Funciones de Los Dignatarios de La Logia

FUNCIONES DE LOS DIGNATARIOS DE LA LOGIA VENERABLE MAESTRO Es la Primera Luz del Taller y su Presidente. Se sienta en el

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FUNCIONES DE LOS DIGNATARIOS DE LA LOGIA VENERABLE MAESTRO Es la Primera Luz del Taller y su Presidente. Se sienta en el Trono de Salomón, en el Oriente, y dirige todos los trabajos de la logia. Es la máxima autoridad y su poder es absoluto en la logia. En algunos países se lo denomina Presidente de las Logias Simbólicas; los ingleses le denominan Master; en Alemania se llama Maestro de Silla. Pero ya se titule venerable, ya sea que se le llame Maestro, el primer mallete o sea la Presidencia es, por lo general, el principal objetivo hacia el que convergen todas las miradas y todas las ambiciones de los miembros de una logia “aspiración noble y ambición loable dice un escritor, cuando se inspira en la lealtad y el amor, el bienestar y progreso de una logia”. Es el conductor del ritual de todos los trabajos y es el único que puede hacer uso de la palabra permaneciendo sentado, salvo el Gran Maestro o su representante. El Venerable Maestro es elegido por mayoría entre los miembros del taller, y para ocupar esa función por lo general debe reunir estas condiciones: Ser miembro regular de ella, por lo menos desde tres años antes de la fecha de la elección. Tener una antigüedad mínima de tres años en el tercer grado y haber desempeñado con carácter titular durante su gestión el cargo de Vigilante, Orador o Secretario. No haber incurrido en irregularidades ni sufrido sentencia ejecutoriada del Tribunal del Honor masónico. Todo esto, naturalmente, además de ser un hombre capaz de dirigir a sus hermanos jamás debe olvidar que se debe por entero a su logia que le ha honrado con sus votos, otorgándole su representación y toda su confianza. En la logia solo debe ver a hermanos, a quienes tratar por igual con amor y fraternidad, y no ver en ellos a amigos ni enemigos. El es el padre espiritual de sus hermanos y mientras no venga un veredicto a alterar esta situación, debe tratar a todos los hermanos por igual. “Parco en la censura y prudente en las alabanzas, ha de procurar que su imparcialidad nunca pueda ser puesta, ni por un solo instante en tela de juicio”.[1] Deberes Convocar y presidir sesiones. Iniciar a profanos en los misterios de la masonería simbólica, afiliará, conferirá grados hasta el tercero inclusive. Velar por la conservación de la Carta Constitutiva y la Constitución, Estatutos, Reglamentos y Rituales expedido por Gran Logia.

Resumir las discusiones, fijar las proposiciones que deben someterse a votación, pero evitando siempre influir sobre la opinión de los miembros de la logia y proclamar el resultado de las votaciones. Velar por el cumplimiento de las disposiciones de Gran Logia, del Gran Maestro y de los acuerdos del Taller. Conceder la palabra y retirarla cuando hubiere motivo para ello. Decidir en caso de empate, salvo en elecciones y juicios. Mantener orden a las discusiones y suspenderlas cuando la actitud y la personalidad hayan reemplazado a la moderación. Hacer cubrir el templo a cualquier hermano si lo desobedeciera reiteradamente. Designar a los hermanos que deben desempeñar cargos vacantes y nombrar los adjuntos cuando fueren necesarios. Nombrar las Comisiones y designar al hermano que debe presidirlas. Imponer las penas que establece la Constitución y los Estatutos. Firmar las actas y la correspondencia de la Logia y poner su visto bueno a todo libramiento contra el Tesorero. Examinar mensualmente los libros que deben llevar los hermanos Secretario y tesorero y los de éste pasarlos a la respectiva comisión. Dar las necesarias facilidades para que los hermanos Inspectores de la Gran Logia puedan examinar los trabajos, libros de Secretaría y tesorería de la logia. Velar e imponerse de la conducta profana de los miembros del Taller, exigiendo de ellos la más absoluta moralidad y perfecta honradez, impedir las intrigas y cuidar porque reine la paz y la armonía entre los miembros de la logia. Acudir al Gran Maestro en consulta y dar a éste y a los Inspectores los informes que le pidieren. Promover discusiones sobre materias que puedan ser de interés general para la Orden, con sólo el objeto de hacer presente al Gran Maestro su resultado por vía de indicación, y siempre que de la discusión habida en la logia resultare la conveniente de la medida discutida. Promover estudios y conferencias sobre el simbolismo de los grados de la masonería y sobre aquellas materias que puedan ser de provecho e ilustración para los miembros. Presentará anualmente a la Gran Maestría un informe detallado de los trabajos efectuados por la logia durante el período de su cargo.

Los Venerables Maestros han de cuidar de que la Biblia -la Masonería es laica. Si bien la Biblia preside la mayoría de los Templos Masónicos entre otros elementos simbólicos, su sentido apunta más a la Sabiduría que a la religión, a la que respeta y acepta en todas sus manifestaciones, tanto cristianas como orientales, pero no las adopta como propias. Nuestra invocación al Gran Arquitecto del Universo las abarca a todas ellas. La interpretación es personal, como corresponde a librepensadores, agnósticos y ateos tienen la misma dignidad entre nosotros- sea abierta en sus Talleres; y, conforme al grado en que se verifica la tenida, en la siguiente forma: Para el Grado de Aprendiz en el libro de los “Salmos”, versículo 133, que expresa: “Mirad cuan bueno y agradable es…” Para el Grado de Compañero, en el libro “Amos” capítulo VII, página 8, que dice: “Pondré una plomada…” Para el Grado de Maestro, en el Eclesiastés”, capítulo XII que se lee: “Recuerda ahora a tu Creador…” Su principal cuidado que el Venerable Maestro debe observar el estudiar el carácter de sus hermanos para contener prudentemente a unos, estimular a otros y establecer el justo equilibrio que convenga conservar para la vida y el movimiento del taller. Siempre vigilante y dueño de sí, siempre previsor y prudente, se ha de procurar adivinar con su mirada sagaz la intención y el objeto que guíen a los hermanos en el curso de las discusiones, siempre pronto para acudir al reparo de cualquier incidente, desagradable que pudiera surgir de los debates.[2] El Venerable Maestro es únicamente un Maestro elegido entre los hermanos masones que conforman la logia, como miembros dotados de pleno goce, de la calidad y de los derechos masónicos, y gobierna la logia con la autoridad que éstos le han reconocido y delegado. El Venerable Maestro entre los Maestros, es decir, entre los que son más que los demás, es simplemente el primero entre sus iguales. Por eso, “No puede ni debe ser Venerable Maestro, el Maestro envidioso, el apasionado, el rencoroso, el intrigante”.[3] Para gobernar nuestras logias se necesita tener la aptitud del pastor, saber guiar y no caer en una autocracia ignorante, o en una opresión intolerable, fruto de toda vana ambición. Siendo nuestra Orden espiritual, no debe ser un gobierno que ate, sino que liberte y que guíe e ilumine en el sendero de la iniciación individual, en la verdad y en la virtud.[4] Siendo el Venerable Maestro el padre o guía espiritual de su Logia, debe preocuparse también por el adelanto espiritual y el comportamiento moral de sus miembros. El Venerable Maestro en la ceremonia de iniciación debe entregar al recién iniciado los dos pares de guantes blancos y debe decir: “Ese par de guantes es para nuestro uso, y siempre deberéis tenerlos limpios porque jamás deben mancharse con la sangre de un hermano, o ensuciarse con las malas acciones, y en cualquier momento podemos pediros que los enseñéis. Y este otro par de guantes blancos es para vuestra esposa, y

jamás debe volver ni siquiera humedecido por las lágrimas de vuestra esposa o de vuestros hijos”. Y se agrega “Si cualquiera de estos dos pares de guantes blancos viene manchado, la Masonería será inflexible en el castigo”. Por lo tanto, el Venerable Maestro debe preocuparse para que los hermanos del taller tengan siempre sus dos pares de guantes limpios, y si notara una mancha, debe llamar al hermano y reflexionarlo sobre sus acciones, como un padre cariñoso reflexiona a sus hijos, para sacarlos del camino del mal y guiarlos en la senda de la virtud. La joya del Venerable Maestro es una escuadra, que simboliza que él por su recta conducta y por su elevado concepto de las cosas, debe ser el ejemplo de los demás. Simboliza también la ecuanimidad con que debe regir a todos los miembros del Taller. La escuadra constituye la norma de su conducta, la que debe observar siempre porque está sujeta a las reglas inviolables de la equidad, la razón y la justicia; solo así puede demostrar en cualquier momento que sabe propagar los sagrados principios de la libertad, del deber y del derecho, sancionados bajo los sanos preceptos de la moral más pura. Cuando el Venerable Maestro ingresa al templo estando abierto los trabajos, la Logia recibe de pie y al orden, y los hermanos Maestro de Ceremonia y Expertos lo conducen a su trono en el Oriente donde el hermano Maestro que está presidiendo accidentalmente le entrega el mallete para que dirija los trabajos. De igual manera cuando el Venerable Maestro debe cubrir el templo, designa al Primer Vigilante o al Segundo Vigilante o al Experto o en ausencia de estos, a un Ex Venerable Maestro o al Maestro de mayor edad civil, para que dirija los trabajos, y la logia lo despide de pie y al orden, y el Venerable Maestro se retira conducido por los hermanos Maestro de ceremonias Y expertos quienes lo acompañan hasta el Salón de Pasos Perdidos. [1] Diccionario Enciclopédico de la Masonería; Lorenzo Frau Abrines y Rosendo Arús Arderiu, México, 2006. [2] Diccionario Enciclopédico de la Masonería; Lorenzo Frau Abrines y Rosendo Arús Arderiu, México, 2006. [3] Guía del Maestro Masón; Luis Umbert Santos, México, 1988. [4] Manual del Maestro; Aldo Lavagnini, Buenos Aires, 1992

PAST VENERABLE MAESTRO Este nombre es propio del Venerable Maestro que deja sus funciones para cederlas al nuevo Venerable Maestro elegido por el Taller. Pero por extensión se da este nombre a todos los hermanos que han desempeñado la dignidad de Venerable Maestro durante alguna gestión. La labor del Past Venerable Maestro es guiar con sus consejos y su experiencia al nuevo Venerable Maestro en el gobierno de la logia. El Past Venerable Maestro se sienta en el Oriente a la izquierda del Venerable Maestro y para hacer uso de la palabra la pide directamente al Venerable Maestro y hace uso de la misma de pie y al orden. La joya del Past Venerable Maestro es una escuadra de la que pende el Libro de la Ley y simboliza la experiencia que ha adquirido y el conocimiento que debe tener de la Ley

Masónica y de los reglamentos Particulares del taller, lo que lo capacita para asesorar al Venerable Maestro en sus funciones. La joya del Past Venerable Maestro también es representada por una escuadra de la que pende, en vez del Libro de la Ley, el postulado Nº 47 del libro primero de Euclides, grabado sobre una plancha de plata suspendida dentro de un cuadrado. Este postulado es el conocido Teorema de Pitágoras y su simbolismo es que así como los arquitectos comprobarán la regularidad de una construcción valiéndose del triángulo rectángulo de proporción 3, 4, 5, así también el Past Venerable Maestro es el que vigila que todo esté dispuesto y en orden, juzgándolo todo según su criterio y experiencia. Cuando ingresa al Templo estando abierto los trabajos, la logia lo recibe de pie y al orden, y el Maestro de Ceremonias. Lo conduce a su puesto en el Oriente. En ausencia del Venerable Maestro solo un Past Venerable Maestro puede dirigir una iniciación o un aumento de salario o una exaltación. El Consejo del Past Venerables Maestros se debe reunir periódicamente o cuando sea necesario, para deliberar sobre la marcha del taller y dar los mejores consejos para su mejor funcionamiento, pero no pueden tomar ninguna decisión sobre el gobierno de la logia, ya que esta atribución pertenece a la Cámara del Medio. Se supone que los consejos de los Past Venerable Maestro a los hermanos del taller deben ser siempre llenos de sabiduría y de buenas intenciones, y para esto un Past Venerable Maestro debería estar siempre presente en las tenidas, ya que de otro modo difícilmente puede darse cuenta del desarrollo y de la marcha de su taller. Lamentablemente en casi todas las logias se observa que los Past Venerables Maestros no concurren a las tenidas, y solamente se presentan durante las elecciones de la oficialidad, sin tener así un juicio cabal sobre cuáles son los candidatos que convienen mejor para la dirección del taller. Es costumbre en casi todos los talleres que en su primer período el Past Venerable Maestro no sea elegido a ningún cargo en la oficialidad, no porque se considere deshonroso el hacerle ocupar un puesto inferior al de Venerable Maestro que acaba de dejar, sino porque se considera que son mucho más valiosos sus servicios sentado al lado del Venerable Maestro para aclararle cualquier hecho acaecido durante su gestión, y como un guía eficaz por su experiencia. Atribuciones 1. Instalar a su sucesor u otro Venerable Maestro mediante invitación recibida para el objeto. 2. Presidir la logia por ausencia del Venerable Maestro y siempre que no estuvieren presentes los Vigilantes. 3. Hacer iniciaciones y dirigir los ceremoniales en cualquier logia, previo acuerdo e invitación de ésta.

4. Presidir el Consejo de Asistencia Masónica y cooperar con el Hospitalario en todas las obras en que se encuentre empeñado el taller. 5. Servirá de defensor de oficio de los hermanos acusados ante el Tribunal de Honor de la logia. VIGILANTES Los vigilantes son los dos primeros oficiales que siguen en orden jerárquico al Venerable Maestro y le suceden en la Presidencia de la Logia durante sus ausencias. Este importante cargo es muy antiguo, pues con distintos nombres ya se lo conocía en los misterios de la antigüedad. Pero en el siglo IX, cuando los compañeros constructores alemanes se emanciparon del dominio de los monjes que dependían y se establecieron para trabajar por su cuenta propia, decidieron reunirse una vez al mes para tratar de asuntos importantes para el gremio y estas reuniones eran presididas por el compañero o director o Venerable Maestro del taller, a quien acompañaban y ayudaban dos contramaestres escogidos entre los compañeros más hábiles e inteligentes, con la misión de controlar y vigilar a los obreros congregados, velando por el orden y la compostura para que nada viniera a turbar el desarrollo de la reunión, y por esta razón se los llamo Vigilantes. El Primer Vigilante es la Segunda Luz del Taller y su primer Vicepresidente. Se sienta en la columna del Norte, cerca de Occidente y vigila la columna del Sur. Los hermanos y los compañeros que deseen hacer uso de la palabra la solicitarán por intermedio del Primer Vigilante. El es el encargado de dar instrucción a los compañeros y de interrogar en el examen para su exaltación. También se acostumbra a ser el encargado de contar el contenido del Tronco de Pobres o también llamado saco de Solidaridad corrido por el hermano Experto. El Segundo Vigilante es la Tercera Luz del Taller y su segundo Vicepresidente. Se sienta en la columna del Sur y vigila la columna del Norte. Los hermanos sentados en esta columna solicitarán la palabra por intermedio del segundo Vigilante. Él es el encargado de dar instrucción a los Aprendices y de interrogar en sus exámenes de aumento de salario. Funciones Son guardianes y conservadores del silencio y del orden en sus respectivas columnas. Los Vigilantes repiten y transmiten a quien corresponda las órdenes del venerable Maestro. Piden directamente la palabra al Venerable maestro por un golpe de mallete. En ausencia del venerable Maestro, el primer Vigilante lo reemplaza en sus funciones, y en ausencia del primero toca al Segundo Vigilante presidir los trabajos. Los Vigilantes ayudan al venerable Maestro en la administración de la Logia; cuidan de que cada uno de los oficiales desempeñen cumplidamente sus deberes, debiendo siempre hacerse obedecer en las órdenes que transmitan y den.

Deben instruir a los hermanos de sus columnas y ayudarlos cuando no pueden contestar libremente a las preguntas de instrucción. Su un hermano usare la palabra sin permiso, el Vigilante respectivo le impondrá silencio con un golpe de mallete, previniéndole que antes debe perdiera, y que solo el venerable Maestro tiene derecho a concederla. Los Hermanos Vigilantes no pueden dejar el sitial sin haber pedido al venerable maestro que los haga reemplazar, pero cuando los trabajos de la logia no permitieran llamar la atención al Venerable Maestro y fuera urgente la causa que motiva su salida, los Hermanos Vigilantes tiene derecho a proveer ellos mismos a su reemplazante. No pueden conceder permiso a los hermanos para salir del Templo. Únicamente el Venerable Maestro consentirá que salgan los hermanos. Los Hermanos Vigilantes solo podrán ser amonestados en Logia por el venerable Maestro en términos que no menoscaben la consideración y respeto debidos a su rango. Deben citar a los hermanos de sus columnas a Tenidas de Instrucción en las que se estudiarán: historia de la Masonería, el simbolismo y todo lo concerniente a la doctrina y filosofía del grado, debiendo informar mensualmente por escrito a la logia de sus actividades desarrolladas. La joya del Primer Vigilante es un nivel de albañil, que simboliza la equidad que ha de guardar en sus pareceres, y es el símbolo de la igualdad masónica, a la cual están sujetos los más encumbrados y poderosos personajes, lo mismo que el más humilde de los iniciados y que no se distinguen por otro título que el de hermanos. La joya del Segundo Vigilante es la perpendicular y recuerda a los Aprendices que deben esforzarse por superarse constantemente. Simboliza la rectitud que debe resplandecer en todos los actos y juicios de buen masón, y es también emblema de justicia y equidad que deben tener todos los fallos emanados de los tribunales Masónicos. Es costumbre en casi todas las logias que el Segundo Vigilante presida la Comisión de Justicia en su taller y el Primer Vigilante la de Cultura Masónica, Ritual y Simbolismo. Los Vigilantes manejan el mallete como símbolo de autoridad. Siempre que los Vigilantes estén en el pavimento, ya sea entre columnas o para formar la cadena de la unión, o en cualquier otra circunstancia, el Primer Vigilante debe estar al lado Sur, y el segundo Vigilante al lado Norte. El ORADOR Es el Fiscal del Taller y su Cuarta Luz. Se sienta en el Oriente y a la izquierda del trono del venerable Maestro y algo más abajo, de modo que queda a la cabeza de la columna Sur. So joya es un libro abierto que representa su papel de Fiscal del taller, guardián y conservador de la aplicación de la Constitución, reglamentos generales de la orden y de

los particulares del taller. Representa el heraldo de los antiguos misterios y simboliza a la palabra, o sea a la vida. El cargo de Orador es el más difícil y delicado de todos, y sus funciones superan en algunos casos las del mismo Venerable Maestro y a criterio de de Luís Umbert Santos en su Manual Ortodoxo del Orador Masón: “El Orador puede ser comparado hasta cierto punto con el Ministerio Público de los Tribunales en el orden profano. Este, si no puede prevenir los abusos, puede cuando menos denunciarlos, detener y contrarrestar su acción”. El Orador viene a ser el contrapeso del Venerable Maestro. Si el Orador posee un recto juicio y una sólida erudición, es muy difícil que un Venerable Maestro se equivoque o se exceda en sus funciones, y la logia no corre el peligro de estar sometida a una voluntad única; y la libertad, la igualdad y la fraternidad se encuentran garantizadas. “Desgraciados del taller que viera o sufriera al Venerable Maestro y al Orador coaligados en su contra”. Deberes 1. Cuidar el cumplimiento de los reglamentos particulares de la logia. 2. Como órgano oficial de la logia, en cualquier circunstancia, tanto en logia como fuera de ella, es el encargado de usar la palabra en nombre de ella. 3. Tienen la obligación de cerciorarse, antes de abrirse los trabajos de que las cintas que están en la Biblia estén marcando los lugares debidos. [1] 4. Explicar a los iniciados y aumentados el simbolismo del grado. 5. Presentar en las tenidas de posesión del venerable Maestro la memoria anual de los trabajos llevados a cabo en la logia. 6. Pronunciar en las ceremonias fúnebres, discursos que recuerden los trabajos y servicios prestados a la Institución por los hermanos fallecidos. Las principales cualidades de un Orador es el buen criterio. Este es preferible a la elocuencia, pues de nada sirve un Orador con una gran facilidad de palabra y que entusiasme a los hermanos con sus discursos, si sus conclusiones están erradas. Por eso se debe elegir para desempeñar el cargo de Orador a un hermano que piense y juzgue con sano criterio, y que sepa imponer y mantener la regularidad y la justicia. Al término de todas las discusiones en los asuntos a tratarse el Orador debe dar sus conclusiones para que los hermanos se pronuncien a favor o en contra de ellas, por el signo de adhesión.[2] El Orador pide la palabra directamente al Venerable Maestro y éste se la debe conceder cuantas veces se la solicite. Pero para mantener la equidad y la justicia en los debates, el Orador no debe expresar su opinión personal en los mismos, para no influenciar a los hermanos debe simplemente mostrar las ventajas o desventajas de alguna proposición, y así sus palabras versarán sobre el asunto a tratarse, y no en pro o en contra del mismo.

Terminada la discusión, hará un resumen, y dará sus conclusiones, que el taller aprueba o rechaza por medio del signo. Los que estén de acuerdo con sus conclusiones realizarán el signo de adhesión o asentimiento, y los que no estén de acuerdo, no lo hacen. Después de las conclusiones del Orador no es lícita discusión alguna sobre el tema de las mismas. Por esta razón las conclusiones del Orador deben ser claras, cortas y convincentes para que los hermanos puedan votar con perfecto conocimiento de causa y plena convicción, pues una conclusión ampulosa y con palabras rebuscadas y sobre todo sin convicción crea confusión. El Orador es el encargado de dar instrucción sobre los símbolos de cada grado a los iniciados en sus ceremonias. Por tanto tiene la obligación de instruirse y estudiar a fondo sobre el simbolismo de cada grado, a fin de formarse un buen sistema de instrucción. Es preferible que en cada ocasión repita sus palabras a que busque variaciones en sus discursos, sin con esto pierde profundidad. Al Orador no se le pide palabras bellas sino conceptos claros. Debería ser norma de todo Orador el decir unas palabras de instrucción sobre el simbolismo en cada tenida que tenga la logia. Es deber en tenidas agradecer la presencia de los hermanos visitadores y darles la bienvenida; también debe rendir homenaje según la ocasión y en los banquetes o reuniones de los hermanos es el indicado para ofrecer el brindis o hablar en nombre del taller. El Orador es el encargado de celebrar con trozos de arquitectura todas las fiestas y las ceremonias fúnebres que realice la logia, y estas planchas deben enriquecer los archivos del taller. Si esta recomendación se cumpliera en todos los talleres, esta importante colección de discursos podría llegar a ser de inestimable valor para la investigación posterior de historiadores así como para la historia monumental y biográfica de la Orden.[3] El primer cuidado del Orador debe encaminarse a adquirir un conocimiento profundo del corazón humano. El Libro de Oradores de Timón recomienda: “Entrad en materia con sencillez y sacad nuestro exordio en forma natural del mismo tema de que se trata. No afectéis una falsa modestia ni un desdén soberbio. No seáis humilde ni altivo, sino veraz”. Y agrega luego: “Si el que os procedió fue grave, sed gracioso; si fue gracioso, vos sed grave. Pensad que no siempre es grato escuchar el mismo tono”. Decálogo del Orador [4] Cumplir y observar que se cumplan las leyes, estatutos y reglamentos de la orden. Ejemplarizar los hechos legales a fin de sentar cátedra de cumplimiento. Fraternizar la exigencia en la observancia de los derechos de todos. Exigir el deber y las obligaciones para merecer el derecho. Ser imparcial en sus juicios para significar su cargo. La rectitud en sus conclusiones le harán digno de sus representados.

El combate a la anarquía, a la dictadura y a la imposición, será el punto básico de su actuación. Criterio y buen juicio en sus resoluciones, le merecerá el respeto y estimación del pueblo masónico. Firmeza, seriedad y honradez en el desempeño de su delicada encomienda, será la divisa característica. El silencio de su opinión particular en los asuntos de logia, enaltecerá su actuación. [1] Lo que debe saber el Orador; Editorial Menphis, México, 2005. [2] Manuel Ortodoxo del Orador Masón, Luis Umbert Santos, editorial Pax, México, 1999. [3] Lo que debe saber el Orador; Editorial Menphis, México, 2005. [4] Lo que debe saber el Orador; Editorial Menphis, México, 2005.