Fuentes Griegas y Romanas Referentes a Tartessos 0

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[Publicado previamente en: Tartessos. V Symposium Internacional de Prehistoria peninsular. Jerez de la Frontera, septiembre 1968, Barcelona 1969, 91-110. Versión digital del manuscrito, editada aquí por cortesía del autor, con la paginación de la versión impresa].

Fuentes griegas y romanas referentes a Tartessos J.Mª Blázquez Martínez Tratamos en esta comunicación de realizar un estudio, hasta donde ello sea posible, de las fuentes de donde proceden las noticias sobre Tartessos transmitidas por los escritores griegos y latinos. Han sido bien estudiadas por Schulten, García y Bellido, Tackholm, pero hoy día es posible interpretarlas desde algún punto de vista diferente a los sostenidos por estos investigadores. La fuente más importante y completa para estudiar a Tartessos es la Ora Maritima de Avieno, autor del siglo IV, pero que utilizó fuentes púnicas arcaicas coetáneas o anteriores al 500, según ha demostrado recientemente F. Villard 1 y según indica el propio poeta (Ora Mar. 412-415): Haec olim Himilco Poenus Oceano super / spectasse semet et probasse retulit; Haec nos, ab imis Punicorum annalibus / probata longo tempore, editimus tibi. Versos en los que Avieno indica netamente su fuente, al igual que en otros versos anteriores (Ora Mar. 110-119): ...aequora / quae Himilco Poenus mensibus uix quattuor / ut ipse semet rem probasse retulit / Enaugantem, posse transmitti adserit. Los datos recogidos en el poema pueden proceder, pues, en su mayoría de fuentes púnicas y no griegas, como han defendido Schulten 2 y otros autores. El mismo Estrabón (3, 149-150) indica _______________ l

La céramique grecque de Marseille (VI-IV síecle). Essai d'Histoire économique. París 1960, 148, 153. El geógrafo massaliota Euthymenes que exploró la costa occidental africana, se fecha hoy en el s. IV. Sobre los viajes de Hilnilcón y Hannón cf. D. Hardem, The Poenicians. Londres 1962, 170 y ss.; A. García y Bellido, Historia de España I², 347. 2 Tartessos, Barcelona 1940. 64 ss. Son fundamentales las FHA I-VlII comentadas por A. Schulten. A. García y Bellido, Op. cit. 281; Klio 38, 1960, 128 ss.; Fourth World Congress of Jewish Studies 1, 1967, 49 ss. J. Maluquer de Motes, Nuevas orientaciones en el problema de Tartessos. Primer Symposium de Prehistoria Peninsular. Pamplona, 1960, 273 y ss., con toda la bibliografía. A. Blanco en II Congr. Esp. de Estudios Clásicos, Madrid 1961. 551. El mejor estudio sobre las fuentes es el de U. Tackholm, Opuscula romana 5, 1965, 143 ss. Véase además toda la bibliografía colacionada al final del presente volumen y J. M. Blázquez, Tartessos

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que las primeras noticias que circularon en el Egeo sobre el Occidente proceden de fuente fenicia. Tartessos es una ciudad, un río, una región y un centro de contratación de metales. Las referencias que sobre Tartessos se espigan en esta fuente y en las posteriores son las siguientes 3. TARTESSOS CIUDAD. Menciona el poeta una ciudad llamada Tartessos, que para Avieno es Cádiz: Hic Gadir urbs est, dicta Tartessus prius (Ora Maritima, 85); ...Gadir hic est oppidum / nam Punicorom lingua cons(a)eptum locum / Gadir couabat ipsa Tartessus prius / cognomina(ta) est... (Ora Mar. 267-270) 4. Esta tesis de que la antigua ciudad de Tartessos es Cádiz la sostienen otros autores posteriores, así Cicerón en el año 50 a. de J. C. llama a Cornelio Balbo, natural de Cádiz, tartessius, lo que indica la confusión de Cádiz con Tartessos (Ad Att. VII, 3, 11); tartessium istum tuum. Valerio Máximo, que escribió poco después del año 31, en su colección de ejemplos históricos, titulada Factorum ac dictorum memorabilium libri IX (VIII, ext. 4), hace al famoso rey de Tartessos, Argantonio, reinar sobre Cádiz, lo que demuestra que, para este autor de comienzo del Imperio, Cádiz era Tartessos: Arganthonius autem gaditanus tam diu regnauit; lo mismo escribe Plinio el Viejo, quien en su Naturalis Historia, entre los años 40-50, dice (VII, 156): Arganthonium gaditanum... La misma confusión se halla en Flavio Arriano, que en su Alexandri Anabasis, publicada hacia el 150 en Atenas, afirma (Anab. II, 16, 4) que Tartessos se fundó por los fenicios, confundiéndola, como la mayoría de sus contemporáneos y autores latinos, con Cádiz: . Un último eco de la creencia de que Tartessos es Cádiz se lee en Ioannes Lydos (De ost. p. 38,1): El problema radica en saber de qué fuentes arranca la confusión Cádiz = Tartessos. Schulten 5 cree que el más antiguo testimonio de la confusión de Tartessos y Cádiz se encuentra en Herodoto (IV, 8): pero el pasaje no es lo suficientemente expresivo para poder deducir tal conclusión, lo mismo se puede _______________ y los orígenes de la colonización semita en Occidente. Salamanca 1968; P. Cintas, Semítica 76, 1966, 33 ss. El autor da importancia a la zona Villaricos y Herrerías. 3 Cf. el estado de la cuestión sobre las fuentes de Avieno en A. García y Bellido, Hist. de Esp. cit. 1, 2, 5, 40 ss.; A. Schulten, FHA I; M. Almagro, Rev. Ampurias 12, 1950, 145. 4 Sobre el nombre de Gadir cf. J. Ferron, Latomus 26, 1967, 948; J. M. Solá Solé Sefarad 27, 1967, 19 ss. Sobre Cádiz en la antigüedad, A. García y Bellido, Hist. de Esp. cit., 389; BRAH 129, 1951, 73 ss.; AEA 26, 1963,70; La Península Ibérica en el comienzo de su Historia, Madrid 1953, 467; L. Rubio, AHAM, 1949, 69. 5 FHA 11,29; Tartessos, 243 ss.

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afirmar de un segundo texto (Her. IV, 192): del que escribe el mismo historiador, que como en tiempos de Herodoto Tartessos ya no existía, el epíteto tartésico es una reminiscencia histórica o bien equivalente a gaditano y en este caso sería un testimonio para la confusión de Tartessos con Gades, pero aquí tartésico puede referirse a toda la región del antiguo reino de Tartessos y no necesariamente a Cádiz, que sin duda no tenía hurones. La misma interpretación admite Aristófanes en Ranas 473-475: . Schulten 6 vuelve a ver en estos versos uno de los más antiguos testimonios de la confusión, pero el sabio alemán no está muy seguro de esta interpretación, pues añade: «también es posible ciertamente que la salazón se hubiera exportado ya de Tartessos y que el nombre perdurase. De igual manera debe juzgarse de los hurones tartésicos de Herodoto», interpretación esta última que creemos muy aceptable. El adjetivo se referiría en todos estos textos a la región. Tampoco está claro que existiese la confusión en Ateneo, autor del siglo I 7, ya que se tiene noticia de alguna guerra en torno a Cádiz. Un poeta del siglo I, Silio Itálico, que en los años 88-89 en su epopeya Punica celebró la Segunda Guerra Púnica, confunde por tres veces Tartessos con Gades (V, 339; XVI, 114, 465-467). La mención más significativa en este poeta son los tres últimos versos mencionados: Fulgenti pueri Tartessos et Hesperos ora / ostendere simul uulgi clamore secundo. / hos Tyria misere domo patria inclita Gades. Un texto extraordinariamente importante es el de Plinio NH IV, 120: uocatur ab Ephoro et Philistide Erythea, a Timaeo et Sileno Aphrodisias, ab indigenis Iunonis, maiorem (la mayor de las islas, con Cádiz) Timaeus Cotinusam ab oleis uocitatam ait, nostri Tartesson appellant, Poeni Gadir ita Punica lingua saepem significante. En este párrafo afirma el Naturalista claramente que el llamar a Cádiz Tartessos es una costumbre de los escritores latinos; en cambio ni los griegos, ni los fenicios la llamaron así. Otras fuentes no identifican a Cádiz con Tartessos, así Eforo, autor que vivió entre los años 405-340, en Escimno 162-168:

De las Columnas hasta Tartessos había 900 estadios, equivalente a dos días de navegación; Gades distaba 250 estadios de Tartessos, o sea medio día de navegación, y las Columnas de Gades un día de navegación, de todo lo cual se desprende claramente que para las fuentes de Éforo, que son jónicas _______________ 6 7

FHA II, 43. FHA II, 190.

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y cartaginesas, Tartessos no es Cádiz. Se deduce la antigüedad de las fuentes de las palabras παλαιοί, como indica Schulten. Esta fuente griega arcaica podía ser algún autor como Pisandro de Camiro, siglo VI, o cualquier otro de este tiempo, como Estesícoro de Himera, que vivió hacia el 600, y que tenía una visión exacta de Tartessos, como se verá más adelante. Pisandro tal vez sea, como apunta Schulten 8, la fuente para Apolodoro 2, 5, 10, que no identifica Cádiz con Tartessos, pues escribe que esta ciudad está junto al estrecho de Gibraltar, por lo que Schulten cree que la identifica con Carteia, lo cual no está claro. Según Estrabón (3, 2, 14), algunos identificaban a Tartessos con Carteia, entre los que se pueden citar a Mela II, 96: Carteia, ut quidam putant, aliquando Tartessos; Plinio (NH III, 7) y Apiano Ib. 63. Pausanias (VI, 19, 3) escribe que algunos identifican la ciudad de Carpia (Carteya) con la antigua Tartessos; la frase da a entender que había otras interpretaciones. El error de esta identificación puede arrancar de alguna fuente, no muy bien informada, que sitúe, como Pisandro, Tartessos en el Estrecho. Posiblemente para los escritores que vivían alejados del Estrecho, Tartessos se encontraba en sus proximidades, tanto más cuanto que la región se denominaba con igual nombre. Un eco tardío de esta creencia se lee en Esteban de Bizancio, quien escribió hacia el año 530: Ταρσήτον πόλις ταις Ήραxείαις στήλαις. Πολύβιος τρίτω, es decir, según Polibio (3, 24, 2), y en los Scholia a Likofrón de Calcis (643 p. 213), autor trágico, que vivió hacia el año 280 a. de J. C.: Ταρτησος δέ νήσος πρός ταις Ήραxλείας στήλαις. Suidas la identifica con Cartago en su Lexikon I, 2, p. 284, núm. 54, p. 285, núm. 56, pero no sabemos qué fuente utilizó para semejante afirmación. Elio Arístides, retórico célebre de Esmirna, que vivió entre los años 129-189, indica (Orat. XVIII 10, ed. Keil) sólo que es una ciudad. Los autores de los Scholia graeca in Aristophanem (Ran. 475) sostienen sólo que Tartessos fue una ciudad de Iberia y Suidas (I, 1, p. 506, núm. 29), en otro pasaje, que la ciudad se hallaba fuera de las Columnas de Hércules. (Lo mismo en I. 4, p. 506, núm. 136.) MONTE. La Ora Marítima (308-9) menciona un: Tartes(s)iorum mons de hinc attollitur / siluis opacus. Schulten 9 cree que hay que situarlo entre Cádiz y Sanlúcar. Una alusión a este monte se halla en un autor de época augustea, Trogo Pompeyo, recopilado en el siglo III por Justino (Epist. Hist. Phil. XLIV, 4): Saltus uero Tartessiorum in quibus... con ocasión de narrar el único mito conocido de la religión ibérica, el de Habis, al que nos referiremos más adelante. Señalan estas dos fuentes una de las características de la región tartésica, cual es el estar poblado de montes. Los estudios que se han efectuado en la actualidad sobre la región de Huelva indican que esta zona estuvo a principio del primer milenio a. de J. C. recubierta de abundantes bosques de hayas, lo que confirma la veracidad de las fuentes. _______________ 8 9

FHA II, 8; Tartessos 105. FHA I, 22, 118.

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GOLFO. Avieno (Ora Mar. 265-267) menciona un golfo en la región de Tartessos: hic ora late sunt sinus Tartes(s)ii / dictoque ab amni in haec locorum puppibus / uia est diei. El poeta parece indicar que la ciudad se encuentra en las proximidades de un golfo, que Schulten localiza en los alrededores de la ciudad de Bonanza, donde había dunas cubiertas de pinos y donde el sabio germano descubrió un poblado de pescadores y el anillo con inscripción griega del siglo VI 10; ya veremos que las fuentes admiten otra localización. ESTRECHO. Avieno Ora Mar. 53-54): per aequor illud scilicet, quod post caua / hiantis orbis a freto Tartes(s)io menciona el estrecho tartesio. Expresiones como estas mal interpretadas son las que han podido dar lugar a localizar en autores muy posteriores a Tartessos en el Estrecho de Gibraltar. Del poeta latino no se deduce que la ciudad estuviera en el Estrecho, probablemente se llama así por la región. RÍO. Avieno, que por utilizar fuentes púnicas, de gran antigüedad, es una de las fuentes más importantes para el conocimiento de Tartessos; menciona por dos veces un río con este nombre (Ora Mar. 225-6): Tartessus amnis inde tenditur iugum / Zephyro sacratum. 284-286: sed insulam Tartessus amnis ex Ligustino locu / per aperta fusus indique adlapsu ligat. Hay segunda fuente para el río Tartessos, en el poeta Estesícoro, que por ser de Sicilia, estaba muy bien informado sobre Tartessos. La cita textual está recogida en Estrabón (3, 148):

El río lo menciona también Aristóteles (meteor. 350 b. 2): y antes que él Eforo-Escimno (162) en un pasaje que es posiblemente el más importante para localizar el río Tartessos, junto con el de Estesícoro de Himera. Éforo utilizó una fuente anterior a finales del siglo VI. Pausanias en el siglo n (VI, 19, 3) habla también de un río que desemboca en el mar por dos bocas, y una ciudad del mismo nombre en medio de las bocas, en lo que coincide casi exactamente con el geógrafo griego. Posiblemente es Eforo-Escimno 162 la fuente para ambos escritores. Según Estrabón (1, 148) los autores antiguos llamaban al Betis Tartessos (también Marcial VIII 28, 5); el geógrafo griego añade al parecer, pero no eran los más antiguos, como Estesícoro. Pausanias (413) identifica al Tartessos con el Betis: _______________ 10

FHA I, 113; Tartessos, 262; A. García y Bellido, Hispania Graeca, II, 1948, 216.

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En resumen, las fuentes antiguas referentes a Tartessos no permiten dudar de la existencia de una ciudad antigua con este nombre. Además de los textos aducidos al principio de este trabajo, se afirma ello rotundamente en la Ora Maritima de Avieno, que se refiere a Tartessos como Urbs (85), opulens ciuitas (270), rodeada de murallas (297), regada por un río, meridiana ciuitatis (290). Los datos que sobre su localización ofrecen las fuentes antiguas son los siguientes: l. Tartessos es Gadir (Ora Mar. 85, 269-70; Plin. NH, IV, 120; VII, 156; Sall. Hist. 11, 5; Val. Max. VIII, 13,4; Iust. XLIV, 4, 14; Arrian. 11, 16,4); es Carteia (Plin. NH. 111, 7; App. Ib. 63). Se encuentra en una isla (Escoliasta de Lycophrón 613); en medio del Océano (Escoliasta de la Iliada VIII, 479); en las proximidades de Las Columnas de Hércules (Polibio en Esteban de Bizancio voz Tartessos). 2. Tartessos se localiza en la desembocadura del río homónimo (Ora Mar. 284290; Paus. VI, 19, 3; Esteban de Bizancio voz Tartessos); entre los dos brazos del río (Posidonio en Str. 3, 140 Y 148). 3. Dista dos días de navegación de Cádiz (Escimno de Chíos en Éforo 161-164). La localización de Avieno y Escimno son irreconciliables entre sí. Los autores modernos que se ocupan del problema han llegado también a conclusiones diferentes. Para Schulten la ciudad se encontraría en el Coto de doña Ana, en la desembocadura del Guadalquivir, pero las excavaciones arqueológicas no han confirmado esta tesis; para Pemán estaría en la desembocadura del Guadalquivir, las dos bocas del río no pueden ser otra cosa que las contiguas del Guadalquivir y Guadalete; García y Bellido recoge las varias teorías propuestas, la de Schulten, la que podía encontrarse en la actual Mesas de Asta, en las proximidades de Jerez, y asiento de la ciudad romana Asta Regia, ciudad que ha sido excavada en parte y que ha proporcionado material arqueológico antiguo; García y Bellido parece inclinarse a localizarla en Huelva, o en sus proximidades, como en la isla de Saltés. También podía pensarse en Carmona, Lebrija, o en la misma Sevilla, que han proporcionado material arqueológico importante orientalizante. Recientemente Luzón 11 ha añadido nuevos argumentos a la hipótesis de que Tartessos se hallara situado en la ría de Huelva y ha propuesto una _______________ 11

J. M. Luzón, Zephyrus 13, 97 ss. Sobre los ajuares de Carmona estudiados por A. Blanco, Zephyrus 11, 1960, 159 ss. Sobre las riquezas mineras del sur cf., A. Schulten, Geografía y Etnografía de la Península Ibérica, Madrid 1963, 221; R. Contreras, Oretania 22, 1966. Sobre Tartessos y las explotaciones mineras, J. M. Blázquez, Tartessos... cit. 1968); Las raíces de España, 253; J. J. Jully, Opuscula romana 6, 1968, 27 ss.; A. Blanco, Zephyrus 13, 1962, 31 ss.; Ebner, La parola del Passato 107, 1966, 111 ss.

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interpretación diferente, a la comúnmente aceptada, de algunas fuentes. La importancia de esta región, la ría de Huelva, como centro minero, queda bien patente en el espectáculo que ofrecen sus montañas de escorias, las cuales aun encontrándose en zona de sierra, compiten en altura con los cerros naturales; estas escorias han sido reutilizadas en época moderna para diversos fines; analizadas repetidas veces se ha llegado a la conclusión de que son residuos de una metalurgia de plata, puesto que muestran un contenido de cobre excepcionalmente bajo, y al que no se puede pensar que se llegara con procedimientos primitivos. En esta región no sólo se explotaron en la antigüedad las minas de Riotinto, sino otras existentes: Tarsis, La Zarza, Sotiel Coronada, Cueva de la Mora, etc. Sólo en Riotinto la cantidad de escoria oscila, según los especialistas, entre los 16 y 20 millones de toneladas, lo que supone una explotación de plata gigantesca. Tartessos era en Hispania lo que Populonia en Etruria. Riotinto se halla situado a unos 80 km de la costa y el mineral extraído podía ser transportado al Atlántico por uno de estos dos caminos naturales: el primero es la ruta de 80 km a través de zona montañosa que une Riotinto y Sevilla, punto del Guadalquivir más próximo a la cuenca minera, desde allí sería transportado mediante navegación fluvial hasta la isla de la desembocadura del río Tartessos. El segundo es el camino terrestre de 45 km que une Riotinto, donde existió un antiguo puerto, desde donde el río es navegable, hasta el puerto de Huelva, en un tramo de 28 km. Este segundo camino es más lógico y más fácil. La descripción de Estesícoro (Str. 3, 2, 11) sobre las fuentes del río Tartessos se ajusta con asombroso rigor al nacimiento del Riotinto, en la «Cueva del Lago». El paisaje está dominado todo él por un cerro, el llamado Cerro Salomón, formado por una inmensa masa de óxido de hierro totalmente roja; en la base del cerro se sitúa la zona de minerales ricos metales preciosos (jarosita), explotada de antiguo mediante kilómetros de galerías intrincadas. Según se señaló ya, Avieno (Ora Mar. 291-195) y otros autores (Eustathio a Dionisio 337; Escimno 162), al describir el río Tartessos, mencionan estaño, pero ningún río, de los identificados con el Tartessos, arrastra en sus aguas estaño. El único que cautiva la atención del viajero por la peculiar sustancia que lleva en disolución es el Tinto; no es estaño lo que lleva este río, sino una disolución de sulfato férrico. El Tinto es el único río de la Península que, por la singular sustancia que arrastran sus aguas, justifica las reiteradas alusiones a él en las fuentes antiguas. Nuevos argumentos, según Luzón, confirman la hipótesis de la localización de Tartessos en la ría de Huelva. Un barco de la época navegaba a razón de unos 50 km diarios, como se deduce de la afirmación de Herodoto (II, 11), de que la longitud del mar Rojo era de 40 días de navegación, a razón de unos 56 km diarios. La distancia entre Ayamonte y Huelva era un día de navegación, según Avieno (Ora Mar. 265-267). Escimno (en Eforo 162) transmite la noticia de que desde Gades a Tartessos se invertían dos jornadas,

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lo que corresponde a los 100 km de costa. Estos dos últimos datos carecen de explicación posible, si se localiza la ciudad de Tartessos en una isla de la desembocadura del Guadalquivir, pues en este caso invertirían doble tiempo en recorrer el espacio Cádiz desembocadura del Betis, que entre este lugar y la desembocadura del Anas. La identificación del río Tartessos con el actual Tinto obliga al desplazamiento del Hiberus de la Ora Marítima (248- 249) hacia Occidente, donde corre el río Piedras, que riega una rica vega; con esta hipótesis se comprende más fácilmente que Avieno asegure que el río fecunda la región, pues las aguas del Tinto no son potables, ni viven en ellas peces y otros animales. Esta interpretación conduciría a la identificación del Besilus de Avieno (Ora Mar. 230) con el Betis, lo que parece correcto, se menciona inmediatamente después «de un litoral lleno de arenas». Luzón ha intentado una reconstrucción de los accidentes geográficos de Tartessos más aceptable que la propuesta por Schulten, a nuestro modo de ver. En la costa se hallaba el cabo del Templo –Fani prominens– y algo más distante el Arx Gerontis (Ora Mar. 304), ambos separados por el sinus tartessicus, golfo donde desembocaba el río Tartessos y donde se encontraban dos bocas fluviales (Ora Mar. 307); penetrando por la más ancha se hallaba una isla grande ceñida por el río (Ora Mar. 285) y al norte de esta isla una marisma, el llamado Lacus ligustinus (Ora Mar. 291), de la que fluyen los dos brazos del río Tartessos, que nace del Mons Argentarius (Ora Mar. 291), en una cueva (Estesícoro en Str. 3, 2, 11), entre los celtas (Escimno 162). Aplicando todos estos datos geográficos a la actual topografía del estuario onubense, cabe situar el fani prominens en las proximidades de Punta Umbría. La isla de Saltes sería la que dividía las bocas meridionales del estuario. El Arx Gerontis debería encontrarse en la orilla opuesta. Esta tesis de Luzón es probablemente mucho más aceptable que la de situar Tartessos en el curso del Guadalquivir, pues las poblaciones agrícolas del valle de este río, como Carmona, El Carambolo, etc., que intercambiarían algunos objetos de lujo, como los marfiles, algún jarro y braserillo, por aceite y cereales, no pudieron ser los tartesios de que hablan las fuentes, pueblo dedicado fundamentalmente a la explotación de metales. Blanco ha estudiado el ajuar, cerámica y terracotas de alguna tumba de Carmona excavada por Bonsor, datada hacia mediados del siglo IV, concluyendo que es muy pobre. El mapa de la distribución de los jarros de bronce, y objetos orientalizantes publicado por García y Bellido, indica bien claramente que los objetos vinculados con la cultura tartésica se localizan en las ricas zonas mineras de Huelva y Extremadura o en los caminos naturales que conducen a la Meseta o al litoral atlántico. Los hallazgos jalonan una vía comercial que desde las costas atlánticas conducía al interior, bien conocida en época romana; desde Gades ascendía a Hispal, pasaba por Emerita Augusta y llegaba a Salmantica. Otra vía comercial, tan antigua como ésta, era la que cuatro o cinco días llevaba desde Tartessos al estuario del Tajo (Ora Mar. 178-180), vía de la que se documentan

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en época imperial varios tramos y que posiblemente se relacionaba con la obtención de estaño atlántico y su traslado desde el estuario del Tajo a los centros mineros y metalúrgicos de Tartessos. OTROS DATOS. Avieno en su Ora Marítima ofrece otros datos sobre los tartessios, como es que comerciaban con los habitantes de las Oestrimnides: Tartes(s)iisque in terminos Oestrumnidum / negotiandi mos erat (113-114), es decir, era un pueblo de comerciantes 12 en la costa norte del Atlántico, posiblemente en función de obtener el estaño del noroeste hispánico; relaciones comerciales que confirma la Arqueología, como el collar de Elviña 13, que obedece a prototipos chipriotas, datados en torno al 550, del cual no se puede dudar que se fabricó en la Península, pues la decoración del porta-amuleto responde a la de las placas de cinturón de Miraveche (Burgos) y del Castro de Lanhoso. Una serie de topónimos atlánticos confirman la veracidad de las fuentes utilizadas por Avieno. Quizás una alusión a los viajes de los tartesios por el Atlántico se lea en la Metamorfosis (XIV, 416) de Ovidio, que llama al océano occidental tartesio; tal vez también por bañar sus aguas sus costas. La orfebrería castreña del Noroeste, como ha señalado Blanco 14 al estudiarla, da muestra de la poderosa influencia meridional, que actúa sobre ella siguiendo una ruta terrestre perceptible en la interesantísima orfebrería portuguesa, arracadas de Golega y de Monsanto da Beira, en el centro de Portugal y la de Madrigalejo y al mismo tiempo otra ruta marítima a lo largo del litoral atlántico, como lo indican claramente los pendientes, aros para el pelo y los collares articulados, como las arracadas de Irixo (Orense), Carballo (La Coruña), Vilar de Santos (Orense), San Martinho de Anta, Briteiros y los ejemplares del Tesoro Bedoya, Berducedo, todas posteriores al siglo IV antes de J. C., derivadas de las arracadas andaluzas, inspiradas en modelos fenicios y griegos. La ruta marítima a lo largo de las costas hispánicas del Atlántico ha dejado una serie de accidentes geográficos que debían ser bien conocidos de los navíos que costeaban el litoral con rumbo a las islas del estaño; al sur del Atlántico el Promontorium Saturni, en el Cabo San Vicente (Str. 3, 1, 4). El Cabo de Roca se llama en Ptolomeo (II, 5, 3), Monte de la Luna, equivalente al de Noctiluca de la costa malagueña (Ora Mar. 366-369). Más arriba cita el periplo (Ora Mar. 164) una Insula Saturno sacra y, finalmente, el Veneris iugum (Ora Mar. 158), que recuerda la isla gaditana de San Sebastián, también dedicada a la Venus Marina (Ora Mar. 315-317), identificada recientemente con la Punta de Muller Mariña por Blanco, nombres _______________ 12

A. García y Bellido, Hist. de Esp., cit. 291 ss.; La Península Ibérica..., cit. 203, 217. L. Monteagudo, AEA, 1954, 236 ss.; J. M. Luengo, NAH, 3-4, 1956, 100. 14 CEG, 12, 1953, 267 ss.; Homaxe a Ramon Otero Pedrayo. Vigo, passim: J. J. DE Jáuregui, La carrera del estaño en la Ora Marítima de Avieno, 1952; F. L. Cuevillas, CEG 8, 1953, 5 ss. 13

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todos que indican la presencia de navegantes semitas o fuertemente influidos por ellos en estos mares. En otros versos (Ora Mar. 178-182): et rusus in de si petat quisquam pede / Tartessiorum litus, exuperet uiam / uix luce quarta, siquis ad nostrum mare / Malac(a)eque portum semitam tetenderit, / in quinque soles est iter, indica el poeta la distancia, y por lo tanto la existencia de un camino que de la desembocadura del Tajo conducía a Tartessos en cuatro días y de aquí en cinco a Málaga. La confirmación arqueológica de esta vía desde la desembocadura del Tajo a Tartessos son una serie de hallazgos, como la placa de cinturón con tema orientalizante del Castro de Azougada 15. En época romana todavía existía una calzada por este antiguo camino, que fue la seguida por todo el material griego hallado en muchos yacimientos portugueses y en especial en Alcácer do Sal. Más adelante, el poeta latino indica algunos pueblos que habitaban la Península, entre los que menciona los tartesios, cilbicenos y los cempsios, que se apoderaron de la isla Cartare: pars porro eoa continet Tartes(s)ios / et Cilbicenos. Cartare post insula est / eamque pridem, influx(a) e(t est) satis [est] fides, tenuere Cempsi (Ora Mar. 254-257). Eratóstenes (Str. 3, 107) tiene razón cuando menciona a los celtas en la costa occidental hispana, que llegaron, como escribe el geógrafo, hasta la propia Cádiz. Celtas al servicio de los tartessios se mencionan mucho más tarde, a las órdenes de Istolatios e Indortes, con ocasión de las campañas de Amílcar contra los tartesios o turdetanos, y en el año 195, en tiempos de Catón, los celtiberos figuran como mercenarios de los pueblos del Sur (Liv. XXXIV, 19). Herodoto (IV, 49) también conoce a los celtas junto a los cinetas en la costa atlántica. Sobre la localización de estos pueblos ha escrito un bello trabajo Lambrino 16. La isla Cartare hay que situarla muy posiblemente en la ría de Huelva, si este pueblo, como lo indica bien su raíz, es indoeuropeo; la veracidad de la fuente utilizada por Avieno, queda confirmada por el hallazgo de la ría de Huelva, cuyas espadas obedecen a prototipos atlánticos y europeos 17 y señalan la presencia hacia el año 750 de estas gentes en la desembocadura de la ría. Schulten 18 sitúa la isla en el Guadalquivir, para nosotros es claro que está en Huelva. Otros versos de este mismo poema (Ora Mar. 421-430): nam sunt feroces hoc Libyphoenices loco, / sunt Massieni, regna Cilbicene sunt / feracis agri _______________ 15

A. García y Bellido. AEA, 1960, 61.. BEP 19, 1955-56; 20, 1957, 87 ss.; 21, 1958, 86 ss.; Euphrosine 1, 1957, 135 ss.; A. Tovar, EC, 10, 1962, 355; Zephyrus 3, 1952, 219 ss.; 11, 237 ss.; J. Untermann, APL 10, 1963, 178 ss.; F. R. Adrados, RFE 48, 1965, 171 ss. También A. Schulten, FHA, V, 112. El nombre de Istolatio es nombre indoeuropeo claro. Indortes es ibero, c. M. L. Albertos, La Onomástica personal primitiva de Hispania. Tarraconensis y Baetica. Salamanca 1966, 125. 17 M. Almagro, IA, 1958; Ampurias 2, 1940, 85 ss. 18 FHA I, 112; Tartessos, 244, 250. 16

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et diuites Tartes(s)ii 19, conserva otros nombres de tribus indígenas, entre los cuales vuelve a mencionar a los tartesios, que tenían bajo su control una isla, consagrada antes por los habitantes a Noctiluca, que se hallaba situada enfrente de la ciudad de Málaga. Pasa Avieno (Ora Mar. 463-464): Hic terminus quondam stetit / Tartes(s)iorum, hic Herna ciuitas fuit a señalar el límite oriental de los tartessios, que llegaba hasta el Cabo Nao. Escimno, o sea Éforo (196), menciona las mismas tribus que la Ora Marítima, como habitantes de las costas del sur y del este de la Península Ibérica: los Libiofenices, Tartesios. Iberos y Beribraces. El geógrafo griego Hecateo, hacia el año 500, menciona varias veces, entre otras tribus del sur de Hispania, a los tartesios y a una ciudad tartésica, Elibirge (FHA, I, 185 ss.), cuya situación es imposible localizar. Piteas, fuente según Estrabón, para Eratóstenes (280-195 a. de J. C.), recogido en el geógrafo griego (3, 148), llama Tartéside a toda la costa al oeste de Gibraltar, por caer esta región dentro del dominio del antiguo reino de Tartessos, pero Artemidoro de Éfeso (hacia el año 100 a. de J. C.) le contradice, sosteniendo que nunca se llama la región de Calpe Tartessis. De esta denominación de Eratóstenes y de su fuente puede nacer el error de situar a Tartessos en Carteya, según se indicó. En Licofrón (Alex. 642643) se llama al Estrecho de Gibraltar Ταρτησιου πύλη igualmente, lo que parece indicar que el poeta utiliza una fuente anterior a Píndaro, que ya le llama πύλας Γαδειρίδας (Str. 3, 170, 172).. En fuentes griegas posteriores se llaman a los habitantes del sur tartesios, como en Diodoro (XXV, 10) con motivo de narrar las campañas de Amílcar, quien en 237 desembarcó en Cádiz, con ánimo de conquistar la Península, como lo hizo. Lo mismo hace Livio (XXIII, 26) con ocasión de contar la misma campaña. A Calbo, le califica de nobilem Tartesiorum ducem. En otros pasajes el historiador latino (XXI, 6; XXIV, 42; XXVIII, 15; XXXIV, 17) los llama turdetanos, posiblemente, como sugiere Schulten 20, por utilizar fuentes diferentes; el analista Fabio los debía llamar turdetanos y Sileno tartesios. Estrabón (3, 148) dice expresamente que la región habitada por los túrdulos se llamaba Tartessis. Con esto concuerda perfectamente lo que Livio (XXI, 6. 1) cuenta de la lucha entre Saguntinos y turdetanos, puesto que la frontera de los tartesios (llamados turdetanos en Livio) llegaba hasta el Sudeste hasta Μαςτία Ταρσήιος, mencionada en el segundo tratado entre Roma y Cartago (Pol. 3, 24,1). En escritores que vivieron durante el Imperio, a los productos del sur de la Península se les califica en general de tartesios, por proceder del antiguo reino. Los precedentes de esta costumbre son Herodoto (IV, 192) que habla ya del hurón tartésico y Aristófanes, que en las Ranas (473-475) menciona _______________ 19

Sobre la distribución de estos nombres, cf. P. Bosch Gimpera, Etnología de la Península Ibérica. Barcelona 1932, 334 ss., 326 ss.; L. Pericot, La España primitiva. Barcelona 1950, 276 ss. 20 FHA III, 76; Tartessos, 136 ss.

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las salazones tartésicas, de la costa de Tartessos 21, que exportaba Cádiz a Cartago y al resto del Mediterráneo, como a Atenas. El hurón tartésico lo menciona Claudio Eliano (170-235) en su tratado de Natura animalium (XIV, 4); Hesiquio de Alejandría en el siglo V, en su Léxico (I, 413); los Paroemiographi graeci (Bodleian p. 28, 263) y los Scholia graeca in Aristophanem, de varios autores del siglo III, pero redactados hacia el año 100; Suidas (I, 1, 506, núm. 29) escribe que en Tartessos había muchos hurones de gran tamaño. Junto al hurón mencionan las fuentes la murena que, por proceder del Sur, se llama igualmente tartesia; la citan en el siglo II Aulo Gelio, en sus Noctes Atticae (VI, 16, 5), sacando el dato de Varrón, y Pollux en el Onomasticon (VI, 63); también los mencionados Paroemiographi graeci Apost. et Arsen. II, p. 660, 15 y Suidas (I, 4, p. 506, núm. 136), que copia el dato de Aristófanes. Un último eco de esta costumbre se halla en Claudio Claudiano, que vivía en Roma hacia el 400, cuando llama a un monstruo del Océano, tartesia tigris. Marcial (VII, 28, 3) menciona la prensa de aceite tartésico, es decir de la Bética, rica en olivos (Colum. De r. r. V. 8, 5. Plin. NH XVII, 9394), a la que en otra composición (IX, V, 1) llama Tartesiacis terris. RIQUEZA. Se basaba principalmente en la explotación de metales. De los textos ya mencionados de Estesícoro, Eforo-Escimno, se deduce que Tartessos producía plata, estaño y bronce. Pausanias (VI, 19, 2) escribe que según los eleos el tesoro de los sicionios, ofrecido por el tirano Mirón, por haber vencido con el carro en la olimpíada 33, en Olimpia, tenía dos cámaras, una en estilo dórico y otra en jónico, hechas de bronce tartésico. Se trata de bronce exportado. Los ejes de la economía tartéssica eran la agricultura (mito de Habis), ganadería (mito de Gerión), la industria de salazones (Aristófanes) y la explotación de minerales (Herodoto) de la región o procedente del comercio atlántico. La plata era el metal que los fenicios importaban de Tartessos (Timeo De mirab. ausc. 135; Diod. V, 35, 4); este último autor saca el dato de Posidonio y Timeo probablemente de Éforo. La confirmación de la veracidad de estas fuentes, que hablan de que los fenicios en sus viajes de vuelta de Tartessos sustituían las anclas de plomo por otras de plata, son las anclas de Cartago Nova, fechadas a finales del siglo IX, a juzgar por los tres monogramas, que fueron fabricadas en la costa de Israel, en Sephela en la Palestina meridional 22, que prueban además la veracidad de las fuentes que hablan de los viajes de fenicios en fecha tan temprana. Cádiz _______________ 21 A. García y Bellido, Hist. de Esp. cit. p. 380 ss., 294 ss.; M. Ponsich, M. Tarradell, Garum et industries antiques de salaison dans la Méditerranée Occidentale, París 1965, 82 ss. La explotación arranca de fechas muy antiguas. La salazón de Cádiz la menciona en la segunda mitad del s. V Eupolis (FHA II, 42); a comienzos del s. IV, Antifones (FHA II, 46). La de Sexi en época helenística, Dilllo (FHA II, 85). 22 J. M. Solá Solé, Sefarad 27, 28 ss.

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precisamente está fundada con vista a la obtención de los metales de Tartessos, y de la costa Atlántica, de la explotación de los salazones, y de la obtención del oro de Mogador 23, que quizá fuera una colonia tartésica, como parece deducirse de la presencia de cerámicas indígenas hispanas en ella, todo lo cual garantiza el epíteto diuites, que Avieno da a los Tartesios (Ora Mar. 23), que coincide con lo que siglos posteriores escribió Estrabón (3, 2, 1, ss.) sobre los turdetanos. CULTURA TARTÉSSICA. Estrabón (3, 139) escribe que los turdetanos (tartessios) son los más cultos de los iberos y tienen escritura y escritos históricos en prosa y poesía, y leyes en forma métrica, que según se dice datan de 6.000 años. Esta narración debe estar tomada de Asclepiades de Mirlea, que hacia el año 100 enseñó gramática en la Bética. Este dato, de la antigüedad de la cultura tartéssica, responde, sin duda a la gran antigüedad de alguna tradición, como el mito de Habis, y que las raíces de esta cultura se hunden en la Edad del Bronce, con pervivencia de elementos muy arcaicos en la región, según indica la Arqueología. En el mito de Habis, que como veremos más adelante, se fecha a los finales de la Edad del Bronce, ya se habla de que el héroe es un legislador. Las leyes en forma métrica (posiblemente Estrabón entiende rítmica) existen en el mundo griego y en el romano, como en la Lapis Niger, en Las doce tablas, etc., ya Solón a principios del siglo VI puso en verso su reforma. Estas leyes no debieron publicarse en Tartessos con anterioridad al mundo griego, donde la segunda mitad del siglo VII y todo el VI son la época de los grandes legisladores, lo que presupone la difusión de la escritura. Dracón codifica el derecho ateniense hacia el 625; antes hacia el 650, Zaleucos en Locros y algo después Carondas en Catane. Las leyes de Gortyna en Creta se grabaron en la primera mitad del siglo V, aunque algunas instituciones jurídicas parecen anteriores. En cuanto a los relatos históricos, posiblemente Estrabón entiende, ya que él utiliza continuamente a Homero como fuente histórica, o narraciones del tipo de la epopeya 24. En cuanto a la escritura se refiere muy posiblemente a la recientemente descifrada por M. Gómez Moreno 25, que se puede fechar _______________ 23

A. Jodin, Mogador, Tánger 1966. 24. G. S. Kirk, The Homeric Poems as History, Cambridge 1964. 25. La escritura bástulo-turdetana (Primitiva hispánica), Madrid 1962; A. Tovar, Zephyrus 12, 1961, 181 ss.; M. Lejeune, REA 64, 1963, 5 ss.; U. Schmoll, Die südlusitanischen Inschriften, Wiesbaden 1961; MM 3, 1962, 85 ss.; S. Wikander, Studia linguistica 20, 1 ss., intenta demostrar el carácter indoeuropeo de la lengua, los datos en que se apoya son muy pocos. En teoría no hay dificultad ninguna en que sean indoeuropeos, lo que parece más probable es que haya algún elemento indoeuropeo. La fecha que propone recientemente J. Maluquer en su excelente libro (Epigrafía prelatina de la Península Ibérica, Barcelona 1968, 99), s. III o incluso del s. II a. de J. C., nos parece excesivamente baja, y más apoyado en el argumento que él emplea, que el mayor volumen del comercio exterior corresponde a los siglos IV y III, si descartamos la influencia romana a partir del 206. El numeroso material orientalizante estudiado por A. García y Bellido (AEA 29, 1956, 85 ss.; 30,

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aproximadamente hacia el año 700, siguiendo a A. Tovar. Toda la cita de Estrabón parece, pues referirse a la cultura tartéssica de final de la Edad del Bronce. Maluquer, basado en el numeroso material suministrado por la Arqueología, ha podido escribir: «Si nos fijamos en el mundo tartésico, tal como nos lo exponen las fuentes literarias, resalta poderosamente la idea de que se trata de una estricta continuidad de un mundo indígena, muy viejo en el país. En efecto, la descripción de la monarquía tartésica representa exactamente el tipo de sociedad que reconstruiríamos ante las grandes construcciones megalíticas andaluzas del segundo milenio. Si, además, observamos su irradiación hacia Portugal y hacia el Noroeste, vemos también que se mantiene un tipo de equilibrio económico paralelo al que hallamos ya a mediados del segundo milenio, en una etapa para la que no es posible asignar un nombre concreto de pueblo histórico. La gran área atribuida al foco cultural tartésico es ya de por sí un gran argumento histórico, contra la idea de una colonización extranjera, pues será preciso llegar a la etapa de los Barcas o la misma conquista romana para obtener un proceso de acción territorial _______________ 1957, 121 ss.; 31, 1958, 152 ss.; 33, 1960, 44 ss.; 37, 1964, 50 ss.), Blanco (AEA 26, 1955, 235 ss.; 29, 3 ss.; 33, 3 ss.; MM 1, 1960, 101 ss.; E. Kukahn, A. Blanco, (AEA 32, 1959, 37 ss.), por el propio Maluquer (Zephyrus 8, 1957, 157 ss., 241 ss.; El Castro de los Castillejos en Sanchorreja, Salamanca 1958, 111), por J. M. Blázquez (Tartessos y los orígenes de la colonización semita en Occidente; passim), además de por M. Pellicer, H. G. Niemeyer, H. Schubart, E. M. Orta, M. Garrido (La tumba orientalizante de «La Hoya», Huelva, Madrid 1963; CAN 8, 1964, 320 ss.) precisamente indican que con anterioridad a los romanos el momento de máximo influjo exterior fue el período orientalizante; hay que tener presente que estos pueblos, ya desde la primera mitad del s. VIII, conocían la escritura fenicia, como lo demuestra la inscripción de la Astharté de Sevilla (J. M. Solá Solé, RSO 41, 1966, 97 ss.; G. Garbini, RSO 42, 1967, 2 ss.; J. Ferrón, Ampurias 28, 1966, 246 ss.; F. Vattioni, Orientalia 36, 1967, 178 ss.) y la egipcia, representada hacia el 700 por los alabastra de Almuñecar y hacia el 600 por la botella de La Aliseda. Para las inscripciones fenicias más antiguas de Marruecos cf., J. G. Ferrier, Inscriptions antiques du Maroc, París 1966, 83 ss.; algunas tienen signos muy arcaicos. Duda el autor de la procedencia: de Fenicia, Cádiz o de Cartago. La fecha que encontramos más probable es la de A. Tovar (Actas del II Congreso español de Estudios Clásicos, 596 ss.), quien las fecha hacia el año 700. Indica Tovar que la zona tartéssica se muestra más como colonial que como indígena y que la toponimia de los valles del Guadalquivir y del Tajo indica una colonización marítima. (También A. Montenegro, Arbor 62, 1959, 200 ss.). Quizá viniera ya la escritura con las vocales del Oriente, de una zona como el N. de Siria (o de Chipre, añadimos nosotros), donde existían colonias griegas y donde T. J. Dunbabin (The Greeks and their Eastern Neighbours, Londres 1957, passim) cree que es posible se originara el alfabeto griego. Material del N. de Siria ha aparecido en Hispania; baste recordar la botella de La Aliseda y la Astharté de Galera (J. M. Blázquez, Tartessos, passim). En los Zeitschriften für F. Altheim, en prensa, hemos estudiado las relaciones de Hispania con los semitas (Sirios, Fenicios, Chipriotas, Judíos y Cartagineses) en la Antigüedad. La existencia de escritura bustrofeda en el Algarve no aboga por una fecha excesivamente baja. La del Cigarralejo es del s. IV.

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análogo. Esta gran área tartésica inclina a pensar en un indigenismo básico, sin que alcance valor de argumento el hecho, de que más tarde, cuando se citan tropas célticas al servicio de reyes o ciudades andaluzas, quiera interpretarse como una diferenciación étnica entre los cuadros de mando y la masa de población, pues se trata de un fenómeno típico y ampliamente documentado en sociedades monárquicas y oligárquicas de todo el mundo antiguo. Interpretamos, por consiguiente, el mundo tartésico, como el florecimiento de una población indígena ante la fuerte elevación del nivel de vida, al que no serían ajenos, desde luego, los estímulos coloniales, mediterráneos». Tesis ésta que en el estado de la investigación es hoy perfectamente aceptable. Gómez-Moreno ha establecido la ecuación Tartessos-Megalitismo, si esta ecuación no es exacta para el Tartessos conocido por fenicios y griegos, sí responde a la realidad de las gigantescas construcciones andaluzas del segundo milenio. Uno de los mejores conocedores de todo este mundo, Blanco, por su parte, sostiene «que tal como actualmente lo vemos, Tartessos no poseyó una cultura original, ni siquiera una gran cultura. Probablemente sus reyes mitológicos, su literatura y su legislación eran patrimonio de las viejas poblaciones decantadas en Andalucía desde el tercer milenio». MONARQUÍA. La monarquía tartésica es hereditaria y de origen divino, como se deduce del mito de Habis. Se conocen los nombres de algunos monarcas, como Gerión, o Gerón, del que Avieno (Ora Mar. 263, 304) menciona el arx Gerontis, que se encontraba en la desembocadura del río Tartessos. La localización del mito de Gerión, a quien dio muerte el fornido Heracles junto a los bueyes de flexibles pies, en Eritia, situada en medio de las olas, el día en que el héroe atravesó el Océano, después de matar a Ortos y al boyero Euritión, en un oscuro establo, al otro lado del ilustre Océano, y se llevó aquellos bueyes de espaciosa frente a la sagrada Tirinto (Teog. 280-294). El hecho de que Estesícoro hacia el año 600 hable de Gerión, pastor de bueyes, y que sitúe el mito en Tartessos parece indicar que de muy antiguo se localizó aquí. Eforo-Escimno (150) también recoge el mito. Según Estrabón (3, 169), Ferécides colocó el mito de Gerión en Erythia (Gades) y añade el geógrafo griego que debido a la abundancia y calidad de los pastos se inventó el mito de Gerión. Es decir, el Occidente proporcionó el estímulo para tal proyección (Str. 3, 143). Al mito de Gerión aluden muy frecuentemente los escritores del Imperio: Virgilio (Georg. VII, 661-664), Diodoro (IV, 17, 18), Ovidio (Her. IX, 91-92), Apolodoro (Bibl. 1, 6, 1, 3; 11, 5, 10, 1; Pediasim. 25); Dion (Orat. 8, 31); Scholia in Apollonii Argonautica (II, 767); Arriano (Anab. 11, 16, 5); Pausanias (IV, 36, 3; V, 10, 9; X, 19, 1); Lactancio (Diuin. iust. 1, 21, 8); Scholia uetera in Pindari Carmina (Olimp. III, 79 d.), Panegyrici latini (XI, 9,5); Justino (Epit. Hist. Phil. 44, 1416); Firmico Materno (De errore XII, 5); Ammiano Marcelino (XV, 9, 6); Ausonio (Eclog. XXV, 10); Libanio (Laud. VIlI, 273, 1); Servio Gramático (Aen. VII, 662);

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Claudio Claudiano (Carm. Min. IV, 1-2); Esteban de Bizancio ('Ερύθεια); Scriptores rerum mythicarum latini tres (1, 68; 11, 152; 111, 13, 6), un último eco del mito se halla en las Etimologías (XI, 3, 28) de S. Isidoro. El mito de Gerión, como otros varios mitos griegos, primitivamente también se localizó en Epiro (Arrian. Anab. 2, 16). A. Blanco 26 ha estudiado bien el mito de Gerión, concluyendo que «dibuja implícitamente la mansión clásica de un personaje fluvial, como cumple al tipo de una ninfa de las aguas y nieto del Océano». Hay una tendencia popular a identificar al río con el animal que pace en sus riberas. En este sentido una representación del río sería la Bicha de Balazote 27 y el toro androcéfalo de las monedas de Arse-Sagunto, que representa al río que da fertilidad a la comarca. Se conocen los nombres de otros reyes de Tartessos, como Therón que intentó, al decir de Macrobio (Sat. 1, 20, 12), saquear el templo de Hércules. Schulten 28 repetidas veces identifica a Therón con Gerión, pero que en las fuentes no parece ser el mismo. El texto de Macrobio habla de una batalla naval entre los tartéssicos y los gaditanos. Por Justino, es decir por Trogo Pompeyo (Epit. Hist. Phil. XLIV, 5), se tiene noticia de que los gaditanos fueron atacados por sus vecinos, posiblemente ambas fuentes aluden al mismo hecho. Junto a estos dos reyes las fuentes mencionan a Norax (Paus. X, 17,5), hijo del dios Hermes y de Eritia, hija de Gerión, quien fundó la ciudad de Nora en Cerdeña. Este mito señala relaciones muy antiguas entre la isla e Hispania, de la que son buena prueba la empuñadura sarda, del siglo VII, inédita, hallada en el Guadalete y los bronces hallados en Sa Idda, que responden a prototipos hispanos, si no fueron llevados de aquí, como quieren muchos investigadores 29. El rey más famoso de Tartessos fue Argantonio, que vivió 120 años 30; debió nacer hacia el año 670, comenzó a gobernar hacia el 630, muriendo hacia el 550, mencionado ya en Anacreonte, en la segunda mitad del siglo VI (Str. 3, 151). Este poeta y Heródoto (I, 163, 165) son las fuentes de donde proceden los testimonios posteriores referentes a este rey, como el de Apiano (Ib. 63), Cicerón (Tusc. disp. III, 69), Valerio Máximo (VIII, 13, ext. 4), Plinio el Viejo (NH VII, 154, 156), Silio Itálico (III, 396-399), Luciano (Macr. 10), Libanio (Epist. 1406), los Paroemiographi Graeci (Bodl. p. 28, 263) y de Suidas (I, 4, p. 506, núm. 136). Este rey recibió a los focenses 31, según cuenta Heródoto y les dio dinero para reconstruir los muros de su ciudad, posiblemente también a Colaios de Samos, que visitó _______________ 26

A. Blanco, Homenaie al profesor Cayetano de Mergelina, Murcia 1961-1962, 163 ss. A. García y Bellido, AEAA 7, 1931, 249 ss.; Hist. Esp. 1, 3, 378 ss. 28 Tartessos, 70 ss. 29 P. Bosch-Gimpera, AEA 27, 1954, 70 ss.; M. Pallotino, Ampurias 14, 1952, 137 ss. 30 W. F. Albright, Syria. The Philistines and Phoenicia, Cambridge 1962, passim. 31 A. Schulten, FHA V, 191; Tartessos, passim; A. García y Bellido, Hispania Graeca I, 126 ss.; Hist. Esp. 1, 2, 515 ss. 27

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Tartessos hacia el año 630 32 y volvió a su patria con riquezas valoradas en 60 talentos, según cuenta Heródoto (IV, 152). El texto de Heródoto es importante por indicar bien que Tartessos es fundamentalmente para los griegos un mercado de suministro de metales, lo mismo se deduce de Diodoro para los fenicios. La veracidad de estas relaciones de Tartessos con Samos viene confirmada por los peines de Carmona aparecidos en la isla 33, y por el bronce de Medina de las Torres, que obedece a prototipos samios 34, quizá también por los escudos con escotadura en V 35. Schulten repetidas veces ha insistido en que el nombre de este reyes etrusco, pero en la actualidad la mayoría de los investigadores le dan por de procedencia céltica 36. La influencia etrusca sobre Tartessos se puede señalar en el material arqueológico, como ha señalado Blanco 37, y no en el nombre de Argantonio, ni en las inscripciones del Algarve 38. Con la extrema ancianidad de Argantonio hay que poner en relación posiblemente el respeto de los tartessios por los ancianos (Nic. Damasc. fragm. 103). La monarquía, como forma de gobierno, indica en Tartessos una estructura económica, social y política semejante a la de Roma de la época de los Reyes 39, de la Etruria arcaica 40, y de la Grecia Antigua 41. MITO DE HABIS. El único mito hispánico transmitido por las fuentes es el de Habis conservado por Trogo Pompeyo a través de Justino (Epit, Hist. Phil.. XLIV, 4-16). Dice así: Saltus uero Tartessiorum in quibus Titanas bellum aduersus deos gessisse proditur incoluere Cunetes, quorum rex uetutissimus Gargoris mellis colligendi usum primus inuenit. Huic cum ex filiae stupro nepos prouenisset, pudore flagitii uariis generibus extingui paruulum _______________ 32

A. García y Bellido, Hispania Graeca I, 116 ss.; Hist. Esp. 1, 2, 512 ss.; La Península Ibérica, 189 ss. 33 B. Freyer-Schauenburg, MM 7, 1966, 89 ss. 34 J. M. Blázquez, Tartessos, passim. 35 M. Almagro, AEO 1, 1965, 73 ss.; Las estelas decoradas del Sudoeste peninsular, Madrid 1966, passim; H. Hencken, AJA 65, 1950, 295 ss.; J. M. Coles, PPS 28, 1962, 156 ss. 36 M. Palomar, op. cit., 40 s.; ELH 1, 353 s.; M. Albertos, op. cit., 33. De los otros nombres de reyes tartessios, Habidis es tartessio (M. Albertos, op. cit., 121); Norax es indoeuropeo, pero no un nombre auténticamente hispano, pues fue dado por los griegos a un personaje mítico, y no se conocen hallazgos epigráficos (M. Albertos, op. cit., 169 s.), Gargorix puede ser indoeuropeo, pero no es seguro (M. Albertos, op. cit., 118 s); Gerón es un nombre griego con significación de «anciano», no hay confirmación epigráfica del nombre; en la onomástica celta existe como préstamo del griego a través del latín (M. Albertos, op. cit., 119); Therón reaparece en una inscripción de Germania Inferior (M. Albertos, op. cit., 226). 37 AEA 29, 1956,3 ss.; J. M. Blázquez, Tartessos, passim, con el examen de todas las piezas etruscas aparecidas en Hispania. A. García y Bellido, AEAA 7, 119 ss. 38 A. Schulten, Ampurias 2, 33 ss. 39 L. Pareti, Storia de Roma, Turín 1952, 1, 291 ss. 40 H. H. Scullard, The Etruscan Cities and Rome, Londres 1967, 221 ss. 41 A. G. Starr, Le origini della Civiltà Greca. Roma 1964, 112 ss., 280 ss.

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uoluit: sed per omnes casus fortuna quadam seruatus ad postremum ad regnum tot periculorum miseratione peuenit. Primum omnium cum eum exponi iussisset et post dies ad corpus expositi requirendum misisset, inuentus est uario ferarum tacte nutritus. Deinde relatum domum in tramite angusto, per quem armenta commeare consueuerant, proici iubet, crudelis prorsus, qui proculcari nepotem quam simplici morte interfici maluit. Ibi quoque cum inuiolatus esset nec alimentis egeret, canibus primo ieiunis et multorum dierum abstinentia cruciatis mox etiam suibus obiecit. Itaque cum non solum non noceretur, uerum etiam quarundam uberibus aleretur, ad ultimum in oceanum abici iussit. Tum plane manifesto quodnm numine inter furentes aestus ac reciprocantes undas, uelut naue, non fluctu ueheretur, leni salo in litore exponitur, nec multo post cerua adfuit, quae ubera paruulo offerre. Inde denique conuersatione nutricis eximia puero pernicitas fuit; inter ceruorum greges diu montes saltusque hauc inferior uelocitate peragrauit. Ad postremum laqueo captus regi dono datus est. Tunc et liniamentorum similitudine et notis corporis, quae inustae paruulo fuerant, nepos agnitus. Admiratione deinde tot casuum periculorumque ab eodem successor regni destinatur. Nomen illi impositum. Habidis, qui ut regnum accepit, tantae magnitudinis fuit, ut non frustra deorum maiestate tot periculis ereptus uideretur quippe et barbarum populum legibus uinxit et boues primus aratro domare frumentaque sulco quaerere docuit et agresti cibo uesci odio eorum, quae ipse passus fuerat, homines coegit. Huius Casus fabulosi uiderentur, ni et Romanorum conditores lupa nutriti et Cyrus, rex Persarum, cane alitus proderetur. Ab hoc et ministeria seruilia populo interdicta et plebs in septem urbes (¿ordines?) diuisa. Mortuo Habide regnum per multa saecula ab successoribus eius retentum. El mito 42 presenta grandes analogías con las leyendas de la fundación de Marsella. Describe un estado matriarcal y la transición de un régimen todavía bárbaro a la cultura superior, que puede colocarse en las últimas fases de la Edad del Bronce. Habis enseña la agricultura, legisla y al fin se convierte en dios, como Saturno. Las gentes que gobernaba ignoraban toda forma de vida civil y las técnicas agrícolas, se encontraban en el paso del estadio medio al superior de la barbarie, en el tránsito de la constitución gentilicia y tribal a nuevas formas de constitución territorial, manifestadas en el desarrollo de la técnica menor, en una incipiente evolución urbanística y en una progresiva diferenciación social. Hay un largo período de monarquía despótica hereditaria de carácter divino. Habis se presenta, pues, con características similares a los fundadores de otras monarquías antiguas, como Rómulo y Ciro. Trogo Pompeyo es la fuente más antigua, de las conocidas por nosotros, que localiza la gigantomaquia en Tartessos; otras fuentes posteriores sostie-

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A. García y Bellido, Hisp. Graeca I, 1.5 ss.

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nen lo mismo, como Tallo, al comienzo del Imperio (frag. 2) y los Scholia in Iliadem (VIII, 479). Zeus combatió a los gigantes en Tartessos y los arrojó al Erebos, identificado con la región de Erbi y la palus Erebea, mencionada en Avieno (Ora Mar. 243-247); quizás una alusión a estas luchas se encuentre en el poema en el verso referente a la ciudad de Herbi: quae procliorum absumpta tempestatibus / fanam atque nomen sola liquit caespiti. La localización de la gigantomaquia en Tartessos más bien parece reciente, quizá de época helenística, en que se desplazan hacia Occidente multitud de leyendas 43, de lo que en el libro tercero de la Geografía de Estrabón hay abundante documentación. Un caso similar es el de las Gorgonas que los Scholia de Likofrón de Calcis (653, 838) sitúan en Tartessos, y que ya en un escoliasta de Apollonio de Rodas 4, 1515, se localizaban en el Océano, exactamente como las Islas de los bienaventurados se desplazan al Occidente 44 también (Str. 3, 150). Sobre el nombre Tartessos A. López Eire 45, de la Universidad de Salamanca, me indica lo siguiente. El nombre Ταρτησσόσ recuerda topónimos minorasiáticos como Τιταρησσός, lugar de Capadocia, ó Καρησσός en Lidia. Esta terminación es, en efecto, característica de nombres de lugares localizados en Asia Menor y también en el propio continente griego. En Beocia, por ejemplo, encontramos: Μυxαλησσός, Τερµησσός, Τευµησσός y Κερησσός. En Caria Σινδησσός. En el Ática con –/ττ/– en vez de –/σσ/– existen nombres de montes como 'Αδρηττός, Βριληττός, Λυxαβηττός y 'Υµηττός, etc. Es evidente que la población que ocupaba la Península Balcánica y costa occidental de Asia Menor antes de que los griegos penetrasen en la Hélade era, lingüísticamente al menos, bastante uniforme. De modo que en la palabra Ταρτησσός, bien podría verse uno de los topónimos de esta lengua pre-griega heládico-anatólica. Kretschmer consideraba a –/nd/– –/νθ/– sufijo indoeuropeo. Sin embargo, el sufijo –/ssos/– se ha venido considerando típico de ciertos nombres caracterizados como pregriegos. En un artículo E. Benveniste defiende que el sufijo que aparece en la palabra xολοσσός rresponde a un conjunto de lenguas prehelénicas denominadas «luwi». El sufijo -nt- del que según Kretschmer derivan /nth/ y /nd/, sirve para formar plurales en tocario a partir de antiguos colectivos y en hitita aparece en formaciones con clara significación intensiva. En cuanto a los topónimos en -asso- las fuentes hititas garantizan Parnašša semejante al gr. Παρνασσός, que parece formado sobre parna «casa», palabra documentada en hitita y lu_______________ 43

J. M. Blázquez, Religiones primitivas de Hispania. I. Fuentes literarias y epigráficas. Madrid 1962, 4 s., con toda la bibliografía. Otro mito tartéssico, del tipo rapto de Europa posiblemente se represente sobre un as de Cástulo (A. Vives, La moneda hispánica, Madrid 1925, lám. LXXI, 14). 44 A. Schulten, Ampurias 7-8, 1945-46, 5 ss.; A. García y Bellido, Hist. Esp. 1, 2, 292 ss.; La Península Ibérica, 229 ss. 45 Zephyrus 18, 129 ss., con toda la bibliografía.

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vita. En un estudio sobre toponimia anatolia E. Laroche llega a dos importantes conclusiones: 1) que no puede admitirse que el sufijo -ssa pertenezca exclusivamente al luvita. 2) pensar que este sufijo proviene de una lengua de sustrato preindoeuropeo no tiene fundamento. En conclusión, podemos señalar que el nombre Ταρτησσός parece una denominación originada en una lengua indoeuropea de Anatolia.

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