Henry Murray

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Henry Murray: - Personología Personología: término utilizado por Murray para designar el estudio de la personalidad, es que ésta tiene sus raíces en el cerebro. Ello: el ello contiene los impulsos primitivos, amorales y lascivos que describiera Freud, pero también impulsos positivos como la empatía y el amor. Superyó: los padres y las figuras de autoridad no son los únicos que moldean el superyó, sino que también intervienen el grupo de coetáneos y la cultura. Yo ideal: nos proporciona metas a largo plazo, representa lo que podemos llegar a ser y es la síntesis de todas nuestras ambiciones y aspiraciones. El yo: es el organizador central de la conducta, razona, decide y selecciona, de forma consciente, la orientación de la conducta. Necesidades primarias: necesidades de supervivencia y afines que se originan en los procesos internos del organismo. Necesidades secundarias: necesidades psicológicas y emocionales, como el logro y la afiliación. Necesidades proactivas: necesidades que surgen de modo espontáneo. Necesidades reactivas: necesidades que consisten en responder a un objeto específico. Presión: influencia que el entorno y los hechos pasados tienen en la activación actual de una necesidad. Subsidiaridad: situación donde se activa una necesidad para contribuir a satisfacer otra. Tema: combinación de presión (el ambiente) y la necesidad (la personalidad) que pone orden en la conducta humana. Complejo: patrón normal del desarrollo del niño que influye en la personalidad del adulto.

La etapa claustral: en el seno materno, el feto se siente seguro, sereno y dependiente, en un estado al que a veces desearíamos regresar. El complejo claustral simple es un deseo de estar en lugares pequeños, cálidos y oscuros, que brindan seguridad y reclusión. Por ejemplo, al despertar, uno tal vez quiera permanecer bajo las sábanas en lugar de salir de la cama.

La etapa oral: el complejo de ayuda oral incluye una combinación de actividades bucales y de tendencias pasivas, así como la necesidad de sentirse apoyado y protegido. Algunas de sus manifestaciones conductuales son succionar, besar, comer, beber, así como el ansia de recibir afecto, comprensión, protección y amor. En el complejo de agresión oral se combinan la conducta oral y la agresiva, como morder, escupir y gritar, así como los ataques verbales. La etapa anal: en el complejo de rechazo anal se presenta una preocupación por la defecación, el humor anal, los materiales parecidos al excremento, como la mugre, el fango, el yeso y la arcilla. Es frecuente que la agresión forme parte del complejo y se manifiesta dejando caer y arrojando objetos, disparando armas de fuego y activando explosivos. Los individuos que tienen este complejo tal vez sean sucios y desorganizados. La etapa uretral: este complejo, que sólo aparece en el sistema de Murray, va de la mano con una ambición excesiva, un sentido distorsionado de la autoestima, el exhibicionismo y la enuresis nocturna, así como deseos sexuales y amor a sí mismo. A veces se conoce por el nombre de complejo de Ícaro, el personaje de la mitología griega que en su vuelo se acercó tanto al sol que la cera de sus alas se derritió. La etapa genital o de castración: Murray decía que era la fantasía del niño de que le pudieran cortar el pene. Murray pensaba que ese miedo tiene su origen en la masturbación en la niñez y en el castigo que posiblemente le impusieron los padres. Erik Erikson - Teoría de La Identidad Principio epigenético de la maduración: idea de que el desarrollo humano se rige por una serie de etapas que dependen de factores genéticos o hereditarios. Crisis: el momento decisivo en cada una de las etapas del desarrollo. Fortalezas básicas: características y creencias motivadoras que tienen su origen en una resolución satisfactoria de la crisis de las etapas del desarrollo. Confianza frente a desconfianza: el lactante depende enteramente de su madre o de quien lo cuide para sobrevivir, sentirse seguro y recibir afecto. La boca tiene una importancia vital durante esta etapa. Erikson escribió que el lactante “vive y ama por medio de la boca”. La esperanza es una fortaleza básica asociada con una resolución adecuada de la crisis registrada durante la etapa oral-sensorial. Erikson la describió como la creencia de que nuestros deseos se verán satisfechos. Autonomía frente a duda y vergüenza: el niño desarrolla velozmente varias habilidades físicas y mentales, y es capaz de hacer muchas cosas sin ayuda. Aprende a comunicarse mejor, a caminar y trepar, a empujar y jalar, a retener objetos o a soltarlos. Se siente orgulloso de estas destrezas y casi siempre quiere hacer todo él solo. la más importante de estas capacidades es la de retener o soltar. La fortaleza básica que se obtiene con la autonomía es la voluntad, que implica la decisión de ejercer el libre albedrío y la autorrestricción frente a las exigencias de la sociedad.

Iniciativa frente a culpa: las capacidades motoras y mentales siguen desarrollándose, y el niño hace más cosas él solo. Expresa un fuerte deseo de tomar la iniciativa en muchas actividades. Iniciativa que también se puede desarrollar en forma de fantasías, las cuales se manifiestan en el deseo de poseer al progenitor del sexo opuesto y en la rivalidad con el del mismo sexo. La iniciativa da origen al propósito, fuerza básica que implica imaginar y perseguir metas. Laboriosidad frente a inferioridad: El niño ingresa a la escuela y entra en contacto con nuevas influencias sociales. En teoría, aprende buenos hábitos de trabajo y de estudio, tanto en casa como en la escuela, primordialmente como un medio para conseguir el elogio y la satisfacción que se deriva de realizar una tarea con éxito. La competencia es la fortaleza básica que se origina en la laboriosidad durante el periodo de latencia. Implica ejercitar la habilidad y la inteligencia para desempeñar y terminar tareas. Cohesión de identidad frente a confusión de roles: identidad del yo autoimagen formada durante la adolescencia que integra las ideas de lo que uno es y de lo que quiere ser. Crisis de identidad - no lograr la identidad del yo durante la adolescencia. La fidelidad es la fortaleza básica que se debe desarrollar en la adolescencia y surge de una identidad cohesionada del yo. Abarca la sinceridad, la autenticidad y un sentido del deber en las relaciones con otros. Intimidad frente a aislamiento: en ella nos independizamos de nuestros padres e instituciones cuasi paternas, como la universidad, y empezamos a funcionar con mayor autonomía como adultos maduros y responsables. Emprendemos algún tipo de trabajo productivo y establecemos relaciones íntimas: amistades estrechas y uniones sexuales. El amor es la fortaleza básica que surge de la intimidad durante los años de la adultez temprana y Erikson consideraba que era la mayor virtud humana. Lo definió como una entrega mutua en una identidad compartida, la fusión de uno con otra persona. Generatividad frente a estancamiento: es una etapa de madurez en la cual necesitamos participar activamente en la enseñanza y la orientación de la siguiente generación. La necesidad va más allá de la familia inmediata. Según Erikson, nuestro interés se extiende y amplía, pues abarca a las generaciones futuras y el tipo de sociedad en que vivirán. La solidaridad es la fortaleza básica que surge de la generatividad de la adultez. Erikson la definió como un gran interés por otros, y pensaba que se manifiesta en la necesidad de enseñar no sólo para ayudar a otros, sino también para realizar la propia identidad. Integridad del yo frente a desesperación: ambas actitudes determinan la manera en que evaluaremos toda nuestra vida. A estas alturas ya hemos cumplido todas nuestras metas o estamos a punto de cumplirlas. Recorremos nuestra existencia, pensamos en ella y hacemos un balance final. La sabiduría es la fortaleza básica que acompaña esta etapa final del desarrollo. Debilidades básicas: características motivadoras que provienen de la resolución insatisfactoria de las crisis del desarrollo. Desarrollo inadecuado: el que se presenta cuando el yo enfrenta los conflictos de una sola manera.

Gordon Allport - Motivación y personalidad Rasgos: características distintivas que rigen la conducta. Los rasgos se miden sobre un continuo y están sujetos a influencias sociales, ambientales y culturales. Rasgos individuales: son peculiares de una persona y definen su carácter. Rasgos comunes: son compartidos por varias personas, digamos los miembros de una cultura. Disposiciones personales: rasgos propios de un individuo en contraste con los que comparten varias personas. Rasgos cardinales: los rasgos humanos más generalizados y potentes. Rasgos centrales: unos cuantos rasgos sobresalientes que describen el comportamiento de una persona. Describen muy bien nuestro comportamiento. Agresividad, autocompasión y cinismo son tres ejemplos citados por Allport. Los rasgos secundarios: son los menos influyentes y se manifiestan con menor consistencia que los cardinales o los centrales. Pueden pasar tan inadvertidos o ser tan débiles que sólo un amigo íntimo se percatará de ellos. Hábitos: respuestas específicas, inflexibles, frente a determinados estímulos; a veces se combinan varios hábitos para formar un rasgo. Actitudes: tienen un objeto de referencia específico, suponen una evaluación positiva o negativa. Autonomía funcional de los motivos: hipótesis que plantea que los motivos de un adulto maduro normal no dependen de las experiencias de la niñez en que se presentaron originalmente. La autonomía funcional perseverante: el nivel más elemental, se refiere a conductas como las adicciones y las acciones físicas repetitivas, por ejemplo la forma habitual de desempeñar una tarea diaria. Las acciones continúan o perseveran por cuenta propia, sin recompensa externa alguna. En algún momento tuvieron un propósito, pero ya no lo hacen y su nivel es demasiado bajo como para considerarlas parte integral de la personalidad. Autonomía funcional del proprium: nivel de autonomía funcional que se relaciona con nuestros valores, autoimagen y estilo de vida. Proprium: término utilizado por Allport para designar el yo o el sí mismo. Tres principios rigen este proceso de organización: Organización del nivel de energía: explica cómo se adquieren nuevos motivos. Éstos surgen de una necesidad: ayudar a consumir el exceso de energía que de lo contrario expresaríamos de formas destructivas y dañinas. Por ejemplo, cuando alguien se jubila dispone de más tiempo y energía y, en teoría, los debería encauzar hacia nuevos intereses y actividades.

Dominio y competencia: se refiere a la medida en que uno decide satisfacer los motivos. No basta con alcanzar una medida adecuada. Los adultos maduros y sanos se sienten motivados a tener un desempeño mejor y más eficiente, a dominar nuevas habilidades y a aumentar su grado de competencia. Estructuración del proprium: describe la lucha por conseguir la congruencia y la integración de la personalidad. Organizamos los procesos perceptuales y cognoscitivos en torno al sí mismo, conservando lo que mejora nuestra autoimagen y rechazando lo demás.

Interacciones entre progenitor e hijo: la interacción social con los padres es indispensable a lo largo de las etapas de desarrollo del proprium, en especial el vínculo materno– infantil como fuente de afecto y de seguridad. Si la madre o el cuidador primario ofrecen suficiente afecto y seguridad, el proprium se irá desarrollando de forma gradual y constante, y el niño tendrá un crecimiento psicológico positivo. En cambio, si se frustran las necesidades de la niñez, el sí mismo no madurará correctamente. El niño se volverá inseguro, agresivo, exigente, celoso y egoísta. Raymond Cattell, Hans Eysenck y otros teóricos de los rasgos Análisis factorial: técnica estadística que se funda en la correlación entre varias medidas, las cuales se pueden explicar en razón de factores subyacentes. Rasgos: tendencias, relativamente permanentes, a ciertas reacciones que son las unidades estructurales básicas de la personalidad.

Ergios: rasgos fuente constitucionales permanentes que suministran energía a la conducta propositiva. Son las unidades innatas básicas de la motivación. Las investigaciones de Cattell con el análisis factorial identificaron 11 ergios: Ira, atractivo, curiosidad, repugnancia, sociabilidad, hambre, protección, seguridad, autoafirmación, sumisión, sexo. Sentimiento: es un rasgo fuente moldeado por el entorno, porque se debe a factores sociales y físicos externos. Es un patrón de actitudes aprendidas que se centran en un aspecto importante de la vida: comunidad, cónyuge, profesión, religión o afición. Actitudes: intereses, emociones y conductas que dirigimos a una persona, objeto o hecho. Subsidiariedad: relación entre ergios, sentimientos y actitudes en la cual algunos elementos están subordinados a otros. Rejilla dinámica: representación de la relación entre ergios, sentimientos y actitudes en un diagrama o en una gráfica. Sentimiento de uno mismo: el autoconcepto, el cual es el organizador de las actitudes y de las motivaciones.

Las tres dimensiones de la personalidad son: E- Extroversión frente a introversión. N- Neuroticismo frente a estabilidad emocional. P- Psicoticismo frente a control de impulsos (o funcionamiento del superyó).

El papel primario de la herencia: según Eysenck, la herencia determina primordialmente los rasgos y las dimensiones, pero la evidencia de las investigaciones indica que la extroversión y el neuroticismo tienen un componente genético más fuerte que el psicoticismo. Eysenck no descartó la influencia del entorno y de la situación en la personalidad, como las interacciones familiares durante la niñez, pero pensaba que influían poco.

Emotividad: este temperamento designa nuestro grado de activación o excitabilidad. Consta de tres componentes: la aflicción, el temor y la ira Actividad: Buss y Plomin definen el temperamento de la actividad en términos de energía y vigor físicos. Todos conocemos a individuos que son más dinámicos y activos que otros y que despliegan una gran energía en diversas situaciones. Sociabilidad: este temperamento se refiere el grado de preferencia por el contacto y la interacción con la gente. Los individuos muy sociables prefieren las actividades de grupo y la compañía. Los no sociables eligen actividades solitarias, además de que tienden a evitar a los demás.