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BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉUX RIBAS
—
—
«
BltíLICJ
I
tCJA
ATACül^HU
BAJO LA DIRECCIÓN DE DON RUFINO BLANCO-FOMBONA OBRAS PUBLICADAS, EN 4
M&MORIAS DEL GENERAL O'LeARY:
Sw' América. volúmenes de 700 á 800 páginas. Se venden separadamente a! precio de 7,50 pesetas cada uno. Memorias de O'Connor sobre la Independencia Americana. Bolívar y la emancipación de
Dos
lujosos
— Precio: 5 pesetas. IV. — Memorias dfl general José Antonio Páez. — 7,50 pesetas. V. — Memorias de un oficial del ejército español.
in.
—
Por el Capitán Rafael Sevilla. 5 pesetas. VI-VII.— Memorias del general García Camba. Para la historia de las armas españolas en el Perú, Dos volúmenes á 7,50 pesetas cada uno. Vin.
—Memorias de un oficial de la legión británica. Campañas y Cruceros durante hisp ano-americana.
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la
guerra de emancipación
pesetas.
—Memorias del general O'Le'ary:
IX.
Últimos años de la vida pública de Bolívar. Este libi'o, deFconocido hasta ahora, complementa los dos volúmenes sobre Bolívar y la emancipación; es una joya de historia americana por sus revelaciones, á las cuales debió el que se le hubiera ocultado por tantos años. Precio: 7,50 pesetas.
X.
—Diario de María
Graham. San Martin. Cochrane. —
—
O Higgins. — 7,50 pesetas.
XI.— Memorias del Regente Heredia. Montevct de. XII.
—Bolívar. — Boves. —Morillo. — 4,50 ptas.
— Memorias del general Rafael Urdaneta.
General en jefe y Encargado del gobierno de la Gran Colombia.— 1 SO pesetas. XIII. Memorias dk Lord Cochrane. 6 pesetas. XIV. Memorias de Urquinaona. Comisionado de la Regencia española al Nuevo Reino de Granada. 7 pesetas. XV.— Memorias de William Bennet Stevenson. Sobre las campañas de San Martín y Cochrane en el ,
— —
—
—
Perú.
XVI.
— 5,50 pesetas.
— Memorias postumas del general José María Paz. — 8 pesetas.
— Memorias de Fray Servando Teresa de Mier. — 8 pesetas. — La Creación de Bolivia, por Sabino Pinilla. —7,50 pesetas. — XDC. La Dictadura de O'Higcins, por M. L. Amunátegui y B. Vicuña Mackenna. — 7,50 pesetas. XX. — Cuadros de la historia militar y civil de Venezuela XVÍI.
XVIII.
XXI.
—
(Desde el descubrimiento y conquista de Guayana hasta de Carabobo), por Lino Duarte Level. 8 pesetas. Historia crítica del asesinato cometido en la persona del Gran Mariscal de Ayacucho, por Antonio José de Irisarri.
—
la batalla
7,50 pesetas.
XXII-XXIII.
Vida de Don Francisco de Miranda.
General de
los ejércitos de la
primera República francesa,
y generalísimo de los de Venezuela, por Ricardo Dos volúmenes á 8 pesetas cada uno.
XXIV.
—Biografía del general
Becerra.
José Félix Ribas, primer teniente DE Bolívar en 1813 y 1814 (época de la guerra á muerte), por Juan Vicente González.
BIBLIOTECA AYACUCHO Bajo la dirección de Don Rufino Blanco-Fombona
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
BIOGRAFÍA
D% GENERAL
JOSÉ FÉLIX RIBAS PRIMER TENIENTE DE BOLÍVAR EN
1813
Y
1814
(ÉPOCA DE LA GUERRA Á MUERTE)
EDÍTORIAf-AMÉRICA MADRID CONCESIONARIA EXCLUSIVA PARA LA VENTA:
SOCIEDAD ESPAÑOLA DE LIBRERÍA FERRAZ,
25
El 8 de
de
tía
Mayo de 1799
das, colgadas
de
sa las
las
la
de
luto: las puertas
de negro
ciudad de Caracas ves-
las
casas estaban cerra-
las ventanas,
mujeres que rezaban adentro,
campanas que tocaban agonía, y
so de
y
los unos, grave y
voz lloro-
la el
tañido de
el aire
pavoro-
apresurado de los otros,
anunciaban un acontecimiento singular y
terrible.
Poco pueblo, alguna tropa y niños presididos por 5US maestros, ocupaban lir
la
plaza mayor, y veían sa-
con ansiedad extraña, desde
hoy reemplazada por
la
la cárcel
pública,
casa de Gobierno, un gru-
po confuso, que se acercaba lentamente, compuesto de soldados y de frailes de todas
zando nos de las
éstos, prestas las la
órdenes, re-
armas aquéllos, y de herma-
Caridad y de Dolores, con vino y agua en
manos, ó con un
na, al fúnebre son
platillo
en que recogían limos-
de estas palabras: "Hagan bien
para hacer bien por un ticiar."
las
hombre que
están para ajus-
Venía, realmente, un bulto indefinible sobre
una manta levantada por unos hermanos y tirado de vil
caballo,
con quien hablaban alternativamente
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
8
dos sacerdotes, y que parecía escuchar con entereza,
y dejarse
voluntariamente hacia donde
¡r
le lle-
vaban. Era D. José María España, que era arrastra-
do
último suplicio. Tendría
al
y sin
la
blanca mortaja que
como
cuarenta años,.
le envolvía,
habríase ad-
mirado un hombre de ademán resuelto, de agoradable y gentil presencia. Por entre el ruido
de
las
armas,
la
monótono
salmodia del clero, los dobles de
iglesias y el dolorido acento
su alma, resonaba
de
los
las
que pedían por
dura voz del pregonero, que
la
iba delante pregonando la sentencia que le conde-
naba:
"Los señores presidente; regente y oidores de esta real audiencia, en consecuencia, confirmación
y ejecución de
providencias dadas contra José
las
María España, reo de precedidas sin
la
alta traición,
menor
mandamos que
dilación, las diligencias or-
dinarias conducentes á su alma, sea sacado
cárcel arrastrado
da y conducido á pregonero sus ella
de
la cola
la horca,
delitos:
de hierro
al
la
publicándose por voz de
que muerto naturalmente en
por mano del verdugo,
y descuartizado: que
de
de una bestia de albar-
la
le
sea cortada
la
cabeza
cabeza se lleve en una jaula
puerto de La Guaira, y se ponga en
extremo alto de una viga de treinta pies, que se rá en el suelo á la entrada
el
fija-
de aquel pueblo por
la
puerta de Caracas: que se ponga en otro igual palo
uno de sus cuartos cuto, en
á la entrada del
donde ocultó
pueblo de Ma-
otros gravísimos reos de Es-
tado á quienes sacó de
la cárcel
de La Guaira y
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS proporcionó
la fuga:
donde tuvo ocultos en
el sitio
otro en la vigía de Chacón, en
y otro en
el rey;
ba reunir
de Estado: otro
los citados reos
llamado "Quita calzón",
Guaira, en donde recibió
contra
las
9
el
río arriba
juramento de rebelión
Cumbre donde
la
de La
proyecta-
gentes que se proponía mandar: que le
confisquen todos los bienes que resultaren ser su-
digno castigo de quien tramó
yos, y se ejecute;
contra
el
orden público,
sin
detenerse en
la consi-
deración de los males gravísimos que debía esperar
de semejante empresa,
el
derramamiento de mucha
sangre inocente, los robos, los incendios,
de
las familias,
el
desorden,
la
la
ruina
confusión, la anar-
quía con todos los otros funestos males consiguientes á ella, y especialmente, el agravio y
menospre-
— Señores: Presidente, don Ma— Regente, don AnQuintana. — Oidores, don Francisco
cio de la religión.
nuel Guevara y Vasconcelos. tonio López
Ignacio Cortinas; don José Bernardo de Anteguieta.
— Rafael Diego Mérida, escribano
Cuando hubo llegado España el
al
real."
pie de la horca,
doctor F. José Antonio Tinedo, su antiguo ami-
go, y que era uno de los sacerdotes que le auxilia-
ban, le hizo detener, con los ojos bajos, atadas las
manos, entre un círculo de se cristianamente un
oficiales,
movimiento de orgullo que
había sorprendido á los aprestos de tonces
el
cura de
él las escaleras
para que expia-
la iglesia
la
le
muerte. En-
metropolitana subió con
del elevado suplicio, abrazándole y
cubriéndole amorosamente con sus hábitos.
Aún no
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
10
había bajado y ya
ba bajo
el
el
reo de lesa majestad agoniza-
innoble peso del verdugo.
El pueblo,
humano,
sencillo,
do á hacer un espectáculo de
aún no acostumbra-
la
muerte, quedó por
algún tiempo atónito, inmoble; los niños, espantados, se apretaban unos con otros, alrededor de sus
maestros; y muchos, entre los mismos actores, co-
menzaban
á retirarse,
mudos y
tristes,
sacerdote que había sondeado hasta toso misterio
de
la
cuando
el fin el
el
espan-
muerte, pálido, visiblemente
consternado, subió á una cátedra que estaba
allí
y
en que no había reparado nadie. Era un hombre alto y grueso, de fisonomía varonil
y severa, templada por melancólica y paternal
sonrisa.
Su voz, imponente y grave, tornábase
á ve-
ces en apacible y tierna; lágrimas venían frecuente-
mente
á sus ojos» y ya al terminar su peroración ar-
diente, dirigió estas impetuosas palabras al frío ca-
dáver,
demudado y cárdeno, pendiente de
"Dejad, zón,
me
cristianos,
la
horca:
que para desahogar mi cora-
despida un momento del amigo de mis
tier-
nos años, del compañero de mi juventud, del que recogió
jadme
las efusiones
llorar,
primeras de mi amistad.
como David,
al
De-
nuevo Absalón, que
ha perecido colgado de ese árbol funesto; Absalon^ fili mi...!
Satisfecha la vindicta de
la
majestad terre-
na,
yo no debo acordarme sino del amigo; está ya
en
las
manos clementes de
ha recibido en sus brazos importa
la
la justicia divina,
al salir
manera con que murió
de al
los míos.
que
le
¿Qué
que está en
el
*
#
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS cielo? Quizás, aun á los ojos del
malos días en que
manos de
lo
la
11
mundo, en estos
sangre de los reyes mancha
las
del verdugo, el patíbulo venga á ser un títu-
¿Qué
gloria...
amigo mío, que dé
te diré yo,
paz sobre los caminos públicos á tus huesos áridos,
Que
y lleve un consuelo á tu inconsolable esposa? la
mano
del
hombre no
balanza no es
de
la
los
es la
mano de
poderes de
mi
espíritu.
Mi
fe es
de mi
la
y que
Yo debo
mientras éstos hieren, aquél corona...
tenerme aquí en medio de
Dios; que su
la tierra,
de-
turbación que domina
rey;
dejadme mis
lágri-
mas para mis amigos." La turba fué disipándose, después de
estas pala-
bras elocuentes y patéticas, que habrían sido teme-
en otros labios que en los del orador fúnebre
rarias
de Carlos
III.
Sólo un joven de ademán resuelto,
después de haber oído con profunda atención
al
doctor Vicente Echeverría (éste era el orador), asistió
en
la
plaza con aparente estoicismo á la bárbara
carnicería del verdugo, en cumplimiento tencia. Estaba ei
de gallarda
A
mozo en
estatura,
de
figura marcial
do
sen-
y seductora.
veces se amontonaba una tempestad sobre su
frente encapotada y sus ojos lanzaban
Al
la
de sus años; era
flor
la
de
fin
pareció
turbarse, fijó la vista
suplicio, y,
como
relámpagos.
sobre
el
desnu-
agitado de funesto presenti-
miento, soltó las riendas á su caballo y corrió brío por las solitarias calles de
la
ciudad.
Así nos cuenta un contemporáneo
puso
fin
som-
la
tragedia que
á la revolución de Gual, España y Rico, y
12
JUAN VICENTE GONZÁLEZ impresión profunda que hizo en
la
el espíritu
impe-
tuoso de José Félix Ribas, cuya vida rápida, pero heroica y llena de acontecimientos, vamos á tejer
brevemente.
Nació José Félix Ribas
el
19 de Septiembre de
1775, de D. Marcos Ribas y doña Petronila Herrera y Maríñez; fué el postrero
de
los
once hijos de
un matrimonio afortunado y fecundo. Su abuelo, don
Roberto de Ribas, había casado con doña Francisca
Luganda de Betancourt, llero las
hija
de un brigadier, caba-
de Alcántara, grobernador y capitán general de
provincias de Venezuela. Es tradición en esta
familia
que D. Roberto de Ribas era nieto del capi-
tán D. Valentín
posado en
de Ribas, natural de Londres, des-
la isla
de Tenerife con doña Francisca
Rodríguez Talavera y Montalvo. Era una raza fuerte y
amarga, activa, indómita, fruto de los antiguos
Raibs (Ribas), en quien se cruzaban bretones y nor-
mandos, recalentada la
al sol
de
las
Andalucías y
al
de
africana Tenerife, templada al clima equinoccial
como
de Venezuela. ¿Descienden
los
cuenta, de los bretones que
acompañaron á Gui-
llermo á
la
Ribas,
se
conquista de Inglaterra? Por largo tiem-
po no degeneraron ciertamente de habitantes de las rocas rojas, de
la
los primitivos
bahía de los ase-
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS sinatos,
de
13
de Sein, poblada de hadas y de-
la isla
monios, donde piedras esparcidas son una boda petrifícada, y
por
una piedra
aislada,
un pastor tragado
la luna.
Los Ribas se esparcieron por España; hay Ribas en Centro-América; y
el viajero
almirante Ribas que, bajo el
Odesa de
libertó á
searla y dotarla
En
la
Clarke habla de un
mando de
los turcos y se
Catalina
11,
propuso hermo-
de un magnífico puerto.
primera mitad del siglo XVIII los Ribas, ve-
nidos de
Canarias, se habían multiplicado
las islas
en Caracas en su originaria fuerza, independientes en medio de sus posesiones agrestes,
sin
mayor traque
to con sus vecinos, indiferentes á los rumores
esparcía por su cuenta el vulgo supersticioso y crédulo.
Y
es
que en aquellos tiempos pacíficos de
obediencia voluntaria y religiosa piedad, los hombres de costumbres suaves y sangre dulce veían con natural desvío una fiereza y arrogancia
taban
el
poder y
fuerte savia
la
suponer que en
la
esta familia, el
dáver, entre la
Sólo á
la
no comprendiendo
de otras naturalezas,
teriosas relaciones
de
riqueza; y
con malos
la atribuían á
espíritus, llegando á
muerte de uno de
de
dura y abstraída, dio
los caballeros
ca-
los funerales.
Bolívar, el
la
mis-
demonio había arrebatado su
pompa de
raza
que alimen-
desdeñosa también,
pueblo sencillo y manso esa
reputación odiosa. Insistimos en estas circunstancias,
porque no importa poco á
las futuras
convicciones
y conducta haber nacido de una raza sólida, firme y
14
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
decidida, ó de naturalezas vagas é inciertas; por más:
que una y
otras tengan cualidades y vicios
que son
su condición indispensable.
Ribas recibió
la
enseñanza que se acostumbraba
en aquel tiempo. Tenía estudiosos ejemplos que imitar en su propia familia: el doctor Francisco José
Ribas, séptimo de sus hermanos, había alcanzado
renombre como teólogo y orador sagrado, y compitió la
dignamente con
el
doctor Vicente Echeverría,
primera autoridad moral de
torado de gistral,
la
la
Universidad y en
la
época, en
el
oposición á
Rec-
la
Ma-
célebre pugilato de silogismos y escándalos.
Marcos Ribas,
El otro presbítero, maestro D. ta hasta la revolución, fué
neris-
en sus mejores días un.
sacerdote fervoroso, cuyos sermones llenaban de
pavor á
las
almas cristianas, por
la
fuerza con que
tronaba sobre los vicios y hacía sentir terribles
de
so tomar
el
el
la religión (1).
El
verdades
las
mismo José
Félix qui-
hábito de los hijos de San Francisco, en
piadoso fervor de sus primeros años. Necesitaba
su corazón las abstinencias y luchas de
soledad y
la
del claustro, ó los peligros y combates de la guerra.
Consagróse, en
fin,
á los trabajos del campo, y en
ellos le encontró la revolución.
que corrieron desde
la
En
los diez años-
muerte de España hasta
el
19 de Abril, su alma agitada y generosa buscó ansiosamente un objeto á que consagrar
(1)
Por
largfo
la vida, pi-
tiempo se leyeron oficialmente en el Seminapara los ejercicios de San Ignacio,,
rio tridentino las pláticas que,
habían compuesto detenidamente en
el
oratorio de
San Felipe-
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS diendo á cielo y y
la fuerza
tierra
una causa que
servir; el
15
amor
superabundaban en su pecho: juntaba á
un corazón juvenil, conservado en su frescura y plenitud, á un corazón que no había malgastado sus poderosas, un vuelo, un ardor,
tesoros, facultades
que mal podían
satisfacer los objetos
que
le
ro-
deaban. juventud ociosa de Caracas, y dar pábulo á su imaginación inquieta, amiga de noPara entretener
la
vedades y peligrosas empresas, Vasconcelos unió en su casa, é hizo nacer espíritu
do
de
los principales
el natural
nesta,
amor
el
al
la re-
juego en el
mancebos; pero cultivan-
arrojo de Ribas esta distracción fu-
que se aviene, por otra
parte,
con
ciertas cua-
lidades del guerrero, no fué parte á borrar el re-
cuerdo siempre vivo en su corazón del 8 de Mayo
de 99; antes bien, exaltó
el
deseo de continuar
aquella obra que había interrumpido el cadalso.
Viósele por eso en todas
cedieron y prepararon Julio
la
reuniones que pre-
las
revolución: en la de 16 de
de 1808, cuando D. Juan de Casas; en
D. Simón Bolívar, á
orillas del
de Misericordia, cuartel de
los
Guaira; en
la
mo, donde se resolvió
Casa
muchas veces
de D. Ángel Sálamo, ó Álael
golpe del 19 de Abril. En
este día solemne, José F. Ribas se multiplicó calles y cuarteles,
dumbre
incierta,
de
Granaderos de Ara-
gua; en la suya propia, denunciada
con este motivo; en
la
la
animando en medio de
la
por
muche-
venciendo resistencias tímidas^
pero embarazosas, esforzando á los débiles, llenan-
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
16 do
los
pechos de su osadía y entusiasmo. Su único
propósito fué siempre
independencia de
la
la
Me-
trópoli.
III
"¿Escogieron los americanos para desgajarse del tronco paterno
medir
ocasión más digna y honrosa?
la
naciones por
las
de
bles sentimientos
la
escala de los tiernos y no-
abiertamente
los individuos,
diremos que no, habiendo abandonado á poli en su
mayor
A
aflicción,
la
Metró-
cuando aquélla decreta-
ba igualdad de derechos, y cuando ss preparaba á cumplimiento de
realizar en sus Cortes el
riores promesas" (1).
pañol:
— Sujeta
la
Respondamos
al
las
ante-
Saluslio es-
Península á autoridades diversas,
Junta Suprema y gubernativa de España é In días, á la de Sevilla, á la de Madrid, establecida
á
\si
por Fernando unas por
el
para Bayona; declarándose
al partir
rey cautivo, proclamando las otras
usurpador y solicitando todas sión de América,
fácil
primeros instantes de
la
obediencia y sumi-
le habría sido á ésta en los
la
invasión francesa, cuando,
rota la unidad del Gobierno y en ajenas fortalezas,
la
España perdía
de Portugal atravesaban (1)
al
los
la fe
en
sí,
manos sus y los reyes
mares en busca de otros
ToRENO: Historia del levantamiento, guerra y revolu-
ción de España;
lib. XIII.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
17
reinos, realizar tranquila su completa independen-
Mal habria podido
cia.
tonces para tornarla
pobre España luchar en-
la
yugo; hasta habría hallado
al
conveniente su conducta, y mirando su separación
como un
puerto futuro para sus hijos; mejor dicho,
que recibía de sus colo-
sin los inmensos recursos
que en 1809 alcanzaron á doscientos ochenta y cuatro millones de reales, habría perecido quizás en nias,
la larga
guerra cuya gloria fué causa de
Napoleón y de
del
la libertad
ca amaba sinceramente á
miserias de sus reyes en Bayona tirano
de Europa; mantuvo
patria:
como
fieles á las
españolas dispuestas á reconocer
acompañó con sus votos
el
caída de
mundo. Pero Améri-
madre
la
la
al
lloró las
perfidia
del
íutoridades
usurpador
(1);
generoso vuelo de sus
heroicos padres, y cuando todos desesperaban, cre-
yó en su derecho y en
milagro de su victoria.
el
¡Las promesas de las Cortesl
América
las orgullosas
¿Qué importaban
asilados en Cádiz, desconocidos por la
de
la
á
promesas de pocos hombres,
mayor parte
nación, inciertos de su vida, víctimas futuras
del ingrato á quien se sacrificaban?
En
la
misma obra y
lugar citados niega el sabio
Toreno que hubiese llegado
la
América
al
punto de
madurez é instrucción necesarias para constituirse libremente.
Verdad
trivial
y que podrá repetirse
sobre cuantos pueblos salgan del régimen monárquico; que no
incumbe
al
sistema colonial, ni está
en sus intereses, formar republicanos; antes bien, por (1)
Excepto
el virrey
de Méjico.
18
JUAN VICENTE GONZÁLEZ debe crear cos-
leyes é instituciones convenientes
tumbres contrarias. Es preciso que preceda para que desee y decrete
la
República
las leyes
y edu-
cación que necesita. El 19 de Abril fué un día santo entre los días del
mundo. El no siguió á lencia,
y
que prometían
la libertad
de Bailen y Va-
las victorias
independencia de España
la
del monarca.
era dueño de Madrid, y
Vino cuando Napoleón Junta central se había re-
la
fugiado en Andalucía, después del asesinato de San
Juan y
la traición
de Morela;
de Sevilla y Valencia, la
el
manifiesto del general de
Romana, que declaraba
mo, y
tras la derrota
tras las protestaciones
ilegal el
Gobierno supre-
de todos sus
cuando vencedores en Ocaña
ejércitos. Vino,,
los franceses, perse-
guidos por los gritos del pueblo los miembros de la Junta central, y escapados algunos de ellos á
de León, transmitían su
ilusorio
la isla
poder á una Regen-
cia sarcástica, que apenas dominaba sobre Cádiz y Galicia, únicos pueblos de la Península que no re-
conociesen ña misma,
al
vencedor.
como una
Y vino, en auxilio
de Espa-
protestación contra la Francia
invasora, contra la anarquía y la fortuna. Vino, en: fin,
cuando
la
Regencia hacía alarde de llamar á la
libertad á los americanos:
"Desde
este momentos-
españoles y americanos, os veis elevados á
dad de hombres antes,
libres:
no
sois ya los
encorvados bajo un yugo
la digni-
mismos que
tiránico,
más duro
mientras más distante estabais del centro del Poder:
mirador con indiferencia, vejados por
la
codicia y
BIOGRAFÍA DEL GENERAL fOSÉ FÉLIX RIBAS destruidos por
la
ignorancia.
escribir y pronunciar el
á representaros en
el
19
Tened presente que
nombre
del
al
que ha ds venir
Congreso Nacional, vuestros
destinos ya no dependen ni de los ministros, ni de
de
los virreyes, ni tras
manos"
(1).
los
gobernadores. Están en vues-
Tal declaratoria en una junta ilegal
é impotente, más que promesa de libertad era una confesión de viejos crímenes y un estímulo á
la
in-
dependencia.
Confiada en
la felicidad
de su primer
amor y
día, la
revo-
paz.
Fué su
error glorioso, su sublime debilidad haber
comen-
lución convidó á todos al
la
zado por amar á sus enemigos, colocando, como Dante,
el
amor eterno á
sus terribles puertas.
Cuando
esta inspiración primitiva, este carácter pacífico y
amante de
la
mente hasta
revolución se modifique insensibletraer días espantosos
de sangre y de
lágrimas, recordémosla entre sus vestiduras candidas, llena
de dulce amor y abandono, enamorada de
su Fernando, confiando su defensa á sus adversarios, y pensemos en los esfuerzos á que se vio forzada
para no perecer, irritación
al
furor ardiente del combate, á la
que producen
los obstáculos, á la ulcera-
ción de las decepciones y enemistades. excuso,
Yo no
la
la explico.
Tierna y fuerte Venezuela, dio á luz una generación que sacrificó
para (1)
combate, reservándose otra
jQué asombrosa confusión de
la victoria.
Proclama de
de 1810.
al
la
talen-
Regencia á los americanos, 14 de Enero
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
20
madres fecundas por
tos y virtudes! Nuestras libertad, dieron
de
la
una generación sobrehumana, llena
llama del cielo ó del calor sombrío de
pestad.
tem-
la
Tuvimos héroes de benevolencia; tuvimos
varones que concentraron en su cabeza un poder
menso, que bia.
vivificó y sostuvo á la fabulosa
Tímida
generosa;
la
el
deplorable régimen de España,
Océano conmovido,
vor, llenos
de espantoso
la patria,
oponer á
la
cipita en su
la
Colom-
necesariamente los caracteres,
muchos temblaron delante de fuera el
in-
ciudadanía, aunque desinteresada y
débiles
formados bajo
de
la
la
revolución,
como
si
extraviados por el pa-
vértigo; pero la primavera
juventud, lejos de retroceder y de
revolución una inercia malévola, se pre-
seno con desesperado amor.
Nosotros nos complacemos en esos días de regocijos y esperanzas,
bles fiestas, en
de música guerrera é intermina-
que trasportes de
alegría cubrían la
agitación de la plaza pública y saludaban los magis-
trados nuevos, y en que cada noche
la
dulce y
lancólica voz de Carreño
animaba
sos de Bello
inspirado Gallardo
(1),
el
y
resonar las calles con
la
Nosotros nos asociamos tud, al fanatismo patria la
de
las
al
entusiasmo de
la
(2).
juven-
mujeres, que hicieron de
(1)
D. A. Bello fué autor de
(2)
Vicente Salias improvisó
la
las ilusiones
de
la
los
primera canción patriótica:
«Caraqueños, otra época empieza.»
el
hacía
marsellesa venezolana
amiga de su corazón, á
«Viva
me-
los sublimes ver-
el:
bravo pueblo.»
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
21
españoles, que cubrieron el altar de la regeneración
con espontáneos dones, y
le
seguimos
al
teatro á
celebrar á Fernando en la Batalla de Bailen^ y Espa-
ña Restaurada. Nosotros acompañamos con gusto el carro triunfal
como
vencido
que
si
la
revolución, que lleva á un rey
fuese vencedor, cautivo famoso,
República, inocentemente pérfida, ex-
la futura
pone á
de
la vista
pública, creyendo amarle. "Juramos,
gritaba sin saber que le desconocería pronto, que
aunque
abrasadas arenas del Af'ica lleguen á
las
cubrir las fértiles campiñas de las
Aragua y
el
Túy, ó
sangrientas manadas de los tigres de Francia de-
voren
los
cadáveres de sus habitantes,
el
nombre de
Venezuela y de Fernando habrá de durar mientras haya sobre abeja"
el
Avila una
flor
capaz de sostener una
(1).
Alrededor del busto de Fernando fluyen
los hé-
roes de una epopeya inmensa. Nadie los distinguía
entonces bajo sus airosos penachos y plumas, en
abandono de su primera juventud.
Y
allí
el
estaban,
desconocidos, sin saber ellos mismos que una gloría
perpetua rodearía sus nombres... Ese niño heroico,
que se empina para hacer de hombre, dará su vida en
flor
en
la
primera batalla. Ese joven que llega de
Mérida, de frente modesta y modales aristocráticos, es Rivas Dávila, que encierra el corazón de un héroe.
Aquel mancebo de delicadas
facciones,
se
llama Ambrosio Plaza. ¡Qué de soldados gloriosos inmortalizados por (1)
la
muerte! Es Villapol, que debía
Gaceta de Caracas, 11 de Mayo, núm. 97.
22
JUAN VICENTE GONZÁLEZ poco. Es
vivir tan
lombiana,
la
el
huracán de
el
la
espada co
-
gran figura, simpática y guerrera, del
la
inmortal Sucre. Es
gena. Es
pureza misma,
que con una mirada
humano
libertador de Carta-
las batallas, el
terrible llevaba
colérico Ribas,
un corazón im-
petuoso y magnánimo. Vendrán detrás los ambiciosos, los ávidos, los políticos, los capitanes tímidos,
amigos de
de
la
fortuna, la espada acerada
la
de Marino,
impávido Bermúdez, y después, una
Piar, el
gloriosa multitud.
Al pensar en
mas ¡Si
vosotras, sombras queridas, fantas-
trágicos, un dolor
profundo lacera mi corazón...
vuestro cruel sacrificio nos hubiera asegurado la
libertad! ¡Si
obstáculos que destruísteis, pere-
los
ciendo, nos hubiesen legado días tranquilosl ¡Vues-
degenerados han hecho
tros hijos
estéril
vuestra
gloria!
IV
Desde pueblo
el
al
día
de
ilustre
la
revolución había llevado el
Ayuntamiento á D. José Félix
Ribas. El 25 fué elegido para el gobierno provisional,
que debía
existir hasta la
espíritu vigoroso
nueva constitución. El
de este hombre ardiente vio
los
peligros que amenazaban por entre las promesas
quiméricas de
la
insidiosa situación. Indefínido el
movimiento revolucionario, y
sin carácter propio,
era una máscara de Jano, que ocultaba opuestas as-
23
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
piraciones y propósitos. La unión de americanos y
españoles, detenidos ante vano ídolo ¿no era una asechanza, aunque inocente, á rálisis,
la
revolución, su pa-
y una red tendida á su inexperiencia? Agitá-
base Ribas,
como
serpiente. D. José
si le
estrechasen los lazos de una
Bernabé Díaz era uno de
los
mi-
nistros; eran diputados municipales, con inmediato influjo
sobre
la
población, D> José Joaquín Argos,
D. Francisco González de Linares, D. Martín de Baraciarto, D.
Simón Ugarte, D.
Hilario Espinosa;
D. Juan Bernardo Larrain fué uno de los dos concejales
sin
que administraban
justicia:
hombres probos,
duda alguna, pero españoles y conocidos por
sus opiniones antirrepublicanas.
Todavía era peor en ban. El 18 de
Mayo
las milicias
dio jefes
la
que se organiza-
Suprema Junta á
la
compañía de granaderos del batallón veterano de Caracas,
al
de
milicias
de blancos,
al
Caballería de milicias disciplinadas,
escuadrón de
al
batallón
de
pardos de Nirgua, y á dos nuevos escuadrones de Caballería, el de Valencia y el de Aragua; y sus jefes
principales eran españoles: D. Miguel Marmión,
Juan y D. Lorenzo de
la
don
Romana, D. Manuel y don
Pedro Aldao, D. Miguel y D. Pedro de Pineda, don José Urrieta, D. Pedro Pons, D. José Miguilareña,
D. Macedonio Oliva, D. Juan Puyol, D. Mariano y D. Ambrosio Ibarra, llamados los hijodalgos, tinguido D. José Antonio Sancues, D.
el dis*
Ramón de
Ibarrolaburo, D. Pantaleón Colón, D. Antonio Guz-
mán, que disciplinaban
los
reclutas,
y otros, que
24
JUAN VICENTE GONZÁLEZ enumerar. (Gaceta de Caracas,
sería
fácil
mero
102.)
Todos
id.,
estos nombramientos, naturales en un
nú-
Go-
bierno que reconocía los derechos de Fernando,
exasperaban
los jefes
impaciente espíritu de Ribas. Sus
el
compañeros en
que dieron á
Guzmán
Colón,
Junta no se habían equivocado en
la
la
milicia;
de todos, sólo
y Pons se separaron de
americana; los otros nos acompañaron en
la
la
causa
próspe-
ra y la mala fortuna, y fueron á morir en las colonias
ó perecieron, como buenos, en lla.
Venezuela se gloría con
los
los
campos de
bata-
nombres de Jalón,
Villapol, Lazo, Campo-Elias, Masa, Ruiz, Sola y mil otros, dignos
de renombre eterno en nuestros anales.
Pero cada hora venía á agriar su desconfíanza y á aumentar los tormentos gloriosos de su pecho. los
desiertos
abrasados de Coro, de
de Guayana, de Maracaibo,
teatro
de
las
De
soledades
tiranías
y tra-
gedias, correa á mezclarse con los signos del entu-
siasmo, tristes advertencias y los clamores de la
guerra
civil.
Una
conspiración en Junio: Moncloa y Negrete,^
sus autores, pasan por debajo de la horca y marchan
á destierro perpetuo.
En Octubre de
del
mismo año
otra conspiración, la
los Linares, Portilla y Escobar.
Sierra, y Elizalde y
Váldez conspiran también en
los Valles
de Aragua. En Barcelona se había resta-
blecido
19 de Junio
el
el
Los poderes públicos,
gobierno de
la
sin la experiencia
Regencia^
de
las re-
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS vueltas, débiles por inciertos, tímidos
no esquivaban
si
sabilidad de
los cuidados,
la vigilancia,
diciones de que aquellos días
de.
pendía crisis.
por humanos^
huían
respon-
la
espantándose de
las
con-
común en
salvación
la
25
Su bondad heroica no se
ocupaba sino en amnistiar
la
que se prepa-
derrota,
raba á mejores días; en decretar
el
olvido de los re-
sentimientos, cuando se agravaban las injurias y se
multiplicaban los peligros; en salvar á los culpables^
á riesgo de animar á sus cómpIices,^quitando á
la
revolución sus sospechas, que era su prudencia, y
esperando ciesen
la
el
bien de su indulgencia, aunque cono-
temeridad de sus esperanzas.
Fué en
tan
críticas
que llegó á
circunstancias,
nuestras playas, en alas del escándalo y del dolor, la
Un
aterradora nueva del degüello de Quito. cio pavoroso reinó esa lles.
Sintieron los hijos
noche por
de España un
frío
de acero
sobre su pecho. Comprendieron los hijos de rica,
sangre entre ellos y sus padres.
Al amanecer estaban siniestros.
tamiento y
llenas las calles
Vagaban algunos entre la
la
de grupos
casa del
plaza pública, hablando sin
los peligros
de
la
el
una petición respetuosa, y que
Félix Ribas y sus hermanos.
Ayun-
ambages
La Junta se reun¿
situación.
precipitadamente. Se dice que le
Amé-
con desesperación profunda, que había un abis-
mo de
de
silen-
sombrías ca-
las
A
pueblo va á lo
traer-
presiden José
poco se
onda popular: marchaba Ribas delante,
divisa la
á pie, sin
armas, respirando las tempestades del aire, excitan-
26 do
JUAN VICENTE GONZÁLEZ el
pavor
asombro, imponiendo respeto, llenando de á enemioros y
José Ribas tomó exigió de los
la
El doctor Francisco
tímidos.
palabra, y á
nombre
del pueblo,
miembros del Gobierno una de
decisiva, la expulsión
política
los españoles equívocos,
medidas enérgicas de seguridad. La Suprema Junta pareció oirle con atención benévola; prometió para
en adelante más celo y vigilancia con los intereses públicos, y ofreció acordar honores fúnebres á las
víctimas de Ruiz de Castilla.
Aquella reunión tumultuosa continuó largo tiem-
po por
la
ciudad, despertando el eco, largos siglos
mudo, de sus
calles tranquilas. Ribas,
más inflamado
cada vez, iba soplando por todas partes su cólera, dejaba por todas partes discursos,
condenando
la
la
huella abrasada de sus
indecisión del Gobierno
y preparando su caída, entregando á la agitación la candidatura de su nombre, ya popular.
Varios miembros de
la
Suprema Junta
se reunie-
ron en secreto con sus presidentes, y atendiendo los
á
escándalos de ese día, y temerosos de otros
nuevos, en medio de
que querían
las
pasiones revolucionarias,
precipitar sus pasos, acordaron expul-
sar á una isla extranjera á D. José Félix Ribas, á sus
hermanos Juan Nepomuceno y Francisco José, y á José Gallegos, que había tomado también parte activa
en
el
alboroto.
En
la
tarde del
comisionado D. Rafael Paz Castillo
José Félix Ribas
tiempo que
la
orden de
la
mismo le
día, el
comunicó á
Suprema
Junta, á
ejercitaba el batallón de Barlovento en
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS la
plaza de Pelare, quien, sin vacilar un
entregó
el
mando
27
momento,
á su segundo, D. Jerónimo Ri-
caurte, y corrió á presentarse á la capital.
Los hombres patriotas de aquella época censuraron amargamente
la
conducta de
la
Junta Supre-
ma. Se supuso que, recelosos del influjo de aquellos
ciudadanos sobre los que llamaban pardos, ha-
bían temido por el éxito de las elecciones, que
querían dirigir exclusivamente.
A
tanta distancia
de
unos tiempos que parecen todavía más apartados, por los
infinitos
acontecimientos que los llenan,
nosotros osaremos apenas aventurar algunas breves
observaciones.
V Las violentas pasiones de los Ribas eran realmente
una justa causa de inquietud; que mal podía con-
ducir á
feliz
el viento
lüs
puerto
la
débil nave de la revolución,
proceloso de los tumultos populares. Pero
hombres de
quieu que
el
la ley, los
código de
ante todo, un código de
raban
el
que creían con Montes-
las
naciones civilizadas es,
garantías; los
que conside-
derecho individual como superior á
la
sa-
lud pública, ¿podían, por el sofisma sangriento de
esa salud pública, que condenaban, hollar los principios al
que consagraban su poder? ¿Estábale bien
Poder contemplativo, cuyas lentitudes exaspera-
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
28 ban á
severamente los
ios ciudadanos, castigar tan
excesos del patriotismo, á vista de
la
contrarrevolu-
ción impune y satisfecha? Proscribiendo
la
Junta á
José Félix Ribas y á su hermano, D. Francisco José,
miembros suyos, ¿no parecía protestar contra
la ac-
ción que ellos representaban, y mutilarse para esca-
par á su los,
fiscalía
imperiosa? Condenándolos sin oír-
en nombre de
la
salud pública, ¿no lanzaban
al
acaso de nuevas revueltas su impopular autoridad?
Los que celebran como energía esta medida impolítica^
ignoran que
la
violencia es la energía
de los
débiles.
Por
lo
demás, nada convenía tanto como
tierro al papel lix
que designaba
el
des-
destino á José Fé-
el
Ribas. Preciso era que se templase su alma
al
que es
la
fuego de
la
desgracia, y que supiese lo
proscripción y
el
pan del extranjero, para que se
completase su naturaleza entera y poderosa. La Junta
Suprema,
sin saberlo,
puso en
la
fragua
el
terri-
ble acero de los años de 13 y de 14.
La Junta Suprema ensayó entretanto ansiedad popular con suntuosas los funerales
por
disponer para
el
las víctimas
fiestas.
distraer la
Tales fueron
de Quito, que logró
3 de Noviembre (en diez
días);
bella ocasión para ostentar plumajes y galones, lin-
dos madrigales, lastimosas endechas. Celebráronse las
exequias en
cia (1); la
magnífico templo de Altagra-
ciudad de Caracas concurrió de
faltó allí, ni la (1)
el
urna cineraria,
ni
la
luto;
nada
pirámide fúne-
El terremoto del año de 12 lo destruyó.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS bre. El g-enio figuras
de
la
29
Humanidad gemía en medio de
que representaban
el
dolor; también lloraba
América. Era una gloria para Venezuela abrazar
la
en su amor á todas
las
naciones, sentirse herida en
cada pueblo del Nuevo gedias en nombre de
Pero dondequiera con
la
la la
Mundo
y lamentar sus tra-
fraternidad humana.
mano española
se apretaba
americana. D. Francisco Isnardi había pro-
yectado
el
compuesto
monumento; D. José Busí y Sata había las
mejores inscripciones,
y,
lo
más, abrasados los corazones enemigos por
de
la
que es la
llama
revolución, cayeron de rodillas delante de
aquellas figuras, llenos de respeto y admiración. Allí
estaba también
el
D. Vicente Salías
la
pensamiento del proscripto Ribas; lo había expresado:
Del vándalo europeo más negra venganza
ha sembrado una eterna desconfianza en
los
americanos,
se acabaron por siempre los tiranos
en este otro hemisferio;
un hecho horrendo destruyó su imperio, y nuestra dulce libertad amada con la sangre de Quito está sellada.
Excepto fecho
al
esto,
nada había
allí
que hubiera
satis-
alma exaltada de Ribas; habría querido su
corazón, no un idilio fúnebre, sino una fiesta que llenase los pechos de duelo y del ansia de vengar
un dolor inmenso; habría deseado inscripciones que recordasen cada gota de sangre vertida; habría bus-
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
30
cado en vano sarcófagos enormes que pareciesen llevar
montañas de cadáveres y banderas de ven-
ganza que pidiesen muerte por muerte; en vez de
América
la
llorosa,
con
los poéticos arreos
cos y flechas, habría ansiado contemplar
sombría de
la
la
de
ar-
estatua
Libertad y un culto inmenso lleno de
frenético dolor.
Ni pudo ser tampoco
voz del dolor público,
la
voz elocuente del doctor Francisco José Ribas,
la
la
que animase aquellos símbolos mudos é interpretase sentimiento general, en
el
misericordias.
Un
religioso,
nombre
del Dios de las
Hernández de
apellido,
fantasma de los tiempos pasados, apareció en pito
hablando á
nocía,
la
el pul-
generación presente, que no co-
de víctimas que no sabía
llorar,
de
la libertad
que no comprendía, del obscuro porvenir, que no diferenciaba de lo presente
(1).
Cuando, después de cinco meses de
destierro, los
Ribas y Gallegos fueron llamados á su patria por los
miembros del Poder
brado
el
ejecutivo,
que había nom-
Congreso, doctor D. Cristóbal Hurtado de
Mendoza, D. Juan de Escalona y D. Baltasar Padrón, halláronse de pronto con importantes nove-
dades. Se había instalado diez y nueve días antes, el
22 de Marzo,
el
primer Congreso nacional, y pre-
sidía sus sesiones el general
D. Francisco Miranda,
tan célebre en nuestra historia y en la (1)
Respecto
al estilo
de Francia.
basta recordar este rasgo:
"¡Oh Quito, en la que te viste! ¡Oh Caracas, de la que te escapaste!"
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
31
Habíale traído de Inglaterra D. Simón Bolívar,
como prenda de
estabilidad y victoria; y bien
que
la
Junta hubiese ordenado de antemano que no se
le
admitiese en los puertos de Venezuela, teme-
roso de contradecirse, recibiendo, ella que repre-
sentaba á Fernando,
al
proscripto de Madrid, cuya
cabeza había puesto á precio, cuyo retrato y proclamas había hecho quemar Vasconcelos por maigo del verduíjo, el entusiasmo público se adelantó, y
Miranda fué recibido entre aplausos y proclamado por
los
tador. los
amigos de
la
Independencia Padre y Liber-
(Pronto, cubierto
de maldiciones, preso por
suyos y bajo amenazas de muerte,
los calabozos
irá á
morir
á
de Cádizl
VI
La celebridad de este caraqueño exige que nosdetengamos ante
él.
figura distinguida,
Tendría sesenta años. Era una
de facciones regulares y anima-
de presencia autorizada y gallarda, de voz enfática y sonora. No era uno de los viejos risueños das,
de Fenelón; pero resaltaba en su vejez parte de la tros
padres,
blanco que militar y
fresca
gran
flor de su juventud. £1 coleto de núes la
cabellera empolvada, el sobretocc
lo cubría, el tahalí
vacío bajo
la
casaca
no sé qué nuevo y extraño esparcido por
toda su persona, realzaban su nombre y
le
concilla—
32
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
ban admiración y respeto. Pocos notaban ño arete de bría
el
los revolucionarios franceses,
peque-
que ha-
dañado á su dignidad.
El ojo
de Ribas se detuvo con gusto delante de
aquel hombre de tan varias fortunas, con quien se había correspondido sin conocerle en los años de 8
y
9.
Con
la
faz morena española, Miranda tenía el
aire altanero
y sombrío,
hombre llamado al ria;
trágico de
el aspecto
martirio,
más
había nacido desgraciado
se habían enriquecido con
el
un
bien que á la glo-
Sus padres, que
(1).
trabajo y la industria,
aspiraron á que sirviese con un grado en el batallón
de blancos de Caracas; pero
didos por cuerpo,
el
conde de San
los nobles, presi-
Javier, jefe
de aquel
rehusaron presentarle á España para su
nombramiento. Resentida su familia,
le
envió á
de compró una charretera de
la
Metrópoli, don-
Cuando una
capitán.
política generosa, pero imprudente, determinó á la
Península á auxiliar en su revolució.i á los Estados
Unidos de América, Miranda
sirvió
inteligencia y celo, y tuvo ocasión
en
la
guerra con
de contraer es-
trecha amistad con Broglie, Segur, Lauzun, Lafayette,
preparándose en Francia nuevos destinos. El de-
seo de instruirse y le
el
gusto por viajes y aventuras,
hizo recorrer entonces los principales pueblos
de Europa.
El visitó, con el
mapa en
la
mano, estu-
diando y divirtiéndose, á Italia, Austria, Prusia, Constantinopla, Inglaterra. (1)
Se dice que en Rusia tuvo
MiCHELET: Révolution Franfaise;
t.
V.
33
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS el
honor de ser premiado con
talina
11,
alemana cubierta de
y de
la
de
la la
predilección de Ca-
sangre de Pedro
Ismail y Praga, predilección y
III
premios
vergonzosos, que un escritor ha celebrado con es-
cogidas frases
como
(1),
pricho pasajero de
si
fuese una fortuna el ca-
Parsifae del Norte, vieja de
la
cabellos blancos levantados al cielo, de ojo lúbrico j/
duro
Miranda, con sus aventuras, sirvió acaso
(2).
de modelo
al
Donjuán de
Byron; mas
al
sonar el
año de 89, dejando aventuras romancescas, ó más bien buscándolas más graves y peligrosas, voló á entregarse á la Francia.
La desgracia parecía unida á sus pasos: fa en las famosas Termopilas del
da toca
el
se triun-
destino de huir rápida y confusamente
A
hacia Sainte-Menehould.
él
se le atribuye el mal
En
éxito del bloqueo de Maestricht.
Neerwende, en que mandaba
Don
te al príncipe
Carlos,
la derrota y al sacrificio,
que de Chartres miní acepta •el
si
Argonne, á Miran-
las
el
desastre de
el ala izquierda, fren-
Dumouriez
le destina á
en honor y gloria del du-
Para colmo de infortunio, ]o-
(3).
explicaciones de Dumouriez contra
general caraqueño y
las
propaga en
el
mundo
mi-
litar (4). (1)
Baralt y Díaz: Historia de Venezuela.
(2)
Michelet: Révolution Frangaise;
(3)
Luis Felipe.
(4)
Es carioso
leer lo
t. III.
que escribe M. Louis Blanc en su His-
toria de la
Revolución Francesa, sobra
^Nacido en
el
Perú, se
le
el
general Miranda:
había desterrado por haber aspirado
á su libertad. Errante sobre los caminos de Europa, había des-
deñado
el
favor de los reyes y buscado la amistad de los gran3
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
34
Denunciado
al
Tribunal revolucionario
de Dumouriez, aunque del par-
plice en la traición
de
tido
la
como cóm-
Gironda y amigo personal de
los pros-
criptos Brissot y Petion, él confundió las acusacio-
nes de sus enemigos en once sesiones consecuti-
con su facundia y destreza que le
vas, alcanzando
absolviesen
sacerdote sangriento de
el
Táuride, Antonelle,
Mas
á pesar
de
la
la
nueva
execrable Fouquier-Tinviller
el
Jordeuil el Septembrista, los asesinos de
Lagarde, y de
la
la
Francia.
elocuente defensa de Chaubeau-
opinión motivada del primer jura-
do, Dumont, fué preso después en virtud del decreto contra los sospechosos, sin lograr
la libertad
ocho meses de cárceles y
sino después de diez y
persecución.
Miranda llega
al
y activo jefe
tre,
país con la
de
dicho: "Dumouriez no
pre he desconfiado de circunstancias; él
las
cionario;
él;
Miranda es
Quijote de
Por
lo
la
de
-
de llamarle general entu-
que prescindía de
revolución
mismo que
general
conocimien
y
materiales y creía en los milagros de
Don
el
poder revolu-
el
de talentos
tos" (1). Michelet acaba siasta y convencido,
ilus-
puede convenirnos; siem-
comprende
lleno
está
fama de capitán
revolución. Brissot había
la
la
los
la fe,
medios
un noble
(2).
Junta Suprema se había
des hombres. En San Petersburg-o había rehusado noblemente los ofrecimientos (1)
de una emperatriz",
Carta de Brissot á uno de
por Malle-Du-Pan. (2)
Historia de la revolución,
etc.
los ministros
t.
V.
en 1792, citada
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS opuesto á que Miranda volviese á vio
como un amigo de
la libertad
y
la patria, le
35
Ribas
le
como
reconoció
el
que había levantado su destierro. Bien necesitaba
el
antiguo girondino del influjo poderoso y militante
de estos amigos de
la
independencia. Llamados á
barra del Congreso, con gusto juraron sostener
la la
soberanía nacional, representada en un Cuerpo que presidía un general de la Revolución francesa.
Había llegado Miranda ciego, como todos que han estado largos años ausentes de su
como
descontentadizo y desdeñoso con cuanto veía, los
que han visitado Cortes y vivido
do
la
palacios.
los
patria,
Cuan-
Junta nombró una Comisión que redactase un
proyecto de Constitución que someter
al
Congreso,
mientras D. Francisco Javier Uztáriz y los doctores Felipe Fermín Paúl y Juan
Germán Roscio
convinie-
ron en un plan de confederación provisoria, Mi-
randa envió á á la
Ambos el
la
Comisión
el
que habría presentado
América española, á haber triunfado en 1806. proyectos eran inoportunos y
de Miranda, que
lonial
difería
fatales;
poco del gobierno co-
de España, disgustó á todos y
autor poderosas enemistades
ambición, y
tal
pero
(1).
atrajo á su
Se temió tanto su
desconfianza excitó su conducta,
que á pesar del obstinado empeño y de
los esfuer-
zos de los principales revolucionarios, no fué al
Congreso sino por
los votos del insignificante
pue-
blo del Pao de Barcelona (2). (1)
Esquisse de la Révolution de l'Amérique espagnole,
obra que se atribuye á D. Manuel Palacio, páginas 106-108. (2)
ídem
id.
36
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
VII
Con-
Interesante espectáculo presenta el primer
greso de Venezuela: hijo de
la
Revolución, fruto de
elecciones libres y tranquilas, en vez de una
blea tumultuosa,
agitada
Asam-
de populares pasiones,
aunque única y aunque con un Ejecutivo, que creó débil en tributo á las doctrinas de entonces, concilio
la
el
pero tampoco resistencias y
seno de los republicanos. Bien que
entre los cuarenta y cuatro tituían,
no
ción con
se
estimación y el respeto público, sin ex-
citar la admiración;
ataques en
él
faltasen quienes, la firmeza,
miembros que confundiendo
cons-
lo
la
obstina-
opusiesen sus preocupaciones
á toda reforma saludable; y bien
que se precipita-
sen otros en novedades peligrosas,
tal
era la situa-
ción y benevolencia de los espíritus, tan poca
la in-
flamación (que no sobreviene sino en los cuerpos
numerosos), que todos marchaban aparentemente á una, sin enconosos odios, luchas ni escándalos.
Nada
allí
de centro, izquierda
ni
derecha; sentá-
banse todos confundidos y amigos, con
la
alegre
esperanza sobre los ojos. Uztáriz, Tovar, Roscio,
Yanes, Ponte, Peñalver, con
la frente
cargada de
cuidados, Maya, Quintana, Ramírez, Méndez, Castro.
Nada
ilustres,
precipitó los pasos de aquellos varones
prudentes y circunspectos en medio de sus
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS de
interiores recelos ó ranzas,
ni
la
impaciencia de sus espe-
de ostentar
facilidad
la
37
peligro un
sin
liberalismo violento, ni la ambición inmoderada de
aplausos y popularidad, ni los estímulos de prenta, ni el
favor que
acompaña
la
im-
á las opiniones
exageradas. Cuando, caída toda autoridad, podían sin obstáculos ni sinsabores lanzarse
mino de
la
por
el fácil ca-
demagogia, destruyendo y creando á su
capricho, prefirieron el enojoso cuidado de rar los
excesos de
la libertad,
á riesgo
mode-
de pasar por
enemigos del pueblo y por retrógrados. ¿Qué detenía á esos hombres y los embarazaba en su marcha? Veían
el
porvenir cargado de san-
grientas nubes y retrocedían; habían querido regenerar, conservando; tar el freno á las
repugnaba á su conciencia qui-
pasiones para triunfar.
En
su seno
no hubo propiamente vida parlamentaria. Si se encendía, era
balo
la
al
viento de
plaza pública; arrastrá-
impetuosa vigilancia,
forma de agitaciones de
ban por
la
la tierra
las
advertencias en
la capital.
Todos anhela-
prometida, sin pasar por
el
Mar
Rojo.
Recordemos de paso algunas de Juan Germán Roscio
esas
figuras.
era el pensador convencido
del partido republicano; su frente,
que parecía
in-
clinada por la meditación, hacía que se le atribuyese un poder lleno de misterio; sus palabras eran re-
cogidas
como
aforismos patrióticos. Si callaba, mi-
rábase su silencio
como desdén de
la
sabiduría, ó
esquivez del pudor; inteligencia honrada sin auda-
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
38 pluma
cía,
medio de
table energía en
niones
(1).
y sin brillo, político de intra-
fácil, vulg^ar
la
Fuertes estudios y
ción habían madurado
la
timidez de sus opiel
amor á
medita-
la
grave juventud del es-
pañol Francisco Javier Yanes. Francisco Javier Uztáriz,
alma incontaminada, noble, pura,
de elevados
no hablaba nunca en
paban
espíriius
modelo,
la tribuna;
pero todos se agol-
solícitos para oir sus discretas y finas obser-
vaciones, y se contaba con su silencio, lleno de pen-
samientos. Bussí y Sata era un tribuno elegante y nuel Palacio,
vinaba
el
hombre de
porvenir y
le
Martín Tovar Ponte no
Ma-
fácil.
talento y elocuencia, adi-
esperaba sonreído.
A
don
Naturaleza
la
ele-
le
dio
la
menos
gancia
ni las gracias
de
la
seo de
adquirirlas y
de
suplir su falta; prefirió dedi-
(1)
juventud, ni
el
de-
£1 doctor Juan G. Roscio, de padres italianos, falleció
9 de Marzo de 1821 (tres meses y quince días antes de la batalla de Carabobo), siendo vicepresidente de Colombia. El el
Sr.
Zea decía de
él
(Correo de Orinoco,
núm
102):
"Desde
el
año de 1810, en que Venezuela derrocó al despotismo, hasta e.' día en que, después de un viaje penoso y dilatado, llegó á principios de este aiío á la nueva capital del Estado, mil gra-
ves y difíciles empleos ocuparon de tal suerte su vida, que puede decirse con verdad, que ni un momento respiró sino en servicio de la Patria. Su constancia en la adversidad excede á todo encarecimiento: ni las cadenas y mazmorras, ni las miserias
y trabajos llegaron á abatir jamás su impávida firmeza ó á
desviarle un punto de la senda del honor, y aun los déspotas
mismos que
le
oprimían se vieron obligados á admirar la gran-
deza de su alma y
la
superioridad de su virtud."
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS car este tiempo á cosas serias.
Aunque por
la
39
edu-
cación perteneciese á su época, por sus compromisos y recuerdos él fué toda su vida del 19 de Abril.
En
tiempos turbados y movibles que atravesó
los
conservóse siempre
fiel
á las primeras ¡deas en que
se había formado y que encantaron su espíritu, á los
sentimientos que hicieron
latir
vicciones que se consagró.
su corazón, á las con-
Cuando vengan
las
pa-
siones en vez de las leyes, los combates en vez de
y en vez de
la justicia,
la libertad la
envolverá en su manto, silencioso y contra
la
dictadura, él se
triste,
violencia y cubriendo con su
animando
nombre á
los
defensores del orden. Ese viejo tosco, de corazón patriota,
supo merecer
el
recuerdo reconocido de
sus contemporáneos y la estimación de la posteridad. El doctor
Manuel Vicente Maya era un sacerdote
célebre ya por
la rectitud
del alma y sus dulces vir-
tudes. Extraño al odio, su corazón santo se difundía
en una expresión de sonrisa angelical, que inspiraba
amor y pensamientos buenos; y en
el
gobierno de
la
Diócesis, sus adversarios le preferían á sus amigos,
porque de nadie podían esperar tanta indulgencia en la justicia.
Horrorizado con los excesos de
la
Revo-
lución francesa, y temeroso del obscuro porvenir, su espíritu se detenía inquieto á las puertas
amor á
de
la
revo-
hombres y por horror á los desastres que preveía. La debilidad por temor del lución, por
los
mal es una virtud divina; y
pone
sacrifícios heroicos,
la energía,
cuando no im-
con frecuencia no es otra
40
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
cosa que
la
ambición y
el egfoísmo.
de
testó contra la declaratoria
la
Maya
solo pro-
independencia
el
5 de Julio, engrandeciendo con su noble libertad
aquel majestuoso espectáculo. Porque no fué media-
no valor siosa,
de una multitud an-
arrostrar la indignación
y defender contra
creencias desesperadas. los habitantes
de
el
entusiasmo general sus
Opuso
la Grita,
á todos el voto
sus comitentes.
greso ordenó se escribiese su protesta
de
independencia, tributando
la
los
derechos de
za digna de
la
conciencia,
así
al
Y
el
de
Con-
pie del acta
un homenaje á
tomando una vengan-
la libertad.
El doctor Juan
Nepomuceno Quintana
era uno
de
aquellos jóvenes virtuosos é instruidos que las pri-
meras familias daban entonces á
la Iglesia.
Escritor
elocuente y fecundo orador, aquel clérigo era un filósofo á su manera, enemigo del sofisma y del instinto
destructor y revolucionario de los
tiempo.
A
otros jefes de
desdenes
demagogos de su
presencia de Miranda y Roscio, y de los la
él los
revolución, con tono acentuado
de
acusaba de agoreros falsos y de en-
gañarse con frivolas esperanzas. Los que no se tur-
baban
al
escucharle, respetaban su buena
fe.
Al abogado Antonio Nicolás Briceño, sombrío, republicano cartaginés,
hombre
lento, genio inquieto y rudo, teníasele
lanzarse, en un transporte
de
filósofo
frío
y vio-
por capaz de
cólera, en los
abismos
del crimen. El
Congreso tuvo un doble
carácter: se aprisionó
en un círculo estrecho, en que parecía hacer peni^
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
41
tencia de su importunidad, y se elevó sobre subli-
mes
altares; hizo
una Constitución federal efímera»
y proclamó verdades inmortales; contenido y arrebatado alternativamente por fuerzas contrarias, el sentimiento que
que
to
le
venía de
le
venía de la
tro años han corrido
sí
mismo, y
revolución.
—
movimien-
desde aquel tiempo! ¡Un Con-
greso acaba de cerrar sus sesiones! lantado,
el
¡Cincuenta y cua-
¿Qué hemos ade-
oh Dios?
Es preciso confesar,
sin
embargo, que
za encontrada de asociación
el
sin
una fuer-
movimiento revolu-
cionario habría perecido, y sus inocentes é incautos
que confundían á amigos y enemigos en
el
ciego vuelo de su generosidad, habrían caído en
la
parciales,
red inmensa que se les tendía por todas partes. Urgía la creación
de un Cuerpo
político organizado
fuertemente, depositario de todas las necesidades é instintos las
de
la
revolución, que velase inquieto sobre
autoridades débiles, sobre sus agentes confiados»
sobre los enemigos todos, por temor ó por odio. Miranda había traído
la
idea de París, tierra clásica
tumultuarias asociaciones; Bolívar á su seno los amigos
de
la
la
de
fundó, llevando
independencia. Ribas
la
popularizó, le dio sus varoniles pasiones y tendencias, la hizo inflamar
y hervir
como
el
Etna. Nacida
en medio de los peligros de una conspiración inmensa,
que negaba
los conspiradores, la
triótica constituyó
una legión
activa,
Sociedad Pa-
de desconfian-
za suma, de rencilloso espíritu, que de todo se alar-
maba. Fué su destino ensayar
al
pueblo en
la
Repú-
42
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
blica y también en la demagogia, ser estímulo
Poderes públicos y
palanca de
la
Penetremos en su
la
de
y sorprendámolo
interior
los
revolución. el
19 de Abril de 1811, pocos días antes del célebre 5 de Julio, en su primitiva naturaleza y audacia anárquica. "Los regocijos fueron universales ese día.
Después del Te Deum, por
las calles,
los habitantes se esparcieron
con sus vestidos de
fiesta,
adornados
sus sombreros con escarapelas de cintas rojas, azules y amarillas.
Grupos de músicos y danzantes
corrían la ciudad
cantando himnos entusiastas;
,
atravesaron en procesión los miembros de
dad Patriótica con banderas en respetables se unieron
pos de indios de
uno por
la
trajo otro
sencilla
en todos felicidad
la
la
Socie-
mano. Personajes
concurso, y se vieron gru-
las cercanías,
de una manera más la alegría
al
la
re-
tocando y danzando
que graciosa; pintábase
los rostros, felicitándose
cada
que creía asegurada. La noche
género de placeres:
la
ciudad de Caracas
se iluminó toda, y los edificios públicos y muchas casas particulares se cubrieron
de inscripciones y em-
blemas, ejecutados con tanto gusto
como
talento...
Teatros pequeños levantados en diferentes partes de la
ciudad proporcionaron nuevos placeres
ebrio de entusiasmo"
(1).
Contemplemos
al
pueblo,
esas som-
Esquiase de la Révolution de V Amérique espagnole, ou de rorigine, des progrés et de l'état actuel de la guerre entre I'Espagne et TAmérique espagnole, contenant les princi(1)
récit
paux el
faits et les divers
combats,
etc.,
pág. 111.
— Léase también
Manifiesto á los americanos del Sur, impreso en Cádiz en
1812, y que forma parte del número 317 del Ambigú, que redactaba en Londres M. Peltier.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS bras tan risueñas y
aleg^res,
43
antes que pasen arreba-
tadas por un torrente de sangre;
mañana será
Penetremos, como extranjeros, en esa
tarde.
en esos
sala,
corredores suntuosamente adornados, donde Guevara Vasconcelos dictaba sus órdenes, donde
la re
volación en delirio tiene su trípode y su oráculo (1).
¡Qué tempestad de
gritos,
de aplausos y exclama-
ciones! ¡Es la voz unísona del océano, formada del
ruido de todas
las
ondas! Miranda preside; notad su
figura dramática, imponente.
que
Enciende aquí
la
llama
agita en el Congreso. Pero, ¿quién es ese joven
de admirable madurez, de tan se adivina
al
que
militar apostura,
mirarle su osadía y valor? Ojos azules
y color blanco, que ennegrecerán los rayos de la guerra, músculos de acero, mirada soberbia y terrible, las formas elegantes y varoniles del dios batallas.
Le llaman Simón
de
las
Bolívar; sólo José Félix
Ribas parece más arrogante y espléndido.
Se
Es Antonio Muñoz Tébar: cautivóle
habla.
amor de
República desde sus primeros años.
la
nueva de
la
revolución del 19 de Abril se
dejar el presbiterio de los Neristas,
donde
acólito, inocente levita, y arrodillarse al altar
que había perfumado con
irse tras
la
el
el
A la
le vio
asistía
de
y decir adiós incienso, para
revolución, hasta la muerte.
Su
figura
endeble y delicada, su tez blanca y pura, su rostro franco,
sombreado apenas por naciente bozo, reve-
lan sus
pocos años, como revela su talento
«spaciosa y candida, y anuncian (1)
Calle de Carabobo, núm. 77.
la
la
frente
ternura de su
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
44
alma quimérica y su
fín
prematuro y trágico,
la
me-
lancólica sonrisa y los fijos ojos, grandes y tristes.
¿Quién enseñó
de conmover y persuadir á ese niño, que aún no ha dejado las aulas? ¿Quién el arte
ha dado á sus rosados labios
el
acento patético,
invectiva acerada, todos los tonos de
los
la sátira,
¿Cómo
ha
el cáliz del ajenjo
de
pensamientos y los colores de Tácito? caído esa abeja de Helicón en
la
los partidos?
"Señores lución.
por
el
— dijo —
:
hoy es
el natalicio
de
la
revo-
Termina un año perdido en sueños de amor esclavo de Bonaparte. ¡Que principie ya
año primero de
la
independencia y
la
libertadl
de Estados ó Gobierno
federación
el
Con-
central,
una
Asamblea ó muchas; por todo podemos comenzar,
como comencemos por
la
República siga su marcha
Independencia. ¡Que triunfal,
la
derramando pla-
ceres que enloquecen, bendiciones que santifican!
Pero desde ahora adivino que mañana habré de una República poderosa y
estar por
represente
la
nacionalidad y
la fuerza,
central,
que
y no por pe-
queños Estados, tanto más débiles y turbulentos cuanto más pequeños, inútiles enojosos
al
arena de
la
el
día del peligro,
buen sentido, expresión del egoísmo y ambición. Si en vez de la Asamblea que
nos representa, única é imponente, eco de mil voces,
punto donde convergen todos los radios, faro centelleante
encendido para
el
uso de Venezuela, hu-
biese ocho ó más Congresos esparcidos, obscuros,
deliberando en su rincón, sin debates entre unos y
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS otros, sin
cambio posible entre
ellos y el
45
movimien-
to exterior, yo no vería sino tronos para la anarquía, !)n
caos sangriento y
nuestros planes.
naufragio y vergüenza de
el
Pongámonos en
el
independencia, y yo voy á estar por
camino de
la
orden y
la
el
regularidad, sin temer que el Gobierno se cambie
en tirano: Teseo en Procusto. El problema será entonces dar
someter
la
energía suficiente para
ganán-
los individuos á la voluntad general,
dolos por
manos
Gobierno
al
amor y
el
el
temor y neutralizando en sus
medios de revelarse. Escapados de
la
nos preocupa únicamente; pero
la
anarquía es también la tiranía, complicada con
el
los
tiranía, su vuelta
desorden..."
Un hombre
se levanta y usurpa la palabra; pero
no es un hombre ese cíclope: con dos agujeros por ojos, afeado
bierta
por
la viruela,
de cabeza enorme cu-
de erizadas cerdas, de ideas
febriles servidas
por una voz de trueno. El desorden preside su espíritu,
que se exhala en
gritos
de cólera y exclama-
ciones súbitas. "jLa anarquía! Esa es
de
la tiranía
la libertad,
cuando para huir
desata el cinto y desanuda
la
cabellera
ondosa. ¡La anarquía! Cuando los dioses de los débiles, la
desconfianza y
el
pavor
la
maldicen, yo
caigo de rodillas á su presencia. Señores: anarquía, con
nos guíe
al
la
antorcha de
las furias
Congreso, para que su
á los facciosos del
en
Que la
la
mano,
humo embriague
orden, y la sigan por calles y
plazas, gritando: ¡Libertad! Para reanimar
el
mar
46
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
muerto del Congreso estamos aquí, estamos aquí en la alta
montaña de
haya destruido
la
la
ésta
lo presente, y espectros sangrientos
hayan venido por nosotros, sobre labrado
Cuando
santa demagogia.
guerra se alzará
campo que haya
el
la libertad..." (1).
Sólo un momento sobrecogieron estas palabras siniestras á la entusiasta reunión.
Aplausos y gritos
siguieron largo tiempo á esta improvisación infernal.
Era Coto Paúl, orador ción,
fácil, sin
freno ni modera-
hermano del doctor Felipe Fermín
había concurrido esa noche á
la
Paúl,
que
Sociedad. Mientras
aquél se desahogaba, impetuoso y frenético, sin orden, proclamando y ultrajando vuelto en su prudencia, en
la
la justicia, éste,
en-
visión del porvenir,
atento á las medidas benévolas, extraño á las resoluciones violentas, oratorios, prefería
de su
si
bien no carecía de talentos
emplear
la actividad
y flexibilidad
espíritu y su carácter insinuante,
moderación y calma, pareciendo seguir
en inspirar las
opinio-
nes que sugería.
Habló esa noche Espejo (D. Francisco), alma de la
Sociedad, abogado audaz é instruido, ensimisma-
do y fecundo, cuyos modales graves, voz sonora y estilo
abundante y enfático, gustaban á
la multitud.
Lleno de Mably y Rousseau, Espejo se complacía en doctrinas metafísicas y generales.
García de Sena, amado de
las
Y
Musas y de
y Vicente Salias, gracioso autor de quia'y (1)
habló también
la
la
guerra;
Medicoma-
y Vicente Tejera, de boca desairada, de helaEl Publicista Venezolano, núm. 17.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS dos y salidos dientes, violento y tímido, que
vaba
las letras:,
y que debía perecer en
como
dioso y pérfido
guno y
dijo
insi-
La discusión se anima;
que tenían ya dos Congresos,
Sociedad
la
él.
culti-
mar,
el
47
el
Patriótica; y Bolívar se
al-
Nacional
levanta,
y
grita:
"No
es
que hay dos Congresos.
la
¿Cómo
más
rán el cisma los que conocen
fomenta-
necesidad de
la
unión? Lo que queremos es que esa unión sea
animarnos á
efectiva, y para
gloriosa empresa de
la
nuestra libertad; unirnos para reposar, para dormir
en los brazos de
que debiera
ayer fué una mengua, hoy
Se discute en
es una traición. lo
la apatía,
el
Congreso nacional
Y
estar decidido.
¿qué dicen? Que
debemos comenzar por una confederación, como todos no estuviésemos confederados contra nía extranjera.
dos de
Que debemos
la política
sí
la tira-
atender á los resulta-
de España. ¿Qué nos importa que
España venda á Bonaparte sus esclavos, ó que los conserve,
si
dudas son
¡Que
los
estamos resueltos á ser libres? Esas
tristes efectos
de
antiguas cadenas..
las
grandes proyectos deben prepararse en
calma! Trescientos años de calma, ¿no bastan? La
Junta patriótica respeta,
de
la
ccmo debe,
nación; pero el Congreso
patriótica, centro
debe
al
Congreso
oir á la Junta
de luces y de todos
los intereses
revolucionarios.
Pongamos
damental de
libertad suramericana: Vacilar es
la
sin
temor
la
piedra fun-
perdernos.
„Que una Comisión
del seno
de este Cuerpo
48
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
lleve al soberano
Congreso estos sentimientos.*
¿Quiénes forman aquella trinidad exótica? Coto Paúl ha ido á colocarse entre
de Francisco Carabaño y
las caras apocalípticas
del vizcaíno Francisco Ja-
vier Yanes. Los unos hablan y ríen al verlos; los
otros parecen distraídos ó que escuchan la voz misteriosa
de su corazón. Las mujeres platican tam-
bién, saludan y sonríen, porque la'Sociedad Patriótica
las
recibe con distinción en su seno,
como
medios de activa propag'anda y como adorno é incentivo.
Oíanse diálog'os como
estos.
—Viene lado
trae,
— ¿no
Sí;
hermosa y galana doña Margarita; y no sé para qué, al isleño Sopranis.
al
y están graciosas Concha y Anita; dimei
con su peineta de
es para reir ver á la tigra
perlas, su
ancho encaje sobre
media y tan largo
la
marchante?
— Calla,
que nos oye su hermano, que pasa á
saludarlas.
— ¡Mozo elegante, por
Guapo
cierto!
calzón de Mahón, su bota jacobina,
está
con su
su...
— Sabe ponerse, como hijo que es de sastre. Don Matías está aquí, porque,
como profesamos
la tole-
rancia, admitimos á los paganos.
Otro decía: mira condes. — Habrá música — ¡Que habrá música! Sin duda piensa en al salir;
los tres
ello
si
Catalina Arrieta, que se desvive mirando Blas Borges.
al
clarinete
—
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
— jMalígnoI Contempla de rodillas Ciencia
al
49
Poder y
la
(1).
— ¡Dignos nombres! El español educó
bien á sus
dos chicas. ¡Gran
dando
á
en
risa
el
concurso! Entraba á prisa, salu'
uno y otro lado, dando de codos y atrope-
llando á los que hallaba por delante, el doctor
gel Sálamo.
Muchos dejan
Án-
sus puestos y le rodean,
mientras don Vicente Salías, entre cortesías y halageos, le dirigía
estos versos;
Se trata de un empleo que ha de darse que sepa curar con más acierto, y ninguno cual yo puede jactarse de tener en el arte un tino cierto. No sé el griego, el francés ni aun el romano; pero entiendo un autor en castellano, al
y tengo con aquesto suficiente para extractar recetas y aplicarlas.
¿Quién como yo ha curado, aplicando saliva en
el
ombligo,
á un enfermo que estaba en mal estado?
Su
—
virtud es
muy
cierta; yo...
has puesto esos desatinos en mi boca;
Sí; tú
pero somos amigos y te perdono todo por
que
le diste á
Díaz
la
tunda
(2).
Cruzábanse estos diálogos violentos por entre (1)
ción, el
Doña que
vi-
Catalina Oriola, joven hermosa y de tanta instruc-
llamaban
la Ciencia, y D. Francisco Navas, llamado Poder, por su extraordinaria fuerza. Ocios de españoles,
etcétera, (2)
la
núm.
33. (Recuerdos de Caracas.)
Palabras que D. Vicente Salias pone en boca del doctor
4
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
50
vas y aplausos, discursos interrumpidos, risas y tos,
j^i--
promesas y amenazas.
El poder de las tempestades flotaba en las
manos
de Miranda. D. Andrés Moreno, que con D. Rafael Jugo y don Vicente Tejera, fueron enviados á Coro y Maracai-
bo para extender teatro
la
revolución, acababa de abrir un
más democrático
á sus violencias Llegaba
Puerto Rico, donde había arrastrado prisiones, y
vaba
al
cuello la cadena con
que
le
"La
sufrí
por
la Patria";
lle-
había honrado
Congreso, hecha de eslabones, en que se
el
de
leía:-
y aunque de carácter apa-
cible y ce costumbres dulces, ofreció los amplios
salones de su casa (1) á un club más demagógico
que
la
Sociedad Patriótica,
Sálamo en
la
el
Club de
los
Sincami-
Silva primera de su Medicomaquia, que comienza:
así:
''No el valor, las proezas y victorias
canto de capitanes esforzados, ni
tampoco
de varones
de
la
las glorias ilustres,
que animados
postuma fama, produjeron
insignes obras que á su patria dieron.
Canto
sí la
contienda más famosa
de una chusma de insignes matadores, que con la actividad más asombrosa han sabido mover los moradores de toda esta ciudad más distinguidos, á empeñarse, intrigar, formar partidos,
y con ardor constante ofrecer cada cual al que es su ahijado dejarle colocado
en (1)
la
plaza de médico vacante."
Calle de Zea, núm. 75.
í
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS sQf
donde se
51
bailaba, extraña y grotescamente, al
son de esta canción, compuesta por los Landaetas:
Aunque pobre y sin camisa, un baile tengo que dar, y en lugar de la guitarra, cañones resonarán.
Que
bailen los Sincamisa,
¡y viva el
son del cañón!
¡Caracas se precipitaba por los abismos de la Franci'J Era el Qaira de sus revolucionarios.
VIII
Es inexplicable
volución.
Verdad
bró coronel
la
viendo que
las
inacción á que el Gobierno
la
condenó á Ribas en es
los tres
primeros años de
que desde
el
principio le
la re-
nom-
Junta Suprema, en cuyo empleo, pre-
armas decidirían
al fin
de
los dere-
chos de América, formó un batallón, llamado de Barlovento, y se consagró á instruirlo y conservarlo.
Pero
si
bien
le
cubrió
la
Junta de consideraciones,
y hasta dispuso de unas compañías disciplinadas,
que vencieron en Valencia y fueron á morir en San Carlos, nunca á las órdenes de su jefe, que se cui-
daba de mantener
En vano reclamó las desastrosas
lejos
de
los
campos de
batalla.
su parte en los pelig-ros cuando
campañas de Coro y de Guayana, y
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
52
más afortunadas de Cumaná y Valencia. Parece que los Poderes públicos veían con tennor á los las
hombres de
la
revolución, apartado el uno en sus
paternos campos, ocioso
esperando Para
el
el
otro en Puerto Cabello,
la traición.
año de 12,
los
hombres de 10 y 11 habían
envejecido, sobreviniendo cambios y alteraciones
deplorables en
opinión. Los que habían esperado
la
días de paz y veían encapotarse el horizonte; los
que sólo ayudaron
al
movimiento porque creyeron
perdida á España; los egoístas, los débiles, habían vuelto
el rostro
á la revolución por desdén ó por
cólera, y hasta sus
más celosos
cimiento. Porque
si
partidarios, á su na-
toda revolución halla en su
principio, inocente y débil, quienes la sirvan celo, esos
mismos,
al fortificarse,
con
crecer y amenazar
con
la victoria,
ras.
Las ideas liberales no habían podido extender-
suelen oponerle embarazos y barre-
se y prevalecer en un país sin imprenta
ni
educación
primaria. Impacientes las poblaciones de los sufri-
mientos á que
las
sujetaban las circunstancias, odia-
ron una libertad cortejada por rra.
la
miseria y la gue-
Añádase que Venezuela estaba
llena
de euro-
peos, propietarios y poderosos, de empleados que
dependían de sueldos y esperaban ascensos, de gentes que amaban con vehemencia los empleos,
porque no conocían hombres, en ver triunfar
fin,
la
la
riqueza de
la Industria;
que habrían preferido
la
de
muerte á
independencia, y que por poco po-
per que se les suponga, tenían
el suficiente
para
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS sembrar
la
53
discordia y el descontento. El sacerdote,
engranado, engañó á los que le oían, y confundió la
obediencia con pre, al
la religión; y,
como sucede
romperse por primera vez
los lazos
mayor número suspiró por volver
to, el
yendo
¡Como
siem-
de afec-
á ellos, cre-
hallar las antiguas disposiciones y confianza.
pudieran amar
si
columbrado
la luz!
las tinieblas los
|Y como
si
que habían
fuera posible que la
autoridad ultrajada olvidase sus resentimientos, y
que
al
de nuevo, recuer-
reconciliarse y estrecharse
dos importunos no despertasen
la
venganza y no na-
cieran nuevos motivos de eterno enconol
Para este ensayo de reconciliación efímera, un
campeón de
farsa, superficial
y vanidoso.
Hay hombres de quienes puede
decirse que na-
cieron para burla del destino. Sin vigorosas facultades, por la fatalidad
cen funcionando con signios, preséntanse
mientos.
Cuando
superficie ella,
en
el
de
la
de
las circunstancias,
brillo;
como
tales
apare-
incapaces de vastos de-
arbitros
de
los aconteci-
hombres se creen sobre
la
Historia y piensan conservarse en
atraídos por una fatalidad irónica, van á vivir
fondo, donde hallan ruido por gloria, y donde
van á contemplar todos, en vez de un héroe, á un aventurero indigno. Tal era
D. Domingo Monteverde. Tanto hizo
alarde de valeroso y entendido, y tan inquieto an-
duvo, ponderando sus belicosas disposiciones, que
aunque simple capitán de gadier D. José Ceballos
fragata, logró
le
que
el
bri-
confíase una expedición
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
54
sobre Occidente. Doscientos treinta hombres, entre españoles y corianos; un cura, de nombre Torrellas;
un cirujano, diez mil cartuchos, un obús de á cuatro y diez quintales de galleta, fueron los elementos mi-
de este Viriato
litares
(1)
de nueva especie. La
fortu-
na se encargó de tan vulgar personaje: dos días antes
de
llegar á Siquisique, guarnición y
reconocido á Fernando Vil; á
huyen
los
las
pueblo habían
primeras descargas
soldados bisónos de Carora; en vez de
caer aquí, sorprendido por las fuerza? de Puerto
Cabello y Barquisimeto, esta ciudad
le
puertas, espantada por el temblor del 26
abre
las
de Marzo,
que había sepultado á sus defensores. £1 presunto isleño cree á Dios cómplice
de
las ruinas
de
con su ambición, y des-
Nueva Segovía vuela de pueblo
la
en pueblo acogido por
el
del pavor, y del espanto.
entusiasmo del amor, y
En vano Ceballos y Miya-
dan consejos oportunos y órdenes expresas;
res le
desconoce
la
autoridad de uno y otro, y en
la
em-
briaguez de tan fáciles victorias, se precipita por
donde re; el
le
guíe
la fortuna.
Entra á Caudare y Arau-
español Juan Montalvo, desertando de nues-
tras filas, le entrega á
San Carlos; volaban tropas de
Caracas en defensa de Valencia, cuando un volcán revienta en
la isla
de San Vicente
(2),
y las detona-
ciones sorprenden su marcha. Perdido en Valencia, frente á un ejército
numeroso y
sin recursos,
Puer-
Nombre que dan á Monteverde, Gamboa, clérigo de Cananas, y Hernández, fraile franciscano, en la Manifestaaión de las hazañas de Monteverde, impresa en Cádiz. En la noche del 30 de Abril. (2^ (1)
islas
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
55
to Cabello se subleva y se los suministra en abun-
Un
dancia.
vértigo se apodera del reconquistador;
desconoce y
ultraja á sus naturales jefes; inventa las
de Uriche y Coroboré
batallas
(1);
envía pomposas
descripciones de sus triunfos á las Cortes y á
la
Re-
gencia, y á los virreyes, y á los capitanes generales,
y á los gobernadores; escribe á lord Wellington,
como
á su igual; ordena
que
le canten; se
sueña un
Dios.
Al
insular
opuso
de
República
la
fines
Monteverde, en
de Abril,
de Monteverde,
el
el
al
el día
hombre de
la
de su fortuna
desgracia. Des-
saberse los rápidos progresos
Poder ejecutivo
sidía en Valencia, dio á Miranda,
que
re-
título
de
federal,
con
el
generalísimo, una autoridad ilimitada, bajo la condición única de convocar el Congreso inmediata-
mente.
A
poco
le
parecieron estrechas estas facul-
tades, y quiso se las ampliaran, ó
que fuesen con-
sagradas con nuevas formas y exterioridades. Tres (1)
D. Luis Glnetí, teniente de Infantería, en su parte del
19 de Marzo, en que habla de todas
las acciones
en que se en-
contró Monteverde, no habla una palabra de éstas. Es curioso lo
que
dice:
"Emprendimos nuestra marcha desde Coro á
las
órdenes de D. Domingo Monteverde, sin más tropas que 100 ^hombres de Marina, SO de Maracaibo y 50 de San Luis. Nos recibieron en Siquisique con muchos vivas, repiques de campanas y un g°ran regocijo de todo aquel vecindario; el 19 salimos con 22 hombres de Marina y la Reina á ocupar el cerro Colorado. Al día siguiente se me reunieron 100 hombres adictos á la justa causa:
mas para le
ir
después se
me
presentaron 60
más pidiendo
ar-
contra los insurgentes. Entramos en Carora. Aquí &•
permitió á la tropa un saqueo general, de que quedaron bas-
tante aprovechados: éste fué
procesión
el retrato
el
de Fernando
día 23.
Después sacamos eo
VII, nuestro rey."
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
56
comisionados, uko por fué D. Juan
provincial
Germán
el
Gobierno general, que
Roscio; otro por
Gobierno
de Caracas, D. Francisco Talavera, y don
Juan Vicente Mercader, por declarando suspenso
cial,
el
el
la
Legislatura provin-
régimen constitucional,
pusieron en sus manos el terrible poder de tadura.
mo
Nada
le faltó
al
la
dic-
generalísimo: el entusias-
los corazones espantados y la
animó de nuevo
ciudad brotó guerreros de entre sus ruinas. Partieron
punto diez batallones de Infantería y dos es-
al
cuadrones de Caballería, á los que debían seguir
compañías sueltas de paisanos y de extranjeros.
Marcha Miranda
al
frente
de 7.000 hombres,
ejérci-
to suficiente para escarmentar la contrarrevolución
y afirmar
la
República; pero cuando debía buscar
enemigo y perseguirle, redúcese á siva,
la
guerra defen-
contemporizadora y tímida: vence en
brera y en Guaica, y abandona estos puntos
cados para retirarse á Maracay; pudiendo aquí, va á encerrarse en
esta villa, triunfa
La
al
la
Ca-
fortifi-
resistir
Victoria; se fortifica
en
de Monteverde y desordena sus
huestes, y se niega á completar la victoria, persi-
guiéndolas en su desordenada fuga.
Tantos errores en quien se imaginaba salvador de
la
República, excitaron
la
la
gente
el
murmuración
primero, y luego el desdén y el desprecio. Recordó la
población que se
templos;
el clero se
le
había anatematizado en los
ensañó en
el
impío; y cuando el
mal genio de Miranda, coronel Juan Paz del Castillo,
le
presentó á los presbíteros doctor
Martín
57
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
González y N. López, á quienes hizo ejecutar después de un aparente
juicio, irreg^ular y violento,
odio que abrasó
pueblo escandalizado volaron
al
chispas hasta el ejército y hasta el Estado
Mayor
del generalísimo. Corría entonces el rumor de
tramaba contra Gabinete y
el
la
inglés.
odio que
que
causa americana, por órdenes deV
La desgracia que
las
deV
inspira sospechas
convierte en evidencia, acredita-
ron los temores, y vinieron á corroborarlos
co-
la
misión secreta de D.
Tomás
mo de
Gran Bretaña, y sus relaciones
Miranda, á
la
Molini, secretario
ínti-
misteriosas con las colonias inglesas. Tales susurros
encendieron en algunos de sus jefes vivos deseos
de deponerle.
Cuando supo Miranda
estas novedades,
su or-
gullo irritado, junto con te-mores de una traición^
exacerbaron su carácter duro y terco, que se des-
ahogó en palabras amargas y aspiró á venganzas sangrientas. Pero impotente y ridículo
enmedio de
su tropa, sin confianza en sus edecanes, que dan libertad á
uno de sus mayores enemigos, fatigado
de luchas
estériles,
que iban á prolongarse por
la
sublevación del castillo de San Carlos en Puerto Cabello, y lovento,
el
á
pacífico el
levantamiento de los negros de Bar-
primera indicación
la
de un arreglo
pobre viejo se despojó con gusto de
la
impopular é insoportable dictadura.
Antes de
la
última campaña, no bien fué nombra-
do gobernador Miranda
militar
le relevó,
de Caracas José Félix Ribas,
nombrando en
su lugar al coro»
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
-58
Nepomuceno Quero
nel Juan cia
con Monteverde.
Ya
en corresponden-
(1),
en campaña, después del
infructuoso ataque de los españoles
Portachuelo
al
de Guaica (19 de Mayo), conoció Miranda
la
portancia de aquel punto, y dispuso que lo
fortifi-
im-
case el coronel Ribas, con el batallón de Barlovento.
A poco ordenó se abandonase,
sa;
nada más dicen
No
(1)
consta
el
los
sin
conocida cau-
documentos históricos sobre
día de su nombramiento.
donó pocos documentos importantes de
la
La guerra
per-
época que describí*
mos; y los que se refíeren á tiempos anteriores van desapareciendo igualmente, con lamentable rapidez.
Más
cruel la
mano
hombres que la del tiempo, después del espantoso temblor de 1641, D.José de Oviedo y Baños halló materia para escribir su historia hasta en los archivos municipales que pertenecieron á la ciudad de Caraballeda, y hasta en los del Cabildo de Guaicamacuto Ningún mal grave ocasionó á los do Caracas el temblor del año de 12, y, sin embargo, perecen diade
los
.
riamente, sin que caiga nadie en que ese polvo es nuestra historia,
y que esos papeles, que arrojados de su casa, van mendiasilo, encierran los fastos de la Patria. Un ciudadano
gando un
inteligente y laborioso, el doctor Francisco J. Yanes,
nacimiento de
que
asis-
independencia suramericana, y la siguió en los combates con la espada y ia pluma, consagró los tió al
la
últimos veinticinco años de su larga vida á reunir comprobantes,
compulsar documentos, interrogar á
los
contemporáneos, á
meditar y á escribir. Con viva solicitud le enviaba documentos el Libertador, animándole á la gloriosa empresa. Los diez años
que exigió Yanes para
la publicación
do su historia han
corri-
do. Sucédense los gobiernos, y ninguno pregunta por la obra patria,
nos,
preocupados todos con cosas más
más
lucrativas. Persuadidos nosotros
bellas, ó,
por
lo
me-
de que ninguna auto-
ridad pensará jamás en tan frivolo objeto, estamos tentados á excitar á la la historia
Nueva Granada y
de
la
car la Relación
al
Ecuador á venir en
auxilio
de
República, que es la suya, á redimir y á publi-
documentada de
los
historias particulares de Margarita,
grandes hechos de
los
hechos de Venezuela y
Cumaná y Cuayana.
mayores inspiran á sus
hijos!
las
¡Los
— BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS la conducta y sentimientos
conociendo sisfDÓ
la fatalidad
orguliosamente á
de
de Ribas. Parece que
las circunstancias,
la situación,
silencio al dictador obstinado,
dagar
59
se re-
desdeñando en
no cuidando de in-
era traidor ó víctima, viendo con indiferen-
si
cia el calor estéril
de Bolívar y sus amigos, atento
únicamente á buscar en
el destierro su
propia liber-
tad y otro porvenir á la República. Los amistosos
empeños de D. Francisco
¡turbe le valieron á Bolí-
var su pasaporte; valióselo á Ribas su parentesco
con Monteverde (4 de Agosto)
De
los patriotas
una barra de las
(1).
marcharon unos para España bajo
grillos;
fueron amontonados muchos en
bóvedas, donde perecieron algunos; pocos lo-
graron
el
beneficio de
honrado con
tador,
la
la
proscripción. El viejo dic-
saña del isleño pérfido, y
arrastrado de prisión en prisión, fué á morir con lenta agonía en los calabozos suerte, la miel,
le
de
la
Carraca
que había mezclado en su vida continuó á su lado
la
el
(2).
La
ajenjo con
misma misión, dándo-
una muerte dolorosa, pero que salvaba su nom-
bre y rescataba su memoria, que sin esas horas de martirio, viviría (1)
«Á
manchada en
la
posteridad.
instancias de Robertson consiguió Ribas volver á
Caracas, donde se mantuvo hasta la entrada de su primo
Monteverde, quien, por libertarle del castigo á que
le
había
hecho acreedor su mala conducta, le dio pasaporte y recomendación muy particular para el gobernador de Cuta9ao.»
Urquinaona y Pardo: Relación documentada, (2)
£1 de las Cuatro Torres.
etc.,
pág. 142.
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
60
IX
Ribas habitó hasta octubre en Curafao, y pudodecir con Bolívar: "Cartagena
abrigo de las ban-
al
deras republicanas, fué elegida para mi asilo. Este
pueblo virtuoso defendía por
las
armas sus derechos
contra un ejército opresor que había puesto el yugo á casi todo tros y
el
Estado. Algunos compatriotas nues-
yo llegamos en
cuando ya
las
el
momento
del conflicto, y
tropas españolas se acercaban á
capital y le intimaban la rendición.
la
Los esfuerzos
de los caraqueños contribuyeron poderosamente á arrojar á los
de
los
enemigos de todos
combates,
el
los puntos.
deseo de vindicar
mis compatriotas, roe hicieron
alistar
La sed
los ultrajes
de
entonces en
aquellos ejércitos, que consiguieron victorias seña-
como
ladas (1)." Ribas,
Bolívar, sirvió
de simple
voluntario bajo las órdenes del coronel Labatut,.
que había huido antes que
ellos
de Venezuela y
que marchaba contra Santa Marta, menospreciando grados y distinciones. Está de más decir que acom-
pañó á Bolívar en
la
toma del Fuerte de Tenerife, y al éxito de aquella cam-
contribuyó poderosamente
paña de cinco
que terminó (1)
la
días,
marcada con sucesivas
victorias^
guerra y dio libertad á Santa Marta
Vida pública del Libertador,
t. I,
pkg. 117.
.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
Cuando tillo,
el
coronel de
la
Unión, D. Manuel Cas-
solicitó el auxilio de Bolívar contra el coronel
D. Ramón Correa, que amenazaban á Granada, Ribas guió
la
vanguardia por
camino que va desde Ocaña á ta,
61
por Salazar de
Nueva
la
fangoso
el
de Cúcu-
los valles
Palmas. Marchaba adelante
las
cuando, espantados los enemigos, abandonaron
la
posición inexpugnable de la Aguada, la ciudad mis-
ma de
Salazar y las alturas del Yagual y San Caye-
tano; y en la acción del Zulia, cerca
28 de Febrero, á
orillas del
de San José de Cúcuta, en que qui-
nientos republicanos arrollaron á más de ochocientos realistas, el coronel venezolano decidió la victoria,
después de cuatro horas de combate, con una
carga impetuosa á
la
bayoneta. El presidente de
Cundinamarca, D. Antonio Nariño, hizo publicar á su costa los versos con que
braba
el triunfo
musa granadina cele
la
de Bolívar:
el
poeta canta á sus
compatriotas Ramiro, Narváez, Guillín, Vergara; y
venezolanos sólo halla digno de recor-
de entre
los
darse
nombre de Ribas:
el
Los nombres claros de Ramiro y Ribas repite el eco (1).
Fué entonces que Bolívar creyó oportuno se al presidente de las
Provincias Unidas,
tando permiso para llevar á Venezuela la
las
dirigir-
solici-
tropas de
Confederación, y pidiéndole los necesarios re(1)
Versos del ciudadano José María Ríos
nel Bolívar, oficialidad y tropa de su
mando
al
valiente coro-
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
di
cursos para sostenerlas. Para elevar esta súplica patriótica, escogfió al
compañero de su
cipe de sus triunfos, proscripto
fortuna, partí-
como
él,
y
como
él
ansioso de abrirse un camino á sus hojeares; autorizóle
además para entrar en cualquier tratado y
pular las la
esti-
indemnizaciones que Venezuela debería á
Nueva Granada por
su socorro. Ribas supo inte-
resar en su proyecto al jefe constitucional
de Cun-
dinamarca, y á los miembros más influyentes del
Congreso de
la
Nueva Granada;
captarse la volun-
tad del presidente de Cartag^ena, D. Camilo Torres,
de suyo inclinado á Bolívar, en quien reconocía genio de
el
la revolución; frustrar los esfuerzos del
mando y mal
coronel Castillo, á quien celos de
consulta rivalidad aconsejaban fatalmente. El coronel Ribas voló hacia Bolívar, loco
que sus espadas habían ganado
de
alegría, al ver
auxilios á la patria
y que de ellos dependía en adelante volverle la libertad.
Cuando
el
Congreso granadino
discutía las con-
diciones y nombraba de su seno comisionados que
velasen sobre éste había
la
conducta del héroe venezolano,
ocupado á Mérida, y con
casa tropa que á la gloriosa
le
las
armas y es-
había llevado Ribas, se preparaba,
campaña del año de
13.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
63
X AI
como
llegar aquí, la
pluma se detiene espantada,,
oyese lamentos de otro siglo, ó
si
la
disputa-
sen manos de fantasmas. Es el pórtico sombrío de
Guerra á Muerte. ¡Comienza aquí una carrera
la
nebrel Sentémonos un
dolor que marca
la
momento sobre
horrorosa entrada:
la la
fú-
piedra de puerta del
infíerno.
Entre los venezolanos que, no confíados en
la ca-
pitulación de Monteverde, huyeron á Cartagena,
uno de
los
más distinguidos por su
tor
ilustración y los
que había desempeñado, fué
altos destinos
el
doc-
Antonio Nicolás Briceño. El mismo Domingo
Díaz, calumniador de la revolución, este hombre,
que había nacido en
la
fiesa
sangre
que
moderado
semilla
y de inextinguibles odios, con-
juzgaban todos hombre prudente y
le (1).
Congreso de taría
la
furioso y llevaba en el aliento
Había ocupado una
la
silla
en
el
primer
República, desempeñado su Secre-
con expedición y aplausos, y había sido miem-
bro de
la
Alta Corte de Justicia y del Poder Eje-
era, poco tiempo había, abocuando acontecieron los sediciosos movimientos del 19 de Abril de 1810. En los primeros meses de aquella época vergonzosa, manifestó un carácter de mo(1)
Antonio Nicolás Briceño
grado del Colegio de Caracas,
deración con que generalmente se
dos sobre
le
la Rebelión, etc., pág. 132.)
creía revestido. (Recaer-
-
64
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
cutivo. Las primeras reacciones le hallaron tranqui-
lo y confiado;
poco á poco su carácter
vAL JOSÉ FÉLIX RIBAS formó á Boves, fué causa de
los desastres
81
de La
Puerta y Úrica.
Con
tantos enemigos implacables, necesitaba la
revolución ciertamente valerosas convicciones, ma-
nos fuertes que con
espada ó
la
blasen nunca. Los furores de
la
pluma no tem-
defensa debían co-
la
rresponder á los furores del ataque;
¡a represalia
no
era un derecho, era un deber. Pero este deber man-
daba herir á
que combatían
los
dependencia en sejo;
no á
los
los
que
campos de
partido de
la in-
batalla y en el
Con-
al
vivían pacíficos,
extraños á
las
pasiones políticas, ignorantes de los acontecimientos,
como porción de
los canarios.
españoles y
Adictos éstos á
la
la
mayor parte de
República en sus
primeros días, nosotros leemos estos conceptos suscriptos por ciento treinta y cuatro,
perecieron en tos generales
narias
que en
tuvieron éstos los
la
que ponen en
de todos
los naturales
el
de
las islas
Ca-
regeneración política de Venezuela
les
acompañarán eternamente y
la alta
los
consideración de esta Suprema
que apreciándolos con
que acostumbra, se digne contar á en
todos
fortuna de encontrarse en esta capital;
que
Junta, para
casi
cadalso: "Estos son los sentimien-
el
la
que
la
justificación
los
exponentes
rango de los acendrados patriotas.** El funesto
triunfo
de Monteverde embriagó á muchos, que se
precipitaron sin saberlo á una muerte segura;
¿por qué envolver en
la
mas
proscripción multitud de
hombres laboriosos y de honestas costumbres, que fecundaban
los
campos enlazados con
los
venezo6
82
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
lanos, padres
Ser
de compatriotas nuestros, que iban á
enemigos necesarios de
los
que inmolaban á
los
autores de sus ideas? Porque eran dignos de muerte Cerveriz, Martínez, Suazola, ¿debían perecer
go-
el
bernador D. Emeterio Ureña, de grata memoria,
miembros de
la
Audiencia que arrostraron
los
des-
el
potismo de Monteverde y resistieron á sus inhumanas órdenes,
el
coronel D.
Ramón
Correa, que me-
reció los elogios de Bolívar? (1).
Hijo
el
venezolano del español, con una madre
esposa de aquél, ¿no era terrible alternativa colo-
uno
carle entre la Patria y sus padres, parricida en
y otro caso? Hacer de
la fe
de bautismo un
muerte, proscribir padres,
la
sembrar (1) El
tíos, parientes,
título á
¿no era
discordia en las familias, romper los la-
la
Correo de Orinoco de
1."
de Agosto de 1818 trae
siguiente artículo: "Brigadier Correa.
de anunciar
al
Tenemos
público que la noticia de
la
el
la satisfacción
muerte del briga-
dier español Correa en la batalla de Cojedes ha sido falsa. Ce-
lebramos sobremanera haber quedado engañados por unos vida un jefe nuestro en
sioneros que
al libertarles la
de batalla
señalaron bajo aquel ilustre nombre
le
el
pri-
campo
cadáver de
el
algún distinguido antropófago. ¡Qué dolor hubiera sido que su la
sangre de un bravo digno de pelear por mejor
humano,
sensible, justo, benéfico, generoso, se hubiese
noble sangre, causa,
mezclado en aquel campo de horror con no que derramaban por mil heridas cítese Venezuela, y con ella el
perdido,
si
no
en medio de
ai
la
los torrentes
los hijos
mundo
civilizado,
único, ciertamente al primero
de vene-
de Morillo! de
Feli-
de no haber los
pocos que
atmósfera pestilente del ejército de este mo-
derno Atila respiran
el
aura celestial de
la
humanidad y se
atreven á mostrarse dignos de un siglo que, á pesar del frenético
empeño de
Morillo por imprimirle
el
sello
infernal
genio y de su barbarie, se anuncia como "el siglo de pía y de las grandes instituciones sociales."
de su
la filantro-
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS Z05 más santos, destruir
el
respeto, preparar los días
que atravesamos? Viéronse entonces esposas
fíeles
que disfrazadas de esclavas bajabrn á profundos tanos en
la
obscuridad de
83
la
noche para
só-
llevar ali-
mento á sus maridos; viéronse esclavos virtuosos que dividieron con sus señores pero hubo
ligros;
hijos,
hambre y los pey muchos, que denunciaron el
á sus padres y recibieron del cadalso
la libertad
y
la riqueza.
Tampoco puede bajo
el
justificarse
la
aspecto político. Realista
país, prescribíase el
la
guerra á muerte
mayor parte del
odio entre hermanos y
el
de-
güello de unos por otros. Las huestes de Boves que
desolaron
la
República estaban compuestas exclusi-
vamente de venezolanos. Declarar
tal
guerra era excitarla furiosa, resolver-
se á agotar los suplicios, á derramar torrentes
de
sangre. El
hecho es que
el
general Miranda trajo de Fran-
cia la chispa revolucionaria, que, inoculada
Junta patriótica, prendió rápidamente en
como
el
Bolívar la recogió en su corazón,
social.
á
la virtud,
como un gran dependencia tos, las
si
en
la
cuerpo la
amó
porque nada se parece tanto á ésta
crimen; y creyendo imposible la in-
no cambiaban radicalmente
costumbres y los hombres, y hasta
los hábiel princi-
pio de autoridad, y hasta las bases conservadoras de las
naciones, se precipitó sobre todo con la rabia
de una tempestad. Era en
el
el
amor
á la patria, agriado
fondo de su alma, extraviado por
la
pasión.
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
84
Vendrán sus consecuencias, que querrá detener vanamente, y que
arrastrarán á la turaba...
le
páginas que dictaba á su amigo
el
En
las
general Pedro
Briceño Méndez, Bolívar condena valerosamente su delirio
pasado y confiesa que
sin la guerra á
habría triunfado también: Dios abre
el
muerte
camino á
acontecimientos: Fata viam invenient (Virg.)
los
Sí, la
guerra á muerte es una mancha de lodo y sangre en nuestra historia. Esos 1.000 hombres que perecie-
ron en Caracas y La Guaira, muchos de los cuales habían hecho grandes males á cerle
enemigos que llamaban la
la Patria,
iban á ha-
uno eterno con su muerte. ¡Ojalá vivieran esos al
enemigo, que sembraban
discordia, que parecían un obstáculo á la inde-
pendencia! Los que los asesinaron han hecho más
males á la ley
la libertad, al
y á
la justicia,
Pura de sangre á
la
la
Humanidad,
pueblo que corrompieron, á
que
las
legiones de los tiranos.
revolución, por su heroico
ella
no nos habría legado
lo
amor pre-
sente. ...
Servat odorem
testa diu...
HORAT.
XIII
La muerte
del coronel Antonio Nicolás Briceño y
de algunos de todos
sus
compañeros es
los historiadores
ds
la
el
motivo que dan
inesperada resolución
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
85
del general Bolívar. ¿Justificó la guerra á muerte el
haberle ejecutado con sus compañeros? Asistamos á aquel
drama
de
llenos
Con
conmovido
trágico,
corazón, pero
el
iniparcial justicia.
fecha 10 de Abril, Bolívar había escrito á
Briceño:
"He
recibido
el oficio
de usted del
que me ha
9,
un cajón anoche José María Guerrero, y reservando contestar detenidamente su contenido,
traído con
advierto á usted
que en
modo podrá pasar por
lo adelante,
las
de ningún
armas, ni ejecutar otra
sentencia grave contra ningún individuo, sin pasar-
me
antes el proceso que
sentencia,
con arreglo á
Gobierno de to á
ha de formársele para su las
leyes y órdenes del
Unión, de quien depende
la
el ejérci-
que está incorporado. Quedo entendido del
bando de que usted me habla,
el
que me remitirá
igualmente antes de su publicación, por ser estos actos privativos de mis facultades.
dante ha de arrogarse
Y si
cada coman-
las prerrogativas del general,
aseguro que dentro de poco estará
el ejército
en
escribió
de
plena anarquía."
En 14
del
mismo mes Bolívar
le
nuevo:
"He
recibido
el oficio
ge ustedes, y asimismo sión del ellos la
el
que con un cajón que
me
bando publicado en esa
me
diri-
remitió con incluvilla;
en virtud de
deseo tener con ustedes una conferencia, para
que se
servirá V. S. venir á este cuartel general."
Aún debe
existir otra carta del
mismo
Abril, á
86
JUAN VICENTE GONZÁLEZ que
la
el
coronel Briceño contestó destemplada-
mente; copiaremos algunos de sus párrafos: "Si
ha estremecido á U.
el
de haber hecho matar aquí que encontré, y
les
escrita la fecha
visto
si le
de U.
dos únicos españo-
los
ha horrorizado
de mi
(1), llena
ca que debo sufrir
me he admirado
mucho para
llevar á
los españoles, sino
porque jamás
paz de contrariar estas ideas con expresiones que se leen en dicha
por
al
de insultos é imprope-
cabo
que he concebido de destruir en Venezuela
les
de
por sólo aquel naotivo, no porque yo no conoz-
rios
de
haber
el
carta con la sangre
aquellas víboras, yo también leer la carta
le
acto que se llama violento
la raza
lo creí á
las
idea
la
U. ca-
denigrativas
carta..."
— "Si
se
va á seguir causa á los españoles para matarlos las
formas judiciales que U. quiere, jamás los
condenaremos, porque
ellos,
como que son
los
más
ricos y tienen mejores empleos, relacionados en el
país y
con
la
costumbre de dominarnos, co hay nun-
que declare sino en su
ca un
testigo
go
complacencia de tener todo á
la
U.,
como
se cumpla
delante los
la
la
órdenes de
condición de llevarse por
campo para
el
la
retaguardia."
obcecación de Briceño, que en 26 de
Abril se dirige
de
las
— "Ten-
españoles que usted llama inocentes, y
dejando limpio Tal era
la
favor."
al
presidente del Poder ejecutivo
Unión, y entre otras cosas,
le dice:
"A
V. E.
quizás le habrán querido sorprender, haciéndole de
mí
la
(1)
más negra
pintura, por mi decidida opinión
Está borrada
la
S que formaba
el usia.
de
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
87
matar á todo español, sin distinguir méritos ni servicios patrióticos,
favor de
y
el callo
que
América.
la
A
ellos
jamás pueden tener á
tanto llega nuestra
que en nosotros ha hecho
que todavía apartamos
ñol,
quiere quitar la liíaa
la
la
el
mano
ceguedad
yugo espa-
del que nos
venda que nos ciega y desechamos
con que debíamos quitarnos
las
cadenas que
nos oprimen."
Aún hay lívar le
cito
de
otra carta, fecha 5
de Mayo, en que Bo-
pide los recursos que había sacado del ejérla
Unión:
"Habiendo recibido anoche un
oficio del teniente
coronel Girardeau, comandante del
4.**
batallón,
incluyéndome un parte del capitán Andrade, en que describe un hecho que ha pasado en San Cristó-
le
que según parece ha sido muy escandaloso, y contrario en todo á la buena disciplina del ejército
bal,
y servicio del Estado; en consecuencia, para responder á los cargos que se hacen contra U., he juz-
gado conveniente enviarle presente aquí; trayéndose
dados del
de
la
5.° batallón,
esta orden para al
mismo tiempo
para entregárselos
al
que se los sol-
capitán
compañía, Andrade, jefe inmediato de dichos
soldados."
Receloso Briceño de
las
intenciones de Bolívar,
toma hacia Guasdualito por
la
montaña de San Ca-
de paso se detiene en
el
hato de un D. Fran-
milo:
cisco Antonio Fortoul, y
cercado por
las
al salir
á la llanura, se halla
tropas de Yáñez, á quien se le ha-
bía vendido (15 de Mayo). D. Francisco Olmedilla
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
88
y los guerreros que mandaba, acostumbrados á la vida del llano, se salvaron sobre sus caballos; de la
gente de Briceño, muchos perecieron en te; él,
el
comba-
con 13 compañeros, fueron presos y conduci-
dos á Barinas, para ser juzgados. S¡ el coronel
Manuel del
Castillo y
Rada seguía
á Briceño con furiosas miradas, un?s había inquie-
que no
tas, solícitas,
le
sa aventura. Habíale
tenídose con
él
abandonaban en
acompañado
la
espanto-
al destierro,
de-
en Curasao, permaneciendo con
él
en Cartagena, ocasión de desesperados temores y cuidados; una esposa joven y bella, doña Dolores Jerez,
hermana de doña María de
la
Hurtado, y de doña Concepción de
Luz Jerez de la
Madriz. Ha-
bíase detenido la valerosa joven en San Antonio de
Cúcuta; pero desde cartas llenas
allí
dirigía á su
sombrío esposo
de esperanzas y de deseos, y de pavor
también y de
tristes presentimientos.
He
aquí la que
recibió Briceño en el camino á Guasdualito el 14
de
Mayo: "Mi amado Nicolás: Con sumo gusto he recibido
la tuya.
¿Quién fuera tan dichosa que
ra el aire libre
de Venezuela? Sobre
lo
respira-
que
me
di-
ces de los desgraciados españoles, quiero que Dios
ponga
tiento en tus justicias y
que
sin faltar á la ra-
zón, cumplas con la caridad, que es lo primero.
Me
dices que lo participe á los padres de Pedro, y rae
parece mejor reservárselo, porque aquí
muy
adictos
al
como que no son
sistema que observas.
Aquí se
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS ha dicho que venía Porras,
gobernador de Mara-
el
caibo, con 100 hombres, por el camino de
con
cito,
el
ánimo de
89
Limon-
Como
cortarles la retirada.
es-
tamos todavía en este mar inmenso y no sabemos por quién se decide victoria hasta el
todos casos, obrando
al
muy bueno en
mismo tiempo según
máxime
como estamos
regada,
es
el silencio
fin;
dicte la prudencia,
será mejor no cantar
la suerte,
que tienen
los
lo
familia
nosotros. Algunas letras van
borradas, porque hoy estoy triste y te escribo llo-
rando. Ignacita te
en
la
tante,
pluma.
manda
Tú manda
tantas cosas
muy cons-
Dolores Jerez."
¡Pobres mujeresl siguen, ciegas, por
Nos dan donde
su corazón, su vida, nos
las arrastra
oráculos infalibles de su pecho, y
mio á sus
sacrificios,
los recuerdos
de
la hija
no fué bajo,
con súplicas, el
tomado
las
¡Cómo conmueven
la
cari-
pluma!
Briceño fué cruel, inflexible con sus con-
trarios, él
Desde
cabo, por pre-
que no verá más, esos
ños infantiles que no caben en si
al
los
un dolor eterno devorará
víctimas de nuestra temeridad.
Pero
nuestro desti-
acompañan con su amor; nos dictan
no; nos
lera
que no caben
á tu invariable y
ni
ni
pretendió desarmar su có-
comprar
la
vida con promesas.
principio, sin temor, sin jactancia, había
el
partido de morir. El fiscal de
D. José Martí, se trasladó á
la cárcel,
la
causa,
y llamado á
responder, Briceño apareció con un par de grillos
y esposas en
las
manos, tan tranquilo y sereno que
90
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
llenó de admiración. Preguntado por su edad, ocu-
pación y por
lugar de su nacimiento:
el
treinta y un años, dijo (Nel
abogado, pero en
riostra vita), soy
nel por el
en
el
"Teng-o
mezzo del cammin di el día
soy coro-
Gobierno subvertido de Cartagena; nací
pueblo de Mendoza, jurisdicción de
Trujillo,
Venezuela." Sin sutiles rodeos,
él
mente su pacto de Cartagena;
muerte de los es-
la
confesó franca-
pañoles de San Cristóbal, su resolución de exterminarlos en Venezuela.
Cuando
«xaminó acerca de
expedición que capitaneaba
pregunta) se le
no puede contenerse y se entrega
Bolívar, Briceño al
la
(5.*
placer de intimidar: "Simón Bolívar
halla
de general en
— dijo — se
jefe del referido ejército; el
bravo José Félix Ribas, declarado coronel por
el
Congreso, manda ahora 200 hombres con que auxilió
Nariño á dicho
mero de
fusiles,
ejército, así
25
artilleros,
como con
igual
nú-
4 piezas de cañón,
algunas municiones y dinero; Miguel Carabaño, con el
grado que tenía en Caracas, disciplina un batallón
dentro de
baño se
la
plaza de Cartagena, y Fernando Cara-
halla en el ejército
para atacar á Santa Marta, Chatillo, con el
que estaba en Sabanilla al
mando
del coronel
número de 800 hombres poco más
ó menos; Pedro Arévalo y Cortés son coroneles en Cartagena; Francisco y Marcos Ribas, oficiales to-
dos animados con
A
la
la
esperanza del triunfo."
décima pregunta: "¿Qué motivos tiene para
proceder con tanta yor encono
el
fiereza,
persiguiendo con
el
ma-
gobierno monárquico español, ma-
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS tando á
españoles europeos, por sólo haber
los
nacido de testa:
otra parte del
la
"Que
de
á pesar
do siempre en diéndolos en rio,
Océano?" Briceño con-
los sentimientos
que ha teni-
favor de los buenos españoles, defen-
Congreso cada vez que fué necesa-
el
alabando
haciendo se
91
las
virtudes de los que lo merecían, y
declarase en
les
la
Constitución iguales
en derechos á los hijos del país; después de haber tenido gran parte en
en
la
salvación de los cómplices
la
revolución de Valencia; viendo que en
pensación, después de
la
com-
capitulación con Monte-
verde, y de la ruina y desolación en q.ue estaba Caracas á causa del temblor del 26 de Marzo, se habían
violado los pactos, arrojando en terribles prisiones
á sus principales habitantes, donde habían perecido
algunos por
el
tratamiento que se les daba, y sa-
biendo además por á Cartagena
denada por sin
la
las
gacetas inglesas que llegaron
ejecución de 1.000 americanos, or-
el Sr.
Venegas en una ciudad de Méjico,
otro delito que haber nacido
práctica
que conforme
al
allí,
empleó
la
derecho de gentes se hacía
en Cartagena á los europeos que se cogían de Santa Marta.
Mi plan fué un ardid
militar,
creyendo
que con una proposición de esta naturaleza publicada en términos que llegase á noticia de los espa-
abandonasen
ñoles,
el país sin
sangre. Tal fué el motivo
dichas proposiciones, plirlas,
costa,
que con
como
lo
el
grande efusión de
que tuve para estampar
menos con ánimos de cum-
de concluir
pueden decir
la
guerra á poca
los oficiales
que
me
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
92
acompañaban y
orden comunicada claramente en
la
Teteo para no matar sino
los
que se
en
resistiesen
acción de guerra."
la
Entre sus doce compañeros los hubo de todos los países y
de todas
las
edades.
Hubo un
senta años; un niño de diez y seis.
Y
suizo de se-
todos se mos-
traron dignos en aquellos momentos; L Buenaventura Izarra,
que se mostró tímido, enamorado de su vida,
Briceño y Baconet
le
acusaron de ebrio y
le
echaron
en rostro su debilidad. Todos fueron valientes aquel día, sin
que ninguno diese á sus jueces
el
placer de verlos suplicantes, humillados.
comparece delante de
la victoria, el
orgulloso
Cuando
se
papel del hom-
bre de valor es envolverse en su manto y morir.
La sentencia
del consejo de guerra
de 12 de Ju-
nio no sorprendió á nadie: "El Consejo
— dice — ha
condenado y condena á Antonio Nicolás Briceño á que sufra
la
pena de muerte, y
le
sea cortada
beza y mano derecha, que se pondrán en jes
más públicos
á
la
ca-
los para-
extramuros de esta ciudad: á Pe-
dro Baconet, á Nicolás Leroux, á Antonio Rodrigó, á Marcelo Solage, á
Montesdeoca y también por
las
Ramón Mena,
á José Antonio
á Toribio Rodríguez, á ser pasados
armas; á Bernardo Paner y Buena-
ventura Izarra á que sean destinados á presidio por diez años; á Pedro Briceño y Gregorio Herrera que se les destine, en calidad de soldados, á uno de los
cuerpos ó compañías que
el
señor capitán general
tenga por conveniente, y á Eugenio Ruiz que se
ponga en
libertad."
le
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
93
El 15 de Junio, á las dos de la mañana, después
de haber recibido plicó
al
comandante de
Buenaventura cia, le
coronel Bricefio, su-
el viático el
Izarra;
la real
cárcel
llamase á
le
y conducido éste á su presen-
pidió perdón de rodillas, diciendo en alta
voz á los
"Señores, Izarra está
oficiales presentes:
¡nocente, soy la causa de
que padezca, pues desde
San Cristóbal á San Pedro se desertó
tres veces, y
otras tantas fué preso por mi orden, intimándole lo
como volviese á reincidir; lo terrible momento en que me hallo y
pasaría por las armas
declaro por
el
para descargo de mi conciencia." Desde
Briceño salvó del presidio Ejecutóse
la
al
capilla
la
desgraciado Izarra.
sentencia á las ocho de
la
Briceño iba delante de sus compañeros,
al
mañana. son de
un tambor y acompañado de un sacerdote; y atravesó
el
camino que conducía de
lugar del suplicio. si
no
le
esperase
Marchaba con paso
la
muerte.
Cayó
la villa
prisión
firme,
al
como
á la primera des-
carga; su cabeza fué colocada fuera
dirección á
la
así
de
la
ciudad, en
de San Cristóbal; su mano de-
recha se guardó "para exponerla á su tiempo en
pueblo de La Victoria, en
el
paraje
donde por
e!
su or-
den fueron ajusticiados dos sacerdotes". Su cadáver mutilado y los cadáveres de sus compañeros fueron
conducidos
al
cementerio de
la
iglesia parroquial,
donde quedaron sepultados.
¡Oh ciónl
días
que no se olvidarán nunca! ¡Oh revolu-
¡Oh República!
Como
se ha visto, Bolívar
condenó severamente
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
94
de Briceño; consta por
los furores
de
éste,
que
le devolvió,
como
contestación
la
Castillo, la lívida ca-
beza, que le cubrió de injurias é improperios, que
reclamó de
él
armas y pertrechos, y se sabe que
le
llamó para entregarle á un consejo de guerra, en-
cargando á Pedro Briceño Pumar Cristóbal. tivo al
Hemos
leído lo que escribió con este
Gobierno de
la
bría
mo-
Unión.
¿Esperaba Bolívar que los á Briceño, serían
en San
sustituirle
realistas,
más generosos que
condenado á muerte?
Si
que vencieron él,
que
le
ha-
compañero y amigo
suyo, después de haber firmado el pacto de Carta-
gena, que le comprometía á indefinibles violencias»
rodeado de partidarios y deudos del sombrío doctor,
levantó
tal
escándalo, ¿podía prometerse que
Tiscar, Laiglesia, Martí, cuyas cabezas amenazaba,
fuesen más compasivos y clementes?
La muerte de Briceño y firmaron
el
la
de
los extranjeros
sangriento tratado fué justa; Mena,
tesdeoca y Rodríguez habían desertado en
la
que
Mon-
acción
de Guasdualito. Hubo un verdadero
juicio,
nudo de equidad para aquellos
Paner é Izarra
fueron absueltos de
por sus años
al
la
días:
no des-
pena de muerte; se excusó
sobrino de Briceño, que llevaba su
apellido; se destinó á Herrera á servir en el ejército.
Ruiz fué puesto en libertad. Ni faltaron entre los jueces quienes se opusiesen á
la
mutilación del ca-
dáver de Briceño; y es preciso que digamos sus
nombres, para que en todo tiempo cuenten los actores de las revueltas con el fallo imparcial y venga-
95
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS dor de
la Historia:
José Jiménez, primer vocal, y el
vocal tercero, Julián Ontalba.
Podría explicarse general Bolívar por
alma hacia libre
las
furor
que excitarían en su
nuevas que venían á enfurecerle en marcha Tal vez no influyó poco el verse
la capital.
de
el
del
política contradictoria
la
acción moderadora del Gobierno de la
la
Unión. Pero debieron
influir
sobre todo
fechada en Cúcuta se
le
las
opinio-
En una
nes exaltadas de los que lo rodeaban.
carta
decía á Briceño: "Aquí ha
habido de todo; unos aprueban tu hecho, otros no; pero creo que en infinito.
Girardot
le
¡Y
satis-
orgulloso, que no quiere
exceda. Tejera lo mismo, lo ha celebra-
do mucho; en una gares..."
todos se han alegrado
ha aprobado con aquella
hombre
facción de todo
que otro
lo interior lo
palabra: eres el coco
el infeliz
caminaba hacia
la
de estos muerte!
lu-
Tan
crudos eran aquellos tiempos, que un gran ciudadano, honor
de
la
Magistratura, escribía estas palabras
á su deudo y amigo
de
te
los
godos
el
coronel Briceño: "El pasapor-
á todos les gusta; pero
muchos no la
aprueban, porque creen escapar de este modo, sí ellos los
cogen,"
dos pechos
las
'Cómo
Nada nos dicen de
la
los
(1).
documentos contemporáneos
conducta y sentimientos del coronel Ribas en
la terrible cuestión.
(1)
hervían en aquellos ulcera-
vengativas pasiones!
Que
al
al
frente
de sus
entrar á Harinas hiciese Bolívar que los realis-
una noche la ascosa cabeza, entre convulsivasuna invención de aquella época, que la pinta.
tas velaran toda ansias, es
Represéntanle
96
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
soldados, ejercitándolos sin cesar, embriagándolos
en su pasión heroica, ansioso de encontrar á sus enemigos. Pero nosotros inferimos de su carácter y
de
sus posteriores resoluciones,
que acompañaba á
Bolívar en el espantoso designio
Pero distraigamos nuestro
No podemos
(1)
como prueba de
(1).
espíritu,
siguiendo
e!
omitir un hecho que alegan los realistas
clemencia de Monteverde, Al siguiente día
la
de haber entrado Bolívar á
Trujillo (Junio, 16) encarga á
José Rada de llevar á D. Francisco Lanz, de Carora, lebres proclamas del 15.
Rada
dos de Fernando Guillen, una
las
además diferentes
traía
sin firma
para
el Sr.
Juan
dos cécartas:
Liendo, de
Carora, y dos para una mujer que vivía en casa de Josefa Samuel; eran éstas de un enamorado que habían hecho guerrero el
amor y
los celos;
he aqui los versos en que termina
la úl-
tima:
"Dicen que
ausencias
las
causan olvido;
en tu pecho será,
que no en
el
mío,
porque, aun ausente, te
tengo en
la
memoria
siempre presente."
Rada excitó las sospechas por su aire misterioso y por haberse querido deslizar en Carora á través de una pica recién abierta; presto quiso escaparse á la puerta de la cárcel; los do-
cumentos que
traía, las
proclamas,
la
de
la
guerra á muerte so-
bre todo; las cartas significativas de Guillen,
le
acusaban de
espía. Tal le creyó D. Francisco Oberto, quien le remite, bien
custodiado,
mismo
al
capitán general, D.
Domingo Monteverde.
El
día que llega á Caracas, 30 de Junio, pasa la causa al
asesor, quien le declara inocente, condenándole, sin embargo,
á cinco
aííos
naturaleza era
el
4 de
mandaba
el
de presidio en Puerto Rico. ¿Había cambiado de sanguinario doctor D. Manuel Oropeza? Es que
Julio,
que había huido de Caracas Monteverde, que
Fierro y que á los pocos días (el 7 de Agosto) debía entrar Bolívar á Caracas.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS impetuoso vuelo de
guerra en
la
97
fabulosa campa-
la
ña de 1813.
XIV Había emprendido Bolívar su marcha á Venezuela
con 500 hombres,
100 que Nariño había pro-
los
metido, y los cuadros de los batallones
dados por
el
Congreso de
la
3.**,
4° y
5."
Unión. Pretendía con
ese puñado de soldados vencer á Correa, que ocu-
paba á
Trujillo al frente
de 2.000 hombres; vencer
ó burlar á Tiscar, que con 2.600 se preparaba á invadir
la
Nueva Granada;
destruir á
Monteverde á
la
cabeza del ejército con que había sometido á Venezuela, y
con
los infinitos recursos
que podían sumi-
nistrarle las provincias del centro y realista
Maracaibo y
la
Coro, mandada por Ceballos. Contaba con
prodigios, y en premio de su fe se desplegó á su vista
una brillante cadena de victorias que
ron bajo palmas hasta
las
le traje-
puertas de Caracas. Al
acercarse huye Correa á Maracaibo; sin disparar un tiro
ocupa Girardot á
Trujillo;
canza á Bolívar y derrota se retira á Carache.
cae Ribas con
mandaba
que
al-
comandante Cañas, que
El 23 de Junio, en
tal furia
Martí,
al
en Agua-Obispos
sobre
los arroja
los.
Niquitao,
800 hombres que
en horrible confusión,
haciéndole 450 prisioneros y forzándole á huir ver-
gonzosamente por Nutrias, por Apure, introducien-
do
tal
espanto, que
al
marchar Bolívar hacia Bari7
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
98
ñas desaparecen 2.600 soldados, reunidos
allí
contra
Nueva Granada, y Tiscar va á asilarse en Nutrias, abandonando 30 cañones y vastos almacenes la
provistos de armas. Cuatrocientos
hombres
le
ha-
bían bastado á Ribas para tan decisivos resultados. El ejército libertador sigue hacia San Carlos. la
vanguardia
el
coronel Ribas, con una división de
500 hombres, se encuentra tio el
de
los
A
el
22 de Julio en
el si-
Horcones, no lejos de Barquisimeto, con
comandante D. Francisco Oberto, que mandaba
1.500. Las noticias
añadían
el
que habían llegado de Caracas
aguijón de la rabia á
la irresistible
impe-
tuosidad de los republicanos. Estos parece que se multiplican; después
de un reñido combate,
de
conmueven. Aquel puñado de
los españoles se
héroes llevó
la
derrota á su centro, llevó
á su izquierda, esparció
Súpolo á
los
la
la
las filas
derrota
derrota por todas partes.
dos días D. Julián Izquierdo, que se
hallaba en San Carlos con una división, y replega
hacia Valencia, temeroso de igual destino.
Desanimado
este oficial, había
ces su retiro, sin obtenerlo.
Ya
pedido muchas veen Tinaquillo, reci-
bió orden de Monteverde para que recuperase á
San Carlos; pero Bolívar había entrado ya á ciudad desde
esta
el 28.
Mientras, dudóse. Izquierdo, vacila entre obedecer á Monteverde ó continuar á Valencia; las tro-
pas republicanas
le
alcanzan en
el sitio
de
los
Ta-
guanes á inniediaciones del pueblo de Tinaquillo. Tenía Bolívar 2.500 héroes. Poco tiempo disputó
la
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
99
victoria el oficial Izquierdo: la Caballería republica-
na se arrojó con
ta!
ímpetu sobre
que,
la Infantería,
separada primero en pequeños grupos, y envuelta y diseminada después por aquellas llanuras, toda
quedó en
ella
campo, herida ó prisionera.
el
A
Iz-
quierdo, gravemente herido, se le condujo á San Carlos,
donde murió.
Desde
30 había dado Monteverde sus
el
posiciones para ponerse á pero, espantado con la
de
el
los
oficial
la
la
dis-
cabeza del ejército;
derrota de los
Horcones y
Taguanes, de que no había escapado sino
que
abandona
le llevó la noticia,
de Valencia en á ocultarse, con
Puerto Cabello
la
noche del
1.°
la
plaza
de Agosto, para
250 hombres, á
los
baluartes de
(1).
"El año de 1812 dio Monteverde principio á pacificación con zas, castillos,
dos
de
ir
230 hombres, á tiempo que
la
las pla-
armamento, víveres, municiones y to-
los recursos
los facciosos
de
la
provincia, estaban en
de Caracas; cuando
los
poder
pobres ca-
recían hasta del alimento necesario para la cárcel y el hospital;
cuando apenas contaban con 400 hom-
bres indisciplinados y reducidos á la miseria; cuan-
do
la
madre
patria,
empeñada en
la
guerra con Na-
poleón, no podía distraer sus fuerzas para auxiliar
aquel Continente. Entonces fué que salió
de Coro, y reforzado por
el
el
piquete
entusiasmo de los veci
La Gaceta de Cartagena, que describe circunstanciada(1) mente ]a. acción de los Taguanes, ha omitido las singularidades que nos cuenta la Historia de Baralt y Díaz, y que copia Restrepo.
100
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
nos, llegó á Caracas, conducido por la opinión general. (El
pánico inspirado por
el
temblor del 26 de
Marzo.) Desde esta capital vio en Nueva Barcelona, isla Margarita y sus departamentos,
pabellón español por
que en
sin
la
el
tremolado
el
voto libre de los pueblos,
penosa marcha hecha desde Coro á
Caracas por caminos fragosos, por terrenos insalubres, se hubiesen
do
la
perdido cien hombres,
Hacienda pública"
porque
violó, pérfido,
(1).
—Y
ni
grava-
año siguiente,
al
sus promesas y se
gozó en
de perseguir y prender á los que había ofrecido respeto y paz, con más vergüenza que
el escándalo
Miranda, huye y se disipa
como
paja vana
al
arran-
que aterrador de Bolívar y Ribas.
Oigamos tar:
al
mismo español que acabamos de
"Cuando en
el
año siguiente de 1813 se hallaba
Monteverde en posesión de castillos,
la capital,
cuando ya no era
de 230 hombres
el
el
la
las plazas,
la
fuerza de
que estaba
miserable piquete
á sus órdenes, sino
sobre 10.000 soldados que pagaba para
de
armamentos, rentas y de toda
la provincia;
ci-
la
Intendencia
seguridad del territorio; cuando no solamen-
te lo creía asegurado por la nulidad de los descontentos, sino por la falta
que
de armamentos y recursos
suponía en las provincias de la
da, pensando
ir
á conquistarlas,
Nueva Grana-
como
Ministerio de la Guerra en oficio de
lo ofreció al
23 de Noviem-
bre de 1812; y cuando los proscriptos de
Cumaná
se hallaban en un islote de Trinidad, sin armas, sin (1)
Urquinaona.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 101 dinero, ni relaciones en la provincia, entonces fué
que por
de Güiria aparecieron en peloto-
las cosías
apoderaron del repuesto de Maturín, batie-
nes, se
Monteverde y se hicieron dueños de la parte oriental, mientras que Simón Bolívar, con 300 ron
allí
á
miserables de Santa Fe, arrollaba
el
famoso ejército
Tiscar, destruyendo á
de Occidente, dispersando á
Izquierdo y encerrando á Monteverde en
la fortale-
za de Puerto Cabello.'* Patriotas y realistas están
de acuerdo en
la ver-
dad de los hechos. Bolívar ha contado esta campaña con palabras que suenan como rrera,
en
el
trompa gue-
ardor del combate y de
"Soldados, vuestro valor ha salvado
cando
la
los caudalosos ríos del
victoria.
la
sur-
la Patria,
Magdalena y
el Zulia;
transitando por páramos y montañas; atravesando desiertos; arrostrando la sed, el nio;
tomando
fortalezas
las
hambre,
el
insom-
de Tenerife, Guamal,
Banco y Puerto de Ocaña; combatiendo en los campos de Chiriguaná, Alto de la Aguada, San Cayetano y Cúcuta; reconquistando cien lugares, cin-
co
villas
y seis ciudades en las provincias de Santa
Marta y Pamplona"
gado tiranía
(1).
"Arroyos de sangre han
este suelo pacífico y para rescatarle
ha corrido
la
de
ilustres
re-
de
la
americanos, en los
encuentros gloriosos de Cúcuta, Carache y Niquitao,
donde su impetuoso
valor,
yor número, ha inmortalizado tras tropas. (1)
destruyendo la bizarría
al
ma-
de nues-
Las repetidas y constantes derrotas de
Proclama de
1.°
de Marzo de 1813.
102
GONZÁLEZ
JUy\M VICENTE
los españoles en estas acciones
soldados de
la
libertad son
mercenarios de un tirano. Sin sos batallones,
marchas
las
prueban cuánto
hasta las fronteras de Barcelona
fama de nuestras
de
han hecho volar los estan-
dartes tricolores desde las riberas de!
otros,
numero-
artillería, sin
fogfosidad sola, y la violencia
la
militares,
los
superiores á los viles
Magdalena
Guayana. La
y
volando delante de nos-
victorias,
ha disipado sola ejércitos enteros, que en su
delirio intentaban llevar el
yugo español á
Granada,
la
Cerca de
corazón
al
tres mil
de
nados á
la
América Meridional.
hombres á
seguidos de una formidable
Nueva
la
las
órdenes de Tiscar, estaban desti-
artillería,
ejecución del proyecto. Apenas entrevén
nuestras operaciones, que huyendo
como un
arrastran consigo
como
e!
viento,
torbellino furioso cuanto
que
in-
molaban en Barinas y Nutrias. Desesperando de
ha-
su rapacidad
llar
salud en
mencia de
puede arrebatar á
la
los
fuga misma,
al
las víctimas
fin solicitan
la cle-
vencedores y caen en nuestro poder
su artillería, fusiles, pertrechos, oficiales y soldados.
Un
ejército fué así destruido, sin
un
tiro
de
fusil,
y ni sus reliquias pudieron salvarse."
"Nada importa que
el
comandante Oberto, con-
fíado en sus fuerzas, intente, para sostener á Barqui-
simeto, aventurar ejército
invencible.
el
éxito
de una
batalla con el
La memorable acción de
Horcones, ganada por nuestros soldados, es fuerzo
mayor de
la bizarría
los
el es-
y del valor. Sólo quince
hombres pudieron escapar, por una veloz y vergon-
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 103 2osa
Ejército de Oberto, divisiones
fug^a.
de Coro,
pertrechos, bagajes, todo fué apresado ó
artillería,
Nada
destruido.
que aniquilase
faltaba al ejército republicano, sino
coloso del tirano mismo. Estaba
el
reservado á los Taguanes ser
de esta me-
el teatro
morable decisión."
"Monteverde había reunido zas
únicas fuer-
que podían defenderle. Si fué este
mayor esfuerzo de
el
allí las
también
el
tallones perecieron infante,
un
fusil.
ó heridos. Este fué Venezuela"
funesto.
ó se rindieron.
Sus más expertos el
momento de
último y
resultado le fué
la tiranía, el
más desastroso y
el
Todos sus ba-
No
se salvó un
ofíciales, la
muertos
redención de
(1).
Monteverde, desconfíando de Tiscar, á quien acusaba de traidor
el
doctor Manuel Oropeza,
tuye con Fierro. Al saber éste la
el día
le susti-
4 de Agosto
fuga de Monteverde, envía comisarios á Bolívar,
y evacúa
la plaza
con su tropa, para
ñarle en Puerto Cabello.
Caracas
el día 7, halló
Antonio Paúl
Cuando
ir
á
acompa-
entró Bolívar á
de gobernador á Francisco
(2).
XV ¿Cómo grafía los
referir
en
el
estrecho espacio de una bio-
numerosos acontecimientos que llenan los
(1)
Proclama del 13 de Agosto de 1813.
(2)
Coto.
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
104
cÍRCo meses últimos de 1813? Indiquemos á manera
de cronistas El 1.° de
hechos.
los principales
Agosto abandona Monteverde
donde manda pasar á
cia y entra en ella Bolívar,
cuchillo
á Valen-
gran número de españoles
(1).
El día 2 sabe la noticia Fierro, y dispone en silencio su fuga. El 3 es evacuada la capital de ñanzas, quien herido en un
Cumaná por Anto-
combate contra Bianchi,
va á morir á Curagao.
Son nombrados una capitulación
al
mismo
el
día para
general Bolívar,
ir
el
á proponer
marqués de
Casa-León, D. Juan Vicente Galguera, Felipe Fermín Paúl,
el
y D. Francisco Iturbe, los cuales
La
el
doctor
presbítero D. Marcos Ribas le
encuentran en
Victoria.
El 4 se embarcan Fierro y sus tropas.
El 7 entra Bolívar en Caracas. El 8 publica Bolívar una proclama, recordando los
crímenes de Monteverde y sus propias victorias.
El 9 comisiona á D. Felipe Fermín Paúl, á
don
Francisco González Linares, á D. Gerardo Patrullo, al
procurador Salvador García de Ortigosa y á don
Nicolás Peña, para que exijan de Monteverde
rati-
fíque la capitulación.
El 10 dice Bolívar **
Reservada.
al
comandante de La Guaira:
— A pesar de
las
órdenes libradas para
los transportes de los prisioneros de guerra, preven-
go á usted, bajo (1)
la
reserva necesaria, mantenga
Gaceta de Caracas, 25 de Agosto de 1813, núm.
1.*
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 105 arrestados en sus casas á los oficíales españoles (don
Juan Budía y D. Francisco Mármol, sargfentos y
gilancia
demás tropas en
los
pues conviene
mía,
ni permitirá
prisioneros, así,
según
la vi-
Asimismo
y precaución más exacta.
de ninguno de
y á los
bóvedas, con
las
proporcionará usted buque,
etc.);
no»
la salida
hasta otra orden las
circunstancias
actuales.**
El 12 contesta Monteverde:
Manuel Fierro
ni
el
"No pudiendo
cabildo de Caracas
dor*
facultar
para misiones de capitulación ni otras algunas que
son privativas
al
capitán general de la provincia,
han sido nulas y de ningún momento todas raciones
las
ope-
en su consecuencia obradas; yo jamás
podré convenir en unas proposiciones impropias, del carácter y espíritu de la nación grande y gene-
rosa de quien tengo el honor de depender."
El 16 nueva proclama de Bolívar excitando á los extranjeros á venir á establecerse en Venezuela. El 19 ocupa Marino á Barcelona.
26 proclaman á Fernando Vil
El
los
negros de
Santa Lucía, Santa Teresa y San Francisco de Yare. El
mismo 26 pone Bolívar
Cabello El
das
al
formal á Puerta
(1).
30 destruye Campo-Elias
las partidas
subleva-
Sur de Caracas.
El 31 cae por sorpresa en el fuerte
poder de
los patriotas
llamado Mirador de Solano, y preso en su
fuga Zuazola (1)
sitio
la
noche del 2 de Septiembre, Monte-
Gaceta de Caracas, 2 de Septiembre de 1813, núm.
2.
106
JUAN VICENTE GONZÁLEZ condena á muerte, rehusando canjearle
verde
le
por
coronel Jalón.
el
"Aunque
jamás llegó á ejecutar
el
—
— dice
de
los caníbales
de
el secretario
Divina Providencia no ha permiti-
la
,
Gobierno español
castigo
que asolaron á Venezuela Cortabarría
el
do por más tiempo
la existencia
que se alimentaron con
la
de estos monstruos
sangre humana. Zuazola
murió ahorcado á extramuros de Puerto Cabello, á la vista
de Monteverde y de sus
parciales,
bien pudieron salvarle, aceptando
el
que muy
canje de pri-
sioneros que fué propuesto por los emisarios de Bolívar."
El 12 de Septiembre ordena Ribas que no se pa-
guen
pensiones de
las
El 13 de este
provincia
el
las viudas.
mes era comandante general de
mismo coronel José
«ste día llegó frente
al
Félix Ribas.
puerto de La Guaira una ex-
pedición, procedente de Cádiz, en auxilio de teverde; súpose su
la
En
Mon-
rumbo por un bote equipado que
había mandado su jefe á Punta Araya, y que había sido aprisionado. Constaba
tes,
expedición de una
buques de guerra, con trece transpor-
fragata y tres
do
la
en que venía
el
regimiento de Granada,
al
man-
del coronel D. Manuel Salomón, compuesto
1.200 plazas, con algunos empleados tares. El
guatá, y
tenido
civiles y mili-
convoy había aparecido desde
como
allí
el
á su recibimiento. la
el
9 en Nai-
viento del Noroeste le había de-
cuatro días,
que capturar
de
hubo tiempo de prepararse
Nada menos
se propuso Ribas
expedión entera. Mandó desde lúe-
biografía del general JOSÉ FÉLIX RIBAS 107
go que
se enarbolase en la Vigía y Castillo el pa-
bellón español, y
como
expedición, viendo que
la
después de media hora de estar frente se acercaba embarcación ta afuera,
ordenó que
al
puerto no
de
alg-una, viraba
la
vuel-
ciudadano Esteban Molo-
el
isleño adicto á la República y capitán del puer-
n¡,
te en aquella ocasión, fuese en trícula á
estaba por
el
sospechoso
Gobierno de
los jefes
de
vase noticias exactas de to.
la
al alférez
El coronel Ribas
maque
M. Tuviéronle por
la fragata
jándole en rehenes con enviaron á tierra
S.
la
la plaza,
un bote de
convidar á los jefes á ocupar
Venganza^ y de-
tripulación
de su bote,
Begoña, para que
la situación
mandó
les lle-
de aquel puer-
sacar de las bóvedas al
comandante D. Francisco Mármol, á su sargento
mayor Morales y
mor y bien
la
otros jefes, excitándolos, por el te-
esperanza del premio, á que representasen
papel á que los destinaba;
el
él
mismo, con
nombre de ayudante, debía presenciar
las
el
confe-
rencias.
Mármol y
sus pobres
compañeros hicieron cuanto
dado para engañar
á los realistas: vuelto Be-
goña á su buque, Moloni
pudo tornar con su bote,
les fué
en compañía de una lancha armada, que condujo á tierra al
segundo comandante del regimiento, don
Vicente Marimón. Pasadas tres horas, todos los bu-
ques se acercaron, y Ribas envió á bordo
al ofícial
Esteban Quintero, para que invitase á comer
mandante de
la fragata,
á
Salomón y á
al
co-
los principa-
les jefes. Disponíanse á venir para tierra, cuando
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
108
Begoña, que había reflexionado con calma sobre
di-
ferentes circunstancias, les indicó sus sospechas, las
que
tal
impresión hicieron, que
al
punto emprendie-
ron su marcha. Ribas ordenó se les hiciese fuego, y
aunque
la fragata
todo, favorecido por un chubasco
pó
al
Sudeste, esca-
desembarcar en Puerto Ca-
sin dificultad y fué á
bello.
convoy
recibió dos balazos, el
Los quince soldados que habían desembarca-
do en La Guaira con Marimón,
se esforzaron por vol-
ver á los suyos; pero muertos diez de ellos por tropa y
el
la
pueblo, que bien pudieron haberlos apri-
sionado, los cinco restantes, con su jefe, fueron á dar á las bóvedas,
donde perecieron más
tarde.
Ribas no era propio para figurar en aquella estratagema. Traicionábase cilla
el jefe
imperioso bajo
la
sen-
apariencia del ayudante. Es falso que se hicie-
se seña alguna: faltaría el entusiasmo que debía inspirar la llegada
blante de
pudo
de aquel
Mármol
lo
que decían sus
ser sorprendido un
en medio de
auxilio; contradiría el
los suyos,
labios.
momento, pero
sem-
Begoña
al hallarse
debió pensar.
XVI
Continuemos nuestra rápida crónica: El
mismo
día 13 el comandante
Sena se encuentra en
Ramón García de
los Cerritos blancos
con
el in-
dio Juan de los Reyes Vargas, Acevedo, Quintero
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 109 y
el
procurador Torrellas; y cuando parecía haber
vencido y se ocupaba en recoger
las
armas y per-
trechos del enemigo, éste le arrebata el triunfo,
con
muerte del capitán Leanus y
la
las
graves heri-
das de Carreño y Carabali. Igual desgracia había su-
cedido
al
comandante Miguel Váldez en
las accio-
nes de Bobare y Yaritagua.
Diego Mérida, ministro de Gracia y Doctor Cristóbal Mendoza, gobernador po-
El 17 dice Justicia: lítico:
"Reservado.
— El general en jefe de estos Es-
tados ha dispuesto que inmediatamente se pasen á las cárceles
La Guaira, con
y bóvedas de
la
custodia
y seguridad correspondiente, todos los españoles europeos, é isleños, sin excepción de persona alguna, sea la
cuto, para
El
que
fuere, os lo
que
lo
comunique, como
lo eje-
cumpláis exactamente."
20 expone Bolívar á
las
naciones del
mundo
los
hechos del comandante español Monteverde, durante el
año de su dominación en
las
provincias de Ve-
nezuela.
El 21 dice Bolívar á Ribas: "Mérida solamente,
aunque desolada por
de
los
el
terremoto y por
las tiranías
gobernantes españoles, ha entregado treinta
mil pesos y ochocientas caballerías para el sosteni-
miento del Estado. Los habitantes de Caracas se han
comportado de diverso modo. Ya no hay esperanzas de
que se modelen voluntariamente por aquella
provincia, y aun por otras, y se necesitan medidas correctivas para hacerles entender su deber.
consecuencia
el
Por
general en jefe dispone que se exi-
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
lio jan
capital donativos forzados á
desde luego en esa
proporción de los haberes de cada uno; entrando
además bajo
mismo respecto todo americano cu-
el
yas opiniones políticas hubiesen sido contrarias
al
sistema republicano de Venezuela. La imposibilidad
solamente podrá eximir á unos y á otros de este deber; y el pasar por las armas á tres ó cuatro
rehusen, enseñará á los
mismo
El
criollos
demás á obedecer."
sospechados de tramar con-
independencia.
El día 30, animado
que acababa de bula:
lo
día y los siguientes hace fusilar Bolívar
69 europeos y tra la
que
Monteverde con
los auxilios
recibir, llega hasta el sitio
de Bár-
300 venezolanos destrozaron en un momento
á 800 españoles, forzando el resto á huir precipita-
damente hasta
las trincheras,
donde Monteverde se
había quedado en expectativa. Al
en
el baluarte
vida
A
al
fijar la
bandera
conquistado, una bala muerta quitó
la
valeroso Girardot.
fines
de Septiembre sabe Bolívar
la
derrota de!
teniente coronel Carlos Padrón en el sitio Santa Catalina.
El 2 de
Octubre se reúne Campo-Elias con Ama-
ya y Torres á inmediaciones del Sombrero y Barbacaso.
Acción de Mosquitero
Campos El
Elias
mismo
el día 14,
en que triunfa
de Boves y Morales.
día 14 los magistrados y Municipalidad
de Caracas proclaman á Bolívar Libertador de Venezuela.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 111 El 15 pasa el general Ribas (desde?) Maiquetía al
gobernador interino de Caracas
"A
las
el
siguiente oficio;
ocho del día de mañana pondrá usted en
seguras prisiones á todos los españoles y canarios
que se hallen mismo, ó
el
sueltos, hasta aquellos á quienes
yo
general Bolívar, hayan dado papel de
seguridad, los cuales no sólo serán presos, sino ase-
gurados con
grillos."
El 17 es conducido á Caracas el corazón
de Gi-
rardot.
El
20 Ceballos derrota á Bolívar en Barquisimeto..
Nueva derrota de Monteverde
el
3 de Octubre;
gravemente herido.
es
El 22 se instituye
la
orden militar de Liberta-
dores. El 23 sale
de Puerto Cabello
el
coronel Salomón;,
con 1.300 hombres del regimiento de Granada, con
ánimo de bajar á
los Valles
de Aragua, amenazar á
Caracas y cortar sus comunicaciones con
Tomando por ocupó
el
camino de Patanemo, Salomón
varias alturas
tios á su
de
los cerros
de Vigirima,
llegar
manejado de
la
si-
entender inexpugnables.
Allí le fué á buscar el general Ribas,
de
el interior.
que acababa,
de Caracas, con gente que nunca había las
armas, estudiantes en su mayor parte
Universidad. Tres días duró
el
combate. Mu-
chas veces fué preciso que Ribas se arrojase en medio de sus soldados para animarlos á
niendo
la
vida
como
soldado,
él
la
pelea.
Expo-
se conserva
jefe,^
ayudándose del terreno, deslizándose, cubriéndose
112
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
con cuanto encontraba. Sus gorosamente, y
secundan
oficiales le
vi-
enemigo, que esperaba vencerle y
el
perseguirle, se detiene espantado y desordena sus filas.
las
Ribas se precipita: sus tropas se reaniman con
palabras y
ejemplo; en un esfuerzo inmenso,
el
el osa escalar las posiciones enemigas, y g^ar á la
Era
manda
car-
bayoneta.
25 y
el día
los veteranos
de Granada huyeron
humillados y abatidos hacia su vieja guarida, delante
de unos niños que
salían
quienes inspiraba y presidía
el
de
pero á
aulas,
las
impetuoso Ribas. Los
enemigos habían dejado muchos soldados,
tres ca-
ñones, multitud de fusiles y gran número de prisio-
neros y heridos. También regaban aquel flores
de
la
patria, la
esperanza de
campo
las letras
las
vene-
zolanas!
Cuando
Libertador supo en San Carlos que
el
Salomón había aparecido en Vigirima, voló cuentro con
á su
las
á su en-
tropas que pudieron seguirle. Pero
llegada, la victoria
coronaba ya
la
frente
de
Ribas. Restableció
á
las
el sitio
de
la
plaza de Puerto Cabello
órdenes de D'Elhuyar, encargó
los llanos
al
la
defensa de
coronel Pedro Aldao, que fué á situarse
«n Calabozo, y
se restituyó á
San Carlos, á
fin
de
crear un ejército que obrase en el Occidente.
Bando viembre:
del general Ribas en Caracas el 15 de
No-
.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 113 "José Félix Ribas, general de división, gobernador militar de Caracas
y comandante general de
la
provincia.
„E1 Gobierno ha visto con el mayor asombro el
ningún efecto producido por
mañana de
este día, y casi
el
alarma tocado en
la
no quiere creer que unos
habitantes que han experimentado ya toda le fero-
cidad del yug-o español, se hagan sordos
que su
ha hecho para salvarse y
patria les
me
Este procedimiento
obliga á
al
convite
salvarlos.
tomar medidas
enérgicas y vigorosas y á desenvainar
la
espada para
venezolano indolente, pusilánime ó malvado, que
el
en momentos críticos no contribuye con su persona á
la
defensa común.
„Se de
la
repitirá, pues, el
toque de alarma á
las
cuatro
tarde de este día, y todo aquel que no se pre-
sente en
la
plaza mayor, ó en
el
cantón de capuchi-
nos, y se le encontrare en la calle ó en su casa, sea
edad ó condición que
de
la
las
armas
más que
sin
justifícación
que
la
fuese,
tres horas
de
será pasado por capilla, ni otra
bastante para hacer constar su
inasistencia."
El 5 de Diciembre triunfa Bolívar en Araure contra
Ceballos y Yañes.
El 7 indulto de El 15 destruye
San Carlos. Boves á Aldao en
el
Paso de San
Marcos. El 28, voluntarios europeos se sublevan en Puerto
Cabello y deponen
á
Monteverde. 8
114
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
XVII
Nos detenemos espanto.
Hemos
de dolor y
aquí, sobrecogidos
llegado
al
año de 1814!!!
Bolívar viene ante la Historia con esos decretos
en
pecho, con esa sangre en
las
manos; ¿quién
osaría llamarle cruel y condenarle?
¡Cosa extraña!
el
Ningún hombre en
revolución habló lenguaje
la
más formidable; ninguno dictó medidas más
aterra-
doras; y, sin embargo, todo corazón que le juzga se
desarma ante
la
voluntaria simpatía
que
de
la
lo súbito
que
inspira.
Es
pasión, sus inconsecuencias y fo-
gosos ímpetus, su violencia misma, cuando no es
evidentemente sino
el
extravío
de
la sensibilidad,
tiene no sé qué de atractivo y de fascinador. Es
en ese hombre de fuego del
amor y el odio brotan fondo del corazón. Vedle ahí, tan duro como el
destino, dictar, al galope sas nesí
que
el
de su caballo,
listas
inmen-
de proscripción. Hele aquí ordenando, en de
la rabia, la
inocentes
la
mayor
el fre-
muerte de ochocientos hombres, parte.
¿Qué
le
importa? El de-
jará sus órdenes, y ni verá caer las víctimas ni escu-
chará los sollozos de los hijos y esposas.
Que
si
de
paso, en la noche en que vuelve á los combates,
una mujer afligida gime á sus ojos, desármase pentinamente, se enternece, y ordena
que iba á morir.
la
re-
libertad del
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 115
Tan emponzoñada estaba días,
llos
la
atmósfera de aque-
que hombres conocidos después por su
moderación y calma se sintieron arrebatados en frenético vuelo
permanecer cada hora
que animaban
los peÜg^ros.
innoble,
silencioso,
traía horribles
Y
el
¿cómo cuando
helado,
nuevas que embriagaban
en furor?
A
principios del año 14, la República naciente,
llena
de deseos de
vivir,
se sintió
próxima á
la
muerte. Siete meses hacía desde que Bolívar había
volado á Venezuela, lanzando rayos, sobre
de
la victoria;
y
como
si
las alas
hubiese sido una burla del
destino, cada día miraba levantarse tras él y á su
alrededor negras nubes de enemigos. ¡Qué! ¿no había triunfado sino por sorpresa? ¿Le arrebatarían la
victoria?
¿Le privarían del triunfo los contrarios
que creía haber hollado bajo
los
cascos de su ala-
zán? El canario D. Pedro González había invadido á Trujillo con una columna
Yañes aparece en
de corianos;
Barinas; y
Vanes y
el
feroz
el catalán
Puig entran á hierro y sangre en su desgraciada capital:
de pronto todo
cruzado por guerrillas
el territorio
realistas,
de Venezuela es
que impiden
municaciones y esparcen por todas partes y
el
el
las
co-
horror
exterminio; Carlos Blanco hostiga los llanos de
San Carlos; Pedro Ramos manda entre Araure y Sarare; el catalán
Vargas, Oberto,
Miyet amenaza á San Felipe; Reyes Inchauspe y Torrellas recorren á
Quíbor, Tocuyo y Barquisimeto; Ceballos se afirma en Coro; Calzada asoma por Guanare y Ospino,
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
116
una nube preñada de tempestades se levanta en
los
Llanos del Guárico! El partido
de
independencia no se intimidó
la
al
aspecto de tan numerosos enemigos; los provocó
más
bien, y para probarles
les arrojó
de miradas fíanza en
que
la
guerra era mortal,
cabezas de sus parciales. Rodeados
las
serias
que sabían ser enemigas,
nadie, bajo la
sin con-
amenaza de mil puñales,
Bolívar y los suyos se turbaron interiormente, y
para que esa turbación se convirtiese en desespera-
da
rabia, la sospecha,
corrían
caída,
las tramas,
á alarmarlos
habían saboreado
la victoria
los votos
por su
diariamente. ¡Ahí
No
sino para sucumbir: su
no iban á ser sino trofeos de
arrojo, sus hazañas
sus contrarios: Cúcuta, Niquitao, ios Taguanes, la gloriosa expedición del año de 13, sólo será una
aventura insensata, motivo de escarnio y
noche de
to miserable en la
la Historia.
pensar con desesperación profunda en irónica
de sus adversarios, en
grientas, en
la suerte
las
que cabría
risa,
abor-
Debieron la alegría
venganzas san-
á sus
en
familias,
sus cabezas puestas á precio, en sus propiedades confiscadas, en su vida,
en
el
sola declaración de to con
si
lograban salvarla, pasada
destierro, entre el desprecio y el hambre.
el
cadalso,
si
la
La
guerra á muerte era un pac-
sucumbían. Habían lanzado
el
guante y se había recogido; patíbulos respondían á patíbulos; se arrojaban cadáveres
como
insultos; las
burlas se escribían con sangre.
Bolívar se sintió solo en la desesperada lucha.
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 117
Porque Caracas se agotó después de dar
al
fín
en los esfuerzos, y
los jóvenes, ios viejos, los niños,
quedó desangrada y
abatida, le pareció egoísta
culpable. Harto había
y
hecho su gloriosa madre, que
sin preparación alguna filosófica,
espantada por
temblor del año de 12, vejada por
el
el
Mon-
pérfido
teverde, arrastrada á violencias que condenaba, lan-
zada á
la
mada en la
guerra á muerte contra su voluntad, diezcien combates, sombría en las tinieblas
de
muerte, se preparaba á seguirle después y á caer
por
el hierro
de
los
enemigos.
Habría sido hermoso que Abril no hubiese enlodado
la
revolución del 19 de
las galas
de sus prime-
ros días, que no se hubiese suprimido ninguna libertad,
que no se hubiese violado ley alguna,
ciado á
las garantías, ni
Dictadura. Pero
los
si
ni
renun-
implorado como un bien
la
pueblos de Europa, desmo-
ralizados á la vista de cualquier peligro civil,
no se
creen seguros sino bajo leyes excepcionales y esa Dictadura;
si la
Francia, el cerebro del
mundo, á
aprensión de algunos males, á la incertidumbre
la si-
quiera de su destino, hace renuncia de sus ideas, de sus instituciones,
mado, de
de
los principios
las garantías
que ha procla-
que reclamó con amenazas, incipiente República,
¿qué podía esperarse de
la
nacida ayer á
que no comprendía sus
la
libertad,
condiciones, envenenada con los hálitos de vitud, acabada de
salir
de
la
la
funesta escuela
escla-
de
la
atrasada España? Lejos de encontrar los jefes de la
revolución costumbres é ideas que contrariasen sus
118
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
instintos, la
Revolución francesa, con sus crímenes,
fué el
modelo que se propusieron.
piado
el
del
Hombre"
ronse la
año de 11
el
fie la
Y
año de 14
de
los decretos y resoluciones la
dirige; les faltaba el influjo
tros públicos, tan
se había co-
Asamblea Constituyente, copiá-
Junta de Salud Pública. Les faltaba
modera y
si
"Declaración de los Derechos
la
opinión que
de
los minis-
provechoso y conveniente. Hacían
temblar los unos, temblaban los otros, en
la
espe-
ranza cada bando de hacer temblar á su turno.
Ningún decreto conocemos que autorizase sitas
domiciliarias.
Una
Febrero de 1814), ya
embargo
tarde, sin
ponerse
al
sol,
el
las vi-
(9
de
Caracas
aparece circuida de soledad y espanto: nadie en
las
puertas y ventanaa cerradas; en todas las
calles;
alcabalas el quién vive y
la vigilancia;
á las puertas
de muchas casas grupos de muchachos y
centinelas...
se encontraron nuevos desgraciados; estuvieron los esbirros á la entrada
de
bóveda donde yacía mo-
la
ribundo aquel D. José de presidido
No
la
las
Llamozas, que había
Junta del 19 de Abril.
era posible que
hombres reducidos
á tal ex-
tremidad, no suspirasen por otra situación ni conspirasen para lograrla. Conspiraron, en efecto, y
mu-
chas veces, y cuando no conspiraban, se creía que ocultaban sus tramas, y en ocurrió
la
muerte como
el frenesí
el
ni
de
la
la rabia,
se
medio mejor de escar-
mentarlos. Pues que perecemos jefes
de
tal
vez, gritaron los
independencia; pues que no esperamos
queremos
cuartel;
pues
la
guerra nos ha de con-
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 119 sumir en sus abismos, perezcan antes los que insultarían á nuestras familias y triunfarían
desastre. Sí, la Historia
duelo;
con nuestro
debe confesarlo, vestida de
hubo también una premeditación
fría, siste-
mática, que centuplica el horror de los aconteci-
mientos, harto horribles en
sí:
hubo un plan seguido
invariablemente, sin alternativas de piedad, exacer-
vado por subalternos los
que no escapó de
crueles, y
abismos profundos de almas ulceradas...
XVIII
Nosotros preferimos aquí que soluciones de
la
época
de Bolívar á Caracas,
los decretos
la pinten. el
Desde
y re-
entrada
la
año de 13, impuso un do-
nativo voluntario, á que siguió otro forzoso.
una ley después que obligaba á todos viesen
los
Díó
que tu-
una tienda, una labranza, una propiedad
cualquiera, á contribuir á la pre y paga del soldado,
conminando con quinientos pesos de multa
al
in-
fractor, y facultando á las autoridades militares para
embargar y rematar ley,
los bienes
de
los
morosos. Otra
en Noviembre del mismo año, para que, sin per-
juicio
de
la anterior, los
tercera parte
hacendados destinasen
la
de sus esclavitudes á sembrar maíz,
arroz y otros frutos menores, para que no faltasen víveres para la guerra.
En Enero
del año 14 un de-
creto prohibiendo á todo ciudadano el uso
de
los
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
120
pesos fuertes y ordenando presentarlos en
de Moneda, para ser
la
Casa
cambiados por macuquina
allí
ó papel. El 25 de este mes y año Bolívar declara
que toda propiedad pertenece
al
En 18 de Diciembre de 1813
"Ha
á Ribas:
Gaspar Ascanio multa, y
de no
armas.
que
Bolívar había dicho
tenido á bien disponer
bertador que impongfa U. S.
las
Estado.
la
al
el g^eneral
Li-
español procurador
cantidad de diez mil pesos de
verificarlo, lo
haga U.
También ha acordado
exija U. S. igual multa
el
S. pasar
por
mismo general
de diez mil pesos á don
misma pena;
y,
propia cantidad
la
Francisco Antonio Carrasco, bajo
por último, deberá exhibir
la
viuda de D. Manuel Rodríguez
la
(alias
Puerto Escon-
dido), entendiéndose con su padre D. Lorenzo Sosa
para que inmediatamente los entregue, y de lo contrario apremiará á éste rigurosamente."
Hemos
citado los decretos del 17 de Septiembre
y 15 de Octubre del año de 13. Después de rrota
la
de-
de Barquisimeto, Bolívar ordenó á Ribas por
primera vez desde Caramacate que fusilara á iodos los europeos y canarios, tos
hombres hubiese en
y que la
hiciese
marchar cuan-
ciudad de Caracas, con
especialidad los jóvenes estudiantes. Ribas eludió las
órdenes de muerte, pero llevó á cabo con
que se
midable impaciencia
la
diantes... Ellos serían
hoy
blica; y
el
refería á los estu-
ornamento de
empaparon con su sangre
Vigirima y
las calles
Ocumare. Para
el
for-
de La Victoria y
la
Repú-
los
cerros de
los
campos de
6 de Marzo de 1814, de ochenta
BIOGRAFÍA DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS 121 y cinco seminaristas habían quedado
seis;
quedaba uno solamente. En vano levantó
en Julio
la
voz el
doctor José Antonio Pérez, provisor y vicario general
Ribas se envolvió en su amenazador
(1).
si-
lencio.
Una
muy
tarde
fría
del
"Con fecha de ayer
(1)
el
mes de Febrero, con
lan-
señor gobernador ha oficiado al
rector del Seminario Tridentino, á
fin
de que presente los indi-
viduos de su comunidad, para que hagan servicio en los pun-
más
tos de
confianza, ínterin se forma el batallón que
debe
guarnecer esta ciudad. El rector, que no puede resolver en nin-
gún negocio grave de Seminario, me ha dado parte inmediatamente, y con su aviso me he acercado al dicho señor gobernador militar, para exponerle los inconvenientes que hay para cumplir su providencia, y sin
orden de V.
portante
la
E.,
me ha asegurado que no la variará No estimo menos im-
á quien debo ocurrir.
conservación del Seminario
al
Estado, que
lo
es á
y así lo ha creído, sin duda, V. E. y los demás jefes que nos han gobernado en estos últimos tiempos, cuando en los
la Iglesia;
mayores apuros de la República han puesto á los seminaristas fuera de todas las providencias. Por lo tanto, no es extraño que yo me interese en su conservación y estabilidad. No creo
debo emitir contra cesar
el
el
el
rumor
perjudicial
que
los
enemigos propagarían
viesen cerrar las puertas del Seminario, y golpe de las campanas que anuncian ios actos de co-
sistema
munidad y
si
estudio.
Además, sus individuos no son más que
y no todos son útiles para el servicio que desea el señor gobernador militar, y que no podría llenarse con tan pequeño
seis,
número. Por
lo cual sería
minario que
el
mayor
el
mal de
la disolución del
Se-
provecho de su servicio. Por último, excelentí-
simo señor, para hacer militar á los pocos colegiales del Seminario,
es necesario resolverse á vestirlos con ropas seculares,
de que ellos carecen, y de que no pueden proveerse, por su mucha pobreza y falta de recursos. De otra suerte sería preciso ponerlos en ridículo, habiendo de concurrir con las ropas interiores
que usan en
el
Seminario y que componen su vestido
clerical."
El siguiente documento instruirá,
sobre
el
más que ninguna
carácter de la justicia española.
otra cosa,
122
JUAN VICENTE GONZÁLEZ
zas en
mano, pobres niños de veinte años,
la
de doce no pocos, desMlaban á
yor,
Ribas y otros
ral
brero y
oficiales.
chupa
la
el
vista del
Llevaban algunos
ma-
gene-
som
el
clerical; al dejar otros el hábito,
habían quedado mal traídos y en camisa. Madres lloraban á su alrededor, mientras los desgraciados
niños tomaban un aire marcial y aparentaban resolución y valor.
una
silla
De
pronto se presenta en
de mano, de donde
ciano, que se dirigió á Ribas