Historia de La Iglesia

LA HISTORIA DE LA IGLESIA A través de los ojos de Cristo Por Norman Holmes Título original; “Church History Through t

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LA HISTORIA DE LA IGLESIA A través de los ojos de Cristo

Por Norman Holmes

Título original; “Church History Through the Eyes of Christ” Copyright © 2002 Norman Holmes Todos los derechos reservados. Título en español: “La Historia de la Iglesia, a través de los ojos de Cristo” Traducción al castellano: equipo de trabajo IBJ-Guatemala. Primera edición en castellano: equipo de trabajo IBJ-Guatemala. Primera impresión en castellano, mayo de 2009. Segunda impresión, media carta, impresa en Los Estados Unidos de América. Febrero de 2010. Diseño de portada: Copyright ©2009 ministerio para la edificación, El Salvador. Todos los derechos reservados. Todas las citas bíblicas de este libro están tomadas de la versión Reina-Valera en su revisión de 1960 © Sociedades Bíblicas Unidas a menos que se indique lo contrario. ISBN 1-59665-249-7 Las historias citadas en este libro, con frecuencia han sido condensadas y simplificadas al español moderno para mejorar su lectura, pero el contenido y el significado del material citado no han sido alterados ni distorsionados. La palabra “Iglesia” se ha escrito con mayúscula en este libro, cuando se refiere a la iglesia mundial, universal, que existía en determinado momento.

Í NDICE 1. Dios declara el final desde el principio

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2. Las siete etapas de la Iglesia

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3. La Iglesia Apostólica

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4. La Iglesia Post-Apostólica Temprana

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5. El Imperio Romano “Cristiano”

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6. La Iglesia Católica Romana Temprana

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7. La Iglesia Católica Romana Poderosa

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8. La Reforma Protestante

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9. El final de la era

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CAPÍTULO UNO Dios declara el final desde el principio Estudiar la historia de la Iglesia puede revelarnos muchos tesoros y misterios del reino de Dios. En los casi dos mil años desde que Cristo declaró “edificaré mi iglesia”, una admirable colección de eventos anuncian el glorioso cumplimiento de dicha profecía. Desde los cuatro puntos cardinales del mundo moderno, volviendo las páginas hacia los tiempos antiguos, la historia de la Iglesia registra las riquezas de la sabiduría, el poder y el amor de Dios que han sido manifestados al mundo. Los cristianos hacen bien al pasar mucho tiempo estudiando en el Antiguo Testamento acerca de cómo Dios obró con Su pueblo, Israel. Sin embargo, hoy la historia de la Iglesia nos muestra lo que Dios ha hecho por medio de Su pueblo en tiempos recientes y a través del mejor pacto sellado con la sangre de Cristo. Y mientras que el Antiguo Testamento se enfocó en lo que Dios hizo en una

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La Historia de la Iglesia

sola nación, ¡ahora podemos ver lo que Él está haciendo en todas las naciones del mundo! Cuando consideramos la importancia de la historia de la Iglesia podemos preguntarnos por qué la mayoría de los cristianos tienen una comprensión tan vaga acerca del tema. La razón principal por la cual la mayoría de los cristianos no estudian más acerca de la historia de la Iglesia, es que se confunden por las diversas formas en las que las personas tratan de explicarla. ¿Cómo podemos comprender claramente el significado y progreso de la historia de la Iglesia? Hay muchísimos factores e historias disponibles, ¿cómo pueden simplificarse poniéndolos en una estructura comprensible? Mientras algunos períodos del progreso y crecimiento de la Iglesia son reconocidos fácilmente por la mayoría de los historiadores, aun estos con frecuencia son interpretados al contrario. A causa de esta confusión, el cristiano promedio a menudo ha descuidado el tratar de entender la historia de la Iglesia. Es más fácil leer acerca de Israel en el Antiguo Testamento o del inicio de la Iglesia en el libro de los Hechos, debido a que el testimonio autoritario de la Biblia hace que estas áreas de la historia sean más fáciles de entender. Aun los historiadores más sabios de la Iglesia son obstaculizados por sus debilidades humanas y sus perspectivas denominacionales. Usualmente esto hace que ellos piensen que la Iglesia está progresando para encontrar su mayor cumplimiento en su propia denominación. Sin embargo, estas perspectivas humanas limitan al historiador de la Iglesia de ver la importancia de todo lo demás que nuestro Señor está haciendo a través del cuerpo de Cristo

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en todo el mundo. ¿Y qué sucede si los miembros de una denominación o movimiento han llevado la antorcha del testimonio de Cristo más allá de lo que su propio grupo ha obtenido como un todo? Estos precursores que podrían haber iniciado nuevos avivamientos, movimientos o denominaciones, frecuentemente son descartados como desequilibrados o engañados, y como de poco valor para el progreso de la historia de la Iglesia.

La Palabra de Dios puede guiarnos No obstante, Dios no nos ha dejado como ovejas sin pastor. No tenemos que estar limitados a nuestros propios recursos humanos cuando estudiamos la historia de la Iglesia. El Salmo 119:105 nos dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera en mi camino”. Esto significa que la Palabra de Dios puede guiarnos de dos formas: en nuestro actual caminar con Dios (como lámpara a nuestros pies) y también dándonos una dirección futura (como lumbrera en nuestro camino). Aunque las Escrituras fueron completadas poco después del principio de la Iglesia, continúan dando una revelación fresca y guiando a la Iglesia a través de la historia hasta la Segunda Venida de Cristo. De hecho, nos alientan a continuar: “La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud” (Pr. 4:18 NVI). El Señor nos dio una promesa más específica para guiarnos cuando procuramos entender la historia de la Iglesia. Él declaró en Isaías 46:9-10: “Acordaos de las cosas pasadas

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desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: ‘Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero’”. Aquí el Señor dijo que podemos ver la soberanía de Dios en la historia pasada cuando Él proféticamente declara el final desde el principio. El Señor continúa diciendo que Él hará que se cumpla lo que ha anunciado desde el principio. Cuando el Señor dijo esto por medio del profeta Isaías, Él estaba revelando específicamente que en el futuro levantaría al rey Ciro para juzgar a Babilonia y reconstruir Jerusalén (Is. 46:11 y 44:26"45:4). Sin embargo, el Señor frecuentemente ha revelado a través de la historia Su soberanía y veracidad declarando el final de un asunto desde el principio. Este es uno de los caminos de Dios que pueden ayudarnos a comprender ambos, Su carácter y Sus acciones. Fácilmente podemos ver este principio en acción cuando vemos al pueblo de Dios del Antiguo Testamento. Los israelitas fueron organizados primero como nación bajo el liderazgo de Moisés. Aun así, cuando la nación fue fundada, el Señor habló por medio de Moisés declarando el final de ellos desde el principio. Aunque declaró muchas profecías acerca del futuro del pueblo, Moisés dio su profecía más completa poco antes de su muerte. Esto es llamado el Cántico de Moisés y está registrado en Deuteronomio 31:28"32:43.

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Moisés advirtió en esta profecía que las bendiciones de ellos podrían convertirse en juicios en los siglos venideros a causa de su orgullo e idolatría. Luego, el último versículo del Cántico de Moisés comienza declarando que los gentiles se regocijarían con Israel. El Apóstol Pablo citó esto en Romanos 15:10 y dijo que se estaba cumpliendo en la Era de la Iglesia. En la última declaración de su profecía, Moisés dijo que el Señor proveería expiación para la tierra y el pueblo de Israel. Esto tendrá su realización completa durante el reinado milenial de Cristo, después de Su Segunda Venida. Por lo tanto, podemos ver claramente por medio de las profecías visionarias de Moisés, que el Señor declaró “el final desde el principio” respecto a la historia de la nación de Israel. Este mismo principio lo podemos ver aplicado cuando consideramos el pueblo de Dios del Nuevo Testamento: la Iglesia. Una profecía muy concisa de la historia de la Iglesia fue dada por nuestro Señor cuando declaró: “…edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18b). En la Biblia, las puertas hablan de algo más que simplemente la defensa de un lugar. Las puertas de una ciudad también eran el lugar en donde lo gobernantes se sentaban y gobernaban; donde formulaban sus planes de batalla y desde donde enviaban sus ejércitos (ver 1R. 22:10-12; 2S. 18:4 y 19:8). En realidad, el Señor Jesús estaba sugiriendo que la Iglesia no solamente crecería para triunfar sobre los poderes de Satanás, sino que habría muchas batallas y ataques del enemigo en el camino. Un entendimiento más detallado pero simple de la historia de la Iglesia puede ser revelado a nosotros a través de dos

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versículos del libro de Santiago. Leemos en el capítulo cinco los versículos siete y ocho: “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca”. Leemos aquí que antes de la Segunda Venida de Cristo nuestro Señor será como un labrador que pacientemente espera la cosecha. La cosecha habla de cuando nuestro Señor vuelva por Su Iglesia madura y fructífera. No obstante, antes que la cosecha madure debe caer la lluvia temprana y la tardía.

Las tres estaciones agrícolas de Israel

Lluvia tardía Lluvia temprana

Estación Seca

Cosecha

Siembra

Para comprender esta escritura apropiadamente, primero debemos saber acerca del ciclo agrícola anual en la tierra de Israel. La estación para plantar comenzaba en el otoño antes de que la lluvia temprana comenzara en octubre. Después que los cultivos habían brotado, venía una estación seca, la cual terminaba hasta la caída de la lluvia tardía en marzo o abril. Esto ayudaba a que los cultivos maduraran totalmente y dieran fruto antes del tiempo de la cosecha. Estas tres estaciones en su año agrícola podrían representarse sencillamente así:

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Las tres estaciones de la historia de la Iglesia

Segunda Venida

Iglesia de los Tiempos del Fin

Iglesia Primitiva

2000 d.C.

1500 d.C.

500 d.C.

Oscurantismo

30 d.C.

Primera Venida

Por otra parte, el libro de Santiago hace un paralelo del ciclo agrícola de Israel con el crecimiento de la Iglesia hasta la Segunda Venida de Cristo. Y cuando vemos las principales “estaciones” de la historia de la Iglesia, podemos ver que tienen una marcada similitud con las tres estaciones del año agrícola israelí. Esto puede verse en la gráfica siguiente:

La Iglesia Primitiva comenzó en el día de Pentecostés con la lluvia del Espíritu Santo siendo derramada sobre los discípulos de Cristo. Esto se puede comparar con la lluvia temprana que preparó el camino para la cosecha venidera. Por el poder del Espíritu los primeros cristianos difundieron el evangelio con milagros y sanidades, y a través de persecución y martirio. Este derramamiento del Espíritu permaneció durante siglos conforme el cristianismo echó raíces y se esparció a muchas naciones. Al paso de los siglos, las iglesias se volvieron exitosas, prósperas y espiritualmente secas. Esta era ha sido llamada el Oscurantismo o la Edad Media por los historiadores. El cristianismo bíblico fue reemplazado en gran parte por

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La Historia de la Iglesia

las doctrinas religiosas y los rituales de hombres. La ignorancia y la superstición gobernaban a las masas. Este período de la historia de la Iglesia es paralelo a la estación seca del ciclo agrícola de Israel. Después que las denominaciones de la iglesia tradicional de esa época (Católica Romana, Ortodoxa Griega, Ortodoxa Rusa, Copta, Siria, etc.) se habían estancado espiritualmente y se habían secado, el Señor decidió nuevamente derramar Su Espíritu. Estos derramamientos frescos del Espíritu de Dios son como la lluvia tardía que preparaban los cultivos en Israel para la cosecha. Desde el tiempo de la Reforma Protestante, una multitud de organizaciones, avivamientos y movimientos misioneros han estado restaurando la Iglesia y preparando una cosecha mundial para la Segunda Venida de Cristo. Esta tercera estación es lo que llamaremos la Iglesia de los Tiempos del Fin. Así que podemos ver, a través de estas tres etapas, cómo la historia de la Iglesia tiene un paralelismo con las estaciones agrícolas de Israel. Por medio de esta profecía de Santiago, la Biblia nos da un bosquejo claro y sencillo, “declarando el final desde el principio” (Is. 46:10).

Las siete parábolas y los siete mensajes de Cristo Además, hay otras dos porciones de las Escrituras en las cuales el Señor Jesús mismo dio relatos proféticos muy detallados acerca de la historia y del crecimiento de la Iglesia. Estas son las siete parábolas del reino en

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Mateo capítulo 13 y los mensajes a las siete iglesias en Apocalipsis capítulos dos y tres. Las siete parábolas en Mateo capítulo 13, nos enseñan claramente acerca del crecimiento del reino de Dios por medio de la Iglesia. Las cuatro primeras parábolas comparan el reino de Dios con cosas que comenzaron pequeñas pero crecieron haciéndose grandes: varias semillas en las primeras tres parábolas y levadura en la cuarta. Las otras dos parábolas son acerca de ganar grandes tesoros, mientras que la última habla acerca de una gran cosecha. Estas parábolas son proféticas del desarrollo de la Iglesia: comenzó pequeña, creció hasta convertirse en la religión más grande del mundo, ganó los tesoros de Cristo, y terminará con una gran cosecha de almas. Por cierto, Cristo incluso explicó claramente algunos de los significados proféticos de Sus parábolas. Él declaró que la culminación de estas parábolas —la cosecha— sería al “fin del siglo”, seguida por el juicio de los malvados y el establecimiento de Su reino milenial (Mt. 13:38-43, 49-50). El Señor Jesús claramente estaba enseñando que el crecimiento del reino de Dios progresaría por medio de la Iglesia hasta la Segunda Venida de Cristo. También podemos estudiar cómo los siete mensajes a las iglesias de Asia, en Apocalipsis capítulos dos y tres, tienen significado profético. Si bien estos mensajes fueron escritos a iglesias que entonces existían en la provincia romana de Asia Menor, también son proféticas de la historia de la Iglesia. De esta forma el Espíritu Santo pudo iluminar estos capítulos como “lámpara a nuestros pies” para guiar el tiempo presente de las iglesias a las cuales

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fueron dirigidas, así como también ser “lumbrera en nuestro camino” para guiar a la Iglesia futura a través del camino de la historia (ver Sal. 119:105). Ésta podría ser una razón por la cual el Señor Jesús repetidamente dijo a través de estos capítulos: “el que tiene oídos oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (ver Ap. 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Estas palabras nos advierten que nuestro Señor estaba diciendo a las iglesias más de lo que podía entenderse fácilmente. De forma similar, la mayoría de las veces cuando nuestro Señor declaró en los Evangelios “El que tenga oídos para oír, oiga” fue respecto a las siete parábolas del reino (ver Mt. 13:9, 43; Mr. 4:9; Lc. 8:8). ¿Tenemos oídos para oír lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias? Si es así, ¡podríamos descubrir que Él tiene mucho que decir! Al estudiar detalladamente a través de los siguientes capítulos, estas siete parábolas y mensajes nos dan un claro perfil de la historia de la Iglesia. Puesto que nosotros ahora vivimos cerca del fin de la era de la Iglesia, podemos mirar hacia atrás a través de la historia y ver el cumplimiento de estas palabras proféticas de Cristo. Veremos que la Iglesia ha progresado a través de siete etapas de desarrollo. En este libro estudiaremos las Escrituras más que los escritos de los hombres para que podamos entender claramente el significado del desarrollo de la historia de la Iglesia. No tenemos que quedar a merced de nuestros poderes humanos de análisis para interpretar la historia de la Iglesia. Esto es porque nuestro Señor Jesucristo ya lo hizo por nosotros “declarando el final desde el principio” (Is. 46:10). De esta forma podemos estudiar la historia de la Iglesia a través de los ojos de Cristo; para ver cómo Él, al igual que Moisés, miró proféticamente a través de los siglos, el futuro y el final de Su pueblo.

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CAPÍTULO DOS Siete etapas de la historia de la Iglesia En este capítulo tendremos un rápido bosquejo de las siete etapas de la historia de la Iglesia. Veremos éstas a través de la perspectiva de tres fuentes o testigos: las siete parábolas de Mateo 13, las siete iglesias de Apocalipsis capítulos dos y tres, y los registros de la historia de la Iglesia. Estos tres testigos están registrados en la gráfica de la página 13. Las tres columnas de la gráfica nos dan la esencia de sus enseñanzas. La Palabra de Dios nos dice que “Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto” (2 Co. 13:1). Tener varios testigos nos da confirmación, equilibrio y perspectiva. ¡Éstas son algunas de las razones por lo que Dios nos ha dado dos ojos, dos oídos y dos pies!

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Dos de estos testigos concernientes a la historia de la Iglesia son los testimonios de nuestro Señor Jesús. El primero lo dio durante Su ministerio en la tierra. Podemos leer en Mateo 13:2 que Él comenzó a enseñar Sus siete parábolas del Reino a las multitudes que le seguían. Como veremos, la perspectiva que Él dio fue lo que la gente de la tierra percibiría respecto al crecimiento del reino durante la historia de la Iglesia. El otro testimonio profético que nos dio el Señor fue después de que Él ya era el Cristo resucitado en el cielo. En ese momento no estaba tratando de mostrar a las multitudes cómo verían ellos a la Iglesia. En los siete mensajes de Apocalipsis, capítulos dos y tres, el Cristo glorificado —con ojos como llama de fuego— dio Su visión celestial de la verdadera condición de las iglesias. Por medio de las visiones terrenas y celestiales de la Iglesia de Cristo, podemos obtener el equilibrio y la perspectiva necesarios para evaluar apropiadamente nuestro tercer testigo, el cual será la colección de escritos de los historiadores de la Iglesia. Unidos estos tres testigos nos dan un relato espiritual y preciso de la historia de la Iglesia.

LAS SIETE PARABOLAS DE MATEO 13 La primera columna de la gráfica en la página siguiente registra las siete parábolas de Mateo 13 juntamente con sus interpretaciones espirituales básicas. La primera, la Parábola del Sembrador, nos habla acerca del principio de la Iglesia. Cristo y Sus apóstoles fueron sembrando la semilla de la Palabra de Dios. Si bien sus ministerios tuvieron diversos resultados en distintos lugares, el

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mensaje básico de esta parábola es que la Iglesia comenzó a crecer y se volvió fructífera. Este mensaje corresponde al primer período de la historia de la Iglesia, el cual es reconocido casi universalmente por los historiadores como la Iglesia Apostólica. La segunda parábola acerca del trigo y la cizaña añade otro elemento a la historia del crecimiento de la Iglesia. Un enemigo (quien Cristo revela es el diablo), v. 39) esparce su cizaña (o los discípulos corruptos de Satanás) dentro de la Iglesia. Esto nos da el mensaje espiritual básico que la Iglesia en desarrollo se llenó de mezcla. Esto corresponde a la segunda etapa de la historia de la Iglesia, durante el cual la Iglesia se llenó de una mezcla de varias doctrinas corruptas y falsos creyentes. Esto sucedió durante el período que la mayoría de historiadores denomina la Iglesia Post-Apostólica Temprana. La tercera parábola de Mateo 13 es acerca de la semilla de mostaza que creció hasta volverse la mayor de las hortalizas. El mensaje básico es el éxito del árbol de mostaza, y esto habla del éxito que la Iglesia tenía sobre las demás religiones cuando el Imperio Romano se volvió cristiano oficialmente. Este tercer período lo hemos titulado el Imperio Romano “Cristiano”. La cuarta parábola, acerca de la levadura en la harina, nos da el mensaje de que esa iglesia triunfante se llenó de corrupción. Aunque Cristo no interpretó esta parábola directamente, pronto estudiaremos cómo las Escrituras siempre interpretan la levadura como la falsa doctrina, el pecado y la corrupción. Esta fue la levadura que llenó la

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Iglesia Primitiva Católica Romana (así como las otras pequeñas denominaciones de ese tiempo) conforme su prosperidad y poder alentaron la carnalidad y la corrupción. La quinta parábola se refiere a un tesoro escondido en el campo. Cristo dice que el campo es el mundo (v. 38) y, de acuerdo a 2 Corintios 4:7, Cristo mismo es el tesoro. Sin embargo, en este tiempo de la historia al Señor no se le podía encontrar fácilmente en la Iglesia mundial. Cristo y Su salvación estaban escondidos tras todos los errores y tradiciones de las iglesias tales como la salvación por obras, la oración a María y a los santos, los íconos, los ídolos, las indulgencias, las reliquias, el bautismo de bebés, la transubstanciación y el papa y los sacerdotes perdonando pecados. Aun en esas edades del Oscurantismo hubo unos pocos que se tropezaron con el tesoro escondido de Cristo, y estos hombres (como Wycliffe en Inglaterra y Hus en Bohemia) con frecuencia comenzaron grandes avivamientos hasta que fueron reprimidos y sepultados por la iglesia tradicional. Este fue el período que llamamos la Iglesia Católica Romana Poderosa, en el cual la iglesia tradicional controló fuertemente las naciones de Europa por medio de las guerras santas, la amenaza de excomunión y la Inquisición. La sexta parábola es acerca del mercader que buscaba perlas de gran precio. Aquí encontramos que el tesoro no está escondido y fue descubierto por accidente, como en la parábola anterior. En lugar de eso, éste es buscado abiertamente y es encontrado. Esto describe la Iglesia durante el período de la Reforma Protestante, cuando los

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reformadores ganaron más de las riquezas de Cristo y luego comenzaron muchos avivamientos y denominaciones. La última parábola acerca de la red echada al mar fue interpretada por nuestro Señor Jesús. En el versículo 49, Él dijo que esto tendría lugar al Final de la Era. La red con la gran cosecha de peces nos habla del evangelismo mundial, un tema que ha motivado a la Iglesia mundial durante los últimos dos siglos. Cuando la Iglesia cumpla la gran comisión, entonces culminará la Era de la Iglesia y nuestro Señor Jesucristo regresará para establecer Su reino milenial sobre la tierra. En estas siete parábolas podemos ver una descripción profética muy precisa del fluir de la historia de la Iglesia. La Iglesia iniciada por Cristo y Sus apóstoles creció rápidamente, pero luego se le añadió mezcla. Conforme continuó creciendo se convirtió en la religión más grande del mundo, no obstante también se llenó de corrupción. Sin embargo, la reforma no pudo ser reprimida por siempre, y de nuevo la Iglesia se levantó para reavivarse y enfocarse en culminar la Gran Comisión. Esto es lo que Cristo enseñó a la gente mientras estuvo en la tierra, y es una perspectiva de la historia de la Iglesia que tanto las multitudes como los historiadores de la iglesia fácilmente pueden entender.

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Las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3 Por otro lado, los mensajes que Cristo dio a las siete iglesias en Apocalipsis capítulos dos y tres, muestran la historia de la Iglesia desde una perspectiva muy diferente. Jesús había comenzado a enseñar las parábolas de Mateo 13 a las multitudes mientras estaban sentados junto al mar. Sin embargo, los siete mensajes de Apocalipsis fueron hablados por el Cristo glorificado en el cielo, y fueron dirigidos únicamente a los ángeles de las iglesias. Estos mensajes no revelan proféticamente cómo será vista la historia de la Iglesia por la gente, sino cómo el Señor mismo vio y juzgó la verdadera condición de la Iglesia a través de sus etapas de desarrollo. La primera iglesia mencionada es la iglesia de Éfeso. Ellos eran puros espiritualmente, un modelo de la Iglesia del Nuevo Testamento. Como tales, ellos representan el buen ejemplo que toda la Iglesia Apostólica dio a la historia. Éfeso se traduce como “deseable” o “líder”, lo cual describe apropiadamente cómo la Iglesia Primitiva Apostólica fue un modelo o líder deseable para los siglos futuros de la Iglesia. La segunda iglesia fue la de Esmirna. Como veremos, fue una iglesia que sufriría gran persecución y tendría muchos mártires bajo la era de la Iglesia Post-Apostólica Temprana. Como tales, se convirtieron en buenos representantes de la condición general de la Iglesia de este segundo período. Incluso su llamado y su testimonio es

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insinuado por su nombre Esmirna, el cual viene de la especia “mirra”. Como veremos, la mirra nos habla espiritualmente de muerte y sacrificio. Luego Cristo advirtió a Pérgamo de su idolatría e inmoralidad. Esto mostró proféticamente lo que comenzó a ocurrir en el período de la Iglesia del Imperio Romano, cuando la Iglesia triunfó sobre las religiones paganas sólo para comenzar a descarriarse en su popularidad y su prosperidad. La interpretación de su nombre, “exaltado”, habla de su triunfo sobre las religiones paganas, así como la semilla de mostaza de la tercera parábola también creció más que las demás hortalizas. La cuarta iglesia, Tiatira, fue reprendida por su condición desviada. Una mujer había llevado gran corrupción a la iglesia, así como una mujer había puesto la levadura corrupta en la harina en la cuarta parábola, la cual corresponde a esta iglesia. Cristo llama a la mujer Jezabel, por la gran pervertidora de la nación de Israel. Sin embargo, estudiaremos también cómo esta mujer es profética de la apocalíptica madre de las rameras, Babilonia la Grande, quien comenzó a corromper la Iglesia durante el tiempo de la Iglesia Católica Romana Temprana. El Señor le dijo a Sardis, la quinta iglesia, que aunque ellos eran una iglesia de muchas obras, estaban espiritualmente muertos. Esto es profético del tiempo de la Iglesia Católica Romana Poderosa, la cual estaba espiritualmente muerta, aunque tenía múltiples obras religiosas tales como peregrinajes, cruzadas, penitencias y votos. Sin embargo, Cristo también alentó a los pocos

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verdaderos creyentes que quedaban en Sardis, lo cual es sugerido por su nombre que significa “remanente”. Durante este período de la historia de la Iglesia veremos que todavía había unos pocos creyentes verdaderos quienes vencieron la corrupción, la falsa doctrina y las persecuciones para caminar con el Señor. Filadelfia fue la sexta iglesia a la cual Cristo se dirigió. Él encontró mucho que alabar en esta iglesia, y no la reprendió ni le dio advertencias. Esta iglesia llamada “amor fraternal” fue profética de la Iglesia del tiempo de la Reforma Protestante. La última iglesia fue la iglesia de Laodicea. Aunque ellos decían que eran ricos y no necesitaban de nada, Cristo declaró que eran pobres, ciegos y desnudos. Esto nos muestra la tibia condición espiritual de la mayor parte de la Iglesia a nivel mundial en este momento, el Final de la Era. Y así como el nombre Laodicea significa “el juicio del pueblo”, así será el final de la Era de la Iglesia cuando Cristo vuelva como el Rey y Juez de toda la tierra. Ahora estudiaremos estas siete parábolas y siete mensajes a profundidad mientras vemos los eventos principales de la historia de la Iglesia. Si comprendemos la estructura y la enseñanza que nos dan, ganaremos claridad profética con la cual entenderemos el despliegue de eventos. Entonces seremos verdaderamente capaces de entender la historia de la Iglesia a través de los ojos de Cristo.

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CAPÍTULO TRES La Iglesia Apostólica (30-100 d.C.) El primer período de la historia de la Iglesia es conocido, casi universalmente como la Iglesia Apostólica. Este período abarca desde el nacimiento de la Iglesia en el día de Pentecostés hasta la muerte de Juan, el último de los apóstoles originales. Aunque no sabemos el año exacto de la muerte de Juan, la Iglesia Primitiva registró que él vivió hasta el reinado del emperador Trajano, quien comenzó a gobernar el imperio Romano en el año 98. Durante este período los apóstoles originales de Cristo todavía estaban vivos para ayudar a la joven pero creciente Iglesia. Sus ministerios poderosos ayudaron a que las multitudes se volvieran al Señor. Ellos recordaban los dichos y doctrinas de Cristo con exactitud, y fueron capaces de establecer iglesias bíblicas fuertes. Mientras sus ministerios y enseñanzas estuvieran frescos en el corazón de los creyentes, el pecado y la herejía no podrían desarrollarse.

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LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR “He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y los ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cual a ciento, cual a sesenta, y cual a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mt. 13:3-8). “Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, este es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno” (Mt. 13:18-23).

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En esta parábola podemos ver el comienzo y el crecimiento de la Iglesia primitiva. Cristo y Sus apóstoles eran los sembradores, y Marcos 4:14 nos dice que su semilla era la Palabra de Dios. Así como en esta parábola se logró una cosecha fructífera, la historia registra que la Iglesia del principio fue muy fructífera en muchos lugares conforme la Palabra de Dios era predicada.

El crecimiento de la Iglesia El libro de Los Hechos registró el inicio de esta cosecha conforme los discípulos cumplían el mandamiento profético del Señor en Hechos 1:8: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Cuando Cristo declaró que los creyentes serían primero “testigos en Jerusalén”, la Iglesia comenzó su crecimiento numérico. Hechos 2:41 registra que trescientos hombres fueron bautizados en el “nacimiento” de la Iglesia el día de Pentecostés. Poco después, en Hechos 4:4 leemos que cinco mil hombres se volvieron creyentes en Jerusalén. Luego, más adelante leemos: “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”, en Hechos 6:7. Después, conforme los primeros creyentes se volvieron testigos “en toda Judea y en Samaria”, podemos ver la Iglesia comenzando su crecimiento geográfico. Cuando los cristianos en Jerusalén fueron dispersados por la

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persecución, vemos que esto no acalló su predicación. En lugar de eso, ¡la persecución ayudó a difundir el evangelio! Hechos 8:1, 4 registra: “En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio”. Felipe, el diácono, comenzó un avivamiento en Samaria (Hch. 8:5-25), mientras el Apóstol Pedro evangelizó en Judea (Hch. 9:31-43). Tan pronto como los primeros discípulos comenzaron a cumplir el mandamiento que Cristo les había dado de ser testigos “hasta lo último de la tierra”, la Iglesia comenzó su crecimiento misionero internacional. Guiados por apóstoles tales como Pedro, Bernabé y Pablo, el Libro de Hechos nos dice que la Iglesia comenzó a esparcirse a través del Imperio Romano. El Apóstol Juan, siendo de edad madura, vivió y ministró en Éfeso, que está en la actual Turquía Occidental. La historia registra que Juan Marcos (quien escribió el Evangelio de Marcos) comenzó las primeras iglesias en Alejandría, Egipto. Tomás, el apóstol, evangelizó en el sur de la India hasta que fue martirizado cerca de Madrás, pero hoy, la iglesia Mar Thoma (Mártir Tomás) tiene más de 700,000 seguidores. La Historia sugiere que más de un millón de personas fueron guiadas a Cristo en el primer siglo de nuestra era, durante el tiempo de la Iglesia Apostólica.

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El avivamiento nacional en Edesa El relato de una de esas cosechas fructíferas ha sido documentado en al primer libro acerca de la Historia de la Iglesia escrito por el obispo Eusebio cerca del año 330. En su Historia de la Iglesia él registra cómo viajó personalmente a Edesa, la antigua capital de Osroene, al noroeste de Mesopotamia. Allí él copió el siguiente relato directamente de los antiguos registros públicos de la ciudad, cerca de 300 años después que ocurrieron. Estos registros contenían dos cartas y el relato de su avivamiento nacional. Interesantemente, se dice que su rey escribió una de estas epístolas a Jesús, mientras la otra fue la respuesta de Cristo para él. De eso leemos lo siguiente: COPIA DE LA CARTA QUE EL REY ABGARO ESCRIBIÓ A JESÚS, Y QUE LE ENVIÓ A JERUSALÉN POR MEDIO DEL CORREO ANANÍAS: “Abgaro, rey de Edesa, saluda a Jesús, el buen Salvador que ha aparecido en Jerusalén: Han llegado a mis oídos noticias referentes a ti y a las curaciones que, por lo visto, realizas sin necesidad de medicinas ni de hierbas. Pues, según dicen, devuelves la vista a los ciegos y la facultad de andar a los cojos; limpias a los leprosos y expulsas espíritus inmundos y demonios; devuelves la salud a los que se encuentran aquejados de largas enfermedades y resucitas a los muertos. Al oír, pues, todo esto acerca de ti, he dado en pensar una de estas dos cosas: o que tú eres Dios en persona, que has bajado del cielo y obras estas cosas, o bien que eres el Hijo de Dios y [por eso] realizas estos portentos. Esta es la causa que me ha impulsado a escribirte, rogándote al propio tiempo te tomes la molestia

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de venir hasta mí y curar la dolencia que me aqueja. He oído decir, además, que los judíos murmuran contra ti y que pretenden hacerte mal. Sábete, pues, que mi ciudad es muy pequeña, pero noble, y nos basta para los dos”. CONTESTACIÓN QUE ENVIÓ JESÚS AL REY ABGARO POR MEDIO DEL CORREO ANANÍAS: Abgaro: Dichoso de ti por creer en mí sin haberme visto. Pues escrito está acerca de mí que los que me hubieren visto, no creerán en mí, para que los que no me hayan visto crean y tengan vida. Por lo que se refiere al objeto de tu carta, en la que me rogabas viniera hasta ti, [he de decirte que] es de todo punto necesario que yo cumpla íntegramente mi misión y que, cuando la hubiere cumplido, suba de nuevo al lado de Aquel que me envió. Mas, cuando estuviere allí, te enviaré uno de mis discípulos para que cure tu dolencia y te dé vida a ti y a los tuyos. Los registros de la ciudad continúan la historia con el siguiente relato: Después de la ascensión de Jesús, el Apóstol Tomás envió a Tadeo, uno de los setenta (Lc. 10:1), a la ciudad de Edesa. El reporte difundió en los alrededores que él había llegado, porque comenzó en el poder de Dios a sanar toda clase de dolencias y enfermedades. Abgaro mandó llamar a Tadeo y le preguntó si en realidad era un discípulo de Jesús el Hijo de Dios, quien le había dicho: “te enviaré uno de mis discípulos”. Tadeo

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respondió: “Puesto que has tenido gran fe en el Señor Jesús, yo he sido enviado a ti. Y si tú crees en Él con creciente fe, se te concederán las peticiones de tu corazón, conforme has creído”. El Rey Abgaro respondió: “He creído tanto en Él, que había decidido enviar a mi ejército para destruir a esos judíos que le han crucificado, pero fui detenido tomando en consideración que eran parte del Imperio Romano”. El relato continúa diciendo cómo Tadeo oró por el rey, quien fue sanado de su enfermedad. Luego el rey le pidió a Tadeo que predicara a todo su pueblo, y muchos otros también fueron sanados por medio de sus oraciones. Esto comenzó el avivamiento nacional de Osroene. Esta área permaneció fuertemente cristiana a través de los siglos, y aún hoy sus descendientes son parte de la nación cristiana de Armenia. Si bien una de las principales características del comienzo de la Iglesia fue su rápido crecimiento, otros acontecimientos también fueron importantes. Cristo se refirió proféticamente a estos temas en Su mensaje a la iglesia de Éfeso.

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MENSAJE A LA IGLESIA DE ÉFESO “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Ap. 2:1-7). En Su mensaje, Cristo elogió a los efesios por sus muchas obras para Él. En las Escrituras tenemos un vistazo de su diligente servicio evangélico, porque Hechos 19:10 nos dice que ellos evangelizaron la provincia entera en sólo dos años. Algunos de los frutos de estas obras fueron las otras seis iglesias en Asia Menor, a las cuales Cristo les escribió Sus otros mensajes en Apocalipsis dos y tres. Más aún, Cristo también elogió a la iglesia de Éfeso porque rechazaron a los falsos apóstoles y las falsas doctrinas,

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tales como las obras de los nicolaítas. Ellos habían alcanzado esa madurez y discernimiento porque habían sido bien cimentados bajo los ministerios de Pablo, Timoteo y el Apóstol Juan. Estas características de la iglesia de Éfeso también eran proféticamente descriptivas de toda la Iglesia del período apostólico. Ellos trabajaron para difundir el evangelio rápidamente a muchas naciones. La tradición sugiere que el Apóstol Pablo pudo haber viajado al oeste, hasta España, tal como escribió en Romanos 15:28. A Tomás se le atribuye haber viajado al este, hasta la parte sur de la India. La Iglesia Apostólica también fue diligente en rechazar falsos apóstoles y doctrinas. Cuando los judaizantes anduvieron entre los gentiles convertidos para destruir su fe en Cristo, la Iglesia Primitiva llevó a cabo su primer concilio general para tratar este problema. Fue el Concilio de Jerusalén en el año 50 d.C., el cual quedó registrado en Hechos 15. En ese momento, la Iglesia Primitiva estableció el evangelio de la gracia y rechazó la falsa doctrina legalista de los judaizantes. Luego, la Iglesia Apostólica estableció sana doctrina cristiana para los siglos venideros, al escribir el Nuevo Testamento. A Santiago, el hermano de Jesús, se le atribuye haber escrito el primer libro, la epístola de Santiago, en algún momento entre el año 45 y el 50; mientras que el Apóstol Juan completó las Escrituras cuando escribió el libro de Apocalipsis alrededor del año 95. Como mencionamos en el capítulo anterior, Éfeso significa “deseable” o “líder” en el lenguaje original. Esto era una

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descripción precisa no sólo de la iglesia de Éfeso, sino también de toda la Iglesia bajo la guía de los apóstoles. No obstante, el Señor dio una advertencia a la iglesia, diciendo, “Has dejado tu primer amor”. El último apóstol vivo, (Juan) escuchó estas palabras dichas a la iglesia de Éfeso cerca del año 95. Para entonces el ferviente amor de los efesios —y de toda la Iglesia Primitiva— comenzaba a enfriarse.

Un relato acerca del Apóstol Juan La historia de la Iglesia ha registrado una historia del profundo amor que una vez guió a la Iglesia Apostólica, y cómo fue perdiéndose bajo el liderazgo de la siguiente generación. Uno de los primeros líderes cristianos, Clemente de Alejandría, escribió un sermón aproximadamente en el año 200, el cual contenía un relato del ministerio del Apóstol Juan. Esto fue registrado en La Historia de la Iglesia del Obispo Eusebio, así: Oye este rumor, que no es un rumor, sino una historia sobre el apóstol Juan, transmitida y conservada en la memoria. Así pues, cuando murió el tirano, Juan pasó de la isla de Patmos a Éfeso. De allí salía, cuando se lo pedían, a las regiones vecinas, ya fuera para nuevas iglesias o para designar en el ministerio aquellos que habían sido elegidos por el Espíritu. Fue, pues, a una ciudad cercana y, tras traer alivio a los hermanos en las otras cosas, mirando fijamente al pastor y habiendo visto a un joven alto, de aspecto agradable y de

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ánimo encendido, dijo: “Te entrego a éste con toda diligencia ante la iglesia y con Cristo de testigo”. Entonces se fue a Éfeso, y aquel pastor, después de hacer promesas, recibió en casa al joven que le había sido entregado y lo hospedó, lo mantuvo, lo cuidó y finalmente lo bautizó. Luego el pastor moderó algo el gran cuidado y protección, porque creía que había provisto al joven de la perfecta protección: el sello del Señor. Pero habiendo sido liberado prematuramente de la disciplina y tomándole algunos ociosos de su misma edad habituados al mal, lo pervirtieron. Primero se lo atrajeron con pródigos festines, luego se lo llevaban con ellos incluso cuando iban a robar de noche, y finalmente le reclamaban mayor colaboración. El fue adhiriéndose a ellos paulatinamente y se extravió del camino recto como caballo desbocado y robusto, cayendo al abismo con gran velocidad. Al final renunció a su salvación, habiendo llevado a cabo graves crímenes. Y ya que estaba perdido para siempre, tomando a estos otros jóvenes y reuniendo una banda de ladrones, él era su resuelto jefe, el más violento, el más asesino y el más aterrador. Pasando el tiempo, hubo alguna necesidad y llamaron a Juan. Él tras solucionar los asuntos que le habían llevado allí, le dijo al pastor: “Venga, pues, devuélveme el depósito que yo y Cristo te entregamos ante la iglesia que tú diriges y es testigo”. El pastor, primero se sorprendió pensando

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que se le acusaba acerca de algún dinero que él no había recibido. Pero cuando Juan dijo: “El joven es a quien te reclamo y el alma del hermano”, el pastor se echó a llorar y, con muchas lágrimas, dijo: “Está muerto. Muerto para Dios, porque se fue malvado, perdido y, lo que es más, ladrón, y ahora se ha apoderado del monte que hay al frente de la iglesia, con una banda como él”. El apóstol Juan, rasgando sus vestidos y golpeándose la cabeza con grandes gemidos, dijo: “¡Buen cuidador dejé del alma del hermano! Pero traigan un caballo y alguien me indique el camino”. Y desde allí, tal como estaba, emprendió su marcha desde la iglesia. Cuando llegó al lugar, le tomaron los guardias de los bandidos, pero él ni se escondía ni hacía súplicas, sino que decía gritando: “Para esto vine, conducidme a vuestro jefe”. Éste, mientras esto ocurría, esperaba armado, pero al reconocer que era Juan el que se acercaba, escapó avergonzado. Pero el apóstol le seguía con toda su fuerza y descuidando su avanzada edad. Le gritaba: “¿Por qué huyes de mí, hijo, de tu padre indefenso y viejo? Ten piedad de mí, hijo, no tengas temor. Todavía tienes esperanza de vida. Yo daré cuenta de ti ante Cristo. Si es preciso, soportaré la muerte por ti de buen agrado, del mismo modo que el Señor la sufrió por nuestra causa. Cambiaré tu vida por la mía propia. Detente; cree que Cristo me ha enviado”. El joven, cuando oyó estas cosas, primero se detuvo, bajando su rostro; después tiró sus armas,

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y luego, temblando, lloró amargamente. Al llegar el anciano lo abrazó, suplicó pidiendo perdón y parecía que estaba siendo bautizado nuevamente por sus lágrimas, mientras escondía la diestra avergonzado. Pero el apóstol le aseguró que había hallado el perdón del Salvador para él, en sus oraciones, en las manos de Cristo, y de rodillas oró y besó su diestra purificada del pecado por el arrepentimiento. Juan lo llevó de nuevo a la iglesia, lo acompañó por un tiempo en oración y ayunos y lo animó hasta que el joven fue restaurado en la iglesia como un poderoso ejemplo de arrepentimiento y de regeneración. Este relato histórico acerca del ministerio del Apóstol Juan ciertamente demuestra el ardiente amor que había en la Iglesia Apostólica. Sin embargo, el pastor de la historia también ilustra como la Iglesia de ese tiempo comenzaba a perder su primer amor. Después de que todos los apóstoles originales habían muerto, la Iglesia siguió cambiando como si entrara en una nueva fase de desarrollo.

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CAPÍTULO CUATRO La Iglesia Post-Apostólica Temprana (100-313 d.C.) Este segundo período de la historia de la Iglesia también es reconocido universalmente por los historiadores. Este comenzó con la muerte del Apóstol Juan, aproximadamente en el año 100, y terminó cuando el cristianismo fue legalizado por el Imperio Romano en el año 313. Durante este período la Iglesia comenzó a cambiar su “carácter” a causa de dos influencias importantes. La primera, porque los apóstoles originales ya no vivían para guiarla, y el segundo factor importante fue la creciente persecución del Imperio Romano. Aunque la Iglesia continuó creciendo rápidamente durante este tiempo, también comenzó a adquirir muchas doctrinas falsas y miembros inconversos. Esto se describe en nuestra segunda parábola de Mateo 13.

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LA PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA “Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero” (Mt. 13:24-30). “Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que

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como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus Ángeles, y recogerán de su reino todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mt. 13:36-43). En esta segunda parábola no tenemos únicamente la buena semilla de la primera parábola; ahora se ha mezclado una mala semilla . Jesús explicó esto muy claramente: que la cizaña (o los falsos creyentes) serían plantados por Satanás en la verdadera Iglesia. Esto se desarrolló después que los apóstoles habían muerto, cuando muchas herejías entraron en la Iglesia Primitiva durante el período del Imperio Romano pagano.

El crecimiento de las herejías y los falsos creyentes Diversas situaciones ayudaron a acelerar el crecimiento de las falsas doctrinas y los falsos creyentes dentro de la Iglesia. Debido a que los apóstoles ya no vivían no podían ayudar a mantener pura la doctrina en las iglesias. Otra razón importante fue que la Iglesia pasó por muchas persecuciones durante este período. Los líderes de la Iglesia frecuentemente eran martirizados y eran pocos los que podían ayudar a enseñar en las iglesias que crecían rápidamente. Las persecuciones también mantuvieron

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dispersas a las iglesias, lo que impedía que se reunieran en concilios de la Iglesia para establecer sana doctrina. Durante estas persecuciones las Escrituras fueron prohibidas y destruidas. Muchos cristianos murieron por tener una copia de un evangelio o de alguna epístola de Pablo. Por lo tanto, las Escrituras con frecuencia no se obtenían fácilmente para ayudar a corregir las falsas doctrinas. Y debido a que las Escrituras tenían alta demanda y eran escasas, pareciera que algunas personas aprovecharon la situación escribiendo documentos falsos para venderlos a los cristianos. Creyentes ignorantes que no tenían las Escrituras, o que sólo tenían una pequeña parte, podían pagar buen dinero para tener una copia de un “evangelio”, ¡como el que decía que Jesús siendo un niño fabricaba pájaros de barro y luego los hacía vivir! Los nuevos grupos heréticos a veces también escribieron libros que atribuyeron a los apóstoles originales o a otros líderes anteriores. Por medio de este engaño procuraron añadir respaldo histórico a sus doctrinas falsas, como lo hizo Joseph Smith en tiempos modernos con su Libro de Mormón. Como resultado, se desarrollaron muchas doctrinas equivocadas, causando que se levantaran muchos falsos cristianos en las iglesias. Estos fueron la mala semilla o la cizaña que Jesús dijo que sería plantada por Satanás, en Mateo 13:38-39. Los siguientes son algunos de estos grupos heréticos: LOS EBIONITAS: Este grupo derivó de los cristianos judíos que rechazaron el Concilio de Jerusalén en el año 50. Ya en el siglo II declaraban que la salvación se

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alcanzaba al obedecer la Ley de Moisés. Decían que Jesús no era Dios, sino que se convirtió en el Mesías al obedecer completamente la ley. LOS GNÓSTICOS: Los gnósticos se volvieron un grupo fuerte a principios del siglo II, habiendo alcanzado el mayor número de seguidores entre el año 130 y el 160. Sin embargo, algunas de las raíces de su falsa doctrina había sido puesto en duda mucho antes, por los escritos de los apóstoles Pablo y Juan. Los gnósticos afirmaban tener una gnosis más profunda, o conocimiento místico, lo cual traía salvación verdadera. En realidad era una mezcla de las filosofías oriental y griega. Ellos creían que el mundo material es maligno y que por eso el creador de éste era un dios menor que Cristo. Cristo, siendo el Dios perfecto, no podía haber venido en la carne, una doctrina rechazada por Juan en 1 Juan 4:3. Debido a que Cristo era únicamente un ser celestial, Su muerte expiatoria también fue pasada por alto por este grupo. Muchas sectas y grupos disidentes se originaron de estas doctrinas principales, tal como los marcionistas en Roma. LOS MANIQUEOS: Este culto fue fundado por Mani, un Persa que vivió entre el año 216 y el 276. Al igual que los gnósticos, él mezcló muchas doctrinas orientales con el cristianismo. Ellos también enseñaban una filosofía dualista del bien y el mal, siendo la luz (encontrada en Cristo) la liberadora del mundo material maligno. Enseñaban la doctrina de la reencarnación y sostenían que era malo casarse y comer carne. Sus doctrinas perduraron muchos siglos, y pueden haber ayudado a que la Iglesia Católica Romana haya establecido un sacerdocio célibe.

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ARRIANISMO: A principios del siglo IV, Arrio enseñó que Cristo era menos que Dios. Esta doctrina era similar a lo que hoy creen los Testigos de Jehová y los unitarios acerca de Jesús. El arrianismo fue una doctrina popular por varios siglos, especialmente entre algunas de las tribus góticas que invadieron el Imperio Romano. La Iglesia corporativa pudo tratar con estos y otros problemas doctrinales después de que el cristianismo fue legalizado en el año 313. Desde el primer gran concilio internacional de la Iglesia, llevado a cabo en Nicea en el 325, y durante los siguientes siglos, la fe ortodoxa fue cada vez más determinante para ayudar a derribar estas y otras herejías. Hacia finales del período de la Iglesia PostApostólica Temprana, una declaración doctrinal oficial de las iglesias, que hoy llamamos “el credo de los Apóstoles”, decía así: Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor; quien fue concebido por el Espíritu Santo, nació de la Virgen Maria; fue crucificado bajo Poncio Pilato, y sepultado; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Y [creo] en el Espíritu Santo; la santa Iglesia, el perdón de los pecados; y la resurrección de los muertos.

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LA IGLESIA DE ESMIRNA “Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tu eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere no sufrirá daño de la segunda muerte” (Ap. 2:8-11). En Su mensaje a la iglesia de Esmirna, Cristo habló de un tema recurrente: la persecución. La historia registra que, efectivamente, éste era el futuro histórico de la iglesia de Esmirna, y proféticamente de la Iglesia de este período como un todo. Las iglesias sufrieron repetidas persecuciones bajo el Imperio Romano pagano, y la iglesia de Esmirna registró, en dos ocasiones, 1500 y 800 mártires durante esos tiempos difíciles. Aun el nombre de su iglesia, apuntaba proféticamente a esto. Esmirna significa “mirra”, la cual es una especia que simboliza sufrimiento y muerte. Esta especia es la savia o “sangre” del arbusto de mirra y con frecuencia se obtiene golpeándolo. La mirra también era usada para embalsamar (Jn. 19:39-40) y le fue ofrecida a Cristo como un sedante, cuando estaba en la cruz (Mr. 15:23).

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Las razones de las persecuciones romanas Al principio el Imperio Romano no perseguía a los cristianos. Ellos creían en muchos dioses y parecía que no les importaba añadir uno más. ¡Un emperador agregó una estatua de Cristo a su fila de “dioses”, y está registrado que otro trató de hacer a Cristo uno de los dioses oficiales del Imperio Romano! Sin embargo, los romanos fueron inflexibles en un punto importante: demandaban la adoración patriótica a su emperador. Los judíos eran el único grupo del imperio que estaba exento de esta ley. Por lo tanto, cuando la Iglesia Primitiva brotó de la fe judía, inicialmente los cristianos fueron considerados una secta judía y por consiguiente no se les exigía que adoraran al emperador. Al principio, los romanos protegieron con sus leyes a los cristianos, lo cual el apóstol Pablo con frecuencia utilizó en su beneficio en el libro de Hechos. La exención judía de la adoración al emperador pronto fue retirada de la Iglesia, ya que ésta creció y estaba formada mayormente por gentiles. Los romanos exigían que su emperador fuera adorado por todos los demás, para alentar la unidad patriótica. Cuando se les obligó a todos a quemar incienso delante de una estatua del emperador y proclamar “César es Señor”, ¡los cristianos se negaron a hacerlo, declarando que Jesús es Señor! El gobierno romano sintió que el rápido crecimiento de la Iglesia era antipatriótico y podía volverse un movimiento sedicioso peligroso.

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Los cristianos no solamente fueron vistos como antipatriotas, también fueron considerados alborotadores. Los judíos con frecuencia se amotinaron contra ellos, y los cristianos conversos causaban conflicto en las familias paganas. Los cristianos se apartaron de la sociedad “civilizada”. No participaban del entretenimiento sangriento de los gladiadores ni asistían a las festividades paganas. ¡Algunas veces, los cristianos ni siquiera permitían que sus hijos asistieran a las escuelas locales! Los sacerdotes de los templos paganos y los fabricantes de ídolos vieron su negocio amenazado cuando la gente se volvió del paganismo a Cristo. El gobernador romano, Plinio, escribió al emperador Trajano acerca de este problema en el año 112. Él dijo que los cristianos se habían vuelto tan numerosos en su provincia que los templos romanos se estaban quedando desérticos y que el negocio del templo estaba sufriendo grandemente. Los romanos paganos generalmente también condenaban a los cristianos de ser ateos porque no adoraban los ídolos o dioses visibles del imperio. Y cuando venían desastres, a menudo la gente acusaba a los cristianos ya que ellos no oraban a los dioses romanos. Conforme los cristianos se volvieron cautelosos para evitar la persecución, fueron acusados de muchas otras cosas malas. El mensaje cristiano del amor fue malinterpretado para aceptar la inmoralidad. ¡A los creyentes se les acusó de ser caníbales, porque algunos paganos pensaban que los cristianos comían carne humana y bebían sangre humana en sus servicios de comunión!

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La primera gran persecución romana Sin embargo, la primera gran persecución no sucedió por estas razones. En el año 64 hubo un gran incendio en Roma. La gente común fue la más afectada, porque ellos vivían en viviendas de madera en lugar de las casas de piedra de los ricos. Muchos afirmaban que el emperador Nerón había iniciado el fuego para quemar las áreas pobres de la ciudad. Al aumentar el resentimiento público, Nerón siguió una política que ha sido usada por los gobernantes de todas las edades: ¡culpar a alguien más! Eligió a los cristianos porque eran un grupo indefenso y malentendido. Después de acusarles de incendiar Roma, arrestó a muchos cristianos entre ellos los apóstoles Pedro y Pablo. Pedro fue sentenciado a crucifixión, pero él pidió ser crucificado cabeza abajo porque no se sintió digno de morir como el Señor Jesús. Pablo fue decapitado porque como ciudadano romano legalmente no podía sufrir la cruel muerte en la cruz. El martirio de los cristianos se volvió un sangriento espectáculo en los coliseos para la gente común. Los creyentes hasta fueron atados y quemados como antorchas humanas para iluminar los festivales nocturnos en Roma. Si bien este primer problema estaba confinado principalmente a la ciudad de Roma, para el siglo II, perseguir a los cristianos se había vuelto la política legal normal en todo el imperio. Aunque hubo muchos períodos tranquilos, todos los cristianos en el Imperio Romano pagano sabían que podían ser encarcelados, torturados o muertos por su fe. Murieron tantos cristianos, que se les

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dio el título honorario de mártires, de la palabra griega que significa “testigo”. La tradición de la Iglesia sugiere que cada uno de los apóstoles originales fue martirizado, excepto Juan. Supuestamente, él fue sentenciado a muerte por una lenta inmersión en un caldero de aceite hirviendo. Sin embargo, cuando lo introdujeron en el caldero, el aceite hirviendo no lo quemó, ¡tal como los tres amigos de Daniel en el horno! La historia registra que murió de muerte natural en su ancianidad. Sin embargo, los primeros cristianos consideraban que era un honor tan grande estar en la lista de mártires, que hicieron a Juan un “mártir honorario” a causa de la sentencia de muerte que le había sido dada.

El ángel (o pastor) de Esmirna Cuando leemos nuevamente las palabras de Cristo a la iglesia de Esmirna, vemos que estaban dirigidas al ángel de la iglesia, tal como los otros seis mensajes. Esto podría referirse posiblemente a ángeles literales que cuidaban de las iglesias. No obstante, otra interpretación muy clara puede verse cuando observamos la palabra griega para ángel, la cual significa literalmente “mensajero”. Esto puede significar que Cristo estaba escribiendo estos mensajes al líder o pastor de cada iglesia. Los registros históricos nos han dejado mucha información acerca del pastor que dirigía la iglesia de Esmirna cuando Cristo dio este mensaje. Era un joven llamado Policarpo, a quien el apóstol Juan había ordenado recientemente. Cuando recibió este mensaje de Cristo dictado a Juan, obtuvo gran consuelo e instrucción específica. El Señor

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Jesús había dicho: “Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de vida” (Ap. 2:10). Policarpo sirvió por muchos años como un honorable pastor hasta que fue un hombre muy anciano. Pero durante una gran persecución que comenzó cerca del año 155, Policarpo fue buscado para ser arrestado. La iglesia de Esmirna escribió una carta acerca de esta persecución, la cual ha sido copiada y preservada hasta nuestros días. Su misiva fue reproducida en tiempos modernos en Los Padres Apostólicos, por J.B. Lightfoot, donde leemos lo siguiente:

Carta del siglo II de la iglesia de Esmirna La Iglesia de Dios que reside en Esmirna a todos los hermanos en todo lugar, misericordia, paz y amor de Dios el Padre y nuestro Señor Jesucristo; sean multiplicadas. Les escribimos hermanos, un relato de aquellos que sufrieron martirio, y especialmente el bendito Policarpo, quien detuvo la persecución, como pareciera, por su muerte. Poniendo atención a la gracia de Cristo ellos menospreciaron las torturas de este mundo, adquiriendo al costo de una hora una liberación del castigo eterno. Encontraron el fuego de sus torturadores frío, porque ellos pusieron delante de sus ojos el escapar del fuego eterno que nunca se apaga, mientras con los ojos de su corazón

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ellos vieron las buenas cosas reservadas para aquellos que soportan pacientemente. De igual manera aquellos que fueron condenados a las bestias salvajes soportaron espantosos padecimientos, pero gracias sean dadas a Dios; porque Él triunfó sobre todo. El noble germánico luchó con las bestias salvajes en una forma noble. Porque cuando el gobernador le ofreció misericordia si renunciaba a su fe, el joven acercó las bestias a sí para morir más rápidamente. Después de esto la multitud, viendo la valentía de los cristianos, gritaba: “Fuera con los ateos; busquen a Policarpo”. Policarpo había querido quedarse en la ciudad, pero la mayoría de los hermanos le persuadió a que se retirara. Así que fue a una granja cercana, no haciendo más que orar día y noche por las iglesias alrededor del mundo, como era habitual en él. Pero mientras oraba, tres días antes de su arresto, tuvo una visión en la que vio su almohada quemándose con fuego. Se volvió y dijo a los que les rodeaban: “debe ser que voy a ser quemado vivo.” Ese viernes a la hora de la cena llegaron los soldados. Aunque Policarpo pudo haber escapado, no lo hizo, diciendo: “Sea hecha la voluntad de Dios”. Él bajó las escaleras, habló con ellos, y les preguntó si podían servirles una suculenta comida. Policarpo preguntó si podía orar una hora en lo que ellos comían. Luego que recibió el permiso, se levantó y oró, siendo tan lleno de la gracia de

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Dios, que aquellos quienes le oían estaban admirados, y muchos se arrepentían por haber llegado a arrestar a tan venerable anciano. Después de esto llevaron a Policarpo a la ciudad. Cuando entró al estadio hubo tal alboroto de la gente que ninguna voz humana podía oírse, pero vino una voz de los cielos, diciendo: “Sé fuerte Policarpo, y valiente”. Nadie vio quien dijo eso, pero los cristianos escucharon la voz. Cuando Policarpo fue llevado ante el gobernador, se le pidió que jurara por César y declarara: “Fuera con los ateos”. Policarpo agitó su mano a la multitud de paganos en el estadio, y mirando al cielo, dijo: “Fuera con los ateos”. Pero al presionarle el magistrado a que injuriara a Cristo, Policarpo replicó: “Ochenta y seis años he sido Su siervo, y nunca me hizo mal. ¿Cómo podría blasfemar de mi Rey quien me ha salvado?” Al continuar persistiendo el gobernador, Policarpo respondió: “Si en vano cree que voy a jurar por César, y pretende ser ignorante de quien soy, escúcheme decir claramente que soy un cristiano. Pero si desea aprender de la doctrina del cristianismo, dígame un día y hora y escúcheme”. El gobernador dijo: “Tengo bestias salvajes y le arrojaré a ellas a menos que se arrepienta”. Policarpo respondió: “Llámelas, porque un arrepentimiento de bien para mal no nos es

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permitido”. Luego el gobernador dijo: “Le consumiré con fuego”, pero Policarpo dijo: “Amenaza con fuego que arde sólo por un momento, pero ignora el fuego del juicio futuro y eterno castigo, el cual está reservado para los impíos. ¿Pero por qué tarda? Haga lo que desea”. El gobernador estaba asombrado que Policarpo estaba inspirado con tal coraje y gozo, y envió a sus heraldos a proclamar en el estadio: “Policarpo ha profesado ser un cristiano”. Las multitudes gritaron airadas: “Este es el maestro de Asia Menor, el padre de los cristianos, el destructor de nuestros dioses, quien enseña a las multitudes no sacrificar a ellos ni adorarles”. Diciendo tales cosas pidieron un león para devorarle. Pero el gobernador dijo que no era permitido porque los leones ya habían realizado su función. Entonces las multitudes gritaron a una voz que Policarpo debía ser quemado vivo. Esto fue para cumplir la visión de Policarpo acerca de la almohada ardiendo, cuando él proclamó proféticamente que sería quemado. La multitud rápidamente salió y comenzó a recolectar leña, los judíos siendo muy celosos para ayudar, como siempre. Cuando la pira estuvo lista, Policarpo fue atado al poste. Volvió los ojos al cielo y dijo: “Oh Dios Todopoderoso, Padre de tu amado y bendecido Hijo Jesucristo, te bendigo porque me has permitido este día y hora, para que pueda recibir una porción entre los mártires. Permite que sea recibido este día en Tu presencia

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como un sacrificio aceptable, como lo revelaste anteriormente, y sea cumplido. Por esta causa, y por todas las cosas, te alabo, te bendigo, te glorifico a través del eterno y celestial Sumo Sacerdote, Jesucristo, Tu Hijo amado”. Luego que Policarpo hubo terminado su oración, encendieron el fuego. Pero entonces vimos un milagro que hemos sido preservados para relatar. El fuego hizo un muro alrededor de su cuerpo, pero no lo quemó. Finalmente, cuando los hombres malvados vieron que el fuego no le tocaría, ordenaron a un verdugo que subiera y le apuñalara…. Así sucedió al bendito Policarpo, quien es recordado por la gente más que los otros mártires. Aun los malvados hablan de él en todas partes, porque él se mostró a sí mismo no sólo como un maestro notable, sino también como un mártir distinguido…. Ahora a Él, que por Su gracia y generosidad puede llevarnos a todos a Su eterno reino, a través de Su unigénito Hijo Jesucristo, sea gloria, honor, poder y magnificencia por siempre. Saludos a todos los santos. En esta misiva podemos ver un cumplimiento literal de las palabras de Cristo al ángel, o pastor, de la iglesia de Esmirna de ser fiel hasta la muerte. Vemos también que los judíos se contaban entre sus peores enemigos, cumpliéndose lo que Cristo les advirtiera: “…y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás” (Ap. 2:9).

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El Señor también le había dicho a la iglesia de Esmirna: “Tendréis tribulación por diez días”. En la Biblia, el número diez usualmente es simbólico de pruebas y sufrimientos. En Números 14:22, podemos leer acerca de las diez pruebas de los Israelitas, y en Daniel leemos acerca de la prueba de la dieta de los diez días (Dn. 1:12). Job dijo que sus amigos lo insultaron diez veces (Job 19:3), y Jacob se quejaba cómo su suegro lo había engañado diez veces (Gn. 31:7). Así, los “diez días” puede ser únicamente un número simbólico hablando de las pruebas que vendrían. Sin embargo, algunos historiadores de la iglesia piensan que pudo haber tenido un significado más específico. Esto es porque muchos historiadores registran que la Iglesia sufrió diez persecuciones principales, decretadas por los emperadores romanos, y que la última y más grande persecución duró casi diez años. La Historia registra que hubo alrededor de tres millones de mártires durante este período de la Iglesia. Uno de los más grandes líderes de este tiempo, Tertuliano de Cartago, acuñó la frase: “la sangre de los mártires es semilla”. Por medio del testimonio triunfante de los cristianos que morían, multitud de paganos se volvían a Cristo, conforme la buena semilla del reino de Dios continuaba creciendo.

Fin de las persecuciones de la Roma pagana El emperador Diocleciano comenzó la última persecución contra los cristianos en el año 303. Esta persecución hizo fuertes estragos hasta que el emperador

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sintió que había destruido el cristianismo. Para celebrarlo acuñó una nueva moneda con las palabras: “Diocleciano, Emperador, quien destruyó el nombre cristiano”. Sin embargo, ¡al poco tiempo, Constantino ocupó el trono y legalizó el cristianismo! Constantino fue el hijo de un general romano, quien a la muerte de su padre tomó el mando de los ejércitos romanos de lo que hoy es Inglaterra y Francia. Cuando marchó hacia Italia para reclamar el trono del emperador, un ejército romano mucho mayor se levantó contra él. El día anterior a la crucial batalla, Constantino tuvo una visión de una cruz en el cielo con las palabras, “en este signo conquistarás”. A pesar de que él había sido un adorador de Mitra, el dios sol, su madre había sido cristiana y él respetaba al Dios de ella. Constantino ordenó a su ejército marchar bajo el signo de la cruz y obtuvieron una gran victoria en la batalla del Puente Milvio, en el año 312. El año siguiente publicó el Edicto de Milán, que legalizaba el cristianismo, y poco después comenzó a darles a los cristianos puestos importantes en el gobierno romano. Ya que él era un político que procuraba agradar a la gente de diversas religiones, es difícil asegurar si Constantino se volvió un verdadero cristiano, o no. Lo que sí es claro, sin embargo, es que bajo su gobierno la Iglesia obtuvo gran favor. Repentinamente, la Iglesia se encontró a sí misma cambiado de ser una religión perseguida, a ser una religión con paz, prosperidad y poder. Por esta razón, la Iglesia cambió rápidamente su carácter hacia la siguiente fase de la historia de la Iglesia.

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CAPÍTULO CINCO El Imperio Romano “cristiano” (313-732 d.C.) Después de siglos de persecución, la legalización del cristianismo en el año 313 provocó rápidos cambios a la Iglesia. Primero veremos esto desde la perspectiva de la tercera parábola profética de Cristo.

LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA DE MOSTAZA “Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas” (Mt. 13:31-32).

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Las tres primeras parábolas de Mateo 13 hablan acerca de semillas que crecieron. Todas ellas sugieren el rápido crecimiento de la Iglesia Primitiva durante sus etapas de formación. Sin embargo, en esta tercera etapa vemos dos resultados específicos de este crecimiento. La semilla de mostaza, la más pequeña de las semillas, creció hasta volverse la mayor de las hortalizas. De manera similar, la pequeña Iglesia primitiva creció desde el día de Pentecostés hasta que llegó a ser aproximadamente el diez por ciento de la población del Imperio Romano cuando fue legalizada en el año 313. Entonces el cristianismo comenzó a crecer muy rápidamente hasta convertirse en la única religión legal del Imperio Romano en el año 395. Había triunfado sobre todas las religiones romanas paganas, al igual que la semilla de mostaza creció hasta ser la mayor de las hortalizas. El cristianismo se había vuelto la religión oficial del imperio más fuerte del mundo. La Iglesia continuó creciendo en los siguientes siglos y también se expandió al norte por toda Europa y al este hasta Asia. Ya para el siglo VII había iglesias desde España en el oeste, hasta China en el este, y desde Escocia en el norte, hasta Sudán y la India en el sur. Durante este período el cristianismo alcanzó al budismo (el cual había comenzado 500 años antes que el cristianismo) para convertirse en la religión de mayor difusión. Sin embargo, en esta tercera parábola Cristo había declarado que habría otro resultado de este rápido crecimiento. Él dijo que las aves llegarían a vivir a las ramas del árbol de mostaza. El Señor ya había dado una

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interpretación de las aves en la primera parábola, en Mateo 13:19. ¡Allí el Señor Jesús dijo que las aves eran el diablo!

Cómo llegó el Diablo a vivir en la Iglesia Esto se cumplió a la perfección en la historia de la Iglesia. Desde el año 324 al 337, el emperador Constantino concedió muchos favores a la Iglesia, y miles de inconversos comenzaron a unirse a las iglesias para ascender política, militar y socialmente. Ya no era peligroso confesar que se era cristiano, ¡se había puesto de moda! Ser un pastor ya no se veía como un ministerio pobre y sufrido, ahora se había vuelto un peldaño hacia el éxito mundano. El obispo Eusebio, un amigo del emperador Constantino en ese tiempo, comentó acerca de los rápidos cambios que habían ocurrido en la Iglesia. Él escribió: “Desde este momento vemos que la Iglesia está dejando de depender del Señor del cielo, para descansar al amparo de los gobernantes terrenales. La Iglesia ha cesado de tener su esperanza en la venida de Cristo, y ha comenzado a exaltarse en su presente triunfo y esplendor mundano”. Para el año 395 el cristianismo se volvió la única religión legal del Imperio Romano. Las cosas habían cambiado: en lugar que los paganos persiguieran a los cristianos, ¡ahora los cristianos perseguían a los paganos! Como resultado, las religiones paganas tuvieron que adoptar una

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apariencia “cristiana” y se mezclaron con la Iglesia para evitar la persecución. Esto completó el cuadro que Cristo había ilustrado, de las aves (el diablo) viniendo a vivir en el árbol de mostaza (la Iglesia). Los paganos trataron de mantener sus antiguas religiones “cristianizando” sus dioses, templos, fiestas e ídolos. Así como los romanos habían incorporado muchos dioses de otras naciones a su religión, más tarde ellos se volvieron y trataron de añadir sus propias creencias religiosas al cristianismo. Al declararse cristianos escapaban de las nuevas leyes que hacían ilegales las religiones paganas de Roma. Algunos líderes cristianos dieron la bienvenida a esta práctica, muchos la toleraron, mientras que otros hablaban en contra de ella. Los líderes que habían dado la bienvenida a los paganos argumentaron que esto estaba llevando a los paganos a las iglesias, donde podían ser enseñados con precisión en la verdadera religión cristiana. Estos líderes complacientes acogieron todos los elementos religiosos de los paganos a los que se les podía dar simbolismo cristiano, porque sentían que así estaban elevando a los paganos hacia un verdadero conocimiento de Dios. También era muy bien recibido el que la membresía de la iglesia (y de las ofrendas) usualmente se duplicaban, y luego volvían a duplicarse en pocas décadas conforme los paganos llenaban las iglesias.

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Los “santos” La reverencia con la cual los cristianos habían comenzado a honrar a los antiguos mártires y santos fue usada para permitir la adoración a los dioses paganos, llamados ahora “santos” cristianos. El dios griego Apolo, ahora se había convertido en San Apolinar. Dionisio, el dios griego del vino, se había vuelto San Dionisio. Artemisa se volvió Santa Artemide, y la diosa Brígida se volvió Santa Brígida. El sitio de Internet Catholic Saints Online (Santos católicos en línea) http://saints.catholic.org/faq.html, describe la situación se esta manera: Antes de que el proceso formal de la canonización comenzara en el siglo XV, muchos santos eran proclamados por aprobación popular. Este era un procedimiento mucho más rápido, pero desafortunadamente muchos de aquellos a quienes se les llamaba santos, estaban basados en leyendas, mitología pagana o incluso en otras religiones. Por ejemplo, la historia del Buda viajó hasta Europa, ¡y él fue “convertido” en un santo católico! Se dice que cada uno de estos santos tiene la habilidad de “bendecir” cierta ocupación, enfermedad o problema, si usted le ora y le pide ayuda. Los paganos se sentían muy cómodos con este arreglo, puesto que ellos habían hecho lo mismo con sus antiguos dioses. Los santos eran muy populares, y para el siglo X la Iglesia Católica Romana tenía una lista de 25,000 santos. Todavía se

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añaden o remueven santos para mantenerse al día. Por ejemplo, ¡San Isidro ha sido propuesto como el santo patrono de los usuarios de Internet!

Los festivales Muchos de los festivales paganos también fueron incorporados a la descarriada iglesia romana. El viernes fue llamado así en honor de la diosa Venus (Freyja en la mitología nórdica). Tradicionalmente, los católicos romanos estaban obligados a no comer carne de animales terrestres los viernes, aunque el pescado estaba permitido. A la diosa Freyja se le honraba comiendo pescado el viernes, y esta práctica se llevó a la iglesia de Roma. Los romanos paganos celebraban el renacimiento de su popular dios sol el 25 de diciembre. Procurando hacer felices a todos, también fue proclamado como el día del nacimiento de Jesús, el Sol de Justicia. Muchas de las costumbres paganas que se usaban el 25 de diciembre se llevaron a las celebraciones “cristianas”, tales como el pino, el acebo y el muérdago. Otro ejemplo se relaciona con Baco, antiguo dios romano del vino. Su festival anual tenía lugar en el otoño, después de la vendimia, cuando el nuevo vino se preparaba. En la “cristianización” de este popular dios, se le dio el nombre de San Baco, y la iglesia romana mantuvo su fiesta en el otoño. Todavía está inscrito en el calendario católico romano el siete de octubre. Podemos leer, en el libro de John J. Dietzen, The New Question Box–Catholic Life for the Nineties (La nueva

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caja de preguntas, Vida católica para los noventas), en la página 554: Las razones para celebrar nuestras fiestas principales son muchas y variadas. Sin embargo, en general, es verdad que muchas de ellas tienen por lo menos una conexión indirecta con las fiestas pre-cristianas [paganas] celebradas al mismo tiempo del año: fiestas centradas alrededor de la cosecha, el renacimiento del sol en el solsticio de invierno (ahora el 21 de diciembre, pero 25 de diciembre en el antiguo calendario juliano), la renovación de la naturaleza en primavera, y otras más.

Los templos De igual forma, a muchos de los antiguos templos paganos se les cambió el nombre por nombres “cristianos”, aunque a menudo se seguía llevando a cabo el mismo tipo de adoración. Al templo pagano de la “Diosa Buena” se le cambió el nombre por el de María. El templo de Marte vino a ser la Iglesia de San Martín. Vaticanus, el dios romano de la adivinación, era adorado en una colina a la que hoy se le llama el Vaticano, donde en la actualidad está la Catedral de San Pedro. Leemos en The Catholic Encyclopedia (La Enciclopedia Católica), volumen 4, página 173: Con frecuencia se han encontrado iglesias, o ruinas de iglesias, en los sitios donde originalmente se

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levantaban templos o altares paganos….También, hasta cierto punto, es verdad que algunas veces el santo cuya ayuda era invocada en el altar cristiano, tenía algún tipo de analogía externa a la deidad adorada previamente en dicho lugar.

Los ídolos y las reliquias De igual manera, los conceptos paganos de ídolos y reliquias santas se volvieron populares en la iglesia romana. Los cuadros de los dioses egipcios madre e hijo, Isis y Horus, continuaron siendo adorados como María y Jesús. A una estatua de Júpiter se le puso el nombre de San Pedro y aún hoy es honrada por millones de visitantes del Vaticano, quienes acostumbran inclinarse delante de ella y besar sus pies. Aunque el segundo de los diez mandamientos de Moisés prohíbe la idolatría, de acuerdo con la Biblia y la religión judía, la iglesia Romana cambió su lista para quitar este mandamiento. Comúnmente se usaban huesos santos, supuestamente de los dioses paganos, para santificar los templos paganos. Estas prácticas fueron llevadas a la iglesia romana, donde los huesos de los santos fueron usados para consagrar las iglesias cristianas. En el año 787 las reliquias fueron requeridas oficialmente para la dedicación de cada nueva iglesia. Para ese momento se había vuelto un gran negocio, y largas filas de carretas entraban continuamente a Roma llevando huesos y esqueletos que eran clasificados y vendidos a precios muy altos.

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La madre divina y el niño La adoración de una madre divina y el niño fue una de las tradiciones más antiguas de la religión pagana. La historia registra que comenzó en Babilonia, cuando la esposa de Nimrod tuvo un hijo ilegítimo, y ella dijo que el niño era un dios. Esta tradición pagana se extendió a las naciones. La madre divina fue llamada la “Mediadora” y “Madonna” en Babilonia, “la Dama del Mar” por los fenicios, y “la Reina del Cielo” por los egipcios (como en Jer. 44:1517). Estos son títulos que la Iglesia Católica Romana le ha dado a María, así como el título “Madre de Dios”, el cual es similar a “la Madre de los Dioses” de los Sirios. La madre divina fue muy popular en Egipto. Probablemente esto influyó en los delegados egipcios en el Concilio de Nicea en el año 325, cuando ellos trataron que se proclamara a María como la tercera persona de la Trinidad. Sin embargo, en ninguna parte del Imperio Romano Antiguo fue tan fuerte la adoración a la madre diosa como lo fue en Éfeso. Durante muchos siglos ese había sido el poderoso centro de adoración a Diana (conocida también como Artemisa), como es mencionado en Hechos 19:23-37. Allí se le adoraba como la diosa de la maternidad y la virginidad. Fue en el concilio de Éfeso, en el año 431, que la iglesia romana declaró a María como la “Madre de Dios” y su veneración fue legalizada como una doctrina “cristiana” oficial. En el año 451 se oficializó la doctrina de la virginidad perpetua de María; en 1854, la de la inmaculada

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concepción de María; y en 1951, la de la asunción de María. Ninguna de estas doctrinas es escritural, pero era la extensión lógica de incorporar la adoración de la madre divina pagana en la iglesia romana. Cristo había dicho en Su parábola de la semilla de mostaza que las aves vendrían a vivir en las ramas del árbol, ¡sugiriendo proféticamente que el diablo se uniría a la Iglesia! Habiendo tratado de destruir la Iglesia sin éxito durante siglos por medio de la persecución, las puertas del infierno parecían haber variado sus tácticas con la proverbial sabiduría, “si no puedes contra ellos, úneteles.”

La expansión del cristianismo hacia el Este No todos los obispos del Concilio de Éfeso en el año 431 aprobaron el título de María como la “Madre de Dios”. Nestsorio, el obispo de Constantinopla, rechazó aquel título y en su lugar llamó a María la “Madre de Cristo”. Él fue acusado falsamente de muchas herejías y fue exiliado por el concilio, en tanto que un buen número de obispos simpatizantes pronto fueron también desterrados. Muchos de ellos fueron trasladados al Imperio Persa, donde su liderazgo revitalizó las iglesias de ese lugar. A estas iglesias reavivadas de Mesopotamia y Persia se les conocía como la Iglesia Nestoriana. Después de convertir a muchos persas zoroastrianos, la iglesia nestoriana comenzó una arremetida misionera que los llevó a través de Asia. Grupos de turcos y de hunos se convirtieron al cristianismo. Al extenderse hacia el este,

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comenzaron prósperas iglesias en las ciudades caravana de Asia Central. En los siglos VI y VII, los misioneros nestorianos viajaron hasta el sur de la India y a China. Ellos ganaron decenas de miles de convertidos chinos y ayudaron a fortalecer las iglesias Mar Thoma en la India. No obstante, la corrupción que para entonces llenaba las iglesias romanas, también comenzaba a entrar en las iglesias nestorianas. Se comenzaron a usar imágenes e ídolos, y algunas veces se requería el celibato. Como resultado, cuando el Islam arrasó el Medio Oriente, las iglesias nestorianas ya no tuvieron poder para sobreponerse. También comenzaron las persecuciones contra ellos en China, y en la mayor parte del Medio Oriente y Asia, sus iglesias fueron destruidas o dejadas únicamente como un pequeño remanente durante unos pocos siglos más.

El desarrollo del monacato Debido a que gran parte de la iglesia romana se había llenado de paganismo y corrupción durante este período, un número creciente de personas buscó servir al Señor y llevar vidas puras apartándose de la sociedad mundana. Al principio eran ermitaños aislados, pero esto atrajo a otros ermitaños quienes algunas veces formaban comunidades. En el año 340, un ex soldado fundó el primer monasterio comunal en Egipto. Esto se volvió muy popular, y pronto hubo siete mil monjes en Egipto y Siria. Para el año 527 había cien monasterios en Europa. Muchos de los mejores

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misioneros de este período fueron monjes, ya que tenían educación, podían movilizarse y estaban dedicados a su causa. Conforme las tribus bárbaras invadieron gran parte del Imperio Romano, estos monasterios permanecieron como centros de erudición y educación. Del lado negativo, el monacato alentó un patrón doble en la Iglesia. Se esperaba que aquellos que vivían en los monasterios vivieran vidas santas, mientras que se esperaba poco de los que asistían regularmente a las iglesias. Otra debilidad era que muchos de los mejores cristianos dejaban la sociedad, y no podían ser una buena influencia allí. Además, el honor y prosperidad que con frecuencia desarrollaron los monasterios, llevaron a muchos al orgullo, a la avaricia y a la inmoralidad.

Hombres de Dios Aun con toda la mezcla que estaba desarrollándose dentro de la Iglesia, todavía había muchos creyentes sinceros y grandes hombres de Dios durante este período de la historia de la Iglesia. Ellos defendieron la fe con habilidad y valentía, y algunos incluso llevaron naciones a Cristo. Estos son algunos de los mejores: ATANASIO (293-373) nació en Alejandría, Egipto, donde eventualmente fue el obispo (o pastor principal) de la ciudad. Cuando el arrianismo se volvió una doctrina fuerte en la parte este del Imperio Romano, Atanasio se convirtió uno de los mayores defensores del cristianismo ortodoxo. Buscando destruirle sus enemigos le acusaron de

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homicidio, brujería y muchos otros crímenes. Fue exiliado cinco veces de su posición como el obispo de Alejandría, pero siempre regresaba con la aclamación popular para completar eventualmente su ministerio allí y también para ayudar a la Iglesia a triunfar sobre la herejía arriana. AMBROSIO (339?-397) nació en la actual Alemania y fue educado como jurista en Roma. Llegó a ser gobernador romano y vivía en Milán, una ciudad de la Italia moderna. Cuando la Iglesia necesitó un nuevo obispo, él fue electo unánimemente. Sintiendo que esto era el llamado de Dios, dejó su posición en el gobierno para volverse un ministro. Se volvió un poderoso predicador que ayudó a llevar a Agustín a la conversión. También fue osado para honrar la justicia. En una ocasión, luego que el emperador Teodosio airadamente había causado que fueran matados brutalmente setecientos ciudadanos de cierta ciudad, Ambrosio se paró delante de su iglesia y se rehusó a dejar entrar al emperador hasta que primero se arrepintiera. En otra ocasión la emperatriz Justina, se enfadó mucho con él. Esto fue porque Ambrosio no permitió que su iglesia fuera usada por los escuadrones de ella para sus servicios, ya que ellos eran cristianos heterodoxos arrianos. La emperatriz envió a sus soldados armados a rodear la iglesia mientras Ambrosio y su congregación estaban dentro, pero Ambrosio guió a la indefensa congregación a cantar alabanzas a Dios hasta que la emperatriz cedió y alejó sus tropas. CRISÓSTOMO (346?-407) sus padres le pusieron el nombre de “Juan” cuando nació en Antioquía. Llegó a ser el predicador más poderoso y elocuente de la parte oriental del imperio, y después de su muerte se le dio el nombre

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de Crisóstomo o “pico de oro”. Su predicación fue escritural y muy práctica, pero sus potentes mensajes contra la mundanalidad encolerizó a la emperatriz Eudoxia, quien lo desterró a pesar de que él era muy popular entre la gente. JERÓNIMO (347?-419?) fue un autor y erudito bíblico, quien durante sus últimos 35 años llevó una vida retirada en Belén para estudiar y escribir. Es muy famoso por su traducción de la Biblia al latín. Esta traducción, llamada la Vulgata, se convirtió en el equivalente de la “Reina Valera” de las iglesias europeas durante más de 1100 años. AGUSTÍN (354-430), nacido en la moderna Argelia, probablemente fue el más grande teólogo de la Iglesia por muchos siglos. Después de más de mil años, aún era estudiado y honrado no solamente por la iglesia católica romana, sino también por protestantes tales como Martín Lutero y Juan Calvino. Su madre fue cristiana, pero Agustín vivió una vida pecaminosa durante su juventud. Su famoso libro autobiográfico, Confesiones, detalla su camino hacia la salvación. Luego de estudiar diversas filosofías, comenzó a pasar a través de diversas batallas de mente y corazón, cuando escuchó a un niño que decía una y otra vez: “tómalo y léelo, tómalo y léelo”. Sintiendo que esto era dirección divina, tomó una Biblia y sus ojos recorrieron las palabras de Pablo: “no en glotonerías y borracheras, no en lujurias o lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. En ese momento, como Agustín escribió más tarde: “No

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deseaba leer más y no necesitaba hacerlo. Porque en un instante, al llegar al final de la frase, fue como si la luz de la fe fluyera dentro de mi corazón y todas las tinieblas de duda se disiparan”. Fue a la edad de 33 años que Agustín experimentó esta conversión. Al poco tiempo fue bautizado por Ambrosio en Milán y cuatro años después fue ordenado. En el año 395 llegó a ser el obispo de la ciudad de Hipona (actualmente Annaba, Argelia) donde pasó el resto de su vida ministrando y escribiendo. Sus escritos (tales como Confesiones y su postrer gran libro, Ciudad de Dios) tuvieron gran influencia sobre la Iglesia por muchos siglos. Sus palabras más famosas son la oración: “Tú nos has hecho para Ti y nuestros corazones no descansarán hasta que encuentren su reposo en Ti”. Agustín claramente fue un cristiano nacido de nuevo quien enseñó la justificación por fe. Sin embargo, algunas de sus doctrinas se volvieron muy desequilibradas en sus últimos años. Su énfasis en la autoridad de la Iglesia alentó a la iglesia romana a volverse muy autoritaria, y su apoyo para usar la fuerza contra la herejía ayudó a conducir hacia la Inquisición de la Edad Media. PATRICIO (389?-461?) es llamado el “apóstol de Irlanda”. Nació en una familia cristiana inglesa, pero siendo un adolescente fue capturado por invasores y llevado a Irlanda como esclavo. Después de seis años, el Señor lo dirigió por medio de sueños para escapar, y huyó a Francia donde se convirtió en un ministro. Allí, el Señor le habló nuevamente en sueños, y escuchó a la gente de

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Irlanda llamándole para que regresara a predicar el evangelio. Regresó a evangelizar Irlanda, soportando numerosos peligros y dificultades. Pero a través de la guía y ayuda divinas, Patricio escapó de varias prisiones y muchos atentados contra su vida. La mano de Dios estaba con el valiente Patricio, y el evangelio fue predicado con señales y milagros. Tuvo mucho éxito, bautizando a miles de convertidos y entrenando a muchos en el ministerio. Durante siglos Irlanda permaneció siendo una nación cristiana evangélica independiente que enviaba misioneros a Escocia, Inglaterra, Francia, Alemania y Suiza. COLUMBA (521-597) fue hijo de cristianos irlandeses piadosos, y su abuelo fue bautizado por Patricio. Su primo era el noble rey de Irlanda, y por ser de sangre real, Columba estudió bajo la tutela de un ministro y erudito famoso. Estando en sus treinta, estableció varios monasterios a través de Irlanda. Luego de ayudar a instigar una victoriosa guerra contra el rey, Columba se sintió muy afligido. Arrepentido y para dedicar nuevamente su vida a Cristo, partió a un exilio auto impuesto y se convirtió en un misionero para Escocia. BONIFACIO (675?-754) se le han dado los títulos de “el apóstol de los germanos” y “el fundador del Oeste”. Era de la tribu inglesa sajona que había sido convertida por misioneros irlandeses, quienes a su vez, ayudaron a llevar el evangelio a los lugares donde Cristo aún no había sido nombrado. Bonifacio partió hacia la Alemania pagana donde predicó y ayudó a establecer muchos centros cristianos.

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Una vez, cuando confrontaba allí a los sacerdotes paganos, Bonifacio valientemente los retó al darle un hachazo al gran roble sagrado de ellos, donde adoraban a Thor. Ellos esperaban que un rayo cayera sobre él y lo destruyera, pero Bonifacio taló el árbol y cortó la madera en tablones con los cuales construyó una iglesia. Con la ayuda de muchos otros hombres y mujeres ingleses, quienes respondieron su llamado al campo misionero, Bonifacio trabajó durante casi 40 años para establecer la fe cristiana en Alemania. También reformó la Iglesia entre los francos y ayudó a instalar a Pipino como su nuevo rey. Esto preparó el camino para que Carlomagno, el hijo de Pipino, conquistara gran parte de Europa Occidental y estableciera lo que llegó a ser el Sacro Imperio Romano durante el siguiente período de la historia de la Iglesia. Bonifacio emprendió su último viaje misionero cuando tenía cerca de 80 años, en la primavera del año 754. Mientras viajaban hacia el norte, a la salvaje tribu de Frisia, Bonifacio le dijo a su siervo que pusiera una mortaja en su maleta de viaje. Al reunirse allí con un grupo de nuevos conversos, fueron atacados por los paganos. Bonifacio los enfrentó sosteniendo en alto un libro cristiano, mientras ellos lo cortaban en pedazos con sus espadas. Por medio de su martirio él selló las palabras que había enseñado anteriormente: Muramos por las santas leyes de nuestros padres. No seamos perros sordos, espectadores silenciosos, mercenarios que huyen de los lobos, sino pastores fieles, que vigilan el rebaño de Cristo.

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Prediquemos todo el consejo de Dios a nobles y humildes, a ricos y pobres, de toda clase y edad, sea en tiempo o fuera de tiempo, tanto como Dios nos dé fuerzas.

LA IGLESIA DE PÉRGAMO “Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes allí los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe” (Ap. 2:12-17). El nombre Pérgamo se traduce como “exaltado, elevado o ciudadela”. A la ciudad se le dio este nombre debido a su posición dominante sobre una alta montaña con vista

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al valle del Caico. Este nombre sugiere un significado similar al de la parábola de la semilla de mostaza que creció hasta ser un árbol “exaltado”. Sin embargo, en las advertencias de Cristo a la Iglesia, vemos también que se repite el mensaje de las aves (el diablo) que llegaron a vivir en el árbol de mostaza (la Iglesia). Aunque el mensaje de Cristo a la iglesia de Pérgamo comienza con Su aprobación a diversas cosas buenas en la iglesia, la parte principal del mensaje era decirles que se arrepintieran. El Señor les advirtió que los juzgaría a causa de sus falsas doctrinas, su idolatría y su inmoralidad. Si bien Cristo no había dado un mensaje de reproche a la sufrida iglesia de Esmirna, la iglesia de Pérgamo claramente tenía un carácter distinto.

El Trono de Satanás En el versículo 13, el Señor primero le dijo a la iglesia: “Yo sé…dónde moras, donde está el trono de Satanás”. Esto se refería al hecho que Pérgamo era un centro pagano de adoración del divino sacerdote-rey. Esta religión había comenzado tiempo atrás en la antigua Babilonia, donde el rey también era adorado como un dios. Esto fue transferido al Imperio Persa después de que conquistaron a los babilonios. Un ejemplo se encuentra en Daniel 6:78, donde el rey era adorado y donde su ley no podía ser abrogada porque, siendo un dios, nunca podía equivocarse. Cuando Persia fue conquistada por Grecia, el centro de adoración a los divinos sacerdotes-reyes fue transferido a

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Pérgamo. Allí permaneció por varios siglos hasta que el centro fue trasladado a Roma. La influencia de esta poderosa religión hizo que Cristo animara a la iglesia de Pérgamo porque Él sabía las dificultades que enfrentaban con este “trono de Satanás” en el medio de ellos. También podemos ver esta situación cumplida proféticamente en la Iglesia durante este tercer período de la historia de la Iglesia. Durante los siglos en los que el imperio romano pagano había gobernado, sus emperadores portaban el título de Pontifex Maximus, el “Supremo Sumo Sacerdote” de los paganos. Los emperadores romanos mantuvieron este título y esta posición oficial hasta que el emperador Graciano lo rechazó en el año 376, ya que era cristiano. El hecho asombroso es que dos años después, en el 378, Dámaso, el obispo de Roma, ¡se adjudicó el título! Los paganos y los cristianos podían entonces ver al mismo hombre como su líder religioso. Esto ayudó a los paganos a venir a la Iglesia (como las aves vinieron al árbol de mostaza en la parábola) ya que el obispo de Roma declaró ser el divino líder de todos ellos. Estas demandas del liderazgo divino del obispo romano (o papa) crecieron a través de los siglos, y formaron doctrinas de la Iglesia Católico Romana: que el papa es infalible cuando habla ex cátedra como cabeza de la iglesia y, el pronunciamiento Unam Sanctum, que todos los hombres deben estar sometidos al papa para ser eternamente salvos.

La Doctrina de los Nicolaítas Esta mezcla en la Iglesia descarriada también puede verse proféticamente por la forma en que Cristo reprendió a la

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iglesia de Pérgamo por retener la doctrina de los Nicolaítas. Este nombre viene de dos palabras griegas: nikos y laos, que significan “conquistador del pueblo” o “sobre el pueblo”. En la Iglesia primitiva no había distinción entre el clero (los ministros) y los laicos (la gente de la iglesia). Como Pedro había escrito a los pastores, no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey (1 P. 5:2-3). No obstante, para este tercer período de la historia de la Iglesia, el clero había comenzado a exaltarse sobre los laicos ya que muchos líderes buscaban dinero, honra y poder. Esto es lo que el nombre Nicolaítas, aquellos “sobre el pueblo”, podría sugerir claramente. Al principio de la Edad de la Iglesia, las primeras iglesias no tenían control sobre las otras, sino trabajaban unidas en amor. En poco tiempo cada ciudad tenía un obispo, o un pastor líder, sobre los otros pastores. Al paso de los siglos, los obispos de las ciudades más influyentes comenzaron a ejercer liderazgo sobre los demás obispos. Una jerarquía de poder eclesiástico comenzó a desarrollarse, el cual era fomentado por Constantino y los emperadores que le siguieron. Al comenzar a debilitarse el Imperio Romano, ellos quisieron una iglesia estable y unida para añadir fuerza al imperio. También querían ser capaces de controlar las iglesias, algo que había sido claro cuando el emperador Constantino reunió y dirigió el Concilio de Nicea en el año 325, aunque él todavía no había sido bautizado ni era un miembro oficial de la iglesia. El sínodo de Antioquia, en el año 341, decretó que en cada una de las provincias romanas, el obispo de la ciudad

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capital sería el metropolitano, a quien se le debía consultar cada asunto importante. Sobre los metropolitanos estaban los obispos de las grandes capitales del Imperio. A estos obispados se les llamaba los patriarcas, los cuales fueron reconocidos como Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquia y Jerusalén en el 451. Pero aun entre estos, a los dos más grandes se les reconocía como los patriarcas de Roma y Constantinopla. Esto fue porque eran las grandes capitales de las secciones oriental y occidental del Imperio Romano. El Concilio de Calcedonia en el año 451, declaró que el obispo de Constantinopla tenía la misma dignidad que el obispo de Roma. Los obispos de estas dos ciudades entablaron una lucha de poder durante siglos, sobre quien debía ser reconocido como el mayor líder de la iglesia sobre la tierra. En el año 538, el obispo romano proclamó ser “la cabeza de todas las iglesias”. En el 587, el obispo de Constantinopla se declaró “Obispo Universal”. El obispo romano llamó a esto “el orgullo de Satanás y precursor del Anticristo”, aunque más adelante, ¡los obispos romanos se adjudicaron ese título! Al irse desintegrando lentamente el Imperio Romano, las iglesias en Europa Occidental comenzaron a ver al obispo de Roma como su líder supremo. Sin embargo, las iglesias del este se congregaron alrededor del obispo de Constantinopla. Las iglesias de occidente se convirtieron en la Iglesia Católica Romana, mientras que las del este vinieron a ser la Iglesia Griega Ortodoxa. La división entre ellas se completó alrededor del año 1054, cuando los obispos de Roma y de Constantinopla se excomulgaron uno al otro.

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La doctrina de Balaam Estas mismas competencias por la fama, la riqueza y el poder también pueden verse en la forma en que Cristo reprendió a la iglesia de Pérgamo por retener la doctrina de Balaam. Cuando estudiamos la vida de Balaam, podemos ver cómo parte de la Iglesia de este período había cedido y se parecía mucho a él. Balaam fue un hombre con una gran mezcla. Él fue un profeta que hablaba las palabras de Dios y también fue un encantador que usaba el espiritismo y las maldiciones (ver Nm. 22:5-6; 24:1 y 24:15-22). En forma similar, después del año 395, cuando las religiones paganas ilegales se entremezclaron con el cristianismo, encontramos ambos entre las iglesias: la Palabra de Dios y también el espiritismo. El motivo detrás de la mezcla de Balaam, fue que él usó su ministerio para ganar dinero y honra (Jud. 11), tal como muchos ministros comenzaron a buscar dinero, honor y poder cuando el Imperio Romano favoreció a la Iglesia. Para ganar estas recompensas Balaam le enseñó al rey Balac cómo seducir a los israelitas a la idolatría e inmoralidad y, durante este período, la iglesia romana aceptó estas mismas concesiones. La idolatría pagana fue aceptada en la iglesia, al mismo tiempo que las falsas doctrinas (como el celibato del sacerdocio) fomentaban la inmoralidad.

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Antipas, el testigo fiel A pesar de estas corrupciones, el Señor Jesús alabó a muchos cristianos de la iglesia de Pérgamo. Cristo mencionó: “y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás”. El nombre Antipas viene de dos palabras griegas: anti y papas, que se traducen al español como “en contra del papa”. Un cumplimiento de esto puede verse proféticamente durante este período de la historia, cuando la iglesia-estado oficial (especialmente bajo el obispo o papa de Roma) comenzó a perseguir, y aun matar, a cristianos inconformes. Aunque antes los grandes perseguidores de los cristianos habían sido los romanos paganos, ¡en estos momentos muchos cristianos piadosos comenzaron a ser perseguidos por la Iglesia Católica Romana en desarrollo! Un ejemplo fue la persecución y guerras que la Iglesia Católica Romana en desarrollo ayudó a dirigir contra los donatistas. Los donatistas eran un grupo de cristianos que tenían más de cuatrocientas iglesias en el norte de África. Ellos se separaron de las otras iglesias romanas a principios del año 300, por dos razones principales. Una fue que las iglesias romanas habían aceptado de regreso en el ministerio a pastores que habían negado a Cristo bajo la persecución pagana romana. La otra razón principal para irse, fue porque las iglesias romanas estaban recibiendo a muchos paganos, que no evidenciaban tener una verdadera vida cristiana, como miembros de sus iglesias. Ellos creían que los verdaderos cristianos debían creer y vivir por

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la Palabra de Dios. Quizá algunas veces eran legalistas, pero lo que es muy claro es que eran verdaderos cristianos. Cuando los ofrecimientos de dinero y honor no trajeron de vuelta a los donatistas, se declaró la guerra contra ellos en el año 347. Ellos soportaron frecuentemente persecuciones y guerras durante los siguientes tres siglos, conforme el gobierno y la iglesia oficial trataban de traerlos de vuelta al redil católico. Su respuesta constante a las amenazas del gobierno fue: “¿Qué tiene que ver el emperador con la Iglesia?”. Y su respuesta a los católicos fue: “si somos criminales, ¿por qué desean tanto que nos volvamos a unir a ustedes? Por otra parte, si somos inocentes, ¿por qué nos persiguen con la espada?” “Y pelearé contra ellos con la espada” La última advertencia que Cristo hizo a la iglesia de Pérgamo fue: “arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca”. El Señor advirtió que pronto enviaría juicio sobre aquellos que no se arrepintieran de sus falsas doctrinas, inmoralidad e idolatría. Un cumplimiento de esto puede verse en la prontitud con la cual descendió la espada sobre el Imperio Romano, una vez que las iglesias comenzaron a rebelarse a causa de su éxito mundano. El Señor había hecho esto de manera similar en el Antiguo Testamento, cuando Él utilizó los ejércitos de Asiria y Babilonia para juzgar a los prósperos y descarriados judíos. En aquel tiempo, Dios había dicho en Ezequiel 30:24: “Y fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, y pondré mi

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espada en su mano” para juzgar a la Israel descarriada. De la misma manera, nuevamente el Señor hizo que los ejércitos paganos fueran Su espada de juicio para con Su Iglesia descarriada. Presionadas desde atrás por los hunos invasores, las tribus góticas del noreste de Europa comenzaron a invadir el Imperio Romano en el año 376. Roma fue saqueada por los visigodos en el 410, y nuevamente por los vándalos en el 455. La mitad occidental del Imperio Romano fue quebrantado alrededor del año 476, aunque las tribus bárbaras que se habían trasladado allí y ahora gobernaban, se consideraron parte del Imperio Romano durante muchos siglos. Las iglesias en esta área fueron debilitadas pero sobrevivieron para cristianizar las tribus que se establecieron entre ellos.

La espada de los musulmanes Un golpe mucho más devastador fue dado al Imperio Romano y sus iglesias cuando se levantó el islam. A los cien años de la muerte de Mahoma, su fundador, las guerras santas de los musulmanes habían hecho pedazos al Imperio Romano “cristiano” en el norte de África y el Medio Oriente, y lo habían reemplazado con un Imperio Musulmán. Cerca de novecientas iglesias fueron destruidas solamente en el norte de África, y en algunas áreas a los cristianos sólo les fueron dadas dos opciones: convertirse al islam o morir. Mahoma era un acaudalado mercader árabe, quien había tenido una serie de revelaciones que él declaró eran de

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Dios. Él comenzó la religión del islam, que significa “sumisión a Dios”. El islam tiene dos doctrinas principales: sólo hay un Dios verdadero (llamado Alá en árabe) y Mahoma es Su último y más grande profeta. Él reconoció a Abraham, a Moisés, a David y a Jesús como profetas menores. Sin embargo, declaró que Jesús era muy distinto al Jesús de la Biblia y de los cristianos. Declaró en el Corán: “Considerarán hereje a aquel que diga: ‘Verdaderamente Dios es el Mesías, el hijo de María’” (Surá 5:17); “El Mesías…es solamente un profeta” (Surá 5:75); “Ellos no lo mataron ni lo crucificaron, sino una semejanza fue hecha para ellos… Aquellos que difieren de él… no tienen conocimiento… sino sólo siguen una opinión. Ellos no lo mataron, ¡es seguro! Ni Dios lo levantó hacia Él” (Surá 4:157-158). Mahoma inició una violenta religión, la cual él propagó por medio de la espada. Yihad, que significa “guerra santa”, fue hecha una de las más altas expresiones de la fe islámica. Mahoma declaró en el Hadiz: “Escuchen, Oh musulmanes, el significado de la vida. ¿No les diré lo importante del asunto, su columna y su cima? Lo importante del asunto es el islam, la columna es la oración y la cima es el yihad”. El islam prometía riquezas y honor a cada soldado en el yihad. Si un soldado moría, se le prometía el cielo y se le proclamaba como mártir. Los líderes del yihad usualmente eran juramentados como enemigos del cristianismo, principalmente a causa de la idolatría y de la adoración a María y a los santos en las iglesias. Cuando Mahoma murió, en el año 632, sus seguidores ya habían conquistado la mayor parte de Arabia. Conforme

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sus ejércitos salían buscando más conquistas, encontraron que las guerras recientes en el Medio Oriente entre el Imperio Romano y el Imperio Persa, los habían debilitado a ambos. Como resultado, los ejércitos árabes conquistaron Damasco en el año 635, y en el 636 derrotaron las legiones imperiales en Yarmuk. Esto les permitió conquistar rápidamente Siria y Jerusalén en el año 637, y todo Egipto en el 642. Para entonces ellos gobernaban el área del Medio Oriente, que antiguamente había sido parte del tambaleante Imperio Romano. Para el año 697, todo el norte de África también fue tomado, y para el 715 la mayor parte de España estaba bajo el control musulmán. Las iglesias fueron diezmadas en estas naciones, y toda la cristiandad parecía estar en peligro de destrucción. Los ejércitos musulmanes estaban invadiendo Europa Occidental hasta África, España y Francia; y del otro lado estaban atacando Constantinopla y amenazaban Europa Oriental. Si bien los ejércitos cristianos frecuentemente habían sido mucho mayores y mejor equipados que los ejércitos musulmanes, parecían impotentes para detenerlos. Desastre tras desastre sobrevino hasta que el emperador León III subió al trono. Aunque gobernó únicamente sobre el debilitado remanente del Imperio Romano que había quedado en Grecia y Turquía, su fuerza provenía de su fe cristiana. Él vio a los musulmanes como un juicio de Dios sobre la idolatría de la Iglesia, y en el año 726, comenzó el movimiento iconoclasta para remover toda la idolatría. A pesar de que sus reformas encontraron fiera oposición de muchos (incluyendo el obispo de Roma), sus oraciones de arrepentimiento fueron oídas, porque hizo que la ola

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regresara sobre los invasores musulmanes en el este. Poco tiempo después fue otro líder cristiano (que también rechazó la idolatría) quien finalmente pudo hacer retroceder los ataques occidentales de los ejércitos musulmanes. Él fue Carlos Martel, el líder franco que derrotó a los musulmanes en el año 732, cerca del lugar donde se encuentra actualmente Paris, Francia. Aunque el Imperio Romano había estado derrumbándose por muchos siglos, los yihads musulmanes que conquistaron el norte de África y el Medio Oriente lo hicieron añicos. La espada del juicio de Dios había caído sobre la descarriada Iglesia del Imperio Romano “cristiano” y un nuevo período de la historia de la Iglesia comenzó a surgir de los escombros.

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CAPÍTULO SEIS La Iglesia Católica Romana Temprana (732-1054 d.C.) Al debilitarse el Imperio Romano a través de los siglos, el obispo de Roma tomó un lugar de autoridad cada vez mayor en Europa. Los emperadores estaban muy lejos, habiendo establecido su capital en Constantinopla en el este, donde era más fácil defenderla. Sin embargo, las naciones recordaban el liderazgo que la “Roma Eterna” había mantenido sobre Europa durante varios siglos. Como resultado, la gente aún la veía para ser guiada, y los papas que se levantaron allí se volvieron una voz autoritaria para la mayor parte de Europa. De los fragmentos del Imperio Romano en Europa Occidental surgió la Iglesia Católica Romana. Su carácter durante este período, fue claramente representado en la cuarta parábola de Cristo acerca de la harina con levadura.

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LA PARÁBOLA DE LA HARINA LEUDADA “Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado” (Mt. 13:33). En esta parábola el Señor Jesús estaba explicando cómo el reino de Dios llegaría a ser como la harina leudada. Su significado se aclara cuando buscamos en la Biblia cómo Cristo y las Escrituras hablan de la levadura. En Mateo 16:6 Jesús dijo a Sus discípulos: “Guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”. En el versículo 12 se da la interpretación de que Jesús estaba hablando de la levadura de su doctrina corrupta. El apóstol Pablo comparó la levadura con la malicia y la maldad en 1 Corintios 5:8, y advirtió en el versículo 6 que “un poco de levadura leuda toda la masa”. Otras escrituras también sugieren que la levadura espiritual habla del pecado. En su uso normal, la levadura se añade a las comidas y bebidas para que se fermenten conforme ésta comienza a corromperlas. Todos estos testimonios ayudan a confirmar la misma interpretación de lo que el Señor Jesús había dicho. Esta parábola muestra la corrupción que iba a crecer hasta impregnar la Iglesia. En esta parábola es una mujer quien agrega la levadura en esa gran cantidad de harina. ¿De qué nos habla esta mujer? La Biblia, a menudo habla de la Iglesia como una mujer (como en Ef. 5:23-32 y Ap. 19:7), pero la iglesia falsa

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también es representada como una mujer (Ap. 17:1-6). Por su obra corruptora en esta parábola, supondríamos que es la mujer malvada. Sin embargo, tenemos otra fuerte confirmación de este hacho. En el mensaje de Cristo a la iglesia que corresponde a esta cuarta parábola, vemos que Su énfasis principal es contra la mujer malvada que la está corrompiendo (Ap. 2:20-23). Esta malvada mujer en la iglesia de Tiatira es llamada Jezabel, y pronto veremos en el mensaje de Cristo a esta iglesia, cuán apropiado es su nombre. Cuando vimos el tercer período de la historia de la Iglesia, observamos cómo la Iglesia triunfante del Imperio Romano “cristiano” hizo concesiones y se llenó de paganos inconversos. Luego muchas tribus bárbaras también comenzaron a invadirlos y a establecerse entre ellos. Aunque la Iglesia luchaba para convertir estos paganos, vimos cómo su corrupción se volvió parte integral de la Iglesia Católica Romana. Como resultado, durante este cuarto período de la historia, la Iglesia se llenó de la levadura de la falsa doctrina y del pecado. Las siguientes son algunas de estas falsas doctrinas:

La levadura de falsas doctrinas ORACIÓN: En Mateo 6:7-8, el Señor Jesús enseñó: “Y orando no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis pues semejantes a ellos”. Aquí el Señor mencionó que las religiones paganas repiten sus oraciones, pensando que esto le dará más mérito. Este patrón de oraciones fue

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usado por las religiones orientales mucho antes del tiempo de Cristo. Con frecuencia organizaban sus cantos monótonos repetitivos usando ayudas tales como collares de cuentas o ruedas de oración. Estas prácticas paganas se han vuelto doctrinas de oración de la Iglesia Católica Romana, por medio del uso el rosario y de repetidas misas por los muertos. TESORO: En Mateo 6:19-20 nuestro Señor enseñó: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo”. Cristo nunca les dijo a Sus discípulos que guardaran tesoros terrenales, ¡sin embargo, a veces les dijo que se despojaran de sus riquezas! La Biblia con frecuencia nos advierte acerca de la avaricia, y nos alienta a ser generosos. Sin embargo, cuando la Iglesia Católica Romana es examinada, se le ve como la religión más opulenta en el mundo, más adinerada que cualquier corporación comercial, y con más riqueza que la mayoría de gobiernos nacionales. Se cuenta una historia acerca de una conversación que tuvo un papa en la Edad Media con un sencillo monje. El papa estaba ocupado contando bolsas de dinero cuando entró el monje. El papa le dijo: “Como puede ver, hermano, la iglesia ya no puede decir: ‘No tengo plata ni oro’”. El monje replicó: “Es verdad, pero la iglesia tampoco puede decir: ‘En el nombre de Jesucristo levántate y anda’”. PROHIBICION DEL MATRIMONIO: En 1 Timoteo 4:1, el Apóstol Pablo había profetizado: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores

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y a doctrinas de demonios…prohibirán casarse”. Aunque el celibato es escrituralmente una opción por la cual puede optar un cristiano individual, ¡esta escritura muestra claramente que imponer el celibato en otros es una doctrina de demonios! En el sacerdocio levítico del Antiguo Testamento, los sacerdotes eran libres de casarse. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pedro estaba casado (Jesús sanó a su suegra en Mateo 8:14), y algunos de los otros apóstoles también estaban casados. Pablo escribió: “¿No tenemos derecho a viajar acompañados por una esposa creyente, como hacen los demás apóstoles y Cefas?” (1 Co. 9:5, NVI). Vemos aquí que Cefas (Pedro) y los otros apóstoles estaban casados y viajaban con sus esposas. Pablo dijo que el matrimonio es un derecho para los líderes de la Iglesia cristiana. La doctrina de un sacerdocio célibe no provino de la Biblia. En realidad se originó en la antigua Babilonia, y fue practicada en muchas naciones tales como Egipto, China y Japón. Comenzando el siglo IV, fue introducida y promovida como una condición más apropiada para el sacerdocio. El papa León I (440-461) declaró que aun los subdiáconos debían ser célibes, aunque esto fue muchos siglos antes de que el celibato en el sacerdocio llegara a ser la doctrina impuesta de la Iglesia Católica Romana. Por ejemplo, aún en los siglos X y XI, todavía había áreas en Italia misma (como Turín, Luca y Milán) donde comúnmente se les permitía casarse a los sacerdotes. Es más, esta doctrina es ignorada aun en tiempos modernos, cuando ministros de otras denominaciones son invitados a

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unirse al rebaño católico. Cuando otras denominaciones o grupos se han fusionado con la Iglesia Católica, a sus ministros se les ha permitido permanecer casados, e inclusive se les ha aceptado plenamente como sacerdotes católico romanos. Un ejemplo reciente sucedió el 1 de noviembre de 1996, cuando diez ex sacerdotes anglicanos fueron aceptados en el sacerdocio católico romano durante una “misa de ordenación” celebrada por el Cardenal Basil Hume, líder de la Iglesia Católica en Inglaterra. Cuatro de los diez sacerdotes estaban casados y ahora son totalmente aceptados como sacerdotes católicos y continúan siendo hombres casados. INDULGENCIAS: De acuerdo a la Iglesia Católica Romana, una indulgencia da una remisión al castigo merecido (sea en esta vida o en el purgatorio futuro) por un pecado ya perdonado. Las indulgencias comenzaron siendo compradas con dinero en las áreas de Europa donde las tribus teutónicas habían sido cristianizadas. Durante siglos su cultura había requerido el pago de dinero o mercadería como castigo por las ofensas. Cuando la disciplina de la Iglesia les requirió que hicieran penitencias por sus pecados, se convirtió en un sistema aceptado para fines financieros, que dicha penitencia consistiera en un cobro. Al expandirse el uso de indulgencias, la Iglesia Católica Romana también las ofreció por actos de servicio a la iglesia, tales como los peregrinajes a Roma, pelear en un cruzada y para la dedicación del edificio de una iglesia. Una defensa doctrinal fue desarrollada para el uso de indulgencias. Se determinó que hay un “tesoro” de méritos

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que Cristo y los santos han acumulado en el cielo. Estos méritos podían ser distribuidos, desde el cuerpo celestial de Cristo al terrenal, a través de la mediación del papa y sus representantes delegados. Al convertirse la venta de indulgencias en un fuerte ingreso para los papas, las promesas de su eficacia se anunciaban casi como mágicas. Para finales del Oscurantismo las indulgencias podían comprarse para cualquier pecado, aun para perdonar pecados futuros que no habían sido cometidos. Se cuenta una historia de esos tiempos, acerca de un sacerdote que había reunido una suma de dinero vendiendo indulgencias en la ciudad de Leipzig. Un noble le preguntó si podía comprar una indulgencia para un pecado futuro. El sacerdote dijo: “Si”, siempre y cuando pagara una buena suma por la indulgencia de una vez. Más tarde, mientras el sacerdote salía de la ciudad, este noble le salió al encuentro en un recodo del camino y lo asaltó y lo golpeó. Cuando el sacerdote volvió a la ciudad, ¡el noble le dijo que este era el pecado futuro para el cual había comprado la indulgencia! Aunque más tarde la Reforma Protestante forzó a la Iglesia Católica a reformar muchos de los abusos cometidos al vender indulgencias, esta es una doctrina, que a lo largo de la historia de la Iglesia, ha causado que multitudes se aparten de Cristo y de Su Palabra, para confiar en las promesas de los hombres. Las Escrituras nos dicen que no somos redimidos con cosas corruptibles tales como la plata y el oro, sino con la sangre preciosa de Cristo (1 P. 1:18). Y como Martín Lutero argüía, si el papa tenía el poder para desatar los méritos de Cristo y de

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los santos del cielo, entonces ¿por qué no lo hacía gratuitamente para bendecir a la gente por amor a Cristo, en lugar de hacerlo por el pago de dinero? Hay otras muchas falsas doctrinas que se introdujeron a la Iglesia Católica Romana, tales como el purgatorio, el bautismo de bebés, la transustanciación y muchas tradiciones que invalidaban la Palabra de Dios. Las otras denominaciones cristianas importantes de esa época (la Iglesia Nestoriana y las iglesias Ortodoxas en desarrollo) comenzaron también a adoptar las falsas doctrinas de idolatría y de prohibición del matrimonio, así como muchos otros ritos y tradiciones. Sin embargo, lo poco que hemos mencionado, es suficiente para que veamos cómo comenzó esta “levadura” a llenar las iglesias durante esos días.

La aparición del papado Junto con la expansión de las muchas falsas doctrinas vino la aparición del poder del papa de Roma. Ya hemos visto cómo se habían organizado las iglesias romanas en una herejía durante la época del Imperio Romano “cristiano”. No obstante, el obispo de Roma creció e hizo declaraciones cada vez mayores en lo referente a su oficio, hasta que comenzó a regir como un gran gobernante, tanto religioso como secular, durante este cuarto período de la historia de la Iglesia. Las primeras declaraciones de supremacía de los obispos romanos tuvieron lugar durante el tiempo de Calixto, quien fue obispo de Roma desde el año 218 al 223. Él proclamó que, de acuerdo a Mateo 16:18, la Iglesia había sido

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edificada sobre el apóstol Pedro, y que Pedro había sido el primer obispo de Roma. Sobre esta declaración él hizo una segunda proclama: que Pedro había transferido su liderazgo apostólico sobre la Iglesia a los futuros obispos de Roma. La primera de estas proclamas fue que Pedro era el gran líder sobre quien la Iglesia sería edificada. Ciertamente, los apóstoles no creyeron que Jesús tenía la intención de que esa fuera la interpretación de Mateo 16, porque dos capítulos más adelante ellos le preguntaron a Jesús quién era el mayor (Mt. 18:1); y tiempo después Santiago y Juan le pidieron a Cristo las dos mejores posiciones (Mr. 10:35-40). Está claro que el apóstol Pablo no creía que Cristo hubiera instalado a Pedro como el apóstol preeminente, puesto que escribió en 2 Corintios 12:11 “en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles”. Respecto a la segunda proclama, los católicos dicen que Pedro fue el primer obispo de Roma durante 25 años, desde el año 42 hasta el 67. La historia primitiva nunca menciona esto, y las Escrituras tienden a contradecir esta declaración. Pedro estaba en Jerusalén en el año 50 en el tiempo del Concilio de Jerusalén de acuerdo a Hechos 15. También, el apóstol Pablo saludó a 27 individuos cristianos y compañeros ministros en Roma, en la carta que les escribió en el año 58, pero Pedro no estaba entre ellos. Si Pedro ya había sido su pastor líder por 16 años, ciertamente Pablo lo hubiera sabido y lo hubiera saludado. Durante el período de la Iglesia Apostólica los escritos de la iglesia nunca mencionaron algo similar a lo que

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la iglesia católica más tarde proclamó acerca del supremo liderazgo de Pedro que fue transferido a los obispos de Roma. Todas estas declaraciones han estado basadas en tradiciones postreras que la Iglesia Católica Romana comenzó a desarrollar. Por el contrario, el primer documento escrito de un obispo de Roma (la carta del obispo Clemente de Roma a los Corintios, escrita alrededor del año 95) fue de un espíritu opuesto, proclamando la mansedumbre de un verdadero siervo de Dios. Parte de esta epístola (como fue traducida por J.B. Lightfoot en The Apostolic Fathers NT) dice lo siguiente: Por lo tanto es justo y necesario, hermanos, que seamos obedientes a Dios, en lugar de seguir a aquellos quienes en arrogancia e insumisión se han levantado a sí mismos como líderes en envidia abominable. Porque traeremos sobre nosotros no un daño corriente, sino gran peligro, si nos rendimos imprudentemente a los propósitos de los hombres quienes se lanzaron a luchas y sediciones, para separarnos de lo que es correcto. Seamos buenos unos con otros de acuerdo a la compasión y dulzura de Aquel que nos formó….Porque Cristo está con ellos que son humildes de corazón, no con los que se exaltan sobre la manada. El cetro de Dios, nuestro Señor Jesucristo, no vino en pompa de arrogancia u orgullo, aunque pudo hacerlo, pero en humildad de corazón, de acuerdo a lo que el Espíritu Santo habló respecto a Él. [Isaías 53:1-12 citado luego.] Ven, amados, cual es el patrón que se nos ha dado; porque si el Señor NT- The Apostolic Fathers-En español: Los padres aposólicos

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fue humilde de corazón, ¿qué debemos hacer quienes por medio de Él hemos sido llevados bajo el yugo de Su gracia? En su carta, el Obispo Clemente nunca proclamó o exaltó su posición o autoridad. De hecho, ni siquiera menciona su propio nombre o título, sino escribió la epístola como de la Iglesia de Dios en Roma a la Iglesia de Dios en Corinto. Durante el período de la Iglesia Post-Apostólica Temprana, la autoridad eclesiástica de los obispos comenzó a ser promovida fuertemente. Con frecuencia esto era para defender las iglesias contra las herejías que estaban surgiendo. Fue entonces que Ireneo, obispo de una ciudad francesa, propuso por primera vez la preeminente autoridad de la iglesia romana, ya que había sido fundada por los apóstoles Pedro y Pablo. Más proclamas comenzaron a ser promovidas cuando el obispo de Roma tomó el título de “Máximo Pontífice” en el año 378. Durante siglos el Sumo Sacerdote de las religiones paganas había proclamado tener las llaves místicas de los dioses Jano y Cibeles. Luego, en el año 431 el obispo de Roma, quien también era el Máximo Pontífice, mezcló esta doctrina pagana con el cristianismo. El papa proclamó que las dos llaves de Jano y Cibeles fueron también las llaves que Pedro recibió de Cristo cuando Él declaró en Mt. 16:19: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos.” Sin embargo, fue solamente durante el obispado de Gregorio I (590-604) que el obispo de Roma comenzó, por primera

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vez, a ejercitar la autoridad de los últimos papas. La mayor parte de Europa estaba entonces en confusión y anarquía, y durante esos momentos difíciles Gregorio fue capaz de ganar influencia sobre un buen número de reyes. Gregorio envió misioneros, quienes comenzaron la conversión de Inglaterra, y ejerció el control sobre la mayor parte de las iglesias de Italia, Francia y España. A diferencia de muchos de los futuros obispos de Roma, Gregorio fue un líder justo y sabio quien fue muy respetado por toda la cristiandad. En el siglo VIII el rey de los francos conquistó Italia central y se la dio al papa Esteban II como regalo. Estas provincias vinieron a ser conocidas como Estados Papales. Por más de 1100 años (hasta 1870) el papa los gobernó como un rey terreno, además de sus santas proclamas de autoridad. El siglo IX comenzó con el papa León III coronando a Carlomagno, el rey más grande de los francos. Él fue proclamado rey del Sacro Imperio Romano, el cual por las conquistas de Carlomagno, consistía en gran parte de la mitad occidental del antiguo Imperio Romano en Europa. Las consecuencias inmediatas fueron que, a partir de ese momento, los papas comenzaron, no sólo a coronar a algunos reyes de Europa, ¡sino también destronarlos! El papa Nicolás I (858-867) fue el primer papa que usó una corona. Su autoridad fue promovida en gran manera por medio del descubrimiento de un libro, que fue declarado haber sido escrito siglos antes por el emperador Constantino. En este libro, Los Supuestos Decretos Isidorianos, se declaraba que Constantino había hecho al papa romano jefe supremo de Europa Occidental y

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líder de todas las iglesias. Esto ayudó a los papas a proclamar y ganar una autoridad internacional mucho mayor, aunque en el siglo XV se probó que el libro era una falsificación sin ninguna credibilidad histórica. Durante los siglos restantes del Oscurantismo los papas se convirtieron en dominantes líderes políticos en Europa así como en poderosos líderes religiosos.

La vida corrupta de los papas El Nuevo Testamento requiere que los líderes cristianos mantengan altos estándares de conducta moral. Aun así, durante muchos siglos, a menudo los papas se contaron entre los más inmorales y corruptos líderes que el mundo hubiera visto. Muchos de ellos mantenían harenes. Algunos seducían cientos de mujeres. Otros eran abiertamente homosexuales, homicidas o practicaban la brujería. Sus malvados ejemplos ayudaban a que la Iglesia se llenara con la levadura del pecado durante el Oscurantismo. Muchas veces el papado era considerado como un provechoso negocio de inversión y se vendía al mejor postor. Después de que el más alto oficio del papado estaba asegurado, era fácil llenar muchas de las posiciones inferiores de la iglesia con parientes y amigos quienes a su vez usaban sus posiciones para ganancias financieras. Por ejemplo, el papa Juan XIX compró el oficio, pero debido a que era un abogado, primero debía pasar a través de todas las órdenes clericales (¡en un día!) para cumplir con los requisitos.

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Tanto los católicos como los protestantes y los historiadores seculares, han dado testimonio universal de la infame vida de muchos papas durante el Oscurantismo. Como no deseamos extendernos demasiado en la inmundicia y la corrupción de este período de la historia de la Iglesia, sólo mencionaremos a uno, aunque la mayoría de los papas de este período también llevaron vidas deshonrosas. La Enciclopedia Católica, ha descrito la vida del Papa Juan XII así: Después de la muerte del papa Agapito II, Octavio, en ese entonces de dieciocho años, fue escogido como su sucesor el 16 de diciembre del 955, y tomó el nombre de Juan XII. La autoridad civil y espiritual en Roma estaba por lo tanto unida de nuevo en una sola persona: un hombre grosero e inmoral, cuya vida era tal, que se decía que la catedral del papa era un burdel, y la corrupción moral en Roma se volvió sujeto de aborrecimiento general. La guerra y la cacería eran más aceptables para este papa que el gobierno de la iglesia…un sínodo compuesto de cincuenta obispos italianos y alemanes fue convocado en San Pedro; Juan XII fue acusado de sacrilegio, simonía, perjurio, asesinato, adulterio e incesto, y fue emplazado a escribir su propia defensa. Rehusando reconocer el sínodo, Juan pronunció excomuniones contra todos en la asamblea si elegían otro papa en su lugar...Juan XII regresó a Roma, y tomó sangrienta venganza sobre los líderes del partido contrario. Al cardenal-diácono Juan se le cortó su mano

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derecha, el obispo Otgardo fue azotado, un alto oficial palaciego perdió nariz y orejas….Juan XII murió el 14 de mayo del 964, ocho días después que, de acuerdo a un rumore, quedó paralizado durante un acto de adulterio.

LA IGLESIA DE TIATIRA “Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: ‘Yo conozco tus obras y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.’ Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido las profundidades de Satanás, yo os digo: ’No os impondré otra carga; pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y

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las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’” (Ap. 2:19-29). En este cuarto mensaje a las iglesias del libro de Apocalipsis vemos primeramente, la descripción que Jesús da de Sí Mismo. Sus ojos son como llama de fuego, al igual que en Apocalipsis 19:12 cuando regresa a juzgar al mundo en Su Segunda Venida. Sus pies son semejantes al bronce bruñido, otro símbolo de juicio (Mi. 4:13). Él no viene de manera gentil, sino con juicio para esta iglesia que no se ha arrepentido de sus pecados. Su nombre Tiatira puede ser traducido como “continuo sacrificio”, “sacrificio de contrición” o “aroma de aflicción” del griego original. Ellos eran conocidos por sus abundantes obras, amor y servicio, como su nombre “continuo sacrificio” podría sugerir. En la interpretación profética de este cuarto período de la historia de la Iglesia, estas buenas obras incluían cosas como peregrinajes, votos monásticos, cruzadas, obras misioneras y penitencias. Sin embargo, la Palabra de Dios nos advierte que múltiples obras buenas no son garantía de que encontremos favor a los ojos de Dios (ver Ef. 2:8-9 y Mt. 7:21-23). Cristo rápidamente llegó al punto de Su controversia con esta iglesia: ellos toleraban a una falsa profetisa que los estaba corrompiendo en gran manera con inmoralidad e idolatría. Esta falsa profetisa era llamada Jezabel en honor a la malvada reina Jezabel del Antiguo Testamento. Esta

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fue la mujer que colocó la levadura (la falsa doctrina y el pecado) entre la harina (la Iglesia) de acuerdo a la correspondiente cuarta parábola de Mateo 13. Cuando estudiamos la vida de la reina Jezabel, encontramos muchos paralelismos extraordinarios entre su vida y este cuarto período de la historia de la Iglesia. En 1 Reyes 16:30-31 leemos cómo esta malvada mujer pagana se unió, por medio del matrimonio, con el pueblo de Dios y luego los corrompió: “Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-Baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró”. Esta escritura nos muestra cómo Jezabel se casó con la autoridad de Israel y luego comenzó a establecer su falsa adoración pagana. Ya hemos visto un paralelo de esto en la historia cuando la religión pagana romana se unió a la Iglesia. Ellos incluso se “casaron” con la autoridad de la Iglesia cuando el obispo de Roma también se volvió el Máximo Pontífice, el Sumo Sacerdote de los paganos. Jezabel no solamente llevó idolatría a la nación de Israel, también fue una mujer que se volvió famosa por sus fornicaciones (2 R. 9:22). Ella alentó la inmoralidad entre el pueblo de Dios con su ejemplo personal y también con su religión que incluía la prostitución religiosa y la sodomía. En forma similar, muchos de los papas y más altos líderes fueron inmorales, y la falsa doctrina de tener

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un sacerdocio célibe ocasionó que muchos sacerdotes cayeran en inmoralidad. La historia registra que incontables sacerdotes fueron homosexuales y adúlteros. Muchas comunidades preferían, y aun a veces abiertamente requerían, que sus sacerdotes tuvieran concubinas durante la edad del Oscurantismo, para que las viudas de su comunidad no fueran presas de ellos. El primer libro de Reyes 18:4 nos dice que la Reina Jezabel fue responsable de matar a muchos de los profetas del Señor. Pronto estudiaremos cómo la Iglesia Católica Romana mató millones de predicadores evangélicos y cristianos creyentes de la Biblia, durante el Oscurantismo por medio de las “guerras santas” y la Inquisición. Sin embargo, también se nos dice en 1 Reyes 18:4, que dos grupos de cincuenta profetas cada uno, habían estado escondidos en cuevas protegiéndose de esta matanza. Cuando consideramos el significado espiritual de estos números (2 y 50), encontramos que dos es número de testimonio (2 Co. 13:1) mientras que 50 nos habla de Pentecostés (Pentecost literalmente se traduce como “cincuenta”). Esto significa que el testimonio lleno del poder del Espíritu de verdaderos cristianos bíblicos, fue protegido por Dios durante estos oscuros siglos. La Historia registra que grupos de cristianos como los bogomilos, valdenses, lolardos y husitas con frecuencia se escondían de estas persecuciones en lugares tales como cuevas y valles escondidos entre las montañas. Otra de las obras infames de Jezabel tuvo que ver con el justo Nabot y su viña. En 1 Reyes 21:1-16 leemos la historia de cómo el rey Acab deseaba obtener la viña de

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Nabot. Sin embargo, Nabot valoraba la herencia de sus padres más que la remuneración que Acab le ofrecía a cambio. La inescrupulosa reina Jezabel obtuvo la viña para su esposo, acusando falsamente a Nabot de blasfemia y luego matándole. Esta historia tiene también un cumplimiento espiritual durante este período de la historia de la Iglesia. Una viña habla espiritualmente de una congregación o grupo de creyentes, tal como cuando Israel fue llamado la viña del Señor, en Isaías 5:7. Aunque grupos de cristianos creyentes de la Biblia habían guardado su fe a través de generaciones (así como la línea familiar de Nabot había guardado su viña), “los Acab y las Jezabel” que dirigían la iglesia quisieron quitarles aquella herencia y tomarla para ellos. ¿Y cómo lo hicieron? De la misma forma que Nabot había sido eliminado: usualmente acusaban de herejía a los líderes de estos grupos, los mataban y luego trataban de robar sus congregaciones. Después de que Jezabel hubo regido y corrompido al pueblo de Dios durante muchos años, el Señor levantó dos grandes hombres de Dios: Elías y Eliseo. Ellos llevaron avivamiento y reforma al pueblo de Dios, y aunque Jezabel no fue derrocada, su poder fue debilitado en gran manera y el pueblo regresó a Dios. En la historia de la Iglesia podemos ver un paralelo de esto, en cómo Martín Lutero y Juan Calvino llevaron la Reforma Protestante a la Iglesia. Los líderes de la iglesia romana, a pesar de todas sus amenazas, poco pudieron hacer para detenerles, ya que la gente se volvía hacia Dios.

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Después de un largo silencio en el relato escritural, Jezabel aparece de nuevo en la historia de Israel en 2 Reyes 9:3033. Allí leemos cómo la anciana ramera, Jezabel, se maquilló y trató de seducir al nuevo líder ungido del Señor. Pero Jehú destruyó a Jezabel y su religión pagana para luego reinar sobre el pueblo de Dios (ver 2 Reyes 10:1828). Así sucederá nuevamente al final de la Edad de la Iglesia: cuando el ungido de Dios levante un nuevo liderazgo para derribar el falso espíritu de “Jezabel”, una vez más, ella procurará verse seductora y bella. Sin embargo, será destruida, y luego Cristo y los santos reinarán sobre el mundo en el reino milenial de Dios. El libro de Apocalipsis continúa revelando mucho más acerca de esta malvada mujer, Jezabel. Dos mujeres— hablando de dos sistemas religiosos—son mencionadas varias veces en Apocalipsis. La buena mujer es la novia de Cristo. Sin embargo, ¡su opuesto es la ramera del Anticristo! En Apocalipsis capítulo 17, es revelada como “Babilonia la Grande, la Madre de las Rameras y de las Abominaciones de la Tierra”. Vemos en este capítulo que ella tiene las características de Jezabel: es una ramera (v.1), gobierna sobre reyes (vs. 3, 12-13, 18), llena las naciones con inmoralidad y abominaciones (vs. 2, 4, 5) y ha bebido de la sangre de los santos y de los mártires (v. 6). Esta mujer se nos muestra muy claramente en el versículo 18 como una ciudad. Mientras la novia de Cristo es llamada “La gran ciudad santa de Jerusalén”, en Apocalipsis 21:10, la ramera del anticristo es llamada “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” en Apocalipsis 17:18. Y ¿qué ciudad reinaba sobre las naciones cuando el apóstol Juan escribió el libro de

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Apocalipsis? Roma, la ciudad donde las religiones paganas se entremezclaban con el cristianismo para producir la Iglesia Católica Romana. Ya hemos visto que la iglesia del Imperio Romano de Occidente se había vuelto más corrupta con el correr de los siglos, en la medida en que su gobierno se fue centralizando cada vez más desde Roma. En el tercer periodo de la historia de la Iglesia, durante el Imperio Romano “cristiano”, había entrado mucha idolatría y pecado a las iglesias. Vimos cómo esto fue tipificado en Pérgamo, la tercera iglesia, la cual tenía muchos miembros que retenían las doctrinas de Balaam que enseñaban idolatría e inmoralidad. En el cuarto período profético de la historia de la Iglesia, que ahora estamos estudiando, el Señor ya le había dado a la Iglesia tiempo para arrepentirse de su idolatría e inmoralidad (Ap. 2:21). Aunque por momentos hubo arrepentimiento parcial y temporal (tal como fue durante el Movimiento Iconoclasta en las iglesias Ortodoxas Griegas), la iglesia Romana se había vuelto más y más corrupta en sus falsas doctrinas y pecado. Como resultado, el tiempo había llegado para que el juicio comenzara en la casa de Dios. En Apocalipsis 2:21 hemos leído la advertencia que Cristo les dio: “Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los

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que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón”. Debido a que Jezabel y sus seguidores pecaron sobre su cama de inmoralidad, el Señor dijo que Él los arrojaría en una cama de enfermedad. Esto habla proféticamente de las muchas plagas que azotaron a Europa durante el Oscurantismo, tal como la peste negra de 1347-1350. En esos tres años, un tercio de la población de Europa murió. Algunas naciones perdieron la mitad de su gente. Ciudades enteras fueron barridas. Con frecuencia se encontraban barcos flotando sin dirección en los mares ya que toda su tripulación estaba muerta. De todos los temores de las naciones de la Europa cristiana, el mayor fue la peste negra. Cristo había advertido a Su pueblo descarriado que vendría juicio cuando declaró: “Y a sus hijos heriré de muerte” en el versículo 23. No obstante, el Señor Jesús también habló palabras de consuelo a los verdaderos cristianos que vivían en la iglesia de Tiatira. Cristo les dijo en los versículos 24-28, “Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con

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vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana”. Cristo dijo que aun en esta iglesia corrupta, todavía había verdaderos creyentes quienes no habían seguido a Jezabel para conocer las “profundidades de Satanás”. Todo lo que Cristo pedía de ellos era que retuvieran lo que tenían. Esto podría recordarnos el consejo de Pablo al buen soldado de Cristo: “para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Ef. 6:13). En momentos de gran maldad, nuestro Señor no requiere que sus hijos realicen grandes hazañas, todo lo que necesitan hacer es mantenerse firmes. Sin embargo, el simple hecho de vencer durante los tiempos malos, puede preparar a un creyente para recibir una gran recompensa, e incluso regir y reinar con Cristo en Su reino venidero (ver Ap. 2:24-27 y 20:4). Cristo también dio a estos vencedores la promesa que recibirían “la estrella de la mañana”. La primera interpretación de esta estrella de la mañana es que ellos recibirán a Cristo mismo como su recompensa, puesto que Él es llamado “la resplandeciente Estrella de la mañana” en Apocalipsis 22:16. Sin embargo, esto también tiene otros significados. La estrella de la mañana era una brillante estrella que aparecía con las constelaciones de la noche. Aparecía en el momento de oscuridad más profunda y fría, justo antes del alba. Ver aparecer la estrella de la mañana podía ser la última señal para el fatigado vigilante o para el viajero, de que el amanecer estaba próximo.

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Esta verdad tiene una aplicación para la historia de la Iglesia. Aunque la mayor parte de la Iglesia estaba cegada por la ignorancia y el pecado durante los largos siglos del Oscurantismo, esto no duraría para siempre para aquellos que se sostuvieran firmes y permanecieran. La alborada del avivamiento y la reforma vendría a la Iglesia. Aunque aquel amanecer no vendría sino hasta que otro período de oscuridad profunda de la historia de la Iglesia hubiera pasado completamente, fue durante este siguiente período de oscuridad que la estrella de la mañana se levantaría para dar la promesa de la aproximación del nuevo día. Y así como el ángel dijo a Daniel que aquellos que enseñan la justicia a la multitud, brillarán como las estrellas (Dn. 12:3), encontramos que esta estrella de la que Cristo habló, es una persona. John Wycliffe, el primer gran reformador, un hombre a quien la Iglesia ha llamado, “la estrella de la mañana de la Reforma”.

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CAPÍTULO SIETE La poderosa Iglesia Católica Romana (1054-1517 d.C.) Lo más hondo de las profundidades de la ignorancia escritural y de la corrupción en la Iglesia, fue alcanzado durante el período histórico que llamaremos La poderosa Iglesia Católica Romana. Aunque había muchas otras denominaciones y grupos cristianos durante este período, la Iglesia Católica Romana fue, por mucho, la más grande y la más influyente. En 1054 el papa excomulgó al obispo de Constantinopla y a las iglesias orientales, conforme la Iglesia Católica Romana se levantó para proclamar supremo poder. Esto alcanzó su punto máximo durante estos siglos, ya que los reyes y las naciones temblaban ante la autoridad del papa en Roma. Sin embargo, a pesar de su poder, la espiritualidad de la Iglesia estaba muerta. Sólo unos pocos grupos dispersos mantuvieron su verdadera fe escritural, siendo reunidos por los primeros reformadores quienes redescubrieron el cristianismo bíblico. Si bien estos primeros reformadores llevaron

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grandes avivamientos a sus naciones, la poderosa iglesia Romana fue capaz de aplastar y destruir estos movimientos, puesto que dominaba la ignorancia y la corrupción. Estas verdades son vistas claramente por los registros históricos de esos siglos así como por medio de la quinta parábola profética y el mensaje que nuestro Señor Jesús declaró.

La quinta parábola de Mateo 13 inicia una transición Antes que entremos directamente al estudio de la quinta parábola del reino, es importante para nosotros que veamos dos transiciones que tienen lugar entre la cuarta y quinta parábolas. Primero echemos un vistazo a la variable audiencia a quien el Señor Jesús dijo estas parábolas. En Mateo 13:1-3, encontramos que Cristo comenzó a hablar estas parábolas a la multitud que se reunía junto al mar. Después de que habló estas parábolas a este gran grupo de personas sencillas, leemos en el versículo 36: “Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él los discípulos”. Las últimas tres parábolas no fueron dadas a la multitud, sino sólo a los discípulos de Jesús en la casa. Hemos visto cómo las primeras cuatro parábolas ilustran la forma en que crecería el reino de Dios en la tierra, pero que luego se corrompería en su grandeza. Después del sembrador plantando la Palabra de Dios para ganar una cosecha multiplicada, la siguiente parábola mostró que

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esta cosecha seguía creciendo, pero que se le había agregado mezcla y corrupción. Sin embargo, la obra de Dios continuó creciendo hasta convertirse en un árbol de mostaza que creció más grande que las demás hortalizas. Pero las aves venían a vivir en este triunfante árbol de mostaza, así como el diablo vino a vivir en la Iglesia victoriosa cuando los paganos inconversos entraron a la Iglesia. Luego, en la cuarta parábola la corrupción fue completada cuando la levadura de la falsa doctrina y del pecado, leudó toda la Iglesia. Ésta fue la historia del crecimiento de la Iglesia que Cristo habló a la multitud de gente sencilla junto al mar. Por cierto, ésta es todavía la misma historia que las multitudes comprenden hoy. La persona promedio en el mundo sabe que la Iglesia Cristiana comenzó pequeña, que ha crecido hasta volverse la religión más grande del mundo, pero que también se ha llenado de pecado y doctrinas corruptas. Esto es lo más que entiende la gente común en el mundo acerca de la historia de la Iglesia. De hecho, fue el Señor Jesús Mismo quien despidió a las multitudes en Mateo 13, luego de referirles esa parte de la historia. Esto es lo único que se le ha mostrado a la multitud—tanto en los días bíblicos como en nuestros tiempos modernos—acerca del crecimiento de la Iglesia. Sin embargo, después de que la multitud fuera despedida, Jesús entró en una casa. Sus discípulos le siguieron a la casa, y entonces fueron los únicos que escucharon el resto de la historia. ¿A quiénes les contará Cristo la historia completa acerca de Su Iglesia?, únicamente Sus verdaderos discípulos escucharán la historia completa, solamente

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aquellos quienes (hablando espiritualmente) le han seguido a la casa de fe. Sólo aquellos discípulos comprometidos con Cristo que aún lo sigan, luego de que las multitudes se marchen, escucharán el resto de la historia contenida en las tres últimas parábolas. Con este cambio de oyentes encontramos también que hay un cambio en el contenido de las parábolas. Las siguientes dos parábolas nos hablan acerca de tesoros que han sido descubiertos. Hablan sobre los tesoros de Cristo y de Su reino, los cuales fueron descubiertos por reformadores como Wycliffe, Hus, Lutero, Calvino y Wesley. Luego, la última parábola, acerca de la red y su gran cosecha, nos habla del final triunfante de la Iglesia al culminar la Gran Comisión de Cristo. Estas últimas tres parábolas cuentan un lado de la historia completamente diferente al de de las cuatro primeras parábolas, puesto que estas últimas tres hablan acerca de la restauración y cumplimiento de la Iglesia. La gente alrededor del mundo sabe que la Iglesia se ha convertido en el grupo religioso más grande del mundo, pero que también se ha llenado de corrupción. Sin embargo, únicamente los discípulos que siguen completamente a Cristo, son quienes van a conocer el resto de la historia de cómo la Iglesia restaurada completará su propósito. ¿Eres tú un discípulo de Cristo dedicado? Si es así, las siguientes parábolas son para ti, ¡para que puedas ser parte de la Iglesia triunfante que cumplirá su supremo llamamiento en estos tiempos del fin!

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LA PARÁBOLA DEL TESORO ESCONDIDO “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo” (Mt. 13:44). En esta parábola se nos dice que el reino es como un tesoro escondido en un campo. El tesoro es Cristo mismo. En Colosenses 2:3, leemos que en Cristo “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”, y en 2 Corintios 4:7, se nos dice que “tenemos este tesoro [Cristo] en vasos de barro”. El campo donde es encontrado el tesoro escondido, fue explicado por el Señor Jesús en Mateo 13:38, donde dijo: “el campo es el mundo”. Y ¿cómo estaba Cristo escondido en el mundo durante este quinto período de la historia de la Iglesia? El verdadero Cristo y Su salvación estaban enterrados y escondidos tras todos los errores y tradiciones de las iglesias. Estas tradiciones incluían la salvación por obras, la oración a María y a los santos, las indulgencias, las reliquias santas, el bautismo de bebés, la transubstanciación y el papa y los sacerdotes perdonando pecados. La parábola continúa diciendo que un hombre encontró el tesoro escondido. En este momento de la historia hubo unos cuantos hombres que aparentemente tropezaron con la verdadera cristiandad, cuando el Señor les abrió sus

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ojos durante este período de oscuridad espiritual. Sin embargo, el precio para obtener este tesoro escondido sería muy alto: costaría todo. Este era el precio que un hombre necesitaba estar dispuesto a pagar durante estos siglos, para obtener a Cristo y seguirle. Los cristianos que creían en la Biblia fueron grandemente perseguidos porque sostenían la Palabra de Dios por encima de las doctrinas y las tradiciones de la Iglesia Romana. Las multitudes eran deportadas de su tierra sin dinero, mientras millones eran torturados y morían por su fe. Aun así, como vemos en la parábola, ningún precio era muy alto por el gozo de obtener este gran tesoro. Algunos de los hombres que encontraron el tesoro escondido de Cristo comenzaron a proclamarle a Él con poderosos resultados. Los avivamientos recorrían las universidades, las cortes reales y masas de personas comunes. Estos movimientos trataron de reformar la Iglesia, pero la corrupción y el poder de la iglesia establecida fue capaz de reprimir los avivamientos durante siglos, hasta que la Reforma Protestante se levantó en tiempos de Martín Lutero. Veamos ahora las vidas de los dos más grandes reformadores.

John Wycliffe, 1324?-1384 Wycliffe fue un famoso erudito inglés quien enseñaba teología en Oxford. Cuanto más estudiaba la Biblia, más se daba cuenta que el error y la corrupción habían llenado la Iglesia. Al principio intentó reformar la Iglesia removiendo los clérigos inmorales y codiciosos, al mismo tiempo que enseñaba las Escrituras. Esto le ganó muchos

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amigos influyentes entre la nobleza inglesa, quienes estaban contra las manipulaciones políticas y los impuestos del papa. En 1377, el papa Gregorio XI emitió tres decretos ordenando el arresto y el juicio de Wycliffe, pero estas órdenes no pudieron llevarse a cabo. La razón de esto tenía dos aspectos. No sólo Wycliffe era un predicador popular, sino además, al papa lo respetaban poco en Inglaterra en esa época. La mayor parte de los últimos 72 años, el papa y su corte habían vivido en Avignon, que era regida por Francia. Este cambio de ubicación, llamado “la cautividad babilónica” por los historiadores católicos, fue parcialmente a causa de agitación en Italia, pero también fue debido a la fuerza de los reyes franceses quienes querían controlar el papado. Pero como Francia era el enemigo de Inglaterra, esto hizo que el papa “francés” fuera impopular en Inglaterra. Luego se añadió más confusión al liderazgo papal, cuando un segundo papa se levantó en Roma en 1378. Durante cuarenta años hubo dos grupos de papas, uno en Avignon y uno en Roma, y ambos proclamaban ser el Vicario de Cristo. Durante este período, llamado “el Gran Cisma,” los papas se excomulgaron mutuamente y levantaron ejércitos para pelear uno contra el otro. ¡Por varios años hubo aún un tercer papa contendiendo por la supremacía! Tomando ventaja de esta confusión, Wycliffe cobró más valentía. Comenzó a enseñar que las Escrituras, no las leyes ni los concilios de la iglesia, eran la única y verdadera autoridad para el creyente. Él envió a sus discípulos de dos en dos, a predicar la Palabra de Dios a través del país. En 1381, publicó un tratado contra la doctrina de la

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transustanciación, la cual sustenta la creencia católica que los elementos de la comunión se convierten en la carne y la sangre literales de Cristo. El año siguiente declaró que Cristo era la cabeza de la Iglesia, no el papa. También completó su traducción al inglés del Nuevo Testamento en 1382, mientras que sus discípulos lo ayudaron a completar la del Antiguo Testamento dos años más tarde. Esta fue la primera vez que la Biblia fue traducida al idioma inglés. La oposición continuó levantándose contra Wycliffe. Los funcionarios ingleses de la iglesia estaban impactados de que él les confiara a los plebeyos ignorantes, las Escrituras en su propio idioma. En respuesta, Wycliffe dijo que su propósito era hacer que los “plebeyos ignorantes” fueran más conocedores de la Palabra de Dios que los sacerdotes del país. Esto no necesariamente fue una enorme tarea, ¡porque una encuesta había demostrado que menos del 20 por ciento de los sacerdotes en Inglaterra podían recitar los Diez Mandamientos y la Oración del Señor! En 1382, un concilio de la iglesia en Londres condenó 24 de sus doctrinas. Sus predicadores ambulantes comenzaron a ser arrestados, y Wycliffe fue removido de su cátedra en Oxford. Sus poderosos amigos le protegieron de daño personal, y él prosiguió pastoreando su iglesia hasta que murió por vejez dos años más tarde. El movimiento reformador que él comenzó continuó creciendo durante las siguientes pocas décadas, aunque fueron ridiculizados como lolardos, lo cual significaba “charlatanes”. Pero en el año 1401 nuevas leyes fueron

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emitidas y algunos de los lolardos fueron quemados en la hoguera. Los fieles que permanecieron tuvieron que ocultarse hasta el siguiente siglo, cuando la Reforma Protestante comenzó a difundirse. En 1414, un gran concilio fue convocado en Constanza para todos los líderes de la Iglesia Católica Romana. Lograron reunificar la Iglesia Católica cuando removieron ambos papas, el francés y el romano, y en lugar de ellos instalaron uno nuevo. Al calmar sus problemas internos, también usaron sus poderes unidos para desbaratar a los que habían defendido reformas evangélicas en la Iglesia. Aunque Wycliffe había muerto treinta años atrás, ellos desenterraron sus huesos de su tumba. Luego los huesos fueron quemados y las cenizas fueron esparcidas en un río. De esta manera procuraron deshonrarle y declarar su trabajo destruido. Sin embargo, los seguidores de Wycliffe tuvieron una interpretación distinta del suceso. Ellos notaron que cuando las cenizas de Wycliffe fueron echadas al río, este río desembocaba en el río Támesis, el cual llevó sus cenizas al océano. Desde allí sus cenizas se mezclaron con los océanos del mundo. En vez de que su trabajo fuera destruido, los discípulos de Wycliffe profetizaron que estos se esparcirían a través de todo el mundo, así como sus cenizas se habían esparcido. Un cumplimiento de esto puede verse en nuestro tiempo, por medio de una de las organizaciones misioneras más grandes del mundo, que se especializa en traducir la Biblia a los distintos idiomas alrededor del mundo. Ellos son Wycliffe Bible Translators (Traductores Wycliffe de la Biblia), quienes siguen

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esparciendo la visión y el trabajo de Wycliffe así como las corrientes del océano aún siguen esparciendo sus cenizas.

Jan Hus, 1369-1415 Conforme Wycliffe predicaba sus reformas evangélicas en Inglaterra, éstas también comenzaron a dispersarse en el extranjero mientras él aún vivía. Estudiantes de la nación de Bohemia (la cual estaba aliada con Inglaterra a través de un matrimonio de la realeza), las llevaron de vuelta a Praga, la capital de su país. Allí, los estudiantes y el cuerpo docente de la Universidad de Praga estudiaron los escritos de Wycliffe. Uno de ellos fue Jan Hus, quien más tarde se convirtió en el rector de la universidad. Hus comenzó a promover las enseñanzas de Wycliffe, y su predicación del evangelio fue aceptada por la mayor parte de la nación, incluyendo al rey y a la reina. Sin embargo, sus reformas también le ocasionaron muchos enemigos. El papa lo excomulgó en 1411, pero Hus continuó predicando bajo la protección del rey Wenceslao. Unas mil personas asistían regularmente a su iglesia, y muchos miles más le escuchaban mientras viajaba por el país predicando el Evangelio. En 1414 a Hus se le pidió que asistiera al Concilio de Constanza que se había reunido para resolver los problemas de la Iglesia Católica Romana. Se le dijo que allí podría responder a las acusaciones de herejía que pesaban sobre él. Se le dio a Hus un salvoconducto, sellado

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y firmado por el emperador mismo, con la siguiente orden: “Deben permitir a Jan Hus pasar, detenerse, quedarse y volver libremente, y no ponerle ningún impedimento”. Con esta garantía Hus llegó al concilio a mostrarles que sus doctrinas todas eran escriturales y no herejías. El papa incluso le dio la bienvenida a Constanza, y dijo que con la garantía del emperador, Hus estaría a salvo aun si hubiera matado al hermano del papa. Sin embargo, estas promesas pronto fueron rotas, y Hus fue encerrado en un calabozo. Cuando sus amigos protestaron, el concilio declaró: “la palabra no tiene que ser cumplida con los herejes”. Luego, a Hus no le fue permitido defender sus creencias de las Escrituras, sino que se le ordenó renunciar a sus enseñanzas heréticas. Como los debates pasaban lentamente, Hus permaneció encerrado en su celda, mientras escribía cuatro libros para enseñar a su amado rebaño Bohemio acerca de la oración de Jesús, los Diez Mandamientos, la Última Cena, y acerca del matrimonio. Pero como Hus no renunciaría a sus creencias, fue condenado finalmente a ser quemado en la hoguera. Hus fue acusado falsamente de muchas herejías, incluyendo que él había declarado ser igual a Dios Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Los obispos le colocaron un sombrero que tenía diablos pintados. Ellos declararon: “Le entregamos tu alma al diablo”, y Hus respondió: “Y yo entrego mi alma a mi más misericordioso Señor Jesucristo”. Mientras ellos encendían el fuego que consumió su cuerpo, Hus cantaba un himno de alabanza.

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Se dice que Jan Hus también dio una extraordinaria profecía justo antes de su muerte. Dijo a sus acusadores: “Este día ustedes están quemando un ganso, pero de mis cenizas Dios levantará un cisne a quien ustedes nunca quemarán”. En el lenguaje Bohemio el nombre Huss significa “ganso”. Sin embargo, en el idioma Alemán la palabra “cisne” es Luther (Lutero). Y como indica esta profecía, la poderosa Iglesia Católica Romana quemó a Jan Hus, pero un siglo más tarde fue incapaz de detener a un “cisne” llamado Martín Lutero. Bohemia se levantó con indignación para independizarse después del asesinato de su héroe nacional, y una guerra santa fue declarada contra la nación herética. A los soldados católicos se les prometió grandes botines de guerra, y a cualquiera que muriera por la iglesia Romana se le prometió el perdón absoluto por todos los pecados y se les garantizaba el cielo. Cientos de miles de hombres, mujeres y niños fueron masacrados. Los caminos tenían filas de personas huyendo de la carnicería, y algunos que lograron escapar aprendieron a dormir mientras continuaban caminando para escapar de la destrucción. Un grupo fiel de estos creyentes, fue perseguido y conducido a través de Europa durante varios siglos antes que se les diera refugio en Alemania. Estos se volvieron los famosos Moravianos, a quienes estudiaremos más adelante.

LA IGLESIA DE SARDIS “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas,

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dice esto:”Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga el Espíritu vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su dice a las iglesias” (Ap. 3: 1-6). A la iglesia de Sardis, Cristo se reveló a Sí Mismo como “El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas”. En Apocalipsis 1:20, el Señor dijo: Las siete estrellas son los siete ángeles de las siete iglesias”. Cristo estaba diciendo que Él mantenía el liderazgo de las iglesias, así como la unción. Las iglesias de este período habían olvidado estas verdades, ya que las autoridades proclamaban ser los líderes ungidos de las iglesias, aun cuando con frecuencia llevaban vidas perversas e inmorales. Fue doctrina oficial de la iglesia que, por haber sido ungidos como líderes, los ministerios de los papas y de los sacerdotes eran eficientes y santos, aunque sus vidas personales fueran perversas. El Señor entonces les dijo: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives”. En este tiempo los papas y la

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Iglesia Católica Romana eran muy activos y poderosos. Aparentaban ser una poderosa iglesia haciendo grandes hazañas. Se construyeron grandes catedrales. Se iniciaron las primeras universidades. Se reunían grandes concilios a los que asistían alrededor de 50,000 delegados. Poderosos ejércitos de más de un millón de Cruzados eran enviados en “guerras santas” a conquistar naciones. Sí, en su apariencia externa, la Iglesia parecía estar viva y bien. Aun la Iglesia Griega Ortodoxa, siendo más pequeña, se veía activa y muy poderosa al principio de este período. El Imperio Bizantino (el remanente oriental del Imperio Romano) había expandido su autoridad sobre gran parte de Grecia, Turquía, Creta, Chipre, Armenia, Bulgaria y la parte sur de Italia. La Iglesia Ortodoxa aun se había extendido más allá de estas fronteras hacia el norte hasta Kiev, el futuro núcleo de Rusia. Con el bautismo del Príncipe Vladimiro en el año 988, comenzó a crecer la futura Iglesia Ortodoxa Rusa. No obstante, el Señor Jesús continúa diciendo a la iglesia de Sardis: “tienes nombre de que vives, y estás muerto”. La Iglesia de este período estaba muerta espiritualmente. Muchos líderes de la Iglesia eran homicidas, homosexuales y hombres inmorales. La mayoría vivía para ganar dinero, honor y poder. Los oficios de la Iglesia regularmente eran vendidos al mejor postor, y muchas familias opulentas compraban las posiciones de obispo o cardenal, aun para sus hijos, para ganar el dinero y el poder que estos puestos les daban. A la gente común se le decía muchas supersticiones y doctrinas falsas para ganar su devoción y su dinero. Esta Iglesia muerta espiritualmente fue la razón

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por la que Cristo estuvo oculto en el mundo, como en la correspondiente parábola del tesoro escondido. Un ejemplo de cuán espiritualmente muerta estaba la Iglesia establecida durante este período puede verse en los debates teológicos vacíos que ellos sostuvieron durante siglos por toda Europa. Tres de los más grandes debates fueron los siguientes: Primero, ¿cuál fue la fecha exacta y el momento que Adán pecó? Segundo, ¿cuántos ángeles pueden pararse en la cabeza de un alfiler? Y tercero, en la resurrección, ¿recibirá Adán de vuelta la costilla que perdió cuando Eva fue creada? Con esta clase de debates podemos ver por qué dijo Cristo que ellos se miraban activos pero estaban espiritualmente muertos.

El poder papal Durante este período el papado alcanzó la cima de su poder. En 1054 el papa excomulgó la que hoy es llamada Iglesia Ortodoxa Griega, la cual estaba bajo el liderazgo del obispo de Constantinopla. Luego, en 1080 fue declarado que el papa regía sobre los reinos del mundo. Los papas comenzaron a usar una corona triple, indicando que ellos eran los soberanos del cielo, de la tierra y del infierno. En 1905, el papa Urbano II hizo un llamado a la primera Cruzada para reconquistar la Tierra Santa de los musulmanes infieles. Los papas dominaron a muchos reyes, ejércitos y naciones en esta época. Ellos hacían llamados a numerosas “guerras santas”, no sólo contra las naciones musulmanas, sino también contra las naciones cristianas que no se sometían al papa y a la Iglesia Católica

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Romana. Excomulgaron reyes y también pusieron naciones enteras bajo interdicto. Un interdicto cerraba las iglesias en un país. Esto retiraba los servicios religiosos de la Iglesia Católica Romana de la gente, lo cual provocaba un temor supersticioso que hacía que se levantaran contra sus gobernantes hasta que el rey se sometiera al papa. El papa Inocencio III fue el más exitoso en controlar las naciones europeas. Cuando el rey Felipe de Francia ilegalmente tomó una nueva esposa, Inocencio III lo obligó a volverse a su verdadera esposa poniendo al país de Francia bajo un interdicto, en el año 1200. Cuatro años más tarde, Inocencio III estableció un reino Católico Romano en Constantinopla, después de que los ejércitos que él había enviado, en vez de ir a la Cuarta Cruzada, atacaron la capital del Imperio Bizantino Cristiano. Luego, cuatro años después de esto, el Papa Inocencio III colocó la nación de Inglaterra bajo un interdicto para forzar al rey inglés y a los clérigos a aceptar su designación del nuevo arzobispo de Canterbury. Cuando el pueblo se levantó en rebelión, rápidamente el rey Juan de Inglaterra se sometió al papa. Al mismo tiempo, Inocencio III organizó una sangrienta cruzada para exterminar los albigenses (quienes habitaban la mayor parte del sur de Francia) porque este grupo, en su mayoría bíblico, no se sometía al papa ni a la Iglesia Católica Romana. Luego, unos años después, Inocencio III aseguró la elección del Emperador Federico como gobernador del Sacro Imperio Romano por medio de maniobras políticas, así como enviando los ejércitos de Francia contra el otro contendiente poderoso.

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Sin embargo, las mayores proclamas del papa fueron en 1302 cuando el Papa Bonifacio VIII declaró la doctrina Unam Sanctum. Esta establecía oficialmente que la Iglesia Católica Romana es la única iglesia verdadera, fuera de la cual ningún hombre puede ser salvo. Proclamaba, “Por tanto afirmamos, definimos y pronunciamos que para la salvación es necesario creer que cada ser humano sea obediente al papa de Roma”. Sin embargo, el papa que hizo esta doctrina oficial católica romana, ¡fue declarado uno de los hombres más malvados e inmorales que ejerció el oficio! Reyes y altos líderes eclesiásticos le acusaron de todo tipo de mal. De acuerdo a La Enciclopedia Católica, Escasamente fue omitido cualquier crimen posible: infidelidad, herejía, simonía, inmoralidad grosera y antinatural, idolatría, magia, pérdida (militar) de la Tierra Santa, la muerte de Celestino V (el papa anterior quien había abdicado su posición y luego fue encarcelado por el papa Bonifacio en una diminuta celda durante diez meses hasta su muerte)…Historiadores protestantes, en general, y aun modernos escritores católicos….le clasifican entre los papas malvados, como un hombre codicioso, altanero e implacable, mentiroso y traicionero, todo su pontificado es un registro del mal. Aunque el papado hizo sus mayores declaraciones durante este período, hubo muchos factores que hicieron que el poder real que tenía cada uno de los papas, con frecuencia

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fuera muy diferente uno del otro. Un factor importante era la diversidad de habilidades personales, la moral y el respeto que tenían los papas. Otro era si el poderío militar de las naciones e imperios europeos estaba equilibrado, ya que entonces, a menudo, el papa tenía mucha importancia para cambiar el equilibrio internacional del poder. Pero en el momento que una nación o gobernante era sumamente poderoso en Europa, el papa con frecuencia era ignorado y tratado como su siervo. Tal fue el caso gran parte del siglo 14, cuando Francia fue tan poderosa, que transfirió el papado a Avignon donde los papas estuvieron bajo su control durante 70 años. Y otro aspecto importante del poder de cada papa, tenía que ver con que la Iglesia Católica Romana estuviera unida detrás de su papado. Muchas veces había dos o más papas, cada uno luchando por la supremacía, mientras era respaldado por diferentes naciones o partidos dentro de la Iglesia.

Las Cruzadas Una de las actividades más notables de este período fue las Cruzadas. Aunque fueron muy populares por muchas razones, el motivo más fuerte fue el celo religioso. Los turcos musulmanes habían reemplazado a los árabes, quienes eran más moderados, como gobernantes de la mayor parte del Medio Oriente. Ellos trataban cruelmente a los peregrinos cristianos quienes viajaban a Jerusalén y también amenazaban al Imperio Bizantino Cristiano, el remanente oriental del Imperio Romano. En 1094, el Emperador Bizantino apeló al papa Urbano II, para que le brindara ayuda militar contra los turcos musulmanes.

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Inspirados por el papa y por la predicación popular de hombres tales como Walter el Indigente y Pedro el Ermitaño, en 1096 multitudes de campesinos de Europa occidental comenzaron a marchar hacia Constantinopla, la capital bizantina. Grupos que viajaban a través del río Rin masacraron allí a muchos judíos, y su pillaje en Hungría y los Balcanes ocasionaron que los cristianos locales pelearan para echarlos. Aquellos que sobrevivieron para llegar a la Turquía musulmana, fueron derrotados allí y vendidos como esclavos. Al año siguiente, un buen número de ejércitos bien equipados dirigidos por la nobleza europea habían arribado a Constantinopla. Dos años después, luchaban camino a Jerusalén. Allí masacraron a toda la población musulmana de la ciudad, apiñaron a los judíos en una sinagoga la cual quemaron, y luego ¡oficiaron un gran servicio en la iglesia para darle gracias a Dios por su victoria! Ellos consiguieron sus objetivos militares, pero sus atrocidades ayudaron a endurecer a los musulmanes y a los judíos contra el cristianismo hasta estos días. Un reino cristiano fue establecido en la Tierra Santa, el cual continuó durante casi 200 años. Luego, al comenzar los musulmanes a reconquistar los territorios perdidos, otras Cruzadas fueron requeridas para proteger o reclamar la Tierra Santa. La Segunda y Tercera Cruzadas fueron un fracaso. La Cuarta Cruzada fue un desastre. Cuando los ejércitos llegaron a la ciudad italiana de Venecia, ya no les quedaba dinero para contratar los barcos que podían llevarlos al Medio Oriente. Los líderes de Venecia sugirieron que les podrían dar el pasaje si primero

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conquistaban la ciudad de Zara para ellos, la cual pertenecía a la nación cristiana de Hungría. Después de esta victoria los Cruzados conquistaron Constantinopla en 1204, saquearon los tesoros de las iglesias Ortodoxas ¡y la convirtieron en un reino católico romano por más de 50 años! En lugar de ayudar al Imperio Bizantino Cristiano, esta cruzada los paralizó. Preparó el camino para que los turcos musulmanes invadieran sus tierras europeas en 1354, y luego los derrotaran completamente capturando Constantinopla en 1453. La Iglesia Ortodoxa Griega fue debilitada, aunque sobrevivió bajo el gobierno de los turcos, mientras que solamente la rama rusa más nueva de la Iglesia Ortodoxa creció a mayores alturas en los siglos siguientes. En 1212, dos niños de Alemania y Francia comenzaron la Cruzada Infantil. Ellos declararon que Dios iba a ayudarles milagrosamente para derrotar a los musulmanes, y cerca de un millón de niños comenzó a marchar hacia el sur a través de los Alpes. La mayoría de ellos murió en las montañas, y al resto que llegó a Italia se les ofreció pasaje gratis al Medio Oriente. Desde allí navegaron a Egipto, donde los comerciantes italianos los vendieron como esclavos. Muchas más Cruzadas tuvieron resultados limitados, y para 1291 los musulmanes habían reconquistado todo el Medio Oriente. Aunque, desde el punto de vista moral y militar, las Cruzadas fueron un fracaso en su mayor parte, estas sí ayudaron a acelerar los cambios en Europa que pronto condujeron al Renacimiento y a la Reforma Protestante.

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Intentos para la Reforma En Apocalipsis 3:2, el Señor dijo a la Iglesia de Sardis: “Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir” (LBLA). La exhortación de Cristo aquí es un juego de palabras, puesto que la interpretación del nombre Sardis significa “lo que queda” o “remanente”. Cuando les dijo “afirma las cosas que quedan”, Él básicamente estaba diciendo: “afirma a Sardis”. Si bien Cristo ya había dicho que la iglesia estaba muerta, también reconoció que todavía había allí un remanente que estaba vivo, aunque también estaba listo para morir. Cristo entonces les dijo: “No he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo y arrepiéntete”. La mayoría de las obras que esta iglesia había llevado a cabo, eran obras que estaban muertas, las cuales eran inaceptables ante Dios (ver He. 6:1). Necesitaban recordar lo que habían recibido, aferrarse a ello y arrepentirse. Lo que habían recibido originalmente era la Biblia y el verdadero cristianismo, y si se aferraban a ello y se arrepentían, aún tenían esperanza. Esto corresponde proféticamente a los muchos intentos que hombres sinceros hicieron durante este período, para reformar y fortalecer la Iglesia corrupta. Entre ellos están los siguientes hombres y movimientos: FRANCISCO DE ASIS (1181-1226) fue el hijo de un rico mercader italiano. Siendo un joven disfrutó los

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placeres de la riqueza y la felicidad hasta que una enfermedad le hizo volverse a las cosas espirituales. Entonces comenzó a usar su riqueza para caridad religiosa, una vez permutando con un limosnero su fina ropa, por la ropa de él, otra vez dando todo su dinero a un leproso necesitado. Pero cuando vendió su caballo y algunas de las mercancías de su padre, su airado padre le ordenó que devolviera todo lo que había dado. Francisco respondió dándole todo su dinero, propiedades y aun su ropa que estaba usando; declarando “hasta este momento he llamado padre a Pietro Bernardone, pero ahora deseo servir a Dios y no decir otra cosa que ‘Padre nuestro que estás en los cielos’”. Desde entonces Francisco dedicó su vida completamente a Dios. Como escribió un observador, Francisco “fue predicando el reino de Dios con el conocimiento y poder del Espíritu. Parecía en ese momento que una nueva luz había sido enviada de los cielos”. Al estar viajando alrededor predicando y ayudando a los menesterosos y enfermos, un grupo de seguidores se unió a Francisco. Su líder les enseñó su ahora famoso dicho: “Predica el evangelio en todo momento, si es necesario usa las palabras”. Su simple deseo de proseguir el patrón del evangelio de los apóstoles y los discípulos de Cristo, fue aprobado por el papa en 1209, y el movimiento creció rápidamente. Viajaron lejos y cerca, como cuando Francisco fue a Egipto donde osadamente predicó a Cristo al Sultán musulmán, quien estaba patrocinando la guerra contra los Cruzados cristianos. Originalmente los Franciscanos buscaban vivir simplemente en el amor de Dios, rechazando las

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distracciones del mundo y los rituales religiosos. Sin embargo, su gran éxito y crecimiento parecía traer estas mismas cosas al movimiento. Con el paso de los años, muchas divisiones y reformas intentaron equilibrar estos opuestos en los franciscanos, o si no, volver el movimiento a la simple vida espiritual que Francisco parecía poseer en abundancia. EL ESCOLASTICISMO: Aunque al principio los franciscanos intentaron restaurar el cristianismo para que fuera una religión personal del corazón, otros trataron de hacerla una religión que satisficiera la mente. Cuando la filosofía griega comenzó a ser estudiada nuevamente en Europa durante el siglo XII, muchas mentes inquisidoras buscaron usar esta filosofía para estudiar la religión. Las doctrinas de la Biblia y de la Iglesia fueron estudiadas en este movimiento escolástico desde el punto de vista de la lógica griega deductiva. Sin embargo, en esta mezcla el fundamento fue la filosofía griega, sobre el cual trataron de edificar la doctrina del cristianismo. El Summa Theologiae, de Tomás de Aquino, el cual se convirtió en el libro de texto de la doctrina católica, fue el intento más minucioso para integrar la fe y la razón por medio de este método. Durante estos siglos, también comenzaron a surgir las primeras universidades modernas, a medida que el Escolasticismo ayudaba a generar mayor anhelo por el aprendizaje superior. LOS CONCILIOS DE LA IGLESIA: En la Iglesia primitiva hubo siete concilios, los cuales, tanto la Iglesia Ortodoxa Griega oriental como la Iglesia Católica Romana occidental estuvieron de acuerdo, que tuvieron autoridad

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ecuménica mundial. Todos ellos se llevaron a cabo entre los años 325 y 787, y todos tuvieron lugar en las iglesias orientales, alrededor de Grecia y Turquía. Casi 350 años transcurrieron antes que la Iglesia Católica Romana comenzara a convocar nuevos concilios de la iglesia. Estos concilios carecían del reconocimiento ecuménico de las anteriores reuniones y fueron rechazados por la Iglesia Ortodoxa Griega. Los nuevos concilios se convirtieron en una expresión de la Europa Occidental medieval, procurando unificar y reformar la Iglesia Católica Romana. Aunque algunas veces ayudaron a reformar la burocracia corrupta de la iglesia, estos concilios hicieron muy poco para que la Iglesia Católica Romana regresara a la base bíblica. En cambio, estos concilios con frecuencia condenaban a muchos “herejes” reformadores bíblicos, forzándoles a practicar sus convicciones bíblicas fuera del redil Católico Romano en lo que llegó a ser las nuevas denominaciones Protestantes durante el siguiente período de la historia de la Iglesia. EL MONASTICISMO: Vivir en un monasterio era muy atractivo para muchos durante estos siglos. En un ambiente retirado, donde era promovida la espiritualidad, millones de almas en búsqueda encontraban un escape de la sociedad corrupta y mundana que les rodeaba. El Oscurantismo fue también un período de disensiones y guerras por toda Europa, y los monasterios ofrecían una vida segura y pacífica durante esos tiempos turbulentos. Hubo dos grandes avivamientos de la vida monástica durante este período de la historia de la Iglesia. El primero comenzó en el Monasterio Cluny en Francia. A mediados

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del siglo XII, ya había miles de monasterios desde Jerusalén hasta Escocia, los cuales seguían la Regla cluniacense. Sin embargo, para este tiempo, muchos cargos pesaban contra ellos, de que su fama y prosperidad los habían llevado al orgullo y a la auto-indulgencia. Los monasterios cistercienses, los cuales eran más estrictos y principiaron en 1098, continuaron este movimiento que había comenzado en Cluny. Los monasterios cistercienses crecieron en número, hasta llegar a ser 288 para el año 1168, y 738 para el siglo XIV. En ese tiempo muchos de este grupo comenzaron a unirse a la segunda ola de avivamiento monástico iniciado por los nuevos movimientos Franciscano y Dominico. Las órdenes Dominica y Franciscana eran muy diferentes de las antiguas órdenes católicas en muchos aspectos, y como resultado, ellos gozaron de un rápido crecimiento y fundaron muchos monasterios. Ambos observaban votos de pobreza, y se movían entre la sociedad haciendo obras de caridad y predicando, y estaban en directa obediencia al papa. Aunque con frecuencia llevaban la religión de vuelta a la gente común, también se convirtieron en celosos partidarios del poder papal y como tales, a menudo obstruyeron el progreso, propagaron intrigas religiosas y dirigieron la asesina Inquisición contra toda oposición al papado. LOS MÍSTICOS: En los siglos XIV y XV había muchos que buscaron el avivamiento por medio de experimentar y enseñar la importancia de la comunión personal con Dios. En lugar de especializarse en la necesidad de las reformas doctrinales y eclesiásticas, ellos enfatizaron la

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necesidad de una vida espiritual profunda. Como tales, generalmente no eran rechazados o perseguidos por la Iglesia Católica, aunque algunos eran investigados y unos pocos fueron matados por la Inquisición. Estos grupos místicos incluían los Hermanos de la Vida Común, los Amigos de Dios, y muchos de los Agustinos y Dominicos de Alemania. Los Hermanos tenían cerca de 150 comunidades en Holanda y lugares circunvecinos durante el siglo XV, mientras cientos de monasterios y conventos fueron influidos por las enseñanzas místicas en Alemania, Suiza y los Países Bajos. Aunque estos grupos que enfatizaban un cristianismo místico, algunas veces se iban a extremos tales como el panteísmo y la idolatría, muchos de ellos enseñaban el arrepentimiento bíblico del pecado y la fe en Cristo. Richard Rolle (1300-1349), el místico inglés más influyente, escribió en su libro The Mending of Life (La restauración de la vida): “Si deseas venir al amor de Dios, enciéndete en tu anhelo del gozo celestial, y llega hasta el menosprecio de las cosas terrenales, no seas negligente en meditar y leer las Santas Escrituras; especialmente donde enseñan moralidad, el rechazo de los engaños del diablo, y donde hablan del amor de Dios”. Él también escribió que la meta de la experiencia cristiana es hacer que “Jesús…sea todo tu anhelo, todo tu deleite, todo tu gozo, todo tu consuelo”. El más famoso de los escritores místicos fue Tomás de Kempis (1380-1741) de Colonia, cerca de Alemania. Su libro La Imitación de Cristo llegó a ser el libro cristiano de mayor influencia durante 13 siglos, entre las Confesiones de Agustín, escrito en el año 400, y El Progreso del Peregrino de Juan Bunyan, en 1678.

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El libro comienza con las palabras de Cristo: “Cualquiera que me siga no caminará en tinieblas sino tendrá la luz de vida”, y finaliza con la oración: “Mis ojos están sobre Ti. Mi Dios, en Ti confío, Oh Padre de misericordia. Guía a tu siervo con Tu gracia y dirígelo por la senda de paz a la tierra de luz inefable”. La meta del libro era guiar al lector a una comunión con, y obediencia a, el Señor Jesucristo. LA INQUISICIÓN: Un menos noble intento de reformar es encontrado en la infame obra de la Inquisición. Los sínodos y concilios de la Iglesia a finales del siglo XII, pavimentaron el camino para el establecimiento formal de la Inquisición en 1229, para buscar y castigar a los “herejes”. Esta Inquisición pronto se esparció a través de la Europa Católica. La Inquisición era como una policía secreta que tenía poder absoluto sobre las personas. Cualquiera podía ser acusado de herejía pero el nombre de su acusador(a) se mantenía en secreto. Una sospecha o rumor público era suficiente fundamento para arrestar a cualquiera. Los espías que acusaban a otros con frecuencia recibían recompensas monetarias. Cualquiera que ofreciera amistad, defendiera o albergara a un “hereje” era excomulgado y excluido legalmente de recibir cualquier herencia natural. Los juicios eran conducidos secretamente. Al acusado no se le permitía defenderse contra los cargos, y a aquellos enjuiciados casi nunca se les absolvía. Además de todo esto, comúnmente se infligían torturas severas para obligar a la gente a confesar su blasfemia, hechicería y otras herejías. Las torturas podían terminar si ellos confesaban

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sus herejías, y si se arrepentían, podían escapar de la muerte y sólo sufrían prisión perpetua. Los sínodos franceses del siglo XIII hicieron la observación que había tantas personas prisioneras de por vida, que era difícil encontrar material de construcción para todas las prisiones que estaban siendo edificadas. El poder y el éxito de la Inquisición se debieron a varias fuertes razones. Algunos de sus líderes fueron impulsados por un celo ignorante de defender la fe como ellos imperfectamente la conocían. En otras ocasiones era el éxito de los grupos “heréticos” lo que motivaba la que fueran perseguidos, tal como cuando los celosos líderes religiosos de Israel crucificaron a Cristo. Otra razón que ayudó a matar a miles de “herejes” (tal como el Nabot de Jezabel) era porque sus tierras o sus riquezas eran saqueadas. Su dinero y propiedades con frecuencia eran repartidos en tres partes iguales entre el gobierno, la Inquisición y la iglesia Romana. Debido a que muchas familias ricas con frecuencia eran condenadas, esto se convirtió en un negocio lucrativo. Muchas de estas víctimas sin duda tenían creencias religiosas impías y no bíblicas. Sin embargo, ¡los registros de la Inquisición revelan que ellos mataron multitudes de “herejes” cuyas doctrinas estaban basadas en la Biblia más de lo que estaban las de la Iglesia Católica Romana! Millones perecieron por rechazar doctrinas no escriturales, tales como la infalibilidad del papa, la transustanciación, la reverencia a los santos, y la veneración a ídolos y a reliquias santas. Estos “herejes” a menudo fueron acusados de poseer y predicar las Escrituras en su lengua materna,

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y de mantener vidas correctas para engañar a la gente para que siguieran sus doctrinas. Multitudes murieron por creer que Cristo es la cabeza de la Iglesia, y no el papa. Había muchas formas de ejecución para los “herejes”, pero el procedimiento más común era declarar su excomunión y castigo eterno en el infierno antes de matarlos. La maldición que frecuentemente era proclamada sobre de ellos decía: “Que sean borrados del libro de la vida; que no queden inscritos con los justos” (Sal. 69:28 NVI). Sin embargo, las palabras de Cristo a los pocos creyentes fieles en la iglesia de Sardis son totalmente opuestas. El Señor dijo: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Ap. 3:5). La Iglesia Católica Romana declaraba que ellos tenían el poder de borrar los nombres de aquellos “herejes” del Libro de la Vida del Cordero, ¡pero Cristo nos lo dice diferente! LAS CRUZADAS CONTRA LOS “HEREJES”: Mientras multitudes perecían a manos de la Inquisición, muchos más morían en las distintas cruzadas contra los “herejes”. Estas fueron guerras religiosas que varios papas declararon en contra de provincias y naciones europeas, cuyas creencias cristianas no se sometían a la Iglesia Católica Romana. El sur de Francia fue la primera área de la Europa cristiana contra la cual los papas lanzaron las cruzadas. Un gran porcentaje de la población allí (posiblemente la mayoría) rechazaron la fe católica romana. A estos disidentes

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religiosos se les llamó cátaros, o “puros”, y gozaban de la honra de la gente y del respaldo de los dirigentes locales. Este grupo también fue popular en el norte de Italia (donde en la ciudad de Florencia, cerca de un tercio de la población eran cátaros en 1228) y en el norte de España. La iglesia romana respondió a este reto a su autoridad ordenando primero una cruzada en 1181 contra el dirigente de Béziers, en Francia. Esta cruzada logró poco, así que en 1208 el papa Inocencio III declaró otra cruzada contra todo el sur de Francia. Esta vez el papa estaba respaldado por el rey de Francia, quien también pensaba que los nobles franceses del sur se habían vuelto muy independientes. Durante 20 años los ejércitos católico romanos asolaron el sur de Francia, incitados por la promesa del perdón de sus pecados y el botín de guerra. Cuando la ciudad de Béziers estaba siendo ocupada por la fuerza, se le preguntó al delegado papal (el representante del Papa) si los soldados debían dispensar a los católicos. Para que los “herejes” no pudieran escapar declarando que eran católicos, él ordenó a las tropas: “¡Mátenlos a todos, Dios conocerá a los Suyos!” Cada uno de los 30,000 hombres, mujeres y niños en la ciudad de Béziers fue muerto aquel día, pero este agravio fue superado en 1211, cuando más de 100,000 fueron muertos en un día. El sur de Francia, que había sido una de las áreas más fructíferas y civilizadas de Europa, fue dejada como un desierto desolado. Muchas cruzadas más fueron lanzadas contra otras provincias, estados y naciones que frecuentemente estaban llenos de cristianos evangélicos. Estas incluyeron

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cruzadas contra los bogomilos en los Balcanes, los valdenses en el norte de Italia, contra la nación Bohemia, y más tarde varias guerras contra los estados protestantes de Alemania y Francia. Se estima que alrededor de 25 a 50 millones de personas fueron muertas por la Inquisición y las cruzadas contra los cristianos “herejes”. Esto podría compararse contra el estimado de 3 millones de cristianos que fueron matados en la historia de la Iglesia primitiva por el Imperio Romano pagano. Prácticamente hablando, el mayor crimen de estos “herejes” fue que ellos no se sometieron ni apoyaron al papa y a la iglesia Romana.

Grupos cristianos evangélicos Como lo sugieren las cruzadas contra los “herejes”, hubo varios grupos que se opusieron o se separaron de la Iglesia Católica Romana. Cristo se dirigió a ellos cuando dijo a la iglesia de Sardis: “Tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán en vestiduras blancas, porque son dignas”. Estos grupos, básicamente podrían colocarse en dos categorías. El primer tipo, incluía grupos de cristianos que habían mantenido el evangelio que había pasado a ellos desde la Iglesia Primitiva siglos atrás. Estos incluían los paulicianos en Turquía y Armenia, los valdenses en Italia y Francia, algunos de los bogomilos en los Balcanes, y algunos de los cátaros (o albigenses) en el sur de Francia. A estos se le añadía un segundo grupo de otro tipo. Estos eran cristianos reformados quienes, a causa de su regreso a las

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enseñanzas de la Biblia, se separaron de la Iglesia Católica Romana. Estos incluían a John Wycliffe y los lolardos de Inglaterra, Jan Hus y los evangélicos de Bohemia, así como las múltiples obras misioneras que fueron establecidas por los valdenses mientras evangelizaron a través de Europa. Aunque la Iglesia Católica Romana a menudo les acusaba de herejías y grandes corrupciones, los testimonios escritos contra estos grupos, con frecuencia confirmaban que usualmente eran creyentes evangélicos que procuraban vivir buenas vidas cristianas. Ciertamente había ciertas doctrinas equivocadas que algunos mantenían, pero comparadas con la ignorancia escritural y las corrupciones de la iglesia Romana, estos grupos parecían dignos de los elogios que Cristo dio a los creyentes en Sardis, quienes “no han manchado sus vestiduras”. LOS PAULICIANOS: Este fue el nombre usado con más frecuencia para describir a los creyentes ubicados en los montes Tauro de Turquía y Armenia. Ellos siguieron una fe evangélica y continuaron rechazando la adoración de ídolos, mucho después que la mayoría de las iglesias bizantinas y armenias habían degenerado en el ritualismo e idolatría durante los siglos cuarto al octavo. Desde el año 726 al 842, muchos de los emperadores del Imperio Bizantino, influidos por los paulicianos, procuraron reformar su remanente oriental del Imperio Romano. La idolatría fue rechazada por la mayoría en este período de tiempo, pero en el año 842, la emperatriz Teodora comenzó una persecución contra aquellos que no adoraran imágenes. Más de 100,000 objetores

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fueron martirizados en los siguientes 25 años, pero algunos grupos de los paulicianos continuaron por muchos siglos más. LOS BOGOMILOS: Algunos de los paulicianos emigraron al norte de Bulgaria en los siglos noveno y décimo. Muchas de las personas locales se convirtieron a su fe y ellos comenzaron a ser llamados los bogomilos, que significa “amigos de Dios”. Ellos continuaron dispersándose hasta que en 1200, algunas áreas (como Bosnia y Herzegovina) llegaron a ser en su mayoría bogomilos, y hasta los gobernantes confesaban la misma fe evangélica. Ambas iglesias, la Católica Romana y la Ortodoxa Griega, persiguieron a estos cristianos durante los siguientes siglos. Pero después de más de 200 años de persecuciones, guerras santas y los horrores de la Inquisición, en el siglo XV ellos se alejaron de los “cristianos” que los habían martirizado , y formaron una alianza con los musulmanes turcos. Esto permitió a los musulmanes tomar el control de Bosnia y ayudó a los Turcos a avanzar hasta las puertas de Viena, antes que los vientos de guerra se volvieran contra ellos en el siglo XVI. LOS CÁTAROS O ALBIGENSES: En el siglo IX, las iglesias de Francia y Alemania bajo el liderazgo de Carlomagno y su hijo, rechazaron la adoración de imágenes, santos e ídolos. Algunos obispos del sur de Francia fueron aún más allá, rechazando muchas supersticiones y declarando que sólo el papa tenía autoridad apostólica en tanto llevara una vida apostólica. Estas tendencias independentistas se llevaron a cabo en partes del sur de Francia en un grupo llamado los cátaros,

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o los “puros”, a quienes también se les llamaba los albigenses porque eran muy numerosos alrededor del área de Albi. Con frecuencia eran muy bíblicos, aun así la Inquisición les acusó de muchas herejías las cuales indudablemente eran verdad por lo menos en algunos de los Cátaros. Varias cruzadas y el trabajo de la Inquisición los destruyó (y mucho del sur de Francia) para principios del año 1200. LOS VALDENSES: Este fue el nombre más común dado a un grupo de cristianos bíblicos que vivieron durante los siglos del Oscurantismo. Ellos ya estaban bien establecidos en partes del sur de Francia y el norte de Italia en el siglo IX, pero ellos proclamaban haber guardado su fe evangélica desde los días de la Iglesia primitiva. Un sacerdote católico que ayudó a dirigir la Inquisición contra ellos en el siglo XIII, dejó el siguiente testimonio. Como se registra en La Iglesia Peregrina por E.H. Broadbent, Reinario el Inquisidor, escribió acerca de los valdenses: Algunos dicen que ha durado desde el tiempo de Silvestre [quien fue el obispo de Roma desde el año 314 al 335], otros, desde el tiempo de los apóstoles…viven justamente delante de los hombres, y creen bien cada punto respecto a Dios así como todos los artículos contenidos en el credo [el Credo de los Apóstoles]: sólo blasfeman la iglesia Romana y el clero, por lo cual la multitud de gente común está preparada para creerles. Sus perseguidores más tarde les llamaron valdenses por Pedro Valdo, un opulento mercader cristiano de Lyon, Francia, quien en 1173 dejó toda su fortuna por servir al

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Señor, y en 1180 se convirtió en un predicador ambulante. En 1184, él y sus seguidores fueron excomulgados por la Iglesia Católica Romana, luego de lo cual ellos se mezclaron con los cristianos independientes existentes y les incitaron para volverse un movimiento misionero. Pedro Valdo viajó y predicó hasta su muerte en Bohemia en 1217, pero la obra evangelística de estos hermanos continuó hasta alcanzar buena parte de Europa. Los valdenses enviaron muchos predicadores desde sus aldeas, en lo alto de los Alpes de Italia. Se requería que antes de que los graduados del Instituto Bíblico fueran pastores en sus aldeas, debían ser probados como misioneros por dos años. Algunas veces iban y se volvían estudiantes universitarios que propagaban sus creencias a través de debates en el salón de clases. A menudo salían como mercaderes ambulantes y viajeros. Ellos ofrecerían vender a los ricos un tesoro escondido como una joya o una perla, sólo que entonces, en secreto, les ofrecían una copia de un Evangelio o alguna parte de las Escrituras. El éxito de estos esfuerzos misioneros con frecuencia se veía en los registros de la Inquisición. Estos registraban los miles de valdenses que fueron arrestados y muertos en varias ciudades de Alemania, España, Francia, Italia, Austria, Polonia y Bohemia. En algunas áreas los valdenses crecieron a ser tan numerosos y admirados por su buena forma de vivir, que escaparon de la persecución por un tiempo, tal como en la Diócesis de Passau, en Austria, donde había más de 80,000 valdenses en el año 1310.

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Los grupos que sobrevivieron hasta la Reforma Protestante se involucraron y ayudaron al nuevo movimiento, como cuando gastaron 1500 coronas de oro para imprimir una Biblia en francés en el año 1535. Pero la ira de la Iglesia Católica Romana contra los protestantes también renovó su persecución contra los valdenses. En 1545, veintidós aldeas valdenses fueron quemadas en Provenza, Francia; y en 1655, una cruzada católica contra ellos destruyó sus aldeas en los Alpes de Italia. Los pocos miles que sobrevivieron escapando por las montañas se unieron a los protestantes en Suiza.

Las reformas no fueron estorbadas para siempre Mientras multitudes luchaban interna y externamente para reformar la Iglesia institucional (ambas ramas, la católica y la ortodoxa), estas reformas parecieron ser constantemente suprimidas. Con razón, este período de la historia de la Iglesia fue muy acertadamente descrito por la parábola del tesoro escondido y por la iglesia muerta de Sardis. Sin embargo, estas reformas necesarias no pudieron ser reprimidas por siempre. Eventualmente, estas reformas estallaron tan potentemente que ya no pudieron ser contenidas o controladas, y en ese punto la Iglesia cambió rápidamente a la siguiente etapa de su desarrollo.

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CAPÍTULO OCHO La Reforma Protestante (1517-1792 d.C.) El punto decisivo de esta nueva etapa de la historia de la Iglesia comenzó cuando el descontento hacia la Iglesia Católica Romana aumentó y ya no pudo ser contenido. Este descontento estalló en una coalición de protestas y movimientos reformadores que fueron conocidos como la Reforma Protestante.

Razones para la Reforma Protestante El aspecto espiritual de la renovación cristiana fue el tema principal de la Reforma Protestante. Sin embargo, había muchas tensiones en aumento en la sociedad que se combinaron para hacer que la Europa Católica del siglo dieciséis estuviera explosivamente preparada para el cambio.

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EXPANSIÓN GEOGRÁFICA: Luego que Cristóbal Colón descubriera el continente Americano en 1492 y mientras la tripulación de Magallanes circundaba el mundo en 1522, una nueva era de crecimiento internacional se desarrolló rápidamente. Los siglos siguientes vieron a las naciones de Europa expandir sus sistemas económico, político y religioso en grandes imperios internacionales, y estas influencias a su vez trajeron grandes cambios a Europa. TRANSICIÓN ECONÓMICA: La economía de la Edad Media era local y estaba basada en la agricultura. En los sistemas feudales locales los nobles regían sobre los granjeros en sus tierras. Sin embargo, con los viajes internacionales y conquistas que comenzaron en el siglo XVI, la economía de Europa cambió a comercio internacional. Una creciente clase media con una economía de comercio internacional reemplazó la economía agrícola local de Europa. Como resultado, los mercaderes llegaron a ser los líderes económicos de la nueva sociedad. AVANCE INTELECTUAL: Junto con las expansiones internacionales y económicas de Europa, este período estuvo marcado por grandes avances intelectuales. El Renacimiento había despertado a Europa a su herencia cultural de los antiguos griegos y romanos, y esto también fue usado por la Iglesia para reavivar el estudio de la Biblia en sus lenguajes originales: el griego y el hebreo. El invento de la imprenta (con Gutenberg imprimiendo el primer libro, la Biblia, en 1455) ayudó a rescatar a Europa de la ignorancia del Oscurantismo. En 1500 más de mil

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imprentas estaban haciendo libros por toda Europa, y estaba tan de moda tener un libro entonces, como lo estuvo tener un teléfono celular en los noventa. EL SURGIMIENTO DEL NACIONALISMO: A partir de la multitud de pequeños estados y principados, las naciones de la Europa moderna comenzaron a tomar forma. Estas naciones resentían cada vez más el control internacional que el papa reclamaba sobre ellas. La chispa inicial que ayudó a encender la Reforma Protestante, fue la gran cantidad de dinero que era drenado de Alemania y enviado a Roma por la venta de indulgencias. RECUPERACIÓN MORAL: La sociedad católica de la Edad Media se había vuelto extremadamente corrupta y decadente durante los siglos XIV y XV. La cautividad babilónica de la corte papal en Avignon durante aproximadamente 70 años, seguida por el Gran Cisma donde dos o más papas lucharon entre sí por más de 40 años, ambas habían debilitado en gran manera la dignidad del sistema papal. La corrupción impregnó la Iglesia. Cualquier ley de la iglesia podía ser quebrantada o torcida, si se pagaba suficiente dinero. Los oficios de la iglesia eran comprados públicamente y vendidos como inversiones monetarias. Miles de sacerdotes vivían en abierta inmoralidad, y buscaban riqueza material y comodidad mientras ignoraban las necesidades espirituales de las personas. La Iglesia Católica Romana constantemente drenaba grandes sumas de dinero tanto de la gente como de las naciones, pero a cambio, no ofrecía la ayuda espiritual o el liderazgo que la gente deseaba ardientemente.

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Cuando todas estas tensiones presionaban la estructura de la sociedad medieval fue que, al levantarse los líderes cristianos en la fuerza de sus convicciones bíblicas, fueron rasgados los patrones arcaicos de la sociedad europea. Estos hombres de Dios buscaban ayudar a reformar y restaurar la Iglesia de acuerdo a las verdades frescas de la Palabra de Dios que ellos habían encontrado. Su trabajo fue protegido y favorecido por los nobles, quienes a menudo estuvieron de acuerdo con sus doctrinas bíblicas y quienes resentían el control de Roma. El surgimiento de estos hombres de Dios corresponde a la sexta parábola del reino que Cristo enseñó a sus discípulos, en Mateo 13.

LA PARÁBOLA DEL MERCADER EN BUSCA DE PERLAS “También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró” (Mt. 13:45-46). Así como la parábola anterior, la Parábola del Mercader es una historia acerca del tesoro que es hallado y comprado. Ambas historias hablan proféticamente acerca de los tesoros de Cristo que fueron encontrados por individuos dispuestos a “vender” sus vidas para obtener aquel tesoro. Cuando estos tesoros del reino de Dios fueron recuperados, ellos desataron avivamientos y movimientos reformadores que comenzaron a restaurar la Iglesia y a prepararla para la Segunda Venida de Cristo.

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Sin embargo, también hay diferencias muy importantes entre la quinta y la sexta parábolas. En la quinta parábola acerca del tesoro escondido, fue una persona “común” sin identificar quien tropezó inesperadamente con el tesoro. Pero la sexta parábola identificó específicamente a la persona como un mercader. Tampoco tropezó inesperadamente con un tesoro desconocido, sino que buscó diligentemente un tesoro que era familiar para él. Además se nos dice que él buscaba específicamente un tipo de tesoro: perlas preciosas. Estas diferencias entre la quinta y sexta parábolas son los factores que nos ayudan a identificar, con certeza, las distintas etapas de la historia de la Iglesia, de las que hablan proféticamente. En la quinta parábola oímos acerca de una persona sin identificar quien inesperadamente tropieza con un tesoro escondido desconocido. Esto corresponde a la última parte de lo que se ha llamado el Oscurantismo, o la Edad Media, el período entre el colapso del Imperio Romano y el surgimiento de la Europa moderna. Durante este período las tradiciones religiosas, las supersticiones y la ignorancia habían “escondido” el verdadero conocimiento de Cristo y Su salvación. Esta iglesia espiritualmente muerta, identificada también con la iglesia muerta de Sardis, había perdido la esencia del evangelio. Aquellos que encontraron el verdadero cristianismo evangélico, lo hicieron en forma inesperada, sin saber cuál era el verdadero tesoro de la salvación, o dónde podían encontrarlo. Sin embargo, en esta sexta parábola encontramos un hombre que no era ignorante acerca de tesoros. Él era un mercader, alguien que ya poseía cierta riqueza y que sabía

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cómo evaluar apropiadamente las riquezas. Espiritualmente, esto podría sugerirnos a una persona quien ya era un cristiano nacido de nuevo, alguien que también estaba madurando para comprender el verdadero valor y las riquezas del reino de Dios. Él buscaba más riquezas y sabía dónde encontrarlas. Los tesoros estaban disponibles para todos aquellos que los buscaran y pagaran el precio para obtenerlos. Estas diferencias sugieren claramente que la sexta parábola está hablando proféticamente acerca del período de la Reforma Protestante. Antes de la Reforma, el evangelio estaba escondido y suprimido, pero en el tiempo de Martín Lutero el evangelio como tal, comenzó a ser predicado abiertamente a todas las naciones. Los protestantes comenzaron a traducir la Biblia a los idiomas comunes del pueblo, para que todos fueran capaces de escudriñar las Escrituras para encontrar los tesoros del reino de Dios. Hombres de Dios, quienes estaban encontrando las riquezas de Cristo, comenzaron a surgir por todas las naciones “cristianas”, semejantes al mercader de la parábola que ya había obtenido una medida de riqueza. El tesoro específico que buscaba el mercader era perlas preciosas. El Señor Jesús sugirió que estas perlas significan los tesoros santos del reino de Dios, cuando en Mateo 7:6 Él dijo: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos”. El libro de Apocalipsis también nos dice que las puertas de la ciudad celestial de Dios son una perla cada una (ver Ap. 21:21). Así que las perlas buscadas por el rico mercader pueden significar para nosotros los tesoros y preciosas verdades del reino de Dios

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que nos abren el camino a través del cual podemos llegar a ser parte de la Iglesia Santa, la novia de Cristo. Espiritualmente, estas verdades corresponden al tiempo de la Reforma Protestante con los hombres que buscaron a Dios hasta que cada uno de ellos encontró su propia “perla”, o tesoro del reino de Dios. Estos tesoros espirituales fueron puertas que los capacitaron para que pudiesen llegar a ser, tanto ellos personalmente como también guiar a otros muchos, parte de la gloriosa y santa Iglesia que está siendo preparada para las bodas del Cordero. Al ir estudiando acerca de los grandes líderes de la Reforma, podemos ver que cada uno obtuvo un precioso tesoro del reino de Dios. Con estos tesoros ellos comenzaron grandes avivamientos o movimientos para las multitudes que les seguían. Ellos también tuvieron que “vender todo”, como el mercader en la parábola, cuando las tradiciones religiosas alrededor de ellos trajeron gran persecución y oposición.

Líderes protestantes y su “perla de gran precio” MARTÍN LUTERO (1483-1546) Y LA JUSTIFICACIÓN POR FE: Martín Lutero fue el hombre usado por Dios para volver a la Iglesia, del Oscurantismo medieval a la renovación de la Reforma. El Evangelio estaba todavía como el tesoro escondido de la quinta parábola cuando el joven Martín comenzó a tratar de servir a Dios. Asustado en una tormenta, prometió que

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sería un monje si los rayos no lo mataban. En obediencia a su irreflexivo voto, dejó sus estudios jurídicos para convertirse en un monje menesteroso y mendigo. Intentó todos los métodos de su época para procurar ser aceptable a Dios. A través de sus estudios religiosos llegó a ser un doctor en teología. Años de largos ayunos y duro trato a su cuerpo casi lo matan. Caminó desde Alemania hasta Roma, donde esperaba recibir grandes bendiciones espirituales, únicamente para ser sacudido por la gran corrupción de los sacerdotes y de la corte papal. No pudo encontrar descanso para su alma pecadora, sino hasta alrededor del año 1513, cuando la enseñanza del apóstol Pablo, “el justo por la fe vivirá” le trajo paz con Dios. Sin embargo, no fue sino hasta 1517 que su convicción bíblica de la salvación por fe, comenzó a ser pregonada a través de Europa. Un príncipe alemán inició los eventos que provocaron esto. A la edad de 23 años el príncipe Alberto había comprado la lucrativa posición del arzobispado de Halberstadt, y estaba conduciendo negociaciones financieras con el papa para también ser el arzobispo de Mayencia. Puesto que era contrario a la ley que un hombre tuviera ambos oficios, los feudos y sobornos fueron más del doble que los precios usuales y le costaron cerca de $800,000. No teniendo esa cantidad de dinero, Alberto negoció un trato con los representantes del papa. Primero presó cerca de un sexto de aquella cantidad de algunos banqueros locales de Alemania para darle un pago inicial al papa y asegurar el oficio. Como seguridad a los banqueros, el papa dio a Alberto a cambio la autoridad para dirigir una gran reserva de fondos a través de la venta de indulgencias especiales. Con estos ingresos adicionales, Alberto debía retornar su deuda a los banqueros

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y completar sus pagos a Roma. Luego Alberto contrató un sacerdote local llamado Tetzel (a $1000 al mes más gastos) para viajar y vender las indulgencias. Lutero pronto escuchó de los poderosos métodos de Tetzel. Primero predicaba acerca de los familiares de la gente siendo atormentados en el purgatorio. Luego Tetzel prometía que si alguien ponía dinero en su gran caja de madera, el alma de su amado saltaría del purgatorio al cielo en cuanto la moneda tocara el fondo de la caja. También predicaba que tenía tanto poder como San Pedro, y que había redimido más almas por medio de sus indulgencias que Pedro con su predicación. Además Tetzel declaró tener poder otorgado por el papa para ofrecer el perdón aun si alguien hubiera dormido con la Santa Virgen María, siempre y cuando pagara su dinero. ¡Aun ofreció vender indulgencias que permitirían a las personas cometer pecados futuros! Mientras un pobre hombre podía dar una cantidad irrisoria, los ricos pagaban hasta $300 para obtener cada indulgencia. Para combatir esta corrupción, el profesor Lutero clavó un documento conteniendo 95 tesis, en la puerta de la iglesia en Wittenberg donde él enseñaba. Este era el procedimiento universitario normal para comenzar una discusión. Sin embargo, en lugar de permanecer siendo un debate erudito, sus 95 tesis fueron rápidamente traducidas a varios idiomas y esparcidas como reguero de pólvora a través de gran parte de Europa. En 1517, multitudes de personas insatisfechas hallaron su voz a través de las protestas de Martín Lutero.

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Conforme Martín Lutero predicaba el evangelio y atacaba las injusticias, la Iglesia Católica finalmente lo excomulgó en 1521. Se le dio la orden de ser enjuiciado ante del Emperador Carlos V por los líderes de la Iglesia Católica en la ciudad de Worms. Muchos sentían que Lutero iba a su muerte así como Jan Hus lo había hecho el siglo anterior, pero Lutero replicó: “Hus fue quemado, pero la verdad no fue quemada; aunque hayan tantos diablos en Worms, como hay tejas en las casas, ¡yo aún iré allí!” Muchos se regocijaron de encontrar un reformador suficientemente valiente para pararse en contra de la corrupción religiosa. Lutero fue respaldado fuertemente por la gente común y por muchos nobles, de tal forma que aun el Emperador debió ser cuidadoso al tratarlo. Cuando a Lutero se le pidió renunciar a sus escritos, su respuesta final al emperador, obispos y príncipes, fue la siguiente: Es imposible para mi retractarme, a menos que se compruebe que estoy equivocado mediante el testimonio de la Escritura o de claros argumentos de la razón; porque no le creo ni al papa ni a los concilios, ya que a menudo han errado, contradiciéndose a sí mismos. Mi conciencia está ligada a la Palabra de Dios, por lo tanto no es seguro ni saludable hacer algo en contra de la conciencia. Esta es mi postura ¡Que Dios me ayude! Amén. Lutero fue protegido por sus partidarios de la sentencia de muerte que pronto fue pronunciada, y desde ese momento en adelante sus seguidores comenzaron lentamente a constituirse en lo que actualmente se les denomina los Luteranos. El Emperador Carlos V fue distraído de castigar

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a los “herejes” a causa de muchos disturbios y guerras, ¡incluyendo un conflicto con el papa durante el cual sus tropas invadieron y saquearon Roma! Lutero eventualmente murió anciano en 1546 y el Luteranismo se volvió la iglesia nacional de Alemania, Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia. Así, por la osadía con la que Lutero sostuvo la Palabra de Dios, Cristo ya no era el tesoro escondido de la quinta parábola de Mateo 13. Una multitud de predicadores y cristianos dedicados se levantaron para ser como el mercader que buscaba más riquezas. MENNO SIMMONS (1492-1559) Y EL BAUTISMO DE AGUA: Al comenzar la Reforma a llevar a las personas de regreso a las Escrituras, varios grupos en Alemania, Suiza y Holanda comenzaron a reconocer que el bautismo debía realizarse como un testimonio de su conversión. Puesto que todos en la Europa Católica habían sido bautizados por aspersión siendo bebés, otros se burlaban de estos creyentes llamándoles anabaptistas, que significa “rebautizados”. Desafortunadamente, los Luteranos y los católicos los persiguieron, y estos grupos independientes y desorganizados algunas veces se desviaran a fanatismos extremos. Menno Simmons se volvió un líder entre ellos, quien trabajó por más de 25 años para reunir a estos grupos dispersos, llevarlos a doctrinas escriturales equilibradas, y multiplicarlos a través de sus esfuerzos evangelísticos. Su éxito en unificarlos hizo que fueran conocidos como menonitas, y cientos de iglesias todavía llevan el nombre de Menonitas en Alemania, en Norte América y en Rusia. Sin embargo, su mayor fruto vino a través de su influencia sobre algunos reformadores ingleses. Estos comenzaron

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la primera iglesia Bautista Inglesa en 1611, de la cual se han multiplicado las denominaciones Bautistas modernas a todo el mundo. JUAN CALVINO (1509-1564) Y LA SOBERANÍA DE DIOS: Las sociedades protestantes comenzaron a surgir en toda Europa, pero a menudo se encontraron con fuerte persecución. Juan Calvino, un estudiante universitario en Paris, estaba entre estos convertidos. Él fue forzado a huir de Paris en 1533 y tres años después publicó en Suiza su Institutos de la Religión Cristiana, un libro que fomentó en gran manera la causa Protestante. Calvino se estableció para ser un pastor en Ginebra, Suiza, y ayudó a transformarla en un poderoso centro cristiano para la Reforma. Las denominaciones de la Reforma o Presbiterianas que surgieron bajo su influencia se volvieron muy fuertes en Suiza, Escocia, Holanda y muchas otras naciones. Las enseñanzas de Juan Calvino, llamadas ahora Calvinismo, están centradas en su concepto en la soberanía de Dios. Esta importante doctrina, al ser llevada a extremos, fue usada para enseñar que las personas son predestinadas para el cielo o el infierno, y que “una vez salvo, siempre salvo”. JACOBO ARMINIO (1506-1609) Y EL LIBRE ALBEDRÍO DEL HOMBRE: Arminio era un profesor de teología en la Holanda Calvinista a principios del siglo XVII. El vio que la doctrina calvinista también debe ser

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equilibrada con una fuerte revelación del libre albedrío del hombre; que Dios no hizo a la humanidad para ser como máquinas robóticas. Él predicó que Dios había otorgado al hombre la habilidad y responsabilidad de cooperar con Él en obtener la salvación y seguir a Dios. Las iglesias calvinistas rechazaron las doctrinas de Arminio, removieron a los ministros que enseñaban estas cosas, y por un tiempo persiguieron a los arminianos. La doctrina del arminianismo continuó hasta tener una fuerte influencia a través de los siglos al ser aceptada por muchos grupos incluyendo los metodistas, los bautistas del libre albedrío y el movimiento pentecostal moderno. GEORGE FOX, JEAN GUYON Y LA VIDA ESPIRITUAL INTERNA: Mientras los verdaderos cristianos siempre habían buscado experiencias espirituales más profundas, las vidas de George Fox y Jean Guyon ambas sobresalen por su íntima comunión con Dios. A su vez, ambos tuvieron un mayor impacto en la Iglesia en la era de la Reforma, el cual ha hecho eco en los tiempos modernos. George Fox (1624-1691) creció con un tierno corazón siendo hijo de padres ingleses pobres, pero piadosos. Él buscó a Dios diligentemente desde la edad de 19, y el Señor le reveló a George Su salvación y comenzó a hablarle a través de revelaciones, visiones y profecías. Un ejemplo de estas visiones de su Diario es el siguiente:

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Ahora fui llevado en el espíritu por medio de la flameante espada al Paraíso de Dios. Todo era nuevo allí, y toda la creación tenía una lozanía más allá de lo que las palabras pueden describir. No conocí nada más que pureza, e inocencia, y justicia siendo renovado a la imagen de Dios por Cristo Jesús, así que fui renovado hacia el estado de Adán el cual tenía antes de la caída…. Pero inmediatamente fui llevado en el espíritu, para ver otro estado más estable que la inocencia de Adán, hasta un estado en Cristo Jesús, que nunca caerá. A grandes cosas fui llevado por el Señor, y maravillosas profundidades me fueron reveladas, más allá de lo que las palabras pueden describir; pero cuando las personas llegan a sujetarse al Espíritu de Dios, y a crecer a la imagen y el poder del Todopoderoso, pueden recibir la Palabra de Sabiduría, que revela todas las cosas, y llegan a conocer la oculta unidad en el Ser Eterno. George Fox vivió en Inglaterra durante un tiempo cuando el cristianismo a menudo era sólo un rito externo. Como resultado, él fue guiado a predicar a las personas a que se apartaran de una religión vacía para recibir la salvación y aprender a ser guiados por el Espíritu de Dios. El poder de Dios fluía a través de su ministerio, y más de 50,000 personas siguieron a Fox durante los ocho años siguientes a que recibiera una visión de que él llevaría muchas personas al Señor. Ellos se llamaban los Amigos aunque sus oponentes les llamaban “cuáqueros”N.T. porque algunas veces temblaban o tenían otras manifestaciones de la unción del Espíritu Santo. N.T. En inglés se les llama “Quakers”. Quake significa temblor.

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George Fox valientemente confrontó la religión vacía de su tiempo con una predicación poderosa y una verdadera vida espiritual. La siguiente historia de su Diario ilustra esto: Y el siguiente primer-día [Domingo] fui a Tickhill y allí se reunían los Amigos; y había allí un poderoso quebrantamiento con el poder de Dios entre la gente. Fresco y lleno del poder de Dios fui movido en mi espíritu a ir al campanario [iglesia], que el sacerdote había hecho. Fui hacia ellos y cuando comencé a hablar, ellos cayeron sobre mí, y el clérigo con su Biblia me abofeteó de forma que mi cara estaba cubierta de sangre. Ellos gritaban: “sáquenlo de la iglesia”, y me dieron puñetazos y me golpearon fuertemente con libros, puños y palos. Me golpearon y me tiraron sobre un seto y allí volvieron a golpearme y me volvieron a tirar al suelo una y otra vez. Después me metieron a una casa (donde perdí mi sombrero y no lo volví a ver) y después de un tiempo me arrastraron a la calle, apedreándome y golpeándome, gravemente magullado y ensangrentado. El sacerdote observaba lo que su gente hacía. Después de un tiempo entré nuevamente a la reunión con los Amigos. Mientras el sacerdote y su gente salían, fui al patio y les prediqué. Mi espíritu nuevamente estaba reavivado por el poder de Dios; porque aunque ellos me habían herido, golpeado, apedreado, desangrado y tirado al suelo, por el poder de Dios yo había sido refrescado de nuevo, a Él sea la gloria. El

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sacerdote se burló de nosotros y nos llamó cuáqueros; pero les declaré la palabra de vida y les mostré cómo deshonraban ellos el cristianismo. El poder del Señor estaba sobre todos ellos, y la palabra les fue declarada con tanto poder y temor, que el sacerdote comenzó a temblar, de tal forma que alguien dijo: “miren como tiembla y se estremece el sacerdote, él también se volvió un cuáquero”. Aunque los cuáqueros llegaron a extremos desequilibrados de rechazar muchas formas externas del cristianismo, como el bautismo en agua y la comunión, durante muchos años ellos llevaron un avivamiento poderoso que trajo mucha bendición y desarrollo a Inglaterra, Estados Unidos y partes de Europa. Jean Guyon (1648-1717) fue una contemporánea de George Fox, quien vivió en una sociedad muy diferente como parte de la opulenta nobleza de la Francia Católica. Ella nació en una familia religiosa y pasó buena parte de su infancia viviendo en conventos donde diligentemente leyó la Biblia. Desde los años de su adolescencia, su gran anhelo fue vivir en la presencia de Dios para Su gloria. Entró a profundas experiencias con Dios puesto que aprendió a “orar sin cesar” como el apóstol Pablo animaba. Al crecer cerca de Dios escribió un libro llamado El Método de Oración que se popularizó entre los piadosos en Francia. Algunas citas del libro incluyen: Cuando la revelación viene a ti, algo sucede; Jesucristo en realidad hace una impresión de Sí Mismo sobre tu alma. Cada vez que Él viene a ti,

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deja una impresión nueva y diferente de Su naturaleza sobre ti. Has oído que debes pensar en las distintas experiencias de Jesucristo. Pero es mucho mejor para ti llevar estas experiencias de Jesucristo dentro de ti. Cuanto más progreses en Cristo, más vas a continuar habitando en Él, sin desviarte repetidamente y teniendo que volver. Permaneces en Su presencia; y habitas con Él en las cámaras de tu espíritu. Adentro tu espíritu está continuamente en acción. Es una dulce inmersión dentro de la Deidad. Tu Dios es un Dios quien a menudo se oculta. ¿Por qué? Su propósito es despertarte de la pereza espiritual. Su propósito es causar que le sigas. ¿Qué es el abandono en Dios? Es olvidar tu pasado; es dejar el futuro en Sus manos; es dedicar el presente total y completamente a tu Señor. Pruebas increíbles zarandearon a Madame Guyon durante su vida. La viruela le arrebató su belleza física, mientras que familiares codiciosos arrebataron su gran fortuna. Al aumentar su popularidad, las acusaciones y difamaciones de líderes religiosos también se multiplicaron. Líderes católicos la encarcelaron por muchos años, y estuvo dos años en confinamiento solitario en su celda. A través de todas sus pruebas ella sólo se acercó más al Señor, diciendo: “Al añadir a mis cruces externas, Tú no cesaste de aumentar mi gracia interna y la felicidad”.

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Después de enfermarse de gravedad se le permitió dejar la prisión, sólo para vivir los últimos 16 años de su vida bajo arresto domiciliario. En su testamento escribió: “En Tus manos, Oh Dios, dejo mi alma, no confiando para mi salvación en algo bueno que haya en mí, sino solamente en Tus misericordias, y los méritos y sufrimientos de mi Señor Jesucristo”. Por medio de su profunda comunión con Dios, su extraordinaria vida piadosa y sus escritos, Madame Guyon ejerció una poderosa influencia sobre. Más tarde, John Wesley escribió: “Tendríamos que buscar por muchos siglos, antes de encontrar otra mujer que fuera tal modelo de verdadera santidad”, mientras que el primer misionero estadounidense, Adoniram Judson, trató de seguir su piadoso ejemplo durante sus propios sufrimientos. En tiempos modernos, Watchman Nee tradujo los escritos de ella al idioma chino y los usó para ayudar a edificar los fundamentos del movimiento de iglesia en el hogar de China. JOHN WESLEY (1703-1791) Y LA SANTIDAD: La condición moral y social de Inglaterra eran muy débiles cuando John Wesley vivió. Su padre era un ministro anglicano, y siguiendo el patrón familiar John se preparó para el ministerio aunque él personalmente no había nacido de nuevo. Cuando tenía 34 años asistió a una reunión de estudio bíblico donde se leyeron las enseñanzas de Martín Lutero. Más tarde él testificó que mientras escuchaba, “sentí mi corazón extrañamente cálido. Sentí que confiaba en Cristo, solamente en Cristo, para salvación: y una certeza me fue dada, que Él había quitado los pecados, incluso los míos, y me salvó de la ley del pecado y de la muerte.”

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Wesley y su primer grupo de cooperadores aprendieron cómo orar y predicar por el poder del Espíritu Santo. En su Diario escribió acerca de un servicio que duró toda la noche: “Cerca de las tres de la mañana, mientras proseguíamos orando sin parar, vino el poder de Dios poderosamente sobre nosotros de tal manera que muchos gritaron de exuberante gozo y muchos cayeron al piso”. Las personas eran liberadas de espíritus inmundos en sus servicios, y muchas otras obras del Espíritu Santo eran observadas. El corazón de Wesley “extrañamente cálido” nunca perdió el fuego del Espíritu Santo durante sus 52 años de ministerio activo. Se estima que él viajó cerca de 250,000 millas (a caballo la mayor parte), predicó más de 50,000 sermones, y escribió más de 230 libros. Su hermano, Charles, escribió 6,000 himnos y también fue un líder del movimiento. John Wesley pudo haber vivido como un hombre rico sólo con la venta de sus libros, pero él siempre vivió de forma sencilla e invirtió la fortuna que ganó en la obra del Señor. Al morir dejó únicamente unas pocas monedas, un abrigo muy usado, dos cucharitas de plata, y más de 134,000 convertidos. Mientras predicaba el evangelio, Dios le dio a John Wesley un fuerte mensaje acerca de la santificación y la santidad. No fueron únicamente muchos miles de vidas cambiadas por la Palabra de Dios, sino también una reforma moral alcanzó a la sociedad para tratar problemas tales como la pobreza, la esclavitud, la educación, reforma de las prisiones y cuidado médico. El movimiento que Wesley ayudó a comenzar y a organizar, terminó transformando

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la nación de Inglaterra, y muchos historiadores declararon que sin esta renovación, la nación se hubiera deslizado a una sangrienta revolución similar a la que sucedió en Francia en aquella época. Las denominaciones Metodistas y Wesleyanas que surgieron de la obra de Wesley también ayudaron a edificar un fundamento cristiano en los Estados Unidos y en muchas otras naciones. GEORGE WHITEFIELD (1714-1770) Y EL EVANGELISMO MASIVO: Siendo un compañero más joven de John Wesley en la Universidad de Oxford, George Whitefield jugó una parte muy importante al principio del movimiento Metodista. Él fue el primero del grupo en nacer de nuevo y predicar con gran poder. Siendo un predicador entusiasta, ¡también fue el primero en ser echado fuera de los púlpitos de la Inglaterra dignificada! Sin embargo, esto también le guió a recobrar una gran verdad bíblica que él y los metodistas usaron desde entonces para estremecer naciones para Cristo. Cuando Whitefield predicaba en las iglesias, hasta mil personas podían apiñarse afuera, tratando de escuchar. Muchas veces la escritura llegaba a él mientras iba por caminos principales y veredas, y apremiaba a los pecadores a ir y llenar la casa del Maestro. Sin embargo, cuando le sugirió a John Wesley que podían alcanzar más gente predicando al aire libre, el señor Wesley se escandalizó. Wesley dijo: “Es una idea loca”, y pensó como los ministros de esa época, que “salvar almas era casi un pecado si no se hacía en una iglesia”. Pero pronto Whitefield trató de predicar al aire libre a algunos mineros de carbón que pasaban, y alrededor de 200 se detuvieron

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y escucharon hasta que Whitefield vio los surcos blancos producidos por las lágrimas que rodaban por sus mejillas manchadas de carbón. Ellos le pidieron que volviera a cierta hora, y para esta segunda predicación unos 2,000 llegaron a escuchar el evangelio. En unas pocas semanas una muchedumbre de hasta 23,000 se reunió al aire libre para escucharle, y muy pronto el resto de los metodistas estaban también predicando en cualquier lugar donde podían reunir mucha gente. Si bien George Whitefield dejó el movimiento Metodista (él era calvinista mientras Wesley era arminiano en doctrina), se convirtió en el primer evangelista moderno que trabajó interdenominacionalmente en sus cruzadas. Predicó para todas las denominaciones protestantes, y animó a sus convertidos a asistir a cualquier iglesia de Dios. Para enfatizar esto, a menudo relataban la siguiente historia: “Padre Abraham”, clamó Whitefield, “¿A quiénes tienes en el cielo? ¿Algún episcopal?” “No”, respondió Abraham. “¿Tienes algún presbiteriano?” “No”. “¿Algún independentista o metodista?” “No, No, ¡NO!” “¿Entonces, a quiénes tienes en el cielo, Padre Abraham?” “¡Aquí no tenemos esos nombres! Todos los que están aquí son cristianos: creyentes en Cristo, hombres que han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio”. “Ah, ¿ese es el caso?” replicó Whitefield.

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“Entonces Dios ayúdame, Dios ayúdanos a todos, a olvidarnos de tener nombres y nos convirtamos en cristianos en obras y en verdad”. Whitefield fue poderosamente ungido por Dios para predicar el evangelio. Durante uno de sus treinta viajes misioneros a Estados Unidos él ayudó a llevar el avivamiento llamado “El Gran Despertar”. Aunque él no dejó ninguna denominación específica como resultado de su ministerio, en cambio dio a varias naciones un poderoso testimonio cristiano renovado.

La Contrarreforma Católica La Reforma Protestante comenzó a extenderse rápidamente a través de toda Europa desde el momento en que Martín Lutero clavó sus 95 tesis en 1517. En 35 años Alemania, Suiza, los Países Bajos y los países Escandinavos ya se habían vuelto, en su mayoría, naciones protestantes. La Iglesia de Inglaterra también se había separado de Roma, a la vez que grandes movimientos protestantes habían comenzado en Francia, Austria, Polonia y otras naciones. La prolongada existencia de la Iglesia Católica se vio amenazada por estos súbitos cambios, así que ellos respondieron rápidamente en distintas maneras. Los líderes católicos devotos hicieron un llamado a reformas internas. Estas se desarrollaron en el Concilio de Trento desde 1545 hasta 1563. Muchas prácticas corruptas fueron cambiadas o abolidas, y la estructura administrativa de la iglesia fue reformada. Sin embargo,

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la posición doctrinal del catolicismo no fue purificada. Al contrario, la Iglesia Católica Romana decidió establecerse con más firmeza en muchas doctrinas no escriturales que los protestantes rechazaban. Estas incluían que la naturaleza adámica pecaminosa es quitada por el bautismo de los bebés, que los libros apócrifos y las tradiciones orales no escritas de la iglesia Romana tienen la misma autoridad del Antiguo y Nuevo Testamento, que los “siete sacramentos” son necesarios para la salvación, y que el papa es el representante de Dios sobre la tierra. Una nueva orden religiosa católica, mucho más militante que la de los Agustinos o los Dominicos, también se levantó para combatir a los protestantes. Estos fueron los Jesuitas, fundada por Ignacio de Loyola en 1540. En su juventud Loyola había sido un noble español de pobre reputación moral, cuya carrera militar acabó a causa de una herida en batalla. Él entonces se volvió a la vida religiosa y decidió convertirse en un “soldado para Cristo”. Reunió otros nueve hombres celosos educados, quienes formaron la Compañía de Jesús con él en 1540. La Compañía creció rápidamente, y a través de su celo religioso, su educación superior, y maquinaciones políticas se convirtieron en las “tropas de choque” de la Iglesia Católica que con frecuencia detuvieron y aun ganaron terreno perdido de los protestantes. Algunos de ellos, como Francisco Javier, se volvieron misioneros exitosos en América y en Asia, y también tuvieron un éxito limitado al traer algunas de las iglesias Ortodoxas y Nestorianas bajo el control de Roma. Sin embargo, sus procedimientos, con frecuencia no éticos, y sus manipulaciones políticas eventualmente ocasionaron que aun las naciones católicas

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de Europa los expulsaran. Su “doctrina de estricta reserva mental” les permitía mentir, siempre y cuando el engaño fuera para una buena causa “cristiana”, y jesuitas celosos llevaron a cabo dichas tácticas a los extremos de espiar, robar y asesinar a sus oponentes. Desde 1773 hasta 1814, los papas los reprimieron en todo el mundo, pero desde entonces ellos de nuevo se expandieron para volverse la orden religiosa más poderosa en la Iglesia Católica moderna. Otros poderosos obstáculos para la Reforma Protestante fueron la Inquisición, así como las guerras religiosas provocadas contra ellos. En 1562, estalló una guerra en Francia contra los protestantes, y los jesuitas ayudaron a provocar allí siete “guerras religiosas” más, durante los siguientes 36 años. Aunque hubo momentos en los que un considerable porcentaje de la población de Francia era protestante, nuevas persecuciones sacaron a la mayoría de ellos fuera de la nación para 1685. En 1567 el ejército español católico romano llegó a los Países Bajos y asesinó a la mayoría de los protestantes en las provincias del sur. Estas provincias se convirtieron en la nación católica de Bélgica moderna, mientras que los protestantes del norte, se defendieron y se volvieron la nación protestante de Holanda. En 1588, la marina más grande de la historia europea, la Armada Española, zarpó hacia Inglaterra para intentar conquistar la nación y reinstalar el catolicismo. La combinación de una pequeña y valiente flota inglesa, y una fuerte tempestad hicieron naufragar gran parte de la Armada y la invasión fue cancelada.

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La guerra más destructiva de este período fue la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) que destrozó Alemania. Los dirigentes católicos romanos comenzaron esta guerra, y casi triunfaron en destruir a los protestantes, excepto por la valiente intervención del rey protestante de Suecia. Eventualmente los católicos hicieron la paz con los protestantes, pero del 30 al 50 por ciento de la población de Alemania murió en la guerra.

Hombres de Dios posteriores y su “Perla de Gran Precio” Mientras la Iglesia en siglos futuros tomó el carácter general del último período de la historia de la Iglesia, cristianos piadosos de los tiempos modernos han continuado encontrando más “perlas” de verdades bíblicas, las cuales han restaurado al cuerpo de Cristo. Algunos de los más notables incluyen los siguientes: George Müller (1805-1898) y la fe: La vida y el ministerio de George Müller han inspirado a muchos cristianos a buscar un nivel de fe más alto. Siendo un joven predicador dejó Alemania para prepararse en el campo misionero en Inglaterra. En lugar de eso se quedó allí y se convirtió en un Hermano pastor que no aceptó salario ni solicitó dinero. Sin embargo, por fe en la provisión de Dios, él fue capaz de levantarse y sostener un orfanato que llegó a tener 2,000 niños. La oración cubrió sus necesidades diarias, y las formas milagrosas en las cuales Dios las suplía fueron diversas y únicas. Cuando ya no les quedaba comida, ellos podían sentarse

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a orar por la comida, y antes de terminar su oración la comida inesperadamente llegaba. Cuando no tenían dinero para pagar a sus obreros, oraban y siempre fueron capaces de pagarles a tiempo. El señor Müller estimaba que Dios había respondido más de 50,000 de sus oraciones específicas, a menudo antes de levantarse de sus rodillas. Millones de dólares fluyeron a través de sus manos para los orfanatos así como para el campo misionero, aun así George Müller siempre vivió una vida muy modesta y al final de su vida, sólo tenía $850 en posesiones y dinero. Después de 45 años de ser un exitoso pastor y director de orfanatos en Inglaterra, George Müller dio de nuevo un paso de fe para comenzar un nuevo ministerio. Aunque cinco veces había llenado solicitudes para ser un misionero siendo joven, no fue sino hasta que tuvo setenta años que comenzó a cumplir este llamado. Durante los siguientes 17 años viajó alrededor del mundo predicando el evangelio y explicando la vida de fe. Viajó más de 200,000 millas a 42 naciones y predicó a cerca de tres millones de personas. Luego que terminó sus viajes misioneros, cuando tenía casi 87 años, el señor Müller continuó durante los siguientes seis años predicando regularmente y siendo activo en el ministerio. Aun después de su muerte su fe se mantuvo viva, puesto que las dos últimas personas de su lista de oración, por quienes había orado diariamente durante 53 años, finalmente fueron convertidas. John Dowie, A. B. Simpson y la sanidad divina: Entre muchos hermanos, estos dos fueron instrumentos

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para hacer de la sanidad divina, una doctrina ampliamente aceptada en el cuerpo de Cristo. John Dowie (1847-1907) fue un joven pastor de una iglesia congregacional cerca de Sydney, Australia en 1874, cuando una plaga mortal llegó a esa área. En pocas semanas, él había enterrado a 40 personas de la comunidad, y más de 30 miembros de su iglesia estaban enfermos y muriendo. Fue en esta crisis, que él aprendió por primera vez la realidad y el poder de la sanidad divina, ya que fue llamado para que orara por una de las jóvenes de su iglesia, quien estaba muriendo. John Dowie registró el testimonio de la sanidad de ella en su publicación, Las hojas de sanidad, en esta forma: Allí estaba ella gimiendo y rechinando sus dientes en la agonía del conflicto con el destructor, espumarajos blancos y sangre fluía de su boca. Yo la vi, y la ira ardió dentro de mí. “Oh”, pensé, “alguna aguda espada del cielo destruya este cruel enemigo que está estrangulando esta adorable joven”. De alguna extraña manera sucedió; encontré que la espada que yo necesitaba estaba en mis manos. Clamé: “¡Padre nuestro, ayúdanos! Libera a tu dulce niña. Ahora reclamamos la promesa, ‘Yo soy el Señor tu sanador’. La palabra es verdad, ‘Estas señales seguirán a los que creen, sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán’. Tu palabra es verdad, ‘La oración de fe sanará al enfermo’. Confiando solamente en Ti, clamo, ¡sálvala ahora, en el nombre de Jesús, Amén!”

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La joven dormía acostada, tan profunda y dulcemente que la madre susurró: “¿Está muerta?” “no”, respondí, “María vivirá; la fiebre se ha ido”. Me incliné sobre ella y chasqueando los dedos dije, “¡María!” Instantáneamente se despertó, sonrió y dijo: “Señor, ¿Cuándo vino? He dormido tanto tiempo”. Dejamos su cama y seguimos a la siguiente alcoba donde su hermano y hermana yacían enfermos con la misma fiebre. También oramos por estos dos, y fueron sanados. Desde este momento en adelante las oraciones de John Dowie mantuvieron a cada uno de los miembros de su iglesia a salvo de la plaga que azotaba la comunidad. Al continuar desarrollándose su ministerio, él enseñó y demostró la realidad de la sanidad divina hasta que predicó a multitudes de más de 20,000 personas. En 1888 se trasladó a los Estados Unidos y comenzó a tener campañas de sanidad en todo el país. Luego que se estableció en Chicago y comenzó a impactar la ciudad, fue arrestado 100 veces en 1895 por su ministerio de sanidad. Sin embargo, esto le dio la oportunidad presentar a la corte, bajo juramento, el testimonio de 100 personas quienes habían sido sanadas por Dios soberanamente. Un primo de Abraham Lincoln fue sanado instantáneamente de cáncer, y otros testimonios incluían una sobrina del Presidente Harrison, la esposa de un congresista, y varios abogados y doctores. Los cargos contra él fueron retirados, y primero Chicago y luego gran parte del mundo comenzaron a oír acerca de los milagros de sanidad bajo el ministerio del doctor Dowie.

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El ministerio de John Dowie comenzó a sufrir cuando él emprendió la gigantesca tarea de construir una ciudad cristiana completa a 40 millas al norte de Chicago. Trabajó a un paso frenético para supervisar todo el proyecto, yendo sin parar hasta 43 horas seguidas sin descansar ni dormir. Esto lo desvió de su ministerio espiritual y en pocos años él desarrolló serios desequilibrios en su vida y doctrina. Tan rápido como su ministerio se había levantado así también cayó, sin embargo, con todos sus defectos John Dowie había hecho mucho para que el cuerpo de Cristo alrededor del mundo, estuviera consciente de la realidad de la sanidad divina. A. B. Simpson (1843-1919) fue otro de los primeros proponentes de la sanidad divina. Comenzó su ministerio como un exitoso pastor presbiteriano en Canadá y los Estados Unidos, pero después de 15 años de ministerio él trabajó demasiado y en 1881, desarrolló una enfermedad mortífera del corazón. Esto le hizo investigar las Escrituras acerca de la sanidad divina, y luego de creer la Palabra de Dios fue sanado milagrosamente. Cuando comenzó a compartir su testimonio de sanidad y a predicar acerca de la sanidad divina, algunos comenzaron a rechazar esta nueva “doctrina cuestionable”. Aquel año él también fue bautizado en agua por inmersión, después de lo cual renunció a su denominación. Él entonces promovió una iglesia independiente en la ciudad de Nueva York y también comenzó una asociación misionera. En 1897 reorganizó sus crecientes ministerios en una sola organización que se convirtió en la denominación Alianza Cristiana y Misionera (ACyM).

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Para enseñar las principales doctrinas que él había recibido del Señor, A. B. Simpson predicó lo que él llamó el “Evangelio Cuádruple”: Jesucristo nuestro Salvador, Santificador, Sanador y el Rey que Viene. Todas las iglesias protestantes predicaban a Cristo el Salvador, y muchas de las iglesias metodistas, del Ejército de Salvación y de Santidad predicaban acerca de la santidad como una segunda obra de la gracia. Sin embargo, la ACyM fue la primera denominación principal que predicó acerca de la sanidad divina. Cuando el movimiento Pentecostal comenzó, a principios de 1900, un buen número de las iglesias ACyM se unieron. El “Evangelio Cuádruple” se volvió el fundamento doctrinal principal de dos grandes denominaciones pentecostales: la Iglesia Cuadrangular y las Asambleas de Dios. La única modificación que las iglesias pentecostales añadieron a este estatuto doctrinal fue que la santificación, la segunda obra de gracia (frecuentemente llamada el bautismo del Espíritu Santo por las iglesias de Santidad) primero es evidenciada por el hablar en lenguas. Mientras el hablar en lenguas no fue aceptado por A. B. Simpson y la mayoría de las iglesias ACyM, ellas fueron instrumentos para ayudar a que la doctrina de sanidad divina fuera ampliamente aceptada en todo el cuerpo de Cristo. Rees Howells (1879-1950) y la intercesión: Siendo un joven cristiano, Rees Howells experimentó el gran avivamiento de Gales que comenzó en 1902. Allí comenzó a aprender acerca del poder de una vida totalmente rendida a Dios. El Señor le enseñó que para interceder plenamente

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por una persona o grupo, él necesitaba identificarse sacrificialmente con sus necesidades. Para orar por los vagabundos, él comió su escasa y pobre comida durante años. Luego que hubo dado todo su dinero, prometió suplir toda la comida para cierta aldea porque una huelga en la mina local había comenzado. Para orar con autoridad para que los que estaban muriendo fueran sanados, ¡Dios le guió a que primero se ofreciera voluntariamente a tomar el lugar de ellos y morir de su enfermedad! Conforme el poder de sus oraciones intercesoras y hechos comenzaron a desatar milagros inusuales, Dios también guió a Rees Howells hacia un estilo de vida muy humilde. Delegó el liderazgo de su exitosa misión a un amigo, y por cinco años se quedó en casa en una vida de constante oración. El Señor le dijo que tomara el voto del nazareato (Nm. 6:2-8) que requería que él dejara crecer su cabello. Cuando él dejó de asistir a los servicios y comenzó a verse como un vagabundo, mucha gente pensó que se había descarriado. Aun así, cuando el Señor lo guió al África como misionero, los puntos en los cuales él había aprendido a obtener poder secreto en la oración, fueron usados públicamente para traer avivamientos. Cierta vez una epidemia esparció muerte por toda la tierra, pero el Señor le dijo a Rees Howells que declarara a los paganos que ninguno de los que fueran a la casa de la misión para estar seguros moriría. Aunque miles murieron en todo el rededor de ellos, Dios fue poderosamente glorificado cuando vivieron todos los que vinieron a su “ciudad de refugio”. Después de su gran triunfo en África el Señor volvió a llamarle a Gales donde su gran ministerio estaba por

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comenzar. Allí Dios le dijo a Rees Howells que comprara una costosa propiedad y levantara un instituto bíblico ¡aunque él únicamente contaba con dos chelines! A través de numerosas pruebas el Señor milagrosamente proveyó y levantó el Instituto Bíblico de Gales. Este instituto se volvió la defensa espiritual de Inglaterra durante las oscuras pruebas de la Segunda Guerra Mundial. Durante seis momentos cruciales en la guerra (en Dunquerque, la Batalla de Inglaterra, la invasión de Rusia, y la defensa de Moscú, Alejandría y Estalingrado), Rees Howells y su ejército intercesor obtuvieron primero la victoria en oración, que luego fue vista, usualmente en forma milagrosa, en el campo de batalla. En tiempos más recientes, el instituto bíblico que Rees Howells levantó, nuevamente ha tenido un impacto internacional. En la Segunda Guerra Mundial sus oraciones fueron respondidas contra los impíos alemanes nazis, pero ahora sus oraciones han sido respondidas por medio de un alemán distinto: un evangelista llamado Reinhard Bonnke, quien es graduado del Instituto Bíblico de Gales. Charles Parham, William Seymour y hablar en lenguas: A finales de 1800 había muchas pequeñas denominaciones de Santidad (la mayoría ramas del Metodismo) que buscaban a Dios para un avivamiento en Estados Unidos. A las doctrinas normales de ellos, Charles Parham (1873-1929) añadió la convicción doctrinal de que la evidencia inicial bíblica del bautismo del Espíritu Santo era hablar en lenguas. El movimiento Pentecostal moderno tuvo sus orígenes en el primer día del siglo XX (1 de enero de 1901) cuando

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uno de los estudiantes del Instituto Bíblico de Charles Parham, comenzó a hablar en lenguas. En siete años él tenía 25,000 seguidores en Texas y los estados circunvecinos. William J. Seymour (1870-1922), un predicador negro tuerto, fue otro estudiante del Instituto Bíblico de Charles Parham. Él viajó a Los Ángeles para predicar en 1906 y se volvió el líder principal del Avivamiento de la calle Azusa, que él ayudó a que empezara allí. Aunque varios ejemplos aislados de hablar en lenguas fueron registrados en distintas denominaciones entre los siglos XVI y XIX, fueron Parham y Seymour quienes comenzaron a enseñar doctrinalmente que la evidencia inicial del bautismo del Espíritu Santo era hablar en lenguas. Esta doctrina, junto con las potentes obras del Espíritu Santo, es lo que las iglesias Pentecostales han añadido al cuerpo de Cristo alrededor del mundo. Aquellos que enfatizan que la obra escritural completa del Espíritu Santo es para hoy, son ahora conocidos por diferentes nombres tales como pentecostales, carismáticos, de la Tercera Ola y del Evangelio Completo. Ellos no están reunidos bajo una sola cobertura denominacional, pero todos tienen una unidad basada en la Palabra de Dios y en la obra del Espíritu Santo. Se han convertido en el segundo grupo más grande del cuerpo de Cristo a nivel mundial, después de la Iglesia Católica Romana.

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LA IGLESIA DE FILADELFIA “Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre; Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap. 3:7-13). El mensaje de Cristo a la iglesia de Filadelfia, proféticamente también ilustró este sexto período de la historia de la Iglesia. Aquí encontramos muchos más detalles concernientes a la sexta parábola del mercader buscando perlas preciosas.

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El nombre de la iglesia que describe este período era Filadelfia, el cual significa “el amor fraternal”. Como las distintas iglesias evangélicas comenzaron a surgir, todas ellas podían compartir el mismo amor cristiano que es propio de los verdaderos hermanos en Cristo. A esta iglesia de amor fraternal, Cristo se presentó a Sí mismo con tres descripciones. Primero se declaró como “El Santo”. Fue en este tiempo en la historia de la Iglesia que la verdadera santidad de Cristo fue revelada nuevamente a la Iglesia. Durante siglos, una falsa santidad había sido enseñada a la Europa “cristiana”, que por medio de obras como comprar indulgencias, ir a peregrinajes o a cruzadas, orar a María y a los santos, y obedecer al papa, un pecador podía volverse santo. Pero a través de la Reforma Protestante las naciones comenzaron a ver que Cristo es el Único que es Santo, y Él ofrece Su santidad a los justos que vivirán por su fe en Él. La segunda descripción de Él mismo que el Señor Jesús dio a la iglesia de Filadelfia fue, “El Verdadero [real o genuino]”. A través de la lectura renovada y de la prédica de la Biblia, el verdadero Jesús fue visto nuevamente por las multitudes. La imprenta y las muchas traducciones nuevas de la Biblia, hicieron que las Escrituras estuvieran a disposición de las personas comunes como nunca antes. La tercera descripción de Sí Mismo fue, “El que tiene la llave de David, El que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre”. Ciertamente, esta fue una nueva revelación de Cristo a la Iglesia. Durante siglos los papas declararon que ellos tenían las llaves del reino, y podían cerrar el cielo

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a cualquiera que no les obedeciera. No obstante, las iglesias de la Reforma se regocijaron de encontrar que no eran los papas, ¡sino Jesucristo, quien todavía tenía las llaves! El Cristo resucitado con las llaves del reino entonces declaró a la iglesia del “amor fraternal”: “He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar”. Al estudiar las Escrituras, encontramos lo que esta “puerta abierta” puede significar. En Juan 10:9, Cristo declaró: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo”. Así que el primer cumplimiento de esta promesa de Cristo puede ser que los creyentes protestantes podían encontrar la puerta de la salvación abierta para ellos. En 1 Corintios 16:9, también leemos de una “puerta grande para el servicio eficaz” (LBLA). Vemos que esta también es una descripción apta para los tiempos de la Reforma, porque después de muchos siglos de inflexibilidad las iglesias recién se estaban abriendo para recibir los ministerios de múltiples reformadores. Además, en Colosenses 4:3, se nos habla acerca de una “puerta para la palabra”, traducida en la DHH como “puertas para predicar el mensaje”. Así como Dios había capacitado a Pablo para predicar osadamente la Palabra de Dios a muchos, durante este período de la historia de la Iglesia el Señor nuevamente hizo que la predicación de Su Palabra resonara a través de las naciones. La última puerta acerca de la cual leemos en las Escrituras, es una “puerta abierta en el cielo” en Apocalipsis 4:1.

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Esto puede recordarnos las proclamas papales durante el Oscurantismo, que como sucesores de Pedro tenían el poder de cerrar las puertas del cielo a todos aquellos que no les obedecieran. Fue durante el período de la Reforma que gran parte de Europa despertó para ver que Cristo ofrecía las puertas abiertas del cielo para todos los que vinieran, no al papa, sino a Él. Luego el Señor Jesús dijo a la iglesia de Filadelfia por qué les estaba dando esta puerta abierta. Él les encomió, diciendo: “porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre”. El Señor proféticamente elogió a las iglesias de ese tiempo por tener “poca fuerza”. Tenían sólo un poco de poder comparado a lo que Cristo puede dar, ¡pero era mucho comparado a lo que la Iglesia tenía previamente! También podemos medirnos a nosotros mismos con lo que los líderes de la iglesia Protestante temprana hicieron con “poca fuerza”. Martín Lutero enfrentó una ciudad (y un imperio) sin temor aunque estaba llena de diablos. Los primeros reformadores con frecuencia vencieron el sufrimiento, el encarcelamiento y la guerra. Whitefield predicaba regularmente a grandes multitudes de hasta 20,000 y 30,000 personas sin micrófonos ni amplificadores. Los viajes de John Wesley en 1700, fueron el equivalente a circunvalar el mundo diez veces, y él predicó un promedio de más de tres veces al día, los 365 días al año, ¡por más de 40 años mientras también escribía cientos de libros! Cristo prosigue alabando a la iglesia de Filadelfia, “has guardado mi palabra”. Esto fue muy apropiado para el

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período más bíblico de toda la historia de la Iglesia. Todos los grupos protestantes estaban unidos declarando que la Biblia es la única fuente de doctrina cristiana. Como resultado de estas encomiables características, el Señor les prometió: “Yo haré que vengan [los falsos creyentes] y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado”. Durante siglos los creyentes evangélicos han sido golpeados y menospreciados como herejes. Pero en este tiempo el Señor exaltó a los verdaderos creyentes, y demostró Su favor a las iglesias bíblicas protegiéndolas, bendiciéndolas y multiplicándolas. Las iglesias protestantes y evangélicas raramente han sido influenciadas por la Iglesia Católica Romana desde este tiempo en adelante, pero hemos visto a la Iglesia Católica Romana con frecuencia influenciada por las iglesias de nacidos de nuevo desde el tiempo de la Contrarreforma Católica hasta los tiempos modernos de la renovación carismática.

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CAPÍTULO NUEVE El Fin de la Era (1792-2000+d.C.) Acabamos de ver cómo la sexta parábola de Cristo en Mateo 13, y Su sexto mensaje a la iglesia de Filadelfia ilustran la restauración de la Iglesia. Esta restauración de la Iglesia prosigue hasta la Segunda Venida de Cristo. Sin embargo, hay otras dos características importantes para la culminación final de la Iglesia, las cuales se mencionan en la séptima parábola y en el séptimo mensaje. Estos juntos completarán las ilustraciones proféticas de Cristo acerca del crecimiento y desarrollo de la Iglesia.

LA PARÁBOLA DE LA RED “Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será el fin del siglo; saldrán los

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ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 13:47-50). Al llegar nuestro Señor Jesús a la séptima parábola acerca del crecimiento del reino en Mateo 13, Él también interpretó su significado. Cristo dijo específicamente que esta última parábola hablaba acerca de “el fin de la era”. Aunque debemos estimar las fechas que esta parábola describe proféticamente, comparándolas con la historia mundial, su tiempo básico y su mensaje nos son mostrados muy claramente por el Maestro Intérprete Mismo. La red de la cual Cristo habla aquí, se refiere a la invitación del evangelio. A través de la predicación del evangelio podríamos volvernos “pescadores de hombres”, como Cristo dijo a Pedro en Mateo 4:19. El mar donde es echada la red es interpretado para nosotros en Apocalipsis 17:15, donde “las aguas…son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”. La red del evangelio echada al mar, al fin de la era, corresponde a la profecía que el Señor Jesús dio en Mateo 24:14 cuando Él dijo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. El evangelismo mundial es el tema de esta parábola, y también puede verse como la tendencia sobresaliente durante los dos últimos siglos de la Iglesia. Comenzó en 1792 cuando Guillermo Carey organizó la primera sociedad misionera Bautista. Desde ese momento en adelante, la visión del evangelismo mundial comenzó a ser capturada rápidamente por todos los movimientos

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protestantes y evangélicos. Esto llevó a la organización de lo que hoy se llama el Movimiento Misionero Moderno.

Primeros precursores del Movimiento Misionero Moderno Mucho tiempo antes de Guillermo Carey, varios líderes y grupos ya habían adquirido una visión para el evangelismo mundial. Los primeros que comenzaron a hacer un impacto significante fueron los católicos, con Cristóbal Colón (1451-1506) ayudando a mostrar el camino. Él fue un hombre muy devoto, quien durante la mayor parte de su vida procuró caminar cerca de Dios. En 1501, Colón escribió: “Yo sólo soy el más indigno pecador, pero puesto que clamé por gracia y misericordia del Señor, estas me han cubierto completamente. He encontrado el consuelo más deleitoso en hacer de esto mi meta total en la vida para disfrutar su maravillosa presencia”. Como él testificó al Rey Fernando y la Reina Isabel en 1503, él había recibido una visión siendo un joven aún, en la cual el Espíritu Santo le dijo estas palabras directamente: “Dios hará que tu nombre sea proclamado maravillosamente a través del mundo y te dará las llaves de las puertas de los océanos las cuales están cerradas con fuertes cadenas”. Colón imaginó que la victoria final sobre los musulmanes infieles tendría éxito únicamente si las naciones cristianas eran fortalecidas primero, desarrollando nuevas rutas de comercio internacional y evangelizando nuevas naciones. Él sintió un llamado específico de Dios para alcanzar esto.

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Su nombre Cristóbal (el cual significa “portador de Cristo”) significaba su llamamiento para llevar el evangelio a nuevas tierras. Dios también le había dado Isaías 60:9 como una promesa personal: “Ciertamente a mí esperarán los de la costa, y las naves de Tarsis [España] desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo de Israel, que te ha glorificado”. El descubrimiento de América por Colón fue el cumplimiento absoluto de esas visiones y profecías. El área geográfica del cristianismo global pronto fue duplicada con la cristianización de América, mientras que su nuevo oro permitió a los españoles establecer su conocimiento de Cristo en lugares tan lejanos como las Filipinas en Asia. Otros países europeos católicos tales como Portugal y Francia también buscaron edificar imperios coloniales y establecer su religión dondequiera que viajaban. Para 1620 había dos millones de bautizados católicos en las Filipinas, y para 1650 había 250,000 convertidos en China y 350,000 en Vietnam. Los católicos romanos japoneses se contaban en medio millón para 1600, aunque las persecuciones pronto martirizaron decenas de miles de ellos y destruyeron la obra. El movimiento de misiones que Colón ayudó a iniciar entre los católicos ha proseguido hasta tener un impacto en los tiempos modernos, como la obra de la Madre Teresa en la India. Aunque las personas evangelizadas por estos católicos han tenido que ser evangelizadas nuevamente en los siglos posteriores con un cristianismo evangélico purificado, Colón todavía fue justificado cuando él escribió en su

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Libro de Profecías la siguiente observación: “Mateo, Marcos y Lucas han registrado las señales del fin de la era, y yo digo que la señal que me convence a mí que nuestro Señor está apresurando el fin del mundo, es la reciente predicación del evangelio en tantas tierras”. Cuando las naciones protestantes de Europa también comenzaron a construir imperios coloniales, ellos enviaron capellanes a su gente junto con unos pocos misioneros. Hubo sólo unos pocos intentos serios para evangelizar a algunas de las tribus indígenas americanas, pero la mayoría de sus ministros internacionales, meramente trabajaron entre los colonos europeos locales. Los primeros protestantes que comenzaron a adquirir una visión del evangelismo mundial vivían en Alemania. Los primeros luteranos no iniciaron ninguna misión internacional, puesto que aparentemente estaban preocupados por sobrevivir la persecución católica. Un avivamiento posterior entre ellos, que fue conocido como el movimiento Pietista, envió unos pocos misioneros a principios de 1700. Un Pietista llamado Conde Zinzendorf llevó esta visión misionera mucho más lejos. Empezando en 1722, invitó a cristianos perseguidos, muchos de ellos descendientes espirituales de Jan Hus, a establecerse en sus tierras. El avivamiento llegó a su pequeña comunidad, y este grupo llamado los Moravos encendieron la antorcha del celo misionero protestante. Comenzaron una cadena de oración de 24 horas al día que duró más de cien años, y durante los siguientes dos siglos uno de cada 12 de sus miembros

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se convirtió en un misionero extranjero. Pocos de esos misioneros fueron ministros entrenados, ¡entre los primeros enviaron dos excavadores, un carpintero, y un alfarero! Eran enviados equipados con naturalidad, solamente con su boleto de ida; sin embargo, su celo y su piedad hicieron que lograran mucho. Uno de los más notables logros obtenido por los misioneros moravos fue que ellos ayudaron a que John Wesley se convirtiera en un evangélico nacido de nuevo.

El Movimiento Misionero Moderno El hombre que lanzó la corriente principal de las iglesias protestantes para organizar actividades misioneras fue William Carey (1761-1834), llamado “El padre de las misiones modernas.” Siendo un joven ministro bautista, primero trató de incitar a otros pastores bautistas locales a una visión misionera. Se dice que la primera respuesta de ellos fue: “¡Tranquilo, jovencito! ¡Cuando Dios decida convertir a los paganos lo hará sin su ayuda o la mía!” Pero a través de mucha perseverancia Carey organizó la primera Sociedad Misionera Bautista en 1792, que luego lo envió a él a la India. Sus prolíferos logros misioneros ante las grandes pruebas demostraba el lema que había acuñado: “Espera grandes cosas de Dios. Intenta grandes cosas para Dios.” En gran parte a través de la influencia de Carey, muchas sociedades misioneras y bíblicas comenzaron a surgir rápidamente a lo largo de Europa y América. Estas incluían la Sociedad Misionera de Londres (1795), la Sociedad

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Misionera de los Países Bajos (1797), la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (1804) y la Unión Misionera Bautista Americana en 1814. La visión de cumplir la Gran Comisión de Cristo se convirtió rápidamente en la meta de las iglesias protestantes. El misionero pionero más famoso en África fue David Livingston (1813-1873). Mientras exploraba gran parte del interior de África del Sur, predicó el evangelio y trabajó para acabar con el cruel mercado árabe de esclavos. Él incitó a muchos para que siguieran su ejemplo, y una multitud de misioneros fue a África, y con frecuencia morían allí. El primer misionero metodista norteamericano para África murió de enfermedad en cuatro meses, pero sus últimas palabras fueron: “Que caigan miles antes que África se abandonada”. África Occidental fue conocida como “la tumba del hombre blanco”, pero el fruto de sus sacrificios se ha multiplicado abundantemente. ¡Las estadísticas muestran que comenzando en el año 2000 más del 50 por ciento de la población de África ahora se declara ser cristiana! Hudson Taylor encabezó el trayecto para penetrar la vasta población de China con el mensaje del evangelio. Cuando arribó por primera vez en la China, los pocos misioneros allí, se quedaban en las ciudades portuarias donde podían vivir con relativa comodidad y seguridad. Hudson dejó sus tradiciones para usar vestiduras nativas y viajar lejos hacia el interior. Él se volvió un misionero independiente sin una organización para suplir sus necesidades, pero comprobó abundantemente su famoso dicho: “La voluntad de Dios hecha a la manera de Dios, nunca carecerá de la

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provisión de Dios”. La misión que Hudson Taylor fundó, esparció el evangelio a través de la nación y ayudó a colocar los fundamentos del movimiento moderno de la iglesia en el hogar, el cual tiene ahora un estimado de 80 millones de creyentes. Los primeros misioneros estadounidenses guiados por Adoniram Judson fueron enviados en 1812. Aunque fue seis años antes de que ganara su primer convertido, hay ahora millones de cristianos en Myanmar (Birmania) donde Judson abrió el camino. Otros campos misioneros estadounidenses se desarrollaron rápidamente, tal como Ceilán (1816), el Medio Oriente (1820), China (1830) y Madura en 1834. Las misiones estadounidenses crecieron rápidamente con tanta fuerza, que hacia finales de 1900 cerca de dos tercios de los misioneros extranjeros mundiales llegaron de los Estados Unidos. Muchas organizaciones misioneras fuertes continuaron ayudando a esparcir el evangelio hasta hoy. Los Traductores Wycliffe de la Biblia, Juventud con una Misión, Cruzada Estudiantil para Cristo, y la Junta Internacional de Misiones de la Convención Bautista del Sur de los Estados Unidos, son hoy, las organizaciones misioneras más grandes del mundo. Sin embargo, las tendencias globales en las misiones están cambiando rápidamente. En la mayoría de países los cristianos nacionales se han vuelto fuertes y han tomado sobre sí, las mayores responsabilidades de evangelizar a su propia gente. Mientras las organizaciones misioneras básicamente occidentales todavía son necesarias por su

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experiencia y recursos, misioneros no occidentales están aumentando rápidamente para ayudar poderosamente a completar la causa del evangelismo mundial. Estos incluyen misioneros internacionales, misioneros de culturas cruzadas (trabajando desde su país natal) y misioneros “tenderos” (empleados en el extranjero, pero activos en el ministerio cristiano). Las estadísticas proyectan que para el año 2015 las naciones no occidentales estarán contribuyendo al 50 por ciento de los misioneros internacionales del mundo.

Los avivamientos y los evangelistas Muchos ministros, que usualmente no son considerados como misioneros, han ayudado en gran manera a la causa del evangelismo mundial en los últimos 200 años. Ellos han sido llamados usualmente evangelistas o restauracionistas. Conforme Dios se ha movido por Su Espíritu algunas veces en avivamientos asombrosos, estos evangelistas han ayudado a cumplir la Gran Comisión de Cristo y a reunir la cosecha mundial. En 1700, John Wesley y George Whitefield fueron los primeros predicadores en lo que ha sido llamado el Avivamiento Evangélico en Inglaterra y el Gran Despertar en los Estados Unidos. Muchos otros grupos como los bautistas y los presbiterianos también se unieron, y la mayoría de colonias estadounidenses reportaron que la membresía de sus iglesias se duplicó en pocos años. El año 1800 se inició con algunos avivamientos que transformaron la frontera occidental de los Estados Unidos.

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En el avivamiento de Cane Ridge de 1801, más de 20,000 personas se reunieron desde lugares remotos, llevados por el Espíritu Santo. En su libro, Exploring Evangelism (Explorando el evangelismo), Mendell Taylor repite el testimonio de un testigo presencial del avivamiento: El ruido era como el rugir de las cataratas del Niágara. Ya que algunas de las personas estaban cantando, otras orando, algunas clamaban por misericordia, mientras otras gritaban fuertemente. Un poder sobrenatural extraño parecía difundirse. En un momento vi que por lo menos quinientas personas caían al suelo instantáneamente, como si mil revólveres hubieran disparado sobre ellos, e inmediatamente comenzaron chillidos y gritos que rasgaban los mismos cielos. Estos avivamientos formaron los inicios de los campamentos Bautistas, los cuales han sido llevados a cabo hasta hoy. El mayor restauracionista de este período, llamado el Segundo Gran Despertar, fue un abogado presbiteriano que se convirtió en predicador llamado Charles Finney. Más de medio millón de personas fueron nacidas de nuevo como resultado de su ministerio. En sus servicios de avivamiento entre 1830 y 1831, en Rochester, en el estado de Nueva York, se convirtieron 10,000 personas (la mayoría de la ciudad) y se desplegaron más avivamientos que ocasionaron que cerca de 100,000 personas se convirtieran en menos de un año. Las ventas de licor cerraron, y por muchos años se redujo el crimen en un 90

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por ciento. Un seminario fue construido para entrenar a todos los nuevos convertidos quienes se preparaban para el ministerio. El avivamiento transformó la ciudad de tal manera que un artículo de Selecciones del Reader’s Digest: Our Kindest City, N.T. ¡hacía notar que los efectos del avivamiento todavía podían ser observados 160 años después! El poder de esos avivamientos algunas veces fue tan grande que las personas podían sentir el temor de Dios siendo derramado sobre ellas mientras se dirigían hacia el pueblo donde el avivamiento tenía lugar. Un avivamiento que Charles Finney dirigió, fue encendido por su contacto visual con una dama inconversa. Él registra aquel avivamiento en sus Memorias: Había una fábrica de algodón en un lugar llamado actualmente New York Mills. Era propiedad de un hombre inconverso de moral sólida y mi cuñado era el superintendente. Fui invitado a predicar allí a la escuela de la aldea. Yo podía ver que la palabra tuvo un efecto poderoso entre las personas, especialmente entre los trabajadores de la fábrica. A la mañana siguiente me dirigí hacia la fábrica para observarla. Al pasar, pude ver que había mucha agitación entre aquellos que estaban ocupados en sus máquinas. Al pasar por uno de los departamentos donde un gran número de mujeres jóvenes atendían sus tejedoras, vi a dos de ellas observándome y hablando muy seriamente entre sí. Podía ver que ambas estaban muy nerviosas aunque las dos reían. N.T. - Nuestra ciudad más amable, julio de 1994

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Lentamente caminé hacia ellas. Ellas me vieron llegar y se pusieron nerviosas. Una de ellas trataba de arreglar una hebra rota, pero sus manos temblaban tanto que no podía hacerlo. Me aproximé despacio, viendo a ambos lados de la máquina, pero pude ver que esta joven se ponía más y más nerviosa. Al llegar a unos ocho o diez pies de ella la vi de un modo solemne. Ella estaba muy abrumada y rompió a llorar. La impresión prendió fuego como pólvora, y en pocos momentos casi todos en al salón lloraban. Este sentimiento se esparció por toda la fábrica. El propietario estaba presente, y viendo el estado de las cosas dijo: “Pare el trabajo y deje que los empleados se ocupen de la religión, porque es más importante que se salven nuestras almas que el que esta fábrica siga funcionando”. La fábrica se detuvo y todos se reunieron. Difícilmente he asistido a una reunión más poderosa. El edificio era grande y muchas personas cabían en él, desde las vigas del techo hasta las bodegas. El avivamiento recorrió la fábrica con un poder asombroso, y en unos pocos días casi todos se habían convertido. Evangelistas como D. L. Moody y los Booth con su Ejército de Salvación mantuvieron encendidos los fuegos de avivamiento en Estados Unidos, Inglaterra, y partes de Europa la mayor parte de la segunda mitad de los 1800, hasta que llegó una época de avivamiento más grande. Estos avivamientos se dispersaron a través de muchas partes del mundo a principios de 1900, comenzando con

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el avivamiento de Gales en 1904. Entre 1900 y 1910 los cristianos en Corea se multiplicaron un 400 por ciento, la población cristiana de la India aumentó 60 por ciento entre 1905 y 1906, y los cristianos de África aumentaron de 300,000 a 500,000 durante 1903 y 1910. Los evangélicos se triplicaron en Indonesia desde 1903 hasta 1913, y Albert Lune dirigió un gran avivamiento en las naciones Escandinavas. Mientras los avivamientos arrasaban en muchas naciones en esos momentos, los más grandes fueron el de Gales y el de Los Ángeles. En Gales (la sección occidental de Inglaterra) un gran avivamiento comenzó arrasando el país en 1904 bajo el liderazgo de un joven de 26 años llamado Evan Roberts. Su oración repetida con frecuencia, “doblégame”, terminó causando que cientos de miles de personas se doblegaran en arrepentimiento delante del Señor. Al expandirse el avivamiento, millares de personas comenzaron a llenar las iglesias de Gales cada noche. El Espíritu de Dios se derramó sobre los pueblos, y los borrachos en los bares se arrastraban a gatas a las iglesias y eran salvos. La policía ya no tenía crímenes que controlar, así que con frecuencia se volvían directores de tránsito y ujieres en los servicios de las iglesias. Nadie deseaba asistir a los juegos de fútbol de su equipo nacional, pero estaba bien, porque los miembros del equipo se convirtieron e iban a las iglesias a dar su testimonio. Con frecuencia ningún humano dirigía, el Espíritu de Dios orquestaba servicio tras servicio. Las reuniones espontáneamente siguieron día tras día durante varios años, y de labios de una persona: “Los servicios

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comenzaban a las 7:00 p.m., la ‘carne’ se iba a casa a medianoche, y la gloria caía a las 3:00 a.m.” El Espíritu Santo también trajo un poderoso avivamiento a Los Ángeles durante esos mismos años. Guillermo Seymour fue el vaso que Dios usó para traer el avivamiento a una reunión de oración en casa. Él había vivido, predicado y orado por un avivamiento hasta que éste descendió el 9 de Abril de 1906. Cuando el poder de Dios descendió aquella noche, siete personas comenzaron a hablar en lenguas. La noticia de la visitación pronto se esparció, y una persona escribió: Las personas llegaban de todas partes. A la mañana siguiente nadie podía acercarse a la casa. Al acercarse las personas caían bajo el poder, y toda la ciudad estaba agitada. Los enfermos eran sanados y los pecadores eran salvados al momento que entraban. Esta reunión duró tres años, día y noche, sin descanso. Este avivamiento fue el inicio más importante del movimiento pentecostal moderno. La edición de agosto de 1906 de Way of Faith (Camino de Fe), el periódico de Santidad de Carolina del Sur, proféticamente reportó lo siguiente acerca del Avivamiento de la Calle Azusa en Los Ángeles: Miles han venido de muchas partes del mundo, enviados por Dios para “Pentecostés”. Estos

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esparcirán el fuego hasta lo último de la tierra. El celo misionero está al rojo vivo. Los dones del Espíritu están siendo otorgados, las armas de la iglesia restauradas. Los demonios son echados fuera, los enfermos sanados, muchos están siendo salvados, restaurados, bautizados con el Espíritu Santo y poder. Hay una gran manifestación del “descanso en el Espíritu”. Hombres fuertes yacen por horas bajo el portentoso poder de Dios, reducidos como hierba. Sin duda, el avivamiento será a nivel mundial. Las iglesias nacidas de este avivamiento formaron la denominación pentecostal de las Asambleas de Dios en 1914, mientras que otros grupos pentecostales también declaran que sus raíces espirituales son de la Calle Azusa. Después de las dos guerras mundiales, otra temporada de avivamiento comenzó a esparcirse alrededor del mundo comenzando en 1947. Muchos evangelistas pentecostales de sanidad, como T. L. Osborn, William Barnham, A. A. Allen y Oral Roberts, llevaron a cabo cruzadas masivas de milagros a través de Norte América y muchas otras naciones. El evangelista bautista Billy Graham también comenzó su ascenso a la prominencia en este tiempo, y continuó hasta registrar más de dos millones de decisiones por Cristo durante sus cruzadas alrededor del mundo. Un ejemplo sensacional del impacto de este “Avivamiento de Lluvia Tardía” con los evangelistas de sanidad, vino de Argentina. Como se registra en el libro Secretos del

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Avivamiento en Argentina por Eduardo Millar, en 1951 el Señor comenzó a visitar un pequeño instituto bíblico cerca de Buenos Aires. Luego de un tiempo de llanto intenso e intercesión, vino una profecía declarando: “No llores más… el León de la tribu de Judá ha prevalecido. Yo he vencido al Príncipe de Argentina”. Los resultados de aquella victoria celestial han sido asombrosos, tal como sucedió durante la cruzada de Tommy Hicks en 1954. Aunque él era un evangelista estadounidense desconocido, el Reverendo Hicks sintió que debía solicitar permiso al dictador de la nación para llevar a cabo una gran cruzada evangélica de sanidad. Parecía imposible porque el dictador era intolerante con los evangélicos ¡y también era anti Estados Unidos! Aun así, el evangelista valientemente caminó directamente al palacio nacional para pedir una entrevista con el presidente. El guardia que le detuvo estaba con grandes dolores debido a la hepatitis, y después de ser sanado instantáneamente a través de la oración, el guardia arregló una reunión con el presidente Perón. Durante esta reunión el presidente también oró por el presidente, y fue sanado instantáneamente de una enfermedad incurable que desfigura la piel. En gratitud el presidente Perón abrazó a Tommy Hicks, otorgó libertad religiosa a los evangélicos y le permitió al evangelista llevar a cabo una gran cruzada en la capital. Como la cruzada prosiguió todas las noches durante dos meses, las multitudes eran abrumadoras porque miles eran sanados, incluyendo los ciegos, los sordos y los paralíticos. El estadio más grande de la nación, el cual nunca se había llenado antes, estaba repleto cada noche y grandes multitudes escuchaban desde afuera. Toda la nación y aun

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gran parte de Sur América estaban conmocionados por los reportes de la cruzada. Los evangélicos menospreciados, llegaron a ser bien conocidos y respetados en todo nivel de la sociedad. El impacto de la cruzada ayudó a iniciar el gran movimiento evangélico en Sur América, el cual en décadas recientes ha visto un gran porcentaje de la población del continente convertirse cristianos nacidos de nuevo. En años más recientes, los evangelistas de la televisión han continuado alcanzando la mayor audiencia en la historia de la Iglesia, incluyendo a cientos de millones de telespectadores. El evangelista alemán Reinhard Bonnke, conduce hoy las cruzadas cristianas más grandes del mundo, la mayoría en África. En una cruzada en noviembre del 2000 en la capital de Nigeria, tres millones y medio de personas firmaron tarjetas de decisión por Cristo, durante la cruzada de seis días. Recientemente se han reportado nuevos avivamientos en Estados Unidos, América Latina, Vietnam, Canadá y muchas otras naciones. ¿Está la Iglesia a las puertas de otra temporada de avivamiento mundial? “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra” (Sal. 2:8).

El evangelismo mundial visto desde el Templo de Salomón Otra ilustración profética de la historia de la Iglesia puede verse cuando estudiamos el Templo de Salomón, en el Antiguo Testamento. Salomón, el hijo de David, construyó un glorioso templo que fue profético del templo espiritual (la Iglesia) que Cristo, el Hijo de David, está edificando.

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La enorme fuente de bronce colocada en el atrio del Templo de Salomón fue de especial importancia para revelar el curso futuro del evangelismo mundial. En el primer libro de Reyes 7:23-26, leemos acerca de esta fuente de bronce. Era un enorme recipiente lleno con agua que los sacerdotes usaban para limpiarse. Efesios 5:26, nos dice que ahora no es el agua natural la que nos limpia, sino el “lavamiento del agua por la Palabra”. Es la Palabra de Dios la que puede santificarnos para servir al Señor y ayudar a preparar Su gloriosa Iglesia mundial. Salomón también construyó 12 bueyes de bronce que sostenían la fuente de bronce en su templo en Jerusalén. Los bueyes miraban al Norte, Oeste, Sur y Este, mientras sostenían el agua en la fuente. El apóstol Pablo nos dice que el buey simboliza el ministerio, en 1 Timoteo 5:17-18 y en 1 Corintios 9:9-10. Los bueyes sosteniendo el agua nos hablan proféticamente de cómo será llevada el agua de la Palabra de Dios a los cuatro puntos cardinales de la tierra. Esto comenzó a ser cumplido por la Iglesia Primitiva cuando Cristo envió a Sus 12 apóstoles fuera de Jerusalén (Hch. 1:8). Queremos ahora concentrarnos en las cuatro direcciones hacia las cuales miraban los bueyes. En l Reyes 7:25, el orden de las cuatro direcciones es el siguiente: 1) primero el Norte; 2) luego el Oeste; 3) el Sur; 4) y finalmente el Este. Veremos cómo estas cuatro direcciones son proféticas. Nos muestran el orden en el cual el Señor ha dirigido el agua de la Palabra de Dios para ser llevada por Sus ministros desde Jerusalén hasta los cuatro puntos cardinales de la tierra.

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1. NORTE: Cuando miramos en el mapa del mundo para ver qué área importante del mundo está al norte de Jerusalén, encontramos el continente de Europa. Cuando también estudiamos el Libro de Hechos, encontramos que el camino principal que el evangelio recorrió al principio, fue hacia el norte a través de Samaria, Siria, Turquía y el interior de Europa. La historia de la Iglesia continúa diciéndonos cómo el evangelio se esparció a través de Europa de tal manera que para el año 1100, toda Europa llegó a ser conocida como cristiana. La primera dirección que el agua de la Palabra recorrió para cristianizar un continente del mundo fue el norte, hacia Europa.

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2. OESTE: La siguiente dirección hacia la cual miraban los bueyes mientras llevaban el agua era el oeste. Cuando miramos el mapa para ver qué área importante del mundo está al oeste de Jerusalén, encontramos el continente de América. La historia del mundo confirma que la siguiente área del mundo que fue cristianizada fue Norte y Sur América. El agua de la Palabra de Dios comenzó primero a ser llevada allí por Colón y los españoles en 1492. A partir de estos inicios la Palabra de Dios comenzó a expandirse, hasta que, en pocos siglos, toda América fue conocida como un continente “cristiano”. Aunque este cristianismo con frecuencia estaba lleno de tradición y mezcla, el Señor ha usado estos inicios, y por medio de muchos avivamientos está levantando una gloriosa Iglesia en el continente Americano. 3. SUR: La siguiente área del mundo en ser evangelizada fue el sur de Jerusalén, el cual es el continente de África. En 1800 la obra misionera comenzó a concentrarse en África “negra”, que es el área al sur del desierto del Sahara. David Livingston, Mary Slessor, C. T. Studd y otros miles de misioneros llevaron la Palabra de Dios al sur por toda África. El cristianismo ha seguido desarrollándose rápidamente, hasta que hoy, más del 50 por ciento de la población de África se autodenomina cristiana. 4. ESTE: Cuando consideramos las áreas del mundo, reconocemos que Asia es la última y es el continente menos evangelizado del mundo. ¿Por qué Dios escogió

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el continente que tiene el 58 por ciento de la población del mundo, para que fuera la última área en ser llena de la Palabra de Dios? Fue para que se cumpliera lo que dijo nuestro Señor Jesús “los últimos serán los primeros” (Mt. 20:16 y 19:30). ¡Dios ha reservado Asia para la cosecha más grande de almas que tendrá lugar en la historia de la Iglesia, lo cual sucederá justo antes de la Segunda Venida de Cristo! El Señor habló acerca de esto al obispo anglicano lleno del Espíritu de Singapur, hace aproximadamente 25 años. Le dijo: “Me he mostrado como el Señor de Europa. Me he mostrado como el Señor de América. Me estoy mostrando como el Señor de África, y aún me mostraré como el Señor de Asia”. Ya comenzamos a ver que esto se cumple, puesto que muchos avivamientos comienzan a extenderse a través de Asia. Uno de esos avivamientos está sucediendo actualmente en China, donde cada mes, más de un millón de personas se convierten al cristianismo. En la pequeña nación de Nepal, el número de cristianos ha aumentado en los últimos 35 años de cerca de 200 a más de 300,000. Corea no tenía ni una iglesia protestante hace un siglo, pero hoy cerca del 35 por ciento de la nación es cristiana. En la actualidad tienen algunas de las iglesias más grandes en el mundo, incluyendo la iglesia más grande con 700,000 miembros. Como Ezequiel 43:2 profetizó acerca de la restauración del templo, fue declarado que “la gloria del Dios de Israel venía del oriente” (NVI). Que pronto todo el Oriente sea un flamante testimonio del poder de Dios, ¡mientras la gloriosa Iglesia está siendo preparada en todo el mundo!

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Estadísticas mundiales El número de personas en el mundo que se llaman a sí mismas cristianas, alcanzó los dos mil millones unos pocos meses antes del principio del tercer milenio, el 1 de enero del 2001. Esto es cerca de un tercio de la población del mundo. El Islam es la única otra religión que hace una declaración admisible de ser una religión mundial, la cual tiene mil doscientos millones de seguidores. En décadas recientes el cristianismo ha expandido grandemente su posición como la religión más fuerte y global. Más del 50 por ciento de la población de cada continente, excepto Asia, se ha vuelto cristiana. Centro y Sur América tienen el porcentaje más alto: el 93 por ciento de la población dice ser cristiana. El cristianismo ya no es más una “religión de hombre blanco”. Aunque las naciones occidentales en Europa y Norte América contenían cerca de dos tercios de los cristianos del mundo en 1900, para el año 2000 esto fue revertido. Ahora dos tercios de los cristianos del mundo viven en las naciones no occidentales, y los cristianos occidentales son una minoría. Los pentecostales son el segmento de más rápido crecimiento del cuerpo de Cristo. De acuerdo a Patrick Johnston en Operation World (Operación Mundo), en 1960 cerca del 14 por ciento de los cristianos evangélicos del mundo eran pentecostales. Sin embargo, para 1990 más del 50 por ciento de los evangélicos se consideraban pentecostales o carismáticos. Para el año 2002 los pentecostales/carismáticos sumaron 543 millones,

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comparados con 351 millones de protestantes y 217 millones de seguidores ortodoxos (International Bulletin of Missionary Research N.T., enero del 2002).

Cristianismo mezclado Aunque el cristianismo ha llegado a ser la mayor religión en la mayoría de lugares del mundo, sabemos que estas estadísticas no cuentan la historia completa acerca de la condición de la Iglesia. En Europa parece que muchos “cristianos” han heredado una tradición religiosa de siglos pasados, pero no tienen una fe viva personal. La debilidad del cristianismo europeo puede verse por el hecho que sólo el diez por ciento de la población asiste a la iglesia todos los domingos, aunque el 76 por ciento se dicen cristianos. La parábola de la red menciona esta situación. Cristo dijo que la red recogería “toda clase de peces”, y luego continúa explicando que esto incluiría los malos así como los justos. Esto sugiere que la Iglesia que se profesa cristiana al final de la era, estará llena de cristianos verdaderos y falsos. Podemos ver que esto también se confirma por la parábola del trigo y la cizaña en Mateo 13:36-42. Allí Cristo repitió el mismo mensaje, que al final de la era los ángeles recogerán y sacarán de la cosecha a los malos, mientras los justos permanecerán (ver también Mt. 24:30-31). Esta mezcla en la Iglesia al final de la era, es el tema principal de la última de las siete iglesias en el libro de Apocalipsis. N.T. - Boletín Internacional de Búsqueda Misionera

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Allí encontramos la condición espiritual final de la Iglesia, revelada proféticamente por la iglesia de Laodicea.

LA IGLESIA DE LAODICEA “Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre; Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap. 3:14-22). El mensaje profético básico de la iglesia de Laodicea es que Cristo volverá pronto a juzgar a una iglesia tibia y descarriada. El nombre de la iglesia ayuda a confirmar esto. Laodicea viene de dos palabras griegas: laos y dike y se interpreta como “el juicio del pueblo”. Cristo dijo a esta iglesia: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo” como

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una advertencia de que Él viene pronto a juzgar al pueblo de esta iglesia tibia. Primero, en el versículo 14 Cristo se describió a Sí Mismo a la iglesia de Laodicea como “el Amén, el testigo fiel y Verdadero”. Cristo se reveló con este título para declarar proféticamente a la Iglesia del fin de la era, que Él y Su palabra son confiables. Esto es porque durante los últimos 150 años, teólogos liberales han rechazado las Escrituras y aun las palabras de Cristo, considerándolas como falsas. Pero el testimonio verdadero de Cristo se ha multiplicado en los últimos 200 años con el gran énfasis que la Iglesia ha puesto en las traducciones bíblicas. Podemos ver esto cuando consideramos la cantidad de idiomas a los que la Biblia ha sido traducida. En 1600, las Escrituras habían sido traducidas a 40 idiomas. Para 1700, a 52 idiomas, y para 1800 había llegado a 67 idiomas. Sin embargo, durante los últimos 200 años el número de traducciones de la Biblia se ha ido a las nubes. Para 1900, las Escrituras habían sido traducidas a cientos de otros idiomas, y ahora la Biblia completa está en más de 350 idiomas, el Nuevo Testamento en 850 y por lo menos un libro de la Biblia en 1000 idiomas. Alrededor de mil millones de Biblias y Nuevos Testamentos se imprimen cada seis años. Es el libro más popular del mundo. A través de esta multiplicación de la Palabra de Dios, Cristo verdaderamente ha estado revelándose a la Iglesia del tiempo del fin como “el Testigo fiel y verdadero”. La segunda parte del título con el cual Cristo se presentó a Sí Mismo a los de Laodicea, fue que Él es “el principio

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[fuente u origen] de la creación de Dios”. A través de esta declaración Cristo reprueba la teoría moderna de la evolución declarando que Él es el Creador. El mensaje principal que Cristo le dio más adelante a la iglesia de Laodicea, fue que aunque ellos decían que eran ricos, prósperos y de nada tenían necesidad; en realidad eran lo contrario. Es verdad que las iglesias protestantes más nuevas se les han unido a las denominaciones cristianas antiguas (Católica Romana y Ortodoxa) y se han vuelto financieramente prósperas. El cristiano promedio de occidente de hoy, disfruta más comodidades materiales de las que tenían la mayoría de la realeza hace pocos siglos. A muchos cristianos se les enseña a reclamar riqueza y prosperidad y a no hacer “confesiones negativas”. Sin embargo, ninguna de las bendiciones exteriores de prosperidad y comodidad nos dan la seguridad duradera de que nuestra vida espiritual interior esté correcta delante de Dios. Cristo les advirtió a los laodicenses: “Por cuanto eres tibio… sé, pues, celoso, y arrepiéntete”. Para 1800 las iglesias protestantes que habían conocido un avivamiento, en general se les comenzaron a unir a las antiguas denominaciones tradicionales, y a volverse tibias y espiritualmente conformes. Las siguientes son algunas de las influencias que han dejado espiritualmente tibia a gran parte de la Iglesia moderna.

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Influencias mundanas en la Iglesia moderna de “Laodicea” EL MATERIALISMO: La influencia más peligrosa sobre la Iglesia moderna es el materialismo establecido en la mente de la sociedad occidental. El mundo moderno busca la prosperidad y la comodidad, y cada vez más éstas son alcanzadas. Sin embargo, los valores cristianos tales como las prioridades espirituales, el sacrificio y llevar tu cruz están siendo rechazados cada vez más. Como ejemplos específicos, de acuerdo al U.S. Center for World Mission (el Centro para Misiones Mundiales de los Estados Unidos), los cristianos evangélicos estadounidenses gastan casi el doble en comida para perros del dinero que gastan en las misiones mundiales, ¡y gastan cuatro veces más tratando de perder peso! Los cristianos alrededor del mundo gastan solamente un promedio del 1.7 por ciento de su ingreso total en diezmos, ofrendas y todas las causas cristianas (International Bulletin of Missionary Research, N.T. enero de 2002). En los últimos años, los cristianos estadounidenses de clase media alta, gastaron más de seis veces tanto dinero en pasatiempos como lo que dieron en donaciones religiosas y de caridad. Como el Apóstol Pablo advirtió proféticamente, que en los últimos días los hombres serían “amadores de los placeres en vez de amadores de Dios” (2 Ti. 3:4, LBLA). Los cristianos perseguidos en naciones como Vietnam y China frecuentemente dicen que no temen el sufrimiento, N.T. - Boletín Internacional de Investigaciones Misioneras

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puesto que los acerca a Dios. Su preocupación más importante es que la creciente prosperidad sea el mayor peligro que puede crear una iglesia tibia en sus naciones. LA INTERPRETACIÓN BÍBLICA: Todas las iglesias protestantes comenzaron con un fuerte testimonio de que las Escrituras son la infalible Palabra de Dios. Sin embargo, para el siglo XIX muchos de los teólogos comenzaron a cambiar doctrinalmente. Su Alta Crítica de la Biblia se desarrolló para enseñar que la Biblia es un libro humano que debe ser probado por la lógica humana. Dictaminaron que Génesis, Isaías y otros libros de la Biblia tuvieron dos o más autores, y también que las profecías bíblicas fueron añadidas en las Escrituras después de que sucedieron los eventos que se habían predicho. El resultado final ha sido escepticismo e incredulidad hacia la Palabra de Dios en muchas denominaciones pentecostales modernas. Por ejemplo, una encuesta reciente de 7,441 ministros estadounidenses (ParyerNet Newsletter, Boletín Red de Oración, del 13 de noviembre de 1998) registró que cerca de la mitad de los ministros episcopales, presbiterianos y metodistas que fueron encuestados no creían en el nacimiento virginal de Cristo, mientras que de un tercio a la mitad, dudaban de la resurrección de Cristo. LA PSICOLOGÍA: La psicología es un intento de los filósofos y los científicos de comprender y corregir los problemas internos y los “desatinos” de la raza humana. Sigmund Freud (1856-1883), el fundador del psicoanálisis, fue un ateo, quien declaró que la “religión es una neurosis [un desorden mental]”. La psicología

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moderna tiene el fundamento doctrinal general que el hombre es básicamente bueno, y que la religión —no el pecado— hace que las personas se sientan culpables y las pone en esclavitud. Se sitúa asimismo como opuesta al cristianismo, el cual enseña la culpabilidad del hombre y la necesidad del arrepentimiento y de la santidad para ser liberado de la culpa y la esclavitud. La psicología ha ayudado a cambiar los estándares morales de la sociedad, lo cual en su momento, ha ocasionado que muchas denominaciones protestantes en años recientes renuncien a sus estándares bíblicos de santidad. El divorcio y segundo matrimonio, parejas viviendo juntas sin casarse, y ahora aun el homosexualismo están volviéndose actividades “cristianas” aceptables en muchas iglesias protestantes. EVOLUCIÓN: Como una teoría científica, la evolución enseña un relato no bíblico del desarrollo del universo y de la vida. Esta rechaza a Dios como el Creador y también rechaza que el hombre fue hecho a la imagen de Dios. Enseña que puesto que el hombre es solamente un animal altamente desarrollado (o un pez, o un montón de basura) él no tiene dignidad divina, ni destino ni responsabilidades morales. Charles Darwin (1809-1882) fue el primero en formular la teoría científica de la evolución, aunque siendo ya un anciano él mismo rechazó su propia teoría para volverse al punto bíblico de la creación. Sin embargo, sus ideas han persistido impregnando la civilización occidental y debilitando la Iglesia. Aunque se han hecho muchos intentos para integrar la evolución y el relato bíblico de la creación, cada vez que

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las Escrituras son reconocidas como erróneas o solamente figurativas, entonces la integridad y el poder de la Palabra de Dios son socavadas. Como ejemplo, una reciente encuesta (Religion Today, Religión Hoy, 29 de diciembre de 1999) de más de 100 clérigos (anglicanos, católico romanos y protestantes), encontró que el 80 por ciento de los clérigos consideraba que Adán y Eva no habían sido personas reales, sino únicamente un mito. EL COMUNISMO: Karl Marx (1818-1883), el cofundador del comunismo moderno, declaró: “la religión es el opio del pueblo”. El cristianismo fue acusado de promover la opresión de la gente común y fue rechazado como un mito engañoso. Comenzando con Rusia, los gobiernos comunistas ateos ganaron el control de muchas naciones desde los años 1900 en adelante. Una de sus metas era destruir el cristianismo. No obstante, para fines de 1980 la insolvencia moral y debilidad económica del comunismo ateo se había tornado cada vez más evidente. En gran parte, a través de la influencia de sus iglesias (la bautista en Hungría, los luteranos en Alemania Oriental, los católicos en Polonia, y la Iglesia ortodoxa Rusa, en Rusia) los gobiernos comunistas en las naciones europeas colapsaron. Después de generaciones de propaganda atea, una mayoría de la población en Rusia todavía declara ser cristianos. Muchas de las naciones que permanecen comunistas actualmente continúan persiguiendo a los cristianos. LA FILOSOFÍA: La filosofía moderna ha promovido muchas doctrinas impías. Voltaire, quien probablemente

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fue el filósofo más brillante de Francia, procuró destruir el cristianismo. Él declaró que en 100 años el cristianismo sería suprimido y que la Biblia se desvanecería en el pasado histórico. Es interesante que sólo 30 años después de su muerte, la Sociedad Bíblica de Ginebra compró su casa y su imprenta, y ¡comenzó a imprimir Biblias en la misma máquina con la que Voltaire había impreso sus jactancias sin sentido! Federico Nietzche, un filósofo existencialista alemán quien fue uno de los pensadores más influyentes del siglo XIX, acuñó la frase: “Dios está muerto”. Una de sus principales convicciones era que el cristianismo esclavizaba a las personas y debía ser rechazado antes que la humanidad pudiera evolucionar a niveles más altos. La mayoría de otras filosofías humanistas modernas también rechazan una moralidad judeo-cristiana y declaran que el hombre es su propio dios. Estas ideas impías han impregnado el pensamiento de la sociedad moderna y también han ayudado a respaldar el movimiento religioso de la Nueva Era.

El juicio y el arrepentimiento Aunque todas estas influencias impías han ayudado a crear un cristianismo moderno tibio, el Señor no abandonará a Su pueblo. Cristo continuó y le dijo a la iglesia de Laodicea: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”. Esto sugiere que el Señor permitirá que muchos juicios y tribulaciones vengan antes del fin de la era. Sin embargo, su propósito es animar al pueblo de Dios a arrepentirse y a estar preparado para la

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venida del Señor. También podemos ver estas verdades confirmadas a través de las Escrituras, como en Mateo 24, Daniel 11:32-35, Isaías 60:1-3 y Hebreos 12:25-29. Muchos de los recientes padecimientos del mundo ayudan a revelar que la civilización científica moderna no tiene la bondad innata para resolver los problemas de la humanidad. El siglo veinte vio más personas morir violentamente y en la guerra, que ningún siglo anterior. Las gloriosas promesas del comunismo, las cuales una vez fueron seguidas por más de un tercio del mundo, han colapsado en insolvencia moral. La tecnología para proveer y alimentar a la población mundial ha sido desarrollada, pero se le ha negado a grandes regiones del mundo debido a la política y la ambición capitalista. El SIDA está diezmando la población de algunas naciones, mientras el terrorismo busca colapsar la economía mundial. Y más allá de estos padecimientos actuales, la profecía bíblica sugiere que antes del final de la era vendrán peores tribulaciones. Aunque el cristianismo laodicense moderno se ha jactado sin sentido de ser rico, estar en abundancia y de no tener necesidad alguna, Dios amorosamente les castiga para alentarles al arrepentimiento y al avivamiento. Los movimientos de oración que enfatizan el arrepentimiento han florecido a través de todo el cuerpo de Cristo en los últimos 20 años. Señales de avivamiento han comenzado a surgir abundantemente durante los últimos diez años. La profecía de Isaías está siendo cumplida donde él dijo: “Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será

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vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento” (Is. 60: 2-3).

La Segunda Venida de Cristo, el Juez El Señor Jesús comenzó a finalizar Su último mensaje a la última iglesia con las palabras: “He aquí, yo estoy a la puerta…”. Mientras esto puede sugerir a Cristo parado a la puerta del corazón de un individuo o iglesia local, escrituralmente es una descripción de la Segunda Venida de Cristo. En Santiago 5:8-9 leemos: “la venida del Señor está cerca…he aquí, ¡el juez está delante de la puerta!” En Su primera venida, Cristo se reveló a Sí Mismo como el Salvador manso y sufrido. Sin embargo, en Su Segunda Venida el Señor será revelado en llameante fuego como ¡el Rey y el Juez de toda la tierra! Apocalipsis 19:11 describe la Segunda Venida en esta forma: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea”. Por cuanto Cristo es el Único llamado “Fiel y Verdadero”, Él tiene el derecho de juzgar al mundo. Sin embargo, acabamos de notar en Apocalipsis 3:14 que esto también es parte del título por medio del cual el Señor Jesús se reveló a la iglesia de Laodicea: “el testigo fiel y verdadero”. ¡Esto refuerza el hecho de que es el Juez quien está a la puerta cuando Él venga a la iglesia de Laodicea! Y como ya observamos, aun el nombre Laodicea significa “el juicio del pueblo” en el griego original.

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Sin embargo, la venida del Juez trae recompensa, y no condenación, a aquellos que se han arrepentido y abierto la puerta de su corazón. En Mateo 25:31-46, cuando Cristo enseñó acerca de cómo volvería para juzgar las naciones, ofreció una recompensa gloriosa, como también un temible juicio. A los justos dirá: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros”, mientras que a los malvados les declarará: “Apartaos de mí malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. El juicio será temible para los que no estén preparados, ¡pero a los justos les será dada una gloriosa herencia en el reino venidero de Dios!

El fin de la era…y un nuevo comienzo Lo último que Cristo le dijo a la última de las siete iglesias fue: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en el trono” (Ap. 3:21). Esto les ofrece a los cristianos vencedores de los tiempos del fin que pueden pasar del final de la Era de la Iglesia hacia un glorioso nuevo principio. Cristo volverá para recompensar a los fieles, ¡para que ellos puedan regir y reinar con Él en el reino milenial de Dios sobre la tierra! El libro de Apocalipsis describe más ampliamente esta transición. Luego del registro de la Segunda Venida de Cristo en el capítulo 19, oímos primero acerca del gobierno del reino milenial en el capítulo 20, versículos cuatro y seis. De allí leemos,

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“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años…Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. Cuando Cristo establezca Su reino sobre la tierra durante 1000 años, a Sus siervos fieles desde el principio hasta el final de la historia, se les darán posiciones de liderazgo. Cristo será Rey de reyes y regirá toda la tierra. Sin embargo, algunos santos en particular serán escogidos como reyes específicos de diversas naciones durante la Era Milenial. Jeremías 30:9 y Ezequiel 37:21-24, declaran que el rey David ha sido escogido por Dios para ser el rey de Israel luego de la resurrección. Así como Jeremías declaró acerca de la nación de Israel después de la Gran Tribulación (“tiempo de angustia para Jacob” en Jeremías 30:7): “Sino que servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré” (Jer. 30:9). Mientras los santos vencedores serán escogidos individualmente por Dios como reyes de varias naciones, también habrá niveles más bajos de gobierno. Cuando Pedro preguntó a Jesús cuáles serían las recompensas de los apóstoles en el reino venidero, Jesús le dijo: “De cierto

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os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt. 19:28). Aquí Cristo dejó claro que Sus apóstoles regirán como los doce gobernadores de las doce provincias de Israel. En la parábola de las diez minas, el Señor Jesús continuó y describió otro nivel de gobierno en la Edad del Reino. En Lucas 19:11-27 Él mencionó una parábola acerca de cómo Sus discípulos necesitaban ser fieles para poder clasificar para una buena posición cuando Él volviera a establecer el reino de Dios. Habló de cómo Él debía ir a un país lejano (cielo) a recibir el reino y luego volver. A Sus siervos fieles les declaró que ellos serían gobernantes (o alcaldes) sobre cinco o diez ciudades cada uno, de acuerdo a sus habilidades probadas. De esta forma podemos ver, a través de estas diversas escrituras que habrá distintos niveles de gobierno, a los cuales los santos vencedores serán invitados para gobernar y reinar con Cristo. Dependiendo de su preparación, pueden llegar a ser un rey, un gobernador o un alcalde. ¿Quién calificará para el gran privilegio de gobernar con Cristo durante 1000 años en su Reino Milenial? Aunque las altas posiciones de gobierno en la nación de Israel ya han sido prometidas en las Escrituras, aparentemente el resto de las naciones tenían posiciones vacantes durante el tiempo que se escribió el Nuevo Testamento. Esto sería lógico, puesto que las naciones gentiles solamente comenzaban a escuchar la predicación del Evangelio. Solamente el futuro diría cómo los hombres de Dios que se levantarían entre ellos impactarían las naciones.

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Solamente al final de la Edad de la Iglesia podrían ser vistas apropiadamente las hazañas y las recompensas de cada cristiano. Sin embargo, nos estamos aproximando al fin de la edad cuando todas estas cosas culminarán. La red del evangelio pronto terminará la pesca de su gran multitud de almas alrededor del mundo. Todos nosotros pronto terminaremos nuestras carreras y a los ganadores se les dará su corona. Mientras tanto el Juez está a la puerta. Cristo está dando Su última invitación para que la Iglesia de Laodicea de los últimos días se arrepienta, sea renovada, y obtenga las recompensas por ayudar a concluir el evangelismo del mundo. Como nuestro Señor Jesucristo dijo muchas veces en Sus siete parábolas y en Sus siete mensajes: “El que tenga oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Cristo tiene mucho que quiere decirnos por medio de la capacitación del Espíritu de Dios. Hemos tratado de seguir Su unción para esbozar una imagen del bosquejo profético que Cristo hizo de la historia de la Iglesia desde su principio hasta su final. Que ahora este libro te ponga en marcha en una búsqueda para obtener personalmente las verdaderas riquezas de la historia de la Iglesia. Que tú seas un mercader que busca valiosas perlas. Que te arrepientas de estar satisfecho en una iglesia de Laodicea tibia, para que tengas un papel importante en la culminación de la Gran Comisión. Conforme sigas en los pasos de hombres y mujeres de Dios de siglos pasados, que mantengas tu mirada en la meta de obtener las recompensas eternas ofrecidas a los vencedores. Y conforme se acerquen los días del retorno de Cristo,

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que cada uno podamos correr nuestra carrera, mirando a Jesús y el gozo puesto delante de nosotros de reinar con Él en la venida del reino de Dios. La Iglesia será una novia santa y gloriosa para Cristo en Su Segunda Venida. El Señor Jesús edificará una Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Estas son las promesas seguras de Dios mismo, y la palabra de Su poder hará que se cumplan. Sin embargo, aún está en la balanza cuál será nuestra parte y nuestra recompensa en Su impresionante Iglesia. Al cerrar este libro, ¿puedo invitarte ahora a que tengas un nuevo comienzo? Si vas a dedicar tu vida completamente al Señor Jesucristo, todavía hay tiempo. Él puede prepararte para que tengas una parte remunerada en la victoria final de Su Iglesia gloriosa y triunfante. Dios quiere culminar Su obra en y a través de nuestra vida, “para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Ef. 2:7). Tú puedes llenar los requisitos para participar en los planes gloriosos de Dios en la Edad del Reino de 1000 años que está por venir, después en el nuevo cielo y la nueva tierra, y aun entonces durante toda la eternidad venidera. Pero la clave es que si tú puedes ver ahora la historia de la Iglesia a través de los ojos de Cristo, si puedes ver ahora los planes de Dios para tu vida a través de los ojos de Cristo, conságrate hoy para alcanzar la meta de los mejores planes de Dios para que también obtengas Sus mejores recompensas. “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios,

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nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” (Judas 24-25). “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Jesucristo).