriesen en territorio de otro, serían enterrados en lugares propios y decentes y protegidos contra toda violación o falta de respeto. El tratado celebrado con la Gran Bretaña en 1861 fue más explícito. Uno de sus artículos señaló que los ciudadanos y súbditos de ambos países que fallecieran en el territorio del otro fuesen enterrados en los cementerios públicos, o en los lugares de costumbre con el decoro y el respeto correspondientes.

La ola de inmigrantes llegados al Perú motivó la necesidad de construir un cementerio donde enterrar a quienes no profesaban la religión católica. Así surgió el Cementerio Británico en 1833, para protestantes, y el Cementerio Campo Israelita de Baquíjano, para judíos. Ambos se encuentran en el Callao.

[ XVII ] LA SEPULTURA DE LOS NO CATÓLICOS.- El problema de la sepultura de las personas que no eran católicas surgió al facilitarse la inmigración de los extranjeros. Tuvieron ellos, como si fueran peruanos, los goces y derechos civiles, las facilidades para el matrimonio, el derecho para la adquisición de propiedades con las limitaciones a que se ha hecho referencia, la libertad para el comercio, la libertad de industria y hasta el respeto tácito a sus creencias más íntimas; en cambio, las dificultades y exclusiones surgieron para aquellos que no morían en el seno de la religión católica. En 1827, al construirse en Arequipa un nuevo cementerio general se dedicó un local especial a los sepulcros de los protestantes, separado solo por un muro y una puerta del que recibía a la mayor parte de los cadáveres. Con fecha 12 de noviembre de 1833 el Gobierno adjudicó en el pueblo de Bellavista un terreno solicitado por el Cónsul General de la Gran Bretaña para cementerio de sus súbditos protestantes; la resolución de 21 de diciembre de 1837 amplió esta concesión.

[ CAPÍTULO 34 ] PERÍODO 1

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[ tomo 3 ]

[ Primer período: la época fundacional de la república ] I La con­tri­bu­ción in­dí­ge­na y la de cas­tas ● Otras con­tri­bu­ cio­nes di­rec­tas. La con­tri­bu­ción in­dus­ trial y la de pa­ten­tes ● La con­tri­bu­ción de pre­dios ● Con­tri­bu­cio­nes in­di­rec­tas ● II Gas­tos pú­bli­cos ● III Re­cau­da­ción, con­ta­bi­li­dad y ad­mi­nis­tra­ción fis­cal ● El

capítulo 35



Tri­bu­nal Ma­yor de Cuen­tas ● La ad­mi­ nis­tra­ción de cen­sos y ra­mos ex­tin­gui­ dos ● El em­po­bre­ci­mien­to del Es­ta­do, de la Igle­sia y las cor­po­ra­cio­nes por la ven­ ta de sus bie­ nes ● IV Deu­da ● ex­ter­na Deu­da in­ter­na ●  El Ra­mo de Ar­bi­trios.

LA POBREZA DE LA HACIENDA PÚBLICA HASTA 1841

35 [ ]

CAPÍTULO

L

[I] A CONTRIBUCIÓN INDÍGENA Y LA DE CASTAS.- La contribución personal (tanto la de indígenas como la de los demás peruanos llamada de castas) fue ratificada por la ley de 3 de noviembre de 1827. Un decreto de Bolívar había mandado a rebajar la primera en un peso, según se vio en un capítulo anterior. Pero se aseveró que tal modificación produjo consecuencias desorientadoras, pues iba en contra de prácticas tradicionales. Por otra parte, los apuros del Erario eran muchos. Para amortizar el empréstito levantado en octubre de 1828 no se tomó en cuenta esa merma y la misma política siguió aplicándose después. La rebaja, igualmente decretada en 1826 en cuanto a la contribución de castas tampoco duró mucho pues, para ella también, las tasas antiguas fueron restablecidas (decreto de 9 de julio de 1829). Sucesivas y, a veces, contradictorias disposiciones llevaron, en suma, a regresar a las tasas tradicionales de ambas contribuciones. La de indígenas continuó, en lo esencial, regida por la instrucción dada el 1° de julio de 1784. Los empadronamientos para las contribuciones de indígenas y de castas estuvieron normados por los reglamentos de 1° de julio de 1824, 1° de setiembre de 1826 y 5 de noviembre de 1827. La exoneración de impuestos personales fue establecida por diversas leyes y decretos. Con ese privilegio llegaron a ser favorecidos los empresarios de la industria minera y los operarios que trabajaban en ella, aunque la última de dichas excepciones quedó derogada. El mismo derecho llegó a ser concedido a los maestros de postas, postillones, chimbadores de ríos e individuos de tropa que sirvieron hasta la batalla de Tarqui y quedaron licenciados a consecuencia de la reducción del ejército. Ciertas zonas recibieron la exoneración de impuestos por razones de emergencia, como ocurrió con Moquegua, Ilo y Tacna después del terremoto de 1830. Una relación publicada en ese mismo año ofreció el dato sorprendente y paradojal de que la contribución de indígenas daba más de un millón de pesos y la de castas, 431 mil pesos. La ley aprobada por el Congreso de Huancayo y promulgada el 25 de setiembre de 1840 abolió la contribución de castas. Como razón para ello adujo que recaía sobre personas miserables cuyos recursos apenas bastaban para sostener las primeras necesidades de la vida, sin aliviar las del Estado; y que aun los fundos de muy pequeño valor habían sido comprendidos en la contribución predial. De esa manera resultaron solo los indígenas pagando una contribución personal. Sobre ellos también habría podido decirse lo mismo que afirmaba la ley de Huancayo en su parte considerativa para suprimir la contribución de castas. Con motivo de haberse comprobado diversas corruptelas y abusos en la acotación y recaudación de la contribución de indígenas, el decreto de 26 de setiembre de 1840 señaló reglas y preceptos para evitarlos. Otro decreto de esa misma fecha dio pautas para las matrículas de dicha contribución.

OTRAS CONTRIBUCIONES DIRECTAS. LA CONTRIBUCIÓN INDUSTRIAL Y LA DE PATENTES.- La contribución de patentes fue establecida por decreto de 10 de agosto de 1826 para todo el que ejerciera alguna industria. Quedó derogada por ley de 3 de noviembre de 1827, basándose en que había sido mal recibida y, además, por su extensión y por la falta de

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 35 ]

proporción en las tasas. La misma ley la reemplazó con la contribución llamada industrial, que gravaba el 3% sobre el producto de la industria y de los capitales y era aplicable en todas las ciudades que fuesen sede de departamento y en los lugares donde se había mandado establecer aquella. Pronto se constató que la continua movilidad de los contribuyentes señalados por la ley de 1827 daba lugar a errores y confusiones, tanto en la acotación como en la recaudación del nuevo impuesto. A pedido de los propios interesados, fue establecida de nuevo por el Poder Ejecutivo la contribución de patente, en vez de la industrial, el 18 de julio de 1892; y el 30 de ese mes y año se expidió el reglamento para la actuación de las matrículas. Con la experiencia se comprobó que el impuesto de patentes funcionaba satisfactoriamente, no obstante lo aducido por la ley de 1827. Pesaba sobre el producto neto de las actividades industriales en una proporción que nunca excedía del 4%; y este se computaba según las relaciones que presentaban los diputados elegidos por cada corporación para calificar las clases de contribuyentes y sus aprovechamientos. Así (decía Manuel del Río en su memoria de Hacienda de 1874) "se puede decir que cada industrioso se asigna la tasa con que se le acota". Todos los que se ocupaban en algún ramo de comercio o de industria obtuvieron así un permiso para que pudieran ejercitarlo, a cambio del pago de una cantidad de dinero. Los registros de la contribución de patentes vinieron a ser así un índice de artesanos y menestrales. La contribución industrial unida a la de castas, rigió, en los pueblos donde no existía la de patentes. Su empadronamiento se hacía conforme a la instrucción de 1° de setiembre de 1826. Al suprimirse la contribución de castas, expidió el Ejecutivo la instrucción de 26 de setiembre de 1840 para las matrículas de industrias y predios. La variedad de oficios y actividades en esta época se halla evidenciada en la lista de los artesanos, menestrales y trabajadores exonerados de la contribución industrial y de la de patentes por sus ganancias menores de doscientos pesos al año: albeitares, arrieros, alfareros, angarilleros, aserradores, aparejeros, aguadores, albañiles, alfombreros, botoneros, bordadores, bauleros, barberos, chinganeros, carpinteros, curtidores, carroceros, capacheros, cigarreros, carretoneros del país, cargadores de a pie, cargadores de a burro, coheteros, colchoneros, canteros, cerrajeros, chocolateros, cereros, dulceros, ebanistas, fundidores, fresqueros, franjeros, herreros, heladeros, jaboneros, mazamorreros, músicos, picadores de tabaco, pintores, petateros, plateros, relojeros, sombrereros, silleteros, sastres, tintoreros, talabarteros, trensadores, toneleros, tapiceros, veleros, zapateros. (Decreto de 1° de abril de 1852).

LA ExONERACIÓN DE IMPUESTOS PERSONALES FUE ESTAbLECIDA POR DIVERSAS LEYES Y DECRETOS. CON ESE PRIVILEGIO LLEGARON A SER FAVORECIDOS LOS EMPRESARIOS DE LA INDUSTRIA MINERA Y LOS OPERARIOS qUE TRAbAjAbAN EN ELLA, AUNqUE LA úLTIMA DE DICHAS ExCEPCIONES qUEDÓ DEROGADA.

LA CONTRIBUCIÓN DE PREDIOS.- La contribución de predios rústicos y urbanos regía en las poblaciones donde existía la de patentes, y se normaba por los decretos de 30 de diciembre de 1825 y 11 de agosto de 1826. Sus catastros se renovaban cada quinquenio, como igualmente ocurría con la de indígenas y la de industrias. El gravamen era solo un 3% sobre la utilidad que producía en arrendamiento la propiedad. Para fijar el valor que correspondería por arrendamiento a los fundos cuando los poseían los dueños, eran nombradas dos personas que servían de peritos entre la clase de propietarios de mayores capitales. La contribución de predios tropezó en la práctica con múltiples dificultades. Hubo atrasos y evasiones, expedientes numerosos llegaron al Poder Judicial, varias poblaciones la resistieron en forma tenaz y no hubo eficacia en la redacción, a pesar de haber sido entregada ella al arrendamiento, ni existieron tampoco sanciones para los omisos y culpables. Debido a las tropelías de los montoneros, Salaverry exoneró a los fundos rústicos de Lima del pago de esta contribución. Santa Cruz autorizó a todos los propietarios a abonarla en parte en documentos del crédito público, tomando en cuenta los quebrantos que habían sufrido. La ley de 1840 que abolió la contribución de castas, dispuso que estuviesen libres de la predial los dueños de bienes rústicos o urbanos que no poseyeran más de un fundo cuya renta anual no excediera de 50 pesos. Diversos decretos aumentaron o redujeron ligeramente estas cifras.

[ CAPÍTULO 35 ] PERÍODO 1

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[ 1840 octubre 9 ] GAMARRA Y EL FIN DE LA CONTRIBUCIÓN DE CASTAS. Durante la Restauración, el presidente Gamarra decreta la abolición de la contribución de castas. El comunicado oficial, aparecido en El Comercio el 9 de octubre de 1840, dice que esta: "(…) ha recaído sobre personas miserables, cuyos recursos apenas bastan para sostener las primeras necesidades de la vida, sin aliviar las del Estado", y por ello se decreta "(…) abolida en toda la extensión de la República la (…) contribución de castas".

La ley de 3 de noviembre de 1827, ratificada por el decreto de 14 de agosto de 1838, mandó que la contribución de predios urbanos solo se cobrara en las capitales de departamento. Las contribuciones directas, en resumen, fueron, durante el período de 1827 a 1842, las de indígenas, castas (esta última suprimida en 1840), patentes, industrial y predios. En algunas localidades se cobraba el derecho de peaje a los transeúntes en los caminos y el derecho de pontazgo a los que pasaban por los puentes, para aplicar su producto a finalidades inmediatas. No existía sobre ellos una ley nacional. En el cobro de las contribuciones directas hubo morosidad e irregularidad. Santa Cruz implantó la pena de cárcel a los deudores morosos con el Estado y amenazó con la destitución a los funcionarios omisos (decreto de 25 de mayo de 1836 en el Cuzco).

CONTRIBUCIONES INDIRECTAS.- Las contribuciones indirectas eran muy numerosas. Entre ellas hallábase la que producía la parte más considerable de los ingresos públicos: la renta de las aduanas. Sufrían estos productos muchas dificultades y trabas. Como los metales preciosos venían a ser los artículos más importantes de exportación, su escasez relativa, unida al contrabando, afectaba notoriamente al Erario. Por otra parte, el comercio extranjero, lleno de trabas, no se sentía estimulado ni tenía facilidades geográficas como ocurría en países vecinos; y la ley de prohibiciones de 1828 operó, por muchos años, como valla o barrera de un tráfico en cuya prosperidad estaba basada la abundancia de los ingresos de aduana. Los apuros frecuentes del Tesoro Público lo llevaron a pedir adelantos de numerario a los negociantes introductores de efectos extranjeros, y a admitirles en pago de los adeudos una parte alícuota de sus créditos reconocidos o billetes, según las circunstancias. Otras contribuciones indirectas, todas ellas provenientes del Virreinato, eran las siguientes: diezmos y cobos, antiguo quinto real que se cobraba sobre las pastas de oro y plata (abolida en 1830 según se vio en el capítulo respectivo); señoraje o derechos de acuñación; estanco del tabaco, pólvora, nieve y naipes; tierras y bienes vacantes; alcabalas; descubrimiento de huacas y tesoros ocultos (abolida en enero de 1839); arrendamientos de fincas del Estado, censos y obras pías; comisos; composición de pulperías; novenos, o sea la parte que correspondía al Estado en los diezmos eclesiásticos y que fue aplicada a los hospitales; mesada eclesiástica o derecho al tanto por ciento sobre los beneficios de ese carácter; media anata sobre títulos, nombramientos y promociones; vacantes mayores o menores sobre beneficios eclesiásticos; papel sellado; mojonazgo; sisa; montepío; correos; títulos y tomas de razón; venta de minas del Estado. En 1826 fue creado el impuesto a los licores, exceptuándose de él en 1830 a los de Arequipa; como compensación se incluyó dentro de la ley de prohibiciones la importación de los licores extranjeros. A partir de 1840 el Estado comenzó a percibir la renta proveniente de la exportación del guano. Acerca de este abono y de su vasto significado en la vida peruana, se comenzará a hablar al tratar del primer gobierno de Castilla.

[ II ] GASTOS PÚBLICOS.- Se ha mencionado en un capítulo anterior el esbozo de presupuesto hecho en 1827 por el ministerio Morales Ugalde. El Ejecutivo, por medio del ministro José María de Pando, remitió al Parlamento en 1830 el presupuesto general de gastos para el año siguiente. Lo acompañó con un estado de la hacienda pública donde se anotaba la deuda que provenía de los años precedentes, lo que se debió cobrar aquel año, lo recaudado de los anteriores, lo percibido del que estaba en curso y la deuda pendiente a fin de año. Los egresos, que casi exclusivamente eran sueldos, llegaban a 4.973.000 pesos. De ellos, el Ministerio de Guerra tomaba 2.579.154;

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Un cementerio para los no católicos. Además de tradiciones y costumbres varias, los inmigrantes extranjeros que llegaron a nuestro país aportaron sus propias religiones. Dado que no podían ser enterrados en cementerios católicos, grupos que profesaban una fe distinta, como los judíos y los anglicanos, se vieron obligados a crear sus propios espacios. En estas fotografías podemos apreciar detalles del Cementerio Británico del Callao, inaugurado en 1833.

[ capítulo 35 ] período 1

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EL PRESUPUESTO DE 1831 Los egresos del Estado peruano consistían principalmente en sueldos de los sectores públicos. Según el presupuesto realizado en 1830 para el año siguiente, los gastos se distribuían de la siguiente manera:

CONCEPTO MONTO (PESOS) Sueldos 4.973.000 Ministerio 2.579.154 de Guerra Ministerio 793.901 de Hacienda Ministerio 353.055 de Marina Poder Judicial 326.560 Ministerio de 254.511 Gobierno y RR. EE. Poder Legislativo 191.697 Juntas 112.613 departamentales Presidencia 62.000 de la República

Hacienda, 793.901; Marina, 353.055; tribunales y jueces, 326.560, el Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores, 254.511; el Cuerpo Legislativo, 191.697; las juntas departamentales, 112.613; la Presidencia de la República 62.000. Este presupuesto incompleto no fue discutido por el Congreso. En un oficio que pasó a ese Poder del Estado el ministro de Hacienda, Manuel Gaspar de Rosas, aparece que los gastos mensuales del Erario no bajaban de 140.000 pesos y los ingresos eran 60.000 nominales (14 de noviembre de 1832). Durante algunos gobiernos se siguió la práctica de publicar sistemáticamente en los periódicos las entradas y los gastos fiscales. Estas aisladas medidas no alteraron la situación endémica de desorden en la hacienda pública, acrecentada por los frecuentes trastornos políticos. Por decreto de 21 de julio de 1839 fueron señalados los haberes de los funcionarios y empleados civiles y militares. No quedaron comprendidos en dicho decreto ni el sueldo del presidente de la República fijado en 40 mil pesos al año por ley de 30 de noviembre de 1839, ni el de la Casa Militar, ni los que se votaron después, especialmente. Las escalas de sueldos del ejército y la marina llegaron a ser fijadas por decretos supremos de 25 de mayo y 1° de octubre de 1839. El reglamento de sueldos de 5 de setiembre de 1826 designó los haberes de los jefes y oficiales del ejército y marina y especificó el que debían percibir en numerario y la parte reservada para ajustes. Este sistema trajo desorden y confusión; y reconocidas a favor de los militares las sumas por la parte del haber que no percibían, enajenaban esos créditos para llenar sus necesidades sometiéndose al agio de especuladores. El decreto de 5 de mayo de 1839, ya mencionado, fijó la escala de dichos sueldos militares. Los grandes mariscales percibían anualmente 7.000 pesos, el mismo haber, de los ministros según decreto supremo de 21 de julio de 1839. Los generales de división 5.000 pesos, o sea 200 más que los vocales de la Corte Suprema y los mismo que los prefectos de Lima, Junín, La Libertad, Cuzco, Arequipa, Puno. Los generales de brigada 4.000 como los prefectos de otros departamentos. Los coroneles 2.800; los tenientes coroneles 1.920; los sargentos mayores 1.440; los capitanes 840; los tenientes 600; los alfereces 480; los sargentos primeros 216; los cabos primeros 144; los cornetas y soldados 120. Como cifras comparativas cabe mencionar: el administrador general de Correos con 2.500; el bibliotecario de la Biblioteca Nacional 1.000; el prior del Consulado 2.500; los diez vocales de la Corte Superior de Lima, 3.500 cada uno; los cuatro jueces de la capital 2.000 cada uno; los amanuenses de 600 a 240. En el ejército había, además, gratificaciones por ocupar cargos específicos y gastos de escritorio. El almirante embarcado ganaba 7.000 más una gratificación; el vicealmirante 5.000; el contralmirante 4.000; el capitán de navío 3.200; el de fragata 2.000; el de corbeta 1.400; el teniente primero 960; el alférez de fragata 600. Estos haberes bajaban si los jefes estaban desembarcados; y en uno y otro caso hallábanse sujetos a gratificaciones. A los soldados de marina se les pagaba lo mismo que a los soldados; o sea 120 pesos.

[ III ] RECAUDACIÓN, CONTABILIDAD Y ADMINISTRACIÓN FISCAL.- Difícil fue el aprendizaje en materias relacionadas con la hacienda pública al empezar el país su existencia como Estado soberano. Había, en primer lugar, el atraso en esta materia proveniente del Gobierno virreinal, no por malevolencia estudiada ni por torpeza extrema sino porque él no podía enseñar lo poco que entonces se sabía en Europa. Los prohombres de la República atesoraban escasa ciencia al respecto. "Algunos de nuestros hombres públicos habían visitado las naciones que más progreso han hecho en esta parte de la administración (escribía Manuel del Río en su memoria al Congreso extraordinario de 1849, al dar cuenta de las dificultades para implantar el presupuesto); pero, muy distantes de sus gobiernos, no pudieron contar con la perfección que únicamente les hubiera franqueado las puertas de sus oficinas de hacienda para que, viendo de cerca el mecanismo de su marcha hubieran podido estudiar y comprender los misterios de su mejora". Por otra parte, pronto

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 35 ]

pulularon las agitaciones revolucionarias que añadieron a las imperfecciones del sistema vigente la inevitable relajación en la moral dentro de la recaudación de las rentas. Los gobiernos sucesivos fueron a los aumentos de ascensos y pensiones para los empleados militares y civiles y a contratos precipitados frente a la necesidad de sostenerse; y las estrecheces del Tesoro convirtieron en un angustioso problema hasta el pago de los haberes de la burocracia. La contabilidad trunca y poco moderna que legara el régimen virreinal y que los sucesivos y frecuentes cambios revolucionarios enmarañaron, no dispuso ni siquiera de una oficina que centralizase la cuenta de ingresos y egresos. En 1830 se intentó aplicar el sistema de contabilidad por partida doble; pero su planificación halló obstáculos insuperables y se adaptó un método que, sin embargo de ser imperfecto, se acercaba a dicho sistema. Las oficinas le opusieron una tenaz resistencia y los trastornos políticos introdujeron tales desórdenes que la cuenta llegó hasta carecer de la uniformidad con que todos los establecimientos fiscales debían llevarla. La percepción de las contribuciones directas estaba reglada por lo preceptuado en 11 de agosto de 1826 y 21 de mayo de 1828. Diversos decretos vinieron enseguida; y en 12 de junio de 1829 se hizo un extracto de las funciones de los prefectos, subprefectos y administradores, para que desempeñaran más fácilmente sus labores. La recaudación de muchas contribuciones estuvo a cargo de los subprefectos que se beneficiaban con el 4% de la suma cobrada y en principio debían depositar una fianza al asumir el cargo. En una época hubo intendentes visitadores. En 1830 se organizó un Recuerdo de administradores en el cual se recapitulaban en 18 artículos todas las disposiciones sobre rentas públicas y las obligaciones de jefes y subalternos. Los trastornos políticos dieron lugar a nombramientos inconsultos, a separaciones súbitas y a la dislocación de cobranzas y pagos. Los subprefectos, con frecuencia, no encontraron quiénes salieran como fiadores de ellos, como era reglamentario. La administración de algunos ingresos fiscales, la venta de acciones y propiedades del Estado y aun la recaudación de ciertas contribuciones, se hacían por remate ante la Junta de Almonedas; dicho remate podía ser a puja verbal. La actuación de la matrícula de contribuciones quedó encomendada, a partir del decreto de 11 de agosto de 1826, a individuos ajenos a la burocracia, llamados "apoderados fiscales". Estos debían ser nombrados por los prefectos; el decreto de 24 de diciembre de 1829 limitó la facultad de dichos funcionarios a la de proponer a los apoderados. En algunas ocasiones se les asignó la tarea de tomar razón de las personas que debían suscribir un empréstito forzoso y otras funciones que ejercían al recorrer los pueblos y al actuar sus matrículas.

LOS SUELDOS DE LOS MILITARES En 1839 se promulgó un decreto por el cual se modificaban los sueldos de los militares peruanos. El aumento determinó que los pagos anuales fueran de la siguiente manera: RANGO MONTO (PESOS) Grandes mariscales 7.000 Generales de división 5.000 Generales de brigada 4.000 Coroneles 2.800 Tenientes coroneles 1.920 Sargentos mayores 1.440 Capitanes 840 Tenientes 600 Alfereces 480 Sargentos primeros 216 Cabos primeros 144 Cornetas y soldados 120

EL TRIBUNAL MAYOR DE CUENTAS.- Esta oficina general había sido establecida en Lima durante el Virreinato para el examen y juzgamiento de las cuentas que debían rendir todos los administradores de rentas del Estado. Su organización y atribuciones quedaron señaladas en la Recopilación de Leyes de Indias. Cumplía el tribunal una doble función, pues dirigía la hacienda real y llevaba el registro de los ingresos y egresos; y, al mismo tiempo, juzgaba las cuentas de las oficinas subalternas. Después de un período en que funcionó la Contaduría General de Valores, la ley promulgada el 2 de enero de 1840 restableció el Tribunal Mayor de Cuentas. El decreto reglamentario de 10 de enero de 1840 creó en él una Sección de Valores para anotar los ingresos y gastos nacionales y el de 9 de febrero de 1841 señaló sus facultades y su jurisdicción en lo concerniente al examen y al fenecimiento de las cuentas. Dicha jurisdicción era privativa.

LA ADMINISTRACIÓN DE CENSOS Y RAMOS EXTINGUIDOS.- En setiembre de 1821 se estableció una Dirección General de Censos y Obras Pías para la administración de todo el patrimonio de Estado perteneciente a dicha denominación, como: las temporalidades que fueron

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Una economía devastada Nuestra separación de la metrópoli española no solo trajo la libertad tan ansiada a nuestro país, también, lamentablemente, originó una severa crisis económica.

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a In­de­pen­den­cia tu­vo un cos­to eco­nó­mi­co muy al­to pa­ra el país. La se­pa­ra­ción de Es­pa­ña no tra­jo, co­mo so­ña­ban los li­be­ra­les, el au­ge co­mer­cial al eli­mi­nar­se las res­tric­cio­nes mer­can­ti­les. La pro­duc­ción de­cre­ció, se per­die­ron los an­ti­guos mer­ca­dos co­mo el Al­to Pe­rú, Chi­le y Qui­to, el cré­di­to es­ca­seó y la ren­ta per cá­pi­ta tar­dó en re­cu­pe­rar­se. Es­ta pér­di­da de mer­ca­dos ero­sio­nó con­si­de­ra­ble­men­te a la agri­ cul­tu­ra cos­te­ña y a sus te­rra­te­nien­tes. Ade­más, la vi­da po­lí­ti­ca, ines­ta­ble y, por mo­men­tos, co­rrup­ta, no ga­ran­ti­za­ ba nin­gún ti­po de in­ver­sión. En 1834, por ejem­plo, el cón­sul bri­tá­ni­co Bel­ford A. Wil­son, in­for­ma­ba a su Go­bier­no lo si­guien­te: “So­bre la exis­ten­cia de es­te Sis­te­ma de So­bor­no, yo sim­ple­men­te creo que nin­gún fun­cio­na­rio pú­bli­co en el Pe­rú se ha­lla com­ple­ta­men­te exen­to, al­gu­nos pue­den ser con­quis­ta­dos a nos pre­ cio que otros, pe­ ro to­ dos, me­ des­de el úl­ti­mo Pre­si­den­te, el Ge­ne­ral Ga­ma­rra pa­ra aba­jo, es­tán in­fec­ta­dos con es­te vi­cio. La jus­ti­cia en el Pe­rú ha si­do has­ta aho­ra, y pa­re­ce que con­ti­ nua­rá sien­do, al­can­za­da tan so­lo por el ‘so­bor­no’”. En H. Bo­ni­lla, Gran Bre­ta­ña y el Pe­rú: in­for­mes de los cón­su­les bri­tá­ni­ cos, to­mo I, Li­ma: Ins­ti­tu­to de Es­tu­dios Pe­rua­nos,1975, p. 86. El de­sor­den era tal que nin­gún Go­bier­ no pu­do im­ple­men­tar un mo­de­lo eco­ nó­mi­co cla­ro, me­nos un pre­su­pues­to. Los in­gre­sos más im­por­tan­tes con los que po­ día con­ tar eran las ren­ tas de adua­na, el tri­bu­to de los in­dios y los

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"cu­pos" de gue­rra que le­van­ta­ban los cau­di­llos. Es ló­gi­co su­po­ner, ade­más, que el prin­ci­pal gas­to que tu­vie­ron los re­gí­me­nes de en­ton­ces fue el or­den in­ter­no, es de­cir, ga­ran­ti­zar su per­ma­ nen­cia en el po­der. El cré­di­to ex­ter­no, por úl­ti­mo, es­ta­ba sus­pen­di­do. La agri­cul­tu­ra, por ejem­plo, ac­ti­vi­dad a la que se de­di­ca­ba la ma­yor par­te de la po­bla­ción, ha­bía acen­tua­do su cri­sis. Mu­chas ha­cien­das ha­bían si­do des­trui­ das por las gue­rras y per­die­ron tra­ba­ja­ do­res. En la cos­ta, cien­tos de es­cla­vos apro­ve­cha­ron la pre­sen­cia de los ejér­ ci­tos li­ber­ta­do­res y se en­ro­la­ron en la lu­cha ba­jo la pro­me­sa de con­se­guir su li­ber­tad. Los ha­cen­da­dos tu­vie­ron que so­bre­vi­vir con so­lo al­gu­nos es­cla­vos, peo­nes li­bres e in­dios ya­na­co­nas. Por ello, los via­je­ros que re­co­rrían la cos­ta com­pa­ra­ron su agri­cul­tu­ra con la Ve­nus de Mi­lo: ca­re­cía de bra­zos. Otro pro­ble­ ma de los ha­cen­da­dos era la es­ca­sez de cré­di­to. Tu­vie­ron que de­pen­der, cuan­ do po­dían, de los prés­ta­mos cos­to­sos (al­re­de­dor del 18-24% anual com­pa­ra­ do al 4-6% anual de los cen­sos du­ran­te el Vi­rrei­na­to) de los co­mer­cian­tes usu­ re­ros o pres­tar­se en­tre ellos mis­mos. En la sie­rra, la agri­cul­tu­ra, tan­to pa­ra los ga­mo­na­les co­mo pa­ra las co­mu­ni­ da­des in­dí­ge­nas, que­dó en un ni­vel ca­si de sub­sis­ten­cia. To­do es­to de­mues­ tra que los ha­cen­da­dos, por su de­bi­li­ dad eco­nó­mi­ca, no pu­die­ron con­ver­tir­ se en gru­po di­ri­gen­te y tu­vie­ron que co­bi­jar­se en los cau­di­llos pa­ra de­fen­ der sus in­te­re­ses.

secuestradas a los jesuitas, los bienes que administraba la Inquisición, los pertenecientes al monasterio de El Escorial y los que se titulaban censos de indios. Esta dirección fue extinguida por el decreto de 6 de mayo de 1825, restablecida por el de 27 de julio de 1825 y vuelta a suprimir por el de 22 de setiembre de 1826. Las funciones que desempeñaba pasaron a cargo de la Caja de Amortizaciones y, luego, al desaparecer ella por decreto de 20 de junio de 1836, quedó encomendada a la llamada Administración de Censos y Obras Pías. Una circular de 31 de marzo de 1830 dispuso que los subprefectos recaudaran las rentas fijas por censos o arrendamientos de tierras pertenecientes al Estado, así como las rentas procedentes de los ramos y acciones de la extinguida Inquisición y otros similares; y un decreto de 13 de julio de 1837 les dio análogas atribuciones en relación con las que tenían su origen en determinados conventos supresos. El decreto de 1° de octubre de 1838, refrendado por Gamarra, suprimió la Administración de Censos y Obras Pías y adjudicó los capitales per tenecientes a patronatos, obras piadosas y buenas memorias a la Beneficencia; el resto de los capitales y toda clase de bienes existentes de cada uno de los demás ramos que había administrado la caja de censos (como eran el de este nombre y los de Inquisición, temporalidades, Cautivos, Jerusalén, conventos supresos y otros), pasaron a ser administrados por la tesorería general de la capital y, fuera de ella, por las tesorerías depar tamentales. En su ausencia el mismo decreto fue ratificado por Santa Cruz por decreto de 24 de diciembre de 1838, con algunas disposiciones para beneficios de propietarios y agricultores perjudicados con motivo de las guerras internas e internacionales. Así declaró Santa Cruz que la amor tización de los capitales de todos los ramos entregados a las tesorerías, a excepción del de censos de indígenas, podía hacerse con documentos de la deuda doméstica o extranjera. No llegó a formarse un estado general de todas estas rentas y sus productos legales y efectivos; ni se esclarecieron en ellas los derechos del Estado y de los particulares; ni se demostró con exactitud cuáles eran los bienes nacionales de dicha procedencia, sus verdaderos valores y el estado de las fincas, terrenos e imposiciones con ella relacionados, y así se careció de orientación para conocer lo que estaba confundido o defraudado y lo que resultaba sujeto a litigios, para seguirlos debidamente hasta su conclusión.

LAS URGENCIAS DE LA GUERRA INTERNA E INTERNACIONAL HICIERON qUE LAS ADMINISTRACIONES DE SANTA CRUz Y ORbEGOSO VENDIERAN bIENES NACIONALES Y DE ESTAbLECIMIENTOS DE INSTRUCCIÓN, bENEFICENCIA, HOSPITALES, COMUNIDADES RELIGIOSAS Y DE LA ANTIGUA CAjA DE CENSOS DE INDIOS.

EL EMPOBRECIMIENTO DEL ESTADO, DE LA IGLESIA Y LAS CORPORACIONES POR LA VENTA DE SUS BIENES.- La ley de reforma militar de 12 de diciembre 1829 mandó pagar a los jefes reformados en bienes nacionales. Las urgencias de la guerra interna e internacional hicieron que las administraciones de Santa Cruz y Orbegoso vendieran bienes nacionales y de establecimientos de instrucción, beneficencia, hospitales, comunidades religiosas y de la antigua caja de censos de indios. Los conventos, los monasterios, las cofradías tenían muchos bienes dados en posesión o en censo. Ambos, censualistas y poseedores, fueron apremiados al pago de las rentas, bajo la amenaza de remate. El decreto de 13 de julio de 1839 estableció que eran nulas las mencionadas ventas efectuadas por ambas administraciones. Los compradores quedaron obligados a restituir las fincas y acciones a las corporaciones a que pertenecieron. Fueron exceptuados de la restitución los frutos devengados antes de la publicación del decreto antedicho; y se permitió que los compradores permaneciesen como arrendatarios pagando la pensión respectiva desde esa fecha (decreto de 20 de agosto de 1841). La ley de 28 de noviembre de 1839, promulgada el 6 de agosto de 1846, hizo un nuevo arreglo sobre este importante asunto favorable a los compradores por gestiones de Pedro Antonio de la Torre.

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[ 1839 dIcIembre 2 ] EL IMPUESTO AL TABACO. El 2 de diciembre de 1839 El Comercio publicó algunos decretos dados por el presidente Agustín Gamarra y su ministro de Hacienda, José de Mendiburu. Uno de ellos establecía una rebaja al impuesto sobre el tabaco. Este producto pagaría a partir de entonces solo un real por mazo, medida que no debía exceder de 24 onzas. Añadía el diario: "este derecho se aplica a arbitrios, como lo estuvo el anterior de dos reales con que se hallaba gravado este artículo".

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Los individuos que compraron los bienes indicados desde el 15 de julio de 1835 quedaron en posesión de ellos mientras el Gobierno les devolviera en el término de 6 años las cantidades que hubiesen dado y el valor de las mejoras necesarias y útiles existentes en las fincas, al tiempo de su entrega. Si el Gobierno no cumplía con abonar, dentro del plazo señalado, las cantidades y el valor antedichos, se declaraba a los compradores en pleno dominio de los fundos que hubiesen adquirido. Las adjudicaciones de bienes nacionales por alcances y ajustes de sueldos o en premio de servicios prestados a la Confederación, fueron consideradas nulas; no así las que provenían de sueldos o ajustes devengados en servicio del Gobierno nacional. Los compradores de bienes pertenecientes a establecimientos públicos de instrucción, beneficencia, comunidades religiosas o de censos de indios o de cualquier otra clase que hubiesen sido enajenados después del 15 de julio de 1835, debían percibir de la caja de arbitrios el rédito del 6% anual sobre los capitales en que hubiesen comprado esas fincas, siempre que las devolvieran a sus anteriores propietarios. Pero si no querían hacer la devolución, esos anteriores propietarios percibirían de la misma caja el canon o merced conductiva que les rendían sus fincas antes de la enajenación. Con esta última norma surgía un testimonio solemne de la validez de la enajenación a favor de los actuales poseedores que debía constar por instrumento público con citación judicial del antiguo propietario. Las ventas hechas por el Gobierno por concepto de censo o enfiteusis dentro del período antedicho, fueron reguladas por dispositivos similares. Se prohibió, bajo pena de nulidad, resarcimiento de intereses y pérdida de lo que dieren, que alguno pudiera comprar en adelante o tomar en adjudicación de pago u otra causa los bienes nacionales y demás mencionados en la ley, cualquiera que fuese la autoridad que los enajenara. Esta prohibición quedó sin efecto cuando pocos años después, el Código Civil y el de Enjuiciamientos en lo civil permitieron la venta de bienes nacionales con las mismas formalidades que su arrendamiento; o sea, solamente en subasta pública. Análogo trámite dieron a la venta de bienes pertenecientes a los establecimientos públicos de beneficencia, de instrucción o de cualquier otro ramo. La triste historia de lo ocurrido con los bienes nacionales a lo largo del siglo XIX quedó resumida en las siguientes palabras que transcribió M. F. Bueno en su memoria como director de Rentas en el año de 1878: "El Estado ha hecho suyas todas las propiedades que pertenecieron al convento de jesuitas, a la caja de censos de indígenas, a la de Jerusalén, Cautivos, Inquisición, El Escorial, Cacicazgos y todos los que pertenecieron a los conventos supresos con más los bienes secuestrados durante la guerra de nuestra emancipación que no fueron devueltos y que más bien han sido reconocidos y pagados. En la actualidad son, sin embargo, muy pocas las propiedades de que él puede disponer. La mayor parte han sido enajenadas del modo más irregular y perjudicial a los intereses fiscales. Generalmente la manera de verificarlo ha sido esta: evaluado un fundo por peritos parciales, el comprador ha dado en pago documentos de crédito no por el precio de plaza sino por el nominal. Los gobiernos en todos los países, al amortizar sus deudas, tienen en cuenta la cotización que les da el comercio sin menoscabo de su crédito. Pero entre nosotros las propiedades del Estado han sido despreciadas al valorizarse y se han amortizado ellas con documentos públicos que se obtenían con descuento en el comercio. Muchas de esas propiedades han sido enajenadas a favor de los mismos empleados que estaban encargados de su administración. La mayor parte de los documentos que se dieron en pago han desaparecido de los archivos". Los anteriores conceptos que M. F. Bueno hizo suyos en 1878, sin mencionar de dónde los tomaba, pertenecen a la memoria de José Manuel Osores como director de Rentas en el año de 1870. Pese a esfuerzos aislados no llegó a formarse hasta la época en que se harían estas publicaciones, un margesí o siquiera un inventario de los bienes nacionales y acciones fiscales. La recaudación de los productos rendidos por las propiedades, censos y capellanías pertenecientes al Estado, la administración y el pago de las llamadas dotes de Patronato nacional y el manejo de los bienes de los conventos supresos llegaron a ser, en conjunto, los sobrantes o restos de un ramo

grandemente disminuido y sobre ellos no rigió una eficiente contabilidad. Además del tremendo desorden, muchas veces no hubo leyes o decretos coherentes y eficaces que los reglamentasen. Funcionarios empeñosos trataron, en lo posible, y dentro de los recursos a su alcance, de contrarrestar los efectos acumulados por la incuria endémica y por el dolo impune.

[ IV ] DEUDA EXTERNA.- La deuda externa no fue aumentada con nuevos empréstitos después de 1825 hasta la época de la Restauración; sin embargo, la inglesa quedó en crecimiento constante por los dividendos de los intereses impagos. Aumentó así la deuda inglesa cada año en la proporción del 6% calculado en 106.650 libras esterlinas. A pesar de la estipulación contenida en el Tratado de Guayaquil de setiembre de 1829, en el sentido de que la deuda a Colombia por los auxilios prestados durante la Independencia sería liquidada, la comisión encargada de esa labor no llegó a concluir sus trabajos. Sin embargo, el Perú abonó a Colombia algunas partidas de dinero. Existía una deuda con Chile desde los días de la Emancipación. La presencia del ejército unido restaurador, en 1837, 1838 y en 1839, cuyos efectivos fueron de más de 12 mil hombres, impuso, aparte del compromiso de compensar a ese país sus gastos y el de atender a su sostenimiento, el pago de medio millón votado por el Congreso como premio para las fuerzas chilenas y de otro medio millón para las peruanas. Cuando se liquidó la deuda del Perú a favor de Chile por la Convención de 12 de setiembre de 1848, el Gobierno nacional se obligó a abonar la cantidad de 4 millones de pesos. En diciembre de 1841 se llegó a reconocer a Estados Unidos una deuda de 300 mil pesos por el valor de buques y cargamentos apresados durante la guerra de la Independencia. Este crédito, no ratificado por el Gobierno, dio lugar a nuevos reclamos en 1843 y 1845.

DEUDA INTERNA.- La deuda interna creció con la ley de reforma militar de 12 de diciembre de 1829 que no solo ordenó pagar a los servidores del Estado en bienes nacionales como ya se ha visto, sino también en cédulas de reforma según el tiempo, calidad y número de sus servicios. Solo en un año llegó dicha deuda a 1.493.186 pesos y siguió aumentando hasta el 14 de enero de 1833 en que otra ley le puso término. Sobre este asunto se trata en capítulo anterior. El decreto de 13 de febrero de 1833 dispuso que se aplicara a la deuda pública los bienes de los conventos supresos. Títulos de la deuda interna fueron: los billetes del crédito público, admitidos durante un tiempo en las aduanas, las cédulas de reforma, los créditos reconocidos, las letras giradas a Londres y protestadas, la letras giradas por el Ministerio de Hacienda y las letras, asimismo, giradas por la entidad creada para la amortización de la deuda, llamada Junta Nacional del Crédito Público. La ley promulgada el 25 de agosto de 1831 reconoció las imposiciones y depósitos hechos bajo el Gobierno español en el Estanco del Tabaco, el Tribunal del Consulado, las cajas que se nombraban reales y las demás oficinas del Estado. Pero ordenó que su pago se efectuara solo después de satisfecha la deuda contraída en tiempo de la Independencia del Perú. Las deudas activas y pasivas contraídas en la época del Gobierno español debían ser compensadas si los interesados eran acreedores y deudores directos, sin que hubiese lugar respecto de las compradas o cedidas. Quedaron excluidos del reconocimiento los fondos o capitales que, voluntaria, expresa o indirectamente, hubiesen sido entregados o impuestos para sostener la guerra contra la Independencia. Tampoco fueron reconocidos los pertenecientes a los súbditos del rey de España, mientras no reconociera la independencia del Perú y entrase en relaciones con el Gobierno peruano. De la llamada deuda española se tratará en los capítulos referentes al conflicto de 1864-1866.

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FEbRERO 1843 [ perú ]

EL CAUDILLO MANUEL IGNACIO DE VIVANCO SE PROCLAMA SUPREMO DIRECTOR DEL PERú EN AREqUIPA. EL PRESIDENTE FRANCISCO DE VIDAL, AL CONOCER LA ADHESIÓN DEL EjéRCITO, DECIDE ENTREGAR EL MANDO AL VICEPRESIDENTE jUSTO FIGUEROLA, qUIEN LO RECHAzA. VIVANCO MARCHA ENTONCES HACIA LIMA Y TOMA EL PODER EL 7 DE AbRIL DE 1843.

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Las cofradías. Estas asociaciones de fieles, sobre todo de carácter religioso, tienen su origen en la Edad Media y fueron reguladas en el siglo XVII. De gran popularidad en España, fueron difundidas en Lima durante la Colonia y algunas llegaron hasta la época republicana. Solían estar bajo la advocación de un santo y, como muestra esta acuarela de Leonce Angrand de 1834, realizaban colectas cuyos fondos destinaban a financiar fiestas religiosas patronales.

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[ capítulo 35 ]

La Caja de Amortización había sido creada por decreto de 22 de setiembre de 1826 con un doble objetivo. Uno era, como ya se ha visto antes, el de administrar los bienes nacionales y ajenos comprendidos en la antigua Caja de Censos, la Inquisición, las temporalidades jesuíticas, las comisarías de Jerusalén y de Cautivos, los patronatos y buenas memorias, a los que se agregaron los de conventos supresos. Otro objetivo estuvo dirigido a la amortización de la deuda externa e interna. Las estrecheces del Erario perturbaron este plan. La Caja de Amortización casi nada percibió de las rentas que le habían sido aplicadas y que, al poco tiempo, siguieron cobrándose por otras tesorerías para invertirse en los gastos ordinarios, por lo cual quedó ella reducida a la administración de los bienes mencionados y a amortizar con sus capitales una parte de la deuda interna. Un decreto de Orbegoso el 20 de junio de 1836 extinguió la Caja de Amortización y estableció, en su lugar, una Administración de Censos y Obras Pías, según ya se ha visto en este mismo capítulo. Fueron frecuentes, sobre todo, durante la anarquía de 1835 y durante las guerras de la Restauración de 1837 y 1838-1839 y las guerras de 1841, las exacciones forzosas que tomaron el nombre de empréstitos. Muchas veces esos empréstitos eran anticipos sobre los derechos ordinarios de aduana. Así ocurrió que resultase la aduana del Callao, no acreedora de particulares sino deudora de ellos. Otra entidad en la cual fueron efectuadas operaciones análogas vino a ser la Casa de Moneda de Lima, en relación con los derechos fiscales por ella percibidos. Una práctica similar surgió en lo concerniente al Ramo de Arbitrios mencionado más adelante. No faltaron cupos abusivos; pero los comerciantes podían también beneficiarse grandemente con los empréstitos. Así ocurrió con el de 160.000 pesos que el Gobierno aprobó en 18 de setiembre de 1839. El comercio de Lima dio 100.000 pesos en dinero y 60.000 en créditos, billetes y cédulas de reforma que se vendieron en plaza con notable descuento. El reembolso de las cuotas prestadas fue hecho por el Estado compensando con ellas dos terceras partes de lo que por sus despachos tuvieran que satisfacer los prestamistas a la aduana. Así fueron éstos reintegrados en las sumas que erogaron antes de tres meses y con provecho de un 28%.

LA LEY DE 28 DE NOVIEMbRE DE 1839 AUTORIzÓ AL GObIERNO PARA PLANIFICAR EL ESTANCO DE TAbACOS, NAIPES, PÓLVORA Y bREA, Y APLICAR SUS UTILIDADES ExCLUSIVAMENTE A LA AMORTIzACIÓN DE LA DEUDA INTERIOR Y ExTRANjERA.

EL RAMO DE ARBITRIOS.- El decreto de 2 de marzo de 1834 creó el Ramo de Arbitrios con un impuesto o recargo sobre los derechos de importación cuyos fondos debían estar a disposición del Tribunal del Consulado con el fin de reintegrar las cantidades que entonces prestó el comercio de Lima para poner en campaña al ejército. Este ramo, de origen precario, subsistió por mucho tiempo. Nuevos empréstitos fueron levantados más tarde con hipoteca de él, para hacer que los comerciantes dieran adelantos que los convertían en acreedores del Estado. Entre otros empréstitos del mismo tipo estuvo el que mandó cobrar Gamarra por decreto de 11 de octubre de 1838 exigiendo una mesada de arrendamiento de los fundos urbanos de Lima y disponiendo que fuera reconocido por el Tribunal del Consulado en el Ramo de Arbitrios y reintegrado de sus fondos oportunamente, con preferencia a las sumas que los gravaban. La ley de 28 de noviembre de 1839 autorizó al Gobierno para planificar el estanco de tabacos, naipes, pólvora y brea, y aplicar sus utilidades exclusivamente a la amortización de la deuda interior y extranjera. La recaudación de los fondos que resultaren de los dispositivos de esta ley quedó a cargo de la Caja de Arbitrios. El Ejecutivo debía organizar su dirección para que, unida al Tribunal del Consulado, administrara los fondos de ella exigiendo la responsabilidad de los empleados y haciéndola efectiva con fianzas suficientes. La dotación de estos empleados no debía costar al Estado más de 4% de la recaudación, administración e inversión de los fondos. El decreto de 31 de julio de 1840 tuvo un carácter reglamentario del Ramo de Arbitrios, y estableció en la oficina correspondiente el mismo orden que en las del Estado. Lo ampliaron los decretos de 23 de junio de 1841 y 3 de enero de 1843.

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[ tomo 3 ]

[ Primer período: la época fundacional de la república ] capítulo 36 ● I La re­su­rrec­ción de Mel­ gar II Ma­nuel Lo­ren­zo de Vi­dau­rre Vi­ dau­rre con­tra Vi­dau­rre ● Efi­gie de Vi­dau­rre ● III Jo­sé Gre­go­rio Pa­re­des ● IV Del Sal­te­ rio pe­rua­no, a la vi­da de Mar­tín de Po­rras por Jo­sé Ma­nuel Val­dés ● V Re­ga­lis­tas y ul­tra­mon­ta­nos de­ba­tes so­bres los con­ flic­tos en­tre el al­to cle­ro y el Go­bier­no. Jo­sé Ig­na­cio Mo­re­no ● VI Jo­sé Joa­quín de Mo­ra y la Es­cue­la Es­co­ce­sa ● VII El Pa­dre Gua­te­ma­la ● Jo­sé Ma­teo Agui­lar ● VIII Los Pro­yec­tos de eco­nó­mia po­lí­ti­ca ●



de Pe­dro de Ro­jas y Brio­nes ● Los Ele­ men­tos de ma­te­má­ti­cas de Ma­nuel Aya­ la● La Gra­má­ti­ca cas­te­lla­na de Ce­les­ti­no Flo­res ● La es­ta­dís­ti­ca de Azán­ga­ro por Cho­que­huan­ca y la es­ta­dís­ti­ca de Li­ma por Cór­do­va y Urru­tia ● IX El Dia­rio del pa­dre Blan­co, en­ci­clo­pe­dia surpe­rua­na ● X El fu­si­li­co del ge­ne­ral Flo­res y otras pro­ duc­cio­nes de Jo­sé Joa­quín de La­rri­va ● Ma­nuel Ba­ñón ● Pe­dro Ji­mé­nez de Abril Ti­ra­do ● Ber­nar­do Al­ze­do ● XI Jo­sé Gil de Cas­tro ● XII Pan­cho Fie­rro.

NOTAS SOBRE LA ACTIVIDAD CULTURAL EN EL PERÍODO 1827-1842 Debates sobre el derecho eclesiástico y asuntos religiosos. Ciencias médicas. La filosofía. Estudios económicos. Una enciclopedia sudperuana. La poesía. La pintura. La música

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CAPÍTULO

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[I] A RESURRECCIÓN DE MELGAR.- La gloria de Mariano Melgar tiene un anticipo en la edición hecha en Ayacucho en 1827 de la Carta a Silvia, la primera obra editada en esa ciudad; y también en el Arte de olvidar de Ovidio que José Gregorio Paz Soldán publicó en Arequipa en 1830, así como en el Sentimiento de gratitud que apareció también en esta última ciudad con motivo de la traslación de los restos del poeta-héroe en 1833. Mariano Melgar nació en Arequipa, fue bautizado el 12 de agosto de 1790 y murió fusilado en Umachiri el 12 de marzo de 1815. Sus poesías aparecieron publicadas en una edición completa solo en el año 1878 con prólogo de Francisco García Calderón; familiares suyos habían destruido, sin embargo, muchas de ellas porque eran de amor. Es Melgar el primer poeta peruano cuyos versos se recopilan más de sesenta años después de su fallecimiento y uno de los que más han sido imitados, aparte de que se le atribuyeron muchas composiciones que pueden tener su estilo pero que no fueron escritas por él. Ha sido adjudicado al siglo XVIII el privilegio de haber divulgado la viñeta del amor-capricho y del amor-sensación. En los albores sangrientos del siglo XIX Melgar graba, por el contrario, con lágrimas y sangre, la estampa del amor-pasión. En muchos artistas que alcanzaron una gran riqueza de vida espiritual no se encuentra, en alto grado, el sentimiento del deber. Melgar, en cambio, no solo es el cantor de la desdeñosa Silvia sino el patriota militante muerto por la libertad del Perú sin ayuda extranjera. Abundan, por otra parte, escritores que vuelven plebeyos los temas que tratan, cualesquiera que ellos sean, poniendo en sus palabras adornos parecidos a los fraques que las gentes no acomodadas alquilan en las casas llamadas "hogar de novios" o cosa parecida. Melgar simboliza un caso opuesto, el de quienes ennoblecen los temas populares y eso es lo que hace cuando utiliza el ritmo del yaraví. ¿Qué podrá ser, en suma, más subyugante que el amor, la muerte, la libertad y el pueblo cuya cuádruple aureola ilumina a este mozo arequipeño de veinticuatro años? La incorrección o la falta de madurez de su obra está desbordada, así, por su capacidad para el dolor a solas, por la del buen servir y por la de acercarse al corazón de todos. Se le puede honrar con el clarín y la guitarra, en un discurso de ceremonia solemne, musitando sus versos en una buhardilla de estudiante y cantándolos en una jarana. Los literatos profesionales no los tomaron en cuenta durante mucho tiempo; pero los humildes y los anónimos suplieron ese desvío. Antes y después de la edición de 1878 hubo cancioneros y hojas sueltas con los yaravíes de Melgar. La gloria de este poeta ha sido impuesta por el pueblo de abajo hacia arriba, aquí donde ha habido y hay tantas glorias que se ha querido imponer de arriba hacia abajo mediante la presión, la propaganda, el vocerío y hasta el soborno.

[ II ] MANUEL LORENZO DE VIDAURRE.- El 9 de marzo de 1841 falleció en Lima Manuel Lorenzo de Vidaurre, político y jurista de quien ya se ha hablado reiteradas veces en este libro. Había nacido en la capital del Virreinato, el 19 de mayo de 1773.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 36 ]

En la vida pública de Vidaurre hay hasta nueve intensas y contradictorias etapas. En la primera, que corresponde a las postrimerías del período colonial, Vidaurre se define como súbdito de España, constitucionalista, reformista y moderado, salvo en el anticlericalismo y llega a ser oidor de la Audiencia del Cuzco. Más tarde, separado de ella por sospechas y prevenciones, después de la revolución de 1814, recibe como en una especie de destierro, el nombramiento de oidor de la Audiencia de Puerto Príncipe (1820); y por análogos motivos, es promovido a la de La Coruña en España. A esta etapa pertenecen escritos suyos como el del donativo al Rey (1809), la memoria sobre la pacificación de América (1817), la disertación sobre el comercio libre (1818), el manifiesto sobre la representación de los americanos en las Cortes (1820), el opúsculo contra la injerencia de los frailes en la educación (1820). Al mismo período corresponden, igualmente dos libros capitales dentro de su producción, publicados más tarde. Uno de ellos fue Cartas americanas, donde, al lado de disertaciones políticas de ideario fidelista a la monarquía española pero, a la vez, reformista, incluye confesiones íntimas sin excluir las de sus amores adúlteros. En el otro, Plan del Perú, disertó sobre los cambios que, a su juicio, necesitaba la administración colonial. Desde el punto de vista jurídico tiene, dentro esta época, especial importancia su proyecto de Código Penal, en parte escrito, según él, en el Cuzco en 1812 y editado, por lo menos en cuatro volúmenes, en Puerto Príncipe en 1822. La segunda etapa abarca los dos años finales de la Emancipación. Vidaurre publica en 1822 los dos libros antedichos, Cartas americanas y Plan del Perú, y, después de una breve visita a Estados Unidos, ofrece sus ser vicios a Bolívar, le dedica su Plan del Perú, es nombrado presidente de la Corte Superior de Trujillo en 1824 y luego vocal y primer presidente de la Corte Suprema (enero de 1825). Corresponden a este momento de su reincorporación a la vida peruana una serie de discursos sobre la guerra con los españoles y sobre temas jurídicos publicados en Trujillo en 1824. Vidaurre se define aquí como independentista y enemigo de las ideas monárquicas, en contradicción con las actitudes que adoptara durante largos años y que Cartas americanas expresa; se revela, asimismo, como acerbo crítico de la aristocracia peruana y da noticias acerca de la incorporación de ella al bando español en el peor momento de la guerra, con las aisladas excepciones que menciona. El último de estos discursos que ha sido ubicado lleva el título de Discurso sexto. El Congreso de Panamá, en que fue representante del Perú, forma, por sí solo, la tercera etapa. Ya se ha tratado en el presente libro de dicho congreso. Vidaurre no solo elabora sus propios e ilusos proyectos con motivo de la asamblea, sino redacta entonces una disertación regalista sobre el poder del Papa y otras sobre la ley agraria y sobre leyes eclesiásticas. Esta etapa tiene un epílogo al que pertenece el nombramiento hecho a su favor por Bolívar en una comisión que debía preparar el Código Penal (1825). Vidaurre formuló solitariamente su proyecto de bases para un Codigo criminal y otro proyecto de juicios por jurados, que el Ejecutivo no publicó por falta de fondos. Vino la cuarta etapa de furibundo antibolivarismo. Cuéntase que, en cierta ocasión, cuando Bolívar iba a dirigirse al Congreso, Vidaurre se agachó para que pudiese apoyarse en sus espaldas al montar a caballo, lo cual, si no es cierto, viene a resultar simbólico de una devoción más tarde acremente contradicha. Pero, ya en la dedicatoria del Plan del Perú, parecía haberse adelantado a las críticas al escribir: "Te aborreceré tirano como te admiré héroe". Dentro de este mismo agitado cuarto período están su proyecto de Constitución que ha sido mencionado al tratar de la de 1828, su labor periodística en El Discreto y El Revisor, sus escritos en 1827 sobre elecciones, jurados, imprenta, libelos y diversas materias constitucionales, económicas y de actualidad política. Vidaurre llegó a ser por breve tiempo, en ese mismo año, ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores después de la caída de Bolívar y diputado al Congreso Constituyente. De entonces fueron también sus disertaciones sobre ciudadanía y en contra de que los peones la tuviesen en suspenso.

MARIANO MELGAR (1790-1815)

El poeta y prócer arequipeño luchó junto a Mateo García Pumacahua en la revuelta independentista organizada en su tierra natal. Durante la batalla de Umachiri (12 de mayo de 1815), Melgar cayó prisionero y fue fusilado por el ejército realista. su celebrada obra poética, compilada y publicada póstumamente, incluye Cartas a Silvia (1827), Poesías (1878) y Poesías completas (1971).

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EN 1830 ^[VIDAURRE] EDITA EN PARíS SU PROYECTO DE CÓDIGO ECLESIáSTICO DEDICADO A ‘SU SANTIDAD EL SR. PíO VIII\’. ALLí CONSIGNA AUDACES PRINCIPIOS SObRE SOMETIMIENTO DEL PODER ESPIRITUAL AL TEMPORAL, MATRIMONIO DE LOS CLéRIGOS (…), REDUCCIÓN DE NúMERO DE CONVENTOS, (…) INDEPENDENCIA ECLESIáSTICA FRENTE AL ObISPO DE ROMA (…)

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[ CAPÍTULO 36 ]

Como ministro refutó el manifiesto de Colombia sobre los fundamentos que tenía para hacer la guerra al Perú. Como diputado pidió que en la sala de sesiones se pusiera una estatua de Bruto con la inscripción. "La voz de la patria supera a la de la naturaleza. La América no admite tiranos ni dominadores". Acusado como partícipe en una conspiración que debió estallar en diciembre de 1827, llegó a ser apresado. Entonces publicó tres manifiestos haciendo finalizar uno de ellos con un discurso sobre los derechos de la ciudadanía; y editó también un Clamor a sus conciudadanos. Deportado en abril de 1828, se dirigió a Estados Unidos, país que visitó así por segunda vez, para viajar luego a Europa. Su libro Efectos de las facciones en los gobiernos nacientes (Boston, 1828) sirve como un colofón a esta agitada fase de su vida política. En el extranjero dio a la publicidad, además (y forma parte ya de la quinta etapa de su vida), su proyecto de Código Penal con motivo de haber convocado al Gobierno de Chile un concurso sobre este asunto (Boston, 1828). Lleno de intuiciones audaces y de detalles curiosos, basado en vastas lecturas y en atisbos originales, sin la sobriedad y el realismo de la ley y más bien con la libertad de un tratado, el Código Penal de Vidaurre busca no solo la represión sino la prevención del delito y se caracteriza por su laicismo, su liberalismo y el carácter draconiano y pintoresco de sus penas, fundadas en el dolor del delincuente. De poco más de 230 páginas que este libro contiene, 208 están dedicadas a la exposición de motivos y 30, más o menos, al Código mismo. Delito para Vidaurre es el daño causado a la sociedad con conocimiento. Los mide por esa repercusión o efecto; la acción, sin mal sensible de carácter social, no es delito. El pacto social basado en el principio de no dañar a otros, tuvo por objeto asegurar las personas y los bienes pero también el sustento y la abundancia. Los delitos pueden ser públicos cuando son perpetrados contra la sociedad y privados cuando atañen a la persona, la propiedad, la reputación o la condición. Entre los delitos públicos están: los de majestad, que tienen tres grados; los de subalternos; los de los ciudadanos contra los magistrados y los que van contra la población, contra el honor de la República, contra la policía, contra la propiedad, contra el sustento, contra la abundancia, contra la tranquilidad y contra la religión. Entre los delitos privados figuran homicidios, hurtos, adulterios, violencias a las mujeres. Cuando cometen delitos los jefes supremos, gobernantes, magistrados, o confesores hay circunstancia agravante en el poder y la facilidad de dañar. Las penas deben ser, en principio, proporcionadas al delito y deducirse de su misma naturaleza. El fin de la pena es resarcir el mal causado y evitar el venidero. Si el delito va tras del placer, la pena debe buscar el dolor en forma proporcionada. La de muerte no queda excluida como última necesidad; la infamia tiene gran importancia; la expatriación, la confiscación, la condena a trabajos públicos o a azotes o a pagos pecuniarios, resultan, asimismo, aceptadas. A veces el rigor de las sanciones es severo. El que compre votos para sí o para otro en las elecciones y el que los venda será privado por diez años de la voz activa y pasiva. Los que vicien el sufragio recibirán igual castigo. El que, con conocimiento, quebrante la Constitución o auxilia al que la quebranta, pierde por seis años los derechos de la ciudadanía. Diez años de trabajos públicos aguardan al que quiera trastornar el orden o quiera o deponer a las autoridades constituidas. Quienes apresan a un ciudadano y no lo ponen a disposición del juez o lo expatrían, recibirán el peso de la Ley del Talión. Los jueces que sentencian contra ley por ignorancia o por dolo o por negligencia o se entregan a la embriaguez, a las mujeres o al juego, tienen también severas sanciones. Todos los funcionarios subalternos culpables, los ciudadanos rebeldes contra la magistratura, los que no estuviera casados a los treinta y cinco años, los que induzcan a hacer el voto de castidad, los sodomitas, pertenecen al catálogo de los delincuentes. El ciudadano que escriba para elogiar a un opresor será para siempre expatriado. El peculado acarrea la pérdida del empleo, la infamia, la restitución del cuádruplo o la prisión rigurosa por diez años. Los signos, carteles y letreros infamantes abundan. El parricida, condenado a trabajos públicos por toda su vida, llevará una gorra que anuncie su crimen y al pecho colgado el retrato de la

persona que asesinó. La mujer que mata por dolo al marido será destinada a la limpieza de los hospitales con un cartel que diga "Pérfida" o "Pérfida y adúltera", según los casos. El adúltero que mata al cónyuge trabajará en el panteón, llevará colgada al pecho la calavera del difunto y no tendrá más alimento que pan y agua. La adúltera se pondrá en el cuello una cinta negra ancha. Los hijos de los adúlteros no son infames; pueden tomar el apellido del padre o de la madre y son capaces de todos los empleos. Como remedios preventivos generales aparecen el buen gobierno; la educación; las leyes contra la pereza y a favor del trabajo; el examen de las ocupaciones de los ciudadanos; la creación de bancos; el fomento a la inmigración; el desarrollo de la estadística, la recompensa del mérito; las medidas para evitar el lujo, el juego y la embriaguez. Entre los remedios preventivos generales, el Código enumera medidas concretas, muchas veces risibles, al tratar de abortos, adulterios, impulso a los matrimonios, falsedades, bancarrotas, robos, incontinencia de las mujeres, mala administración. Remedio general supresivo: placeres honestos proporcionados por el Gobierno. Y concluye Vidaurrre esta parte de su obra: "Si se medita en lo que he escrito se hallará que casi todos los remedios dependen de un buen gobierno". En 1830 edita en París su proyecto de Código Eclesiástico dedicado a "Su Santidad el Sr. Pío VIII". Allí consigna audaces principios sobre sometimiento del poder espiritual al temporal, matrimonio de los clérigos, fijación de motivos para la degradación de estos, supresión de la confesión auricular, limitaciones de calidad y tiempo a los confesores de monjas, reducción de número de conventos, institución de una silla metropolitana con sínodos y concilios periódicos, independencia eclesiástica frente al obispo de Roma, sometimiento de las bulas al examen de los sínodos, creación de jurados en los juicios espirituales, prohibición de cilicios, supresión del fuero eclesiástico y otras materias. El regreso de Vidaurre al Perú en 1830 abre la sexta etapa de su vida. En 1832 forma parte del régimen de Gamarra, por breve tiempo, como ministro de Relaciones Exteriores y de Gobierno. Son los días de la conspiración de Rossel y de sus famosas palabras, tan distantes de las que pronunció y escribió en 1827, cuando era diputado de oposición y estaba acusado de conspirar: "¡Callen las leyes para salvar las leyes!". Antes de eso, su actividad escrita, de acuerdo con la línea del proyecto del Código Eclesiástico, es jurídica con filiación regalista. De 1831 son su discurso sobre recusaciones y su defensa de la soberanía nacional, mencionada en otro capítulo de este libro; y de 1832 es su consulta sobre la necesidad de leyes sobre procedimiento criminal. Al aproximarse el debate constitucional de 1833 Vidaurre participa en él gesticulando desde la tribuna de papel de sus opúsculos. En ese año aparece su proyecto de reforma de la Constitución en cuanto al Poder Judicial, en donde acentúa la participación popular en la génesis de dicho Poder. A la misma época pertenecen sus artículos de adición a la Carta, de delirante inspiración antimilitarista y demagógica. Algunos discursos y arengas relacionados con la lucha del pueblo contra el ejército y el gobierno popular de Orbegoso completan esta sexta etapa. La siguiente corresponde a la aparición, entre 1834 y 1836, de su proyecto de Código Civil. El primer tomo versó sobre las personas; el segundo sobre dominio y contratos; y el tercero sobre últimas voluntades. Con más de 900 páginas en total, representa esta obra lo más orgánico en la producción de Vidaurre. Deficiente en cuanto a su técnica como Código propiamente dicho, inaplicable en buena parte de su política jurídica, aparece (como había sido el Código Penal) bizarro, contradictorio, animado, siempre interesante, a veces pueril y a veces genial en su dogmática. De este código se tratará más adelante, al estudiar el Código Civil de 1852. Dentro del régimen de la Confederación Perú-boliviana, Vidaurre, que había sido ministro de Santa Cruz en 1827 y había auspiciado ese año su candidatura presidencial, no debió encontrarse incómodo. Desempeñó entonces algunas comisiones y llegó a ser nombrado ministro plenipontenciario en el Ecuador. En esta octava época debió redactar un proyecto de Código de Comercio y un Derecho Marítimo, que no se han encontrado.

MANUEL LORENZO DE VIDAURRE (1771-1841)

Entró en la política peruana en 1824. Conformó la Corte Superior de Justicia de Trujillo, y presidió la Corte Suprema de la República. Mantuvo una cercana relación con Bolívar, que terminó después de la aprobación de la Constitución Vitalicia. Tras su destierro en 1828, regresó al Perú formado por las ideas de la Ilustración. Vidaurre elaboró numerosos proyectos de ley y de Constitución, y desarrolló también temas jurídicos en publicaciones como Plan del Perú (1823), Proyecto de Código Penal (1828), Proyecto de Código Civil (1834), Proyecto del Código Eclesiástico (1830), entre otros.

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[ 1840 mayo 29 ] LA POLÉMICA VIDAURRE-SALES. En 1839, el magistrado Manuel de Vidaurre publicó el libro Vidaurre contra Vidaurre, en el cual hacía varias críticas a la Iglesia. El 29 de mayo de 1840, El Comercio comenta la aparición de la respuesta del arzobispo de Lima, Francisco Sales Arrieta, Condenación del libro titulado Vidaurre contra Vidaurre. Al respecto, dijo el diario: "cuando por primera vez se ve el referido Sr. Vidaurre sin el prestigio de la magistratura, sin el poder del Ministerio y se retracta de sus errores, entonces despierta tan acalorado y ardiente (…) celo que se le condena sin oírlo y para defender los cánones y los sumos Pontífices (…)".

La novena y última parte de la producción de Vidaurre corresponde a su libro Vidaurre contra Vidaurre (1839), volumen primero de un curso de Derecho Eclesiástico dedicado a José Manuel Pasquel, canónigo y vicario general de la Iglesia Metropolitana de Lima sobre el que versan los siguientes párrafos.

VIDAURRE CONTRA VIDAURRE.- Enfermo y anciano, contrito y torturado, viendo en la muerte de sus hijas un castigo divino, creyendo haber juntado errores y culpas en escritos, discursos y viajes por países lejanos como Estados Unidos, Bélgica y Holanda, donde fue bien recibido y elogiado, confiesa que "el deseo turbulento de distinguirse" le llevó a publicar antes obras manchadas "más con la soberbia que con la humildad". "El orgullo y el amor (agrega) fueron mis pasiones dominantes". Poco a poco se acercó a la religión de sus padres, a pesar de distracciones mundanas y de tareas oficiales. En Ambato, después de haber sido ministro en Quito, comenzó a escribir su curso de Derecho Eclesiástico, que debía ser una retractación de sus ideas anteriores, bajo el ejemplo que diera Olavide. Se tituló como se ha visto, Vidaurre contra Vidaurre. El presbítero José Mateo Aguilar y el P. M. Fr. José Seminario hicieron la censura de la obra de Vidaurre y dieron lugar a la Condenación del libro titulado Vidaurre contra Vidaurre por el arzobispo electo Francisco de Sales Arrieta (1840). La monarquía pontificia aparecía negada en este libro; el Papa era declarado primero entre los iguales; se hablaba de la falibilidad del Pontífice y del absolutismo y de los vicios de algunos de ellos; defendíase la potestad del gobierno civil para convocar concilios así como la superioridad jerárquica de estos, la jurisdicción de los obispos y la autoridad secular sobre la disciplina de la Iglesia. Vidaurre contra Vidaurre fue condenado por el arzobispo, calificándolo como lleno de orgullo y de afectación "viciado en su pensamiento y en su lenguaje por el espíritu del siglo". Pidió, por eso, monseñor Arrieta a sus "amados fieles" que se abstuvieran de leerlo y que quitaran "de en medio de sus familiares esta piedra de escándalo, arrojando el dicho libro, si lo tienen, al fuego". Vidaurre, que ni con la vejez ni con la conversión había perdido su forense afán de discutir, pidió que se quemara a él y a su obra si eran efectivamente heréticos; y llevó el asunto al fuero civil con un recurso de fuerza por creer que el auto arzobispal había invadido la jurisdicción del tribunal de imprenta. Con motivo de este juicio, seguido ante la Corte Superior, se publicaron dos informes del promotor fiscal del Arzobispado, Pedro de Benavente y también una Contestación por el abogado de Vidaurre, que era su hijo Melchor (1840). En el debate intervino Francisco Javier Mariátegui, gran regalista, con una Defensa católica del primer tomo del curso de Derecho Eclesiástico del señor Vidaurre (1840). La Corte Suprema llegó a declarar que no habiendo citado el Arzobispo a Vidaurrre ni oído su defensa, no era justo condenarle. Ya en esta época Vidaurre había perdido su vocalía en la Corte Suprema, sin duda por su colaboración con Santa Cruz. Cuando estuvo en Quito, en 1839, había escrito un Voto… sobre que no se consienta el desembarco de las tropas de Chile en ninguno de nuestros puertos. Retirado de la magistratura se consagró a la profesión de abogado. Aparte de la polémica sobre su libro, publicó algunos alegatos y dictámenes profesionales, entre ellos un memorial al Consejo de Estado con el objeto de que la Constitución se cumpliera en favor de los extranjeros y cuyo fin era defender los intereses de Alejandro Cochet en relación con el guano (1840). Este Cochet dio origen a una reclamación que repercutió en la mediación norteamericana durante la guerra del pacífico. Falleció Vidaurre en Lima el 9 de marzo de 1841. EFIGIE DE VIDAURRE.- En la mentalidad de Vidaurre, como en esos edificios del Cuzco donde los muros incaicos subsisten debajo de la pretenciosa construcción moderna, supervive la recia

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Pintor republicano. José Gil de Castro (1785-¿1841?) fue uno de los retratistas más importantes del Perú en la primera mitad del siglo XIX. Fue solicitado por los líderes políticos más importantes, como San Martín y Bolívar, además de ser requerido por las clases acomodadas de Perú, Chile y Argentina. El artista, como se observa en este retrato de Mercedes Villega Romero y Águila, alcanzó una gran técnica y notable talento para los detalles.

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JOSÉ GREGORIO PAREDES (1778-1839)

El médico y matemático limeño luchó con San Martín en la causa patriota. En 1822 fue elegido diputado por Lima. Durante el gobierno de Simón Bolívar fue llamado para reformar la hacienda pública y designado contador mayor del Tribunal de Cuentas. Ejerció el cargo de ministro de Hacienda del Estado Nor Peruano (1837), y tras la Restauración se trasladó a Camaná (Arequipa), donde vivió hasta su muerte. Entre sus publicaciones está el Almanaque Peruano y Guía de Forasteros de Lima (1810, 1814, 1825 y de 1829 a 1839) y Lecciones de Matemáticas (1822).

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tradición jurídica española que produjo una figura tan señera como Solórzano y Pereyra. Nutrido, como los graves cultores de la ciencia de las leyes en el Siglo de Oro, con el acompasado latín del Derecho romano, lo embriaga con el vino cálido y burbujeante del francés, el italiano y el inglés de las doctrinas racionalistas, sensualistas y naturalistas. Hay en sus silogismos escalofríos, porque les corroe una infección a cuyos efectos Solórzano y Pereyra y sus coetáneos fueron inmunes: el ansia urgente de reformar al Estado y a los seres humanos. En él la subordinación del funcionario, la prosopopeya del magistrado, la pedantería del doctor en jurisprudencia, quedan perennemente sometidos a los afanes y a las inquietudes que lo atormentan como ciudadano y como hombre. El respeto a la ley lo subordina al ansia de felicidad individual y colectiva; y su orden jurídico no corresponde a lo que es sino a lo que podría ser. Los textos numerosos que ha leído no embotan sino excitan su imaginación. Su racionalismo llega a veces a ser tan extremado que se vuelve soñador y arrasa las distancias que separan la realidad y la utopía. En páginas donde debía imperar la rígida dialéctica, forja quimeras y también destila, de cuando en cuando, confidencias íntimas entre cínicas e ingenuas. Oidor, conspira. Experto en las leyes, quiere mejorarlas y redacta, con pluma apresurada, prolija, certera e incansable, constituciones, leyes constitucionales y códigos civil, penal, comercial, eclesiástico, de procedimientos. Plenipotenciario en Panamá, su proyecto es más iluso que el de sus ilusos colegas. Aulico de Bolívar, contribuye a derrocarlo. Diputado, formula el texto de una Carta inaplicable y marcha luego al destierro. Prosador de estilo breve, directo y agudo, con un sorprendente aire de modernidad, pudo haber escrito novelas; aunque en ellas el único personaje importante habría sido él mismo. Publicista a veces genial y a veces pueril y en muchas ocasiones desorbitado, aparece siempre con buena intención y nunca deja de ser sujeto interesante. Afortunado poseedor de una longevidad y una vitalidad extraordinarias, resultó siendo un habitante del punto plácido, ceremonioso cortesano en las postrimerías del Virreinato, que se puso a divagar y a soñar con los espejismos de la época de la Ilustración para terminar arrastrado en las tempestades y en los abismos de la Emancipación y de la anarquía republicana. De esos tres mundos contradictorios hay fragmentos de su personalidad inconfundible que, así, aparece erudita y ampulosa como la de un jurisconsulto del siglo XVII, optimista y soñadora como la de un filósofo del siglo XVIII y voluble e incoherente como la de un político del siglo XIX.

[ III ] JOSÉ GREGORIO PAREDES.- Nació en Lima el 19 de marzo de 1778. En el Colegio del Príncipe, en el del Convento de la Buena Muerte, en la Escuela de Pilotaje, en el Convictorio de San Carlos fue estudiante muy distinguido. Cuando dio un examen general de filosofía y matemáticas llamó la atención su tesis sobre el problema de hallar, por medio de tres observaciones, los elementos de la órbita de un cometa. Optó por la profesión de la medicina, sin perder de vista las matemáticas en todos sus ramos, en especial la astronomía práctica; la parte astronómica del almanaque o guía de forasteros corrió a su cargo desde 1801. En 1803 fue nombrado sustituto de la cátedra de Prima de Matemáticas, ocupada por Gabriel Moreno después de la muerta de Cosme Bueno. También se dedicó al estudio de la química y de la botánica y, casi por sí solo, aprendió el idioma griego. Se recibió de médico en 1804. Abrió en el Colegio de San Fernando el estudio de las matemáticas. Unió en sus estudios y enseñanzas la astronomía aplicada a la geografía e hidrografía. En 1809 fue nombrado regente de la cátedra de prima de matemáticas; y en 1812 fue cosmógrafo mayor del Perú. Los almanaques que publicó desde 1810 se encuentran adornados con disertaciones físico-médicas-astronómicas-históricas-geográficas. En 1815 recibió el grado de doctor en medicina. Estuvo entre los fundadores de la Independencia; perteneció al primer Congreso Constituyente; diseñó el escudo nacional; recibió el título de Protomédico General del Perú (1824); ocupó el cargo de contador mayor de la Contaduría General de Valores; llegó a ser ministro de Hacienda y ministro en Inglaterra.

Falleció en Lima el 16 de diciembre de 1839. No solo fue un continuador de la tradición de los médicos matemáticos de que fueron ejemplos Pedro de Peralta Barnuevo y Cosme Bueno, sino tuvo además consagración a la filosofía, la jurisprudencia y la teología.

JOSÉ MANUEL VALDÉS (1767-1843)

[ IV ] DEL SALTERIO PERUANO A LA VIDA DE MARTÍN DE PORRAS POR JOSÉ MANUEL VALDÉS.- José Manuel Valdés, limeño, nacido el 29 de julio de 1767, fue hijo de un músico de teatro y de una mulata libre. Entregado al convento agustino estudió allí latín, filosofía, matemáticas y teología; y luego optó por la profesión llamada de cirujano latino para, luego, poder, por medio de una licencia especial, ejercer la medicina y, gracias a una Real Orden de dispensa de su calidad de mulato, optar los grados universitarios en San Marcos (1806 y 1807). Diversos trabajos escribió entonces sobre temas profesionales. Llegó a ser vocal del tribunal de Protomedicato, catedrático de la Universidad, miembro de la Sociedad de Medicina de Madrid. San Martín lo incluyó en el personal de la Sociedad Patriótica y Torre Tagle lo hizo médico de cámara del Gobierno. Figuró entre los poetas que cantaron a la independencia y a la libertad. En 1831 fue elegido diputado por Lima. En 1833 publicó su Salterio Peruano en paráfrasis de los ciento cincuenta salmos de David y de algunos cánticos sagrados en verso castellano para instrucción y piadoso ejercicio de todos los fieles y principalmente de los peruanos, con notas ilustrativas y piadosas. Fue reproducido en París en 1836. A la muerte de Miguel Tafur en 1835, llegó a ser nombrado Valdés, catedrático de prima de medicina en la universidad y protomédico general del Perú. En 1835 polemizó con el escocés Archival Smith que lo atacó en el periódico El Regenerador. En 1836 aparecieron su Memoria sobre la disentería y la obra titulada Al público peruano, el Protomédico general de la República, esta última contra el inmoderado uso del calomelano. La llegada a Lima de la terrible enfermedad llamada el cólera morbus dio lugar a que, a petición del Gobierno, Valdés redactara una memoria sobre ella (1837). En 1840, con motivo de la declaración hecha por el Papa de que fray Martín de Porras pertenecía al número de los bienaventurados, editó Valdés un volumen de doscientas páginas con la vida de este paisano suyo que había sido, según él mismo dijo, de su ínfima clase y de su humilde nacimiento. Ese mismo año fue nombrado director del Colegio de Medicina. Enfermo, casi sin poderse mover del sillón en que pasaba los días, dolorido pero leyendo y escribiendo constantemente, sus últimos momentos fueron amargados y acortados por los ataques injuriosos de que fue objeto en julio de 1843, a propósito de una nota suya sobre la mortalidad en Lima. Falleció el 29 de julio de 1843. Médico estudioso, aunque limitado en sus conocimientos; literato fecundo; poeta clásico; teólogo erudito; cristiano virtuoso; ciudadano útil, "obediente a las leyes y fiel observador de los deberes sociales", como dijo una de las necrologías a él dedicadas y, por encima de todos los demás merecimientos, hombre bueno, Valdés reunió cualidades que pocas veces se entremezclan en una sola persona. Este caso es un desafío a las jerarquías y a los prejuicios sociales y raciales. He aquí un gran mulato peruano, nacido pobremente en los últimos lustros de la época virreinal, para ascender por sus propios méritos, en los primeros y tempestuosos años de la República.

En 1836 el médico limeño fue designado protomédico general de la República, y se desempeñó como director del Colegio de Medicina hasta 1840. También se desarrolló como escritor. Entre sus obras literarias están: Poesías sagradas (1818), Salterio peruano o paráfrasis de los 150 salmos de David (1833) y Vida admirable del bienaventurado fray Martín de Porres (1840). Aquí lo vemos en una acuarela de Pancho Fierro.

[V] REGALISTAS Y ULTRAMONTANOS DEBATES SOBRE LOS CONFLICTOS ENTRE EL ALTO CLERO Y EL GOBIERNO. JOSÉ IGNACIO MORENO.- Gran actividad doctrinaria hubo a lo largo de todo este período sobre asuntos conexos con las relaciones entre la Iglesia y

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EL PANEGíRICO DE SAN IGNACIO DE LOYOLA POR MATEO AGUILAR, ObRA MAESTRA DE LA ORATORIA SAGRADA PERUANA DE TODOS LOS TIEMPOS, FUE PUbLICADO EN 1838 (…) TIENE bELLEzAS IMPERECEDERAS; APARTE DE ESTE VALOR ARTíSTICO Y ESPIRITUAL, REPRESENTA UN ESFUERzO PARA DEFENDER A LA COMPAñIA DE jESúS Y PROPUGNAR SU RESTAbLECIMIENTO EN EL PERú.

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el Estado como secuela de una tendencia acentuada desde el siglo XVIII. Dichas publicaciones, entre las que se destacaban las ya mencionadas de Vidaurre, sirven como antecedente de las obras que posteriormente editaron Vigil, Mariátegui y otros. La inquietud no existió solo en Lima sino también en provincias. En el Cuzco, Benito Laso tuvo, como se ha anotado ya en otro capítulo, una posición netamente regalista en el periódico El Censor Eclesiástico y en escritos como la Apología del espíritu y letra del prospecto del problema sobre el régimen exterior del clero contra la impugnación que de él se hizo. En Arequipa, Juan Gualberto Valdivia publicó en 1827 su disertación favorable al celibato eclesiástico, leída en la Academia de Ciencias y Artes que tanto daño le hizo más tarde. El defensor más tenaz de los puntos de vista ultramontanos fue el guayaquileño José Ignacio Moreno. A él pertenecieron las Cartas peruanas entre Filaletes y Eusebio o preservativo contra el veneno de los libros impíos y seductores que corren en el país, que sumaron el número de 32, llegaron a ser publicadas entre 1822 y 1829 y quedaron coleccionadas en dos volúmenes en 1833. El mismo Moreno escribió el "Ensayo sobre la supremacía del Papa especialmente con respecto a la institución de los obispos" (1831) y el Abuso del poder contra la libertad de la Iglesia (1831); este último folleto fue objeto de una Refutación en el mismo año. También actuó este polemista como traductor de la Refutación del dictamen de Van Espen en favor del Arzobispo intruso de Utrecht sobre la institución de un Obispo… (1832). A la misma categoría de traducción corresponde la que hizo de la Retractación… de las obras de Justinio Febronio por el famoso autor que firmara ese seudónimo, o sea el obispo Nicolás Hontera (1840). Los puntos del debate entre regalistas y ultramontanos abundaron. Entre ellos se contó la autoridad del Papa, acerca de la cual se publicó una traducción de la obra de Antonio Pereyra hecha, según unos por Francisco de Paula González Vigil y, según otros, por Francisco Javier Mariátegui (1833). Otro asunto polémico fue el Concordato; para negar su necesidad en las Repúblicas americanas apareció un folleto en 1831 (Derechos de las secciones independientes de América…). La reforma de los regulares y exclaustrados también constituyó un tema de discusiones. Fernando Ayuso participó en ellas (1831) así como los exclaustrados Mariano del Canto y Mariano Pérez, de Arequipa. "El Canonista de la Sierra" publicó una serie de cartas en el Mercurio Peruano a fines de 1831 y a principios de 1832 para probar cómo las profesiones religiosas hechas en conventos donde no se observaba el instituto y vida común, eran írritas y de ningún valor ni efecto; se trataba aquí, pues, de combatir el relajamiento de la vida monástica. Fueron impresas en 1832, con dedicatoria al Congreso del Perú. La Constitución de 1838 había establecido entre las causales de pérdida del ejercicio de la ciudadanía "los votos solemnes de religión". Este inciso, el 4° del artículo 5, fue suprimido en la Carta de 1834 y dio lugar también a un intenso debate. En 1833, el Cabildo Eclesiástico de Lima sostuvo su derecho para ejercer el gobierno eclesiástico en virtud de habérselo reservado al nombrar al Vicario Capitular, el cual, por consiguiente, no podía, en ningún caso, actuar por sí. El mismo Cabildo publicó en 1831 su informe sobre el proyecto de ley para que, con las doctrinas del departamento de Junín, se erigiera una nueva diócesis, con desmedro de las rentas y de la jurisdicción del Arzobispado de Lima, lo cual originó varias publicaciones, interviniendo en el asunto la Junta Departamental capitalina. La tesis del Cabildo era opuesta a la erección de la diócesis de Junín. Igualmente el alto clero no aprobó la creación del Obispado de Puno. Consideró Manuel Lorenzo de Vidaurre que tales decisiones convertían al Perú en feudatario del Papa; y en pro de la independencia externa e interna del país ante la Iglesia, escribió su folleto Defensa de la soberanía nacional (Lima, 1831) cuyo lema era: "La teocracia fue inseparable del despotismo. Es preciso que el Perú distinga las obras de Dios y las obras de los Hombres". Apéndice a dicha Defensa fue el Discurso sobre las leyes generales eclesiásticas (Lima, 1831). Sobre la jurisdicción del Arzobispado de Lima y otras dignidades escribió Fr. Juan Jiménez en 1842.

Cuando una ley de agosto de 1831 movió la sede del obispo de Maynas a Chachapoyas y el Gobierno trasladó la jurisdicción sobre las provincias de Pataz y Chachapoyas, se opuso el Cabildo Eclesiástico de Trujillo en nombre de la potestad del Papa. El Gobierno insistió bajo apercibimiento de suspensión de temporalidades y expatriación. La institución de la Propaganda de la Fe y de la civilización entre los infieles de América Meridional, establecida en julio de 1840 por el obispo de Maynas José María de Arriaga, fue divulgada en un folleto. Y los honores fúnebres consagrados en Ica a la memoria de Fr. Ramón Rojas de Jesús María, llamado el Padre Guatemala, ratificaron en 1839 una profunda y fervorosa devoción popular que hasta hoy perdura. Al año siguiente, tuvieron lugar las fiestas para celebrar la beatificación de Juan Masías y Martín de Porras, que asimismo, repercutieron en la imprenta. El panegírico de San Ignacio de Loyola por Mateo Aguilar, obra maestra de la oratoria sagrada peruana de todos los tiempos, fue publicado en 1838. Lo predicó Aguilar en la iglesia de San Pedro el 31 de julio de 1838. Tiene bellezas imperecederas; aparte de este valor artístico y espiritual, representa un esfuerzo para defender a la Compañía de Jesús y propugnar su restablecimiento en el Perú.

[ VI ] JOSÉ JOAQUÍN DE MORA Y LA ESCUELA ESCOCESA.- En 1832 aparecieron el Lima los Cursos de lógica y ética escritos por José Joaquín de Mora según la Escuela de Edimburgo. El mismo Mora publicó en 1846 su traducción sobre Tratado de la evidencia de George Campbell. Los Cursos llevaban el epígrafe: "Rara vez la facultad intelectual engaña al que de buena fe la consulta" y tuvieron varias reediciones: en Bogotá, 1840; Madrid, 1845; La Paz, 1846; Madrid, 1953. Mora fue un literato español que llegó al Perú en 1831 después de haber colaborado con el régimen liberal establecido en Chile antes del advenimiento de Portales. Se dedicó a la enseñanza y al periodismo y estableció una cordial relación con los intelectuales autoritaristas que secundaron a Gamarra. En 1834 se dirigió a Bolivia y actuó como partidario y consejero principal de Santa Cruz. Volvió durante los días de la Confederación y tuvo a su cargo El Eco del Protectorado. Después regresó a Europa en misión diplomática y no volvió jamás. Mora llamó a la teoría de la evidencia "la parte vital de la lógica" y se manifestó adverso no solo a la filosofía escolástica sino también al sensualismo, al racionalismo y, particularmente, a Heinecio "cuya reputación para sus trabajos jurídicos (dijo) servía de apoyo a un mezquino curso de filosofía como texto de enseñanza". Aunque combatido por los tradicionalistas, parece haber buscado en la escuela escocesa del sentido común un arma contra el liberalismo del que se había apartado.

[ VII ] EL PADRE GUATEMALA.- Joseph Raymundo o Ramón de Rojas, nació en Quetzaltenango,

JOSEPH RAYMUNDO (1775-1839)

También conocido como Ramón de Rojas o Padre Guatemala, por su país de procedencia, fue un fraile franciscano que llegó al Perú en 1830. Una vez en Lima, se dedicó durante cinco años a la construcción del hospital y la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Luego se trasladó a Ica, donde pasó sus últimos años. En la región se le atribuye el milagro de hacer brotar una fuente de agua en el desierto para que los peregrinos pudieran beber de ella.

Guatemala, en 1875. Ingresó, siendo muy joven, en la orden franciscana y allí recibió el nombre de José Ramón Rojas de Jesús María. Graves trastornos acontecieron en aquel país al producirse la secularización del clero regular y con motivo de la negativa de este para prestar juramento de obediencia a la Asamblea de Guatemala y para jurar la Constitución federal. Con motivo de este conflicto, Fray José Ramón Rojas estuvo preso y viajó al Perú en abril de 1830. Llegó a Lima en julio de aquel año y se alojó en el convento de San Francisco. Fue necesario que pidiera licencias especiales para el ejercicio de su ministerio. En el Callo erigió el hospital y la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. A pesar de tan importante acto, existen muchas deficiencias en la información acerca de su vida entre 1832 y 1834. En 1835 se dirigió a Chincha. En abril de ese año estaba en Ica. Allí erigió una casa de ejercicios y un templo. A la entrada de aquella se leía la siguiente inscripción: "Dios te mira, el tiempo pasa, la muerte viene, la eternidad te espera".

[ CAPÍTULO 36 ] PERÍODO 1

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PERO NO FUERON ESOS DONES SUYOS LOS qUE CAUTIVARON A LA IMAGINACIÓN POPULAR. FUERON MáS bIEN SU HUMILDAD, SU CARIDAD, SU ESPíRITU DE PENITENCIA Y DE MORTIFICACIÓN, EL DON SINGULAR DE PENETRAR EN LAS CONCIENCIAS Y DE HACER VATICINIOS, LA CAPACIDAD PARA PREFERIR A LOS NIñOS Y A LOS PObRES. SU PROCESO DE bEATIFICACIÓN SE INICIÓ EN 1970.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 36 ]

Un decreto propicio de Salavery, estimuló sus afanes para construir un cementerio que, al fin, fue inagurado en 1837. Fabricado con el sudor de los pobres fray José Ramón Rojas fue opuesto a que en él se cobrasen derechos onerosos. Salaverry lo llegó a nombrar obispo de Maynas, cargo que no aceptó, o que las circunstancias no volvieron viable. Enraizado en la región de Ica, fueron volviéndose famosas las misiones por él iniciadas, sus visitas a enfermos y presos, sus recorridos por los pequeños pueblos, sus esfuerzos por la reparación de los templos y por la fundación de una casa de educandas. Además erigió el hospital de Guadalupe para mujeres en Pisco. Poco a poco alcanzó gran fama de virtud y de poseer dones extraordinarios. Falleció a los 63 años el 23 de julio de 1839. Gran alboroto causó la noticia de su deceso. Su recuerdo permaneció imborrable y llega, como ya se dijo, a nuestros días. De él contáronse sin cesar hechos prodigiosos. Fue músico, pintor y también literato. Compuso versos religiosos, trisagios, oraciones y novenas y escribió, asimismo, un extracto del Tratado de la usura de Guillermo Peraldo. Pero no fueron esos dones suyos los que cautivaron a la imaginación popular. Fueron más bien su humildad, su caridad, su espíritu de penitencia y de mortificación, el don singular de penetrar en las conciencias y de hacer vaticinios, la capacidad para preferir a los niños y a los pobres. Su proceso de beatificación se inició en 1970.

JOSÉ MATEO AGUILAR.- La personalidad de José Mateo Aguilar, el autor del elocuente panegírico de San Ignacio de Loyola antes mencionado y que apareció editado en Lima en 1837, es digna de atención minuciosa. Sabemos, por la magnífica oración fúnebre que le dedicó monseñor José Antonio Roca y Boloña, que hubo una época de extravío en la vida de Aguilar, un abismo del que pudo escapar. Después de este episodio, su existencia fue la de un sacerdote modelo. Modelo por sus luces y por su ciencia y también por su piedad y por su modestia. Aguilar no quiso sino ser capellán de la casa de ejercicios en la calle de San Pedro; pero a ella se consagró durante treinta y ocho años. Desvió en 1843 el nombramiento que a su favor se iba a expedir como miembro del Consejo de Estado. Pudo haber sido arzobispo en 1855 y no quiso serlo para, enseguida, presentar ante el presidente de la República su enérgica queja por las dificultades en que se hallaba entonces la Iglesia peruana. El título de abogado honorario le fue remitido por el Ilustre Colegio como una sorpresa para él. Durante muchos años su vida fue metódica. Se levantaba a las seis o siete de la mañana, oraba durante media hora, decía misa en una capilla, tomaba un desayuno frugal y dedicaba dos horas a confesar. El resto del tiempo, hasta las tres o cuatro de la tarde, lo invertía en visitas de consulta o caridad, preparar sermones o hacer estudios y ejercicios piadosos. Aunque fue un maestro en la oratoria sagrada, solo escribió el panegírico de San Ignacio que pronunció en la fiesta que celebró la hermandad de Nuestra Señora de la O en el templo de la Compañía el 13 de junio de 1837, inferior, según sus contemporáneos, a la mayor parte de sus discursos o sermones improvisados. A una erudición inmensa unía un acento vehemente y apasionado con imaginación de poeta, ennoblecido por la conciencia del deber moral y religioso, la práctica de la caridad y la experiencia de vida. Empezaba con tono sencillo, casi familiar, hablando como puede hablar un padre o un amigo íntimo para luego, con una inspiración creciente, suscitar un magnetismo sin paralelo. Solía emocionarse al extremo de derramar lágrimas y a pesar de que su auditorio podía constar de cincuenta pobres mujeres. Su originalidad, su fuerza, su filosofía, su estilo hicieron de Mateo Aguilar uno de los más grande y hondos artistas de la palabra que hayan nacido en el Perú. A este mérito, diluido en el tiempo, se agregó el de la profunda vocación sacerdotal y el de la auténtica caridad cristiana. Mateo Aguilar no tenía sino un vestido, creyendo que, con ello, no defraudaba a los pobres. Alguna vez llevó sobre sus hombros por las calles un lecho para un

indigente. Innumerables miserias consoló en la casa de ejercicios y no pocas veces acudió a las mansiones de los ricos con el fin de implorar limosnas para otros. Fundó dos casas destinadas a servir como refugios de los menesterosos; y una de ellas le costó los enojos y las humillaciones de un desagradable pleito. Como producción impresa suya, aparte del panegírico de San Ignacio de Loyola, quedan de importancia las censuras que hizo por orden del arzobispo Arrieta al libro Vidaurre contra Vidaurre (reproducidas en las Obras selectas del clero peruano) y las colaboraciones anónimas en el periódico El Católico que editó, auxiliado por monseñor Pedro José Tordoya.

JOSÉ DOMINGO CHOQUEHUANCA (1789-1858)

[ VIII ] LOS PROYECTOS DE ECONOMÍA POLÍTICA DE PEDRO DE ROJAS Y BRIONES.- La posteridad ha olvidado a Pedro de Rojas y Briones y a su opúsculo Proyectos de economía política en favor de la República peruana (Lima, 1828). Rojas y Briones, nacido en Chiclayo según propia confesión, antiguo minero en Hualgayoc, diputado para promover el adelantamiento del ramo en 1794, inventor de máquinas para las minas, director de minería en el departamento de La Liberdad, nombrado por Sánchez Carrión, escribió esta obra cuando ejercía la diputación por la provincia de Cajamarca en el Congreso de 1828. Empieza en ella por pedir que se otorgue a los indios propiedades agrícolas y mineras y empleos con el objeto de que, por defender sus intereses y empleos y por gratitud, se identifiquen con el país. Hace el elogio de pueblos aborígenes, como Huacho, cuyo trabajo le daba más beneficios que el de todos los hacendados del valle; y como Chorrillos, proveedor de pescado para la capital con incalculables utilidades al año. "Si queremos ser felices es necesario ser justos (exclama) pues este es el único medio de que los Estados prosperen, por lo que la política humana es muy importante para imponer silencio al grito con que la naturaleza y la razón claman por recuperar su derechos cuando estos se hallan usurpados por el despotismo". Aparte de planteamientos generales, Rojas y Briones consigna múltiples proyectos parlamentarios: 1) Para el establecimiento de un banco destinado al fomento de la minería; 2) Para evitar los perjuicios causados por las heladas (formando nubes artificiales) y para disminuir el crecido número de días festivos y de corridas de toros en las provincias; 3) Para estimular el cultivo de terrenos abandonados y el aprovechamiento de los que anteriormente habían sido trabajados, con referencia especial a la irrigación del río Chira; 4) Para el cultivo de la cera; 5) Para el cultivo del añil; 6) Para el cultivo de la cochinilla; 7) Para el cultivo de la seda; 8) Sobre el aumento de la pesca (El autor protesta contra la cosecha mezquina y reducida de pescado y el monopolio tácito que en ella funciona cuando, "por medio de dicho ramo, podrían todos los pueblos no solamente de la costa sino del interior aprovecharse de un alimento no solo agradable al gusto sino casi igual en lo esencial a la carne"); 9) Sobre el aumento de los conocimientos de la botánica; 10) Sobre descubrimientos de tesoros. Los proyectos de Rojas y Briones pasaron a comisión y allí quedaron dormitando. Él pidió, en vano, que el Congreso acordara la preferencia en el dictamen de los asuntos de interés público sobre los de carácter privado. Desalentado, no llegó a entregar dos proyectos más: uno sobre la reunión de ferias en todas las provincias una vez al año cuando menos, con rebajas de derechos; y otro sobre la construcción de una máquina que debía evitar que se pisara la uva y servir para la molienda del cacao, para descascarar el arroz y para otros fines. Hombre práctico y de trabajo y, a la vez, pueril, Rojas y Briones no había conocido los planteles de educación de la época. Se adelantó a la era de las máquinas para inventar artefactos acaso estrafalarios o risibles; pero que las generaciones posteriores fabricaron con más éxito. A un Parlamento corroído por preocupaciones doctrinarias y políticas llevó, solitario, inquietudes de adelanto material y fomento del país. Olvidado, puede rescatársele de la fosa común por su afán de

Recordado por una famosa arenga que le dedicó a Simón Bolívar en 1825, este abogado puneño publicó en 1833 el primer texto de estadística del Perú republicano, llamado Ensayo de estadística completa de los ramos económico-políticos de la provincia de Azángaro… desde 1825 hasta 1829 inclusive. Fue diputado por Azángaro y senador por Puno en 1832.

[ CAPÍTULO 36 ] PERÍODO 1

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JOSÉ MARÍA DE CÓRDOVA Y URRUTIA (1806-1850)

que los indios participaran en la vida nacional y por la preocupación que tuvo ante otros dos problemas que el siglo XIX peruano no abordó: las tierras para estos peruanos aborígenes y la insipiencia de la pesquería.

LOS ELEMENTOS DE MATEMÁTICAS DE MANUEL AYALA.- En el Cuzco apareció en 1832 la obra Elementos de matemáticas puestos en compendio. El autor se exhibió como "Presbítero, doctor en matemáticas, ex catedrático de las mismas en el antiguo Convictorio de San Bernardo y en el Colegio de Ciencias y Artes del Cuzco. Agrimensor y al presente profesor de lengua latina en la misma capital". Durante el período de 1854-1856, Ayala fue director de aquel colegio.

LA GRAMÁTICA CASTELLANA DE CELESTINO FLORES.- Esta obra apareció en el Cuzco en 1832. Flores fue el editor de la Guía de forasteros del Cuzco que apareció, por lo menos, entre 1832 y 1835. Para la Convención Nacional de 1833-1834 fue elegido primer diputado por Tinta. Historiador limeño que en 1839 publicó la obra Estadística histórica, geográfica, industrial y comercial de los pueblos que componen las provincias del departamento de Lima, inapreciable testimonio de su época. Junto con José Domingo Choquehuanca se le considera uno de los precursores de los estudios estadísticos en nuestro país. Publicó también: Las tres épocas del Perú o compendio de su historia (1844), y Lima (1847).

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 36 ]

LA ESTADÍSTICA DE AZÁNGARO POR CHOQUEHUANCA Y LA ESTADÍSTICA DE LIMA POR CÓRDOVA Y URRUTIA.- Especial referencia merecen dos trabajos de carácter estadístico en esta época. El primero es el Ensayo de estadística completa de los ramos económicos-políticos de la provincia de Azángaro en el departamento de Puno de la República peruana del quinquenio contado desde 1825 hasta 1829 inclusive. Su autor, José Domingo Choquehuanca, había sido diputado de la junta departamental. Lo escribió en 1830 y lo publicó en 1833. Había nacido Choquehuanca el 4 de agosto de 1789 (según comprobó Néstor Puertas Castro) probablemente en Azángaro. Fue abogado y no sacerdote como se ha creído. En el distrito de Pucará, provincia de Lampa, pronunció un admirable e inmortal discurso de elogio a Bolívar con motivo de la visita del Libertador, texto rescatado por Francisco García Calderón en su Diccionario de la Legislación Peruana. Choquehuanca vino a ser el iniciador de los estudios estadísticos en el Perú republicano con este libro de cuya autenticidad no puede dudarse, a diferencia de lo que ocurre con el discurso a Bolívar cuyo texto, según se dice, puede haber sido alterado o disminuido. Sin duda, se inspiró en las previsiones dentro de este campo que la Constitución de 1828 asignó a las juntas departamentales; pero su labor aparece con destellos personales, sin modelos y sin estímulos. Para la obtención de los datos tuvo que recorrer la provincia y (según él mismo contó) "hacer entender que la formación de la estadística no era para imponer contribuciones ni hacer males a los pueblos sino para promover la felicidad y prosperidad de ellos". El Ensayo de estadística incluyó también datos sobre los pueblos que componían la provincia de Azángaro, su clima y producciones naturales y agrícolas, las causas de la decadencia de la agricultura y de la minería, la civilización, usos, costumbres y preocupaciones de los indígenas. Por circular del Gobierno de Lima a los prefectos el 15 de octubre de 1834 se les notificó que el trabajo de Choquehuanca debía servir de modelo para todas las provincias de la República. Los apoderados fiscales nombrados para las matrículas de contribuyentes y los subprefectos debían formar la estadística. El ejemplo de Choquehuanca no quedó aislado. En 1839 apareció en Lima la Estadística histórica, geográfica, industrial y comercial de los pueblos que componen las provincias del departamento de Lima. Su autor fue José María Córdova y Urrutia. Esta obra presentó los caracteres de un verdadero tratado geográfico, pues se ocupó de cada uno de los pueblos del departamento de Lima e indicó su situación, clima, principales producciones, ríos, obras públicas y antigüedades con otros datos valiosos.

El acuarelista y su legado. El mulato Pancho Fierro (1807 - 1879) se ha convertido en una suerte de narrador de la vida tradicional limeña de mediados del siglo XIX. Gracias a él, hemos podido conocer detalles que de otra manera hubieran pasado inadvertidos para los historiadores y estudiosos de ese tiempo. Este óleo póstumo del artista es una obra del pintor Nicolás Palao, de 1888.

[ capítulo 36 ] período 1

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[ IX ] EL DIARIO DEL PADRE BLANCO, ENCICLOPEDIA SUR-PERUANA.- En 1834 acompañó al

(…) LOS ACORDES DE EL ATAqUE DE UCHUMAYO (…) PARECEN UNA jOYA SIN MARCA DE FábRICA, UNA PIEzA ANTOLÓGICA DE LOS GUSTOS PERMANENTES DE LA GENTE HUMILDE, EL FRAGMENTO DE UN ROMANCERO LíRICO POPULAR CON EL AROMA DE LA PATRIA DULCE Y CRUEL.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 36 ]

presidente Orbegoso en su viaje a los departamentos del sur, el padre José María Blanco. A lo largo de todo este viaje por tierra desde Lima a Arequipa, el padre Blanco fue anotando las incidencias cotidianas de la expedición en la que con ropajes militares y políticos republicanos se revistió una serie de decorativos y ceremoniales homenajes coloniales. Además consignó los datos que pudo recoger acerca de los lugares visitados. Así, sobre ciudades como Ayacucho, Huancavelica, Andahuaylas, Cuzco, Puno y Arequipa y sobre las poblaciones menores que entre ellas existían, escribió verdaderas monografías. Consignó abundantes datos históricos y describió minuciosamente accidentes geográficos, puentes, caminos, haciendas, paseos públicos, cementerios, iglesias, capillas, altares, sacristías, retablos, cuadros, joyas eclesiásticas, monasterios, conventos, beaterios, seminarios, colegios, universidades, hospitales y otras entidades públicas. También dio noticias de costumbres, bailes, vestidos, comidas, voces locales y otras expresiones del modo de vivir y de la manera de ser. Esta obra llena de información escueta y preciosa, es, en realidad, debajo de su aridez, una viva enciclopedia del Perú meridional que tocó visitar a su autor. No hay libro que pueda comparársele. Guardado entonces el manuscrito en la Biblioteca Nacional de Quito, lo copió el doctor Arturo García Salazar y, con algunos errores y omisiones, editó la primera parte, que versa sobre el recorrido entre Lima y Cuzco, y fue publicada por el doctor Luis Varela y Orbegoso como tomo III, de los Documentos del gran mariscal don Luis José Orbegoso en 1929. Nosotros llamamos la atención desde 1929, sobre el testimonio del padre Blanco. Ya ha llegado a ser editada por Félix Denegri Luna la segunda parte, acaso más valiosa, referente a la zona entre Cuzco y Arequipa, salvo unas páginas sobre el cuzco (Lima, Instituto, Riva-Agüero 1974. 2v.). El manuscrito se encuentra ahora en la Academia Nacional de la Historia de Quito.

[X] EL FUSILICO DEL GENERAL FLORES Y OTRAS PRODUCCIONES DE JOSÉ JOAQUÍN DE LARRIVA.- Nacido veinte años antes de que terminase el siglo XVIII, el clérigo limeño Joaquín de Larriva y Ruiz, ajeno a las inquietudes sacerdotales, combinó la oratoria cortesana servil ante sucesivos y contradictorios personajes coloniales y republicanos, virreyes y libertadores, el periodismo combativo, la sátira contra literatos famosos o mediocres, la erudición y, a veces, el desparpajo. Cultivó la prosa y el verso, este último en largos poemas, cuya frondosidad aligeró, con dicharacheros criollos. El fusilico del general Flores editado en 1828, utiliza una serie de conversiones burlescas que luego Manuel Ascensio Segura imitó en algunos de sus artículos de costumbres. Los protagonistas de la tertulia son el propio autor, un mocito "muy envuelto en su capote de barragán", una muchacha medio bizca, otra muy chata, una tercera "más fea que la necesidad", un señor abogado a quien le encanta el rapé, un religioso anciano, una coja que sabe improvisar versos al son de su guitarra. Larriva arremete aquí contra el general ecuatoriano Juan José Flores, autor de amenazantes proclamas contra el Perú y se hace vocero del fervor nacionalista y anticolombiano que predominó bajo el régimen de los liberales y de La Mar y condujo a la malhadada guerra con el país del norte en 1829. Las citas en latín están acompañadas por dicharachos criollos. La finalidad del clérigo es aquí didáctica: la propaganda patriótica hecha entre sonrisas, que el engreimiento limeño sazona. Su propuesta, en este caso mezclada con el lenguaje del rocambor, ha sido muchas veces hecha a los peruanos y nunca aceptada por el inveterado espíritu de facción entre ellos: Si olvidamos los rencores / y nos unimos en masa / no ha de hacernos una basa / con sus espadas ñor Flores. / Entre con mil matadores / pues tiene tanto malillo que yo le aseguro al pillo / le hemos de hacer la mamola / y pensando darnos bola / se ha de hallar con un codillo. La Colección de las producciones en prosa y verso serias, jocosas y satíricas de Larriva fue publicada por Manuel de Odriozola con el volumen II de la Colección de documentos literarios del Perú

(Lima 1864). El mismo Odriozola incluyó en el mismo volumen la "Geografía histórica republicana peruana", obra que apareció primero en 1848 en el periódico El Zaniago. Alude a épocas posteriores al fallecimiento del autor, ocurrido en 1832. La mejor semblanza de Larriva está en la brillante conferencia que Raúl Porras Barrenechea ofreció en el Conversatorio Universitario en 1919.

LA OBRA DE JOSÉ GIL DE CASTRO

MANUEL BAÑÓN.- Por la inmortalidad de su marcha El ataque de Uchumayo puede ser ubicado dentro de esta época Manuel Bañón, si bien su vida y sus actividades se prolongaron hasta 1857. Flautista, guitarrista, cantante, director de orquesta, fue fecunda también su labor como compositor. De él se conocieron un "Nuevo himno patriótico" (1828), la "Canción nacional nueva" (1831) que era acaso el mismo himno anterior, la "Nueva canción de la chicha" (1836), varias romanzas, oberturas, valses y otras piezas. Tuvo a su cargo una academia de música en 1830 y otra gratuita para niños pobres en el Convento de San Agustín de Lima (1832). Más tarde dio clases individuales (1838). Ocupó la dirección musical del teatro en varias oportunidades (1828, 1834, 1838, 1845). Reabrió su academia en el Convento de San Agustín en 1847 y en 1852. Logró el nombramiento de director de estudios en la academia de música de la Sociedad Filarmónica de Santa Cecilia en 1856, cargo que compartió con el de maestro de capilla de la iglesia de San Agustín. La abundante producción musical de Bañón ha naufragado tragada inexorablemente por el abismo del tiempo. Pero de ella sobrevive, con más importancia que las palabras que en su época se pronunciaron o se escribieron, los acordes de El ataque de Uchumayo, que siguen entusiasmando a los peruanos y que parecen una joya sin marca de fábrica, una pieza antológica de los gustos permanentes de la gente humilde, el fragmento de un romancero lírico popular con el aroma de la patria dulce y cruel.

PEDRO JIMÉNEZ DE ABRIL TIRADO.- El compositor arequipeño Pedro Jiménez de Abril Tirado, más conocido como Pedro Tirado, fue, según su contemporáneo, Bernardo Alzado, "el mejor talento músico del Perú". En julio de 1831 se ejecutó en la academia de música de Manuel Bañón un cuarteto de flauta, violín, viola y violonchelo de Abril. En agosto de 1836 presentó la academia de Manuel Rodríguez un quinteto de violín de don Pedro Jiménez Abril, que se repitió como quinteto para dos violines, dos violas y chelo. En otro de los mismos actos públicos, efectuado en octubre del mismo año, se anunció su "concierto de clarinete obligado a toda orquesta". En marzo de 1838 fue tocada una sinfonía a toda orquesta del mismo compositor. Compuso, además, rondós y publicó en París una colección de cien minúes (breves) para guitarra. Hacia 1835 fue maestro de capilla en la Catedral de Sucre (Bolivia). Jiménez de Abril Tirado parece haber representado una tendencia precursora de la música de arte, distinta de la música que busca acercarse al gusto popular, uno de cuyos exponentes es la de carácter patriótico y de la música folclórica, espontánea, tan rica y tan variada en todo tiempo en el Perú.

El pintor limeño, José Gil de Castro (1783-¿1841?) fue el más importante retratista en los primeros años de la República. Se han conservado unas 70 de sus obras, dentro de las cuales destacan los retratos de San Martín, Olaya, Bolívar, Sucre, Tagle, entre otros. Gil de Castro diseñó los uniformes del ejército libertador y realizó mapas topográficos para la causa independentista. También realizó pinturas con temática religiosa, como esta representación de Santo Domingo (1817).

BERNARDO ALCEDO.- Del autor del himno nacional no se trata aquí, pues viajó en 1823 a Chile formando parte de un batallón de ese país. José de la Riva-Agüero y Carlos Raygada han probado que hizo una breve visita a Lima en 1829; y este último ha documentado su regreso también fugaz, de marzo a mayo de 1841. Se hablará de Alzedo con motivo de la publicación de su libro Filosofía de la música (1869).

[ CAPÍTULO 36 ] PERÍODO 1

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[ XI ] JOSÉ GIL DE CASTRO.- José Gil de Castro y Morales, humilde mulato nacido en Lima, cuya

PANCHO FIERRO REPRODUCE, A SU MANERA, EL MILAGRO DE LA CERáMICA MOCHICA qUE HA CONSERVADO ROSTROS Y ESCENAS DE UNA éPOCA MUERTA. HA TOMADO COMO UN CENSO DE LA GENTE INTERESANTE qUE VIO, NObLE Y PLEbEYA Y LA HACE DESFILAR EN FORMA AbIGARRADA DESDE EL MIRADOR qUE ALzA SU PINCEL COLORISTA, qUE TIENE SAbIDURíA DE ANCIANO Y CANDOR Y MALICIA DE NIñO.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 36 ]

vida ha sido estudiada por Joaquín Ugarte y Ugarte, inicia la lista de pintores peruanos de la época republicana. En 1817 contrajo matrimonio en Chile, país en el que vivió de 1814 a 1822. Por esa época pintó más de cuarenta retratos de personajes, entre ellos varios de Bernardo O’Higgins. En Argentina se conoce de él más de veinte retratos de los cuales cuatro son de San Martín (años 1811, 1818, 1819 y 1822). Pertenecen a su etapa de Lima varios retratos hechos por el mismo artista, entre ellos varios de Bolívar, uno de los cuales fue calificado por este como que tenía "la más grande exactitud y semejanza" y otros de Tagle y José Olaya. Entre los cuadros posteriores están los retratos de Salaverry y de Camporredondo. Los modelos de Gil de Castro aparecen vistos desde el mismo ángulo, con cierta rigidez en los cuerpos. Carente el artista de técnica, su intuición se preocupa por animar y por reproducir escrupulosamente los rasgos fisonómicos y la expresión, aplicando esa misma minuciosidad a las vestiduras, los adornos y los objetos que entran en el campo visual. Concienzudo y honesto, lejos de las escuelas, ha dejado verdaderas fuentes pictóricas para la historia de la Independencia sudamericana. Muchos talentos de gente del pueblo se malograron por falta de oportunidad y de educación. José Gil de Castro es uno de los casos en que ese riquísimo filón pudo ser explotado a principios de la era republicana, mientras que quienes habían estado en el mismo plano a nivel de él en los días de Virreinato se dedicaron a la pintura y a la escultura religiosa. Gil de Castro representa el comienzo franco de la secularización y de la nacionalización de las artes visuales, la aparición de una pintura política cuyo valor ha sido mejor apreciado en tiempos recientes pese a su tendencia cortesana y ceremonial. En la bolsa de las riquezas culturales y artísticas, el valor de Gil de Castro está hoy en alza después de muchos años de depreciación.

[ XII ] PANCHO FIERRO.- Pancho Fierro no tiene relación directa únicamente con este período sino con todos los períodos republicanos hasta antes de la guerra con Chile. Nacido en Lima, fallecido en el hospital Dos de Mayo el 28 de julio de 1879, a la edad de 70 años según su partida de defunción, aunque según Ricardo Palma nació en 1803; de él se sabe poco excepto que pintó muchas acuarelas, que tuvo imitadores y competidores nacionales y extranjeros cuyas obras a veces le son atribuidas (lo cual debe ser tomado muy en cuenta por los críticos), que hizo carteles de toros, que practicó la pintura mural en las paredes hoy derruidas o borradas de muchas casas y que dejó, además, según dijo la nota necrológica de El Comercio, numerosos cuadros al óleo y retratos al carboncillo "única herencia de su desconsolada familia". Pancho Fierro reproduce, a su manera, el milagro de la cerámica mochica que ha conservado rostros y escenas de una época muerta. Ha tomado como un censo de la gente interesante que vio, noble y plebeya y la hace desfilar en forma abigarrada desde el mirador que alza su pincel colorista, que tiene sabiduría de anciano y candor y malicia de niño. De las comedias de Segura y de Pardo y los libros de viajeros parece que se han escapado los personajes para acudir a esta procesión dispersa. Es una demostración democrática y campechana cuyos integrantes, a pesar de las diferencias que pueden haber en ellos de época, de rango o de raza, tienen un aire de familia. He aquí un gráfico Diccionario de peruanismos. Al hojearlo, el limeño de hoy cree ambular por el tiempo de sus bisabuelos. Podría pensarse que exhalan estas acuarelas un olor como el de la flor del chirimoyo con la que se adornaban las limeñas de antes; y desde el fondo de ellas parece salir el tañido de una campana con la hora de la oración o un rumor de cierra puertas. Angélica Palma ha escrito sobre Pancho Fierro, a propósito de la colección de acuarelas que perteneciera a su padre y que ahora posee la Municipalidad de Lima (en las que hay algunas que él no pintó):

"Nacido en los albores del siglo diecinueve, como queda dicho, pasó Pancho Fierro los veinte primeros años de su existencia en la condición de súbdito de la Monarquía, y en la de testigo, tal vez actor, de la lucha emancipadora; sin embargo, solo pueden considerarse alusivas a esta época, entre las láminas del acuarelista, las rotuladas Un sitiador del Callao, Un oficial del ejército argentino-chileno, Fui del ejército libertador y El sargento Zapata, retratos los dos últimos de un negro guerrero que, recordando orgulloso en la ancianidad las pretéritas hazañas, solemnizaba las fiestas del aniversario patrio vistiéndose el uniforme militar y prendiendo en él las condecoraciones ganadas a sangre y fuego". "Con mayor intensidad debieron impresionar la sensibilidad artística del pintor mulato los rezagos, que alcanzó caducos, de la pompa colonial. Así vemos que dedica unos cuadritos ricos en colorido y movimiento al Paseo de Alcaldes, ceremonia que en pocas ocasiones debió contemplar, pues fue suprimida de hecho del 1812 al 1815, por orden de las Cortes de Cadiz". "De otro aspecto oficial de la época, no faustuoso y teatral como el anterior, sino de lúgubre crueldad, presenta Pancho Fierro tres láminas de auténtica documentación gráfica: en la primera, un aristócrata, miembro de la asociación llamada de la Paz y Caridad, precedido de un esclavo que agita una campanilla, pide, por las calles de Lima, una limosna ‘para hacer bien por el alma del que van a ajusticiar’; sigue a esta página otra, aun más tétrica, en la cual un piquete de soldados custodia la horca, en cuya parte superior el verdugo echa la fatal lazada al cuello del reo a quien acompaña un sacerdote; y viene, por último, la del Penitenciado por la Inquisición, caballero en un asno y grotescamente ataviado por el sambenito y la puntiaguda coraza, que parece llegar hasta las levantadas celosías de los balcones pintados de verde, donde asoman curiosos y curiosas". "Por lo general, en la felicísima reproducción de costumbres y tipos limeños se confunden las dos épocas, agonías del virreinato y comienzos de la nacionalidad independiente, más disímiles ante la historia política que en la cotidiana realidad de los hechos; así, el Alumno del Príncipe, colegio clausurado por San Martín para instalar en su local la Biblioteca de Lima, poco se diferencia, con su uniforme verde y su sombrero apuntado del carolino o fernandino del gobierno de Echenique, que usaba también, para determinadas ceremonias, bicornio y frac; las tapadas, vistiendo sayas amplias o de medio paso, tanto pudieron coquetear con los edecanes de Abascal como con los de Bolívar; a los indios descalzos, que ofrecían regalitos a los patrones o pagaban al cura responsos por las almas de sus finaditos, igual les daba que los esquilmasen los delegados de la Monarquía o los mandones de la República; y a las tertulias en las salas de puertas blancas con filos dorados y estrados de damasco o terciopelo, protegidas por imágenes sagradas, iluminada por olorosas bujías en arañas de cristal y en las que servían golosinas y refrescos lacayos de calzón corto y chinas retrecheras, de cabellera crespa, florecida de jazmines y rosas, lo mismo pudo asistir la virreina doña Ángela Zevallos de la Pezuela que la mariscala Gamarra". "Por privilegio de la edad, amiga sermoneadora de cualesquiera de los dos pudo ser esa Vieja de la aristocracia que el acuarelista nos presenta sentada en lujoso sofá de su dormitorio, los pies descansando en una sillita de paja, abrigada con un rebozo blanco, ceñida la frente por un vendón de seda azul y en las sienes dos parchecitos de hojas de tabaco; tal vez la jaqueca, requeridora de tan recomendables medios curativos, la debió la respetable dama al trasnochar de la víspera, viendo danzar en algún sarao El ondú de Arequipa o a la hija engreída con su alto vestido avivado por los toques encendidos del aderezo de corales, contestando al compás de El minué el saludo galante que, levantando el sombrero, le dirige su pareja; quizás el jaleo presentó aspecto de voto y se realizó, a los sones de arpa y violín, ante El altar de Purísima; tampoco es imposible que la anciana tuviera enfermos en casa y que el dolor de cabeza se lo produjera la mala noche pasada velando a la señora de catre imperial que, entre bordadas sábanas y pesados cortinajes rojos, descansa en el suntuoso lecho, que era de madera blanca con molduras aureas y necesitaba una escalerilla para encaramarse hasta su altura".

TESTIGO DE EXCEPCIÓN

La obra de Pancho Fierro es un testimonio de las costumbres y la sociedad limeña de los primeros años de la República. Fierro, que era autodidacto, impuso un estilo propio en sus coloridas estampas. Si bien para muchos críticos el mulato carecía de una técnica refinada, su trabajo es irremplazable en nuestros días. Aquí, observamos la acuarela titulada India conduciendo su llama cargada de cobre, de mediados del siglo XIX.

[ CAPÍTULO 36 ] PERÍODO 1

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‘OTRA FASE PERDURAbLE DE LOS HábITOS LIMEñOS, LA AFICIÓN A LA bUENA MESA Y A LAS GOLOSINAS, LA REPRODUCE PANCHO FIERRO EN LAS ANIMADíSIMAS LáMINAS DONDE CONTEMPLAMOS A LA PESCAUFRITERA, LOS TURRONEROS, LA VENDEDORA DE jAMÓN’.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 36 ]

"No siempre, ya lo vemos, se dormía a pierna suelta en aquellos regalones tiempos; solía también interrumpir el sueño de sus amistades La familia que da borregas. Pancho Fierro la representa a la puerta de un rancho chorrillano, golpeada insistentemente por un señor trajeado de blanco: su mujer, más friolenta, se emboza en una capa negra que deja ver la clara falda veraniega y una mulata, tocada con sombrero cónico de felpa, mira al descuido al negro de calzón de la rodilla, portador de los instrumentos para la serenata callejera, precursora de la fiesta doméstica, donde harán lucido papel unas botellas prometedoras que se ven encima de un poyo. El farol que pende ante la casa da idea de la pobreza del alumbrado, la cual obliga al Caballero que va a visitas de noche a llevar a su lado a un negrito, armado de una linterna. ¡Y qué mono es el pajecillo con su chaquetita abotonada! Y qué vida y qué gracia de la de los negros de Pancho Fierro, de intencionada sonrisa y pupilas de azabache, danzarinas en la aventura de la esclerótica". "Tampoco durante las mañanas estivales lo pasaba mal la gente de Chorrillos; díganlo el veraneante vestido de amarillo y con alto sombrero de paja que va por la playa, seguido de un criado que, en una canasta, le lleva ropa y utensilios de tocador y La bañista que, a orillas de un mar pálido ostenta los cumplidos pantalones y la túnica o tonelete de cúbica azul y ese azul fuerte y limpio predilecto del acuarelista limeño". "No solo se ocupó este en aristocráticos recreos; numerosas estampas dedicó a las Danzas de chunchos y pallas con la gaya policromía del indumento serrano, a El son de los diablos, a la Procesión cívica de los negros, a la farsa popularecha de Moros y cristianos, a los Gigantes y Papahuevos de la procesión de Cuasimodo, a los bullangueros convites ambulantes para la comedia y los gallos". "Otra fase perdurable de los hábitos limeños, la afición a la buena mesa y a las golosinas, la reproduce Pancho Fierro en las animadísimas láminas donde contemplamos a la Pescaufritera, los Turroneros, la Vendedora de jamón. El que trae aguardiente de Ica, la Placera, el Anticuchero, la Tisanera, la Buñuelera, la Almuercera, el Bizcochero, el Heladero, la Picantera chilcana, al Famoso cocinero Ño Juan José Cabezudo, amén de los tenduchos llamados Mazamorrería y Champucería, el segundo con su favorito anunciador en la entrada y un muchacho pregonando: ‘Champuz caliente’‘Vamos con el café limeño que ya se acaba’. Esos modestos locales no se adornaban con la mística estampa iluminada por una lamparilla de que nunca carecieron las pulperías, boticas y barberías contemporáneas del artista popular, el cual no olvidó poner en la última el indispensable gallo, fiel compañero de los fígaros criollos". "Corresponde lugar preferente en el álbum de Pancho Fierro a los aspectos devotos de la existencia limeña. Anotemos unos cuantos: el clérigo, a quien decían el animero, sentado cerca de una mesa, a la puerta de su parroquia, le recibe a un indio de poncho listado, sombrero en mano y la cabeza envuelta con un lienzo colorado, la limosna que sacará una o varias almas del Purgatorio; un mercedario, de un prolongado bonete negro, recorre las calles, antecedido por un lacayito de librea que pidiendo para el Santo Monumento, alarga el transeúnte una bandeja y escoltado por otro que cobija al reverendo bajo un enorme quitasol; armatoste análogo protege a la elegante pareja que visita estaciones el Jueves Santo, velada de finos encajes la señora y muy apuesto el marido que lleva como sobrias notas de color en su traje enlutado, corbatín, rizada pechera, condecoración prendida en la casaca, espada al cinto y hebillas de oro en los zapatos; también se encaminan al templo esa tapada esbelta y su negrita, llevando al brazo la alfombra en que se arrodillara el ama, y de allí salen, presididas por un dominico, las mujeres rezadoras de El rosario callejero; se dirige, asimismo, a la iglesia la abigarrada procesión de indios que conduce a su pueblo de la sierra la efigie de un santo con ruidoso acompañamiento de tambores, cornetas y estallar de cohetes y por naves y claustros pulula la multitud de clérigos, frailes y legos, filipenses, dominicos, franciscanos de hábito añil, agustinos, mercedarios, descalzos, crucíferos, belethmitas, paulinos, barbones y juandedianos, además de algunas monjitas, probablemente percibidas por el pintor entre las rejas del locutorio. No guarda el álbum, es lamentable, recuerdo

gráfico de nuestras limeñísimas procesiones; apenas hallamos a dos penitentes encapuchados y a unas Mixtureras y sahumadoras muy guapas, ataviadas con trajes y mantoncillos de alegres matices, en la cabeza el adornado azafate florido y en la diestra la pava de plata que despide olorosas nubes de sahumerio". "Va avanzando el 800, y surgen y se acentúan las diferencias con el pasado: sustituye a la casaca la burguesa levita, el tarro de unto al sombrero de picos y en los rostros masculinos, antes rasurados, se permite brotar adornos capilares: el bigote, la petulante perilla, las barbas abundosas. Demuéstrase el cambio de indumento y prestancia en las acuarelas de personajes notables o risibles, fieles retratos muchos de ellos, según apunta don Ricardo Palma en notas de su puño y letra que constituyen otra riqueza del álbum, el cual encierra, además, valiosa colección de autógrafos. Le merecen aquella apreciación los apuntes del ilustre español don Sebastián Lorente, de Ángel Fernando Quirós, bardo fecundo y extravagante, del narigón Colmenares, respetable magistrado, del Padre Abregú, el del tradicional sombrero, de don Marcelino Saldamando, de Fusil de aguja, de un loco manso apellidado Guillén, del pelucón Pando, de Ño Leche-crema, de Ño Bofetada del diablo, de Ño Canchalagua, de Ajiaco, de Mazamorra, de Zamba pollera, de Fray Tomates, de Manongo Moñón". "A los tiempos republicanos pertenecen indudablemente, El soldado y las rabonas, que, la carga en las espaldas, marchan a la vera de los Andes; alivian las fatigosas jornadas las cabriolas de un perrito y los acordes de la guitarra que empuña el militar. De los comienzos, hacia 1830, son las animadísimas corridas de toros, con Nuez-moscada, rejoneador ridículo, el capeador airoso y el valiente espada; en algunos años les anteceden los últimos de Juana Breña que, en la acuarela de Pancho Fierro, quiebra el caballo y parece volar en él, burlando al toro briosísimo y le es posterior en tres decenios, Esteban Arredondo, maestro insigne del capeo a caballo". "¡El caballo! marcada predilección tuvieron por él los peruanos de la pasada centuria y para las más diversas empresas lo utilizaron. A todos, pobres y ricos, sirivió el noble animal; a Ña Goyita la tamalera, al Hacendado y a su mujer, al Mayordomo de chacra y a la suya, la viajera que, con un niño a la grupa del corcel, parte para la sierra cabalgando a horcajadas como sus otros congéneres, a panaderos, lecheras y fruteras, a cobradores, médicos y escribanos y, en contraste físico y moral, a Mr. Thomas y al montonero Escobar". "¿Quién fue el primero? Personaje inglés de 1840 se lee al pie de la estampa pintada con inusitada sobriedad. Vemos a un varón provecto, de facciones correctas y fina delgadez facial; lleva poncho y blanco sombrero de copa, inclinada la testa meditabunda y rige con desmaña un jamelgo de lento andar. El otro retratado desconoce preocupaciones; va erguido en su braceador caballo moro, cubierta con gorra militar la cabeza lanuda, el sable en el arzón y el trabuco en la mano; es el negro León Escobar, capitán de bandidos durante dos años y presidente del Perú por dos horas; durante dos horas el azar chancero le llevó a ocupar el sillón gubernativo. Oh nuestra grave historia nacional, en la que de pronto asoma, sonriente y alada, la anécdota, hija disfrazada de Clío, la austera!".

[ 1879 julIo 28 ] LA MUERTE DE PANCHO FIERRO. El 28 de julio de 1879 falleció en Lima el pintor Pancho Fierro. El diario El Comercio publicó la noticia del deceso y dijo: "Pancho Fierro. Ciertos estamos que pocos de nuestros lectores habrán dejado de oír ese nombre hablándose de pintura nacional, de esa pintura de costumbres por la que se traslada al papel o al lienzo los tipos nacionales. Pancho Fierro, al decir de uno de nuestros amigos, era para la pintura lo que Segura para el drama. Tomaba el pincel y con una facilidad extraordinaria dibujaba un retrato, que más de una vez ha dado gran trabajo a otros pintores copiarlo".

[ CAPÍTULO 36 ] PERÍODO 1

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[ tomo 3 ]

[ Primer período: la época fundacional de la república ] capítulo 37 ● I El sig­ni­fi­ca­do his­tó­ ri­co del pe­rio­dis­mo El Pe­rua­no II El pe­rio­dis­mo en­tre 1827 y 1829 ● La ex­ cep­cio­nal im­por­tan­cia del Me­mo­rial de Cien­cias Na­tu­ra­les ● Otros pe­rió­di­cos en Li­ma y en pro­vin­cias (1827-1828) ● La fa­mi­lia del Pa­pa­ga­yo ● Pe­rió­di­cos de Are­qui­pa, Piu­ra y Cuz­co ● La edad de oro en el pe­rio­dis­mo du­ran­te el pri­mer go­bier­no de Ga­ma­rra ● Al­gu­nos pe­ rió­di­cos de pro­vin­cias en la épo­ca de Ga­ma­rra ● III El pe­rio­dis­mo en 1834 y ●



1835 ● La na­riz del fis­cal Col­me­na­res ● Pe­rió­di­cos sa­la­ve­rri­nos y san­ta­cru­ci­nos ● IV El pe­r io­dis­mo du­ran­te la Con­fe­de­ ra­ción Pe­rú-bo­li­via­na ● Pe­rio­dis­mo de la emi­gra­ción: na­cio­na­lis­ta y san­ta­cru­ ci­no ● Pe­rió­di­cos de pro­vin­cias ● El ca­so ex­cep­cio­nal del Mu­seo Eru­di­to y de El Co­rreo Li­te­ra­rio ● El pe­rio­dis­mo en los pri­me­ros tiem­pos de la Res­tau­ra­ción ● V El Co­mer­cio ● VI Las al­ter­na­ti­vas en las ex­pre­sio­nes pe­rio­dís­ti­cas ● La di­fu­sión del pe­rio­dis­mo en pro­vin­cia.

EL PERIODISMO ENTRE 1827 Y 1842

CAPÍTULO

37 [ ]

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 37 ]

[I] L SIGNIFICADO HISTÓRICO DEL PERIODISMO.- El periódico (si se le puede encontrar, ya que han existido y existen muchos casos de robos o de mutilaciones en los depósitos de nuestras bibliotecas) es, a veces, el único testigo, aunque olvidado y amarillento, de muchas cosas de valor histórico. Paradójicamente, los de fechas lejanas son mejores fuentes que los contemporáneos: ahora existe una mayor presión industrial y antes hubo, en diversas ocasiones, una más fácil accesibilidad de la opinión pública a las hojas impresas. Es en ella donde podemos conocer de cerca, muchas de las ideas, las opiniones, las pasiones de los distintos grupos o facciones que se disputaron el poder. No debemos, naturalmente, cometer la ingenuidad de aceptar a ciegas lo que ellos aceptaron o negaron: pero su conocimiento nos acerca directamente al alma de aquellos muer tos. Diarios y otras publicaciones inicialmente se dedicaron, sobre todo, a ensayos o arengas de carácter político, literario, filosófico, circunstancial. Además, al inser tar proclamas, decretos, leyes, discursos, par tes de combates o batallas, ayudan a quien trabaja sobre aquellos tiempos ya lejanos. Gradualmente, sin olvido de los antedichos documentos, fueron mejorando sus crónicas e informaciones. La ley de imprenta de 1823 es un ejemplo patético de la ingenuidad y de la falta de realismo que, a menudo, han tenido en este país esos solemnes documentos. De hecho, ella no cumplió tarea satisfactoria. El periodismo de oposición fue reiteradamente al desborde, como arma mor tífera destinada a acabar con los regímenes a los que combatió. Entre los factores que contribuyeron a las grandes sublevaciones –1834, 1854, 1865, 1894-1895– y otras, correspondió un lugar predominante a los periodistas no siempre los más atildados o los más dignos del respeto de la posteridad. Al lado de ellos, hay que resaltar a los verdaderos y heroicos defensores de la sagrada liber tad de pensamiento y de opinión. El Perú adquirió la fama de tener la prensa más soez del continente. Frecuentemente, por el instinto de la propia conservación o por simples actitudes de arbitrariedad, los gobiernos acudieron a la fácil medida de los empastelamientos, de las clausuras y de las persecuciones. En otras ocasiones, al surgir situaciones intermedias, hubo forcejeos, tensiones, escaramuzas. La historia del periodismo peruano es mucho más rica y compleja de lo que han afirmado comentaristas super ficiales. En los avisos y en otros rincones despreciados puede el investigador acucioso encontrar datos de valía: movimientos de barcos, cifras estadísticas o del comercio exterior o interior, anuncios de cosas que la gente usaba, compra o venta de esclavos cuando ese tráfico fue viable por su propaganda comercial, etc. Un venero precioso guarda las noticias o comentarios sobre la actividad teatral: estrenos, polémicas, referencias, autores, actores, actrices, empresarios y demás gente del gremio. Allí están sepultados episodios importantes o interesantes que no siempre la historia registró. Polémicas ruidosas desataron algunas obras o algunos géneros o algunos personajes; y en ellas, entre otras cosas, dan testimonio sobre la evolución del gusto o de la moda o de la sensibilidad. Por lo general, se cree que en el mausoleo de la historia literaria deben ingresar únicamente los autores del libro. Este criterio unilateral olvida o margina a muchos escritores de talento

que, por falta de recursos o ausencia de ambición u otros motivos, se limitaron a la producción periodística; y, sin embargo, merecen recuerdo y comprensión. Tuvimos periodismo de distintos tipos y de los más variados géneros: a) Doctrinario o semidoctrinario desde los días de San Martín y de Monteagudo y a lo largo de todo el siglo XIX, y gran parte del siglo XX; b) Personalista especialmente para la difamación; c) Epigramático con tendencia a veces a la sátira y a veces tan solo a la lisura; d) Costumbrista ajeno a la intención, inmediata o personalista, del anterior, muy valioso en el Perú en las primeras décadas del siglo XIX; e) intelectual siguiendo la tradición del primer Mercurio Peruano. Los historiadores no deben olvidar o menospreciar la importancia del periodismo lejos de Lima, a veces con un rango de altísima calidad. Una advertencia final: puede ocurrir que en las bibliotecas nacionales no existan determinadas colecciones que son accesibles, sin embargo, en bibliotecas extranjeras, especialmente en Estados Unidos.

EL PERUANO.- El periódico oficial El Peruano apareció el 13 de mayo de 1826 y reemplazó a la Gaceta de Gobierno. Durante un tiempo actuó como órgano paralelo al Registro Oficial de la República Peruana, limitado a la publicación de documentos oficiales. La primera etapa llegó hasta 1827; lo reemplazó en 1828 hasta 1829 La Prensa Peruana, seguida por El Conciliador (1830.34). El régimen de Orbegoso editó El Redactor primero en el Callao (seis números) y luego en Lima desde 1834. En mayo de dicho año llevó el título de El Redactor Peruano hasta 1838. La dictadura de Salaverry tuvo como periódico oficial La Gaceta del Gobierno (1835). En cambio, el vocero de la Confederación Perú-boliviana fue El Eco del Protectorado que se dictó en diversos lugares, de acuerdo con los distintos viajes de Santa Cruz. Cubrió los años de 1836 a 1839. Su contenido está relacionado con El Eco del Norte de Lima, órgano del Estado NorPeruano entre 1837 y 1838. Reapareció El Peruano en 1838, al establecerse la estructura nacional del país. Durante muchos años tuvieron gran valor sus editoriales.

[ II ] EL PERIODISMO ENTRE 1827 Y 1829.- Entre 1827 y 1829, antes del debate constitucional y de la guerra con Colombia, los diarios serios e importantes de Lima fueron el Mercurio Peruano, El Telégrafo y (entre 1827 y 1829) La Prensa Peruana. Los dos primeros aparecieron en 1827 como exponentes de una aspiración hacia la estabilidad. Mercurio Peruano, fundado por José María de Pando, llegó a ser redactado durante un tiempo, por José Antolín Rodulfo y Felipe Pardo y duró hasta 1834 para revivir, por corto tiempo, en 1839 y 1840, muriendo a causa de la competencia de El Comercio. El Telégrafo alcanzó más breve vida pues solo apareció hasta 1829; con el mismo nombre se conoció otra publicación entre 1832 y 1839. La Prensa Peruana, periódico oficial trisemanal, también lleno de datos y noticias importantes, contó como redactor primero a José Joaquín de Larriva y luego a Felipe Pardo. En el periodismo de opinión ostenta significado especialísimo La Crónica Política y Literaria de Lima, bisemanal, de 1827, por desgracia con breve duración (cinco números), escrita por José María de Pando. Leer sus artículos sobre política interna y externa da, hoy mismo, deleite provecho. Hay allí, entre otras cosas, una notable semblanza de La Mar. Vidaurre, fogoso y paradojal jurista, editó también en 1827 un periódico con el nombre menos apropiado a su persona y su mentalidad: El Discreto. Allí dio a conocer sus proyectos de Constitución y de jurados, así como su traducción y comentarios del examen crítico de los derechos del hombre y del ciudadano por Bentham.

EL PERú ADqUIRIÓ LA FAMA DE TENER LA PRENSA MáS SOEz DEL CONTINENTE. FRECUENTEMENTE, POR EL INSTINTO DE LA PROPIA CONSERVACIÓN O POR SIMPLES ACTITUDES DE ARbITRARIEDAD, LOS GObIERNOS ACUDIERON A LA FáCIL MEDIDA DE LOS EMPASTELAMIENTOS, DE LAS CLAUSURAS Y DE LAS PERSECUCIONES. (...) LA HISTORIA DEL PERIODISMO PERUANO ES MUCHO MáS RICA Y COMPLEjA DE LO qUE HAN AFIRMADO COMENTARISTAS SUPERFICIALES.

[ CAPÍTULO 37 ] PERÍODO 1

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MARIANO EDUARDO DE RIVERO (1798-1857)

Antropólogo y naturalista arequipeño que junto a Nicolás de Piérola y Flores editó entre 1827 y 1828 el Memorial de Ciencias Naturales y de la Industria Nacional y Extranjera. Fue diputado por Caylloma en 1832 y diputado suplente por Arequipa en la Convención Nacional (18331834). Entre sus libros publicados se encuentran: Los monumentos de los antiguos peruanos (1834), Memoria sobre el rico mineral de azogue de Huancavelica (1848), Apuntes históricos y estadísticos sobre el departamento de Junín (1855), Colección de memorias científicas agrícolas e industriales (1857) y Antigüedades peruanas (1841).

El espíritu dominante, con abrumadora vehemencia, de repudio a la Car ta política en 1827 tuvo una expresión en El Revisor del mismo Vidaurre. Sus obser vaciones a dicha Constitución, a los tratados de federación y límites con Bolivia y los sucesos de aquel año, son dignos de estudio. El periódico semanal Los Clamores del Perú, editado entre marzo y junio de 1827, fue el vocero de un nacionalismo económico cerrado, hostil al comercio libre de los extranjeros.

LA EXCEPCIONAL IMPORTANCIA DEL MEMORIAL DE CIENCIAS NATURALES.- Honra al país el esfuerzo, en 1827, del Memorial de Ciencias Naturales y de la Industria Nacional y Extranjera, editado por Nicolás de Piérola y Mariano de Rivero. "Verdadero sucesor del Mercurio Peruano (dijo de él Antonio Raimondi) por los interesantes ar tículos sobre producciones del país que registraba sus columnas, poco protegido por el Gobierno y mucho menos por el público, se sostuvo vacilante diez y ocho meses, al cabo de los cuales dejó de existir por ser demasiado gravoso a sus redactores". La "Memoria sobre el guano" publicada en este periódico por Rivero fue traducida al francés por Humbolt, difundida en 1829 y ver tida luego al inglés, circuló profusamente. Fue el punto de par tida en el interés de científicos, agricultores y estadistas sobre ese fer tilizante. El Memorial de Ciencias publicó las primeras litografías limeñas y, además de ser el primer periódico científico peruano (sumó 84 ar tículos), reunió colaboraciones de hombres de ciencia de varios países. OTROS PERIÓDICOS EN LIMA Y EN PROVINCIAS (1827,1828).- Anales Medicinales del Perú es el nombre de un semanario de medicina, cirugía, asuntos boticarios e historia natural con un análisis crítico de producciones recientes, editado por Abel Victorino Brandin. Solo apareció dos veces sin fecha, en 1827. Es el antepasado del periodismo médico. Mucho más a ras de tierra y a gusto de la masa de los lectores estuvo Atalaya contra Vitalicios de José Felix Iguaín ese año. La Estafeta del Pueblo publicó las instrucciones a Or tiz de Zevallos para negociar con Bolivia. Igualmente per tenecieron a la gavilla que levantó la bandera antivitalicia El Hijo de su Madre, Los Coscorrones de Pluma, La Cotorra con Car tas del otro Mundo. A esta última contestó El Cernícalo persiguiendo a la Cotorra. El extremo personalismo de las luchas políticas se reflejó también con El Grito en Cuello en 1827 contra el posible nombramiento de Domingo Vizcarra para el Ministerio de Hacienda. En cambio, tuvo carácter laudatorio El Incorruptible Peruano de 1828 a favor de Francisco Javier Mariátegui. A raíz de la jornada de Tarqui, José Félix Iguaín redactó (acaso en colaboración con Anselmo Quiroz) La Patria en Duelo que, con El Atleta de la Liber tad editado en Guayaquil por Manuel Ros, Manuel de Odriozola y Manuel Ignacio de Vivanco, son fuentes para la leyenda negra contra Gamarra. Sin la misma insistencia, procuraron contrarrestarla La Patria sin Duelo y El Verdadero Republicano. Otro republicano, El Duende Republicano había intentado antes, en 1827, la defensa de Santa Cruz. Los tratados de Girón fueron atacados por La Santa Opinión. LA FAMILIA DEL PAPAGAYO.- Dentro de un nivel más chusco pero similar en su virulencia a algunas de las hojas mencionadas, Santiago Negrón fue responsable de El Papagayo Hablador en 1828 y 1829, de filiación rivagüerina, el que intentaron atacar, por un instante, El Primo del Papagayo, El Suple faltas del Papagayo y El Verdadero Primo del Papagayo. Contra El Primo del Papagayo estuvo El Descubridor. Riva-agüerino como El Papagayo fue en 1829 el Periódico Eventual.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 37 ]

PERIÓDICOS DE AREQUIPA, PIURA Y CUZCO.- Ya el 8 de enero de 1825 había aparecido el primer periódico en Arequipa: La Primavera o Mañanas de la Independencia. Su editor fue el guipuzcoano Vicente Alvístur. Siguieron La Estrella de Ayacucho de corta duración y, a partir del 26 de noviembre de 1825, El Republicano, vocero oficial que (con algunos cambios de nombres) duró hasta 1879. Su primer editor fue Vicente Alvístur; el segundo el P. Manuel Reyes (1827); y el tercero Juan Manuel Ruiz de Somocurcio. Honra a Arequipa la aparición de Arequipa Libre en 1827 para continuar hasta 1830. Tomaron parte en su redacción Manuel Amat y León, José María Corbacho y Rafael Barriga. En el Cuzco continuó publicándose El Sol del Cuzco donde Benito Laso escribiera sobre la Constitución, el federalismo y los problemas que suscitó el folleto titulado El Serrano Bovín. Otra importante hoja arequipeña en 1827 es El Centinela en que escribió Andrés Martínez. El Zancudo de la misma ciudad exacerbó prejuicios y afanes localistas, mientras El Federal, brevemente, voceó un micro federalismo separatista sureño. El Gobierno y los Pueblos de la misma ciudad en 1829 estuvo a favor de la sublevación de La Fuente, (1829). En Piura tienen gravitación histórica El Despertador Republicano y El Botafuego vinculados a la campaña bélica de 1829. El Boletín del Ejército de Operaciones del Sur del Perú, se publicó en el Cuzco en 1828. En 1828 apareció en el Cuzco la hoja eventual Verdades Desnudas dirigida por "Los aficionados" que se escondían bajo el seudónimo "Duende". Con este título apareció en la Ciudad Imperial un quincenario gamarrista de marzo de 1830 a enero de 1831. También del mismo año fue El Triunfo de la Libertad con datos sobre la sublevación de Escobedo. El Acento de la Justicia, periódico de 1829, contiene importante información sobre la industria textil cuzqueña. La Brújula del Cuzco entre enero y setiembre de 1831 es útil para el estudio con las cuestiones con Bolivia. Más feliz que estos otros intentos, La Minerva del Cuzco, oficial, duró desde 1829 hasta 1834. En Arequipa, al lado de El Republicano, destinado a la longevidad, Arequipa Libre acabó en 1830 y El Revisor se ocupó en 1831 en sus nueve números exclusivamente de la cuestión con Bolivia, e insertó artículos del ilustre Andrés Martínez. De Trujillo fueron Quipus del Chimú (1833) redactado por José María Blanco y Jacinto María Rebaza; de Ayacucho El Indígena (1833) y La Oliva de Ayacucho (1833); de Piura El Mapa (1833); de Puno La Voz de Puno (1831) y, con valor singular, en 1833, El Espectador Peruano para el debate que iba a efectuarse en la Convención Nacional y El Globo del Sur, órgano del Colegio de Ciencias y Artes. También en 1833 fue El Correo Literario de Puno con transcripciones de La Verdad. LA EDAD DE ORO EN EL PERIODISMO DURANTE EL PRIMER GOBIERNO DE GAMARRA.Durante el primer gobierno de Gamarra se usó y abusó de la libertad de imprenta, salvo aislados momentos de represión. El debate entre gobiernistas y opositores resultó largo e interesante. Continuaron Mercurio Peruano y El Telégrafo dentro de los marcos cronológicos ya mencionados. Este último órgano, editado por Juan Calorio, resultó a cargo de la esposa de Calorio cuando nadie quiso asumir dicha labor, después de la paliza de 1831 a la que se ha hecho mención. El Conciliador, editado inicialmente por Felipe Pardo, fue, desde 1830 y hasta 1834, el periódico oficial; Pardo volvió a dirigirlo en 1832 y 1833. La Miscelánea, fundada también por Felipe Pardo vivió entre 1830 y 1833 y llegó a ser un diario lleno de noticias y de informaciones útiles y valiosas. La Verdad entre 1832 y 1833, editado por Bernardo Escobedo aunque seguramente redactado por el grupo o cenáculo que encabezaba José María de Pando, superó todavía a El Conciliador y deberá ser algún día estudiado en detalle para que puedan ser interpretadas las ideas de los partidarios de la autoridad fuerte en aquella época. Hay referencias a La Verdad de José María del Pando en el capítulo sobre el primer gobierno de Gamarra. También fue gobiernista El Observador

LOS ANALES MEDICALES

El periódico Anales Medicales del Perú, Semanario de Medicina, Cirujía, Boticaria, Historia Natural &c. empezó a circular en Lima el 9 de agosto de 1827. Editado por el médico francés Abel Victorino Brandin, tocó temas sobre higiene pública, historia natural y el uso de nuevos medicamentos. Cabe resaltar que dio espacio a la mujer, cosa rara en la época. En efecto, en su segundo número apareció un artículo de la obstetriz francesa Paulina Benita Cadeau de Fessel sobre la preñez extrauterina.

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L m

LOS PRIMEROS DIARIOS REPUBLICANOS La producción de los primeros impresos Desde la invención de la imprenta de tipos móviles, a fines del siglo XV, el proceso de impresión no sufrió mayores modificaciones hasta bien entrado el siglo XIX, cuando aparecieron las prensas a vapor. En 1855 llegó al Perú la primera prensa a vapor, adquirida por el diario El Comercio.

1 LA COMPOSICIÓN TIPOGRÁFICA

Con el manuscrito en mano, el cajista o armador empieza a buscar las letras, comas, puntos, etc., que usará para componer las líneas. Una vez compuestas las líneas, se arma la página en un marco llamado "rama".

3 LA IMPRESIÓN La composición en metal se impregna de tinta con un rodillo y sobre ella se pone una hoja de papel húmedo. El huso y la platina de la prensa caen con fuerza sobre esta hoja, que queda impresa.

El tipo Eran bloques de plomo con la letra en relieve. Ojo Cara de aproximación

Talud

Canal o gotera

Ranura

2 FABRICACIÓN DE LA MATRIZ Cuando era necesario guardar las páginas armadas para una reimpresión, se presionaban con fuerza sobre un cartón grueso y quedaban estampadas en hueco: a esta placa se le llamaba matriz. La matriz se aplicaba luego sobre una plancha de metal caliente y se grababa en relieve.

Cajetín con tipos

Rama o galera

Los cajistas eran artesanos cultos que debían conocer las reglas gramaticales, además de latín y otros idiomas. Al estar en contacto con los libros y sus autores, solían estar al tanto de las nuevas ideas. Fuentes: Víctor Nep. Historia gráfica del libro y de la imprenta / José Barboza Mello. Síntese Histórica do Livro / Jorge Basadre. Historia de la República del Perú, Tomo III. Infografía: Raúl Rodríguez

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S

Los diarios tuvieron una función importante antes y después de la independencia, puesto que constituían el único medio de divulgación masiva de los acontecimientos e ideas que surgían con la nueva república.

Los periódicos

cio.

El Peruano Fue fundado por Simón Bolívar e incluía las noticias oficiales del gobierno. A partir de 1829 fue reemplazado por una serie de diarios hasta el final de la Confederación Perú-boliviana. Aún se edita y es el órgano oficial del gobierno.

4 PASOS FINALES Una vez impresa, la hoja es colocada en cordeles para que la tinta seque. Ya seca, pasa a la fase de encuadernación.

El Eco del Protectorado La Confederación Perú-boliviana tuvo a este impreso como órgano oficial, el cual estuvo a cargo de José Joaquín de Mora. Su particularidad radicaba en que no tenía una imprenta fija, ya que se publicaba en diferentes ciudades.

Partes de la prensa Sombrero

El Coco de Santa Cruz Su primera edición apareció el 17 de setiembre de 1835. Se convirtió en opositor de la intervención del presidente boliviano Andrés de Santa Cruz. Además de información política, incluía documentos oficiales y extensas sátiras contra sus enemigos políticos.

Huso Barra o pírtiga

El Comercio Apareció el 4 de mayo de 1839. Aparte de los escritos políticos y comerciales, incluía secciones de sucesos de variada índole, literatura, comunicados, salida y llegada de barcos y variedades. Desde 1841, se edita en el local que hoy ocupa, en el Centro de Lima.

El diseño Ornamentos eran grabados con diversos motivos. Platina

Logotipo era el nombre de la publicación en caja alta. Orlas servían para separar espacios. Las había de diferente grosor, simples y dobles.

El regente era el encargado de la prensa y corregía los textos.

La letra romana clásica Fue la de uso más difundido. Asta con desigual espesor en la misma letra. Serif o gracia de forma cóncava.

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CURIOSO EPISODIO DE LAS LUCHAS PERIODíSTICAS CORRESPONDIENTES AL AñO DE 1834 FUE EL DEL jUICIO CONTRA EL LIMEñO, UNA PUbLICACIÓN ACUSADA DE SEDICIOSA, qUE ENTAbLÓ EL FISCAL MANUEL ANTONIO COLMENARES EN jULIO Y AGOSTO DE DICHO AñO.

Imparcial de 1831-1833 de Agustín Inquieta y Diego Antonio López. La oposición doctrinaria tuvo su más elevado vocero en El Constitucional. Pero el más violento, enconado, canallesco y popular de los órganos antigamarristas fue, en 1832 y 1833, El Penitente, redactado por varios escritores, cuyo vocero era Bernardo Soffía, a quien sus adeptos llamaron luego "el padre de la opinión". Los sucesivos diálogos entre La Beata y El Penitente escritos por Soffía impresionaron mucho. Contra La Beata escribió Felipe Pardo una letrilla llena de palabras negroides. El antes mencionado Diego Antonio López se asoció en 1830 a otra empresa periodística, la del semanario Mixtura Peruana, en el cual el comentario político estuvo unido a la preocupación educacional. Aparecieron allí una reseña sobre los establecimientos de instrucción y beneficencia de Lima y Cuzco, así como noticias sobre el colegio para educandas que se estableció en la capital. En 1831 fue notable la oposición de El Monitor a la actitud del vicepresidente La Fuente que suspendió la ley de prohibiciones del 13 de junio de 1833 con la finalidad de permitir el ingreso de harinas y tocuyos traídos por unos comerciantes norteamericanos. El redactor de El Monitor, el colombiano José Ayala, llegó a ser deportado aunque, según dijo más tarde La Fuente en un manifiesto, lo apoyaba el prefecto de Lima, Juan Bautista Eléspuru. También en 1831, mientras El Centinela de la Libertad, rivagüerino, se dedicó a atacar a La Fuente y justificar su caída, El Monitor Peruano tuvo relación con los desacuerdos entre el Vice Presidente y la Mariscala, El Obervador Imparcial publicó artículos y documentos sobre la deposición de La Fuente y sobre la conspiración de Iguaín. El Moscón Peruano de José Domingo Matos se dedicó a atacar a este cabecilla analizando los indicios y pruebas que lo acusaban. Entre los objetivos de El Monitor Peruano de 1831 estuvo desenmascarar a Santa Cruz en relación con sus planes e intrigas dentro de la política peruana. Ese mismo año aparecieron dos números de El Mapa Literario de Lima que daba el índice analítico de los diversos periódicos que se publicaban en esta ciudad. Una originalidad del periodismo limeño en 1833 fue La Patria en Duelo de Felipe Santiago Salaverry, violentamente antigobiernista.

ALGUNOS PERIÓDICOS DE PROVINCIAS EN LA ÉPOCA DE GAMARRA.- La Brújula del Cuzco en 1831 es útil para el estudio de las cuestiones con Bolivia. Un año antes, El Triunfo de la Libertad, periódico de valor desigual, dio datos sobre la sublevación de Escobedo en esa misma ciudad. Muy raro es El Duende del Cuzco, aparecido en 1830. Más feliz que estos y otros intentos, como La Minerva del Cuzco, oficial, duró desde 1829 hasta 1834. En Arequipa, al lado de El Republicano destinado a la longevidad, Arequipa Libre acabó en 1830 y El Revisor se ocupó en 1831 en sus nueve números exclusivamente de la cuestión con Bolivia, e insertó artículos del ilustre Andrés Martínez. De Trujillo fueron Quipus del Chimú (1833) redactado por José María Blanco y Jacinto María Rebaza; de Ayacucho El Indígena (1833) y La Oliva de Ayacucho (1833); de Piura El Mapa (1833); de Puno, la Voz de Puno (1831).

[ III ] EL PERIODISMO EN 1834 Y 1835.- La prodigalidad periodística y la rudeza polémica que es nota típica del primer gobierno de Gamarra, unida a la parvada de hojas sueltas, pasquines y poesías y cantares populares, influyó decisivamente en la opinión pública. Ese desborde continuó durante el año de 1834 con el breve interregno de la dictadura de Bermúdez y explica, en buena parte, la reacción multitudinaria del 28 de enero de ese año, así como otros exponentes de acción colectiva. En cierta manera, entre 1832 y 1833, se produjo una situación similar a la de 1834. La cantidad y la virulencia de insultos contra doña Francisca Gamarra, Agustín Gamarra y Pando no tuvo límites. Para ellos hubo hasta satíricas piezas teatrales que recuerdan a los

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"esperpentos" de Valle Inclán. En el odio a los primeros no dejaron de influir motivos racistas y locales; el cuzqueño Gamarra fue "Su Majestad Guatanaica". En 1835, con la dictadura de Salaverry y la intervención de Santa Cruz, el debate por la prensa se hizo más bien entre una y otra zona del país, con orientación horizontal. El diario Mercurio Peruano solo se publicó hasta marzo de 1834. El diario El Telégrafo, identificado con los liberales, presentó afinidad con El Genio del Rímac, solemne y enfático, que duró hasta febrero de 1835 y estuvo dirigido por Francisco Javier Mariátegui con la colaboración de varios jefes del mismo partido, entre ellos Vigil. El bisemanario El Constitucional llegó a ser otro de los serios voceros del mencionado grupo, entre octubre de 1833 y octubre de 1834. Diarios fugaces de estos años fueron La Antorcha, que apenas iluminó en 1834 durante diez números; La Gaceta Mercantil, de oposición a Orbegoso, acaso dirigido por José Joaquín de Mora (junio de 1834 a abril de 1835); El Diario de la Tarde aparecido solo pocas tardes de febrero de 1835. La lucha impresa capaz de todos los excesos contra los gamarristas o gamarranos estuvo encarnada por El Playero, que apareció en el Callao en enero de 1834 y siguió hasta marzo de ese año; y también por El Penitente, siempre procaz, que luego volcaría sus torrentes de lodo contra Orbegoso. El Redactor, periódico oficial nacido en el Callao en 1834, continuó en Lima hasta 1838; algunos números extraordinarios se publicaron en Huaura. El oposicionismo lafuentista y anti-orbegosino contó con un órgano gallardo y decidido. El Limeño, cuyo director era Bonifacio Lasarte y con quien colaboraron algunos antiguos gamarristas, entre ellos Felipe Pardo y probablemente José Joaquín de Mora, empezó en marzo de 1834 y acabó en febrero de 1835. En el mismo bando que El Limeño estuvieron El Voto Nacional en el que, como en El Limeño, actuó Felipe Pardo y, también, periódicos menores como La Centella y El Clamor. Por el gobierno de Orbegoso combatieron, aparte de los ya mencionado, El Telégrafo, El Genio del Rímac y, entre otros, El Montonero y El Veterano. Alrededor de El Montonero surgieron, en miniguerra civil, El Tío del Montonero, La Madre del Montonero y El Hijo del Montonero, este último, hoja satírica de Felipe Pardo entre octubre y diciembre de 1834. Contra él irrumpieron los voceros antedichos. Fue acaso El Hijo del Montonero la primera publicación que llegó a ser voceada en las calles de Lima.

LA NARIZ DEL FISCAL COLMENARES.- Curioso episodio de las luchas periodísticas correspondientes al año de 1834 fue el del juicio contra El Limeño, una publicación acusada de sediciosa, que entabló el fiscal Manuel Antonio Colmenares en julio y agosto de dicho año. La causa no prosperó. Este magistrado fue objeto de burla y escarnio iniciados en La Gaceta Mercantil y concentrados en su descomunal nariz. Autor de dichas mofas literarias fue, en composiciones muy festejadas, Felipe Pardo y Aliaga; las ha exhumado en un folleto publicado en 1957, Alberto Tauro. Viene a ser una proyección criolla del famoso soneto de Quevedo: "Érase un hombre a una nariz pegado". Un nuevo proceso iniciado por Colmenares en setiembre también contra El Limeño, cuyo director Bonifacio Lasarte llegó a ser apresado, hizo arreciar la ofensiva burlesca. Fue cuando apareció El Hijo del Montonero (24 de octubre). Su campaña fue continuada por un periódico serio: El Voto Nacional. Sus enemigos lo llamaron "El Voto Faccional". Allí, y entre órganos, fue preparado el ambiente para el pronunciamiento de Salaverry efectuado el 22 de febrero de 1835.

MANUEL ANTONIO COLMENARES (1788-1874)

Suscribió el Acta de Independencia en 1821 y conformó el primer Congreso como diputado por Huancavelica. En 1824 respaldó la dictadura de Bolívar. Al año siguiente se retiró de la vida política y se concentró en el ejercicio de la magistratura. Tuvo una rivalidad histórica con Felipe Pardo y Aliaga, quien escribió varias sátiras burlándose de la gran nariz de Colmenares. Aquí lo vemos en una acuarela de Pancho Fierro.

PERIÓDICOS SALAVERRINOS Y SANTACRUCINOS.- En el año de 1835 continuaron en Lima algunos periódicos del año anterior y murieron varios de ellos. El salaverrismo tuvo entre sus exponente a El Nacional, El Limeño y El Voto Nacional; en agosto El Coracero salió en campaña para defender al caudillo nacional. En la misma línea de batalla, El Coco de Santa Cruz, Para Muchachos y El Conquistador Ridículo de Felipe Pardo constituyen brillantes y breves joyas

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LA EROSIÓN PERIODíSTICA qUE SE INICIÓ EN 1835 CON LA DICTADURA DE SALAVERRY PROSIGUIÓ DURANTE LA CONFEDERACIÓN PERú-bOLIVIANA. PAz SOLDáN REGISTRA (…) 23 PERIÓDICOS EN LIMA EN 1834 Y 14 EN 1835 (…) LAS CIFRAS DE ELLOS DISMINUYEN EN LOS AñOS SIGUIENTES LLEGANDO A 5 EN 1836 Y A 8 EN LOS AñOS 1837, 1838 Y 1839.

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literarias que fueron salvadas entre los escombros de la Biblioteca Nacional en 1943 sacándolos del lodo y las cenizas. Representan, a la vez, inestimables testimonios literarios, políticos y sociológicos en la guerra del papel contra el Protector. En Arequipa la agitación cívica iniciada en 1834 provocó una inflación periodística. Aparecieron entonces El Chili, El Misti, El Restaurador, La Opinión, El Pacificador, El Pensador, La Voz de la Razón. El Restaurador hizo intensa campaña contra el obispo Goyeneche. En 1835 redactó Juan Gualberto Valdivia El Yanacocha, en donde propaló la tesis de la separación de los departamentos del sur y su fusión con Bolivia. En el Cuzco murió La Minerva aparecida, como ya se ha dicho, en 1829, y tuvieron corta vida el semanario El Jenio del Cuzco y Cuzco Libre en 1834. De 1835 fueron en esa ciudad La Autora Política, gamarrista; El Pacificador del Perú, salaverrino y gamarrista; Regeneración del Sur, gamarrista; El Campeón de la Independencia Peruana, gamarrista; y los santacrucinos La Aurora Peruana, El Regulador de la Opinión, El Boletín Salaverry y El Despertador Político. Pocos números alcanzó en Trujillo El Termómetro de la Opinión en 1834 y 1835. En Puno, en 1834, El Correo Literario nominalmente se alejó de las turbulencias políticas. San Román obsequió al colegio de Puno una imprenta que tomó como botín de guerra en Arequipa. El director de este plantel, José Palacios, publicó entonces los semanarios El Globo del Sur y El Espectador Peruano, redactados en parte por los alumnos y cajeados por ellos.

[ IV ] EL PERIODISMO DURANTE LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA.- La erosión periodística que se inició en 1835 con la dictadura de Salaverry prosiguió durante la Confederación Perú-boliviana. Paz Soldán registra en su Biblioteca Peruana 23 periódicos en Lima en 1834 y 14 en 1835; en cambio las cifras de ellos disminuyen en los años siguientes llegando a 5 en 1836 y a 8 en los años 1837, 1838 y 1839. El debate por la prensa en estos cuatro años no se hizo entre gobiernistas y oposicionistas, sino entre los escritores de distintos lugares. Se acalló entonces el periodismo epigramático en Lima, antes muy nutrido y a veces muy ingenioso. La Confederación tuvo como órgano oficial a El Eco del Protectorado, redactado por José Joaquín de Mora con sesudos editoriales; su impresión, como ya se dijo, fue haciéndose en ciudades diferentes. En Lima, además, se publicó El Eco del Norte.

PERIODISMO DE LA EMIGRACIÓN: NACIONALISTA Y SANTACRUCINO.- Surgió por primera vez un periodismo peruano de la emigración. El Intérprete, de Felipe Pardo y Aliaga, admirablemente escrito apareció en Santiago en 1836. No faltaron gentes interesadas en defender a Santa Cruz y escribieron en El Barómetro del Chile y El Eventual, este último editado por el diplomático boliviano Manuel de la Cruz Méndez. En La Aurora la lucha contra Santa Cruz, a través de la pluma de Andrés Martínez y de los publicistas chilenos Diego José Benavente y Manuel Gandarillas, ascendió a un carácter dialéctico y de alegato jurídico, sin que faltara el recuentro de las intrigas del Protector desde 1829; era un contraste, pues, este periódico con el epigramático y ágil Intérprete. El Popular, cuya redacción fue atribuida a Bonifacio Lasarte, surgió en diciembre de 1836 también en Santiago y duró hasta febrero de 1837 voluntaria y explícitamente, escribiendo "para las masas"; si bien sus editoriales y otros escritos llegaron a veces a un relieve clásico y superaron en profundidad a Pardo. El Eclipse de Domingo Allende de 1838, con el que tuvo relación Gamarra, ha sido omitido por Mariano Felipe Paz Soldán en su Biblioteca Peruana. El Ariete, publicado en Guayaquil en 1838, por Manuel Ferreyros, completó el hermoso periodismo peruano de la emigración en los días de la Confederación. Luego, a la caída de esta, vino el periodismo santacrucino de la emigración cuyos exponentes fueron La Balanza (octubre de 1839 a setiembre de 1841) y La Verdad Desnuda de Guayaquil (junio

de octubre de 1839 y diciembre de 1839 a mayo de 1840), ambos redactados por el centroamericano Antonio José de Irisarri. El Chandui, auspiciado por el Gobierno peruano, trató de polemizar con La Verdad Desnuda. Irisarri publicó también El Correo Semanal de Guayaquil entre 1841 y 1843. El Verdadero Peruano apareció impreso en la Fortaleza del Callao; pero lo fue en Lima (1838).

El MEMORIAL DE CIENCIAS NATURALES

PERIÓDICOS DE PROVINCIAS.- Los periódicos oficiales confederales proliferaron en el sur: El Federal de Puno (1837), Colección Oficial del Estado Sur Peruano (1836 y 1837), El Estado Sur Peruano (1837) y La Estrella Federal (1836, 1837, 1838 y 1839) en el Cuzco con tendenciosa insistencia en el federalismo. El Cadete en Jefe trató de ridiculizar a Salaverry (Ayacucho, 1835); su continuación fue El Victorioso (1836-1837), también confederal. El eventual del Cuzco El Eco de Socavaya editado en 1837 y 1838, confederal, merece un estudio detenido. Entre los periódicos del sur en esta época ostenta, asimismo, significación especial El Patriota de la Frontera, santacrucino editado en Puno por Francisco de Rivero. EL CASO EXCEPCIONAL DEL MUSEO ERUDITO Y DE EL CORREO LITERARIO.- Contrasta con la predominante obsesión política de tantas hojas impresas, la publicación fundada en el Cuzco, por José Palacios, Museo Erudito o Los Tiempos y Las Costumbres que apareció entre el 15 de marzo de 1837 y el 10 de setiembre de 1839. Palacios había estudiado en Inglaterra durante el gobierno de Bolívar. Su periódico tuvo como finalidad "estudiar la naturaleza, observar las costumbres y seguir las modas". En los números 6, 7 y 8 publicó la "Tradición de la rebelión de Ollanta y acto heroico de fidelidad de Rumiñahui, ambos generales del tiempo de los Incas". Fue un relato de la traición de Ollanta y según la comedia "que en lengua quechua escribió muy pocos años ha, el dr. D. Antonio Valdez, cura que fue de Sicuani". El autor (¿Palacios?) fue el primero en señalar la existencia del drama en quechua ya mencionado. Dijo que leyó el manuscrito por la cortesía del sobrino de Valdez, Narciso Cuevas de Tinta. También se halla en las páginas del Museo Erudito otras referencias a la época prehistórica y a sus testimonios arqueológicos. Además incluyen ellas artículos sobre la vida europea y americana, con lo cual parece que hubiesen querido abrir ventanas en la vida, entonces tan cerrada, de la ciudad donde nació Garcilaso. Pertenece El Museo Erudito, como El Correo Literario de Puno, editado por el mismo Palacios, a un periodismo que no llegará nunca a las grandes ediciones; pero que ha de merecer siempre la admiración de las minorías. En cierta forma, de modo con frecuencia insospechado, este periodismo ayuda a afirmar la identidad nacional.

EL PERIODISMO EN LOS PRIMEROS TIEMPOS DE LA RESTAURACIÓN.- Desde el 25 de agosto de 1838 el diario oficial apareció simbólicamente de nuevo con el nombre de El Peruano. Pocos meses después, a partir del 4 de mayo de 1839, comenzó a publicarse El Comercio, diario acerca del cual se trata más adelante. El otro diario de aquel primer año de la Restauración en Lima (salvo Mercurio Peruano que apareció el 1° de junio de 1839) fue El Telégrafo, sobreviviente impertérrito de todos los altibajos de la vida nacional desde 1832 hasta el día de su muerte: el 31 de enero de aquel año. En 1840, cuyos albores presenciaron la defunción del Mercurio Peruano, intentó el periodismo diario El Correo, que duró hasta 1844; y en 1841 surgió La Bolsa, editado por Domingo Allende y que tuvo entre sus escritores a Manuel Ascencio Segura, algunos de cuyos artículos de costumbres aparecidos allí, no han sido reproducidos.

Su nombre completo era Memorial de Ciencias Naturales y de la Industria Nacional y Extranjera. Este periódico, aparecido en 1827, fue redactado por los naturalistas Nicolás de Piérola y Flores (1788-1857) y Mariano Eduardo de Rivero (1798-1857). En él se publicaron estudios sobre: el guano como fertilizante, yacimientos minerales, aguas termales, entre otros. Según el naturalista italiano Antonio Raimondi, este diario fue el predecesor del Mercurio Peruano. Sin embargo, su alto costo motivó que fuera cancelado después de solo doce números (de diciembre de 1827 a noviembre de 1828).

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La orgía periodística de Cuzco Durante el auge de los caudillos, la lucha política y militar tuvo un gran aliado: la prensa escrita, que atacaba y defendía de acuerdo a intereses y posiciones personales. Este fenómeno nacional se ve claramente ejemplificado en la ciudad de Cuzco de los inicios de la República.

E

s­tu­dios re­cien­tes han de­mos­tra­do la gran "cul­tu­ra es­cri­ta" que exis­tía en el Pe­rú de la Re­pú­bli­ca ini­cial. Pe­rió­di­cos, fo­lle­ti­nes, ban­dos y di­ver­sos "vo­lan­tes" cir­cu­la­ban en­tre la po­bla­ ción y ali­men­ta­ban las ba­ta­llas po­lí­ti­cas en­tre los cau­di­llos. Los "plu­mí­fe­ros" de la épo­ca des­ta­ca­ban las di­fe­ren­cias en­tre los gru­pos po­lí­ti­cos y po­nían én­fa­sis en los ras­gos ne­ga­ti­vos de sus opo­si­to­res. Aun­que –así co­mo aho­ra– los in­sul­tos di­ri­gi­dos a de­ter­mi­na­das fi­gu­ras po­lí­ti­cas de­ge­ne­ra­ban en gro­se­ ros ata­ques per­so­na­les, en ge­ne­ral la crí­ti­ca y la ve­ne­ra­ción es­ta­ban en ar­mo­ nía con las di­fe­ren­cias en­tre li­be­ra­les y con­ser­va­do­res. Char­les Wal­ker, his­to­ria­ dor nor­tea­me­ri­ca­no, ha es­tu­dia­do es­te fe­nó­me­no pa­ra la ciu­dad del Cuz­co ha­cia los años de 1820 y 1830. A con­ti­ nua­ción un ex­trac­to de sus ob­ser­va­cio­ nes. De Tú­pac Ama­ru a Ga­ma­rra. Cus­co y la for­ma­ción del Pe­rú re­pu­bli­ca­no 17801840, Cuz­co: CBC, 1999, p. 222.

“A tra­vés de di­ver­sos vín­cu­los en­tre cul­ tu­ra es­cri­ta y oral, los pe­rió­di­cos in­for­ ma­ban a mu­cha más gen­te –in­clu­si­ve a los anal­fa­be­tos– que aque­lla que po­día leer­los. Co­mo hoy en día es co­mún en Amé­ri­ca La­ti­na, El Sol, se mos­tra­ba pú­bli­ca­men­te en el ex­te­rior del Co­le­gio de Cien­cias y Ar­tes. Las per­so­nas, de pie fren­te a él, po­dían leer las no­ti­cias en voz al­ta lo que ge­ne­ral­men­te ori­gi­ na­ba dis­cu­sio­nes. Sin du­da, aque­llas per­so­nas que com­pra­ban El Sol del Cuz­

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co en la bo­ti­ca de don Ma­ria­no To­rres si­tua­da fren­te al Con­ven­to de la Mer­ ced, o El Triun­fo de la Li­ber­tad en el al­ma­cén de don Pe­dro Var­gas, co­men­ ta­ban los ti­tu­la­res. Los pro­pie­ta­rios tam­bién per­mi­tían que la gen­te lea los pe­rió­di­cos sin te­ner que com­prar­los. Las ta­ber­nas y las chi­che­rías cons­ti­ tuían im­por­tan­tes pun­tos de reu­nión don­de la gen­te pro­pa­ga­ba las no­ti­cias. Co­mo en el pe­río­do de las re­be­lio­nes, las au­to­ri­da­des se que­ja­ban cons­tan­te­ men­te de los ru­mo­res que se ex­ten­dían por to­ da la ciu­ dad. Por ejem­ plo, en 1830 Bu­jan­da ame­na­za­ba con jui­cios mi­li­ta­res por trai­ción a los "je­nios dís­ co­los y ene­mi­gos del or­den y quie­tud pú­bli­ca [quie­nes] an­dan es­par­cien­do es­tu­dio­sa­men­te no­ti­cias sub­ver­si­vas y alar­man­tes con­tra el Es­ta­do". De la mis­ ma ma­ne­ra, los cons­tan­tes dis­cur­sos pro­nun­cia­dos por uno y otro cau­di­llo y por los se­gui­do­res de es­tos ten­dían un puen­te en­tre la cul­tu­ra oral y la cul­tu­ra es­cri­ta. Mez­cla­dos con fes­ti­vi­da­des pú­bli­cas, es­tos dis­cur­sos atraían a gran­ des mul­ti­tu­des. Los ora­do­res di­fun­dían el len­gua­je po­lí­ti­co pro­pa­ga­do en la pren­sa. En un pe­río­do de con­flic­tos cons­tan­tes, la in­for­ma­ción so­bre ba­ta­ llas mi­li­ta­res, pro­ble­mas eco­nó­mi­cos, e in­va­sio­nes in­mi­nen­tes, ad­qui­rió un par­ti­cu­lar sen­ti­do de ur­gen­cia. La in­for­ ma­ción trans­mi­ti­da en la pren­sa de Cuz­co fue mu­cho más allá de un pe­que­ ño gru­po de lí­de­res po­lí­ti­cos o ciu­da­da­ nos no­ta­bles”.

El magro caudal periodístico de Lima entre 1839 y 1841 se enaltece con El Espejo de mi Tierra, periódico costumbrista de Felipe Pardo y Aliaga que solo alcanza dos números, un alcance y un prospecto. Contra él irrumpe Lima contra El Espejo de mi Tierra redactado por Bernardo Soffia con la colaboración de Manuel Ascensio Segura. El Cometa sirve también de vehículo a este mismo autor. En El Rebenque (1841) comienza de nuevo la virulencia periodística de José Félix Iguaín, esta vez contra el diplomático británico Belford Wilson. Ya en el El Periodiquito en 1838, a través de los diálogos entre "un inglés y una limeña", había denunciado la participación de los extranjeros de esa nacionalidad a favor de Santa Cruz y en contra de la Restauración. El Periodiquito y un volante contra los extranjeros amenazándolos con unas "vísperas sicilianas", dieron lugar a la protesta del cuerpo diplomático. El Fruto de la Libertad fue un semanario político y literario (1841). En otro plano completamente distinto, El Instructor Peruano o Gabinete Curioso de Literatura y Ciencias Naturales (1841) pertenece al linaje prócer del Museo Erudito del Cuzco y del Memorial de Ciencias Naturales de 1827. Entre los voceros de provincias merecen mención especial en los años iniciales de la Restauración La Bandera Bicolor, nacionalista, de Arequipa, publicado en 1839 por José Gregorio Paz Soldán con imprescindibles documentos sobre la Confederación; El Mensajero de Tacna con el que se inicia el periodismo de esta ciudad el 1° de febrero de 1840 por obra del prefecto Manuel de Mendiburu; La Chispa, semanario de Piura (1841); y los órganos de la rebelión vivanquista de Arequipa en ese año El Regenerador (que reemplazó a El Republicano) y La Unión.

[V] EL COMERCIO.- El diario El Comercio fue fundado en 1839 por el chileno Manuel Amunátegui y por el argentino Alejandro Villota. Su lema fue: "Orden, Libertad y Saber". Funcionó primero en una casa de la calle Arzobispo, tres semanas después en la calle de San Pedro y desde octubre de 1847 en la calle de la Rifa, en la esquina de las antiguas calles de Cañafe y de Hijar. Comenzó con unos cuantos suscriptores y vendiéndose solamente en una pequeña tienda frente a la Puerta del Perdón de la Catedral y en la antigua botica inglesa de la calle La Merced. Amunátegui había nacido en Chillán el 3 de junio de 1802, tomó parte en las campañas de la Independencia dentro de las filas realistas y viajó al Perú. En este país contrajo matrimonio con la dama ayacuchana Dominga Ayarza. Volvió a él dentro del ejército de Bulnes en la segunda campaña restauradora, como empleado en una de las dependencias de la comisaría de guerra. Su socio en la empresa El Comercio, Alejandro Villota, era, como se ha dicho, argentino de nacionalidad, estaba en el Perú por haber combatido a favor de la Emancipación y tenía la condición de viejo amigo personal. De Villota se conocen dos viajes al extranjero, uno en 1842 al sur y otro en 1847 a Estado Unidos y Europa, este último en relación con la empresa. De vuelta al Perú, sus dolencias hiciéronle separarse de ella. Falleció en París el 20 de febrero de 1861. Hasta entonces todos los intentos para publicar diarios en Lima habían sido fugaces. El Comercio logró larga vida, resistió la competencia sucesiva de otros periódicos análogos y, con diversas alternativas, ha subsistido hasta ahora. Antes de 1870, la fisonomía de El Comercio fue la de un diario de empresa y no de un diario afiliado a la política. Sus páginas acogieron, casi siempre imparcialmente, los documentos de todos los bandos en lucha; y suministraron, además, una información de carácter general en armonía con las posibilidades de la época. Una sección típica caracterizó entonces a El Comercio: la sección "Comunicados". Allí, previo pago de una pequeña cantidad, cualquiera podía dar a la publicidad su opinión sobre cualquier asunto. En los "Comunicados" se trataron asuntos personales, así como asuntos del más puro carácter doctrinario. Cuéntase que Amunátegui llegó a autorizar cierta vez la publicación de un "comunicado" que iba contra él y contra El Comercio. Si la abundancia de chismes, habladurías, invectivas y polémicas hace que leer las amarillentas páginas de los "Comunicados" sea como penetrar en el ambiente

UNA SECCIÓN TíPICA CARACTERIzÓ ENTONCES A EL COMERCIO: LA SECCIÓN ‘COMUNICADOS’. ALLí, PREVIO PAGO DE UNA PEqUEñA CANTIDAD, CUALqUIERA PODíA DAR A LA PUbLICIDAD SU OPINIÓN SObRE CUALqUIER ASUNTO. EN LOS ‘COMUNICADOS’ SE TRATARON ASUNTOS PERSONALES, ASí COMO ASUNTOS DEL MáS PURO CARáCTER DOCTRINARIO.

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MANUEL AMUNÁTEGUI (1802-1886)

Este periodista chileno fundó el diario El Comercio junto a su socio Alejandro Villota. Amunátegui llegó al Perú a principios de la década de 1820 y luchó en las batallas de Junín y Ayacucho por el bando realista. En 1833 editó junto con Villota el diario El Indígena, y en 1839 fundó El Comercio, del cual fue director hasta 1875.

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ruidoso y contradictorio de los cafés de entonces, otros documentos allí incluidos convierten a esas páginas en tribuna ilustre. En los "Comunicados" hay que buscar las "Predicciones de Casandra" o sea los escritos de José Gregorio Paz Soldán contra Castilla; la polémica de Bartolomé Herrera y Benito Laso acerca del origen de la soberanía; las cartas de Domingo Elías al presidente Echenique, y la respuesta de este; las crónicas de "Ibrahim Clarete"; los "diálogos del P. Ancelmo y el lego Tifas"; las discusiones entre Francisco Bilbao y el clericalismo; el estudio de José Gálvez sobre la Convención Nacional de 1856; las cartas de Lastarria sobre Lima; los trabajos de Vicuña Mackenna sobre la Independencia peruana, la "Historia de los Partidos" de Santiago Távara y tantos otros documentos interesantes para la Historia. El escritor chileno Pedro Félix Vicuña ha escrito en el folleto Ocho meses de destierro o Cartas sobre el Perú (Valparaíso, 1845): "Amunátegui tiene una imprenta de vapor y sale de ella un periódico que tiene 900 suscriptores. Es diario paquete porque solo lleva correspondencia y diario de vapor porque por hora arroja mil ejemplares. Sale a la oración y media hora después, en toda casa donde voy, están leyendo El Comercio que trae las noticias hasta del último coche del Callao. Hombres, mujeres, todos leen y en cada correspondencia se hace una pausa donde hay comentarios, observaciones, risas, aplausos, burlas y se sigue de ese modo hasta engullirse cuatro pesadísimas páginas mayores que las de El Mercurio de Valparaíso y donde al lado de un chiste, de una gracia, hay mil pesadas digresiones que se leen todas de un aliento… Me ha dicho Amunátegui que él no tiene necesidad de tener redactores; pues, en lugar de pagarlos, por cada columna los escritores le pagan a él tres pesos; y teniendo doce columnas el diario, recibe más de 30 pesos diarios, lo que es suficiente para los gastos de su imprenta, siendo de provecho neto la suscripción. La imprenta de El Comercio es el templo del sigilo, Amunátegui es el gran sacerdote, el que escribe no será descubierto sino por inferencias. Con igual gracia recibe a este sacerdote que le lleva una mordaz sátira contra el ministro Paz Soldán como al agente de su señoría que en la noche viene a defender a su protector. ¿Qué crees que contenga El Comercio? Desde las provincias lejanas, a El Comercio vienen las rencillas del prefecto, del gobernador, del aduanero; allí se admite todo, y los insultos, perfidias y cuanto pueda obtener no escasean. No creas que solo los grandes señores aquí leen; el artesano, el trabajador de toda clase ahorra para tener El Comercio y el más pobre lo busca prestado. El que no sabe leer, escucha, entre los comentarios, discurre como los demás". Hubo, sin embargo, enérgicas campañas que efectuó El Comercio en la época de Amunátegui. Entre ellas estuvieron las que tomaron como objetivo la abolición de la esclavitud, el mejoramiento de la condición de los indios y la afirmación del nacionalismo continental en fratenidad con Costa Rica, México, Santo Domingo, Cuba y otros países americanos, según recordó orgullosamente José Antonio Miró Quesada en la fiesta que se le ofreció en el Palacio de la Exposición el 9 de agosto de 1903. Por la cita de Pedro Félix Vicuña transcrita más arriba, se constata que en 1847 El Comercio ya hacía uso de las ventajas derivadas de la prensa de vapor. Como se anota en el capítulo sobre los aspectos económicos del período, ella tuvo un significado histórico análogo al del buque a vapor, el ferrocarril y la máquina agrícola movida por el mismo impulso. La precisión automática y la rapidez de la nueva prensa marcaron la alianza que tuvieron a partir del siglo XIX, el maquinismo y el periodismo. Si El Comercio no la implantó en el Perú, por lo menos supo utilizarla mejor que cualquiera de sus primeros rivales. Del mismo modo, aplicó, con mayor éxito que ellos, las tres grandes innovaciones que Émile de Girardin dio en París a La Presse en la década de 1830 y que luego fueron aplicadas en Europa y América: el incremento de la venta por ejemplares sueltos que sirvió para expandir la circulación de los diarios; el desarrollo de avisos que se vinculó al creciente poder de las actividades mercantiles, nervio del siglo XIX; y, además, la implantación del folletín a través del cual el periodismo se alió con la literatura, difundiendo a veces las obras de los grandes novelistas o de otros autores populares, o dando acogida a escritores nacionales. Amunátegui alejado del diario que él fundara, falleció en lima el 21 de octubre de 1886. Fueron muy distintas las características de El Comercio en el período posterior a Amunátegui.

[ VI ] LAS ALTERNATIVAS EN LAS EXPRESIONES PERIODÍSTICAS.- El periodismo fue en el Perú, como en toda América, el instrumento único de gran comunicación de masas, a las que informó, educó, orientó y, en sucesivas ocasiones, movilizó y puso, a su modo, nuevas relaciones entre los individuos y las clases. Su solitario competidor entonces –el teatro– estuvo lejos de alcanzar igual irradiación. Hubo muchos volantes e inmensa cantidad de folletería, inevitablemente esporádica o discontinua en su influencia. La libertad de imprenta fue conocida brevemente, entre 1812 y 1814. El retorno del absolutismo español estableció una censura estricta con el fin de crear un mundo cerrado al que entraron, sin embargo, intermitentemente, páginas de contrabando. Tanto el ejército libertador como el realista incluyeron entre sus armas en la guerra de 1820 a 1825, imprentas. El libertinaje en los escritores políticos se inició después de la caída de Monteagudo; pero quedó asfixiado en la atmósfera sombría de 1823 y 1824. La época bolivariana fue represiva. De 1827 a 1834 vino una gran orgía periodística y a la vez brillante y cenagosa que complacientes jurados, fruto de la ley de 1823, no se esforzaron en moderar. Las hojas que sacaban las prensas capitalinas llegaron a alejadas zonas del país con lo que está desmentida la tesis según la cual entonces el Perú fue un archipiélago de aisladas regiones. Con Salaverry, la Confederación y la Restauración vinieron simultáneamente los voceros oficiales; los pasquines, clandestinos subversivos e insolentes; y los proyectiles cargados de tinta que lanzaban desterrados o emigrados desde Chile o desde el Ecuador. Para los folletos y los libros hubo más tolerancia. No se conocieron, como en algunas etapas de la vida española de la misma época, la Inquisición, las comisiones militares, la juntas de fe, la inspección general de imprentas y librerías del reino. El catálogo de Paz Soldán es evidentemente incompleto como lo reconoció el mismo autor en los casos de Huánuco, Huacho. Son notorias, además, las omisiones de ciudades como Moquegua, Abancay, Huancavelica, Iquitos y otras. La frágil unidad del país resultó favorecida por la expansión del periodismo.

LA DIFUSIÓN DEL PERIODISMO EN PROVINCIAS.- La aparición de periódicos propiamente dichos –y no de gacetas o boletines militares o registros oficiales– en provincias tuvo fechas disímiles y en tremenda desproporción con las de Lima. He aquí una lista por orden cronológico de ciudades sobre la aparición de estas publicaciones, extractada de la Biblioteca peruana de Mariano Felipe Paz Soldán: Callao Cuzco Huaraz Trujillo Arequipa Piura Ayacucho Puno Jauja Tacna Cajamarca Lambayeque Chiclayo





1821 1823 1823 1823 1825 1828 1833 1834 1835 1840 1848 1848 1849

Cerro de Pasco Iquique Ica Chachapoyas Moyobamba Huancayo Guadalupe Arica Yungay Cotabambas Moquegua y Pisagua Pacasmayo  

EL PERIODISMO FUE EN EL PERú, COMO EN TODA AMéRICA, EL INSTRUMENTO úNICO DE GRAN COMUNICACIÓN DE MASAS, A LAS qUE INFORMÓ, EDUCÓ, ORIENTÓ Y, EN SUCESIVAS OCASIONES, MOVILIzÓ Y PUSO, A SU MODO, NUEVAS RELACIONES ENTRE LOS INDIVIDUOS Y LAS CLASES.

1852 1858 1859 1859 1860 1861 1866 1868 1871 1875 1875 1878

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[ tomo 3 ]

[ Primer período: la época fundacional de la república ] El re­per­to­rio tea­tral I Par­do y Alia­ga, crea­dor de la li­bre y mo­der­na crí­ti­ca tea­tral y del tea­tro na­ cio­nal ● Ma­nuel As­cen­sio Se­gu­ra ● II Otros as­pec­tos del tea­tro. Ac­to­res y ac­ tri­ces, dan­zas ● Bai­les y to­na­di­llas ● III

capítulo 38 ●



La di­fu­sión de la ópe­ra ● El au­to de fe con Pe­re­gri­na­cio­nes de una pa­ria ● IV El re­gla­men­to de ­tea­tros ● V La pri­me­ra as­ cen­sión en glo­bo en el Pe­rú. El glo­bo de hi­dró­ge­no de Pau­llín. Los acró­ba­tas ae­ ro­nau­tas y el via­je de Blan­chard.

NOTAS SOBRE EL TEATRO EN 1827-1842. LA APARICIÓN DE SEGURA Y DE PARDO Y ALIAGA EN LA ESCENA. OTROS ESPECTÁCULOS

CAPÍTULO

3 [ 8]

E

L REPERTORIO TEATRAL.- El público que acudía al teatro en Lima estuvo durante mucho tiempo, condenado por la moda de las piezas truculentas, melodramáticas, inverosímiles, carentes, casi siempre, de dignidad literaria y escénica. Al calor de ellas, gozaron del favor público, producciones clásicas modernas como algunas tragedias de Voltaire. Hubo también como un renacimiento del gran teatro español a través de producciones de Lope de Vega, Moreto y otros clásicos, a las que fueron agregadas las de escritores más recientes como Quintana y Moratín, bien o mal representadas. A veces fueron llevadas a la escena obras con punzantes alusiones políticas inéditas, como ocurrió con La Monja Alférez del autor español Juan Pérez de Montalván que se representó el 12 de diciembre de 1830 con la asistencia del vicepresidente Antonio Gutiérrez de La Fuente y en notoria alusión a la esposa del presidente Agustín Gamarra, doña Francisca Zubiaga. Con este motivo apareció el folleto Crítica universal contra la representación de La Monja Alférez (Lima, 1830). También hubo otros casos similares aunque en actitud del jolgorio como la alegoría en que las tropas de la ambición optaban por fraternizar con las de la Libertad y que tenían relación con el abrazo de Maquinhuayo en 1834.

[I] PARDO Y ALIAGA, CREADOR DE LA LIBRE Y MODERNA CRÍTICA TEATRAL Y DEL TEATRO NACIONAL.- Felipe Pardo y Aliaga, recién llegado de España en 1828, inició ese año en el diario Mercurio Peruano, con su amigo José Antolín Rodolfo, una serie de crónicas contra el mal gusto de muchas de las obras representadas en el teatro, o su inadecuada presentación o el risible vestuario de los actores, u otras deficiencias. Comenzó entonces, por las rivalidades literarias, generacionales y personales, una larga polémica entre los jóvenes críticos y el clérigo, catedrático y satírico José Joaquín de Larriva, que escribía en El Telégrafo. El debate fue muy vivo, con argumentos contradictorios e ingeniosas letrillas y odas. Lo han exhumado minuciosamente, Raúl Porras Barrenechea en su muy documentado y sabroso estudio titulado "Don Felipe Pardo y Aliaga, satírico limeño" y Guillermo Ugarte Chamorro en una de sus contribuciones tan valiosas sobre la historia del teatro peruano. La inquina de Larriva contra Pardo y Aliaga resurgió en julio de 1830 cuanto este publicó una Elegía a la joven señorita Joaquina Moreyra por su fallecimiento. Esta vez las burlas del clérigo tuvieron como tribuna el Mercurio Peruano. Pardo y Aliaga respondió con altura e ingenio en La Miscelánea. El futuro autor de El Espejo de mi Tierra siguió en sus empeños por la reforma teatral. Hizo representar, de la mejor manera posible, obras de Lope, Moreto, Moratín y Quintana. En 1826 había traducido Clitemestra, tragedia en cinco actos que seguramente, no llegó a la escena; y en junio de 1830 dio a conocer otra traducción, ahora del portugués, Doña Inés de Castro. Pero un significado fundamental tuvo su propia comedia en tres actos y en verso Frutos de la educación, presentada el 6 de agosto de 1830 por la compañía de José María Rodríguez de la que formaban parte, entre otros, Carmen Aguilar y Concepción Rivas. Esta obra señaló el nacimiento del teatro nacional. En Frutos de la educación satirizó Pardo y Aliaga con mucha donosura, a una frívola joven limeña que, por su afición al liviano baile llamado zamacueca, pierde a su novio, un circunspecto inglés.

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Entre otros de los personajes estuvo don Bernardito, joven lleno de los defectos y vicios de la nueva generación. Inmediatamente Larriva, desde el Mercurio Peruano, atacó al comediógrafo acusándole por haber ofendido a Lima, sus habitantes y su modo de ser. Pardo y Aliaga se defendió con altura e hizó su profesión de fe dramática; pero el clérigo siguió implacable con sus denuestos en prosa y en verso y colgó sobre su enemigo el apodo de "Bernardito", es decir el nombre del petimetre de aquella comedia. Pardo y Aliaga llegó a escribrir dos obras de teatro más: Una huérfana en Chorrillos que no llegó a ser representanda, sin duda como consecuencia de la polémica; y Don Leocadio o el Aniversario de Ayacucho, adaptación de un vaudeville francés con un contenido patriótico, puesto en escena el 12 de diciembre de 1833.

MANUEL ASCENSIO SEGURA.- Segura apareció como autor teatral nueve años después de Pardo y Aliaga. Oscilante, al parecer, en sus comienzos, entre el drama histórico sobre tema nacional y la pintura de tipos y costumbres limeños contemporáneos, optó luego resueltamente por esta última; y hasta los títulos de las obras con que prosiguió su obra de comediógrafo en 1841 a 1842, La moza mala y La saya y manto, fueron una bandera de criollismo. Segura prosiguió en su tarea durante muchos años más. Nació Manuel Ascencio Segura en Lima, según consigna Luis Alberto Sánchez, el 23 de junio de 1805. Su padre fue el teniente del ejercito español Juan Segura, probablemente nacido en Huancavelica; y su madre, Manuela Cordero, debió ser oriunda de esa ciudad o de la capital. Combatió en Ayacucho en las tropas del Virrey. Siguió la carrera militar en el ejército nacional y en 1831 llegó a ser capitán. Hacia 1833 o 1834 escribió su primera comedia, La Pepa, que no alcanzó a representarse. Durante el período de Salaverry fue partidario de este caudillo nacional; y llegó a ser nombrado administrador de la aduana de Huacho. Cayó prisionero de los bolivianos. Debió regresar al ejército en los días de la Restauración. En setiembre de 1839 estrenó, como se dice en otros párrafos (nueve años después de Frutos de la educación de Felipe Pardo y Aliaga), su primer juguete escénico dice Sánchez, –drama dice Palma– titulado Amor y política, así como la comedia El sargento Canuto (12 de setiembre). A dichas obras siguió Blasco Núñez de Vela, drama histórico en seis actos, puesto en escena, según Manuel Moncloa y Covarrubias, el 5 de enero de 1840 y cuyo texto se ha perdido. La actividad periodística de Segura estuvo vinculada a El Comercio en la primera época de este diario. Allí publicó su novelita Gonzalo Pizarro que ocupó durante varios días las columnas del folletín y que siendo, dice Palma, "ligero ensayo", intentó acercarse a un personaje más interesante. Contenido polémico tuvo la colaboración que dio a Bernardo Soffia para los dos números y un alcance que salieron de Lima contra el Espejo de mi Tierra, en 1840, destinado a combatir a El Espejo de mi Tierra de Felipe Pardo y Aliaga. Obedientes a una ley feroz de criollo encono, ambos grandes escritores entraron, así, en pugna. El 7 de noviembre de 1841 apareció un periódico en el que, ya aisladamente, escribió Segura: fue El Cometa, eventual, político y costumbrista, del formato de las Capilladas de Fray Gerundio que, a la sazón, aparecían en España y que acabó con el número 12, el 7 de mayo de 1842. También en 1841 colaboró en otra empresa periodística: la del diario La Bolsa (de enero a diciembre de ese año). En parte, pues, La Bolsa y El Cometa resultaron coetáneos. Políticamente, la posición de Segura fue entonces muy clara: nacionalista y antisantacrucina (pues contra Santa Cruz escribió artículos de costumbres y letrillas) a la vez que gamarrista, ya que hizo el elogio poético de este caudillo cuando murió en Ingavi. El 5 de enero de 1841, según Luis Alberto Sánchez, o el 6 de diciembre de 1842, según el libro con la edición de los artículos, poesías y comedias de este autor dramático, estrenó La saya y manto y La moza mala. El aviso de El Comercio en esta fecha solo anuncia la reposición de La moza mala. También en 1842 se retiró del ejército aunque solo había llegado al grado de sargento mayor. En la noche del 24 de enero de 1845 se realizó el estreno de Ña Catita en una primera versión.

PERO UN SIGNIFICADO FUNDAMENTAL TUVO SU PROPIA COMEDIA (…) FRUTOS DE LA EDUCACIÓN, PRESENTADA EL 6 DE AGOSTO DE 1830 POR LA COMPAñIA DE jOSé MARíA RODRíGUEz DE LA qUE FORMAbAN PARTE, ENTRE OTROS, CARMEN AGUILAR Y CONCEPCIÓN RIVAS. ESTA ObRA SEñALÓ EL NACIMIENTO DEL TEATRO NACIONAL.

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MANUEL ASCENCIO SEGURA (1805-1871)

El escritor limeño peleó en el bando realista en Ayacucho y luego se acercó al periodismo. En 1841 editó los diarios La Bolsa y El Cometa, y siete años más tarde El Moscón, en Piura. Sus escritos fueron costumbristas y satíricos. Destacó también como autor teatral, con obras como El sargento Canuto (1839), La saya y manto (1842) y Ña Catita (1845 y modificada en 1856), entre otras piezas.

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Segura fue secretario de prefecturas y tuvo otros cargos públicos subalternos. Vivió durante algún tiempo en Piura, donde publicó en 1849 El Moscón y escribió una epopeya burlesca o satírica titulada La pelimuertada cuya procacidad dio lugar, sin duda, a que no fuera incluida en el volumen que recopiló sus artículos, poesías y comedias. Entre 1854 y 1862 llegó a ser intensa la actividad teatral de Segura. El 9 de diciembre de 1954 (estas fechas son las del libro con los textos respectivos) fue estrenada la comedia El espía; el año siguiente, en mayo de 1855 El resignado, que contenía directas referencias a la guerra civil entre Echenique y Castilla; el 30 de agosto de 1856 Ña Catita en su segunda versión popularizada por el genio de la actriz Encarnación Coya; el 15 de setiembre de 1856, Nadie me la pega; en enero de 1858, Un juguete; en enero de 1859, en colaboración con Ricardo Palma, El santo de Panchita; en 1861, Percances de un remitido; en setiembre de 1861, Las tres viudas; en julio de 1862, Lances de Amancaes, El cachaspari. Segun Menéndez y Pelayo, el Perú debe a Segura un repertorio cómico teatral superior en cantidad y calidad al que puede ofrecer cualquier otra sección de América. Al lado de las tres únicas comedias de Pardo (de las cuales solo dos fueron representadas en vida del autor) esta producción resulta muy abundante. De otro lado, los artículos de costumbres de Segura, no todos incluidos en el libro que estuvo destinado a recopilarlos, suman una cantidad mucho mayor que los de Pardo. Este los superó en esos trozos de antología en prosa publicados en El Espejo de mi Tierra de 1840, que fueron Un viaje, con su imborrable personaje el niño Goyito, y tambien Un paseo a Amancaes. En cambio, las comedias de Segura fáciles, fluidas, donosas, variadas son mejores que las de Pardo. La política, con las gentes nostálgicas de la colonia y las que encaraban la nueva vida; los bandos hostiles; las intrigas por los cargos que más tarde han sido llamados "comederos" o "enchufes"; los funcionarios de pronto lanzados al desamparo; los estrategas de café; los militares prepotentes; los poderosos asequibles a la recomendación, sobre todo cuando ella venía de mujeres; el periodismo que confundía libertad y licencia; el matrimonio buscado a través de imposiciones familiares o prejuicios sociales y contra las cuales ya insurgía la libre voluntad de la joven generación; las fiestas en Amancaes o en los cumpleaños familiares y muchas otras modalidades de la vida limeña y, a veces, de las provincias aparece en estas obras simples que reflejan los modos de ser y de existir de la clase media y que, si bien aman la vida criolla y saben sentirla y expresarla, no carecen de preocupación didáctica o moralizadora, teñida de burguesa sensatez. Palma dice que Segura perteneció como diputado suplente al Congreso de 1860. "Ciertamente (agrega) que nuestro poeta no brilló en el Congreso por sus dotes oratorias pues le era imposible vencer su timidez para ocupar la tribuna; pero se distinguó por su buen sentido práctico y por la independencia de su conducta". Falleció en Lima el 17 de setiembre de 1871. Lo que vale de Segura son algunas escenas, algunos tipos, algunos versos y algunas palabras evocadoras y el aire que se respira en sus textos. Más que Pardo, aportó una renovación en el vocabulario teatral, es decir en el vocabulario poético. El lenguaje literario castellano habíase vuelto a veces pobre y descolorido dentro de los moldes convencionales de las formas estilísticas a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. El humilde comediógrafo limeño empleó, con gracia original de escritor auténtico, voces que no estaban en el diccionario pero sí en el habla diaria de le gente común del país. Las cazó en la charla improvisada y espontánea de la plaza, el café, la tertulia o la jarana; y las transportó al escenario. Su auditorio oyó, gracias a él, las expresiones que usaba diariamente. La gente pobre y mediana las entendió y gozó con ellas como hoy lo hacen los eruditos. De allí resulta una alegría en sus obras, derivada no tanto de las tramas sencillas ni de las ideas expresadas, sino de las palabras mismas en su intimidad y entraña. De él cabe decir que fue gozoza su sintaxis. Como pocas literaturas de Hispanoamérica, la del Perú tiene en los comienzos de la historia independiente del país, una de sus recónditas felicidades en las comedias de Segura y, asimismo, en los artículos y las comedias de Pardo y Aliaga. Pero

El teatro de Lima. Fundado en 1660 en la calle Siete de Setiembre, este teatro era el más antiguo de América del Sur. En él se representaron óperas, comedias, tragedias y musicales, entre otras obras. En 1850 cambió su nombre por el de Teatro Principal, para diferenciarse del recién fundado Teatro de Variedades, que se levantaba en la calle Espaderos (hoy Jirón de la Unión).

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LA PRIMERA COMPAñíA DE ÓPERA ITALIANA SE FORMÓ, EN PARTE, CON ARTISTAS DE LIMA EN 1814 Y SE ESTRENÓ CON EL MATRIMONIO SECRETO DE CIMAROSA. EL DIRECTOR DE ORqUESTA Y MAESTRO CONCERTADOR FUE ANDRéS bOLOGNESI, PADRE DE FRANCISCO bOLOGNESI.

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es a Segura a quien hoy más se le lleva a la escena. Cuando Lima se ha vuelto otra ciudad y cuando la vida transcurre aquí tan vertiginosa y tan feroz, tan sin raíces, la entonación y la inspiración de estos grisáceos versos, aunque, ante el gusto moderno, tan traspasado por vocingleras fuerzas cosmopolitas, parecen exóticos, a pesar de todo, nos atraen y nos conmueven como una música antañona, como fantasmas inofensivos cuya sencillez evoca modestas y perdidas felicidades. Las venideras generaciones peruanas no deberían resignarse a olvidar a Segura y a Pardo. En el presente libro, para el análisis de diversos momentos en la historia de la mentalidad colectiva, han sido utilizadas las comedias de Segura: La Pepa, El resignado y Un juguete. César Augusto Ángeles Caballero ha hecho el estudio de los peruanismos en el teatro de Segura. Los señala hasta en los nombres de algunas de las obras de este autor como El cachaspari, Lances de Amancaes, Ña Catita y en el texto de todas ellas. Se da a continuación la lista de esas voces según Ángeles Caballero, aunque ordenadas en una clasificación diferente: voces que señalan lugares: chingana, rancho, tambo, chacra, pulpería, huaca, choclón, pascana; voces que aluden a la condición social, racial o física: cholo; gringo, macaco, chuncho, criollo, casero, chinganero, suertero, maltoncita, mocho, ñata, patuleca, zarrapastroso, montonero; voces que, como algunas de las anteriores, implican un juicio o una valoración: adulón, bicho, camote, jaladito, candelejonada, mataperro, empiten, pechugón, pinganilla, aconchavado, lisura; voces que designan animales: cuy, huanchaco, pique, picacena; voces que señalan plantas: amancay, guayaba, lloque, mastuerzo, zapallo; voces que nombran alimentos o bebidas: anticucho, chicha, champuz, chancaca, butifarra, locro, patasca, pisco, piscolavis, tamales, troncha, zango, yuyo; voces que expresan otros objetos: pañuelón, corbatón, huano, petate, tutuma, concho, chaveta, ojotas, poncho, baqueta; voces diversas: jarana, zamacueca, en bomba, botar, cacho, cantaleta, catay, irse a un cuerno, chusca, enfagina, guá, impávido, marona, ñeque, ñisca, paporreta, pucho, soroche, trompada, carca, torcido, cocacho, zampa, yuyonaso.

[ II ] OTROS ASPECTOS DEL TEATRO. ACTORES Y ACTRICES, DANZAS.- El teatro de Lima, el más antiguo de América del Sur porque funcionó desde 1660, estaba situado en la plazuela de San Agustín llamada 7 de Setiembre. Allí se representanban a comienzos del siglo XIX, frecuentemente tragedias o comedias, seguidas por un sainete jocoso y de mal gusto. También solía haber actos de baile y se cantaba tonadillas en el escenario. En noviembre de 1828 fueron numeradas las localidades de platea llamadas entonces del patio. En julio de 1829 se abolió la costumbre de estar separados los hombres y las mujeres, tanto en el patio como en la cazuela. Este teatro tomó el nombre de Principal en 1850 cuando se abrió el de Variedades en la calle Espaderos. Había sido propiedad del hospital de San Andrés y por ello, pasó a la Beneficencia en 1834 hasta 1852. Una comisión de la Beneficencia expidió un reglamento de teatro el 20 de diciembre de 1834. Ha sido publicado por Manuel Moncloa y Covarrubias en su libro De telón adentro (1897). José María Rodríguez, actor cómico español que había trabajado en Lima desde 1813, llegó a ser uno de los ídolos del público en la época de la Emancipación. Con él ocurrió en 1826 un famoso episodio cuando después de haberse refugiado en el Callao con Rodil, dio una función en su beneficio sin atraverse a salir a escena. Los gritos salidos de todos lados del teatro, iniciados antes de que se levantara el telón, que arreciaron cuando apareció el actor que lo sustituía, le demostraron que el cariño hacia él no había cambiado. Rodríguez hizo varias temporadas más en Lima; estrenó Frutos de la educación de Felipe Pardo y Aliaga, murió en esta ciudad en junio de 1847 en suma pobreza y fue enterrado por suscripción popular. La española Teresa Samaniego, que salió a la escena el 8 de noviembre de 1827 en el teatro de Lima, fue la primera actriz que llegó a esta ciudad precedida de renombre europeo. Se presentó en la obra Lo cierto por lo dudoso. Permaneció en la capital hasta 1829, pasó luego a Chile y regresó en

1834. Sus hijos, Emilia y José Hernández, también españoles, tuvieron, asimismo, mucho éxito. Una hija de Emilia Hernández, María Josefa Lissón, trabajó en el teatro en 1855. Teresa Navarrete, "Teresa la templadora", artista peruana, acompañó a la Samaniego en 1827 y a Rodríguez en 1834. En 1839 actuaron el primer actor dramático y director español Carlos Fedriani; Carmen Aguilar y la gran artista peruana Toribia Miranda, que logró éxito notable en Chile en 1841 y volvió a su patria en 1851. Uno de sus grandes éxitos fue El arte del conspirador Scriles. Este último año todavía estaba en Lima Carlos Fedriani. Rodríguez, la Samaniego y Fedriani actuaron por mucho tiempo en el escenario limeño y el público se encariñó hondamente con ellos como, más tarde o en forma simultánea lo hizo con la Pantanelli, la Rossi y O’Loghlin.

LOS CIRCOS EN LIMA

BAILES Y TONADILLAS.- Entre las danzas que entonces se bailaba en el escenario se recuerdan el bolero, el fandango, la cachucha y don Mateo, "baile del país". Como bailarinas del don Mateo se destacaron hacia 1839 Josefa Aguilar y Rosa Lagunas, actriz de la compañía Fedriani. El don Mateo siguió gustando, pues en 1852 lo presentó Carmen Pinilla. Francisco Coya, bailarín español, se estrenó en 1840 con "las boleras o la matraca". Su compañera en esta danza, el ondú y otras, era Isabel Podio, también española, madre de las notables actrices peruanas Amalia y Clotilde Pérez. Josefa Bohorques, peruana llamada "Chepa manteca" , fue entre 1826 y 1829 aplaudida cantante de tonadillas que, a veces, acompañaban a la representación de tragedias.

[ III ] LA DIFUSIÓN DE LA ÓPERA.- En plano distinto, al lado del surgimiento del teatro nacional, esta época se caracteriza por la difusión que alcanzó un género antes no bien apreciado: la ópera. A través de ella se expresó una vigorosa y constante influencia cultural italiana, en tanto que la comedia y el drama seguían dentro de la órbita española con eventuales aproximaciones a modelos franceses y promisorios y aislados brotes de expresión nacional. La primera compañía de ópera italiana se formó, en parte, con artistas de Lima en 1814 y se estrenó con El matrimonio secreto de Cimarosa. El director de orquesta y maestro concertador fue Andrés Bolognesi, padre de Francisco Bolognesi. La segunda compañía llegó en 1829 y en ella actuó la soprano Luisa Schieronni. Pero la verdadera apoteosis de la ópera se inició con la contralto Clorinda Corradi Pantanelli que creó un deslumbramiento colectivo y popularizó definitivamente la afición a este espectáculo en la temporada que duró desde el 2 de setiembre de 1840 hasta el 3 de febrero de 1842. La obra escogida para el estreno fue Romeo y Julieta de Vincenzo Bellini, recibida con gran estusiasmo. Rafael Pantanelli, maestro y director de la compañía, fue autor de un himno que dedicó al pueblo peruano y llegó a ser cantado por la Pantanelli en enero de 1842, con motivo de la muerte del presidente Agustín Gamarra. El público se dividió en pantanelistas y rossistas, con verdaderas batallas campales en el teatro. La rival de Clorinda Pantanelli era la soprano Teresa Rossi de la misma compañía. La soprano peruana María España se estrenó en junio de 1840 cantando canciones sueltas en los intermedios de las funciones que daba la compañía dramática de Fedriani. Meses después ingresó a la compañía Pantanelli y debutó con La sonámbula de Bellini. La estadística de las óperas presentadas entre setiembre de 1840 y febrero de 1842 es un índice del gusto público en la etapa inicial de la boga de este género teatral y un exponente de influencia cultural italiana. Hela aquí. Primera empresa (setiembre de 1840 a febrero de 1841): Romeo y Julieta de Vincenzo Bellini: 12 funciones. Fausta de Gaetano Donizetti: 8 funciones.

En el siglo XIX, Lima recibió la visita de varias compañías circenses europeas. Una de ellas fue la Compañía Gimnástica Italiana y Hércules Franceses, que se presentó en el Teatro Principal y en el Coliseo de Gallos, en 1854 y 1855. Allí, deleitaron a los limeños con sus maravillosos actos. Este grabado en madera de 1850, creado por Jean Polaski, muestra a un acróbata del Astley’s Circus de Londres.

[ CAPÍTULO 38 ] PERÍODO 1

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[ 1841 enero 5 ]



UN ESTRENO DE SEGURA. El 5 de enero de 1841, El Comercio dio cuenta del estreno de la obra La saya y manto, del escritor Manuel Ascencio Segura. La pieza fue anunciada como "la comedia nueva de costumbres, original, en verso, del gusto del país, en tres actos (…)". Para ese mismo día se anunció, además, la interpretación de una obra en un acto, La moza mala, escrita por el mismo autor.



La sonámbula de Vincenzo Bellini: 8 funciones. Los árabes de Giovanni Pacini: 7 funciones. Semiramis de Giácomo Antonio Rossini: 7 funciones. Marino Faliero de Gaetano Donizetti: 4 funciones. Segunda empresa con suscriptores (abril de 1841 a febrero de 1842): Norma de Vincenzo Bellini: 10 funciones. Romeo y Julieta de Vincenzo Bellini: 9 funciones. La sonambula de Vincenzo Bellini: 9 funciones. El barbero de Sevilla de Giácomo Antonio Rossini: 8 funciones. La parisina: 8 funciones. Semiramis de Giacomo Antonio Rossini: 5 funciones. Clara de Rosenberg de Luigi Ricci: 5 funciones. Lucia de Lamermoor de Gaetano Donizetti: 5 funciones Marino Faliero de Gaetano Donizetti: 4 funciones. Tancredo de Giácomo Antonio Rossini: 3 funciones. Fausta: 3 funciones. Los árabes de Giovanni Pacini: una función.  

Fueron, en conjunto, 37 obras de Bellini, 23 de Rossini, 13 de Donizetti, 8 de Pacini y 5 de Ricci. La enorme impresión que causó la ópera en 1840 está reflejada en el artículo "Ópera y nacionalismo" de Felipe Pardo y Aliaga aparecido en su periódico El Espejo de mi Tierra. Alude en él a las resistencias surgidas ante los altos sueldos de los artistas italianos, que estuvieron a punto de impedir la presentación de un espectáculo (dice Pardo) "nuevo, sorprendente, grandioso encantador". Personas de uno y otro sexo, de todas las edades, de las más diversas categorías sociales llegaron entonces a acudir al teatro –prosigue diciendo el gran satírico– después de hacer el más cálido elogio de cada uno de los artistas de la compañía y, en especial, de la Rossi y de la Pantanelli, para luego transcribir las objeciones pintorescas que algunas beatas hacían contra la ópera y contra las artistas italianas. En el período que llegó hasta poco después de 1850 predominaron en el repertorio obras de Donizetti (entre las que se contaron, aparte de las mencionadas, Elixir de amor y La favorita) de Bellini y también de Rossini. La boga de Verdi caracteriza a un período inmediatamente posterior, o sea a la época romántica.

FLORA TRISTáN (1803-1844) PERTENECIENTE A UNA ACAUDALADA FAMILIA AREqUIPEñA, ESTA ESCRITORA FRANCESA FUE UNA DE LAS PRECURSORAS DEL FEMINISMO 112

PERÍODO 1

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F

ue hija de un matrimonio irregular entre Mariano Tristán y Moscoso y Anne-Pierre Laisnay. En 1808 murió su padre y le fue negada la fortuna familiar, condenándola a vivir en la pobreza y a desempeñar labores variadas para poder subsistir. En 1833 decide embarcarse hacia Arequipa para reclamar su herencia al hermano menor de su padre, el acaudalado Pío Tristán (1773-1859). Aunque infructuoso, este viaje le permitió pasar ocho meses en Arequipa y dos en Lima, conociendo la vida de la clase alta de nuestro país. Esta

EL AUTO DE FE CON PEREGRINACIONES DE UNA PARIA.- En 1839 tuvo lugar en el proscenio del teatro de Lima un espectáculo inusitado. Fueron quemados unos ejemplares del libro de Flora Tristán, Peregrinaciones de una paria, por considerarse que ofendía y denigraba al Perú. Según el testimonio de Ricardo Palma en su estudio sobre el poeta Esteban de Terralla y Landa, en 1799 habíase efectuado la misma ceremonia con la obra de este actor titulada Lima por dentro y fuera.

EL 24 DE SETIEMbRE DE 1840 EL ARGENTINO jOSé MARíA FLORES SUbIÓ EN LA PLAzA DE ACHO A UN GLObO AEROSTáTICO DE SU PROPIEDAD IMPORTADO DE EUROPA CON EL qUE GANÓ EN SANTA FE Y bOGOTá EL TíTULO DE PRECURSOR DE LA AERONAVEGACIÓN COLOMbIANA.

[ IV ] EL REGLAMENTO DE TEATROS.- La Comisión de Teatro de Beneficencia publicó en 1834 este reglamento. El anterior fue expedido por el virrey Amat el 4 de marzo de 1771.

[V] LA PRIMERA ASCENSIÓN EN GLOBO EN EL PERÚ. EL GLOBO DE HIDRÓGENO DE PAULLIN. LOS ACRÓBATAS AERONAUTAS Y EL VIAJE DE BLANCHARD.- El 24 de setiembre de 1840 el argentino José María Flores subió en la Plaza de Acho a un globo aerostático de su propiedad importado de Europa con el que ganó en Santa Fe y Bogotá el título de precursor de la aeronavegación colombiana. Sus ayudantes desataron las cuerdas del artefacto y comenzó a ascender lentamente al arrojar varios sacos de arena que servían de lastre. Minutos después, debido a un golpe de aire, el globo descendió en una huerta vecina de Piedra Liza. Flores quedó ileso. El 9 de diciembre del mismo año, el mismo tripulante volvió a intentar la navegación aérea. Logró volar durante nueve minutos exactos, en el trayecto que existe entre la Plaza de Armas a la calle Polvos Azules, a una altura de 300 varas. Después de vacilar sobre el borde del río Rimac a inmediaciones de la calle mencionada y de remontarse varias veces merced a la descarga de lastre, el globo fue arrastrado por el viento hasta el techo de algunas casas. Cuando Flores salió de la barquilla no pudo contener a su aparato que, empujado por el aire, rodó hasta la calle. Allí quedó inutilizado. Su dueño pretendió recuperarlo muchas veces; pero acabó dejando que el esférico desinflado y la canasta de mimbre se convirtieran en objetos inútiles. Mr. Paullin, francés de quien se decía que era conocido en varias capitales de Estados Unidos, hizo una ascensión en su globo de hidrógeno que, a diferencia del anticuado e imperfecto aparato de Flores, correspondía a un modelo europeo, el 19 de junio de 1842, en la Plaza de Acho,

experiencia le sirvió de inspiración para escribir Peregrinaciones de una paria (1837), libro en el que recogió las costumbres del Perú de ese entonces, tocando temas como las diferencias sociales, los acontecimientos de la guerra civil y los contrastes culturales y económicos. De regreso a Francia, colabora en publicaciones como la Revue de Paris, L´Artiste y Le Voleur. En ellas, hizo un llamado a la supresión de la pena de muerte, una defensa de los derechos de la mujer y el resta-

blecimiento del divorcio. Poco después se traslada a Londres, donde se hace pasar por hombre y descubre el lado oculto de la aplicación del capitalismo: pobreza y explotación. A raíz de esta experiencia publica Paseos en Londres (1846) y obtiene su inspiración para La unión obrera (1840), libro que resume la línea ideológica que venía desarrollando, una revolución obrera en la que se reconozcan como derechos el trabajo, la educación y la igualdad de género.

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RETRATOS DE AREQUIPA. La francesa Flora Tristán llegó a Arequipa en 1833 y plasmó sus experiencias en el libro Peregrinaciones de una paria (1837). En él, retrata con gran destreza la vida de la ciudad y a sus habitantes. En la década de 1840, Juan Mauricio Rugendas realizó estos dibujos, testimonio de la belleza de la mujer arequipeña (2), la riqueza arquitectónica de la ciudad (1) y la majestuosidad del volcán Misti (3).

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repitiéndola el 17 de julio a través de veinte minutos, para arrojar un perro con un paracaídas y descender a tierra sin novedad. El francés Casimiro Baraylle el 17 de marzo de 1861; los acróbatas-aeronautas de la familia Bousay el 15, el 22 y el 29 de enero de 1865, así como el 12 y el 19 de febrero deleitaron al público limeño. Los Bousay llegaron a trabajar en el conjunto norteamericano de la familia Siegrist el 26 de febrero, el 5 y el 19 de marzo del mismo año. Entre las arriesgadas pruebas de los Bousay, algunas se efectuaron en un trapecio que colgaba del globo. Hubo varias otras, análogas o más peligrosas. En 1888 el norteamericano W. E. Blanchard hizo demostraciones en globo aerostático desde los jardines del Parque de la Exposición, casi cincuenta años después de la intentona de Flores. Pudo lanzarse al aire el 30 de agosto de 1888 y volar sobre Lima durante varias horas. Pero el globo, arrastrado por el viento, se dirigió hacia el mar; Blanchard pudo lanzar el ancla de amarre sobre la copa de un árbol y bajar a tierra, en la hacienda San Agustín.

CIRCO.- Un circo que tuvo el nombre de "Compañía Gimnástica Italiana y Hércules Franceses" dio varias funciones primero en el Teatro Principal y después en el Coliseo de Gallos, entre diciembre de 1844 y enero de 1845.

EN 1888 EL NORTEAMERICANO w. E. bLANCHARD HIzO DEMOSTRACIONES EN GLObO AEROSTáTICO DESDE LOS jARDINES DEL PARqUE DE LA ExPOSICIÓN (...). PUDO LANzARSE AL AIRE EL 30 DE AGOSTO DE 1888 Y VOLAR SObRE LIMA DURANTE VARIAS HORAS.

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[ tomo 3 ]

[ Primer período: la época fundacional de la república ] capítulo 39 ● I Los ni­ños y los ado­ les­cen­tes en el si­glo XIX II Edu­ca­ción, as­pec­tos ge­ne­ra­les. El per­mi­so cons­ti­tu­ cio­nal pa­ra el vo­to de los in­dí­ge­nas ● La ad­mi­nis­tra­ción edu­ca­cio­nal ● Au­las de la­ ti­ni­dad, es­cue­las pri­ma­rias en Li­ma. Edu­ ca­ción fe­me­ni­na ● El mé­to­do pa­ra en­se­ ñar a es­cri­bir ● III La en­se­ñan­za de Jo­sé Joa­quín de Mo­ra ● El Co­le­gio de Nues­tra Se­ño­ra de Gua­da­lu­pe ● El Co­le­gio San Car­los ● IV La de­ca­den­cia de los es­tu­ dios mé­di­cos ● Abel Vic­to­ri­no Bran­din y ●

la in­tro­duc­ción de la qui­ni­na ● El ca­so de la Sal­gue­ro ● La en­se­ñan­za de la obs­te­tri­ cia ● La au­to­no­mía de la far­ma­cia ● V La edu­ca­ción en pro­vin­cias ● Co­le­gios de pro­vin­cias ● Jau­ja ● Cuz­co ● Pu­no ● Mo­ que­gua ● Ica ● Are­qui­pa ● Hua­raz ● Huá­ nu­co ● Piu­ra ● Cha­cha­po­yas ● Ca­ja­mar­ca ● Huan­ca­ve­li­ca ● Tru­ji­llo ● Lam­ba­ye­que ● Aya­cu­cho ● Huan­ca­yo ● VI Los es­tu­dian­ tes po­bres y los pro­vin­cia­nos ● Las uni­ ver­si­da­des de pro­vin­cias ● VIII La Bi­blio­ te­ca Na­cio­nal y otros es­ta­ble­ci­mien­tos.

EDUCACIÓN Y ESTABLECIMIENTOS DE CULTURA ENTRE 1827 Y 1841

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CAPÍTULO

L

[I] OS NIÑOS Y LOS ADOLESCENTES EN EL SIGLO XIX.- La sociedad tradicional que en el Perú simbolizó el Virreinato situó al niño y al adolescente dentro de los moldes de su familia, su aldea o ciudad o comunidad, su parroquia, o sus oficios. El siglo XIX, en una forma u otra trajo un nuevo sistema propuesto o impuesto por los nuevos poderes que entonces surgieron: el Estado, el capitalismo, la sociedad de consumo, las ideologías, etc. Al mismo tiempo una atención sin precedentes se fijó en la niñez y en la adolescencia, aunque la historia de ella vino a ser en cierto modo la historia de cómo los adultos prepararon o quisieron preparar a la gente joven para las tareas que según ellos, debían de tener en la sociedad. Una verdadera historia de la educación y la enseñanza debe analizar los cambios del proceso durante el cual la sociedad lega sus visiones y normas y bajo cuya influencia crece el individuo o actúa para modificarlas. Esta evolución ha sido especialmente intensa durante el tiempo en que la obligación de escolaridad se ha difundido como norma teórica a la que en lo posible, ha ido tratando de acercarse gradualmente la realidad. Dentro de las circunstancias así emergentes se han desplazado fundamentalmente las más próximas autoridades del niño. W. Roessler y H. H. Muchow han presentado esbozos interesantes sobre la historia de la juventud o en general, sobre la historia de las generaciones, de la "pubertad cultural" (Al respecto véase el libro de Thomás Nipperdey Sociedad, cultura, teoría, Buenos Aires, Alfa, 1978).

[ II ] EDUCACIÓN, ASPECTOS GENERALES. EL PERMISO CONSTITUCIONAL PARA EL VOTO DE LOS INDÍGENAS.- La Constitución de 1828 garantizó teóricamente la instrucción primaria gratuita para todos los ciudadanos, así como de los establecimientos en que se enseñaren las ciencias, literatura y artes. Reiteró la Carta de 1834, con la misma ingenuidad, que la instrucción primaria era gratuita para todos los ciudadanos y otorgó el mismo carácter a la científica en las capitales o en el lugar más a propósito de cada departamento. La Constitución de 1839 volvió en esta materia al texto de la de 1828, o sea que quitó a la instrucción científica su gratuidad. La ilusión de una fácil victoria sobre el analfabetismo había seducido a los miembros del Congreso Contituyente de 1823. Acordaron ellos no exigir hasta 1840 el requisito de saber leer y escribir para el ejercicio del derecho de sufragio. La Carta de 1828 puso como condiciones para ser elector (o sea para pertenecer al colegio electoral que designaba al presidente de la República, representantes al Congreso y otros mandatarios) saber leer y escribir excepto, por ahora, a los indígenas. Estos y los mestizos fueron autorizados en la Contitución de 1839, para ejercer el derecho de sufragio "hasta el año de 1844 en las poblaciones donde no hubiera escuela de instrucción primaria" ¡Descomunal optimismo en pensar que en cinco años habría una reforma sustantiva en la educación nacional!

LA ADMINISTRACIÓN EDUCACIONAL.- No hubo a través de toda esta época, una ley de instrucción pública ni un reglamento general del ramo.

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Dentro de la instrucción primaria buscaron un comienzo de ordenamiento dos decretos expedidos por el presidente interino Camporredondo el 18 de noviembre de 1833. El primero de ellos creó un departamento para este nivel de enseñanza dentro de la capital; nombró director de todas las escuelas y aulas de latinidad –fueran gratuitas o de pensión– al presbítero José Francisco Navarrete; señaló el número de planteles; incrementó las rentas con el sueldo que se pagaba antes a los síndicos municipales; y encomendó al director la distribución de los ingresos, el cuidado de los locales y la super vigilancia de los cursos. El otro decreto señaló las materias que debían enseñarse en las escuelas gratuitas de Lima: leer, escribir, contar, gramática castellana, religión y costura a las mujeres. Papel, pluma tinta eran entregados a los escolares sin cobrárseles su costo; sus padres debían proporcionarles los libros. Debía usarse el método de Lancaster. Había otras normas para los exámenes, para los premios consistentes en becas de los colegios otorgadas a los mejores alumnos, para los horarios y en relación a materias conexas. Ambos decretos fueron confirmados el 3 de marzo y el 3 de octubre de 1834. Quedaron en el olvido en los turbulentos tiempos que surgieron. Obsérvese como fue escasa la dieta educacional para las mujeres. Santa Cruz expidió un reglamento de escuelas primarias el 28 de noviembre de 1836. Versó sobre la clase y número de escuelas en la capital y sus distritos; las escuelas normales; los preceptores; los discípulos; el director general de aulas y escuelas; los útiles; la educación de huér fanos; las aulas de latinidad; los premios y penas. Otro decreto del Protector de 6 de setiembre de 1836 creó una administración departamental de las rentas de los establecimientos de educación y beneficencia, incluyendo las de la Universidad y las del Seminario de Santo Toribio. En cada una de dichas aministraciones había un funcionario nombrado por el Gobierno, entre cuyas oblaciones estaba la de recaudar las rentas de las entidades de su incumbencia y hacer mensualmente los pagos en virtud de un presupuesto visado por el jefe de cada plantel y decretado por el prefecto. Este decreto estuvo destinado a repercurtir, sobre todo, sobre los colegios, pues las rentas de la instrucción primaria eran del Estado o habían tenido carácter municipal. Su vigencia resultó efímera. El decreto de 28 de febrero de 1840 separó de la beneficiencia las rentas educacionales, cuya recaudación y administración quedó a cargo de los rectores y directores. El decreto de Gamarra, expedido el 10 de febrero de 1840, tuvo el significado de un somero reglamento de la instrucción primaria, corolario de los intentos de 1833 y 1836. Nombró director del ramo a José Francisco Navarrete. Como este funcionario había actuado también durante los días de la Confederación y antes de ella, resulta un símbolo de la continuidad del técnico en su labor especializada, a pesar de los violentos cambios políticos. Figura sumergida en el olvido, merece cuidadoso estudio. El decreto de 1840 señaló el número de planteles en los distritos de la capital, enumeró las materias de enseñanza (leer, escribir y contar hasta complejos, religión y gramática castellana y a las mujeres leer, escribir, religión y costura) y dio algunas reglas para la labor docente y para el año escolar (todos los días del año a excepción de los domingos y días de precepto, las fiestas cívicas, los de Navidad hasta el 2 de enero y los 15 días desde Ramos hasta Cuasimodo para el cumplimiento de la Iglesia). No se refirió al método de Lancaster. Las escuelas de primeras letras quedaron expresamente señaladas como requisito para el ingreso a las aulas de latinidad.

LOS NIÑOS DEL SIGLO XIX

Durante la Colonia, los niños y adolescentes eran educados en sus hogares o en las iglesias. Esto cambió al llegar la República, pues su educación pasó a manos de las escuelas. Uno de los motivos para este importante cambio fue de orden político: para elegir o ser elegido había que saber contar y tener una educación básica. El acceso a las escuelas, sin embargo, dependió también de la capacidad económica del alumno. En la fotografía vemos a un niño peruano de familia acomodada en 1870.

AULAS DE LATINIDAD, ESCUELAS PRIMARIAS EN LIMA. EDUCACIÓN FEMENINA.- En la capital funcionaban en 1840 tres aulas gratuitas de latinidad, tres escuelas normales oficiales de primeras letras, tres escuelas en las porterías de conventos, dos escuelas de huér fanos, varias escuelas particulares de primeras letras y un colegio de educandas. Las aulas gratuitas de latinidad que habían estado originariamente a cargo de los jesuitas, pasaron después al Colegio del Príncipe y fueron trasladadas a diversos lugares al establecerse

[ CAPÍTULO 39 ] PERÍODO 1

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EN LAS ESCUELAS DE LAS PORTERíAS DE LOS CONVENTOS SOLO SE ENSEñAbA A LEER, ESCRIbIR Y CONTAR Y LA DOCTRINA CRISTIANA. EN 1840 FUNCIONAbAN ELLAS EN LIMA úNICAMENTE EN LOS CONVENTOS DE SANTO DOMINGO, SAN AGUSTíN Y SAN FRANCISCO.

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allí la Biblioteca Nacional. Una de estas aulas, en la calle Cascarilla, era el Museo Latino de don José Pérez de Vargas. Las otras funcionaban en el Convento de Santo Tomás. El Museo Latino per feccionaba a sus alumnos en la traducción de este idioma y les hacía estudiar retórica. Había también aulas de latinidad particulares de pensión o paga. La edición que Pérez de Vargas hizo de la Gramática de Nebrija fue declarada texto obligatorio (12 de octubre de 1841). En los comienzos del período nacional se ordenó que en los conventos de la República se establecieran escuelas de primeras letras dirigidas por los religiosos de cada comunidad (decretos de 23 de febrero de 1822 y de 16 y 19 de agosto de 1825, circular de 11 de mayo de 1830 y oficio de 4 de enero de 1840). Estas disposiciones no fueron generalmente cumplidas. Todavía una circular de 19 de abril de 1869 intentó ponerlas en vigencia. En las escuelas de las porterías de los conventos solo se enseñaba a leer, escribir y contar y la doctrina cristiana. En 1840 funcionaban ellas en Lima únicamente en los conventos de Santo Domingo, San Agustín y San Francisco. Dos escuelas normales primarias sostenidas por el Estado para varones tenían su sede en Santo Tomás desde 1823 y en San Lázaro desde 1828, esta última como sucursal. Se enseñaba allí, por el método de Lancaster, religión, ortología, aritmética y gramática castellana. Aunque el sistema era de enseñanza mutua, había en cada una un preceptor. La escuela de mujeres, situada en Santa Teresa daba, además, un curso de costura. Seguían sus estudios en estos planteles unos cuatrocientos niños y una doscientas niñas; algunos eran internos. Las escuelas de primeras letras para huér fanos eran la antigua de Santa Cruz de Atocha para mujeres y la de varones de San José, reglamentadas una por decreto de 23 de mayo de 1834 y la otra por resolución de la Prefectura de 17 de julio de 1832. Había en 1840 en Lima quince escuelas particulares de importancia para varones y nueve para mujeres, a las que había que agregar unas veinte más pequeñas para varones y un número menor para mujeres. En algunas de estas escuelas se enseñaba únicamente la lectura, escritura y principios de Aritmética y doctrina cristiana por el método común, es decir no por el lancasteriano; y en alguna como en la de don Clemente Noel, abierta el 8 de mayo de 1838, se llegó a incluir orotología práctica, caligrafía, gramática castellana, latina y francesa, matemáticas puras, música, geografía astronómica y descriptiva y teneduría de libros. El Colegio de Educandas del Espíritu Santo fue fundado por el Estado en 1830 a cargo de doña Hor tensia Bayer de Nusard, con becas para las hijas de los buenos ser vidores de la nación. En 1838, por viaje de esta señora hallábase disuelto y lo tomó doña Mercedes Haro de Mendiburu a quien fue asignado el local del Espíritu Santo en abril de 1839. Se enseñaba en este plantel doctrina cristiana, or tología, caligrafía, gramática castellana y francesa, aritmética, geografía, mitología, historia, dibujo, bordado en tul y bastidor, música vocal e instrumental y baile. En general, la instrucción dada a la mujer era entonces, a pesar de estos esfuerzos, deficiente y siguió en esa condición más tarde. Así pintó Felipe Pardo y Aliaga en 1840, en El Espejo de mi Tierra y en el artículo "Un paseo a Amancaes", a una limeña típica de la época: "Rosaura no había estado en colegio porque a más de que entre nosotros no hay establecimientos per fectos de este género, en su niñez la falta era mayor. Rosaura no debió a la educación pública más que un modo de leer que sería abominable si después no lo hubiese corregido –una letra parecida a los caracteres chinos de la cajas de té, a la que Mr. Bristow dio más tarde, en quince días, igualdad, elegancia y claridad– y algunas costuras de las que forman el ‘abc’ de la profesión. Después, la educación privada enriqueció el espíritu de Rosaura hasta donde se puede enriquecer en un país tan pobre de maestros. Pero sea de esto lo que fuere, lo cierto es que Rosaura, sin colegio, con malos maestros y sin una norma segura de lo que llamaré ‘buen tono’, formaba uno de aquellos seres privilegiados que tienen la gracia de suplir, por una especie de inspiración celestial, las imper fecciones de la educación".

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Colegio con historia. Desde su fundación, en 1840, el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe se convirtió en uno de los centros educativos más importante del país. En 1855, fue declarado colegio nacional. El colegio se ubicaba en la concurrida calle Chacarilla, paralela al Parque Universitario. Aquí vemos el local que ocupa actualmente el colegio (I) y el dictado de una clase del profesor Elmore (2). Ambas fotografías datan del siglo XIX.

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EL COLEGIO NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

EL MÉTODO PARA ENSEÑAR A ESCRIBIR.- Con fecha 31 de marzo de 1840 se dispusó por el Gobierno que en las escuelas del Estado se enseñara a escribir de acuerdo con el antiguo método de Palomares y Torcuato.

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Fue fundado en 1840 por Domingo Elías y Nicolás Rodrigo como un colegio para los niños varones de las clases acomodadas de Lima. El dictado de clases se inició el 7 de febrero de 1841 con 40 alumnos y 6 profesores. En 1855, por decisión del presidente Ramón Castilla, pasó a ser el primer colegio nacional de la República. Esta fotografía de mediados del siglo XIX nos muestra el patio del colegio en aquel entonces.

LA ENSEÑANZA DE JOSÉ JOAQUÍN DE MORA.- Poco tiempo después de llegar al Perú, en octubre de 1831, José Joaquín de Mora intentó, bajo ilustres auspicios, abrir en Lima un establecimiento de enseñanza superior externo al que llamó Ateneo del Perú. Sin embargo, no halló el número necesario de suscripciones. Particularmente, dio Mora, entre 1831 y setiembre de 1834, tres veces el curso de Derecho Natural y de Gentes y una vez el de Derecho Romano, según anota su acucioso biógrafo Luis Monguió. Esta labor produjo algunas polémicas que el mismo investigador ha historiado. Aparte de prejuicios xenófobos y de rencillas lugareñas, hubo aquí la reacción del conservadorismo contra la difusión de doctrinas que fundamentaban el Derecho Natural en las necesidades del estado de asociación del hombre con sus semejantes, con distinción entre los campos de Derecho y de la moral. En concepto de Mora, el Derecho Natural "queda reducido a una ciencia de observación como lo es la química". También Mora dio en 1833 clases de lógica y ética utilizando como libro de texto el curso que sobre esas materias publicó en Lima el año anterior basado en la Escuela de Edimburgo de Tomás Reid y Dugaldo Stewart. Dicho texto fue utilizado en el Colegio Militar de Lima y en los Colegios de Huánuco, Trujillo, Ica y otras ciudades. Además el escritor español profesó la gramática con tendencia ideologista. Su esposa, doña Francisca Delauneux, se dedicó a la educación de señoritas, campo entonces muy descuidado, como ya se anotó. EL COLEGIO DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE.- El Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe fue fundado el 14 de noviembre de 1840 como establecimiento particular del comerciante peruano Domingo Elías y el comerciante español Nicolás Rodrigo. La finalidad inicial de dicho plantel fue dar a los niños varones de las familias acomodadas una adecuada instrucción que entonces no existía. El Estado le cedió un inmueble situado en la Calle Chacarilla, utilizado antes por el Estanco de Tabaco. Se abrió al público el 7 de febrero de 1841, bajo la dirección del marino español Ramón Azcárate. Las clases fueron en una etapa inicial, las siguientes: gramática castellana, geografía y matemáticas a cargo de Azcárate; religión por el capellán del colegio Fray Juan Vargas; primeras letras y francés con el profesor Blanco Batlles; dibujo, enseñado por Ignacio Merino; y música por Mateo Rosas y Miguel Távara. El número de alumnos llegaba a 40. La enseñanza elemental o general preparatoria fue, poco a poco, desarrollándose en Guadalupe, lo cual dio lugar a que se matricularan como alumnos jóvenes de mayor edad. Pocos años más tarde Guadalupe llegó a ampliar considerablemente su plan de estudios para ejercer en la vida intelectual, doctrinaria y política del Perú la función importantísima que ha de estudiarse en capítulos posteriores.

EL COLEGIO DE SAN CARLOS.- El Reglamento del Convictorio de San Carlos expedido el 26 de octubre de 1826 señaló como mínima para los estudiantes varones de filosofía y Derecho la edad de 14 años, si bien admitió a quienes, antes de ella, manifestaran su decisión de seguir los cursos de lengua y literatura griega, geografía, cronología e historia y matemáticas. Como rentas del plantel señaló: un fondo del Estado para el pago de veinticuatro becas, el producto de las

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fincas que le pertenecían, una asignación anual sobre la Caja General de censos refundida en la de amortización, las rentas de los extinguidos colegios de San Pedro Nolasco y San Ildefonso y las pensiones de los alumnos internos y externos. Contuvo otros interesantes dispositivos más. Por resolución del Congreso, promulgada el 13 de noviembre de 1829, fue derogado este decreto en lo conceriniente al régimen y plan de estudios, para que rigiese el anterior, o sea el colonial y quedaran vigentes las disposiciones sobre las rentas. El 11 de agosto de 1835 expidió Salaverry un nuevo reglamento para el Colegio de San Carlos. Carácter pintoresco tiene el decreto que dio Orbegoso el 15 de junio de 1836 ordenando que los colegiales de San Carlos que hubiesen dado examen de lógica y siguieren cursando artes, usaran una estrella de una pulgada de diámetro bordada de plata en cada extremo del cuello del frac; los que cursaren teología o Derecho la debían llevar de oro. En las actuaciones para recibirse de maestros correspondía a los alumnos ostentar una banda blanca con el escudo nacional y los maestros en Derecho o teología seguirían con el uso de la banda aurora que era de costumbre. Muy detallado fue el Reglamento de San Carlos promulgado por Santa Cruz el 9 de diciembre de 1836. Curiosos resultan algunos artículos como los referentes a becas, horas escolares y trajes. De las veintisiete becas, doce eran para indígenas. La distribución de las horas empezaba a las cinco y media en verano y a las seis en invierno, y se debía dedicar al aseo, la misa, las preces, el estudio y el desayuno el tiempo que faltaba para las nueve en que asistían los alumnos a las aulas hasta la una del día, para reanudarse este trabajo de cuatro a seis y seguir con la merienda, el rosario, la asistencia a las aulas de siete a ocho, la cena y el descanso, siendo las diez la hora de silencio. El traje para dentro dentro del colegio era una bata con pantalón de cualquier género o color; y para salir, pantalón y frac azul abotonado con un libro entre dos palmas bordado de seda amarilla a los dos extremos del cuello. El decreto de Gamarra expedido el 10 de febrero de 1840 ordenó que se observara el Reglamento del Convictorio de San Carlos que había sido aprobado en 1835, con algunas modificaciones. Entre ellas estuvo la reafirmación de que solo podían matricularse los hijos legítimos. El Convictorio de San Carlos tenía como rector en 1840 a Agustín Guillermo Charún, con 49 alumnos internos y 30 externos que seguían cursos de segunda enseñanza y preparación universitaria. Sus cátedras eran de Derecho, física, teología, geografía, matemáticas, francés y dibujo. El profesor de esta última asignatura era Ignacio Merino.

[ 1840 noVIembre 14 ] LA INAUGURACIÓN DEL COLEGIO. El 14 de noviembre de 1840 fue fundado el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Sus dueños, Domingo Elías y Nicolás Rodrigo, informaron del hecho a través del diario El Comercio. Decían allí que las puertas del colegio para varones se abrirían el 1 de enero de 1841 en el antiguo local del Estanco de Tabaco. Señalaban, además, que la dirección estaba a cargo de Ramón Azcárate y de maestros ya ejercitados en la enseñanza.

[ IV ] LA DECADENCIA DE LOS ESTUDIOS MÉDICOS.- Como los estudios humanísticos y jurícos, los estudios académicos de medicina sufrieron grandemente con las turbulencias políticas y con las dificultades económicas de la época. No hubo, entre 1826 y 1842, entre ellos, progresos metódicos, crecimiento orgánico. Hermilio Valdizán ha escrito en su libro La Facultad de Medicina de Lima: "La decadencia del Colegio de la Independencia había llegado a sus límites más dolorosos, a tal punto que en los anales de 1836 a 1840 apenas sería posible consignar como exponente de la labor escolar los títulos otorgados por el Protomedicato General del Estado. Aparte de estos títulos uno que otro nombramiento de maestros, de pasantes y de emplados subalternos". El Código Civil Perú-boliviano prescribió a los doctores en medicina la obligación de recetar en latín. La suprema resolución de 4 de febrero de 1837 facultó a los extranjeros para que pudieran usar dos recetas, una en latín y otra en castellano. Una junta gubernativa del Colegio nombrada por Gamarra estuvo presidida por José Manuel Valdés. Merced a ella fue expedido el reglamento el 28 de enero de 1840. Carlos Enrique Paz Soldán en su libro, José Manuel Valdés 1763-1843, califica este reglamento como obra de la senectud de Valdés, tercamente opuesta a salir de la escolástica; es decir, como un documento reaccionario, un salto hacia atrás.

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Los colegios de educandas Por mucho tiempo, las mujeres estuvieron relegadas de la educación formal de los colegios. Esta situación empezó a cambiar con la llegada de la independencia.

L

a edu­ca­ción fe­me­ni­na em­pe­zó a ser to­ma­da en cuen­ta des­de los tiem­ pos de la In­de­pen­den­cia cuan­do se crea­ron co­le­gios de edu­can­das en Li­ma, Cuz­co y Are­qui­pa. Sin em­bar­go, es­ta edu­ca­ción era so­lo de ni­vel pri­ma­rio, pues las mu­je­res es­ta­ban pro­hi­bi­das de in­gre­sar a los co­le­gios ma­yo­res (me­dia) y a las uni­ver­si­da­des. A con­ti­nua­ción pre­sen­ta­mos unos apun­tes de la his­to­ ria­do­ra Mar­ga­ri­ta Gue­rra so­bre la edu­ ca­ción fe­me­ni­na ha­cia los años de 1840. De His­to­ria Ge­ne­ral del Pe­rú. La Re­pú­ bli­ca, Li­ma: Bra­sa, 1994, tomo VII, p. 358. “En Li­ma se creó, en 1825, un gi­ne­ceo en el Con­ven­to de la Con­cep­ción don­de lle­va­ron cur­sos de arit­mé­ti­ca, mú­si­ca, geo­gra­fía, his­to­ria, re­li­gión cris­tia­na, la­bo­res, es­cri­tu­ra y lec­tu­ra. Pa­ra el Cuz­ co tam­bién se fun­dó un co­le­gio de edu­ can­das (8 de ju­lio de 1825), pe­ro lai­co y de ca­rác­ter li­be­ral; sin em­bar­go, la aper­tu­ra se re­tar­dó has­ta el 1° de abril de 1827. Se le do­tó de las ren­tas que co­rres­pon­dían a los con­ven­tos su­pre­ sos de San Agus­tín y Re­co­le­ta Fran­cis­ ca­na y los fon­dos de los ba­ños Huan­ca­ ro. La pri­me­ra di­rec­to­ra fue Ta­dea de la Cá­ma­ra y el ma­yor pro­gre­so lo al­can­zó du­ran­te la Con­fe­de­ra­ción Pe­rú-bo­li­via­ na. Más ade­lan­te, so­lo se im­par­ti­ría pri­ me­ras le­tras has­ta 1847. Allí es­tu­vie­ron mu­je­res que lue­go des­ta­ca­ron in­te­lec­ tual­men­te, co­mo Tri­ni­dad En­rí­quez y Clo­rin­da Mat­to de Tur­ner. En Are­qui­pa, el co­le­gio de edu­can­das tam­bién fue an­te­rior a 1830 y las clau­

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su­ ras del año es­ co­ lar se ha­ cían con asis­ten­cia de las au­to­ri­da­des. En 1833, el pre­fec­to ge­ne­ral Juan Jo­sé Sa­las y el co­man­dan­te ge­ne­ral Do­min­go Nie­to que­da­ron tan im­pre­sio­na­dos con la for­ma­ción de las ni­ñas que en­tre­ga­ron sus ani­llos pa­ra ri­far­los en­tre las pu­pi­ las. El pre­ fec­ to, ade­ más, hi­ zo traer co­mi­da de su ca­sa pa­ra to­dos y con­tra­ tó los pal­cos del tea­tro pa­ra in­vi­tar a las edu­can­das, pre­via au­to­ri­za­ción de la di­rec­to­ra. En 1830 se es­ta­ble­ció una es­cue­la lan­cas­te­ria­na en la ca­sa del Co­le­gio de la In­de­pen­den­cia. Se die­ron cur­sos de lec­tu­ra, es­cri­tu­ra, doc­tri­na cris­tia­na, arit­mé­ti­ca y cos­tu­ra. La di­rec­ to­ra fue la se­ño­ra Juan Loi­go­rri. (...). En Li­ma, a par­tir de 1830, se fun­da­ron otros co­le­gios co­mo el de Edu­can­das del Es­pí­ri­tu San­to (1830), di­ri­gi­do por Hor­ten­sia Bo­yer de Nu­sard, don­de se otor­ga­ban be­cas pa­ra ser­vi­do­res del país. Pos­te­rior­men­te, fue re­gen­ta­do por mon­jas fran­cis­ca­nas de ins­pi­ra­ción je­suí­ti­ca. En 1838, Mer­ce­des Ha­ro de Men­di­bu­ru con­du­jo otro co­le­gio fe­me­ ni­no, que tu­vo por cur­sos: doc­tri­na cris­tia­na, or­to­lo­gía, ca­li­gra­fía, gra­má­ti­ ca cas­te­lla­na y fran­ce­sa, mi­to­lo­gía, his­ to­ria, di­bu­jo, bor­da­do en tul y bas­ti­ dor, mú­si­ca vo­cal e ins­tru­men­tal y bai­ le. Ba­jo la ad­mi­nis­tra­ción de Sa­la­verry, se dio un re­gla­men­to muy de­ta­lla­do pa­ra el co­le­gio de edu­can­das (1835), pues se es­ta­ble­cían las ma­te­rias de en­se­ñan­za y tan­to el ho­ra­rio de cla­ses co­mo del in­ter­na­do y los pe­río­dos va­ca­cio­na­les”.

Desde el punto de vista de la historia médica el período ostenta en otros campos signos de avance: la introducción de la quinina, el desarrollo de la obstetricia y la independencia de la farmacia. También merece recuerdo la circular de 17 de julio de 1840 con normas para que los prefectos propusieran cuatro o seis jóvenes de los departamentos a su cargo, expeditos para ocupar las becas establecidas en el Colegio de la Independencia.

ABEL VICTORINO BRANDIN Y LA INTRODUCCIÓN DE LA QUININA.- Abel Victorino Brandin, médico de la Universidad de París, que había acompañado a los ejércitos de Napoleón, estuvo en el Perú entre 1824 y 1825 primero, y entre 1826 y 1827, después. A él se debió la difusión de una nueva droga, el sulfato de quinina, que la farmacopea francesa de principios de siglo había separado de sus crudas fuentes vegetales. El farmacéutico Agustín Cruzate, ayudado por Brandin, logró en abril de 1827 hacer este producto en Lima. Polémicas ruidosas cercaron a Brandin. Hubo quienes lo criticaron por "el crimen" de abandonar la cascarilla por el sulfato de quinina y quienes le infirieron ataques personales. Brandin se defendió contra sus enemigos y divulgó sus conocimientos en el órgano Anales Medicales, con el que se inicia el periodismo médico en el Perú, si bien tuvo imperfecciones en el uso del idioma español que José Joaquín de Larriva satirizó, a la vez que contra él instauraba, una vez más, el riente proceso abierto históricamente por los poetas de distintas épocas y países contra los médicos.

EL CASO DE LA SALGUERO.- El intrusismo había invadido esta profesión. Exponente de tan lamentable estado de cosas fue el caso de Dorotea Salguero. Esta mujer se había dedicado a "curar" sin título tanto en diversas casas de Lima como en la suya, donde tenía "un hospital y hacía de médico, cirujano y boticario". El Protomedicato, representado por el doctor Miguel Tafur, intentó, en vano, que la Salguero suspendiera sus tareas y la acusó en 1827 ante el Juez de Derecho y reiteró su demanda de 1831. La Salguero se defendió invocando las garantías individuales existentes en la Constitución, la incompatibilidad entre el Protomedicato y la forma democrática de gobierno, las curaciones que había efectuado en casos desahuciados y abandonados por los médicos (para lo cual presentó abundante prueba testimonial), su prescindencia, cuando se trataba de males peligrosos, y el empleo exclusivo de yerbas en sus tratamientos sin administrar medicinas de botica. La sentencia judicial de 2 de abril de 1831 expresó que la reo, acusada de charlatana, embaucadora y curandera, "no había sido convencida de haber muerto con los remedios caseros a persona alguna"; que no había usurpado las funciones del médico pues su tratamiento era simple; que la medicina "no es ciencia" sino "un arte tan vario y falible" como la misma naturaleza del hombre; que la libre voluntad humana no se podía coactar, por lo cual existía la facultad de escoger a la persona que debería atender a quien se sintiese indispuesto. La parte resolutiva fue de amparo a la Salguero mientras se efectuaba la consulta al Congreso. En 1837 el Gobierno dio una resolución para que "no se haga innovación alguna de la práctica de administrar medicinas en la que con aceptación general está reconocida doña Dorotea Salguero". Influencias poderosas colaboraron en esta derrota de los médicos profesionales. El episodio no es solo el reflejo de una época incierta, de escaso prestigio para los estudios académicos. Corresponde también a una etapa en que la ciencia médica en Europa iba avanzando, sobre todo, a través de las investigaciones y prácticas clínicas con aparente crisis en el campo de la terapia. Se estaba llegando al concepto de que las enfermedades eran específicas; pero (salvo algunos casos como el del sulfato de quinina), no se habían obtenido, muchas veces, los medios para prevenirlas y curarlas. Los tratamientos simples de la Salguero y la sugestión de la fe que ella podía inspirar en más de una oportunidad, vinieron a ser en la realidad, sin duda, muchas veces más productivos que los doctorales médicos de Lima.

AbEL VICTORINO bRANDIN, MéDICO DE LA UNIVERSIDAD DE PARíS, qUE HAbIA ACOMPAñADO A LOS EjéRCITOS DE NAPOLEÓN, ESTUVO EN EL PERú ENTRE 1824 Y 1825 PRIMERO, Y ENTRE 1826 Y 1827, DESPUéS. A éL SE DEbIÓ LA DIFUSIÓN DE UNA NUEVA DROGA, EL SULFATO DE qUININA (…)

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LA EDUCACIÓN EN JAUJA

Jauja, fundada por Francisco Pizarro en 1533, fue una de las ciudades más importantes del virreinato y los inicios de la República. En 1824, Simón Bolívar fundó el Colegio de Ciencias en Ocopa, Junín. Nueve años más tarde, dicho centro de estudios se trasladó a Jauja. Allí, se impartieron los cursos de lectura, escritura y aritmética. El dibujo de la plaza de la ciudad de Jauja que observamos aquí pertenece al viajero francés Léonce Angrand (1838).

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LA ENSEÑANZA DE LA OBSTETRICIA.- Hubo, al menos, un campo profesional en el que se logró un adelanto evidente en esta época. Fue en el de la obstetricia, entregada tradicionalmente a las manos de pintorescos comadrones y comadronas. En 1826 llegó a Lima Paulina Benita Cadeau de Fessel, graduada en teoría y práctica de partos en París. El decreto de 10 de octubre de ese año creó la Casa de Maternidad con el objetivo primordial de "socorrer a las mujeres pobres en sus partos y formar parteras instruidas". Directora de la nueva institución fue nombrada la señora Fessel. La instalación solo pudo efectuarse el 26 de octubre de 1830 en el antiguo hospital del Espíritu Santo con instrumental traído de París, que fue tachado como lujoso. Antes de esta fecha, en 1827, la profesora francesa publicó un curso elemental para sus alumnos, dedicado a Santa Rosa de Lima. También fue autora de una Práctica de partos (1830). La fundadora de la obstetricia en el Perú, a la que no le faltaron enemigos y críticos, permaneció hasta 1836, año en que regresó a su patria. Comenzó enseguida una etapa de decadencia de esta enseñanza. LA AUTONOMÍA DE LA FARMACIA.- Los farmacéuticos dependían del Protomedicato, a cuyo cargo estaban los exámenes respectivos y las visitas de boticas que demandaban subidos derechos. De esta tutela, agravada por el desconocimiento que los médicos tenían de tan importante especialidad, quisieron liberarse Agustín Cruzate y José María Freyle en el memorial que elevaron ante el Congreso en 1829. La independencia y libertad de la farmacia frente al Protomedicato y la erección de la Junta de Farmacia para reemplazarlo en las tareas mencionadas fueron materia de la ley de 1° de agosto de 1831. Cruzate y Freyle pueden ser considerados como los padres de su profesión en el Perú. Salaverry reunió por decreto de 3 de abril de 1835 la Facultad Farmacéutica al Protomedicato. Por otro decreto de 6 de abril de 1835 restableció el Protomedicato al pie en que se hallaba en 1821. A pesar de esta medida transitoria, la Junta de Farmacia subsistió hasta 1856 en que asumió sus funciones la Facultad de Medicina.

[V] LA EDUCACIÓN EN PROVINCIAS.- En provincias habíase extendido, poco a poco, la instrucción primaria en las escuelas por el método lancasteriano o por el método común o antiguo. Ellas sumaban en 1840, en conjunto, 10 en Trujillo, 27 en Piura, 4 en Cajamarca, 2 en Ayacucho, 2 en Tacna. Llegaban, aunque fuese en el número de una o poco más, a lugares como Puno, Vilque, Lampa, Arica, Belén, Tarata, Omate, Tarapacá, Iquique, Pampas, Ocoro, Surcubamba, Ancos, Tarma, Huánuco, Cerro de Pasco, Jauja, Huancayo, Concepción, Huaripampa, Chongos, Ancash, Caraz, Sihuas, Pomabamba, Carhuaz, Lambayeque, Cajamarca, Chota, Huamachuco, Jaén y otros. La orden de 25 de agosto de 1840 dispuso que en los pueblos donde no hubiese sitio propio para las aulas de instrucción primaria, se establecieran en el de la Municipalidad. Son curiosas algunas leyes y resoluciones dictadas esporádicamente para difundir la instrucción primaria en las provincias. El oficio ministerial de 5 de noviembre de 1834 encargó al prefecto de La Libertad la apertura de escuelas en Chota, reclamada por los diputados en esa provincia dedicando a ese fin los bienes de conventos supresos. Una ley dada por el Congreso de Huancayo y promulgada el 16 de noviembre de 1839 ordenó que se fundaran escuelas en las provincias de Lucanas y Parinacochas con el producto de los arbitrios siguientes: un gravamen sobre cada fanega de trigo y sobre toda cabeza de ganado extraída para el comercio con la costa, los arrendamientos de los dos topos de tierra con sus aguas antes poseídos por los subprefectos y jueces en la capital de Pauza, el producto de juegos de bolos conocido con el nombre de "choclón" y el de las plazas Chagpy, Lampa, Oscollo y demás pueblos en el tiempo de sus ferias; el valor de los toros muertos en las festividades

del pueblo de Pullo y la pensión voluntaria que pagaban como arrendamiento en Parinacochas las personas que fueron amparadas en el goce del terreno o el título de antiquísima posesión. Por otra ley, promulgada el 17 de enero de 1840, el Congreso erigió escuelas en cada uno de los pueblos cabezas de los cinco distritos de Huancayo, y aplicó para su dotación los productos del pontazgo de los puentes de Concepción y Chongos, deducida la pensión que el último reconocía a favor de la iglesia; el ramo de arbitrios existente en todos los pueblos de la provincia, deducidas las partes que correspondían a la iglesia de Huancayo y a los gastos de policía, y los derechos por el sello de collos, varas y pesas que antes se llamaban fondos municipales. El sobrante de las mencionadas rentas debía servir para dotar un aula de gramática castellana y latina en Jauja. Otra resolución del mismo Congreso de Huancayo versó sobre el establecimiento de dos escuelas, un aula de latinidad y otra de filosofía en Huamachuco. Les asignó el noveno y medio de diezmos, el tomín general de hospitales, los fondos destinados para bula de pobres, los de los pueblos de la provincia destinados a la erección de un hospital por ley anterior; y para la dotación de los preceptos señaló el fondo "conocido en la ciudad con el nombre de caja de comunidad" y el producto de las tierras sobrantes.

COLEGIOS DE PROVINCIAS.- No hubo ley o reglamento general que los normara. Sus cátedras, numerosas o reducidas según los casos, tenían una orientación universitaria. Eran de Derecho, filosofía, latinidad, matemáticas y otras materias. La historia de estos planteles hasta 1842 puede ser dividida en cuatro ciclos: a) La época de iniciación o bolivariana (1825-1826) a la que correspondieron el establecimiento de los Colegios de Ciencias y Artes y de Educandas en el Cuzco, el de San Carlos en Puno, el de San Simón en Moquegua, el de San Luis Gonzaga en Ica y el de Ocopa. b) La época de afirmación nacional en 1827-1828 dentro de la que fueron erigidos el Colegio de la Independencia de Arequipa, el de la Libertad de Huaraz, el de la Virtud Peruana de Huánuco y el del Carmen de Piura. A este período correspondió la designación del Colegio de Moquegua con el nombre de La Libertad. c) La época de la relativa paz interna entre 1829 y 1833 en la que se fundaron el Colegio de San Juan de la Libertad de Chachapoyas, el Central de Cajamarca y el de la Victoria de Ayacucho en Huancavelica. d) La época de los trastornos civil-internacionales de 1834 a 1845. No hubo creaciones estables de planteles en dichos años. Este período significó la paralización o el desmedro de la vida escolar. Durante las guerras civil-internacionales de 1835 a 1839 muchos establecimientos de instrucción quedaron privados de sus rentas y a ello se refirió Gamarra en su mensaje al Congreso de Huancayo el 15 de agosto de 1839. La relación de colegios mencionados es la siguiente, por orden de antigüedad:

EN 1826 LLEGÓ A LIMA PAULINA bENITA CADEAU DE FESSEL, GRADUADA EN TEORíA Y PRáCTICA DE PARTOS EN PARíS. EL DECRETO DE 10 DE OCTUbRE DE ESE AñO CREÓ LA CASA DE MATERNIDAD CON EL ObjETIVO PRIMORDIAL DE ‘SOCORRER A LAS MUjERES PObRES EN SUS PARTOS Y FORMAR PARTERAS INSTRUIDAS’.

JAUJA.- Por un decreto expedido por Bolívar el 1º de noviembre de 1824, fue disuelta la comunidad franciscana del Convento de Ocopa y quedó fundado en su local el Colegio de Ciencias. Tuvo este vida precaria por los irrisorios recursos de que disponía. En 1833 fue trasladado a Jauja y allí ocupó el antiguo beaterio. Quedó convertido en cuatro establecimientos de educación primaria con enseñanza de la lectura, escritura y elementos de aritmética (agosto de 1835). Finalmente se extinguió.

CUZCO.- El Colegio de Ciencias y Artes fue fundado por Bolívar por decreto de 8 de julio de 1825 sobre la base del antiguo de San Bernardo erigido para los hijos de los conquistadores y el del Sol, cuyo objetivo fue enseñar las primeras letras a los hijos de los caciques. Se les dio

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AGUSTÍN CHARÚN (1792-1857)

Catedrático desde 1818, este sacerdote limeño alternó el magisterio con la política. En 1829 fue elegido diputado suplente por Lima. En 1839 fue nombrado rector del Convictorio de San Carlos y representó a Cañete en el Congreso de Huancayo, que presidió. Luego, se desempeñó como ministro de Instrucción Pública, Beneficencia y Negocios Eclesiásticos (1839) y de Relaciones Exteriores (1841-1843). Fue consagrado obispo de Trujillo en 1853.

como local el de los jesuitas y como rentas las que pertenecieron a los betlemitas, a los colegios refundidos, a la caja de censos y a las temporalidades del depar tamento. El primer rector fue Miguel de Orosco (1825-1826). El desarrollo y mejoramiento del plantel estuvo a cargo de José Feyjoo (1826-1828). La instalación en el edificio de la Compañía de Jesús se efectuó el 28 de octubre de 1826. En el plan de estudios llegaron a figurar cátedras de Derecho Natural de Gentes y Canónico, teología, matemáticas y medicina. Notable fue la ayuda que prestó a los estudios de matemáticas el mariscal Gamarra, inicialmente como prefecto y gestor del establecimiento del colegio y, luego, como presidente al visitar Cuzco en 1830. Durante la Confederación quedó reducido el plantel a la enseñanza de artes y oficios. Tumultos populares en 1839 ocasionaron la pérdida de los talleres y archivos. Por orden suprema de 27 de agosto de 1841 se dispuso el traslado del colegio al local de San Buenaventura. Se reabrió en ese lugar el 10 de setiembre de 1842. Notable fue la labor que efectuó el director, Francisco Pacheco, en los períodos de 1831-1834 y 1842-1845. Narciso Aréstegui en su novela El padre Horán ha pintado los tumultos de 1839. El Colegio de Educandas fue fundado por Bolívar por decreto de 8 de julio de 1825 en la casa del antiguo de San Bernardo. Como fondos le fueron asignados el sobrante de las rentas correspondientes al Colegio de Ciencias y Artes y las pensiones que pagaran las hijas de los ciudadanos pudientes. Ingresaron, además, a su patrimonio los bienes muebles y rentas de los conventos supresos de San Agustín y Recoleta Franciscana; pero no la iglesia ni sus alhajas. Se trasladó a la casa de los religiosos de San Buenaventura y recibió por donación parte del terreno de la huerta de la comunidad franciscana e igualmente, como fondo adicional, el de los baños de Huancaro, cedidos por doña Teresa Flórez viuda de Nina. La primera directora fue Tadea de la Cámara. La apertura del establecimiento tuvo lugar el 1° de abril de 1827. Entre las directoras de los años siguientes estuvieron Manuela Miranda (1828-1830), Teresa Rodríguez de Granados (1832), Catalina Zegarra (1833), Irene Acosta de Beche (1839). Tras de una breve interrupción en su funcionamiento en 1832, logró grandes mejoras en 1833 y 1834 y progreso mayor entre 1836 y 1839. A partir de esta fecha quedó reducido a la condición de escuela de primeras letras hasta 1847, bajo la dirección de la antigua maestra Antonina Pérez, y se trasladó al local de San Andrés.

PUNO.- El colegio de esta ciudad ostenta como partida de bautismo el decreto de Bolívar de 7 de agosto de 1825 que le dio las rentas de los diezmos de la provincias de Chuchito y Huancané; y la ley de 21 de mayo de 1828 ordenando que tuviera efecto dicho decreto. La instalación fue efectuada ese mismo año de 1828 bajo la dirección del R. P. Mariano Andía, único profesor nombrado. Lo reemplazaron Melchor Montes de Oca, Pedro Zavala, Mariano Delgado (1829), Pío Vicente Rossel (1830-1831) y José Palacios (1832-1837). Palacios editó en 1833 y quizás posteriormente El Globo del Sur cuyo subtítulo decía: "o tareas literarias del Colegio de Ciencias y Artes en la misma imprenta del colegio para defender al indicado plantel de enseñanza de los que conspiran contra el colegio". Después de un período de clausura, Santa Cruz reabrió el establecimiento con el nombre de Colegio Mineralógico de Socabaya. Francisco de Rivero fue entonces su director. Gamarra nombró al coronel Juan Espinoza quien ha dejado algunas informaciones sobre este instituto en la correspondencia que tuvo con el pintor Rugendas. Los planos de Espinoza para un nuevo local fueron utilizados más tarde, como se verá en capítulo posterior. MOQUEGUA.- El colegio de Moquegua fue fundado por Bolívar el 31 de agosto de 1825 con el nombre de San Simón para la enseñanza de la latinidad, retórica, política y Derecho Natural y de Gentes. El plan lo preparó Francisco Javier Luna Pizarro, tesorero de la capital de Arequipa.

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la bi­blio­te­ca na­cio­nal. Fun­da­da en 1821, co­mo par­te de la po­lí­ti­ca edu­ca­ti­va del go­bier­no del ge­ne­ral Jo­sé de San Mar­tín, con­tó con un pri­mer lo­te de más de once mil vo­lú­me­nes, de los cua­les 762 fue­ron ob­se­quia­dos por el pro­pio Li­ber­ta­dor. Des­de su fun­da­ción, el edi­fi­cio que la al­ber­ga ha su­fri­do tres in­cen­dios, el más re­cien­te en 1943. Las dos fo­to­gra­fías que ve­mos aquí nos mues­tran sus ele­gan­tes in­te­rio­res ha­cia fi­nes del si­glo XIX.

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GESTIONES DEL PREFECTO DEL DEPARTAMENTO, ANTONIO GUTIéRREz DE LA FUENTE, DIERON LUGAR A qUE SANTA CRUz, PRESIDENTE DEL CONSEjO DE GObIERNO, ORDENASE LA INSTALACIÓN EN AREqUIPA DE UN COLEGIO. PARA ESTE EFECTO VIAjÓ DESDE LIMA MARIANO EDUARDO DE RIVERO.

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PERÍODO 1

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Se instaló el 13 de abril de 1826. El primer rector fue Baltasar Zevallos (1826-1828). Lo siguieron en el cargo Narciso Velásquez (1828-1829), Francisco Fernández Maldonado (1829-1832), Tadeo Ordóñez (1832-1836), fray Miguel Chávez (1841). Llegó a ser bautizado nuevamente el 6 de junio de 1828 como Colegio de la Libertad en la ley que elevó a Moquegua al rango de ciudad con el título de "benemérita a la patria" y destinó 10 mil pesos anuales a la irrigación de la zona, cuyo producto debía dedicarse a ese plantel y al de educandas que se mandó establecer.

ICA.- Fundado por el Consejo de Gobierno en el decreto de 1° de junio de 1826, proveyendo un expediente de Carlos Pedemonte y José Manuel de Meza, diputados por la provincia al Congreso, se estableció el de San Luis Gonzaga de Ica en el local que fue de los jesuitas. Estos regentaron el Colegio de San Luis Gonzaga desde 1748 hasta su expulsión en 1767. Fue abierto el 1° de junio de 1827. La ley de 17 de junio de 1831 lo dotó de dos cátedras, lo mismo que a los colegios de las demás provincias. El primer rector fue Mariano Fernandini. Le siguieron Pablo Tamayo (1829), José V. Cora (1829-1832), José Lira (1844). La enseñanza abarcó jurisprudencia, filosofía, y matematicas. La ley de 24 de mayo de 1828 mandó abrir en Ica un colegio de niñas educandas. Sus rentas fueron las siguientes: las del Convento de Ermitaños de San Agustín suprimido en Nazca; la mitad de las rentas de primeras letras en Pisco; ramos de bulas de institución particular; las limosnas anuales distribuidas por la obra pía de Diego Hernández de San Agustín para mujeres pobres y el dinero en la caja de esa obra; los 200 pesos que don Juan Loyola legó sobre sus bienes para pobres españoles en Ica; los 100 pesos que el mismo Loyola mandó en cada año a la escuela de primeras letras para papel y plumas en la misma ciudad; y los 600 pesos que invertía la Municipalidad en costear un secretario. Salaverry, por decreto de 11 de setiembre de 1835, de corta duración, convirtió al colegio de Ica en dos escuelas primarias y un aula de gramática castellana y latina.

AREQUIPA.- Gestiones del prefecto del departamento, Antonio Gutiérrez de La Fuente, dieron lugar a que Santa Cruz, presidente del Consejo de Gobierno, ordenase la instalación en Arequipa de un colegio. Para este efecto viajó desde Lima Mariano Eduardo de Rivero. Después de vencer algunas dificultades por las resistencias para la clausura del Convento de Agustinos que debía ser vir como base del nuevo plantel, La Fuente expidió el decreto de 4 de marzo de 1827 ordenando la expropiación de dicha casa religiosa y su reducción a colegio. La instalación solemne de este, con el nombre de Colegio de la Independencia Americana, tuvo lugar el 15 de julio de 1827. Pasaron a integrar las rentas del nuevo plantel las que habían pertenecido al extinguido Convento de San Agustín y otras de carácter municipal. En el primer plan de estudios inter vino Mariano Eduardo de Rivero como funcionario del Gobierno. José María Corbacho fue nombrado Rector. Entre las cátedras y profesores que empezó sus labores este instituto aparecieron: religión (Santiago Ofelán), lengua castellana y latina (Rafael Evaristo Barriga), filosofía y matemáticas (Juan Gualberto Valdivia), Derecho Civil Patrio (Andrés Martínez), bellas artes (José María Corbacho), economía política (Manuel Amat y León), anatomía y cirujía (Mariano Adriazola y Ar ve), medicina (Leonardo Navas), Derecho Natural, de Gentes e Internacional (Tadeo Chávez), Dibujo (Manuel José de Recavarren) y Música (Pedro Jiménez Abril). El Colegio de la Independecia vino a ser como una prolongación y un desarrollo de la Academia Lauretana de Ciencias y Artes fundada en 1821 para proporcionar instrucción científica a la juventud, cuya renta absorbió. Fue, a la vez, anticipo de la universidad. Por decreto de 30 de junio de 1835, ratificado por el de 17 de mayo de 1847, le fue adjudicado el fundo Umacollo en indemnización de varias fincas de su propiedad de que dispuso el Gobierno. Entre los rectores del Colegio de la Independencia estuvieron Juan Gualberto Valdivia (1828) y Francisco de Paula G. Vigil (1831).

Se clausuró en diversos períodos y fue abierto el 15 de noviembre de 1840 por orden del presidente Gamarra. Entonces fue nombrado rector Rafael Barriga, a quien reemplazó en 1844 Juan Gualberto Valdivia.

LA BIBLIOTECA NACIONAL

HUARAZ.- El Colegio de La Libertad quedó erigido en Huaraz por ley promulagada el 1° de febrero de 1828 en el local y con las rentas del convento supreso de San Francisco. Otras asignaciones a él afectas provinieron del dinero de las cofradías y comunidades de la provincia, del 6 % pagado por los pueblos de la provincia por cada corrida de toros y del arrendamiento de tierras sobrantes en Caraz, Tangas, Carhuaz y otros lugares de la provincia (decreto de febrero de 1830). Fue abier to al público el 28 de julio de 1847.

HUÁNUCO.- Un colegio de educación científica que se mandó establecer en Huánuco por ley de 4 de marzo de 1828, principió a funcionar. Les fueron asignados el edificio de San Francisco y los fondos y rentas de los conventos supresos de la ciudad (Santo Domingo, La Merced, San Agustín y San Francisco). Fue abier to el 24 de mayo de 1829. En ese año aparece dirigido por el sacerdote Gregorio Car tagena. Varias leyes crearon cátedras en este establecimiento (17 de junio de 1831, 22 de noviembre de 1832). En 1832 recibió la denominación de Colegio de Minería. También se le llamó Colegio de la Vir tud Peruana. Un oficio del ministro Manuel Ferrero con fecha de 5 de agosto de 1835 reveló que vicios existentes allí obligaron a cerrarlo; y aprobó las medidas tomadas por el Prefecto de Junín con la finalidad de implantar mejoras en él.

PIURA.- Las rentas del convento supreso de La Merced, las de las capillas del mismo convento, las capellanías de que era patrono el Municipio de Piura y otras formaron en 1826 la base para la planificación del Colegio del Carmen de esa ciudad con cuyo nombre ya existía una casa desde más de cuarenta años atrás. Luego fue designado este plantel como Colegio de San Miguel. La ley de 20 de dicembre de 1829, promulgada el 7 de setiembre de 1831, oficializó la erección con la renta de los conventos supresos de la provincia. Parece que funcionó en 1833 bajo la dirección de José Lamas. Debió ser un hecho transitorio, pues se instaló el 30 de agosto de 1835 bajo la dirección del presbítero Pedro Vargas Machuca. Le fue otorgado un reglamento especial con fecha 17 de octubre de 1837. Fue reabier to por decreto de 9 de agosto de 1845 que lo llamó San Miguel como si se tratara de un hecho bien conocido.

Fundada el 8 de agosto de 1821 por encargo de José de San Martín, se erigió por ley del año siguiente en el local del Colegio de Caciques. Las primeras colecciones fueron donadas por altos representantes del clero e intelectuales. En 1823 fue incendiada tras la ocupación de las fuerzas realistas de Canterac. El hecho se repitió en 1881, cuando fue saqueada e incendiada por las tropas chilenas durante la Guerra del Pacífico, y en 1943 de manera accidental. En esta fotografía podemos observar el repositorio de libros del antiguo local.

CHACHAPOYAS.- El Congreso mandó establecer, mediante la ley de 22 de enero de 1830, el Colegio de Ciencias y Artes de San Juan de La Libertad en la ciudad de Chachapoyas. Entre sus considerandos, dicha ley tuvo uno muy honroso, pues expresó que deseaba "perpetuar la gloriosa batalla que se dio el 6 de junio de 1821 en la ciudad capital de aquella provincia (se refería a la de Higos-Urco) a cuyo triunfo se debe en gran parte la libertad del Perú y compensar en alguna manera a sus habitantes los importantes ser vicios que prestaron en 1824 el ejército libertador". Manifestó también que, establecido el colegio, a él podría acudir no solo la juventud de Chachapoyas, sino también la de Jaén, Maynas y Pataz. Quedaron destinados para fondos del nuevo plantel las rentas de los conventos supresos de San Francisco y La Merced de la provincia, y las cantidades impuestas en la Tesorería de Tabacos de la misma ciudad de que habían hecho sesión los interesados a favor de este establecimiento. El local debía ser el del convento supreso de La Merced. Los alumnos debían vestir el traje de los carolinos de Lima.

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Primeras aulas. A pesar de que en 1822 se dispuso la obligatoriedad de la enseñanza primaria en todos los conventos de la República, llegado el año 1840 solo cumplían con esta disposición los conventos de San Agustín, San Francisco y Santo Domingo. Los dos últimos aparecen aquí en un dibujo del alemán Juan Mauricio Rugendas (1802 -1858).

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período 1

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El Colegio de San Juan de La Liber tad no llegó a funcionar de inmediato; y, por decreto de 23 de diciembre de 1844, pasó a integrar el Seminario Conciliar a cargo del obispo de Chachapoyas erigido el 25 de enero de 1838.

CAJAMARCA.- Los vecinos de Cajamarca iniciaron gestiones para que pudiera ser abierto un colegio en esa ciudad desde 1823. Por ley de 12 de noviembre de 1829 llegó a ser erigido el establecimiento educacional llamado primero "Colegio Central de Ar tes y Ciencias" en el convento supreso de la Recolección Franciscana, después de adjudicársele todas sus fábricas, derechos e iglesias; y se le señalaron, además, la renta de los demás conventos que se suprimieron en 1826 en la mencionada ciudad. Quedó instalado solemnemente el 8 de setiembre de 1831 bajo la dirección de Diego Zavala y Barrantes, uno de los tesoneros propulsores de la obra desde 1823. Agregáronse al mismo establecimiento los terrenos baldíos del pueblo de San Jorge (ley de 22 de octubre de 1832). En 1833 fue nombrado subdirector José Gálvez Paz, que ocupó la dirección en 1838. Lo reemplazó ese mismo año José Matute. Een 1842 figuró como director Manuel García.

HUANCAVELICA.- El origen del Colegio de la Victoria de Ayacucho en Huancavelica está en la ley de 16 de julio de 1831. Se le asignó el local del convento supreso de San Francisco y las rentas de este y de los conventos igualmente supresos en la misma villa. Fueron dotadas solo tres cátedras: gramática castellana y latina, filosofía, matemáticas, y mineralogía. El colegio principió sus labores desde el 17 de marzo de 1833, siendo su primer director Manuel Patricio Fernández.

TRUJILLO.- En esta ciudad funcionaba desde 1625 el Colegio y Seminario Conciliar de San Carlos y San Marcelo. Por decreto de 6 de octubre de 1831 el Gobierno le aplicó las rentas de los conventos supresos de San Agustín, La Merced y Santo Domingo. En julio de 1837 se dispusó que dicho establecimiento corriera a cargo del obispo.

LAMBAYEQUE.- Los bienes de los conventos supresos de Saña fueron adjudicados por decreto de 1826 a un colegio de ciencias y ar tes en la ciudad de Lambayeque; pero la ley de 17 de enero de 1833 las afectó al que mandó establecer en Chiclayo con la renta adicional del superávit de las capellanías de jure devoluto fundadas en la misma villa. Ninguna de estas disposiciones fue cumplida.

LOS VECINOS DE CAjAMARCA INICIARON GESTIONES PARA qUE PUDIERA SER AbIERTO UN COLEGIO EN ESA CIUDAD DESDE 1823. POR LEY DE 12 DE NOVIEMbRE DE 1829 LLEGÓ A SER ERIGIDO EL ESTAbLECIMIENTO EDUCACIONAL LLAMADO PRIMERO ‘COLEGIO CENTRAL DE ARTES Y CIENCIAS’ EN EL CONVENTO SUPRESO DE LA RECOLECCIÓN FRANCISCANA (...).

AYACUCHO.- La Universidad y Seminario funcionó como colegio, reunido con este. Algunos han confundido el Colegio de Ayacucho con el de la Victoria de Ayacucho erigido en Huancavelica por ley de 16 de julio de 1831. HUANCAYO.- La ley de 17 de enero de 1840 dispuso que se fundarían en el Convictorio de San Carlos de Lima, tres becas costeadas por el Estado para otros tantos jóvenes pobres de la ciudad de Huancayo e igual número de ellas para tres niñas de la misma ciudad en igual condición en el Colegio de Educandas capitalino. Ordenó también la creación de un aula de gramática castellana y latina en Huancayo y varias escuelas de primeras letras en los distritos. Para

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ENERO 1845 [ perú ]

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SE ESTRENA LA ObRA ñA CATITA, DEL ESCRITOR Y DRAMATURGO MANUEL ASCENCIO SEGURA. DIVIDIDA EN TRES ACTOS, ESTA ObRA COSTUMbRISTA TUVO GRAN ACEPTACIÓN DEL PúbLICO. SU AUTOR, SIN EMbARGO, NO qUEDÓ SATISFECHO CON EL RESULTADO Y LA MODIFICÓ PARA AñADIRLE UN ACTO MáS. FUE REESTRENADA EN SU VERSIÓN FINAL EN 1856.

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PERÍODO 1

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hacerlas funcionar aplicó las rentas enumeradas a continuación: los productos de pontazgo de los puentes de Concepción y Chongos, deducida la pensión que el último reconocía a la iglesia; el ramo de arbitrios en toda la provincia deducida la parte correspondiente a la iglesia de Huancayo y gastos de policía; y los derechos por el sello de collos, varas y pesas antes llamados fondos municipales.

[ VI ] LOS ESTUDIANTES POBRES Y LOS PROVINCIANOS.- La resolución de 14 de enero de 1828 hizo extensivos a todos los colegios de la República los dos decretos del Congreso Constituyente expedidos en enero de 1823 concernientes a la distribución y concesión de grados a los estudiantes pobres en los colegios de San Carlos, Santo Toribio y la Independencia. Becas para provincianos quedaron establecidas en el Colegio de Maternidad o en el de la Independencia o Medicina de Lima (17 de julio de 1840). Al Colegio de San Carlos, que gozaba la pensión antes abonada por la hacienda de San Juan de Cóndor al Colegio del Príncipe, fueron asignadas cuatro becas para hijos de la villa de Pisco.

LAS UNIVERSIDADES DE PROVINCIAS.- En Trujillo se instaló el 12 de octubre de 1831 la universidad fundada por Bolívar por decreto de 10 de mayo de 1824. Su nombre fue entonces de Santo Tomás y Santa Rosa. Su primer rector fue Carlos Pedemonte. Se le asignó como local el del Colegio y Seminario de San Carlos. En 1840 tenía cátedras de teología, leyes y cánones, medicina y anatomía y artes. La Universidad del Gran Padre de San Agustín de Arequipa quedó erigida por decreto prefectural el 2 de junio de 1827, expedido por Antonio Gutiérrez de la Fuente. Se instaló con pompa el 11 de noviembre de 1828. El decreto de 6 de mayo de 1835 expedido por Orbegoso aprobó esta fundación y concedió los mismos privilegios que la Universidad de San Marcos, a la institución, sus individuos y sus grados y títulos. La constitución de la Universidad de Arequipa fue fundada por una comisión nombrada por el claustro el 18 de mayo de 1835 y aprobada por decreto dictatorial de 13 de junio del mismo año. Según dicha Constitución, la Universidad se componía de un rector, un vicerrector, un secretario y un tesorero y de una junta económica integrada por cinco individuos, una junta de correción y un fiscal, elegidos todos por los doctores matriculados en dicho establecimiento. Sus ingresos provenían de las rentas del extinguido convento de Agustinos y de lo que pagaban los aspirantes a títulos universitarios. Inició sus labores en 1838 bajo el rectorado de José Fernádez Dávila. En 1840 tenía 86 doctores, un licenciado, 85 bachilleres y 2 bedeles. Cuando empezaron las labores en 1838, los catedráticos fueron los del Colegio de la Independencia Americana. La Universidad no suministró, pues inicialmente, la instrucción superior; y limitó sus actividades a conferir grados de bachiller, licenciado y doctor, previo examen. Establecimiento cultural notable de Arequipa continuó siendo la Academia Lauretana de Ciencias y Artes, fundada por su Municipalidad en 1821 con cátedras de varias Facultades. Al establecerse el Colegio de la Independencia Americana, los maestros de la Academia pasaron a ocupar sus cátedras. Cedió ella, además, provisionalmente, todas sus rentas al colegio con la condición de que éste sostuviese a la academia; pero, al no cumplirse esa condición, entró poco después un receso. La academia, cuando funcionaba, otorgaba certificados a los estudiantes; los que habían seguido las materias de jurisprudencia y medicina necesitaban solo ese comprobante sin pagar derechos para ejercer la profesión (resolución de 27 de setiembre de 1827). Este privilegio fue ampliado a quienes cursaban cirugía (resolución de 15 de junio de 1829). Después de varios años de receso, la academia llegó a ser restaurada en 1844.

Lo que fue el Colegio de San Carlos para la Universidad de San Marcos de Lima fue en Arequipa el Colegio de la Independencia Americana durante muchos años para la Universidad de Gran Padre de San Agustín. Los doctores de la antigua Universidad de San Antonio Abad del Cuzco, cuya facultad de conferir grados y de enseñar leyes y cánones había sido suprimida en 1816, fueron incorporados al claustro del Colegio de Ciencias y Artes que en 1826 tomó fugazmente el nombre de Universidad de San Simón. Esta funcionó hasta comienzos de 1828 y desapareció cuando la Universidad de San Antonio Abad vino a ser restituida al Colegio de San Antonio por ley de 11 de junio de 1828. La universidad y el seminario se volvieron así a asociar, separándose ella del Colegio de Ciencias y Artes. La Universidad de San Cristóbal de Huamanga continuó bajo la denominación de Colegio Seminario y Universidad de San Cristóbal, dentro de un solo establecimiento de acuerdo con el decreto del Consejo de Gobierno de 14 de noviembre de 1825.

[ VII ] LA BIBLIOTECA NACIONAL Y OTROS ESTABLECIMIENTOS.- Para el fomento de la Biblioteca Nacional, erigida, como ya se ha indicado, desde 1822, se dispuso que le fuera asignado el 3% del avalúo de todos los libros que se introdujeran en el país (15 de junio de 1830). Este decreto fue ratificado en el Reglamento de Comercio de 1833. Por decreto de 14 de febrero de 1840 quedó erigida una junta conser vadora que era, a la vez, inspectora y de super vigilancia de la Biblioteca. En noviembre de 1841 este establecimiento tenía 26.300 libros y 430 manuscritos y había aumentado un salón, mejorando además el de la lectura. Los libros (dice Tschudi) eran en su mayor parte antiguos, de valor histórico y religioso; las obras nuevas escaseaban. Ejercía el cargo de bibliotecario don Juan Coello. Las horas de lectura eran de ocho de la mañana a una de la tarde y de cuatro a seis de la tarde. El Museo Nacional, organizado en el local del Espíritu Santo por decreto de Luis José de Orbegoso fechado el 3 de julio de 1836, se inauguró el 9 de junio de ese mismo año. Los litógrafos J. Dedé y G. Duchase fueron adscritos a él para propagar este arte (22 de diciembre de 1838). En noviembre de 1840 fue trasladado a unos salones en el ángulo izquierdo de la Biblioteca Nacional. Prosperaba gracias a las donaciones que le hacían personas amantes de la historia natural y nacional. Gamarra dictó el 1° de marzo de 1841 un decreto sobre conservación, engrandecimiento y reglamentación del Museo Nacional. En dos salones fronteros a la entrada del Museo quedó situada la Academia de Dibujo que existía desde los días del Virreinato en el Colegio de Medicina. Su director en 1841 era Ignacio Merino y el ayudante Francisco Laso. El 1° de marzo de 1841 se estableció en Lima la Biblioteca Inglesa, lugar destinado a proporcionar en él la lectura de periódicos extranjeros, especialmente ingleses, franceses y españoles y las obras modernas más estimadas de comercio y literatura mediante una suscripción. Ya desde julio de 1835 funcionaba el salón de comercio para los mercaderes extranjeros. La Sociedad de Agricultura quedó establecida por decreto de 3 de diciembre de 1840 y se compuso de treinta labradores del departamento.

EL 1ºª° DE MARzO DE 1841 SE ESTAbLECIÓ EN LIMA LA bIbLIOTECA INGLESA, LUGAR DESTINADO A PROPORCIONAR EN éL LA LECTURA DE PERIÓDICOS ExTRANjEROS, ESPECIALMENTE INGLESES, FRANCESES Y ESPAñOLES Y LAS ObRAS MODERNAS MáS ESTIMADAS DE COMERCIO Y LITERATURA MEDIANTE UNA SUSCRIPCIÓN.

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PRIMER PERÍODO SEGUNDO PERÍODO TERCER PERÍODO CUARTO PERÍODO QUINTO PERÍODO SEXTO PERÍODO SÉPTIMO PERÍODO OCTAVO PERÍODO ADENDA APÉNDICE GENERAL

LA EPOCA FUNDACIONAL DE LA REPÚBLICA [1828-1842] LA FALAZ PROSPERIDAD DEL GUANO [1842-1866] LA CRISIS ECONÓMICA Y HACENDARIA ANTERIOR A LA GUERRA CON CHILE [1864-1878] LA GUERRA CON CHILE [1879-1883] EL COMIENZO DE LA RECONSTRUCCIÓN [1884-1895] LA REPÚBLICA ARISTOCRÁTICA [1895-1919] EL ONCENIO [1919-1930] EL COMIENZO DE LA IRRUPCIÓN DE LAS MASAS ORGANIZADAS EN LA POLÍTICA [1930-1933] BREVES NOTAS RELACIONADAS CON LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA ENTRE 1895-1933 LOS RESULTADOS DE LA EXPERIENCIA HISTÓRICA PERUANA Y LAS PERSPECTIVAS ABIERTAS EN EL SIGLO XX

La falaz prosperidad del guano [1842-1866] ^[ segundo período ]

[ tomo 3 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 1 ● I Las gran­des ex­por­ta­cio­ nes del gua­no en su fa­se ini­cial. El mar del Pe­rú ● Las aves gua­ne­ras ● Ubi­ca­ción del gua­no ● La his­to­ria an­te­rior del gua­ no ● El arren­da­mien­to de los ya­ci­mien­ tos del gua­no a Qui­rós y su anu­la­ción ● La so­cie­dad en­tre el Es­ta­do y Qui­rósAllier ● El ter­cer con­tra­to con Qui­rós y sus so­cios ● Las in­cer­ti­dum­bres en el ne­ go­cio del gua­no ● La pró­rro­ga del con­ tra­to del gua­no por un año has­ta 1847 ● Dos con­tra­tos me­no­res y uno anu­la­do ● El con­tra­to de con­sig­na­ción del gua­ no de ju­lio de 1847 y el em­prés­ti­to de 700 mil pe­sos por la Ca­sa Mon­ta­né ● El

em­prés­ti­to pa­ra el pa­go de suel­dos y pen­sio­nes y el con­tra­to de con­sig­na­ cio­nes del gua­no de di­ciem­bre de 1847. Cre­cien­te im­por­tan­cia de la Ca­sa Gibbs ● El de­re­cho de la co­mu­ni­dad de Pu­qui­ na so­bre el gua­no de las is­las al nor­te de Ilo ● El con­tra­to de la con­ver­sión de bo­ nos de la deu­da ex­ter­na y de con­sig­na­ cio­nes del gua­no por la Ca­sa Gibbs en ene­ro de 1849 y la re­co­men­da­ción del Le­gis­la­ti­vo en pro de con­tra­tos me­jo­res y a fa­vor de los hi­jos del país ● Re­su­men so­bre la ex­plo­ta­ción del gua­no ● El em­ prés­ti­to de oc­tu­bre de 1849 pa­ra pa­go de suel­dos y pen­sio­nes y el con­tra­to al

res­pec­to con Gibbs y Mon­ta­né ● El con­ tra­to de em­prés­ti­to de ma­yo de 1850 con las ca­sas Gibbs y Mon­ta­né por 384 mil pe­sos ● El con­tra­to de em­prés­ti­to de ma­yo de 1850 con la Ca­sa Gibbs por 800 mil pe­sos ● La pró­rro­ga de la con­sig­na­ ción a la Ca­sa Gibbs en ma­yo de 1850 por cin­co años ● La ser­vi­dum­bre del Es­ ta­do an­te la Ca­sa Gibbs en abril de 1851 ● El con­tra­to de con­sig­na­ción na­cio­nal del gua­no a Es­ta­dos Uni­dos en oc­tu­ bre de 1850. La ine­xis­ten­cia de gran­des ca­pi­ta­les pe­rua­nos pa­ra el ne­go­cio del gua­no en sus co­mien­zos ● El car­guío del gua­no. Las con­di­cio­nes de tra­ba­jo.

EL RÁPIDO AUMENTO DE LOS INGRESOS Y LOS EGRESOS DEL ESTADO Y SU RELACIÓN CON LA PLUTOCRACIA COSTEÑA (1842-1864)

1[ ]

CAPÍTULO

L

[I] aS GRaNDES EXpoRtacIoNES DEl GuaNo EN Su FaSE INIcIal. El MaR DEl pERÚ.Dentro de la vastedad del océano Pacífico, el llamado "Mar Peruano" o "del Perú" tiene sus particulares características dentro de complejos fenómenos geográficos, biológicos y de otra especie. La corriente que se desplaza hacia el norte fue inicialmente llamada "Corriente de Humboldt" aunque este mismo sabio no quiso aceptar tal denominación porque, según afirmó, se trataba de un hecho "conocido desde hace trescientos años por todos los muchachos pescadores desde Chile hasta Paita", y se confesó que él se había limitado, apenas, a ser el primero que midió la temperatura del agua. Hoy el nombre oficial es el de "Corriente Peruana". Humboldt señaló la baja temperatura del mar bajo los efectos de dicho fenómeno cuyo origen creyó estuviera en el estrecho de Magallanes y destacó su gran influencia sobre el clima fresco del litoral, tan cercano a las cordilleras cubiertas de nieve. Investigaciones más detalladas condujeron, ya en 1875 y 1891, a señalar al afloramiento de las aguas en la costa como la explicación cabal del nivel de dicha temperatura; y, entre 1928 y 1936, ya ella había sido comprobada. No obstante, en fechas muy posteriores, manuales y textos escolares peruanos repitieron la hipótesis obsoleta. Ahora se distingue entre la Corriente Costera del Perú, la Corriente Oceánica del Perú, las grandes masas de aguas que se mueven a niveles subsuperficiales y las corrientes verticales que se conocen como afloramientos. La presencia de las aguas templadas de la Corriente Costera bordeadas al norte y al oeste por aguas cálidas de diverso origen, reúne a la fauna propia de aquella con una fauna tropical; a ello se agrega una diversificación de tipo biológico. Es así como surge una variedad y una cantidad extraordinaria de poblaciones de peces. Una misión norteamericana identificó en 1941, 261 especies de ellos. El Instituto del Mar posee ahora una colección de 603; y no oculta su certeza de que han de sumarse otras en el futuro. Una lista sistemática de cada una ha sido presentada por Jorge Sánchez Romero en el segundo volumen del magnífico primer tomo de la Historia marítima del Perú.

laS aVES GuaNERaS.- En grandes unidades, diversas aves tienen en común una vida más gregaria en unas especies que en otras y la alimentación en el mar a base de la pesca está acompañada del uso total o parcial de sus excrementos para la construcción de sus nidos. Este tipo de excremento fue llamado "huano" por los indígenas y hoy recibe el nombre de guano. Humboldt se equivocó en sus ideas acerca de los pájaros que lo producían. También Raimondi ofreció en 1856 una lista errónea de ellos. Hoy las aves guaneras son tres: a) El guanay (Phalacrotorax bougainvilli) conocido también en el Perú como "patillo" y en Chile como "pato de mar", "patoyeco" y "cholo" b) El piquero (Sula variagata) c) El camanay (Sula neuboxxi)

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 1 ]

Una cuarta especie deja una cantidad reducida de guano cuya explotación ofrece el pelícano llamado alcatraz en el Perú y Chile y "huajache" al norte de Antofagasta. En el pasado, otras aves tuvieron seguramente importancia en la elaboración del guano; pingüinos, patuyuncos y, en mayor escala que ahora, alcatraces. La expansión del guanay empezó durante el siglo XX bajo los auspicios de una inteligente política de la Compañía Administradora del Guano. Edwin Schweigger, hombre de ciencia alemán con quien el Perú tiene una deuda no cancelada, describe en su libro El litoral peruano, una de las producciones fundamentales de nuestro siglo XX (2ª edición, Lima, Universidad Nacional Federico Villarreal, 1964, lamentablemente demasiado modesta) a cada uno de los tres personajes contemporáneos que se menciona más arriba. El guanay (dice y estamos glosando muy sumariamente muchas páginas de Schweigger, aquí y en los párrafos siguientes) se para con el cuerpo erecto, al igual que el pingüino; tiene cuello y pico largos; y su dorso hállase cubierto por plumas de color negrusco hasta un oscuro azulado de acero. Su piel, a diferencia de otros cormoranes, es desnuda, de color verde alrededor del ojo y está rodeada por otra piel roja sin plumas. Vuela en grandes bandadas. El piquero, visto desde lejos, se parece a una gaviota. Recibe su nombre porque, al divisar los cardúmenes, se lanza al agua con pico y cuello estirados que hacen recordar al arma llamada pica. Por lo general, vuela en agrupaciones más pequeñas que los guanayes, y, a veces, uno o más se insertan en las bandadas de este. Con su nombre apareció mencionado, por vez primera, por Jorge Juan y Ulloa. Investigaciones hechas en 1920 encontraron que es el productor típico del guano para la región al sur del Callao. Muy semejante al Sula variagata en el plumaje, el camanay tiene, en cambio, picos y patas azules y prefiere anidar en las islas de Lobos. "El guanay (y volvemos a Schweigger) hace la impresión de ser un animal bastante nervioso y excitable; el piquero encanta por la gracia de todos sus movimientos y, especialmente, por la elegancia que emplea en su caza". Pero el alcatraz, de menor talla que sus congéneres, se caracteriza por su pico y cuello largos y una bolsa membranosa en la parte inferior de la boca. Dobla el cuello en forma de "S" y su pico descansa sobre el pecho junto con este. Diríase que exhibe no solo pompa y dignidad sino también desprecio a los demás. Pero, como productor del guano, es de menor importancia, un plebeyo. Robert Cushman Murphy que tanto y tan bien trabajó al servicio de la extinta Compañía del Guano, en un libro sobre los pájaros de las islas del Perú, lo llamó, sin duda injustamente, el más tímido y el más estúpido de los productores de guano. Garcilaso de la Vega otorgó el nombre de "alcatraz" al guanay. Los vientos moderados y de dirección poco variable, la ausencia de lluvias y la acción periódica de los rayos solares contribuyeron a que, desde tiempo inmemorial, quedarán depositados en las pequeñas islas desérticas y rocosas y en ciertos parajes de la costa misma, sobre todo en el sur, los excrementos de estas aves como una masa terrosa de costra blancuzca y olor amoniacal dentro de un espesor que podría ser muy voluminoso. Esto es el guano. Se ha calculado que dicha sustancia acumulada en las islas, creció 20 milímetros por año, 2 metros por siglo. Hacia 1840 debe haber alcanzado más de 6 millones de toneladas.

LOS vIENTOS MODERADOS Y DE DIRECCIÓN POCO vARIAbLE, LA AUSENCIA DE LLUvIAS Y LA ACCIÓN PERIÓDICA DE LOS RAYOS SOLARES CONTRIbUYERON A qUE (…) qUEDARAN DEPOSITADOS EN LAS PEqUEÑAS ISLAS DESéRTICAS (…) LOS ExCREMENTOS DE ESTAS AvES COMO UNA MASA TERROSA DE COSTRA bLANCUzCA Y OLOR AMONIACAL DENTRO DE UN ESPESOR qUE PODRíA SER MUY vOLUMINOSO. ESTO ES EL GUANO.

uBIcacIÓN DEl GuaNo.- El decreto del 7 de mayo de 1852 señaló los lugares que entonces eran depósitos de guano y fijó la jurisdicción a la que hallábanse sujetos, de acuerdo con el sistema administrativo imperante, hoy, a veces, distinto: - La isla de Lobos, próxima a una punta correspondiente al distrito de Paita, provincia de Piura, a los 5° 13’ de latitud. - La isla de Lobos de Tierra y sus adyacentes en el distrito de Lambayeque, provincia de Lambayeque, a los 6° 27’ Sur.

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 2

141

alEXaNDER VoN HuMBolDt (1769-1859)

El científico alemán llegó en 1799 a américa con un permiso del rey español carlos IV para hacer estudios en geografía, botánica y zoología en todo el continente. En 1804, de vuelta en Europa e instalado en la ciudad de parís (Francia), inició la redacción de un libro con sus descubrimientos. Entre los más importantes están el sistema de corrientes del océano pacífico, el uso medicinal de la quinina y el uso del guano como fertilizante, entre otros.

- La isla de Lobos de Afuera en el distrito de Eten, provincia de Trujillo. Ambas hállanse a los 6° 57’ Sur próximas al borde de la plataforma continental: la primera a 11 kilómetros de tierra y 90 kilómetros al oeste de Eten la segunda. - La isla de Malahigo (Macabí?) en el distrito de Paiján, provincia de Trujillo. Está a 9 kilómetros de la costa, al suroeste de Malabrigo. - Las islas Guañape en el distrito de Virú, provincia de Trujillo. Hállanse a 96 kilómetros más al sur, a 15 kilómetros de tierra. - Las islas de Santa y las islas del Terror en el distrito de Santa, provincia de Santa. Están al norte de Cosico. - Las islas de Don Martín, Mazorca y Pelado en el distrito de Huacho, provincia de Chancay. Don Martín ubícase a muy corta distancia de la ribera continental. Mazorca pertenece a un grupo de islas y roquerías que va desde la Punta Lachay hasta ella, a 12 kilómetros mar adentro. A otros doce kilómetros, Pelado, isla escarpada, integra el llamado Grupo Huaura. - Las islas de Pescadores y de Ancón en el distrito de Carabayllo, provincia de Lima. Hoy se les considera como miembros del grupo Pescadores dentro del que es conspicua la isla Grande, 63 kilómetros al oeste del Callao. Muy cerca de la plataforma continental, con unos pocos metros sobre el mar, está la isla denominada Hormigas de Afuera acompañada por islotes y roquerías. - Las tres islas de Chincha llamadas Norte, Centro y Sur con los más grandes depósitos de guano cuya altura ha sido calculada en 50 metros, formaban un distrito separado bajo la autoridad de un gobernador. Hállanse al norte de la península de Paracas; y entre ellas y a dicho lugar pertenece el grupo de Ballestas que el decreto ignoró. Para el cuidado de las mencionadas islas fueron destinados guardas y ordenose la construcción de barreras para ellos y de botes o de lanchas para su enlace con la costa. Además, existía guano en: - El depósito de Pabellón de Pica, ya en tierra firme, en Tarapacá y los otros lugares de esta zona (entre ellos Chipana, Marajos, Guanillos, Punta de Lobos, Patache, Chucumate). La isla llamada Iquique hoy integrante del puerto de ese nombre y la del Alacrán en Arica fueron mencionadas como guaneras ya por Cieza de León. - Los depósitos de la bahía de la Independencia. - La zona situada al norte de Ilo de la que, conforme el decreto de 1° de febrero de 1848, la comunidad de Puquina podía extraer el abono que necesitaba para sus tierras y de ningún modo para venderlo. - Los pequeños depósitos en la costa de Tambo a Islay, de antigua propiedad privada. - Varias islas e islotes del litoral. - Varias bahías, puntas, caletas, ensenadas y quebradas. Hubo también guano en el litoral boliviano, en Antofagasta y Mejillones, y en Tocopilla (Chile); pero no fue explotado.

la HIStoRIa aNtERIoR DEl GuaNo.- Durante mucho tiempo, hasta más o menos el año 750 a. C. la lluvia debió lavar el guano y la costa peruana ofreció características tropicales. Después de esa fecha aproximada, la colonización de las islas de Chincha y de otras por las aves debe haberse iniciado entre los siglos VII y VI a. C. ya no borrado de las rocas sino adherido a ellas. Los iniciadores de esta obra debieron ser los alcatraces que toleraron con más facilidad que sus colegas el clima tropicalizado. Los guanajes (según Schweigger) anidaron en la pamapa, encima de la roca viva, después de que piqueros, pingüinos y patoyuncos taladraron las galerías en este material firme pero blando. El aumento de su número fue explosivo; pero cuando vinieron los contratistas y los obreros en el laboreo del abono olvidaron todo respeto a la necesidad de no perturbar a los guanayes durante la anidación y la cría de polluelos y pichones, en violación del decreto que será citado después.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 1 ]

[1]

[2]

EN El aNtIGuo pERÚ. las representaciones de aves marinas que nos han legado los antiguos peruanos demuestran la importancia que tuvo en su tiempo el uso del guano como fertilizante en las labores agrícolas. aquí vemos algunos ejemplos del arte cerámico de las culturas Moche (1 y 2) y Nazca (3), ambas de la costa peruana.

[3]

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 2

143

EL GUANO DE LAS ISLAS El redescubrimiento de sus propiedades y su comercialización produjo una breve bonanza económica. ¿Qué es el guano? Es un abono de origen orgánico formado por las deyecciones de las aves marinas, depositado en las islas, los islotes y las puntas del litoral. En su composición intervienen también las plumas, cadáveres de aves y arena. Los antiguos peruanos Conocían las propiedades del guano. Según el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), los incas tenían una política de protección a las aves y de distribución equitativa de este producto.

Principales zonas guaneras

Isla Lobos de Tierra Isla Lobos de Afuera Islas Guañape Isla Santa

Alexander von Humboldt (1769-1859) Hacia 1802, el destacado científico alemán recogió las primeras muestras de este fertilizante natural y las envió a Francia para su análisis, dando a conocer sus valiosas propiedades a la comunidad científica internacional.

P E R Ú

Isla Mazorca Isla Ancón

Islas de Chincha Bahía de la Independencia

Las aves guaneras Proliferaron en las islas y penínsulas de la costa peruana, lugares que utilizaban para descanso y reproducción, gracias a la escasez de depredadores.

Pelícano o alcatraz (Pelecanus thagus) Islay Gran bolsa gular

Ilo

Guanay (Phalacrocorax bougainvillii) Pico córneo 127 cm

60 cm

Cabeza, cuello y dorso negros con brillos verdosos o azulados

Patas apizarradas

Piquero (Sula variegata) Lomo y cola pardos moteados con blanco

Patas de color gris azulado 70 cm Camanay (Sula nebouxi) Lomo y cola pardos moteados con blanco

70 cm

Patas azules

Patas rosadas Fuentes: Jorge Basadre, Historia de la República del Perú (1822-1933) / Compañia Administradora del Guano Limitada, El guano de las islas.

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período 2

[ capítulo 1 ]

Según cálculos que hizo el arqueólogo norteamericano George Kubler, en 1948 con unos artefactos hallados en las islas de Chincha en 1853, debe haber tenido la primera capa de guano encima de la roca viva entonces, la edad de 2.235 años; había sido depositada, pues, durante los siglos V-IV a. C. En otro experimento con una muestra del fertilizante que apareció sepultado debajo de una capa de arena de, poco más o menos, un metro de espesor, el isótopo C-14 señaló una edad de más de 1.900 años, o sea el comienzo de la era cristiana. Otro arqueólogo norteamericano, Julius Bird, halló guano debajo de una capa gruesa de basurales, dejados por una civilización precerámica en Pichales, la zona de Pisagua, con una antigüedad de más de 3.200 años a. C. Garcilaso narra, al mencionar los islotes despoblados, que ellos "de lejos parecen los montones de estiércol puntas de alguna Sierra Nevada" y que los incas vigilaban a las aves hasta el extremo de que "al tiempo de la cría a nadie era lícito entrar en las islas so pena de la vida; porque no los asombrasen y echaran de sus nidos. Tampoco era lícito matarlos en ningún tiempo, dentro ni fuera de la islas, so la misma pena". Dice a continuación: "Cada isla estaba, por orden del Inca, señalada para tal o cual provincia, y si la isla era grande la daban a dos o tres provincias. Poníanles mojones para que los de una isla no se entrasen en el distrito de la otra; y, repartiéndola más en particular, daban con el mismo límite a cada pueblo su parte y a cada vecino la suya tanteando la cantidad de estiércol que había menester: y so pena de muerte, no podía el vecino de un pueblo tomar estiércol del término ajeno; porque era hurto, ni de su mismo término podía sacar más de la cantidad que le estaba tasada conforme a sus tierras que le era bastante, y la demasía la castigaban por el desacato. Ahora, en estos tiempos, se gasta de otra manera. Es aquel estiércol de los pájaros de mucha fertilidad". Hasta aquí Garcilaso. Considerando el abono entre los bienes comunes, los propietarios de tierras sacaron de las islas, sin más gravamen que los gastos de extracción, la cantidad que necesitaban para el cultivo. Después de que se inició la exportación a Europa, no perdió aquél su calidad de bien común en todo aquello que pareciera necesario para la agricultura del país. Fue clasificado como uno de los bienes nacionales; ya que donde se le encontrara debía ser propiedad del Estado. Los descubridores no podían solicitar que se les amparase en la posesión de los fertilizantes por ellos descubiertos; y la Ordenanza de Minería no era aplicable a estos casos (decretos de 22 de febrero y 30 de abril de 1842). Decretos recibidos con indiferencia o hilaridad prohibieron cazar o matar pájaros y tomar sus nidadas o polluelos. A los infractores de esta disposición se les amenazó con la multa de un peso en favor del denunciante por cada pájaro, huevo o polluelo que se matare o tomase (decretos de 21 de marzo de 1842 y 1° de agosto de 1845). Los guardas de las islas debían vigilar sobre el cumplimiento de estas teóricas medidas preventivas (decreto de 11 de febrero de 1845). El mismo ordenamiento prohibió hacer tiros en las islas y en los buques. El guano para consumo interno se extrajo, generalmente, de modo gratuito. En algunos lugares, sin embargo, hubo costumbre de pagar una gabela en el sitio de la descarga. Para un impuesto de medio real por cada fanega de esta clase, desembarcada por la caleta de Ancón, se ordenó que fuera rematado en la provincia de Chancay, previos los requisitos legales. Un guarda especial, destacado por el administrador de la Aduana del Callao, tenía como misión la vigilancia de aquella costa (decretos de 3 de diciembre de 1847 y 27 de marzo de 1848). Humboldt se llevó algunas muestras de guano en 1802, y ellas fueron analizadas. En 1827, en una de las admirables colaboraciones en la revista Memorial de Ciencias Naturales que editara junto con Nicolás de Piérola Flores, Mariano Eduardo de Rivero exaltó su importancia. Solo hacia 1840, el barón de Liebig llegó a demostrar las excelencias que poseía como fertilizante de la tierra, pues un quintal tenía sustancias minerales suficientes para producir más de 25 quintales de cualquier cereal. Otros nombres vinculados a la historia del guano son los de Alejandro Cochet, Tomás Way y Carlos Barroilhet. El francés Cochet vivió en 1840 en Tarapacá, extrajo amoníaco y ácido úrico del guano y publicó en 1841 un folleto sobre su importancia. Más tarde, el heredero de Cochet, un

SEGúN CÁLCULOS qUE hIzO EL ARqUEÓLOGO NORTEAMERICANO GEORGE kUbLER, EN 1948 CON UNOS ARTEfACTOS hALLADOS EN LAS ISLAS DE ChINChA EN 1853, DEbE hAbER TENIDO LA PRIMERA CAPA DE GUANO ENCIMA DE LA ROCA vIvA ENTONCES, LA EDAD DE 2.235 AÑOS; hAbíA SIDO DEPOSITADA, PUES DURANTE LOS SIGLOS v-Iv A. C.

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 2

145

El pREcIo DEl GuaNo la gran acogida del guano como fertilizante motivó una gran subida de precios entre 1846 y mediados de 1847, como se ve a continuación. la producción, en tanto, aumentó en ese período de 36 mil toneladas a más de 96 mil. año pREcIo/toNElaDa 1846 £ 8,5 1847 (inicios) £ 9,0 1847 (abril) £ 10,0 £ = libras esterlinas

hijo ilegítimo, reclamó contra el Gobierno peruano invocando una ley que daba a su descubridor un tercio de cualquier propiedad del Estado que fuese descubierta. Esta demanda llegó a influir sobre la mediación norteamericana durante la guerra del Pacífico en 1881. Way estudió la aplicación del fertilizante y su trabajo fue traducido por Mateo Paz Soldán. Barroilhet, también francés, presentó reclamos durante mucho tiempo; afirmó haber sido el primero en propagar las cualidades de este producto y ser el intermediario en el despacho de algunos sacos a Francia por la Casa Montané; y, además, severamente, denunció a los consignatarios.

El aRRENDaMIENto DE loS YacIMIENtoS DE GuaNo a QuIRÓS Y Su aNulacIÓN.- Con fecha 23 de julio de 1830, se declaró que la extracción del guano era libre de derechos, para favorecer a la agricultura. Durante el gobierno de Gamarra, cuando era Castilla ministro de Hacienda, según cuenta Valdivia en Revoluciones de Arequipa, hizo encargos a varias personas para que catearan en el interior del territorio nacional en busca de "minas de guano como el de las islas de Chincha". Este dato revela absoluta ignorancia sobre el origen del abono, a la vez que preocupación nacional. Francisco Quirós obtuvo que el Estado le diera en arrendamiento, por el plazo de seis años, los yacimientos de guano en las islas descubiertas de propiedad del Estado y en aquellas por descubrir, para el envío de este abono al extranjero, con el pago de la modesta cantidad de 10.000 pesos al año y con un adelanto de 40.000 pesos, 1.500 de los cuales fueron entregados en dinero y el resto en certificados de la deuda de la Casa de Moneda. Los buques nacionales debían continuar libremente extrayendo el abono para proveer a las haciendas y labradores del país (10 de noviembre de 1840). La resolución del 4 de diciembre de 1840 prorrogó este contrato por tres años más sobre los seis forzosos ya convenidos. El guano embarcado en el verano europeo de 1841 alcanzó tan altos precios en Inglaterra (un promedio de 18 libras esterlinas por tonelada) que el Consejo de Estado hizo una representación al Poder Ejecutivo. La Corte Suprema conoció del expediente y el Gobierno anuló el contrato que había suscrito; ordenó el reconocimiento de las islas por peritos; y pidió las propuestas de quienes quisieran especular con el abono (27 de noviembre de 1841). Quirós llegó a embarcar 6.125 toneladas en 23 barcos. En Londres se llegó a vender ulteriormente el guano a un precio que fluctuó entre 24 y 28 libras esterlinas, o sea de 120 a 140 pesos por tonelada, o sea fue incrementado su valor inicial con una utilidad de cuatro veces la suma pagada al Gobierno.

la SocIEDaD ENtRE El EStaDo Y QuIRÓS-allIER.- Entre noviembre de 1841 y marzo de 1842 se puso en práctica la política de considerar el guano como propiedad fiscal; y el Estado, en relación con su expendio, asumió el papel de no ser ya quien otorgaba la licencia para un negocio, sino el del propietario de un factor de producción. Como solo se presentaron para tratar con él Quirós y su socio Aquiles Allier (cuyo agente en Inglaterra era la Casa Mayers-Bland de Liverpool) obtuvieron a su favor la resolución de 8 de diciembre de 1841. Fue el segundo convenio de exportación de guano, únicamente de las islas de Chincha, por el plazo de un año prorrogable a cuatro más, debiendo corresponder al Estado en el primer año el 64% de las ganancias después de deducidos los gastos, en efectivo y no en papeles. Este porcentaje llegaba a las dos terceras partes en los años siguientes. Quirós renunció a todo derecho a los 40 mil pesos que había adelantado en el primer contrato; y, con Allier, se comprometió a entregar, dentro del plazo de cinco meses, 287 mil pesos a cuenta de las utilidades futuras. Como no existía entonces en el Perú quien pudiese proveer a Quirós y Allier de los fondos que necesitaban para la nueva empresa, ellos fueron suministrados por la Casa de Liverpool Mayers Bland.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 1 ]

El encargado de negocios británico Belford Hinton Wilson presentó el reclamo de los tenedores de bonos de la deuda inglesa para la cancelación de esta. El 15 de enero de 1842 les fue prometido este pago mediante el depósito en el Banco de Inglaterra de la mitad de los productos netos de la venta del guano que correspondiera al Estado. Así se enlazó esta con la deuda externa.

El tERcER coNtRato coN QuIRÓS Y SuS SocIoS.- Un mes más tarde, el 16 de febrero de 1842, un tercer contrato anuló el de diciembre de 1841 y estableció una sociedad entre el Estado y un grupo de interesados en el guano: el binomio Quirós-Allier más las oficinas de Lima correspondientes a dos firmas extranjeras que eran Puymirol y Poumaroux de Francia, Gibbs y Crawley de Inglaterra y Pedro Candamo. La cantidad de guano por exportar ascendió a 120 mil toneladas en cinco años, sacadas de las islas y de los demás lugares que lo produjeran. También quedó dispuesto que el Estado pudiese recibir en pago la mitad en plata y la mitad en créditos reconocidos de la deuda nacional tanto interna como externa; y aumentó el adelanto hecho por los favorecidos a la cantidad de 487 mil pesos, con la obligación de ellos de formular propuestas para el ferrocarril de Lima al Callao y de invertir en él 100 mil pesos de cuenta del Estado. Del producto de las ventas del guano debían deducirse los gastos, incluyendo las comisiones, y repartirse las tres cuartas partes de las utilidades para el Estado y una cuarta parte para los contratistas. La exportación quedó autorizada hasta el 17 de diciembre de 1846. El decreto de 10 de mayo de 1842 prohibió la extracción de guano para el extranjero de otros depósitos que no fueran las islas de Chincha. La figura jurídica en el contrato de febrero de 1842 y en la negociación anterior era la de una compañía en la cual el Estado aportaba el guano como capital (cuyo valor calculó el contrato de febrero de 1842 en 30 pesos por cada tonelada de registro) y los otros socios daban su industria y su trabajo y hacían por cuenta de la empresa el adelanto de todos los gastos de la explotación del producto y los demás que ocasionaran sus labores como los de embarque, seguros, fletes, comisión de fletamentos de buques, venta y otros, tanto en el Perú como en los mercados de expendio. De dichos adelantos debían reembolsarse los contratistas con el producto de la operación. Se trataba de la venta de una propiedad fiscal sobre la base de una comisión y de una participación en las utilidades, actuando Quirós y sus socios como consignatarios del propietario, es decir del Estado, abrumado entonces por el déficit en sus entradas habituales y por los compromisos provenientes de la deuda nacional. En relación con el pago de la deuda inglesa, el contrato de febrero de 1842 estipuló que el Estado peruano aceptaría la mitad de la porción que le correspondía hasta 30 pesos en los papeles de dicha deuda y de la interna, adquiridos por los contratantes al precio del mercado y entregados al precio nominal. Fue para los acreedores un retroceso comparado con el decreto de enero; mas el Gobierno británico no protestó por consideración a las casas Gibbs y Mayers Bland. Varios denunciantes de guano se presentaron en el mismo mes de febrero de 1842; pero sus solicitudes fueron rechazadas dentro del concepto de que el Estado era propietario de esa sustancia a donde quiera que se encontrase (22 de febrero y 30 de abril de 1842). Un decreto supremo reglamentó la extracción y venta de ella para proveer a la agricultura nacional en buques que forzosamente debían ser nacionales; y prohibió la caza o la muerte de pájaros en las islas guaneras (21 de marzo de 1842).

ENTRE NOvIEMbRE DE 1841 Y MARzO DE 1842 SE PUSO EN PRÁCTICA LA POLíTICA DE CONSIDERAR EL GUANO COMO PROPIEDAD fISCAL; Y EL ESTADO, EN RELACIÓN CON SU ExPENDIO, ASUMIÓ EL PAPEL DE NO SER YA qUIEN OTORGAbA LA LICENCIA PARA UN NEGOCIO, SINO EL DEL PROPIETARIO DE UN fACTOR DE PRODUCCIÓN.

laS INcERtIDuMBRES EN El NEGocIo DEl GuaNo.- Surgieron grandes dificultades para este negocio nuevo en el mercado europeo. Después de cotizarse la tonelada de guano en una cantidad variable entre 25 y 18 libras esterlinas en 1841, bajó a 15, 10 y aun menos en 1842.

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 2

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[ 1847 dIcIembre 23 ] El EMpRéStIto EN El coNGRESo. El 23 de diciembre de 1847, El comercio informó a la opinión pública sobre la aprobación de la cámara de Senadores del empréstito realizado por el Gobierno con los agentes del guano. cabe resaltar que la aprobación no fue unánime sino solo por mayoría. Siguiendo con la cobertura, El comercio afirmó cinco días más tarde que: "a cambio de ello [del empréstito] ha dado el privilegio de administrar el guano, a quienes han otorgado el préstamo, por 18 meses más. Este asunto, que se ha visto en lucha constante contra el tiempo, ha merecido críticas y también alabanzas".

Algunos de los primeros cargamentos enviados a Europa fueron echados al agua por su fetidez. Otras veces el fertilizante quemó las plantaciones. No bastaba con probar sus virtudes ante los agricultores europeos. Creyeron ellos durante algún tiempo, hacia 1845, que la competencia del abono que provenía de la costa del suroeste de África (Ichaboe) y de Patagonia y que inundó por algún tiempo el mercado, dificultaría adicionalmente la venta de los cargamentos peruanos que tenían que hacer un viaje costoso y largo y porque tomaron en cuenta, sobre todo, lo bajo del precio y sin valorizar su calidad inferior, le dieron preferencia. No se sabía bien todavía que el producto del Perú era insuperable no solo por su calidad, por la cantidad de los depósitos y por la facilidad de su extracción, sino por la ausencia de lluvia en esta zona de la costa sur del Pacífico. Los contratistas y las casas interesadas en el negocio en Inglaterra hicieron intensa campaña para darlo a conocer y para introducirlo en el consumo. El guano de Ichaboe desapareció del mercado. La Casa Gibbs mantuvo su firmeza y confianza, a pesar de todo, en el negocio. El año 1847 puede ser señalado como el de comienzos en el apogeo de este tráfico. El guano peruano puesto en subasta ante los consumidores en Inglaterra obtuvo el precio de 8,5 libras esterlinas por tonelada en 1846; a principios de 1847 subió a 9 libras esterlinas la tonelada y en abril de ese año a 10, o sea 50 pesos peruanos.

la pRÓRRoGa DEl coNtRato DEl GuaNo poR uN año HaSta 1847.- El ministro de Hacienda Manuel del Río se dirigió al Congreso de 1845 para indicar la necesidad de entrar en nuevos arreglos con los consignatarios en 1842 con el objeto de prorrogar su contrato que debía terminar, como se ha dicho, el 17 de diciembre de 1846 y de obtener otro adelanto con el fin de atender a las penurias del Tesoro y de invertir una parte en la compra de azogue de que carecía la minería. El Congreso se limitó a dar al Gobierno la autorización para negociar un empréstito de 200 mil pesos (5 de febrero de 1846). Al día siguiente el Gobierno pactó con los mismos consignatarios la prórroga por un año más del arreglo existente con ellos, hasta el 17 de diciembre de 1846. Al mismo tiempo, obtuvo un adelanto de 300 mil pesos en tres armadas que debía ser reembolsado después de cubiertos los anteriores con los fondos pertenecientes al Estado en la negociación del guano; el interés fue fijado en el 0,5% mensual al rebatir. Según un cuadro presentado en 1849, en virtud del mencionado arreglo fue exportada hasta el 1° de junio de ese año la cantidad de 117.760 toneladas de registro que dieron 154.533 toneladas efectivas con una utilidad para el Fisco de 2.232.922 pesos.

DoS coNtRatoS MENoRES Y uNo aNulaDo.- Vinieron en seguida dos contratos menores y uno que fue anulado. El primero de aquellos fue el del préstamo de 36 mil pesos en dinero hecho por don José Canevaro para la compra del bergantín austríaco Jiovanna, construido para ser armado en guerra, a cambio del derecho de exportar guano cuando concluyera el contrato vigente (6 de febrero de 1847). Características análogas tuvo el arreglo hecho por el ministro del Perú en Estados Unidos con Pedro Blanco y Cía., para pagarle 57.516 pesos con intereses por el saldo del precio del vapor Rímac (10 de junio de 1847). El contrato anulado fue el empréstito de 500 mil libras esterlinas, a cambio de 200 mil toneladas de guano, celebrado por el ministro en Londres Juan Manuel Iturregui con las firmas Cotesworth, Powel y Prior y John Schneider y Cía., en relación con la necesidad de obtener fondos con qué subvenir a los gastos del servicio público, repeler la proyectada agresión del general Flores y defender la integridad nacional (16 de marzo de 1847). El Gobierno adujo en su contra diversas razones de dignidad y de conveniencia y sostuvo que había en dicho pacto lesión enormísima originada por el precio fijado para el guano, así como por la diferencia de peso y de valor entre

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 1 ]

aves gua­ne­ras. Son cua­tro las es­pe­cies de aves pro­duc­to­ras de gua­no: pe­lí­ca­nos, pi­que­ros, ca­ma­na­yes y gua­na­yes co­mo los que ve­mos en es­ta fo­to­gra­fía. Es­ta ave (Pha­la­cro­co­rax bou­gain­vi­llií) tie­ne pi­co y dor­so de co­lor ne­gro, ca­be­za y cue­llo de co­lor azul ver­do­so y el pe­cho blan­co. Pro­ve­nien­tes de los ma­res an­tár­ti­cos, es­ta­ble­cen sus co­lo­nias en las zo­nas cos­te­ras com­pren­di­das en­tre Val­di­via (Chi­le) y el gol­fo de Gua­ya­quil (Ecua­dor).

[ capítulo 1 ] período 2

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laS EXpoRtacIoNES DE GuaNo ENtRE 1841 Y 1851 El comercio del guano fue incrementándose cuantitativamente a partir de la década de 1840. Esta exportación permitió al Estado peruano obtener grandes ganancias. año

toNElaDaS MétRIcaS 1841 8.085 1842 23.441 1843 2.617 1844 27.189 1845 24.701 1846 36.914 1847 96.724 1848 107.356 1849 151.621 1850 185.724 1851 262.739 Fuente: Heraclio Bonilla, El perú entre la Independencia y la guerra con chile.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 1 ]

las toneladas según sus medidas antiguas y presentes. Sin embargo, como los contratistas habían anticipado 20 mil libras esterlinas o sea 100 mil pesos, se consignó guano a beneficio de ellos para el pago correspondiente (10 de mayo de 1847).

El coNtRato DE coNSIGNacIÓN DEl GuaNo DE JulIo DE 1847 Y El EMpRéStIto DE 700 MIl pESoS poR la caSa MoNtaNé.- El Gobierno necesitó con urgencia, a mediados de 1847, fondos para el pago de crecidas cantidades adeudadas por reclamos internacionales que comprometían el crédito y el honor de la nación y para atender a su defensa y su seguridad, e intentó en vano varios recursos, entre ellos el de hacer un préstamo con el comercio nacional que fracasó por la falta de capitales de este. El Congreso y el Consejo de Estado le habían investido de las autorizaciones necesarias para efectuar operaciones de crédito. Por fin, con fecha 13 de julio de 1847, aceptó la propuesta de empréstito de 600 mil pesos en dinero y 100 mil en créditos de la deuda nacional, o sea de 700 mil pesos en total, presentada por la Casa francesa de Miguel Montané, comprometiéndose a girar a su favor libranzas a cargo de los consignatarios en la negociación del guano, que debían cubrir dichas libranzas en Inglaterra. Otro decreto de la misma fecha otorgó a las casas Gibbs y Cía., Quirós, Allier y Cía., Puymirol Poumaroux la consignación de 40 mil toneladas de guano para pagar con su producto las libranzas dadas a Montané.

El EMpRéStIto paRa El paGo DE SuElDoS Y pENSIoNES Y El coNtRato DE coNSIGNacIoNES DEl GuaNo DE DIcIEMBRE DE 1847. cREcIENtE IMpoRtaNcIa DE la caSa GIBBS.- La situación fiscal se presentó a fines de 1847 con caracteres pavorosos. Los empleados y pensionistas civiles y militares hallábanse impagos en gran parte de sus haberes pertenecientes a los meses anteriores. Las entradas con que contaba el Erario no eran bastantes para cubrir los gastos. El encargado de negocios norteamericano John Randolph Clay creyó que el Gobierno iba a caer. La ley promulgada el 30 de octubre de 1847 autorizó al Ejecutivo a tomar todas las medidas que creyera necesarias para pagar los sueldos y pensiones pasados y próximos, inclusive un empréstito que hipotecara "los sobrantes de los fondos de arbitrios y de extracción de pastas"; y si estos ramos no eran suficientes (agregaba la ley textualmente) "podrán vender hasta 20 mil toneladas de guano sin prorrogar los contratos vigentes". Otra ley, promulgada el 6 de diciembre, autorizó, con el mismo objeto, ampliamente "al Poder Ejecutivo para levantar un empréstito por la suma de 850 mil pesos, abriendo crédito sobre los bienes y fondos nacionales y tomando todos los arbitrios posibles, a excepción del de prorrogar la contrata del guano". Las casas Gibbs y Cía. y Montané y Cía. presentaron una propuesta en la que se comprometieron a hacer el adelanto de la cantidad mencionada en dinero efectivo, a cambio de la exclusiva para exportar de las islas de Chincha, en el plazo de dieciocho meses que debía empezar el 18 de junio de 1848, a los mercados extranjeros, 100 mil toneladas de guano que quedaron hipotecadas, sin menoscabo de los derechos concedidos por contratos anteriores vigentes. El abono del producto líquido de las ventas del guano debía ser por los contratistas al Gobierno peruano cuando lo recibieran, entregando tres cuartas partes de ese producto líquido en dinero efectivo y una cuarta parte (ya no la mitad como en 1842) en documentos de la deuda nacional interna y externa. El interés sobre la suma adelantada era 1% mensual al rebatir, rebajándose su valor del importe que correspondía al Estado en plata con el producto de las ventas efectuadas. Esta propuesta fue aceptada por el Gobierno el 22 de diciembre de 1847, previa constancia de que no se había podido celebrar ningún otro contrato que proporcionara los medios

necesarios para llenar de diferente modo los compromisos del Erario a pesar de las diferentes invitaciones y diligencias que al efecto fueron hechas. El Congreso prestó su aprobación a dicho arreglo por resolución legislativa promulgada el 24 de diciembre, a pesar de que la ley de 6 de diciembre de 1847 había puesto (según ya se ha visto) como condición del empréstito que no se fuera a la prórroga de la contrata del guano. Fue así como, al amparo de las graves penurias del Estado, y contra los propósitos e indicaciones del Congreso, se fue asentando el dañino sistema de las consignaciones a base de adelantos y de préstamos. El arreglo con las casas Gibbs y Montané, facilitado por el señuelo de una entrega inmediata de dinero al Erario, implicó, de hecho, el afianzamiento de la situación que los consignatarios habían obtenido. Ambas casas lograron obtener la concesión para exportar guano a los mercados extranjeros. A fines de1847, pues, la exportación y venta del guano se regía por los contratos celebrados en julio del mismo año con Quirós, Allier y Cía., Gibbs y Puymirol Poumaroux y Cía., por 40 mil toneladas (a esta última casa la sustituyó Montané y Cía.); y en diciembre con Gibbs y Montané por 100 mil toneladas. Además tenían vigencia los compromisos de poca monta contraídos para pagar a José Canevaro, a Blanco y Cía. y a los prestamistas que adelantaron 20 mil libras esterlinas en Inglaterra.

El DEREcHo DE la coMuNIDaD DE puQuINa SoBRE El GuaNo DE laS ISlaS DEl NoRtE DE Ilo.- Este derecho hállase mencionado en una resolución del ministro de Gobierno, José Dávila Condemarín, fechada el 1° de febrero de 1848. Al aludir a él lo ratifica. Sin embargo, como habíase efectuado, en fecha 9 de noviembre de 1846, ante el Subprefecto de Moquegua, el remate de una parte del guano adquirido por la comunidad con el objeto de abonar los haberes del preceptor de la escuela de Coalaque, dicha operación fue declarada nula. El fundamento para tan drástica medida estuvo en el principio de que la comunidad hallábase incapacitada para negociar con el guano que extrajera y de que debía continuar en esa situación. El mismo decreto ordenó que la Beneficencia de Tacna pagara el sueldo mencionado. Fue una medida dictada con la finalidad de asegurar que fuera debidamente empleado el producto de las mencionadas islas.

El coNtRato DE la coNVERSIÓN DE BoNoS DE la DEuDa EXtERNa Y DE coNSIGNacIoNES DEl GuaNo poR la caSa GIBBS EN ENERo DE 1849 Y la REcoMENDacIÓN DEl lEGISlatIVo EN pRo DE coNtRatoS MEJoRES Y a FaVoR DE loS HIJoS DEl paíS.- La presión insistente y enérgica de los tenedores de bonos y del Gobierno

EL ARREGLO CON LAS CASAS GIbbS Y MONTANé, fACILITADO POR EL SEÑUELO DE UNA ENTREGA INMEDIATA DE DINERO AL ERARIO, IMPLICÓ, DE hEChO, EL AfIANzAMIENTO DE LA SITUACIÓN qUE LOS CONSIGNATARIOS hAbíAN ObTENIDO. AMbAS CASAS LOGRARON ObTENER LA CONCESIÓN PARA ExPORTAR GUANO A LOS MERCADOS ExTRANjEROS.

inglés, así como las gestiones de algunos especuladores, contribuyeron, como se indica en párrafos posteriores de este mismo capítulo, a que se buscara la manera de liquidar la deuda externa. Formó parte del arreglo para la conversión de los bonos mencionados la contrata hecha con la Casa Antonio Gibbs e hijos el 4 de enero de 1849 para que recibiera a consignación, es decir para que vendiese por cuenta del Estado peruano a cambio de comisiones, todo el guano que se extrajera o se permitiese extraer de todas las islas guaneras del Perú para cualquier parte de Europa desde el 18 de diciembre de 1849 hasta el 19 de diciembre de 1851, con excepción solamente del que fuera remitido directamente a Francia para el consumo de aquel país. La mencionada casa se comprometió a entregar la mitad del producto neto del guano vendido en el Reino Unido, destinándolo al pago de los intereses de los bonos emitidos en la conversión que paralelamente había quedado arreglada. El contrato con la Casa Antonio Gibbs e hijos fue firmado por el ministro Joaquín José de Osma en Londres el 4 de enero de 1849 y aprobado por el Gobierno el 12 de marzo del mismo

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 2

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El tesoro del Perú Depositado por las aves desde tiempos inmemoriales en las islas de la costa peruana, el guano se convirtió en un insospechado recurso para la exportación y provecho de los gobiernos de mediados del siglo XIX.

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período 2

[ capítulo 1 ]

L

a na­tu­ra­le­za vi­no al res­ca­te del Pe­rú y fi­nan­ció el fu­tu­ro "éxi­to" de los go­bier­nos de Cas­ti­lla. Las frías tem­pe­ra­tu­ras del mar pe­rua­no lle­van con­si­go una gran can­ti­dad de res­tos de plan­tas (el fi­to­planc­ton) que ali­men­tan una gran can­ti­dad de pe­ces y los pe­ces, a su vez, atraen un con­si­ de­ra­ble nú­me­ro de aves. Es­tas aves vi­ven per­ma­nen­te­men­te en el li­to­ral, aun­que rea­li­zan mi­gra­cio­nes anua­les de nor­te a sur en pro­cu­ra de su ali­ men­to: la an­cho­ve­ta. Las más im­por­ tan­tes de ellas fue­ron el gua­nay (pro­ du­ce el 70% de gua­no y el de me­jor ca­li­dad), el pi­que­ro (pro­du­ce en­tre el 25 y 27%) y el pe­lí­ca­no o al­ca­traz (del 3 al 5%). Hay otras es­pe­cies de aves ma­ri­nas pe­ro las tres in­di­ca­das brin­ dan el 99% del abo­no re­co­lec­ta­do.

gua­ nay, por ejem­ plo, na­ da y bu­ cea por lap­sos lar­gos pa­ra cap­tu­rar sus pre­sas y nor­mal­men­te pro­du­ce, a lo lar­go de su vi­da, de 11 a 12 ki­los de gua­no di­rec­ta­men­te apro­ve­cha­ble, ade­más del que de­yec­ta al mar, don­de fe­cun­da al fi­to­planc­ton, ba­se de la ca­de­na tró­fi­ca ma­ri­na. De es­ta for­ma, el gua­no acu­mu­la­do en las is­las cre­ció 20 mi­ lí­ me­ tros al año, 2 me­ tros por si­glo. Los ya­ci­mien­tos más ri­cos se en­con­tra­ban en las is­las Chin­cha (son tres), den­sa­men­te po­bla­das por gua­ na­yes y, en me­nor nú­me­ro, por al­ca­ tra­ces y pi­que­ros. En 1853, un in­for­me cal­cu­ló que so­lo en la is­la de Chin­cha Nor­te exis­tían al­re­de­dor de 4 mi­llo­nes de to­ne­la­das de gua­no, pro­du­cien­do acu­mu­la­cio­nes de has­ta 30 me­tros de al­tu­ra.

Los vien­tos mo­de­ra­dos y de di­rec­ción po­co va­ria­ble, la au­sen­cia de llu­vias y la ac­ción pe­rió­di­ca de los ra­yos so­la­res con­tri­bu­ye­ron a que, des­de tiem­po in­me­mo­rial, que­da­ran acu­mu­la­dos en los is­lo­tes des­ha­bi­ta­dos y ro­co­sos y en cier­tos pa­ra­jes del li­to­ral los ex­cre­ men­tos de las aves co­mo una ma­sa te­rro­sa de cos­tra blan­cuz­ca y olor amo­nia­cal, con un es­pe­sor va­ria­ble que po­día ser muy gran­de. El gua­no o hua­nu te­nía una al­ta con­cen­tra­ción de ele­men­tos quí­mi­cos. Se tra­ta­ba, sin lu­gar a du­das, del me­jor fer­ti­li­zan­te na­tu­ral que la hu­ma­ni­dad co­no­cía. Los es­tu­dios cal­cu­la­ron que ca­da ave de­po­si­ta­ba co­mo pro­me­dio 18 gra­ mos de ex­c re­m en­t o al día. El

Co­no­ci­do por los in­cas y re­des­cu­bier­ ro­ pa de la Re­ vo­ lu­ ción to por la Eu­ In­dus­trial, el gua­no se hi­zo fa­mo­so en el Vie­jo Mun­do. En 1841 lle­gó el pri­ mer car­ga­men­to a Li­ver­pool (In­gla­te­ rra). Su ex­por­ta­ción se hi­zo po­si­ble en vir­tud de la gran de­man­da de Nor­tea­ mé­ri­ca y Eu­ro­pa por ele­var la pro­duc­ ción agrí­co­la, de­bi­do a su cre­ci­mien­to de­mo­grá­fi­co. Con es­ta inu­sual bo­nan­ za, el Pe­rú po­día re­cu­pe­rar el tiem­po per­di­do: atraer la in­ver­sión e ini­ciar una vas­ta po­lí­ti­ca de obras pú­bli­cas pa­ra mo­der­ni­zar al país. De es­ta ma­ne­ ra se ini­ció un cre­ci­mien­to orien­ta­do a la ex­por­ta­ción y un pe­río­do de apa­ ren­te pros­pe­ri­dad apro­ve­cha­do por el cas­ti­llis­mo.

año y por el Congreso el 6 de noviembre de 1849. Así como en diciembre de 1847 el Poder Legislativo autorizó el empréstito de 850 mil pesos abriendo créditos sobre los bienes y fondos nacionales y tomando todos los arbitrios posibles a excepción del de prorrogar la contrata del guano, así también en noviembre de 1849, al aprobar el contrato Osma-Gibbs sobre consignación y que implicaba, por cierto, una prórroga del sistema existente, resolvió que se provocara en el mundo por medio de los agentes y cónsules una consignación que sea más económica concluida la presente, o el remate por asiento u otro medio de expender el guano más provechoso para la nación, dando siempre la preferencia a los hijos del país". Esta resolución legislativa tuvo mucha importancia en el debate suscitado en 1869 alrededor del contrato Dreyfus.

RESuMEN SoBRE la EXplotacIÓN DEl GuaNo.- Cuando se inició la explotación del guano en gran escala en 1840, se optó por el arriendo de los depósitos del abono en un contrato caracterizado por la ignorancia y la imprevisión. Las ganancias rápidas y excesivas de los arrendadores suscitaron un reclamo del Consejo de Estado y el contrato fue vetado por los tribunales y declarado nulo por el Gobierno. Vino, en seguida, el ensayo de las ventas en sociedad; pero choques de intereses individuales las eliminaron. Surgió después el sistema de las consignaciones cuyo primer contrato fue celebrado en febrero de 1842. Mediante dicho sistema se encargó a ciertas casas de comercio residentes en el extranjero, y principalmente en Europa, la venta del guano en esos mercados. Los consignatarios quedaron obligados a fletar buques por cuenta del Gobierno del Perú y remitirlos a las islas de Chincha para que efectuaran el respectivo cargamento y a recibir a estos en los lugares de venta para expenderlos al mejor precio posible. De dicho precio salían todos los gastos de conducción y el premio estipulado con los consignatarios, quedando en poder de ellos el sobrante del valor de las ventas para entregarlo en Europa o en Lima de acuerdo con las órdenes impartidas por el Gobierno. Este negocio se complicó por la frecuencia de los empréstitos que los consignatarios hacían a la caja fiscal, presionados por el Gobierno. Durante una larga etapa la Casa Gibbs y Cía. tuvo prácticamente el monopolio de las consignaciones. La oposición a ellas ya se manifestó en la resolución de 6 de noviembre de 1849 por la cual el Congreso ordenó que el Ejecutivo provocase en el mundo, por medio de sus cónsules u otros agentes, una consignación más económica que la de aquella empresa, concluida que fuera esta; o el remate por asiento u otro medio de expender el guano más provechoso a la nación; "dando siempre preferencia a los hijos del país". Es decir, se hizo un llamamiento a un capitalismo nacional que no existía. Sin embargo, en realidad, como se verá después, confirmó el dominio del sistema de las consignaciones en 1850, 1852 y 1853. Si bien quedaron recortados los privilegios de la Casa Gibbs, fueron ampliados los mercados y aparecieron varias casas de comercio también extranjeras en este pingüe negocio.

CUANDO SE INICIÓ LA ExPLOTACIÓN DE GUANO EN GRAN ESCALA EN 1840, SE OPTÓ POR EL ARRIENDO DE LOS DEPÓSITOS DEL AbONO EN UN CONTRATO CARACTERIzADO POR LA IGNORANCIA Y LA IMPREvISIÓN.

El EMpRéStIto DE octuBRE DE 1849 paRa paGo DE SuElDoS Y pENSIoNES Y El coNtRato al RESpEcto coN GIBBS Y MoNtaNé.- Los apuros del Erario, la urgencia de atender a necesidades inmediatas, los compromisos ya contraídos, los intereses creados fueron una traba para la acción del Estado en lo concerniente al guano y lo rodearon con una malla envolvente. La ley promulgada el 1° de agosto de 1849 autorizó un empréstito con hipoteca del guano hasta por 400 mil pesos a fin de pagar sueldos y pensiones legales. Guillermo Gibbs y Cía. y Montané y Cía. efectuaron dicho empréstito por contrato aprobado el 20 de octubre del mismo año y entregaron 400 mil pesos al contado, más 72 mil pesos en créditos reconocidos de la deuda interna, quedando afectada hasta cubrir la suma antedicha la mitad del producto de todo el guano que se vendiera en el Reino Unido de la

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 2

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(...) EL MINISTRO PERUANO EN LONDRES, jOAqUíN jOSé DE OSMA, EN USO DE LA AUTORIzACIÓN qUE SE LE hAbíA TRANSMITIDO PARA ESTE CASO, PRORROGÓ A LA CASA ANTONIO GIbbS, TAMbIéN CON fEChA 16 DE MAYO DE 1850, LA CONSIGNACIÓN DEL GUANO EN INGLATERRA Y DEMÁS PUNTOS DE EUROPA, ExCEPTO fRANCIA Y ESPAÑA, POR CINCO AÑOS (...)

Gran Bretaña y el producto total del que se expor tase para otros puntos de Europa, con excepción de Francia. Si en el plazo de 18 meses no eran reintegrados a los contratistas los 472 mil pesos, con el 1% o el 1,5% de interés mensual, según el lugar donde se hiciera el pago, correría un interés del 5% al año sobre el saldo por abonar. El Congreso aprobó este arreglo con fecha 11 de octubre de 1849.

El coNtRato DE EMpRéStIto DE MaYo DE 1850 coN laS caSaS GIBBS Y MoNtaNé poR 384 MIl pESoS.- Por ley dada el 25 de enero de 1850 que no llegó a ser promulgada, el Gobierno fue autorizado a contratar un empréstito de 384 mil pesos y otro de 800 mil pesos con "la calidad de que no ha de prorrogarse el sistema de consignación actual". Esta cláusula fue suprimida por una resolución legislativa a pedido del Ejecutivo (27 de febrero). Bajo el amparo de dicha supresión fue celebrado el 3 de mayo de 1850 un empréstito de 384 mil pesos con las casas Guillermo Gibbs y Montané con 6% anual de interés hipotecando a favor de ellas 25 mil toneladas de guano de las islas de Chincha.

El coNtRato DE EMpRéStIto DE MaYo DE 1850 coN la caSa GIBBS poR 800 MIl pESoS.- Otro contrato de 800 mil pesos al 5% de interés anual fue celebrado en Londres por el ministro Joaquín José de Osma con la Casa Antonio Gibbs; dicho arreglo englobó el anterior (16 de mayo). Se obligó ella a hacer el anticipo de 500 mil pesos provenientes del guano por cuenta de lo votado para los gastos ordinarios del presupuesto y también se comprometió a abonar con fondos de la misma procedencia los 120 mil pesos que una ley especial había asignado a la caja de consolidación de la deuda interna. Estos no eran los únicos adelantos hechos por los prestamistas. También había otros por contratos anteriores y que no habían sido reembolsados. El texto del contrato del 16 de mayo de 1850 no llegó a ser publicado.

la pRÓRRoGa DE la coNSIGNacIÓN a la caSa GIBBS EN MaYo DE 1850 poR cINco añoS.- Dentro de las antedichas circunstancias el ministro peruano en Londres, Joaquín José de Osma, en uso de la autorización que se le había transmitido para este caso, prorrogó a la Casa Antonio Gibbs, también con fecha 16 de mayo de 1850, la consignación del guano en Inglaterra y demás puntos de Europa, excepto Francia y España, por cinco años contados desde diciembre de 1850, fecha en que concluía el contrato de consignación celebrado con dicha casa el 4 de enero de 1849. Quedó ella extendida así hasta diciembre de 1855. Se estipuló que los consignatarios no cargarían más que el 3,5% por toda comisión por venta, garantía o corretaje. El Gobierno, sobre la base de que la prórroga mencionada estaba arreglada a la ley autoritativa de 25 de enero, la aprobó con fecha 13 de julio de 1850. La operación, llevada en la forma aquí indicada, se realizó paralelamente a otra que se efectuó con capitalistas nacionales, según se verá en seguida.

la SERVIDuMBRE DEl EStaDo aNtE la caSa GIBBS EN aBRIl DE 1851.- Narra Echenique en sus memorias que, cuando asumió la Presidencia de la República en abril de 1851, solo existían en la Caja Fiscal 46.653 pesos consistentes, en su mayor parte, en documentos por cobrarse, de los que no era posible disponer de inmediato: y agrega que a los empleados no se les abonan sus haberes desde marzo. Existían de otro lado (sigue narrando) una deuda a la Casa Gibbs elevada a más de un millón de pesos en adelantos sobre las ventas del guano, así como otras acreencias contra el Tesoro no cubiertas. Ya era un hecho consumado el acuerdo suscrito en

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 1 ]

Las islas de Chincha. En este grupo de tres islas, ubicado frente al puerto de Pisco (Ica), se explotó la mayor cantidad de guano durante el período que va entre 1830 y 1870. Debido a su riqueza, fue blanco de ataques en dos oportunidades: por una escuadra española en 1865 y por la armada chilena durante la guerra del Pacífico.

[ capítulo 1 ] período 2

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JoSé DáVIla coNDEMaRíN (1799-1882)

1849 según el cual, desde el año 1852, debían empezar a satisfacerse los intereses de la deuda arreglada con Chile e Inglaterra así como el pago del interés por la consolidación de la deuda interna cuyo reconocimiento estaba peligrosamente abierto.

El coNtRato DE coNSIGNacIÓN NacIoNal DEl GuaNo a EStaDoS uNIDoS EN octuBRE DE 1850. la INEXIStENcIa DE GRaNDES capItalES pERuaNoS paRa El NEGocIo DEl GuaNo EN SuS coMIENZoS.- El 4 de octubre de 1850 fue suscrito con un

político trujillano que fue ministro de Relaciones Exteriores en cuatro oportunidades, desde 1843 y 1845. Fungió también como ministro de Gobierno, Instrucción pública y Beneficencia desde 1847 a 1849. Dávila fue quien promovió la adopción de estampillas y sellos postales en la oficina de correos. asimismo fue rector de la universidad Mayor de San Marcos entre 1854 y 1857.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 1 ]

grupo nacional de Lima, integrado por Felipe y Federico Barreda, Julián de Zaracondegui, Nicolás Rodrigo y otros comerciantes, un contrato de consignación del guano por diez años para Norteamérica, Francia, España, Brasil, las Antillas y China, mercados que no abarcaba la Casa Gibbs. Los nuevos contratistas, con los que parecía diseñarse una orientación distinta en los negocios del guano, quedaron autorizados para exportar una cantidad fija anual de este producto señalada por el Gobierno y para ofrecer participación en el convenio a cualquier comerciante peruano establecido en el país. En noviembre de 1850 el Gobierno decretó que serían exclusivamente de la cuenta y riesgo de las personas anteriormente mencionadas las responsabilidades en que pudieran incurrir los que tomasen también parte en el negocio. Se formó en 1851 en Lima una Sociedad Consignataria del Guano que, al no reunir capital suficiente, entregó al Estado todos sus derechos; excepto los de Estados Unidos, reducidos de diez a cinco años (22 de agosto de 1851). Así las exportaciones del abono a los demás lugares cuyos contratos no habían sido otorgados volvieron a consignatarios extranjeros, y quedó en evidencia que faltaban entonces capitales nacionales que pudieran afrontar los fuertes costos y adelantos que el tráfico con el fertilizante demandaba.

El caRGuío DEl GuaNo. laS coNDIcIoNES DE tRaBaJo.- Según uno de los cálculos hechos, el guano exportado llegó a las cifras siguientes: Hasta 1849: 154.533 toneladas Hasta 1850: 140.700 toneladas Hasta 1851: 199.045 toneladas

El precio máximo de venta en 1851 fue de 28 pesos 2 5/8 reales por tonelada de registro y el de 21 pesos 1 1/4 reales por tonelada efectiva. El régimen de las consignaciones prosiguió en los años siguientes con una alteración: después de 1860, capitalistas nacionales tuvieron actuación primordial dentro de él. Los yacimientos que fueron utilizados primero se hallaban, según ya se ha dicho, en las islas de Chincha, cuyo fondeadero es algo abierto; pero como nunca hay vientos fuertes, se está seguro con cualquier tiempo y hay 15 o 20 brazas de agua. El aspecto de estas islas ha sido comparado con el de grandes quesos oscuros, de los que fuesen cortándose pedazos sucesivos. Era una faena penosa la de hacer dichos cortes y llevar el abono a los barcos de vela destinados al carguío. El laboreo fue hecho con presos, desertores, negros esclavos y unos pocos obreros asalariados, algunos de ellos chilenos. Llegarían a unos doscientos y su trabajo consistía en excavar el producto hasta unas grandes tolvas emplazadas sobre los acantilados desde donde mediante canaletas llegaba directamente a las bodegas de los barcos o a los botes de ellos. El salario se relacionaba con el número de carreras diarias. Estos miserables trabajadores recibían sus alimentos de la empresa y estaba prohibido el uso del alcohol; pero de contrabando lo recibían de Pisco. En 1849 el Gobierno celebró contrato con Domingo Elías para que extrajera el guano y lo colocase en los barcos de los consignatarios y le pagó 1,5 pesos por tonelada. Elías empleó para esto a braceros chinos, en cuya llegada al Perú también intervino.

El marino sueco G. Skogman que visitó en 1852 las islas de Chincha escribió: "En estos momentos se encontraban en la rada 15 barcos, en su mayoría norteamericanos y todos bastante grandes. Su aspecto exterior denotaba claramente lo desagradable que debe ser la carga de guano. El polvo que los cubría les daba un tono uniforme de color grisáceo amarillento y un aspecto muy odioso. A las tripulaciones les está vedado bajar a tierra a raíz de serias peleas ocurridas anteriormente entre marineros y trabajadores locales". Juan de Arona escribió en su Diccionario de peruanismos: "Los barcos que fondeaban después de una larga navegación, se arrimaban o atracaban a la isla o islote o lo que fuera, cuando les llegaba el turno, tras de estadías más o menos largas (que también esto era materia de especulación) y se procedía a la… insaculación, única industria que la explotación de tan efímera riqueza desarrollaba allí mismo y en el continente y aun los braceros ocupados en tan importante industria eran chinos traídos del Asia, lo único que debía quedarnos cuando guano, barcos, cargadores, consignatarios y los mil millones de fuertes producidos por aquel, hubieran desaparecido. No prosperaron ideas en el sentido de crear un banco nacional con una parte de las enormes rentas del guano y por lo menos con la finalidad de arreglar la deuda, proteger la industria; hacer caminos y otras mejoras de orden no solo material sino también intelectual".

El caSo ZaRacoNDEGuI

Julián de Zaracondegui, una de las figuras más prominentes del sector comercial, formó parte de los primeros consignatarios que exportaron el guano a Estados unidos (1857) y España (1859). Sin embargo, el éxito de sus empresas se terminó a mediados de 1875, al final del boom guanero. pancho Fierro retrató en esta caricatura a Zaracondegui durante el ejercicio de su mandato como ministro de Hacienda del gobierno de pezet (1864).

[ CAPÍTULO 1 ] PERÍODO 2

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[ tomo 3 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] I La im­plan­ta­ción del pre­su­pues­to en 1846-1847 ● El pre­su­ pues­to de 1848-1849 ● La eje­cu­ción del pre­su­pues­to de 1848-1849 ● La Di­rec­ ción Ge­ne­ral de Ha­cien­da y el Tri­bu­nal Ma­yor de Cuen­tas ● II Abo­li­ción de la con­tri­bu­ción de cas­tas ● Abo­li­ción de las me­dias an­na­tas ● La con­tri­bu­ción de in­dí­ge­nas ● III La deu­da ex­ter­na ● El arre­glo de la deu­da In­gle­sa ● IV Arre­ glo de la deu­da con Nue­va Gra­na­da y Ecua­dor ● El arre­glo de la deu­da con

capítulo 2



Ve­ne­zue­la ● El pa­go de un mi­llón a los he­re­de­ros de Bo­lí­var ● El arre­glo de la deu­da con Es­ta­dos Uni­dos ● El arre­glo de la deu­da con Chi­le ● V La con­so­li­da­ ción de la deu­da in­ter­na. La ley de se­ tiem­bre de 1847 ●  La ley de di­ciem­bre de 1847 ● La ley de mar­zo de 1848 ● La ley de 16 de mar­zo de 1850 ● El pa­go de la deu­da in­ter­na has­ta mar­zo de 1851 ● Cas­ti­lla y el cré­di­to de Ma­ria­no Vi­dal con­tra el Es­ta­do ● Los suel­dos y ajus­tes de Cas­ti­lla.

LA IMPLANTACIÓN DEL PRESUPUESTO. CONTRIBUCIONES. La apertura a la prodigalidad en el arreglo sobre la deuda inglesa en 1849. La cancelación de las deudas con los países americanos. La tranquila consolidación de la deuda interna hasta marzo de 1851

2 []

CAPÍTULO

L 160

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 2 ]

[I] a IMplaNtacIÓN DEl pRESupuESto EN 1846-1847.- Cuando el Perú inició su vida republicana estaba ya en plena vigencia el principio por el que el Congreso determina los ingresos y los egresos públicos. Las Constituciones de 1823, 1826, 1828, 1834 y 1839 señalaron el régimen de la aprobación legislativa de los presupuestos presentados por el Poder Ejecutivo; y las que establecieron el Consejo de Estado dieron facultad a este organismo para el examen del proyecto respectivo antes de que fuera remitido al Congreso. Sin embargo, veinte años de vida republicana se sucedieron y cinco Cartas políticas fueron promulgadas sin que se cumpliesen estos preceptos. Dos tentativas para preparar presupuestos, una en el gobierno de La Mar (Morales Ugalde) y la otra en el primer gobierno de Gamarra (Pando) no tuvieron repercusión legislativa. Solo el 21 de octubre de 1845, día anterior al señalado para la clausura del Congreso, el ministro de Hacienda Manuel del Río presentó a las Cámaras el primer presupuesto del Perú, correspondiente al bienio de 1846-1847. El Parlamento se clausuró el día siguiente, sin aprobarlo. El Gobierno lo puso en vigencia, no obstante que reconoció tenía defectos e inexactitudes y pidió a los prefectos que hicieran las confrontaciones de partidas necesarias para depurarlo (4 de febrero de 1846). Este proyecto de presupuesto, que solo comprendió los egresos públicos, refiriéndose para los ingresos al "Estado de valores" publicado en El Peruano, dio, en resumen, 5.961.639 pesos como egresos anuales, y 4.191.800 pesos como ingresos anuales. Sin embargo, en el oficio de remisión el Ministro declaró que, juntas todas las rentas posibles, no alcanzaban a sumar en realidad la cantidad de 4 millones de pesos anuales, sin contar con que el Estado tenía que asumir, fuera de los gastos, presupuestos, las deudas a Colombia y a Chile, los saldos de la guerra civil, los sueldos devengados y otras obligaciones. En la legislatura de 1847 surgió la angustiosa preocupación ante las necesidades insatisfechas de los empleados públicos y de los pensionistas civiles y militares y fue otorgada, según ya se ha visto, una autorización al Ejecutivo para que contratase un empréstito extraordinario destinado a la cancelación de los haberes pendientes. Cuando se trató de obtener en el Congreso información exacta acerca del monto de estos últimos, el Ejecutivo suministró la cifra de 507.944 pesos. Pero por precipitación u otros causales no incluyó la cantidad de 98.795 pesos que correspondía pagar a la Tesorería de Lima ni los sueldos civiles y militares hasta fines de diciembre (280 mil pesos) ni otras necesidades perentorias como el presupuesto de ambas Cámaras por noviembre y diciembre, las contratas de vestuario y los gastos militares de pago inmediato. Después de restar de las cantidades antedichas, cuya suma ascendía a 1.220.131 pesos, las entradas probables hasta fines de 1847, resultó que, al concluir ese año, la deuda era de 1.025.063 pesos. El Congreso autorizó al Ejecutivo, como se ha visto, para contratar un empréstito sobre el guano con el objeto de disminuir el déficit; pero la ley de presupuesto sancionada en marzo de 1848 aplicó de esa suma 300 mil pesos para los gastos del bienio. La cuenta general de la República en los años de 1846 y 1847 fue presentada al Congreso de 1848. En 1846 hubo un mayor ingreso de 1.921.284 pesos y un mayor egreso de 64.942 pesos. En 1847 el déficit fue de 957.963 pesos.

El informe que los consejeros de Estado Elías, Quirós y Mendiburu presentaron sobre las cuentas del bienio 1846-1847 y sobre el proyecto de presupuesto para 1848-1849 pudo servir de base para que el Congreso estudiase seriamente el estado de la Hacienda Pública y analizara las reformas y las economías propuestas. No ocurrió así, sin embargo, porque primaron menudas consideraciones políticas y de tipo personal.

El pRESupuESto DE 1848-1849.- Como en los primeros tres meses de 1848 se estuviera discutiendo en el Parlamento el presupuesto del bienio 1848-1849, continuó en vigencia el anterior. La deuda heredada de 1847 se juntó a los nuevos gastos no previstos, hasta que principió en junio a regir el nuevo presupuesto, cuyas entradas tuvieron así que atender a las obligaciones antiguas y a las necesidades inmediatas. El primer presupuesto con sanción del Parlamento fue el de 1848 y 1849, tramitado sin estudio verdadero y promulgado el 27 de marzo de 1848, para que rigiera, como se ha visto, a partir del 1° de junio de ese año. En él se consignó la suma de 10.644.846 pesos bienales, o sea 5.322.423 anuales, como entradas; y la de 10.630.620 pesos bienales, o sea 5.315.310 anuales como gastos, con aumento sobre el de 1846-1847 que el Gobierno había puesto en vigencia sin sanción legislativa. Sin embargo se habían consignado erróneamente cifras de los ingresos que no estaban de acuerdo con lo recaudado en los años anteriores. Un decreto gubernativo de mayo de 1848 invocó la circunstancia de haber aplicado el Congreso a los egresos nacionales todos los productos municipales y de policía de la República, sin asignar cantidad alguna para los gastos y gravámenes a que estaban afectos, como eran los de salubridad, comodidad e instrucción pública, y tomó de los extraordinarios para el bienio una cantidad para esos servicios inexcusables. Puede decirse que hubo paralelismo entre los presupuestos de 1846-1847 y 1848-1849. Y es que las fuentes de ingresos y de egresos eran las mismas. Entre los ingresos ostentaban valor preponderante las aduanas (2.308.952 pesos anuales en 1848-1849 con un aumento de 100.000 por el alza de aforos) y la contribución de indígenas (1.326.931 pesos anuales en 1848-1849). Figuraban entre las contribuciones, además, la de patente, la industrial y la de predios rústicos y urbanos. Cifras reducidas correspondían a las rentas del papel sellado, del muellaje, de títulos y tomas de razón, de molinos, de la nieve y de los gravámenes al tocuyo, al tabaco, al papel extranjero y a los licores en el interior; y, por último, el arbitrio consultar, las entradas por el correo, la minería y la moneda (extracción de caudales, callana, derechos de minería), la alcabala de enajenaciones, los arbitrios municipales y otras aun menores. Casi la mitad de los egresos correspondía al Ministerio de Guerra (4.817.899 pesos en el presupuesto de 1848-1849). El segundo lugar en importancias era el del Ministerio de Hacienda (3.044.530 pesos en el presupuesto de 18481849). Menos de un millón de pesos sumaban los dos ministerios restantes (960.169 pesos el de Gobierno, Beneficencia e Instrucción Pública y 817.603 pesos el de Relaciones Exteriores, Justicia y Negocios Eclesiásticos). Para el Poder Legislativo fueron asignados 296.521 pesos; para el Consejo de Estado 127.000 pesos; y para la Presidencia de la República 86.000 pesos.

[ 1848 mayo 25 ] El pRESupuESto DE 1848-1849. El 25 de mayo de 1848, se publicó en El comercio el presupuesto para el bienio enero 1848 a diciembre 1849, realizado por el Ministerio de Hacienda, a cargo de Manuel de Mendiburu. En él se consignaban los datos del poder Ejecutivo y legislativo, consejo de Estado, Departamento del Gobierno, Beneficencia e Instrucción pública. El total de gastos de guerra estimados para el bienio, por ejemplo, ascendía a 4.284.763 pesos.

la EJEcucIÓN DEl pRESupuESto DE 1848-1849.- El presupuesto de 1848-1849 presentó algunas irregularidades que fueron denunciadas en el primer año. La comisión del Consejo de Estado encargada de examinar esta cuenta general, la rechazó y se suscitó, con tal motivo, una polémica pública con el director general de Hacienda, José Mariano Román. En su memoria de 1851 el ministro de Hacienda, Juan Crisóstomo Torrico, informó al Congreso que en 1849 ingresaron al Tesoro Público 4.269.295 pesos, en vez de 5.322.423 pesos que habían sido calculados. Existió, pues, ese año un déficit de más de 1.000.000 de pesos debido a que fueron cometidos errores al formularse los cómputos de los rendimientos de muchos ramos

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 2

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MAYO 1846 [ méxIco ]

13

ESTADOS UNIDOS LE DECLARA LA GUERRA A MéxICO. LA POLíTICA ExPANSIONISTA ESTADOUNIDENSE hAbíA LOGRADO ANExARSE TExAS EN 1845. AhORA, SE ENCONTRARON NEGOCIANDO CON EL GObIERNO MExICANO LA ADqUISICIÓN DE LAS PROvINCIAS DE CALIfORNIA Y NUEvO MéxICO. PRObLEMAS SURGIDOS DE DIChA NEGOCIACIÓN GENERARON EL CONfLICTO.

y a que se descuidó el examen de algunas particularidades influyentes en la merma o en la escasez de ciertos ingresos. Por otra parte, hubo una entrada de 823.247 pesos, además de la prevista en el presupuesto. Provino ella de más de medio millón de pesos tomados en adelanto y de otras sumas que excedieron los ingresos de varias partidas. El déficit total, deducidos estos mayores ingresos, fue de 229.880 pesos. Las cantidades recaudadas en 1849, según la misma memoria, ascendieron en sus partidas más importantes a las cifras siguientes:



Aduanas Contribución de indígenas Contribución industrial Contribución de patentes 

Pesos 1.860.610 1.264.339 64.202 57.201

Los gastos correspondientes al mismo año ofrecen en la memoria de Torrico los resultados que se indican a continuación:





Guerra y Marina Hacienda Gobierno, Beneficencia e Instrucción Pública Relaciones Exteriores, Justicia y Negocios Eclesiásticos  

Gastos efectuados 2.405.583 pesos 1.283.487 pesos

Sumas votadas 2.408.949 pesos 1 522.265 pesos

931.822 pesos

725.294 pesos

343.347 pesos

408.801 pesos

[ II ] la DIREccIÓN GENERal DE HacIENDa Y El tRIBuNal MaYoR DE cuENtaS.- La creación de la Dirección General de Hacienda fue ordenada por ley de 14 de enero de 1848. La finalidad de esta dirección fue centralizar los resultados mensuales de lo adecuado, cobrado y datado por las oficinas recaudadoras y pagadoras del Fisco, uniformar la recaudación, evitar los abusos en ella y en la distribución de los ingresos nacionales, proponer los arreglos y mejoras que fueren necesarios, llevar la cuenta general de los ramos de que procedían los ingresos y egresos para saber con exactitud su monto y presentar al Congreso de Estado la cuenta y el presupuesto bienales así como un cuadro de las entradas y gastos correspondientes a cada año. José Gregorio Paz-Soldán, como director general de Hacienda, en cumplimiento de las funciones a él encomendadas, preparó la documentación para el presupuesto de 1850-1851, mejoró el sistema empleado en los presupuestos anteriores (Oficio de 9 de mayo de 1849). La Dirección General de Hacienda quedó encargada, pues, de las facultades económicas y de las conexas con la cuenta general que habían competido al Tribunal Mayor de Cuentas cuyas funciones así vinieron a concentrarse en todo lo relativo al juzgamiento de ellas. El 8 de marzo de ese mismo año de 1848 se dictó el reglamento del tribunal, que rigió hasta 1875.

aBolIcIÓN DE la coNtRIBucIÓN DE caStaS.- La ley de 22 de noviembre de 1839 promulgada el 25 de setiembre de 1840 abolió, como se ha visto antes, la contribución de castas. Comprendía ella la contribución personal de los proletarios y también abarcaba a quienes tenían una renta anual, cualquiera que fuese la clase de industria, destino u ocupación de que proviniese. Por una resolución expedida el 8 de agosto de 1842 el Poder Ejecutivo derogó la ley citada e

162

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 2 ]

hizo ilusorios sus efectos, al ordenar la rectificación de las matrículas de contribución con la advertencia de que todo individuo que no fuese indígena debía ser considerado como jornalero y acotado en la cantidad de 3 pesos 4 reales por año. En 1845 se estaba cobrando en las provincias de Huari y Conchucos la contribución industrial jornalera o de jornaleros. El Congreso acudió en apoyo de la "clase más menesterosa y desgraciada de la sociedad" que "por su propia calidad y circunstancias demanda la especial protección de la Representación Nacional" y declaró extinguida dicha contribución en toda la República por ser la misma derogada por la ley de 22 de noviembre de 1839 (Ley aprobada el 23 de setiembre de 1845, promulgada el 19 de noviembre de 1845). La suprema resolución de 16 de marzo de 1847 mandó que la contribución de jornaleros se cobrase solo hasta el semestre de San Juan de 1846. El tributo de los indígenas quedó como la única contribución personal.

aBolIcIÓN DE laS MEDIaS aNNataS.- Media annata se llamaba, durante el Virreinato, una pensión que pagaban al Estado los clérigos que obtenían una prebenda y también algunos empleados civiles. Esta pensión consistía en la mitad de la renta del primer año de la prebenda o empleo. Había, pues, media annata civil y eclesiástica. Ambas fueron suprimidas por la ley aprobada el 27 de noviembre de 1847, promulgada el 11 de diciembre de ese año, en cuyos considerandos se decía que este "impuesto desigual" era "desconocido por el sistema político del país".

la coNtRIBucIÓN DE INDíGENaS.- En su memoria al Congreso de 1847, el ministro de Hacienda Manuel del Río dejó constancia de que la ley de 1828 que permitió enajenar las tierras ocupadas por los indígenas que supiesen leer y escribir había sido contraproducente para ellos; y agregó que, vendidos los terrenos a las castas, es decir, a los no indígenas, no podía exigirse a estos otra contribución que la predial que, a su vez, no resultaba aplicable, pues el avalúo del producto neto de dichos lotes no excedía los 50 pesos que tenía por base el impuesto mencionado. Expresó también el ministro que el Gobierno deseaba disminuir el tributo para proteger a los indígenas cuyos medios de adquirir no eran tan expeditos; y que la tasa con que estaban acotados gravaba su trabajo personal y era necesario aminorarla tan luego como las urgencias perentorias del Tesoro lo permitiesen o las demás contribuciones recibieran el aumento de que eran susceptibles. La contribución de indígenas era pagada tanto por los poseedores de tierras como por los que no las tenían. En el "Estado general de las contribuciones directas", que fue presentado entonces al Congreso, la de indígenas ascendía a 1.326.931 pesos, de los cuales 859.049 pesos correspondía a los aborígenes mencionados en primer lugar y el resto a los no poseedores de tierras. El total de las contribuciones directas ascendía a 1.569.084, según estos mismos cálculos. Uno de los testimonios más interesantes sobre la repercusión que dichas cifras tuvieron, fue el de Vigil. En su obra Defensa de la autoridad de los gobiernos y de los obispos contra las pretensiones de la curia romana, al referirse a la inmunidad eclesiástica respecto de las contribuciones y de otras temporalidades, trató de la necesidad de que los impuestos se repartieran equitativamente y aludió a la contribución de indígenas. "¡Qué vergüenza! ¡Qué injusticia!", exclamó Vigil. Al hablar del "pan amasado con el sudor y las lágrimas y la sangre de los infelices" empleó una expresión que sería usada en 1854 en el decreto de abolición del tributo. Reclamó un trato mejor para los indios "recordándoles que son hombres, formándoles la conciencia de su dignidad, con lo que se disminuiría su desconfianza y otros defectos desde que hayan cesado los motivos que las ocasionan". Lamentose de que el ministro Del Río no hubiese presentado al Congreso un proyecto de ley para aumentar las demás contribuciones y disminuir el tributo. Vigil no se manifestó partidario de su abolición violenta. "Estamos convencidos (agregó) de que nada se debe hacer precipitadamente, ni destruir alguna cosa sin que esté a la mano la que habrá de ponerse en su lugar".

LA LEY DE 22 DE NOvIEMbRE DE 1839 PROMULGADA EL 25 DE SETIEMbRE DE 1840 AbOLIÓ, COMO SE hA vISTO ANTES, LA CONTRIbUCIÓN DE CASTAS. COMPRENDíA ELLA LA CONTRIbUCIÓN PERSONAL DE LOS PROLETARIOS Y TAMbIéN AbARCAbA A qUIENES TENíAN UNA RENTA ANUAL, CUALqUIERA qUE fUESE LA CLASE DE INDUSTRIA, DESTINO U OCUPACIÓN DE qUE PROvINIESE.

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 2

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OCTUbRE 1846 [ perú ]

3

AUMENTO DE LA TASA DE MORTALIDAD EN LIMA. SEGúN EL REGISTRO DEL MES DE OCTUbRE, OCURRIERON 266 fALLECIMIENTOS EN LA CAPITAL, DE LOS CUALES 92 SON hOMbRES, 79 MUjERES Y 95 NIÑOS. LA MAYORíA SE DEbIÓ A ENfERMEDADES COMO LA DISENTERíA, fIEbRES, TISIS, TOS CONvULSIvA Y DOS CASOS DE vIRUELA. LA CIfRA ExCEDE EN 71 fALLECIDOS A LA DEL MISMO MES DEL AÑO ANTERIOR.

[ III ] la DEuDa EXtERNa.- La deuda externa tenía diversos orígenes. La llamada deuda inglesa o anglo-peruana provenía de los empréstitos de 1822 y 1825 y sus intereses no pagados. Con Chile, además de la deuda de la Independencia por los gastos efectuados en esa época y la parte de un empréstito transferido al Perú en 1823, existía la de las campañas de la Restauración. Se remontaba también hasta la Independencia la deuda con la Gran Colombia. Sumas menores eran adeudadas a Estados Unidos por los reclamos provenientes de ese mismo período aprobados por el Congreso con fecha 8 de octubre de 1846.

El aRREGlo DE la DEuDa INGlESa.- Las contratas sobre el guano en el mercado de Inglaterra provocaron, como ya se ha dicho, las crecientes demandas de los acreedores del Perú en ese país con el apoyo de su Gobierno, para el arreglo de la deuda impaga desde octubre de 1825. W. M. Mathew en su estudio sobre ella (Journal of Latin American Studies, Cambridge, mayo de 1970) se esmera en dejar constancia de que, a través de muchos años, no hubo presión alguna entre 1825 y la época aquí estudiada, sino únicamente advertencias diplomáticas reiteradas, pero inútiles. Las negociaciones comenzaron en Lima en 1847 y 1848. La Casa Madean Rowe y Co. representó a los tenedores de bonos. Instado a colaborar en un arreglo, el ministro inglés en Lima Adams estuvo en comunicación con el canciller Felipe Pardo y Aliaga entre mayo y octubre de 1848. Por último se decidió que el arreglo fuese efectuado entre los mismos bonistas y un emisario peruano diplomático en la Gran Bretaña. La ley del Congreso peruano de 10 de marzo de 1848 autorizó al Ejecutivo para liquidar este lamentable asunto. El representante del Perú en Londres, Joaquín José de Osma, celebró el contrato de 31 de enero de 1849 con los representantes de los tenedores de bonos de los empréstitos de 1822 y 1825. Según se dijo, el anuncio de la llegada de Osma a Londres en noviembre de 1848 y el de su misión fueron demorados para que pudieren algunas personas comprar los bonos que se vendían del 30.05% al 36.05%. Subieron ellos hasta el 53% cuando fueron conocidas las negociaciones. Este convenio llegó a ser aprobado, con modificaciones de detalle, por resolución legislativa de 10 de noviembre de 1849. Al efectuar la conversión de los bonos citados se estipuló que sus intereses eran de 6% (cifra que era muy alta) y 3% según

RAMÓN CASTILLA (1797-1867) EL jOvEN TARAPAqUEÑO qUE SOÑÓ SIEMPRE CON LA CARRERA MILITAR LLEGÓ A MARISCAL DEL EjéRCITO Y PRESIDENTE EN DOS OPORTUNIDADES.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 2 ]

S

e enroló en el ejército realista en 1816. Dos años después, en Arequipa, decidió abrazar la causa patriota: emprendió viaje hacia Lima y se presentó ante Torre Tagle y San Martín, quienes lo aceptaron en el ejército libertador. Su participación en la batalla de Ayacucho le valió una mención elogiosa de Sucre. Luego de la capitulación española, Castilla fue nombrado subprefecto de Tarapacá, entonces en territorio peruano. Durante el conflicto con Colombia, se trasladó a Arequipa para organizar a los

correspondieran a los empréstitos mismos o a los intereses vencidos. La hipoteca permanente de la mitad del producto del guano que fuese expor tado anualmente a Inglaterra e Irlanda sir vió como garantía para el cumplimiento de las estipulaciones convenidas. La deuda que el Perú asumió de la manera indicada dio lugar a la emisión de nuevos bonos por la cantidad de 3.736.400 libras esterlinas de la cual 1.816.000 correspondía a los bonos de los empréstitos de 1822 y 1825 y 1.920.400 a los cupones de intereses. De estos bonos, una vez concluido el canje, quedaron por el capital 1.788.800 libras esterlinas y por los intereses 1.891.300 libras esterlinas, o sea un total de 3.680.100 libras esterlinas. El fondo de amor tización sería de 1%. Los acreedores británicos pretendieron luego que la amor tización se hiciera al precio que tuviesen los bonos en la Bolsa. Fue pequeña, afirma W. M. Mathew, la cantidad de auténticos tenedores de bonos de 1822 y 1825 favorecidos con el arreglo de la deuda. Mucho se había traficado con esos valores según las circunstancias. Los favorecidos en 1849 resultaron ser unos cuantos capitalistas poderosos en la Bolsa de Valores de Londres cuyas ganancias fueron mayores cuando adquirieron papeles con la cer teza de que el arreglo era un hecho inminente. También es verosímil la tesis de que hubo diplomáticos peruanos que se beneficiaron entonces. Eso cree Mathew, para quien lo ocurrido en 1849 en Londres fue producto de conveniencias y especulaciones inmediatas y no de justicia o de obligaciones legales. Este autor sustenta la tesis de que los personeros de la Cancillería británica, desde Aberdeen en 1829 hasta Palmerston en 1848 tan solo otorgaron un apoyo extraoficial a los tenedores británicos de bonos peruanos. El mismo día en que firmaba el convenio sobre la deuda inglesa, se celebró un nuevo contrato de consignación con la Casa Gibbs para la extracción e impor tación del guano en el Reino Unido, como se ha referido. El ministro Osma y Felipe Barreda, secretario de la Legación, comisionados para el arreglo de la deuda inglesa, contrataron la conversión de los antiguos bonos con el comerciante de Londres don Cristóbal de Murieta, con 0,5% de comisión para este sobre el valor total sujeto a liquidación y conversión. Al aprobar el Gobierno dicho contrato, asignó a los agentes del Perú; Osma, Barreda, Pedro Beltrán y Francisco de Rivero, el 4% en bonos sobre el valor total de la deuda liquidada y conver tida (15 de julio de 1849, aprobado por el Congreso el 6 de noviembre). Según José Arnaldo Márquez en su opúsculo sobre la orgía financiera del Perú, los dos contratos de 31 de enero de 1849 fueron el verdadero comienzo de esa "orgía".

reservistas y develó una conspiración del general Santa Cruz. En 1830, el presidente Agustín Gamarra lo nombró su edecán. Sin embargo, discrepancias con el primer mandatario lo alejaron del Gobierno. Apoyó a Orbegoso en su golpe de Estado, pero luego del pacto con Santa Cruz se marchó a Chile. Allí, par ticipó en las expediciones de ese país para acabar con la Confederación Perú-boliviana. Luchó en la batalla de Yungay al lado de Gamarra, quien lo nombró

EL MISMO DíA EN qUE fIRMAbA EL CONvENIO SObRE LA DEUDA INGLESA, SE CELEbRÓ UN NUEvO CONTRATO DE CONSIGNACIÓN CON LA CASA GIbbS PARA LA ExTRACCIÓN E IMPORTACIÓN DEL GUANO EN EL REINO UNIDO (...)

ministro general (1839). Durante la Restauración combatió en la invasión de Bolivia, donde fue hecho prisionero. Como presidente del Perú (1845-1851) estableció el uso del presupuesto, inició la modernización del ejército y la explotación del guano. Durante el gobierno de Echenique, Castilla lideró el descontento popular en su contra y fue proclamado presidente provisorio (1854-1858). En dicho período otorgó la libertad a los esclavos y abolió el tributo indígena.

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 2

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jUNIO 1847 [ perú ]

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EL DOCTOR jOSé CAYETANO hEREDIA (1797-1861), PROTOMéDICO GENERAL Y RECTOR DEL COLEGIO DE LA INDEPENDENCIA, fUE INCORPORADO AL COLEGIO DE AbOGADOS COMO MIEMbRO hONORARIO. EN LA CEREMONIA, EL DOCTOR DIjO: "ME CONCEDéIS UN hONOR DEbIDO MÁS A vUESTRA MUNIfICENCIA qUE A MI MéRITO, PERO SI UN MIEMbRO qUE PROTESTA CONSAGRARSE EN CUANTO LE SEA POSIbLE, A SOSTENER EL bRILLO Y DIGNIDAD DE ESTA ILUSTRE ASOCIACIÓN MERECE PERTENECER A ELLA, DEbéIS ESTAR CIERTOS qUE A ESE fIN TIENDEN MIS MÁS fERvIENTES ASPIRACIONES".

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 2 ]

[ IV ] aRREGlo DE la DEuDa coN NuEVa GRaNaDa Y EcuaDoR.- El Perú estaba obligado por el convenio de 18 de marzo de 1823 y por el tratado de 22 de setiembre de 1829 a pagar a Colombia los gastos que hizo esta República para auxiliarlo en la guerra de su independencia. El 15 de enero de 1830 aceptó el representante colombiano las siguientes propuestas que hizo el ministro de Relaciones Exteriores peruano: 1°) Que se adoptase por regla de la liquidación el convenio de 1823; 2°) Que los plazos y términos del pago no se fijaran hasta que no fuese conocido el monto total de la deuda; 3°) Que el interés de ella comenzase a correr desde el día en que estuviera liquidada; 4°) Que dicho interés fuese de 6%. La comisión liquidadora fijó en 1830 las sumas que señalaban el cargo cierto y el cargo cuestionable a favor de Colombia, sin avanzar más en sus gestiones. En 1848 se produjo un reajuste en dichos cargos; pero el personero colombiano Juan de Francisco Martín exigió, además, el reconocimiento y el pago de cantidades adicionales, cuyo monto hizo elevar a 10.077.609 pesos. Esta cifra fue, en gran parte, rechazada. La demanda colombiana sumó, en total, 11.121.471 pesos. El protocolo de 11 de noviembre de 1848 se limitó a estipular: 1°) El arbitraje de Chile, de conformidad con el tratado de 1829. 2°) El plazo de un año para acudir al árbitro, contando desde la fecha de su aceptación. 3°) La aplicación de los procedimientos de arbitraje y de las reglas para sus decisiones conforme a los usos, prácticas y fórmulas establecidas por el Derecho de Gentes y observadas por las naciones civilizadas. Pero el arbitraje no llegó a efectuarse. Las negociaciones finales se abrieron en Bogotá el 1° de junio de 1853 durante el gobierno de Echenique entre el ministro peruano José Gregorio Paz Soldán y el canciller neogranadino Lorenzo María Lleras, autorizado especialmente para representar a Colombia y al Ecuador, mas no a Venezuela. Era presidente de Nueva Granada el general José María Obando. Lleras comenzó por ratificar la demanda planteada por Martín. Con esta actitud dio respaldo oficial al aumento unilateralmente efectuado de las cifras que habían sido aceptadas en 1830. Además, incluyó diversos gastos anteriores al convenio de 18 de marzo de 1823 y también el valor del armamento y vestuario de las tropas de Colombia a pesar de que ellos fueron atendidos oportunamente, así como las sumas correspondientes al descuento y la comisión del empréstito colombiano realizado en París en 1822 y más de un millón de pesos por los alcances de dichas tropas, agregando, por último, una cuantiosa cantidad por intereses de la deuda. Después de un minucioso cambio de opiniones entre Lleras y Paz Soldán, aceptó éste un arreglo sobre la base de considerar como monto total de la deuda la cantidad de 4 millones de pesos. Las razones que lo llevaron a adoptar esta actitud, a pesar de sus instrucciones que le recomendaban aceptar la cantidad de 3 millones, se encuentran en el oficio a la Cancillería de 26 de junio de 1853. Una de ellas fue la conveniencia de no tener dos frentes de tensión internacional, pues se había producido en esos días el litigio con Bolivia. Una vez más le era perjudicial al Perú el hecho de tener numerosos vecinos. Además, Paz Soldán creyó haber logrado una transacción equitativa. Estaba lejos de ser honroso para el Perú prolongar la cuestión desde que la solución de ella resultaba viable por la actitud conciliadora del Gobierno que presidía entonces el general Obando. "Todas nuestras deudas han sido reconocidas, consolidadas y pagadas, a excepción de la de Colombia, deber que con honor llenaríamos adoptando el convenio", decía Paz Soldán. "Se ha procedido (agregaba) con decencia, con decoro y como correspondía a nuestra dignidad y buen nombre". Separando la par te de Venezuela, quedaron reconocidos a favor de Nueva Granada y del Ecuador 2.860.000 pesos. La cantidad de 100.000 pesos fue entregada de inmediato a Nueva Granada. El interés pactado para toda la deuda ascendió al 4,05% y no al 6% como se acordó en 1830. El convenio, firmado el 25 de junio de 1853, fue aprobado por el Congreso en sesión de 17 de noviembre del mismo año.

El aRREGlo DE la DEuDa coN VENEZuEla.- El ministro de Relaciones Exteriores José Manuel Tirado y el representante de Venezuela Lucio Pulido firmaron en Lima el 25 de julio de 1853 un convenio sobre arreglo definitivo de la deuda contraída con la antigua República de Colombia en la parte correspondiente a aquel país. Este acuerdo tuvo las siguientes bases: 1°) Fijar el monto total de la acreencia en 3 millones, de los que correspondían a Venezuela 855.000 pesos por las 28 y media centésimas partes que se le asignaron en la distribución de créditos de Colombia. 2°) Pagar esta cantidad en cortos plazos y en moneda corriente, sin mencionarse intereses futuros a causa de la pronta cancelación de la deuda en cinco oblaciones a efectuarse en dos años. La primera de ellas ascendente a 150 mil pesos se verificó al tiempo mismo de firmarse el pacto. Fue, pues, distinta la cuantía de la deuda total liquidada en el arreglo de Bogotá y en el de Lima, si bien en aquel, con cifras mayores, los plazos de pago no fueron inmediatos. Venezuela aceptó condiciones más liberales que Nueva Granada. El Perú abonó, pues, 3.715.000 pesos a las tres Repúblicas de la antigua Gran Colombia con 4,05% de interés sobre poco más de 2 millones en dicha cantidad. El Congreso aprobó el convenio con Venezuela con fecha 22 de noviembre de 1853. El paGo DE uN MIllÓN a loS HEREDERoS DE BolíVaR.- Con fecha 23 de octubre de 1853 se ordenó que la Caja de Consolidación expidiera los vales correspondientes al pago, mediante la respectiva inscripción en la deuda interna, del millón de pesos que el Congreso Constituyente puso a disposición del Libertador Simón Bolívar por ley de 12 de febrero de 1825. Inició el expediente don Antonio Leocadio Guzmán, a nombre de los herederos del Libertador. Domingo Elías en su carta al presidente Echenique de 16 de agosto afirmó que Guzmán tuvo que dar 500 mil pesos de gratificación para lograr el reconocimiento. Guzmán negó este cargo el 19 de agosto y afirmó que estaba en su poder "el millón de bonos con muy pequeña diferencia", o sea que tenía la suma "casi íntegra". Se dijo que en el negocio había participado José María Cotes, venezolano, esposo de una sobrina del Presidente. Este, ajeno a toda transacción indebida, se dirigió a los herederos antedichos en carta especial para expresarles que atendía su reclamo "como corresponde a la magnanimidad del Perú y a la grandeza de Bolívar". Respondió Fernando Bolívar y manifestó que la suma que no estaba comprometida de antemano en lo que a él correspondía, iba ser dedicada en beneficio de Caracas y otros pueblos que se habían distinguido por su veneración a la memoria del Libertador. Si los demás miembros de la familia no lo hicieren, sería atribuible a su situación desvalida. De la estatua de Bolívar se trata en otro capítulo del presente libro. Toda la deuda pública del Perú quedó arreglada durante el gobierno de Echenique.

CON fEChA 23 DE OCTUbRE DE 1853 SE ORDENÓ qUE LA CAjA DE CONSOLIDACIÓN ExPIDIERA LOS vALES CORRESPONDIENTES AL PAGO, MEDIANTE LA RESPECTIvA INSCRIPCIÓN EN LA DEUDA INTERNA, DEL MILLÓN DE PESOS qUE EL CONGRESO CONSTITUYENTE PUSO A DISPOSICIÓN DEL LIbERTADOR SIMÓN bOLívAR POR LEY DE 12 DE fEbRERO DE 1825.

El aRREGlo DE la DEuDa coN EStaDoS uNIDoS.- El Congreso reconoció 300 mil pesos de deuda a Estados Unidos, cuyo origen estaba en varias reclamaciones por secuestros y prejuicios, al aprobar el convenio entre los gobiernos de Estados Unidos y el Perú de 27 de marzo de 1849. La cancelación final fue hecha en 1853. El aRREGlo DE la DEuDa coN cHIlE.- Mediante la convención de 12 de setiembre de 1848, entre los ministros Manuel Ferreyros y Diego José Benavente que el Congreso aprobó el 11 de diciembre de 1849, el Perú reconoció a Chile por toda y única deuda la suma de 4 millones de pesos con el interés de 6% anual entre 1852 y 1854 y de 3% desde el 1° de enero de 1854. El pago terminó de efectuarse en 1856 con al cantidad de 250 mil pesos. Al concluir la primera administración de Castilla solo quedaba por arreglar la deuda con Colombia.

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 2

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SETIEMbRE 1847 [ méxIco ]

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TROPAS ESTADOUNIDENSES AL MANDO DEL GENERAL WINfIELD SCOTT TOMAN POR ASALTO EL CASTILLO DE ChAPULTEPEC, qUE ALbERGAbA AL COLEGIO MILITAR. EL GENERAL MExICANO MONTERDE PIDIÓ A LOS CADETES qUE ESTUDIAbAN ALLí AbANDONAR EL RECINTO, PERO ESTOS SE NEGARON Y DECIDIERON PERMANECER DURANTE EL ATAqUE. SEIS CADETES MURIERON ESE DíA Y LOS DEMÁS, jUNTO A MONTERDE, fUERON hEChOS PRISIONEROS POR LOS ESTADOUNIDENSES.

[V] la coNSolIDacIÓN DE la DEuDa INtERNa. la lEY DE SEtIEMBRE DE 1847.- La bonanza fiscal dio lugar a las leyes promulgadas el 17 de setiembre y el 29 de diciembre de 1847, el 10 de marzo de 1848 y el 16 de marzo de 1850, que ordenaron el pago a los perjudicados en las guerras de la Independencia y en las contiendas posteriores. La primera ley, de setiembre de 1847, reconoció como deuda del Estado las cantidades que se hubiesen tomado en dinero o en especies para auxilio del ejército a todos los ciudadanos de la República desde 1823. Los interesados debían calificar sus créditos ante las autoridades designadas en las resoluciones vigentes, sin que sirvieran de obstáculo los descuidos de los empleados en la administración pública si de los documentos constaba el crédito.

la lEY DE DIcIEMBRE DE 1847.- Por la segunda ley, de diciembre del mismo año, se amplió dicho reconocimiento a todos los créditos registrados o que se registrara, contraídos desde el 19 de setiembre de 1820 y ya no desde 1823, como había prescrito la ley de setiembre de 1847. Los interesados debían probar sus acciones contra el Gobierno con los recibos de los encargados de la recaudación u otras pruebas legales, sin que sirvieran de obstáculo las omisiones en que estos hubiesen incurrido. la lEY DE MaRZo DE 1848.- En la tercera ley, de 10 de marzo de 1848, quedaron fijadas las bases para la liquidación de la deuda interna, mencionando los créditos de que hablaban las leyes de setiembre y diciembre de 1847, así como toda deuda procedente de suministros, cupos, contribuciones de guerra, empréstitos voluntarios o forzosos. El inciso 2° del artículo 4° de esta ley dispuso que cuando resultase dudoso el cargo reclamado contra el Fisco, se resolviese la cuestión de acuerdo con los principios de equidad a favor del acreedor del Estado. El inciso 3° del mismo artículo ordenó que en las deudas contra la hacienda pública no hubiera lugar a excepción de prescripción. Para el cumplimiento de las leyes de 1847 y 1848 dictó el Gobierno los decretos de 28 de diciembre de 1848 y 24 de abril de 1849, que señalaron el modo de proceder en las liquidaciones y el término para pedirlas. Al finalizar el año de 1849, los créditos inscritos con sujeción a estas disposiciones llegaban a la suma de 3.47.284 pesos. la lEY DE 16 DE MaRZo DE 1850.- La ley promulgada el 16 de marzo de 1850 abrió una nueva etapa en el proceso de la consolidación de la deuda interna. La amplitud de los términos que ella resultó abarcando fue enorme. El artículo 1° al mencionar lo que se reconocía dentro del concepto de esta deuda, tuvo catorce incisos. El primero de ellos abría ya considerable perspectiva: "Los créditos registrados o que se registraren en adelante, conforme a las leyes de 15 de setiembre y 20 de diciembre de 1847 y a las tres bases establecidas por la ley de 9 de marzo de 1848; y, en general, todas las cantidades tomadas por cualesquiera autoridades de la República en dinero o en especies, por empréstitos, cupos, contribuciones parciales de guerra, suministros, depósitos, embargos y secuestros". Los trece incisos restantes se referían a los siguientes casos, también incluidos dentro de la deuda nacional interna: los sueldos y descuentos adeudados y no satisfechos a los empleados y funcionarios de todas las listas desde agosto de 1821 y los que pertenecieran a pensiones y asignaciones legalmente declaradas; los créditos líquidos contra el Tesoro de la República por arrendamientos, fletes, contratos y alcances de cuentas; las gratificaciones y donaciones que, en recompensa de servicios prestados a la nación, hubiese hecho el Gobierno independiente con autorización o aprobación del Poder Legislativo; los documentos conocidos como billetes, cédulas de reconocimiento de Ancash y de reforma y los intereses de estos si estaban en poder de sus dueños

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 2 ]

Una memoria sobre el guano. La extracción de guano empezó una carrera ascendente a partir de la década de 1840. En 1846, el mismo año de la notable subida del precio del fertilizante en Europa, Francisco de Rivero presentó la memoria que vemos aquí. En ella, consignaba datos importantes sobre la extracción y venta del material, sus precios en el mercado británico e incluso planos de las islas de Chincha.

[ capítulo 2 ] período 2

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AL CONCLUIR EL GObIERNO DE CASTILLA hAbíANSE PAGADO EN LA CONSOLIDACIÓN DE LA DEUDA INTERNA, SEGúN DIjO EL PRESIDENTE EN SU MENSAjE AL CONGRESO ExTRAORDINARIO DE 1851, 4.320.400 PESOS.

directos; los reconocimientos hechos por el Congreso de deudas o responsabilidades del Estado o declarados conforme a las leyes por los Poderes Ejecutivo y Judicial; las cantidades que resultaran por letras protestadas, siempre que se hubiesen observado las formalidades prescritas por las leyes; las partes de las presas hechas por la escuadra peruana, comandancia de marina, capitanías de puerto, resguardo de las aduanas y por cualesquiera otros funcionarios o empleados locales, siempre que se hubiera declarado el derecho a ellas en la forma correspondiente; las acciones pendientes en las tesorerías por adelantos o cualquier otro motivo comprobado con documentos fehacientes; los libramientos que las tesorerías nacionales hubieran girado una contra otras en virtud de disposiciones legales desde el 28 de julio de 1821, si los tenedores acreditaban no haber sido cubiertos por las tesorerías pagadoras; el valor de las indemnizaciones debidas a particulares por toda clase de bienes tomados para el servicio público desde el 8 de setiembre de 1820, por las autoridades del Gobierno independiente; los capitales que ganaban en el Ramo de Arbitrios por conocimientos hechos en razón de empréstitos tomados con su garantía y los que ganaban en las aduanas y en la Casa de Moneda de Lima que se habían trasladado o se trasladaren a dicho ramo; las cantidades que resultaban a cargo de la nación por contratos celebrados con cualquier Gobierno del Perú conforme a la ley de 21 de octubre de 1845 (esta ley había declarado que la nación no reconocía los empréstitos que hicieran los extranjeros a los usurpadores del Poder Supremo y las cantidades que hubiesen ingresado en las tesorerías de la República en el tiempo de la Independencia como resto de los depósitos, embargos y secuestros decretados por el Gobierno español). La deuda interna del tiempo del Gobierno español debía continuar en el estado en que la colocó la ley de 25 de agosto de 1831. La deuda nacional quedó dividida en dos clases: la del Ramo de Arbitrios y la que en estos dispositivos se estaba consolidando. La primera no recibió modificaciones en los términos en que estaba. Sobre la segunda fue señalado su interés creciente hasta el 6% anual. Todos los documentos de la deuda que se consolidaba se convertirían en vales endosables o vales de consolidación que serían la copia de las inscripciones correspondientes en el gran libro de la deuda interna. Para que un título de crédito pudiese ser inscrito en dicho libro debía proceder: de reconocimiento del Congreso, de declaración hecha por el Gobierno conforme a la ley, o de sentencia que causara ejecutoria. La ley creó una caja de consolidación en el Ramo de Arbitrios. Como fondos de ella entraron los productos de los orígenes siguientes: los derechos que se exigían con el nombre de arbitrios según el Reglamento de Comercio; el 2% por alcabala de enajenaciones, donaciones, legados o herencias transversales o de extraños; la parte de novenos correspondientes a las gruesas decimales que recaudaban las tesorerías en billetes cuando se practicaban subastas; la cantidad de 120 mil pesos anuales del producto del guano; el 1% que se estableció por derechos de consolidación y que debía exigirse en dinero sobre toda importación de mercaderías extranjeras; los restos de las antiguas cajas de consolidación, censos y temporalidades que estaban en poder del Estado; las capellanías legas y de patronato nacional de libre disposición que se hallaban vacantes o después de muertos los actuales poseedores, y los bienes de los conventos y de las comunidades religiosas de ambos sexos, cuando se extinguieran o declarasen supresos. El presidente Ramón Castilla y su ministro José Fabio Melgar expidieron el decreto de 5 de mayo de 1850 reglamentario de la ley de 16 de marzo de ese año.

El paGo DE la DEuDa INtERNa HaSta MaRZo DE 1851.- Al concluir el gobierno de Castilla habíanse pagado en la consolidación de la deuda interna, según dijo el Presidente en su mensaje al Congreso extraordinario de 1851, 4.320.400 pesos. Agregó que su monto podía llegar a 6 o 7 millones. "La ley de consolidación (afirmó entonces) es un principio fecundador que ha brindado al país innumerables beneficios; es una ley de consuelo y de sólidas esperanzas para una multitud de familias; una tabla de salvación en el naufragio de tantas fortunas; un nuevo

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 2 ]

elemento de bienestar y orden". Se volverá a tratar del asunto en relación con el gobierno de Echenique.

caStIlla Y El cRéDIto DE MaRIaNo VIDal coNtRa El EStaDo.- Un asunto con el que se intentó dañar la reputación de Castilla durante su primera administración fue el del crédito de los herederos de Mariano Vidal contra el Estado. Mariano Vidal entregó los últimos caudales de su antigua fortuna en onzas de oro para el suministro de armamento, vestuario y otros artículos destinados a la Primera Expedición Restauradora. Al respecto firmó con el general Antonio Gutiérrez de la Fuente, en Valparaíso, el contrato de 12 de setiembre de 1837. El crédito de Vidal fue reconocido por decreto de 7 de noviembre de 1838 en la cantidad de 79.965 pesos. El decreto de 13 de junio de 1839 mandó pagar con los fondos del Ramo de Arbitrios una parte de esta deuda, ascendente a 8.444 pesos y le hizo ganar un interés mensual. Doña Julia y doña Margarita Vidal, hijas legítimas y herederas de Mariano, confirieron poder en Buenos Aires el 23 de mayo de 1840 a Ramón Castilla, gran amigo de este, para el cobro de la cantidad restante. Cuando fue ministro de Hacienda, Castilla se abstuvo de reconocer el saldo del crédito por razones de delicadeza y traspasó el poder de que estaba investido a Nicolás Factor Guzmán el 16 de diciembre de 1840. La ignorancia o la insidia pretendieron sostener que Castilla había sido albacea de Vidal, lo cual no era cierto, y que había nombrado a Guzmán desde la Presidencia de la República, suposición también falsa. Después de siete años y meses en que el crédito de las herederas de Vidal no había sido amortizado ni había ganado intereses y cuando todas las personas que contribuyeron al equipamiento de la expedición restauradora ya habían sido pagadas, el decreto de 10 de octubre de 1846 ordenó el abono correspondiente y lo distribuyó entre las tesorerías de Arequipa, Puno, Cuzco y Moquegua. Este decreto fue anterior a la ley de presupuesto y, por lo tanto, no quedó sujeto a ella. Tampoco se produjo el reconocimiento y la liquidación de este crédito por el Parlamento, pues ninguno de los similares recibió dicha tramitación; además el Congreso de Huancayo aprobó todos los actos administrativos de Gamarra. Con fecha 14 de Junio de 1848 ordenó Castilla que continuase el pago de las mesadas hasta que fueran cubiertas las que quedaron adeudándose a fines de mayo de 1848, pues el 1° de junio empezó a regir el presupuesto nacional.

loS SuElDoS Y aJuStES DE caStIlla.- Cuando Castilla fue prefecto de Puno en 1835 pidió el ajustamiento de sus sueldos y apareció que se le debía cerca de 8 mil pesos hasta 1833; pero esa cantidad no le fue abonada aunque pudo ordenar el pago con el uso de su autoridad. Recibió más tarde algunas cantidades que no liquidaron íntegramente su crédito que se acrecentaba con el transcurso de los años, y en 1841, estando preso en Bolivia, le fueron enviados 6 mil pesos que, en gran parte, empleó para socorrer a los muchos peruanos que alrededor suyo, cautivos como él, sufrían grandes necesidades. El ajustamiento hecho por el vocal del Tribunal Mayor de Cuentas, Miguel Muelle, con fecha 16 de agosto de 1849, presentó en la cuenta del haber de Castilla desde el 1° de enero de 1834 hasta el 31 de agosto de 1846, la suma de $ 114.935 y como cantidades recibidas por él $ 81.221. El Estado le debía, pues, entonces, por haberes vencidos a lo largo de este plazo, $ 33.714. El presidente de la República no se había hecho pagar lo que continuaba adeudándole el Estado como jefe del ejército y como funcionario en la etapa anterior a su ascensión a la primera magistratura. De los ajustes de Castilla se volvió a hablar públicamente en el período electoral de 1850 y 1851 y poco después según se verá oportunamente.

MARIANO vIDAL ENTREGÓ LOS úLTIMOS CAUDALES DE SU ANTIGUA fORTUNA EN ONzAS DE ORO PARA EL SUMINISTRO DE ARMAMENTO, vESTUARIO Y OTROS ARTíCULOS DESTINADOS A LA PRIMERA ExPEDICIÓN RESTAURADORA. AL RESPECTO fIRMÓ CON EL GENERAL ANTONIO GUTIéRREz DE LA fUENTE, EN vALPARAíSO, EL CONTRATO DE 12 DE SETIEMbRE DE 1837.

[ CAPÍTULO 2 ] PERÍODO 2

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[ tomo 3 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 3 ● I La con­so­li­da­ción

El mon­to de la con­so­li­da­ción Acu­sa­cio­ nes so­bre la ma­ne­ra co­mo se efec­tuó la con­so­li­da­ción ● Ar­gu­men­tos da­dos en de­fen­sa de la con­so­li­da­ción ● Los en­ri­que­ci­dos con la con­so­li­da­ción ● To­rri­co ● El cos­to de la vi­da ● Clau­su­ra de la con­so­li­da­ción ● II El em­prés­ti­to en Lon­dres y la con­ver­sión de la deu­da an­glo-pe­rua­na en 1853 ● La con­ver­sión ●



de la deu­da in­ter­na. Los efec­tos so­ cia­les y eco­nó­mi­cos de la con­ver­sión ● Men­di­bu­ru y su pro­pio juz­ga­mien­to ● III La ley ale­ gre que apro­bó los ac­tos del Po­der Eje­cu­ti­vo ● IV El pre­su­pues­to na­cio­nal en­tre 1850 y 1854 ● V Las ren­ tas pú­bli­cas per­ma­nen­tes en­tre 1854 y 1864 ● El cre­ci­mien­to de los gas­tos pú­bli­cos y los pre­su­pues­tos ● El pre­su­ pues­to en 1863-1864.

LOS EFECTOS DE LA ABUNDANCIA FISCAL SOBRE EL CRÉDITO PÚBLICO Los excesos en la consolidación y en la conversión de la deuda interna (1851-1853). El empréstito de 1853. Los presupuestos entre 1850 y 1863

3 []

CAPÍTULO

L 174

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 3 ]

[I] a coNSolIDacIÓN.- La ley del 15 de setiembre de 1853, la hacienda pública de Chile sirvió como instrumento para abonar los daños causados por secuestros de propiedades, préstamos y donativos forzosos, contribuciones extraordinarias y prorratas impuestas por las autoridades especiales y españolas y patriotas durante la guerra de la Independencia. El gasto ascendió a 1.124.925 y no ofreció dificultades. En el capítulo anterior se vio cómo las leyes de setiembre y diciembre de 1847, marzo de 1848 y marzo de 1850 autorizaron el reconocimiento y la cancelación de los créditos de los particulares contra el Estado hasta 1845. La primera de dichas leyes estableció de hecho, según ya quedó señalado, que no constituían un inconveniente para el pago los descuidos de los empleados en la administración pública tratándose de cantidades tomadas en dinero o en especies para auxilio del ejército. Por la segunda de ellas se amplió el alcance de los reclamos y quedó señalada como su fecha inicial el 19 de setiembre de 1820. Según la tercera ley en los casos dudosos que ocurrieran ante los tribunales o el Ejecutivo debían resolverse las cuestiones sobre crédito público de acuerdo con los principios de equidad en favor del acreedor del Estado y sin que hubiere lugar a excepción de prescripción en contra de este. En solo uno de los catorce incisos del artículo 1° el reconocimiento se hizo extensivo a todas las cantidades tomadas por cualesquiera autoridades de la República en dinero o en especies por empréstitos, cupos, contribuciones parciales de guerra, suministros, depósitos, embargos y secuestros. Así fue como tuvieron expedito su derecho a reclamar quienes habían sido dueños de lo siguiente: esclavos enrolados en el ejército; ganados y sementeras que sir vieron para alimento de las tropas; existencias de azúcar, chancaca y otras especies destruidas o capturadas para venderlas al servicio de la causa de la Independencia; fundos rústicos y bienes urbanos a los que se infligió daños. Todo lo que había implicado gastos para el sostenimiento de las tropas patriotas o perjuicios provenientes de ellas entró dentro de la consolidación. También se incluyó en estos pagos los sueldos, descuentos, pensiones, asignaciones, créditos líquidos, arrendamientos, fletes, alcances de cuentas, gratificaciones, billetes, cédulas, reconocimientos, letras protestadas, partes de presas, acciones pendientes, cargos por contrarios, libramientos no cubiertos por las tesorerías y capitales que gravaban tanto el Ramo de Arbitrios como las aduanas y la Casa de Moneda. El concepto de indemnización recibió el alcance más vasto. No fue necesario comprobar si los funcionarios autores o testigos de los daños habían procedido o no con la debida autorización, o si ellos dieron cuenta del dinero o las especies que capturaron, o si esos recursos fueron aplicados al ser vicio del Estado. Documentos o firmas de personas difuntas o ausentes podían dar lugar a falsificaciones; e individuos de las más diversas categorías que hubiesen ejercido cualquier autoridad en treinta años de constantes cambios en el personal de la administración pública estaban facultados para otorgar comprobantes o cer tificados. No fueron establecidos severos requisitos para aprobar los expedientes. Tampoco se formó una comisión depuradora de ellos. Dejó de implantarse, por otra par te, un sistema de previa liquidación general de la deuda.

Las leyes de consolidación fueron, en suma, por su imprevisión e inconsciencia, las principales causantes de los daños y fraudes que hubo en parte de los expedientes formados para dar cumplimiento a ellas.

El MoNto DE la coNSolIDacIÓN.- Hasta diciembre de 1851 la consolidación pasó desapercibida y siguió un curso paulatino y normal, tramitándose los reclamos con buena fe aunque no siempre hubiera en ellos total exactitud. Castilla, como ya se ha referido, expresó en su mensaje al Congreso extraordinario de 1851 que se había abonado 4.320.400 pesos en la deuda interna y que su cancelación no implicaría un egreso mayor de unos 6 o 7 millones. Echenique aseveró en su mensaje al Congreso extraordinario de 1853 que, cuando se hizo cargo del Estado, encontró reconocida la cantidad de 5.237.242 pesos, casi toda procedente de ajustes y descuentos insolutos. Una publicación oficial hecha en 1855 hizo ascender esa suma de 4.880.634 pesos. En todo caso, faltaban por cobrar en 1851 parte de los sueldos devengados de las cédulas de reforma y otros créditos, así como las cantidades que debían indemnizar lo que había sido tomado en dinero o en especies y además las sumas correspondientes a los suministros, cupos y embargos. La ley de 29 de diciembre de 1851 ordenó que, seis meses después de ser ella publicada, quedasen suspensos la liquidación, reconocimiento y consolidación de la deuda interna en el departamento de Lima y señaló el plazo de diez meses para aplicar análoga medida en los demás departamentos "hasta nueva resolución del Congreso". Los antedichos límites cronológicos fueron el 30 de junio de 1852 y el 30 de octubre de 1852. La dación de esta ley provocó inmediatamente una febril actividad en la formación y el reconocimiento de expedientes. Según la memoria del ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, en 1853, la Caja de Consolidación había reconocido hasta el 28 de julio de ese año 23.211.400 pesos en total. Esa es también la suma que consignó Echenique en su mensaje al Congreso de la misma fecha, al anunciar que había sido desechado gran número de expedientes de cargo injustificable, y que se habían efectuado en otros considerables rebajas porque eran exagerados. Un informe especial, emitido el 22 de enero de 1856, señaló, en cuanto a la deuda reconocida solamente durante el gobierno de Echenique, que llegaba al monto de 19.154.200 pesos, distribuidos de la siguiente forma: Pesos Billetes por 78.300 Cédulas por 2.120.500 Cédulas de reforma por 248.290 Letras de Áncash por 59.000 Expedientes por 16.648.200

LAS LEYES DE CONSOLIDACIÓN fUERON, EN SUMA, POR SU IMPREvISIÓN E INCONSCIENCIA, LAS PRINCIPALES CAUSANTES DE LOS DAÑOS Y fRAUDES qUE hUbO EN PARTE DE LOS ExPEDIENTES fORMADOS PARA DAR CUMPLIMIENTO A ELLAS.

acuSacIoNES SoBRE la MaNERa coMo SE EFEctuÓ la coNSolIDacIÓN.- Según los adversarios de la consolidación y también de acuerdo con un observador imparcial como Enrique Witte, a partir de enero de 1852 comenzaron a hacerse afanosas búsquedas de documentos comprobatorios para las liquidaciones y ajustes de los empleados civiles y militares, y fueron abiertos al público los libros de tesorerías de la República y de las comisarías del ejército. Al mismo tiempo hubo gestiones en las provincias ante los presuntos reclamantes, obteniéndose de ellos en muchos casos cesiones y poderes en favor de personas que gozaban de influencia en Lima. En los expedientes sobre suministros, daños y perjuicios, aparecieron documentos falsificados con firmas de San Martín, Bolívar, Monteagudo y otros, o declaraciones supuestas bajo la firma de testigos y peritos, así como irregularidades en las tasaciones y avalúos. Llegó a

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 2

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EL PROvEChO MAYOR vINO A SER ObTENIDO NO POR LOS DEMANDANTES MISMOS SINO POR PERSONAjES PODEROSOS qUE ORGANIzARON ExPEDIENTES CON EL NOMbRE DE AqUELLOS O LOS COMPRARON, A vECES PARA ObTENER LAS CANTIDADES ORIGINARIAS, A vECES PARA ADULTERAR E INCREMENTAR SUS CIfRAS Y AMPARARLAS CON INfORMES AMAÑADOS.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 3 ]

hablarse hasta de la existencia de una oficina para la preparación de documentos donde empleaban procedimientos químicos, se imitaban letras y firmas y se hacía crecer las cifras. El provecho mayor vino a ser obtenido no por los demandantes mismos sino por personajes poderosos que organizaron expedientes con el nombre de aquellos o los compraron, a veces para obtener las cantidades originarias, a veces para adulterar e incrementar sus cifras y ampararlas con informes amañados. Reclamos que desde sus primeros trámites eran excesivos obtuvieron aumentos; muchas veces llegaron a aprobarse no obstante su nulidad; faltos de firmas, aparecieron con ellas para lo cual bastaba, en caso de duda, el reconocimiento de un escribano. Empleados públicos venales colaboraron a veces en estos manejos. Hubo quien demandó el pago de 15 mil pesos (cuenta Juan Espinoza en su Diccionario republicano) y encontró que se le había otorgado 150 mil, cuyo exceso pasó al intermediario. Daños y perjuicios en alguna provincia que llegaban a una determinada cantidad ante el juez de paz respectivo, crecían al pasar por el trámite del avalúo y tasación. Cada expediente recibía informes del Tribunal Mayor de Cuentas y del Fiscal de la Corte Suprema; pero esos trámites no fueron una barrera para los abusos. Después, el presidente de la República, al efectuar el reconocimiento oficial, disminuía, con frecuencia, las cifras en una suma proporcional, descontada la cual el provecho en muchos casos era grande. En cambio, muchos que efectivamente quedaron arruinados por la guerra de la Independencia y las posteriores, no llegaron a ser pagados. Y, por lo demás, se reconoció a los realistas los daños y perjuicios que les habían inferido los patriotas y no se compensó a los patriotas los daños y perjuicios que ocasionaron los realistas. Estas fueron las principales acusaciones de los adversarios de la consolidación. Por otra parte se hizo notar que llegaron a ser indemnizados los ricos sin que ocurriera lo mismo con los pobres. "Cada individuo (escribió Fernando Casós en su folleto sobre la sublevación de 1854) contribuyó por su parte con los elementos de que disponía; el rico puso su contingente de fortuna porque no quiso exponer su persona; el pobre que no disponía de nada puso su más precioso elemento, el elemento vital, su sangre; y el capital del uno representado en dinero, en ganado, en especie, marchó en igual y confundido con el capital del otro contenido entre sus venas, a la ejecución de la obra. Los recursos obligatorios de los individuos formaron, pues, un todo jurídico que no ha podido descomponerse sin que cada una de sus partes tenga perfecta igualdad de reclamaciones y derechos. Y si la sangre derramada, el duelo, el luto, la orfandad y la borrasca deshecha que ha sobrevenido a innumerables familias no puede ni debe repararse, ¿por qué esa célebre paga a los que contribuyeron con sus fortunas?, ¿por qué esa retribución de daños y perjuicios?, ¿Tendrá más eco la justicia de estos que quedaron con algunos capitales que la justicia de aquellos que permanecen hasta ahora sin padres, sin hijos y sin hermanos?". En los informes que emitió la junta revisora de los expedientes de consolidación nombrada por el Gobierno revolucionario el 16 de febrero de 1855, de la que formaron parte los señores Toribio Sanz, antiguo contador de la Caja de Consolidación, Manuel Ferreyros, Tomás de Vivero y José Fabio Melgar, se mencionó la utilización de documentos falsos en papel común o en simples pedazos de papel aunque tuvieran su origen en alguna autoridad, de firmas apócrifas y de comprobantes simulados. Surge de allí una severa crítica sobre el abuso de la prueba testimonial que determinó reconocimientos de créditos por declaraciones para amparar cargos no hechos en tiempo oportuno. Se alude, asimismo, en los informes citados, a la exageración en el uso del concepto de indemnización o de resarcimiento de perjuicios, a los aumentos de cantidades en los reconocimientos hechos y hasta la venta de informes por empleados del Tribunal Mayor de Cuentas o del Ministerio de Hacienda. Una comisión nombrada por la Convención Nacional, integrada por Juan Gualberto Valdivia, Pedro Gálvez y Santiago Távara, llegó a un veredicto análogo sobre las aprobaciones de créditos hechas de manera ilegítima. Los juzgados de Hacienda que habían sido establecidos por el Congreso de Huancayo para las causas entre los particulares y el Fisco en las que este fuera demandado o demandante, no

La Consolidación. Las indemnizaciones económicas ordenadas para reembolsar a quienes habían contribuido con el proceso independentista en nuestro país, dieron pie a malos manejos y fraudes. Ello se ve claramente en esta caricatura de L. Williez, de 1855. Se titula A la horca los ladrones y es una dura crítica a quienes se beneficiaron ilícitamente de este proceso.

[ capítulo 3 ] período 2

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ENERO 1848 [ ee.uu. ]

24

SE INICIA LA fIEbRE DEL ORO EN CALIfORNIA, ESTADOS UNIDOS. ESTE DESCUbRIMIENTO TUvO COMO CONSECUENCIA LA MIGRACIÓN MASIvA DE hOMbRES Y SUS fAMILIAS hACIA LA COSTA OESTE NORTEAMERICANA, EN POS DE fORTUNA. LA GRAN CANTIDAD DE MANO DE ObRA, SIN EMbARGO, ACAbÓ POR hACER ESCASO EL ORO Y TERMINÓ CON EL fENÓMENO EN 1858, APENAS DIEz AÑOS DESPUéS.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 3 ]

intervinieron en los expedientes de la consolidación. Censuró esta ausencia la junta revisora de ellos; pero Echenique replicó que tampoco hubo participación de dichos tribunales en los que fueron tramitados durante el período de Castilla. Además, la ley de diciembre de 1847 había ordenado que los interesados comprobaran ante el gobierno sus acciones con los recibos de los encargados de la recaudación u otras pruebas legales sin que "sirvan de obstáculo las omisiones en que hubiesen incurrido". Por añadidura, la ley de marzo de 1848 indicaba que eran de resolución por el Ejecutivo las cuestiones de crédito público por ella mencionadas; y la ley de marzo de 1850 entregaba el reconocimiento de los expedientes a una declaración también emanada del Ejecutivo. Parecía, en suma, que el legislador había querido establecer para el funcionamiento de las leyes de consolidación trámites análogos a los que seguían dentro de netos cauces administrativos los expedientes sobre ajustes, los contratos entre el Estado y los particulares, los montepíos y las jubilaciones. Por lo menos, esa interpretación podía ser dada a dichas leyes. Axioma de Derecho era entonces que la prueba testimonial no tenía fuerza alguna hasta que el juez ante quien ella era exhibida no la había declarado bastante. La junta revisora dejó constancia (como ya se ha indicado) de los grandes abusos hechos con esta prueba en los expedientes de la consolidación. Echenique replicó invocando, una vez más, las normas y las pautas laxas fijadas por las leyes pertinentes, en cuya redacción él no intervino. También se aplicó un criterio muy amplio cuando se trató de los daños y perjuicios. Las leyes mencionaron como susceptibles de ser indemnizadas las cantidades entregadas en dinero o en especie, los suministros, cupos, empréstitos, y otros aportes análogos e incluyeron, además, dentro de sus preceptos "toda clase de bienes tomados". Se consideró que los males inflingidos por la guerra en la propiedad inmueble no quedaban indemnizados mediante la exención del pago de arrendamientos y la disminución de los censos que llegó a ser decretada y de cuyos beneficios gozaron, por lo demás, tanto los perjudicados como los que no lo fueron, con lo cual resultaron favorecidos, en todo caso, los arrendatarios y no los dueños. Análogo criterio se siguió para pagar los esclavos que se reclutó en el ejército, los ganados que las tropas capturaron para su alimentación, las sementeras usadas con el mismo objeto, las caballadas, las existencias en azúcar, chancaca y otras especies que fueron objeto de requisa para venderlas y obtener fondos o para dar raciones a oficiales y soldados por cuenta de sus sueldos o para otras finalidades del servicio. Daños y perjuicios (se afirmó) son los que infiere a un individuo el acto de tomarle sus bienes, privándole con ello de su propiedad, de los medios de que disponía y de los elementos que le suministraban sus utilidades y su fortuna. Y los daños y perjuicios quedaron incluidos con amplitud laxa dentro de los pagos hechos en la consolidación. La junta revisora emitió 140 informes. Los créditos observados por ella como ilegales ascendieron a la cantidad de 12.180.800 pesos. La comisión que nombró la Convención Nacional tachó el pago de una suma similar. La imaginación popular dio alcances prodigiosos a la consolidación. Un eco de este rumor se escucha en el Diccionario de peruanismos de Juan de Arona. A propósito de la palabra "consolidado" decía Juan de Arona: "Peruanismo histórico-político-fiscal; tuvo su época y ya pasó y aquí no figura sino como una curiosidad histórica. Se llamaba ‘consolidado’ ahora treinta y tantos años y se siguió llamando así, por algún tiempo, a todos los personajes políticos o militares o de cualquier especie que, amparándose con la ley de consolidación de la deuda interna, aparejaban, fraguaban expedientes descarados por los que aparecían grandemente perjudicados en la época a que se refería esa deuda, que fue la de la guerra de la Independencia, y por tanto, acreedores del fisco". Después de señalar los cálculos iniciales sobre el monto de esta operación y recordar que había sido excedido en 12 millones, pues el total fue de 23, agrega: "Algo análogo debía repetirse en los decenios del 60 al 70 y también con el pretexto de alguna ley, la de obras públicas o ferrocarriles y la de expropiación de salitreras". Termina con la transcripción de los chuscos versos de Mateo Paz Soldán titulados "Consolidación de un expediente en California" donde

exhibe las irregularidades de un proceso de reconocimiento de un crédito según las leyes pertinentes; las falsificaciones abundan en él, así como los pagos a los intermediarios, y el reclamante obtiene al fin "menos quizá de lo que había gastado".

SaNtIaGo táVaRa (1790-1874)

aRGuMENtoS DaDoS EN DEFENSa DE la coNSolIDacIÓN.- El principal testimonio que debe buscarse para la defensa de la consolidación es el del propio Echenique. El Presidente tan vilipendiado con motivo de este discutido episodio de su administración fue pródigo en argumentos para replicar a sus enemigos. Ya se ha hecho referencia a algunas de esas razones. Lo que en primer lugar hizo notar fue que la comisión revisora nombrada en los días de frenesí revolucionario (y, pudo agregar, la comisión política de la Convención Nacional) resolvieron sin oír a las partes, o sea sin dar lugar a que se defendiesen. El orden y la tramitación seguidos por los expedientes bajo su gobierno continuaron siendo los mismos que habían sido empleados bajo la administración de Castilla. Durante el tiempo que duró el período en el reconocimiento de los créditos entre enero y octubre de 1852, no hubo reclamos ni del Consejo de Estado, ni de los Fiscales ni del Tribunal Mayor de Cuentas. Se trató entonces de cumplir leyes generosas no promulgadas por Echenique. Los reconocimientos fueron publicados en el Registro oficial con los nombres de las personas favorecidas, las cantidades otorgadas y el origen de los créditos. No todos los documentos fueron fraguados, ni todos los hechos aducidos pudieron recibir el calificativo de supuestos. Algunos expedientes solo ascendieron a pequeñas cantidades. Más que falsificaciones totales pudo haber en algunos casos aumentos o exageraciones en las sumas demandadas, sobre todo al amparo de testigos complacientes acerca de cuya sinceridad y exactitud no podía dar fe el Jefe del Estado. De los 23 millones a que ascendió en total la consolidación desde que ella fue iniciada, 9 correspondieron a sueldos y otros cargos análogos y el resto a secuestros, cupos, embargos, contribuciones forzadas, suministros y bienes diversos que las leyes mandaron indemnizar. Echenique adujo que 14 millones en papeles y no en dinero (los papeles valían más o menos un 30% y más tarde subieron a 50% o 54%) no llegaban a una cantidad exorbitante si se toma en cuenta que comprendían el período desde 1820 hasta 1844, y que representaban lo que habían perdido los particulares tanto en las guerras internacionales como en las civiles, por concepto de esclavos, ganados, sementeras, dinero, propiedad urbana y rústica y otras cosas. Solo las indemnizaciones en relación con haciendas específicas como Montalván, San José, San Regis y Caucato absorbieron cada una más de un millón o una cifra cercana a ese monto; si bien la de Caucato no llegó a ser aprobada. Cuando Castilla anunció en su mensaje de 1851 que el monto de la consolidación alcanzaría una cifra mucho menor, fue tal vez (prosigue Echenique) por ignorancia o mala fe y en todo caso nada se había reconocido hasta entonces por indemnizaciones. El objeto principal de la consolidación era, según sus defensores (y a ellos perteneció resueltamente Echenique aun muchos años después de haber perdido la presidencia), crear capitales y capitalistas nacionales y, de este modo, fomentar las industrias, la agricultura y el comercio, amortiguados o inactivos por la falta de aquellos, haciendo que las riquezas del guano que habían favorecido hasta entonces, sobre todo, a extranjeros, ayudaran a los peruanos. En suma, se trataba de disminuir o atenuar la diferencia que había entre un Estado rico y un país pobre. El mismo Echenique llegó a afirmar en su manifiesto de Nueva York publicado en 1856 que el dinero así entregado a los particulares hizo fabricar o reconstruir edificios arruinados desde la época de los españoles y además "revivir capitales o formarse otros nuevos y recibir un nuevo impulso el giro y el comercio". No participa de esta opinión J. M. Dancuart en los Anales de la Hacienda Pública pues según él: "Los capitales de consolidación puestos en circulación en forma de vales endosables fueron a rendir sus provechos en el comercio bursátil como todos los documentos de esta clase y no sin sufrir las desventajas de la falta de capitalistas compradores

En 1826, tras su regreso de Europa, el comerciante piurano establece contactos en lima con un círculo de intelectuales liberales. En 1833 representó a su departamento en la cámara de diputados en la convención Nacional, de la cual fue presidente. En 1845 fue elegido senador por el departamento de la libertad y en 1852, ministro plenipotenciario en Nueva Granada. En 1857 formó parte una vez más del congreso, esta vez como diputado por Jaén.

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 2

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fERNANDO CASÓS (...) DIO UNA LISTA CON LOS NOMbRES DE LAS PERSONAS fAvORECIDAS Y LAS CANTIDADES CORRESPONDIENTES A CADA UNA DE ELLAS COMO SI ESOS DATOS hUbIERAN PODIDO SER ACCESIbLES. (...) ACUSACIONES TAN CRUDAS fUERON EL fRUTO DE LAS TREMENDAS PASIONES qUE CONMOvIERON A LOS hOMbRES DE ENTONCES.

y del subido interés corriente en plaza". Sin duda, se refiere a los que no fueron objeto de la conversión de la deuda interna en deuda externa cuyo valor aumentó notablemente, según se ha de ver más adelante en este mismo capítulo.

loS ENRIQuEcIDoS coN la coNSolIDacIÓN.- Mucho se dijo acerca de la existencia de una camarilla que, encabezada por Echenique mismo, fue la principal beneficiaria de la consolidación. Fernando Casós, en su folleto acerca del levantamiento de 1854, dio una lista con los nombres de las personas favorecidas y las cantidades correspondientes a cada una de ellas como si esos datos hubieran podido ser accesibles. Hoy cabe afirmar que acusaciones tan crudas fueron el fruto de las tremendas pasiones que conmovieron a los hombres de entonces. Muchos amigos personales y políticos, parientes y ministros de Echenique, altos funcionarios, diputados, senadores, jefes del ejército y autoridades en departamentos y provincias no participaron en los ajetreos de los "consolidados". El ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola y Flores, durante cuyo período se efectuaron las operaciones más dolosas, fue hombre de probidad insospechable y murió pobre. Su antecesor, Manuel de Mendiburu tampoco negoció con este asunto. En el examen y la resolución de los expedientes no demostró el Presidente interés culpable para atender a algunos por codicia personal. Llegada la fecha en que finalizó el plazo dado por la ley, procuró que estuviesen tramitados todos los que estaban en estado de resolución. Se ha mencionado ya que Echenique aceptó que, en ciertos casos, pudo haber aumentos o exageraciones en las cantidades reclamadas y concedidas al amparo de testimonios propicios. Del mismo modo, no negó que pudieron existir más graves anomalías si bien les atribuyó un carácter excepcional. ("Yo no dudo que se hayan falsificado documentos cuyo hecho conoce seguramente el público y por eso es que se da asenso al rumor, pues aun a mi noticia llegó que se hacían o proyectaban falsificaciones", dijo en su manifiesto de 1858). Igualmente reconoció la existencia de unos cuantos beneficiarios particulares. "La riqueza formada de tres o cuatro personas que supieron aprovecharse negociando particularmente con los verdaderos acreedores y causaba una envidia general" aparece mencionada por él en su manifiesto de Nueva York en 1856 como uno de los orígenes de la sublevación de 1854. Suyas son también las siguientes palabras: "A excepción de unos pocos, cinco o seis, repito, que hicieron grandes capitales con la consolidación y entre los que hay algunos que fueron y son

jUAN DE ARONA (1839-1895) SEUDÓNIMO DE PEDRO PAz SOLDÁN Y UNANUE, fUE UN PROLífICO ESCRITOR LIMEÑO CUYA ObRA SE NUTRIÓ DE vIAjES Y LECTURAS.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 3 ]

I

nstalado en el Perú después de viajar por Europa y el Cercano Oriente, ejerció el magisterio en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, y en 1871 fue incorporado como catedrático de literatura griega y latina en la Universidad de San Marcos. También incursionó en el periodismo. Sus ar tículos fueron publicados en El Comercio y El Correo del Perú. En 1863 publicó Ruinas y en 1867, Cuadros y episodios peruanos, La España tetuánica y la pinzonada y Los médanos. En 1869 redactó el semanario La Saeta, el cual tuvo seis

enemigos míos, ¿cuáles son los demás amigos enriquecidos?". Al manifiesto de 1858 pertenecen las siguientes frases: "Indudable es, pues lo manifiestan los resultados y la improvisada riqueza de unos pocos, que hubo comercio en esto. ¿Pero qué culpa puedo tener yo de ello y en qué parte de la tierra no se hacen en semejantes circunstancias esos negocios, en qué asunto de esta naturaleza no hay en Lima tales negociantes?". Y en el mismo documento, después de mencionar la creación de capitales y capitalistas nacionales, agrega: "¿Qué importa que se hubieran enriquecido unos pocos cuya riqueza también quedaba en el país y contribuía a la realización de estos beneficios?". En todo caso el propio Echenique no negoció con expedientes ni formó parte de los "nuevos ricos". "El que menos aprovechó los desórdenes financieros de la última administración fue su jefe", escribió Juan Vicente Camacho en las Cartas turcas en 1855, en plena efer vescencia del apasionamiento revolucionario. Llegó solo, según su propia confesión, a tener 43 mil pesos en vales en consolidación, 13 mil procedentes de sueldos cuya cédula le fue dada después de reconocida la deuda en el gobierno de Castilla y 30 mil con que se canceló la cédula de su reforma otorgada en el año 1836. José Arnaldo Márquez, en su opúsculo sobre la orgía financiera en el Perú, acusa a parientes y funcionarios de Echenique; pero agrega que este no hizo negocio alguno y que salió del mando con una deuda considerable a su suegro. El mismo Echenique, en su manifiesto de Nueva York, dio los nombres de algunas de las personas generalmente señaladas como partícipes en los expedientes de la consolidación: el general Juan Crisóstomo Torrico, el coronel Felipe Rivas, el chileno Juan José Concha y don Manuel María Cotes. Witte afirma que Rivas y Concha fueron agentes de Torrico (1). En cuanto a Torrico, lo emplazó a que dijera, bajo palabra de honor, si negoció con él en dinero o en vales. Respecto de Rivas afirmó que ni conocimiento tuvo de los expedientes en que había intervenido o que giraba "y aun ignoré (agrega) la fortuna que había hecho hasta después de cerrada la consolidación; siendo la primera noticia que de ella tuve, comunicada por el General Torrico, pero sin que yo tuviese siquiera conocimiento de los expedientes. Es verdad que quiso, después ya de que la consolidación se había cerrado, obsequiar a mi señora por bondad un juego de alhajas que se me dijo ser del valor de siete mil pesos y este obsequio no fue admitido a pesar de sus instancias".

JuaN cRISÓStoMo toRRIco (1808-1875)

El general limeño llegó al poder en 1842, luego de deponer a Manuel Menéndez. Sin embargo, otro caudillo, Francisco de Vidal, derrotó a torrico y le arrebató el mando. luego de su destierro en chile (1842-1844/1849-1851), regresó al perú y fue nombrado ministro general (1851) y ministro de Guerra (1852) durante el gobierno de Rufino Echenique.

(1) Enrique Witte, comerciante alemán avecindado en Lima, dejó unas memorias que permanecen manuscritas. Su dueña actual es la señora Eloida Garland de Montero.

números (agosto a setiembre). Fue allí donde usó por primera vez su seudónimo. Ingresó a la vida política en 1872 como jefe de la Sección de Ultramar en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Cinco años más tarde fue nombrado encargado de negocios ante el Gobierno de Chile. Allí, descubrió la conspiración en contra del Perú por parte del Gobierno Chileno. Apoyó en la declaratoria de guerra (1879) y peleó durante el conflicto. Tras la guerra fue ministro residente en Buenos

Aires (1884) y en Brasil (1885). Entre sus obras se encuentran los artículos publicados en El Chispazo (1891-1893), el Diccionario de peruanismos (18831884), Sonetos y chispazos (1885), Canto a Lesseps (1886) y las comedias El intrigante castigado (1867), Más, menos y ni más ni menos (1871), Pasada pesada en posada (1883) entre otras. Además de ensayos históricos y sociológicos, como La inmigración en el Perú (1891), La línea de Chorrillos (1894) y Memorias de un viajero peruano, que dejó inédito.

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[1]

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Humor político. Durante la consolidación, el caricaturista L. Williez representó magistralmente la coyuntura política de nuestro país. En Gratitud de los gallinazos (1), acusa al ministro de Guerra Crisóstomo Torrico de favorecer ilícitamente a sus allegados con reconocimientos de consolidación. En la siguiente caricatura (2), alude a una acusación de Fernando Casós contra el ministro José Gregorio Paz Soldán, quien aparece representado como un ladrón de caminos, por sus supuestos manejos indebidos con los fondos de la consolidación.

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período 2

[ capítulo 3 ]

Que jamás Concha visitó su casa, ni habló con él pública o privadamente, afirmó en seguida. "Verdad es (afirma a continuación) que muchos días después (de cerrada la consolidación) mandó a mi señora una caja de rapé de oro, por mano del general Torrico y la recibió ella a instancias de dicho general". Manuel María Cotes era primo político de Echenique. Este asevera (contra una versión muy difundida) que no tramitó un expediente y que no se le reconoció un crédito ni se le dio un billete. "El señor Cotes no negoció en este giro. Si billetes ha tenido después, ellos han sido comprados en el comercio, como los compra cualquier negociante y podría él manifestar cómo y de quiénes los ha comprado; podría decir que aún tiene en su poder entre los billetes comprados uno de 60 o 70 mil pesos que se reconoció en tiempos de Castilla por deuda a la testamentaría de un señor Vidal de que él era albacea". Aparte de las personas mencionadas hubo otras, cercanas a Echenique, que hicieron uso de su influencia política en esta oportunidad. Una de ellas fue La Fuente. Mendiburu escribió en el artículo biográfico que dedicó a este militar y político: "Aunque La Fuente sacó provecho de la consolidación de la deuda interna, de ningún modo fue lo que se dijo. Él hizo algunos negocios comprando expedientes e interesándose por varias demandas, pero absolutamente no entró en falsificaciones, ni tenemos noticia de que por medio del fraude hubiese gravado a la nación con el reconocimiento de créditos supuestos o de fabulosa nombradía". Que hubo otros personajes cercanos al Gobierno interesados también en la consolidación parece indudable. "Me será permitido recordar a V. E. (escribió Elías en su primera carta a Echenique el 12 de agosto) lo acaecido conmigo y el señor Mendiburu en la primera consolidación con motivo del reconocimiento de los 196 mil pesos decretada a favor del señor Aparicio; pues habiéndole yo dicho al enunciado señor Mendiburu que ese reconocimiento iba a causar la ruina de la patria, me contestó que él era del mismo parecer y que sin embargo había tenido que firmar el decreto por solo complacer a V. E.; todo lo que me apresuré a poner en su conocimiento porque el señor Mendiburu no me lo había dicho en secreto y quise aun que V. E. lo llamara en ese mismo acto para sostenerle a su presencia lo que él me había indicado; y entonces V. E. me repuso que el interesado había sido el Dr. Herrera". También José Arnaldo Márquez cita el caso de Aparicio como una muestra de concesión indebida que la debilidad de Echenique otorgó a Bartolomé Herrera. En resumen, al amparo de leyes pródigas y de su cumplimiento poco estricto por el empirismo o la lenidad administrativos fueron aprobadas una cantidad de demandas indebidas, exageradas o preferidas, en las que intervinieron a veces hombres públicos cercanos al régimen y en otros casos intermediarios no identificados con él. No todos los amigos, funcionarios y adeptos de Echenique tomaron parte en estos negocios. Echenique pecó solo por su carácter bondadoso, condescendiente, confiado y sin malicia y se sorprendió luego al verse horriblemente vilipendiado y calumniado. Por razones políticas, la opinión pública llegó a ser impresionada con versiones fantásticas acerca de este asunto. Varios de los enriquecidos se apresuraron a lucir carruajes o joyas. Algunos aparecieron en las mesas de juego de Chorrillos con ostentosas apuestas. Uno que otro se retiró al extranjero. Hubo los quejosos de quien los acababa de favorecer, vituperando en público sus prodigalidades. Al negarse Echenique, como ha de verse en seguida, a reabrir la consolidación, los desahuciados pretendientes engrosaron las filas de la oposición. No faltaron entre los revolucionarios quienes habían medrado antes. Y en la hora del peligro y de la desgracia casi todos volvieron la espalda al Presidente convertido en víctima.

vARIOS DE LOS ENRIqUECIDOS SE APRESURARON A LUCIR CARRUAjES O jOYAS. ALGUNOS APARECIERON EN LAS MESAS DE jUEGO DE ChORRILLOS CON OSTENTOSAS APUESTAS. UNO qUE OTRO SE RETIRÓ AL ExTRANjERO.

toRRIco.- Mendiburu no dejó dudas en relación con el hecho de que consideraba a Torrico como el principal beneficiario de la consolidación. "Trató (escribe en la biografía dedicada a este personaje) de buscar clientela y atraer muchas voluntades que creyó asegurar con ascensos y

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EL PROPIO EChENIqUE, EN SU MENSAjE DEL 28 DE jULIO DE 1853 Y A TRAvéS DE PREMIOSAS GESTIONES PERSONALES PIDIÓ AL PARLAMENTO qUE DIESE POR DEfINITIvAMENTE CERRADA LA CONSOLIDACIÓN. hAbíA PROYECTOS PARA REAbRIRLA DESPUéS DE hAbER SIDO CLAUSURADA EN OCTUbRE DE 1852.

colocaciones merecidas o no. Sitiado por un concurso de hombres de mala conducta y de afamados villanos que engreía siempre, para asustar con ellos, se veía ahogado con sus demandas y en apuros para satisfacerlas. Declarose protector de las demandas que hacían los de su bando para que el Gobierno reconociese cantidades de que la nación debía responder. Hizo él diversos negocios comprando por medio de sus satélites documentos y derechos no muy purificados ni expeditos y como se veían consolidadas estas acreencias, propagase, entre los del círculo de Torrico, el deseo de hacer lo mismo y adquirieron créditos a poca costa, desahuciando o desanimando a los dueños de ellos y abusando de su incapacidad. El Ministro, allanando los inconvenientes en las oficinas, hasta con mandato recababa los derechos. Aun se abrogó la facultad de sustanciar por el Ministro de Guerra muchos expedientes que después los pasaba como concluidos al Ministerio de Hacienda para su conocimiento. La fácil ejecución de estos pasos avivó la codicia de los que, con descaro nunca visto, no hubo exceso a que no se lanzaran en materia de falsificaciones y supercherías para engañar al Gobierno y dar existencia a gruesos capitales". "Para no extender este cuadro odioso, diremos que el Presidente obraba alucinado en los casos en que no pasaba a sabiendas los escandalosos créditos cuya admisión no se atreviera a negar a Torrico. Tenemos evidencia de que entre este general y sus principales satélites –Rivas, Concha, Coz, entre otros– se juntan más de 4 millones de pesos situados en la Caja de Consolidación. Y porque sería muy escabroso, difuso y desagradable escribir cuanto sabemos y aun nos consta sobre los manejos del partido de Torrico en el negocio consolidación de la deuda interna, nos negamos a seguir tratando de ello y a poner los nombres de muchas personas que, a su sombra y por su mediación, consiguieron, con injusticia y mengua del Gobierno, poseer lo que no era justo cargar sobre el Erario sino en cantidades mucho menores, esto es fuera de lo que, por ser del todo nulo y supuesto, no debió reconocerse pero ni admitirse siquiera a la vista de las autoridades". Mendiburu censura también que Echenique, por complacer a Torrico, mandase que 21 mil pesos impuestos a interés por las cajas de los cuerpos en el Ramo de Arbitrios, pasasen a tesorería a disposición del Ministerio de Guerra bajo el pretexto de que se iba a refaccionar cuarteles. "El dinero fue repartido a varios jefes de la predilección de solo Torrico… Los cuarteles no se compusieron y este escándalo público se aumentó con las dificultades que sobrevinieron para que el Ramo de Arbitrios pudiese llenar sus compromisos". Según Witte, fue uno de los pocos en guardar la fortuna obtenida durante la consolidación. En 1875, escribió que seguían siendo ricas la viuda de don Juan Crisóstomo y la de Cotes.

El coSto DE la VIDa.- No hay testimonios fehacientes que amparen la afirmación de Heraclio Bonilla en el sentido de que se elevara el costo de vida para las clases populares en la época de la consolidación.

clauSuRa DE la coNSolIDacIÓN.- El propio Echenique, en su mensaje del 28 de julio de 1853 y a través de premiosas gestiones personales pidió al Parlamento que diese por definitivamente cerrada la consolidación. Había proyectos para reabrirla después de haber sido clausurada en octubre de 1852. "Si se prorrogara el plazo del reconocimiento y consolidación (afirmó entonces categóricamente en dicho documento oficial) las rentas no podrían hacer frente a los intereses de los nuevos capitales; y dejando de cubrirse alguna vez, descendería hasta su ruina el crédito nacional y podría resentirse hasta la base en que descansa la estabilidad social… Evitad un mal que sería peor que las calamidades pasadas. Quede, pues, cerrada la consolidación de la deuda interna". En el transcurso del año 1853 se hizo, sin embargo, una intensa campaña periodística a favor de la reapertura de ella. Díjose que faltaban muchos expedientes justos por reconocer, que gran

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[ CAPÍTULO 3 ]

cantidad de gente interesada no supo a tiempo el plazo perentorio dado en 1851 y que entre esa muchedumbre abundaban los pobres y los provincianos. Se aludió a que anteriormente solo unos cuantos privilegiados habían sido los beneficiarios. Hubo quien pidió la rebaja en el interés de los vales, para hacerlos menos onerosos. También se mencionó el argumento jurídico de que no había lugar a la prescripción en esta clase de deuda pública y el de que la ley de 1851 tan solo ordenó la "suspensión" en el pago de ella hasta que el Congreso decidiera lo conveniente. Pidiéronse medidas oportunas contra el fraude. La inmensa riqueza de las islas guaneras fue aludida como fuente de recursos que debía servir para atender a la necesidad de crear capitales e industrias nacionales. No faltó quien afirmara que había diputados y senadores dueños de expedientes o comprometidos a ser agentes de ellos. El monto de la nueva consolidación llegó a ser estimado en la cifra de 50 millones. Entre los diversos escritores favorables a la reapertura estuvo Manuel M. del Mazo, cuyo seudónimo era Ibrahim Clarete. Los diputados por Huamachuco Nicolás Rebaza y Pedro Torres Calderón se dirigieron, con fecha 25 de julio de 1853, al Ministro de Hacienda para denunciarle que en su provincia habían sido falsificados documentos sobre daños y perjuicios causados por el ejército libertador, con el fin de utilizarlos luego en Lima para el caso de que la consolidación se reabriera. El ministro Nicolás de Piérola respondió con fecha 3 de agosto: "El Gobierno se ha instruido con el mayor interés de los hechos que USS. refieren y reservándose el tenerlos presentes en su oportunidad me ha ordenado que conteste a USS. que aprecia debidamente el celo y patriotismo que, sin duda, movieron a USS. a escribir la referida comunicación". Según Echenique, su actitud de energía y prudencia, revelada en la clausura de la consolidación y en su tenacidad para mantenerla, que él extremó al no convocar nuevamente a sesiones parlamentarias en 1853, ante el fundado temor de que llegara a ser restablecida en el curso de ellas, vino a ayudar a su impopularidad, pues quienes tenían expedientes preparados no se lo perdonaron. La ley de 19 de noviembre de 1853 condenó la deuda contraída hasta 1825; la que comprendiera el tiempo corrido desde 1826 hasta diciembre de 1845 sería cancelada en la mitad en todas las oficinas de la República en el acto que los deudores entregaran la otra mitad en vales de consolidación; las deudas fiscales correspondientes a los períodos que abarcaba la ley y que se descubriesen después de publicada y las anteriormente mencionadas tendrían un plazo improrrogable de diez y ocho meses. Por otra parte, en el manifiesto que publicó en Valparaíso en 1858 el mismo Echenique reveló que, entre sus planes, había estado el de abrir de nuevo la consolidación creando juntas de funcionarios de Hacienda y del Poder Judicial que intervinieran en la depuración de los expedientes y remitiendo al Congreso la lista de los acreedores con las cantidades que les fueran reconocidas para que al nuevo presidente de la República correspondiera abonarlas. Agregó que, igualmente, había pensado en la consolidación y el reconocimiento de las deudas del Consulado, el tabaco y la minería. En total, calculaba que todo ello importaría 16 o 17 millones de pesos más. Lástima grande que no tuviera las mismas prudentes iniciativas para regular el procedimiento de la consolidación en el año 1852.

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SETIEMbRE 1848 [ perú ]

PERú Y ChILE fIRMAN UN CONvENIO POR EL CUAL ACORDARON CANCELAR TODOS LOS RECLAMOS Y DEUDAS PENDIENTES ENTRE LOS DOS PAíSES. LOS MINISTROS PLENIPOTENCIARIOS MANUEL fERREYROS (PERú) Y DIEGO bENAvENTE (ChILE) ARREGLARON LA REDUCCIÓN DE LA DEUDA PERUANA DE 6.800.000 PESOS A 4 MILLONES DE PESOS.

[ II ] El EMpRéStIto EN loNDRES Y la coNVERSIÓN DE la DEuDa aNGlo-pERuaNa EN 1853.- El arreglo de la deuda anglo-peruana, firmado en 1849, había producido serias dificultades. De resultas de él fueron emitidos dos clases de bonos. Los correspondientes a la primitiva deuda, llamados activos, percibieron un interés de 6%, como había ocurrido con los empréstitos de la guerra de la Independencia: la amortización forzosa era solo de un 1% anual de esos papeles. Los bonos llamados diferidos provenían de la deuda acumulada por los intereses impagos; ganaban el interés de 3% y su amortización debía efectuarse en plazo posterior. Fue asignada, para el pago de todos los intereses y de las amortizaciones mencionadas, como ya se ha repetido, la mitad de los productos

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 2

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MaNuEl DE MENDIBuRu (1805-1885)

El militar limeño participó en el ejército peruano desde la proclamación de la Independencia y luego en las campañas a Intermedios, en la batalla de Zepita, en la guerra contra la Gran colombia, entre otras acciones. Respaldó a Salaverry, lo que le valió el destierro durante los años de la confederación. tras la batalla de Ingavi, regresó a lima y ejerció el cargo de ministro de Hacienda durante el gobierno de torrico.

del guano vendido en Inglaterra cuyas cifras eran, en realidad, mayores que las correspondientes a dicho pago; y se arregló también que la amortización se haría al precio de plaza. Tan saneada garantía, al alto interés de los bonos y la tardía amortización que aseguraba por muchos años considerable provecho para los tenedores de ellos, motivaron que el valor de los papeles anglo-peruanos subieran hasta más allá de la par. Los tenedores exigieron reiteradamente que la amortización de los bonos activos o del 6% se hiciera a precio de bolsa que era de 104 a 107; pero el Congreso, al aprobar el contrato de 1849, ordenó que ella no pasara de la par, si bien este acuerdo, por un descuido imperdonable, no fue comunicado a los interesados. Al mismo tiempo ellos pretendieron que, por pertenecerles la mitad de los productos del guano vendido en Inglaterra y no pudiendo amortizarse sino el 1% de los bonos activos, todo el dinero sobrante de la mitad antedicha se aplicase a la amortización de los bonos diferidos que solo ganaban el 3% de su valor. Ambas demandas eran inconvenientes para el Erario peruano. El premio sobre los bonos activos los habría hecho subir en exceso en beneficio de quienes los acaparaban; de otro lado la amortización de los bonos diferidos, que formaban una deuda más gravosa, hubiérase obtenido antes del tiempo señalado para ella. Existía gran desconfianza acerca del resultado si las dos cuestiones eran llevadas al fuero judicial, pues el texto del convenio de 1849 era obscuro o, más bien, omiso. El fallo adverso en uno solo de estos litigios habría costado muchos millones a la República. El ministro de Hacienda, general Manuel de Mendiburu, viajó a Londres para arreglar tan graves asuntos y otros que se le encomendaron. Propuso que le reemplazara José Fabio Melgar; pero consejeros de Estado, amigos de Torrico, se opusieron por suponer a Melgar amigo de Castilla y el nombrado fue Nicolás de Piérola. Entre sus instrucciones Mendiburu llevaba la de que, si los tenedores de bonos de la deuda inglesa persistían en su intransigencia, levantara un nuevo empréstito por la cantidad necesaria para cancelar esa deuda. Los tenedores de bonos hicieron varias propuestas a Mendiburu y a cada una de ellas respondió con objeciones, pues consideró que eran inadmisibles y dañosas al Perú. Después de no haber encontrado los medios para un avenimiento, Mendiburu comisionó y autorizó el 25 de febrero de 1853 a las casas de C. de Murrieta y C. J. Hambro e hijos de Londres para que se llevara a cabo un empréstito de 2.600.000 libras esterlinas con el 4,5% de interés destinadas a la amortización de la deuda inglesa del 6% y, asimismo, al pago de las deudas a Chile que tenía el mismo tipo de interés y al Ramo de Arbitrios que abonaba el 9% y el 12%. Este ramo quedó en principio libre a disposición del Gobierno. La amortización de la deuda antigua debía hacerse a la par y no por cantidad mayor como habían pretendido los tenedores de bonos. La mitad del guano expendido anualmente en la Gran Bretaña continuó sirviendo como garantía. El interés de la amortización del nuevo empréstito ascendió al 2% anual en vez del 1%. Las condiciones de este fueron superiores a las que tuvieron similares operaciones realizadas en Londres por Rusia, Austria, Dinamarca y Cerdeña. Los tenedores recibieron 118 1/2 libras en los nuevos bonos por cada 100 libras de los antiguos. Se produjo, pues, un aumento de 3 millones en la deuda. Según Mendiburu, esta cuantía mayor en el capital estuvo compensada y en mucho con las demás particularidades del contrato. Los cálculos que se hicieron fueron los siguientes: Pesos El Perú debía en Londres por la deuda activa del 6% 7.700.000 A Chile al 6% 2.000.000 A Arbitrios al 9% y al 12% 1.000.000 Total 10.700.000 "Cuando ayer debía la República estos 10.700.000 pesos, necesitaba 40 millones para pagarlos en un período de 100 años. Hoy debiendo 13.000.000, es evidente que los pagara en 26 y

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 3 ]

Cambio de mando. Tras el golpe de Estado al presidente Echenique, él y sus ministros debieron buscar asilo en varias embajadas. Este acontecimiento no pasó desapercibido para la pluma del humorista político L. Williez, quien dibujó al ex presidente y a sus ministros (Torrico, La Fuente y Paz Soldán) saliendo a la clandestinidad mientras Castilla y sus partidarios tomaban el poder. Steven Sullivan, primer ministro inglés, aparece observando el proceso.

[ capítulo 3 ] período 2

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Otro estilo de vida: el culto al consumismo Pocas épocas en nuestra historia dieron lugar a tanto lujo y ostentación de su Élite como la llamada "era del guano". El siguiente texto da un vistazo a esos tiempos de artificial prosperidad y sus efectos en la clase alta peruana.

L

ue­go de la po­bre­za ca­si ge­ne­ral su­fri­da por las gue­rras de la In­de­ pen­den­cia y las lu­chas en­tre los cau­di­llos, con la "era del gua­no" la éli­te tu­vo re­cur­sos su­fi­cien­tes pa­ra gas­tar e imi­tar los gus­tos de la gran bur­gue­sía eu­ro­pea. El cul­to a los ar­tí­cu­los im­por­ ta­dos hi­zo ri­co a más de un co­mer­cian­ te ex­tran­je­ro que abrió su tien­da en las ca­lles de la an­ti­gua y aún po­co re­mo­za­ da Li­ma de­ci­mo­nó­ni­ca.

Cuen­ta don Ri­car­do Pal­ma, tes­ti­go de es­ta épo­ca de inu­sual bo­nan­za, en su co­no­ci­da tra­di­ción "El bai­le de la vic­to­ ria", lo si­guien­te: "No fal­ta­rá en­tre mis lec­to­res al­gu­nos que co­no­cie­ron a don Ber­nar­do O… el al­ha­je­ro, mer­ca­der ale­ mán que, por los años de 1852, tra­jo de Fran­ cia por va­ lor de qui­ nien­ tos mil fran­cos en al­ha­jas en­gar­za­das so­bre oro. Lle­gó, co­mo se di­ce, en la ho­ra del buen pas­tor, es­to es, cuan­do la Con­so­ li­ da­ ción es­ ta­ ba en su apo­ geo y se im­pro­vi­sa­ban for­tu­nas en me­nos tiem­ po del que gas­ta­ba en per­sig­nar­se un cu­ra lo­co. Don Ber­nar­do el al­ha­je­ro su­po ex­plo­tar el fi­lón, y en 1860, vie­jo y acha­co­so, re­gre­só a Eu­ro­pa a dis­fru­tar de los mi­llon­ce­jos ga­na­dos en ven­ta de al­ha­jas mo­der­nas y ad­qui­si­ción de al­ha­jas an­ti­guas". El re­la­to, en­tre anec­dó­ti­co e iró­ni­co, del tra­di­cio­na­lis­ta nos per­mi­te in­gre­sar a

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período 2

[ capítulo 3 ]

esa fie­bre vi­vi­da por lo nue­vo y os­ten­to­ so. Asi­mis­mo, en Cho­rri­llos, el bal­nea­rio de mo­da, la nue­vas fa­mi­lias se de­di­ca­ ban al jue­go y dis­fru­ta­ban sus va­ca­cio­ nes al es­ti­lo del bal­nea­rio Bia­rritz, en Fran­cia. En Li­ma se abrían tien­das ele­ gan­tes, se es­ta­ble­cían ho­te­les –co­mo el Maury– y em­ pre­ sas de ca­ rrua­ jes. Sin em­bar­go, el pre­cio de es­tos ser­vi­cios y de los ali­men­tos al­can­zó gra­dos de im­po­si­ble ac­ce­so pa­ra los de­más sec­to­ res so­cia­les. Era po­co pro­ba­ble, co­mo ve­mos, que una in­dus­tria lo­cal cre­cie­ra an­te la abun­dan­cia de im­por­ta­cio­nes, es­pe­cial­men­te cuan­do las ele­va­das su­mas de mo­ne­da ex­tran­je­ra que in­gre­ sa­ban al país da­ban co­mo re­sul­ta­do una ex­ce­si­va re­va­lua­ción de la ta­sa de cam­ bio, lo que ha­cía las im­por­ta­cio­nes re­la­ ti­va­men­te ba­ra­tas. Un via­je­ro in­glés, A. J. Duf­field, hi­zo el si­guien­te co­men­ta­rio so­bre es­ta pe­cu­liar si­tua­ción: “La tie­rra tá cul­ ti­ va­ da: en gran par­ te las no es­ sas que se lle­ van al mer­ ca­ do son co­ aque­llas que cre­cen es­pon­tá­nea­men­te sin nin­gún ar­te de in­dus­tria. Quie­nes abas­te­cen al mer­ca­do li­me­ño son en su ma­yo­ría ita­lia­nos, mien­tras que gran par­te de la tie­rra es ári­da e im­pro­duc­ti­ va. Las pa­pas y otros ve­ge­ta­les, el tri­go, la ce­ba­da, las fru­tas y la car­ne, to­do vie­ ne de Chi­le y el Ecua­dor, pe­ro prin­ci­pal­ men­te del pri­me­ro”. Ci­ta­do en D. Gil­bert, La oli­gar­quía pe­rua­na: his­to­ria de tres fa­mi­lias, Li­ma: 1982, p. 21.

medio años, gastando solo 23 millones escasos. Añadiré que si el Perú pagaba por su deuda de 10.700.000 pesos un interés de 6%, de 9% y de 12%, lo que produce una economía nacida de la diferencia de un interés y otros, aunque el nuevo capital sea mayor". El alza en 1% en la amortización la defendió Mendiburu con la referencia, nuevamente, al menor número de años que abarcaba la deuda y a la rebaja de su interés, así como también a la liberación de los productos del Ramo de Arbitrios. Agregó a continuación: "Le enfadaría a la República pagar un poco más por año, aprovechando del aumento rápido del consumo del guano con el loable fin de salir más pronto de sus acreedores; cuando suben las entradas de un país, ¿no debe ser lo primero cubrir sus deudas, o será forzoso que se busque antes en qué consumir los nuevos ingresos?". Los bonos diferidos recibieron, en otra operación efectuada por Mendiburu, el 3% de interés con un 0,5% de fondo fijo anual de amortización. Violentamente atacado en este punto, al que dedicó especial atención la carta de Domingo Elías del 12 de agosto de 1853, Mendiburu se defendió con minuciosos argumentos, respaldados por cifras y cálculos sobre los gastos posibles en ese año y en los siguientes, para luego insistir en que "el Perú jamás debe pensar en cancelar la deuda diferida saliendo del paso ordinario de su obligación porque no encontrará nunca dinero a un interés tan bajo". Acusado, además, por la baja que tuvieron entonces los bonos peruanos en el mercado de Londres, Mendiburu probó que ella tuvo su origen, sobre todo, en causas locales e internacionales de carácter general y que también provino de los rumores sobre guerra con Ecuador y Nueva Granada, incrementados luego en relación con Bolivia. Como factores coadyuvantes aludió al aumento y la traslación de la deuda interna. A propósito de esta última, mencionó un artículo en el Times "escrito por una persona de esa capital (Lima) bajo el velo de carta de Valparaíso, lamentando la suerte del Perú y acusando agriamente a los funcionarios con respecto a los reconocimientos de deuda". Pasiones personales y políticas se arremolinaron contra Mendiburu al amparo de la general ignorancia del público ante las cuestiones económicas y de la desconfianza que suscitaba el Gobierno. En todo caso, procedió en este combatido episodio de su vida pública con sinceridad y honradez. Viajó a Londres cuando tenía una deuda personal de 14 mil pesos, no obstante lo cual, según él, Elías afirmaba que poseía una fortuna y que estaba haciendo negocios en el Ministerio de Hacienda. Elías lo llamó en una de las cartas, que serán resumidas en el próximo capítulo, "hombre aciago". "No es hombre aciago (repuso Mendiburu) el que ha sido cinco veces ministro dejando publicadas multitud de providencias en provecho del Estado. No lo es el que cada día perdió un amigo o adquirió un enemigo por negarse a hacer concesiones dañosas, por rebajar créditos exagerados y por no prestarse a irregularidades. No es hombre aciago un ministro de quien nadie puede decir que recibió obsequios, que tuvo parte en tal o cual negocio, que se le compró para que pasase por algún fraude. No lo es el que en la época de la consolidación no ha tenido ni tiene en ella un solo centavo. No lo es, por último, el que ha recibido libranzas a su favor por cientos de miles durante su estada en Europa y sin tomar ni manejar dinero alguno, ha encomendado exclusivamente a manos respetables en París y Londres el cuidado de contratar y comprar buques, armamentos, vestuarios, etc., sin enterarse en nada relativo a tales gastos". En relación con el empréstito, desafió a sus enemigos a que probasen que se había vendido, que había entrado en algún fraude, que había tomado parte en esa operación, que era poseedor de bonos o que había especulado en lo más mínimo con su comisión. Las memorias de Mendiburu con la argumentación que acumulan alrededor de este asunto forman un alegato póstumo que ha de influir en la sentencia absolutoria y en el buen concepto de la posteridad.

PASIONES PERSONALES Y POLíTICAS SE ARREMOLINARON CONTRA MENDIbURU AL AMPARO DE LA GENERAL IGNORANCIA DEL PúbLICO ANTE LAS CUESTIONES ECONÓMICAS Y DE LA DESCONfIANzA qUE SUSCITAbA EL GObIERNO. EN TODO CASO, PROCEDIÓ EN ESTE COMbATIDO EPISODIO DE SU vIDA PúbLICA CON SINCERIDAD Y hONRADEz.

la coNVERSIÓN DE la DEuDa INtERNa. loS EFEctoS SocIalES Y EcoNÓMIcoS DE la coNVERSIÓN.- Mendiburu celebró en Londres otro convenio más discutible que el anterior, en obedecimiento a órdenes terminantes y estrechas del Gobierno. Fue con la Casa J. J.

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 2

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El VocERo oFIcIal

El diario El peruano, fundado por Simón Bolívar en 1825, fue el órgano de prensa que en 1856 dio a conocer el texto de los contratos celebrados entre el perú e Inglaterra. las leyes de consignación, publicadas en julio de 1856 en este medio, develaron las negociaciones secretas del ministro de Hacienda Manuel de Mendiburu en londres.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 3 ]

Uribarren, banqueros de París, sobre la traslación de 8 millones de pesos de la deuda interna a la deuda externa. El Gobierno, al aprobarlo, aumentó esta cifra a un total de 9 millones de pesos. En la operación intervinieron Felipe Barreda y su hermano Federico. Con iguales cláusulas e idénticos términos fue ajustado en Lima, además, un arreglo con la Casa Montané por el valor de 4 millones de pesos convertibles en 20 millones de francos (12 de julio de 1853). 13 millones de pesos quedaron así trasladados de la deuda interna a la externa: y a ellos se agregaron 2 millones de pesos por efecto del contrato con la Casa Hegan para la construcción del ferrocarril de Arica a Tacna. Las casas Montané y Uribarren recogieron vales de consolidación por las sumas de sus respectivos pactos; los entregaron cancelados en la Caja de Consolidación; y recibieron, en cambio, certificados o títulos de deuda externa cuyo servicio debía hacerse en Europa con los productos del guano en la forma, tiempo y proporción señalados para ella. Los defensores de la conversión, cuyo texto no fue publicado entonces, adujeron diversas razones. Si los capitales que integraban la consolidación ganaban en la deuda interna el 6% de interés anual, al pasar a formar parte de la deuda externa dicho interés quedó reducido al 4,5% anual. Era una economía de 1,5% que Echenique calculó en 150 mil pesos anuales. Se obtenía, además, una garantía saneada en el pago hecho en Europa, a salvo de una crisis monetaria y se reducía la fecha de amortización correspondiente. Por otra parte, el papel de la consolidación del 6% valía poco en el mercado; se cotizaba en un 25%, 30% o 32%; los 23 millones reconocidos en total venían a ser, en realidad, unos 7.370.000. Con la conversión, estos valores subieron al 53% y 54% y después se pusieron a la par. Disminuida la deuda interna, el papel que de ella quedaba ofrecía la ventaja del mayor interés y del alza que había recibido en sus cotizaciones. El numerario aumentaba en el país, creándose capitales peruanos que lógicamente debían impulsar las fuentes de riqueza. Muchos años más tarde, Echenique, en sus memorias, insistió en las ventajas de la conversión. "Fue entonces (escribió) que empezaron a impulsarse y rehacerse los fundos rústicos y entrar en reparación las propiedades urbanas; fue entonces que se vio engrandecer el comercio y dar vida a la industria; fue entonces que salieron de la miseria mil familias empobrecidas con las exacciones de la guerra; fue entonces que por consecuencia de esa consolidación, tan maldecida por los envidiosos y por los que la tomaron por pretexto para llenar sus fines de ambición y codicia y merced a las providencias que realicé en Hacienda, se vio de un lado, un desahogo en el Tesoro como no lo ha habido ni antes ni después, con sobrantes en sus rentas y hecha la riqueza pública, con vida barata para todos y facilidades para todo negocio; fue entonces que se extinguió la usura en el país poniéndose el dinero al 6% al año, pudiéndose acudir a aquel medio para procurarse fondos; fue entonces, en fin, que, impulsado el comercio y estando a nuestro favor la balanza de él por el gran producto que nos daba el guano y otras exportaciones que se hacían, el numerario no salía del país y se vio, por el contrario, venir de Inglaterra pastas de oro para ser acuñadas en nuestra Casa de Moneda". En cuanto al interés del dinero prestado en época anterior, Echenique asevera que su monto ascendía al 2% y al 3% mensuales. Sin embargo, la oposición para el arreglo hecho con la deuda interna fue muy grande. Una de las críticas más reiteradas fue la de que algunos poseedores de los vales de consolidación se pusieron a cubierto de lo que pudiera ocurrir en el Perú y en condiciones de recibir dinero efectivo en Londres por esos vales; además se dijo que obtuvieron ganancias con la conversión las personas bien informadas que oportunamente adquirieron bonos para cambiarlos de acuerdo con la operación hacendaria efectuada. La conversión se hizo, pues, en forma tachada como clandestina; y el origen de la deuda así transformada, era discutible porque provenía, en gran parte, de las leyes de consignación. El Gobierno revolucionario publicó en El Peruano, en julio de 1856, el texto de tres contratos secretos celebrados en Londres por el ministro de Hacienda, general Mendiburu, con las casas de Uribarren y Montané en relación con los mencionados arreglos para la conversión de una parte de la deuda consolidada. En estos documentos se declaró que el negocio que dichas casas

hicieron en junio de 1853 solo era suyo en la mitad y que la otra mitad correspondía a personas que el Gobierno se reservaba el derecho de designar oportunamente. Según Mendiburu, Torrico y sus amigos tuvieron gruesas sumas en los bonos emitidos a Uribarren.

MENDIBuRu Y Su pRopIo JuZGaMIENto.- Mendiburu, al regresar a Lima después de celebradas las operaciones de la conversión y del empréstito, pidió, de acuerdo con el anuncio hecho en su respuesta a Elías, su propio juzgamiento. El Gobierno no accedió a ella y con ello lo perjudicó. La resolución de noviembre de 1853, firmada por José Gregorio Paz Soldán, se basó en que para el juicio no bastaba la voluntad de un Ministro sino que eran indispensables previamente la acusación de la Cámara de Diputados y la declaratoria del Senado de haber lugar a la formación de causa. Además dejó constancia de que, sometidos al Congreso y examinados por él los arreglos y negociaciones sobre conversión de la deuda pública y otros actos realizados por el mismo funcionario, habían merecido su solemne aprobación. Por todo ello declaró sin lugar la solicitud y ordenó contestar al solicitante que el Gobierno agradecía los servicios por él hechos a la nación esperando que los prestaría en lo sucesivo con el mismo celo, acierto y probidad siempre por él acreditados en cuantas comisiones y destinos se le había confiado.

[ III ] la lEY alEGRE QuE apRoBÓ loS actoS DEl poDER EJEcutIVo.- Con fecha 24 de octubre de 1853 fue promulgada una ley que fue luego conocida como "la Ley Alegre" por el nombre de su promotor, el diputado por Conchucos Ambrosio Alegre. En su par te considerativa la ley expresó "que los actos administrativos de que ha dado cuenta al Congreso el Presidente de la República han sido conformes a las leyes y a los intereses de la Nación". Y en su par te resolutiva dijo lo siguiente: "El Congreso acuerda al jefe del Poder Ejecutivo un voto de aprobación por su acer tada conducta en el manejo de los negocios públicos; declara satisfecha la confianza de las Cámaras y aprobados en la misma forma los arreglos económicos de que se ha dado cuenta, como hechos en ejercicio de la facultad que le fue acordada en el Art. 9° de la Ley del Presupuesto vigente y se reser va solo para examinar en su vez los tratados y demás convenios procedentes de las Relaciones Exteriores, lo mismo que la cuenta de las sumas gastadas en el bienio último con arreglo a las atribuciones 3a y 6 a del Art. 55 de la Constitución. Refrendaron esta ley Antonio G. de La Fuente, presidente del Senado; Francisco Forcelledo, presidente de la Cámara de Diputados; Buenaventura Seoane, senador secretario; y Mariano Loli, diputado secretario. Al referirse a la "acertada conducta en el manejo de los negocios públicos", el Parlamento aprobó así a fardo cerrado, a la vez, la política seguida con motivo de la consolidación de la deuda interna y la conversión de dicha deuda, los arreglos con la deuda externa y las prórrogas de las consignaciones del guano. Se circunscribió a una labor secundaria cuando quiso examinar tan solo "la cuenta de las sumas gastadas en el bienio"; y reiteró su afán de amparar los actos financieros del Ejecutivo al decir que se reservaba solo el estudio de los tratados y demás convenios procedentes de las relaciones exteriores. La Ley Alegre fue esgrimida muchas veces como arma de combate por los enemigos de Echenique y de su régimen. Fue interpretada como un símbolo de la renuncia de las facultades fiscalizadoras que competen al Poder Legislativo.

(...) LA OPOSICIÓN PARA EL ARREGLO hEChO CON LA DEUDA INTERNA fUE MUY GRANDE. UNA DE LAS CRíTICAS MÁS REITERADAS fUE LA DE qUE ALGUNOS POSEEDORES DE LOS vALES DE CONSOLIDACIÓN SE PUSIERON A CUbIERTO DE LO qUE PUDIERA OCURRIR EN EL PERú Y EN CONDICIONES DE RECIbIR DINERO EfECTIvO EN LONDRES POR ESOS vALES (...)

[ IV ] El pRESupuESto NacIoNal ENtRE 1850 Y 1854.- El presupuesto de 1850, cuyos ingresos fueron calculados en 5.405.976 pesos, dio 5.828.040 pesos efectivos, según la memoria del

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 2

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fEbRERO 1849 [ perú ]

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ES SOfOCADA UNA CONSPIRACIÓN PARA DEPONER Y ASESINAR AL PRESIDENTE RAMÓN CASTILLA. DíAS DESPUéS, EN UN MENSAjE A LA NACIÓN, DIjO: "LA vIGILANCIA DE LAS AUTORIDADES, LA LEALTAD (…) DEL EjéRCITO, DE LA MARINA, Y DE LA GUARDIA NACIONAL Y EL SENTIMIENTO DE ORDEN DOMINANTE EN LA MAYORíA DE LOS CIUDADANOS, ME hAN SUMINISTRADO LUz bASTANTE PARA TENER fIjOS LOS OjOS SObRE LA TRAMA PéRfIDA qUE LOS ENEMIGOS DE LAS INSTITUCIONES hAN ESTADO TEjIENDO CON INCANSAbLE TESÓN".

ministro Torrico en 1851. Los egresos de 1850 que debieron haber ascendido a 5.405.976 pesos llegaron a 5.690.210 pesos. En 1851 las rentas comunes ascendieron a 5.269.812 pesos que con 2.194.087 pesos correspondientes al producto líquido del guano, sumaron 7.463.899 pesos. Esta cantidad fue superada casi en un millón en 1852, pues los ingresos totales de este año sumaron 8.699.025 pesos de los cuales 5.403.679 pesos tenían como origen las rentas comunes y 3.295.346 pesos provenían del guano. Los egresos efectivos fueron clasificados de la siguiente manera por el ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, en 1853: 1851 1852 Sueldos y gastos civiles y de Hacienda 2.469.248 2.219.195 Idem. id. de Guerra 2.453.523 2.486.562 Idem. id. de Marina 659.227 608.347 Obras Públicas 146.320 193.552 Policía 299.347 227.094 Instrucción 188.201 147.138 Objetos Eclesiásticos 26.502 26.026 Acciones Par ticulares 72.059 ------Deuda interna 536.986 944.330 Deuda externa 747.837 1.527.838 Total 7.599.250 8.380.082 No llegaron a ser publicados los ingresos y los egresos efectivos de 1853 cuyo monto específico en el presupuesto era de poco más de 7.100.000 pesos por año. El proyecto de presupuesto correspondiente al bienio de 1854 y 1855 que el Congreso aprobó, no obstante lo cual fue declarado "falsificado" por decreto después de la sublevación de 1854, ascendió a la cifra bienal de 19.882.808 pesos, es decir, a 9.941.404 anuales en sus ingresos (entre los que correspondían al guano 8.600.000 bienales, es decir, 4.300.000 anuales). Los egresos balanceaban esta misma cantidad dividida en los siguientes pliegos:



Poderes Legislativo y Ejecutivo, Consejo de Estado y todos los ramos de Gobierno y Relaciones Exteriores

3.354.496

Ministerio de Instrucción, Justicia, Beneficencia y Negocios Eclesiásticos

1.951.622

Ministerio de Guerra y Marina Ministerio de Hacienda

6.570.791 7.056.461

















Obras públicas de preferencia en toda la República y para gastos autorizados por el Congreso y no comprendidos en el presupuesto

949.436 19.882.806 (1)

La diferencia en esta última suma en relación con la antes dada se debe a las fracciones de pesos que no han sido tomados en cuenta aquí. (1)

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 3 ]

Cifras bienales sin fracciones de pesos.

Em­bar­ca­de­ro. Pa­ra la ex­por­ta­ción del gua­no se cons­tru­ye­ron im­pro­vi­sa­dos em­bar­ca­de­ros en las mis­mas is­las don­de era ex­plo­ta­do. Era una ma­ne­ra de ha­cer más sen­ci­llo y ex­pe­di­ti­vo el pro­ce­so de en­vío del ma­te­rial. En es­ta fo­to se apre­cia un em­bar­ca­de­ro cons­trui­do en las is­las de Chin­cha a me­dia­dos del si­glo XIX.

[ capítulo 3 ] período 2

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[1]

[2]

Pros­pe­ri­dad fa­laz. Es­te pe­río­do de su­pe­rá­vit eco­nó­mi­co, con­se­cuen­cia de la co­mer­cia­li­za­ción del gua­ no, dio al Es­ta­do un mar­co cons­ti­tu­cio­nal más es­ta­ble y una afir­ma­ción ins­ti­tu­cio­nal en sus re­la­cio­nes in­ter­na­cio­na­les. Pe­ro tam­bién hu­bo ma­los ma­ne­jos, co­mo es el ca­so de la con­so­li­da­ción, re­pre­sen­ta­da por L. Wi­lliez en la ca­ri­ca­tu­ra Ha­rán de mi ta­len­to y ma­ña… (1), que alu­de al pro­yec­to de Eche­ni­que de am­pliar la con­so­li­da­ción. La se­gun­da, lla­ma­da Hom­bre de mue­lles (2) mues­tra a Do­min­go Elías, quien li­de­ró la opo­si­ción al Go­bier­no.

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período 2

[ capítulo 3 ]

Las cifras transcritas comprueban que si el gobierno de Echenique encontró en 1851 5 millones de ingresos anuales en la hacienda pública, en pleno proceso de crecimiento en relación con los años anteriores, los cálculos para 1852 y 1853 ascendieron a 7 millones anuales y subieron a casi 10 millones para cada uno de los años 1854 y 1855. Es decir, entre 1850 y 1854, se dobló el presupuesto de la República. Fue un proceso vertiginoso de afluencia fiscal.

[V] laS RENtaS pÚBlIcaS pERMaNENtES ENtRE 1854 Y 1864.- Eliminadas las contribuciones de castas y de indígenas en todos los depar tamentos de la República, a excepción de Lima y Moquegua, quedaron sin fondos suficientes para atender las necesidades de su ser vicio interior. La supresión del tributo indígena privó al Erario de un ingreso anual calculado en 1.400.000 pesos, al mismo tiempo que afrontaba este los gastos de la liber tad de los esclavos y los provenientes de las contiendas civiles. Se ha calculado que bruscamente vino para el Estado, por todo ello, una erosión de más de 10 millones de pesos. (Aumento de la deuda interna con el impor te de los vales de la sublevación de 1854 y el valor de los esclavos manumisos y pérdida de la renta de la contribución de indígenas). La Convención Nacional, por ley de 14 de noviembre de 1856, suprimió los diezmos, primicias y derechos parroquiales con los que se había pagado al clero y vino a recargar los gastos públicos en unos 240 mil pesos. Otras contribuciones abolidas en esta época, con impor tancia mucho menor, fueron la de pastas, el cupo de molinos y el tomín de hospitales. Correspondía la primera a un derecho de expor tación en favor del Fisco y del gremio de mineros; cesó de cobrarse el beneficio de este, lo cual dio lugar a un acta de gratitud. Gravamen local y propio de Arequipa, acerca del cual versa una sección del capítulo sobre los aspectos económicos de este período, el cupo de molinos recaía sobre el trigo en el acto de la molienda o de su transformación en harina. Tomín de hospitales llamábase a una cuota anexa a la contribución de indígenas agregada a las matrículas, con destino a dichos establecimientos asistenciales; fue suprimido por la Convención Nacional, con cargo de que las rentas fiscales lo reemplazaran. El decreto de 26 de junio de 1855, firmado por Castilla con su ministro Domingo Elías, pretendió organizar el sistema tributario y estableció junto con las contribuciones de predios rústicos y urbanos, de patentes, eclesiástica y de crédito público, la contribución personal. Debían pagar esta última, a razón de 12 reales por individuo en la sierra y 3 pesos en la costa, todos los varones habitantes de la República, mayores de 21 años o casados. Estaban exceptuados los incapacitados para el trabajo, los extranjeros transeúntes, los extranjeros inmigrantes agricultores en los primeros cuatro años de su residencia en el país, los eclesiásticos y los individuos del ejército y de la armada en ser vicio. Dentro de la contribución predial quedaron incluidos todos los propietarios de muebles urbanos y los que, como propietarios y arrendatarios, percibían los productos de los bienes rústicos. La de crédito público gravaba a todos los que percibían intereses en la deuda pública. La eclesiástica a los que gozaban de beneficios de ese carácter y la de patentes a los individuos cuyas industrias, de cualquiera clase que fuesen produjeran más de 200 pesos. La contribución personal y los demás impuestos directos mencionados en el decreto estaban afectados exclusivamente al ser vicio del depar tamento de donde provenían. A raíz de las discusiones suscitadas a propósito del decreto antedicho en la Convención Nacional, la contribución personal dejó de ser oficialmente obligatoria. Las contribuciones sustanciales resultaron siendo así las de aduanas, predios rústicos y urbanos, industrias y patentes. Por término medio, decía Pedro Gálvez en su memoria como ministro de Hacienda en 1862, ellas daban el siguiente rendimiento:

ELIMINADAS LAS CONTRIbUCIONES DE CASTAS Y DE INDíGENAS TODOS LOS DEPARTAMENTOS DE LA REPúbLICA, A ExCEPCIÓN DE LIMA Y MOqUEGUA, qUEDARON SIN fONDOS SUfICIENTES PARA ATENDER LAS NECESIDADES DE SU SERvICIO INTERIOR.

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 2

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HoMBRE DE lucES Y pRINcIpIoS









Bajo ese título, el humorista político l. Williez publicó en la revista adefesios (1855) esta caricatura, haciendo alusión a las obras realizadas por el presidente Ramón castilla. Gracias al dinero del guano, castilla pudo realizar grandes obras sociales, como la modernización del alumbrado público y la construcción de los primeros ferrocarriles. asimismo, realizó reformas estatales como la implantación del presupuesto, el ordenamiento de la administración pública, la modernización de la armada, ente otros.

Aduanas en todos sus ramos Predios rústicos y urbanos Industrias y patentes Otros ramos menores



3.500.000 60.000 120.000 800.000

Pesos al año Pesos al año Pesos al año Pesos al año

"Es decir (agregaba Gálvez) producen cuatro y medio millones al año o nueve al bienio; mientras los egresos comunes suben a 42 millones. De donde resulta el singular fenómeno de que, mientras cada habitante solo eroga menos de 1 peso y 1/2 reales al mes, ocasiona al Estado un desembolso de 21 pesos al bienio, o sea una suma seis veces mayor que la que ofrece, por su parte, para los gastos públicos. Los impuestos existentes no habían sido debidamente estudiados. Muchas tierras de labranza se hallaban libres del catastro de la contribución territorial cuya cuota requería aumento. "El valor del suelo y de sus frutos (afirmaba Gálvez) se ha decuplado en toda la República y las contribuciones de predios, sin embrago, son ahora lo mismo exactamente que eran hace un tercio de siglo". La contribución industrial había perdido su generalidad y su antiguo vigor y la de patentes ofrecía resquicios por donde se escapaban de ella numerosas personas. La renta de aduanas necesitaba cuidadosa atención, dada su importancia. Para mejorarla, Manuel Ortiz de Zevallos recomendó en su memoria de Hacienda en 1858: "La adopción de un sistema liberal y acertadas franquicias; la reforma de los aranceles y reglamentos vigentes en armonía con los bien entendidos intereses del comercio y del Fisco; una ley de enjuiciamiento clara, sencilla y completa para las causas de comiso y para hacer efectiva la responsabilidad de los empleados que cometan delitos o faltas en el ejercicio de sus funciones; el establecimiento de los Resguardos bajo una severa disciplina militar; el aumento necesario en el personal y en las dotaciones de los empleados; la construcción de competentes almacenes de depósito y de muelles en los puertos". Juan José Salcedo, en su memoria de 1860, fue también muy explícito al tratar de las aduanas. A su juicio, el mal que fundamentalmente las aquejaba era el contrabando. También las dañaba la defectuosa organización de sus diversos departamentos, acerca de lo cual disertó ampliamente. En su memoria de 1862 antes citada, Pedro Gálvez presentó como vicio de la legislación aduanera el establecimiento de derechos específicos pródigamente enumerados, cuando lo conveniente era establecer gravámenes ad valorem. Abogó, asimismo, por una escuela especial para instrucción técnica y práctica de los jóvenes empleados en las oficinas fiscales y para la preparación de reformas en la estructura financiera, con lo cual se adelantó, en cierto modo, a la idea de los modernos institutos de administración pública. Ninguna de estas propuestas fue, por desgracia, puesta en práctica.

El cREcIMIENto DE loS GaStoS pÚBlIcoS Y loS pRESupuEStoS.- La guerra civil de 1856-1858, las intentonas subversivas efectuadas antes o después de ella y los graves conflictos de carácter internacional produjeron gastos considerables. Hubo aumento en los haberes y las pensiones civiles y militares ya por el gran número de funcionarios que fueron jubilándose o quedaron en condición de cesantes o resultaron amnistiados, ya por las pensiones remunerativas y graciosas otorgadas por los Congresos, ya por el recargo de la lista militar, ya por el aumento efectuado en la escala de sueldos. Otras de las obligaciones atendidas entonces fueron las deudas consolidadas de la manumisión y de los empréstitos y suministros al ejército durante la guerra civil de 1854. El pago puntual de la deuda pública interna y externa, en el que entonces se preocupó el Gobierno, abrió una brecha adicional en el Erario. La inflación presupuestal, la superabundancia de empleados, los onerosos ascensos militares y el despilfarro fiscal en múltiples formas fueron, según se esmeró en demostrar el general

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 3 ]

Manuel de Mendiburu en sus memorias, frutos de la rebelión liberal triunfante en La Palma. Verdad es que las agitaciones internas e internacionales que absorbieron al país entre 1855 y 1860 contribuyeron a los males entonces suscitados o ahondados. Según el cuadro de montepíos en 1862, el Estado percibía al bienio por descuentos de toda clase en este ramo 265.096 pesos y pagaba 924.619 pesos; de donde provenía una pérdida de más de 650.000 pesos. Estas cifras venían a ser un símbolo de la facilidad con que se había accedido a las solicitaciones de los intereses particulares. El presupuesto de 1854 fue declarado falsificado. Era, como ya se ha dicho, un presupuesto balanceado en sus ingresos y sus egresos; cada uno de ellos arrojaba 19.882.808 pesos bienales. La irregularidad de la vida parlamentaria no dio lugar a la aprobación de los presupuestos entre 1855 y 1860. De acuerdo con la cuenta general presentada al Congreso de 1858, los ingresos de 1857 ascendieron a 18.656.246 pesos y los egresos a 16.360.051 pesos. Según Juan José Salcedo, en su memoria de 1860, los gastos públicos de 1859 se elevaron a la cifra de 20.387.756 pesos. El mismo Salcedo dividió los egresos de 1859 en distintos grupos. El pago de intereses y amortización de la deuda interna y externa demandó 6.148.255 pesos. Para la armada, el ejército, la lista civil y las demás pensiones del Estado fueron necesarios 13.053.978 pesos, considerable suma que logró ser íntegramente satisfecha. En el muelle de Pisco, en la Penitenciaría, en las vías de comunicación del departamento de Junín con dirección al Pachitea y de los departamentos de Cajamarca, Amazonas y Loreto y en otros trabajos públicos, los gastos ascendieron a 730.305 pesos. El Congreso aprobó, para el bienio de 1861 y 1862, el presupuesto ascendente a 41.526.072 pesos en sus ingresos bienales y 32.912.034 pesos en sus egresos. Este presupuesto resultó equivocado por varias circunstancias. La guerra con el Ecuador, el conflicto con Bolivia y las amenazas contra el orden público produjeron gastos que no habían sido debidamente atendidos en las partidas correspondientes al ejército, la policía y la escuadra. Las rentas provenientes del guano y de las aduanas no fueron exactamente calculadas. Durante el bienio de julio de 1860 a julio de 1862, según la cuenta general de la República, los ingresos ascendieron a 42.299.741 pesos y los gastos de 42.570.347 pesos, o sea a más de 21.000.000 anuales, con casi 1.000.000 de mayores ingresos y más de 10.000.000 de mayores egresos, sin tomar en cuenta el monto de la deuda flotante. Hubo apuros fiscales y atraso en el pago de los sueldos y pensiones durante la etapa de este bienio.

LA INfLACIÓN PRESUPUESTAL, LA SUPERAbUNDANCIA DE EMPLEADOS, LOS ONEROSOS ASCENSOS MILITARES Y EL DESPILfARRO fISCAL EN MúLTIPLES fORMAS fUERON, SEGúN SE ESMERÓ EN DEMOSTRAR EL GENERAL MANUEL DE MENDIbURU EN SUS MEMORIAS, fRUTOS DE LA REbELIÓN LIbERAL TRIUNfANTE EN LA PALMA.

[ VI ] El pRESupuESto EN 1863-1864.- En junio de 1863, cuando estaba Diez Canseco encargado del mando, es decir antes de la llegada de Pezet, promulgó el presupuesto de 1863-1864. Anunció este documento un total de ingresos de S/. 46.106.664 en el bienio y S/. 44.164.484 como egresos. Pero el año de 1863 ofreció déficit sobre los cálculos efectuados, por haber sido menor el producto líquido del guano y porque el sobrante del empréstito, suscrito en Londres en 1862, fue considerado para todo el bienio cuando quedó absorbido en 1863. Los gastos superaron en ese año, por otra parte, las cifras presupuestas en poco más de 3 millones y medio de pesos a causa de errores en los cálculos hechos anticipadamente. Luego los gastos extraordinarios originados por el conflicto con España y por la situación interna desbordaron el presupuesto de 1864.

[ CAPÍTULO 3 ] PERÍODO 2

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[ tomo 3 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 4 ● Los de­ba­tes ini­cia­les en la Con­ven­ción Na­cio­nal ad­ver­sos a las con­sig­na­cio­nes del gua­no ● La de­nun­ cia de Car­los Ba­rroil­het con­tra la Ca­sa Gibbs y de la Com­pa­ñía Ge­ne­ral Ma­ rí­ti­ma de Pa­rís con­tra Mon­ta­né ● Jo­sé Gál­vez y la vo­lun­tad de in­ves­ti­gar las con­sig­na­cio­nes. La ley de la Con­ven­ ción Na­cio­nal. Los apo­de­ra­dos fis­ca­les ● Los efec­tos de la de­nun­cia de Me­so­nes con­tra la Ca­sa Gibbs y de la de­nun­cia fran­ce­sa con­tra la Ca­sa Mon­ta­né ● Lo que hi­zo y lo que no hi­zo la co­mi­sión fis­cal en In­gla­te­rra. La fal­ta de ener­gía

an­te la Ca­sa Gibbs ● La co­mi­sión fis­cal en Fran­cia y sus co­lo­nias. La re­nun­cia de Mon­ta­né y la ad­mi­nis­tra­ción di­rec­ta del gua­no ● La re­suel­ta ac­ti­tud del Go­bier­ no pe­rua­no en 1858 en fa­vor de la Ca­ sa Gibbs ● La co­mi­sión fis­cal en Es­ta­dos Uni­dos ● El fi­nal de la pri­me­ras in­ves­ti­ga­ cio­nes so­bre el gua­no ● Los in­for­mes de los co­mi­sio­na­dos fis­ca­les ● El opús­cu­lo de Jo­sé Ca­si­mi­ro Ulloa so­bre los as­pec­ tos eco­nó­mi­cos y ad­mi­nis­tra­ti­vos del ne­go­cio del gua­no y las de­nun­cias que hi­zo ● La po­lé­mi­ca Ulloa-Eze­ta ● La asep­ sia en los Ana­les de la Ha­cien­da Pú­bli­ca.

LOS PRIMEROS INTENTOS PARA ROMPER EL SISTEMA DE LAS CONSIGNACIONES DEL GUANO Y SU FRACASO (1855-1858) Los apoderados fiscales y la franqueza acusadora de José Casimiro Ulloa, Luis Mesones y Felipe Barriga Álvarez

CAPÍTULO

4 []

L

oS DEBatES INIcIalES EN la coNVENcIÓN NacIoNal aDVERSoS a laS coNSIGNacIoNES DEl GuaNo.- Los años 1856 y 1857 representaron, después de 1822, 1827 y 1834, un nuevo apogeo de los ideólogos del liberalismo parapetados dentro de la Convención Nacional. En la sesión de esta asamblea efectuada el 19 de noviembre de 1855, se presentó la moción del señor Antonio Roca para que se vendiera al mejor postor todo el guano existente en las islas de Chincha. Este proyecto fue rechazado porque no se consideró viable. Posteriormente llegaron a ser discutidos dos proyectos más sobre el mismo abono. Uno perteneció a Felipe E. Cortés. Quería procurar que los beneficios de la concurrencia de los barcos cargadores de él, en el puerto de Pisco, quedaran exclusivamente en la localidad; y que el reconocimiento de esas naves fuese hecho antes, durante y después del carguío, a fin de cautelar escrupulosamente los intereses fiscales. El otro proyecto, de Luis Mesones, establecía en las islas mencionadas, oficinas administrativas especialmente dedicadas a la super vigilancia sobre la exportación del producto. Al iniciarse las sesiones de enero de 1856, fue conocido el informe del ministro de Hacienda José Fabio Melgar sobre el sistema de las consignaciones y de la venta directa. Melgar, con un criterio conservador, se pronunció a favor del primero y rotundamente en contra del segundo.

la DENuNcIa DE caRloS BaRRoIlHEt coNtRa la caSa GIBBS Y DE la coMpañía GENERal MaRítIMa DE paRíS coNtRa MoNtaNé.- El comerciante francés Carlos Barroilhet creía haber sido el verdadero descubridor del valor comercial del guano y hallábase ligado desde 1838 a los esfuerzos para introducir este producto en Europa. De regreso al Perú en 1855, quiso en vano persuadir al presidente Castilla sobre la eficacia de su plan para administrarlo mejor; y presentó luego un memorial a la Convención Nacional sobre el mismo asunto. Denunció Barroilhet en su Opúsculo sobre el guano… (1856-1857) y en su Exposición… (1856) entre otros hechos los siguientes: la sistemada depreciación del guano que pudo y debió venderse a mejores precios en Inglaterra y en Francia; el cobro de comisiones indebidas; el recargo de algunos gastos como el del valor de los sacos y el cobro ilícito de las comisiones de fletamento. La asamblea acordó, en sesión del 9 de febrero de 1856, que dictaminase sobre el asunto una comisión integrada por los señores Antonio Roca, Ignacio Escudero, Manuel Costas, José Simeón Tejada y Calixto Aráoz. Barroilhet ofrecía encontrar los medios que debían proporcionar un aumento de las entradas fiscales en 2 millones de pesos. El denunciante acusaba, pues, a la Casa Gibbs porque vendía menos toneladas de guano a más precio en vez de más toneladas a precio menor. La culpaba también de manejos dolosos desde 1842 y de haber inferido pérdidas considerables al Erario nacional. Mencionaba el cobro indebido de comisiones de fletamento y el valor recargado de los sacos. Coincidió con el escrito de Barroilhet la denuncia de la Sociedad Marítima de París sobre la consignación del guano en las colonias del Imperio donde la Casa Montané vendió el abono a un precio mucho mayor del que apareció.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 4 ]

JoSé GálVEZ Y la VoluNtaD DE INVEStIGaR laS coNSIGNacIoNES. la lEY DE la coNVENcIÓN NacIoNal. loS apoDERaDoS FIScalES.- En agosto de 1856 el representante Juan C. Cavero llegó a presentar en la Convención Nacional una moción para anular las prórrogas de las contratas de consignación hechas a favor de las casas Gibbs, Montané y Barreda. El gran tribuno José Gálvez Egúsquiza, en la sesión del 5 de setiembre de 1857 y en otras, pidió el esclarecimiento de las denuncias: dio a la publicidad los cargos contra Montané; y demostró lo auténtico de las pruebas que sobre ellas existían. Planteó luego la dación de la ley cuyo contenido queda, en parte, resumido más adelante. El discurso que pronunció en la sesión del 7 de setiembre el ministro de Hacienda Manuel Ortiz de Zevallos implicó una actitud de prudencia y de confianza en la Casa Gibbs. Dentro del espíritu que animaba a Gálvez estuvieron los representantes José Luiz Quiñones y Manuel G. León quienes adicionaron el proyecto de aquel. Ignacio Escudero lo combatió por considerarlo precipitado, inconstitucional y hostil. Escudero tenía su propio proyecto para entregar el negocio del guano a una compañía compuesta de elementos nacionales y extranjeros con el fin de extraer, exportar y vender dicho producto y pagar los intereses y dividendos de las deudas interna y externa. Entre quienes participaron en estos debates, se destacó el diputado José Simeón Tejeda que, por ideas económicas puramente especulativas, recomendó el sistema del remate del guano, que luego patrocinó José Casimiro Ulloa, de acuerdo con su experiencia como secretario de la comisión fiscal en Francia. (Sesiones de 5 y 7 de setiembre de 1857 en la Convención Nacional). La ley de 9 de setiembre de 1857, emanada, como se ha visto, de Gálvez, fue aprobada unánimemente; y, con enmiendas, señaló las medidas para el esclarecimiento de los hechos relacionados con las consignaciones del guano. El Ejecutivo debía investigar: 1°) Si se había vendido el guano a precios menores de los que se hubiera podido obtener; 2°) Cuáles podían ser las causas de esta depreciación; 3°) Si era posible obtener en el día un alza en el valor de dicho abono; 4°) Si las casas consignatarias cumplían estrictamente con todas las obligaciones asumidas por ellas. Se daba amplios alcances a la investigación. La suspensión automática de los contratos y su rescisión por las vías legales sin omitir ningún medio o gasto necesario, eran las sanciones, en caso de producirse el descubrimiento de irregularidades, con facultad para adoptar las medidas convenientes destinadas a evitar el vacío en las entradas fiscales. 5°) Para dar cumplimiento a lo preceptuado en la ley, el Gobierno debía nombrar con aprobación de la Asamblea Legislativa, tres apoderados fiscales en relación con las consignaciones de Inglaterra, Francia y Estados Unidos. La Convención designó para los cargos antedichos a Manuel Mariano Basagoitia (Inglaterra),. Tomás de Vivero (Francia) y Toribio Sanz (Estados Unidos). Gálvez defendió estas medidas frente a quienes adujeron que ellas invadían funciones administrativas, al afirmar que implicaban el dictado de normas para el examen de las cuentas del guano, lo cual caía dentro de la esfera del Poder Legislativo.

EL DENUNCIANTE ACUSAbA, PUES, A LA CASA GIbbS PORqUE vENDíA MENOS TONELADAS DE GUANO A MÁS PRECIO EN vEz DE MÁS TONELADAS A PRECIO MENOR. LA CULPAbA TAMbIéN DE MANEjOS DOLOSOS DESDE 1842 Y DE hAbER INfERIDO PéRDIDAS CONSIDERAbLES AL ERARIO NACIONAL.

loS EFEctoS DE la DENuNcIa DE MESoNES coNtRa la caSa GIBBS Y DE la DENuNcIa FRaNcESa coNtRa la caSa MoNtaNé.- Luis Mesones, que de la Convención Nacional pasó a ser secretario de la legación en Francia y luego encargado de negocios interino en París, denunció a la Casa Gibbs por no haber aumentado el precio del guano en 1855 cuando era posible hacerlo y por la introducción furtiva del abono en ese país. La inculpación hecha por la Sociedad Marítima de París por simulación de ventas, inexactitud de los precios anotados en sus cuentas y otros abusos, dio lugar a la resolución legislativa de 23 de setiembre de 1857 que mandó someter a juicio a los funcionarios de Hacienda encargados del examen de las cuentas antedichas, en vista de que no habían exigido el cumplimiento de las obligaciones estipuladas en la contrata que el Gobierno celebró con los consignatarios mencionados. Sin embargo, esta orden de la Convención Nacional no tuvo efectos visibles.

[ CAPÍTULO 4 ] PERÍODO 2

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lo QuE HIZo Y lo QuE No HIZo la coMISIÓN FIScal EN INGlatERRa. la Falta DE ENERGía aNtE la caSa GIBBS.- El jefe de esta comisión, Manuel Mariano Basagoitia, antiguo

JoSé GálVEZ (1819-1866)

El abogado cajamarquino ejerció su profesión hasta 1850. Ese año se trasladó a lima para incorporarse al colegio Guadalupe, del que fue rector entre 1852 y 1853. luego se incorporó a la revolución iniciada por castilla en arequipa y colaboró con la abolición de la esclavitud. Fue elegido diputado por Jauja en 1855 y decano del colegio de abogados en 1865. Murió luchando contra los españoles en el combate del 2 de mayo.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 4 ]

empleado de Hacienda llegó a Londres el 2 de noviembre de 1857; y el 6 se constituyó en el escritorio de la Casa Gibbs con la finalidad de pedir la manifestación de los libros, cuentas y demás documentos relativos a la venta del guano. El jefe de la empresa no tuvo inconveniente en prestarle su archivo. Basagoitia quedó espantado al ver la magnitud de la tarea que iba a iniciar si examinaba minuciosamente aquella montaña de papeles. Por vía de ensayo, dio una ojeada sobre las cuentas que llevó de Lima para compararlas con las del libro mayor de la empresa. La conformidad era total. Basagoitia se sintió muy halagado. Pero tenía cerca de él al adjunto de la comisión, el doctor Felipe Barriga Álvarez, a quien no le interesaba descubrir la existencia o inexistencia de fallas numéricas en los libros sino las disconformidades con las estipulaciones mismas de la contrata de consignación. Barriga halló un descuento hecho a los compradores de guano durante dos años y medio, suprimido después sin que ni a su establecimiento ni a su eliminación hubiese precedido autorización del Gobierno. No obtuvo explicaciones satisfactorias y formuló por escrito una demanda a su jefe. Este, herido en su dignidad, aceptó al fin, poner el hecho en conocimiento del Ministro de Hacienda. Dicho funcionario, públicamente, se adhirió a las explicaciones de la Casa Gibbs. Se trataba, dijo, de una práctica mercantil autorizada y recibida sobre todos los artículos de primera necesidad que no fue observada por el Tribunal de Cuentas, y resultó luego abolida por la empresa en la primera coyuntura favorable que se le presentó. Hubo quienes impugnaron esta actitud. No era exacto que el descuento resultase de una práctica mercantil británica sobre todos los artículos de primera necesidad. La abolición mencionada, por otra parte, coincidió con el aumento del precio del guano. Medida tan importante, si resultaba falso lo anterior, hubiese provocado el violento reclamo de los compradores. Pero el otorgamiento ilegal del descuento aquí puesto en tela de juicio costó al Perú 570.915 pesos. Nada más tuvo Basagoitia que observar a las cuentas de los Gibbs, salvo lo relativo a los gastos de anuncios. Apenas si examinó algunos de esos documentos y quedó satisfecho al constatar su exacta conformidad con los libros. Basagoitia, para tener informes de los consumidores del guano, envió una serie de circulares; fórmula que Barriga no consideró acertada según expresó en una carta pública (El Comercio, 26 de abril de 1858). El resultado de dichas circulares fue nulo. Basagoitia redujo entonces su comisión a la formación de unos cuadros o estados con la finalidad de resumir las especificaciones de ventas presentadas al Gobierno por la Casa Gibbs; ellas aparecen insertadas junto con la Cuenta General de la República en 1857 y la Memoria elevada al Congreso extraordinario de 1858. Luego presentó, en diciembre de 1857, escasamente al mes y medio de su llegada a Londres, la solicitud para que se diera por terminada su comisión. Esta fecha aparece en el considerando 1° de la resolución de 5 de agosto de 1858 y en el tenor de la de 11 de enero de 1859. Barriga lo acusó de haber abandonado la fiscalización de los consignatarios ingleses cuando todavía estaban pendientes varios hechos susceptibles de esclarecimientos. Uno de ellos se derivaba de una comunicación del encargado de negocios del Perú en Francia Luis Mesones por la cual llegó a su conocimiento que la Casa Gibbs había mantenido durante once meses el precio del guano a 11£, o sea 325 francos; lo cual provocó la introducción clandestina de grandes cantidades del abono comprado en Bélgica y Holanda a los agentes de la misma empresa. Se trataba de una acusación muy grave y que iba contra una circular expedida en abril de 1855 por el ministro de Hacienda Domingo Elías y renovada en octubre del mismo año, que mandó elevar el precio del guano en todos los mercados, a fin de obtener un producto neto de 33 pesos por tonelada de guano. A consecuencia de esta orden el guano se alzó en Francia a 13 libras; pero no en Inglaterra. Eran inaceptables las alegaciones de los señores Gibbs en el sentido de que no recibieron oportunamente dichos documentos y de que, más tarde, hicieron observaciones al Gobierno cuya aprobación obtuvieron. En primer lugar, les correspondió cumplir las órdenes y luego pedir la correspondiente rectificación. En realidad, surgió aquí la figura de un abuso de

confianza. También hizo Mesones el cargo de que los Gibbs proveyeran de guano a las islas Barbados previa compra de la Casa Montané, ganándose la comisión íntegra sin más que el trabajo de hacerlo trasladar de la Martinica a aquel lugar. (Oficio de 11 de octubre de 1857). Las denuncias de Mesones a Basagoitia (que no revelaban sino una de las muchas importaciones indebidas de guano por Dunkerke, Burdeos, El Havre y otros puertos franceses) suscitaron una polémica entre los dos funcionarios peruanos y una consulta de Basagoitia al ministro en Londres, Rivero. Este dio traslado a la Casa Gibbs cuyo informe, junto con el expediente respectivo, fue enviado a Lima. El Ministerio de Hacienda se declaró conforme con el proceder de la entidad británica. Resolución suprema de 5 de agosto de 1858, declarando sin lugar las acusaciones contra la Casa Gibbs (Anales de la Hacienda Pública, tomo VI, pp. 145-149. Resolución de 26 de enero de 1858, en Anales de la Hacienda Pública, tomo VI, pp. 36-39). Ulloa criticó severamente esta resolución en las páginas 83-97 de su opúsculo. El mejor testimonio de esta política hállase en que se le otorgó la consignación en Francia y luego la de España. El epílogo de la misión de Basagoitia fueron las visitas a uno de los depósitos del guano en Inglaterra y la búsqueda de datos sobre el modo de la entrada y la salida de este producto. Aparte de las cosas que ya se mencionó, entre otras, le faltó investigar a Basagoitia el doble descuento que la Casa Gibbs otorgaba a los compradores ingleses, llamado abono de tara y buen peso, efectuado en especie en beneficio de los grandes compradores y en dinero a los compradores en granel (9 chelines, 6 peniques por toneladas). Este beneficio, pequeño en apariencia, le costó al Perú sobre 1.317.248 toneladas de guano vendidas hasta 1859 en Inglaterra, 3.293.122 pesos: a los que era necesario agregar 370.915 por el descuento de 2,5 hecho en favor del comprador hasta fin de diciembre de 1853. El total venía a ascender a 3.864.037 pesos arrebatados al Tesoro Público. Atención especial demandaba, igualmente, la partida de gastos generales y avisos que los consignatarios hacían figurar en sus cuentas con un estimado de 3 peniques por tonelada, suma no despreciable dentro de cálculos globales. Pero algo de suma importancia era el cobro indebido de la comisión de fletamento exigida a los dueños de las naves que transportaban el guano. Dicha comisión (establecida en el contrato que suscribió en 1849 el ministro J. J. Osma) quedó fenecida al renovarse aquel en diciembre de 1851. El asunto dio lugar a un reclamo del administrador de Tesorería Tomás de Vivero el 4 de diciembre de 1855, a una respuesta de la Casa Gibbs en El Comercio del 7 de diciembre y a una réplica del mismo Vivero el 14 de diciembre. Todos los documentos formaron un expediente cuyo trámite se interrumpió. El asunto suscitó comunicaciones entre Vivero, ya nombrado apoderado fiscal en Francia, y Basagoitia; pero este no actuó. La comisión de fletamento implicó un alza en el precio del transporte y pérdidas considerables del Fisco. La carencia de guano en la colonia británica de Mauricio fue otro de los asuntos inicialmente encomendados al señor Basagoitia; pero una orden suprema de 25 de febrero de 1858 lo exoneró de dicha investigación. Hubo, sin embargo, faltas en la consignación destinada a aquel mercado que dio origen a una nutrida serie de oficios, a veces polémicos, entre el comisionado en Inglaterra, el señor Vivero, el cónsul del Perú en Londres, Enrique Kendall que era, a su vez, consignatario en aquella zona, la Cámara de Agricultura de Mauricio y el ministro Rivero. Parecen evidentes las responsabilidades de Kendall. Dio el Consejo de Ministros por satisfactoriamente fenecida la comisión fiscal de Basagoitia en Inglaterra por resolución de 5 de agosto de 1858. Resolución precipitada cuando quedaba mucho por investigar. La tarea, en todo caso, debió encomendarse a otro funcionario.

bARRIGA hALLÓ UN DESCUENTO hEChO A LOS COMPRADORES DE GUANO DURANTE DOS AÑOS Y MEDIO, SUPRIMIDO DESPUéS SIN qUE NI A SU ESTAbLECIMIENTO NI A SU ELIMINACIÓN hUbIESE PRECEDIDO AUTORIzACIÓN DEL GObIERNO. NO ObTUvO ExPLICACIONES SATISfACTORIAS Y fORMULÓ POR ESCRITO UNA DEMANDA A SU jEfE.

la coMISIÓN FIScal EN FRaNcIa Y SuS coloNIaS. la RENuNcIa DE MoNtaNé Y la aDMINIStRacIÓN DIREcta DEl GuaNo.- Tomás de Vivero cumplió satisfactoriamente esta comisión. Afrontó el problema creado por la Compañía General Marítima contra la sociedad Montané y dicha empresa retiró sus acusaciones. Pero Montané se declaró llano a satisfacer las

[ CAPÍTULO 4 ] PERÍODO 2

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fEbRERO 1850 [ perú ]

19

SE INICIA EL PROCESO ELECTORAL PARA ELEGIR A UN NUEvO PRESIDENTE. EL 24 DE fEbRERO, EL ESCRUTINIO DE LIMA Y CALLAO Y CIfRAS ExTRAOfICIALES DIERON COMO TRIUNfADOR A RUfINO EChENIqUE SObRE MARIANO IGNACIO DE vIvANCO. LA PROCLAMACIÓN OfICIAL, SIN EMbARGO, DEbíA AúN ESPERAR RESULTADOS OfICIALES DE OTROS DEPARTAMENTOS.

demandas justas que el Gobierno peruano le hiciera; dio una fianza que avalase las resultas de sus cuentas y operaciones; y renunció a sus derechos a la consignación. Vivero, en medio de la crisis económica que entonces pesaba sobre Europa, asumió la administración directa del guano. En el ejercicio de ella, aumentó el número de los depósitos en Francia, como se dice en otra sección del presente ensayo; nombró agentes de confianza en las colonias del Imperio; suprimió la comisión de fletamento; organizó la contabilidad de manera que el Gobierno recibiese en quince días su cuenta corriente; reformó los avisos; y estableció diversas economías en los gastos. Cuando estudiaba la creación de otros lugares de venta, recibió la orden de entregar la consignación de la Casa Gibbs. El Consejo de Ministros desaprobó la medida adoptada por Vivero cuando asumió dicha empresa económica en Francia por considerarla infractora de leyes vigentes, por el trastorno que implicaba en la administración y en el Tesoro Público y porque la consideró gravosa. La consignación del guano en Francia y sus colonias fue entregada, acatando la antedicha orden superior, por Vivero a la Casa Gibbs el 20 de marzo de 1858. El examen de cuentas de la Casa Montané llevó a una liquidación que arrojó a favor del Fisco un saldo de 829.632 francos, los mismos que, junto con otras cantidades percibidas por nuevos reparos de diverso género, fueron puestas por Vivero a disposición del Gobierno en casa de los señores Antonio Gibbs e hijos conforme a las órdenes del Ministerio.

la RESuElta actItuD DEl GoBIERNo pERuaNo EN 1858 EN FaVoR DE la caSa GIBBS.- Esta actitud se hizo visible, entre otras, a través de los siguientes hechos: la precipitación al dar por terminadas las investigaciones contra dicha empresa cuando apenas empezaban; la entrega que se le hizo de la consignación de Francia y de la de España, esta última provisionalmente; y la negativa para tomar en cuenta las acusaciones hechas por el señor Mesones unida al desagravio de aquellos consignatarios. El contrato sobre la venta del guano en Francia a favor de la Casa Gibbs violó la ley de 9 de setiembre de 1857. La empresa británica tuvo a su favor al agente diplomático en Londres Francisco de Rivero, así como también los informes del comisionado Manuel Mariano Basagoitia. El expediente fue sustanciado, unido a sus incidentes y a los documentos que obraban en el Ministerio de Hacienda con la Dirección de Crédito Nacional, el Tribunal Mayor de Cuentas y el Ministerio Fiscal.

1802 EL bOOM Y LA bANCARROTA POR MÁS DE DOS DéCADAS, EL PERú RECIbIÓ GRAN CANTIDAD DE DINERO POR LA vENTA DE GUANO, PERO ELLO NO ASEGURÓ SU PROSPERIDAD.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 4 ]

Alexander von Humboldt (1769-1859) lleva una muestra de guano a Europa para analizarla y determinar sus propiedades como fertilizante. Sin embargo, estas propiedades eran conocidas, empíricamente, por los antiguos habitantes de las costas peruanas (siglos V-IV a. C., aproximadamente).

1830 El Gobierno peruano declara libre de derechos la extracción de guano para favorecer al sector agrario, sobre todo de la costa peruana. Francisco Quirós (1798-1867) fue el primer empresario que arrendó las islas guaneras para su explotación, en 1840.

Apoyándose en el tenor y mérito de lo actuado, se formuló por el Consejo de Ministros que gobernaba la República la resolución suprema de 5 de agosto de 1858 antes citada que, después de veintidós considerandos, absolvió a la Casa Gibbs.

la coMISIÓN FIScal EN EStaDoS uNIDoS.- Toribio Sanz investigó irregularidades en la consignación en Estados Unidos entre cuyos agentes principales estaban Federico Barreda y Juan Ignacio de Osma, los únicos peruanos envueltos en estas investigaciones. Dicha tarea parece que no llegó a resultados concretos.

El FINal DE laS pRIMERaS INVEStIGacIoNES SoBRE El GuaNo.- El decreto de 25 de abril de 1858 ordenó el retiro de las comisiones fiscales enviadas a Estados Unidos, Inglaterra y Francia de acuerdo con la resolución legislativa de 9 de setiembre de 1857. Ya la Convención Nacional que la expidió había sido disuelta por la fuerza; y José Gálvez, José Simeón Tejeda y demás críticos del sistema imperante en el expendio del guano carecían de tribuna para impugnarlo. El Ministro de Hacienda en su memoria al Congreso Extraordinario de aquel año de 1858 anunció que en los documentos que remitieron los tres apoderados existían "importantísimos datos y observaciones luminosas para la mejora y arreglo de los negocios concernientes a la venta del guano a la vez que darán un resultado muy favorable para el Estado pues esos funcionarios han trabajado con loable celo, asiduidad y esmero". Sin embargo, no se percibió la eficacia de dichos aportes en la historia del guano posterior a 1858.

loS INFoRMES DE loS coMISIoNaDoS FIScalES.- Cuando llegó el momento en que los apoderados nombrados por la resolución legislativa de 9 de setiembre de 1857, señores Basagoitia, Vivero y Sanz informaran acerca de la labor por ellos realizada, su preocupación mayor fue exponer los resultados de su ardua tarea; examinar el proceder de las casas consignatarias en el cumplimiento de sus respectivos contratos; y estudiar las reformas que pudieran introducirse para un mejor servicio.

1847

1853

1869

Empieza el apogeo del guano. En Londres, el precio subió de 8,5 a 9 libras esterlinas por tonelada. En julio de este año, el Gobierno aceptó un empréstito de 70 mil pesos de la Casa francesa Montané; y en diciembre, otro de las casas Gibbs y Montané. A cambio, obtuvieron consignaciones del guano.

Con el dinero de la venta del guano, el presidente Echenique pone en marcha la consolidación, para indemnizar a quienes habían contribuido con algún bien al proceso de ndependencia. Un grupo de personas allegadas al Gobierno falseó testimonios y se enriqueció enormemente de manera ilícita.

Se firma el contrato Dreyfus, mediante el cual esta Casa francesa se dedicaría a la explotación de 2 millones de toneladas de guano. A cambio de ello, pagaría parte de la deuda externa peruana y entregaría al Estado dos mensualidades de un millón de soles, y luego 700 mil soles por los años venideros.

vIvERO, EN MEDIO DE LA CRISIS ECONÓMICA qUE ENTONCES PESAbA SObRE EUROPA, ASUMIÓ LA ADMINISTRACIÓN DIRECTA DEL GUANO. EN EL EjERCICIO DE ELLA, AUMENTÓ EL NúMERO DE LOS DEPÓSITOS EN fRANCIA (...)

1870 Baja el precio del guano, por la explotación de salitre boliviano, el agotamiento de las reservas de Chincha, la venta de guano de menor calidad y la saturación de los mercados. El Perú, que exportó más de 20 millones de toneladas de este material, quedó en bancarrota.

[ CAPÍTULO 4 ] PERÍODO 2

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JoSé caSIMIRo ulloa (1829-1891)

Médico limeño que trabajó por el progreso en la enseñanza de su profesión en el perú. En 1856 promovió la fundación de la Sociedad Médica y la creación de su órgano impreso, la Gaceta Médica (1856-1869/1875-1880). En 1865 conspiró contra el presidente pezet y avaló el golpe de Estado de Mariano Ignacio prado. Durante la guerra con chile, fue nombrado cirujano en jefe del ejército peruano. En 1885, junto a otros prominentes médicos, fundó la academia de Medicina de lima.

206

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 4 ]

No dieron, sin embargo, la debida atención a las tres primeras cuestiones incluidas en dicha orden parlamentaria: 1°) Si se había vendido el guano a precios menores de los que se pudo obtener; 2°) Cuáles eran las causas de dicha depreciación; y 3°) Si resultaba factible en el día un alza para el valor del abono. En realidad, era lógico esperar que, en una actitud defensiva de los interesados, obtuviesen los funcionarios peruanos respuestas ambiguas; y en cuanto a los agricultores mismos resultó imposible obtener el testimonio de ellos. Solo datos concretos suministrados por las oficinas fiscales y las de comercio de Londres hubiesen podido dar las notas de los precios en Inglaterra. Basagoitia no fue por ese camino y quedó en el aire la especie de que la Casa Gibbs malbarateaba el guano. Pero pecó de tímido hasta en lo referente al gasto indebido de anuncios que subía a fuerte cantidad porque lo creyó cosa juzgada después de la aprobación por el Tribunal de Cuentas; y estimó que revisar dicho fallo iba a producir un caos ya que los visitadores de aduanas, de tesorerías y de otros establecimientos lo tomarían como un precedente. Con ello violaba los artículos 1° y 3° de la ley de 9 de setiembre de 1857 que no otorgaba a otros funcionarios las atribuciones por él tenidas y entregadas específicamente a su responsabilidad. De otro lado, no hizo un verdadero examen de las cuentas que llevó consigo a fin de descubrir la legalidad de sus partidas, luego ante el expreso de los dispositivos 2° y 3° de la ley antedicha. En lo que atañe a Francia, este artículo era mucho menos conocido y los precios comerciales no se alejaron mucho del precio económico. El informe de Sanz sobre Estados Unidos demoró mucho en ser conocido. Observadores imparciales constataron la difusión de la idea de que el guano hubiese podido venderse en Inglaterra y Francia a un precio mayor del que figuraba en las cuentas del Gobierno. La segunda demanda, formulada por el Cuerpo Legislativo era un corolario de la anterior y muy difícil asunto para una corta investigación. Al tercer punto no respondieron afirmativamente los comisionados sino, extraoficialmente, los partidarios de la venta en remate público. Con el agregado de que el aumento del precio debía ser efectuado con cautela y progresivamente, junto con la multiplicación de los depósitos o lugares de venta y el establecimiento de leyes penales eficaces para reprimir las falsificaciones. Lo ocurrido con la consignación de Francia a lo largo del breve período en que la tuvo a su cargo el señor Vivero, les sirvió como un ejemplo no obstante la repulsa oficial a aquella tentativa.

El opÚSculo DE JoSé caSIMIRo ulloa SoBRE loS aSpEctoS EcoNÓMIcoS Y aDMINIStRatIVoS DEl NEGocIo DEl GuaNo Y laS DENuNcIaS QuE HIZo.- Una resolución especial de las Cámaras Legislativas ordenó, en 1859, publicar la memoria de José Casimiro Ulloa, secretario general de la comisión fiscal del Perú en Francia y sus colonias acerca del tema antedicho, fechada el 4 de marzo de 1859 y ya citada en este capítulo. Fue un opúsculo de 132 páginas y 13 réplicas a las contestaciones que el texto había suscitado. Ulloa empezó diciendo que el guano ya no era, como expresó el Ministro de Hacienda en 1847, simplemente un ramo destinado a cubrir el déficit en los ingresos naturales del Estado, sino, como se dijo también oficialmente en 1858, el principal recurso para la subsistencia del Erario, para el mantenimiento de su crédito y para el futuro de su engrandecimiento y la conser vación del orden público. Se ocupó, en seguida, del precio económico que el abono había adquirido no solo por el valor propio de todos sus integrantes sino por el atractivo que tenía comercialmente, gracias a su empleo en la producción agrícola. Dedicó luego un capítulo a los lugares de venta y a los derechos que gravaban la importación de este artículo por buques extranjeros en los mercados de Francia y a los intermediarios entre el guano que se importaba y los agricultores. Censuró con dureza a quienes se dedicaban a dicho comercio inescrupulosamente; y aplaudió la decisión del señor Vivero cuando fue apoderado fiscal en Francia para multiplicar los depósitos o lugares de ventas en dicho país, en ubicaciones estratégicas.

[1]

[2]

Un largo camino. La extracción del guano (1), primera parte del proceso, era realizada por los trabajadores de manera artesanal. Ayudados de palas y picos, estos hombres empaquetaban el fertilizante y lo trasladaban hasta el embarcadero. Allí, era subido a los barcos (2) y llevado hacia su destino final. Estas fotografías fueron tomadas en las islas de Chincha durante el boom guanero de la segunda mitad del siglo XIX.

[ capítulo 4 ] período 2

207

AGOSTO 1850 [ francIa ]

17

jOSé DE SAN MARTíN, LIbERTADOR DE PERú Y ChILE, fALLECE A LA EDAD DE 72 AÑOS. EN 1823 hAbíA DEjADO EL CARGO DE PROTECTOR DEL PERú PARA DIRIGIRSE A bUENOS AIRES. DE ESA CIUDAD PARTIÓ hACIA EUROPA jUNTO A SU hIjA MERCEDES. ALLí vIvIÓ ALEjADO DE LA vIDA POLíTICA EN vARIOS PAíSES. fINALMENTE SE ASENTÓ EN fRANCIA, DONDE OCURRIÓ SU MUERTE. TREINTA AÑOS DESPUéS, SUS RESTOS fUERON TRASLADADOS A LA CATEDRAL DE bUENOS AIRES.

La política de la Casa Gibbs sucesora de Vivero, impuesta por sus agentes del puerto del Havre fue la reducción de los lugares de venta no sin daño para los intereses de los agricultores y del Perú. No implicó sino el mismo sistema que dichos consignatarios hacían funcionar severamente en Inglaterra con ventas en cuatro lugares: Londres, Liverpool, Glasgow, Aberdeen. Según Ulloa, con este sistema las falsificaciones no eran evitadas aunque los señores Gibbs se encontraban en la impotencia para reprimirlas. Y algo más, ellos vendían el guano a los grandes propietarios, miembros de la Cámara de los Comunes que, a su vez, volvíanse revendedores. El guano de los depósitos con un precio inicial de 13 libras llegaba a los consumidores con el de 16 libras. Por otra parte, al evitar el aumento de los depósitos, aquella casa quedaba en la situación de percibir íntegra la comisión de venta sin dividirla con los agentes que se establecieran. Otra irregularidad era la obligación establecida para el guano destinado a Bélgica, Alemania y Holanda, en el sentido de que solo era enviado a Inglaterra cuando había gran economía de riesgos y de gastos en lo que atañe al Erario, si se le hacía llegar directamente a su destino. Sucesivas páginas dedicó Ulloa a los fuer tes gravámenes aplicados por el Segundo Imperio desde 1859 al guano cuando era importado a Francia bajo pabellón extranjero. El motivo para crearlos fue buscar el incremento de la marina mercante del Imperio; sin embargo aunque formáronse grandes asociaciones navales para los mares del sur, sus barcos no fueron suficientes y resultó necesario el empleo de naves de otros países. Ante los reclamos del Gobierno peruano, el de Francia ofreció la suspensión del gravamen si se rebajaba el precio del guano en las islas de Chincha. No fue aceptada la propuesta en nombre de la dignidad nacional. La solución estaba, como lo aconsejó Vivero, en el aumento de 30 francos por tonelada en el guano expor tado al Imperio mientras se mantuvieran los derechos que gravaban su impor tación. No obstante la existencia de ellos, la Casa Gibbs empleaba buques extranjeros para el flete de sus cargamentos hacia aquel país, lo cual condenaba a la marina francesa que navegaba en los mares del Sur a no tener carga de retornos. Otro asunto que Ulloa examinó fue la iniciativa para nivelar los precios, sugerida por el ministro en Londres Francisco de Rivero inspirado por la Casa Gibbs. Este análisis lo condujo a un dictamen adverso cuya justificación hizo en detalle. Señaló los vicios y los daños de las consignaciones como sistema para el expendio del guano; y defendió ardorosamente la subasta como medio para efectuar la venta del abono con mayor beneficio para el Fisco dentro de una amplia publicidad y acompañada por el establecimiento de una legislación penal adecuada. Sostuvo que así vendría la adquisición de mayores provechos y que también surgirían las evidencias de los verdaderos precios en el mercado y del estado de la cuenta corriente del Estado con los encargados de la gestión del negocio evitando operaciones abusivas o fraudulentas. Indicó en seguida cómo podrían aplicarse en las colonias las ideas por él propiciadas. Trazó la historia minuciosa de las denuncias de Barroilhet y de los comerciantes franceses; de la orden investigatoria impartida por la Convención Nacional; de la labor hecha por los tres apoderados fiscales; de las denuncias contra las casas Gibbs y Montané; y de la decisión absolutoria tomada finalmente por el Gobierno acerca de aquella empresa.

la poléMIca ulloa-EZEta.- La publicación de las ideas de Ulloa impregnadas por el objetivo de dura crítica, suscitó la réplica de don Juan Ezeta, oficial mayor, con licencia, del Ministerio de Relaciones Exteriores (El Comercio, 10 al 16 de enero de 1858).

la aSEpSIa EN loS aNalES DE la HacIENDa pÚBlIca.- Es muy alto el prestigio que entre los especialistas goza la obra de Anales de Hacienda Pública iniciada por Pedro Emilio Dancuart y continuada por J. M. Rodríguez. Gracias al esfuerzo personal de ellos se encuentran

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 4 ]

reunidas muchas leyes, los decretos y otras normas administrativas, así como las memorias ministeriales desde los comienzos de la República hasta 1894. En ningún otro ramo se cuenta con trabajo similar. He aquí el fruto de una laboriosidad y una perseverancia excepcionales. Los sistemáticos comentarios que anteceden a la transcripción de los documentos son útiles aunque esquemáticos o empíricos. Ostentan más valor los de Rodríguez que los de Dancuart. Ello no obstante, el historiador serio encuentra en los Anales vacíos y omisiones lamentables. En primer lugar, las Memorias de Hacienda aparecen escuetas, sin sus anexos, muchas veces de interés excepcional. De otro lado, con una finalidad aséptica, esta obra retrocede ante los asuntos de contenido polémico. Y así, al ocuparse, en la época de Dancuart, los volúmenes VI y VII de los períodos fiscales de 1855 a 1860 y de 1861 a 1868 silencian el contenido de las denuncias de Barroilhet y de Mesones; los debates de la Convención Nacional; las instrucciones a los tres comisionados fiscales en 1857; los informes suscritos por ellos; los debates a que dieron lugar las irregularidades detectadas en diferentes épocas; el juicio abierto por el Estado peruano contra la Compañía Nacional de Consignaciones del guano de Gran Bretaña en 1869. En suma, disimulan o atenúan lo que hubo de tempestuoso o de anómalo o de condenable en dicha época. Cuando sea finalmente organizada, en fecha próxima, como anhelamos, el Archivo de Hacienda correspondiente a la época del guano en el siglo XIX, vendrán, sin duda, revelaciones que transformarán el incompleto panorama hoy visible ante nuestro criterio y nuestra crítica.

ANTE LOS RECLAMOS DEL GObIERNO PERUANO, EL DE fRANCIA OfRECIÓ LA SUSPENSIÓN DEL GRAvAMEN SI SE REbAjAbA EL PRECIO DEL GUANO EN LAS ISLAS DE ChINChA. NO fUE ACEPTADA LA PROPUESTA EN NOMbRE DE LA DIGNIDAD NACIONAL.

[ CAPÍTULO 4 ] PERÍODO 2

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[ tomo 3 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 5 ● I La rea­fir­ma­ción en el cre­ci­mien­to de la ex­por­ta­ción del gua­ no y la ini­cial hi­po­te­ca de sus ga­nan­cias ● La in­con­ve­nien­te pró­rro­ga en 1853 por seis años de la con­sig­na­ción a la Ca­sa Gibbs pa­ra el mer­ca­do de In­gla­te­ rra; y el re­cor­te en los otros pri­vi­le­gios de ella ● La apa­ri­ción de nue­vas agen­ cias en los con­tra­tos de con­sig­na­ción ● Las ci­fras de la ex­por­ta­ción del gua­no y la im­por­tan­cia de ellas en el pre­su­ pues­to de 1854-1855 has­ta ca­si el 50% de los in­gre­sos ● II Las con­sig­na­cio­nes en­tre 1855 y 1859 ● La opi­nión de Juan Jo­sé Sal­ce­do so­bre las con­sig­na­cio­nes

La ino­pia del Erario en ene­ro de 1859. La "ca­ri­dad" de los con­sig­na­ta­rios ● III Las con­di­cio­nes im­pues­tas por el Po­der Le­gis­la­ti­vo pa­ra los con­tra­tos de con­ sig­na­ción del gua­no en 1860. La pre­ fe­ren­cia a los na­cio­na­les ● La opi­nión de Ma­nuel To­ri­bio Ure­ta so­bre la Ca­sa Gibbs. "Ni la po­bre for­tu­na de un al­dea­ no" ● IV Los con­tra­tos de 1860 y 1862. La eli­mi­na­ción de la Ca­sa Gibbs ● ¿Hu­ bo ame­na­za de su­ble­va­ción si la Ca­sa Gibbs no era eli­mi­na­da? ●  El con­tra­to de con­sig­na­ción a Gran Bre­ta­ña sus­cri­ to en 1862 por ca­pi­ta­lis­tas na­cio­na­les, nue­vo ca­pí­tu­lo en la his­to­ria del gua­no ●

La con­sig­na­ción en Es­pa­ña en 1862 y su en­tre­ga a na­cio­na­les ● V Las cin­ co ca­rac­te­rís­ti­cas de­ci­si­vas del pe­río­do 1860-1862 en la his­to­ria de las con­sig­ na­cio­nes ● VI El pre­cio del gua­no ● La drás­ti­ca ley de 1857 ● El pro­duc­to del gua­no ● La dis­tri­bu­ción en las ex­por­ta­ cio­nes del gua­no ● VII El au­men­to en la fal­ta de su­per­vi­gi­lan­cia so­bre los con­ sig­na­ta­rios. El pre­cio de la to­ne­la­da del gua­no. Las adul­te­ra­cio­nes en cuen­tas y el des­ti­no del em­prés­ti­to de 1862 ● VIII El car­guío del gua­no ● El sis­te­ma pa­ra el em­bar­que del gua­no ●  Las con­sig­na­ cio­nes en­tre 1863 y 1864. ●

EL SISTEMA DE LAS CONSIGNACIONES DEL GUANO Y CÓMO LO CAPTURÓ LA PLUTOCRACIA COSTEÑA La supervivencia y la eliminación de la Casa Gibbs. La diversificación en los mercados. Las deficiencias en la contabilidad fiscal

CAPÍTULO

5 []

L

[I] a REaFIRMacIÓN EN El cREcIMIENto DE la EXpoRtacIÓN DEl GuaNo Y la INIcIal HIpotEca DE SuS GaNaNcIaS.- A mediados de 1851 la exportación del guano presentaba las características de prosperidad creciente. Desde julio de 1850 al 15 de junio de aquel año, el consumo de este abono en el Reino Unido de la Gran Bretaña había sido de 112.000 toneladas. Del mercado inglés salían cargamentos para ser utilizados en otros países como Bélgica y como España; solo en las costas del Mediterráneo español se consumía de 4.000 a 5.000 toneladas. En los años de 1849 y 1850 el expendio del guano en Francia y las colonias francesas llegó a 8.457 toneladas efectivas cuyo precio acabó siendo de 22 pesos por tonelada de registro. En los mercados de Estados Unidos se vendieron dentro de las mismas fechas más de 15.000 toneladas efectivas con un promedio de 29 pesos 26 reales por tonelada. Varios envíos habían sido efectuados a la China con el objeto de hacer conocer la importancia del fertilizante a los agricultores de aquel lejano país. El presidente Echenique encargó al ministro peruano en París que hiciera llegar algunas muestras de guano como obsequio al Zar de Rusia. No habían dado resultados favorables las esperanzas que por un momento fueron cifradas, en Inglaterra, en el guano que se llevó en 1850 de Australia a Liverpool y que, anunciado como bueno, resultó de pésima calidad y sin ninguna exhalación amoniacal; y las noticias sobre la existencia de grandes depósitos en las islas Seychelles (océano Índico) al noreste de Madagascar y como a 800 millas de la costa fueron pronto desmentidas. Ello no obstante, hicieron bajar, por breve plazo, los bonos peruanos. El sistema de las consignaciones estaba ya sólidamente establecido. La República, hasta julio de 1851, había tomado con garantía del guano, por adelantos, préstamos y otras formas similares, más de 8.009.529 de pesos, de los que había pagado, incluyendo la autorización de créditos, 6.413.367 pesos: y el Gobierno contaba para amortizar el saldo pendiente de 1.596.162 pesos con más de 153.000 toneladas extraídas y con el carguío de más de 57.000 toneladas que se estaba efectuando en esa fecha en las islas de Chincha. Por el contrato celebrado en Londres y en 1849 para el arreglo de la deuda anglo-peruana, estaba hipotecada para su pago la mitad del guano anualmente exportado para el Reino Unido de la Gran Bretaña. La mitad restante hallábase afecta al cumplimiento de los compromisos contraídos en virtud de la ley de 25 de enero de 1850 sobre el empréstito de 800 mil pesos más los que provenían de la resolución legislativa de 10 de octubre de 1849, concerniente a la cantidad de 472 mil pesos entregados para cubrir las necesidades públicas. Por otra. parte, la ley de presupuesto había señalado la cantidad de 300 mil pesos anuales del producto líquido del guano y los había afectado a los gastos ordinarios del Estado. Además de acuerdo con la ley de consolidación de la deuda interna, cada año debían entregarse 120 mil pesos de la misma procedencia para la caja establecida con el fin de facilitar esa operación hacendaria.

la INcoNVENIENtE pRÓRRoGa EN 1853 poR SEIS añoS DE la coNSIGNacIÓN a la caSa GIBBS paRa El MERcaDo DE INGlatERRa; Y El REcoRtE EN loS otRoS pRIVIlEGIoS DE Ella.- Puede ser calificado como el más importante contrato sobre el

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 5 ]

guano durante el período 1851-1854, la prórroga, otorgada a la Casa Antonio Gibbs e hijos, del privilegio de vender el guano que se consumía en Inglaterra. El documento respectivo no llegó a ser publicado. Dicha prórroga, concedida el 21 de marzo de 1853, fue por el término de seis años que debía empezar a regir el 18 de diciembre de 1855. Implicó en primer lugar, la limitación de las funciones de la Casa Gibbs a Inglaterra, al permitir que fueran celebrados contratos de consignación diferentes para otros países de Europa para acrecentar así las rentas públicas. Como se ha visto en un capítulo anterior, la Casa Gibbs había actuado desde 1842 en este negocio. La consignación que obtuvo en 1849, tan solo por el plazo de un año, quedó prorrogada hasta diciembre de 1855, con motivo de haber efectuado dicha casa los importantes préstamos y anticipos convenidos en esa misma fecha (16 de mayo de 1850). Las razones para la decisión adoptada en 1853 y que bien puede recibir el calificativo de acto impremeditado o imprudente, al otorgar aunque fuera solo para el mercado británico, una prórroga que debía empezar en 1855, sin intentar siquiera obtener mayores ventajas para el Estado peruano, fueron expuestas por el ministro Nicolás de Piérola Flores en su memoria de 1853. La Casa Gibbs (decía Piérola), con sus capitales, su inteligencia y su trabajo empeñoso, había contribuido no poco a extender el empleo del guano y había hecho divulgar las cualidades que daban su valor a este fertilizante. El sistema de las consignaciones (agregaba con ingenuidad según una idea aceptada generalmente que el naturalista convertido en hacendista aceptó) era el medio preferible para administrar la riqueza que afluía de las islas del litoral; y nadie podía ser favorecido con más derecho que quienes demostraron en la práctica tal verdad y le dedicaron sus capitales y su trabajo. También había tomado en cuenta el hecho de que la Casa Gibbs prestó al Perú señalados servicios en la cuestión sobre propiedad de las islas de Lobos porque, mediante sus influencias, ayudó no poco al resultado feliz que ella pudo alcanzar. El sabio improvisado como Ministro de Hacienda transformaba en un asunto de gratitud y de comodidad lo que debió ser visto fría y objetivamente como un problema de conveniencia económica y fiscal y creía que la Casa Gibbs le hacía un favor al Perú con ganar mucho dinero.

A MEDIADOS DE 1851 LA ExPORTACIÓN DEL GUANO PRESENTAbA LAS CARACTERíSTICAS DE PROSPERIDAD CRECIENTE. DESDE jULIO DE 1850 A 15 DE jUNIO DE AqUEL AÑO, EL CONSUMO DE ESTE AbONO EN EL REINO UNIDO DE LA GRAN bRETAÑA hAbíA SIDO DE 112.000 TONELADAS.

la apaRIcIÓN DE NuEVaS aGENcIaS EN loS coNtRatoS DE coNSIGNacIÓN.Otros arreglos sobre consignaciones tuvieron un significado de menor volumen. El 22 de agosto de 1851 quedó reformado el que había sido celebrado con un grupo de capitalistas nacionales reduciéndolo, como ya se ha narrado en otro capítulo, al mercado de Estados Unidos y al plazo de cinco años. Los mercados de Francia, España, China, Brasil y las Antillas quedaron fuera de esa negociación. La comisión de venta y garantía se bajó al 1%. Por uno de los artículos del nuevo contrato se impuso a los consignatarios nacionales la obligación de establecer casas en Estados Unidos para el expendio del guano. Desde junio de 1852 empezó a funcionar la principal de Baltimore, y fueron organizadas varias agencias en distintos puntos de ese país. Felipe Barreda y hermano asumieron principalmente el negocio. Con motivo del debate que surgió sobre las islas de Lobos, la Casa Barreda hizo propaganda a favor del Perú, llegó a interesar en su causa a los consumidores del abono y tomó providencias para precaverlos de las exacciones y adulteraciones a que se hallaban expuestos, ya que entonces sobrevino una época de escasez. Por contratos de 27 de octubre de 1851 y 24 de abril de 1852 la Casa Montané y Cía. se encargó de exportar y vender el guano en Francia y sus colonias hasta el 27 de octubre de 1856. En las ventas de Francia se abonaba por toda comisión 4% y en las colonias ella ascendía al 6%. Este contrato tuvo significación especial, según se verá más adelante. Cristóbal de Murrieta y Cía. del comercio de Londres, contrataron por cinco años, en 6 de marzo de 1852, el consumo de guano en España con el único premio de 5 1/4% sobre el producto bruto de las ventas, como ya era usual.

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jOSé SEvILLA Y CíA., COMERCIANTES DE LIMA, RECIbIERON EL 31 DE ENERO DE 1853 EL PRIvILEGIO DE AbASTECER A LA ChINA Y OTROS LUGARES DE ASIA, LO CUAL IMPLICAbA LA POSIbILIDAD DE AbRIR UN NUEvO MERCADO PARA EL GUANO. EL PLAzO OTORGADO fUE DE NUEvE AÑOS Y LA COMISIÓN ASCENDIÓ AL MUY ALTO PORCENTAjE DE 7,5% SObRE EL vALOR DE LAS vENTAS.

El 13 de noviembre de 1852 se autorizó a Enrique Kendall, comerciante establecido en Liverpool, para proveer por cuatro años al mercado de la colonia británica en las islas de Mauricio, con el premio fijado a Montané y Cía. para las colonias francesas. Según Echenique en su manifiesto de Nueva York, Domingo Elías tuvo relación con este negociado. José Sevilla y Cía., comerciantes de Lima, recibieron el 31 de enero de 1853 el privilegio de abastecer a la China y otros lugares de Asia, lo cual implicaba la posibilidad de abrir un nuevo mercado para el guano. El plazo otorgado fue de nueve años y la comisión ascendió al muy alto porcentaje de 7,5% sobre el valor de las ventas. Este arreglo recibió dictamen favorable del Fiscal de la Corte Suprema. Echenique se jacta en sus memorias de que, como gobernante, redujo la consignación de la casa Gibbs a Inglaterra. En efecto, entregó a otras casas el negocio del guano en Estados Unidos, Francia, España, las colonias francesas, Mauricio y Asia. Pero amplió inconvenientemente los privilegios de la Casa Gibbs en lo que atañía al mercado inglés.

laS cIFRaS DE la EXpoRtacIÓN DEl GuaNo Y la IMpoRtaNcIa DE EllaS EN El pRESupuESto DE 1854-1855 HaSta caSI El 50% DE loS INGRESoS.- El guano exportado llegó, según cifras oficiales, a 199.045 toneladas en 1851, 110.582 en 1852 y 64.527 en los seis primeros meses de 1853. No hubo memorias de Hacienda en los años siguientes; y por ello no fueron publicadas las cifras correspondientes al segundo semestre de 1853 y a 1854. El producto neto de las ventas en las tres fechas antedichas ascendió a 2.390.365 pesos en 1851, 4.293.080 pesos en 1852 y 1.496.456 pesos en el primer semestre de 1853. Las expor taciones dentro de los mismos plazos lograron las siguientes cantidades totales:



Para Inglaterra Para Francia y colonias francesas Para España Para las islas Mauricio Para China Para Estados Unidos 

En toneladas 261.690 13.327 6.088 782 670 91.587

El presupuesto para el bienio 1854-1855 consignó entre las rentas para cubrir los gastos por él determinados, la cantidad de 8.600.000 pesos bienales provenientes del guano. Venían a representar ellos poco menos del 50% de la totalidad de los ingresos nacionales.

[ II ] laS coNSIGNacIoNES ENtRE 1855 Y 1859.- Las consignaciones otorgadas entre 1855 y 1859 pueden ser divididas dentro de dos grupos. El primero tuvo menor importancia y corresponde al período entre julio de 1855 y octubre de 1856. El segundo, entre diciembre de 1857 y noviembre de 1859, abarcó los valiosos mercados de Estados Unidos, Francia y sus colonias, isla de Mauricio y España. Fueron, en total las siguientes: Primer grupo: a) La de Costa Rica a Medina hijos (2 de julio de 1855). Solo embarcaron 389 toneladas que fueron pagadas por la Casa Naylors y Conroy en 1859. El contrato quedó cancelado en esa fecha. b) La de Java de Naylors y Conroy (20 de noviembre de 1855). Embarcaron 1.313 toneladas. Fue también cancelada.

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PERÍODO 2

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c) La de la China a Jorge Fernández y Cía. (21 de mayo de 1856). Embarcaron 560 toneladas de guano. d) La de 100 toneladas para Chile otorgada a J. M. Urmeneta (18 de febrero de 1859). e) La de 2.000 toneladas para Cuba y Puer to Rico a Zaracondegui y Cía. (20 de setiembre de 1859). f ) La de 10.000 toneladas para Guatemala y otros lugares de Centroamérica a Valdeavellano y Cía. (25 de agosto de 1859). Segundo grupo: a) La de España entregada provisionalmente a Antonio Gibbs e hijos (5 de octubre de 1856). Se le otorgó la comisión del 5% asignada a los anteriores consignatarios; pero la Casa Gibbs solo cargó la de 4,5%. b) La de Estados Unidos a Zaracondegui y Cía., Juan de Ugarte y José Vicente Oyague y hermano (29 de diciembre de 1857). Provino de la rescisión y cancelación del contrato de 1851 a favor de la Compañía Nacional, que pidieron Barreda y hermano. El plazo fue de cuatro años. c) La de Francia y sus colonias a Antonio Gibbs e hijos (26 de enero de 1858). Provino de haberse dado por terminado el contrato con Montané y Cía., celebrado el 24 de abril de 1852. Como ya se ha dicho, había quedado a cargo de la administración del guano a partir del 9 de diciembre de 1857, en reemplazo de la Casa Montané, el apoderado fiscal Tomás de Vivero. Este ensayo de administración fiscal fue considerado como un éxito. Sin embargo, hubo complacencias en el Ministerio de Hacienda con la entidad inglesa, a pesar de la actitud de la Convención Nacional. El plazo del contrato con la Casa Gibbs abarcó un período de cuatros años. d) La de las islas Mauricio a Tomás Lachambre y Cía. (25 de junio de 1858). Se derivó de la finalización del contrato celebrado en 1852 con Enrique Kendall cuyas responsabilidades no fueron investigadas. El plazo se limitó a cuatro años. e) La de España a Zaracondegui y Cía. (18 de noviembre de 1859). Su origen estuvo en la terminación del contrato con Cristóbal de Murrieta celebrado en 1852 y empezó después de que se otorgó una concesión por breve plazo a la Casa Gibbs. La duración de este contrato fue de seis años. Al remitir al Congreso de 1858 las contratas sobre consignación de Estados Unidos, Francia y sus colonias e isla de Mauricio, el ministro Manuel Ortiz de Zevallos se jactó de que en ellas había sido obtenida una considerable disminución en los gastos y comisiones y se había asegurado con sólidas garantías y con estipulaciones detalladas y precisas la exactitud en el ser vicio y la integridad en la administración de los fondos fiscales.

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AGOSTO 1851 [ ee.uu. ]

EN LA CIUDAD DE bOSTON, ESTADOS UNIDOS, ISAAC MERRIT SINGER (1811-1875) PATENTA LA MÁqUINA DE COSER. AUNqUE ExISTíAN OTROS PROTOTIPOS SIMILARES, LA SINGER REvOLUCIONÓ EL MERCADO POR SU vELOCIDAD Y CALIDAD. CONSTAbA DE UNA RUEDA DENTADA ACCIONADA POR UN PEDAL, qUE hACíA AvANzAR LA TELA ENTRE CADA PUNTADA, Y UN PRENSATELAS qUE MANTENíA EL TEjIDO EN SU SITIO MIENTRAS LA AGUjA SE MOvíA vERTICALMENTE.

la opINIÓN DE JuaN JoSé SalcEDo SoBRE laS coNSIGNacIoNES.- A pesar de las duras críticas suscitadas entre 1857 y 1860 contra el sistema de las consignaciones, prosiguió este en el expendio del guano aunque cambiaran el elenco de los consignatarios mismos y algunas de las cláusulas de sus contratos. Juan José Salcedo en su memoria como ministro de Hacienda de 1860 expuso que las otras alternativas eran la venta del abono en el país por remate y la venta en los mercados extranjeros por empleados del Gobierno. El Estado no podía introducir en las aduanas una organización regular por falta de personal preparado; y no era razonable, según su punto de vista, suponer la existencia de mejores resultados si se creaba de improviso nuevas oficinas para dirigir un negocio inmensamente más complicado y valioso. Las turbulencias políticas podían suministrar a las facciones en lucha mayor facilidad para procurarse fondos al amparo del nuevo sistema para el expendio del guano, ensanchando así la órbita de la guerra civil con las funestas consecuencias a ello inherentes. No podía esperarse de los empleados del Gobierno, dentro o fuera de la República, una solvencia equiparable a la de las casas consignatarias para responder de los ingentes valores

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PROMOvIDA POR EL GObIERNO LA CELEbRACIÓN DE NUEvOS CONTRATOS DE CONSIGNACIÓN PARA EL ExPENDIO DEL GUANO, EL CONGRESO ExPIDIÓ (...) UNA TRASCENDENTAL RESOLUCIÓN DESTINADA A PROvOCAR LARGAS DISCUSIONES, POCOS AÑOS MÁS TARDE, (...)

de que se les encargaría. En suma, Salcedo (como antes Nicolás de Piérola y Flores, ministro de Hacienda de Echenique) creía preferible el régimen de las consignaciones porque ligaba el interés privado al público, daba lugar a economías en la recaudación no susceptibles de obtenerse por otros medios y evitaba el nombramiento de un número desproporcionado y peligroso de funcionarios.

la INopIa DEl ERaRIo EN ENERo DE 1859. la "caRIDaD" DE loS coNSIGNataRIoS.- Salcedo acababa de ser protagonista de un hecho concreto que le podía servir de apoyo a su tesis. No sin patética ingenuidad, expresó en la misma memoria que, cuando se encargó del despacho de Hacienda el 12 de enero de 1859, el parte de Tesorería no arrojaba más existencia disponible en arcas que la de 3.599 pesos 2,5 reales, aunque para cubrir el presupuesto de gastos en ese mes se necesitaban más de 700 mil pesos. El ingreso normal más considerable al que se podía acudir era el suministrado por la aduana del Callao; pero apenas iba a llegar a más de 100 mil pesos ya que el despacho de las mercaderías en los primeros meses se reduce a esa cifra o a otra análoga. A Salcedo no se le ocurrió más que una solución. Fue la de pensar que el producto del guano era el más efectivo y que la naturaleza de su negociado ofrecía prontos reembolsos por los adelantos que hacían al Gobierno las casas consignatarias conforme a las estipulaciones de los contratos vigentes. Por eso llamó a los señores Gibbs, Zaracondegui y Rey; y (dice él) "les manifesté, no obstante los fuertes saldos que tenían en su favor en esa fecha, la situación de la Hacienda, las enormes inversiones que había que hacer en los gastos ordinarios, en llevar a cabo las disposiciones de la ley de 28 de octubre de 1858 (se refiere a la expedida en relación con el conflicto peruano-ecuatoriano) y para las atenciones del crédito público por intereses y amortizaciones extraordinarias y las que se realizan en períodos fijos a que no era justo ni conveniente faltar sin comprometerlo en su esencia, en su vida misma". Los jefes de las indicadas casas se aprestaron a proporcionarle a Salcedo, en circunstancias tan aflictivas los auxilios mensuales que solicitaba en proporción a los capitales que manejaban. Hicieron adelantos con 5% de interés. Salcedo expresó su gratitud personal ante caridad tan conmovedora y dijo que los prestamistas eran dignos de "mención honrosa" (memoria del Ministro de Hacienda al Congreso de 1860).

jOSé RUfINO EChENIqUE (1808-1887) MIEMbRO DE UNA OPULENTA fAMILIA, ESTE PATRIOTA AREqUIPEÑO LLEGÓ A LA PRESIDENCIA EN 1851.

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D

urante la rebelión de Mateo García Pumacahua, Echenique, de siete años de edad, fue secuestrado por un indígena en el pueblo de Phara (Puno). Entregado a una familia indígena, debió dedicarse al pastoreo. Dos años después fue reconocido por un conductor de correos, quien lo llevó de regreso a su hogar. Estudió en Lima y fue inscrito como cadete en el ejército de San Mar tín en 1822. Durante la guerra de Independencia, luchó bajo las órdenes de Agustín Gamarra.

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[ III ] laS coNDIcIoNES IMpuEStaS poR El poDER lEGISlatIVo paRa loS coNtRatoS DE coNSIGNacIÓN DEl GuaNo EN 1860. la pREFERENcIa a loS NacIoNalES.- Promovida por el Gobierno la celebración de nuevos contratos de consignación para el expendio del guano, el Congreso expidió, con fecha 27 de agosto de 1860, una trascendental resolución destinada a provocar largas discusiones, pocos años más tarde, cuando se firmó en 1869 el contrato Dreyfus. Decía esta resolución, en primer lugar, que los contratos efectuados por el Gobierno con el objeto indicado o sobre el modo más ventajoso de expender dicho abono, se hicieran con sujeción a las prevenciones contenidas en la resolución legislativa de 10 de noviembre de 1849. Había sido ella incluida en la aprobación del contrato celebrado en Londres en enero de ese año por el ministro plenipotenciario Joaquín José de Osma con la Casa Gibbs sobre consignación del guano. Ordenaba que el Gobierno "provoque en el mundo por medio de sus agentes y cónsules una consignación que sea más económica concluida la presente o el remate por asiento u otro medio para expender el guano más provechoso a la nación dando siempre preferencia a los hijos del país". (El subrayado es nuestro). La última frase, expresión de nacionalismo económico, quería favorecer al capitalismo peruano. La resolución legislativa de 1860 especificó, además, que, celebrados dichos contratos (es decir, los nuevos de consignación), fuesen sometidos al Congreso con todos los documentos que a ellos se refirieran para su aprobación definitiva, sin cuyo requisito no se tendrían por per feccionados ni producirían efectos legales. La misma resolución prescribió la inserción del requisito sobre el sometimiento de dichos contratos a la deliberación del Congreso convirtiéndolo en una cláusula especial dentro de ellos.

[ perú ]

TRAS SEIS AÑOS DE MANDATO, CASTILLA ENTREGA EL MANDO AL vENCEDOR DE LAS ELECCIONES, jOSé RUfINO EChENIqUE. LA CEREMONIA, SOLEMNE Y PACífICA, SE REALIzÓ EN LA SEDE DEL CONGRESO. LAS CELEbRACIONES SE PROLONGARON hASTA EL DíA 23 E INCLUYERON UNA fUNCIÓN EN EL TEATRO DE vARIEDADES, UNA CORRIDA DE TOROS EN LA PLAzA DE AChO, fUEGOS ARTIfICIALES EN LA PLAzA DE ARMAS Y UNA MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS EN LA CATEDRAL.

la opINIÓN DE MaNuEl toRIBIo uREta SoBRE la caSa GIBBS. "NI la poBRE FoRtuNa DE uN alDEaNo".- Al referirse a la preferencia a los hijos del país que la resolución legislativa de 1849 pidió y la de 1860 ratificó, el fiscal de la Cor te Suprema Manuel Toribio Ureta expresó en su dictamen con motivo de la querella de despojo interpuesta en 1869: "Centenares de millones de pesos en valores del guano nacional han pasado por las

En 1835 pidió su baja del ejército para dedicarse a la agricultura, pero volvió a la vida política en 1843 como prefecto de Lima. Dos años más tarde fue miembro del Consejo de Gobierno de Ramón Castilla. Asimismo, fue nombrado ministro de Guerra y Marina (1846-1847). En 1850 inició una contienda electoral contra Manuel Ignacio de Vivanco y ese mismo año se convir tió en presidente electo. Fue proclamado presidente en 1851 y gobernó hasta 1855. Su período se caracterizó por desarro-

AbRIL 1851

llar una serie de obras públicas, como por ejemplo la construcción del ferrocarril Arica-Tacna, aduanas, muelles y un nuevo mercado para Lima. El tinte conser vador de su gestión, sin embargo, ocasionó el descontento ciudadano y una serie de protestas. El ex presidente Castilla se convir tió en cabeza de un movimiento popular y lo derrocó. Par ticipó en política por algunos años más, pero se retiró definitivamente de la vida pública en la década de 1870.

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EN INGLATERRA LA CASA GIbbS DEbíA SEGUIR vENDIENDO EL fERTILIzANTE SOLO hASTA MAYO DE 1862. DE ESTA MANERA Y CON LAS vENTAS EfECTUADAS EN fRANCIA hASTA 1865, CONCLUYÓ LA PARTICIPACIÓN DE DIChA CASA EN EL NEGOCIO DEL GUANO.

manos de las consignaciones Gibbs. Estos han quedado opulentos en Londres; y de esa opulencia no se ha formado en el Perú la pobre for tuna de un aldeano. (El subrayado es nuestro). Ureta incluyó las frases antedichas en su dictamen de 11 de setiembre de 1869. En otro dictamen, fechado el 25 de setiembre del mismo año, escribió Ureta: "Si el derecho de preferencia concedido por leyes terminantes a los hijos del país no es dudoso para el Ministerio Fiscal y menos habiendo per tenecido el que suscribe a la Legislatura que dio la primera ley cuyas miras ha confirmado en veinte años la esterilidad de las consignaciones en casas extranjeras". (Compilación de las Vistas Fiscales... 1875, Vol. II, pp. 562-563, 582).

[ IV ] loS coNtRatoS DE 1860 Y 1862. la ElIMINacIÓN DE la caSa GIBBS.- Previa oferta pública, en octubre de 1860, fueron celebrados contratos de consignación del guano por cuatro años con Julián Zaracondegui para Inglaterra y Estados Unidos; con Tomás Lachambre y Cía., de París, para Francia; con Valdeavellano y Cía., para Bélgica, reemplazado por Sescau y Cía. de París; con Witt y Schutte de Alemania para el Báltico; con Canevaro, Pardo y Barrón para Holanda; y con Lázaro Patrone para Italia. Por resolución de 23 de abril de 1862 la Casa Witt y Schutte quedó autorizada para vender el guano exportado a Suecia, Noruega, Dinamarca y Rusia dentro de las mismas condiciones estipuladas para la consignación alemana. En el contrato de Inglaterra y Estados Unidos otorgado a Zaracondegui se agregaron Juan de Ugarte, José Vicente Oyague y hermano y José Canevaro. Según un informe británico que Heraclio Bonilla reproduce, también participaron aquí Barreda y "el gran capitalista chileno Candamo, el Rothschil de Chile y Perú". Todos estos convenios fueron aprobados, con modificaciones, por la resolución legislativa de 14 de febrero de 1861. Ella prescribió, además, que se insertaran en dichos documentos las resoluciones legislativas de noviembre de 1849 y agosto de 1860. En Inglaterra la Casa Gibbs debía seguir vendiendo el fertilizante solo hasta mayo de 1862. De esta manera y con las ventas efectuadas en Francia hasta 1865, concluyó la participación de dicha casa en el negocio del guano. ¿HuBo aMENaZa DE SuBlEVacIÓN SI la caSa GIBBS No ERa ElIMINaDa?.- Bonilla acoge el chisme de que el presidente de la República estaba dispuesto a seguir con la preferencia a la Casa Gibbs, pero que se asustó con la amenaza de una sublevación si no entregaba el negocio a los nacionales en 1860. No hay dato alguno que lo confirme. La entrega de las consignaciones a peruanos fue reclamada por el Congreso en 1849 y reiterada en 1860. Castilla se encontró ante dos leyes y no ante una conspiración.

El coNtRato DE coNSIGNacIÓN a GRaN BREtaña SuScRIto EN 1862 poR capItalIStaS NacIoNalES, NuEVo capítulo EN la HIStoRIa DEl GuaNo.- Las modificaciones que enumeró la resolución legislativa de 14 de febrero de 1861 no fueron aceptadas por los beneficiarios con el contrato de Inglaterra. Después de una licitación, un grupo de capitalistas nacionales asociado firmó el contrato de consignación al Reino Unido de la Gran Bretaña, Irlanda y sus colonias de 28 de enero de 1862 por ocho años. Suscribieron este contrato con el Estado Clemente Ortiz de Villate, Felipe Santiago Gordillo, José F. Canevaro, Manuel Pardo, Carlos Delgado Moreno y Felipe Barreda. El público debía ser invitado a tomar parte en el negocio con acciones por valor de 2 millones de pesos, a razón de mil pesos por acción. Los nuevos consignatarios empezaron adelantando un millón de pesos al Estado con el interés del 5% anual. Este contrato recibió aprobación legislativa. Cuando en 1862 hubo denuncias por fraudes en el

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fletamento de las consignaciones de Inglaterra, el ministro en Londres Luis Mesones las acogió; pero recibió órdenes para que la legación no interviniera en el asunto, según él reveló públicamente en el Congreso Constituyente de 1867, del que fue miembro.

la coNSIGNacIÓN EN ESpaña EN 1862 Y Su ENtREGa a NacIoNalES.- El 25 de setiembre de 1862 fue concedido a las casas J. Thomson, T. Bonar y Co., Alejandro de Laski y J. Homberg, a cambio de un adelanto, la preferencia para la realización y ejecución de un empréstito o conversión en el mercado de Londres; y a Laski y Homberg la consignación del guano en España y sus colonias por el término de seis años contados desde la expiración del contrato vigente en las mismas condiciones. Dicho contrato tenía fecha 18 de noviembre de 1859 y su plazo era de seis años. Las casas de comercio nacionales Zaracondegui y Cía., Juan de Ugarte, José Vicente Oyague Hermanos y Valdeavellano y Cía. invocaron la preferencia que la ley acordaba a los peruanos y se subrogaron en el contrato de consignación. El Gobierno no aceptó su pedido con fecha 20 de octubre de 1862. Este caso fue invocado por los opositores nacionales al contrato Dreyfus en el juicio de despojo que siguieron en 1869.

[V] laS cINco caRactERíStIcaS DEcISIVaS DEl pERíoDo 1860-1862 EN la HIStoRIa DE laS coNSIGNacIoNES.- El período 1860-1862 señala, pues una nueva y muy importante etapa en la historia del guano: 1°- De un lado, surge la tendencia a una mayor separación de los mercados antes comprendidos en la consignación de Inglaterra y, a veces, deficientemente provistos. 2°.- Queda terminado el poderío de la Casa Gibbs. 3°.- Desaparece la Casa Montané. 4°.- Por otra parte, dentro del mantenimiento del sistema de las consignaciones que ni el Ejecutivo ni el Congreso liquidan, se produce un cambio en la lista de los consignatarios mismos. 5°.- Aparece un grupo de negociantes nacionales para tomar a su cargo el mejor de los mercados, o sea el de la Gran Bretaña por un plazo más largo en relación con los demás contratos. El incipiente capitalismo nacional desplaza así nominalmente al capitalismo extranjero en el manejo de las cuantiosas cantidades de guano exportadas a Inglaterra.

[ VI ] El pREcIo DEl GuaNo.- Los gastos incrementados y los compromisos del Estado hasta el año mencionado pudieron ser atendidos gracias a la renta extraordinaria y agotable del guano. "El guano es la providencia del Erario" escribió en 1862 en su Memoria de Hacienda Pedro Gálvez. Hacia 1855 el expendido de este abono alcanzó considerable amplitud. Su precio en los mercados europeos llegó hasta 13 libras esterlinas por tonelada. El ministro del Perú en Londres, Francisco de Rivero, sugirió al Gobierno la fijación de un precio común e invariable con todos los países, es decir 13 libras esterlinas o 65 pesos por tonelada; y la orden suprema de 26 de junio de 1857 acogió dicha iniciativa. Ella fue objetada por el encargado de negocios en Francia Luis Mesones, quien publicó un folleto para demostrar sus efectos dañinos y la imposibilidad de sostener la unidad del precio y aun de la medida de la tonelada de guano, diferente en muchos países. En algunos, donde el guano había subido a más de 13 libras por tonelada, la resolución de 26 de junio hizo que los consignatarios hicieran rebajas y los agentes de venta que obtenían mejor precio se quedaron con él. Tuvo que venir luego una rebaja proporcional en los

[ 1861 julIo 3 ] la GuERRa cIVIl EN EStaDoS uNIDoS. El comercio informó sobre la inminente guerra civil norteamericana el 3 de julio de 1861. Gracias a informaciones traídas por el barco Northern light se supo que los enfrentamientos entre los ejércitos del norte y del sur no habían pasado de ser pequeñas escaramuzas, como la del 31 de mayo en aquia creck, distante de Washington 55 millas: “pasaba por el frente del puerto el vapor Freeborn y notando el capitán que había algunas baterías, resolvió hacer fuego sobre ellas, pero tuvo pronto que retirarse para hacerse de más municiones. al siguiente día volvió a emprender el ataque, acompañado del vapor pawace, y según se dice lograron apagar el fuego de las baterías".

[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 2

219

Fuero explo

LAS CONSIGNACIONES Las consignaciones se hicieron en dos períodos: el primero, de julio de 1855 a octubre de 1856; y el segundo, de diciembre de 1857 a noviembre de 1859.

Primer período 2

1

3

Empresa:

Empresa:

País:

País:

Medina hijos Costa Rica Fecha:

2 de julio de 1855 Volumen:

389 toneladas

Naylors y Conroy Java Fecha:

Empresa:

Jorge Fernández y Cía.

Empresa:

Empresa:

J. M. Urmeneta

China

Empresa:

Valdeavellano y Cía. País: Guatemala y otros países de Centroamérica

País:

Chile

País:

6

5

4

Fecha:

Zaracondegui y Cía. País:

Cuba y Puerto Rico Fecha:

20 de noviembre de 1855

Fecha:

21 de mayo de 1856

18 de febrero de 1859

Fecha:

25 de agosto de 1859

20 de setiembre de 1859

Volumen:

Volumen:

Volumen:

Volumen:

Volumen:

1.313 toneladas

Camino del guano

560 toneladas

100 toneladas

10.000 toneladas

2.000 toneladas

Océano Ártico

AMÉRICA DEL NORTE

Océano Atlántico

A Las aves guaneras depositan su excremento en las islas del litoral.

8

7

Océano Pacífico

AMÉRICA DEL SUR

B El excremento

acumulado es recolectado por jornaleros con picos y palas.

4 D Los sacos son

Fuentes: http://en.wikipedia.org/wiki/Guano Gráfico estadístico: estudio elaborado en 1973 por el economista estadounidense Shane Hunt. http://perso.wanadoo.fr/samir.hanna/terredurable/Photos/Arequipa02-12-03/Ballesta.html

220

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 5 ]

llevados al muelle de la isla.

11

ÁFRI 1

recolectado es colocado en sacos.

EUR

6 5

C El guano

10

E Los sacos almacenados en

el muelle son transportados en barcos de carga.

Fueron acuerdos firmados entre el Estado peruano y empresarios extranjeros y nacionales, a través de los cuales se cedía la explotación de guano de un determinado lugar por un período de entre uno y nueve años.

Segundo período 7

8

9 Empresa: Zaracondegui y Cía., Juan de Ugarte y José Vicente Oyague y hermano

Empresa:

Antonio Gibbs e hijos País:

España

País:

Estados Unidos Fecha: 29 de diciembre de 1857

Fecha:

5 de octubre de 1856

11

10 Empresa:

Tomás Lachambre y Cía.

Empresa:

Empresa:

País:

País:

Antonio Gibbs e hijos

País:

Islas Mauricio

Francia y sus colonias

Fecha:

Fecha:

25 de junio de 1858

Océano Ártico

26 de enero de 1858

Zaracondegui y Cía. España Fecha:

18 de noviembre de 1859

Destino de los ingresos 11% Pago de la deuda interna.

20% Construcción de ferrocarriles.

ASIA 8% Pago de la deuda externa.

EUROPA

3

Océano Índico

29% Gastos de la burocracia civil.

H Entre 1848 y 1879 el

Estado utilizó los ingresos por la venta del guano de la siguiente manera:

ÁFRICA

9

29%

25% Gastos militares.

7% Supresión de las contribuciones de los indios y liberación de los esclavos.

2

OCEANÍA

G Los gastos de extracción,

traslado, depósito y venta en los mercados de destino eran asumidos por el consignatario.

F Los barcos trasladan el cargamento de guano a su destino final.

Infografía: Grafitti

[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 2

221

LOS PRONÓSTICOS SObRE LA DURACIÓN DE LOS DEPÓSITOS DE GUANO EN LAS ISLAS DE ChINChA ERAN vARIAbLES. DE ACUERDO CON LOS DATOS RECOGIDOS POR UNA COMISIÓN qUE, NOMbRADA POR LA ADMINISTRACIÓN DE EChENIqUE, hAbíA CALCULADO EN 1853 SUS ExISTENCIAS, fALTAbAN EL 1° DE ENERO DE 1861 vEINTITRéS AÑOS PARA qUE SE AGOTARAN, SI LA ExTRACCIÓN ERA DE 400 MIL TONELADAS AL AÑO.

embarques para Francia, con el objetivo de compensar el gravamen puesto en ese país a las importaciones en buques de pabellón extranjero (8 de setiembre de 1858). Finalmente, el Gobierno mismo se vio obligado a dar autorización para vender el guano en algunos mercados a 12 libras (resolución de 25 de febrero de 1858).

la DRáStIca lEY DE 1857.- Durante la guerra civil peruana de 1856-1858, vino la captura de las islas de Chincha por los insurrectos. Esto suscitó la severa ley de 1° de abril de 1857 según la cual el guano exportado de las islas de Chincha o de cualquier otro depósito por perturbadores del orden público o en virtud de contratos celebrados con ellos o sus agentes, sería reclamado en todo tiempo como propiedad nacional robada, con persecución civil y criminal a los responsables. La misma ley dispuso, además, que el Ejecutivo dictara, con tal motivo, las medidas convenientes. La resolución legislativa de 18 de mayo de 1857 autorizó el acuerdo suscrito con los representantes de Francia e Inglaterra el 21 de mayo, para garantía en la posesión de los depósitos de guano y para la persecución de los exportadores ilegales. Dicho pacto del "protectorado" según los violentos opositores que surgieron ante ella, fue aprobado por resolución dada el 9 de junio por la Convención Nacional. El documento antedicho, así como la influencia que tuvo la captura por el Gobierno de algunos buques contrabandistas en Punta de Lobos y Pabellón de Pica, evitaron que los facciosos extrajeran como 300 mil toneladas de guano (por valor de 10.500.000 pesos) entre mayo de 1857 y marzo de 1858.

El pRoDucto DEl GuaNo.- De acuerdo con cifras oficiales, el producto bruto de las 1.626.405 toneladas de guano vendidas desde 1840 hasta 1856 era 100.263.519 pesos. Los gastos importaron 61.008.881 y el producto líquido era 39.254.637 pesos. Las siguientes cifras oficiales comprendieron al producto líquido del guano de 1857 a 1860: 1857 1858 1859 1860











15.296.988 pesos 11.421.334 pesos 16.317.536 pesos 16.259.822 pesos

La guerra civil en Estados Unidos hizo descender grandemente el expendio de aquel abono en este país con pérdida de varios millones de pesos. Otras contingencias internacionales influyeron también desfavorablemente: la guerra del Oriente, al hacer escasos los transportes marítimos, encareció los fletes; la crisis monetaria y la baja en el precio de los cereales tuvieron, asimismo, su impacto. Según Pedro Gálvez en su memoria de Hacienda en 1862, en el bienio de junio de 1860 a junio de 1862 el producto líquido del guano fue de 33.181.574 pesos, que, repartidos por mitad, daban un promedio de 16.590.787 pesos al año. Los gastos de expendio habían ascendido a 18.070.865 pesos. El producto bruto, contando los intereses y el cambio, ascendía a 51.252.939 pesos. La venta del guano durante ese bienio llegó a 752.762 toneladas, o sea un promedio de 376.381 por año; en tanto que en 1857 se vendieron 304.589 toneladas.

la DIStRIBucIÓN EN laS EXpoRtacIoNES DEl GuaNo.- La obra geográfica y estadística del Perú de J. E. Wappaus publicada en Leipzig, consignó como correspondientes al año 1862 las siguientes cifras sobre la distribución en las exportaciones del guano:

222

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 5 ]

Inglaterra Bélgica Francia y Reunión Alemania España Mauricio Estados Unidos Colonias francesas Italia Holanda Colonias británicas China











121.709 toneladas 50.237 toneladas 44.300 toneladas 27.644 toneladas 20.771 toneladas 13.590 toneladas 12.470 toneladas 4.730 toneladas 4.655 toneladas 2.466 toneladas 1.630 toneladas 460 toneladas

Dichas cifras dieron un total de 304.662 toneladas para el año 1862. Los pronósticos sobre la duración de los depósitos de guano en las islas de Chincha eran variables. De acuerdo con los datos recogidos por una comisión que, nombrada por la administración de Echenique, había calculado en 1853 sus existencias, faltaban el 1° de enero de 1861 veintitrés años para que se agotaran, si la extracción era de 400 mil toneladas al año. Otros pronósticos llegaban a una cifra muy inferior de años para el cumplimiento de tan fatídico plazo.

[ VII ] El auMENto EN la Falta DE SupERVIGIlaNcIa SoBRE loS coNSIGNataRIoS. El pREcIo DE la toNElaDa DEl GuaNo. laS aDultERacIoNES EN cuENtaS Y El DEStINo DEl EMpRéStIto DE 1862.- Se caracterizó también este período por un aumento en la falta de supervigilancia sobre los consignatarios. El 26 de diciembre de 1862 se fijó el precio de la tonelada del guano en 12 libras esterlinas. La Casa Gibbs había manifestado anteriormente al Gobierno la conveniencia de elevar ese precio a 13 libras esterlinas y con él se hicieron algunas ventas. El contrato Dreyfus volvió en 1869 a dicha cantidad. Desde diciembre de 1862 hasta la vigencia del contrato mencionado se había exportado 2.892.073 toneladas de guano (según cálculo hecho por José Manuel Osores en su memoria como director de Rentas en 1870). Por lo tanto había que lamentar la pérdida de 18.798.474 pesos. Mucho más grave fue la denuncia hecha por Guillermo Bogardus en 1866. Según Bogardus, Tomás de Vivero, director del Crédito Público, trató en enero de 1863 de arreglar y ordenar el sistema de contabilidad de las consignaciones del guano y al efecto preparó un modelo que entregó a un jefe de consignación. Su propósito era evitar los abusos a que daba lugar el sistema de no rendir cuenta del guano de cada cargamento mientras la última tonelada de él no hubiera sido vendida. El consignatario devolvió a Vivero el documento modificatorio de la contabilidad y le pidió que lo firmase. No confrontó Vivero el texto y puso su nombre en él. Así apareció refrendando un papel adulterado. Solo se percató de lo ocurrido en setiembre de 1864 cuando volvió a ocupar el mismo cargo público por él anteriormente desempeñado. A la frase "productos netos que resulten de las ventas del guano" inserta en los contratos con la finalidad de referirse a las sumas que debían poner los consignatarios a disposición del Ministerio de Hacienda, pretendían los de Alemania, Francia, Bélgica e Italia darle una interpretación según la cual en dicha frase debía comprenderse el saldo total de la cuenta corriente general de cada una de las mencionadas casas con el Estado peruano. Los contratos se referían específicamente tan solo a los productos netos de las ventas que se hicieran y no al saldo de la cuenta general. Ello no obstante, la inadmisible acepción incluyendo el saldo total de la cuenta corriente general dentro de dichos productos, fue hecha por los consignatarios en sus documentos desde marzo de 1863.

EXtRaccIÓN DEl GuaNo

la principal reserva de guano se encontró en las islas frente a chincha. Hasta allí, miles de obreros se trasladaron para extraer el fertilizante y embarcarlo hacia diversos destinos. las labores, tal como observamos en la foto, se hacían de manera rudimentaria, ya que los obreros solo contaban con herramientas básicas, como picos, palas y carretillas. De esta manera, se extrajo más de 20 millones de toneladas de guano.

[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 2

223

TRADICIONALMENTE SE USÓ LA MANGUERA PARA EMbARCAR EL GUANO. DEMASIADO TARDE, YA EN 1862, SE DIO CUENTA EL GObIERNO DE qUE ESE SISTEMA ERA RUINOSO PORqUE, SEGúN DIjERON LAS PRÁCTICAS, OCASIONAbA UNA PéRDIDA qUE NO bAjAbA DEL 16 AL 20%.

En el débito del Gobierno anotaron ellos, por lo tanto, los fletes, gastos e intereses correspondientes a cargamentos de guano no vendidos aún. "Desde el citado mes (denunció Bogardus) no pusieron los consignatarios ninguna suma de dinero a disposición del Gobierno por razón de productos netos de las ventas del guano". Estos fondos (según él mismo) fueron prestados a la administración de Pezet durante los días del conflicto con España a pesar de que pertenecían al Estado. Manuel Pardo, como Secretario de Hacienda, sometió el asunto a la decisión judicial. Según Luis Benjamín Cisneros en su Ensayo sobre varias cuestiones económicas del Perú, el arreglo de la cuenta para darle carácter favorable a las casas consignatarias se debió al cambio de Vivero por otro funcionario. Seguía, además, en aquella época la ausencia de una verdadera contabilidad fiscal. "Las apuntaciones que se llevan en las oficinas no merecen ese nombre (dijo José Manuel Osores en la conferencia que leyó en el Ateneo de Lima en 1886) desde que no manifiestan el activo y el pasivo del Tesoro ni se lleva razón de los deudores y acreedores y porque tampoco expresan la verdad de las operaciones". Y para comprobar sus afirmaciones acerca del empirismo predominante, refirió varios hechos, entre ellos el siguiente que complementa la revelación de Bogardus y de Cisneros: "Cuando se presentó al Congreso de 1864 la Cuenta General de la República, advertí que no figuraba en ella el valor íntegro del empréstito celebrado en Europa por cuya cuenta se remitieron 4.700.000 mil soles en barras de oro; faltaban 3.600.000 soles, por lo cual interpelé al Ministro de Hacienda, quien no pudo dar una explicación satisfactoria. Por último resultado, la nación no llegó a cerciorarse del destino que se le había dado a esos millones". Se refería Osores al empréstito de 1862 del que se ocupa otro capítulo en este libro.

[ VIII ] El caRGuío DEl GuaNo.- El carguío del guano, contratado por Domingo Elías, por el precio de 12 reales la tonelada y de 3 reales para la separación de las capas obscuras o de inferior calidad (que Echenique canceló y luego Castilla volvió a otorgar) fue entregado bajo contrata posteriormente a Andrés Álvarez Calderón. Según lo pactado en 23 de marzo de 1862 el precio quedó reducido a 6 3/4 reales por tonelada de registro; sin embargo, en octubre de 1862 obtuvo un aumento a 8 reales y 3/4.

El SIStEMa paRa El EMBaRQuE DEl GuaNo.- Tradicionalmente se usó la manguera para embarcar el guano. Demasiado tarde, ya en 1862, se dio cuenta el Gobierno de que ese sistema era ruinoso porque, según dijeron las prácticas, ocasionaba una pérdida que no bajaba del 16 al 20%. Vino, pues, la orden del embarque en sacos y pesado. Pero la nueva disposición comenzó a aplicarse hacia agosto del año citado en la isla del Sur de Chincha únicamente. No fue posible extenderla, con la misma premura, a las del Centro y Norte ya que resultaba imperioso atender a los numerosos barcos que allí cargaban para proveer los diversos mercados que el cambio de consignatarios dejó desprovistos, "en mala hora" según palabras de la memoria del ministro Pedro Gálvez. Y agregó: "Mientras aquí se solicitaban largos plazos para la venta del guano sobrante, numerosos mercados europeos carecían en lo absoluto del abono, circunstancia que ha influido de una manera hasta eficaz en nuestra penuria fiscal".

laS coNSIGNacIoNES ENtRE 1863 Y 1864.- Durante el período pacífico entre la ascensión de San Román y el estallido del conflicto con España en abril de 1864, no solo prosiguió inalterable el régimen de las consignaciones del guano sino se desarrollaron más los tentáculos que lo ligaban con el Estado.

224

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 5 ]

Esta situación se acentuó malsanamente durante el conflicto con España. De ello se hablará en un capítulo especial. En noviembre de 1862 la Casa Witt y Schutte, dueña de la consignación en Alemania desde 1860, hizo un adelanto de 700 mil pesos acompañado por la prórroga de su contrata por el término de cuatro años poniéndola en la condición de la más favorecida. El nuevo plazo debía empezar a contarse desde el 1° de setiembre de 1866. La penuria del Erario en aquellos momentos era muy grande y se debían varios meses de sueldos a los empleados públicos. En diciembre de 1863 y en marzo de 1864 fue aprobado el contrato de venta del guano a los señores Manuel Amunátegui, Juan Manuel Ugarte y Waldo Grana con destino a los mercados de China y Japón. El contrato para la consignación a Bélgica otorgada en 1861 a J. Sescau y Cía., de París, representada por Sescau y Valdeavellano, consiguió una prórroga por cuatro años el 31 de marzo de 1864.

DURANTE EL PERíODO PACífICO ENTRE LA ASCENSIÓN DE SAN ROMÁN Y EL ESTALLIDO DEL CONfLICTO CON ESPAÑA EN AbRIL DE 1864, NO SOLO PROSIGUIÓ INALTERAbLE EL RéGIMEN DE LAS CONSIGNACIONES DEL GUANO SINO SE DESARROLLARON MÁS LOS TENTÁCULOS qUE LO LIGAbAN CON EL ESTADO.

[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 2

225

[ tomo 3 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 6 ● I La abo­li­ción de los ma­ yo­raz­gos La pro­hi­bi­ción de las dis­po­ si­cio­nes tes­ta­men­ta­rias que apli­ca­ban ad per­pe­tuum. Los arren­da­mien­tos de in­mue­bles en mi­sas y su­fra­gios por el al­ma del tes­ta­dor ● Un li­ti­gio so­bre ma­yo­raz­go en 1896 ● Las le­yes so­bre re­den­ción de cen­sos ●  II El cau­di­lla­je y la au­sen­cia en él de en­ri­que­ci­mien­ tos per­so­na­les o fa­mi­lia­res o de gra­ vi­ta­ción so­bre el la­ti­fun­dio ● III Los ●

orí­ge­nes de la pri­me­ra plu­to­cra­cia re­pu­bli­ca­na cos­te­ña ● IV La in­ter­pre­ ta­ción cons­pi­ra­to­ria del pa­sa­do ● Los "re­pre­sen­tan­tes ideo­ló­gi­cos ci­vi­les" al la­do de los mi­li­ta­res co­mo ser ­vi­do­res de la plu­to­cra­cia ● V La cla­se plu­to­crá­ ti­ca ¿tu­vo su ór­ga­no en La Re­vis­ta de Li­ma? ● Ma­nuel Par­do y La Re­vis­ta de Li­ma ● El pro­ble­ma de la pro­duc­ti­vi­dad y el gua­no ● VI La ilu­sión en los fe­rro­ca­ rri­les ● VII Un es­que­ma uni­li­near.

LA FORMACIÓN DE LA PLUTOCRACIA COSTEÑA El significado de La Revista de Lima

[6]

CAPÍTULO

L 228

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 6 ]

[I] a aBolIcIÓN DE loS MaYoRaZGoS.- Fueron los mayorazgos durante el coloniaje una forma de vinculación civil de la propiedad. En ellos se realizaba la sucesión en la posesión y disfrute de los bienes sujetos al perpetuo dominio de una familia dentro de un orden irreformable que implicaba la preferencia para una persona de la misma familia, generalmente el hijo mayor. La aristocracia logró, mediante la institución de los mayorazgos, de acuerdo con las leyes pertinentes, conservar y acrecentar su poder económico durante la época colonial. Aparte de los mayorazgos, había otras vinculaciones o sea distintos tipos de propiedad que no tenían la condición de ser libremente enajenables y transmisibles. Ese era el caso de las capellanías eclesiásticas y laicales, las fundaciones de misas y otras conocidas con el nombre de obras pías; así como de las adquisiciones hechas por las entidades llamadas "manos muertas" que como las iglesias y monasterios, carecían de la facultad de vender. La legislación de la metrópoli había prohibido que se establecieran nuevas vinculaciones mediante la adquisición de bienes por las "manos muertas". La Novísima Recopilación de Leyes, publicada en España a principios del siglo XIX, incluyó normas aun más enérgicas para evitar el incremento de ellas. La ley peruana de 20 de diciembre de 1829, promulgada el 11 de enero de 1830, ordenó que los actuales poseedores de las vinculaciones civiles pudieran disponer de la mitad; y que la otra mitad se reservaba hasta que pasara a manos de su próximo poseedor. Las Cartas políticas del Perú a partir de 1828 enunciaron normas democráticas para la propiedad. Una resolución legislativa de 1º de diciembre de 1829 las confirmó. La de 1839 expresó lo siguiente: "La Constitución no reconoce empleos ni privilegios hereditarios ni vinculaciones laicales. Todas las propiedades son enajenables". Una suprema resolución refrendada por el ministro José Gregorio Paz Soldán, con motivo de un testamento otorgado en 1839 que establecía una vinculación contraria a una ley de 1789, incorporada en la Novísima Recopilación, ordenó que los fiscales, agentes fiscales y síndicos se opusieran al otorgamiento de escrituras que contuviesen instituciones vinculadas y que los juzgados y tribunales aplicaran las leyes que las prohibían (1º de agosto de 1846). Y otra resolución firmada por el mismo ministro, declaró innecesaria la ampliación de la anterior por hallarse en vigor y fuerza las leyes que la sustentaban (16 de enero de 1847). No se resignaban, sin embargo, quienes pretendían mantener el antiguo régimen de privilegio en lo concerniente a la propiedad. La ley de 4 de setiembre de 1849 vino a ratificar lo dispuesto en la de 1829 y a suplir algunas de sus deficiencias. Llegó más lejos que la Carta política ya que declaró toda propiedad enajenable. Así fue como declaró, una vez más, nulas las disposiciones de bienes vinculados otorgadas a favor de "manos muertas". Los bienes vinculados de que se dispusiere contra lo así prescrito correspondían a los herederos auténticos. Los inmediatos sucesores de que hablara la ley de 1829 debían suceder en el vínculo después del fallecimiento del actual poseedor y no los que vivían al tiempo de la promulgación de la Constitución de 1828. Quedaron señalados los requisitos para que se pudiera disponer de la mitad de los bienes vinculados. Quien ya hubiera hecho uso de ella quedaba obligado a cuidar de la otra mitad para que no se deteriorase; y hacía suyos

los frutos correspondientes. No podía imponer gravámenes sobre esa otra mitad ni podía tampoco entrar en convenios con el presunto sucesor. La transmisión hereditaria de dicha segunda mitad se debía efectuar, aunque nada hubiera sido dispuesto sobre el particular. Las normas de la ley de 1849 se fueron aplicando a los mayorazgos, capellanías y demás vinculaciones laicales y así quedaron, con el tiempo, libres muchos bienes vinculados. Al desaparecer los mayorazgos con la generación que vivía en aquella época fue más fácil el reparto de la propiedad aunque no fue evitado el latifundio; y vino la ascensión de nuevas gentes al plano más alto de la vida social en virtud del privilegio de la riqueza. La ley de abolición de los mayorazgos en Chile fue promulgada tres años después: el 14 de julio de 1852. La abolición de los mayorazgos se cumplió lentamente. A veces, fue evadida por herederos inescrupulosos, sobre todo en perjuicio de hermanas mujeres. Una ejecutoria de la Corte Suprema de 16 de noviembre de 1878 –¡cincuenta años después de la Carta política de 1828!– referente a un juicio sobre mayorazgo en el que intervinieron Federico, Honorato Nazario y Vicente Peralta, demuestra que entonces se quería invocar la ley española de 1820 y la Constitución de 1823, vaga en su texto acerca de la extinción de los empleos y privilegios hereditarios. Al basarse primero en la de 1828, luego en la resolución legislativa de 1° de diciembre de 1829, y, sobre todo, en la ley de 5 de setiembre de 1849, esta sentencia anuló la que había refrendado la Corte Superior del Cuzco, de acuerdo con la cual los bienes en litigio debían ser divididos por igual entre todos los hijos naturales. Ordenó, en cambio, que a uno de los herederos se declarase con derecho al medio vínculo existente así como a la cuarta parte de los bienes libres. En los Anales judiciales pueden hallarse, por lo menos hasta 1896, ejecutorias referentes, sobre todo, a cláusulas testamentarias (algunas de ellas con fechas de años anteriores a 1828) que implicaban una vinculación. Inclusive fue aplicada, para estos casos, la ley 12, título 17, libro X de la Novísima Recopilación de España que prohibió dicha figura jurídica.

LA ARISTOCRACIA LOGRÓ, MEDIANTE LA INSTITUCIÓN DE LOS MAYORAzGOS, DE ACUERDO CON LAS LEYES PERTINENTES, CONSERvAR Y ACRECENTAR SU PODER ECONÓMICO DURANTE LA éPOCA COLONIAL.

la pRoHIBIcIÓN DE laS DISpoSIcIoNES tEStaMENtaRIaS QuE aplIcaBaN aD pERpEtuuM. loS aRRENDaMIENtoS DE INMuEBlES EN MISaS Y SuFRaGIoS poR El alMa DEl tEStaDoR.- Este tipo de voluntad testamentaria era una forma de la vinculación. La prohibieron, en general, la ley española citada, la Constitución de 1823 y, más específicamente, la de 1828 que tuvo su complemento en la ley de diciembre de 1829. Como prosiguiera, a veces, su funcionamiento, vino el decreto ratificatorio de 1° de agosto de 1846. Lo invocó, junto con las normas precedentes, la ejecutoria de 22 de noviembre de 1887. El Código Civil de 1852 dispuso que, en ningún caso, el testador podía disponer que su alma fuese heredera o legataria.

uN lItIGIo SoBRE MaYoRaZGo EN 1896.- En 1839 la señora María Martina Fernández Cornejo fundó un mayorazgo sobre las haciendas de Santa Cruz de la Pampa, Conde Velayos, Don Blas de Mendoza, Oino, Chiquito y la casa de su habitación con todos sus capitales y pertenencias, al hacer su testamento el 28 de agosto de 1839 en Moquegua. En él señaló quiénes debían gozar de dicho bien "porque mi objeto es que los llamados y los que sucedan formen derecho preferente y línea privilegiada para que en su muerte sucedan sus hijos". Ellos fueron: su sobrino José Santos Chocano, sus hijos y descendientes por orden de mayoría, sin excluir a las hembras; a falta de ellos, el hermano de aquel mayor en edad; y en defecto de estos don Juan Adrián Fernández Cornejo. Los señores José Santos Chocano y su hijo José Alcibiades acataron y cumplieron la fundación; y también se hicieron cargo de las mandas otorgadas por la testadora en la forma de dotes con las que agració a numerosas personas y de beneficios a los hospitales; y las redimieron después conforme a la ley de 15 de diciembre de 1864. Amparó don José Alcibiades sus derechos

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 2

229

ENERO 1852 [ perú ]

22

EN LA CIUDAD DE TRUjILLO, EL hACENDADO ALfONSO GONzÁLEz PINILLOS DA LA LIbERTAD A LOS ESCLAvOS DE SUS hACIENDAS CAjANLEqUE Y NEPéN, UbICADAS AMbAS EN EL vALLE DE ChICAMA. fRENTE A UN ESCRIbANO PúbLICO Y A LOS TESTIGOS DE LEY, GONzÁLEz fIRMÓ LOS DOCUMENTOS qUE OTORGAbAN ESTE DEREChO, DE MANERA TOTAL Y AbSOLUTA, A LA NÓMINA COMPLETA DE SUS ESCLAvOS Y CRIADOS.

230

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 6 ]

no solo en ella sino en las de 20 de diciembre de 1829 y 4 de setiembre de 1849 y pidió y obtuvo la redención de los bienes en 1879. Sin embargo, hubo un litigio que se inició en Moquegua con sentencia expedida en 1892, continuó ante la Corte Superior de Arequipa cuya sentencia tuvo fecha 27 de noviembre de 1895; y llegó a la Corte Suprema en julio de 1896.

laS lEYES SoBRE REDENcIÓN DE cENSoS.- La tendencia general de las leyes después de la Independencia fue la de reforzar y dar amplia libertad a la propiedad individual. Así resulta explicable la inconveniente extinción de la Caja de Censos de Indios. El Código Civil de 1852 dio normas para la redención de los censos consignativo y reservativo. Prescribió, además, que ella se efectuara doblando el capital en vales de la deuda interna consolidada. Con arreglo a esta última norma se hicieron algunas redenciones mientras los vales se compraban a 50 o 60% de su valor. Mas cuando subieron de precio, no resultó esta una operación fácil de hacer y quedó en desuso. La ley de 15 de diciembre de 1864 continuó y acentuó la tendencia anticensítica. Reconoció en los propietarios de bienes gravados con imposiciones perpetuas el derecho de redimirlas y computó el capital de dichas redenciones. Así los propietarios se liberaron de las imposiciones conocidas con el nombre de censos consignativos y reser vativos cualquiera que fuese la aplicación de su renta, agregando a ellos las capellanías. Fijó pautas para la redención que se hacía oblando en dinero los censatarios (o sea quienes pagaban el canon del censo) la sexta o la cuarta parte del valor de la imposición en la Caja de Crédito Fiscal. Ello era desfavorable para los propietarios de los bienes, perjudicados ya con la reducción de sus pensiones. Los expedientes debían organizarse ante la Dirección de Crédito en el Ministerio de Hacienda. Correspondió a dicha oficina hacerse cargo de los capitales que no fueran de libre disposición. Pero el destino dado a esos capitales no fue el de emplearlos luego de una manera productiva sino el de consumirlos en los gastos del Estado. Cuotas bajas para la redención de censos fueron establecidas en decretos del gobierno faccioso de Arequipa en 1857-1858. Una ley de 1861 las sancionó para evitar pleitos. La resolución de 29 de setiembre de 1865 señaló pautas para redimir los censos y capellanías sujetos a litigio. La ley de 30 de marzo de 1867 modificó también la proporción entre las redenciones y los capitales impuestos sobre los bienes censíticos; pero quedó derogada como todas las del Congreso Constituyente de aquel año. La ley de 20 de agosto de 1872 tuvo un carácter adjetivo por ser simplemente modificatoria de la de 15 de diciembre de 1864. La ley de 17 de octubre de 1893 declaró comprendidos en la ley de redención no solo los censos y capellanías sino toda fundación de carácter perpetuo, cualquiera que fuese su objetivo. La decadencia y extinción de los censos rémoras para el libre ejercicio de la propiedad del siglo XIX tiene, de acuerdo con los datos antedichos, tres períodos. El primero corresponde a los decretos y leyes dispersos y variados entre 1823 y 1852. El segundo está representado por las normas terminantes del Código Civil. Y el tercero, que es el de liquidación final, corresponde a la ley de 1864, aclarada en 1865, modificada por corto tiempo en 1867 y con más persistencia en 1872 y en 1893. Los réditos de los capitales censíticos redimidos en el Tesoro Nacional de acuerdo con dichas leyes, pasaron a formar parte de la deuda interna consolidada, o sea de la que, reconocida y liquidada legalmente, se pagaba por medio de bonos con un ser vicio de interés fijo y un fondo especial para su amortización.

[ II ] El cauDIllaJE Y la auSENcIa EN él DE ENRIQuEcIMIENtoS pERSoNalES o FaMIlIaRES o DE GRaVItacIÓN SoBRE El latIFuNDIo.- Contra lo ocurrido en otros países hispanoamericanos durante la primera parte del siglo XIX, en el Perú el fenómeno del caudillaje, políticamente de tanta importancia, no tuvo connotaciones de orden económico. La pobreza que circundó a Riva-Agüero en los últimos años de su vida fue uno de los elementos que agravaron la rabia con que escribió su libro bajo el seudónimo "P. Pruvonena"; más tarde sus descendientes elevaron el patrimonio familiar por matrimonios ventajosos o inversiones inmobiliarias. La Mar rechazó la hacienda que se le adjudicara por sus ser vicios durante la guerra de la Emancipación y murió en el exilio sin hijos. Gamarra, inmolado cuando quiso absorber Bolivia, no dejó una fortuna; y uno de sus descendientes se ganó la vida en Lima a comienzos del siglo actual como administrador del famoso "Palais Concert". Salaverry no cobró sus sueldos y quedan todavía descendientes de él con la nostalgia de pensiones que jamás han percibido ni ellos ni sus antecesores; y cuando en el Congreso Constituyente de 1831-1836 el diputado Diez Canseco de la Romaña quiso iniciar una ley que amparaba esta demanda, retrocedió ante el número de los presuntos favorecidos. Castilla mereció las palabras de unos famosos versos de Carlos Augusto Salaverry: "El pueblo lo bendijo: murió pobre". Echenique llegó al poder con una considerable fortuna personal y, después de su caída en 1855, la invirtió durante siete años hasta 1862 en conspirar y en tratar de defender su honor ultrajado.

[ III ] loS oRíGENES DE la pRIMERa plutocRacIa REpuBlIcaNa coStEña.- La riqueza de los particulares quedó deshecha por las exacciones cometidas a lo largo de la guerra de la Independencia y las sublevaciones y motines que llegaron después de ella. Cupos y empréstitos hechos por los españoles y también por los patriotas trajeron consigo la merma o la evaporación de capitales. Fenómenos similares ocurrieron en el Consulado y también en el Estanco de Tabaco y en Minería. Los españoles de fortuna que se expatriaron lleváronse consigo su patrimonio. Así fue como no obtuvieron impulso ni produjeron en gran escala los fundos rústicos; y en cuanto a las propiedades urbanas, sufrieron deterioro y, a veces, la ruina o la inminencia de ella. El país no tuvo capitalistas propios durante algunos años, salvo los que especulaban con la usura de un 2 y 3% mensuales. Abundaban, de otro lado, los adeudos al Tesoro por diversas causas que no podían cubrirse, que no ganaban interés y, por ello, eran capitales muertos. Los billetes, en gran cantidad, tampoco eran respaldados por intereses ya que tenían una pequeña amortización en aduana de la cual resultaba un valor de apenas 10%. El primer impulso dado por la formación de un capitalismo nacional moderno a base de las entradas del guano, surgió cuando se produjo la conversión de la deuda interna en la época de Echenique. De ella, los billetes se cotizaban en plaza al 10% y representaban un 25% por el interés del 6% que a su importe se asignó, es decir, una cuarta parte de su valor nominal con un interés de 2% mensual. Además, dicho papel no tenía giro alguno ni servía para las operaciones mercantiles. Trasladados 10 millones de la deuda interna a la externa (cualesquiera que fuesen las observaciones a esta operación) vino el interés de 4,5% y el alza de papel al 53% que después llegó a la par. "Fue entonces (afirma Echenique en sus memorias) que empezaron a impulsarse y rehacerse los fundos rústicos y entrar en reparación las propiedades urbanas; fue entonces que se vio engrandecer el comercio y dar la vida a la industria; fue entonces que salieron de la miseria mil familias empobrecidas por la guerra... ¡Fue entonces que se extinguió la usura en el país poniéndose el dinero al 6% al año pudiéndose acudir a aquel medio para procurarse fondos...!. En inversiones sobre los vales entonces emitidos buscaron su seguridad muchas personas. Tendió a desarrollarse el sector social de los rentistas".

CONTRA LO OCURRIDO EN OTROS PAíSES hISPANOAMERICANOS DURANTE LA PRIMERA PARTE DEL SIGLO xIx, EN EL PERú EL fENÓMENO DEL CAUDILLAjE, POLíTICAMENTE DE TANTA IMPORTANCIA, NO TUvO CONNOTACIONES DE ORDEN ECONÓMICO.

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 2

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[ 1863 enero 19 ] El pRIMER BaNco DEl pERÚ. la providencia, Sociedad anónima General del perú, fue el primer banco del perú independiente. a través de El comercio del 19 de enero de 1863, su director Francisco Watteau anunció: "la caja de ahorros, es pues, una necesidad social mucho más urgente e imperiosa en pueblos en que la facilidad con que el obrero gana un crecido salario, trae consigo la facilidad de disiparlo. la caja de ahorros tiene la inmensa ventaja de hacer fructificar las más pequeñas sumas y de empeñar a las poblaciones en formar nuevos capitales, es decir nuevos instrumentos de trabajo".

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 6 ]

El segundo impulso que recibió directamente el inicial capitalismo costeño se derivó en 1855 del monto y la prodigalidad en los vales de la manumisión de esclavos. De ello se trata en el capítulo respectivo. No faltaron quienes aplicaron sus ahorros al impulso de la propiedad inmueble rústica o a las seguridades de la propiedad inmueble urbana cuyo libre tráfico había sido favorecido por la ley sobre abolición de las vinculaciones y cuya apropiación en manos de particulares había encontrado adicionales oportunidades favorables en las ventas de bienes nacionales, o de Beneficencia o de la Iglesia incrementadas durante los sucesivos períodos de guerra civil o internacional y de anarquía. La llegada de peones chinos contribuyó a suministrar la mano de obra para el florecimiento de la agricultura orientada hacia los cultivos de exportación: el azúcar y el algodón. Se formó entonces, lentamente, ya al avanzar la segunda parte del siglo, una clase social plutocrática de raíces agrarias que se unió a la plutocracia del guano y al predominio de los bienes inmobiliarios urbanos. Los pioneros en el desarrollo latifundista fueron extranjeros: el alemán Luis Albrecht, los hermanos Larco, en el valle de Chicama, el inglés Enrique Swayne, en Cañete y en el norte, y el chileno Ramón Aspíllaga en la hacienda Cayaltí. Especial referencia merece el capitalismo nacional adueñado, a par tir de 1860, del negocio de la consignación del guano en el más impor tante de sus mercados, el de Inglaterra, que dio, con el apoyo del Estado, una de sus bases más impor tantes a la primera plutocracia republicana. Los bancos comenzaron a funcionar en 1862 y en 1863; en Chile habían surgido ya en 1855 y en 1859 y una ley sobre ellos se promulgó en 1860. Los años finales de esta década y los que per tenecieron a la década siguiente contribuyeron a darle a Lima una nueva fisonomía de intensas operaciones bursátiles. La liber tad con que los bancos –no inhibidos por ley alguna– emitieron billetes ayudó a este clima. El establecimiento del Banco Hipotecario a par tir de 1867 (en Chile existía desde 1856) implementó este cuadro. Dentro de cauces mucho más limitados que en Europa, la revolución de la moneda y del crédito modificó en algo las características de las for tunas privadas. No se produjo el total desplazamiento de la tierra por los valores mobiliarios, conver tidos en fuentes primordiales de las grandes riquezas en los países europeos más impor tantes por medio de las especulaciones con los altos dividendos de las sociedades, los juegos de bolsa y el manejo o el tráfico de los fondos del Estado simbolizados aquí, sobre todo, por los negocios del guano. Esto fue lo que algunos historiadores han llamado "la fiesta financiera". En el Perú, esta competencia de los valores bursátiles y de la tierra se diluyó porque ambos poderes, en muchos casos, estuvieron en las manos de la misma gente o de otra con ella relacionada bajo la influencia de la mentalidad del Segundo Imperio francés. Ganar dinero se hizo una especie de religión difundida al extenderse las operaciones directa o indirectamente vinculadas con el guano. Siempre habían existido ricos en el Perú después de la Conquista española; pero, en este caso, se trataba de la preocupación por la riqueza no solo importante o cuantiosa sino activa e impulsada por el afán de los negocios. A partir de 1860 se fue diseñando, repetimos, la fisonomía de una plutocracia costeña. Su fortuna no tuvo un origen industrial ni provino tampoco de los negocios de la banca que no existieron en el Perú sino desde 1863. No se produjo, pues, la división entre la aristocracia territorial y la gran burguesía urbana, ni afloró el fenómeno del capitalismo pleno como sistema económico nuevo y total, implacable destructor del que primara durante los siglos precedentes. El comando político del país quedó, mientras tanto, en poder del militarismo. Castilla, el caudillo en el poder cuando este proceso se fue perfilando, no era terrateniente ni hombre de negocios. Habría que estudiar, en cambio, la influencia directa o indirecta de los enriquecidos en el Parlamento.

La naciente plutocracia no tuvo divisiones claras entre un sector de propietarios urbanos, el vinculado a los contratos con el Estado y el de carácter agrario. En varios casos se relacionó, por lazos de familia o mediante matrimonios, con la antigua nobleza del Virreinato: y, en parte, estuvo formada por gente nueva que bien pronto adquirió una sicología señorial. En cambio, otro sector proveniente de la antigua nobleza entró en un proceso de empobrecimiento.

INMIGRaNtES DEl oRIENtE

[ IV ] la INtERpREtacIÓN coNSpIRatoRIa DEl paSaDo.- Arthur Schlesinger Jr. ha señalado en oportunidad que todavía es cercana, un hecho muy importante. Los historiadores suelen ser víctimas de lo que William Janes llamaba "nuestro indomable afán de ubicar al mundo en un plano más racional dentro de nuestras mentes que la realidad hacia la cual es arrojado por cruda experiencia". La obsesión del historiador es hallar modelos. Al reconstruir los hechos en la quietud de su escritorio, no logra dominar el orgulloso afán de enlazar las cosas y descubrir interconexiones y unidades. Suele ocurrir, sin embargo, (agrega Schlesinger) que, si el historiador ha sido partícipe en sucesos importantes, sabe que raramente las cosas suceden en una forma rígida, prefabricada o racional. A propósito, recuerda una frase del general George Marshall, personaje decisivo en el ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Afirmaba Marshall que las decisiones en los campos de batalla eran muchas veces, adoptadas bajo una "crónica obscuridad", o sea bajo presiones tremendas, sobre la base de datos no completos o susceptibles de error, y este (sigue diciendo Schlesinger) es el carácter de la mayor parte de las decisiones en el terreno de la vida pública. El historiador que ha visto transcurrir de cerca siquiera un segmento de la historia tiende a respetar el tejido de las cosas y a reconocer la importancia de elementos tales como la confusión, la ignorancia, el pecado, el azar y, a veces, la desnuda estupidez. El historiador técnico se rebela contra la idea de la "crónica obscuridad" y procura arreglar las cosas. Y, ya en ese camino frecuentemente atribuye estructura y finalidad a un proceso que, en sí, es orgánico y no mecánico. Los historiadores suelen rechazar la interpretación conspiratoria del pasado; aunque, de un modo u otro, vuélvense, aun inconscientemente, personeros de ella, atribuyendo a la premeditación lo que quizás pudo ser fortuito y surgió tal vez como una serie de casos coincidentes; y así, llegan a creer que los hilos que ellos manejan son idénticos a los que mueven a todo el universo. Schlesinger concluye con una cita de Alexis de Tocqueville. Afirmó hace mucho tiempo dicho autor, cada vez más estimado, que detestaba esos sistemas absolutos que hacían depender a todo el acontecer de causas primeras y los ligaban por la cadena de la fatalidad; sistemas que a veces "suprimen al hombre de la historia de la raza humana" y que ignoran tanto las cosas ocurridas mediante circunstancias accidentales como las cosas que permanecen totalmente inexplicables (1).

la llegada masiva de culíes se inicio en 1849 impulsada por la ley General de Inmigración. a partir de ese momento y hasta 1974, llegaron al perú 92.130 inmigrantes. la mayoría fue traída desde puertos como el de Macao. Fueron empleados como mano de obra para trabajar en las haciendas azucareras y algodoneras de la costa peruana.

loS "REpRESENtaNtES IDEolÓGIcoS cIVIlES" al laDo DE loS MIlItaRES coMo SERVIDoRES DE la plutocRacIa.- En un libro sobre la historia del guano en el siglo XIX, basado, por lo demás, en una amplia y nueva documentación, y lleno de puntos de vista interesantes, aparecen como es natural tratándose de materia tan compleja, algunos puntos de vista controver tibles. Así, por ejemplo, leemos que un grupo de civiles se dedicó (1) Arthur Schlesinger Jr. "The Historian as Par ticipant" en la revista Daedalus Primavera de 1971, número dedicado a "El historiador en el mundo del siglo XX" , pp. 354-355. La cita de William James está tomada de Essays on Faith and Morals, Cleveland, 1962; y la de Alexis de Tocqueville proviene de Recollections, Nueva York, 1954, pp. 53-54.

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 2

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caRloS auGuSto SalaVERRY (1830-1891)

Este poeta piurano formó parte del grupo de ideólogos que defendió a la clase terrateniente y cuestionó a los caudillos de la segunda mitad del siglo XIX. Su aporte a la poesía romántica peruana está en los libros: Diamantes y perlas (1869), albores y destellos, y carta a un ángel (1871). también escribió obras de teatro como atahualpa o la conquista del perú (1854), abel o el pescador americano (1857) y El bello ideal (1857),entre otros.

a una labor de "convencimiento" y "presión" sobre los caudillos militares en beneficio de la clase terrateniente comercial, para el "ensanchamiento de su poderío económico a través de la sola especulación financiera". Señala, con precisión enfática, hombres que "vehicularon las ideas esenciales" favorables a dicha clase: Ignacio Noboa, Toribio Pacheco, José Tejada (debió decir José Simeón Tejeda), Francisco García Calderón, Felipe Masías, José Casimiro Ulloa, Narciso Alayza, Manuel Nicolás Corpancho, Carlos Augusto Salaverry, Ricardo Palma y Francisco Laso. Esta serie de nombres aparece arrebañada por primera vez. Ignacio Noboa, de cuya biografía se habla a propósito de la reforma monetaria de 1864, fue, por breve tiempo, ministro de Hacienda en aquel año y no tuvo, por lo demás, actuación política descollante. Toribio Pacheco se caracterizó por su beligerancia contra Castilla desde 1855 y llegó a ser secretario del gobierno faccioso de Vivanco en la sublevación de este infortunado caudillo entre 1856 y 1858. No podría haber ejercido ninguna "decisión de poder" colocado en este papel antagónico, beligerante e infausto. Apareció nuevamente en la escena nacional como ministro de Relaciones Exteriores del régimen de Pezet cuando vino un intento, fugaz por cierto, de armonizarlo con la corriente de la opinión pública en el litigio con España. En todo caso, su labor quedó limitada dentro del campo internacional y diplomático. A él volvió como secretario de Relaciones Exteriores de la dictadura de Prado en 1866, surgida para ir a la guerra con la antigua metrópoli. Tampoco entonces, por razones obvias, pudo ejercer tareas de "convencimiento" o de "presión" al servicio de la clase terrateniente comercial de la que estaba muy alejado este jurista arequipeño. Su prestigio intelectual y, sobre todo, moral hizo que el Congreso Constituyente lo nombrase Fiscal de la nación. Falleció poco después, muy pobre. Sería interesante haber podido contemplar el rostro mestizo del eruditísimo historiador Francisco Mostajo, autor de un fervoroso y elocuente elogio de Toribio Pacheco que en nada contradice su acrisolada probidad, si hubiera leído lo que Bonilla afirma. (Véase de Francisco Mostajo, "Elogio del Dr. Toribio Pacheco", El Derecho, Nº 160, Arequipa, abril-julio de 1928). José Simeón Tejeda, también arequipeño, no había sido hasta 1860, época que estudia dicho autor, responsable de una tesis sobre la emancipación de la industria, o sea contra la super vivencia de los gremios, un magistrado en la Corte Superior del Cuzco y un diputado en la Convención Nacional de 1855-57 que impugnó el sistema de las consignaciones del guano y propuso reemplazarlo por la venta del abono en remate. La dictadura del 66 lo colocó en la Secretaría de Justicia, es decir fuera del ámbito económico o financiero. Fue otro de los hombres fundamentalmente honestos del siglo XIX peruano y otro de los juristas que sedujeron a Francisco Mostajo y obtuvieron su valioso respaldo intelectual y moral. Francisco Mostajo. "Don Simeón Tejeda" en La Prensa, Lima, 12 de marzo de 1922 y la conferencia sobre cuatro juristas arequipeños en El Derecho, N° 18, Arequipa, mayo, 1916. Parecido aunque más resaltante es el caso de Francisco García Calderón. Muy joven en 1860, su más notorio significado entonces era el que estaba preparando su Diccionario de la legislación peruana (2). Ministro de Hacienda en el primer Gabinete de Balta en 1868, renunció al cargo porque sus opiniones fueron desoídas. Es decir, su capacidad de "presión política" entonces sufrió rechazo total. Felipe Masías escribió un manual de Economía Política de inspiración liberal. Sin embargo, la aplicación de las ideas de Masías (complementadas por las "Revistas políticas" que publicó en La Revista de Lima) hubieran llevado a "un crecimiento económico" real que, según el autor aquí citado, la clase terrateniente mercantil no quería. (2) Debajo de la palabra "guano" se lee en el Diccionario de la legislación peruana de García Calderón una crítica al sistema de las consignaciones. El autor recomienda la venta por asientos (2ª Ed., París y Lima 1879, Vol. II, p. 1.043).

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 6 ]

La Revista de Lima. Editada por José Antonio Lavalle y Toribio Pacheco, La Revista de Lima fue una publicación liberal e intelectual. Entre sus directores estuvieron José Casimiro Ulloa (1859-1860), el propio Lavalle y Ricardo Palma (1863). Fue fiel reflejo de la generación romántica de la segunda mitad del siglo XIX. Tuvo dos etapas de aparición: entre 1859 y 1863, y luego en 1873. El ejemplar que vemos aquí corresponde a la edición del 16 de junio de 1860.

[ capítulo 6 ] período 2

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LA INvEROSíMIL RELACIÓN qUE AqUí SE ExAMINA TENDRíA UNA IMPORTANCIA jOCOSA Y ANECDÓTICA SI NO LA hUbIERA hEChO DE qUIEN ASIMISMO SE LLAMA ‘hISTORIADOR CIENTífICO’. EL PRObLEMA qUE SURGE ES NO SOLO UNA CUESTIÓN DE LIGEREzA.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 6 ]

La inclusión de José Casimiro Ulloa en esta lista es la más increíble de todas. Ya han sido mencionadas aquí las ideas y la campaña de este autor sobre los negocios del guano. En 1860, cuando el Poder Legislativo optó por el mantenimiento en el sistema de las consignaciones, él hizo pública su protesta en La Revista de Lima en el virulento artículo "La Hacienda Pública en el Perú" seguido por otro número contundente que se tituló "Huano". Fue uno de los más enconados enemigos políticos de Manuel Pardo y del partido civil desde el diario La Patria y otras publicaciones. Su hijo, Alberto Ulloa Cisneros, heredó sus ideas políticas, y desde el diario La Prensa divulgó lo que cabe llamar la "leyenda negra" anticivilista desde 1904. Por lo demás, José Casimiro Ulloa no fue secretario o ministro de ningún caudillo militar. Narciso Alayza carece de relieve político. Los cuatro nombres finales en esta relación son de personalidades en la historia de la cultura nacional. El poeta Manuel Nicolás Corpancho, uno de los iniciadores de la literatura romántica en este país, actuó como secretario de Castilla durante la guerra civil de 1856-1858 y derivó hacia la diplomacia, primero como ministro en el Ecuador y luego en México. En dicho país se caracterizó, de acuerdo con las instrucciones de su presidente, Ramón Castilla, por la ayuda a las huestes de Benito Juárez que luchaban contra la invasión francesa y el emperador Maximiliano. Expulsado por el gobierno de este, murió el 13 de setiembre de 1863 al incendiarse entre Veracruz y La Habana el barco México que lo traía del regreso al Perú. Cómo y en qué forma el lírico y desventurado Corpancho pudo inmiscuirse en asuntos financieros, es algo que nadie podrá explicar. El único escrito por él publicado lejos del ámbito literario es Perú y Ecuador (1861) en que, sin firma, defendió el tratado que suscribiera en 1860 para el arreglo del litigio entre ambos países. Otro poeta, Carlos Augusto Salaverry, actuó como secretario del coronel José Balta en la campaña que este inició en el norte en 1868 contra el gobierno de Prado. Vencedor Balta lo envió a Europa. La ligereza invívita en citar en esta relación de actividades de tipo económico a Salaverry, resalta por sí sola. Ricardo Palma, a diferencia del escritor antes mencionado, acompañó a Balta como secretario de la Presidencia durante el período 1869-1872. Pero ninguno de los numerosos biógrafos del tradicionista había afirmado antes que él tuviera el más mínimo "poder de decisión" política. Además, el gobierno de Balta fue a la lucha directa y total contra los consignatarios del guano o sea contra la plutocracia capitalina. A Francisco Laso se le conocía como un gran pintor, el primero en reivindicar la imagen del indio, como un valiente autor de artículos de costumbres y como uno de los abnegados bomberos del 2 de mayo de 1866. Nosotros hemos hecho resaltar, además, el hecho de que, como diputado por Lima en el Congreso Constituyente de 1867, pronunció, no obstante sus dificultades oratorias, un devastador discurso contra la burocracia militar. Jamás fue ministro o secretario de gobiernos castrenses. La inverosímil relación que aquí se examina tendría una importancia jocosa y anecdótica si no la hubiera hecho quien asimismo se llama "historiador científico". El problema que surge es no solo una cuestión de ligereza. Se pueden reproducir aquí las palabras de un joven historiador francés, Jacques Le Goff, acerca de algunos historiadores marxistas y no por cierto sobre toda la historiografía basada en aquella doctrina: "Desde el mirador que la economía utiliza para obser var las sociedades, mira el pálido reflejo de esquemas abstractos, no de seres vivientes. El hombre no vive solo de pan, la historia no se sustenta únicamente con pan y no se forma con esqueletos agitados en una danza macabra de autómatas. Es necesario dotar a esos mecanismos descarnados de un contenido propio. Falta encontrar en la historia un más allá. Esta otra cosa, este más allá, son las mentalidades.

[V] la claSE plutocRátIca ¿tuVo Su ÓRGaNo EN la REVISta DE lIMa?.- Ha sido formulada esta sorpresiva afirmación inmediatamente después de "desenmascarar" al grupo de civiles mencionado en los párrafos precedentes que "de manera sesgada y segmentada fueron los encargados de hacer permeables a los caudillos militares" a la reivindicación del guano por la clase terrateniente comercial. Y se ha dicho también: "El cuerpo de sus principales ideas económicas y políticas fue formulado en los números sucesivos de La Revista de Lima". La tesis antedicha ha sido repetida por varios autores sin examen. La Revista de Lima apareció como publicación quincenal el 13 de junio de 1860. En el prospecto explicó José Antonio de Lavalle, en nombre de la redacción, que era muy numerosa la cantidad de escritos que no cabían dentro de las limitaciones inherentes a los diarios sin que necesariamente fueran libros; y que, para darles acogida, fundáronse revistas como la inglesa de Edimburgo y la francesa de Ambos Mundos. Añadió que este tipo de publicaciones llenaba con mayor razón un vacío en un país culturalmente atrasado como el Perú en donde tanto había por estudiar "en la política como en la historia, en la administración como en la literatura, en las ciencias como en las artes". Enumeró en seguida a los principales redactores, miembros heterogéneos de distintas generaciones, literatos, abogados, economistas e historiadores, la mayor parte de ellos. "Como puede fácilmente deducirse del cuadro anterior (agregó), "La Revista de Lima no es un periódico con bandera ni de sistema, no es conservadora ni liberal, romántica ni positivista, proteccionista ni abolicionista. Sin más afán que el bien público y sin más objeto que el adelanto y el progreso del país, insertará artículos de todas escuelas, sin darles otra autoridad ni otra responsabilidad que las que ofrezca a cada uno la firma del redactor" (3). El subrayado es nuestro. Una aclaración suscrita por Lavalle en el segundo número de La Revista lamentó una omisión hecha en la lista de redactores, la del nombre de José Casimiro Ulloa. Y agregó: "Esta falta es tanto más pronta cuanto el Sr. Ulloa no solo es el redactor sino director del periódico (subrayados de Lavalle) que debe su nacimiento a una idea suya". Quien conozca las ideas y la trayectoria de Ulloa jamás podrá identificarlo como la plutocracia mercantil-agraria. Si se compara la lista de los redactores ya mencionada con la de los autores de las colaboraciones insertas en los siete volúmenes de La Revista de Lima se verá que no resultan incluidos todos los anunciados en aquella nómina y que esta resulta incompleta. La Revista de Lima fue, por cierto, el órgano de una élite intelectual. Quiere decir que en sus páginas colaboraron personas heterogéneas, distinguidas por su posición social o por su prestigio literario o profesional. Cabría ubicarlos en la aristocracia (Felipe y Manuel Pardo, J. A. de Lavalle, por ejemplo); la antigua burocracia judicial o militar (Benito Laso, Manuel de Mendiburu); la abogacía (Luciano Benjamín Cisneros, Francisco García Calderón, Antonio Flores); la medicina (José Casimiro Ulloa); la ciencia (Hipólito Sánchez) y un grupo que cabe llamar intelectual profesional (el colombiano Próspero Pereira Gamba, el venezolano Juan Vicente Camacho, la argentina Juana María Gorriti, los peruanos Trinidad Fernández, Manuel Adolfo García, Armando de la Fuente, Ricardo Palma, Francisco Laso y otros). Nada tuvo de órgano proletario como fue

JoSé aNtoNIo laVallE Y aRIaS DE SaaVEDRa (1833-1893)

El fundador y director de la Revista de lima se mantuvo al frente de este medio de 1859 a 1863. En 1860 fue elegido diputado por lima hasta 1864, y al año siguiente dirigió la Beneficencia pública. los cargos que ocuparía en adelante fueron como representante del perú en Europa y chile, senador (1876-1878) y ministro de Relaciones Exteriores (1883). lavalle no dejó de lado las letras mientras ejercía dichos cargos públicos. Escribió artículos, novelas y tradiciones.

La Revista de Lima, tomo I, p. 4. Al tomar a su cargo personal las "Revistas de la quincena". Lavalle insistió en las mismas ideas. "La Revista, como lo tiene, ya manifestado en su prólogo o prospecto es un periódico sin bandera: cada uno de sus redactores disfruta de plena libertad para emitir en sus escritos las opiniones que abrigue, bajo su firma y con su responsabilidad: la redacción, no siendo homogénea, no responde tampoco solidariamente por los cargos que se puedan hacer a sus miembros por las ideas que viertan...". (Tomo I, p. 665). Agregó Lavalle que solo en La Crónica era el periódico quien hablaba. Estuvieron a cargo de esta sección, aparte de Lavalle, Felipe Masías, el colombiano Próspero Pereira Gamba, Ricardo Palma y José Casimiro Ulloa. (3)

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 2

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INTERéS ESPECIAL TUvO LA ACTITUD DE LA REvISTA DE LIMA Y SU CUERPO DIRECTIvO SOLIDARIzADO EN DEfENSA DEL PERú ANTE LAS OfENSAS hEChAS POR ALGUNOS DIARIOS EUROPEOS DENTRO DE LA hIPÓTESIS DE qUE AqUí NO hAbíA SEGURIDAD NI PARA LAS PERSONAS NI PARA LAS PROPIEDADES DE LOS ExTRANjEROS Y CON DEMANDA PARA qUE SE PRODUjERA LA INTERvENCIÓN ‘DE LAS NACIONES fUERTES’.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 6 ]

el caso de El Eco del Pueblo, bisemanario órgano de los artesanos, contemporáneo de La Revista de Lima (N° 1, 28 de mayo de 1860, al N° 15, 2 de junio de 1860). Los índices de cada tomo aparecieron por orden de materias. Entre ellas cabe señalar las siguientes: legislación y Derecho; cuestiones internacionales; economía política y ciencias cociales; historia y biografía; literatura y bellas ar tes; novelas, cuentos y tradiciones; poesías; variedades. Cada número pudo incluir, además, crónicas políticas, literarias, teatrales y de actualidad general. En el tomo primero en el que aparecieron los "Estudios sobre la provincia de Jauja" por Manuel Pardo, objeto principal del análisis de Bonilla, los temas de "Economía Política y Ciencias Sociales" completaron el número de once. Aparecieron igualmente quince poesías; ocho trabajos sobre historia y geografía; doce relativos al Derecho y a las cuestiones internacionales, ocho críticas sobre literatura y bellas artes, ocho novelas, cuentos y tradiciones; seis colaboraciones agrupadas bajo el título de "Variedades" que abarcó tres artículos de sátira costumbrista de Francisco Laso y unas "observaciones astronómicas" de Hipólito Sánchez. La libertad de expresión ofrecida por Lavalle se cumplió ampliamente cuando surgieron, dentro de La Revista misma, polémicas como la que se produjo entre Toribio Pacheco y la comisión codificadora en torno al nuevo Código Penal. En varias oportunidades, quienes en dicho órgano quincenal habían emitido ideas constitucionales, en asuntos de carácter internacional, o en otras materias, rebatieron a quienes se les enfrentaron desde otros periódicos incluyendo El Comercio. Interés especial tuvo la actitud de La Revista de Lima y su cuerpo directivo solidarizado en defensa del Perú ante las ofensas hechas por algunos diarios europeos dentro de la hipótesis de que aquí no había seguridad ni para las personas ni para las propiedades de los extranjeros y con demanda para que se produjera la inter vención "de las naciones fuertes". El artículo pertinente llamó a los tratados entre Inglaterra y las Repúblicas hispanoamericanas "relaciones de amistad entre los lobos y las ovejas: vinieron cónsules y ministros acompañados de escuadras permanentes que protegiesen el negocio y afianzaran los privilegios prácticos de que habrían de gozar los importadores". "Los gobiernos fuertes europeos en sus relaciones con el Perú (decían en seguida, tras de recordar la cuestión Duhrin) han seguido siempre el sistema de que sus súbditos de cualquier clase y condición que sean, no solo han de ser respetados y temidos en este país que se supone semisalvaje, sino que han de gozar de ciertos derechos y prerrogativas excepcionales que el Derecho público no les concede"... "Para el Perú y demás estados hispanoamericanos, en cuanto a las relaciones exteriores, nada supone que los gabinetes europeos sean torys o whigs, imperiales o republicanos, pues la política exterior favorable a los intereses comerciales y el orgullo nacional, siempre ha sido y será la misma para los pueblos débiles"... "Si Inglaterra, desde su elevado poder, ha desollado a los pueblos débiles no ha hecho menos Francia cuando le ha llegado su vez". El artículo dedicó interés especial a las reclamaciones e indemnizaciones de súbditos de Napoleón III. No se obser va ningún planteamiento concertado en defensa de la plutocracia nacional o de su dominio sobre el guano. En una de sus "Crónicas políticas", Felipe Masías señaló la importancia que tenía el opúsculo de Luis Mesones titulado El Ministerio de Hacienda del Perú en sus relaciones con los administradores del guano en Europa. Alude allí a las ganancias exorbitantes de los consignatarios con desventaja para el Tesoro Público y señala la responsabilidad específica de los funcionarios residentes en los lugares de expendio del guano. Cuando el Ministro de Hacienda, publicó un "Aviso oficial con la finalidad de solicitar propuestas para la consignación del guano en los diversos mercados del mundo", José Antonio de Lavalle, en una de sus "Crónicas" de La Revista de Lima mencionó aprobatoriamente las críticas con que él fue recibido. Recordó que la ley de 1849 ordenó al Gobierno que promoviera en el

mundo una consignación más o bien (y subrayó estas palabras) "el remate por asiento a otro medio de expander el abono más provechoso a la nación". Agregó que antes de proceder como se hacía, a recibir nuevas propuestas de consignaciones, "parecía natural ensayar o a lo menos discutir otro sistema menos oneroso al país". Este segundo subrayado es nuestro. No fue el de Lavalle el único testimonio adverso a la continuidad en el sistema de las consignaciones que apareció en La Revista de Lima. Mucho más enérgico resultó el artículo "Huano" de José Casimiro Ulloa ya mencionado antes. Ulloa no trepidó en mencionar "los grandes y funestos abusos de dicho sistema"; y reprodujo lo que escribió en 1859 sobre el tema. Su acerba crítica a las consignaciones ocupa siete páginas de La Revista en su tomo primero. La fórmula que planteaba era la de ir a la venta directa del guano en las islas y que la administración del abono en los mercados extranjeros se efectuara por empleados del Fisco.

MaNuEl paRDo Y la REVISta DE lIMa.- Manuel Pardo escribió siete artículos en La Revista de Lima. Si se recuerda que ella llegó a formar siete volúmenes entre 1860 y 1863, no fue la suya una colaboración en exceso impresionante. De estos siete trabajos, tres pueden ser llamados de valor tangencial: "Sociedad de Beneficencia de Lima"; "El par tido de Saña, Lambayeque en el siglo pasado"; "Algo sobre el proyecto de Código Penal: Vagancia" (4). Dos trabajos fueron de promoción económica: "Inmigración vascongada” y "El Crédito Hipotecario en Francia y Chile en 1859 y 1860". El primero saludó con entusiasmo el proyecto ya en marcha del hacendado Manuel Salcedo para llevar inmigrantes del país vasco a su fundo Talambo sin tomar en cuenta los factores desfavorables que iban a llevarlo al fracaso; asunto del que hemos de ocupamos en otras páginas. El segundo emanó de la idea de divulgar la impor tancia y la utilidad de las instituciones de crédito hipotecario "cuyo objeto es prestar a la propiedad inmueble agrícola y urbana capitales al más bajo interés posible, ya sea para construcciones urbanas, ya y principalmente para la capitalización y mejora de los fundos rústicos". Entre los datos que enumeró, hubo referencias a las ventajas que las pequeñas propiedades obtenían en Francia merced al crédito hipotecario y a la extensión de los préstamos de la Caja Hipotecaria chilena no limitada a las provincias de Santiago y Valparaíso sino extendida a toda la República. Quedan por mencionar los dos escritos principales de Pardo: "Estudios sobre la provincia de Jauja" y "Medidas económicas del Congreso de 1860. Ley general de ferrocarriles". En lo que se refiere a "Estudios sobre la provincia de Jauja", parece conveniente diferenciar lo que hay allí de diagnóstico y pronóstico de la realidad fiscal y económica peruana y el modelo ferrocarrilero.

El pRoBlEMa DE la pRoDuctIVIDaD Y El GuaNo.- Pardo afirmó que era desconso-

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ENERO 1853 [ perú ]

UN DECRETO PROhíbE, bAjO PENA DE MULTA, EL USO DE ARMAS DE fUEGO DENTRO DE LA CIUDAD DE LIMA. úNICAMENTE PODRíAN SER UTILIzADAS PARA DEfENDERSE DE DELINCUENTES ATACANDO A UNA PERSONA O RObANDO UNA CASA. SI UN vAGAbUNDO ERA ENCONTRADO INCUMPLIENDO ESTA ORDEN, SERíA DESTINADO AL SERvICIO EN EL EjéRCITO, LA MARINA O A TRAbAjOS fORzADOS.

ladora la historia de los 150 millones que el guano había producido durante quince años, jamás invertidos ellos en caminos que unieran a nuestros departamentos o en riego para nuestro suelo. Dio la voz de alarma sobre un gravísimo peligro en el que estaba el país: el crecimiento de los gastos no tenía relación con el aumento de la productividad nacional. "El Perú, decía Pardo, gracias al guano puede consumir y consume hoy del extranjero tres veces más de lo que naturalmente produce; y el Gobierno del Perú puede hoy gastar y gastar cuatro veces más de sus entradas naturales". (4) Tomo IV, pp. 103-110. La desvinculación de Pardo con este órgano de publicidad aparece en las frases con que termina el artículo: "Nuestro único deseo al darles para su publicación a los E. E. de La Revista es que sirvan de punto de partida a una discusión ilustrada y científica que nos contentamos con iniciar".

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La nueva Élite del guano El auge del guano dio como resultado la aparición de una nueva clase socioeconómica que aunque tuvo los medios a su alcance, no ayudó al desarrollo del capitalismo en nuestro país.

P

a­ra Ba­sa­dre, lo que apa­re­ció con el gua­no fue una "plu­to­cra­cia" ní­ti­da­men­te di­fe­ren­cia­da de la aris­to­cra­cia co­lo­nial: la an­ti­gua cla­se al­ta de­bía adap­tar­se a una so­cie­dad en la que el di­ne­ro em­pe­za­ba a do­mi­ nar. El eco­no­mis­ta nor ­tea­me­ri­ca­no Sha­ ne Hunt pro­ pu­ so ha­ blar de una "eco­no­mía ren­tis­ta", es de­cir, una so­cie­dad con­for­ma­da por un re­du­ci­do gru­po de fa­mi­lias adi­ne­ra­das, aman­tes del con­su­mo sun­tuo­so, sin es­pí­ri­tu em­pre­sa­rial, cu­ya ri­que­za se for­mó sin es­fuer­zo tec­no­ló­gi­co al­gu­no y man­te­ nien­do, por tal ra­zón, una al­ta ta­sa de de­sem­pleo. He­ra­clio Bo­ni­lla, his­to­ria­dor pe­rua­no, tra­tan­do de bus­car fac­to­res más es­truc­tu­ra­les, sos­tu­vo la ine­xis­ten­cia de una "bur­gue­sía na­cio­nal" co­mo con­se­cuen­cia, a su vez, de la ca­ren­cia de un "mer­ca­do in­ter­no". Así se ex­pli­ ca­ría el atra­so del sur­gi­mien­to del ca­pi­ta­lis­mo en el Pe­rú. Pa­ra Bo­ni­lla, los con­sig­na­ta­rios no crea­ron una "in­dus­ tria na­cio­nal", si­no que se de­di­ca­ron al me­ro co­mer­cio es­pe­cu­la­ti­vo. Cuan­do co­lo­ca­ron par­te de sus ca­pi­ta­les en la agri­cul­tu­ra (al­go­dón y azú­car) fue pa­ra de­ve­nir en una cla­se ren­tis­ta que se apro­pió del ex­ce­den­te ge­ne­ra­do por una ma­no de obra asa­la­ria­da no ca­pi­ ta­lis­ta (los coo­líes) y pa­ra so­me­ter­se a las exi­gen­cias de un mer­ca­do in­ter­na­ cio­nal que es­ca­pa­ba a su con­trol. Es­tos

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período 2

[ capítulo 6 ]

mer­ca­de­res, en­ton­ces, no so­lo no fue­ ron bur­ gue­ ses, si­ no que eran so­ lo no­mi­nal­men­te "na­cio­na­les", pues en la prác­ti­ca eran pro­fun­da­men­te de­pen­ dien­tes. Paul Goo­ten­berg, his­to­ria­dor nor­tea­me­ri­ca­no, por su par­te, cues­tio­ nó la su­pues­ta ca­ren­cia de una de­man­ da in­ ter­ na: exis­ tía un mer­ ca­ do a la es­ pe­ ra de una in­ dus­ tria que, sin em­bar­go, no sur­gió. Es­ta éli­te del gua­no fo­men­tó una suer­ te de "mo­der­ni­za­ción tra­di­cio­na­lis­ta", tér­mi­no que usó Fer­nan­do de Tra­zeg­ nies; es de­cir, re­ci­bió ele­men­tos li­be­ ral-ca­pi­ta­lis­tas pe­ro sin mo­di­fi­car la es­truc­tu­ra so­cial del país. No re­cla­ma­ ron la for­ma­ción de una cla­se bur­gue­ sa con una con­ cien­ cia so­ cial pro­ pia que asu­mie­ra el ma­ne­jo de la mo­der­ni­ za­ción. Más bien, era es­ta nue­va éli­te oli­gár­qui­ca la que se en­car­gó de ma­ne­ jar el pro­ce­so. Es­ta pe­cu­liar mo­der­ni­ dad con­ser­va­ba un cli­ma so­cial aris­to­ cra­ti­zan­te que ge­ne­ró am­bi­va­len­cias en­tre la pré­di­ca li­be­ral y la per­cep­ción je­rár­qui­ca de la so­cie­dad. Fue to­do un pro­ce­so de adap­ta­ción en el que la éli­ te ab­sor­bió ele­men­tos li­be­ral-ca­pi­ta­ lis­tas com­pa­ti­bles con su do­mi­nio aris­ to­crá­ti­co y no los di­fun­dió al res­to de la po­bla­ción. En su­ma, es­tos ele­men­ tos "mo­der­nos" con­tri­bu­ye­ron a acen­ tuar la dis­tan­cia en­tre la éli­te y una ma­yo­ría que aún vi­vía en un mun­do tra­di­cio­nal y ar­cai­co.

En 1845 se había producido y exportado (agregó) por un valor de 7 millones anuales, más o menos, consumiéndose entonces poco más. Según Pardo, en 1860 se recibía 21 millones de mercaderías extranjeras pagadas más o menos con los mismos 7 millones de productos naturales; y se agregaban a ellos 14 millones del guano. Los peruanos trabajaban como 1 y se daban el lujo de consumir como 3. Era eso muy cómodo por el momento; pero aterrador ante el porvenir. De 1847 a 1853 (en cinco años de paz y prosperidad relativas) no había aumentado la cifra de las exportaciones distintas del guano, decía Pardo; lejos de eso, ella presentaba una tendencia a la disminución. En 1847 los productos naturales eran 7 millones y los consumos 7,5; en 1853 los productos naturales eran, más o menos, los mismos 7 millones y los consumos alcanzaban a 21 millones. El guano pagaba la diferencia. Pero, ¿qué pasaría cuando el guano se agotara? Pardo no creía que bruscamente se pudiera entonces lograr una reducción de los consumos a 7 u 8 millones en vez de 25 o 28 que en esa época serían. "Es necesario crear producción, crear riqueza para poder hacer frente con ella más tarde a los gastos del Estado". "El aumento de la producción natural del Perú es el remedio, el único remedio para preser varnos de ese cataclismo que indudablemente tiene que sobrevenir algún día y que no está quizás muy lejos", afirmaba proféticamente Pardo en 1860. Las reflexiones anteriores no implicaban la "crítica más contundente al sistema de las consignaciones" como se afirma. Pardo se limitaba a decir que el guano se había administrado mal por los extranjeros que tuvieron a su cargo este negocio hasta la fecha en que redactó sus colaboraciones a La Revista de Lima, o sea 1860. Lo cierto es que encabezó el grupo de nacionales que poco después obtuvo la consignación más importante, o sea la de Inglaterra.

[ VI ] la IluSIÓN EN loS FERRocaRRIlES.- El diagnóstico y el pronóstico aterradores pero exactos acerca de la situación económica y fiscal del Perú no fue sino una de las cosas que entonces reveló Manuel Pardo. Creía él que, tras el derroche de 150 millones emanados por el guano, era viable, a través de un decenio, con parte de aquella renta, unir mediante arterias de ferrocarriles la costa del Perú a los departamentos interiores. Empezó por demandar que el departamento de Junín, en el que se encontraban todos los climas del mundo y los productos de todas las zonas geográficas "con sus granos, con sus ganados, con sus artículos de alimentación de todo género, con su carbón de piedra, con sus mármoles, con sus minerales, con sus riquezas infinitas", se pusiera a cuatro o cinco horas de la capital de la República. No se contentó con entusiasmarse con las esperanzas de que aumentaría gradualmente la producción interna al Perú; de que obtendrían movilidad poblaciones estancadas y, a través de ella, la ilustración verdadera, la "ciencia práctica de la vida que la frecuente comunicación suministra a los hombres; y de que saldría ganando el orden interno". Creyó necesarias tres líneas más: una de Chala o de cualquier otro punto de la costa al Cuzco con algunos ramales de acuerdo con la tesis de su amigo Juan J. Aráoz; otra que uniese Cajamarca al Pacífico atravesando los ricos departamentos del norte y acercando las montañas al litoral; y un girón de rieles que, partiendo de Chala fuese a empalmar a la línea del norte, de acuerdo con un proyecto lleno de facilidades elevado ya al Gobierno por el señor Wheelwright, el hombre que trajo los buques a vapor a la costa del Pacífico sudamericano. No fue por cierto original la fórmula de Pardo de hacer fructificar la venta del guano por medio de la construcción de ferrocarriles. Las generaciones pertenecientes a los años de mediados del siglo XIX vivieron bajo el espejismo creado por el vertiginoso desarrollo de los transportes y de las comunicaciones. En relación con aquellos logró notables progresos la navegación.

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OCTUbRE 1853 [ turquía ]

SE INICIA LA GUERRA DE CRIMEA ENTRE RUSIA Y TURqUíA. EL ExPANSIONISMO RUSO, POLíTICA APLICADA DESDE fINALES DEL SIGLO xvIII, MOTIvÓ qUE GRAN bRETAÑA, fRANCIA, AUSTRIA, CERDEÑA Y EL IMPERIO TURCO-OTOMANO SE UNIERAN PARA PONER fIN A LA ANExIÓN DE TERRITORIOS EN LOS bALCANES Y ENTRE EL MAR NEGRO Y EL MEDITERRÁNEO. LA DERROTA RUSA EN fEbRERO DE 1856 IMPLICÓ LA DEvOLUCIÓN A LOS TURCOS DEL ACTUAL TERRITORIO DE MOLDAvIA Y DE LA DESEMbOCADURA DEL RíO DANUbIO.

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 2

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LA OPINIÓN DE MANUEL PARDO Y SUS SECUACES DE qUE LA CONSTRUCCIÓN DE fERROCARRILES ERA EL ARMA ESTRATéGICA CON LA fINALIDAD DE PREPARAR EL DESARROLLO ECONÓMICO DEL PERú APARECE ENUNCIADA POR ALGUNOS COMO UN INSTRUMENTO PARA AfIRMAR LOS PRIvILEGIOS DE SU CLASE. SIN EMbARGO, RESPONDIÓ A LA SEDUCCIÓN DE UN MITO AMPLIAMENTE DIfUNDIDO EN EL MUNDO DE ENTONCES.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 6 ]

Pero se ha afirmado que entonces, de todos los instrumentos de la industria y del comercio, el más importante, de lejos, fue el ferrocarril. El monumento grande y perdurable que el siglo XIX dejó al siglo XX fue la red ferroviaria. Se ha dicho que "así como la decimotercera centuria edificó catedrales, la decimonónica construyó ferrocarriles". Se ha afirmado también que las millas recorridas por ellos en el mundo, no superiores a 38 mil en 1850, habían llegado a las 204 mil en 1870. En el libro Démocraties et capitalisme (1848-1860) por Charles H. Pouthas, encontramos el dato siguiente: "En 1850 había en el mundo 38.000 kilómetros de vías férreas, de los cuales 23.000 estaban en Europa y el resto en América; en 1860, 108.000 kilómetros divididos igualmente entre Europa y América con 1.500 para el resto del mundo ya que en 1853 aparecieron en África y Asia y en 1856 en Australia. En Estados Unidos, en diez años fueron construidas 21.000 millas. Al ocuparse del mismo tema J. Vicens Vives en su obra Historia social y económica de España y América dice: "Bajo el régimen de amplia protección al capital nacional y extranjero (1855) y a favor de la coyuntura mundial altamente estimulante, se dio un colosal empuje a la obra de los ferrocarriles... Hasta 1868 se construirían nada menos que unos 5.000 Km. o sea 340 anuales desde 1855. Hubo años en que se construyeron 800, como en 1859. Una estadística confeccionada en 1864 situaba a España después de Inglaterra y Francia y antes que Prusia y Austria en la construcción anual de vías ferroviarias". Y entre los inversionistas menciona a los hermanos Pereire, la casa Rothschild, el grupo del Grand Central francés al lado de sociedades mercantiles e industriales españolas. Aparte del clima universal de ilusión por los ferrocarriles, Manuel Pardo tenía otra fuente para esa idea; lo que en El Espejo de mi Tierra había escrito su padre Felipe Pardo y Aliaga en la composición poética titulada "Constitución política". Léese allí: Atravesad los Andes encumbrados y encontraréis para este siglo asombros, atroz miseria, pueblos incendiados, aterradora soledad y escombros; caminos tan estrechos y escarpados que es preciso llevar la carga en hombros, y de una peña a todo a otra peña puentes ¡qué horror! de sogas y de leña. Así es y así será porque los miles que en nuestras arcas Chincha ha derramado en vez de producir ferrocarriles, puentes, canales, honra, sólo han dado a la anarquía pólvora y fusiles, muerte al instinto noble y elevado y a torpe multitud, sedienta de oro, abrevadero en el Fiscal Tesoro. ¿Qué será del Perú cuando, agotada esa mina, agonice en la pobreza porque su población no está enseñada a producir la pública riqueza? ¡Por senda natural subir honrada, joven nación, pudiste a la grandeza y vino el huano y te dejó por gaje vejez precoz de vil libertinaje!

La opinión de Manuel Pardo y sus secuaces de que la construcción de ferrocarriles era el arma estratégica con la finalidad de preparar el desarrollo económico del Perú aparece enunciada por algunos como un instrumento para afirmar los privilegios de su clase. Sin embargo, respondió a la seducción de un mito ampliamente difundido en el mundo de entonces. Se ha dicho también: "El recurso a los capitales extranjeros, con la sólida garantía de la hipoteca del guano, debía constituir el medio para realizar este proyecto". Pardo no aludió a nada de eso en su trabajo sobre Jauja. Al ocuparse concretamente del ferrocarril a esa provincia expresó que se podía atraer "capitales europeos por medio de una garantía sólida y tentadora hacia nuestro país". Ese era, según manifestó, el caso del Gobierno de Suiza y el de la Compañía Inglesa de las Indias. Pero en relación con el camino de fierro antedicho, juzgó más practicable y expedito y aun más conveniente la construcción por cuenta del Estado". (El subrayado es nuestro). O sea no fue un adlátere incondicional del capitalismo extranjero. Agregó: "Dedicando a ella el Gobierno 3 o 4 millones del producto anual del guano, podríamos encontrarnos dentro de seis u ocho años con una grande obra que tanta influencia debe ejercer en la prosperidad general del país, con una fuerte suma capitalizada y con las considerables rentas que ese capital proporcionaría, no solo directamente en los productos del negocio, sino indirectamente en todas las entradas del Fisco; y si el Gobierno Supremo se decidiese, a ejemplo de otras naciones como Francia y Prusia, a dedicar a tan importantes trabajos una parte de los 20 mil hombres que hoy forman nuestro Ejército, podría llevar a cabo la empresa con una economía tanto más notable, cuanto que el principal gasto para una asociación particular sería el de la mano de obra, costo que el Gobierno podría reducir en mucho, consultando a la vez la justa retribución del ser vicio extraordinario que se exigiese al soldado. Hay que diferenciar netamente los dos escritos de Pardo; "Estudios sobre la provincia en Jauja" y "Medidas económicas del Congreso de 1860. Ley general sobre ferrocarriles". Este último fue escrito antes de que el Senado de 1860 ratificara la ley general de los ferrocarriles. Empezó por decir que ya a la gente no le interesaban las Constituciones y que el Perú anhelaba obras públicas en vez de 15 mil soldados. Agregó que sin el progreso material no podía haber en las masas progreso moral, ya que aquél les daba bienestar y éste las liberaba del embrutecimiento y la miseria. Sostuvo en seguida que el Estado tenía la obligación, aun con sacrificios económicos, de ir a la realización de los trabajos de pública utilidad como eran los ferrocarriles; y elogió los resultados de este tipo de obras en Bélgica y Holanda. Sin embargo, reconoció que el guano apenas alcanzaba para hacer frente a la prodigalidad de los gastos fiscales ordinarios y extraordinarios; y se lamentó de que la construcción de vastas redes fuera hecha por cuenta del Estado, encargándose por propuestas de la construcción a las compañías particulares, así como los préstamos bajo interés, la toma de cierto número de acciones "y en general cualquier sistema usado o por usarse que no exija fuertes desembolsos" (el subrayado es nuestro y recomendamos que el lector no olvide esta frase para enjuiciar lo que ocurrió en 1869) acompañados por un plan general de ferrocarriles y no en el caso de una sola vía, por el sistema de contrato con el capital privado fijando en dicho documento la suma sobre la que recaería la garantía de interés cuidando de que no se fije más que el verdaderamente invertido para exigirse sobre él la garantía y estableciendo la contabilidad de las oficinas y la superintendencia del Gobierno de modo sencillísimo". Señaló, a continuación, las circunstancias que debían ser atendidas para fijar el interés que el Estado garantizaría a las grandes empresas, inclinándose hacia un término medio. "Es un problema (dijo aquí) que solo puede resolverse con un estudio muy detenido, muy competente y muy profundo de las especiales circunstancias económicas, políticas y hasta geográficas del país en que tenga lugar la discusión... (El subrayado es nuestro). A propósito del asunto, disertó acerca de lo ocurrido en Francia y en Estados Unidos; y sobre los alicientes que era necesario presentar, en un país como el nuestro, al reacio capital europeo,

MaNuEl paRDo (1834-1878)

El hijo de Felipe pardo y aliaga se inició desde muy joven en los temas económicos. luego de su educación en Europa, fue nombrado oficial segundo de la sección de estadística del Ministerio de Gobierno (1854). Sin embargo, abandonó el cargo para dedicarse a la agricultura. En 1865, durante el gobierno de Vivanco, fue nombrado secretario de Hacienda y en 1869 fue designado alcalde de lima. llegó a la presidencia de la República en 1872.

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 2

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(...) MEIGGS NO fUE UN METICULOSO Y ObEDIENTE EjECUTOR DE LAS IDEAS DE PARDO Y DE SU GRUPO SINO UN INfATIGAbLE AvENTURERO qUE, A bASE DE DERROChES Y SIN PLAN ORGÁNICO ALGUNO, bUSCÓ LA RÁPIDA EjECUCIÓN DE LOS ObjETIvOS qUE ESTIMÓ MÁS úTILES.

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PERÍODO 2

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especialmente el de Francia y Gran Bretaña. Pidió un 7% de interés garantizado en la misma ley por una hipoteca real y sólida, la del guano. La contradicción entre las ideas de Pardo sobre un plan general de ferrocarriles y los hechos ocurridos bajo el influjo del ímpetu empresarial de Enrique Meiggs entre 1868 y 1872 es absoluta.

[ VII ] uN ESQuEMa uNIlINEaR.- Ha sido trazado un esquema unilinear que se descompone en las siguientes fases: a) La clase mercantil-terrateniente se apodera en 1860 de las consignaciones del guano; b) Dicha clase representada por Manuel Pardo, busca el desarrollo económico del Perú mediante los ferrocarriles y el aporte del capital extranjero; c) El órgano que difunde las ideas de la plutocracia es La Revista de Lima entre 1860 y1863; d) Este plan se ejecuta a partir de 1869 con las obras arriesgadas que emprendió Enrique Meiggs. El punto a) es exacto. Los consignatarios peruanos desplazan a los extranjeros que, por lo demás, nada habían hecho en beneficio del país. Se pierde lastimosamente la oportunidad de liquidar el funesto sistema para el expendio del guano e intentar uno nuevo y mejor, tal como se había indicado por el Congreso de 1849, por José Gálvez y otros miembros de la Convención Nacional de 1855-1857 y por José Casimiro Ulloa en su opúsculo editado en 1859 y reproducido, en lo que atañe a este punto de vista, en La Revista de Lima de 1860. Surgen así las raíces más sólidas de la plutocracia republicana. Es difícil señalar lo que hubo de acuerdo o coincidencia de grupo en las ideas que Pardo dio a la publicidad en dicho periódico. Si se cree lo que dijo al iniciar su "Estudio sobre la provincia de Jauja" estaba casi decidido a "encerrar sus apuntes en un cajón de su escritorio y a conservarlos allí como meros recuerdos de un viaje". En realidad, como hemos señalado ya, la ilusión por las locomotoras se respiraba en el aire de aquella época no solo en el Perú sino en todo el mundo. Pero en el pensamiento de Pardo no se unían ellas, sino en tanto y en cuanto se tratara de un plan nacional o general, a un llamamiento al capital extranjero, como lo hemos definitivamente probado. Al ocuparse de la línea que debía unir Lima a Jauja señaló, específicamente, las ventajas de que ella crearía relaciones todavía inexistentes entre lugares que hallábanse incomunicados; de que facilitaría el tráfico y el comercio, de que fomentaría la industria, de que daría mayor valor a la propiedad. En relación con este último tópico, señaló que, de acuerdo con las cuentas de la Tesorería de Junín y más recientes por él obtenidas, o sea las de 1849, la contribución predial tanto urbana como rústica no llegaba en dicha provincia a la modesta suma de 10 mil pesos. Más todavía: creyó que el acercamiento entre la capital de la República y el departamento de Junín sería ventajoso desde el punto de vista higiénico para la educación de la débil y macilenta juventud de Lima". He aquí en suma, cualesquiera que sean sus errores, omisiones o intereses privados, un esquema para el desarrollo del país entendido como entidad soberana e independiente. Si en los presupuestos polémicos ya comentados hay una mezcla de exactitud y de alteración de la verdad, cuando se estudia lo que hemos llamado el punto d) el choque es total. El desprecio por la historia política y el maniqueísmo de la ideología, más poderosa que lo que realmente ocurrió (para hablar con la frase tan bien conocida de Ranke sobre lo que el investigador del pasado debe buscar) llevan a olvidar que en 1868 llega al Perú el inescrupuloso y osado aventurero norteamericano Enrique Meiggs, traído por Juan Manuel Polar, secretario del vicepresidente Pedro Diez Canseco con la finalidad de que construyera la línea férrea de Arequipa a la costa. Acontecimiento ajeno a Manuel Pardo y a sus amigos. Y Meiggs no fue un meticuloso y obediente ejecutor de las ideas de Pardo y de su grupo sino un infatigable aventurero que, a base de derroches y sin plan orgánico alguno, buscó la rápida ejecución de los objetivos que estimó más útiles. Pardo estuvo en la oposición a este régimen.

La inicial plutocracia peruana del siglo XIX no tuvo un origen único. Sus vertientes son diversas y hasta contradictorias. Al afirmar esto no se realiza ningún descubrimiento. Hubo contemporáneos que las señalaron. En el prólogo a su novela ¡¡Los hombres de bien!!, escrito muy en serio, Fernando Casós dice lo que sigue: "Tres fuentes impuras tienen las fortunas improvisadas entre nosotros, que datan de 1860 a 1872: el guano con sus prórrogas y empréstitos interiores; los empréstitos y agencias financieras en Europa; y los ferrocarriles. Aquellas han sido siempre, todos lo saben, el resultado del soborno y la corrupción de los consignatarios para los ministros y camarillas. Para saber de los otros basta recorrer sus respectivas cuentas en las oficinas de contabilidad correspondientes a los años de 1860, 1865, 1869 y 1870, las acusaciones y correspondencias de la comisión fiscal y los cargos hechos en los Congresos a los agentes y contratistas de esas operaciones. Los últimos, nadie lo ignora, han corrompido desde los más altos a los más bajos funcionarios"... "En cuanto al guano y sus prórrogas, la usurpación de algunos millones fue solo miniatura para enriquecer dos docenas de 1860 a 1868; pero la usurpación de 1869 y 1870 corrompió un número considerable de personas". Quien examine históricamente la obra de Casós deberá tomar en cuenta el hecho de que esta novela amargada fue escrita en el exilio después de que el autor había sido objeto públicamente de las más tremendas acusaciones con motivo de sus actos en el breve período durante el cual fue secretario general del dictador Tomás Gutiérrez. Se trata aquí, pues, de un libelo. En lo esencial, sin embargo, las "tres fuentes impuras" corresponden a una obser vación exacta. Para completar el cuadro de la plutocracia anterior a 1879 habría que mencionar la que surgió a través de la agricultura de exportación de la costa y de la propiedad inmueble urbana. Cabría también analizar, y volvemos a decir algo que hemos afirmado en la 5ª y en la 6ª ediciones de esta obra, las consecuencias resultantes de las movilizaciones de dinero derivadas de los siguientes fenómenos: a) La consolidación de la deuda interna; b) Los pagos efectuados con motivo de la manumisión de los esclavos; c) La llegada y el empleo de los "coolíes chinos"; d) Las operaciones efectuadas a través de los bancos cuando estas instituciones se desarrollaron.

ENRIQuE MEIGGS (1811-1877)

El empresario estadounidense llegó al perú en 1868 para construir el ferrocarril de Mollendo a arequipa, que fue inaugurado dos años más tarde. Esto le valió conseguir otros proyectos y ampliar la red férrea de nuestro país con las líneas de lima a la oroya (1870), arequipa a puno (1870), Ilo a Moquegua (1871), pacasmayo a cajamarca (1871), chimbote a Huaraz (1872) y de puno a cuzco (1872).

[ CAPÍTULO 6 ] PERÍODO 2

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[ tomo 3 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 7 ● I Lo que di­je­ron los par­ ti­da­rios de las con­sig­na­cio­nes Los be­ne­fi­cia­rios con las con­sig­na­cio­nes has­ta 1850 ● Las re­la­cio­nes en­tre el Es­ ta­do y los con­sig­na­ta­rios ● Los vi­cios en ●

el sis­te­ma de las con­sig­na­cio­nes ● II El em­po­bre­ci­mien­to fis­cal en la ini­cia­ción re­pu­bli­ca­na y el sig­ni­fi­ca­do del gua­no du­ran­te su apo­geo y la ban­ca­rro­ta ● El gua­no en la his­to­ria so­cial del Pe­rú.

UNA APRECIACIÓN SOBRE LAS CONSIGNACIONES Y ACERCA DEL SIGNIFICADO HISTÓRICO DEL GUANO

7 []

CAPÍTULO

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 7 ]

[I] o QuE DIJERoN loS paRtIDaRIoS DE laS coNSIGNacIoNES.- El Estado peruano pudo haber vendido el guano en las islas a un precio señalado o al mejor postor. Pero los gobernantes consideraron que este tipo de venta quebraba la igualdad de los precios pagados por el consumidor, ya que los individuos o entidades en conexión con este se hubiesen hecho la competencia los unos a los otros. Según el punto de vista que predominó, los compradores en las islas no hubieran podido dejar de tomar en cuenta los riesgos del mercado que el transpor te lento y las comunicaciones distantes incrementaban. También pudo haberse cobrado un derecho de expor tación. Manuel del Río llegó a decir lo siguiente en su memoria de 1847 sobre este impuesto: "Si el derecho se calcula de tal modo que al pagarlo el especulador no repor te sino la utilidad corriente que proporciona la renta de cualquier otro renglón que de estas cosas se remite a Europa, es de temer que esa utilidad no sea un estímulo bastante para atraer aquí el número de buques necesario para una extracción de guano proporcionada a los recursos que es preciso sacar anualmente de su venta. Si, al contrario, el derecho de expor tación se rebaja de modo que se estimule a los especuladores, la nación se perjudicará entonces y el valor del guano no subirá". Toda la primera parte del siglo XIX estuvo llena en el mundo europeo y americano de negocios a consignación en el comercio exterior; hasta que el tráfico más rápido por medio de los barcos de vapor que llevaban mercaderías, así como el empleo de los servicios cablegráficos hicieron que los agentes a comisión se convirtieran en compradores o vendedores de sus propios artículos en los mercados extranjeros. Antes de esto, los productores o dueños iniciales, reser vándose la propiedad y esperando el pago hasta que la venta se había hecho en el extranjero, se aseguraron el provecho derivado de un capital que era de riesgo en el comercio internacional. El mantenimiento de la extracción del guano en un solo intermediario o en varios intermediarios específicos ofrecía, además, a quienes tuvieron a su cargo los asuntos del Estado, la seguridad de que la Hacienda Pública lograba anualmente con facilidad los ingentes recursos que tanto necesitaba. No tenía entonces, por otra parte, la administración pública peruana equipos de hombres preparados técnicamente en el trabajo de llevar a cabo la movilización del abono para conducirlo con garantías a sus mercados extranjeros; ni se preocupó de formarlos. La venta efectuada en esos lugares por empleados oficiales (decía el ministro Manuel del Río en su citada memoria de 1847) colocaba fuera del alcance del Gobierno el manejo de uno de los principales ingresos del Tesoro; porque cualquier cuestión que surgiera alrededor de esos emisarios mercantiles se tenía que sujetar, aun cuando se tratara de ciudadanos del Perú, al imperio de las leyes y de los tribunales vigentes en los lugares de su residencia. Para suministrar rápidamente fondos al Tesoro y atender las necesidades inmediatas que el guano fue cubriendo, se creyó, pues, necesario tratar con personas o entidades que pudiesen hacer con exactitud y regularidad las entregas de dinero, a veces cuantiosas y urgentes que el Gobierno necesitaba. También ayudó a los defensores de las consignaciones la idea de que la inestabilidad en la vida nacional, notoriamente endémica, sería estimulada por otros sistemas. "La venta en el

Perú o fuera de él por empleados del Gobierno (léese en el párrafo V de la memoria que el Ministro de Hacienda elevó al Cuerpo Legislativo en 1860) proporcionaría a los par tidos, en el caso desgraciado en que se renovaran los trastornos por que viene pasando la América desde la Independencia, mayor facilidad para procurarse recursos con qué ensanchar la órbita de la guerra civil; y no solo perderíamos inmensos caudales sino que tendríamos que lamentar males de infinita mayor consideración".

loS BENEFIcIaRIoS coN laS coNSIGNacIoNES HaSta 1850.- Entre 1847 y 1850 quedó claramente definido que, con la excepción de las negociaciones efectuadas con la Casa Montané, el nombre que era sinónimo de los consignatarios era la Casa Gibbs. En Londres funcionaba Antonio Gibbs e Hijos y en Lima Guillermo Gibbs y Cía. La otra firma inglesa que actuó en los comienzos del tráfico del guano, Meyers Bland, financista del grupo Quirós-Allier, intentó en 1846 la compra directa del abono a un precio fijo abonado al Estado; pero su demanda fue rechazada. Esta propuesta pudo haber sido estudiada más cuidadosamente.

laS RElacIoNES ENtRE El EStaDo Y loS coNSIGNataRIoS.- Los consignatarios crearon el puente entre los depósitos de guano y sus mercados y acudieron con recursos al Estado cuando, y dentro de una excesiva frecuencia, fueron llamados a prestar esta ayuda. La sociedad diseñada en 1842 tuvo una lamentable desaparición; y se llegó a definir, antes bien, una clara división de intereses y de responsabilidades. El Estado era el propietario del guano hasta el momento en que era vendido. Los consignatarios actuaban como sus agentes, fletando por cuenta y riesgo de él los buques necesarios para conducir el abono a los lugares donde se efectuaba el expendio; y cobraban las comisiones y los gastos respectivos. Fue como un alquiler de servicios. Los consignatarios cargaron, embarcaran, movilizaron, guardaron y vendieron el guano por cuenta del Estado, y recibieron el pago correspondiente a esta labor. Víctima de una cruel pobreza, la Hacienda Pública recibió la inesperada abundancia del guano como una salvación para sus tremendas necesidades diarias. Manuel del Río expresó en su memoria como ministro en 1847 que, sin ella, habría tenido que ir a la rebaja en los haberes y pensiones y afrontar sus incalculables resultados. Como un organismo débil que recibe una droga vigorizante cuyo abuso lleva a una fatal enfermedad, el Estado buscó las consignaciones y más tarde, envuelto en ellas, resultó aprisionado y esquilmado.

NO TENíA ENTONCES, POR OTRA PARTE, LA ADMINISTRACIÓN PúbLICA PERUANA EqUIPOS DE hOMbRES PREPARADOS TéCNICAMENTE EN EL TRAbAjO DE LLEvAR A CAbO LA MOvILIzACIÓN DEL AbONO PARA CONDUCIRLO CON GARANTíAS A SUS MERCADOS ExTRANjEROS; NI SE PREOCUPÓ DE fORMARLOS.

loS VIcIoS EN El SIStEMa DE laS coNSIGNacIoNES.- Al tomar a su cargo el transporte, los consignatarios no tuvieron ningún interés en bajar sus costos; por el contrario les convino alzarlos para, a su vez, elevar sus comisiones. Los mayores costos representaron así un drenaje o una sangría en las ganancias para el Estado. En relación con los precios del guano, el interés de este y el de los consignatarios también discrepaba. Ellos vendían al mejor precio que era posible a su juicio; y recibían una comisión por esas ventas. Pero no les interesaba el precio más alto porque si bajaba, aumentaban los compradores. Un crecimiento de las ventas totales calculado en toneladas, por lo demás, hacía subir los gastos intermedios y producía mayores ganancias relacionadas con los costos. Al Estado favorecían, en cambio, los más elevados precios por tonelada. Por eso señaló que los consignatarios debían tratar de obtenerlos, como si fuese suficiente un compromiso adquirido en un contrato escrito. Tardíamente, en 1857 llegaron a ser creados inspectores fiscales para vigilar esos altos precios; y solo en 1868 y 1869 fueron ellos fijados por decreto. Las pérdidas del Erario resultaron grandes por los menores precios en relación con la venta del guano en los mercados y por los

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El tRaNSpoRtE DEl GuaNo

una vez extraído, el guano de las islas era embarcado y trasladado a distintas partes del mundo. para ello se utilizaron barcos de carga limitada, en la mayoría de los casos menor a las mil toneladas. El Estado peruano no tuvo una política previsora con respecto a la formación de una marina mercante, ya que no compró naves para ajustarse a las necesidades de carga. De los 622 buques que transportaban el guano, 542 eran de bandera inglesa. De esta manera, el transporte quedó también a manos extranjeras. En esta foto vemos el embarque del guano en las islas de chincha.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 7 ]

crecidos gastos en los costos de este producto durante el período anterior a su venta. A ellas se agregaban los incumplimientos o evasiones de los contratos por parte de los consignatarios. El Estado, por otra parte, pidió prestado a ellos dinero al interés habitual del 6% anual. No pudo esperar el pago del guano por sus compradores o consumidores normales; y solicitó adelantos en efectivo de quienes lo transpor taban. Así absorbió, prematuramente, con abonos de intereses y amortizaciones, sus propios beneficios. Los anticipos fueron hechos adelantando los productos de la venta del fer tilizante y deduciendo los intereses respectivos. A su vez, los consignatarios aprovecharon estas opor tunidades para obtener prórrogas de los plazos y de las demás cláusulas pactadas. Al mismo tiempo, obtuvieron que el Estado recibiera a la par, como par te del dinero prestado, títulos de la deuda externa cuyo valor en el mercado era más o menos reducido. Simultáneamente las casas consignatarias que hicieron adelantos reembolsaron su dinero cuando les vino en gana. Resultó muy fácil para ellas decir que nada o casi nada habían vendido aunque la verdad era la existencia de fuertes sumas, producto de sus negocios. Mientras tanto, cobraban los créditos de las cantidades prestadas. El sistema de adelantos era el de empréstitos con prenda cuyo pago dependía de la voluntad del acreedor y no del deudor. Confiado el Gobierno en la buena fe de aquellas casas, no podía saber si el guano se había vendido efectivamente al precio señalado en la respectiva cuenta. Por todas estas razones, aclaradas a través de una lenta y dolorosa experiencia, el sistema de las consignaciones llegó a recibir, en forma creciente, fundadas y acerbas críticas. A los argumentos de orden legal y económico se agregó la evidencia de que los carguíos y embarques de guano no estuvieron sujetos a vigilancia; que faltaron cuidado y exactitud en las cuentas presentadas y en las oficinas de Hacienda; que los anticipos y empréstitos hechos sucesivamente por los consignatarios sir vieron para encadenar al Estado, al punto de que, a veces, ellos llegaron a demorar las entregas del dinero que habían recibido por los cargamentos ya vendidos, para obligar a nuevos contratos.

[ II ] El EMpoBREcIMIENto FIScal EN la INIcIacIÓN REpuBlIcaNa Y El SIGNIFIcaDo DEl GuaNo DuRaNtE Su apoGEo Y la BaNcaRRota.- La supresión de estancos, aduanas interiores y otros arbitrios de la administración virreinal coincidió, como ya se ha visto, con el aumento de los gastos derivados del establecimiento del Estado Nacional, incluyendo los del Poder Legislativo y los que se derivaban de las oficinas y funcionarios de nueva creación. La guerra de la Independencia demandó grandes sacrificios y la necesidad de formar ejércitos hizo aumentar los egresos; y, a la vez, disminuyó el número de indígenas contribuyentes. Coincidieron así, al iniciarse el período que siguió a la Emancipación, el empobrecimiento del Tesoro y la angustia para buscarle recursos extraordinarios con qué atender sus urgencias inmediatas. La paz pública hubiera ayudado a ordenar las cosas; pero, por el contrario, los bandos políticos, sucesivamente victoriosos, fueron dañinos para el Erario. Se sucedieron empréstitos voluntarios o forzosos, ventas de propiedades del Estado, expropiaciones, emisión de vales y billetes de crédito público y otras medidas análogas. Creció así la deuda pública; hubo dificultades para atender mensualmente a los empleados; el ejército, de número crecido, necesitó ser pagado de preferencia; las listas pasivas aumentaron en exceso; se pidió dinero prestado muchas veces en condiciones usurarias. No hubo tiempo ni calma ni personal preparado para revisar, modernizar o dar eficacia y justicia al régimen tributario y a los sistemas de recaudación y de contabilidad. De pronto vino el guano a sacar de apuros a la Hacienda Pública y fue recibido como un presente, ignorado durante los siglos del Perú virreinal, que la providencia hacía al Perú republicano. Se echó mano a este recurso para gastos ordinarios e inmediatos; no se procuró la mejora

Vida comunal. Todas las aves guaneras se desplazan y viven en grandes grupos en tierras cercanas al mar. Tal es el caso de los pelícanos o alcatraces (Pelecanus thagus) que vemos en estas fotografías de la época del boom del guano. Estas curiosas aves tienen la cabeza blanca o amarilla, el pecho blanco y las alas de color pardo oscuro.

[ capítulo 7 ] período 2

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Un balance de la historia del guano ¿Qué efecto causó el dinero proveniente del guano en la economía y en la sociedad peruanas? Sobre el aparente bienestar de nuestro país y el destino de esos ingresos, trata el texto siguiente.

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os in­gre­sos del gua­no le die­ron al país, apar­te de una re­la­ti­va cal­ma po­lí­ti­ca, su pri­mer pro­gra­ma de obras pú­bli­cas y de in­ver­sión en edu­ca­ ción; ade­más, la sis­te­ma­ti­za­ción de los in­gre­sos y egre­sos al or­ga­ni­zar­se de acuer­do a la téc­ni­ca de la épo­ca el pre­ su­pues­to bie­nal. Los go­bier­nos de Cas­ ti­lla –y el pa­rén­te­sis de Eche­ni­que– coin­ci­den con lo que Ba­sa­dre lla­mó la "pros­pe­ri­dad fa­laz". El país vi­vió un apa­ ren­te bie­nes­tar al ob­ser­var la ex­pan­ sión del Es­ta­do, la pro­mul­ga­ción de di­ gos y le­ yes, la crea­ ción de una có­ in­fraes­truc­tu­ra (fe­rro­ca­rri­les, te­lé­gra­fo, es­cue­las), la mo­der­ni­za­ción del ejér­ci­to y la es­cua­dra y la bús­que­da del li­de­raz­ go a ni­vel de Amé­ri­ca La­ti­na. La pre­gun­ta cen­tral es ¿có­mo se gas­ta­ ron los más de 400 mi­llo­nes de pe­sos que ge­ne­ró la ven­ta del gua­no? ¿En reor­de­nar y for­ta­le­cer la eco­no­mía lo­cal? Na­da de eso. Más de la mi­tad de ese di­ ne­ ro se gas­ tó en man­ te­ ner y re­com­pen­sar a la bu­ro­cra­cia ci­vil y mi­li­ tar, es de­ cir, en ase­ gu­ rar la clien­ te­ la po­lí­ti­ca de los go­bier­nos de en­ton­ces. Una quin­ta par­te se uti­li­zó en obras de in­fraes­truc­tu­ra pú­bli­ca, es­pe­cial­men­te al­gu­nas lí­neas de fe­rro­ca­rril. De otro la­do, es cier­to que una par­te de eso be­ne­fi­ció al Es­ta­do, a tra­vés del pa­go de das in­ ter­ na y ex­ ter­ na o que, las deu­ me­dian­te la ley de los con­sig­na­ta­rios na­cio­na­les del gua­no, se en­tre­gó a em­pre­sa­rios pe­rua­nos un ne­go­cio con el fin de im­pul­sar la crea­ción de una cla­ se lo­cal de hom­bres de ne­go­cios. Pe­ro es­te pro­ce­so no be­ne­fi­ció a la eco­no­mía

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[ capítulo 7 ]

lo­cal pues sir­vió en gran me­di­da pa­ra cu­brir la im­por­ta­ción de ar­tí­cu­los de lu­jo y, en el ca­so de los em­pre­sa­rios ex­tran­je­ros, pa­ra in­ver­sio­nes en sus paí­ses de ori­gen. Era es­pe­ra­ble, por úl­ti­mo, que el gas­to pú­bli­co ge­ne­ra­do por la bo­nan­za in­cre­men­ta­ra la de­man­ da in­ter­na, sin em­bar­go, la "in­dus­tria" exis­ten­te era in­ca­paz de cu­brir esa ne­ce­si­dad. Es­to quie­re de­cir que pa­ra los ar­te­sa­nos el gua­no no sig­ni­fi­có mu­cho. Pa­ra otros gru­pos po­pu­la­res co­mo los in­dios, el efec­to del gua­no fue mix­to: si bien se li­be­ra­ron del tri­bu­to, aho­ra ya no ne­ce­si­ta­ban te­ner ex­ce­den­ tes de pro­duc­ción y re­gre­sa­ron a una eco­no­mía de sub­sis­ten­cia. Es­to tra­jo co­mo efec­to la dis­mi­nu­ción de la pro­ duc­ción agrí­co­la y el al­za de los pre­cios. El gua­no no pu­do ar­ti­cu­lar con­sis­ten­te­ men­te al Pe­rú, que con­ti­nuó sien­do un uni­ver­so de di­ver­sas rea­li­da­des. El gua­ no no ha­bía po­di­do con­ver­tir­lo en una na­ción mo­der­na con ins­ti­tu­cio­nes só­li­ das. La ra­zón de es­te fra­ca­so ha si­do ex­pli­ca­da por la fal­ta de una cla­se di­ri­ gen­te. Tan­to los ci­vi­les co­mo los mi­li­ta­ res sur­gi­dos du­ran­te la "pros­pe­ri­dad fa­laz" no pu­die­ron ela­bo­rar un pro­yec­ to na­cio­nal co­he­ren­te. Di­ri­gie­ron su mi­ra­da al ex­tran­je­ro, apos­ta­ron por el li­bre co­mer­cio y com­pra­ron to­do lo que ve­nía del ex­tran­je­ro arrui­nan­do la es­ca­ sa pro­ duc­ ción lo­ cal. Con muy po­ cas ex­cep­cio­nes, se con­vir­tie­ron en un gru­ po ren­tis­ta sin vo­ca­ción por la in­dus­tria. En es­pe­cial los ci­vi­les no pu­die­ron con­ ver­tir­se en una "bur­gue­sía" de­ci­di­da, pro­gre­sis­ta o di­ri­gen­te.

de los impuestos o la creación de otros nuevos y hasta se eliminó, sin buscarle reemplazo, en alarde liberal, la contribución de castas y luego en 1854, como ha de verse enseguida, el tributo de los indígenas. Así el país vivió en una situación única atendiendo sus gastos normales y permanentes primordialmente con una renta extraordinaria y que tenía que ser pasajera, y con ella se creó una telaraña cada vez más enmarañada de compromisos y obligaciones. "Pueblo que no trabaja y come guano" escribió en una poesía Felipe Pardo y Aliaga. El arreglo de la deuda exterior, el de la deuda interna, el de la manumisión y el de los gastos que el conflicto con España y otros problemas internacionales originaron, fueron hechos con las entradas del fertilizante; así como, más tarde, el ensayo de vastas obras públicas y, sobre todo, la construcción de grandes ferrocarriles. La tremenda crisis proveniente del desnivel entre las deudas acumuladas con los consignatarios, las posibilidades reales de pagarlas y de atender, por otra parte, simultáneamente a los gastos ordinarios se diseñó ya hacia 1867, y vino un período agónico hasta la guerra con Chile. El guano, por lo demás, fertilizó y fecundó la tierra en muchas zonas del mundo; y no, en gran escala, las del Perú. La mentalidad que dominó en los hombres públicos en esta República fue la del heredero que súbitamente se encuentra dueño de un tesoro y que, manirroto, lo despilfarra sin meditar en el futuro.

El GuaNo EN la HIStoRIa SocIal DEl pERÚ.- Desde el punto de vista de la historia social del Perú la significación del guano estuvo, principalmente: a) En la acentuación del carácter costeño de la vida republicana; b) En la gestación de la fatídica bancarrota fiscal, después de una rápida y falaz bonanza dentro de la cual surgió uno de los más extraordinarios casos de dilapidación y prodigalidad que hayan existido en país alguno; y c) En el encumbramiento, después de 1860, de una nueva clase social basada en la Hacienda Pública y la especulación y que llegó a enlazarse con parte de la antigua nobleza genealógica.

LA MENTALIDAD qUE DOMINÓ EN LOS hOMbRES PúbLICOS EN ESTA REPúbLICA fUE LA DEL hEREDERO qUE SúbITAMENTE SE ENCUENTRA DUEÑO DE UN TESORO Y qUE, MANIRROTO, LO DESPILfARRA SIN MEDITAR EN EL fUTURO.

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[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 8 ● I La crí­ti­ca an­te la deu­da con­so­li­da­da y tras­la­da­da. La sus­pen­ sión del pa­go de los va­les Eche­ni­que ● La su­pues­ta fal­si­fi­ca­ción de la fir­ma de Cas­ti­lla en la or­den so­bre la con­ver­sión en Fran­cia ● II La pri­me­ra ley de la Con­ ven­ción Na­cio­nal. So­bre la deu­da in­ter­ na con­so­li­da­da ● La re­ha­bi­li­ta­ción de la deu­da con­so­li­da­da ● III El pa­go de la ma­nu­mi­sión ● IV El ade­lan­to de fon­dos

pa­ra la in­mi­gra­ción eu­ro­pea ● Los va­les de la gue­rra ci­vil de 1854 ● La deu­da de re­pa­ra­ción ● V La deu­da ex­ter­na ● VI El em­prés­ti­to ex­ter­no de 1862 ● El con­flic­to en­tre el Par­la­men­to y el mi­nis­tro Gál­vez so­bre el em­prés­ti­to de 1862 ● El con­flic­to en­tre Cas­ti­lla y su mi­nis­tro Gál­vez so­bre el em­prés­ti­to de 1862 ● La in­cer­ti­dum­bre so­bre los lin­go­tes de oro ● La tar­día apro­ ba­ción del em­prés­ti­to de 1862.

LOS AZARES DE LA DEUDA INTERNA Y DE LA DEUDA EXTERNA ENTRE 1855 Y 1862

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CAPÍTULO

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[I] a cRítIca aNtE la DEuDa coNSolIDaDa Y tRaSlaDaDa. la SuSpENSIÓN DEl paGo DE loS ValES EcHENIQuE.- La deuda consolidada y trasladada por el gobierno de Echenique había sido objeto de estentóreas e incesantes acusaciones políticas. Triunfante la sublevación de Castilla (1854-1855), el decreto de 26 de febrero de 1855, firmado por el ministro Pedro Gálvez, declaró que la situación de los vales de consolidación provenientes del régimen derrocado era objeto de examen y sería resuelta ulteriormente; y ordenó, por lo tanto, que la aplicación de los artículos 160 y 161 del Reglamento de Comercio se efectuara tan solo en lo concerniente a los vales expedidos antes del 20 de abril de 1851. También suspendió para los vales posteriores a la fecha indicada los demás medios de amortización. El primero de los mencionados artículos del Reglamento de Comercio concedía una regalía de un 10% de los derechos pagaderos en vales de consolidación, a las importaciones de efectos extranjeros efectuadas en buques peruanos de menos de 200 toneladas de registro procedentes de puertos de otras naciones. Por el segundo de esos artículos se admitía en los mismos vales un 25% del total de derechos de importación que adeudaren los efectos de toda clase venidos directamente de Europa, Asia y Norteamérica por el cabo de Hornos, a los puertos mayores del Perú, en buques de cualquier bandera. El Estatuto sobre el funcionamiento del Gobierno provisorio erigido en enero de 1855 incluyó un artículo según el cual no quedaba aprobada la deuda consolidada durante la anterior administración, ni menos privada la Convención Nacional de la facultad de examinarla y juzgarla. Dispuso el Gobierno, además, que, después de amortizados los llamados vales Castilla, correspondientes a la primera administración de este, se pagasen sus intereses en la Caja del Crédito Público; pero el silencio ante los vales Echenique implicó que el pago de estos estaba suspendido. Hubo, pues, una diferenciación entre vales expeditos y vales no expeditos. Sin embargo fueron abonados los intereses del llamado contrato Hegan sobre el ferrocarril de Arica a Tacna hecho durante la administración de 1851 a 1854, así como el principal y los intereses de la deuda al general chileno Cruz de la misma época. Además, el decreto de 24 de mayo de 1855 ordenó a Montané y Cía. entregar las sumas necesarias para abonar los intereses devengados por la parte de la deuda franco-peruana ya trasladada.

la SupuESta FalSIFIcacIÓN DE la FIRMa DE caStIlla EN la oRDEN SoBRE la coNVERSIÓN EN FRaNcIa.- La conversión de la deuda interna no había acabado de practicarse cuando se libró la batalla de La Palma, en enero de 1855. En junio o julio de 1855 fue girada una orden con la firma de Castilla como presidente y de Elías, como ministro de Hacienda, para que se reanudara la conversión en Francia, sin disponer lo mismo respecto de Inglaterra. El episodio lo refiere Valdivia en su libro Revoluciones de Arequipa. "En tal situación (dice) se tuvo noticia de que, por parte del presidente Castilla y por conducto del ministro D. Domingo Elías se había dado orden al Encargado en París para que se amortizasen los bonos de la deuda convertida. La Convención suspendió el proyecto de ley, mientras se averiguaba este hecho; y como el diputado Valdivia era miembro de la comisión, pasó a Chorrillos, donde se hallaba el presidente

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Castilla, para averiguar la verdad. Encontró al general Castilla en despacho con los dos ministros Mar y Melgar y a presencia de ambos preguntó a Castilla lo que había sobre el particular. Este le contestó que luego que él tuvo la primera noticia, pidió esa nota al comisionado en París para verla y desengañarse: que cuando se la mandaron y la vio, conoció al momento que la firma era falsificada porque él tenía mucho cuidado de no omitir en su firma cierta señal que no estaba en la firma de esa nota; que en prueba de que no había firmado tal nota, ni dado orden alguna para ella, contaba que Elías le había hablado en Chorrillos para que diese esa orden y que él se negó rotundamente; y que habiéndole hablado por segunda vez Elías en el mismo sentido, no solo se negó como la primera vez, sino que dijo a Elías: –Si Ud. insiste otra vez en tal propósito deja Ud. el Ministerio; y que Elías no volvió a hablarle más sobre el particular. El diputado Valdivia dijo entonces al general Castilla: –Señor general, el asunto es muy grave: ¿si llega el caso podría yo decir que V. E. me ha asegurado delante de los dos señores ministros que la firma de la nota no es suya y que se la han falsificado? El general Castilla contestó: –Dr., autorizo a Ud. para poder decirlo en público, si se ofreciese. La Convención celebró sobre el particular una sesión secreta muy acalorada". El asunto llegó a hacerse público. Echenique lo mencionó en su manifiesto de Valparaíso en 1858. Según él, se presentó ante la Convención el ministro Melgar con el documento original pedido a Europa, y negó la autenticidad de la rúbrica presidencial. La Convención (prosigue diciendo) le solicitó que formulase una acusación, sin producirse este acto, echando Castilla, sin duda, la nota al lugar llamado "la carpeta del sueño", según su pintoresca frase, o sea aquella adonde iban los reclamos que no quería despachar. Echenique no descubrió la misteriosa causa de donde provino la orden para efectuar la conversión en Francia; llamó a Castilla pérfido o imbécil; censuró el silencio si hubo falsificación, aunque expresó sus dudas al respecto. ¿Existió ella efectivamente? ¿Quién la hizo? En ese caso, ¿calló Castilla para evitar un escándalo nacional o por otras razones? ¿Cuál fue la razón por la que se mandó seguir pagando la conversión de la deuda en Francia? Todo este asunto requiere prolijas investigaciones, no efectuadas todavía.

[ II ] la pRIMERa lEY DE la coNVENcIÓN NacIoNal. SoBRE la DEuDa INtERNa coNSolIDaDa.- La instalación de la Convención Nacional en 1855 puso en manos de esa Asamblea Legislativa la solución del problema de la deuda interna consolidada. El Gobierno se dirigió a ella el 25 de agosto de 1855 para que lo abordara. Reiteró su gestión el 5 de octubre. El 28 del mismo mes le envió los datos solicitados. El 16 de mayo de 1856 le pasó una nueva nota en la cual llegó a expresar lo siguiente: "S. E. el Libertador está convencido de que ella (la Convención) reconocerá que no puede este asunto permanecer por mucho tiempo paralizado sin que se toque con serios inconvenientes. No se pueden tener en buen orden el Erario y los recursos del Estado sin saberse con exactitud el monto de la deuda pública. No se puede, sin grave perjuicio de los particulares, tener en una posición dudosa un papel de crédito de que grande o pequeña parte puede ser declarada expedita. Y en fin, habiéndose trasladado al extranjero cantidad considerable de este papel, es posible recibir reclamaciones a las que quisiera dárseles el carácter de internacionales". En esta oportunidad el Ejecutivo pidió una amplia autorización que la Convención no quiso otorgarle. La junta de examen nombrada por el Ejecutivo el 7 de febrero de 1855 compuesta por los señores Manuel Ferreyros, Toribio Sanz, José Fabio Melgar y Tomás de Vivero después de examinar 2.446 expedientes de la consolidación declaró, como ya se ha indicado en un capítulo anterior, que había tacha contra gran número de ellos, cuyo monto pasaba de 12 millones de pesos. La ley de la Convención Nacional promulgada el 2 de enero de 1857 dispuso el abono de los intereses y mandó también continuar la amortización de los vales de consolidación emitidos hasta el 20 de abril de 1851. Análoga decisión adoptó ante los vales posteriores de esta fecha siempre que los expedientes no hubieran sido observados por la junta de examen. Los vales

EChENIqUE NO DESCUbRIÓ LA MISTERIOSA CAUSA DE DONDE PROvINO LA ORDEN PARA EfECTUAR LA CONvERSIÓN EN fRANCIA; LLAMÓ A CASTILLA PéRfIDO O IMbéCIL; CENSURÓ EL SILENCIO SI hUbO fALSIfICACIÓN, AUNqUE ExPRESÓ SUS DUDAS AL RESPECTO. ¿ExISTIÓ ELLA EfECTIvAMENTE? ¿qUIéN LA hIzO? EN ESE CASO, ¿CALLÓ CASTILLA PARA EvITAR UN ESCÁNDALO NACIONAL O POR OTRAS RAzONES?

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[ 1856 agosto 23 ] táVaRa EN la coNVENcIÓN NacIoNal. El comercio del 23 de agosto de 1856 publicó el discurso que el senador Santiago távara pronunció en la convención Nacional sobre el tema del endeudamiento público. al respecto, señaló: "la acción del Fisco es meramente contra su gestor, que en los efectos públicos es librador y aceptante al mismo tiempo y contra su cómplice. le son responsables el ex general Echenique, los ministros de Hacienda y todos los que hubieron tenido parte en el reconocimiento y aceptación de las acreencias. le son responsables los que recibieron los vales contra la ley aunque haya sido sin dolo y con más razón son responsables aquellos que lo cometieron".

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consolidados antedichos tendrían la amortización del 2% de fondo fijo, además de la eventual permitida por la ley. Los expedientes tachados por la junta de examen debían sujetarse a una depuración judicial por las faltas notadas en ellos y, según el resultado del juicio, era preciso emitir vales por las cantidades legítimamente adeudadas en cambio de los vales de origen espurio. Si los dueños no optaban por la depuración judicial, sus papeles ganarían el interés del 3% anual, liquidándose los intereses devengados respecto de esa cuota y tendrían el 2% de fondo de amortización. Toda cantidad legítima se perdía para los reos desde que se probara existir en los expedientes aumento de la deuda o falsificación, cualquiera que ella fuese. Por las cantidades defraudadas en los expedientes tachados, correspondía a la nación repetir solidariamente contra los autores o sus cómplices en el delito. La apertura de los juicios debía seguir al envío de los expedientes fraudulentos y las copias legalizadas de los informes de la junta de examen. Los vales trasladados estaban sujetos a las mismas condiciones que los internos; salvo arreglo entre los tenedores y el Gobierno para castigar el capital aunque se conservase la misma amortización e idénticos intereses fijados en los contratos primitivos de traslación. El decreto de 2 de enero de 1857 dio normas para el debido cumplimiento de esta ley.

la REHaBIlItacIÓN DE la DEuDa coNSolIDaDa.- Ya desde mediados de 1855 se había iniciado una vigorosa campaña de defensa de los tenedores de vales de consolidación que ya estaban en poder de nuevos interesados. Decían quienes abogaban en favor de este punto de vista que no se podía desconocer documentos de crédito público expedidos por la autoridad legítima reconocida, cuyas operaciones habían sido aprobadas oportunamente por el Congreso de la época. Se trataba de consumar un verdadero despojo en daño del derecho adquirido cuando se pretendía aplicar, después de varios años, el inadmisible principio de la retroactividad. El Congreso de Huancayo al respetar las medidas adoptadas por Santa Cruz en cuanto a bienes nacionales, de beneficencia y de la Iglesia, y el Congreso de 1845, reconociendo los empréstitos contratados por los regímenes de hecho, no fueron tan lejos como pretendía ir el "Gobierno de la moralidad". Los poseedores de vales de consolidación eran, en buena parte, compradores en quienes existía fe en el Estado peruano. Podía sancionarse a los funcionarios culpables de falsificaciones en los expedientes y contra los demás autores de actos delictuosos en este negociado; pero los vales mismos venían a ser como la moneda entregada a la circulación. Al hablar de ellos Santiago Távara en un discurso pronunciado en la Convención Nacional publicado en El Comercio del 23 de agosto de 1856, decía: "Su tenor es la mera declaración de la deuda sin expresar la causa. El tercero que los compre no tiene más obligación que examinar su legitimidad material. El inocente no puede responder de la acción civil que, a consecuencia del delito, grava sobre los culpables por error o malicia", recordaba Távara enseguida, el decreto de 25 de setiembre de 1850. Según este documento cuando las tesorerías recibieran estos vales en pago debían aceptarlos con endosos en blanco. Asimismo, mencionaba el decreto de 23 de marzo de 1853. Allí se autorizó a recibirlos en cualquier oficina y por cualquier particular en cualquiera transacción aun sin endose, es decir, se dio paso a su libre circulación teniéndolos como propiedad de aquel en cuyo poder se encontraran. Así circularon sin más requisito de comprador a vendedor. Manuel Ortiz de Zevallos, en su memoria como ministro de Hacienda, criticó la ley de enero de 1857 y le atribuyó efectos dañinos sobre la situación del crédito con el aumento hasta un grado extremo de la excitación producida por el estado indefinido y vacilante de los papeles de la deuda interna. Con fecha 11 de marzo de 1857, aduciendo que la ley anteriormente mencionada dificultaba la circulación de los vales de la deuda pública, la Convención aprobó otra cuyo artículo 1° tenía el siguiente texto: "Se rehabilita el curso de los vales de consolidación que proceden de los expedientes del crédito público tachados por la junta de examen creada en 7 de febrero de 1855; y

Trabajo agotador. La extracción de guano en las islas de Chincha era un trabajo extenuante que se hacía bajo el sol abrasador del verano o la densa neblina del invierno. Los trabajadores, en su mayoría culíes y pobladores del lugar, eran sometidos a largas jornadas. Estas fotografías de mediados del siglo XIX nos dan una idea de lo arduo de su labor y de las terribles condiciones en que la llevaban a cabo.

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FRaNcISco QuIRÓS (1798-1867)

Fue nombrado gobernador de cerro de pasco durante las luchas independentistas, convirtiéndose en la primera autoridad instituida del perú republicano. Fue diputado (1827, 1836 y 1855), prefecto de Junín (1833 y 1839), administrador del tribunal de Minería (1831-1832), director de la casa de la Moneda de cerro de pasco (1836), presidente de la Bolsa comercial (1840), segundo vicepresidente (18481849), director del tribunal del consulado y presidente de la Bolsa Mercantil de lima (1860).

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se nivelan, sin restricción alguna, a los demás vales de la consolidada en cuanto a la cuota y pago de intereses, beneficios de amortizaciones y demás goces previstos por las leyes vigentes". El artículo 2 declaraba: "Queda expedita la ejecución de los contratos referentes a la parte de la deuda trasladada a Inglaterra y Francia en los mismos términos y bajo las condiciones con que se estipularon". Es decir, fue otorgada validez a la deuda consolidada y trasladada, y obtuvieron pleno derecho los favorecidos con ella. Los artículos siguientes de esta ley señalaron normas para el pago de los intereses de la deuda consolidada y de la deuda trasladada y fijaron el porcentaje anual del fondo de amortización. La deuda consolidada interna debía tener desde 1858 el 5% anual de dicho fondo. También se ocuparon de los intereses y de la amortización de la deuda de manumisión, así como de la amortización de la deuda originaria anglo-peruana. El artículo final decía: "El Ejecutivo someterá al conocimiento de los juzgados y tribunales competentes los expedientes observados por la junta de examen erigida en 7 de febrero de 1855 a fin de que procedan, bajo la más estrecha responsabilidad, a iniciar, seguir y fenecer de oficio los juicios correspondientes por las defraudaciones que ha sufrido el Erario hasta imponer a sus autores y cómplices las penas legales; y expedirá todas las providencias conducentes a la pronta terminación de aquellas privilegiadas causas". No ocultó Ortiz de Zevallos en su memoria antedicha que el proyecto de la ley de marzo de 1857 fue presentado por él. El hecho de su aprobación hubo de influir de modo eficaz y favorable (según él dijo) en la mejora del estado político, en el aumento y desarrollo de la riqueza pública y en la elevación del crédito nacional. Los vales de consolidación emitidos por Echenique, cotizados a principios de 1857 en el mercado entre el 28% y el 30% subieron al 72% y aun al 74%. Con arreglo a la ley de marzo de 1857 que asignó a la deuda consolidada interna el 5% anual tomado del fondo de amortización, a partir de 1858, fue expedido el decreto de 31 de diciembre de 1857 por el cual se dispuso que las principales aduanas remitiesen mensualmente a la Dirección de Crédito Nacional un contingente de 50 mil pesos, o sea la suma de 600 mil pesos al año, correspondientes al 5% sobre el capital de 12 millones de pesos a que ascendía la referida deuda cuando se fijó su fondo de amortización. En su memoria de Hacienda de 1860 afirmó Juan José Salcedo: "Los vales de consolidación que en la época de su emisión nunca se vendieron a más del 50% hoy están fuera de circulación porque constituyen el haber de todos los que, retirándose de los negocios, quieren vivir de sus rentas y las amortizaciones que, con arreglo a la ley se realizan, fluctúan del 89 al 90". Los capitales reconocidos por la deuda de consolidación habían llegado a sumar poco más de 24 millones de pesos. Deducidos de ellos los valores convertidos a deuda externa y las sumas aceptadas en redención de censos, redención de capellanías y amortizaciones en diversas formas y en la Dirección de Crédito, su monto, en 1862, se redujo a poco más de 6 millones de pesos.

[ III ] El paGo DE la MaNuMISIÓN.- El decreto de manumisión expedido en Huancayo el 3 de diciembre de 1854 garantizó el pago de los esclavos en cinco años con el interés anual del 6% y mandó expedir billetes al portador admisibles como dinero para la cancelación de la quinta aparte de toda clase de contribuciones o responsabilidades fiscales. Comprometió, además, al Gobierno a anticipar en cuenta de pago los fondos que los propietarios considerasen bastantes para sistemar, bajo la administración de ellos mismos, una inmigración europea capaz de reanimar la agricultura en la costa. La quinta parte de las rentas nacionales, incluyendo los sobrantes de la venta del guano, fueron puestos como garantía del derecho de los acreedores. Se declaró, al mismo tiempo, expedita la acción de ellos para convenir en mejores términos con el Gobierno acerca de la condonación de esta deuda, consultándose el monto de las rentas públicas, la protección a la agricultura y el respeto al derecho de propiedad.

Las obligaciones y derechos de los antiguos esclavos o siervos libertos quedaron fijados por el decreto de 23 de enero de 1855. El decreto de 9 de marzo de 1855 dispuso que el Estado abonara 300 pesos tanto por cada esclavo como por cada sier vo liberto, o sea también por los hijos de madre esclava nacidos después de la Independencia, a quienes se pagaba un jornal, sin hacer distinciones entre ellos tampoco en cuanto al sexo o la edad. Así fijó un precio medio y común para cada manumiso. Ordenó, además, la distribución inmediata de un millón de pesos entre los antiguos dueños de esclavos. El abono a los que solo reclamaban por uno o dos de ellos, debía ser íntegro; en cambio, a los propietarios de más de dos correspondía recibir la cuarta parte de su valor en dinero y las tres cuartas partes en papel. Fue autorizada la emisión de billetes al portador con el interés de 0,5% mensual devengado desde el 5 de enero de 1855. Estos billetes debían quedar amortizados en el término de tres años y no ya en el de cinco como ordenara el decreto de 3 de diciembre de 1854. El fondo de amortización señalado por dicho decreto fue reunido en una caja especial confiada a la contaduría de la deuda consolidada con una renta mínima mensual de 70 mil pesos. Los subprefectos en las capitales de provincia y los gobernadores en los distritos, ayudados, unos y otros, por dos propietarios nombrados por el Gobierno, quedaron encargados de repartir las cartas de libertad a los que fueron esclavos y libertos. Para los distritos de Lima fueron comisionados los propietarios siguientes: Isidro Aramburú, José María Sotomayor, Francisco Quirós, Manuel Pardo, Antonio Villacampa, Juan Ugarte, Nicanor Ramos, Domingo Porras, Dionisio Derteano y Nicolás Rodrigo. Cada grupo encargado del reparto debía llevar un registro minucioso de los manumisos. La resolución de 16 de marzo de 1855 expresó detalladamente las atribuciones y objetivos de estas comisiones. El año de 1855 fueron expedidas cartas de libertad para 15.871 esclavos por valor de 4.761.300 pesos, de los cuales fueron cancelados 1.432.050 pesos en efectivo y 3.329.250 pesos en vales. La ley de 11 de marzo de 1857 expedida para rehabilitar el curso de los vales de la consolidación, ordenó amortizar el capital de la deuda de manumisión en el término de tres años, empezando desde 1858. En cuanto a los intereses de los vales de manumisión corrientes desde el 1° de enero de 1857, ordenó su pago al vencimiento de cada semestre. De resultas de esta ley los vales de manumisión, cotizados antes al 40%, subieron hasta el 80 y 85% y los cupones por intereses diferidos hasta el 96 y 97%. El decreto de 24 de julio de 1857 reglamentó la situación de las llamadas "manos muertas" (o sea las comunidades religiosas, establecimientos de beneficencia e instrucción y demás entidades o personas que no podían enajenar sus bienes) en relación con el valor de quienes fueron sus esclavos. Al finalizar el año 1860 el valor de 25.505 esclavos a 300 pesos cada uno había ascendido a 7.651.500 pesos, de los cuales se había pagado en dinero efectivo 2.617.600 pesos y en valores 5.033.900 pesos. Esos valores, reconocidos como deuda nacional, fueron amortizándose sucesivamente por la Dirección de Crédito Público. El 31 de diciembre de 1867 la cifra correspondiente a la manumisión en la deuda interna era 342.060 pesos. Según algunos cálculos, el número de esclavos no había pasado de unos 10 o 12 mil. Se dijo que la casa Juan de Ugarte compró reservadamente, a bajo precio, los créditos de los amos cuando estos todavía no eran pagados.

LOS CAPITALES RECONOCIDOS POR LA DEUDA DE CONSOLIDACIÓN hAbíAN LLEGADO A SUMAR POCO MÁS DE 24 MILLONES DE PESOS. DEDUCIDOS DE ELLOS LOS vALORES CONvERTIDOS A DEUDA ExTERNA Y LAS SUMAS ACEPTADAS EN REDENCIÓN DE CENSOS, REDENCIÓN DE CAPELLANíAS Y AMORTIzACIONES EN DIvERSAS fORMAS Y EN LA DIRECCIÓN DE CRéDITO, SU MONTO, EN 1862, SE REDUjO A POCO MÁS DE 6 MILLONES DE PESOS.

[ IV ] El aDElaNto DE FoNDoS paRa la INMIGRacIÓN EuRopEa.- El anuncio contenido en el decreto de diciembre de 1854 sobre adelanto de fondos para favorecer, bajo la administración de los propietarios mismos, una inmigración europea capaz de reanimar la agricultura de la costa, no fue cumplido y puede ser calificado, por lo tanto, como falaz.

[ CAPÍTULO 8 ] PERÍODO 2

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El festín de los bonos de la deuda interna La rebelión de Castilla contra el gobierno de Echenique se debió en gran medida al escándalo de los bonos de la deuda interna y las llamadas "consolidaciones", como vemos a continuación.

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período 2

[ capítulo 8 ]

E

l ré­gi­men de Jo­sé Ru­fi­no Eche­ni­ que en­tró, la­men­ta­ble­men­te, en un pro­ce­so de des­com­po­si­ción. Las acu­sa­cio­nes de co­rrup­ción, es­pe­ cial­men­te en el te­ma el pa­go de la deu­ da in­ter­na, lle­va­ron a la des­ti­tu­ción del pre­si­den­te en la san­grien­ta gue­rra ci­vil, en­ca­be­za­da por Cas­ti­lla, de 1854 y 1855. Un ob­ser­va­dor de en­ton­ces, el co­mer­cian­te ale­mán Hein­rich Witt, re­si­ den­ te des­ de la dé­ ca­ da de 1820 en Li­ma, apun­ta­ba lo si­guien­te en su Dia­ rio y ob­ser­va­cio­nes so­bre el Pe­rú (18241850) (Li­ ma: 1987), acer­ ca del cli­ ma que se vi­vía du­ran­te el ré­gi­men de­fe­ nes­tra­do: “Al­go, es ver­dad, tam­bién se hi­zo por el me­jo­ra­mien­to ma­te­rial del país; la cons­truc­ción del fe­rro­ca­rril en­tre Tac­na y Ari­ca pro­gre­só; se eri­gie­ ron los nue­vos edi­fi­cios de las adua­nas de Ari­ca y Pai­ta. No obs­tan­te pa­re­cía im­po­si­ble que du­ran­te la ad­mi­nis­tra­ ción de Eche­ni­que se lle­va­ra rec­ta­men­ te al­go; siem­pre ha­bía al­gún su­cio tra­to por lo ba­jo. La Cons­ti­tu­ción es­ta­ble­ció que to­do con­tra­to pa­ra obras pú­bli­cas de­bía ha­cer­se pú­bli­co en los dia­rios, pues­ tas de­ bían ve­ nir en que las pro­ so­bres se­lla­dos, que es­tos so­bres de­bían ser abier­tos an­te la pre­sen­cia de va­rias per­so­nas res­pe­ta­bles y que se de­bía acep­tar la pro­pues­ta más ven­ta­ jo­sa pa­ra la na­ción. Na­da de ello se cum­plió mien­tras Eche­ni­que fue pre­si­ den­ te. Aque­ llos que go­ za­ ban de su con­fian­za o la de los más alle­ga­dos a él ob­te­nían los con­tra­tos y el pú­bli­co no se en­te­ra­ba de na­da has­ta que es­tos eran fir­ma­dos y pu­bli­ca­dos”.

Sa­be­mos que el pro­ble­ma se agra­vó con el pa­go de la deu­da in­ter­na. Al ter­mi­nar el pri­mer go­bier­no de Cas­ti­lla, en 1851, la deu­da con­so­li­da­da al­can­za­ba ca­si los 5 mi­llo­nes de pe­sos. Se­gún el pro­pio Cas­ti­lla, el mon­to to­tal de la deu­da no po­día so­bre­pa­sar los 6 o 7 mi­llo­nes. Pe­ro ba­jo el go­bier­no de Eche­ni­que se re­co­ no­cie­ron más de 23 mi­llo­nes en va­les de con­so­li­da­ción. En 1856, un in­for­me emi­ ti­do por a Ca­ja de Con­so­li­da­ción se­ña­la­ ba que los bo­nos re­co­no­ci­dos por Eche­ ni­que as­cen­dían a 19.154.200 pe­sos, de los cua­les más de 12 mi­llo­nes eran frau­ du­len­tos. Por ello, Juan Es­pi­no­za, en su Dic­cio­na­rio pa­ra el pue­blo (1855), de­fi­ nía: “Con­so­li­da­ción es si­nó­ni­mo de ro­bo, con es­ta­fa, con fal­si­fi­ca­ción de fir­mas, con de­cu­pla­do au­men­to al Es­ta­do, con sa­cri­fi­cio for­za­do y le­sión enor­me del le­gí­ti­mo acree­dor”. Pe­ro si re­vi­sa­mos la lis­ta fi­nal de los con­ so­li­da­dos, el 60% de ellos fue­ron co­mer­ cian­tes y el 36% fun­cio­na­rios pú­bli­cos en­tre ci­vi­les y mi­li­ta­res. Se tra­tó de una mi­no­ría que no ex­ce­dió las 50 per­so­nas y en­tre ellas no fi­gu­ra­ban pre­ci­sa­men­te las de es­ca­sos re­cur­sos. De­trás de to­do es­to se ju­ga­ban in­te­re­ses de per­so­nas vin­cu­ la­das por re­la­cio­nes de clien­te­la­je a los re­gí­me­nes de la épo­ca. Es­to lo de­mues­ tra la re­vo­lu­ción de Cas­ti­lla en 1854 con­ tra el "co­rrup­to" ré­gi­men de Eche­ni­que: teó­ri­ca­men­te el Ma­ris­cal se su­ble­vó por los ma­ne­jos tur­bios de la con­so­li­da­ción, pe­ro una vez en el po­der por se­gun­da oca­sión, rea­li­zó una nue­va "con­so­li­da­ ción" con las per­so­nas que lo apo­ya­ron.

loS ValES DE la GuERRa cIVIl DE 1854.- El Gobierno insurrecto de 1854 emitió los llamados "vales de la revolución". Eran documentos al portador. Según Domingo Elías en su memoria de Hacienda de 1855 llegaron a ser expedidos por la suma de 1.230.000 pesos, de los cuales se mandó amortizar 100.000 pesos por decreto de 17 de marzo de ese mismo año. El decreto de 31 de mayo señaló la cantidad de 400.000 pesos para proseguir con dicha amortización. Otras amortizaciones, con fecha 2 de junio y 30 de julio, hicieron que el Gobierno cumpliese sus compromisos en dinero sonante y por el valor nominal de los bonos que habían sido colocados a un precio mucho menor. Resultaron estos deudores privilegiados dentro del breve plazo de seis meses. Se divulgó la acusación de que, al ser abonados los gastos de la sublevación, no hubo en muchos casos más formalidad que las órdenes sueltas para esos pagos sobre la palabra del que decía haber hecho dichos gastos.

la DEuDa DE REpaRacIÓN.- Las dos leyes de 11 de abril de 1861 dieron crédito sobre el Estado a todos los empleados civiles y militares dados de baja o separados del servicio por la revolución de 1854. Debía abonárseles, por todo el tiempo de su exclusión, los goces que les hubiere correspondido como cesantes o indefinidos, según sus respectivas colocaciones y de acuerdo con su tiempo de servicios. Las oficinas fiscales procedieron a liquidar las sumas correspondientes a cada uno de los comprendidos en dichas leyes y el monto de las liquidaciones entonces practicadas constituyó la llamada "deuda de reparación". No devengó ella interés alguno. La legislatura de 1862 votó para cancelar la "deuda de reparación" 500 mil pesos. El Gobierno entregó el 7 de julio de 1863 el pago y la administración correspondientes a la Dirección de Crédito Público y ordenó el abono a los interesados de solo la mitad de sus créditos, reservando la otra mitad para después. En 1867 la liquidación de la deuda de reparación era de S/. 365.205.68. El monto de la deuda interna había llegado en 1852 a 24.066.503 pesos, incluyendo 11 millones de la deuda trasladada. Sólo era en 1862, de 6.015.100.

[V] la DEuDa EXtERNa.- La deuda externa del Perú estaba constituida por la deuda inglesa (proveniente de los dos empréstitos levantados en Londres durante la guerra de la Independencia que había dado lugar, según se ha visto anteriormente, a la división entre la originaria y la diferida); por los bonos para la construcción del ferrocarril de Arica a Tacna, llamados bonos de Hegan; por la deuda consolidada trasladada convertida en externa (contratos Uribarren y Montané); y por los saldos pendientes a favor de Chile, Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. La deuda con Chile quedó cancelada en 1856. Reducida a 2.800.000 pesos con el 3% de interés, los arreglos de 7 de noviembre de 1854 y 9 febrero de 1856 le pusieron fin, y fueron abonados inclusive sus intereses. La deuda a Venezuela a fines de 1856 ascendía a 150 mil pesos, y fue cancelada en 1857. La ley de 11 de marzo de 1857 estableció un aumento de 2% anual al fondo de amortización de la deuda anglo-peruana originaria. El Gobierno consideró que este aumento no era bastante para colocarla en la situación de privilegio que merecía por su origen, antigüedad y prelación; y que convenía incluir en la concesión de ese aumento tanto a la deuda anglo-peruana diferida como a la de Nueva Granada y Ecuador. Por ello, atendiendo a los reiterados pedidos de los tenedores de bonos, expidió el decreto de 21 de marzo de 1858 por el cual resolvió que, desde el año 1859, se aumentase un 1% más al fondo señalado por la citada ley para la amortización del capital de la deuda originaria anglo-peruana; que desde el mismo año se aumentara el 1,5% sobre el 3% de amortización que estaba prescrito a la deuda anglo-peruana diferida; y, finalmente, que

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jULIO 1854 [ ee.uu. ]

EN LA CIUDAD DE jACkSON, MIChIGAN, SE LLEvA A CAbO LA PRIMERA CONvENCIÓN DEL PARTIDO REPUbLICANO ESTADOUNIDENSE. SUS MIEMbROS ESTAbAN EN CONTRA DE LA PROPAGACIÓN DE LA ESCLAvITUD EN LOS NUEvOS TERRITORIOS DEL OESTE DE ESTADOS UNIDOS. EN 1860, AbRAhAM LINCOLN SE CONvIRTIÓ EN EL PRIMER PRESIDENTE REPUbLICANO. SU GRAN RIvAL, EL PARTIDO DEMÓCRATA, hAbíA SIDO fUNDADO EN 1790.

[ CAPÍTULO 8 ] PERÍODO 2

263

AUTORIzADO POR EL PODER LEGISLATIvO, EL GObIERNO GESTIONÓ EN 1862 UN EMPRéSTITO EN LONDRES. LAS INSTRUCCIONES RESPECTIvAS fUERON fIRMADAS POR EL MINISTRO jUAN OvIEDO Y ACLARADAS Y MODIfICADAS POR SU SUCESOR PEDRO GÁLvEz.

también, a partir de la misma fecha, se aumentase el 1% al fondo de amortización asignado a la deuda de Nueva Granada. En la fecha indicada esta última deuda ascendía a poco más de 2.500.000 pesos. Castilla ponderó en su mensaje al Congreso de 1862 el subido precio del papel de la deuda peruana por el cual las amortizaciones ofrecían dificultad, escaseaban los vales en venta y era general en los tenedores, inclusive en Londres, la disposición a conservar lo que poseían. Los bonos de la deuda peruana se cotizaban en Londres en 1862 del 83 al 99 7/8%. La deuda externa que hasta fines de 1853 ascendía en conjunto a 35.163.000 pesos, había quedado reducida, en julio de 1862, a 17.323.000 pesos.

[ VI ] El EMpRéStIto EXtERNo DE 1862.- Autorizado por el Poder Legislativo, el Gobierno gestionó en 1862 un empréstito en Londres. Las instrucciones respectivas fueron firmadas por el ministro Juan Oviedo y aclaradas y modificadas por su sucesor Pedro Gálvez. La baja del guano en el mercado de Estados Unidos a consecuencia de la guerra en ese país; la falta de otras rentas nacionales considerables; las anomalías producidas en el presupuesto de 1861 a 1862 en relación con las necesidades del ejército, la policía y la armada; las urgencias fiscales inmediatas; el plan de amortizar la deuda existente en plazo fijo mediante una nueva operación y de abordar el problema monetario, llevaron a la idea del empréstito, apelando al crédito de que gozaba el Perú en Europa por la regularidad y la puntualidad con que cumplía entonces sus compromisos. El contrato respectivo fue firmado (dentro de los objetos de las autorizaciones legislativas de 2 de octubre de 1857 y 21 de noviembre de 1860 y no obstante una representación de la Comisión Permanente) en nombre del Perú, por Mariano José Sanz el 29 de julio de 1862 con Heywood Kennard y Cía. Este empréstito se llevó a cabo a pesar de la oposición del ministro en Londres Joaquín José de Osma, a cuya licencia había dado antes el Gobierno carácter de renuncia y que publicó en el Times una carta para desanimar a los prestamistas; y también contó, como se ha dicho, con la oposición de la Comisión Permanente del Congreso. Ascendió a 5.500.000 libras esterlinas con el interés del 4,5% y el 8% de amortización. Parte de esta suma aplicada a la conversión de la deuda anglo-peruana (tanto la del 4,5% como la diferida del 3%), la trasladada por Uribarren del 4,5% y la de Hegan o del ferrocarril de Arica y Tacna.

El coNFlIcto ENtRE El paRlaMENto Y El MINIStRo GálVEZ SoBRE El EMpRéStIto DE 1862.- Los documentos del empréstito llegaron a Lima a mediados de setiembre de 1862. La Cámara de Diputados llamó al ministro de Hacienda Pedro Gálvez para que expusiera el estado de las finanzas y diese, al mismo tiempo, informe de la negociación que la prensa había recibido con acalorados comentarios. El Ministro se presentó a la Cámara y, según sus opositores, no dio explicaciones satisfactorias. En las sesiones siguientes continuó el debate y el Ministro invitó a que se pasara a una de carácter secreto. Allí presentó por sorpresa un proyecto de empréstito concebido por él, del monto de 35 millones, que intentó fuese aprobado en el acto, a fin de que en el vapor próximo marchase a Europa el contrato celebrado entre él y los banqueros que con tal objeto habían viajado a Lima. La Cámara no accedió y una fuerte mayoría acordó continuar la sesión pública y discutir el asunto ampliamente. Nombrada una comisión que, después de oír los informes del Ministro, dictaminase sobre la situación y sus remedios, opinó: 1°) Por que se declarase que el Poder Ejecutivo no podía contratar ningún empréstito sin autorización expresa del Congreso; 2°) Que se desaprobara el contrato con la casa Heywood Kennard previniendo al Gobierno para que fuesen expedidas las órdenes con el objeto de suspender todas las operaciones concernientes a esa negociación; 3°) Que se le autorizase, al mismo

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 8 ]

tiempo, para levantar un empréstito de 2 o 3 millones de pesos con el objeto y términos indicados en el informe, sin perjuicio de que después se presentara y discutiese otro proyecto para que la Hacienda Pública emprendiera una marcha regular y decorosa. Gálvez combatió vivamente el informe de la comisión y sus adversarios en el Parlamento y en el periodismo consideraron que usó de términos duros. Al proponer la minoría una moción de aplazamiento de toda la cuestión financiera, empleó él palabras severas y comparó a la Cámara con el Senado de Venecia. Se destacó entre sus contrincantes el diputado Cárdenas. Gálvez declaró que no volvería al recinto parlamentario. Ello no obstante, acudió poco después al Senado a sostener un brillante debate sobre su proyecto acerca de la moneda. La Cámara de Diputados llegó a aprobar una resolución que desconoció la facultad del Poder Ejecutivo para contratar empréstitos, y desaprobó el celebrado en Londres por el señor Sanz. También pidió al ministro de Hacienda, los documentos necesarios para juzgar el proyectado por él con los señores Thompson y Bonar. Al cabo de muchas exigencias, el Ministro mandó papeles que fueron considerados insuficientes, entre ellos un estado de la distribución más adecuada, a su juicio, del producto de un empréstito. Se produjo un verdadero escándalo, pues se creyó encontrar allí gastos duplicados e indebidos con sumas destinadas a objetos que ni siquiera habían sido discutidas por el Congreso.

El coNFlIcto ENtRE caStIlla Y Su MINIStRo GálVEZ SoBRE El EMpRéStIto DE 1862.- En esos momentos, Castilla urgido por la situación del Erario, hizo aprobar la operación de Londres e indicó que se expidiese el decreto pertinente. El ministro Pedro Gálvez no hizo caso de esta orden. Pocos días después Castilla exigió el cumplimiento de lo que había resuelto y, al no ser obedecido, se dirigió al ministerio de Hacienda, se hizo presentar el expediente y redactó el decreto. Díjose que de allí surgió una fuerte discusión. El Presidente firmó y dijo al Ministro que hiciera lo propio. Rehusó este y dimitió el cargo. Castilla nombró interinamente al director general de ramo José de Mendiburu (hermano de Manuel de Mendiburu) con quien aprobó el empréstito el 15 de octubre girando sobre él y mandando a la Casa de Moneda los cuatro millones y medio de lingotes de oro anteriormente depositados en la Casa Gibbs.

la INcERtIDuMBRE SoBRE loS lINGotES DE oRo.- La Cámara de Diputados, al mismo tiempo, desaprobó el empréstito, ordenó al Gobierno no efectuar operación alguna a cuenta de él, y avisó a la Casa Gibbs para que no entregase los lingotes de oro ni girase bajo ningún pretexto. De esta manera una sola Cámara, sin acuerdo de la otra y sin el cúmplase del Ejecutivo privó a este de la administración de los caudales públicos y lo puso (según un comentario de la época) en la condición de un bandido, pues declaró que lo que él tomase no sería reconocido como deuda nacional. La Casa Gibbs contestó que los caudales de materia de la controversia habían sido solo "depositados" en su poder por el Gobierno y se hallaban a disposición de este. Una fuerza del ejército custodió los lingotes de oro cuyo valor era de £ 899.721.

3

NOvIEMbRE 1854 [ perú ]

EN LA CIUDAD DE hUANCAYO, EL PRESIDENTE PROvISORIO RAMÓN CASTILLA DECRETA LA AbOLICIÓN DE LA ESCLAvITUD. EL ARTíCULO úNICO DEL DECRETO DICE: "LOS vARONES Y LAS MUjERES TENIDAS hASTA AhORA EN EL PERú POR ESCLAvOS O POR SIERvOS LIbERTOS, SEA qUE SU CONDICIÓN PROvENGA DE hAbER SIDO ENAjENADOS COMO TALES O DE hAbER NACIDO DE vIENTRES ESCLAvOS, SEA qUE DE CUALqUIER MODO SE hALLEN SUjETOS A SERvIDUMbRE PERPETUA O TEMPORAL; TODOS, SIN DISTINCIÓN DE EDAD, SON DESDE hOY PARA SIEMPRE ENTERAMENTE LIbRES".

la taRDía apRoBacIÓN DEl EMpRéStIto DE 1862.- El empréstito fue finalmente aprobado por resolución legislativa de 29 de noviembre de 1862, después de que Castilla entregó el poder.

[ CAPÍTULO 8 ] PERÍODO 2

265

[ tomo 3 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 9 ● I La mo­ne­da bo­li­via­na Pe­so, ley y ti­po de la mo­ne­da na­cio­ nal en 1840 ● II La se­gun­da inun­da­ción de mo­ne­da fe­ble bo­li­via­na ● El con­flic­to con Bo­li­via. La mi­sión Pa­re­des ● Ex­pul­ sión del mi­nis­tro pe­rua­no en La Paz, Pa­re­des ● Ac­ti­tud del Con­se­jo de Es­ta­do pe­rua­no ● Las re­pre­sa­lias co­mer­cia­les ● Ul­ti­má­tum pe­rua­no y agi­ta­ción a fa­vor de la gue­rra ● Apla­za­mien­to de la gue­rra ●

La ley de 1853 so­bre la mo­ne­da fe­ble ● III Las le­yes so­bre la mo­ne­da en­tre 1857 y 1863 ● IV La ley de 1863 ● La lu­cha por una in­dem­ni­za­ción a los co­mer­cian­tes te­ne­do­res del fe­ble bo­li­via­no y el al­za de pre­cios ● V El sa­nea­mien­to mo­ne­ta­ rio ● Ig­na­cio No­boa ● El sis­te­ma mé­tri­co de­ci­mal ● VI La re­duc­ción en el nú­me­ro de las ca­sas de mo­ne­da ●  VII La apa­ri­ ción de los ban­cos. ●

LA INUNDACIÓN DE FEBLE BOLIVIANO Y LA GUERRA QUE PUDO OCASIONAR LA LEY DE LA MONEDA DE 1863 Y SUS ANTECEDENTES El saneamiento monetario. La aparición de los bancos, quiénes los fundaron

CAPÍTULO

9 [ ]

L 268

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 9 ]

[I] a MoNEDa BolIVIaNa.- Durante la administración de Santa Cruz en Bolivia, antes de su intervención en el Perú, fue alterada en dicho país la ley de moneda en las subdivisiones del peso fuerte. Por decreto de 10 de octubre de 1829 dado en Potosí, so pretexto de mandar acuñar moneda fraccionaria (tostones, pesetas y reales), el Gobierno boliviano disminuyó la ley y aumentó el feble o liga para mantener a las nuevas piezas su peso ponderal justo. El quebranto fue de 6.40 gramos de metal fino en cada peso (tenía 18.05 gramos y debía tener 24.45 gramos). El consumo de moneda feble aumentó porque los pesos fuertes y el oro fueron buscados para ser exportados en pago de las obligaciones del comercio y las pastas de plata salieron de contrabando, según Castro Rojas en su Historia financiera de Bolivia. De 1830 a 1839 se emitió poco más de 3 millones y medio de pesos en moneda feble; hasta 1859 dicha cifra llegó a casi 34 millones. Los introductores de frutos peruanos fueron pagados así en moneda de ley menor, que llegó a encontrar en el Perú un mercado de exportación y consumo. Durante los días de la Confederación se acuñó también moneda feble en las casas de Cuzco y Arequipa y, más tarde, en la de Cerro de Pasco. Casi ninguna otra llegó a circular "para los cambios interiores de la República", según Manuel del Río en su memoria de Hacienda de 1847. Dice Mendiburu en sus inéditas memorias: "El año de 1830 el Gobierno de Bolivia resolvió alterar el valor de la moneda y que se fabricase anualmente con ocho dineros de ley una cantidad determinada. El verdadero objeto de esta medida fue saldar el déficit que resultaba al erario por los desproporcionados gastos que hacía el general Santa Cruz en conservar un ejército que tuviera al Perú en alarma continua y ofreciera protección armada a los partidos que en alterar el orden se ocupaban. Tuvo también el intento de defraudarlo, inundándolo de moneda deficiente porque tenía datos bastantes y no conocidos en el Perú de que la balanza del giro mercantil de ambos países se vendía a favor de este con tal exceso que Bolivia le daba en metálico el saldo o diferencia de algunos cientos de miles por año. Además, con la moneda de baja ley se causaba perjuicios al comercio de Tacna y se infiltraba al pueblo descontento, en que le iba mucho a Santa Cruz para sus cálculos; y por eso mandó que los pesos fuertes bolivianos de buena ley solo pudiesen exportarse por Cobija. Con esto, en Tacna se recargaban los precios y, no pudiendo llevarse al extranjero la moneda de menguado valor, el comercio decaía, sufría trastornos y extraía con más actividad la moneda legal del Perú, que desapareció del todo en el Sud". "Como el Gobierno peruano no prohibió circulase la moneda alterada de Bolivia, el de esa República –que había dicho limitaba su emisión a una suma fija para sus gastos domésticos– amonedó sin tasa y durante varios años llenó al Perú de un numerario marcado todo con sello de 1830. El Gobierno fue aquí indiferente y no divisó siquiera el peligro que amenazaba. Por el contrario, se acuñó en el Cuzco con ocho dineros y sin conocimiento del público multitud de moneda que, circulando en el Sud, aumentó y complicó los males que se experimentaba. Establecida la Confederación, continuó allí el abuso omitiéndose toda cautela; y si en Lima no se practicó lo mismo fue por las resistencias que opusieron el comercio extranjero y el general Necochea, director de la Casa de Moneda". El mal de la moneda feble boliviana ya era notorio en 1841 y se agravó en los años siguientes.

pESo, lEY Y tIpo DE la MoNEDa NacIoNal EN 1840.- El decreto supremo de 30 de setiembre de 1840 intentó restituir el crédito a la moneda del Perú, cuya ley había sido alterada por la Confederación; y ordenó que toda moneda de plata, fabricada en las casas de la República, tendría precisamente la ley de diez dineros veinte gramos que era la misma con que el Gobierno español la fabricaba y toda moneda de oro, veintiún quilates. También señaló las condiciones para la acuñación. La circulación de la moneda feble boliviana no pudo ser abolida, sin embargo. Diez años antes de este decreto, en 1830, había sido expedido un reglamento de acuñación, acorde con la ley de 25 de febrero de 1825.

[ II ] la SEGuNDa INuNDacIÓN DE MoNEDa FEBlE BolIVIaNa.- En el tratado de paz y comercio celebrado con Bolivia, suscrito en Arequipa en 1847 por los negociadores Domingo Elías y Manuel María de Aguirre, a cambio de diversas concesiones para este país, que incluyeron la libertad de tránsito de sus productos por el territorio peruano, fue expresamente incluida la obligación de no emitir moneda feble, es decir, la deficiente en peso y ley. Con fecha 28 de enero de 1849 fue firmado en La Paz un tratado rectificatorio del de Arequipa. El gobierno del presidente Belzú comenzó, sin embargo, poco después, en 1852, a efectuar la emisión prohibida y llegó hasta habilitar una oficina más para ella en La Paz, celebrando su inauguración con festejos y batiendo una medalla conmemorativa. También la Casa de la Moneda de Potosí estuvo dedicada a la misma labor. La moneda, emitida con rebaja a veces considerable de su proporción de plata, continuó con la fecha de 1830. El Gobierno de Bolivia, al mismo tiempo, autorizó la exportación de ese metal solo cuando estaba amonedado y lo monopolizó mediante la compra compulsiva a precios que, como los del oro, eran oficialmente fijados. En su memoria de Hacienda de 1853, Nicolás de Piérola y Flores, ministro del presidente Echenique, expresó que, ensayadas ese año en la Casa de Moneda del Cuzco tres monedas bolivianas apareció que tenían solo 7 dineros y 10 gramos, 8 y 9 dineros, respectivamente. A la moneda de plata debía corresponder, de modo preciso, la ley de diez dineros veinte gramos. La desigualdad existente y la falta de ley ocasionaban, según el ministro, graves perjuicios al comercio porque al no admitirse esta moneda en ningún otro mercado, aparte de los de la República, ocasionaba una fuerte pérdida en las letras de cambio que se giraban sobre otras naciones. El daño era, en efecto, muy considerable. El activo comercio con Bolivia, tanto directo como de tránsito, hizo que el feble entrase en el territorio peruano en grandes cantidades. Como uno de los artículos que el Perú enviaba al extranjero era la moneda, los comerciantes prefirieron la de buena calidad para sus operaciones relacionadas con las exportaciones. Al mismo tiempo, todos los negocios que Bolivia hacía con los demás mercados se cubrieron con giros en el Perú; quedó, en cambio, en este último país el signo depreciado con que ella saldaba sus importaciones. Otro de los aspectos inconvenientes que el estado de cosas entonces producido ofreció, fue el encarecimiento de los artículos de consumo. Las importaciones que el Perú recibía del extranjero no las pagaba con mercaderías sino, en gran parte, con numerario. Los comerciantes, al vender a precios legítimos, corrían el riesgo de perder sumas proporcionales a las que representaba el feble de la moneda con que eran pagados y que se llegaba a calcular hasta en el 25%. Para no tener irremediable perjuicio, hacían subir los precios de los efectos importados también proporcionalmente. Análoga situación surgió con las mercaderías del país.

EL ACTIvO COMERCIO CON bOLIvIA, TANTO DIRECTO COMO DE TRÁNSITO, hIzO qUE EL fEbLE ENTRASE EN EL TERRITORIO PERUANO EN GRANDES CANTIDADES. COMO UNO DE LOS ARTíCULOS qUE EL PERú ENvIAbA AL ExTRANjERO ERA LA MONEDA, LOS COMERCIANTES PREfIRIERON LA DE bUENA CALIDAD PARA SUS OPERACIONES RELACIONADAS CON LAS ExPORTACIONES.

El coNFlIcto coN BolIVIa. la MISIÓN paREDES.- El Gobierno del Perú quiso nombrar un cónsul en Potosí. Belzú rechazó esta solicitud y (según reveló Echenique en el manifiesto que

[ CAPÍTULO 9 ] PERÍODO 2

269

ENERO 1855 [ panamá ]

28

publicó con fecha 24 de junio de 1853) expresó al ministro peruano Mariano José Sanz, como razón de su negativa, el hecho de que, precisamente en Potosí, se estaba llevando a cabo la acuñación de moneda feble. Sanz trasmitió tan grave noticia a la Cancillería peruana y ello contribuyó a la situación de tirantez entre los dos países. Belzú pidió el retiro del Ministro peruano. Como Sanz renunciara, fue nombrado en su reemplazo Mariano Paredes, amigo personal de Belzú que había actuado en las conspiraciones contra Ballivián en 1847. Coincidieron con el viaje de Paredes a Bolivia las cuestiones suscitadas entre el Perú, Nueva Granada y Ecuador alrededor del general Juan José Flores y la divergencia con Inglaterra y Estados Unidos sobre las islas de Lobos; y, en vista de ellas, acaso Belzú reafirmó su hostil actitud. Bolivia, ante las dificultades internacionales que envolvían al Perú, negó el pase a la patente del cónsul peruano en Cobija; intensificó la acuñación feble; prohibió la exportación de casi todos los artículos de producción boliviana (cascarilla, plata, oro y barrilla); movilizó sus tropas e hizo incursiones sobre diversos parajes de la frontera. Algunos historiadores bolivianos dicen que Belzú procedió por sugestión de Castilla a quien debía el poder ya que, en la época en que fue presidente, le había proporcionado este caudillo hombres y armas para derrocar a Ballivián. Esta versión no tiene respaldo documental.

POR PRIMERA vEz UN TREN hACE LA TRAvESíA DESDE EL OCéANO ATLÁNTICO hASTA EL OCéANO PACífICO A TRAvéS DE PANAMÁ. LA COMPAÑíA NORTEAMERICANA PANAMÁ RAILROAD COMPANY fUE LA ENCARGADA DE CONSTRUIR EL fERROCARRIL TRANSOCEÁNICO, DE 80 kILÓMETROS DE LARGO. LA ObRA ESTUvO A CARGO DE LOS INGENIEROS GEORGE M. TOTTEN Y jOhN C. TRAUTWINE.

EXpulSIÓN DEl MINIStRo pERuaNo EN la paZ, paREDES.- El Gobierno boliviano se dirigió al del Perú para solicitar el retiro de Paredes (enero de 1853). Para ello adujo que había perdido su confianza. Lo acusó de sembrar supuestos rumores y enviar informes faltos de verdad y de buena fe sobre invasiones y sobre movimientos subversivos en Bolivia. Paredes renunció. En su lugar fue nombrado como ministro Francisco González Prada, padre del gran escritor y pensador Manuel González Prada. Poco después, el 9 de marzo, Belzú suspendió al vicecónsul peruano en La Paz, señor Zevallos; y cuando Paredes, que aún continuaba en funciones en espera de su sucesor, protestó, mandó cortar toda comunicación oficial con él. No solo usó entonces el pretexto de que estaba propalando "supuestos rumores e informes falsos" sobre la política de Bolivia para el Perú, sino dio a la publicidad una declaración escrita firmada por el segundo jefe de un batallón, en que lo acusaba como conspirador. Paredes negó la veracidad de ese documento e hizo notar que estaba suscrito por un condenado a muerte a quien se le había

1829 EL fEbLE bOLIvIANO LA INUNDACIÓN DE LA MONEDA bOLIvIANA CAUSÓ UN GRAN DESEqUILIbRIO EN LA ECONOMíA PERUANA, SObRE TODO AL COMERCIO DE LA CIUDAD DE TACNA. 270

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 9 ]

Durante el gobierno de Andrés de Santa Cruz en Bolivia (1829-1836) se mandó a acuñar monedas adulteradas, quitando gramos de plata y oro y añadiendo otros metales para mantener su peso.

1836 Se inicia la Confederación Perú-boliviana, encabezada por Santa Cruz. Durante ese período no se prohibió la circulación de esta moneda alterada. En Lima no llegó a circular debido a la oposición de Mariano Necochea, director de la Casa de Moneda.

perdonado la vida. Solo con un aviso de dos horas, Paredes fue puesto por la policía en la frontera el 13 de marzo "sin más que lo del cuerpo", según dijo él en comunicación oficial. El canciller boliviano Rafael Bustillo expresó lo siguiente en su comunicación del 26 de marzo: "A pesar de la pérfida conducta del señor Paredes, mi Gobierno, en consideración a los altos respetos del Perú, en homenaje a la fe nacional y a la inviolabilidad de los agentes públicos, ha querido renunciar al derecho de castigar al señor Paredes y se ha limitado a despedirlo usando de la facultad más incuestionable y moderada que en esta ocasión le competía".

actItuD DEl coNSEJo DE EStaDo pERuaNo.- En Lima el Consejo de Estado, al examinar la nota que le envió el ministro de Relaciones Exteriores dando cuenta de lo ocurrido, llegó a la siguiente conclusión: "Que la infracción que el Gobierno de Bolivia ha hecho, abierta y continuadamente por espacio de cinco años, del Tratado de Arequipa y la violación monstruosa que ha cometido de los privilegios tutelares de la persona de nuestro representante en Bolivia y nuestro agente consular, nos ha exonerado de todas las obligaciones que podían imponernos los tratados y, partiendo de este principio para desagraviar el honor ultrajado del Perú y los demás derechos perfectos que se han atropellado, debe exigirse al Gobierno de Bolivia las satisfacciones y reparaciones convenientes por las injurias que nos ha hecho con la referida expulsión de nuestro Ministro y de nuestro agente consular, con la continuación del fraude en la emisión de la moneda de baja ley y con las hostiles alteraciones de sus reglamentos fiscales, empleándose todas las medidas de retorsión y represalia que se crean conducentes a este fin" (8 de abril de 1853).

laS REpRESalIaS coMERcIalES.- El Gobierno del Perú decretó entonces la suspensión de las franquicias comerciales otorgadas a Bolivia en 1847. En consecuencia ordenó que todas las mercaderías y artículos extranjeros despachados por la aduana de Arica y en tránsito para esa República pagaran, como los que se despachaban para el consumo nacional, los derechos fijados en el Reglamento de Comercio; iguales gabelas correspondían a los artículos que se importaran al Perú de procedencia o fábrica boliviana; las especies o productos de cualquiera clase conducidos de Bolivia con destino a ser exportados al extranjero por Arica u otro puerto del Perú debían

1840

1847

1853

Tras el derrumbe de la Confederación, la circulación del feble no fue abolida. Lo que hizo el gobierno de Gamarra, en cambio, fue decretar el restablecimiento de una sola moneda para todo el Perú, la cual tendría pesos establecidos por ley.

Segunda inundación del feble boliviano. En el Tratado de Paz y Comercio, los representantes peruanos demandaron la no emisión del feble, a cambio del tránsito de productos bolivianos por territorio peruano. Sin embargo, en 1852 el presidente boliviano efectuó su emisión.

El Perú suspende los beneficios comerciales otorgados a Bolivia en el Tratado de 1847. El 6 de mayo de ese año el Perú le envió un ultimátum al Gobierno boliviano. El ultimátum fue rechazado por Bolivia a los pocos días. Sin embargo, el inminente enfrentamiento bélico no se dio.

[ 1853 mayo 11 ] la INMINENcIa DE la GuERRa. luego de las infructuosas negociaciones diplomáticas con Bolivia, el perú presentó un ultimátum al país vecino. El comercio publicó el 11 de mayo de 1853 el sentir de la opinión pública: "llegar a la guerra con Bolivia por la obstinación del general Manuel Isidoro Belzú sería algo aberrante. En los últimos años se ha podido lograr un equilibrio en las relaciones entre perú y Bolivia, de tal manera que una guerra vendría a destruir el inteligente trabajo diplomático efectuado en pro de la concordia y causaría gravísimo daño a la economía de ambos países".

1863 El Ministerio de Hacienda determina el cambio de moneda, de esta manera no se confundiría con la boliviana. Así, se acuñaron los primeros soles de oro, plata y cobre del Perú.

[ CAPÍTULO 9 ] PERÍODO 2

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SolES DEl pERÚ

a partir de 1863, la ordenación monetaria colonial desapareció y se pusieron en circulación los soles de oro y plata, de acuerdo a la ley de Saneamiento Monetario decretada por el presidente Miguel de San Román. un sol de oro equivalía a 20 soles de plata y estos a su vez se dividían en 48 peniques. El bimetalismo, uso simultáneo de patrones de oro y plata, estuvo vigente en el perú hasta 1872.

abonar un 40% ad valorem sobre el precio que les fijara un decreto especial del Ministerio de Hacienda; análogo derecho de 40% quedó fijado para la plata sellada menuda de Bolivia; fueron declarados, en cambio, libres el oro y plata en barra, pasta o en polvo, el oro sellado y los pesos fuertes venidos de ese país vecino; si su Gobierno imponía derechos a los aguardientes y licores peruanos, los licores extranjeros en tránsito por el Perú tendrían gravamen igual (23 de abril).

ultIMátuM pERuaNo Y aGItacIÓN a FaVoR DE la GuERRa.- El 6 de mayo presentó el Gobierno peruano un ultimátum al de Bolivia con los siguientes puntos: 1°) Destitución del ministro de Relaciones Exteriores, Rafael Bustillo, que se había hecho responsable de la expulsión de los representantes del Perú. 2°) Destitución del intendente de policía de La Paz y del comisario de policía que ejecutaron esa expulsión. 3°) Restablecimiento de la legación peruana en Bolivia con los correspondientes honores y alguna muestra especial de satisfacción con calidad de recibir al mismo señor Paredes y al vicecónsul Zevallos, o a las personas que el Gobierno del Perú quisiera nombrar para llenar esos puestos. 4°) Seguridad de aceptar en todos los puntos de Bolivia donde hubiese sido o fuere costumbre recibir funcionarios consulares de otras naciones, a los funcionarios de esa clase que nombrare el Gobierno del Perú. 5°) Garantías sobre el cese inmediato de la amonedación de baja ley y cumplimiento total del artículo 4° del Tratado de Arequipa y los demás artículos de ese tratado y del 10 de octubre de 1848. 6°) Reconocimiento por Bolivia de la obligación de indemnizar al Perú por la emisión anterior de la moneda de baja ley; quedando para arreglarse después el modo y término de esta indemnización. El 15 de mayo el ultimátum fue terminantemente rechazado. El 31 embargó el Gobierno peruano la cascarilla existente en los depósitos de Arica y que era de propiedad del erario boliviano. Hasta el 20 de junio cincuenta y tres provincias de las sesenta y cuatro de que se componía la República habían expresado su opinión favorable a la guerra con Bolivia mediante actas especiales. El 22 de junio Belzú decretó la absoluta interdicción en el tráfico comercial entre los dos países y se invistió de facultades extraordinarias. A la vez anunció que no podía reunirse el Congreso "hasta que desaparezcan las circunstancias de guerra con que actualmente se encuentra amenazada la nación". Con fecha 16 de agosto de 1853 el Congreso peruano aprobó en todas sus partes la conducta observada por el Gobierno con el de Bolivia y lo autorizó para declarar la guerra "y hacerla por todos los medios convenientes si no obtiene la satisfacción de las ofensas inferidas al honor y a los intereses de la nación". Chile ofreció su mediación. El Canciller José Manuel Tirado expresó en su respuesta que el Perú necesitaba obtener las reparaciones que el Poder Legislativo señalara con la vuelta al estado anterior impuesto por los tratados que había sido alterado mediante la amonedación feble y el ultraje hecho al ministro Paredes. aplaZaMIENto DE la GuERRa.- Sin embargo transcurrieron los meses sin que estallara la guerra. Echenique se limitó a ocupar el puerto de Cobija con garantías (según declaración oficial) para los intereses extranjeros y aun para los de Bolivia en cuanto a normalidad de sus operaciones mercantiles. Favoreció, además, la expedición revolucionaria del general boliviano Agreda. Llegó, por otra parte, a declarar en estado de campaña a las fuerzas armadas, anunciando la invasión extranjera sobre el territorio nacional (12 de noviembre de 1853). Fuerzas bolivianas se habían apoderado el 30 de octubre de Pomata y Zepita. Poco después se retiraron. Y a pesar de que el ejército llegó a estacionarse en una par te de la frontera y se armó a los guardias nacionales de los depar tamentos limítrofes, el presidente de la República no se

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PERÍODO 2

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decidió a viajar al sur. Los enemigos del Gobierno tuvieron una atrayente bandera al invocar contra él sentimientos patrióticos. Acusaron a la política internacional de Echenique, por sus actitudes belicosas ante Bolivia ratificadas en las actas populares, sin la energía o la actividad para mantenerlas. A la excitación del fer vor nacional seguía la tendencia de demorar las operaciones militares. Se acentuó la crítica ante el hecho de que, después de ocupar el puer to de Cobija, el Perú se dedicó tan solo a apoyar la ambición de uno de los caudillos de Bolivia. Echenique respondió más tarde a sus adversarios aseverando que el conflicto internacional había encontrado al Perú desarmado; que él procuró obtener los elementos necesarios, mediante la compra de fusiles para la infantería y pistolas y monturas para la caballería mientras que la ar tillería peruana resultó ser la primera de Sudamérica. El armamento lo pagó la Casa Gibbs, consignataria del guano. En vísperas de emprender la guerra surgió la sublevación popular de enero de 1854, con diferencia de pocos días en Ica, Arequipa, Chiclayo y Cajamarca, fundándose, entre otras causas, en el descontento popular porque ella no había sido iniciada. Hubo evidente demora en la actitud de Echenique. El militar que propiciara el abrazo de Maquinhuayo para unir a su ejército vencedor con el que acababa de ser vencido; el jefe que no quiso atacar Lima durante los días de la "Semana Magna" no podía conver tirse al ascender a la Presidencia de la República en un caudillo belicoso. Inquietábanle, además, problemas internos. ¿Qué hubiera ocurrido si al ponerse a la cabeza de sus tropas deja el poder político y se interna en territorio extranjero? Por otra par te, seguramente era un escéptico ante la posibilidad de obtener ventajas efectivas mediante la acción bélica contra Belzú. ¿Cuál habría sido el beneficio efectivo para el Perú si lograba derrotarlo? Testigo y actor de la campaña de La Mar en la invasión de Colombia, consideraba como un grave error haberla emprendido. Más cercano en el tiempo estaba el recuerdo de la arrogancia y de la seguridad con que Gamarra penetró en Bolivia en 1841 para morir en Ingavi mientras desaparecía su ejército. Antes de lanzarse a la aventura bélica, Echenique quiso tomar el mayor número de precauciones. Entre sus consejeros no faltaban los que en ellas se amparaban para encubrir su propia apatía. Una car ta par ticular y secreta del ministro de Guerra, general Torrico, llegó entonces a ser publicada anunciando que no llegarían a ser rotas las hostilidades.

la lEY DE 1853 SoBRE la MoNEDa FEBlE.- El Congreso expidió con fecha 19 de

[ 1853 agosto 16 ] El ENFRENtaMIENto coN BolIVIa. ocho días después de la declaratoria de guerra a Bolivia el 16 de agosto de 1853, El comercio informó que el presidente boliviano Belzú había cerrado sus fronteras, y añadió: "corren rumores de que reúne tropas para irrumpir violentamente sobre tacna y arica. Sin embargo, en estos últimos meses, han sido tantas las noticias y comentarios sin sustento que no podemos creer en la veracidad de esta noticia. lo más probable es que Belzú siga preocupado en aferrarse al poder pues el descontento entre sus compatriotas es cada vez más grande".

noviembre de 1853 una ley para autorizar al Ejecutivo a que retirase de la circulación la moneda feble boliviana en el modo, forma, tiempo y plazos que juzgare más convenientes, sobre las bases que enunció. El cambio de dicha moneda feble se haría por su valor representativo entregándose a los tenedores tres cuartas par tes en moneda nacional y una cuarta par te en billetes del crédito público. Esta ley no pudo cumplir las finalidades para las que fue creada por haber estallado la guerra civil. El empréstito que dicha ley facultaba no pudo ser aplicado al cumplimiento de la finalidad antedicha.

[ III ] laS lEYES SoBRE la MoNEDa ENtRE 1857 Y 1863.- La moneda feble boliviana siguió infestando la vida económica peruana a fines de la década de los 850 y a comienzos de los 860 José Arnaldo Márquez en su trabajo sobre la orgía económica y financiera del Perú suministra un dato hasta ahora no estudiado: "También se introdujo años después (de la época de Santa Cruz) en barriles que pesaban como conteniendo clavos. La moneda que, al principio, tenía una excesiva aleación de cobre llegó a ser al fin un pedazo de hierro galvanizado que imitaba groseramente a la moneda de 1830. Una cantidad enorme de ella se fabricaba en Estados Unidos por

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EL MINISTRO DE hACIENDA PEDRO GÁLvEz ENvIÓ AL CONGRESO DE 1862 UN PROYECTO DE LEY CON LA fINALIDAD DE AUTORIzAR AL PODER EjECUTIvO PARA ACUÑAR MONEDA Y CAMbIAR CON ELLA LA DE ORIGEN bOLIvIANO. DEbíA SER ESTA DESTRUIDA Y DESMONETIzADA.

cuenta de particulares. Me hallaba en 1860 en Newark, estado de Nueva Jersey en América del Norte, cuando visité una fábrica en la cual me informaron que un conocido comerciante norteamericano, residente en Lima, había hecho construir allí catres de hierro con pilares huecos que habían sido llenados con moneda falsa del cuño boliviano". Aun cuando esto no fuera cierto o exagere, el comercio con la República del altiplano ofrecía un ancho conducto para la infección. La ley de 19 de noviembre de 1853 ordenó el retiro de la circulación del feble en el modo, forma y plazos por ella fijados; pero no resultó eficaz, sea por deficiencias propias o por la revolución de 1854 o por ambas circunstancias. Esta ley consideró que era deber del Estado indemnizar el íntegro a los tenedores del feble. El decreto de Castilla y su ministro Domingo Elías expedido el 2 de junio de 1855, estudiado en un admirable ensayo por Manuel Moreyra Paz Soldán, fue a la devaluación de las monedas de plata en 12.91% con motivo de la subida de este metal en los mercados mundiales por la afluencia del oro. Pero, según comprueba Moreyra, la coyuntura por el auge de California sirvió más bien como pretexto para acercar nuestra moneda al feble boliviano. La desmonetización realizada en 1855 fue casi la misma que la efectuada en 1857 cuando la Convención Nacional aprobó la ley monetaria promulgada el 3 de octubre de 1857. En ella se dispuso que el peso fuerte, unidad de todo el sistema, tuviese como peso 475 gramos, 5 menos que lo dispuesto en el decreto de Castilla que mandó 480. La ley de 1857 tuvo como finalidad primordial la de regularizar la devaluación de 1855 y darle al sistema bimetalista la necesaria interrelación que deben de tener el oro y la plata. Las unidades usaron el sistema decimal mas no el métrico. La Convención no tomó en cuenta el "proyecto para reducir el valor representativo de la moneda feble y sistemar su circulación" que le remitió Domingo Elías y que también ha estudiado Manuel Moreyra. Mediante una ley reservada, la Convención pretendió la amortización y conversión del feble (2 de octubre de 1857); pero no dio resultados eficaces. Prosiguió por el uso de este, el peligro de la depreciación e inestabilidad en el valor de la propiedad, entorpecimiento en los negocios y transacciones, recargo de los artículos de consumo. Había también abundancia de moneda fabricada. El 17 de agosto de 1859 expidió el Gobierno de Bolivia un decreto por el que mandó acuñar moneda y restablecer en la de plata la ley de 10 de dineros y 20 gramos. Con fecha 26 de octubre del mismo año el Gobierno del Perú señaló el valor de ella para las oficinas fiscales de este país, limitándolo el valor de 6 reales el peso fuerte con la correspondiente proporción de precio en las divisiones de dicha unidad monetaria. Una resolución posterior, para evitar arreglos en su fabricación, mandó recibir esta moneda por su valor intrínseco o sea por 6 reales el peso o por lo menos si no llegaba a ese valor (9 de febrero de 1860).

[ IV ] la lEY DE 1863.- El ministro de Hacienda Pedro Gálvez envió al Congreso de 1862 un proyecto de ley con la finalidad de autorizar al Poder Ejecutivo para acuñar moneda y cambiar con ella la de origen boliviano. Debía ser ésta destruida y desmonetizada. Al mismo tiempo, reconoció el principio de la indemnización a los tenedores. Pero ya las Cámaras habían tomado la iniciativa sobre el mismo asunto. El Senado adoptó un proyecto que la Cámara de Diputados sustituyó por otro, a su vez aceptado por aquél. Como pocos asuntos, el problema monetario (cuya realidad no estaba integrada por los pesos imaginarios que debía haber, según el antiguo sistema del Perú, sino por los febles o "cuatro bolivianos", única moneda en verdadera circulación de que el Gobierno y los particulares se habían servido durante muchos años), fue entonces ampliamente dilucidado ante la opinión pública. Una abundante controversia periodística acompañó al extenso debate parlamentario. Así surgió la ley de 14 de febrero de 1863 promulgada por el presidente San Román y su ministro de Hacienda José Santos Castañeda.

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PERÍODO 2

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El feble boliviano. Así se denominó a la moneda boliviana adulterada por el propio gobierno del presidente Andrés de Santa Cruz en 1829. El feble inundó el Perú luego del derrumbe de la Confederación Perú-boliviana y desestabilizó la débil economía nacional. La moneda que vemos aquí fue acuñada en 1835 y pertenece hoy a la Sociedad Numismática Peruana.

[ capítulo 9 ] período 2

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Una mala moneda invade el Perú La moneda boliviana tenía baja ley, es decir, menor cantidad de metal precioso que su par peruana. Su ingreso y utilización en nuestro territorio ocasionó numerosos problemas económicos e incluso diplomáticos entre ambos países.

D

es­de los tiem­pos de la Con­fe­de­ ra­ción Pe­rú-bo­li­via­na cir­cu­la­ba por el país, prin­ci­pal­men­te en los de­par­ta­men­tos de la sie­rra sur, una mo­ne­da bo­li­via­na (el "fe­ble bo­li­via­no") que oca­sio­na­ba gra­ves tras­tor­nos al sis­ te­ma mo­ne­ta­rio na­cio­nal. Es­ta ma­la mo­ne­da, muy in­fe­rior en ley a la pe­rua­ na, era el ne­go­cio de los es­pe­cu­la­do­res y oca­sio­nó de­sa­ve­nen­cias en­tre los go­bier­nos de Pe­rú y Bo­li­via.

En 1848 y 1849, la si­tua­ción pa­re­ció co­rre­gir­se por un tra­ta­do en el que el Go­bier­no de Bo­li­via se com­pro­me­tió a no emi­tir más ese ti­po de mo­ne­da. Sin em­bar­go, los su­ce­si­vos go­bier­nos del país al­ti­plá­ni­co no res­pe­ta­ron el com­ pro­mi­so, a pe­sar de la pro­tes­ta de nues­ tros di­plo­má­ti­cos. La si­tua­ción se agra­ vó cuan­do el pre­si­den­te bo­li­via­no Bel­ zú, ami­go de Cas­ti­lla, ex­pul­só a nues­tro re­pre­sen­tan­te en La Paz. El Pe­rú en­vió un ul­ti­má­tum que fue re­cha­za­do por Bo­li­via. Por ello, el 16 de agos­to de 1853 una ley del Con­gre­so apro­bó la de­cla­ra­ to­ria de gue­rra a Bo­li­via. En sus cé­le­bres Me­mo­rias pa­ra la his­to­ria del Pe­rú, 1808-1878 (Li­ma: Huas­ca­rán, 1952, tomo II, pp. 202-203), el ge­ne­ral Jo­sé Ru­fi­no Eche­ni­que, pre­si­den­te del Pe­rú en ese en­ton­ces, nos re­cuer­da la po­lí­ti­ ca de su Gobierno an­te la inun­da­ción de "fe­ble bo­li­via­no" y la ley que nor­ma­ ba la con­ver­sión de aque­lla mo­ne­da: “Con gra­ve per­jui­cio pa­ra el co­mer­cio y to­da la pro­pie­dad co­rría la mo­ne­da fe­ble de Bo­li­via, in­tro­du­ci­da des­de la dic­ta­du­ra de San­ta Cruz y que se­guía in­tro­du­cién­do­se has­ta en­ton­ces,

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co­rrien­do a la par y al mis­mo va­lor de la que se amo­ne­da­ba en el país de bue­na ley, cu­ya in­tro­duc­ción era in­ter­mi­na­ble des­de que, es­tan­do a fa­vor nues­tro la ba­lan­za de co­mer­cio en 600 o 700 mil pe­sos, es cla­ro que tal can­ti­dad ve­nía en nu­me­ra­rio de aque­lla na­ción anual­ men­te. Pa­ra im­pe­dir es­to, apar­te del tra­ta­do ce­le­bra­do, de que ya he he­cho re­fe­ren­cia, era ne­ce­sa­rio pro­hi­bir aque­ lla in­tro­duc­ción; pe­ro co­mo ya no era po­si­ble ha­cer es­to sin ex­tin­guir la can­ti­ dad exis­ten­te, que de bue­na fe po­seían nues­tros na­cio­na­les, ad­qui­ri­da por su va­lor no­mi­nal y que por ese va­lor co­rría aún en el Te­so­ro, pe­dí al Con­gre­so una ley pa­ra el ca­so, cu­yo pro­yec­to se tra­ba­ jó por la Co­mi­sión nom­bra­da por aquél, de los se­ño­res Ure­ta y Frey­re con anuen­ cia, y acuer­do mío. He­chos exac­tos cál­ cu­los de la can­ti­dad que po­día exis­tir en el Pe­rú y de lo que cos­ta­ría el con­ver­ tir­la en bue­na mo­ne­da re­sul­tó que con 2 mi­llo­nes de pe­sos po­día eje­cu­tar­se la ope­ra­ción; y de tal con­cep­to se dio la ley au­to­ri­zán­do­me a to­mar ese em­prés­ ti­to en Eu­ro­pa. Se hi­zo es­te y, cuan­do lle­gó la can­ti­dad en oro, se me ha­bía he­cho la re­vo­lu­ción que, ocu­pan­do la ma­yor par­te del Sur, por don­de se in­tro­ du­cía, no era po­si­ble ha­cer la con­ver­ sión, que­dan­do el país por es­to y por el triun­fo de ella, con aquel mal que des­ pués se hi­zo ma­yor. Con las de­sa­ti­na­das me­di­das de Cas­ti­lla, que de­pre­cia­ron el cam­bio, dis­mi­nu­ye­ron en un ter­cio las for­tu­nas par­ti­cu­la­res. Y, sin em­bar­go, es­to fue to­le­ra­do por los Con­gre­sos y lo to­le­ró el país a quien so­lo im­pre­sio­nan las pa­sio­nes po­lí­ti­cas y lo arras­tran en pro de sus in­te­re­ses”.

Esta ley adoptó para la moneda del Perú el sistema decimal francés en cuanto a las combinaciones de peso y ley, si bien difería en cuanto a la nomenclatura. Fue así como el país salió, al fin, del caos de ficciones y de falsificaciones en que se debatía en este campo. Sobre la base del sistema métrico se implantó el bimetalismo. La unidad monetaria debía llamarse sol, dividiéndose en cien centavos, con un peso de 25 gramos, un diámetro de 37 milímetros. La ley estableció, además, el medio sol, el quinto de sol, el décimo de sol o dinero y el medio dinero con valor de cinco centavos. Creó, al mismo tiempo, cinco monedas de oro a las que no dio nombre; la mayor debía valer veinte soles. También permitió la circulación de dos monedas de cobre, de dos centavos y de un centavo. En cuanto a la moneda feble que roía la vida económica del país, su valor fue fijado en 80 centavos de sol.

MaNuEl ISIDoRo BElZÚ (1808-1865)

la lucHa poR uNa INDEMNIZacIÓN a loS coMERcIaNtES tENEDoRES DEl FEBlE BolIVIaNo Y El alZa DE pREcIoS.- Comerciantes acaudalados, a través de reuniones en la Bolsa y amenazas judiciales hechas ante el Consulado e intrigas para suscitar presiones internacionales en defensa de los intereses de empresarios extranjeros, plantearon la existencia de una obligación, por parte del Gobierno, de indemnizar a los tenedores de esa moneda feble en proporción al defecto de su peso y su ley ya que la circulación de ella había sido permitida y autorizada. Dicha indemnización no fue aceptada oficialmente aunque los jueces del Consulado, tribunal privativo del fuero comercial, elevaron el pedido correspondiente al Poder Ejecutivo con un informe favorable a los intereses de bolsa que lo amparaban. La ley de la nueva moneda no impuso la conversión obligatoria, pues se limitó a fijar el valor entre el sol y el feble sin prohibir el curso de este.

[V] El SaNEaMIENto MoNEtaRIo.- El cuerpo diplomático residente en Lima discutió el asunto y, contra lo que decían rumores alarmistas, llegó a la conclusión de que eran injustas las demandas sobre indemnización. Acordó, sin embargo, reclamar contra la propuesta hecha en el Senado por don José Silva Santisteban, si ella era aprobada. Silva Santisteban pidió que las contribuciones fuesen elevadas en un 20%, es decir estimadas nominalmente en "soles" las sumas calculadas en "pesos", lo mismo que una gran parte de los gastos fiscales. Dicha proposición no prosperó. Si bien las exigencias máximas del alto comercio no encontraron acogida (hecho que no ha sido destacado) vino un aumento en el precio de las mercaderías y con ello un alza en el costo de la vida en detrimento de las clases populares. Una comunicación oficial británica de 12 de febrero de 1864 dice: "La depreciación del dólar (¿feble?) boliviano de su valor nominal colocada por varios decretos del Estado ha sido prevista por el cuerpo comercial y ellos, con los ojos abiertos, lentamente han subido el precio de sus mercancías para no ser los perdedores en esta depreciación de la moneda boliviana; sienten así que no han sido perdedores. Solo los que se consideran con derecho a una indemnización son personas que han importado capital al país cuando el dólar (¿feble?) boliviano valía mucho más que ahora (42, 43, 44 peniques) pero si estas personas estuvieron trabajando dicho capital en negocios británicos y extranjeros y han vendido artículos de importación extranjera según la gradual subida de precios que ha sido impuesta para cubrir la gradual depreciación monetaria, no pueden ser considerados perdedores, a no ser que su capital seguía igual cuando fue imputado y no tocado. Los que parecen tener más derecho a alguna indemnización serían los empleados del Estado, cuyos sueldos no están establecidos a un cambio fijo de tantos dólares ‘pesos’ que han estado recibiendo del Tesoro en moneda boliviana (1).

El presidente boliviano (1848-1855) afrontó en 1853 el conflicto entre perú y Bolivia. Belzú, se inició en las fuerzas armadas en el ejército patriota, llegando a combatir en la batalla de Zepita, en el ejército de Salaverry y como ayudante de los esposos Gamarra. Sin embargo, desertó durante la campaña de Gamarra en Bolivia. peleó por el ejército boliviano en las batallas de Yanacocha (1835) e Ingavi (1841).

(1) F. O. 61/217, Jerningham to Rusell, Lima, 12 de febrero de 1864. La cita está tomada de Guano y burguesía en el Perú por Heraclio Bonilla, Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1974, pp. 35-36.

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IGNacIo NoBoa (1811-1875)

Escritor arequipeño que colaboró con la candidatura presidencial de Echenique desde el diario El porvenir (1850). Fue diputado por su ciudad natal entre 1851 y 1853, y parte de la comisión que preparó el código penal. En 1854 editó el diario El pabellón Nacional. también fue ministro de Hacienda entre 1863 y 1864; durante su gestión presentó un plan de organización tributaria y dispuso la unificación de la moneda en soles de plata.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 9 ]

El Gobierno pidió la autorización para la conversión forzosa. Ella fue concedida por el Congreso, en forma separada. No fue fácil esta operación, llamada de "saneamiento monetario" por Manuel Moreyra en su estudio sobre Ignacio Noboa. Sucediéronse discusiones, proyectos, informes, dictámenes, debates. Inter vinieron en ellos, entre otras personas, el director de Crédito Nacional, el director de Hacienda, funcionarios de la Casa de Moneda y el fiscal de la Cor te Suprema José Gregorio Paz Soldán. Entre las varias propuestas para efectuar la conversión, se aceptó la de Oyague y hermano y Graham Rowe y Cía. El anuncio correspondiente fue hecho el 19 de enero de 1864, cuando estaba ya en el poder el presidente Pezet y era ministro de Hacienda Ignacio Noboa. Los contratistas se obligaron a recoger 8 millones del feble con sus propios fondos traídos al cambio de 37 peniques por peso y con celeridad de 400 o 500 mil por mes; debiendo amonedar 10 millones de soles, con arreglo a la ley de 14 de febrero de 1863 en ritmo no menor, es decir a razón de 400 o 500 mil mensuales. Al recibir en sus arcas la nueva plata sellada, el Estado se comprometió a cancelar este valor en letras sobre plazas europeas a sesenta días vista a un tipo de 48 peniques por sol, o bien en numerario feble boliviano a razón de 37 peniques por sol. Como precio por su trabajo se adjudicó para los contratistas el 7,5% sobre el monto de 10 millones de soles con cuya comisión debían cubrir los gastos tanto de la fabricación de la moneda nueva, como de la pérdida que iría dando la fundición de la antigua, su expor tación y los fletes, seguros e imprevistos. El plazo para dar comienzo a la entrega de los primeros sellados no debía exceder un período mayor de seis meses después de la firma del pacto. La conversión llegó a ser concluida totalmente a fines de 1866. La empresa concesionaria declaró haber recogido seis y medio millones de pesos que, en su mayor par te, fueron remitidos a Inglaterra; el resto fue fundido en la Casa de Moneda. Además, se retiraron cuños peruanos de fraudulento origen hasta por más de 890 mil pesos. Ocho millones de soles habían sido troquelados tanto de la unidad básica como de las piezas divisionarias. Por su par te, el Estado abonó, por concepto de amonedación, un 1.600.000 esterlinas y 120 mil esterlinas por los derechos del 7,5%. Sufrió considerables pérdidas con esta medida; la favorable situación de la República, gracias al guano las hizo posibles.

IGNacIo NoBoa.- La circunstancia de haber realizado el saneamiento monetario del país no es el único motivo para que la posteridad recuerde a Ignacio Noboa. Nació en Arequipa, vástago de ilustre estirpe. Muy joven aún, fue enviado por sus padres a Europa. Residió en París durante once años y se dedicó a estudios diversos: medicina, Derecho, ciencias políticas, economía política, historia y literatura. Fue alumno de la Sorbona y del Colegio de Francia y tuvo por maestros a Say, Rossi, Chevallier, Andrieux, Ampère y otros. A la muer te de su padre, regresó al Perú para hacerse cargo de los intereses familiares y contrajo matrimonio con doña Clara Arredondo y Barreda, sobrina del famoso obispo José Sebastián de Goyeneche. Fue hostil al primer gobierno de Castilla. Después de una cor ta estada en el Ecuador, a donde fue llamado por su tío Diego Noboa que ocupaba allí la Presidencia de la República, ingresó al Parlamento en la época de Echenique y se caracterizó por su independencia. Se retiró de la política durante la sublevación de 1854 por ser enemigo de los trastornos políticos. En abril de 1857 fue nombrado miembro de la comisión reformadora del Código Penal y encargado de formar el de procedimientos en materia criminal; ya en 1853 había integrado una comisión para prepararlo. Ministro de Hacienda de Diez Canseco primero y de Pezet en seguida, dimitió el 11 de agosto de 1864, antes de la firma del Tratado Vivanco-Pareja. Al producirse la caída de Pezet viajó a Chile en 1865 y no volvió ya al Perú.

[1]

[2]

[3]

[4]

El primer banco. La Providencia S.A. fue la primera institución financiera del Perú, fundada en el año 1863. Durante su existencia, llegó a emitir tres ediciones de billetes. De la primera, realizada antes de la aparición de los soles, se aprecia aquí un billete de veinticinco pesos (3) de 1863; de la segunda, emitida durante la transición de pesos a soles, se observa un billete de cuarenta soles (4) de 1864, con su equivalente en pesos; finalmente, de la tercera edición, se aprecia aquí dos billetes, de ocho soles (1), de 1869 y de cien soles (2), de 1877. Cosa curiosa, en esta última edición se imprimió solo los dos primeros números del año de emisión, los dos últimos eran llenados a mano al poner en circulación el billete.

[ capítulo 9 ] período 2

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[ 1863 enero 2 ] llEGa El SIStEMa MétRIco DEcIMal. En su edición del 2 de enero de 1863, El comercio publicó la ley por la cual quedaba establecida la adopción del sistema métrico decimal en todas las órdenes y gastos gubernamentales. pero advirtió: ”¿Desde cuándo regirá la ley promulgada? como el Gobierno no lo ha determinado, claro está que debe ser desde que llegue a conocimiento de las autoridades y ciudadanos que están obligados a darle cumplimiento, y como esto no se puede practicar la ley quedará escrita y es probable que caiga en olvido".

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[ CAPÍTULO 9 ]

En 1868 el gobierno de Balta lo nombró ministro en Santiago, y el de Pardo lo mantuvo en el cargo hasta que se vio obligado a renunciar en octubre de 1874 por motivos de salud. Falleció en Valparaíso en noviembre de 1875. Como escritor, colaboró en El Comercio de Lima, El Republicano, El Porvenir y El Pabellón Nacional, de Arequipa, La Revista de Lima, La Gaceta Judicial y El Constitucional; redactó opúsculos sobre economía política, guano y moneda; cultivó el verso y se destacó al traducir a Víctor Hugo, Béranger y Lamartine y al intentar la poesía filosófica; también hizo crítica literaria. Muchos de sus escritos se perdieron en un incendio que tuvo lugar en su casa. Su hijo Ernesto fue poeta de mayor inspiración. La historia de la literatura peruana no lo ha analizado como escritor.

El SIStEMa MétRIco DEcIMal.- La ley de 16 de diciembre de 1862 estableció en la República el sistema métrico decimal de pesos y medidas.

[ VI ] la REDuccIÓN EN El NÚMERo DE laS caSaS DE MoNEDa.- En 1831 ordenó una ley el establecimiento de casas de moneda en Arequipa y Trujillo en relación con las pastas que producían sus minerales. Una ley expedida en 1832 mandó erigir otra en Cerro de Pasco. Con las de Lima y el Cuzco que ya funcionaban desde antes, el Perú tuvo así nominalmente cinco casas de moneda. Para justificar esta proliferación se adujo que las barras aumentaban su precio al ser conducidas a la capital, por lo cual venía a ser más conveniente sellarlas en el mismo lugar de su producción o muy cerca de él. Sin embargo, los gastos en el personal y en las máquinas y en los otros artefactos necesarios para las casas resultaron, de hecho, más elevados que la economía en el transporte. Por otra parte llegó a probarse la facilidad para cometer fraudes en ellas y lo excesivo de su número en relación con la cantidad de dinero que se necesitaba acuñar en la República. No consta si la casa de Trujillo llegó a funcionar. Las de Arequipa y Cuzco fueron suprimidas primero. Cabe mencionar, en relación con la de Cerro de Pasco, los decretos de 17 de agosto de 1848, 2 de junio de 1855 y 9 de julio de 1857. Por el primero quedó prohibida la circulación de la moneda fabricada en dicho lugar con la ley de 8 dineros, sometiéndose a los jefes del establecimiento que la autorizaron a las penas designadas por las leyes. Según el segundo, ambas casas de Moneda, la de Lima y la de Cerro de Pasco, debían acuñar la moneda de plata con la ley de diez dineros veinte gramos y el peso de 480 gramos por cada peso duro o fuerte, a cuya proporción necesitaba arreglarse igualmente las subdivisiones de las piezas de moneda menor. El tercero declaró expedita la circulación de la moneda acuñada en Cerro de Pasco con la ley y peso señalados en el decreto anterior. El decreto de 29 de octubre de 1857 suprimió, a partir del año de 1858, la Casa de Moneda de la Quinua en Cerro de Pasco; y mandó que sus útiles y existencias fuesen remitidas con el correspondiente inventario a la de Lima. Al mismo tiempo, dio normas para proteger la estabilidad y los derechos de los empleados excedentes. No quedó, pues, a partir de entonces, más que la Casa de Moneda de Lima. Hubo en esta un notable adelanto después de haber sido aprobados durante la gestión del ministro Manuel Ortiz de Zevallos, por el decreto de 3 de julio de 1857, el plan y el presupuesto formados por el maquinista Jorge Rumbril. Dicho decreto dispuso que, sin perjuicio de colocarse la máquina con rueda hidráulica, se buscara la manera que pudiese trabajar por vapor; y que se estableciesen las oficinas de fundición con las mejoras y proporciones adecuadas. En cinco meses la Casa de Moneda de Lima quedó en condiciones de acuñar sin esfuerzo 50 mil pesos diarios en las diversas clases de moneda de plata.

la apaRIcIÓN DE loS BaNcoS.- Numerosos proyectos habían surgido para implantar bancos en el país. Uno de estos planes fue el del ministro de Hacienda Pedro Gálvez en 1862, inspirado en el Banco de Francia que él había tenido oportunidad de conocer como diplomático en ese país. En total llegaron a ser formulados seis proyectos entre 1829 y 1856 y ocho entre 1859 y 1862. Los ha mencionado Carlos Camprubí Alcázar en su importante libro sobre la historia de los bancos en el Perú. Muy general fue la creencia de que el establecimiento de ellos debía depender de una ley, pues considerábase indispensable la intervención directa o indirecta del Gobierno en esas entidades. Sin embargo, el esfuerzo particular de un grupo de ciudadanos logró abrir las instituciones bancarias, al amparo del silencio del Código de Comercio cuyos artículos nada decían sobre esta materia. La Providencia, Sociedad Anónima General del Perú, comenzó sus operaciones a partir de enero de 1863, con un capital de 500 mil pesos divididos en 10 mil acciones de 50 pesos cada una. Autor de la iniciativa para establecer este primer banco peruano y director-gerente de él fue el belga Francisco Watteau. Tuvo las características de banco de emisión, depósito y descuento. En su directorio figuraron el general José Miguel Medina y los señores Francisco Quirós, Francisco Rey, Manuel Amunátegui, José V. Oyague, Francisco José Canevaro, Enrique Higginson, Joaquín Soroa y Juan Farmer. Con fecha 23 de mayo de 1863 quedó constituido el Banco del Perú, para operaciones de descuento, préstamos, depósitos y emisión, con el capital de un millón de pesos, en acciones cubiertas en su totalidad por los fundadores. Fueron los señores Felipe Barreda y Aguilar, Nicolás Rodrigo, José Francisco Canevaro, Felipe S. Gordillo, José Sevilla, Manuel Pardo, Miceno Espantoso, Emilio Althaus, Pedro Denegri y la casa Tomás Lachambre y Cía. Las relaciones estrechas entre este banco y la compañía nacional consignataria del guano eran obvias por pertenecer a ella Ortiz de Villate Gordillo, Canevaro, Pardo y Barreda. En agosto de 1863 fundó el Banco de Londres, México y Sudamérica una sucursal en Lima. Siguieron el Banco de Crédito Hipotecario (1866) y el Banco de Lima (1869). El interés de los préstamos bancarios fue muy elevado, ya que alcanzó al 15% anual. El primer banco legalmente autorizado en Chile fue el "Banco de Valparaíso" (ley de 25 de junio de 1855), ocho años antes que en el Perú. Bajo la influencia de ideas dominantes en la época cuyo símbolo fueron las del francés J. G. Courcelle Senenil, contratado como profesor de economía política en Chile, el establecimiento y el funcionamiento de los bancos fue libre siguiendo el admirado ejemplo de los bancos escoceses. Vino la libre emisión de billetes a la vista y al portador, favorecida por la contracción económica que resultó por el desequilibrio en la balanza de pagos y la consiguiente exportación de la moneda. Pero, a la larga, esta situación condujo al billete de curso forzoso. Uno de los grandes males que azotaron al Perú en los años inmediatamente anteriores a la guerra con Chile y en la década posterior a ella, fue la transformación del papel moneda en moneda de papel, es decir en billete fiscal inconvertible.

LA PROvIDENCIA, SOCIEDAD ANÓNIMA GENERAL DEL PERú, COMENzÓ SUS OPERACIONES A PARTIR DE ENERO DE 1863, CON UN CAPITAL DE 500 MIL PESOS DIvIDIDOS EN 10 MIL ACCIONES DE 50 PESOS CADA UNA. AUTOR DE LA INICIATIvA PARA ESTAbLECER ESTE PRIMER bANCO PERUANO Y DIRECTORGERENTE DE éL fUE EL bELGA fRANCISCO WATTEAU.

[ CAPÍTULO 9 ] PERÍODO 2

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[ tomo 3 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 10 ● La de­ca­den­cia en la in­ dus­tria tex­til de la sie­rra I El man­te­ni­ mien­to de los gre­mios ● Al­gu­nos gre­ mios de Li­ma en 1850 ● El or­de­na­mien­to de los gre­mios en 1849 ● Los pro­ble­mas del gre­mio de pa­na­de­ros li­me­ños ● El gra­va­men a las ma­nu­fac­tu­ras eu­ro­peas ● La inú­til pro­tec­ción a los to­cu­yos na­cio­ na­les y el con­tra­ban­do de los ex­tran­je­ros ● II La fá­ bri­ca de hi­la­dos y te­ji­dos de al­ go­dón ● ¿El fra­ca­so de Ca­sa­no­va re­sul­tó de una cons­pi­ra­ción? ● En bus­ca de una ex­pli­ca­ción sen­ci­lla ●  El re­na­ci­mien­to de la in­dus­tria tex­til li­me­ña ● III Las ace­quias de Li­ma y su po­der hi­dráu­li­co ● La fá­bri­ ca de pa­ pel ●  Otros es­ta­ble­ci­mien­tos fa­bri­les ● La fun­di­ción de Be­lla­vis­ta ● La ●

in­tro­duc­ción de los fós­fo­ros ● Los sa­la­rios en Li­ma y fue­ra de Li­ma ha­cia 1849 ●  IV El con­tra­ban­do de mer­ca­de­rías ex­tran­je­ ras y los ar­te­sa­nos na­cio­na­les. La ley de 1849 ●  V El co­lap­so del pri­mer in­dus­tria­ lis­mo li­me­ño ●  La pri­me­ra or­ga­ni­za­ción pro­le­ta­ria ● Ar­te­sa­nos y co­mer­cian­tes al por me­nor, li­bre­rías ●  VI La abo­li­ción de los gre­mios ●  Ar­te­sa­nos y obre­ros en Li­ ma en 1860 ● VII La pro­tes­ta de los ar­te­ sa­nos con­tra la im­por­ta­ción de ar­te­fac­ tos en 1858 ● VIII Fran­cis­co Gar­men­dia, un épi­co via­je de Is­lay a Quis­pi­can­chis. An­to­nia Na­dal de Gar­men­dia y la fá­bri­ca de te­ji­dos de Lu­cre ● La fá­bri­ca de Ur­cos ● IX El re­gla­men­to de co­mer­cio de 1852 y al­gu­nos do­cu­men­tos co­ne­xos.

LAS INDUSTRIAS, EL COMERCIO, LA AGRICULTURA, LA ESCLAVITUD, LA MINERÍA, LAS INMIGRACIONES, LA MONEDA, LOS BANCOS (1845-1864)

10 [ ]

CAPÍTULO

L

a DEcaDENcIa EN la INDuStRIa tEXtIl DE la SIERRa.- Estudios recientes aclaran el fenómeno de la decadencia en la industria textil serrana, muy vigorosa en la época colonial. Se mencionará aquí el caso de la antigua capital de los incas, tratado por José Tamayo Herrera en su valioso libro Historia social del Cuzco republicano (Lima, 1978). Los obrajes elaboraban tradicionalmente paños burdos y finos. Había obrajes de comunidad, abiertos, privados, de la Corona y mixtos. Laboraban allí yanacones, maquipuras y otros trabajadores que cumplían castigos. Los productos se exportaban al Alto Perú y al Río de La Plata y a la costa del Perú, gracias al arrieraje. De los chorrillos salían bayetas y jergas de calidad inferior usadas por una parte de los indígenas y también por negros y mestizos. La introducción de los efectos extranjeros trajo la ruina de los artesanos textiles del Cuzco y de sus empresas, verdaderos centros de actividad industrial. Un testimonio patético de lo que entonces sucedió hállase en la novela El Padre Horán de Narciso Aréstegui, cuya acción transcurre en la época de la Confederación Perú-boliviana. Uno de los personajes de esta obra, Calixto, afirma con expresiones que Tamayo Herrera transcribe: "Muy bien nos iba al principio de nuestro matrimonio. Tejía tocuyos. Allí están los telares que solo sirven para que sobre ellos duerman las gallinas. Cuando yo tejía en aquellos telarillos, la vara de tocuyo valía cuando más barata, dos reales y medio. Ahora hay abundancia de tocuyo inglés a real y cuartillo. Apenas podía sacar el costo de los materiales. Ahora tejo frazadas y, sin embargo, ya han empezado a enviarnos esos extranjeros que Dios confunda, frazadas de diversas clases. Dios quiera que no nos suceda lo del tocuyo. Entonces ¡pobres de nosotros!... Protección, protección... ¿No se podría alentar la industria de tocuyos del Cuzco prohibiendo la entrada de los tocuyos amarillentos de los extranjeros?". Los tejidos que provenían de la importación extranjera ingresaron por el puerto de Islay, como lo ha probado Alberto Flores Galindo en el estudio sobre Arequipa y el Sur Andino, siglos XVIII-XX (Lima, 1977); y, a través de Arequipa, llegaron al Cuzco y otros lugares de la sierra del sur, con lo cual se perjudicaron los comerciantes de la ciudad Imperial, "satélites" de los comerciantes de la costa y particularmente de Arequipa.

[I] El MaNtENIMIENto DE loS GREMIoS.- El cielo opalino de la capital no se ensució hasta principios del presente siglo con el humo de las fábricas. Hasta muy avanzada la República subsistió el régimen de los gremios que, históricamente, originara el encarecimiento de la mano de obra por la falta de competencia, la disminución de productos, el contrabando por parte de quienes no podían trabajar en público; así como el monopolio, la falta de estímulos, la situación desesperada para el indigente sin dinero para obtener el título. Pretendiose, sin embargo, conciliar los gremios con la libertad de industria para amparar la buena fe y la eficiencia de los individuos en ellos comprendidos; e igualmente para establecer el aprendizaje de las diversas artes y ramos de la industria mecánica. (Decreto de 29 de julio de 1840). Sobre los gremios se pagó

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 10 ]

primero la contribución industrial y luego la contribución de patentes. Según su nomenclatura, se organizó la guardia nacional, institución predilecta de los liberales.

NaRcISo aRéStEGuI (1820-1869)

alGuNoS GREMIoS DE lIMa EN 1850.- La matrícula de patentes en el Archivo Histórico de Hacienda señala los gremios existentes en Lima en dicho año y en 1851. Entre ellos estuvieron los siguientes: almaceneros, arrieros, alfareros, alquiladores de caballos, angarilleros, aguadores subdivididos por los sectores de la Plaza Mayor, de San Bartolomé, de San Lázaro, de San Juan de Dios y de San Marcelo; acerradores, balancineros, bodegueros, cajoneros de mercería, cajoneros de víveres, cocheros de postas, carniceros, carpinteros, curtidores, carroceros, cajoneros de Ribera y de cuero y suelas, capacheros, cigarreros, cajoneros de tintes y sedas, carreteros, a su vez divididos en nacionales y extranjeros, cargadores de a borrico y de a pie, coheteros, cajoneros de fierro viejo, dulceros, destiladores de licores, enrejadores, fundidores y cobreros, fundistas, fideleros, fresqueros, fabricantes de jabón, herreros, litógrafos y encuadernadores, mazamorreros, mantequeros, modistos, molineros, hojalateros, músicos, picanteros, panaderos, pasteleros, pulperos, pintores, petateros, plateros, peluqueros, revendedores de zapatos, repartidores de ropa, relojeros, sombrereros, silleteros, sastres por mayor y por menor (específicamente divididos), tintoreros, talabarteros, tenderos de loza y otros, toneleros, tapiceros y colchoneros, tendejoneros de ropa, vidrieros, veleros, impresores, zapateros, zurradores. (Archivo Histórico de Hacienda, Libro de Matrícula 1850, N° 0403). La matrícula de patentes trata separadamente de los subastadores del ramo de nieve, de chichas y huarapes; de la plaza del mercado; de la plaza del Baratillo; de la sisa de cerdo, del serenazgo, de la sisa de carne, de suertes, del mojonazgo, y de la policía. La acotación de las patentes hacíase de acuerdo con el reglamento e incluía a sectores tan diversos como las casas consignatarias. La imagen que ofrece esta lista es la del trabajo que, no obstante su anacronismo, resulta diferenciado y, a la vez organizado; con mayor significación individual en el oficio o la labor que la masificación y la proletarización del industrialismo.

El oRDENaMIENto DE loS GREMIoS EN 1849.- Una ley, al facultar al Ejecutivo para reformar el capítulo del Reglamento de Comercio concerniente a los derechos de importación, lo autorizó también a constituir los gremios prohibiendo a todos negociar artículos de contrabando (24 de diciembre de 1849). El artículo 2° de esta ley, destinada a favorecer a la industria nacional, expresaba lo siguiente: "Dispondrá el Ejecutivo que los prefectos y gobernadores litorales reúnan a los individuos de cada uno de los gremios que existan en las poblaciones de su mando, a fin de que elijan los individuos en quienes tengan mayor confianza para que se encarguen de formarles el estatuto o reglamento de su gremio teniendo por bases la prohibición de comprar artículo alguno de contrabando; los premios y castigos a que se sujetarán los denunciantes y los compradores u ocultadores; y las penas que deberán sufrir los artesanos que falten a los contratos que se estipulen con los particulares". "Esta medida (dice García Calderón en el Diccionario de la legislación peruana), destinada a establecer la inquisición de la industria, empezó a cumplirse en algunos departamentos y no pudo llevarse a cabo por las muchas dificultades que se le opusieron; y porque era contraria a la libertad de industria reconocida en todas nuestras Constituciones".

El autor de la novela El padre Horán o Escenas de la vida en cuzco (1848) fue también un reconocido militar. participó en 1853 en el conflicto contra Bolivia, donde alcanzó el grado de sargento mayor; secundó en arequipa la revuelta encabezada por castilla en 1854; y participó en la batalla de la palma contra Echenique, entre otras acciones. Entre sus obras se encuentran El ángel salvador (1872) y Faustina. Se le atribuyen también las obras la venganza de un marido y El abogado, ambas perdidas.

loS pRoBlEMaS DEl GREMIo DE paNaDERoS lIMEñoS.- Uno de los gremios más poderosos fue el de los abastecedores de pan en Lima. Las cuestiones promovidas alrededor de él (que una distinguida estudiante de la Universidad Católica quiso estudiar y no pudo, ya que se le dijo que era "un tema inocente") dieron lugar a conflictos que suscitaron la atención pública en

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LA CURIOSIDAD PúbLICA ANTE LA EMPRESA fUE TAN GRANDE qUE EL PERMISO PARA vISITARLA qUEDÓ LIMITADO A LOS DíAS jUEvES Y CON bOLETO DE ADMISIÓN. EN MAYO DE 1849 TRAbAjAbAN ALLí 82 MUjERES, 50 MUChAChOS Y 20 hOMbRES ENTRE MAESTROS, OfICIALES Y APRENDICES. ESTE NúMERO TOTAL LLEGÓ A 160.

diversas épocas como en febrero de 1832, enero de 1836, agosto de 1836, setiembre de 1838. En marzo de 1839 se aprobó el reglamento propuesto por este gremio, a cambio del pago en dinero que se obligó a hacer a la Beneficencia. La situación así creada se mantuvo hasta que el presidente Menéndez la anuló el 21 de octubre de 1844. La suprema resolución de 16 de noviembre de 1846, en nombre de la libertad de trabajo, industria y comercio, volvió a declarar sin lugar la reglamentación de los abastecedores de pan. Con los mismos fundamentos, aunque más razonadamente, ratificó la misma actitud la de 4 de junio de 1847 cuando los panaderos ofrecieron, a cambio de la aprobación de su proyecto, pagar el enlosado de las calles de Lima. En enero de 1849 prometió el mismo gremio dar una cantidad para la construcción de la nueva plaza del mercado si se apoyaba su reglamento que imponía condiciones gravosas a los que querían abrir panaderías, señalaba los días para proveer de pan a los consumidores y los obligaba a surtirse de este artículo alimenticio en ciertas y determinadas casas de abastos. La resolución de 27 de enero de 1849 declaró sin lugar la propuesta y mandó llevar a efecto la orden expedida el 4 de junio de 1847. El problema del pan no es históricamente "inocente". Relaciónase con la alimentación popular, el costo de vida, el comercio con Chile, el funcionamiento de una industria esencialmente popular.

El GRaVaMEN a laS MaNuFactuRaS EuRopEaS.- En la citada ley de 24 de diciembre de 1849, los artículos manufacturados en el extranjero fueron gravados con el 90% y otras altas gabelas. Ella fue derogada por la ley de 13 de octubre de 1851.

la INÚtIl pRotEccIÓN a loS tocuYoS NacIoNalES Y El coNtRaBaNDo DE loS EXtRaNJERoS.- En el Congreso de 1858 el diputado Eugenio Sosa, al comentar la crisis que sufrían entonces los gremios nacionales, la encontró en "la supresión de las tarifas que regían en 1850", o sea las de la ley de 1849. La introducción de los tejidos cosidos de algodón llamados tocuyos pagaba hasta 1848 el derecho del 25%. Con la ley de 1849, abonó el 40%. José Silva Santisteban, en su folleto de 1859 sobre los sucesos ocurridos en Lima y Callao en 1858 con motivo de la importación de artefactos, comentó de la siguiente manera la situación existente en 1850: "Por vía de protección a nuestra fábrica de tocuyos, habíase gravado a los extranjeros con fuertes derechos; y sabido es que el mercado se inundó de tocuyo extranjero, el cual se vendía a más bajo precio que el nacional y aun de lo que se expende ahora mismo. ¿Cómo explicar tan sorprendente fenómeno? Por la facilidad del contrabando. Es fama que por el propio puerto del Callao se introdujeron cargamentos enteros, por complicidad o negligencia de algunos empleados".

[ II ] la FáBRIca DE HIlaDoS Y tEJIDoS DE alGoDÓN.- Una sociedad integrada por la viuda de Santiago e hijo, Carlos de Cagigao y Juan Norberto Casanova obtuvo condicionalmente un edificio cercano a la Alameda de los Descalzos perteneciente a don Manuel Amat e inició en 1846 estudios acerca de la factibilidad de establecer aquella empresa en Lima. Este último empresario fue enviado en setiembre del año mencionado para hacer las observaciones respectivas en Estados Unidos y obtener los datos necesarios para comparalos con los que se habían ya obtenido aquí. La investigación se efectuó a través de un minucioso recorrido que demoró dos meses por las empresas de los principales estados manufactureros que llegó a la obtención de datos específicos. En enero de 1847, Casanova principió a hacer contratas para la fabricación de la maquinaria con cien telares y demás útiles accesorios a ella, dentro de algunas rectificaciones del plan inicial de acuerdo con la experiencia obtenida. Por el cabo de Hornos remitió tres buques cargados con

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PERÍODO 2

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los productos de sus compras que incluyeron materiales de construcción para el edificio. También viajaron cuatro maestros manufactureros. En julio regresó Casanova a Lima. Vinieron los arreglos en el edificio que pudo ser empapelado y pintado al óleo en su interior y reconstruido en su totalidad. Llegaron a colocarse en el primer piso dos ruedas hidráulicas de hierro con 18 pies de alto y 15 de ancho y un peso total de más de 1.400 quintales. Descansaban ellas sobre grandes muros de piedras graníticas extraídas a fuerza de pólvora del cerro San Cristóbal. Hubo espacio, además, para una maestranza o taller, así como para las máquinas de urdir y acolchar el algodón. Estaban en el segundo piso 24 cardas y 21 tornos o hilanderas continuas en las que había 2.904 husos. Podían verse en el tercer piso las máquinas de devanar, urdir y aderezar los hilos para los tejidos y 100 telares para fabricar géneros finos y ordinarios. Cuando la fábrica trabajaba los vecinos quejábanse por los ruidos "espantosos". La organización de ella seguía normas tomadas de Estados Unidos. Casanova se jactó de pagar salarios crecidos no acostumbrados en el país y defendió los beneficios que esta política generosa implicaba. Por medio de reglamentos especiales quedó señalado un sistema de disciplina rigurosa y de capacitación, así como un orden de premios que se debía distribuir a los obreros que aventajasen a los demás en sus trabajos. Estos premios iban ascendiendo desde el término medio hasta el máximo de producción. Quedó establecido, por otra parte, un banco de socorros mutuos. Contribuía a él cada obrero con medio real por semana y el fondo era colocado a interés y estaba destinado exclusivamente a los casos desgraciados que ocurriesen dentro del personal de la fábrica y a los miembros de sus familias en suma necesidad. Otro banco reunía las economías de los jornaleros y acrecentaba su monto. En la sala de la casa principal anexa a la fábrica se instaló una capilla u oratorio destinado a Nuestra Señora del Carmen para decir misa a los obreros y demás empleados del establecimiento los días de precepto por un capellán contratado al efecto. Un cuerpo de vigilancia tuvo bajo su responsabilidad el cuidado nocturno del establecimiento, con armas, faroles de mano encendidos y campanas. Además había una bomba de incendio con el objeto de prevenir o contener incendios y suministrar el agua necesaria. Mediante un aparato especial de elaborar gas hidrógeno con sustancias gaseosas u oleosas, se iluminaban los distintos depar tamentos de fabricación. La curiosidad pública ante la empresa fue tan grande que el permiso para visitarla quedó limitado a los días jueves y con boleto de admisión. En mayo de 1849 trabajaban allí 82 mujeres, 50 muchachos y 20 hombres entre maestros, oficiales y aprendices. Este número total llegó a 160. Por resolución de 5 de setiembre de 1848 cuyo texto, en cinco párrafos de la sección considerativa, elogió a la fábrica de hilados y tejidos de algodón, el Gobierno expidió una patente de privilegio exclusivo dentro de quince años en toda la República con excepción de Ica, solicitada por los dirigentes de ella; pero los obligó a admitir en sus establecimientos a los jóvenes que el Estado designara con la finalidad de hacer el aprendizaje en los trabajos. El 30 de octubre de 1848 la primera pieza de tocuyo tejida en la fábrica llegó a ser presentada al presidente Castilla, amarrada con dos cintas de seda que llevaban los colores nacionales, fabricadas por el establecimiento limeño de Sarretea y envuelta en papel también nacional elaborado en la fábrica de Villota y Amunátegui. Castilla dispuso, con fecha 7 de noviembre, que fuese depositada en el Museo Nacional. Sin embargo, en 1852 la fábrica de hilados y tejidos de algodón cerró por la competencia de los tocuyos extranjeros y por la diferencia en el precio del algodón y en los jornales entre Lima y las ciudades industriales.

El pRoBlEMa DE loS paNaDERoS

En lima, el gremio de panaderos era uno de los mejor organizados y más poderosos. Durante la década de 1830 sus miembros participaron de numerosas protestas e incidentes que concluyeron en 1839 con la publicación de su reglamento interno. Dicho documento, sin embargo, fue derogado en 1844 por el presidente Manuel Menéndez. aquí vemos la representación de un panadero hecha por el francés a. a. Bonnaffé, en 1856.

¿El FRacaSo DE caSaNoVa RESultÓ DE uNa coNSpIRacIÓN?.- Un investigador de tanta solvencia intelectual como Pablo Macera afirma en el prólogo a la meritoria reedición del folleto de Casanova por él efectuada en 1972, que el fracaso de este industrial no representó sino

[ CAPÍTULO 10 ] PERÍODO 2

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la FuERZa DE laS aGuaS

En el siglo XIX, las aguas del río Rímac eran canalizadas y utilizadas por los vecinos de lima como energía hidráulica. El pago, llamado |"prorrata", cubría la canalización del río hasta su lugar de uso y variaba según el volumen de agua utilizado. los principales consumidores de este servicio no eran las viviendas particulares, sino las fábricas cercanas de papel y tejidos, así como los molinos de trigo. El río Rímac se convirtió en el eje de este servicio. aquí, vemos un dibujo a lápiz de Juan Mauricio Rugendas, que nos muestra el flujo de sus aguas en 1842.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 10 ]

una muestra de la dominación de los países manufactureros, especialmente Inglaterra, y de la dependencia que ante ella tenían los países-campo", entre los que estaban los hispanoamericanos, fracciones minoritarias en las operaciones mundiales de los mercados de los artículos de consumo producidos en las fábricas europeas, en particular de carácter textil y algodonero. Ello estuvo acompañado en el Perú por una sobreespecialización y un desarrollo hipertrofiado de los sectores de exportación tradicional. Así quedó ahogada una posible modernización del sector manufacturero interno; y vinieron su estancamiento e involución haciéndolo retroceder, afirma Macera, a niveles más bajos de los alcanzados a fines del coloniaje español o reemplazándolo, más expeditivamente, por un vacío empresarial interno. El dominante sector agro-minero no quiso (continúa este historiador) ir a la disminución de los recursos laborales y a una elevación de precios y salarios en beneficio de la mano de obra en gran parte esclava o servil que un posible desarrollo industrial interno hubiese traído consigo; y prefirió, de hecho, el camino más rápido y seguro de favorecer la entrega del mercado nacional al productor extranjero de manufacturas. De otro lado, agrega, la sustitución parcial y progresiva de ellas hería los hábitos de consumo de las poblaciones urbanas de altos ingresos que constituían la clientela política inmediata del Estado y se orientaban hacia un esnobismo de imitación a las élites europeas. Los grupos de presión más eficaces vinculados al comercio exterior eran los exportadores agro-mineros y los comerciantes importadores. Además, las rentas de aduanas ocupaban desmesurada importancia dentro de los ingresos fiscales.

EN BuSca DE uNa EXplIcacIÓN SENcIlla.- Implica un deber la actitud de tomar en cuenta lo que escribe Macera porque lo hace libre e independientemente y porque dice con brillo singular, muchas veces la pura verdad. Sin embargo, hoy más que nunca, urge revisar las teorías "conspiratorias" del acontecer histórico, o sea las que acusan a grupos o personas determinadas de funestos planes. Los sistemas absolutos llevan a representar a los hechos íntegros, como resultados de primeras causas ligadas por la cadena del determinismo y terminan así en una posición de absolutismo. Si Casanova y su temeraria empresa fracasaron porque de inmediato hubo una aviesa conspiración de las grandes fuerzas decisivas en la vida política, social y económica del Perú para evitar una alternativa industrialista, ¿cómo se explica el decreto firmado por Castilla y su ministro Manuel del Río el 5 de setiembre de 1848 entregándole todos los privilegios que solicitó? ¿Por qué censuró duramente Toribio Pacheco en su disertación sobre los instrumentos que concurren a la formación de la riqueza, el proteccionismo de la industria textil? ¿No es dable buscar razones más sencillas a lo que entonces se produjo no obstante los muchos buenos deseos de gente de arriba y de abajo? En primer lugar, Macera señala acertadamente el utopismo de muchas de las ideas cardinales formuladas por Casanova en 1849. Alude al tradicionalismo y las limitaciones en la agricultura del algodón, superados más tarde; a la exageración de este empresario cuando confió en la vastedad de la fuerza motriz del Rímac en aquella época; a su ceguera ante la no existencia de trabajadores calificados; a su incapacidad para descubrir que las innovaciones intentadas en la fábrica de tejidos necesitaban muy altos márgenes de beneficio. Habría que agregar la carencia de un vasto mercado nacional. De otro lado, sin maquinaciones de nadie, como resultado espontáneo de circunstancias generales en el primer siglo XIX donde el afán de adquirir y acrecentar la propiedad privada estaba generalizado en el mundo, cuando imperaba la llamada "Pax Britannica", fruto del desarrollo industrial, tecnológico y mercantil de Inglaterra y cuando los países hispanoamericanos vivían históricamente muy atrás en la carrera del mundo moderno y no contaban con grandes

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El río RÍmac. Desde la fundación de la ciudad de Lima, el río que le dio nombre fue parte de su vida cotidiana. Una de sus principales funciones fue la de proveer agua a la capital, que creció alrededor de él, como observamos en estas vistas de Lima (1), publicada en la revista Cielo Abierto, y en este detalle de un dibujo del alemán Juan Mauricio Rugendas, de diciembre de 1842. Con el correr de los años, el Rímac se convirtió en el motor de las industrias que utilizaban la energía hidraúlica. También delimitó ciertos sectores de la ciudad, como Barrios Altos y Extramuros, tal como vemos en la foto de 1864 de Eugenio Courret (3).

[ capítulo 10 ] período 2

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DESDE EL 27 DE jUNIO DE 1848, EL COMERCIO SE IMPRIMIÓ EN EL PAPEL qUE fUE CONOCIDO COMO ‘EL DE vILLOTA’. LA INSTALACIÓN SE AMPLIÓ CON LA fINALIDAD DE USAR MÁqUINAS A vAPOR. PARA ObTENER EL vOLUMEN DE AGUA NECESARIO SE ExCAvÓ UN CANAL DE UNOS 400 METROS DE LONGITUD Y DE GRAN PENDIENTE. COMO MATERIA PRIMA LA fÁbRICA UTILIzÓ TRAPOS USADOS.

capitales, ¿no era inevitable tarde o temprano, la búsqueda minera? En el esnobismo de imitar, a veces ridículamente a las grandes élites europeas, ¿no había una actitud colonial que es preciso denunciar aunque resulta psicológicamente explicable en quienes creíanse provincianos al lado de la metrópoli; fenómeno, éste mundial? Del dictador Francia cuya mano férrea gobernó durante tantos años Paraguay y cuéntase que, como tantos caudillos y caudillejos hispanoamericanos, admiraba a Napoleón; que la suerte lo llevó a ver el grabado de un caricaturista inglés con el Emperador dentro de un estrafalario traje; y que, persuadido de tener ante sí una imagen auténtica, se mandó hacer un vestido igual. ¿Cabe una explicación económica o una psicológica ante esta anécdota tan representativa?

El RENacIMIENto DE la INDuStRIa tEXtIl lIMEña.- En 1856 la fábrica de tejidos fue reabierta por Carlos López Aldana. El ensueño de Casanova no quedó, pues, totalmente deshecho. Trasladada a Vitarte, llega hasta nuestra época. De tan valioso episodio de la no escrita historia de la industria en el Perú se ocuparán someramente otras páginas de este mismo libro.

[ III ] laS acEQuIaS DE lIMa Y Su poDER HIDRáulIco.- Los usuarios de la energía hidráulica de Lima pagaban un arrendamiento llamado "prorrata", ya que los canales o acequias sacados del río Rímac hacíanse y se sostenían a expensas de los arrendatarios y consumidores de las inmediaciones. Dicha prorrata se relacionaba con el volumen usado por cada individuo para diferentes objetivos y su valor no pasaba de lo muy exiguo. El canal o acequia de Piedra Liza proveía de agua a la fábrica de tejidos de Lima, a la de papel, a los molinos de trigo, a las curtiembres y a las huertas que encontraba en su curso. Después de recibir su caudal al pie del cerro San Cristóbal, abastecía el arrabal de San Lázaro del Puente para el aseo de sus calles y otras finalidades edilicias, tenía el derecho a la cuarta parte del agua que traía el río en las distintas estaciones del año, es decir, a más o menos 300 pies cúbicos en la de seca o de mayor escasez con un exceso de 3 tantos más en la de abundancia. Otras acequias corrían por dentro de la misma ciudad de Lima, una era el canal o acequia del valle de Huatica que entraba cerca de la portada del Martinete por debajo de la muralla y salía casi en dirección nortesur. por debajo de la muralla cercana a la portada de Santa Catalina. Además, cabe mencionar las de la Magdalena, Legua y Maranga. La de estos últimos nombres tenía su origen más abajo del Puente por detrás de Santo Domingo; pasaba por Santa Rosa de los Padres y por Monserrate y salía fuera de murallas para regar las chacras inmediatas al Callao y las del pueblo de Magdalena.

la FáBRIca DE papEl.- Bajo el amparo de privilegios otorgados por decretos de 25 de agosto y 3 de setiembre de 1846 (El Peruano, tomo XVI, Nos. 20 y 28) se instaló la fábrica de papel de la que eran propietarios los editores del diario El Comercio Alejandro Villota y Manuel Amunátegui. Para ella importaron de Estados Unidos la maquinaria que giraba por una rueda hidráulica. Funcionó en la casa llamada "Molino de Deza" cerca de la portada de Guía en el barrio de Abajo el Puente. La primera muestra de la producción fue enviada al Museo Nacional. Desde el 27 de junio de 1848, El Comercio se imprimió en el papel que fue conocido como "el de Villota". La instalación se amplió con la finalidad de usar máquinas a vapor. Para obtener el volumen de agua necesario se excavó un canal de unos 400 metros de longitud y de gran pendiente. Como materia prima la fábrica utilizó trapos usados. Además de producir papel que servía en la impresión de diarios, logró llevar al mercado otro de envolver conocido con el nombre de "estraza", áspero al tacto, basto y de color marrón claro.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 10 ]

otRoS EStaBlEcIMIENtoS FaBRIlES.- Una fábrica de cristales planeada por José y Francisco Bossio debió establecerse en el Callao bajo el amparo de una resolución gubernativa de octubre de 1846 que les otorgó un privilegio por nueve años y les entregó un terreno fiscal junto con otras concesiones. El depósito-almacén estaba en la calle Polvos Azules, según anota José Gálvez en Nuestra pequeña historia. Contra lo que algunos afirman, esta industria llegó a hacerse realidad. Ya en 1848 se trasladó al Callao la fábrica de cristales que existía en Lima; desde 1841 sus propietarios fueron Jorge Moreto; y luego, Brondi, Bossio y Cía. La inauguración oficial se efectuó el 8 de octubre de 1841. De los primeros hilos de seda obtenidos tejiéronse una banda para el presidente de la República y unos guantes para el arzobispo Luna Pizarro. Juan José Sarratea obtuvo la contrata para importar gusanos de seda para la industria de tejidos de esa clase. El decreto supremo de 9 de agosto de 1845 señaló las obligaciones de Sarratea con el Estado, entre las cuales estaban la remisión de árboles y plantas de morera a cada departamento. Maquinarias a vapor llegaron a ser importadas para hilar y torcer la seda. Ya iniciados los trabajos, Sarratea traspasó en 1849 su concesión al presbítero José Francisco Navarrete, de tan meritoria labor en el campo educativo de su época. De 1848 dató igualmente la fábrica de velas y blanqueo de cera de Lariosa y Torcello.

la FuNDIcIÓN DE BEllaVISta.- Sobre dicho establecimiento que dirigía José Bombleck (¿Bromberg?) se trata en otro capítulo. Aquí es útil mencionar tan solo que no estuvo relacionado exclusivamente con los institutos armados. El Comercio, del 14 de mayo de 1847, informa que fundió una máquina para desaguar minas, lista para ser enviada a Castrovirreyna. la INtRoDuccIÓN DE loS FÓSFoRoS.- A Nuestra pequeña historia de José Gálvez debemos también la noticia de que el año de 1848 fue el de la introducción de los fósforos en Lima. Ella se basa en un comunicado del N° 2787 de El Comercio que añora el tiempo en que los caballeros sacaban "sus mecheros de oro" a veces guarnecidos de diamantes luciendo una mecha de filigrana que perfumaba el ambiente; y alude a la transición de hoy "en que solo existe el pobrísimo fósforo" que asusta al prenderse, chispea a riesgo de incendiar el vestido de una vecina y deja por resultado una mecha o un palillo que no se sabe dónde tirarlo para que no ensucie o queme". Doce cajas de fósforos valían entonces solo medio real. No hay informaciones sobre la fabricación de fósforos en Lima en esta época.

[ 1845 noVIembre 24 ] El BooM DE laS MoRERaS. la producción de seda en el perú empezó a promocionarse en 1845. El comercio, en su edición del 24 de noviembre, publicó lo siguiente: "Hay gran interés de producir seda en el perú. con este propósito se han impartido instrucciones muy precisas sobre la forma de cultivar la morera. Hacen falta para ellos 2 fanegadas de tierra o 16 topos, lo más cercanos que se pueda a la población. Se advierte que la morera es una planta muy fuerte y no requiere mayor riego. como se sabe las hojas de la morera son el alimento de los gusanos de seda".

loS SalaRIoS EN lIMa Y FuERa DE lIMa HacIa 1849.- Casanova alude en su folleto ya citado a los jornales de los trabajadores en 1849. Dice que para el residente capitalino los alimentos y las viviendas eran más caros en comparación con otros lugares de la costa. Agrega que un trabajador de la clase jornalera necesitaba, por lo menos, 5 reales diarios para mantenerse, vestirse y pagar casa destinada a él y dos personas de familia, a cuyo sostenimiento concurría la mujer y alguno de los hijos cuando excedía dicho número. Los salarios ascendían de 5 a 6 reales por día trabajando desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde; y a 8 reales cuando la labor era de sol a sol deduciendo media hora para almorzar en ambos casos. Notoria diferencia con los salarios en otras partes de la costa y en el interior, ya que allí ganaban los obreros 2, 3 o 4 reales a lo más. Los jornales de mujeres y muchachos no excedían de 3 a 4 reales en la capital. Obsérvese que en la fábrica de Casanova el número de éstos era mucho mayor que el de los hombres. Se constata así la existencia de una honda diferenciación social.

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El auge de Islay. En este óleo de Juan Mauricio Rugendas, que data de 1843, podemos observar la escasa infraestructura con que contaba en aquel entonces el puerto arequipeño. Unos años después, en 1852, Islay se convirtió en un puerto de gran movimiento comercial, gracias a la prosperidad que atrajo la venta del guano.

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período 2

[ capítulo 10 ]

[ IV ] El coNtRaBaNDo DE MERcaDERíaS EXtRaNJERaS Y loS aRtESaNoS NacIoNalES. la lEY DE 1849.- El contrabando de artículos manufacturados en el extranjero, gran

GuSaNoS DE SEDa

parte de ellos semejantes a los producidos en el país, fue exponente de una realidad inexorable que dañó a los artesanos nacionales. Inútiles leyes trataron de obstaculizarlo. Así, la de 24 de diciembre de 1849 fijó para aquellas especies un derecho específico equivalente a las nueve décimas partes del precio en que se vendían los fabricados en el país; ordenó también que los prefectos y gobernadores litorales reuniesen a los individuos de cada uno de los gremios existentes en las poblaciones de su mando a fin de que eligieran los individuos de mayor confianza para ellos con el fin de encargarles la formulación de un reglamento o estatuto cuyas bases serían la prohibición para cada una de dichas entidades de comprar artículo alguno de contrabando. Quedaron señalados los premios o castigos a los denunciantes, los compradores y los ocultadores, así como las penas impuestas a los artesanos que faltasen a los contratos celebrados entre ellos y los particulares. Medidas como esta y otras no dieron resultados prácticos.

[V] El colapSo DEl pRIMER INDuStRIalISMo lIMEño.- Manuel Atanasio Fuentes, en su Guía del viajero en Lima, editada en 1860, dedicó unas páginas a los establecimientos industriales. Tan solo mencionó la fábrica del papel que era utilizado para la impresión del diario El Comercio. Dijo que elaboraba 10 varas de papel de 64 pulgadas de ancho por minuto. Consumía al día 2.800 libras de pulpa. Un párrafo dedicó a la fábrica de seda situada en la calle de la Botica de San Pedro y fundada por José Francisco Navarrete. "A consecuencia de su fallecimiento (dijo) han cesado los trabajos". El contrato para el uso del local fue rescindido en febrero de 1860 por la paralización de la industria. La fábrica de tejidos de López Aldana fue omitida por su escasa importancia en aquel momento. En Lima, apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres, editada en París en 1866 con datos en la obra anterior así como de Estadística de Lima, el testimonio de M. A. Fuentes lleva en sí un contenido patético. "La mano de obra es demasiado cara en Lima, escribió (y ello resulta muy discutible) y tal es la causa esencial del poco desarrollo que en esa capital ha alcanzado la industria fabril y manufacturera. Ensayos hechos por especuladores atrevidos han venido a demostrar, con lamentables resultados, que era imposible que ciertos efectos manufacturados en el país sostuviesen con ventaja la competencia con los de igual clase importados del extranjero. Una fábrica de cristalería, otra de tejidos de seda, otra de tejidos de hilo han podido a duras penas sostenerse por corto tiempo". Y en estas últimas palabras repitió una verdad obvia.

la pRIMERa oRGaNIZacIÓN pRolEtaRIa.- En un nivel distinto de la fallecida industria fabril y manufacturera, destacó Fuentes los grandes progresos obtenidos por la de la imprenta. La mejor del Perú fue durante mucho tiempo la de José Masías e hijo establecida en 1817. Sin embargo, desde 1839 le empezó a hacer competencia la de El Comercio, mejor provista. La modernización técnica se inició con la del diario El Heraldo; pero desde 1860 con la de el Mercurio pudo afirmarse que gracias a la riqueza y abundancia de sus materiales y por el arreglo de sus oficinas era la mejor de toda América del Sur. Además de las ya citadas, Fuentes registra en su Guía de viajeros de 1859 los talleres de imprenta que se menciona a continuación: la del Estado (ubicado en el Palacio de Gobierno), las de Aurelio Alfaro y Cía., Adolfo A. P. Haller; y como de menor importancia, la del médico Manuel N. Corpancho y la de José Silva Santisteban.

En la década de 1840, Juan José Sarratea empezó a importar gusanos al perú, con el objetivo de establecer una fábrica de tejidos de seda. los capullos que dejan los gusanos son tratados al vapor para separar las fibras, y de allí se tuercen para formar el hilo, llamado seda cruda. asimismo, se importó una gran cantidad de plantas de mora, ya que las hojas de este árbol son el principal alimento de los gusanos. Siglos atrás los gusanos de seda se criaron en el asia y luego en Europa, donde se estudiaron los procesos para obtener seda de mejor calidad. la ilustración que vemos pertenece al libro de thomas Moffat de 1599.

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El NEGocIo DE laS VElaS

La imprenta de A. P. Haller publicaba quincenalmente una gaceta en alemán, el único órgano en idioma extranjero entonces editado en Lima. El desarrollo de esta industria dio lugar a la primera organización proletaria: la Sociedad Tipográfica de Auxilios Mutuos, integrada por operarios que se asociaron para formar con sus erogaciones un fondo destinado al socorro de los que por enfermedades u otras causas quedaron inhabilitados temporal o perpetuamente para el trabajo. Los miembros debían ser necesariamente impresores; pagaban al fundarse este organismo 2 pesos para inscribirse y debían subvenir con 2 reales semanales. En recompensa, el socio enfermo recibía una suma diaria y en el caso de fallecimiento la familia no pagaba el entierro. La Sociedad Tipográfica de Auxilios Mutuos quedó instalada el 15 de abril de 1855.

aRtESaNoS Y coMERcIaNtES al poR MENoR, lIBRERíaS.- La falta de una conciencia El sector industrial en la lima del siglo XIX estaba formado por pequeñas empresas compuestas por artesanos y obreros. Entre ellos se encontraban, por ejemplo, los fabricantes de velas o veleros. Estos, según los libros Guía del viajero en lima y Estadística de lima de Manuel atanasio Fuentes (1860), eran 24 y estaban agrupados en 8 fábricas. cuenta Ricardo palma que ellos mismos se encargaban de ofrecer sus productos a los vecinos de la ciudad, todos los días a las seis de la tarde. aquí, un velero de a. a. Bonnaffé, de 1855

de clase en aquella época llevó a Fuentes a mencionar a este primer intento de organización proletaria mutualista entre las "asociaciones benéficas". El mismo autor dedicó un capítulo a los "profesores de ciencias y de ar tes liberales" en el que juntó a los abogados, arquitectos, ingenieros, agrimensores, bordadores, dentistas, farmacéuticos, escultores, flebotómicos o sangradores, médicos naturalistas y parteras; y ubicó indiscriminadamente a otro tipo de personajes: impresores (de los que ya se habló), joyeros, litógrafos, lapidarios y marmolistas, maestros de piano, músicos, relojeros y retratistas. Su lista de ar tesanos y obreros será examinada más adelante. Otro capítulo enumeró a los vivanderos es decir: bodegueros, chocolateros, destiladores (que también fabricaban cer veza), dulceros y pasteleros, encomenderos, fideleros, fonderos, mantequeros, panaderos, picanteras, vendedores de licores. Entusiastas elogios dedicó en los apuntes sobre Lima a los sastres, los zapateros, los carpinteros y otros ar tesanos para agregar: "No pueden ejercer su industria en alta escala porque casi no se pueden nivelar sus precios con los de ar tículos semejantes manufacturados en el extranjero".

[ VI ] la aBolIcIÓN DE loS GREMIoS.- El artículo 23 de la Constitución de 1860 estableció que podía ejercerse libremente todo oficio, industria o profesión que no se opusiera a la moral, a la salud ni a la seguridad pública. Por lo tanto, ya definitivamente no fue necesario el título respectivo para trabajar públicamente, ni hacer gastos obligados por aquel. Tampoco se mantuvo la facultad de las autoridades para imponer contribuciones, o expedir permisos en relación con el establecimiento de talleres. El argumento enarbolado fue el de la libertad de trabajo. Los contratos de los artesanos con las personas que los ocupaban no pasaron a ser sino asuntos civiles, sujetos a los jueces y a las leyes comunes de acuerdo con el Código Civil y según el caso, el Código de Comercio; y para faltas o delitos, el Código Penal. El artesano quedó, en realidad, a merced de quien lo empleara. Resoluciones adversas a la organización oficial de las profesiones industriales y, por lo tanto, ratificatorias del artículo 23° de la Carta de 1860 fueron expedidas el 19 de noviembre de 1862 y el 5 de mayo de 1863; esta última en contra del reglamento que para el gremio de arrieros de Tacna había sido elevado al Prefecto de Moquegua. aRtESaNoS Y oBRERoS EN lIMa EN 1860.- En el capítulo sobre artesanos y obreros de su Guía del viajero en Lima, y en la Estadística de Lima, M. A. Fuentes mencionó a:

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 10 ]









Aguadores (348) (A pesar de que más de 10.000 casas entre las 11.280 existentes no tenían contratos para recibir el agua por medio de cañerías). Albéitares (15) Aparejeros (16) Armeros (22) Bauleros (35 en 9 talleres) Caldereros (17) Carpinteros y depositarios de muebles (109 aprendieron en 159 carpinterías con sur tidos de muebles hechos en el país y en el extranjero) Carroceros (58 en 31 carrocerías). (Los coches que rodaban en la capital eran traídos de Europa). Cereros (12 en 5 fábricas de velas de cera) Cigarreros (501 en 156 cigarrerías, cuyos dueños eran en su mayor parte alemanes. La im portación de cigarros habanos y cigarros de papel había aumentado. Los cigarros del país elaborados con tabacos Esmeralda, Cartagena, Virginia y otros lugares. 15 establecimientos servían como almacenes de tabacos y cigarros) Coheteros (26) Colchoneros (1 a 5 en 14 colchonerías) Cur tidores (no dio el número) Doradores en metal y doradores en madera. (No dio el número). Encuadernadores (12) Fundidores de metales (no dio el número de individuos y solo mencionó 4 fábricas principales) Herreros (209 con 96 aprendices en 54 herrerías) Horneros (31) Hojalateros (71 en 58 hojalaterías) Lavanderías (3.147 lavanderas mujeres en 9 lavanderías) Modistas (106 obreros en 22 establecimientos o talleres, más 2.040 mujeres que cosían por dinero) Pasamaneros (no dio el número y mencionó 12 establecimientos principales) Peluqueros (mencionó 8 principales) Picadores de tabaco (mencionó 3 tiendas principales) Pintores de casa y decoradores (20) Plateros (mencionó 10 principales a los que habría que agregar 61 joyerías con 140 personas). Plomeros (15 en 5 fábricas de obras de plomo) Sastres (1.742 en 192 tiendas) Sombrereros (192 en 9 fábricas de sombreros y 56 tiendas de sombrerías) Talabar teros (268 en 67 talabar terías) Tapiceros (mencionó 9 tapicerías principales) Tintorerías (mencionó 11 tintorerías) Toneleros (56 toneleros en 13 tonelerías) Torneros (13) Trenzadores (69) Veleros (24 individuos en 8 fábricas) Zapateros (1.598 en 212 zapaterías)

la tRaDIcIÓN DE loS BIZcocHERoS

los vivanderos o personas que venden alimentos aparecen mencionados también en la obra de Manuel atanasio Fuentes. las 17 panaderías y dulcerías que funcionaban en lima tenían a su cargo a 117 vendedores ambulantes, quienes se encargaban de ofrecer sus productos a partir de las dos de la tarde, según el propio Fuentes. Esta acuarela de a. a. Bonnaffé, de 1855, muestra a un bizcochero en plena labor.

Otro capítulo dedicó a los vivanderos con la siguiente relación:

Bodegueros (434 casas) Chocolateros (55 trabajadores en 16 chocolaterías) Destiladores (11 fábricas de destilaciones)  

[ CAPÍTULO 10 ] PERÍODO 2

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La revolución industrial de "Los Tres Amigos" Algunos inversionistas peruanos intentaron crear una industria nacional que contara con el apoyo y protección del gobierno. Uno de estos casos, ocurrido durante el gobierno de Ramón Castilla, es relatado en el texto siguiente.

D

es­de 1845 va­rios ha­cen­da­dos y co­mer­cian­tes in­cur­sio­na­ron en al­gu­nos pro­yec­tos in­dus­tria­les y es­tu­vie­ron in­te­re­sa­dos en que el Es­ta­do pe­rua­no die­ra me­di­das pro­tec­ cio­nis­tas. Al­gu­nos, in­clu­so, ob­tu­vie­ron del go­bier­no de Cas­ti­lla fa­ci­li­da­des pa­ra mon­tar fá­bri­cas, com­prar ma­qui­ na­rias y con­tra­tar téc­ni­cos ex­tran­je­ros pa­ra adies­trar a los na­cio­na­les. Apa­ ren­te­men­te, to­das las con­di­cio­nes es­ta­ban da­das: ca­pi­tal, mer­ca­do in­ter­ no de obra y pro­ tec­ ción del no, ma­ Es­ta­do. Pre­sen­ta­mos una bre­ve cró­ni­ ca (to­ma­da del li­bro de Paul Goo­ten­ berg, Ima­gi­nar el de­sa­rro­llo. Las ideas eco­nó­mi­cas en el Pe­rú post­co­lo­nial. Li­ma: IEP y BCRP, 1998, pp. 72-73-74) de la ins­ta­la­ción de la fá­bri­ca tex­til “Los Tres Ami­gos“, aca­so el pro­yec­to “in­dus­trial“ más am­bi­cio­so de es­tos años. La fá­bri­ca fue ins­ta­la­da en la Ala­ me­da de los Des­cal­zos, exac­ta­men­te en el te­rre­no que hoy ocu­pa la em­pre­ sa Bac­kus y John­son: “Uti­li­zan­do una fá­bri­ca me­ca­ni­za­da en­via­da des­de Pa­ter­son, Nue­va Jer­sey, los due­ños vi­sua­li­za­ban una plan­ta con una ca­pa­ci­dad de cien te­la­res y vein­te má­qui­nas hi­lan­de­ras. Pron­to lle­ga­rían a em­plear qui­nien­tos tra­ba­ ja­do­res y a pro­du­cir diez mi­llo­nes de yar­das al año, es­to es, vir­tual­men­te to­do el mon­to de te­las im­por­ta­das por el país. Juan Nor­ber­to Ca­sa­no­va, su fun­da­dor y di­rec­tor, en­con­tró un so­cio gus­to­so en Jo­sé de San­tia­go, hi­jo de uno de los más an­ti­guos cla­nes mer­ can­ti­les de Li­ma y en ese en­ton­ces je­fe del pres­ti­gio­so con­su­la­do de co­mer­cio

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período 2

[ capítulo 10 ]

(Ca­gi­gao, el ter­ce­ro y me­nos co­no­ci­do de los ami­gos, fue pron­to reem­pla­za­ do por el im­por­ta­dor Mo­des­to Her­ce). Pe­dro Gon­za­les Can­da­mo, el fi­nan­cis­ta más ri­co y me­jor co­nec­ta­do del Pe­rú, dio a la fá­bri­ca un prés­ta­mo blan­do de $85,0000, pro­ ce­ den­ tes de sus abun­ dan­tes fon­dos de la con­so­li­da­ción. Do­min­go Elías, el ‘ca­pi­ta­lis­ta’ más im­por­tan­te del país (y su po­lí­ti­co ci­vil de ma­yo­res as­pi­ra­cio­nes), ha­bría de pro­veer abun­dan­te al­go­dón de sus flo­ re­cien­tes ha­cien­das de Ica (...). El Go­bier­no con­ce­dió la ga­ma acos­ tum­bra­da de pri­vi­le­gios in­dus­tria­les al po y en 1848, tras es­ cu­ char sus gru­ ar­gu­men­tos na­cio­na­lis­tas, un aran­cel til es­ pe­ cial del 40%, a pe­ sar del tex­ sa­cri­fi­cio de las ren­tas pú­bli­cas. Ubi­ca­ da en el co­ra­zón de la ciu­dad, la fá­bri­ca de tres pi­ sos (en la le­ gen­ da­ ria ca­ sa co­ lo­ nial de la Pe­ rri­ cho­ li), a la que im­pul­sa­ba el agua, es­ta­ba bien avan­ za­da en 1848. Las in­ver­sio­nes ini­cia­les lle­ga­ron a más de $200 mil una su­ma na­da in­sig­ni­fi­can­te en el Pe­rú. Unos 162 tra­ba­ja­do­res, en su ma­yo­ría in­di­ gen­tes, ope­ra­b an las bu­l li­c io­s as má­qui­nas… En una so­lem­ne ce­re­mo­ nia, los due­ños de la fá­bri­ca se reu­nie­ ron pa­ra en­tre­gar el si­guien­te pre­sen­ te al exu­be­ran­te pre­si­den­te Cas­ti­lla: la pri­me­ra pie­za de al­go­dón li­me­ña, en­vuel­ta en pa­pel li­me­ño y ata­da con una cin­ta de se­da li­me­ña. El pa­que­te fue co­lo­ca­do en el res­tau­ra­do Mu­seo Na­cio­nal, en don­de con to­da se­gu­ri­ dad las fu­tu­ras ge­ne­ra­cio­nes acu­di­rían a ad­mi­rar a los fun­da­do­res del Pe­rú in­dus­trial“.



Pastelerías y dulcerías (17 principales con 117 vendedores ambulantes) Encomenderías (98) Fideleros (16 fábricas de fideos) Fonderos (261 fondas y cocinerías) Mantequeros (21 mantequerías) Panaderos (26 panaderías) Picanterías y picanteros (64 picanterías) Tiendas de licores (22)  

De esta lista se deduce que hubo pequeñas industrias como las de carpintería, cerería, cigarrería, platería, plomería, sombrerería, fábricas de velas, chocolatería y panadería. El número mayor estuvo integrado por mujeres, en las lavanderías. Tan solo se acercaban a la cifra 2 mil los carpinteros y los sastres.

[ VII ] la pRotESta DE loS aRtESaNoS coNtRa la IMpoRtacIÓN DE aRtEFactoS EN 1858.- La más resaltante influencia en gran escala ejercida por el industrialismo fabril sobre la vida de las ciudades hispanoamericanas estuvo, repetimos, en el desplazamiento que sus artículos fueron haciendo de los que producían los gremios nacionales. Según expresó Toribio Pacheco, en su disertación sobre los instrumentos que concurren a la formación de la riqueza (1852), "una legislación imprudente e intempestivamente liberal ha herido de muerte a una de las industrias más florecientes y a la que se hallaban afectados inmensos capitales: la industria de los aguardientes. En cambio, la industria de tejidos de algodón, favorecida por una legislación proteccionista, fracasó por impotencia para vencer a la concurrencia europea". La competencia resultó imposible porque el traficante de ultramar contaba con instrucción técnica y artesanos mejores, vastos mercados, máquinas que hacían aumentar la producción y ganar tiempo, mientras el productor nacional tenía nociones intuitivas y retardatarias, dificultades para la organización fabril, instrumentos anticuados y mercado muy corto. Además de estos factores económicos –y ello tiene importancia trascendental– de la desigualdad en que se verificaba el proceso de la civilización industrial, habían causas psicológicas, políticas, geográficas y sociales. La agitación de los artesanos aumentó porque en las elecciones de 1858 en algunos clubes hubo ofrecimientos de prohibir la introducción de artículos manufacturados. La apatía legislativa, no obstante estas promesas, creó una situación de crisis y en las asonadas de 21 y 22 de diciembre de 1858 los artesanos de Lima y Callao, encabezados por los carpinteros y los herreros, destruyeron las puertas y ventanas importadas de Europa para el ferrocarril de Lima a Chorrillos. En la tarde del 21 de diciembre de 1858 había llegado al muelle del Callao una lancha cargada con las puertas y otras maderas destinadas a Chorrillos y empezaban los empleados del ferrocarril a desembarcarlas cuando una multitud se aglomeró para impedirlo, hizo pedazos las maderas y las arrojó al mar. Hubo choque entre la tropa y los artesanos en las calles. El tren, que debía viajar a Lima conduciendo otros cargamentos de la misma especie, fue atacado. El propio presidente Castilla tuvo que acudir a la refriega. Cuando el tren pudo llegar por fin a Lima, después de las labores de desembarco y carguío en el Callao, al amparo de la tropa, los carros fueron incendiados. Entre los gritos de la asonada se oyó mucho el de "¡Viva el pueblo!". El capitalista del ferrocarril a Chorrillos era Pedro Candamo. Al Congreso de 1858 se habían presentado los artesanos para pedir la prohibición de varios artefactos extranjeros; y algunos diputados quisieron ponerles un gravamen de 90%. Una comisión parlamentaria especial en un lúcido informe emitido el 29 de marzo de 1859 recapituló la situación y pidió otros remedios: un banco de habilitación para abrir al menestral los almacenes

EN LA TARDE DEL 21 DE DICIEMbRE DE 1858 hAbíA LLEGADO AL MUELLE DEL CALLAO UNA LANChA CARGADA CON LAS PUERTAS Y OTRAS MADERAS DESTINADAS A ChORRILLOS Y EMPEzAbAN LOS EMPLEADOS DEL fERROCARRIL A DESEMbARCARLAS CUANDO UNA MULTITUD SE AGLOMERÓ PARA IMPEDIRLO, hIzO PEDAzOS LAS MADERAS Y LAS ARROjÓ AL MAR.

[ CAPÍTULO 10 ] PERÍODO 2

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EN LOS LLAMADOS ‘ObRAjES DE LUCRE’ EL hILADO SE hACíA A MANO CON LA AYUDA DE PRIMITIvOS MECANISMOS, LOS ‘ChORRILLOS’, Y SE TEjíA TAMbIéN A MANO bURDAS TELAS qUE ERAN APRESTADAS UTILIzANDO UNA PEqUEÑA CAíDA O SALTO DE AGUA IMPULSADO POR UNOS bATANES A MARTILLO.

de Europa con capitales tomados del guano y sucursales en los departamentos; asociaciones de socorros mutuos y cajas de ahorros, libre introducción de comestibles, creación de escuelas técnicas y de exposiciones periódicas con premios, exoneraciones de derechos para materias primas, compra de máquinas por el Estado para venderlas al precio de costo, preferencia de los artesanos del país en contratos del Estado y otras medidas. Este asunto no fue discutido por el Congreso bajo el influjo de la preocupación por asuntos políticos. Documentos publicados por Luis Antonio Eguiguren, ignorados por José Silva Santisteban que dedicó un folleto a esta agitación social demuestran que tras de ella hubo una conspiración de tipo político contra el régimen de Castilla.

[ VIII ] FRaNcISco GaRMENDIa, uN épIco VIaJE DE ISlaY a QuISpIcaNcHIS. aNtoNIa NaDal DE GaRMENDIa Y la FáBRIca DE tEJIDoS DE lucRE (1).- La hacienda de Lucre, en la provincia de Quispicanchis del departamento del Cuzco, en un valle de clima suave, era el centro de una población compacta que, durante mucho tiempo se había habituado a la manufactura del bayetón que vistieron los ejércitos españoles y los de la primera época de la República. En los llamados "obrajes de Lucre" el hilado se hacía a mano con la ayuda de primitivos mecanismos, los "chorrillos", y se tejían también a mano burdas telas que eran aprestadas utilizando una pequeña caída o salto de agua impulsado por unos batanes a martillo. Aún se conservan restos de ellos en el lugar llamado "Batán" a un kilómetro de la actual fábrica. En 1859 el propietario de Lucre era Ramón Nadal. Sus hijos José Manuel y Adeodato y su hijo político Francisco Garmendia (casado con Antonia Nadal) firmaron un convenio en setiembre de 1859 para una sociedad industrial con Narciso Alayza a fin de establecer una fábrica de hilados y tejidos de lana en Lucre. Los Nadal y Garmendia fueron los socios capitalistas y Alayza el socio industrial. Este último se obligó a viajar a Europa a contratar la maquinaria y dos expertos para su instalación y funcionamiento. Un "aprestador en manufactura de paños" y un "mecánico manufacturero" se trasladaron con tal motivo de Francia al Perú. La maquinaria adquirida de la firma Mercier tuvo que ser enviada a Islay. De allí fue transportada, en un viaje que tuvo características de una gran hazaña, a lomo de mula hasta Lucre a unos 500 kilómetros de distancia, atravesando dos cordilleras. Cuadrillas de arrieros se encargaron de su conducción; montaron las piezas pesadas e infraccionables sobre travesaños de madera colocados sobre grupos de cuatro a seis mulas. Numerosos peones adaptaron los caminos de herradura para el paso de esa caravana. Bajo la dirección personal de Francisco Garmendia, fue construido en Lucre un edificio sobre cimientos de cal y piedra con madera traída desde las montañas de Marcapata y tejas fabricadas en el lugar. El año de 1861 aparece en portadas y ventanales del inmueble, indicando que la fábrica debió iniciar sus actividades entonces. En 1865 se constituyó la sociedad Garmendia-Cousinier, entre Francisco Garmendia y el técnico francés Pierre Cousinier, para explotar en alquiler la fábrica de propiedad de la empresa Nadal-Garmendia. Francisco Garmendia llegó a ser prefecto del departamento del Cuzco en 1859 y 1863, alcalde de la ciudad, diputado por la provincia de Paucartambo y en 1872 segundo Vicepresidente de la República. Falleció en Piacenza (Italia) el 13 de febrero de 1873 en el curso de un viaje para ampliar las instalaciones de la fábrica. Había nacido el 29 de enero de 1821. La fábrica paralizó sus labores durante tres años. Pero doña Antonia Nadal de Garmendia adquirió los derechos que en ella tenían sus hermanos, asumió personalmente la dirección del

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 10 ]

Datos gentilmente proporcionados por el señor Carlos F. Oliart.

La abo­li­ción de los gre­mios. La Cons­ti­tu­ción de 1860, en su artículo número 23, estableció que todo oficio, industria o profesión podía ejercerse libremente. En la práctica, ello significó el debilitamiento y desaparición de los poderosos gremios del país, y dejó a los trabajadores a merced de quien los empleara. Entre los afectados se encontraban los destiladores de bebidas alcohólicas, como el vendedor de pisco que vemos en esta acuarela de Pancho Fierro (mediados del siglo XIX).

[ capítulo 10 ] período 2

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EL PAÑO DE LUCRE SE hIzO fAMOSO POR SU RESISTENCIA Y LARGA DURACIÓN Y POR SER fAbRICADO DE LANA PURA Y NUEvA, SIN MEzCLA ALGUNA. EL éxITO ObTENIDO AqUí CONTRASTA CON EL fRACASO DE LA INDUSTRIA TExTIL INICIADA POCO ANTES DE 1861 EN LIMA.

negocio y contrató en Madrid los servicios del técnico textil Valentín Oliart. Mujer emprendedora y hábil, fue un símbolo de nuevas actividades y ocupaciones para su sexo y de nuevas perspectivas de trabajo para su pueblo y para el país. Raíces tradicionales afloraban, por otra parte, en las fiestas de su hacienda a las que acudían desde lejanos parajes, con sus pintorescos vestidos, los campesinos que allí moraban efectuándose ceremonias de raigambre colonial o quizás provenientes de épocas aun más lejanas. La gran dama sabía exhibir, asimismo, su señorío en las reuniones y veladas de su casa en el Cuzco, centros rutilantes de actividad política y de distinción social. En la guerra con Chile, la señora Garmendia equipó con vestuario a un batallón que partió del Cuzco y suministró tejidos al ejército nacional en grandes cantidades sin que ellos fueran pagados por el Estado. Hasta su fallecimiento, acaecido en 1898, siguió al frente de sus negocios. Sus hijos Mercedes, María Carlota, Ramón y Víctor Garmendia Nadal recibieron esmerada educación en Europa. El paño de Lucre se hizo famoso por su resistencia y larga duración y por ser fabricado de lana pura y nueva, sin mezcla alguna. El éxito obtenido aquí contrasta con el fracaso de la industria textil iniciada poco antes de 1861 en Lima.

la FáBRIca DE uRcoS.- Por la misma época en que iniciaron su empresa Francisco Garmendia y Antonia Nadal de Garmendia, los señores Terry en 1860, importaron en el Perú maquinaria moderna con la misma finalidad de tejer géneros de lana en la fábrica establecida en su hacienda de Urcos, situada en la provincia de Pallasca del departamento de Ancash. Esta fábrica luego no pudo seguir en actividad. Las librerías de Lima en el año registrado por Fuentes eran cuatro: La Central de Felipe Bailly, la española de Calleja y Cía., las francesas y españolas de Benito Gil y José María Masías e hijo. De la primera, decía Fuentes que su surtido de libros españoles y franceses era completo ya que cada quince días llegábanle por vapor "las obras de más interés que se publican en París y varios periódicos científicos y literarios". A la vez, se encargaba de toda clase de pedidos en los ramos de librería, papelería, instrumentos científicos e imprenta. Diez agencias de negocios mercantiles y seis corredores de negocios se ocupaban en proporcionar dinero a interés sobre fincas o papeles de crédito público, compras y ventas de esos documentos, compras de sueldos de empleados y otros de esa clase. Sesenta y un individuos daban dinero sobre prendas y repartían efectos de ropa y sumas de dinero para sus abonados mediante un diario.

[ Ix ] El REGlaMENto DE coMERcIo DE 1852 Y alGuNoS DocuMENtoS coNEXoS.- La ley de 13 de octubre de 1851 autorizó la reforma del Reglamento de Comercio y fijó algunas de las cuotas de derechos de importación que debían abonar las mercaderías extranjeras. Señaló entre estas los artículos exentos de gravámenes, entre los que hallábanse las materias primas para artefactos. Incluyó una lista de los que necesitaban abonar derechos en una proporción que variaba entre el 3%, el 25%, el 28%, el 30% y el 50% de su valor. Todos los productos peruanos debían ser libres de derechos de exportación, con excepción del oro en pasta o en polvo y de la plata en pasta. Correspondía pagar a la primera 2 reales por onza y a la segunda 4 reales en cada marco de acuerdo con la ley de 26 de noviembre de 1847, para aplicarse su producto al fomento del ramo de minería. La ley de 29 de octubre de 1851 liberó del pago del derecho de pontazgo por atravesar a pie los puentes de la República. La tramitación de los documentos comerciales en las aduanas fue facilitada mediante la ley de 23 de diciembre de 1851.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 10 ]

Especial significación tuvo la ley del 22 de enero de 1852 que declaró sujetas a iguales derechos las mercaderías cualquiera que fuese la nave que las importara; solo los buques nacionales de menos de 20 toneladas no debían pagar los impuestos de puerto y toneladas. A este punto se había referido con amplitud el general Juan Crisóstomo Torrico en su memoria de Hacienda de 1851. Hemos vivido bajo la ilusión (decía Torrico) del bien que significaba y el progreso que traía la marina mercante nacional. "Hubo tiempo (afirmaba) en que se pensó conseguirlo con exigir que el dueño de la nave, el capitán, el piloto y la tripulación fuesen peruanos, como si tuviésemos muchos pilotos y marineros a quienes dar ocupación. Más adelante fue bajando el rigor de estas disposiciones, permitiendo extranjeros a bordo en cierto número y tolerando que la falta de pilotos del país se reemplazase con otros de fuera. Por último, se concedió libertad de derechos de tonelaje y otros a las naves peruanas y hasta el papel sellado en que se expiden las patentes se dio sin gravamen. Pero no por esto tiene el Perú más marineros; no por esto se construyen buques en nuestros puertos, ni pueden construirse porque se carece de todo cuanto para ello pueda crearse y desarrollarse en medio de grandes poblaciones y recursos". El resultado era que venían a ser favorecidos unos cuantos propietarios de buques mandados y tripulados por gente extranjera, con pérdida de fuertes sumas para el Estado. Así, pues, el principio de la libertad de bandera invocado por la memoria ministerial de 1851, se oficializó en la ley de 22 de enero de 1852. En virtud de una autorización que el Congreso otorgó al Ejecutivo por la ley de 18 de diciembre de 1851, pudo expedirse con fecha 4 de marzo de 1852, por fin el nuevo Reglamento de Comercio. Derogó el reglamento de 30 de noviembre de 1840 que había puesto término a la ley de prohibiciones de 1828. Los puertos mayores continuaron siendo en 1852 los mismos de 1840, o sea Arica, Islay, Callao, Huanchaco y Paita, agregándose el de San José. Los puertos menores especificados en 1852 fueron: Iquique, Ilo, Chala, Pisco, Huacho, Casma, Pacasmayo y Tumbes. Los reembarcos para el extranjero o para otros puertos mayores quedaron permitidos en todos los puertos mayores. El tráfico de Tumbes a la costa de Guayaquil se abrió a las embarcaciones menores nacionales con la condición de que introdujesen en aquel puerto mercaderías libres de derechos y víveres. Otra nota distintiva de este reglamente estuvo en la tendencia a facilitar las tramitaciones de carácter administrativo entre los buques y las oficinas de aduanas, así como la búsqueda de un aligeramiento en las formalidades judiciales con él relacionadas. Las normas de las leyes que habían precedido inmediatamente al reglamento fueron por cierto mantenidas, inclusive la libertad de bandera. En cuanto a los derechos de importación, ellos subieron en ciertos casos hasta el 90% (azúcares y algunos aguardientes). El criterio para gravarlos se orientó, según dijo Nicolás de Piérola Flores en su memoria de Hacienda de 1853, en el sentido de hacer pagar más a lo destinado al lujo y a los goces y hacer pagar menos a "los géneros que son del uso exclusivo de los trabajadores y de los pobres". El trigo y la harina llegaron a ser reducidos en sus derechos al 30%; estas importaciones daban el 10% de los productos de las aduanas. Los géneros de lana y algodón puro o mezclado recibieron gravámenes menos onerosos que la seda y el lino, los muebles, carruajes y licores. En general, la tendencia del reglamento fue liberal, hostil a las restricciones que habían caracterizado a épocas anteriores, imbuidas de un criterio proteccionista. Entre los artículos liberados de derechos deben ser mencionadas las materias primas que se introducían en beneficio de los artesanos y de las industrias amenazadas por las importaciones extranjeras. Normas especiales regularon el comercio terrestre para el extranjero y señalaron las rutas y formulismos obligados en el paso de las mercaderías de Arica a Bolivia, los derechos de tránsito, los puertos secos, el tráfico interior. En cuanto a este último, fue declarado libre sin impuestos y sin necesidad de guías. El comercio interior de efectos extranjeros y su venta al menudeo quedó como privativo de los naturales y ciudadanos del Perú que se hallaren inscritos de acuerdo con el reglamento de 1840 y debía conducirse mediante la correspondiente guía. El decreto de 10 de diciembre de 1854 facilitó la manifestación y el despacho de las mercaderías.

LAS LIbRERíAS DE LIMA EN EL AÑO REGISTRADO POR fUENTES ERAN CUATRO: LA CENTRAL DE fELIPE bAILLY, LA ESPAÑOLA DE CALLEjA Y CíA., LAS fRANCESAS Y ESPAÑOLAS DE bENITO GIL Y jOSé MARíA MASíAS E hIjO.

[ CAPÍTULO 10 ] PERÍODO 2

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[ créditos de las imágenes tomo 3 ] Los editores agradecen a los propietarios de los derechos de autor por su colaboración con esta publicación. Asimismo, declaran que se ha hecho todo lo posible para identificar y contactar a los autores y propietarios de los derechos de las imágenes que se reproducen en este libro; cualquier omisión es involuntaria. Toda información que permita a los editores rectificar cualquier crédito para futuras ediciones será bienvenida.

carátula Colección Juan Luis de Aliaga

Segundo período Álbum Topazze, Colección Manuel Cisneros Sanchez; archivo fotográfico de la Biblioteca Nacional del Perú

archivo peisa

186 Manuel de Mendiburu 190 Diario El Peruano 193 Islas de Chincha 202 José Gálvez 206 José Casimiro Ulloa 207 [1] Extracción de guano 216 José Rufino Echenique 223 Islas de Chincha 234 Carlos augusto Salaverry 235 La Revista de Lima 237 José Antonio Lavalle y Arias de Saavedra 243 Manuel Pardo 245 Enrique Meiggs 250 Embarcadero de guano 251 Aves guaneras 259 Extracción de guano 278 Ignacio Noboa 287 El panadero 289 [1, 3] Vista de Lima 294 El velero 295 El bizcochero

cámara de comercio e Industria de arequipa

18 Compañía de navegación por el vapor en el Pacífico 34 Cargador de metales 49 Villa de Huancavelica / Cerro de Pasco

Infografías

Museo del Banco central de Reserva del perú

144 El guano de las islas Museo Nacional de Arqueología, Antopología e Historia del Perú

272 Un sol de plata

Museo Nacional de arqueología, antropología e Historia del perú 143 Piezas Moche y Nazca

Museo Nacional de la cultura peruana 81 Pancho Fierro

Museo Nacional de Bellas artes, chile 73 Mercedes Villegas Romero y Águila 83 Santo Domingo

77 José Manuel Valdez 78 José María de Córdova y Urrutia 108 Manuel Ascencio Segura 128 agustín Charún 180 Juan de Arona 260 Francisco Quirós 277 Manuel Isidoro Belzu 285 Narciso Aréstegui

92 Mariano Eduardo de Rivero 99 Memorial de Ciencias Naturales

Museo Naval del perú

centro de Estudios Históricos Militares del perú

Museo Numismático del Banco de crédito Daniel Giannoni

Baring Brothers Bank, londres

155 Islas de Chincha

Se desconoce el paradero actual 45 Mercado Principal

Biblioteca Nacional de chile 17 Guillermo Wheelwright

Biblioteca Nacional del perú 25 Vista de Lima 39 La chichera 43 El heladero 74 José Gregorio Paredes 77 Joseph Raymundo 119 Niño con madre 121, 122 Colegio Guadalupe 129, 131 Biblioteca Nacional 156 José Dábila Condemarín 164 Ramón Castilla 169 Memorias sobre las Guaneras 177, 182, 187, 194, 196 Caricaturas de L. Williez

41 Domingo Elías 181 Juan Crisóstomo Torrico

colección cuarterolo colección Keith Mc Elroy 19 Trabajadores excavando guano 207 [2] Islas de Chinha

congreso de la República del perú

179 Santiago Távara

279 Billetes Banco de la Providencia

pancho Fierro 40 Aguador 85 India con carga de cobre 97 Manuel Antonio Colmenares 157 Julian Zaracondegui 233 Chino inmigrante 299 Arriero con pisco

42 Rosa Valle Cavassa

Münich: Staatliche Graphische Sammlung

corbis

114 Arequipa / India de Areuipa / Volcán El Misti 132 Lima 288 Río Rímac 289 [2] Río Rímac

33, 38 Valparaíso 111 Cirso Astley 293 The Silkewormes, and their Flies

El comercio 16 Aviso Vapor Perú 31 Prensa a vapor 51,57 Cementerio Británico 102 Manuel Amunátegui

universidad Nacional Mayor de San Marcos, Biblioteca

Instituto Riva-agüero - pucp

Walter Wust

13 Vapor Perú 15 Carta de Navegación

149 Guanayes

93 Anales Medicales

94,95 Los primeros diarios republicanos Biblioteca Nacional del Perú

220,221 Las consignaciones Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, Fotografías / Terra Durable

Jorge Basadre Grohmann

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Jorge Basadre Grohmann

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Tomo 1 Tomo 2 Tomo 3

La época fundacional de la República [1822-1842] La época fundacional de la República [1822-1842] La época fundacional de la República [1822-1842] La falaz prosperidad del guano [1842-1866] Tomo 4 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] Tomo 5 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] Tomo 6 La falaz prosperidad del guano [1842-1866] La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] Tomo 7 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] Tomo 8 La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878] La guerra con Chile [1879-1883] Tomo 9 La guerra con Chile [1879-1883] Tomo 10 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] Tomo 11 El comienzo de la reconstrucción [1884-1895] La República Aristocrática [1895-1919] Tomo 12 La República Aristocrática [1895-1919] Tomo 13 La República Aristocrática [1895-1919] Tomo 14 El Oncenio [1919-1930] Tomo 15 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] Tomo 16 El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política [1930-1933] Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Tomo 17 Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 Los resultados de la experiencia histórica peruana y las perspectivas abiertas en el siglo XX ADENDA Tomo 18 Historia de la República del Perú [1933-2000]

HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933]

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HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ [1822-1933]

Historia de la República del Perú [1822-1933] Tomo 4 Autor: Jorge Basadre Grohmann © Mariana Basadre Brazzini © Jorge Alberto Basadre Brazzini © Jose Gonzalo Basadre Brazzini © Ana María Basadre Brazzini - Ufano de Basadre Derechos reservados para esta edición a Producciones Cantabria SAC Elaboración de contenidos Dirección general: Bernardo Roca Rey Miró Quesada Planeamiento y desarrollo: Raúl Castro Pérez Realización ejecutiva: Jorge Cornejo Calle Redacción e investigación: Jenny Varillas Paz Asistencia: Francisco Izquierdo Quea, Dariella Flores Flores, Ana Paola Durand Schinkel, María Jesús Geiser Reyes Diseño: Veruzka Noriega Ruiz, Claudia Burga-Cisneros Pizarro Diagramación: Gerardo Cristóbal Pacheco Infografías: Antonio Echarri Mendoza, Raúl Rodríguez Rodríguez, Grafitti Fotografía: Cecilia Durand Torres, Paola Nalvarte Abad Investigación fotográfica: Cecilia de la Cruz Sánchez Coordinación de fotografía: Carolina Cáceres Cáceres Reproducción y fotografía: Jaime Gianella Malca Corrección: Ana Loli Chau, Carolina Teillier Arredondo Asesoría histórica: Héctor López Martínez Coordinación de actualizaciones historiográficas: Carlos Contreras Carranza Redacción e investigación de actualizaciones historiográficas para este tomo: Jesús Cosamalón Aguilar Jiménez (páginas 28, 40, 48, 60, 76, 102, 140, 166, 194, 220, 258) Gerente de Productos Optativos: Renzo Mariátegui Bossé Subgerente de Productos Optativos: Dora Niquén Guevara Editor titular del Proyecto Editorial: Producciones Cantabria S.A.C. Jr. Miró Quesada 247, dpto. 407, Lima 1 Primera edición: Noviembre, 2014 ISBN del presente tomo versión e-book: 978-612-306-357-3 ISBN de la obra completa versión e-book: 978-612-306-353-5 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Este libro ha sido publicado exclusivamente para Producciones Cantabria S.A.C. No puede ser reproducido, registrado ni transmitido por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo y por escrito de los autores.

[ índice ] segundo período la falaz prosperidad del guano [1842-1866] CAPÍTULO 11 EL COMERCIO ENTRE LA DÉCADA DE 1840 Y LA DE 1860 Los trascendentes cambios en las relaciones con Europa y Estados Unidos. El desarrollo azucarero y algodonero. La ganadería, la minería 12 12 14 14 16 16 17 20 20 20 21 21 22 22 22 24 25 25 26 26 26 26 27

[I] El problema del comercio exterior en la década de los 1840 y siguientes. El contrabando [ II ] Las casas de comercio de Lima en 1849 Las casas de comercio limeñas en 1860 Las casas comerciales británicas Los trascendentes cambios en la navegación y el comercio hacia 1860. El acercamiento a Estados Unidos y a Europa, y el capitalismo periférico Desarrollo de la actividad mercantil con el exterior [ III ] Las importaciones y exportaciones hacia 1860 La agorera tesis de Manuel Pardo Las tarifas de importación. La libertad absoluta del tráfico interior La liberación de derechos de importación a los víveres de primera necesidad [ IV ] El trigo El aumento en las importaciones de la harina y el trigo chilenos [V] Domingo Elías y el desarrollo de la producción de algodón Manuel Salcedo y la Hacienda Talambo Las consecuencias económicas de la guerra de Secesión de Estados Unidos El desarrollo del cultivo algodonero en el Perú. La importación de semillas de algodón norteamericano La producción de azúcar D’Ornellas y la producción de vino Las perspectivas vinícolas latentes en Moquegua y otros lugares. La obra de Arrigoni y de Natteri en Chincha La actividad emprendedora de Domingo Elías para la exportación de vinos peruanos La exoneración de impuestos para las exportaciones de productos agrícolas La liberación de derechos a las máquinas importadas para el servicio de la agricultura. La minería y las artes [ VI ] La minería

[ VII ] Paco-vicuñas La prohibición de la exportación de alpacas y vicuñas Alpacas a Australia y a París El oro de Carabaya [ VIII ] 31 La introducción de la cascarilla peruana en Asia británica [ IX ] 31 El Reglamento de Comercio 27 27 27 29

CAPÍTULO 12 LOS INTENTOS ESCLAVISTAS DE 1845 Y 1846. LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD EN 1854 La pretendida "inmigración africana" en 1860. El plan de Lincoln para enviar negros al Perú 34 34 34 35 35 35 36

39 41 43

[I] La continuidad en la esclavitud La tentativa para la introducción de esclavos en 1845 El permiso para importar esclavos de Nueva Granada La memoria de J. G. Paz Soldán favorable a la esclavitud El incidente con Inglaterra sobre el tráfico de esclavos neogranadinos [ II ] El fracaso del tráfico negrero desde Nueva Granada. El tratado antiesclavista de 1850 [ III ] El testamento libertario de Hipólito Bracamonte, la sublevación de los esclavos en Chicama, la ocupación de Trujillo por ellos y la manumisión efectuada por Alfonso González Pinillos [ IV ] La abolición de la esclavitud [V] La inmigración africana El proyecto de Lincoln de enviar negros a América Latina

CAPÍTULO 13 NORMAS LEGALES SOBRE TIERRAS DE INDÍGENAS DE 1847 A 1859. LA ABOLICIÓN DEL TRIBUTO [I] 46 Normas de respeto a las tierras de indígenas en 1849 46 La no enajenación de los capitales del ramo de censos de indios [ II ] 46 La abolición del tributo [ III ] 47 El dictamen de José Simeón Tejeda en 1858 sobre la propiedad de la tierra de indígenas

[ ÍNDICE ] TOMO 4

5

CAPÍTULO 14 LA ABUNDANTE INMIGRACIÓN CHINA. LA ESCASA INMIGRACIÓN IRLANDESA Y LOS ENSAYOS ALEMANES. LLEGADA Y REPATRIACIÓN DE POLINESIOS [I] 52 La primera ley de inmigración general y la inmigración china 52 Los resultados de la ley de inmigración de 1849 [ II ] 52 Inmigrantes irlandeses [ III ] 53 El experimento alemán en Tarapoto y Moyobamba [ IV ] 54 La derogatoria de la ley de inmigración de 1849 [V] 54 La ley de 1862 sobre inmigración asiática y su inútil veto [ VI ] 57 Nuevas tentativas de inmigración alemana. La colonia del Pozuzo 61 La exitosa inmigración alemana en Chile [ VII ] 62 Los polinesios

CAPÍTULO 15 LA INMIGRACIÓN VASCONGADA [I] 66 La inmigración vascongada y la oposición a ella en España [ II ] 66 Las dificultades encontradas por los vascos en el Perú

CAPÍTULO 16 LA PEQUEÑEZ DE LOS GOBIERNOS EFÍMEROS Y VIOLENTOS DE 1842 [I] 70 La situación política en junio de 1842 70 La ruptura de San Román con La Fuente y su admirable marcha al norte 71 Corahuasi. La Fuente, declarado sedicioso 71 Pronunciamiento del ejército del sur en el Cuzco. Proclamación de Vidal como presidente 72 El pedido para el nombramiento de una comisión conciliadora 73 El golpe de Estado de Torrico 74 Torrico y el periodismo 74 El incidente con El Comercio 75 Mendiburu en Tacna 75 Intiorco y Moquegua 75 Los movimientos de los ejércitos rivales del sur y del norte 77 Agua Santa. "El Vapor del Norte y el Vapor del Sur" 78 Final de la guerra civil de 1842 78 La unión del sur y del norte de la República. La rememoración de Agua Santa y Corahuasi [ II ] 78 Gobierno de Vidal. Intentona y fusilamiento de Hercelles 79 El general José María Obando en el Perú, la negativa para la extradición de Obando y la ayuda peruana a este 80 Vivanco, ministro de Guerra de Vidal. Pronunciamiento de Arequipa a favor de Vivanco 80 Aceptación del mando por Vivanco. El anuncio de la reunión del Congreso y el Supremo Director

6

TOMO 4

[ ÍNDICE ]

81 La sublevación de la escuadra y la declaración de piratería 82 Preparativos para combatir la rebelión e instalación de las juntas preparatorias del Congreso 82 Entrega del mando de Vidal a Figuerola 84 La banda por el balcón 85 El gobierno de Vidal

CAPÍTULO 17 LA MÁXIMA INTENTONA DEL AUTORITARISMO. EL DIRECTORIO. EL RESTABLECIMIENTO DE LA CONSTITUCIONALIDAD [I] 88 El Regenerador [ II ] 91 El significado y los objetivos del Directorio [ III ] 92 "La lámpara" [ IV ] 94 La llegada de Vivanco a Lima. El gabinete directorial 95 El juramento de obediencia y otros decretos del Director 96 Asuntos diplomáticos [V] 96 La sublevación de Nieto y Mendiburu, secundada por Castilla 97 La sublevación de Torrico y San Román 97 La celada de Pachía 99 La victoria de los milicianos sobre un ejército de tres mil hombres en San Antonio 99 La conspiración de las sortijas negras 100 La ejecución de Lastres y Verástegui [ VI ] 100 La Suprema Junta de Gobierno y el "Benemérito Mariscal Grecorromano" 101 Despedida, testamento y muerte de Nieto [ VII ] 103 Salida de Vivanco a campaña. La arenga del 16 de noviembre 104 La campaña de Mambrú 104 El pronunciamiento civilista de Elías 105 La "Semana Magna" 108 Victoria de Castilla sobre Vivanco [ VIII ] 108 Interinato de Figuerola 109 El admirable gobierno de Menéndez [ IX ] 110 La situación hacendaria en abril de 1845 [X] 112 La Junta Gubernativa y el Poder Judicial en Arequipa 113 La destitución del vocal Felipe Pardo y Aliaga

CAPÍTULO 18 EL RELATIVO APACIGUAMIENTO NACIONAL (1845-1851) [I] 116 Antecedentes de Castilla [ II ] 122 Los incidentes con Inglaterra en la guerra civil de 1844-1845 123 El protocolo de mayo de 1845 y la gestión diplomática contra él 124 Las agitaciones subversivas y la prisión de Iguaín

[ III ] 125 La política interna en el Congreso de 1845 y el viaje del ministro Mendiburu al sur en 1846 125 Los ataques de Elías contra la política económica en 1847 y el intento de un voto parlamentario contra el ministro Paz Soldán 127 La derrota del gobierno en las elecciones para el Consejo de Estado en 1847 127 La ley electoral de 1847 y el voto de los indígenas y mestizos 127 El conflicto entre el Poder Ejecutivo y el Consejo de Estado por la convocatoria al Congreso extraordinario de 1848 128 El intento de un nuevo Congreso extraordinario en setiembre de 1848 [ IV ] 128 La conspiración de febrero de 1849 y la prisión y destierro de San Román 130 La memoria de Pardo y Aliaga en 1849 131 El Congreso extraordinario y el ordinario de 1849. El debate político 131 La primera caída de un ministro por voto parlamentario 133 El intento de asesinato de Elías 134 La ley de indemnidad y amnistía 135 Otros aspectos de la legislatura de 1849 [V] 135 El restablecimiento de la vida parlamentaria 136 El Consejo de Estado 137 El espíritu de modernización en la política 139 La energía de Castilla 141 José Gregorio Paz Soldán y Castilla 141 La organización de los ministerios y la actividad administrativa 143 El sentido del primer gobierno de Castilla

CAPÍTULO 19 EL DEBATE DOCTRINARIO ENTRE 1846 Y 1851 El Convictorio de San Carlos y Herrera. El Colegio Guadalupe y los Gálvez. La primera excomunión de Vigil 146 146 147 148 149 149 150 152 153 154 155 156 158 158 159 161 161 162 162 164

[I] Renacimiento de las luchas ideológicas La primera fase de la vida de Bartolomé Herrera El sermón del 28 de julio de 1846 La polémica Herrera-Laso Los exámenes en San Carlos en 1846 y la renovación de la polémica periodística La afirmación hispanista de Herrera Herrera en San Carlos Las anotaciones al texto de Derecho público El Colegio Guadalupe El debate entre Herrera y Pedro Gálvez sobre el sufragio de los indios La defensa del derecho de los jornaleros El debate sobre la ley concerniente a la elección de obispos El pensamiento de Pedro Gálvez [ II ] Francisco de Paula González Vigil, la primera etapa de su vida La segunda etapa de la vida de Vigil La tercera etapa de la vida de Vigil La cuarta etapa de la vida de Vigil. Su primer momento El Prospecto La Defensa de los gobiernos La primera excomunión de Vigil y la primera carta al Papa

[ III ] 165 Los sermones en la Catedral el 28 de julio de 1847 y 1848 [ IV ] 167 Las ideas de Vivanco sobre la libertad individual y la soberanía [V] 170 Resumen sobre el debate doctrinario entre 1846 y 1851 [ VI ] 170 El desengaño de Mariano José de Arce [ VII ] 171 Los franciscanos

CAPÍTULO 20 EL PRIMER PROCESO ELECTORAL (1850) La transmisión incruenta del mando en 1851. El amenazante clima ideológico de 1851 a 1853 174 174 175 176 176 176 177 178 178 180 181 181 181 182 182 183 186 187 187 188 190 190 191 191 191 191 192 192 193 193 195 195 196 197

[I] El proceso electoral de 1850 La candidatura Echenique La candidatura Vivanco El periodismo en el proceso electoral de 1850-1851 La multitud El motín de Arequipa el 25 de noviembre de 1849 La exhibición pública de Vivanco con Castilla y la escena del teatro Castilla y la prórroga presidencial El club progresista El Progreso y la candidatura civil El Programa de Vivanco La candidatura de San Román [ II ] Vivanco y Castilla durante las elecciones El sistema electoral El dinero como factor nuevo en las elecciones de 1850 La cuestión de la nacionalidad de Echenique y la cuestión de los cien días El primer Congreso extraordinario de 1851 La transmisión del mando en 1851 El manifiesto final del Club Progresista El juicio de residencia a Castilla [ III ] El motín de Arequipa en abril de 1851 El segundo Congreso extraordinario de 1851 La ley de represión La ley de amnistía La presunta conspiración de diciembre de 1851 El Ministerio General y el primer gabinete de Echenique Primeras críticas liberales contra el gobierno de Echenique La debilidad inherente a la presidencia de Echenique La muerte de Iguaín [ IV ] El Aguinaldo de Francisco Laso [V] La Lira Patriótica del Perú [ VI ] Los "Mensajes del proscrito" y Pascual Cuevas [ VII ] La Historia de Salaverry por Manuel Bilbao [ VIII ] Mi República de Juan Espinosa [ IX ] La obra de Vigil entre 1851 y 1862. La polémica con el padre Gual sobre las potestades [ ÍNDICE ] TOMO 4

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[X] 198 Factores ambientales adversos a Echenique. La agitación liberal 199 El Colegio Guadalupe y la agitación liberal 199 La choza del tío Tom [ XI ] 199 El Perú en 1853 [ XII ] 200 La leyenda negra de Echenique 200 Las letrillas de Mateo Paz Soldán. "¡No nos roben! ¡Libertad!" [ XIII ] 202 Las cartas de Elías 205 La explotación de las islas de Chincha 206 El expediente de la señora Novoa y la Hacienda Montalván [ XIV ] 206 El Congreso y la ley de indemnidad 206 El baile de la victoria. José Arnaldo Márquez y este baile. La tradición de Palma

CAPÍTULO 21 LA VASTA INSURRECCIÓN POPULAR Y LIBERAL DE 1854 [I] 210 Antecedentes y características [ II ] 211 Prisión de Elías 212 Elías en Tumbes 212 Castilla y el gobierno de Echenique 213 Sublevación de Elías en Ica, Saraja 213 Castilla como "mediador" [ III ] 214 La insurrección en Arequipa. Su primera etapa 216 La segunda etapa de la insurrección en Arequipa [ IV ] 217 Las armas de la rebelión 218 Castilla en Ayacucho y Elías en el sur 218 Vivanco y la guerra civil [ V] 219 Abolición del tributo [ VI ] 221 Los focos subversivos. La abolición del tributo en Junín. El departamento de Cajamarca 222 Las reclamaciones francesas y la renuncia de José Gregorio Paz Soldán 224 La sublevación de Fermín del Castillo en Junín [ VII] 224 Echenique y Castilla en Iscuchaca 226 Avance de Castilla sobre Lima 226 La "toma de aliento" 227 Castillo y Castilla 227 Morán en el sur. Alto del Conde 227 Vivanco y Morán contra Arequipa. Fusilamiento de Morán 228 La peruanidad de Morán 228 El Testamento de Morán 230 San Román y Castilla 230 Los dos ministerios [ VIII ] 230 La abolición de la esclavitud [ IX ] 231 La Palma 234 La guerra civil de 1854 en una comedia de Segura 235 El Colegio Guadalupe y la insurrección de 1854

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TOMO 4

[ ÍNDICE ]

[X] 235 El juicio contra Echenique 235 El autorretrato de Echenique [ XI ] 236 El atentado contra el Poder Judicial de Arequipa

CAPÍTULO 22 EL CONSTITUCIONALISMO LIBERAL DE 1855-1856 La transformación de Guadalupe. El tribuno de José Gálvez [I] 240 El "Gobierno de la moralidad". La convocatoria a elecciones y la privación de derechos cívicos a los funcionarios del régimen anterior 240 Las medidas de sanción 241 La sanción a los jefes y oficiales que sirvieron a Echenique 241 La nueva organización de los tribunales y juzgados de la República y el nuevo nombramiento de magistrados 241 La declaración de que el presupuesto de 1854-1855 fue falsificado 242 El decreto sobre delitos de imprenta 242 Otras medidas del Gobierno 242 Francisco Bilbao y sus discípulos 244 La renovación periodística de 1855 [ II ] 245 Las elecciones de 1855 246 Instalación de la Convención Nacional. La elección de Castilla como presidente provisorio y el Estatuto 246 La cuestión Castillo 248 La Convención y los prefectos de Arequipa y Cuzco 249 El debate sobre la contribución personal 251 El cisma en la Convención 251 Castillo contra Castilla 252 Los debates sobre la amnistía 253 Los debates sobre tolerancia de cultos, vinculaciones, fueros y diezmos 256 La Compañía de Jesús [ III ] 256 La Constitución de 1856 260 La limitación de la autoridad del presidente de la República en la Constitución 260 Objeciones de Gobierno a la Constitución 260 Juramento de la Constitución de 1856 por Castilla 261 Leyes complementarias de la Constitución. El Ministerio Fiscal 262 Otras leyes expedidas por la Convención del 56 262 La ley de elecciones y los planes para efectuar las elecciones del presidente de la República 264 José Gálvez 265 Las dietas de los representantes

CAPÍTULO 23 LA CONTRAOFENSIVA CONSERVADORA Y CAUDILLISTA DE 1856-1858 [I] 268 Intentonas subversivas. Surgimiento de la rebelión de noviembre de 1856 [ II ] 270 Sublevación de la escuadra y captura de las islas de Chincha por los rebeldes 270 La campaña del norte 271 Incidente con Inglaterra. Captura del Loa y el Tumbes 271 Frustrado ataque al Callao. La "Provincia Constitucional" 272 Rendición de la escuadra 272 Devolución del Tumbes 272 Otros conflictos diplomáticos con motivo de la guerra civil. El caso de la Dorcas C. Yeaton, la Lizzie Thompson y la Georgiana [ III ] 273 Regreso de Vivanco a Arequipa. El "protectorado anglofrancés" 274 Arequipa, "caudillo colectivo" 274 San Román ante Arequipa. Las negociaciones con Vivanco. Rechazo por este de un avenimiento 276 El encuentro de Yumina 277 Algo sobre Yumina 278 Castilla ante Arequipa 278 Segura y Castilla en Un juguete [ IV ] 279 Desacuerdos entre el Gobierno y la Convención 279 Gestiones de paz de la Convención y anuncios sobre la reducción del ejército y la elección presidencial 280 La sesión del 2 de noviembre 281 La disolución de la Convención Nacional 281 El Consejo de Ministros ante la disolución de la Convención 281 La sesión de la noche del 2 de noviembre 282 Las comunicaciones entre Ureta y los ministros del 3 al 6 de noviembre 282 El manifiesto de los diputados y el Consejo de Ministros 284 Las razones justificativas de Arguedas 284 La actitud de Castilla ante el atropello de Arguedas 285 Las relaciones entre Castilla y la Convención y la situación política en noviembre de 1857 286 El juicio contra Arguedas [V] 286 El asedio de Arequipa. La columna Inmortales. Benito Bonifaz 287 El mariscal de Yumina 287 Gestiones de paz del ministro chileno Irarrázaval 288 La opinión de Irarrázaval y de Luis Benjamín Cisneros sobre los defensores de Arequipa 288 La toma de Arequipa 289 Las causas de la derrota de los arequipeños 289 Sometimiento de la Apurímac

CAPÍTULO 24 LA PUGNA ENTRE EL EJECUTIVO Y EL LEGISLATIVO Los grandes debates parlamentarios y el aplazamiento de la Reforma Constitucional en 1858 y 1859. El disparo del embozado y las doce onzas de Villalar [I] 292 Las elecciones de 1858 293 Instalación del Congreso extraordinario de 1858. Proclamación de Castilla como presidente constitucional 294 Congreso extraordinario de 1858 y la reforma de la Constitución. El proyecto Casós 294 El debate sobre la pena de muerte. Herrera y el Congreso 295 El conflicto entre el Gobierno y el Congreso por los asuntos Arguedas, Carrión y Remón 296 La declaratoria de la patria en peligro y de vacancia de la Presidencia de la República 296 Clausura del Congreso extraordinario de 1858-1859. Otros aspectos de la labor del Congreso extraordinario de 1858-1859 298 La condena a Arguedas en junio de 1859 [ II ] 298 Convocatoria al Congreso de 1860 299 Gobierno interino de Del Mar 300 Las elecciones para el Congreso de 1860 300 El disparo del embozado y el asalto a la casa de Castilla

ÍNDICE DE CONTENIDO ADICIONAL RECUADROS 28 40 48 60 76 102 140 166 194 220 258

El despertar de la agricultura ¿Qué sucedió con los esclavos luego de la abolición? Los indios frente a la arremetida liberal El sueño de la inmigración europea La vida de los esclavos en Lima El modelo político del vivanquismo ¿Quién era Ramón Castilla? ¿Cómo pensaba un conservador en el siglo XIX? El Club Progresista de 1850 La “Generación de 1848” ¿Qué era ser liberal en el siglo XIX?

LÍNEAS DE TIEMPO 38 La esclavitud en el Perú

INFOGRAFÍAS 30 El árbol de la quina 58 La migración masiva en el Perú (1849-1879) 297 Los primeros sellos postales del Perú

PERSONAJES 24 82 136 164 244

Domingo Elías Justo Figuerola José Gregorio Paz Soldán Francisco de Paula González Vigil Manuel Atanasio Fuentes

[ ÍNDICE ] TOMO 4

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 11 ● I El pro­ble­ma del co­mer­ cio ex­te­rior en la dé­ca­da de los 1840 y si­guien­tes. El con­tra­ban­do ● II Las ca­sas de co­mer­cio de Li­ ma en 1849 ● Las ca­sas de co­mer­cio li­me­ñas en 1860 ● Las ca­sas co­mer­cia­les bri­tá­ni­cas ● Los tras­cen­den­tes cam­bios en la na­ve­ga­ ción y el co­mer­cio ha­cia 1860. El acer­ca­ mien­to a Es­ta­dos Uni­dos y a Eu­ro­pa, y el ca­pi­ta­lis­mo pe­ri­fé­ri­co ● De­sa­rro­llo de la ac­ti­vi­dad mer­can­til con el ex­te­rior ● III Las im­por­ta­cio­nes y ex­por­ta­cio­nes ha­cia 1860 ● La ago­re­ra te­sis de Ma­nuel Par­do ● Las ta­ri­fas de im­por­ta­ción. La li­ber­tad ab­so­lu­ta del trá­fi­co in­te­rior ● La

li­be­ra­ción de de­re­chos de im­por­ta­ción a los ví­ve­res de pri­me­ra ne­ce­si­dad ● IV El tri­go ● El au­men­to en las im­por­ta­cio­ nes de la ha­ri­na y el tri­go chi­le­nos ● V Do­min­go Elías y el de­sa­rro­llo de la pro­ duc­ción de al­go­dón ● Ma­nuel Sal­ce­do y la Ha­cien­da Ta­lam­bo ● Las con­se­cuen­ cias eco­nó­mi­cas de la gue­rra de Se­ce­ sión de Es­ta­dos Uni­dos ● El de­sa­rro­llo del cul­ti­vo al­go­do­ne­ro en el Pe­rú. La im­por­ta­ción de se­mi­llas de al­go­dón nor­tea­me­ri­ca­no ● La pro­duc­ción de azú­car ● D’Or­ne­llas y la pro­duc­ción de vi­no ● Las pers­pec­ti­vas vi­ní­co­las la­ten­ tes en Mo­que­gua y otros lu­ga­res. La

obra de Arri­go­ni y de Nat­te­ri en Chin­ha La ac­ti­vi­dad em­pren­de­do­ra de Do­min­go Elías pa­ra la ex­por­ta­ción de vi­nos pe­rua­nos ● La exo­ne­ra­ción de im­pues­tos pa­ra las ex­por­ta­cio­nes de pro­duc­tos agrí­co­las ●  La li­be­ra­ción de de­re­chos a las má­qui­nas im­por­ta­das pa­ra el ser­vi­cio de la agri­cul­tu­ra. La mi­ne­ría y las ar­tes ● VI La mi­ne­ría ●  VII Pa­co-vi­cu­ñas ● La pro­hi­bi­ción de la ex­por­ta­ción de al­pa­cas y vi­cu­ñas ● Al­pa­cas a Aus­tra­lia y a Pa­rís ● El oro de Ca­ra­ba­ya ●  VIII La in­tro­duc­ción de la cas­ca­ri­lla pe­rua­na en Asia bri­tá­ni­ca ● IX El Re­gla­men­to de co­mer­cio. ●

EL COMERCIO ENTRE LA DÉCADA DE 1840 Y LA DE 1860 Los trascendentes cambios en las relaciones con Europa y Estados Unidos. El desarrollo azucarero y algodonero. La ganadería, la minería

CAPÍTULO

11 [ ]

E

[I] L PROBLEMA DEL COMERCIO EXTERIOR EN LA DÉCADA DE LOS 1840 Y SIGUIENTES. EL CONTRABANDO.- El Reglamento de Comercio de 1840 adoptó medidas contra la importación de artículos extranjeros. Entonces, como anteriormente y como después, fue muy difícil su cumplimiento. Las costas del Perú son muy dilatadas; y apenas si en la aduana del Callao podíase llevar a la realidad sus normas. También hubo dificultades en los aforos y aranceles. Después de las guerras civiles de 1842 a 1845, la escasez de alimentos se hizo notoria en determinados lugares como la provincia de Ica y el departamento de Moquegua. Con fechas 31 de agosto y 20 de octubre de 1846 fueron dictadas resoluciones supremas por las cuales fue permitida la importación libre de derechos, por Arica y Pisco, de víveres destinados a esos lugares, por un plazo corto. A Iquique, en cuya zona ya eran explotadas las salitreras, se permitió durante la ley de 8 de noviembre de 1845 y el decreto de 11 de noviembre de 1846, la llegada de buques nacionales con diversos artículos del extranjero, entre los que estuvieron incluidos acero, fierro, clavazón, madera, sebo en rama y víveres de cualquier clase, con pago de la mitad de los derechos de Estado y arbitrio, a excepción de la harina que los satisfacía íntegros para que no dañase su concurrencia a la del país, que era consumida en aquella zona. Medidas especiales favorecieron a la aduana de Arica en 1845 y 1846, en relación con las mercaderías extranjeras de tránsito, ampliadas a la de consumo interno después de la guerra internacional 1841-1842 y las guerras civiles de 1842-1845. Arica continuó siendo uno de los lugares más propicios para el contrabando hacia toda la región aledaña y aun en el país. Las diferencias políticas con Bolivia suscitaron graves trastornos en todo el comercio de importación y exportación en el sur hasta que, teóricamente, el problema halló solución en el tratado de comercio de 1848. A fines de la década de los 840 el comercio de importación ascendía a unos 9 a 10 millones de pesos a precio de arancel y el de exportación a casi 9 y medio millones de pesos. Este último giraba alrededor de las pastas de oro, plata y cobre, salitre, lana, cascarilla, cueros, azúcar, arroz, tabaco y otros productos de menor significado, sin incluir el guano.

[ II ] LAS CASAS DE COMERCIO EN LIMA EN 1849.- La lista de los comerciantes en Lima en 1849 revela la importancia de sus actividades, así como el predominio de los extranjeros en este campo. Primera clase Allsop y Cía. Huth Grunning y Cía. G. Gibbs y Cía. Templeman y Bergmann Pedro G. Candamo Pedro Denegri Zaracondegui y Cía.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 11 ]

Segunda clase Board­man Dick­son y Cía. En­ri­que Read y Cía. Gra­ham Ro­we y Cía. Green Ni­chol­son y Cía. Jo­sé He­gan y Cía. Lang y Cía. Mon­ta­né y Cía. Myers Bland y Cía. Nay­lors Ox­ley y Cía. Tho­mas La­cham­bre y Cía. Juan Fe­de­ri­co Lem­bec­ke Me­lén­dez y Cas­ta­ñe­da Juan Ri­ve­ra Ma­nuel F. Pa­la­cios Humph­reys y Cía. Do­min­go Por­ta Jo­sé V. Oya­gue y hno. Pal­me­ri y Pa­tro­no Car­los Ve­yans Isi­do­ro G. Mi­ller An­to­nio Ma­go Ma­nuel Oya­gue Lynch y Or­tiz Be­lloc y Ses­can Tercera clase Cam­po y Es­tra­da Dart­nell Mü­ller y Cía. Gem­mel y Cía. Jo­sé Ca­ne­va­ro Pu­ma­roux Das­sol y Cía. Mo­des­to Her­ce Be­ni­to Dor­ca Juan Bo­hór­quez Ra­fael Sa­co Juan de D. Cal­de­rón Viu­da de Va­le­ga Fé­lix Al­ba

Puertos libres

En 1846 los puertos de Arica y Pisco fueron declarados libres de derechos por resolución suprema. Estas medidas se adoptaron para combatir el contrabando y favorecer el comercio exterior. Ese mismo año, el puerto de Arica recibió medidas especiales para impulsar el comercio, pero continuó siendo uno de los lugares con mayor índice de contrabando. Aquí, una vista de dicho puerto en 1863, publicada en el Atlas Geográfico del Perú de Mariano Felipe Paz Soldán.

Cuarta clase Juan Jo­sé Gar­cía Adol­fo La­cha­rrie­re y Cía. B. Ro­ca y Gar­zón En­ri­que Wit­te Gil­de­meis­ter Cons­bruch Jo­sé Ma­nuel Ur­me­ne­ta Ot­hon Finck Jo­sé Ca­bie­des

[ capítulo 11 ] período 2

13 13

LOS COMERCIOS EXTRANJEROS

Antonio Polanco Antonio Oliveira Domingo Der teano Rollin Thorne Pedro Bayo.  

LAS CASAS DE COMERCIO LIMEÑAS EN 1860.- En 1860 M. A. Fuentes en su Guía de Lima

Hacia 1860 la ciudad de Lima se había convertido en una urbe comercial en la que se podía encontrar tiendas inglesas, chilenas, alemanas, peruanas, italianas, españolas y francesas. Los comercios extranjeros sumaban 189 y se concentraban en las calles Mercaderes, Espaderos, Bodegones, Plateros y Mantas, del centro de la ciudad. En esta fotografía apreciamos la casa francesa Pygmalion, fundada en 1852, que importaba y confeccionaba trajes para damas y niños, además de vender sombreros, corsés, bonetería, lencería, telas, calzado y perfumería.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 11 ]

indicó que en Lima se dedicaban a las diversas operaciones mercantiles 4.253 individuos sin contar los vivanderos. Los dividió en cinco clases: 1) Jefes de casas consignatarias; 2) Almaceneros que recibían directamente efectos para la venta al por mayor y menor; 3) Tenderos al por menor cuyos efectos eran de primera mano o por compras en la plaza; 4) Corredores cuya labor consistía en agenciar ventas por cuenta de otros; 5) Buhoneros, ambulantes o mercachifles. Las casas consignatarias que no se limitaban, por cierto, a negociar con el guano, tenían nacionalidad alemana (8), chilena (1), española (5), francesa (4), inglesa (10), italiana (7) y peruana (11). Estas últimas eran Dorca y Ayulo; Juan V. del Campo; Felipe S. Gordillo; Raymundo Rosas Morales, Canevaro; Pardo y Barrón; José V. Oyague y hermano; Julián Zaracondegui y Cía.; Felipe Barreda; Hárvez Palacios y Correa; Lazarte y Cía.; Linch y Elizalde. Los almacenes y tiendas de artículos de moda con productos de París sumaban 189 y ocupaban casi todas las tiendas de ambos portales y muchos almacenes de las calles de Mercaderes, Espaderos, Bodegones, Mantas y Plateros.

LAS CASAS COMERCIALES BRITÁNICAS.- Si desde mediados del siglo XIX los extranjeros dominaban el comercio exterior, no solo en el Perú sino también en otras Repúblicas hispanoamericanas, la mayor parte de ellas eran de nacionalidad británica. El teniente de la marina norteamericana J. M. Gillis describió sus operaciones de la siguiente forma: "La mayor parte de las casas se ocupaban de operaciones en grandes escalas, solo reciben mercaderías en comisión y por cierto, deben responder ante las empresas navieras por el valor de sus consignaciones en el mercado, su comisión por las ventas, garantías, etc., asciende a 7,5%. Estas firmas tienen agentes en muchos puertos y en el interior de la zona occidental del continente y sus negocios son tan prósperos que los socios resultan en aptitud de retirarse con jugosas fortunas después de doce a quince años" (J. M. Gillis, The U. S. Astronomical Expeditions to the Southern Hemisphere during the years 1849-50-51, Washington 1855). A la compra o la consignación de mercaderías europeas, sobre todo británicas, para venderlas en el Perú, estas empresas agregaron los envíos de productos de la costa occidental de América del Sur a Liverpool y otros puertos de la gran central del capitalismo y así integraron estos países con la economía del mundo. Todo ello se efectuó a pesar de que los despachos por correo que a ellos les interesaban demoraban unos tres meses; la apertura de las comunicaciones por cable se generalizó en la década de los 870. Por eso la vigilancia o la dirección de los negocios no fue efectuada en detalle desde Gran Bretaña. En muchos casos, como en el de Antony Gibbs & Sons, de Londres, con un asociado, William Gibbs y Co., en Chile y en el Perú, ninguno de los directores de la empresa se radicó en América del Sur. Para la formación de la Casa William Gibbs y Co. de Valparaíso con un capital de £ 183 mil, Antony Gibbs, de Londres, entregó £ 110 mil y el resto tuvo origen chileno o peruano con claro predominio europeo. Las redes creadas por la casa Gibbs en el Perú llegaron a sus agencias en Lima, Arequipa y Tacna. Otras casas como Graham Rowe y Co. también funcionaron en este país y en Chile. Algunas compañías cuyas sedes eran Valparaíso y Liverpool, como Williamson, Duncan y Co., formada en 1851, operaron a lo largo de toda la costa del Pacífico sudamericano. Las casas comerciales británicas, por lo general, consideran importante para sus intereses y sus conveniencias, parapetarse en su condición de extranjeras; evitar cualquier clase de conexión polí-

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Algodón y trigo. Fueron insumos de vital importancia en el Perú a mediados del siglo XIX. El trigo (1 y 2), por ejemplo, fue utilizado como moneda de cambio durante las guerras por la independencia. Aquí podemos observar las faenas de trabajo en las acuarelas de finales del siglo XVIII, del sacerdote Baltazar Martínez de Compañón (1737-1797). A partir de la década de 1840 se inició en el país el proceso de industrialización del algodón (3 y 4), por iniciativa del hacendado Domingo Elías.

[ capítulo 11 ] período 2

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xxxxxxxxx EL DESCuBRIMIEnTO DEL ORO En CALIfORnIA A PARTIR DE 1848 fuE ATRAYEnDO A ESA zOnA DE ESTADOS unIDOS, DE MODO CRECIEnTE, BARCOS DE TODO EL MunDO, COn LO CuAL SE MODIfICAROn LAS RuTAS DE LOS MERCADOS En DICHO PAíS, A EuROPA, En MÉxICO Y En CEnTROAMÉRICA.

tica con los gobiernos y colectividades donde actuaban; y tomar precauciones contra las investigaciones judiciales de los negocios por ellas manejados que provinieran de las autoridades o de los tribunales cuando fallecía algunos de sus directores. John Mayo, al señalar las prácticas antedichas, afirma que el matrimonio entre algunos de los directores y nativos sudamericanos "implicaba el abandono de la compañía" (John Mayo, Before the Nitrate Era: British Commission Houses and the Chilean Economy, 1851-80 a Journal of Latin American Studies, noviembre de 1979).

LOS TRASCENDENTES CAMBIOS EN LA NAVEGACIÓN Y EL COMERCIO HACIA 1860. EL ACERCAMIENTO A ESTADOS UNIDOS Y A EUROPA, Y EL CAPITALISMO PERIFÉRICO.Hacia 1860 ya se había hecho muy notoria la pérdida del valor esencial que, desde 1830, más o menos, había tenido Valparaíso en el comercio de tránsito por el Pacífico. El descubrimiento del oro en California a partir de 1848 fue atrayendo a esa zona de Estados Unidos, de modo creciente, barcos de todo el mundo, con lo cual se modificaron las rutas de los mercados en dicho país, a Europa, en México y en Centroamérica. Entre 1849 y 1853, venciendo enormes dificultades, llegó a ser terminado el ferrocarril que atravesó el istmo y unió Panamá con Colón. El transporte que se hizo por esta vía tanto de mercaderías como de correspondencia y pasajeros tomó una clara orientación ascendente. Cuatro compañías de vapores conectaron Colón y Europa, acompañadas por las que utilizaban veleros. En el sur del Pacífico el tráfico hacia el norte estuvo acaparado por la compañía Pacific Steam con un mínimo de catorce vapores, de los cuales seis llegaron a Panamá. Por estos y otros medios fueron incrementadas las relaciones mercantiles entre las costas del Perú y los grandes centros del capitalismo mundial. Hubo comerciantes que se trasladaron de Valparaíso a Lima y al Callao. El incremento en las exportaciones del guano contribuyó al desarrollo de la navegación y el comercio entre este país y Estados Unidos. Durante la estadía del bergantín Gamarra de la escuadra nacional en San Francisco en el primer semestre de 1849 (hecho del que se da cuenta en el capítulo sobre la vida internacional del período correspondiente) coincidió con la presencia en esa bahía de los bergantines peruanos Susana, Mazeppa, Elisa, Calderón, Volante y Andrea, de las barcas Elisa y San José, y de las goletas también nacionales Bella Angelita y Atalante. Las circunstancias entonces surgidas permitieron a personas como Williams Grace prosperar en el negocio del tráfico marítimo directo entre el Perú y Estados Unidos. Podría creerse que no es muy notoria la relación entre el arte teatral y la economía en sus aspectos generales. Sin embargo una investigación sobre las rutas de llegada y salida de Lima que siguieron las compañías de ópera italiana, ópera francesa, ballet, zarzuela española, de música negra norteamericana, así como la de concertistas y otras figuras del espectáculo, ofrecería pruebas acerca del intenso tráfico marítimo entre el Perú, Estados Unidos, Cuba y otros países en la época aquí estudiada y en las posteriores. Dentro de las condiciones antedichas funcionó el capitalismo periférico en este país dependiente de la economía-mundo cuyo centro estaba en Europa. Dependiente en lo que atañe al capital y a los mercados.

DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD MERCANTIL CON EL EXTERIOR.- Si se añade a las leyes y decretos y al reglamento citados antes, los efectos producidos por la implantación (mencionada en otro capítulo) del Código de Comercio español con las modificaciones que efectuó el Consejo de Estado (ley de 10 de enero de 1852) y los que provinieron de la autorización parlamentaria para que el Ejecutivo pudiese celebrar tratados mercantiles (ley de 23 de octubre de 1851), se constatará que fue muy intensa la actividad económica de este período. Los pactos celebrados entonces con Bélgica, Estados Unidos, Brasil, Chile, Cerdeña, Inglaterra y Francia (este último quedó sin aprobarse)

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 11 ]

tuvieron relación con la vida mercantil. Ella se desarrolló también de modo considerable gracias a los capitales abonados con motivo de la consolidación y la conversión de la deuda interna.

[ III ] LAS IMPORTACIONES Y EXPORTACIONES HACIA 1860.- En 1860 el valor oficial de las importaciones ascendió a 15.428.305 pesos (10.000.000 en 1840) y el de las exportaciones a 35.078.524 pesos (9.500.000 en 1840). En las importaciones, las cifras más altas correspondían a los productos siguientes: Mercaderías de algodón Víveres y especies Mercaderías diversas Lanas Ropa hecha y muebles Sedas Vinos y licores Medicinas Linos Oro y plata sellada

3.414.548 pesos 2.524.506 pesos 2.055.708 pesos 1.819.456 pesos 1.233.212 pesos 860.120 pesos 808.149 pesos 745.015 pesos 708.704 pesos 258.917 pesos

 

Otros artículos presentaban cifras inferiores. Entre los productos de exportación, el guano superaba a todos los demás juntos. Las cifras más altas en el año mencionado eran las que a continuación se indican: Guano Bórax y salitre Plata Lanas  

27.544.080 pesos 3.027.456 pesos 2.728.812 pesos 869.415 pesos

Diversos artículos como el oro, el azúcar, el algodón, la cascarilla, la cochinilla, el café, los cueros al pelo, el chocolate, la coca, las cuerdas, el cobre, los vinos, las semillas ofrecían cantidades variables o erráticas, inferiores a las ya señaladas. El oro ocupaba entre ellos el más alto lugar (257.971 pesos en 1860). Percibíase la tendencia a un alza creciente en varios artículos de exportación como el salitre, el bórax y el algodón, sin contar el guano. Entre los países importadores en el Perú la lista, según la memoria del ministro de Hacienda Pedro Gálvez en 1862, fue en 1860: Inglaterra Francia Chile Estados Unidos Hamburgo China Dinamarca Bolivia Ecuador Italia  

por valor de por valor de por valor de por valor de por valor de por valor de por valor de por valor de por valor de por valor de

25 9

EnERO vv 1841 vv [ AntártIdA [ vv ] ]

vvvvvvvv EL MARInO BRITánICO JAMES CLARk ROSS (1800-1862) DESCuBRE En EL COnTInEnTE AnTáRTICO LA ISLA quE HOY LLEvA Su nOMBRE, ASí COMO LA ISLA vICTORIA, LA GRAn BARRERA DE HIELO Y EL vOLCán MOnTE EREBuS, quE BAuTIzó En HOnOR A unA DE SuS DOS nAvES. LA ExPEDICIón DE ROSS SE InICIó EL 5 DE OCTuBRE DE 1840 Y DuRó MáS DE CuATRO AñOS, En LOS quE REALIzó un ExTEnSO vIAJE DE ExPLORACIón POR LAS REGIOnES CIRCuMPOLARES AuSTRALES.

5.615.296 pesos 3.508.969 pesos 2.659.367 pesos 1.141.263 pesos 1.131.980 pesos 311.864 pesos 295.241 pesos 260.768 pesos 185.865 pesos 98.552 pesos

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[1]

[2]

LA CAÑA DE AZúCAR. La producción azucarera tuvo muchas concesiones por parte del Estado, a inicios de la República. Una de ellas fue el aplazamiento de la emancipación de los esclavos, su principal mano de obra, hasta 1854. Aquí (1), vemos el interior de una fábrica de producción de azúcar en la Hacienda Roma, propiedad de la familia Larco. En la segunda fotografía (2), vemos a trabajadores cortando caña de azúcar en la hacienda Sausal, en el departamento de La Libertad. Ambas fotografías pertenecen al álbum Perú 1900.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 11 ]

España Alemania Nueva Granada Centroamérica Cuba Paraguay Rusia  

por valor de por valor de por valor de por valor de por valor de por valor de por valor de

76.278 pesos 24.948 pesos 60.300 pesos 33.152 pesos 8.562 pesos 4.900 pesos 1.402 pesos

La insuficiencia de estas cifras y la crisis en el producto de las aduanas, reducida, a través de varios años, a lamentable estancamiento, fueron señaladas francamente por Gálvez. Ya se mencionó en un capítulo anterior la catástrofe de la industria textil peruana porque Inglaterra exportaba al Perú, sobre todo, mercaderías de algodón. De Francia llegaban sedas, perfumería, vino y diversos artículos suntuarios que por sus recargados derechos estimulaban el contrabando, de modo que las cifras verdaderas de las importaciones superaban a las señaladas por las estadísticas oficiales. La exportación de los productos nacionales se verificó en el año citado por los siguientes puertos: Pesos Callao 30.200.287 Iquique 3.031.626 Islay 756.301 Arica 458.049 Huanchaco 350.140 Paita 282.120 El movimiento de barcos en el puerto del Callao en el año de 1862 fue, según la estadística publicada por Wappäus, el siguiente sin incluir los buques de guerra y los vapores ingleses de carrera: Entradas Banderas Número Toneladas Nor teamericana 278 277.294 Británica 277 227.183 Francesa 91 55.402 Peruana 372 54.073 Chilena 85 20.322 Hamburguesa 31 18.359 Italiana 18 11.239 Sueca 12 5.168 Española 10 4.152 Danesa 9 3.441 De Bremen 8 6.874 Belga 4 2.294 Rusa 4 1.608 Prusiana 3 1.182 De Mecklemburgo 2 887 Noruega 2 862 Ecuatoriana 1 175 1.207 690.515

Salidas Número Toneladas 272 273.963 264 219.759 87 62.805 330 47.791 74 16.255 31 18.024 17 9.644 13 6.255 9 3.959 8 2.747 7 6.633 4 2.280 4 1.600 3 1.182 2 920 2 862 1 175 1.128 674.854

25 24

EnERO vv vv 1841 [ perú vv ] ]

fRAY vvvvvvvv fRAnCISCO SALES DE ARRIETA ES COnSAGRADO ARzOBISPO DE LIMA. A PARTIR DE LAS SIETE DE LA MAñAnA, DE ESTE DíA LOS vECInOS DE LA CIuDAD COMEnzAROn A REunIRSE En LAS CERCAníAS DE LA CATEDRAL En ESPERA DEL RITuAL DE COnSAGRACIón, quE SE InICIó A LAS DIEz Y TERMInó A LAS DOS DE LA TARDE. LuEGO DE LA CEREMOnIA, EL nuEvO ARzOBISPO, ACOMPAñADO POR REPRESEnTAnTES DEL GOBIERnO, EL CLERO Y LA COMunIDAD, InGRESó AL PALACIO ARzOBISPAL EnTRE LOS APLAuSOS DE LA MuCHEDuMBRE.

[ CAPÍTULO 11 ] PERÍODO 2

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vvvvvv vvvvvvvv

En las importacionEs prEdominaban los objEtos o artículos suntuarios, aunquE no faltaban tampoco los 566666666666 vívErEs no producidos En cantidad suficiEntE por El país. ambas cosas Eran otros síntomas dE falta dE salud Económica y fiscal.

En ese mismo año, 129 vapores de la compañía inglesa tomaron en el Callao 106.119 toneladas y 128 vapores pertenecientes a ella dejaron 110.261 toneladas. La compañía mencionada contaba con catorce barcos de diversos tamaños que, juntos, daban 12.481 toneladas y 4.949 caballos de fuerza; se anunciaban para 1864 tres buques más con mayor amplitud y rapidez. La subvención que la empresa recibía del Gobierno inglés y de varios sudamericanos era de 265.000 pesos, de los cuales abonaba el Perú 14.000 pesos para la correspondencia oficial y la visita a los puertos. Los vapores navegaban entre Panamá y Chile cuatro veces al mes y se quedaban dos veces dentro de ese plazo en Panamá, en combinación con los barcos ingleses que hacían el tráfico entre Colón y Southampton. La resolución de 26 de enero de 1861 habilitó para embarque y desembarque los puertos de Ilo, Cerro Azul, Chala, Huanchaco, San José y Pacasmayo; la de 8 de febrero abrió Salinillas en Ica al comercio de exportación y la de 16 de febrero del mismo año adoptó análoga medida en rela­ ción con San Bartolomé de Chao.

La agorera tesis de ManueL Pardo.- Si se restaba de las exportaciones la parte corres­ pondiente al guano y el salitre (que estaba comenzando a desempeñar función similar con la idéntica característica de no ser fruto de la productividad del pueblo sino capital del Estado que se gastaba), ellas, las exportaciones, venían a ser en su monto demasiado inferiores a las impor­ taciones, con lo cual quedaba confirmada en lo esencial la agorera tesis de Manuel Pardo sobre la catástrofe que al país esperaba. De esta actitud se hablará detenidamente en otro lugar. En las importaciones predominaban los objetos o artículos suntuarios, aunque no faltaban tampoco los víveres no producidos en cantidad suficiente por el país. Ambas cosas eran otros síntomas de falta de salud económica y fiscal. Las tarifas de iMPortación. La Libertad absoLuta deL tráfico interior.- Las tarifas aduaneras peruanas se regían por las escalas fijadas por el decreto de 1° de mayo de 1855 reformatorio del Reglamento de Comercio. Para los productos y mercaderías extranjeras internadas para el consumo por los puertos mayores de la República ese decreto señaló, según los casos, el 3%, el 10%, el 20%, el 30%, derechos específicos y la libertad de derechos. Prohibió, además, algunos artículos como la pólvora, las armas, los comestibles de mala calidad y los libros ofensivos contra la moral. Todas las mercaderías conducidas directamente de Europa, Asia, Norteamérica a los puertos mayores de la República pagaban del total de los derechos que adeudaren, el 10% en vales de la consolidación. Igual beneficio disfrutaban los buques nacionales por las importaciones de efectos y frutos hechos directamente del país productor. Las producciones naturales de la República esta­ ban libres de cualquier gravamen en el tráfico terrestre o marítimo. De esa manera quedaron supri­ midos los impuestos sobre el comercio interior de los aguardientes, los tabacos y la plata en pasta. Solo permanecieron las pensiones municipales como el mojonazgo.

La Liberación de derechos de iMPortación a Los víveres de PriMera necesidad.- La Convención Nacional aprobó el 21 de noviembre de 1856 la ley por la cual quedaron libres de derechos de importación por el término de dieciocho meses todos los víveres de primera necesidad. El Ejecutivo debía informar a la Representación Nacional con los datos estadísticos más circunstanciados, sobre las alteraciones que debían hacerse en el Reglamento de Comercio respec­ to de los artículos de subsistencia, tendiendo siempre a seguir el principio de la libre introducción. El Ejecutivo, por intermedio del ministro José Santos Castañeda, observó esta ley. El conflicto era entre los importadores y los productores nacionales. Los negociantes que habían pedido despachos a las aduanas podían ser perjudicados. No se había hecho clasificación de los artículos

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 11 ]

liberados y ello podía ser inconveniente. El trigo y la harina procedentes de Chile requerían un tratado que consultara la reciprocidad de concesión en favor de los productos del Perú. Después de otras consideraciones, el ministro anunciaba que el Gobierno pensaba encomendar al Tribunal del Consulado, asociado con un número conveniente de padres de familia, propietarios e industriosos cuyos intereses se hallaban comprometidos en sentidos opuestos, para que hiciera una clasificación exacta de los víveres y un examen circunstanciado de lo que convenía hacer en cuanto a libertad completa o reducción de derechos. La convención permaneció inflexible y se limitó a introducir algunas modificaciones en la ley. Quedaron libres de derechos de importación por dieciocho meses los siguientes víveres de primera necesidad: azúcar, arroz, quesos, charqui, manteca, mantequilla, sebo, papas, frejoles, garbanzos, habas, arvejas, lentejas y cebada. El trigo debía ser libre de derechos durante el mismo plazo solamente en los puertos de Arica, Iquique y Paita y a la harina correspondía pagar en ellos la mitad de los derechos señalados por el Reglamento de Comercio. La vigencia de la ley quedó pospuesta hasta treinta días después de su promulgación. Ella fue efectuada el 6 de febrero de 1857. Esta ley vino a ser una prueba fehaciente de que ni aún en aquellos años los alimentos producidos por las tierras en el país eran bastantes para el consumo. En el Congreso de 1858 se planteó la prórroga de los efectos de la ley aquí mencionada.

[ IV ] EL TRIGO.- El trigo que producía a fines de la época virreinal la campiña de Arequipa era consumido en las regiones vecinas del interior y en la costa, amparado en la prohibición existente entonces para las importaciones. Durante la guerra de la Independencia los españoles crearon en Arequipa una contribución sobre las harinas, con el nombre de "cupo" para hostilizar a los territorios que se habían rebelado. La Convención Nacional suprimió el cupo, pero en 1866 lo restableció la dictadura de Prado. El gravamen de 80 centavos por fanega sobre el trigo nacional, así mantenido, contrastó con la introducción prácticamente libre del trigo proveniente de Chile pues, según algunos testimonios de la época, si bien se le impuso un derecho de 1,40 pesos, como este no debía cobrarse al que se suponía en tránsito, fueron hechas importaciones en gran escala a la sombra de dicha exención y a través del contrabando. De allí que, según los mismos testimonios, la agricultura de Arequipa tuviese que ceder el puesto a la importancia extranjera en este ramo y dedicar las tierras al cultivo de otros cereales como el maíz. Al mantenimiento del cupo se agregó el alza de jornales (de 4 y 2,5 reales a 80 centavos y un sol) para aumentar el costo del cultivo; y así resultó imposible, por causas diversas, la competencia con las harinas de Chile aun en el mismo mercado de Arequipa. Pueden ser exageradas estas consideraciones; pero es un hecho histórico indudable la decadencia del trigo arequipeño a mediados del siglo XIX y la falta de una política de alimentación nacional tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo. La medida adoptada por este, de liberar de derechos a los artículos de subsistencia importados, implicó una solución momentánea y trajo el peligro de una eventual alza de precios.

LA CAMPIÑA DE AREQUIPA

El trigo, principal fuente de alimento durante la guerra de independencia, fue cultivado en la campiña arequipeña desde la época colonial. De allí, se abastecía a la costa y a zonas vecinas de la sierra. En los primeros años de la República, sin embargo, se lo gravó con altos impuestos. Sumado esto a la importacion del producto de Chile a bajo costo, ocasionó la decadencia del cultivo de trigo en la región. Aquí vemos una imagen de la campiña arequipeña perteneciente al Atlas Geográfico del Perú, de Mariano Felipe Paz Soldán (1865).

EL AUMENTO EN LAS IMPORTACIONES DE LA HARINA Y EL TRIGO CHILENOS.- Después del auge que el descubrimiento del oro suscitó en California en 1848, el trigo, la cebada y la avena de Chile hallaron un mercado extraordinario. Sin embargo, cuando en aquella zona de Estados Unidos se extendió la agricultura, desde 1852, 1853 y 1854, cambió el panorama y hasta llegaron a Valparaíso harina y trigo a precios más bajos que los nacionales. En 1861 la cebada de California abasteció las 161 mil fanegas que consumía Iquique.

[ CAPÍTULO 11 ] PERÍODO 2

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CuALESquIERA xxxxxxxxx quE SEAn LAS TACHAS quE SE quIERA HACER A LA fIGuRA Y A LA ACTuACIón POLíTICAS DE DOMInGO ELíAS, un AnáLISIS EquILIBRADO nECESITARá TOMAR En CuEnTA quE En EL DESCOnCERTADO PERÚ DE LA InICIACIón REPuBLICAnA, TODAvíA COn LA MEnTALIDAD DEL vIRREInATO, fuE EL HOMBRE EnÉRGICO, LABORIOSO, AuDAz, EMPREnDEDOR, SíMBOLO DE un ESPíRITu DE CAPITALISTA MODERnO.

Similar fugacidad tuvieron pocos años después las exportaciones chilenas a Australia por un momento, origen de grandes esperanzas. Ocurrió algo más: hacia 1860 y en un corto tiempo posterior, California y Australia enviaron sus harinas a los puertos del Pacífico. De allí vino el esfuerzo chileno simbolizado por el harinero Juan Antonio Pando para defender y afianzar el mercado peruano. Surgieron tentativas para romper las fuertes trabas aduaneras, obtener un derecho preferencial entre el trigo y la harina con la finalidad de asegurar una especie de monopolio en favor de molinos que proyectáronse construir en el Perú. Si la sublevación de Vivanco en 1856-1858 hubiese triunfado, aquella idea se hubiera vuelto realidad. Ello no ocurrió. Sin embargo, las exportaciones chilenas a nuestro país aumentaron notablemente por los motivos antedichos y por el aumento de la producción, con menores ganancias para los agricultores. Francisco Encina en su Historia de Chile ofrece el siguiente cuadro sobre ellas: Año 1857 1858 1859 1860 

Harina 110,500 quintales 138,273 quintales 144,202 quintales 204,307 quintales 597,282 quintales

Trigo 174,699 fanegas 154,262 fanegas 138,312 fanegas 243,281 fanegas 710,554 fanegas

[V] DOMINGO ELÍAS Y EL DESARROLLO DE LA PRODUCCIÓN DE ALGODÓN.- Cualesquiera que sean las tachas que se quiera hacer a la figura y a la actuación políticas de Domingo Elías, un análisis equilibrado necesitará tomar en cuenta que en el desconcertado Perú de la iniciación republicana, todavía con la mentalidad del Virreinato, fue el hombre enérgico, laborioso, audaz, emprendedor, símbolo de un espíritu de capitalista moderno. Además de sus otros negocios, Elías ya a comienzos de la década de los 840 era el más alto productor de algodón. Había hecho expandir las plantaciones de este arbusto en extensas propiedades del sur; e invertido fuertes capitales para la construcción de edificios y colocación de maquinarias destinadas a despepitar, prensar y enfardelar algodón. Sus opulentas haciendas rendían 14 a 16 mil quintales hacia 1848. El sembrío del algodón en forma industrial lo inició Elías en 1857 en la hacienda Ocucaje. Estos productos junto con los de otros hacendados menores eran remitidos a Europa, "sobrecargados con fletes, comisiones e interés del capital exportado de los quince a diez y ocho meses del tiempo que se emplea en su realización", según expresó Juan Norberto Casanova en 1848 en su Ensayo económico político sobre el porvenir de la industria algodonera en el Perú examinado ya en otro capítulo.

MANUEL SALCEDO Y LA HACIENDA TALAMBO.- El decreto de 23 de julio de 1853 concedió a don Manuel Salcedo las aguas necesarias para la irrigación de la hacienda Talambo y tierras adyacentes de propiedad del Estado que también se le adjudicaron. Siete años más tarde, el decreto de 21 de marzo de 1860 se ocupó de la distribución de dichas aguas. En el número 6379 de El Comercio de 1860, Salcedo presentó un alegato sobre las ventajas que el cultivo del algodón implicaba. Salcedo puede ser calificado como el segundo propulsor de esta planta, despues de Domingo Elías. En otro capítulo se alude al problema de los inmigrantes vascos en Talambo.

LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA GUERRA DE SECESIÓN DE ESTADOS UNIDOS.- En 1861 estalló la sangrienta guerra entre los Estados del Norte y del Sur de Norteamérica. Ella se prolongó hasta 1865. La industria en Francia y Gran Bretaña había llegado a depender

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 11 ]

[1]

[2]

Las calles Mercaderes (1) y Bodegones (2) (hoy jirón de la Unión y Carabaya, respectivamente), concentraban la mayor parte de los 189 almacenes y tiendas que vendían artículos importados en Lima. La primera fue nombrada así porque durante la Colonia se asentaron allí los mercaderes que llegaron a Lima. Bodegones, en tanto, tomó tal nombre por su abundancia de tabernas y cantinas. Estas imágenes pertenecen, respectivamente, al Atlas geográfico del Perú (1865), de Mariano Felipe Paz Soldán; y al libro Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres (1867), de Manuel Atanasio Fuentes.

[ capítulo 11 ] período 2

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EL REGLAMENTO DE COMERCIO DE 1864

El 16 de diciembre de 1864 se expidió el séptimo Reglamento de Comercio en la era republicana del Perú. De carácter liberal, fijó un orden en las actividades de los puertos del país. Con esto, el gobierno de Juan Antonio Pezet buscaba aumentar la recaudación en el sector marítimo, especialmente en lo concerniente a las aduanas.

de hecho del algodón producido en la zona que proclamó la Confederación en desafió a la Unión Federal. Se ha afirmado que este producto agrícola fue un rey (The Cotton King) en la vida de esa región entre 1815 y 1861, con un trono sostenido por los hombros de la esclavitud. Casi el 60% de los esclavos de Estados Unidos trabajaron en los sembríos y en las cosechas, faenas que aun a los negros más ignorantes les era fácil cumplir. Las áreas de producción se extendieron con rapidez y amplitud. La producción de 1860 llegó a casi 230 millones de libras en su peso y con un valor de dos tercios sobre el total de las exportaciones de Estados Unidos. La simultaneidad de ambos factores, el algodón y la esclavitud, mantuvieron en el Sur una sociedad predominante rural y casi feudal. En ella predominó el antiguo desprecio del estado de Virginia hacia los comerciantes. La agricultura, el ejército, la abogacía, el clero fueron las profesiones que creyeron dignas de ellos los hijos de los propietarios de plantaciones. Hombres de negocios, banqueros y navieros del Norte del país y de Europa tenía a su cargo el mercadeo del producto. En las ciudades donde este dominaba, las tiendas y almacenes estaban con frecuencia en manos de yankees, o sea ciudadanos del Norte, alemanes o judíos. Al empezar la contienda había una gran cantidad de reserva algodonera en los mercados europeos; y los grandes intereses textiles de los dos grandes estados manufactureros europeos vieron con agrado la oportunidad de utilizar aquellos excedentes. Sin embargo, la declaración de lord Palmerston de 13 de mayo de 1861 a favor de la neutralidad y la circular de 1° de junio sobre restricciones en los puertos ingleses fue muy desventajosa para la agricultura sureña; lo mismo que el bloqueo de esa región y la prolongación de la lucha. En julio de 1862, el carácter indeciso de ella, el agotamiento de la materia prima algodonera, así como los ofrecimientos tentadores hechos por el gobierno confederal, estuvieron a punto de llevar a un acuerdo francobritánico para la mediación. Sin embargo ella no se convirtió en una realidad. Europa sufrió lo que se ha llamado "el hambre del algodón".

EL DESARROLLO DEL CULTIVO ALGODONERO EN EL PERú. LA IMPORTACIÓN DE SEMILLAS DE ALGODÓN NORTEAMERICANO.- Esta situación llevó, inevitablemente, a que tomase desarrollo el sembrío, la cosecha y la exportación de algodón peruano caracterizado por ser áspero al tacto y por la hebra larga y resistente que podía tramarse con la lana. La buena acogida que obtuvo en el mercado ultramarino intensificó los esfuerzos de los hacendados para

José dE san DOMInGO ELíAS martín (1805-1867) (1778-1850) El libErtador EL PuJAnTE dE EMPRESARIO CHilEIquEñO y PErú InICIó ELdEdiCó CuLTIvO gran DEL ALGODón PartE En dE EL suPERÚ, vida TRAJOa AluCHar LOS PRIMEROS Por la CuLíESautonomía CHInOS Y CREó dEl ContinEntE EL COLEGIO amEriCano. GuADALuPE. 24

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 11 ]

EH

lías oséreci Fran biócissu co edu de ca San ción Maren tínEu naroció pa.enEnYa1825, peyú, de hoy vuel Argen ta al tina, país, el 25 inide ciófeel brecul ro tide vo1778. de alAgo losdón seisaaños, gransu esfa cami laliaenvolsu vióciu a Es dad paña, nadon tal.de Tam enbién 1789 in inino cióvó unaencael rremer ra mica litar dodede más la de vid, vein de tejan años doalde serla vicio do de la la pro coduc rona.ción En 1811, de vi alen nos tado porporlaideas de aguar libertadien rias, te. dejóEnsu1841, puestojun entola apeNi nín cosulás la y se Rodi dririgo, gió fun a Bue dónos el Co Aires, legio enNues aqueltra enSe tonño ces ra cen de Gua tro de dala lure pe. sisTres tenciaaños sudame más ricatar na.de, fue designado prefecto de Lima. Su Tam trabién bajotu jun votoaasuloscar pago trioeltasEje lecu per tivo, mitió y se hapro cerse cladel móman Jefedo de Supre las fuer mo zas cuan inde dopen el pre densitisden tas te y reu Manir nuel Ignacio de Vivanco partió a Arequipa a combatir una revuelta iniciada

invertir capitales en esa industria y para conducirlas al progreso. El Gobierno los apoyó en todo lo que pudo, según expresó Pedro Gálvez en su Memoria de Hacienda de 1862. Ellos encargaron semillas de distintos tipos de algodón a Estados Unidos. Las de la marca Upland se confundieron con la de Egipto y recibieron este nombre. También llegaron las clases Sea Island y Mit-Affifi.

LA PRODUCCIÓN DE AZúCAR.- Inicialmente la caña de azúcar se cultivó en el Perú de preferencia en los valles de Lambayeque y La Libertad (1680-1720). De 1720 a 1800 tuvo prosperidad este cultivo en los valles cercanos a Lima. Durante el coloniaje, la producción de azúcar peruana solo atendió al mercado interno. Por mucho tiempo recibió la importación de México que llegó a hacerse por iniciativa particular. Atribuye Luis Esteves en su Historia económica del Perú a don Pedro Abadía la idea de traer la caña de la India, que se propagó en gran escala; sin embargo, agrega que esta planta ya existía, cultivada de preferencia para la fabricación de aguardiente. Ya en el período republicano la industria azucarera obtuvo en diversas ocasiones protección pecuniaria del Estado; y en obsequio de ella se aplazó la emancipación de los esclavos hasta 1854 y no solo fue consentida desde 1849 la llegada de los coolies sino estimulada con primas. En 1860 el cultivo del algodón en la costa aparecía, no obstante sus adelantos, como la obra de unos cuantos grandes hacendados. La producción fundamental en esta zona seguía siendo el azúcar, cuya exportación iba en su mayor parte al mercado de Chile y no había alcanzado los niveles que tuvo años más tarde, como se verá oportunamente.

D’ORNELLAS Y LA PRODUCCIÓN DE VINO.- Merece atención especial el impulso en la fabricación de vinos. Sobre las variedades de la uva en el Perú, el técnico contratado por el Gobierno, Evaristo D'Ornellas, en su Informe sobre el estado de la vid y de sus productos, publicado en 1860, dijo que eran seis: cuatro de uvas negras y dos de uvas blancas. Entre las primeras estaban la moscatel, la negra propiamente dicha, la quebrantada y la mollar con parras de poca fuerza, no muy generalizadas en los valles y con mostos de inferior calidad. Entre las uvas blancas mencionó a la Italia que consideró, al igual que la anterior, no conveniente para la fabricación de vinos por ser floja y preferible para colgar y comer, o para la fabricación del aguardiente que llevaba su nombre y al avillo casi exclusivamente cultivado en el departamento de Lima, cuya cosecha daba un mosto superior al de algunos otros.

por Ramón Castilla. Tras la victoria de Castilla en la batalla de Carmen Alto (1844), Elías dejó el cargo y pasó a encargarse de los ministerios de Hacienda y Guerra. En 1845 fue elegido diputado por Ica y formó parte del Consejo de Estado. Cuatro años más tarde promovió la introducción de culíes chinos como mano de obra, en reemplazo de los esclavos africanos. Fundó el partido político Club Progresista para candidatear en las elecciones presidenciales de 1851.

En 1860, EL CuLTIvO DEL ALGODón En LA COSTA APARECíA (...) COMO LA OBRA DE unOS CuAnTOS GRAnDES HACEnDADOS. LA PRODuCCIón funDAMEnTAL En ESTA zOnA SEGuíA SIEnDO EL AzÚCAR, CuYA ExPORTACIón IBA En Su MAYOR PARTE AL MERCADO DE CHILE (...).

Durante esa época editó El Progreso (1849-1851). Perdió las elecciones contra José Rufino Echenique, a quien meses después acusó por el mal manejo de los fondos del guano. Por ello, fue encarcelado y desterrado a Guayaquil. En 1854 se unió en Arequipa a la rebelión de Castilla que derrocó a Echenique. Durante el gobierno del Mariscal fue nombrado ministro de Hacienda (1855) y plenipotenciario en Francia (1856). En 1858 volvió a candidatear para la presidencia, pero sin suerte.

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MARzO vv 1841 vv [ perú [ vv ]

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A LOS 67 AñOS DEvvvvv EDAD fALLECE MAnuEL LOREnzO DE vIDAuRRE. EL ABOGADO LIMEñO DEDICó GRAn PARTE DE Su vIDA AL SERvICIO PÚBLICO Y GAnó REnOMBRE POR LA COnTROvERSIA quE CAuSABAn SuS ARTíCuLOS En LOS PERIóDICOS DE LA ÉPOCA. fuE COLABORADOR DE EL DISCRETO, EL REvISOR, EL PERuAnO Y EL fÉnIx. En 1839 PuBLICó un POLÉMICO LIBRO TITuLADO vIDAuRRE COnTRA vIDAuRRE.

En conjunto, las variedades de uvas antedichas no podían considerarse de antemano buenas para la fabricación de vinos finos y generosos. Primitivamente no fueron de muy alta calidad los sembríos; y degeneró la trasplantación sin que para combatir dicho defecto se pusieran en práctica los medios aconsejados por la sana viticultura incluyendo el arte de injertar; ni se introdujesen nuevas y convenientes razas de uva. D’Ornellas estudió los medios de per feccionar el cultivo de la vid y de sus productos durante diez años y ayudó a esta mejora.

LAS PERSPECTIVAS VINÍCOLAS LATENTES EN MOQUEGUA Y OTROS LUGARES. LA OBRA DE ARRIGONI Y DE NATTERI EN CHINCHA.- Aunque ponderó con encomio especial los ricos viñedos de Moquegua, D'Ornellas señaló, a la vez, el atraso de sus oficinas y bodegas. También se refirió a las perspectivas que existían para las zonas de Locumba, Vítor, Siguas, Majes, Nepeña y Morro. No mencionó el importante desarrollo que había alcanzado la vitivinicultura en la zona de Chincha a partir de 1854, por obra de Alejandro Arrigoni, médico e industrial italiano llegado al Perú junto con Antonio Raimondi, y de su colega Natteri.

LA ACTIVIDAD EMPRENDEDORA DE DOMINGO ELÍAS PARA LA EXPORTACIÓN DE VINOS PERUANOS.- No fue avaro D'Ornellas en su elogio a los esfuerzos y sacrificios hechos por Domingo Elías en lca para el adelanto en esta industria. Bajo las directivas del técnico mencionado, hizo aquel empresario construir estufas de aire caliente en la hacienda de San Javier y en Pisco, y llevó sus productos peruanos a los mercados extranjeros. En Londres los vinos peruanos de estufa claros y secos, análogos al jerez, llegaron a ser muy apreciados; vendiéndose hasta 40 libras esterlinas la pipa de 180 galones imperiales. Los más estimados en Nueva York fueron los vinos de estufa tostados, similares de madera; cuyo precio alcanzó a 200 pesos fuer tes la pipa de 108 galones. En Hamburgo obtuvieron un buen mercado los tostados y abocados, también parecidos al madera, con una venta de 670 marcos la pipa de 108 galones. En otros fugares, incluyendo algunos de Francia, hubo ganancias; pero en escasa cantidad. D’Ornellas manifestó grandes esperanzas en el mercado de Rusia. Según la estadística de Wappaus fueron expor tados, en 1860, 7.646 barriles de 18 galones de vino peruano a Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Pero esta puerta a la gran expor tación vinícola nacional no continuó abier ta de par en par.

LA EXONERACIÓN DE IMPUESTOS PARA LAS EXPORTACIONES DE PRODUCTOS AGRÍCOLAS.- La producción de azúcar y algodón estuvo favorecida por la carencia de impuestos que gravaran su exportación.

LA LIBERACIÓN DE DERECHOS A LAS MÁQUINAS IMPORTADAS PARA EL SERVICIO DE AGRICULTURA, LA MINERÍA Y LAS ARTES.- La resolución suprema de 29 de julio de 1859, emitida a raíz de una consulta, declaró libre la introducción de todo género de máquinas importadas para facilitar la agricultura, la minería y las artes, con economía de tiempo y de brazos. Amplió así el artículo del reglamento de tarifas de 1° de mayo de 1855 que ordenó no cobrar derechos a los instrumentos y herramientas "de artes mecánicas siendo introducidas por artesanos que vengan a establecerse con sus talleres y en cantidad necesaria solo para el uso del individuo". La liberación efectuada en 1859 favoreció notablemente el desarrollo de la agricultura comercial en la costa.

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PERÍODO 2

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[ VI ] LA MINERÍA.- Era general la certidumbre de la gran riqueza de los veneros peruanos. Sin embargo, la minería que podía ser considerada lógicamente como la industria nacional por excelencia, estuvo a principios y a mediados del siglo XIX lejos de tomar auge, no obstante reiterados esfuerzos. Atribúyese tal paradoja a la falta de capitales y de una legislación adecuada así como a la inestabilidad política que alejaba a los inversionistas y restringía el suministro de la mano de obra sobre todo cuando, a lo largo de las décadas posteriores a 1836, se extendió el cáncer del feble boliviano, hubo la creencia de que la reforma de la moneda y la continuidad de las acuñaciones, con sus efectos simbolizados por la mayor suma de numerario y de numerario bueno, darían lugar a que en el futuro, los mineros hallasen mejoras efectivas en los contratos de rescate y una disminución en el costo de sus trabajos. Ello no ocurrió.

[ VII ] PACO-VICUÑAS.- Por decreto dictatorial de 5 de julio de 1825 se señalaron premios a los que domesticasen cierto número de vicuñas. Este objetivo no se cumplió hasta 1846 cuando un sacerdote, el Dr. Juan Pablo Cabrera, cura interino de la doctrina de Ayapata en el departamento de Puno, logró, a fuerza de perseverancia y de gastos, no solo domesticar vicuñas sino cruzar esa raza con la de las pacochas, con lo cual unió a la suavidad de la lana de aquellas la blandura y extensión de la de estas. El Gobierno recompensó a Cabrera.

LA PROHIBICIÓN DE LA EXPORTACIÓN DE ALPACAS Y VICUÑAS.- La circular de 5 de agosto de 1846 prohibió la exportación de alpacas por considerar a estos animales un ramo productivo para la industria del país. El decreto de 1° de abril de 1856 ordenó que tampoco se pudieran extraer vicuñas.

En LOnDRES vvvvvvvvv LOS vInOS PERuAnOS DE ESTufA CLAROS Y SECOS, AnáLOGOS AL JEREz, LLEGAROn A SER MuY APRECIADOS; vEnDIÉnDOSE HASTA 40 LIBRAS ESTERLInAS LA PIPA DE 180 GALOnES IMPERIALES.

ALPACAS A AUSTRALIA Y A PARÍS.- Durante la década de los años 1840 fueron remitidas alpacas a Inglaterra y de allí enviadas a Australia del Sur, Victoria y Queensland en número demasiado pequeño para que pudiera implantarse el negocio de su lana. Una tentativa de exportación directa del Perú a Sydney en 1850 fracasó por la prohibición gubernativa que ya ha sido mencionada. Noticias sobre este tráfico han sido dadas por el hombre de negocios Carlos Ledger. Cuenta Ledger que el prefecto de Puno, Escobedo, tomó en 1845 de los indios, por la fuerza, como cuatrocientas alpacas para venderlas a los comerciantes de Arequipa señores Monus y Mariott, quienes las embarcaron para Londres en un buque guanero. Solo tres de ellas llegaron vivas al Támesis, para morir pocos días después. Los indios atribuyeron cuanta calamidad les ocurrió durante un año a la captura de sus auquénidos y fue debido a las peticiones hechas por ellos que este tráfico quedó prohibido. Carlos Ledger alquiló una hacienda, Chulluncayani, en Puno, para hacer la cría de alpacas y estudiarla debidamente, ante la posibilidad de la reconsideración del decreto. Los cónsules británicos le propusieron en 1852 reanudar el tráfico con Australia que había fracasado en 1850. Él aceptó e hizo viajar rebaños de Chulluncayani a Bolivia y de allí a la Argentina. Con tal motivo recorrió estos países y también Chile y trazó mapas y notas de sus correrías, a los que se unieron dibujos del artista Santiago Savage. Los mencionados documentos se guardan hoy en la Biblioteca Mitchel de Sydney, Nueva Gales del Sur. Fue a esta zona de Australia donde llegaron cargamentos de auquénidos en 1858. Ledger pareció haber triunfado no solo en este nuevo comercio sino en el cruzamiento entre llamas

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El despertar de la agricultura A partir de la década de 1840, la agricultura peruana despertó de su letargo, debido principalmente a la expansión del mercado interno. Aquí algunos apuntes sobre el tema.

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i­ma, por ejem­plo, ex­pe­ri­men­ta un im­por­tan­te au­men­to de su po­bla­ ción que, ha­cia 1860, su­pe­ra­ba los cien mil ha­bi­tan­tes. Se in­cre­men­tó, en­ton­ces, la de­man­da de bie­nes agrí­co­ las y los de­ri­va­dos de la le­che de los va­lles cir­cun­dan­tes. Tam­bién se ex­pan­ die­ron los cen­tros mi­ne­ros (Ce­rro de Pas­co) y na­cie­ron otros mer­ca­dos, co­mo el de los tra­ba­ja­do­res de las is­las de Chin­cha. En el ám­bi­to in­ter­na­cio­nal, los efec­tos de la Re­vo­lu­ción In­dus­trial con­so­li­da­ron el pa­pel del Atlán­ti­co nor­ te co­mo cen­tro de las ex­por­ta­cio­nes, de la mis­ma for­ma que la apa­ri­ción de la na­ve­ga­ción a va­por en el Pa­cí­fi­co sur per­mi­tió un in­gre­so más efi­cien­te de la eco­no­mía pe­rua­na en es­te mer­ca­do. La ex­plo­ta­ción del gua­no de las is­las cum­plió un pa­pel de pri­mer ni­vel: los ca­pi­ta­les eran más cre­cien­tes. Por un la­do, los co­mer­cian­tes te­nían más di­ne­ ro pa­ra des­ti­nar­lo a prés­ta­mos, a una sa de in­ te­ rés de 1% men­ sual; por ta­ otro, el Es­ta­do uti­li­zó los va­les de con­ so­li­da­ción de la deu­da in­ter­na, que fue­ ron tomados co­mo va­lo­res pa­ra ga­ran­ ti­zar los prés­ta­mos con­traí­dos por los te­rra­te­nien­tes con los co­mer­cian­tes. Otra fuen­te de in­gre­sos pro­vi­no de la ma­nu­mi­sión de los es­cla­vos: los ha­cen­ da­dos re­ci­bie­ron unos ocho mi­llo­nes de pe­sos, una cuar­ta par­te en efec­ti­vo y el sal­do en bo­nos, a un 6% de in­te­rés, que tam­bién fue­ron uti­li­za­dos pa­ra fi­nan­ciar el re­flo­ta­mien­to de sus pro­ pie­da­des. Es­te pro­ce­so no es­tu­vo, sin em­bar­go, exen­to de al­gu­nos pro­ble­ mas, co­mo el de la im­po­si­bi­li­dad de mo­vi­li­zar a los cam­pe­si­nos de la sie­rra

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período 2

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pa­ra su­plir la es­ca­sez de ma­no de obra. Se consideró ne­ce­sa­ria la im­por­ta­ción ma­si­va de cu­líes chi­nos en reem­pla­zo de la fuer­za de tra­ba­jo de los an­ti­guos es­cla­vos. Las vie­jas ha­cien­das cos­te­ñas de al­go­ dón y ca­ña de azú­car tu­vie­ron un no­ta­ ble re­sur­gi­mien­to en las dé­ca­das de 1850 y 1860, tan­to de la de­man­da in­ter­ na co­mo, so­bre to­do, de la ex­ter­na, por la gue­rra ci­vil nor­tea­me­ri­ca­na (al­go­ dón) y la cri­sis del Ca­ri­be (azú­car). Fue en res­pues­ta a es­ta úl­ti­ma co­yun­tu­ra que los ca­pi­ta­les flu­ye­ron hacia agri­cul­ tu­ra cos­te­ña. Sin em­bar­go, es fá­cil com­ pren­der la ines­ta­bi­li­dad de un de­sa­rro­ llo de es­te ti­po, con una pro­duc­ción in­ter­na su­pe­di­ta­da al cam­bian­te mer­ ca­do in­ter­na­cio­nal. Mu­chos de los nue­ vos te­rra­te­nien­tes ca­re­cían de ex­pe­ rien­cia agrí­co­la, pe­ro es­ta­ban siem­pre en tra­tos con el mer­ca­do fo­rá­neo. De es­tos nue­vos per­so­na­jes, los Par­do eran con­sig­na­ta­rios del gua­no, al igual que Ju­lián de Za­ra­con­de­gui, so­cio de los As­pí­lla­ga en la ha­cien­da Ca­yal­tí (Lam­ba­ye­que); los Lar­co, in­mi­gran­tes ita­lia­nos, lle­ga­ron a la pro­duc­ción de azú­car a tra­vés de sus lu­cra­ti­vas ac­ti­vi­ da­des co­mer­cia­les en Li­ma. Ha­cia 1860 ha­bía veinticinco prós­pe­ros ha­cen­da­ dos en el va­lle azu­ca­re­ro de Chi­ca­ma. Sus fuen­tes de fi­nan­cia­mien­to eran el re­sul­ta­do de una com­bi­na­ción de prés­ ta­mos de los nue­vos ban­cos li­me­ños, ade­lan­tos so­bre co­se­chas y bo­nos –res­ pal­da­dos por las ren­tas que se es­pe­ra­ ban del gua­no– re­ci­bi­dos en com­pen­ sa­ción por es­cla­vos ne­gros al de­cre­tar Cas­ti­lla su ma­nu­mi­sión en 1854.

hembras y alpacas machos. La alta clase social de Sydney probó entonces carne de alpaca y gustó de ella. A otros lugares del mismo país como Melbourne fueron enviados pequeños rebaños. En la exhibición de Londres de 1862 llegaron a ser presentados siete animales disecados, híbridos de llama y alpaca que Ledger remitió. Pero llegaron días de crisis y desaliento para él. Nombrado administrador del negocio, tuvo dificultades graves con el Gobierno de Nueva Gales del Sur. En 1864 decidió regresar a América del Sur. Las llamas y las alpacas fueron ofrecidas en venta y compradas en pequeños lotes por ganaderos que les otorgaron poca importancia ante la riqueza que significaban los carneros merinos. Las alpacas desaparecieron pronto; pero durante algunos años se vio llamas en Nueva Gales del Sur y Queensland, sin que fuera entendida la forma de cuidarlas y sin que aumentase su número. Los últimos ejemplares del rebaño de Ledger acabaron en el Jardín Zoológico de Sydney y de Brisbane. Los datos aquí resumidos han sido publicados por Phyllis Mander Jones, de la Biblioteca Mitchell de Sydney, Australia, usando materiales bibliográficos existentes en ese país. El fiscal José Gregorio Paz Soldán, en su dictamen de 25 de setiembre de 1868, recuerda que el Gobierno dio en 1863 las órdenes necesarias para extraer doscientas alpacas para que fueran llevadas a los jardines del emperador de los franceses. El mencionado dictamen, emitido con motivo de una solicitud de la legación de Italia, expresó puntos de vista favorables a la plena libertad para el comercio con los auquénidos.

EL ORO DE CARABAYA.- Entre 1849 y 1850 surgieron grandes esperanzas por la explotación del oro que empezó en la lejana provincia de Carabaya. Esta provincia (más tarde dividida en las de Carabaya y Sandia) era desde antes conocida por sus lavaderos auríferos. Se trabajaba en 1849 en los de Aporoma, por José Félix Rodríguez dentro de un arrendamiento a la familia Astete, propietaria de ellos, cuando los peones descubrieron casualmente los del río de Challuma. Un francés, Gabriel Larrieu, poco después de este descubrimiento, fundó la población de Versalles cerca de la desembocadura del río Challuma en el Huari-Huari. Los lavaderos principalmente trabajados fueron los de Pusupunco, San Simón, Cangali, Cementerio, Alta Gracia, Quinsamayo y otros. También habían en la región vetas de cuarzo (llamado allí "cachi") con oro que se molían en quimbaletes o grandes morteros; el polvo era beneficiado con azogue para reunir ese precioso metal. Después de cor ta y entusiasta actividad, el beneficio aurífero en Carabaya quedó casi abandonado. Modesto Basadre, en su artículo "Lavaderos de oro", inser to en el opúsculo Riquezas peruanas, ofrece como explicaciones para tal abandono las siguientes: los malos caminos; los altos precios de los víveres y la destrucción de ellos por la humedad del clima; la dificultad y aun la imposibilidad de introducir maquinarias y herramientas para labores en gran escala; la falta constante de brazos por la resistencia de los indios a trabajar en los lavaderos; las inundaciones y los temblores. En 1864 Raimondi visitó la famosa región de las minas de oro de Carabaya. Comprobó personalmente la dificultad de los caminos y el abandono de la explotación. Versalles estaba completamente arruinada; dos inundaciones, en 1862 y 1863, habían dejado solamente tres casas. Había un sendero tan lleno de recovecos entre Versalles y la zona de Challuma que se le llamaba "de la Mayoca" o "de la vuelta"; cuando no había creciente de río se prefería marchar por el cauce y pasarlo a vado a cada rato. Los lugares que habían dado grandes cantidades del codiciado metal se hallaban despoblados. En Pusupunco no se veía ni vestigio de casa; en Alta Gracia quedaba una. Sin embargo, José Félix Rodríguez seguía impertérrito en un "rebosadero" o depósito aurífero formado de tierra y piedras sueltas de espesor variable, situado en Quinsamayo, donde se reúnen los ríos Challuma, Huari-Huari y Pucamayo. También halló una máquina para beneficiar el oro de las vetas, mandada construir por don Manuel Costas.

SIR CLEMENTS MARkHAM (1830-1916)

Historiador británico que visitó el Perú para estudiar su cultura en varias ocasiones (1845, 1847, 1852 y 1860). Exploró la ladera este de los Andes y difundió el uso y el cultivo de la quinina en el mundo. Realizó un gran estudio sobre la historia peruana y publicó las traducciones al inglés de Cieza de León (1864) y Garcilaso de la Vega (1869), entre otros cronistas. Escribió los relatos de viaje Cuzco and Lima (1856) y Travels in Perú and India (1862); un estudio sobre el quechua, titulado Quichua Dictionnary (1892); y ensayos históricos sobre los incas y el Perú republicano.

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EL ÁRBOL DE LA QUINA Es una planta originaria del Perú, de la que se extrae la quinina, sustancia de uso mundial.

Símbolo de riqueza Debido a la importancia de la quina en todo el mundo, en 1825 el Congreso aprobó incorporarla al escudo nacional como símbolo de la riqueza vegetal peruana.

Ubicación Principales departamentos donde crece el árbol de la quina. Cajamarca

Difusión En la década de 1860, el viajero y geógrafo británico Clements Markham llevó la quina a las colonias británicas de Ceylán y la India, donde se inició su producción masiva.

La quinina De la corteza del árbol de la quina se obtiene la quinina, una sustancia de grandes propiedades curativas. La más importante es la prevención y cura de la enfermedad conocida como paludismo o malaria.

Amazonas Piura huánuco Junín Cuzco Puno

38 Número de especies conocidas. El paludismo o malaria Es una enfermedad parasitaria que se transmite por la picadura de alguna de las 60 especies de mosquitos del género Anopheles. Se manifiesta con fiebre elevada, escalofríos y anemia. Puede resultar mortal.

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PERÍODO 2

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Descubrimiento En 1630, la esposa del Conde de Chinchón, virrey del Perú, fue curada con esta planta, suministrada por indígenas. Por ello, desde el siglo XVIII, se conoce a este género de plantas con el nombre científico de Cinchona.

[ VIII ] LA INTRODUCCIÓN DE LA CASCARILLA PERUANA EN ASIA BRITÁNICA.- El árbol llamado "de la cascarilla" hállase vinculado históricamente a los virreyes conde y condesa de Chinchón y llegó a ser llamado a veces en Europa Jesuits Bark. La región donde fue localizado estuvo en Huánuco. Allí Pavón y Ruiz descubrieron en 1778 ocho especies. Se inició un intenso comercio que la presencia de falsificaciones y las circunstancias de la guerra de la Emancipación restringieron. La otra región impor tante como sede de la cascarilla fue la provincia de Carabaya, según descubrió Tadeo Haenke. En 1846 llegó al Perú el naturalista H. A. Weddel, comisionado por el Museo de Historia Natural de París para el estudio de la cascarilla. Penetró en las montañas de Tambopata (San Juan de Oro) y viajó también a Bolivia. En un segundo viaje hecho en 1852, Weddel (que casó con una hermana del coronel Francisco Bolognesi) completó sus trabajos; y llegó a publicar una obra minuciosa sobre el árbol que tanto había interesado también a Ruiz, Pavón y Haenke. En 1860 recorrió el país Clements Markham, comisionado por el Gobierno inglés para conseguir la semilla de la cascarilla calisaya y conducirla a la isla de Ceylán y al territorio continental asiático británico, con el fin de propagar allí los sembríos correspondientes. Markham estudió la clase de terrenos más convenientes para cultivar esos árboles y llegó hasta el río Tambopata donde se habían extraído no pequeñas cantidades de la corteza. Se dirigió luego a Ceylán y a la India y, ayudado por hábiles botánicos y horticultores, formó con la riqueza peruana grandes sembríos. Así la cascarilla calisaya llegó a ser producida en la India en notable proporción y con creciente abundancia, suministrando la quina y la quinina tan necesaria en las colonias inglesas y también en la misma Gran Bretaña para la curación de fiebres. El Estado peruano no atinó a tomar medida alguna para impedir la exportación de la semilla de la cascarilla en daño de esta riqueza nacional. Cabe preguntar si hubiera podido adoptarla. Con ocasión de las publicaciones hechas con este motivo, fueron establecidas también en Bolivia "chacras" de cascarilla (Yani, provincia de Larecaja). En Bolivia había calisaya en abundantes cantidades en las montañas de Apolobamba. Markham editó la relación de sus viajes y trabajos en el Perú y en la India; y registró importantes datos sobre la provincia de Carabaya y muy particularmente acerca de la quebrada de Tambopata. El mapa que acompaña dicha obra fue el primero de carácter veraz sobre esa quebrada (Travels in Perú and India while superintending the Colection of Chinchona Plants. Londres, 1862).

[ IX ] EL REGLAMENTO DE COMERCIO.- El 16 de diciembre de 1864 el gobierno de Pezet expidió el Reglamento de Comercio. Esencialmente liberal, sin un fiscalismo que pretendiera fijar normas sobre insignificantes pormenores, se limitó a dar pautas generales para encarrilar la marcha ordenada de la actividad mercantil en los puertos de la República y las penas a que su contraversión daba lugar, abandonando los detalles al régimen interno de cada aduana. Este reglamento subsistió con diversas modificaciones hasta después de la guerra con Chile. Anteriores a él fueron: El provisional de 28 de setiembre de 1821 (San Martín). El de 6 de junio de 1826 (Consejo de Gobierno). El de 6 de noviembre de 1833 (Camporredondo, encargado del Poder Ejecutivo). El de 3 de setiembre de 1836 (Santa Cruz). El de 30 de noviembre de 1840 (Gamarra). El de 4 de mayo de 1852 (Echenique).

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AGOSTO vv vv 1841 [ bélgIcA vv ] ]

DuRAnTE LA vvvvvvvv SEGunDA ExPOSICIón DEL MuSEO DE LA InDuSTRIA DE BRuSELAS, AnTOInE JOSEPH SAx (18141894) PRESEnTA POR PRIMERA vEz EL SAxOfón. HIJO DE un fABRICAnTE DE InSTRuMEnTOS MuSICALES Y AfICIOnADO AL CLARInETE, SAx BuSCABA un SOnIDO MáS InTEnSO, Y TEníA En MEnTE un InSTRuMEnTO DE vIEnTO quE SOnARA COMO unO DE CuERDAS. EL SAxOfón SE uTILIzó POR PRIMERA vEz En unA ORquESTA SInfónICA En 1844.

[ CAPÍTULO 11 ] PERÍODO 2

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[ TOMO 4 ]

[ SEGUNDO PERÍODO: LA fALAz PROSPERIDAD DEL GuAnO ] I La continuidad en la esclavitud La tentativa para la introducción de esclavos en 1845 ● El permiso para importar esclavos de Nueva Granada ● La memoria de J. G. Paz Soldán favorable a la esclavitud ● El incidente con Inglaterra sobre el tráfico de esclavos neogranadinos ● II El fracaso del tráfico negrero desde Nueva Grana-

CAPÍTULO 12 ●



da. El tratado antiesclavista de 1850 ● III El testamento libertario de Hipólito Bracamonte, la sublevación de los esclavos en Chicama, la ocupación de Trujillo por ellos y la manumisión efectuada por Alfonso González Pinillos ● IV La abolición de la esclavitud ● V La inmigración africana ● El proyecto de Lincoln de enviar negros a América Latina.

LOS InTEnTOS ESCLAvISTAS DE 1845 Y 1846. LA ABOLICIón DE LA ESCLAvITuD En 1854 La pretendida "inmigración africana" en 1860. El plan de Lincoln para enviar negros al Perú

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CAPÍTULO

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[I] A CONTINUIDAD EN LA ESCLAVITUD.- La Constitución de 1839 declaró libertos a los hijos de esclavos que cumpliesen 25 años y obligó a los patrones a que retribuyeran su trabajo con un salario mensual de cuatro pesos. En su artículo 155 expresó, además, que "nadie nace esclavo en la República". Implicó a pesar de esta norma, una victoria para los propietarios de la costa. A pesar de las normas antedichas, el chileno José Victorino Lastarria encontró en 1850, por lo menos cuatrocientos esclavos en Lima y calculó en veinte mil el número de ellos en toda la costa en tanto que no los había en la sierra. La mayor parte eran libertos y nacidos después de 1839. Ni los unos reclamaban sus salarios ni los otros pedían su libertad. Todos seguían en la esclavitud sumisamente. "Hay haciendas (dijo en una de sus cartas a Bartolomé Mitre) que necesitan centenares de hombres para sus faenas y no cuentan, sin embargo, un solo hombre libre de hecho: todos son libres de derecho pero ellos no lo saben o, por lo menos, desprecian su libertad". Al mismo tiempo, encontró que "todos los negros de Lima llevan la alegría en los rostros y el vigor de un atleta"; y que su pasión era la pereza; y que "el bienestar lo entendían como algo equivalente a trabajar poco". LA TENTATIVA PARA LA INTRODUCCIÓN DE ESCLAVOS EN 1845.- En otros países americanos, el período de 1827 a 1847 fue de llegada de cientos de miles de esclavos. Dicha etapa ha sido llamada la "africanización" de Cuba. Gran número de africanos siguió también llegando al Brasil. En 1845, Francisco Calvo, en representación de varios hacendados de la costa, pidió la autorización para la introducción y tráfico de negros esclavos provenientes de las costas de África. Este pedido suscitó viva oposición, por lo cual el interesado dejó de tramitarlo. El Consejo de Estado se declaró opuesto a la introducción y al tráfico de negros esclavos provenientes de las costas de África, y consultó al Congreso sobre la condición en que quedaban los que ingresaban al país prófugos de sus amos y, sobre todo, acerca del remedio que convenía "en consideración al estado de decadencia en que se hallaba la agricultura de las costas de la República por la disminución de la esclavatura" (junio de 1845).

EL PERMISO PARA IMPORTAR ESCLAVOS DE NUEVA GRANADA.- En la Cámara de Senadores se inició en 29 de julio de 1845 y fue aprobado en la misma legislatura un proyecto de ley sobre traslado al territorio del Perú de esclavos residentes en otros puntos del continente americano. Con esta iniciativa coincidió la solicitud de don Manuel Suárez Fernández, a nombre de cincuenta y tres hacendados, en que manifestó el estado de decadencia en que se hallaba la agricultura de la costa y solicitó permiso para dicho viaje. El Gobierno remitió el expediente al Consejo de Estado. Los partidarios de este negocio hallábanse alentados por lo ocurrido con el tratado entre Gran Bretaña y el Ecuador sobre abolición del comercio de esclavos; se había aprobado una enmienda en su texto, por la cual no se impedía que el Ecuador pudiera traer por mar o por tierra a los que residían en Nueva Granada al tiempo de celebrarse dicho convenio. El Consejo de Estado, frente "al mal urgente y grave", acordó que se podía permitir, como vía de ensayo,

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 12 ]

durante corto plazo y por pronta providencia en favor de las arruinadas heredades de la costa, la introducción de esclavos de otros estados del continente, con precauciones que condujeran a evitar el fraude y proteger a esos trabajadores y su prole, velando por su educación moral y religiosa y concediéndoles el goce de un peculio propio, cuidando el cumplimiento un decreto de octubre de 1825 que reglamentaba el horario en el campo y daba otras garantías; debiéndose abordar cuanto antes el problema de la inmigración (16 de diciembre de 1845). El ministro José Gregorio Paz Soldán dio el permiso correspondiente (14 de enero de 1846).

LA MEMORIA DE J. G. PAZ SOLDÁN FAVORABLE A LA ESCLAVITUD.- El encargado de negocios británico Pitt Adams solicitó información amplia sobre el asunto. Con fecha 19 de enero de 1846 Paz Soldán le envió una extensa memoria. "Ella traza (decía Paz Soldán) el cuadro verdadero de la condición en que la legislación española improvisó la esclavatura en este país, las inestimables mejoras que la peruana derramó sobre ella, de lo que es deudora a las costumbres y finalmente la sucesiva fluctuación que el derecho de internación ha sufrido a merced de la legislación nacional". La memoria de Paz Soldán, después de interesantes consideraciones históricas y sociales, se manifestaba favorable a la petición de los cincuenta y tres hacendados y al dictamen del Consejo de Estado. Agregaba que vendrían esclavos del Brasil y de Nueva Granada para mejorar de condición, pues la situación en que vivían en el Perú era mucho más llevadera; y destacaba la condescendencia del Gobierno inglés con el tráfico en el Ecuador y Brasil. Insistía en la falta de capitales para el desarrollo de las riquezas latentes del país. Afirmaba que mil esclavos bastarían para el cultivo de cinco haciendas de caña, cada una de las cuales dejaría una utilidad líquida anual de 30 mil pesos poco más o menos; y que si la importación de aquellos ascendía a cuatro mil, rendirían 600 mil pesos anuales que, en diez años, serían 6 millones y en veinte años, 12 millones. "¿Cuál de las industrias presentes es capaz de agregar al capital nacional una suma tan considerable?"(terminaba diciendo), "¿Cuál de los enemigos del proyecto de los hacendados encierra en su cabeza otro igualmente lucrativo que sustituirle?... ¿Comprenden bien todas las grandiosas empresas que haría brotar el riego de los numerosos capitales en que se repartiría suma tan crecida, en un país cuyos abundantes elementos de opulencia se hallan en estado de mortal paralización solo por falta de capitales?"...

En 1845, vvvvvvvvv fRAnCISCO CALvO, En REPRESEnTACIón DE vARIOS HACEnDADOS DE LA COSTA, PIDIó LA AuTORIzACIón PARA LA InTRODuCCIón Y TRáfICO DE nEGROS ESCLAvOS PROvEnIEnTES DE LAS COSTAS DE áfRICA. ESTE PEDIDO SuSCITó vIvA OPOSICIón, POR LO CuAL EL InTERESADO DEJó DE TRAMITARLO.

EL INCIDENTE CON INGLATERRA SOBRE EL TRÁFICO DE ESCLAVOS NEOGRANADINOS.- Cuando el cónsul inglés Juan Barton pretendió oponerse al tráfico de esclavos que, dentro de las características indicadas, se realizaba en el barco Tres Amigos, la cancillería peruana contestó que el tratado entre Inglaterra y la Confederación Perú-boliviana que se invocaba, hallábase en suspenso y que se negociaba en esos momentos en Londres su anulación. Al replicar Barton que tenía órdenes para sostener la validez del tratado y que haría uso de un barco de guerra, dijo Paz Soldán que el Gobierno del Perú no cedía, "estando resuelto a todo; que si alguna vez y en momentos menos difíciles creyó prudente transigir, eran muy distintos el teatro y las circunstancias; que protestaba por el ultraje hecho a la nación ofreciendo rechazar la fuerza con la fuerza y tomar reparación del agravio de un modo positivo".

[ II ] EL FRACASO DEL TRÁFICO NEGRERO DESDE NUEVA GRANADA. EL TRATADO ANTIESCLAVISTA DE 1850.- El tráfico negrero de Nueva Granada no dio los resultados esperados por sus promotores. Surgió el problema de los hijos de los esclavos que, en calidad de manumisos, acompañaban a sus padres y a quienes también se intentó vender. El representante consular de Nueva Granada, José del Carmen Triunfo, intervino para evitar esta trata de manumi-

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EL 19 DE AGOSTO DE 1848 unOS CIEn O CIEnTO CInCuEnTA ESCLAvOS DEL vALLE DE CHICAMA SE SuBLEvAROn Y, COn EL fIn DE PROCLAMAR LA LIBERTAD DE TODOS LOS DE Su COnDICIón, SE DIRIGIEROn A TRuJILLO, CIuDAD CuYAS PuERTAS LES fuEROn ABIERTAS POR LOS ESCLAvOS DE LA CIuDAD Y OTRAS GEnTES DEL PuEBLO.

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sos. Por lo menos en un caso, con un hacendado de Pisco, ella llegó a ser hecha; y una resolución de 24 de junio de 1852 la declaró nula y permitió la libertad de 116 jóvenes. El Congreso de Nueva Granada llegó a prohibir por ley de 28 de abril de 1847 la exportación de esclavos. Paz Soldán manifestó en su memoria al Congreso de 1847: "Como no está prohibida expresamente por la ley fundamental la importación de esclavos y es indudablemente que la traslación de los de otras partes al Perú mejora el estado de su condición por el trato humano que reciben, el Gobierno se conformó con el voto del Consejo en 14 de enero del año pasado; y en su consecuencia se han introducido algunos esclavos de la Nueva Granada que, en vez de lucro, han ofrecido a los especuladores hartos desengaños para no tentar otra expedición". En el tratado de amistad, comercio y navegación firmado en Londres el 10 de abril de 1850, entre el Perú y la Gran Bretaña se consignó que el Perú se comprometía a cooperar con S. M. B. para la total abolición del tráfico de esclavos; y a prohibir a todas las personas que habitaban el territorio de la República o que estaban sujetas a su jurisdicción de la manera más eficaz y por medio de leyes penales, que tomasen parte en este tráfico. En 1850 asumió, pues, el Perú una política antiesclavista que contradijo su política de 1846 y 1847.

[ III ] EL TESTAMENTO LIBERTARIO DE HIPÓLITO BRACAMONTE, LA SUBLEVACIÓN DE LOS ESCLAVOS EN CHICAMA, LA OCUPACIÓN DE TRUJILLO POR ELLOS Y LA MANUMISIÓN EFECTUADA POR ALFONSO GONZÁLEZ PINILLOS.- En la década de los 840 hubo algún caso de libertad de esclavos decidida por sus dueños. En sus Anales del departamento de La Libertad, Nicolás Rebaza narra que Hipólito Bracamonte, marqués de Herrera, habiéndole correspondido la mitad de los bienes vinculados a un mayorazgo en su testamento suscrito el 31 de marzo de 1848, dio libertad a todos los esclavos de la hacienda. El 19 de agosto de 1848 unos cien o ciento cincuenta esclavos del valle de Chicama se sublevaron y, con el fin de proclamar la libertad de todos los de su condición, se dirigieron a Trujillo, ciudad cuyas puertas les fueron abiertas por los esclavos de la ciudad y otras gentes del pueblo. La fuerza de policía había ido por otra vía a luchar contra los rebeldes mientras la ciudad estaba desguarnecida. Narra Rebaza que cuando el prefecto Freyre se ocupaba en trasladar a su esposa e hijos al monasterio del Carmen, vecino a la casa de Gobierno, llegaron al locutorio donde estaba con la priora los esclavos, armados los más con puñales y dagas "vacones, retacos, sables viejos e instrumentos de labranza". Freyre tuvo que ir a la Prefectura ocupada por los esclavos; oyó sus quejas, anunció que pondría remedio a ellas pues las leyes prohibían la crueldad con esos infelices; y mandó darles una cantidad de dinero, ascendente a ochocientos o mil pesos que proporcionó la casa del señor Alfonso González porque la Tesorería había sido cerrada y el Tesorero estaba prófugo. Rebaza alega haber sido testigo presencial de estas escenas. En apariencia tranquilizados primero los rebeldes, dedicáronse luego algunos de ellos a la embriaguez y quisieron apoderarse del Prefecto. Este, informado de lo que iba a ocurrir, salió de la ciudad y se dirigió al puerto de Huanchaco, donde hizo desembarcar doce hombres que tripulaban una goleta nacional y optó por esperar la llegada de la gendarmería enviada antes a Chicama. La ocupación de Trujillo por los insurrectos duró días y ellos cayeron en excesos con algunos establecimientos de comercio en la calle de La Merced. El vecindario llegó a reunirse y armarse encabezado por el general José María Lizarzaburu; y ocupando los techos de las casas que dominaban la plaza, hizo fuego al aire. Amedrentados, los esclavos fugaron en diversas direcciones, muchos de ellos en dirección a la provincia de Santa. No se siguió el juicio sino a dos cabecillas que fueron un hombre de casta mestizo de apellido Vaca, oriundo de uno de los pueblos del valle de Chicama y un mulato trujillano Olaya, sastre de

La carta de manumisión. Mediante este documento, firmado el 1˚ de febrero de 1851 ante el escribano público José Vicente Aguilar, los esclavos de las haciendas de Cajanleque y Nepén, ambas en La Libertad, fueron emancipados por su propietario, Alfonso González Pinillos. Este hecho fue un antecedente importante de la abolición de la esclavitud en el ámbito nacional, promulgada por el presidente Ramón Castilla en 1854.

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LOS AMIGOS DE ELENA

Esta novela fue escrita por el periodista y político trujillano Fernando Casós, y publicada en París en 1874. Narra hechos y escenas políticas de manera autobiográfica. Como parte de la trama, Casós relató el reclutamiento de jóvenes para ser enviados de un cuartel a un buque de guerra, hecho que efectivamente tuvo lugar en 1857.

profesión. Los dos fugaron a la provincia de Santa y fueron capturados en ella debido al interés que en el asunto tomaron los dueños de esclavos en aquella zona. Remitidos a Trujillo, la causa siguió trámites dilatorios. El Congreso de 1851 les otorgó amnistía y fueron puestos en libertad. Los esclavos, presos unos y voluntariamente otros, volvieron a las haciendas. Cuando llegó, acompañado por tropa, el nuevo prefecto, general La Fuente, el orden estaba completamente restablecido. Las escenas en el locutorio del convento con el prefecto y la priora como figuras centrales dieron lugar a insistentes rumores sardónicos o procaces que Rebaza en sus Anales del departamento de La Liber tad combate. Mucha influencia tuvo en la sublevación la prédica que hacía el hacendado, catedrático y vocal de la Cor te Superior de Trujillo Alfonso González Pinillos a favor del ideal de la manumisión. González Pinillos se había educado en Inglaterra y había dado a conocer en la prensa, en opúsculos y en su cátedra de Derecho natural y de gentes, en el Colegio Seminario, su humanitario pensamiento. Compró un fundo, precisamente aquel donde se produjo en agosto de 1848 la revuelta, y se hizo notar por el trato filantrópico a quienes de él dependían. Poco después, el 1° de febrero de 1851, González Pinillos extendió una escritura pública de manumisión y emancipación de las personas contenidas en una lista adjunta, que era la de los trabajadores en sus haciendas de Cajanleque y Nepén, cuyo número era más de trescientos. En el acto de darles la libertad estuvo acompañado por el cajamarquino Toribio Casanova que, algún tiempo antes, en sus exámenes de Derecho, había disertado sobre la injusticia de la esclavitud. Ni Casanova ni González Pinillos creían que los amos tenían derecho a la indemnización. Estos episodios fueron narrados por Fernando Casós en su novela Los amigos de Elena, condimentados con una gracia de caricatura. El historiador trujillano Héctor Centurión Vallejo, en su trabajo titulado Esclavitud y manumisión de negros en Trujillo (Trujillo, 1954), ha cotejado el texto de la novela con los partes militares; el informe del coronel Freyre; los comunicados aparecidos en El Comercio; el acta de manumisión de los negros esclavos y el primer libro de acuerdos del Superior Tribunal de La Libertad; y ha comprobado que la versión del novelista obedece a un conocimiento directo, de primera mano, de los sucesos. La proclama de los insurrectos fue escrita por el mismo Fernando Casós y el texto reproducido en Los amigos de Elena coincide con el

Siglo xvI

1821

vvvvv

LA ESCLAvITuD BBB En EL PERÚ BBBB InICIADO POR SAn vvvvvvvvv MARTín, EL PROCESO ABOLICIOnISTA TOMó AñOS En SER COnCRETADO. ESTO OCuRRIó RECIÉn A MEDIADOS DEL SIGLO xIx. 38

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 12 ]

Durante la conquista del vvvvvvv Perú, los españoles traen a esclavos africanos para servicio doméstico y mano de obra en las labores del campo. Podían obtener su libertad pagando por ella o por voluntad de sus amos.

Luego de proclamar la Independencia, San Martín decreta que los nacidos a partir de la fecha serían libres. Esto, sin embargo, no se concretó: solo se liberó a quienes lucharon en el ejército patriota y sirvieron un año en él.

verdadero. También exhuma el Reglamento de Policía de Trujillo aprobado en 1847 que, entre otras cosas, establecía la obligación de los amos de denunciar la fuga de sus negros y la facultad de aplicarles seis azotes a los prófugos por cuatro días y de duplicarles la pena por ocho días. El mismo Reglamento prohibía maltratar malamente a los burros y otras bestias de transporte, en la ciudad o en el campo, so pena de seis azotes si fuera esclavo el que lo hiciese.

EL PRIMER CÓDIGO CIVIL DEL PERú

[ IV ] LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD.- Para contrarrestar la enorme seducción multitudinaria que tuvo el alzamiento político iniciado contra su régimen en enero de 1854, un decreto de Echenique ofreció la libertad a los esclavos que quisieran darse de alta en el ejército. Este acto fue llamado por Francisco Bilbao, en un escrito, "la prostitución de la filantropía". El decreto firmado por Castilla y Ureta en Huancayo el 5 de diciembre de 1854 proclamó la libertad de todos los hombres que pisaban el territorio de la República. Tan trascendente acto tuvo su origen incidental en el ofrecimiento de Echenique. Y se basó también en un fundamento doctrinario; el ideal de la manumisión había sido predicado en las aulas del Colegio Guadalupe. Para Ureta, unido entonces a los hombres que representaban la ideología liberal, la existencia del régimen de Echenique se explicaba por la falta de conciencia cívica del país debida a la sujeción popular que, en relación con el proletariado de la costa, tenía una de sus causas en la esclavitud. El Código Civil y el de Enjuiciamientos en materia civil de 1852 reconocieron, con carácter expreso, la esclavitud y las instituciones que de ella se derivaban. Calificó el Código Civil como esclavos a los que lo fueron antes de jurada la Independencia y como libertos a los hijos de madre esclava nacidos después de esa época. Los libertos no estaban sujetos a servidumbre perpetua sino temporal; y, una vez cumplido determinado tiempo de servicios, los amos tenían la obligación de pagarles un jornal. Los hijos de madre liberta quedaban libres desde el nacimiento. De este modo, en dos generaciones habría desaparecido pacíficamente la esclavitud. Los Códigos reconocieron también la propiedad de los esclavos y libertos sobre lo que adquiriesen lícitamente; precisaron los casos en que les estaba conferida la facultad para variar de amo, así como también los modos de manumitirlos y las personas obligadas a defenderlos; y dieron las normas para el ejercicio de sus derechos civiles.

1839 La nueva Constitución declara libres a los hijos de esclavos que cumplan 25 años de edad y obliga a sus patrones a pagarles cuatro pesos mensuales como salario. La norma fue ignorada por la mayoría de hacendados.

1845 Frente a la escasez de mano de obra, los hacendados piden permiso para importar esclavos africanos. La propuesta es rechazada, pero sí los autorizan a importar esclavos de otras partes del continente americano.

1851 Alfonso González Pinillos, propietario de las haciendas Cajanleque y Nepén (Trujillo), otorga la libertad a sus 130 esclavos. Fue un acto precursor de la abolición de la esclavitud en el Perú.

Fue promulgado el 28 de julio de 1852 por el presidente Echenique. Estaba compuesto por 2.301 artículos y dividido en tres libros: De las personas y de sus derechos, De las cosas, del modo de adquirirlas y de los derechos que las personas tienen sobre ellas, y De las obligaciones y contratos. Tuvo vigencia hasta 1936.

1854 En medio de una guerra civil, el presidente provisorio Ramón Castilla, por medio de un decreto supremo, proclama en Huancayo la abolición de la esclavitud. La medida incluía a todos quienes estuvieran sujetos a servidumbre perpetua o temporal.

[ CAPÍTULO 12 ] PERÍODO 2

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¿Qué sucedió con los esclavos luego de la abolición? La respuesta a esta pregunta no es fácil pues carecemos de fuentes apropiadas que nos permitan hacer un seguimiento de la población liberta. Sin embargo, la mayor parte de las investigaciones coinciden en que la mayoría de los manumisos continuaron ejerciendo los mismos oficios que cuando esclavos.

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[ capítulo 12 ]

L

os que se de­di­ca­ban a la agri­cul­tu­ ra per­ma­ne­cie­ron en el cam­po, aun­que no ne­ce­sa­ria­men­te en sus ha­cien­das de ori­gen. En al­gu­nos ca­sos fue­ron echa­dos por los amos, quie­nes, am­pa­ra­dos por el de­cre­to de Cas­ti­lla, rea­li­za­ron una se­lec­ción de per­so­nal; y en otros, mu­da­ron de lu­gar pa­ra bus­car un me­jor tra­to o es­tar cer­ca de sus se­res que­ri­dos. Se­gún Car­los Agui­rre (Agen­ tes de su pro­pia li­ber­tad. Los es­cla­vos de Li­ma y la de­sin­te­gra­ción de la es­cla­ vi­tud, 1821-1854. Li­ma: PUCP, 1993), es pro­ba­ble que aque­llos es­cla­vos que go­za­ban de pri­vi­le­gios o buen tra­to en las ha­cien­das de­ci­die­ran que­dar­se en ellas. Este fue el ca­so del ca­po­ral de la ha­cien­da Li­ma­tam­bo, quien, lue­go de la abo­li­ción, per­ma­ne­ció la­bo­ran­do allí. Pe­ro mu­chos fue­ron arro­ja­dos de las ha­cien­das, al no ser im­pres­cin­di­bles. Los des­pla­za­dos –mu­chos de ellos con­ tra su vo­lun­tad– se agru­pa­ron en "ran­ che­rías" y se jun­ta­ron con ex es­cla­vos y ci­ma­rro­nes. No era la li­ber­tad que hu­bie­sen de­sea­do. Ha­bían pa­sa­do ca­si to­ da su vi­ da en una ha­ cien­ da y allí te­nían sus per­te­nen­cias, qui­zá al­gu­nos sem­bríos e in­clu­so ani­ma­les. Pron­to se en­con­tra­ron de­sam­pa­ra­dos, en­fren­ta­ dos a la ne­ce­si­dad de re­cons­truir to­da su vi­da y bus­car los me­dios ne­ce­sa­rios pa­ra sub­sis­tir en una so­cie­dad que los re­ci­bía con me­nos­pre­cio; al­gu­nos bus­ ca­rían un re­fu­gio en la cri­mi­na­li­dad. Pe­ro más allá de to­das es­tas con­je­tu­ras, es di­fí­cil pre­ci­sar cuál fue el des­ti­no de

los ex es­cla­vos. El ya­na­co­na­je pa­re­ce ha­ber si­do la for­ma más ex­ten­di­da, es­pe­cial­men­te en las gran­des pro­pie­ da­des agrí­co­las. Tam­po­co se pro­du­jo una te­rri­ble es­ca­sez de ma­no de obra co­mo con­se­cuen­cia de la abo­li­ción y, por los da­tos dis­po­ni­bles, se sa­be que la agri­cul­tu­ra cos­te­ña, a fi­na­les de la dé­ca­da de 1850, al­can­zó im­por­tan­tes ni­ve­les de pro­duc­ción. La vi­da de los ex es­cla­vos en las ciu­da­ des tam­po­co es bien co­no­ci­da. Mu­chos se que­da­ron en las ca­sas de sus amos, so­bre to­do aque­llos que rea­li­za­ban ta­reas do­més­ti­cas. En cam­bio, los jor­ na­le­ros que vi­vían le­jos de sus amos con­ti­nua­ron en sus ofi­cios (co­mo el mer­ca­deo ci­ta­di­no, que se rea­li­za­ba de asien­to –en la Pla­za de Ar­mas o en las "pul­pe­rías" y "chin­ga­nas"– o en for­ma am­bu­la­to­ria y me­dian­te pre­go­nes), aho­ra con ma­yo­res ven­ta­jas, pues no de­bían en­tre­gar par­te de su jor­nal a na­die. Fi­nal­men­te, no es cier­ta la creen­ cia de que cuan­do se abo­lió la es­cla­vi­ tud au­men­tó la cri­mi­na­li­dad en ciu­da­ des co­mo Li­ma. En 1857, por ejem­plo, solo el 23,1% de los de­te­ni­dos por de­li­ tos eran ne­gros; los mes­ti­zos al­can­za­ ban el 29,5%, mien­tras que los in­dios se en­con­tra­ban en pri­mer lu­gar con un 32,7%. Las ver­sio­nes que atri­buían a los ex es­cla­vos una ten­den­cia al cri­men eran pro­vo­ca­das por una men­ta­li­dad dis­cri­mi­na­to­ria que no po­día ad­mi­tir a los ne­gros co­mo ciu­da­da­nos igua­les a los de­más.

Cabe afirmar que, de acuerdo con la legislación civil vigente a partir de 1852, el esclavo no era propiamente "cosa” pues se le reconocía la capacidad para ejercer determinados derechos, si bien tampoco entraba dentro de la categoría de las personas ya que estaba sujeto a claras limitaciones. Se había adelantado, sin embargo, bastante en el camino hacia la manumisión. Algunos hacendados pidieron la derogatoria de los artículos del Código Civil que otorgaban plenitud de derechos a los hijos de los libertos. El gobierno de Echenique rechazó este pedido. Este mandatario, en el segundo aniversario de su llegada al poder ordenó la libertad de un número de esclavos por sorteo hecho en la Plaza Mayor de Lima; y declaró libres a ciento dieciséis venidos de Nueva Granada. La manumisión general que el decreto de Castilla y Ureta ordenó, prometió indemnizaciones para los amos. Su consecuencia inmediata fue el desarrollo del bandolerismo, así como el aumento en el precio de los víveres. Santiago Távara, al defender a pesar de ello la radical medida adoptada por Castilla y Ureta, expresó que la sociedad se redimió de un crimen pagando un poco más; y que la alimentación del pobre, a base de granos y plantas tuberosas, no tenía relación con los brazos de los negros y estaba, por lo tanto, al margen de la carestía. La Convención Nacional de 1855-1857 confirmó el decreto de Castilla y Ureta y la Carta política por ella aprobada suprimió para siempre la esclavitud. Los dueños de los esclavos fueron indemnizados por el Estado con 300 pesos por cabeza sin considerar edad ni sexo. Esta suma debía ser cancelada en cinco años y fue señalada para este fin una parte de las entradas del presupuesto (Caja de Manumisión). Según los últimos censos solo quedaban unos 15 mil esclavos. Sin embargo, se pagó una indemnización de 7.651.500 pesos, correspondientes a 25.505 esclavos. Los fraudes cometidos con este motivo serán analizados en el capítulo correspondiente a la evolución de la Hacienda Pública en este período. La abolición de la esclavitud en el Perú, anterior a la de Estados Unidos, Brasil y otros países, no provocó luchas sociales. Fue decretada al finalizar una guerra civil que ya ensangrentaba al país por otros motivos, si bien en ella existían corrientes libertarias que venían sobre todo del Ecuador y de Colombia. Pero si bien los negros variaron radicalmente de condición, no se produjo un auténtico cambio en la estructura social, como lo demuestra la llegada de los coolies chinos de condición semiservil, cuyo número aumentó precisamente después de la manumisión. Después de la manumisión, el número de negros disminuyó en el Perú constantemente, mientras aumentaban proporcionalmente los mulatos y zambos. Unas pocas gotas de sangre negra, con frecuencia, estimulan, en quienes las tienen, la alegría de vivir, el gusto por las fiestas, la agilidad física v mental, la cordialidad.

[V] LA INMIGRACIÓN AFRICANA.- Un comerciante del Callao, don J. Gregorio N. García editó en 1860, bajo el título antedicho, una colección de recursos, artículos y cartas relativa a la introducción de colonos africanos. José Antonio de Lavalle, en una de sus crónicas en La Revista de Lima, al dar cuenta de este folleto comparó, de acuerdo con su experiencia como propietario rural, el trabajo de negros y de chinos. A estos los calificó como más sumisos y más hábiles para ciertos trabajos que demandaban prolijidad y esmero. En cambio, dijo que el asiático era mucho menos robusto, menos enérgico y menos capaz de amoldarse a la civilización del país. Señaló que el negro se mezclaba fácilmente con las razas blanca e indígena y que el cruce había permitido el nacimiento de 222 figuras notables como el poeta Plácido en La Habana y el médico Valdez en el Perú. Atribuyó al chino vicios solitarios y

ABRAHAM LINCOLN (1809-1865)

El decimosexto presidente de Estados Unidos (1861-1865) fue elegido durante el caos que precedió a la guerra civil de su país. Gracias a su victoriosa campaña militar y a sus políticas de conciliación con los estados secesionistas del sur, fue reelegido para un segundo período en noviembre de 1864. El 14 de abril de 1865, cinco días después del fin de la guerra, Lincoln recibió un disparo del radical John Wilkes Booth. Murió al día siguiente. Uno de los hechos más importantes de su gobierno fue la abolición de la esclavitud en 1863.

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Los esclavos. Durante la Colonia, tras la reducción de la población indígena a causa de nuevas enfermedades, los españoles trajeron esclavos africanos para utilizarlos como mano de obra. Los esclavos eran llamados "piezas de ébano" y podían ser vendidos al mejor postor, según sus habilidades físicas y docilidad. No eran considerados parte de la sociedad, sino bienes de lujo. En esta acuarela encargada por el obispo de Martínez de Compañón (1789) observamos a un esclavo sacando piques de los pies de su amo.

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período 2

[ capítulo 12 ]

contra natura, rara vez propenso al mestizaje con resultados cuya parte moral o intelectual no se podía aún observar; pero que físicamente adolecía de monstruosidad. En suma, declaró mejor la inmigración de negros que la de chinos, y creyó posible, y acaso deseable, el ensayo de indios o africanos del Norte (Estados Unidos). Pero hizo la salvedad de que antes debían agotarse los medios para auspiciar la llegada de europeos que debían traer al Perú la fuerza intelectual, la civilización de progreso que tanto necesitaba. En suma, a Lavalle, notable figura en la literatura peruana pero con una mentalidad de dueño d e haciendas, no le hubiera parecido del todo malo el permiso a la inmigración africana. Ella no se produjo.

EL PROYECTO DE LINCOLN DE ENVIAR NEGROS A AMÉRICA LATINA.- En 1862 el presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln hizo saber que se proponía organizar, con destino a Centroamérica y otras Repúblicas hispanoamericanas, un sistema de emigraciones de hombres de color de su país, de aquellos que fueran siendo emancipados de la esclavitud. Quería con esta medida evitar los inconvenientes que surgirían de la competencia súbita que los brazos negros libres harían a los blancos y de la repugnancia que las costumbres de los blancos de origen anglosajón y protestantes (los más tarde llamados WASPS) manifestaban ante la gente de origen africano. Y pensaba, sin duda, dada la escasez de brazos y de actividad económica visible en América hispana, que se iba a procurar a los negros expatriados un medio seguro de establecerse en tierras fértiles y prosperar. Al anunciar su plan, Lincoln no buscó el asentimiento de las Repúblicas afectadas. Con ello, dio muestra de un espíritu de franqueza y sinceridad. Es posible creer también que reveló escaso interés ante la opinión favorable o adversa de aquellos gobiernos. En un mensaje posterior, sin embargo, dijo que no propiciaría inmigraciones de negros manumisos sin el consentimiento de los países donde fueran enviados. El ministro de la Confederación Granadina, o sea de Colombia, aceptó la fórmula del presidente norteamericano. A ella se opusieron, en cambio, el representante del Perú en Washington y los de casi la totalidad de las demás Repúblicas latinoamericanas. No prosperó. El debate alrededor de este asunto poco conocido suscitó valiosos comentarios en la "Revista Americana", suplemento de El Comercio de Lima editado en 1863 por José María Samper.

En vvvvvvvvv 1862 EL PRESIDEnTE DE ESTADOS unIDOS ABRAHAM LInCOLn HIzO SABER quE SE PROPOníA ORGAnIzAR, COn DESTInO A CEnTROAMÉRICA Y OTRAS REPÚBLICAS HISPAnOAMERICAnAS, un SISTEMA DE EMIGRACIOnES DE HOMBRES DE COLOR DE Su PAíS, DE AquELLOS quE fuERAn SIEnDO EMAnCIPADOS DE LA ESCLAvITuD.

[ CAPÍTULO 12 ] PERÍODO 2

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ]

capítulo 13 ● I Nor­mas de res­pe­to a las tie­rras de in­dí­ge­nas en 1849 ● La no ena­je­na­ción de los ca­pi­ta­les del ra­mo de cen­sos de in­dios ● II La abo­li­ción del tri­bu­to ● III El dic­ta­men de Jo­sé Si­meón Te­je­da en 1858 so­bre la pro­pie­dad de la tie­rra de in­dí­ge­nas.

NORMAS LEGALES SOBRE TIERRAS DE INDÍGENAS DE 1847 A 1859. LA ABOLICIÓN DEL TRIBUTO

13 [ ]

CAPÍTULO

n

[I] ORMAS DE RESPETO A LAS TIERRAS DE INDÍGENAS EN 1849.- Las resoluciones de 15 de enero y 30 de abril de 1849 señalaron el propósito de seguir una política de protección a las comunidades indígenas. La primera de dichas resoluciones derogó otra expedida en 15 de enero de 1847 y abrió cargo en Tesorería al subprefecto de Huarochirí por los productos de unas tierras dentro de los límites de Chaclacayo, de las cuales eran propietarios los pueblos de San Juan de Matucana, Tupicocha, San Bartolomé, Tuná y San Damián en la provincia de Huarochirí. Acreditado este derecho de dichos pueblos, cuyo origen era la compra al Rey con dinero, según constaba en los títulos presentados y que se hallaba refrendado por la posesión inmemorial, la resolución de 15 de enero de 1849 invocó para protegerlo la ley de 1828 y además las inversiones que los indígenas hacían del producto de las mencionadas tierras en el pago de preceptores, reparación de puentes y caminos y celebraciones de fiestas religiosas. La resolución de 30 de abril aplicó el mismo principio tutelar a las tierras, pastos y puentes de los indígenas de San Mateo de Huanchos, Carampoma, Ascensión, Laraos, Huansa y San Miguel de Viso en la misma provincia de Huarochirí y les restituyó la posesión de ellas, cuyo derecho se basaba en títulos análogos.

LA NO ENAJENACIÓN DE LOS CAPITALES DEL RAMO DE CENSOS DE INDIOS.- La resolución de 24 de abril de 1847 dispuso que los capitales del ramo de censos de indígenas no eran enajenables. Fue motivada por una consulta de la Tesorería General en relación con las asignaciones que percibían determinadas iglesias de los productos de esos capitales para los gastos en la festividad de Corpus y oficios de Semana Santa.

[ II ] LA ABOLICIÓN DEL TRIBUTO.- En plena guerra civil contra el régimen de Echenique, el jefe de la sublevación Ramón Castilla, en Ayacucho, con fecha 5 de julio de 1854, firmó el decreto preparado por su secretario general, Pedro Gálvez, con la abolición del tributo de los indios. Antes, con carácter local, había adoptado esa misma medida el jefe rebelde de Junín, Fermín del Castillo cuyo secretario era José Gálvez (8 de febrero de 1854). Según el cálculo probable que se hizo del presupuesto de 1854 a 1855, los ingresos permanentes del Estado debían sumar 5.582.404 pesos al año, de los cuales 1.660.000 pesos correspondían a contribuciones directas y el resto a los ingresos de aduana, con 3.000.000; las rentas municipales y de instrucción con 400.000 sin que ninguna de las demás rentas apareciera con cifra mayor de 100.000, que era la de papel sellado. Entre las contribuciones directas, la de indígenas se calculaba en 1.400.000 pesos. El mantenimiento del tributo, a pesar de su buen resultado económico, era mirado por muchos con disgusto. En las aulas de Guadalupe los Gálvez habían enseñado la justicia de su

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 13 ]

supresión. Ella fue también uno de los puntos en el programa que publicó Vivanco para las elecciones de 1850. En el Congreso de 1853 llegó a ser presentado un proyecto de ley con el objeto de abolirlo. Pedro Gálvez, en el campamento revolucionario, quiso ser leal con sus doctrinas de la cátedra y llevó a cabo la reforma mediante un decreto histórico. Allí afirma que la independencia, conquistada con tantos sacrificios, es un vano nombre para la mayoría de los peruanos que viven en la más dura esclavitud y en el más completo envilecimiento; que la causa primordial de este fenómeno deplorable y que tantos daños origina a la República es la contribución de indígenas, rechazada por la política y por la economía como injusta y destructora de todo germen de progreso; que la Providencia ha salvado con el recurso extraordinario del guano el déficit de las rentas, único refugio inventado para sostener la capitación, como una de las entradas comunes del Estado; que emancipada la raza indígena del humillante tributo impuesto sobre su cabeza hace tres y medio siglos y llevada por el natural efecto de la civilización, el Perú ganará una población numerosa y productora que, indudablemente, le ofrecerá una contribución más rica y no bañada en las lágrimas y en la sangre del contribuyente (frases tomadas de uno de las opúsculos de Vigil en 1848); y, por último, que "la regeneración política proclamada por los pueblos para corregir los abusos monstruosos de la administración del general Echenique, tiene el fin esencial de hacer prácticos los derechos de libertad, igualdad y prosperidad, escritos en la Constitución de la República y de hacer en adelante imposibles las dictaduras deshonrosas fundadas sobre el envilecimiento de las masas". Con este decreto, el liberalismo de la segunda generación se escapó del terreno puramente académico para acercarse a las mayorías de la población del país y formular una reivindicación netamente popular. Se impregnó, así, de un contenido social, ajeno al primer liberalismo de Luna Pizarro, Sánchez Carrión, Vidaurre y Mariátegui, preocupado por la organización del Estado, las relaciones entre los Poderes y la defensa de los derechos individuales, a la vez que beligerante ante el predominio de la Iglesia en la vida civil. Pero, de otro lado, este contenido social del segundo liberalismo, voceado en el decreto de Ayacucho, resultó tímido y unilateral. El problema indígena apareció visto como problema fiscal y no como problema económico y educacional. Trascendencia enorme fue atribuida al tributo, como causa del envilecimiento de las masas. Y se hace la suposición ingenua de que el Perú elevará su nivel de vida con un acto estatal negativo, la abolición de este impuesto, y con un vago fenómeno, el "natural efecto de la civilización". Echenique reveló más tarde, al hacer el relato de su campaña militar en el centro, que, con motivo del decreto de 5 de julio, se pronunciaron las indiadas a favor del bando insurrecto y se negaron a suministrar al ejército de él todo lo que necesitaba, hostilizando al del Gobierno de Lima mediante la mala voluntad para entregarle víveres y noticias hasta ponerlo en estado de ni siquiera obtener datos sobre la ubicación y los movimientos del enemigo, sino a costa de grandes esfuerzos. El capítulo dedicado a las rentas fiscales en este período y al que siguió de inmediato, analiza diversas proyecciones de la abolición del tributo y los esfuerzos para crear la contribución personal.

JOSÉ SIMEÓN TEJEDA (1826-1873)

Abogado arequipeño que alternó la práctica profesional con el periodismo, ejercido desde 1852 en el diario El Republicano. Ingresó a la política en 1855 y dos años más tarde fue elegido diputado por Condesuyos. Durante su ejercicio del cargo integró la comisión que redactó el Código Penal. En 1864 fue ministro de Justicia y debió enfrentar la agresión militar de España. Volvió a ser diputado por Condesuyos en 1872 y luego alcalde de Lima en 1873.

[ III ] EL DICTAMEN DE JOSÉ SIMEÓN TEJEDA EN 1858 SOBRE LA PROPIEDAD DE LA TIERRA DE INDÍGENAS.- Con fecha 2 de junio de 1858 Francisco Garmendia, alcalde del Cuzco, se dirigió en consulta al ministro de Gobierno acerca de las tierras de los indígenas. Las leyes y decretos (dijo) los habían declarado propietarios de las que ocupaban por reparto en sus respectivas comunidades. Pero de hecho no habían sido sino meros usufructuarios, sin enajenarlas ni tener los herederos derecho de sucesión; pues dichos terrenos fueron dados a otros indistintamente en nuevos repartos ya por los revisitadores, ya por los caciques y recaudadores. La con-

[ CAPÍTULO 13 ] PERÍODO 2

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xxxxxxxxx Los liberales idealizaron la propiedad privada. Su difusión, creían, liberaría a los hombres de su servidumbre, enriquecería el tesoro público y crearía una nación de ciudadanos altamente productivos. Estas ideas afectaron principalmente la economía e identidad de las comunidades indígenas.

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período 2

[ capítulo 13 ]

Los indios frente a la arremetida liberal

E

n opinión de los liberales, el dere­ cho a los indios a poseer tierras en comunidad perpetuaba una economía primitiva. Si los indios iban a ser ciudadanos plenos, libres e iguales, tanto ante la ley como en las relaciones sociales, tenían que convertirse en pro­ pietarios individuales. La idea era crear una sociedad burguesa rural, como la burguesía rural francesa posrevolucio­ naria o el pequeño propietario agrícola norteamericano antes de la guerra de Secesión. En otras palabras: la ideología liberal consideraba que los indios eran un obs­ táculo para la formación de la nuevas nacionalidades. Era preciso destruir la autonomía e identidad que las comuni­ dades campesinas habían heredado desde el siglo XVI, a fin de que sus pobladores se integrasen a la "nación" mediante la participación política y económica. Incluso cuando en 1825 Bolívar intentaba dar un contenido social y agrario a la Independencia, quiso repartir las tierras comunales entre los indios y los propietarios priva­ dos. En el caso peruano, sin embargo, como las grandes haciendas ocupaban ya la mayor parte de las tierras de mejor calidad, los decretos del Libertador no tuvieron otro efecto que hacer más vulnerables a los indios, por­ que darles tierras sin capital, sin instru­ mentos de labranza y sin protección,

era ponerlos en camino de endeudarse con otros propietarios más solventes (poderosos) a los que al final habrían de entregar sus tierras para saldar las deudas contraídas e incluso trabajar para ellos como peones endeudados. De este modo, el siglo XIX fue testigo de la paulatina desintegración de muchas comunidades de indios, mien­ tras que las haciendas se apoderaban de sus tierras y absorbían a sus trabaja­ dores. Similares casos se vivieron en México y Colombia, países donde la legislación liberal trató de destruir las identidades comunales con el objeto de poner en circulación las tierras de los indios y obligarlos a salir de su medio original y lanzarlos a la sociedad del laissez faire. La doctrina liberal, entonces, llevada a la práctica, no trajo la expansión de la propiedad privada, sino del latifundio, profundizando de esta manera la división entre pobres y ricos en el mundo rural. Los campesi­ nos indígenas poco pudieron hacer con sus bajos recursos frente a este despo­ jo. Teóricaente podían librar una bata­ lla legal, que con frecuencia resultaba inútil, o emigrar a zonas menos contro­ ladas, u optar por la rebelión. La mayo­ ría optó por la resignación; pero había quienes optaban por la violencia, con­ tribuyedo así a la intranquilidad social que caracterizó a la región andina durante el siglo XIX.

sulta consistía en averiguar si los indios eran o no propietarios de las tierras que ocupaban y el asunto revestía interés especial pues ya no pagaban contribución y el artículo 2 de la ley de elecciones expedida por la Convención Nacional el 6 de febrero de 1857 otorgaba el derecho de sufragio a "los que saben leer y escribir o son jefes de taller o tienen una propiedad raíz o se han retirado conforme a la ley después de haber servido en el ejército o armada". La comunicación del alcalde del Cuzco pasó al fiscal adjunto José Simeón Tejeda. Según este jurista, en su breve dictamen de 2 de diciembre de 1858, no existía duda alguna acerca del tenor de la ley de 31 de marzo de 1828 que declaró propietarios a los indígenas. "El hecho de que hasta ahora no han puesto en práctica su pleno dominio (dijo) ni trasmitídolo a sus herederos nada arguye en contra de la ley porque los hechos no destruyen el derecho. En cuanto a los procedimientos de los recaudadores, caciques y revisitadores, sus abusos no pueden servir de precedente contra las leyes". Según Tejeda debía devolverse la nota por improcedente. De conformidad con su dictamen, fue expedida la resolución de 4 de febrero de 1859 para ordenar que sirviera de regla general para casos de la misma especie. El liberalismo de Tejeda habíalo llevado, en horas juveniles, a defender la libertad de la industria frente a la tesis de que el Estado debía reglamentar esta actividad. Se mueve dentro de preceptos igualmente individualistas al tratar con tanta superficialidad el complejo problema de las tierras de los indígenas. El incumplimiento de la ley sobre la propiedad privada de esas tierras, manteniéndose el régimen comunitario tradicional no solo por recaudadores, caciques y revisitadores sino por los campesinos mismos, no le parecía sino una serie de abusos reiterados que no destruían el derecho, para él supremo, que era la ley. La comunidad indígena era entonces en toda la sierra un patrimonio jurídico sumergido, vivo en el alma y en las costumbres de los campesinos, si bien invisible y extraño para la mentalidad formalista de los legisladores, de los magistrados y de las autoridades que identificaban el derecho con su expresión escrita.

vvvvvvvvv EL LIBERALISMO DE TEJEDA HABíALO LLEvADO, En HORAS JuvEnILES, A DEfEnDER LA LIBERTAD DE LA InDuSTRIA fREnTE A LA TESIS DE quE EL ESTADO DEBíA REGLAMEnTAR ESTA ACTIvIDAD. SE MuEvE DEnTRO DE PRECEPTOS IGuALMEnTE InDIvIDuALISTAS AL TRATAR COn TAnTA SuPERfICIALIDAD EL COMPLEJO PROBLEMA DE LAS TIERRAS DE LOS InDíGEnAS.

[ CAPÍTULO 13 ] PERÍODO 2

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] ● I La pri­ me­ ra ley de in­mi­gra­ción ge­ne­ral y la in­mi­gra­ción chi­na ● Los re­sul­ta­dos de la ley de in­mi­ gra­ción de 1849 ● II In­mi­gran­tes ir­lan­ de­ses ● III El ex­pe­ri­men­to ale­mán en Ta­ra­po­to y Mo­yo­bam­ba ● IV La de­ro­ga­

capítulo 14

to­ria de la ley de in­mi­gra­ción de 1849 ● V La ley de 1862 sobre inmigración asiática y su inútil veto ● VI Nue­vas ten­ta­ ti­vas de in­mi­gra­ción ale­ma­na. La co­lo­nia del Po­zu­zo ● La exi­to­sa in­mi­gra­ción ale­ ma­na en Chi­le ● VII Los po­li­ne­si­os.

LA ABUNDANTE INMIGRACIÓN CHINA. LA ESCASA INMIGRACIÓN IRLANDESA Y LOS ENSAYOS ALEMANES. LLEGADA Y REPATRIACIÓN DE POLINESIOS

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CAPÍTULO

L

[I] A PRIMERA LEY DE INMIGRACIÓN GENERAL Y LA INMIGRACIÓN CHINA.- El ministro de Gobierno Juan Manuel del Mar envió al Congreso un proyecto de ley de inmigración que incluyó entre los anexos de su memoria. Este proyecto creó un fondo sobre la base de la erogación del Tesoro y otras fuentes y estableció comisiones de carácter local. El Congreso de 1849 votó una ley general de inmigración (promulgada el 17 de noviembre de 1849). En el grado de postración de la agricultura del país por la falta de brazos se basó esta ley para ofrecer una prima de 30 pesos a todo introductor de colonos extranjeros de cualquier sexo cuyo número no bajara de cincuenta y cuyas edades fuesen de 10 a 40 años. A Domingo Elías y a Juan Rodríguez otorgó la exclusiva por cuatro años para la importación de chinos en los departamentos de Lima y La Libertad con igual prima y el compromiso de abonarles el valor de setenta y cinco chinos que habían importado un mes antes. Los colonos extranjeros que fuesen introducidos al país debían quedar exentos de contribuciones y de todo servicio militar por diez años. Los setenta y cinco chinos ya mencionados arribaron al Callao en la barca dinamarquesa Frederick Wilhelm el 15 de octubre de 1849. En la práctica esta ley resultó favoreciendo, en forma abrumadora, la inmigración china. “Era curioso (escribió Juan de Arona en su libro sobre la inmigración en el Perú) ver desfilar por las calles de Lima esas hileras de hombres extraños, de piel amarilla, de ropa suelta y en quienes lo más saltante era la larga trenza prendida en la nuca, las facciones, la lengua que hablaban y el calzado de género realzado como el antiguo por una doble y triple suela de espeso fieltro. Los mataperros los seguían gritándoles: ¡chino Macaco!, apodo tomado de uno de los puertos de procedencia y que ha prevalecido hasta hoy ". Sin embargo, Juan de Arona no incluyó la palabra "macaco"en su Diccionario de peruanismos. LOS RESULTADOS DE LA LEY DE INMIGRACIÓN DE 1849.- La experiencia recogida con la ley de 1849 probó que, en realidad, ella favoreció la inmigración china. Desde febrero de 1850 hasta julio de 1853 fueron introducidos en el Perú, según la memoria que en este último año presentó el ministro de Gobierno, José Manuel Tirado, 3.932 colonos; de ellos, 2.516 fueron chinos, 320 irlandeses y 1.096 alemanes, cuyas primas, de acuerdo con la ley de 1849, ascendieron a 11.796 pesos. La resolución suprema de 5 de mayo de 1852 señaló que de los 50 mil pesos votados para inmigración 25 mil se debían dedicar a la de origen europeo. El premio para quienes trajeron chinos fue abolido.

INMIGRANTES IRLANDESES.- Entre los inmigrantes europeos venidos en virtud de la ley de 1849 hubo, pues, alemanes e irlandeses. Un grupo de colonos de esta última nacionalidad, pequeño sector de los fugitivos de la "hambruna de la papa", llegó traído por don Juan Gallagher, para trabajar en sus haciendas del Callao.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 14 ]

La inmigración irlandesa no prosperó. Muchos de los llegados al Perú viajaron a Australia. Willian Russel Grace, hijo de James Grace, organizador de la aventura, se quedó en este país. Inició en 1850 su carrera comercial en la firma angloperuana dirigida por John Bryce, abastecedora de los barcos que, atraídos por el próspero comercio del guano, llegaban entonces al Callao. Poco tiempo después, la capacidad, la iniciativa y otras aptitudes de Grace lleváronle a ocupar la posición de socio de la empresa, llamada a partir de entonces Bryce, Grace & Co., en la que participó también Miguel P. Grace, a quien su hermano William R. hizo venir de Irlanda. Una de las actividades de este al empezar su carrera mercantil era la de tener a sus órdenes un buque de la firma Bryce frente a una de las islas de Chincha para proveer a los que de todas partes viajaban a las costas peruanas en relación con el comercio del guano. William R. Grace se casó con Lilian Gilchrest, hija de un capitán de la marina mercante norteamericana oriundo del estado de Maine que hacía frecuentes viajes transportando guano en su propio barco. Cuando viajó a Maine a contraer matrimonio, Grace se puso en relación con los famosos armadores de naves de esa zona y comenzaron a tomar forma concreta los proyectos ya esbozados por él para fletar buques más grandes y mejores, destinados al negocio del guano. De estos planes resultó el lanzamiento del velero Lilly Grace de 579 toneladas. Al retirarse el señor Bryce de la vida mercantil asumió William R. Grace íntegramente la dirección de la firma. Su hermano Michael P. quedó al frente de las oficinas en el Callao y él se trasladó en 1862 a Nueva York. Desde entonces fueron establecidos los negocios de exportación e importación efectuados por la empresa. En 1873 y 1875 comenzaron a viajar los veleros gemelos W. R. Grace y M. P. Grace en el servicio entre Nueva York, Callao, San Francisco e intermedios por la ruta del Cabo de Hornos, en un recorrido cuya duración total era de más de cien días. William R. Grace adoptó la nacionalidad estadounidense y llegó a ser elegido alcalde de Nueva York dos veces.

LOS INMIGRANTES (1850-1853) [ 1839-1840 setiembre 28 ] Entre febrero de 1850 y julio Juntodecon 1853lallegó bandera, al Perú un San enorme Martíngrupo también de colonos crea el de primer diversas escudo nacionalidades. del Perú. En él,Esta sobre migración un cielo azul, masiva losocurrió rayos gracias del solailuminan la ley que dio el Gobierno montañasperuano levantadas en 1849 sobre con unelapacible objetivomar. principal Esta escena de abastecer aparece de mano rodeada de obra por una a las haciendas corona ovalada de la costa. de laureles, atada en su PAÍS DE ORIGEN NúMERO extremo inferior con China 2.516 una cinta deuna cinta Irlanda de color color oro. 320 Alemania Total

1.096 3.932

[ III ] EL EXPERIMENTO ALEMÁN EN TARAPOTO Y MOYOBAMBA.- Si algunos inmigrantes alemanes se colocaron como domésticos y artesanos en Lima, en 1853 dos expediciones con gente de ese país se dirigieron a Tarapoto y Moyobamba con una finalidad de colonización. Se gastó una crecida suma en el experimento; pero no fueron adoptadas las medidas necesarias para facilitar el viaje, a pesar de que se trataba de zonas distantes y entonces aisladas del resto de la República. Estos colonos (cuenta Raimondi en su estudio sobre la provincia litoral de Loreto) salieron de Lima para Cerro de Pasco, de donde pasaron a Huánuco; después, marchando a pie hasta Tingo María y bajando por el río Huallaga, se introdujeron en Tarapoto y en Moyobamba. Imagínese ahora los trabajos que habrán pasado solamente en el camino de Lima a Cerro hombres que nunca tal vez habían montado un caballo y atravesar la encumbrada cordillera sin tener la menor idea de que en el Perú hay lugares más fríos que los de Europa, de donde venían. Después de esta primera prueba, marchar a pie por caminos muy escabrosos, bajar el Huallaga en todos sus peligrosos malos pasos, en pequeñas embarcaciones que se voltean al menor movimiento, sufriendo mil privaciones, no hallando sino plátanos por alimento, expuestos a las fuertes lluvias y continuamente atacados por los murciélagos, los mosquitos y los zancudos. Esto es lo que ha sucedido con las expediciones enviadas en 1853, de las que solo tres o cuatro individuos llegaron hasta Moyobamba. El fracaso del ensayo de colonización alemana en esta época estuvo vinculado al promotor de ella, José Antolín Rodulfo, cuyo nombre fue entonces objeto de adversa publicidad en dicho idioma. El empresario alemán Cosme Damián Schütz se hizo ciudadano peruano por naturalización y, asociado con Manuel Ijurra, celebró con el Estado el contrato de 4 de junio de 1853, para la

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 2

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introducción de trece mil personas en el plazo de seis años, mediante una prima de 30 pesos por cada colono con el objeto de hacerlos residir, en su mayoría, en la región del Amazonas. Este contrato caducó en 1854 sin haber sido cumplido.

LOS CHINOS EN EL PERú

[ IV ]

Los primeros chinos llegaron al Perú en octubre de 1849. A partir de entonces, la inmigración se convirtió en una solución para la escasez de trabajadores en las haciendas de la costa. Sin embargo, también dio pie al tráfico ilegal de personas y a innumerables maltratos a los peones. La inmigración asiática fue prohibida en 1856, pero la necesidad de mano de obra obligó a reimplantarla en 1861. En este grabado se aprecia a inmigrantes chinos trabajando en una hacienda azucarera en Cañete.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 14 ]

LA DEROGATORIA DE LA LEY DE INMIGRACIÓN DE 1849.- En su mensaje al Congreso de 1851 Echenique, que era rico propietario de bienes inmuebles rústicos, pidió la derogatoria de la ley de inmigración y la orientación del auxilio del Estado en el sentido de otorgar una cantidad fija a empresarios particulares dedicados al transporte de europeos, o a los inmigrantes de esa procedencia que llegasen por su propia cuenta. Más explícito fue aún Echenique en su mensaje de 1853. La ley de 1849, dijo, fijó una prima que no correspondía a los gastos de transporte desde Europa. Por otra parte, no estaban preparados los terrenos que se debían entregar a los colonos. Era preciso ocuparse antes de la irrigación e ir a un mejor aprovechamiento de las aguas. En contradicción aparente con el mensaje anteriormente citado, afirmó aquí el Presidente que nada de importancia podía hacerse en esta materia por empresas particulares y que todo permanecería estacionario, mientras no surgiera la acción directa del Gobierno y de los caudales del fisco. La ley de 19 de noviembre de 1853 fue muy lacónica. Como único considerando dijo que "la inmigración de que se encarga la ley de 17 de noviembre de 1849 no ha correspondido a los deseos de la nación". Y en su artículo único expresó: "Queda derogada la ley de 17 de noviembre de 1849".

[V] LA LEY DE 1862 SOBRE INMIGRACIÓN ASIÁTICA Y SU INúTIL VETO.- El decreto de 5 de marzo de 1856 firmado por Castilla, prohibió la inmigración de asiáticos. Ello no obstante, el Congreso, por ley dada el 15 de enero de 1861, derogó la prohibición de cinco años antes y permitió la introducción de colonos chinos si iban a trabajar en los fundos rústicos en la costa, en las artes útiles y en el servicio doméstico; pero exigió contratos directos firmados por los patronos o sus apoderados en los puertos de procedencia o en el Perú al ingreso de estos inmigrantes. Los buques dedicados a este tráfico no podrían embarcar más número de colonos que uno por tonelada de registro, bajo la pena de quinientos pesos de multa por cada uno de los excedentes. Los contratos celebrados en el extranjero tenían efecto siempre que no se opusieran a las leyes de la República, prohibiéndose traspasarlos sin la aprobación del colono afectado. Como fundamento de la ley antedicha se indicó que los fundos estaban desiertos a consecuencia de la manumisión de los esclavos; y la urgencia de evitar el alza en los precios cobrados por los artículos de primera necesidad. Con fecha 24 de enero de 1861 el ministro Manuel Morales, en cumplimiento de instrucciones del presidente Castilla, devolvió la ley y la acompañó con un extenso documento. Negaba Morales que hubiesen quedado desiertos los fundos rústicos al abolirse la esclavitud, pues los manumisos o los ingenuos libremente contratados los trabajaron a cambio de un moderado jornal o de participación en los productos. Defendía la tesis de que era preferible el trabajo asalariado al del esclavo. La agricultura del país necesitaba brazos; pero esos brazos (agregaba) "no deben ser raquíticos, no deben de ser hombres débiles, enfermizos, degradados y corrompidos como lo son los asiáticos". Afirmaba que la experiencia había demostrado la falta de adaptación de estos a las recias fatigas del campo, su mortalidad y su tendencia a dedicarse a otras ocupaciones o al pillaje y a incrementar un mestizaje dañino. También criticaba los males

[1]

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La Casa Grace. Fundada en 1850, fue una de las más importantes casas comerciales de su tiempo, debido a que en la época del boom guanero proveyó los barcos para el transporte de este material. Más adelante, prestó también servicio de transporte de pasajeros y carga entre el Callao, Nueva York, San Francisco y puertos intermedios. En estas imágenes vemos la fachada (1) y el interior (2) del edificio que alojaba a este negocio angloperuano.

[ capítulo 14 ] período 2

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El contrato de un inmigrante chino. Los culíes chinos empezaron a llegar al Perú en 1849. En este contrato, de 1868, un trabajador chino se comprometía a trabajar durante ocho años para los señores Cotes y Althaus. Firmado en Macao, este documento permitía al inmigrante ingresar al Perú sin problemas. Asimismo, aseguraba a Antonio Espantoso, intermediario entre culíes y contratantes, la compensación que daba el Estado por cada trabajador.

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período 2

[ capítultulo 14 ]

del tráfico de asiáticos que hacía revivir los horrores del tráfico negrero. Pintaba las espantosas escenas del viaje de estos colonos y la venta de ellos al mejor postor en el Callao. Reconocía que el Gobierno, a pesar del decreto de 5 de marzo de 1856, otorgó permisos especiales a algunos agricultores para introducir colonos chinos tomando precauciones; pero mencionaba la existencia de numerosos abusos no obstante estas providencias. Analizaba los distintos artículos de la ley: no podrían evitarse intermediarios ávidos e inescrupulosos, ni el viaje de hombres criminales y enviciados, ni la ignorancia de los contratantes en China, ni la burla cínica o el pago gustoso de las multas previstas. El Congreso, órgano de las clases dirigentes, insistió y la ley hubo de ser promulgada. El espíritu del Congreso de Huancayo, favorable a la esclavitud, y el del permiso otorgado pocos años más tarde a los esclavos de Nueva Granada, había renacido con nuevos ropajes. En esta oportunidad derrotó al espíritu invívito en los decretos de San Martín y en el de la manumisión enarbolada por la sublevación de 1854. Hasta el año de 1860, el número total de chinos embarcados con destino al Perú pone en cifras redondas, de quince mil, de los cuales llegaron trece mil ya que el resto pereció en la travesía. El precio de un coolie fue, en un principio, de 300 pesos y de 400 después. A partir de 1860 esta inmigración creció progresivamente. Ernst W. Middendorf ha narrado la experiencia que tuvo como médico de la provincia de Arica en 1856, cuando llegó a ese puerto un navío que traía chinos para los trabajos del ferrocarril a Tacna. "El barco (dice) había hecho el viaje en 180 días y durante ese tiempo, de los 600 coolies que fueron embarcados en Macao, habían muerto algo más de la mitad. De los sobrevivientes, 18 se habían vuelto ciegos en la travesía y casi otros tantos sufrían de una enfermedad a los ojos más o menos avanzada. Los pasajeros durante seis meses solo habían recibido una alimentación de arroz y agua. Además, un número de estos desdichados estaban carcomidos por espantosas úlceras y, enjaulados, yacían medio desnudos en la cubierta. A bordo habían dos médicos ingleses; pero no tenían medicamentos. En la noche después de la llegada del barco, cinco chinos se arrojaron al agua para ahogarse. Tres encontraron la muerte. Al día siguiente, el capitán hizo bajar en el mástil principal un aviso en chino en el que se amenazaba todo intento de suicidio con la pena de cien latigazos. Como el ferrocarril estaba ya casi terminado, los chinos fueron vendidos y trasladados a las islas de Chincha para cargar guano". El importante proceso de la inmigración china será estudiado, en conjunto, posteriormente. Algunos de quienes se ocupan de su historia solo ven sus aspectos negros y hasta trágicos. Middendorf dio un ejemplo sobre la actitud a la que debe aspirar un estudioso objetivo: no calló esas tretas pero ofreció una visión integral que reconoció cómo muchos chinos se radicaron en Lima ocupándose de diversas formas de artesanía o de establecer pulperías y fondas, más baratas que las de otros propietarios, al extremo, dijo, que si los obligaba a abandonar el país "serían muy extrañados por los más pobres de la población". También mencionó cómo llegó a surgir una clase media china; cómo llegó a hacerse amigo de uno que llegó al Perú contratado por ocho años en condición semiservil y luego se dedicó al comercio en Casma. Se hizo bautizar con el nombre de su antiguo amo, Laredo, y pudo llegar a convertirse en el hombre más rico del valle; y cómo aparecieron en Lima varias grandes casas mercantiles y bancos de la misma nacionalidad, filiales de empresas cuya sede central estaba en Cantón o en San Francisco.

[ VI ]

25 16

vv AGOSTO vv 1842 [ vv ] ] perú

vvvvvvvv EL GEnERAL JuAn CRISóSTOMO TORRICO DA un GOLPE MILITAR Y DEPOnE A MAnuEL MEnÉnDEz, EnCARGADO DEL PODER EJECuTIvO Y PRESIDEnTE DEL COnSEJO DE ESTADO. EL DICTADOR AfIRMó quE SE MAnTEnDRíA En EL PODER En TAnTO DuRARA LA GuERRA CIvIL InICIADA POR EL GEnERAL AnTOnIO GuTIÉRREz DE LA fuEnTE. SEGÚn EL COMERCIO, TORRICO DIJO A SuS SOLDADOS: "ME HALLO AL fREnTE DE LOS DESTInOS DE nuESTRA PATRIA, PORquE ASí ERA PRECISO PARA SALvARLA DE LA IGnOMInIA A quE LA PREPARABAn LOS ERRORES, LA DEBILIDAD Y EL InSEGuRO PRInCIPIO DE DOnDE nACíA un GOBIERnO SOSTEnIDO SOLO POR LAS CIRCunSTAnCIAS".

NUEVAS TENTATIVAS DE INMIGRACIÓN ALEMANA. LA COLONIA DEL POZUZO.- Los decretos de 8 de junio y 6 de diciembre de 1855 otorgaron a Manuel Ijurra y a Damián Schütz las concesiones pedidas para importar trece mil colonos alemanes, pagándoles por cada uno la prima de 30 pesos.

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 2

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L t

infografía LA MIGRACIÓN MASIVA EN EL PERÚ (1849-1879) 15 de octubre de 1849 Arriban al puerto del Callao 75 chinos en la barca danesa Frederick Wilhelm. Fueron traídos por Domingo Elías y Juan Rodríguez.

17 de noviembre 1849

19 de noviembre de 1853

Se promulga la ley de inmigración aprobada por el Congreo debido al “grado de postración de la agricultura del país por la falta de brazos”.

La estadistica Aunque la ley de 1849 favorecía la inmigración europea, la que más prosperó fue la proveniente de China. Según la Memoria del Gobierno de 1853, presentada por el ministro José Manuel Tirado, hasta entonces habían llegado al Perú 3.932 colonos.

5 de marzo de 1856

Durante el gobierno de Rufino Echenique la ley es derogada. Se da como razón que las tierras no estaban preparadas para ser trabajadas.

El presidente Ramón Castilla firma un decreto que prohíbe la importación de mano de obra proveniente de Asia.

La colonia alemana 320 Irlandeses

2.516

Chinos

Los polinesios o canacas El 1o de abril de 1862, J. C. Byrne obtuvo un permiso del Estado que legitimaba la compra y venta de seres humanos, esta vez provenientes de la Isla de Pascua y de otras islas de la Polinesia. Más de 1.680 indígenas fueron arrebatados de su lugar natal y llevados al Perú para trabajar en las chacras costeñas, en terribles condiciones. Una pequeña cantidad de inmigrantes que salvó la vida fue devuelta a sus islas años después. (Fotografías tomadas en el Perú en el siglo XIX)

1.096 Alemanes

Tras el fracaso del primer intento de colonización de Tarapoto y Moyobamba, en 1853, un segundo intento se concretó con éxito en 1859. Ese año, más de 200 familias alemanas se instalaron en el valle de Pozuzo (Pasco), donde aún viven sus descendientes. (Fotografía de fines del siglo XX)

La ruta hacia el Callao Ruta de los chinos Ruta de alemanes e irlandeses Ruta de los polinesios

Cuba Los culíes llevaban una letra pintada en el pecho: C, si se quedaban en Cuba; o P, si proseguían el viaje hasta el Perú.

Isla de Pascua Famosa por los moais (enormes bustos de piedra), fue el lugar de procedencia de los inmigrantes polinesios que llegaron al Perú. Callao

Fuentes: Jorge Basadre, Historia de la República del Perú Tomo IV

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 14 ]

Pozuzo (Pasco)

La liberación de esclavos negros afectó a la producción agrícola peruana. La demanda por mano de obra generó un tráfico de personas de diverso origen, que a menudo llegaron al Perú en condiciones desventajosas. 15 de enero de 1861 A pesar de la oposición de Castilla, el Congreso presiona para derogar la ley que prohibía la importación de culíes.

17 de diciembre de 1872

6 de octubre de 1874

Durante el gobierno de Manuel Pardo se crea la Sociedad de Inmigración Europea, para promover y facilitar la venida de colonos de dicha procedencia.

5 de abril de 1879

El Congreso aprueba el Tratado de "Amistad, Comercio y Navegación", firmado en Tientsin con el Imperio chino.

Chile le declara la guerra al Perú y a Bolivia. Se suspenden todos los procesos migratorios.

Los chinos culíes Constituyeron la población más numerosa de inmigrantes. Fueron traídos al Perú para trabajar en las haciendas de la costa, en los campos de caña de azúcar y algodón. También participaron en la extracción de guano de las islas y en la construcción de ferrocarriles, siempre en condiciones paupérrrimas. (Fotografía de Courret, siglo XIX)

Llegada de los chinos al Perú entre 1850 y 1874 40.000

38.648

30.000 20.000 10.000

35.599

13.000 1850-1859

1860-1870

1871-1874

Indice de mortalidad de los chinos durante su viaje hacia el Perú (1860-1870) 41,55 32,65 (1862) (1860) 22,58 (1861)

56,42 (1863)

53,12 (1869)

5,30 (1865) 8,56 (1864)

9,00 (1867)

9,38 (1866)

38,88 (1870)

2,79 (1868)

Macao Era un enclave portugués en las costas asiáticas que servía como centro de aprovisionamiento de mano de obra china para los grandes barcos que practicaban el tráfico de esclavos alrededor del mundo.

Al cumplir su contrato de ocho años, la mayoría de los chinos se retiraba a los pueblos y ciudades para dedicarse a pequeños negocios, principalmente de venta de comida.

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 2

59

El sueño de la inmigración europea Tras la independencia, para las expectativas de los nuevos gobernantes la población de América Latina ni era suficiente ni estaba calificada para construir sobre ella pujantes naciones. Por tales motivos, favorecieron la inmigración europea.

60

período 2

[ capítulo 14 ]

A

un­que los go­bier­nos fo­men­ta­ ron la lle­ga­da de in­mi­gran­tes des­de la dé­ca­da de 1820, no se pue­de ha­blar de po­lí­ti­cas mi­gra­to­rias has­ta me­dia­dos del si­glo XIX. El de­sor­ den po­lí­ti­co y eco­nó­mi­co ale­jó cual­ quier in­ten­to de in­mi­gra­ción ma­si­va a la re­gión. La opor­tu­ni­dad se pre­sen­tó lue­go de 1850, cuan­do el po­der po­lí­ti­co se ins­ti­tu­cio­na­li­zó y se inau­gu­ró un pe­río­do me­nos aza­ro­so. De es­ta ma­ne­ ra, los go­ber­nan­tes re­ver­de­cie­ron su an­ti­gua fe en la in­mi­gra­ción. "Go­ber­nar es po­blar", es­cri­bió Juan Bau­tis­ta Al­ber­ di, el re­cor­da­do es­ta­dis­ta ar­gen­ti­no. Más ade­lan­te, en el úl­ti­mo ter­cio del si­glo, cuan­do la eco­no­mía la­ti­noa­me­ri­ ca­na ini­ció su des­pe­gue, las con­di­cio­ nes fue­ron más atrac­ti­vas pa­ra el mo­vi­ mien­to mi­gra­to­rio transo­ceá­ni­co. A ello tam­bién con­tri­bu­yó el fuer­te cre­ ci­mien­to de­mo­grá­fi­co de Eu­ro­pa, don­ de si bien las na­cio­nes in­dus­tria­li­za­das pu­die­ron ab­sor­ber el ex­ce­den­te de­mo­ grá­fi­co, no su­ce­dió lo mis­mo con los paí­ses del área me­di­te­rrá­nea (Ita­lia, Es­pa­ña y Por­tu­gal), cu­yas eco­no­mías no per­mi­tie­ron ofre­cer tan­tos pues­tos de tra­ba­jo. De ahí que el com­po­nen­te hu­ma­no lle­ga­do por en­ton­ces (atraí­do por la es­pe­ran­za de "ha­cer la Amé­ri­ca") fue­ra prin­ci­pal­men­te la­ti­no y es­la­vo,

sien­do las áreas es­co­gi­das, Bra­sil, Cu­ba, Uru­guay y Ar­gen­ti­na y, en me­nor pro­ por­ción, Mé­xi­co, Pe­rú, Ve­ne­zue­la y los paí­ses cen­troa­me­ri­ca­nos. Se­gún al­gu­ nas ci­fras, en la dé­ca­da de 1860 lle­ga­ ron a Amé­ri­ca La­ti­na cin­cuen­ta mil eu­ro­peos al año; en 1885 la ci­fra se mul­ti­pli­có a 250 mil anua­les, can­ti­dad que se man­tu­vo has­ta 1914. Es im­por­ tan­te acla­rar, por úl­ti­mo, que si bien al­gu­nos eu­ro­peos pa­sa­ron a en­gro­sar la po­bla­ción ru­ral, la ma­yo­ría per­ma­ne­ ció en las ciu­da­des dan­do fuer­te im­pul­ so a la ur­ba­ni­za­ción. De acuer­do con los es­tu­dios de Gio­van­ni Bon­fi­glio, los ita­lia­nos fue­ron quie­nes ocu­pa­ron en el Pe­rú el pri­mer lu­gar en cuan­to a ori­gen na­cio­nal de la in­mi­gra­ ción eu­ro­pea (des­pués de la dé­ca­da de 1850, se­rían los chi­nos el pri­mer con­tin­ gen­te ex­tran­je­ro en el Pe­rú). A di­fe­ren­ cia de lo ocu­rri­do con la mi­gra­ción ita­lia­ na en otros paí­ses su­da­me­ri­ca­nos, al Pe­rú lle­ga­ron so­bre to­do ita­lia­nos del nor­te, en­tre quie­nes fi­gu­ra­ron mu­chos tri­pu­lan­tes de los bar­cos ve­le­ros mer­ can­tes, que el pa­so a la na­ve­ga­ción a va­por de­jó en la de­so­cu­pa­ción. Co­mo ge­ne­ral­men­te te­nían cier­ta ex­pe­rien­cia co­mer­cial, ello los pre­dis­pu­so pa­ra que una vez en el Pe­rú des­ta­ca­sen en las ac­ti­vi­da­des mer­can­ti­les.

Una expedición alemana auspiciada por Schütz y compuesta, en gran parte, de familias católicas provenientes de Insbruck en el Tirol y del Rhin llegó al Callao procedente de Amberes el 20 de junio de 1857 en la fragata belga Norton después de ciento diez días de navegación y se dirigió a Acobamba por Huacho. Los colonos, cuyo número fue de 160 familias completadas luego con otras 80 más o menos, abrieron un camino de Acobamba a Pampa Hermosa o Santa Cruz. Establecidos allí, una inundación produjo la ruina de sus sementeras y provisiones y la muerte de siete de ellos. En julio de 1859 estaban instalados en la confluencia de los ríos Pozuzo y Huancabamba, en las márgenes de ambos que forman un valle limitado a una altura de unos 800 metros sobre el nivel del mar, con montañas que no son escarpadas. La selva primitiva la circundaba. El Ejecutivo, creyendo en floreciente estado a la colonia del Pozuzo, suspendió en mayo de 1860 la remesa de mil pesos con que los atendía. Entre los productos cultivados en esta colonia estaban el tabaco, el café, el arroz, la caña dulce, el algodón, la coca, la yuca; tenían además animales domésticos de toda clase. Una población fue edificada entonces con unas cien dispersas casas, construidas de magníficas maderas sobre cimientos de piedra. Se caracterizaron ellas por su aseo y orden y por las reminiscencias de la madre patria. Las costumbres de sus habitantes tenían un alto grado de moralidad y mientras los hombres cultivaban sus terrenos, las mujeres atendían al cuidado de la casa y a los quehaceres domésticos, llevando todos una vida activa y sencilla. La población, regida por una corporación municipal, llegaba a quinientas personas más o menos, entre hombres y mujeres, cuando Schütz describió a esta colonia en su libro sobre el Amazonas (Friburgo, 1883). El párroco católico José Egg, que vivió en la colonia del Pozuzo desde los primeros días, hizo por ella durante muchos años más que ninguna otra persona, con su caridad, su abnegación, su prudencia y su laboriosidad. Sirvió no solo como sacerdote sino como médico, consejero y conductor. El aislamiento fue el peor enemigo de la colonia del Pozuzo por la falta de vías de comunicación. Cuando un comisionado del prefecto de Junín la visitó en 1860 halló, en contraste con la abundancia de sus recursos naturales, gran carencia de vestidos y de zapatos entre sus habitantes. El agua de mala calidad y el clima influyeron para mermar la robustez de los habitantes que allí nacieron y allí se quedaron y cuya decisión de trabajo ha sido mantenida a través de varias generaciones, hasta nuestros días, en esa isla alemana en medio del océano de la selva peruana. Middendorf cuenta en su obra enciclopédica sobre el Perú que muchos alemanes, en el curso de los años, abandonaron la colonia y se dirigieron a otros lugares de la República. En cambio llegaron algunos peruanos.

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vv AGOSTO vv 1842 [ vv ] ] chInA

vvvvvvvv SE fIRMA EL TRATADO DE nAnJInG EnTRE GRAn BRETAñA Y CHInA. ESTE PuSO fIn A LA GuERRA DEL OPIO Y OBLIGó A CHInA A PAGAR unA fuERTE InDEMnIzACIón, ASí COMO A ABRIR AL COMERCIO BRITánICO CInCO PuERTOS: SHAnGHAI, GuAnGzHOu, nIGBO, xIAMEn Y fuzHOu. EL ACuERDO COnTEMPLABA TAMBIÉn LA CESIón DEL PuERTO DE HOnG kOnG A GRAn BRETAñA POR 155 AñOS, EnTRE OTROS PunTOS.

LA EXITOSA INMIGRACIÓN ALEMANA EN CHILE.- Ya desde la década de los 840 había empezado una espontánea inmigración alemana en Chile, principalmente orientada a la zona de Valdivia. Las turbulencias políticas de 1859 en dicho país frenaron este movimiento, basado en la convicción de que él iba hacia una República políticamente organizada y tranquila. Sin embargo, ya estaban en viaje algunos colonos y no faltaron los que, antes de partir, obtuvieron noticias tranquilizadoras de amigos y de relacionados. El número aumentó después de 1851. Algunos se establecieron por su cuenta en terrenos que compraron y otros agregáronse, en una forma u otra, a las familias antiguas. La mancha alemana (que incluyó no solo a agricultores sino además a comerciantes, agrimensores, médicos, militares y marinos con mujeres y niños) inundó también Osorno; pero encontró luego un territorio totalmente nuevo y propicio en Llanquihue o Puerto Montt, antes selva impenetrable explorada y habilitada a fuego por el chileno Vicente Pérez Rosales y el

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 2

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LOS ALEMANES vvvvvv vvvvvvvv DE POZUZO

566666666666 En julio de 1859, un grupo de colonizadores alemanes llegó a la confluencia de los ríos Pozuzo y Huancabamba. En esta localidad se establecieron sus integrantes. Construyeron unas 100 casas de estilo tirolés y se dedicaron al cultivo de tabaco, café, arroz y caña de azúcar, entre otros insumos. El padre José Egg, uno de los 500 hombres y mujeres que llegaron hasta la zona, fue el fundador y el primer párroco de la colonia y gracias a la ayuda de la comunidad logró completar la iglesia que vemos en esta fotografía publicada en el libro El Perú actual y las colonias extranjeras (1924), de E. Centurión Herrera.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 14 ]

germano Guillermo Frick. Los colonos de esta zona recibieron gran número de cuadras de terreno, unas en propiedad y otras en posesión gratuita para ser vendidas más tarde. Se atendió inicialmente el sustento de las familias. La fundación de Puerto Montt realizada por Pérez Rosales en 1853 fue el símbolo de esta ampliación del territorio chileno, que ayudó al comercio de los frutos del departamento de Osorno en la provincia de Chiloé y lo enlazó con la provincia de Valdivia. La colonización atravesó por múltiples dificultades emanadas del invierno crudo, de las escaseces iniciales en la alimentación, en las cosechas y en el tráfico, así como también por la hostilidad de un sector de chilenos, escudados en prejuicios religiosos. Pérez Rosales, enviado a Europa, tuvo que luchar, además, con la competencia de los agentes que hacían propaganda en favor de la emigración alemana a Estados Unidos, Quebec, el Cabo de Buena Esperanza y Australia. A pesar de todo, hasta 1860, llegaron a Chile más de 3.100 emigrantes alemanes. Fue gente de selección. Con el tiempo, toda una zona del Sur en las provincias de Valdivia y Llanquihue se impregnó de un tinte creado por europeos que lograron influencias no solo en la producción rural sino también en las industrias y en la cultura. El éxito de este experimento implica un contraste con el fracaso del ensayo con los europeos en el Perú. Y es que en Chile meridional había gran cantidad de tierras por colonizar que fueron repartidas mediante concesiones, entregas en dinero con cargo de devolución y ventas a precios muy bajos a favor de quienes querían agrandar sus propiedades. La situación de la costa peruana en la que dominaba el latifundio o el minifundio, la dificultad para las irrigaciones, así como la inclemencia de la región amazónica y de las zonas aledañas, en la que se hundieron enormes esperanzas, crearon, en conjunto, para el Perú, una realidad muy diferente.

[ VII ] LOS POLINESIOS.- Continuaba la gran escasez de brazos en la costa. Con el fin de evitarla era posible el intento de alzar los salarios de las haciendas para atraer trabajadores de la sierra, lo cual estaba dificultado por la escasez de transportes, o el de buscar en Europa colonos libres, o el de favorecer la venida de mano de obra lo más barata posible. Esta tercera solución fue puesta en práctica con la inmigración china. También corresponde a la misma política el breve episodio de los polinesios llamados "canacas" a los que estuvieron unidos los aborígenes de la isla de Pascua. El 1° de abril de 1862 se había otorgado licencias a J. C. Byrne para la entrada de los colonos procedentes de las islas polinesias. Dicha licencia no era necesaria según las leyes; pero los empresarios en este negocio buscaban el amparo para su tráfico, convertido, de hecho, en abyecta compra-venta de seres humanos; y buscaban, asimismo, asegurar su monopolio. Llegáronse a arrebatar a más de 1.680 infelices de sus islas para conducirlos, en las peores condiciones, a haciendas y chacras del Perú, donde muchos de ellos murieron pronto "de enfermedades o de pesar", según se dijo. Hubo protestas de las legaciones de Francia y Hawai y de varios cónsules. La opinión pública peruana reaccionó en forma indignada contra lo que estaba ocurriendo y el gobierno de San Román intentó primero formar juntas locales para la vigilancia del tráfico y para comprobar, en cada caso, la voluntad libre de los inmigrantes de permanecer en el Perú (20 de enero de 1863). Ya posteriormente, durante la administración interina de Diez Canseco, cuando era ministro de Gobierno Manuel Freyre, fue prohibido en absoluto el tráfico de polinesios (28 de abril de 1863) a pesar de que, poco antes, el canciller José Gregorio PazSoldán había rechazado altivamente una protesta de los ministros de Francia y Hawai por las palabras vertidas en ellas. Y el Estado peruano los repatrió a sus expensas en barcos mercantes, rescatándolos de los propietarios a 50 pesos por cabeza. En las comisiones que visitaron casas y haciendas en busca de polinesios hubo agentes del ministro francés Edmundo de Lesseps. Como ellas abusaron en el empleo de su poder, hubo una protesta oficial ante Lesseps. Este se

enfureció, pidió una entrevista con el ministro de Relaciones Exteriores y al no obtenerla, pretendió tratar el asunto a solas con el presidente Diez Canseco. La respuesta de Diez Canseco insistió en que no se podía dejar de lado al canciller. Con tal motivo suspendió Lesseps sus comunicaciones con las autoridades peruanas durante algún tiempo. Varios barcos cargados con polinesios fueron obligados a regresar a su lugar de partida con su mercancía humana a bordo. Los cuerpos diplomáticos y consulares de Lima, en un documento público deploraron, con fecha 13 de mayo de 1863, los hechos ocurridos; aplaudieron las providencias del Gobierno y expresaron que, mediante su cumplimiento, habían sido vindicadas la humanidad y la moral. Muchos nativos de la isla de Pascua llegaron al Perú confundidos con esta inmigración. Por ese mismo tiempo, el tráfico con polinesios se había efectuado en Australia bajo muy parecidas circunstancias.

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vv nOvIEMBRE vv 1842 [ vv ] colombIA ]

vvvvvvvv EL COROnEL vEnEzOLAnO APOLInAR MORILLO ES fuSILADO TRAS COnfESAR Su PARTICIPACIón En EL ASESInATO DEL MARISCAL AnTOnIO JOSÉ DE SuCRE, OCuRRIDO En COLOMBIA EL 4 DE JunIO DE 1830. MORILLO AfIRMó quE JunTO COn JOSÉ ERAzO, AnDRÉS RODRíGuEz, JOSÉ CRuz Y JOSÉ GREGORIO RODRíGuEz, HABíA ACTuADO BAJO LAS óRDEnES DEL Ex PRESIDEnTE COLOMBIAnO JOSÉ MARíA OBAnDO, EnEMIGO DECLARADO DEL LIBERTADOR DE PERÚ Y BOLIvIA.

[ CAPÍTULO 14 ] PERÍODO 2

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 15 ● I La in­mi­gra­ción vas­con­ ga­da y la opo­si­ción a ella en Es­pa­ña ● II Las di­fi­cul­ta­des en­con­tra­das por los vas­ cos en el Pe­rú.

LA INMIGRACIÓN VASCONGADA

CAPÍTULO

15 [ ]

L

[I] A INMIGRACIÓN VASCONGADA Y LA OPOSICIÓN A ELLA EN ESPAÑA.- El 19 de julio de 1860 fondeó en la bahía del Callao, procedente de Burdeos, después de un viaje de más o menos noventa días, la fragata francesa Asie, de 516 toneladas, llevando a bordo cincuenta y ocho familias vascongadas con trescientos colonos escogidos en el país vasco por Ramón Azcárate, hijo de la provincia de Guipúzcoa, educado en el Seminario de Vergara, España. Otro interesado en el negocio fue Máximo Navarro, cuya propuesta inicial implicó traer diez mil vascos al Perú con la prima de 30 pesos por persona. El socio capitalista de Azcárate era Manuel Salcedo, hacendado del norte, propietario de Talambo, donde había irrigado por su cuenta terrenos vírgenes para el cultivo de algodón en gran escala. Existía un antiguo debate entre periódicos españoles y peruanos. Poco antes de 1860, el vocero europeo de ella fue El Eco Hispano-Americano que, si bien se imprimía en París, era un vocero peninsular. Favorecía a los ataques ultramarinos el desenfreno y la impunidad que diariamente exhibían los "comunicados" y "remitidos" que individuos de la más diversa especie enviaban a El Comercio y cuyas aseveraciones, muchas veces malignas o calumniosas, eran recogidas como verdades evidentes. El diario Irurac-Bat de Bilbao en su edición de 21 de febrero de 1860 inició una furiosa campaña contra la inmigración vasca auspiciada por Máximo Navarro. Habló en términos muy duros contra la situación política y social del Perú y reprodujo un comunicado de El Comercio según el cual "los negros se aprestan para comprar en su día blancos españoles y emplearlos en su ser vicio". El cónsul de España en Lima, señor De Jane, envió una nota a la Diputación General de Vizcaya para oponerse a las dos tentativas, una de ellas ya realizada por Azcárate y otra propuesta por Navarro. Dijo que los inmigrantes serían "víctimas sacrificadas a la ambición personal", que las contratas iban a ser desatendidas y que el resultado sería el mismo o aún peor que el de las fracasadas emigraciones asiáticas, alemana e irlandesa. La oposición del cónsul de España en Lima no impidió el viaje de los colonos vascos; pero la limitó al grupo organizado por Azcárate. Manuel Pardo, en un artículo publicado en la Revista de Lima, saludó el comienzo de la inmigración vascongada como un gran acontecimiento, pues la iniciativa particular obraba en coincidencia con los más elevados intereses de la nación.

[ II ] LAS DIFICULTADES ENCONTRADAS POR LOS VASCOS EN EL PERú.- A cargo del empresario Azcárate corrían todos los gastos hasta poner a los vascos en la hacienda Talambo. La contrata tenía como plazo de duración ocho años desde el momento del arribo a la colonia. En los dos primeros, los inmigrantes debían ser mantenidos y alimentados y auxiliados con animales y aperos de labranza, correspondiendo además un salario mensual de un peso de plata a los menores de 12 años y de 2 a los que pasaran de esa edad. Calculaba Azcárate que, a partir

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 15 ]

del tercer año, cada familia poseería 166,5 quintales de algodón por cosecha, fuera de la de granos y hortalizas y de los pastos que cultivarían enteramente para ellos. Un motín tuvo lugar a los seis días de hallarse establecidos los vascos en Talambo. Solo ciento ochenta personas, con inclusión de mujeres y niños, quedaron ligadas por el contrato firmado en ese lugar el 6 de agosto de 1860. De aquellas, cincuenta eran varones útiles para el trabajo. Las cláusulas de este pacto no fueron iguales al contenido de la invitación al viaje que Azcárate había hecho en Vergara. Según Salcedo y sus defensores, los vascos, en lugar de cultivar el algodonero, se dedicaron a pasear por los pueblos o a laborar por jornadas en las haciendas vecinas o al trabajo asiduo en las hortalizas, para ir a venderlas en los mercados vecinos, procurando obtener jornales extraños a los trabajos de la hacienda. Produjeron también desacuerdos y enemistades personales entre Salcedo y algunos españoles; en cambio, por lo menos en el caso de uno de ellos, Francisco Garrúes, el propietario de la hacienda convino en darle cincuenta chinos y el dinero necesario para que se dedicase al cultivo del algodón con la condición de partir utilidades. Acaso la primera manifestación pública de la pugna entre los inmigrantes y los empresarios estuvo en la denuncia publicada en El Comercio del 24 de julio de 1860. El coronel Juan de Dios Díaz, subprefecto de la provincia, recibió la comisión oficial de visitar la hacienda y levantar un sumario sobre el mal trato que, según se decía, era dado a los españoles. Dicha información se efectuó el 8 de febrero de 1861 y no hubo quejas de los colonos interrogados; en seguida pasó el subprefecto a la hacienda de Lurifico, donde estaban algunos de los descontentos. El gran obstáculo que encontraron los vascos fue la sujeción que se les quiso imponer dentro del sistema del latifundio. Quizás el experimento hubiese tenido mejores resultados dentro del régimen de la pequeña propiedad. La llegada de agricultores europeos podía efectuarse con éxito satisfactoriamente, no dentro de la situación de jornaleros en las haciendas de la costa, sino como propietarios bajo los auspicios del Gobierno, tal como ocurría en Brasil. Los sucesos de Talambo en 1863, tan importantes para suministrar combustible al litigio peruano-español, serán mencionados en relación con la vida diplomática e internacional durante este período.

[ 1860 1839-1840 julIosetiembre 24 ] 28 ] LOS VASCOS Junto con la EN bandera, EL PERú. San24Martín El de julio también de 1860, creasuelsección en primer escudo del Perú. En Marítimo, Movimiento él, sobre unComercio El cielo azul,anunciaba los rayos que del sol la fragata iluminan francesa montañas Asie zarpaba levantadas ese día hacia sobre Pacasmayo. un apacible mar. Informaba, Esta escena además, aparece que arodeada bordo viajaban por una 367 emigrados corona ovalada vascongados de cuyo laureles, destino atada eraenlasu hacienda extremo inferior Talambo, con en el unadepartamento cinta deuna cinta de Lambayeque. de color color Laoro. inmigración se realizó gracias a gestiones de Manuel Salcedo, dueño de la hacienda, y Ramón Azcárate.

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[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 16 ● I La si­tua­ción po­lí­ti­ca en ju­ nio de 1842 La rup­ tu­ ra de San Ro­mán con La Fuen­te y su ad­mi­ra­ble mar­cha al nor­te ● Co­ra­hua­si. La Fuen­te, de­cla­ra­do se­di­cio­so ● Pro­nun­cia­mien­to del ejér­ci­to del sur en el Cuz­co. Pro­cla­ ma­ción de Vi­dal co­mo pre­si­den­te ● El pe­di­do pa­ra el nom­bra­mien­to de una co­mi­sión con­ci­lia­do­ra ● El gol­ pe de ● Es­ta­do de To­rri­co To­rri­co y el pe­rio­dis­ mo ● El in­ci­den­te con El Co­mer­cio ● Men­ di­bu­ru en Tac­na ● In­tior­co y Mo­que­gua ● Los mo­vi­mien­tos de los ejér­ci­tos ri­va­ les del sur y del nor­te ● Agua San­ta. "El Va­por del Nor­te y el Va­por del Sur" ● Fi­ nal de la gue­ rra ci­ vil de 1842 ● La unión del sur y del nor­te de la re­pú­bli­ca. ●

La re­me­mo­ra­ción de Agua San­ta y Co­ra­ hua­si ● II Go­bier­no de Vi­dal. In­ten­to­na y fu­si­la­mien­to de Her­ce­lles ● El ge­ne­ral Jo­sé Ma­ría Oban­do en el Pe­rú, la ne­ga­ti­ va pa­ra la ex­tra­di­ción de Oban­do y la ayu­da pe­rua­na a es­te ● Vi­van­co, mi­nis­tro de Gue­rra de Vi­dal, pro­nun­cia­mien­to de Are­qui­pa a fa­vor de Vi­van­co ● Acep­ta­ ción del man­do por Vi­van­co. El anun­cio de la reu­nión del Con­gre­so y el Su­pre­ mo Di­rec­tor ● La su­ble­va­ción de la es­cua­dra y la de­cla­ra­ción de pi­ra­te­ría ● Pre­pa­ra­ti­vos pa­ra com­ba­tir la re­be­lión e ins­ta­la­ción de las jun­tas pre­pa­ra­to­rias del Con­gre­so ●  En­tre­ga del man­do de Vi­dal a Fi­gue­ro­la ●  La ban­da por el bal­ cón ● El go­bier­no de Vi­dal.

LA PEQUEÑEZ DE LOS GOBIERNOS EFÍMEROS Y VIOLENTOS DE 1842

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CAPÍTULO

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L

[I] A SITUACIÓN POLÍTICA EN JUNIO DE 1842.- Al firmarse la paz con Bolivia en junio de 1842, Menéndez convocó a elecciones para presidente de la República y para representantes a Congreso. Antonio Gutiérrez de la Fuente había sido nombrado general en jefe del ejército después de la catástrofe de Ingavi. Con motivo de la amenaza ecuatoriana fue luego formado un "ejército del norte", independiente del "ejército del sur". El general Juan Crisóstomo Torrico recibió el comando del primero por sugerencia de La Fuente, con lo cual quedó este circunscrito a la jefatura del segundo. Torrico había sido obligado a viajar al extranjero a consecuencia de sus actividades políticas contra Gamarra. "Pronto estará aquí don Juan Crisóstomo a quien le he escrito y le he expedido pasaporte" (expresó Menéndez, en una carta a Joaquín Torrico el 23 de diciembre de 1841, que este publicó muchos años más tarde entre los documentos de su folleto Invasión filibustera). "Si él tiene un poco de calma (agregó) y procede con juicio hará mucho bien al Perú". La candidatura de los jefes de ambos ejércitos, La Fuente y Torrico, surgió para las elecciones presidenciales de 1842. A pesar de la guerra internacional, que terminó en junio de 1842, la rivalidad entre ellos se extendió a sus respectivos comandos, y dificultó el aprovisionamiento y la manutención de las tropas del sur. Además de este elemento de anarquía, habían otros. El territorio que nominalmente ocupaba en esa zona no era, por entero, un feudo de La Fuente. Había regresado de Bolivia a Arequipa el coronel Vivanco, el elegante caudillo de la frustrada "Regeneración". Para él, los acontecimientos ocurridos con motivo de la pasada invasión peruana a Bolivia y de la invasión boliviana al Perú, entonces existente en el sur, no eran un incentivo para el patriotismo; su valor residía en que, en forma póstuma, justificaban aquella intentona política. En una proclama dijo: "El general Gamarra nos legó al morir el baldón de Ingavi". En vano solicitó Vivanco al Gobierno de Lima autorización para entablar negociaciones de paz con Ballivián. Ya en Arequipa pasó a ocupar, de hecho, la dirección de ese pueblo; desconoció en verdad tanto la autoridad legal de Lima como la autoridad militar de La Fuente y quedó en "rebelión inactiva". En Tacna, el prefecto coronel Manuel de Mendiburu se aferraba a "la Constitución", por entero separado de las intrigas de los caudillos del Norte y del Sur y obediente únicamente a las órdenes del presidente constitucional Menéndez. En el mismo ejército que mandaba, La Fuente no tenía una adhesión unánime porque los jefes y oficiales de la división de vanguardia a órdenes de San Román no eran sus adeptos.

LA RUPTURA DE SAN ROMÁN CON LA FUENTE Y SU ADMIRABLE MARCHA AL NORTE.La Fuente llegó a asumir la jefatura del ejército del sur; pero, después de bravatas belicosas, participó, como se ha visto, en las negociaciones de paz y no en las operaciones de guerra. Poco más de un mes antes de firmarse el tratado con Bolivia, a fines de abril, el ministro de Guerra, general José María Raygada, le ordenó que hiciera marchar a San Román a Arequipa con parte de las tropas para luego enviarlas a Lima e incorporarlas al ejército del norte. Al mismo tiempo, debía La Fuente reducir sus efectivos. La Fuente se negó a cumplir estas disposiciones. Insistió en que la guerra con Bolivia no había terminado y adujo otros motivos, entre ellos que él había sido nombrado general en jefe del

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ejército nacional y que tanto San Román como el general José María Plaza, también llamado a Lima, eran más antiguos en su grado que Torrico, a cuya jefatura se les quería someter. Firmado el tratado de paz quiso La Fuente consolidar su autoridad, para lo cual hizo algunos cambios en los mandos de sus tropas dentro de la división de San Román y envió algunos batallones de ella para someter a Mendiburu en Tacna. San Román tomó ante estas órdenes la actitud que La Fuente había adoptado frente a las del ministro de Guerra: se negó a cumplirlas. Para justificarse, acusó al general en jefe del ejército del sur de haberlas impartido por motivos de conveniencia personal, a los que atribuyó también el reclutamiento forzoso hecho en el territorio bajo su dominio y la remoción de empleados civiles en Cuzco y Puno. La Fuente declaró que la verdadera razón de San Román era el afán de proteger al coronel Merino, prefecto del Cuzco, que debía ser sometido a un juicio de residencia por dilapidación de caudales públicos. San Román no se limitó a una actitud de desobediencia pasiva. Sin duda para evitar la acción de fuerzas superiores, emprendió el 14 de junio, con su división, desde Lampa, la marcha hacia el Norte, con el anuncio de que acataba la autoridad del presidente Menéndez. Esta división se componía de cuatro batallones, dos escuadrones de caballería y dos piezas de artillería con el total de unos tres mil hombres. La marcha que ella hizo ha sido una de las más admirables que se recuerda en el territorio peruano. En medio de privaciones incesantes, con soldados casi desnudos, faltos de calzado y sin que se les pagara sus haberes, por caminos casi ignorados o abriéndolos a través de frías cordilleras, la realizó San Román, quien tan deplorable actuación tuviera en la batalla de Ingavi. Así llegó a Ayacucho. De San Román trazó este retrato Fernando Casós, en su novela Los amigos de Elena: "Nació para ser mandado, para ser sargento y no oficial de compañía, el mejor sargento del ejército; tratándose de una retirada, viene desde el Desaguadero hasta Pisco con una calma que asusta, sin perder un solo hombre; no le manden atacar al enemigo, entonces se larga solito desde las primeras guerrillas y es el primero que trae la noticia de la derrota, pues corre más que un galgo". No debe omitirse, sin embargo, el nombre de quien contribuyó decisivamente a esa marcha maravillosa; su guía, un tal Ponce, "un hombre de pequeña estatura, muy trigueño, muy marcado de la viruela, con los mismos ojos y cara que un hurón", cuenta Modesto Basadre, que lo conoció.

CORAHUASI. LA FUENTE, DECLARADO SEDICIOSO.- La Fuente, ante la defección de San Román, dimitió el comando del ejército del sur ante una junta de jefes que no aceptó esa renuncia por considerar que carecía de facultades para ello (16 de junio de 1842). El Gobierno de Lima dispuso que viajara a la capital y que cesase toda persecución contra San Román; pero dichas órdenes fueron desacatadas y una partida de observación, que había dejado este general en Corahuasi, llegó a ser pasada a cuchillo. A raíz del suceso de Corahuasi el Gobierno declaró que La Fuente y sus jefes y oficiales serían juzgados como sediciosos y prohibió que se les suministrara auxilios. La señora Mercedes Subirat de La Fuente presentó un escrito para reclamar contra este decreto expedido, según dijo, contra la Constitución y las leyes y a base de los falsos informes de San Román.

PRONUNCIAMIENTO DEL EJÉRCITO DEL SUR EN EL CUZCO. PROCLAMACIÓN DE VIDAL COMO PRESIDENTE.- Varios eran los indicios de que Menéndez, o quienes en su nombre gober-

LA MARCHA (...)^^ vvvvvvvvv [DESDE LAMPA A AYACuCHO] HA SIDO unA DE LAS MáS ADMIRABLES quE SE RECuERDA En EL TERRITORIO PERuAnO. En MEDIO DE PRIvACIOnES InCESAnTES, COn SOLDADOS CASI DESnuDOS, fALTOS DE CALzADO Y SIn quE SE LES PAGARA SuS HABERES, POR CAMInOS CASI IGnORADOS O ABRIÉnDOLOS A TRAvÉS DE fRíAS CORDILLERAS, LA REALIzó SAn ROMán, quIEn TAn DEPLORABLE ACTuACIón TuvIERA En LA BATALLA DE InGAvI.

naban, favorecían a Torrico. La entrega del comando del ejército del norte a este general, con mengua de la autoridad de La Fuente, y las medidas adoptadas para debilitar a las fuerzas del sur podían ser consideradas como muy significativas y no parecían inspiradas únicamente en las precauciones contra la amenaza ecuatoriana. Los auxilios despachados de Lima a esas tropas escaseaban; en cambio, el Gobierno exigía que fueran enviados a la capital los suministros locales y regionales para

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LUIS LA PUERTA (1811-1896)

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El militar cuzqueño fue edecán de Agustín Gamarra (1831) y de Felipe Salaverry (1836). Tras la derrota de este último en Socabaya fue deportado a Chile. Retomó su puesto como edecán de Gamarra al caer la Confederación Perú-boliviana, y a su lado participó en la batalla de Ingavi y luchó contra de las fuerzas de Torrico en la batalla de Agua Santa (1842). Al año siguiente, se unió a Castilla y Nieto en la revolución que depuso a Vivanco. Fue vicepresidente de la República durante el gobierno de Mariano Ignacio Prado (1876-1879).

mantenerlas. En el Consejo de Estado, organismo que funcionó entonces activamente, con proclividad a coparticipar en el manejo de los asuntos públicos, varios miembros, entre ellos los señores Charún, Castillo, Astete, Ofelan, Juan Távara y del Río, llegaron a ser sindicados como partidarios de Torrico. Charún, que fue, por un tiempo, ministro de Menéndez, apareció como el más destacado de ellos. A favor de La Fuente parece que estuvieron al principio únicamente los señores Benito Laso, Navarrete y Zárate, aunque después cambiaron las circunstancias. Entre Menéndez y Laso surgió una enconada hostilidad, que más tarde se expresó en violentas publicaciones. Al margen de las intrigas de uno y otro bando quedó otro grupo de consejeros del Estado, formado por los señores Justo Figuerola, de quien se decía que estaba muy achacoso, Cartagena, Echegoyen, Cano y Cabrera. Los jefes del ejército del sur (entre los que estaban La Fuente, Vivanco y Nieto) el 28 de julio de 1842, aniversario de la declaración de la independencia peruana, con el anuncio de haber descubierto cartas llegadas de Lima con designios hostiles a ellos, firmaron un acta en la ciudad del Cuzco para desconocer la autoridad del presidente Menéndez, acusándolo de estar sometido a la voluntad del general Torrico. Por un escrúpulo legalista, La Fuente (a quien parecía estar favoreciendo la mayoría de los votos en las elecciones efectuadas aquel año) no se proclamó Jefe Supremo de la República. Había entre los generales de su ejército uno, Francisco de Vidal, que era segundo vicepresidente del Consejo de Estado. Si el presidente del Consejo estaba coactado –reflexionaron los improvisados legistas del Cuzco– su puesto debía ser ocupado por el primer vicepresidente, que era el magistrado Justo Figuerola. Pero ocurría que Figuerola vivía en Lima; es decir, bajo el dominio de la facción de Torrico. Ergo (y era lo que querían demostrar los sedicentes juristas del Cuzco) el Presidente legal era entonces don Francisco de Vidal. Cuenta este en sus memorias que una comisión fue a buscarlo: "Y estos me encontraron de visita en casa del señor Faluto con el teniente coronel Luis La Puerta con quien tomábamos café todas las noches en dicha casa, grande fue mi sorpresa al ver a estos jefes vestidos de gran parada a esa hora (eran las 9 de la noche) al intimarme que me necesitaban en ella, les contesté que si era revolución, conmigo no contasen y que solo exigía de ellos por nuestra amistad se me tratase con consideración; recuerdo que el Sor. Deustua me dijo que no era revolución y que solo querían oír mi parecer en la junta, supliqué al Sor. La Puerta me acompañase a casa del Gral. La Fuente, la que encontramos llena de gente. El General mandó entonces a su secretario que leyese las cartas en que se ordenaba mi aprehensión, la de él y demás jefes y otros documentos que comprobaban la odiosidad que había en el ministerio contra ese ejército y últimamente se leyó el decreto que nos declaraba fuera de la ley. Tomó la palabra el Sor. La Fuente para convencerme de que debía tomar el mando supremo de la República; a lo que me negué, como lo pueden aseverar todos los que se encontraban en la reunión". Después de contar que al fin llegó a ser persuadido para que aceptara, Vidal agrega: "Que digan los jefes de aquel ejército si algún día les dije así en tono jocoso siquiera que quería mandar la República". Según algunos testimonios, el más activo agente de la decisión tomada en el Cuzco fue Vivanco. En el decreto por el cual se hizo cargo del Poder Ejecutivo, Vidal acusó al Gobierno de Lima de haber hostilizado al ejército del sur, y aseveró que la guerra con el Ecuador formaba parte de este plan, que había aquel buscado la cooperación de los invasores y que había fomentado además la defección de San Román y expedido nombramientos maliciosos al servicio del jefe del ejército del norte. Agregó que o la voluntad del presidente del Consejo de Estado se hallaba subyugada o que este funcionario era un instrumento de la facción militar imperante en Lima, con lo que había abdicado implícita pero positivamente la autoridad que ejercía. Secretario del nuevo Presidente fue Luis La Puerta. Vivanco reconoció, por el momento, a Vidal; y recibió despachos de general de brigada y el cargo de prefecto de Arequipa.

EL PEDIDO PARA EL NOMBRAMIENTO DE UNA COMISIÓN CONCILIADORA.- El gobierno de Menéndez se había dirigido al Consejo de Estado pidiendo la concesión de

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facultades extraordinarias para obtener recursos y suspender las garantías individuales. Luego, con fecha 11 de agosto de 1842, sin saber lo ocurrido en el Cuzco, el ministro José Villa envió a ese cuerpo otra nota. Allí aclaró que, al decretar que La Fuente y sus subordinados serían juzgados como sediciosos, había reservado la calificación final a los jueces, hizo protestas de imparcialidad y propuso el nombramiento de una comisión con delegados del Gobierno y del Consejo para tratar con ese jefe militar. En la misma sesión en que se discutió dicho pedido, se leyó una moción de Benito Laso para que el Consejo designara un tribunal de uno o más magistrados que debía llamar a los acusados de disidencia para hacerlos comparecer, oírlos y fallar, comunicando al Gobierno y a la nación su veredicto. Al mismo tiempo, debía suspenderse en todo el país el reclutamiento y la movilización de tropas. El Consejo optó por aprobar la propuesta del Gobierno, que era más moderada; pero acordó, a la vez, la medida restrictiva acerca del ejército, no obstante la gravedad que envolvía, y designó como comisionado ante La Fuente al mismo Laso. Esta sesión tuvo lugar el 12 de agosto y ya no hubo otra en los días siguientes. Seguramente los consejeros supieron que no les sería posible llevar adelante sus gestiones de paz.

EL GOLPE DE ESTADO DE TORRICO.- Como en aquella época no existía el telégrafo, la noticia del pronunciamiento del Cuzco seguía sin llegar a Lima. Torrico, en vista de la actitud asumida por el Consejo de Estado, creyó necesario derrocar a Menéndez. Según reveló más tarde Charún, él obtuvo que esta rebelión fuera postergada por algunos días y puso en conocimiento de Menéndez su inminente estallido. Menéndez debió, pues, saber de antemano que estaba depuesto y, sin duda, se sintió impotente para cambiar el rumbo de las cosas. Después de haber gobernado poco menos de un año –es decir durante un período mucho más largo que todos los anteriores presidentes civiles– terminó con la adversa suerte que por dos veces, en 1829 y en 1835, la fuerza militar deparó a Salazar y Baquíjano. El decreto que expidió Torrico el 16 de agosto fue más tarde reproducido varias veces como documento típico de la literatura de los cuartelazos hispanoamericanos. Su texto es el siguiente: "Atendiendo a que ha sido preciso, por el imperio de las circunstancias y por las urgentes necesidades de la Patria, deponer del mando supremo de la República que ejercía a don Manuel Menéndez; y considerando que para dar movimiento administrativo a la Nación y conservar la marcha que le corresponde es necesario organizar el Gobierno que ha de subrogar al depuesto: Decreto: Art. 1° Me encargo del Poder Ejecutivo de la República mientras termine la guerra civil que ha suscitado el general La Fuente y mientras se convoque la Representación Nacional. Art. 2° Este decreto se pondrá en ejecución y será autorizado por el Fiscal de la Corte Superior del Cuzco don Miguel del Carpio a quien nombro Ministro general, mientras se organizan debidamente los respectivos Ministerios. Dado en la casa de Gobierno en Lima, a 16 de agosto de 1842. Juan Crisóstomo Torrico. Por orden de S. E. Miguel del Carpio". En una proclama que dirigió a sus compatriotas el mismo día de su pronunciamiento, Torrico expresó que había hecho desaparecer las falsas ilusiones de una autoridad anómala y débil, irregular y caduca. "Mi misión (declaró) está en las actuales calamidades de la patria; mis deberes en el respecto inviolable a los derechos del hombre, y la solución de mis responsabilidades en los resultados que oportunamente ofreceré a los representantes del pueblo". Como antecedentes inmediatos de la situación producida mencionó la negativa de La Fuente a fortalecer el ejército del norte después de que el peligro boliviano había pasado, el gesto de lealtad de San Román, las transacciones de Menéndez ante La Fuente, el derramamiento de sangre en Corahuasi y la declaratoria de que La Fuente era un rebelde. Justificó su actitud inculpando a Menéndez por el sometimiento que había querido tener ante el Consejo de Estado, con desmedro de su autoridad, y por la búsqueda que había hecho de medios conciliatorios ante los sediciosos del sur

En unA vvvvvvvvv PROCLAMA quE DIRIGIó A SuS COMPATRIOTAS EL MISMO DíA DE Su PROnunCIAMIEnTO, TORRICO ExPRESó quE HABíA HECHO DESAPARECER LAS fALSAS ILuSIOnES DE unA AuTORIDAD AnóMALA Y DÉBIL, IRREGuLAR Y CADuCA.

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[ 1839-1840 [ 1842 setIembre Agosto 28 31 ] Junto LAcon DEFENSA la bandera, DE LA San MartínLIBERTAD también crea el primer DE IMPRENTA. escudo Tras del Perú. la negativa En él, de sobre los un cielo azul, editores los rayos de El Comercio del solailuminan pagar la montañas fianza dictada levantadas por incumplir sobre un apacible una orden mar. de censura, Esta escena el 31 deaparece agosto rodeada de 1842por quedó una corona suspendida ovalada de la publicación laureles, atada del diario en su hasta extremo el 6 de inferior setiembre con una del mismo cinta deuna año. En cinta su deedición color color del díaoro. 31, El Comercio daba cuenta del atropello: "La Prefectura de Lima nos ha hecho saber, por intermedio del escribano Juan Cubillas, que hemos violado las normas dictadas por el actual gobierno al haber publicado informaciones no aparecidas previamente en el diario oficial. También se nos acusa de haber publicado un ‘remitido’ que tiene connotaciones políticas".

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mediante esa entidad. En una carta a Menéndez de la misma fecha le dijo: "Habiendo abatido (V. E.) la dignidad del puesto que ocupa con la inconstancia de sus principios, con la versatilidad de sus providencias y, más que todo, con vergonzoso sometimiento al poder de una facción desorganizadora que sostiene y fomenta la revolución del general La Fuente en el Consejo de Estado, no es posible conservarme adscrito a la causa de un Gobierno que, por sí mismo, se ha destituido del poder y que, invirtiendo todas las atribuciones, ha hecho a la Patria el presente del despotismo más temible, el despotismo de muchos". Terminaba esta carta con la peregrina observación de que si era grande el sacrificio que imponía a Menéndez su derrocamiento, no era menor el de él, de Torrico, al echar sobre sus hombros las fuertes responsabilidades que había asumido. Aparece así la actuación política de Menéndez dividida en dos etapas: en la primera de ellas favoreció, de hecho, sin duda, a Torrico, si bien es preciso distinguir entre lo que pudo haber de apoyo político a un candidato cuyo mando militar resultó incrementado y lo que hubo de afán para precaver al país ante la amenaza ecuatoriana. Después de llegar a declarar que La Fuente sería juzgado como rebelde, ante la inminencia de la guerra civil, se detuvo, trató de adoptar una actitud conciliatoria y propugnó una especie de Gobierno colegiado al buscar el respaldo del Consejo de Estado. El pronunciamiento del Cuzco evidencia que eran falsas las acusaciones de Torrico de la connivencia de Menéndez con La Fuente. Con aquel se cumplió el caso único y paradojal de un presidente que llegó a ser derrocado dos veces casi simultáneamente y por dos caudillos rivales entre sí. Ante la Historia aparece como símbolo de la autoridad legal abatida en el hecho y enhiesta moralmente. Después de la sublevación de Torrico, Menéndez se dirigió a Chile.

TORRICO Y EL PERIODISMO.- Torrico habíase manifestado hostil a la prensa desde antes de su golpe de Estado. Se publicaba en Lima en julio de1842 el periódico Lima Libre donde fue defendido La Fuente y atacado Torrico. Este llamó al impresor José María Concha y ofreció hacer dar doscientos azotes a él y a sus editores si lo mencionaban para algo. Concha se presentó ante el Gobierno para denunciar la amenaza el 16 de julio de 1842. El ministro del ramo, José Villa, reiteró el ofrecimiento de garantías para el impresor intimidado y agregó que no debía temerse por las expresiones vertidas en acaloramiento. La casa de uno de los redactores de Lima Libre, Mariano Alejo Álvarez, fue asaltada. Los otros editores de este periódico fueron Marcos Berrio Luna y Felipe Barriga Álvarez. Lima Libre solo publicó seis números.

EL INCIDENTE CON EL COMERCIO. - Después de consumado el golpe de Estado de 1842, Miguel del Carpio, secretario del nuevo Jefe Supremo, hizo cumplir la orden impartida por este para que los dueños de imprenta no hicieran ni permitiesen hacer publicación alguna que, directa o indirectamente, tuviera conexión con la política. Al mismo tiempo, exigió a los directores de los diarios que no admitieran artículos remitidos ni acogiesen otras noticias relativas al estado del país, que las que debían copiar del periódico oficial. Con este motivo apareció en El Comercio la siguiente gacetilla: "Habiendo recibido orden de no publicar en nuestro diario nada que diga relación a la política sino después que se haya dado a luz oficialmente, no podemos comunicar hoy la asistencia de las corporaciones a Palacio, donde S. E. pronunció un discurso del que diéramos aquello que conservamos en la memoria, sin la expresada prohibición. Por igual razón no imprimimos dos remitidos que hemos recibido en favor del nuevo orden de cosas". Por incumplimiento de la orden de censura El Comercio fue obligado a dar una fianza de 4 mil pesos el 25 de agosto y al no entregar esa suma quedó suspendida su publicación el 31 de agosto. Reapareció el 6 de setiembre al expedirse por Juan Bautista de Lavalle y Miguel del Carpio un reglamento de imprenta que ratificó las drásticas disposiciones adoptadas por Torrico (3 de setiembre).

MENDIBURU EN TACNA.- A mediados de 1842 dejó la Prefectura del departamento de Moquegua, Manuel de Mendiburu. La había ejercido desde diciembre de 1839. Fue la suya una actuación que durante muchos años no pudo ser olvidada. Llevó consigo una imprenta en la que se editó el primer periódico de Tacna, El Mensajero de Tacna, desde febrero de 1840 hasta 1841. Estimuló el desarrollo del Colegio de la Libertad de Moquegua y el de mujeres de aquella ciudad, abriendo, además, clases de gramática latina y castellana, de matemáticas y de Derecho natural, de gentes y patrio, y desarrollando la instrucción primaria. Se preocupó, asimismo, por la edificación de iglesias, el alumbrado público, el empedrado, la vacuna, la creación de la alameda, la estadística regional y el desarrollo de los servicios de beneficencia. Un artículo publicado en La Revista hizo su elogio en frases que pueden aplicarse a todo buen gobernante en todos los tiempos. "Examinemos uno por uno (dijo La Revista) sus actos administrativos: los presidieron la dignidad y el decoro; hermanó el amor con el respeto, y con su probidad personal infundió confianza a cuantos tenían pretensiones con la Prefectura y con el Gobierno Supremo, ayudando con su influjo a que se les atendiera; escuchaba con afabilidad, modestia y cortesía al grande y al pequeño, despachando con la brevedad que pide el mando y la exactitud que dicta la prudencia; mezcló la liberalidad con la parsimonia y la gravedad con la clemencia a tal punto que hasta los que tocaban en el desengaño no salían disgustados; oía los consejos mas no se dejaba gobernar; consultaba despacio y ejecutaba de prisa no fiando de otro lo que pudo hacer por sí; su dedicación es inimitable y sus labores eran dirigidas y reducidas a la conveniencia de los gobernados sin miramiento a la suya propia. Los funcionarios de su dependencia y los de la ajena cumplieron con sus tareas más allá de lo que correspondía pues velaba su conducta como tales y su ejemplo los compelía a no deslizarse en lo menor. Con noble franqueza se explicaba con sus amigos y con una cautela que jamás rayó en suspicacia, se recató de los que no lo eran. Sobre todo, su lealtad lo ha distinguido en este período". Mendiburu tuvo la debilidad de aceptar el 1° de octubre los ministerios de Guerra y de Hacienda en el régimen de Torrico. Del Carpio quedó como ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores. INTIORCO Y MOQUEGUA.- La Fuente avanzó con una parte de sus tropas a apoderarse de Tacna, que había sido un obstáculo para su poder desde antes de que se hicieran públicas sus diferencias con el Gobierno de Lima. Los vecinos rogaron al general Ramón Castilla, recién llegado al Perú después de su humillante y dura prisión en Bolivia, que dirigiera la resistencia. Los movía la hostilidad al poder militar, al empleo de la fuerza armada para solucionar las diferencias políticas y a la invasión de elementos foráneos en actitud de prepotencia. Castilla se negó al principio y accedió solo después de muchos ruegos, con el solemne compromiso de que si vencía a La Fuente se organizaran fuerzas que proclamasen a Menéndez y a la Constitución. Los artesanos y labriegos de Tacna, bajo el diestro comando de Castilla, derrotaron al ejército de La Fuente en el alto llamado Intiorco, más tarde bautizado como Alto de la Alianza (22 de setiembre de 1842). Avanzó Castilla luego a Moquegua; pero un grupo de paisanos de esa ciudad, movido por celos localistas, lo hizo huir con sus milicianos y él perdió la gorra, un trozo de la espada y la charretera del hombro izquierdo (29 de setiembre). A pesar de tal desastre, el valor que desplegó Castilla en todos estos sucesos le granjeó un prestigio que, ocho meses más tarde, le sirvió para levantar en la misma región la bandera de la constitucionalidad.

LIMA LIBRE

Este diario salió a las calles el 2 de julio de 1842. Sus editores, Felipe Barriga Álvarez y Marcos Berrío Luna, publicaron seis números, dos de los cuales salieron de la imprenta de El Comercio. Tras la derrota en la Batalla de Ingavi y las pugnas por el control del poder, Lima Libre dedicó sus páginas a exaltar la figura de Gamarra y hacer oposición al presidente provisorio Juan Crisóstomo Torrico. También se mostró a favor de Antonio Gutiérrez de La Fuente como reemplazante de Torrico en el poder.

LOS MOVIMIENTOS DE LOS EJÉRCITOS RIVALES DEL SUR Y DEL NORTE.- El ejército de Vidal, con unos tres mil hombres, se dirigió al Norte en busca del enemigo. En Arequipa quedó Vivanco encargado del suministro de refuerzos. Tanto Puno como Cuzco, primera zona de operaciones de La Fuente, se pronunciaron, en virtud de alzamientos locales, por Torrico. Un antiguo jefe carlista, el

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coronel Mariano Novoa, emigrado de España después del convenio de Vergara, tomó parte en este frente de la guerra civil. Pero si el sur, su base inicial, se separó de ellos, La Fuente y Vidal en cambio lograron la adquisición de la escuadra sublevada por el comandante Manuel Villar, aprovechando de la falta de sueldos, "pues los marineros –escribió Villar– la mayor parte son extranjeros que solo sirven por el prest y no reconocen otro principio de legitimidad que el sueldo". Torrico marchó con sus fuerzas a Jauja a esperar a San Román, que se le había plegado (a pesar de que, entre ambos, habían existido agravios). Su propósito fue cerrar el paso a Vidal. Dejó como jefe superior en Lima a don Juan Bautista de Lavalle, que era tío suyo. Vidal envió desde Ayacucho una carta a Torrico para hacerle una propuesta destinada a llevar a cabo la suspensión de hostilidades y la reducción de ambos ejércitos mientras se llevaban a cabo las elecciones presidenciales. Torrico no aceptó. El ejército de Vidal, que estaba bajo el comando de Nieto, había marchado primero hasta Ayacucho en persecución de San Román y hallábase muy fatigado y con su caballería en estado

LA vIDA DE LOS ESCLAvOS En LIMA EnTRE 1838 Y 1842, un vIAJERO SuIzOALEMán, JACOBO vOn TSCHuDI, RECORRIó LIMA Y BuEnA PARTE DEL InTERIOR DEL PERÚ. POR ESOS AñOS SuBSISTíA LA ESCLAvITuD En EL PERÚ, Y EL vIAJERO SuIzO nO ESCATIMó LínEAS PARA HABLAR DE LOS ESCLAvOS Y LA RELACIón quE TEníAn COn SuS AMOS. Aquí un fRAGMEnTO DE SuS ESCRITOS.

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"

El tratamiento de los esclavos en Lima, sobre todo de parte de los criollos, es extraordinariamente blando comparable al de los sirvientes en Europa. Solo raras veces el dueño de casa se ve obligado a castigar corporalmente a sus negros. Si merece tal castigo se le envía a la panadería donde lo recibe. El trabajo de amasar y quemar el pan es considerado uno de los más duros por el calor excesivo, por lo que está a cargo de los esclavos, los que están bajo el control implacable de un mayordomo (…). El temor a la panadería es tan grande entre los esclavos que comienzan a temblar solo al escuchar la amenaza y, en caso que esta se haga realidad, imploran a sus dueños insistentemente que él mismo les castigue sabiendo muy bien que les convendría tal cambio. "Las leyes especiales que protegen a los esclavos en Lima son más ventajosas que en ningún otro estado que tiene esclavos. Existe un juez especial que recibe las quejas de los esclavos y les protege de maltratos injustificados. Si uno de ellos puede pagar la suma que su dueño pide para

él y la que está fijada legalmente en casos difíciles, queda en libertad. También tiene derecho a venderse a otro dueño, si este quiere pagarle la suma requerida al primer dueño. Aun si no quiere perderlo tiene que aceptarlo por ley. Los negros tienen muchos medios para ganar dinero. Su servicio les permite trabajar unas cinco a seis horas para ellos mismos, de manera que les resulta fácil ahorrar en el curso de unos años la suma requerida para comprar su libertad. Pero por lo general gastan ese dinero para la satisfacción de sus necesidades sensuales y no les interesa tanto su libertad. En su condición de esclavos reciben alojamiento, alimentación, vestido y cuidado en caso de enfermedades, todo gratuito. Pero al quedarse en libertad se ven obligados a cuidar de sus necesidades por su propia cuenta, lo que les resulta difícil debido a su flojera innata". Del libro El Perú: esbozos de viajes realizados entre 1838 y 1842 (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003, pp. 97-98).

ruinoso después del avance desde Cuzco hacia el norte. Esquivando a Torrico, bajó a la costa y se encaminó hacia Ica con la triple finalidad de dar tiempo a la llegada de los refuerzos que esperaba de Arequipa y Cuzco, procurar algún descanso a la tropa y también (según cuenta Vidal en sus memorias), "con el objeto de hacer la remonta de la caballada". El itinerario de esta marcha abarcó la salida de Ayacucho el 10 de setiembre y la llegada a Ica el 18 por diferentes direcciones. En Ica descansó el ejército muchos días. Poco antes de que se concentrara en Chincha Alta se presentó el señor Matías León con un pliego de Torrico que no fue abierto y cuyo sobre decía: "Al Sr. General D. Francisco Vidal. De la Secretaría General de S. E." Otros comisionados para un arreglo tampoco tuvieron éxito. En una maniobra que pretendía ser dilatoria de una batalla, las tropas de Nieto y Vidal marcharon a Pisco para proteger el desembarco de los anunciados refuerzos de Arequipa, y tomaron posiciones en la hacienda Caucato y el Cerro de Tiza. Torrico precipitó su marcha para buscarlas, con cierto desorden. En esos días llegó La Fuente al campamento de Vidal, de regreso de su fracaso en Tacna; y fue reconocido como general en jefe, si bien Nieto continuó dirigiendo las operaciones.

AGUA SANTA. "EL VAPOR DEL NORTE Y EL VAPOR DEL SUR".- En la madrugada del 17 de octubre Torrico hizo desfilar en el campo de Agua Santa y aparecer ante sus adversarios en orden de batalla nueve columnas de infantería, cuatro escuadrones y cuatro piezas de artillería. Para enfrentarse a ellas, el ejército de Nieto hizo un cambio de frente oblicuo. Una columna de cazadores perteneciente a estas tropas avanzó en son de combate; pero tuvo que replegarse. Un batallón y dos escuadrones vidalistas también retrocedieron y se produjo gran confusión incrementada por el terreno lleno de atolladeros acuosos y areniscos y con mucho cascajo salino. Al empeñarse en perseguir a los dispersos hasta Caucato, parte de los torriquistas se puso fuera de combate, y otro grupo se entretuvo en tomar posesión de la inútil artillería vidalista que había quedado abandonada. Nieto ordenó al coronel Fermín del Castillo que mandara una carga a la bayoneta y este avance fue seguido por la acción de la derecha de su mismo ejército, que parecía vencido, decidiendo a su favor el resultado de la batalla; duró ella 45 minutos y cayeron unos 150 muertos. Cuenta Valdivia en su libro Revoluciones de Arequipa que el mismo Torrico estuvo a punto de ser tomado prisionero y que para escapar a su perseguidor le echó su capa grana y azul con hilos de oro; mientras este se detenía a recogerla, Torrico desapareció. San Román huyó igualmente. Pero cuando ya los fuegos lentos anunciaban el final del combate, y el ejército vencedor se reunía a rezar "el bendito y alabado", el flamante presidente de la República don Francisco de Vidal, no pudo ser encontrado. ¡También Vidal, como su rival Torrico, había huido! La burla popular llamó a los fugitivos, en aquellos días impresionados por la rapidez de los barcos que Wheelwright acababa de hacer llegar a la costa, "el Vapor del Norte y el Vapor del Sur". En una carta a su hermano José María, Ramón Castilla llamó al de Agua Santa "triunfo inesperado y casual porque siendo vencedor Torrico perdió la batalla por haber corrido más que La Fuente" (Lima, 14 de diciembre de 1842). Durante la marcha de Vidal a Lima, un soldado fue fusilado por delito de deserción. En el camino quedó su humilde tumba, sobre la que fue puesta su casaca, y los indios y negros de las haciendas vecinas gastaron por algún tiempo parte de sus jornales en hacer decir misas por esa víctima, culpable de lo mismo de lo que su caudillo triunfante era culpable. El episodio lo relata sir Clements Markham, en su libro Cuzco and Lima. Partidarios de Torrico consideraron increíble que se dispersara tan fácilmente un ejército que estaba bien armado, disponía de abundantes recursos y cuyo número algunos calcularon en 4.800 hombres y otros hasta en 5.600, mientras sus adversarios confesaron haber tenido 2.300 hombres. El parte oficial de la batalla de Agua Santa lo firmó el coronel José Bustamante, el antiguo jefe de la división colombiana que se sublevó en 1827, ascendido entonces a general.

MANUEL DEL RÍO (¿?-1853)

Obtuvo sus primeros trabajos en la imprenta de su padre, que administró a partir de 1821 y en la cual imprimió una serie de diarios efímeros o coyunturales. Hasta 1833, dirigió el Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores en cinco oportunidades, y el de Hacienda en tres oportunidades. La gestión más importante de su carrera política ocurrió durante el primer gobierno de Ramón Castilla, cuando hizo el primer presupuesto de la República y puso orden en las finanzas estatales. Aquí vemos a Del Río junto a Francisco Quirós (de espaldas), en una caricatura del dibujante L. Williez.

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fEBRERO vv 1843 vv [ perú [ vv ]

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EL PREfECTO vvvvv DEL DEPARTAMEnTO DE AMAzOnAS DA CuEnTA AL MInISTRO DE GOBIERnO DEL DESCuBRIMIEnTO DE LAS RuInAS DE kuÉLAP, En EL DISTRITO DE SAnTO TOMáS. Su DESCuBRIDOR fuE JuAn CRISóSTOMO nIETO, JuEz DE PRIMERA InSTAnCIA DE CHACHAPOYAS. En EL InfORME quE REMITIó nIETO AL PREfECTO, InDICó quE SE TRATABA DE unA MuRALLA DE PIEDRA LABRADA DE 560 PIES DE AnCHO, 3.600 PIES DE LARGO Y 150 PIES DE ALTO.

FINAL DE LA GUERRA CIVIL DE 1842.- Torrico y San Román se embarcaron para Chile después de asilarse en un bergantín de guerra francés. Según se dijo, Torrico se llevó el caudal que tenía la comisaría de su ejército. La Fuente entró triunfante en Lima con parte del ejército y poco después llegó Vidal a la capital y recibió los honores debidos a su investidura. El Consejo de Estado que, sin protesta, había entrado en disolución al sublevarse Torrico, ocupando uno de sus miembros, Manuel del Río, la oficialía mayor del Ministerio de Hacienda, otro de ellos la gobernación del Callao y un tercero altas funciones en la Secretaría del Jefe de Estado, se apresuró a reunirse para declarar la legalidad del nuevo mandatario. Muchos de los que habían proclamado bulliciosamente a Torrico se esmeraron en denigrarle. Así terminó la guerra civil de 1842. Innecesariamente solía aparecer en los programas escolares y se presentaba trabajosa y confusa en la memoria de los niños, que confundían la brutal usurpación de Torrico, la sesgada ambición de La Fuente y la aparente autoridad de Vidal; sin que se acordasen de los graves peligros que en el sur y en el norte acecharon al Perú antes de que ella estallara y sin que se colocara a esta época como fondo para hacer emerger de su cansancio y de su miseria la brillante e ilusoria esperanza que fue el Directorio de Vivanco y la fecunda realidad que habría de ser el primer gobierno de Castilla.

LA UNIÓN DEL SUR Y DEL NORTE DE LA REPúBLICA. LA REMEMORACIÓN DE AGUA SANTA Y CORAHUASI.- Por el "buen comportamiento" de la tropa del ejército nacional en la batalla de Agua Santa se concedieron varios premios: a los sargentos primeros, el sueldo de subtenientes; a los segundos, el de sargentos primeros; a los cabos primeros, el de sargentos segundos; y a los cabos segundos y a los soldados, 2 pesos sobre su prest (decretos de 10 de noviembre de 1842 y 11 de enero de 1843). Los jefes y oficiales hasta la clase de tenientes coroneles inclusive recibieron el grado de sus empleos inmediatos a los que eran efectivos y la paga los graduados (orden general de 18 de octubre). La Fuente y Nieto fueron ascendidos a grandes mariscales y hubo doce ascensos de coroneles a generales. En Corahuasi, pueblo de la provincia de Abancay en el departamento de Apurímac, en donde se había producido el encuentro entre las tropas de San Román y las de La Fuente, se mandó construir un templo, ya que no existía. Su planta, forma y dimensiones, así como todas las operaciones necesarias para su edificación, quedaron a cargo del general Domingo Nieto, que fue el promotor de esta obra y pidió su erección como la única recompensa de los servicios que había prestado a la patria. Se aplicó para la fábrica de dicho templo la cuarta parte del producto de la contribución de las provincias de Abancay y Anta. En el lugar más aparente o hacia el lado que mira a la profunda y escabrosa quebrada que sirve de lecho al río Apurímac debía haber una columna con esta inscripción: "Dedicado a Nuestro Señor Jesucristo por la unión indisoluble de los peruanos del sur y del norte de la República". El 17 de octubre de cada año debía celebrarse en este templo, con la pompa y solemnidad posibles, una misa de réquiem en sufragio de las almas de todos los que murieron ese día en el campo de Agua Santa en el año de 1842 (decreto de 21 de octubre de 1842).

GOBIERNO DE VIDAL. INTENTONA Y FUSILAMIENTO DE HERCELLES.- Vidal pidió al Consejo de Estado que el primer vicepresidente de este cuerpo, don Justo Figuerola, se hiciese cargo del mando de la República; pero Figuerola se excusó por los achaques de su avanzada edad, a pesar de lo cual siguió dirigiendo las sesiones de este Consejo ya que su presidente, Menéndez, continuó fuera del país. Vidal quedó con la investidura presidencial y nombró como ministros al flamante gran mariscal La Fuente y a los señores Francisco Javier Mariátegui y Benito Laso, si bien aquel renunció poco después. Aparentemente su autoridad se había impuesto. Vivanco, movilizado desde Arequipa, deshizo sin resistencia, después de las noticias sobre la

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batalla de Agua Santa, los núcleos torriquistas erigidos en Puno y Cuzco. Todos los prisioneros tomados en Agua Santa fueron puestos en libertad; ninguno sufrió prisión ni ostracismo, aunque hubo algunos emigrados entre los jefes más importantes. Esta era la situación a principios de diciembre de 1842. A mediados del mismo mes, las cosas habían cambiado. El 18 se sublevó en Huaraz el coronel Justo Hercelles, de cuyas inquietas actividades desde el Ecuador, en 1841 y 1842, se ha hecho mención. Lo acompañó el coronel José Manuel Céspedes. El primero era partidario de Orbegoso y el segundo de Santa Cruz. Pero una división que envió el Gobierno acabó con ese motín (13 de enero de 1843). Céspedes llegó malherido a Huaraz, donde una turba lo destrozó, en venganza –según se dijo– por la implacable recluta de hombres que había ordenado días antes. Hercelles y un adepto suyo, Pedro Castañeda, fueron fusilados por orden del Gobierno de Lima (22 y 23 de enero). La cabeza de Hercelles fue remitida al lugar donde hizo su pronunciamiento, con la esperanza vana de escarmentar a quienes pensaran dedicarse a actividades subversivas. Echenique no deja duda en sus memorias acerca de quiénes mandaron matar a Hercelles. Dice que, para ejercer influencia sobre Vidal, fue a Palacio con el fin de tratar de salvar a aquel jefe de quien era amigo: "No estaba allí Vidal (dice) pero sí La Fuente que era ministro con gran poder sobre Vidal y me dirigí donde él para hablarle sobre el asunto. Lo encontré rodeado de muchos personajes, entre ellos el mismo Laso que conversaban sobre Hercelles, y La Fuente, con el ímpetu que le era propio, habló de la orden que se había dado para que lo fusilaran en el acto de recibir la orden y que estaban resueltos a hacer lo mismo con quinientos para impedir revoluciones, cuya cosa apoyaron varios...". Cuenta en seguida que insistió en ver a Vidal: "Lo encontré en la calle y por consiguiente regresé con él a Palacio, donde iba. Luego que estuvimos solos le hablé sobre lo que motivaba el que lo hubiera buscado y me sorprendió mucho que por toda contestación me repitiera las mismas palabras que había oído a La Fuente". La orden de fusilamiento la firmó el ministro Benito Laso.

EL GENERAL JOSÉ MARÍA OBANDO EN EL PERú, LA NEGATIVA PARA LA EXTRADICIÓN DE OBANDO Y LA AYUDA PERUANA A ESTE.- En febrero de 1842 llegó a Lima el general colombiano José María Obando después de haber sido vencido en las luchas políticas de su patria y de haber hecho un viaje increíble desde Pasto por el Putumayo y el Marañón hasta Trujillo. El cónsul de Nueva Granada en Lima, José del Carmen Triunfo, inició una campaña contra Obando y lo llamó "reo prófugo, asesino, ladrón, enemigo de la propiedad y de la religión, indigno de convivir entre hombres civilizados". Obando se defendió desde El Comercio, donde halló acogida y simpatía, y en otros impresos, alrededor de los cuales surgieron denuncias judiciales. El doctor Rufino Cuervo, ministro granadino en Quito, se dirigió al Gobierno del Perú el 16 de abril de 1842 solicitando la entrega de quien consideraba (con los mismos términos usados por el cónsul Triunfo) "reo del crimen de asesinato, prófugo de una prisión pública y jefe insigne de una partida de bandoleros que ha desolado el sur de Nueva Granada". El asesinato del que se acusaba a Obando era el del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, en Berruecos, el 4 de junio de 1830; sobre este asunto sigue el debate y ha surgido recientemente una escuela historiográfica colombiana que niega la culpa de Obando y responsabiliza al general Juan José Flores. El canciller peruano José Villa contestó a la solicitud de Cuervo diciendo que, por no haber sido reconocido como representante del Gobierno granadino, no podía ni siquiera estudiar su solicitud. Acaso Villa era amigo de Obando desde 1828. El general Tomás C. de Mosquera se hizo nombrar ministro en Lima algunos meses más tarde, para obtener la extradición del caudillo neogranadino. Al ahondarse la cuestión con el Ecuador en el primer semestre de 1842, el Gobierno peruano ofreció auxilios a este. Se desarrolló una cordial amistad entre él y el general Torrico, que mandaba el ejército del norte. En el pronunciamiento de Torrico en agosto de 1842 se dijo que Obando tuvo importante participación.

FRANCISCO DE VIDAL (1800-1863)

En 1842, tras la derrota de Juan Crisóstomo Torrico y la negativa de Justo Figuerola a asumir el poder, Vidal se convirtió en presidente del Perú. Sin embargo, tras cuatro meses en el poder fue derrocado por la revolución de Manuel Ignacio de Vivanco. Vidal fue desterrado a Chile, donde se unió al movimiento iniciado por Domingo Nieto y Ramón Castilla. Luego de la batalla de Carmen Alto, reasumió sus funciones en el Consejo de Estado.

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vv ABRIL vv 1843 [ vv ] [ ee.uu.

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vvvvv nACE EL ESCRITOR ESTADOunIDEnSE HEnRY JAMES, LuEGO nACIOnALIzADO BRITánICO. fuE un AuTOR PROLífICO: ESCRIBIó 20 nOvELAS, 112 RELATOS Y 12 OBRAS DE TEATRO. EnTRE LAS MáS COnOCIDAS SE EnCuEnTRAn RODERICk HuDSOn (1876), DAISY MILLER (1879), RETRATO DE unA DAMA (1881), LA MuSA TRáGICA (1890), LAS ALAS DE LA PALOMA (1902), LOS EMBAJADORES (1903) Y LA COPA DORADA (1904). MuRIó En 1916.

El canciller Benito Laso, de la administración de Vidal, negó a Juan Antonio Pando, nuevo encargado de negocios colombiano en Lima, y al general Mosquera, en noviembre y en diciembre de 1842, la extradición de Obando. Sin embargo, el Gobierno peruano decretó la expulsión del prófugo en el término perentorio de tres días, costeándole el pasaje al país que quisiera elegir. "La derrota de Torrico fue celebrada en Nueva Granada por los enemigos de Obando con grandes demostraciones de regocijo", dice el historiador colombiano Horacio Rodríguez Plata en su libro José María Obando, íntimo.

VIVANCO, MINISTRO DE GUERRA DE VIDAL, PRONUNCIAMIENTO A FAVOR DE VIVANCO.- Vidal y La Fuente no quedaron tranquilos al ver que Vivanco dominaba de hecho en todo el sur. Recordaban las ambiciones de Vivanco, sus alardes de "Regenerador", el carácter circunstancial de la adhesión que les había prestado, desentendiéndose después de auxiliarlos en la guerra contra Torrico. Por eso, quisieron alejarlo de esa región. Primero le ofrecieron la legación del Perú en Bolivia. Vivanco no aceptó. Luego nombráronle ministro de Guerra y Marina, cargo vacante por haber pasado La Fuente a ocupar el portafolio de Hacienda ante la renuncia de Francisco Javier Mariátegui. Vivanco aceptó y aludió a "la rectitud de sus sentimientos y la sanidad de sus intenciones" (Cuzco, 12 de enero). Para evidenciarlas, disolvió parte de las fuerzas que tenía en el Cuzco, donde a la sazón residía; la caballería la mandó a Lima. Había nombrado el gobierno de Vidal, como otra medida preventiva frente al peligro que podía sobrevenir, prefecto del departamento de Moquegua al mariscal Domingo Nieto, con facultades extraordinarias en todo el sur; y prefecto del departamento de Arequipa al general Alejandro Deustua, el primero poco amigo y el segundo declarado enemigo de Vivanco. Ambos residían, en el mes de enero de 1843, en la ciudad de Arequipa. Parece que en la guarnición de esa ciudad comenzó a urdirse una conspiración a favor de Deustua. Los amigos de Vivanco decidieron conspirar contra los conspiradores. En la noche del 28 de enero, Nieto fue apresado; "uno de los jefes que no le dejaba a ninguna hora adulándolo (dice el cronista de las revoluciones de Arequipa, Deán Valdivia), fue uno de los que tuvo parte en apresarlo". Deustua logró escapar y luego llegó a ser capturado, y se le obligó a salir del territorio de Arequipa. Cuenta una tradición que en el cuartel del batallón de Cazadores del Ejército que comandaba el teniente coronel José María Lastres, se presentó la esposa de Vivanco, doña Cipriana La Torre, a arengar a los soldados, más bella que nunca a la luz de los hachones que iluminaban la noche. Otro de los batallones que secundó el pronunciamiento fue el del teniente coronel José Patricio Corbacho. Ambos jefes, Lastres y Corbacho, perecieron fusilados por el régimen político que contribuyeron a establecer.

ACEPTACIÓN DEL MANDO POR VIVANCO. EL ANUNCIO DE LA REUNIÓN DEL CONGRESO Y EL SUPREMO DIRECTOR.- Vivanco aceptó en el Cuzco, el 3 de febrero, el hecho ocurrido en Arequipa. En su proclama de 4 de febrero expresó: "Terminada la guerra civil en la batalla de Agua Santa, era de esperar que el partido vencedor, impelido como fue a la lid por el espíritu de facción que dominaba al Gobierno anterior, por consecuencia a sus principios ya que no fuera por respeto a sus deberes, se guardase de cometer los mismos abusos que poco antes habían provocado su furor. Pero lo malo cuando daña es bueno cuando aprovecha a los hombres públicos de nuestra revolución. Si don Manuel Menéndez fue el pupilo del general Torrico y el instrumento de sus miras, el general Vidal es el pupilo e instrumento del general La Fuente. Si, en obsequio de Torrico, Menéndez hostilizó a todos los partidos, en obsequio de La Fuente los hostiliza Vidal. Si el objeto de Menéndez era entronizar la facción de Torrico, el de Vidal es entronizar la de La Fuente. Si el resultado hubiese sido la violación de vuestra libertad, coactada por el doble imperio de la autoridad y la

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fuerza, idéntico después de tantos sacrificios, lo hubierais sufrido, a no haber la determinación que habéis tomado, reservándoos de tanta calamidad. Yo, como todos, conocía lo inminente del peligro y lo trascendental de sus consecuencias, pero abominando la guerra civil, temiendo que se imputase a mi propia ambición, era el único que, no obstante las sugestiones, los clamores, las exigencias de los buenos ciudadanos de todos los departamentos, sostenía la autoridad existente en la capital y cumpliendo sus disposiciones, aun las más hostiles, quizá me ofrecía en holocausto a la exclusiva ambición de un partido violento y desenfrenado. Vosotros, pueblos del Sur, sois oculares testigos de la conducta moderada y paciente que a despecho vuestro, tal vez con detrimento de vuestros más caros intereses, he observado. Pero cuando había licenciado parte de las tropas que me obedecían, cuando estaba próximo a partir a la capital, la voz imperiosa de Arequipa, la decidida resolución del Cuzco, el grito unísono del sur y los votos ardientes de toda la República han llegado a mis oídos. El honor, el patriotismo, el deber me obligan a escucharlos. No soy yo el caudillo que mueve los pueblos a empeñarse en una lucha de personal interés, soy el hombre a quien invocan, obligados a ligarse en defensa de sus fueros y libertades. Yo, peruanos, olvido mis propósitos para obedecer vuestros mandatos; sacrifico mis opiniones a las vuestras; abrazo y capitaneo la causa que solo es mía porque es vuestra". A continuación la proclama (interesante porque hace conocer el pensamiento de Vivanco en esos momentos y confirma que los pronunciamientos a su favor fueron hechos sin su anuencia) plantea el dilema de la paz o la guerra con el Gobierno de Lima. Llega en esta parte a decir: "Si en lugar de someter, como nosotros, la cuestión que nos divide a la deliberación de un Congreso...", lo cual revela un propósito legalista ratificado por un decreto en el que exhortó a las autoridades a que dieran facilidades para el viaje a Lima de los diputados recientemente elegidos. Cuando se produjo en diversas ciudades del sur la adhesión a Vivanco, quedó este reconocido como Jefe Supremo hasta que se reuniese el Congreso y se eligiera al primer mandatario. Tal fue, por ejemplo, el sentido del acta de Puno (10 de febrero). Sin embargo, después de que en una reunión pública efectuada en Arequipa el 9 de febrero se le confirió el título de Supremo Director de la República, Vivanco lo adoptó por decreto de 20 de febrero. Quiso, sin duda, diferenciarse de todos sus antecesores, y se apartó así de las primeras actas a su favor que, como se ha visto, habían prometido simplemente el regreso al orden constitucional. Sin resistencia se le plegó todo el sur, con excepción de Moquegua, donde surgió porfiada lucha por el desagrado con que aquel vecindario vio lo ocurrido con su semipaisano Nieto. Vivanco fue muy duro con Vidal en esta campaña. En una proclama dijo: "Cuando su alma vil baje a los infiernos, su inmundo cuerpo servirá de pasto a los perros y a los buitres".

vIvAnCO fuE vvvvvvvvv MuY DuRO COn vIDAL En ESTA CAMPAñA. En unA PROCLAMA DIJO: "CuAnDO Su ALMA vIL BAJE A LOS InfIERnOS, Su InMunDO CuERPO SERvIRá DE PASTO A LOS PERROS Y A LOS BuITRES".

LA SUBLEVACIÓN DE LA ESCUADRA Y LA DECLARACIÓN DE PIRATERÍA.- Aunque el gobierno de Vidal decretó el bloqueo de Islay, la marina se plegó a Vivanco. Inició esta actitud la barca Limeña con su comandante José Ortiz de Zevallos en Arica el 24 de febrero, dirigiéndose luego a Islay a donde llegó el 7 de marzo con el bergantín Vigilante, que había apresado. Ya el 3 del mismo mes la fragata Yungay, que llevaba en sus bodegas un cargamento de fusiles, junto con los demás barcos fondeados en el Callao, se declaró también por la rebelión. Firmó el acta respectiva el comandante general de la escuadra, capitán de navío Juan Panizo, y capturó un barco con un contingente de soldados que venía del norte. Vidal puso a las naves defeccionadas fuera de la protección de las leyes patrias y las declaró piratas por el decreto de 4 de marzo, que autorizó a los buques de guerra de las naciones amigas para que las batieran y apresasen en donde quiera que fuesen encontradas. El ministro de Relaciones Exteriores se dirigió a los agentes de los gobiernos extranjeros que tenían escuadra en las aguas del Perú dándoles cuenta de las disposiciones del Gobierno e invitándolos a la captura de los barcos rebeldes con la promesa de adjudicarlos como propiedad del Estado captor. Esta invitación no fue tomada en cuenta. Ante los principios del Derecho internacional no son aceptables ni la ante-

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fIGuEROLA, En EL SALón DE PALACIO, PROnunCIó unA AREnGA DOnDE COMPARó A LA SILLA En quE SE SEnTABA COn un vOLCán.

dicha declaración de piratería ni las que fueron hechas en 1831 en relación con la corbeta Libertad y más tarde en 1877 con el Huáscar, porque los actos de los piratas tienen móviles de naturaleza privada mientras que los sublevados actúan en el plano político. Los piratas implican una amenaza general porque su objeto consiste en el saqueo y en el pillaje de todos los buques sin distinción de banderas y los insurrectos no alteran el orden general de los mares y buscan, ante todo, debilitar la capacidad de resistencia de un Gobierno contra el cual se han alzado quizá por justificadas razones.

PREPARATIVOS PARA COMBATIR LA REBELIÓN E INSTALACIÓN DE LAS JUNTAS PREPARATORIAS DEL CONGRESO.- Vidal y La Fuente adoptaron diversas medidas para enfrentarse a la rebelión de Vivanco. Entre ellas estuvieron la orden para que todos los comerciantes, empleados mercantiles y propietarios de 15 a 50 años de edad se enrolasen en las filas de la guardia nacional, so pena de pagar una multa de doscientos pesos. Para el comando del ejército que debía expedicionar contra Vivanco fue designado Nieto, quien se excusó por motivos de salud. Tampoco Deustua aceptó la jefatura de las tropas de vanguardia, si bien se ofreció, en cambio, como mediador. El 4 de marzo, veintiún representantes acordaron constituirse en junta preparatoria del Congreso. En la directiva momentánea ejerció la presidencia el general Pedro Bermúdez. El 7, los escasos congresales de Lima acordaron publicar una enérgica protesta contra las autoridades y los jefes militares que dificultaban el viaje de los representantes electos.

ENTREGA DEL MANDO DE VIDAL A FIGUEROLA.- Vidal y La Fuente quisieron eliminar el pretexto constitucionalista que la insurrección había utilizado al principio. En una reunión de notables efectuada en el Palacio de Lima el 8 de marzo se acordó enviar al sur, como comisionado ante Vivanco, al doctor Francisco Javier Mariátegui, para evitar la guerra civil y anunciar la inmediata convocatoria del Congreso. Mariátegui se dirigió a Islay; de allí intentó pasar a Arequipa, sin permitírselo el prefecto de esta ciudad. Los acontecimientos se precipitaron e hicieron inútil su misión. Nieto llegó a aceptar por fin el mando del ejército. Se dirigió a la sierra el 11 de marzo y publicó una proclama en la que explicó sus actitudes desde que, a raíz de la batalla de Agua Santa, quiso retirarse a la vida privada y pidió que todos se unieran alrededor del Congreso. Al llegar a San Mateo tuvo conocimiento de que las tropas estacionadas en Jauja y Huancayo se habían pronunciado el 12 a favor de Vivanco. Encabezó este cambio político el general Juan Antonio Pezet.

José dEfIGuEROLA JuSTO san martín (1771-1854) (1778-1850) El libErtador ESTE POLíTICO dE LAMBAYECAnO CHilE y PErú dEdiCó PARTICIPó gran PartE ACTIvAMEnTE dE su vida En POLíTICA a luCHar Y LLEGó Por la A autonomía EnCABEzARdEl EL PODER ContinEntE EJECuTIvO En DOSamEriCano. OCASIOnES. 82 82

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EH

n laosé prime Franra ciseta co pa dede San suMar vida, tínFina gue cióroen la se Yape deyú, dicó hoy a la vi Arda gen aca tina, déel mi25 cade enfelabre Uni ro ver de si 1778. dadAde losSan seisMar años, cos, su donfade milia sevol revió cibió a Esen paña, 1795 donco demo enba 1789 chiini ller cióen una Saca grarredos ra mi Cálitar node nes. más Allí, dere vein gen tetó años lasalcáser tevidras cio de delaFico loro sona. fíaEnMo 1811, ral yalen Víspe tado raspor de ideas Leyes. liber Fue tarias, unode de jó los su pues prime to ros en la enpefir nín mar sulaely Ac setadide rigió laaInBue depen nos Ai den res,cia enen aquel 1821. entonces centro de la resisFue tencia elesu gida dome diripu cata na.do por Trujillo en el Primer Congreso Cons Su tra titu bayen jo jun teto(1823), a los paque triotas prelesiper diómi en tiótrehaju cer nio se del y seman tiemdo bre de de las fuer esezas misinmo depen año. den Entis1825 tas y reu fuenirnombrado vocal de la Cor te Superior de Justicia y al año siguiente, elegido

El 15 de marzo en el Consejo de Estado fue leída una comunicación de Vidal a Figuerola que decía: "Defeccionada la mayor parte de la fuerza que obedecía al Gobierno alegando por pretexto que la autoridad que yo ejerzo no es legal por no ser el 1er. Vicepresidente del Consejo de Estado, he resuelto resignar el mando en V. E. como que es el inmediato llamado por la Constitución a ejercer el Poder Ejecutivo a falta del presidente de la República y del presidente del Consejo de Estado. Deseando evitar el derramamiento de sangre y los males que son consiguientes a una contienda fratricida, quiero dar la última prueba de desprendimiento y moderación, desnudándome de la Suprema Magistratura que tan solo admití por excusa legítima de V. E., por determinación del Consejo de Estado, por patriotismo y por las circunstancias en que se ha visto envuelta la República...". La entrega del mando de Vidal a Figuerola fue llamada el "plan del Pino" porque en la hacienda de ese nombre, donde estaba refugiado huyendo de las persecuciones de Vidal, la había propugnado Castilla ante los amigos que iban a visitarlo. Figuerola aceptó "a pesar de que mi salud no se halla completamente restablecida y que mis cansados años no me permiten soportar las penosas tareas de la administración en una crisis tan grande como la presente". El 16 de marzo se presentó en el Palacio, junto con los demás consejeros de Estado, a fin de recibir la insignia del mando. Vidal estuvo ese día vestido de civil y llevó en la mano la banda presidencial que arrojó sobre una mesa para luego dejar que uno de sus ayudantes se la pusiera por unos momentos y quitársela él mismo, apenas estuvo en presencia de los consejeros de Estado. La entregó a Figuerola diciéndole que le devolvía esa banda que, como a él mismo le constaba, usó por su enfermedad. Respondió brevemente Figuerola, se abrazaron y Vidal abandonó el Palacio. Después lanzó una proclama que resultó, en parte, el plagio literal de un documento similar escrito en Buenos Aires por Rivadavia cuando dejó el poder en 1827. Figuerola, en el salón de Palacio, pronunció una arenga donde comparó a la silla en que se sentaba con un volcán. Organizó su gabinete dentro del cual fueron ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores Matías León, ministro de Guerra, Castilla y de Hacienda, Manuel de Mendiburu. A Vivanco le escribió una carta bajo la suposición candorosa de que mediante ella iba a persuadirlo a reconocer su autoridad. Manifestó allí que Vidal y La Fuente se habían apartado de los asuntos públicos, viéndose él obligado a ponerse al frente de la administración; que su carácter, su edad y sus achaques eran la mejor garantía respecto a la imparcialidad en el Gobierno; que, por lo tanto, desaparecidas las causas para toda divergencia, era llegado el momento para que ese general diera testimonio de su amor a los pueblos y les evitase la guerra civil; que si aspiraba a la Presidencia, como es lícito para todo ciudadano, su primer paso debía ser reconocer el orden legal.

diputado por Lambayeque y para el Congreso de 1827. También fue ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, primer vicepresidente del Consejo de Estado (1839), y encabezó el Poder Ejecutivo en dos ocasiones: 1843 y 1844. En la última, fue objeto de críticas e incluso inspiró una tradición de Ricardo Palma. La versión más seria de la misma per tenece a Santiago Távara, quien contó que Figuerola, al ver rodeada su casa por una

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SETIEMBRE 1843 [ perú ]

quEDA COnSTITuIDA unA JunTA DE GOBIERnO PROvISORIO OPuESTA AL GOBIERnO DE vIvAnCO. LA InTEGRABAn DOMInGO nIETO, RAMón CASTILLA, PEDRO CISnEROS, JOSÉ MARíA zEGARRA Y nICOLáS JACInTO CHOCAnO. A PARTIR DE ESTA fECHA, SE InICIó un PERíODO DE AnARquíA Y GuERRA CIvIL EnTRE AMBAS fACCIOnES.

turba vivanquista, ordenó a su hija arrojar la banda presidencial por el balcón de su casa. En 1851, Figuerola se alejó de la escena política y se acogió a la jubilación. Cabe resaltar que alternó sus cargos políticos con la escritura. Entre sus obras principales se encuentran Práctica forense (1811) y Cartas a un amigo acerca de la manifestación histórica de la revolución de la América y especialmente de las del Perú y Río de la Plata (1820).

[ CAPÍTULO 16 ] PERÍODO 2

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DICIEMBRE vv 1843 vv [ méXIco [ vv ]

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EL ESTADO vvvvv DE YuCATán, quE HABíA DECLARADO Su InDEPEnDEnCIA, SE REInCORPORA AL TERRITORIO MExICAnO. En un COnvEnIO fIRMADO En CIuDAD DE MÉxICO, SuS MáxIMAS AuTORIDADES REnunCIAROn A LA COnSTITuCIón DE 1841 Y RECOnOCIEROn AL GOBIERnO PROvISIOnAL DE LA REPÚBLICA. YuCATán SE COnvIRTIó ASí En un DEPARTAMEnTO, AunquE COnSERvó Su AuTOnOMíA InTERIOR, Su ECOnOMíA Y SuS ADuAnAS, ADEMáS DE OBTEnER REPRESEnTATIvIDAD En EL COnGRESO nACIOnAL MExICAnO.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 16 ]

Nieto, una vez más, rehusó el comando del ejército, si bien expresó que si el pueblo quería defender sus derechos, tomaría un fusil y se incorporaría en sus filas, terminando con la frase "todo con el pueblo y para el pueblo". Mendiburu no aceptó el ministerio que se le encomendó. Castilla quiso trabajar en el que le fue confiado, pero el 18 de marzo declaró públicamente que ciudadanos notables oponían una resuelta negativa para aceptar cualquier colocación, que su sacrificio era inútil y que, como estaba en peligro su crédito, se alejaba del Gobierno. El 20 de marzo publicó La Fuente un cor to manifiesto. Expresó allí que deseaba se oscureciese su nombre de tal modo que no volviera a pronunciarse en un país presa de la ingratitud y de la iniquidad; que se le adjudicaban crímenes no cometidos; que se alejaba de la patria prometiendo ponerse a disposición de la autoridad competente que quisiera juzgarlo; y que no había tomado un centavo del Tesoro Público; siendo verdad, por el contrario, el hecho de estar en la condición de acreedor por los gastos que efectuó de su peculio en el ejército restaurador, cuya cancelación no había ordenado a pesar de ser ministro de Hacienda; enumeró, además, las diversas ocasiones en que prestó sumas al Tesoro Fiscal. Agregó, por último, que eran falsas también las acusaciones de haber influido en el Gobierno, pues el presidente Vidal tenía sus opiniones propias y había contado con ministros capaces como los señores Laso y Mariátegui. La Fuente se asiló en un barco de guerra francés el 26 de marzo y viajó hacia Valparaíso el 25 de abril.

LA BANDA POR EL BALCÓN.- El 19 de marzo en la noche corrió en Lima el rumor de que atacarían a las fuerzas de la capital las del coronel Alvarado Ortiz, comandante de la vanguardia del ejército de Pezet convertido, como se ha dicho, en la avanzada de las tropas vivanquistas. Muy escasa era la guarnición de Lima y, aparte de su debilidad, parecía insensato pretender oponerse a la ola insurgente. Cuenta el memorialista Santiago Távara, contemporáneo de estos sucesos, que un mensajero dio grandes golpes en altas horas de la noche en la casa de don Justo Figuerola para avisarle que lo llamaban a Palacio porque había revolución. Malhumorado aquel anciano, ordenó a su hija: "¡Ah, Juanita! ¡Ha de ser por la banda! ¡Tírasela por el balcón!". De este episodio se han dado otras versiones menos autorizadas que la de Távara. Una muy difundida y lanzada a la posteridad por una tradición de Ricardo Palma, afirma que la banda fue echada a una multitud que pidió la dimisión de Figuerola. En la madrugada del 20, las tropas de Lima se pronunciaron a favor de Vivanco. La carta enviada a Figuerola por los jefes sublevados, encabezados por el coronel Eleuterio Aramburu, dijo ese mismo día 20 de marzo: "Conforme con el voto unánime de la capital y de la República entera, pronunciada contra la facción que V. E. está sirviendo de instrumento sin que hayan podido evitarlo sus rectas y patrióticas intenciones, la guarnición de la capital ha resuelto desconocer, como desconoce la autoridad que la abominable administración de Vidal ha colocado en manos de V. E. para proteger sus aspiraciones". Las últimas frases de esta comunicación eran las siguientes: "Los jefes de los cuerpos que suscribimos le suplicamos se sirva considerarse exonerado de la Magistratura Suprema y retirarse a su domicilio donde será acatada su persona con todas las consideraciones merecidas". La "súplica" venía a resultar cínica o irónica y el repudio de un probo magistrado que ejercía el más alto puesto de la República por un mandato legal, dirigiéndole una carta en la que se le enviaba a su casa y se prometía acatar su persona como individuo particular, convertía el atentado en un escarnio y acentuaba sus características de episodio grotesco. En una reunión celebrada en Palacio fue nombrado prefecto el coronel José Rufino Echenique, que había participado activamente en el pronunciamiento efectuado por la guarnición de la capital. Alvarado Ortiz entró a Lima el 21 de marzo y el general Pezet con el grueso de las tropas vivanquistas el 27 del mismo mes.

EL GOBIERNO DE VIDAL.- Vidal, nacido en Supe en 1801, llamado "primer soldado del Perú" mediante su gesto en el sitio de Valdivia, en la guerra de la Emancipación, al decir "Donde entra mi gorra entro yo", había tenido un gesto de paladín. Marino, guerrillero y militar, la primera etapa de su carrera pública atrae y subyuga. Una línea invisible enlaza la anécdota de Valdivia con el episodio de la guerra civil norteña durante el primer gobierno de Gamarra en que, durante el combate en la garita de Moche, Salaverry y Vidal cuerpo a cuerpo y con el mismo riesgo jefes y soldados, Vidal impidió que un soldado matara a Salaverry, dando lugar a la respuesta de este: "¡Gracias, generoso!". Pero los años habían pasado y la vida burocrática y cuar telesca había conver tido a Vidal en el fugitivo de Agua Santa. No era Vidal hombre a quien angustiara la ilusión generosa de volver mejores a los demás hombres ni la voluptuosidad sórdida de querer dominarlos o utilizarlos. Solo la circunstancia de ser segundo vicepresidente del Consejo de Estado, es decir, tercer vicepresidente de la República y de encontrarse en el ejército de La Fuente, lo encumbró; y aunque vivió muchos años después de ser derrocado por Vivanco, llegó a ser (con Bermúdez) el único ex presidente militar que no volvió a ser candidato. Fue prefecto del Cuzco en 1844, gobernador del Callao en 1854 y comandante general de caballería en el ejército de Echenique que defendió Lima, siendo exonerado del mando poco antes de la batalla de La Palma. Falleció en Lima el 23 de setiembre de 1863. El gobierno de Vidal no hizo inicialmente gran esfuerzo para llamar al primer vicepresidente Menéndez que estaba en Chile o al segundo vicepresidente Figuerola que vivía en Lima; pero no quería ser sino un interregno para preparar la reunión del Congreso y la elección constitucional de La Fuente. La maledicencia acusó a este de haber hecho negocios al amparo de su poder; acusación contra la cual reaccionó ya en el instante de la caída, cuando publicó un manifiesto para probar, como se ha visto, que más bien era acreedor del fisco. Además, el régimen Vidal-La Fuente fue inculpado por el empleo arbitrario de la pena de muerte en el caso de Hercelles y Castañeda, acusación de la que se defendió Vidal en una memoria que presentó al Congreso de 1845; por la expedición de doscientos diecinueve despachos militares entre el 3 de febrero y el 15 de marzo de 1843; y por restricciones a la libertad de imprenta, cuando increpó el Presidente duramente al argentino Alejandro Villota, que era uno de los propietarios de El Comercio, por unos comunicados desagradables y ordenó luego su deportación. Hubo, sin embargo, en el gobierno de Vidal, por acción del ministro Laso, una preocupación educacional. El Colegio de San Carlos fue reorganizado y fue nombrado rector Bartolomé Herrera. Al Colegio de la Independencia, el antiguo San Fernando, donde se efectuaban los estudios médicos, el gobierno le devolvió sus fondos propios; y auspició su reforma, para lo cual designó como rector a Cayetano Heredia. Bajo el nombre de Instituto Nacional fueron agrupados la Biblioteca Nacional, el Museo y las aulas de Dibujo y Pintura. Otro de los afanes del gobierno de Vidal fue el de señalar una pensión alimenticia a los fundadores de la Independencia. Pardo de Zela, Aparicio, Riva-Agüero y muchos otros jefes y oficiales que se encontraban casi en la miseria, recibieron estos auxilios. Las siguientes palabras pertenecen a las memorias de Vidal: "Quizá ninguno de mis conciudadanos querrá creer lo que voy a referir. Después de haber mandado la República nueve o diez meses no tenía dinero que llevar al destierro y la difunta mi esposa tomó sus alhajas y las entregó al Sor. D. Manuel Elguera quien las empeñó en tres mil pesos al Sor. D. Cristóbal Armero, este fue el dinero que me sirvió en el ostracismo. Se dirá que por qué no ahorré de mis sueldos –yo digo que la media paga que se me daba entonces no me alcanzaba ni para los gastos naturales; testigos de esto los Sres. D. José Félix Castro y D. Antonio Salinas, pues este último me hizo varios suplementos para cubrir los gastos del mes, pues el sueldo no me alcanzaba como he dicho. Mis enemigos gratuitos me calumniaron en aquel tiempo de que había comprado una hacienda y la casa en que vivo hasta hoy y que había hecho fuertes pérdidas al juego, lo que es falso pues ni compré ningún bien ni jugué en el tiempo en que estuve en el mando".

CuEnTA vvvvvvvvv (...) SAnTIAGO TávARA (...) quE un MEnSAJERO DIO GRAnDES GOLPES En ALTAS HORAS DE LA nOCHE En LA CASA DE DOn JuSTO fIGuEROLA PARA AvISARLE quE LO LLAMABAn A PALACIO PORquE HABíA REvOLuCIón. MALHuMORADO AquEL AnCIAnO, ORDEnó A Su HIJA: "¡AH, JuAnITA! ¡HA DE SER POR LA BAnDA! ¡TíRASELA POR EL BALCón!".

[ CAPÍTULO 16 ] PERÍODO 2

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 17 ● I El Re­ge­ne­ra­dor ● II El sig­ni­fi­ca­do y los ob­je­ti­vos del Di­rec­to­rio ● III "La lám­pa­ra" ● IV La lle­ ga­da de Vi­van­co a Li­ma. El ga­bi­ne­te di­rec­to­rial ● El ju­ra­men­to de obe­dien­cia y otros de­cre­tos del Di­rec­tor ●  Asun­tos di­plo­ má­ti­cos ●  V La su­ble­va­ción de Nie­to y Men­di­bu­ru, se­cun­da­da por Cas­ti­lla ● La su­ble­va­ción de To­rri­co y San Ro­mán ● La ce­la­da de Pa­chía ● La vic­to­ria de los mi­li­cia­nos so­bre un ejér­ci­to de tres mil hom­bres en San An­to­nio ● La cons­pi­ra­ ción de las sor­ti­jas ne­gras ● La eje­cu­ ción de Las­tres y Ve­rás­te­gui ● VI La

Su­pre­ma Jun­ta de Go­bier­no y el "Be­ne­ mé­ri­to Ma­ris­cal Gre­corro­ma­no" ●  Des­ pe­di­da, tes­ta­men­to y muer­te de Nie­to ● VII Sa­li­da de Vi­van­co a cam­pa­ña. La aren­ga del 16 de no­viem­bre ● La cam­ pa­ña de Mam­brú ● El pro­nun­cia­mien­to ci­vi­lis­ta de Elías ●  La "Se­ma­na Mag­na" ● Vic­to­ria de Cas­ti­lla so­bre Vi­van­co ● VIII In­te­ri­na­to de Fi­gue­ro­la ●  El ad­mi­ra­ble go­bier­no de Me­nén­dez ● IX La si­tua­ ción ha­cen­da­ria en abril de 1845 ● X La Jun­ta Gu­ber­na­ti­va y el Po­der Ju­di­cial en Are­qui­pa ● La des­ti­tu­ción del vo­cal Fe­li­ pe Par­do y Alia­ga.

LA MÁXIMA INTENTONA DEL AUTORITARISMO. EL DIRECTORIO. EL RESTABLECIMIENTO DE LA CONSTITUCIONALIDAD

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CAPÍTULO

E 88

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 17 ]

[I] L REGENERADOR.- El advenimiento de Vivanco al poder no pudo ser considerado, como otros en esta época, hecho improvisado o sorpresivo. Era Vivanco hijo de un comerciante español, Bonifacio de Vivanco, y de doña Marcela de Iturralde y había nacido en Lima el 31 de enero de 1806. Estudiante del Convictorio, a pesar de los vínculos familiares que lo unían a los realistas, se enroló en la expedición libertadora, primero en la marina y después en el ejército, y concurrió a las campañas de 1823 y 1824. En la jornada de Zepita, estuvo en el batallón Cazadores del Perú. El precursor encuentro de Matará y la batalla final de Ayacucho, lo encontraron en el batallón de infantería N° 1. A pesar de sus 18 años, mereció la especial deferencia de Sucre, quien lo hizo teniente y lo recomendó a Bolívar. No perteneció Vivanco al grupo de los que, por razones nacionalistas o personales, se convirtieron en detractores del Mariscal de Ayacucho. Atacado este en un artículo periodístico del año 1850, su pariente don Domingo de Alcalá se dirigió a numerosas personas para pedirles su opinión al respecto; y Vivanco, después de expresar el desdén que sentía ante el ataque, escribió unas palabras que se transcriben a continuación, como muestra de su estilo y de su mentalidad. Después de preguntarse qué fue lo más admirable en Sucre, responde: "No es su sabia operación para descabezar el Apurímac, tras del cual maniobraban catorce mil españoles; no su habilidad para reunir y concentrar su ejército, cuando estos, pasando aquel río, se arrojaron rápidamente; no su destreza para restablecer su línea de comunicación y ponerse de nuevo en contacto con su base de operaciones, cuando el enemigo adelantándose a pasar el Pampas cortó la una y lo separó de la otra; no su sangre fría para frustrar el impetuoso y bien combinado ataque de Corpahuaico; no el acierto con que reforzó la izquierda de nuestra línea formada por la división peruana que resistía con notable desproporción numérica el vigoroso y tremendo ataque del distinguido general español Valdés; no la oportunidad con que de acuerdo, según es fama, con el noble general La Mar, hizo que el bizarro general Córdoba arremetiese la línea enemiga que por aquella parte aún no había concluido su despliegue; no, por decirlo de una vez, el heroico denuedo con que arengó, alentó y dirigió sus tropas en la memorable batalla que coronó tantas proezas. En la retirada que hizo desde la margen izquierda del Apurímac hasta las inmediaciones de la ciudad de Huamanga, ¿cómo pudo ejecutar en buen orden tantas y tan dilatadas marchas?, ¿cómo logró conservar sus fuerzas casi sin mengua?, ¿cómo supo mantener a presencia de un enemigo poderoso y superior en número que le seguía a los alcances, la disciplina, la moralidad y el ardor del soldado? Esto es lo que el vulgo no aplaudirá jamás y lo que siempre cautivará la admiración de los hombres de la profesión. Debiolo a la calma, tino y oportunidad con que aprovechaba de las localidades y accidentes del terreno para acampar y descampar, para emprender los movimientos, para ofrecer o rehusar el combate, conteniendo siempre la preponderancia del enemigo; debiolo a la confianza que por estos medios supo inspirar a sus tropas; debiolo al esmero y a la diligencia con que cuidaba de su subsistencia y bienestar y al amor que sus reclutas le profesaban, por cuya causa el Libertador lo llamó, 'el general del soldado'; lo debió, finalmente, a su talento, a su firmeza, a su prudencia, a su benignidad, o, lo que es lo mismo, a su juicio y su carácter, a su cabeza y a su corazón; porque tenía la cabeza y el corazón de un héroe”.

Al concluir la guerra de la Emancipación, Vivanco estuvo en las expediciones del Alto Perú y contra los indios de Iquicha. Conspiró en 1825 contra Bolívar y participó luego en la campaña de Colombia, actuando en el Estado Mayor. En esa época fue ascendido a sargento mayor. Junto con Manuel Ros, su amigo de infancia y su partidario más tarde, y con Manuel Odriozola, redactó en Guayaquil después de la jornada de Tarqui un periódico, El Atleta de la Libertad, en cuyo primer número léese una imprecación de Cicerón aplicada a Gamarra; "¿No llamaríamos enemigo de la República a aquel que violase sus leyes? Tú las quebrantaste. ¿Al que menospreciase la autoridad del Senado? Tú la oprimiste. ¿Al que fomentase las sediciones? Tú las excitaste". Gamarra mandó apresar a los tres redactores y hacerlos conducir a Piura; pero Necochea, encargado de cumplir esta orden, los envió a Lima. Tras de la caída de La Mar, solicitó Vivanco su reforma. Volvió al ser vicio llamado por La Fuente en 1831; y este nombramiento contribuyó a los recelos de doña Francisca Gamarra. El ministro del Perú en Bolivia, Pedro Antonio de la Torre, era hermano político de Vivanco y a la legación en Chuquisaca marchó este. Así se reconcilió con Gamarra; y al volver al Perú fue nombrado, en enero de 1832, comandante del Colegio Militar creado en 1830. Un discurso suyo al abrirse los exámenes de 1832, ya lo revela desdeñoso y agresivo con quienes vestían entorchados a pesar de ser la hez de la sociedad, hombres sin educación, sin luces y sin costumbres, ávidos, por eso, de turbulencias. En el Colegio Militar enseñó geometría, ordenanza y táctica (decreto de 24 de enero de 1832). Pronto fue ascendido a teniente coronel. Por esa época perteneció a la tertulia de José María de Pando. El día anterior a la rebelión de Bermúdez, en 1834, recibió del Gobierno su nombramiento como jefe del batallón Cuzco, por ser, según dijo el ministro Villa en la memoria leída a la Convención Nacional el 6 de febrero de 1834, "un hombre de aptitudes, de honor". A pesar de este nombramiento aceptó la prefectura de Lima, que le confió Bermúdez, quien lo hizo coronel, cayó envuelto en el desprestigio de la facción "gamarrana" y su casa fue saqueada. Tras de un breve destierro, regresó al Perú a consagrarse a la agricultura en Majes. Volvió al ejército, para tomar parte en la campaña de Gamarra contra Santa Cruz; y pasó como emisario al campamento de Salaverry, a quien se unió después de Yanacocha. A su lado ocupó puestos de confianza, para caer prisionero en la acción de Gramadal (27 de enero de 1836). Canjeado por dos oficiales bolivianos poco antes de la derrota de Socabaya, se estableció en Chile, y tomó parte directiva en la primera expedición restauradora. El destierro acentuó su amistad con Felipe Pardo y Aliaga y Andrés Martínez, que habían servido en los mismos bandos –gamarrista, bermudista, salaverrino– y que creyendo, como los demás emigrados, que la Confederación era una invasión extranjera y una tiranía odiosa, se aislaron, sin embargo, del resto de ellos, por creerlos cómplices de las desgracias patrias. Entonces (según declaración de Pardo en 1843) nació el vivanquismo. Portales dispensó no únicamente su amistad, sino sus más cordiales simpatías al grupo de Vivanco, Pardo y Martínez, grupo aristocrático, culto, soberbio y reformista, que, finalmente, se vio obligado a aceptar la jefatura de La Fuente en la expedición restauradora de 1837. La Fuente llevó como secretario general a Pardo e hizo a Vivanco jefe de la Legión Peruana, batallón que debía servir de base para el nuevo ejército nacional. Fracasada esta aventura, se preparó en Chile la segunda campaña, muerto ya Portales; y en ella jugó Gamarra un papel predominante. El cenáculo vivanquista no veía con simpatía a su antiguo jefe y se alejó de la expedición cuando, desembarcado el segundo ejército restaurador, se rompieron las hostilidades con el gobierno norperuano de Orbegoso, que se había declarado independiente de Santa Cruz. Vivanco se reincorporó al ejército solo en la fase final de la campaña. Con una ligereza rara en hombre tan desconfiado, Gamarra nombró el 16 de noviembre de 1839 prefecto de Arequipa a Vivanco. Entre fines de 1840 y enero de 1841 se sublevaron las tropas de Arequipa, Puno, Cuzco y Ayacucho (según Mendiburu, por instigación de los partidarios de Santa Cruz) proclamando a

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fEBRERO vv 1844 vv [ \repúblIcA [ vv ] domInIcAnA ]

REPÚBLICA vvvvvvvv DOMInICAnA SE InDEPEnDIzA DE HAITí. LA REvOLuCIón ESTuvO EnCABEzADA POR JuAn PABLO DuARTE, RAMón MELLA Y fRAnCISCO DEL ROSARIO SánCHEz. ASIMISMO, EL GRuPO CLAnDESTInO "LOS TRInITARIOS" AYuDó En LA CAuSA InDEPEnDEnTISTA. En nOvIEMBRE DE ESE MISMO AñO, fuE PROMuLGADA LA PRIMERA COnSTITuCIón DOMInICAnA.

[ CAPÍTULO 17 ] PERÍODO 2

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POSEíA xxxxxxxxx vIvAnCO unA HERMOSA fIGuRA. RuBIOS Y fInOS LOS CABELLOS, SIEMPRE BIEn PEInADOS, CLAROS LOS OJOS, Su ROSTRO SE PRESTABA PARA unA MInIATuRA; SI BIEn EL BIGOTE, Y En LA AnCIAnIDAD LA PERILLA, LE DIEROn un ASPECTO MOSquETERIL.

este. "Todos creíamos al coronel Vivanco modelo de decencia y lealtad", dijo el folleto Defensa del gobierno legítimo del Perú, especialmente publicado en su contra (Arequipa, 1841). Se ha visto ya cuál fue la suerte de la Regeneración de 1841, sellada por la derrota del ejército vivanquista en Cuevillas, cuando el caudillo había regresado triunfante a Arequipa, a recibir ovaciones según sus enemigos, en realidad a enfrentarse a los gamarristas de Moquegua. Vivanco volvió al Perú con un grupo de desterrados y prisioneros que le entregó Ballivián, condenó la guerra con Bolivia y habló del "baldón de Ingavi", al que consideró un justificativo póstumo de dicho levantamiento. Ofreció entonces sus servicios al Gobierno y hacer una gestión ante Ballivián para obtener una paz honrosa, sin cesión territorial ni indemnizaciones, para lo cual había hecho ya gestiones previas ante el mismo Ballivián. Una de las cartas de Vivanco al presidente Menéndez tenía las siguientes frases: "Es tal mi confianza en la rectitud de Ud. que de todos modos me entregaría a ella, aunque se me convenciera de que Ud. mandaría ejecutar en mí la sentencia a que me hizo condenar el bueno de don Agustín" (Gamarra). Menéndez hubiera apoyado una paz honrosa; pero se opuso La Fuente, jefe del ejército. Al no ser aceptado su ofrecimiento, Vivanco sin cumplir su palabra de ir a Lima, se radicó en Arequipa. Allí su popularidad lo convirtió en jefe sin nombramiento. Sus partidarios publicaron entonces el periódico El Clamor. Adrede contuvo su estimulada ambición dentro de una "rebelión inactiva". Al sublevarse San Román, nombró La Fuente a Vivanco comandante general de Arequipa. Incorporado al cuartel del Cuzco, apareció este entre los jefes que proclamaron presidente al general Vidal el 28 de julio de 1842. Recibió el grado de general (31 de julio de 1842). No estuvo en la campaña de Agua Santa; pero pacificó el sur nuevamente insurreccionado. Ahora era ya el Supremo Director del Perú, después de la única revolución en la historia de las turbulencias posteriores a la Emancipación que, sin derramar sangre ni disparar un tiro, se había impuesto, en apoteosis, a Lima desde el sur. Poseía Vivanco una hermosa figura. Rubios y finos los cabellos, siempre bien peinados, claros los ojos, su rostro se prestaba para una miniatura; si bien el bigote, y en la ancianidad la perilla, le dieron un aspecto mosqueteril. Acicalado siempre, representó una tendencia al "dandysmo" que, en una historia tan abigarrada como la del Perú republicano, no surgió muy frecuentemente. Así como tuvo el atractivo o el cuidado de la figura y del atuendo, hizo gala también de su urbanidad y de sus castizas formas de expresión. Fue, muchas veces, en las tertulias y en los saraos, sosegadas reuniones que la agitada vida moderna desconoce, personaje triunfante no solo en Lima sino en Santiago, ciudad donde la señora Herrera de Toro lo lució como ornato de las veladas de su casa. Cuando entraba en un salón lo iluminaba como si llevara una lámpara en la mano. Por otra parte, su purismo gramatical hacíale parecer un colombiano. Llamó la atención de sus contemporáneos, según narra Ricardo Palma en su tradición "Gazapos oficiales" que Vivanco no consentía que los oficios terminasen con un Dios guarde a N. S., pues debía agregarse: Muchos años; que introdujo la expresión "los corrientes", imitada por sus adeptos en Lima; y que con naturalidad y corrección excepcionales pronunciaba la c y la z. Detallismos como estos tenían que suscitar la burla o el encono del vulgo y algunos de sus enemigos lo trataron de frívolo, cándido y superficial. El retrato de un Vivanco perfumado y decorativo no ha dejado de sugestionar a la posterioridad. A esto aludieron muchas poesías y cantares populares. Entre ellas, solo como una muestra, se puede citar la siguiente: Toma este hermoso clavel Manuel; Póntelo al moño despacio Ignacio; Mientras un lirio te arranco, Vivanco

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 17 ]

y luego un lacito blanco que vaya a todos diciendo: Manuel Ignacio Vivanco Pero ese retrato no corresponde al hacendado de la hacienda Matalechuza en las afueras de Lima y de Majes; al desterrado que labró la tierra ecuatoriana de Manabí entre 1845 y 1850; al paladín infatigable en pro de la introducción de la enseñanza agronómica en el Perú. Porque eso fue también en su vida este aristócrata de cenáculo. Algo más, su arrogancia para erigir patíbulos y para reaccionar contra corruptelas inveteradas pareció tan insólita y temible que no dejó de contribuir a su infausto destino político. Que la ambición sin escrúpulos no era el móvil de tan cruentas actitudes, está probado por la altivez con que desdeñó, como ha de verse luego, los contubernios que el azar le brindó en 1854 al lado de Castilla y en 1857 al lado de San Román y de los liberales. Jactancioso y vano, por otra parte, solía ser, a la vez, descuidado como jefe e impartía órdenes dubitativas o contradictorias. La poca fortuna de todas sus aventuras militares hace, a veces, dudar de sus facultades como jefe y recordar la frase de Bismarck cuando calificó a Napoleón III como una "ineptitud incomprendida". No debe olvidarse, por otra parte, que anciano ya, con más de 60 años, marchó a la emigración y que se preparaba a una nueva aventura subversiva contra el hijo de su amigo más ilustre, cuando la muerte vino a infligirle la última de sus derrotas, tal vez la única que no estuvo compensada con sonrisas de mujer.

[ II ] EL SIGNIFICADO Y LOS OBJETIVOS DEL DIRECTORIO.- El vivanquismo tiene una clara ascendencia ideológica, si bien expresó su repudio a todo el pasado republicano nacional. Lo preceden en el tiempo o en la actitud, en cierto modo, las ideas elegantes y académicas de Baquíjano y Carrillo y su grupo llamado "carlotino" o "peruano-español" por Vicuña Mackenna, que de 1808 a 1814, más o menos, pretendió un autonomismo sin ruptura con el pasado colonial; y, mucho más definidamente, el monarquismo de San Martín, el sistema republicano vitalicio esbozado por Bolívar, el primer gobierno de Gamarra, la dictadura de Salaverry así como el régimen protectoral de Santa Cruz desde el punto de vista de su política interna. A los veinte años de anarquía, un cenáculo sin fervor tribunicio había visto en el Gobierno fuerte la premisa lógica para el progreso; no el de las "panteras uniformadas", sino el de un grupo de hombres inteligentes, cultos y morales. Ahora esa posibilidad les pareció más viable que nunca. Con el grupo carlotino o peruano-español el vivanquismo no tenía más semejanza que la de ser una camarilla aristocrática, la falta de fe en los postulados democráticos y la preocupación progresista. Al monarquismo de San Martín podían vincularlo las íntimas reservas ante el sistema adoptado en 1823; claramente expresó el periódico La Gaceta de Arequipa, fundado en 1843 en lugar de El Republicano, que su adopción había sido precipitada. "Hubo error (afirmó La Gaceta) en implantar el régimen republicano y sobre todo en no moderar el sistema con instituciones enérgicas así como al dilatar la extensión del gobierno representativo dando al pueblo una preponderancia que nunca debió tener con la frecuente reunión de los Congresos en cuya composición entran los elementos más heterogéneos e incompatibles que fomentan los gérmenes de animosidad y el odio de castas y entorpecen la labor del Ejecutivo". Sin la aureola del genio y de la gloria de Bolívar y sin sus proyectos de alcance continental, Vivanco pareció, en cierta forma, querer realizar lo que José María de Pando en la Epístola de Próspero había pedido al Libertador que hiciera; y cuando en una arenga que pronunció en Lima declaró que, nuevo Alcides aunque sin las fuerzas del semidiós, debía quebrantar las cabezas, siempre renacientes, de la hidra de la anarquía, esa misma imagen clásica, pese a su dudoso gusto, hubiera podido emplearse en 1826 por los partidarios de la Carta vitalicia. El primer gobierno de Gamarra (en el que tanto Vivanco

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MAYO vv vv 1844 [ ee.uu. vv ] ]

EL ESTADOunIDEnSE vvvvvvvv SAMuEL MORSE (1791-1872) EnvíA EL PRIMER TELEGRAMA DE LA HISTORIA, DESDE LA CIuDAD DE WASHInGTOn DC HASTA BALTIMORE, MARYLAnD. EL MEnSAJE fuE: "¡LO quE TuvO quE TRABAJAR DIOS!". En 1843 EL COnGRESO ESTADOunIDEnSE HABíA APROBADO LA COnSTRuCCIón DE LA LínEA TELEGRáfICA EnTRE LAS CIuDADES AnTES MEnCIOnADAS.

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LUIS NAPOLEÓN BONAPARTE (1808-1873)

El emperador francés fue muy admirado por el dictador Vivanco y su entorno. Bonaparte se proclamó jefe del partido bonapartista en 1832. En 1836 y 1839, intentó hacerse del poder, sin éxito. Tras su segundo fracaso, fue encarcelado y debió escapar a Inglaterra. En 1848, regresó a Francia, donde fue elegido diputado de la Asamblea Constituyente. Tres años después, disolvió la Asamblea y proclamó una nueva Constitución. En 1852, un referéndum con el apoyo de la Iglesia católica, la burguesía, las masas obreras y los nacionalistas, lo nombró Napoleón III, emperador de Francia. Una guerra con Prusia fue el principio del fin de su gobierno: fue depuesto por la Asamblea tras su derrota en Sedán (1870).

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como sus ministros Pardo y Martínez colaboraron) había sido, en concepto de ellos, apenas un freno eventual o un remedio provisorio contra las fuerzas de disociación en el país. El propio Martínez en su nota de aceptación del Ministerio en 1843 se encargó de afirmar que no se había sentido totalmente a gusto en sus anteriores experiencias gobiernistas. Salaverry y Santa Cruz, paradojalmente y al margen de sus ideas nacionales e internacionales, habían tenido ciertas semejanzas entre sí en cuanto a sus tendencias autoritarias como jefes de Gobierno; en Vivanco y sus adeptos ellas revivían hasta con análogos propósitos de condenar a castigos ejemplares a quienes intentaran rebelarse, aunque dentro de los marcos circunscritos de la guerra civil y sin las proyecciones continentales de las luchas surgidas entre 1835 y 1839. Se ha dicho que el modelo del vivanquismo fue Chile. Vivanco, Pardo, Martínez y otros del mismo círculo habían vivido en ese país y probablemente sentían admiración por el orden, la estabilidad y el progreso que había logrado erigir la oligarquía "pelucona". Pero la fórmula que intentaron poner en práctica, la de un dictador militar omnímodo sostenido por la admiración y la sumisión del pueblo, se diferenciaba radicalmente de la que aplicó Portales para crear el Estado "en forma", despersonalizado e institucional, erigido sobre la Constitución de 1833, dentro del que ese estadista era solo un hombre civil y un ministro. Se parecía dicha fórmula más bien al modelo bolivariano y napoleónico. Luis Napoleón y su golpe de Estado de 1852 tuvieron en Vivanco y sus amigos, más tarde, entusiastas admiradores; y hasta físicamente terminaron por parecerse el fundador del Segundo Imperio y el caudillo de la Regeneración. Triunfante el Directorio, habría dado mucho del esplendor de una corte a la burocracia criolla. Hubiese surgido, junto a tantas mentidas reformas, una de tipo reaccionario, sincera y espectacular. Habría pretendido perpetuarse un despotismo ilustrado. Adelantos y mejoras a trueque de sumisión. Europeización y cadalsos: lujo y vastos proyectos. Al personalismo se unía aquí el culto a las ideas. El caudillaje no se presenta, en este caso, enfrentado a la doctrina. Evoluciona del cuartel sucio a la tertulia literaria. Por eso, un enemigo ideológico de Vivanco, Enrique Alvarado, pudo decir del Directorio, años más tarde, que "embriagado en una atmósfera de perfumes, con el cetro del dictador en la mano y el anillo delicado en la otra, copió del 39 los patíbulos y del 830 la falsedad de los doctrinarios". Simbolizó el vivanquismo, en suma, una reacción tardía que se acogió primero al descontento de las clases educadas y de la juventud ante veinte años de caudillaje estéril, mestizo e ignorante. No fue un partido conservador porque quiso traer dos cosas desconocidas: la paz y el progreso. No fue tampoco una plutocracia. No enarboló dogmas de raza o de casta. Se limitó a un moralismo intelectualista y a pretender erigir un despotismo franco.

[ III ] "LA LÁMPARA".- La literatura del vivanquismo en este instante de apogeo hay que buscarla no solo en las proclamas y en las arengas del caudillo, sino también en la composición poética de Felipe Pardo y Aliaga titulada "La lámpara", en el folleto Verdades de antaño no inútiles ogaño atribuido a Antolín Rodulfo, así como también en los periódicos El Peruano, redactado por José Pardo y Aliaga, La Guardia Nacional, redactado por Felipe Pardo y Aliaga y La Gaceta de Arequipa. "La lámpara" está en el pórtico de la literatura vivanquista, y expresa la inmensa esperanza de su hora augural. Algunos críticos han señalado a sus arrebatadas estrofas como la primera muestra de la poesía romántica en la literatura peruana. Desde el punto de vista político, tiene su antecedente en la Epístola a Próspero de Pando. El satírico entona un himno; la chanza se convierte en solemnidad. Al comentar el nombramiento de Pardo como ministro, un joven poeta, José María Seguín, le dedicó en El Comercio una composición en la que le decía: "Lámpara solitaria que los escombros del Perú iluminas...". Pardo contestó con su poema "La lámpara", negándose a aceptar este elogio:

Vivanco y Arequipa. En enero de 1843, Manuel Ignacio de Vivanco inició una revuelta en Arequipa, ciudad en la que vivía desde hacía dos años. Se autoproclamó Director Supremo del Perú y marchó hacia la capital con su ejército. Tras deponer al presidente Francisco de Vidal, Vivanco instaló su gobierno el 7 de abril de ese mismo año. Esta vista de la ciudad data de 1869.

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vv JuLIO vv 1844 [ VV ] [ perú

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vvvvv EL AuTOTITuLADO “SuPREMO DIRECTOR”, MARIAnO IGnACIO DE vIvAnCO, SE EnfREnTA A LAS TROPAS DE LA JunTA DEL GOBIERnO PROvISORIO En CARMEn ALTO, AREquIPA. LA DERROTA DE vIvAnCO PuSO fIn A LA GuERRA CIvIL Y A Su PERMAnEnCIA En EL PODER. DOMInGO ELíAS ASuMIó LA PRESIDEnCIA.

No: fue al contrario: el joven escogido que limpia un estandarte escarnecido del lodo con que imbéciles: lográronlo manchar: Ese que en diestra de torpezas pura lo agita y del honor y la ventura, por los senderos ásperos su patria va a guiar: Ese que signo bienhechor se ostenta en el fragor de la civil tormenta como entre nubes hórridas al arco de la paz: Ese que presta la áncora anhelada de salud a la nave destrozada ya a sumergirse próxima en hondo mar voraz: Ese a quien de prestigio atroz exento en el fervor cordial del escarmiento el pueblo en grito unánime implora protección: Ese a quien del poder al solio lleva, ese que limpio de doblez eleva como de castas vírgenes la cándida oración: Ese, ¡Ah! jamás ha recibido de mi llama el fulgor esclarecido que ni enemigos torpes atrévanse a negar: Ese, al contrario, de su luz preciosa como una emanación que acogí ansiosa me dio la luz benévola con que me ves brillar

[ IV ] LA LLEGADA DE VIVANCO A LIMA. EL GABINETE DIRECTORIAL.- El 7 de abril llegó Vivanco a Lima después de haber hecho un avance triunfal y entusiastamente saludado por los pueblos, que Echenique llama en sus Memorias "campaña de flores" de Arequipa a Jauja y de Jauja a la capital, caso único en las guerras civiles. Su entrada a Lima fue una apoteosis. Ya desde las primeras palabras que pronunció se vio su pensamiento autocrático y autoritario. En la arenga que pronunció después del tedeum del 17 de abril dijo: "Uno ha sido el voto que he escuchado en la vasta extensión del territorio de la República que acabo de recorrer". "Encadenad la anarquía, estancad el torrente del desorden y de las revueltas... De hoy más mi vida entera queda exclusivamente consagrada a llevar a cima obra tan grandiosa, sin que me arredre sacrificio alguno, sin excluir aun el de mi propia reputación"... "Libertad práctica y bienes positivos son la divisa de mi administración"... El Directorio concentró a los sobrevivientes de la vieja tertulia de intelectuales que agrupara José María de Pando. Formaron el gabinete entonces organizado hombres ilustres en la cultura peruana: Felipe Pardo (Relaciones Exteriores e Instrucción), Andrés Martínez (Justicia,

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Policía y Obras Públicas), Pedro Antonio de la Torre (Hacienda), José Luis Gómez Sánchez (Gobierno, Culto y Beneficencia). El último había actuado como ministro general durante la campaña. Esta distribución de carteras era distinta de la establecida en la Constitución de Huancayo y tenía un portafolio más: el de Justicia, Policía y Obras Públicas. Ministro de Guerra fue el general Manuel de la Guarda. La Torre falleció el 22 de setiembre de 1843.

EL JURAMENTO DE OBEDIENCIA Y OTROS DECRETOS DEL DIRECTOR.- En exceso formalista, el sedicente fundador de la aristarquía del gobierno de los inteligentes en una democracia mestiza, empezó por crear el título de Supremo Director para diferenciarse, según se ha visto, de todos los gobiernos anteriores que había tenido el Perú. Luego dio un decreto para exigir no solo a las autoridades sino a los funcionarios civiles, militares y eclesiásticos de todo orden en el país, sin excluir al Poder Judicial, que prestaran juramento de obediencia. La fórmula del juramento era: "Reconozco la autoridad que ejerce el Supremo Director, y juro a Dios y ofrezco a la Patria, obedecer y cumplir sus decretos, órdenes y disposiciones" (9 de abril). Al aludir a este juramento, decía Menéndez en su mensaje al Congreso de 1843: "Los reyes de España no lo exigían sino después de que habían prestado el suyo de guardar los fueros de las provincias de su dominación". Los que no aceptaron fueron condenados, en gran parte, a la expatriación. Hubo algunos, como Mendiburu, que no querían sino vivir en paz y no se sentían con ánimo para nuevas revoluciones. Pero Vivanco y sus adeptos oficializaron el sistema de expulsar del Perú a quienes, influyendo o valiendo algo, no sirvieran a su causa. El mariscal Nieto, el general Bermúdez, los coroneles Mendiburu y Cisneros y otros militares fueron embarcados en el mismo buque con rumbo al sur. El propio Vivanco proporcionó a los proscritos una bandera al dejar de lado al Congreso para el cual habían sido elegidos muchos diputados y al convocar una Asamblea Nacional, que debía reunirse en abril de 1844, con la finalidad de dar otra Carta política; así contradijo la argumentación constitucional aducida inicialmente para derrocar a Vidal. Poco después expidió un decreto por el que creó un Consejo de Estado designado por el Director y nombró presidente de él a Luna Pizarro, si bien en dicho decreto anunció textualmente: "Las sesiones a que yo asista serán presididas por mí". Otra medida controvertible audaz, apresurada, fue la reducción del ejército a dos mil setecientos hombres, de seis mil a que anteriormente había llegado. El Supremo Director otorgó tanta importancia a la reforma militar que se retrató en uniforme de gala teniendo en la mano el decreto que la establecía y que, en mucho, contribuyó a su caída. Al mismo tiempo, pretendió dar nuevo impulso a la guardia nacional, o sea, a la ciudadanía armada, y abrió nuevamente el Colegio Militar –cerrado desde 1834– cuya dirección confió al coronel Antonio Plasencia. Acredita un sincero deseo de progreso y orden de la serie de reformas de orden administrativo que entonces fueron iniciadas. Por ejemplo, en lo que concierne a la supresión de las aduanas interiores; las medidas de protección a la industria y el comercio; los planes para la construcción de ferrocarriles y para el pago de la deuda pública y preparación del Presupuesto de la República; la acción contra los deudores morosos al fisco; la separación de empleados acusados de malos manejos; las exigencias para la rendición de cuentas de los funcionarios de Hacienda; los arreglos en los sueldos y en la escala de pago de las pensiones de retiro y montepío; la protección a la marina mercante; las mejoras en la administración de justicia, entre las que estuvo la publicidad por los tribunales de las causas en tabla y de las designadas para ser vistas cada día y el nombramiento de un visitador de los estrados judiciales en la República; el reemplazo en Lima de los serenos por los vigilantes o celadores de noche y de día en las esquinas de las calles. Al lado de medidas útiles, Vivanco gustó de otras estrafalarias como la que fomentó la industria pastoril y de lo que era simple paramento. Así estableció un nuevo escalafón y nuevas banderas, estandartes e insignias en el ejército y la armada (el decreto llamado de "los escudetes" ordenó inscripciones

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bbbbbb OCTuBRE bbbbbbb

1844

[ perú ]

MAnuEL MEnÉnDEz REASuME EL PODER. ESTE GOBIERnO TRAnSITORIO LLAMó A ELECCIOnES, LAS CuALES DIEROn COMO GAnADOR A bbbbbbbCASTILLA. RAMón EL DE MEnÉnDEz PASó A LA HISTORIA COMO un GOBIERnO EJEMPLAR En CuAnTO A LA ADMInISTRACIón DEL ESTADO Y EL RESPETO POR LAS LEYES.

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JOSÉ PARDO Y ALIAGA (1820-1877)

Al igual que su hermano Felipe, el poeta limeño participó activamente en la política, el periodismo y la vida cultural de Lima. En 1844, cuando Vivanco tomó el poder, Pardo y Aliaga tenía a su cargo la redacción del diario El Peruano. Desde esa tribuna, expresó su posición a favor del vivanquismo. Entre 1852 y 1866, ocupó el cargo de ministro plenipotenciario en Chile.

en las banderas de los cuerpos armados por los sucesos de armas gloriosos o adversos, estos bordados de negro); reglamentó las salvas de artillería en las procesiones, fiestas y saludos oficiales; y creó la Cruz de Mérito para premiar los servicios militares, en reemplazo de las condecoraciones de la Independencia. Tenía ella cuatro clases, con el lema Clarum patriae tutament et decus. Se aisló en Palacio y se hizo invisible para cuantos querían verlo, excepto los funcionarios de alta jerarquía o sus principales empleados, que para ello (según cuenta Echenique) fueron premunidos de una tarjeta de plata que debían presentar a los centinelas. Paseó en un coche en cuyos estribos iban edecanes. Pródigo en decretos, el Directorio fue también pródigo en fiestas. La llegada a Lima de doña Cipriana La Torre, esposa del Supremo Director, el 28 de mayo, entre el revuelo de todas las campanas de todas las iglesias de Lima, dio motivo para suntuosos regocijos que prestaron a esta ciudad, por un instante, el esplendor de una corte. Desempeñaba, ya desde la época de Vidal, el rectorado del Colegio de San Carlos, Bartolomé Herrera, cuyas reformas seguramente obtuvieron el beneplácito de Vivanco. Ahora fueron reabiertos, como se ha dicho ya, el Colegio Militar y también el Colegio de Medicina. La protección a la cultura, a la cultura de las "élites", hubiera sido una norma del gobierno de este hombre que, según es fama, llevaba en su tienda de campaña siempre una colección de clásicos castellanos.

ASUNTOS DIPLOMÁTICOS.- En el ramo de Relaciones Exteriores, uno de los hechos descollantes en esta época fue la agria polémica del ministro boliviano Pedro José de Guerra con el canciller Felipe Pardo y Aliaga. Guerra creyó al régimen directorial uncido a los partidarios de Santa Cruz y hostil al que funcionaba en Bolivia; y se dirigió al cuerpo diplomático con fecha 5 de agosto de 1843 exponiendo agriamente sus quejas. El Gobierno cortó toda comunicación con el representante boliviano y Pardo, en una notable exposición, fechada el 25 de agosto, defendió esta enérgica actitud e insistió en que, con ella, no había pretendido, ni remotamente, ofender a Bolivia ni dificultar el restablecimiento de la paz entre los dos países. El encargado de negocios del Brasil Manuel de Cerqueira Lima se vio envuelto, en el mismo mes de agosto, en una cuestión con la Corte Suprema porque alegó su fuero diplomático en una causa civil. La Corte, en un informe, suscrito por Manuel Pérez de Tudela, Mariano Alejo Álvarez, Justo Figuerola, José Freiré, Benito Laso y José Marurí de la Cuba, se dirigió al canciller Pardo sosteniendo extensamente su punto de vista. Pardo, en decreto de 16 de octubre que refrendó Vivanco, discrepó del supremo tribunal y declaró que había existido infracción de la inmunidad de la jurisdicción civil que corresponde a los ministros diplomáticos. La nota que envió a la Corte justificó con abundantes argumentos la medida adoptada.

[V] LA SUBLEVACIÓN DE NIETO Y MENDIBURU, SECUNDADA POR CASTILLA.- Había desembarcado Castilla clandestinamente en Iquique manifestando su propósito de tomar baños en la caleta de Pabellón de Pica, y aunque hubo orden de fusilarlo, procedió a reunir gente y se adueñó sin resistencia de su provincia natal el 1° de junio, en apoyo del movimiento que habían iniciado Nieto, Mendiburu y otros jefes cuando desembarcaron en Arica el 16 de mayo, se apoderaron sin esfuerzo de este puerto y avanzaron al día siguiente a Tacna proclamando el gobierno del vicepresidente del Consejo de Estado, Figuerola, llamado por la ley para ocupar el mando supremo. Desalojados de allí el 23 de mayo por tropas llegadas de Moquegua, Nieto y Mendiburu volvieron al producirse un motín que estalló en su favor (1° de junio). Tanto Nieto como Castilla y Mendiburu iniciaron su empresa sin elementos; pero los tres eran populares en las distintas zonas de la región. Contaba Castilla con el afecto de su lugar natal y con el de Tacna, por sus

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hazañas de 1842. Nieto inspiraba cordial y fraterna admiración a los moqueguanos, que se consideraban paisanos suyos. Mendiburu había dejado excelentes recuerdos como prefecto de Tacna y su prestigio contrapesaba la rivalidad entre esa ciudad y Moquegua.

LA SUBLEVACIÓN DE TORRICO Y SAN ROMÁN.- La rebelión presentó otro frente de más importancia aparente, pues la integraban tropas del ejército de línea y no ciudadanos miembros de milicias cívicas, si bien tenía el comando de jefes menos queridos y menos eficaces. Ballivián, presidente de Bolivia, decidió apoyar a Torrico, cuyo rango de Jefe Supremo dispuesto poco antes de la elevación de Vivanco podía acaso atraer hacia él a los jefes descontentos con la reforma militar de Vivanco y con sus demás decretos. San Román, secuaz de Torrico, pasó la frontera con las inevitables proclamas. Torrico viajó a Puno y se reunió con San Román en Huacullani, en la margen occidental del Desaguadero. Esta aventura militar estuvo destinada a servir solo para absorber la atención de Vivanco y de sus fuerzas en el sur, descuidando el otro frente que habían abierto sus enemigos. El ministro de Guerra, general Manuel de la Guarda, después de dejar como ministro interino al coronel Manuel Ros, partió de Lima el 23 de junio con una división que iba a reforzar a las tropas ya existentes en el sur para acabar así con los "facciosos", con enérgicas instrucciones sobre el tratamiento que debía darles. Llegó De la Guarda a Islay y avanzó a Arequipa. Unió sus fuerzas a las de Fermín del Castillo, que ya había estado en campaña contra Torrico y San Román; pero ellas quedaron bajo el mando de Del Castillo por enfermedad del ministro. Representantes de Del Castillo y de Torrico llegaron a firmar en Zepita la capitulación de los rebeldes cuyas tropas se amotinaron (6 de agosto). Torrico y San Román volvieron a Bolivia. Áspera fue la reprimenda que Del Castillo recibió de Lima por esta capitulación. El Supremo Director había recibido con "alto desagrado" que entablara negociaciones con los "facciosos" (25 de agosto). Para él y sus áulicos, lo que había que hacer con Torrico, San Román y los demás jefes sublevados era pegarles cuatro tiros. Ya desde sus primeros días en el poder Vivanco había dado un decreto ordenando que todos los expatriados solicitaran un salvoconducto si querían volver al territorio nacional y que todo aquel que fuese encontrado sin pasaporte recibiera la pena de fusilamiento (Cuzco, 19 de marzo). El peligro por el lado de Bolivia se disipó definitivamente. El Gobierno de ese país había sido al principio hostil a Vivanco, pues Ballivián alentó a Torrico y a San Román y suscitó el ministro boliviano Pedro José de Guerra rozamientos con el canciller Pardo y su reemplazante interino Manuel Ros. Recelaba Ballivián ante las intrigas de los partidarios de Santa Cruz en el Perú. Pedro José de Guerra llegó a pedir y recibir sus pasaportes. Gracias a la acción diplomática del teniente coronel Manuel Freyre y luego del plenipotenciario Manuel Toribio Ureta, y con la intervención del ministro chileno Ventura Lavalle, se tranquilizó Ballivián. Su Gobierno internó a los proscritos peruanos, medida que fue correspondida con diversas coacciones a los proscritos bolivianos en el Perú. La rebelión parecía abortada. Los campesinos y artesanos de Tacna y Moquegua formaban su único núcleo irreductible. La escuadra, leal a Vivanco, estableció el bloqueo de Arica.

[ 1843 julIosetiembre 3] 1839-1840 28 ] LA SEÑORA Junto con laDEbandera, NIETO. Sandiario El Martín El también Comercio, en creasueledición primerdel escudo 3 de julio del Perú. de 1843, En él, diosobre a conocer un cielo la azul, los rayos participación del sol iluminan de la señora montañas María levantadas Solís, esposa sobre un deapacible Domingomar. Nieto, Esta escena en el aparece complot contra rodeadaelpor presidente una Manuel corona ovalada Ignacio de Vivanco. laureles, Se atada dijoen su entonces extremo inferior que existían con "los una cinta comprobantes deuna cinta más de color evidentes colorde oro. su activa complicidad en el horrible atentado que se proyectaba". El 6 de julio, sin embargo, un "remitido" anónimo aparecido en el diario asegura que no hay pruebas para implicar a la señora de Nieto en el complot.

LA CELADA DE PACHÍA.- Pero lejos de correr suerte análoga a la de Torrico y San Román, cuyas iniciales connivencias con los bolivianos no aprobaron, Castilla y Nieto obtuvieron un éxito sorpresivo. Dispersadas las fuerzas rebeldes que habían invadido Puno, una fuerte columna directorial avanzó sobre Tacna. Castilla y Nieto se juntaron y así unieron las fuerzas bisoñas de que disponían, compuestas por paisanos de Tacna y de Moquegua, para engañar al jefe vivanquista Juan Francisco Balta en el combate de Pachía, lugar situado en las inmediaciones de Tacna (29 de agosto). Balta, con un pequeño destacamento, se había alejado de su ejército. Nieto lo atacó y simuló volver caras para atraer a la caballería y a su jefe a un lugar distante de la infantería, cir-

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El regreso de Castilla. En 1843, el director supremo del Perú, Manuel Ignacio de Vivanco, desterró a Ramón Castilla del país. A través del puerto de Iquique, que vemos en esta imagen de 1863, el caudillo volvió clandestinamente al Perú. Al ser descubierto, las fuerzas del orden intentaron apresarlo e incluso fusilarlo. Castilla, sin embargo, salió ileso de esta situación y con la ayuda de vecinos y amigos logró hacerse con el poder en Tarapacá, su tierra natal, entonces aún perteneciente a nuestro territorio.

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cunstancia que Castilla aprovechó para dominar rápidamente a esta. Al volver, Balta fue recibido con descargas cerradas desde las tapias del cementerio, mientras Nieto lo acosaba suspendiendo su falsa retirada. En una proclama dirigida a la nación y fechada en Tacna el mismo día de su victoria, este afirmó: "Pachía os dice, como un hecho glorioso, que el soldado venal no se atreve a resistir una mirada de los ciudadanos armados".

LA VICTORIA DE LOS MILICIANOS SOBRE UN EJÉRCITO DE TRES MIL HOMBRES EN SAN ANTONIO.- La fuerza perdida por Balta consistía en unos 450 hombres con el parque militar. Una parte de ellos fue incorporada a las tropas de Nieto y Castilla. Quedaban los 2.800 del ejército de Guarda, a los que se unieron 800 que llevó de Puno y Arequipa Fermín del Castillo y un batallón del Cuzco con el coronel Lanao. Don Modesto Basadre calcula, sin embargo, que dichas fuerzas llegaron a 3.200 hombres. El 28 de octubre se encontraron ellas con las de Nieto y Castilla. Habían hecho Guarda y su ejército penosas marchas por espacio de cuarenta y ocho horas por cerros escarpados, sin agua y sin recursos, sin conocer y sin tener buenos guías, y angustiaban a estas tropas la fatiga y la sed cuando a su vista aparecieron, en un momento y en un lugar admirablemente escogidos, Castilla y Nieto, que habían sido informados oportunamente de su llegada. Más de 3.000 hombres de línea cedieron después de cuatro horas de tiroteo ante 330 soldados y 1.100 milicianos. Cuando Castilla, el caudillo enemigo, mandó con voz tonante a la tropa de reserva de Guarda que hiciera pabellones con sus armas y fuese a saciar su sed en el río cercano, fue acatada la orden como si efectivamente de su jefe proviniera. Los prisioneros sumaron 2.000 soldados, dos generales, Guarda y Del Castillo, y 134 jefes y oficiales. Su número era mayor que el de sus custodios. Como consecuencia de la jornada de San Antonio, la rebelión avanzó hasta Puno, Cuzco y Andahuaylas, y se adueñó de todo el sur excepto la indomable Arequipa, siempre fiel a Vivanco, que debeló el motín de cuartel encabezado por el teniente coronel José Patricio Corbacho. Una presión tumultuaria hizo adelantar la hora de la ejecución de Corbacho, así como la de su cómplice el capitán Manuel Rosell (7 y 8 de diciembre). Corbacho, como Lastres, ejecutado pocos meses antes, había estado entre los que dirigieron en Arequipa la rebelión a favor de Vivanco.

fuE EL DEL vvvvvvvvv DIRECTOR un GOBIERnO SunTuOSO Y DuRO. HOMBRE BIEn AMADO POR LAS MuJERES, vIvAnCO TuvO quE AfROnTAR, SIn EMBARGO, LAS InTRIGAS COnSPIRADORAS DE LAS ESPOSAS DE SuS EnEMIGOS nIETO, CASTILLA Y LA fuEnTE.

LA CONSPIRACIÓN DE LAS SORTIJAS NEGRAS.- Fue el del Director un gobierno suntuoso y duro. Hombre bien amado por las mujeres, Vivanco tuvo que afrontar, sin embargo, las intrigas conspiradoras de las esposas de sus enemigos Nieto, Castilla y La Fuente. La señora María Solís de Nieto, que a la sazón estaba encinta, fue la primera en ser condenada, por sus esfuerzos para buscar la adhesión de jefes y oficiales con colocación y la de algunos entre los muchos que se encontraban sin ella. El castigo fue que abandonara el territorio peruano cuarenta y cinco días después del parto, debiendo antes ser recluida en un convento. Dos sentenciados que no fueron habidos recibieron la condena de la pena capital y otros la pérdida de sus grados y empleos y el destierro (sentencias expedidas el 3 de octubre por el Tribunal de Seguridad Pública creado por el Director y modificadas por este el 12 de octubre). Más ruidoso fue lo ocurrido con doña Francisca Diez Canseco de Castilla. Dirigió esta señora, junto con doña Mercedes Subirat de la Fuente, una conjuración a la que podría darse el romancesco título de la "conjuración de las sortijas negras", porque los comprometidos en ella debían reconocerse por unos anillos forrados con seda de ese color. Tomaron par te el ayudante de campo del Director, teniente coronel José María Lastres, ex comandante de un batallón, y el capitán José Julián Verástegui. El primero había tenido una actuación decisiva a favor de Vivanco en el pronunciamiento de Arequipa, y actuaba ahora acaso por resentimiento personal a causa de no haber obtenido cuanto esperaba y, según se dijo, por amor a una de las hijas de La Fuente.

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FRANCISCA DIEZ CANSECO DE CASTILLA (1812-1906)

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En 1843, la esposa de Ramón Castilla participó junto a otras mujeres en una conspiración contra Manuel Ignacio de Vivanco, que le valió arresto domiciliario y ocho años de destierro. En una carta escrita en Tacna el 31 de agosto de ese año, Castilla reclama al dictador por los ultrajes inferidos a su esposa, y agrega: "Mi objeto es solo manifestar a U. que no ignoro la conducta que observa U. con mi señora y demás ilustres matronas que dejo enunciadas, ni la orden que ha dado U. para que se me asesine en unión de varios otros jefes en el lugar donde seamos tomados".

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 17 ]

LA EJECUCIÓN DE LASTRES Y VERÁSTEGUI.- Descubierta la trama por una delación, Lastres y Verástegui fueron condenados a muerte por el Tribunal de Seguridad Pública el 22 de setiembre de 1843 y ejecutados espectacularmente en la Plaza de Armas de Lima el 23 de setiembre a las 5 y 45 de la tarde, a pesar de los incontables pedidos de clemencia que Vivanco recibió. Narra Távara en su Historia de los partidos, que, cuando alguien adujo a favor de Lastres y Verástegui que eran jóvenes de esperanzas, se le dijo en respuesta: "Por lo mismo ¡son peligrosos!". La señora de Castilla fue condenada a ocho años de destierro debiendo quedar, entre tanto, presa en su casa, bajo guardia especial, si bien luego pudo escapar disfrazada, y se reunió con su esposo. Con motivo de este juicio, Castilla se dirigió a Vivanco en carta fechada en Tacna el 31 de agosto, amenazándolo con ejecutar a dieciocho jefes y oficiales prisioneros y con vengarse después en la familia de Vivanco si su esposa y las demás señoras encausadas no quedaban en libertad. Esta conspiración fue la tercera urdida en la capital, ya que la primera fue un intento de asesinato del Director que llevó al patíbulo a un hombre humilde, el mercachifle Manuel González, y a la prisión al ex oficial Ramón Cabero y al arriero y zapatero mulato Pedro Anzules. Para condenar a González invocó el consejo de guerra una ley de las Siete Partidas, a pesar de que solo se trataba de un conato, y se ejecutó la sentencia en la Plaza de Armas con gran solemnidad el 22 de mayo por medio del fusilamiento.

[ VI ] LA SUPREMA JUNTA DE GOBIERNO Y EL "BENEMÉRITO MARISCAL GRECORROMANO".- El 15 de junio de 1843 se había establecido una Junta de Gobierno bajo la presidencia de Torrico, que luego entró en receso ejerciendo Nieto el mando supremo. Después del combate de Pachía los cabecillas rebeldes formaron en Tacna una Suprema Junta de Gobierno provisorio de los Departamentos Libres, mientras se producía el restablecimiento de la Constitución de 1839 (3 de setiembre de 1843). Presidente de ella fue el gran mariscal Domingo Nieto. La integraron el general Ramón Castilla, el coronel Pedro Cisneros, el Dr. José M. Coronel Zegarra y el coronel de la guardia nacional Nicolás Jacinto Chocano. Secretario y vocal suplente fue el coronel José Félix Iguaín. Más tarde la Suprema Junta de Gobierno Provisorio de la República quedó reducida a Castilla, San Román e Iguaín. Domingo Nieto nació en una hacienda cerca de Ilo en 1803, aunque se le consideró moqueguano por razones de vecindario. Fue bautizado el 15 de agosto de 1803. Principió su carrera como capitán de caballería, en cuya clase ingresó al ejército en 1822. Estuvo entre los protagonistas de las dos campañas de Intermedios y de las batallas de Junín y Ayacucho. En la primera de dichas batallas combatió como capitán del glorioso regimiento de Húsares y en la segunda como edecán de La Mar. Después del segundo sitio del Callao fue promovido en 1826 al mando de aquel regimiento, del que pidió ser relevado en 1828 porque el reglamento favorecía a su segundo. Hizo la campaña de Alto Perú con Sucre, la de los iquichanos y la de Colombia. En Tarqui tuvo el combate singular con Camacaro, ya referido. A fines de 1829 ascendió a coronel y en 1833 fue general de brigada, previos todos los trámites legales. En la elección presidencial de 1833 apareció como precandidato de un sector liberal, pospuesto por la elección de Orbegoso. Durante la guerra civil de 1834 encabezó la resistencia de Arequipa a favor de las libertades públicas y en contra del cuartelazo de Gamarra y Bermúdez. En mayo de 1834 rechazó la halagadora propuesta de Gamarra para formar la Confederación en la que le fue ofrecida la Presidencia del Estado Sur-Peruano; un año antes no había aceptado una oferta similar de Santa Cruz. Renunció luego al grado de general de división que le confirió Orbegoso, y denunció la imprudente prodigalidad de ascensos. Salaverry, al sublevarse, lo expatrió en un barco que dominó por acto de audacia, para hacerlo arribar a Huanchaco, desde donde promovió la guerra civil en el departamento de La Liber-

tad. No le ayudó la fortuna y cayó en poder de Salaverry, quien lo colmó de deferencias. Sin aceptar ningún halago y después de aconsejar a Salaverry en vano que llamara al presidente legítimo Salazar y Baquíjano, en cuyo caso estaba dispuesto a colaborar como un subordinado. Nieto optó por la emigración. Regresó al poco tiempo para procurar convencer a Orbegoso y a Santa Cruz de que se sometieran a las decisiones de un Congreso nacional. En una dramática entrevista con Santa Cruz llegó a declararle, según las palabras textuales consignadas en una Memoria suya de 1839, que idolatraba a la patria "más que un joven loco a su querida". Era opuesto a la división de la República y al pacto de federación con Bolivia.. Recibió de Orbegoso, más tarde, el nombramiento de prefecto de La Libertad y esperó el momento de actuar abiertamente en beneficio de la independencia peruana. Después de haber marchado con sus tropas a reunirse con Orbegoso fue el verdadero autor del pronunciamiento del Estado Nor-Peruano contra Santa Cruz en julio de 1838. Se batió luego contra los chilenos en la batalla de Guía. Gamarra lo dio de baja del ejército con inmerecida saña. En Catacaos publicó en 1839 la Memoria antes mencionada, justificatoria de sus actitudes. Reapareció en la vida pública después de la muerte de Gamarra y colaboró en el bando de Vidal que proclamó la defensa de la Constitución en 1842. Fue el verdadero jefe del ejército que triunfó en Agua Santa. Por su sencillez espiritual no estaba distante Nieto de la gente provinciana de campo y de hogar. Las agitaciones de su vida consagrada al servicio público le habían dado, sin embargo, una cultura que le infundía fervorosas ilusiones intelectuales. Sin ser un doctrinario, sentía una mística reverencia ante las grandes palabras con mayúscula: Libertad, Independencia, Constitución, Congreso. Estaba convencido de que actuaba en la política como en un teatro. Por eso acentuaba en sus gestos, en sus actos y en sus palabras el énfasis de la época. Pero su teatralidad existía en lo que pudiera hallarse de declamatorio en su carácter. Nada de farsante había en él. A diferencia de tantos otros, hablaba con sinceridad y miraba de frente. Si hay entre sus contemporáneos quienes tuvieron la influencia napoleónica o bolivariana, aquí hállase la influencia de los hombres de la República Romana, tomados de algún texto de entusiasta divulgación histórica. El "Mariscal Grecorromano" fue uno de los apodos que recibió; otro fue el de "Quijote de la Ley". En estos sobrenombres despectivos había un homenaje y un elogio. No carecía de valor personal en el combate ni de decisión en sus planes. Si es que soñaba en la Presidencia de la República era seguramente pensando lograrla con limpieza, mediante la elección por un Congreso democráticamente elegido o por los colegios electorales, después de una campaña gallarda contra el absolutismo y la ilegalidad. Infortunado en su vida, tuvo más tarde la suerte de que su gran amigo y admirador, el deán Valdivia, publicara uno de los escasísimos libros de memorias que sobre la era republicana existen; por esas páginas corre en su caballo zaino y las almas buenas que a ellas se asoman, son reclutadas e ingresan, si es que tienen juventud en el corazón, a las filas de sus adeptos.

DESCuBIERTA vvvvvvvvv LA TRAMA POR unA DELACIón, LASTRES Y vERáSTEGuI fuEROn COnDEnADOS A MuERTE POR EL TRIBunAL DE SEGuRIDAD PÚBLICA EL 22 DE SETIEMBRE DE 1843 Y EJECuTADOS (...) En LA PLAzA DE ARMAS DE LIMA EL 23 DE SETIEMBRE A LAS 5 Y 45 DE LA TARDE, A PESAR DE LOS InCOnTABLES PEDIDOS DE CLEMEnCIA quE vIvAnCO RECIBIó.

DESPEDIDA, TESTAMENTO Y MUERTE DE NIETO.- Camino ya de la victoria, después del triunfo de San Antonio, Nieto enfermó en el Cuzco. "Se puso malo y murió tan velozmente (dice Valdivia) que corrió la voz de que lo habían envenenado". Tuvo tiempo, sin embargo, de redactar dos proclamas de despedida: una dirigida a la nación y otra al ejército. "Peruanos: Postrado en el lecho del dolor (dijo en la primera) aunque confortado con todos los auxilios sacramentales de nuestra santa religión, aguardo tranquilo y sin remordimientos la hora fatal en que devolviendo mis restos a la materia, vuelva mi alma al seno del Creador... al cumplir con el tremendo e irrevocable decreto del Altísimo recibo de sus manos el mayor, el más señalado de los beneficios: la impotencia de faltar a mis deberes y a mis promesas, de abusar de mi posición difiriendo siquiera por un solo día la reunión de la representación nacional". Así, pues, se felicitaba de morir por-

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El modelo político del vivanquismo El vivanquismo quería el orden y el progreso, instaurando un despotismo ilustrado con ropaje republicano que alentaba el culto al poder Ejecutivo, una fórmula cercana al modelo chileno de aquel entonces.

V

i­van­co ha­bía es­ta­do exi­lia­do en va­rias opor­tu­ni­da­des en Chi­le, y allí se ins­pi­ró en la re­pú­bli­ca au­to­ri­ta­ria im­plan­ta­da por el mi­nis­tro Die­go Por­ta­les. Des­de una pers­pec­ti­va muy so­fis­ti­ca­da pa­ra su tiem­po, de­fen­ día, fiel a las doc­tri­nas clá­si­cas, el "bien co­mún", que en el len­gua­je de los ilus­ tra­dos era la "fe­li­ci­dad del pue­blo". Por ello po­nía én­fa­sis en el "buen go­bier­ no" y la ad­mi­nis­tra­ción, la jus­ti­cia, la le­gis­la­ción, la mo­ra­li­dad y sa­ni­dad pú­bli­cas. Asu­mien­do la au­sen­cia de una "vir­tud ciu­da­da­na" en la po­bla­ción, la de­mo­cra­cia de­bía ser pos­ter­ga­da y dar pa­so a un au­to­ri­ta­ris­mo, pe­ro con ce­lo del bien pú­bli­co, di­ri­gi­do por hom­ bres ca­pa­ces de en­ten­der­lo y rea­li­zar­lo: los "hom­bres bue­nos", es de­cir los hom­ bres de or­den, de jui­cio y que pien­san; hom­bres de no­to­rio amor al país y lle­ nos de las me­jo­res in­ten­cio­nes. No fue por ca­sua­li­dad que el Di­rec­to­rio ter­mi­na­ra agru­pan­do a los so­bre­vi­vien­ tes de la an­ti­gua ter­tu­lia con­ser­va­do­ra di­ri­gi­da por Jo­sé Ma­ría de Pan­do, que ro­dea­ra a Agus­tín Ga­ma­rra du­ran­te su pri­mer go­bier­no, es­pe­cial­men­te al es­cri­ tor y po­lí­ti­co con­ser­va­dor Fe­li­pe Par­do y Alia­ga, ideó­lo­go del ré­gi­men y prin­ci­pal re­dac­tor de La Guar­dia Na­cio­nal, pe­rió­ di­co que fue el por­ta­voz del pen­sa­mien­ to "vi­van­quis­ta". Am­bos eran tri­bu­ta­rios del pen­sa­mien­to de la con­tra­rre­vo­lu­ ción eu­ro­pea, es­pe­cial­men­te de Jo­seph de Mais­tre y el viz­con­de de Bo­nald, crí­ti­

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cos acé­rri­mos del ra­cio­na­lis­mo ilus­tra­ do. Pa­ra ellos, era pre­ci­so opo­ner a los sue­ños uni­ver­sa­lis­tas y a las pre­ten­sio­ nes ra­cio­na­lis­tas, las lec­cio­nes de la ex­pe­rien­cia y de la sa­bi­du­ría pro­vi­den­ cial. La po­lí­ti­ca na­tu­ral es­ta­ba ba­sa­da en la his­to­ria, es de­cir, en la ex­pe­rien­cia: la his­to­ria es prin­ci­pio de ex­pli­ca­ción y de jus­ti­fi­ca­ción po­lí­ti­ca. Por otro la­do, no son los in­ di­ vi­ duos los que for­ man la so­cie­dad si­no es la so­cie­dad la que for­ ma a los in­di­vi­duos; en es­te sen­ti­do, los in­di­vi­duos no po­seen de­re­chos si­no de­be­res res­pec­to a la so­cie­dad. Es­ta re­li­ gión de la so­cie­dad cul­mi­na en re­li­gión del Es­ta­do, una ins­ti­tu­ción ca­si di­vi­ni­za­ da. El go­bier­no se es­ta­ble­ce so­bre ba­ses ca­si teo­crá­ti­cas y la obe­dien­cia es­tá siem­pre jus­ti­fi­ca­da. Se tra­ta de un pen­sa­mien­to que po­ne én­fa­sis en el or­den, pe­ro en un or­den je­rár­qui­co: la mo­nar­quía era el go­bier­ no más na­tu­ral pa­ra el hom­bre. Pe­ro en 1843 era muy di­ fí­ cil ins­ tau­ rar una mo­nar­quía en el Pe­rú. Por ello, el ob­je­ti­ vo de los ideó­lo­gos del Di­rec­to­rio, ba­sa­ dos en la ex­pe­rien­cia his­tó­ri­ca y en el ca­rác­ter de los in­di­vi­duos de su épo­ca (to­man­do co­mo re­fe­ren­cia el apa­ren­te éxi­to del mo­de­lo chi­le­no), era res­tau­rar un va­lor co­lo­nial: la obe­dien­cia in­con­di­ cio­nal de los súb­di­tos al rey. La di­fe­ren­ cia es que es­ta obe­dien­cia aho­ra de­bía tras­la­dar­se ha­cia quien ejer­cie­ra la au­to­ri­dad, es de­cir al Pre­si­den­te o al "Su­pre­mo Di­rec­tor".

que se libraba de la posibilidad de no cumplir con sus compromisos. Pero en seguida agregaba: "Conciudadanos: Siento aproximarse el instante en que habré de ausentarse para siempre de vosotros aun sin haber completado la grande obra que vuestro patriotismo fio a mi lealtad: la de restablecer en la República el imperio de la Constitución y de las leyes. Mas llevo conmigo la inmerecida y anticipada recompensa de la gratitud nacional. Séame permitido legar a mis ilustres colegas el honroso encargo de llevar adelante tan justa como noble causa". En su proclama al ejército expresó: "Voy a desaparecer entre vosotros por ser cumplido el plazo que el Eterno fio a mi existencia. Me despido de vosotros, camaradas, aunque con el sentimiento de no continuar participando al lado vuestro de los peligros y privaciones de tan gloriosa campaña... No seré ya uno de vuestros conductores; pero queda al frente de vosotros el ínclito Castilla, vuestro digno General en jefe, cuyo pecho arde en sentimientos del más noble y acendrado patriotismo y cuyo valor y actividad le señalan como el hombre destinado por la Providencia para extinguir los restos del poder discrecional donde quiera que se atrinchere". Las últimas palabras de este documento eran las siguientes: "Dad al mundo ese glorioso ejemplo y yo desde el Cielo veré complacido vuestros triunfos". El testamento de Nieto fue también, sin pretenderlo, otra bella y conmovedora pieza literaria. Pidió que se le amortajara con un hábito sagrado como testimonio de su piadosa fe católica; que se le sepultase cerca de San Antonio, el lugar donde acababa de obtener tan resonante victoria, pero en un sitio donde su tumba pareciera estar mirando las rientes vegas de Moquegua; que como póstumo homenaje de afecto fuesen regalados a su camarada Castilla dos de sus mejores caballos, a su juicio "el zaino y el overo"; que la patria se acordase de que moría en defensa de la Constitución y de las leyes; y reveló que, lejos de tener fortuna, dejaba numerosas deudas, mujer y varios hijos crecidos y además uno por nacer. El fallecimiento de Nieto se produjo el 17 de febrero de 1844. Tenía 40 años. El cadáver fue embalsamado y amortajado con el hábito del Corazón de Jesús. Al año cabal de la muerte hubo solemnes exequias en Lima. Un túmulo de mármol para los restos llegó de Valparaíso y quedó en el nuevo panteón de Moquegua, erigido en julio de 1846. El Congreso, por resolución legislativa N° 12177 de 24 de diciembre de 1954 declaró "prócer" a esta gran figura de la historia republicana y ordenó que sus restos fuesen depositados en el panteón que reúne a las figuras tutelares de la Patria. Por fin llegaron a ser trasladados a ese panteón el 2 de abril de 1963. Fue un error. La tumba de Nieto frente a Moquegua ha debido ser un santuario regional y nacional, un monumento al espíritu de Moquegua y al del Perú. Muerto Nieto, presidió Castilla la Suprema Junta de Gobierno, integrándola el general José Félix Iguaín (decreto expedido en Ayacucho el 21 de febrero de 1844).

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EL fALLECIMIEnTO DE nIETO SE PRODuJO EL 17 DE fEBRERO DE 1844. TEníA 40 AñOS. EL CADávER fuE EMBALSAMADO Y AMORTAJADO COn EL HáBITO DEL CORAzón DE bbbbbbb JESÚS. AL AñO CABAL DE LA MuERTE HuBO SOLEMnES ExEquIAS En LIMA. un TÚMuLO DE MáRMOL PARA LOS RESTOS LLEGó DE vALPARAíSO Y quEDó En EL nuEvO PAnTEón DE MOquEGuA, ERIGIDO En JuLIO DE 1846.

[ VII ] SALIDA DE VIVANCO A CAMPAÑA. LA ARENGA DEL 16 DE NOVIEMBRE.- Ante la derrota de San Antonio y el avance de los "facciosos", Vivanco comprendió que debía salir a campaña y así lo hizo, vestido de uniforme rojo, con capa de armiño y sombrero de plumas, al frente de un ejército (30 de noviembre de 1843). Ministro general del Director en campaña fue Andrés Martínez. Como único ministro en funciones en Lima quedó Manuel Ros en el despacho de Guerra. En una revista de la guardia nacional que tuvo lugar en la plaza de armas el 16 de noviembre, Vivanco arengó a estas tropas y luego se dirigió a los espectadores para decirles las siguientes palabras que revelan cuál era su pensamiento político: "Limeños: Las turbaciones del Sur me alejan de vosotros. Estos hombres funestos que aspiran siempre al poder sin la capacidad ni las virtudes que para ejercerlo se requieren, se han enfurecido al considerar que la nación se había dado un gobierno capaz de refrenar su ambición desenfrenada y de poner término a su inconcebible codicia. Más de veinte años hemos vivido sujetos al doble y vergonzoso dominio de su

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LA GUARDIA NACIONAL

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Diario dirigido por Felipe Pardo y Aliaga durante el gobierno autoritario de Manuel Ignacio de Vivanco, su tendencia netamente vivanquista hizo de él, principalmente, un vocero no oficial de las acciones militares del Gobierno. También fue utilizado por su director para publicar composiciones poéticas en homenaje al caudillo.

estupidez y de sus vicios. Violencias a vuestras personas, pillaje de vuestras propiedades, corrupción en las costumbres, empobrecimiento y miseria en todas las clases, la deshonra de nuestras armas y la afrenta del nombre peruano son los bienes preciosos que les debéis. ¿Queréis que os los continúen prodigando? Pues bien, si detestáis a los autores del mal, si escucháis con menosprecio ese mentido amor a la Constitución que ellos mismos insultaron y vejaron ayer, uníos a mí, estrechaos al gobierno que, desplegando su energía solo contra los perturbadores del orden público, os ha dado verdaderas garantías y os procura bienes positivos. Yo también soy limeño como vosotros. Entre vosotros nací, con vosotros pasé los años de mi niñez. No me separé de vosotros sino cuando, arrebatado por el amor de la Patria y de la gloria, volé a combatir por la independencia nacional. Yo seré, pues, el centro de vuestros esfuerzos, como vosotros sois de mi afecto. Unidos seremos invencibles y los anarquistas de Tacna y Moquegua no lograrán, yo os lo juro, su osado intento de imponernos el yugo de sus hipócritas y feroces caudillos". En este discurso, como en otras piezas de la literatura directorial, percíbense fácilmente los siguientes elementos: 1) La egolatría del caudillo; 2) La convicción de que eran necesarias capacidad y virtudes para mandar; 3) La condena total de la historia republicana anterior; 4) El repudio del militarismo; 5) El concepto de que los jefes del sur eran funestos, ineptos, ambiciosos, feroces e hipócritas, no mereciendo fe su defensa de la Constitución; 6) El orgullo limeño; 7) La conveniencia y el deber del pueblo de crear un lazo de obediencia y lealtad ante el Director como único sustento del régimen político del país; y 8) El silencio para los anhelos de restablecimiento democrático que habían contribuido a la caída de Vidal y al éxito inicial del Directorio y habían sido erigidos como banderas de la revolución. Poco más de un mes antes de partir de Lima, Vivanco aprobó la sentencia de suspensión de empleo por cuatro meses dictada contra su pariente el mayor Manuel Pedro Vivanco por delito de insubordinación e impuso arresto a los dos fiscales que habían visto la causa, por su lenidad con el reo (8 de octubre).

LA CAMPAÑA DE MAMBRú.- Los vivanquistas editaron entonces en la capital un periódico jactancioso, optimista y admirablemente bien escrito, verdadera joya antológica. La Guardia Nacional (nombre que simboliza la preocupación del Gobierno por organizar la milicia cívica y erigir así un freno contra los desbordes del militarismo indisciplinado). Lo dirigió Felipe Pardo y Aliaga. Las noticias que hasta ellos llegaron fueron de movimientos estratégicos pero no de batallas decisivas. A principios de 1844, después de desembarcar en Pisco, Vivanco se encontraba en Ayacucho mientras Castilla había avanzado hasta Andahuaylas. De Ayacucho marchó el Supremo Director hacia el río Pampas; y de allí, eludiendo el combate, hizo un movimiento de flanqueo hacia Lucanas, dejó a su rival libre el camino a Lima y provocó, ante la aproximación de los "constitucionales", los levantamientos de Huancavelica y Junín. Desde Lucanas se colocó el Director en Chincheros sin ser sentido, cortando, con un acertado movimiento, las comunicaciones entre Castilla, que había avanzado hacia Ayacucho, y San Román, que estaba con el resto del ejército constitucional en el Cuzco. "Mi táctica es la de Ulm y de Jena", escribió entonces en una carta particular. Pero la burlona Lima pudo cantarle la canción infantil: "Mambrú se fue a la guerra, no sé cuándo vendrá". En Chincheros estuvo demasiado tiempo y no atacó ni a Castilla ni a San Román ni se apoderó, por lo tanto, uno a uno, de los fragmentos del pequeño ejército constitucional esparcidos dentro de una vasta área.

EL PRONUNCIAMIENTO CIVILISTA DE ELÍAS.- La sublevación de un batallón en Chiray permitió la posibilidad de que San Román y Castilla se unieran. Por fin, lejos de anunciar la victoria, y en contraste con los alardes y las seguridades de sus periódicos, decidió Vivanco retirarse de Chincheros a su leal Arequipa y ordenó que se le hiciera desde el norte un nuevo suministro

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de tropas y de elementos bélicos. De Chincheros viajó, en áspera marcha, por Andahuaylas, Aymaraes y Cotabambas hasta la "blanca ciudad". Ante el avance que, como consecuencia de este movimiento, hicieron tropas colecticias constitucionalistas sobre Jauja y Cerro de Pasco, salió de Lima, con la fuerza que tenía, José Rufino Echenique, pacificó toda la zona y ocupó hasta Ayacucho. Echenique, que se había retirado del ejército durante los días de la Confederación, obraba entonces como particular, vestía de paisano y rechazó el título de "brigadier", que Vivanco había creado. Cuando avanzó sobre el centro, el Director lo instó a que siguiera sobre Puno, región que había ocupado el coronel vivanquista Lopera. Al emprender su campaña, Vivanco había dejado encargado de los departamentos del norte con el modesto título de prefecto de Lima al acaudalado comerciante Domingo Elías, por recelos ante un nombramiento militar que hubiera debido recaer en Echenique por su anterior grado castrense. El civil Elías, ante los nuevos pedidos de dinero y hombres que hizo Vivanco, decidió convertirse en el personero del cansancio del país ante la larga guerra intestina, y se hizo cargo del mando supremo como Jefe Político y Militar de la República el 17 de junio de 1844. Secretario general del nuevo jefe del Gobierno fue José Manuel Tirado. El viajero francés Max Radiguet, que presenció la escena del pronunciamiento de Elías en el Palacio de Gobierno, la describe de esta manera en su libro Souvenirs de l'Amérique Espagnole: "Elías tomó asiento; alrededor de él estaban algunos individuos, funcionarios importantes, sin duda. Nos pareció entonces que a lo más, tendría cuarenta años, de mediana estatura; cara redonda, plana y regular; tez rojiza, como de cholo; su fisonomía, grave y seria, nos pareció, cuando tomó la palabra, llena de dulzura y de benevolencia... Alrededor de trescientas personas se introdujeron en la galería, las tapadas, que formaban más o menos los dos tercios de esa masa comentaban el acontecimiento con tanta animación que muchas veces fue necesario reclamar silencio. Al fin Elías tomó la palabra, todas las miradas se dirigieron al estrado, y el silencio se restableció poco a poco. Su pronunciamiento no difería sensiblemente de los que en los años turbulentos de la emancipación habían surgido, en tan gran número. Expuso las dificultades de la situación, las penurias de las finanzas, la miseria del país, el estancamiento del movimiento comercial, todos los desórdenes que traen de ordinario las guerras civiles, y mostró cuán necesario era que un ciudadano tratara de dar a la Patria la calma que tanto necesitaba; después, haciendo un llamamiento al auditorio, que quedó sin respuesta, declaró, con una voz entrecortada, que a falta de un individuo dispuesto a tomar la dirección de los negocios públicos, se sentía lleno de abnegación para llenar esta tarea espinosa, hasta el día en que la voluntad nacional designándole un sucesor le permitiera retirarse a la vida tranquila, de la cual no había salido sino muy a pesar suyo. "El discurso de Elías no levantó el menor murmullo, la menor protesta en esta ciudad, que pocos meses antes parecía tan devota de Vivanco. Cuando el nuevo Presidente salió de palacio, el regimiento que resguardaba la cuidad se puso en marcha, la música a la cabeza, recorriendo las calles, y haciendo altos en todas las esquinas, mientras que una especie de heraldo leía en alta voz un decreto que declaraba la amnistía de todos los detenidos políticos". "Así se realizó esta revolución, que abrió al Perú una nueva era, asegurando, después de algunos meses de luchas civiles, el advenimiento del General Castilla. Nadie parecía ocuparse del asunto, la ciudad continuó en medio de un tranquilidad perfecta, las tapadas se paseaban, como de costumbre, por los portales, los gallinazos inmóviles sobre las azoteas miraban impasibles desfilar a los guerreros, el pueblo continuaba con indiferencia su ruda labor. Pero los espíritus ligeros se preguntaban: ¡Caramba! Yo quisiera ver la curiosa la curiosa figura de Vivanco cuando sepa la noticia".

AL vvvvvvvvv EMPREnDER Su CAMPAñA, vIvAnCO HABíA DEJADO EnCARGADO DE LOS DEPARTAMEnTOS DEL nORTE COn EL MODESTO TíTuLO DE PREfECTO DE LIMA AL ACAuDALADO COMERCIAnTE DOMInGO ELíAS, POR RECELOS AnTE un nOMBRAMIEnTO MILITAR quE HuBIERA DEBIDO RECAER En ECHEnIquE POR Su AnTERIOR GRADO CASTREnSE.

LA "SEMANA MAGNA".- Según Elías, los pueblos no tenían ya interés por el predominio de ninguna de las banderías armadas y, como la lucha parecía perpetuarse con todo su séquito de sacrificios, ansiaban la paz; y él creía que debía aprovechar los elementos en su poder para cum-

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MARzO vv 1845 vv [ espAñA [ VV ]

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LA REInA ISABELvvvvv II DE ESPAñA, MEDIAnTE EL TRATADO DE RECOnOCIMIEnTO, PAz Y AMISTAD, RECOnOCE A vEnEzuELA COMO unA nACIón LIBRE, SOBERAnA E InDEPEnDIEnTE. EL PAíS SuDAMERICAnO HABíA EnTRADO En nEGOCIACIOnES COn ESPAñA DESDE 1834, PERO ESTAS SE fuEROn APLAzAnDO POR unA SERIE DE InTERRuPCIOnES Y DESACuERDOS En EL PROCESO.

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plir ese anhelo. Y en el decreto por el que se invistió el poder, declaró que lo conservaría hasta la instalación de un Congreso a convocarse en cesando las hostilidades; y ofreció remitir comisionados a los campamentos y, si alguno rehusase, considerarlo enemigo de la patria y hacerle la guerra. Echenique, que desde tiempo atrás se había quejado de que Elías no le enviaba elementos para vestir y calzar a su tropa, refutó desde Huancayo, extensamente, la actitud de Elías, aunque aceptó la suspensión de hostilidades (29 de junio). Con más minuciosidad le respondió Elías, y anunció que, si no le se le unía, no lo auxiliaría con recursos y elementos. Echenique, que los necesitaba urgentemente, replicó anunciando su avance sobre la capital con el propósito de no combatir y de regresar luego a sus cantones. Violento y fogoso, se dirigió a la capital el flamante encargado del Poder Ejecutivo, para declarar al departamento en estado de asamblea. Esta declaración significa la suspensión de los trabajos en las oficinas públicas y particulares, almacenes, tiendas y talleres, alistando a los hombres hábiles para tomar las armas; señalando los toques de alarma y los sitios donde debían concurrir los ciudadanos; declarando traidores a los que trabajasen en favor de los invasores y culpables a los que rehusaran prestar los servicios a que fuesen llamados. Los empleados públicos, los colegios, las corporaciones, formaron regimientos. Mayor del regimiento de empleados públicos fue nombrado el vocal de la Corte Suprema y figura culminante de la vida nacional, Dr. Francisco Javier Mariátegui. Quienes tenían grados, entorchados y medallas por las campañas con San Martín y Bolívar, pidieron el fusil del soldado; la columna "Defensoras del Orden y las Leyes" formose con jefes y soldados vencedores de la Independencia. En tanto, se recibió en Lima la noticia de que Trujillo y Piura habían reconocido el nuevo orden de cosas. El 6 de julio entraron por la portada del Callao los guardias nacionales de Pisco, Ica y Callao. Los colegiales de San Carlos hicieron la guardia de Elías. Fueron improvisadas trincheras en las calles. Cuando Echenique llegó hasta San Mateo, fijó fecha, el 9, y el lugar, Pariache, para una entrevista con Elías (6 de julio). El 8 Elías replicó públicamente esta carta particular, porque estaba ansiosa la población por la llegada del propio, "siendo mi política la del pueblo, mi posición, obra del pueblo, mis recursos, los del pueblo, yo no puedo tener secretos para él". A la nota un poco bonachona de Echenique, respondió con dicterios, y lo acusó de pretender ultrajar y escarnecer a la capital, de acuerdo con la actitud insolente que ciertos militares usaban para el pueblo, sin tener en cuenta la cólera, el odio y las resistencias del ciudadano que mantenía al soldado. La única conciliación, terminaba diciendo, era acatar la rebelión de Lima. El 9 hubo nueva advertencia de José Manuel Tirado, secretario de Elías, a Echenique, con la noticia del pronunciamiento de Trujillo y Piura y del entusiasmo de la capital, donde desde los estudiantes de San Carlos hasta los vocales de la Corte Suprema de Justicia, formaban cuerpos del ejército, custodiando estos las cárceles y hospitales. Desde Chaclacayo, otra nota de Echenique abulta más este epistolario, preguntando si se someterá al entusiasmo de Lima por Elías; de Arequipa por Vivanco, de Moquegua por Castilla, agregando que optará por esperar la solución de los ejércitos e insistiendo en sus deseos de paz. El 10, tras de una nueva profesión de fe, Tirado aceptó la venida de comisionados hasta el 11. El 13 se derogó el decreto que suspendió los trabajos. El mismo 11 emprendió Echenique la retirada, convencido, dijo oficialmente, de que se pretendió humillarlo; y deseoso de exhibir sus intenciones pacíficas, sin aceptar la autoridad que Elías se adjudicara. En sus memorias cuenta que no atacó Lima porque, cuando preparaba trabajos coadyuvantes en la misma ciudad, Felipe Pardo le avisó que la batalla definitiva iba a darse en Arequipa entre Castilla y Vivanco. "Conceptuando yo entonces cuán inútil e inconveniente sería un hecho de armas en la capital (dice Echenique) cuando la cuestión iba a resolverse en otro lugar por los mismos caudillos, determiné no hacer nada y esperar el resultado. Pero también pensé que el esperarlo en las puertas de Lima era peligroso para mí y podía producirme funestos resultados en el caso de que fuera adverso el éxito". Y el 13 de julio vino un decreto furibundo: todos los pueblos, todas las autoridades civiles y militares, todos los cuerpos de tropas y, en fin, todos los particulares en toda la extensión de la República estaban autorizados y obligados a hacer la guerra a Echenique

El levantamiento de Puno. En 1843, los generales Miguel de San Román y Juan Crisóstomo Torrico, por separado, se levantaron en contra del Directorio de Vivanco. En Puno, ambos generales aunaron esfuerzos y reunieron sus tropas con el objetivo de derrocar al dictador. Esta vista de la ciudad de Puno pertenece al Atlas Geográfico del Perú (1865), de Mariano Felipe Paz Soldán.

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vIvAnCO xxxxxxxxx (...) AnTE LA nOTICIA DE LA DEfECCIón DE ELíAS (...) quISO DIMITIR. LAS ACLAMACIOnES DE LA MuCHEDuMBRE ACALLAROn ESTA DETERMInACIón. AREquIPA, En 1844, COMO AnTES, En 1841, HABíA SIDO LA CunA Y SERíA EL ÚLTIMO REDuCTO DE vIvAnCO, Y LO MISMO OCuRRIó AñOS MáS TARDE.

y eran nulos los empleos, promociones o grados que diera e indebidas las cantidades por él tomadas. Bermúdez fue nombrado prefecto de Junín. Sin que llegase a ser turbada la retirada de Echenique a Tarma, las siguientes noticias importantes de carácter político que recibió la capital fueron, dos semanas más tarde, el arribo del Perú el 27 de julio conduciendo a Vivanco y otros jefes vencidos en Carmen Alto como mensajeros que anunciaban el completo triunfo de Castilla. La "Semana Magna", nombre que recibió el tiempo durante el cual la población de Lima se preparó a enfrentarse a Echenique, viene a complementar el significado de la acción de la multitud contra el ejército el 28 de enero de 1834. A la vez, es antecedente de otras expresiones posteriores de cansancio o disgusto frente al militarismo.

VICTORIA DE CASTILLA SOBRE VIVANCO.- Vivanco, en Arequipa, ante la noticia de la defección de Elías, que implicaba la pérdida de todo el norte, quiso dimitir. Las aclamaciones de la muchedumbre acallaron esta determinación. Arequipa, en 1844, como antes, en 1841, había sido la cuna y sería el último reducto de Vivanco, y lo mismo ocurrió años más tarde. Las mujeres ofrecieron entonces sus joyas para cubrir los gastos de la guerra. Convertida la "Blanca ciudad de eterno cielo azul" en una fortaleza, Castilla, a quien habíase unido San Román, le puso cerco. Hubo tiroteos por dieciséis días. Por fin, se libró la batalla del Carmen Alto o Acequia Alta, después de que Castilla avanzó de noche sobre el flanco derecho de Vivanco (22 de julio de 1844). Las tropas arequipeñas actuaron allí con gran desorden. Los jefes de ellas, Pezet, Ríos y Lopera, comprometieron el choque impremeditadamente. El cronista de las revoluciones de Arequipa, Valdivia, cuenta que, al empezar la batalla, Vivanco estaba mirando el reloj de la torre de la iglesia en el pueblo de Caima, en los alrededores de Arequipa, reloj preciado por su carácter histórico. La banda presidencial, pues, que Vivanco recogiera del suelo cuando don Justo Figuerola se deshizo de ella, según dice una tradición, haciéndola arrojar por el balcón de su casa, le fue arrebatada mientras miraba el reloj de la iglesia de Caima. Según la versión vivanquista, el Supremo Director estaba en el campanario de esa iglesia para observar el campo de operaciones y había encargado a uno de sus parciales, el coronel Lopera, la colocación del ejército en posiciones aparentes para presentar la batalla al día siguiente; si bien este jefe no se limitó al cumplimiento de la orden sino que, con el primer cuerpo que movió, inició el ataque sobre la línea enemiga. "Cuando el general Vivanco y otros jefes que con él se hallaban a la distancia (dice una relación que le es favorable) se apercibieron de la imprudencia cometida y del combate empeñado, se disponían marchar al punto de los fuegos, pero ya era tarde; sus batallones habían sido destrozados en 'detal'". Los restos de las tropas vivanquistas ocuparon el panteón, camino de Socabaya; y Castilla se colocó, atravesando la ciudad, en el alto de la Retama del pueblo de Paucarpata, en una posición donde las dominaban. Vivanco fugó dirigiéndose a Islay y se embarcó en un vapor mercante que llegó al Callao, como se ha dicho, el 27 de julio, víspera del aniversario nacional. Elías lo apresó para desterrarlo el 1° de agosto. En el curso de la guerra civil se produjo el viaje de Santa Cruz al Perú para internarse en Bolivia y vino la prisión del ex Protector, de que se dio cuenta en el capítulo sobre la caída de la Confederación. La escuadra, que se había declarado por la causa constitucional el 24 de julio, se vio envuelta en el conflicto con Inglaterra que será mencionado en capítulo posterior, y fue embargada el 14 de agosto. San Román fue ascendido a gran mariscal después de la batalla de Carmen Alto.

[ VIII ] INTERINATO DE FIGUEROLA.- Bermúdez, agente de Elías, pretendió inducir a Echenique, con quien se entrevistó en Junín, a que se aliara con él contra Castilla; pero Echenique no aceptó. Reu-

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PERÍODO 2

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nió un cabildo abierto en el populoso e importante asiento minero del Cerro de Pasco en donde se acordó obedecer al presidente o al vicepresidente del Consejo de Estado. Esto privó a Elías de la fuerza militar que le hubiera permitido oponerse a Castilla. Fue entonces cuando Echenique emitió, de acuerdo con los mineros y comerciantes del asiento, moneda de dos reales con la misma ley que tenía la boliviana. Poco después Echenique se sometió a Castilla, que seguía defendiendo la causa constitucional. En nombre de los principios institucionalistas, este había enviado a aquel una comunicación amistosa. Con tal adhesión crecieron las posibilidades de que el país al fin se pacificara. Castilla hizo general a Echenique; el mismo grado le otorgó Vivanco. Todos estos hechos y la desconfianza que la Junta Gubernativa del sur le tenía, contribuyeron a que Elías dimitiera para entregar el mando al primer vicepresidente del Consejo de Estado, Justo Figuerola, anciano casi octogenario, quien lo transmitió al presidente de esa entidad Manuel Menéndez (10 de agosto). A su vez, Menéndez invocó razones de salud y la necesidad de medicinarse y conservar su existencia y lo devolvió a Figuerola (11 de agosto). Figuerola hizo reaparecer en la escena política a Elías, pues le dio el importante cargo de ministro general. Por convenio de 28 de agosto, firmado en Arequipa, la Junta reconoció la autoridad de Figuerola, si bien se reservó el mando en el sur hasta entregarlo en Lima. Detrás de estos distingos se escondía la supervivencia del recelo contra el flamante ministro Elías que, por un momento, albergó el plan de hostilizar a las tropas que viajaran por mar del sur al Callao. Por otra parte, las dos autoridades existentes en la República habían hecho sendas convocatorias a Congreso con diferencia de contenido. En Lima, para dos Cámaras, el 13 de agosto; y en Arequipa, dentro de una Cámara como Congreso extraordinario, el 6 de agosto. En medio de las divergencias que no se esfumaban, persistía el deseo de Figuerola de no seguir con los afanes y sinsabores que para él tenía el mando. Menéndez recibió de nuevo la insignia presidencial (7 de octubre). Después de la victoria de Carmen Alto, la Junta dio algunos decretos persecutorios y de vejamen para los vencidos.

EL ADMIRABLE GOBIERNO DE MENÉNDEZ.- Menéndez se encargó así del poder. Formó un ministerio con Matías León en el portafolio de Gobierno y Relaciones Exteriores, Manuel Cuadros en el de Justicia, Manuel de Mendiburu en el de Hacienda y el general José María Raygada en el de Guerra. A este último lo reemplazaron José Miguel Medina y luego Miguel San Román, segundo de Castilla en la Junta Gubernativa. Celebró Menéndez un compromiso con sus ministros para no perseguir a nadie por sus opiniones, trabajar en la búsqueda de la reconciliación entre los partidos, no dar un ascenso ni grado militar y no efectuar pagos que no fueran indispensables. A propósito de este último punto, se jactó con razón en su mensaje al Congreso de 1845 de no haber invertido un centavo en favorecer el espionaje o en hacer gastos secretos. En sus nombramientos el Gobierno procuró inspirarse siempre en principios de justicia. Las normas de rectitud y de economía que siguió en todos sus actos estuvieron acompañadas por la templanza al negarse a borrar de la lista militar a los jefes y oficiales que habían servido al Directorio, a pesar de las gestiones que en ese sentido fueron hechas; al aceptar todos los contratos de los regímenes de hecho que se habían sucedido en el país; al mantener las pensiones de retiro y otras otorgadas a los militares dados de baja desde 1839. Diversas medidas procuraron el ordenamiento y el arreglo de la Hacienda pública tratando, dentro de las limitaciones de los recursos disponibles y del tiempo, de combatir desórdenes y abusos inveterados. A esta época correspondieron los esfuerzos iniciales para organizar las cuentas con vistas a la preparación de un presupuesto de los ingresos y gastos nacionales; los primeros intentos de buscar cifras exactas acerca del carguío y la venta del guano; la búsqueda de una política firme ante la inundación de la moneda feble boliviana, mirada hasta entonces con inercia o ignorancia. A la

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ABRIL vv vv 1845 [ perú vv ] ]

EL GEnERAL RAMón vvvvvvvv CASTILLA ES ELEGIDO PRESIDEnTE COn 2.592 vOTOS, SEGuIDO POR DOMInGO ELíAS COn 258 vOTOS. TRAS EL ESCRuTInIO DE LOS vOTOS En EL COnGRESO, LAS CAMPAnAS DE LA IGLESIA DE LA CARIDAD AnunCIAROn A LA CIuDAD LA nOTICIA. AL DíA SIGuIEnTE CASTILLA JuRó AL CARGO AnTE EL COnGRESO.

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SOBREPOnIÉnDOSE xxxxxxxxx A SuS DESEnGAñOS, COnSCIEnTE DE quE ERA GOBERnAnTE TRAnSITORIO, AJEnO A TODO Afán DE BuSCAR POPuLARIDAD O DE LABRARSE un fuTuRO POLíTICO, MEnÉnDEz PRESIDIó unA ADMInISTRACIón EJEMPLAR.

vez fueron adoptadas medidas eficaces para hacer desaparecer tanto la moneda de baja ley del Ecuador y Nueva Granada como las pesetas españolas; y quedó prohibida, además, la que provenía de Pasco, cuya Casa fue clausurada. Sobreponiéndose a sus desengaños, consciente de que era gobernante transitorio, ajeno a todo afán de buscar popularidad o de labrarse un futuro político, Menéndez presidió una administración ejemplar. Castilla emprendió el viaje pactado en el convenio de agosto; y con fecha 10 de diciembre, arregló con Menéndez el problema del gobierno dual que continuaba en el país. El mismo 10 de diciembre, Castilla, desechando las instigaciones de quienes pretendían que no reconociera la autoridad del presidente del Consejo, declaró, a nombre de la Junta, el receso de este cuerpo por haber terminado su misión, entregó sus tropas y se apartó hasta del mando de ellas. Nombrado ministro de Guerra, no aceptó esta designación y lo reemplazó San Román, que retuvo su cargo de general en jefe del ejército. Figuerola había dado un decreto ordenando que los colegios electorales, formados en virtud de la convocatoria de 15 de junio de 1842 hecha por Menéndez después de la paz con Bolivia, hicieran nuevas elecciones de diputados y senadores, presidente de la República, jueces de paz, síndicos, procuradores y jurados conforme a la ley de elecciones de 29 de noviembre de 1839. El Congreso debía instalarse el 9 de diciembre de 1844 (decreto de 13 de agosto de 1844, ampliado el 18 de setiembre). El acto de sufragio sufrió las consecuencias de la situación indecisa. Los colegios electorales del sur y del centro es decir de Arequipa, Moquegua, Cuzco, Puno, Ayacucho, Huancavelica y Junín, no eligieron senadores. Un decreto de Menéndez (14 de diciembre de 1844), de acuerdo con lo convenido con Castilla, ordenó la verificación de ese acto cívico y la reunión de un Congreso extraordinario con el objeto de hacer el escrutinio de la elección presidencial y la proclamación del nuevo presidente de la República, la renovación del Consejo de Estado y la deliberación sobre los asuntos que le sometiera el Poder Ejecutivo. El Congreso empezó sus labores el 16 de abril de 1845. Elías intentó ser candidato a la presidencia. Confiaba en el apoyo del norte y se ponía en el caso de que, si no obtenía mayoría ningún candidato, elegiría el Congreso, en cuyo seno sus probabilidades habrían sido grandes si es que hubiera continuado Figuerola como presidente de la República. Pero la eliminación de Figuerola no fue la única causa de su propia eliminación. Hombre nuevo en la política, Elías no tenía partido de gran arraigo; su reciente infidencia con Vivanco no la habían olvidado los parciales de este caudillo y los "hombres del frac" poco significaban entonces frente al poder de las casacas militares. Los laureles conquistados por Castilla en Pachía, San Antonio y Carmen Alto habían refrescado, por otra parte, los que él mismo obtuviera antes en Yungay, Intiorco y Cuevillas. Si, al mando de un ejército victorioso, Castilla se había inclinado respetuoso ante el mandatario legal, su prestigio había crecido ya que el país ansiaba el regreso a la normalidad; pero el hecho de que apareciera sin hacer uso u ostentación del poder militar no implicaba que ese poder fuese inexistente o desdeñable.

[ IX ] LA SITUACIÓN HACENDARIA EN ABRIL DE 1845.- Sombrío fue el cuadro que sobre la situación hacendaria del país exhibió el presidente Manuel Menéndez en su mensaje al Congreso el 16 de abril de 1845. Las guerras civiles, los gastos que se habían visto obligados a hacer los bandos en pugna, la inestabilidad de la vida nacional dejaban tristes resultados. Entre ellos estaban el aumento de los créditos pasivos, el crecimiento de sus intereses, los abonos librados contra las aduanas, la paralización en el pago de los sueldos, la emisión de billetes que disminuían las rentas, pues eran depreciados en el pago de los derechos fiscales o en los negocios. El 7 de octubre de 1844, día en que Menéndez reasumió el mando, la aduana del Callao estaba

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PERÍODO 2

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Los ejércitos en Tacna. En 1843, el ejército de la Junta de Gobierno formada por Ramón Castilla, Domingo Nieto y Félix Iguaín, se enfrentó al de Vivanco en la ciudad de Tacna. Castilla y Nieto, gracias a la simpatía que despertaban en el sur del país, lograron reunir las fuerzas necesarias para vencer a los vivanquistas en la localidad de Pachía, situada a 16 kilómetros de la ciudad. La fotografía que vemos aquí, de 1850, muestra la calle de Comercio en la ciudad de Tacna.

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MAYO vv 1845 vv [ espAñA [ VV ]

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un DECRETOvvvvv REAL RESTABLECE LA COnSTITuCIón LIBERAL ESPAñOLA. LA REInA ISABEL II REALIzó unA GRAn REfORMA COn LA MODIfICACIón DE LA COnSTITuCIón DE 1837. En ESTE TExTO LA REInA BuSCó SuBRAYAR LA IMPORTAnCIA DE LA COROnA En LOS ASunTOS InTERnOS Y COnSOLIDAR LA POSICIón DE LA BuRGuESíA MODERADA. ESTA COnSTITuCIón ESTuvO vIGEnTE HASTA 1868.

empeñada en más de 470 mil pesos y poco había disminuido esa deuda desde entonces; porque había habido necesidad de abonar a los empleados públicos algo de sus sueldos atrasados y de atender al crecido ejército concentrado, en su mayoría, alrededor de la capital. Sobre el Ramo de Arbitrios pesaba una deuda de más de 31 mil pesos por libramientos que no estaban cubiertos, ajenos a los objetos de la creación de ese servicio. También abrumaban las deudas a la Casa de Moneda como resultado de diversos contratos, negociaciones de empréstitos, libramientos y otros gravámenes que eran de su responsabilidad. Las deudas sobre esa Casa pasaban de 293 mil pesos. El tráfico de pastas había quedado paralizado; aunque sus productos estaban empeñados para el pago de las anticipaciones que se habían recibido por cuenta de los respectivos derechos. Muchas contribuciones habían sido recaudadas por adelantado. Algunos de estos ramos fueron subastados, durante los efímeros gobiernos que se sucedieron, con pérdida considerable, por haberse convenido en recibir de los subastadores una parte en dinero y otra no pequeña en crédito. En el sur, donde la guerra civil había sido tan intensa, el estado de la Hacienda Pública tampoco podía ser halagüeño. Menéndez disertaba sobre diversas corruptelas que dañaban el Erario. El ramo de pensiones y de montepíos crecía en exceso por las bajas ocurridas en luchas fratricidas en las que no todos podían enarbolar títulos o derechos conforme a la ley. Era crecido el número, decía Menéndez, de los jefes y oficiales que percibían sueldos porque un gobierno cualquiera les dio ese título, porque vestían uniforme, porque sirvieron en una revolución, porque traicionaron quizás alguna vez a la patria. Los empleos se daban o se quitaban sin más objeto, a veces, que el de favorecer a algún protegido. "El despojado así queda de cesante (continuaba diciendo Menéndez y por ello aludía a una corruptela que, dentro de algunas variantes, aflige también a la administración pública en nuestros días en relación con el otorgamiento de pensiones) y cuando, en obsequio a la economía, se le coloca en otro empleo de sueldo menor, se le declara el mayor haber que disfrutó antes. Por manera que se paga por el servicio de un destino un sueldo mayor que el designado por la ley". El licenciamiento de parte de la fuerza armada era otro de los puntos que tocaba Menéndez. "La necesidad vital, urgente y del día es que se reduzca el ejército (afirmaba) porque no hay cómo sostenerlo y su subsistencia, fuera de ser antieconómica, es perjudicial al fomento de los ramos de la riqueza pública. Cerca de cuatro mil hombres botados de las filas son otros tantos brazos que cultivarán las tierras, explotarán los minerales y nos traerán la abundancia. Dejarán de gravar al país y le aumentarán sus productos". Otras causales para el detrimento de las rentas eran la infidelidad de las manos que intervenían en su administración y cuidado, así como la carencia de sanción en los casos de irregularidades. Cuando se había acudido al Poder Judicial, las fórmulas lentas del procedimiento y la falta de pruebas se habían interpuesto. Por compasión o por otras razones, los testigos no decían la verdad. El Consejo de Estado podía autorizar la remoción de los empleados de acuerdo con la Carta política; pero dicho cuerpo había pedido que los asuntos de este tipo llegados a él pasaran a los jueces; o había dejado que los expedientes dormitasen, fomentando así la impunidad y colaborando para que el país careciera de un sistema en torno a la responsabilidad legal inherente al ejercicio de la función pública. El problema, en su esencia, subsiste en nuestro tiempo.

[X] LA JUNTA GUBERNATIVA Y EL PODER JUDICIAL EN AREQUIPA.- Uno de los episodios de la vida administrativa durante el período de la Junta Gubernativa del Sur se relacionó con el Poder Judicial. Por un decreto que ella expidió el 12 de octubre de 1844 nombró vocales y jueces en el distrito de Arequipa castigando a los vivanquistas. Pero cuando el Congreso de 1845 aprobó en octubre de aquel año sus actos, hizo una excepción con los que no habían observado los

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PERÍODO 2

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trámites constitucionales, o sea reprobó las nuevas designaciones porque el Consejo de Estado no había pasado las respectivas ternas. De allí provino, poco después, que Andrés Martínez y José Luis Gómez Sánchez, prohombres del Directorio, fuesen repuestos en sus vocalías de la Corte Superior de Arequipa por Castilla que, como presidente de la Junta, los había destituido. La Junta había designado a Tomás Dávila como castigo para la judicatura de Tarapacá; pero fue repuesto a la de Moquegua por no haberse observado en aquel nombramiento las fórmulas prevenidas por la Constitución. Dávila fue luego una de las víctimas de 1854, cuando se produjo una nueva interferencia del poder militar en la magistratura.

LA DESTITUCIÓN DEL VOCAL FELIPE PARDO Y ALIAGA.- El presidente del Consejo de Estado encargado del mando supremo, por decreto de 16 de diciembre de 1844, dio cumplimiento al acuerdo de dicho cuerpo que destituyó a Felipe Pardo y Aliaga de la vocalía en la Corte Superior de Lima ocupada por él desde 1840. Según la Constitución de 1839, el Ejecutivo podía remover a los vocales de las Cortes Superiores con el voto de los dos tercios del Consejo de Estado; y para poner en ejercicio esa atribución, en el caso de Pardo, obtuvo el voto unánime de dicha corporación. Pero la Carta política lo que pretendía era castigar delitos cometidos en el ejercicio de las funciones judiciales. La pena contra Pardo tenía origen político. El Consejo se basó en dos fundamentos. Por el primero aludió a la jactancia del Poeta magistrado publicada en 1843, en el sentido de que había trabajado durante siete años (es decir desde 1836) para llevar al poder a Vivanco; esto lo tomo el Consejo como un acto criminal. En segundo lugar, hizo mención a la nota firmada por el mismo Pardo como canciller el 30 de octubre 1843, adversa a la Constitución, humillante para la Corte Suprema, degradante para la patria (en concepto del Consejo). En dicha nota, ante una reclamación de la legación del Brasil, la amparó en la defensa de la inmunidad de la jurisdicción civil correspondiente a los ministros extranjeros. El Consejo exageró la importancia de este incidente. En 1849, Pardo acababa de ser ministro de Estado y era consejero de Estado. El Congreso, por resolución de 22 de diciembre de aquel año, le restituyó la vocalía de la Cor te Superior, de la que "fue removido a consecuencia de los acontecimientos políticos de 1843 y 1844" sin perjuicio para la posesión y propiedad que tenía su reemplazante Blas José Alzamora. En enero de 1861, el gobierno de Castilla, por intermedio del ministro Juan Oviedo, se opuso a una resolución legislativa disponiendo se le satisfacieran los sueldos que dejó de percibir durante su remoción (veintiún meses).

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SETIEMBRE vv vv 1845 [ IrlAndA vv ] ]

JOHn LInDLEY (1799vvvvvvvv 1865), un PROfESOR DE BOTánICA DE LA unIvERSIDAD DE LOnDRES, COnfIRMA LA APARICIón En IRLAnDA DE unA EnfERMEDAD DERIvADA DEL HOnGO PHYTOPTHORA InfESTAnS, quE ATACABA LAS PLAnTAS DE PAPA. En POCO TIEMPO, EL HOnGO COnTAMInó LAS PLAnTACIOnES DE ESTE TuBÉRCuLO, PRInCIPAL fuEnTE DE ALIMEnTACIón En EL PAíS, Y DIO InICIO A LO quE SE COnOCE COMO LA GRAn HAMBRunA (1845-1849). MáS DE un MILLón DE PERSOnAS fALLECIEROn POR DESnuTRICIón.

[ CAPÍTULO 17 ] PERÍODO 2

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[ tomo 4 ]

indice de capítulo



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[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 18 ● I An­te­ce­den­tes de Cas­ti­ la ● II Los in­ci­den­tes con In­gla­te­rra en la gue­rra ci­vil de 1844-1845 ● El pro­to­co­lo de ma­yo de 1845 y la ges­tión di­plo­má­ti­ ca con­tra él ● Las agi­ta­cio­nes sub­ver­si­vas y la pri­sión de Iguaín ● III La po­lí­ti­ca in­ter­na en el Congreso de 1845 y el via­je del mi­nis­tro Men­di­bu­ru al sur en 1846 ●  Los ata­ ques de Elías con­tra la po­lí­ti­ca eco­nó­mi­ca en 1847 y el in­ten­to de un vo­to par­la­men­ta­rio con­tra el mi­nis­tro Paz-Sol­dán ● La de­rro­ta del Gobierno en las elec­cio­nes pa­ra el Con­se­jo de Es­ta­do en 1847 ● La ley elec­to­ral de 1847 y el vo­to de los in­dí­ge­nas y mes­ti­zos ● El con­flic­to en­tre el Po­der Eje­cu­ti­vo y el con­se­jo de es­ta­do por la con­vo­ca­to­ria al Congreso ex­traor­di­na­rio de 1848 ● El

in­ten­to de un nue­vo Congreso ex­traor­ di­na­rio en se­tiem­bre de 1848 ●  IV La cons­pi­ra­ción de fe­bre­ro de 1849 y la pri­sión y des­tie­rro de San Ro­mán ●  La me­mo­ria de Par­do y Alia­ga en 1849 ● El Congreso ex­traor­di­na­rio y el or­di­na­rio de 1849. El de­ba­te po­lí­ti­co ●  La pri­me­ra caí­da de un mi­nis­tro por vo­to par­la­men­ ta­rio ●  El in­ten­to de ase­si­na­to de Elías ● La ley de in­dem­ni­dad y am­nis­tía ● Otros as­pec­tos de la le­gis­la­tu­ra de 1849 ●  V El res­ta­ble­ci­mien­to de la vi­da par­la­men­ta­ ria ● El Con­se­jo de Es­ta­do ● El es­pí­ri­tu de mo­der­ni­za­ción en la po­lí­ti­ca ● La ener­gía de Cas­ti­lla ● Jo­sé Gre­go­rio Paz Sol­dán y Cas­ti­lla ● La or­ga­ni­za­ción de los mi­nis­te­ rios y la ac­ti­vi­dad ad­mi­nis­tra­ti­va ● El sen­ ti­do del pri­mer go­bier­no de Cas­ti­lla.

EL RELATIVO APACIGUAMIENTO NACIONAL (1845-1851)

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CAPÍTULO

CAPÍTULO

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 18 ]

NTECEDENTES DE CASTILLA.- Ramón Castilla nació el 30 de agosto de 1797 en el pequeño pueblo de Tarapacá. Unas cuantas casas de barro y una iglesia vieja y maltratada por los temblores formaban este pueblo, rodeado de higueras, sauces y pequeños terrenos cebadales. Angosto es este valle circundado por cerros casi perpendiculares, con la cordillera a un lado y al otro el desierto. Paisaje con latente posibilidad de producir gente sobria y de acción. El padre de Ramón Castilla, Pedro de Castilla, bonaerense, se dedicó a la ocupación de cateador de minas y azoguero. Fue el descubridor de los valiosos minerales de plata del Carmen y Santa Rosa. Su abuelo, Pedro Pablo de Castilla, de Santillana en la montaña de Santander, llegó a América como visitador de Hacienda. Su abuela, Paula Manzano, provenía del Río de la Plata. De su madre, Juana Marquesado Romero, díjose que era hija de una india y de un genovés, Juan Bautista Marquesado, quien llegó a ser coronel de milicias en Tarapacá. Juana Marquesado falleció en Tarapacá en mayo de 1842. En ese pueblo continuó residiendo también José María Castilla, hermano de Ramón, quien llegó a tener el grado de coronel y lo ayudó en sus empresas políticas en 1837, 1841, 1842 y 1848. Alguna vez, ya famoso, se jactó Ramón Castilla de provenir de origen más que decente y dividió a los hombres en tres categorías: los que ostentaban ese privilegio, los de origen decente y los de obscuro origen. Pero la verdad es que, a pesar de todo, por su tipo físico, por su ignorancia intuitiva, por su astucia cazurra, por su rudeza campechana y por su tenacidad incejable, Castilla era plebeyo. Más que un abolengo problemático, debió enorgullecerlo eso; ser una reivindicación del mestizo americano, tan calumniado, tan combatido, aunque socialmente proviniera de la pequeña burguesía provinciana. En su niñez, según el autorizado testimonio de Markham (y sin que ello haga negar la buena condición de su familia) trabajó Ramón Castilla como leñador al ser vicio de su padre, e hizo viajes al desierto para recoger los pedazos de leña que caían de los algarrobos. Su hermano mayor, Leandro, lo hizo llevar a Concepción (Chile), donde administraba los cuantiosos intereses de la familia La Fuente y allí lo matriculó en una escuela que le dio oportunidad para mostrar sus aptitudes. Al estallar la revolución de la independencia de Chile, Leandro Castilla ingresó como oficial al ejército en 1812 y su hermano Ramón se enroló en 1816 como cadete en el regimiento Dragones de la Frontera aunque, dice su biógrafo Valdivia "su deseo era la carrera de las letras". Leandro llegó a alcanzar el grado de general en España y sir vió con lealtad al partido de don Carlos hasta el convenio de Vergara. Ramón hizo la guerra contra los separatistas de Chile y combatió en Concepción, Talcahuano, Chillán y Rancagua. Cayó prisionero después de la batalla de Chacabuco. Llevado a Buenos Aires, el supremo director Pueyrredón, por influencias de su sobrina doña Juana, ordenó que se le pusiera en libertad, y fue embarcado en la goleta de guerra portuguesa San Antonio, donde se encontró con el caudillo chileno José Miguel Carrera. Quiso este, ya en Montevideo, hacerlo su ayudante de campo; pero Castilla se negó y viajó a Río de Janeiro. En diciembre de 1817 emprendió, en compañía del teniente coronel español Fernando Cacho, el viaje del Brasil al Perú por la vía de Matto Grosso. Pasaron por Chiquitos, Santa Cruz de

la Sierra, Valle Grande, Chuquisaca, Oruro, La Paz, Puno, Cuzco, Huamanga, Huancavelica, Lunahuaná y Lurín hasta llegar a Lima. En el territorio brasileño recibieron ambos viajeros facilidades de las autoridades locales, gracias a las recomendaciones obtenidas por Cacho. Terminó esta aventura en Lima el 17 de agosto de 1818, con un recorrido de 2.350 leguas. En Lima se presentó Castilla, que todavía era un cadete, al virrey Pezuela quien lo envió a los Dragones de la Unión estacionados en Arequipa. Asimismo, estuvo de guarnición en el norte primero y después en Tayacaja. José Rodríguez Ballesteros da, por un error, el nombre de Ramón Castilla entre los oficiales que cayeron prisioneros de los patriotas en el combate de Pasto. Valdivia lo niega de modo implícito en su biografía y asevera que Castilla se dirigió de modo furtivo a Lima para presentarse ante Tagle y luego ante San Martín. Incorporado al escuadrón Húsares de la Legión Peruana, organizó como alférez nuevos cuadros en Trujillo y Lambayeque en 1822, año en que recibió el ascenso a teniente. Trabajó luego con intensa actividad en la formación de los Coraceros de la Guardia, cuyo nombre fue cambiado después por el de Regimiento de Caballería de Línea del Perú, el mismo que dio la victoria de Junín y se convirtió en Húsares de Junín. Por estos servicios en la organización de tropas peruanas Castilla fue ascendido en 1823 a mayor y luego a teniente coronel de caballería. Lealmente sirvió a Riva-Agüero hasta que se enteró de sus negociaciones con el virrey para establecer una monarquía. Junto con La Fuente, contribuyó entonces a su deposición; un eco del rencor de Riva-Agüero por esta actitud se escucha en sus Memorias por él publicadas con el seudónimo de Pruvonena. Cuando se hallaba Castilla en Trujillo a fines de diciembre de 1823 en la tarea de completar los escuadrones de los Coraceros de la Guardia, recibió el calificativo de insubordinación (según se ha dicho) su actitud altiva ante la orden de Bolívar para que entregara las fuerzas que mandaba a Trinidad Morán. De acuerdo con otra versión (recogida en unas Efemérides por José Toribio Polo) se produjo un duelo entre los Coraceros del Perú y los Húsares de Colombia el 26 de diciembre de 1823. Morán hizo poner a Castilla una barra de grillos y lo condujo hasta el cuartel general de Caraz en una mula aparejada. Castilla se negó a aceptar la orden de encarcelamiento, impartida contra él(1). Bolívar dispuso que continuase preso en su alojamiento; y luego ordenó su libertad con la condición de que se presentase al jefe de la división peruana, general La Mar para que este lo destinara como tuviere por conveniente. La Mar lo incorporó como ayudante al Estado Mayor General del ejército unido libertador. Fue así como Castilla no pudo combatir en Junín a la cabeza del escuadrón de caballería que él había formado. En la batalla de Ayacucho recibió una doble herida de lanza y bala y fue citado en el parte que escribió Sucre como "muy digno de una distinción singular". Cuéntase que llegó a ser conducido al mismo hospital donde se curaba su hermano que había seguido leal a la causa realista y que, como capitulado de Ayacucho, se embarcó a España. La Mar solicitó su ascenso en el campo de batalla, que no fue concedido.

ALGunA vEz, YA vvvvvvvvv fAMOSO, SE JACTó RAMón CASTILLA DE PROvEnIR DE ORIGEn MáS quE DECEnTE Y DIvIDIó A LOS HOMBRES En TRES CATEGORíAS: LOS quE OSTEnTABAn ESE PRIvILEGIO, LOS DE ORIGEn DECEnTE Y LOS DE OBSCuRO ORIGEn. PERO LA vERDAD ES quE, A PESAR DE TODO, (...) CASTILLA ERA PLEBEYO.

(1) En relación con este episodio la versión que da Juan Gualber to Valdivia es la siguiente: "Los enemigos de Castilla lo

calumniaron ante el Libertador y este haciendo uso de su genio violento, sin juzgarlo, le hizo poner una barra de grillos, conduciéndosele hasta el cuartel general de Caraz en una mula aparejada. El jefe de Estado Mayor colombiano ordenó que en Caraz se le pusiese en la cárcel en prisión, para seguirle el juicio. Cuando Castilla supo tal orden se resistió, exigiendo que el Libertador mandase asesinarlo; pues estaba dispuesto a resistir una orden que era propia para otro género de crímenes y no para un soldado de honor. Puesto en noticia del Libertador, dio este orden para que Castilla quedase preso en su alojamiento; y poco después decretó su libertad, ordenando se presentase al General en jefe del ejército peruano gran Mariscal La Mar, para que este lo destinara como lo tuviese por conveniente. El General La Mar lo destinó al Estado Mayor General del Ejército Unido Libertador. No se le permitió pelear en Junín a la cabeza de su regimiento Húsares de Junín que él había formado" (Biografía del gran mariscal peruano Ramón Castilla, Arequipa, 1873. Lima: Biblioteca de la República, 1953, p. 5). Una carta de Castilla a La Fuente dijo: "Por el General Bolívar se me separó del Regmto. de Junín que hoy debía mandar" (1° de octubre de 1829. Archivo Castilla, vol. III, p. 23).

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 2

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MAYO vv 1846 vv [ ee.uu. [ vv ]

13 18

xxxxxxxxx

EL COnGRESO DE vvvvv LOS ESTADOS unIDOS LE DECLARA LA GuERRA A MÉxICO. LAS CAuSAS PARA ELLO fuEROn: LA AnExIón DE TExAS COMO ESTADO DE LA unIón AMERICAnA (1845), LOS EnfREnTAMIEnTOS EnTRE MExICAnOS Y ESTADOunIDEnSES En DICHO TERRITORIO Y, PRInCIPALMEnTE, EL DESEO DE ESTADOS unIDOS DE AnExARSE CALIfORnIA Y nuEvO MÉxICO. LA GuERRA, quE DuRó HASTA 1848, SuPuSO PARA MÉxICO LA PÉRDIDA DE 2.400.000 kM2 DE SuPERfICIE TERRITORIAL.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 18 ]

En mayo de 1825 estaba Castilla en Arequipa. El general La Fuente, su paisano, prefecto de Arequipa, lo nombró subprefecto de Tarapacá el 24 de junio de 1825. En este cargo Castilla se preocupó de asuntos económicos tales como la recaudación de contribuciones, el empadronamiento de minas y mineros, el estímulo a la actividad de esa industria y la valorización de los yacimientos salitreros, según anota Raúl Rivera Serna en su estudio Don Ramón Castilla de 1821 a 1830 (Fénix, 1954). Encargó a William Bollaert y George Willis que preparasen un informe sobre la existencia y la ubicación de los yacimientos del nitrato de soda. Dicho informe fue presentado y sirvió como base para otro estudio más detallado del mismo Bollaert en su obra Antiquarian, ethnological and other researches in Nueva Granada, Ecuador, Peru and Chile (Londres, 1860). Desde el punto de vista político, mientras Castilla ejercía su función subprefectural hubo dos acontecimientos de gran trascendencia. Uno de ellos fue la entrega de la Constitución vitalicia o bolivariana a la decisión de los colegios electorales. Castilla demoró en reunir al de su provincia. Como se ha visto en capítulo anterior, frente a cincuenta y ocho colegios electorales que aprobaron aquella Carta política, las únicas opiniones discrepantes fueron las de algunos electores pertenecientes a Catacaos y la del colegio de Tarapacá en pleno. Expresó este, según ya se narró, que no se consideraba bastante ilustrado para resolver cuestión tan delicada; que, por consiguiente, no aprobaba ni rechazaba el proyecto y que se sometía a las opiniones de Arequipa y no desmentiría la obediencia al Gobierno siempre que, conforme lo esperaba, fueran conformes con los principios liberales. Demasiada coincidencia hay entre el hecho de haber sido Castilla subprefecto de Tarapacá y la actitud solitaria del colegio electoral de esa provincia, si se toma en cuenta el anterior incidente de este jefe con Bolívar, su decidido nacionalismo y los medios que hubiera podido emplear para corromper y para intimidar, haciendo uso de su autoridad, en una provincia aislada y pequeña en el caso de haber tenido la decisión verdadera de hacer aprobar la Constitución sin reservas. Natural fue que en su correspondencia con La Fuente, prefecto de Arequipa, que se conserva en la Biblioteca Nacional, se cuidara de adoptar sobre el asunto un lenguaje discreto, aunque en su carta de 1° de octubre de 1829, mucho tiempo después, dice a este personaje: "He sido perseguido por solo peruano, cuyo delito se expía en mí desde admón despótica de Bolívar". No había iguales motivos para que contuviera Castilla sus sentimientos en relación con la otra cuestión de trascendencia que entonces surgió: la firma de los tratados que establecieron la federación entre el Perú y Bolivia y transfirieron a ese país los territorios de Tacna, Arica y Tarapacá. "Sería un dolor (escribió entonces a La Fuente) que después de infinitos sacrificios viniese el Perú a formar la República más miserable quedando sin estas dos provincias"... "Concluyo mi Gral. diciendo; que las provincias de Arica y Tarapacá no ganan cosa alguna; la República Bolivia es la que recibe el bien; y este bien con grave perjuicio de la nuestra, creo no debe admitirse". Las desavenencias que tuvo Castilla con varios personajes locales, entre ellos el juez Ocharán, dieron lugar a episodios diversos como la acusación que se le hizo de complicidad en el contrabando de licores internados furtivamente por el puerto de Arica. El propio acusado organizó un expediente sobre este asunto y que fue remitido a la Corte Superior de Lima. Cansado por los disgustos, renunció la Subprefectura de Tarapacá. Nombrado luego subprefecto de Tacna, también dimitió el cargo y pasó a Arequipa. Entonces se le designó jefe del escuadrón Lanceros del Cuzco y luego jefe de Estado Mayor de la división de reserva. Su grado continuaba siendo el de teniente coronel. Desde esta ciudad felicitó a La Fuente por el cambio de gobierno hecho en Lima; y escribió a Ildefonso de Zavala sobre la guerra con Colombia y llegó a decirle que se preguntaba si debía marchar a unirse a la guarnición de Guayaquil y morir con ella "peleando por el honor e interés de esta nación desventurada". Atribuyó los infortunios que estaban ocurriendo en la política internacional a "la mano del sanvo Canalla de Colombia". A La Fuente le habló de "la impericia

de nuestros jóvenes en Campañas" y calificó al convenio de Girón como "monumento de eterna ignominia al Perú, a nuestro Estandarte y a nuestro honor". Y le expresó el siguiente voto: "Que V. E. asegure su Independencia (la del Perú) al parecer y que la restablezca a su esplendor y honor perdidos". El 9 de agosto de 1829 procedió con varios jefes peruanos, según se ha visto en otro capítulo, al apresamiento del prefecto coronel Reyes, el general Manuel Martínez de Aparicio, el coronel Gregorio Escobedo y otros amigos de Santa Cruz que, de acuerdo con este, tramaban la segregación del sur del Perú. Los presos fueron remitidos a Lima y despachados por el propio Castilla desde Islay. En el proceso entonces iniciado, desempeñó el cargo de fiscal y publicó un manifiesto con cincuenta cartas acusatorias de Santa Cruz y sus cómplices. Se embarcó para el Callao en la corbeta de guerra Libertad. Al llegar a Lima, Castilla, ascendido a coronel efectivo, fue nombrado edecán del presidente Gamarra a quien acompañó en 1830 hasta el Cuzco. En esta ciudad diósele la comisión de reunir caballos en los departamentos de Arequipa y Tacna para los escuadrones del ejército situado en Lampa. Después de cumplir el mencionado encargo, recibió el nombramiento de jefe de Estado Mayor de la división de caballería y de la vanguardia del ejército de prevención que estuvo acantonado en Puno hasta que se firmó en Arequipa el tratado con Bolivia. Cuando surgió dentro del ejército la facción de jefes peruanos que pretendió excluir a los extranjeros del mando militar, Castilla perteneció a ella. Temeroso Gamarra, lo apresó en Lima, lo envió al castillo del Real Felipe, de allí al del Sol en el Callao y luego a la corbeta Libertad. En la causa por conspiración que se le siguió, negó Castilla haber intentado un cambio de gobierno y afirmó, antes bien, que todos sus propósitos se reducían a buscar la separación de los españoles por obra del mismo Gamarra, remitiéndose a la carta que escribió a José Félix Iguaín acerca de estos asuntos. Al llegar hasta él, cuando estaba preso, bruscamente, la noticia de un plan subversivo, la transmitió al fiscal de la causa que se le seguía. Por ello fue víctima de graves acusaciones, aumentadas ante el fusilamiento del capitán Felipe Rossel. Enfermó y fue llevado a Lima, al hospital de Santa Ana. De allí escapó y se refugió en Chile. Poco después publicó el folleto titulado Manifiesto del coronel Ramón Castilla rebatiendo a los que injustamente le han atribuido la infausta muerte del ilustre cuzqueño capitán don Felipe Rossel, fusilado por Camorra en la Plaza de Lima. (Arequipa, 1834). Era el segundo manifiesto de Castilla, pues anteriormente, como se ha visto, había editado las pruebas sobre las intrigas cisionistas del sur en 1829. Regresó a Tarapacá a fines de 1833. Pasó a Arequipa y se sublevó al servicio del general Nieto contra la oligarquía militar de Gamarra y Bermúdez, que había desconocido al presidente legal, Orbegoso. Mandó el escuadrón Inmortales compuesto por jóvenes distinguidos; a la cabeza de ellos puso en fuga en la batalla de Miraflores a los Húsares de Junín y fue herido de un lanzazo en la cabeza. Así herido, combatió en Cangallo. Admiró a los expertos la notable retirada que dirigió de Arequipa a Tacna. Ascendido a general después de la victoria del partido constitucionalista u orbegosino, viajó a Puno como prefecto; cargo muy delicado y de confianza, dada la situación internacional. Aguda perspicacia demostró entonces al escribir reiteradamente a Orbegoso para anunciarle desde lejos el grave peligro que Salaverry significaba. Cuando vio que no solo este, sino otros consejos relativos a la seguridad de la frontera boliviana no eran atendidos, renunció en marzo de 1835 y fue a Arequipa. Allí actuó por un tiempo como secretario general y jefe de Estado Mayor de Orbegoso, con quien llegó a tener diálogos violentos, censurándole su conducta. Disgustado con la política que siguió Orbegoso en beneficio de Santa Cruz, escribió en vano a Salaverry para pedirle que dejara el mando a la persona designada por la Constitución en los casos de vacancia de la Presidencia y que formase el frente único nacional, la "unión sagrada". Orbegoso le quitó el mando el 4 de junio y lo mandó tomar preso y confinar en Tarapacá; pero Castilla, por enfermedad, se quedó en Tacna.

LAS vvvvvvvvv DESAvEnEnCIAS quE TuvO CASTILLA COn vARIOS PERSOnAJES LOCALES, EnTRE ELLOS EL JuEz OCHARán, DIEROn LuGAR A EPISODIOS DIvERSOS COMO LA ACuSACIón quE SE LE HIzO DE COMPLICIDAD En EL COnTRABAnDO DE LICORES InTERnADOS fuRTIvAMEnTE POR EL PuERTO DE ARICA.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 2

119

JunIO vv 1846 vv [ VAtIcAno [ vv ]

21 18

GIOvAnnI MARíA vvvvv MASTAI fERRETTI, COnOCIDO COMO PíO Ix, InICIA Su PAPADO TRAS LA MuERTE DEL PAPA GREGORIO xvI. MASTAI nACIó En SEnIGALIA, ITALIA, En 1792. DuRAnTE Su GOBIERnO LOS ESTADOS POnTIfICIOS SE unIEROn A ITALIA. En EL CAMPO ESPIRITuAL, PROMuLGó EL DOGMA DE LA InMACuLADA COnCEPCIón DE MARíA, unA DE LAS BASES DEL CATOLICISMO ACTuAL.

120

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 18 ]

El 11 de octubre de 1835, Santa Cruz lo mandó apresar para remitirlo a Oruro. Castilla fugó hacia Arica; perseguido por una partida con un perro de caza, retrocedió hasta el Morro de Sama, de donde, embarcado en una balsa, se fue al puerto de Ilo y se asiló en un bergantín de guerra de la escuadra peruana que obedecía a Salaverry. Se trasladó luego a una corbeta de guerra francesa y en ella viajó al Callao. Rechazó entonces la propuesta que para que se le uniese le hizo Salaverry, a quien llamó "tigre destructor de la sociedad" y sobre cuya campaña hizo en un manifiesto, que al año siguiente publicó en Quillota (Chile), una interesante crítica. Allí sostuvo que tomó la ofensiva antes de tiempo sin tener bases de reserva y que su error craso fue no haber creado una conjunción nacional. Seguía asilado en el barco francés cuando las fortalezas del Callao fueron ganadas para Orbegoso y este pidió que él fuera entregado. Viajó a Chile el 11 de febrero de 1836. Se hizo notar por su denuedo al mando de un batallón peruano en el combate del Barón, en el cual resultaron vencidos los sublevados contra el ministro Portales y contra la guerra en el Perú. En la primera expedición restauradora, fue comandante de la Legión Peruana y prefecto de Arequipa y tuvo ya notorios disgustos con Vivanco, jefe entonces de las tropas peruanas. Per teneció en la segunda expedición restauradora al grupo que, con Gamarra, hizo la guerra a toda costa a Orbegoso y llegó a ser entonces jefe de Estado Mayor y ministro. Su energía y su valor fueron decisivos para la victoria en Buin. A él se debió (cuenta Valdivia en la biografía ya citada) que en la junta de guerra reunida en San Miguel el 10 de enero se decidiera acometer a Santa Cruz en sus posiciones, librándose la batalla de Yungay. El puesto que tuvo en esta batalla fue el de comandante general de la división de caballería del ejército restaurador. A su acometividad personal rubricada, según Valdivia, por la frase: "No hemos venido a correr" debiose, en gran par te, la victoria. Sirvió a Gamarra como ministro general y luego como ministro de Guerra y de Hacienda. Como tal reorganizó el Tribunal Mayor de Cuentas, auspició un nuevo Reglamento de Comercio y Aduanas y publicó los ingresos y gastos fiscales. Corresponde a esta época la anécdota de su incidente con el diplomático francés Saillard, quien lo desafió a un duelo que (según Ricardo Palma) Castilla pidió se realizara con lanza y a caballo porque Saillard se había expresado en forma despectiva para el arma de caballería en el ejército peruano. Al estallar en 1841 la primera revolución de Vivanco lo envió Gamarra al mando del ejército destinado a debelarla; y lo consiguió en el encuentro de Cuevillas, después de haber sido vencido en el de Cachamarca. Poco después actuó en la invasión de Bolivia. Los movimientos hechos durante la campaña y los que ocurrieron en la batalla de Ingavi se efectuaron con su oposición, según manifestó a su hermano José María Castilla en carta escrita en Tacna el 10 de setiembre de 1842, al regresar de aquel país. Acaso creyó también que la grave decisión de pasar la frontera fue adoptada cuando apenas se contaba con un ejército de reclutas, según se deduce de unas frases en una comunicación a Pedro Cisneros el 10 de mayo de 1847. Pero a este mismo general hizo la más explícita referencia de la catástrofe en que perdió la vida Gamarra al afirmar en Ingavi: "Fuimos desgraciados porque todo fue confianza, desprecio y precipitación" (12 de abril de 1847). Luchó en esta batalla hasta el final. Prisionero maltratado por Ballivián en el mismo campo, se le puso una fuerte barra de hierro en La Paz y con ella llegó a ser conducido a la fortaleza de Oruro, donde ya recibió mejor trato aunque sin quitársele los grillos. Intentó escaparse después de haber sido trasladado a Palca, valle del departamento de Cochabamba; pero la mujer de uno de sus cómplices lo delató y fue apresado en el camino, bárbaramente apaleado y confinado en Santa Cruz de la Sierra. Concluida la guerra y de regreso del cautiverio, actuó en Tacna, en Moquegua y en Lima, en la forma que en anteriores capítulos se ha referido. Alejado nominalmente del poder supremo, pues lo ejercía Menéndez, fue elegido presidente de la República en los terceros comicios populares que se realizaron en el Perú con este objeto (los anteriores fueron en 1829 y 1839).

[1] [1]

[2]

Afligidos y valladolid. En este dibujo de Leonce Angrand, de mayo de 1838, podemos observar la calle Afligidos (1), hoy Caylloma, lugar donde un desconocido disparó y trató de acuchillar al empresario y político iqueño Domingo Elías en 1849. El desconocido se dio a la fuga por la calle Valladolid (2), hoy Huallaga, perseguido por el propio Elías y un transeúnte. No pudo ser capturado, sin embargo. Aquí, esta calle en una acuarela de Bartolomé Lauvergne, de mediados del siglo XIX.

[ capítulo 18 ] período 2

121

Así pues, Al hAcerse cArgo del poder, cAstillA no erA un joven, ni un recién llegAdo A lA vidA públicA. conocíA el pAís pAlmo A pAlmo, desde el extremo sur, de donde iniciArA lA revolución constitucionAl y donde hAbíA vivido como subAlterno, como perseguido y como jefe, hAstA el norte, en donde estuvo durAnte lA cAmpAñA de lA independenciA y lA cAmpAñA de lA restAurAción.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 18 ]

Así pues, al hacerse cargo del poder, Castilla no era un joven, ni un recién llegado a la vida pública. Conocía el país palmo a palmo, desde el extremo sur, de donde iniciara la revolución constitucional y donde había vivido como subalterno, como perseguido y como jefe, hasta el norte, en donde estuvo durante la campaña de la Independencia y la campaña de la Restauración. Conocía también los países vecinos más importantes para la política peruana de entonces: Bolivia y Chile. Su novelesco viaje juvenil de Río de Janeiro al Perú por la vía de Matto Grosso, le había hecho ver la magnificencia de la región amazónica. Había tratado de cerca a San Martín, a Bolívar, a Riva-Agüero, a La Mar, a Gamarra, a Orbegoso, a Santa Cruz, a Salaverry, a Vivanco. Su nombre estaba unido a los orígenes del ejército nacional peruano, a la formación del batallón que dio la victoria de Junín, al fracaso de la transacción con los españoles que Riva-Agüero auspiciara, a las primeras búsquedas de la riqueza salitrera, a las rebeldías iniciales contra la Constitución vitalicia, a la liquidación del separatismo boliviano en Arequipa en 1829, al repudio de los militares extranjeros en 1831, al fracaso de la Confederación Perú-boliviana. Todos esos trabajos dispersos que escondían el oculto ligamen de la ilusión por un Perú libre, fuerte y grande, los tenía realizados Castilla en medio de innumerables dificultades, fracasos, amarguras e incomprensiones. Él no había gozado de educación esmerada, ni de riquezas heredadas, ni de cenáculos diferentes. A los cincuenta años de vida combativa, estaba de regreso de entusiasmos inútiles; había aprendido el difícil trabajo de saber digerir la ajena maldad y podía mirar a los hombres con el desdén irónico, que es flor de la verdadera sabiduría y que si, a pesar de todo, conserva la obsesión de crear, da la clave de los que verdaderamente son grandes.

[ II ] Los incidentes con ingLaterra en La guerra civiL de 1844-1845.- El general José Félix Iguaín era uno de esos tipos rijosos e indomables que emergen en las épocas de trastornos. Hijo natural nacido en la bravía Huanta el 21 de noviembre de 1800, promovió en 1826 en su tierra natal una sublevación contra Bolívar. Periodista, redactó en los días de fervor nacionalista y anticolombiano una exaltada hoja titulada Atalaya contra Vitalicios. Más tarde, al producirse la batalla del Portete de Tarqui, recogió la leyenda negra que imputaba a Gamarra culpabilidad en ella y editó La Patria en Duelo. Llegó a ser uno de los demagogos más influyentes en la oposición contra este Presidente y fue su principal tribuna periodística El Penitente. Además de su tribuna periodística tuvo la tribuna parlamentaria como diputado por Huanta en 1832. Llegó a ser apresado, no obstante su fuero legislativo, junto con Castilla. Salaverry lo hizo coronel. Durante la época confederal vivió emigrado hasta que actuó en la campaña de Restauración. En 1838 editó en Lima curiosos periódicos como El Periodiquito y El Rebenque, este último dirigido principalmente contra el representante diplomático de Inglaterra, Belford Hinton Wilson. Volvió a estar preso en 1841 y 1842 por razones políticas. No le agradó, como era natural, el aristocrático autoritarismo de Vivanco, se enroló en la sublevación constitucional y fue nombrado prefecto de Moquegua, en cuyo puesto no olvidó su afición editorial, pues publicó en Tacna el periódico El Fénix. En plena guerra civil entre Castilla y Vivanco, entre constitucionalistas y directoriales, fuerzas constitucionalistas, es decir, castillistas, detuvieron el vapor inglés Perú. Consideró el jefe de la escuadra inglesa que había sufrido una afrenta la bandera de su país y procedió a la detención y al embargo de la escuadra peruana que estaba pronunciada a favor del constitucionalismo y había sido reunida en el puerto de Islay (14 de agosto de 1844). El 1° de setiembre del mismo año, el buque inglés Cormoran fue a hacer su aguada en el puerto de Arica, perteneciente entonces al departamento de Moquegua, en donde era prefecto Iguaín, ascendido entonces a general de brigada, además de ser miembro de la Junta de Gobierno. Como le fuera negado todo auxilio, el Cormoran, después de haber hecho embarcar al cónsul inglés, bombardeó Arica. Llegó a arrojar veintiocho granadas.

EL PROTOCOLO DE MAYO DE 1845 Y LA GESTIÓN DIPLOMÁTICA CONTRA ÉL.- El enojoso incidente suscitado así con Inglaterra encontró una solución en el protocolo de 30 de mayo de 1845 firmado por el ministro José Gregorio Paz Soldán y el encargado de negocios Guillermo Pitt Adams. El coronel José Arancibia, gobernador de Arica, y el coronel Juan Gaspar Artaza, que en Islay detuvo al Perú, fueron castigados y se los removió de sus funciones sin haberse aceptado por el Gobierno peruano la exigencia inglesa de que diera satisfacciones por escrito quedando, a la vez, aceptadas por el Gobierno inglés las explicaciones hechas por Paz Soldán. En cuanto al general Iguaín, fue separado de la Prefectura y Comandancia General de Moquegua con el compromiso de no emplearlo mientras el conflicto con Inglaterra no quedase terminado definitivamente. El ministro Pitt Adams había pedido que se le privara de sus funciones y de su rango, así civiles como militares y no aceptó la propuesta de abrir al respecto un juicio en el Perú o de entregar el asunto a arbitraje. Como "transacción" se acordó que Iguaín quedaría suspenso de su grado militar; el Gobierno peruano se reservó el derecho de reclamar ante el de Inglaterra con motivo de esta situación. Expresamente declaró Paz Soldán en el protocolo tres cosas: 1) Que las concesiones hechas y la terminación del asunto no servirían de regla, ejemplo ni antecedente en otras diferencias que pudieran surgir; 2) Que el gobierno peruano había "cedido al imperio de las circunstancias, que no había podido superar en la intimación hecha a nombre de S. M. B." (a lo cual replicó el negociador británico que obraba en obsequio de la paz, sujeto al fallo de S. M. la Reina); 3) Que se reservaba hacer uso de sus derechos ante S. M. B. denuncias del Perú contra la forma como el gobierno británico había tratado el reclamo contra Hugo Wilson (cónsul acusado con toda razón de intensas y tenaces actividades a favor de Santa Cruz) completaron el contenido del diferendo que Paz Soldán y Pitt Adams quisieron resolver. El arreglo del 30 de mayo fue un documento humillante firmado entre sollozos, dice Juan de Arona. Puede ser calificado, agrega este mismo autor, como peor que el tratado VivancoPareja de 1865. Una carta de Castilla al general Pedro Cisneros, el día anterior al de la firma de tan lamentable pacto, expresó que había hecho grandes sacrificios en obsequio a la paz nacional, a pesar de lo cual temía, no sin datos, el bloqueo y el bombardeo de los ingleses considerando que "estos caballeros lo que quieren es el guano". Al mismo tiempo, dio instrucciones a Cisneros sobre el armamento y la tropa que debían ser empleados en defensa de la soberanía e independencia amenazadas. Expresa, pues, esta comunicación, una voluntad de lucha indeclinable frente a la amenaza contra la libertad del país. Pero los ingleses solo querían vengar lo ocurrido con el Perú y con el Cormoran. Al aceptar luego el claudicante arreglo firmado por Paz Soldán, Castilla seguramente creyó que no podía hacer otra cosa en vista de la impertérrita actitud de Pitt Adams. Consideró, sin duda, que era una locura entregar el país a nuevos ultrajes y vejámenes y buscó, al mismo tiempo, la forma de liquidar la cuestión aunque fuera dolorosamente. El protocolo fue conocido por el Congreso y este le prestó su aprobación el 29 de mayo, tomando en cuenta el angustioso estado de cosas que las exigencias del Gobierno británico creaban. La memoria ministerial de 1847, por su parte, pretendió explicar esta misma actitud por "el estado de la República, el peligro del Gobierno y la necesidad de salvar a toda costa la paz". La afirmación específica y reiterada hecha en el convenio del 30 de mayo de que el Perú había obrado bajo el peso de una intimación y que haría una demanda en favor de sus derechos en Londres, fue confirmada cuando se produjo el nombramiento del nuevo ministro ante la corte de la reina Victoria, Juan Manuel Iturregui. Llevó Iturregui instrucciones para plantear el reclamo pertinente y pedir indemnizaciones y satisfacciones con la enumeración de los agravios hechos al Perú por marinos y agentes británicos. Cumplió con el encargo en su nota de 12 de octubre de 1846 que lord Palmerston contestó después de varios meses, en febrero de 1847,

JOSÉ DE ARANCIBIA (1800-1891)

El militar chileno llegó al Perú con el ejército Libertador. En 1834 secundó las acciones de Salaverry, lo que le valió la cárcel. Pudo escapar, sin embargo, y se unió al ejército Restaurador, con el cual peleó en Yungay (1839). En 1841 apoyó el motín de Vicanco, por lo que fue encarcelado y desterrado a Bolivia. De regreso al Perú, se convirtió en edecán de Castilla. Más adelante fue director de la Penitenciaría de Lima (1867) y prefecto de Moquegua. En 1879 pidió su reincorporación al ejército tras la declaración de guerra de Chile, y peleó en Iquique y en la batalla de San Francisco.

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negándose a todo avenimiento y declarando que las fuerzas navales de su país serían "enérgicamente empleadas en proteger a los súbditos ingleses y sus propiedades, en defender los intereses y en mantener el honor de la corona de S. M. B.". El arbitraje fue rechazado. Iturregui insistió en sus demandas, como también su sucesor, Joaquín J. de Osma. A este asunto aludieron la memoria al Congreso de 1847 ya mencionada y la de 1849. La reina de Gran Bretaña tomó la rara actitud de rehabilitar a Iguaín en sus honores y clase.

VICTORIA I (1819-1901)

Durante su largo reinado de tinte conservador y nacionalista (1837-1901), Victoria I de Inglaterra se enfrentó en repetidas ocasiones con los gabinetes ministeriales que gobernaban su país. En 1846 su ministro de Asuntos Exteriores era el polémico Henry John Temple, vizconde de Palmerston, quien negó la petición del ministro peruano Juan Manuel Iturregui de indemnizaciones por las acciones de los marinos británicos en nuestro país en agoto de 1844.

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LAS AGITACIONES SUBVERSIVAS Y LA PRESIÓN DE IGUAÍN.- Violentas actitudes adoptó José Félix Iguaín después del convenio con Inglaterra. En una carta a Pedro Cisneros, el 13 de octubre de 1845, Castilla dijo: "Probablemente a nuestro amigo y compañero Iguaín lo haré salir del país en estos días porque se ha propuesto gobernar el mundo a su modo poniéndose en pugna con los gobiernos y con los hombres". El áspero huantino había querido, expresó también Castilla,"que el Gobierno como un loco declarase la guerra insensata a los ingleses por vengar a su persona" (a Cisneros, 13 de abril de 1846). Fue entonces cuando conspiró y se sublevó contra quien había sido su jefe y su camarada durante la campaña de 1844 y 1845, así como se había sublevado o había conspirado contra Bolívar en Huanta en 1826, contra Gamarra en 1832, contra Santa Cruz en 1836, contra Gamarra en 1841 y contra Vivanco en 1844. Su insurgencia halló expresión en una intentona en Tacna el 6 de febrero de 1846, efectuada, según Castilla, con apoyo de Ballivián. Tenía entonces el caudillo oriundo de Huanta el proyecto de formar un Estado "hanseático" compuesto por los departamentos de Moquegua, Tacna y Tarapacá, independiente del resto del Perú, para confederarlo después con Bolivia. Uno de los muchos documentos que llegaron a ser descubiertos fue la carta que escribió al juez de Tacna, Narciso Barrios, donde decía textualmente: "Menester es ya, pues, pensar seriamente en salvarse y salvar al país adoptando el único medio que nos dejan las circunstancias que es el de una separación absoluta de esta infernal Babilonia (Lima) perenne manantial de corrupción y origen de todas las desgracias que ha sufrido el pobre Perú". Ya en julio de 1845 había hecho Ballivián como presidente de Bolivia incitaciones secretas a algunas personas del depar tamento de Moquegua para que declarasen independiente ese territorio. Apresado Iguaín el 19 de febrero, aparecieron en El Comercio del 22 de junio, del 6 de julio y en otras ediciones posteriores y anteriores del mismo diario, varias cartas suyas que lo delataban. También publicáronse el interrogatorio dirigido por el ministerio al juez de primera instancia para que le sirviese de norma al tomar la declaración instructiva; y muchos documentos relativos a la declinatoria que entabló y a los recursos que suscribió y en los que no faltaron los violentos ataques e injurias al Gobierno. El proceso llegó a ser tramitado entre febrero de 1846 y agosto de 1847 y la Corte Suprema anuló las sentencias de primera y segunda instancias que lo condenaban a seis años de destierro. No faltaron amigos y protectores del encausado en el Consejo de Estado. En agosto de 1847 el Congreso aprobó su salida del país como una censura tácita a la lenidad del Poder Judicial. A la legislatura de aquel año se dirigió Iguaín para solicitar la acusación del ministro José Gregorio Paz Soldán por infracciones de la Constitución (sesión del Congreso el 28 de agosto de 1847). En julio de 1848 estallaron en Moquegua tumultos locales con motivo del relevo del subprefecto coronel Ramón Vargas Machuca, que fueron atribuidos a amigos de Iguaín, y en Tacna, sublevándose ellos encabezados por Mariano Céspedes. A poco apareció el desterrado en Tarapacá una vez más, con la ayuda de Ballivián que entonces vivía en Chile. La intentona subversiva no llegó a adquirir volumen, el orden pudo ser restablecido en Tacna el 2 de agosto e Iguaín fue apresado el 29 de julio después de una persecución de pocos días. El Consejo de Estado autori-

zó el juzgamiento militar de los comprometidos que llegasen a ser descubiertos y aprehendidos durante el período de sesenta días (14 de agosto de 1848). Estimó el Consejo que los procedimientos ordinarios no eran eficaces para reprimir la voluntad de subversión. Pero el proceso militar siguió, sin embargo, un curso lento y los demás acusados quedaron dentro del fuero ordinario. El Gobierno atribuyó a Iguaín haber participado en la conspiración de 1849, acerca de la que se hablará más adelante. Como se lanzaba a la revuelta sin medir la escasez de elementos a su disposición y las consecuencias de sus actos, así también su temperamento belicoso y terco lo llevaba, aunque estuviera preso, a soñar con nuevas aventuras y a escribir con saña incansable largos panfletos contra sus jueces y contra el Gobierno, acusándolo de infractor de la Constitución y de las leyes que él mismo había sido el primero en vulnerar. Recluido en un pontón anclado en la bahía del Callao, quedó allí hasta la dación de la ley de amnistía, expedida al final de la primera administración de Castilla.

[ III ] LA POLÍTICA INTERNA EN EL CONGRESO DE 1845 Y EL VIAJE DEL MINISTRO MENDIBURU AL SUR EN 1846.- El Congreso que funcionó como extraordinario y luego como ordinario entre abril y octubre de 1845, no tuvo divisionismos partidaristas y se caracterizó por su prudencia y por su eficacia. En las elecciones para miembros del Consejo de Estado, triunfaron amigos del Gobierno, menos en el caso de Domingo Elías. Quedó designado comopresidente de este alto organismo el mariscal Miguel San Román y como vicepresidente el general José Rufino Echenique. Noticias acerca de inquietudes y peligros en los departamentos del sur hicieron que Castilla despachase a esa región al ministro de Guerra Manuel de Mendiburu el 12 de marzo de 1846. Salió Mendiburu del Callao a Islay por mar y llegó sorpresivamente a Arequipa. Siguió luego a Puno e hizo cambios en los oficiales de diversos cuerpos, alejando y dispersando, además, a algunos jefes y trasladando algunas unidades. La política seguida entonces fue, a la vez que cautelosa, conciliadora. Mendiburu llegó, además, al Cuzco y, por la provincia de Chucuito y la cordillera de Tacora, pasó a Tacna. Se embarcó en Arica el 22 de junio, con dirección al Callao. Los supuestos manejos subversivos parecieron enlazados con los nombres de San Román y Torrico y también, más fundamentalmente, con el de Elías, sin que al respecto fueran encontradas pruebas definitivas.

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APRESADO IGuAín EL 19 DE fEBRERO, APARECIEROn En EL COMERCIO DEL 22 DE JunIO, DEL 6 DE JuLIO Y En OTRAS bbbbbbb EDICIOnES POSTERIORES Y AnTERIORES DEL MISMO DIARIO, vARIAS CARTAS SuYAS quE LO DELATABAn.

LOS ATAQUES DE ELÍAS CONTRA LA POLÍTICA ECONÓMICA EN 1847 Y EL INTENTO DE UN VOTO PARLAMENTARIO CONTRA EL MINISTRO PAZ SOLDÁN.- El gran acontecimiento político a mediados de 1847 fue el examen de los gastos del bienio de 1846-1847 y del presupuesto para 1848-1849 efectuado por una comisión del Consejo de Estado integrada por Domingo Elías, Francisco Quiroz y Manuel de Mendiburu. Este último se había alejado ya del Gobierno, después de pasar del Ministerio de Guerra al de Hacienda. La comisión, en su informe de 28 de julio de 1847, expresó su disconformidad con las cuentas presentadas respecto a los gastos hechos y estudió el modo de disminuir el déficit del presupuesto, tachando y rebajando partidas y propugnando rígidas economías y reformas diversas. Se produjo con este motivo un informe rectificatorio de las oficinas de Hacienda y una refutación de Elías y sus colegas. El asunto pasó al Congreso, donde fue ganado por el Gobierno. El Congreso de 1847 solo pudo instalarse el 6 de agosto y funcionó como ordinario hasta enero de 1848. Especial interés ostenta la moción que presentó en su Cámara en la sesión del 23 de agosto de 1847 el diputado por Ica, Pedro de la Quintana, cercano pariente de Elías, con el siguiente texto: "El Congreso resuelve que se haga presente al Gobierno un voto para que

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[1]

Los caudillos. Manuel Ignacio de Vivanco (izquierda) y José Rufino Echenique (derecha) expulsados del poder por Ramón Castilla en 1844 y 1855, respectivamente, fueron caricaturizados por L. Williez (1855). Aquí, el dibujante alude a las intenciones escondidas de cada uno durante la guerra civil de 1854.

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remueva al Ministro don José Gregorio Paz Soldán". Esta proposición fue considerada como anticonstitucional. Todavía no se había abierto paso la doctrina de que los ministros pueden caer por el voto del Parlamento.

LA DERROTA DEL GOBIERNO EN LAS ELECCIONES PARA EL CONSEJO DE ESTADO EN 1847.- Luego la preocupación de los intereses políticos se volcó en las elecciones para consejeros de Estado: intrigas y componendas, empleo de señas y contraseñas caracterizaron estas designaciones. Correspondían al Congreso pleno escoger a los nuevos consejeros y al presidente de ese alto organismo constitucional, que venía a ser el primer vicepresidente de la República. El general José Rufino Echenique, que acababa de salir del Ministerio de Guerra enfriado en sus relaciones con Castilla, apareció en esta oportunidad como aliado de Elías, de quien había estado separado desde la época de la "Semana Magna". Elías apoyó a Echenique para que ocupara la presidencia del Consejo de Estado. A pesar de los esfuerzos de Castilla para favorecer a la lista que encabezaba San Román, triunfó Echenique. Luego, como una compensación, San Román recibió el Ministerio de Guerra, del que salió poco después por una infidencia que hizo a favor del periódico de oposición El Zurriago.

LA LEY ELECTORAL DE 1847 Y EL VOTO DE LOS INDÍGENAS Y MESTIZOS.- Uno de los temas que trató la legislatura ordinaria de 1847 fue el de las elecciones. Había expirado el término legalmente señalado para la duración de los colegios electorales de parroquia y de provincia y era necesaria una convocatoria especial. El Congreso ordenó que el presidente de la República la hiciera antes de que terminase el año para que dichos colegios verificaran elecciones parlamentarias. La Constitución de Huancayo mencionó entre los requisitos para ser ciudadano en ejercicio saber leer y escribir, excepto los indígenas y mestizos, hasta el año de 1844 en las poblaciones donde no hubiese escuelas de instrucción primaria. La ley de 1847 expresó que el Congreso, en uso de sus atribuciones, habilitaba en el ejercicio de la ciudadanía a los indígenas y mestizos que, siendo casados o mayores de los 25 años, no supieran leer y escribir, a fin de que ejercieran el derecho de sufragio en las elecciones hasta que se hiciese la reforma del artículo constitucional. La ley mencionada fue dada el 11 de octubre y promulgada el 12 de octubre de 1847.

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vv OCTuBRE vv 1846 [[ vv ] ] perú

vvvvvvvv AuMEnTO DE LA TASA DE MORTALIDAD En LIMA. SEGÚn EL REGISTRO DEL MES, fuE DE 266 fALLECIMIEnTOS En LA CAPITAL, 92 HOMBRES, 79 MuJERES Y 95 nIñOS, LA MAYORíA POR EnfERMEDADES COMO LA DISEnTERíA, fIEBRES, TISIS, TOS COnvuLSIvA Y DOS CASOS DE vIRuELA. ESTA CIfRA ExCEDE En 71 fALLECIDOS A LA DEL MISMO MES En EL AñO AnTERIOR.

EL CONFLICTO ENTRE EL PODER EJECUTIVO Y EL CONSEJO DE ESTADO POR LA CONVOCATORIA AL CONGRESO EXTRAORDINARIO DE 1848.- El Congreso dedicó atención excesiva a asuntos particulares, fue pródigo en ascensos militares y demoró en dar la ley de presupuesto. Esto último motivó una prórroga de las sesiones y la convocatoria a una legislatura extraordinaria que se instaló el 7 de enero de 1848. Cuando el Poder Ejecutivo pidió, de acuerdo con la Constitución, la autorización del Consejo de Estado para hacer esta convocatoria, enumeró los asuntos que las Cámaras debían tratar, que eran el presupuesto, la ley de consolidación y la amortización de la deuda pública. Luego, al expedir el decreto pertinente, invocando el espíritu de la Carta política, agregó "otros negocios de interés general que pudiesen ocurrir y fuera necesario resolver". El Consejo de Estado planteó un problema constitucional. Sostuvo que el Congreso extraordinario no podía ocuparse sino de las materias para las que había sido autorizado específicamente y señaló el silencio del decreto acerca del "previo acuerdo del Consejo". El ministro José Dávila, a nombre del Gobierno, sostuvo que no se había desviado de la Constitución y declaró que se sometía a lo que el propio Parlamento decidiese. El ministro que autorizó la convocatoria fue declarado responsable por el Consejo.

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vv vv

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[ 1848 setIembre 27 ] [ vv ] LOS DISCURSOS DEL vvvvv CONSEJO DE GOBIERNO. En la edición de El Comercio del 27 de setiembre de 1848 se publicaron los discursos pronunciados en la sesión del Consejo de Gobierno el día anterior. Bajo el título de "Pormenores de la sesión de ayer", El Comercio hizo público el debate entre Domingo Elías y el ministro de Hacienda Manuel de Mendiburu sobre los empréstitos. En una de sus intervenciones, Elías dijo: "(…) es de la mayor necesidad la reunión del Congreso extraordinario, porque cualquier contrato que celebre el Gobierno en virtud de la autorización dada por el Consejo, es irrito y de ningún valor".

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La acogida que halló este episodio en el sector parlamentario de la oposición tuvo uno de sus momentos culminantes en el pedido hecho por el diputado Pedro de la Quintana, en la sesión de instalación del Congreso extraordinario, para que él no tratara sino de los asuntos para los cuales había prestado su asentimiento expreso el Consejo de Estado. El Estado, sin llegar a fijar con nitidez los límites de las funciones pertenecientes a los poderes públicos, resolvió en sentido favorable al punto de vista del Ejecutivo (19 y 21 de enero).

EL INTENTO DE UN NUEVO CONGRESO EXTRAORDINARIO EN SETIEMBRE DE 1848.- En setiembre de 1848 Elías insistió ante sus colegas del Consejo de Estado acerca de la conveniencia de que se reuniera un nuevo Congreso extraordinario con el fin de tratar de asuntos económicos y, sobre todo, del problema de la moneda feble boliviana. Como el Poder Ejecutivo no estaba dispuesto a convocarlo, por creerlo inconducente, se habría producido un gravísimo conflicto. En la sesión del Consejo del 26 de setiembre la votación dio 8 sufragios en contra de la propuesta de Elías y 7 a favor. Entre los que votaron a favor estuvieron Echenique y San Román. Elías mencionó en esta oportunidad la necesidad de hacer rectificaciones en el presupuesto y de ir al cumplimiento sincero de él, aparte de la urgencia de buscar remedios contra la mala moneda. Los discursos pertinentes aparecieron en El Comercio del 27 de setiembre.

[ IV ] LA CONSPIRACIÓN DE FEBRERO DE 1849 Y LA PRISIÓN Y DESTIERRO DE SAN ROMÁN.- El 21 de febrero de 1849 el Gobierno anunció que había descubierto una vasta conspiración. Según una información oficiosa publicada entonces, los conspiradores habían proyectado efectuar la captura o el asesinato de Castilla en uno de los paseos que diariamente hacía a la alameda de Acho sin más compañía que su ayudante; pero luego el Presidente se trasladó al Callao. Allí recibió de un capitán o jefe la noticia de que el plan estaba a punto de ser cumplido. En aquel puerto debía sublevarse el coronel Lopera. En Lima habían sido comprometidos los jefes de los batallones Ayacucho y Yungay. Castilla se dirigió (según esta misma información) al cuartel de dichos cuerpos "sin más compañía que la de su espada", encontró en su camino a varios de los conjurados, que no se atrevieron a detenerlo, y pudo impedir el movimiento subversivo cuando iba a estallar. Encerrados los dos batallones en el cuartel de Santa Catalina, buscó Castilla (según otra tradición de la época) al prefecto del departamento para encargarle el aseo de la capital y tomó personalmente a su cargo la tarea de hacer apresar a los cabecillas. El más importante de los detenidos fue el gran mariscal Miguel San Román, miembro del Consejo de Estado. San Román llegó a ser arrestado el 23 de febrero en la Plaza de Armas, con violencia, al salir de una sesión de ese alto organismo nacional. Los presos de menor categoría pasaron a disposición de los tribunales ordinarios; pero, por temor a la lenidad y la morosidad de ellos, Castilla optó por enviar a San Román a bordo de la goleta Venus en el Callao. Le ofreció luego que escogiera el lugar de su permanencia en el extranjero y, ante su negativa, lo deportó con destino al Brasil en el bergantín nacional Tumbes en compañía del general Agustín Lerzundi, los coroneles Francisco Alvarado Ortiz y Juan Espinoza y los civiles Manuel Calonje y Mariano Pagador. Este último había sido redactor del virulento periódico El Zurriago (1849) calificado como incitador de la revolución. Al llegar a Talcahuano el capitán de navío Ignacio Mariátegui se negó a continuar en el comando del Tumbes, se declaró como uno de los conspiradores aseverando que no lo eran los que estaban presos y con una parte de la tripulación desembarcó en ese puerto. El Tumbes volvió al Callao. San Román y sus compañeros de viaje se quedaron en Chile.

Castilla mandó llamar personalmente a los impresores de Lima para ordenarles que, por un tiempo, no publicaran nada contrario al Gobierno. Sin embargo, El Comercio insertó la protesta de San Román redactada en la Venus, en la que se declaraba inocente y acusaba a Castilla, así como sus representaciones ante el Consejo de Estado. Otro de los deportados fue el general Juan Crisóstomo Torrico, distanciado de Castilla desde tiempo atrás. San Román había sido ministro de Guerra de Castilla. Este lo acusó de haber ido al gabinete como espía, para conocer más de cerca la política del Gobierno (carta a Cisneros, 24 de octubre de 1848). También lo creyó complotado con Iguaín. En el Consejo de Estado, Elías condenó el atentado que implicaba la prisión de San Román entre los aplausos de la barra cuya actitud tomó visos de motín y pidió que fuera puesto a disposición del Consejo; esto, por cierto, antes del destierro. Se pretendía por Elías y sus amigos que ningún consejero podía ser preso sino por delito in fraganti ni juzgado sino por la Corte Suprema, previa acusación de la Cámara de Diputados y declaración de la de Senadores de haber lugar a formación de causa. Los partidarios del Gobierno sostenían, en cambio, que esa inmunidad, expresamente reconocida por la Constitución para los diputados y senadores, no lo estaba para los consejeros de Estado. "En cuanto al conocimiento privativo de la Corte Suprema en sus causas (decía Felipe Pardo y Aliaga en su memoria al Congreso Extraordinario de 1849) tampoco es claro el privilegio; porque, según el Art. 35 de la Constitución, conforme con el Art. 3° de la ley de 20 de junio de 1834, parece que la acusación de la Cámara de Diputados, la declaración de haber lugar a formación de causa de la Cámara de Senadores y la jurisdicción del Tribunal Supremo no están establecidas sino para delitos a que está impuesta pena infamante y que sean sometidos en el ejercicio de sus funciones por los funcionarios que se especifican en dicho artículo. Los consejeros de Estado están comprendidos dentro de dichos funcionarios; pero el individuo de quien se trata no había delinquido en calidad de consejero". En contraste con la resuelta actitud oposicionista de Elías en el Consejo de Estado, Echenique y Mendiburu influyeron para que las decisiones de este cuerpo se moderaran, limitándose a pedir que San Román fuese puesto a órdenes de él con envío de los documentos de acusación y a hacer ante el Gobierno las representaciones ordenadas por la Carta política para los casos de infracciones constitucionales. El ministro de Gobierno, José Dávila, dimitió poco después de haberse producido las primeras prisiones, acaso en desacuerdo con las medidas de fuerza adoptadas, si bien invocó motivos de salud. Se encargó de esa cartera el ministro de Guerra, José María Raygada, y así asumió la responsabilidad de la política adoptada por el Ejecutivo. En el conflicto con el Consejo de Estado, en el que llegó a insistir este organismo mediante una tercera representación, Raygada afirmó que la solución competía al Poder Legislativo y fue hecha la convocatoria a una legislatura extraordinaria sin que esta vez surgiera el conflicto de 1847. Cuando ya parecía tranquilizado el ambiente público, fue nombrado ministro de Gobierno Juan Manuel del Mar, que era consejero de Estado. Hubo notorias violaciones de leyes en los apresamientos y deportaciones de 1849. No ha sido estudiado todavía este asunto (acaso no lo sea nunca) en forma que permita juzgar acerca de los alcances del movimiento que, según las informaciones oficiales, debieron encabezar San Román y Torrico. Pero, en todo caso, Castilla, después de dar reiteradas muestras de dura energía, la canalizó por los cauces de una convocatoria al Congreso y del llamamiento que hizo para que ocupara el portafolio de Gobierno uno de los miembros del alto organismo que había sido herido con la más sensacional de las prisiones y destierros. En marzo de 1849 estallaron rebeliones a favor de Ballivián en Oruro y en La Paz. Entre la documentación subversiva que fue entonces capturada y llegó a recibir publicidad había una carta de ese caudillo, fechada el 26 de febrero, donde decía: "Felizmente Castilla nada puede y seguramente habrá caído en la misma fecha, pues sin tanta bulla tenían todo listo para el mismo

[ 1839-1840 setiembre 28 ]

CASTILLA MAnDó Junto con la bandera, LLAMAR San Martín también PERSOnALMEnTE crea el primer escudo A del Perú. En él, sobre LOS IMPRESORES un cielo azul, los rayos DE LIMA PARA del sol iluminan ORDEnARLES quE, montañas levantadas sobre un un apacible mar.nO POR TIEMPO Esta escena aparece PuBLICARAn rodeada por una nADA corona ovalada de COnTRARIO AL laureles, atada en su GOBIERnO. SIn extremo inferior con EMBARGO, una cinta deunaºEL cinta de color colorInSERTó oro. COMERCIO LA PROTESTA DE SAn ROMán REDACTADA En LA vEnuS, En LA quE SE DECLARABA InOCEnTE Y ACuSABA A CASTILLA, ASí COMO SuS REPRESEnTACIOnES AnTE EL COnSEJO DE ESTADO.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 2

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EL ZURRIAGO

En junio de 1849, Felipe Pardo y Aliaga, ministro de Relaciones Exteriores, Justicia y Negocios Eclesiásticos, acudió al Congreso a presentar una memoria en la que supuestamente comprobaba la existencia de una conspiración contra el régimen de Castilla. Como uno de los conspiradores, señaló a El Zurriago, una revista histórica, política y literaria que se publicaba los miércoles y los sábados. Su precio era de un real y, además de su editorial, ofrecía relatos de viajes y artículos de renombrados escritores, como Alejandro Dumas.

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18 del presente, según me lo indican. Entonces, pues, es tiempo de desenvolver aquellas bases de relaciones con esos amigos para fijar paces sólidas y duraderas. Mucho tenemos andado".

LA MEMORIA DE PARDO Y ALIAGA EN 1849.- El Congreso se reunió en junio de aquel mismo año. Ante él presentó Felipe Pardo y Aliaga, ministro de Relaciones Exteriores, Justicia y Negocios Eclesiásticos, una elocuente memoria con los documentos comprobatorios de la conspiración (18 de junio de 1849). Hay en esta memoria tres aspectos. Uno de ellos está en las revelaciones sobre un plan vasto que abarcaba tres países –el Perú, Bolivia y Chile– y en el cual habrían estado comprometidos, aparte de San Román y Torrico, Ballivián y Flores. En cuanto a Ballivián, lo acusaba de intrigas para trastornar el orden público en el Perú en 1845, en 1846 con menoscabo de su integridad y en 1848. La conjura por él tramada en 1849 (proseguía diciendo) tuvo, aparte de sus secuaces peruanos, agentes y mensajeros en Bolivia. De uno de estos, el coronel Vincendon, fusilado en abril de dicho año, Pardo publicaba cartas. Vincendon, a su vez, había estado en contacto con Flores. "Nuestra empresa es muy vasta (escribió Ballivián en carta a su hermana el 20 de febrero, cuyo original estaba también en poder de Pardo) y se extiende hasta Panamá". Ya desde diciembre de 1847 había creído percibir Castilla ajetreos por la federación, avizorando en ella la amenaza de que los ingleses y los chilenos se apoderasen del guano para cobrar sus deudas, y los colombianos y los bolivianos del territorio nacional (carta a Cisneros, 18 de diciembre de 1847). Ballivián llegó a viajar a Cobija en un buque de guerra francés; pero halló que sus planes habían sido desconcertados. El segundo aspecto de la memoria de Pardo era el netamente peruano: el desenmascaramiento de una conspiración preparada belicosamente desde meses antes en El Zurriago y El Patriota y en muchos comunicados de El Comercio y El Correo para incitar a la rebelión. Debía este plan subversivo conducir a la división del Perú entre los dos caudillos, si bien, con conocimiento de ellos o sin él, se iban a producir cambios más espectaculares de carácter internacional. Pardo presentaba declaraciones y otras pruebas de la conjura en Lima y provincias. Una carta del general Ballivián a su amigo Domingo del Oro (publicada muchos años más tarde entre los papeles de este) en cierta forma ratifica lo expuesto en la memoria de Pardo: "Parece que el Perú se divide en dos Estados", dice allí (Valparaíso, 27 de enero de 1849). El tercer aspecto de la memoria estaba representado por la justificación de las medidas adoptadas. ¿Podía la sociedad, decía Pardo, oponer un trámite a un ataque, una fórmula a una asechanza y perecer en el peligro si el brazo del juez del crimen no llegaba a salvarla? ¿No era deber perentorio cumplir con la atribución constitucional de mantener el orden interior? A esa urgencia había sacrificado el Presidente algunos de los derechos de siete individuos. La memoria de Pardo debe ser considerada como uno de los documentos clásicos de la literatura que pudiera llamarse ordenista o autoritaria en el Perú, así como un elocuente alegato en contra de la lenidad del Poder Judicial ante el delito político y en contra de los excesos de la libertad sin responsabilidad en el uso de la prensa. Terminó pidiendo una nueva ley de enjuiciamientos para dicho delito y también una nueva ley de imprenta que diera "garantías a la libertad sin perjudicar a las del orden, de la moral y del honor". Esta demanda no fue atendida por el Congreso. Las últimas palabras de la memoria aludieron a que renunciaba al aura popular para cumplir con sus deberes de funcionario público, de ciudadano y de hombre de bien. Años más tarde, en febrero de 1861 (cuando reclamaba Pardo contra el perjuicio que le había inferido el Poder Ejecutivo al vetar la resolución legislativa reconociéndole el derecho a los sueldos como vocal de la Corte Superior dejados de percibir durante el tiempo en que estuvo despojado de ese cargo a partir de 1844), evocó cuán sombríos habían sido los días en que desempeñara en 1849 el Ministerio de Relaciones Exteriores, Justicia y Negocios Eclesiásticos. Así escri-

bió Pardo en 1861 aludiendo a 1849: "No faltó entre esos insignes criminales alguno que, sin atender al deplorable estado de su salud, tuvo bastante lealtad y bastante resolución para no abandonar un momento a S. E., en las horas de angustia, en un palacio desierto, cuando una oposición tremenda y maquinaciones subterráneas más tremendas todavía, minaban su Gobierno"...

JOSÉ MARÍA RAYGADA (1795-1859)

EL CONGRESO EXTRAORDINARIO Y EL ORDINARIO DE 1849. EL DEBATE POLÍTICO.- Mientras el ministro de Relaciones Exteriores y Justicia, Felipe Pardo y Aliaga, leía desde su sillón de inválido en la sesión de la Cámara de Diputados del 18 de junio de 1849 la memoria a que se ha hecho referencia, se suscitó un ligero incidente al ser preguntado por el diputado de oposición Toribio Zavala si, no perteneciendo a su portafolio el ramo de los asuntos políticos internos, asumía la responsabilidad que estaba invívita en los actos de que había dado cuenta. Pardo contestó que se presentaba al Parlamento como "abogado del Gobierno". El asunto quedó terminado al darse lectura al artículo 95 de la Constitución, que decía: "Los ministros son responsables de los actos del Presidente que autoricen con sus firmas contra la Constitución y las leyes, pudiendo hacerse efectiva esta responsabilidad durante su cargo". El ministro José Dávila había dimitido, como ya se ha visto, ante las medidas de fuerza adoptadas con los conspiradores. No fue nombrado de inmediato otro ministro de Gobierno y asumió la cartera el de Guerra, general José María Raygada. El nuevo titular de ella, Juan Manuel del Mar, se inhibió de conocer lo relacionado con la defensa del orden público por haber sido consejero de Estado y haber tomado parte como tal en las discusiones que se suscitaron alrededor del asunto. El largo alegato ante el Congreso a favor de las políticas de represión estuvo a cargo del ministro de Relaciones Exteriores y Justicia. Había, pues, una situación anómala dentro del enérgico frente que presentaba a sus enemigos el régimen de Castilla. El debate parlamentario se orientó hacia la acusación contra el Gobierno. Este, considerando que el peligro subversivo había pasado y que convenía una actitud de templanza, expidió el 12 de julio un decreto para autorizar que el gran mariscal San Román, los generales Juan Crisóstomo Torrico y Agustín Lerzundi, los coroneles Francisco Alvarado Ortiz y Juan Espinosa y los paisanos Mariano Pagador y Manuel Calonje se restituyeran de Chile al Callao con el fin de que fuesen sometidos a juicio. Dicho decreto fue leído en la sesión de las Cámaras del 18 de julio. Llegó a ser formulado entonces un proyecto de ley otorgando la amnistía; pero nada llegó a resolverse porque se produjo la clausura de la legislatura extraordinaria.

LA PRIMERA CAÍDA DE UN MINISTRO POR VOTO PARLAMENTARIO.- El 13 de julio la Cámara de Diputados aprobó un proyecto que autorizó al Poder Ejecutivo para abrir un empréstito hasta la cantidad de 400 mil pesos destinados única y exclusivamente a cubrir los sueldos y pensiones legales adeudados en los cinco meses de febrero, marzo, abril, mayo y junio de aquel año. En el curso del debate se escucharon fuertes críticas contra el ministro de Hacienda, Manuel del Río. El diputado por Ica, Pedro de la Quintana, presentó una adición al proyecto, que decía: "Esta autorización tendrá lugar si el Ejecutivo nombra otro ministro que reúna la confianza pública". En esos días Del Río hallábase separado temporalmente de su portafolio y José Fabio Melgar estaba encargado de él. El diputado por Quispicanchis Pedro Astete afirmó que la Constitución no daba al Parlamento la facultad para pedir la destitución de un ministro y que, si bien el señor Del Río era "el cólera del Perú", quería que se procediera legalmente acusándolo como señalaba la Carta política. Quintana sostuvo que los congresos constitucionales representaban la soberanía popular y podían separar a un ministro contra la voluntad del Presidente. José Manuel Tirado hizo el elogio de los regímenes monárquicos constitucionales y aludió a las mujeres que ocupaban el trono llamándolas "muñecas" (eran los tiempos de Victoria de Inglaterra e Isabel II en

El militar piurano peleó en las batallas de Pichincha (1822), Zepita (1823), Junín (1824) y Ayacucho (1824), durante la guerra por la independencia del Perú. Luego, en 1834, se plegó a las filas de Salaverry, lo que le valió el destierro durante los años de la Confederación Perúboliviana. Tras la Restauración ocupó los cargos de ministro de Guerra y Marina, inspector general del ejército y gobernador del Callao. En 1857 asumió el gobierno del país cuando el presidente Castilla marchó a Arequipa para supervisar las operaciones contra Vivanco

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Caricaturas de época. Con esta ilustración, titulada ¡Rompe estas cadenas! (1), el caricaturista L. Williez simbolizó la abolición de la esclavitud y del tributo indígena, decretada por Ramón Castilla en 1854. A la derecha del caudillo se encuentra Manuel Toribio Ureta y a la izquierda Pedro Gálvez, principales promotores de los decretos antes Hit re im rem.En Itassit autatibus alibustitulada senis apidund ellesequas asi el toresed nim que earit veles utaGálvez, corem aut quassi mencionados. la imagen inferior, Pena del Talión (2), mismoma Williez muestra a Pedro ministro ni ressit laute Instrucción, faciis eturest,aplicándole ea quam fugiae sinverae conecto es etur prestiscide conserit, de Justicia al exconseque ministro verum echeniquista José Gregorio Paz rerit Soldán la pena que él también consequis aplicó en su momento: un decreto de imprenta por motivos políticos.

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período 2 1

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España) y sostuvo que para obligar a los cambios ministeriales las Cámaras podían negar fondos al Ejecutivo. Manuel Toribio Ureta, acaso el más elocuente de todos los oradores en este debate, también se manifestó a favor del derecho del Parlamento a declarar que los ministros no merecían su confianza. La moción de Quintana fue aprobada. La Cámara de Diputados había manifestado, pues, en forma abrumadora, su repudio al ministro Del Río. Este dimitió inmediatamente después. El acontecimiento fue celebrado como una victoria parlamentaria, si bien los amigos de Del Río lo atribuyeron a una intriga personal y política. La adición que Quintana había presentado no llegó a ser aprobada en la Cámara de Senadores, no obstante que la de Diputados insistió y nombró dos personeros para que pidieran la reconsideración de su voto. A pesar de lo ocurrido en este caso (en que Del Río había dimitido, en apariencia de modo espontáneo) era opinión predominante entonces que, de acuerdo con la Constitución, las Cámaras podían acusar a cualquier ministro pero que no podían censurarlo, y que la facultad de destituirlos residía exclusivamente en el presidente de la República. Es decir, la doctrina del diputado Astete reflejaba una creencia común y las ideas expuestas por Ureta, Tirado y Quintana, y que José Gregorio Paz Soldán ratificó brillantemente en el Senado, aparecían como novedades atractivas, pero audaces. Bar tolomé Herrera no par ticipó en esta discusión. La dimisión de Del Río fue proveída de la siguiente manera: "Atendiendo a que la renuncia del Ministro de Hacienda está motivada en el mal estado de su salud y en la proposición adoptada por la Cámara de Diputados para que se nombre otro ministro y considerando: que se ha puesto en duda su conducta con perjuicio del honor del Gobierno y del mismo ministro y que el esclarecimiento de los cargos que se le hacen interesa al crédito de la administración: admítase la referida renuncia y dígase a la Cámara de Diputados que en su oportunidad y con arreglo a las leyes puede hacerse efectiva la responsabilidad que resultare y mientras se procede al nombramiento de otro ministro continúe en el despacho el Dr. don José Fabio Melgar con el carácter, funciones y responsabilidad que tienen los ministros de Estado". Firmó este proveído, que rubricó Castilla, Juan Manuel del Mar (16 de julio de 1849).

EL INTENTO DE ASESINATO DE ELÍAS.- Domingo Elías encabezó la oposición que tuvo Castilla en Lima al empezar su gobierno. Echenique lo acusó, en su manifiesto firmado en Nueva York en 1855, de haber conspirado entonces varias veces. La primera de ellas coincidió con el regreso de Elías al Perú después de un viaje a Chile, con la muerte de un oficial comprometido en Ayacucho y con la marcha del ministro de Guerra, general Manuel de Mendiburu, al sur de la República en 1846. Se acercó Elías a Castilla a raíz de su regreso de Chile y lo ayudó en la política de sanción contra Iguaín. Luego adoptó nuevamente una actitud de combate en 1847 y en setiembre de 1848. Al ser apresado San Román preparó (según Echenique) un tumulto popular para la sesión del Consejo de Estado en que debía tratarse de este atropello. Se salvó entonces la República, una vez más, de la subversión y de la guerra civil, si es que se admite en este punto el testimonio de Echenique. Más o menos a las siete de la noche del 12 de abril de 1849, o sea poco antes de que se cumplieran los dos meses de los actos de fuerza que él había condenado, cuando transitaba Elías por la calle Afligidos para hacer una visita, fue asaltado por un desconocido que le hizo un disparo bandeándole el sombrero y luego blandió un puñal rasgando sus vestidos. Elías se arrojó al suelo al medio de la calle y disparó su pistola. Como creyó que el agresor había marchado hacia la esquina de la calle Valladolid, corrió en esa dirección junto con un transeúnte; pero no descubrió a nadie y solo halló una careta a pocos pasos de una mazamorrería. El intendente de policía llegó demasiado tarde, según Elías. Afirmó este funcionario que fueron registradas las casas y tiendas de la calle Afligidos sin encontrar al culpable y que se mandó barrer y cernir la tierra de esa calle para hallar las balas también con resultado infructuoso. Surgió

JUAN MANUEL ITURREGUI (1795-1871)

Este lambayecano apoyó la causa patriota desde sus inicios: en viaje de negocios a Jamaica, compró armas para su ejército y las introdujo ilegalmente en el país para utilizarlas en la lucha contra los españoles. Fue ministro plenipotenciario en Chile, durante el gobierno de Riva-Agüero (1823), y en Londres, durante el gobierno de Bolívar (1826). Estuvo varios años alejado de la vida pública, hasta que en 1845 Castilla fue nombrado presidente. Entonces, asumió nuevamente el cargo de ministro plenipotenciario en Londres (1845) durante la crisis con Gran Bretaña. Más tarde fue ministro de Hacienda (1849) y senador por La Libertad (1849 y 1868).

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así la versión de que se trataba de un atentado simulado y se produjo una agria polémica periodística alrededor de este asunto que no quedó esclarecido.

LA LEGISLATuRA xxxxxxxxx ORDInARIA DE 1849 ELIGIó COnSEJEROS DE ESTADO Y PRESIDEnTE DE DICHO ORGAnISMO Y RECAYó nuEvAMEnTE ESTA ÚLTIMA DESIGnACIón En EL GEnERAL ECHEnIquE, RECOnCILIADO YA COn CASTILLA.

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LA LEY DE INDEMNIDAD Y AMNISTÍA.- Las sesiones de la legislatura extraordinaria de 1849 terminaron el 26 de julio. Los diputados Pedro Gálvez y Miguel Damián Imaña habían emitido un dictamen sobre la memoria de Pardo negando importancia o verosimilitud a los hechos denunciados y a las pruebas pertenecientes a ella. Al empezar sus labores el Congreso ordinario, que se instaló el 28 de julio, los diputados Juan Manuel Polar, por Arequipa, y José Manuel Tirado, por Lima, presentaron un proyecto de amnistía al que agregaron otro de indemnidad al Poder Ejecutivo. Por otra parte, Luis La Puerta, diputado por Chumbivilcas; Pedro de la Quintana, diputado por Ica; Juan F. Oviedo, diputado por Huancané; Pedro Gálvez y otros suscribieron una acusación ante el Senado "al ministro o ministros responsables de no haber sometido a juicio y de haber expatriado a algunos de los detenidos en febrero del presente año, como infractores de la Constitución y de la ley de 2 de noviembre de 1832". La comisión a la que pasó el proyecto sobre indemnidad y amnistía lo aprobó con algunas enmiendas en su dictamen en mayoría; pero el de minoría, que firmaron Pedro Gálvez y Miguel Damián Imaña, pidió que fuera desechado y que la Cámara siguiese adelante en el examen sobre la observancia de la Constitución para tomar las medidas adecuadas con el objeto de hacer efectiva la responsabilidad de los infractores. El debate fue largo y elocuente. Especial importancia tuvieron los discursos de Polar y Tirado entre los gobiernistas y los de Gálvez y Juan C. Cavero, diputado por Parinacochas, entre los de la oposición. Herrera se declaró ajeno a ambos partidos, afirmando que representaba un punto de vista moderado, es decir centrista, aunque votó entre los gobiernistas. Al lado de la acusación por las violaciones de las garantías constitucionales, el gobierno de Castilla se vio ante el peligro de afrontar otra acusación por motivos de carácter hacendario. Domingo Elías y Francisco Quirós habían hecho el examen de la cuenta de los gastos públicos en 1848. Emitieron un dictamen adverso y señalaron el hecho de que crecidas cantidades se habían gastado sobre las que el presupuesto nacional permitía. Este informe fue publicado en un manifiesto impreso firmado por ambos. Existía (según reveló Echenique en su manifiesto de 1855) el plan de declarar la vacancia de la Presidencia de la República por incapacidad física y moral; pero llegó a ser frustrado antes de que lograra una expresión pública. Hubo para ello negociaciones secretas entre el Gobierno y algunos de los más exaltados oposicionistas. Falta estudiar este episodio de la historia republicana del Perú y de la vida de Ramón Castilla. En julio y agosto de 1849 triunfó este, haciendo uso de su habilidad maniobrera, de quienes querían derrocarlo bajo la invocación de razones legales, así como a principios del mismo año había triunfado, empleando la fuerza, sobre quienes pretendieron realizar el mismo propósito mediante la acción subversiva. La amnistía y el voto de indemnidad fueron aprobados por gran mayoría en agosto de 1849. Implicaron la reincorporación de los presos y perseguidos de febrero a la vida nacional, la liquidación del episodio, el carácter transitorio en las sanciones empleadas, la impunidad para quienes habían infringido la letra de la Constitución, la continuidad esencial del régimen inaugurado en 1845. Elías se aproximó poco después al Gobierno y obtuvo el contrato para el carguío del guano en las islas de Chincha. La ley tuvo como fecha de promulgación el 25 de agosto de 1849. En su artículo 1° otorgó indemnidad amplia al Poder Ejecutivo en relación con los actos motivados por los sucesos del 21 de febrero. Los artículos siguientes tuvieron también vasto alcance. Fue concedida amnistía general a todas las personas que, de cualquier modo, aparecieran comprometidas en dichos sucesos, incluyéndose a los individuos que por ellos se hallaban presos, enjuiciados y depor tados y a todos los acusados a mérito de otras ocurrencias nacidas de los mismos hechos. La

amnistía se hizo extensiva además, a los comprometidos en los sucesos de Tarapacá y Tacna en el año anterior, incluso los sentenciados. Las personas mencionadas quedaron en pleno goce de sus derechos políticos y civiles.

DEBATE HERRERA-GÁLVEZ

OTROS ASPECTOS DE LEGISLATURA DE 1849.- La legislatura ordinaria de 1849 eligió consejeros de Estado y presidente de dicho organismo y recayó nuevamente esta última designación en el general Echenique, reconciliado ya con Castilla. Se ocupó de la consolidación y amortización de la deuda interna, del arreglo de la deuda angloperuana, de la reforma de la ley de elecciones, de otros asuntos de interés general y de numerosos otros que tuvieron carácter particular. Entre los acuerdos adoptados entonces estuvo el de que los asuntos particulares se votaran por cédulas negras o blancas. Prorrogó sus sesiones el 13 de noviembre por treinta días útiles y funcionó luego como extraordinario entre diciembre de 1849 y marzo de 1850 para debatir de preferencia el presupuesto y la consolidación y amortización de la deuda interna. En el Congreso de 1849 se debatió también la reforma de la Constitución. Notables fueron entonces, como se anota en otro capítulo, los discursos de Bartolomé Herrera, diputado por Lima, adverso al sufragio de los indígenas en nombre del amor a ellos; y de Pedro Gálvez, diputado por Pataz, defendiéndolo en nombre de los principios liberales. Según la ley reglamentaria de las elecciones promulgada el 22 de diciembre de 1849, los ciudadanos en ejercicio tenían el derecho de votar por los electores de parroquia. Para serlo, es decir para formar parte de los colegios electorales que designaban diputados, senadores, presidente de la República, jueces de paz, síndicos y jurados de imprenta, se requería, además, del nacimiento en la provincia o la vecindad de dos años en ella, saber leer y escribir. Los analfabetos, pues, intervenían en el acto de sufragio destinado a formar los colegios electorales; pero no en el seno de ellos. Cuando concluyó la legislatura extraordinaria de diciembre de 1849 a marzo de 1850, la proximidad de la fecha en que debía efectuarse la renovación presidencial consolidó a Castilla al desplazarse el interés político hacia el inminente proceso.

[V] EL RESTABLECIMIENTO DE LA VIDA PARLAMENTARIA.- Desde el Congreso de la época de la Restauración, mero instrumento de Gamarra, no se había vuelto a ver en el Perú el funcionamiento del Poder Legislativo. Como queda indicado en anteriores párrafos, la vida parlamentaria se reanudó en 1845 con una legislatura extraordinaria que estuvo relacionada principalmente con la elección presidencial (16 de abril al 28 de junio). Poco después se instaló la legislatura ordinaria (2 de julio), clausurándose el 21 de octubre. De acuerdo con el precepto constitucional, ambas Cámaras volvieron a funcionar entre el 6 de agosto de 1847 al 7 de enero de 1848. El Gobierno convocó a sesiones extraordinarias para que pudieran resolverse diversos asuntos pendientes, sobre todo el presupuesto de la República (7 de enero a 9 de marzo de 1848). En el año 1849 hubo una legislatura extraordinaria del 16 de junio al 26 de julio, antes de la ordinaria del 28 de julio al 21 de diciembre. Nuevamente celebráronse sesiones extraordinarias desde el 27 de diciembre de 1849 al 26 de marzo de 1850. Estaba abierto el primer Congreso extraordinario de 1851, instalado el 29 de marzo, cuando Castilla descendió de la Jefatura del Estado el 20 de abril. En total, el Parlamento se reunió ocho veces durante la administración que rigió el país entre 1845 y 1851. No hubo un solo diputado o senador que fuese desterrado o apresado ni que encontrara coactada la libertad de la tribuna. Castilla siguió atentamente la marcha parlamentaria. Los prefectos y demás autoridades en el territorio de la República ayudaron a los candidatos amigos y trataron de evitar la elección de aquellos a quienes consideraron opositores. Intensa fue la labor para captar adeptos entre los

En 1849, el clérigo limeño Bartolomé Herrera (1808-1864), a quien vemos aquí, inició un airado debate con Pedro Gálvez, representante de la provincia de Pataz, sobre una reforma constitucional para permitir el voto indígena. Herrera, diputado por Lima, estaba en contra de esta posibilidad, mientras que Gálvez, de ideas liberales, era partidario de esta reforma.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 2

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JuLIO 1847 [ lIberIA ]

26

LIBERIA PROCLAMA Su InDEPEnDEnCIA DE GRAn BRETAñA. JOSEPH J. ROBERTS SE COnvIRTIó En Su PRIMER PRESIDEnTE. EL COnGRESO, COnfORMADO POR ESCLAvOS nORTEAMERICAnOS LIBRES, ACORDó PROMuLGAR unA COnSTITuCIón SIMILAR A LA ESTADOunIDEnSE. TAMBIÉn ADOPTAROn unA BAnDERA SEMEJAnTE A LA DE DICHO PAíS.

congresales, para mantener a los que estaban en esa condición y para atraer a los adversarios: "Los congresos en todo tiempo y en toda clase de sistemas (escribió Castilla a Pedro Cisneros el 11 de noviembre de 1848) son perjudiciales; pero lo son más cuando de parte del Ejecutivo y sus dependientes se pierde tiempo en el importante trabajo de ganar o poder dirigir la opinión del mayor número de representantes". La oposición, a lo largo de las primeras legislaturas que empezaron en 1845, no atacó directamente al Presidente, sino se preocupó, ante todo, de los ministros y de las elecciones para el Consejo de Estado. El único momento de grave amenaza para el Jefe del Estado surgió en 1849, sin que llegara a producirse una crisis ostensible.

EL CONSEJO DE ESTADO.- Los esfuerzos de Castilla para mantenerse en el poder resultaron ímprobos ante necesidad de convivir no solo con el Poder Legislativo sino, al mismo tiempo y también durante las etapas de receso parlamentario, con el Consejo de Estado. Era este último organismo, según se ha visto antes, un poder moderador y consultor, vigilante de la marcha constitucional. Párrafos anteriores del presente capítulo han versado sobre sus esfuerzos para obtener cuentas detalladas de los gastos correspondientes al bienio de 1846-1847 y para hacer de nuevo el presupuesto para 1848-1849; sobre sus reparos y observaciones ante la convocatoria a la legislatura extraordinaria de 1848; sobre los intentos hechos dentro de su seno para ir a un nuevo Congreso extraordinario aquel mismo año; sobre los trascendentes resultados políticos que pudo tener su celosa vigilancia sobre los ingresos y los gastos públicos en 1849. Las elecciones de consejeros y las que se hacían para los altos cargos dentro del Consejo, la relación personal y directa con cada uno de los miembros de tan poderoso organismo y el cuidado ante los asuntos por él tratados en sus sesiones demandaron dosis cuantiosas de tino, destreza, paciencia y constancia al propio presidente de la República. El Consejo de Estado vino a resultar, de hecho, o una dependencia obediente del Ejecutivo o un arsenal de intrigas y de asechanzas en su contra. A pesar de todas las dificultades, que incluyeron choques eventuales, protervas amenazas y amagos de tremendos conflictos, la vida del Parlamento y del Consejo de Estado se desenvolvió en normalidad aparente en relación con el Ejecutivo, a través del período 1845-1851. El país pareció que se estaba educando, a pesar de todo, con trabajo y con imperfecciones, en el ejercicio de la vida democrática. Nada similar había ocurrido antes en la experiencia de más de

José GREGORIO JOSÉ dE san martín PAz SOLDán (1778-1850) (1808-1875) PERIODISTA, El libErtador MAGISTRADO dE Y POLíTICO,CHilE fuE ADEMáS y PErú dEdiCó unO DE gran LOS DIPLOMáTICOS PartE dE su vida quE DEfEnDIó a luCHar LA LIBERTAD Por la AMERICAnA autonomía AnTEdEl LA COROnA ContinEntE ESPAñOLA amEriCano. En 1847. 136

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 18 ]

EH

n su oséciuFran dadcisna cotal,deAre San quiMar pa,tín recina bió cióuna en pri Yape vile yú,giahoy da eduAr cagen ción tina, enel el25 Semi dena febre rio ro dede San 1778. JeróAnilos mo,seis a car años, go de su maes fami tros lia co volmo vió Fran a Espa cisña, codon Javier de en de1789 Lunaini Pició zarro unay ca Franrrecis raco mide litarPau de la más Gon dezá vein lezteViaños gil. Su al ser edu vica cioción de lasuco pe rorior na. En la rea 1811, lizó alen entala doUni porver ideas sidad liber deltarias, GrandePa jódre su pues San to Agus en tín, la pedon nínde sulasey gra se duó dirigió coamo Buedoc nostor Aires, en Teo en aquel logía en y Ju ton ris ces prucen den tro cia, deylalue resisgo co ten mo ciaabo suda game dori(1831). cana. En Su1834, trabajoPaz junSol to dán a los in pacur triosio tasnó le en perel mipe tiório hadis cermo: se del edi man tó en do Are de qui las pa fuerEl zasPaincide pen den tistas yyreu fica dor (1834) El nir Pensador (1834). Al año siguiente editó La Bandera Bicolor, hasta 1839, cuando asu-

veinte años de organización republicana. La base esencial para tan halagador experimento radicaba en la presencia de un Ejecutivo a la vez enérgico, prudente y vigilante.

EL ESPÍRITU DE MODERNIZACIÓN EN LA POLÍTICA.- "Vigilancia, prudencia y firmeza": en estas tres palabras sintetizó Castilla su norma de conducta como hombre público en una carta a Domingo Nieto desde Puno el 15 de octubre de 1834. Al llegar a la primera magistratura de la República representó un espíritu de moderación y sagacidad que no excluía la energía, fenómeno nuevo en el Perú republicano, donde los gobernantes hasta entonces habían encarnado el exceso por uno u otro lado. Por vez primera desde el estallido de la revolución de la independencia, los hombres de la política peruana se presentan sin amarguras irremediables, capaces de arreglar sus diferencias. El buen humor, el paciente regateo, que son las condiciones para el éxito en las democracias anglosajonas, aparecen en el horizonte antes encapotado casi permanentemente por las tormentas del odio o por los nubarrones cenicientos del miedo. Según Valdivia, fue él quien aconsejó a Castilla, después de la batalla de Carmen Alto, que siguiera una nueva política con los adversarios. "Valdivia hizo ver a Castilla la necesidad de ensayar una conducta diferente de la de persecución que hasta entonces se había observado por los vencedores. Le manifestó que entre los vencidos, tanto militares como empleados y paisanos, habían buenos y malos. Que algunos se habían comprometido con Vivanco por mera afición a su persona, otros por interés de ascensos, otros por amistad y otros por haber sido perseguidos por el Gobierno". "Ud. los ha vencido, le dijo. Aislados nada pueden hacer. Si Ud. los confina, emponzoña Ud. a esos hombres, que tratarán de vengarse como puedan; y esa venganza la hace Ud. trascendental a las familias de todos ellos y a sus amigos y a todos los del partido vivanquista. Desde que entre ellos hay hombres útiles y honrados, aproveche Ud. de ellos y colóquelos según sus aptitudes y deje Ud. a los aventureros y de mala condición que busquen el pan como puedan. Si alguno de los que Ud. ocupe falta gravemente a sus compromisos o a sus deberes, entréguelo Ud. a toda la severidad de la ley". Y después de agregar otras consideraciones, cuenta: "Castilla oyó en silencio cuanto se le dijo; y en contestación se limitó a decir: Yo solo no puedo resolver sobre el particular. Me ha dejado Ud. impresionado. He sufrido mucho y sé compadecerme de los desgraciados. Hablaré con San Román y con Iguaín". A continuación narra que uno de los que obtuvieron enton-

mió la dirección de El Republicano y fue elegido diputado por su ciudad natal ante el Congreso Constituyente de Huancayo. En 1845, durante el gobierno de Castilla, volvió a ser elegido senador por Arequipa y fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores (1845-1848). Como tal, organizó el Congreso Americano de Lima (1847), que coordinó las acciones diplomáticas de los países del continente contra las pretensiones españoles de recobrar sus ex colonias.

POR vEz PRIMERA DESDE EL ESTALLIDO DE LA REvOLuCIón DE LA InDEPEnDEnCIA, LOS HOMBRES DE LA POLíTICA PERuAnA SE PRESEnTAn SIn AMARGuRAS IRREMEDIABLES, CAPACES DE ARREGLAR SuS DIfEREnCIAS.

Posteriormente fue director general de Hacienda, miembro del Consejo de Estado (1850-1853) y ministro plenipotenciario en Colombia (1852) y Venezuela (1853). Tuvo un controversial período como minsitro del gobierno de Echenique durante la Consolidación, que buscó justificar con la publicación del panfleto Mi defensa (1855). Luego fue rector de la Universidad de San Marcos (18611863) y nuevamente ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de San Román.

[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 2

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SETIEMBRE vv 1847 vv [ perú [ vv ]]

26 18

SE LLEvA A CABO LA vvvvv CEREMOnIA DE BOTADuRA DE LA EMBARCACIón CALLAO, DE 45 TOnELADAS. LA BEnDICIón ESTuvO A CARGO DEL vICARIO GEnERAL EuSEBIO CASAvERDE. EL PADRInO DE LA BALAnDRA fuE EL PRESIDEnTE DE LA REPÚBLICA, GEnERAL RAMón CASTILLA, quIEn ESTuvO ACOMPAñADO En EL EvEnTO POR EL GABInETE MInISTERIAL Y OTRAS PERSOnALIDADES.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 18 ]

ces salvoconducto fue el doctor Osorio que, como secretario del general Braun, había redactado y firmado, en la época de Santa Cruz, una sentencia de muerte contra Castilla. Y transcribe la carta que este le envió: "Mi querido Dr.: Puede Ud. hacer llegar la noticia de los que se hallan ocultos o prófugos, por haber pertenecido a la causa de Vivanco, que pueden ocuparse libremente en sus negocios, que no sufrirán reconvención ni molestia de parte de la autoridad. Su amigo, Castilla". Elegido Presidente, fue más allá. Como no estaba trabado por compromisos de cenáculo o de camarilla, llamó a ocupar ministerios y otros cargos públicos a personas aptas, aun cuando habíanse caracterizado anteriormente como enemigos políticos y personales suyos. Uno de los más notables ejemplos que a este respecto pueden ser citados es el de Felipe Pardo y Aliaga, que fue ministro de Relaciones Exteriores y Justicia en 1848 y 1849. Pardo había sido el consejero más leal, más constante y más ilustre que Vivanco había tenido durante muchos años y su pluma zumbona era autora de ingeniosas y sardónicas frases a costa del pintoresco Castilla. La legislatura de 1849 lo eligió consejero de Estado y segundo vicepresidente del Consejo. Análogo fue lo que ocurrió con José Rufino Echenique, el jefe vivanquista durante la "Semana Magna" de 1844, reconciliado después de la batalla de Carmen Alto, ascendido y llevado a la presidencia del Consejo de Estado y luego a la Presidencia de la República. Interés especial reviste el caso de José Luis Gómez Sánchez. Nacido en Arequipa en 1801, Gómez Sánchez, licenciado en Teología en la Universidad del Cuzco, había sido catedrático de Derecho en la Academia Lauretana, funcionario local, juez, diputado ante la Convención Nacional de 1833 y secretario de ella, ministro de Orbegoso ante Santa Cruz en 1835, vocal de la Corte Superior arequipeña, secuaz de Vivanco en 1841 y, por último, ministro de este caudillo durante el Directorio. Perdió su cargo en el tribunal a que pertenecía como consecuencia de la derrota en Carmen Alto; pero en 1845 llegó a ser repuesto en él. El gobierno de Castilla nombró aquel mismo año a José Luis Gómez Sánchez representante del Perú en Bolivia. Consultado el nombramiento al Senado, esta Cámara resolvió no ocuparse del asunto porque cuatro senadores, por razones que creyeron de conveniencia nacional y, al mismo tiempo, por motivos personales, no estaban dispuestos a darle su aprobación. El ministro José Gregorio Paz Soldán dirigió entonces a la Cámara de Senadores el notable oficio de 12 de junio de 1845, donde, después de aducir diversas consideraciones acerca de la inconstitucionalidad de lo resuelto, decía lo siguiente, como expresión del espíritu que entonces inspiraba el régimen de Castilla: "La conveniencia pública exige que el Gobierno sea conciliador y no exclusivo; que en la elección de las personas solo atienda a su honradez y aptitudes y a la fidelidad con que han ser vido los cargos públicos que les han sido confiados. El Gobierno nacional no es el gobierno de una facción o par tido; ante él son iguales todos los ciudadanos y todos, sin otra diferencia que la de sus merecimientos y aptitudes. La lamentable historia de nuestros pasados desvíos ha enseñado a S. E. que solo conciliando y atrayendo y no repeliendo o irritando se establecen los gobiernos; y que los talentos y vir tudes no son el patrimonio exclusivo de este o aquel par tido político. No colocar a cier tos individuos porque pensaron de tal o cual modo, cuando todo fue confundido por sucesos que precedieron a sus compromisos, es decretar una proscripción irritante que el Gobierno jamás adoptaría. La conveniencia pública exige la unión de los peruanos...". En su correspondencia con Pedro Cisneros tuvo Castilla oportunidad de aludir a "aquel principio político que alguna vez obliga a dispensar consideración al más declarado enemigo que si es decente e instruido muchas veces se convierte en amigo leal" (24 de octubre de 1848). En la misma carta llegó a escribir: "Yo tengo la costumbre de no abusar de mi posición y de emplear a los hombres por su mérito real antes que por afecciones personales". Podía ser, a veces, peligrosa esta política. Al general José Miguel Medina le confesó: "Por desgracia del país y del que manda, en un solo partido no se encuentran todos los hombres necesarios y esta es la causa de que muchas veces se haga despensero al gato" (29 de enero de 1847).

La ley de 1° de setiembre de 1847 sobre amnistía general representa el mismo espíritu. Dicha ley autorizó el regreso al país de los peruanos separados de la República a consecuencia de la anterior guerra civil y prometió que no serían molestados ni se les haría cargo alguno por sus opiniones pasadas. También ostentó vasto alcance la ley de 25 de agosto de 1849 sobre indemnidad y amnistía, a la que se ha hecho antes referencia. La ley de 3 de noviembre de 1845, que derogó tanto las de 21 de setiembre y de 14 de octubre de 1839 como el decreto de 25 de marzo del mismo año sobre proscripciones y expropiaciones, implicó el olvido de las pasadas discordias. Idéntico significado tiene la resolución legislativa de 13 de diciembre de 1847 que rehabilitó la memoria de Luis José de Orbegoso y autorizó a sus albaceas o herederos para que acudiesen a la Representación Nacional por los daños y perjuicios sufridos en sus bienes. Hasta para los cadáveres mismos de los caudillos de antaño hubo paz. Hondo había sido el abismo abierto entre Gamarra y La Mar. Los restos de ambos presidentes fueron repatriados con poca diferencia de tiempo y con análoga solemnidad.

LA ENERGÍA DE CASTILLA.- El consejo que dio a Cisneros cuando este ejercía la Prefectura de Arequipa sintetiza sus principios: "En cuanto conviene al departamento que U. manda sea U. severo pero no se separe de la Constitución a no ser por algún caso extraordinario" (3 de setiembre de 1845). También dijo: "Primero es la obligación y el cumplimiento de las leyes que cualquier otra consideración por muy sagrada que sea" (a Cisneros, 24 de octubre de 1848). Pero podían venir momentos de emergencia. Pensando en ellos, sobre todo, exclamó: "La salud pública que como U. sabe es la suprema ley" (a Cisneros, 1° de agosto de 1845). Y no solo tuvo la franqueza de sostener un punto de vista resuelto y sin contemplaciones en la correspondencia privada. En el mensaje que leyó el 16 de junio de 1849 ante el Congreso incluyó las siguientes palabras: "La primera de mis atribuciones constitucionales es conser var el orden interior, pero la misma Constitución me obliga a respetar las garantías del ciudadano. En mi conciencia y en la conciencia de todo el que se transpor te a aquellas difíciles circunstancias, el cumplimiento simultáneo de dos deberes era imposible. El primero de conser var el orden interior, no podía estar al alcance de la autoridad sin dictar alguna medida que refrenase a los enemigos de ese orden interior, de un modo más seguro que el que las leyes permitían. ¿Debí sacrificar el orden interior a las garantías de unos pocos individuos? No era preciso para salvarlo llevar hasta el terror el ejercicio de la autoridad: bastaba la temporal separación del país de algunos de esos individuos. ¿Debí sacrificar el orden interior al temor de ocasionar los perjuicios que esa separación podía causarles? No, legisladores, yo no pude ni debí posponer los intereses más vitales de la nación, su orden, su quietud, su independencia, sus instituciones, a los intereses de una porción pequeñísima de ciudadanos. La ligera molestia que su separación del Perú hiciese recaer sobre ellos no podía entrar en balanza con la ruina del Perú". Antes de que se dieran golpes decisivos sobre el enemigo había que aparentar más estimación y confianza que nunca. Ya en los momentos críticos no se podía entrar en contemplaciones. Cuando en noviembre de 1845 creyó haber descubierto planes subversivos de Ballivián en conexión con políticos peruanos, sus instrucciones a Cisneros llegaron a ser terminantes: si intentaban turbar la tranquilidad de los pueblos, debían ser apresados y "botados del país" tanto los diputados sospechosos por confederados y consuetudinarios revolucionarios, aspirantes y desacreditadores, como los argentinos y los bolivianos e igualmente los amigos y partidarios de Vivanco, Torrico, San Román y Elías (12 de noviembre de 1845). Las cosas no resultaron tan graves como él temía y ninguna de estas medidas extremas llegó a ser aplicada. Interesante es constatar que tuvo entonces la serenidad suficiente para no apelar a la fuerza de modo innecesario, precipitado o excesivo, aunque estuviera resuelto a emplearla.

PEDRO CISNEROS (1803-1893)

El militar limeño gozó de gran influencia en la política peruana desde su participación en la Junta de Gobierno Provisorio establecida por Nieto y Castilla en contra de Vivanco (1843). Cisneros se inició en la política en 1833, al ser elegido diputado suplente por el departamento de Amazonas. A partir de ese momento, su carrera política lo llevó a ocupar puestos importantes en los gobiernos de Orbegoso, Gamarra, Castilla y Echenique, entre otros.

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¿Quién era Ramón Castilla? Luego de unas elecciones en las que todo el país sabía de antemano quién iba a resultar vencedor, Castilla asumió el poder formal en abril de 1845. ¿Cuáles fueron los rasgos de su carácter y cuáles sus ideas políticas?

D

e fuer­tes ras­gos mes­ti­zos, el nue­ vo go­ber­nan­te es­ta­ba me­jor vin­ cu­la­do que la éli­te con los gru­pos po­pu­la­res y sus ne­ce­si­da­des. Po­lí­ti­co há­bil y prag­má­ti­co, es­ta­ba li­bre de cual­ quier pre­jui­cio li­be­ral o con­ser­va­dor. No era un hom­bre ilus­tra­do, sin em­bar­go su­po ro­dear­se de in­te­lec­tua­les a quie­ nes pre­mia­ba con be­cas en el ex­tran­je­ ro, pues­tos en el go­bier­no y pen­sio­nes en el presupuesto. En su dis­cur­so se le no­ta­ba enér­gi­co con la ley y el or­den, aun­que dis­pues­to a per­mi­tir la dis­cu­ sión po­lí­ti­ca, la exis­ten­cia de gru­pos de opo­si­ción y has­ta cier­ta do­sis de fis­ca­li­ za­ción por par­te del Con­gre­so. Su pa­so por el ejército no solo le des­ per­tó una pa­sión por la vi­da mi­li­tar, si­no tam­bién una lí­nea po­lí­ti­ca "na­cio­ na­lis­ta". En es­te sen­ti­do, des­de muy jo­ven se eri­gió en de­fen­sor de la uni­ dad na­cio­nal fren­te a las agre­sio­nes del ex­te­rior, fue­ran es­tos los pro­yec­tos de Bo­lí­var o los in­ten­tos de San­ta Cruz por eri­gir la Con­fe­de­ra­ción Pe­rú-bo­li­via­na. Asi­mis­mo, su tra­yec­to­ria co­mo sol­da­do de­mues­tra que tu­vo es­pe­cial ap­ti­tud pa­ra la es­tra­te­gia mi­li­tar. Ca­da uno de sus as­cen­sos en el ejército res­pon­dió a sus éxi­tos mi­li­ta­res. De otro la­do, su aza­ro­sa vi­da lo hi­zo tes­ti­go y pro­ta­go­nis­ta de trai­cio­nes, cons­pi­ra­cio­nes, ba­ta­llas, plei­tos de cuar­tel y de in­des­ci­fra­bles aven­tu­ras. Es­to lo con­vir­tió, se­gún sus con­tem­po­ rá­neos, en un hom­bre du­ro, ter­co y ca­si

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período 2

[ capítulo 18 ]

in­do­ma­ble. Pro­yec­ta­ba una ima­gen de ener­gía y fir­me­za. Tos­co en sus ma­ne­ ras y es­cue­to en el ha­blar, no gus­ta­ba de con­ver­sa­cio­nes va­cías ni de ideas abs­trac­tas. Su ca­rác­ter era prác­ti­co y de de­ci­sio­nes rá­pi­das. Pa­re­ce ha­ber te­ni­ do una gran fuer­za de vo­lun­tad mol­ dea­da por tan­tos años de pe­li­gro cons­ tan­te. De­fi­ni­ti­va­men­te era un so­bre­vi­ vien­te en una épo­ca en que la vio­len­ cia, el pe­li­gro y la des­leal­tad eran la nor­ma. Co­no­cía, co­mo po­cos, to­do el país, sus gen­tes y sus di­ver­sas rea­li­da­ des. Esa ven­ta­ja le ha­cía dis­cer­nir so­bre lo po­si­ble y lo prác­ti­co pa­ra el país. Su per­so­na­li­dad, do­mi­nan­te y to­do­po­de­ ro­sa, lo ha­cía ac­tuar sin res­tric­cio­nes cuan­do to­ma­ba una de­ci­sión. Por úl­ ti­ mo, el Cas­ ti­ lla que asu­ me el po­der re­pre­sen­ta cla­ra­men­te la tran­si­ ción del cau­di­llo rús­ti­co, per­so­na­lis­ta, que no tie­ne re­pa­ros en ac­tuar al mar­ gen de la ley cuan­ do es ne­ ce­ sa­ rio, ca­rac­te­rís­ti­cas pro­pias de la ma­yo­ría de cau­di­llos la­ti­noa­me­ri­ca­nos des­pués de la In­de­pen­den­cia; al cau­di­llo-dic­ta­dor que aho­ra ne­ce­si­ta un mar­co le­gal pa­ra "le­gi­ti­mar­se" en el po­der. Aho­ra el cau­ di­llo se so­me­te a un pro­ce­so elec­to­ral, con­vo­ca a un Con­gre­so, to­le­ra cier­ta pren­sa de opo­si­ción y acep­ta un ni­vel de fis­ca­li­za­ción. Pe­ro es­te ro­pa­je o ma­qui­lla­je "le­gal" no lo exi­mía de ser un cau­di­llo au­to­ri­ta­rio que te­jía to­do un en­tra­ma­do "pa­tri­mo­nial" pa­ra sa­tis­ fa­cer a su clien­te­la po­lí­ti­ca. Sus dos go­bier­nos lo de­mos­tra­ron cla­ra­men­te.

Especial interés reviste su actitud ante los desbordes periodísticos. Castilla fue víctima predilecta de ellos. No dejó por eso de sentirse herido y enojado. "Me llaman vicioso y jugador y ladrón del Tesoro (escribió a Pedro Cisneros el 11 de noviembre de 1848) cuando siempre perseguí a los jugadores y ladrones". Pero su actitud fue, por lo general, de paciencia. "Necesitamos ver con serenidad el desenfreno de la prensa porque es mal que no podemos evitar", dijo también al mismo corresponsal (4 de noviembre de 1848). Ni la ira ni el capricho ni el encono lo cegaron por largo tiempo. En parte, su templanza se basó en que no desesperó, a pesar de todo, de la condición humana. "En medio de tanto malvado que por desgracia abundan en el país, no faltan los buenos peruanos", advirtió a Cisneros el 3 de setiembre de 1845.

JOSÉ GREGORIO PAZ SOLDÁN Y CASTILLA.- Las situaciones cambiantes acercaron o alejaron a Castilla de los hombres públicos de su época. Se constata este ritmo cíclico en relación con Elías, Echenique, San Román, Mendiburu y otros personajes. Algo análogo sucedió también con José Gregorio Paz Soldán. Cuando este jurista dejó el ministerio que con tanto brillo ocupara (y acerca de cuya labor ha de tratarse con más detalle en otro capítulo), fue para ocupar un cargo en la Corte Suprema, enemistado con Castilla. Este lo acusó por diversos motivos en su correspondencia particular y creyó que colaboraba en el violento periódico de oposición El Zurriago (carta a Cisneros, 14 de abril de 1848). En mayo de ese mismo año Paz Soldán comenzó a publicar en El Comercio la serie de artículos con las "predicciones de Casandra", hostiles al Gobierno. En enero de 1849 tuvo Paz Soldán una polémica con Felipe Pardo y Aliaga, su sucesor en el Ministerio de Relaciones Exteriores, y Castilla, con quien ya se había reconciliado el autor de las "predicciones", ofreció sus servicios como amigable componedor entre ambos contrincantes. Paz Soldán desempeñó durante algún tiempo brillantemente la Dirección General de Hacienda. También en 1849 fue elegido senador por Arequipa y, ese mismo año llegó a ser designado consejero de Estado. En agosto de 1850 Castilla y Paz Soldán habían reñido una vez más y una dura carta de aquel a este escrita entonces ha sido publicada recientemente en el Archivo que lleva el nombre del caudillo.

LA ORGANIZACIÓN DE MINISTERIOS Y LA ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA.- El decreto de 19 de mayo de 1845 estableció los siguientes cuatro ministerios: Relaciones Exteriores, Gobierno, Guerra y Marina y Hacienda. La resolución complementaria fechada el 24 de mayo del mismo año dispuso que por Relaciones Exteriores fueran despachados los asuntos pertenecientes a la administración de justicia y negocios eclesiásticos y por Gobierno los de instrucción pública, beneficencia y demás ramos que siempre habían estado anexos a ese despacho. La antedicha distribución de las oficinas públicas perduró hasta la ley de ministros de 1856. Una carta de Castilla al general Pedro Cisneros revela algunos detalles sobre la organización que dio a su despacho durante esta época. En la secretaría presidencial dos jefes capaces y tres escribientes trabajaban de día y de noche porque de distintos rincones del país llegaban incontables comunicaciones. Castilla mismo tenía especial cuidado en contestar de su letra las cartas de las primeras autoridades y personas notables, procurando siempre no divulgar los secretos que hasta él llegaban. Los lunes atendía asuntos del Ministerio de Gobierno, los martes estaban dedicados a Relaciones Exteriores, los miércoles a Guerra y Marina, los jueves a Hacienda, los viernes celebrábase acuerdo en Consejo de Ministros y los sábados eran para todo lo extraordinario y urgente (12 de noviembre de 1846). Ya desde años atrás había concebido Castilla la función de gobernar, sobre todo, como una tarea de servicio público. Cuando ejercía Orbegoso la Presidencia, le habló en una carta desde Puno de

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nOvIEMBRE vv 1847 vv AlemAnIA ] [[ vv ]

fALLECE EL vvvvvvvv COMPOSITOR ALEMán fELIx MEnDELSSOHn BARTHOLDY (1809-1847), unA DE LAS fIGuRAS PRInCIPALES DEL ROMAnTICISMO EuROPEO DEL SIGLO xIx. ADEMáS DE COMPOSITOR PROLífICO, TRABAJó COMO PIAnISTA, DIRECTOR Y PROfESOR. EnTRE SuS OBRAS DESTACAn SInfOníA ITALIAnA (1833), PAuLuS (1836), vARIATIOnS SÉRIEuSES (1841) Y SInfOníA ESCOCESA (1843), EnTRE OTRAS. TAMBIÉn SE LO RECOnOCE COMO REDESCuBRIDOR DE LA OBRA DE BACH.

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DICIEMBRE vv 1847 vv [ perú [ vv ]

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APARECE vvvvv EL PERIóDICO EL TELÉGRAfO DEL CALLAO, CuYO PROPóSITO PRInCIPAL ERA InfORMAR SOBRE EL MOvIMIEnTO COMERCIAL Y LAS TRAnSACCIOnES quE SE REALIzABAn En EL PuERTO. EL AuMEnTO DE LA POBLACIón Y DE LA ACTIvIDAD ECOnóMICA fuEROn LAS RAzOnES PRInCIPALES PARA Su CREACIón, PuES LOS DIARIOS DE LIMA nO PODíAn SATISfACER LA DEMAnDA InfORMATIvA DE SuS HABITAnTES.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 18 ]

ese cargo "que si tiene algo de envidiable es porque desde allí se pueden conocer las necesidades de los pueblos y acordar el remedio de ellas" (5 de setiembre de 1834). Llegado a la primera magistratura del país, manifestó a Pedro Cisneros: "Yo que aborrezco todo lo que no conduzca a la noble gloria y por consiguiente un puesto tan elevado y que solo he aceptado para sacar a la patria del abatimiento en que ha estado, he hecho la firme resolución de trabajar con tanta constancia en favor de una prosperidad, como trabajamos para restituirles sus leyes" (4 de mayo de 1845). También dijo a Cisneros: "A la fuerza de inercia que siempre ha reinado en el Perú vamos a oponer trabajos útiles para adelantar a los pueblos" (19 de junio de1845). Y en otra oportunidad agregó: "Estoy persuadido de que las obras públicas señalan la época de una administración bienhechora y es por esto que protegeré todas las que se emprendan en cualquier parte de la República" (a Cisneros, 28 de julio de 1845). Su concepción de gobierno desbordó, por cierto, los límites de la capital. "El que manda la República (había escrito a Orbegoso mucho antes, desde Puno, el 15 de setiembre de 1834) y sus ministros deben conocer los departamentos y sus necesidades". Con Cisneros tuvo la siguiente confidencia: "La más positiva garantía con que el Gobierno puede contar para conservar el orden público está en las obras que ejecutamos en todos los departamentos" (7 de octubre de 1845). Entre los distintos ramos (él, que se preocupó por cada uno de ellos) otorgó primacía al de Hacienda. "Sin hacienda no hay vida", llegó a decir a Pedro Astete (12 de junio de 1849). En una época en que el Tesoro Público se veía envuelto en dificultades, su prescripción para el orden en los pagos fue la siguiente: 1) a los militares; 2) a la lista civil; 3) "rata por cantidad los créditos según su mérito". Pero (agregó) para llenar todas estas necesidades "también es preciso ser infatigable en cobrar cuanto se debe al Estado, en hacer trabajar a los empleados de Hacienda y en perseguir a los defraudadores" (a Cisneros, 1° de agosto de 1845). Poco más tarde hizo su pequeño cambio en la prelación que había establecido. Los dos primeros lugares quedaron siempre para la lista militar y la lista civil, pero el tercero fue para las obras públicas y el siguiente a la "rata por cantidad los libramientos por deudas del Tesoro" (a Cisneros, 1° de enero de 1846). Sin embargo, no solo los periodistas de oposición sino también ilustres enemigos que tuvo Castilla le enrostraron su inercia y su ineptitud. "¿Se ha pensado acaso en que nunca se me vio en el ocio y en entretenimientos escandalosos, abandonando en absoluto el servicio público por días enteros?", pregunta Echenique en su manifiesto de Valparaíso en 1858 aludiendo a su antecesor. Y agrega: "¿Estuvieron en mi tiempo inundados los ministerios de expedientes sin despacharse y cuando me los traían los ministros al despacho, decía: paja, paja para evitar el trabajo y volvían a los archivos sin resolución?... ¿Me paseaba yo en los corredores de palacio con un papel en la mano, aunque fuera un periódico o un sobre-escrito, para engañar al público y manifestar que siempre estaba ocupado?". Por ruines modales, despotismo, ignorancia, abandono en el desempeño de sus deberes y consagración al juego y al vicio acusó Echenique a Castilla en el manifiesto de Nueva York en 1855. Mas, con todas las imperfecciones, extravagancias y ocurrencias pintorescas de Castilla, su primer gobierno arroja un saldo de intensa y bienhechora actividad. Fue, como se ha visto, un régimen que se colocó por encima de los partidos, los bandos y los grupos e hizo administración más que política. Impuso el orden después de la confusión. Usufructuó así del cansancio contra las turbulencias que, en un principio, dio popularidad al ensayo de Vivanco; pero, salvo en etapas muy cortas, no basó el orden en la arbitrariedad sino en el juego aparentemente libre de las instituciones democráticas. La digna representación de la autoridad y del Estado, ausente tanto tiempo, casi desde la caída misma del sistema virreinal, salvo fugaces momentos de primavera cívica o de noche autoritaria, fue otra de las características del Perú entre 1845 y 1851, al amparo de la paz interior e internacional. En una historia donde la algarabía, las pasiones y los disparos de la política acallan frecuentemente a las voces sensatas, se destacan en esta época, sobre todo, los aspectos internacional,

de defensa nacional, hacendario, económico, administrativo y cultural. Son ellos tan importantes que, ante su volumen, la posteridad ha llegado a tener la sensación grata aunque falsa de que la vida nacional transcurrió, entonces, plácidamente. Las discrepancias y las miserias internas aparecen como opacadas, esperando los microscopios de los entomólogos de la historia. A la vida peruana en el plano internacional, de defensa nacional, hacendario, económico, administrativo y cultural entre los años 1845 y 1851 están dedicados los próximos seis capítulos.

EL SENTIDO DEL PRIMER GOBIERNO DE CASTILLA.- Para comprender lo que Castilla fue para el Perú de su tiempo, es preciso recordar que la guerra de la Independencia asoló los campos, devastó las ciudades y sangró y empobreció a las poblaciones por cuatro años; y que, casi una década después de ella, en 1835, volvió a encenderse la lucha, primero civil y luego internacional, con bolivianos y chilenos y peruanos, en dos y hasta en tres bandos, concluyendo siete años después, en 1842. De 1820 a 1842 prácticamente pasó el Perú por catorce años de guerra. Castilla llegó al poder poco después. No encontró sino escombros, cosas a medio hacer o malogradas. La Carta política estaba en suspenso desde hacía algún tiempo. Después de sucesivas promulgaciones y derogaciones de leyes y decretos, seguían vigentes en los aspectos fundamentales de la vida jurídica, social y económica, las normas coloniales. Los pleitos civiles y las causas criminales se tramitaban según el Derecho español. El ejército mantenía las ordenanzas y los reglamentos de la metrópoli. Subsistían la esclavitud, el tributo, los mayorazgos y otras taras del pasado. La Hacienda Pública se regía por un sistema anacrónico, cuando no por odiosos cupos y exacciones; no se había formulado aún el presupuesto de la República. El progreso material del siglo había demorado en introducirse con la excepción aislada de la navegación a vapor; se viajaba entre Callao y Lima con postas y diligencias, el alumbrado público y privado era con velas y lámparas, en la correspondencia no se ponía estampillas. La enseñanza conservaba la separación entre las escuelas de primeras letras, las aulas de latinidad con sus odiosos dómines y el colegio que reemplazaba a la languideciente universidad privada de local por haberlo ocupado el Congreso de la República. El Estado no había asumido sus deberes en relación con la instrucción pública. En la capital no había habido tiempo para hacer obras de ornato o de servicio social. Casi no quedaba marina. El ejército sufría las consecuencias de las guerras civiles e internacionales y el Colegio Militar estaba clausurado. Castilla gobernó cinco años y volvió a gobernar después por siete más. En esos doce años se puso el Perú de pie. Fue otro Perú, distinto del Perú pobre, inerme, vencido y mutilado que heredamos. Cuando los manuales dan la lista de gobernantes de 1843 hasta 1867, año en que muere el tarapaqueño, y se leen los nombres de Vivanco, Castilla, Echenique, Castilla, San Román, Pezet y Prado, no siempre se ha dicho que en Vivanco hay dos años escasos, en Echenique tres, en San Román menos de uno, en Pezet dos y en Prado dos, o sea en todos los presidentes juntos hasta 1867, un total de tiempo de gobierno menor al de Castilla solo. No valen los años que duró y lo que hizo materialmente, sino el aire de grandeza que creó, el soplo vital que trajo, la intención de su obra. Alentó esa fe peruana en el porvenir que los mejores incas y los hombres de la Independencia habían tenido, que pareció marchitarse con el estruendo de los primeros años de anarquía y que otros después de él no supieron revivir o trasladaron al pasado, con el alma empequeñecida por la catástrofe del 79. Es así, como habló del "Perú grande" en contraste con "el Perú pequeño que algunos quieren sea" (carta al general Pedro Cisneros, 19 de junio de 1847).

CASTILLA LLEGó vvvvvvvvv AL PODER POCO DESPuÉS [DE un LARGO PERíODO DE GuERRA]. nO EnCOnTRó SInO ESCOMBROS, COSAS A MEDIO HACER O MALOGRADAS. LA CARTA POLíTICA ESTABA En SuSPEnSO DESDE HACíA ALGÚn TIEMPO. DESPuÉS DE SuCESIvAS PROMuLGACIOnES Y DEROGACIOnES DE LEYES Y DECRETOS, SEGuíAn vIGEnTES En LOS ASPECTOS funDAMEnTALES DE LA vIDA JuRíDICA, SOCIAL Y ECOnóMICA, LAS nORMAS COLOnIALES.

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 19 ● I Re­na­ci­mien­to de las lu­chas ideo­ló­gi­cas La pri­me­ra fa­se de la vi­da de Bar­to­lo­mé He­rre­ra ●  El ser­ món del 28 de ju­lio de 1846 ●  La po­lé­ mi­ca He­rre­ra-La­so ● Los exá­me­nes en San Car­los en 1846 y la re­no­va­ción de la po­lé­mi­ca pe­rio­dís­ti­ca ●  La afir­ma­ción his­pa­nis­ta de He­rre­ra ●  He­rre­ra en San Car­los ●  Las ano­ta­cio­nes al tex­to de De­re­cho pú­bli­co ●  El Co­le­gio Gua­da­lu­ pe ●  El de­ba­te en­tre He­rre­ra y Pe­dro Gál­vez so­bre el su­fra­gio de los in­dios ● La de­fen­sa del de­re­cho de los jor­na­le­ ros ● El de­ba­te so­bre la ley con­cer­nien­te a la elec­ción de obis­pos ●  El pen­sa­ ●

mien­to de Pe­dro Gál­vez ● II Fran­cis­co de Pau­la Gon­zá­lez Vi­gil, la pri­me­ra eta­ pa de su vi­da ● La se­gun­da eta­pa de la vi­da de Vi­gil ● La ter­ce­ra eta­pa de la vi­da de Vi­gil ● La cuar­ta eta­pa de la vi­da de Vi­gil. Su primer momento ● El Pros­pec­to ● La De­fen­sa de los go­bier­nos ● La pri­me­ ra ex­co­mu­nión de Vi­gil y la pri­me­ra car­ta al Pa­pa ● III Los ser­mo­nes en la Ca­te­dral el 28 de ju­lio de 1847 y 1848 ● IV Las ideas de Vi­van­co so­bre la li­ber­tad in­di­vi­dual y la so­be­ra­nía ● V Re­su­men so­bre el de­ba­te doc­tri­na­rio en­tre 1846 y 1851 ● VI El de­sen­ga­ño de Ma­ria­no Jo­sé de Ar­ce ● VII Los fran­cis­ca­nos.

EL DEBATE DOCTRINARIO ENTRE 1846 Y 1851 El Convictorio de San Carlos y Herrera. El Colegio Guadalupe y los Gálvez. La primera excomunión de Vigil

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[I] ENACIMIENTO DE LAS LUCHAS IDEOLÓGICAS.- Viejos estaban ya en 1845 los hombres de la iniciación de la República. Unos, como Pando, habían emigrado en viaje tránsfuga. Otros, como Luna Pizarro y Arce, vivían desengañados. Luna Pizarro, el jefe liberal de otrora, nombrado en 1838 por Santa Cruz deán de la Iglesia Metropolitana de Lima y luego vicario capitular en sede vacante, asumió el cargo de arzobispo, conforme se ha visto en otro capítulo, el 27 de abril de 1846. Las terribles luchas de la época de la Confederación Perú-boliviana y la anarquía que sucedió a la infausta invasión a Bolivia habían borrado gran parte de los vestigios de la acción principista civil. Tanto los doctrinarios autoritaristas como los liberales podían ser considerados como fracasados. Los unos no habían logrado organizar el gobierno de los más capaces. Tampoco habían conseguido sus rivales la plenitud o la autenticidad en el libre juego de las instituciones democráticas. El Directorio de Vivanco demostró una incipiente tendencia civil revelada en su propósito de reducir el número del ejército, en su lucha contra la insubordinación entronizada en sus propósitos hostiles a los militares ignorantes, burdos, corrompidos, improvisados. Pero el Directorio se vio envuelto luego en la guerra civil y había caído para siempre. La aparición de Elías, primer gobernante "de traje negro" con voluntad autónoma y la agitación de la "Semana Magna" esbozaron una actitud más netamente civilista, pero que resultó incipiente. Así pues, mucho había que construir, que crear y que sembrar en la heredad que los hombres de 1845 habían recibido. Precisamente en aquella época se reanudó, acaso en forma más bella y elevada que antes, el diálogo entre autoritaristas y liberales, entre los defensores del orden y los defensores de la libertad. Las figuras que en este diálogo se definen más nítidamente son las de Bartolomé Herrera, Benito Laso, Pedro Gálvez y Francisco de Paula González Vigil. LA PRIMERA FASE DE LA VIDA DE BARTOLOMÉ HERRERA.- Bartolomé Herrera, hijo legítimo de Manuel José Herrera y Paula Vélez, personas pobres y honradas, nació en Lima el 24 de agosto de 1808. Tuvo blanco el color, azules los ojos, rubios los cabellos. En 1813, a los 5 años, perdió a sus padres y quedó al cuidado de su tío materno, Luis Vélez, cura de Santa Ana, junto con su hermano Juan Gualberto. Terminadas las primeras letras fue enviado al Colegio de San Carlos en 1823, en condición de capista, o sea de alumno externo. Allí suscitó la benévola atención del rector, Manuel José Pedemonte. Este notó un día su ausencia del claustro y supo que, por la muerte de su tío, Herrera se había visto obligado a buscar un trabajo manual para que subsistieran, junto con él, su hermano y una anciana tía. Pedemonte le asignó una pensión y lo hizo reingresar en San Carlos como colegial, o sea como alumno interno. Terminó estudios de filosofía, matemáticas y física y se graduó como maestro en artes. Se disponía a seguir los de jurisprudencia cuando Pedemonte le exigió que hiciese primero los de teología. Cedió Herrera y llegó a recibir el capelo y las borlas blancas de doctor en esa ciencia, en la Universidad de San Marcos en 1828. Antes, en 1827, cuando era solo cursante en teología, apenas con 18 años, tuvo a su cargo una aula de filosofía; continuó en la enseñanza de esa disciplina, a la que agregó las matemáticas, hasta 1831.

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PERÍODO 2

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Comenzó estudios de Derecho y en 1830 decidió casarse con una joven de apellido Rueda, a la que desde tiempo atrás amaba. Pero Pedemonte lo instó para que se consagrase a la Iglesia. Se le dispensó el defecto de la edad y quedó ordenado de diácono. Acaso para olvidar aquel episodio pasional, en 1831 pasó a Huánuco y fue vicerrector del Colegio de Minería. Allí implantó la enseñanza de las Matemáticas. Volvió en 1833 a Lima y a San Carlos y fue regente de teología y artes. Por ese entonces recibió la orden sacerdotal. Hasta 1834 dedicó su tiempo al estudio de la Jurisprudencia, en la que pudo doctorarse; a la enseñanza de la teología y filosofía y las matemáticas; al vicerrectorado; al púlpito; al confesionario; y a las tareas como capellán del regimiento Dragones y del Hospital de Caridad. En julio de 1834 fue nombrado cura de Cajacay, en la provincia de Cajatambo. Allí se inició su repudio del jansenismo y de las doctrinas que consideró subversivas. En 1837 el arzobispo Jorge de Benavente lo llamó como secretario de la visita pastoral que proyectaba. Por ese entonces actuó Herrera como miembro de una comisión que examinó el Código Civil promulgado por Santa Cruz y objetó algunos artículos dañinos a la Iglesia; le tocó la sección sobre inmunidad de los templos. Volvió a Cajacay, pero la enfermedad de las verrugas lo trajo nuevamente a Lima. En 1840 se le confirió el curato de Lurín y se relacionó con el entonces coronel José Rufino Echenique, que trabajaba la vecina hacienda de San Pedro. Fue llevado al púlpito de la Catedral al celebrarse en 1842 las exequias del presidente Gamarra.

EL SERMÓN DEL 28 DE JULIO DE 1846.- Después de aquel sermón, limpio de retórica y de eufemismos, transido de angustia patriótica, que no era sino la más vigorosa llamada al orden que el Perú había oído hasta entonces, el presidente Vidal y su ministro Laso lo nombraron rector del Colegio de San Carlos y al aceptar este puesto afirmó que "una generación nueva saldrá de San Carlos a segar la fuente de las lágrimas que han inundado con frecuencia la República". La obra realizada desde 1842 en el Colegio de San Carlos pasó casi inadver tida para el gran público, hasta que en el año 1846, en el tedeum con que en la Catedral de Lima se conmemora siempre el aniversario de la independencia del Perú, fue Herrera encargado de pronunciar el sermón de ritual. No consistió esta pieza oratoria en una muestra de untuosidad o barroquismo. Clara y concretamente abordó un tema de vuelo y hondura. Empezó por hacer una rápida interpretación providencialista de la historia del Perú: los incas cumplieron el sino de unificar y civilizar a los indios, pero en pleno peligro de la guerra de sucesión que amenazaba destruir al imperio, llegó España. No toda Europa, con sus errores y sus luchas, sino solo España, la depositaria de la fe católica. Asombro debió causar a sus oyentes escuchar en un sermón de 28 de julio estas palabras acerca de la Conquista: "¡Gloria a los que la acometieron! ¡Gloria a España! Esa gloria que se refleja en los instrumentos de los grandes hechos del Altísimo; y la gloria verdadera quede a Dios por haber dotado a la nación española de la inflamada fantasía, del corazón generoso, del firmísimo e incontrastable carácter que era menester para semejante prodigio". Luego (dijo), la Emancipación se produjo inexorablemente, pero trajo consigo principios falsos, impíos y antisociales. Había que seguir la revolución, ya iniciada en esa época, contra la Revolución francesa. Existe una autoridad necesaria, que gobierna desde adentro: Dios. Los jueces, los legisladores, los jefes, son sus mandatarios. La soberanía popular no es sino la obediencia a las autoridades conforme a la voluntad divina. Los pueblos tienen el deber de obedecer a su soberano (no lo han creado, no pueden destruirlo). El hombre que ejerce la autoridad no es sino ministro de Dios para el bien. ¿Quién puede ser considerado como legítimo soberano? El que gobierna habitualmente conforme a la justicia; en la sociedad actual, el llamado por las leyes. ¿Y si no hay leyes? Hay quienes están destinados a mandar; otros a obedecer. Para constituirse en soberano se requiere el consentimiento del pueblo manifestado en la obediencia. El pueblo no delega; consiente.

(...) SE REAnuDó, vvvvvvvvv ACASO En fORMA MáS BELLA Y ELEvADA quE AnTES, EL DIáLOGO EnTRE AuTORITARISTAS Y LIBERALES, EnTRE LOS DEfEnSORES DEL ORDEn Y LOS DEfEnSORES DE LA LIBERTAD. LAS fIGuRAS quE En ESTE DIáLOGO SE DEfInEn MáS níTIDAMEnTE SOn LAS DE BARTOLOMÉ HERRERA, BEnITO LASO, PEDRO GáLvEz Y fRAnCISCO DE PAuLA GOnzáLEz vIGIL.

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CORREO PERUANO

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En 1847 se desató un largo debate entre el jurista arequipeño Benito Laso y Bartolomé Herrera. La polémica se inició con la publicación de un artículo de Laso en el diario Correo Peruano, que vemos aquí. Fueron un total de doce artículos publicados en este medio, y once las respuestas de Herrera, aparecidas en la sección "Comunicados" del diario El Comercio.

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PERÍODO 2

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LA POLÉMICA HERRERA-LASO.- En aquella época, lozana la fe en la soberanía popular, tales afirmaciones tenían que ser recibidas con horror. Al día siguiente, en el diario El Correo Peruano apareció una nota con las iniciales B. L., impugnando las doctrinas de Herrera y denunciando que eran inculcadas a los jóvenes en el Colegio de San Carlos. Herrera aceptó la polémica que se iniciaba. Su adversario era el vocal don Benito Laso, que, como ministro, lo había nombrado en 1842 rector de San Carlos. Natural de Arequipa en 1783, Laso apareció en 1814 en la revolución que estalló en el Cuzco. En Lima publicó en 1821 un escrito contra los españoles, bajo la firma del Robespierre Peruano. Apoyó el pronunciamiento militar a favor de Riva-Agüero. Elegido diputado para el Congreso de 1826, perteneció al grupo de los "persas". Del valor de su Exposición se ha hecho ya referencia. Ese mismo año en 1826 se retiró del Cuzco y escribió en el periódico oficial El Sol del Cuzco, especialmente contra las costumbres del clero. También publicó en 1825 con el seudónimo Tobías León un periódico, El Censor Eclesiástico, destinado a revelar los abusos de la administración eclesiástica, aunque protestando que no quería la reforma de las leyes: "Quizás soy el primero que en el Perú ha arrostrado los fantasmas de una preocupación sostenida", afirmó al terminar su disertación contra los diezmos. Prefecto de Puno, soñó en esa época, según se ha afirmado, conspirar con Gamarra, prefecto del Cuzco y con La Fuente, prefecto de Arequipa, para segregar el sur del Perú, intentona enérgicamente reprimida por el gobierno de Lima. Fue vocal en la Corte Superior de aquella ciudad. Participó en 1834 en El Pensador de Arequipa. En la Convención de 1834 reapareció como diputado. Al sublevarse Orbegoso contra Santa Cruz en 1838, lo nombró ministro de Relaciones Exteriores. Luego pasó a ser ministro de Gamarra y fue uno de los principales inspiradores civiles de la Restauración. Acaso como premio obtuvo un puesto en el Consejo de Estado. En la guerra civil de 1842 se destacó como lafuentista prominente, lo cual le suscitó en 1845 una agria polémica con el Presidente legal de entonces, Manuel Menéndez. Colaboró en El Correo de Lima (1840) y El Peruano (1846). Vocal de la Corte Suprema, la magistratura y los años lo alejaron de la política militante, pero lo fueron haciendo consciente del privilegio y de la responsabilidad de haber colaborado en la implantación de la República y del sistema popular representativo. Laso llegó a definir la sociedad política como "la reunión en un cuerpo determinado, reglamentado e independiente, de los hombres libres que gozan de su propio derecho y capaces por sus aptitudes físicas, morales e intelectuales de concurrir por sí al mantenimiento de la asociación y a la seguridad pública e individual de los asociados". Los hombres con las calidades indicadas eran los ciudadanos. Insultado y ridiculizado en un remitido que publicó El Correo Peruano, se retiró luego de la polémica. Herrera expresó su pesar ante esta actitud. Sin embargo, en las columnas del mismo periódico y en El Comercio siguieron otros artículos para combatir a Herrera y éste los contestó. En el curso del debate que entonces se produjo, el rector de San Carlos llegó a decir lo siguiente: "Para que no se crea que temo decir la verdad cuando de algún modo puede influir en el orden público, responderé ingenuamente que el pueblo, esto es la suma de los individuos de toda edad y condición, no tiene la capacidad ni el derecho de hacer las leyes. Las leyes son principios eternos fundados en la naturaleza de las cosas, principios que no pueden percibirse con claridad sino por los entendimientos habituados a vencer las dificultades del trabajo mental y ejercitados en la indagación científica. ¿La mayoría de un pueblo se halla en estado de emprender la difícil tarea indispensable para descubrir esos principios? No: no tiene tal capacidad. Y quien no tiene la capacidad de hacer algo, no se puede decir, sin caer en un absurdo, que tiene derecho de hacerlo. El derecho de dictar las leyes pertenece a los más inteligentes, a la aristocracia del saber, creada por la naturaleza... El pueblo no puede ejercer la soberanía verdadera –el mando– y si no puede ejercerla en este sentido, que es propio y riguroso, no la tiene. Ningún ciego sensato toleraría que se burlaran de él queriendo hacerle creer que, aunque no pudiese ver, tiene la facultad de ver".

LOS EXÁMENES EN SAN CARLOS EN 1846 Y LA RENOVACIÓN DE LA POLÉMICA PERIODÍSTICA.- El problema de la soberanía apareció en varias proposiciones en la tabla de los exámenes efectuados en el Colegio de San Carlos entre el 25 y el 29 de diciembre de 1846. Impugnó como examinador las doctrinas del Colegio el consejero de Estado, Pedro José Flores. Herrera citó públicamente a quienes quisieran rebatirlas aun cuando no fueran examinadores nombrados por el Gobierno, para que interviniesen en una nueva discusión polemizando con un estudiante por él escogido. El acto tuvo lugar el 29 de diciembre en presencia de Castilla. El estudiante José María Irigoyen contestó a las preguntas de Benito Laso, del sacerdote Agustín Guillermo Charún y del diputado José Manuel Tirado (otras versiones dan el nombre de Manuel Irigoyen como partícipe en este acto). Laso, Tirado y Charún se refirieron a la necesidad de que el pueblo consienta que lo gobierne cierta persona para que esta pueda ejercer soberanía. Irigoyen convino en ello y dijo que esta era una de las proposiciones de su tabla. De aquí concluían sus interlocutores que el pueblo delega la soberanía; Irigoyen, si bien aceptó que el consentimiento del pueblo es condición para que se elija el soberano, negó que fuese origen de la soberanía. Todo el debate giró, pues, alrededor de si el consentimiento popular es condición u origen de ella. Por medio de doce editoriales El Correo Peruano volvió a atacar las ideas que difundía Herrera y fue refutado once veces en remitidos de El Comercio en enero de 1847. El mismo problema de la soberanía fue abordado por J. L. Eugenio Albertini en un discurso al incorporarse en el Colegio de Abogados en octubre de 1846; y una publicación hecha en nombre del Colegio de San Carlos señaló las coincidencias de ideas que los unían y afirmó una vez más su repudio a Rousseau y a sus comentadores y su adhesión a la filosofía representada por Royer Collard.

LA AFIRMACIÓN HISPANISTA DE HERRERA.- Herrera en su sermón había impugnado el principio de la soberanía popular, para lo cual invocó las que eran, según él, las más nuevas orientaciones de la filosofía del Derecho. Había hecho suyas las críticas de Royer Collard llamándola "soberanía de la fuerza"; se colocaba, pues, cerca de la llamada filosofía doctrinaria francesa a la vez que de ciertos exponentes de la escuela teocrática y contrarrevolucionaria en el mismo país, especialmente del vizconde de Bonald. Sus ideas aquí, en el fondo, no tenían verdadera originalidad. Pero al lado de este aspecto teórico, el sermón del 28 de julio de 1846 había presentado un contenido directamente relacionado con la experiencia histórica peruana, que no fue tomado en cuenta en las polémicas periodísticas y académicas; pero que ostenta un significado de suma importancia. En el texto del sermón afirmó Herrera que los conquistadores formaron el nuevo Perú, "el Perú español y cristiano cuya independencia celebramos" y rindió, como se ha visto, homenaje de gratitud y de admiración a España. Al redactar las notas que acompañaron a la edición, el sermón refutó la idea de que el Perú moderno fuese el de los incas, combatió la posibilidad de una sublevación como la de Túpac Amaru, discutió acerca del derecho de la conquista en el siglo XVI y sobre sus excesos que, según expresó, no borraban su grandeza; dejó constancia de la obediencia pacífica que durante mucho tiempo tuvieron los súbditos americanos a la metrópoli de Madrid y buscó los fundamentos verdaderos para la Independencia y los encontró en la voluntad de Dios, cuya prueba estaba en el conjunto de medios que ella fue desarrollando por conducto de España en el Perú para que pudiese este país realizar un fin especial y propio. El sermón de Herrera señala el primer intento de reivindicación de la obra de España después de las acusaciones y ataques de la Independencia y se enlaza con los escritos de los emigrados en el Callao en 1824, aunque diferenciándose de ellos en la aceptación y el acatamiento de la persona nacional. Señala, al mismo tiempo, la negación de las ideas indigenistas de quienes habían sostenido que la Emancipación representaba una continuidad en función de los incas (véase el capítulo 9 sobre la idea de patria).

EL vvvvvvvvv SERMón DE HERRERA SEñALA EL PRIMER InTEnTO DE REIvInDICACIón DE LA OBRA DE ESPAñA DESPuÉS DE LAS ACuSACIOnES Y ATAquES DE LA InDEPEnDEnCIA Y SE EnLAzA COn LOS ESCRITOS DE LOS EMIGRADOS En EL CALLAO En 1824, AunquE DIfEREnCIánDOSE DE ELLOS En LA ACEPTACIón Y EL ACATAMIEnTO DE LA PERSOnA nACIOnAL.

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fEBRERO vv 1848 vv [ frAncIA [ vv ]

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kARLvvvvv MARx (1818-1883) Y fRIEDRICH EnGELS (1820-1895) PRESEnTAn EL MAnIfIESTO COMunISTA, PRIMERA PuBLICACIón En DOnDE SE ExPOnE EL MARxISMO, PEnSAMIEnTO quE PROMuEvE unA REvOLuCIón DEL PROLETARIADO PARA LOGRAR unA SOCIEDAD SIn CLASES Y SIn PROPIEDAD PRIvADA. LA PRIMERA REvuELTA DE ESTE TIPO SE ORIGInó En fRAnCIA En JunIO DE ESTE MISMO AñO.

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HERRERA EN SAN CARLOS.- Fue erigido el Colegio de San Carlos en 1770 en la casa de noviciado de la Compañía de Jesús después de la supresión de esta, reuniéndose en él los colegios reales de San Felipe y San Martín. Se concentró allí la enseñanza científica y filosófica porque la Universidad solo confería grados. Toribio Rodríguez de Mendoza propugnó en sus aulas ideas liberales. De 1822 a 1842 la vida de este plantel llegó a ser intermitente, sin evidenciarse progreso en su docencia. Herrera inició una reforma, en los estudios mismos, en la disciplina y en la organización. Este tipo de colegio, al que se iba después de un breve paso en las escuelas de primeras letras y en las "aulas de latinidad", juntaba, como se ha dicho, muchos de los elementos de las hoy llamadas instrucción secundaria y superior y ponía en condiciones de optar el grado profesional que la Universidad otorgaba. Se enseñaba en San Carlos: matemáticas puras y aplicadas, física, filosofía, Derecho natural, canónico, patrio, público interno y externo, y romano; literatura, religión, geografía, lengua latina, música y dibujo. Entre los profesores estaban José Navarrete, Manuel Cacho, Manuel Suero, Casimiro Valle y Tejada, José Loayza, José María Irigoyen. Herrera introdujo los cursos de economía política y teneduría de libros, idiomas modernos y práctica forense. En filosofía reemplazó el sensualismo imperante hasta entonces, por el racionalismo de Cousin; en Derecho natural, el sistema de Heinecio por el de Ahrens; en Derecho internacional, el de Heinecio por el de Pinheiro Ferreyra; en Derecho canónico, el jansenismo por el ultramontanismo; en Derecho constitucional las teorías democráticas e igualitarias por la doctrina de la soberanía de la inteligencia. El mismo Herrera tradujo y publicó en la imprenta de San Carlos los textos de Ahrens y Pinheiro Ferreyra, el último de los cuales complementó con valiosas notas. En cuanto al régimen de disciplina, se inspiró en el modelo alemán y el jesuita y trató de implantarlo con rigidez. Para ingresar al Colegio se requería ser hijo legítimo de padres honrados, tener buenas costumbres, saber leer y escribir y gramática castellana, no ser menor de 12 ni mayor de 17 años si se iba a comenzar la educación. Había 24 becas; 12 de ellas estaban reservadas para indígenas. Los alumnos se hallaban divididos en cuatro departamentos. El primero correspondía a los estudiantes mayores, que habitaban aposentos particulares cuyas puertas permanecían sin cerraduras en las horas de recreo y de sueño, únicas en que podían estar ocupados; y los tres restantes agrupaban a tos demás estudiantes en sala común. Unos y otros no se reunían sino en las horas del culto y del alimento. En total eran alrededor de doscientos los alumnos internos. Los inspectores corregían las faltas de aplicación, decoro y moralidad, y se alejaban de ellos solo en las horas de clase. Los externos estudiaban separados de los internos; conducidos por un inspector, entraban en el interior del colegio al tiempo de clase y se retiraban apenas ellas concluían. Los domingos salían los internos de frac y tricornio, que solo en la vecindad se cambiaban; los jueves tenían puerta franca los llamados "cónsules" o del último año. Los "carolinos", como se les decía, eran populares, sobre todo entre las muchachas y había un pacto tácito con los estudiantes del Colegio de San Fernando o de Medicina para repartir por barrios el territorio de sus conquistas amorosas, si bien los carolinos tenían que cuidar de lo que hacían en los alrededores del Colegio, porque, según voz general, el rector los estaba siempre mirando desde la torrecilla de la iglesia. Aquella vida dejó imperecederos recuerdos en quienes la conocieron. Años después, un poeta, Luis Benjamín Cisneros, la evocaba con emoción. Había dos clases de exámenes en San Carlos, unos privados y otros públicos. Los primeros se efectuaban en presencia del rector y los segundos correspondían al curso entero; ambos tenían lugar en el mes de diciembre. Menciona Cisneros sus sentimientos e impresiones en esos días "dentro del carácter de la disciplina a que estábamos sujetos, las teorías que nos enseñaban y el método de enseñanza que todo lo reducía a un silogismo". Y agrega: "Todo esto en la estación melancólica del invierno que entristecía el musgo invasor; todo esto a la sombra de lo desmedrado del verano en que el sol reverberaba calcinante sobre las columnas y pisos de las galerías; todo esto a la sombra del alto campanario desde cuya cumbre se desprendían con regularidad inmutable, noche y día, los sonoros ecos de las horas; todo esto alre-

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La libertad de los jornaleros. En 1849, José M. Lizarzaburu y Manuel Cordero, diputados por Chiclayo y Santa, respectivamente, propusieron en el Congreso un proyecto según el cual los jornaleros no podrían abandonar su trabajo mientras no terminasen de pagar las deudas a sus patrones. Pedro Gálvez se opuso al proyecto por considerarlo opuesto a la libertad de los trabajadores y logró que fuera retirado. Estas fotografías (1, 2 y 3) de jornaleros de la sierra peruana datan de 1850.

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fEBRERO vv 1848 vv [ frAncIA [ vv ]

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EL REY LuIS fELIPE vvvvvI (1773-1850) ABDICA AL TROnO DE fRAnCIA. AL DíA SIGuIEnTE SE PROCLAMA LA SEGunDA REPÚBLICA. ESTOS HECHOS fuEROn PRECEDIDOS POR REvuELTAS En TODO EL COnTInEnTE EuROPEO, DEBIDO AL AvAnCE DEL LIBERALISMO Y DEL nACIOnALISMO. EL GOBIERnO PROvISIOnAL ESTuvO COMPuESTO POR TODAS LAS CORRIEnTES POLíTICAS, PERO Su fALTA DE COnSEnSO PROvOCó REvuELTAS En PARíS. A fInALES DE 1848 fuE ELEGIDO PRESIDEnTE LuIS nAPOLEón BOnAPARTE, SOBRInO DEL Ex EMPERADOR fRAnCÉS.

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[ CAPÍTULO 19 ]

dedor de la alegre capilla con sus doradas molduras, su techo de bóveda y su galería de Santos Padres e iluminadas escrituras piadosas; todo esto al débil murmullo de las fuentes de donde caía el agua a los estanques circulares de mármol o de piedra, entre cuyos resquicios y a cuyo pie crecía el musgo invasor; todo esto a la sombra de los desmedrados jazminales del patio de Jazmines, de la glorieta de rosas de miniatura del patio de Naranjos sin naranjales y del erguido pie de cocotero que, en la huerta vecina, asomaba su alta copa como un centinela secular empinado allí para ver mejor el interior del edificio; todo esto interrumpido por las conferencias, los preparativos para los exámenes parciales, las pruebas de fin de año y por la alegre y bulliciosa fiesta cuando alguno recibía con el grave título de maestro, la histórica banda azul, solemnidades que tenían lugar en el augusto, vasto y frío salón denominado General de conventual construcción con sus maderas talladas, sus pasadizos altos, sus paredes cubiertas por empolvados retratos de antiguas dignidades de la Universidad y del mismo Convictorio, presididos todos por el casi Señor del Mundo, nuestro primer monarca cristiano Emperador Carlos V; todo esto forma para mí, como debe formarla para muchos, la poesía retrospectiva de esa época de la vida. ¿Quién no recuerda el vivo afán con que perseguíamos y la santa satisfacción con que alcanzábamos que nuestro nombre figurase en el programa de los exámenes públicos? ¿Quién no recuerda el sentimiento de admiración y orgullo que nos causaba la presencia del viejo Mariscal Castilla presidiendo esas solemnes actuaciones bajo el ancho dosel de terciopelo carmesí, fijos los vivos y chispeantes ojos en el alumno que contestaba, restregándose el rostro con el blanco pañuelo, protestando entre dientes contra teorías que ofendían sus convicciones republicanas y sacudiendo súbitamente el puño de su espada al cambiar de actitud? ¿Quién de nosotros no comprende, por lo que pasa hoy mismo por su espíritu, las emociones que dominaban a los venerables ancianos educados en esos mismos claustros, que de ordinario iban a ilustrar los exámenes con su presencia en el estrado y a sonreímos dulcemente y alentarnos con sus aplausos cuando las respuestas dadas a sus preguntas correspondían a las que ellos conocían desde que eran alumnos del Convictorio? Aún me parece ver a los respetables Araníbar, Charún, Villarán, Pellicer, Tirado y otros muchos, gozar con el espectáculo de los triunfos de la generación que los había sucedido y con el recuerdo de los propios suyos. Aún me parece ver la noble figura del gran poeta Olmedo, ya viejo y débil, recorriendo, una vez terminada la distribución de los premios y seguido por todos nosotros, los lugares en que había compuesto sus primeros versos y permaneciendo inmóvil, con los ojos anegados en lágrimas, al pisar el dintel del cuarto en que había vivido". Cuéntase de Castilla que pagaba con onzas las respuestas ingeniosas y que a los alumnos sobresalientes premiaba dándoles asiento en su coche hasta el Palacio de Gobierno o regalándoles un abono al teatro.

LAS ANOTACIONES AL TEXTO DE DERECHO PúBLICO.- Otro exponente del pensamiento de Herrera en aquella época se encuentra, como ya se ha dicho, en las anotaciones que hizo al Compendio de Derecho Público Interno y Externo por el comendador Silvestre Pinheiro Ferreyra. Él mismo lo tradujo para el uso del Colegio de San Carlos y lo publicó en la propia imprenta del Colegio en 1848. Herrera escogió el texto de Pinheiro Ferreyra, como paladinamente lo dijo al empezar sus anotaciones, porque abandonó el empirismo rutinario de la escuela histórica y se lanzó con intrepidez en pos de los principios. Además, "la nobleza del mérito y la responsabilidad de todo funcionario público, aunque pertenezca a las Cámaras, son dos bases constitucionales que harán siempre apreciabilísimo su Derecho público interno". Pero disentía de él en puntos fundamentales, como en su definición misma del Derecho público. Lo consideraba demasiado influido por Bentham. Herrera insistía en la existencia de una ley distinta de la voluntad y de los intereses humanos. Definía, una vez más, la soberanía como "el derecho de mandar en una nación". Volvía

con detallismo al contenido de su sermón del 46 y se apoyaba en citas de Cousin y de Guizot. Como consecuencia de estas doctrinas, sostenía que, como la autoridad no se delega, el elector no hacía otra cosa que reconocer la capacidad superior del elegido y someterse a ella. En las Constituciones republicanas veía Herrera que cada uno de los tres poderes poseía facultades conservadoras, cada uno se hallaba limitado cuando los otros ejercían sobre él sus atribuciones. "Pero hay uno (agregaba) que no siente ese influjo y es de hecho ilimitado: este poder es el Congreso". Contra la tendencia al excesivo peso del Poder Legislativo finalizan las anotaciones de Herrera al Derecho público interno de Pinheiro Ferreyra. En cambio, insistió en la importancia del Presidente. "Él representa la unidad de la autoridad pública, lo cual es bien perceptible en el caso de la disputa internacional. Y aun fuera de este caso, el Presidente es quien hace ejecutar las leyes y sentencias judiciales. Puede decirse que mientras hay orden en la República y armonía entre las autoridades, ninguna disposición se cumple sino ordenando él su ejecución que es el acto esencial de la soberanía". Por lo demás, Herrera defendió contra Pinheiro Ferreyra la profesión militar y pidió independencia para el Tribunal Mayor de Cuentas y un Consejo de Instrucción, así como jueces sabios que averiguaran la verdad y no hicieran uso de procedimientos crueles e injustos.

EL COLEGIO GUADALUPE.- Los liberales decidieron combatir a Herrera con armas análogas a las que él empleaba. Existía desde 1841 el Colegio Particular de Nuestra Señora de Guadalupe, fundado por Domingo Elías y Nicolás Rodrigo para la enseñanza primaria. Sucesivas reformas ampliaron el radio de acción de este Colegio. En 1843 llegó a ocupar su dirección el español don Sebastián Lorente, liberal de los llamados en su país, "doceañistas". El plan de estudios de Guadalupe alcanzó a abarcar gradualmente el perfeccionamiento de la instrucción primaria, o sea avanzó hasta lo que hoy se llamaría la educación secundaria y también se extendió a algunas asignaturas que ahora pertenecerían a la educación universitaria. Las materias para las llamadas "clases inferiores" fueron en 1847: principios de religión, caligrafía, perfeccionamiento de lectura, aritmética comercial, teneduría de libros, geometría usual y dibujo lineal; geografía antigua y moderna, general y del Perú; historia civil, eclesiástica y natural; conocimientos de mecánica, lenguas española, inglesa, francesa y latina, música y dibujo. Los cursos superiores fueron: matemáticas (incluyendo cálculo, geometría, ambas trigonometrías, análisis geométrico e infinitesimal), astronomía, mecánica aplicada a las artes, física, filosofía (incluyendo psicología, lógica, moral, teodicea e historia de la filosofía), Derecho natural y público interno y externo, Derecho constitucional patrio y economía política. Entre los profesores estaban: Pedro Gálvez, José Salazar, Carlos Lissón, Juan Goytizolo, Mariano Urzueta. Los alumnos internos llegaron en 1847 a ser 115. Se admitía externos y medios pupilos solo para las clases superiores. En 1848 un alumno guadalupano se graduó de doctor en cánones en la Universidad. "El doctor Lorente, que era infatigable en la enseñanza durante los 46, 47, 48 y 49, llegó a dictar hasta siete y aun hasta ocho clases diarias (léese en los Anales del Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe), apenas se daba tiempo para un ligero descanso. Este trabajo excesivo no pudo menos que afectar su salud y en junio del 49 fue atacado por una hemoptisis que lo obligó a trasladarse a Chorrillos por la prescripción de los médicos; pero este cambio de clima no fue suficiente para su restablecimiento y entonces, muy a pesar, tuvo que abandonar el Colegio para trasladarse a la Sierra como único medio de reparar su salud. Muchos de sus discípulos quisieron acompañarle en su penoso viaje; pero él solo aceptó los servicios de los señores don Carlos Lissón y don Manuel Marcos Salazar que lo llevaron hasta Tarma". Reemplazó a Lorente en 1850 Pedro Gálvez. Había sido Pedro Gálvez alumno de Herrera. "Pedro Gálvez y la virgen de Nuestra Señora de Loreto son las dos joyas del Convictorio", cuén-

SEBASTIÁN LORENTE (1813-1884)

Este médico y abogado español desarrolló una fructífera actividad en el campo de la educación: formó parte de la planta de profesores del Colegio Nuestra Señora de Guadalupe; modernizó el estudio de la geografía y la literatura en el Convictorio de San Carlos; y dictó las cátedras de ciencias naturales, fisiología, higiene y medicina legal en el Colegio de Medicina de San Fernando. En 1854 el Gobierno le encargó la redacción del Reglamento General de Instrucción Pública, promulgado el 7 de abril de 1855.

[ CAPÍTULO 19 ] PERÍODO 2

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COMPENDIO DE DERECHO PúBLICO EXTERNO E INTERNO

La obra del portugués Silvestre Pinheiro Ferreyra fue traducida y anotada por Bartolomé Herrera para el uso de los alumnos del Colegio San Carlos. Esta edición fue impresa en los talleres del Colegio, en 1848, y reimpresa en la década de 1860. Las notas de Herrera, casi tan extensas como el libro, incluían tesis sobre la soberanía, la democracia, los poderes del Estado y las funciones de sus representantes.

tase que Herrera decía. Pedro Gálvez fue el discípulo ideal de Herrera en el sentido que el griego Gorgias daba al concepto de lo que debía ser el discípulo ideal: aquel que pusiera el pie delante de la última huella dejada por el maestro. "Desde su ingreso a Guadalupe (cuentan los Anales de este Colegio) don Pedro Gálvez se hizo cargo de las clases de Jurisprudencia que estableció y en cuyos estudios hizo una revolución completa sustituyendo a los principios de la escuela llamada absolutista o conservadora hasta entonces en auge, los principios que forman el credo de la escuela liberal o progresista. Gálvez fundó y dictó sucesivamente las clases de Derecho natural, constitucional y de gentes, la de Derecho civil patrio que reemplazó al Derecho romano, las de Derecho penal y administrativo, Legislación y Derecho canónico. En todos estos ramos sostuvo los principios más liberales; desterró el Derecho natural de Heinecio y adoptó el filosófico de Ahrens; sostuvo el principio de la soberanía popular como fuente de toda autoridad contra el de la soberanía de la inteligencia; defendió el Patronato nacional contra las pretensiones de la curia romana y enseñó que, lejos de ser la libertad, en todas sus manifestaciones, un principio o causa de perturbación social, era un principio de civilización y progreso y que la misión de todo buen gobierno consistía en armonizar el principio de autoridad con el respeto a esa nobilísima facultad". La resolución general que autorizó la validez de los estudios de Guadalupe para optar el grado universitario, es decir equiparándolos al colegio oficial que era San Carlos, fue expedida el 16 de abril de 1851. El decreto de 15 de julio del mismo año estableció la dotación de veinte becas del Estado en Guadalupe, pagaderas con fondos de la Beneficencia. Luego fue aplicado al fomento de ellas el impuesto del guano en Chancay. Así, pues, Guadalupe, plantel reciente de propiedad particular, llegó a evolucionar de la enseñanza elemental hasta la universitaria en el campo del Derecho, y obtuvo subsidios del Estado en forma de becas para competir con el colegio nacional auroleado por la bella tradición en él creada a través de la obra de Rodríguez de Mendoza y que habíase transformado gracias a las enérgicas directivas de Herrera. Frente a la rigidez disciplinaria de San Carlos, se preció Guadalupe de dejar amplia libertad a los alumnos para sus opiniones y sus respuestas en los exámenes. Contra la restauración de enseñanzas aristocráticas, basadas no en los privilegios de la alcurnia sino en los de la mente, encarnó, en cierta forma a partir seguramente de 1847, el rejuvenecimiento del credo liberal de Rodríguez de Mendoza. A una cuadra de distancia, dice Jorge Guillermo Leguía, fervoroso historiador de los grandes liberales peruanos, San Carlos representó el orden y Guadalupe la libertad.

EL DEBATE ENTRE HERRERA Y PEDRO GÁLVEZ SOBRE EL SUFRAGIO DE LOS INDIOS.- En las elecciones parlamentarias de 1849 Bartolomé Herrera obtuvo la diputación por Lima y Pedro Gálvez la de Pataz. Herrera presidió su Cámara. Notables fueron los debates que ambos tuvieron cuando se discutió en Cámaras reunidas el proyecto de reforma constitucional. Este proyecto otorgó el derecho del sufragio a quienes supieran leer y escribir, excepto los indígenas y mestizos hasta el año de 1860. Una ley especial, la ley electoral, había concedido a los indios y mestizos analfabetos el ejercicio de la ciudadanía. Herrera pronunció un notable discurso en la sesión de 6 de noviembre para exponer su doctrina. El derecho (dijo) no tiene su origen en la voluntad humana sino en la naturaleza. No era un castigo a los indígenas y mestizos declarar que no podían votar; porque se puede carecer de un derecho no solo por delito sino también por incapacidad natural. La naturaleza humana en todos es la misma; pero cada ser humano se desenvuelve según sus facultades. El niño y la mujer ven restringidos sus derechos civiles; así también el analfabeto debe carecer de derechos políticos, aunque forme la mayoría de la población del país. Ninguna nación bien organizada concedió en una etapa de calma el sufragio universal. El ateniense que no sabía leer y votó por el

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ostracismo de Arístides cansado de oír que lo llamaban "el justo", es todo un símbolo. Cuando hay cien habitantes y solo diez saben leer y escribir, ellos dan a los otros noventa los votos. "¿No es esto lo que pasa, señores?" (agregó inmediatamente después). "No es esta la verdad? ¿No es lo que vemos? Invoco el testimonio de cada uno de los miembros del Congreso" (y, según la versión publicada del debate, una voz exclamó "cierto" y hubo un rumor de aprobación). Negar el sufragio a la mayoría de los indios (continuó diciendo) no es degradarlo; darles participación en la política es la verdadera obra maldita de degradación y de repugnante envilecimiento de esa raza infeliz. En esclava, la bestia o máquina será ella convertida. En seguida, después de refutar la limitación cronológica puesta en la fecha de 1860 que incluía el proyecto, objetó la vaguedad de la palabra "mestizo" y la separación creada entre los analfabetos en general y los grupos raciales a los que se trataba de singularizar. ¿Por qué se había excluido a los blancos, negros, mulatos cuarterones y demás castas? Esta reflexión le sirvió para pronunciar palabras de afecto a los negros. A continuación dijo: "Yo también amo a los indios: he vivido algunos años entre ellos; he oído sus gemidos; he recibido sus suspiros en mi corazón y en la vida práctica he mezclado mis lágrimas con las suyas"..."Empléese una buena porción de la renta pública en escuelas. Instrúyase, edúquese al indio y se mejorará su condición. De otro modo, nuestros deseos laudables, por hermosos que sean, serán siempre estériles: porque donde quiera que un hombre estúpido esté colocado al lado de otro que haya cultivado su inteligencia, si no ha llegado este a un grado de probidad que no es común entre los hombres, habrá siempre una víctima y un verdugo. Educación, educación, señores, para los indios; y por lo que hace a derechos, reconozcamos que nosotros no podemos hacer más que declararlos cuando existen y que solo Dios puede crearlos". Con estas palabras terminó el discurso. A lo largo de él, Herrera refutó conceptos que habían emitido, a favor de sufragio de los indígenas y mestizos analfabetos, Juan C. Cavero, diputado por Parinacochas; Mariano Gómez Farfán, diputado por el Cuzco; y Enrique Gamboa, diputado por Paruro. En la sesión del 7 de noviembre, presidida por Herrera, Pedro Gálvez impugnó sus ideas. Negó que la capacidad fuera el origen del derecho. El derecho de alimentarse no proviene de la capacidad de tomar alimentos ni es posible pedir a cada uno sus títulos de capacidad antes de permitirle la libertad de obrar. Lo que puede exigirse para la acción humana es razón para conocer y precisamente la antedicha libertad. Si la ley demanda requisitos ficticios, establecidos por la sociedad misma para ejercer un derecho natural, es injusta y opresiva. La aptitud para elegir no depende del conocimiento de la escritura. Pueden relacionarse con ella la edad o el estado mental pero no este requisito, ya que con el mismo criterio habría que exigir el conocimiento del Derecho público. "Se teme (expresó más adelante) que diez hombres echen en el ánfora cien votos por noventa manos ¿y no se teme el confiar exclusivamente a esos diez hombres el destino de los otros?". Todo individuo tiene capacidad para algo; y aunque así no fuera no se puede declarar a los menos capaces absolutamente incapaces y a los más capaces absolutamente capaces. "Yo apelo al mismo principio de la dignidad humana que proclamó el señor Herrera, para acusar de atentatoria contra la personalidad del hombre y la nobleza de su destino, la ley que, dividiendo la humanidad en dos porciones, confía exclusivamente a una la dirección de la otra, sometiéndola a perpetua tutela". El discurso terminó con una declaración de amor al indígena y una defensa del negro, cuya libertad demandó. La votación fue favorable a la doctrina de Gálvez por 96 contra 19 votos (7 de noviembre).

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nOvIEMBRE vv vv 1848 [ perú VV ] ]

LOS MAESTROS Y vvvvvvvv OBREROS DE LA RECIÉn InAuGuRADA fáBRICA DE TOCuYOS DE LIMA EnTREGAROn AL PRESIDEnTE RAMón CASTILLA LA PRIMERA PIEzA fABRICADA. LA TELA, TRABAJADA ínTEGRAMEnTE En LIMA, ESTABA ATADA POR LOS CABOS COn DOS fAJAS DE SEDA BLAnCA Y Punzó, Y EnvuELTA En un PLIEGO DE PAPEL ELABORADO En LA fáBRICA DE ALEJAnDRO vILLOTA, unO DE LOS funDADORES DE EL COMERCIO.

LA DEFENSA DEL DERECHO DE LOS JORNALEROS.- El diputado por Chiclayo José M. Lizarzaburu y el diputado por Santa, Manuel Cordero, presentaron en la misma legislatura de 1849 un proyecto para obligar a los jornaleros a no abandonar su trabajo mientras no hubiesen cancelado las deudas que tuvieran con sus patrones. Pedro Gálvez se opuso a este proyecto, junto con otros

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nOvIEMBRE vv 1848 vv [ perú [ vv ]

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LLEGAn AL PERÚ vvvvv LOS RESTOS DEL GEnERAL AGuSTín GAMARRA. LuEGO DE LA BATALLA DE InGAvI (1841), Su CuERPO quEDó En MAnOS BOLIvIAnAS, PERO SE LOGRó Su REPATRIACIón TRAS nEGOCIACIOnES EnTRE AMBOS GOBIERnOS. En EL CALLAO, BuquES ExTRAnJEROS Y nACIOnALES LE BRInDAROn LOS HOnORES RESPECTIvOS Y DE ALLí fuE TRASLADADO A LA IGLESIA DE LA MERCED PARA EL vELATORIO. EL EnTIERRO SE LLEvó A CABO EL DíA 25 En EL CEMEnTERIO GEnERAL.

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representantes. Afirmó en su discurso de 24 de agosto que la propiedad y la libertad no podían estar en lucha, pues eran sacrosantos derechos dados al hombre por la naturaleza. El trabajo debía reglamentarse, no podían quedar abandonadas a sí mismas las extensas y complicadas relaciones entre propietarios y jornaleros; pero la ley aquí debía fomentar y no oprimir, dirigir y no esclavizar, inspirándose en el principio de la personalidad. El proyecto buscaba solo dar garantía al propietario y olvidaba otorgarla al jornalero. "Si para el primero (afirmó) se ha pensado en asegurar sus productos, para el segundo no se ha pensado en asegurar su salario; si se ha tratado de adelantar la fortuna del primero y darle un porvenir como fruto de su actividad, no se ha emitido la idea de que también el jornalero necesita interesarse en su trabajo, de que él también necesita asociarse a las ganancias, ya que une su actividad a la del propietario para conseguir un resultado común". Y más adelante agregó: "Es muy justo que un hombre sea obligado a cumplir sus contratos, pero eso es cuando él ha sido competente para establecerlos, cuando ha visto bien a lo que se comprometía y en caso contrario el contrato no puede subsistir porque no debió celebrarse, porque no ha sido el efecto de un convencimiento, de una decisión racional y libre. La mayor parte de los contratos que tienen lugar con los jornaleros pertenecen, desgraciadamente, a este número; sin examen de aquello a que se comprometen; sin comparación de las propuestas que admiten, con otras que pudieran recibir; sin ninguna previsión para el día siguiente, aceptan sin formalidad alguna, sin conocimiento de causa, guiados tal vez únicamente por la rutina o por el ejemplo, una posición que están muy lejos de comprender en su verdadero valor. Cuántas veces el hambre de un momento, la estrechez de medios originada por cualquier causa les hará entrar en un compromiso del que después no pueden deshacerse". Como síntesis de su pensamiento, expresó al concluir su discurso: "Si se arregla el trabajo que sea para provecho del propietario y del jornalero, que sea por moralizar y proteger esa clase numerosa a que la ignorancia, los hábitos de servidumbre y el abandono mantienen arrastrada en el polvo, que sea para realzar el trabajo que entre nosotros se encuentra tan repugnado y tan envilecido, que sea sin herir ninguno de los sagrados derechos del hombre sino respetándolos todos en la personalidad de cada uno". El proyecto fue retirado. Quien estudie las ideas de Pedro Gálvez en esta brillante época inicial de su actuación política necesitará tomar en cuenta el olvidado aspecto de ellas que lo coloca como precursor de los defensores de la del legislación del trabajo. Herrera no intervino en la cuestión de los jornaleros. Manuel Toribio Ureta se manifestó favorable al proyecto siempre que hubiese libertad de contratar. Su posición fue, pues, abstractamente jurídica.

EL DEBATE SOBRE LA LEY CONCERNIENTE A LA ELECCIÓN DE OBISPOS.- El Congreso ordinario de 1849 debatió también la reforma de la ley sobre elección de obispos que había sido promulgada en 1832. Según ella, las juntas departamentales intervenían para formar de la lista de los doce candidatos hecha por los curas y cabildos otra de seis y elevarla al Consejo de Estado. La comisión de la Cámara de Diputados opinó que los nombres de los doce candidatos del clero pasasen directamente a este organismo, a fin de que entre ellos eligiese los tres que debía proponer al Gobierno. El diputado por Paruro, Enrique Gamboa, propuso que los colegios electorales escogiesen seis de los nombrados por los curas y canónigos como antes lo hacían las juntas departamentales. La Cámara desechó esta proposición. El diputado por Tarapacá, Manuel A. Cuadros, planteó la conveniencia de otorgar a las cortes superiores las funciones que habían desempeñado en estas elecciones las juntas departamentales y su adición también fue rechazada. El diputado por Arequipa, Juan Manuel Polar, hizo otra enmienda al proyecto haciendo votar junto con los curas para la nominación de los doce primeros candidatos a los síndicos que, de conformidad con la Constitución, reemplazaban entonces a las municipalidades. Después de la aprobación de esta fórmula, Herrera quiso limitarla a los síndicos de las capitales de provincias; pero no fue aceptada su enmienda.

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El poder de los púlpitos. Los púlpitos de la Catedral de Lima a menudo sirvieron como improvisadas tribunas para que los sacerdotes respondieran ofensas contra la Iglesia o simplemente expresaran su opinión sobre ciertos temas. Dos de los sermones más célebres de esta época tuvieron lugar el 28 de julio de los años 1847 y 1848, y estuvieron a cargo de Agustín Charún y Pedro José Tordoya, respectivamente. En ellos, ambos clérigos criticaron abiertamente las monarquías y defendieron el derecho a la soberanía popular. Esta litografía en la que se aprecia la Catedral de Lima, fue realizada entre 1845 y1852 por Théodore Fisquet.

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JOSÉ MANUEL TIRADO (1809-1855)

Durante el gobierno de Felipe Santiago Salaverry, este abogado limeño asumió la Secretaría General (1835). En 1845 fue elegido diputado por Lima, y cinco años más tarde, decano del Colegio de Abogados de Lima. También ejerció el cargo de ministro plenipotenciario en Estados Unidos (1850) y ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores (1852). Durante su gestión, defendió la isla de Lobos de la invasión extranjera.

Fueron dos los discursos importantes del rector de San Carlos en el debate sobre la elección de obispos. Ambos pueden ser calificados como magistrales. En el primero, pronunciado el 1° de setiembre, refutó la tesis de que debía otorgarse en este caso derecho al pueblo de acuerdo con las tradiciones de la Iglesia; negó, asimismo, que el Congreso fuese competente para decidir acerca de la disciplina de ella; y aprovechó la oportunidad para expresar su rechazo a las ideas que subordinaban al hombre frente al Estado. En otro discurso, el 6 de noviembre, al refutar a Tirado a propósito del otorgamiento del derecho de voto a los síndicos de las ciudades, insistió Herrera en sus puntos de vista haciendo gala de una aguda dialéctica. Disertó entonces sobre el sufragio universal, la democracia y la Edad Media, a la que calificó como "la época en que el cristianismo luchaba con la barbarie europea y empleaba todo su divino poder en domar esa fiera, la época en que se elaboraba la obra maravillosa de la civilización moderna, ¿qué extraño es que al trabajarse una obra que tantos esfuerzos demandaba apareciesen algunas irregularidades?". "Estamos (agregó) en la Edad Media de la historia del Perú, en la edad en que entre dificultades gravísimas se va preparando el porvenir de nuestra patria. Por eso vemos pretensiones extrañas, lamentables errores, frecuentes infracciones de la ley y dolorísimos escándalos. Si andando los siglos subiera por esto desde la tierra a herir nuestros oídos en la eternidad la maldición de nuestros hijos, ¿qué impresión nos harían las necias palabras de esos ingratos?".

EL PENSAMIENTO DE PEDRO GÁLVEZ.- A pesar de sus polémicas con Tirado y con otros diputados, Herrera tuvo su más eminente contendor en Pedro Gálvez. En esta forma describió el periodista liberal Enrique Alvarado el pensamiento de Pedro Gálvez en aquella época: "Nutrido con las ideas alemanas del siglo actual, si bien participando un tanto del carácter nebuloso de la metafísica de Kant y Fichte, sus lecciones han sido eminentemente filosóficas, aunque a veces envueltas con el velo de la más alta abstracción. En los ramos del Derecho ha producido D. Pedro Gálvez una verdadera revolución. Él arregló el estudio del Derecho natural según las teorías racionalistas de Ahrens; él acomodó el Derecho público a nuestra forma republicana e inició el verdadero sistema del Derecho penal. El elemento racional preside a todos estos tratados; el ideal llama de preferencia su atención; pero no desdeña tampoco aplicar los principios absolutos a las circunstancias de un pueblo en una actualidad dada. Las ideas liberales, el encadenamiento lógico de la exposición y el estilo correcto y fluido de estos ensayos y sus trabajos de codificación hacen, pues, de D. Pedro Gálvez, uno de nuestros primeros filósofos y publicistas. De paso, agregaremos que su inteligencia abraza muchas ciencias y que hemos tenido ocasión de admirar la universalidad de sus conocimientos". Pero el mismo escritor aumenta luego las sombras del retrato. "Filósofo, es poco original y algo panteísta; orador, la tribuna no retiembla bajo sus pies y su palabra no produce conmociones eléctricas en la Cámara; político, no ha estudiado el liberalismo en el corazón del pueblo sino en los libros...; es rojo y no desdeña a los azules"...

[ II ] FRANCISCO DE PAULA GONZÁLEZ VIGIL, LA PRIMERA ETAPA DE SU VIDA.- Francisco de Paula González Vigil nació en Tacna el 13 de setiembre de 1792. Sus padres eran españoles de ascendencia distinguida y poseían, entre otros bienes, el fundo Picara Blanca. La vida de este personaje extraordinario puede ser dividida en cuatro etapas de desigual dimensión. La primera, con un carácter provinciano y sacerdotal, tiene entre sus episodios iniciales los estudios en el Seminario de San Jerónimo de Arequipa. Siguió luego la obtención del doctorado en teología, otorgado en el Cuzco en 1812. De regreso a Tacna, el joven Vigil ya se des-

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tacó por la arenga que pronunció al establecerse el primer ayuntamiento en la casa consistorial en 1813. En 1815 recibió del obispo de Arequipa la ofer ta del vicerrectorado y de una cátedra de teología en el Seminario si se ordenaba como sacerdote. En unos apuntes sobre su vida escribió él mismo: "Entré en ejercicios en la casa del señor obispo y, aterrado a la vista de lo que iba a hacer, me fugué la víspera de la ordenación. Después de algunos días, me presenté al señor obispo quien me recibió con los brazos abier tos. Me dio la cátedra de filosofía y matemáticas en el Colegio. En 1817 enfermé y me vino otra vez el pensamiento de ordenarme; lo que apoyó mi director espiritual, el venerable Padre Fray Mateo Camplá. Me ordené de subdiácono en diciembre de 1818, de diácono en marzo de 1819 y de presbítero en setiembre del mismo año, por el señor (obispo) Goyeneche que, de antemano, me nombrara vicerrector y catedrático de teología. Fui a Tacna a decir mi primera misa. En Arequipa confesaba también según me lo permitían mis primeros años del sacerdocio. Y no solo decía misa sino que en Tacna auxiliaba a los encargados del oficio parroquial en sus funciones propias y, además, confesaba frecuentemente. En Arequipa confesaba también según me lo permitían mis obligaciones del Colegio".

LA SEGUNDA ETAPA DE LA VIDA DE VIGIL.- Empieza luego la segunda etapa de la vida de Vigil, primordialmente política y ubicada en Lima, con las iniciales expresiones de heterodoxia religiosa. En 1825 fue elegido, junto con Hipólito Unanue, diputado por Arica. Estuvo entre los opositores de Bolívar, al lado de su maestro Luna Pizarro, y conoció entonces la deportación. En el Congreso Constituyente de 1827-1828 participó como diputado. "Desde que vine a la capital de la República (escribió en los apuntes citados) después de conseguida la independencia, nuevo teatro, nuevas ideas me iban transformando poco a poco. Mi espíritu recorría otros espacios; dejé en libertad mi razón este inapreciable don de Dios, pensé y vi, medité, me desengañé". No fue notable la labor parlamentaria de Vigil hasta 1828. "Concluido el Congreso, navegué para Chile (prosigue diciendo él mismo) en busca de salud, contando con lo que había economizado de las dietas de diputado y regresé a Tacna en 1830". Su tierra natal lo eligió para el mismo cargo en 1831; pero antes de viajar a Lima, pasó a Arequipa, pues el presidente Gamarra lo había nombrado rector del Colegio de la Independencia. Entonces recibió en la Universidad de San Agustín el grado de doctor en Derecho, por haber sido de los miembros fundadores de la Academia Lauretana. Fue el tercer rector de aquel Colegio, después de José María Corbacho y Juan Gualberto Valdivia. Abandonó la tarea docente para entrar, por tercera vez, en las luchas parlamentarias. Actuó, pues, en el Congreso de 1832 y llegó a ser vicepresidente de la Cámara de Diputados. Polémica dimensión nacional alcanzó entonces al acusar al presidente Gamarra. De ese importante y muy conocido episodio se ha tratado ya en el capítulo sobre la escena política durante la primera administración de aquel mandatario (1829-1833). En 1833 fue elegido diputado a la Convención por su provincia y por la de Arequipa. Ocupó también la presidencia de la Asamblea. Alternó las tareas parlamentarias con el periodismo. "Escribí (cuenta en El Constitucional de esa época) y confieso ahora, arrepentido y avergonzado, que me dejé llevar de la exaltación de partido, como lo he anotado en el ejemplar de la Biblioteca y en otro mío N° 20, de 15 de febrero de 1834". Como vicepresidente de la Cámara de Diputados había refrendado el 22 de noviembre de 1832 la ley que redujo a la mitad las cuartas funerales que satisfacían los párrocos a sus respectivos obispos, lo cual suscitó la ira del de Arequipa, su antiguo protector Goyeneche. En la Convención de 1834 estuvo entre los que aprobaron la confiscación de bienes y el destierro de este prelado. Su firma apareció entre los signatarios de la Constitución de 1834, como había sido orgullosamente registrada en la de 1828.

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bbbbbb EnERO bbbbb 1849 bbbbbb [ ee.uu. ]

ELIzABETH BLACkWELL (1821-1910) SE COnvIERTE En LA PRIMERA MÉDICA DE LOS ESTADOS unIDOS DE AMÉRICA. En 1853, JunTO A Su HERMAnA EMILY, funDó LA nEW YORk InfIRMARY fOR bbbbbbb InDIGEnT WOMEn AnD CHILDREn, PRIMERA InSTITuCIón En COnTAR SOLO COn PERSOnAL fEMEnInO. En 1868, LAS HERMAnAS BLACkWELL CREAROn unA ESCuELA MÉDICA PARA MuJERES, quE vEInTE AñOS MáS TARDE SE AfILIó A LA CORnELL unIvERSITY MEDICAL COLLEGE. TAMBIÉn fuE PROfESORA DE GInECOLOGíA (18751907) En LA LOnDOn SCHOOL Of MEDICInE fOR WOMEn.

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Convento de San Francisco. En la antigua calle San Francisco, hoy jirón Áncash, estaba ubicado el Convento de Jesús de la Provincia de los Doce Apóstoles, nombre oficial de la casa matriz de los franciscanos en el Perú. Hasta aquí llegaron en 1849 los 19 misioneros españoles traídos por gestiones del padre Pedro Gual con la misión de restablecer la fe religiosa popular. Esta imagen de la iglesia y convento de San Francisco pertenece al libro Atlas Geográfico del Perú de Mariano Felipe Paz Soldán (1865).

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LA TERCERA ETAPA DE LA VIDA DE VIGIL.- Vino en seguida una tercera etapa provinciana y errátil en la vida de Vigil, humedecida por el amor a la tierra natal que, por lo demás, lo acompañó siempre a pesar de todas las mutaciones. Concluidas las labores de la Convención Nacional, volvió a Tacna, después de haber renunciado al rectorado del Colegio de la Independencia. En 1835 tres provincias lo eligieron diputado: Tacna, Arequipa y Tarapacá; pero no hubo Congreso dicho año, pues comenzó una etapa de tremenda agitación política. Ese mismo año volvió a ser nombrado rector del Colegio ya mencionado, por lo cual viajó a Arequipa, en donde llegó a fines de mayo. En el periódico El Arequipeño publicó artículos sobre el federalismo. En cuanto al Colegio, no pudo hacer nada "por el menoscabo de la mayor parte de sus rentas, pues se vendieron las fincas, a causa de la guerra civil". Volvió a Tacna. En esa ciudad, varias personas intentaron en marzo de 1836 que la provincia se separase del Perú y se pusiera bajo la protección de Santa Cruz, presidente de Bolivia. Vigil habló en la junta pública del 14 de marzo contra tan grave conato. Mencionábase entonces, para fundamentarlo, la desatendencia de Lima para esa tierra, fenómeno que no ha sido privativo de aquella época y que resurge en nuestros días. Vigil defendió, a pesar de todo, a Lima y agregó entre otras cosas: "Por ciertos que fueran los agravios que alegase un pueblo, lo serían para fundar la queja, mas no para hacer rompimiento. Si diéramos tanto valor a los males que se sufren que pudieran producir un derecho de separación, yo no sé hasta dónde nos podrían llevar las consecuencias". En carta dirigida a Santa Cruz el 17 de marzo de 1836, reafirmó sus ideas; manifestó que "no pude ni debí callar, ni mucho menos cooperar al logro de un objeto que cubría la infamia, ni hacer el sacrificio de mi conciencia en aras del temor, a cuyo vil ídolo jamás rendí culto"; y tuvo conceptos no solo patrióticos sino también panamericanistas. LA CUARTA ETAPA DE LA VIDA DE VIGIL. SU PRIMER MOMENTO.- En 1836 empezó la cuarta y más larga etapa de la vida de Vigil, la del publicista doctrinario, dividida, a su vez, en dos momentos: el de preparación y el de discusión pública. "A fines de 1836 (siguen los apuntes ya citados) vine por tercera vez a Lima, a desempeñar el cargo de bibliotecario, al que había sido nombrado por el Presidente Orbegoso; entonces di principio a mi trabajo Defensa de la autoridad de los gobiernos y de los obispos contra las pretensiones de la curia romana. Mas no pudiendo permanecer, por motivos que turbaban mi tranquilidad, hice renuncia del destino a principios de 1838 (¿fue por desacuerdo con el rumbo que tomó la Confederación Perú-boliviana?) y volví al seno de mi familia, a Tacna, donde continué el trabajo". Tacna era, en ese momento, la cabeza de un nuevo departamento. "En 1839, después de la victoria de Yungay y la caída de la Confederación, contradije al comisionado del Prefecto de Arequipa que llevaba el encargo de trabajar en reducir el nuevo departamento a su antiguo estado, reincorporando sus provincias al departamento de Arequipa. Contradije porque era orden de un Prefecto, que no podía deshacer lo establecido por una autoridad de hecho suprema; no habría contradicho si la orden hubiese procedido del Presidente Provisorio, que lo era, entonces, el General Gamarra"... "Poco después fui conducido por soldados para ir al destierro, de orden del general que entonces ejercía el poder absoluto en el sur" (algunos han creído que este castigo fue una venganza de Gamarra, por la acusación de 1832. Vigil señala claramente como autor a Torrico). "El 28 de julio (1839) zarpó para Valparaíso el buque que nos llevaba desterrados. De Chile volví a Tacna en enero de 1840. En 1841 me eligió diputado la provincia de Tarapacá; no hubo Congreso. En 1845 vine por cuarta vez a Lima a buscar suscripciones para imprimir la primera parte de la obra, interrumpida en el destierro y concluida en Tacna, después del regreso. El Presidente D. Ramón Castilla me nombró nuevamente bibliotecario y acepté".

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ABRIL vv vv 1849 [ perú VV ] ]

En EL CEMEnTERIO vvvvvvvv GEnERAL SE LLEvA A CABO EL SEPELIO DEL MARISCAL MARIAnO nECOCHEA (17921849). LA CARROzA fÚnEBRE, quE vEníA DESDE MIRAfLORES, ESTABA ACOMPAñADA POR un CORTEJO DE CInCO CARROS GRAnDES En LOS quE vIAJABAn SuS fAMILIARES, AMIGOS ínTIMOS Y TRABAJADORES DE LA CASA DE LA MOnEDA, InSTITuCIón quE DIRIGIó En vARIAS OPORTunIDADES.

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vIGIL xxxxxxxxx nO TRATA DE EnTRAR Aquí ^^ ^ ^ ^ ^ ^ ^[En LA DEfEnSA DE LOS GOBIERnOS] En LAS DISCuSIOnES SOBRE LA DIvInIDAD O LA ExISTEnCIA DE JESuCRISTO, nI SOBRE EL SIGnIfICADO DE LA RELIGIón En Sí. PRETEnDE, SOBRE TODO, SEPARAR LAS DOS POTESTADES: LA ECLESIáSTICA A LA quE JESuCRISTO DIO PODER InDEPEnDIEnTE, Y LA POLíTICA, LA quE DEJó En Su AnTIGuA AuTORIDAD DEnTRO DE Su ESfERA PROPIA.

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En octubre de 1846 rechazó un cargo que le otorgó Castilla en Trujillo, pues quería seguir en la preparación del libro al que se había consagrado. "No se diga jamás (expresó entonces) que el defensor de la autoridad de los gobiernos tuvo la innoble mira de recibir de ellos honores y dignidades". "Si usted (agregó en esta nota al ministro de Relaciones Exteriores) encuentra alguna nueva expresión con qué significar al Excmo. Sr. Presidente mi suma gratitud, le quedaré por ello muy obligado; pero dígale Ud., de mi parte, que a los actos nobles y penosos con que me ha honrado, se digne añadir la admisión de mi renuncia; y, si es permitido decirlo, que no me oprima y me deje en libertad".

EL PROSPECTO.- Vigil editó el Prospecto de su libro en diciembre de 1847. Tenía entonces 56 años. Su labor prosiguió incansable durante veintisiete años más. El Prospecto, destinado a conseguir suscriptores, se difundió no solo en el Perú sino también en las Repúblicas vecinas y hasta en Europa. En sus veintisiete páginas el autor hizo un resumen de sus ideas. La aparición de este folleto fue recibida con una polémica periodística y en Ayacucho el sacerdote Julián Cáceres publicó un Análisis teológico dogmático del Prospecto del señor Vigil (1848). Entre los suscriptores de la obra de Vigil estuvieron el Supremo Gobierno con 176 ejemplares y el general Ramón Castilla con ocho, así como también diversas personas de Lima, Arequipa, Tacna, Moquegua, Tarapacá, Puno y La Paz.

LA DEFENSA DE LOS GOBIERNOS.- El libro de Vigil fue iniciado en 1836, concluido en 1843, empezado a editar en 1848, para ser terminado en setiembre de 1849. Constó esta obra de seis tomos y un total de 2.400 páginas. Su título fue Defensa de la autoridad de los gobiernos contra las pretensiones de la curia romana. Más tarde publicó un compendio y unas ediciones, opúsculos que sumados a la segunda parte de la misma obra, titulada Defensa de la autoridad de los obispos contra las pretensiones de la curia romana, en cuatro tomos. En total viene a ser, con casi 5 mil páginas, una de las más vastas empresas bibliográficas que autor americano alguno ha llevado a cabo orgánicamente. La Defensa de la autoridad de los gobiernos está dedicada a los estados americanos. Sus epígrafes son unas palabras de san Pablo: "Hermanos míos, nada vale nuestro poder empleado contra la verdad sino en defensa suya", seguidas por otros textos de autores católicos también sobre el tema de la verdad. El "Discurso preliminar" versa sobre el valor de la opinión, del pensamiento, de la investigación y de la ciencia, y termina con palabras entusiastas sobre el significado histórico de América y el esplendoroso por venir de este continente cuando sobre él impere la "opinión", sinónimo, en el presente caso, de la razón. El prólogo advierte que la obra se va a concretar a las cuestiones que suelen suscitarse entre los gobiernos y el Romano Pontífice y es una respuesta a los primeros ataques que ya habían surgido con motivo del anuncio de la publicación, pidiendo que la impugnaran con altura y con razonamientos. El texto está dividido en disertaciones. En la Defensa de la autoridad de los gobiernos hay catorce disertaciones, a saber: 1) De la distinción e independencia de las dos potestades, índole y objeto de cada una y sus atribuciones peculiares; 2) De la Iglesia considerada respecto de la potestad política y de los negocios seculares; 3) De la potestad política considerada respecto de lo espiritual o de la autoridad de los gobiernos en negocios eclesiásticos; 4) De la dotación del clero; 5) De la erección de obispados; 6) De la elección y presentación de obispos; 7) De los concordatos; 8) De la inmunidad de las personas y cosas eclesiásticas en los juicios o del fuero eclesiásticos; 9) De la inmunidad eclesiástica respecto de las contribuciones y otras temporalidades; 10) Del asilo o de la inmunidad de los lugares sagrados; 11) De la facultad de establecer impedimentos dirimentes del matrimonio;

12) Del celibato eclesiástico; 13) De la profesión monástica; 14) De los fueros del pensamiento o de la inviolabilidad de la conciencia. Vigil no trata de entrar aquí en las discusiones sobre la divinidad o la existencia de Jesucristo, ni sobre el significado de la religión en sí. Pretende, sobre todo, separar las dos potestades: la eclesiástica a la que Jesucristo dio poder independiente, y la política, la que dejó en su antigua autoridad dentro de su esfera propia. La primera corresponde al ejercicio de la religión para la salud espiritual del hombre, o sea para los asuntos de la conciencia. La segunda pertenece al terreno de la vida temporal dentro de las que hay normas que tienen poder para ser obedecidas en cuanto no sean contrarias a la voluntad de Dios ni ofendan los derechos de la conciencia. Jesucristo (sigue argumentando Vigil) no concedió a la Iglesia autoridad sobre los gobiernos ni derecho de intervenir en los negocios seculares. Los gobiernos, por otra parte, carecen de facultad para dirigir la conciencia o para arrogarse jurisdicción espiritual; en esta parte, en una nota especial, trata largamente del origen político de las naciones, o sea sobre el problema de la soberanía nacional, refutando a Herrera y defendiendo la soberanía popular. Luego se ocupa del derecho de los gobiernos en negocios eclesiásticos, o sea el Patronato, y aplica los principios enunciados a ciertos casos particulares como los días festivos, los recursos de fuerzas, el pase de bulas, la prohibición de libros, la convocatoria de los concilios, el toque de las campanas, los gastos funerales, la fijación del número de eclesiásticos, la erección de universidades y la colación de grados en ellas. En cuanto a la dotación del clero, después de aceptar que este tiene derecho a ser sustentado, combate el impuesto llamado "diezmo eclesiástico" y dice que pertenece a los gobiernos políticos establecer dicha dotación; también ataca a los llamados "derechos de sepultura". La erección de los obispados es otra facultad que reconoce a los gobiernos, por lo cual polemiza, entre otros, con el canonista peruano Moreno. Utiliza los argumentos históricos y documentales que le son característicos, al tratar de la elección y presentación de obispos por los gobiernos, y otorga a estos el derecho de dar permiso para tales elecciones y recusar a los elegidos, negando que esta nominación sea atributo esencial del Romano Pontífice. A propósito de los concordatos, aboga por las reuniones de los obispos de un Estado en concilios provinciales sin necesidad de confirmación de aquel, llegando a afirmar que las Iglesias de América no serán cismáticas si se resisten católicamente a la curia romana, que es un conglomerado de intereses y que Vigil separa en forma sistemática de la Santa Sede, entendida como entidad espiritual. "El medio más poderoso de que la Santa Sede conserve su autoridad (exclama) es que la curia romana rebaje sus pretensiones. Al tratar del fuero eclesiástico lo combate y defiende el fuero secular. Del pago de contribuciones dice que el único título racional de excenciones es la utilidad pública y el único origen legítimo se halla en la autoridad política, por lo cual se declara opuesto a la inmunidad eclesiástica en esta materia. Con tal motivo apoya las leyes de desamortización, la conmutación en las obras pías o legados piadosos y el derecho de regalía o de que el Estado percibiera las rentas en las vacantes de obispados. La inmunidad o asilo de los lugares sagrados procede, en su concepto, de la autoridad de los gobiernos y ellos pueden revocarla. Sobre los impedimentos dirimentes del matrimonio sostiene que tuvieron origen civil y que al poder secular corresponde establecerlos y entender en la celebración y validez de esta institución. Histórica y doctrinaria es también, como todas las de la obra, la disertación sobre el celibato eclesiástico con copiosa argumentación desfavorable a él, como obligación o mandato, opinando que en América los gobiernos lo deroguen cuando sea conveniente. Asimismo, se pronuncia en contra de la profesión monástica; como ella existe, señala pautas para regularla y que deben emanar de la autoridad civil. Aquí su tesis es que las reformas necesitan ostentar las características de oportunidad y racionalidad, no procurando la desaparición de las órdenes regulares mismas sino únicamente de los elementos que las desacreditan y destruyen. La disertación sobre los fueros del pensamiento se circunscribe, sobre todo, al debate en torno a la persecución de la herejía

PÍO IX (1792-1878)

Giovanni María MastaiFerretti fue nombrado sumo pontífice en 1846, sucediendo a Gregorio XVI. El 10 de junio de 1851, excomulgó al clérigo y político peruano Francisco de Paula González Vigil, por la publicación de sus obras Defensa de la autoridad de los gobiernos contra las pretensiones de la curia romana y Defensa de la autoridad de los obispos contra las pretensiones de la curia romana. Durante el papado de Pío IX se convocó al Concilio Vaticano I (1869), en el que se anunció el dogma de la Inmaculada Concepción; y los Estados Pontificios fueron anexados al reino de Italia (1870).

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E

OCTuBRE 1849 [ perú ]

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CuMPLIDOS 25 AñOS DE Su GOBIERnO, EL COnGRESO RECOnOCE LOS SERvICIOS PRESTADOS POR EL Ex PRESIDEnTE JOSÉ DE LA RIvA-AGüERO (17931858) A LA CAuSA PATRIOTA Y LO InCLuYE En EL SELECTO GRuPO DE funDADORES DE LA InDEPEnDEnCIA. ESTO LE PERMITIó ACCEDER AL GOCE DE Su HABER ínTEGRO, DE ACuERDO COn Su CLASE MILITAR. EL CuMPLIMIEnTO DE ESTA LEY fuE ExIGIDO POR EL PROPIO PRESIDEnTE CASTILLA.

con un veredicto adverso a la Inquisición; y entre las consideraciones que siguen se encuentra la defensa no solo de la tolerancia de cultos sino también de la separación entre la Iglesia y el Estado. Al finalizar su obra, Vigil repite lo que tantas veces afirma en las nutridas páginas de ella: que los pastores deben dejar cuanto tienen de profano y civil y entregar a las autoridades seculares cuanto, por su naturaleza, es propio de ellas. Otras típicas frases suyas son: "Harto grande y respetable es la autoridad del sucesor de San Pedro y harto independiente por su naturaleza y la institución de Jesucristo para que haya menester brazo de carne que la sostenga y proteja. ¡Ilustre Pío! ¡Sed Pedro y nada más que Pedro y veréis en torno vuestro a todas las gentes! Nosotros no hablamos para luego sino para el tiempo oportuno en la posteridad", declara aquí y agrega que no deben hacerse las mudanzas "sin que esté preparada la opinión que todavía es adversa en la mayor parte de nuestros pueblos". El libro termina con un himno de tolerancia puesto que "la discordia es el gran mal del género humano", acompañándolo con la pintura sombría de los intolerantes y de los males que ocasionan. El género humano no se halla todavía en su propio lugar a causa de ellos. Las últimas palabras, coincidentes con las que finalizan otros escritos de Vigil, reafirman su propósito de contribuir "aunque pobremente, a la unión y a la paz y la dicha del género humano". A falta de galanura en el estilo, Vigil pone en esta obra un cuidadoso detallismo para refutar cualquier objeción y para reforzar sus puntos de vista con notas rebosantes de colosal erudición canónica e histórica, aunque no filosófica. Para pagar la edición tuvo que enajenar parte de sus bienes y acudir a las suscripciones anticipadas. Al publicarse el prospecto empezó a recibir invectivas a las que respondió con el silencio primero y luego, en las primeras páginas del libro, con una expresión de agradecimiento porque habían dado importancia a su trabajo.

LA PRIMERA EXCOMUNIÓN DE VIGIL Y LA PRIMERA CARTA AL PAPA.- Otra clase de censuras más severas tuvo que afrontar Vigil. Aun rebasando los límites cronológicos de este capítulo, se alude a ellas por referirse a la publicación de la obra. Por gestión del arzobispo Luna Pizarro, el arzobispo Mosquera, de Bogotá (Colombia) y otros prelados lo denunciaron ante el papa Pío XI; y este expidió un "breve" el 10 de junio de 1851 que excomulgó al autor y a todos los que lo leyeran. Cuando el "breve" llegó a Lima, el arzobispo Luna Pizarro, el antiguo compañero de luchas de Vigil, pasó un oficio al ministro de Justicia y Culto e invocó la religiosidad del

José dE san fRAnCISCO DEmartín PAuLA GOnzáLEz (1778-1850) vIGIL (1792-1875) EL ESCRITOR Y CLÉRIGO El libErtador dE TACnEñOCHilE REMECIó LA y PErú SOCIEDAD PERuAnA dEdiCó gran COn SuSdEESCRITOS PartE su vida SOBREPor TEMAS a luCHar la COnTROvERSIALES. autonomía dEl ESTOS LE vALIEROn LA ContinEntE ExCOMunIón. amEriCano. 164

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 19 ]

H

izo osé susFran prime cisco rosde votos Sanen Mar eltín Semi nana ciórioendeYaSan peyú, Jeró hoy nimo Argen de Are tina,qui elpa, 25 de donfede bretam ro de bién 1778. inició A los suseis carre años, ra acasu défami mica. lia vol En vió 1826 a Essepaini ña,ció don ende la en po1789 lítica ini coció mouna dipu cata rredo por ra mi Tac litar na.deTras másuna de vein larga te años enferalme serdad vicioop detó la co por rona. el tíEn tu1811, lo de doc alen tor tado en por Dereideas cho en liber lataUni rias,ver desijó dad su de pues Are toqui enpa la (1831). península y Alseter dinó rigió sus a fun Buecio nosnes Aires, como en aquel rectorendel tonCo ceslecen giotro Inde depen la re densiscia tencon cia su sudapar metirici capa na.ción en el Congreso de 1832. Desde su esSu catra ño,baacu jo jun sótoalapre lossipa den triote tasAgus le per tín miGa tióma hacer rrasededel vioman lar do las ga deran lastías fuercons zas intide tupen cioden nales. tistas Fue y reu pre nirsidente del Legislativo entre 1833 y 1834. En Tacna, en 1834, organizó la oposición

Gobierno para rogarle que diera por bien condenada la obra. Presidente era el general Echenique y era ministro Bartolomé Herrera, contra cuya prédica había arremetido Vigil en una extensa nota en el primer tomo de la Defensa, que luego amplió para publicarla en un opúsculo especial. Herrera se dirigió al Senado pidiendo que diera el pase al "breve"; pero el Senado no tomó ninguna actitud. El "breve" empezó a circular y fue publicado, sin embargo. Vigil lo reprodujo en un folleto, e impugnó en un Análisis sus conceptos uno por uno, incluyendo también una serie de proyectos de leyes referentes a los puntos que había tratado y una Carta al Papa, en latín y español, llena de vigor panfletario. El "breve" de 18 de mayo de 1852 condenó y proscribió la lectura, retención o impresión de ambos documentos bajo pena de excomunión. Vigil siguió, infatigable, su campaña durante muchos años. En "obediencia a las insinuaciones del Arzobispo" apareció una Sucinta refutación para combatir el Análisis y el libro materia de la polémica.

[ III ] LOS SERMONES EN LA CATEDRAL EL 28 DE JULIO DE 1847 Y 1848.- Los sermones en la Catedral el 28 de julio de 1847 y de 1848 fueron como una respuesta indirecta a la doctrina de Herrera sobre la soberanía desarrollada en ese mismo púlpito en 1846. Sirvieron como una prueba de que no todo el clero aceptaba esa doctrina, si bien buscaron también el origen remoto de la autoridad en Dios. En el de 1847 Agustín Guillermo Charún expresó: "Existieron las sociedades por una exigencia de nuestra naturaleza, en sí tuvieron el principio de existencia dado por Dios mismo y en ellas tuvo cada individuo sus derechos y ellas los tuvieron sobre individuos; derechos que, a su vez, son recíprocamente obligaciones, necesarias unas para la conservación del individuo, otras para el mantenimiento de las sociedades que, teniendo en sí la suma del poder físico y moral de todos, fueron soberanas para darse las leyes que a su bienestar convenían; y así toda Potestad viene de Dios porque de Dios viene el establecimiento y orden de las sociedades... En vano se mancomunaron los Reyes contra los principios en que Dios fundó las sociedades y había santificado su Cristo; en vano intentaron fundar su legitimidad llamando consentimiento de los pueblos su largo y silencioso sufrimiento; y en vano, por fin, se empeñaron en fundar un derecho divino que los hiciese dueños de los pueblos, su Poder emanado inmediatamente del Señor del Universo y sagradas sus personas. Los pueblos, instruidos por la Religión, vuelven en sí y les dicen: Seréis los primeros porque así hemos visto convenirnos; os llamaréis soberanos porque os daremos el ejercicio del Poder, sin despojarnos de nuestra esencial e inalienable

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DICIEMBRE 1849 [ rusIA ]

EL zAR nICOLáS II InDuLTA AL ESCRITOR RuSO fEDOR DOSTOIEWSkY (18211881) CuAnDO IBA A SER fuSILADO POR Su PARTICIPACIón En unA COnSPIRACIón DE InTELECTuALES SOCIALISTAS. LA PEnA fuE COnMuTADA POR CuATRO AñOS DE TRABAJOS fORzADOS En SIBERIA. ESTOS LO AfECTAROn fíSICA Y MEnTALMEnTE E InSPIRAROn Su RELATO RECuERDOS DE LA CASA DE LOS MuERTOS (1861-1862).

75) en contra de las intenciones de ocupación de Bolivia. Durante la Confederación Perú-boliviana fue nombrado director de la Biblioteca Nacional (1836). Tras la derrota de Santa Cruz fue desterrado por las tropas restauradoras y se mantuvo en el retiro hasta 1845, cuando volvió a la Biblioteca Nacional, como director, hasta su muerte. Durante su actividad política, González Vigil mantuvo una línea liberal e hizo fuertes críticas

a las autoridades políticas y eclesiásticas, e incluso al Papa. Escribió una reinterpretación de las enseñanzas católicas en dos libros: Defensa de la autoridad de los gobiernos contra las pretensiones de la curia romana (1848-1849) y Defensa de la autoridad de los obispos contra las pretensiones de la curia romana (1856). También publicó: Los jesuitas presentados en cuadros históricos (1863) Catecismo patriótico (1858) y Opúsculos sociales y políticos (1856).

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xxxxxxxxx Social y culturalmente los conservadores se diferenciaban y distanciaban de otros grupos en el Perú del siglo XIX. Veamos en síntesis cuáles eran sus principales características.

¿Cómo pensaba un conservador en el siglo XIX?

E

n el si­ glo XIX ser con­ ser­ va­ dor equi­va­lía a re­co­no­cer el res­pe­to al or­den na­tu­ral. En pri­mer lu­gar, ha­bía un or­den so­cial. Su ras­go prin­ci­ pal era la de­si­gual­dad. El fun­da­men­to úl­ti­mo de esa de­si­gual­dad so­cial re­si­ día en la de­si­gual­dad na­tu­ral exis­ten­te en­tre los in­di­vi­duos. En con­se­cuen­cia, la so­cie­dad re­sul­ta­ba ne­ce­sa­ria­men­te es­truc­tu­rán­do­se en una se­rie de gru­ pos je­rar­qui­za­dos, des­de el más al­to has­ta el más ba­jo. Una so­cie­dad igua­li­ ta­ria, co­mo lo pro­po­nían los li­be­ra­les, no so­lo se­ría im­po­si­ble si­no que, ade­ más, vio­len­ta­ría a la na­tu­ra­le­za. De es­to se des­pren­de que exis­tía un or­den po­lí­ ti­ co: el go­ bier­ no de las éli­ tes. Es­ tas mi­no­rías se­lec­tas, úni­cas en do­mi­nar el ar­te de go­ber­nar, se­rían "me­ri­to­crá­ti­ cas" (los más ilus­tra­dos) o, en otras ver­ sio­nes, he­re­di­ta­rias, es de­cir, de­ter­mi­ na­das por la san­gre. de el pun­ to de vis­ ta cul­ tu­ ral, el Des­ or­den na­tu­ral pa­ra los con­ser­va­do­res im­pli­ca­ba la ad­he­sión a una iden­ti­dad de na­ción que ten­dría su nú­cleo en un cier­to es­pí­ri­tu que se ma­te­ria­li­za­rá en las tra­di­cio­nes for­ja­das en el pa­sa­do his­tó­ri­co. Es­ta tra­di­ción no es so­lo cul­ tu­ral o so­cial; es tam­bién po­lí­ti­ca. Esa tra­di­ción im­pli­ca go­bier­nos fuer ­tes por­que Amé­ri­ca La­ti­na se ha­bría he­cho ba­jo la Mo­nar­quía –ca­tó­li­ca, ade­más– y

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los ame­ri­ca­nos es­ta­rían adap­ta­dos a ella. Un ré­gi­men de au­to­ri­dad se­ría con­sus­tan­cial a esa tra­di­ción. El es­pí­ri­ tu, la idio­sin­cra­sia o el ca­rác­ter de los ame­ri­ca­nos res­pon­de­ría a tal tra­di­ción po­lí­ti­ca y, por lo tan­to, no ha­bría que ha­cer otra co­sa que con­ti­nuar ba­jo esos cau­ces. Aho­ra, den­tro del ro­pa­je re­pu­ bli­ca­no, ese sen­ti­do de au­to­ri­dad de­bía plas­mar­se en un Eje­cu­ti­vo fuer­te. En con­se­cuen­cia, la de­mo­cra­cia no for­ma­ ba par­te de la tra­di­ción. Era una im­por­ ta­ción ar­ti­fi­cial he­cha por in­te­lec­tua­les afie­bra­dos por las ideas fo­rá­neas. Las mis­mas crí­ti­cas ten­drían, más ade­lan­te, las ideas so­cia­lis­tas y co­mu­nis­tas. Pa­ra los con­ser­va­do­res, en sín­te­sis, ha­bía una iden­ti­dad na­cio­nal ba­sa­da en la his­to­ria, en el pa­sa­do, en las tra­di­ cio­nes y no ha­bía que vio­len­tar­la. Más aún si esa rup­tu­ra se ha­cía en be­ne­fi­cio de lo ex­tran­je­ro, de lo aje­no al ca­rác­ter na­cio­nal. Des­de es­ta ló­gi­ca, los li­be­ra­ les eran imi­ta­do­res de lo fo­rá­neo o los en­car­ga­dos de arre­me­ter con ideas exó­ti­cas. Los li­be­ra­les eran unos afran­ ce­sa­dos de sa­lón, sin ca­pa­ci­dad pa­ra va­lo­rar las tra­di­cio­nes de la épo­ca vi­rrei­nal, ne­ga­ban la iden­ti­dad his­pa­na (ca­to­li­cis­mo in­clui­do) y la he­ren­cia po­lí­ ti­ca de re­gí­me­nes de or­den y au­to­ri­ dad, los que se­rían la con­di­ción pa­ra la pros­pe­ri­dad y el pro­gre­so de ca­da país.

soberanía; mandaréis lo que las leyes ordenadas por nosotros dispusieren; vuestra administración será juzgada; y desapareció el supuesto derecho de los reyes ante el Poder de las naciones borrándose la impía máxima de Dios y el Rey que colocaba en una misma línea al Creador y la criatura y hubo algo entre Dios y los Reyes, las naciones". Al hacer así la crítica de la monarquía absoluta y la apología de la monarquía constitucional, Charún defendía la soberanía popular. Pedro José Tordoya fue más rotundo en el sermón pronunciado en el mismo día y en el mismo púlpito al año siguiente. "¿Y haré (dijo) la apoteosis de la soberanía trayendo su origen de los funestos ensueños que en noche tenebrosa forjara la ardiente fantasía de un filósofo? Pero la ciencia se ha desembarazado ya de los errores del siglo 18, se ha posesionado nuevamente de la verdad: ha estudiado la naturaleza del hombre: penetrado en sus profundidades, ayudada con la antorcha de la fe y remontándose hasta encontrar la fuente del Poder en Dios soberano absoluto que gobierna a los pueblos y domina a las naciones. Y ciertamente quien señala a la soberanía un origen tan verdadero, tan alto, tan divino, la ha ennoblecido, la ha beneficiado, ha merecido de la humanidad. ¿Y elogiaré la tiranía en un pueblo libre, o apoyaré el despotismo en un país republicano? Pero los soberanos no han recibido de Dios inmediatamente el poder. Su legitimidad descansa en la elección o en el consentimiento del pueblo. Es verdad que el derecho de mandar viene de Dios, que quien resiste a la Potestad resiste a la ordenación divina y que es infalible la palabra de aquel que ha dicho –por mí reinan los Reyes y los Legisladores decretan cosas justas. Empero a la sociedad compete el modo de organizar el Poder. Dios ha tratado al hombre con respeto: ha puesto a las naciones en manos de su consejo y les ha dado el derecho de elegir las personas que ejerzan la soberanía. Esta doctrina que condena la demagogia y el absolutismo: que reconoce el derecho de mandar y la obligación de obedecer es la doctrina de la Iglesia y el dogma político de mi patria".

[ IV ] LAS IDEAS DE VIVANCO SOBRE LA LIBERTAD INDIVIDUAL Y LA SOBERANÍA.- En el programa que publicó el general Manuel Ignacio de Vivanco cuando fue elegido diputado por Arequipa (al que se refiere el capítulo acerca de las elecciones de 1850) hay una contribución a la polémica doctrinaria surgida en 1846. Vivanco empieza por plantear la tesis de la contraposición entre la inteligencia cuyo norte es la verdad, que es algo objetivo o permanente, y la voluntad, fuerza determinante de cada persona. El hombre, ser que es, por antonomasia, inteligente y libre, tiene móviles más altos que la propia utilidad; ella no es por cierto, la fuente y el origen del derecho y la moral porque existen las ideas de justicia y de deber. Una de las características fundamentales del ser humano es la de vivir en sociedad porque así como conoce sus derechos así conoce sus obligaciones y sabe que cada ser libre debe limitar su propia voluntad con el reconocimiento de la libertad de las otras personas. Es en este plano y no en supuestos infundados o de hechos particulares o materiales acerca del hombre salvaje donde debe estudiarse los elementos y la estructura de la sociedad. La reciprocidad de derechos que ella implica hace necesario el poder mediante el cual uno o alguno o muchos se ponen en lugar de todos para la defensa de cada uno, toman a su cargo la protección y amparo de todos los derechos y se obligan a guardarlos y mantenerlos ilesos reprimiendo las voluntades individuales y conteniéndolas dentro de los límites de los suyos respectivos. La libertad interna, propiamente llamada albedrío, es absoluta e inherente al hombre ya se le considere aislado, ya se le repute miembro de la sociedad. Pero la libertad externa, la del hombre físico, es limitada porque se halla sometida a la influencia de los demás seres. Cada uno está reducido a obrar en la esfera de lo justo y lo lícito, en la esfera de sus derechos porque solo está autorizado a hacer todo lo que tiene derecho de hacer; y por el principio de la reciprocidad y de acuerdo con la ecuación entre derechos y obligaciones no puede atentar a los derechos de los demás abandonando los suyos a perpetua inseguridad. A la necesidad que el hombre tiene de la ayuda de sus semejantes y a la necesidad

En EL PROGRAMA vvvvvvvvv quE PuBLICó EL GEnERAL MAnuEL IGnACIO DE vIvAnCO CuAnDO fuE ELEGIDO DIPuTADO POR AREquIPA (...) EMPIEzA POR PLAnTEAR LA TESIS DE LA COnTRAPOSICIón EnTRE LA InTELIGEnCIA CuYO nORTE ES LA vERDAD, quE ES ALGO OBJETIvO O PERMAnEnTE, Y LA vOLunTAD, fuERzA DETERMInAnTE DE CADA PERSOnA.

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El colegio de San Carlos. En 1842, el sacerdote Bartolomé Herrera asumió el rectorado del Colegio y efectuó en él una serie de reformas de corte conservador. Por esta época, sostuvo además un debate doctrinario con Pedro Gálvez, profesor del Colegio Guadalupe, quien defendía el liberalismo. Este grabado de 1867 muestra la antigua plazuela e iglesia de San Carlos, donde se ubicaba el Colegio. Hoy funciona allí el Centro Cultural de San Marcos.

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de que ejercite su propia inteligencia se refieren otros párrafos del mismo trabajo. Elogio de ella son las frases finales."Porque a la verdad (dice) en lucha el hombre con los elementos, la débil estructura de su cuerpo le expone con frecuencia a ser el juguete de las fuerzas superiores del mundo físico. Pero grande y fuerte por la excelencia progresiva de su ser intelectual, su actividad se extiende a todos los objetos, se desarrolla bajo todos sus aspectos y en todos los elementos de su propio ser; y apropiándose la ciencia, sujeta con ella, encadena y torna en su provecho esos mismos elementos que amenazaban su frágil existencia. Aquel mismo ser que al ímpetu de una ola embravecida cae exánime en la playa vecina, domina el furor de las ondas y atraviesa impávido la inmensidad de los mares; aquel a quien la proximidad del rayo desprendido de las nubes, en un instante indivisible, arranca la vida y reduce a polvo, osa decir al fuego del cielo 'tente' v le hace seguir el camino que su voluntad le ha trazado; aquel que con sus propios órganos locomotores recorre apenas el corto espacio que rodea su morada, salva las distancias y da vuelta al globo casi con la rapidez del meteoro. Dueño del mundo por el poder de la ciencia que debe a la sociedad, da cada día más ensanches a la esfera de sus acciones lícitas y árbitro de hacer hoy lo que ayer no le era dable, goza cada día de mayor suma de individual libertad". En una enumeración de principios políticos que publicó después del estudio sobre la libertad individual, Vivanco llegó a afirmaciones como las siguientes: el individuo no renuncia a ningún derecho para constituirse en sociedad; antes bien, el objeto de la sociedad es realizar y afianzar todos los derechos. La obligación del poder es resistir con las fuerzas de la sociedad al individuo o individuos que violan los derechos de otros. El derecho del poder es disponer para estas resistencias de las fuerzas de todos. La primera garantía del derecho es el poder. La obligación del individuo es prestar sus fuerzas al poder para las resistencias represoras de lo injusto; ella implica la obediencia. Contra los excesos del individuo hay dos garantías: el poder y la ley. ¿A quién debe pertenecer el poder? Al Gobierno, dice una escuela que propugna la monarquía absoluta. A la multitud, a los que son más en número, a los menos inteligentes, replica otra escuela. A los más inteligentes, afirma una tercera escuela "nueva entre nosotros". Vivanco se muestra en desacuerdo con las tres teorías. "No: ni a los unos ni a los otros ni a ninguno separadamente; porque cada uno que tiene derecho a la libertad tiene derecho a los medios de defenderla y conservarla. El gobierno, árbitro de dar la ley, podría darla injusta y también quebrantarla. Los más inteligentes, por inteligentes que sean, están sujetos a error y nunca desnudos de voluntad ni por consiguiente de pasiones; su ley podría ser no la expresión de la justicia alcanzada por la razón sino de las exigencias de su orgullo e interés. Los menos inteligentes agregarían este inconveniente a los anteriores y serían opresores también. En cualquiera de los tres casos habría injusticia y opresión. La ley del Gobierno podría ser opresora y rechazada. La ley de los menos inteligentes, naturalmente mala o imperfecta a los ojos de los más inteligentes, sería despreciada o quizá inobservada y efímera. La ley de los más inteligentes, fuera en realidad opresora o temida de cuya parte está la superioridad numérica o la fuerza. En los tres casos es menester la fuerza para sostenerla, en los tres casos aparece la misma alternativa: la anarquía o la opresión... Siendo la ley expresión de la justicia y garantía de la libertad, todos deben contribuir a su formación, porque la justicia y la libertad son de todos y de todos también el derecho de asegurarlas y defenderlas". Vivanco propugna, pues, un "antagonismo armónico" entre los elementos de la sociedad para dar la ley. Entre ellos incluye al Gobierno y agrega que, como no se le ha otorgado entre nosotros esta facultad "ha acudido al medio disolvente de la corrupción y, corrompiendo a los depositarios del poder, han formado esa monstruosa oligarquía parlamentario-gubernativa cuyo origen es un pacto que puede formularse así: 'yo te delego mi poder, tú me adjudicas sus rendimientos'". Podría parecer, en suma, que la posición de Vivanco es democrática. Cabe deducir que propugna el sufragio universal. Sin embargo, en los párrafos finales correspondientes a estos "principios" diríase que da por supuesta la aceptación de los capaces hecha voluntariamente por las mayorías. "La desigualdad providencial de los entendimientos hace posible el gobierno (dice).

MANUEL A. CUADROS (1777-1864)

El abogado iquiqueño inició su carrera política como alcalde de su localidad, en 1825. Ese mismo año fue nombrado vocal de la Corte Superior, y al año siguiente, diputado por Arequipa. Durante la Confederación Perúboliviana ejerció los cargos de prefecto y vocal del Estado Sudperuano. Colaboró en el gobierno de Manuel Menéndez como ministro de Justicia (1844-1845). Luego fue elegido diputado por Tarapacá (1845) y antes de jubilarse, en 1852, fue nombrado vocal de la Corte Suprema de Justicia (1847).

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LOS FRANCISCANOS EN EL PERú

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Por más inteligentes se confía al piloto el gobierno de la nave en que el hombre aventura su vida. Por más inteligente se encarga al mecánico el gobierno de la máquina en que aventura sus bienes; por más inteligentes se encomienda a los hombres de Estado el gobierno de la nación de quien pende, en gran parte, el público bienestar. La inteligencia es el carácter del gobierno como que es la cabeza del poder y de la sociedad".

[V] RESUMEN SOBRE EL DEBATE DOCTRINARIO ENTRE 1846 Y 1851.- Dentro de un resu-

La orden de los franciscanos fue creada en 1210 por San Francisco de Asís (1182-1226) y llegó al Perú en los primeros años de la Conquista. En 1549, sus miembros establecieron su iglesia y convento en la cuadra de San Francisco, en el Cuzco. Tras la fundación de Lima, Pizarro les concedió un solar para la construcción de una capilla y un convento. En 1849, tras una polémica entre el clero y los políticos, Pedro Gual gestionó la llegada de 19 misioneros franciscanos españoles, para ayudar a recuperar la decaída fe religiosa. Esta imagen fue publicada en el libro Lima: apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres, de Manuel Atanasio Fuentes.

men sobre el debate doctrinario entre 1846 y 1851, cabe afirmar lo siguiente: 1) El debate fue iniciado a raíz del sermón de Bartolomé Herrera en la Catedral el 28 de julio de 1846 que propugnó la doctrina de la soberanía de la inteligencia. Esta misma doctrina fue enseñada, probablemente desde 1842, en el Colegio de San Carlos. Continuaba siéndolo en 1851. 2) Las ideas de Herrera fueron discutidas en 1846 de inmediato periodísticamente y luego en los exámenes públicos de San Carlos en diciembre de ese año, renovándose entonces la polémica en la prensa. El principal contendor de Herrera fue Benito Laso. El Colegio de Guadalupe no intervino en este debate. 3) La orientación liberal en la enseñanza impartida por el Colegio de Guadalupe, en abierta pugna con San Carlos, debe haberse iniciado en 1847 por Sebastián Lorente y, sobre todo, por Pedro Gálvez, antiguo discípulo de Herrera. Proseguía desarrollándose en 1851. 4) Herrera y Pedro Gálvez estuvieron frente a frente en el Congreso entre 1849 y 1851. Singular importancia revisten los discursos que ambos pronunciaron a propósito del sufragio de los analfabetos indios y mestizos, el uno para combatirlo y el otro para defenderlo. También fueron notables en el Congreso de 1849 el discurso de Pedro Gálvez en favor del derecho de los jornaleros y los discursos de Herrera sobre la elección de los obispos. 5) La obra de Vigil contra la curia romana no puede ser omitida cuando se trata de esta época. Vigil participó también en la polémica sobre la soberanía de dedicar muchas páginas de una de sus disertaciones a refutar a Herrera y a defender la doctrina de la soberanía popular. 6) Un eco de la campaña de Vigil se halla en los debates entre los partidarios de la Iglesia y los del Estado en el Código Civil, de que se dará cuenta al analizar los aspectos jurídicos de este período. 7) Los sermones en la Catedral el 28 de julio de 1847 y de 1848, pronunciados por Agustín Guillermo Charún y Pedro José Tordoya, aceptaron la soberanía popular. 8) Otro participante en el debate que debe ser tomado en cuenta es el general Manuel Ignacio de Vivanco, con su estudio sobre la libertad individual y los principios políticos editado con motivo de la campaña electoral de 1850. Vivanco se declaró en contra del poder absoluto de cualquiera de los elementos integrantes de la sociedad para dar leyes, otorgó facultad para formarlas a los inteligentes, a la mayoría de los menos inteligentes y al gobierno; pero agregó que por más inteligentes se confiaba (quiso decir "¿se debía confiar?") a los hombres de Estado el poder en la nación.

[ VI ] EL DESENGAÑO DE MARIANO JOSÉ DE ARCE.- El 2 de setiembre de 1848 se instaló la Sociedad Patriótica Fraternidad, Igualdad y Unión, que agrupó a muchos de los sobrevivientes de las luchas por la independencia del país. En un tedeum que tuvo lugar bajo los auspicios de esta agrupación en el templo de San Francisco el 31 de diciembre de 1848, después de la misa oficiada por el canónigo Nicolás Garay, pronunció un panegírico el canónigo Mariano José de Arce, prócer de aquella época y diputado en el Congreso Constituyente de 1822.

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PERÍODO 2

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El discurso de Arce no ha sido tomado en cuenta por sus biógrafos. Aparece como un documento interesante para el análisis de su evolución espiritual y para el estudio de las transformaciones que fueron ocurriendo a través del tiempo en un sector de la generación a la que él perteneciera. Aunque moderado en sus apreciaciones sobre el Virreinato, si se toma en cuenta que la Sociedad tenía por objetivo "hacer revivir el amor a la justicia y a la libertad de los antiguos patriotas", reconoció las ventajas de salir del coloniaje. Hizo un rápido paralelo entre el movimiento emancipador de Estados Unidos y el del Perú, para señalar que en este país las fuerzas realistas eran más poderosas y tenían más ventajas a su favor. Indicó que se habrían producido espantosas venganzas si los españoles vencen en Ayacucho, intensificándose los abusos que perpetraron al ocupar Lima. Criticó severamente la administración de Bolívar en el Perú e hizo el elogio de La Mar como militar y como gobernante; esta parte del discurso es una valiosa contribución para una crítica de la historia peruana entre 1825 y 1828 desde el punto de vista liberal. Muy severo fue en seguida con la época republicana. La disolución, la impiedad, el amor a los placeres y al lujo, el desenfreno y la corrupción imperaban. El sacerdote y anciano Arce se conmovía al ver no solo deshechas las ilusiones de los días mozos y los males propios del atolondrado país en que vivía sino, además, seguramente, las tendencias y los gustos que el siglo XIX propagaba por el mundo. Particularmente severo fue su juicio ante el tratamiento que la República estaba dando a la Iglesia peruana. La reforma del clero había servido para empobrecerlo, abatirlo y desacreditarlo. Era excesiva la intolerancia con los regulares: se les había quitado sus rentas, sus casas de estudios y su prestigio. El país tenía un sacerdocio abatido, desacreditado y envilecido. El discurso de Arce en 1848 sirve para explicar, en parte, su actitud y la del canónigo Nicolás Garay al ayudar a Riva-Agüero en la preparación del libro tremendo y antirrepublicano que este editó bajo el seudónimo de Pruvonena.

[ VII ] LOS FRANCISCANOS.- El 17 de setiembre de 1849 llegaron diecinueve misioneros españoles. El arzobispo Luna Pizarro les entregó el Convento de San Francisco Solano. También infundieron nueva vida al Colegio de Ocopa. La ley de 30 de julio de 1851 mandó restablecer este colegio de misioneros; y así ratificó el decreto de Orbegoso fechado el 11 de marzo de 1836 que derogara la laicización ordenada por Bolívar en el decreto de 1° de noviembre de 1849. Las misiones llevadas a cabo por los frailes españoles en Lima fueron una explosión efusiva y espontánea de fe religiosa popular, en contraste con los testimonios personales o de grupos con sentido laicista o anticlerical entre los intelectuales, y a veces entre los políticos. Fue como una respuesta masiva al debate doctrinario. Entre estos misioneros estuvo el padre Pedro Gual que, por acción propia o por designación de sus superiores, polemizó muchas veces públicamente con Vigil.

LAS MISIOnES vvvvvvvvv LLEvADAS A CABO POR LOS fRAILES ESPAñOLES En LIMA fuEROn unA ExPLOSIón EfuSIvA Y ESPOnTánEA DE fE RELIGIOSA POPuLAR, En COnTRASTE COn LOS TESTIMOnIOS PERSOnALES O DE GRuPOS COn SEnTIDO LAICISTA O AnTICLERICAL EnTRE LOS InTELECTuALES, Y A vECES EnTRE LOS POLíTICOS. fuE COMO unA RESPuESTA MASIvA AL DEBATE DOCTRInARIO.

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 20 ● I El pro­ce­so elec­to­ral de 1850 La can­di­da­tu­ra Eche­ni­que La can­di­da­tu­ra Vi­van­co ● El pe­rio­dis­mo en el pro­ce­so elec­to­ral de 1850-1851 ● La mul­ti­tud ● El mo­tín de Are­qui­pa el 25 de No­viem­bre de 1849 ● La ex­hi­bi­ción pú­bli­ca de Vi­van­co con Cas­ti­lla y la es­ce­ na del tea­tro ● Cas­ti­lla y la pró­rro­ga pre­ si­den­cial ● El club pro­gre­sis­ta El Pro­gre­so y la can­di­da­tu­ra ci­vil ● El pro­gra­ma de Vi­van­co ● La can­di­da­tu­ra San Ro­mán ● II Vi­van­co y Cas­ti­lla du­ran­te las elec­cio­nes ● El sis­te­ma elec­to­ral ● El di­ne­ro co­mo fac­tor nue­vo en las elec­cio­nes de 1850 ● La cues­tión de la na­cio­na­li­dad de Eche­ ni­que y la cues­tión de los cien días ● El ●



pri­mer Con­gre­so ex­traor­di­na­rio de 1851 La trans­mi­sión del man­do en 1851 ● El ma­ni­fies­to fi­nal del Club Pro­gre­sis­ta ●  El jui­cio de re­si­den­cia a Cas­ti­lla ● III El mo­tín de Are­qui­pa en abril de 1851 ● El se­ gun­ do Congreso extraordinario de 1851 ●  La ley de re­pre­sión ● La ley de am­nis­tía ● La pre­sun­ta cons­pi­ra­ción de di­ciem­bre de 1851 ● El Mi­nis­te­rio Ge­ne­ ral y el pri­mer ga­bi­ne­te de Eche­ni­que ● Pri­me­ra crí­ti­cas li­be­ra­les con­tra el gobierno de Eche­ni­que ● La muer­te de Iguaín ● IV El agui­nal­do de Fran­cis­co La­so ● V La li­ra pa­trió­ti­ca del Pe­rú ●  VI Los Men­sa­jes del pros­cri­to y Pas­cual Cue­vas ● VII La His­ to­ria de Sa­la­verry por Ma­nuel Bil­bao ● VIII ●

Mi Re­pú­bli­ca de Juan Es­pi­no­sa ●  IX La obra de Vi­gil en­tre 1851 y 1862. La po­lé­ mi­ca con el pa­dre Gual so­bre las po­tes­ ta­des ●  X Fac­to­res am­bien­ta­les ad­ver­sos a Eche­ni­que, la agi­ta­ción li­be­ral ● El Co­le­ gio Gua­da­lu­pe y la agi­ta­ción li­be­ral ● La cho­za del tío Tom ● XI El Pe­rú en 1853 ● XII La le­yen­da ne­gra de Eche­ni­que. Las le­tri­ llas de Mateo Paz Sol­dán. "¡No nos ro­ben! ¡Li­ber­tad!" ● XIII Las car­tas de Elías ● La ex­plo­ta­ción de las is­las de Chin­cha ● El ex­pe­dien­te de la se­ño­ra No­voa y la Ha­cien­da Mon­tal­ván ● XIV El Con­gre­so y la ley de in­dem­ni­dad ● El bai­le de la vic­ to­ria. Jo­sé Ar­nal­do Már­quez y es­te bai­le. La tra­di­ción de Pal­ma.

EL PRIMER PROCESO ELECTORAL (1850) La transmisión incruenta del mando en 1851. El amenazante clima ideológico de 1851 a 1853

CAPÍTULO

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 20 ]

[I] L PROCESO ELECTORAL DE 1850.- En 1850, en vísperas de terminar el período constitucional de Castilla, el Perú tuvo por primera vez un verdadero proceso electoral. Anteriormente el presidente de la República había surgido del voto del Congreso (1823 y 1827), o de la acción militar legalizada luego por una elección popular de forma (1829, 1839, 1845), o de análogo origen castrense sin que llegara a producirse la ratificación legal (1835, 1836, 1842 y 1843). Solo en 1833 habíase dado un caso distinto, pues los comicios populares fueron convocados, si bien no funcionaron en muchos lugares de la República, resolviéndose al fin el problema mediante la decisión de la Convención Nacional. Pero, aunque en 1833 hubo varias candidaturas y el sufragio se dispersó, no llegó a haber, en realidad, una campaña con las características escenográficas y coreográficas que un acontecimiento de esa clase presenta en los Estados democráticos.

LA CANDIDATURA ECHENIQUE.- El general José Rufino Echenique era uno de los antiguos vivanquistas que el gobierno de Castilla había asimilado, para hacerlo, en este caso, colaborar en su gestión y entregarle posiciones de importancia: las de consejero de Estado en 1845, ministro de Guerra en 1846, presidente del consejo de Estado, es decir, primer vicepresidente de la República elegido dos veces y en ejercicio en 1850 y 1851. Nacido en Puno el 16 de noviembre de 1808, Echenique habíase enrolado en el ejército de la Emancipación y ser vido en esas campañas, en la de Iquicha y en las de Bolivia y Colombia. Leal jefe de ejército durante el primer gobierno de Gamarra, fue el autor del abrazo de Maquinhuayo en 1834. Gamarra y Santa Cruz lo habían distinguido con deferencia. Al lado de Vivanco en 1843, no perteneció al grupo de quienes lo abandonaron. Sin embargo, estuvo lejos de las luchas finales de la campaña de 1844 y llevó, como dijo un comentario de esa época, "un penacho blanco en el entierro del Directorio". Las circunstancias hicieron así que, sin mengua de su dignidad, pudiera entenderse con Castilla. La alta posición militar y política estaba unida en él a la alta posición económica y social. Sobrino del arzobispo monseñor Benavente, se había casado con la acaudalada y aristocrática dama doña Victoria Tristán. Las conexiones creadas con motivo de los cargos que había ocupado y del que ejercía al aparecer como candidato resultaron incrementadas con las que provenían de sus vínculos familiares y sociales. La circunstancia de que dos de los presuntos candidatos, Vivanco y San Román, estuviesen desterrados cuando comenzó a agitarse el problema de la sucesión presidencial, también lo favoreció. A diferencia de lo que había ocurrido cuando fueron elegidos por el sufragio popular y sin oposición Gamarra y Castilla, Echenique hizo uso además, en 1850, de un arma indispensable en las campañas electorales: el dinero. Por vez primera acaso, después de Orbegoso, por quien votaron los diputados de la Convención Nacional en 1833 de acuerdo con sus convicciones, un personaje acaudalado apareció pretendiendo la Presidencia de la República. Valdivia dice: "El general Echenique repartió en la República mucha plata y logró obtener la mayoría de los votos". Según José Arnaldo Márquez en su opúsculo sobre la orgía económica y financiera del Perú: "En los preparativos para la elección de presidente de la República, gastó el general Vivanco, que además de no ser rico era muy mez-

quino, más de 12.000 pesos que tomó prestados del doctor Gallagher, como 18.000 que le dio el mayorazgo don Camilo Quintanilla y 40.000 que le entregó, sin interés ni documento alguno, don José Toribio Mansilla. Pero todo eso era muy poco al lado de los 80.000 pesos que gastó el general Echenique y del apoyo del Gobierno que favoreció a todo trance su elevación". Por otra parte, Echenique no ofreció aspectos odiosos como candidato. No había en su pasado muestras de crueldad, deshonestidad o soberbia. Gozaba fama de hombre caballeroso y circunspecto. Castilla se disgustó con él con motivo de la cuestión constitucional que el Consejo de Estado suscitó al Gobierno en enero de 1848 y aun lo creyó conspirador. Por eso ordenó a las autoridades que apoyaran a candidatos parlamentarios distintos de los de su partido. Sin embargo, en marzo de ese mismo año, Echenique le dio una gran prueba de lealtad al mostrarle cartas de Arequipa que lo incitaban a encabezar una sublevación o a dejar que estallara ella a su favor (Castilla a Cisneros, 14 de marzo de 1848). Así comenzó la reconciliación entre el presidente de la República y el presidente del Consejo de Estado. Las tormentas de 1849, atizadas por San Román, Torrico y, en otro plano, por Elías, no tuvieron el apoyo de Echenique. Gracias a los esfuerzos de este, el Consejo de Estado, sin abdicar en sus funciones, no llegó a convertirse en un reducto de quienes proyectaban trastornar el orden público bajo la invocación de todas las libertades. Luego, los echeniquistas, en el Congreso de aquel mismo año, ayudaron eficazmente a que se aquietara el ambiente político. Dentro de estas circunstancias, era lógico que Castilla pensara que quien lo debía reemplazar legalmente en caso de vacancia, podía ser su sucesor en 1851. "El primero se apresuró a presentarme como candidato (dijo Echenique en su manifiesto de 1855 editado en Nueva York) escribiendo a las autoridades de los departamentos y hablando en mi favor a algunas personas de la misma capital". Agrega más adelante: "Las autoridades de departamentos y provincias y los empleados, entre los cuales tenía también muchos amigos que me consideraban hombre de orden, se decidieron a mi favor". Echenique, pues, reunía las ventajas de ocupar una alta función pública, de tener una larga carrera militar y política, de pertenecer a la aristocracia del país, de contar con medios económicos abundantes, de gozar de las simpatías y el apoyo aparente aunque disimulado del Jefe del Estado, así como de la adhesión de la mayor parte de los prefectos y subprefectos y de un importante sector de la burocracia.

LA CANDIDATURA VIVANCO.- Vencido en Carmen Alto, Vivanco se resignó a su suerte, "como cumple al soldado de honor (según él mismo dijo) con el enemigo que en buena guerra le ha vencido". Pensó que no era lícito turbar el único lapso de reposo que le era dado disfrutar al Perú después de tantos trastornos. Casi en la indigencia marchó al destierro, si bien rechazó una pensión alimenticia que le asignó Castilla. Se radicó durante varios años en Manabí, Ecuador, labrando la tierra. Empezaba el año de 1849 cuando decidió regresar a la patria al amparo de la ley de amnistía de 1° de setiembre de 1847. Un grupo de ciudadanos de Manabí publicó entonces para elogiarlo, el escrito Homenaje a la virtud. Este impreso motivó que numerosos ciudadanos de Arequipa, encabezados por Andrés Martínez y José Luis Gómez Sánchez, le dieran respuesta a través de un emocionado mensaje de agradecimiento (1° de febrero de 1849). Recibido con cariño por sus amigos en los puer tos del nor te, llegó Vivanco a Lima e inmediatamente después se inició una propaganda de prensa para auspiciar su candidatura. Contaba el nuevo candidato con el incontrastable fer vor de Arequipa, con la lealtad de viejos par tidarios del Directorio y de la Regeneración y con un sector de la oposición al Gobierno, si bien al empezar la campaña electoral no hubo pública animosidad contra este en las filas vivanquistas.

vvvvvvvvv (...) ECHEnIquE REuníA LAS vEnTAJAS DE OCuPAR unA ALTA funCIón PÚBLICA, DE TEnER unA LARGA CARRERA MILITAR Y POLíTICA, DE PERTEnECER A LA ARISTOCRACIA DEL PAíS, DE COnTAR COn MEDIOS ECOnóMICOS ABunDAnTES, DE GOzAR DE LAS SIMPATíAS Y EL APOYO APAREnTE AunquE DISIMuLADO DEL JEfE DEL ESTADO (...)

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MANUEL BILBAO (1828-1895)

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El escritor y abogado chileno fue desterrado al Perú en 1851, por participar junto con los liberales en la campaña política de su país. En el Perú se unió al grupo opositor al régimen del presidente Echenique, y colaboró con el segundo gobierno de Ramón Castilla. En 1853 publicó la polémica obra Historia del general Salaverry, y tres años más tarde, Compendio de la historia política del Perú. Junto a José Casimiro Ulloa y Nicolás Corpancho, escribió las bases de la Sociedad de Educación Americana (1857). Tras oponerse al gobierno de Pezet frente al conflicto con España, emigró a Buenos Aires.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 20 ]

EL PERIODISMO EN EL PROCESO ELECTORAL DE 1850-1851.- La polémica periodística surgió así prematuramente alrededor de la sucesión presidencial. Bien pronto se manchó con soeces insultos. Vivanco denunció, dentro del amparo de la ley de imprenta, un artículo que lo llamaba traidor y asesino; pero el jurado declaró que no había lugar a formación de causa. Se dirigió luego públicamente a sus amigos en forma reiterada para que no pusieran en sus escritos denuestos para los adversarios; pero la procacidad vivanquista no fue, de hecho, menos acerba que la echeniquista. Aparte de la intensa campaña hecha en comunicados y remitidos en los diarios, aparecieron en Lima El Rímac como defensor de la candidatura de Echenique, entre cuyos colaboradores estuvo Fernando Casós, muy alejado de la posición liberal radical por él adoptada más tarde; y El Nacional, vocero vivanquista en el que escribieron, entre otros, Manuel Atanasio Fuentes y José Toribio Mansilla. Uno de los autores de los más zaheridos comunicados vivanquistas fue Manuel Ros. Un aventurero pintoresco llamado Correa da Costa fue sucesivamente vivanquista, partidario de Elías y simpatizante de Echenique e inundó los periódicos con sus desorbitadas producciones. La lucha periodística en Arequipa tuvo como exponentes a El Porvenir, que era vivanquista, donde colaboraron Andrés Martínez, Ignacio Noboa, Juan Gualberto Valdivia, Manuel Toribio Ureta y José María Pérez, y La Opinión, de filiación echeniquista, escrito por Hipólito Sánchez. También fueron vivanquistas El Elector, La Escoba de Cipriano Cano, La Tijera y La Balanza.

LA MULTITUD.- Exacerbose más el apasionamiento de ambos bandos cuando empezaron en Lima las meriendas públicas, el reparto de licor, la organización de "juegos de cometas" populares y los desfiles tumultuarios por las calles. Uno de los actos de esta especie fue la manifestación vivanquista del 2 de diciembre de 1849. La multitud se reunió en la alameda de la Piedra Lisa. Un globo que arrojaba flores y versos y varias cometas vistosas en que estaban pintados los emblemas de la libertad y de la República fueron lo que se ofreció como espectáculo. De allí los manifestantes se dirigieron a una quinta situada en la plazuela de Otero, en donde se sirvió un banquete a ochocientas personas. Luego, reunida la gente que los esperaba en la alameda, se inició un desfile hasta la Plaza de Armas. Según comentaristas favorables, su número llegaba alrededor de cuatro mil hombres. Muchos llevaban botones colorados. Oíanse vivas a Vivanco, a Castilla, a la Constitución, a la libertad y a Arequipa. A uno de los balcones del Palacio de Gobierno se asomó la esposa del Jefe del Estado y, según una relación, también este. En la Plaza de Armas una compañía de serenos y otra de policía, a las órdenes del prefecto y del intendente, provocaron choques con los grupos que se disolvían. EL MOTÍN DE AREQUIPA EL 25 DE NOVIEMBRE DE 1849.- En Arequipa, donde los vivanquistas formaban una abrumadora mayoría, habíanse producido algunos conatos de desórdenes, sea por la prepotencia de ellos, por la osadía de la minoría echeniquista o por la nerviosidad o la parcialidad de las autoridades. De ese tipo fueron los incidentes del 27 de octubre y el 13 de noviembre de 1849. Graves sucesos ocurrieron en esa ciudad el 25 de noviembre de 1849. El episodio nos lo narra Valdivia en su obra Revoluciones de Arequipa. Por bando prefectural habían sido prohibidas las reuniones públicas. Según la versión oficial, los vivanquistas se habían preparado para quemar aquel día en la pampa de Miraflores varios ejemplares de los impresos titulados Breve reseña para las próximas elecciones y Vivanco o el enemigo de Arequipa y tomáronse precauciones para evitar la manifestación, cerráronse dos picanterías donde se habían congregado varios grupos y arriándose dos banderas negras enarboladas en el arrabal de San Lázaro. De acuerdo con la versión vivanquista, los hermanos Masías, figuras prominentes en su partido, daban un convite en su casa de la calle del Puente, cuando a eso de las siete de la noche, un grupo como de quince individuos llegó para vivar a Echenique y proferir palabras ofensivas. Se produjo un choque y sonaron

algunos pistoletazos. Surgió de repente una multitud vivanquista y los Masías y varios de sus amigos (según la misma versión) tuvieron trabajo para calmarla. El prefecto Juan Mariano Goyeneche, en vista de que los grupos no se retiraban, hizo llamar a Diego Masías. Se esparció la voz de que había sido tomado preso este cabecilla con el fin de desterrarlo y el pueblo se agolpó en las inmediaciones del domicilio prefectural en actitud amenazante. Piedras fueron arrojadas a la puerta y una compañía de infantería rompió el fuego. Empezó una lucha desigual. Cayeron nueve paisanos muertos y más de veinte heridos. Al día siguiente la guarnición no salió de sus cuarteles y dos militares que se atrevieron a dejarse ver en las calles fueron asaltados. Un grupo numeroso de ciudadanos se dirigió, mediante un acta, al síndico Hermógenes Cornejo con una narración de los sucesos según sus puntos de vista y el pedido de que elevara una queja ante el Gobierno y el Congreso por lo que había ocurrido. En una reunión en la prefectura al día siguiente, con motivo de los anuncios de nuevos actos de fuerza, algunos de los dirigentes de ambos partidos, después de violentas inculpaciones mutuas, acordaron, bajo su palabra de honor, tratar de moderar la efervescencia del pueblo, evitar la proclamación pública de candidatos y eliminar por un tiempo la circulación de impresos con opiniones polémicas. El entierro de los muertos el 27 de noviembre fue una ceremonia imponente y sobre los féretros el pueblo juró defender a su caudillo. Goyeneche era un caballero muy rico, honrado y autoritario. Su proceder careció de tino y de acierto. El motín surgió innecesariamente. Vivanco afirmó más tarde que Castilla, al nombrar como prefecto a hombre tan poco adecuado, quiso provocar choques con el pueblo arequipeño que perjudicaran a la candidatura por este auspiciada y dificultar las elecciones. "Agente casi involuntario del desastre, puede asegurar (dijo en su manifiesto de 1854 aludiendo a Goyeneche) que su conciencia quedó tranquila".

LA EXHIBICIÓN PúBLICA DE VIVANCO CON CASTILLA Y LA ESCENA DEL TEATRO.Vivanco no había visto a Castilla a su regreso del destierro. Cuando llegaron a su poder comunicaciones importantes sobre los sucesos de Arequipa, las puso, acompañado por Manuel Toribio Ureta, en poder del ministro de Gobierno Juan Manuel del Mar, a quien Echenique acusa en sus memorias de haber sido entonces vivanquista. Expresó entonces su deseo de visitar personalmente al Presidente con esos documentos y agregó que no lo hacía por consideraciones de etiqueta y por no saber la disposición en que se hallaba para recibirlo. Al transmitir este encargo Del Mar a Castilla, obtuvo la respuesta de que Vivanco podía verlo cuando lo creyese conveniente porque la Casa de Gobierno estaba abierta para todos y acogía bien a los que se acercaban a ella. Se produjo así el 9 de diciembre, aniversario de la batalla de Ayacucho, la entrevista de los dos caudillos. No habían estado frente a frente quizás desde los días de la campaña restauradora. A la memoria de ambos debió acudir, sin duda, el recuerdo de Cachamarca, de Cuevillas, de Carmen Alto. Según Vivanco en su manifiesto de 1854, cuando en esa conversación expuso sus quejas y sus agravios, obtuvo respuestas vagas. Sin embargo, ambos comieron juntos en Palacio en compañía de otros veteranos de la guerra emancipadora. Separadamente se dirigieron luego al teatro. Castilla llegó primero acompañado por Echenique. Fue recibido con una estrepitosa salva de aplausos. Terminada la canción nacional, tomó asiento Vivanco en otro palco. Las aclamaciones que lo acogieron se prolongaron bastante tiempo. Según dijeron los contrarios, gente asalariada había sido enviada para hacer estas manifestaciones. En el drama representado entonces había alusiones al "orgullo extranjero" calificado como "insolente e intruso" y cada vez que los actores pronunciaban estas o análogas palabras, surgían los palmoteos de los espectadores, que se hicieron más estrepitosos ante los versos que decían:

vIvAnCO vvvvvvvvv DEnunCIó, DEnTRO DEL AMPARO DE LA LEY DE IMPREnTA, un ARTíCuLO quE LO LLAMABA TRAIDOR Y ASESInO; PERO EL JuRADO DECLARó quE nO HABíA LuGAR A fORMACIón DE CAuSA. SE DIRIGIó LuEGO PÚBLICAMEnTE A SuS AMIGOS En fORMA REITERADA PARA quE nO PuSIERAn En SuS ESCRITOS DEnuESTOS PARA LOS ADvERSARIOS; PERO LA PROCACIDAD vIvAnquISTA nO fuE, DE HECHO, MEnOS ACERBA quE LA ECHEnIquISTA.

tu fama y tus hechos son tantos

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que nadie recuerda tan solo uno de ellos.

[ 1839-1840 [ 1849setIembre dIcIembre285 ] EL Junto MOTÍNcon DElaAREQUIPA. bandera, El 25 SandeMartín noviembre también de crea 1849,elen primer la ciudad escudo de delArequipa, Perú. En él, hubo sobre un unenfrentamiento cielo azul, los rayos entre partidarios del soldeiluminan los dos montañas candidatos levantadas a las sobre un elecciones apacible mar. para presidente: Esta escenaVivanco aparecey Echenique. rodeada por Según una corona informaciones ovaladadel de diario laureles, El Comercio atada en delsu5 extremo de diciembre inferior de con ese mismo una cinta año,deuna la revuelta cinta sedeinició colorcuando color oro. una manifestación de apoyo a Vivanco chocó con una partida de echeniquistas. El prefecto de la ciudad, Juan Mariano Goyeneche, ordenó la intervención de la fuerza pública, que disparó sobre la multitud dejando como resultado varios muertos y numerosos heridos.

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Así los vivanquistas creían hostigar a Echenique. Había empezado el cuarto acto cuando Vivanco entró en el palco de Castilla. Entonces se produjo un clamor de entusiasmo. La representación tuvo que ser interrumpida por largo rato. Vivanco tomó asiento a la derecha de la señora Francisca Diez Canseco de Castilla. A la mente de ella acudieron, seguramente, en esos momentos, los recuerdos de los días en que había tenido guardias en sus habitaciones y en que llegó a ser sentenciada.

CASTILLA Y LA PRÓRROGA PRESIDENCIAL.- Viose que, en vez de prestigiar a los candidatos, el lodo periodístico y las algaradas callejeras los dañaban; y Castilla concibió (según dijeron Vivanco en 1854 y Echenique más tarde) la idea de perpetuarse en el poder. Se le atribuyó haber querido halagar en algunos momentos a los vivanquistas, conservando durante algún tiempo en la prefectura de Junín a Baltasar Caravedo, personaje de ese partido. Se lo acusó también, con mucho fundamento, de haber incitado al general Pedro Bermúdez para que lanzara su candidatura, pues contaba con amigos en Junín, región de su nacimiento; en Ayacucho, donde obtuviera en 1833 copiosos sufragios; y en La Libertad, donde acababa de ser prefecto. Después del motín de noviembre, lo nombró comandante general del departamento de Arequipa para que se atrajera a ese pueblo con la promesa, por lo demás, de que le ayudaría el Gobierno. La candidatura Bermúdez, sin embargo, no llegó a prosperar. Ofreció, mientras invocaba los peligros de la situación, un puesto diplomático a Vivanco en Europa y otro en Estados Unidos a Echenique. Un áulico suyo, el diputado José Manuel Tirado, publicó un artículo titulado "El expediente y el hombre", en el que abogaba por la reelección. Contribuyó con promesas, al menos, de abstención, a que surgiera una candidatura más, la candidatura civil. Según cuenta Mendiburu en sus memorias, después de haberle pedido Castilla que apoyara a Echenique, le manifestó que había llegado a impresionarse con la campaña contra este bajo la acusación de tener la nacionalidad boliviana por lo cual temía que tan grave tacha provocara trastornos en el orden público.

EL CLUB PROGRESISTA EL PROGRESO Y LA CANDIDATURA CIVIL.- Ella emanó del Club Progresista, primer ensayo de partido político organizado que se hacía en el Perú. Secretarios de este club fueron Pedro Gálvez y José Sevilla. Su órgano periodístico El Progreso tenía como lema una frase de Dunoyer: "Vosotros sois la causa verdadera de la injusticia y de la opresión, pues los males que crean los gobiernos estriban en la corrupción que los provoca, en la ignorancia que los aprueba, en la pusilanimidad que los tolera". Ilustrar a las masas, hacerle conocer sus derechos, respetar sus necesidades, tales eran los propósitos que El Progreso anunció bajo la dirección de Pedro Gálvez. Frente a la cuestión electoral, El Progreso se pronunció por una "tercera candidatura" y el Club Progresista llegó a formular el programa para ella. Designado como candidato Domingo Elías, aceptó este programa. En él estaban incluidos: el gobierno civil, la reducción del ejército, el acortamiento del período presidencial, la protección de la guardia nacional, la reforma del sistema tributario, la creación de escuelas de artes y oficios, escuelas normales y talleres y granjas modelos, la unidad de las Cámaras legislativas, la economía en los gastos, el fomento de la inmigración y de la industria. Elías era entonces llamado "el hombre del pueblo". Se recordaba su actuación en los días de la "Semana Magna", así como la circunstancia de que fuese propietario del Colegio Guadalupe, donde se había entablado un duelo ideológico con San Carlos. Pero, al mismo tiempo, Elías era agricultor y hombre de negocios. Sus intereses económicos se caracterizaban por su variedad y complejidad. Tenía varias haciendas: Urrutia, que compró a don Juan de Aliaga en 30 mil pesos; San José y San Javier de la Nazca, que dividió en cuatro, compradas del Estado en billetes, con más de seiscientos

El diario El Rímac. Se fundó en la ciudad de Lima como defensor de la candidatura de José Rufino Echenique. Entre sus redactores destacó el trujillano Fernando Casós (1828-1881), quien en aquel entonces ejercía la diputación por la provincia de Jaén (hoy en el departamento de Cajamarca).

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MARzO vv 1850 vv [ ee.uu. [ vv ]

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SE CREA LA AMERICAn vvvvv ExPRESS COMPAnY En LA CIuDAD DE BuffALO, ESTADOS unIDOS. SuS funDADORES fuEROn LOS InvERSIOnISTAS WELLS, fARGO, BuTTERfIELD, LIvInGSTOn Y WASSOn. EL nOMBRE DE LA COMPAñíA PROvIEnE DE Su "SERvICIO ExPRESO" DE TRAnSPORTE DE CARGA Y vALORES, COn EL quE SE InICIAROn. COn EL CORRER DE LOS AñOS, LA COMPAñíA AMPLIó SuS SERvICIOS A PRODuCTOS fInAnCIEROS COMO GIROS Y, YA En EL SIGLO xx, TARJETAS DE CRÉDITO.

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esclavos, parte de los cuales vendió; Ocucaje, que adquirió de la señora Novoa en 40 mil pesos; y Ojas, que valdría unos 30 o 40 mil pesos. Primer productor de vinos y aguardientes en el país, contaba con una bodega en Pisco, donde los depositaba. Dueño, además, de una casa en Pisco y otra en Ica, no tenía, sin embargo, propiedad en la ciudad de Lima. Pero su actividad no se limitaba al campo agrícola y comercial. Fue el introductor de los chinos en el Perú y percibió por ellos la prima que la ley de 1849 señaló hasta su derogatoria durante el gobierno de Echenique. Compró la mayor parte de los esclavos que llegaron de Nueva Granada durante la administración de Castilla. Obtuvo de este, por intermedio de Echenique, el carguío de las islas de Chincha, junto con el cual estuvo la venta de provisiones en ellas. Fue el proveedor de los presidiarios y de los trabajadores en las obras públicas. Más tarde (ya durante el gobierno de Echenique) se interesó en la irrigación de Piura, la consignación del guano en Chincha, el muelle de Pisco y otras empresas.

EL PROGRAMA DE VIVANCO.- No fue el de Elías el único programa estructurado en esta campaña. Al formarse los colegios electorales, se vio que, como era de esperar, en Arequipa habían triunfado abrumadoramente los partidarios de Vivanco. El colegio electoral de Arequipa, presidido por Andrés Martínez, eligió diputado por esa provincia a su caudillo. Hubo, con tal motivo, un cariñoso cambio de notas entre Vivanco y Martínez, en el cual Vivanco reiteró su gratitud a Arequipa afirmando que, en medio de las derrotas del pasado y de los vituperios del presente, habría perecido su honor si una constancia tan inalterable en el afecto no lo reivindicara. Como prueba de esa gratitud, le dedicó un abstruso ensayo filosófico-literario sobre la libertad individual y un programa de acción. El trabajo sobre la libertad fue escrito como prólogo para sus memorias y venía a ser, en realidad, un apéndice a la polémica sobre la soberanía abierta algunos años antes por Herrera. Se ha hablado ya acerca de este estudio en el capítulo concerniente al debate doctrinario entre 1845 y 1851. Los puntos comprendidos en el programa de Vivanco tenían múltiple alcance. Colocados sin orden, pueden ser resumidos en la siguiente forma: Administración pública: Disolución de los departamentos para que estuviesen las provincias sueltas, entendiéndose sus gobernadores directamente con los ministerios. En cada distrito, un ayuntamiento formado por elección popular; y en capital de provincia además del ayuntamiento, un concejo provincial. Sus atribuciones serían: crear con aprobación del Gobierno y de las Cámaras, rentas de predios y arbitrios, recaudarlas y aplicarlas en beneficio común, propagar la instrucción primaria, cuidar del repartimiento de aguas y de la Beneficencia, intervenir en la distribución de los impuestos, establecer mercados y ferias, facilitar vías de comunicación, etc. Reducción de los empleados públicos a los estrictamente necesarios. Ejecutivo y Parlamento: Responsabilidad ministerial. Consejo de Ministros. Elección parlamentaria a base de la población. Formación del Senado mixto, con un sector salido del sufragio de las provincias, otro formado por los arzobispos y obispos, y el tercero mediante la elección de los anteriores. Voz pero no voto de los ministros en las Cámaras. Pérdida de la representación parlamentaria por un cargo de gobierno. Garantías: Libertad absoluta de imprenta, pero sin tocar la vida privada de los particulares ni insultar al Gobierno. Sufragio directo y universal y voto público de todo ciudadano que tenga la calidad de vecino, con indicación verbal del elector sobre los nombres de las personas por quienes vota. Defensa de la libertad del sufragio. Seguridad pública: Guardias cívicas. Reducción del ejército y limitación de los jefes y oficiales. Tecnificación de la profesión militar. Los militares no desempeñarán empleos políticos. Hacienda y economía: Extinción de la contribución de indígenas. Mantenimiento de la territorial y la industrial como únicas contribuciones directas. Recaudación tributaria sobre bases distritales. Reducción de las trabas al comercio. Protección a la industria nacional frente a la competencia extranjera. Mayor publicidad en la administración de las rentas. Derecho de cualquier ciudadano a reclamar contra el peculado. Sistema decimal aplicado a monedas, pesas y medidas. El guano se venderá en las islas a escala móvil. Esta iniciativa era muy importante e implicaba el abandono del sistema de las consignaciones. Todos los buques guaneros

recibirán un premio por cada colono europeo que traigan. Rebaja de un tanto por ciento del precio del guano que se exporte en buques nacionales. Banco de rescate y descuentos para la consolidación de la deuda y fomento del trabajo. Montes de piedad. Cajas de ahorros. Irrigación de la costa. Fomento de la industria fabril particularmente en el interior. Educación: Protección de las ciencias. Colegios de artes adonde lleguen aprendices de todas las provincias. Escuela normal. Poder Judicial y Derecho: Celeridad y economía en las tramitaciones. Responsabilidad judicial. Extinción de los fueros personales en materia civil. Jueces de paz nombrados entre los propietarios. Religión: Protección exclusiva al culto católico. Protección a las misiones. Concordato.

LA CANDIDATURA SAN ROMÁN.- El voto de indemnidad que acordó el Congreso el 20 de agosto de 1849 permitió el regreso de San Román al país. Ya no era consejero de Estado porque en dicho mes de agosto había terminado su período. Vivió sin relación alguna con el Gobierno. Cuando empezó la lucha electoral, apareció la candidatura de San Román en contra de las de Elías, Echenique y Vivanco. Demostró ser la más débil de todas, pues sus votos alcanzaron corto número; y, por equivocada confianza o voluntad de cizaña, él no se prestó a las propuestas de alianza o fusión que le hicieron separadamente los contendores. Fue uno de los que con más ahínco sostuvieron la tesis de que Echenique era boliviano de nacimiento y díjose que había mandado robar el libro de partidas bautismales de Puno. Llegó a ser elegido diputado.

[ II ] VIVANCO Y CASTILLA DURANTE LAS ELECCIONES.- A pesar del eventual acercamiento que los asistentes a la función teatral del 9 de diciembre de 1849 presenciaron, el más poderoso enemigo que la candidatura de Vivanco tenía era el presidente de la República. Entre Vivanco y Castilla existía una profunda odiosidad de más de diez años que Castilla, según se ha afirmado, fundamentaba al decir privadamente que Vivanco no era republicano y que si salía elegido, él le haría la revolución. En su correspondencia durante la campaña de 1844-1845 Castilla había tratado despectivamente a su adversario llamándolo "Vivanquillo", "cadete" y "danzante". El vivanquismo sufrió innumerables dificultades en 1850. La mayor parte de los prefectos eran tan enemigos de ese partido como Goyeneche o más. Crearon, presidieron o estimularon unas juntas llamadas "del Orden", las cuales atraían a los electores al bando echeniquista. Las prisiones, persecuciones y hostilidades a los adeptos del antiguo Supremo Director en provincias, menudearon.

EL SISTEMA ELECTORAL.- Las elecciones de 1850 se rigieron por el Reglamento promulgado el 22 de diciembre de 1849. El sistema era, como se ha visto anteriormente, indirecto. El pueblo, después de oír una misa solemne de Espíritu Santo, debía elegir, ante una "mesa momentánea", una "mesa permanente" receptora de sufragios y votar ante ella al día siguiente y en el período de seis días por los miembros del colegio electoral de provincia, correspondientes a la respectiva parroquia. Reunidos los electores de parroquias en las capitales de provincia, calificaban las actas y, después de oír otra misa solemne de Espíritu Santo, procedían a la elección de diputados, de un número doble de senadores o de presidente de la República, según los casos. Las actas de los diputados eran el único documento de la elección de ellos y el colegio electoral de provincia las remitía selladas a esa Cámara. El Senado hacía el escrutinio y la regulación correspondientes a cada departamento y elegía a sus propios miembros en los casos de no existir mayoría o pluralidad absolutas. Era atribución del Consejo de Estado recibir las actas sobre la elección de presidente de la República enviadas por los colegios electorales de provincia y remitirlas al Congreso.

BUENAVENTURA SEOANE (1808-1870)

En 1837, este abogado editó el periódico La Mulata, contra la Confederación Perúboliviana, lo que le valió el destierro. En Chile se unió al ejército restaurador. Durante el gobierno de Gamarra editó El Periodiquito (1838), fue prefecto de Amazonas (1839), ministro de Relaciones Exteriores, director de El Peruano y colaborador de El Tribuno del Pueblo. Durante el vivanquismo editó el diario opositor El Miércoles de Ceniza (1843). Fue senador por Lima (1849-1853) y Santa (18581859). En 1859 representó al Perú en Colombia como ministro plenipotenciario. Al año siguiente fue trasladado a Brasil, y en 1861 a Argentina.

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vv JunIO vv 1850 [ vv ] [ perú

21 18

vvvvv SE DA unA nuEvA LEY DE EDuCACIón quE ESTABLECE TRES nIvELES DE CEnTROS DE EnSEñAnzA En EL PAíS. EL PRIMERO COMPREnDE CLASES DE LECTuRA, ESCRITuRA, CáLCuLO DE nÚMEROS EnTEROS, fRACCIOnES, nÚMEROS COMPLEJOS, CATECISMO Y GRAMáTICA. EL SEGunDO, DE LECTuRA, ESCRITuRA, ARITMÉTICA, GRAMáTICA, RELIGIón Y uRBAnIDAD. EL TERCER nIvEL LO COMPOnEn COLEGIOS MAYORES Y unIvERSIDADES. LAS ESCuELAS DE LOS DOS PRIMEROS nIvELES quEDABAn A CARGO DE LAS PARROquIAS, ERAn GRATuITAS Y ESTABAn DIvIDIDAS SEGÚn EL SExO.

El domingo 17 de febrero de 1850 tuvieron lugar en Lima las elecciones parroquiales para el colegio electoral de provincia. Numerosa gente de la llamada "de acción" fue traída de los alrededores de la capital con la aquiescencia o la intervención de la policía y se impuso violentamente en las plazas parroquiales. Hubo verdaderas refriegas en lugares como el claustro de La Merced y el Sagrario y numerosas calles, y cayeron heridos y como cuarenta muertos en Lima y el Callao, entre ellos el general Coloma. El Gobierno hizo publicar el mismo día un decreto refrendado por el ministro Juan Manuel del Mar en el que mandaba suspender los actos del sufragio en las parroquias donde no hubiesen terminado por la inter vención de personas armadas; quedaron ellos diferidos hasta el 22. Todos los individuos con armas en su poder debían entregarlas a la Intendencia de Policía. Mandó también Castilla un recado enérgico a los dos candidatos haciéndolos responsables si los escándalos continuaban. Más tarde afirmaron tanto Echenique como Vivanco que si ese día se hubieran renovado los desórdenes, Castilla habría tomado enérgicas medidas contra ambos para frustrar así la elección; pero que, apercibidos, procuraron ellos que no ocurriese ningún nuevo hecho de sangre. Más tarde, el 23 de febrero, el Gobierno dio otro decreto anunciando que no permitiría reuniones o grupos de gente por las calles, renovando la prohibición de llevar armas, ordenando que los sirvientes, domésticos y esclavos se restituyeran a las casas y haciendas de sus amos y patronos bajo la pena de tratarlos como vagos y amenazando con la vía judicial a quienes fomentaran manifestaciones y proporcionasen instrumentos o recursos para excesos y atentados. Abundante sangre se derramó también en las provincias. Acusado de terrorismo, el partido echeniquista fue llamado exageradamente "la mazorca", en recuerdo de las hordas que secundaron a Rosas en Buenos Aires; y mazorquero fue, más tarde, sinónimo de echeniquista. Vivanco reveló por otra parte, que muchos votos que no pudo el Gobierno arrancarle por el terror, se los birló en los escrutinios, para adjudicarlos a Echenique o a Elías. Con motivo de las denuncias sobre las elecciones que llegaron hasta el Consejo de Estado, este organismo ratificó el precepto del reglamento vigente en el sentido de que toda cuestión concerniente a las actas de los colegios parroquiales fuera resuelta por los colegios provinciales. También decidió que en la elección de presidente de la República el voto de los electores fuese singular en contra del acuerdo del colegio de Arequipa en el sentido de que el sufragio debía ser por dos candidatos. Según dijo más tarde Echenique, este asunto, promovido por los vivanquistas, fue acogido por Castilla para dañarlo. Los colegios electorales de provincia sufragaron por el presidente de la República el 20 de diciembre de 1850.

EL DINERO COMO FACTOR NUEVO EN LAS ELECCIONES DE 1850.- El deán Valdivia afirma en su libro sobre las revoluciones de Arequipa que, por vez primera, hubo gran dispendio de dinero en las elecciones presidenciales de 1850. De 1823 a 1833 ellas fueron decididas por el voto del Congreso. En 1839 y 1845 las mesas de sufragio no hicieron sino ratificar los resultados provenientes de los campos de batalla. O sea que toda la escenografía y la coreografía de los comicios cívicos disputados emergió en el Perú tan solo veintinueve años después de proclamada la Independencia. Análogo cuadro no surgió en las elecciones siguientes que fueron las de 1855, 1858, 1860, 1862, 1867, 1868 y que tuvieron sus obvias características prosaicas. Lo acontecido en 1871-1872 exhibió en cambio mayores semejanzas con lo ocurrido en 1850. LA CUESTIÓN DE LA NACIONALIDAD DE ECHENIQUE Y LA CUESTIÓN DE LOS CIEN DÍAS.- Hubo, además, dos hechos notables en este proceso electoral de 1850: la cuestión de la nacionalidad y la cuestión de los cien días.

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Dentro del torbellino de insultos que se suscitó en los periódicos, surgió la revelación de que Echenique era boliviano de nacimiento. Al principio no pareció tener importancia esta noticia; pero llegó poco a poco a tomar enorme volumen como consecuencia de un tenaz y encendido debate periodístico. El libro de partidas bautismales de Puno, ciudad natal de Echenique, había desaparecido. Fue falsificada una partida de bautismo datada en Tarata de Larecaja para probar que Echenique era boliviano. La cuestión de los cien días fue muy importante. El mandato de Castilla había comenzado el 20 de abril de 1845. Debía terminar, por consiguiente, el 20 de abril de 1851. Pero la Constitución ordenaba que el presidente de la República iniciara su período el 28 de julio y esta fecha también coincidía con el nuevo período legislativo, o sea con la iniciación de las labores de los diputados y senadores elegidos al mismo tiempo que el nuevo mandatario. De manera que habían cien días, entre abril y julio, acerca de los cuales surgió la duda de quién debía ocupar la primera magistratura: si Castilla por medio de una prórroga en cuyo transcurso podían producirse muchas cosas inesperadas, o el presidente del Consejo de Estado que era Echenique, o el presidente electo, es decir el mismo Echenique. Al clausurar el Congreso sus sesiones en marzo de 1850, Bartolomé Herrera, que lo presidía, advirtió en su discurso claramente a Castilla que debía dejar el mando en abril de 1851, ya que la Constitución fijaba la duración del ejercicio del mando supremo en seis años. Mucho se irritó el aludido contra el rector de San Carlos entonces, y juzgó que lo había tratado como a un colegial de ese plantel. El Consejo de Estado, al que fue sometido por Echenique el asunto de su nacionalidad, según él dijo más tarde, por presión de Castilla, antes de que hubiera podido reunir todas las pruebas a su favor, no adoptó una resolución por considerarse incompetente. En cambio, resolvió a favor del presidente electo la duda concerniente a la persona a la que correspondía gobernar entre abril y julio. Pero Castilla optó por acceder a lo que demandaba la oposición: un Congreso extraordinario. ¿Tuvo con ello un propósito avieso? Al margen de esta delicada interrogación, ¿no venía a ser la mejor manera de solucionar un debate que el Consejo de Estado no fue capaz de aplacar, y de eliminar de hecho para el futuro cualquier bandera subversiva que pretendiera ampararse en las dudas emanadas de los dos casos o de cualquiera de ellos? ¿Podía haber surgido legalmente del Parlamento una prórroga si la Constitución no la autorizaba de modo alguno?

EL PRIMER CONGRESO EXTRAORDINARIO DE 1851.- Ambas cuestiones, pues, la de la nacionalidad y la de los cien días, quedaron entregadas a la decisión de la legislatura que funcionó entre el 20 de marzo y el 20 de abril de 1851. Al instalarla, Castilla leyó su último mensaje. En él hizo una síntesis de su obra como gobernante. Además recordó que había convocado al Poder Legislativo ocho veces durante su administración. Y por cierto aludió con minuciosidad a los dos problemas inmediatos que apasionaban a la opinión pública. Mencionó la virulencia y la amplitud del debate sobre el nacimiento del presidente electo, para insistir en que el Gobierno no quería ser acusado de omisión culpable por parcialidad o siniestras miras. Protestó "ante el mundo" de que la única idea que lo había dominado ante cuestión tan odiosa había sido "asegurar el tranquilo porvenir de la República y que el jefe que probablemente haya de sucederme en el mando se presente a los ojos de la nación rodeado de todo el prestigio, respeto y legalidad que deben asistir al Supremo Magistrado. El Congreso debía, pues declarar "sobre la nacionalidad del candidato a la Presidencia de la República a quien sus adversarios políticos imputan no haber nacido en el Perú". En cuanto al "vacío" de los cien días, habló detalladamente. La Carta política, dijo, había determinado que, después de concluir el período constitucional y solo en dos circunstancias fuera asumido el Poder Ejecutivo por el presidente del Consejo de Estado: cuando, por algún accidente, no se

[ 1850 1839-1840 febrero setiembre 18 ] 28 ] LAS ELECCIONES Junto con la bandera, San1850. DE Martín Lastambién elecciones crea el primer se presidenciales escudo del Perú.aEn llevaron cabo él, sobre el 17 de un cielo de febrero azul, 1850. losAl rayos día del sol iluminan siguiente, El Comercio montañas resaltó loslevantadas sobre un apacible mar. enfrentamientos Esta escenaenaparece ocurridos casi todas rodeada las parroquias por una donde se corona ovalada instalaron mesasdede laureles, atada votación: "En laenpuerta su extremo del convento inferior de San con una cinta Agustín empezó deuna acinta de color color derramarse sangre oro. entre echeniquistas y vivanquistas que se disputaban la posesión de la mesa preparatoria de la parroquia de San Marcelo. Ambos bandos estaban armados y los vivanquistas llevaban en el pecho una cinta roja para identificarse. La violencia no solo se dio en San Marcelo sino en todas las parroquias".

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un Vocero vivanquista. En 1854, el diario El Nacional fue uno de los más vigorosos representantes de la candidatura de Manuel Ignacio de Vivanco. En sus páginas publicaron notables periodistas como Manuel Atanasio Fuentes (1820-1889) y José Toribio Mansilla (1823-1889). Este apoyo, sin embargo, no fue suficiente para asegurar el triunfo del político, quien fue derrotado en las elecciones de 1850.

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hubiera hecho la elección y mientras ella se practicaba o mientras llegara el ya electo si acaso estuviese fuera de la capital. La situación en la que el país iba a encontrarse el 20 de abril era, pues, en su concepto, excepcional y extraña a las normas constitucionales, de modo tal "que ni aun por analogía se le puede aplicar ninguna de aquellas que determinan los casos en los que otro funcionario deba reemplazar al Presidente de la República". Acaso para desmentir los recelos acerca de sus móviles ocultos, Castilla cuidó decir en el párrafo final de su mensaje que saludaba por postrera vez a los legisladores, pues iba a recobrar dentro de poco tiempo "el plácido reposo de la vida doméstica". Si, a pesar de esta advertencia pública, Castilla creyó, como dijo más tarde Echenique, que el Congreso iba a prorrogar su mandato por tres meses más, se equivocó. El Congreso empezó por ocuparse de las elecciones. Al ser revisadas las actas de las provincias, desechó una propuesta de Jervasio Álvarez, senador por Ayacucho, para que se pidiese al Gobierno los documentos que fundamentaban los pedidos de nulidad de varias de ellas. Tampoco aceptó una moción según la cual se debía tener a la vista el censo de la población con el fin de calificar dichas actas de acuerdo con él. Entró así directamente a aprobar una a una las que consideró válidas, y eliminó las otras. Especial interés tuvo el debate en la sesión de 29 de marzo alrededor del proceso electoral de Lima. Pidió su anulación Pedro Gálvez secundado por Manuel Toribio Ureta; ambos aludieron a la violencia que lo había caracterizado. El senador Buenaventura Seoane los refutó. Manifestó que Echenique había sido más poderoso que Vivanco a causa del mayor tiempo que tuvo para su propaganda y por los recursos y elementos favorables de que dispuso, aseverando que los resultados de Lima, con la victoria del primero de dichos candidatos, había sido lógica dentro de esas circunstancias. Otros representantes, entre ellos Joaquín José de Osma, aludieron la existencia de desmanes en todas partes del mundo con motivo del ejercicio popular del sufragio. Las actas de Lima fueron aprobadas. La comisión emitió los dictámenes correspondientes a cada caso, se ocupó solo de las elecciones de provincias sin llegar a revisar las parroquiales, y presentó además un dictamen de resumen el 27 de marzo. Estuvo compuesta esta comisión por Juan Manuel Iturregui, José Luis Gómez Sánchez, Cipriano Coronel Zegarra, Joaquín José de Osma y Pascual del Castillo. Jervasio Álvarez publicó en El Comercio del 15 de abril las razones por las que consideró nulas las actas que el Congreso había aprobado correspondientes a las provincias de Arica, Azángaro, Abancay, Ayacucho, Amazonas, Angaraes, Calca, Canas, Cangallo, Chala, Cotabambas, Coracora, Castrovirreina, Cuzco, Huánuco, Huanta, Lima, Moquegua, Santa, Huarochirí. Fue refutado en ese mismo diario el 23 de abril. A propósito de la nacionalidad de Echenique, la comisión rechazó en forma contundente las dudas producidas. Empezó por expresar en su dictamen que en los dos casos anteriores en que los pueblos habían sufragado por el presidente de la República no se había exigido a los elegidos ningún comprobante en cuanto a su ciudadanía; recordó que el acusado en este caso había ocupado durante cuatro años el cargo de presidente del Consejo de Estado, o sea la función que correspondía al reemplazante del primer magistrado de la República, para lo cual había recibido la designación de las Cámaras no en una sino en dos oportunidades; y expresó además que los pueblos habían dado su veredicto sobre el asunto. Al entrar a mencionar las pruebas concretas de que Echenique había nacido en Puno el 16 de noviembre de 1808 aludió a las siguientes: un certificado del párroco expedido el 23 de marzo de 1809 y otro fechado en 1834 o 1835 (si bien reconoció que el libro de partidas bautismales había desaparecido); tres declaraciones de personas que asistieron el acto del naciente; trece que afirmaron el hecho por haber estado en la casa el mismo día o en los inmediatos; ocho de testigos del bautismo; y otras varias sobre los mismos hechos por haberlos sabido oyéndolos de personas dignas de crédito. También hizo presente que José Martín Echenique, padre del candidato, residió en Puno entre 1808 y 1810, y que se trasladó solo en ese último año a La Paz adonde llegó con dos de sus hijos, uno de los cuales era José Rufino. Asimismo expresó que ni en la parroquia de

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AGOSTO vv vv 1850 [ frAncIA vv ] ]

JOSÉ DE SAn MARTín, vvvvvvvv LIBERTADOR DE PERÚ Y CHILE, fALLECE A LA EDAD DE 72 AñOS. En 1823 HABíA DEJADO EL CARGO DE PROTECTOR DEL PERÚ PARA DIRIGIRSE A BuEnOS AIRES. DE ESA CIuDAD PARTIó HACIA EuROPA JunTO A Su HIJA MERCEDES. ALLí vIvIó ALEJADO DE LA vIDA POLíTICA En vARIOS PAíSES. fInALMEnTE SE ASEnTó En fRAnCIA, DOnDE OCuRRIó Su MuERTE. TREInTA AñOS DESPuÉS, SuS RESTOS fuEROn TRASLADADOS A LA CATEDRAL DE BuEnOS AIRES.

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OCTuBRE 1850 [ perú ]

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unA LEY váLIDA En TODO EL PAíS SuPRIME EL IMPuESTO AL AGuARDIEnTE DESTILADO. EL AuTOR DE LA InICIATIvA fuE MIGuEL DEL CARPIO Y MELGAR (1795 - 1869), COnSEJERO DE ESTADO, quIEn POR ESTE MOTIvO nO TARDó En RECIBIR LOS AGRADECIMIEnTOS DE vARIOS PuEBLOS DEDICADOS AL COMERCIO Y PRODuCCIón DE AGuARDIEnTE, ESPECIALMEnTE LOS DEL DEPARTAMEnTO DE ICA.

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La Paz ni en la de Larecaja ni en la de Muñecas se encontraba la partida de este, si bien nacieron en aquella ciudad en la familia de Echenique una niña y un hijo varón llamado José Toribio. El artículo del dictamen referente a la nacionalidad del presidente electo fue aprobado en sesión del 31 de marzo por 71 votos contra uno. Salvaron su parecer los señores Ureta, San Román, Juan Francisco Oviedo y Vigil. Varios representantes salieron del salón de sesiones. Iguaín dirigió una carta a Echenique para expresarle que consideraba apócrifas o contradictorias las pruebas presentadas a su favor y lo retó a un combate personal a balazos en el que uno de los dos debía morir (26 de marzo). Con motivo de este desafío, se le entabló juicio ante el fuero militar y se le puso preso en el cuartel de Santa Catalina. Iguaín dirigió una representación a las Cámaras contradiciendo nuevamente la nacionalidad de Echenique y pidiendo que ese asunto fuese sometido al Poder Judicial (31 de marzo). En lo concerniente al nuevo período presidencial, resolvió el Congreso que debía comenzar el 20 de abril de 1851, fecha en el que terminaba el de Castilla. Presidió la Cámara de Diputados Bartolomé Herrera y la de Senadores el general Pedro Cisneros. Según el cómputo oficial, el total de electores fue de 3.804. De ellos 2.392 aparecieron votando por Echenique, 609 por Elías, 326 por Vivanco, 242 por San Román, 52 por Bermúdez, 33 por La Fuente, uno por Iguaín y el resto fue considerado como conjunto de sufragios viciados. En algunas cédulas escritas en favor de Elías se leían frases como estas: "Por Domingo Elías porque es hombre de frac" y "Por Domingo Elías, el hombre del pueblo". En la elección de Gamarra habían sufragado, en total, 2.028 electores; y en la de Castilla, 3.141. Vivanco había llagado a aceptar la legación en Estados Unidos; pero luego la rechazó. La Cámara de Diputados anuló su elección como representante por Arequipa para lo cual adujo que carecía del requisito de la residencia.

LA TRANSMISIÓN DE MANDO EN 1851.- Solo un presidente de la República había logrado terminar su mandato constitucional antes de 1851: Gamarra en 1833. Pero en ese mismo año no habían sido efectuadas elecciones populares y el juramento del nuevo gobernante, Orbegoso, se efectuó en una atmósfera de tensión y bajo agoreros presagios. En 1851 el país se encontró, pues, ante un nuevo espectáculo: la proclamación de un candidato ungido en los comicios, la armonía aparente entre el jefe del Estado cesante y su sucesor, el normal desenvolvimiento de las instituciones nacionales al producirse el cambio de régimen político. El 20 de abril tuvo lugar la importante ceremonia de la transmisión del mando supremo. Echenique se dirigió al Congreso a las tres de la tarde con un séquito en el que figuraban el colegio electoral de Lima, el Consejo de Estado, varios generales y jefes de ejército, amigos personales y gente del pueblo. Su casa estaba en la calle Minería y un cálculo favorable a él afirmó que duró una hora el tránsito de este cortejo a la Plaza Bolívar, mientras en las calles, balcones, ventanas y azoteas había un ambiente de fiesta y repicaban las campanas de todas las iglesias. En la ceremonia estuvieron presentes los dos mandatarios. Echenique prestó el juramento de ejercer fielmente el cargo, proteger la religión del Estado, conservar la integridad, independencia y unión de la nación y guardar y hacer guardar su Constitución y sus leyes; y dirigió luego un discurso al Congreso. Las fiestas duraron tres días, hasta el 23 de abril. Hubo corridas de toros en la Plaza de Acho, representaciones, versos y alocuciones en el Teatro Principal y se inauguró el Teatro de Variedades en la noche del 20 y allí representó la compañía de O'Loghlin el drama Don Rodrigo Calderón. Durante noches sucesivas se vieron fuegos variados y vistosos en la Plaza de Armas e iluminaciones en las calles. En la misa de gracias en la Catedral pronunció el sermón don Manuel Villarán y Rodríguez. Después de que se retiró el nuevo Presidente se sucedieron los discursos en el salón

de besamanos de Palacio. Era tan inmenso el gentío que no dejó adelantarse a algunos de los que pretendían ser oradores. Echenique tuvo que subirse a una silla para corresponder con algunas palabras al afecto que recibía al ascender a la primera magistratura de la República.

EL MANIFIESTO FINAL DEL CLUB PROGRESISTA.- Francisco Quirós, uno de los organizadores del Club Progresista, suscribió el manifiesto final de esta agrupación. Interesantes resultan algunos de sus conceptos. "Sabido es (decía) que una de las primeras causas que ha hecho para nosotros infecundo el sol de la libertad es el predominio constante que en el orden político ha ejercido el poder militar. Rodeado de la gloria inmarcesible que en Junín y Ayacucho conquistara, no ha limitado su prestigio a mantener ilesas y en vigor esas instituciones que brotaron a la sombra de sus frescos laureles; sino que reservó para sí solo todas las posiciones importantes; colocó a los individuos de su seno en cuantas esferas reconoce la jerarquía administrativa; y desconociendo que el Gobierno para llenar su fin debe ser esencialmente civil como lo es la sociedad que representa, falseó desde su nacimiento la verdadera democracia y tendió a la oligarquía centralizando la autoridad en unos pocos y no dejando a las mayorías más papel que el que cumple a las moles inertes destinadas a seguir el impulso que reciben de elevadas regiones". Elogiaba el programa del Club aceptado por Elías como documento orientado a poner en práctica la soberanía del pueblo y los órganos de la democracia, la justa nivelación de los poderes y las mejoras aconsejables por la situación y el espíritu dominante en el siglo. Censuraba la proclamación de Echenique efectuada por el Congreso que "no vio en las vitales cuestiones que debía resolver sino los intereses de un partido y proclamó Presidente al caudillo favorecido en lo ostensible por los votos del país". Los partidarios de la candidatura civil tenían que optar entre una enérgica protesta contra todo lo obrado y aceptar lo que la nación aceptaba después de haber sido sancionado por las Cámaras. El documentó aquí resumido decía que la decisión no había sido dudosa. "Reconocieron que en el orden político y moral no es permitido a ningún individuo ni fracción lanzar a la sociedad violentamente fuera del camino ordinario; y resignándose con las desventajas anexas a la presente situación, resolvieron reconocer lealmente al mandatario que sucediese al general Castilla". Análogos conceptos emitió el periódico El Progreso en su último número. La insurrección era, según expresó, el último asilo de la libertad perseguida. Pero no había elementos para cambiar por la violencia de la situación. "Dominados los hijos del Perú por el despotismo militar; anonadadas las familias indígenas al extremo de encontrarse a nivel de las bestias de carga; embrionario el espíritu público; y cuando aún no son sensibles a las masas los bienes que la democracia envuelve. ¿Adónde están los medios adecuados para alcanzar reparación?". Sin embargo la frase final era optimista: "El Perú despertará de su letargo porque el progreso es una ley fundamental de su ser".

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LOS RESULTADOS vv DE LAS ELECCIONES

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Tras una agitada campaña electoral, que vvvvvvvv incluyó revueltas, sangrientos enfrentamientos y represión policial, se dio a conocer el resultado oficial de las elecciones de 1850. El total de votos fue de 3.804, entre los que recibió cada candidato y los viciados. CANDIDATO Nº0ººªº DE VOTOS José Rufino 2.392 Echenique Domingo Elías 609 Manuel Ignacio 326 de Vivanco Miguel de San Román 242 Pedro Bermúdez 52 Antonio Gutiérrez 33 de la Fuente José Félix Iguaín 1

EL JUICIO DE RESIDENCIA A CASTILLA.- El artículo 118 de la Constitución de Huancayo señalaba que era de competencia de la Corte Suprema conocer del juicio de residencia al presidente de la República que concluyera su mandato. Invocó dicho artículo el fiscal de la Corte Suprema, Francisco Javier Mariátegui, para entablar la correspondiente acción; y uno de los vocales, Manuel Pérez de Tudela, hizo fijar en los lugares públicos de Lima un edicto por el cual, después de invocar la ley primera, título 15, libro 5 de Indias, citaba y emplazaba a todos los que tuvieran que pedir y reclamar contra el ex Presidente, para que lo hicieran (8 de junio de 1851). Los diputados Cipriano Coronel Zegarra, Manuel M. Basagoitia y José M. Costas presentaron en su Cámara una acusación contra la sala de la Corte que tramitaba la causa. Se planteó un problema constitucional. ¿Podía iniciar la Corte el juicio de residencia sin la previa acusación de la Cámara de Diputados y sin el voto aprobatorio del Senado? El dictamen sobre este asunto fue puesto en discusión el 16 de agosto.

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[ 1851 AbrIl 20 ] [ vv ] TRANSMISIÓN vvvvv DE MANDO. El 20 de abril de 1851, el presidente Ramón Castilla hizo un llamado a la nación que fue publicado por el diario El Comercio. En él, Castilla dijo: "Satisfecho de vosotros; admirando vuestras virtudes, tan propias del jeneroso (sic) carácter nacional (…) ansiaba el momento que la ley fundamental me prefijara para cesar en el ejercicio del poder: yo lo aguardaba para experimentar el vivo placer que hoy siento al dejar la República en tranquilidad perfecta, al legaros la paz de ocho años: y vuelvo muy gozoso a vivir entre vosotros, y a ser el primero en dar continuo ejemplo de sumisión a nuestras veneradas instituciones".

En el debate que surgió entonces, tuvo un valor antológico el discurso pronunciado en la Cámara de Diputados ese mismo día por José Manuel Tirado. El mencionado discurso fue un análisis técnico de los artículos sobre responsabilidades existentes en la Constitución. Sostuvo Tirado que, en lo civil o individual, los agravios los reparaba la Corte Suprema, en relación, por ejemplo, con contratos y despojos; pero que el juicio de residencia debía ser ordenado por las Cámaras como un juicio político. Defendió luego la tesis de que el afán por arrastrar al presidente de la República ante el Poder Judicial provenía de una defectuosa organización de la responsabilidad ministerial; de que otorgar a la Corte Suprema el derecho de iniciativa en los juicios políticos implicaba violar el equilibrio de los Poderes del Estado y de que la jurisdicción para dichos procesos, así como los de los altos funcionarios, debía tener su principio en los cuerpos de origen popular cuyos miembros lograsen el poder momentáneamente para confundirse después en la majestad del pueblo. Se opuso, al mismo tiempo, Tirado, a la acusación de la Corte Suprema, que había obrado ante el silencio de la Constitución sobre el procedimiento para el juicio de residencia. Si bien Castilla presentó un recurso en el que pidió la iniciación de la causa, la resolución legislativa de 27 de agosto de 1851 declaró que el proceso mandado abrir por la Corte Suprema no estaba conforme con los principios constitucionales mientras el Congreso no lo ordenase. El 1º de septiembre la Corte dirigió un viril manifiesto a la nación justificando su actitud. Lo firmaron Pérez de Tudela, Benito Laso, Matías León, Francisco Javier Mariátegui, Felipe Santiago Estenós, Jerónimo Agüero y Blas Alzamora. Aquí terminó la ruidosa cuestión del juicio de residencia. El político boliviano Casimiro Olañeta, entonces desterrado en el Perú, se ofreció el 28 de abril a defender como abogado a Castilla, a pesar de haberlo combatido en su política internacional. Castilla aceptó la oferta (6 de mayo). Otro adversario suyo, el coronel Juan Espinosa, le dirigió una carta el 10 de mayo donde le dijo entre otras cosas: "Siendo Ud. un general que ha gobernado la República un período constitucional y enseñado a sus sucesores (lo que no había aprendido de ninguno de sus antecesores) a dejar el mando el día y hora señalado por la Constitución; habiendo Ud. gobernado sin modelo para bien de sus conciudadanos (si se exceptúa algún remoto ejemplo de corta duración); y siendo el ejemplo que Ud. acaba de dar uno de aquellos que ejercen la más benéfica influencia en el orden social, en vez de perseguidor, seré su defensor hasta donde alcancen mis fuerzas". Acusaciones de enriquecimiento ilícito no hubieran podido hacerse justificadamente en este juicio. Castilla salió pobre del gobierno. Lo reconoce su enemigo Fuentes en la biografía que contra él escribió. El mismo autor cuenta que Castilla pidió entonces en vano un préstamo a don Pedro Candamo por 10 mil pesos con hipoteca de la finca de su propiedad en Lima. Con motivo de unas revelaciones hechas por el coronel Joaquín Torrico publicó Modesto Basadre en El Comercio una defensa de Castilla y allí sostuvo que este no había cobrado sus ajustes y que ellos no habían sido liquidados por el Tribunal de Cuentas. Se dio a conocer entonces un informe de dicho tribunal sobre el expediente de estos ajustes de sueldos entre los años 1834 y 1845 que no estaban concluidos, habiendo dejado de amortizarse la cantidad a que ascendían (22 de marzo). La resolución legislativa de 14 de octubre de 1851 mandó que se pagase cualquier suma que por sueldos hubiera dejado de percibir Castilla.

[ III ] EL MOTÍN DE AREQUIPA EN ABRIL DE 1851.- El 21 de abril, al día siguiente de la iniciación de la nueva administración, apareció una bandera sobre el arco de la alameda de Arequipa con las palabras "Viva el general Echenique". Estalló un tumulto. "El desorden ha provenido (declaró, según Valdivia, la madre de los caudillos Masías) del imprudente que ha colocado la bandera para insultar con ella al pueblo". El coronel Mariano Martín López, que era autor de este alarde, empezó a defenderse con algunos de sus amigos. El prefecto, general Alejandro Deustua, se

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Historia del general Salaverry. Con este título, Manuel Bilbao (1828-1895) publicó en 1853 un prospecto sobre la vida del caudillo Felipe Santiago Salaverry. El libro, editado al año siguiente, creó una gran controversia por su tinte subversivo. Si bien el autor expuso las fuentes en las que se basó para el libro, fue injuriado y acusado de embustero por familiares cercanos al difunto Jefe Supremo del Perú.

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ABRIL vv 1851 vv [ perú [ vv ]

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EL GEnERAL vvvvv AREquIPEñO MAnuEL IGnACIO DE vIvAnCO SE LEvAnTA En Su CIuDAD nATAL. PRInCIPAL COnTEnDOR DE ECHEnIquE, nO LLEGó A LA PRESIDEnCIA Y TAMPOCO SE LE PERMITIó EJERCER LA DIPuTACIón DE LA CIuDAD PuES, AunquE LAS ACTAS ELECTORALES LO fAvORECíAn, CARECíA DEL REquISITO DE vECInDAD DE TRES AñOS ExIGIDO POR LA COnSTITuCIón. LA REvuELTA fuE PROnTAMEnTE SOfOCADA Y vIvAnCO DETEnIDO En LA CáRCEL JunTO A OTROS CABECILLAS DEL MOvIMIEnTO, COMO EL SACERDOTE JuAn GuALBERTO vALDIvIA.

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dirigió a la casa de los Masías, de donde salían los manifestantes, y les ofreció bajar la bandera. Llegó a dar monedas a algunos de ellos para aplacarlos. Sin embargo hubo choques entre soldados y paisanos; surgieron en las calles barricadas formadas con sillares y con cargas de alfalfa destinadas a la caballería; fueron ocupadas las torres de algunas iglesias para el tiroteo; y tocaron las campanas a rebato. Deustua, que no contó con todo el ejército pues este hallábase acuartelado en Sachaca con órdenes de Castilla de que no comprometiera un choque con el populacho, tuvo que dejar durante dos días la ciudad en poder de los amotinados, que incendiaron y saquearon algunas casas. Ellos mismos le pidieron luego que regresara. Vivanco fue apresado en la madrugada del 29 de abril en la residencia de don José Panizo, donde se hospedaba. Fue sacado de la cama, de donde no había querido moverse pues afirmaba que su conciencia estaba tranquila. El Consejo de Estado autorizó el mismo 29 de abril que fuera mantenido en seguridad y facultó también al Ejecutivo para que efectuara los gastos precisos con el objeto de sofocar la rebelión. Autorizó, además, que temporalmente se juntaran en los departamentos del sur en una persona la autoridad política y militar.

EL SEGUNDO CONGRESO EXTRAORDINARIO DE 1851.- El Congreso fue convocado a sesiones extraordinarias para el 2 de mayo. Uno de los objetivos de esta legislatura fue dar cuenta de los sucesos de Arequipa y de los análogos que pudieran ocurrir, a fin de que llegaran a dictarse las medidas necesarias para el restablecimiento del orden. Entre los demás asuntos que debía tratar el Parlamento estuvieron: los Códigos Civil y de Procedimientos, la nueva ley de elecciones, el restablecimiento de las municipalidades, la reconsideración de la ley de conscripción militar, el complemento de la consolidación de la deuda interna, el problema de la moneda de baja ley, la exoneración de patentes a los pequeños artesanos, el estado de las rentas públicas y el nuevo Reglamento de Comercio.

LA LEY DE REPRESIÓN.- Ambas Cámaras sancionaron la llamada "ley de represión" promulgada el 9 de mayo de 1851. Después de aprobar las medidas del Consejo de Estado sobre el orden público, mandó dicha ley la recolección de armas y pertrechos en poder de particulares; el sometimiento de los comprometidos en la rebelión a la justicia ordinaria; el traslado de las personas que el Gobierno considerase peligrosas a la tranquilidad pública, a cualquier punto del territorio nacional; la valoración de los daños causados por los sediciosos a los particulares y al Estado; la creación de un impuesto sobre la chicha de Arequipa para indemnizar con su producto el valor de las propiedades perdidas; el despido de los empleados políticos, judiciales, de hacienda, militares o eclesiásticos que resultaran condenados en las sentencias como autores o cómplices de las actividades subversivas. En cumplimiento de la ley de represión el prefecto de Arequipa despachó a Lima a los jefes del motín, que eran personas notables de esa ciudad, y a los principales cabecillas populares cuyo número en total acaso pasaba de ciento. Echenique fue personalmente al cuartel de Barbones en donde estaban en prisión, les dio consejos paternales y les ofreció devolverlos a sus hogares. Así lo hizo, costeando sus pasajes de vuelta por cuenta del Estado. "Los presos arequipeños (cuenta Valdivia) dieron las gracias al Presidente, salieron juntos en formación y se fueron al río; se bañaron, lavaron su ropa, hicieron una seca, pescaron como dos canastas de camarones y se fueron donde una chichera arequipeña del otro lado del puente: comieron ahí y bajaron juntos a la puerta de la Virreina, donde se hallaba Vivanco". También narra el mismo cronista que los arequipeños se detuvieron algún tiempo en Lima "y como los vivanquistas tomaron por insignia un pedazo de cinta roja y botones rojos en el chaleco, todos ellos compraron botones de ese color y paseaban en grupos por las calles y hoteles con esa insignia".

LA LEY DE AMNISTÍA.- Para los que estaban sometidos a juicio, pidió Echenique la amnistía al Congreso. De este modo se produjo la amnistía para el pueblo de Arequipa y para Vivanco, por la ley de 8 de agosto de 1851. La misma ley ordenó que cesara la acción de los juzgados y tribunales contra el general José Félix Iguaín en la causa que se le seguía, debiendo ser puesto en libertad. Otra ley, promulgada el 27 de agosto, declaró rehabilitados a todos los que se hallaban suspensos del ejercicio de la ciudadanía con motivo de las recientes elecciones. Un artículo especial favoreció al periodista José Manuel Hernani, escritor del impreso La Verdad. Este impreso publicado en el Cuzco había sido denunciado por el fiscal de la Corte Superior Ángel Ugarte. Calificado por los jueces de hecho como incitador a la desobediencia en primer grado, el juez de derecho Romualdo Grados había condenado a Hernani a la pena de un año de prisión (15 de marzo de 1851).

LA PRESUNTA CONSPIRACIÓN DE DICIEMBRE 1851.- En diciembre de 1851 el Gobierno afirmó haber descubierto una conspiración de San Román y Vivanco, en la que actuaba el primero a favor del segundo. Echenique en persona, junto con sus ministros, acudió ante la Cámara de Diputados el 11 de diciembre y ante la de Senadores al día siguiente para pedir el enjuiciamiento de San Román, que era diputado, y mostrar los documentos con los que creía probar los cargos hechos. Bartolomé Herrera estuvo entre los oradores que apoyaron al presidente. San Román impugnó el dictamen que autorizaba su sometimiento a juicio. Por voto de ambas Cámaras se acordó el desafuero; pero San Román se ocultó y en seguida fugó al extranjero. En cuanto a Vivanco, contra quien solo había indicios, el ministro de Guerra le ordenó que se presentara arrestado en un cuartel; pero también se escondió y viajó fuera del país. Echenique ordenó que ambos caudillos percibieran sus haberes en la emigración.

EL MINISTERIO GENERAL Y EL PRIMER GABINETE DE ECHENIQUE.- Con motivo del alzamiento de Arequipa y en previsión de la conspiración abortada en diciembre, Echenique pidió facultades extraordinarias al Congreso. Al hacerse cargo del mando nombró un solo ministro: el general Juan Crisóstomo Torrico, el mismo personaje a quien Castilla había desterrado en 1849 y de quien era enemigo antiguo. Cuando dejó de existir el Ministerio General, Echenique formó su primer gabinete, que fue considerado notable. Lo integraron Torrico como ministro de Guerra; Bartolomé Herrera como ministro de Justicia y Gobierno; el general Manuel de Mendiburu en la cartera de Hacienda y Joaquín José de Osma, en la de Relaciones Exteriores. Con fecha 5 de febrero de 1852 Herrera dispuso que se agregara Gobierno a Relaciones Exteriores y que Instrucción y Beneficencia se uniesen a Justicia y Negocios Eclesiásticos.

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SETIEMBRE vv vv 1851 [ ee.uu. vv ] ]

APARECE EL PRIMER vvvvvvvv nÚMERO DEL DIARIO ESTADOunIDEnSE THE nEW YORk TIMES, funDADO POR HEnRY DAvIS RAYMOnD Y GEORGE JOnES. En Su EDITORIAL ESCRIBIEROn: "PRETEnDEMOS PuBLICARLO CADA MAñAnA (A ExCEPCIón DE LOS DOMInGOS) POR un nÚMERO InDEfInIDO DE AñOS". Su nOMBRE ORIGInAL fuE nEW YORk DAILY TIMES.

PRIMERAS CRÍTICAS LIBERALES CONTRA EL GOBIERNO DE ECHENIQUE.- Ninguno de estos ministros era tenido por muy democrático. Algunos ejercían representaciones parlamentarias y el cargo no les impedía asistir a las sesiones del Congreso e intervenir en sus asuntos. Se habló en los consejos de gobierno de Echenique de cambiar las instituciones públicas y darles formas más autoritarias. Así se iba suscitando resistencia entre los liberales, que tenían un estímulo impalpable en el crecimiento del sentimiento democrático a raíz de la revolución francesa de 1848 que se había extendido en América, sobre todo en Nueva Granada y Ecuador, como va a verse más adelante. Otra circunstancia que restó simpatía dentro de los círculos liberales de Echenique fue la ya mencionada ley de represión dada el 9 de mayo de 1851, por la cual el Poder Ejecutivo podía trasladar, por tiempo indefinido y sin expresión de causa, a cualquier ciudadano de un confín a otro del territorio, cuidando de proveer su subsistencia. Es verdad que Echenique nunca llegó a

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nOvIEMBRE vv 1851 vv [ perú [ vv ]

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SE LLEvA A CABO vvvvv LA BEnDICIón DEL PAnTEón DE CHORRILLOS. A LA CEREMOnIA ASISTIEROn AuTORIDADES POLíTICAS, ECLESIáSTICAS Y MILITARES. LA CuLMInACIón DE ESTA OBRA SE DEBIó, En GRAn MEDIDA AL TRABAJO DEL GOBERnADOR OLAYA, DEL JuEz DE PAz CAMACHO, DEL PáRROCO DE CHORRILLOS Y DE OTROS vECInOS DE LA vILLA.

utilizar esta ley y que se esmeró, en lo posible, hasta el estallido de la revolución de 1854, en el cumplimiento de las garantías. El Congreso de 1851, vilipendiado por la prensa, hizo denunciar el escrito y ordenó que el autor o responsable de la injuria fuese juzgado de acuerdo con la ley de imprenta de 1823; pero que no se le sentenciara hasta la dación de una nueva ley por la cual quedaba castigado aquel delito. El acusado, llamado Mendiola, permaneció hasta un año en la cárcel. La Cámara de Diputados aprobó un proyecto según el cual el Congreso acusaba, juzgaba y sentenciaba en los juicios sobre impresos publicados contra las Cámaras; en cuanto a los ya iniciados, la calificación y la pena debían arreglarse conforme a la ley de 1823; pero los procesos a seguirse, por las nuevas normas. El Senado no resolvió acerca de este asunto, que así vino a resultar tan solo un pretexto para ataques y recriminaciones. Desde 1849 existía una sociedad electoral para trabajar en las elecciones populares a favor de la candidatura Echenique. Pasado este período, se constituyó la llamada "Sociedad de Fraternidad y Unión Electoral" compuesta por "todos los actuales electores y ciudadanos que hayan dado pruebas de no haber disentido de la opinión de la mayoría y pertenecido a los clubes que se instalaron para la erección del actual gobierno en el año de 1849". El objeto de la institución era, nominalmente, trabajar por el orden, la paz y la tranquilidad de la República. Se trataba, pues, de un intento de hacer perdurar y organizar los colegios electorales echeniquistas con el propósito de influir sobre las siguientes jornadas cívicas, pues quienes en ellas obtuviesen cargos debían salir del seno de la Sociedad. Era, embrionariamente, el intento de organizar un partido político. Mendiburu ha revelado en sus memorias el esfuerzo que realizaron varios partidarios de Echenique para otorgar, desde los primeros días de su administración, poder y relieve al general Juan Crisóstomo Torrico, con el objeto de crear una figura que contrapesara la influencia de Castilla. Entre quienes participaron en estas maniobras, que él desaprueba, menciona a Bartolomé Herrera. Ofrece la curiosa información de que en un convite de los electores de Lima, muy a comienzos del período de Echenique, se brindó por su sucesor, es decir por Torrico. Las mencionadas juntas de electores, que recibieron también el nombre de Sociedades del Orden Electoral, habrían tenido ocultamente, pues, propósitos que llegaban en sus perspectivas hasta la siguiente elección presidencial.

LA DEBILIDAD INHERENTE A LA PRESIDENCIA DE ECHENIQUE.- Los pequeños escollos o dificultades que se han señalado en párrafos anteriores fueron resultado o consecuencia de la enconada campaña electoral de 1850 y 1851. Los bandos que en ella surgieron fraccionaron al país. El candidato triunfante subió al poder después de haber sido objeto de los más acres insultos, y de que se había discutido hasta su nacimiento mismo. Nunca había ocurrido eso antes, cuando se efectuó la elección presidencial súbitamente por el Poder Legislativo como en el caso de Riva-Agüero, Tagle, La Mar y Orbegoso, o al amparo de una victoria militar lograda en una guerra civil o internacional como ocurriera tratándose de Gamarra dos veces y de Castilla. Arrastrado por el calvario de la difamación, abrumado por sus compromisos y obligaciones, Echenique llegó al poder en una posición difícil para gobernar y para mantener la paz y el orden. Sus enemigos lo acusaban de haber sido impuesto por Castilla y muchos de sus amigos creían que este había querido traicionarlo y desconfiaban del ex Presidente.

LA MUERTE DE IGUAÍN.- Iguaín, como se ha dicho antes, había sido sometido a juicio. Rompió en pedazos las principales piezas del expediente que servían de acusación cuando el escribano de la causa fue a hacer la notificación al cuartel. Este hecho significó, según el dictamen fiscal de la Corte Superior, "un desprecio a la justicia, un ataque violento, porque los documentos con que se perseguía el delito son de propiedad suya y rompiéndolos se ha hecho peor que desobedecer sus fallos quitando los medios fundamentales para la acción de justicia".

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 20 ]

El 20 de abril de 1851, día de la ascensión de Echenique al poder, publicó Iguaín desde su prisión un artículo en El Comercio y allí insistió en sus puntos de vista contrarios a la legalidad de ese acontecimiento e hizo la defensa de su derecho para desafiar a un duelo al nuevo Jefe del Estado. Expresó entonces que seguían en vigor no las leyes españolas prohibitorias de los desafíos sino una orden general expedida por Salaverry recomendándolos, sobre todo, entre militares. Junto con otros actos del caudillo nacional en la guerra contra la invasión boliviana, ella (según afirmó) había sido aprobada por el Congreso de Huancayo y, por consiguiente, estaba elevada al rango de ley vigente del Estado. Tres meses después de su prisión y cuando estaba su salud quebrantada por las incomodidades de la prisión y por la depresión moral de su espíritu, Iguaín presentó un escrito en el que pidió su libertad, la que fue denegada por el Tribunal Superior. Este auto fue apelado; pero la Corte Suprema lo confirmó el 7 de julio. No pudo gozar de los beneficios que le otorgó la ley de amnistía de agosto de 1851, pues el 20 de setiembre de ese mismo año falleció. Así, cuando debía haberse liberado una vez más de sus jueces y de sus carceleros, fue aprehendido por los alguaciles de la muerte. Solo entonces pudo conocer la paz y el reposo que siempre se había negado a sí mismo y había negado también sañudamente a sus numerosos adversarios, a todos sus compatriotas y al país.

[ IV ] EL AguINALdo dE FRANCISCo LASo.- Desde París y con el seudónimo de "El Barón de poco me importa", Francisco Laso, pintor eminente, dirigió a las mujeres del Perú unas cartas de crítica social con el título de El aguinaldo. Laso no tiene aquí intención política. Clama contra la degradación del país; pero le preocupa ante todo el modo de formar a la juventud. Busca una educación que fundamentalmente infunde en el hombre bases sólidas y durables de moral. Después de enunciar sus objetivos, traza el retrato del "niño Manongo", al que considera ejemplo de la alta clase de Lima: engreído y malcriado desde su primera infancia, llevado a la miga o escuela, al aula de latinidad y al colegio, educado con superficialidad y condescendencia. Luego pinta la figura de Mañuquita, muchacha indígena, "mueble o animal que un diputado o subprefecto había regalado" a quien castigaban por las faltas del niño rico. Vuelve después a la biografía de Manongo, joven sin juventud auténtica, débil, enviciado, sin patriotismo como sus contemporáneos ("El Portete está al Norte y al Sur Ingavi"). Combate la empleomanía, el culto del oro, "el lujo descarado que deslumbra y ciega". Anuncia una remota época de justicia, de castigo y de consuelo; mientras ella llega, pide que la juventud cumpla su deber porque el país ha sido invadido, aludiendo al conflicto con Bolivia: "El pabellón peruano está cubierto de fango; jóvenes, es necesario lavarlo; y si no tenéis fibra en el corazón para avanzar y vencer, tened al menos el suficiente honor para pararos y morir".

[V] LA LIRA PATRIóTICA dEL PERú.- Manuel Nicolás Corpancho y Fernando Velarde editaron en 1853 la obra Lira patriótica del Perú. Colección escogida de poesías nacionales desde antes de la proclamación de la independencia hasta el día. Incluyó composiciones de los días de San Mar tín y de Bolívar y otras de autores recientes, con el objeto de estimular el espíritu guerrero contra Bolivia. "Ningún hijo debe, en nuestro concepto, (decía el prólogo) dejar de contribuir de algún modo para que levantándose nuestra Patria con el sentimiento de un ultraje indigno y con la conciencia del poder y la justicia, arranque de Belzú la reparación más satisfactoria y cumplida. La dedicatoria de Manuel Nicolás Corpancho a Echenique anuncia el triunfo seguro de las legiones peruanas:

FRANCISCo LASo (1823-1868)

El artista tacneño fue uno de los retratistas más solicitados de su época, pero también pintó paisajes andinos y escenas de costumbres. En 1860 se inició en el periodismo nacional y colaboró con La Revista de Lima, La Tribuna y El Nacional. En estos medios cultivó el ensayo literario y la crónica. Peleó en el combate del 2 de mayo de 1866 y al año siguiente fue elegido diputado por Lima. Entre sus obras pictóricas más importantes están la representación de Santa Rosa de Lima y los retratos de Felipe Pardo y Aliaga, Bartolomé Herrera, y de su maestro Ignacio Merino, entre otros. Aquí vemos a Laso en una ilustración de Evaristo San Cristóbal, publicada en El Perú ilustrado.

[ CAPÍTULO 20 ] PERÍODO 2

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El Club Progresista de 1850 Con frecuencia se sostiene que el primer intento civil organizado que buscó el poder político, fue el que lideró Manuel Pardo hacia la década de 1870, el llamado Primer Civilismo. Pero su movimiento no fue el primero en su género.

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período 2

[ capítulo 20 ]

Y

a des­de los años ini­cia­les de la Re­pú­bli­ca, co­mo lo sos­tu­vo Ba­sa­ dre, hu­bo in­ten­tos por evi­tar la he­ge­mo­nía de los mi­li­ta­res en el po­der co­lo­can­do en pues­tos cla­ves a ci­vi­les. Lue­go, ha­cia la dé­ca­da de 1840, an­te las pro­lon­ga­das lu­chas cau­di­llis­tas, sur­ gie­ron, bá­si­ca­men­te en Li­ma, dos mo­vi­ mien­tos que reac­cio­na­ron fren­te a la in­fluen­cia del mi­li­ta­ris­mo en la po­lí­ti­ca: el Di­rec­to­rio de Vi­van­co y la "Se­ma­na Mag­na", li­de­ra­da por Do­min­go Elías. Es ha­cia 1850 cuan­do es­te mo­vi­mien­to ad­quie­re ma­yor fuer­za e in­ten­ta, por pri­me­ra vez, lle­gar al po­der po­lí­ti­co or­ga­ni­zan­do el pri­mer par­ti­do po­lí­ti­co en el Pe­rú, el Club Pro­gre­sis­ta. Lan­za­ ron, ade­más, la pri­me­ra can­di­da­tu­ra de vil a la pre­ si­ den­ cia, en 1851: un ci­ Do­min­go Elías. Pa­ra com­ple­tar es­to, edi­ta­ron un pe­rió­di­co, El Pro­gre­so, con la fi­na­li­dad de pro­mo­ver las ideas li­be­ ral-mo­der­ni­zan­tes del gru­po. Su pro­ gra­ma fun­da­men­tal in­cluía la ins­ta­la­ ción de un go­bier­no ci­vil, el fo­men­to a la in­mi­gra­ción, la re­for­ma del sis­te­ma tri­bu­ta­rio, la uni­ca­me­ra­li­dad en el Con­ gre­so, el es­ta­ble­ci­mien­to de es­cue­las pa­ra ar­te­sa­nos, la di­fu­sión de la ins­truc­ ción pú­bli­ca, la abo­li­ción de la pe­na de muer­te, las elec­cio­nes di­rec­tas y la re­duc­ción del pe­río­do pre­si­den­cial, la res­pon­sa­bi­li­dad mi­nis­te­rial, la re­duc­ ción del ejér­ci­to, la or­ga­ni­za­ción de la guar­dia na­cio­nal y la aus­te­ri­dad en los gas­tos pú­bli­cos.

Pe­ro los lí­de­res del Club, en su ma­yo­ría hom­bres de ne­go­cios, fue­ron unos alia­ dos opor­tu­nis­tas del li­be­ra­lis­mo gra­cias al con­ tex­ to del gua­ no. Su lec­ tu­ ra del Pe­rú era de­ma­sia­do irreal o, me­jor di­cho, ex­ce­si­va­men­te op­ti­mis­ta res­pec­to a sus po­si­bi­li­da­des de adop­tar ins­ti­tu­cio­nes li­be­ra­les. Les fal­tó el su­fi­cien­te én­fa­sis prag­má­ti­co. Su dis­cur­so era, ade­más, muy ur­ba­no y oc­ci­den­tal, aje­no a la rea­ li­dad o a las di­ver­sas rea­li­da­des que con­ vi­vían en el país. No con­ta­ron, ade­más, co­mo lo hi­zo lue­go Ma­nuel Par­do, con una red de alia­dos po­lí­ti­cos den­tro de la geo­gra­fía pe­rua­na. Su ba­se era Li­ma y tenían un re­la­ti­vo apo­yo en Ica y al­gu­nos pun­tos de la cos­ta nor­te. Un apo­yo in­su­ fi­cien­te pa­ra sa­lir ai­ro­so fren­te a Eche­ni­ que, cu­ya can­di­da­tu­ra re­ci­bió fi­nal­men­ te to­do el apo­yo de Cas­ti­lla. Por úl­ti­mo, hay que men­cio­nar una con­tra­dic­ción: mu­chos de los em­pre­sa­rios de es­te Club, es­pe­cial­men­te su lí­der, ha­bían con­so­li­ da­do su po­si­ción eco­nó­mi­ca gra­cias a ne­go­cios con el Es­ta­do cas­ti­llis­ta. Eso nos lle­va a pen­sar has­ta qué pun­to un even­tual triun­fo de Elías hu­bie­ra cam­bia­ do de for­ma sus­tan­cial el ma­ne­jo eco­nó­ mi­co de los re­cur­sos del gua­no en fun­ ción de un de­sa­rro­llo na­cio­nal y no de fa­vo­re­cer a una fac­ción. En sín­te­sis, si bien es­te mo­vi­mien­to ci­vi­lis­ta fra­ca­só en su in­ten­to de lle­gar al po­der, fue por­que le fal­tó un gru­po más am­plio de in­te­re­ ses a su la­ do, no com­ pren­ dió la real si­tua­ción del país y coin­ci­dió con el apo­ geo mi­li­ta­ris­ta y cau­di­llis­ta.

No, que ellas brotan, libertad y gloria, y el presagio serán de tu victoria. José Toribio Mansilla se muestra también muy belicoso: ¡Muerte a Bolivia! ¡Al arma, ciudadanos! deseado el grito levantad de guerra. Trinidad Fernández tiene presente el recuerdo de Ingavi: ¡Ah! ¿Qué pecho no late iracundo de venganza abrasado en la sed? ¿Qué dirá de nosotros el mundo si Bolivia nos vence otra vez? Juan de los Heros parece intuir vagamente la existencia de las más modernas y mortíferas armas: Alumbra ¡oh bello Sol! nuestro hemisferio con esa luz con que miró el Ibero en Ayacucho fracasar su imperio. ¡Oh Deidad de mis padres! Yo te quiero y si Bolivia incendias (hablo serio) quemando a Belzú, entonces te venero. Como ni hubo incendio de Bolivia, quemazón de Belzú, victoria, ni siquiera guerra, la Lira patriótica del Perú vino a resultar, de hecho, sin quererlo, un documento acusatorio contra Echenique, a quien había sido sumisamente dedicada.

[ VI ] LOS MENSAJES DEL PROSCRITO Y PASCUAL CUEVAS.- En 1852, el agitador radical chileno desterrado en Lima, Francisco Bilbao, publicó en esta ciudad un folleto sobre Santa Rosa de Lima, del que se tratará más adelante, y en 1853, en la imprenta de El Comercio, el folleto La revolución en Chile y los Mensajes del proscrito. Ha narrado el propio Bilbao en estos Mensajes del proscrito la influencia que sobre él ejerció el pensador radical peruano Pascual Cuevas. "He aquí, Francisco, el libro que te conviene", exclamó Cuevas un día en que, al salir de sus clases como alumno del Instituto Nacional, fue a visitarlo al lugar donde se ocultaba. Se trataba de El libro del pueblo de Lammenais. Cuevas (dice Pedro Pablo Figueroa en su Diccionario biográfico de extranjeros en Chile) "adivinó el porvenir del ilustre filósofo chileno y le descubrió el camino que debía seguir en la vida pública y privada". Había nacido en Lima en 1800 y en 1836 llegó exilado a Santiago de Chile, en cuyos círculos sociales continuó su propaganda avanzada. Desterrado de esa ciudad en 1851, volvió al Perú, donde su huella se ha perdido. "Pascual Cuevas (afirma Figueroa) alentó a todos los revolucionarios que se esforzaban por emancipar el pueblo de las oligarquías sociales y políticas. Era un reformador, visionario si se quiere...".

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DICIEMBRE vv vv 1851 [ frAncIA vv ] ]

EL PRESIDEnTE LuIS vvvvvvvv nAPOLEón BOnAPARTE (1808-1873) DISuELvE LA ASAMBLEA Y PROCLAMA unA nuEvA COnSTITuCIón PARA fRAnCIA. fuE EL fIn DE LA SEGunDA REPÚBLICA. un AñO MáS TARDE COnvOCó A un REfERÉnDuM Y SE PROCLAMó EMPERADOR COn EL APOYO DE LA IGLESIA CATóLICA, LA BuRGuESíA, LAS MASAS OBRERAS Y LOS nACIOnALISTAS. ADOPTó EL nOMBRE DE nAPOLEón III E InSTAuRó un RÉGIMEn DICTATORIAL COn GRAnDES PLAnES ECOnóMICOS. fuE DEPuESTO En 1870, TRAS Su DERROTA POR LA ASAMBLEA En LA BATALLA DE SEDán.

[ VII ] LA HISTORIA DE SALAVERRY POR MANUEL BILBAO.- Manuel Bilbao, hermano de Francisco, editó en Lima con fecha 13 de noviembre de 1852 un prospecto para anunciar la Historia

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vvvvvv vvvvvvvv

(...) JuAn ESPInOSA HIzO unA LITERATuRA DE SARCASMO Y REPROBACIón AnTE EL MAL funCIOnAMIEnTO DE LA DEMOCRACIA En EL566666666666 PAíS. LOS MALES quE DEnunCIó PROvEníAn, En Su COnCEPTO, nO DE LA PREMATuRA IMPLAnTACIón DE LAS InSTITuCIOnES REPuBLICAnAS COMO ASEvERABAn LOS REACCIOnARIOS, SInO PRECISAMEnTE DE Su fALTA DE APLICACIón (...)

de Salaverry y allí censuró el descuido por la historia americana contemporánea y el olvido ante los genios y héroes. Como americano, afirmaba que había encontrado un episodio completo y acabado de las revoluciones en "el genio atrevido y valiente de Salaverry". Por su juventud, por su gallardía, por su nacionalismo y por su infortunio el caudillo peruano aparece como una gran figura romántica en las páginas del libro de Bilbao, editado por vez primera en 1853. Basado sobre todo en testimonios de contemporáneos, en periódicos y folletos y en algunas fuentes escritas inéditas, esta obra no sale de los marcos de la llamada historia-batalla y es, a la vez, un panegírico del héroe y un testimonio de la historia vista en función de la teoría del gran hombre. El capítulo sexto, titulado "Necesidad de la revolución", tenía un acento subversivo en la época en que fue escrito y publicado. Defendía la Emancipación americana en nombre de la ley del progreso y de la perfectibilidad. Agregaba que luego "la revolución de la independencia había quedado reducida al cambio de personas, había venido a ser una burla de la república y sin aventurarnos mucho podemos asegurar que había empeorado la condición material del país y aun las garantías del individuo". Se necesitaba, según Bilbao, llevar adelante la reforma en todos los ramos, sustituir las leyes monárquicas por las leyes democráticas, es decir tener nuevos códigos, nueva política que hiciese efectiva la vida civil del ciudadano, igualdad en la aplicación de la ley, garantías para el uso de las libertades públicas, prosperidad e incremento de la riqueza nacional. En cuanto al estado social del país, hacía notar que la corrupción había llegado a predominar, el fanatismo religioso seguía intacto, la esclavitud persistía, faltaban escuelas, la prensa yacía prostituida. No aludía, en realidad, al gobierno de Orbegoso en este capítulo sexto sobre la necesidad de la revolución cuando preguntaba: "¿Quién desconoce que se reconocieron créditos para el Erario nacional que en su mayor parte eran nominales?". En El Comercio del 18 de octubre de 1853 Bilbao dio una relación de los manuscritos, periódicos, folletos y libros por él consultados. Entre los primeros estaba la fe de bautismo y de casamiento de Salaverry, sus padres y su esposa, unos apuntes del coronel José María Quiroga acerca del caudillo nacional y las instrucciones del general Bermúdez al general Raygada. Declaró también haber recibido información oral de treinta y dos personas. El tiempo que demoró la preparación de su libro alcanzaría ocho meses. Los ataques periodísticos con que él fue recibido estuvieron constantemente acompañados por insultos al autor. Juan Salaverry Rivero, hermano del caudillo, lo persiguió en forma implacable y lo llamó entre otras cosas, aventurero, infame e impostor. Bilbao declaró haber sumado cincuenta y ocho epítetos injuriosos contra él. Editó, además, el autor de la Historia de Salaverry, un periódico semanal de política, economía, ciencias y literatura titulado La Revista, que se publicó entre diciembre de 1853 y marzo de 1854. Fue también autor de una novela sobre costumbres de Lima titulada El Inquisidor Mayor o historia de unos amores, obra anticlerical cuya fecha de publicación fue 1852. Alcanzó esta novela tres ediciones hasta 1859. También fueron suyos un texto escolar de geografía del Perú (1856) y otro de historia del Perú que aparece como el primer ensayo de presentar a los jóvenes las distintas épocas de la vida nacional (1856). En su romance El pirata del Guayas trató de la vida de ocho bandidos estudiando el sistema penitenciario y sosteniendo la ineficacia de los castigos infamantes. Dio a conocer años más tarde, en español, las memorias de lord Cochrane, autorizado por el autor (1863). Estuvo envuelto en una polémica con Federico Pezet, hijo del presidente del Perú, en 1864, con motivo del conflicto con España; después de ella, eludió la responsabilidad judicial al embarcarse el 9 de diciembre de ese año en la corbeta chilena Esmeralda.

[ VIII ] MI REPúBLICA DE JUAN ESPINOSA.- Entre las varias publicaciones hechas en esta época por Juan Espinosa, el "Soldado de los Andes" militar, político y escritor nacido en el Uruguay y avecindado en el Perú desde los días de la Independencia, algunas tuvieron relación con la situación inmediata como Comentarios a la constitución anónima de la Sociedad del Orden Electoral

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(Lima, 1853). Pero ninguna ofrece un ligamen tan estrecho con los anhelos de mejora institucional y social entonces latentes como Mi República, editada en Nueva York en 1854. Mi República está dedicada al general granadino José Hilario López "como el fundador de la libertad civil y de la democracia de la América del Sur". Se divide en capítulos que presentan los poderes públicos y las garantías individuales en tono de aguda crítica, tal como el autor creía que funcionaban en la realidad peruana. El Ejecutivo domina en el Estado y en la nación. El Presidente se identifica con el Gobierno. La elección popular indirecta, origen de su poder legal, proviene de plebe abyecta y comprada. Espinosa también menciona el pronunciamiento militar como otro medio para llegar al mando; produce textualmente el pintoresco decreto de Torrico "encargándose" de la Jefatura del Estado en agosto de 1842 y recuerda el juramento de fidelidad exigido por Vivanco en 1843, así como diversos episodios de arbitrariedad presidencial con periodistas, reclamantes o empleados. Especial atención dedica a la búsqueda de su impunidad a través del voto complaciente del Legislativo. Al tratar de este Poder del Estado, censura su servilismo y hace referencia expresa a la ley aprobatoria otorgada por el Congreso de 1853 para la política económica del Gobierno, a la ley de represión y a otros actos parlamentarios discutibles. A propósito del Poder Judicial destaca su impotencia para residenciar y juzgar al presidente de la República, la facultad de este para trasladar magistrados y su costumbre de hacer nombramientos arbitrarios, así como la morosidad o el descuido en el pago de los sueldos. El capítulo sobre las municipalidades se inicia con una lamentación acerca de la decadencia de estos organismos y su sometimiento al Ejecutivo. El Consejo de Estado recibe el calificativo de nulo y de "panteón de los zánganos de categoría" pese a la importancia nominal de sus atribuciones; el episodio de la prisión y destierro de uno de sus miembros en 1849 sin protesta del organismo al que pertenecía aparece citado para hablar luego de las intrigas con la finalidad de formar parte de él, pues se trata de obtener prebendas; y en cuanto a la elección de su personal dice que solo en apariencia la hace el Parlamento pues, de hecho, la efectúa el presidente de la República. El sistema de sufragio no es presentado en forma más favorable. Del colegio electoral dice Espinosa que se vende y del Congreso que prefiere las actas favorables al Gobierno. También considera que los jurados de imprentas se inclinan ante él. Sobre estos últimos trata en capítulo especial sosteniendo que pertenecen al partido dominante y que sus iras suelen ser burladas por el ocultamiento que efectúa el verdadero autor del escrito denunciado detrás de un quídam. El libro termina con una sangrienta enumeración de las garantías individuales y del doloroso estado de cosas en lo que a ellos concierne. Destaca luego, sobre todo, el recelo constitucional ante los jóvenes, la mezquindad para otorgar derechos a los extranjeros coinciden en los esfuerzos destinados a obtener una inmigración forzada y ruin, la condición de quienes son elementos foráneos rodeada de hecho por más garantías efectivas que los ciudadanos nacionales, la falta de organización y el predominio del espíritu de bandería. "Marcharán ejércitos nacionales (dice) que sufran derrotas vergonzosas no por falta de valor sino por falta de unión y de patriotismo". Las últimas palabras de Mi República son: "¿Qué ley, por dura que fuese, no sería preferible a este desorden gubernativo que, con el corazón llagado, dejo trazado? ¿Qué organización social resistirá al régimen arbitrario?". Como pocos años más tarde Carlos Lissón, Juan Espinosa hizo una literatura de sarcasmo y reprobación ante el mal funcionamiento de la democracia en el país. Los males que denunció provenían, en su concepto, no de la prematura implantación de las instituciones republicanas como aseveraban los reaccionarios, sino precisamente de su falta de aplicación, es decir de los abusos y corruptelas que impedían su autenticidad.

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febrero vv 1852 vv [ argentina [ vv ] ]

Tras 17 años de vvvvvvvv gobierno, es derrocado el dicTador argenTino Juan Manuel de rosas (1893-1877) en la baTalla de caseros. en ella, JusTo José de urquiza, un defensor del orden consTiTucional, se enfrenTó a las Tropas del Tirano y las derroTó. Tras la vicToria, urquiza reunió al congreso general consTiTuyenTe. al año siguienTe proMulgó la consTiTución de 1853 de ese país.

[ iX ] La obra de VigiL entre 1851 Y 1862. La poLémica con eL padre guaL sobre Las potestades.- Ya se ha mencionado el voluminoso libro de Vigil Defensa de la autoridad

[ CAPÍTULO 20 ] PERÍODO 2

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PEDRO GUAL (1813-1890)

El clérigo catalán llegó al Colegio de Ocopa (Junín) en 1849. En 1852, a poco de ser trasladado a Lima, tuvo un comentado debate con Francisco de Paula González Vigil. Ese año Gual publicó una respuesta a las ideas del clérigo, en el libro titulado El equilibrio de las potestades, o sea los derechos de la Iglesia vindicados contra los ataques del Sr. Vigil. En 1853, de vuelta en Ocopa, logró elevar el colegio a la categoría de Colegio de Propaganda de Fide, fundó un hospicio para misioneros y fue designado definidor general de la orden (1856) y comisario general (1863) sobre los conventos y colegios franciscanos del Perú, Chile, Colombia, Venezuela y Ecuador.

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PERÍODO 2

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de los gobiernos y la excomunión por él suscitada, así como la Carta al Papa y el análisis del Breve que refutó los fundamentos de esta condena en latín y en castellano. Dicha carta apareció en 1851 y se reimprimió en 1852, año en que fue condenada en Roma (18 de mayo de 1852). También en este último año aparecieron unas Adiciones a la defensa de la autoridad de los gobiernos y un Compendio, condenados el 2 de marzo de 1853. En igual fecha el sacerdote franciscano catalán Pedro Gual editó en Barcelona en tres volúmenes la obra titulada El equilibrio entre las dos potestades con el siguiente subtítulo: "O sea los derechos de la Iglesia vindicados contra los ataques del Dr. F. de P. G. Vigil". El padre Gual había llegado al Perú en 1849 en un grupo de diecinueve misioneros descalzos españoles y gozaba fama de ser erudito y agudo escritor ortodoxo muy versado en las herejías modernas. Llegó a ser guardián del Colegio de Propaganda Fide de Santa Rosa de Ocopa. Al refutar a Vigil, Gual rivalizó con él en erudición y dialéctica procurándolas animar con nítida claridad y ruda energía y le encontró contradicciones, anomalías, falta de lógica, errores absurdos, falsedades y adulteraciones. Lo tachó por coincidir con el jansenismo, entre cuyas doctrinas se encuentra la enseñanza de no obedecer al Vicario de Jesucristo ni a las decisiones de la Iglesia cuando no son del agrado de los fieles; con el jansenismo y el protestantismo propugnadores de la tesis dispuesta a entregar el gobierno exterior de la Iglesia en manos de los príncipes y magistrados del pueblo; y con ambos y la filosofía incrédula que proclama la ilimitada facultad de pensamiento, de conciencia y de cultos. Asimismo, acusó a Vigil por afinidades con el pensamiento socialista y llegó a citar las palabras de un autor jansenista según el cual "después de la revolución de Francia se confunden los jansenistas con todas las sectas" y "jansenistas, francmasones, jacobinos y ateos son voces idénticas". Vigil contestó a Gual minuciosamente con una Ojeada al Equilibrio entre las dos potestades (Lima, 1853) reproducida con adiciones en 1857. Aparte de las discrepancias sobre ideas y sobre hechos, este debate presenta interés en cuanto a las actitudes de los dos autores. Vigil afirmó más tarde: "No era yo rival y antagonista del Padre Gual sino que él lo era mío", para agregar en seguida lapidariamente: "Nunca olvidaré la sabia máxima de Galileo: la verdad no se enseña; no se hace más que ayudar a encontrarla". Entre otros puntos destacados por el escritor tacneño estuvo la diferencia entre él, que había tenido que pedir dinero prestado para imprimir su libro, y el misionero para cuyo libro existían amplias facilidades en cuanto a su edición y a su circulación. Los insultos y los conceptos peyorativos a él dirigidos fueron en esta ocasión, como en tantas otras, utilizados por Vigil en mengua de quienes los proferían. "Así vosotros, los de la Curia, (decía) dais testimonios de vosotros mismos y hacéis alarde de vuestras virtudes y ofendéis en conciencia a los que no siguen dóciles vuestras doctrinas". El sacerdote Juan de la Cruz García editó en Chiclayo en 1852 El Sol en el zenit, o sea la verdad demostrada contra los errores del Sr. Vigil.

[X] FACTORES AMBIENTALES ADVERSOS A ECHENIQUE. LA AGITACIÓN LIBERAL.- Distanciado del Gobierno ecuatoriano durante el período que duró la expedición Flores y en el tiempo que correspondió a las negociaciones que de ella resultaron y en estado de beligerancia con Bolivia, tuvo la administración de Echenique la hostilidad de otros extranjeros. Entre ellos la del ministro colombiano Mariano Arosemena y la del encargado de negocios francés Rati-Mentón, la primera por razones doctrinarias y la de este último atribuida al hecho de haber visto frustrada su esperanza de que el Congreso sancionara el tratado entre el Perú y Francia y demostrada en el auxilio que prestó a Elías y a Castilla y en las cuestiones diplomáticas que provocó. Un importante papel desempeñaron también los emigrados chilenos que habían llegado a Lima después de la fracasada rebelión liberal contra el gobierno de Montt; se destacó entre ellos el agitador Francisco Bilbao, de quien se ha hablado ya.

Hubo en esta época una acentuación de la prédica liberal en distintos países del continente americano, divulgándose el fervor revolucionario que en Europa emanó de los sucesos académicos en 1848. La influencia ideológica francesa en América con sentido avanzado no tiene como punto de partida únicamente la gran Revolución de 1789. Revive y se expande también a mediados del siglo XIX y llega hasta ser calificada como "roja" y "socialista" por sus enemigos. Lamartine, Edgar Quinet, Lammenais, Pelletan y otras figuras de esa época ostentaron, sobre todo ante los jóvenes, un valor mesiánico. En Nueva Granada triunfaron, en consonancia con esas ideas, los "gólgotas"; y en Ecuador, los "rojos" de José María Urbina.

EL COLEGIO GUADALUPE Y LA AGITACIÓN LIBERAL.- En 1852 reemplazó a Pedro Gálvez en la dirección del Colegio Guadalupe su hermano José Gálvez. De él dicen los Anales de este Colegio: "Más radical en sus ideas que el doctor Lorente y que don Pedro Gálvez explayó las doctrinas liberales en todas sus consecuencias en los cursos de Filosofía, Legislación y, sobre todo, en el de Derecho Penal que dictó y al que llamó Correccional. Gálvez fue el más decidido defensor de la inviolabilidad de la vida humana; él combatió como injusta e ineficaz la pena de muerte no solo en los delitos políticos sino en los delitos comunes; combatió el sistema de la expiación y defendió el penitenciario sosteniendo que solo la reclusión, al aislamiento y el trabajo pueden rehabilitar al delincuente y aun moralizarlo". En tanto que el alejamiento de Herrera hizo disminuir, sin duda, la intensidad de la prédica de sus doctrinas en San Carlos a partir de 1851 (a pesar de que su discípulo Evaristo Gómez Sánchez fue nombrado rector de dicho plantel), el liberalismo de Guadalupe se acentuó en 1852 y en 1853 bajo la dirección de José Gálvez.

LA CHOZA DEL TÍO TOM.- Manuel Amunátegui y Alejandro Villota, editores de El Comercio, publicaron con este nombre en 1853 una traducción de la novela antiesclavista de Harriet Beecher Stowe aparecida en 1852. La edición fue dedicada a Alfonso González Pinillos, hacendado de Trujillo que algunos años antes había concedido la libertad a 131 esclavos. Se vendió a dos reales en la imprenta de El Comercio y en la tienda de Dorado en la calle Judíos. También La choza del tío Tom se presentó en el teatro, como se relata en el capítulo respectivo.

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MARzO vv vv 1852 [ ee.uu. vv ] ]

APARECE LA nOvELA vvvvvvvv LA CABAñA DEL TíO TOM, DE LA ESCRITORA HARRIET BEECHER STOWE (1811-1896). ESTA OBRA, quE HABíA SIDO PuBLICADA EnTRE 1850 Y 1852 POR EnTREGAS En EL DIARIO ABOLICIOnISTA THE nATIOnAL ERA, PROvOCó unA GRAn POLÉMICA POR Su POSICIón En COnTRA DE LA ESCLAvITuD. En EL PERÚ. fuE PuBLICADA POR EnTREGAS En EL DIARIO EL COMERCIO.

[ XI ] EL PERú EN 1853.- Hay un pequeño folleto que expresa el estado de ánimo de la nueva generación peruana en vísperas de la sublevación de 1854. Se titula El Perú en 1853 y apareció editado en París en 1854 bajo el seudónimo Un Peruano. Ha sido atribuido a José Casimiro Ulloa y también a Francisco Laso. Parece mucho más probable que hubiese sido escrito por Ulloa. Después de dedicar una ojeada a la situación de Europa, pasa a ocuparse del estado político del Perú en forma de crítica y de declaración doctrinaria. La Constitución de 1839 es presentada como un documento cuyo fin político fue el mantenimiento del despotismo militar y como una encarnación del espíritu de retroceso. "La reforma social del Perú debe comenzar por hacer de ella un auto de fe". Las páginas siguientes del opúsculo son una inmisericorde crítica de la administración de Echenique como encarnación del militarismo con el espíritu que iniciara El Progreso en 1850 y 1851. A la vez la acusa de intimidación a la prensa, de descuido ante la educación y ante el problema indígena y, sobre todo, con motivo de la consolidación de la deuda interna y la conversión, criticando, asimismo, la ayuda a Flores y a Agreda y la demora en la guerra a Bolivia. A propósito de esta, afirma que la solución verdadera del conflicto será la unión de La Paz al Perú o del departamento de Moquegua a la República del

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ABRIL vv 1853 vv [ \nueVA [ vv ] grAnAdA

1 18

JOSÉ MARíA OBAnDO vvvvv (1795-1861) ASuME LA PRESIDEnCIA DE nuEvA GRAnADA. DuRAnTE Su GOBIERnO, EL GEnERAL COLOMBIAnO SE DEDICó A LA ELABORACIón DE unA nuEvA COnSTITuCIón PARA ESA nACIón. APROBADO En MAYO DE 1853, EL DOCuMEnTO fuE DE TOnO LIBERALPROGRESISTA.

Altiplano (ideas que Ulloa mantuvo en escritos posteriores). En cuanto al Poder Legislativo censura su esterilidad y, en especial, la sumisión de la legislatura de 1853 así como la escasa cifra de las leyes de interés general votadas en el transcurso de ella, para luego proponer algunas medidas con el fin de moralizar y dar eficacia a la función parlamentaria. Al ocuparse del Poder Judicial también lo ataca y propugna la independencia de los magistrados, la eliminación tanto de los juicios por comisión como de los tribunales de excepción y del establecimiento del jurado. El capítulo final es un llamamiento a la juventud y una afirmación de fe para su lucha contra la ignorancia y la corrupción y a favor de la libertad, la igualdad, el progreso social y la dignidad nacional.

[ XII ] LA LEYENDA NEGRA DE ECHENIQUE.- Para los jóvenes de entonces la consolidación no era sino el banquete de la vieja generación; la protesta popular que iba a estallar aparecía como un juicio de Dios y el régimen político imperante simbolizaba el proceso bochornoso seguido desde los primeros años de la Independencia. A la figura de Echenique comenzó a atribuírsele en aquellos momentos un significado que, en realidad, no es el suyo. Periódicos, hojas sueltas y caricaturas se ensañaron con él como antes había ocurrido con Gamarra y más tarde pasó con Pezet y con Cáceres. Todos los hombres públicos han sido difamados soezmente en el Perú; más en estos cuatro casos vibró la pasión que llevó a la victoria a otras tantas sublevaciones populares. Desde el punto de vista político, a pesar de brotes autoritarios como el de la ley de represión, Echenique respetó la vida humana, no produjo derramamiento de sangre. Pecó más bien de debilidad. He aquí el retrato que hizo de él un publicista de la época, que firmó con el seudónimo de Timoleón, en el folleto titulado El Perú y los gobiernos de Echenique, y la revolución: "Don José Rufino Echenique, con un corazón bondadoso y una inteligencia despejada, estaba llamado a ser en la vida privada un excelente ciudadano y padre de familia. Pero ni la naturaleza ni el arte hicieron de él un hombre de Estado. Es desconfiado y tímido; si puede llegar a un objeto directa y abiertamente, prefiere un rodeo por el que se marcha oculto; le agradan los secretos y el aislamiento dentro de un círculo estrecho del que hace su universo y fuera del cual nada quiere ver. Se entrega ciegamente a alegrías y a esperanzas falaces o a temores infundados; un acontecimiento, una noticia insignificante, lo enajenan; ya nada puede ordenar atinadamente; cualquiera se apodera entonces de él y lo conduce a su arbitrio. El mando lo había hecho un tanto vano, le agradaba le manifestasen adhesión a su persona, y ningún sacrificio omitía por favorecer a sus amigos. Como un rasgo inherente a las almas ardientes y débiles, era a veces obstinado y se empeñaba en seguir su opinión, aun cuando todos le manifestasen su error". Ratifica estas opiniones lo que de un personaje de la época se cuenta que decía: "El gran mal del gobierno de Echenique es su amigabilidad", con lo cual inventó una palabra para calificarlo. Y Juan Espinosa, en su Diccionario para el pueblo publicado en 1855, expresó: "El general Echenique no fue tirano, fue más bien condescendiente". Surgió entonces, en suma, como entre 1810 y 1822, como en 1834, una "mentalidad utópica liberal" que buscó la "espiritualización de la política", que sintió asco, rencor, descontento o amargura ante el presente y, al mismo tiempo, el optimismo de que la felicidad y el bienestar colectivos eran realizables "aquí" y "ahora". LAS LETRILLAS DE MATEO PAZ SOLDÁN. "¡NO NOS ROBEN! ¡LIBERTAD!".- Mateo Paz Soldán, de quien ya se ha hablado, después de ser oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores y funcionario de la Dirección de Hacienda, ocupó brevemente los cargos de director del Colegio Militar y fiscal del Tribunal de los Siete Jueces en los comienzos del gobierno de Echenique. En 1852 volvió a Arequipa, su ciudad natal, como rector del Colegio de la Indepen-

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La Muerte del libertador. José de San Martín, libertador de Chile y del Perú, murió en Francia el 17 de agosto de 1850, veintinueve años después de la proclamación de la independencia del Perú. El óleo que vemos fue pintado en 1918 por el artista peruano Juan Guillermo Samanez (1870-1928). El pintor se basó en los dos únicos daguerrotipos de San Martín, para los que el libertador posó dos años antes de su fallecimiento.

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ABRIL vv 1852 vv [ perú [ vv ]

17 18

EL GEnERAL PEDRO vvvvv CISnEROS DE LA TORRE (1803-1893) ASuME LA PREfECTuRA DEL DEPARTAMEnTO DE LIMA, TRAS LA REnunCIA DEL COROnEL PORRAS, EL AnTIGuO PREfECTO. ESTE ÚLTIMO SE DISTInGuíA POR SuS BuEnOS MODALES Y CARáCTER fRAnCO, Y DESEMPEñó unA IMPORTAnTE GESTIón SIn COMETER ABuSOS. CISnEROS DE LA TORRE HABíA OCuPADO AnTERIORMEnTE LA PREfECTuRA DE AYACuCHO (1842) Y LA DE AREquIPA (1844).

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dencia. Tampoco fue larga su permanencia en la función docente. En junio de 1852 hallábase de regreso en Lima. Su reemplazante en dicho plantel fue Toribio Pacheco. En El Comercio publicó Paz Soldán en diciembre de 1852, con el seudónimo Tomás de la Ponza los versos satíricos "Consolidación de un expediente en California", "Alerta peruanos" y "Libertad", de franco contenido oposicionista. Como había ocurrido antes, cuando escribiera en El Nacional y en El Pabellón Peruano de Arequipa, el incendio de la pasión política volvió a chamuscar al sabio. En el primero de estos versos (más tarde reproducido por Juan de Arona en su Diccionario de peruanismos) denunció las irregularidades de la consolidación. El segundo fue un enconado apóstrofe personal a Echenique por su apoyo a Flores, con un franco acento subversivo. El tercero, aún más fervoroso, concluía en la siguiente forma: y cuando algunos con ligereza su gran riqueza luciendo están, de sus trajeos malditos mirando la indignidad el Perú lanza dos gritos: ¡No nos roben! ¡Libertad! Denunciado, Mateo Paz Soldán quedó sometido a un juicio de imprenta en el que recibió la condena a prisión. Cuando la policía lo llevaba por la calle de Melchormalo, escapó para asilarse en el consulado sardo que desempeñaba su amigo el señor Canevaro, si bien la cancillería peruana obtuvo que luego fuese entregado.

[ XIII ] LAS CARTAS DE ELÍAS.- El 12 de agosto de 1853, El Comercio de Lima publicó una carta de don Domingo Elías al presidente Echenique. Empezaba con las palabras: "Mi respetado general y amigo". Mencionaba su viejo deseo de apartarse para siempre de los negocios públicos y las pruebas de aprecio y confianza que Echenique le había dado, para hablar en seguida del "eco de reprobación de la marcha administrativa de la República que se difunde por todas partes como una lima sorda, amagando la estabilidad del gobierno y aun de las mismas instituciones". Dejaba constancia de que escribía esta carta "después de haber agotado en privado todos los medios y recursos que sugieren la amistad, la razón y la justicia". Decía en seguida a Echenique que el guano se iba a acabar en ocho años (lo cual resultó falso) y anunciaba grandes peligros para el día en que ello sucediera. Se ocupaba también de la ley de la consolidación para afirmar que había dado lugar al predominio de expedientes falsificados y de número excesivo (pues ni el ejército de Jerjes pudo consumir lo que se había reconocido) y al enriquecimiento de gentes a las cuales la ley no había querido favorecer. Se pronunciaba en contra de la reapertura de la consolidación. Tenía, asimismo, enérgicas palabras de condena detallada a la operación de la conversión de la deuda interna en externa. "Estoy cierto (llegaba a afirmar) que seremos maldecidos y con razón. Por las generaciones venideras y el nombre de Mendiburu, tan aciago para la patria desde ahora, será execrado entonces con justicia por todos nuestros descendientes". Largos párrafos dedicaba a defenderse de las acusaciones de ambicioso, ingrato, imprudente y desafecto a la patria que estaba comprometida ya en una guerra con Bolivia o enemigo de los interesados en la consolidación y en la traslación de la deuda. Insistía en su repudio a la consolidación y hacía protestas de buena fe y de honradez en relación con el contrato que tenía sobre extracción del guano y en el que habíase acordado el precio de tres reales por tonelada.

Al día siguiente, 13 de agosto, apareció en El Comercio la contestación de Echenique a Elías. Empezaba diciendo que no lo consideraba como un juez de sus actos administrativos y que solo iba a tratar de las relaciones personales entre ambos. "Cuando U. se interesaba (seguía diciendo) porque yo reconociera como deuda nacional el monto de algunos expedientes, por cuyo éxito favorable llegó U. a decirme que me lo imploraría de rodillas, la consolidación era, a juicio de U. una de las medidas más santas y benéficas para el país. Cuando U. solicitó con ahínco el reconocimiento de más de un millón de pesos de la señora Novoa, asegurándome que le obsequiaba la mitad, y avanzándose a tentar mi delicadeza acaso porque no la había U. conocido, ofreciéndome que daría una parte a mi hermano; la consolidación en los labios de U. no solo era calificada como benéfica y santa sino como un bálsamo que curaba las heridas de la revolución y como una justa y urgente indemnización que el Estado se hallaba obligado a hacer. Pero desde que U. no sacó provecho de ese expediente y dejó de utilizar quinientos o seiscientos mil pesos que le hubiera producido sin la interposición de alguna otra persona o la falta de confianza de la acreedora, ya la consolidación comenzó a ser mala a juicio de Ud. y comenzó también a enfriarse el fuego de la amistad que tan reiteradamente me había Ud. ofrecido y manifestado en sus palabras". Se refería luego a otros negocios que Elías pretendió hacer mediante el ofrecimiento de haciendas para el hermano de Echenique en Chincha y Piura y a la negativa dada a ellos porque "hice entender a U. lo distante que me hallaba de especular con el puesto y mi firme resolución de preferir una honra pobre a cuantas ventajas personales pudiera proporcionárseme". Al mencionar el contrato de carguío del guano, revelaba que Elías había pretendido cinco reales por tonelada, a cambio de dar un real al hermano de Echenique. Terminaba con la afirmación de que tampoco había querido ser instrumento de las pasiones de Elías, que no le había dado parte en la conversión y que por todas esas razones se había transformado en un enemigo. El 16 de agosto Elías publicó una segunda carta a Echenique. Expresó en ella que había escrito la primera para pedir y suplicar que fueran suspendidos los decretos sobre la conversión y traslación de la deuda habiendo actuado en uso de sus derechos como ciudadano que guardaba respetos y miramientos al Jefe del Estado. Estuvo de acuerdo en que se había interesado por el resultado favorable de algunos expedientes de la consolidación, todos de carácter legal. Quiso implorar de rodillas, es cierto, a favor de uno; y fue el de la señora Josefa Latorre de Sagastabeitia, que tuvo muy valiosos fundos en Bellavista y los perdió todos en la guerra de la independencia, por lo cual cayó en la miseria, a pesar de lo cual se le reconoció 20 mil pesos de los 46 mil que habían sido debidamente justificados, mientras otros expedientes eran incrementados en relación con su monto inicial. "Es cierto, Excelentísimo señor (decía en otro párrafo) que solicité con ahínco el reconocimiento del expediente de la señora Ignacia Novoa de Arredondo, pero fue sobre la base de 500 o 600 mil pesos que calculaba su ascendencia y que no conseguí tal reconocimiento porque V. E., me aseguró que el plazo señalado para los expedientes del departamento de Lima estaba cerrado, a pesar de que le indiqué que el crédito de la señora Novoa estaba mandado reconocer, en cierto modo, por el Soberano Congreso; cierto es también que dejando este negocio en el estado que acabo de indicar, tuve que marchar a Pisco a mandar construir el puente de ese pueblo, de cuya separación aprovechó el señor ministro de guerra general D. Juan Crisóstomo Torrico para hacer hablar a esa respetable señora y asegurarle que solo él podía hacer reconocer las indemnizaciones decretadas por el Congreso sobre lo que yo no tenía la influencia necesaria y que además el plazo iba a cerrarse y que era preciso aprovechar, cierto es, en que a mi regreso de esa obra pública en favor del pueblo de Pisco, me encontré con que el citado señor ministro había hecho reconocer el crédito de la señora Novoa en el acto, diciendo a V. E., que los principales interesados en este negocio estaban en España y les comprendía el decreto legislativo que prefijaba los plazos para la consolidación y porque la señora había recibido el poder en esos meses cuando hacía cuatro años que lo tenía recibido; y además me encontré con que el expe-

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vv vv

[ vv ] DEnunCIADO, MATEO PAz vvvvvvvv SOLDán quEDó SOMETIDO A un JuICIO DE IMPREnTA En EL quE RECIBIó LA COnDEnA A PRISIón. CuAnDO LA POLICíA LO LLEvABA POR LA CALLE DE MELCHORMALO, ESCAPó PARA ASILARSE En EL COnSuLADO SARDO quE DESEMPEñABA Su AMIGO EL SEñOR CAnEvARO, SI BIEn LA CAnCILLERíA PERuAnA OBTuvO quE LuEGO fuESE EnTREGADO

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La choza del Tío Tom. Como parte de su campaña a favor de la abolición de la esclavitud, el 21 de febrero de 1853, El Comercio inició en su sección "Folletín" la publicación por entregas de la novela de Harriet Beecher Stowe (1812-1896). Los editores dedicaron la publicación al Sr. Alfonso Gonzales Pinillos, quien a principios de 1852 libertó a los 131 esclavos de sus haciendas en Trujillo.

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período 2

[ capítulo 20 ]

diente se había reconocido en 900 mil pesos excediendo a mi cálculo de 600 mil pesos, porque me interesaba, y que el señor general Torrico había tomado para sí 450 mil pesos, cuando yo en caso de que mi ahínco hubiese sido atendido, apenas habría tomado 200 mil pesos". Afirmaba a continuación que no había un solo expediente más legal ni más legítimo que el de la señora Novoa a quien se quitó una valiosa hacienda con quinientos negros, sin que en treinta y dos años percibiera los 20 o 25 mil pesos anuales que ella producía. Con tal motivo hacía una desfavorable comparación con el reconocimiento de 1.500.000 pesos efectuado a favor de los hijos del conde de Monteblanco. Negaba terminantemente haber tenido la insolencia de hacer ofrecimientos deshonrosos al Presidente, por los que, además, no se le reprendió ni castigó nunca. Se refería a un expediente que el coronel Joaquín Torrico denunció como inflado desde la suma de 47 mil pesos la de 107 mil, por lo que Echenique ordenó efectuar investigaciones sin que nada llegara a hacerse. Hacía público que él a su vez, había revelado al Presidente en una conversación el 10 de noviembre falsificaciones en varios expedientes "a lo que V. E., me repuso que no solo había sorprendido uno sino tres o cuatro que los tenía guardados, en cuya virtud dije a V. E., que no sabía por qué no se había seguido el hilo de estas falsificaciones y no se había castigado ejemplarmente al que tal crimen hubiese cometido". Con tal motivo mencionaba la existencia de una oficina para la falsificación de papeles y recogía el rumor acerca de los empleados públicos acusados de haber obtenido dinero para firmar informes. Pasaba luego a censurar nuevamente la conversión. La traslación de los capitales al extranjero no solo era, para él, dañina a la nación, sino, además, injusta y odiosa pues no se había efectuado en proporción a todos los tenedores de vales o por suerte, sino prefiriendo arbitrariamente a algunos, es decir, a los que más se habían beneficiado con la consolidación, a los más allegados al gabinete. Denunciaba en seguida que don Federico Barreda, agente o comisionado de esta operación, había exigido a los no privilegiados o escogidos la prima del 25 o 30% por las cantidades que les admitía en ella. Dedicaba frases especiales al general Juan Crisóstomo Torrico sin dar su nombre y hablando tan solo de "un ministro de Estado" cuya renta anual iba a ascender en corto tiempo más de 180 mil pesos después de haber sido pobre, para luego referirse a los alardes y desplantes de riqueza y boato que tenía el chileno Concha y a un coronel improvisado a quien se le había adjudicado 800 mil pesos. El odio, el sarcasmo y el furor que contra él habían arreciado con motivo de su carta anterior, eran mencionados en los últimos párrafos. Afirmaba luego Elías, una vez más, que no había tenido más objeto que el bien de la patria, "en cuya defensa es dulce aun la muerte para los corazones peruanos como lo será para mí entregar mi vida si fuera necesario". Torrico publicó cartas de doña Ignacia Novoa donde aseveraba que él no había tomado ni recibido cantidad alguna por el reconocimiento de su expediente; y de Toribio Sanz, funcionario de la Caja de Consolidación, declarando que no le había pagado suma alguna como acreedor de la deuda interna consolidada. Mendiburu se defendió extensamente contra los ataques de Elías en una carta desde Londres que apareció en El Comercio del 18 de noviembre de 1853.

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AGOSTO vv vv 1853 [ perú vv ] ]

LA MOnEDA BOLIvIAnA vvvvvvvv InvADE EL SuR DEL PERÚ. COn un TERCIO MEnOS DEL vALOR LEGAL, fuE AMPLIAMEnTE uTILIzADA En TRAnSACCIOnES COMERCIALES, AnTE LA ESCASEz DE DIvISA nACIOnAL. PARA COnTRARRESTAR ESTA SITuACIón, EL GOBIERnO SOLICITó LA ACuñACIón DE MáS MOnEDAS, LO quE DEvInO En BEnEfICIOS IMPORTAnTES PARA LOS ExTRACTORES DE PLATA.

LA EXPLORACIÓN DE LAS ISLAS DE CHINCHA.- Elías afirmó en su primera carta que el guano se iba a acabar pronto. Echenique y su ministro José M. Tirado nombraron el 18 de agosto de 1853 una comisión para hacer el reconocimiento de las islas de Chincha. A nombre de esta comisión presentó un informe el ingeniero militar Francisco Cañas en 1854. Cañas afirmó que había guano para veintidós años.

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vv vv

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[ vv ] HABíA GABInETES ESPECIALESvvvvv DE DESCAnSO PARA LAS SEñORAS, AROMADOS COn RIquíSIMOS PERfuMES, SALOnES ÚnICAMEnTE PARA JuEGOS DE CARTAS Y unA GALERíA DE PInTuRAS DOnDE SE ExHIBíAn CuADROS DE fAMOSOS ARTISTAS EuROPEOS EnTRE LOS CuALES fuEROn MEnCIOnADOS LOS nOMBRES DE MuRILLO, ESPAñOLETO Y vELázquEz (...)

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PERÍODO 2

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EL EXPEDIENTE DE LA SEÑORA NOVOA Y LA HACIENDA MONTALVÁN.- Especial significación llegó a alcanzar el expediente de la señora Ignacia Novoa, viuda del brigadier Manuel de Arredondo. Provenía este crédito del secuestro hecho en la época de Tagle de las haciendas Montalván y Cuiva de propiedad del oidor Manuel Antonio de Arredondo para donarlas luego al general Bernardo O'Higgins. Manuel de Arredondo era sobrino y heredero del oidor. Según Echenique, Elías solicitó se reconociera por su valor el expediente de la señora Novoa que importaba 1.500.000 pesos y que él había adquirido por 40.000. Agrega que luego pasó a otras manos y que el Gobierno, sin que Elías fuese ya parte interesada, rebajó 600.000 pesos, y aceptó la cantidad restante como válida. Aquí intervino, sin duda, a pesar de su negativa pública, Torrico, pues Echenique habla del aborrecimiento de Elías a este militar y político "aumentado por el expediente de la Novoa". En todo caso, y prescindiendo de averiguar si lo anteriormente narrado es exacto, o si en ello han sido omitidos algunos datos importantes, parece que tuvo razón Ricardo Palma en su tradición titulada "Montalván" cuando escribió: "Sépase, pues, que Montalván significa hasta una guerra civil".

[ XIV ] EL CONGRESO Y LA LEY DE INDEMNIDAD.- Ya se ha mencionado antes la "ley de indemnidad" o ley Alegre. Años más tarde, un periodista grandilocuente, Enrique Alvarado, dijo que en época de Echenique las Cámaras quemaban, día a día y hoja a hoja a la Constitución y "con su ceniza se cubrían la frente para arrodillarse a los pies del tirano". Los escasos votos de la oposición parecían de locos aunque eran de adivinos. Pero su esfuerzo aislado no alcanzó a salvar del desprestigio popular al Congreso de aquella época. En la defensa de la Convención Nacional que José Gálvez hizo años más tarde, incluyó el paralelo entre este cuerpo legislativo y el Congreso de 1853, de cuyas leyes y resoluciones publicó una estadística, con lo cual reprodujo uno de los argumentos del folleto El Perú en 1853 citado ya. Según Gálvez, entre las leyes del Congreso del 53 se contaron veintiocho sobre concesión de pensiones; veintiséis sobre sueldos y gratificaciones; trece sobre montepíos; nueve sobre dispensas de práctica forense; siete de ascensos, rehabilitaciones y premios; una sobre mejora local; y tres de interés general.

EL BAILE DE LA VICTORIA. JOSÉ ARNALDO MÁRQUEZ Y ESTE BAILE. LA TRADICIÓN DE PALMA.- Tuvo lugar en esta época un acontecimiento social cuyos ecos aún no se han extinguido. Echenique dio el famoso baile de La Victoria en honor de los legisladores de 1853; y se dice que nunca en la vida republicana del Perú ha habido fiesta más esplendorosa que esta. El baile se efectuó el sábado 15 de octubre de 1853 en una quinta perteneciente a la esposa del Presidente, doña Victoria Tristán, situada en el lugar en que se halla ubicado actualmente, dentro de la capital, el barrio de La Victoria. Desde las nueve de la noche Lima vivió agitada por el ruido de los carruajes. A las diez ya estaban llenos los patios, galerías, corredores y salones de la quinta. Los invitados llegaron a la cifra de dos mil. Había gabinetes especiales de descanso para las señoras, aromados con riquísimos perfumes, salones únicamente para juegos de cartas y una galería de pinturas donde se exhibían cuadros de famosos artistas europeos entre los cuales fueron mencionados los nombres de Murillo, Españoleto y Velázquez, a cuyo lado estaban obras de los pintores peruanos Laso, Merino y Montero. Las actrices más celebradas que entonces residían en la capital, la Biscaccianti, la Barillí y la Lorini, cantaron arias escogidas. En el baile participaron una orquesta y cuatro bandas militares. La fiesta terminó a las ocho de la mañana. Un comunicado publicado en El Comercio del 18 de octubre al dar las gracias al Presidente por la espléndida fiesta, lo felicitó porque no se había visto en ella ni juegos de dados ni el monte de naipe "que se van haciendo de moda en las más de nuestras reuniones".

José Arnaldo Márquez en su opúsculo sobre la orgía financiera del Perú, calcula el costo del baile entre 60 mil y 80 mil pesos y agrega: "Allí acudieron todos los improvisados con sus familias a hacer ostentación de su opulencia; y, como es de presumir, algunas personas de la antigua aristocracia quisieron eclipsar con su lujo a los recién venidos de la fortuna. La señora de Ortiz de Zevallos (hija de los marqueses de Torre Tagle) llevó la cabeza envuelta en una redecilla que en cada nudo tenía un solitario. Era un casco de diamantes que debía valer más de 70 mil u 80 mil pesos. La esposa del coronel Rivas llevaba en el pecho un águila con las alas abiertas, cuyas extremidades le tocaban los hombros: una verdadera coraza de diamantes. Además, desde la cintura hasta la orla del traje tenía líneas verticales de listones de terciopelo oscuro, en cada uno de los cuales había un broche de diamantes. Se calculaba en más de 200 mil pesos el valor de estas joyas. Et sic de coeteris. La esposa del Presidente tuvo una inspiración felicísima. Aunque por su origen, su fortuna y su posición actual podía haber rivalizado en lujo con las demás señoras, se presentó sin una sola joya y sin llevar más adorno que un sencillo brazalete de cabellos de su esposo. Fue una protesta y una lección, un rasgo de altiva dignidad que la enalteció mucho a los ojos de la gentes respetables de la sociedad". Ha referido Ricardo Palma en su tradición "El baile de La Victoria" (si bien el dato no está mencionado por Márquez) que, en aquel, las damas de las antiguas familias coloniales lucieron las viejas joyas de plata; en cambio las que habían comprado sus joyas recientemente solo podían exhibir las que tenían engaste de oro, únicas que eran vendidas en las tiendas de Lima. En este detalle aparentemente frívolo se ve el tránsito de una nueva clase social a las más altas posiciones; había entrado en competencia con la nobleza genealógica un grupo de enriquecidos durante la República, gracias al guano. No era, sin embargo, la primera vez que en el Perú ocurría el fenómeno de la ascensión social debida a la fortuna; enriquecidos fueron también los conquistadores del siglo XVI y los que, durante el siglo XVIII, compraron sus títulos de nobleza. Pero en estos casos los recién llegados a la cumbre de la vida social se acomodaron a un estilo de vida aristocrático; ahora la antigua clase alta debía adaptarse a una sociedad donde el dinero empezaba a dominar.

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[ 1853 octubre 17 ] [ vv ] EL GRAN BAILE DE LA

vvvvvvvv VICTORIA. Este evento social, organizado por el presidente Echenique y su esposa Victoria, fue uno de los más deslumbrantes del siglo XIX. Sobre él, informó El Comercio lo siguiente: "A las 9 de la noche principió a agitarse la población de Lima con el ruido de los carruajes que se dirigían a la quinta que lleva el nombre de la esposa del presidente (…). El lujo, la brillantez y el buen gusto de las señoritas y demás convidados guardaban perfecta armonía con los preparativos hechos para recibirlos. En grandes salones lujosamente amoblados e iluminados con esmero y alfombras de Flandes, en medio de un gran patio convertido en suntuoso salón de baile rodeado de galerías, (...) se veía caminar en encontradas direcciones, bailar, contemplar, escuchar los conciertos y extasiarse a dos mil personas".

[ CAPÍTULO 20 ] PERÍODO 2

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] I An­te­ce­den­tes y ca­rac­te­rís­ti­cas II Pri­sión de Elías ● Elías en Tum­bes ● Cas­ti­lla y el go­bier­no de Eche­ni­que ● Su­ble­va­ción de Elías en Ica, Sa­ra­ja ● Cas­ti­lla co­mo "me­dia­dor" ●  III La in­su­r rec­ción en Are­qui­pa. Su pri­me­ra eta­pa ● La se­gun­da eta­pa de la in­su­rrec­ción de Are­qui­pa ●  IV Las ar­mas de la re­be­lión ● Cas­ti­lla en Aya­ cu­cho y Elías en el sur ● Vi­van­co y la gue­rra ci­vil ●  V Abo­li­ción del tri­bu­to ● VI Los fo­cos sub­ver­si­vos. La abo­li­ción del tri­bu­to en Ju­nín. El de­par­ta­men­to de Ca­ja­mar­ca ● Las re­cla­ma­cio­nes fran­ ce­sas y la re­nun­cia de Jo­sé Gre­go­rio Paz Sol­dán ● La sublevación de Fermín

capítulo 21





del Castillo en Junín ●  VII Eche­ni­que y Cas­ti­lla en Iz­cu­cha­ca ●  Avan­ce de Cas­ ti­lla so­bre Li­ma ● La "to­ma de alien­to" ● Cas­ti­llo y Cas­ti­lla ● Mo­rán en el Sur. Al­to del Con­de ● Vi­van­co y Mo­rán con­ tra Are­qui­pa. Fu­si­la­mien­to de Mo­rán ●  La pe­rua­ni­dad de Mo­rán ●  El tes­ta­ men­to de Mo­rán ● San Ro­mán y Cas­ti­ lla ● Los dos ministerios ● VIII La abo­li­ ción de la es­cla­vi­tud ● IX La Pal­ma ● La gue­rra ci­vil de 1854 en una co­me­dia de Se­gu­ra ● El Co­le­gio Gua­da­lu­pe y la in­su­rrec­ción de 1854 ● X El jui­cio con­ tra Eche­ni­que ●  El au­torre­tra­to de Eche­ni­que ●  XI El aten­ta­do con­tra el Po­der Ju­di­cial de Are­qui­pa.

LA VASTA INSURRECCIÓN POPULAR Y LIBERAL DE 1854

CAPÍTULO

21 [ ]

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 21 ]

[I] NTECEDENTES Y CARACTERÍSTICAS.- El levantamiento popular que estalló en 1854 tuvo un significado no solo de orden político sino también ideológico y social. Sus antecedentes se fueron acumulando a través de todo el período de 1851 a 1853, que ha sido la materia de los seis capítulos anteriores. Como motivo inmediato para ella aparece mencionada en las primeras actas la demora en la guerra con Bolivia que el propio Gobierno pareció auspiciar, según se ha visto, entre marzo y noviembre de 1853. El descontento que suscitara la consolidación de la deuda interna, unido a la campaña contra la conversión de una parte de ella como deuda externa, actuó también poderosamente sobre la opinión pública, no obstante su relativa lejanía cronológica, a pesar de la ley que la dio por terminada. Los sucesos conexos con la infausta expedición que, al mando de Flores, partió del Perú, aunque más distantes todavía de la fecha de los primeros estallidos revolucionarios, ayudaron a socavar el gobierno de Echenique. Con los hechos y circunstancias enumerados se vincularon los factores que es preciso ubicar en el plano de las ideas, por simbolizar este Presidente un régimen conservador divergente del que habíase entronizado en el Ecuador y en Nueva Granada (cuyo ministro ayudó a la oposición) y de la sublevación chilena vencida en 1851 (cuyos emigrados formaron parte de aquella). Debe tenerse también muy en cuenta la significación, la psicología y las actitudes de los dos más principales personajes que se enfrentaron a Echenique: Elías, con sus variados intereses económicos, su prestigio y su condición de personaje civil; y Castilla, con el realce que había logrado como gobernante y su habilidad militar y política. Por otra parte, Echenique tuvo en su contra el rescoldo dejado por la intensa y apasionada propaganda llevada a cabo durante el proceso eleccionario, prematura aparición de la candidatura oficial de Torrico para la sucesión presidencial combatida por las pretensiones del general Alejandro Deustua que llevaron, por un instante, a estea unirse como conspirador con Elías y Castilla, si bien luego volvió a la lealtad al Gobierno y perdió la vida defendiéndola; y hasta la prodigalidad del Congreso en actos para beneficio particular que causaron mal efecto público y que Echenique en su manifiesto de Nueva York incluye entre las causas de la sublevación. El estallido popular de 1854 presenta características que lo singularizan. Rompe con una paz de nueve años. Desconoce un régimen legalmente elegido, provisto de abundantes recursos económicos, administrativos y bélicos y que estaba apenas en la mitad del tiempo correspondiente a su mandato. Se tiñe con un sentido social. Refleja, a su manera, un movimiento de ideas europeo con proyecciones americanas; es entonces cuando se habla por vez primera en el Perú de "rojos" y "socialistas". Su contenido multitudinario lo diferencia del faccionalismo militar que empequeñece otras jornadas históricas y emerge tan patente en la anarquía de 1842. Cuando se habla de alteraciones del orden público por acción colectiva en el Perú, es común pensar en actos abusivos, arbitrariedades de la fuerza armada, sojuzgamientos de la voluntad popular. Pero hubo ocasiones en las que ella tuvo su "tiempo de la ira" y se expresó a través de la insurgencia, trepidando el país con una especie de violento plebiscito. Los movimientos colectivos de este tipo se iniciaron en 1834 con el repudio a la continuidad de la oligarquía mili-

tar simbolizada por Gamarra y Bermúdez, si bien en este caso la opinión pública logró la victoria por una irradiación de carácter psicológico contagioso que generó el abrazo de Maquinhuayo. El período de 1835 a 1842 que viene en seguida exhibe caracteres singulares porque las contiendas que en él se suceden tienen un sentido mixto interno-internacional y de proyecciones geográfico-políticas. La apoteosis de Vivanco en 1843 está formada por una serie sucesiva de motines de guarniciones coreados por la ilusión y la esperanza de la ciudadanía. La reacción constitucional de 1843-1844, salvo en algunas zonas del sur como Arequipa, Tacna, Moquegua y Tarapacá, da lugar a una campaña entre ejércitos. Después de lo ocurrido al iniciarse el año de 1834, los acontecimientos de 1854 son el segundo exponente de una honda protesta colectiva, ante un régimen vilipendiado, dentro de proyecciones nacionales. Como movimientos de masas en un nivel nacional presentan más tarde algunas similitudes primero con la sublevación de 1865 caracterizada por su vigoroso fervor nacionalista y luego con la de 1895 en la que existieron tendencias antimilitares. Ninguna de estas notas es significativa en 1854. En suma, si se fuera a hacer el catálogo de los grandes alzamientos populares en el Perú del siglo XIX después de la independencia, tendrían que estar comprendidos en ellos: 1) El de 1834. 2) El de 1854. 3) El de 1865. 4) El de 1895.

[ II ] PRISIÓN DE ELÍAS.- El 16 de agosto, en que apareció su segunda carta a Echenique, Elías fue apresado y enviado al cuartel de Santa Catalina. El presidente de la República obtuvo la respectiva autorización del Congreso. Luego Elías se enfermó, un grupo de comerciantes y propietarios ofreció dar garantías por él y llegó a ser puesto en libertad el 20 de setiembre bajo la promesa de que se alejaría del país, obtenida a través de negociaciones en las que intervinieron su cuñado Manuel de la Quintana y el obispo Charún. Se asiló sin embargo en la legación francesa y de ahí, con la protección oculta del general Deustua, gobernador del Callao preparó su viaje a Guayaquil. Cuando Elías se dirigía al embarcadero hubo una manifestación popular a su favor, y se suscitó un tumulto que las fuerzas del Gobierno dominaron. Se dijo y repitió mucho por Echenique y también por sus partidarios que la actitud de Elías provenía del resentimiento y del despecho a propósito de algunos de sus negocios. Según esta versión, Elías llegó a sacar muchas ventajas del Gobierno a cambio de no insistir en su candidatura presidencial, tenía libertad para ver a Echenique a cualquier hora aun cuando estuviera en despacho o en su habitación privada, y obtuvo adelantos a cuenta del contrato sobre el carguío del guano; pero solicitó luego concesiones que no le fueron otorgadas. Una de ellas fue la erección del muelle en Pisco, que le hubiese sido muy útil porque habría servido para facilitar el embarque de aguardientes, producto de que era el primer negociador, para transportarlos a Lima, al sur y al norte de la República. Otro empeño de Elías versó sobre los víveres consumidos en las islas de Chincha; ya tenía el monopolio de las provisiones de los trabajadores en dichas islas e intentó ampliarlo solicitando que los buques que iban a cargar guano no tocasen en el Callao, para lo cual adujo que ello facilitaba a los fletamentos y disminuía los gastos. Pidió, además, en vano, la consignación del guano en la China, después de haber logrado que Echenique otorgase la de las islas Mauricio a Kendall, en cuyo negocio tomó parte. La supervigilancia y la atención del Estado sobre los presidiarios que (según la contrata vigente) trabajaban a su cargo para las faenas de carguío del guano, no le agradaron. Solicitó, por otra parte, como se vio antes, que se recono-

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[ vv ] EL ESTALLIDO POPuLAR DE 1854 vvvvvvvv PRESEnTA CARACTERíSTICAS quE LO SInGuLARIzAn. ROMPE COn unA PAz DE nuEvE AñOS. DESCOnOCE un RÉGIMEn LEGALMEnTE ELEGIDO, PROvISTO DE ABunDAnTES RECuRSOS ECOnóMICOS, ADMInISTRATIvOS Y BÉLICOS Y quE ESTABA APEnAS En LA MITAD DEL TIEMPO CORRESPOnDIEnTE A Su MAnDATO. SE TIñE COn un SEnTIDO SOCIAL.

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 2

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JuLIO vv 1854 vv [ perú [ VV ]

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EL PRESIDEnTE vvvvv PROvISIOnAL RAMón CASTILLA ExPIDE En AYACuCHO un DECRETO, REDACTADO POR PEDRO GáLvEz, SEGÚn EL CuAL quEDA ABOLIDO EL TRIBuTO InDíGEnA. ESTE IMPuESTO, quE SE MAnTEníA COMO un REzAGO DE LOS TIEMPOS COLOnIALES, fuE DEROGADO En 1808 Y 1821, PERO RESTABLECIDO En CADA OPORTunIDAD. ESTA vEz, SIn EMBARGO, quEDó DEfInITIvAMEnTE SuPRIMIDO. nO vOLvIó A APLICARSE En EL PAíS.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 21 ]

ciese en su valor el expediente de la señora Novoa sobre la hacienda Montalván, que luego con cifras acrecentadas pasó a manos de Torrico. Se consideró perjudicado cuando el Congreso derogó la ley de 1849 según la cual se daba primas por la introducción de chinos; y cuando, a pesar del voto favorable en la Cámara de Diputados, el Senado no sancionó un proyecto de irrigación en Piura por el que demostró vivo interés. Las acusaciones antedichas y otras más llegaron a ser formuladas entonces por Echenique contra Elías. Pero, de todos modos, fueran ciertos o no estos cargos, al arriesgar su tranquilidad y aun su vida, a la vez que sus cuantiosos negocios esparcidos en todo el país, con sus cartas de 1853, el "hombre del pueblo" de la "Semana Magna" de 1844 y el candidato civil de 1850 tuvo un gesto de abnegación y entereza. Ellas pertenecen, por eso, a la historia cívica del Perú, donde han quedado en un sitial cercano a la acusación de Vigil a Gamarra y a los discursos de José Gálvez sobre la amnistía. Como campanas que tocarán a rebato, convocaron a los pueblos a la sublevación. Las cartas en sí fueron la sublevación, la sublevación moral.

ELÍAS EN TUMBES.- Pero después de haber atraído la atención pública con un gesto de tribuno, Elías intentó una hazaña de caudillo. Apenas llegó a Guayaquil, se ocupó de organizar una expedición subversiva. Esta aventura llegó a ser detenida en su camino por el gobierno del Ecuador; y los pocos hombres que lograron ocupar Tumbes, con Elías a la cabeza, el 21 de octubre de 1853, fueron fácilmente derrotados. Elías se asiló con un grupo de sus parciales en el consulado norteamericano, produciéndose un choque que dio lugar a una reclamación diplomática, según ya se ha visto. Luego fugó del consulado. Echenique ordenó tratar con benignidad a los prisioneros, y dio libertad a Isidoro Elías, hermano de su enemigo, y al cuñado del mismo, Manuel de la Quintana. Poco tiempo después llego a Paita el ministro de Guerra general Torrico, que se había embarcado con un contingente de tropas ante la noticia de la intentona; y, según una versión, se alojó sin saberlo en la misma casa en que estaba oculto Elías por obra de un amigo de ambos. Después de burlar a sus perseguidores en el norte, este logró dirigirse clandestinamente al Callao y llegó a Lima. Se puso entonces en contacto con Castilla.

CASTILLA Y EL GOBIERNO DE ECHENIQUE.- El alejamiento del poder era para Castilla un ostracismo. En la inacción se sentía como barco varado; su espada se aburría en la panoplia. El 9 de diciembre de 1852 ofreció sus servicios al Gobierno con motivo del peligro que se había cernido sobre las islas de Lobos y el 13 de noviembre de 1853 reiteró esta actitud ante la amenaza de una invasión boliviana. En ambas ocasiones fue fríamente acogido. Ya anteriormente, la conducta de Echenique ante Flores le había dado la oportunidad de manifestar su descontento. Torrico, ministro muy influyente, era su enemigo. Hay quienes creen que Echenique y Castilla pudieron entenderse. Dice Mendiburu en su biografía de La Fuente: "La Fuente habría querido, como tantos otros hombres sacrificados en esta contienda por sostener al Gobierno, que Echenique se aviniese con Castilla; y aun tuvo con este una conferencia sobre el particular. Pero, aunque era conveniente separar del país a Torrico con una legación, única cosa propuesta por Castilla para pacificar el país y transar las diferencias que había con Bolivia, ni La Fuente ni persona alguna podían inclinar al Presidente Echenique a disponer el alejamiento de Torrico; esta medida, adoptada en tiempo, hubiera hecho desaparecer la revolución, cuya causa era la protección a Torrico para todo abuso y para su futura elección de Presidente". La animadversión de Mendiburu a Torrico puede haber simplificado el problema que implicaba el posible avenimiento entre Castilla y Echenique, pero es evidente que por parte de este y de sus áulicos no hubo esfuerzo serio para atraer al militar y político que había gobernado al país entre 1845 y 1851 para luego, según afirmaban ligeramente sus adversarios, imponer a su sucesor.

SUBLEVACIÓN DE ELÍAS EN ICA, SARAJA.- Castilla recibía, al mismo tiempo, de todas partes del país pedidos y exigencias para que se pusiera a la cabeza de la insurrección. No habían faltado antes sugerencias para que apadrinase algún expediente de consolidación, a lo que se negó inflexiblemente. Cuenta Echenique en sus Memorias que cierta vez en que encontró juntos a Castilla y Elías no creyó que pudieran unirse para conspirar, pues mucho se habían detestado. Pero llegaron a aliarse aunque a Echenique le pareciese inverosímil y tramaron un alzamiento; ello podía ser considerado como un hecho positivo, a pesar de que lo niega Valdivia en sus Revoluciones de Arequipa. Elías viajó a Ica, su ciudad natal, con una carta de Castilla para el subprefecto Mateo González Mugaburu. Debía efectuar un pronunciamiento allí para que el Gobierno distrajera fuerzas de Lima, con lo cual daba a Deustua, candidato presidencial frustrado, la oportunidad de sublevarse apoyado por el populacho en el Callao, y a Castilla la de llevar a cabo análogo plan en Lima, donde un cuñado suyo mandaba el principal cuerpo de la guarnición. Elías se sublevó en Ica el 21 de diciembre con el título de "jefe político" de la revolución, al mismo tiempo que daba a Castilla el de "jefe militar" de ella; pero el estallido en la capital fue frustrado porque el Gobierno tuvo oportuna noticia de él y Deustua abandonó toda veleidad subversiva y se reconcilió con Echenique. El ministro de Guerra, Juan Crisóstomo Torrico, desembarcó con un ejército poderoso en Pisco, marchó contra los milicianos organizados apresuradamente por Elías en Ica y los batió en los alrededores del cerro de Saraja. Murieron poco más de ciento cuarenta hombres del pueblo iqueño (7 de enero de 1854). Elías se vio obligado a huir nuevamente para dirigirse a Chile. Su ausencia le fue fatal; de ella se aprovechó Castilla, y logró obtener más tarde la plenitud del poder revolucionario. Sin embargo, el prestigio que había conquistado el "hombre del pueblo" con su campaña presidencial en 1850 y, sobre todo, con sus cartas a Echenique y con sus audaces intentonas de Tumbes e Ica era tan grande que, a pesar de su ausencia, algunas actas populares de las provincias que se sublevaron le dieron el rango de caudillo de la sublevación. El coronel Baltazar Caravedo fue ascendido a general después del combate de Saraja. Echenique no quiso respetar el compromiso que él tenía con el coronel Mateo González Mugaburu para dejarlo en libertad. Renunció entonces la Prefectura de Lima y llegó a apartarse del Gobierno. Más tarde apareció como uno de los colaboradores de Castilla en la causa insurrecta, después de haber adquirido honrosamente su libertad de acción.

CuEnTA vvvvvvvvv ECHEnIquE En SuS MEMORIAS quE CIERTA vEz En quE EnCOnTRó JunTOS A CASTILLA Y ELíAS nO CREYó quE PuDIERAn unIRSE PARA COnSPIRAR, PuES MuCHO SE HABíAn DETESTADO. PERO LLEGAROn A ALIARSE AunquE A ECHEnIquE LE PARECIESE InvEROSíMIL Y TRAMAROn un ALzAMIEnTO (...)

CASTILLA COMO “MEDIADOR”.- Castilla, después de haber manifestado a La Fuente, según dice Echenique en sus Memorias, que era ajeno a la actitud de Elías, dirigió el 29 de diciembre, antes de que tuviera lugar el encuentro de Saraja, una comunicación a José Gregorio Paz Soldán, ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, en la que dijo: "No habiendo aceptado el Gobierno la única indicación o remedio que en mi posición social y política y en las delicadas y graves circunstancias en que se encuentra la República tuve la satisfacción de hacerle presente por el digno órgano de US. el día 27 y también hoy, con el importante objeto de tener una parte directa en el restablecimiento de la paz, desgraciadamente turbada por causas que hasta el vulgo conoce, y que expuse a US. en las dos conferencias privadas a que US. se prestó tan de buena voluntad, no correspondiéndome hacer otro papel entre el Gobierno y los pueblos que han principiado a negarle obediencia, que el de mediador, que me había propuesto con las más sanas y patrióticas intenciones, a fin de que, restablecida la paz y evitándose la estéril efusión de sangre peruana, pudiese contraerse más desembarazadamente a la terminación de las cuestiones externas y demás atenciones igualmente importantes del servicio del Estado; no me queda ya otro recurso que pedirle una licencia temporal de un año para pasar en el vapor del 3 del entrante a la provincia de Tarapacá, en donde necesito ocuparme de asuntos propios de mucho interés al bienestar de mi familia".

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 2

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JuLIO vv 1854 vv [ ee.uu. [ VV ]

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En LA CIuDAD vvvvv DE JACkSOn, MICHIGAn, SE LLEvA A CABO LA PRIMERA COnvEnCIón DEL PARTIDO REPuBLICAnO ESTADOunIDEnSE. SuS MIEMBROS ESTABAn En COnTRA DE LA PROPAGACIón DE LA ESCLAvITuD En LOS nuEvOS TERRITORIOS DEL OESTE DE ESTADOS unIDOS. En 1860, ABRAHAM LInCOLn SE COnvIRTIó En EL PRIMER PRESIDEnTE REPuBLICAnO. Su GRAn RIvAL, EL PARTIDO DEMóCRATA, HABíA SIDO funDADO En 1790.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 21 ]

Se declaraba en seguida dispuesto, a pesar de todo, a cumplir, sin fuerza armada ni séquito alguno, su "interesante y humanitaria misión" y agregaba "porque con excepción de una guerra externa inevitable, o el entronizamiento de una tiranía que amenazara destruir nuestras instituciones, en otra cualquiera situación del país no me creo en el deber de desenvainar mi espada ni contra el pueblo ni contra el ejército". Como luego pareciese inminente su persecución, se ocultó en casa del presbítero Pedro José Tordoya. Luego se asiló en un buque de guerra francés durante días, habiéndosele acusado de hacer desde allí manejos subversivos; el diplomático de ese país Ratti-Menton ya había ayudado a Elías.

[ III ] LA INSURRECCIÓN DE AREQUIPA. SU PRIMERA ETAPA.- Ante la noticia de la sublevación de Ica, como si estuviera celosa de que se hubieran adelantado esta vez en el ejercicio del derecho de iniciativa revolucionaria, la ciudad de Arequipa se insurreccionó el 7 de enero de 1854, el mismo día en que el ejército gobiernista conquistaba la victoria de Saraja. El acta de Arequipa tiene gran interés como punto de partida para observar la evolución que se opera en la trayectoria de los facciosos. Comienza por la premisa falsa pero halagadora de que la mayor parte de los pueblos del Norte han desconocido la autoridad que manda en la capital de la República, con lo cual se hallan de acuerdo todos los demás. Este párrafo revela cómo la acción subversiva contra el régimen de Echenique era inminente o posible en cualquier parte del país. Otro considerando expresa los sentimientos populares entonces predominantes: "Que el gobierno de la capital, con su punible indolencia, ha desatendido el clamor constante de los pueblos para que se venguen los ultrajes inferidos por el gobierno de Bolivia y se haga la guerra nacional que todos apetecen". Los restantes puntos de la parte inicial del acta aluden a razones de orden local. Se ha dicho ya que Arequipa había sido casi unánimemente hostil a Echenique en las elecciones por su notorio fervor por Vivanco y que en esa ciudad surgió un motín popular al día siguiente de la inauguración del Gobierno en abril de 1851. Tratada Arequipa con prevención oficial, el acta alude a hechos relacionados con esa circunstancia cuando afirma: "Que el referido gobierno de la capital ha hostilizado a este departamento por todos los medios que ha tenido a su alcance", y agrega que ha llegado a nombrar comandante al general Trinidad Morán, antipático al pueblo arequipeño e impedido de ocupar legalmente ese cargo por su calidad de extranjero. En la frontera con Bolivia, con motivo de la guerra inminente, estaba acantonada la división del general Juan Antonio Pezet. Ante la amenaza (cierta o forjada por intrigas aviesas) que representaban el presidente boliviano Belzú y sus tropas y ante el temor de que se pronunciara Puno, demoró Pezet su avance sobre Arequipa. Por fin llegó a hacerlo, después de rechazar insinuaciones para que se sublevara. A causa de este desplazamiento de tropas, se pronunciaron contra el Gobierno de Lima los cuerpos de guardias nacionales acantonados en el departamento de Puno. Pronto los secundaron los de Tacna y Moquegua. Castilla fugó en un vaporcito pequeño, el Fósforo, con rumbo a Arequipa. Desembarcó, no obstante la vigilancia del Gobierno, cerca de Atico, con una minúscula comitiva, y emprendió su marcha a pie por los arenales cargando cada uno de los viajeros su montura y su pequeño equipaje personal. Cuenta Valdivia que, llegados al río Camaná de noche, Castilla y sus amigos lo hallaron caudaloso y sin balsas para atravesarlo. Con una buena recompensa consiguió Castilla que un vadeador se prestase a pasarlo a nado llevando un mensaje a la otra orilla, mensaje que consistía en un papel que se le había puesto en la oreja con su firma. Sin identificarse, ordenó al vadeador que, una vez al otro lado, dijera a los cuidadores de las balsas que había llegado un representante del Gobierno y que lo llevasen en una de sus embarcaciones. En caso de negarse los balseros, el vadeador debía amarrarles gresca y hacerse conducir preso donde el gobernador

El decreto de Ayacucho. El 3 de julio de 1854 llegó Ramón Castilla a esta ciudad junto con sus tropas. Dos días después firmó el decreto de abolición del tributo indígena. Preparado por su secretario general Pedro Gálvez, el documento derogaba la contribución que los indígenas tenían que pagar por el uso de sus tierras de cultivo, vigente desde la época colonial. Este dibujo de la Plaza de Armas ayacuchana pertenece al viajero francés Leonce Angrand.

[ capítulo 21 ] período 2

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vv vv

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[ VV ] PARA OBTEnER DInERO, CASTILLA vvvvv EMITIó vALES DE CRÉDITO PÚBLICO quE EL COMERCIO ACEPTó . SuSPEnDIó, ADEMáS, LA PROHIBICIón DEL TRáfICO COn BOLIvIA Y MEDIAnTE EL PAGO, SEGÚn PARECE DE 50 MIL PESOS AL COMERCIAnTE fRAnCÉS GABRIEL LARRIEu OBTuvO CuATRO MIL fuSILES Y SEIS PIEzAS DE ARTILLERíA, MunICIOnES, CABALLOS Y OTROS ELEMEnTOS DE ESE PAíS.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 21 ]

Jacinto Pastor y entregarle el papel oculto en la oreja. Apenas Pastor vio la firma de Castilla, se levantó de la cama, alistó las balsas y pasó él mismo a ponerse a sus órdenes. Sorprendió luego Castilla a una partida de tropa echeniquista y se puso en marcha sobre Arequipa, en donde fue recibido con grandes aclamaciones el 13 de febrero.

LA SEGUNDA ETAPA DE LA INSURRECCIÓN DE AREQUIPA.- Los dirigentes de la sublevación arequipeña habían comenzado por formar una junta departamental que presidió Francisco Llosa. El coronel Fernando Alvizuri fue nombrado prefecto. Pezet envió desde Puno un comisionado para que se sometieran ofreciéndoles garantía. Algunos de ellos, contra la opinión de otros, querían abrir negociaciones, impresionados por la noticia de que el general gobiernista Morán había ocupado Islay con sus tropas. Al fin el acuerdo fue seguir en la lucha. Pezet llegó a Cangallo, a cuatro leguas de Arequipa, el día en que Castilla entró en Arequipa y adoptó las disposiciones necesarias para la resistencia. Pezet no atacó. Pocos días después tomó el mando de su división el ministro de Guerra, general Juan Crisóstomo Torrico (quien reemplazó al mariscal Antonio Gutiérrez de la Fuente en la función ministerial), juntando a ella las fuerzas que había llevado de Lima y pudo incrementar en Tacna, las de Morán y la policía de Arequipa. Actores principales del pronunciamiento arequipeño habían sido los vivanquistas, quienes, por haber sido su caudillo el opositor principal de Echenique en las elecciones, tenían por seguro que él sería el usufructuario de la nueva situación que iba a crearse. El vivanquismo había aparecido siempre en sus intentonas subversivas como la "Regeneración". El ejército formado en Arequipa en los primeros días del levantamiento de 1854 se llamaba muy significativamente "ejército regenerador". A Castilla (cortesano entonces de los vivanquistas arequipeños) le fue otorgado el título que, por su odiosidad con Vivanco, venía a ser irónico, de general en jefe de las fuerzas regeneradoras. Más tarde, como ha de verse en seguida, aprovechó que Vivanco estaba aún en el destierro en Chile y maniobró rápidamente para quitarle al movimiento de Arequipa su color vivanquista y hasta el nombre de su ejército, al que bautizó de nuevo con el de "ejército libertador". Torrico, cuyas fuerzas triplicaban en número a las de sus adversarios, se encontró con que los arequipeños, bajo la dirección de Castilla, habían fortificado poderosamente su ciudad, y que se hallaban listos para una defensa heroica. Combatir contra Castilla no era fácil; tampoco lo era atacar Arequipa. Pretender apoderarse de Arequipa defendida por Castilla era algo superior a Torrico y a todos los generales peruanos de su época. El pronunciamiento de Puno con el prefecto Costas lo privó de su base de abastecimientos. Con la sublevación de Moquegua y la de Tacna, se convirtió de sitiador en sitiado. Creyó entonces que el asalto a Arequipa habría sido contra las reglas de la táctica, que un movimiento para internarse venía a ser también temerario y que, asimismo, implicaba serios peligros quedarse en Paucarpata. Decidió, por ello, emprender la retirada al norte dejando armas y vestuario y haciendo marchar la caballada por tierra. Como fuese difícil el paso de la caballada por una quebrada de Quilca, dispuso que se le diera muerte, orden que algún periódico humorístico llamó "la degollación de los inocentes". Llegado a Lima, publicó un manifiesto donde explicó las causas de su retirada, que tuvo para el Gobierno las consecuencias que hubiese sobrevenido de una gran derrota. Poco después fue designado ministro en Bélgica aunque, distanciado de Echenique, no hizo el viaje y después de la batalla de La Palma se asiló en la legación norteamericana y partió al extranjero. No volvió a figurar en la política. Castilla, dueño de todo el sur sin combate, marchó al Cuzco. Los más importantes problemas que tenía ante sí eran organizar política y militarmente el movimiento que surgía contra el Gobierno legal residente en Lima y conseguir hombres, armas, vestuario, provisiones y dinero. Las actas subversivas habían comenzado por tener una gran disparidad en lo concerniente al nuevo poder político que creaban de la nada. El 14 de abril, los castillistas en Arequipa, encabezados por Valdivia, dieron un verdadero golpe de Estado al proclamar a Castilla presidente

provisional con el título de Libertador, y al autorizarlo para los arreglos interiores y exteriores, con el encargo de convocar, treinta días después de pacificada la República, una Convención Nacional que debía reorganizar a los pueblos. Al mismo tiempo fueron creados consejos departamentales, compuestos de diputados elegidos por los ciudadanos hábiles conforme a la ley y cuya atribución exclusiva debía ser señalar las reformas locales y generales. Castilla aceptó este nombramiento y los compromisos a él inherentes en el Cuzco, el 1º de mayo de 1854. Con ello infirió un golpe mortal a la Constitución de Huancayo, en cuyo nombre se había sublevado en 1843, a la que se unió otra contradictoria actitud personal al encabezar la revolución contra su propio sucesor por él antes apoyado. Pero, asimismo, dio con ello unidad al alzamiento y cortó el peligro que podía provenir de la incoherencia en las distintas actas populares y de la vuelta al país, ya anunciada, de Vivanco y San Román que estaban desterrados en Chile, o de Elías. Al mismo tiempo, satisfacía los afanes innovadores, abría la perspectiva de las reformas; y acogía también, con los consejos departamentales, las tendencias localistas, aunque sin llegar al federalismo. Por otra parte, al derogar la Carta política vigente, quitaba el estorbo constitucional que impedía su derecho a ser elegido nuevamente. La revolución, de belicosa y moralizadora, tornose así en dictatorial y, para cuando triunfase, reformadora y constitucionalista. De la guerra con Bolivia no se habló más.

[ IV ] LAS ARMAS DE LA REBELIÓN.- Para obtener dinero, Castilla emitió vales de crédito público que el comercio aceptó. Suspendió, además, la prohibición del tráfico con Bolivia. Y, mediante el pago, según parece, de 50 mil pesos al comerciante francés Gabriel Larrieu obtuvo cuatro mil fusiles y seis piezas de artillería, municiones, caballos y otros elementos de ese país. El suministro de dichos elementos bélicos fue esencial para la victoria de los insurrectos. La tentativa de capturar este cargamento y arrojarlo al Titicaca fue frustrada por el prefecto de Puno Miguel Garcés sin fuerza militar alguna, tan solo reuniendo a sus amigos y sorprendiendo, batiendo y dispersando a las fuerzas echeniquistas. Interceptadas unas comunicaciones entre Castilla y Larrieu, el jefe de las fuerzas insurrectas de la frontera cambió de bando y denunció las connivencias de su caudillo con Bolivia. ¿De dónde sacó Larrieu las armas en esta República y cómo las obtuvo para el Perú, país con el cual, de hecho, existía un estado de beligerancia? El asunto Larrieu fue explotado sin descanso contra la flamante rebelión. La inercia de Echenique en el conflicto con Bolivia era una de las causas principales de ella; pero los sublevados aparecían apoyados por el enemigo. El gobierno de Bolivia dirigió una circular a las cancillerías extranjeras y allí reconoció que había auxiliado con armas y otros elementos bélicos a Castilla. Entre otras cosas, esta circular, firmada por el canciller Rafael Bustillo, expresó: "Hallándose (Belzú) de paso en Oruro, se le presentó un agente confidencial del gran mariscal don Ramón Castilla manifestándole la necesidad en que se hallaba, para sostener su causa, de armamento, municiones y caballos; la dificultad de conseguirlos en el Pacífico cruzado por la marina del general Echenique y la razonable esperanza que abrigaba de que el Gobierno se allanaría a otorgarlos en cantidad suficiente para suplir ampliamente las necesidades de su ejército. No podía ser dudoso el partido que en aquella situación abrazara mi Gobierno y que la justicia aconsejara"... "Era ya tiempo de aplicar al gabinete de Lima sus propios principios, de usar de sus mismos ejemplos y de infligir el talión de su propia conducta..." (1° de junio de 1854). El Gobierno provisorio ya entonces había pagado el valor del armamento que negociara con Larrieu y replicó con otra circular suscrita por Pedro Gálvez, donde manifestó que las armas y demás elementos bélicos habían sido objeto de un vulgar y corriente contrato de compra de un comerciante particular a quien se canceló el precio pactado. Una nota boliviana que ofreció la donación del cargamento de guerra, materia de tanta controversia, fue replicada con el rechazo de esta oferta.

EL INCIDENTE DEL TITICACA

Al sur del país, Ramón Castilla se había proclamado presidente provisorio, pero no contaba aún con el apoyo total del ejército y debía enfrentarse a facciones echeniquistas en su camino hacia la capital. Las armas que había comprado para su causa fueron interceptadas en Puno por partidarios de Echenique, quienes intentaron arrojarlas al lago Titicaca. Sin embargo, fueron sorprendidos por el prefecto de esa ciudad, quien frustró la acción. Aquí se aprecia una balsa en el lago Titicaca, dibujo del viajero francés Leonce Angrand.

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 2

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CASTILLA EN AYACUCHO Y ELÍAS EN EL SUR.- Cuarenta días estuvo Castilla organizando

CuAREnTA xxxxxxxxx DíAS ESTuvO CASTILLA ORGAnIzAnDO SuS fuERzAS En EL CuzCO. LA PREvIA fORMACIón DE CuERPOS CívICOS En LOS PuEBLOS DEL SuR COn MOTIvO DE LA GuERRA COn BOLIvIA LE SIRvIó PARA ESTA EMPRESA.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 21 ]

sus fuerzas en el Cuzco. La previa formación de cuerpos cívicos en los pueblos del sur con motivo de la guerra con Bolivia le sirvió para esta empresa. Entre sus actos administrativos estuvieron la adjudicación del derecho llamado de "molinos", de origen municipal, al Concejo Provincial de Arequipa y la creación de dos provincias, una en el cercado de Puno y otra en el valle de Majes y que a pedido popular fue llamada "Castilla". El 30 de mayo emprendió marcha y se reunió en Bombón con la división de vanguardia del general Fermín del Castillo. El 3 de julio ocupó Ayacucho acompañado por los famosos "morochucos". Por toda artillería tenía entonces un solo cañón. Con sus soldaditos improvisados iba a hacer otra vez, y no por cierto la postrera, una dura campaña y a ganar la batalla final. Desde Lima partió al Sur una expedición gobiernista al mando del general Manuel de la Guarda. En ella figuraba el escuadrón de caballería llamado "de los angelitos" formado por reos rematados extraídos de las cárceles. Pocas horas antes de que arribase a Arica, llegaba de regreso de Chile, Domingo Elías. Organizó este inmediatamente la defensa del puerto, a pesar de lo cual De la Guarda desembarcó y lo ocupó para avanzar luego a apoderarse también de Tacna. Elías fue nombrado por Castilla jefe superior de los departamentos de Arequipa y Moquegua.

VIVANCO Y LA GUERRA CIVIL.- Otro personaje había vuelto al país con menos resignación para ocupar un puesto secundario dentro de la guerra civil. Vivanco, el "alazán generoso" de que hablaba Juan Vicente Camacho en sus Cartas turcas (para ponerlo en contraste con San Román, "variable cebra"), estaba desterrado en Chile desde los comienzos de la administración de Echenique. Castilla había tratado de seducir a sus amigos para los planes subversivos, y había encontrado acogida en muchos de ellos, pues se consideraban directamente agraviados por los sucesos producidos en las jornadas electorales e inmediatamente después. La paradoja de Castilla aproximado al vivanquismo se hizo más notoria cuando el vencedor de Cuevillas y Carmen Alto apareció a la cabeza de la insurrección de Arequipa. Cierto era que el estallido popular contra Echenique, tanto en esa ciudad como en el resto del país, no tenía como promotor único al vivanquismo. Aglomerábanse en él, además, los amigos de Elías, los partidarios de Castilla, los liberales y los que, de modo general, reprobaban la política internacional, económica e interna del Gobierno. Pero, a los ojos de Vivanco, eran los brazos de su partido los que elevaban a Castilla esta vez. Vivanco consideraba como un acto de felonía lo que estaba haciendo Castilla no solo con él y con sus amigos, sino con el país. Había enarbolado Castilla la Constitución de 1839 para derrocarlo a él, a Vivanco, en 1844; y ahora la eliminaba como si fuera un trasto inútil. Le había inferido daño directo al imponer a Echenique, después de un vano sondeo o para perpetuarse en el mando y reaparecía en la escena política tres años después con la finalidad de derrotar al mismo Echenique por la violencia. Desde Chile miró Vivanco cómo se le birlaba el comando de la rebelión; cómo su viejo rival aparecía al frente de sus fieles partidarios; cómo en 1854 había dado un vuelco completo al paladín constitucional de 1844 y el gran elector de 1851. Y hasta él llegaron los rumores del descontento y de la crítica de sus propios amigos. ¿Por qué no volvía al Perú? Egoísta, pusilánime, todos los calificativos que escarnecen a los que osan plantar su tienda a orillas del turbio torrente de la acción, venían a herir en su honor al proscrito, herido ya en su ambición y en su soberbia. El movimiento subversivo de Arica y Tacna fue llevado a cabo por vivanquistas. Las puertas del Perú estaban abiertas para el "Regenerador". Decidió este viajar, no a humillarse ante Castilla, sino a afrontar sus hostilidades, a sufrir nuevo destierro. Apenas llegó a territorio peruano en mayo de 1854, encontró un oficio de Castilla donde decía que suponía que este viaje era hecho para tomar las armas a favor de la insurrección, por haber estado expatriado y que debía recibir sueldos y bagajes para marchar al cuartel general. Excitose la meticulosidad puntillosa de Vivan-

co ante cada una de las palabras que contenía este oficio en sus considerandos, y en su parte resolutiva. El enemigo del 41, del 43, del 44, del 50 y del 51 le demandaba sumisión y obediencia, sin una palabra de cordialidad. Podía exigírsele a Vivanco que se sacrificara en nombre de los intereses de la patria; pero el sacrificio por la patria era, ante sus ojos, estímulo para un honor de mala ley, para virtudes paganas acomodadizas. "Yo de mí sé decir (exclamó en su manifiesto de 1854) que no aspiro a poseerlas y que me conforma con alcanzar a ser buen cristiano de hidalgo proceder, como fueron mis mayores. No soy ni quiero ser del heroico temple de los Brutos y el famoso Catón. Horror me inspiran los atroces infanticidios del uno, el infame asesinato del otro, y el suicidio execrable del tercero que no son, a mis ojos, más que impías violaciones de las santas leyes de Dios y de la naturaleza". Y el sacrificio, ¿para qué? ¿Para recibir de Castilla el mando? Hipótesis ilusoria en verdad; e intolerable si era cierta. ¿Para acompañarlo en la lucha, eliminarlo si era posible, o combatirle más tarde? Era primera la humillación, luego la falsía y la perfidia; el sacrificio convertido en vil y despreciable egoísmo, el honor sacrificado a la ambición. Para Vivanco todo el problema de sus deberes ciudadanos y patrióticos en aquel momento estaba circunscrito a sus relaciones con Castilla. Veía el árbol y no el bosque. Prescindió, pues, Vivanco, de las órdenes que le dio Castilla y llegó a Arequipa, por el camino del sur. La escena en que contempló otra vez a su ciudad querida, con su campiña de égloga, tan bella como su historia de fábula, él mismo la describió y en ella hay una frase que aún no se ha olvidado: "Acompañábame un crecido número de amigos que hasta Pocsi habían salido a recibirme y darme la enhorabuena por mi regreso. La vista de aquellas personas y su afectuoso trato de que me habían privado diez años de ausencia: el recuerdo de días ya felices, ya aciagos que con ellos había pasado, y la idea de que me aproximaba a un pueblo que tan gloriosos esfuerzos y heroicos sacrificios había hecho en mi obsequio, hacían palpitar de gozo mi corazón. Al descubrir desde las colinas del Tejar esta ciudad, centro de mis afectos, objeto de mi gratitud, prenda de mis recuerdos; al verla resplandeciente en medio de sus verdes campos como un precioso diamante rodeado de ricas esmeraldas, tuve que adelantarme para ocultar las vivas emociones de amor y de ternura que, a pesar mío, revelaba mi semblante. Cuando atravesé por las tierras que el pueblo de Arequipa fecunda con sus trabajos y pasé por aquellas innumerables chozas y numerosas aldeas con pobres galas adornadas, cuyos sencillos habitantes se apresuraban a manifestarme su regocijo; y cuando al fin encontré apiñada en las calles toda la población de esta ciudad que en el delirio de su júbilo aclamaba mi nombre, me obstruía el paso y se lanzaba sobre mí para estrecharme en sus brazos, creí gozar un momento de terrena bienaventuranza". Pero pronto se diluyó ese gozo en el pozo de las pasiones y de las intrigas. En Arequipa se instaló Vivanco en actitud prescindente. Creyó Castilla que conspiraba de acuerdo con el Gobierno de Lima e insistió en sus órdenes, antes reiteradas pero no transmitidas a Vivanco por las autoridades locales, para que abandonara el territorio revolucionario. Vivanco se negó entonces a sublevarse contra Castilla; porfió por ser desterrado; y hubo de salir de Arequipa en cauteloso silencio, con las precauciones de la fuga, para evitar un alboroto. Se dirigió a Islay e, instalado en casa del cónsul inglés Crompton, redactó un extenso y castizo documento para explicar minuciosamente su actitud: "Exposición que hace el general Vivanco al Perú, y a Arequipa en particular, de los motivos y razones que ha tenido para no tomar parte en la actual guerra civil". Sin publicar ya manifiesto alguno, pronto iba a tomar parte en ella.

PEDRO JOSÉ TORDOYA (1813-1883)

En 1836, el joven cuzqueño se trasladó a Lima para completar sus estudios y dedicarse a la vida religiosa. Dos años más tarde, fue nombrado maestro de ceremonias del Cabildo Metropolitano. Obtuvo los grados de bachiller, licenciado y doctor en teología en la Universidad de San Marcos (1842). Fue ordenado obispo en 1860. Apoyó al gobierno de Mariano Ignacio Prado, en el que fue presidente del Consejo de Ministros (1867). En 1875 fue designado obispo del Cuzco (1875), cargo que ejerció durante dos años. Durante la guerra del Pacífico respaldó a las tropas peruanas con el suministro de armas y dinero.

[V] ABOLICIÓN DEL TRIBUTO.- En Ayacucho, Castilla, con fecha 5 de julio de 1854, firmó el decreto preparado por su secretario general, Pedro Gálvez, sobre abolición del tributo de los indios. Antes, con carácter local, había adoptado esa misma medida el jefe rebelde de Junín, Fermín del Castillo, cuyo secretario era José Gálvez (8 de febrero de 1854).

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 2

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La "generación de 1848" xxxxxxxxx Marcada por la impronta de los eventos liberales de la década de 1840 en Europa, la llamada "generación de 1848" en el perú fue además testigo de excepción de la caída de los regímenes monárquicos y coloniales de su tiempo. ¿Cuál fue la extensión de su influencia en el país?

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período 2

[ capítulo 21 ]

E

l Pe­rú de la "pros­pe­ri­dad fa­laz" es­tu­ vo ani­ma­do, co­mo sos­tie­nen Car­los Con­tre­ras y Mar­cos Cue­to (His­to­ria del Pe­rú con­tem­po­rá­neo, Li­ma: PUCP, U. del Pacífico, IEP, 2000, p. 106) por "Una nue­va ge­ne­ra­ción na­ci­da o, en to­do ca­so edu­ca­da, ya des­pués de la in­de­pen­den­ cia, [que] des­pla­zó a la an­te­rior, tra­yen­do con­si­go la in­fluen­cia de las re­vo­lu­cio­nes de 1848 en Eu­ro­pa. Ella fue tes­ti­go del caos po­lí­ti­co que su­ce­dió a la rup­tu­ra con Es­pa­ña; ha­bía te­ni­do el tiem­po y la ex­pe­ rien­cia pa­ra dar­se cuen­ta de que la in­de­ pen­den­cia por sí so­la no re­sol­vía los pro­ ble­mas del país". Se tra­ta­ba, en bue­na cuen­ta, del cír­cu­lo for­ma­do por es­tu­dian­ tes o gra­dua­dos del Co­le­gio de San Car­ los que, pa­ra­dó­ji­ca­men­te, fue he­re­de­ro de la re­for­ma aca­dé­mi­ca lle­va­da a ca­bo por el sa­cer­do­te con­ser­va­dor Bar­to­lo­mé He­rre­ra. El his­to­ria­dor Jor­ge Gui­ller­mo Le­guía la lla­mó "la ge­ne­ra­ción de 1848", tri­bu­ta­ria del ro­man­ti­cis­mo eu­ro­peo. La com­po­nían per­so­na­jes co­mo Cle­men­te de Alt­haus, Se­bas­tián Ba­rran­ca, Luis Ben­ ja­mín Cis­ne­ros, Jo­sé Ar­nal­do Már­quez y Ri­car­do Pal­ma, quie­nes for­ma­ron el nue­ vo li­de­raz­go po­lí­ti­co y aca­dé­mi­co del país. A ellos se uni­rían otros, más jó­ve­nes y edu­ca­dos fue­ra de San Car­los, co­mo Ma­nuel Ni­co­lás Cor­pan­cho, Jo­sé An­to­nio de La­va­lle, Ma­nuel Par­do y Jo­sé Ca­si­mi­ro Ulloa. Re­cién lle­ga­do de Eu­ro­pa, se in­te­ gra­ría a ellos el pin­tor Fran­cis­co La­so. Es­ta ge­ne­ra­ción, a la que Ri­car­do Pal­ma de­fi­ nió co­mo la "pri­me­ra bo­he­mia pe­rua­na", con­so­li­dó su pre­sen­cia pú­bli­ca en 1848, año en que Cor­pan­cho, Már­quez y Ulloa edi­ta­ron la re­vis­ta li­te­ra­ria El Se­ma­na­rio de Li­ma. De he­cho, su ubi­ca­ción co­mo gru­po di­ri­gen­te se iría po­nien­do gra­dual­ men­te en evi­den­cia.

El Es­ta­do pe­rua­no, a par­tir del go­bier­ no de Cas­ti­lla, los fue in­cor­po­ran­do en un evi­den­te in­ten­to por for­mar una nue­va éli­te po­lí­ti­ca. Pe­ro co­mo ano­ta Na­ta­lia Maj­luf, "La ge­ne­ra­ción de 1848 no lle­gó a cons­ti­tuir­se en un par­ti­do ni a de­fi­nir­se ba­jo un úni­co pro­gra­ma po­lí­ti­co. Aun­que la ma­yo­ría adop­tó una pos­tu­ra li­be­ral, sus po­si­cio­nes al­ter­na­ ron en­tre el ra­di­ca­lis­mo so­cia­lis­ta y el li­be­ra­lis­mo con­ser­va­dor. Tam­po­co man­tu­vie­ron una cau­sa po­lí­ti­ca ho­mo­ gé­nea e in­clu­so se en­con­tra­ron lu­chan­ do en cam­pos opues­tos du­ran­te el ci­clo re­vo­lu­cio­na­rio de la dé­ca­da de 1850. Pe­ro coin­ci­die­ron en cri­ti­car el caos ge­ne­ra­li­za­do de la tem­pra­na re­pú­bli­ca, el pe­so del mi­li­ta­ris­mo en la po­lí­ti­ca y las cos­tum­bres co­lo­nia­les que aún per­ sis­tían en la so­cie­dad pe­rua­na" ("Fran­ cis­co La­so, es­cri­tor y po­lí­ti­co", en Fran­ cis­co La­so, Agui­nal­do pa­ra las se­ño­ras del Pe­rú y otros en­sa­yos, 1854-1869, edi­ción de Na­ta­lia Maj­luf. Li­ma: Ins­ti­tu­ to Fran­cés de Es­tu­dios An­di­nos, p. 21). En es­te sen­ti­do, mu­chos de los que ro­dea­ron a Cas­ti­lla y Elías pro­pu­sie­ron re­for­mas ins­pi­ra­das en el li­be­ra­lis­mo eu­ro­peo: li­bre mer­ca­do de tie­rras, abo­li­ción de las cor­po­ra­cio­nes, fin de cual­quier for­ma de pro­tec­cio­nis­mo eco­nó­mi­co y des­pla­za­mien­to de la Igle­sia de ám­bi­tos co­mo el de la edu­ ca­ción pú­bli­ca. Al­gu­nos de es­tos plan­ tea­mien­tos que­da­ron san­cio­na­dos en el Có­di­go Ci­vil de 1852, pro­mul­ga­do por Cas­ti­lla (Con­tre­ras y Cue­to, ibíd.). Fue la ge­ne­ra­ción que hi­zo, aho­ra sí en se­ rio, la tran­ si­ ción del Pe­ rú al li­ bre co­mer­cio co­mo pie­dra an­gu­lar del Es­ta­do y la eco­no­mía.

Según el cálculo probable que se hizo del presupuesto de 1854 a 1855, los ingresos permanentes del Estado debían sumar 5.582.404 pesos al año de los cuales 1.660.000 pesos correspondían a contribuciones directas y el resto a los ingresos de aduana, con 3.000.000, las rentas municipales y de instrucción con 400.000 sin que ninguna de las demás rentas apareciera con cifra mayor de 100.000 que era la de papel sellado. Entre las contribuciones directas, la de indígenas se calculaba en 1.400.000 pesos. El mantenimiento del tributo, a pesar de su buen resultado económico, era mirado por muchos con disgusto. En las aulas de Guadalupe los Gálvez habían enseñado la justicia de su supresión. Ella fue también uno de los puntos en el programa que publicó Vivanco para las elecciones de 1850. En el Congreso de 1853 llegó a ser presentado un proyecto de ley con el objeto de abolirlo. Pedro Gálvez, en el campamento revolucionario, quiso ser leal con sus doctrinas de la cátedra y llevó a cabo la reforma mediante un decreto histórico. Allí afirma que la independencia, conquistada con tantos sacrificios, es un vano nombre para la mayoría de los peruanos que viven en la más dura esclavitud y en el más completo envilecimiento; que la causa primordial de este fenómeno deplorable y que tantos daños causa a la República es la contribución de indígenas, rechazada por la política y por la economía como injusta y destructora de todo germen de progreso; que la Providencia ha salvado con el recurso extraordinario del guano el déficit de las rentas, único refugio inventado para sostener la capitación, como una de las entradas comunes del Estado; que, emancipada la raza indígena del humillante tributo impuesto sobre su cabeza hace tres y medio siglos y llevada por el natural efecto de la civilización, el Perú ganará una población numerosa y productora que, indudablemente, le ofrecerá una contribución más rica y no bañada en las lágrimas y en la sangre del contribuyente, y, por último, que "la regeneración política proclamada por los pueblos para corregir los abusos monstruosos de la administración del general Echenique, tiene el fin esencial de hacer prácticos los derechos de libertad, igualdad y prosperidad, escritos en la Constitución de la República, y de hacer en adelante imposibles las dictaduras deshonrosas fundadas sobre el envilecimiento de las masas". Con este decreto, el liberalismo de la segunda generación se escapa del terreno puramente académico para acercarse a las mayorías de la población del país y formular una reivindicación netamente popular. Se impregna, así, de un contenido social, ajeno al primer liberalismo de Luna Pizarro, Sánchez Carrión, Vidaurre y Mariátegui, preocupado por la organización del Estado, las relaciones entre los Poderes y la defensa de los derechos individuales, a la vez que beligerante ante el predominio de la Iglesia en la vida civil. Pero, de otro lado, este contenido social del segundo liberalismo, voceado en el decreto de Ayacucho, resulta tímido y unilateral. El problema indígena aparece visto como problema fiscal y no como problema económico y educacional. Trascendencia enorme es atribuida al tributo, como causa del envilecimiento de las masas. Y se hace la suposición ingenua de que el Perú elevará su nivel de vida con un acto estatal negativo, la abolición de este impuesto, y con un vago fenómeno, el "natural efecto de la civilización". Echenique reveló más tarde al hacer el relato de su campaña militar en el centro que, con motivo del decreto de 5 de julio, se pronunciaron las indiadas a favor del bando insurrecto y suministrar al ejército de él todo lo que necesitaba hostilizando al del Gobierno de Lima mediante la mala voluntad para entregarle víveres y noticias hasta ponerlo en estado de no obtener datos sobre la ubicación y los movimientos del enemigo, sino a costa de grandes esfuerzos.

SEGÚn EL CáLCuLO vvvvvvvvv PROBABLE quE SE HIzO DEL PRESuPuESTO DE 1854 A 1855, LOS InGRESOS PERMAnEnTES DEL ESTADO DEBíAn SuMAR 5.582.404 PESOS AL AñO DE LOS CuALES 1.660.000 PESOS CORRESPOnDíAn A COnTRIBuCIOnES DIRECTAS Y EL RESTO A LOS InGRESOS DE ADuAnA, COn 3.000.000, LAS REnTAS MunICIPALES Y DE InSTRuCCIón COn 400.000 (...)

[ VI ] LOS FOCOS SUBVERSIVOS. LA ABOLICIÓN DEL TRIBUTO EN JUNÍN. EL DEPARTAMENTO DE CAJAMARCA.- Los primeros levantamientos fueron, para el Gobierno, estallidos de aislados elementos bochincheros o disociadores. Por su parte, los sublevados creyeron triunfar fácilmente con el apoyo de la opinión pública. Ambos adversarios se equivocaron. A través de duras pruebas,

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 2

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[ 1839-1840[ setIembre 1854 AbrIl 28 21 ]

xxxxxxxxx Junto LA RENUNCIA con la bandera, DE PAZ SOLDÁN. San Martín La renuncia también crea eldel primer ministro escudo de Gobierno del Perú. yEnRelaciones él, sobre un cielo Exteriores azul, los se rayos dio a del sol conocer iluminan en Elmontañas Comerciolevantadas el viernes sobre 21 deunabril apacible de 1854, mar.a Esta escena través aparece de un comunicado rodeadaenpor el una que Manuel corona de Mendiburu, ovalada de ministro laureles,deatada Hacienda, en su extremo se dirigíainferior a José Luis con una cinta Gómez deuna Sánchez, cinta de colorministro color oro. de Instrucción, Negocios Eclesiásticos, Justicia y Beneficencia. Allí, Mendiburu daba cuenta de la renuncia del ministro Paz Soldán y la disposición del Gobierno de que Gómez Sánchez se hiciera cargo de la cartera. En otro comunicado, el ministro Gómez Sánchez aceptó el cargo.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 21 ]

la insurrección demostró que contaba con hombres de convicciones a quienes la lucha fortificaba. Por otra parte, el ejército, preparado para la guerra con Bolivia, se mantuvo leal al régimen legal, que disponía de abundantes recursos económicos. Fue una auténtica y furiosa guerra civil. La acción subversiva presentó varios focos más, aparte del de Ica que pudo ser apagado y del de Arequipa que incendió al país. Estalló el 1° de enero de 1854 en Chiclayo, donde Elías era muy popular, intentando los facciosos, en vano, apoderarse de Trujillo; el 3 de enero en Cajamarca, conmovida entonces por el hondo anhelo para convertir esa provincia en departamento; el 27 de enero en Pasco; el 10 de febrero en Jauja; el 12 de febrero en Huánuco y en la misma fecha en Huaraz. El general Fermín del Castillo encabezó la rebelión en el departamento de Junín; su secretario fue José Gálvez; y un importante colaborador, Sebastián Lorente. En esta región el tributo fue abolido, como ya se ha dicho, con fecha anterior al decreto de Castilla. Hubo tentativas para derrocar a las autoridades legales en muchos otros lugares más, al extremo de que puede considerarse que nunca había visto el país después de la independencia un estallido popular tan vasto y espontáneo. El año de 1843 la sublevación que favoreció a Vivanco logró llegar a Lima sin disparar un tiro y en una apoteosis que recibió el nombre de "campaña de flores"; pero no fue sino un conjunto de pronunciamientos militares coreados por la opinión pública. Aquí se trataba de un verdadero levantamiento multitudinario en lucha con el ejército y que no fue abatido a pesar de los sucesos adversos como el descalabro de Saraja, la captura de Huaraz por los gobiernistas el 1° de marzo sobre ciento ochenta cadáveres, la toma de Cajamarca el 4 de marzo y el contraste sufrido en el departamento de Junín. En la historia de Cajamarca tiene gran importancia el 3 de enero de 1854 en que el pueblo armado luchó contra fuerzas regulares. La refriega duró varias horas y terminó con un convenio suscrito por el subprefecto Julián del Campo Montero y los ciudadanos Toribio Casanova, Juan Antonio Egúsquiza y Pedro José Villanueva constituidos en Junta de Notables. Las armas y las fuerzas del Gobierno fueron por este convenio entregadas a la Junta. El movimiento repercutió en los distritos. De esta guerra civil surgió el departamento de Cajamarca.

LAS RECLAMACIONES FRANCESAS Y LA RENUNCIA DE JOSÉ GREGORIO PAZ SOLDÁN.- El agente diplomático francés Ratti-Menton presentó una reclamación con motivo de perjuicios causados a súbditos de esa nacionalidad en Ica, Huaraz y Chiclayo durante las conmociones políticas de 1854 y demandó perentoriamente el pago de 106.256 pesos por el Gobierno peruano. El canciller José Gregorio Paz Soldán no quiso acceder de plano a ellas, sin discutir previamente su legalidad; pero el representante de Napoleón III, apoyado por las fuerzas navales de su país, estacionadas en el Callao, apremió para el arreglo y por fin presentó un ultimátum. Paz Soldán opinó que se debía hacer ver a Ratti-Menton lo injustificable de su demanda. Al efecto redactó la nota del caso en uno de cuyos párrafos decía: "El gobierno del Perú no reconoce ni reconocerá jamás el derecho de los representantes de otros gobiernos de arrogarse la facultad de imponerle el deber de pagar por satisfacciones, cuotas o multas pecuniarias. Si los extranjeros son damnificados, debe repararse el daño previo conocimiento del asunto y justificados que sean los puntos de la demanda. El Perú como Estado soberano e independiente tiene tanto derecho como el más poderoso para ser considerado y respetado. Cederá a la fuerza, pero no por eso reconocerá como derechos ni obligaciones sino los que nazcan de los principios inmutables de la justicia". Pero este proyecto de comunicación y la actitud del ministro no fueron del agrado del presidente Echenique ni de los demás miembros del gabinete, así como tampoco lo fue la nota que en sustitución redactó y pasó el doctor Paz Soldán. Echenique dirigió a este una carta, "en que se retrataba su miedo y su furor", y en la que escribió estas frases: "Hoy nos tirarán de cañonazos o nos humillarán y nosotros no habremos salvado el honor diciendo verdades y abriendo los ojos a la opinión pública".

Ante tal actitud que él hizo pública, Paz Soldán renunció el ministerio (20 de abril de 1854). El mismo día le fue aceptada esta dimisión. En relación con el mismo episodio dice el autor del "Retrato político del doctor Paz Soldán" publicado en 1856 y reproducido en El Comercio del 20 de diciembre de 1875, lo que sigue: "Algunos en el delirio de su nefanda política, se valieron de un agente diplomático para agitar la antorcha de la guerra civil: este, violando las leyes internacionales y aprovechándose de las aflictivas circunstancias en que se hallaba el país, interpuso reclamaciones exageradas, faltas de toda prueba y contrarias a los más triviales principios de justicia. El débil y asustadizo Jefe de la Nación, temeroso de perder la escuadra, quiso cederlo todo, hasta el honor nacional, con tal de sostenerse en el puesto, pero se hallaba de por medio el campeón ilustre de la Nación, el defensor de sus prerrogativas, aquel que en 1845 había conseguido que el gabinete de Washington retirara a su ministro para satisfacernos; el mismo que en 1854 sostuvo el derecho del Perú para arreglar su navegación fluvial, y que acababa de conseguir que uno de los ministros plenipotenciarios de una nación fuerte fuera reprendido por su gabinete por haber querido sostener privilegios contrarios a los principios internacionales; ese coloso diplomático, que mereció los aplausos de las naciones sudamericanas, no quiso ceder a las exigencias del ministro francés; declaró ante el Consejo de Ministros y a presencia del Contralmirante peruano, que era preciso sostenerse con gloria luchando contra la escuadra francesa en defensa del honor nacional; y que en caso de desgracia, más glorioso sería ceder ante el poder de Napoleón, que ante los caprichos de su ministro en Lima. Su voz no tuvo eco; fue sofocada por el miedo del Jefe de la Nación y por sus débiles ministros: en tal alternativa no tuvo el ministro Paz Soldán otro medio que el de renunciar el ministerio, retirándose al campo. Ese débil jefe, sus satélites y otros que encendían el fuego de la discordia civil, gritaron traición, para ocultar la traición que ellos cometían cediendo a las exageradas pretensiones del ministro francés, honrado por peruanos que posponen todo a su ambición. El doctor Paz Soldán nunca se mostró más hombre de Estado que después de su último ministerio. Sufrió en silencio las mayores injurias, porque conocía bien que si hablaba quedaría confundido y avergonzado el gobierno a quien sirvió, y se habría considerado sostenedor de un sistema opuesto a la Constitución reinante". Echenique temió, pues, que los buques franceses que entonces estaban en aguas peruanas llevaran a cabo un bombardeo o capturasen la escuadra peruana como los ingleses en 1845, o infligieran alguna otra grave humillación en momentos en que estaba indecisa la lucha en la guerra civil que entonces dividía al país. El asunto fue resuelto mandándose pagar parte de la suma reclamada y prometiendo entregar el resto después de que los hechos fuesen esclarecidos; sobre el mérito de la prueba se fallaría de acuerdo con el encargado de negocios de Francia. Hubo quienes con motivo del conflicto entonces suscitado, acusaron a Paz Soldán de esconder notas e intimaciones para que el Gobierno fuera sorprendido y para que su escuadra pudiese llegar a ser apresada. Sospecha que desmintió la actitud asumida contra Paz Soldán por los insurrectos triunfantes. Lo que evidentemente hubo fue una radical falta de entendimiento entre el ministro y el presidente. Este dijo que Paz Soldán lo había tratado con desprecio y cuando renunció le manifestó francamente que se marchaba en vista de la situación política. Paz Soldán contestó: "Ni la política interior ni los cañones franceses me hacen dejar el ministerio sino la falta de confianza de Ud., y la desaprobación de mi conducta tan ásperamente manifestada en su carta de hoy". Contra todas las acusaciones conexas con este incidente, contra la imputación de haber sido falsificado el presupuesto de 1854 cuando él desempeñó la cartera de Hacienda (este presupuesto llegó a ser discutido por las Cámaras y si hubo omisiones en su tramitación no tuvo culpa de ellas el Ejecutivo), contra los ataques de Elías y en defensa de su buena reputación publicó luego Paz Soldán su vigoroso opúsculo Mi defensa, esta vez abogado de sí mismo, después de haber sido tantas veces abogado del Perú, como lo sería también más tarde hasta culminar serenamente su larga, tempestuosa y fecunda carrera como fiscal de la nación.

3

nOvIEMBRE 1854

[ perú ] vvvvvvvvv

En LA CIuDAD DE HuAnCAYO, EL PRESIDEnTE PROvISORIO RAMón CASTILLA DECRETA LA ABOLICIón DE LA ESCLAvITuD. EL ARTíCuLO ÚnICO DEL DECRETO DICE: "LOS vAROnES Y LAS MuJERES TEnIDAS HASTA AHORA En EL PERÚ POR ESCLAvOS O POR SIERvOS LIBERTOS, SEAn quE Su COnDICIón PROvEnGA DE HABER SIDO EnAJEnADOS COMO TALES O DE HABER nACIDO DE vIEnTRES ESCLAvOS, SEA quE DE CuALquIER MODO SE HALLEn SuJETOS A SERvIDuMBRE PERPETuA O TEMPORAL; TODOS, SIn DISTInCIón DE EDAD, SOn DESDE HOY PARA SIEMPRE ETERnAMEnTE LIBRES".

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 2

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La campaña pareció próxima a decidirse cuando castiLLa avanzó hasta cerca de izcuchaca y echenique se coLocó aL frente con Las huestes que en La pampa de huancayo se Lucieron en una espLéndida revista. castiLLa tenía apenas un ejército de 3.500 hombres; en cambio, echenique mandaba a 5.000 en espLéndidas condiciones.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 21 ]

La subLevación de Fermín deL castiLLo en Junín.- La sublevación de Junín presentó con Fermín del Castillo otras circunstancias que la hicieron importante, además de la abolición del tributo. Sobre esta zona actuó el general Deustua que avanzó de Cerro de Pasco a Jauja con una división, mientras el coronel Juan Salaverry se situaba en Huancayo con cerca de seiscientos hombres. Castillo había llegado a reunir la suma de 15 mil pesos de los que se gastaron poco más de 7 mil pesos (según él explicó en un manifiesto que publicó en 1855 en respuesta a las acusaciones de que fue objeto). El dinero sobrante quedó (de acuerdo con esta versión de Castillo) en poder de su propia familia mientras entraba en campaña. A pesar de que Salaverry fue derrotado en Concepción, Deustua llegó a ocupar Jauja el 4 de marzo. Las tropas rebeldes se dispersaron sin combatir en Colca el 18 de abril, hecho del cual Castillo hizo responsable al coronel Manuel Benavides Bermúdez. Este explicó lo ocurrido en Colca como una sublevación de prisioneros ante una tropa desmoralizada, descalza, rotosa y sin mantas en los momentos en que se aproximaban los gobiernistas. Castillo quedó así en la condición de fugitivo y perseguido. Pudo llegar clandestinamente a Jauja e invirtió parte de la cantidad de dinero que estaba en su poder, en la esperanza de comprar a la tropa enemiga; luego fue capturado y se escapó sobornando a quienes lo cuidaban, para luego dirigirse a Ayacucho a unirse con Castilla. En el ejército libertador ocupó el cargo de jefe de la vanguardia y del Estado Mayor General. Las inculpaciones hechas entonces contra Castillo y las polémicas surgidas alrededor de ellas tuvieron influencia en sucesos políticos posteriores. Benavides Bermúdez viajó a Lima, se presentó ante el ministro de Guerra, se asiló luego en la legación de Nueva Granada, fue expatriado a Panamá, se dirigió a Valparaíso y volvió a Iquique y Moquegua, para seguir actuando en el sur. Derrotó a los echeniquistas en Chuquibamba, se vio envuelto en choques con Elías, quien lo hizo apresar en Moquegua y remitir a Puno con una barra de grillos, y combatió en Canta en la fase final de la campaña.

[ VII ] echenique y castiLLa en izcuchaca.- Echenique se puso al frente de sus tropas. Era gracias a la abundancia fiscal el mejor ejército que había tenido el Perú. Quedó en Lima, como encargado del Poder Ejecutivo, el presidente del Consejo de Estado, general José Miguel Medina. Se recuerda este breve gobierno, que se inició el 17 de julio de 1854, como atinado y sagaz. La campaña pareció próxima a decidirse cuando Castilla avanzó hasta cerca de Izcuchaca y Echenique se colocó al frente con las huestes que en la pampa de Huancayo se lucieron en una espléndida revista. Castilla tenía apenas un ejército de 3.500 hombres; en cambio, Echenique mandaba a 5.000 en espléndidas condiciones. Se entabló un tiroteo alrededor del nuevo puente de piedra de Izcuchaca que Castilla había ocupado. Izcuchaca (iscu, piedra calcárea, y chaca, puente), dice Middendorf en el libro sobre sus viajes por el Perú, después de la guerra con Chile, es "el único paso seguro que une las dos orillas del río Mantaro, pues los demás son puentes colgantes de acero o sogas de sauce". El puente de Izcuchaca consiste de un alto y hermoso arco, apoyado sobre dos rocas que se adelantan en el río, de modo que su cauce se estrecha en este lugar. La entrada al puente está formada por un pequeño pórtico en forma de torre y que está provisto de una reja, pero que en tiempo de paz no se cierra ni de noche, puesto que no se cobra pontazgo. Las aguas del río son de color verdemar y su canal es aproximadamente igual al del Pampas. Izcuchaca es uno de los puntos estratégicos más importantes de la sierra, ya que el camino principal de las provincias del centro del Perú al Cuzco, pasa por dicho puente. Sin embargo, este lugar no podrá resistir a la fuerza de la artillería moderna, ya que las alturas vecinas lo dominan completamente". Pero en la época de la guerra civil de 1854, no era conocida esa clase de artillería. El puente resultó una barrera para las tropas de Echenique. Para llegar hasta allí fue preciso que marcharan ellas por un desfiladero de más de 1.500 varas de largo, bajo los fuegos del enemigo parapetado.

La reacción de Junín. En esta ciudad, en 1854, el general Fermín del Castillo organizó una revuelta en contra de la abolición del tributo indígena, decretada por Ramón Castilla poco antes. Sin embargo, esta sublevación no tuvo éxito y del Castillo tuvo que huir. El dibujo que vemos corresponde a la iglesia de los indios de la ciudad de Huancayo y pertenece al viajero francés Leonce Angrand (1838).

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JOSÉ MIGUEL MEDINA (1804-1884)

Se inició en la carrera militar en la división peruana que ayudó a la consolidación de la independencia de Colombia. En 1835 se sumó a la causa de Salaverry, pero fue hecho prisionero en la batalla de Socabaya y desterrado. Al caer la Confederación Perúboliviana, ocupó la prefectura de Puno (1841). En los años siguientes fue senador por Ayacucho (1845-1851), presidente del consejo de Estado (1852) y encargado del poder Ejecutivo mientras Echenique se enfrentaba a las fuerzas de Castilla.

No pudieron formar en orden de batalla porque el frente hallábase estrechado por un cerro inaccesible y además lo resguardaba una fuerte verja de hierro colocada en una arquería sobre el centro con una casa de cal y canto llena de troneras sobre la misma arquería; los parapetos de todo el pueblo y la orilla del otro lado servían como defensas adicionales. La primera columna ligera del ejército insurrecto y la mitad de la fuerza llamada "sagrada" (cuyo número dijo Castilla que había sido de doscientos hombres) resistieron allí durante once horas el fuego de sus adversarios, cerrándoles el paso (2 de agosto). Los "sagrados" eran un cuerpo de oficiales y los mandaba el sargento mayor Mariano Ignacio Prado. Vio Echenique que no podía avanzar y se situó a nueve leguas del enemigo en la provincia de Tayacaja y luego en Jauja, tratando de no perder su contacto con el norte y de no poner en peligro la capital. Más bien esperaba que Castilla, que estaba en una posición poco abundante en recursos, se viera obligado a lanzarse por el único camino hacia la costa que entonces existía; en tal caso, con una marcha apenas de cuatro leguas sobre su flanco derecho, creía poder batirlo. Así estuvieron ambos adversarios casi dos meses. Castilla permaneció en medio de grandes penurias en espera del ejército de reserva que debía traer San Román desde el Cuzco. Parece, sin embargo, que tuvo noticias de que este, previendo su inminente derrota, no quería unírsele y, más bien, esperaba entenderse con Echenique.

AVANCE DE CASTILLA SOBRE LIMA.- Sin aguardar ya a San Román (a quien, según Valdivia, Castilla ofreció entonces fusilar), el ejército libertador emprendió el 9 de octubre una marcha de treinta leguas sobre frígida cordillera y dando vuelta a los cantones ocupados por el enemigo con el fin de colocarse en su retaguardia y de tomar antes que él el camino de Lima. Esta marcha pasó inadvertida para Echenique por la deficiencia de sus servicios de información y la poca amistad de los indígenas a consecuencia del decreto que había abolido el tributo. En sus Memorias revela, además, el Presidente depuesto, haber logrado entonces ponerse en comunicación con un jefe de Estado Mayor del ejército de Castilla que le daba noticia de todo lo que allí ocurría; agrega, además, que contaba en ese campamento con los servicios de dos espías a quienes había ofrecido sumas equiparables para ellos a una fortuna. El jefe cumplió con comunicarle la marcha del ejército insurrecto mas su misiva fue interceptada (dice Echenique) "valiéndole esto un juicio que pudo costarle la vida; pero felizmente Castilla no era sanguinario y solo lo destituyó de su empleo. Los otros dos espías seguramente no pudieron darme el aviso". Se puso al fin Echenique en movimiento para perseguir a Castilla. Una tempestad furiosa le quitó seis horas preciosas en su marcha y le hizo perder muchos hombres entre dispersos y ahogados en el río Mantaro, que se desbordó. Un batallón dejado en la retaguardia tuvo que capitular. Cuando llegó Echenique a Pachachaca un día al amanecer, Castilla había dejado ese lugar en la víspera, con dirección a Lima. De un hacendado y ganadero de la región, el señor Olavegoya, que habíase encontrado con una partida de castillistas, recibió el Presidente la noticia de que Castilla marchaba desde Morococha sobre Matucana o, por lo menos, sobre San Mateo. Entonces decidió efectuar un movimiento sobre la retaguardia del enemigo y avanzó de noche sobre Casapalca. Castilla, sin embargo, permanecía en Morococha: el señor Olavegoya solo se había encontrado con una partida de montoneros. El ejército gobiernista quedó estropeado y fatigado por las marchas y contramarchas. LA "TOMA DE ALIENTO".- Echenique varió entonces su plan de campaña: decidió cubrir la capital donde debía haber estallado una sublevación y obrar sobre el sur, sobre las bases de Castilla. Se dirigió personalmente a Lima para disponer lo conveniente. Tan precipitado regreso, después de haber anunciado como segura la toma de Izcuchaca, fue llamado la "toma del aliento", utilizando una frase que pronunció Echenique en un discurso al llegar a Lima. Al efectuarse

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 21 ]

poco tiempo después de la marcha de Torrico desde Paucarpata, esta retirada fue otro fuerte golpe al prestigio del Gobierno. Castilla quedó dueño del departamento de Junín. El estallido en Lima, en ausencia de Echenique llegó a ser dominado porque el mariscal La Fuente se puso a la cabeza de parte de la guarnición, ocupó la Plaza de Armas, dispersó y ahuyentó los grupos que iban a formar parte de la asonada y se ocupaban ya de preparar una acta subversiva.

TRINIDAD MORÁN (1796-1854)

CASTILLO Y CASTILLA.- Aparte de las dificultades propias de la campaña contra Echenique y de los peligros que implicó la actitud de San Román, Castilla tuvo que afrontar diversos y serios problemas relacionados con la disciplina y la unidad de su ejército. Los incidentes que surgieron entonces entre él y el general Fermín del Castillo alcanzaron escandalosas repercusiones políticas en 1855 y 1856. Así lo reseñó el general Luis La Puerta, ministro de Guerra en nota a la Convención Nacional en 1855: "Desde que el general en jefe, Presidente Provisorio, se presentó con las divisiones Cuzco y Puno en junio del año próximo pasado en Bombón, que ocupaba el general Castillo, con la de Arequipa que había sido destinada a la vanguardia hasta Santiago de Tuna y después de haber doblado la cordillera con todo el ejército en diciembre, este general fue un obstáculo, por fortuna no insuperable, para la ejecución del plan de campaña, puesto que siempre estuvo opuesto a él... El mismo Castillo... puede decir si su opinión no fue constantemente opuesta a la del general en jefe y si en más de una vez no le contrarió con hechos como en Morococha, punto en que puso en peligro la existencia del ejército ejecutando un movimiento arbitrario que debió dar por resultado un descalabro evitado en persona por el general en jefe, y si igualmente no se empeñó hasta el fastidio en encerrar el ejército en Tayacaja".

MORÁN EN EL SUR. ALTO DEL CONDE.- Una escogida división gubernamental, al mando del general Trinidad Morán, marchó a Arica para reunirse con la que en Tacna tenía el general Manuel de la Guarda. Morán, según Valdivia, había estado de acuerdo con Elías para mandar el ejército insurrecto; pero Echenique lo ganó a su causa y le hizo dar despachos de general de división. Ahora su objetivo fue destruir las fuerzas de Elías que ejercía el comando del sur como jefe superior político después de haber destituido al general Agustín Lerzundi. Elías cometió el error de presentar batalla contra las tropas del veterano Morán, en el Alto del Conde, cerca de Moquegua, en campo abierto, con el respaldo de los milicianos de Arica y de aquella provincia que acababan de ver destituir y apresar a sus jefes (16 de noviembre). Vencido, Elías se refugió en Arequipa con unos cien infantes y ochenta hombres de a caballo. Según Echenique en sus Memorias, Morán lo dejó escapar pues era su compadre.

VIVANCO Y MORÁN CONTRA AREQUIPA. FUSILAMIENTO DE MORÁN.- Vivanco, después de haber vivido algún tiempo en Islay, a raíz de su destierro de Arequipa, se adhirió a la causa de Echenique y comenzó a reunir tropas, si bien los arequipeños le pudieron quitar parte de su armamento en Pocsi (25 de noviembre). Unidos Vivanco y Morán emprendieron el asalto de esa ciudad sin éxito (1° de diciembre de 1854). Vivanco fue herido por los mismos que tantas veces habían luchado antes por él y fue auxiliado por unas pobres mujeres. Después se dirigió a Lima. Morán con el aviso de la herida y de la retirada de Vivanco y de la dispersión de su fuerza, a la que se agregó el desbande de su propia caballería, suspendió el ataque contra la trinchera de San Lázaro que ya había iniciado. El pueblo de Arequipa había combatido durante quince horas. En la llamada "quinta de Landázuri", Morán fue apresado y entregó su espada al prefecto. Poco después llegó Elías a visitar a Morán; no tardaron luego el escribano y un confesor. Morán se confesó, hizo su testamento y fue fusilado en la Plaza de Armas.

General venezolano que llegó al Perú en 1823, a las órdenes del general Antonio José de Sucre. Peleó por el bando patriota en las batallas de Junín y Ayacucho, y luego se dedicó a la política. El levantamiento de Salaverry lo hizo regresar al campo de batalla, esta vez del lado confederado. En 1836 fue designado jefe superior de Lima, y como tal tuvo que ejercer en dos ocasiones el poder político, por ausencia del presidente Orbegoso. En 1854, tras un largo período de retiro, secundó las acciones del presidente Echenique. Fue capturado en Arequipa y fusilado.

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 2

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La ejecución xxxxxxxxx de Morán tuvo Lugar eL MisMo día en que se conMeMoraba eL coMbate de Matará, precursor de ayacucho, donde éL obtuvo inMarcesibLes LaureLes. La Marcha Morán evoca a este guerrero, LeaL y cabaLLeroso, con una tristeza que resuMe todas Las tristezas de La historia repubLicana en eL perú.

Según Elías, este hecho lamentable se produjo por la presión del pueblo de Arequipa y a pesar de que él mandó en vano buscar al obispo y ofrecer dinero para calmar a la multitud. Ya se ha narrado que, en el acta de la resolución en esta ciudad contra Echenique, Morán apareció aludido con hostiles palabras. El suegro de Morán, Buenaventura Zereceda, publicó un folleto para desmentir a Elías. Contó Zereceda que nueve días antes del combate del 1° de diciembre de 1854 él llevó a Elías una carta de Morán con varias propuestas para evitar la efusión de sangre. Elías la leyó, en voz alta, ante varios circunstantes y contestó: "Dígale usted a Morán que se rinda porque de otro modo no se le dará cuartel si cae prisionero y será fusilado o ahorcado cinco minutos después de que se le tome". Agregó Zereceda que, cuando ya estaba prisionero Morán, varias personas acudieron donde Elías para tratar de impedir la ejecución. Elías en voz fuerte contestó a estas súplicas hechas en voz baja: "Ni Cristo lo salva: dentro de una hora será fusilado". La ejecución de Morán tuvo lugar el mismo día en que se conmemoraba el combate de Matará, precursor de Ayacucho, donde él obtuvo inmarcesibles laureles. La marcha Morán evoca a este guerrero, leal y caballeroso, con una tristeza que resume todas las tristezas de la historia republicana en el Perú. ¡Cómo pudieran las palabras aquí escritas rendirle ahora homenaje a la manera de espadas en alto para que entre ellas pasara Morán condecorado el pecho con la última medalla que la patria dio a su denuedo: el fogonazo del fusilamiento! El cadáver de Morán fue arrastrado por las calles.

La peruanidad de Morán.- Trinidad Morán, nacido en Venezuela el 26 de diciembre de 1796, se ausentó de su país a los 18 años y fijó su domicilio en el Perú después de haber combatido por la independencia de este país bajo las órdenes de Bolívar y Sucre. Aceptó, pues, expresamente, las normas del artículo 8° de la ley de 12 de febrero de 1825 que declaró peruanos de nacimiento a los extranjeros que combatieron en dicha guerra por la causa emancipadora. Como peruano figuró en importantes puestos de la administración pública y en el escalafón del ejército. Él mismo, en una carta que dirigió a Domingo Nieto el 28 de julio de 1838 expresó lo siguiente: "El general Orbegoso me da en cara con que la división de usted es peruana que su jefe es peruano y que él también es peruano, como por decirme que soy un extranjero, sin acordarse que mi nacimiento en el Perú tiene un origen más elevado que el suyo; a él lo arrojó aquí la naturaleza y a mí, mi espada, mi sangre, mis hechos, para poder decir hoy con orgullo que soy uno de los patriarcas de la Independencia, con tan iguales derechos como ciudadano a los suyos, tan interesado en la felicidad de la Patria como lo puede él estar y, sin que sea un problema, con menos aspiraciones que él".

eL testaMento de Morán.- En un papel simple, Morán dictó sus últimas disposiciones en la siguiente forma: "A las once de la mañana del día 1° de diciembre de 1854 años, en presencia de los testigos Coronel D. Hilario Muñoz, D. Benigno y D. Vicente Pacheco, el Presbítero D. Pablo Gamero, D. Ramón Rojas y Cañas, y D. D. Juan Nepomuceno Pastor, declaró Trinidad Morán ser natural de la República de Venezuela, de edad de 58 años y vecino de esta ciudad; declaró que era hijo legítimo de D. Gregorio Morán y de Da. María del Rosario Manzano, que era casado, según orden de nuestra Santa Madre Iglesia, con Da. Rafaela Zereceda, en cuyo matrimonio procreó seis hijos, de los que solo vivían dos nombrados, Da. Fortunata y Da. Rafaela Amelia, habiendo fallecido D. Mamerto en la edad de 22 años sin dejar descendencia y los otros en tierna edad; nombró por albaceas en primer lugar a su esposa Da. Rafaela Zereceda, y en segundo a su hija Da. Fortunata, quienes sabían cuáles eran sus bienes y sus deudas activas y pasivas: nombró por sus herederos a sus hijas Da. Fortunata y Da. Rafaela Amelia por iguales partes; y declaró que cuarenta y un años de servicios que ha hecho a la causa de la Independencia, le eran premiados con una muerte inmerecida: que jamás ha traicionado

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La libertad de los esclavos. Por medio de este decreto supremo, expedido en la ciudad de Huancayo el 5 de diciembre de 1854, el presidente provisorio Ramón Castilla abolió la esclavitud en el Perú. En el primer considerando del primer decreto Castilla afirma "que es deber de justicia restituir al hombre su libertad". De esta manera, reconoció y garantizó los derechos de los esclavos o siervos-libertos peruanos.

[ capítulo 21 18 ] período 2 1

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LA PLAZA OCUPADA

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sus deberes; que en todo el curso de su carrera ha sido generoso para con sus enemigos; que jamás ha atentado contra la vida de ninguno; que siempre se ha puesto de parte del desgraciado, protegiéndolo en cuanto ha sido posible y han alcanzado sus fuerzas; que como no ha tenido intenciones dañinas contra nadie, perdonaba a sus enemigos y les pedía perdón a los que de algún modo pudo haber ofendido; que cuando haya en la Nación un gobierno que juzgue con justicia, atienda los reclamos que haga su esposa e hijas para indemnizarles los males que por su desaparición de la vida podían inferírseles; que moría como cristiano en la fe que ha profesado".

SAN ROMÁN Y CASTILLA.- Había quedado asegurado el sur para la causa de la sublevación

Los enfrentamientos de 1854 entre Castilla y Echenique se dieron principalmente en provincias. Como consecuencia de ello, la ciudad de Lima quedó desguarnecida. En vista de la situación, Echenique decidió volver a la capital, pero se dio con la sorpresa de que esta había sido tomada por el mariscal La Fuente, quien ocupó la Plaza de Armas. Aquí vemos una imagen de la plaza, tomada del Atlas Geográfico del Perú, de Mariano Felipe Paz Soldán.

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PERÍODO 2

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y estaba cubierta la retaguardia de Castilla. Fracasado el plan de Echenique, resultaba privado su ejército de las fuerzas que, después de vencer a Elías, debió llevarle Morán. San Román, en tanto, la "variable cebra" de que hablaba Juan Vicente Camacho en sus "Cartas turcas", se había reconciliado con Castilla. Aquí fueron muy útiles las gestiones de Manuel Toribio Ureta, incorporado a las filas insurrectas después de escaparse de su exilio de Guayaquil y de desembarcar en Pisco vestido de cargador. El ejército de reserva, mandado por San Román, se incorporó con dos mil trescientos hombres más o menos a los que tenía Castilla. Echenique trató de ganar a San Román; pero a la larga fue en vano.

LOS DOS MINISTERIOS.- Además de adoptar diversas providencias para la organización de sus tropas, Castilla creó dos ministerios de Estado en vez de la Secretaría General. Nombró para desempeñar el de Culto, Justicia y Hacienda a Manuel Toribio Ureta y Pedro Gálvez quedó con el de Gobierno, Relaciones Exteriores y Guerra.

[ VIII ] LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD.- Un decreto de Echenique ofreció la libertad a los esclavos que quisieran darse de alta en el ejército. Este acto fue llamado por Francisco Bilbao en un escrito: "la prostitución de la filantropía". El decreto firmado por Castilla y Ureta en Huancayo el 5 de diciembre de 1854 proclamó la libertad de todos los hombres que pisaban el territorio de la República. Tan trascendente acto tuvo origen incidental en el ofrecimiento de Echenique. Y se basó también en un fundamento doctrinario: para Ureta, unido entonces a los hombres que representaban la ideología liberal, la existencia del régimen de Echenique se explicaba por la falta de conciencia cívica del país debida a la sujeción popular que, en relación con el proletariado de la costa, tenía una de sus causas en la esclavitud. El Código Civil y el de Enjuiciamientos en materia civil de 1852 reconocieron, con carácter expreso, la esclavitud y las instituciones que de ella se derivaban. Calificó el Código Civil como esclavos a los que lo fueron antes de jurada la independencia y como libertos a los hijos de madre esclava nacidos después de esa época. Los libertos no estaban sujetos a servidumbre perpetua sino temporal; y, una vez cumplido determinado tiempo de servicios, los amos tenían la obligación de pagarles un jornal. Los hijos de madre liberta quedaban libres desde el nacimiento. De este modo, en dos generaciones, habría desaparecido pacíficamente la esclavitud. Los códigos reconocieron también la propiedad de los esclavos y libertos sobre lo que adquiriesen lícitamente; precisaron los casos en que les estaba conferida la facultad para variar de amo, así como también los modos de manumitirlos y las personas obligadas a defenderlos; y dieron las normas para el ejercicio de sus derechos civiles. Cabe afirmar que, de acuerdo con la legislación civil vigente a partir de 1852, el esclavo no era propiamente "cosa" pues se le reconocía la capacidad para ejercer determinados derechos;

si bien tampoco entraba dentro de la categoría de las personas ya que estaba sujeto a claras limitaciones. Se había adelantado, sin embargo, bastante en el camino hacia la manumisión. Algunos hacendados pidieron la derogatoria de los artículos del Código Civil que otorgaban plenitud de derechos a los hijos de los libertos. El gobierno de Echenique rechazó este pedido. Este mandatario, en la segunda fecha de su llegada al poder, ordenó la libertad de un número de esclavos por sorteo hecho en la Plaza Mayor de Lima; y declaró libres a ciento dieciséis venidos de Nueva Granada. La manumisión general que el decreto de Castilla y Ureta ordenó, prometió indemnizaciones para los amos. Su consecuencia inmediata fue el desarrollo del bandolerismo, así como el aumento en el precio de los víveres. Santiago Távara, al defender a pesar de ello la radical medida adoptada por Castilla y Ureta, expresó que la sociedad se redimió de un crimen pagando un poco más; y que la alimentación del pobre, a base de granos y plantas tuberosas, no tenía relación con los brazos de los negros y estaba, por lo tanto, al margen de la carestía. Los esclavos manumitidos llegaron hasta 1860 al número de 25.505. A 300 pesos por cada uno, ascendió entonces a la suma de 7.651.500 pesos el precio de la manumisión. Según se ha dicho, ese número fue aumentado por personas inescrupulosas. No provocó la abolición de la esclavitud en el Perú luchas sociales, enconos de región a región, ni tampoco guerras civiles. Más bien, fue decretada al finalizar una contienda intestina que ya ensangrentaba al país por otras razones, algunas de las cuales tenían afinidad ideológica con este acto de libertad. Pero si los negros variaron radicalmente de condición, no se produjo, sin embargo, auténtico cambio en la estructura social, como lo comprueba la llegada de los coolies chinos, cuyo número aumentó precisamente después de la manumisión.

[ IX ]

LA MAnuMISIón vvvvvvvvv GEnERAL quE EL DECRETO DE CASTILLA Y uRETA ORDEnó, PROMETIó InDEMnIzACIOnES PARA LOS AMOS. Su COnSECuEnCIA InMEDIATA fuE EL DESARROLLO DEL BAnDOLERISMO, ASí COMO EL AuMEnTO En EL PRECIO DE LOS vívERES.

LA PALMA.- Lentamente, desde mediados de diciembre de 1854, emprendió el ejército libertador su marcha sobre Lima. El 29 de ese mes ocupó los campos cerca del pueblo de Miraflores. Durante toda esta fase de la campaña, como había ocurrido antes, Echenique no estuvo bien informado de los movimientos de su enemigo. "Increíble es (afirma en sus Memorias) cuánto gasté de mi peculio en espías para conocer la ruta que pudiera tomar, siéndome todo infructuoso a causa de que los espías le servían a él más bien que a mí; obraba yo, en fin, por solo cálculo". Por medio de unos cohetes de señales de que fue provista una pequeña partida de soldados a cargo de un oficial leal, supo del avance del ejército libertador sobre la capital. Echenique se colocó en la Huaca Juliana, llamada también "del Vigía". Así estuvieron sin atacarse ambos ejércitos cuatro días. La artillería gobiernista y los buques de guerra situados en la bahía de Chorrillos dirigieron un cañoneo constante a los facciosos. Un ataque de frente a Castilla le pareció difícil a Echenique porque lo defendía el olivar de Surquillo con grandes paredones que no dejaban espacio dada la estrechez del camino; el pueblo con sus tapias podía haberle servido también para formar parapetos. A la derecha de Echenique estaba la zona del mar donde abundaban, asimismo, los tapiales. Para avanzar por la izquierda, era necesario dar un largo rodeo, con el que hubiera quedado descubierta la Huaca que servía como base al grueso del ejército gobiernista y que, ocupada por los insurrectos, les habría dejado franco el paso para llegar a Lima y el Callao. Podría haber sido difícil la situación de Castilla desde el punto de vista de su aprovisionamiento; "mas (dice Echenique) como tenía a su favor la opinión tanto de la capital como de las masas (rurales) no sucedía ello porque le proveían de todo". El ejército de Echenique tenía superioridad sobre el de Castilla, pero solo en su caballería y en su artillería; la infantería castillista era más numerosa. Echenique resolvió iniciar el combate en la madrugada del 5 de enero de 1855. En la noche anterior, según unos, San Román, Caravedo y otros jefes habían logrado que Castilla diera órde-

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 2

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Esclavos libertos. Tras la abolición de la esclavitud, los esclavos se incorporaron a la vida nacional como ciudadanos y empezaron a ejercer diversos oficios, como nos muestra esta litografía del siglo XIX obra del francés Henri Pierre Pharaond Blandrard. Los oficios más comunes fueron los de aguador, tamalera, chichera y arriero, entre otros.

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período 2

[ capítulo 21 ]

nes para que su ejército desfilara en la madrugada en dirección a la hacienda de La Palma. De acuerdo con una versión distinta, que Valdivia recoge, Castilla tuvo conocimiento del plan enemigo por una mujer negra que vendía alimentos en el campamento echeniquista. "El 4 por la noche el Presidente Provisorio sospechó el movimiento que el enemigo tentaba hacer en esa noche y sus sospechas fueron apoyadas por diferentes noticias que se le comunicaron (dice una relación de la época que le es favorable). Él tenía pensado, además, cambiar su línea perpendicularmente a retaguardia formando un martillo con la anterior y dando frente al mar pero retirándose de él a bastante distancia para no temer los cañones de la escuadra". La división echeniquista al mando de Pezet, que debía encabezar el ataque por el ala derecha del enemigo, con tres batallones de infantería, seiscientos hombres de caballería y cuatro piezas de artillería, llegó al lugar donde se suponía que estaban las fuerzas adversarias y no las encontró. En vez de hacer alto, siguió adelante y empezó en seguida un combate contra todo el ejército libertador que se había situado en La Palma. En esto la división de vanguardia, compuesta de los batallones Castilla y Libres, ocupaba el extremo derecho de la línea. Después seguían la tercera división formada por los batallones Motoni y Huancané, la cuarta integrada con los batallones Paruro y Aymaraes y la quinta que ocupaba el extremo izquierdo con los batallones Apurímac, Tacna y Moquegua. La artillería se hallaba situada a la derecha de la línea en una pequeña eminencia y la caballería formaba la izquierda de la retaguardia. La primera división con los batallones Cuzco y 7 de enero y la segunda con los de Puno y Ayacucho debían socorrer a las demás cuando fuera preciso. Echenique envió a la lucha sucesivamente, después de la división Pezet, a las divisiones Deustua, Cisneros y Guarda. Pero Deustua no había acabado de desplegar sus tropas cuando las de Pezet empezaban a dispersarse y Cisneros no llegaba. En el combate murieron Deustua y el coronel Carranza, segundo jefe de esta división. Cuando apareció Cisneros, la derrota de Pezet era ya incontenible. Al entrar Guarda en el combate, las divisiones Cisneros y Deustua retrocedían en completa dispersión. Los prisioneros capturados fueron enrolados en las filas del ejército libertador. Echenique, producido el desastre, se refugió en la casa del encargado de negocios británico, Sullivan. Los vencedores entraron en Lima, entre ruidosas aclamaciones multitudinarias, por las portadas de Guadalupe y de Cocharcas. En la capital, ante la noticia de la batalla de La Palma, se produjo el levantamiento del pueblo. Los sublevados ocuparon las torres de algunas iglesias; en la toma de la de San Pedro se distinguió el emigrado chileno Francisco Bilbao. El Palacio de Gobierno, la casa particular del Presidente, la quinta de su esposa y las residencias de algunos de sus familiares y de sus más prominentes partidarios fueron saqueadas. También el local del Instituto Militar, en la calle Espíritu Santo, fue asaltado por el populacho, que destrozó el mobiliario y mató al cadete Nicanor Toledo que estaba de guardia. Hubo quienes vieron sus muebles hechos pedazos por haberse mudado como inquilinos a casas de personas que habían recibido el nombre de "consolidadas"; el hogar de las hijas del general Eléspuru llegó a ser destrozado porque la multitud lo confundió con la morada de un vecino a quien se hacía esa misma inculpación. El pueblo y los soldados insurrectos llamados "sagrados" amenazaron con violar la legación británica pidiendo la cabeza de Echenique; y el ministro tuvo que tender en la puerta el pabellón de su nación para que no pasaran sobre él. La campaña llegó a tener una duración de once meses. Castilla logró triunfar con un ejército improvisado que se jactó de no haber tomado reclutas por la fuerza y de haber caminado centenares de leguas, en una marcha siempre adelante sin retroceder desde Arequipa hasta Lima; pero alrededor de un millar de sus soldados murieron en La Palma, donde el número de sus bajas fue el doble que el de sus adversarios, según se dijo. Si Elías había sido el hombre de 1853, Castilla fue el hombre de 1854. La insurrección, surgida, en gran par te, como protesta contra los derroches de la consolidación, había costado, más o menos, 8 o 10 millones de pesos al gobierno de Echenique, y 5 millones al gobierno faccioso; 13 o 15 millones que se

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EnERO 1855

[ perú ] vvvvvvvvv

En LAS AfuERAS DE LIMA SE LLEvA A CABO LA BATALLA DE LA PALMA, En LA quE LAS TROPAS DEL MARISCAL RAMón CASTILLA vEnCEn A LAS DEL PRESIDEnTE JOSÉ RufInO ECHEnIquE. ESTE fuE EL PunTO CuLMInAnTE DE unA REvuELTA COnTRA EL AuTORITARIO Y CAóTICO GOBIERnO DE ECHEnIquE. nOMBRADO PRESIDEnTE PROvISORIO, CASTILLA EnTRó vICTORIOSO En LIMA, MIEnTRAS quE EL DEPuESTO PRESIDEnTE SE EMBARCABA En EL CALLAO RuMBO AL ExILIO.

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vv vv

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sumaron a los estragos que en la economía del país causaron 20 mil hombres en armas y 4 mil muer tos más o menos.

[ 1854 noVIembre 6 ] [ VV ]

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LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD. Elvvvvv 3 de noviembre de 1854, Castilla proclamó la abolición de la esclavitud en la ciudad de Huancayo. Este acontecimiento fue comentado en la sección "Comunicados" del diario El Comercio el 6 de diciembre. En la nota titulada "Libertad de esclavos", firmada por Los Libres, se decía lo siguiente: "Espíritus apocados, almas mezquinas en quienes el interés natural ahoga fácilmente los jenerosos (sic) sentimientos y los nobles deseos, no comprenden sin duda cuanto significa en la historia de los pueblos la abolición de la esclavitud. (…) por esta reforma y este bien mal se concilian con los intereses del partido que representa la bandera del jeneral (sic) Castilla, y con la exaltación de sus pasiones, se acusa al gobierno, y se pretende enrostrarle lo que acaso esclarece mas su renombre humanitario y jeneroso (sic)."

LA GUERRA CIVIL DE 1854 EN UNA COMEDIA DE SEGURA.- Manuel Ascensio Segura prefirió en sus numerosas comedías (después de La Pepa) la pintura de pacíficas costumbres a la peligrosa injerencia en los lances de la política. Rompió esta norma para evocar la última etapa de la guerra emancipadora en La espía. En cuanto a las guerras civiles, solo se dejó atraer por la profunda conmoción pública que originaron la de 1834, como ya se ha visto, y luego la de 1854. (En Un juguete, cuya acción transcurre en Lima del 24 al 26 de abril de 1857, la política, por boca de don Ciriaco, estratega de salón, es tangencial a la trama). El resignado, comedia estrenada en mayo de 1855, fue la obra donde aparecieron parte de las exaltaciones y virulencias que la situación del país producía entonces. A la escena se presenta la familia de don Atanasio desgarrada por la pasión partidista. Don José, enamorado de Juanita, es perseguido por la policía como conspirador y se une al ejército revolucionario que ya ha llegado a Miraflores. Se perciben los ecos del ambiente tenso y plagado de rumores y zozobras en que vivió Lima antes de la batalla de La Palma. Escúchanse los ruidos del tiroteo en este encuentro y uno de los protagonistas narra lo que ocurrió dentro de la capital en seguida: Echenique se ha asilado a donde el ministro inglés; muchos jefes y oficiales se han asilado también y por distintos caminos se ven dispersos correr. El pueblo con la noticia marcha a la plaza en tropel: desarma la guarnición que cede sin hincapié; da libertad a los presos que Echenique hizo prender; destroza las oficinas sin que les quede un papel; y armado con los fusiles que ha podido recoger va recorriendo las calles vitoreando a este y aquel y buscando echeniquistas sabe el cielo para qué.

La obra llega a sus momentos culminantes cuando irrumpen unos hombres del pueblo a saquear la casa de don Atanasio gritando "¡Abajo los mazorqueros!", "¡Mueran los ladrones!", "¡Mueran los consolidados!", "¡Viva la libertad!". Don José reaparece, espada en mano, para impedir el pillaje y es leída una carta de los hijos de don Atanasio que servían en el ejército de Echenique y que han sido salvados por él. El mensaje de El resignado es de fervoroso castillismo, de abierta simpatía a la causa del ejército libertador; pero contiene, al mismo tiempo, una invocación a la concordia nacional.

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[ CAPÍTULO 21 ]

EL COLEGIO GUADALUPE Y LA INSURRECCIÓN DE 1854.- Al estallar la guerra civil de 1854, José Gálvez, con su hermano Pedro, decidió unirse a la rebelión. Antes de abandonar las aulas, reunió José Gálvez al cuerpo de profesores del Colegio Guadalupe y les hizo prometer solemnemente que sostendrían la obra educacional empezada. Fue elegido como director Juan Portal, alumno fundador del Colegio y luego profesor de varias asignaturas. El Gobierno privó al plantel de toda ayuda pecuniaria al quitarle sus veinte becas para transferirlas a San Carlos (20 y 22 de abril de 1854). Luego ordenó la desocupación del local que pertenecía al Estado. Tuvo lugar entonces la mudanza de profesores, alumnos y mobiliario a una casa en la plazuela de San Marcelo donde funcionaba otro colegio particular dirigido por don Manuel J. Zapata, que fue traspasado. Así pudieron continuar sin interrupción las labores escolares guadalupanas. Al avanzar las fuerzas insurrectas hasta el departamento de Junín, el Colegio Guadalupe recibió nuevas persecuciones y el director y varios profesores, entre los que estaban Carlos Lissón, José Silva Santisteban y Guillermo Pineda, viéronse obligados a huir. Quedaron al frente del plantel tan solo algunos jóvenes. Eligieron ellos como director a Manuel Marcos Salazar. Reunió Salazar a los pocos profesores que quedaban y les hizo prometer que llevarían a su término el año escolar, no obstante los sacrificios que para ello iban a ser necesarios. El 28 de enero de 1855, antes de cumplirse un mes de la batalla de La Palma, tuvo lugar en el Colegio Guadalupe, jubilosamente, la actuación que dio término al año más difícil y azaroso de su existencia. Manuel Marcos Salazar, a nombre del cuerpo de profesores, hizo a José Gálvez entrega del plantel.

[X] EL JUICIO CONTRA ECHENIQUE.- Echenique declaró más tarde que había albergado el propósito de vencer la rebelión y llevar a los tribunales a sus detractores para luego dimitir. Expatriado, dirigió desde Nueva York, con fecha 28 de febrero de 1855, una protesta al presidente de la Corte Suprema, en la cual ofreció someterse a un juicio de residencia. El Gobierno anunció que el ex presidente Echenique podía volver al Perú para ser sometido a juicio, y le ofreció solemnemente toda especie de garantías y los más libres medios para su defensa (10 de abril de 1855). Publicó entonces Echenique una exposición donde dijo: "Yo me someteré al juicio de la nación cuando esta goce de libertad, cuando la Suprema Corte, cuando el Congreso, cuando los tres Poderes se hallen en aquel estado de independencia que es necesario para que no impere la tiranía"... "No envejeceremos mucho sin que nos veamos ambos ante un mismo tribunal peruano". La Convención Nacional lo sometió a juicio junto con sus ministros (23 de noviembre de 1855). Nada se avanzó sin embargo. Sobre las andanzas políticas de Echenique durante la segunda administración de Castilla se tratará en capítulos posteriores. "Debo a mis hijos (exclamó alguna vez el Presidente depuesto) un nombre que ellos transmitan a los suyos libres de toda calumnia". Con energía indoblegable buscó la oportunidad de probar su inocencia frente a las acusaciones de sus enemigos. Llegaron a tres los manifiestos que escribió con el afán de defender su honor después de su derrota en enero de 1855. Fueron: un manifiesto con 148 páginas fechado en Nueva York en ese mismo año y que fue reproducido en Lima; otro en 1858 suscrito en Valparaíso y también publicado en Lima con 128 páginas; y la exposición de noviembre de 1861 impresa entonces en Valparaíso y en Lima con 40 páginas. A estos tres manifiestos, que alcanzaron seis ediciones y más de 300 páginas, hay que agregar sus Memorias que permanecieron inéditas hasta 1952.

AL vvvvvvvvv ESTALLAR LA GuERRA CIvIL DE 1854, JOSÉ GáLvEz, COn Su HERMAnO PEDRO, DECIDIó unIRSE A LA REBELIón. AnTES DE ABAnDOnAR LAS AuLAS, REunIó JOSÉ GáLvEz AL CuERPO DE PROfESORES DEL COLEGIO GuADALuPE Y LES HIzO PROMETER SOLEMnEMEnTE quE SOSTEnDRíAn LA OBRA EDuCACIOnAL EMPEzADA.

EL AUTORRETRATO DE ECHENIQUE.- En sus Memorias, indudablemente escritas por él, pues el manuscrito es de su puño y letra a pesar del gran número de páginas que contiene,

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vv vv [ 1854 dIcIembre 7 ] [ VV ]

LA GUERRA CIVIL. En 1854 vvvvv el Perú se encontraba en medio de la guerra civil entre el presidente José Rufino Echenique y el denominado presidente provisorio, Ramón Castilla. El 7 de diciembre, a un mes de su derrota en la batalla de La Palma, Echenique envió un mensaje a la nación, mediante un comunicado aparecido en el diario El Comercio. Allí, informó del panorama del campo de batalla y, además agregó: "Yo no combato por sostener este puesto rodeado solo de amargas penas y desengaños. Combato porque tengo el deber de conservar el orden y las instituciones del país, a las que están ligados su estabilidad y su progreso. Llenando este deber que miro como la más importante de mis obligaciones, tengo la confianza de que al fin me será dado saborear el intenso placer de anunciarles que se han enjugado las lágrimas que ha hecho derramar la rebelión".

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[ CAPÍTULO 21 ]

Echenique se revela como un hombre inteligente, sistemático y a quien los años habían dado serenidad. Varias veces alude a su fatal destino que lo llevó a la política, aun contra su propia conveniencia, cuando en la vida privada, como agricultor, pudo obtener riqueza y paz. Se pinta a sí mismo como hombre impresionable y de carácter susceptible; con tendencias a ser severo y exaltado aunque capaz de dominarlas; condescendiente con los amigos y deseoso de ayudarlos; poco preocupado por acumular dinero; carente de malicia para intuir o sospechar los peores lados de la condición humana; noble en sus espontáneas reacciones; satisfecho, por lo general, con su propia persona; luchador tenaz en el infortunio. El párrafo más significativo que acerca de su propio carácter contienen sus Memorias es acaso el siguiente: "Sea por pequeñez o insuficiencia, nunca me dominó la idea de gobierno ni de hacerme de ese modo superior a mis compatriotas y si alguna vez contribuí a ello y me presté, fue solo arrastrado por las circunstancias. Mi verdadera ambición ha consistido solo en ser útil a la Patria en cualquier esfera y en merecer un buen concepto y las consideraciones de mis semejantes, así como la de servir a cuantos pudiera y muy especialmente a mis amigos, lo cual ha sido mi débil y me ha costado sacrificios no pequeños y amargos desengaños. Ser querido, que se tuviera buen concepto de mí y poder ser útil, he aquí lo que ha constituido mi verdadera ambición. Por eso jamás me envanecí en la prosperidad y fui atento aun con el más infeliz; así como tampoco me degradé en la desgracia, siendo en ella más bien altanero y hasta soberbio. Apreciador del mérito y de los talentos, respeté estas cualidades aun en los que me eran contrarios y procuraba atraerlos. Jamás he sido vengativo y he olvidado con facilidad aun las mayores ofensas cuando el que me las ha hecho se ha arrepentido de ellas o procurado satisfacerme; buena prueba de esto es el haber perdonado, llegado el caso, como todos saben, a ese mismo Castilla y a ese Elías que tanto me habían dañado en mi reputación e intereses y que fueron causantes de mis desgracias, como a otros que también fueron injustos conmigo". En cuanto a los gastos que efectuó durante su administración, afirma: "Respecto de los que se hacían en Palacio, nadie podrá citar el menor abuso. Jamás se extrajo un peso del Tesoro para festines o convites de aniversarios que entonces eran frecuentes ni para los que se hacían al cuerpo diplomático; y hasta el gasto de alfombrados y muebles que se pusieron en Palacio cuando tomé el mando, todo se hizo de mi peculio". Las páginas de las Memorias que recuerdan sus horas de máxima amargura, si bien dejan ver que al escribirlas han sangrado otra vez viejas heridas, tienen un tono de dignidad y altura que no es frecuente encontrar en la literatura política peruana. En ese sentido se muestra él superior a Mendiburu, quien en sus Memorias, todavía inéditas, por otra parte, se revela mucho más minucioso. Aun ante el saqueo y la destrucción de sus propiedades y la amenaza sobre su vida y ante los calificativos infamantes lanzados contra su honor, atina a distinguir entre el país circundante, con frecuencia cruel, ingrato y mezquino, y el sentimiento de la patria invisible, ennoblecido por tradiciones y esperanzas, ideales y heroísmos.

[ XI ] . EL ATENTADO CONTRA EL PODER JUDICIAL DE AREQUIPA.- Un decreto que expidió Castilla en su cuartel general de Chuquibamba el 23 de marzo de 1854, refrendado por Aníbal Víctor de la Torre, expuso que los miembros del Poder Judicial de Arequipa no habían cumplido el bando publicado el 10 de enero anterior para que continuasen desempeñando sus funciones; por el contrario, se ocultaron unos, con muy pocas excepciones, y otros se retiraron a Lima "para hacer alarde de su fidelidad al gobierno del general Echenique". Habían abandonado así la causa de los pueblos y se habían hecho "acreedores a la pérdida de sus destinos, siendo esta medida fuertemente reclamada por la opinión pública". En consecuencia, el mismo decreto reorganizó el Poder Judicial de dicho distrito. Vocales propietarios fueron Andrés Martínez, Mariano Gandarillas, Juan Manuel Polar,

Tadeo Chávez, José María Alvizuri e Ignacio Angulo, y fiscal, Pedro José Bustamante. También quedaron nombrados el conjuez interino, los jueces de primera instancia y el agente fiscal. Según Tomás Dávila, uno de los perjudicados que escribió un folleto sobre el episodio, todo se debió a la ambición de algunos, entre los que estaban el padre del prefecto, su secretario y el secretario general del movimiento subversivo, para ingresar en la Corte Superior. Ellos alquilaron al pasquinista N. Cano y publicaron el periódico El Padre Carrasco. Los vocales despojados fueron Tadeo Ordóñez, Teodoro La Rosa, José María Coronel Zegarra, Francisco Corzo, Tomás Dávila e Hipólito Sánchez. El decreto gubernamental de Castilla fechado en Lima el 31 de marzo de 1855 solo consideró en la Corte Superior de Arequipa como vocales a Juan Manuel Polar, Manuel E. Rey de Castro, Ignacio Angulo y Manuel Masías Corzo, y al fiscal Pedro José Bustamante. O sea, infirió a varios un nuevo despojo. Solo en 1861 se dio la ley de reincorporación de los vocales que habían sido destituidos.

LAS PáGInAS DE LAS MEMORIAS [DE ECHEnIquE] quE RECuERDAn SuS HORAS DE MáxIMA AMARGuRA, SI BIEn DEJAn vER quE AL ESCRIBIRLAS HAn SAnGRADO OTRA vEz vIEJAS HERIDAS, TIEnEn un TOnO DE DIGnIDAD Y ALTuRA quE nO ES fRECuEnTE EnCOnTRAR En LA LITERATuRA POLíTICA PERuAnA.

[ CAPÍTULO 21 ] PERÍODO 2

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] I El "Go­bier­no de la mo­ra­li­dad". La con­vo­ca­to­ria a elec­cio­ nes y la pri­va­ción de de­re­chos cí­vi­cos a los fun­cio­na­rios del ré­gi­men an­te­rior ● Las me­di­das de san­ción ● La san­ción a los je­fes y ofi­cia­les que sir­vie­ron a Eche­ni­que ● La nue­va or­ga­ni­za­ción de los tri­bu­na­les y juz­ga­dos de la Re­pú­bli­ ca y el nue­ vo nom­ bra­ mien­ to de ● ma­gis­tra­dos La de­cla­ra­ción de que el presupuesto de 1854-1855 fue fal­si­fi­ ca­do ● El de­cre­to so­bre de­li­tos de im­pren­ta ● Otras me­di­das del Go­bier­

capítulo 22



no ●  Fran­cis­co Bil­bao y sus dis­cí­pu­los ●  La re­no­va­ción pe­r io­dís­ti­ca de 1855 ● II Las elec­cio­nes de 1855 ● Ins­ta­la­ción de la Con­ven­ción Na­cio­nal. La elec­ ción de Cas­ti­lla co­mo presidente pro­ vi­so­rio y el Es­ta­tu­to ● La cues­tión Cas­ ti­llo ● La Con­ven­ción y los pre­fec­tos de Are­qui­pa y Cuz­co ● El de­ba­te so­bre la con­tri­bu­ción per­so­nal ● El cis­ma de la Con­ven­ción ●  Cas­ti­llo con­tra Cas­ti­lla ●  Los de­ba­tes so­bre la am­nis­tía ●  Los de­ba­tes so­bre to­le­ran­cias de cul­tos, vin­cu­la­cio­nes, fue­ros y diez­mos ● La

Com­pa­ñía de Je­sús ● III La Cons­ti­tu­ ción de 1856 ● La li­mi­ta­ción de la au­to­ ri­dad del presidente de la Re­pú­bli­ca en la Cons­ti­tu­ción ●  Objeciones del Gobierno a la Constitución ● Ju­ra­men­ to de la Cons­ti­tu­ción de 1856 por Cas­ ti­lla ●  Le­yes com­ple­men­ta­rias de la Cons­ti­tu­ción. El Mi­nis­te­r io Fis­cal ● Otras le­yes ex­pe­di­das por la Con­ven­ ción del 56 ● La ley de elec­cio­nes y los pla­nes pa­ra efec­tuar las elec­cio­nes del presidente de la Re­pú­bli­ca ●  Jo­sé Gál­ vez ● Las die­tas de los re­pre­sen­tan­tes.

EL CONSTITUCIONALISMO LIBERAL DE 1855-1856 La transformación de Guadalupe. El tribuno José Gálvez

CAPÍTULO

22 [ ]

E

[I] L "GOBIERNO DE LA MORALIDAD". LA CONVOCATORIA A ELECCIONES Y LA PRIVACIÓN DE DERECHOS CÍVICOS A LOS FUNCIONARIOS DEL RÉGIMEN ANTERIOR.- En Lima, después de la batalla de La Palma, se instaló el gobierno provisorio, el "Gobierno de la moralidad" con Castilla como presidente. Integraron el gabinete Pedro Gálvez en la cartera de Justicia, Culto, Beneficencia y Hacienda, y Manuel Toribio Ureta en la de Gobierno, Relaciones Exteriores e Instrucción; a ellos se agregaron luego Domingo Elías como ministro de Hacienda y el mariscal Miguel San Román como ministro de Guerra. A San Román reemplazó Juan Manuel del Mar. Este Gobierno se apresuró, con fecha 5 de febrero de 1855, a convocar a elecciones para la Convención Nacional, pero no para presidente de la República. La Convención debía instalarse el 15 de junio del mismo año. Ureta formuló un reglamento en que estableció, por primera vez en el Perú, el sufragio directo, o sea la designación de los candidatos por el pueblo, no ya el nombramiento del colegio electoral para que este escogiera a los candidatos. El sufragio fue también universal por los ciudadanos en ejercicio y fueron considerados como tales todos los varones mayores de 21 años nacidos en el Perú o domiciliados en él según las leyes civiles. No se exigieron requisitos de renta, profesión, saber leer y escribir, u otros. Los únicos excluidos del derecho de sufragio vinieron a ser los suspensos en el ejercicio de la ciudadanía. Estaban en esa condición los religiosos profesos hasta que no obtuvieran su secularización y las siguientes personas: los diputados, senadores o consejeros de Estado que desde el 20 de marzo de 1851 hasta el 5 de enero de 1855 "no sirvieron de manera alguna a los pueblos en la causa de su moralidad y de sus derechos"; los que por haber sostenido la administración de Echenique debían salir de la República u obtener sus pasaportes; y los que, sirviendo de cualquier modo en el ejército o como agentes de policía, defendieron tenazmente esa administración. Los jueces de paz y los gobernadores (susceptibles de caer bajo la influencia del poder del Gobierno central) entraron en la formación de las mesas electorales.

LAS MEDIDAS DE LA SANCIÓN.- Aparte de estas medidas de carácter electoral, el régimen provisorio adoptó una política de sanción y persecución contra los vencidos. Estuvo ella evidenciada en el cese de los agentes diplomáticos y consulares nombrados por Echenique; la circular de Manuel Toribio Ureta al cuerpo diplomático residente en Lima para que salieran de su asilo en las legaciones y buques extranjeros y fuesen expulsados del país con destino al istmo de Panamá los ciudadanos que se habían refugiado en ellos, sin perjuicio de las responsabilidades a que fueran acreedores por cargos y funciones; la exigencia para que quienes desempeñaron los cargos de ministros de Hacienda, jefes de oficinas y contratistas y quienes por cualquier otro título hubieran tenido a su cargo intereses del Estado rindiesen estricta cuenta de ellos quedando, entre tanto, arraigados; la ampliación del decreto anterior que debía comprender no solo a los ministros de Estado, militares, jefes de oficina y demás funcionarios sino también a los jueces y otros magistrados del Poder Judicial que intervinieron en los expedientes de créditos y a los jueces, agentes fiscales y síndicos que no hubieran hecho las reclamaciones oportunas; el embargo de los bienes de empleados y funcionarios que

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 22 ]

abandonasen el país sin rendir cuentas de sus actos; el nombramiento de una comisión para que revisara los expedientes de la consolidación; la "purga" en el ejército y en la armada; el nuevo nombramiento del personal de los tribunales y juzgados de la República.

LA SANCIÓN A LOS JEFES Y OFICIALES QUE SIRVIERON A ECHENIQUE.- El decreto de 11 de enero de1855, firmado por Castilla y Ureta, invocó el antecedente de que en el decreto de 11 de mayo de 1854 habían sido fijados plazos para que los generales, jefes y oficiales del ejército y de la armada que obedecían a Echenique se adhiriesen al movimiento revolucionario, para separar sin grados ni honores tanto a los que le sirvieron activamente como a todos los que "sin estar en actual servicio permanecieron bajo sus órdenes y no contribuyeron de modo alguno al triunfo de la causa popular". Perdieron así sus empleos y categorías un mariscal (La Fuente), todos los generales de división, más de veinte de brigada, ciento dos coroneles, dos contralmirantes y un número aún mayor de jefes y oficiales de menor jerarquía. Se formó con este motivo un nuevo escalafón. Entre los personajes afectados con este decreto estuvieron cinco ex presidentes del Perú (La Fuente, Vivanco, Vidal, Torrico y Echenique) y dos que llegaron a ser presidentes pocos años después (Pezet y Balta).

LA NUEVA ORGANIZACIÓN DE LOS TRIBUNALES Y JUZGADOS DE LA REPúBLICA Y EL NUEVO NOMBRAMIENTO DE MAGISTRADOS.- El decreto de 31 de marzo de 1855, refrendado por Castilla y Pedro Gálvez, fue a una radical reforma judicial como antes solo había ocurrido en 1839. Invocó la urgencia de establecer una relación entre el número de magistrados con las necesidades del servicio público (acrecentadas por otro decreto que había abolido la súplica o tercera instancia) para señalar el número de vocales de la Corte Suprema, así como el de las cortes superiores de Lima, La Libertad, Ayacucho, Cuzco, Arequipa y Puno y de los juzgados de Lima y en provincias. El mismo día fueron nombrados los vocales, fiscales, relatores y secretarios de los tribunales, así como los jueces y agentes fiscales. La Corte Suprema quedó compuesta de los vocales Manuel Pérez de Tudela, Benito Laso, Matías León, Francisco Javier Mariátegui y Juan Mariano Cossío y del fiscal Mariano Gandarillas. En la Corte Superior de Lima figuraron Manuel Herrera y Oricaín, Jerónimo Agüero, Juan Manuel del Mar, Felipe Pardo, Bernardo Muñoz, José M. Sánchez Barra e Idelfonso Zavala; y Jervasio Álvarez como fiscal. Pérez de Tudela y Mariátegui habían tenido actuación descollante en el juicio contra Castilla en 1851. La reforma judicial de 1855 implicó la destitución de los vocales de la Corte Suprema Miguel del Carpio, José Manuel Tirado, José Luis Gómez Sánchez y José Gregorio Paz Soldán, considerados como afectos a Echenique.

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vv vv

[ vv ] En LIMA DESPuÉS DE LA BATALLA DE vvvvvvvv LA PALMA, SE InSTALó EL GOBIERnO PROvISORIO, EL >GOBIERnO DE LA MORALIDAD< COn CASTILLA COMO PRESIDEnTE. InTEGRAROn EL GABInETE PEDRO GáLvEz En LA CARTERA DE JuSTICIA, CuLTO, BEnEfICIEnCIA Y HACIEnDA, Y MAnuEL TORIBIO uRETA En LA DE GOBIERnO, RELACIOnES ExTERIORES E InSTRuCCIón (...).

LA DECLARACIÓN DE QUE EL PRESUPUESTO DE 1854-1855 FUE FALSIFICADO.- El decreto de 13 de enero de 1855 hizo la grave revelación de que el presupuesto para 1854-1855 estaba falsificado y anunció que para el arreglo de los gastos públicos el Gobierno se sujetaría al presupuesto anterior de 1852 y 1853. Uno de los ministros que había refrendado la ley así anulada, José Gregorio Paz Soldán, salió a juicio y se presentó ante la Corte Suprema, aunque estaba oculto y perseguido por la policía en circunstancias dramáticas. Este tribunal, por auto de 12 de junio de 1855, se declaró incompetente por falta de acusación legal. Paz Soldán objetó la tacha oficialmente aducida contra el presupuesto en su folleto Mi defensa. Allí sostuvo que si había existido anormalidad en la tramitación

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 2

241

MARzO vv 1855 vv [ rusIA [ vv ]

2 18

EL zAR ALEJAnDRO vvvvv II (1818-1881) SuCEDE En EL TROnO A Su PADRE, nICOLáS I. DuRAnTE Su REInADO REALIzó GRAnDES REfORMAS En EL SISTEMA RuSO: LA ABOLICIón DE LA SERvIDuMBRE, LA REfORMA DEL PODER JuDICIAL Y DEL SISTEMA EDuCATIvO, Y EL ESTABLECIMIEnTO DEL SERvICIO MILITAR OBLIGATORIO. En 1867 vEnDIó EL TERRITORIO DE ALASkA A LOS ESTADOS unIDOS PARA ALIvIAR LAS fInAnzAS DE Su PAíS, En CRISIS POR LA GuERRA DE CRIMEA.

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parlamentaria de la ley pertinente, ella no envolvía una responsabilidad para quienes formaban parte del Poder Ejecutivo. La ley que la Convención Nacional expidió el 12 de noviembre de 1855 y fue promulgada al día siguiente ratificó la declaración de falsificación antedicha; y ordenó que el Ejecutivo dictara las medidas para el juzgamiento de los que resultaren culpables, procediendo según las leyes comunes en materia criminal. Volvió a ratificar esta declaratoria la ley de 22 de marzo de 1857 sin que se entablara acción alguna.

EL DECRETO SOBRE DELITOS DE IMPRENTA.- El decreto de 25 de marzo de 1855, firmado por Castilla y Pedro Gálvez, anunció la absoluta libertad en la comunicación del pensamiento por medio de la imprenta; entregó a los jueces ordinarios las acciones privadas y públicas que emanaran de los escritos publicados; señaló la obligación de los fiscales para demandar por los delitos de este tipo; y especificó la responsabilidad de los editores y autores. En la parte considerativa dicho decreto censuró el establecimiento de leyes especiales para los juicios de imprenta, pues ellas no satisfacían la justicia ni la igualdad ya que "la naturaleza de los instrumentos no cambia la de los actos que con ellos se verifican ni debe cambiar sustancialmente las operaciones legales a que dan lugar". Con motivo de las publicaciones hechas en Lima sobre religión que se mencionan en seguida, Gálvez mandó una circular a los prefectos para que, con prudencia, trataran de contener los manejos sediciosos efectuados con el pretexto de protestar contra las posibles medidas de la Convención Nacional (16 de junio). OTRAS MEDIDAS DEL GOBIERNO.- El Gobierno dio muestras de una múltiple actividad administrativa. Algunos de sus decretos estuvieron relacionados con la indemnización a los amos de los esclavos. Otros, con el licenciamiento de las tropas. Un reglamento de clases y sueldos diplomáticos llegó a ser expedido. La instrucción pública fue reformada por Manuel Toribio Ureta en el reglamento que será analizado en capítulo 43, t. VI.

FRANCISCO BILBAO Y SUS DISCÍPULOS.- Lo que hicieron los liberales desde el gobierno el año 1855 fue muy poco para la ilusión radical de los grupos más juveniles de la opinión. El periódico El Porvenir, donde escribía un precoz intelectual, Enrique Alvarado, expresó esa inquietud al afirmar: "La revolución no ha principiado. No ha sido para variar un hombre por otro hombre; no nos alucinemos con el triunfo de La Palma; allí ha vencido solo Castilla, pero allí no ha triunfado la revolución que no está en el plomo, sino en las ideas". Esta campaña radical, sostenida no solo en El Porvenir, sino también en La Revolución y El País y en la Sociedad Republicana entonces fundada, fue muy breve. Terminó por falta de ambiente propicio, por la disgregación de sus elementos al comprobar la esterilidad de su actitud y por el frente común que hubo que presentar, poco después, a la reacción conservadora, para lo cual se había avanzado demasiado en muy poco tiempo. Había un hombre más descontento todavía con el gobierno liberal: el agitador chileno Francisco Bilbao. A raíz del triunfo de La Palma, Bilbao escribió y editó su opúsculo El gobierno de la libertad, que no es su única obra escrita en el Perú. Antes, en 1852, había publicado en Lima, como se ha visto anteriormente, Santa Rosa de Lima, estudios sobre su vida y en 1853 La revolución en Chile o los mensajes del proscrito. De 1856 fue su Traducción nueva de los Evangelios de F. Lammenais con notas y comentarios. En el mismo año 1856 apareció el opúsculo, hoy rarísimo,

escrito por Bilbao y editado en París: Lammenais como representante del dualismo de la civilización moderna. Este opúsculo llevó como apéndice un artículo de José Casimiro Ulloa titulado "Lammenais, sus últimos momentos", escrito en París el 4 de marzo de 1854. Bilbao, enemigo del clero y de la religión católica, tomó a Santa Rosa de Lima como símbolo de una riqueza moral que aún brillaba sobre el lugar de su nacimiento, como símbolo de amor, de caridad y sacrificio, de amor sobre todo. Presentó como contraste de un lado las pompas de Lima y del clero y, de otro, la triste condición del indio y del negro, los "monumentos del barro y madera", erigidos en honor de la Santa, en vez de los "monumentos de virtudes". "Pero la vida interior de santidad, la virtud práctica que profesaba, el tesoro de alegrías que poseyó en las conversaciones con su divino esposo, el fuego devorante que la incendiaba por el bien, por el cuidado del pobre, por la conversión de los pecados, la sublime y valiente independencia de su alma en sus raptos de amor, todo esto, ¿dónde está?" se preguntaba Bilbao. "Silencio acusador es la respuesta". El espíritu socarrón de los limeños reaccionó contra la retórica ampulosa de Bilbao en zumbones versos: "Por pecados de mi tierra te cantó, Rosa, un chileno". En El gobierno de la libertad Bilbao exclama: "¿Cuál es el objeto de este trabajo? Dar al pueblo el poder. ¿Cuál es su medio? Crear la iniciativa del todo, formar el alma social con el ejercicio de la soberanía. ¿Cuál es el modo? La parte del gobierno directo del pueblo. ¿Cuál es el fin? La Libertad. Que el pueblo con el PODER de su derecho desarrolle su ser, extinga todo mal, se purifique del pasado, acepte, descubra, elabore y encarne todo bien. La libertad es la potencia, la libertad es la forma del gobierno, la libertad es la ley, la libertad es el resultado". Con este estilo grandilocuente Bilbao desarrolló sus utópicas ideas sobre el Estado sin Congreso, sin sistema representativo, a base de comicios, con un tribunado dependiente y revocable, con la guardia nacional alerta, con un ejército minúsculo cuyos jefes debían ser nombrados por la tropa y cuyas armas nunca podían ser autorizadas a disparar contra el pueblo, con múltiples hospitales, asilos, cajas de ahorros y otras instituciones de asistencia. "Jamás ha habido revolución más infecunda", escribía Bilbao en el prólogo de El gobierno de la libertad. Según él, el gobierno provisional debió haber entregado al país en manos de la Convención, con un programa de radicales reformas discutido por la prensa y en los clubes populares que debió haber formado para inocular al pueblo el genio revolucionario y para que los candidatos obtuviesen su mandato cívico. Pese al descontento de los radicales, anunciábase una era de iniciativas liberales. Actas de las madres e hijas de familia, de las corporaciones eclesiásticas y de otras personas y entidades aparecieron en todo el país, para oponerse de antemano a la tolerancia de cultos y a la política antirreligiosa que podía adoptar la Convención apenas se reuniera. Pero según los radicales, el Gobierno debió ir de hecho a la tolerancia de cultos. Bilbao tuvo severas palabras contra el clero en su opúsculo El gobierno de la libertad, que fue reproducido en algunos periódicos de provincias. Varios escritores católicos polemizaron con él. El agitador chileno contestó a sus impugnadores de provincias desde El Comercio de Lima. Uno de sus artículos era una negación de los dogmas fundamentales del catolicismo: entre ellos, el pecado original, la necesidad del Salvador, las penas eternas, la confesión auricular, la consagración. El fiscal de la Corte Superior denunció este ataque llamándolo brusco, escandaloso y atentatorio a la Constitución, que otorgaba a la religión católica carácter oficial. Apresado Bilbao, quedó recluido en uno de los antiguos calabozos de la Inquisición. Protestó por su encarcelamiento ya que no había ley que lo condenase y estaba en suspenso la Constitución. El juez decretó la libertad bajo fianza. Amigos de Bilbao le aconsejaron que abandonara el país; aceptó hacer el viaje, pero siempre que se cortase la causa. Bilbao se embarcó el 26 de mayo de 1855. Ya no volvió al Perú; se dirigió a Europa, donde estuvo en contacto con los grandes jefes del pensamiento radical francés. En 1856 publicó en París su opúsculo titulado Iniciativa de América. Idea de un Congreso federal de las Repúblicas contra el peligro de Walker.

EL PORVENIR

Este semanario político apareció en Lima en 1855. Tras la batalla de La Palma, en sus páginas se llevó a cabo una campaña en contra del autoritarismo y en defensa de los principios liberales. Su principal redactor fue Enrique Alvarado. También colaboraron, entre otros, Luis Benjamín Cisneros, Mariano Amézaga, Manuel María Rivas y Carlos Augusto Salaverry.

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 2

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LA VOZ DEL PUEBLO

Este periódico fue vocero no oficial del segundo gobierno de Ramón Castilla. A cargo de su edición estuvo el español Sebastián Lorente, redactor del Primer Reglamento General de Instrucción Pública. La actividad periodística de 1855 fue muy agitada, pues en este año apareció gran cantidad de publicaciones opositoras al régimen, entre ellas El Heraldo y El Murciélago, editada esta última por Manuel Atanasio Fuentes.

Luego pasó a la Argentina y allí prosiguió su obra de escaso volumen ideológico, pero llena de audacia, honradez y generosidad. Murió en ese país, sin regresar a su patria. El Gobierno ordenó, en la capital, la suspensión de la publicación de escritos alarmistas que agitaran polémicas religiosas, según informó Pedro Gálvez a los prefectos por circular de 16 de junio de 1855. En medio del silencio que acompañó al proceso de Francisco Bilbao, surgió la palabra de un joven casi imberbe, Enrique Alvarado, que había tenido una niñez de extraordinaria precocidad. He aquí algunas de las frases que dedicó a su maestro, entre las que se interponían, de acuerdo con la moda de la época, puntos acápites: "Noble atleta de la libertad, ¡Salud! Has iniciado el ataque más franco que cabe al catolicismo. ¡La juventud te bendice! ¿Cuáles son tus enemigos? Los esclavos de Roma, los que especulan con la ignorancia de los pueblos, los que viven de la abyección de la razón, los jesuitas, los frailes, los lacayos de estos, los que esconden su frente entre cenizas y sus manos en sangre; todos estos seres que no llevan una idea grande en su mente ni un sentimiento noble en el corazón; toda esa caterva miserable que teme la luz, que odia el progreso, que persigue a los hijos del pueblo, que arroja la venenosa baba de la impotencia a los apóstoles de la verdad, a los sacerdotes de lo nuevo". Con la misma actitud enfática de ver dilemas simples, donde lo nuevo se enfrentaba a lo viejo y la luz a la obscuridad, Enrique Alvarado juzgaba el momento político. "¡Adelante o atrás! (escribía en El Porvenir). O la monarquía o la República. El ¡ay! de los esclavos o el himno de los libres. La luz o las tinieblas. La democracia o la oligarquía. La inquisición con sus calabozos, sus cadenas, su sangre y sus hogueras o la revolución triunfante con la justicia por base, la libertad por sistema, la República por forma, la fraternidad por acción, la igualdad como ley. ¡Adelante o atrás!". Enrique Alvarado falleció en 1856. "¡Adelante, juventud!", escribió en homenaje suyo Luis Benjamín Cisneros. "Ha muerto el joven que habría encontrado un día su tribuna sobre los hombros del pueblo... El día de la Marsellesa en nuestra historia sorprenderá su puesto vacío sobre la barricada de los libres".

LA RENOVACIÓN PERIODÍSTICA DE 1855.- Durante el período que abarca el primer semestre de 1855 y puede ser calificado como la etapa liberal de la segunda administración de Castilla, el ambiente periodístico fue muy interesante. El Gobierno tuvo como vocero a La Voz del

José dE san MAnuEL ATAnASIO martínfuEnTES (1778-1850) (1820-1889) ElESTE libErtador ABOGADOdEY ESCRITOR CHilE TuvO y PErú unA InTEnSA dEdiCó CARRERA gran PERIODíSTICA, PartE dE su PERO vida nunCA a luCHar ABAnDOnó Por la ELautonomía EJERCICIO DEdEl LA ADMInISTRACIón ContinEntE amEriCano. DE JuSTICIA. 244

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 22 ]

H I

nicióosé susFran estu cisdios co de en San el Mu Mar seo tínLana tició no yenlueYago pepa yú,só hoy a las au Argen las tidel na, el Con 25vic deto ferio brero dedeSan 1778. Car A los, los seis donaños, de se su recibió famide lia vol abo viógaa do Espa en ña,1846. dondeEn en1839 1789 in inicur ció sio unanó carreen ra elmi mun litardo de más del pe derio vein dis temo, añosque al serya vicio node aban la codo rona na.ría, En 1811, con alen la edi tado ción pordel ideas dialirio berEltaBus rias, ca depi jóque. su pues toade en lan la pe Más tenín tusu volaay se rigió nos encié aquel tonces tro su de so la breresissudicar goaelBue dia rioAiElres, Mur lagoen , que le cen daría ten ciabre. sudaLo medi rica na. en 1855, 1867-1868 y 1879. Durante nom rigió Su bajocajun to apar lostió pasu triotiem tas lepo per mitre tióelhape cerrio sedis delmo man esatraépo com en y do el de lascifuer dere pen denpues tistasnun y reuca nirdejó de redactar, ediejer cio zas delinDe cho, tar y dirigir medios de comunicación impresos.

Pueblo, dirigido por el gran maestro español Sebastián Lorente. El Católico fue fundado entonces por Bartolomé Herrera para combatir las doctrinas liberales. Frente a El Católico, sus adversarios publicaron El Católico Cristiano. Además continuó apareciendo un diario de gran formato, El Heraldo, iniciado en 1854. Allí escribieron con brillo y valentía implacables Toribio Pacheco, el entonces muy joven Luciano Benjamín Cisneros y Juan Vicente Camacho. Las noticias y comentarios políticos no fueron lo único atrayente en El Heraldo, sino también la "Crónica de la capital" de tipo informativo y las noticias económicas. En lucha abierta contra el Gobierno, El Heraldo llegó a salir con columnas en blanco como señal de protesta. Terminó por ser clausurado. Si este gran diario político fue como un ejército de línea, El Murciélago, de Manuel Atanasio Fuentes, luchó en sus textos y en sus caricaturas. Francotirador para socavar al régimen liberal. A consecuencia de haber sido perseguido Fuentes por actividades que él más tarde confesó eran subversivas, volvió El Murciélago a aletear más tarde en Arequipa y luego en Valparaíso, nuevo caso del periodismo peruano en la emigración. Algunas de las ocurrencias de El Murciélago han llegado a nuestra época: "¡Qué libertad tan negra!", decía, aludiendo a la del Gobierno que decretó la manumisión de los esclavos a la vez que toleró los excesos de los libertos y persiguió a algunos escritores.

[ 1855 julIo 14 ] INSTALACIÓN DE LA CONVENCIÓN NACIONAL. El 14 de julio de 1855, seis meses después de la derrota de Echenique, se instaló la Convención Nacional. Ese día apareció en El Comercio el discurso pronunciado por Ramón Castilla en dicho acontecimiento. Allí, el Presidente Provisorio hizo una recapitulación de los hechos acontecidos durante la revolución y dijo sobre la Convención: "La Providencia ha querido terminar su obra, y coronar, con el grande hecho de la Convención Nacional, la serie admirable de acontecimientos, conque ha salvado al Pueblo Peruano".

[ II ] LAS ELECCIONES DE 1855.- Las elecciones que se realizaron por primera vez en el Perú, mediante el voto popular directo sin exigir, como ya se ha visto, los requisitos de saber leer y escribir y eliminando únicamente a los vencidos con el régimen echeniquista, dieron vida a la Convención Nacional. Manuel Atanasio Fuentes pintó en sus Aletazos de El Murciélago los desórdenes, cohechos y otras irregularidades que proliferaron en este acto cívico. Si es que exageró, debe haber existido un fondo de verdad en su sardónico cuadro. “¿Qué fue, señores, la elección del 55?”, preguntaba en el Congreso de 1860 el diputado Evaristo Gómez Sánchez. “Quién no vio los tabladillos electorales convertidos en mercados? ¿Quién no sabe que al tabladillo de la capital de la República mandaban los candidatos a sus agentes o corredores, quienes, colocados lado a lado de las mesas, compraban el sufragio de los libertos y de los hombres

Dentro de su obra se encuentran: Biografía de Ramón Castilla (1856), Estadística general de Lima (1858 y 1866), Aletazos del Murciélago (1866), Lima: apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres (1867), Flores místicas de El Murciélago (1868 y 1845) y Hojas de coca (1877). También publicó una serie de escritos sobre Derecho Constitucional y Jurisprudencia. En 1872 organizó la imprenta del Estado y la Exposición Nacional. Al año siguiente estuvo entre los

fundadores de la facultad de Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad Mayor de San Marcos. Allí, creó la cátedra de Medicina Legal (1875) y estuvo a cargo de la Dirección de Estadística (1877). Entre 1879 y 1881, Fuentes fue decano del Colegio de Abogados. Tras la ocupación de Lima por las tropas chilenas, sin embargo, debió buscar asilo en Guayaquil. Al retornar, fue designado fiscal de la Corte Suprema, cargo que ejerció entre 1886 y 1888.

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 2

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marzo vv 1855 vv [ \gran [ vv ] bretaña

31 18

vvvvv Fallece la escritora británica charlotte brontë (1816-1855). con sus hermanas emily (1818-1848) y anne (1820-1849) publicÓ en 1846 el libro poemas de currer, ellis y acton bell. luego, cada una publicÓ por separado: charlotte, the proFessor, shirley, Villette y Jane eyre; emily, cumbres borrascosas, una de las obras más importantes de la literatura en lengua inglesa; y anne, agnes grey y the tennant oF WildFell hall.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 22 ]

pérfidos y más abyectos que llegaban a las urnas, estipulaban el precio de su voto y después de haberlo recibido y sufragado iban a otra parroquia a practicar lo mismo?”.

Ins­ta­la­cIón­de­la­con­ven­cIón­na­cIo­nal.­la­elec­cIón­de­cas­tI­lla­co­mo­ pre­sI­den­te­pro­vI­so­rIo­y­el­es­ta­tu­to.- La nueva Asamblea Constituyente se instaló el 14 de julio de 1855. Su existencia llegó a ser tan dilatada que superó a la de todos los cuerpos legislativos que la habían precedido en el ejercicio de sus trascendentes funciones, ya que se extendió por un período de más de dos años hasta el 2 de noviembre de 1857. Empezó por otorgar a Castilla el nombramiento de presidente provisorio, ratificando y legalizando así su autoridad. Dictó también un estatuto con el mismo carácter circunscrito en cuanto a su duración, que fue promulgado el 27 de julio de 1855. En él quedaron fijadas las atribuciones del Jefe del Estado y señaladas las garantías individuales y nacionales. Si anteriormente no habían faltado los radicales o extremistas que censuraran a los ministros del "gobierno de la moralidad" ante el hecho de que nada hicieran por la libertad religiosa no obstante su membrete liberal, también se llegó a sostener que aparte de su oposición ante la influencia del clero, esa doctrina se caracterizaba por su afirmación antimilitarista y anticaudillista, a pesar de la cual los flamantes diputados iniciaron sus labores con el acto de conferir el poder a un caudillo militar. Con la instalación de la Convención Nacional empezó una nueva etapa en el Gobierno. Poco después, en agosto de 1855, dejaron el ministerio Elías, Ureta y Pedro Gálvez, enemistados entre sí. Elías necesitó atender una enfermedad que acabó por alejarlo de la vida pública y que según se dijo fue causada por envenenamiento y fue nombrado ministro en Francia. Ureta pasó a ser fiscal de la nación y más tarde, diputado de la Convención. Pedro Gálvez ingresó también a esta asamblea y fue nombrado después ministro en Centroamérica y Venezuela. A pesar de que Castilla llamó al ministerio por breve tiempo a un diputado liberal, a Francisco Quiroz, su tendencia fue rodearse de hombres moderados y el mismo Quiroz renunció espontáneamente el portafolio, quizá al darse cuenta del nuevo clima de Palacio. No tardaron en suscitarse las primeras graves desavenencias entre Castilla y los liberales.

la­cues­tIón­cas­tI­llo.- Al estallar la rebelión en el departamento de Junín el 7 de febrero de 1854, se puso a la cabeza de ella el general Fermín del Castillo. Ya se ha hecho referencia en el capítulo anterior a los rozamientos que tuvo entonces con Castilla y a los problemas relacionados con los fondos puestos a su disposición. Al incorporarse al ejército libertador, Castillo llegó a ser nombrado jefe de Estado Mayor y comandante de la división de vanguardia. Notorias fueron sus actitudes de desacato al general en jefe en presencia de una parte de las tropas y casi al frente del enemigo, pues hasta intentó batirse o prepararse para ello, sin orden superior. Más tarde, de Huancayo, se retiró a Tarma, por un tiempo, junto con el general Baltazar Caravedo, disgustado con Castilla, aunque volvió al ejército en vísperas de la batalla de La Palma, sin concurrir a ella. Por algún tiempo estuvo arrestado y destituido. A estas desavenencias se agregaron acusaciones de orden económico. Pero el cabecilla de la sublevación de Junín había tenido como secretario a José Gálvez y el testimonio de este le era, sin duda, favorable. Además había sido uno de los jefes prominentes de la insurrección sin que se le concediera el premio del ascenso que recibieron militares de menos importancia. La Convención Nacional, presidida por Francisco Quiroz, adoptó el acuerdo de ascenderlo de general de brigada a general de división sin previa propuesta del Ejecutivo (13 de agosto de 1855). El ministro Juan Manuel del Mar devolvió esta ley, en uso de una de las atribuciones del Estatuto provisional (22 de agosto de 1855). La Convención insistió (5 de diciembre).

[[11]

[2]

Sede de verano. Hasta el balneario deChorrillos se trasladaba la sede del Ejecutivo durante la temporada estival. Entre 1860 y 1870, gracias a la prosperidad del guano, la aristocracia y la cúpula política construyeron allí lujosas residencias, a las que llamaban "ranchos". Una de las actividades favoritas de los veraneantes era pasear por el elegante malecón del lugar, aquí en un grabado de 1866 (1), adornado con maceteros con plantas de la estación, faroles alumbrados a gas, bancas de fierro forjado y pérgolas. Los hombres iban vestidos con levitas de verano, bastones de bambú o ébano, y las mujeres vestían trajes importados de París y delicadas sombrillas. En la foto inferior (2), otra vista del balneario, antes de la guerra del Pacífico. [ capítulo 22 ] período 2

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LA COnvEnCIón xxxxxxxxx ACORDó En Su SESIón DE 27 DE OCTuBRE DE 1855 EL EnJuICIAMIEnTO DEL GEnERAL fERnAnDO ALvIzuRI Y EL 5 DE DICIEMBRE APROBó unA PROPOSICIón PARA quE SE LE DESTITuYERA DE LA PREfECTuRA DE AREquIPA SIn PERJuICIO DE LA CAuSA A quE HABíA SIDO SOMETIDO.

El general Luis La Puerta, ministro de Guerra, suscribió una nota en la que, después de hacer graves inculpaciones a Castillo, afirmaba que la Convención Nacional había roto el estatuto vigente; que con un precedente así cualquiera autoridad estaba capacitada para violentarlo; y que el Libertador antes dejaría el poder que firmar el ascenso de ese militar (16 de diciembre de 1855). Cuando fue leído este documento en la sesión que tuvo el 17 de diciembre de 1855 en la Convención Nacional, Ignacio Escudero, diputado por Piura, una de las figuras más altas y verdaderas del liberalismo peruano, expresó que no se debía continuar esa lectura porque no se trataba de un oficio sino de un libelo. Surgió una viva discusión y frente a la defensa del espíritu de armonía entre los dos poderes que algunos hacían, José Simeón Tejeda declaró que el problema que suscitaba el Ejecutivo a la Convención no era un asunto de forma sino que obedecía a un plan de usurpación de autoridad, pues buscaba Castilla su predominio en contradicción con las promesas expuestas en el discurso que leyó en la ceremonia de instalación de la asamblea. El asunto pasó a una comisión y el dictamen que ella emitió fue discutido en las sesiones de 18,19 y 20 de diciembre. Llegó a ser aprobada entonces una ley con tres artículos: 1) Que se cumpla como ley del Estado la que se refiere al ascenso del general D. Fermín del Castillo; 2) Que por el delito de peculado que se le imputa, sea sometido a juicio ante la autoridad competente; 3) Que se devuelva al Ministerio de Guerra su comunicación del 16 del corriente, anotadas las frases que han llamado la atención de la asamblea, para que el Ejecutivo, dentro del término de cuarenta y ocho horas, las retire o las explique, en respeto a la autoridad y a la dignidad de la Convención (20 de diciembre). Las frases textadas eran muchas. Algunas tenían carácter incidental, como las siguientes: "Estar de por medio el futuro de la República", "Si no estuviera comprometida la dignidad nacional","Como merecieron serlo",. "Pero parece que se ha querido abusar de su excesiva moderación", "Ni a la Convención facultada para acordarle este ascenso con infracción del estatuto". Otras correspondían a verdaderos párrafos. Uno decía: "Queda establecido de un modo expreso que el estatuto puede ser infringido por cualesquiera autoridad apoyada en el ejemplo que da la Convención que después de haber usurpado la primera parte de la atribución 11 del Art. 1° de los del Presidente Provisorio". Había otro mucho más enérgico: "No serán cumplidos (el decreto de 13 de agosto y resolución del 5 del corriente) por S. E. el Presidente Provisorio poniéndoles el exequatur, por no estar obligado a autorizar con su firma un acto injusto y anticonstitucional; y primero dejará el puesto en que lo colocaron los pueblos en marzo del año 1854 que concurrir con la Convención a anarquizar la República por medio de un acto de debilidad expresamente dirigido a romper el estatuto". El 24 de diciembre tomó conocimiento la Convención de un oficio del ministro Luis La Puerta fechado el día anterior, en el cual afirmaba que, de acuerdo con el artículo pertinente del estatuto provisional, el Ejecutivo tenía diez días para resolver la cuestión suscitada. La asamblea no accedió a este aplazamiento. Poco después se leyó otra nota del mismo 24 de diciembre en la cual el ministro acataba la autoridad legislativa y afirmaba que, si bien no estaba de acuerdo en principio con la resolución sobre Castillo, el Gobierno reconocía que el ascenso de este general era un hecho consumado, ya había mandado abrir el juicio previsto por la ley y no había tratado de disminuir la autoridad y la dignidad del Poder Constituyente. Agregaba que prorrogar la discusión no tenía objeto práctico y solo conduciría al escándalo de un desacuerdo entre el Ejecutivo y el Legislativo.

LA CONVENCIÓN Y LOS PREFECTOS DE AREQUIPA Y CUZCO.- La Convención acordó en su sesión de 27 de octubre de 1855 el enjuiciamiento del general Fernando Alvizuri y el 5 de diciembre aprobó una proposición para que se le destituyera de la Prefectura de Arequipa sin perjuicio de la causa a que había sido sometido. El Ejecutivo hizo observaciones a esta resolución.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 22]

Los diputados Pío Benigno Mesa, por el cercado del Cuzco, Mariano Herencia Zevallos, por Aymaraes, y Calixto Aráoz, por Abancay, lograron a través de la Asamblea Legislativa la remoción del prefecto de aquel depar tamento, acusado de despotismo y de haber cometido diversos atentados.

EL DEBATE SOBRE LA CONTRIBUCIÓN PERSONAL.- Se sucedieron otros choques pequeños entre ambos poderes; pero el más importante fue el que se relacionó con la contribución personal. Una de las banderas revolucionarias había sido la abolición del tributo. Y sin embargo, Castilla y Elías, poco antes de instalarse la Convención, expidieron un decreto para establecer la contribución personal ascendente a 12 reales en la sierra y 24 reales en la costa (26 de junio de 1855). La asamblea derogó este decreto con fecha 17 de enero de 1856. El ministro de Hacienda, José Fabio Melgar, le envió una larga comunicación en la cual, después de reflexiones de orden económico sobre la necesidad de organizar el sistema tributario y sobre la imposibilidad de que el Erario nacional dependiera únicamente de la renta del guano, entraba en el terreno político y llegaba a afirmar que la Convención no podía legalmente derogar ninguno de los actos de la dictadura que se había establecido antes de que ella se instalara y que había implicado la reunión de todos los poderes en una sola mano. La nota de Melgar pasó a una comisión y en sesión de 9 de febrero la asamblea acordó que el 11 se presentara el ministro a dar las explicaciones que dicha comisión demandaba. Luego le dio plazo hasta el 13. Se trataba de una verdadera interpelación con fecha perentoria para contestarla oralmente. Nunca se había producido antes en el Perú un hecho semejante. Fue el comienzo de una nueva etapa en la historia de las relaciones entre el Congreso y el gabinete. El ministro acudió a las sesiones del 12 y del 13 de febrero. Como había ocurrido con La Puerta en el conflicto en torno al ascenso de Fermín del Castillo, en vez de mantener la arrogancia de la primera actitud, se presentó en actitud contemporizadora. Recibió con paciencia toda la descarga de preguntas que la ira, mal oculta, de algunos diputados, tuvo a bien formularle; y ratificó las protestas de respeto a la Convención a pesar de la discrepancia en que en algunos puntos pudieran estar ambos poderes del Estado. Una vez terminado este debate sin precedentes y sin que se concretara el voto de censura a Melgar que algunos diputados habían propiciado, el asunto pasó nuevamente a la comisión. Esta se dividió en su dictamen. El de la minoría, redactado por Ignacio Escudero, decía brevemente: "La Convención Nacional reasume el Poder Ejecutivo, declara vacante la Presidencia de la República que ejerce el gran Mariscal Castilla y nombra una Junta de Gobierno compuesta de tres personas". Este era el punto de vista de la extrema izquierda de la asamblea. La mayoría de la comisión optó por una fórmula que, al lado de la de Escudero, venía a ser transaccional, y después de fundamentarse en diversos considerandos llegaba a la siguiente resolución: "1) La Convención Nacional, convocada con el objeto de reorganizar y constituir la República, tiene facultad para expedir las leyes de cualquier orden en cumplimiento de su misión y para modificar y derogar las preexistentes y en especial las del gobierno provisorio desde el 1 de mayo de 1854 hasta el 14 de julio de 1855 en que se instaló la Convención. 2) El gobierno provisional nombrado por la Convención no tiene más facultades que las que esta le ha concedido. 3) La atribución cuarta del artículo primero del Estatuto Provisorio no puede ser extensiva hasta poner en duda la autoridad de la Convención. 4) Cesará de hecho el gobierno provisorio en el ejercicio de su cargo si se resiste a cumplir las precedentes declaraciones o cualesquiera resoluciones de la Convención Nacional". Junto con estos dos dictámenes hubo otro, de una tendencia más moderada que representó Pedro Gálvez, cuya moción decía simplemente que no siendo disputable la autoridad de la Convención, declaraba sin lugar las observaciones del Ejecutivo, en cuanto a su parte política. En contra de los tres dictámenes antedichos, estaban los diputados gubernamentales, encabezados por Juan Gualberto Valdivia que formaban la minoría de la asamblea.

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MAYO vv vv 1855 [ perú vv ] ]

EL PRESIDEnTE vvvvvvvv RAMón CASTILLA InAuGuRA EL ALuMBRADO PÚBLICO A GAS En LA PLAzA DE ARMAS DE LIMA. ESTA OBRA, CELEBRADA POR TODA LA CIuDAD, SE LLEvó A CABO GRACIAS A LA EMPRESA CHARón Y CíA. EL COSTO DEL SERvICIO ERA ExORBITAnTE: 9 PESOS POR un MILLAR DE PIES CÚBICOS, PRECIO quE Aun LAS fAMILIAS MáS RICAS DE LIMA SE nEGABAn A PAGAR.

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 2

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xxxxxxxxx

El boato de Chorrillos. Durante la temporada de verano, la aristocracia limeña se mudaba a sus lujosas propiedades en este balneario. El ambiente que se vivía en el pueblo era relajado: los bañistas descansaban en hamacas, se paseaban por el malecón, se bañaban en el mar o asistían a diversas tertulias. Aquí vemos un detalle del óleo Los baños de Chorrillos (1843), del pintor alemán Juan Mauricio Rugendas (1802-1858).

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período 2

[ capítulo 22 ]

EL CISMA EN LA CONVENCIÓN.- El 20 de febrero fue debatido el asunto y el 21 de febrero se votó el primer artículo del dictamen en mayoría. Con ligeras enmiendas de forma, tuvo cuarenta votos a favor y treinta y cinco en contra. Uno de los más caracterizados de los gobiernistas, Miguel San Román, declaró que había sido escarnecida la soberanía y que se retiraba del Congreso. Lo acompañaron los otros 24 miembros de la minoría. Se presentó un pedido para que se les declarara indignos de ocupar el puesto de representantes del pueblo. Hubo quien anunció que la muerte lo hallaría en su puesto. Quedó interrumpido así el funcionamiento de la Convención. Los diputados ausentistas publicaron un manifiesto en el cual empezaban por denunciar que la asamblea estaba sesionando durante ocho meses y no había expedido aún la Constitución de la República ni ley alguna, mientras conspiraban dentro y fuera del territorio nacional los enemigos de la causa de los pueblos, con lo cual aludían a Echenique. Terminaban declarando que la Convención debía disolverse para que el Ejecutivo convocara un Congreso Constituyente que diera la Carta política, para lo cual los diputados firmantes de esta propuesta se dirigían al gobierno provisional. Castilla, acusado por algunos de mover los hilos de este cisma, aparentó, sin embargo, estar preocupadísimo por la supervivencia de la Convención. El 1º de marzo el ministro se dirigió al presidente de ella que era en aquel momento José Gálvez –las elecciones de la mesa directiva tenían lugar cada mes– expresando que el Gobierno tenía interés en que la asamblea siguiera en funcionamiento y que no creía conveniente la fórmula planteada por los diputados ausentistas. El conflicto terminó después de quince días de conciliábulos. El Gobierno hizo una aclaración pública en el sentido de que las palabras usadas en el oficio del ministro de Hacienda no implicaban el desconocimiento de los derechos y facultades de la asamblea, ni la absoluta negativa del Poder Ejecutivo a cumplir sus disposiciones. Después de haber estado interrumpidas sus labores entre el 23 de febrero y el 7 de marzo, se reunió ella el 8 de este mes. El 10 aprobó la siguiente proposición: "No teniendo fundamento ninguna de las dudas políticas y observaciones económicas del ministerio, en su nota de 27 de enero último, relativas a la ley de 17 de dicho mes sobre abolición de contribuciones, la Convención Nacional permanece inflexible". No se ocupó más de este asunto. Entró en el debate sobre la amnistía que se menciona en seguida y reanudó la lenta discusión sobre la Constitución. El 16 de abril acordó trasladarse a Chorrillos y el 29 abrió sus sesiones en este lugar. El 16 de junio acordó llamar al ministro de Hacienda para tratar de un proyecto según el cual el Ejecutivo debía abonar, en el plazo de treinta días, los sueldos atrasados y corrientes que se debían a los empleados de la República. El ministro acudió a la sesión del 20 de ese mes y contestó a diferentes interpelaciones que se le hicieron con respecto a la Hacienda pública. La Convención volvió a sesionar en Lima a partir del 14 de julio de 1856. Poco antes había acordado denominar "villa" al pueblo de Chorrillos.

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MARzO 1856

[ frAncIA ] vvvvvvvvv

fInALIzA LA GuERRA DE CRIMEA COn LA fIRMA DEL TRATADO DE PARíS. LA DERROTA DE RuSIA AnTE LA COALICIón fORMADA POR GRAn BRETAñA, fRAnCIA, CERDEñA Y EL IMPERIO OTOMAnO SIGnIfICó LA DEvOLuCIón DE LOS TERRITORIOS DE BESARABIA Y LA zOnA DE LA DESEMBOCADuRA DEL DAnuBIO AL IMPERIO OTOMAnO. RuSIA TAMBIÉn PERDIó MOLDAvIA, vALAquIA Y SERBIA, Y fuE PROHIBIDA DE TEnER fuERzA nAvAL En EL MAR nEGRO.

CASTILLO CONTRA CASTILLA.- El 15 de agosto de 1856 la ciudad de Lima se despertó con el ruido de descargas, con el movimiento de tropas, con los rumores verídicos o exagerados acerca del estallido de un motín. Después de haber sufrido el estigma de la deshonra por parte de Castilla y de haberse visto envuelto en una viva polémica periodística con los escritores ministeriales, Fermín del Castillo, flamante general de división, había resuelto deponer al Gobierno. Para ello contó con el batallón Yungay del cuartel de Guadalupe. Sacó las fuerzas que logró tener a su disposición en la madrugada de aquel día, las reforzó con ocho piezas de artillería extraídas del cuartel de Santa Catalina y las situó en las gradas de la Catedral. Castilla, cuyo sentido reflexivo en la política no era incompatible con un audaz valor físico, dirigió personalmente a los batallones

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 2

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vv vv

18

[ vv ] SE HA DICHO quE LA REBELIón DE vvvvv CASTILLO TuvO un CARáCTER CASI SOCIALISTA O, POR LO MEnOS, DE un LIBERALISMO, AvAnzADO. SIn EMBARGO, EL GRuPO JuvEnIL En EL quE SE ALBERGó LA ILuSIón RADICAL TEníA un SEnTIDO AnTIMILITARISTA, ES DECIR CARECíA DE COnExIón COn CASTILLA O COn OTROS CAuDILLOS (...)

leales al Gobierno que se fueron organizando y los distribuyó alrededor de esa iglesia. En el tiroteo una bala mató al caballo que montaba. Los rebeldes abandonaron la Plaza de Armas y se parapetaron en la Plaza de la Inquisición levantando trincheras en las bocacalles. Castilla les envió una nota en que los incitaba a rendirse y los amenazaba con emplear la violencia si no obedecían. La Convención, que no pudo sesionar en su lugar habitual, situado en la plaza ocupada por los amotinados, se reunió en el salón del cabildo. El diputado Valdivia anunció que Castillo había mandado decir con su ayudante que depondría las armas siempre que Castilla entregase el mando al mariscal San Román. Fue aprobado el dictamen de la comisión especial que debía ser enviado al Gobierno, pidiendo que Castillo depusiera las armas en el término de una hora a las autoridades legítimas, garantizando la asamblea las vidas y haciendas de los insurrectos; el Gobierno debía proceder con la fuerza en caso de que el caudillo rebelde no se sometiese, actuando siempre de acuerdo con la Convención. Pero la fuerza no resultó necesaria. Poco a poco se produjo la deserción entre los sublevados, ante la amenaza del inminente avance de Castilla y de San Román con las tropas leales. El motín terminó a las cuatro de la tarde, con un saldo de treinta muertos y mayor número de heridos. Los cabecillas se asilaron en la legación de Chile. Se ha dicho que la rebelión de Castillo tuvo un carácter casi socialista o, por lo menos, de un liberalismo avanzado. Sin embargo, el grupo juvenil en el que se albergó la ilusión radical tenía un sentido antimilitarista, es decir carecía de conexión con Castilla o con otros caudillos; y parece que esa tendencia se apagó rápidamente o estuvo representada por algunos sectores de la Convención. Ella condenó públicamente el motín, dio facultades al Gobierno para reprimirlo e invitó a los facciosos a que depusieran las armas. Cabe afirmar, pues, que el estallido subversivo del 15 de agosto de 1856 tuvo predominante carácter personal por razones derivadas de la situación única a que había sido empujado Castillo. Y las proclamas de este caudillo carecen de contenido doctrinario porque si bien invocan al pueblo, lo hacen con frases retóricas y se ve en ellas, sobre todo, la pasión enconada, como cuando llama al gobierno de Castilla el más imbécil que ha tenido el país, autor del hambre y fomentador de la peste. No fue tan solo una diferencia entre una a y una o, como se dijo. Al triunfar Castilla, aseguró la estabilidad institucional del país. El batallón Yungay quedó borrado del escalafón, los soldados fueron distribuidos en otros cuerpos del ejército; se premió a los jefes y oficiales leales, y se abrió juicio a los rebeldes y a los de conducta dudosa. Especiales distinciones recibió el sargento segundo Alejo Montalvo, que dio parte de la sublevación al Gobierno (decreto de 21 de agosto de 1856).

LOS DEBATES SOBRE LA AMNISTÍA.- Entre los debates más memorables que hubo en la Convención Nacional, aparte de los ya mencionados, cuéntanse los que surgieron alrededor de la amnistía y de la cuestión religiosa. La condición de las personas vinculadas con el gobierno de Echenique, era dura en 1855. Los militares estaban borrados del escalafón; a los empleados se les había obligado a la rendición de cuentas; y todos ellos hallábanse suspendidos en sus derechos ciudadanos. La Convención prosiguió, al principio, esta política y abrió juicio contra Echenique, sus ministros, generales y funcionarios (ley de 23 de noviembre de 1855). La amnistía fue un asunto del que se ocupó siete veces. Primero aprobó diversos salvoconductos y la reincorporación de algunos militares al ejército, a pesar del discurso que pronunció José Gálvez, el 8 de noviembre de 1855, en contra de esta medida, recia y severa pieza oratoria que ha sido reproducida por Vivero en su antología de oradores parlamentarios. Luego aprobó la rehabilitación de la ciudadanía para los individuos que por su relación con el gobierno de Echenique habían sido declarados suspensos en ese derecho por el decreto de elecciones. También surgió entonces la oposición vibrante de José Gálvez, quien pidió

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 22 ]

en vano un voto a favor de todos los criminales comunes (15 de marzo de 1856, resolución promulgada el 12 de abril). Por ultimo, aprobó la amnistía restringida el 9 de abril, igualmente con el voto en contra de José Gálvez. La barra hizo en esta oportunidad ruidosas manifestaciones hostiles al tribuno liberal. El presidente de la asamblea pretendió disolverla. José Gálvez, evocando la batalla que decidiera la victoria de la insurrección en 1855, exclamó: "Nada temáis, señor, que aún veo sobre sus frentes el polvo que levantaron en su carrera de La Palma". La ley de amnistía restringida fue promulgada sin observaciones el 16 de abril de 1856. Por el primero de sus siete artículos quedaron relegados al olvido las opiniones, actos y delitos políticos de las personas comprometidas en la última administración. La ley de 23 de noviembre de 1855 había sometido a juicio a Echenique, sus ministros de Estado "los generales del Ejército y Armada y los funcionarios civiles y políticos que hayan contribuido a la desorganización de la República y a la ruina de su hacienda". Estas personas y las responsables por delitos comunes bajo la administración anterior debían ser juzgados (según el artículo 2° de la ley de abril de 1856) por los jueces y tribunales de acuerdo con las leyes ordinarias, cualquiera que hubiese sido el rango y fuero de los criminales. A los militares dados de baja por el decreto dictatorial de 11 de mayo de 1854 se les reconoció por esa misma ley el derecho de disfrutar pensiones, contando el tiempo de servicios hasta el 1° de enero de 1854 y con los goces de la clase que tenían dos años antes de esa fecha. Las personas llamadas al montepío por los militares muertos en servicio de la pasada administración debían percibir los goces otorgados según la ley de 1849 a los fallecidos en guarnición, principiando a contarse su derecho desde el 6 de enero de 1855. Los ex generales, jefes y oficiales que combatieron al lado del gobierno de Echenique y que hubiesen tenido los goces de vencedores en Junín, Ayacucho y segundo sitio del Callao fueron declarados aptos para percibir el haber que les señalaba la ley de 1849. Al margen de las franquicias concedidas y sin derecho a ser llamados al servicio, quedaron únicamente los individuos sujetos a la responsabilidad por delitos comunes, mientras no fueran absueltos en el juicio correspondiente. Con fecha 21 de octubre de 1856 la Convención Nacional resolvió dejar en libertad a todos los presos y acusados políticos que existían en la República y cortar sus causas en el estado en que se hallaban. Antes, sin embargo, había facultado al Gobierno para que pudiese trasladar a los sospechosos de un punto a otro de la República (con lo cual revivió una autorización muy censurada en tiempo de Echenique). Permitió, además, que las causas de conspiración se siguieran como las de delitos comunes con arreglo a una ley de mayo de 1831. El Gobierno observó la resolución sobre libertad de presos y acusados políticos el 3 de noviembre de 1856 cuando ya había estallado la guerra civil en Arequipa. Aludió para ello las muchas conspiraciones e intentonas subversivas desde la batalla de La Palma y los anteriores actos preventivos y represivos de la asamblea, que no habían sido suficientes para pacificar al país. Específicamente mencionó el conocimiento que tenía del vasto plan que se ocupaban de llevar a cabo el caudillo y los principales sostenedores de la administración anterior asilados en Chile, para restaurarla. La Convención insistió con fecha 8 de noviembre y el Gobierno mandó el 10 de noviembre, imprimir, publicar y circular para los efectos consiguientes la nueva ley que venía irónicamente a dar libertad a los presos y acusados cuando el país estaba ya sumido otra vez en una cruenta contienda contra peruanos.

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JuLIO vv vv 1856 [ pArAguAy vv ] ]

SE fIRMA En LA vvvvvvvv CIuDAD DE ASunCIón un TRATADO DE AMISTAD Y nAvEGACIón EnTRE ARGEnTInA Y PARAGuAY. EL TRATADO ACORDó LA LIBRE nAvEGACIón EnTRE LOS RíOS PARAná Y PARAGuAY (PARAGuAY) Y EL RíO BERMEJO (ARGEnTInA). EL COnGRESO ARGEnTInO APROBó EL TRATADO EL 26 DE SETIEMBRE, MIEnTRAS quE EL GOBIERnO PARAGuAYO LO HIzO EL 15 DE OCTuBRE DEL MISMO AñO.

LOS DEBATES SOBRE TOLERANCIA DE CULTOS, VINCULACIONES, FUEROS Y DIEZMOS.- La cuestión religiosa había sido planteada, como ya se ha visto, antes de instalarse la Convención. En relación con el artículo acerca de la religión del Estado, en el nuevo texto constitucional se presentaron dos proyectos. El de mayoría, suscrito, entre otros, por Valdivia y San Román, declaraba que la religión católica era la del Estado; y se comprometía, además, a su

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 2

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LA LEY SOBRE LA TOLERANCIA DE CULTOS En noviembre de 1856 los representantes parlamentarios se reunieron para discutir la tolerancia de cultos en la Constitución, que fue aprobada por 46 votos a favor y 22 en contra.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 22 ]

protección "por todos los medios conformes al espíritu del Evangelio" sin permitir el ejercicio público de otra alguna. El de minoría, que llevaba la firma de Julio M. Portillo, Juan Bautista Zavala y Manuel G. León, se limitaba a decir: "El único culto público que la nación protege y mantiene, es el católico, apostólico y romano". Reconocía, pues, tácitamente, la tolerancia de cultos. Las discusiones fueron amplísimas. Se destacaron los discursos de Ignacio Escudero y de José Gálvez. Ni uno ni otro se proclamaron ateos. Escudero dijo que él era católico, pero que una Constitución no se debe ocupar de la religión, como los concilios no deben ocuparse de la política. Gálvez afirmó que la religión es "indispensable", pero que no hay que presentar a Dios como inconsecuente, creando al hombre como un ser frágil y no tolerándolo, fundando una religión de caridad para convertirla en una religión de persecución. Mucho más demagógica resultó la oratoria del diputado Julio M. Portillo. Afirmó este que en quinientos años los infelices pueblos del Perú apenas sabían el nombre de Jesús; y recibió de la barra, integrada en su mayor parte por mujeres de la clase alta como de las clases populares, el homenaje de unas coronas de alfalfa. El debate tuvo otros episodios pintorescos. Así, cuando Escudero enumeraba los distintos sectores enemigos de la tolerancia de cultos para afirmar que ninguno iría a una sublevación por este motivo, llegó a decir: "¿Se valdrán de las mujeres?...". Aquí fue interrumpido por los apóstrofes de la barra, en donde predominaba el sexo femenino. Y Escudero prosiguió: "No me han comprendido, señor. Digo que no serán las mujeres las que hagan revolución porque las mujeres no son temibles sino cuando están desarmadas". La norma constitucional de que la nación protege a la religión católica por todos los medios conforme al espíritu del Evangelio fue aprobada por unanimidad. El precepto de que no permite el ejercicio de otra alguna, fue aprobado por 46 votos contra 22. La frase alusiva "al espíritu del Evangelio" no obtuvo el beneplácito de los conservadores porque el Estado venía a quedar investido de la facultad de interpretar los alcances de la protección otorgada. Vigil, ausente de la Convención por razones de salud, escribió cuatro opúsculos con motivo del debate, para fundamentar su voto por la tolerancia. Los publicó en 1861, 1862 y 1866 (De la tolerancia civil de cultos con religión del Estado, Actas y protestas llamadas populares con motivo de la tolerancia civil de cultos, De las pastorales de nuestros obispos y actas y exposiciones de los cabildos, Sesiones de la Convención Nacional de 1855 sobre la tolerancia civil de cultos). Aunque el sector más avanzado de los liberales perdió esta batalla, ganó la taxativa puesta a la protección oficial que el Estado otorgaba a la religión católica y, sobre todo, la supresión de las vinculaciones eclesiásticas, de los fueros personales y de los diezmos y primicias. La supresión de los fueros vino a quedar, sin embargo, restringida por la disposición constitucional que decía: "No se menoscaba la jurisdicción sobre materia eclesiástica que corresponde a los tribunales designados por las leyes canónicas ni se autoriza para proceder a la detención ni a la ejecución de pena corporal contra personas eclesiásticas, sino conforme a los cánones". El proyecto inicial de supresión de los diezmos y primicias estableció los siguientes puntos: nueva demarcación de los curatos con fijación de las cuotas de los fieles, hechas por el Gobierno de acuerdo con el Metropolitano; fijación de la renta de los curas en un máximum de 2 mil pesos anuales; administración de los bienes propios de las parroquias por los municipios; pagos a los curas también por los municipios, los que cobrarían la contribución eclesiástica. La Convención aprobó un proyecto mucho más simple que implicaba la derogatoria de las leyes civiles relativas a diezmos, primicias y derechos parroquiales como una promesa, la cual debía ser cumplida solamente desde que el Estado proporcionara los medios para la congrua sustentación del clero. Esta ley fue vetada por el Ejecutivo, pues no habían sido creadas las rentas que debían reemplazar a las que se abolían y podían producirse confusiones al no tomar en cuenta la población el carácter condicional que dicha abolición tenía. La Convención permaneció inflexible y la ley recibió el cúmplase correspondiente (14 de noviembre de 1856).

[1]

[2]

[3]

EL MURCIÉLAGO. El periódico satírico (1) publicado por Manuel Atanasio Fuentes apareció en 1855, 1879 y finalmente en 1884 (en la ciudad de Guayaquil). Este "periódico amoroso que dice las verdades sin embozo", como indicaba en su portada, incluía caricaturas (2 y 3) que hacían alusión a la coyuntura política de la época.

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 2

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LA CONSTITUCIÓN DE 1856

LA COMPAÑÍA DE JESúS.- La ley de 20 de noviembre de 1855 prohibió el establecimiento en el Perú de la Compañía de Jesús. Había sido expulsada en el siglo XVIII.

[ III ] LA CONSTITUCIÓN DE 1856.- La Carta política que la Convención aprobara estableció como

Compuesta por 180 artículos, fue promulgada por el presidente Castilla y aprobada por la Convención Nacional el 19 de octubre de 1856. Tuvo carácter liberal. Esto ocasionó reacciones contrarias entre los políticos más conservadores, quienes iniciaron una campaña contra el Gobierno para su suspensión. Solo estuvo vigente por cuatro años, pues Castilla promulgó una nueva Constitución en 1860.

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PERÍODO 1

[ CAPÍTULO 18 ]

uno de sus principios nuevos la inviolabilidad de la vida humana mediante la supresión de la pena de muerte, que José Gálvez defendió ardorosamente resumiendo su pensamiento en la frase: "La sociedad no tiene derecho a matar". Otros de los preceptos aprobados ordenaron la abolición de los fueros eclesiásticos y militar y la de la esclavista. Igualmente consignó el carácter gratuito de la instrucción primaria. La expatriación y el extrañamiento quedaron prohibidos cuando no hubiera sentencia ejecutoriada. No reconoció privilegios hereditarios, ni fueros personales, ni vinculaciones pues toda propiedad era enajenable en la forma determinada por las leyes. Tampoco reconoció empleos en propiedad. A propósito de esta última prohibición, una ley especial aclaró que la permanencia de los empleados no quedaba al arbitrio de ninguna voluntad sino de la ley y que no estaban afectados en manera alguna los derechos que los empleados civiles y militares tenían a ser remunerados por la nación en proporción al tiempo y calidad de sus servicios y con arreglo a las leyes vigentes. En lo que atañe a la ciudadanía y al sufragio, estatuyó: la ciudadanía de los peruanos varones mayores de 21 años o casados; la pérdida de ella por aceptar título de nobleza; y el voto directo de los ciudadanos que supieran leer y escribir o tuviesen propiedad raíz o fuesen jefes de taller o soldados o marinos retirados. Estos aunque fueran analfabetos y aunque no tuvieran propiedad raíz, pudieron votar. Celosamente reguló las relaciones del Ejecutivo y el Legislativo. Estableció la intervención del Congreso en los ascensos desde mayor graduado y capitán de corbeta, la vacancia del cargo de representante por aceptar empleo del Ejecutivo, la prohibición de elegir para que ocuparan curules parlamentarias a los militares con mando, a los eclesiásticos que desempeñaran curas de almas y a los arzobispos y obispos. También igualó en cuanto a su origen y cualidades a los senadores y a los diputados, con lo cual se acercó a la Carta de 1823 que había establecido una sola Cámara. Pero fue al unicameralismo disimulado, pues el pueblo elegía en condiciones iguales a sus representantes, uno por cada veinticinco mil habitantes o fracción que pasara de quince mil y por toda provincia aunque no llegase a una población con este número; y por sorteo quedaban designados los senadores y los diputados. Ordenó, además, la reunión anual de las Cámaras; la discusión y votación en común por ellas, de los asuntos en que hubiesen disentido; el mandato legislativo por tres años; la renovación por tercios anualmente, conforme al principio de la alternabilidad continua en el ejercicio de las funciones públicas. Para ser representante del pueblo se necesitaba ser peruano de nacimiento, ciudadano en ejercicio, 28 años de edad, cinco de domicilio en la República (sin residencia local como requisito indispensable) y una renta de 500 pesos o ser profesor de alguna ciencia. Entre las atribuciones del Congreso figuran claramente fijadas: las que implicaban un freno a la acción del Ejecutivo sobre contribuciones y gastos; la de crear y suprimir empleos y asignarles la correspondiente dotación; la de examinar, de preferencia, las infracciones de la Constitución; la de intervenir en los ascensos militares; la de declarar la patria en peligro y dictar las medidas del caso dentro de la esfera constitucional; la de designar el número de las fuerzas armadas; y las usuales de carácter legislativo, con especial énfasis en la nula eficacia de las observaciones del Ejecutivo frente a la insistencia de las Cámaras en un acuerdo por ellas adoptado. El período presidencial quedó reducido de seis a cuatro años, manteniéndose el precepto de la no reelección. La elección debía hacerse por sufragio directo. El que ejerciera el mando supremo y los ministros no podían ser candidatos a la Presidencia mientras ejercieran el mando

supremo (Art. 87). La vacancia de esta función pública tenía como causales celebrar cualquier pacto contra la independencia o integridad nacional, atentar contra la forma de gobierno, impedir la reunión del Congreso y suspender sus sesiones o disolverlo. La suspensión en el ejercicio del mando supremo era producida por mandar la fuerza pública. Las facultades extraordinarias, que podían robustecer el poder presidencial en circunstancias críticas, de acuerdo con las Cartas del 28, 34 y 39, desaparecieron. Apareció la institución denominada Consejo de Ministros, entidad nueva en el Derecho constitucional peruano con la que se pretendía crear un nuevo organismo dentro del Poder Ejecutivo y erigir una valla frente a la acción personal del presidente de la República. Reapareció el vicepresidente, que había sido suprimido en las Cartas de 1834 y 1839. En su defecto, el Consejo de Ministros reemplazaría al Presidente. La atribución presidencial de conservar el orden interior y la seguridad exterior de la República quedó reconocida con el agregado de que fuese sin contravenir a las leyes. Se estableció la acusación al Presidente por la Cámara de Diputados ante el Senado por infracciones directas de la Constitución; y a los miembros de ambas Cámaras, a los ministros y a los vocales de la Corte Suprema por las mismas infracciones y por todo delito cometido en el ejercicio de sus funciones a que estuviera señalada pena corporal aflictiva. La Carta de 1856 no estableció, pues, el parlamentarismo. Pero se inclinó hacia él al pretender injertar algunos de sus elementos en el sistema constitucional peruano, de tipo presidencial. Antagónicos con el régimen parlamentario fueron los siguientes preceptos por ella incluidos expresamente: la prohibición, aunque indirecta, a los ministros de ser representantes, la responsabilidad del Presidente por sus actos, la no existencia del derecho de este magistrado para disolver el Congreso. Sin embargo, al mismo tiempo, acercándose al parlamentarismo, la Constitución de 1856 creó la institución del Consejo de Ministros, ratificó la responsabilidad ministerial y otorgó facultad a los ministros para concurrir a los debates de las Cámaras en armonía con lo ya ensayado por la propia Convención. En la ley complementaria sobre el Consejo de Ministros, fechada el 4 de diciembre de 1856, este cuerpo apareció como entidad autónoma con facultad para reunir sin la presencia del Jefe del Estado bajo la dirección del presidente del gabinete, quien obtuvo el derecho de escoger a sus colegas. El nombramiento de los nuevos ministros debía hacerse, según la misma ley, con acuerdo unánime de los demás. Mensualmente era necesario remitir a las secretarías de las Cámaras copias autorizadas de los acuerdos del Consejo de Ministros. Quedó establecido el voto de censura. El Ejecutivo hizo observaciones a la ley sin que ellas fueran atendidas. Se tratará del problema constitucional de aquel organismo en capítulo posterior. Al ejército procuró la Constitución sofrenarlo pues estableció la intervención parlamentaria en los ascensos, limitando el número de jefes a dos generales de división, cuatro de brigada y un Contralmirante; prohibió además la existencia de comandantes generales y militares, salvo en tiempo de guerra declarada. Determinó asimismo que la obediencia militar sería subordinada a la Constitución y a las leyes con lo que tácitamente señaló el deber que tenía la fuerza armada de sublevarse contra los regímenes tiránicos. Al crear la guardia nacional procuró que las milicias ciudadanas pudieran servir de contrapeso a los soldados profesionales. Defendió los derechos humanos al prohibir el reclutamiento. Buscó, además, la Carta, el florecimiento de las instituciones locales al restablecer de acuerdo con la tradición liberal del 23 y del 28, las juntas departamentales y al organizar, en forma autónoma, las municipalidades que una ley dada durante el gobierno de Echenique subordinó al Poder Ejecutivo. Las autoridades, dentro de la administración interior de la República, o sea los prefectos y subprefectos, debían ser nombrados a propuesta de las juntas departamentales, lo mismo que los jueces de primera instancia. La ley de 2 de enero de 1857 cumplió el precepto constitucional que reservó para ella la fijación de las funciones de las juntas departamentales, de sus fondos y de sus procedimientos. Casi todas las atribuciones que estas juntas tenían, según la Constitución de 1828, fueron revividas.

[ 1856 1839-1840 octubre setiembre 8] 28 ] UNA JuntoNUEVA con la bandera, CONSTITUCIÓN. San Martín también El diario crea elElprimer Comercio escudo del día del jueves Perú. En 9 de él, sobre octubre un cielo de azul, 1856 los rayos anunció del sol iluminan de la siguiente montañas manera levantadas la publicación sobre un apacible de unamar. nueva Esta escena Constitución: aparece "(…) rodeada En esta por una Constitución corona ovalada están de consignados laureles, atada losen más su hermosos extremo inferior principios con de unalacinta democracia, deuna cinta del progreso de color ycolor de laoro. libertad (…) La nueva carta es fruto de la esperiencia (sic) que ha dejado los gobiernos pasados, especialmente el de la Consolidación (…)."

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 2

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¿Qué era ser liberal en el siglo XIX? Opuestos a las ideas conservadoras de un orden natural, los liberales creían en la posibilidad de transformar la sociedad a través de un proceso histórico de cambio y con ayuda de la razón. Estos fueron algunos de sus principios.

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os li­be­ra­les no creían en un or­den na­tu­ral. Es­to su­po­ne que hay un pro­ ce­so his­tó­ri­co as­cen­den­te, una trans­ for­ma­ción de la so­cie­dad que tran­si­ta eta­pas, des­de las for­mas más pri­mi­ti­vas has­ta las más com­ple­jas y, teó­ri­ca­men­te, su­pe­rio­res. Es más, es­ta su­ce­sión de eta­ pas es ine­vi­ta­ble. La his­to­ria, has­ta cier­to pun­to, es­ta­ría re­gi­da por una ley ob­je­ti­ va, cu­ya ra­zón de ser con­sis­ti­ría en avan­ zar has­ta eta­pas de ma­yor ra­cio­na­li­dad; es de­cir, el pro­gre­so se­gún el ideal de mo­der­ni­dad. Los li­be­ra­les creen que el pro­gre­so es al­go in­de­fi­ni­do. Por ello, el pro­gre­so hu­ma­no se ace­le­ra­ría en el mo­men­to en que los hom­bres, li­be­rán­ do­se de pre­jui­cios y de la ig­no­ran­cia, se asu­man co­mo se­res ra­cio­na­les y ca­pa­ces de mol­dear el mun­do se­gún lo dic­ta­do por la ra­zón. Por ello, sí se­ría apro­pia­do ha­blar de "pro­yec­to li­be­ral". La rea­li­dad, en­ton­ces, es sus­cep­ti­ble de ser cons­trui­ da, mo­de­la­da. Y ello es fru­to del que­ha­ cer hu­ma­no y no de un in­mu­ta­ble or­den na­tu­ral. En es­te sen­ti­do, los li­be­ra­les creían que es­to po­día apli­car­se a la so­cie­dad al cons­truir­se un nue­vo or­den so­cial. En otras pa­la­bras: la ra­zón pue­de ima­gi­nar un or­den so­cial, po­lí­ti­co y eco­nó­mi­co acor­de a sus pos­tu­la­dos. Ese or­den, siem­pre y cuan­do per­ma­nez­ca­mos fie­ les a él, ha de lle­var­se a la prác­ti­ca, con­ vir­tién­do­se así en pro­yec­to, por un la­do, y en crí­ti­ca, por el otro; una crí­ti­ca al or­den so­cial pree­xis­ten­te. En es­te "pro­yec­to li­be­ral" lo esen­cial es la rei­ vin­di­ca­ción de la li­ber­tad en su sen­ti­do

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po­lí­ti­co, eco­nómi­co y es­pi­ri­tual. La li­ber­tad se cen­tra en el in­di­vi­duo. Las li­ber­ta­des son in­di­vi­dua­les. El or­den po­lí­ti­co, por lo tan­to, de­be es­tar en fun­ ción de aque­llas, lo cual se ma­ni­fies­ta en el sis­te­ma cons­ti­tu­cio­nal y en el go­bier­no im­per­so­nal de la ley aje­no a to­da ar­bi­tra­rie­dad, ba­sa­do en el con­ sen­ti­mien­to ciu­da­da­no, en el con­tex­to de ga­ran­tías a ca­da in­di­vi­duo –co­mo las de pro­pie­dad, li­ber­tad, pen­sa­mien­ to, etc.– con­ce­bi­das co­mo de­re­chos na­tu­ra­les que la Cons­ti­tu­ción ha­ce su­yos y ase­gu­ra. En es­te sen­ti­do, co­mo es sa­bi­do, el li­be­ra­lis­mo es in­di­vi­dua­lis­ ta, lo que con­tras­ta con cier­ta ten­den­ cia co­mu­ni­ta­ria del con­ser­va­du­ris­mo. Pu­sie­ron én­fa­sis en el in­di­vi­dua­lis­mo li­be­ral y en el ideal de la igual­dad an­te la ley, ob­je­ti­vos que ha­bían que­da­do pen­ dien­tes tras la In­de­pen­den­cia. Bus­ca­ron ra­cio­na­li­zar la eco­no­mía. Ello su­po­nía abo­lir im­pues­tos que in­hi­bían la ac­ti­vi­ dad eco­nó­mi­ca y que so­bre­vi­vían des­de el pa­sa­do co­lo­nial (al­ca­ba­las, diez­mos y mo­no­po­lios gu­ber­na­men­ta­les). Se opu­ sie­ron a la in­ter­ven­ción de los go­bier­nos en la vi­da eco­nó­mi­ca ya fue­ra en em­pre­ sas pú­bli­cas, otor­gan­do mo­no­po­lios a em­pre­sas pri­va­das o de­cre­tan­do ta­ri­fas aran­ce­la­rias pro­tec­cio­nis­tas. La de­fen­sa de la igual­dad su­po­nía eli­mi­nar los pri­vi­ le­gios de la Igle­sia (y tam­bién del ejér­ci­ to). Asi­mis­mo, abo­ga­ron por la abo­li­ción de la es­cla­vi­tud y la in­cor­po­ra­ción de las co­mu­ni­da­des in­dí­ge­nas a la "cul­tu­ra ofi­ cial" ca­pi­ta­lis­ta. En sín­te­sis: en el Pe­rú ca­si es­ta­ba to­do por ha­cer.

Les correspondían, por lo tanto, facultades en materias de fomento económico, instrucción, beneficencia, policía, reparto de contribuciones y de contingentes militares, estadística, protección de indígenas y vigilancia sobre las municipalidades. La ley agregó algunas otras como la declaración de necesidad y utilidad en las expropiaciones para obras públicas y el fomento y cuidado de las vías de comunicación terrestres, marítimas y fluviales. En cuanto a los fondos de las juntas departamentales, les señaló los derechos de pontazgo, los bienes y rentas de las comunidades de indígenas en beneficio de ellos mismos y los fondos de las municipalidades deducidos sus gastos naturales. Las juntas departamentales no llegaron a funcionar a consecuencia de la guerra civil y del proceso de reforma constitucional en que entró el país. Los preceptos constitucionales fundamentales en lo que concierne a la hacienda, se refirieron al carácter anual de las contribuciones directas y la fijación de los ingresos y egresos mediante una ley con expresa responsabilidad por razón de cualquiera cantidad exigida o invertida contra su finalidad específica. El fiscal de la nación recibió la misión de vigilar el cumplimiento de las leyes. El Consejo de Estado, erigido por las Cartas de 1828, 1834 y 1839, quedó suprimido. Algunas de las atribuciones de este organismo debieron corresponder al fiscal de la nación; en cuanto a las demás, el Congreso se reservó una parte y otra fue encomendada al Consejo de Ministros. Los miembros del Poder Judicial fueron declarados amovibles. Todo empleado público, al cesar en el cargo, debía ser sometido al juicio de residencia y mientras no fuese absuelto no podía ejercer el mismo empleo ni otro alguno; los fiscales eran responsables por acción popular del cumplimiento de esta disposición. Nadie podía ejercer funciones públicas ni poseer cargo alguno o beneficio si no juraba cumplir la Constitución. Fue declarada nula cualquier ley opuesta a ella. Para la reforma constitucional se necesitaba la aprobación del proyecto respectivo en tres legislaturas. La Convención Nacional de 1856 dio así al Perú un régimen de gobierno de definido carácter liberal. Esta tendencia se presentó más acentuadamente en relación con las restricciones puestas al Ejecutivo; las normas sobre responsabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República; el poder conferido al Parlamento, cuya organización obtuvo, por lo demás, un sentido prácticamente unicameral; el carácter temporal otorgado a los cargos públicos, sin excluir a los del Poder Judicial y las restricciones para que los nombramientos fueran hechos por el Gobierno; las diversas medidas anticlericales y antimilitares; la implantación del sufragio directo; la vuelta a la descentralización semipolítica a través de las juntas departamentales y a la autonomía de la vida local con las municipalidades. El Ejército, el clero, los empleados públicos, los funcionarios judiciales, el Presidente tenían que convertirse, pues, necesariamente, en enemigos de la nueva Constitución. Sin embargo, la Convención no siempre aprobó las reformas que sus sectores más extremistas acogieron. Rechazó, como ya se ha visto, la tolerancia de cultos. También votó en contra de las siguientes propuestas: la abolición del ejército permanente; la prohibición expresa para que fuesen elegidos Presidente los militares; la concesión de la ciudadanía peruana a todo el que viniera del extranjero; la prohibición de que los sacerdotes y los militares, por su profesión, pudiesen ser elegidos representantes; la gratuidad de toda especie de instrucción, debiendo el Estado costear la instrucción primaria; la reducción del período presidencial a tres años; la prohibición de la facultad del Ejecutivo para dictar reglamentos; la creación del Tesoro Público como poder independiente análogo al Judicial; la entrega de la designación y remoción de los agentes diplomáticos y de otros funcionarios al Congreso. Igualmente rechazó la Convención la moción de los diputados José Gálvez y Juan Celestino Cavero en la cual se reconocía el derecho de insurrección de los pueblos contra los gobiernos que se salieran de las normas constitucionales. Hubo un

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octubre vv vv 1856 [ perú vv ] ]

en ArequipA, los vvvvvvvv jóvenes Diego MAsíAs y DoMingo gAMio iniciAn unA revueltA en contrA Del gobierno De rAMón cAstillA. A ellos se unió un grupo De hoMbres y un pequeño contingente De tropA. Al DíA siguiente proclAMAron A MAnuel ignAcio De vivAnco coMo presiDente, Aunque en AusenciA, pues este personAje se encontrAbA en chile en Aquel entonces. el levAntAMiento no tuvo MAyor eco en otrAs provinciAs Del perú y frAcAsó.

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En xxxxxxxxx OCTuBRE DE 1856, LA COnvEnCIón HABíA TERMInADO DE DISCuTIR LA CARTA POLíTICA. EL GOBIERnO, POR MEDIO DE Su MInISTRO JuAn MAnuEL DEL MAR, OBJETó vARIOS ARTíCuLOS DE ELLA.

grupo de partidarios del sistema federal (entre los que se contaba el diputado por el Cuzco, Pío Benigno Meza) que pretendió preparar una transición hacia él tanto en la Constitución como en algunas leyes, particularmente la del régimen interior de la República, sin lograr sus objetivos.

LA LIMITACIÓN DE LA AUTORIDAD DEL PRESIDENTE DE LA REPúBLICA EN LA CONSTITUCIÓN DE 1856.- Interesante viene a ser una recapitulación de los preceptos que, dispersos en la Carta de 1856, implicaban una considerable limitación de la autoridad del presidente de la República. Entre ellos estaban los siguientes: 1) La reducción de su período de gobierno a cuatro años; 2) La incompatibilidad entre el ejercicio de la Jefatura del Estado y la candidatura para ella; 3) La vacancia de hecho no solo por muerte, celebrar cualquier pacto contra la independencia o integridad nacional o atentar contra la forma de gobierno sino también por impedir la reunión del Congreso, suspender sus sesiones o disolverlo; 4) El derecho de acusar al Presidente durante el período de su mando por infracciones directas de la Constitución, otorgado a la Cámara de Diputados; 5) La creación del Consejo de Ministros como entidad autónoma; 6) El sometimiento expreso del Jefe del Estado al juicio de residencia y a la responsabilidad con arreglo a las leyes (Art. 11, 12 y 81); 7) La creación de la figura del fiscal de la nación que tenía, entre otras funciones, la de cuidar que todo funcionario público cumpliera la Constitución y las leyes, debiendo dar parte al Congreso sobre las infracciones; 8) La participación de este Poder del Estado en el nombramiento de los jefes del ejército y la armada; 9) La injerencia de las juntas departamentales en la designación de prefectos y subprefectos por medio de ternas dobles para dichos cargos cuya duración era solo de dos años; 10) La declaración de que la obediencia militar estaba subordinada a la Constitución y a las leyes.

OBJECIONES DEL GOBIERNO A LA CONSTITUCIÓN.- En octubre de 1856, la Convención había terminado de discutir la Carta política. El Gobierno, por medio de su ministro Juan Manuel del Mar, objetó varios artículos de ella. Eran los referentes a que el Congreso y no el Ejecutivo ascendía a los jefes militares, desde mayor graduado inclusive; a que la subordinación militar se sujetaba a la Constitución y a las leyes, fórmula opuesta a la de la Constitución de Huancayo según la cual el ejército no puede deliberar, aunque opuesta también a la que propuso José Gálvez reconociendo el derecho de rebelión; y a la designación de los empleos públicos como comisión y no como propiedad. La Convención se manifestó inflexible. Por otra parte, ella declaró atentatorias a la Constitución las comunicaciones o publicaciones de las personas que, estando obligadas a jurarla, incitasen a su desobediencia. Este voto, que implicaba una grave amenaza, fue objetado por el Ejecutivo, pero la asamblea se mantuvo una vez más, inflexible. Ordenó, también, que los diputados que, por enfermedad, no hubiesen jurado la Constitución, remitiesen, dentro del tercer día, promesa escrita de prestar ese juramento con pena de la pérdida de su función y sometimiento a juicio. Aquí también surgió el veto del Ejecutivo, pero, asimismo, estuvo inflexible la Convención. Incluyó ella, al mismo tiempo, como parte de su labor, no emplazada dentro del articulado de la Constitución pero afín con sus tendencias, la ya mencionada abolición de los diezmos y primicias que igualmente suscitó el veto del Ejecutivo.

JURAMENTO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1856 POR CASTILLA- La Convención acordó el 8 de octubre que, para promulgar la Constitución, procedieran a su juramento el presidente de la República, los ministros, los magistrados y las personas mencionadas en el artículo 13. Decía

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este artículo: "Nadie podrá ejercer funciones públicas, ni poseer cargo o beneficio si no jura cumplir la Constitución". Dentro del precepto mencionado quedaron comprendidos los mismos diputados de la Convención y los militares. El jefe del Poder Ejecutivo debía presentarse en la sala de sesiones y expresar lo siguiente: "Yo, Ramón Castilla, Libertador del Perú y Presidente Provisorio de la República, juro por Dios y estos Santos Evangelios, guardar y hacer guardar la Constitución Política de la República, sancionada por la Convención Nacional". El presidente de esta debía responderle: "Si así lo hiciereis, Dios os recompense y si no, Él y la Patria os lo demanden". El ejemplar autógrafo y otros de la Carta fueron entregados a Castilla por una comisión especial de seis diputados, entre los cuales estaban José Gálvez y M. Toribio. Castilla pronunció el siguiente discurso: "Recibo y acepto con satisfacción los ejemplares de la Constitución política que por vuestro apreciable órgano se sir ve remitir al Ejecutivo la Convención Nacional para los efectos de su decreto de 8 del corriente (octubre de 1856). Cualquiera que sea su tenor podréis asegurar a la respetable asamblea que, si se imita el patriótico y moderado ejemplo del Gobierno, la Constitución será también aceptada y cumplida por los pueblos, pacíficamente". El 18 de octubre se presentó Castilla acompañado de sus ministros a prestar el juramento de cumplir la Constitución. Castilla dijo: "Honorables representantes: La prueba más grande, más clara y más clásica que puedo dar al pueblo peruano de mi alto y sincero respeto a sus instituciones y de mi patriótico anhelo por su prosperidad y engrandecimiento, la encontraréis en este solemne acto en que, a vuestra presencia, he prestado el juramento a la Constitución política que habéis dado, por cuanto, si es buena en vuestro concepto y adaptable a las circunstancias del país, por haberos esforzado en elevar a su mayor altura y per fección el sistema democrático, promoviendo útiles y liberales reformas, no lo es en el del Poder Ejecutivo, ni en el de una gran parte de la sociedad, tal vez porque no pudisteis conocer per fectamente, en los momentos delicados de vuestra extensa y sostenida discusión, si era llegada la oportunidad de ejecutarlas. Empero, queda derramada con profusión la semilla que, a su turno, ha de producir, gradualmente, las que habéis iniciado u otras que más convenga a la nación. Reconstituida hoy esta por consecuencia de su declaración espontánea de 1854, el Gobierno y los otros altos poderes, las corporaciones y todas las clases de la República, espero que, contando con la mayoría de los buenos peruanos, me ayudarán a mantener ileso el pacto fundamental que, si deba ser reformado, lo sea con sujeción a las normas que deja él establecidas. Esta es, honorables representantes, mi expresión franca y positiva, que manifiesta el principio político que profeso y que os es muy conocido; y sabré sostenerlo hasta la época en que la nación me descargue el enorme peso de la administración del Estado que he dirigido a la vez que con moderación y decoro, con firmeza". La Constitución fue promulgada el 19 de octubre de 1856. El presidente de la Convención Nacional era entonces Miguel San Román.

Le­yes­com­pLe­men­ta­rias­de­La­cons­ti­tu­ción.­eL­mi­nis­te­rio­fis­caL.- Al lado de la Constitución aprobó la Convención Nacional las leyes del Consejo de Ministros, fiscal de la nación, juntas departamentales, municipalidades, organización de la guardia nacional, prohibición del reclutamiento, organización interior de la República, atribuciones de los fiscales, elecciones y tribunal para el juzgamiento de los vocales de la Corte Suprema. Si su muerte súbita no lo hubiera impedido, habría aprobado también leyes de análoga trascendencia sobre imprenta, fondos para el clero, organización del expendio del guano y otras más. Interés especial ostenta la ley para la organización del Ministerio Fiscal. El fiscal de la nación debía ser propuesto por el Ejecutivo en terna doble y elegido por el Congreso en la tercera legislatura del período constitucional del presidente de la República para ejercer su cargo tan solo

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perú [ vv ] ]

vvvvvvvv Ramón Castilla oRdena la RefoRma de la alameda de los desCalzos, ConstRuida en 1611. se ConstRuyó una avenida CentRal, Rodeada poR una Reja de fieRRo fabRiCada en euRopa. además, se la embelleCió Con 100 jaRRones de fieRRo, 12 faRoles de gas fabRiCados en inglateRRa, 50 banCas de máRmol italiano, 12 estatuas de máRmol que RepResentaban los signos de zodíaCo y tRes mil plantas impoRtadas. el Costo de la obRa, 119.047 pesos y siete Reales, fue finanCiado en su mayoR paRte poR felipe baRReda y aguilaR.

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[ ] Información no disponible. [ capítulo 22 ] período 2

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xxxxxxxxx En LO COnCERnIEnTE A LA ELECCIón DEL JEfE DEL ESTADO, LA LEY RATIfICó EL PRECEPTO COnSTITuCIOnAL DE quE ERA InCOMPATIBLE LA CAnDIDATuRA PARA ESTA funCIón PÚBLICA COn EL EJERCICIO DE ELLA.

en el período inmediato. Aparte de la supervigilancia sobre el Poder Judicial y, en especial, sobre los fiscales de las cortes y agentes fiscales, le correspondía dictaminar en los asuntos y casos que le competían según la ley de ministros; cuidar de que todo funcionario público cumpliera la Constitución y las leyes; dar parte al Congreso sobre las infracciones de cualquier funcionario de la República; inspeccionar las oficinas del Estado y todo establecimiento público o corporación legal sin excepción alguna, dando parte de los abusos y de las transgresiones de las normas legales y reglamentarias; cautelar que las elecciones populares se verificaran con plena libertad y en los tiempos designados (ley de 7 de julio de 1857).

OTRAS LEYES EXPEDIDAS POR LA CONVENCIÓN DEL 56.- Se han enumerado ya las leyes derivadas del texto constitucional que la Convención Nacional expidió. Su lista es abundante y versa sobre cuestiones básicas. Falta ahora mencionar otras leyes, no directamente relacionadas con la Carta política, aprobadas por la misma asamblea, para dar una idea de sus múltiples tareas. Entre dichas leyes están: la ley de caminos; la regularización del sistema monetario; el nombramiento de una comisión para que revisara el Código Penal y formase el de Procedimientos en materia criminal, para presentarlos en la inmediata legislatura; la referente a la preparación del nuevo Código de Minería y de las ordenanzas del ejército y la armada; la creación de la Universidad de Puno; la abolición del pasaporte para transitar en la República o para entrar o salir de ella (con lo que se volvió a un decreto de Echenique que este había derogado luego, con motivo de las alteraciones del orden público); la rehabilitación de los vales de consolidación; el esclarecimiento de los asuntos concernientes al expendio del guano; y la liberación de derechos de importación a los víveres de primera necesidad. De algunas de estas leyes se tratará en capítulos posteriores. La resolución legislativa de 1° de agosto de 1856 mandó cortar el juicio seguido a Fausto Flores Velezmoro por homicidio cometido en duelo en 1845. Flores Velezmoro se había distinguido en la guerra contra los bolivianos en 1842 y en la sublevación de 1854.

LA LEY DE ELECCIONES Y LOS PLANES PARA EFECTUAR LAS ELECCIONES DEL PRESIDENTE DE LA REPúBLICA.- La ley promulgada el 20 de febrero de 1857 señaló pautas para las elecciones de municipalidades, personal del Congreso, presidente y vicepresidente de la República. Entregó a los organismos edilicios el registro cívico y la formación de las mesas receptoras y creó los jurados electorales de carácter local o provincial compuestos por los presidentes de ellas, para el otorgamiento de las credenciales. En lo concerniente a la elección del Jefe del Estado, la ley ratificó el precepto constitucional de que era incompatible la candidatura para esta función pública con el ejercicio de ella. Entre las disposiciones transitorias incluyó dos de importantísimo contenido. Una de ellas decía: "Las elecciones de Presidente y Vicepresidente de la República se principiarán en el día que se señale en el decreto de convocatorias que debe expedirse por el Ejecutivo dentro de treinta días después que se haya salvado la República del peligro". Con esta última frase aludía indudablemente a la guerra civil que entonces ensangrentaba al país. El artículo siguiente agregaba: "El primer Presidente constitucional de la República, dentro de los diez primeros días de su mando, convocará a los pueblos para que, en día determinado, principien simultáneamente las elecciones de sus representantes a Congreso". Transportados estos artículos a la realidad de las circunstancias querían decir que Castilla no podía ser, a la vez, candidato y presidente provisorio, que la Convención Nacional se preparaba a hacer el escrutinio de las elecciones y, por ende, a vigilarlas cuidadosamente y que solo iba a dar por terminadas sus labores después de que la República tuviese un nuevo mandatario a

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LOS DIARIOS CATÓLICOS. En 1855, durante el segundo gobierno de Ramón Castilla, el periodismo en el Perú se renovó con la aparición de nuevos diarios. En aquella época surgieron El Católico (1), fundado por Bartolomé Herrera para combatir a los liberales, y El Católico Cristiano (2), fundado por los adversarios de Herrera en respuesta a los ataques de su diario.

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LA TEMPORADA EN CHORRILLOS

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En abril de 1856 la Convención Nacional, presidida por Miguel de San Román, acordó el pago de una mesada a cada diputado. Este pago servía para el traslado y establecimiento de los parlamentarios en el balneario de Chorrillos, donde se instalaban los poderes Ejecutivo y Legislativo durante la temporada de verano. En este dibujo a lápiz de Juan Mauricio Rugendas, la plaza y el mercado de Chorrillos en 1844.

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cuyo cargo debía estar la convocatoria al primer Congreso constitucional. Los días de Castilla en el mando supremo parecían contados. La Convención se proponía sobrevivirle. Estos planes (que han pasado desapercibidos para muchos estudiosos de tan interesante período) resultan fundamentales para entender su significado.

JOSÉ GÁLVEZ.- Aunque no siempre se identificara con él la mayoría de la Convención (por cierto, más transigente) el espíritu de la revolución que ella quiso plasmar en forma legal se encarnaba en José Gálvez Egúsquiza. Nació este ínclito varón en Cajamarca el 28 de abril de 1822 (según la partida de bautismo que encontró su nieto José Gálvez Barrenechea, con lo cual quedó aclarado el error de suponerlo nacido el 18 de marzo de 1819, fecha correspondiente a su hermano Pedro Gálvez Egúsquiza). Fueron sus padres el coronel José Gálvez Paz y doña María Micaela Egúsquiza. Comenzó sus estudios preparatorios en el Colegio General de Ciencias de Cajamarca, instalado en 1831 por esfuerzos de su padre, quien, como diputado a Congreso primero y como presidente después de la junta departamental, facilitó la autorización y los medios necesarios para ese establecimiento del que fueron alumnos fundadores tres de sus hijos. Concluida en 1836 su educación preparatoria, bajo la dirección del eminente Juan Pío de Burga, empezó José Gálvez a trabajar en una hacienda de sus padres hasta 1842. De esta época inicial quedó el recuerdo de la actitud que asumió, junto con el coronel Juan Miguel Gálvez, para contener el batallón Fieles, sublevado cuando había salido de Cajamarca para Trujillo a sostener la Confederación Perú-boliviana. En 1842 viajó don José, junto con su hermano Pedro, para terminar su educación y ambos ingresaron al Colegio de San Carlos. Allí permaneció hasta 1845. Durante la llamada "Semana Magna" estuvo entre los jóvenes que se presentaron como voluntarios para defender la capital y se destacó entre ellos. Recibido de abogado a principios de 1846, contrajo matrimonio ese mismo año con doña Ángela Moreno y Maíz y se estableció en el departamento de Junín en donde ejerció su profesión. A su regreso de un viaje a Cajamarca con motivo de la muerte de su padre en 1849, se encargó del Colegio Guadalupe que recibió de su hermano Pedro. En este plantel "único asilo de las ideas liberales", enseñó filosofía, Derecho penal (al que llamó Derecho correccional), legislación y Derecho público. Combatiente en la sublevación de 1854 al lado de Fermín del Castillo en el departamento de Junín, redactó el primer decreto de liberación de los esclavos. Apresado a consecuencia de una reacción en Colca, fue desterrado a Chile. Volvió al campamento del ejército libertador y estuvo primero encargado del ramo de Gobierno en la Secretaría General y luego con el grado de teniente coronel, fue jefe de Estado Mayor de la división de vanguardia y como tal demostró bizarría en el encuentro con las tropas gobiernistas que tuyo lugar en el punto llamado de Pachacayo. Este hombre, de barba nazarena y grandes ojos negros llenos de "la melancolía del descontento" alcanzó desde 1855 un relieve mayor que su hermano Pedro. Este se había hecho conocer primero. Alumno brillante de Herrera en San Carlos, contendor suyo en la tribuna parlamentaria y en las aulas de Guadalupe, divulgador de la filosofía alemana, secretario del Club Progresista; diputado de la pequeña y altiva minoría durante el gobierno de Echenique, secretario de la insurrección y firmante del imperecedero decreto que abolió el tributo indígena, ministro del "Gobierno de la moralidad", se le ve luego opacarse en la Convención. Asume en ella actitudes eclécticas; y, por fin, se desplaza a la diplomacia pues acepta la legación en Centroamérica, Venezuela, Colombia y París. José renunció el grado de coronel inmediatamente después de la victoria, si bien manifestó que "volvería a tomar las armas siempre que el país o el derecho de los pueblos lo necesitaran". "Yo nunca he sido militar –dijo alguna vez en la Convención– y no lo he sido por no esclavizar jamás mi inteligencia ni mi libertad a ningún hombre. Rector de San Carlos después de La Palma, prefirió a ese cargo, dictar cátedra de civismo a los 34 años desde su curul

de diputado por Pasco a la Convención. Como pocos, sintió el deber de legislar para llevar al país por nuevos y limpios cauces. Así fue, como se ha visto, el implacable enemigo de la amnistía, irguiéndose contra la corriente porque, según sus palabras, "la tibieza es, por desgracia, nuestro más notorio y lamentable defecto". "Yo no odio a nadie", dijo también antológicamente; "pero tampoco temo ni adulo a nadie". Su oratoria sin retórica, afanosa de síntesis, con una trabazón lógica pero nerviosa, que nunca veía matices y siempre veía dilemas, delineó en discursos que es lástima no hayan pasado a formar un libro, su credo que puede ser resumido en estas palabras: igualdad y moralidad; dentro de la ley, la libertad.

LAS DIETAS DE LOS REPRESENTANTES.- En sesión secreta de 17 de abril de 1856 la Convención aprobó el acuerdo, entonces muy criticado, de asignar a cada diputado una mesada extraordinaria para gastos de traslación y establecimiento en Chorrillos. Invocó para ello una resolución del Congreso de 1853 tan combatido por los liberales. Dispuso, al mismo tiempo, que durante la residencia en ese lugar las dietas de los representantes fueran de 12 pesos diarios, dos más de los que había fijado la resolución legislativa de 11 de noviembre de 1853, de conformidad con la ley de 14 de agosto de 1827. Hubo diputados que, como Pío Benigno Mesa, hicieron renuncia tanto de ese aumento como de la mesada extraordinaria. Posteriormente, poco antes de su clausura, trató la Convención de un nuevo aumento de dietas que provocó grandes protestas en la opinión pública. Presentó esta proposición el diputado por Cangallo, Tadeo Duarte, y se opuso a ella José Gálvez.

Su ORATORIA SIn vvvvvvvvv RETóRICA, AfAnOSA DE SínTESIS, COn unA TRABAzón LóGICA PERO nERvIOSA, quE nunCA vEíA MATICES Y SIEMPRE vEíA DILEMAS, DELInEó En DISCuRSOS quE ES LáSTIMA nO HAYAn PASADO A fORMAR un LIBRO, Su CREDO quE PuEDE SER RESuMIDO En ESTAS PALABRAS: IGuALDAD Y MORALIDAD; DEnTRO DE LA LEY, LA LIBERTAD.

[ CAPÍTULO 22 ] PERÍODO 2

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[ tomo 4 ]

[ segundo período: la falaz prosperidad del guano ] capítulo 23 ● I In­ten­to­nas sub­ver­si­vas. Sur­gi­mien­to de la re­be­lión de no­viem­ bre de 1856, ● II Su­ble­va­ción de la es­cua­ dra y cap­tu­ra de las is­las de Chin­cha por los re­bel­des ● La cam­pa­ña del nor­te ● In­ci­den­te con In­gla­te­rra, cap­tu­ra del Loa y el Tum­bes ● Frus­tra­do ata­que al Ca­llao. La "Pro­vin­cia Cons­ti­tu­cio­nal" ● Ren­di­ción de la es­cua­dra ●  De­vo­lu­ción del Tum­bes ● Otros con­flic­tos di­plo­má­ti­cos con mo­ti­vo de la gue­rra ci­vil. El ca­so de la Dor­cas C. Yea­ton, la Liz­zie Thomp­son y la Geor­gia­na ● III Re­gre­so de Vi­van­co a Are­ qui­pa. El "pro­tec­to­ra­do an­glofran­cés" ●

Are­qui­pa, "cau­di­llo co­lec­ti­vo" ●  San Ro­mán an­te Are­qui­pa. Las ne­go­cia­cio­ nes con Vi­van­co. Re­cha­zo por este de un Ave­ni­mien­to ●  El en­cuen­tro de Yu­mi­na ●  Al­go so­bre Yu­mi­na ●  Cas­ti­lla an­te Are­ qui­pa ● Se­gu­ra y Cas­ti­lla en Un ju­gue­te ●  IV De­sa­cuer­dos en­tre el Go­bier­no y la Con­ven­ción ●  Ges­tio­nes de paz de la Con­ven­ción y anun­cios so­bre la re­duc­ ción del ejér­ci­to y la elec­ción pre­si­den­ cial ● La se­sión del 2 de no­viem­bre ● Las co­mu­ni­ca­cio­nes en­tre Ure­ta y los mi­nis­ tros del 3 al 6 de no­viem­bre ●  El ma­ni­ fies­to de los di­pu­ta­dos y el Con­se­jo de

Mi­nis­tros ● Las ra­zo­nes jus­ti­fi­ca­ti­vas de Ar­gue­das ●  La ac­ti­tud de Cas­ti­lla an­te el atro­pe­llo de Ar­gue­das ●  Las re­la­cio­nes en­tre Cas­ti­lla y la Con­ven­ción y la si­tua­ ción po­lí­ti­ca en no­viem­bre de 1857 ●  El jui­cio con­tra Ar­gue­das ● V El ase­dio de Are­qui­pa. La co­lum­na In­mor­ta­les. Be­ni­to Bo­ni­faz ● El ma­ris­cal de Yu­mi­na ● Ges­tio­ nes de paz del mi­nis­tro chi­le­no Ira­rrá­za­ val ●  La opi­nión de Ira­rrá­za­val y de Luis Ben­ja­mín Cis­ne­ros so­bre los de­fen­so­res de Are­qui­pa ● La toma de Arequipa ● Las cau­sas de la de­rro­ta de los are­qui­pe­ños ● So­me­ti­mien­to de la Apu­rí­mac.

LA CONTRAOFENSIVA CONSERVADORA Y CAUDILLISTA DE 1856-1858

CAPÍTULO

23 [ ]

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I 268

PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 23 ]

[I] NTENTONAS SUBVERSIVAS. SURGIMIENTO DE LA REBELIÓN DE NOVIEMBRE DE 1856.- Las intentonas de rebelión contra el régimen político erigido a consecuencia de la batalla de La Palma fueron muy numerosas. Pocos días después de ese hecho de armas, el 20 de enero de 1855 el coronel Villamar atacó al general Castilla en el patio de su casa y se produjo una lucha cuerpo a cuerpo. La guardia quiso matar al agresor y Castilla lo impidió. En Arequipa (julio de 1855), en Islay (marzo de 1856), en Chincha (14 de abril), en Nauta (30 de junio), en Trujillo (15 de agosto), en Tacna (22 de setiembre), en Ayacucho, en Áncash y en otros lugares hubo aislados estallidos subversivos. Ya se ha hecho mención del motín que dirigió el general Fermín del Castillo el 15 de agosto de 1856 en Lima. Domingo Camino y Diego Masías encabezaron el 31 de octubre de 1856 en Arequipa un movimiento popular a favor del general Manuel Ignacio de Vivanco. Ambos habían figurado entre los cabecillas de la insurrección de 1854. La rebelión de Arequipa en 1856 llegó a alcanzar dimensión nacional, poniendo en serio peligro al régimen de Castilla y a la Convención. Después de la derrota del Directorio acabó la etapa ilusa del vivanquismo. De la Regeneración de 1841 al Directorio de 1843 Vivanco fue pródigo en títulos sonoros, en proyectos optimistas, en promesas jactanciosas. Vencido en Carmen Alto, dejó gobernar a su vencedor para dedicarse a labrar la tierra en la región ecuatoriana de Manabí. Cuando lanzó su candidatura en 1851, el hecho mismo de haber encarrilado su ambición por las vías legales marca una transición en que se modera el ímpetu regenerador de los días mozos. Mantuvo sin embargo todavía su autoritarismo progresista e intelectualista, como se ve en el manifiesto que publicó en 1850, dedicando a los arequipeños su abstruso estudio sobre la libertad individual y luego una enumeración de principios políticos. La victoria de Echenique y la turbulenta protesta de Arequipa contra ella, llevaron a Vivanco otra vez al destierro. Creyose luego el legítimo usufructuario del descontento contra Echenique. Atónito contempló, sin embargo, cómo Castilla, su rival de tantos años, el caudillo militar que restaurara la Constitución de Huancayo, propugnaba la caducidad de esa Constitución, el Jefe de Estado que, según Vivanco, había impuesto a Echenique, encabezaba el levantamiento contra ese Presidente; el político cuya firma refrendara las leyes de consolidación, aparecía como campeón de la moralidad lesionada por esas leyes. Castilla lo había derrotado una vez más pero no ya como otrora, aprovechando el azar favorable en el campo de batalla o intimidando a los colegios electorales, sino engañando a sus amigos y escamoteándole el comando de la revolución. Lleno de soberbia e ira, se alejó Vivanco de Arequipa, y se refugió en la casa del cónsul inglés, Crompton, en Islay, donde escribió en prosa castiza su Exposición al Perú y a Arequipa en particular de los motivos y razones que ha tenido para no tomar parte en la actual guerra civil. Ya no se llamó en este documento "nuevo Alcides que cortará las cien cabezas de la hidra de la anarquía". Más bien, llegó a lamentarse así: "La mucha ambición que tuve y la poca que conser vo, jamás ha tenido otro objeto que obtener la gloria a trueque del bien y como estoy convencido de que el bien y la gloria son y serán por mucho tiempo casi inasequibles en

el Perú, poco me afano por hacer prevalecer los principios de política y gobierno que, a mi juicio, conducen a esos lícitos y laudables fines". Pero luego, sin exponer ya sus "motivos y razones", tomó parte en la guerra civil. No al ser vicio de Castilla porque en ese caso, según sus propias palabras, "no hubiera sido más vil que el escarabajo de la fábula si como agradecido y obligado correspondiese con oficiosas finezas a las atroces hostilidades, ni siquiera del águila, sino del cuervo de nuestra revolución". A quien se unió fue a Echenique e intentó apoderarse de Arequipa, el solar de su partido, como si fuese uno más entre los pocos soldados arequipeños que en las rebeliones de esa ciudad heroica se atrevían a combatir contra ella y eran, por eso, llamados "macamamas", pegadores de su madre. El punto de vista de los facciosos de 1856 acerca de la historia peruana a partir de 1841, resultaba afín al que Vivanco expresara en su extenso manifiesto fechado en Islay en 1854. La actuación de Castilla posterior a la victoria de La Palma era vista por ellos a través del prisma más negro. La abolición del tributo y de la esclavitud, justísima en principio, había sido hecha precipitadamente, con daño para el Erario y la agricultura nacional y fomentando negocios a la sombra de la indemnización a los amos. Junto con Castilla, calificado de inescrupuloso y tiránico, la odiosidad de los rebeldes se concentraba en Elías, mediante acusaciones de orden económico. Se mencionaban despilfarros y peculados en el "Gobierno de la moralidad" de Hipólito Sánchez decía en Arequipa: "En tiempo de Echenique se vio siquiera circular esos caudales impulsando la industria y derramando abundancia en las ciudades". La ley de 11 de marzo de 1857 que rehabilitó los vales de la consolidación y ordenó la ejecución de la deuda trasladada a Inglaterra y Francia (y que será estudiada en el capítulo 30), así como el decreto entregando los delitos de imprenta a los jueces ordinarios nombrados por el Gobierno, las elecciones para la Convención dominadas por los negros libertos y de las que fueron excluidos los servidores del régimen anterior, las ideas expuestas en los debates parlamentarios, las amenazas contra la Iglesia católica y el orden social formaban, con intensidad diversa, un cúmulo de acusaciones contra el sistema imperante después de La Palma. En él, por lo demás, no era difícil predecir un cisma inminente que llevaría por un lado al autoritarismo caudillista y militar de Castilla y por otro a los tribunos de la Convención. Vivanco desechó enfáticamente una coalición con Echenique, a pesar del dinero de este y de los numerosos elementos que lo apoyaban. Así definida, la sublevación se enfrentó a la vez a dos enemigos: Castilla y la Convención, y estalló pocos días después de haber sido jurada en Lima la nueva Carta política. Quiso Vivanco que el brote subversivo se produjera en la misma capital; pero hubo de someterse al estallido de Arequipa llamando al "Regenerador". En la primera insurrección de este partido, la de 1841, el pronunciamiento de varias guarniciones del sur se había adelantado al de Vivanco. Cuando ausente, iniciaron sus amigos de Arequipa en 1843 el movimiento del Directorio. Lo mismo ocurrió en 1856. Llegó esta vez el caudillo a la ciudad que tanto lo amara, sin los arrestos de antaño. Su proclama de 1° de noviembre de 1856 comienza diciendo que una larga serie de calamidades ha sido la historia republicana del Perú y que en vano desde 1841 él y Arequipa han luchado para detenerla. El mal es muy hondo, agrega, la regeneración está muy lejana, no es posible ostentar ya el título de "Regenerador" que su ilusa juventud le otorgó y hay que limitarse a "apuntalar" el edificio social que se derrumba. La ironía periodística le dio, por estas palabras, el título de "Apuntalador". Había, pues, una honda diferencia entre el "Regenerador" de 1841, el Supremo Director de 1843, el candidato de 1851, el "macamama" de 1854 y el "Apuntalador" de 1856. El optimismo, el afán redentor de los años mozos se habían secado en el páramo de una dura experiencia. No encarnaba ya Vivanco, como en su mocedad de caudillo, la reacción de las clases cultas contra el predominio de los ineptos, sino la reacción de las fuerzas tradicionales contra un liberalismo audaz y contra el enérgico caudillaje de Castilla. Su beligerancia no era ya ofensiva, sino defensiva.

POCOS DíAS vvvvvvvvv DESPuÉS DE ESE HECHO DE ARMAS, EL 20 DE EnERO DE 1855 EL COROnEL vILLAMAR ATACó AL GEnERAL CASTILLA En EL PATIO DE Su CASA Y SE PRODuJO unA LuCHA CuERPO A CuERPO. LA GuARDIA quISO MATAR AL AGRESOR Y CASTILLA LO IMPIDIó.

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 2

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LIZARDO MONTERO (1832-1905)

Lucharon a su lado arequipeños fieles, ultramontanos fanáticos, jóvenes ilusos y antiguos partidarios del régimen vencido en La Palma.

[ II ] SUBLEVACIÓN DE LA ESCUADRA Y CAPTURA DE LAS ISLAS DE CHINCHA POR LOS REBELDES.- El estallido de Arequipa repercutió en Moquegua y luego en lugares tan alejados

El joven piurano se trasladó a Lima en 1851 e ingresó a la Escuela Naval. A bordo de la fragata Apurímac, secundó las acciones de Vivanco contra el gobierno de Ramón Castilla en 1857. Ese mismo año participó en los combates de Arica y el Callao. Viajó a España una vez restablecido el orden, hasta 1862, cuando volvió al país y se le confió el mando del bergantín Lerzundi.

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 23 ]

entre sí como Piura y Ayacucho. Bien pronto ostentó un aspecto nuevo en la historia de las guerras civiles peruanas: la participación de la escuadra. Un joven teniente segundo de la armada, Lizardo Montero, y un alférez de fragata, Miguel Grau, dieron a Vivanco el dominio del mar al sublevarse en la fragata Apurímac (Arica, 16 de noviembre). Se les unieron en Islay el Tumbes y el Loa. Los rebeldes tomaron luego posesión de las islas de Chincha y comenzaron a vender guano. Castilla llegó a dar un decreto en que declaró, como el gobierno de 1831, piratas a los barcos defeccionados (26 de noviembre) y otro ofreciendo elevados premios a los jefes y oficiales que los entregaran (3 de enero de 1857). Quedó fiel al Gobierno solo el Ucayali mandado por el capitán de navío Ignacio Mariátegui. La resolución expedida por la Convención el 1° de abril de 1857 autorizó que el guano exportado y que se exportara en adelante de las islas de Chincha o de cualquier otro depósito del Perú por perturbadores del orden público o en virtud de contratos celebrados por ellos o sus agentes, fuera reclamado en todo tiempo como propiedad nacional robada persiguiéndose civil y criminalmente a los responsables conforme a las leyes; y confirió al Ejecutivo poderes para dictar con tal objeto las medidas convenientes y hacer los gastos necesarios. Por resolución de 18 de mayo de 1857, de la que se trata más extensamente en párrafos posteriores, facultó además la Convención al Ejecutivo para que acordara con los representantes diplomáticos de la Gran Bretaña y de Francia lo conveniente para que prestaran su concurso en caso necesario y a juicio del Gobierno sobre la custodia del guano de las islas sin comprometer la propiedad y la posesión de ese fertilizante. La pérdida de las islas creó serias dificultades económicas al Gobierno de Lima.

LA CAMPAÑA DEL NORTE.- Los rebeldes (y se discute si ello fue acaso un error) no intentaron apoderarse del sur para avanzar lentamente por tierras sobre la capital como había ocurrido en 1854. Vivanco amaneció un día frente al Callao con los buques Apurímac, Tumbes y Loa (31 de diciembre de 1856). No dio a sus huestes la orden de desembarcar, pues se le había informado que las fuerzas de tierra estaban comprometidas para una sublevación. El movimiento no llegó a producirse y a las once de la mañana llegaron al Callao tropas castillistas de Lima y Chorrillos al mando del propio Castilla. Sucediéronse intermitentes tiroteos. El 8 de enero el Tumbes y el Loa se dirigieron al norte dejando al Apurímac en una especie de bloqueo del primer puerto de la República. Vivanco desembarcó en Casma y estableció su cuartel general en Nepeña. El mariscal La Fuente, al servicio de la causa regeneradora, ocupó fácilmente Trujillo, donde ella tenía muchos prosélitos (29 de enero de 1857). El general José Bustamante, el antiguo jefe de la división colombiana en 1827, se sublevó en Ayacucho. Una expedición despachada por Vivanco al callejón de Huaylas logró ocupar Carhuaz; pero fue derrotada al querer avanzar sobre Huaraz. En Piura hubo sucesivos pronunciamientos y cambios de situación hasta que pareció consolidarse el vivanquismo al llegar las fuerzas que mandaba el coronel Manuel González de la Cotera. Castilla, aparte de los problemas derivados de la tormenta revolucionaria desencadenada en el norte, el centro y el sur del país, tuvo que afrontar el disentimiento con sus ministros Mariano Felipe Paz Soldán, Jervasio Álvarez y J. Santos Castañeda, que solicitaron la derogatoria de la resolución poniendo fuera de la ley a la escuadra

sublevada y otras medidas conciliatorias. Los ministros dimitieron en abierto desacuerdo con el Presidente (14 de febrero). Los nuevos ministros fueron el general José María Raygada, Manuel Ortiz de Zevallos y Luciano María Cano y dos ausentes, Juan Ignacio de Osma y Francisco Rivero, que no podían renunciar. Cuando el Consejo de Ministros quiso completarse con el nombramiento de José María Rueda como ministro de Hacienda interino, la Convención Nacional se negó a aceptar este nombramiento (15 de abril). El centro del país quedó pacificado con una expedición que dirigió el general Pedro Diez Canseco y combatió palmo a palmo con los rebeldes que se habían parapetado en Huanta (22 de marzo). En esta guerra civil intervinieron en forma descollante los tres hermanos de la esposa de Castilla: Pedro en la zona antedicha y luego desempeñando la Inspección General del Ejército, Manuel como ministro de Guerra y luego como defensor del Callao, y Francisco como jefe de la guarnición de Lima y posteriormente como gobernador de las islas de Chincha. El 1° de abril de 1857, Castilla adoptó una decisión osada, al embarcarse en el viejo vapor Huaraz con todas las tropas que pudo reunir y al desembarcar en Pacasmayo cara a cara al riesgo que ofrecían el poco andar del buque, el apiñamiento de la artillería, la caballería y la infantería, la posibilidad de ser capturado y los peligros que envolvían su carencia de elementos suficientes. En Lima quedó gobernando el Consejo de Ministros que presidía el general Raygada. Vivanco desocupó Chiclayo el 5 de abril y se dirigió a Piura con notable rapidez, en un movimiento que él consideró más tarde como un éxito militar, por la ruta llamada "del rodeo", o sea por Jayanca, Olmos y Pabur, perseguido por Castilla. Cuando llegó cerca de Piura creyó encontrar el refuerzo de La Cotera; pero existía allí un nuevo estado de cosas. Los vecinos habían conminado a este jefe para que se pronunciara por Castilla. La Cotera optó por firmar una acta en que reconoció la Constitución, si bien se declaró neutral en la guerra civil, salvo que fuera atacado. Vivanco no pudo por ello entrar en Piura ni tampoco logró persuadir a La Cotera de que volviera a su ejército; sin combatirlo, pues no quería perder tiempo, siguió rápidamente a Paita. Castilla capturó Piura el 20 de abril, el mismo día de la llegada de Vivanco al Callao, y sometió a La Cotera, y quedó así dueño de todo el norte del país.

INCIDENTE CON INGLATERRA. CAPTURA DEL LOA Y EL TUMBES.- El 15 de marzo el vapor New Granada perteneciente a la compañía inglesa de navegación en el Pacífico fue abordado por una lancha armada del buque rebelde Loa. Un oficial exigió la entrega de ciertos fardos y cajones del cargamento, así como de una cantidad de dinero destinado por el gobierno de Castilla al ejército que tenía en el norte. El ministro británico en Lima E. H. Sullivan y el almirante Bruce consideraron que había sido inferido un insulto al pabellón de su país y encargaron al buque de guerra Pearl de esa nacionalidad la exigencia de satisfacciones y la devolución de las especies capturadas. El Pearl apresó al Loa y también a otro barco que fue el Tumbes y se presentó con ellos en el Callao el 1° de abril. De resultas de la correspondencia entablada entre el ministro Manuel Ortiz de Zevallos y Sullivan sobre el asunto, el Loa llegó a ser liberado y se alzó el embargo para que condujese el monto del dinero sustraído. Esta remisión no fue efectuada. El Tumbes quedó en rehenes.

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EnERO vv vv 1857 [ perú vv ] ]

fECHA DE CREACIón vvvvvvvv POLíTICA DEL DISTRITO DE CHORRILLOS, En LA PROvInCIA DE LIMA. ESTE PuEBLO, LLAMADO ASí En ALuSIón A LAS fILTRACIOnES DE AGuA quE CAíAn SOBRE LOS ACAnTILADOS, ERA HABITADO POR PESCADORES. A MEDIADOS DEL xIx SE COnvIRTIó En EL BALnEARIO PREfERIDO DE LA ARISTOCRACIA LIMEñA. DuRAnTE EL BOOM DEL GuAnO SE ERIGIEROn En EL LuGAR LuJOSOS PALACETES DE vERAnO, A LOS quE SE COnOCíA COMO "RAnCHOS".

FRUSTRADO ATAQUE AL CALLAO. LA "PROVINCIA CONSTITUCIONAL".- En Paita Vivanco hizo apresar, por medio del Apurímac, al Huaraz, que había llevado a Castilla hasta Pacasmayo y que se encontraba en ese puerto. Con los dos barcos en convoy se embarcó con rumbo al Callao. Creía fácil ocupar la capital que estaba desguarnecida, pues la mayor parte de las tropas habían marchado con Castilla al norte. Se presentó en el Callao a las once de la noche del 20 de abril y seguramente si hubiese desembarcado de inmediato sus propósitos de apoderarse del puerto se hubieran cumplido. Fatalmente para él, no atacó ni esa noche ni al día siguiente.

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 2

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IGNACIO MARIÁTEGUI Y TELLERÍA (1797-1868)

El marino limeño inició su carrera en el bando realista. Luego se unió al ejército de San Martín y participó en varios combates junto al marino inglés Martín Jorge Guise. Tras la Independencia, fue destacado en la marina. En 1846 fue designado para vigilar en Inglaterra la construcción de dos fragatas a vapor para la armada peruana. A su regreso se ocupó del Colegio Naval y, más adelante, de la capitanía de los puertos del Callao y de Pisco. En 1859 fue enviado por el gobierno de Castilla en misión diplomática a Guayaquil, a declarar la guerra al Ecuador.

Las fuerzas regeneradoras desembarcaron al norte del Callao, cerca de la boca del río, al amanecer del 22 de abril de 1857. Estaban mandadas por el general José Antonio Vigil y los coroneles Manuel Vargas Machuca y Manuel Lopera y las precedió una banda de música. Vivanco se quedó a bordo del Apurímac con unos veinticinco hombres. El jefe de los defensores del Callao era el general José Manuel Plaza y ellos estaban formados por el batallón Constitución compuesto por milicianos, o sea civiles armados, a los que había reforzado una columna constituida por oficiales excedentes que llegó de Lima al mando del general Manuel Diez Canseco. A los primeros disparos Plaza cayó muerto y Diez Canseco asumió la defensa total del puerto. El combate duró varias horas y los adversarios emplearon la bayoneta para disputarse calle por calle. En ellas quedaron tendidos numerosos muertos, entre los que estuvieron el coronel Manuel Lopera y numerosos arequipeños que lo habían acompañado en el ataque. Los otros dos jefes vivanquistas, Vigil y Vargas Machuca, resultaron heridos. Más de cuatrocientos prisioneros entre jefes, oficiales y soldados cayeron en poder de los chalacos porque al tratar de embarcarse los restos del ejército vencido, no encontraron lanchas o se les cerró el paso para llegar a ellas o se impidió que se acercaran al puerto. La provincia del Callao recibió de la Convención Nacional el mismo 22 de abril, el título de "Provincia Constitucional", porque frente al reaccionarismo de Vivanco, Castilla enarboló en esta guerra civil la bandera de la constitucionalidad. El Gobierno se dirigió a la Convención en consulta sobre el modo como debían ser juzgados los prisioneros del Callao. La asamblea resolvió que solo fueran sometidos a juicio los jefes rebeldes y los oficiales que, cuando estaban al servicio del régimen constitucional, hubiesen desertado y tomado parte con los facciosos. Quedó otorgada la libertad a los demás oficiales con tal que presentaran garantías suficientes. Los soldados veteranos debían ser dados de alta en los cuerpos del ejército dándose de baja a los reclutas (29 de mayo). Castilla llegó al Callao pocos días después del combate. Había viajado en el vapor de la carrera Bogotá acompañado tan solo por veinticinco personas entre las que estaban el coronel La Cotera. Vivanco lo hubiera podido apresar con el Apurímac en esta oportunidad.

RENDICIÓN DE LA ESCUADRA.- El combate del Callao y la intervención británica originaron el sometimiento del resto de la escuadra al Gobierno de Lima, con excepción de un buque. Los que adoptaron esta actitud (para la cual invocaron el repudio de los pueblos a Vivanco y la disipación que efectuaba con el guano) fueron los barcos Loa, Izcuchaca, Huaraz y Guise en las islas de Chincha (9 de mayo de 1857). El Gobierno prometió a los jefes, oficiales y empleados el olvido del pasado.

DEVOLUCIÓN DEL TUMBES.- En junio de 1857 se consideró Sullivan satisfecho con las expresiones de sentimiento hechas tanto por la Convención Nacional como por el Gobierno con motivo de la injuria sufrida por el New Granada y tomó en cuenta, además, que la mayor parte de los buques sublevados estaban ya sometidos, que la tripulación del Tumbes había sido abandonada por Vivanco al no remitirle provisiones y que manifestaba deseos de seguir a las de aquellos barcos. Por todas estas razones devolvió al Tumbes bajo la condición de que sus oficiales no fueran molestados y de que hubiese una restitución del dinero sustraído. La aceptación de Ortiz de Zevallos tuvo fecha 12 de junio de 1857.

OTROS CONFLICTOS DIPLOMÁTICOS CON MOTIVO DE LA GUERRA CIVIL. EL CASO DE LA DORCAS C. YEATON, LA LIZZIE THOMPSON Y LA GEORGIANA.- El carácter de guerra naval que esta contienda civil tuvo y su conexión con los depósitos de guano que cayeron durante algún tiempo en poder de los rebeldes, ayudaron a crear y desarrollar algunos conflictos

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PERÍODO 2

[ CAPÍTULO 23 ]

de carácter diplomático. Entre ellos estuvo el que surgió por la detención de la barca norteamericana Dorcas C. Yeaton por el vapor gobiernista peruano Tumbes bajo la sospecha de que estuviese fletado para cargar guano vendido ilícitamente por los facciosos en Pabellón de Pica. El capitán del Tumbes, comandante Dueñas, ofreció proporcionarle flete si se dirigía al Callao (23 de enero de 1858). Dueñas declaró al apresar al Dorcas C. Yeaton que la jurisdicción del Perú llegaba hasta 180 millas de tierra. Vasta resonancia alcanzó también el caso de los buques norteamericanos Lizzie Thompson y Georgiana. Como el anterior, se relacionó con el hecho de que el gobierno peruano había adoptado diversas medidas para perseguir, por cuantos medios estuviesen a su alcance, la exportación, que consideraba ilegal y fraudulenta, del guano, al amparo de las fuerzas insurrectas, o en beneficio de ellas, en virtud de contratas que calificó de nulas, írritas y atentatorias. Dichas medidas fueron ampliamente publicadas y comunicadas a los países extranjeros. Cuando volvieron a reconocer al Gobierno los buques de guerra que se hallaban en las islas de Chincha, fugaron todos los mercantes que allí estaban dedicados al carguío del guano por contratas con las autoridades de Vivanco. En cambio, la Lizzie Thompson y la Georgiana llegaron a ser capturadas en momento en que se hallaban en Punta de Lobos y Pabellón de Pica, cerca de Iquique, o sea en puertos que no estaban habilitados para el comercio extranjero, realizando esa tarea para exportar el abono de acuerdo con las autoridades mencionadas. Ambas embarcaciones fueron llevadas al Callao y sus capitanes estuvieron presos durante un tiempo. El juicio que se les siguió originó la sentencia condenatoria aplicando la pena de comiso. La reclamación diplomática que entabló Estados Unidos demoró varios años y será mencionada en el capítulo 28.

[ III ] REGRESO DE VIVANCO A AREQUIPA. EL "PROTECTORADO ANGLOFRANCÉS".- Vivanco regresó a Arequipa; y esta ciudad, que pudo haber dado al pasear infructuoso de su caudillo por el norte del país la interpretación de que dejaba como saldo un testimonio de impotencia, lo recibió como un triunfador e improvisó un nuevo ejército. En un famoso discurso que pronunció en la Plaza de Armas tuvo esta frase: "No traigo los laureles del triunfo sino los crespones del pueblo". Fueron muy distintas, pues, las recepciones de Lima a Castilla y de Arequipa a Vivanco. Claramente dejó entender entonces Vivanco a su pueblo que la guerra estaba perdida y que tan solo había que salvar el honor. Desde junio de 1857 empezó el asedio de Arequipa. Con frenético entusiasmo, el pueblo preparó la defensa. Un bardo popular, Benito Bonifaz, cantó en estrofas rutilantes estas jornadas heroicas. A la vez, un gran escritor en prosa, Hipólito Sánchez, expresó el clamor popular en artículos con un título simbólico: Vencer o morir. Habían fundamentalmente razones de orden regional, religioso e ideológico en Arequipa para seguir en la lucha. A ellas se agregaron consideraciones patrióticas. Veían los revolucionarios con indignación que Castilla hubiese pretendido contratar corsarios para atacar a la escuadra sublevada, a lo cual se agregaba la captura del Loa y el Tumbes por los barcos ingleses y, sobre todo, la firma del convenio llamado por ellos "protectorado anglofrancés". Un vibrante panfleto que se supone fue escrito por Toribio Pacheco (cuya pluma es preciso mencionar, junto con la de Benito Bonifaz y la de Hipólito Sánchez, entre los ideólogos de esta rebelión) estigmatizó con dicho nombre el acuerdo firmado con fecha 21 de mayo de 1857 por el Gobierno de Lima representado por el ministro Manuel Ortiz de Zevallos y los encargados de negocios de Francia e Inglaterra Albert Huet y Esteban Enrique Sullivan. La Convención, por medio de una resolución que firmó su presidente, José Gálvez, autorizó, previamente, como ya se ha visto, este arreglo "a fin de que en representación de los intereses de los súbditos ingleses y franceses" los agentes diplomáticos de ambos países prestaran su concurso

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MARzO vv vv 1857 [ ee.uu. vv ] ]

ELISHA GRAvES OTIS vvvvvvvv (1811-1861) InSTALA EL PRIMER ASCEnSOR DEL MunDO En LA CIuDAD DE nuEvA YORk. ESTE InvEnTO, DOTADO DE un SISTEMA DE SEGuRIDAD ESPECIAL, REvOLuCIOnó LA ARquITECTuRA DE MEDIADOS DEL SIGLO xIx. GRACIAS A OTIS SE HIzO POSIBLE LA COnSTRuCCIón MASIvA DE EDIfICIOS Y RASCACIELOS En LAS CIuDADES MáS IMPORTAnTES DEL MunDO.

[ CAPÍTULO 23 ] PERÍODO 2

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ABRIL vv 1857 vv [ frAncIA [ vv ]

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APARECE LA nOvELA vvvvv MADAME BOvARY, DEL ESCRITOR fRAnCÉS GuSTAvE fLAuBERT (1821-1880). TRAS Su PuBLICACIón, EL AuTOR Y Su EDITOR DEBIEROn EnfREnTAR unA ACuSACIón LEGAL POR InMORALIDAD. SI BIEn fuEROn ABSuELTOS, LA nOvELA nO fuE vALORADA En Su TIEMPO. HOY, En CAMBIO, SE LA COnSIDERA unA OBRA MAESTRA DEL REALISMO Y, En GEnERAL, DE LA LITERATuRA En LEnGuA fRAnCESA.

en caso necesario, y a juicio del Gobierno, para la custodia del guano de las islas sin comprometer ni la propiedad, ni la posesión, ni la administración del abono guano o de las islas y sujetándose estrictamente al artículo 2° de la Constitución, referente a que la nación no podía celebrar pactos contra su independencia o integridad o que afectaran de algún modo su soberanía. Debía darse cuenta del arreglo previamente al Cuerpo Legislativo para el ejercicio de la atribución que le correspondía (18 de mayo de 1857). Según el convenio de 21 de mayo Inglaterra y Francia, en guarda de los intereses de sus súbditos acreedores del Perú por la deuda externa, se comprometieron a ayudar para que no se exportara el guano, sino en cumplimiento de los contratos vigentes o de los que celebrase "el gobierno nacional reconocido". Con la frase que acaba de citarse y dentro de la convulsa vida política del Perú, venía (según Pacheco, sus amigos políticos y muchas otras personas) a quedar convertida de hecho la voluntad de Inglaterra y de Francia en un requisito indispensable para permitir o prohibir el tráfico del guano. Por otra parte, el artículo 3° del convenio expresaba que no se pretendía establecer protectorado alguno sobre las islas guaneras, ni tomar posesión de ellas u ocuparlas, ni intervenir en los contratos que el gobierno del Perú hubiese celebrado o celebrare. Tampoco debía entenderse que por esta convención "la República del Perú cede, renuncia ni menoscaba el derecho de soberanía, dominio, posesión, gobierno y libre administración de sus guaneras ni afecta en lo menor su dignidad". El plazo de duración de ella era de diez años desde la fecha en que se aprobó con carácter provisional y ad referendum, fijándose para canjear sus ratificaciones el término de seis meses. La Convención Nacional la aprobó el 9 de junio por 51 votos contra 6. Felizmente para el Perú, las cancillerías de Londres y de París rechazaron este pacto; no obstante lo cual sus efectos tuvieron una eficacia inmediata. En las conversaciones entre el ministro peruano en Londres Francisco de Rivero con lord Clarendon sobre el tratado que Rivero también llamó de "protectorado", creyó él encontrar la influencia de Estados Unidos para sugerir su repudio. Lord Clarendon le llegó a decir rudamente que Inglaterra no quería injerirse en la política interna peruana ni representar tampoco el papel de policía en América del Sur.

AREQUIPA, "CAUDILLO COLECTIVO".- Vivanco era en Arequipa, en realidad, un prisionero. De él decía Hipólito Sánchez: "Testigos somos del profundo desdén que le merece el mando el Perú; nosotros oímos y presenciamos sus amargos sufrimientos; nosotros le hemos llamado con instancia y fuimos espectadores del triste placer con que pisó su infeliz patria; nosotros le merecemos el sacrifico que nos ha hecho de la honrosa paz de su destierro". Extraño ligamen el de este general ateniense con este pueblo espartano. Si en realidad algún caudillo hubo en Arequipa entre junio de 1857 y marzo de 1858, fue un caudillo colectivo: el pueblo arequipeño. "Venid a Arequipa, gritaba orgulloso Hipólito Sánchez, preguntad qué crimen, qué desorden ha manchado el honor de nuestra causa: recorred a todas horas nuestras calles y os admiraréis de la calma y serenidad que reina entre un pueblo armado que desafía la muerte y que, agitado por las pasiones en delirio, solo se inflama y ruge a la vista del enemigo. Aquí no hay legiones alistadas, ni se necesitan capas militares porque todo ciudadano es soldado de la patria y porque a la primera campanada de alarma, se lanzan todos al combate rebosando de felicidad y con una vehemencia que parece fuera a conquistar los tesoros del mundo o a recibir la corona de un imperio"...

SAN ROMÁN ANTE AREQUIPA. LAS NEGOCIACIONES CON VIVANCO. RECHAZO POR ESTE DE UN AVENIMIENTO.- A principios de junio de 1857 San Román, general en jefe del ejército del sur, llegó con poco más de 3 mil hombres a las cercanías de Arequipa. Después de los resultados de la campaña del norte, de la victoria del Gobierno en el Callao y del pronunciamiento que

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El levantamiento de Nauta. Tras la batalla de La Palma, muchos políticos insatisfechos con la instauración del gobierno de Castilla se enfrentaron a él. En junio de 1856 un grupo de rebeldes se alzó en esta ciudad amazónica, pero solo obtuvieron como resultado algunos hechos aislados que no comprometieron la estabilidad del régimen. Esta vista del pueblo de Nauta pertenece a una expedición francesa que visitó el Perú en la década de 1840.

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LAS nEGOCIACIOnES quEDAROn InTERRuMPIDAS EL MISMO DíA 19 DE JunIO. SEGÚn vALDIvIA En Su LIBRO REvOLuCIOnES DE AREquIPA, SAn ROMán LLEGó A InvITAR A vIvAnCO PARA quE ACATASE LA COnSTITuCIón OfRECIÉnDOLE quE CASTILLA SERíA SEPARADO DEL MAnDO , Y SE nOMBRARíA unA JunTA DE GOBIERnO InTEGRADA POR AMBOS Y POR uRETA. vIvAnCO ACCEDIó A TODO MEnOS A RECOnOCECER LA COnSTITuCIón.

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había efectuado a su favor la mayor parte de los buques sublevados, Castilla creía que los defensores de Arequipa estaban perdidos y que era preciso tratar de evitar más combates. "Absolutamente le prohíbo atacar la ciudad (dijo a San Román el 13 de mayo en carta desde Lima que fue interceptada y publicada por Vivanco). El derramamiento de sangre en un país tan trabajador como el nuestro haría mal a la causa que defendemos. Hasta se ha vertido ya; y no dudo que desde Omate, Chacaguayo y Pocsi usted dictará las condiciones que quiera imponer. La ocupación de Arequipa por este medio será para usted tan gloriosa como si la ocupase por consecuencia de una batalla". "Que los calas pidan misericordia" escribió Ildefonso de Zavala desde Tacna a San Román (19 de mayo). San Román se situó en las posiciones de Yumina, que consideró inexpugnables. Vivanco inició en Paucarpata el 19 de junio negociaciones para una capitulación. Se reunieron Juan Manuel Polar y José María Químper, comisionados del jefe puneño, y Carlos Diez Canseco y Rafael Benavides como personeros del caudillo de la Regeneración. San Román había aceptado secretamente las bases que estos presentaron. Incluían el retiro de Vivanco, la entrega del ejército arequipeño y de la fragata Apurímac al general puneño con la condición de que desconociera el pacto celebrado con los diplomáticos francés e inglés el 21 de mayo, respetase grados, empleos, sueldos y empréstitos y diera garantía a los sublevados. Pero San Román cambió de actitud y no aceptó el puesto de caudillo suplente de la revolución que Vivanco trataba de darle, y Polar y Químper dieron a conocer otras bases que incluían el olvido de lo ocurrido en Arequipa desde noviembre de 1856, el reconocimiento de los empréstitos forzosos, la promesa de gestiones para obtener medidas justas y equitativas del Ejecutivo y de la Convención en cuanto a los empréstitos voluntarios, los gastos y los contratos hechos por Vivanco así como el anuncio de una petición ante ambos poderes del Estado para que fuera reconsiderado el pacto de 21 de mayo. Las negociaciones quedaron interrumpidas el mismo día 19 de junio. Según Valdivia en su libro Revoluciones de Arequipa, San Román llegó a invitar a Vivanco para que acatase la Constitución ofreciéndole que Castilla sería separado del mando, y se nombraría una Junta de Gobierno integrada por ambos y por Ureta. Vivanco accedió a todo menos a reconocer la Constitución. Con gran entusiasmo acogió el pueblo de Arequipa la noticia de la ruptura de las negociaciones. Grupos y corrillos se habían formado antes en actitud amenazadora ante la posibilidad de una capitulación.

EL ENCUENTRO DE YUMINA.- Vivanco decidió atacar a San Román para que abandonase sus atrincheramientos. Salió de Arequipa con su pequeño ejército de 1.300 hombres de línea y 500 de la guardia nacional y un grupo de paisanos, y ocupó las posiciones de San Lucas y Cerro Gordo que dominaban las de Yumina. Se produjo el 29 de junio un fuego de artillería y de infantería que duró más de diez horas. Las fuerzas de San Román se retiraron. Pero este había mandado desde antes romper la toma de agua del río Sabandía que estaba en un punto de sus posiciones. Los vivanquistas se encontraron por ese motivo con que no podían cocinar su rancho, ni usar sus cantimploras ni dar de beber a la caballería; además se habían descompuesto las cureñas de varias de sus piezas de artillería, entre ellas una culebrina. Dentro de estas circunstancias se retiraron a Arequipa en la noche del 29. San Román, informado de lo que ocurría, regresó, ocupó el alto de Paucarpata y amaneció en él atribuyéndose la victoria. Sus pérdidas llegaban, sin embargo, a unos 1.200 hombres entre muertos, heridos, prisioneros y (en su mayor parte) dispersos, según carta de Manuel Nicolás Corpancho a José Casimiro Ulloa (Quequeña, 5 de agosto). El 30 de junio por la mañana desplegó San Román sus tropas en batalla en una línea de una legua, desde Jesús hasta la extremidad del Cerro Gordo. Para ello, según los arequipeños, colocó sus soldados de uno en fondo y los completó con rabonas cubiertas de capotones. De este

modo quiso, sin duda, demostrar a la ciudad sitiada que seguía amenazándola, que el encuentro del día anterior en Yumina no lo había debilitado y que sus fuerzas continuaban siendo numerosas. El 1° de julio mandó a Arequipa un parlamentario para dar cuenta, a su modo, de los sucesos ocurridos en Yumina y proponer nuevamente un avenimiento. Luego se situó en Chiguata, de donde pasó a Piaca y de allí a Quequeña con la finalidad de esperar a Castilla.

PEDRO DIEZ CANSECO (1815-1893)

ALGO SOBRE YUMINA.- Con motivo de una altanera proclama que publicó entonces San Román, se imprimió en Arequipa el opúsculo Algo sobre Yumina, sus antecedentes y consiguientes, destinado a refutarla en 138 páginas. A juzgar por el estilo de este impreso, su autor no pudo ser otro que el mismo Vivanco. En el Perú, empieza diciendo, se ha desarrollado la costumbre de hablar sobre cuestiones políticas con informes inexactos, falsificaciones de hechos y conclusiones forzadas. El hombre que no hace uso de la mentira y que tributa culto a la verdad en este país está perdido. De allí que la causa de Vivanco se halle destinada a sucumbir sin remedio. "Es imposible que pueda hacer la guerra con ventaja, pues en el Perú los únicos medios de triunfar son la corrupción por medio del dinero y la mentira profusamente esparcida por todas partes". Vivanco no sabe emplear ni una ni otra. El opúsculo pasa luego a refutar punto por punto la proclama de San Román y a narrar lo acontecido desde que llegó a Yumina hasta su estacionamiento en Quequeña. El estilo es castizo y fácil. Hay abundancia de expresiones latinas como Risum teneatis. Cunctator, Necessitas catet lege, Dii termini, Quid quid delivrant. Reges plectuntur Achivi, Quid queris verba?, Veritas odit moras, Tepedibus confide tuis, non sus Minervam. Las citas de la antigüedad clásica se refieren a Aristóteles, Filipo, las Hespérides, Atalanta, Aníbal, Augusto, Varo. Las de la Biblia y obras similares mencionan a Job, Salomón y san Pablo. Son, asimismo, variados los nombres españoles: Boabdil, Pedro Navarro, el conde de Ureña, Alonso de Aguilar, una comedia de Jovellanos, Cervantes, don Quijote, Pedro Recio de Tirteafuera, Sancho Panza, Cide Hamete. San Román es bautizado como "D. Miguel de la Titicacia, el caballero de los viejos títulos". No faltan historietas, chascarros, fábulas como la de la merienda entre la zorra y la cigüeña y la comparación de San Román con un escarabajo y de Vivanco con un águila. Domina en todas las páginas la preocupación por los detalles, por las nimiedades y por los aspectos concernientes a la forma y la puntillosidad. El autor acude al diccionario para explicar el sentido de ciertas palabras, si bien no desdeña el empleo de voces como lloclla, calla y qqechua (con dos q). Se preocupa, al mismo tiempo, de corregir a su adversario hasta en el número de horas de combate por él indicadas y llega a anotar que en la noche del 29 de junio la luna estaba en cuarto creciente. Vivanco es presentado como un caudillo denodado, sereno y generoso y como un gran señor, un gran estratega y un gran táctico; pero sus planes magníficos aparecen frustrados hasta tres veces en corto tiempo debido a causas imprevistas y ajenas a su voluntad. El talentoso estadista a quien Felipe Pardo y Aliaga había llamado su lámpara en 1843 no entretuvo sus ocios en Arequipa con un estudio sobre la situación política, económica o social del país; con un juicio sobre lo que era o significaba su partido; con un examen de los principios defendidos por él y de los que sostenían Castilla y la Convención Nacional; o con un análisis militar de la confusa campaña que acaba de realizarse entre Piura y Arequipa. Prefirió deshacer una proclama de San Román, consagrar más de cien páginas a un encuentro indeciso y perderse, a propósito de él, en elocuentes y baladíes consideraciones. Y así mientras en 1854 publicó con su firma un largo manifiesto sobre los motivos y razones por las que no participó en la guerra civil, después de haber dejado pasar en silencio el colapso de las dos grandes sublevaciones nacionales por él encabezadas en 1841 y 1843, en la etapa final de su larga trayectoria como caudillo aparece ocupándose en un escrito anónimo de un episodio menudo de esa sangrienta contienda que tanto había conmovido al país de un extremo a otro.

El militar arequipeño se incorporó al ejército en 1834. Al año siguiente, fue designado ayudante del general Ramón Castilla. Formó parte del Gobierno Restaurador en 1839 y acompañó al presidente Gamarra en la guerra contra Bolivia (1841). Luchó en la batalla de Carmen Alto, por las filas de Nieto y Castilla, y en la batalla de La Palma, en la cual se derrotó definitivamente al presidente Echenique. Estuvo encargado del Poder Ejecutivo en tres ocasiones: 1863, 1865 y 1868.

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CASTILLA ANTE AREQUIPA.- Castilla se embarcó en Paita en un buque mercante llegando

xxxxxxxxx CASTILLA SE EMBARCó En PAITA En un BuquE MERCAnTE LLEGAnDO A HuACHO. AL MARCHAR POR TIERRA A LIMA CAYó DEL CABALLO En LA nOCHE Y quEDó HERIDO En unA CADERA, un MuSLO Y unA PIERnA.

a Huacho. Al marchar por tierra a Lima cayó del caballo en la noche y quedó herido en una cadera, un muslo y una pierna. Andando con muletas se embarcó para dirigirse con una pequeña fuerza a Ilo. Sus piezas de artillería de grueso calibre puestas en toscas tarimas remolcadas por lanchas fueron arrojadas por las olas a una punta en medio de unas peñas. Con mucho esfuerzo los habitantes de Tambo pudieron rescatarlas. Después de unirse con San Román en Quequeña el 20 de julio, se dedicó Castilla a reorganizar su ejército. Contra sus órdenes, demoró en llegar la división del centro mandada por el general Manuel Diez Canseco que, en marcha por Ayacucho, debía reforzar sus tropas. Tremenda fue la cólera de Castilla ante esta desobediencia. Diez Canseco fue castigado, no obstante su parentesco con el Presidente, y se le abrió una causa. Ante la necesidad de buscar mayor forraje para la caballería y con el propósito de estar más cerca de Arequipa, se trasladó el campamento a Sachaca. Allí fueron recibidos los cañones que, según Castilla, habían sido salvados milagrosamente en la playa de Ilo y que fueron conducidos por bueyes. Por algún tiempo continuó en una labor de adiestramiento y de preparación, a la vez que procuraba incrementar su armamento, especialmente la artillería de grueso calibre. En el juicio que se siguió ante el fuero militar al general Manuel Diez Canseco lo defendió Manuel Nicolás Corpancho. El Consejo de Oficiales Generales lo absolvió de toda pena y dispuso que se le dieran satisfacciones por la orden general del ejército que contra él había llegado a ser expedida (Sachaca, 11 de diciembre de 1857). Castilla aprobó la sentencia y rehabilitó a Diez Canseco en sus goces y derechos; pero negó las satisfacciones demandadas (23 de diciembre).

SEGURA Y CASTILLA EN UN JUGUETE.- En la comedia Un juguete, cuya acción transcurre en abril de 1857, Manuel Ascensio Segura hizo que uno de los personajes, el politiquero don Ciriaco, rinda homenaje a Castilla. En una de las escenas del segundo acto dice: ¿Conque llegó don Ramón ayer a Huacho? Que diablo Si es un muchacho en lo activo. Así soy yo. Tan pronto aquí como allá; hoy en mar, mañana en tierra; esto sí es hacer la guerra. Conque, amigo, ¿cómo va? Diego Ciriaco.- Muy bien. Ahora de un sopapo se nos encaja aquí en Lima; ya lo tendremos encima! Me gusta el viejo por guapo y que lo es, no cabe duda ¡Diantre! Ni teme a la muerte; por eso siempre la suerte en sus empresas le ayuda. ¡Qué más da que en su porte sea fino o sea rudo! Y en una escena del tercer acto el mismo Ciriaco tiene las siguientes expresiones:

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¿No saben ustedes nada? Casi muere don Ramón... es un milagro patente el modo como salvó. El golpe ha sido terrible. Matea e Isabel.- ¿Ha habido revolución...? Ciriaco.- Nada de eso; su caballo, viniendo acá lo tiró, y estuvo más de dos horas sin señal de animación. Isabel.- ¡Vaya! Ciriaco.- Pero no hay cuidado, llegó a su casa mejor. Matea.- Hasta creí que era otra cosa. Ciriaco.- Y qué, ¿es poco el notición? Matea.- Ciriaco, déjate de eso que no importa un caracol. Ciriaco.- ¿Cómo que no importa? Isabel.- (¡Dale!) Ciriaco.- ¿Soy acaso de Cantón? A ti sí que no te importa que nos lleve al diablo o no. Pues la salud de la patria ha estado en su salvación. Si hubiera muerto... ¡Jesús! Ya nos halláramos hoy envueltos en la anarquía más espantosa y feroz. Su vida se ha hecho precisa Para el orden interior.

[ IV ] DESACUERDOS ENTRE EL GOBIERNO Y LA CONVENCIÓN.- Al avanzar el año de 1857 fueron agudizándose los desacuerdos entre el Ejecutivo y la Convención. El pedido para que ella ascendiera a los jefes que se habían distinguido al combatir la rebelión conser vadora no fue siempre atendido; la asamblea pidió que se suspendiera el juicio contra el general Fermín del Castillo, que llegó al Callao en julio de ese año y llegó a ser apresado; hubo una interpelación al ministro de Hacienda en septiembre. La cuestión de los ascensos tomó en este último mes nueva importancia al ser rechazado el del mayor Manuel Remón, que debeló un movimiento subversivo en Huacho y también los que había concedido Castilla como general en jefe en la zona de Arequipa.

MANUEL TORIBIO URETA (1813-1875)

Este abogado arequipeño fue elegido presidente de la Convención Nacional, por segunda oportunidad, el 29 de octubre de 1857. Tras su disolución, el 2 de noviembre, fue desterrado a Chile. Anteriormente había sido diputado por la provincia La Unión (1849), rector de la Universidad de Arequipa (1852), diputado por La Unión (1853), ministro de Relaciones Exteriores (1855) y diputado por Arequipa en la Convención Nacional (1855).

GESTIONES DE PAZ DE LA CONVENCIÓN Y ANUNCIOS SOBRE LA REDUCCIÓN DEL EJÉRCITO Y LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL.- La resolución de la Convención Nacional de 4 de enero de 1857 declaró nulos los actos de los rebeldes, calificó como responsables de crimen de lesa patria a los que atentaran contra las instituciones de la República, los mandó enjuiciar y los destituyó de todo empleo, cargo o beneficio civil, militar o eclesiástico. Por resolución de 26

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[ 1839-1840 [ 1857 setiembre noVIembre282 ] Junto DISOLUCIÓN con la bandera, DE LA CONVENCIÓN San Martín NACIONAL. también crea En laeledición primerdel escudo 2 de delnoviembre Perú. En él, desobre 1857, un cielo El Comercio azul, los rayos dio a conocer del la disolución sol iluminan de la Convención montañas levantadas Nacional sobreyun se apacible pronunció mar. en Esta contra escena delaparece hecho. Publicó rodeada además por una un extracto coronasobre ovalada cómo de ocurrieron laureles, atada los hechos: en su "Aextremo las tresinferior y cuartocon de la una tarde, cinta hora deuna en lacinta que la Asamblea de colorestaba coloren oro. el ejercicio de sus funciones, fue invadido su local por una fuerza del batallón Castilla al mando del teniente coronel D. Pablo Arguedas, quien con el subteniente D. José Cuba (…) mandó a decir 'Viva la Constitución', 'Viva el general Castilla'; 'retirarse de aquí'. Como a pesar de esta intimación no se movieron de sus asientos los señores diputados, mandó retirar los centinelas preparar y apuntar las armas (…)".

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de septiembre del mismo año, la misma asamblea, garantizó el cumplimiento de las capitulaciones que a nombre de ella se hubiesen hecho o se hicieran por el Gobierno a favor del pueblo de Arequipa "siempre que fuesen compatibles con la Constitución y las demás leyes". El Consejo de Ministros pidió que se eliminara la parte final de esta resolución por considerarla demasiado severa en vista de la ley anterior y solicitó que fueran ampliadas en lo posible las concesiones a quienes depusieran las armas. La ley de 28 de octubre de 1857 ordenó que el Consejo de Ministros nombrase una comisión autorizada para terminar, por medio de un arreglo que la Convención debía aprobar, la guerra civil existente en la provincia del cercado de Arequipa. Conseguido este objeto el ejército debía reducirse, convocándose a los pueblos para que llevaran a cabo la elección constitucional de presidente y vicepresidente de la República. Esta fue la última ley que alcanzó a expedir la Convención. En la sesión del 29 de octubre, con asistencia del ministro de Gobierno, se aprobó una resolución en la que se ordenó que cualquier arreglo que se hiciera con los rebeldes de Arequipa fuese sometido a la asamblea legislativa. La renovación de la mesa fue efectuada ese mismo día, eligiéndose presidente a Manuel Toribio Ureta. Ya no hubo sesión hasta el 2 de noviembre.

LA SESIÓN DEL 2 DE NOVIEMBRE.- Al dirigirse Ureta esa tarde al recinto de la asamblea, un amigo se le acercó en la calle (según cuenta Valdivia) y le dio el aviso de que algunos jefes habían tomado el acuerdo de disolverla con la fuerza armada. Antes de subir al sitial enseñó al deán arequipeño el apunte que con lápiz había hecho de los nombres de estos jefes y de la casa donde se habían congregado y la hora de su reunión. Valdivia preguntó a Ureta las providencias que pensaba tomar y Ureta le contestó: "Ninguna. Voy a abrir la sesión y esperemos como romanos la muerte en nuestras sillas". Llamó a uno de los ayudantes de la Convención y le dijo: “quede usted al cuidado de la guardia"; entró en el salón, ocupó su asiento, tocó la campanilla y la sesión quedó abierta. Ureta pronunció entonces el siguiente discurso: "Permitidme, señores, que os tribute solemnemente el homenaje de mi agradecimiento porque en el aniversario de la honra que me dispensasteis la habéis renovado para que, siendo el último de vosotros, vuelva a ocupar este asiento en la situación más delicada de la República que constituisteis el 13 de octubre. Combatida, un año hace, por el absolutismo, defendida por la firme voluntad de los pueblos que con fe en su derecho, recibieron la Constitución de 1856 y oyeron vuestra palabra de diciembre llenos de confianza en la consagración del principio de libertad, provista de las principales leyes orgánicas que dictasteis sin que el estampido del cañón perturbase la meditación profunda en las condiciones de la vida política del pueblo y del ciudadano, del que da la ley, del que la ejecuta y del que distribuye según ella la justicia; la República acaba de resolver el problema político de su grave situación transitoria. ¿Se terminará la guerra civil por medio del exterminio o por medio de un arreglo entre hijos de la misma patria? La grandeza del poder de la República, la inmensidad de sus recursos, la esperanza en el porvenir de incalculables resultados para bien del Perú si no se malogran los preparativos existentes para que se realice de una vez la organización constitucional, todo junto ha señalado a vuestra magnanimidad el camino de la paz. Se acerca, pues, señores, el día en que digáis a vuestros comitentes: no han sido estériles nuestros sacrificios; está consumada la obra de vuestra libertad y de vuestra organización. Vamos, de consiguiente, señores, a escribir con vuestros hechos postreros, la historia de la Convención Nacional. La honra y gloria de la sociedad peruana; la honra y gloria de nuestra civilización dependen ahora solo de nosotros. Los últimos actos en la vida de las asambleas y en la vida de los hombres deciden para siempre de su suerte. El juicio de la historia es como el juicio de Dios”. Continuó luego el debate iniciado desde días antes sobre las consignaciones del guano. Eran las tres y cuarto de la tarde.

LA DISOLUCIÓN DE LA CONVENCIÓN NACIONAL.- En esos momentos, después de hacer formar la guardia, el subteniente José Cuba, que la mandaba, penetró en el salón de sesiones espada en mano y, colocado sobre uno de los bancos del lado izquierdo de la barra, dirigiéndose a los diputados, gritó: "¡Viva la Constitución! ¡Viva el general Castilla! Retirarse de aquí". El presidente de la Convención dio orden a los ayudantes para que se apoderasen de la guardia y arrestasen a su jefe. Parecía que iba a ser obedecido, cuando llegó más tropa que obedecía órdenes del teniente coronel Pablo Arguedas, jefe del batallón Castilla, y se escucharon voces ordenando que se prepararan y apuntasen los fusiles sobre los diputados que habían permanecido en sus puestos. José Gálvez propuso que se llamara al ministro de Gobierno y Ureta nombró una comisión compuesta por este representante y por Valdivia y Tejeda con el objeto de que proyectasen las medidas que se debían dictar. Poco después se oyeron repetidas voces de fuego y fueron distribuidos los centinelas para que impidieran toda salida. Luego, al cabo de un cuarto de hora, entraron en la sala de sesiones piquetes de tropa con bayoneta calada, a expulsar individualmente a los diputados. Cuando Ureta preguntó de quién eran las órdenes que cumplían, el oficial Cuba mencionó a su jefe el comandante Pablo Arguedas y a la Inspección General del Ejército que estaba a cargo del general Pedro Diez Canseco, cuñado de Castilla. La sesión quedó así suspendida a las cuatro y media de la tarde. Al ser disuelta el 2 de noviembre de 1857, la Convención Nacional llevaba dos años, tres meses y diecinueve días de existencia.

EL CONSEJO DE MINISTROS ANTE LA DISOLUCIÓN DE LA CONVENCIÓN.- En Lima había quedado gobernando, en ausencia de Castilla, el Consejo de Ministros. Su interinato duró del 1° de abril de 1857 al 24 de octubre de 1858. Presidía el Consejo el general José María Raygada y lo integraban Manuel Ortiz de Zevallos, Juan Manuel del Mar y Luciano María Cano. Los secretarios de la Convención, Fernando Céspedes Escudero y José Luis Quiñones, dirigieron un oficio al ministro de Gobierno Juan Manuel del Mar para poner oficialmente en su conocimiento los graves sucesos ocurridos el 2 de noviembre. El presidente del Consejo de Ministros, general Raygada, asistió aquella misma noche a una reunión, en la cual manifestó que el causante del atropello era el coronel Pablo Arguedas, jefe del batallón Castilla, cuya cabeza no había estado en su razón. Declaró también que el Consejo de Ministros, en vista del estado de ánimo del ejército de Lima, se encontraba impedido de ofrecer garantías a la asamblea legislativa. El Consejo había tenido noticias, con más de una semana de anticipación, del golpe que se preparaba, sin adoptar otra medida que la de despachar un vapor poniendo ese hecho en conocimiento de Castilla y llamándolo y omitiendo cualquier acto que implicara dar cuenta oficialmente a la Convención. Se había sentido desde entonces prácticamente depuesto.

PABLO ARGUEDAS HURTADO (1820-1881)

Arguedas inició su carrera militar en 1843, bajo las órdenes de Ramón Castilla, junto a quien luchó después en la batalla del Carmen Alto. Durante la guerra civil entre Echenique y Castilla, el moqueguano fue ascendido a sargento mayor (1854). En 1857 disolvió la Convención Nacional con un grupo de soldados y por ello fue separado del ejército al año siguiente. En 1865, sin embargo, fue reincorporado y ascendido al grado de coronel.

LA SESIÓN DE LA NOCHE DEL 2 DE NOVIEMBRE.- A las siete de la noche continuó la sesión ininterrumpida de la Convención. Asistieron cincuenta diputados y el ministro de Gobierno Juan Manuel del Mar. El acta respectiva dice: "Leída la nota que se pasó por Secretaría y a indicación del señor Presidente, tomó la palabra el señor ministro y expuso: que el Consejo de Ministros tan luego de haber tenido conocimiento del grave atentado cometido en la tarde, tomó las providencias que creyó oportunas; fue indagando el origen del acontecimiento en el cuartel del batallón Castilla y con el mismo jefe que lo había encabezado, resultó ser la precipitación de una cabeza que no había estado en su razón y bajo la falsa noticia de haber la Asamblea depuesto al general Castilla nombrando una comisión de su seno para reasumir el mando; habiéndose dirigido a este local el comandante Arguedas sin más objeto que recoger la guardia y hacer retirar a sus casas a

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vvvvvvv vvvvvvvv vvvvvvvvv

SESEnTA DIPuTADOS fIRMAROn, EL 10 DE nOvIEMBRE, unA "MAnIfESTACIón". ALLí DECLARAROn quE PROTESTABAn DE LA vIOLEnCIA quE SE HABíA 566666666666 COMETIDO COnTRA LA REPRESEnTACIón nACIOnAL E HICIEROn A LOS AuTORES DEL ATEnTADO RESPOnSABLES DE LOS MALES quE SOBREvInIESEn.

los señores diputados, que tanto ese cuerpo que en su mayor parte no tenía participación en el motín, como todos los demás existentes en la capital estaban subordinados al Gobierno y ofrecían conservar el actual orden de cosas; y que finalmente la Asamblea y el público deben estar satisfechos de que el orden público no había sido ni sería alterado sin perjuicio de que se dictarían las medidas más escrupulosas sobre el particular. El señor Morales (se refiere a Francisco Morales, diputado por Santa) interpeló al ministro sobre si el comandante Arguedas había sido inmediatamente sometido a juicio y máxime cuando según las leyes militares se reagravaba el delito por la ebriedad y satisfaciendo el señor ministro dijo: que el Gobierno solo se había ocupado de las medidas de gran importancia exigidas por la actualidad, limitándose, respecto del comandante Arguedas, a mandarlo poner arrestado; y que para el juicio indicado había tiempo, puesto que aún no habían transcurrido veinticuatro horas. Y se levantó la sesión indicando el señor Presidente que, con los datos recibidos, la comisión expediría su dictamen para la próxima".

LAS COMUNICACIONES ENTRE URETA Y LOS MINISTROS DEL 3 AL 6 DE NOVIEMBRE.- El 3 noviembre Ureta dirigió una nota al ministro Juan Manuel del Mar con el fin de comunicarle que, por varios avisos, sabía que se preparaban nuevos atentados y peligros contra la representación nacional, de la misma naturaleza de los del día anterior; y de inquirir si a juicio del Consejo de Ministros había garantías para la seguridad de la Convención. Al día siguiente contestó Juan Manuel del Mar para expresar que "han fallado mis convicciones sobre el completo restablecimiento del orden por haberse descubierto después la excitación de la mayor parte de las fuerzas que guarnecen esta plaza". Agregaba: "Mientras el Gobierno pueda allanar los obstáculos que se presentan y están a la penetración de V. E., no puede garantizar la seguridad de la Convención en sus sesiones". Ureta se dirigió al presidente del Consejo de Ministros, general José María Raygada, y reiteró la narración de lo ocurrido hasta la mañana del 3 y agregó que, en la tarde de ese día, se había visto al comandante Arguedas a la cabeza de su batallón en el fuerte de Santa Catalina; que sus oficiales repartieron públicamente unas proclamas publicadas en El Comercio; que tropas del mismo cuerpo relevaron la guardia de la Convención; y que, por la noche, una partida de soldados al mando de un oficial vigilaron la casa de él (Ureta) y la de Gálvez para impedir reuniones de diputados. "Debo llamar la atención del Excmo. Consejo para que se digne decirme si, ni en Lima ni en el Callao, estará garantizada por el Excmo. Consejo de Ministros, encargado de la Presidencia de la República, la seguridad de la Convención disuelta por la fuerza el 2 del presente". Raygada contestó el 6, o sea dos días después. Se limitó a expresar que "el Consejo de Ministros, encargado del Poder Ejecutivo, ha empleado todas las medidas que han estado a su alcance para restablecer la confianza y quietud interrumpida por consecuencia del lamentable acontecimiento del 2 del presente y puede la Convención, en tan extraordinarias circunstancias, cooperar a afianzar la paz pública con su sabiduría y prudencia".

EL MANIFIESTO DE LOS DIPUTADOS Y EL CONSEJO DE MINISTROS.- Sesenta diputados firmaron, el 10 de noviembre, una "manifestación". Allí declararon que protestaban de la violencia que se había cometido contra la representación nacional e hicieron a los autores del atentado responsables de los males que sobreviniesen. Anunciaron también que suspendían su asistencia a las sesiones confiando en que, mediante el patriotismo y dignidad de los pueblos del Perú y el honor y deber de los militares fieles a la causa de la libertad, se salvarían las instituciones. Al día siguiente Raygada se dirigió a Ureta y le expresó su sorpresa y su sentimiento ante esta "manifestación", insistiendo en la gravedad del asunto afirmando que el Consejo de Ministros "había procurado, por cuantos medios estuvieron a su alcance, cumplir leal y concienzudamente los austeros deberes de

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REBELDES EN EL MAR. La Apurímac (1) y el Tumbes (2) fueron dos de las embarcaciones que se sublevaron para apoyar las acciones de Manuel Ignacio de Vivanco en 1856. La fragata Apurímac inició la revuelta en el puerto de Arica. El Tumbes, que se encontraba en Islay, se le unió luego de unos días. Juntos, tomaron las islas de Chincha y empezaron a vender el guano que allí se explotaba.

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BENITO BONIFAZ (1832-1858)

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En 1857, el poeta arequipeño secundó la revuelta de Manuel Ignacio de Vivanco en contra del gobierno de Ramón Castilla, iniciada en su tierra natal. Bonifaz escribió poemas alusivos al hecho y también discursos políticos. Además, tomó el mando de las tropas cuando la ciudad fue sitiada. Murió en el campo de batalla. Su obra fue compilada en el libro La lira arequipeña (1889).

su cargo, conservar incólume el orden legal y restituir a la Convención Nacional el libre ejercicio de sus funciones a fin de que con su sabiduría y prudencia cooperase a ello". "Mal correspondería el Consejo (decía) a la inmensa confianza que de la nación ha recibido si no arrostrase los riesgos que por todas partes lo amagan, hasta dominar la crítica situación de la República; y si, por acto de punible cobardía, la librase a los cruentos estragos de la anarquía o la férrea coyunda de una improvisada dictadura. El Consejo permanecerá firme y sereno en su puesto hasta que sea legalmente relevado de la pesada carga que sobre él gravita; mas, entretanto, será, como lo ha sido hasta ahora fiel custodio de las instituciones y de la tranquilidad pública". Se lamentaba que los diputados alegaran ignorancia acerca de las incesantes y activas providencias empleadas oficial y privadamente por el Gobierno a fin de disipar el recelo de inseguridad motivado por la clausura de las sesiones del cuerpo legislativo después de que, a merced de los inmediatos esfuerzos del Consejo, fue reinstalado en la noche del mismo día en que había sufrido el violento ataque dirigido por el comandante Arguedas. "La conservación del orden público (agregaba) exige, por ahora, del Consejo cierta mesura que también aconsejan la prudencia y la sana política". Por su parte los diputados de la Convención no llegaron a ponerse de acuerdo sobre la propuesta hecha por Ignacio Escudero para que fuera elegido un vicepresidente de la República. Como, según la Constitución de 1856 que había exhumado este cargo, la Presidencia vacaba por suspender o impedir la reunión del Congreso, si Castilla se solidarizaba con Arguedas o prestaba su aquiescencia al atropello cometido por este, el vicepresidente hubiese podido tener un título legal a la suprema magistratura y se habría convertido en el caudillo de una posible lucha contra el militarismo acusado de ser agresor de la asamblea y violador de la Carta política por ella formulada.

LAS RAZONES JUSTIFICATIVAS DE ARGUEDAS.- En dos cartas dirigidas a Castilla, desde el Callao el 7 y el 13 de noviembre de 1857, Arguedas pretendió justificar su atropello. La primera, muy parca, expresó, en lo fundamental, que no había podido ver a sangre fría que solo la intriga fuera el objeto de la Convención cuando él con el apoyo de la opinión pública, la del Ejército "y al mismo tiempo exaltado por mi patriotismo y la adhesión que profeso a V. E.". La segunda carta, redactada sin la premura de la anterior, fue mucho más explícita. Conoció que su conducta había sido desacertada; pero, se creía, a la vez, digno de indulgencia. En las sesiones de la Convención anteriores al 2 de noviembre solo se había tratado (según dijo Arguedas) de rebajar los sueldos de los empleados civiles y militares, de aumentarse los convencionales sus dietas, de arrebatar a Castilla el mando supremo, de formar una nueva Junta Gubernativa salida del seno de la asamblea, de expatriar al Presidente y a Vivanco con el pretexto de que el destierro de ambos era útil al país en la crisis por la que atravesaba y de enviar una comisión a tramar un arreglo con los revoltosos de Arequipa. La presidencia de Ureta, hombre maquiavélico y ambicioso, marcaba la señal de evidentes males. Esperar un tiempo más habría sido condenarse a intentar esfuerzos tardíos, inútiles y sin remedio. Él, Arguedas, se había hecho intérprete de la nación, convencido de que Castilla no lo tendría a mal. La Convención era "un veneno que roía las entrañas del orden". Frente a la conducta débil del Consejo de Ministros, grandes fueron los esfuerzos para "no desbordarme de los principios del orden y evitar a todo trance un mal resultado, o interpretaciones que sirviesen de cebo a los revoltosos". Es evidente, pues, que entre Arguedas y el Consejo de Ministros no hubo connivencia. LA ACTITUD DE CASTILLA ANTE EL ATROPELLO DE ARGUEDAS.- Castilla contestó a la primera comunicación de Arguedas en la siguiente forma desde Sachaca el 17 de noviembre: "Su carta del 7, que me ha traído el Loa participándome los acontecimientos del 2 ha venido a

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sorprenderme y a llenarme de un profundo pesar. Nunca creí que un jefe del Ejército que se llama amigo mío se atreviese a dar un paso tan grave y de tanta trascendencia, sin acuerdo de sus jefes, sin orden mía y sin conocimiento del Consejo de Ministros. Cuando el Ejército se había mostrado, hasta hoy, noble y generoso, haciendo toda especie de sacrificios, por defender unas instituciones que le eran contrarias, pero que podían reformarse pacíficamente, el golpe de Estado del día 2 hecho por sus intereses personales (?). Esto es sensible, demasiado sensible y yo, republicano de corazón, jamás aprobaré semejantes violencias. Escribo a los señores ministros para que promuevan, si fuera posible, la reunión de los convencionales con el fin de que se pongan honrosamente en receso por medio de un decreto expedido por ellos mismos pudiendo precederse en seguida a la convocatoria de un Congreso que reforme la Constitución. De este modo podría calmarse la exaltación pública y sacarse algún partido del paso imprudente e ilegal que Ud. ha dado". Se conoce, además, otra carta de Castilla a Arguedas, mucho menos severa. Fechada en Sachaca el 5 de diciembre, habla de la sinceridad y la buena fe con que, impulsado por un sentimiento patriótico, disolvió este jefe la Convención; no por ello cree digna de ser aprobada esa conducta. "Es un mal precedente el que Ud. ha establecido atribuyendo al sable la facultad de resolver las cuestiones políticas. Felizmente era tal el descrédito de la Asamblea que no solo no ha sido sentida su muerte, sino recibida con aplausos. Gracias a esta circunstancia, podemos atravesar la crisis con felicidad, al menos sin graves complicaciones. Espero que contando con ese elemento tan favorable, no menos que con la lealtad del Ejército, podrá consolidarse la situación y sacar algunas ventajas de ella". Una nota de Castilla al ministro Manuel Ortiz de Zevallos reflejó la misma actitud que era, en síntesis, no disculpar el atentado pero tampoco castigarlo ni prometer el restablecimiento de la asamblea disuelta (5 de enero de 1858).

LAS RELACIONES ENTRE CASTILLA Y LA CONVENCIÓN Y LA SITUACIÓN POLÍTICA EN NOVIEMBRE DE 1857.- La rebelión de Vivanco fue derrotada desde los puntos de vista político, militar y personal; pero triunfó en parte porque Castilla auscultó el estado de ánimo esparcido en el país, que había hecho revivir a una figura en decadencia como el Supremo Director de 1843, y fue alejándose en forma definitiva de sus antiguos aliados liberales, mientras estos acrecentaban su recelo ante él. Después de promulgada la Carta política, la Convención siguió en funcionamiento por tiempo indefinido. Su dilatada existencia la gastó. Arguedas llegó a exclamar en su manifiesto: "Yo no he disuelto la Convención Nacional del Perú que desapareció desde el acto en que se juró la Constitución: he dispersado un club de intrusos". El aumento de las dietas a los diputados acrecentó las críticas contra ellos. El clero los miraba como heréticos; los funcionarios se consideraban heridos por ellos con el artículo constitucional declarando que los empleos públicos eran comisión; el ejército no olvidaba la abolición del fuero, la limitación de los ascensos y demás medidas tomadas en su desmedro. Arguedas debió contar con muchos aliados tácitos o pasivos. Por otra parte, no faltaban las conspiraciones; como que el 24 de septiembre fue descubierta una cuya dirección fue atribuida a Domingo Elías (carta de Castilla a Ortiz de Zevallos, Sachaca, 10 de octubre de 1857). En Bolivia la rebelión de José María Linares había creado un nuevo y peligroso estado de cosas; y al ser un hecho público que Echenique había ayudado a este caudillo económicamente, se creía segura una íntima alianza entre ambos. Una de las razones que había tenido la Convención para seguir en sus labores era el propósito de no dejar solo a Castilla y de permanecer vigilándolo. Quizás eran exagerados los temores que Arguedas comunicó a Castilla sobre los planes para deponer a este a propósito de la ley aprobada en octubre de 1857 con el fin de nombrar una comisión que negociara la paz con la

LA REBELIón DE vvvvvvvvv vIvAnCO fuE DERROTADA DESDE LOS PunTOS DE vISTA POLíTICO, MILITAR Y PERSOnAL; PERO TRIunfó En PARTE PORquE CASTILLA AuSCuLTó EL ESTADO DE ánIMO ESPARCIDO En EL PAíS, quE HABíA HECHO REvIvIR A unA fIGuRA En DECADEnCIA COMO EL SuPREMO DIRECTOR DE 1843 Y fuE ALEJánDOSE En fORMA DEfInITIvA DE SuS AnTIGuOS ALIADOS LIBERALES, (...)

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enero vv vv 1858 [ inglaterra [ vv ] ]

La "Marcha nupciaL" vvvvv deL coMpositor aLeMán FeLix MendeLssohn (18091847) es ejecutada durante eL MatriMonio de La princesa Victoria, hija de La reina Victoria de ingLaterra, y eL príncipe Federico guiLLerMo de prusia. desde entonces, se conVirtió en eL teMa Más popuLar de Las bodas occidentaLes. La "Marcha nupciaL" Fue escrita coMo parte de La obertura sueño de una noche de Verano, de 1826, pero estrenada recién en 1843.

ciudad de Arequipa. Hasta el campamento de Sachaca había llegado sin embargo, por otros conductos, la noticia de que se intentaba efectuar dichas negociaciones sin el acuerdo o la par­ ticipación del caudillo tarapaqueño. La misma ley ordenó la pronta realización de elecciones para presidente de la República que, como ya se explicó en el capítulo anterior, debían ser una barrera para la ambición de Castilla, correspondiendo el escrutinio de esos comicios precisa­ mente a la asamblea convencional. Otro de los síntomas de las malas relaciones entre el Poder Legislativo y el jefe del Ejecutivo estuvo en el hecho de que, cuando este consideró muy grave la situación con Bolivia por la llegada de Linares al poder y creyó necesario que se le concedieran facultades extraordinarias, dijo a Ortiz de Zevallos: "Si no me las conceden me las tomaré por mí mismo, lo demás sería suicidarse" (carta de 10 de octubre, ya citada). El caso no llegó; pero el episodio venía a ser muy significativo. Al ser arrojados escandalosa y violentamente los sesenta y tantos diputados del local de la Plaza de la Inquisición por un atentado condenable y al hacerse evidente el deseo del Ejecutivo de que no volvieran a sesionar, quedaron ellos inermes. No podían ampararse detrás de la ban­ dera de la facción izada tan heroicamente en Arequipa. Las condiciones dentro de las cuales se produjo el levantamiento del pueblo contra el ejército en enero de 1834 habían sido asaz dife­ rentes. La opinión pública, si no acompañó a Arguedas por lo menos lo dejó hacer. De la prima­ vera cívica de principios de 1855 apenas si quedaba el recuerdo de una ilusión fugaz y acaso de muchas esperanzas no satisfechas.

El juicio contra arguEdas.- El Gobierno se limitó a dejar que el juzgado del crimen iniciara el proceso contra Arguedas. Pero este jefe interpuso una excepción previa, consistente en negar su carácter de asamblea constituyente a la Convención Nacional que él había disuelto puesto que ya había sido promulgada la Constitución, e invocó igualmente su fuero militar. El juzgado del crimen se dirigió al Gobierno para entregarle la causa y el Consejo de Ministros decretó que el asunto sería resuelto por el Congreso que se reuniría posteriormente.

[V] El asEdio dE arEquipa. la columna “inmortalEs”. BEnito Bonifaz.- El ase­ dio de Arequipa había continuado, entre tanto. Vanos habían sido también los esfuerzos para seducir a los jefes o batallones de ambos ejércitos. Se intentó por los sitiadores ofrecer 6 mil pesos al artesano Javier Sánchez que había formado, con trescientos hombres del mismo oficio, un batallón llamado "Columna Inmortales", alma de la ciudad sitiada. En ella no faltaban sinies­ tros rumores y agrias desavenencias entre algunos jefes, mientras el prefecto Berenguel hacíase odioso por sus exacciones. Pero el denuedo del pueblo se erguía sobre todas las miserias. Al conmemorarse el 9 de diciembre la batalla de Ayacucho, el campamento sitiador y la ciudad sitiada se embanderaron, hubo marciales desfiles y jubilosas salvas en ambos bandos. Cuenta la tradición local que llegáronse a cortar cañerías para hacer cañones; y que por primera vez, antes del sistema Krupp, se aplicó entonces la idea de cargarlos por atrás. El poeta representativo de aquellas horas, Benito Bonifaz, enardecía a la multitud con estrofas rutilantes, como estas: ¿Los veis allí lanzarse a la pelea con la serenidad de los valientes? Son los hijos del Misti, los ardientes soldados del honor ¿Los veis marchar con la cabeza erguida en busca de la gloria o de la muerte?

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Son los hijos del Misti, los de fuerte y noble corazón. ¿Los veis allí pasadas las trincheras cómo sus líneas en el campo tienden? Son los hijos del Misti, que defienden el doméstico hogar. ¿Los veis en el combate cual despliegan al ruido del cañón tanta osadía? Son los hijos del Misti, los que un día la patria salvarán... El poeta no titubea en llamar "esclavos" a los sitiadores, "tirano" al caudillo que los comandaba, "defensor de la libertad" y "liberal" a su propio pueblo.

EL MARISCAL DE YUMINA.- Castilla envió a varios parlamentarios para intimar la rendición de Arequipa. Uno de ellos, el coronel Mariano Ignacio Prado, pudo ser llevado ante Vivanco; pero este se negó a abrir la carta que le fue entregada, porque en el sobre no se le daba rango de general. Al conocer el pueblo de Arequipa este incidente, se congregó en bullicioso comicio y proclamó a su caudillo no ya general, sino mariscal y lo bautizó con el nombre de "Gran Mariscal de Yumina" en recuerdo del tiroteo con las tropas de San Román. Vivanco, ajeno a este ascenso plebiscitario, no quiso aceptarlo y tuvo desde los balcones de su casa un pintoresco diálogo con la multitud que insistió hasta que el caudillo anunció su aceptación provisional. Actas populares y del ejército ratificaron el ascenso (22 y 23 de enero de 1858). Después de la manifestación, el pueblo se lanzó a las trincheras a tirotear una vez más a los sitiadores. Casi diariamente, durante largos meses, de junio de 1857 a marzo de 1858, en grupos aislados y por propia voluntad, salía a luchar. Los que caían muertos en estas escaramuzas eran enterrados solemnemente con música militar.

GESTIONES DE PAZ DEL MINISTRO CHILENO IRARRÁZABAL.- El ministro chileno Ramón Luis Irarrázabal se dirigió a Ilo a fines de enero de 1858 para actuar como mediador entre la ciudad de Arequipa y el ejército que la sitiaba en una misión que auspició el Consejo de Ministros. Llevó a Vivanco una carta de Felipe Pardo y Aliaga en que le pedía accediera a una paz con honor. Encontró a Castilla vivamente excitado por haberle sido devueltas sin abrir sus comunicaciones a Vivanco. A pesar de ello la gestión de Irarrázabal no fue rechazada por el Presidente, si bien hizo la advertencia de que su adversario debía aparecer tomando la iniciativa. El ministro chileno viajó a Arequipa. Encontró favorable acogida en el Jefe Supremo salvo en lo referente al mismo punto pues, a su juicio, las negociaciones debían ser abiertas por quien ya había pretendido antes empezarlas. El rechazo a esta fórmula dio lugar a que Vivanco expresara lo siguiente: "Sin duda el General Castilla se ha imaginado que yo soy un súbdito suyo descontento y sublevado que anhela volver a su obediencia y a su gracia, cuando supone que debo exponerle mis quejas para lograr, si él lo tiene a bien, la satisfacción de mis demandas. Se engaña el General Castilla; yo soy un General de la República que, oyendo la voz de la opinión o sea la de mi propio partido, vine de tierra extranjera a disputarle con las armas la autoridad que con las armas se apropió en La Palma: Yo estoy cumpliendo con mi propósito: nada tengo que exponerle". Después de aludir al oficio que anteriormente había él recibido, agregaba: "¿No es natural que aquel que hace la provocación sea el primero en proponer las bases para el arreglo que solicita?" (27 de enero de 1858).

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fEBRERO 1858 [ frAncIA ]

En LA PEquEñA LOCALIDAD DE LOuRDES, AL PIE DE LOS MOnTES PIRInEOS, BERnARDETTE SOuBIROuS, DE 14 AñOS, AfIRMA HABER TEnIDO vISIOnES En LAS quE SE LE APARECíA LA vIRGEn MARíA. LA IGLESIA CATóLICA DIO AuTEnTICIDAD A SuS DECLARACIOnES. LA JOvEn CAMPESInA quE SE COnvERTIRíA En 1925 En SAnTA BERnARDETTE, AfIRMó quE EL MAnAnTIAL PRóxIMO A LA GRuTA DOnDE OCuRRIEROn LAS APARICIOnES HABíA SIDO DOTADO DE PODERES MILAGROSOS DE CuRACIón. HOY ES un POPuLAR LuGAR DE PEREGRInACIón PARA LOS CATóLICOS.

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[ 1858 febrero 18 ]

xxxxxxxxx LA TOMA DE AREQUIPA. El 17 de marzo de 1858, el presidente Ramón Castilla inicia una campaña definitiva contra las constantes revueltas de Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa. Luego de treinta horas de lucha. logró la victoria. El 18 de marzo, el editor de El Comercio, Manuel Amunátegui, escribió: >Que la sangre prodigada en Arequipa sea la última que se derrama en guerra civil; (...) que reemplazado como lo ha sido , con la bandera nacional, el pendón negro que los revolucionarios enarbolaron en San Pedro, sea ella el signo de unión constitucional que flamee en el país, quedando para siempre extinguidos los partidos personales que tanto deshoran al Perú (...)