Ficha La dialectica del Iluminismo

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Sofía Guglielmetti, 15625664 Ficha de Lectura N°3, Dialéctica del iluminismo de M. Horkheimer y T. Adorno En el texto La Dialéctica del Iluminismo Horkheimer y Adorno se enfrentan a la pregunta de cómo es posible que hayamos llegado a la barbarie (contextualizando a los autores en el holocausto nazi) en una sociedad que actúa bajo las máximas del iluminismo; este, a través de la razón instrumental (que se da cuando el iluminismo se va a la praxis) busca posicionar al hombre como amo, quitarle el miedo a lo desconocido por medio de la ciencia y el conocimiento, ya que la superioridad del hombre reside en el saber. El hombre quiere dominar la naturaleza, y busca derribar el mito, al que define como proyección de lo subjetivo en la naturaleza (pág. 19, párr. 2), pero este recae en el mito ya que generaliza teorías que son reedificadas, es decir, dejan de cuestionarse y se cierra a pensar las cosas de una manera distinta. En la medida en que genera una máxima, este también se mitifica. Luego, al basarse en la repetición en sí mismo y no generar cuestionamiento ni novedad, se renuncia al pensamiento y se generan así hombres que se limitan a buscar la auto conservación y no piensan ni reflexionan más allá de lo que el sistema propone. Así también influye lo que los autores definen como industria cultural, que trata a la cultura como una mercancía dominada por minorías influyentes, que estandarizan los gustos del público y ofrece estereotipos, a través de la repetición de lo mismo con variaciones en la forma. Finalmente, el individuo termina por adherir de manera acrítica a los valores impuestos por la industria a través de los mass media y se fusiona la identidad del individuo con la sociedad en esta “Pseudocultura”, que en apariencia facilita el acceso a la cultura, pero que busca exacerbar pulsiones primitivas con tal de mantener al individuo más manejable. Así se da una objetificación de la humanidad como parte de un proceso de producción. De esta manera los autores plantean el dominio del humano por sobre la humanidad, pero un dominio que no es privilegio de todos, si no de quienes controlan la industria cultural en la que el sujeto se ve obligado a tomar parte. Desde este análisis, podemos preguntarnos ¿Con que fin el hombre busca el dominio de sí mismo como especie? El iluminismo tiene como objetivo principal quitar el miedo a los hombres y convertirlos en amos (pág. 15, párr. 1) y para esto, plantea la eliminación de lo desconocido a través del saber; reducir mitos y figuras a posición y ordenamiento, historia a hecho y cosas a materia (pág. 19, párr. 2). Pero de la misma manera el iluminismo vuelve a recaer en el mito, ya que busca hacer la realidad calzar. Si explicar la naturaleza

nos libera de ella, así mismo la explicación mítica nos libera de la angustia. Mientras el iluminismo busca entender matemáticamente el mundo, generando teorías que luego no son cuestionadas, se cierra a pensar las cosas de manera distinta; en la medida en que deja de ser contingente y se vuelve una máxima genera un mito. Cualquier pensamiento que se aleje de esta verdad racional, significa locura y destrucción (pág. 41). De esta manera, el pensamiento de los hombres queda coartado a las verdades ya planteadas por la razón, que se mitifican y no dejan espacio a posturas críticas que se alejen del cálculo ya hecho. Por lo tanto, se renuncia al pensamiento por su forma cosificada, como matemáticas, máquina y organización (pág. 54). El conocimiento se limita a su repetición (pág. 42). Esto encasilla al hombre en un marco de pensamiento determinado por “verdades universales” con características míticas que eliminan lo desconocido y la angustia que esto genera. Al mismo tiempo, con la “rectificación del espíritu” (pág. 45) han sido modificadas las reacciones internas de los hombres, volviéndolo un conjunto de reacciones que son predecibles en él. Así, en un mundo que no deja espacio a preguntas que no estén en el sistema, se conciben individuos maleables afectados por un aparato económico que utiliza esto en su favor y adjudica a la mercancía valores que deciden el comportamiento, inculcando estilos obligados de conducta, presentándolos como los únicos razonables. La industria cultural como la plantean los autores, es un proceso de transformación cultural en su contrario. Este proceso, utiliza a la cultura como una mercancía que se comercializa y estandariza los gustos del público a base de la constante repetición de lo mismo en distinta forma con la que se contentan los individuos en su conformismo, donde el juicio crítico y competencia son prohibidos ya que nadie debe ser superior al otro en la cultura democrática (pág. 162). Mientras todos los individuos están dominados por el mismo sistema, no podemos excluir de él al grupo minoritario que posee el control sobre la industria cultural. Ellos no se ven exentos de este adormecimiento de la crítica y el pensamiento en que la sociedad está sumergida a raíz (pues podemos contar como causa) del iluminismo y su mitificación. Finalmente, se puede desprender de esto que la repetición en la industria y la pseudocultura que domina a los hombres y los vuelve instrumento no son un fin perseguido, si no que se desprenden como un resultado natural del iluminismo que no deja espacio a la novedad. El hombre nunca buscó su dominio, si no que al dominar la naturaleza esto resultó en el control sobre el hombre, que, acompañado de una cultura de

mercado crecientemente capitalista, resultó en un círculo vicioso de eternas repeticiones, donde muy pocos son capaces de generar pensamiento crítico.