Historia Americana y Argentina --

Historia Americana y Argentina 1. El proceso de expansión europeo que tuvo lugar entre los S. XIV y XV comienza con la e

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Historia Americana y Argentina 1. El proceso de expansión europeo que tuvo lugar entre los S. XIV y XV comienza con la exploración de los archipiélagos atlánticos y la costa africana (islas Baleares, Azores y Madeira). Las tradiciones navieras –nórdicas, canarias, andaluzas, portuguesas, etc.- y recursos tecnológicos –astrolabio, brújula- permitieron que distintos pueblos se aventuraran a las aguas que se encontraban más allá de las tierras conocidas. El autor considera que la hipótesis antigua de máxima (“HAMA”, relativa a los contactos y colonización de pueblos mediterráneos a partir del 3º milenio AC. cuya influencia haya sido determinante en América) no se encuentra respaldada por argumentos suficientemente sólidos. Por el contrario, la hipótesis antigua de mínima (“HAMI”) posee más verosimilitud que la anterior; está referida a contactos que no tuvieron continuidad ni una influencia duradera en las culturas americanas de dichos pueblos navegantes mediterráneos. En cuanto a esta última, los posibles contactos de la antigüedad clásica tardía se pueden inscribir dentro del proceso de expansión de las sociedades mediterráneas hacia el área conocida como el “Mediterráneo Atlántico”. Se trataba, en realidad, de una recuperación de antiguas rutas y una ampliación a su vez, de conocimientos antiguos. En el caso de los relatos de exploración y descubrimiento vikingos, se puede considerar que dichos pueblos recuperaban un pasado y una ruta comercial nunca completamente abandonada; en el caso de los relatos de posibles contactos en dirección a Antillas y la saliente brasilera se puede inscribir dichos viajes en el proceso de ampliación de aguas y tierras desconocidas. La razón que esgrime el autor para considerar menos inverosímil la segunda hipótesis es que la función que cumplía el comercio en dichas sociedades mediterráneas era un intercambio subordinado en unos casos a la economía agraria de estados despóticos que cumplía una función muy puntual de adquirir productos para el consumo de lujo de la élite (en el caso de Medio Oriente). Lo mismo para el caso de la cultura creto-micénica, cuya flota y comercio se inscribía en la navegación del Mediterráneo. A medida que avanza la constitución del modo de producción esclavista, estas sociedades se orientan al comercio crecientemente, y es en este proceso de expansión hacia el Atlántico y el Índico donde pueden inscribirse los posibles contactos con las zonas aledañas al nuevo mundo. Esto hace más verosímil y coherente la hipótesis de mínima, y menos fácilmente sostenible la de máxima, que parece más bien partir de preconceptos difusionistas sostenidos a su vez en diversas agendas políticas e ideológicas ajenas a la historia documentada.

2. Una de las teorías precientíficas que resulta más interesante es la que estableció Joseph Smith en el Libro de Mormón, el fundador de la iglesia homónima. En este libro se relata cómo –durante la construcción de la Torre de Babel- distintas tribus semitas se embarcaron con destino a América. Se convirtieron así, en antepasados de los pieles rojas. Se destaca su concepción puramente religiosa, sin apoyatura en argumentaciones que tratan de racionalizar experiencias y concepciones míticas como es el caso de otras concepciones alejadas de la concepción científica. Además, esta concepción encaja perfectamente con la doctrina norteamericana del “destino manifiesto” que expresa que América, en particular EEUU, fue elegido por Dios como la nueva tierra prometida de los descendientes de Israel, y por lo tanto, destinado a gobernar el mundo; es el mesianismo que permea incluso hoy la política exterior de este país. De entre las teorías más verosímiles, se cuenta la de los contactos y hasta el establecimiento de asentamientos vikingos en la isla de Labrador. Este pueblo contaba con una dilatada tradición de navegación, los que fueron perfeccionando sus barcos y contaban con un primitivo astrolabio para orientarse en relación al sol y las estrellas. Dejando atrás el período dedicado al saqueo y pillaje, alrededor del siglo IX DC. los vikingos comenzaron a establecer colonias en las islas del Atlántico norte y luego en Islandia y Groenlandia. Luego, establecieron la colonia llamada Vinland en la que sería la isla de Labrador; existen restos arqueológicos que respaldan esta hipótesis de colonización vikinga de Canadá, poniendo bajo nueva luz los relatos antiguos y respaldando los hechos narrados sobre los viajes de este pueblo de navegantes devenidos en comerciantes. Durante 500 años esta avanzada europea en América proveyó de materias primas a la Groenlandia vikinga. Es interesante esta hipótesis porque, además de contar con evidencia arqueológica que la respalda, es verosímil que este pueblo haya progresivamente avanzado un proceso de colonización que comenzó en Europa y se fue expandiendo desde Islandia hasta Groenlandia y finalmente América. Se inscribe dentro del proceso histórico que siguió este pueblo sin necesidad de introducir elementos que justamente no encajan en el contexto histórico para su argumentación. 3. Entre las noticias de sobre viajes a América en los siglos XIV y XV podemos citar la relativa al príncipe escocés Saint Clair, quien habría emprendido un viaje hacia el oeste en 1398; se dice que podría haber arribado a la isla de Terranova. Otra noticia es la que involucra a los marinos Dieppe y Rouan (siglo XIV), quienes colonizaron la África subsahariana avanzando por la costa africana hasta Cabo Verde. Entre las noticias sobre posibles conocimientos de América que aparecen más sólidas están las referencias que aparecen en mapas a partir del siglo XV: por ejemplo, las

menciones a la isla de “Antilia” (por ej.,Toscanelli la menciona como equidistante entre América y Europa). Otro mapamundi que menciona a Antilia es el de Martín Behaim, quien en 1492 dice que fue un navío español el que más se acercó a dicha isla. Otra isla identificada con una isla conocida (Labrador) es la llamada “Stokafixa”, o isla de los Bacalaos. Algunos estudiosos sostienen que la isla así denominada es la llamada Antilia en el mapamundi de Behaim. 4. Chaunu utiliza el término “expansión europea” para denominar el proceso por el cual España y Portugal tomaron contacto y colonizaron luego las islas del Atlántico y el sector de la costa correspondiente al África subsahariana. Distinto elementos geográficos, económicos, políticos y tecnológicos coadyuvaron para que entre el siglo XIV y XVI dichos pueblos alcanzaran lo que él denomina la “fase B de expansión”. Es decir, la escacez y búsqueda de tierras, mano de obra y metales que requería el proceso productivo y político europeo. En la siguiente etapa de la expansión –que Chaunu denomina “en fase A”-, las potencias europeas buscan establecer verdaderos circuitos comerciales que vinculen los mercados asiáticos vía África o el Atlántico, y también distintas periferias. La acumulativa actividad de geógrafos, cartógrafos y marinos aportaron el conocimiento necesario para que dichos emprendimientos fueran viables. Además, existía una cantidad importante de experiencias de navegación realizada por los pueblos ibéricos durante el siglo anterior al primer viaje de Colón. Justamente, el marino genovés habría participado de distintas de estas experiencias, por ejemplo, embarcándose hacia Cabo Verde, o visitando Islandia, además de Madeira y Azores (incluso se dice que estuvo en Groenlandia). Es decir, Colón tenía perfectamente claro el estado actual de su época del conocimiento en cuanto a territorios explorados y noticias de posibles descubrimientos. También estaba presente, en la mente del genovés, la posibilidad de descubrir nuevas tierras, no solamente la de encontrar una nueva ruta para llegar a Asia como varios geógrafos habían adelantado. Es decir, los viajes de Colón se inscriben dentro de lo que Chaunu denominó “expansión en fase A”, la creación de nuevas rutas comerciales que permitieran a Europa proveerse de las materias primas que escaseaban en el Viejo Mundo. Además, como empresario intentó montar una factoría en la isla de Madeira, reconociendo así el potencial exportar que tenía la caña de azúcar en este proceso de integración comercial que se estaba poniendo en marcha. Sin embargo, por influencia franciscana, el navegante genovés sentía la necesidad de expandir el cristianismo, se veía a sí mismo como un mesías que uniría la Iglesia occidental con la oriental y facilitaría la conversión de los paganos a la verdadera fe.

Colón era conciente de su rol como heredero del largo proceso de exploración que finalmente culminó con el éxito de su primer viaje. El almirante era un hombre de su

época, una de transición entre la Edad Media y la Modernidad, y sus concepciones relativas a la inserción comercial de su empresa por un lado, y sus creencias religiosas por otro lo muestran como tal. A pesar de esto, no tuvo objeciones a la hora de establecer el sistema de repartimiento o encomienda a los indios que habitaban las tierras conquistadas, el cual significaba la virtual esclavización de los mismos. Más tarde, otros sectores de la Iglesia plantearán sus objeciones y hasta su oposición al sojuzgamiento de los habitantes de las tierras conquistadas, pero esta cuestión no pareció preocuparle demasiado al navegante genovés, que había sido testigo del modelo de explotación basado en esclavos vigente en las islas del Mediterráneo y costa de África.

5. El principal problema que encontraron los conquistadores en las Antillas, según Parry y Sherlock, fue el de la escasez de mano de obra. Esto se agravó con la muerte de los nativos (como los tainos de La Española) que morían debido al trabajo prácticamente esclavo al que eran sometidos por los españoles en las minas y plantaciones y a las enfermedades traídas por los europeos. Se optó, por lo tanto, al tráfico de esclavos traídos de África –especialmente occidental-, cuyo monopolio ostentaban los portugueses. El abastecimiento de esclavos requería una licencia, era irregular y siempre se requerían más, especialmente cuando se empezó a desarrollar la producción de caña de azúcar para la exportación de melaza a España. Esta solución de importación de mano de obra africana trajo aparejado otro problema, la falta de personal europeo para controlar a los esclavos, a su vez que los frecuentes motines de los trabajadores forzosos. Otro problema tenía que ver con la regulación de los conflictos entre los distintos grupos que formaban la clase dirigente española en las tierras colonizadas. Los sectores que concentraban la tierra y demás recursos se encontraban representada por los encomenderos que dominaban a la población indígena a su cargo. La Corona española recelaba de la autonomía que dichos sectores tenían en cuanto a la explotación que hacían de los trabajadores indígenas a su cargo, y de cualquier indicio de independencia por parte de los colonos. La solución a este problema que aportó la Corona fue la creación de puestos de gobernadores asalariados, y la creación de una administración ejecutiva y judicial cuya función era controlar las actividades de las colonias y a los mismos gobernadores. El Consejo de Indias se creó en 1915 con funciones judiciales, legislativas y ejecutivas. Otro tribunal con amplios poderes era la Audiencia, que también canalizaba la política de la metrópoli representando al soberano español. Así, los colonos pasaron de una situación de autonomía que les permitió explotar sin límites la fuerza de trabajo de las colonias, a una situación de estricta sujeción y control por parte de la élite administrativa-judicial nombrada por la Corona. Este estado de cosas finalmente iba a conducir a grandes tensiones en el Nuevo Mundo.

Sin embargo, la legislación que como las Leyes de Burgos (1512) reconoció derechos de los indios no tuvo éxito en su aplicación a la hora de regular la explotación de dicha mano de obra. Sí permitió dar forma legal al sistema de encomienda o repartimiento instaurado en América por Colón, con lo cual se consolidó la situación miserable de la población indígena. En cuanto a los trabajadores africanos, formalmente esclavos, no se tematizó nunca su condición, ya que el modelo de explotación que utilizaba mano de obra africana ya se había implementado en el Viejo Mundo sin que la Iglesia ni ningún otro sector levantara objeciones éticas sobre su tráfico y explotación. Otro problema que se le planteó a la Corona en cuanto a la administración de las Antillas fue la regulación del comercio. El mismo era monopolizado por España, salvo el tráfico de esclavos, que estaba en manos portuguesas. La Corona española se reservaba el derecho a la percepción de tributos y derechos de aduana. La designación de Sevilla como único puerto de entrada y salida de productos desde América a España permitió afinar el control del comercio. A su vez, con la creación en 1503 de la Casa de Contratación la Corona se aseguró la regulación de las mercancías y hombres que se embarcaban hacia las islas; su objetivo, a decir de los autores, era regular la llegada a América de población de origen musulmán y judía. Más adelante, con el creciente tráfico de plata proveniente de México y Perú y la demanda que dichos territorios realizaban de materias primas provenientes de la metrópolis, el puerto de Sevilla resultó insuficiente para gestionar la salida y entrada de buques del mismo. Al mismo tiempo, fue el puerto de La Habana el que cobró mayor importancia al servir de escala para los buques que venían de México, los cuales circulaban por el canal de la Florida, siendo vulnerables a los ataques por parte de piratas y naves de otras potencias.