Gita Govinda

Alguna mujer joven, de exquisitos encantos, con él está gozando. Quisiera empezar este ensayo con una pregunta: ¿por qué

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Alguna mujer joven, de exquisitos encantos, con él está gozando. Quisiera empezar este ensayo con una pregunta: ¿por qué son necesarias las relaciones sentimentales, amorosas, o emocionales para la mayoría de los seres humanos?. Si bien todos podemos tener nuestra propia respuesta, este tema siempre es subjetivo y hasta confuso para todos, lo cierto es que la gran mayoría de nosotros deseamos (aunque no siempre concientes de hacerlo), con tener una relación afectiva con alguien más. En muchas ocasiones iniciamos una relación amorosa sin tener claro lo que buscamos, basados en el atractivo físico, en la seducción, el la popularidad, en el estilo, en lo deseable que se ve otra persona o como solemos decir: ”en lo rico(a) que esta”, en lo sexual y en otros tantos aspectos superficiales, que no nos permiten mirar a las personas tal como son. Los intereses tampoco son claros. Buscamos una satisfacción propia, pero ¿qué tipo de satisfacción?. Queremos estar con alguien que nos haga sentirnos de cierta forma, sin entender bien de que forma; esperamos recibir algo que no tenemos, algo que dentro de nosotros nos hace falta, pero que no sabemos que es y muchas veces sin que nos pidan nada a cambio. Otras veces solo buscamos una satisfacción física, erótica, alguien atractivo (pues además somos exigentes y selectivos) que nos haga sentir igualmente atractivos y que nos brinde placer; sin embargo a pesar de intentar no mezclar nuestros sentimientos en este tipo de relaciones, siempre alguien termina lastimado. Mientras en una relación se busca el bienestar individual, es difícil no lastimar a la pareja con quien se está; al mismo tiempo la relación se deteriora, se inestabiliza y surgen las discusiones, las diferencias, los otros aspectos de la persona que no nos interesan y nuestros propios defectos que no queríamos dar a conocer. Cuando esto ocurre en una relación es probable que esta no nos satisfaga de la manera que deseamos y si no somos conscientes de esto, posiblemente podemos vernos tentados a la infidelidad, ya que de este modo nuestro bienestar individual, nuestra satisfacción personal a nivel físico y superficial pueden ser satisfechos (lo cual era lo que se buscaba al inicio de la relación). Con la infidelidad muchas veces queremos llenar un vacío que nos está dejando la relación amorosa en la que nos encontramos, solventar nuestra necesidad de placer físico, brindarnos a nosotros mismos lo que nos hace falta. No suele considerarse la posición de la persona que está siendo engañada, ni de la que

está siendo utilizada para tal fin. Otra manera en que utilizamos la infidelidad, es como un reto, un desafío, el cual debemos superar, para alimentar nuestro ego; el sentirnos capaces de engañar a otra persona y al mismo tiempo obtener placer sexual nos atrae y nos proporciona una sensación de superioridad. De esta misma manera, la infidelidad se concibe también como una venganza, haciéndonos sentir mejor que a la persona que se lastima. El machismo no ha sido completamente erradicado de nuestra sociedad y la infidelidad aún continua viéndose como “cosa de hombres”, a pesar de la gran cantidad de mujeres que disfrutan de engañar a su pareja. Aún se cree que para los varones el ser infieles es un triunfo, un trofeo y que la herida es siempre una mujer, y si es en caso contrario, para nosotras el ser promiscuas o adúlteras es una vergüenza, un pecado. En el poema del “Gita Govinda” las relaciones amorosas basadas en lo sexual y en el atractivo físico y la infidelidad están a flor de piel. Este poema nos da un claro ejemplo de las emociones sufridas de una mujer sumamente apasionada por su amado, el cual se empeña en causarle los más exagerados celos con su infidelidad y su “amor promiscuo”. Radha nos muestra con su figura de mujer enamorada, el dolor, la angustia, “(…) el estío interminable para la que está separada de su amante”, el odio, el rencor, y los sentimientos paradójicos a los que como seres humanos, nos vemos expuestos al ser víctima de la infidelidad de nuestra pareja amorosa. Se refleja también a la mujer como el objeto de pecado, su sexo marcado por el deseo masculino, o como la mujer siempre sufrida, y que siempre ciega por su amor, perdona aparentemente todo engaño. Por otra parte, Krishna, es el amante irresistible, el hombre de excelentes proporciones, de atractivo fatal, que exhibe las marcas de sus infidelidad, como trofeo de sus conquistas “Ostentando los rasguños, que en el combate del amor sus hermosas uñas te infligieran(…)”, a quien debe perdonársele todos sus engaños sin titubear, pues de lo contrario no le faltará quien lo consuele. Si bien no notamos o no queremos aceptar, como la infidelidad de nuestra pareja deteriora y destruye una relación amorosa, es fácil obsesionarnos con esa persona y más por testarudez que por amor, solemos perdonar que nos haya sido infiel, para evitar de este modo, que nos abandone y sentirnos solos de nuevo. Pero, ¿es el perdón verdadero cuando la herida aún duele?. Radha le reprocha a Krishna su engaño, le pide que se vaya con la mujer con quien este le fue infiel, y le expresa que más que dolor, este le causa vergüenza. Luego continua sufriendo el desconsuelo, atormentada por el deseo que la obsesiona. Mismo

deseo, misma obsesión, que la lleva luego a dejarse envolver nuevamente por los encantos eróticos de Krishna. Quizás podemos preguntarnos también ¿hasta que punto las heridas pueden ser curadas por el deseo, o por el amor?. Lo cierto es que aún sin ser expertos en el campo de las relaciones sexuales, eróticas, amorosas o sentimentales, la mayoría de los seres humanos insistimos en no vivir tranquilos sin una pareja y al contrario de lo que nos sugiere la sociedad, buscamos satisfacer nuestra sexualidad y nuestro sentimentalismo con la compañía de otro ser humano.