Genocidio de Ruanda

Genocidio de Ruanda Historia Mundial Siglo XX Docente: Silvia Fernández Alumna: Lucía Vettese Fecha: 22/09/2015 Conten

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Genocidio de Ruanda Historia Mundial Siglo XX Docente: Silvia Fernández Alumna: Lucía Vettese Fecha: 22/09/2015

Contenido Antecedentes del conflicto............................................................................. 2 Genocidio ruandés......................................................................................... 7 Participación internacional............................................................................. 9 Conclusión.................................................................................................... 11 Páginas web consultadas............................................................................. 12

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“«La muerte del presidente enciende el terror y las matanzas tribales en Ruanda», titulaba ABC el 8 de abril de 1994, dos días después de que el avión en el que viajaba Juvénal Habyarimana (presidente de Ruanda) junto a su homólogo de Burundi, fuese alcanzado por un misil en pleno vuelo. Con este magnicidio daba comienzo, hace 21 años, uno los episodios más aberrantes, sanguinarios y atroces de la historia reciente: el genocidio de Ruanda” ABC Internacional

Antecedentes del conflicto Historia de Ruanda Según Jesús Sordo Medina, escritor del libro “El Genocidio de Ruanda”, la historia antigua de las poblaciones de Ruanda es difusa, en tanto que algunas etnias han apelado a historias míticas y leyendas generacionales para justificar su legitimidad. Lo que sabemos a raíz de estudios antropológicos y etnográficos es que entre los siglos XII y XIII, los ganaderos tutsis comenzaron a habitar las zonas del sur del territorio, en búsqueda de tierras para sus ganados. En Ruanda, hacía ya un siglo que los hutus, que eran agricultores, convivían pacíficamente con la población indígena originaria, llamados twas, de origen cazador. Los porcentajes de la población quedaron delimitados de la siguiente manera: una gran mayoría hutu (85%), una minoría tutsi (16%) y el 1% de twas. Durante siglos, la convivencia entre estos tres grupos, y más particularmente entre los hutus y tutsis, fue equilibrada y pacífica, estableciéndose un intercambio de costumbres y creencias. Se piensa que las diferencias entre hutus y tutsis, en realidad, no eran étnicas, sino económicas y de clase, ya que étnica y racialmente no existían divergencias importantes; en un primer momento puede decirse que existía una leve diferencia en cuanto a la estatura,

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pero esta fue difuminándose con el pasar del tiempo y los intercambios que se produjeron entre ellos. Si bien los tutsis eran la minoría, establecieron una preponderancia sobre las otras clases. Aunque existían algunas contradicciones, la movilidad social era bastante flexible y, de acuerdo a la riqueza, los integrantes podían ascender o descender a uno u otro grupo. Si bien el pertenecer a uno u otro estamento definía el estatus social, un hutu, por ejemplo, podía ascender de clase si poseía las suficientes propiedades. Lo mismo con un tutsi que perdía parte de su riqueza y descendía a la categoría de hutu. Ya en el siglo XVI, los tutsis habían avanzado en su conformación de una monarquía feudal. Como mencionamos antes, justificaban su dominio en lo divino y creían ser los más capaces para dominar a los demás grupos. Así es como sometieron a los hutus y twas (en iguales condiciones) a una especie de relación de “vasallaje”. Los hutus, descontentos por su condición de “súbditos” y, además, por estar a la misma altura que los indígenas twas, respondieron las más de las veces con revueltas a lo largo del territorio ruandés. Las campañas tutsis para callar estas revueltas dieron fin a la oposición hutu, y promovieron la pervivencia del sistema clasista, con los tutsis a la cabeza, que fue reforzado con la ayuda occidental en el siglo XX. En el siglo XIX, los tutsis ya tenían consolidada su estructura clasista y habían reforzado su dominio. El autor de “El Genocidio de Ruanda” propone ya no llamarlas etnias, sino más bien castas, porque no existían diferencias raciales o de credo entre ellas, sin embargo la estructura militar que conformaron los tutsis, excluía directamente a los hutus, sin posibilidades de ascenso alguno. Los tutsis dividían el territorio en provincias o distritos. Estos tenían sus propias jefaturas lideradas por magistrados tutsis designados por el rey. Estos se encargaban del cobro de impuestos, la prestación de servicios y de la seguridad. La mayoría hutu aportaba el trabajo. A finales del siglo XIX, el reparto de África entre las mayores potencias mundiales hizo que Ruanda quede en dominio de Alemania, junto con otras regiones de los Grandes Lagos, que formaron parte de África Oriental Alemana. Sin embargo, la presencia alemana en esta zona fue mínima. Luego de la 3

Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles y su imposición de “castigos” a Alemania, dividió el África Oriental Alemana. La mayor parte pasó a manos de Gran Bretaña, conocida con el nombre de Tanganica. La parte más occidental correspondió a Bélgica, conocida como Territorios Belgas Ocupados del África Oriental. En 1924 se convirtieron en Ruanda-Urundi, cuando la Sociedad de Naciones emitió un mandato formal que garantizaba el control total de la zona por parte de Bélgica. La presencia belga en el territorio fue mucho mayor que la alemana, especialmente en Ruanda. A pesar de que, según las reglas del mandato, Bélgica tenía que contribuir al desarrollo de los territorios y prepararlos para la independencia, los belgas explotaron económicamente el territorio, obteniendo beneficios para la metrópoli. El cultivo de café fue una de las actividades económicas principales. Para sus beneficios, los belgas introdujeron una estructura de poder indígena que consistía en reforzar el gobierno de los tutsis por encima de la gran mayoría hutu. Es así que la ira y el sentimiento de explotación no se dirigió a la distante Corona belga, como solía suceder con otras potencias, sino a los propios tutsis. La mayor intervención socio-económica y étnica de los belgas en Ruanda se produjo en 1933, cuando la administración colonial elaboró un censo poblacional e impuso los famosos «carnets étnicos», que diferenciaban a hutus, tutsis y twas en función de unas supuestas diferencias físicas. Esta iniciativa, serviría a los hutus radicales durante el genocidio para identificar a cada uno de los tutsis residentes en Ruanda, fortaleciendo así la eficacia de las masacres. En el momento en que los belgas percibieron que los tutsis adquirían un poder desmesurado, cambiaron de comportamiento, reivindicando a los hutus, otorgándole ciertos beneficios y promoviendo la creación de partidos sobre bases étnicas, con lo cual se intensificaron aún más las históricas tensiones. Algunos de estos partidos eran la Unión Nacional Ruandesa (UNR), de tendencia antihutu, la Unión Democrática Ruandesa (RADER), el Partido del Movimiento de Emancipación Hutu (Parmehutu) y la Avocación para la Promoción Social de las Masas (Aprosoma) de orientación antitutsi.

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En 1958, un grupo de intelectuales hutus redactan un manifiesto en el que reclaman un cambio social, en el que hutus y tutsis deben unirse en fraternidad para la mejor distribución de la riqueza. Ante esto, la monarquía tutsi responde negativamente, descalificando a los hutus y reafirmando su posición de siervos. A partir de aquí, los hutus se organizan y comienzan a rebelarse para socavar el poderío de los tutsis. Un incidente en noviembre de 1959 desencadena violentas revueltas hutus por todo el territorio, en las que quemaban propiedades y asesinaban civiles tutsis. Los gobernantes tutsis respondieron con represión a través de las milicias, lo que hizo encender aún más el movimiento revolucionario. La llamada “Revolución campesina hutu” provocó una ola de violencia incontenible, por lo que intervino la ONU, redactando un referéndum para la continuidad de la monarquía tutsi. El resultado fue el 80% por la no continuidad de la monarquía tutsi, lo que provocó el exilio de miles de partidarios monárquicos tutsis hacia países vecinos, especialmente a Uganda. Los más jóvenes de estos exiliados serían los que conformarían luego el Frente Patriótico Ruandés, que tendría un papel destacado en la guerra civil de 1994. Los tutsis y belgas debieron aceptar la República de Ruanda, aunque la independencia no fue reconocida internacionalmente hasta 1972. El poder fue conferido a los hutus, y el primer presidente de la República de Ruanda fue Kayibanda, de origen hutu. Durante la presidencia del hutu Kayibanda, los índices sociales y económicos eran

esperanzadores y

parecía

que

hutus y tutsis

podían

convivir

pacíficamente. Pero esto no duró mucho y los exiliados tutsis partidarios de la monarquía comenzaron a lanzar ataques desde el exterior, propagando el miedo, aunque no tuvieron mucho éxito. La población apeló al presidente a deshacerse definitivamente de los tutsis, pero éste respondió con una actitud de indecisión; sumado esto a sospechas de corrupción en el gobierno, dio lugar a que en 1973, un golpe de estado dejara como presidente de facto al hutu Habyarimana. El gobierno de Habyarimana se desarrolló con normalidad hasta la mitad de los años ’80. Si bien realizó una buena gestión política, las tensiones entre hutus y 5

tutsis se mantuvieron, y el FPR, desde el exilio, realizaba ataques constantes a los hutus en Ruanda. A partir de la segunda mitad de la década del ’80, los grupos del FPR se internaron en las colinas ruandesas clandestinamente, construyendo brigadas secretas y reclutando jóvenes tutsis para formarlos militar e ideológicamente. A estos factores se agregan algunos externos, como la crisis económica más intensa que vivió Ruanda, a raíz del descenso del precio del café en el mercado mundial. Éste decreció un 50%, reduciendo considerablemente las ganancias de Ruanda. Además, las tensiones de clase provocaron un aumento en el gasto militar en detrimento de los servicios públicos. Todo esto confluyó en la guerra civil de la década de los ’90.

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Genocidio ruandés En 1990, el FPR comienza nuevamente a lanzar ataques contra el gobierno hutu, incursiones armadas que cesaron por tres años, con la firma del tratado de paz de Arusha, el que proponía un gobierno de transición y la coexistencia pacífica de hutus y tutsis. Pero esto no podía durar. En 1992 el gobierno hutu de Habyarimana comenzó a reprimir a la población tutsi, basado en una justificación racial, y volvió a hacer uso de los “carnets étnicos” introducidos por los belgas, para coartar a los tutsis. También creó listas de tutsis que debían ser vigiladas. Esto ayudó luego en el genocidio a identificar a las personas más fácilmente. Ruanda se vio envuelta en un conflicto constante y el 6 de abril de 1994, el atentado contra el avión en el que viajaba el presidente hutu de Ruanda y el presidente de Burundi, disparó una ola de masacres y violencia nunca antes vista en la historia de Ruanda. No se pudo determinar bien quién fue el emisario del ataque, aunque es muy probable que hayan sido integrantes del FPR. A partir de este hecho, los hutus se dividieron en radicales y moderados, estos últimos partidarios del diálogo y la conciliación. Pero los radicales, que eran la mayoría, adoptaron una especie de “solución final”, basada en el exterminio completo de los tutsis. Al día siguiente de la muerte del presidente, fue asesinada la ministra Agathe Uwlingiyimana y sus agentes de seguridad. Aunque la defensa militar del FPR comenzó de inmediato, los hutus radicales tomaron el poder y se desató la ola de violencia más sanguinaria y dolorosa del país. El papel de los medios de comunicación fue determinante. El 7 de abril la “Radio de las mil colinas” lanzaba proclamas de exterminio a las “cucarachas tutsis” y promovía la propaganda xenófoba y racista contra los tutsis. Invitaba al asesinato en masa y proponía las torturas más terribles como método, desde violaciones a mujeres hasta asesinato de niños. Es importante subrayar que el desarrollo de los periódicos y diarios era escaso, y que el papel de la radio era

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preponderante, lo que exacerbó la violencia. Algunos de los que participaban en las transmisiones hoy cumplen cadena perpetua. Según Jesús Medina, el genocidio no se llevó a cabo por la totalidad de la población hutu contra la totalidad de la población tutsi. En realidad, fue una falange militar la que llevó a cabo los asesinatos masivos contra los tutsis, opositores al gobierno hutu e integrantes del FPR. Los tutsis respondieron a través del FPR, que también conformaba un sector de la población. Por esto, debe decirse que el conflicto no solo era de carácter étnico (por unas tensiones históricas) sino también político. Según un artículo del ABC Internacional, se estima que los muertos fueron de 800.000 en solo cinco meses, y además, hubo cerca de dos millones de refugiados tutsis y hutus moderados hacia países vecinos. Se calcula que el 80% de la población tutsi fue masacrada y exterminada. Los métodos de torturas fueron de los más terribles, desde relaciones sexuales con mujeres enfermas de SIDA, ejecuciones de niños y bebés, extremidades amputadas, hasta personas quemadas vivas. La defensiva del FPR fue también reprimir y asesinar masivamente a los hutus, provocando el exilio de la mayoría. Ruanda quedó despoblada, en medio de la desolación y el caos. Los hutus huyeron mayormente a Zaire (actual Congo) y los ataques contra éstos desde Ruanda, provocaron las guerras del Congo. Las matanzas no cesaron hasta fines de 1994, cuando el FPR se hizo con el control total del país, aunque algunos afirmaron que el conflicto se extendió por más tiempo, haciendo referencia a las brigadas secretas que seguían operando en las colinas. Desde ese momento hasta la actualidad, los presidentes han sido de origen tutsi. Es interesante comentar que el actual presidente de Ruanda, Paul Kagame, es uno de los fundadores del FPR que participó en el genocidio ruandés, pero él hace referencia a sí mismo simplemente como ruandés, no como tutsi. La mayoría de los miembros del gobierno de Uganda son tutsis que crecieron en Uganda.

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Es importante agregar que hasta la actualidad, los juicios por delitos de lesa humanidad se realizan constantemente en Ruanda y se han condenado a miles de participantes en el genocidio.

Participación internacional Papel de las potencias Todas las fuentes consultadas coinciden en que la intervención de los demás países en el genocidio fue bastante incompleta. En realidad, en Occidente parecía que el conflicto en Ruanda no existía, ni siquiera en los medios de comunicación mundiales, omitiendo la intervención de Alemania y más específicamente Bélgica durante los primeros antecedentes del conflicto. Con respecto a Estados Unidos y la ONU, el gobierno norteamericano nunca quiso participar ni intervenir en el genocidio ruandés. Ni siquiera utilizaba en su discurso la palabra “genocidio” para describir lo que estaba pasando en Ruanda. Se piensa que existían diferencias en cuanto a las opiniones del secretario general de la ONU y el gobierno de Estados Unidos, interesado en influir en la zona y controlar los yacimientos de oro y diamantes, por los cuales rivalizaba con Francia. A partir de los hechos ocurridos desde 1992, la ONU decidió enviar una Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR) con el objetivo de hacer cumplir el tratado firmado en Arusha y pacificar las tensiones entre el gobierno hutu y el FPR. Si bien tuvo cierta eficacia, las históricas tensiones resurgieron, y cuando más violentas se hicieron, la participación internacional fue menos efectiva. Además, mencionaremos la “Operación turquesa”, un intento de Francia de enviar una intervención humanitaria a Ruanda, que tenía como objetivo poner fin a la guerra civil y restablecer el gobierno hutu. Pero esta tampoco tuvo resultados ya que la guerra civil no terminó y desencadenó en el genocidio más violento de la historia del país. Se cree también que la rivalidad entre hutus y tutsis fue una rivalidad también de Francia y Estados Unidos, los cuales estaban interesados en la zona y se

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supone que financiaban guerrillas de uno u otro grupo. Pero esto no está realmente comprobado. En fin, las fuentes coinciden en que la intervención internacional fue pobre e ineficaz, que las potencias involucradas hicieron las más de las veces oídos sordos a lo que ocurría en Ruanda y hasta el propio Kagame (actual presidente de Ruanda) fue muy crítico con la ONU, aludiendo que una intervención más eficaz podría haber evitado años de conflictos atroces para la población ruandesa.

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Conclusión Resultan interesantes dos aspectos del aberrante genocidio ruandés: por un lado, la crueldad y la incapacidad de resolver tensiones de antaño de forma pacífica. Por otro, la actitud de “pasividad” adoptada por las principales potencias mundiales frente a lo que ocurría en Ruanda. “Caos, desolación y muerte” se titula el testimonio de una periodista, visitante de Ruanda en 1994, que nos cuenta que los “tutsis matan a cualquier hutu que se les cruce, ya no hacen diferencia entre moderados o radicales”. Es increíble leer sobre las torturas, la cantidad de víctimas, el gigantesco número de refugiados; pero además saber que no existían diferencias raciales o étnicas que justificaran tales atrocidades. Es una contradicción que, lamentablemente, llevó a un genocidio sanguinario y desolador. Parece interesante también encontrarse con que las potencias, que mucho tenían a su alcance, se plegaron hacia una postura de pasividad y casi indiferencia. Y hasta los medios de comunicación occidentales parecían desconocer la masacre ruandesa. Resulta interesante también que los medios de comunicación ruandeses hayan exacerbado tanto la violencia y la xenofobia, aumentando el grado de terror en todos los ámbitos. Las dos caras de una misma moneda. Lamentablemente, los conflictos de esta índole son moneda corriente en todo el mundo, y particularmente en África. Podemos rastrear los antecedentes y tratar de comprender los hechos, pero el grado de intolerancia es constante hasta nuestros días. Desde diferencias religiosas, étnicas, raciales, de nacionalidad, todas hacen que la humanidad se coloque en posturas intransigentes y a lo único que conllevan es a constantes conflictos, los que no permiten la unión y la disolución de diferencias que no tienen ninguna importancia, o al menos, no deberían dividirnos como lo hacen.

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Páginas web consultadas -

http://www.apuntesdehistoria.tk/genocidio-de-ruanda-hutus-y-tutsis/ http://www.homohominisacrares.net/sec/historia/rwanda/mision-

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unamir.php http://www.cinu.org.mx/especiales/2008/rwanda/rwanda_historia.html http://www.eurochannel.com/es/Operacion-Turquesa.html http://www.un.org/es/peacekeeping/missions/past/unamir/participa.htm http://www.elmundo.es/internacional/2014/04/06/533e68fc22601d7a1b8b

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456a.html http://www.abc.es/internacional/20140405/abci-genocidio-ruanda-hutus-

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tutsis-201404041327.html https://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Kagame#Invasiones_y_genocidio_de_ Ruanda

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