Hernandez F., Jose Rafael - El Burro Marino en La Selva(Infantil)

EL BURRO MARINO EN LA SELVA José Rafael Hernández F. Primera Edición Maracaibo, mayo 2003. © José Rafael Hernández,

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EL BURRO MARINO EN LA SELVA

José Rafael Hernández F.

Primera Edición Maracaibo, mayo 2003.

© José Rafael Hernández, 1985

«No creas todo lo que dicen, no digas todo lo que crees»

El burro camina cabizbajo por entre los árboles que cubren un lote de terreno que es la propiedad de su dueño. Este lo apresó en una sabana, cuando era pequeño y a los pocos años lo puso a cargar diariamente un carro de frutas por todo el pueblo. Desde la mañana hasta la tarde, él solo hace recorrer las calles, mientras su amo grita: -!Frutas! Llevo naranjas, patillas, melones…. Y todo el resto de ellas que ha montado ese día en el carromato. Solo se detiene a la hora del almuerzo para que su patrón haga esta comida, pero el muy sinvergüenza lo deja amarrado en un árbol mientras el estómago le pide más. Luego en la casa le quita la carga y le amarra en un corral en donde come hierba verde.

Ya su aspecto en vez de ser el de un animal de carga, es el de un pobre esqueleto, todo flaco y desgarbado gracias a la avaricia de su amo, que no gasta unas míseras monedas en alimentarlo como le corresponde a un animal que está dándole ganancias desde hace mucho tiempo atrás. Por esa razón, esa noche cansado de servirle a alguien que no lo considera, suelta con sus dientes las amarras y ahora marcha sin rumbo determinado hacia la libertad. Conoce todo el pueblo y sus alrededores pero también los habitantes de este le conocen, por lo que es imposible que se quede allí cerca, ya que estos le devolverán con su amo. Por la parte derecha del poblado hay una selva por la que nadie se atreve a pasar ya que está habitada por feroces tigres. Al llegar a la altura de la primera esquina del pueblo en vía hacia la selva le sale al paso el perro de Julia. Un pastor alemán de pelo hermoso y con aspecto de ser muy fiero. -!Hola burro Marino! ¿Hacia donde vas? Este nombre se lo han puesto ya que su dueño se llama así.

-No lo se amigo perro, pero lo mas lejos de aquí que pueda. El perro lo mira extrañado. -¿Te ha soltado tu amo porque consiguió otro? -No. Me he fugado. Estoy cansado de trabajar para morirme de hambre. -Cuando se de cuenta te buscará. -No me importa, ya yo iré lejos y no saldría a buscarme por la selva. -Si quieres un compañero iré contigo. -!Gracias amigo! Pero no necesitas hacerlo, a ti te dan de comer bien y te cuidan como si fueras parte de la familia. -Eso no es verdad, porque me veas siempre limpio y gordo no quiere decir que me traten bien; la esposa del amo se la pasa todo el día pegándome con un palo… Si me siento en la puerta del frente le molesta, si lo hago en el fondo también, siempre anda buscando una excusa para hacerlo y ya estoy cansado de eso. -Pero el señor Julián te trata muy bien y te quiere. -Si, pero él está todo el día en el campo y yo estoy recibiendo en ese tiempo mi paliza. -¿No hay manera que él lo sepa?

Por unos instantes el perro queda pensativo. - No lo pensaré mas, te acompaño. -Eres en ese caso bienvenido. Los dos animales sintiéndose acompañados el uno del otro cruzan por la ultima esquina y toman el camino que los llevará a la selva, unos gritos detrás de ellos les detiene. -Amigo burro… amigo perro… esperen. Es el gato de Doña María, el causante de esos gritos. -¿Hacia donde van? -Lejos de aquí, estamos cansados que nos traten mal. -Pero por ese camino no irán muy lejos, los tigres se los comerán. -Tal vez los encontremos dormidos y no nos vean. -le responde el perro. -Además es el único camino por donde no se atreverán a buscarnos. -le dice el burro. -Ustedes como que están locos o quieren suicidarse, esos tigres se han comido en estos días ya siete becerros. - ! M e j o r ! . Ya d e b e n e s ta r s a t i s f e c h o s . -Si logran cruzar la selva. ¿Hacia donde irán?. -No lo sé, tal vez a la ciudad. -le dice el burro.

-Iré con ustedes también. El burro y el perro se miran sorprendidos. -¿Para que? Tu no necesitas acompañarnos. -Tal vez en la ciudad encuentre una gata fina con quien casarme, aquí en el pueblo eso es lo que menos se ve. -¿Y si nos comen los tigres? El gato se queda pensativo y Marino está seguro que desistirá de la idea de acompañarlos, pero se equivoca. -Tendría que pensar que en el cielo hay otras más hermosas. -Está bien pero no vayas a decir después que nosotros te invitamos. -Prometo nunca decirlo. Los tres amigos se internan poco a poco en la peligrosa selva, la cual se encuentra muy oscura ya que la luna no ha salido hoy, por lo que el trío va caminando lentamente, atentos a los sonidos producidos por los animales en ella. El ronco canto del búho hace que se asusten. El burro se detiene e imposibilitando de esconder su gran cuerpo alza sus orejas rogando que no sea un tigre. El perro se tira al suelo y esconde dentro de

unos matorrales, mientras el gato de un solo brinco se sube a un árbol. El pájaro se ríe de los tres. -Ja ja ja.. No se asusten, solo soy un búho. -Creíamos que eran los tigres. -dice el perro. -Debería comerte para que no seas gracioso. -le grita el gato, cerca del árbol donde está el ave. -No ha nacido todavía el primer gato que se haya comido a un buho. -¿Como lo sabes? El burro Marino corta la discusión. -¿Has visto tigres por acá cerca?. -le pregunta al buho. -Si, hace unos minutos pasaron tres por donde están ustedes ahora, llevaban un becerro. Los tres se miran con recelo. -¿Como cuantos minutos? -Como diez -Deben estar cerca entonces -dice el perro. -Lo mejor para ustedes es dormir esta noche escondidos y seguir su camino mañana, ellos normalmente hacen sus festines cuando el sol se mete, yo conozco una cueva donde pueden hacerlo.

Los tres se miran -Tal vez sea mejor, llévanos a esa cueva. -le habla el burro al búho. Mientras caminan para llegar al refugio hablan. El búho les pregunta -¿Para donde van? -A la ciudad. –responde rápidamente el perro -La ciudad no está en esa dirección. -¿No? –pregunta extrañado el burro, ya que estaba convencido de haber oído a la gente que debían cruzar en línea recta la selva para llegar hasta allá -¿Sabes por donde queda?. –pregunta el gato. -Si. Deben ir hacia allá –señala hacia la izquierda. Caminan durante unos minutos hasta llegar al refugio indicado por el pájaro. En el camino una liebre casi los choca. -Disculpen. -¿Por que tan apurada? -Los lobos tienen una fiesta y hay que esconderse para no ser parte del menú. Desaparece entre los matorrales. -¿Tambien hay lobos? -pregunta el perro.

-Claro, están en una selva. En poco tiempo llegan a su destino. Es una caverna cuya entrada se encuentra cubierta por unos arboles del tipo enredadera A su alrededor pueden oír el rugido de los tigres y el croar de los sapos. Tambien el aleteo de los murcielagos que entran y salen del lugar donde ellos están. El burro y el perro quienes dormían afuera de las casas de sus amos están acostumbrados a los nocturnos animales ya que estos se pasean por al ciudad buscando alimentos, pero para el gato es un sobresalto cada ocasión en que los aleteos pasan y suenan cerca . A medianoche los rugidos de lso tigres son sustituidos por los aullidos de los lobos.

Al día siguiente todos agradecen al búho su información y marchan por el rumbo indicado por este para terminar de cruzar la selva.

Han dormido intermitentemente, sobresaltados por los diversos ruidos que la noche les ha dejado y esperan salir antes que esta de nuevo caiga. Mientras el gato y el perro conversan, el burro Marino piensa preocupado la forma de salir sanos y rapido de esa aventura. Toman agua en un arroyo y prosiguen. Una comadreja que tambien toma agua les pregunta. -¿Están perdídos? -No, vamos hacia la ciudad. Los observa con cara de extrañeza y se aleja convencida que están locos. Al mediodía el sol fuerte de la selva ha hecho su efecto en el perro y el gato quienes se ven exhaustos, pero el burro, acostumbrado a la dura faena diaria está sereno y sin cansancio. Viéndolos en ese estado el burro les propone. -Suban a mi lomo, los llevaré un buen trecho. -!Gracias amigo burro! – contestan al unísono – estamos muy cansados. Dos kilómetros mas adelante los restos del cuerpo de un tigre muerto los detiene.

-Miren compañeros, ya ese no volverá a comer becerros. -Ni burros, perros o gatos.- responde el perro -!Sí! lastima que solo tenga la cabeza medio entera, sino el perro y yo nos lo comeríamos. -Con esta hambre que tengo creo que voy a terminar de comerme esa cabeza. El grito del burro detiene a ambos animales. -!!No!!… No se la coman. -¿Por que? Tu puedes comer hierbas pero nosotros no. -Esa cabeza tal vez nos sirva para salir de esta selva. -!Claro que sí! -le dice el perro- eso es lo que vamos a hacer, porque si no la comemos nos moriremos de hambre. -No quiero decir eso, es que se me ha ocurrido una idea. -A nosotros también, tenemos hambre -le dice el gato. -Vamos a hacer un trato -¿Que clase de trato? -Yo me llevaré esa cabeza en el lomo hasta la noche y si no les consigo comida se las daré, pero prométanme que no lo harán hasta ese

entonces. Los dos animales se miran i nterrogativamente. -Aceptamos, siempre y cuando tu también prometas que nos la devolverás esta noche. -Prometido. Los tres se dan las patas en señal de pacto y continúan su viaje a través de un camino estrecho rodeado de una tupida vegetación. Todos los animales ven con extrañeza al burro con la cabeza de tigre en su lomo. De pronto desde una piedra se lanza un tigre. El perro y el gato del susto brincan y se montan en el lomo de Marino. El tigre ruge mas fuerte para asustarlos pero el burro sigue caminando y pasa por su lado. -!Hola señor tigre! -El burro Marino se ha vuelto loco, hasta aca llegaremos - murmuran el gato y el perro en el lomo de Marino. El animal sorprendido ve la cabeza en el lomo y en vez de atacarlo les sigue el paso. Mas adelante otros dos felinos se encuentran con ellos e igual que el anterior les siguen los pasos. El perro y el gato rezan encima de Marino,

quien no parece haberle tomado importancia a los tres animales, que sigilosamente y con cara de hambre le siguen los pasos, esperando tal vez el momento indicado para atacarlos. -Tal vez no tienen hambre y están esperando un rato que les de para comernos -dice el perro. -Cuando vea que tratan de hacerlo brincaré hasta un árbol y me subiré lo mas alto que pueda, ellos no pueden subir tan alto como yo- responde el gato, seguro que esa opción lo salvará. -Cállense la boca y bájense del lomo, de ahora en adelante yo seré el que hable por los tres, verán como salimos de la selva y bien comidos. -Yo no me bajaré. -contesta el perro. -Yo tampoco - dice el gato sorprendido de la orden que les da el amigo. -Si no lo hacen me sacudiré fuertemente y caerán tan cerca de ellos que se los comerán. Los animaesl obedecen y marcha por entre las patas del burro mirando siempre atrás. Un poco mas adelante se encuentran con una

manada de ellos acostados, reposando la siesta. Todos se levantan al ver a los tres animales seguidos de igual numero de compañeros. El burro Marino sabe que al pasar ese trecho habrán llegado al otro lado del río y así habrán pasado la selva. Los tigres los miran uno por uno y todos quedan extrañados al ver la cabeza en el lomo del flacuchento animal. -!Buenas tardes señores! Disculpen que les estropeemos la siesta pero es que tenemos hambre y queremos saber si a ustedes les sobró algo del becerro que se comieron anoche. Uno de los felinos, el mas alto, corpulento y fiero se les acerca con ganas de comérselos y ruge fuertemente. -Grrrr. El gato y el perro casi mueren del susto y se abrazan a las patas del burro. Marino no se da por enterado de la fiereza en los ojos del animal y continúa hablando pausadamente, abriendo la boca de manera que sus dientes sean vistos por quienes le escuchan.

-Desde hace día y medio no probamos un trozo de comida, solo este indefenso tigre se nos cruzó por el camino y no nos quedó mas remedio que comérnoslo, guardamos solo esta cabeza que ven ustedes, pero ya está medio podrida y no nos apetece. Las palabras de Marino hacen detenerse en el acto al otro animal. -¿Estás diciendo que ustedes mataron y se comieron a este compañero? .-Sí. Mas que nosotros este gato que ustedes ven aquí, discúlpenos que lo hallamos hecho pero comprenderán que el hambre era muy fuerte como ahora y no nos quedó mas remedio. El gato hace una mueca queriendo imitar a Marino mostrando los dientes, mientras que para su desconsuelo no veun árbol cerca donde subirse. El perro temblando como una lombriz va mirando uno por uno los rostros de los animales haciendo cálculos a quien le tocaría comérselo. Las palabras de Marino hacen efecto en los animales. - Ve r e m o s a m i g o b u r r o s i q u e d a a l g o .

Como llamados por una voz todos se retiran hacia un lado y hacen un circulo para conversar. -Mejor nos los comemos. -dicen los más audaces. -Vamos a esperar para la noche. -opina otro grupo. Pero la mayoría con mezcla de temor y precaución no comparten estas aisladas ideas. -Si ese gato fue capaz de matar a uno, el burro nos podría comer a muchos. -Cierto.-responde uno ¿Le han visto sus enormes dientes?- dice otro -Mejor les damos de comer lo suficiente y esperamos la noche, cuando se duerman nos los comemos y no correremos ningún riesgo. -Si, eso es lo mejor. -gritan unos. -De todas maneras ahora están cansados, mejor esperamos que se reposen, así la carne será más sabrosa. Se justifica uno de los lideres. -Yo creo que están mintiendo, ellos no mataron a nuestro compañero. - opina otro de los lideres.

-Sea como sea, esperar hasta la noche no es algo que corrobore o niegue lo que piensan y asi no corremos riesgos innecesarios con este raro trio de personajes. -De acuerdo con eso de raros. ¿Quien ha visto un burro, un perro y un gato de amigos? Menos aún viajando juntos por esta selva. -Así es. Mientras ellos discuten, el burro Marino también lo hace con sus amigos. -Tal vez nos den comida y luego traten de comernos, tenemos que aprovechar que están indecisos para planear la huida. -Mejor salimos corriendo de una vez, ahora que todos están descuidados y confundidos y no saben que hacer . -Nos seas tonto gato, nos seguirán y comerán, tenemos que asustarlos para que no nos sigan. -Si logramos cruzar el río estaremos a salvo de ellos. -¿Y como lo cruzaremos? ¿Nadando? Protesta el perro -Eso lo veremos despues, no sean tan pesimistas. Ya el jefe de los tigres se acerca.

-Está bien burro, te daremos comida. Rodeado de ellos los tres animales caminan hasta un pequeño claro cerca del río. -Antes de comer, vayan a buscar madera y palos por los alrededores. ¿-Para que? Se aprovecharan y nos comerán uno por uno. -No lo harán, esperarán la noche, a que estemos dormidos. -¿Y entonces por que no vas con nosotros tambien? -Yo me quedaré hablando con el tigre, así lograré meterle mas miedo y sacarle información de como cruzar el río. Rezando los dos amigos hacen lo encomendado por Marino, mientras este tras unos minutos de conversación, por otro rumbo va a ayudar también, siempre vigilados por los felinos. Con el material recogido el burro Marino comienza a darle forma al lugar que los resguaradará del apetito de los felinos cuando caiga la noche Son ya las seis y treinta cuando el burro termina su trabajo. Una pequeña torre, de aaproximadamente un

metro de altura en medio del campamento en donde se montan. Apenas caben los tres, apretados estrechamente. El peso de ellos hace mover de un lado a otro el parapeto por lo que tienen que andar con sumo cuidado para que este, dado lo fragil no se caiga.. A las siete un tigre les grita. -Burro, aquí tienes la comida. -Brinca y móntate aquí. El animal hace lo indicado pero no alcanza a llegar hasta la altura de ellos, ya que el movimiento del mismo le da vertigo, por lo que de esa forma el burro se da cuenta que el parapeto está a buena altura. -Esta bien, quédate allí, bajaremos a buscarla. Todos los tigres están intrigados porque nunca han visto a un burro comiendo carne sino hierbas. -Bajen ustedes y súbanla, al fin y al cabo es de ustedes esa comida, yo no como carne. Le dice a sus amigos en voz baja. Con mucho cuidado ambos llevan la comida arriba y se la comen quedando satisfechos.

Marino, viendo que los felinos están pendientes de como comen y habiendo escuchado a uno de ellos, cuando recogia la madera, decirle a su compañero que estaba seguro que los burros no comían carne, les hace creer a los tigres que esta comiendo pero solo se introduce la carne a la boca y al menor descuido se la tira al perro o al gato. Puede oir que abajo uno de los tigres le dice a otro. -Te dije que sí comía carne, ese es un burro raro. Ya a las diez de la noche le dice a sus amigos. -No podemos quedarnos dormidos porque nos comerán, escuché decirle al jefe que harán eso, asi que alguien tiene que estar vigilando y si alguno de ellos se acerca les grita para que sepan que no dormimos, solo tienen dos maneras de comernos, cuando nos durmamos subiendo por donde nosotros lo hicimos o tumbando este parapeto, lo que creo que no harán porque nos despertarían. -¿Y si nos comen igual dormidos o despiertos?

-Confía en mí amigo perro. Hasta ahora no les he fallado, les prometí comida y se las conseguí. ¿O no es asi? -Es verdad. -¿Cómo haremos para escapar? .-Muy fácil amigo gato, cuando ellos se duerman nosotros nos bajaremos e iremos, al cruzar el puente del río ya estamos al otro lado. -¿Cual puente? -El que está detrás de aquellos matorrales, es el que usa la gente d ela ciudad cuando viene a cazar a la selva. -Yo no lo veo. -Pero alli está, los tigres tienen acá su campamento porque así pueden vigilar cuando los cazadores llegan a la selva. -¿Todo eso te lo dijo el jefe? -No, a veces hacerse el sordo es una buena estrategia para escuchar lo que dicen. Lo comentaban los otros tigres, algunos están seguros que ese tigre del cual trajimos la cabeza, fue matado por los cazadores. -¿Entonces por que nos creen? -Porque ellos son muy fieros , salvajes e inteligentes para cazar pero no para sacar conclusiones

-Ahora entiendo -dice el perro. -¿Y si no se duermen? -pregunta el gato -Si no lo hacen prepárate para ser comido mañana. Se reparten los turnos y la primera guardia le toca al perro y la segunda al burro. Abajo los tigres que han quedado en el campamento, ya que los otros han salido a cazar, incluido el jefe, esperan al mismo tiempo que ellos tres se queden dormidos. En par de ocasiones las voces del perro y el burro detienen a unos ansiosos tigres que creyendolos dormidos ya se preparaban a subir. Pero la tercer guardia le toca al gato y este satisfecho como está de tanta comida se queda dormido. Los tigres se alegran de esto y ya se saborean la carne del burro, el gato y el perro. El festín seria de primera. Uno de ellos comienza a subir con el mayor cuidado para no despertarlos. Aún no ha llegado arriba cuando el segundo ansisoso de ser d e los primeros en comenzar la fiesta también se da a la tarea de

ascender. La madera cruje por el excesivo peso y los tigres asustados por creer la historia de Marino sobre la fiereza de ellos se detienen durante unos segundos. Los ronquidos de Marino son los sonidos más fuertes del alrededor. Parecen alaridos. Otros dos hambrientos animales pasándose la lengua por los labios deciden subir. Los tres amigos sin darse cuenta, por culpa de la excesiva comida tomada por el gato, dentro de unos segundos serán devorados por los hambrientos animales. Las garras del primero llegan hastael borde de la plataforma y este sube. Pasea la vista por los tres y decide comerse a Marino. Pero al tratar de saltar hacia el burro la torre cede y se desploma. Los tigres que esperan abajo, sorprendidos ven como esta se precipita hacia ellos y se echan a un lado, esperando que los amigos caigan para comérselos. Marino con el impacto despierta sobresaltado y solo le queda tiempo para gritar:

-!Me dejas a mí él más grande amigo gato, tengo aún mucha hambre!! Las palabras de este espantan a los tigres que temen a su vez ser comidos por ese extraño burro. Lo que da tiempo a los tres a reponerse y salir corriendo rumbo al río. -Apúrate antes que se devuelvan a comernos. -Ya vienen -grita el gato. Los felinos salidos de la sorpresa los persiguen. -Corramos rapido. El burro sabe que tal vez sus amigos puedan escapar corriendo pero él no, por lo que se devuelve hasta el puente, cuando los tigres casi llegan al mismo. Los dos amigos le gritan. -¿Estas loco? te comerán. -Tengo un plan -les responde Al pasar el puente Marino se dió cuenta que este está sujeto por unas viejas cuerdas ya en mal estado. Su plan es tumbarlo, para eso tendrá que golpear fuertemente los troncos donde están los amarres. Con todas sus fuerzas da varias patadas

patadas en cada uno y el puente se derrumba segundos antes de que lleguen los tigres. Los amigos se detienen a esperarlo. Ya lejos de la selva el gato y el perro alaban a Marino. -Eres un burro inteligente Marino. Mientras del otro lado los tigres al reconocer su estupidez y darse cuenta del engaño se lamentan constantemente.