Gonzalez Pilar - Como Superar Tu Timidez

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CÓMO SUPERAR TU TIMIDEZ 7 CLAVES PARA LOGRAR SEGURIDAD, AUTOESTIMA Y CONFIANZA

PILAR GONZÁLEZ

A mi madre, Natividad Álvarez, por darme la vida. A mi tía, Enedina Álvarez, por apoyarme y acompañarme en mi camino.

La timidez es una condición ajena al corazón, una categoría, una dimensión que desemboca en la soledad. Pablo Neruda.

El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas. William George Ward.

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INTRODUCCIÓN

Muchas personas llegan a mi consulta con el objetivo de vencer la timidez porque se dan cuenta de que esta es un obstáculo para el desarrollo de su vida, de que les impide relacionarse con soltura, les limita el contacto con el mundo, les lleva a renunciar a la realización de algunas actividades que desean, les frena en su ascenso profesional, sobre todo si tienen que enfrentarse a hablar en público, y en definitiva les hace sentirse pequeños y poco valiosos. En su mayoría confesaron que les era imposible participar en una conversación grupal, que querían que la tierra se las tragara cuando les presentaban a alguien porque no sabían qué decir, que habrían deseado salir corriendo cuando algún profesor les sacaba a la pizarra, que se ponían rojos como un tomate cada vez que recibían un halago, que evitaban bailar en las fiestas por temor al ridículo, que era un suplicio tener que exponer cualquier tema en una reunión de trabajo y sentir la miradas de todos sobre él… Yo misma fui una persona tímida durante gran parte de mi vida, pero gracias al trabajo personal he logrado que la timidez se reduzca hasta el punto de que no me impida realizar las actividades que deseo. Imagino que podrás identificarte con todas o alguna de las características de las personas tímidas: ¿Con frecuencia te cuesta expresar tus sentimientos? ¿Prefieres pasar desapercibido? ¿Te ruborizas con facilidad? ¿Temes ser juzgado? ¿Evitas hablar en público? ¿Te generan ansiedad algunos acontecimientos sociales? Entonces este libro es para ti. En él voy a describir las 7 claves que he aplicado, tanto en mí como en mis clientes, y que funcionan de forma rápida y eficaz. Si te preguntas por qué confiar en estas recetas cuando existen otras muchas

que también dicen ser efectivas, la respuesta es bien simple: porque ya han sido probadas y han dado resultado a numerosas personas que las han puesto en práctica. Tú no eres distinto, no eres menos, tienes las mismas posibilidades de tener éxito. Lo único que se requiere para ello es un compromiso sólido, constancia y perseverancia. Merece la pena que dediques tiempo a la lectura de este libro y sobre todo a la práctica de los ejercicios que en él propongo. Tú lo mereces, sí, te mereces darte la oportunidad de superar tu timidez y lograr mayor seguridad, autoestima y confianza.

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¿QUÉ ES LA TIMIDEZ?

Antes de hacer un cambio, una transformación, hay que conocer bien de dónde se parte. Por ello es importante saber qué es la timidez y qué significa ser tímido. La timidez es un sentimiento que se despierta ante determinadas situaciones sociales. La inseguridad y el temor a ser enjuiciados, criticados, humillados y rechazados, están en la base de su existencia. No es de extrañar, por tanto, que cuando aparece nos provoque angustia y ansiedad, y que la necesidad de evitar todas estas sensaciones desagradables sea más poderosa que la de realizar aquello que nos gustaría. Está muy ligada a la baja autoestima, al sentimiento de vergüenza, a las creencias negativas sobre nosotros mismos, y a la comparación a la que nos sometemos con respecto a los demás en la que siempre salimos perdiendo. Es cierto que casi todos somos tímidos en algún porcentaje o de algún modo, pero no para todos es un problema. La intensidad con la que se presenta la timidez y la capacidad que se tiene para gestionarla de forma adecuada trazan un línea fundamental entre aquellos que pueden vivir en plenitud, a pesar de ella, y aquellos otros a los que limita su calidad de vida de forma seria. ¿Y qué tienen esas personas que pueden vivir en plenitud a pesar de la timidez? Simplemente fuerza de voluntad, un imperioso deseo de superarla y una distinta forma de interpretar la realidad. Recuerda que incluso aquellos que brillan con luz propia y son siempre el centro de atención en algún momento también tienen dudas y sienten inseguridad ante determinadas situaciones, pero ello no los achica. Habrás oído decir a algunos músicos y actores que, a pesar de llevar años delante de las cámaras, siguen poniéndose nerviosos y sintiendo la misma tensión

que tú sientes al hablar en público, la diferencia es que a ellos ni el temor ni la ansiedad les frenan. Ánimo, esto demuestra que tú también podrás hacerlo, solo tienes que dar un paso al frente y comprometerte contigo y con la tarea.

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DESMONTANDO LA TIMIDEZ

A- La timidez como condena

Hay varios elementos a tener en cuenta para desmontar la timidez. Entre ellos quiero destacar la idea que con frecuencia se tiene de que la persona que es tímida no puede ser de otro modo. Esto es una especie de condena basada en la creencia de que nacemos tímidos y por tanto nos moriremos así. Es sabido que los científicos llevan bastante tiempo discutiendo sobre si la biología es más influyente que el aprendizaje o viceversa. Yo no voy a entrar en el dilema, pero me pregunto si todas las personas que han decidido superar la timidez y lo han conseguido no tenían una predisposición genética. ¿Es suficiente esta excusa para no intentarlo? Seguro que no. La expresión “soy tímido” hay que desterrarla de nuestro vocabulario y sustituirla por “he aprendido a ser tímido” o aún mejor por “me comporto con timidez”. Y te doy una razón: cuando te identificas con la timidez te aferras a ella como a un clavo ardiendo y haces muy difícil poder soltarla, te cierras una puerta, pero cuando comprendes que es un aprendizaje o un comportamiento abres una ventana, te das la posibilidad de aprender otro modo de comportarte y la oportunidad de superarla.

B- Los tímidos no tienen habilidades sociales

Esta es otra falsa creencia porque las habilidades sociales se van adquiriendo a lo largo del proceso de crecimiento y desarrollo. Incluso en el caso de que algunas personas tímidas tuvieran un déficit en estas habilidades si quisieran podrían incrementarla, porque mientras hay vida se puede seguir aprendiendo. Pero lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones ni siquiera es una cuestión de habilidades sociales, sino como ya he dicho antes una cuestión de temor a ser enjuiciados y rechazados, provocada por una baja autoestima, por una evaluación negativa de uno mismo. En este sentido será importante aumentar la seguridad y la confianza, y veremos más adelante cómo hacerlo.

C- A los tímidos no les gusta la gente, son personas solitarias

Nada más lejos de la realidad. A todos puede gustarnos tener momentos de soledad, es algo necesario y adecuado. Pero también a todos nos gusta el contacto con los demás, salvo excepciones de personas con graves trastornos mentales, y también es grato y necesario. De hecho he escuchado a muchas personas tímidas decir que les gustaría tener más relaciones sociales, y les he visto padecer cierto grado de sufrimiento por sentir que “no pueden” lograrlo. Yo misma la padecí tiempo atrás. En aquella época me sentía incapaz de hablar en público, la sola idea me provocaba ansiedad y hacía que me encogiera y me escondiese como un caracol, y sin embargo en el presente una de las actividades más gratificantes que realizo es la de impartir conferencias y talleres ante numerosas personas. Esta sensación de “no poder” es una de las que vamos a conseguir cambiar con las prácticas que a continuación propongo. Así, las personas tímidas no somos raras, no es que pasemos de la gente, es que tenemos una dificultad para acercarnos a ellas en determinadas situaciones.

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PRIMERA CLAVE: EL PUNTO DE PARTIDA

La primera clave para conseguir superar la timidez es identificar la situación de la que partes, el punto exacto en el que te encuentras ahora. Para ello empieza realizando la siguiente práctica.

PRÁCTICA 1 La Técnica del Origen

Ejercicio para identificar la situación de la que partes: Este es un trabajo de observación, de atención continua. Debes prestar atención cuando te sientes tímido a aquello que te genera temor y ansiedad, a lo que te produce el conflicto que quieres resolver, a lo que te impide lograr tus objetivos, a la dificultad que quieres superar: fíjate en lo que haces, en la gente con la que estás, en el lugar donde te encuentras, en las conversaciones que estás manteniendo o en las actividades que evitas, en lo que sientes y en lo que piensas. La totalidad de los detalles son importantes. Anótalos concretando y poniendo la fecha, para que no se te olviden y para que también puedas compararlos con los que escribas en días sucesivos. Esto, de forma sencilla, es decir que confecciones un listado de situaciones

concretas en las que aparece tu timidez. Puedes ordenarlo luego de mayor a menor. Por ejemplo, puedes sentir mucha vergüenza a bailar delante de tus amigos y también a contar un chiste a tu familia, pero tal vez te resulta más fácil hacer una de esas dos cosas, pues en primer lugar pondrías la que conlleva mayor dificultad. Si observas con atención durante cierto periodo de tiempo descubrirás con claridad qué te está pasando, cómo te sientes, qué ideas tienes, qué te impulsa a querer cambiar y qué te está frenando. Seguro que rápidamente te darás cuenta de que determinados pensamientos y creencias están sustentando que la timidez aparezca y se mantenga. En la siguiente práctica vas a trabajar con ellos.

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SEGUNDA CLAVE: PENSAR POSITIVO

Por todos es sabido que nuestros pensamientos poseen un gran poder. Nuestra mente es maravillosa, pero también nos juega malas pasadas y a veces se convierte en nuestra peor enemiga. Los pensamientos negativos poseen un papel fundamental en la incapacidad para producir cambios en nuestra vida y en el mantenimiento de la timidez, ya que socavan nuestra autoestima, nos frenan, nos hacen sentir inseguros, faltos de dominio, nos generan miedo, impiden que realicemos muchos de nuestros deseos y sabotean nuestro bienestar. Hay diversos tipos de pensamientos considerados negativos, como pueden ser los catastrofistas, los derrotistas, los que exigen, los que dramatizan o los que culpabilizan. Bastantes de ellos empiezan con la palabra “no”. Todas son ideas limitadoras, torturadoras, que nos angustian e invalidan, que ejercen una gran influencia sobre nosotros. Son pensamientos que están muy arraigados en nuestra mente, surgen de forma automática e incluso a veces ni nos damos cuenta de ellos. En la mayoría de los casos no los cuestionamos sino que los damos por válidos, y en cuantiosas ocasiones son aprendidos, los hemos interiorizado. Cuando nos paramos a observar nuestros pensamientos podemos darnos cuenta de que a veces aparecen en primera persona y otras en segunda, como si dentro de nosotros una figura emergiera, un personaje que estuviese hablando con alguna otra parte de nosotros. Así, por ejemplo, a veces nos descubrimos pensando “qué torpe soy” y otras pensando “que torpe eres”. En ambos casos son pensamientos que se refieren a cómo nos calificamos. En este apartado vamos a trabajar solo con los pensamientos negativos que aparecen en primera persona, aquellos que nos decimos en segunda persona los veremos cuando trabajemos con el personaje que he llamado el Crítico, en el

apartado cinco.

PRÁCTICA 2 La Técnica de la atención

Ejercicio para identificar pensamientos negativos: La segunda clave para superar tu timidez y lograr autoestima, tiene que ver con cambiar tus pensamientos, reforzar tus potencialidades, eliminar los mensajes nocivos que con constancia te das sustituyéndolos por otros positivos. Es esencial que identifiques esos mensajes negativos para cambiarlos por los que yo llamo “antídotos”, frases que aumentarán tu confianza y seguridad. Así que manos a la obra, te propongo hacer una lista con todas esas frases que te repites como un mantra, que minan tu autoestima y te generan insatisfacción, infelicidad y en muchos casos ansiedad. Entre ellas podrías encontrar algunas como las siguientes: “No puedo”. “No estoy a la altura”. “Todo me da pereza”. “No soy capaz”. “No sé”. “Soy un fracasado”. “Nadie me entiende”. “No lo conseguiré”. “No valgo para esto”. “Me odio a mí mismo”. “No merece la pena”. “Haré el ridículo”. “No tengo nada interesante que decir”. Estos son solo varios ejemplos, seguro que encuentras bastantes más. Pero antes de que comiences a hacer tu lista, te pongo también un ejemplo de antídotos para cada una de esas ideas negativas: No puedo – Sí puedo. No estoy a la altura – Consigo lo que me propongo. Todo me da pereza – Estoy motivado. No soy capaz – Tengo grandes capacidades. No sé – Estoy dispuesto a aprender. Soy un fracasado – Soy exitoso. Nadie me entiende – Me siento comprendido. No lo conseguiré – Decido lograrlo. No valgo para esto – Soy muy valioso. Me odio a mí mismo – Me apruebo y me aprecio.

No merece la pena – Me lo merezco. Haré el ridículo – Lo haré muy bien. No tengo nada interesante que decir – Mi conversación es amena.

PRÁCTICA 3 La Técnica del Antídoto

Ejercicio para pensar positivo y desarrollar tus potencialidades: Ahora haz tu lista. Detalla todas esas ideas negativas que te repites cada día en primera persona y escribe también a su lado un antídoto, una expresión positiva que la sustituya. Date tiempo, no lo hagas con prisas, tómate los días que necesites. Observa con atención tus pensamientos, en especial cuando se acentúa tu sentimiento de timidez, e incluso aquellos que surgen en los momentos previos, y escríbelos en tu lista. Luego reflexiona con detenimiento cuál es el mejor enunciado para sustituir cada una de esas ideas negativas. Una vez que tengas tu listado trabaja con él de la siguiente forma: Elige uno de los enunciados positivos de tu lista. Ponte de pie y apoya bien los pies en el suelo, si lo haces descalzo será mucho mejor. Observa tu respiración e imagina que el aire al salir baja por tu cuerpo hacia los pies, y que junto a él baja por completo el peso de tu cuerpo. Siente que con cada espiración te vas relajando más. Cuando notes que te has aflojado pronuncia en voz alta la frase que hayas elegido. Luego inspira despacio, repitiéndola en tu mente e imaginando que esas palabras, al igual que el oxígeno, llegan a todas tus células. Ahora observa tus sensaciones. Y vuelve a empezar: Repite la frase en voz alta y respira imaginando que llega a todas tus células, y después observa sus efectos. Sigue repitiendo esto una y otra vez al menos durante siete minutos. No fuerces la respiración, solo síguela, a su ritmo, centra tu atención sobre todo en las sensaciones que vas teniendo. Al final del libro, en el Anexo I, encontrarás un modelo y si lo fotocopias te facilitará realizar esta práctica. Como comprobarás es un ejercicio muy fácil de hacer, que además no necesita demasiado tiempo, por lo que podrás realizarlo al menos una vez al día. Si lo haces dos o tres veces cada día será mucho mejor. Trabaja con cada una de las expresiones de tu lista de este modo. Puedes alternarlas, un día te dedicas a una de ellas y al día siguiente a otra, o utiliza la

misma durante varios días seguidos y luego cambias. El orden no importa, lo que importa es que trabajes con todas. Tal vez, al principio de realizar esta práctica te cueste creer en lo que dices. A veces, la mente está tan acostumbrada a pensar negativo que se resiste a aceptar los antídotos y los rechaza. Si ello te ocurre no prestes atención a tu incredulidad. Sigue adelante, persiste. Poco a poco los irás aceptando, comenzarás a creer en ellos y harán su efecto, porque esta herramienta tan simple guarda un poder increíble, te asombrará la rapidez con la que consigues resultados. Tus sentimientos de inferioridad irán desapareciendo, tu inseguridad se desvanecerá, aumentará tu autoestima y comenzarás a sentirte más confiado y más capaz.

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TERCERA CLAVE: TRANSFORMAR AL CRÍTICO QUE LLEVAS DENTRO

Seguro que en demasiadas ocasiones te descubres criticándote, culpabilizándote y exigiéndote, quizás por lo torpe que eres o por lo mal que has hecho algunas cosas; por lo que te falta o por lo que no has conseguido todavía; porque eres muy lento o tal vez muy apresurado; porque te has equivocado o por tus despistes; porque comes demasiado o muy poco; porque el desorden te invade o te obsesiona el orden. Da igual cuál sea el reproche, todos son una condena, una dura carga, muy incómoda y difícil de sobrellevar. Observarás que estos reproches y críticas son también pensamientos negativos, pero como vimos en el apartado anterior, se diferencian de los que antes trabajaste en que aparecen en segunda persona. De este modo parece que no eres tú mismo quien los produce sino una parte de ti que te habla como si fuese alguien independiente y ajeno. Por ello podría decir que dentro de ti hay instalada una voz que te censura, un personaje que te tortura. Todos, en una u otra medida lo llevamos dentro y padecemos sus críticas y desvalorizaciones. Esto es convivir con un juez implacable, que constantemente te condena, que te vigila sin tregua para recordarte los fallos que, según él, cometes. Este crítico interno siempre exige más, hagas lo que hagas nunca es suficiente, nunca está satisfecho, así que poco a poco va debilitando tu confianza en ti mismo, va haciéndote sentir cada vez más pequeño, más inseguro, menos valioso, más temeroso e incapaz. En muchas ocasiones te paraliza, otras veces te presiona y, otras tantas, te conduce precisamente hacia aquello que intentas evitar. Podría llamar a este personaje además del Crítico, el Juez, el Exigente, el Reprochador, o también el Torturador. Vivir con estas críticas constantes mengua tu energía y tu motivación, te

genera intranquilidad, angustia, e incluso estrés y ansiedad y, lo más importante, hace que te olvides de todas las cualidades y capacidades que posees, de lo que sí haces bien, ya que solo centra la atención en tus áreas deficitarias. ¿Te imaginas que este personaje pudiera cambiar, que se dedicara a apoyarte en vez de a criticarte y torturarte? Te aseguro que puede hacerlo. La diferencia entre reprochar y apoyar es obvia. Como hemos visto, reprochar genera timidez, insatisfacción, infelicidad, intranquilidad, temor, desvitalización y ansiedad. En cambio, apoyar genera tranquilidad, confianza, seguridad, fuerza y bienestar. También debes tener en cuenta que el mundo externo refleja nuestro interior, como si fuese un espejo. Para clarificar esta idea te pondré un ejemplo: cuando alguien nos presiona, nos exige, nos traiciona, nos reprocha, o nos hace cualquier otra cosa que nos daña está representando a una parte de nosotros que también nos hace lo mismo. Sí, todo ello representa a este personaje que con su crítica y exigencia nos tortura. Es decir, proyectamos hacia afuera lo que hay dentro de nosotros, como si fuésemos un farol que emite rayos de luz, y luego estos rayos al impactar en el espejo del mundo nos fueran devueltos. Por ello, si conseguimos que nuestro Crítico se vuelva amoroso habremos resuelto el conflicto, tanto dentro como fuera de nosotros. Entonces el espejo del mundo ya no podrá reflejar algo que no existe, y comenzará a devolver la imagen del Amoroso. Sé que esta idea podría ser un poco difícil de entender, pero tómala como una metáfora. Lo fundamental es que hagas tuyo lo que venga de fuera, así lo reintegras y es más fácil modificarlo. La tercera clave para superar la timidez es, por tanto,transformar al Crítico, cambiar esa parte de ti que te impide vivir en plenitud. Para que el Crítico se transforme en alguien que te apoye o, lo que es lo mismo, en el Amoroso, te propongo realizar las siguientes prácticas.

PRÁCTICA 4 La Técnica de Ganar Autoapoyo

Ejercicio para transformar al Crítico y reforzar tus capacidades: Este ejercicio se compone de varias partes. En la primera vas a observar y anotar los reproches y exigencias que te hace este personaje. En la segunda parte te dedicarás a observar y escribir también las exigencias y reproches que te vienen de fuera, del mundo externo, ya sea por parte de tu jefe, de tu madre, de tu pareja, de un amigo, o de cualquier otro individuo, y las tomarás como si también las hiciera tu Crítico, recuerda que lo de fuera está reflejando tu interior. En la tercera parte observarás los sentimientos que te provoca el Crítico, que suelen ser de desvalorización, tristeza, impotencia, etc. En la cuarta parte te dedicarás a enviarte mensajes de apoyo y en la quinta parte vas a recordarte cada una de las cosas que te gustan de ti. Primera parte: Ahora vas a estar atento a los reproches y exigencias que te hace el Crítico, esa parte de ti que te tortura. Te será fácil observarlos porque suelen ser repetitivos, pueden ser algunos de los siguientes: “Eres tonto”. “Estás fatal de la cabeza”. “No lo conseguirás”. “Eres un desastre”. “Has fallado a la gente”. “Todo el mundo está en tu contra”. “Qué torpe eres”. “Ya te has vuelto a equivocar”. “Tienes que hacerlo mejor”. “Siempre metes la pata”. “No vales para nada”. “Tienes que dar más”. “Nunca te enteras”. “Siempre te pasa lo mismo”. “Debes ir más rápido”. “Eres despreciable”. “No terminas nada”. “Debes hacerte cargo de…”. Haz una lista con esos reproches que te repite tu Crítico a cada instante, algunos de ellos podrían coincidir con los pensamientos negativos que ya has trabajado antes, solo que en esta ocasión observarás que aparecen en segunda persona, si es así anótalos también. Segunda parte: Observa al mundo como un espejo, anota los reproches y exigencias que te vienen de fuera, los que emite la gente de tu entorno. Date cuenta de que estos también los hace tu Crítico, y añádelos a la lista. Tercera parte: Observa los sentimientos que te provocan esos reproches. Eso es lo que te genera el Crítico con sus censuras y exigencias. Deja que esos sentimientos te inunden, permite que afloren, experiméntalos, no los evites ni los

rechaces, y luego anótalos al lado de tu lista anterior. Cuarta parte: Ahora busca un antídoto para cada uno de los reproches. Esto es encontrar la frase que necesitas oír para sentirte apoyado, para que esos pensamientos, que has anotado antes, se diluyan y en su lugar emerjan otros más placenteros. Luego trabaja con los antídotos, como ya has hecho en la práctica número tres, diciendo la frase en voz alta y respirándola. Repítelo cada día, cuantas más veces mejor. Podrás observar cómo en la medida que realizas este trabajo los mensajes del Crítico se hacen menos intensos, más espaciados, y a la vez tus sentimientos y sensaciones también van cambiando. Aquí te dejo un ejemplo de cómo hacer este ejercicio: Lo que dice el Crítico Cómo me siento Lo que necesito oír Eres un inútil Invalidado, enfadado Eres muy capaz No vales para nada Hundido, incapaz Eres muy valioso Tienes que dar más Exigido, presionado Das todo lo que puedes Eres despreciable Triste, dolido

Eres digno de amor Al final del libro, en el Anexo II, encontrarás un modelo para facilitarte hacer este ejercicio. Quinta parte: En esta ocasión también vas a realizar un listado, pero ahora lo harás con todas aquellas cualidades que seas capaz de reconocer en ti, con las cosas que te gustan de ti mismo. Presta atención cada día a lo que haces bien, a aquello de lo que te sientes satisfecho y orgulloso, y ve ampliando tu lista. Seguro que es bastante más larga de lo que piensas. Por ejemplo, podrías escribir que te gusta tu paciencia, o tu generosidad, o tu inteligencia, o tu sensatez, o tu disciplina, o tu rebeldía, o tu creatividad. Una vez que tengas completo el listado elige una de las cualidades, y durante una semana te la recordarás cada día. Cuantas más veces te la recuerdes mejor, hazlo siempre que puedas. Luego elige otra cualidad y haces lo mismo. Así hasta que agotes lo que has anotado en tu lista. Aquí te pongo otros ejemplos de antídotos frente a algunas críticas: Lo has hecho mal – Lo haces lo mejor que sabes. Nunca te enteras – Hay muchas cosas de las que sí te enteras. Te has equivocado – En bastantes ocasiones aciertas. Tú eres débil – Eres fuerte. Esto no es para ti – Te lo mereces. Eres tonto – Eres inteligente. Todo el mundo está en tu contra – El universo te apoya. Como ya he dicho, y como comprobarás, en muchos momentos utilizas la segunda persona para hacerte reproches, por ello es esencial que los mensajes positivos, las palabras de apoyo, también las pronuncies en segunda persona, al menos en esta fase del proceso. Cada vez que te descubras reprochándote date cuenta de cómo te sientes, de

qué te haces a ti mismo, y luego busca el antídoto y sustitúyelo. Repite cada día las frases que te apoyan, todas las veces que puedas. Otras consignas que te ayudarán en momentos de dificultad, cuando aparezca la timidez, la vergüenza, el temor o la ansiedad, son las siguientes: Todo está bien. Yo estoy contigo. Tengo confianza en ti. Yo te protejo y te cuido. Te acepto tal como eres. Tú eres muy valioso.

PRÁCTICA 5 Técnica de la Integración

Ejercicio para integrar tu parte amorosa: Una vez que hayas completado la práctica anterior, vuelve al listado de cosas que necesitabas oír, ahora es el momento de ponerlas en primera persona. Si por ejemplo antes trabajaste con la frase “eres valioso”, ahora dirás “sí, yo soy valioso”. Si el enunciado era “te lo mereces”, ahora dirás “sí, yo lo merezco”. Cambia de este modo cada una de esas expresiones, situando siempre el “sí” y el “yo” delante. Y de nuevo te colocas de pie, pronuncias la frase en voz alta y la respiras, como ya sabes hacer. Notarás que una gran energía te invade. Una extraordinaria fuerza y una sensación de expansión recorrerán tu cuerpo. Comenzarás a creer en ti, tu confianza y seguridad aumentarán, al igual que tu autoestima. Te sentirás poderoso, capaz de afrontar muchas cosas.

PRÁCTICA 6 La Técnica de Desarmar al Crítico

Ejercicio para aceptarte tal como eres: La aceptación es una de las mejores maneras de desarmar y transformar al Crítico, porque le dejas sin argumentos y porque “aceptar” lleva implícita la idea de cambio. Sí, quizá te parezca extraño, pero la aceptación va de la mano de la transformación. Te pongo un par de ejemplos de ello: Si no te gusta tu intolerancia y te peleas con ello, te haces más intolerante, ya que tampoco toleras tu intolerancia. Si no te gusta tu miedo y te peleas con él, el miedo crece. En cambio, aceptar el miedo te hace más valiente y aceptar tu intolerancia te vuelve más tolerante. Así, en esta práctica vas a anotar todas las cosas que no te gustan de ti. Tal vez no te agrade considerarte miedoso, o débil, o intolerante, o quizás demasiado serio, o alocado en exceso, o puede que te moleste sentir enfado, o tristeza, incluso sentir vergüenza y timidez, y que te repruebes por ello. Escribe todas esas facetas de ti mismo que rechazas. Date cuenta también de que tú no eres nada de eso, sino que más bien te comportas de ese modo, o es algo que sientes, y no siempre, solo a veces. Por ello no escribas nunca “soy miedoso” o “soy intolerante” sino que vas a escribirlo de esta forma: “a veces tengo miedo” o “a veces me comporto con intolerancia”. Ya que expresarlo así evita que te identifiques con tu comportamiento y también que creas que es algo que haces siempre, porque no es verdad. Seguro que en otras muchas ocasiones actúas con valentía y tolerancia. Cuando hayas completado el listado, reflexiona sobre cada una de esas cuestiones y escribe a su lado qué tiene de bueno, trata de ver sus ventajas ylo que te aporta. Aquí te dejo un par de ejemplos, siguiendo con los anteriores: A veces tengo miedo. Ventajas: El miedo me informa del peligro, me ayuda a protegerme… A veces me comporto con intolerancia. Ventajas: La intolerancia me ayuda a rechazar conductas nocivas…

Haz lo mismo con todos los enunciados de tu lista y recuérdate con frecuencia que esas facetas de ti también son buenas, también tienen un aspecto positivo, que están ahí para ayudarte y por ello las aceptas como partes de ti. Así cuando tu Crítico vuelva a reprocharte “eres un cobarde”, podrás responderle “sí, a veces tengo miedo, y es bueno para mí”. Cada vez que el Crítico te ataque de ese modo dale la respuesta apropiada, muéstrale que aceptas esas cualidades y comportamientos, e infórmale de lo que te aportan. Con estas simples actuaciones verás cómo, poco a poco, el Crítico se apacigua y el Amoroso se hace más grande y más fuerte. Cuando transformas al Crítico estás también ganando autoestima. Esta es el sentimiento de aprecio que nos tenemos a nosotros mismos, y el conjunto de percepciones y valoraciones, dirigidas hacia nosotros, de carácter positivo. La autoestima afecta tu manera de estar, tu manera de ser, de actuar y de relacionarte con el mundo. Así, hacer grande a tu parte amorosa implica que te quieras más, que te aceptes mejor, que te respetes y te sientas valioso y, por tanto, que aumente tu autoestima. Recuerda felicitarte cada día y tratarte bien. Hazte un regalo de vez en cuando. Sé amoroso contigo y todo te irá mejor.

CUARTA CLAVE: IMPLICAR AL CUERPO

En los momentos en que la timidez manifiesta sus más intensos síntomas nos cuesta salir de ellos, incluso a veces nos resulta difícil pensar, porque parece que nos invade la mente una espesa niebla que la oscurece por completo, y que perdemos el control de nuestra vida. Sí, nos da la impresión de que nada tiene salida, de que estamos atrapados, de que no tenemos poder para cambiar, ni fuerzas para hacerlo, que una amenaza inminente nos acecha. A pesar de ser algo irracional e imaginado, porque en realidad no existe, tenemos la sensación de que esa amenaza se hace figura y lo ocupa todo. La primera reacción suele ser la evitación, la huida de las situaciones que nos provocan temor, vergüenza y ansiedad. La desmotivación y la apatía parecen adueñarse de nosotros. Nos cuesta movernos y andamos cabizbajos. Pero, aun en este estado, nuestro cuerpo se implicará con cierta facilidad si nos lo proponemos. Implicar nuestro cuerpo no es otra cosa que estar presente en el presente, en contacto con nuestras sensaciones, con nuestras emociones, y ello requiere una escucha consciente, pues será la que nos permita conocer y satisfacer nuestras necesidades. Así, es esencial bajar de la cabeza al cuerpo, porque la mente tiende a estar en el pasado o en el futuro, recordando, imaginando o planificando, pero el cuerpo siempre está en el presente, informándonos tanto de lo que nos sucede a nosotros como de lo que ocurre a nuestro alrededor, y mostrándonos cuáles son las necesidades que requieren satisfacción. Tanto la relajación como la meditación, el movimiento corporal, los cambios de postura, y también nuestra respiración, ejercen influencia y facilitan que nos hagamos más conscientes del cuerpo. La cuarta clave, por tanto, para superar la timidez, consiste en implicar tu cuerpo. Esto es escucharte, moverte, sentir y estar presente. El movimiento y la adopción de la postura adecuada logran sacarte de la vergüenza, del desánimo, de la inseguridad, y ello te permitirá experimentar mayor control, más tranquilidad y te invadirá una grata sensación de esperanza. Hay multitud de técnicas para implicar al cuerpo, aquí solo veremos unas cuantas, más adelante en el apartado de “otros consejos” incluiré una práctica de relajación y otra de meditación que bien podrían aparecer en este capítulo, sin

embargo he preferido describirlas por separado, ya que creo que merecen una mención especial, al igual que la escucha y la satisfacción de necesidades.

PRÁCTICA 7 La Técnica del Movimiento Esencial

Ejercicio para implicar al cuerpo y retomar tu control: Cualquier movimiento será efectivo, por ejemplo hacer estiramientos, o dar saltos, o extender los brazos y moverlos de arriba abajo, o girar la cintura de izquierda a derecha. También puedes poner música y bailar, o salir a hacer footing, o nada más quedarte de pie haciendo vibrar tus piernas, como si temblaran, y sintiendo el contacto de tus pies con el suelo. Asimismo es importante cambiar de postura, así que eleva la barbilla, pon recta la espalda y saca pecho. Mantén un par de minutos esta posición y observarás cómo cambian tus sensaciones de inmediato. Esta práctica te ayudará a conectar con tu fuerza y tu poder, y permitirá que aparezca de nuevo la sensación de que tomas las riendas de tu vida, de que tienes capacidad para lograr lo que te propongas.

PRÁCTICA 8 La Técnica de Liberar Tensión

Ejercicio para descargar la tensión: Una buena forma de liberar la tensión es golpear un cojín. Elige un momento en el que puedas gritar y golpear un cojín en tu casa. Golpéalo sin censuras, el tiempo que necesites, hasta que sientas que has soltado la tensión. Hazlo de forma que no te dañes. Es mejor golpear el cojín con una raqueta por ejemplo, o con un bate de béisbol, o con cualquier otra cosa que proteja tus manos. Mientras gritas y golpeas, a veces, además de tensión notarás que liberas rabia, si te ocurre déjala salir también y observa sus efectos. Algunos clientes sentían vergüenza o sensación de ridículo al realizar esta práctica en la consulta, otros temían perder el control, y había quienes creían que no debían gritar o golpear porque ello está mal visto. Si a ti también te sucediera lo mismo, recuerda que podrás parar cuando quieras, que estás solo, que nadie te ve, y que si pones música a cierto volumen tampoco nadie podrá escucharte. Atrévete a hacerlo, te alegrarás, sentirás una gran liberación, y la próxima vez te será mucho más fácil. A veces la timidez provoca tensión, enfado con nosotros mismos, mal humor e irritabilidad, entre otras. La tensión se va acumulando, producto de la frustración. La agresividad se vuelve pasiva al no encontrar una salida adecuada. Quizás no te des cuenta de ella hasta que explote, por ello este ejercicio es un buen método para liberarte sin dañar a nadie y, en especial, sin dañarte tú. También te irá genial, para implicar al cuerpo, realizar algunos de los trabajos que propongo en mi libro “Fluir con la Vida. Cómo gestionar tus emociones”, en concreto el ejercicio cuatro, llamado “Echando raíces”, que aparece en el capítulo dos, en el apartado relativo a “La importancia de estar asentados”. Te aportará fuerza, estabilidad, asentamiento, y con él podrás conseguir más seguridad, equilibrio y confianza.

QUINTA CLAVE: CAMBIAR EL FOCO

¿Existe alguna razón por la que podrías sentirte afortunado? Sí, ya sé que existen otros motivos que te pueden hacer infeliz y te angustian, pero centrar tu mirada en ellos no solo no te ayuda a salir de ahí sino que, por el contrario, te mantiene en el mismo lugar, mengua tu energía y fomenta tu queja. La queja no es la solución, no promueve el cambio, al contrario, te mantiene en la inmovilidad y aumenta tu infelicidad. Así que es de vital importancia cambiar el foco de tu mirada. Hay algunos estudios recientes que sugieren que las personas agradecidas experimentan un mayor nivel de bienestar, afrontan mejor las dificultades y se sienten más satisfechas y felices. La actitud agradecida también parece tener efectos positivos sobre la salud, disminuyendo el estrés, la ansiedad, la depresión, y aumentando la eficacia del sistema inmunitario. Supongo que tú también quieres ser más feliz, pues si es así observa qué podrías agradecer cada día. Tal vez te sientas afortunado por tu buena salud, o por desarrollar un trabajo que te gusta, o porque toda tu familia está sana, acaso porque te encanta viajar y tu situación te permite hacerlo, quizá porque tienes unos hijos maravillosos, o tan solo porque disfrutas de una puesta de sol. Si no estás inspirado te recomiendo que escuches dos canciones: “Gracias a la vida”, de Mercedes Sosa, y “Gracias”, de Tamara. En ambas encontrarás multitud de argumentos para agradecer, algunos de ellos muy simples y cotidianos, que por lo general pasan desapercibidos. Sí, tenemos muchos motivos para agradecer, como ejemplo te dejo este texto del médico y educador Phillip Harter, también profesor de la universidad de medicina de Stanford, que te hará reflexionar sobre ello, y tal vez te ayude a encontrar los tuyos: “Si te despertaste esta mañana con más salud que enfermedad eres más afortunado que el millón de aquellos que no sobrevivirán esta semana. Si vives en una buena casa, tienes comida en abundancia y sabes leer, eres miembro de un muy selecto grupo. Y si además tienes un ordenador, estás entre la élite. Si nunca has experimentado el peligro de una batalla, la soledad del encarcelamiento, la agonía y la tortura, o las punzadas que da el hambre, vas por delante de 500 millones de personas en el mundo. Si tienes comida en el frigorífico, ropa en tu armario, un techo sobre tu cabeza y un sitio para dormir, eres más rico que el 75% de este planeta. Si tienes dinero en el banco, en tu cartera, y dejas propina en algún plato, estás entre el 8% de la cima de la riqueza del mundo”.

Ahora busca tus razones para agradecer, porque la gratitud genera felicidad y optimismo, y estos facilitan que aumente la autoestima, la seguridad y la confianza, y que nos sintamos más poderosos con lo que la posibilidad de realizar cambios también se incrementa. Así la quinta clave consiste en cambiar el foco de tu mirada mediante una actitud agradecida.

PRÁCTICA 9 La Técnica de la Mirada Agradecida

Ejercicio para cambiar el foco agradeciendo: Una herramienta muy útil para desarrollar la actitud agradecida es llevar un “diario de agradecimiento” y expresar la gratitud. Dedica cada día unos minutos a escribir una lista de cosas por las que puedes estar agradecido, pregúntate qué has recibido y anótalo. Luego lee tu lista con frecuencia y recuerda lo afortunado que eres. Repítelo en voz alta, concretando y dando las gracias por ello. Pero hazlo con consciencia, no de forma automática. Y expresa a los demás tu gratitud, no te la quedes para ti, compártela, te sentirás más satisfecho y también proporcionarás satisfacción a los demás. Si todavía te preguntas qué relación hay entre la gratitud y la superación de la timidez, debes saber que ambas tienen bastante que ver, porque esta última está conectada con la valoración que haces de tu vida y de tus capacidades, que por lo general son infravaloradas, y como consecuencia crees que no podrás conseguir lo que deseas, que no tienes recursos para cambiar las cosas, que eres inferior o no hay salida. Ello sucede cuando mantienes el foco de tu mirada en lo que te falta, y de este modo refuerzas la desconfianza en tus capacidades y en la vida. Cuando agradeces ocurre lo contrario, pones el foco de tu mirada en lo que sí tienes, empiezas a confiar en ti mismo y en la bondad de la vida, y las sensaciones de vergüenza, inseguridad y desánimo comienzan a desvanecerse. La idea de incapacidad desaparece y la alegría asoma cada vez con más fuerza. Un nuevo sentimiento de optimismo te invade, y también te sientes más capaz, más preparado para resolver aquello que está en tu mano y aceptar lo que no es posible cambiar. Esta también es una cuestión fundamental que debes tener en cuenta, porque el exceso de positivismo puede llevarte a la irrealidad, a creer que lo puedes todo, y ello te va a generar unas expectativas imposibles de cumplir y grandes frustraciones. Reconocer tus capacidades es muy necesario, desarrollarlas y mejorarlas también, pero de igual modo es esencial que aceptes tus límites, que toleres tus

equivocaciones, y que estés dispuesto a aprender de ellas. La gratitud es reconocimiento. La persona agradecida ha tomado consciencia de que ha recibido un regalo, de que ha sido beneficiado. Ello hace que se valoren el mundo y la vida como bondadosos en su esencia, y esta percepción en sí misma produce satisfacción. Aunque no se trata solo de dar gracias a la vida y a las personas que te rodean, sino también de agradecerte a ti mismo, por lo que eres y por lo que ya has conseguido. La gratitud facilita el acercamiento social, el sentido de pertenencia, cambia la perspectiva, erradica la crítica y el malhumor, contribuye al optimismo y a la felicidad, mejora las relaciones, genera confianza y seguridad, eleva la autoestima, y también se ha puesto en evidencia su asociación con la trascendencia espiritual. Es obvio que sus beneficios son numerosos, por lo que merece la pena cultivar la actitud agradecida.

PRÁCTICA 10 La Técnica de la Sonrisa Interior

Ejercicio para recuperar el optimismo: Otra práctica que te conecta al optimismo y te abre a la alegría y a la gratitud, es dormirte con una sonrisa. Cuando estés en la cama esboza una sonrisa, duérmete sonriendo. Imagina también que sonríen tus pies, que sonríen tu vientre y tu abdomen, que sonríen tus brazos, y tu corazón. Deja que esta sonrisa se introduzca en tus tejidos, y en tus huesos, y en todas tus células. Duérmete con la intención de que ella permanezca en tus sueños. Haciendo esta práctica te despertarás, a la mañana siguiente, con una agradable sensación de bienestar, bastante más descansado de lo habitual, más optimista y con más ganas de disfrutar del nuevo día.

SEXTA CLAVE: TOMAR EL PODER

En bastantes ocasiones sentirás que no tienes poder para cambiar las circunstancias, los hechos, pero siempre podrás elegir cómo te posicionas frente a ellos. Si te colocas como víctima será muy difícil que superes tus conflictos y dificultades, ya que sentirás que te desbordan por completo, que te quedas sin fuerza y sin energía para afrontarlos, que los acontecimientos escapan a tu control. Porque a las víctimas les suceden las cosas, son como marionetas en manos del Destino. Les caracteriza la pasividad absoluta y la incapacidad para influir sobre nada. Y en esa pasividad esperan que las cosas cambien por sí solas, o por arte de magia. Así, quien asume el rol de víctima delega su poder. En cambio, al situarse como un individuo poderoso y responsable, encontrará la confianza y seguridad suficientes para vencer muchas cosas. Por ello te animo a que no delegues tu poder y te reconozcas co-creador de tu vida, con posibilidad de participar, de colaborar, en la creación de tu realidad. Otra forma de delegar tu poder es hablar en segunda persona cuando tendrías que hacerlo en primera, o hablar en primera persona del plural cuando lo que toca es emplear la primera del singular. Si dices por ejemplo “te sientes molesto cuando te ignoran”, o “nos sentimos molestos cuando nos ignoran”, en lugar de “me siento molesto cuando me ignoran”, que es lo que en realidad querrías decir, estás delegando tu poder, ya que evitas asumir la responsabilidad que te corresponde. Esto lo comprobarás más adelante, cuando realices la Técnica Neuroverbal. Todavía hay que modificar algunos aspectos, porque es posible que aun te parezcan demasiado grandes las circunstancias que quieres resolver. Por ello, antes de actuar, darás un paso más para que la situación conflictiva se reduzca lo suficiente, para que puedas sentir y creer con firmeza que eres capaz de manejarla, que posees el poder necesario para llevar a cabo acciones nuevas y diferentes. La sexta clave consiste en tomar tu poder, y para ello vas a hacer varias prácticas. La que detallo a continuación consiste en realizar una visualización, en la que la situación que te provoca timidez se hará diminuta. La siguiente trata de un

ejercicio de empoderamiento, y la última de este apartado se refiere a un trabajo para fortalecer, en tu mente, aquello que quieres conseguir.

PRÁCTICA 11 La Técnica Reductiva

Ejercicio de visualización: En primer lugar recuerda alguno de los escenarios conflictivos que identificaste en la práctica número uno, esa situación ante la que tu timidez te impide actuar, y luego busca una imagen que lo represente. Por ejemplo, si el conflicto tiene que ver con hablar en una reunión de trabajo puedes representarlo con la imagen de tu jefe, o la de algún compañero, o la de un cliente, también te servirá la de la oficina, o la del sitio donde trabajas, o la de la mesa de reuniones con todos los miembros del equipo alrededor de ella, o cualquiera otra que tú elijas. A partir de aquí es mejor que grabes este ejercicio o te lo aprendas muy bien antes de hacerlo, también podría leértelo alguien mientras lo haces. En segundo lugar siéntate en un sitio cómodo y silencioso, donde nadie te moleste. Cierra los ojos y trae a tu mente la imagen que has elegido. Quiero que la veas en primer plano, en grande, nítida y a todo color, como si estuviese justo delante de tu frente, y también quiero que observes los efectos que provoca en ti. Luego visualiza que esa imagen va retrocediendo, que se aleja de tu frente y al alejarse va perdiendo el color, hasta quedar en un tono gris un poco borroso. También al alejarse se va haciendo más pequeña. Cada vez está más lejos, más gris, más borrosa… Se reduce más y más, se hace tan diminuta como un punto, tan lejana y pequeña que termina por desvanecerse. Cuando desaparezca por completo observa de nuevo tus sensaciones y compáralas con las anteriores, las que percibiste mientras la imagen estaba delante de tu frente, y date cuenta de lo que ha cambiado. Después abre los ojos y anota todo lo que hayas experimentado. Advertirás que el malestar ha ido diluyéndose al igual que la imagen, y en su lugar ha aparecido una sensación de alivio.

Repite este ejercicio con frecuencia y siempre que lo necesites. Puedes usarlo para cualquier otra situación que te incomode o te atemorice.

PRÁCTICA 12 La Técnica Neuroverbal

Ejercicio de empoderamiento: Observa tu lenguaje y descubre todas aquellas ocasiones en las que hablas en segunda persona, o en primera del plural, cuando en realidad te estás refiriendo solo a ti, por lo que lo conveniente sería que hablases en primera persona del singular, ya que, de otro modo, delegas el poder. Así que modifica la frase, ponla en primera persona del singular y notarás cómo recuperas la fuerza. Tienes que prestar una atención continua, cada día dedica un rato a ello. Tal vez al principio no te des cuenta, pero si insistes comenzarás a notarlo, porque es algo que se hace con mucha frecuencia, de un modo automático. Y ten perseverancia, cambiar el lenguaje lleva su tiempo, pero es posible. Se sabe que el lenguaje es un instrumento del pensamiento, su medio de expresión, pero además se ha comprobado que el lenguaje no se limita a ello sino que también determina la formación de ideas y que regula la acción. Por ello utilizando esta técnica no solo estamos cambiando nuestra forma de hablar, sino que también influimos en nuestras creencias y en nuestra realidad. Esto es muy fácil de comprobar. Retomando el ejemplo anterior, di en voz alta “te sientes ignorado”. Ahora observa tus impresiones, tus sensaciones, y ponle nombre a eso que adviertes en tu cuerpo. Identifica cómo te sientes hablando de ese modo. Después pronuncia la frase en primera persona, di “me siento ignorado”. Pon atención de nuevo a lo que percibes y nómbralo también. Apreciarás que hay diferencias, que algo cambia en ti, que al decirlo de esta forma posees más presencia y más poder.

PRÁCTICA 13 La Técnica del Anclaje

Ejercicio de poder mental: Este ejercicio también es mejor que lo grabes, te lo aprendas muy bien antes de hacerlo o te lo lea alguien. Siéntate de modo que estés cómodo, cierra los ojos y haz varias respiraciones profundas. Ve dilatando tu musculatura mientras respiras. Suelta toda la tensión de tu cuerpo al soltar el aire. Experimenta que cada vez que espiras estás más relajado. Afloja la cara, la cabeza, el cuello y los hombros. Afloja tu espalda, tu pecho, tu abdomen y tu vientre. Afloja también los glúteos, las piernas y los pies. Respira y aflójate más. Sigue respirando y aflojándote hasta que te percibas distendido por completo, muy relajado. Ahora vas a representar el objetivo final que te propones conseguir con una imagen de ti mismo, es decir, vas a imaginar cómo sería tu imagen si ya hubieses conseguido tu objetivo, si ya se hubiese producido el cambio que tanto quieres. Debe ser una representación de ti que transmita fuerza, alegría, confianza, calma, seguridad y poder, donde la timidez no tiene lugar. Observa bien la postura de esa imagen, su rostro, su expresión y su mirada. Una postura donde la espalda está recta, la cabeza erguida, la mirada al frente, los pies bien apoyados. Advierte la alegría y fortaleza que transmite. Cualquiera que la viese podría pensar “este sujeto es capaz de todo, puede con lo que se proponga, está feliz, seguro y confiado”. Visualiza esa figura en el centro de tu frente, en grande y en color. Debe ser una representación luminosa, con colores vivos. E imagina que ahora tu frente se convierte en una gran pantalla de cine, y ves tu figura proyectándose en ella, se ha hecho aún más grande, más radiante, más alegre y segura. Quédate unos instantes contemplándola y admirándola, disfrutando de la serenidad, la alegría y el poder que emite. Después imagina que te fundes con esa imagen, que tú eres esa figura y sientes como ella. Te encuentras contento, seguro y confiado. Permanece durante unos momentos conectado a esas sensaciones.

Y, en ese estado, con esa postura, ahora quiero que veas que estás frente a la situación que te inquieta y te genera timidez, ya sea una reunión de trabajo, hablar en público o cualquier otra. Date cuenta de que eres capaz de estar frente a ello y cambiarlo porque te encuentras confiado y seguro. Y te dices mentalmente “sí, yo puedo”. “Sí, yo puedo cambiarlo”. Repite las frases varias veces en tu mente, y deja que la percepción de poder y seguridad se expanda por todo tu cuerpo. Repite de nuevo las frases y mientras lo haces aprieta tu puño derecho. Advierte la fuerza y el poder que emergen de tu puño y desde ahí se extienden, e invaden tus tejidos, tus órganos y tus células. Hazlo de nuevo, aprieta tu puño mientras pronuncias en tu mente “sí, yo puedo”. “Sí, yo puedo cambiarlo”. Y deja que la percepción de poder y seguridad se expandan por todo tu cuerpo. Repítelo una vez más. Date cuenta también de que te has convertido en una persona con potencia para afrontar las situaciones difíciles que la timidez ha desaparecido. Luego vuelve a respirar en profundidad, tres veces, y abre despacio los ojos. Ahora ponte de pie y adopta esa postura, observa tus sensaciones y quédate unos segundos sintiendo tu poder, sintiendo que esa fuerza, serenidad y confianza permanecen contigo. Con esta técnica lograrás anclar en tu mente las sensaciones de capacidad, de seguridad, de poder y de serenidad. Podrás recuperarlas cada vez que quieras adoptando la postura erguida y apretando tu puño derecho, ya que este gesto de inmediato te conectará con ellas. Recuerda hacerlo cuando lo necesites, porque siempre que aprietes tu puño recuperarás tu poder. En mi libro “Fluir con la vida”, mencionado con anterioridad, encontrarás otros ejercicios para empoderarte, en especial el de visualización número cinco, que aparece en el capítulo tercero.

PRÁCTICA 14 La Técnica del Modelaje

Ejercicio de confirmación del poder mental: Esta práctica es para que puedas comprobar cómo el cuerpo reacciona a las imágenes mentales, y la gran influencia que ejerce la visualización. Vas colocarte de pie y a flexionar tu espalda hacia abajo, mientras proyectas tus brazos extendidos hacia el suelo, intentando tocarlo con la punta de tus dedos, y sin doblar las rodillas. Observa bien a qué distancia quedan tus dedos, si tocas el suelo con facilidad o te faltan algunos centímetros para llegar a él, en este caso calcula cuántos centímetros faltan. Ahora vuelve a tu posición erguida y cierra los ojos. Visualiza esto que acabas de hacer, es decir, imagina que flexionas tu espalda y que sin doblar las rodillas tocas el suelo con tus dedos. Si ya tocaste el suelo cuando lo hiciste antes, ahora imagina que apoyas en él las palmas de tus manos. Quiero que lo visualices en tu mente con total nitidez, que te veas con claridad flexionando, despacio, muy despacio, y tocando el suelo con facilidad. Luego abre los ojos y repite el ejercicio, esta vez de verdad. Advertirás que te has acercado mucho más que antes al suelo. Calcula los centímetros que has avanzado. Algunos lo habréis tocado ya, en este primer intento, otros necesitaréis hacer una segunda visualización. Si ese es tu caso vuelve a ponerte erguido e imagínalo de nuevo. Después abre los ojos y repite la acción. De esta forma tan simple te darás cuenta de que el poder de la imagen mental es muy grande, pero también de que después de imaginar tienes que realizar la acción, porque sin ella sería imposible lograr lo que deseas. Desconfía de aquellos métodos que te garantizan lograr tus metas solo con imaginar, son falsos.

10 SÉPTIMA CLAVE: ACTUAR DIFERENTE

Como decía antes, sin acción no es posible el cambio. La mente es potente, acabas de comprobarlo, pero no lo suficiente como para que solo imaginando algo se alcance, porque cualquier cosa que te propongas conseguir, además de imaginarla, requiere acción, esfuerzo y compromiso. No lo olvides, recuerda el ejercicio anterior en el que después de imaginar tuviste que actuar de verdad. Recuerda que los deseos solo logran materializarse concretándolos en acciones. En los pasos anteriores te has estado preparando para actuar. Ya has cambiado pensamientos, personajes y actitudes. Te has hecho más grande, más poderoso, y más capaz de actuar de un modo diferente, y esto es lo que vas a hacer ahora, en los siguientes ejercicios. La séptima clave consiste en actuar de forma diferente a como lo has venido haciendo hasta ahora. Cuando una acción no produce los resultados que esperamos es inútil seguir realizándola, es por completo absurdo, no tiene ningún sentido repetir lo mismo una y otra vez. Pero a pesar de ello nos empeñamos en continuar por el mismo camino. Yo te propongo que cambies de sendero, que cambies tus acciones, y para ello te ofrezco las siguientes técnicas.

PRÁCTICA 15 La Técnica del Ensayo

Ejercicio 1 para actuar de modo diferente: Pregúntate cuál es tu responsabilidad en la situación conflictiva, y no asumas lo que no te corresponde. Observa también cómo has actuado hasta ahora y cómo esa forma de actuar no ha resuelto tus conflictos, sino que, al contrario, te sigue manteniendo atado a ellos. Busca distintas formas de resolverlos, actuaciones diferentes a las que sueles hacer. Esto es permitir una lluvia de ideas. Escribe lo que se te ocurra, aunque creas que es una tontería, o una fantasía ridícula. No pienses si es posible o imposible llevarlo a cabo, ahora solo escribe y deja que tu creatividad impere. En un segundo momento evalúa cuáles de esas acciones son más realistas, más fáciles de hacer, y empieza a ensayar con ellas. Haz algo distinto, por pequeño que sea, prueba, explora y ensaya. Todavía no las pongas en práctica de verdad, solo imagina que estás delante de la situación y, como si hicieras teatro, ensaya todas esas nuevas formas de actuar que has escrito. Por ejemplo, si se trata de hablar a tu jefe de modo diferente, o a tu madre, o a cualquier otra persona, pon delante de ti un cojín que le represente y háblale de este nuevo modo. Háblale al cojín como si fueran ellos y diles todo aquello que te has callado hasta ahora. Fíjate en lo que piensas mientras lo haces y en lo que sientes. Date cuenta de si todavía hay algo que te frena, porque en caso de que sea así tendrás que reforzar ese aspecto. También puedes ensayar con un amigo que te ayude, te vendrá muy bien hacerlo de este modo porque él podrá comentarte qué le transmites, y tendrás además una opinión externa.

PRÁCTICA 16 La Técnica del Afrontamiento

Ejercicio 2 para actuar de modo diferente: Ahora es un buen momento para poner en práctica lo que has ensayado en el ejercicio anterior. Ya no hay excusas para postergar, ni para conformarte, ni para evitar, ni para mantenerte inmóvil. Ya posees todas las herramientas necesarias para actuar diferente: la fuerza, la calma, la confianza y la seguridad que necesitabas para hacerlo. Búscalas dentro de ti, están ahí, disponibles, solo tienes que conectarte a ellas y dejar de imaginar, de ensayar. Ahora hazlo de verdad. Comienza siempre por la actuación más sencilla, la que menos te cueste, después sigue con las demás, y observa qué cambios se producen. Seguro que encontrarás sorpresa y alegría en tu entorno al ver que te acercas a ellos, que participas, que no te mantienes escondido como antes. Respira profundo, adopta la postura erguida, aprieta tu puño derecho, siente tu poder y ve a por ello.

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OBSTÁCULOS FRENTE AL CAMBIO

Los mayores obstáculos con los que te encontrarás para conseguir tus metas y objetivos son la pereza o comodidad, el miedo, las falsas promesas, la desmotivación, el sentimiento de culpabilidad, el sentimiento de vergüenza, la inconstancia y los retrocesos. Es esencial conocerlos para que no te corten el paso, para que cuando se presenten sepas vencerlos. Todos tenemos resistencias que saltan en uno u otro momento del proceso de cambio. No creas que es algo que solo te ocurre a ti. Así que, cuando se presenten, toma consciencia de ellas, identifícalas lo antes posible, trata de verlas como algo normal, y no permitas que te frenen. La pereza o comodidad: La pereza te mantiene atado a tu zona de confort, es decir, a la zona conocida, donde te encuentras a salvo y seguro. Y, aunque en ella puedas sentir malestar, la percepción de que ejerces control te induce a permanecer ahí. Así, la comodidad hace saltar todas tus resistencias al cambio, evitando que actúes e impidiendo que pruebes cosas nuevas. Seguro que encuentras mil excusas para no hacer o para postergar, mil motivos que te paralizan y que retroalimentan tu pereza. Frente a ella es necesario que hagas un pequeño esfuerzo, y que cada día tomes la decisión de vencerla. Tienes que moverte, y repetirte que merece la pena hacer algo por ti, alentarte imaginando todas las cosas buenas que tendrás, y fomentar la idea de que el cambio te ofrece una gran oportunidad de mejorar tu vida.

El miedo: Íntimamente relacionado con la comodidad está el miedo al cambio, porque lo nuevo te genera inseguridad. Te preguntas si lo que te aportará el cambio será bueno o malo, mejor o peor de lo que ya posees, si tendrás éxito o fracasarás. Temes que el cambio conlleve alguna pérdida o te convierta en un ser distinto que luego no te guste. De modo automático se dispara en tu mente ese refrán que dice “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Pero ten en cuenta que lo desconocido suele asustar a todo el mundo, que es normal sentir miedo, y que la única forma de superarlo es aceptarlo y dar un paso al frente. Los más valientes son aquellos que son capaces de actuar incluso con miedo. También lo diferente te brinda una oportunidad para crecer, y puedes utilizar la energía del miedo para hacer precisamente lo contrario, impulsarte. Como todas las emociones, el miedo pone a tu disposición una fuerza que, bien aprovechada, te llevará a la acción. Sí, acepta el miedo, utilízalo a tu favor, decide que no te frenará, visualiza las ventajas que te aportará moverte, cambiar, y sigue adelante.

Las falsas promesas: Las falsas promesas te desaniman y te roban la posibilidad de confiar. Te hacen creer que puedes conseguir algo que luego no logras, y ello también te conducirá al desánimo, que veremos a continuación. No te dejes engañar. Si escuchas tu cuerpo, tus sensaciones, tus emociones y tu intuición, te guiaran por el mejor camino. Ellas te indicarán si debes confiar o no, ya sea en un método, en una persona, o en una decisión. No lo olvides, la mejor brújula para conducirte en la vida está dentro de ti, eres tú mismo, así que solo tienes que escucharte y dejarte guiar por tu sabiduría interior.

La desmotivación: La desmotivación trata de protegerte del dolor que te causó algún intento anterior en el que no conseguiste lo que querías, y te hizo sentir fracasado. El sentimiento de fracaso genera a su vez desesperanza, por lo que la creencia de que nunca podrás conseguirlo, de que la próxima vez que lo intentes también fallarás, se instala en tu mente. Ello te lleva a abandonar incluso antes de intentarlo de nuevo. Lo que pasas por alto es que seguro que en esa ocasión no utilizaste el método más adecuado, o no tenías los recursos suficientes, o solo que no supiste hacerlo de otro modo. Frente a la desmotivación es esencial que no veas los errores como fracasos, sino como oportunidades para aprender y evolucionar. Es fundamental que te convenzas de que esta vez saldrá bien, y te recuerdes los beneficios que obtendrás al conseguir tus metas. Imagina cómo te sentirías si ya los tuvieses. Piensa que ahora tienes más conocimientos y mejores herramientas. Ello te mantendrá motivado, reforzará tu fuerza de voluntad y hará desaparecer la desesperanza.

El sentimiento de culpabilidad: La culpa es otro de los grandes obstáculos que pueden presentarse cuando quieres cambiar algo. Este sentimiento está ligado a la idea de que has hecho algo mal, incorrecto o inadecuado, o de que tus actos pueden perjudicar a alguien. A pesar de que la culpa tiene una función de reparación y de adaptación importante, por lo general, cuando aparece en los procesos de cambio, no existe una causa por completo objetiva, es decir, surge ante una creencia irreal o imaginaria de que el nuevo comportamiento es incorrecto o dañino para otros. En este caso la culpa no te ayuda a reparar nada, sino que impide tu avance. Debes por tanto saber distinguir una culpa de otra, identificar cuál te es necesaria y cuál te inmoviliza. La segunda tendrás que desmontarla. Analiza las justificaciones que te das para sentirte culpable y cuestiónalas. Deja de anteponer a los demás, y por una vez ponte tú en primer lugar. Recuerda que te mereces hacer algo bueno para ti. Aunque también cuando hacemos algo bueno para nosotros, la idea de que estamos siendo egoístas nos asalta, y alimenta nuestra culpa, porque ser egoístas está mal visto y es algo que por lo general rechazamos. Pero en realidad esta visión nos viene impuesta, no es más que otra creencia limitadora, y el rechazo es una respuesta automática. Si nos paramos a pensar qué significa ser egoístas nos daremos cuenta de que solo se trata de pensar en nosotros antes que en los demás, de satisfacer nuestros deseos antes que los deseos de los otros. ¿Y es en realidad algo tan malo? Busca las ventajas que tiene el egoísmo, del mismo modo que hiciste en la práctica número seis, cuando trabajaste con la técnica de Desarmar al Crítico. Descubrirás que el egoísmo tiene una función de supervivencia, al igual que el miedo, y que su finalidad es que puedas satisfacer tus necesidades. Por tanto te ayuda a cuidar de ti mismo de una forma sana. No confundas egoísmo y egocentrismo, porque son cosas diferentes. La persona egoísta piensa en ella primero, pero eso no quiere decir que se olvide de los demás, mientras que el egocentrista tiene una falta de empatía absoluta, pues todo gira en torno a él y nada más cuenta. Por último, debo decirte que las personas insatisfechas poco pueden aportar

a los demás, en cambio, aquellas que satisfacen sus necesidades son más felices, y por tanto están en mejor disposición de ayudar a sus semejantes, por ello el egoísmo, bien entendido, te hará mejor persona.

El sentimiento de vergüenza: La vergüenza es una emoción que surge cuando nos sentimos insuficientes. El hecho de que alguien pueda ver nuestra falla nos ruboriza. En la mayoría de las ocasiones está sustentada por la falsa idea de que somos inadecuados. Y por lo general esta idea surge de la comparación con los otros, una comparación en la que siempre salimos perdiendo porque con frecuencia en ella solo encontramos nuestros déficits, así la evaluación que se hace del “yo” es negativa. En algunos casos es bueno sentir vergüenza, ya que ella nos ayuda a contactar con nuestros límites y con nuestra humildad, pero cuando se cronifica se convierte en un verdadero problema. La mejor forma de superar la vergüenza es aceptarla y a la vez no permitir que nos impida actuar. Por ello te recomiendo que aquello que te avergüence hacer o decir lo hagas y lo digas con vergüenza. Sí, lo has entendido bien. Siempre es mejor hacerlo o decirlo que quedarse con las ganas, y ya verás que no pasa nada, no es tan terrible como piensas, te darás cuenta de que puedes sostener tu vergüenza, incluso puedes reconocerla y confesar ante las personas con las que estés que sientes vergüenza. La aceptación y el reconocimiento facilitarán que se diluya.

La inconstancia: La inconstancia te lleva a tirar la toalla, te conduce a la rendición. A veces aparece porque te olvidas de tus objetivos, otras porque vas con mucha prisa, porque no estás consiguiendo los resultados al ritmo que querrías. Frente a ella la clave es darte el tiempo necesario para lograr tus objetivos, tener paciencia y no precipitarte. Así que no te rindas, si pones en práctica lo aprendido lo conseguirás, puedes estar seguro.

Los retrocesos: Debes tener en cuenta que los retrocesos son parte del proceso. Sí, a veces parece que has retrocedido, que lo que has aprendido no te ha servido, pero en realidad no es así. El proceso de cambio y de crecimiento se produce dando pasos hacia delante y hacia atrás. Quizás te ocurra que después de un par de semanas más animado vuelven a ti las sensaciones de temor, vergüenza e inseguridad, sí, aparecen de nuevo, pero en esta ocasión pasarán antes. No te preocupes, es normal. Lo que debes observar es que entre un retroceso y otro cada vez hay más distancia, y que cuando estas sensaciones regresan son menos intensas y se disipan con mayor celeridad. No pienses que lo que has hecho hasta ahora ha sido inútil, piensa que has avanzado en el camino y estás más cerca de tus objetivos.

12 OTROS CONSEJOS

A.- Practicar relajación y meditación La relajación implica la distensión muscular y psíquica, el descenso de la tensión generada por el trabajo y por el esfuerzo muscular. Favorece la recuperación de la calma, la vuelta al equilibrio mental y a la paz interior, y genera un estado muy agradable de bienestar y salud. La meditación facilita la toma de consciencia, ya que permite la observación atenta de las sensaciones, las emociones, los pensamientos y los actos. Ambas técnicas son muy eficaces para ampliar la consciencia, para incrementar la satisfacción, para generar confianza y seguridad, y también para prevenir y eliminar el estrés y la ansiedad, así como para mejorar la salud en general, por ello son consideradas terapéuticas. Tanto la relajación como la meditación, practicadas con constancia, proporcionan grandes beneficios, además de los ya mencionados detallo algunos otros a continuación: Aumento del rendimiento del sistema defensivo del cuerpo. Tendencia a un mayor equilibrio homeostático. Incremento de la salud real y percibida. Retraso del envejecimiento. Protección ampliada frente a patologías como hipertensión o infarto. Mayor facilidad para abandonar hábitos como el consumo del tabaco. Perspectiva del mundo desde la calma. Mayor energía. Disminución de las sensaciones de cansancio o agotamiento. Aumento del nivel de atención y concentración. Mejora de la memoria y del aprendizaje. Aumento de la imaginación y de la creatividad.

Aquí te dejo un par de ejemplos de estas técnicas, un ejercicio de relajación profunda y otro de meditación, fáciles de practicar, con los que podrás comprobar los innumerables beneficios de ambas.

PRÁCTICA 17 Ejercicio de relajación profunda:

Este ejercicio es mejor que lo grabes o te lo lea alguien despacio. En los puntos suspensivos deja suficiente tiempo de silencio. Busca un sitio tranquilo y silencioso, con una temperatura adecuada, donde nadie te moleste durante unos treinta minutos. Si lo acompañas de una música suave y relajante será aún más placentero. Túmbate boca arriba con las piernas y los brazos extendidos. Cierra los ojos. Comienza a respirar despacio, sintiendo que el aire entra y sale de tu cuerpo, y que es muy placentero oxigenarte, y que también es agradable soltar lo que ya no necesitas… Siente que al espirar todo tu cuerpo se afloja, y deja el peso en la colchoneta o en el sitio en el que te hayas tumbado... Así, suelta el aire y aflójate… Respira y relájate… Ahora pon tu atención en la planta de los pies e imagina que son ellos los que respiran, que el aire de tu respiración entra por los poros de tu piel. Sí, ahora el aire entra y sale por tus pies, y al salir notas que tus pies se aflojan… Tus pies se quedan más blanditos, más sueltos, muy relajados… Con cada respiración percibes tus pies más y más relajados… Ahora pasa la atención a tus gemelos y pantorrillas. Imagina que esta zona de tu cuerpo también respira, y al salir el aire sueltan toda la tensión… Cada vez que espiras, los gemelos y las pantorrillas se quedan más blanditos… Suelta el aire y siente cómo se afloja esta parte del cuerpo... Nota cada vez más distendidos los gemelos y las pantorrillas… Respira, y afloja… Respira, y relaja… Ahora pon la atención en las rodillas, e imagina que también respiran… Y al espirar se dilatan… Al respirar tus rodillas se aflojan… Sigue respirando y sintiendo tus rodillas cada vez más laxas… Pasa la atención a tus muslos, a tus glúteos, a tus genitales, y respira por estas zonas. Siente que al salir el aire se aflojan tus muslos, tus glúteos y tus genitales… Respira, y afloja… Respira, y relaja esta parte de tu cuerpo…

Pasa la atención al vientre, imagina que este también respira… Al espirar se afloja toda la musculatura del vientre… Al salir el aire percibes que tu vientre se queda laxo, blandito… Sigue respirando y nota esta parte más distendida… Respira, y relaja el vientre… Respira, y suelta el vientre… Siéntelo cada vez más relajado… Pasa la atención al abdomen, que también respira, que también se afloja cuando sale el aire de tu respiración… Siente tu abdomen tranquilo, por completo relajado… Pasa la atención a tu pecho. Advierte cómo se calma el latido de tu corazón… Tu respiración es serena… Toda la musculatura del pecho reposa… Respira, y afloja el pecho, y el esternón… Siente tu pecho descansado… Pasa la atención a tus hombros, y de igual modo respira por ellos mientras dejas todo el peso en la colchoneta… Siente tus hombros descansados…. Muy relajados… Respira, y suelta los hombros… Ahora pon la atención en brazos y manos… Ellos también respiran, y dejan todo el peso en la colchoneta… Siente brazos y manos sueltos, blanditos… Respira, y aflójalos más… Respira, y siente tus brazos y tus manos muy relajados… Sigue con la espalda. Ella también respira. Y al salir el aire se afloja toda la musculatura… La espalda se hunde en la colchoneta… Se relaja más y más cuando espiras… Tu espalda queda relajada por completo… Respira, y afloja más la espalda… Respira, y siente cómo te hundes… Pasa la atención al cuello y a la garganta, que también respiran… Afloja las cervicales al exhalar… Abre la garganta al soltar el aire… Respira y relaja garganta y cuello… Tus cervicales sueltan la tensión… Tu cuello reposa, descansa… Siente la garganta y el cuello muy relajados… Pon la atención en tus mandíbulas y en tu boca. Siente que esta zona también respira, y al salir el aire se afloja… Las mandíbulas se relajan… Tu boca se relaja… Tu lengua descansa… Sigue con la cara. Siente que respiran tus mejillas y tu frente… Que respiran y se aflojan… Al salir el aire, mejillas y frente se quedan blanditas, sueltas, relajadas… Al exhalar siente tus mejillas y tu frente distendidas, descansadas… Y tus ojos también se relajan… Siente tus ojos muy blanditos… Respira, y

afloja los músculos de tus ojos… Respira y siente un gran descanso en los ojos… Continúa respirando, y ahora pasa la atención a la cabeza… Tu cabeza se hunde en la colchoneta… Respira, y afloja la cabeza… Respira, y siente la cabeza relajada… Luego percibe cómo tu mente también se calma... Tus pensamientos y preocupaciones salen con el aire de tu respiración… Tu mente está tranquila, muy relajada… Date cuenta de que ahora cuerpo y mente están distendidos por completo… Y que con cada espiración tu relajación se hace más profunda… Espira, y relájate más profundamente… Y siente que te hundes en la colchoneta… Te hundes más y más… Te relajas con mayor profundidad… Y disfruta unos minutos de este estado de descanso, de calma y bienestar… La música te envuelve… Y tú pareces flotar… Después de esos minutos de agradable relajación haz varias respiraciones profundas. Mueve con lentitud los dedos de las manos y de los pies. Deja que tu cuerpo se estire y gírate hacia un lado. Abre los ojos despacio e incorpórate con suavidad.

PRÁCTICA 18 Ejercicio de meditación activa:

Aunque las meditaciones más conocidas son pasivas, es decir, se realizan en posición sedente, en esta ocasión te propongo una meditación activa, que podrás realizar mientras caminas. Ello tiene la ventaja de que no necesitarás dedicar un tiempo extra para hacerla, sino que aprovechas todas esas ocasiones en que tienes que andar. Así, mientras vas de un sitio a otro caminando, pon la atención en tus pies, y observa el contacto de estos con el suelo. Es mejor pasear, moverte despacio, si vas rápido te resultará más difícil tomar consciencia. Date cuenta de cómo flexionas los pies y de la sensación que hay en ellos, tanto en la planta como en los dedos y en los talones, y también en los tobillos y en el empeine. Además puedes observar su temperatura, la presión o distensión, así como la estabilidad o inestabilidad que sientes al caminar, las diferencias que existen, si las hay, al tener apoyado el izquierdo o el derecho. Fíjate en que hay un momento en el que solo tienes asentado un pie en el suelo, mientras el otro avanza. Toma consciencia de dónde apoyas más peso, si en la parte delantera o en la trasera, si en la zona interna o en la externa. Presta también atención a tus piernas, y a tu caminar por entero. Identifica cómo es tu caminar, ponle un título, y luego busca qué relación tiene esta forma de andar con el modo en que te conduces en tu vida, porque, aunque te parezca increíble, está mucho más relacionado de lo que piensas. Tal vez te cueste un poco ver la vinculación, pero si insistes la encontrarás. Por ejemplo, si tu caminar es rígido, con seguridad descubrirás que en muchos aspectos de tu vida te comportas con rigidez. Si tu caminar es inestable, tal vez te des cuenta de que la inestabilidad impera en tu vida. Quizá, si apoyas más peso en una pierna que en otra, veas que hay una parte de ti que apenas utilizas, mientras sobrecargas otra. O puede que, si tu caminar es digno, desveles que la dignidad tiene un peso importante en tu existencia.

B.- Escuchar y satisfacer tus necesidades A veces nuestras necesidades quedan insatisfechas porque ni siquiera nos hemos enterado de que existen, otras veces porque creemos que no tenemos derecho a satisfacerlas, o porque anteponemos los deseos de los demás a nuestros propios deseos, o porque esperamos que alguien venga a hacerlo. La causa es lo de menos, lo que importa es saber que toda necesidad insatisfecha va generando malestar y, en algunos casos, diferentes trastornos y enfermedades. Desde luego no es lo mismo dejar de satisfacer la necesidad de alimentarnos, una necesidad básica, porque, en este caso extremo, ello provocará la muerte, que dejar de satisfacer una necesidad emocional o social. Pues, aunque estas no sean necesidades básicas, también necesitan satisfacción, y también provocaran efectos nocivos sobre nuestra salud y bienestar, en el caso de quedar insatisfechas. Entre otras consecuencias, la insatisfacción de estas necesidades podrá desencadenar muchos síntomas desagradables, entre ellos apatía, tristeza, irritabilidad, infelicidad, estrés, ansiedad y temor. Por ello es muy importante mantener una escucha activa, que nos permita identificarlas. Así que presta atención a tus necesidades, a todas en general y en especial a las emocionales, y procura satisfacerlas. Si no puedes en el momento justo en el que surgen hazlo un poco más tarde, pero hazlo.

C.- Expresar tus emociones Disponemos de las emociones para orientarnos en nuestra vida. Ellas nos informan, a modo de brújula, tanto de nuestro mundo interno como del exterior. Nos facilitan tomar decisiones, alejarnos de situaciones desfavorables y acercarnos a las que nos producen placer y bienestar. Por ello es importantísimo ampliar nuestra capacidad de sentir, escuchar, y expresar todas nuestras emociones. Las emociones no son positivas ni negativas, no son ni buenas ni malas, aunque algunas veces nos provoquen sensaciones desagradables o no nos gusten. La idea, por tanto, de que existen determinadas emociones negativas, desde mi punto de vista es errónea, y la recomendación de que debemos evitar sentir esas determinadas emociones nos empequeñece, nos priva de una información fundamental y necesaria. Las emociones, en todo caso, podrían considerarse adecuadas o inadecuadas. Por ejemplo, ante una situación de peligro el miedo nos permite protegernos, en este caso sería adecuado, adaptativo, pero el miedo a hablar en público nos frena, se convierte en un obstáculo, ya que en vez de protegernos nos impide desarrollarnos, en este caso sería inadecuado. Pero incluso en los casos en que es inadecuado también nos ofrece información relevante, pues, de algún modo, hablar en público supone una amenaza para el que experimenta temor a hacerlo. Las emociones, por tanto, cumplen funciones adaptativas, sociales y motivacionales. Nos movilizan para ejecutar una acción: reír, llorar, defendernos, escapar, acariciar, etc. Como decía antes, las emociones nos informan de nuestro mundo interno y también del mundo exterior, lo que nos permite conocernos mejor, darnos cuenta de nuestras actitudes, satisfacer nuestras necesidades, dirigir gran parte de nuestras conductas, tomar decisiones, protegernos o defendernos cuando es necesario, y relacionarnos mejor. Las emociones, en los procesos de cambio, tienen mucha más importancia de la que creemos, ya que estas influyen en nuestras elecciones, nuestras actitudes y nuestras acciones. Los últimos estudios sobre emociones mantienen que, tengamos o no consciencia de ellas, estas ocurren.

13 LO QUE DEBES SABER SOBRE EL CAMBIO

En muchas ocasiones vivimos los cambios como una amenaza, como algo que pone en peligro nuestra vida y nuestra identidad. Así que desarrollamos una resistencia al cambio, a pesar de que algunas situaciones nos sean insatisfactorias y desagradables preferimos permanecer en ellas antes de tener que cambiar y elegir lo desconocido. Pero es importante que veamos el cambio como una oportunidad. Una oportunidad de crecer y mejorar muchos aspectos que nos harán sentir más felices. Para que el cambio se inicie es necesario que haya un deseo de cambiar y también es importante que creamos que el cambio es posible. Sin estos dos ingredientes la transformación no podrá realizarse. A veces creemos que somos diferentes a las personas que tienen éxito, que mantienen relaciones sociales sin dificultad y que disfrutan siendo el centro de atención. Pero en realidad esta es una idea falsa, esas personas son iguales a nosotros, están hechas del mismo material, de carne y hueso, y sienten del mismo modo. Aunque sí es cierto que hay algo que las diferencia y es su actitud. Por suerte la actitud puede cultivarse, desarrollarse, modificarse. ¿Y en qué consiste esta actitud? En ir hacia lo que se desea con firmeza y convicción. Las personas de éxito creen en ellas mismas, se sienten capaces de conseguir ganar más dinero, de aprender a hacer las cosas de otra manera, de crear las condiciones y oportunidades para que su vida sea mejor. No se rinden ante el primer fracaso, ni ante los obstáculos, sino que siguen adelante con empeño. No pierden el tiempo quejándose, porque saben que la queja las atrapa y las mantiene en el lugar del que quieren salir. No dejan que la desmotivación se adueñe de ellos, ni la impaciencia, al contrario, son constantes, perseverantes y pacientes, porque saben que el cambio es un proceso que lleva tiempo, y que lograr éxito o cualquier otro objetivo requiere esfuerzo, compromiso y una gran dosis de paciencia. Las personas exitosas buscan ideas y creencias que les den fuerza, energía para llevar a cabo sus procesos de cambio. Desarrollan hábitos y estrategias que les impulsan a moverse en la dirección adecuada. Evalúan el impacto de sus nuevas

acciones y las modifican cuando es necesario. También buscan aliados, relaciones personales que les apoyen, e incluso con las que formar equipos cuando sus proyectos lo requieren. Es decir, toman la decisión de manejar las riendas de su vida.

14 EPÍLOGO

Si además de leer este libro, has dado los siete pasos que en él describo, realizando todas las prácticas que te he propuesto, ya eres una persona capacitada para realizar todos los cambios que deseas y habrás conseguido superar tu timidez. Te doy mi más sincera enhorabuena, por tu persistencia y valentía. Sí, te felicito, porque tomar la decisión de cambiar no es fácil, y llevarlo a cabo menos aún. Muchos son los que no se atreven, los que se justifican para continuar donde están, aunque el lugar no les guste, los que ponen excusas para seguir huyendo y no afrontar los conflictos. Pero este no es tu caso. Ahora que has afrontado tu timidez estás en mejores condiciones de resolver cualquier otra dificultad que te llegue, porque sabes que solo es cuestión de dar un paso al frente y actuar de manera diferente, porque ya tienes el conocimiento y los recursos para conectarte a tu poder, con serenidad y confianza. Has dejado de ser esclavo de las circunstancias y desde este momento participas, colaboras, en la creación de las mismas. Sí, ahora eres tú quien dirige las riendas de tu vida. Y disfrutarás lanzándote a nuevos retos. No quiero terminar sin darte las gracias. Gracias por haber elegido mi libro entre tantos otros sobre el mismo tema. Gracias por haberlo comprado y haber confiado en mi sistema. También quiero pedirte un pequeño favor, solo te llevará un minuto dejar tu testimonio en amazon y en tus redes sociales preferidas. Me encantaría conocer tu opinión sobre mi método y sobre mi libro. Para nosotros, los escritores, es esencial el boca a boca. Es la mejor forma de difundir nuestra obra y facilitar que llegue a otras muchas personas a las que también les vendrá muy bien. Así que si dedicas un momento a darlo a conocer, te lo agradeceré siempre. ¡Muchas Gracias!

Anexo I

Ejercicio para reforzar tus potencialidades Mensaje negativo Antídoto

Anexo II

Ejercicio para Transformar al Crítico Lo que dice el Crítico Cómo me siento Lo que necesito oír (Antídoto)

Sobre la autora

Pilar González Álvarez, escritora, trabajadora social y terapeuta Gestalt, nace en Sevilla el 17 de febrero de 1962. Desde siempre le ha gustado escribir y expresar a través del papel sus vivencias, ideas y sentimientos. En el año 2004 publica su primer libro “El despertar de Abelia”. En el 2015 publica el segundo, “Fluir con la Vida”, que fue presentado al I Premio Espiritualidad, convocado por la editorial Martínez Roca en el año 2000, siendo uno de los cinco finalistas preseleccionados. Ambos están disponibles en amazon. Cuenta además con varias obras escritas de diferente extensión, en espera de ver la luz. Escribe tanto novela como poesía, relatos y libros de autoayuda.

Por último

¿Crees que este libro puede ayudar a otros a superar la timidez, a lograr más seguridad, autoestima y confianza, y a mejorar su vida? Sí es así tómate unos minutos para dejar tu opinión sobre él en amazon y en tus redes sociales favoritas. Comparte lo que piensas de este libro y lo que te ha aportado. Recomiéndalo a tus familiares y amigos. Ellos te lo agradecerán, y yo también.