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Capítulo 1: ¡Bájate! Es de media noche, fría como todas las demás. Una chica se encuentra parada en un puente muy alto,

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Capítulo 1: ¡Bájate! Es de media noche, fría como todas las demás. Una chica se encuentra parada en un puente muy alto, sonríe al ver que la altura es suficiente para acabar con todo. Pasa su cuerpo lentamente al otro lado del barandal, al lado de “si das un paso en falso, todo acaba antes de lo planeado.” Aferra sus manos al barandal que ahora está a su espalda, se balancea hacia delante y hacia atrás. Respirando el aire fresco –Lo haré, debo hacerlo.- Dijo la chica de dulce voz, con sus ojos cerrados, lentamente fue soltando su mano derecha del barandal -¡Al fin seré libre! Su voz se escuchaba decidida, sin miedo, muy confiada tal vez. -¿Qué haces? –dijo una ronca voz entre la oscuridad. -Lo que debí hacer hace tiempo. -¿Crees que es lo correcto? –Se acercaba lentamente. -A ti no te interesa.- Dijo una pelirroja algo frustrada con aquella voz. -¿Quién eres?- Preguntó. - Alguien que pasaba por aquí.-Dijo viendo sólo la cabellera pelirroja de la chica que se movía al compás del viento.- Deberías bajarte. -¿Por qué? - Mejor contesta ¿por qué quieres hacerlo? – Seguía preguntando aquella voz entre la oscuridad. -¿Te interesa? -A lo mejor y sí. -Mi vida es una basura ¡No merezco vivir! -¿Has matado a alguien?

-¿¡Qué!? No, para nada. –contestó rápidamente la pelirroja. -Entonces no digas que no mereces vivir. -Tú qué sabes de mi vida. –Movió su cabeza a un lado para apreciar con quién perdía el valioso y escaso tiempo que tenía de vida aún. – Eres pequeña. -La estatura no mide la sabiduría. -¡Oh por Dios me ha salido una filósofa a mitad de la noche! –se burló. -¡Bájate! –exigió la pelinegra. -No. –Contestó con firmeza la pelirroja. -¿No piensas en el dolor que le provocarás a tu familia, pelirroja? –Preguntó curiosa. -Mi familia me odia. -No es posible. -Sí lo es. -¿Por qué lo harían? -Por como soy. -¿Y cómo eres? –siguió preguntando la pelinegra. -Haces muchas preguntas. –Dijo la pelirroja contemplando la vista que tenía al frente de la ciudad. -Y tú contestas muy poco –sonrió débilmente. – dime ¿Por qué te odian? –preguntó de nuevo. -Yo…Bueno, soy un “Bicho raro” –bajó su mirada, suspiró muy fuerte y continuó. –Yo soy lesbiana. –

dijo casi en un susurro. -¿Y eso qué? –Dijo nada sorprendida la pelinegra. –Puede que te encuentres a la chica de tus sueños mañana pero, si saltas ¿Cómo lo sabrías? –Cuestionó.- Por favor, Bájate. –Dijo en un tono un poco suplicante. -Ya no quiero sufrir más ¡No soporto ver como mi familia me discrimina! –Dijo casi gritando. -Eres más fuerte que todo eso. –Dijo serena la pelinegra.- Estás ahí parada, a punto de saltar, no muchos se atreverían a hacerlo. Pero date otra oportunidad, al menos esta noche, bájate. -No me conoces, no sabes nada de mí. -¡Oh sí que sé algo de ti! -¿El qué? –preguntó curiosa la pelirroja. -Que tu cabello tiene un aroma exquisito. –SonrióBájate. -Si lo hago, y nada cambia para mañana, yo regresaré y terminaré con lo que no me has dejado terminar hoy ¿Estás consciente de eso verdad? – Preguntó la pelirroja. -Sí, y yo no estaré para impedirlo de nuevo. Resopló, contempló una vez más el fondo de donde descansaría su cuerpo muerto mientras alguien que pasara por ahí la encontrara sin querer. –De acuerdo.- Se dio la vuelta y comenzó a pasar su cuerpo al seguro asfalto, cerca de donde se encontraba la pequeña pelinegra. -Perfecto. –dijo la pelinegra. -Sólo será un día, mañana regresaré, estoy segura.

-No sabes lo que pasará mañana, no te confíes de tus pensamientos. -Sí sí, lo que digas. –dijo en un tono aburrido la pelirroja. El rostro de la pelinegra seguía entre la oscuridad, pero eso no fue obstáculo para que la pelirroja se diera cuenta del color de ojos de la persona que la acompañaba. –Wow!- dijo sorprendida. -¿Pasa algo? -Tus ojos. –dijo mientras la veía fijamente. -¿Qué pasa con ellos?- Preguntó extrañada. -Son lindos, nunca había visto un azul tan, no sé ¿Tan perfecto? –Dijo sonrojándose. -Ah eso –Rió.- Bueno, también tú tienes un par de ojos muy bonitos pelirroja. –Dijo sonriendo. -Gracias. –se limitó a contestar, jamás le habían dicho eso. -Bueno, debes irte, es tarde, y probablemente te espera un buen día mañana. –Dijo la ojiazul. - tu positivismo me mata. –Bromeó la pelirroja. -Y a mí tu negativismo. –Sonrió- Cuídate pelirroja. Esta sólo asintió, y le regaló una sonrisa, se puso en marcha rápidamente con rumbo hacia su casa ¿Por qué le había hecho caso a una extraña? ¡Ella quería saltar! Pero esa pelinegra le ganó la voluntad. –Estoy loca- dijo entre una sonrisa. Se paró en seco cuando ya estaba a unos metros lejos del puente -¡Su nombre! ¡No me dijo como se llamaba! – Chilló repentinamente, así que decidió

voltearse para buscarla, no estaría tan lejos pero…esperen, ¿Quién está donde hace unos momentos la pelirroja se encontraba parada al borde de la nada? –Joder.- fue lo único que dijo antes de comenzar a correr hacia el puente nuevamente, y parase detrás de esa pequeña silueta que se encontraba donde ella estaba unos minutos atrás. -¿¡Qué Carajos haces!? ¿Eh? -Dijo con dificultad por la pequeña maratón que había corrido unos segundos atrás. -Voy a saltar. –Dijo esa voz ronca.

Capítulo 2: Estás loca. -¿¡Qué Carajos haces!? -Dijo con dificultad por la pequeña maratón que había corrido unos segundos atrás. -Voy a saltar. –Dijo nuevamente esa voz ronca. -Pero…tú… acabas de hacer que yo no salte ¡Qué demonios te pasa! –Dijo cabreada la pelirroja. -Yo venía a hacer lo mismo, pero te vi a ti parada aquí y dije “¡Joder, esa pelirroja no me quitará mi lugar en las noticias!” –Soltó una ligera carcajadaasí que decidí convencerte para que te bajaras. - ¿Por qué quieres hacerlo? –preguntó más calmada. -Porque a diferencia tuya, yo no tengo motivos para seguir aquí. -¿Has matado a alguien? -No uses mis teorías conmigo –Sonrió- No, no lo he hecho.

-Entonces no mereces acabar con tu vida. -Claro que sí, no hago nada bueno en esta tierra. – Decía mientras balanceaba su cuerpo. -¿Por qué lo dices? -Sólo, no merezco pertenecer a la vida de nadie. -Bájate. –dijo la pelirroja. -No lo haré. -Te bajas ¡Ya! -¿Me estás exigiendo? –preguntó divertida la pelinegra. -Por favor. –suplicó la pelirroja. –Mañana podrías encontrar al amor de tu vida. -Sigues usando mis teorías en mi contra.-SonrióNo merezco que nadie me ame. -¿Por qué? Todos merecemos eso. -¿Qué te ha pasado pelirroja?-Dijo viendo a ningún lugar fijo. –Te has vuelto positiva. –Rió. -¿Podrías bajarte esta vez? Un día de retraso te pido. Tú me obligaste. Analizó la teoría que ella misma le había dicho minutos atrás a la pelirroja, quizá tenía razón. – Está bien- Se resignó pero recordó algo. –Si no funciona, mañana volveré ¿Estás consciente de ello?-Sonrió ampliamente mientras pasaba su cuerpo al otro lado del puente y situarse frente a la pelirroja. -Ahora tú ocupas mis respuestas –Sonrió- Yo no estaré para impedirlo mañana.

-Bien ¿Y qué debo hacer ahora? -Decirme tu nombre. –Sonrió tímidamente la pelirroja. -¿A eso venías? - No qué va, recordé tener una visión donde tú saltabas de este puente, por eso regresé –Se burló descaradamente.- Ya, ¿Cómo te llamas? -Volkova, Yulia Volkova –extendió su mano en forma de saludo, la pelirroja la tomó tímidamente, el contacto de sus pieles fue suficiente para sentir un pequeño choque eléctrico por sus cuerpos.- ¿Y tú pelirroja? -Soy Elena Katina, pero dime Lena. –Sonrió. -Y bien Lena, hoy ¿Qué haremos? -Conocernos. –Propuso la pelirroja. -¿Deberíamos? –Preguntó extrañada la pelinegra. -Pues ¡Sí! ¿O la pequeña debe volver a la cama? –Preguntó un tanto divertida al ver la expresión de la pelinegra. -¿Seguirás con lo mismo? –preguntó yulia en un tono molesto, pero no lo estaba en lo absoluto. -Por eso hay que conocernos, quizá deje de llamarte pequeña al saber tu edad. –Sonrió- Ven, vámonos.- Tomó la mano de la pelinegra y comenzó a caminar lejos del puente, a unos metros estaba la parada de autobuses. -¿Piensas que pasará algún autobús a estas horas? –Preguntó algo confundida la ojiazul al ver a donde se dirigían.

-Supongo, si no caminaremos hasta la ciudad. – Dijo lena encogiéndose de hombros. -¿Conoces aquí? -¿Acaso tú no? –preguntó confundida la pelirroja. -Claro que no.-Contesto seria la pelinegra. -¿Cómo has venido hasta acá? -Cogí un taxi, y le dije al hombre “lléveme al puente más alto de la ciudad, alguien me espera ahí, y fue la única dirección que me dio” –Se carcajeó al recordar ese suceso- Y veme aquí.- Lena la miraba con los ojos como platos y la boca abierta. -¡Estás jodidamente loca, Volkova! -No pensaba regresar ¿Para qué tomarme la molestia de conocer antes el lugar? Ahora que tú interrumpiste mi acto suicida, deberás llevarme a la civilización. –Sonrió y cruzó sus brazos. -Está bien. ¿Dónde vives? –Preguntó mientras veía un autobús acercarse a la parada- ¡Mira! - No sabes para donde va. -Que importa ¡Súbete! –le exigió y la pelinegra obedeció, se subieron y se sentaron en los asientos del final. Hubo un silencio incómodo, hasta que la pelirroja volvió a hablar. -¿Tú edad? -¿Eh? –Preguntó saliendo de sus pensamientos ¿Qué has dicho? -Te pregunté tu edad- Se rió al ver la cara de confusión de la ojiazul. -oh, eso, tengo 18 ¿Y tú pelirroja? Espero me dejes de llamar “pequeña” –Esa última palabra lo dijo imitando el tono de voz de la pelirroja.

-¿18? ¡Es que acaso no has tomado tus vitaminas cuando eras más pequeña! –Se carcajeó al ver la cara de cabreada que tenía Julia en esos momentos, cuando logró calmarse, siguió hablando -¿Qué día es hoy? -Ya es Martes. –Contestó la pelinegra. -No, fecha. –Corrigió Lena. -Octubre 4 ¿Por qué? -Mi cumpleaños, hoy cumplo 17. -¡Y te atreves a llamarme pequeña eh pecosa! -Pareces de 15. –Admitió. -Pues tú pareces de 20 y no he dicho nada referente a ello. –Comenzó a reírse, la cara de Lena quería parecer seria pero la risa contagiosa de la ojiazul logró ganarle la batalla. -Ya ya, deja de reírte. –Esperó que el ataque de risa le pasara a yulia, y siguió preguntando- ¿Tu familia? -Odiándome. –Dijo sin rodeos la pelinegra. -¿Por qué? -Por lo que soy –Contestó con una sonrisa que más bien parecía una mueca. -¿Qué eres? -¿Te interesa? –Preguntó mientras la observaba fijamente a los ojos. -Es el objetivo de este “viaje” –Dijo mientras hacía las comillas con sus dedos a la última palabra.

-Ok, te lo resumo, soy lesbiana, CASI suicida, amante de dañarse físicamente a sí misma. Por eso me odia todo el mundo, por eso quería acabar con toda esa basura que me acompaña a diario. – Hubo un silencio, en el que sólo veía por la ventana, unos segundos después volvió su vista a la pelirroja y preguntó –Y tú ¿Qué eres? La pelirroja tomó aire y luego lo soltó ruidosamente y comenzó a hablar –Lo que ya sabes, soy lesbiana, también CASI suicida, depresiva, solitaria, pero no me he llegado a lastimar a mí misma. –Dijo mientras observaba la expresión de la pelinegra. -No sabes la suerte que tienes. –Dijo sonriendo. -¿Suerte? ¿Por qué? –preguntó confundida la pecosa. -De no llegar al punto de dañarte, una vez ahí no puedes salir de ese problema. Te vuelves adicta. -¿Tú lo eres? -Sí, soy una demente. Suelo andar con suéteres o muchas pulseras para que no se me noten, algo que es en vano porque igual se logran ver. -¿Me….Dejas ver? -Aún no pecosa, luego será. –Respondió tranquila la ojiazul.- ¿Dónde vamos? -No lo sé, algún lado de la ciudad ¿Te quieres bajar y caminar? -Suena mejor. –Dijo Julia al mismo tiempo que se ponía de pie, acto seguido por Lena. Indicaron al chofer que bajarían y éste paró dejándolas bajar. -Y bien, ¿Dónde nos quedamos? –preguntó la pelirroja mientras comenzaban a caminar sin un

rumbo fijo. -¿Por qué querías saltar? -Desean casarme con un hombre que no me agrada. -Eso suena mal ¿No puedes hacer nada? -No. Soy menor de edad, pueden hacer lo que quieran conmigo –Dijo en un tono muy triste. -Todo va a mejorar, no te preocupes. No van a obligarte. -¿Cómo lo sabes? -No lo sé. Sólo confía en mí. –Sonrió y tomó el brazo de Lena. -Está bien. Y tú ¿Cuál es el motivo mayor por el cual querías saltar? -Yo, pues…. Capítulo 3: Nuestra historia. -Yo pues, mi padre, él…él me maltrata. –Dijo con un tono de furia. -¿Por qué no te vas de ahí? -No tengo trabajo. -¿Estudias? -Debería, pero no desea pagarme la universidad. ¿Y tú pecosa? -Estudio psicología. La pelinegra se paró en seco al escuchar eso, volteó a ver a su acompañante quien la veía extrañada por dicha acción y comenzó a

carcajearse dejando a una Lena confundida. -¿En serio?- Logró decir entre risas. -¿Qué es lo gracioso? –Preguntó seria la pelirroja. -Tú- Trataba de contener la risa. –Estudias psicología ¡Y has querido suicidarte hace menos de media hora! ¿Ya se te pegó la locura o qué? – Volvió a reírse. -No es divertido. -Oh sí que lo es. –Seguía burlándose de lena.- Si lo vieras desde mi lado, te parecería gracioso. -Eres una tonta. –Dijo la pelirroja mientras le soltaba un pequeño golpe en el brazo a Yulia. -Ya pecosa, no te enojes. –Dijo calmándose y secándose algunas lágrimas que le habían salido de tanta risa.- Yo quiero estudiar administración de empresas. –Dijo de repente. -¿En serio? -Sí, deseo poner mi propia empresa, ser alguien reconocida y que nadie vuelva a pisotearme. -Suena bien. -Lástima que no lograré nada de eso. -¿Por qué? -Porque mañana estaré de vuelta en ese puente sin ninguna pelirroja que logre impedir que salte. -Ya veremos. –Dijo la pelirroja. Siguieron caminando, entre risas nerviosas, y silencios que no eran para nada incómodos, ambas olvidaron lo miserable que eran sus vidas en ese momento. ¿Por qué? ¿Por qué confiarle tu

vida a otra loca suicida? ¿Compatibilidad de locura? Probablemente, no sabía que pasaba entre amas, pero si sabían una cosa ¡No querían volver a la realidad! Luego de caminar por media hora, llegaron a un lugar casi al centro de la ciudad, una residencial no muy lujosa pero se notaba que los habitantes de ahí vivían cómodamente. La pelinegra miraba las casas asombrada, soltó un ligero –Wow!-¿Qué pasa? –Preguntó la pelirroja buscando con su vista aquello que la había asombrado tanto a la morena. -Estas casas…Son… ¡Wow!- Seguía sorprendida. -Ah eso.-Bajó su mirada verde-grisáceo, la morena la observó y supo lo que pasaba por su mente. -Pero no es un verdadero hogar ¿Verdad pelirroja? -Exacto. La morena tomó la mejillas de la pelirroja con ambas manos, haciendo que levantara su rostro y la viera a los ojos… ¡Y qué ojos! Pensó la morena. -Escúchame. –Dijo yulia en tono autoritario.Debes soportar un poco más este infierno ¿Sí? -Pero… -¡Cállate! Haremos una promesa. -¿De qué tipo? –Preguntó la pecosa. -Ambas, soportaremos este infierno de vida un poco más ¿Sí? ¡Ya lo hemos aguantado mucho tiempo! Sobreviviremos. ¿Qué dices pecosas? -No sé si aguantaré. –Dijo triste la pelirroja.

La morena pensó un poco y luego habló. –Yo tampoco sé si aguantaré –Dijo seriamente. –Pero pensaré en ti, y que tú estás luchando también para salir adelante, y eso me ayudará a soportarlo. –Dijo con una pequeña sonrisa en sus labios. -¿Por qué haces esto? –Preguntó la pelirroja. -Deseo verte feliz. ¿Vas a prometérmelo? -Está bien –Sonrió dejando en las nubes a la pelinegra con esa bella sonrisa –Yul… -Dijo, sacándola de sus pensamientos. -¿Dime? -¿Volveré a verte? -Claro que sí pecosa –Acarició su mejilla con su pulgar- Pero esta vez no será en un puente –Dijo riendo. -¡oh claro que no! –Dijo la pelirroja también riendo. –Debo irme ¿Estarás bien? -¿Tú lo estarás? -Pensando en ti, será un poco más fácil. –Dijo sonrojándose la pelirroja. -Entonces yo estaré bien también –Sonrió- No te sonrojes….O bien, sí, hazlo, te vez hermosa. La pelirroja no resistió más y se aferró fuertemente al pequeño cuerpo de la pelinegra. Abrazándola como si la vida se le fuera ir en ello, la ojiazul sólo acariciaba sus rizos, mientras llenaba sus pulmones de ese exquisito aroma que salía de su cabello rojizo. Al cabo de unos minutos la pelirroja terminó el abrazó tímidamente. -Gracias. –Dijo la pelinegra.

-¿Por qué? –Preguntó la pelirroja tiernamente. -Me has devuelto las fuerzas con ese abrazo. -Y tú las mías. –Dijo mientras se acercaba a la mejilla de la morena y depositaba un pequeño pero tierno beso en ella –Debo irme, es tarde. La morena estaba completamente en shock, ese beso la llevó a otro planeta donde todo era perfecto. –Está bien –Dijo al fin. –Nos vemos luego. -La pelirroja asintió y luego con una sonrisa comenzó a caminar en sentido contrario de la morena, a unos metros de distancia la morena dejó de caminar y se volteó, visualizó a Lena a unos metros tomó aire y gritó -¡Lena! La pelirroja asustada, volteó a ver a la morena y, gritando también. Preguntó -¿Qué pasa? -¡Feliz Cumpleaños Pecosa! –Gritó con todas sus fuerzas la morena, regalándole una sonrisa a Lena quien comenzó a reír. -Gracias, Volkova. Nos vemos pequeña –Le lanzó un beso y se volteó. -¡Que no soy pequeña, joder! Adiós pelirroja. – Terminó de gritar para seguir caminando también hacia su destino. ¡Tenían que regresar a la realidad en cualquier momento! Aunque había una promesa de soportar lo que sea para poder salir adelante. La pelirroja llegó primero a su pequeña mansión, entró con cuidado sin hacer el mínimo ruido, victoriosa llegó a su habitación sin despertar a nadie, quitó sus zapatos y con todo y ropa se acostó en su cama, suspiró y con los ojos cerrados y una sonrisa en sus labios susurró -¡Julia! –fue lo último que dijo antes de caer feliz en los brazos de Morfeo.

Pero no todo era color de rosa…

Capítulo 4: ¡Un nuevo comienzo! La morena llegó a su casa, sabía que se encontraría con su padre tomado, y con posiblemente alguna prostituta, abrió lentamente la puerta principal de la casa, entró y luego la cerró lentamente, pero cuando terminaba de hacerlo unos brazos la tomaron fuertemente haciendo que su cara se contraminara contra la puerta. -¡Volkova! –Dijo una voz llena de rabia. Mientras volteaba a la morena y contraminaba, esta vez, su espalda contra la puerta -¡Dónde mierdas estabas! -Padre…Yo…. estaba…..Caminando. –Dijo mientras su quijada temblaba del miedo. -¿Caminando? ¿A estas horas? –Preguntó incrédulo aquel hombre. -¡No me tomes por idiota! -Pues eso estaba haciendo –Dijo seria la morena. Con esa respuesta sólo se ganó una enorme cachetada que hizo que volteara su cara. -¡A mí no me contestas así imbécil! –dijo aún con más furia el hombre. -Termina con esto ¿Quieres? –Dijo la morena mientras levantaba su vista y veía con odio a su progenitor. -¡Vamos Oleg! ¿No eres muy hombre

pues? –preguntó tomando toda sus fuerzas y soltándose del agarre de su padre. Mientras ponía su mano en la mejilla que su padre había abofeteado. El hombre quedó helado al ver la reacción de su hija, jamás le había contestado, disfrutaba oírla sufrir y suplicarle que parara de maltratarla. Y hoy le exigía eso. -¿Qué?- Dijo asombrado aquel hombre -¡Te vas de mi casa maldita lesbiana! – Gritó tornando sus ojos a un azul profundo, penetrante, aunque, ahora, impenetrante para aquella morena. -Está bien. –Dijo sin más rodeos la ojiazul tranquila. –Me voy de este maldito infierno. -¡Vas a podrirte en la calle! ¡Y sola! –Le gritó aún más oleg. -Al menos, no moriré con un malnacido como tú en mi vida. –Dijo, regalándole una sonrisa sínica a su padre. –Iré por mis cosas. –Apartó a su padre con su hombro y se dirigió a su habitación “¡Al fin!” dijo la morena en su mente, por fin sería libre de ese infierno. Recogió su ropa rápidamente, no podía perder tiempo, su padre podría arrepentirse y no dejarla ir. Tomó su celular y la maleta con todas sus cosas, las cuales no eran muchas, llegó a la puerta nuevamente, se volteó y vio a su padre. –No te odio. –Dijo tranquila.-Me has dado la oportunidad de ser libre ¡Y voy a aprovecharla! –Dijo con todo el valor del mundo. -Olvídate que existo, Yulia. –dijo serio su padre. -Lo haré, Oleg. Adiós. –Y sin más salió de su casa, caminó lo más lejos de ahí que pudo soltó su maleta y comenzó a gritar alegremente “Al fin, al fin soy libre”,

luego de estar dando vueltas como loca, dijo – ¿Dónde demonios viviré? –No había pensado en eso. Se sentó en la acera suspiró y comenzó a pensar que haría ahora –Buscaré un trabajo mañana –Dijo a la nada –Después comenzaré estudiar –Seguía hablando -¡Pero donde mierdas viviré! –Dijo con un tono preocupado, al cabo de unos minutos se le vino alguien a la mente -¡Dima! –Gritó en un tono aliviado –El me ayudará sin duda –Tomó su celular y marcó el número de su amigo más querido, la única persona que la quería pese a todo. -¿Aló? –Dijo una voz adormilada y ronca al otro lado de la línea. -¡Dima! ¡Amigo! ¡Soy yo! –Dijo efusiva la pelinegra. -¿Volkova? –Dijo sorprendido. -¡Ya viste la maldita hora que es! –Dijo más despierto. -Necesito tu ayuda. –Dijo Yulia. -¿Te ha pasado algo? -Sí, ¿Puedo ir a verte? ¿O tendré que sacar a la mujer que tengas en la cama ahorita? –Preguntó riendo. -No hay nadie aquí Volkova, vente, que cuando estés aquí vas a pagármelas! –dijo fingiendo un tono molesto. -El gran Dima molesto ¡Qué miedo! –Se burló la morena –Ya llegaré espérame. - Ok aquí te espero adiós. Colgó, y sonrió, sonrió como nunca lo había hecho, bueno, sólo cuando estaba con la pelirroja. ¿Será que la pelirroja fue su amuleto de buena

suerte? ¡Su vida estaba comenzando a mejorar! Luego la buscaría para contarle, tomó su maleta, paró un taxi, que, por suerte iba pasando, le dio la dirección de Dima y se puso en marcha. No estaba muy lejos, sólo serían 20 minutos de camino, le pagó al hombre y salió del taxi, Dima vivía en un apartamento en el centro de la ciudad, pequeño pero acogedor. Subió al tercer piso, buscó la puerta “254” y tocó, esperó unos segundos y la puerta se abrió dejando ver a un castaño sin camisa y frotándose los ojos. -¡Dima! –Dijo alegre la morena y abrazó a su amigo quien la alzó en el aire y la hizo girar. -¡Yulia! –La apretó aún más fuerte contra su bien formado cuerpo. -Vas a deshacerme. -Bromeó la pelinegra. -Lo siento, es que hace mucho tiempo que no te veo. –Sonrió, pero su sonrisa se borró al ver la mejilla de la pelinegra. -¿Qué te ha pasado en la cara? –Dijo preocupado al ver lo roja que se encontraba aquella mejilla. -Déjame pasar, tengo mucho que contarte. –Dijo la morena con su mirada hacia el suelo. -Sí, claro, pasa. –se hizo a un lado y dejó pasar a la morena. Caminaron hasta el interior del apartamento, el reloj ya marcaba las 2am. Ambos se sentaron en el sofá, uno al lado del otro, nadie dijo nada, pero el castaño decidió romper el silencio. -Y bien, ¿Qué querías decirme? –Preguntó finalmente. -Mi padre…él me ha dejado así la mejilla. –

Contestó la morena. -¡Voy a matar a ese malnacido! –Contestó furioso Dima. -No vale la pena, o bien sí, ha servido para correrme de la casa –Sonrió- Soy libre Dima. -No es la primera vez que te golpea ¿Cierto? -No. -¿Deseas hablar de eso? -Ya no, no importa. ¡Finalmente seré feliz! – Contestó la ojiazul feliz.- Hoy pensaba matarme. -¡Estás loca! –Contestó el castaño en un grito. -Pero una pelirroja me salvó. –Sonrió al recordar a Lena. – Ella me ha salvado. -¿Quién es? Debo ir y agradecerle que no hicieras tremenda estupidez! -Ella –Rió- Ella iba a tirarse también del puente, pero yo la detuve. Dima se quedó boquiabierto con lo que le había contado la morena. -¿¡Y es que acaso todas las mujeres se han vuelto locas!? –Preguntó desconcertado. -Al parecer y sí. –Se carcajeó al ver la expresión de su amigo, luego recordó por qué había ido hasta donde él y se puso seria. –Dima. -¿Qué? ¿Me dirás que te has hecho heterosexual? –Preguntó riendo- Eso me conviene. –Dijo alzando una ceja. -Cállate, claro que no es eso. Aunque pareces

mujer, podría confundirte un día. –Soltó una risa y Dima frunció el ceño. –Necesito un favor. -Está bien habla. -Necesito que…necesito que me dejes quedarme aquí un tiempo, en lo que busco un trabajo estable y me pueda mudar. –Dijo viéndolo a los ojos. -¿Dormirás conmigo? –Preguntó el castaño. -No. -Me resigno, está bien. ¡Claro que puedes quedarte, tonta! Mi casa es tu casa. –hizo una pausa. –Debes compartir a las mujeres que traigas aquí. –Sonrió pícaramente. La morena se lanzó sobré él y lo abrazó haciéndolo tumbar en el sofá mientras la morena le daba una lluvia de besos en las mejillas. – Gracias Dima. Gracias!! -Suéltame, luego dices que no eres hetero. – Bromeó haciéndole cosquillas a la pelinegra. -Ya ya ya. ¡Detente! –Decía entre risas la morena. Cuando terminaron la guerra de besos/cosquillas. El castaño llevó a Yulia a la que sería su nueva habitación. Se despidió con un beso y fue a dormir, ya que tenía que trabajar en un par de horas. Yulia se acostó en su nueva cama, no había sentido tanto alivio y seguridad como en esos momentos, cerró sus ojos y rápidamente quedó dormida, al fin las cosas parecían mejorar.

Capítulo 5: ¿Qué haces? La mañana llegó rápido, una pelirroja habría sus bellos ojos verde-grisáceos por los pequeños rayos de sol que se colaban entre su ventana. Todo parecía paz y tranquilidad hasta que… -¡Elena levántate ya por un demonio! –Gritó una voz masculina fuera de la habitación de la pecosa. -Ya estoy despierta papá. –Contestó reteniendo el enojo. -Apúrate, iré a dejarte a la universidad. –Dijo más tranquilo pero sin perder la seriedad. -Me iré yo sola. Te agarrará la tarde a ti por mi culpa. -¡Dame excusas! De seguro irás a verte con alguna mujerzuela. –Contestó regresando a su tono del principio. -No, sólo vete, o espérame y llega tarde al trabajo. Tú decides. –Contestó la pelirroja molesta. -¡Elena Katina! Un día me sacarás de quicio y ¡Ya verás! –Se fue, dejando a Lena aliviada, se tomaría su tiempo para irse. Mientas que por otro lado de la ciudad una morena estaba en estado de coma, profundamente dormida.

-Volkova. –Dijo el castaño muy suave por el oído de la pelinegra. -uhmm, Lena. –Dijo adormitada. -Cariño ¿Me das mi beso de buenos días? –Dijo Dima conteniendo la risa, y tornando su voz lo más fina que pudo. -Sí –Dijo aún dormida la morena. –Ven. -Extendió sus brazos y el castaño la abrazó, ella besó su mejilla. –Buenos días mi pelirroja. Dima no aguantó más y comenzó a carcajearse aún abrazado por la morena, su risa despertó a la pelinegra quien se asustó al ver a Dima sobre ella. -¡Pero qué demonios! –Dijo la morena mientras veía a Dima retorcerse de la risa. -“Buenos días pelirroja” –volvió a carcajearse. -¿Eh? –Preguntó confundida la pelinegra. - ¿De qué hablas? -Cariño, acabas de darme los buenos días, sólo que yo no soy la pelirroja. ¿Te has enamorado Volkova? –Preguntó conteniendo la risa. -¿Qué yo hice qué? –Seguía confundida. –Yo no estoy enamorada. –Contestó poniéndose de pie rápidamente. -Así que la pelirroja se llama Lena. –Decía el castaño mientras la seguía fuera de la habitación. ¿No me contarás algo más de ella? -No. –Dijo tomando un vaso con agua. – ¿Irás al trabajo? –Preguntó tratando de cambiar de tema. -Sí, alguien debe mantener nuestra familia. – Abrazó a la morena por la espalda y se acercó a

su oído. –Aunque falta la pelirroja. –Comentó haciendo sonreír a la pelinegra. -¿Vas a buscarla? –Preguntó Dima. -No sé cómo encontrarla. -¿No sabes dónde vive? –Interrogó el castaño. -La casa no. El lugar, más o menos. -¿Te olvidas de mi trabajo cariño? –preguntó. La morena se quedó pensativa con esa pregunta, luego reaccionó -¡Policía! ¡Tú eres policía! –Dijo casi saltando. -¡Dios! ¿Si recuerdas tu nombre verdad? – preguntó alzando su brazos. -¿Me ayudarías a buscarla? –dijo en un tono suplicante. –Por favor, Dima ¿Sí? -¿Sabes cuántas “Lenas” hay en Moscú? – Preguntó asombrado el castaño. -¡Muchas! -Elena Katina. –Dijo la morena rápidamente. -Joder ¿Katina? ¿Hija de sergey Katin? ¡Estás loca Volkova, LOCA! –Dijo alterado. -¿Qué pasa? ¿Por qué te pones así? –Interrogó la morena. -¿Qué tu no vives en Moscú, Volkova? –preguntó con su tono aún alterado. -Sí, ¿Qué pasa? ¡Dime! –Ya estaba perdiendo la paciencia. -Ese señor, si quiere desaparecer a alguien ¡Lo hace! ¿Y la policía? ¡Comprados! -¡Oh eres un corrupto Dima Bilán! –Dijo riendo la

morena. -¿No entiendes? Si descubre que andas tras su hija ¡Va a matarte! -Tranquilo, además ¿Quién dijo que yo ando detrás de la pelirroja? Sólo tenemos una promesa en común, y, tenemos que mantenerla en pie. –dijo calmada. -Volkova, te conozco ¡Acabas de darme los buenos días! Bueno, más bien, a ella. -Ya. ¿Vas a ayudarme o no? –Preguntó aburrida la morena. -Ya qué. –Dijo resignándose. –Te llamaré cuando tenga algo. Ahora debo irme. –Se acercó a la morena y besó su frente. –Te quedas en tu casa. -Gracias Dima. –Lo abrazó efusivamente. –Pero saldré a buscar trabajo. –Dijo soltándolo. -No hay apuro, si no tienes ganas aún. -Vas a mal acostumbrarme Bilán. -Si te casaras conmigo…. -No. –Contestó la morena. -Lo sé. –Sonrió- Déjame fantasear. Mientras que en una cafetería del centro se encontraba la pelirroja comprando un café, llevaba un libro en la mano, y su mochila en la espalda. Llegaría un poco tarde a su primera clase, de igual forma no importaba, ya tenía casi pasada esa materia, un examen más y seguro la aprobaba. Se sentó en una mesa por la ventana, y comenzó a leer su libro mientras daba pequeños sorbos a su café. Se concentró tanto en su lectura como

siempre solía hacerlo, que no sintió cuando alguien se sentó frente a ella. -Te vez hermosa. –Dijo aquella voz. La pelirroja se sobre salto con esa voz. -¿Tú? -Sí, yo. –Sonrió. -¿Qué quieres? –Preguntó cortante. -Que modales Katina. –Se burló. -Hola Sash ¿Qué quieres? –preguntó de nuevo la pelirroja. -A ti. –Sonrió. Lena bufó. –Jamás. –Dijo molesta. -Nunca se sabe pecosa. –Coqueteó el rubio. Alguien los observaba de lejos, miraba la expresión de la pelirroja, se veía incómoda con aquella compañía ¿Quién era? No lo sabía, pero pensaba que no era grata compañía para la pecosa, así que decidió interferir, compró un café y se fue acercando a la pelirroja. -Disculpa. –Dijo viendo a Lena. Ella y su acompañante guardaron silencio, el rubio volteó a ver quien hablaba, y se encontró con la mirada azul de Yulia. -¿Qué quieres? –Preguntó descortésmente. -A lena. –Contestó, luego se dio cuenta que eso no había sonado bien. –Ya es tarde, y vamos tarde a clases. –Aclaró rápidamente. -¿Nos vamos? Me has dicho que venga por ti amiga. La pelirroja no podía creerlo, pero aun así siguió el juego. –Sí, gracias Yulia, siempre me pierdo en

mis lecturas. –Rió. -Lo sé. –Sonrió y volteó a ver al rubio. –Adiós. – Contestó con un tono secó y se marchó con la pelirroja del lugar sin darle lugar de decir algo. Ya estando lejos del lugar la pelirroja habló. -¡Me has salvado! ¡De nuevo! –dijo abrazando a la pelinegra. -Te dije que sería un mejor día hoy. –La abrazó por la cintura y colocó su cabeza en el cuello de la pecosa ¡Qué aroma! Pensó. –Hola pelirroja. – Sonrió. -Hola mi ángel. –Sonrió tiernamente la pelirroja.

La conocí al borde de la muerte." Capítulo 6: Nuestra primera escapada. -¿Tu ángel? –Preguntó yulia confundida. -Me salvaste ayer, más bien hoy en la madrugada, y ahora de ese…-Se quedó callada. -Estúpido. –Dijo terminando la frase de la pelirroja. –Te vi de lejos, y tu cara era de “Voy a vomitar en tu cara si no te vas” y decidí interceder –Sonrió victoriosa. -Y te lo agradezco. –Dijo en un tono aliviado. –Él es… -Calló un momento. –Con él quieren que me case. -¡Venga! ¡No me jodas así Katina! –Soltó una carcajada. -¿Has visto su cara? ¡Parece un pingüino drogadicto! –Siguió riendo, contagiando a la pecosa. –Dile a tus padres que te consigan mejores partidos ¡Así sólo conseguirán que te vuelvas más lesbiana! –Siguió riéndose.

-Deja de burlarte, Volkova. Andas muy alegre hoy. –dijo riendo al ver lo roja que se ponía de tanto reírse la ojiazul. -¡Claro! Tu prometido me ha puesto de buen humor. -Cállate en serio. –Golpeó su brazo. –A todo esto ¿Qué haces por aquí? -Tomando un café –Alzó su vaso. -y salvando a una princesa de Shrek ¿No es obvio? –Preguntó y luego soltó una carcajada. -Te detesto Volkova –Rió. –Pero gracias. -Buscaba trabajo, más bien comenzaría a hacerlo después de tomar mi café. –Sonrió. -¿No deberías estar en clases? -¿Trabajo? ¿Por qué? Ayer dijiste que… -Lo sé. –Sonrió alegre- Pero algo mejoró. -¿Deberás? ¿Y qué es? –preguntó curiosa la pelirroja. -¿Te escapas conmigo? No has contestado mi pregunta si tienes clases, pero traes tu mochila así que supongo que sí tienes. -Sí bueno, ya iba tarde de todas formas. -Un día que faltes ¿No morirá nadie o sí? – preguntó mirando sus ojos verde-grisáceos. -No, claro que no. –Sonrió. -¿Dónde iremos? -lejos de aquí. Pero antes. –extendió su mano. ¿Me darías tu bolsón? Pretendo secuestrarte, déjame al menos llevar esa carga. -La pelirroja se rio al ver la acción de la morena, le dio su bolsón y

ésta se lo colocó rápidamente en la espalda. –Hoy sí, vámonos. –Tomo la mano de la pelirroja y subieron a un autobús que estaba en la parada. -No sabes para dónde va. –Dijo la pecosa algo preocupada. -Yo sí me subo a estas cosas con el conocimiento de su destino, no como otras que se sube al primero que pasa a media noche. -¿No disfrutaste el viaje acaso? –Preguntó haciéndose la indignada la pelirroja. -Claro sí, con el miedo de sentir que me matarían. -Eres dramática. –Rió. -¿Dónde vamos? -Ya te dije, lejos de la ciudad. Ambas chicas se sentaron, de nuevo hasta al final del autobús, Lena contemplaba por la ventana la vista que tenía ¿Dónde iban? Sólo la morena sabía, y por lo visto no se veía dispuesta a decir su destino. -Y ¿Cómo amaneciste? –Preguntó la morena. -Con gritos. –Sonrió amargamente la pecosa. -¿Y tú? -¿Gritos? –Preguntó un poco molesta. –Yo desperté… -Recordó a Dima sobre ella. –Con un gorila carcajeándose sobre mí. -Mi padre, no quise irme con él. Y se puso como loco. –Dijo con una cara de aburrimiento. –Espera ¿Un gorila sobre ti? –Preguntó confundida. -Ya te contaré cuando lleguemos. –Sonrió. –Es algo bueno, descuida. -¿Cuánto falta?

-Poco tiempo, tranquila ya casi llegamos. -No me gusta esperar. -Lo he notado ya. –Bromeó la pelinegra. Pasaron alrededor de 20 minutos cuando por fin llegaron a su destino. Un lugar fuera de la ciudad, pero por la altura se podía contemplar con calma dicha ciudad, se respiraba aire puro, sin duda un buen lugar para relajarse. -Y bien, llegamos. –Dijo la pelinegra mientras veía la ciudad. -¿Dónde estamos? -Es mi lugar secreto. Aquí vengo cuando quiero estar más sola de lo normal. –Sonrió. -Es…Tan calmado, transmite paz. -Sí, lo sé, es lo bonito. –Sonrió. –Ven, vamos a sentarnos por aquí, tengo que contarte algo. Se encaminaron hasta debajo de enorme árbol que les brindaba una gran frescura y por supuesto, una buena sombra del sol. -Y bien Volkova. –Dijo la pelirroja. -Me he ido de mi casa. –Dijo la morena sonriendo. –Me han corrido más bien. -¿Qué? ¿Qué pasó? –Preguntó sorprendida la pelirroja. -Mi padre, cuando llegué por la madrugada hoy, me estaba esperando. –Comenzó a jugar con el césped que hacía bajo ellas, y continuó hablando. –Me ha abofeteado.

-¡Te ha hecho qué! –preguntó incrédula la pecosa. –Ese hombre es un imbécil. -Lo es. Pero ha servido para que me dejara ir. – Sonrió. –No te enojes, he salido de ese infierno con él. -Sí pero te ha golpeado. –Dijo mientras acariciaba la mejilla de la pelinegra. -Ha valido la pena. -¿Dónde estás viviendo? –preguntó mientras ponía su cabeza en el hombro de la morena. -Con un amigo. -¿Qué amigo? –Preguntó seria la pelirroja -El gorila que te comenté. -¡Estaba sobre ti! –Dijo poniéndose de pie. –Pero tú… -¡Venga Lena! –Extendió su mano y haló a la pelirroja. - ¿Estás celosa? –Sonrió pícaramente. -No ¿Celosa? Pff que cosas dices Volkova. –reía con nerviosismo. -¿Quién es él? -Mi mejor amigo. –Contestó mientras reía por la actitud de Lena. -Pensé que no tenías amigos. -Es el único, casi no hablaba con él pero sabía que si lo buscaba él me ayudaría. -¿Qué hacía sobre ti? –Preguntó sin rodeos. -Dándome los buenos días. –Sonrió. -¡Qué lindo! –Dijo con sarcasmo.

-¿Sabes lo que le dije mientras estaba sobre mí? – Preguntó. -¿Qué? -“Buenos días pelirroja”. -¿Eh? –la pelirroja estaba perdida ¿Por qué le dijo eso a su amigo? -Yo estaba dormida, él llego a despertarme y le dije eso dormida, lo tenía abrazado. -¿Pensaste que era yo? –Preguntó sorprendida la pecosa. -Al parecer sí. –Se sonrojó la morena. –Fuiste mi amuleto de buena suerte pelirroja. –Dijo abrazándola. -¿Yo? ¿Por qué? -Te conocí y ¡Bom! La vida me da un giro de 360º. He de agradecerte. -Me alegro. Al menos tú estás mejorando. –Bajó su mirada que comenzaba a cristalizarse. -No, no llores. –La abrazó con fuerza y luego levantó su rostro dejándola frente a ella. – Solucionaremos esto ¿Sí? -¡Cómo Volkova! Aunque queramos evitarlo ¡No podemos! Van a casarme antes que pueda cumplir la mayoría de edad ¡Estoy segura! -No lo harán. –Dijo la morena con su mirada perdida. –Tengo un plan.

Capítulo 7: ¿¡Has estado fumando hierba!? ¡Va a matarme!

-¿QUE CARAJOS DICES? ¿ACASO NO AMAS VERME VIVO, VOLKOVA? -Cálmate Dima. –Dijo la morena al ver a su amigo alterado. -Lo siento mucho Lena, pero es que Volkova ¡Está loca! –Decía eufórico el castaño. La verdad es que la pelinegra no tenía ningún plan como se lo había hecho saber a Lena en aquel lugar horas atrás, se la había llevado casi a rastras de ahí mientras pensaba algo, pero sin tener éxito, llevó a Lena al apartamento que compartía con Dima y él estaba ahí, entonces su plan tomó forma. -Dima tiene razón. –Dijo la pelirroja. -¡Oh venga! Dima está guapo. –pasó un brazo por la espalda de su amigo. -Sí, pero no sé qué dirá papá. -Pregúntale. -Volkova tengo 20 años ¡Dirá que soy un pedófilo! -Él quiere verla con un hombre ¡No importa quien! Porque si vieras al que le ha conseguido –Se carcajeó. –Lena ¿Cómo dices que se llama el pingüino drogadicto rubio? -Sash. –Dijo Lena riendo. -Esa cosa. ¡Es horrible! Vamos Dima, sólo vas a salvarla de que la casen con esa cosa ¡Un año! En lo que cumple los 18. -¿Y si me investiga? Verá el pequeño historial de mujeriego que tengo. -Pero todas dirán que no duras ni 5 minutos, tranquilo. –Se burló- ¿Lo harás?

-Si te sigues burlando de mí. No. –Dijo serio Dima. -Volkova deja de reírte de él. –Dijo Lena al fin. –No quiero poner en riesgo a tu amigo. -No permitiré que te cases. –Dijo una Julia molesta. -Le gustas. -Susurró Dima antes de recibir un golpe en su estómago. -¡Vez! -Lena sólo plantéale la descabellada idea a tu padre, me llamas para saber lo que piensa, y veremos si seguir adelante o no ¿Sí? –Dijo casi suplicando. -Está bien. –Dijo Lena dando un gran suspiro. – Espero funcione. -¡Se han vuelto locas! Ahora entiendo por qué se conocieron en el puente. Joder, me estallará el hígado. -Tan rudo con su uniforme de policía y es más sensible que una embarazada. –Soltó una carcajada la pelinegra al ver a su amigo volverse loco. -¿Eres gay? –Preguntó Lena inocentemente, provocando que Julia aumentara su risa. -¿QUÉ? –Preguntó Dima abriendo sus ojos como platos. -¡No! ¡Claro que no! –Negó rápidamente. -Es una florecita silvestre. –Dijo Yulia entre risas. -¡Cállate ya Volkova! –Gritó Dima antes de levantar a Yulia y darle una buena dosis de cosquillas en el sofá. -Cualquiera que los ve, dirían que son novios. – Dijo Lena mientras los observaba pelear.

-Volkova, deberás dormir conmigo si esto se lleva a cabo. –Dijo Dima un poco serio. -¡Ni lo sueñes! –Gritó de repente Lena. Dima y Julia la observaron asombrados por su reacción. -Ya la oíste. –Contestó finalmente Julia. -No la tocaré Katina, tranquila, es tuya. -No….Yo quise decir….Bueno… –estaba extremadamente nerviosa. -Tranquila. Ahora, Volkova –Dijo conteniendo la risa por la situación. –Tendré que besar a Lena ¿Me darás permiso y no me sacarás los ojos mientras duermo? -Debes que hacerlo, si no confirmarán que eres una dulce tortolita –Se burló. –Pero no te pases Bilán. –Advirtió la pelinegra. -Bueno. –Sonrió el castaño. –Debo volver al trabajo cariño si no ¿Quién mantendrá este castillo? -Prepárate para escuchar cosas así seguidas, Lena. –dijo la morena. -Será gracioso. -¿Vez? Ella si tiene sentido del humor, no como tú. –Se levantó del sofá. -¡Busca un poco de sexo Volkova! –Y se echó a correr antes que la pelinegra lo atrapara. Él ya se había ido. -Idiota. –Le dije la pelinegra a, aparentemente, la puerta. -Así que ese es el gorila. –Se rio Lena. –Es divertido.

-Y es un idiota. -El idiota te ha salvado y, probablemente a mí. -Sí, es lo único que le agradeceré, pero sigue siendo un idiota. –dijo la morena mientras se acercaba a la pelirroja. -¿Te has puesto celosa? – Preguntó cuándo estaba muy cerca de la pecosa -¿Debería? –Preguntó nerviosa. -No lo sé. –Acarició un rizo que caía por sus hombros. –Sigo pensando que tienes un exquisito aroma en tu cabello. –La miró. –Y unos hermosos ojos. -¿Estás coqueteándome? –Preguntó mientras entrecerraba sus ojos. –No te daré el sexo que Dima te recetó. –Se carcajeó y paso sus brazos alrededor del cuello de la morena. –Pero podría besarte. –Dijo con un tono coqueto. -¿En…en serio? –dijo la morena nerviosa, pero aun así puso sus brazos en la cintura de la pelirroja. -¿Por qué no? –Dijo la pecosa acercándose lentamente a los labios de la pelinegra hasta rosarlos, eso las estremeció a ambas, la pelinegra se dejó llevar y cerró sus ojos, pero Lena desvió sus labios hacia la mejilla de la morena y depositando ahí un beso. Luego susurró –Pero no hoy.- Volvió a besar la mejilla de Julia y se alejó de ella. -¡Lena! ¡Joder! –Gruñó la morena frustrada. -eso es por ser tan cruel con Dima –Se rio con todas sus fuerzas la pelirroja, al ver el enojo de Julia. –Debo irme. –Dijo después de unos minutos. -Lárgate. –Dijo la morena mostrándose indignada y dándole la espalda a la pelirroja. Esta aprovechó y

la abrazó por la espalda y se acercó a su oído. -Te enojas muy fácil ¿Siempre eres así? –dijo mientras abrazaba más fuerte a la pelinegra. -¿Te has vuelto una pervertida sexual de la noche a la mañana? –preguntó la morena. -¿No puedo abrazarte? –Volteó a la pelinegra dejándola frente a ella. -¡No! Si no vas a…-Pero los labios de la pecosa la hicieron callar, sorprendida por ese acto la pelinegra no correspondía el beso, pero fue por unos segundos, sus labios encajaban a la perfección, era un beso tierno, inocente y tímido. Disfrutaban la calidez de la otra. Poco a poco el beso fue tomando intensidad, hasta un punto que les faltaba el aire, fue donde se obligaron a separarse. –Ok.- Dijo la morena tomando aire. -¿Qué? ¿que fue un chiste ah espera ahorita me rio. la pelirroja. –Ya Deja de hacer berrinches. –Le dijo muy cerca de sus labios antes de besarlos nuevamente. –Hoy si debo irme Volkova. -¡No! –dijo cruzándose de brazos la morena. -Y yo soy la “pequeña” ¿No? –Se burló la pecosa. –Nos veremos luego, lo sabes. Tenemos un plan, y saldrá bien. -bien. –dijo dejando caer sus brazos. –Un beso antes de irte ¿No? -¡Por supuesto…-Se acercó a la morena, pero se volvió a alejar, y caminó hasta la puerto. -…que no! –Terminó su frase. –Ya has tenido mucho por hoy, adiós Volkova. –Abrió la puerta y caminó hacia fuera cerrándola rápidamente. -Hija de la...

-¡Te estoy escuchando Volkova! –Dijo la pelirroja del otro lado de la puerta riéndose. -¡Me la debes Katina! –Gritó la morena.

Capítulo 8: El plan. La noche calló rápido, la pelirroja daba vueltas en su habitación rogándole a Dios que el plan de Julia funcionara ¡Tan pequeña y loca! Pensó la pelirroja. Sonrió al recordar sus pequeños y reconfortantes labios sobre los de ella. El sonido de la puerta principal de su casa cerrándose fue la que la sacó de sus pensamientos. –Llegó la hora. –Dijo suspirando y tratando de calmar sus nervios. -¿Crees que funcione? -Espero que sí. -¡Pero no soy un riquillo! –Gritó. -Que importa Dima. –Dijo la morena. -Que su padre la querrá con alguien de dinero, no con un policía. -Lo que le dirá servirá para que se dé cuenta que “nuestra familia” será poderosa muy pronto. -Él no es estúpido Volkova. -Tampoco lo es el plan. -Esperemos a que llame Lena. –Dijo calmándose. -¿Buscaste trabajo? En la pequeña mansión Katin. -¿Padre? –Preguntó temerosa la pelirroja al bajar a la sala. -¿Qué quieres Elena? –Preguntó indiferente su

padre. -Hablar contigo ¿Se puede? -¿Qué me dirás hoy? ¿Te irás a vivir con alguna mujer? –Preguntó sarcástico el hombre. -No. –Dijo seria la pelirroja. –Conocí a un chico. Su padre no podía creer lo que estaba escuchando ¡Un chico! Pensó, inconscientemente sonrió y bajó la guardia. -¿Ah sí? –Preguntó. -Sí. -¿Quién es? –Su curiosidad se notaba. -Se llama Dima, Dima Bilán Volkova. –Sonrió. -¿A qué se dedica? -Él es policía. –Dijo temiendo la respuesta de su padre. -¿Qué? –preguntó incrédulo el hombre. -¿Qué edad tiene? -Tiene 20 papá –Sus nervios habían vuelto. –Es un buen chico, su hermana menor también, por ella lo conocí. -¿Te metiste con su hermana primero? –Se carcajeó. -No, ella es una futura empresaria. –Dijo seria. – Me di cuenta que sólo fue una etapa lo de “Soy lesbiana”, lo conozco desde hace como 2 meses, y él quiere pedirte permiso. -¡Vaya! Me asombras Elena. –Dijo sorprendido el hombre. –Aunque son buenas noticias ¡Al fin un hombre en tu vida!

-¿Vas a aceptarlo? –Preguntó nerviosa la pecosa. -Tengo que hablar con él primero ¿Por qué no lo traes? Y a su hermana ¡Podríamos hablar de una futura fraternidad de empresas! –Dijo alegre el hombre. “Vaya Volkova, en los líos que te metes” Pensó la pelirroja. -¿Cuándo deseas que vengan a la casa? –Le preguntó a su padre. -Este viernes ¿Está bien? ¡Su padre ha bajado la guardia! Actúa como antes ¡Extrañaba a ese antiguo Sergey! –Perfecto. –Dijo la pelirroja notablemente feliz. -Espero no se atreva a dañarte porque si no… -Tranquilo, no lo hará. –Dijo riendo. -Gracias papá. -Lo mejor para mi pequeña. –Sonrió el hombre. – Estoy orgulloso de ti. ¿No podía estar igual de orgulloso aunque supiera que es lesbiana? Pensó la pelirroja, sin dejar de sonreír tristemente. -Amor, Lena, ya está la comida. –Dijo una mujer desde la cocina. -Ya vamos mamá. –Dijo la pelirroja cuando se levantaba al mismo tiempo que su padre. -¿Tu mamá sabe? –Preguntó Sergey a su hija mientras se dirigían a la cocina. -No, sólo tú. ¿Hay que contarle las nuevas no? – Sonrió la pelirroja. -¡Claro! Yo mismo le diré. –Abrazó a su hija. –Ve a lavarte las manos Lena. –Le dijo mientras la despeinaba un poco como solía hacerlo.

-Está bien papá. –La pelirroja estaba feliz, hace tanto no la veían sonreír en la pequeña mansión. “Volkova, estás loca pero ha funcionado el plan, debes venir el viernes con Dima, mi padre quiere conocerlo, luego te explicaré mejor, bye.” Fue el mensaje que envió a la morena antes de salir corriendo al comedor donde sus padres la esperaban Mientras tanto una morena saltaba por todo el apartamento con el celular en la mano. -¿Y hoy que tienes? –Preguntó Dima confundido mientras comía un poco de fruta. -¡Funcionó Dima! ¡Funcionó! –Dijo casi gritando de felicidad. -¿El qué? –Estaba verdaderamente confundido el castaño. -¿Te has golpeado la cabeza? –interrogó la morena. -¡El plan bobo! ¡El padre de Lena se ha creído todo! –Dijo feliz. -¿¡QUÉ!? –Gritó Dima ahogándose con un trocito de sandía. -¡Va a matarme! De seguro, joder. -No seas negativo. ¡Te dije que funcionaría! -A ti no va a matarte ¡Por eso estás tan tranquila! -Podré estar cerca de ella –Sonrió ignorando la presencia de su amigo. –Hoy me he besado con ella. –Volteó a ver al castaño. -¿Me has hecho caso de buscar sexo? –Se burló. -No seas bobo. –Golpeó levemente la cabeza de Dima. –Siento que debo cuidarla. -Te has enamorado. –Dijo en un tono no de

pregunta, si no afirmando ese hecho. -No lo sé ¿Es muy pronto no crees? -Puede ser, pero por como actúas con ella cerca, pareces enamorada. –Sonrió. –Debes buscar un empleo. -¿Por qué no me crees que ya tengo uno? He ido al café donde estaba Lena hoy y he puesto mis ojitos de cachorro huérfano al dueño, y me ha dado el empleo sin problemas. –Dijo feliz. -¿No quieres estudiar? –Preguntó el castaño. -Claro que sí. Y lo haré cuando esté estable en el trabajo. -Yo podría ayudarte mientras. –Sonrió. –Ya que eres mi “hermana”. -No quiero ser más molestia para ti Dima. -¡Oh vamos! Yo siempre quise tener una hermana menor a quien cuidar y cumplirle sus caprichos. – Dijo riendo y despeinando a la pelinegra. –Déjame ayudarte. -No dormiré contigo. –Dijo la morena. -Lo sé –Soltó una ligera risa el castaño. –Oye yul. -¿Sí? -¿No crees que no se dará cuenta el Señor Katin que no somos hermanos? Es decir, tus ojos azules y los míos cafés, yo castaño y tú pelinegra artificial……………… ¡Auch! No me pegues. ¡Es la verdad! -Diremos que a mí no me gusta ese color de pelo, y por eso me tiño. Y los ojos –Se quedó pensando unos momentos. –Diremos que tú sacaste los de

papá y yo los de mamá. –Sonrió victoriosa. – Recuerda decir que están muertos. –amenazó. -No lo olvidaré. –Levantó su mano derecha en forma de juramento. Siguieron hablaron por un rato más, al parecer la vida de la pelirroja cambiaría para bien ¡Al fin!

Capítulo 9: Primer día de trabajo. Miércoles. La morena fue la primera en despertar, no esperaría que Dima volviera a hacer lo mismo del día anterior, tenía que llegar temprano al trabajo, se bañó peinó su cabello, más bien, lo alborotó. Se puso una camisa blanca y un pantalón negro que le quedaba perfecto, y unos convers del mismo color. Preparó café hizo huevos y tocino, tomó unas tostadas y se sentó a comer. El castaño venía saliendo de su habitación aún somnoliento –Buenos días cariño. –Le dijo mientras se frotaba sus ojos. -¡Has cocinado! –Dijo asombrado al sentir el aroma de la comida. -¿Cómo crees que he sobrevivido toda mi vida? – Dijo la morena antes de tomar un sorbo de su café. –Ve a bañarte y luego come, yo debo irme. -Sí mamá –Se burló Dima. -¿Por qué la prisa? -Tengo que llegar temprano al trabajo no quiero dar una mala imagen. -con ese peinado ¿Segura? –Preguntó antes de recibir un golpe en su estómago. -¡Oye! Vas a quebrarme algo un día de estos –Dijo tomando su estómago por el dolor. – ¿Por qué no eres policía mejor? -Corrupta como tú, jamás. –Se rio la morena. –Me voy, nos vemos en la noche. –Terminó su café de un sorbo, lavó rápidamente su plato mientras el

castaño la observaba. -¿No almuerzas conmigo hermana? -¿Tienes tiempo? –Preguntó secándose las manos -Claro que sí ¿Paso por ti? -¿Un policía en un café? Será interesante, está bien. –Sonrió. –Nos vemos al medio día. –Se acercó a su amigo y besó su frente luego tomó su pequeño bolso y salió del apartamento. -En los líos que me metes por amor Volkova. – Sonrió el castaño. –Al menos no me preocuparé por cocinar. –Dijo mientras revisaba la comida que había preparado la morena. Mientras tanto… -Lena ¿Estás despierta? –Preguntó el padre de la pelirroja fuera de su habitación. -Sí papá ya casi estoy lista ¿Vas a ir a dejarme? – Dijo mientras abría la puerta de su habitación. -Si quieres, no hay problema si deseas irte sola. – Sonrió. -¿Has hablado con tu...novio? –preguntó pícaramente el hombre. -No. –comenzó a reírse la pelirroja. –Hablaré hoy con él y su hermana después de la universidad. Les pediré que vayamos a almorzar. -Está bien, me parece perfecto. –Sonrió de nuevo aquel hombre de mirada gris como un día nublado. –entonces ¿Vienes conmigo? -Claro papá, vámonos. –Sonrió y ambos bajaron hasta la sala para despedirse de su madre y luego salir al frente de la casa donde los esperaba su auto.

… -Volkova vienes temprano. -No quería que pensara que soy una haragana. – Sonrió. –Gracias por la oportunidad Señor Smirnov. -No me digas señor. Me haces sentir más viejo. – Soltó una carcajada el hombre de cabello negro con algunas canas. –Sólo dime Nikolay. -Está bien Nicolay. –Dijo sonriendo la pelinegra. –y dime ¿Qué tengo que hacer? -Primero te presentaré a los demás, sígueme. Ambos se metieron a la cocina donde se encontraban la mayoría de empleados del lugar. -Chicos atención. –Alzó la voz Nicolay haciendo que todos voltearon a verlo. –Tenemos a un nuevo miembro de nuestra pequeña “Familia” Su nombre es Yulia Volkova. ¡Espero la cuiden y la respeten! – amenazó en un tono divertido. –Si no se las verán conmigo. -Un gusto chicos. –Sonrió tímidamente la pelinegra. Antes que todos se acercaran a ella a saludarla. -¡Hola! –Dijo un rubio. –Mi nombre es Andrey, soy el cocinero. –Sonrió al momento que la pelinegra lo hacía -Hola andrey. Yo soy Vitya –Extendió su mano en muestra de saludo. –Ven Volkova, te presentaré al resto. – Tomó a la pelinegra y la llevó a donde se encontraban otros empleados.

-Bien, será divertido aprenderme tanto nombre. – Rio la morena con el chico que la llevaba casi a rastras. -Te acostumbrarás, me pasó igual pero verás que es entretenido trabajar acá. –Sonrió el chico. –Mira ellas son olga, Tanya y Katya. -Un gusto chicas. –Les regaló una sonrisa tímida. -Hola –Dijeron las tres chicas al mismo tiempo. -Yo soy Masha Ivanova. –Dijo una rubia que venía saliendo de un cuartito por la cocina mientras se ponía su gafete con su nombre. -¿Y tú? –Le preguntó a la pelinegra. -Yulia, Yulia Volkova. –Sonrió. –Encantada. -El gusto es mío. –Miró a Vitya que seguía ahí junto a la pelinegra. –Ya ve a trabajar Kozlov, yo me encargaré de ella. -Claro jefa. –Dijo riéndose el chico. –Nos vemos luego Volkova. -Por supuesto. –Dirigió su vista a la rubia que la observaba detenidamente. –Entonces ¿Qué haré? -Aprenderte el número de las mesas. -¿Qué? –Preguntó confundida la morena. -Las mesas tienen un número, para que digas “Tal mesa pidió esto” es sencillo. –Dijo riendo la rubia al ver la cara de la pelinegra.- Tenemos todo el día, tranquila. Vamos. Caminó con la rubia fuera de la cocina y se dirigió hasta la barra dónde podía contemplar todas las mesas del lugar, le esperaba un largo día a la morena por lo visto y apenas eran las 8am.

La pelirroja iba subiendo hasta su aula, pensaba llamarle después a la morena para invitarla a comer con Dima, alguien la tomó del brazo sacándola de sus pensamientos. -¡Katina! –Dijo una voz, que, fastidiaba a la pecosa. -Sash ¿Qué quieres? –dijo soltándose del rubio. -Preguntarte cómo estás, ¿Es que ya no puedo ser caballeroso? –preguntó haciéndose el indignado. -Estoy bien ¿Es todo? Ya tengo que irme. –dijo mientras se daba la vuelta para seguir con su camino, a lo que el rubio se puso delante de ella. -Te quiero invitar a comer. –Sonrió. –Para eso he venido hasta acá. -No, tengo cosas que hacer. -El qué ¿Estudiar? –Dijo burlándose. –Vamos. -Tengo un almuerzo con mi novio y mi cuñada. – Dijo sin rodeos. -¿NOVIO? ¿Tú? –Comenzó a carcajearse. -¿No que eras lesbiana y por eso desean casarte conmigo? -Pues como vez que he cambiado de opinión. – Dijo sonriendo. –ahora sal de mi vista y de mi vida Sash. –Ya no dijo más y siguió caminando hasta su aula dejando al rubio furioso. -Elena es para mí. –Dijo molesto. –Nadie va a quitármela. –Y se fue de ahí, averiguaría quien era el famoso “novio” de la que él decía era su “pelirroja” La mañana pasó sin novedades, la morena se

había aprendido rápidamente los números de las mesas, sorprendiendo a Masha quien era su supervisora. Después de llevar la orden a la mesa “4” se dirigió a otra para limpiarla, pero su celular sonó. -¿Aló? –dijo la morena. -Volkova. –Dijo aquella voz que la volvía loca. -Pelirroja. –Sonrió. -¿Cómo estás? -¡Feliz! ¡Tú plan ha servido! Mis padres están feliz. Pero Dima debe estar con gastritis de seguro. – Comenzó a reírse. -¿Tienes planes? -Dima está con el corazón en la mano. –Dijo entre risas. –Almorzaré con él y luego regresaré al trabajo ¿Por qué pelirroja? -¿Tienes trabajo? –dijo Lena asombrada. -Sí, no te he contado, perdón. –dijo apenada. ¿Almuerzas con nosotros? -Para eso llamaba, y te me has adelantado. – Volvió su tono serio. –Tenemos que hablar los tres. -Bien, ven al café donde estabas ayer. Aquí trabajo y Dima vendrá por mí. -Entonces nos vemos ahí Yul. Adiós nos vemos en un rato. -Claro. Adiós pecosa. –Y ambas colgaron, Yulia quedó un poco preocupada ¿Qué quería Lena? ¿Por qué se puso seria de repente? Sólo faltaban 45 minutos para las 12, no estaría tranquila en todo ese tiempo. Capítulo 10: Lena ¡Ayúdame! La pelirroja y dima llegaron al mismo tiempo al café, esperaron que yulia saliera y

se fueron a almorzar. ¡Bendita sea la comida rápida! Dijo la pelinegra al convencer a dima y a Lena de comer hamburguesas. -Muero de hambre. –Dijo yulia mientras le daba un gran mordisco a su hamburguesa. -Ya lo notamos Volkova. –Dijo Dima riéndose. – Lena ¿De qué querías hablar? -Yul come más despacio. –Dijo la pecosa divirtiéndose de como devoraba todo a su paso Yulia. –De la cena del viernes. -Eso será fácil. –Dijo Yulia. -No Volkova. –Dijo Lena seria. –Mis padres no son fáciles, además, tú tienes un problema más grande en todo esto. -¿Yo? ¿Por qué? Yo no soy el novio. –se rio. -Habla de una vez Lena, me estallarán los nervios. –dijo Dima ya nervioso. -Bien. Ayer le conté a mi papá todo tu plan Yulia. – Los observó, ellos asintieron. –Está encantado que conociera al fin a un “hombre” al parecer aceptará nuestra supuesta relación sin problema Dima. – Dijo en un tono aliviado. –Pero él quiere hablar contigo yulia, de una futura “fraternidad” de empresas. –dijo Lena encogiéndose de hombros. -¡Pero yo no sé nada de eso! No por el momento. –dijo visiblemente nerviosa la morena. -Podrías ir a la biblioteca por libros y leer. –Dijo dima conteniendo la risa. -¿Biblioteca más Volkova? ¡Ni en sueños! –Soltó la pelinegra. –Es mala combinación. -Lo sabemos –Rieron dima y lena al ver la preocupación de la ojiazul.

-Lena ¡Ayudame! -Ella será psicóloga, no empresaria Volkova. Aunque…-Calló unos momentos y luego siguió. – Una buena terapia no le caería mal a esa cabecita terca. –Se comenzó a reír acompañado de Lena. A la morena no le dio nada de risa el comentario. -¡No estoy para chistes Bilán! –Dijo la morena molesta. –Lena… -Dijo casi desesperada. -Yo no sé nada de empresas Yul. –Dijo mientras abrazaba a la pelinegra. –Pero podría conseguir un poco de ayuda. -¿En serio? –preguntó en un tono infantil que le pareció gracioso a Dima. -Sí, pero será complicado con tan poco tiempo. -Volkova ¿Por qué no le pides ayuda a tu jefe? – Preguntó dima. -Esa es mejor idea. –dijo la pelirroja. –Él te explicaría mejor como llevar un lugar y eso. -¡Nicolay! ¡Es cierto! –dijo aliviada la pelinegra. – Hablaré con él después del trabajo y Dima…-le dijo a su amigo. –Tú tienes una laptop ¿Por qué me mandas a la biblioteca? –Preguntó confundida la morena. -Quería ver hasta donde llegaba tu inteligencia Volkova. –Dijo riendo el castaño. -Te odio. –Dijo la pelinegra. -Yul, deja a mi novio. –bromeó la pecosa. -¿Ahora lo defiendes? –preguntó indignada la morena haciendo un puchero.

-Si pudiera besarte aquí frente a todos por ese lindo puchero que acabas de hacer, lo haría. –le susurró la pelirroja al oído a la morena. -¡Oh por Dios! Katina ¡Ya van dos veces! –Dijo la morena frustrada. –Vas a pagármelas todas juntas. –Le susurró. -¡Hey! Sigo aquí. –Dijo dima moviendo sus brazos. -Será un placer saldar cuentas contigo, Volkova. – Dijo antes de voltearse a ver a Dima. -¿En qué estábamos? -En que ya es tarde, y cierta personita debe ir a trabajar. –Dijo el castaño negando con la cabeza al ver que Yulia no salía de su trance. -¡Volkova! – Gritó. -¿Qué? –preguntó la morena asustada. –Ya es tarde. -¿Qué le dijiste a yulia, Lena? –preguntó divertido dima. -Nada malo. –dijo inocentemente la pelirroja. -¡La has dejado más perdida que de costumbre! – Rio disfrutando de aquella laguna mental de su amiga. Al cabo de unos minutos los tres se fueron de aquel lugar que no estaba tan lejos del trabajo de yulia, lena les dio la dirección de su casa, les dio algunas indicaciones que seguir estando una vez ahí el viernes, nada fuera de lo común. Se despidió de ambos, a yulia le dio un beso muy cerca de la boca, para que lo hizo ¡Volkova se desconectó del mundo de nuevo! De igual forma, los tres se dedicaron a sus respectivas actividades que tenían. -Nicolay. –dijo la morena limpiando la barra.

-¿Qué pasa Volkova? –dijo el hombre. -Necesito tu ayuda. -¿En qué? –preguntó confundido. -Sobre cómo hacer crecer una empresa y esas cosas ¿Tú sabes de eso no? –Preguntó dudosa. -¡Claro! Pero ¿Por qué no le pides ayuda a Masha? Ella estudia administración de empresas. -¿Qué? No sabía. Bueno, no he hablado mucho con ella. –admitió la morena. -habla con ella. Si acepta, podemos ayudarte entre los dos. –Sonrió. – ¿Quieres impresionar a la pelirroja? –preguntó sin anestesia el hombre -¿Qué cosa? –preguntó asombrada la morena. -He visto cómo te ha dejado perdida cuando se fue. No me creas tonto –Comenzó a reírse. –Es una chica muy linda. -Sí, lo es. –sus ojos brillaron al recordarla. –Pero no es para eso que tengo que aprender un poco de empresas ¡Para el viernes! -¿Entonces? –preguntó curioso el hombre. -Larga historia, luego te la contaré Nicolay. -Bien, pero habla con Ivanova para que te demos tus “Clases express” lo más pronto–bromeó el hombre. -Iré a buscarla antes de irme. –Sonrió y Nicolay solo asintió. Fue a buscar a Masha de donde salió en la mañana que llegó la pelinegra, ahí estaba

terminando de arreglarse para irse de ahí. -Volkova. –Dijo la rubia al ver a la pelinegra. -Masha, necesito tu ayuda. –Dijo sentándose frente a ella. -¿Qué necesitas? –Preguntó. -Nicolay me ha dicho que estudias administración de empresas. –la rubia asintió. –Necesito que me des una clase de lo más importante ¡No lo sé! Ayúdame. Es para antes del viernes. ¿Puedes? – dijo casi suplicando. La rubia no dijo nada por unos minutos. Aumentando así la preocupación de la morena, finalmente habló. –Bien. –Dijo mirando a nada en particular. –Es poco tiempo, pero veo que te aprendes las cosas rápido. ¿Tienes tiempo esta noche? Puedo acompañarte a tu casa y explicarte, de todas formas ando mis apuntes acá. –Sonrió. -¡Vas a salvarme! –Dijo la morena abrazando a la rubia. -Y tú vas a ahogarme. –Bromeó Masha. – ¿Vas a contarme por qué la urgencia de aprender esto en tan poco tiempo, Volkova? -Sí, claro, pero será en mi casa. Más bien, en la de mi amigo, vivo con mi mejor amigo. –Sonrió. -¿No va a molestarse? –Preguntó la rubia. -Claro que no, estoy metida en esto y él también pero en otra forma. –Comenzó a reír al recordar el gran enredo que tenía. –luego entenderás. Vámonos que el tiempo es oro –le dijo a la rubia y salieron de ahí. “Yulia, ¡Eres un ángel! Me has salvado la vida en tan poco tiempo, no sé cómo agradecértelo,

bueno, sí sé. Pero será luego. Buenas noches pequeña pelinegra. Te quiero. F. Lena” –Tú eres mi ángel pelirroja. –Fue lo que dijo yulia al terminar de leer el mensaje que la pecosa le había enviado. Capítulo 11: ¿Estás celosa? ¡La Cena es hoy! -¡DIMAAAAAAAA! –Se escuchó un grito que hizo despertar y levantarse de golpe a dima, quién salió rápidamente de su cama y se disponía a abrir la puerta. -¿Yulia? ¿Estás…. –Pero no terminó de decir su frase ya que la morena le había lanzado una cubeta llena de agua con hielo. -¡JODER! ¡VOLKOVA ESTO ESTÁ HELADO! ¿QUÉ COJONES TE PASA? –gritó furioso el castaño. -¡Deberías ver tu cara Bilán! –decía entre risas la pelinegra. –Me la debías desde el martes. –Seguía riendo al ver a su amigo temblar del frío. -¡Esto te saldrá caro! –Dijo mientras sacudía su cabello del exceso de agua, salpicando a la morena. -No me mojes, ya estoy arreglada, debo irme al trabajo. –Dijo aun riendo un poco por la situación. – Ponte guapo, no olvides que la cena es hoy. -Después de esto ¿No crees que me dé una severa pulmonía, Volkova? Sería una lástima no poder ir a la cena. –Dijo en un tono desanimado mientras terminaba de entrar al baño. -¡Ni se te ocurra Dima! –chilló la morena. -¡Irás a esa cena aunque tengas que ir con un tanque de oxígeno! -Adiós Volki. –Gritó su amigo riendo antes de abrir la regadera. La morena salió de ahí hacia su trabajo. Había pasado estudiando con Masha desde el miércoles por la noche y en sus momentos libres Nicolay le

daba algunos tips, no había visto a la pelirroja ¡Estaba nerviosa! De eso no había duda. Llegó a su trabajo. 15 minutos de camino. ¡Gracias Dima por tener tu departamento cerca de aquí! Pensó la morena mientras se ponía su gafete que decía “Julia. V.” iba distraída tratando de cerrar el pin del gafete que no sintió cuando alguien se puso tras ella y dijo. -¿Me darías un capuchino, hermosa? –Dijo aquella voz, haciendo que la morena se pinchara el dedo con el pin. -¡Maldición! –gruñó la ojiazul. -¿Pero qué demo… Terminó de darse de la vuelta con su dedo en la boca tratando de calmar el dolor, y, con quien se encontró fue con un ángel de cabello rizado. – Pelirroja! –gritó antes de abrazarla. -¿Te has hecho daño? –preguntó riéndose la pecosa. –Hola Volkova. –Terminó de decir mientras la abrazaba. -Casi traspaso la aguja del pin por mi dedo pero, normal. –dijo la morena alzando una ceja. -Eres una dramática. –Se burló la pelirroja. –Deja, te ayudaré a ponértelo. –Y sin decir más tomó el gafete que había caído al suelo segundos atrás y pasó sus dedos por la abertura de la camisa de la morena, rozando su piel con ellos. A la morena se le puso la piel de gallina al sentir eso, pero no dijo nada, la pelirroja terminó de ajustar el gafete. – Listo! –Dijo sonriendo. -¿Me darás mi capuchino? –Preguntó. -¡Volkova! –Gritó una rubia detrás de ella. -¡Masha! –Dijo la morena mientras se volteaba y saludaba a la rubia. -¿Por qué no has comenzado a trabajar? –dijo en un tono aparentemente serio.

-Yo, pues, yo, este, uhm. –Balbuceó un poco la pelinegra. -Yo le acabo de pedir un capuchino. –Dijo una Lena extremadamente seria. -Sí, es cierto. –Dijo Yulia un poco aliviada. –A eso iba. –Sonrió. –Lena ve a sentarte y ya te traeré tu capuchino. –La morena se disponía a irse pero después recordó. -¡Dios! Que modales. Lena, ella es Masha, mi supervisora. -Encantada. –dijo la rubia extendiendo su mano, Lena la tomó y asintió. -Igualmente. –logró decir con una “sonrisa” qué, más bien parecía una mueca. –Iré a sentarme, un gusto Masha. –Alzó una ceja. –Volkova. –Le lanzó una mirada asesina que erizó a la morena y se fue a sentar a la mesa de siempre. ¿Y hoy qué mosca le picó? Se preguntaba la morena. Sin más fue a pedir el capuchino que Lena le pidió, pero la rubia la siguió. -Yulia. –Dijo Masha mientras tomaba una bandeja. -¿Le caí mal a tu amiga? –Preguntó dudosa. -Claro que no. Ella es… -Sonrió. –Ella es así de seria. Tranquila. –dijo calmando a la rubia. -Bueno. –suspiró aliviada. -¿Qué tal? ¿Lista con tus conocimientos para esta noche? -¡Claro! Con maestras como tú me aprendo el álgebra en dos días. –Comenzó a reír acompañada de la rubia. -¡Volkova, ese no es un mapa estratégico, joder! –dijo imitando el tono de voz de la ojiverde. –Y sin contar los golpes que me has regalado. -¡Es que no me prestabas atención! –Se justificó

Masha. -Volkova, tu capuchino. –Dijo Andrey dándole la orden. -Gracias Korsakov. –Sonrió. –Iré a dejar esto. Caminó hacia la mesa de la pelirroja quién leía entretenidamente. -El capuchino de la princesa. –Dijo colocándolo en la mesa. -¿Pelirroja? –Preguntó al no ver respuesta de Lena. -Déjalo ahí. –Dijo sin despegar la vista de su libro. -¿Tienes algo? –Se decidió a preguntar. –Te has puesto seria de repente. -¿Quién es ella? –Dijo cerrando su libro y prestándole su total atención a la ojiazul. -¿Masha? Mi supervisora, Lena, te lo he dicho. -Pues te ríes muy a gusto con ella. –dijo seria la pelirroja. -¿Tienes algo con ella? –Preguntó finalmente, la morena se sentó frente a ella. -¿Por qué lo preguntas? -Contéstame. -No. –Sonrió la morena. -¿Te has puesto celosa?Preguntó alzando una ceja. -No, no no no! –Negaba con la cabeza la pelirroja. –Eres libre de ligar con quien quieras. –Dio un sorbo a su capuchino. -¡Estás celosa! –dijo la morena riendo. –Lena ¿Te gusto? –Preguntó sin más rodeos, haciendo que la pelirroja se atragantara.

-Yo.. -¡Volkova! –gritó un chico. -¡Te necesito aquí, ven! -Ya voy Kozlov. –Dijo mientras se ponía de pie y se acercaba al oído de la pelirroja. –Déjame decirte que tú a mí sí me gustas pelirroja. – Susurró y luego Depositó un beso en la mejilla pecosa y volvió a hablar. –Nos vemos esta noche en tu casa. –Le regaló una sonrisa y se fue rápidamente a la cocina. La pelirroja estaba en las nubes. ¡A Yulia le gustaba! ¡Dios! El gusto era mutuo ¡Se había puesto celosa por Masha! –Debe ser un sueño. – Dijo la pelirroja pensando en voz alta. –Ojalá no despierte nunca. –Echó un vistazo a su reloj. – Llegaré tarde a clases. –Tomó su capuchino, dejó dinero en la mesa y salió corriendo de ahí, en la noche su vida sería mejor. El día pasó dejando paso a un hermoso atardecer, en la casa de los Katin ya estaban preparando todo para la cena. -¿No crees que exageras mamá? –Preguntó la pelirroja al ver el desastre que había en la cocina. -¡Mi yerno viene a la casa! ¡Es para que exagere! – dijo la mujer pelirroja. -¿No piensas arreglarte Lena? –preguntó. -Sí, en un rato. He comprado un vestido. –Sonrió. -Vaya, y dices que la exagerada soy yo. –Se burló la mamá de la pelirroja. –Me alegra tanto que tengas novio, Lena, esa otra vida que querías llevar ¡No era la correcta! –gritó la mujer. -Sí, claro. –Sonrió aunque las palabras de su madre le habían dolido. –Iré a darme un baño. Mientras tanto…

-Dima Bilán si no sales de esa habitación en 10 minutos voy a tirar la puerta. -Volkova, aún es temprano ¡Son las 6:30pm! La cena es a las 8, déjame dormir un rato cariño. – Dijo mientras abría la puerta de su habitación. –Tú ni siquiera te has arreglado, por qué me exiges tanto a mí. –Reclamó el castaño. -¡Porque tú eres el novio! –Dijo la morena. -Y a ti te gusta ella. –Se burló dima. –Y no lo niegues. -No lo negaré, ella lo sabe, se lo he hecho saber hoy. –Sonrió. –Por eso debo salvarla de ese infierno. –dijo dejando de sonreír. -¡Así que ve a bañarte! -¿Vas a acompañarme? –Cuestionó el castaño. -¡NO! –gritó la pequeña morena. –Después de ti voy yo. -De acuerdo. –Dijo el castaño resignado. -¿Te pondrás vestido? -Claro que no, esas cosas no me gustan. –Dijo haciendo una cara de asco. –Iré formal, ya sabes pantalón, camisa manga larga, una chaqueta. -¿Acaso irás a venderles biblias? –Preguntó espantado. -¿Eres idiota o te haces? -Vístete bien si no quieres espantar a sus padres. –Se burló. –Iré a alistarme. El castaño fue a ducharse, mientras yulia buscaba que ponerse, Dima tenía razón, parecía que a vender biblias iría a aquella mansión. Así que buscó otra cosa más informal, total ¡Las

hermanas menores son las rebeldes! Pensó. 7:45pm. –Ya casi es hora. –dijo una pelirroja terminando de ponerse un arete y alizar su vestido. Tomó un perfume y lo roció por todo su cuerpo. – Espero le guste. –Sonrió al verse al espejo, estaba deslumbrante, escuchó el timbre de la casa y seguido de eso la puerta se abrió y logró escuchar la voz de Dima, rápidamente salió de su habitación y bajó las escaleras casi corriendo hasta llegar a la sala principal. -Wow! –dijo una morena con su boca abierta. – Estás realmente hermosa, Lena. –dijo mientras observaba detenidamente el cuerpo de la pecosa, se había puesto un vestido rojo, con un pequeño escote, lo suficiente para que la pelinegra se perdiera en él. -Gracias. –dijo la pelirroja con sus mejillas rojas de la pena. –Tú también estás hermosa. -¡Usa faldas! Pensó la pelirroja al ver a la morena con una mini falda que dejaba ver sus bien torneadas piernas. -Tú también te vez bien Dima, oh gracias es un honor. –Dijo dima tratando de no pasar ignorado. -Disculpa, que guapo te vez dima. –logró decir entre risas la pelirroja -Así que tú eres el famoso dima. –dijo el padre de Lena haciendo su aparición en la sala, poniendo el ambiente un poco tenso. –Soy Sergey Katin. – Tomó la mano del chico -Yo soy Dima Bilán Volkova, señor, es un placer. Ella es mi hermana. –sergey ahora veía a la morena. -soy Julia Bilán Volkova. –Dijo sonriendo y poniendo su mejor cara de inocente. –Un gusto Señor Katin. –se saludaron con un apretón de manos y el hombre suspiró.

Capítulo 12: No vas a quitármela. -Y bien. –Dijo Sergey, después de presentarse yulia y dima con la mamá de la pelirroja se habían sentado ya a comer, dima en medio de lena y Yulia la madre de la pelirroja al frente de ellos, y su padre en la cabecera de la mesa. –Dime, Bilán ¿Eres policía? -Correcto señor. –dijo tragando saliva. Estaba nervioso, sentía que iba a desmayarse encima de su plato. -¿Qué intensiones tienes con mi hija, jovencito? -Las mejores, señor. –Dijo sonriendo. –Su hija es una gran chica, deseo hacerla feliz, pero con su consentimiento. –dijo comiendo un poco de arroz. -Se ve que eres un buen chico. –Dijo inessa, la madre de la pelirroja. -¿Qué edad tienes? -Tengo 20 señora. –dijo encogiéndose de hombres. -Pero su mente es la de un adolescente. –Dijo Yulia tragando un trozo de carne. –Señora Inessa déjeme decirle que ha preparado una exquisita cena. –dijo sonriendo y tranquila. -Oh, gracias hija, pero no me digan Señora. –Rio. –Solo Inessa. -Está bien. –Dijeron los “hermanos Volkova” al mismo tiempo. -Yulia. –Dijo sergey. –Tengo entendido que estudias administración de empresas ¿Tienes algún plan futuro? –Dijo curioso aquel hombre. Lena quiso soltar una risa, sabía que comenzaría la parte divertida de la cena. Así que esperó atenta lo que tenía que decir la morena. -Así es Señor Katin. –dijo al terminar de tomar jugo. –Deseo poner una empresa. –Sonrió.

-¿De qué tipo? -Se debe comenzar de abajo ¿No? –El hombre asintió y ella continuó hablando. –Bien, comenzaría con algo pequeño, distribuyendo productos que satisfagan directamente al consumidor, ya sabe, productos 100% naturales, prendas de vestir y esas cosas necesarias. – Decía, dejando a la pelirroja con la boca abierta ¿Cuándo se aprendió todo eso? Se preguntaba. -Al crecer tu micro-empresa ¿Piensas en un proyecto más grande? –Preguntó interesado sergey. -¡Claro! Una gran empresa de autos es mi sueño. –Sonrió y sus ojos brillaron. –Fabricaría los mejores modelos, para aquellos que gustan de los lujos, y también estarían los menos lujosos para los que no les guste llamar tanto la atención. –Rio un poco y continuó. –Pensaré en todo tipo de consumidor, no solo en uno en específico. Ventas son ventas. –Concluyó su pequeño discurso, satisfecha de haber recordado todo lo que Masha le hizo memorizarse. -Suena por demás interesante, pequeña. –Dijo Sergey sonriendo. –Eres muy inteligente, estaría encantado de contribuir a tu futura empresa ¿Te parece bien la idea? De todas formas, el apellido Katin y Bilan ya están familiarizados por el noviazgo de mi hija con tu hermano. –Sonrió. -¿Quieres decir que apruebas a Dima, papá? – Preguntó la pelirroja feliz. -¡Claro que sí hija! –Abrazó a su hija quien radiaba felicidad. -Bienvenido a la Familia dima. –Dijo Inessa feliz. – Y tú también Yulia.

-Es un honor ser aceptados por ustedes. –Dijo Dima feliz. El plan estaba funcionando perfecto. -Señor. –Dijo la muchacha del servicio interrumpiendo la felicidad que había en el comedor. -¿Qué pasa Nastia? –Preguntó sergey. -Hay un joven que quiere hablar con usted y con la señorita Elena. –dijo tímida. -¿Quién? -Soy yo sergey. –Dijo aquella voz que tanto asco le daba a la pelinegra. Todos voltearon a ver de quien se trataba tan inapropiada visita. –Puedes retirarte. –dijo sergey serio a la muchacha. Ella solo asintió y se fue. ¿Qué quieres? –preguntó. -¿Hay cena familiar y no invitan? –Preguntó sínicamente el chico. -Tú no eres bienvenido aquí, Sash. –dijo la pelirroja molesta. -Vaya lenita, si era en serio lo de tu “noviazgo” – Comenzó a reírse, Dima se levantó seguido de Sergey y Yulia. -¿Tú eres el bueno para nada que ha hecho mujer a Lena? –Preguntó el rubio. -No te permito que hables así de ella. –Dijo dima furioso acercándose a él. -¡Kuzma, te vas de aquí ahora mismo! –gritó Sergey indignado. -Suegro ¿Ya no me quiere cerca acaso? Hace unos días me rogaba porque me acercara a Lena y la conquistara. –Decía tranquilamente aquel rubio.

-¡Ella no necesita a una basura como tú! –Gritó Yulia esta vez. -Tú no te metas enana. Dios, para qué dijo enana. 15 segundos después…. -¡Yulia, suéltalo! -Eso Volkova ¡Dale en la cara! -¡Suéltame salvaje! -¡No me vuelvas a decir enana! –Dijo yulia antes de darle un enorme puñetazo en la cara a Sash quien se retorcía del dolor debajo de ella. -¡Yulia, ya basta! –Volvió a gritar Dima, tomando con todas sus fuerzas a la desenfrenada de su “hermana”. -Kuzma no vuelvas a venir a mi casa ¡Te lo prohíbo! –Gritó sergey. –Ahora vete, antes que te saque con mis propias manos. –El rubio se levantó a duras penas y se acercó a donde dima tenía sujetada a Yulia. -¡Vas a pagármelas niñita! –dijo amenazando a la morena. -Inténtalo bastardo. –Contestó ella. –Él soltó una risita y se dirigió a Dima. -Tú no vas a quitármela, Elena es mía. -Es mejor que te vayas imbécil, Elena no necesita a un presumido muerto de hambre como tú. – decía lleno de rabia el castaño. –Ella estaré mejor conmigo. ¡Y no te vuelvas a meter con mi hermana! –Gritó.

-¡Suéltame, acabaré con él! –Dijo la pelinegra mientras peleaba con los fuertes brazos de dima. -¡Vete ya Sash! –Gritó esta vez la pelirroja tirando al rubio por la camisa y haciéndolo salir de ahí a rastras. -¿Estás bien? –Preguntó Inessa a yulia quien tenía un ligero golpe en el ojo. -Sí Inessa, nada grave. –Sonrió. –Disculpen por la escena. –dijo sonrojándose. -Hija, has hecho lo que yo no he podido –Dijo Sergey riendo y golpeando ligeramente el brazo de la morena. –Eres fuerte. –concluyó. -Le he dicho que se meta a la policía conmigo. – Bromeó dima. -Ya te dije porque no, hermanito. –Dijo inocentemente la ojiazul. –Lena ¿Estás bien? – Preguntó al ver a la pelirroja callada. -Hija lo siento, ese hombre es un patán. –dijo Sergey un poco avergonzado. -Amor, él ya no se te acercará. –Dijo dima al abrazar a la pelirroja. La pelirroja abrazó fuertemente a Dima. –Gracias yulia. –Dijo sobre el hombro del castaño. – También a ti amor. –besó la mejilla del chico y luego se dirigió a sus padres. –Y bien. –Dijo sonriendo. -¿No hay postre madre? Por ese estúpido no arruinaremos la noche perfecta que teníamos. Todos los presentes rieron ante el comentario de la pelirroja, Inessa fue por el postre mientras Serguey hablaba con dima de su trabajo, su vida, y esas cosas. Lena se sentó esta vez entre dima y

yulia, quería tenerla cerca y ver esos hermosos ojos azules. Capítulo 13: Yo cuidaré de ti. Los días pasaron rápidamente después de ese día, la familia de la pelirroja invitaba cada vez que podían a Dima y a Yulia, a cenar o los fines de semanas iban a distraerse lejos de la ciudad. Dima era el novio perfecto, ¡Si supieran que es una florecilla de campo! Pensaba la pelinegra cada vez que la madre de la pecosa decía eso. Había pasado un mes exactamente, era domingo y la pelirroja pasaría el día con Yulia y dima, el día anterior había estado con ellos también y con su familia en su “Sábado familiar” o así lo había nombrado Inessa. -¿Qué película vamos a ver? –Preguntó Dima. -¿Camino hacia el terror? –Propuso la pelinegra. -¡No! Qué asco. Veamos una romántica. –propuso también la pelirroja. -Ni una ni otra. –Dijo dima. –Veremos Miss simpatía. –dijo mientras se levantaba y ponía la película en el DVD. -¿Sandra Bullock? –dijo la morena. –Me dormiré. -Acompáñame a traer las palomitas Yul. –dijo la pelirroja levantándose del sofá. -Bien. –dijo a regaña dientes. -Trae las sodas. –gritó dima. -Claro. –Contestó la morena desde el comedor. –Y bien pelirroja. –dijo mientras ponía en el microonda una bolsa de palomitas. -Yulia yo, quería. –dijo tímidamente, la morena solo

la observaba. –Yo, quería agradecerte todo lo que has hecho por mí. Ha sido el mejor mes de mi vida. –Dijo sonriendo. –Y todo por ti. -Pelirroja ¿No te dije en el puente que tu vida podía cambiar de un día a otro? –Sonrió. –He cumplido mi promesa. -¡Eres mi ángel! –dijo la pelirroja antes de abalanzarse sobre la morena quien la tomó con fuerzas y la alzó. Entre risas, las dos quedaron cara a cara, eras sólo unos escasos centímetros los que separaban sus rostros, la morena la veía fijamente a los ojos, adoraba perderse en ellos. -Lena yo… -Dijo la morena acariciando la espalda de la pecosa. -…Yo, te quiero. –Sonrió. -Y yo a ti, tontita. –Dijo juntando su frente con la de la morena. –Y mucho. –Concluyó. -Déjame cuidarte por el resto de nuestras vidas, Lena. –dijo la morena clavando su azul mirada en los ojos de la pecosa. –Sé la novia de Dima frente a todos, pero sé la mía aquí en nuestro escondite. –Soltó sin más rodeos. Lena se disponía a contestar pero… *pi pi pi…* interrumpió el microondas. -Malditas palomitas. –dijo yulia frustrada. Lena aún no se soltaba de ella. -¿No esperarás a escuchar mi respuesta? Preguntó la pelirroja. -Van a quemarse… -Déjalas. –Dijo la pelirroja. –Ponemos otras. – Sonrió. –Sí quiero. –Dijo unos segundos después. -¿Eh? –Preguntó desconcertada la pelinegra.

-¿Te ha fallado la memoria, Volkova? –Comenzó a reír. –Quiero ser tu novia. –Dijo finalmente. -¿Vas a terminar conmigo, cariño? –preguntó dima entrando a la cocina. –He venido a buscarlas antes que la película termine y saquen las siguientes tres partes de ella. –Bromeó. –Volkova, quita esa cara de estúpida ¡Lena te ha dicho que sí! –Se acercó a la morena y golpeó su cabeza sacándola de su trance. -¿Has dicho que sí? –preguntó de repente la morena. -Dios, tu novia es sorda y tiene un poco de retraso, Lena. Disculpa eso, es defecto de fábrica. –Dima se carcajeó y Lena reía levemente. -Cállate Bilán. –dijo la morena. –Vete, ya vamos a llegar. -¡Espero no embaraces a Lena tan luego! –Gritó desde la puerta de la cocina. -Ese…-pero sus labios fueron callados por los de Lena. -¿Te ha gustado eso de robarme besos he pecosa? –Preguntó sonriendo. -Eres mi novia, tengo derecho. –dijo con un tono de superioridad que hizo reír a la morena. -Mi novia tiene el ego muy grande…Al igual que… –Bajó su mirada. -¡Volkova! ¿Qué estás viendo? –preguntó soltando a la morena. -No es mi culpa que sean tan ¡Enormes! Para mis pequeños ojitos. –dijo justificándose. Recibió un pequeño golpe en su brazo de parte de la pelirroja por tan explícita respuesta. -¡Pero no vas a tocarlas ni a verlas aún! –dijo la

pecosa antes de salir de la cocina. -oh veremos cuánto tiempo dura eso. –dijo la morena persiguiendo a la pelirroja y llegando a la sala, donde dima se encontraba devorando las palomitas felizmente y viendo la película. -¿Limpiaron la cocina? ¿Se lavaron las manos? No dejaré que toquen las palomitas si no se limpiaron. –Dijo el castaño viendo a las chicas jugar en el otro sofá. -Hemos roto los azulejos de la cocina. –Bromeó la pelinegra. -Volkova. –dijo la pelirroja sonrojándose. –No es cierto dima. -¿No has escuchado sus gritos? –Preguntó la morena. – bueno, quizá sólo deleitó a mi oído derecho con esos gemidos. –Comenzó a reírse por la cara de espanto de dima y lo roja que estaba lena. –Es toda una diablilla. –Finalizó yulia arrebatándole las palomitas a su amigo. Lena sólo negó con la cabeza a Dima que la veía desorientado. Sin duda fue la mejor tarde para ambas, pues al fin se pertenecía una a la otra. Entre risas y juegos se les pasó volando la tarde a los tres, Lena tenía que irse así que dima las dejó sola un rato. -¿Tenías que decirle eso al pobre dima? ¡Se ha creído el cuento de la cocina! –dijo alzando un poco la voz. -Deja, ya se le pasará. –contesto la morena poniendo su cabeza en el pecho de lena y abrazándola. –No quiero que te vayas. –Dijo un poco triste. -Tengo que hacerlo. –Dijo la pelirroja acariciando el corto cabello de su amada. –Pero nos veremos

luego. -Mañana. –Sonrió. -Sí, tengo que ir a tomar mi café mañanero. –Dijo con una enorme sonrisa en su rostro. -Odiaré no poder darte un beso cuando te vea. -puedes dármelo ahorita si quieres. –propuso coquetamente la pecosa. -¡Pensé que no lo dirías! –Dijo la pelinegra quien se abalanzó a la pelirroja, tumbándola completamente en el sofá y dejándola bajo su cuerpo. El beso fue, como el primero, tímido pero eso duró unos segundos, pues sus bocas tomaron confianza rápidamente y comenzaron una batalla por el dominio de la otra. Sus lenguas se entendían perfectamente, el beso comenzó a subir de tono y ahora sus manos tomaban vida propia y recorrían lenta y tímidamente la anatomía de la otra, pero algo las hizo detenerse. -Joder, no volveré a usar ese sofá. –Dijo el castaño observando la escena que se estaba dando en su sala. –Volkova me debes un sofá y unos azulejos nuevos. –Protestó el chico. -En mi próxima quincena será. –Rio la morena. -Debo irme. –Dijo apenada la pelirroja. -Tranquila Lena. Sé que Volkova te ha llevado hasta ese punto. -Dijo el chico sonriendo. -Cállate Bilán. –dijo la morena mientras se levantaba del sofá junto con Lena. -Ella es la diablilla. –Comentó Lena. –Pero debo irme, es tarde y no quiero problemas en casa. – Dijo haciendo una mueca. –Adiós dima, lo siento por la escena.

-Que va, tendré sofá nuevo ¡Es lo mejor! –dijo feliz el castaño. -Volkova, debes cumplir tu promesa. –dijo en un tono divertido la pelirroja. -¿No quieres cama nueva también dima? – preguntó Yulia inocentemente. -¡VOLKOVA! –Gritaron su novia y su amigo al mismo tiempo. -Ya entendí. –dijo encogiéndose de hombros. La pelirroja se despidió y se marchó a su casa, pero ella no notó que alguien seguía sus pasos.

Capítulo 14: ¡Qué quieres! -Volkova ve a atender la mesa 5. –Gritó un chico. -Ya voy. –dijo de mala gana Yulia. ¡Lunes! Bendito lunes, odiado por muchos, pero más por la pequeña morena que había perdido la euforia de ir a trabajar, Dima prácticamente tenía que atacarla por las mañanas para despertarla y que no se le hiciera tarde. -¿Qué va a pedir? –Preguntó Yulia al cliente de la mesa 5. No se dignó en verlo, sólo esperaba la orden mientras miraba fijamente su libreta. -Vaya Volkova, me sorprendes. –Dijo un hombre, asustándola por completo y haciéndola salir de sus pensamientos. -¿Tú? –dijo temerosa. – ¿Qué quieres, Oleg? –La rabia en su voz era notable. -Siempre tan prepotente, hija. –Se burló aquel hombre. –Sólo quiero un café ¿Vas a negármelo?

-Aunque quisiera. –Contestó entre dientes. –Ya te traerán tu orden. –Dijo indiferente antes de darse media vuelta y llegar a barra donde Masha la observaba confundida. -¿Estás bien? –Preguntó la rubia. -No. –Contestó fríamente Yulia. –Mi padre… -¿Es él? –Preguntó nuevamente. -Sí. –Contestó. - Kozlov, un café. –Ordenó la morena. –Olga ¿Se lo llevarías al hombre de la mesa 5, por favor? –Casi le suplica a la castaña. -Claro Yul, yo lo llevo. –Sonrió y se dirigió dónde estaba Vitya preparando le café. -No te veo muy alegre ¿Pasa algo con él? –La rubia tenía un tono de preocupación que Yulia notó. -Yo no vivo con él. –Dijo con su mirada fija en algún punto de la pared. –Él me odia pero yo a él no. -¿Deseas hablar de eso? –Preguntó Masha un poco apenada. -No, no hay nada que hablar, eso ya es pasado. – Bajó su mirada y su mente le recordó a su pelirroja sonriendo muy alegremente, cosa que la hizo sonreír y regresarle el brillo en sus ojos. –Estoy muy feliz ahora. –Concluyó con una sonrisa. Masha sólo sonrió comprensivamente y sobó el brazo de la morena. –Sé el motivo de tu felicidad. – Dijo la rubia dejando perpleja a la morena. –Es la pelirroja ¿No? –Preguntó alzando una ceja. -Sí. –Sonrió un poco apenada. -¿Cómo te has dado cuenta? –Interrogó. -Volkova, esas miradas que se hacen son muy ¿Cómo decirlo? ¡OBVIAS! Y sin contar el hecho que siempre viene y no deja que nadie la atienda que no seas tú. –Soltó una carcajada y la morena

se ponía roja de la pena. –Y cómo olvidar la vez que nos presentaste ¡De tener una ametralladora cerca, me la descarga encima! -¿Me has estado vigilando? –Preguntó una Yulia asombrada. -Claro que no, las pobres de Katya y Olga llegan donde mí y me dicen “Ivanova, la pelirroja de la mesa 4 nos ha mandado al caño, quiere que Volkova la atienda” y es donde yo me carcajeó y le digo a Kozlov que te envíe a esa mesa. –Sonrió como si hubiese resuelto un rompecabezas de mil piezas en 15 minutos. -¿Hoy no viene? -¡Vaya! Tengo que cuidarme de ti. –Bromeó la morena. –No, tiene que llegar a la universidad temprano, trabajos, ya sabes. –Dijo encogiéndose de hombros. –Por favor no le digas a nadie. – Suplicó Yulia haciendo que Masha estallara en risa. -¿Por qué? ¿Acaso tiene 15 años? ¡Te has vuelto una pedófila, Volkova! –Seguía riéndose, y la morena sólo quería golpearla para que se callara. –Pero no te preocupes, guardaré el secreto. – Sonrió. -Te contaré luego, es una larga historia. –Contestó Yulia. -Señoritas, temo interrumpirlas pero ¡Vayan a trabajar! –Interrumpió Nicolay. -Si señor! –Contestaron las dos al unísono Mientras tanto en un hermoso auto blanco… -Papá. –Dijo lena. -¿Dime hija? –Contestó el hombre sin despegar su vista del frente. -Me gustaría…No sé…-Balbuceó la pecosa. -No sé qué quieres decirme, pero es mejor que lo hagas porque no entiendo tu balbuceo. –Dijo el

padre de la pelirroja. -Padre, me gustaría llevar a Dima y a Yulia a nuestra cabaña en Ekaterimburgo. –Soltó Lena rápidamente. –Este próximo fin de semana. – Terminó su oración. -Claro hija, podemos ir el sábado y volver el domingo. –Contestó tranquilamente el hombre. -Pero yo decía…. -Ni se te ocurra que los dejaré ir solos. – Interrumpió Sergey. –Sé que Yulia cuidaría de ti y no los dejaría solos. –Dijo viendo eventualmente a Lena. - ¡Pero son capaces de drogar a la pequeña y hacer quien sabe que cosas! –Contestó riendo. -¡Papá! Que cosas dices. –“Si supieras que es Yulia la que quiere violarme” pensó. Y comenzó a reír contagiando a su padre –Eres un celoso. -Sólo cuido a mi pequeña. –Sonrió el hombre. –Así que avísales para que arreglen sus agendas y tengan el fin de semana para la familia. -Mejor, iré a hablar con Yulia después de mis clases, si le aviso por teléfono es posible que no me crea. –Rió. ¡Vaya! ¿Cómo reaccionaría el padre de la pelirroja si se enterara de la enorme mentira que tienen esos tres? ¡Los hace picadillo seguramente! Las horas pasaban y la hora del almuerzo no se hizo esperar, Dima fue a traer a la pelinegra a su trabajo, le dijo “Yo cocinaré” minutos después se encontraban en la pizzería de la esquina comprando una enorme pizza con queso. La favorita de Yulia. La pelirroja llegó pasado del mediodía, sabía que no la encontraría en su trabajo, pero aun así se aventuró y a quien encontró fue a Masha almorzando con los demás. -¿Disculpa? –Dijo Lena interrumpiendo la plática

de la rubia con Andrey. -¿Has visto a Yulia? – Preguntó cuándo Masha volteó prestándole atención. -Lena. –Sonrió. –Yulia se ha ido con este chico… uhm ¿El policía? –Dijo medio recordando. -Ah, Dima. –Sonrió. –Gracias ¿Masha, cierto? – preguntó apenada. –No soy buena con los nombres. –Admitió. La chica se rió levemente y asintió con la cabeza. Lena se despidió disculpándose de todos los presentes por interrumpir su almuerzo. Al salir del lugar sacó su teléfono y marcó el número, que, obviamente ya se sabía de memoria. -¿Aló? –Contestó alguien que, a kilómetros se notaba que tenía la boca llena de comida. -¿Lena? –dijo tragando. -Volkova, no se habla con la boca llena. –Se burló la pelirroja. –Hola amor. ¿Dónde estás? –Preguntó en un tono tierno. -No me regañes Katina. Estoy en casa, con Dima. Estamos almorzando ¿Vienes amor? –Preguntó con un tono infantil. -No quiero tener 18 años. –Dijo Lena riendo. -¡Oye! -Puedo asegurar que has hecho un puchero. –Dijo muy confiada la pelirroja. –Llegaré en 10 minutos ¡Deja de comer y espérame! -Aquí te espero pelirroja. Ambas colgaron y Lena comenzó a caminar rápidamente hasta el apartamento de Dima, no estaba tan lejos ¡Por suerte! 10 minutos pasaron tal y como había dicho Lena, ya se encontraba tocando la puerta de aquel lugar. Unos segundos después la puerta se abría. -Hola Am….-Pero un pequeño cuerpo moreno se

abalanzó sobre Lena al mismo tiempo que le daba una lluvia de besos cortos. –Que recibimiento. – Dijo la pelirroja recuperando el aliento. -Te he extrañado. –Admitió Yulia abrazándola. –Y mucho. -Y yo a ti amor. –Contestó Lena. –Quiero hablar contigo y Dima ¿Vas a dejarme pasar? –Preguntó divertida. Yulia la soltó del abrazo y dejó que pasara dentro del apartamento dónde dima se encontraba devorando su pedazo de pizza. Le sirvieron a ella un trozo y, les comentó el motivo de su visita. Capítulo 15: ¡El viaje! -¿Es enserio? –preguntó Yulia emocionada. –Nunca he podido ir ahí. -Sí amor, es enserio. –Dijo riendo Lena por ver a yulia tan emocionada como si fuese un niño al que le han dado el juguete que está de moda. -Tu padre me ama. –Bromeó dima. -No alardees. –Dijo Yulia riendo. –Me amaría más a mí. -Sí, claro. ¡Si tuvieras algo colgando entre tus piernas! –Soltó una carcajada el castaño. –Jamás lo tendrás. –Terminó de decir. -Dima, cariño ¿Acaso tú tienes algo ahí? – Preguntó Yulia apuntando a la entrepierna de chico. –No verdad, y aun así el padre de la pelirroja te ha aceptado. –Comenzó a reír al ver el gesto que ponía Dima, Lena también reía por el comentario que había dicho la pelinegra. -¿Podrían dejar de pelear? –Dijo la pelirroja riendo. -¡Él/ella comienza! –Dijeron Yulia y dima al mismo tiempo gritando.

-¡Dios! Parecen niños, no parecen mayores de edad. –Negaba con la cabeza la pelirroja. -¡Yulia! Es tarde ¡Se te ha pasado la hora del almuerzo! – Gritó de repente Lena mientras veía su reloj de muñeca. -Nicolay me ama, no creo que…-Calló un momento. –Mejor me voy ya. –Se acercó a la pelirroja y la besó. –Adiós amor ¿Nos vemos luego? –Preguntó con duda. -Claro que sí amor. ¡Y ten cuidado con la rubia! – Dijo una Lena muy seria. Yulia se volteó de nuevo a donde estaba Lena y dijo -Amor ¿Has visto sus pechos? ¡No me dejan concen… ¡AUCH! ¡Lena! ¡Suéltame! Sólo estaba bromeando ¡Amor! Déjame por favor. –la broma le salió cara a la pobre ojiazul, ya que Lena se había parado y le estaba tirando de su oreja muy fuerte. -¿Qué decías cariño? –Preguntó Lena aún sin soltarla. -Amor suéltame. ¡Me vas a arrancar la oreja! – Chilló Yulia. -Haber si así aprendes a dejar de decir burradas. – Dijo Dima retorciéndose de la risa frente a ellas. -Cállate Bilán. –Gruñó Yulia, no soportó más el dolor y se tiró al suelo, llevándose a Lena con ella. –Gracias por soltarme. –Dijo con sarcasmo. -Amor es que tú me provocas ¿Sabes? –Dijo inocentemente la pelirroja sobre Yulia. Se acercó a ella y Besó suavemente su cuello dejando helada a la morena. -Joder ¿Ahora vas a ponerme suelo nuevo, Yulia? ¡Mejor cómprame una casa nueva! –Dijo dima antes de levantarse de su silla y marcharse a la

sala. Dejando a las chicas solas. -¿Qué decías de la rubia, amor? –Preguntó lena divertida. -Que….Yo…que….tú…ella. –Balbuceó. Vaya autocontrol que tenía. -Debes irte. –Dijo riendo lena. –Te quedarás sin empleo y balbuceando. –Se levantó y extendió su mano para ayudar a Yulia a pararse. –Perdón por el jalón de oreja. –Dijo un poco apenada. -No...no te preocupes, no dolió. –decía la morena aun en trance. –Pero sí, debo irme. –Hizo un ligero puchero. –Eres muy celosa, Katina. -Sólo cuido lo que es mío. –Dijo Lena encogiéndose de hombros. -No tienes de que preocuparte. –Decía Yulia mientras besaba la frente de Lena. –Sabes que sólo te quiero a ti. –Sonrió. -Si lo sé. –Contestó lena también sonriéndole. -Entonces, me voy. –Abrazó fuertemente a lena, llenando sus pulmones de ese exquisito aroma que el rizado cabello de su novia desprendía. Luego de una pequeña sesión de besos, renegando por no querer irse la morena se fue a su trabajo, sólo quedaron Dima y Lena. -Parece una Chiquilla. –Comentó Dima a Lena. – Siempre ha sido así. -¿Desde cuándo la conoces? –Preguntó la pelirroja. -Desde que ella tenía 16. Yo comenzaba a trabajar de policía, creo que la saqué de la cárcel como 5 veces aquel año. –Rió al recordar ese tiempo. –

Era una rebelde de la ley. -Yo no creo que eso haya cambiado. –Sonrió Lena. -No, sigue siendo la misma chiquilla de 16 años pero en un cuerpo de alguien de 18. –Dijo dima riendo. –La has hecho cambiar. Para bien claro. Nunca la vi tan feliz, tan llena de energía. -Ella ha hecho lo mismo conmigo, me ha salvado mil veces en tan poco tiempo, que, a cualquiera que se lo contara no creería. ¡Una suicida salvando a otra suicida! Vaya pareja normal que somos –Rió a carcajadas contagiando a Dima. -Eso las hace especial. –Sonrió Dima luego que el ataque de risa pasara. –No son como las demás aburridas parejas. Y así continuaron hablando por un largo tiempo la pelirroja con dima. Lena quería conocer más a su ojiazul, Dima contaba ciertas locuras que hizo junto con yulia. Y Lena se preguntaba “¿Cómo es que estos dos no está presos?” se estaba divirtiendo mucho. Mientras que por otro lado, en la pequeña mansión Katin alguien llegaba a perturbar la paz de Sergey. -Señor Katin. –Dijo una joven. –Alguien lo busca. -¿Quién? –Preguntó Sergey sin despegar la vista de aquellos papeles que leía detenidamente. -El joven Kuzma. –Contestó la joven encargada del servicio. -¿Le hago pasar? –Preguntó. Sergey suspiró frustrado mientras descansaba su espalda en su asiento. –Dile que pase. –Contestó mientras servía un trago de Vodka. -Con su permiso Señor. –La joven salió de la

oficina de sergey y al cabo de unos segundos un rubio se encontraba tocando la puerta. -Adelante. –Contestó sergey, dejando entrar a aquel hombre. -¿Qué quieres Sash? –Preguntó secamente el padre de la pelirroja. -Que modales. –Dijo el rubio sínicamente –Vengo a que me des una segunda oportunidad con tu hija. –Soltó mientras se sentaba frente a Sergey. -Ella está con alguien más ¿Qué no te das cuenta de eso? –dijo Serio Sergey. –Ya no te necesito para nada. -¡Eso no puede ser! –Dijo Sash golpeando el escritorio con sus puños. –Mi apellido vale mucho más que el de ese tan Dima. ¡Lo sabes Sergey! ¿No te importa eso? –Dijo furioso el rubio. -No me interesa realmente eso. Si te escogí a ti para que la acortejaras y la sacaras de aquel mal camino del lesbianismo en donde estaba es porque no había nadie más. –Decía Sergey tranquilo. –Tu apellido no me interesa. –Finalizó. -¡Vaya! De la noche a la mañana dejó de ser lesbiana tu hija ¿Qué bien no? –dijo burlándose el rubio. –No me imagino la cantidad de acostonos que ha tenido tu pequeña con ese tipejo para que le quitara el gusto por las mujeres. –Se soltó a reír pero su risa fue terminada violentamente con un golpe en su boca haciéndolo caer de la silla. -¡Qué demonios te pasa! –Gritó furioso. -¡De mi hija no te expresas así malnacido! – Contestó sergey gritando y rojo completamente por la rabia. -No me vuelvas a poner una mano encima, Sergey. –Amenazó Sash poniéndose de pie y mirando al ojigris.

-Vete de mi casa Kuzma, antes que yo mismo te saque a patadas. –Contestó conteniendo sus puños para no soltarle otro golpe. -Está bien, me voy. –dijo Sash escupiendo un poco de sangre. –Pero esto no se quedará así Katin. -¡Lárgate! –Gritó por última vez sergey. Sash se fue de ahí azotando la puerta del estudio del padre de la pelirroja, era seguido por las miradas de las personas que hacían la limpieza en la casa. Avanzó más rápido hasta llegar a su auto, estando ahí golpeó el volante presionando por error la bocina. -Esto no se quedará así. –Dijo con notable furia en la voz. Puso en marcha su auto y salió rápidamente de la mansión Katin. ¿De qué será capaz de hacer Sash? Capítulo 16: Un día antes del viaje. -¿DIMA BILÁN, DÓNDE HAS METIDO MI FIJADOR DE CABELLO? ¿DIMA? ¡DIMA CONTESTA! Viernes por la noche. Final de una semana muy dura para todos, más para la pelirroja que tuvo una cantidad enormes de trabajos y con suerte podía llamarle un rato a su morena quien la extrañaba infinitamente. -No sé dónde está. –Contestó dima a los gritos de yulia. Al siguiente día saldrían de paseo con los Katin, a su cabaña en Ekaterimburgo. Llegarían temprano, más bien de madrugada para aprovechar el día en su plenitud. -¿No sabes? –Preguntó sarcásticamente la morena. -¡Pues vivo solo contigo! No creo que al fantasma le interese andar bien peinado. –Dijo molesta la morena.

-Yulia, tranquilízate. –Contestó sereno dima. – Busca mejor ¡Y vas a encontrar el maldito fijador! -Si no lo encuentro voy a… -Gritaba desde su habitación yulia, dima estaba en la cocina esperando que dejara el escándalo. Pero yulia calló repentinamente. -¿Yulia? –Preguntó el castaño curioso por el silencio que guardaba la ojiazul. -Jejeje, Dima yo… - Decía la morena llegando al comedor mientras rascaba su nuca y sonreía tímidamente. -Haz encontrado el fijador. –Afirmó dima alzando una ceja. –Eres una desordenada. -Perdón, es que yo… -Eres una boba, sí lo sé. Cállate, perdóname por gritarte. -Decía la morena mientras abrazaba a su amigo. -Está bien cariño, tranquila, ¿Andas en tus días? Estás muy sentimental hoy. –Dijo el castaño mientras reía. -Es que extraño a Len. –Admitió Yulia. -Dentro de unas horas estarás con ella. -Dijo dima. -ah pero eso sí, vas a tener que prestármela, si no, su papá dirá que pasa más tiempo con su “cuñada” que con el “novio”. -Sí, sí claro. –Contestó yulia sentándose frente a dima. -¿Pasa algo? –Preguntó el castaño. -No, es sólo que, tengo miedo. –Dijo yulia apoyando sus codos en la mesa.

-¿miedo? ¿De qué cariño? –Siguió preguntando dima. -Que la alejen de mi lado. –dijo rápidamente. –No quiero perderla. -Tranquila, sabes que eso no pasará ¡Sus padres confían más en ti que en mí! –dijo el castaño mientras reían, sólo quería calmar a su amiga. En realidad él también tenía miedo de ser descubiertos en cualquier momento. –No pasará nada yul. No pienses esas cosas. –Calmó un poco más a la morena. Bien, confiaré en ti. –Sonrió la ojiazul. –Iré a terminar de arreglar las cosas que llevaré al viaje. –Se paró de la silla y comenzó a caminar hacia su habitación, dima la seguía. -¿Cómo hiciste para que te dieran permiso en el trabajo Volkova? – preguntó el castaño llegando a la cama de yulia y sentándose en ella. -Lo mismo me pregunto contigo Bilán corrupto. – Rió mientras sacaba unas camisas del armario y las dobabla. -A mí me deben vacaciones, antes que tú vinieras me la pasaba en el trabajo, no le veía gracia a estar aquí encerrado solo. -ow, quién diría que el gran dima no le gusta estar solo. –dijo haciendo un puchero gracioso, haciendo reír a su amigo. –Nicolay me adora, por eso me ha dejado faltar todo el fin de semana. – Admitió finalmente. -¿Y tu amiga la rubia? –preguntó mientras ayudaba a yulia a doblar una camisa. -¿Quién masha? – Dima asintió poniendo una

sonrisa estúpida. –Dima ¿Te gusta Ivanova? – preguntó asombrada Yulia. -¿Acaso a ti no? ¡Es hermosa! –Dijo casi gritando el castaño. -Ya, pero tú tienes “novia” -¡Ella sabe que es TÚ novia! –Contestó alterado dima. –Preséntamela Yulia, por favor. ¿Sí? –Tomó las manos de la morena y puso su mirada de perrito accidentado. -Dima si alguien se entera de eso podríamos arruinar el plan y…. -Seré cuidadoso lo prometo Volkova. –Dijo mientras ponía su mano derecha en el aire como símbolo de promesa. -Bien. –Contestó resignada la morena. _hablaré con ella el lunes ¿Sí? Ahora déjame terminar de arreglar que ya es tarde y debemos dormir. -GRACIAAAAS VOLKOVA!! Yo sabía que no eras una perra. –Dijo dima riendo mientras alzaba en brazos a su pequeña amiga. -¿una perra? –decía yulia en el aire y riendo. -Callate y abrázame. –Dijo dima. Mientras tanto………. -Si vuelvo a ver un libro de psicología de este tamaño –movió el pesado libro en el aire y continuó hablando. –Juro que vomitaré. -Tranquila lena. –Decía su mejor amiga riendo. – Ya hemos terminado con todo los trabajos que dejaron.

-No he tenido vida social por ellos, Tanya. –Dijo frustrada la pelirroja. -Por cierto ¿Qué tal el guapo de tu novio? – Preguntó la chica mientras golpeaba con su codo a lena. -Dima está bien, lo extraño, no lo he visto desde el lunes. –Lena Se reía internamente, cada vez que contestaba algo referente a su “novio” pensaba en yulia y se veía natural su respuesta. –Debe estar igual que yo de frustrado. Pero ya mañana estaremos juntos. -Es de esperarse. Oye Len ¿puedo hacerte una pregunta? -Claro dime. –aceptó la pelirroja arreglando sus cosas. -¿Cómo es que dejaste de ser “les”? –Preguntó imitando las comillas con sus dedos.-No me hubiese molestado que lo fueras. –Dijo encogiéndose de hombros. Lena casi tira al suelo los libros que tenía en la mano, se puso nerviosa con esa pregunta. ¿le diría la verdad a su mejor amiga? ¿o mejor se quedaría callada para evitar problemas? -¿Len? –dijo su amiga al no ver reacción de la pelirroja. -Disculpa. –Contestó finalmente. –No lo sé, sólo pasó. –Dijo tratando de sonar indiferente. -Sabes? No te creo. ¿Me estás ocultando algo, Katina? La pelirroja iba a hablar pero el pomponeo de la puerta la interrumpió. -¿Sí? -Hija, la mamá de tanya ya vino por ella. –Dijo la

mamá de la pelirroja del otro lado de la puerta. -Ya vamos mamá. –Gritó lena. -Katina, hablaremos la próxima semana. Ni creas que me quedaré así. –Advirtió su amiga a la pecosa y ésta sólo atinó a asentir con la cabeza. Ambas salieron de la habitación y bajaron a la sala donde se despidió de los padres de Lena y rápidamente se fue al auto donde su madre la esperaba. Lena se apoyó en la puerta a su espalda y suspiro aliviada. -¿Pasa algo hija? –Preguntó su padre al ver la acción de lena. -Nada papá. –Decía con sus ojos aún cerrados. – Es sólo que estoy agotada. -No has descansado bien hija ¿Segura que quieres ir al viaje? -Sí. –dijo rápidamente la pelirroja. –Eso me relajará. -Bien, como tú digas. Arregla tus cosas y ve a dormir. ¿Ya le avisaste a yulia y a dima? – Preguntó su padre dándole un sorbo a su vodka. -lo he olvidado por completo. –mintió lena. –Les hablaré ahora mismo, de seguro pensaran que ya no iremos. –se acercó a su padre y besó su mejilla. –Buenas noches papá, te quiero. -Y yo a ti hija, descansa que nos espera un maravilloso fin de semana. –sonrió mientras acariciaba los rizos de su hija. –Y de paso dile a tu madre que no vaya a meter todo el armario en esa maleta ¿Sí? Lena rió por ese comentario. –Está bien papá. –

Subió corriendo las escaleras, primero pasó a la habitación de sus padres donde efectivamente se encontraba Inessa guardando toda la ropa que se le ponía enfrente, le dio el recado de su padre haciéndola reír de nuevo, y luego se dirigió a su habitación. Tomó rápidamente su celular y marcó aquel número que tan bien se podía, al cabo de unos tonos contestaron… -¿Aló? –Dijo una adormitada voz. -¿Quién carajos habla? –dijo tratando de despertar. -¿Amor? –Contestó lena riendo, sabía que yulia era una piedra al dormir y despertarla sería la muerte de cualquiera. –Soy Lena. -¡LENA! –gritó yulia, despertando de golpe y cayendo de la cama, lena escuchó todo el ruido que hizo. -Apostaría lo que fuera afirmando que te has caído de la cama. –decía la pelirroja riendo. –Lo siento amor no quise despertarte. -Ganarías una fortuna si hicieras ese tipo de apuesta. –Dijo yulia riendo y sentándose en la cama. –Te he extrañado tanto pelirroja. -Y yo a ti mi rebelde. Pero hey dentro de unas horas estaremos juntas ¡2 Días! –dijo feliz, Aunque claro tendré que estar con dima en algunos momentos, tú sabes. –calló un momento, yulia comenzó a reír. -¿De qué te ríes? –preguntó confundida la pelirroja. -que al parecer tú y dima se pusieron de acuerdo hoy para estarme recordando ¡Lo que ya sé! –Dijo riendo yulia. –Así que te diré lo mismo que a él, no te preocupes, es parte del plan amor.

-¿Le dijiste amor a dima también? –Preguntó Lena haciéndose la indignada. -Claro que no, tú eres mi amor, él es mi mascota y le digo “cariño” –Rió. -¡YULIA TE ESTOY ESCUCHANDO! ¿CÓMO QUE SOY TU MASCOTA, EH? –gritó dima del otro lado de la habitación. -ups! Ya me escuchó dima. –Le dijo yulia a lena en un susurro. Lena estaba muerta de risa por la situación. –Es una broma dima! –Gritó yulia. -Sigue con tus bromas y terminará echándote de su casa. –Bromeó Lena. -Aunque quisiera, él no lo hace. –Dijo en un tono egocéntrico yulia. –Len, te quiero. -Y yo a ti también te quiero, Yul. –dijo en un tono tierno la pelirroja. –Ahora debo irme, tienes que dormir, y yo igual. –Bostezó. -Pero… -Nada de peros. –Interrumpió lena. –ya tendremos tiempo de hablar hasta del clima. –Rió. – Descansa, pequeña, TE QUIERO.!! –gritó eso último y le envió un beso. -¡Qué no soy pequeña joder! Adiós, gigante, te quiero. Nos vemos en unas horas. –Dijo emocionada yulia. Después de repetir unas tres veces más lo mucho que se querían, terminaron la llamada, Lena feliz porque finalmente volvería a estar con su amor después de una semana muy pesada. Yulia por su parte volvió a dormir pero esta vez acompañada de una mega sonrisa, adoraba hablar con lena antes de dormir.

El fin de semana traería muchas sorpresas. Capítulo 17: La cabaña. -VOLKOVA POR UN DEMONIO LEVANTATE YA! ¡ES TARDE! Como era de esperarse sería imposible despertar a la morena de madrugada, dima se levantó arregló sus cosas dándole tiempo que despertara, pero nada. -Ya voy. –contestó adormilada yulia. –Cinco minutos más. Dima sabía que esos “5 minutos” se transformarían en una hora, así que decidió actuar. -VOLKOVA, LENA HA VENIDO A VERTE, ESTÁ EN LA PUERTA ESPERANDOTE. ¡APURATE! – gritó el castaño, pues sabía que si no se levantaba harían esperar a los katin. -¿LENA? ¿DÓNDE? –gritó la morena poniéndose de pie pero se enredó en las sábanas y calló al suelo. -¡Auch! Mierda. ¡YA VOY MI AMOR! –gritaba la morena tratando de ponerse de pie. -Si vieras lo patética que te vez así. –Dijo dima apoyado en el marco de la puerta de la habitación de la morena. –Lena no está aquí, no aún. ¡Así que mueve tu huesudo trasero y apúrate yulia! -¡Hey! ¿Cómo que huesudo? –dijo la morena tomando su toalla y su ropa. –Mi trasero está en forma. -Sí claro. ¡En forma de espátula! –gritó dima mientras corría en dirección a su habitación antes que yulia reaccionara y lo atacara. -¡Sal de ahí peinado del pájaro loco! antes que tire la puerta a patadas. –dijo yulia mientras golpeaba

la puerta donde se encontraba dima escondido. -Ni loco abro. –Dijo dima. -Sólo porque ya es tarde no te haré nada. –Dijo dejando de atacar la puerta. –Pero esta me las pagas Bilán. –Tomó de nuevo sus cosas que había tirado antes de salir corriendo tras dima y se dirigió a bañarse. Mientras tanto…. -Lena cariño ¿No le dijiste a tu madre que no metiera toda la ropa del closet en la maleta? Esto está pesado ¡Sólo son dos días! –Decía sergey bajando las escaleras con aquella pesada maleta. -Si le dije papá. –Contestó lena riendo. –Pero mamá es terca. -Lo sé. –Dijo el papá de la pelirroja tomando aire. – Así la amo ¿Sabes? -Lo sé muy bien papá. –Dijo lena sonriéndole a su padre. -¿Qué tanto hablan? –Preguntó Inessa saliendo de la cocina. –Se nos hará tarde ¡Apúrense! -Mi vida, has guardado mucha ropa ¡Pesa demasiado! –renegó Sergey a su mujer. -No seas llorón. –Sonrió Inessa al ver el berrinche que hacía su esposo. –Uno nunca sabe si necesitará una mudada extra por algún accidente. Lena se divertida viendo aquella escena de sus padres, parecían dos adolescentes peleando antes de pasar un día de campo, se imaginó a ella con yulia en un futuro en esa misma situación y comenzó a reír.

-¿Qué es tan gracioso? –Preguntó Sergey divertido. -Tus berrinches papá. –Dijo lena entre risas. – Venga, te ayudaré con esa maleta. Mamá tiene razón. -Mi hija será una buena esposa. –Dijo Inessa acariciando los risos de la pelirroja. -Eso espero mamá. –Contestó la pecosa. -Me apiado del pobre dima cuando hagan viajes así. –Dijo su padre poniendo una cara de horror que hizo reír a su hija y a su esposa. -Tan dramático que eres hombre. –Dijo Inessa riendo mientras golpeaba suavemente el brazo de su esposo. Las bromas continuaron en la familia katin, lena extrañaba ver esa alegría que caracterizaba a su familia. Desde que les confesó que era lesbiana estos dejaron de hacer sus típicas bromas, se la pasaban ignorándose entre todos o simplemente no estaban en casa. La morena salió de bañarse, se vistió rápidamente y comenzó a peinar su cabello, eso era lo que más le tomaba tiempo, así que fue a buscar a dima para que le ayudara. -Dima, sal por favor. –Decía yulia tranquilamente detrás de la puerta, dima seguía encerrado. – Ayúdame. -Ni loco, vas a matarme. -Sí lo haré. –Rió yulia. –Pero no hoy, ya no hay tiempo, necesito que me ayudes a peinarme ¿Sí? Dima lo pensó unos segundos, pero luego abrió cuidadosamente la puerta, dejando ver a la

morena despeinada y con el fijador del cabello en la mano. –Y bien. –Dijo dima con cierto temor. -Lo iré parando y tú rosearás esta cosa ¿Sí? -Tú te peinas sola todos los días. ¿por qué hoy no? –preguntó dima mientras comenzaba a ayudar a yulia y su peinado. -porque esto me lleva tiempo, por eso me levanto muy temprano en las mañanas. –Reía. -¿podrías relajarte? Hasta aquí siento tus nervios. Ya, no te mataré. Sólo que duerme con un ojo abierto y el otro cerrado, precaución tú sabes. –bromeó la ojiazul, y dima sólo tragó saliva. -no es gracioso yulia. –Dijo dima roseando con el fijador de cabello a yulia. -Para mí huesudo trasero si lo es. –dijo yulia riendo. Como lo había previsto yulia, logró peinarse en la mitad el tiempo que normalmente lo hace. El reloj marcaba las 5am, los katin ya iban camino a casa de dima y yulia, lena iba que estallaba de la felicidad. ¡Pasaría dos días con su ángel! Pero sabía que tenía que contenerse las ganas de comérsela a besos en el momento que la viera de nuevo. En realidad tenía que saltar eufóricamente sobre el pobre dima. Luego de un viaje corto de 15 minutos, ya se encontraban en los apartamentos donde vivían los “Hermanos Bilán” -Cariño háblale a dima para que bajen ya. –Dijo el padre de la pelirroja. Ella solo asintió. Ni lenta ni perezosa marcó a su número favorito, dos tonos y contestaron. -¿Amor? –Dijo lena.

-Len, mi vida. –Dijo feliz yulia. -Amor, ya estamos aquí fuera de tu casa. ¿Están listos? –Preguntó feliz la pelirroja. -Sí Len, ahorita bajamos. –Contestó yulia dando saltitos mientras dima la veía raro. -Está bien, aquí los esperamos, te quiero. –dijo lena en un tierno tono. -Y yo a ti pelirroja, ya vamos. Colgaron, yulia casi saca arrastrado al pobre dima que traía las maletas de los dos. -no corras, esto pesa. –Decía dima llegando con dificultad al ascensor. -Tanto musculo y de adorno lo tienes. –contestó yulia riendo mientras tomaba ambas maletas y las metía al ascensor. Dima solo frunció el ceño. Apretaron el botón que los llevaría al piso 1, y yulia iba apurándolo para que bajara más rápido. Según ella funcionaria. Unos segundos más tarde el ascensor se detuvo, yulia tomó ambas maletas y salió corriendo de ahí como si llevara dos bolsas de algodón en sus manos, dima se asombró con la fuerza que tenía su pequeña amiga. Lena al verlos correr salió del auto y corrió a dirección de ellos. -Volkova ¡No vayas a besarla ni a abrazarla tan emotivamente! –le gritó dima a yulia y esta se detuvo en seco. -Demonios, es cierto. –dijo yulia por lo bajo, espero que dima se acercara a ella, la pelirroja llegó donde estaban, y, como sabía que sus padres la veían abrazó a dima y lo besó. Yulia observaba.

-Yul, te adoro. –Susurró la pelirroja mientras ponía su cabeza en el hombro de dima. –No sabes las ganas que tengo de abrazarte y besarte. Pero nos están viendo. –dijo un tanto triste. -Tranquila pelirroja. –sonrió yulia. –ya tendremos tiempo para nosotras. Los padres de la pelirroja la observaban desde el auto, veían lo “feliz” que era con dima. Los chicos terminaron de hablar y se dirigieron al auto dima se sentó en medio de yulia y lena, sabía que si las dejaba juntas terminarían comiéndose a besos y eso se convertiría en una segura tercera guerra mundial. Después de saludar a los padres de lena, tomaron camino hacia Ekaterimburgo, yulia miraba por la ventana el hermoso paisaje, la nieve combinado con el hermoso sol que comenzaba a hacer su aparición era perfecto. Llegarían más o menos a las 8am, así que yulia y lena decidieron dormir, ya que no podían hablar como querían. Se arrecostaron cada una en un hombro de dima, “ya que vas aquí en medio, sirve de algo” fueron las palabras que le regaló la ojiazul a su amigo, haciendo reír a los padres de lena. -¡Yulia! -Hoy no. –Contestó dormida yulia. -señores Katin, les dije que es como querer despertar a una piedra. –Dijo dima algo apenado. – Podemos dejarla aquí no hay problema. –Rió dima. -Ya sé qué haremos. –Dijo lena bajando del auto y caminando hacia donde había una pequeña montaña de nieve, tomó un poco con su mano y la llevó hacia el auto. –Esto la despertará, yo que tú me aparto dima. –Sugirió la pelirroja.

Dima se quitó, los padres de la pelirroja se contenían las ganas de reírse, sabían que no podían hacer nada humanamente posible para despertar a la pequeña morena, así que no interfirieron para que le lanzaran una bola de nieve. Lena tomó fuerzas y le lanzó la bola de nieve justo en la cara “perdóname amor” fue lo que se dijo mentalmente antes de hacerlo. -¡QUÉ MIERDAS! –Gritó furiosa yulia al sentir la helada nieve en su cara, se paró rápidamente pero chocó su cabeza con el techo del auto. -¡MIERDA! –gritó nuevamente. -¡Yulia! –Dijo dima fuera del auto. –Calma, deja de decir esas cosas frente a los padres de lena. –Dijo mirándola serio. -Perdón. –Contestó yulia mirando a Sergey quien estaba rojo por contenerse las ganas de reír, yulia pensó que estaba molesto. –Discúlpenme pero es que no recordaba que estaban aquí con ustedes, soy una piedra cuando duermo. –Dijo mientras se encogía de hombros. -No te preocupes pequeña. –Dijo inessa riendo. – Pero ya sal antes que vuelvas a dormirte. -¿Ya llegamos? –Preguntó confundida yulia. -¿por qué crees que queríamos despertarte, hermanita? –dijo dima. –Sal ya de ahí. Yulia salió del auto frotando su cabeza donde se había golpeado anteriormente. Abrió sus hermosos ojos azules como platos al ver aquel hermoso lugar donde se encontraba. -¡Dios! ¿Esto es real? –Preguntó a nadie en particular. -Lo es. –Contestó lena acercándose a ella. – Disculpa por lanzarte la nieve. –Dijo sonrojándose.

-¿Fuiste tú? –Preguntó incrédula yulia. -Sí. -Vas a pagármelas Katina. –dijo yulia tratando de sonar molesta. Capítulo 18: ¿Qué más no sé de ti? -Lena, yulia dormirá contigo. –Dijo la madre de la pelirroja bajando las escaleras y llegando a la cocina donde se encontraba la morena, dima y su hija comiendo un poco de fruta. Yulia al escuchar eso comenzó a toser por casi ahogarse con un trocito de sandía. –malditas semillas. –Se excusó la morena tratando de calmar su tos. Dima golpeaba su espalda riendo por lo ocurrido. -Ten más cuidado yulia. –Dijo Inessa -¿no te importa dormir con alguien más verdad? La cama es grande, seguro y no tendrán problema de dormir ahí. -No no hay problema. –Contestó yulia mirando a lena. –yo me duermo y pues, ya no reacciono hasta el dia siguiente. Usted ya se dio cuenta de eso. –Contestó yulia tratando de sonar lo más natural posible. -Sí, lo he notado ya. –Contestó riendo Inessa. – Bueno, dima tú dormirás en la habitación de al lado de las chicas. -Está bien señora. –dijo dima sonriendo. Ha todo esto, lena estaba callada. -Bien, iré a ver si tu padre logró encender la parrilla lena. –Tomó algunas cosas de la cocina y se fue al patio donde se encontraba sergey, dejándolos nuevamente solos a los tres. -Vaya sorpresa. –Dijo dima riendo. -¿Lena estás

bien? –preguntó al ver que lena estaba ida. -Volkova, discúlpame por tirarte la bola de nieve. – Dijo repentinamente lena, viendo a yulia, esta sólo comenzó a reír descontroladamente. -¿Qué te pasa, Lena? –Decía yulia entre risas. ¿Tienes miedo de dormir conmigo? -¿Es eso Len? –preguntó dima ahora riendo. -¡Claro que no! –dijo la pelirroja poniéndose del color de su cabello. -No voy a violarte. –Dijo lo más seria que pudo yulia. –Tú sola accederás. –Soltó la carcajada que estaba reteniendo. -¡Volkova! –gritó lena, poniéndose aún más roja, si es que podía llegar a otro nivel de vergüenza. -Tranquila pecosa. –Decía yulia acariciando la mano de lena. –No haré nada que no quieras. Además ¿por qué piensas que tú y yo…? Yo soy alguien decente. –Dijo haciéndose la indignada -¿Decente? Pero ni el tinte que traes puesto! – comentó dima, haciendo reír a lena. –Ten cuidado con ella, Len. -Tú cállate que aún me debes lo de ahora en la madrugada. Y así siguieron discutiendo, lena logró tranquilizarse, sabía que yulia no haría nada, pero ¿Quién dijo que Volkova era el peligro? Después del desayuno, lena llevó a dima y a yulia lejos de la cabaña, a un lugar donde ella lo había bautizado como “Secreto” puesto que nunca había llevado a nadie, ni sus padres sabían que existía dicho lugar.

-Ya me cansé. –Dijo la morena con su respiración acelerada. -¿Falta mucho, Len? –preguntó haciendo un puchero. -Eres una llorona, Volkova. –Dijo dima riendo, pero también agitado. -ya llegamos. –Dijo lena riendo mientras contemplaba el paisaje que tenía enfrente. Yulia y dima se pararon a su lado. -Esto es hermoso. –Contestó asombrada yulia. -Sí que lo es. –Dijo dima observando aquel paisaje. Lena los había llevado a la parte alta de una montaña que estaba detrás de la cabaña, era el lugar perfecto sin duda. Se respiraba aire fresco. -Y bien. –Dijo yulia sentándose en la grama, lena y dima la imitaron. -El plan va perfecto. –Dijo dima de repente. -Así es. –Sonrió lena y abrazó a yulia. –Gracias a ti. –Besó tiernamente la nariz de la morena. -¿y yo qué? –Dijo dima alzando una ceja. -No va a besarte. –Dijo yulia golpeando el hombro de su amigo. –Pero si puede agradecerte. -Claro sin ti el plan no tendría sentido. –contestó lena. -Ya, no lo alagues tanto, luego no puedes quitártelo de encima len. –Dijo yulia entre risas. -Callate Volkova, y disfruta. –Dijo el castaño antes de cerrar sus ojos y llenar del exquisito aire fresco que se respiraba ahí.

-¿Cuéntame algo que no sepa de ti, pelirroja? – Dijo yulia mirando al cielo. -Me gusta leer. -Que no sepa de ti, pelirroja? –Preguntó de nuevo yulia riendo. –Eso me lo has dejado más que claro. Lena rió por el comentario. -Odio ver televisión. – Dijo después de reír. -¿Estás loca? –Preguntó la morena poniéndose de lado para poder ver a la pelirroja. -¡La televisión es lo mejor que hay! –Dijo abriendo enormemente sus ojos azules. -Prefiero leer. –Contestó lena encogiéndose de hombros. -Bien ¿Cómo haces los domingos que nos sentamos a ver películas con el gorila que tengo al lado? –Preguntó un tanto curiosa yulia. -es distinto. –Sonrió. –Te tengo a mi lado, de igual forma, a veces no escucho lo que dicen por estar viendo la emoción que te invade a ti al ver esas películas. –Rió al recordar esas expresiones, y volteó a ver a Yulia quien la escuchaba atentamente, pero la pecosa se fijó en algo. -¿Te has sonrojado, yulia? -¿Uhm? –Dijo yulia haciéndose la desentendida. ¿Sonrojarme? Claro que no, es lo fresco de la nieve, tú sabes. –Decía mientras en su risa se notaba el claro nerviosismo. -Esa ni tú te la crees Volkova. –Dijo dima de repente. -Vamos, te vez adorable así, sonrojada. –Dijo Lena mientras se acercaba a la morena y la abrazaba. –Así es como quiero estar siempre. – Comentó lena mientras su cabeza descansaba en

el pecho de yulia. -Y así será pecosa, así será. –Abrazó más a Lena haciendo que la helada nieve que estaba bajo sus cuerpos no tuviera efecto en ese caluroso abrazo, lleno de amor y paz. Se quedaron así unos momentos hasta que… ¡Lenaaaa! –se escuchó un grito ni tan lejos ni tan cerca del lugar donde estaban los tres. -Es mi padre. –Dijo Lena sin moverse. -¡Mierda! –dijo yulia soltando rápidamente a lena. – Dima ¡Muévete pájaro loco! –decía mientras despertaba a su amigo a empujones. –Joder despierta ¡DIMA! –empujó a dima hasta donde estaba lena, él ya iba despertando. -¿Qué pasa? –Decía confundido el castaño. -¿Lena? ¿Dónde están chicos? –Se volvió a escuchar la voz de sergey, esta vez más cerca. -Eso pasa. ¡Actúa normal! –le gritó yulia a dima pero… -¡YULIA TEN…….. –gritó lena, Pero fue demasiado tarde. –Cuidado. –Terminó su frase. -¡Auch! ¡Joder como duele! –gritó yulia. La morena se había ido accidentalmente a un pequeño barranco que estaba ¡LEJOS! De donde estaban ellos sentados, pero de los nervios de escuchar al papá de la pelirroja llegó hasta ahí. -¿Lena? ¿Hija que hacen aquí? –Dijo Sergey apareciendo de entre los árboles. -¿Yulia que te ha pasado? –Preguntó extrañado viendo a la morena despeinada con hojas en su cabeza y sentada en aquel orificio donde había caído.

Dima y lena sólo comenzaron a reírse de la escena. -No se rían. –Dijo yulia haciendo un puchero. –Me duele el tobillo. -¿Ustedes tuvieron algo que ver? –Preguntó Sergey viendo misteriosamente a Dima y Lena. – Sabía que ustedes dos tratarían de hacerle algo a la pequeña para poder estar solos un rato. -No es que quiera interrumpir este hermoso momento, pero ¿podría alguien venir a sacarme de aquí? –Dijo yulia. -Mírala, es tan pequeña que sólo veo unos bracitos moverse. –Dijo dima muerto de la risa al ver a su “hermana” ahí. -¡Dima! ¡Ayudame, joder! –Gritó yulia. -Hijo por favor ayuda a tu hermana. –Dijo sergey viendo a dima reír. -Ya voy ya voy, no llores yul. –Contestó dima poniéndose de pie seguido lena, caminó hacia donde estaba yulia y estiró su brazo, la morena lo tomó y dima la haló con todas sus fuerzas fuera de ahí. –Está libre de su cárcel, princesa. –Dijo dima riendo de nuevo. -Volkova con esas ramas en la cabeza pareces mi próximo árbol de navidad. –Dijo lena riendo. -Hija, no molestes a tu cuñada así. -Dios, mi tobillo. –Chilló yulia, antes de apoyarse en el hombro de dima. –Señor sergey, su hija y dima me han tirado a ese barranco. –Dijo poniendo su típica cara de inocente. -¿Qué nosotros qué? –gritaron dima y lena al mismo tiempo que dejaban de reír.

-¡Me lo imaginé! –dijo sergey acercándose a yulia para cargarla. –Son unos desconsiderados con la pobre yulia. -Pero papá nosotros…. -Señor sergey, déjeme cargar a mi hermana. –Dijo dima. -No, yo la llevaré. Ya mucho le han hecho a la pobre, Vámonos. –alzó a yulia en sus brazos y comenzó a caminar por donde había aparecido. Lena y dima se veían entre sí extrañados, siguieron a sergey en silencio, mientras que yulia volteó a verlos y se burlaba en silencio de ambos. Les sacó la lengua y regresó a su posición actual -Vaya que es una niñita. –Le dijo lena a dima en un susurro. Capítulo 19: La venganza. -Lena, llévale a yulia su cena. –Gritó la mamá de la pelirroja desde la cocina. Yulia se había doblado su tobillo, nada del otro mundo, pero ella exageró enormemente el golpe. -Ya voy mamá. –Contestó algo fastidiada la pelirroja. –Vas a pagármelas Volkova. Lena y dima se ganaron tremenda regañada de parte de los señores Katin. “Cómo pueden tratar a la pequeña yulia así? ¡Sin vergüenzas!” eso era lo que más les decían a los pobres que no tuvieron nada que ver con el accidente de yulia. -Lena, la venganza no es buena. –Dijo yulia tomando el plato que traía la pecosa.

-Me han regañado ¡Por ti! -Y a mí. –Dijo dima sentado a la par de yulia. -Eso les pasa por burlarse de mí. –contestó yulia comiendo uno de los trocitos de carne que Inessa le había puesto en su plato. –Tu mamá me ha cortado la carne en trocitos ¡Es un amor de mujer! -Te trata como una niñita, Volkova ¡No lo hace ni conmigo! –Dijo la pelirroja cruzándose de brazos. -¿Celosa Katina? –Preguntó yulia alzando una de sus cejas. -¡Ya, bésense y supérenlo! –gritó dima de repente olvidando por completo que los papás de la pelirroja estaban en la cocina. Cuando lo recordó tapó su boca. -¿Estás loco? –Golpeó yulia a dima. -¡Pudieron escucharte! -Es que ustedes dos me desesperan! ¡Parecen niñitas peleando por una muñeca! –Dijo el castaño susurrando. -¿pasa algo? –preguntó Inessa saliendo del comedor. –Escuché gritos ¿Están molestando otra vez a yulia? -¡No! –gritaron dima y lena. -No señora. –Dijo yulia riendo. –Estábamos discutiendo sobre una película de zombies. -¡Adolescentes! –dijo inessa antes de comenzar a reír. -¿Y papá? –preguntó lena. -Está en la parte trasera de la casa, está hablando por teléfono. –contestó la mamá de la pelirroja

encogiéndose de hombros. -¿Qué tal la comida? -Exquisita! –Dijo yulia feliz. –Me tendrá que enseñar a preparar tan exquisitos platillos. -Cuando quieras hija. –Dijo inessa. Continuaron hablando a gustos los 4, sergey se les unió luego de un rato, reían felices todos ahí, dima de vez en cuando abrazaba a lena y le daba pequeños besos en la mejilla, claro, bajo la mirada de yulia. -¿por qué no salimos a azar malvaviscos? – propuso yulia cuando quedaron nuevamente sólo ellos tres. Ya eran pasadas las 10pm -No, luego te vas de nuevo en saber Dios que precipicio y nos hechas la culpa a nosotros. –Dijo la pelirroja rápidamente. -Es cierto, mejor vamos a dormir. –Dijo dima antes de bostezar. -oh vamos no sean aguafiestas. –comentó yulia. – está temprano para ir a dormir. -Pues yo tengo sueño. –Contestó dima. -Len, tú no vas a defraudarme ¿Verdad? –Dijo haciendo un puchero la morena. -Volkova, yo también tengo sueño. –Admitió lena. – pero podemos salir un ra… -¡SIIIIIIIIII! –interrumpió yulia dando un salto. –Auch mi tobillo. -No saltes y no grites! –sentenció lena. –buscaré los malvaviscos -Lenaaa!! –se quejó dima.

-Será un rato nada más. -Sí, déjate de niñerías. –Dijo yulia antes que dima apretara su tobillo. -¡Hey! No hagas eso, duele! -Entonces cállate y vámonos a dormir! -Encontré los malvaviscos. –Gritó lena desde la cocina. -No haremos de eso una pérdida del tiempo de TUmi novia. –Dijo riendo. -Estás realmente loca. –Contestó dima. –Ven, te ayudaré a caminar. Dima se paró y ayudó a yulia a levantarse, ella pasó un brazo por su hombro y comenzó a caminar con un poco de dificultad, lena llevó la bolsa de malvavisco y unos cuantos leños para el fuego que tenían en la cocina. -Y venos aquí pudriéndonos del maldito frío sólo porque yulia quiere quemar, sus malvaviscos. –dijo dima temblando del frío junto al fuego. -El frío es bueno. A mí me gusta. –contestó yulia. – No seas llorón Bilán. -Yulia cómete esas cosas rápido. –Dijo la pelirroja también temblando. -Oh vamos len. -A mí no me gusta el frío. –dijo lena. -Es bueno saberlo. –Sonrió yulia. -¡Demonios! No me hagas meterte esa bolsa entera en la boca yulia ¡Come ya! –gritó dima frotando sus manos. –Dios me congelo.

-Bien bien. –dijo yulia y comenzó a comer sus malvaviscos lo más lento que pudo mientras era vigilada por la furiosa mirada de dima que se ponía rojo del frío. Media hora después terminó de comer, dima casi mete a yulia a la cabaña arrastrada. Lena no dijo nada, sólo reía, aunque también se estaba congelando, disfrutaba ver como su novia se comportaba como una niñita de 5 años. -Mis padres se han dormido. –Dijo lena apagando las luces de la cocina. -Y yo iré a hacer lo mismo. –Contestó dima. – Buenas noches corazón. –Besó la frente de lena y se dirigió a yulia. –Buenas noches, animal. –Rió y luego le besó también la frente. –No hagan mucho ruido eh. –Dijo divertido el castaño y se fue corriendo a la habitación donde dormiría. -Se aprovecha que no puedo correr. –Dijo yulia. Y Lena sólo reía. -¿Necesitas ayuda para caminar, pequeña? – preguntó lena alzando una ceja. -No, yo puedo sola. –Contestó yulia haciéndose la indignada. -Bien. –Dijo la pelirroja siguiéndole el juego. –te espero en la habitación, sólo espero no llegues a las 6am. –Rió por la terquedad de su novia. Lena subió rápidamente las escaleras y se quedó en la puerta de la habitación esperando escuchar el tan extenso léxico de yulia. -¡Maldición! –gritó yulia subiendo de golpe el primer escalón. –Dios esto me llevará tiempo y sufrimiento. –susurró.

-¿Aún no quieres ayuda? –Preguntó lena saliendo de la oscuridad de la segunda planta. -No necesito tu ayuda. –Se paró lo más recta que pudo pero el dolor le ganó. –Auuch! -Eres terca. –Dijo lena mientras bajaba hasta donde estaba yulia. –No dejaré a mi novia aquí abajo, aunque me has hecho aguantar el frío viento de allá afuera, sabes que te quiero. –Susurró lena en el oído de yulia luego se acercó a sus labios y le dio un beso corto. -Extrañaba la calidez de tus labios, pecosa. –Dijo yulia estando en las nubes prácticamente. Lena aprovechó esa laguna mental que tenía en esos momentos yulia y la cargó entre sus brazos. -¡Qué haces! –dijo yulia asustada por la acción de lena. -Levantando un costal de papas. –Dijo lena riendo. –Para ser tan pequeña, pesas mucho, agárrate bien de mí, no quiero botarte. –sugirió la pecosa subiendo los primeros escalones, yulia se aferró al cuello de ella. -Bájame amor, aquí ya podré caminar len. –Dijo yulia cuando ya habían subido las escaleras, lena ignoró la sugerencia que le había hecho. –llevaré a mi princesa hasta su cama. –Dijo lena sonriendo. -Es usted un caballero. –Contestó yulia riendo. – Luego te dolerá la espalda. -No importa. –respondió lena. Llegaron a la habitación y lena acostó a yulia en la cama.

-Wow, es enorme. –Dijo yulia sentándose en la cama. -Lo es. –Sonrió lena. -Tengo que ponerme mi pijama ¿Me pasas mi bolso, amor? – -¿También va a querer la pequeña que le ponga su pijama? –preguntó lena en el momento que tomaba el bolso de yulia y se lo ponía en la cama. –yo también tengo que cambiarme ¿Te molesta si lo hago aquí? -Pues ¿A tus padres les molestaría que quedaras embarazada a los 17? –Preguntó yulia antes que… -¡Auch! Es una broma Len. –Dijo la pelinegra sobando su tobillo, lena se lo había apretado. –Sabes que no puedo embarazar ni a una mosca. -No sé de donde te salen tantas burradas Volkova. –Dijo lena negando con la cabeza. Ambas se pusieron sus pijamas “Volkova, voltéate” fue el regaño que recibió la ojiazul. -¿Derecha o izquierda? –preguntó lena antes de meterse a la cama. -izquierda. –Contestó yulia haciéndose para ese lado, lena fue a dar la vuelta y se metió del lado derecho de la cama. Yulia se acercó a ella y la abrazó, lena pasó su brazo por la cabeza de yulia a lo que ella lo usó de almohada. -pensé que habías dicho “izquierda” –se burló lena. -Dormir así será mejor. –Respondio yulia mientras se acomodaba mejor. –Descansa pelirroja, te

quiero. –Levantó su cabeza y depositó un beso largo y tierno en los labios de lena. Y volvió a la posición anterior. -Buenas noches mi ángel. –Fueron las palabras de lena antes de sonreír y cerrar sus ojos para caer en los brazos de Morfeo. Capítulo 20: ¿Enserio? Alguien despertó temprano a la mañana siguiente. “Lena” dirán ustedes, pero no, fue yulia ¡Milagro! No necesitaron una grúa para levantarla esta vez. Al momento que despertó lo primero que sintió fue el exquisito aroma del cabello de lena. -Dios como amo el aroma de tu cabello. –Susurró yulia mientras contemplaba a lena dormir con sus rizos esparcidos por la blanca almohada. Se sentó en la cama, cerca de lena, se inclinó hacia ella y comenzó a acariciar delicadamente su mejilla, no quería despertarla. -¿Sabes pelirroja? –dijo yulia como si lena estuviese escuchándola. –Te quiero, es absurda la manera en cómo nos conocimos pero ¡Que divertido fue! – Soltó una carcajada, pero sin subir mucho el volumen de su voz. Y siguió hablando. –dices que soy tu ángel. Y en realidad el ángel aquí eres tú. – ahora acariciaba los rizos de la pelirroja. –Debo cuidarte. ¡Tengo que hacerlo! Quizá ese era el propósito de encontrarnos en aquel lugar ¿no crees? –Sonrió. –Me encantaría que no tuviéramos que fingir todo esto. –Dijo un poco más seria. – Pero sé que pronto saldremos de esto, y podremos estar juntas sin que nadie nos diga que no podemos. –Se acercó a lena y besó su frente. Pero cuando iba a alejarse unos brazos rodearon su cuello. -Yo también te quiero. –Susurró lena con su voz somnolienta y sus ojos aún cerrados. -Pensé que dormías. –Sonrió yulia mientras apoyaba su cabeza en el pecho de lena. -¿Has escuchado lo que dije? –Preguntó un poco apenada.

-Poco. Pero suficiente para darme cuenta que eres la indicada. –Enredó sus dedos en el cabello negro de yulia mientras lo revolvía. -bien. –Sonrió yulia. Hubo un silencio de unos cuantos minutos, luego la pelinegra volvió a hablar. –Len, casémonos. –dijo seriamente yulia. -¿Qué? –Respondió lena. -Casémonos. –Repitió yulia. –No hoy, claro. –Rió. –Luego, cuando cumplas los 18, vámonos de Rusia y casémonos. –Se volteó para poder quedar frente a la pelirroja quien la escucha detenidamente. -¿Hablas en serio? –Preguntó lena un poco asombrada. -Es precipitado, lo sé. –Dijo yulia. –pero…Te propongo algo mejor. –cambió de frase yulia. -¿Hijos? –Dijo lena riendo. -No, eso no. –Rió yulia también. –No me contestes aún ¡No lo hagas! –Advirtió yulia al ver que lena quería decir algo. –No quiero tu respuesta hasta un día antes de tu cumpleaños ¿Sí? -Pero yul… -Renegó lena. -Cállate katina. Promételo ¿Sí? Tienes como 11 meses para ver y acostumbrarte al desastre que soy. –Bromeó yulia. -¿Qué dices? -No sé porque no quieres escuchar la respuesta hoy. –volvió a renegar lena. –Pero está bien, será como tú quieras. –haló de ambos brazos a yulia dejándola sobre su cuerpo, y la besó, la besó como la primera vez que le robó un beso. Yulia comenzó a hacer más profundo el beso, no

tuvo ninguna oposición de lena. Lentamente comenzó a bajar sus manos por el cuerpo de la pelirroja esta se estremeció y soltó un leve gemido en los labios de la ojiazul al mismo tiempo que sus manos comenzaban a acariciar la espalda de yulia. La morena al no ver oposición departe de lena, coló lentamente su mano por la camisa de la pelirroja, sus dedos sintieron lo eriza que se puso la piel de lena y sonrió interrumpiendo el beso. -Deja de sonreír. –Dijo una lena un poco agitada. -Te has erizado. –Contestó yulia riendo, pero antes que lena pudiera seguir hablando acaparó sus labios en un salvaje beso que hizo que su mano la cual se encontraba debajo de la camisa de lena automáticamente subiera hasta sus pechos haciendo gemir fuertemente a lena. -no grites. –Susurró yulia en el momento que comenzaba a masajear suavemente el pezón de lena con sus dedos. -yulia. –Dijo en un suspiro la pelirroja mientras con sus manos estrujaba las sábanas. La pelinegra comenzó a besar el cuello de Lena con su otra mano libre subió por completo la camisa de la pelirroja dejando a la vista un par de pezones completamente duros de la excitación. -¡Dios! –dijo asombrada yulia parando la estimulación que le estaba proporcionando al pezón izquierdo de lena. -¿Qué pasa? –preguntó lena agitada y en un tono molesto. -Son perfectos. –Respondió la morena. -oh cállate Volkova y continúa! –Dijo casi desesperada la pelirroja.

Yulia sólo se soltó a reír al ver la clara excitacióninterrumpida que había tenido su novia, se disponía a continuar con su trabajo cuando… -¿Lena? –dijo inessa del otro lado de la puerta. ¿Siguen dormidas? –Preguntó mientras tocaba. -Mierda. –Susurró lena aún más frustrada que antes, bajó su camisa y yulia se metió bajo las sábanas riendo en silencio para que pareciera que seguía dormida. Lena hizo lo mismo y se volteó dándole la espalda a la pelinegra. Justo entraba su madre. -¿Chicas? –Preguntó sonriendo inessa al ver a yulia casi colgada de la cama y “durmiendo profundamente” Lena se movía como “despertando” y se volteó frotando sus ojos. -¿Mamá? –dijo tratando de sonar algo adormitada. -Lena hija, levántate. Ya es tarde, y levanta a yulia. –dijo mirando a la morena. –Bueno si es que puedes. -Shh cállate dima. –Dijo yulia mientras tiraba una almohada al suelo. -5 minutos más. “Deberías ser actriz” dijo lena en su mente. –Claro mamá, quizá tenga que traer una grúa cargada de nieve. –Bromeó la pelirroja. -¿Y papá? -Abajo con dima. -Dios Iré a salvarlo. –Dijo poniéndose de pie. -Te espero abajo. –Contestó inessa riendo y saliendo de la habitación. Lena la siguió y esperó que bajara las escaleras para recoger la almohada que yulia había tirado al suelo y aventársela en la cara.

-Volkova ya se fue. –Dijo seria la pelirroja. -¿por qué la agresividad, amor? –preguntó yulia sentándose en la orilla de la cama. –No es mi culpa que tu mamá nos haya interrumpido. – Contestó encogiéndose de hombros. -Dile eso a mis hormonas Volkova. –contestó la pecosa sin perder la seriedad. –Iré a bañarme. –Tomó sus cosas y se disponía a entrar al baño pero volteó a ver a yulia quien la observaba divertida. -¿Sabes qué? Quizá deba ir por nieve y llenar la bañera con ella ¡A ver si así se controlan mis hormonas! –dijo casi gritando. ¡Pero len! –decía la morena mientras reía. Cállate Volkova. –Se dio la vuelta y cerró fuertemente la puerta del baño. -¡Hay mujeres! –dijo yulia riendo mientras estiraba su cuerpo. -Hola amor. –Dijo dima mientras veía bajar a lena. Y detrás de ella a yulia. -Hola mi vida. –Contestó la pelirroja. Mientras se acerca a él y lo abrazaba, él besó su frente como siempre lo hacía. –Buenos días papá. -Buenos días hija. -Buenos días a todos. –Gritó yulia riendo. -Yulia veo que has amanecido mejor. –Dijo Sergey. –Entonces si podremos ir a patinar al hielo. -¡Yo soy de hierro! –dijo feliz yulia. –Esa idea suena genial. -Pero primero van a comer. –Gritó inessa desde la cocina.

Todos caminaron hacia la cocina. Dima iba al lado de lena y veía a yulia demasiado feliz. -¿pasó algo? –preguntó dima en un susurro a lena. -¿por qué? –preguntó lena ya un poco más calmada que antes. -Yulia está feliz ¿te violó? –preguntó riendo. -¡No! –gritó lena recordando el pequeño suceso que habían pasado una hora atrás. -Sí claro, adivino ¿Tu mamá interrumpió? ¡Acaso no les bastó toda la noche! –gritó dima. -¿qué vienen cuchicheando ustedes dos? – preguntó yulia mientras se sentaba al lado de dima. -Nada que te importe. –Dijo dima sacándole la lengua a la morena. Desayunaron lo más rápido que pudieron y prepararon sus cosas para ir a patinar. Inessa se quedaría ya que no acostumbraba a andar en esas cosas. Lena casi no le habló a yulia en la caminata al lago, la morena entendió perfectamente el por qué. Llegaron al lago y se la pasaron jugando, Sergey parecía un adolescente con ellos tres, la pelirroja se veía radiante, muy feliz. Dima y yulia jugaban entre ellos como siempre hacían. El día pasó sin más novedades, después del almuerzo regresarían a Moscú. Fue uno de los fine de semana más maravillosos que yulia y lena habían pasado en sus vidas. Capítulo 21: ¿Amigas? -El cielo está hermoso. Mira las estrellas, siente el maldito frío que nos está colando por los huesos, pero ¡Qué importa! Esto es perfecto.

Diciembre. La pelirroja y yulia se encontraban en el “lugar secreto” de la morena, dónde antiguamente había llevado a lena. Estaban acostadas en la grama una al lado de la otra, mirando las estrellas, hablando riendo, siendo felices. -Yul, tú me debes algo. –Dijo la pelirroja sin despegar su vista del cielo. -No te tocaré aquí en la vía pública, lena. Dirán que somos unas depravadas y yo fijo que… -¡Eso no! –gritó lena. –tus cortes, prometiste mostrármelos aquella noche que nos encontramos. -Oh, era eso. –Rió yulia. -¿Por qué quieres verlos? Son feos, por eso no me he quitado las pulseras desde entonces. -Sólo muéstramelos ¿sí? Y te dejaré en paz. – Contestó lena. -Bien. –yulia suspiró, subió la manga de su suéter y comenzó a quitar todas las pulseras que tenía. – Aquí tienes. –dijo mostrando sus muñecas con varios cortes ya cicatrizados, casi no se notaban a simple vista. Lena los veía mientras acariciaba las muñecas de yulia. -¿cuándo fue la última vez que lo hiciste? –la noche que nos encontramos. –Sonrió la morena. –Esa fue la última vez antes de ir al puente. -Casi no se notan. –Dijo lena. -Lo sé, pero siempre estarán ahí recordándome mi pasado. -¿Te importa tanto tu pasado? –Preguntó la pecosa.

-No tanto pero… -Quítatelas. –Dijo lena interrumpiendo. -No lo haré. –Contestó yulia. -¿por qué no? –preguntó lena. -No me gusta andar mostrando estas cosas como si fuera una revista porno. –Dijo encogiéndose de hombros. -Te entiendo pero como te he dicho, casi no se ven ¡Hay que dejar estas cosas atrás, yul! –dijo la pelirroja. –El año está por acabar, me gustaría que ambas olvidemos todo lo malo que hemos pasado. -¿Sabes? El chantaje es malo. –Se burló la morena. –pero tienes razón. –Tomó sus pulseras y las guardó en su bolsa del pantalón. -¿Feliz? – preguntó después. -A tu lado? Y mucho. –Respondió lena con una enorme sonrisa. –Lo que diera por besarte. -Y yo. –dijo yulia. –pero no me arriesgaré a que alguien nos vea. -lo sé. –Contestó un poco triste la pelirroja. –mejor sigamos viendo las estrellas. Y ambas se volvieron a acostar en la fría grama y siguieron contemplando el cielo. La vida no les podría ir mejor como en esos momentos. A la mañana siguiente… -Yulia ya levántate! –gritó dima desde el marco de la puerta de la habitación de la morena. -5 minutos más. –contestó la pelinegra escondiendo su cabeza bajo la almohada.

-Volkova se te hará tarde ¡Apúrate! –Comenzó a mover el cuerpo de la morena quien le tiró la almohada en la cara. -Ya estoy despierta. –Dijo tratando de mantener sus ojos abiertos. -Ve a bañarte. Yo prepararé el desayuno. – Contestó dima saliendo de la habitación. -Está bien. –Dijo yulia sin ganas pero algo hizo despertarla del todo, y salió de la cama a la velocidad de la luz. Y llegó hasta la cocina a la misma velocidad, asustando a dima -¿Volkova que te pasa? –dijo dima asustado. -¿Por qué estás tan feliz, eh? –preguntó alzando su ceja la morena. -No te interesa. –contestó dima tratando de ignorarla. -¡Oh sí que me interesa! –Dijo riendo la morena. ¿Ha pasado algo con Masha ayer? -¡Volkova! –Gritó dima mientras cocinaba. -Si no me dices tú, lo averiguaré con ella y vendré a molestarte a ti en la noche ¿Eso quieres? – preguntó retando al pobre dima. -Nos hemos besado ¿está bien? –contestó ya resignado el castaño. -¡Lo sabía! –gritó alegre yulia. –Iré a molestarla a ella. Pero espera ¿Sólo un beso? -No te contaré nada más, son un caballero. –Dijo dima mientras servía comida en un plato. –Se te enfriará la comida apúrate. Yulia salió corriendo a darse una ducha, sabía que

no le sacaría nada más a su amigo, pero si interrogaría severamente a la rubia. Mientras tanto una pelirroja yacía arreglada y sólo le daba unos toques a su maquillaje. -¿Quieres que te lleve? –preguntó su padre. -No papá, está bien. Iré al café donde trabaja yulia. –Dijo sonriendo. -¿te llevas muy bien con ella, verdad hija? – preguntó su padre. –es una buena muchacha, muy inteligente. -ya papá, me pondrás celosa. –Rió lena. -Pero tú eres mi hija favorita. –Abrazó a lena y esta le correspondió al abrazo. –nos veremos en la noche ¿cuídate sí? -Claro que sí papá, tú también cuídate. Sergey sólo sonrió a su hija y se fue a su trabajo, lena terminó de arreglarse unos minutos después de eso, tomó su bolso y se fue al lugar dónde yulia trabaja, era su rutina. Mientras, yulia devoraba el desayuno que dima había preparado. -No sabía que cocinabas tan bien. –Dijo la morena con su boca llena de comida. -No hables así. –contestó dima riendo. –Tuve que aprender, si no moriría de hambre. -Ya no cocinaré, lo harás tú. –respondió yulia. -Claro que no –Negó dima. –No te acostumbres, mañana lo volverás a hacer tú. -Ya veremos. –Advirtió yulia mirando a su amigo, luego volteó a ver al reloj que se encontraba en la

pared. –Cielos es tarde. -Faltan 20, tú llegas en 10 minutos ¿Cuál es el problema? –preguntó dima. -Cierto. –Dijo riendo. -¿Aún hay más de esto? – Preguntó mostrando su plato. -Claro, busca en la cocina, ha quedado un poco. -¡Por eso te amo! –gritó mientras se levantaba y se servía un poco más de la comida que dima había preparado. En la cafetería, lena iba llegando, buscaba con la mirada a yulia pero no la encontró, así que decidió ir a sentarse a su mesa favorita y leer algo. Masha la veía desde el otro lado de la barra. -¿Nadie irá a atender a la pelirroja? –Preguntó a sus compañeras de trabajo que estaban desocupadas. -Ni lo sueñes. –Contestó olga. -Yo peor. –Dijo Katya. -Bien bien. –Contestó Masha. –Iré yo. -¡Suerte! –gritaron las chicas. Masha comenzó a caminar hasta donde estaba lena y se paró frente a ella, la pelirroja al notar alguien frente a ella levantó su vista y se encontró con una sonriente rubia. -¿Te sirvo algo, Lena? –preguntó amablemente Masha. -un café nada más. –Dijo seria la pelirroja. -¿Y yulia? -Aún no viene. –Sonrió. -¿Sólo eso? –Preguntó sin perder la amabilidad.

-Claro. La rubia se disponía a irse pero se regresó donde lena, era tiempo de arreglar algunas cosas. -Lena ¿Podemos hablar? –preguntó la rubia. -¿Qué pasa? -¿Tú me odias, verdad? –Su tono fue más afirmativo que interrogativo. –Por yulia. –Sonrió. ¡Deja de sonreír cuando mencionas su nombre, carajo! Se decía la pelirroja en su mente mientras veía detenidamente a Masha. –No te odio. – Contestó finalmente. -Sí lo haces. –Dijo Masha tranquilamente mientras se sentaba frente a lena. -¿piensas que te quitaré a yulia? –Preguntó directamente. -A mí no me… -No me lo niegues pelirroja. –Interrumpió la ojiverde. Se acercó a lena para decirle algo en un susurro. –Yo sé lo de ustedes. La pelirroja sorprendida sólo abrió enormemente sus ojos verde-grisáceos. –Pero como… -Yulia me lo contó. –Interrumpió de nuevo. –me contó hace un tiempo, también me dijo que estabas celosa de mí. –Rió al ver lo roja que se ponía lena. –Pero yo soy hetero. –Dijo finalmente alejándose de lena. -Masha yo, no sé qué decir. –dijo encogiéndose de hombros. –Discúlpame por tratarte tan pesado. -Tranquila. –Sonrió ampliamente la rubia. –Los celos a veces nos ganan la razón. Tú eres un ejemplo de eso. Pero no te preocupes. Volkova es tuya. –Susurró eso último.

Lena sintió un tremendo alivio al escuchar esas palabras de Masha, sabía que yulia no haría nada malo pero, igual los celos le ganaban la mayoría de tiempo. Alguien las observaba sonriente desde la barra del lugar. Tomó el café que tenía ahí y se acercó a la mesa donde estaban las chicas. -Buenos días princesa. –Susurró aquella voz en el oído de lena haciéndola sonreír. –Le he traído su café, su majestad. -¡Yulia! –gritó lena abrazándola. -Ivanova qué le has dicho a mi novia que está tan feliz? –Preguntó riendo al ver que la pelirroja se había prendido de su cuello sin intensión de soltarla. -A mí no me mires Volkova. –Dijo riendo Masha. – Las dejo. -Se levantó de su asiento y se fue dejando a las chicas solas. Lena finalmente soltó a yulia y esta se sentó donde anteriormente estaba Masha sentada. -Yulia, te quiero tanto. –Dijo de repente la pelirroja luego depositó un beso en la mano de morena. -pero nadie te quiere más que yo. –dijo yulia sonriendo ampliamente ante aquella acción de la pelirroja.

Capítulo 22: ¿Qué regalo te daré?. -No sé qué le regalaré. -¿Cuándo es? -Entre dos días. -¿El jueves?

-Sí bobo. El primer mes de noviazgo entre la morena y lena se acercaba y yulia no sabía que regalarle ¡Jamás había tenido un noviazgo serio! Tenía esperanza que dima la ayudara. -Dale un oso de peluche. –Sugirió el castaño. -Eso es muy simple, Masha huirá de ti si eres así de simple. –Bromeó yulia. –Tiene que ser algo especial. -Cállate. –Rió. –Yo tampoco he tenido una relación seria. –Se encogió de hombros. -¿Qué haremos yul? Sólo somos dos ex-casanovas. -Lo sé. –Sonrió. –Pero ya estamos madurando mi querido pájaro loco. -Deja de llamarme así, pelinegra artificial. – Protestó dima antes de echarse a correr por el apartamento. -Oh ven aquí Bilan, esta si me las pagas. –Decía la morena mientras corría tras dima. Mientras tanto en la mansión katin lena se encontraba dando vueltas en su habitación quebrándose la cabeza al igual que yulia se preguntaba ¿Qué voy a regalarle? -No debí dejar las cosas para última hora. –se decía a ella misma mientras seguía caminando en círculos. -¿una cadena con un corazón y nuestras iniciales? –Se preguntó. –Na, eso es muy cursi ¡Sólo es un mes! -¿Lena pasa algo? –Preguntó su madre desde el otro lado de la puerta. -Pasa mamá. –Dijo dejando de caminar la

pelirroja. Su madre entró y la observó confundida. -¿Con quién hablabas, lena? –Preguntó otra vez su mamá. -Conmigo mamá. –Respondió lena riendo. -¿Te estás volviendo loca ya? –Preguntó divertida Inessa. –Te pasa algo ¿Cierto? -Algo así. –Contestó encogiéndose de hombros. – papá que te regalaba cuando eran novios? -Es eso. –Sonrió la madre de la pelirroja, y se sentó en la orilla de la cama, invitó a lena a que también se sentara a su lado. –Tu padre era muy conservador, o tacaño, no lo sé. –Rió. –Pero todo lo que me regaló fue con amor. -¿Qué cosas eran? –preguntó lena. -desde una notita, o una caja de chocolates hasta una enorme tarjeta hecha por él ¿Sabes? Él era más cursi que yo en ese sentido. Yo tenía que quebrarme la cabeza para pensar qué regalarle. -Ya veo de donde salí así. –Dijo lena entre dientes. -¿Qué dijiste? –Preguntó inessa saliendo de sus pensamientos. -Nada mamá. –Sonrió inocentemente la pelirroja. -Bien. Sólo piensa, no importa de qué tamaño sea lo que regales, o qué tan caro, lo importante es que transmitas amor en ese detalle. –Acarició los rizos de su hija y luego besó su frente antes de levantarse y caminar hasta la puerta. –No necesita mucha ciencia. –Y se marchó. ¡Claro! Y hace momentos ha dicho que ella se rompía la cabeza viendo que le regalaba al padre de lena. Aunque en una cosa si tenía razón, no

importa qué sea el regalo, lo importante es darlo con amor. -Sigo sin saber que regalarle. –Dijo en un tono frustrado la pelirroja. -¿Y si le pido ayuda a dima? – recordó al castaño y se abalanzó a su celular que se encontraba en su cama. ¡Dima suéltame! Me orinaré ¡Déjame! –Decía la morena entre risas. -Eso te pasa por estarme diciendo pájaro loco. – contestó dima sin para de hacerle cosquillas a yulia. Pero el sonido de su celular paró las risas. -Es tu celular dima, contesta. –Dijo la morena tratando de zafarse de los fuertes brazos de su amigo, el celular seguía sonando. -¡Dima atiende y suéltame! Dima se rindió y soltó a yulia, rápidamente tomó su celular y contestó. ¿Aló? –Dijo dima. -Vaya pensé que nunca contestarías. -Bromeó aquella voz al otro lado de la línea. –Dima soy lena, ¡No hagas un escándalo! No quiero que yulia se entere que estoy hablando contigo. –dijo riendo. -Vaya corazón ¿Quieres ser infiel ya? –preguntó dima bromeando. Yulia hacía zapping en la tele que no prestó atención a la conversación de su amigo. -¿Ella está cerca? –preguntó lena. -Un poco. –contestó dima. –pero podemos interactuar. -bien, debo regalarle algo a yulia para el jueves, ya sabes nuestro primer mes. –Dijo sonriendo.

-oh no, tú también. –Rió dima. –y yo ¿Para qué soy bueno? -¡Para nada! –gritó yulia. Lena escuchó y comenzó a reír. -Tú cállate Volkova que no es tu asunto! –Gritó dima. –y tú deja de reírte. –le dijo a lena. -lo siento pero eso fue gracioso. –Dijo lena riendo. -Ya basta. –contestó dima. -¿En qué te ayudo? -Necesito que me des alguna idea de qué darle ¡Ayúdame! -Una dotación de tintes de….ya sabes qué color. – Dijo tranquilamente el castaño. -¡No estoy bromeando! –Dijo lena desesperada. – Dima por favor. -No lo sé ¿pizza por un año? ¿Hablar con su jefe y que no trabaje un año pero qué no deje de darle su sueldo? No lo sé, tú la conoces al igual que yo. – dijo casi susurrando. -¡Sí! Pero no sé qué darle, es enserio. –dijo lena suspirando. -Sea lo que sea que vayas a darle. –Dijo dima entrando a la cocina para que yulia no lo escuchara. –Volkova babeará por eso, aunque sea un envoltorio de dulce ¡Lo guardará como si fuera su vida! -¿Dima con quien hablas? –interrumpió yulia. –Ven a ver la tele. -Ya voy cariño. –Gritó dima. –Vamos katina, piensa. -Esto es difícil, sigo en blanco. –Dijo lena

severamente frustrada. –De todas formas, gracias dima, te debo una. -No agradezcas cariño, si se me ocurre algo te aviso ¿Sí? Mientras utiliza esa cabecita roja que tienes. –Rió el castaño. –Te dejo antes que Volkova venga a buscarme. -Está bien. Buenas noches. Adiós dima. -Adiós Cariño. Colgaron, dima fue con yulia a ver la tele y lena se dejó caer en su cama, pensaba y pensaba pero ninguna idea de qué regalarle a yulia. -¡LO TENGO! –Gritó de repente. -¡Ya sé lo que le regalaré! -dijo feliz la pelirroja. -¿lena? Lena baja a cenar, ya está la comida. – Dijo su madre desde la cocina gritando. -¡Ya voy! –gritó ella también. –Esto te encantará yulia lo sé. –dijo la pelirroja evidentemente feliz antes de salir de su habitación y dirigirse a cenar con su padres. -Lena no me ha hablado hoy. –Dijo yulia jugando con un hule acostada en el sofá. Dima sonrió. –Debe estar ocupada cariño. -Puede ser. –contestó encogiéndose de hombros. -¿Estás dudando de ella? –preguntó serio el castaño. -Claro que no. –Negó rápidamente la morena. -Más te vale. –Amenazó dima. -¿Ya has pensado que le regalarás? -Sigo perdida en ese tema. –Contestó suspirando.

–Sólo mira, ¿Flores? Muy común, ¿Chocolates? De seguro no se los comerá todos, ¿Un peluche o una notita? Muy simple. Ella es demasiado especial para darle algo tan simple como todas esas cosas. -Volkova, lo que sea que le regales a ella le agradará, no tienes por qué martirizarte tanto. – Dijo dima sonriendo al ver a su amiga frustrada al igual como escuchó a lena momentos atrás. -lo sé pero quiero sorprenderla. –seguía jugando con el hule. -La respuesta la tienes en tu cabeza, solo piensa. ¡Usa tu cerebro por primera vez! –Respondió dima riendo. -¡Oye! –renegó yulia. –Yo pienso todos los días. -con tanto fijador que usas, lo dudo mucho. – bromeó dima. ¿Encontrará yulia el regalo perfecto para su amada?

Capítulo 23: nuestro primer mes. El jueves por fin había llegado, yulia con suerte pudo pegar un ojo la noche anterior, a último momento encontró el regalo perfecto que le daría a lena. -Estoy nerviosa y con sueño. Los nervios y el sueño no se llevan bien. –Dijo la morena tomando un sorbo de su café. -Te dije que te tranquilizaras así podrías dormir mejor. Ni que fueras a casarte Volkova. –Comentó dima riendo al ver las ojeras de su amiga. –Te vez horrible.

-Cállate dima ¿Está muy temprano para hablarle, no? Sí de seguro es tempranísimo para ella, no quiero despertarla. -¿Quieres relajarte, por favor? –Sugirió el castaño. –Son las 7am, Volkova, ella ¡Estudia! Y se levanta temprano, además ¡Le encantará si tú la despiertas! –Gritó dima. –Y sal de tu maldito trance por favor. -Ya ya ya. –Dijo respirando a modo de tranquilizarse, y tomó su celular. –Le hablaré ya. -Válgame Dios ya era hora. –Respondió dima levantándose de la silla y dejando a yulia sola. Por otro lado una pelirroja se encontraba despertando gracias a los rayos del sol que se estaban colando por su ventana. -Hoy es el día. –Dijo para ella misma sonriendo. Tomó su celular y en el momento que lo hizo comenzó a vibrar, sonrió aún más al ver quién era la que llamaba. -¿Aló? –Respondió lena. -¿Hola? ¿Lena? Te he despertado, oh Dios! Perdóname, en serio, debí llamar más tarde, discúlpame yo no quería hacerlo, soy una tonta…. ¿Len? ¿Estás ahí? De seguro te has vuelto a dormir, Dios lo sien… -¿Ya terminaste? –interrumpió lena conteniendo la risa. –No me has despertado yulia, ¿Qué te pasa? -Yo, pues, yo yo yo…-Balbuceó yulia. -Yulia ¿Qué te pasa? Me estás preocupando. – preguntó la pelirroja sentándose en su cama. Dima escuchó el balbuceó de yulia y le quitó el teléfono de la mano. -¿Lena? -¿Dima? ¿Qué le pasó a yulia?

-Lena cariño, Volkova está en shock. –dijo dima riendo. -¿En shock? ¿Pero por qué? –preguntó lena confundida. -Dima dame el teléfono. –peleaba yulia al otro lado de la línea. -Ya sabes por qué cariño, ¡Por la fecha de hoy! – gritó dima antes que la morena le quitara por completo el celular. Lena escuchó y comprendió porque el nerviosismo de su novia. -¿Lena amor? –Dijo yulia cuando logró salir de su trance. -Mi vida ¿Estás bien? –Preguntó lena riendo. – Feliz amm mes-aniversario. –Dijo lena sonriendo. -Demonios me has ganado. –Bromeó yulia. –Feliz mes-aniversario para ti también amor. –Adiós nervios. -Sí te hubieras ahorrado el balbuceo de hace rato quizá me lo hubieses dicho antes. –Dijo lena antes de comenzar a reír. -No te burles de mí. –Dijo yulia apenada. –Estaba nerviosa. Pero ya no. -Tan ruda Volkova, y pareces un dulce conejito ¡Y así te burlas de dima! –Se echó a reír la pelirroja, contagiando a la morena. -Cállate Katina ¿Sí? –Rió yulia. –Esta noche planeo secuestrar a una princesa. -¿Así? –contestó lena divertida. -¿Y dónde la llevará? -Es una sorpresa. –Sonrió. –Así que espero esté disponible.

-Lo estará. -Respondió lena riendo. -Bueno, entonces dile a mi princesa que nos veremos esta noche. –Concluyó yulia. -Tal vez antes. –Dijo la pelirroja. -¿Qué? –respondió confundida la morena. -Adiós, Volkova. Nos vemos luego… -¡No! ¡Lena no cuel. –Pero fue muy tarde. –gues. – terminó la palabra, ya lena había colgado. La pelirroja colgó y rápidamente le escribió un mensaje a dima explicándole cual sería la sorpresa de yulia, él tendría que ayudar, así que el castaño no opuso resistencia y aceptó. Pero para su buena suerte, yulia llegó a avisarle que tendría que ayudarle con la sorpresa de lena, “estas mujeres me volverán loco” fueron las palabras que se dijo el castaño mentalmente mientras escuchaba el plan de yulia. 10:00 am. -Aquí tienes las llaves del apartamento. -¿Seguro no quieres ayudarme? -oh no Claro que no, suficiente con escuchar los planes de ambas. –Dijo el castaño negando con la cabeza. Dima fue a buscar a lena hasta la universidad para entregarle las llaves de su apartamento, él tendría que llevar a yulia ahí a la hora del almuerzo, mientras tanto lena tenía dos horas para organizar su sorpresa para la morena. Tendría que salirse de las últimas dos clases de la mañana, eso no le importaba en lo absoluto.

-Así que ella te ha pedido ayuda también. –Dijo lena divertida. –Podrías…? -No. –Negó rápidamente dima. –Es una sorpresa, y no te diré nada, mucho menos le diré algo a ella de tu sorpresa. ¡Espero el otro mes no me metan en sus sorpresas! –dijo el castaño luciendo alterado. –Debo irme cariño, y buena suerte. – besó la frente de lena y luego la abrazó muy fuerte. –La gente nos ve, tenemos que lucir enamorados. –Susurró riendo mientras lena también lo abrazaba. Terminó el abrazo y tomó el casco se lo puso y luego subió a su moto. -¡No se te olvide taparle los ojos! –dijo lena mientras dima encendía la moto, él sólo asintió y se fue de allí. Todos observaban la escena. -Vaya vaya vaya, esto va en serio. –Dijo una voz masculina en la espalda de lena. –Me sorprendes Katina. -Y hoy ¿Qué quieres? –Dijo lena frustrada mientras guardaba la llave que dima le había entregado en su bolsillo y se volteaba para quedar frente a su peor pesadilla. -Ver lo feliz que es ahora mi ex-prometida. -¿Ya lo viste? Ahora por favor desaparece de mi vista, sash. –respondió lena mientras comenzaba a caminar dejando al rubio hablando solo. -¡Katina un día me las pagarás todas juntas! – gritó, pero lena ya estaba muy lejos de él. Mientras tanto… -Dios estoy tan nerviosa. -Volkova, qué tienes? –preguntó masha al ver a yulia con un cara de desesperación.

-Es que. –Se acercó a su oído y le susurró. –Hoy cumplimos un es lena y yo. –y se alejó de ella. – Estoy nerviosa por la sorpresa que le tengo, tengo miedo que no le guste o algo. –Respondió encogiéndose de hombros. -es eso. –Rió masha. –tranquila, sé que le gustará lo que sea que has preparado para ella. –sonrió la rubia. -¿pero cuéntame que es? –preguntó curiosa. Yulia se disponía a hablar pero el tono de mensaje de su celular la interrumpió, lo sacó de su bolsillo y comenzó a leerlo “Cariño, hoy iré por ti al trabajo ¿Sí? Comeremos juntos. Chao te quiero, y dile a Masha que también la quiero” –A veces pienso que tu novio es gay. –Dijo yulia riendo mientras le mostraba el mensaje a masha. ¡Yulia! –regañó la rubia mientras sonría por aquel mensaje. –Dile que también lo quiero. -“dile que también lo quiero” –imitó a masha. – páguenme el saldo mejor. –Bromeó yulia. Contestó el mensaje de dima. –Bien te contaré la sorpresa de lena. -Y comenzó a decirle cual sería aquella sorpresa. Mientras tanto, lena iba llegando al apartamento cargada con varias bolsas. Las colocó en el suelo y abrió, metió a rastras todas las bolsas y cerró la puerta. Suspiró. –Bien, manos a la obra, no tengo mucho tiempo. –volteó en el suelo unas bolsas y otras las fue a dejar a la cocina. Regresó a la sala y comenzó su tarea. –Gracias a Dios comencé ayer con esto. Los minutos pasaban y lena hacía todo lo más rápido posible, pero sin perder detalle en dejarlo perfecto. Se turnaba entre la cocina y la sala, la cocina y la sala. ¡Pensó que se volvería loca a ese paso! -Mierda, ya son las doce. –Dijo viendo su reloj.

Tomó su celular y marcó al número de dima. -Ya voy por ella. –Dijo dima al no más contestar. -¡No! –gritó lena. -¿qué? –preguntó confundido el castaño. -Distráela media hora más. Aún me falta unas cuantas cosas. –Dijo lena mientras probaba la comida. –Te juro que la comida compensará la espera. -Bien, ya veré como hago. –Dijo dima riendo. –Te dejo, así terminas. -gracias. –y ambos colgaron. Lena suspiró aliviada, tenía media hora más para terminar la sorpresa de yulia. Corrió hasta la sala y siguió donde se había quedado… Mientras tanto en el café donde yulia trabajaba. -Cariño, vamos al centro comercial, tengo que comprar algo. –dijo dima. -¿ahorita? Muero de hambre dima. –Renegó yulia. -Vamos, sólo será un momento, no tardaré. ¡Irás en moto! –dijo moviendo el casco que cargaba en la mano. -¿Si cariño? -Bien. –Sonrió al ver la moto. Ambos caminaron hasta ella y se fueron de ahí no sin antes despedirse de Masha algo cariñoso. Media hora después… -¡Dima! ¡Compra la maldita cosa que venías a traer y vámonos! –gritó furiosa la morena. -Es que ninguna me llama la atención. –Dijo dima algo desesperado ya. –Vamos a otra tienda. -¿Otra? ¿Abrirás una tú acaso? Porque ya fuimos a todas las que hay en este maldito lugar. –Yulia

solía ponerse de mal humor cuando no comía a la hora que es. Dima ya no sabía que contestar, y como anillo al dedo le cayó un mensaje a su celular y rápidamente lo leyó para él mismo “ya está todo listo” decía el mensaje, era de lena. -¿Sabes qué, Volkova? Mejor vendré luego, vámonos ya mejor. – Sugirió dima riendo. -Maldito pájaro loco. –dijo yulia caminando rápidamente con rumbo al estacionamiento. Dima la siguió y se pusieron en marcha a la casa lo más rápido que pudo. Al cabo de unos 15 minutos llegaron yulia se bajó furiosa de la moto y caminó hasta el ascensor. Dima acomodó la moto y corrió hasta ella, subieron y cuando iban caminando por el pasillo dima paró a yulia. -¿Ahora qué? –preguntó molesta la morena. -tengo que taparte los ojos. –dijo dima sacando su pañuelo. -¿Qué? –preguntó confundida yulia. -Ya te darás cuenta. –se puso tras ella y tapó sus ojos con el pañuelo. -¿Lista? –preguntó emocionado el castaño. -Lo que sea. –contestó yulia y comenzaron a caminar. Dima tocó la puerta disimuladamente y rápidamente lena abrió dejándolos pasar. -¿Ya llegamos? –preguntó yulia. -Ya cariño. –susurró dima en su oído. Él se alejó y lena se paró detrás de ella para tomarla de la cintura y guiarla. -¿Qué es ese olor? –dijo yulia. –Se me hace familiar. –lena sólo sonreía. -¿Dima? -Dima, no está, ahora estoy yo aquí. –Respondió lena mientras le quitaba el pañuelo que dima le

había colocado a yulia minutos atrás, dejándola ver finalmente. -¡Lena! –respondió yulia asombrada. "La conocí al borde de la muerte" Capítulo 24: Jamás olvidaremos este día. Parte I ¡Lena! Esto está… ¡Dios! –decía emocionada yulia al ver su habitación. -¿te gusta? –preguntó lena mientras la abrazaba por detrás. –es tu sorpresa, amor. -¿Qué si me gusta? ¡esto me encanta! –Se volteó y abrazó con todas sus fuerzas a la pelirroja y luego comenzó a besarla alegremente. Lena había decorado la habitación de yulia con un enorme cartel que decía “1 mes ¡Te quiero yul!” habían globos por todo el suelo, la cama estaba decorada con pequeños corazones hechos con pétalos de rosas, no podían faltar las serpentinas, las paredes tenían pegadas notitas cortas escritas por lena. -Me alegra que te guste. –dijo al final la pelirroja. – Pero falta algo más. –dio mientras apartaba con sus pies los globos que salían de la habitación de yulia. -¿Qué cosa es? –preguntó yulia siguiendo a lena hasta la cocina. -¡tarán! –presentó lena sonriente la comida que había hecho. –He preparado lasaña, disculpa si andas muriendo de hambre, pero le dije a dima que te entretuviera un rato más. –admitió. -Esto huele exquisito. –dijo yulia acercándose a la comida. –No debiste lena. -Cállate y siéntate. –Exigió lena. –Te serviré. ¿Dima, dónde estás?

Yulia obedeció y se sentó a esperar que lena le sirviera. -¿Qué pasa cariño? –Apareció dima de la sala con un trozo de lasaña en la mano. –Lo siento. Esto olía delicioso y yo soy una persona grande y necesito carbohidratos. -Eres todo un caso, grandulón. –bromeó yulia. Lena se reía y terminó de servirle su comida a yulia y algo para ella. -¿No usarás plato? –preguntó lena a dima. -Así está bien, iré a ver televisión, las dejo. –y el castaño se fue, sabía que era un momento especial y lo mejor sería dejarlas solas. -¿Y qué tal está? –preguntó lena al ver que yulia casi comida su plato. –Es mi primera experiencia en la cocina así que espero esté bien. - Esto está más que bien, lena. –Dijo yulia después de tragar lo que tenía en la boca. –Está perfecto ¡No moriré de hambre cuando nos casemos! –Gritó feliz, lena sólo reía. –Len, te quiero. -y yo te quiero a ti yul. –Sonrió la pelirroja. –Me has regalado el mejor mes de mi vida ¿Cómo te lo agradezco? No me alcanzará la vida para agradecerte, mi ángel. Yulia no lo aguantó más y dejó escapar unas cuantas lágrimas. –Mierda, que sensible ando. – Dijo secando esas rebeldes lágrimas que se escaparon de sus ojos. -¿Sabes pelirroja? En realidad, tú eres el ángel. Me has enseñado lo que es vivir ¡En un mes! Nunca me he sentido así con alguien, estaré contigo hasta el día que tú me lo permitas, daría mi vida por ti, pecosa. –yulia Sonrió dejando escapar más lágrimas de sus ojos.

Lena se levantó de su silla y abrazó con todas sus fuerzas a la pelinegra, sus lágrimas no se hicieron esperar. –Eres tan especial para mí, te quiero yul. Y claro que no me iré de tu lado ¡Nunca! –Rió. – Estaré contigo, incluso en la otra vida. -¿lo prometes pelirroja? –preguntó yulia apartando unos mechones de la cara de lena. -Te lo prometo yul. –Unieron sus labios en un tierno beso, mezclado con las lágrimas de alegría de ambas, Dima entraría a robar más comida, pero cuando vio aquella escena sólo sonrió y se regresó nuevamente a la sala. Adoraba ver a su amiga tan feliz. Luego de un rato, el aire les faltó a las chicas y se vieron obligadas a terminar el beso. –Eres maravillosa. –Dijo yulia antes de darle un corto beso a lena. -Tú lo eres. –Sonrió y acarició las mejillas de yulia. –No hemos comido casi nada. –Ambas rieron. -No importa, tus labios me dan energía. –Volvió a besar a lena. –Sabes? No quisiera irme pero… -Lo sé. –Interrumpió lena. –pero sé que ya es tarde. Debes regresar al trabajo. -Pero yo no quiero. –Renegó yulia haciendo un puchero el cual le pareció gracioso a lena. -Tienes que irte. –Dijo la pelirroja recogiendo los platos. –Si no te quedarás sin empleo por mi culpa. -Vamos, nicolay me ama. –Contestó yulia mientras ayudaba a lena. –Creo que me haré adicta a tu comida. -Te ama, claro. Dime eso cuando se aburra de tus

llegadas tarde. –respondió lena riendo. -¡Yulia mastica la comida! -No tengo tiempo. –Dijo la morena con la boca llena de lasaña. –Me voy pelirroja nos vemos esta noche ¿verdad? –preguntó un tanto dudosa. -Claro que sí amor. –Yulia abrazó a lena por su respuesta, la besó una vez más y salió corriendo de la cocina. -Nos vemos amor. –Gritó desde la sala antes de abrir la puerta y marcharse de ahí. Dima entró a la cocina y miró a lena. –Se vuelve una chiquilla contigo, katina. -Lo sé. –Rió lena. –Pero es mi chiquilla. -me agrada verlas tan felices. –Dijo sinceramente el castaño. -Finalmente. –Sonrió la pelirroja. –Oye, no me habías contado que estás con Masha eh pícaro. -Has descubierto mi aventura. –Bromeó dima. – sólo espero que no termines conmigo por eso. – Se encogió de hombros. –por cierto hoy iré por ti a tu casa en la noche. -¿por qué? –preguntó la pelirroja confundida. -Yulia. –Contestó dima. –Su sorpresa, no sé quizá te viole ¡lleva protección! -¡Dima! Qué cosas dices. –Golpeó el brazo del castaño mientras reía. -La verdad cariño. –Contestó dima. Continuaron hablando un rato más, después dima tenía que volver al trabajo, y lena a su casa a hacer tarea y preparar la ropa que usaría en la

noche. -------------------------------------------------------------x-------------------------------------------------------------------lena ¿a dónde irás? –preguntó el padre de la pelirroja al verla desesperada en su habitación con toda su ropa en el suelo. La tarde yacía escondiéndose dejándole paso a la noche, eran aproximadamente las 5:30pm, dima iría por la pelirroja a las 7pm. -Saldré con dima. –Contestó lena sacando todas las camisas que aún estaban en su armario. -y ¿A quién le pediste permiso? –preguntó nuevamente sergey. Lena volteó hacia el llevando su típica cara de inocente. –Padre ¿Me dejarás salir con él, esta noche, verdad? -Preguntó con una enorme sonrisa. -tienes la misma sonrisa de tu madre ¡Lo consiguen todo con ella! –contestó luciendo alteradamente divertido el ojigris. –Y ya qué, sal con dima. ¡Pero ten cuidado jovencita! –advirtió. -gracias gracias gracias. –Contestó lena abalanzándose sobre su padre para regalarle un enorme abrazo. –Estaré bien. ¿Sí? -¿Yulia estará con ustedes? Eso me dejará tranquilo. –Contestó riendo sergey. -No lo sé, supongo. –dijo encogiéndose de hombros la pelirroja. -Bueno, te dejo para que te arregles. –besó la frente de lena y se fue dejándola nuevamente sola a la pelirroja con su desastre en el suelo.

-Diablos que me pongo. –Se preguntó lena mirando el desastre que tenía. Vio algo en el suelo que llamó su atención, así que lo tomó. –Esto está perfecto. –Sonrió aliviada la pelirroja, lo apartó y buscó su complemento, fue más fácil esta vez. ¡perfecto! Ahora arreglaré este desorden y me arreglaré yo. Y así fue, recogió toda la ropa que tiró, más bien, la juntó toda y la metió a la fuerza en su armario. Salió corriendo a darse una ducha, tenía que arreglar su cabello y maquillarse después. Mientras tanto… -Dios los nervios van a matarme. -tranquila yulia, como si fueras a pedir su mano. – Bromeó dima. -Cállate y dime ¿Cómo luzco? -Cómo una desorientada mental, cariño. –Rió el castaño. –Tienes la camisa al revés. -¿Qué? –yulia volteó al espejo y lo confirmó. – Mierda. –respiró para tranquilizarse y luego puso bien su camisa. -¿Y hoy? -Perfecta. –Respondió dima. -¿A qué horas debo ir por ella? –preguntó mientras se estiraba en la cama de yulia. -Dentro de media hora ¡Ya sabes dónde ir dima! -Sí sí sí, claro que sí ¿Cómo has conseguido todo eso? -Contactos. –dijo yulia sonriendo. -Maleantes dirás. –Dijo dima entre risas. –Yo quiero ver ¿Puedo? –preguntó casi suplicando.

-Si quieres. –Respondió yulia. –Ha pero como a 5mil kilómetros de ahí por favor. De lejos ¡Mejor! – Comenzó a reír la morena. -Como me tratas, y yo que soy tan bueno contigo. Un día me las pagarás todas juntas. –Rió dima. – Bueno cariño ya han pasado 20 minutos así que iré a tomar un vaso de agua, y luego iré por lena, es mejor llegar puntual. –Se levantó, y besó la frente de yulia. –Buena suerte esta noche. ¡No la embaraces! –y corrió hasta la cocina mientras reía divertidamente. -Aunque quisiera. –Contestó yulia para ella misma. En la mansión katin, la pelirroja se encontraba lista. “Has volteado todo el frasco de perfume sobre ti?” fue una de las pregunta que Sergey hizo al sentir el aroma de la pelirroja por toda la casa. Lucía hermosa, pero así como yulia, estaba nerviosa. 5 minutos después se escuchó el timbre de la casa, y seguido de un “buenas noches” de dima. -Señorita Katina, el joven Dima la busca. –Dijo el ama de casa a lena que estaba en su habitación. La pelirroja bajó corriendo casi y abrazó a dima, feliz. -Hola, cariño. –Dijo dima y le dio un leve beso, inessa los veía desde la cocina. -¿Nos vamos ya? -¡Sí! Vámonos ya! –gritó emocionada la pelirroja. -Cuídala, dima. –Dijo su padre saliendo de su estudio con un vaso de vodka. -Lo haré señor. –Contestó dima. -Adiós papá. –Dijo lena y besó la mejilla de su padre. –Mamá, ya te vi, adiós, te quiero. –Gritó riendo.

-Nos vemos luego señor katin. –dijo el castaño antes que lena lo arrastrara a la salida, sergey solo reía. -Adolescentes. –y volvió a sus asuntos. -Cuál es el apuro, cariño? –preguntó dima riendo mientras ambos subían a la moto, pero luego volteó y vio a lena. -¿Qué pasa? ¡Apurate! –dijo desesperada la pelirroja. -Lena ¿Vas a algún concierto de rock o qué? –se echó a reír. –Pareces estrella rock con tu ropa. ¡Volkova va a violarte! La pelirroja se había vestido con una mini-falda negra que muy pocas veces usaba, traía una camisa blanca con negro con un pequeño escote, y manga larga, hacía frío pero no quería usar una chaqueta. Sus botas negras hasta la rodilla, alizó su cabello, y delineó sus negros ligeramente, pero lo suficiente para que el verde-grisáceo resaltara a perfección. Tardaron más o menos unos 20 minutos, eso y tomando en cuenta que lena le decía a dima “acelera esta chatarra”. -Dónde estamos? –preguntó la pelirroja mientras bajaba de la moto frente a un lugar que parecía abandonado. -No lo sé, me han dicho que te traiga aquí. – Contestó dima. - ¿Esas son flechas? –preguntó el castaño mientras apuntaba unas flechas que llevaban un, por lo visto camino. –Me voy, buena suerte pelirroja. – Sonrió y se despidió de lena, rápidamente salió de ahí. -Quizá tengo que seguir las flechas. –Dijo la pelirroja cuando ya estaba sola y comenzó a

caminar por el camino que le indicaban aquellas flechas.

Capítulo 24: Parte II Caminó por unos escasos segundos más y ya no vio flechas, así que subió su vista mirando aquello que tenía frente a ella. -¡Dios! –dijo realmente asombrada la pelirroja. -¿Te gusta? –preguntó una voz detrás de ella mientras era abrazada por su cintura. – Felicidades, amor. -¡Yulia! Esto está ¡Hermoso! -Se dio la vuelta y tomó entre sus brazos a la morena haciéndola girar en el aire. -Tú eres la hermosa. –Contestó yulia riendo mientras lena terminaba su abrazo volador. –Wow, en serio que estás hermosa. –dijo la ojiazul mirando detenidamente a la pelirroja de pie a cabeza, ésta sólo se sonrojó. -Tú estás más hermosa, amor. –respondió lena feliz. Yulia sonrió -¿Entonces, vamos? -Claro. –Contestó lena mientras tomaba la mano de yulia. Yulia había citado a la pelirroja a un lugar que como antes dije, parecía abandonado. En realidad es un restaurante, pero yulia con la ayuda de nicolay lograron que el dueño cerrara el restaurante para ellas dos nada más. Detrás de ese edificio estaba un pequeño pero hermoso lago, con una enorme zona verde, yulia había hecho magia ahí. Pues con luces navideñas creó con la ayuda de Masha unas letras un poco grande que

decían “Lena, te quiero” ¿Cómo hicieron? sólo ellas sabrán. Colocó una mesa frente al lago sobre ella unas velas. Y en la grama dejó un mantel. -¿Mesa o grama? –preguntó yulia cuando llegaron hasta ahí. -uhmm… grama. –Dijo la pelirroja. -Bien. –Sonrió la pelinegra. –Sentémonos. –tomó una canasta que había en la mesa y la bajó a la grama. –Y ahora la música. –Rió a la vez que dio un aplauso y, de alguna parte de aquel lugar una música tranquila comenzó a sonar. -Has pensado en todo. –Rió lena. –Está hermoso todo estó, yul. No debiste, en serio. -Todo por ti pelirroja. Me he quedado corta con esto realmente, a comparación de todo lo que has hecho por mí este tiempo. –Besó a la pecosa en sus labios y luego sonrió. –Ahora a comer amor. -¿Tú has cocinado? –preguntó lena al ver que sacaba algunos contenedores con comida. -Pues debo admitir que Andrei y Masha me ha ayudado un poco. –dijo la morena encogiéndose de hombros. –Pero no mucho eh, lleva mis toques y espero te guste. -Así será, amor. Deja te ayudo. -No, deja, yo atenderé a mi princesa esta noche. – bromeó yulia. -Bueno bueno. –No insistió más la pelirroja. Yulia había preparado pollo en salsa, preparó arroz, y una ensalada rusa que era su “especialidad” pues fue lo único que hizo sin

ayuda de nadie. -Dios esto está delicioso. –Dijo lena devorando su comida. -Y falta el postre. –Rió yulia. -Dios, dónde me entrará tanta comida. –bromeó lena. –Gracias yul, por esta maravillosa cena. -gracias a ti por regalarme un maravilloso mes. Siguieron comiendo entre broma y broma. Llegando la hora del postre. La morena se levantó y corrió hasta dentro del restaurante, al cabo de unos minutos regresó con otros contenedores. -¿Qué traes ahí? –Preguntó la pelirroja riendo al ver que yulia casi tira todo al suelo. -Más comida. –dijo yulia. -¿¡Qué!? –preguntó lena asombrada. -es broma, sólo es helado. Escoge, fresa vainilla, chocolate o un poco de los tres? –preguntó yulia riendo al ver el asombro de su novia. -Fresa fresa fresa!! –Pidió la pelirroja como si fuese una chiquilla. Yulia rió al ver esa acción y comenzó a depositar bolitas de helado en las copas que había llevado, luego le puso jalea una galleta al lado y algunas bolitas de chocolate. –Toma princesa. –Le dio su copa a lena y repitió la acción sólo que era con el helado de chocolate. –Brindemos. –Propuso riendo y alzando su copa. -por nuestro amor, que crezca día a día. Y que nadie ni nada nos separe. –Dijo lena sonriendo. -Por nosotras, porque nada nos interrumpa

nuestros sueños, para que seamos felices juntas, por siempre. –acercaron sus copas de helado las hicieron sonar. -¡Salud! –dijeron ambas al unísono entre risas. Sellaron su “brindis” con un tierno beso y un abrazo. Luego de comer su helado, yulia recogió las cosas y las puso en la cesta. –Siéntate aquí pelirroja. – Dijo yulia abriendo sus piernas e invitando a lena a sentarse en medio de ella. Y así lo hizo. El viento hacia que sus rizos se movieran y deleitaran a yulia con su aroma quién se abrazó a su novia. -Te quiero tanto yul. –dijo la pelirroja mientras hacía a un lado su cabeza y besaba a la morena quien tenía apoyada su quijada en su hombro. Regresó a su posición actual. -yo también te quiero Len. –besó el cuello de la pelirroja haciéndola estremecer. –Te has erizado. -Ya te he escuchado esa frase antes, Volkova. – Contestó lena haciendo un puchero. -Quiero que veas al frente. –Dijo yulia riendo. Lena obedeció. -¿Para qué? –preguntó confundida la pelirroja. -La parte final de tu sorpresa. –Sonrió. Levantó su brazo donde tenía su reloj. –Y comenzará en 10, 9, 8, 7, 6…. -¿Aún hay más? –preguntó interrumpiendo lena, yulia solo asintió pero no dejó de contar. -3, 2, 1…-terminó de contar la pelinegra y como si estuviesen escuchando su conteo, el cielo comenzó a iluminarse con fuegos artificiales que venía de todos.

-¡wow! –dijo asombrada pero feliz la pecosa mientras veía el cielo. –Volkova, has dejado sin fuegos artificiales a todo Moscú. –Bromeó sin perder la vista del iluminado cielo. -¡Aún falta lo mejor! –contestó emocionada la morena mientras reía. El cielo seguía iluminándose con todos los colores de aquellos fuegos artificiales, parecía que alguien había prendido fuego a alguna fábrica de fuegos artificiales. Luego de unos minutos, repentinamente los fuegos pararon. Dejando de nuevo el oscuro cielo. -Fueron los fuegos artificiales que más me han gustado en mi corta. Yul. –Contestó lena en el momento que volteaba a ver a yulia y la abrazaba haciéndola caer a la grama. La morena reía. -¡No despegues tu vista del cielo, len! –Dijo la morena entre risas, seguido de eso se escucharon unas detonaciones que hicieron que lena volviera su vista al cielo. -Tú…eres… ¡Dios! Jamás imaginé esto. –Dijo lena con unas cuantas lágrimas saliendo de sus ojos. -prefiero que me digas yulia, y no Dios. –Rió yulia y abrazó a la pelirroja. Mientras el cielo seguía iluminado con unas luces que formaban un corazón enorme y debajo de él un “feliz 1 mes” -¿Cómo has hecho eso? –preguntó sorprendida la pecosa. -Contactos. –respondió yulia con su típico tono de egocentrismo. -Dios, sólo porque no quiero perderme esto no te golpeo por ese ego que tienes. –Bromeó la

pelirroja. –Jamás olvidaré esto, te quiero tanto. ¡Me has sorprendido! -Y tú a mí pelirroja. –juntó su frente con la de lena figando su mirada azul en en aquellos ojos verdegrisáceos. –Te prometo que esto acabará pronto, me refiero, a la farsa que llevamos delante de todos los demás. Te llevaré lejos de aquí, dónde nadie nos podrá molestar, y nos llevaremos a la mascota de dima ¿Sí? –rió, mientras limpiaba una lágrima que se le escapó a lena. –No llores princesa. -Es que, yul, eres maravillosa ¡En serio! A veces me pregunto si no me hubieses detenido en aquel puente ¿Qué habría pasado? –besó la nariz de la morena. –Me alegro mucho de haberte conocido amor. Mi ángel. Yulia sonrió feliz, no aguantó más besó a lena, mientras sus rebeldes lágrimas se hacían presente. Esa noche fue como para nunca terminarla. Capítulo 25: Navidad se acerca. El tiempo se iba volando, y con él los días, ya era mediados de diciembre, dima y yulia se encontraban tirados en el sofá sin el tele encendido como siempre, sólo viendo el techo. -comenzaré a estudiar el otro año. –Dijo la morena. -Bien ¿Necesitas ayuda? Si quieres yo puedo… -No. –interrumpió la morena. –He hecho cuentas, podré sola. –Sonrió victoriosamente. -Bien, bien, bien. No insisto más. ¿Irás de noche, supongo? -Sí. Después del trabajo, he ido a ver ya una

universidad que me gustó mucho. ¡Tendré acceso al salón de música! Aunque no estudie nada de eso. -¿Y para qué quieres ese acceso? –preguntó confundido el castaño. -Ya sabes, para ir a cocinar sobre el piano alguna barbacoa. –Contestó sarcásticamente yulia. – Idiota, para qué más, para tocar el piano. -Pues, yo no sabía que podías hacer eso ¿Dónde aprendiste? -pues, por ahí. –Sonrió pícaramente la morena. – Ya se acerca navidad. -Oh no no no!! –dijo alterado dima y sentándose de golpe en el sofá. –No vengas a preguntarme como a principio de mes “Qué le daré a lena” NO POR FAVOR ESTA VEZ NO! –suplicó dima riendo. –Casi me quemo encendiendo tanto fuego artificial al mismo tiempo esa noche. -¡Pero si estuvo maravilloso! –contestó yulia riendo. –Deberías dejar de ser un corrupto y dedicarte a eso. –sugirió la morena encogiéndose de hombros. -No soy un corrupto, Volkova. –Rió dima. –pero si fue divertido. -Lo sé, debiste ver su carita, estaba tan emocionada, tan feliz. –la morena sonrió al recordar aquella noche. –Deberíamos hacer una fiesta para navidad. -¿Y vamos a invitar a…? –preguntó dima. -¡A TODOS! –contestó yulia riendo. –A lena, a masha, no lo sé a todo Moscú. -Estás loca pero lo pensaré. –respondió dima

riendo. -¿Y lena? –preguntó al cabo de unos minutos. -No lo sé, tendría que estar por aquí, hace 20 minutos me dijo que vendría. –dijo yulia notándose un poco preocupada. –Le hablaré. Mientras tanto en la mansión de los katin… -¡Estás loco! -Jovencita no me hables así. –Gritó sergey. – Amor, son sólo negocios, al parecer el sujeto ya se le pasó la obsesión por ti. -¡Pero papá! ¿Negocios? Claro ¡Sólo quiere estar metido aquí todo el tiempo! –gritó desesperada la pelirroja. -Es un buen negocio, sacaré mi provecho y lo echaré de nuevo ¿Sí? No será mucho tiempo. – dijo tranquilamente sergey. -Estás cometiendo una enorme equivocación padre, pero allá tú. –caminó hasta la puerta del estudio y la abrió antes de salir se volteó a su padre. –Voy a salir. –no esperó que contestará y cerró la puerta con fuerza, llegó a la sala y encontró a sash. –Ya puedes pasar. –le dijo seria lena. -Bien. –Contestó el rubio con su típica sonrisa cínica mientras caminaba por dónde lena había llegado. -mejor salgo de aquí. –abrió la puerta de su casa y su celular comenzó a sonar. -¿Sí? –preguntó con su tono molesto, no se tomó la molestia de ver quien era. -¿Len, amor? ¿Estás bien? Te estamos esperando. –contestó yulia, extrañándose por completo del tono de voz de lena.

-ah. –su enojo bajó al escuchar la voz de su amada. –Ya voy para allá, perdón amor, tuve un problema menor. -¿Segura que estás bien? –preguntó nuevamente la morena. -Sí, bueno, cuando llegue te cuento ¿Vale? -Está bien, aquí te esperamos, te quiero. – Contestó la morena. -Y yo a ti pequeña. Ambas colgaron y lena salió corriendo prácticamente de su casa hasta su destino que estaba a unos escasos 20 minutos. -Dice que tuvo un problema. –le dijo yulia a dima quien esperaba atentamente. -¿Problemas? –preguntó extrañado. -Sí, bueno, no quiso decirme más hasta que venga. -No sé por qué presiento que ese tipo tiene algo que ver. –respondió el castaño pensando. -¡Pero yo si lo mato! –dijo yulia un tanto molesta. ¿Hasta cuándo la dejará en paz? ¡Me frustra! -Tranquila cariño, hay que esperar a lena, a ver que dice. -Bueno, me tranquilizo. –se sentó en el sofá nuevamente, suspiró y cerró sus ojos mientras apoyaba su cabeza en el respaldar. …………….. -Yul…yul…-Decía una tierna voz riendo.

-uhmm. –se movía la morena queriendo despertar. -¡VOLKOVA UN TERREMOTO! –gritó el buen amigo dima. -Vaya que modesto. –Dijo de nuevo aquella voz antes de… -¿QUÉ? –despertó de golpe la pelinegra al escuchar aquel grito, sin darse cuenta que alguien la observaba de cerca. -¡SALGAMOS DE AQUÍ! – Se levantó, pero cuando se disponía a caminar, una mano tomó la suya apretándola levemente, entonces se dio cuenta de quien estaba ahí. ¡Lena! –dijo asombrada. -¿A qué horas llegaste? Mejor dicho ¿en qué momento me dormí? – Preguntó confundida, dima reía en el otro sofá. -¿Y tú de qué te ríes? –preguntó la morena observando seriamente al castaño. -“Salgamos de aquí” –imitó el castaño a yulia riendo. -¡Patética! –gritó molestando a la morena. -Dima, ya déjala. –regañó la pelirroja. –Yul, amor, siéntate. Llegué hace una media hora. No quería despertarte, pero dima, bueno ya sabes cómo es él. –dijo mientras se encogía de hombros. -Vas a pagármelas bilan. ¡De esta noche no pasas! –miró unas vez más al morena quien paró de reír al escuchar aquella sentencia de muerte de la pequeña. –Amor. –volvió con lena y se sentó a su lado regalándole un acogedor abrazo y un tierno beso. -¿Qué pasó? ¿Está todo bien? Noté tu tono molesto y pues me preocupé. –admitió. -Acaba de discutir con mi padre. –contestó la pelirroja con cierto enojo. –Se asoció con Sash. – Miró fijamente a la ojiazul quien se asombró al escuchar aquello. -¿Qué? –preguntó desconcertada. -¿Pero por

qué? -“negocios” dijo él, lo que sea ¡Sé que sash lo hace por molestarme! –contestó un poco alterada lena, yulia le pidió que se calmara aunque sabía que sería en vano. -¿negocios? No lo creo. –dijo yulia. –Supongo que por ese motivo deberá pasar mucho tiempo en tu casa el sujeto ese ¿Verdad? –preguntó. La pelirroja solo asintió con cierto enojo en aquella expresión, así que yulia la abrazó, fue un abrazo protector, luego continuó hablando. –tranquila amor ¡Yo no dejaré que te haga nada ese malnacido! Tú papá sabrá los beneficios de dicho negocio, pero ¿Qué no es un muerto de hambre? –preguntó riendo. -lo es. –Rió lena. –pero su familia, esa es la poderosa, y él se encarga de ciertos negocios, fuera de todo eso, no tiene donde caer muerto. – Contestó la pelirroja. Yulia se quedó pensativa unos momentos. Sonrió como si hubiese encontrado la cura del cáncer en algún rincón de su cabeza, y miró a los ojos de la pelirroja. –Pues es hora de darle la bienvenida a tu casa. –propuso de lo más serena. -Esto no me huele bien. –Dijo dima quién se la había pasado callado. Yulia rió. -¿De qué forma? –preguntó lena. -Pues tengo un plan. Y dima deberá ayudarnos. – Sonrió inocentemente mirando a su amigo. -Alguien morirá aquí, lo sé. –Dijo espantado el castaño. -Será algo inocente, aunque desaparecerlo de la faz de la tierra suena genial. –Bromeó yulia

mientras reía. –Les contaré mi idea. Capítulo 26: La broma. -Buenas tardes señor Katin, Inessa, un gusto verla. -Yulia, hija ¿Qué tal? ¿No deberías estar trabajando? –preguntó Inessa. -Yulia, pequeña ¿Cómo has estado? Días sin verte. –dijo Sergey. -pues Nicolay mi jefe, cerró temprano hoy, tiene inventario, o algo así. Así que me dejó ir temprano y vine a ver a mi cuñada ya que mi bello hermano no ha querido soltarla para nada! –contestó yulia sonando inocente, como solía hacer. -En realidad viene a ver que asalta de tu cocina, mamá. –Dijo lena bajando las escaleras. -pues estás en tu casa. –Dijo inessa riendo. –Y si quieres algo de comer, con gusto te preparo algo. –Sugirió. -Así estoy bien, por el momento Inessa. No se preocupe. –Volteó a ver a lena. –Cuñada ¿Por qué inventas esas cosas de mí, eh? Juntarte con mi hermano te ha hecho daño. –Dijo tranquilamente la morena. -Sí, claro. –Contestó sarcásticamente la pelirroja. -Bueno, señoritas. Debo retirarme, tengo trabajo que hacer. –Dijo sergey interrumpiendo. –Estaré en el estudio por si necesitan algo, sólo si es urgente. –advirtió. -¿Sash está aquí? –preguntó lena tratando de sonar serena y desinteresada. -Aún no. –Contestó sergey. –Pero de seguro no

tarda en venir. Cariño. –miró a su esposa. – Cuando venga ¿podrías decirle que pase a mi oficina? -Claro amor. –Dijo inessa sonriendo. -bien, con su permiso. Estás en tu casa yulia, ya sabes. –despeinó a su hija y se fue a su despacho. -Yo las dejo para que platiquen. –Dijo inessa. -Estaremos en mi habitación mamá. –Respondió lena. –Yulia ha venido a aprender a peinarse decentemente. -¿Qué tienes contra mí el día de hoy Len? – preguntó yulia indignada. -Lenita, no molestes a yulia. –Regañó Inessa a su hija. –Vayan pues, y si necesitan algo me avisan. -Muchas gracias señora. –Respondió yulia sonriendo. La pelirroja tomó de la mochila a yulia y la arrastró escaleras arriba. -Te enseñaré como peinarte, Volkova. –Dijo mientras halaba a la morena hasta su habitación. Su madre solo reía en la sala. Lena fue la primera en entrar a la habitación, yulia la seguía. –Pelirroja porque la…-Pero no terminó su frase ya que lena se acercó a ella rápidamente y la besó haciéndola callar. Yulia dio un paso atrás sin despegarse de lena, y se topó con la pared, a lo que lena aprovechó para acercar su cuerpo más al de la morena, y profundizar el beso. Les faltó el aire. “maldito aire” pensaba la pelirroja antes de liberar los labios de yulia de los suyos. -¿planeas violarme o algo así? –preguntó yulia divertida. –Yo no me opondré…

-¡Estoy nerviosa! –dijo lena un poco exaltada. -¿Y si no funciona? -Lo que diera porque pasaras nerviosa todos los días. –bromeó yulia, seguía con su tono divertido y ahora sensual. –Saldrá bien, además, no vengo a acribillar a nadie. –se encogió de hombros. – Debemos arreglar todo, tu padre dijo que no tardaba en venir. -Volkova, controla tus hormonas. –Dijo la pelirroja mientras se sentaba en la orilla de su cama. ¿traes todo? -¿Qué las controle? –preguntó riendo la morena. ¡Pero sí tú eres quien me las descontrola Katina! – Respondió mientras se sentaba al lado de lena y abría su mochila. –Mira estas maravillas. ¿Perfectas para que me odie, verdad? -¿De dónde sacaste todo eso? –preguntó asombrada la pelirroja. -Dima. –Sonrió. –las tomó de la bodega donde guardan todo lo que decomisan esos corruptos. -¿No se meterá en problemas? –preguntó lena. -Sólo si las paredes aprenden a hablar. – Respondió. –Bueno comencemos. Sacó todo lo que traía en aquella maleta y comenzaron a preparar las cosas que serían la causante de hacerle pasar a Sash un momento desagradable. Unos 25 minutos pasaron, y la mamá de la pelirroja llegó a decirles que saldría con sus amigas. Dieron gracias a Dios por ello, aún Sash no llegaba. Así que bajaron a la sala y pusieron todo en el orden anteriormente planeado.

-Todo listo. –dijo yulia sonriendo sentándose en un escalón. -Van a matarme. De seguro lo harán. Dios ¿y si… -No seas paranoica. –dijo yulia interrumpiendo. – No pasará lo que estás pensando. -¿Cómo estás tan segura? –preguntó desconcertada. -Tengo buena puntería. –Admitió yulia. -Que modesta. –Contestó sarcásticamente la pelirroja. –Pero confiaré en ti, ¡En serio estás loca! -Tú más por confiar en mí a pesar de todo. –Se levantó y se acercó ligeramente a la pelirroja. ¿Sabes lo excitante que sería besarte ahorita mismo sabiendo que tu mamá está en alguna habitación de esta casa y podría aparecerse sin previo aviso? –Preguntó en un susurro la ojiazul a la pelirroja. Esta sólo tragó saliva mientras veía fijamente a yulia. -¿Te gustaría que yo… -Ni se te ocurra Volkova. –Reaccionó lena. –estás loca ¡Nos matarían a ambas! –dijo mientras se alejaba de ella. Yulia comenzó a reír descontroladamente. -Te he puesto nerviosa. –Dijo la morena entre risas. –yo también puedo alterar tus hormonas. -¿Es tu venganza por lo de hace rato? -Si quieres llamarlo así. –se encogió de hombros. El sonido de la puerta de afuera captó la atención de ambas chicas. Haciendo que se vieran entre sí. -llegó la hora. –dijo yulia mientras comenzaba a despeinarse ella misma. –Vamos!

-Bien. –contestó lena y subieron corriendo las escaleras. El juego debía comenzar. -Ya sabes que hacer. –le dijo yulia a lena quien parecía nerviosa. -Volkova si llega a caerme una de estas cosas en la cara o alguna parte de mi cuerpo, voy a matarte, y será dolorosa. –advirtió la pelirroja. -Te alteras por nada. –Dijo yulia con una risa nerviosa. -¿Cuán dolora? –preguntó curiosa. -Demasiado. –contestó lena seriamente. La puerta principal se abrió y ambas escucharon aquella voz que tanto odiaban. -¿Lista para actuar? –preguntó la morena feliz. -Sí. –Se acercó a ella y la besó. –Te mataré si me lastimas. –Dijo lena muy cerca de los labios de su novia. Esta sólo asintió. Lena abrió la puerta de su habitación y comenzó a gritar. -¡NO YULIA DEJAME! –corrió escaleras abajo topándose con sash. -¡VEN AQUÍ KATINA! –se escuchó decir a la morena mientras corría detrás de la pelirroja. -¿Qué pasa? –preguntó sash al ver la “cara de terror” que tenía lena. -¡Te atrapé! –gritó yulia desde los escalones. – Justo donde te quería. –Susurró para sus adentros. -¡NO! –gritó lena. Y se puso detrás de Sash. ¿No qué? –preguntó Sash mirando a la pelirroja. Pero un golpe en su pecho lo hizo tambalearse fuertemente pero logró mantener el equilibrio,

después sintió uno tras otro tras otro. -¡QUÉ MIERDAS HACES! –gritó furioso. -¡Hazte a un lado pingüino entrometido! –gritó yulia mientras seguía atacando a sash. -¡Lena, da la cara!. ¡Púdrete! –Lena se aferró a la camisa de sash pero un golpe justo en su entrepierna lo hizo agacharse del dolor la pelirroja se apartó y el retrocedió unos pasos pero algo lo hizo caer de espaldas en el suelo, moviendo involuntariamente un mueble que tenía sobre él unos pequeños botes de pintura qué, misteriosamente estaban abiertos, haciendo que todo su contenido cayeran sobre el rubio. ¡QUÉ MIERDAS TE PASA! –gritó mientras escupía un poco de la pintura que tragó al momento que cayó sobre él. El dolor en su entrepierna volvió. –Joder, como duele. –Chilló. -¿Qué es todo ese ruido? –preguntó el padre de lena llegando a la sala donde yulia y la pelirroja estaban por las escaleras observando a sash y con unas inmensas ganas de reír. -¿Qué pasó aquí? –preguntó nuevamente, confundido sergey. ¿Y tú por qué tienes pintura en la cara? –interrogó a sash. -Tu hija y esa maldita de Volkova ¡Auch! –gritó del dolor en su cuerpo. –Ellas hicieron esto! –logró decir. -Tú te metiste ¡Y tú sólo te caíste! –gritó yulia defendiéndose. -Yulia ¿Qué es eso que tienes en la mano? – preguntó Sergey volteando a verla. -Es una pistola, de bolas de goma ¡Yo estaba jugando con Len y este metiche se puso en medio y pues, Bom! –dijo encogiéndose de hombros. –

fue su culpa. –finalizó. -¿Mi culpa? –dijo cínicamente el rubio levantándose. –ahora si vas a conocerme. –Iba a abalanzarse sobre la morena pero esta cargó de nuevo aquella pistola, apuntó su estómago y le disparó nuevamente una bola de goma. -Ni se te ocurra acercarme. –Advirtió yulia mirando a Sash retorcerse del dolor. -Maldita sea contigo! –gritó. -¡Suficiente! –gritó sergey. –Ustedes dos a mi oficina. –apuntó a yulia y lena, y volteó a ver al rubio. –Y tú, tú ve a ver cómo te limpias todo esto que tienes en la cara y en la ropa. Las chicas comenzaron a caminar hasta el estudio de Sergey, lena reía por lo bajo. -Esto no se quedará así, Volkova. –gritó sash. La morena paró y volteó a verlo. –Ya he escuchado eso antes, baboso. –Sonrió alzando una ceja y regresó su vista al frente. Capítulo 27: ¿Y bien? -¡Esto no se quita! ¡Arruinaste mi mejor camisa de seda! ¡Volkova, me las pagarás todas juntas! – decía una voz burlona mientras reía. -¡Me has dejado el cuerpo todo golpeado! ¡Te odio maldita! –seguía diciendo. -Mira tú. –Dijo riendo una voz masculina. -¿y luego que pasó? –preguntó. -llegó el papá de lena. –Su risa cesó. -¡Y hubieses visto la cara de espanto que puso cuando vio al tal Sash bañado en pintura! –comenzó a reír nuevamente. -Tus ideas son tan locas, Volkova ¡Pero siempre te

sale todo como quieres! –rió dima. -¿Qué dijo el señor katin? -Pues me llevó a lena y a mí a darnos un sermón en su estudio. -¿Castigo a lena? –preguntó curioso el castaño. -Le dije que yo estaba molestándola, que era mi venganza por lo que pasó en la cabaña. –Dijo haciéndose la inocente. –Entonces me dijo que solo esta vez iba a dejar pasármela ¡Y luego comenzó a carcajearse por el estado en el que estaba sash! -Me sorprendes, Volkova. Te has ganado al papá más rápido que cualquiera. –dijo dima admirado. – Claro, piensa que eres hetero y no sabe que a sus espaldas su hija esta sobre ti. O viceversa, no lo sé. –dijo dima antes de recibir un golpe. -¡Auch! Maldita violenta. -No me hagas usar las pistolas que me prestaste para la broma de Sash, dima. –advirtió la morena. -No, ya, ya es una broma. Maldita amargada ¿No has tenido sexo? Le caería bien a tu cuerpo liberar tanta hormona…….¡Volkova suelta esa pistola! – gritó espantado el castaño al ver que yulia introducía un cargador con bolas de goma en la pistola y la cargaba. -¿Qué estabas diciendo? –preguntó yulia balanceando el arma en el aire. -por favor baja eso. –Tomó un cojín y lo puso en su estómago. –Ya no te molestaré, lo juro. -eres un gallina, bilan. –Dijo burlonamente la morena mientras apuntaba a dima. -Suelta eso! –gritó mientras se levantaba del sillón y comenzó a forcejear con yulia para que soltara

su nuevo juguete. -Suéltame pájaro loco. –dijo yulia riendo aferrando más sus manos al arma. -¡Dima! -Suéltalo tú. –replicó el castaño. En un abrir y cerrar de ojos se escuchó la detonación y ambas se quedaron quietos. Ambos soltaron la, “inofensiva arma” haciéndola caer al suelo. –Mierda, mis bolas. –dijo en un hilo de voz dima antes de tirarse al suelo tomando su entrepierna. -¿Cuáles? –preguntó yulia riendo a carcajadas. -No te rías, esto ¡Duele! –seguía retorciéndose del dolor el pobre dima. -Ni que tuvieras algo entre las piernas. –respondió yulia mirando a su amigo y comenzó a reír aún más fuerte. –Este momento lo guardaré para la historia. -no más deja que me pare ¡Y vas a pagármelas! -he escuchado esa frase toda la tarde ¡Venga pájaro loco, tú si cumples tu palabra! –retó yulia mientras no dejaba de reír. -----------------------------------------------------------x--------------------------------------------------------------------A la mañana siguiente yulia se levantó muy temprano, ya que pidió permiso para llegar un poco tarde al trabajo, pues tenía algo importante que ir a hacer. Pero antes iría por alguien. -¿Qué haces aquí? –preguntó alguien asombrado. -Vengo a raptarme. –Contestó. -¿Así recibes ahora a tu secuestrador favorito? -No. –Rió. –No me has avisado. –Dijo encogiéndose de hombros. –pero sabes

perfectamente que me iré contigo. –susurró. -Bien, no quería usar la fuerza contigo pelirroja. – dijo yulia riendo. -y ¿Dónde me llevaras? Mejor dicho ¿No tienes trabajo? –preguntó extrañada la pelirroja. -He pedido permiso para llegar tarde. Tengo algo importante que hacer, y quiero que me acompañes. -Está bien, no vas a decirme dónde vamos ¿verdad? -Claro que no, te darás cuenta luego. –Respondió yulia. –Vámonos. –Sonrió y tomó la mano de la pelirroja y la sacó casi corriendo de la universidad. Fueron a la parada de autobuses que se encontraba unos metros arriba de la universidad donde lena estudiaba y se sentaron a esperar su transporte. -Se nos ha hecho costumbre esperar autobuses que no tenemos ni idea para donde van ¿Cierto? – preguntó lena riendo. Contagiando a la morena. -Ya te he dicho que yo me subo a esas cosas con conocimiento de su destino, tú eres una loca que se sube a la primera cosa que ve con ruedas. -¿Cómo que loca? –dijo la pelirroja haciéndose la indignada. Yulia iba a contestar pero visualizó a lo lejos un autobús. –Ahí viene nuestro transporte. –Contestó poniéndose de pie. -Me has dicho loca. –Dijo lena parándose también. -Vas a superarlo, además tú te la vives diciéndome pequeña. –le hicieron parada al chofer y yulia dejó que lena pasara primero. Como era de costumbre se fueron hasta el asiento del final.

-¿Qué tal has estado pelirroja? –preguntó yulia despegando su vista de la ventana. -¿Después de lo de ayer? ¡Magnífica! –rió. –Cada vez que esté triste, recordaré a Sash bañado de pintura y todo golpeado y de seguro se me pasará. –Contestó sonriendo. -pero ¿Quién ha dicho que yo dejaré que tú te sientas mal en algún momento de la vida? preguntó mientras acariciaba la pecosa mejilla de lena. –Eso no pasará, no mientras yo tenga vida. – En un impulso involuntario de su cuerpo, juntó sus labios con los de lena. Fueron escasos segundos los que se desconectaron del mundo. Pero no se fijaron que alguien dentro del autobús observaba la escena. -¡Vaya! –interrumpió una voz masculina. Las chicas rápidamente se separaron y vieron quien era aquella persona. –Me sigues sorprendiendo, Volkova. -En realidad a mí me sorprende que sigas con vida, Oleg. –Dijo yulia con un sarcasmo notable.veo que hierba mala nunca muere. -Si lo dices por ti, tienes mucha razón. –Se burló el ojiazul. –y que buen partido te has conseguido eh, muy linda. –Dijo observando a lena, ella sólo volteó su rostro para otro lado. –Oh, es tímida. –Sonrió cínicamente oleg. -Con ella no te metas. –Advirtió yulia tratando de ponerse de pie, pero la mano de lena la detuvo. -¿Y quién va a impedírmelo? ¿Tú? –preguntó alzando una ceja. –No me ensuciaré las manos más contigo Yulia. -Pues bájate de aquí. –respondió, pero volteó a ver a la ventana y se fijó dónde estaban. -¿Sabes qué? Mejor quédate aquí, nosotras nos vamos a bajar. – tomó la mano de lena y le indicó que ya habían

llegado a su destino ambas se pararon y yulia apartó a oleg de la puerta de salida. -¡Es una niña Volkova! –gritó el hombre. -¿No tienes vergüenza, maldita lesbiana? –preguntó a evidentemente Lena. Ella iba a hablar pero yulia intervino. -No te metas en mi vida ya ¿Sí? Hablando de vergüenzas ¿a ti no te da pena ser un maldito alcohólico, desempleado? –preguntó yulia mientras miraba seriamente a su padre. El hombre no encontró qué contestar, así que sólo atinó a darle una cachetada a yulia. Su cara se volteó por aquel golpe, lena se asustó miró a yulia, y una furia la invadió, así que apartó a yulia y se acercó a oleg. -¿Muy hombre no? – preguntó la pelirroja mirando fijamente al ojiazul. -Tú no te metas. –Dijo oleg sin perder su aire de superioridad. -¿Qué no me meta? ¡Pues lo haré! Porque yulia no está sola ¡Y ningún malnacido como tú le volverá a poner una mano encima! –gritó más que furiosa, yulia trataba de mover a la pelirroja para atrás pero esta ponía resistencia. -Vaya vaya Volkova, te has conseguido al fin alguien que meta las manos por ti. –Dijo oleg riendo cínicamente. -Deja a lena en paz. –dijo finalmente yulia. –Amor, bajémonos ya. –Le susurró en el oído a lena. Lena asintió y le regaló una última mirada a oleg. El autobús paró y yulia bajó primero, seguida de lena. –Adiós Lenita. –gritó oleg sarcásticamente desde el transporte. Ya estando en la calle, lena estaba furiosa, yulia lo notó, así que habló. –Casi no duele. –Dijo sonriendo y frotando su mejilla. –Era de esperar que lo hiciera.

-No entiendo como lo soportaste tanto tiempo. – Dijo lena sustituyendo la mano de yulia por la de ella en su mejilla. –Te ha quedado rojo. –Dijo viéndola detenidamente. –Dima lo matará y yo lo ayudaré, ¿estás consciente de ello, verdad? -No te dejaré hacerlo. –Dijo abrazando a la pelirroja. –Me has defendido hoy, y te lo agradezco mucho. -Lo haré, todos los días de mi vida. –Contestó la pelirroja correspondiendo el abrazo. –Porque te quiero. –Finalizó su frase. Yulia apretó más a lena en ese abrazo y luego la dejó respirar con normalidad. –Bien, caminemos. – Dijo riendo. -por cierto ¿Dónde estamos? –preguntó lena. -Como 2 ó 3 paradas arriba de donde teníamos que habernos bajado, pero está cerca. –Dijo yulia riendo. -Seguirás sin decirme a dónde vamos? –preguntó mientras comenzaban a caminar por la calle. Yulia la observó y sonrió. –vamos a la universidad. Capítulo 28: Los berrinches de yulia. -Deberíamos llevar ese. –dijo apuntando hacia el lado derecho la morena. -¿Qué? ¡Es muy grande! –gritó dima. –Es el árbol o tú en la casa, decide. -Dima tiene razón. –dijo lena mirando a yulia tiernamente. –Escoge uno más pequeño. ¡Viernes! Como una “mini-familia” normal que eran dima y yulia, decidieron poner el árbol de navidad una semana del día. Fueron por lena esa noche a

comprar todo para decorar el dichoso árbol. -¡Pero llevamos cosas como que si vamos a adornar todos los árboles de Moscú! –protestó la morena. -Porque tú has ido guardando y guardando todo lo que vez. –dijo dima. –Mira aquel árbol. –Señaló uno que estaba un poco lejos del lugar. –Está pequeño, no necesitarás usar escalera para ponerle la estrella, yulia. –bromeó. Haciendo reír a lena. -Ja, ja, qué gracioso. –respondió yulia cruzándose de brazos. -no te enojes. –dijo lena mientras abrazaba a yulia por la cintura. -No soy un novio celoso. –dijo dima. –pero estamos en un lugar público por si no lo recuerdan. -Rayos. –dijo lena mientras soltaba a yulia. -Es que, a tu novia, le altero las hormonas Dima. – respondió yulia riendo, y mejor corrió a ver dónde estaban los árboles navideños. -Es una chiquilla ¡Insisto! –dijo dima riendo. -Mírala. El árbol que quiere ¡Es el doble de estatura que ella! –bromeó lena mientras caminaban a donde estaba yulia. -Yo quiero este. –dijo yulia haciendo un puchero. -Pero yulia es muy grande. –dijo dima. -Verás que sí quedará bien en la sala, no destruyas mi navidad. –contestó yulia en un tono infantil. -¿Segura que tienes 18 años, amor? ´-preguntó

lena muerta de la risa por el berrinche que yulia estaba haciendo. -¡Lena! –dijo yulia acercándose a ella. –dile a dima que compre ese árbol ¿Sí? Por favor por favor. – dijo mientras saltaba levemente. Lena volteó a ver a dima. -¿Se podrá? –preguntó lena. -¡Yo no le pondré todos esos adornos a ese monstruo! –contestó dima apuntando al árbol. -Yo le ayudaré a yulia. –dijo lena sonriendo, mientras que yulia forcejeaba con el suéter de la pecosa. -¿Entonces? –preguntó yulia con una sonrisa. Dima resopló, miró una vez más el árbol. –Está bien. –contestó finalmente el castaño. -¡SIIII! –gritó yulia emocionada mientras abrazaba a dima, la gente la veía de una extraña manera. -Yulia la gente nos ve raro. –dijo dima riendo. – suéltame. -¡Que nos vean! –gritó. -¡Que vean que te amo, querido HERMANO! –recalcó enormemente esa palabra. Posiblemente la escucharon en todo el centro comercial. Entonces la gente volvió a lo suyo. -Y así es como domas la manada. –bromeó lena. Llamaron a un empleado del lugar y le dijeron el árbol que querían, él amablemente les atendió y empacó aquel enorme “monstruo” como lo llamó dima. Yulia iba encantada con la gran caja, era el doble de ella pero ella estaba feliz. ¿Por qué no estarlo? Sería la primera navidad decente que pasaría en sus 18 años.

Terminaron sus compras, y llamaron un taxi. Primero fueron a la casa de lena. Inessa invitó a comer a dima y a yulia… -Yulia, pero son las 10 de la noche y ya comimos. –dijo dima en un susurro. -Cállate, todo tiempo es bueno para comer la comida que prepara Inessa. –Contestó la morena riendo. -¡Pero yo no tengo hambre! –dijo desesperado. –tú como eres un barril sin fondo. -Te callas y comes. –amenazó yulia. Inessa y lena iban entrando al comedor donde se encontraban ellos dos. -Aquí les traigo chicos. –colocó ambos platos en la mesa. Yulia rápidamente sintió el olor. -Que exquisito huele, como siempre. –dijo la morena mientras se le hacía prácticamente agua la boca. Lena rió. “te mataré Volkova” pensó dima al ver que el plato estaba repleto de comida. Yulia devoró toda la comida de su plato en un dos por tres, después observó a dima que comida lentamente, así que le arrebató su plato y comenzó a comer lo que había en él aprovechando que Inessa no estaba ahí. -Te debo una. –susurró dima. -Sí sí, lo que sea. –contestó yulia. -yulia come más despacio, te hará daño. –Sugirió lena mirando a yulia. -¿Daño? –dijo dima incrédulo. -¡Ella es una roca! Al menos su estómago, sí lo es. –dijo riendo.

-Es cierto. –contestó yulia. Terminaron de comer, agradecieron a inessa, Sergey estaba en su estudio desde que llegaron así que no hablaron con él ni nada, lena y yulia se las arreglaron para poder darse sus “besos de despedida” sin que nadie las mirará. Estando afuera de la casa de los katin comenzaron a caminar cargados con las bolsas y la caja donde venía el enorme árbol. Ese lo cargaba yulia. Luego de unos minutos de caminar…. -No veo ningún taxi. –Renegó dima. -tranquilo grandulón, ni que viviéramos al otro lado de la ciudad. –dijo yulia riendo. -¡Pero estas bolsas pesan! -El árbol también y no me estoy quejando. –contestó la morena. -Bien, bien, bien. –Resopló dima. -¿Qué tal te fue ayer? No me contaste nada. -Fui con lena a la universidad. –Dijo sonriendo. – pero íbamos en el transporte y pues, olvidé todo y la besé. -¿Qué? –gritó dima asustado. -¿Pero nadie las vio? -Mi padre. –dijo seriamente yulia. –él nos vio. Me ha dado una cachetada por decirle sus verdades. -Cariño ¿por qué no me habías dicho, eh? ¡Mataré a ese hijo de perra! –respondió dima molesto. -te lo he dicho antes y te lo diré hoy, no vale la pena. –dijo yulia sonriendo. -Sí pero ¡Un día se me olvidará e iré con él! –dijo

encogiéndose de hombros. –ahora lo del beso, ¿Tú crees que…? -No. –respondió rápidamente la morena. –no dirá nada, no le interesa con quien estoy, ya me ha atrapado anteriormente. Pero… -dejó de hablar. -¿Pero qué? –preguntó dima. -Pero….pero él se dio cuenta que lena es menor que yo. Sé que no debo preocuparme pero ¿Qué tal si busca como joderme con eso? ¡Todo se irá al carajo! –dijo un poco nerviosa yulia. Cruzaron una calle corriendo y continuaron con la plática. –deberás cuidarme mucho más hoy, yulia. –dijo dima. -Lo sé, nos hemos dado mucho color. –Respondió la morena. –pero es que esto es agobiante, no poder abrazarla, no poder besarla frente a todos ¿por qué dima? ¿por qué a pesar que me salvó y salvé su vida de aquel puente, no podemos ser completamente feliz? –preguntó un poco melancólica la morena. -Todo a su tiempo, Volkova. –Dima pasó un brazo por los hombros de la morena. – Verás que todo esto valdrá la pena, y ambas se irán de aquí donde nadie pueda molestarlas. Sólo ten cuidado por ahora. –dijo serio dima. Siguieron caminando, ningún taxi se cruzó por su camino, así que tuvieron que llegar caminando hasta el apartamento.

Capítulo 29: ¿Qué tienes? A la mañana siguiente, dima se levantó y se extrañó al no ver a yulia dando vueltas por ahí. Así que fue a su habitación. -¿Yulia? –dijo dima tocando la puerta, no tuvo

respuesta así que abrió. -¿Yulia? –preguntó nuevamente, caminando hasta donde la morena. Esta sólo se quejó, dima sonrió y acarició su frente, pero su temperatura llamó la atención del castaño. -¿Yulia? –preguntó esta vez más fuerte. La ojiazul trataba de despertarse. -¿Qué pasa? –preguntó adormitada. -¿Te sientes bien? –dijo dima pasando su mano por la frente de yulia. –estás hirviendo de fiebre. Yulia se acurrucó nuevamente y soltó un leve quejido. -¡Ah! Mi estómago. -¡Yulia estás enferma! –dijo dima espantado. -Oh eres un genio. –Contestó sarcásticamente la morena mientras seguía quejándose. -¿Qué hago? –preguntó desesperado el castaño. -Apártate. –dijo yulia levantándose de golpe de su cama y salió corriendo. Segundos después se escuchó que estaba vomitando. Dima corrió hasta el baño desesperado, se paró frente a la puerta a esperar a yulia. Un rato después la puerta se abrió, dejando ver a yulia completamente pálida. -Moriré. –dijo yulia en un hilo de voz. -Debes tomar algo. Debo comprarte algo ¡Pero no sé el qué! –decía aún con su tono desesperado el castaño. -Contrólate. –dijo seria yulia sentándose en el sofá para volver a retorcerse del dolor. –Le hablaré a nicolay, no podré ir así.

-iré por tu celular. –dijo el castaño al momento que salió corriendo a buscar el celular de yulia. -Dios, dima parece loco. –dijo la morena para ella misma. Dima iba llegando con el celular. -¿No has hecho un desorden en mi cama por encontrarlo verdad? –preguntó tomando su celular. -No, bueno, no tanto. ¿Qué hago? -Ya te dije ¡Contrólate! –marcó un número y espero que contestaran, seguía quejándose del dolor. -¿Aló? –dijo alguien del otro lado de la línea. -Ivanova! –dijo yulia. -¿Yulia? –preguntó asombrada. -¿Estás bien? Te escuchas mal. -Estoy mal. –admitió la morena. –Tengo, tengo… nah no sé que tengo. Pero ¡Auh! –dijo tomándose su estómago por un fuerte dolor. –Estoy enferma. ¿Podrías decirle a Nicolay que no podré ir al trabajo? -Sí, seguro ¿Necesitas algo? –preguntó la rubia un poco preocupada. -No, descuida, estaré bien. –dijo yulia sonriendo, o al menos eso intentó. –Nos vemos, mañana estaré mejor lo prometo. -Bueno, entonces descansa, y que te mejores. – dijo Masha. -Dile a mi osito que lo amo. Por favor. –agregó con un tono tierno. Yulia volteó a ver a dima y comenzó a reír. –sí claro yo le doy tu recado. Adiós Ivanova. -Adiós yulia.

Y ambas chicas colgaron. Yulia comenzó a reírse hasta donde el dolor de su estómago se lo permitió. –aay Osito. –dijo haciendo un puchero mientras miraba a dima. -¿De qué hablas? –preguntó confundido el castaño. -Masha, te manda a decir “Que te ama, osito” –dijo en un tono demasiado infantil, haciendo sonrojar al castaño. Yulia al notarlo volvió a reírse. Pero su risa se apagó cuando…-Quítate de mi camino. – salió corriendo nuevamente al baño para repetir lo de hace minutos. Dima se preocupó aún más. Yulia salió aún más pálida. –Creo que vomité el primer biberón que me dieron de bebé. –Dijo pareciendo perdida, se sentó nuevamente en el sofá. -Debes ir al hospital. –Sugirió el castaño. -¡No! Ni lo sueñes. –gritó la morena. –No me gusta estar ahí ¡Lo sabes! -Sí lo sé, pero estás mal, estás verdaderamente ¡Mal! –dijo exaltado dima. -Me pondré bien ¿Tranquilo sí? –dijo yulia tratando de sonar serena, aunque el dolor de estómago la estaba matando. –Ve al trabajo. -No te dejaré sola. –respondió rápidamente dima. -Puedo cuidarme sola ¿Sí? Mientras tanto en la mansión katin. -¿Lena? ¡Lena! ¿Me escuchas? –preguntaba inessa a la pelirroja quien se había quedado como ida.

-¿Perdón? –dijo saliendo de su trance. -¿Pasa algo mamá? -¡Sí! –respondió. –te estoy hablando y no me escuchas ¿Estás bien? -No lo sé. –contestó mientras jugaba con el vaso que estaba frente a ella. -¿Te sientes mal? –preguntó preocupada la mamá de la pelirroja, se acercó a ella y tocó su frente. Lena rió ante esa acción. -No mamá no me siento mal. –Aclaró. –Pero siento algo, en mi pecho. -¿Tu presión? –volvió a preguntar. –Sabes que debes cuidarte eso y… -No es eso mamá. –Tranquilizó la pelirroja a su madre. -¿Entonces? –preguntó más serena. -es como si algo malo fuera a pasar, como un mal presentimiento. ¿Nunca te ha pasado? -Claro que sí. –Sonrió inessa. –Es normal, normalmente no pasa nada malo, así que tranquila hija. –acarició los rizos de la pelirroja, ésta sonrió. -entonces creo que me iré a la universidad. –dijo poniéndose de pie. -Te cuidas hija. –Besó la frente de la pelirroja. – Cualquier cosa me avisas ¿Sí? -Sí mamá. No vendré a comer, iré con yulia y dima. –Sonrió felizmente la pelirroja. –Avísale a papá también para que no se preocupe. -Está bien no te preocupes. –abrazó a su hija.

La pelirroja salió de su casa con rumbo a la universidad, pero esa angustia no desaparecía de su pecho, tenía que tranquilizarse, si no reprobaría el dichoso examen que tenía en unas horas. Subió al auto donde su chofer ya la esperaba sonriente. Subió al auto y fijó su vista en la ventana, en nada en particular realmente, luego un nombre pasó por su mente, haciéndola abrir sus ojos como platos. -¡YULIA! –gritó de repente, asustando al joven chofer. -Señorita katina ¿está usted bien? –preguntó el ojiverde mientras miraba a lena por el retrovisor. -Disculpa Steven no quise asustarte. –dijo apenada la pelirroja. –Sólo que, olvidé decirle algo a mi cuñada. -No se preocupe. –contestó comprensivamente el muchacho. –Debería llamarle. –sugirió. -lo haré cuando llegue a la universidad, gracias. – Sonrió la pelirroja. Steven solo asintió y no dijo nada más. ………. -¡No iré! Ya te lo dije. –decía la morena entre quejidos. -Debes ir ¡Volkova no seas necia! –dijo dima poniéndose su camisa. –por favor. -estoy bien. –gritó. –no te preocupes más por favor. -Es que volkova estás pálida. -tomaré algo luego ¿sí? Ahora por favor apúrate que te agarrará la tarde.

-yulia pero…- fue interrumpido por el celular de yulia, ella vio quien era y volteó a ver a dima. -No digas una sola palabra. –advirtió al castaño y contesto lo más alegre que pudo. –Hola Amor. -Hola mi vida. –dijo la pelirroja. -¿Cómo estás? -¡De maravilla! –respondió aguantando el terrible dolor de estómago que la atacó en ese momento. ¿y tú pelirroja? -¿Segura? –dudó lena. –Yo estoy bien. -Segurísima amor. –un dolor más fuerte pudo con ella y logró escapar un leve quejido, pero que lena logró escuchar. -¿Te pasó algo? –preguntó preocupada. -No amor. –Rió nerviosamente la morena. –me he golpeado el pie en la mesa. Ya sabes ando dando vueltas. -uhmm. –Dijo dudando aún un poco. –Bueno, me dejas un poco más tranquila. -¿Estabas preocupada por mí? –preguntó la morena riendo. -Sólo tenía un mal presentimiento. Pero ahora que te escucho bien, me tranquilizas. –Dijo la pelirroja serena. -No te preocupes, que todo está bien por acá. – decía mientras apretaba su estómago con una almohada. -Bueno, amor, te creo. –lena le envió un beso a yulia. –Tengo que irme, debo ir a hacer un examen.

-Mucha suerte pelirroja. –contestó yulia. –Cuídate ¡Te adoro! –le lanzó también un beso a lena. -Yo te adoro más. –dijo tiernamente la pelirroja. Ambas colgaron después de decirse lo mucho que se querían, como solían hacerlo. Cuando terminaron de hablar yulia volvió a quejarse por aguantar tanto el dolor mientras hablaba con lena. -le mentiste. –dijo el castaño apareciendo en su habitación listo para marcharse. -Cállate, tiene un examen, y no quiero que esté preocupada ¡Ni se te ocurra hablarle! –amenazó. -No le diré nada. Pero deberás decirle que estás enferma cariño. –se acercó a la morena y besó su frente. –Sigues con fiebre. -Ya pasará. –dijo sonriendo la morena. -Debo irme, cualquier cosa por favor llámame, no eres la súper mujer para soportarlo todo. -Sí señor. –dijo burlonamente la morena. Dima rió se despidió de yulia y se fue de ahí dejándola sola con su dolor. -Dios este dolor va a matarme. –dijo una vez que se encontraba sola. Capítulo 30: ¡Me mentiste! La mañana pasó rápido, lena seguía nerviosa, así que al mediodía decidió darle una sorpresa a yulia e ir a buscarla a su trabajo para llevarla a comer. Llegó ahí y no la encontró, Masha venía saliendo de la cocina. -Masha! –dijo lena sonriendo.

-¿Lena? Hola! –contestó saliendo del otro lado de la barra la rubia. -¿Qué te trae por acá? –preguntó extrañada. -Vengo a buscar a yulia. –Respondió en un tono “no es obvio” -¿la has visto por aquí? -Lena, Volkova no vino a trabajar hoy. Está enferma –dijo la rubia. -¿No has hablado con ella? -¿enferma? –preguntó asombrada la pelirroja. – Hablé con ella pero no me comentó nada de eso. – dijo un poco molesta lena. “Volkova te mataré” pensaba. -Disculpa. –dijo apenada la ojiverde. –quizá no te dijo nada para que no te preocuparas. –contestó encogiéndose de hombros. -sí seguramente por eso fue. –dijo sonriendo la pelirroja, de igual forma se notaba su molestia. –iré a buscarla a su apartamento, a ver como está. -por favor no le digas que se me salió decirte. ¡Va a matarme! –dijo preocupada la rubia. -Tranquila ivanova, que la que va a morir será otra. –dijo tranquilamente la pelirroja. -Bueno que alivido. –sonrió masha. –Espera ¿Volkova es la que va a morir? –preguntó confundida. -¡Claro! Está enferma ¿No? Bueno, debo irme. Fue un gusto verte Masha y gracias por todo. No dejó que la rubia dijera una palabra y salió del lugar, comenzó a caminar muy deprisa hasta el apartamento de dima. Iba molesta y a la vez preocupada. ¡Quería matarla y a la vez cuidarla! Algo confuso, pero así eran esas dos. Batió record y llegó en menos tiempo de lo normal a la casa de la morena. Se disponía a tocar, pero un ruido dentro de la casa llamó su atención.

Alguien vomitaba. Era más que obvio quien estaba así. Comenzó a tocar la puerta muy fuertemente. Se escucharon pasos y leves quejidos a lo lejos. a esta altura, la preocupación de la pelirroja había aumentado y su enojo disminuido un poco. -ya voy!! –gritó la morena mientras arrastraba los pies por la casa. –abrió la puerta rápidamente y se sorprendió al ver quién estaba detrás de ella. ¡LENA! –gritó asustada. -¿Qué…. Qué haces aquí? –preguntó nerviosa y poniendo su mejor sonrisa. -¿Me dejarás pasar? –preguntó alzando una ceja la pelirroja. -Sí claro. –respondió rápidamente la morena haciéndose a un lado dejando pasar a lena, una vez dentro yulia cerró la puerta y la pelirroja se sentó en el sofá, yulia se sentó a su lado. –Y bien. –dijo lena lo más seria que pudo. -¿Algo que deseas contarme? –preguntó. -Lo siento! –dijo agachando su cabeza la morena. –No quería preocuparte, pero ¡Espera! –frunció el ceño. -¿Quién te ha dicho que estoy enferma? ¿Fue dima acaso? -No fue él. Y no importa cómo me he enterado, Volkova. ¡Mira cómo estás! -dijo alterada la pelirroja. -Estoy bien. –dijo la morena encogiéndose de hombros. -Volkova he escuchado cuando estabas vomitando hace ratos ¡No me mientas más! –exigió lena. – Debemos ir al hospital. -¡NO! –negó la morena rápidamente, lena la miró con su típica mirada fulminante erizándole la piel a

la morena. -¿Qué has dicho? –preguntó lena molesta. -Qué que, que Debería ir al hospital, lo sé. –“Esta mujer es el diablo” pensó yulia mientras tragaba saliva. -Eso pensé haber escuchado. –Sonrió triunfante la pelirroja. –Vamos, pediremos un taxi abajo. -está bien. –dijo yulia casi en un susurro, sabía que si le llevaba la contraria a lena era capaz de tirarla por la ventana. –Deja me pongo otra ropa. – la pelirroja asintió. -¿necesitas ayuda con eso? –preguntó. -dudó unos minutos y luego pensó “mierda, aprovecha Volkova” –Sí no es mucha molestia. – dijo inocentemente. -bien. –dijo lena y entró a la habitación, yulia se sentó en la cama y lena comenzó a buscar un pantalón deportivo, cuando lo encontró lo puso en una silla, buscó una camisa cómoda y luego un suéter. Sin querer todo combinaba. –Bien, te pondrás esto, y…aquí están tus zapatos. –dijo entregándole la ropa y acercándole unos tennis que había escogido. -Pero yo pensé que…tú…-dijo yulia haciendo un puchero. -¿Qué yo qué? –preguntó lena confundida, luego comprendió. -¿Pensaste que iba a vestirte yo? – dijo alzando una ceja. Yulia asintió poniéndose roja de la pena. Lena se acercó a ella y levantó su camisa levemente, yulia pensó que iba a quitársela, pero no fue así. Lena volvió a poner la camisa en su lugar y se acercó al oído del a morena –Lo hubiese hecho si no me hubieras mentido en la mañana. –Sonrió y besó la mejilla de yulia. –te espero en la sala. –dijo saliendo de la

habitación. -Dios ¿por qué la hiciste tan enojada? –preguntó la morena a la nada en un susurro. -¿Ya estás listas? –preguntó lena desde la sala. -Ya voy len. –Gritó yulia. Se cambió de ropa rápidamente mientras su dolor de estómago iba y venía volviéndola prácticamente loca. Lena la ayudó a caminar hasta al frente del enorme edificio dónde la morena vivía con dima. -Estás hirviendo. –Dijo lena sintiendo el exceso de calor que emanaba del cuerpo de yulia. -¿Tan grande es la ciudad y no puede pasar un taxi? – preguntó mirando a todos lados. -Tranquila pelirroja, que esto no es new york. – bromeó yulia, pero un fuerte dolor de estómago la hizo quejarse. –Dios como duele. -ya, tranquila. –dijo la pelirroja preocupada, después vio un taxi. -¡HEEY! –gritó mientras movía sus brazos, el taxista paró frente a ellas. –Súbete. –exigió lena mientras abría la puerta del taxi, yulia subió y seguido de ella, lena. -¿Dónde las llevo señoritas? –preguntó el taxista mirando por el retrovisor. -Al hospital señor, pero apúrese es una emergencia. -Está bien. –dijo el hombre y rápidamente arrancó el auto. -¿Vas a pedirle que se pase los altos también? – preguntó yulia tratando de reír, pero el dolor se lo impedía. -Cállate Volkova, que aún me tienes molesta. –dijo la pelirroja mirándola fijamente.

-Si tu mirada fuera una pistola…-dijo yulia divertida. -De seguro ya te hubiese descargado unas tres cajas de balas. –terminó lena la frase de la morena. –Ven arrecuestate en ms piernas. Yulia obedeció y se acomodó de lado, lena comenzó a acariciar la frente de la morena. Le preocupó lo caliente que iba, miró al frente y se dio cuenta que ya faltaba poco para llegar al hospital. -deseas matarme pero estás preocupada. –dijo yulia al cabo de un rato. -¿por qué no me ahorraste el enfado? –preguntó tratando de sonar molesta la pelirroja. -En realidad quise ahorrarte la preocupación. –dijo la morena volteándose para ver a lena. – Discúlpame. –dijo antes de quejarse nuevamente del dolor. -Ya llegamos. –dijo el taxista estacionándose frente al hospital. Lena sacó dinero de su bolsillo y se la entregó al hombre. –Señorita pero esto es mucho. –dijo asustado al ver que era el doble de lo que iba a cobrarle. Lena y yulia ya habían salido del taxi. La pelirroja volteó mientras caminaba con yulia. -¡Quédese con el cambio! Gracias. –volteó nuevamente al frente y abrieron la puerta principal de la sala de emergencias. -Dios voy a vomitar. –dijo yulia mientras se tapaba la boca y buscaba con la mirada algún basurero. Lena vio rápidamente a una enfermera al parecer, sin hacer nada, así que la llamó. -¡Enfermera! – gritó. –Ayúdeme! –la enfermera se acercó a ellas, pero yulia salió corriendo al basurero que estaba por unas escaleras. -¿Qué pasa señorita? –preguntó la enfermera a

Lena. -Necesito ayuda, más bien ella, la que acaba de salir corriendo a vomitar. –dijo señalando a yulia. ¡Por favor! –pidió lena mientras caminaba hacia la morena. -tranquilícese señorita por favor. –Pidió amablemente la enfermera, le hizo señas a un enfermero que estaba cerca y él se acercó con una silla de ruedas. –Por favor siéntese aquí. –le dijo a yulia quien estaba más pálida que hace momentos. -Amor estarás bien. –Dijo la pelirroja inconscientemente. -tranquila pelirroja. –sonrió yulia mientras tomaba la mano de lena. -Señorita necesito que vaya a dejar la información de la paciente al cubículo que está por allá. – Señaló una estación donde estaban varias enfermeras y unos doctores llenando cuadros. –yo llevaré a …? -Yulia. –Dijo la morena al escuchar el tono interrogante de la enfermera. -Yo llevaré a la señorita Yulia con el doctor ¿Sí? -¡Sí está bien! Pero Apúrese. –gritó lena a la pobre enfermera, y comenzó a caminar hasta el cubículo que le habían indicado momentos atrás. La enfermera se llevó a yulia por el otro lado, sabía que la pelirroja estaba nerviosa así que no vio muy mal su acción de gritarle. –Tranquila, es normal en ella ponerse paranoica en estos momentos. –dijo yulia desde la silla de ruedas mientras reía por lo bajo. -Descuide, es normal que esté así. –Dijo la

enfermera. –Se preocupa por usted. -Sí, lo sé. –sonrió yulia. La enferma no dijo más y llegaron hasta una de las salas dónde daban las consultas. -¿Doctora Hamilton? –decía mientras tocaba la puerta. -Adelante. –contestó alguien adentro. -Doctora, hay una paciente que está muy mal. –dijo la enfermera. -Pasa. –dijo rápidamente la docta, la enfermera salió y empujó la silla de ruedas donde iba yulia casi desmayándose. Mientras tanto en el cubículo de información… -¡Volkova! ¿Acaso no habla ruso señorita? ¡Su apellido es Volkova! –decía desesperada la pelirroja. -Señorita por favor no grite, estamos en un hospital. –Dijo la enfermera que estaba tomando los datos de la morena. -¡Pero es que usted no me entiende! ¿Acaso estoy hablando en inglés u otro idioma desconocido por usted? -No pero… -¡Pero nada! ¿Escribió el nombre de la paciente? Porque tengo que ir a verla. –interrumpió un poco molesta. -¿Señorita cuál es el nombre? –preguntó de nuevo la enfermera, sacando de quicio a lena. -¡YA SE LO DIJE! –gritó esta vez furiosa la pelirroja.

-El de la paciente no, ¡El suyo! –replicó la mujer. -¡Lena! ¡Lena Katina! –respondió bajando un poco el tono de voz. -¿Ya puedo irme? -Sí señorita. –dijo ya irritada la enfermera. La pelirroja le dio la espalda al cubículo y buscó con la mirada para dónde habían llevado a yulia, visualizó a la enfermera que las atendió al final del pasillo, al parecer algo apurada, así que corrió tras ella hasta alcanzarla. -Señorita ¿Dónde está yulia? ¿la morena que parecía uno de los zombies de resident Evil? –“Qué momentos para bromas, katina” se regañó interiormente la pelirroja. –Ignore eso último. La enfermera sonrió levemente. –a la señorita yulia la están preparando. -¿preparando? ¿Pero para qué? ¿Ella está bien enfermera? -preguntó por demás nerviosa la pecosa. -No puedo darle información del estado de la paciente hasta que no me diga que es usted de ella. –dijo la enfermera. -¿Qué? –preguntó incrédula la pelirroja. -¡Es que acaso piensa que no soy nada de ella! Oh claro, la vi en la calle muriendo y dije “¿Por qué no la llevo al hospital y actúo como maniática desesperada para que la atiendan lo más pronto posible?” –contestó sarcásticamente. La enfermera se encogió de hombros, se dignaba a hablar pero alguien interrumpió. -Pavlova ¿Qué haces aquí? ¿Ya está listo el quirófano? –preguntó una voz femenina a espaldas de lena.

-Doctora Hamilton. A eso iba pero la señorita…dijo viendo a lena. La doctora caminó hasta su lado poniéndose frente a ella. -¿Qué pasa con ella? –preguntó la doctora. -Ella viene con la señorita yulia. – dijo la enfermera. -¿usted está ocupándose de yulia? –preguntó la pelirroja. -¡Sería tan amable, doctora de decirme como está! –dijo exaltada. -Pavlova ve a terminar de arreglar el quirófano, yo hablaré con la señorita por el momento. La enfermera asintió. -Con permiso. –dijo la joven y salió corriendo metiéndose a otro pasillo. -Y bien. –dijo lena. -Soy la doctora Irina Hamilton. –dijo la rubia extendiendo su mano, la pelirroja la tomó regalándole una leve sonrisa. -Yo Soy lena katina y doctora no se lo tome a mal pero, quiero saber de yulia. ¿Cómo está? – preguntó ya sin fuerzas de discutir. -A tu amiga debo operarla. –dijo sin perder la seriedad la doctora. -¿Qué? –preguntó exaltada lena, en un abrir y cerrar de ojos todo se tornó negro para la pelirroja. Capítulo 31: ¿Te cuido o me cuidas a mí? La pelirroja comenzó a abrir lentamente sus ojos y la enorme luz blanca que había sobre ella irritó su vista. Cuando pudo despertar bien, notó que se encontraba acostada. –Mierda ¿me morí? –se preguntó al ver todo aquel cuarto blanco y helado por el aire acondicionado. La puerta se abrió, dejando pasar a una doctora

con un folleto. Le sonrió a la pelirroja al verla despierta. –“de seguro estos son los ángeles” –dijo la pelirroja en su mente. Luego recordó que había pasado. -¡YULIA! –gritó poniéndose de pie rápidamente. La doctora se acercó a ella al ver aquella acción brusca. -Señorita…katina. –dijo la doctora deteniendo a lena. –por favor acuéstese de nuevo. -¡Pero yulia! ¿Dónde está ella? ¿Y qué pasó? ¿Qué hago aquí? –preguntó desesperada la pelirroja. –déjeme salir! -exigió -No puedo, la doctora Hamilton me dejó a cargo de usted. -¿De mí? –preguntó lena extrañada. -Sí, usted se desmayó. –dijo la doctora observando a lena. –su presión se alteró. -¡Pero ya estoy bien! –dijo la pelirroja poniéndose nuevamente de pie. -Si no se tranquiliza no le diré lo que la doctora Hamilton me pidió que le informara sobre la señorita Volkova. –dijo ya más seria la pequeña mujer. A lena no le quedó más remedio que dejar de competir, pues tenías las de perder. Así que se volvió a sentar en la camilla donde estaba. – Bueno, ya me tranquilizo. Ahora dígame ¿Qué pasa? -A su amiga yulia. –dijo la doctora, lena asintió. –a ella la han operado ¡No se exalte por favor! – advirtió al ver que lena estaba por levantarse. La pelirroja obedeció y la doctora continúo hablando. – Ha venido muy grave salió positivo al examen práctico en apendicitis. –dijo leyendo aquellas hojas que tenía en sus manos.

-¿Apendicitis? –preguntó la pelirrja. –pero ella estaba bien ayer. -Estas cosas pasan de la nada. –respondió la doctora. –No es grave, si no se llega a una peritonitis por supuesto. –aclaró. –pero la paciente apenas comenzaba con esto, así que la han llevado a cirugía sin perder más tiempo, sus exámenes de sangre han terminado de confirmar lo que ya se sabía. -¿qué le harán? –preguntó lena un poco más aliviada. -Sólo extrajeron su apéndice. Sin mayor complicaciones. –respondió la pequeña doctora pelinegra. -¿Extrajeron? ¿ya la operaron? ¡Cuánto tiempo me desmayé! –dijo exaltada la pelirroja. -te desmayaste como 45 minutos, Lena. Ahorita yulia aún debe estar dormida en su habitación que le asignaron ¿Te gustaría ir con ella? –preguntó, sabiendo la respuesta de esa pregunta. -¡Sí! ¡por favor doctora! –suplicó lena. -bien, vamos. –dijo dejando ponerse de pie a la pelirroja. -Ves que si actúas tranquilamente las cosas son más fáciles. –dijo riendo la doctora mientras caminaba junto con lena a la puerta. -perdón es que me preocupé por mi no...amiga. – corrigió rápidamente la pecosa. -Ya no debes que preocuparte. Al menos no de esto, sólo debes procurar que coma cosas livianas por el momento. –dijo mientras subían al ascensor. -Eso será difícil. –susurró la pelirroja. –Odia lo que

no tenga grasa. –agregó encogiéndose de hombros. -pues será una dura batalla para ti. Y su familia ¿vas a avisarles a su padres? –el ascensor abrió sus puertas nuevamente y salieron de ahí caminando por un pasillo al lado izquierdo. -Yo, soy su única familia y. -…Calló por un momento. -¡Dima! –recordó. -¿Su novio? –preguntó curiosa la doctora. ¡NO! –negó rápidamente la pelirroja. –es nuestro amigo, más bien el de ella y mi novio, quiero decir…¡Hay olvídelo! –dijo lena suspirando por el enredo de ideas que acababa de tener. La doctora rió y luego paró frente a una de las habitaciones. –Aquí es. –dijo abriendo la puerta. – puedes estar aquí con ella. Y si su amigo viene también pueden estar aquí. –sonrió la doctora. Lena solo observaba dormir a yulia desde la puerta. –Está bien. –respondió al salir de sus pensamientos. –muchas gracias ¿Doctora…? – preguntó. -Nina, puedes decirme Nina. –respondió la doctora. –Con tu permiso lena, tengo cosas que hacer, cuida a la paciente. –dijo giñándole un ojo a la paciente. Lena sólo asintió y entró a la habitación de yulia, cerrando tras ella la puerta, caminó hasta su cama y la observó, la observó cómo nunca la había visto, en calma, tranquila, sin ninguna probabilidad que despertase y lo primero que hiciera fuera una travesura. Tomó un banco que estaba bajo la cama de yulia y se sentó en él. Acarició lentamente la mano derecha de la morena. –Quien viera a la gran Volkova finalmente domada

–dijo mientras soltaba una suave risa. –no sabes el susto que me has hecho pasar. –apartó unos mechones negros de la cara de yulia. –No sé qué haría si te pasara algo malo, no podría vivir sin ti. – soltó una pequeña lágrima rebelde, que la secó rápidamente con su dedo. –Te amo, yulia. Es muy pronto para decirte estas palabras pero ¡En serio lo hago! Te amo con locura. –sonrió mientras seguía mirando detenidamente el rostro de la morena. Levantó su mano con cuidado en no lastimarla por el catéter que yacía en su mano y la besó. –prometo cuidarte ahora y el resto de mi vida. Y no me apartaré de ti por nada en el mundo. El celular de lena comenzó a sonar interrumpiendo aquel bello momento. Lo sacó rápidamente de su bolsillo y contestó para que dejara de sonar. -¿Hola? –dijo susurrando. -¿Aló? Lena soy dima. –dijo el castaño. –Yulia está contigo? Estoy preocupado, he venido a la casa y no la he visto. -Está conmigo. –contestó siempre en un susurro. -¿Te admitió que estaba enferma cierto? – preguntó riendo. -No, me he enterado sin querer. –dijo también riendo. –la he traído al hospital. –cambió su tono a uno serio. -¿Cómo está ella? Es un milagro que haya ido, yo le insistí en la mañana y no dejó. –respondió dima. -Ven al hospital y te cuento. –dijo la pelirroja sabía que si le decía de la operación en ese momento. Dima se volvería loco. -Está bien. –dijo extrañado el castaño. -¿Al hospital del centro de Moscú? –preguntó.

-Sí a ese. –Afirmó lena. -Está bien, llegaré ahí volando. -Ten cuidado. ¡No vengas como loco en la moto! – bromeó la pelirroja. -descuida cariño, se cuidarme. Nos vemos. -ok. Ambos terminaron la llamada y lena volvió a sentarse en el banco frente a la cama de yulia donde al parecer la morena no tenía intenciones de despertar aún. Así que la pelirroja usó sus brazos de “almohada” y apoyó su cabeza sobre ellos haciendo un espacio por la cintura de yulia. – qué bueno que eres tan pequeña. –murmuró riendo. El sueño en la pecosa era por el calmante que le habían colocado al momento de desmayarse y al parecer tenía aún efecto en ella. Sintió un leve cosquillo, no le tomó importancia, su cansancio podía más. –uhmm. –dijo más dormida que despierta. Volvió a sentir aquella incomodidad en su cara y levantó su mano para “quitar” lo que sea que estuviera molestándola. Paró. Pero luego de un rato volvió a sentirlo, esta vez se molestó y en un impulso de su mano la dejó caer fuertemente en su cara, proporcionándose una cachetada a ella misma. –mierda. –dijo aún con sus ojos cerrados y a medio dormir, pero una risa la hizo despertar del todo. -¿qué pasa? –dijo levantándose y frotando sus ojos. Sintió el ardor que su propia cachetada le causó a su mejilla. – Dios como duele. -Claro, cómo no va a dolerte si acabas de descargar toda tu ira en tu propia mejilla. –bromeó aquella voz en el lugar. -¡YULIA! –dijo exaltada la pelirroja.

-Ese es mi nombre, no lo desgastes. –bromeó, el dolor de su vientre no la permitió reírse más. -¿Cómo estás? –preguntó la pelirroja sentándose a un lado de yulia quedando frente a ella. –Me has dado un susto. -pues, rebanada como el pavo de navidad que no podré comer. –Dijo encogiéndose de hombros. –pero a comparación de hace unas horas me siento mucho mejor. -¿Hace cuánto estás despierta? –preguntó lena sonriendo. –debí cuidarte, pero tenía sueño, supongo que el calmante que me dieron… -¿Calmante? –preguntó yulia interrumpiendo. -¿por qué amor? -Me dijeron que iban a operarte y me desmayé. – dijo riendo y a la vez poniéndose roja de la pena. – me preocupé, pensé que algo malo te había pasado ¡Y yo peleando con la bendita enfermera! – dijo recordando aquel suceso. -¡Ya vine cariño! –gritó dima abriendo la puerta y en su mano una hamburguesa. –oh, veo que la bella durmiente ya despertó de su encanto. –dijo mientras se acercaba a las chicas. Saludó a lena y le dio la bolsa con la hamburguesa a yulia. -¿Hace cuánto has venido? –preguntó lena, luego se fijó lo que haría yulia…-¡Qué haces! –dijo exaltada arrebatándole la comida a yulia. -¿Qué pasa? –preguntó confundida la morena. – Tengo hambre. -He venido hace un rato. –dijo dima extrañado por la acción de lena. –pregunté por volkova y me mandaron para acá, ella estaba despierta y me contó todo. Luego me envió a comprarle una hamburguesa ¿por qué se la quitas? –preguntó

finalmente. -no puede comer nada de esta chatarra por el momento. -¿por qué? –preguntó nuevamente confundido el castaño. -¡Le acaban de sacar el apéndice! –recalcó lena. – Volkova deberás comer saludable. -¿¡Qué!? –dijo abriendo sus ojos como platos. – Auh! –gruñó al sentir una punzada en su herida. – no pueden hacerme esto. -lo siento amor. –contestó lena encogiéndose de hombros. –pero son ordenes de la doctora. -¿La rubia? –dijo coquetamente, ganándose un golpe de lena en su brazo. –oye, estuve a punto de morir, no me trates así. –dijo indignada. -No permitas que ese “apunto” se convierta en un “pasó” –dijo amenazante la pelirroja. -¿Volkova sin comer frituras? –dijo dima de repente. –esto será entretenido. Capítulo 32: ¡No quiero! Después de aquella tarde en el hospital, yulia tuvo que permanecer 3 días más ahí, ya que tenían que monitorearla y esperar que la herida sanara para poder extraer las puntadas. Dima y lena se turnaban para quedarse a cuidar por las noches, los padres de la pelirroja al enterarse fueron corriendo al hospital, Inessa le llenó toda la habitación con flores “ni que estuviera embarazada” bromeaba lena al ver aquellas acciones, le agradaba ver como su mamá le encantaba pasar hablando con yulia, pero se llenaba de melancolía al recordar que, si no

pensaran que es su disque “cuñada” y supieran que realmente es su novia, no la trataría de la misma manera. Masha y nicolay también fueron a visitar a la pelinegra, nicolay entendió perfectamente y le dijo a yulia que hasta que se recuperara por completo volvería a trabajar, que no se preocupara, pues él ya la quería como una hija y la necesitaba al 100%. Pero la verdadera guerra para la pelirroja comenzó el día que le dieron el alta a la morena. 4 días después de la operación de yulia. -¡Volkova! ¡No me hagas meterte esas verduras a la fuerza! –gritó furiosa la pelirroja. -¡No me obligarás a comer esa cosa! –respondió el grito la morena. -¡No me contestes así! ¡Es por tu bien! –dijo la pelirroja ya sacada de quisio. -Dios esto es mejor que las novelas de la tele. – bromeó dima al ver aquel enredo en la cocina. -Dima, dile que no me haga comer esas cosas. – suplicó yulia. -A mí no me metas. –dijo el castaño. –pero, deberías comértelas yulia, es por tu bien. –agregó al ver la mirada fulminante que le regaló lena. Haciéndolo tragar saliva. -Vez hasta dima me apoya. –dijo triunfante la pelirroja. -¡Claro! ¡Tremenda mirada de revolver que le has dado! –dijo riendo la morena. –No las comeré. – repitió. -Entonces iré a regresar el árbol de navidad que

pensaba ayudarte a poner esta tarde. –dijo lena encogiéndose de hombros. -¿¡QUÉ!? –dijo yulia rápidamente. –Tú no irás a devolver nada. –advirtió poniéndose de pie. -esto se pondrá bueno. –dijo dima sentándose en una silla lejos de las chicas para poder apreciar aquella pelea que se avecinaba. -Oh sí que puedo. –dijo lena riendo al momento que yulia se paraba frente a ella. -¡No puedes katina! –respondió yulia. -¿No puedo? –retó la pelirroja. Sacó de su bolsillo una enorme, por lo visto, factura y bajó hasta el pie de la misma. –Si mal leo aquí, dice “Se aceptan devoluciones” –dijo leyendo el papel. –después de 15 días de la compra. De lo contrario no se aceptarán los productos. –agregó sonriendo y guardó el papel. -¿Aún piensas que no puedo hacerlo? –preguntó mirando fijamente a yulia. -Eres el diablo. –dijo yulia negando con la cabeza sin perder su vista en la de lena. –está bien, tú ganas. –terinó dándose por vencida. Se sentó nuevamente en su silla y con todo el dolor de su alma comenzó a comer aquella sopa de pollo con verduras que la mamá de lena había preparado para la morena. -¿Puedo tomar una foto de esto? –preguntó dima asombrado. -¡Esto es magnífico! –dijo riendo el castaño. –has encontrado la urna de tus zapatos, Volkova. -Cállate Dima. –dijo yulia tragando amargamente aquel vegetal. -No la molestes dima. –dijo lena al momento que se acercaba a la morena y besaba su frente. – Cuando eres obediente me gustas más. –Susurró

en el oído de la morena. -pues no te acostumbres. –Respondió metiéndose a la boca un trocito de papa. Lena tomó una de las hamburguesas que dima había comprado para ellos y comenzó a comer, la morena la observó detenidamente. -¿Me estás torturando? –preguntó seria. -Claro que no, yo no he almorzado. –dijo también seria la pecosa. –pero si quieres puedo salir y comer en la sala y dejarte sola con tus verduras. Dima sólo observaba en silencia aquella escena. -Puedes comer aquí, no me importa. –Contestó yulia mientras continuaba comiendo su “deliciosas” verduras. Terminaron de comer, yulia casi vomita los últimos pedazos de zanahoria, pero terminó todo. Dima regresó a su trabajo dejando a las chicas solas. Se sentaron a ver televisión, yulia apoyada en el pecho de lena mientras esta la mimaba. -Debo ser ruda contigo. –dijo lena al cabo de un rato. -lo sé. –respondió la morena sin despegar su vista del tele. Rápidamente lena apagó el artefacto haciendo que yulia prestara toda su atención en ella. -¿Por qué lo apagas? –preguntó mirando a la pelirroja. -Te dije que te ayudaría a poner el arbolito de navidad. –contestó sonriendo. –Es muy grande y deberíamos comenzar. -¡SÍ! –gritó emocionada yulia poniéndose de pie de un brinco. –iré por las cosas. –corrió hasta su habitación donde habían guardado todo.

-Te ayudaré, sabes que no puedes cargar muchas cosas pesadas aún. –dijo lena yendo tras la morena. Sacaron todas las bolsas y la caja donde se encontraba el árbol a la sala. Se quedaron paradas mirando a ningún lugar en particular. -Y bien. –dijo yulia. -¿Dónde lo ponemos? –preguntó la pelirroja volteando a ver a yulia. -¿A la par del árbol? –apuntó al lugar que sugirió. -Tenemos que mover ese sofá de ahí. –dijo lena analizando. –pero es un buen lugar. -Entonces manos a la obra! –dijo yulia sonriente. Lena comenzó a mover los sofás a modo que no hicieran estorbo ni para el árbol, ni para la puerta. -Déjame mover es sillón. –dijo la morena observando a lena ya que la había mandado a sentar. -Si no estuvieras recién operada, la que estaría sentada fuera yo y no tú. –dijo lena dándole el último jalón al sillón. –Ya está. Ve por la escoba. – ordenó. -¿Me pondrás a barrer? –preguntó yulia poniéndose de pie para ir a buscarla. -Sólo dónde estará el árbol, eso sí lo puedes hacer. –dijo riendo la pecosa. Yulia llegó con la escoba y sin renegar comenzó a hacer lo que lena le pidió. –listo. –dijo terminando la pequeña tarea. -Te has ganado un beso. –respondió la pelirroja acercándose a la morena y robándole un tierno beso.

-¿Y por comer todas esas asquerosas verduras? Y lo digo por su existencia, no por como las preparó tu mamá porque eso estaba perfecto. – aclaró yulia. -¿Te estoy ayudando a poner el árbol, no? –dijo lena riendo. -Pero yo pensé que, tú y yo, ya sabes. –dijo coquetamente la morena abrazando por la cintura a la pelirroja. -¿Comienzas con tus calenturas, Volkova? – preguntó lena alzando una ceja. -Claro que no. –dijo yulia antes de depositar un corto beso en el cuello de la pecosa, esta se estremeció pero a la vez se soltó de ella. -¿Qué pasa? -Que si seguimos así, llegará febrero y nosotras sin poner el dichoso árbol. –dijo lena riendo. -¡Vamos katina! –dijo yulia haciendo un puchero. – Hoy me he bañado. –Rió la morena. -Vaya, ese es un milagro. –contestó la pelirroja riendo. Comenzó a sacar las partes del árbol de su caja. -¿No piensas ayudarme? –preguntó al ver que yulia no se movía. -Es enorme. –dijo asombrada. –Es jodidamente enorme. –se acercó a lena y le ayudó a sacar todas las piezas del árbol. –pensé que estas cosas venían armadas y sólo era de extenderlo ¿Nos han estafado? –preguntó mirando a lena. Esta se echó a reír. -Volkova, los árboles de este tamaño suelen venderlo desarmados. –dijo levantando las ramitas. -Cielos! Pensé que sería más sencillo. –suspiró la

morena. –bueno, será divertido. Comenzaron a poco a poco formar el árbol, yulia parecía una chiquilla encantada armándolo. Al cabo de unos 15 minutos lograron armarlo victoriosas. -Ahora ¡Los adornos! –dijo la pelirroja. Yulia arrastró todas las bolsas y sacó las cajas que estaban dentro de ellas. Unas eran de luces y otras de bombas. -¿Luces o bombas? –preguntó yulia. -Las luces. –contestó lena. Yulia sacó todas las cajas de luces que encontró. -¿Cómo las pondremos? -Es una buena pregunta. –dijo lena rascando su nuca. -¿Nunca las has puesto? –preguntó yulia asombrada. -Nunca me puse a ayudar a poner el árbol, al menos no desde que tengo uso de razón. – contestó encogiéndose de hombros. -oh. –respondió yulia. –entonces aprenderemos las dos. –sonrió yulia y sacó una de las largas cadenas de luces. –quizá debemos pasarla alrededor del árbol. -¿Por qué no buscamos en internet? –preguntó inocentemente la pelirroja. -¿Un tutorial? –interrogó lena. -Algo así. –respondió lena. -Que patéticas somos. –dijo yulia riendo y acercó la laptop de dima. –El otro año será más fácil ponerlo.

-Espero, mientras tanto, debemos ser patéticas, nivel eso. –contestó apuntando la laptop. Buscaron un video de como adornar un árbol de navidad. Vieron como 10 y ninguno las convencía. Hasta que finalmente encontraron el indicado. -Bien, hay que hacerlo. –dijo la pelirroja. -¿Hoy si quieres? –dijo sorprendida la morena. -¿De qué hablas? –preguntó confundida la pelirroja. -dijiste, “hay que hacerlo” –respondió encogiéndose de hombros. –cuanto te tardaste en acceder. -¡Volkova! ¡Yo no estoy hablando de eso! –dijo rápidamente lena. -¡Hablo del árbol! –corrigió. -¿De qué crees que hablaba? –preguntó riendo la morena. -Cállate y ayúdame. –respondió la pecosa negando con la cabeza mientras reía por las ocurrencia de yulia.

Capítulo 33: ¡Es Navidad! -¿Qué estás haciendo? -preguntó acercándose curiosamente a la cocina. Se espantó al ver lo que era. -¿De nuevo? ¿Verduras en navidad? ¡Ya son 10 días de lo mismo! ¡Si sigo comiendo eso, comenzaré a saltar como conejo por tanta zanahoria! ¡Por fin navidad! La morena regresó a trabajar días antes de ese día, pues se aburría enormemente, claro, eso sólo cuando lena no podía ir por exceso

de tareas. Por ser día festivo, Nicolay pidió que sólo trabajaran medio tiempo, lo cual yulia aprovechó para ir a traer el regalo de la pecosa que días atrás reservó junto con el de Dima, y algunas cosas que lena le pidió para poder preparar la cena de esa noche, abría una pequeña reunión y estarían los padres de lena, Masha y "Los tres mosqueteros" como yulia les decía últimamente. -¡Te comerás eso quieras o no! -Respondió lena. -Venga Katina ¡Comienza! ¡Me has amenazado con quitarme esto con quitarme lo otro! Quiero escuchar el nuevo chantaje del día. -Decía la morena retadoramente. -Hoy podría ser tu noche buena conmigo. -Sonrió pícaramente la pecosa. -Pero como no comerás nada de estas verduras, será en otro momento, día, año o siglo. -Apagó el fuego de la estufa. -¡Arrepiéntete demonio! -Dijo yulia asombrada, luego analizó bien las palabras de lena. -¿Acaso tú y yo haríamos, ya sabes...? -Preguntó boquiabierta la morena. -Podría ser. -dijo caminando hasta la sala. -¡Buenas tardes amores de mi vida! -Dijo dima entrando al apartamento. -Pero lena... -Dijo la morena siguiendo a la pelirroja ignorando por completo al castaño. -Hola dima. -saludó lena sonriendo. -Vaya, al menos tu si tienes modales. -respondió dima mientras se sentaba en el sillón frente a las chicas. -Hola pájaro loco. -Dijo finalmente yulia sentándose al lado de lena.

-¿Y hoy tú que tienes? -Preguntó extrañado dima al ver lo desanimada que esta su amiga. -Moriré virgen. -Respondió la morena lo más dramático posible. Lena comenzó a reír y dima también. -Vamos Volkova. -Decía riendo el castaño. -¿Tú, virgen? ¡Cuéntame uno de vaqueros! -Continuaba riendo. -Es un buen chiste al menos. -Cállate. -dijo yulia poniéndose de pie. -Ya regreso. -y caminó hacia la cocina. -Katina ¿Privaste a Yulia de liberar sus miles de hormonas que tiene acumuladas? -Preguntó dima por demás curioso. -¿Yo? -dijo incrédula la pelirroja. -¡Claro que no! Yo no he hecho nada. -Respondió poniendo su mejor mirada y sonrisa inocente. -Si no las conociera, les creyera. -Dijo dima. -¿Son las verduras verdad? -Preguntó aunque su tono fue más afirmativo que dudoso. -Tengo que ser firme, sabes como es. Yo sólo sigo las órdenes de la doctora ¡Aunque si admito que me he pasado un poco! -dijo riendo la pelirroja -¿Un poco? ¡Dios! He visto el sufrimiento de yulia en cada comida. -Siguieron bromeando un rato más, luego vieron que yulia nunca aparecía así que fueron a buscarla a la cocina encontrándola con las manos en la masa, o más bien, en las verduras. Se estaba comiendo las verduras que Lena preparó momentos atrás en silencio y con una cara de decepción notable. Dima moría de risa. Lena se tuvo que ir, regresaría en la noche con sus padres, así que dima y la morena eran los encargados de limpiar y poner un poco decente el

apartamento. Yulia salió de bañarse, dima estaba acostado en su cama. -¿Qué haces aquí? -Preguntó la morena secando su corto cabello con la toalla. -Esperándote cariño. -Respondió dima. -¿Qué tal la ducha fría? ¿Lograron tus hormonas relajarse? Preguntó riendo. -Cállate Bilan. -le Tiró la toalla en la cara al castaño. -Siento que me quedaré a vestir santos. bromeó yulia. -Pues yo no lo dudo. -Rió dima. -¿Hace cuánto estás así en esa sequía? ¡Te crecerán ramas allá abajo! -dijo antes de comenzar a carcajearse. Yulia sacó a dima casi arrastrado de su habitación, pues tenía que arreglarse y dima también. *8:30pm* -¡Inessa! Que gusto me da verla. -Dijo yulia abrazando a la madre de la pelirroja. -Oí que seguiste mejor pequeña. -comentó sergey. -Me alegro mucho. -así es señor, mi querida cuñada ha sido tan amable de cuidarme. -La pelirroja solo escuchaba a yulia mientras la veía de pies a cabeza. Casi se le sale la baba al ver cómo estaba vestida. -Buenas noches Suegros. -Apareció dima sonriente. -Hola amor. -Saludó a lena y le dio un corto beso. -¡Volkova! ¡Ven a ayudarme con esto! -Gritó alguien desde la cocina. -¡Ya voy! -gritó la morena. -Con su permiso. Sonrió y salió corriendo a la cocina.

-¿Quién es? -Preguntó sergey curioso mientras tomaban asiento en los sillones. -Una amiga de yulia, del trabajo. -Dijo dima un poco nervioso. -La quiere como su hermana, ya es parte de esta pequeña familia. Sergey siguió dudoso pero sólo atinó a asentir. la pelirroja estaba sentada al lado del castaño así que aprovechó para preguntarle algo en un susurro. -¿Por qué se vistió así? -Creo que quiere provocarte. -contestó dima entre risas pero en un susurro igual. La morena se había puesto una de sus minifaldas. Ya que lena una vez le dijo "Me encanta cuando usas mini-faldas" y desde entonces la morena las usa cuando quiere algo y normalmente, sale ganando. -Te llamé para que ayudaras ¡No para que quemaras ese mantel! -Dijo Masha llegando a la sala con yulia muerta de risa. -Buenas noches Señores Katin un gusto conocerlos, mi nombre es Masha Ivanova. -Saludó cordialmente aunque por dentro se estaba muriendo de los nervios. -Mucho gusto querida, Yo soy Inessa y él es mi esposo Sergey. -El ojigris sólo sonrió. -Y bien, la comida ya está servida. -Interrumpió yulia salvando de un colapso nervioso a la rubia. ¿Pasamos al comedor? Todos aceptaron y rápidamente pasaron al comedor. Ya estando ahí, yulia se disponía a deborar todo lo de su plato, hace días no comía como si se fuese a acabar el mundo. Pero alguien interrumpió su

osadía. -Haremos una pequeña oración. -Dijo Inessa. -Y como veo que yulia está tan animada, ella la llevará acabo. -¿Qué yo que? -Preguntó boquiabierta la pelinegra. -¡Pero yo no! ¿Por qué no la hace lena? a Ella le va mejor con eso, a mí no. -Decía desesperada. -Volkova, no te están pidiendo que digas toda la biblia de memoria. -dijo dima conteniendo la risa. -Te estamos esperando, yulia. -Dijo Inessa, la morena se dio cuenta que no tendría escapatoria de eso así que se levantó. -Por favor todos cierren sus ojos e inclinen su cabeza. Yulia los observaba, no tenía un carajo que decir así que comenzó a improvisar. -Querido Dios, te damos las gracias por brindarnos el alimento de esta noche. -Observó a la pelirroja quien estaba agachada pero en sus labios se dibujaba una sonrisa que estaba a punto de convertirse en una carcajada. Continúo hablando. -Bendice a la persona que preparó la comida, ¡Quítale la amargura de su corazón a todas esas malas personas! -Recalcó bien esas palabras, lena se puso seria. -Y que haya paz mundial, amén. Finalizó su pequeña oración que más bien parecía lluvia de indirectas para lena. -¡A comer! -Dijo dima riendo. -¿Paz mundial? -Preguntó Masha en un susurro a la morena cuando todos comenzaron a comer. -Cállate, no sabía que decir. -Contestó encogiéndose de hombros. La cena pasó entre risas y chistes de todos, yulia miraba de vez en cuando a lena quien le regalaba su mirada fulminante y la morena sólo reía y le guiñaba un ojo cuando nadie se daba cuenta.

Siguieron su entretenida conversación en la sala. -Mi lenita cuando era pequeña ¡Era tremenda! Decía Inessa entre risas. -¿Era? ¡Lo sigue siendo! -Rió yulia. -Mi cuñadita es todo un caso. -La pelirroja solo la observaba. -¡Hey! ¿No han visto la hora? ¡Son las doce! Interrumpió el castaño. -¿Qué? ¿Pero en que se nos ha ido el tiempo? Dijo inessa a la vez que se ponía de pie y abrazaba a Sergey. La repartición de abrazos comenzó hasta que al parecer le tocaba el turno a la morena y a lena. Yulia se acercó lentamente a ella y la abrazó, aprovechó el ruido que había para decirle algo. Quiero que vengas conmino a un lugar. -Luego se separó de ella y le sonrió. La pelirroja sólo asintió devolviéndole la sonrisa. -¡Ahora los regalos! -dijo dima saltando como cual niñito de 5 años. -Inessa. -dijo la morena interrumpiendo la emoción del castaño. -¿Podría prestarme a su hija? Quiero llevarla a un lugar que conozco, es aquí cerca ¡No tardaremos! -Aclaró la morena casi suplicando. Inessa estuvo dudosa de su respuesta, pero sergey colocó su mano en el hombro de ella y asintió. -Está bien. -Dijo sonriendo. -¡Pero no tarden! -Advirtió. -¡Yay! -Gritó yulia feliz, tomó la mano de la pelirroja y abrieron la puerta. Pero antes de salir, se dirigió a Dima. -Hermanito la llevaré a ver unos hombres ¡perfectamente hermosos! No querrá volver de ahí. -Se carcajeó y antes que dijeran una palabra corrió con lena fuera del apartamento.

Todos se quedaron en silencio hasta que. ¿Ustedes creen que...? -Dijo dudosa Inessa. -No lo creo. -dijeron todos riendo. -¿Quién primero? -preguntó sonriente el castaño. Mientras tanto.... -Yulia deja de correr, nadie nos está siguiendo. decía agitada la pelirroja. Yulia bajó el ritmo de su caminar y sin mediar palabra abrazó fuertemente a lena. -Te quiero, Len. -dijo antes de depositar un beso en la mejilla de la pecosa y sonreírle. -Yo también te quiero, yul. -Dijo tiernamente la pelirroja. -Te besaría pero estamos en un lugar público y pues, ya sabes. -Se encogió de hombros. -Tranquila. Lo sé. -dijo comprensivamente la morena. -Ahora es hora de un pequeño viaje. -¿A dónde? -Preguntó curiosa la pelirroja mientras observaba a yulia parar un taxi. -Luego te darás cuenta. -Rió yulia, el taxi paró frente a ellas. -quédate aquí. -le indicó a la pelirroja, ella fue a hablar con el taxista, luego de unos segundos regresó con lena y le abrió la puerta del vehículo. -Princesa, ¿podría hacerme el honor de subir? -Dijo yulia cortésmente entre risas. Lena subió primero y luego la morena. Yulia se la pasó hablando en el viaje haciendo que la pelirroja no se fijara para dónde iban. Luego de unos escasos 15 minutos el taxi paró. -Señorita llegamos. -Dijo amablemente el hombre. Lena no distinguía aquel lugar, yulia sacó dinero de su bolsillo y le pagó al taxista, rápidamente salieron

del auto, y entonces Lena supo dónde estaba. -¿Qué hacemos aquí? -Preguntó extrañada una vez el taxi se fue dejándolas solas. Capítulo 34: ¿A qué se debe esto? -¿Por qué me has traído aquí? -Preguntó lena mirando el lugar. -Porque quería estar contigo. -contestó yulia abrazándola por la espalda. -Y porque me encanta ver tu cabello al compás del viento. -Bromeó. Yulia había llevado a la pelirroja a aquel primer lugar dónde se conocieron. -Mira la ciudad. -Dijo yulia apoyando su cabeza en el hombro de la pelirroja. -¡Es hermosa! ¿Quién diría que dentro de tan hermoso lugar existan personas miserables y aborrecibles? Lo bueno es que te tengo a ti para poder contra todos ellos y más. -Sonrió la morena. -Nos tenemos la una a la otra, yul. -Dijo lena volteando su cabeza y dándole un tierno beso en la mejilla de yulia. -Si estamos juntas siempre, podremos con todo. -Finalizó. -Lo sé y eso me mantiene feliz siempre ¿Sabes? Rió. -Desde que te conozco mi vida mejoró ¡Eras la pieza faltante en mi complicado rompecabezas! -Abrazó más fuerte a la pelirroja, lena estaba extrañada, pues yulia radiaba felicidad, más de lo normal. Hubo un momento donde sólo el sonido de las hojas siendo arrastradas por el viento se escuchaba. Yulia apartó por un momento uno de sus brazos pero rápidamente volvió a su posición. -Te traje aquí porque quiero darte tu regalo. -Habló repentinamente la morena.

-Sabes que no necesito regalos, con tan solo tu presencia me es reconfortante. -Dijo la pelirroja apoyándose en el pecho de yulia y tomando sus brazos. -Eres terca. -dijo riendo yulia. -Pero quiero darte esto ¿Sí? no puedes No aceptarlo. -Advirtió haciendo un puchero, claro lena no veía esa expresión. La pelirroja suspiró. -está bien. -Sabía que pelear. on yulia de eso, sería perder. -Tu regalo está en tu habitación, le dije a dima que te lo pusiera ahí. Dijo encogiéndose de hombros. -Gracias amor, lo abriré cuando volvamos pero ¡Ahorita abre el tuyo! -Dijo entusiasmada la morena. -¿Y dónde está? -preguntó la pelirroja riendo. -Mi mano. -Contestó la ojiazul al momento que extendió su brazo y abrió su mano frente a lena dejando ver una pequeña cajita azul. -Ábrelo. Indicó yulia. La pelirroja tomó la cajita y la abrió, deja.do ver un hermoso collar de plata con un ángel colgado de él. -Yulia! Esto está hermoso. -Decía asombrada la pelirroja. -No debiste... -Cállate Katina. -Interrumpió yulia. -¿Quieres que te lo ponga? -Preguntó. -¿Me harías el honor? -Sonrió lena, yulia tomó la cadenita, la pelirroja recogió su cabello para darle mayor facilidad a la morena de colocárselo. -Listo. -dijo yulia. Lena soltó su cabello y la pelinegra volvió a abrazarla. -Quiero que siempre uses esa cadenita, tú vives diciéndome que soy tu ángel, lo cual yo no creo ya que soy el demonio versión mujer. -Bromeó haciebdo reír a la pecosa.

-Estaré contigo en todo momento si usas esa cadena, será tu "Yulia Volkova portátil" exclusivo para ti. Aunque yo esté en la china y tú aquí, estaré contigo por medio de ese pequeño dije. -Sonrió ampliamente. -Disculpa si soné muy cursi, pero ese es el significado de este regalo. -Lena se volteó quedando frente a ella y sin decir nada la besó tiernamente las lágrimas de felicidad se mezclaron en ese beso. -Adoro cada detalle que me haces, eres tan especial para mí, aunque haya sido tan bizarra la manera de conocernos ¡Agradezco que haya pasado así!. -Dijo lena al acabar el beso. Yulia limpiaba sus lágrimas delicadamente con sus dedos. -Te quiero yulia, siempre lo haré. La morena sólo sonrió y le regaló otro beso a la pelirroja. Luego solo contemplaron la ciudad por unos momentos abrazada una de la otra. Hasta que yulia rompió el silencio. -Yo moriré antes que tú. -¿De qué estás hablando? -Preguntó extrañada la pelirroja por ese comentario de yulia. -No moriré hoy ni mañana, tranquila. -Rió. -Sólo que, ya sabes, la vida loca que tengo. -Volvió a reír. -Así que tienes que saber muchas cosas. -Cállate Volkova, deja de decir tonterías. -Dijo lena un poco molesta, soltándose del abrazo de yulia y apoyándose en el barandal, la morena hizo lo mismo a su lado. -No quiero que nadie vaya de negro, quiero colores alegres! -Comentó mientras miraba al frente. -Por favor pon música para bailar, no quiero morirme dos veces. -Rió. -Esas cosas me aburren ¿Sabes? No dejes que caiga en esa fatiga y pon algo para que me distraiga. -¡Ya basta! -Exigió lena. -Deja de decir todo eso.

-Amor, sólo tú sabe estas cosas ¿No cumplirás los últimos caprichos de tu novia? -Pregunto con una sonrisa. No obtuvo respuesta de lena así que calló un momento breve. -Rosas, rosas rojas, llena todo el lugar con rosas ¡Adoro su olor! Y también suelta muchas mariposas de colores. -seguía sonriendo. -Por favor, ya no sigas con eso. -dijo desesperada la pecosa. -Sabes que esto podría pasar, quiero que sepas lo que deseo si ese día llega y todos están como locos. -Rió. -lo digo por dima. -¿Y tú no quieres saber mis deseos? -Preguntó seria la pecosa. -Claro. -Afirmó yulia rápidamente. -Adelante, se cumpliré con todo lo que desees al pie de la letra. -¿Por qué? -preguntó lena en un hilo de voz. -Porque es tu decisión. -Contestó yulia. -No me refiero a eso. -Corrigió la pelirroja. -Quiero decir ¿Por qué me dices todo esto de ti? ¿Acaso no sabes que el solo hecho de imaginarme sin ti a mi lado me destroza por dentro? -sus ojos comenzaban a cristalizarse. –Te escuchó hablar y es como si dijeras “Venga Katina, voy a morir un día de estos, toma nota de lo que quiero” ¡Es demasiado! ¿No te das cuenta? Sin ti no podría seguir viviendo, nada tendría sentido ¡Así que por favor no sigas hablando de esto que me lastima! No aguanto más y abrazó con todas sus fuerzas a la morena quien correspondió el abrazo. -No me dejes, por favor no te vayas de mi lado nunca. Decía entre sollozos la pelirroja mientras lloraba en el pecho de yulia. -Shh no llores. -Respondió yulia mientras

acariciaba los rizos de lena. -Es que no me imagino sin tus abrazos, sin tus besos, tus berrinches.... -Sin intentar bombardear mi cuerpo con vegetables. -interrumpió yulia haciendo reír a la pecosa. -También eso. -afirmó lena calmando poco a poco su llanto. Yulia tomó su cara entre sus manos y limpió las lágrimas de sus mejillas. -No me iré de tu lado nunca ¿Sí? -dijo mirando fijamente los ojos de lena. -Estaré contigo siempre. -Sonrió levemente, lena también lo hizo. -¿Lo prometes? -dijo lena haciendo un puchero. -Por el meñique. -Respondió yulia alzando su dedo. Provocando la risa de la pelirroja. -Me gustas más cuando sonríes. Antes que lena dijera algo, yulia acaparó sus labios en un tierno beso. -Hmm extrañaba el sabor de tus labios. -Dijo con una enorme sonrisa. -Pero si acabas de....-yulia volvió a robarle un beso corto impidiéndole terminar la frase. -Ya veo que te gustó ro...-y otra vez. -¡Volkova déjame term...-Y de nuevo. -Yul.. -y de nuevo, sólo que esta vez antes que yulia se alejara, la pelirroja la detuvo, entonces se invirtieron los papeles y lena fue quien le robó el beso a la morena, pero ella lo profundizó. -Wow! -Dijo yulia maravillada al terminar el beso. Esto fue... -Maravilloso. -interrumpió lena riendo. -Lo sé. -Que modesta. -lo aprendí de ti. -dijo encogiéndose de hombros.

Entonces el celular de yulia interrumpió aquel momento, era dima. -Justo a tiempo. -Sonrió yulia y contestó. -¿Aló? -Volkova? Yulia ¿Dónde demonios estás? los padres de lena están preocupados por ustedes y yo ya no encuentro que hacer. -Dijo dima notablemente nervioso y desesperado. -Tranquilo, llegaremos en 15 minutos! ¡Dile que me hablaste que solo escuchaste música y que colgué! -Decía riendo la morena. -¿Qué? ¿Estás loca? -dijo exaltado dima. -Por cierto, lindo reloj que me regalaste eh. -Sabía que te gustaría. -Sonrió satisfecha la morena. -Bueno ya sabes que decir, en un momento llegaremos. Adiós. -Pero Yul...-Colgó antes que dima tuviera un colapso de nervios por teléfono. -Debemos irnos. -informó yulia a lena. -¿Pero en qué? -preguntó. -Ni sueñes que me subiré a un autobús de nuevo como la primera vez, aunque fue emocionante. aclaró. A lo lejos se escuchó que se acercaba un auto. La morena sonrió. -Su carruaje princesa. dijo señalando el taxi que venía apareciendo rápidamente, el mismo que fue a dejarlas ahí. -¿Pero qué? ¿Cómo has hecho? -Preguntó asombrada lena. -¿Te he dicho que la frase "Cree que podría llevarme al puente más alto de la ciudad? es que una amiga me está esperando allí y solo me dio esa indicación" funciona de maravilla? -Sonrió

triunfante mientras abría la puerta del taxi dejando entrar a lena para luego subirse ella. -Volkova estás completamente loca. -decía lena riendo. -¿Y ahora adónde? -Preguntó el taxista. -Al lugar donde nos has pasado a traer. Pero por favor ¡Vuela! -contestó yulia riendo. El hombre rió y asintió, rápidamente se puso en marcha. En un dos por tres se encontraban nuevamente a unos metros de la casa de lena. -Llegamos señorita Volkova. -Dijo gentilmente el hombre. -¿Ya llegamos? -dijo asombrada la morena. -Vaya que vuelas, necesitaré tu número ¡Estos viajes exprés son muy frecuentes en mí y que mejor conductor que tú! -decía mientras salían del auto con la pecosa. -Aquí está mi tarjeta, si gusta. -dijo sonriente el sujeto mientras extendía su brazo entregándole a yulia lo antes dicho, la morena la tomó y leyó el nombre. -Bueno.... Iván, un gusto, en serio gracias. -Estamos para servirle. -Se despidió así aquel gentil hombre lena y yulia comenzaron a caminar. -Hay sí, señorita Volkova. -decía burlonamente la pelirroja -Estaba coqueteando contigo, yul. -¿Qué? -Rió la morena. -Vale, pero a mí me gusta una hermosa pelirroja, y es a quien quiero ¿Cómo hago con él? -Preguntó divertida. -Deja de darle alas al tipito ese. -Dijo lena con cierto enfado en su voz.

-¿Estas celosa? -Preguntó yulia riendo, aunque sabía perfectamente la respuesta. -Ya, pero yo no te cambiaría por nadie a ti amor. -Sonrió mirando dulcemente a la pelirroja. Tomó su mano y continuaron caminando hasta el apartamento. Capítulo 35: Un año nuevo, lleno de sorpresas. Después de la noche buena, sólo le quedaba una escasa semana al año. El nuevo año traería muchas sorpresas, buenas y malas ¡Cómo es la vida! -¿Cuentas tú o cuento yo? –preguntó dima. -Cuenta tú, si lo hago yo probablemente termine contando los números negativo. –Reía torpemente yulia mientras se apoyaba en lena. -Yulia has tomado demasiado. –Regañó la pelirroja. -Masha ha traído cada botella. –contestó yulia riendo. -¿Qué? –dijo la pelirroja sin entender. Recibirían el año nuevo solo ellos cuatros, sin los padres de la pelirroja ahí, claro está que tuvieron un gran sermón y entre eso estaba el “no compren alcohol” lo cual fue pasado por alto ¡Muy alto! Por la morena que se había pasado de copas. -Ignórala Katina. –dijo masha riendo. -¡Venga hay que bailar! –decía yulia moviéndose al compás de la música que había en la sala, o al menos eso intentaba. –Mierda, me cayó la bebida en la camisa. –dijo seria la morena. -Yulia ven a sentarte por favor. –dijo lena poniéndose de pie y caminando hasta la morena.

-Espera, tengo que quitarme esta camisa ¡Estoy mojada! –reía con cada palabra que lograba pronunciar, y comenzó a quitarse la camisa quedando solo en sostén. -¡Soy libre! –gritó alegremente mientras saltaba camino a la cocina. -No dejaré que vuelva a tomar. –respondió lena dándose por vencida con tratar de sentar a la morena. -Es más divertido verla así cuando está en alguna discoteca. –Rió dima. -No quisiera ni imaginarla. –Contestó Masha. –por cierto ¿Qué se hizo? Al cabo de unos segundos se escuchó caer unos platos en la cocina, seguidos de la torpe risa de yulia. -Alguien comprará platos nuevos en la primera quincena del año. –bromeó dima, caminando a la cocina junto con Masha y lena, encontrándose a la morena sentada en el suelo con la caja del cereal y la botella de vodka al lado. -¿qué me ven? –preguntó yulia mientras comía. -¿Qué demonios haces? –preguntó algo, demasiado evidente el castaño. -¡Comiendo! ¿qué no vez? –respondió yulia comenzando a reír. -¿qué paso con esos platos? –preguntó lena un poco seria. -Pues, quería servir un poco de esto. –Alzó la caja de cereal. –y ya sabes cómo son de rebeldes los platos ¡Se movían y se movían! Hasta que bom. – se encogió de hombros. –Se hicieron mierda.

Dima moría de risa, ver a su amiga en ese estado era algo que, en el pasado era demasiado normal para él. Pero oír esas incoherencias era nuevo, lo estafa disfrutando al máximo. -Volkova, levántate del suelo. –Dijo Masha riendo y tratando de ayudar a la morena, esta puso resistencia. -¡No quiero! –dijo yulia. -Amor levántate. –dijo la pelirroja, cuando extendió su mano, la morena la tomó pero en un engañoso movimiento tiró de ella haciendo caer a lena al suelo junto con ella. -¿qué haces? -¿Sabes cuánto me gusta que me digas amor? – preguntó torpemente mientras abrazaba fuertemente a lena para que no se levantase. -No, no lo sé ¿cuánto? –preguntó lena siguiéndole el juego, sabía que no ganaría nada si le llevaba la contraria. -Ya he visto esta escena del suelo. –dijo dima exaltado. –Amor, vámonos de aquí, esto se pondrá feo. –le dijo a Masha, ella asintió mientras reía. Se fueron dejando a las chicas solas. -No me has contestado. –dijo la pelirroja riendo. -Tanto como amo comer, y tanto como odio los vegetales. –respondió con su aún torpe tono. Lena sonrió. -Es mucho. –contestó la pelirroja. –Volkova me estás dejando sin aire, ¿Podrías soltarme? –yulia asintió y se acostó sobre las piernas de la pelirroja. –Te amo, Len. –dijo suspirando la morena. Lena se asombró al escuchar aquello. –Los borrachos decimos la verdad, así que créeme. –bromeó al no ver reacción de la pelirroja.

-No te he dicho que no te creo. –Respondió finalmente la pelirroja. –Y yo también te amo. – Sonrió y comenzó a acariciar el corto cabello de yulia. -¿Terminaremos bien? –preguntó la morena comiéndose algunas cuantas letras por su borrachera. -¿A qué te refieres? –dijo lena dudosa. -El final de todo esto. –Aclaró yulia. -Terminaremos juntas, de eso no hay duda. – Respondió lena. -lo sé. –suspiró nuevamente la morena. –Feliz año nuevo, lena. –dijo levantándose y abrazando a la pelirroja. –te amo pecosa. -feliz año nuevo para ti también yulia. Te amo mi vida. –contestó lena correspondiendo el abrazo. Recibió un pequeño beso de la morena y volvió a abrazarla, unos minutos después sintió más pesado el cuerpo de yulia. -¿Amor? –preguntó moviendo a la morena, pero no obtuvo respuesta. ¿tenías que quedarte dormida sobre mí? – preguntó riendo. –Te he dicho que para ser tan delgada ¡pesas mucho! –Rió y con cuidado fue moviendo a yulia hasta acomodarla en sus piernas. -¡Dima! –gritó. El castaño apareció corriendo. -¿qué pasa? –dijo agitado y con su camisa un poco fuera de su lugar, lena rió al notarlo. -¿de qué te ríes? –preguntó. -Lo siento si interrumpí algo. –contestó encogiéndose de hombros. –pero la bella durmiente cada vez está más pesada, y no siento mis piernas. Dima se sonrojó por el comentario de lena, pero no dijo nada. –Vaya se durmió. –respondió riendo.

-No, está meditando qué maldad hacer. –dijo sarcásticamente la pelirroja. -¿me ayudas a pasarla a su cama? -¡Claro! ¿Vas a quedarte a dormir? –preguntó poniéndose de cuclillas para poder cargar a la morena. –Vaya si pesa. –dijo asegurándola bien entre sus brazos. –No la dejes comer tanto por favor lena. -Sabes que eso sería como decirle “deja de vivir” – Bromeó lena. -¿Qué pasó? –preguntó Masha levantándose del sofá al ver a dima con yulia. -Ya no pudo más. –Respondió dima riendo. –Lena, por favor abre la puerta. -Volkova. –dijo riendo masha mientras se cruzaba de brazos. La pelirroja abrió dejando pasar a dima, con cuidado fue acostando a la morena en su cama, quien no daba ninguna señal que despertaría. -No me has contestado ¿Vas a quedarte? – preguntó nuevamente el castaño. -Sí. –respondió lena mientras arropaba a yulia. -¿o quieres que me vaya? –preguntó alzando una ceja mientras se cruzaba de brazos. -¿quieres que ese demonio que está dormido me mate mañana? –preguntó abriendo enormemente sus ojos. –Quédate todos los días que quieras, mi casa es tu casa y la cama de Volkova es tuya también. Rió mientras iba saliendo de la habitación. Pero volteó a ver a lena. –por favor, no vayas a violarla. –Comenzó a carcajearse contagiando a Masha. -Eso es algo que Volkova haría. –contestó la rubia.

-¡Já! No te confíes de esa roja e inocente cabellera. –dijo dima mirando a lena divertido. -¿qué estás queriendo decir, Bilan? –preguntó la pelirroja acercándose al castaño amenazadoramente. -Yo, que, tú. –balbuceó dima. –nada lenita, nada. – terminó diciendo. -¿quieres comer verduras por 10 días tú también? –preguntó la pelirroja. -¿quién comió eso? –preguntó Masha riendo al ver a su novio nervioso. -Volkova. –contestó dima. -¡Y sólo eran 5 días los recetados! –dijo histérico. -Vaya que eres todo un caso, pelirroja. –dijo Masha asombrada. Lena regresó hasta la puerta de la habitación. – Que tengas dulces sueños querido dima. –dijo dulce pero irónicamente la pelirroja. –Y tú también Masha duerme bien. -Ella es el diablo. –susurró dima. –Duerme bien cariño. –sonrió nerviosamente. -que descanses lena. Dijo Masha dándole un codazo al castaño. Lena rió y cerró tras ella la puerta, se apoyó en ella y contempló dormir a yulia mientras sonreía. Se acercó a la cama y acomodó a yulia del lado izquierdo. –Vaya, será un reto dormir aquí en esta pequeña cama. –dijo lena en un susurró. Quitó sus zapatos y se metió en la cama con mucho cuidado. Se acercó a la morena y besó su frente. – descansa amor. –se arropó y se dio la vuelta dándole la espalda a la morena, pero yulia se movió involuntariamente y abrazó a lena. –Vaya hasta inconsciente sabes lo que haces.

-uhmm, cállate dima, duérmete ya. –balbuceó la morena mientras apretaba más a su cuerpo a lena. La pelirroja ya no dijo nada, cerró sus ojos y con una sonrisa en su rostro se quedó profundamente dormida. Los primeros rayos del sol comenzaban a colarse levemente por la ventana de la habitación, a cualquiera no los hubiese molestado. Pero a alguien en particular fue una mala manera de despertarla. -Mierda la luz. –dijo adormitada y frotando sus ojos, puso su almohada sobre su cara para evitar el escaso sol. –Mierda mi cabeza. –dijo después de un rato, tiró la almohada al suelo y cuidadosamente se sentó en la cama frotando su cien. El movimiento de alguien a su lado la espantó. -¡Mierda! ¿Quién está ahí? –dijo en un grito y se tiró de su cama cayendo sentada en el suelo esperando respuesta de aquel individuo. -¿yulia? –dijo una voz adormitada. -¿yulia estás bien? –sonaba un poco más clara. Se sentó en la cama y buscó a la morena con la mirada. Encontrándola en el suelo. -¿qué haces ahí? – preguntó mientras se acomodaba para quedar frente a ella. -Yo, estaba, es que, me asusté cuando te moviste. –contestó yulia encogiéndose de hombros. –No recuerdo ¿cómo llegué aquí? -¿te tiraste de la cama? –Rió la pelirroja. –Dima te trajo aquí antes que te quedaras dormida sobre en mi allá en la cocina. ¿qué tal tu resaca? -Haciendo estragos en mí. –respondió luego de frotar sus ojos, luego se fijó en algo. -¿qué hago sin camisa? –preguntó asustada. -Katina ¿Me violaste? ¡Me violaste! –gritó lo que le produjo más dolor de cabeza. –Mierda la cabeza va a

estallarme, y tú me violaste. Violada y con resaca el primer día del año ¡Genial! –dijo poniéndose de pie y sentándose junto a lena en la cama. -¿al menos dejaste que llegara al…? -¡Volkova cállate! –gritó lena interrumpiendo. -No grites. –pidió la morena frunciendo el ceño. -No te he violado. –respondió lena. –Tú te quitaste la camisa ayer frente a todos en la sala y luego saliste corriendo y gritando “Soy libre” –se rió al recordar aquello. -Es una lástima que no abusaras de mí. –dijo yulia haciendo un puchero con una expresión triste. – ¡Porque yo no te dejaré salir viva de aquí! –dijo riendo antes de abalanzarse sobre la pelirroja a pesar de su terrible dolor de cabeza. Capítulo 36: Un nuevo cambio. -Estoy nerviosa ¿Sabes cómo me pongo cuando estoy nerviosa? ¡Cómo histérica! -deja de dar vueltas, le harás un hoyo al suelo, Volkova. -¡Es que no puedo! Desde el año nuevo, habían pasado ya unos cuantos días, el segundo mes de noviazgo había pasado también, esta vez fue más fácil y los nervios no estuvieron presentes para ninguna de las chicas. Ahora, en la segunda semana del mes de enero, yulia tenía que comenzar a ir a la universidad, estaba a un día de comenzar “el infierno” como ella lo había catalogado. -¿Y si no les caigo bien? ¡Me los madrearé a todos! –Estaba desesperada y nerviosa. Cuando iba a la escuela, la marginaban por ser tan

“extravagante” al momento de vestirse, aunque unos babeaban por ella, otros tantos la odiaban y buscaban la manera de hostigarla, fue entonces donde nació en ella el deseo por lastimarse para sentirse mejor y poder sobre llevar la situación. -Tranquila, nadie va a marginarte. –Dijo dima. Se quedó pensativo un momento. -¿Sabe cómo debes de NO actuar para que eso no pase? – preguntó. -¿Cómo? –dijo yulia. -¡Actúa como que has tenido sexo todo el día y has liberado tus hormonas felizmente! –comenzó a carcajearse al ver que yulia lo escuchaba atentamente y luego se cabreó. -Maldito pájaro loco. –se disponía a golpear a dima pero su celular sonó. –Te ha salvado la campana. –Dijo mientras miraba quien llamaba. –O más bien dicho, Te ha salvado Lena. -Recuérdame abrazarla cuando la mire. –contestó dima aliviado. -¿Aló? –dijo yulia sonriente. -¿Amor? ¡Yulia! –respondió feliz la pelirroja. ¿Cómo estás? ¿Ya le hiciste un hueco al suelo por estar caminando en círculos? –preguntó riendo. -¿Cómo sabes que…? -Intuición. –interrumpió lena riendo. –Y he acertado ¿Verdad? -En todo. –suspiró la morena. –Estoy nerviosa. -Lo sé. –contestó seria lena. -¿Qué te gustaría hacer para apaciguar esos nervios? –preguntó tranquilamente. -Un masaje! –dijo riendo.

-lo imaginé. –contestó lena. -¿Podrías ir a la puerta del apartamento, por favor? Hay algo afuera que necesita de tu atención. -¿De qué hablas? –preguntó extrañada yulia mientras caminaba hasta la puerta. -¡Abre Volkova! –gritó lena por el telefóno, y la morena abrió la puerta. -¡Aquí no hay nada! – respondió yulia. Pero antes que cerrara de nuevo la puerta, alguien la detuvo. -No digas que no hay nada sin antes ver a tu alrededor. –contestó lena sonriéndole a la morena. -¡LENA! –gritó tirando su celular y abalanzándose a la pelirroja. -No, soy papá Noel. –bromeó lena abrazando fuertemente a yulia. –Te eché de menos. -Pero pensé que estabas estudiando. –Dijo yulia. -Lo estaba, terminé antes de lo esperado y fui por unas cosas antes de hablarte. –se acercó a la morena y la besó mientras la acercaba más a ella. -¡Vaya! Ya hacen shows fuera de mi tranquilo apartamento. –apareció dima mientras reía. Las chicas terminaron aquel intenso beso. –Hola Dima. –dijo la pelirroja algo sonrojada. -Katina, cariño, pensé que no vendrías. –Sonrió el castaño. -¿Has venido a quitarle el estrés a Volkova? –preguntó pícaramente. –Puedo irme de aquí si quieren y volver en el año 2020 cuando el olor a sexo se haya ido del apartamento. –Rió fuertemente antes que la morena golpeara su estómago. -Cállate dima. –Rió yulia. -¿Entramos amor? –le

preguntó a la pelirroja, ella asintió. Los tres entraron al apartamento, pero la morena no se había fijado en un pequeño bolso que traía lena, dima si lo notó. -¿Qué traes ahí Lena? –preguntó curioso llamando la atención de yulia, entonces lo notó. -es para yulia. –contestó sonriendo. -¿Para mí? –preguntó yulia extrañada. -¿Son juguetes sexuales? ¿Verdad? Sabía que así liberaban la tensión ustedes dos. Aunque en Volkova no hace efecto ¿Acaso no encuentras su punto G? –preguntó antes de…-¡Volkova suéltame! No tires de mi cabello ¡Volkova! Era una broma ¡Auch! -Te salvaría, pero esta vez si te lo tienes ganado. – respondió la pelirroja observando el ataque de la morena hacia él. -Lena ayúdame ¡Contrólala por favor! –suplicaba el castaño. -Yo no la mando, es libre de hacer lo que quiera. – respondió la pelirroja encogiéndose de hombros. -¡Ya Volkova suéltame! –finalmente la morena le hizo caso, dejándolo completamente despeinado al castaño y con ciertos aruños en sus brazos. – Mierda, esto me dolerá toda la vida. –decía mientras frotaba el área lastimada. -No seas llorón. –Rió la morena. –Vaya esto me sirvió para distraerme y relajarme. -¿Entonces no necesitarás lo que traigo para ti en ese bolso? –preguntó la pelirroja observándola. -¿Sabes algo? Acabo de sentir que me desmayo

de solo verme dentro de ese salón mañana por la noche. –dijo dramáticamente la morena. -Mentirosa. –susurró dima. -¿Qué dijiste? –preguntó la morena mirándolo amenazadoramente. -Qué deberías ver lo que trae lenita para ti amiga. –contestó nervioso dima. –Yo me voy, iré a ver qué hago por ahí. –se puso de pie y camino hasta la puerta, antes de salir volteó a la chicas. –por favor no griten mucho, las paredes son muy delgadas y los vecinos van a quejarse y nunca he tenido… PROBLEMAS CON ELLOS. –gritó eso último porque la morena iba corriendo hacia él y el castaño mejor huyó escaleras abajo. -¡Marica! –le gritó yulia riendo. -¡Quien habla! –respondió dima mientras corría por las escaleras. La morena regresó al apartamento y cerró mientras reía, lena la esperaba de brazos cruzados. -¿Qué pasa? -Vamos a tu habitación. –contestó tranquilamente la pelirroja. -¿qué? –preguntó sorprendida yulia. -Lo que escuchaste! –respondió lena. –Apurate. Yulia ni lenta ni perezosa caminó hasta su habitación seguida de lena, ella cerró la puerta. -¿Y hoy? –preguntó pícaramente la ojiazul. -Quítate la camisa. –dijo lena. -Katina ¿A dónde quieres llegar con todo esto? Me has dado un susto en año nuevo ¿Terminarás lo

que no pudiste terminar con mi borrachera? – preguntó riendo, lena no se inmutó para nada. -Apúrate Volkova. –Exigió la pelirroja. -No suelo dejar que me manden en estas cosas. –dijo encogiéndose de hombros. –pero por ser tú, te lo permitiré. –Subió su camisa hasta deshacerse de ella, entonces lena le lanzó una toalla. -Tápate. –le dijo lena poniendo su bolso en la mesa y abriéndolo. –acuéstate en la cama bocabajo. -Pero lena… -Qué lo hagas.- interrumpió la pelirroja. –Ah y quítate el pantalón y cúbrete con esa toalla.entonces yulia obedeció aún extrañada por todo aquello. En su mente se preguntaba a qué se debía todo aquello “Quizá se tomó en serio lo de “Ven a darme por el c*lo Katina” de seguro eso es”. Ese y otros pensamientos locos pasaban por la cabeza de la pelinegra. Repentinamente sintió un líquido correr por su espalda haciéndola espantarse. ¿¡Qué es eso!? –trató de voltearse pero la mano de lena la detuvo. -Si te volteas derramarás en la cama el aceite. – contestó lena riendo al ver lo eriza que se puso la piel de la morena. -¿Estabas nerviosa, no? Parece que te has puesto peor. -¡Katina! ¿Qué me estás haciendo? –intentaba voltearse pero lena seguía impidiéndolo. -Deja de moverte, ya te dije. –Respondió la pelirroja. –Te daré un masaje ¿Qué tan malo puede ser eso? –preguntó riendo. –Ni que fuera a violarte por la espalda. -Pues quien sabe. –Contestó encogiéndose de hombros la morena y relajando por completo su

cuerpo. –No deberías…. -Cállate. –interrumpió lena. –Sé cómo te sientes. – Comenzó a regar el oloroso líquido por toda la espalda de yulia con sus manos. –A mí me pasó lo mismo. –comentó. -¿Y qué pasó? –preguntó yulia cerrando sus ojos y relajándose aún más. -Nada nuevo, ya sabes como soy de apartada. – Sonrió. –Es mejor ser así ¡No te digo que tú lo seas! –Aclaró. –pero te acostumbrarás, y así como tú eres de sociable ¡De seguro te amarán! Y entonces tendré que ir a romper huesos, incluyendo los tuyos por supuesto. –dijo riendo. La morena sólo tragó saliva. -No iré a hacer nada malo. –contestó la morena mientras lena masajeaba sus hombros. -Vaya que estás tensa. –Bromeó al sentir los nudos que tenía en su cuello. –Yo confío en ti ¿A caso no lo sabes?. –preguntó haciéndose la indignada. -Claro que sí amor. –respondió rápidamente la morena. -Bueno, ahora cállate y déjame hacer mi trabajo. Continuó masajeando el cuerpo de yulia muy delicadamente, aunque por su mente pasaban miles de escenas asquerosas de películas de terror, eso lo hizo para distraerse y no perder el control y abalanzarse a yulia ya que era la primera vez desde la cabaña que volvía a tocar un poco más de su anatomía. Al terminar el masaje, yulia se quedó dormida. Así que lena salió a limpiarse las manos, dima iba llegando.

-¿Y el demonio? –preguntó riendo. -Cállate, está dormida. –Respondió riendo también. -¡Vaya! ¿la dejaste agotada? –preguntó mientras abría cuidadosamente la habitación de la morena. Y la observó. -¡Válgame Dios! Al menos la cubriste con una toalla. –Comenzó a carcajearse y lena corrió hasta donde él y cerró la puerta. -No hemos hecho nada. –Respondió golpeando el brazo del castaño. –Sólo le hice un masaje. -¿Cuántas veces me han dicho eso y nunca les he creído pero finjo que sí? –preguntó el castaño alzando su ceja. –Esta vez no será la excepción. – se encogió de hombros y caminó hasta la cocina. ¿Deseas algo de comer? Capítulo 37: Primer día, primer sorpresa. -¿Señorita… -Volkova, me llamo Yulia Volkova. -Señorita Volkova, viene tarde. Espero tenga una buena excusa para ello. -Disculpe, había tráfico y salí un poco tarde del trabajo ¿Podría pasar? –preguntó apenada la morena. -Me ha encontrado de buenas. –Respondió la ronca voz masculina. –Pase y busque asiento. -Gracias. –la morena sonrió tímidamente y buscó con la mirada un asiento, encontrándolo hasta el final del salón, caminó hasta ahí seguida por todas las miradas de los presentes. Más incomodidad para ella. Se sentó y suspiró. -Cómo les decía, este será un fuerte semestre, la mitad de ustedes no estarán aquí para el segundo,

eso pasa siempre… -Hola. –susurró una voz a espaldas de yulia, sacándola de sus pensamientos. Volteó y le sonrió a quién le hablaba. –Hola. – contestó tímidamente. -Me llamo Anatoli. –Sonrió el ojiverde. -¿Y tú? -Me llamo Yulia. –contestó la morena en un susurro. -Bien yulia, has venido tarde y ese anciano te dejó pasar, eso quiere decir que le caíste bien. –Rió el rubio. –Me aliaré a ti. -¡Joven Volkov! Lo veo entretenido con la Señorita yulia –interrumpió el profesor. -¿Le interesaría contarnos a la clase su conversación? Así nos entretenemos todos. Yulia se quedó helada al escuchar el apellido del chico que no se movió de la posición en la que estaba. -Lo siento mucho licenciado Serkin. No volverá a pasar. –Respondió Anatoli. –Yulia voltéate. –le susurró a la morena quien seguía sin mover un músculo. -¡Yulia! –subió un poco más la voz el rubio haciendo reaccionar a la morena. -Sí ¿Qué pasa? –preguntó desconcertada la morena. -¿Qué tienes? Voltéate, el licenciado nos ve. – Susurró nuevamente, la morena se volteó disque “escuchando” la clase, pero realmente estaba en otro mundo. Mientras tanto habían dos personas muriendo de nervios.

-Pásame más chocolate por favor. –Pidió lena. -Katina, te has tomado 5 tazas de chocolate ¿podrías calmarte? Siento que saldrás corriendo de aquí como una desquiciada. –contestó dima. -Tú cállate que estás comiendo zanahorias desde hace una hora ¡Una hora! –contestó exaltada la pelirroja. -Es que están buenas. –dijo mientras mordía un trozo. -Dima, a ti no te gustan las verduras. –Respondió lena mirándolo seriamente. -Ya, está bueno ¿Sí? Estoy nervioso por Volkova ¿De acuerdo? –admitió el castaño. -¿Crees que esté bien? -¡Tiene qué! Claro que no va a ningún matadero. – bromeó la pecosa. -¿Verdad? -¡No claro que no! Es la universidad, nada del otro mundo. –Contestó dima riendo. -me preocupa ¿Cómo regresará? –dijo lena un poco nerviosa. –Saldrá tarde ¿Verdad? -Un poco, dijo que vendría en taxi. –Se encogió de hombros mientras seguía comiendo su zanahoria. -¿Qué horas son? –preguntó la pelirroja. -Las 7pm ¿Por qué? –dijo dima. -Le llamaré, le preguntaré como hará para venirse, si no iré por ella. –dijo parándose a buscar su celular lena. -Claro katina, ¿En qué irás a traerla? ¿En la alfombra que ha sufrido su adulterio? No creo que tenga combustible. –bromeó un poco el castaño.

-Cállate Dima. –Marcó el número que tanto se podía y esperó a que diera tono… Mientras tanto… -Y dime Yulia ¿Qué te trae a estudiar a estas horas? –preguntó Anatoli caminando por el pasillo con la morena al lado que no había dicho ni una palabra desde la clase. El rubio se extrañó al escucharla tan callada. -¿Eres tan tímida? -rió. -Tu apellido. –Dijo fugazmente yulia. -¿Qué tiene? –preguntó confundido Anatoli. -Es Volkov. –Miró al ojiverde. -Sí, por desgracia, pero ¿Qué tiene de malo? – Sonrió frunciendo el ceño. Yulia pensó un momento antes de decir algo fuera de lugar “Debe ser coincidencia” pensó, relajándose un poco. –Es un lindo apellido. -¡Ja! ¿Tanto drama para decirme eso? –se carcajeó el rubio. –Me agradas, yulia. -Y tú a mí Anatoli. –Sonrió la morena. En eso su celular comenzó a sonar, lo sacó de su bolsillo y miró quien era. –Discúlpame, debo atender. -Adelante. –aceptó el rubio. -aquí te espero. –Se fue hasta la pared y se apoyó en ella, yulia contestó. -¿Aló? –dijo la morena. –Hola amor. -¡DIMA, YULIA ESTÁ VIVA! –se escuchó un grito de la pelirroja. -¿Qué? –dijo confundida la ojiazul mientras reía. ¿De qué hablas?

-Volkova! Me has tenido con el Jesús en la boca! ¿Qué tal estás? –preguntó la pelirroja suspirando. -¿Todo bien por ahí? -Amor, tranquila, estoy bien. –Respondió la morena tranquilizando a lena. –Llegaré más tarde ¿Dónde estás tú? -En el apartamento. –Respondió lena. –Dima fue por mí, dijo que no le gustaba estar solo aquí. -Es un chiquillo. –Rió la morena. -Lo es. –Dijo lena. -¿En qué te regresarás amor? -En taxi mi vida. –respondió la pelinegra. -¿Es seguro? Si quieres podemos ir por ti, sabes que no es problema. –dijo rápidamente la pelirroja. -Tranquila amor, es alguien que ya conoces, es Iván. –contestó yulia. -oh ¿Tú admirador? ¡Señorita Volkova! –recordó Lena. –Espero no aproveche que vas sola y… -Es gay. –interrumpió la morena riendo. -…y eso es lo que quería decir, no querrá llevarte de compras por maquillaje, vestidos y esas cosas ¡A ti no te gusta andar en eso! –dijo lena por demás apenada, por suerte yulia no podía verla. Yulia se carcajeó al escuchar aquel discurso que dijo la pelirroja. –Eres demasiado celosa ¿Lo sabes? -perdón es que pensé que estaba coqueteando contigo ese día. –admitió la pelirroja. –Te amo. – dijo tiernamente. -¡Yulia! Ya nos toca clase ¡Vámonos! –escuchó

lena del otro lado de la línea. -Ya voy! –contestó yulia. –Amor, es un amigo, nuevo, bueno, luego te cuento ¿Sí? Debo irme, te amo mi vida. –Dijo yulia tiernamente. -Está bien. Cuídate –terminaron de hablar y yulia se fue con Anatoli. -¿Y bien? –dijo dima. -Está bien. –contestó aliviada la pelirroja sentándose al lado de dima. -¿Y hoy qué hacemos? -¿Sabes? El cumpleaños de yulia es dentro de ¿Un mes? –dudó el castaño. -Sí. –confirmó lena. -¿Qué pasa? -Tengo una idea, para su regalo, pero necesitaré tu ayuda, demasiada ayuda tuya. –Dijo acomodándose en el sofá. -Pues dime, creo que tenemos mucho tiempo para hablar. –Respondió lena riendo. -Bien. Sé que me apoyarás. –Rió dima. –Te cuento. El castaño comenzó a contarle lo que quería regalarle a yulia para su cumpleaños. Tenían que hablar de algo si no se podrirían de aburrimiento. Yulia parecía haberse hecho rápidamente amiga de Anatoli, pero había alguien a quien no le agradaba para nada aquella amistad. Yulia lo notó. En esta clase ambos se sentaron uno al lado del otro. Era la clase de Economía I -Esa chica me odia. –Susurró yulia a Anatoli. -¿Quién? –preguntó extrañado, yulia señaló

disimuladamente a la chica. –Oh, ella. -¿La conoces? -Algo así, sonaré fanfarrón, pero creo que le gusto. –dijo encogiéndose de hombros. -¿lo crees? –preguntó sarcásticamente. -¡Lo hace! ¡Le gustas y por eso me odia a mí! –rió. -Jóvenes de allá atrás ¿Quieren estar en la clase o desean que los deje salir para que puedan continuar con la plática felizmente? –preguntó el licenciado. -La segunda en la noche. –susurró yulia sentándose bien. -Cállate yulia. –Bromeó el rubio. La clase pasó normal, por momentos yulia se concentraba y no entendía un carajo, en cambio Anatoli sí, lo vio como una salvación en aquel momento. Pasada las 9pm las clases terminaron. Puntual estaba Iván en la entrada esperando a la morena. -¡Dios! Será difícil entender todo eso que explicó ese Señor. –dijo yulia suspirando cansada. –estoy muerta. -Sí bueno, yo entendí, si quieres te explico mañana. –sonrió el ojiverde. --¿En qué te irás? – preguntó caminando fuera de la universidad. -En taxi. –respondió yulia. –Me salvarás si me explicas en ruso lo que dijo ese señor en mandarín. –Rió y caminaron hasta donde estaba Iván estacionado. Pararon frente al taxi. –Bueno, entonces mañana te daré la clase traducida. –Rió el rubio. -¿Puedes

en la tarde? -Sólo la hora del almuerzo, por mi trabajo. –Se encogió de hombros. -¡Vaya! Y yo que pensé que eras igual que yo de flojo que no le gusta levantarse temprano. –Rió. -Lo soy. –admitió yulia. –pero las necesidad lo obligan a uno a trabajar. –dijo riendo también. -Sí, creo. Bueno ¿Dónde debo ir al medio día? – preguntó Anatoli. -Ve al café que está en el centro se llama “Smirnov’s Café” ¿Lo conoces? -Oh sí. –respondió rápidamente. –he ido un par de veces allí, entonces nos veremos. -perfecto. –sonrió la morena, Anatoli se acercó a ella y besó su mejilla. -Nos vemos Yulia. –se despidió agitando su mano el rubio mientras caminaba hacia el estacionamiento. -¿Nos Vamos señorita Volkova? –preguntó Amablemente Iván sacando de sus pensamientos a yulia. -Sí claro, vámonos. –Contestó yulia. Le echó una última mirada a Anatoli y subió al taxi. Capítulo 38: ¿Quién es él? Al día siguiente yulia moría por ver a lena en el almuerzo, pero tenía que estudiar ¡La primera clase y no había entendido un carajo! Bien Volkova! -Amor ¿Tranquila sí? Yo entiendo que debes estudiar. –Decía la pelirroja tomando su café.

-¡Pero es que yo quería estar contigo! ¡Una hora al menos! –dijo yulia haciendo un puchero. -No hagas eso! –exigió lena. -¿por qué? –preguntó yulia alzando una ceja. –Te dan ganas de besarme ¿Verdad? –preguntó coquetamente esta vez. -Nunca conseguirás nada de mí en ese modo. – Advirtió la pelirroja. -Ya lo sé. –sonrió yulia encogiéndose de hombros. -Entonces ¿Quién es el tipo con el que vas a estudiar? –preguntó curiosa lena. -Se llama Anatoli. –Contestó yulia. –Es un buen chico. -Que ofreció ayudarte con sólo unas cuantas horas de conocerte. –dijo la pecosa muy seria. -Vamos Lena ¿Estás celosa tan rápido? –preguntó riendo la morena. –Es solo un buen amigo, pero, hay algo en él. –dijo un tanto pensativa. -¿El qué? –preguntó lena. Yulia pensó bien si decirle sobre el apellido de Anatoli, supuso que le diría que estaba loca o sólo era una rara coincidencia, así que mejor decidió no decir nada respecto a eso. –Es que parece gay. – Rió la morena. –Se arregla mejor su cabello que yo. -Volkova es que hay personas que conocemos lo que es un peine. –Bromeó lena, aunque no creyó del todo que esa fuera la razón por la cual el chico le pareciera extraño a yulia, pero no dijo nada más. –Deberías estar trabajando y no aquí sentada conmigo haciendo nada.

-¿Me estás corriendo? –preguntó indignada yulia. -No, amor, claro que no. –respondió rápidamente la pelirroja. –Es sólo que no quiero que te regañen, suficiente tienes con mis regaños. -Eso es cierto. –Afirmó con su cabeza mientras reía. –pero Masha está cubriéndome por ahora, así que puedo estar contigo mientras tanto. -Dios extrañaré pasar contigo todo el tiempo. –hizo un tierno puchero la pelirroja. -Lo sé amor. –tomó las manos de lena y las apretó. –Pero sabes que esto es muy necesario, para ambas. –Sonrió débilmente mientras miraba los ojos verde-grisáceos de la pelirroja. Lena suspiró. –Eso lo sé. Sólo espero que los meses pasen lo más rápido posible. -¡Así será! –contestó alegremente la morena. – Cuando vengas a sentir, estarás a un mes de tu cumpleaños ¡Será perfecto! -mientras tanto hay que esperar. –dijo la pelirroja haciendo una mueca con su boca. A yulia le causó gracia. -No hagas eso. –Dijo riendo. –Olvidaré que estamos aquí y te besaré. –tapó su cara con sus manos mientras negaba. -¿Y por qué no lo haces? –dijo mirando pícaramente a yulia. –No hay mucha gente por acá…-y no dijo nada más porque yulia se lanzó sobre ella robándole un corto beso. –Vaya, no pierdes tiempo Volkova. –Rió. -Contigo hay que aprovechar estos pequeños momentos. –Rió la morena. Alguien los observaba con mucho odio desde

lejos, tanto que tiró al suelo su café. –Maldita lesbiana. –susurró para sus adentros, decidió dejar de ver esa escena y mejor se fue del lugar. -Volkova ya es hora. –gritó Masha desde la barra. – Lo siento Len. –dijo entre dientes. -Ya voy Ivanova. –Contestó la morena mientras suspiraba. –Bueno, parece que nuestros 5 minutos de gloria han terminado. –Se puso de pie junto con la pelirroja. -Sí, así parece. –abrazó a la morena muy fuertemente. –Te amo yul. La morena sonrió y comenzó a acariciar los rizos de lena. –Y yo a ti. –Contestó antes de depositar un beso en su frente. –Te estaré hablando, enviando mensajes de texto, señales de humo ¡Lo que sea! Pero no te salvarás así por así de mí. – Bromeó. –Pegaré mi celular en mis manos. -Lo cual no sería ninguna novedad, Volkova – Respondió lena riendo. -¡Volkova! –se escuchó de nuevo a Masha. -Demonios, dima no le ha dado amor este fin de semana por lo visto. –Dijo riendo la morena, contagiando a lena. -Me voy, te grita una vez más y seguro la mato. – rió lena. Se acercó a la mejilla de yulia pero se desvió un poco dejando un beso muy cerca de sus labios. –Nos vemos luego amor. –Sonrió tiernamente. -¡Katina eres un pilla! –Contestó yulia jalando uno de los rizos de lena. -Oye, no te metas con mi cabello. –protestó la pecosa.

-Huy perdón señorita rizos de oro! –Se carcajeó la morena recibiendo un golpe en su brazo. –Auch! Eso duele. –dijo frotando su brazo. –Eres una violenta. Tú también necesitas liberar tus hormonas Katina, yo puedo ayud…¡No Lena! ¡Suéltame! ¡Mi oreja! ¡LENA! –chilló tratando de zafarse. -¿Qué decías, amor? –le preguntó en un susurro. Se escucharon unas risas y era Masha y los demás empleados viendo aquella escena. -¡Ya! ¡Suéltame! Estaba bromeando. –logró soltarse de lena y frunció el ceño. –Esto me dolerá toda mi vida. -Bien, así no me olvidarás nunca. –sonrió triunfante la pelirroja. Le lanzó un beso y comenzó a caminar fuera de la cafetería. –Adiós Volkova. – gritó desde la cera antes de desaparecerse. -Esta mujer va a matarme muy pronto. –Susurró la morena mientras reía y miraba a la calle. -Vaya Volkova. Esto a sido lo más gracioso que he visto. –Rió Masha a espaldas de la morena. -Cállate Ivanova. –dijo yulia volteando a verla. –Tú estás igual que ella con Dima ¡Sufrimos con ustedes! -¡Ustedes nos provocan! –contestó la rubia riendo. –Ya mucha charla, tenemos un trabajo que perderemos si no hacemos nada. –Tomó del brazo a yulia y la arrastró, casi, a la barra. -Pensé que me libraría del maltrato cuando lena se fue de aquí. –dio la morena riendo al ver la acción de masha. La mañana pasó sin mayor novedad, Anatoli llegó puntual y sonriente a la hora del almuerzo para ayudarle a yulia con la clase. Fueron a comer al

centro comercial. Por otro lado lena y dima fueron a comer solos, ambos comprendían que yulia tenía cosas que hacer y por eso no podría acompañarlos. -La extraño. –dijo dima en un suspiro, mientras jugaba con los hielos en su soda. -Y yo también. –respondió lena antes de comer un poco de su ensalada. –hoy seremos solos dos por el momento. -Es sorprendente lo que hace ¿sabes? –dijo dima sonriendo. –En años atrás nunca me hubiese imaginado que ella tomara responsabilidades de la noche a la mañana. Cumplirá con todo lo que te ha prometido ¡Lo sé! Aunque tenga que morir en el intento, ella lo hará. -No hables así Dima. –regañó la pelirroja. -sólo es algo metafórico, no te lo tomes a mal pecosa. –Rió dima. -ahora entiendo por qué Volkova te pasa golpeando cada vez que tiene una oportunidad. –Rió. –Hablé con mi papá con respecto al regalo de yulia. – Sonrió. -¿Sí? ¿y qué te dijo? De seguro pensó que estoy loco ¿verdad? –preguntaba el castaño. -Cállate y escúchame. –Dijo riendo la pelirroja. Mientras tanto… -¿Eso fue todo el enredo que dijo ayer ese hombre? –preguntó yulia rascando su nuca. -¡Sí! Eso es todo ¿Fácil verdad? –Rió el rubio. -La verdad que sí, quizá debería dejar de ir y tú

me explicas esta cosa. –Bromeó yulia. –Gracias Anatoli, en serio ¡Me has salvado la primera clase de 5 años! -Tranquila Yulia, yo entendí esto en la primera clase. –Rió Anatoli. -¿En la primera? –preguntó confundida la morena. -Sí, es la segunda vez que escucho la misma clase. –Se carcajeó el ojiverde. –El semestre pasado pretendí estudiar en el horario matutino ¡Fracasé! Sólo llegué los primeros 5 días y comencé a quedarme dormido. –seguía riendo. –entonces preferí estudiar de noche, estoy más activo a esta hora y ¡Veme aquí! –sonrió ampliamente. -Vaya, eres todo un caso. –Dijo riendo yulia. – Anatoli ¿qué edad tienes? –preguntó curiosa. -Tengo 21. –contestó encogiéndose de hombros. ¿Y tú? – -Yo tengo 18. –respondió. -¡Vaya! ¿Tan pequeña y ya tienes obligaciones? ¿Es que acaso tienes hijos por error? –bromeó el rubio mientras reía. -No, nada de eso. –Rió. –La vida me ha empujado a eso. No todo es color de rosa. –Sonrió al recordar a su pelirroja. –Pero lo bueno es que siempre hay recompensa al final de todo, y un buen motivo para luchar. -Eso es cierto. –Dijo serio. –peor cuando has tenido que criarte en un mal ambiente. -¿por qué lo dices? –preguntó la morena. -Mi padre. –Dijo mirándola. –Él maltrató a mi madre y a mí hasta que tuve como ¿7 años? –en

su tono de voz se notaba una furia que asustó a yulia. –Es una basura de ser humano. -Lo siento mucho. –logró decir la morena un poco apenada. –Si no deseas hablar de eso, no tienes que hacerlo. -Está bien. –dijo el rubio tratando de sonreír. – Contigo siento confianza de hablar, lo sé suena descabellado. –Rió levemente. Yulia sonrió. –Al menos, aguantaste menos tiempo que yo. -¿Qué? –preguntó frunciendo el ceño. -Mi padre solía hacer lo mismo, hasta el año pasado. Capítulo 39: Nuestro día libre. -Amor ¿qué hacemos viendo una película romántica? Me estoy durmiendo. -¿No te gusta el diario de Noah? –preguntó riendo. –Es una linda película ¡Y deberás verla! Quieras o no. -Ya qué. –se encogió de hombros. -¿Me das más palomitas? -¿No quieres mejor más besos? -Eso suena mucho más delicioso. –Respondió pícaramente. Y comenzaron con una de sus miles de sesiones de besos que solían tener las chicas. Ya era domingo ¡Al fin! Lena y yulia podrían pasar toda la tarde juntas sin interrupciones, había sido una semana muy dura para amas, yulia con la universidad llegaba más dormida que despierta por la noche, aunque no dejaba de mensajear con la pelirroja, a mitad de clase y el los

cambios de ellas. -Dejen de pervertir mi sofá. –salió dima diciendo de su habitación adormitado, se dirigió al baño. -¡Si supieras lo que acabamos de hacer! Si hubieses salido 10 minutos antes nos encuentras en plena ac..¡Auch! lena! ¿De nuevo? –gritó la morena. -no preguntaré nada, y haré que fue un mal sueño todo lo que acabas de decir. –contestó el castaño antes de encerrarse en el baño. -Vas a traumarlo si sigues diciéndole esas mentiras. –Regañó lena. -Es una broma ¡No es para que me maltrates tan fuertemente! –gruñó yulia. -Eres una llorona ¿Sabes? Ni te golpeé tan fuerte. -¿Ah sí? creo que me dejarás marcas de por vida en mi cuerpo. –Rió. -¡Mejor! –Bromeó la pelirroja. Las risas pararon y siguieron viendo la película, aunque en realidad yulia pensaba en otra cosa, luego de un rato de silencio habló. –Oye len. -¿Sí? –preguntó lena sin despegar su vista de la tele. -¿Por qué no horneamos galletas? –dijo sonriendo. Eso fue lo único que se le ocurrió para que dejaran de ver esa “espantosa” película. -¿Qué dices? – preguntó nuevamente. -Volkova, ninguna de las dos puede hornear. ¡Con suerte hacemos las palomitas en el microondas! – Se echó a reír lena.

-Podemos aprender. –Se encogió de hombros la pelinegra. –Anda, ¡Hemos puesto el árbol de navidad con un tutorial! No perderemos nada. -Estamos en el tercer piso. –pensó la pelirroja. –Si quemamos la cocina, tirarnos de la ventana y caer en la calle, nos mata o si tenemos suerte, sólo serán fracturas. –Rascó su nuca y miró a la morena quien tenía ese brillo especial en sus ojos que siempre salía a relucir cuando estaba feliz. No tuvo más opción que aceptar. –Está bien. –dijo finalmente. –pero no tenemos nada para hacerlas. -Lo sé. –Contestó yulia poniéndose de pie. –Iremos al supermercado. ¡Vámonos! – haló del brazo a lena haciéndola levantar de un golpe del sofá y caminó hasta la puerta. -Yulia, suéltame no iré sin zapatos a la calle. –dijo riendo la pelirroja zafándose del fuerte agarre de la morena. -ah, es cierto. –dijo un tanto apenada, luego recordó algo. –Demonios ¿Dónde está mi cartera? –preguntó mientras buscaba con la vista por la sala. -¿Dima? -No lo sé ¿En tu bolso? –dijo lena mientras terminaba de ponerse sus zapatos. –Pregúntale a dima. -¡Cierto! –dijo riendo mientras iba a la habitación y buscaba en su bolso. Sin tener éxito. –No está aquí. –gritó. -¿Qué buscas cariño? –preguntó dima desde la cocina. -Mi cartera ¿La has visto? -Volkova tú no pierdes la virginidad porque… espero, eso ya está perdido. –contestó

encogiéndose de hombros y preparándose para el seguro golpe de la morena. Pero eso no ocurrió. -¡Dima! –regañó la pelirroja. -No te golpearé. –dijo la ojiazul mirándolo seriamente. –Pero me tendrás que dar tu billetera si quieres seguir con vida para mañana. -¿Ahora extorsionas? –preguntó riendo el castaño, yulia no se inmutó entonces se dio cuenta que hablaba en serio. Sacó su billetera de su pantalón y se la entregó a lena. –Está bien, pero Katina se encargará de ella. -¡Oh vamos dima! Como si tuvieses miles de rublos ahí dentro. –Se carcajeó la morena. – Entonces ¿Nos vamos Len? -Claro amor. –Respondió lena. –Tranquilo, no gastaremos mucho. Yo me encargo. –le dio a dima, él sólo asintió. Salieron del apartamento, sin tomarse la mano, claro. Yulia Quería caminar así que no tomarían el autobús, “total estamos muy cerca del supermercado” dijo yulia mientras reía. A lena no le agradaba tanto caminar pero ¡Iba su novia! Así que no le quedó más remedio que ir. Luego de caminar por 15 minutos finalmente llegaron al supermercado más cerca del apartamento. -te dije que no nos estaríamos mucho tiempo. – dijo yulia abrazando a la pecosa. –Eres una llorona. -Cállate Volkova, casi me has traído corriendo hasta acá. –entraron al lugar y el fresco viento del aire acondicionado las recibió. –Y bien. –dijo la pelirroja mirando el lugar.

-A comprar se ha dicho. –contestó yulia. -Volkova ¡Hemos venido hasta acá y no sabes qué carajos comprar! –dijo exaltada la pelirroja, yulia reía. –deja de reírte. -Deberías verte la cara. –decía entre risas la morena. –Estás como “Venía a robar un banco, y he olvidado la maldita pistola” –seguía riendo. -últimamente tus teorías no tienen sentido. –Dijo seria lena. -Igual que venir aquí y no tener idea que comprar. –Bromeó yulia. –Hay que preguntarle a la sabiduría. –Dijo mientras tomaba la mano de lena y comenzaba a caminar entre los pasillos. -¿Sabiduría? –preguntó lena riendo. -¡Aquí no hay internet Volkova! –respondió mientras seguía riendo. -Lo sé, por eso preguntaremos a alguien más viejo que el internet, y más sabio. –contestó yulia, pasaron por tres pasillos hasta que finalmente encontraron a su víctima. –Te presento a nuestra fuente de sabiduría. La pelirroja se echó a reír al ver a la persona. -¿En serio? –dijo entre risas. -¿por qué no? –preguntó la morena. –Diremos que somos extranjeras, más bien, Tú, yo le diré que soy de aquí pero vivo en américa y es primera vez visito el lugar. –Se encogió de hombros. –Sólo actua normal –Sonrió. -¿Vamos? -Volkova eso no te lo creería ni el perro. –Contestó lena. –pero está bien. –“no sé porque siempre le hago caso” pensaba la pelirroja. Caminaron hasta la anciana que estaba leyendo, por lo visto, las instrucciones de una caja para

hacer algún postre. Yulia interrumpió su lectura. – Disculpe. –dijo inocentemente. La señora la miró. -¿Sí? –contestó extrañada la anciana. -Hola, perdón, mi amiga…-Señaló a lena. -Prrriviet. –Contestó torpemente la pelirroja regalándole una dulce sonrisa. Yulia aguantó las ganas de reírse. -Ella es extranjera. –continuó hablando bajo la atenta mirada de la señora. –Yo soy rusa, pero no vivo aquí. -Aja. –dijo la anciana. -¿podría ayudarnos? Queremos hacer galletas, pero no sé cuáles serían los ingredientes que debo comprar, ya sabe, las cosas rusas no son como las americanas. –Se encogió de hombros mientras rascaba su nuca. -¿Nos ayudaría? Se lo agradeceré mucho. -Da. –Dijo lena. La anciana la miró frunciendo el ceño. -Americanos. –dijo en un suspiro la mujer. –Está bien, vengan. –y comenzó a caminar a través del pasillo, lena y yulia iban detrás de ella. -¿prrriviet? Sonaste como rusa retrasada. –le susurró la morena a lena en el oído, y comenzó a reír. –Te dije que actuaras normal. No quisiera imaginarme si te hubiese dicho actúa como desquiciada. -Yo estudio psicología, no actuación Volkova. – respondió lena haciéndose la indignada. –pero bueno, has logrado lo que queríamos ¿No? -Claro que sí. –Respondió feliz la morena.

-Jovencita, venga. –llamó la señora a yulia. Ella asintió. -Stay here. –le dijo a lena antes de irse, la pelirroja sólo negó con la cabeza mientras reía. -¿Sí? – preguntó cuándo estuvo al lado de la anciana. -Debes comprar esta caja de harina ¡Es la mejor! Te quedarán deliciosas. –Sonrió. –Y también estas chispas de chocolate, ahora iremos por los huevos, la manteca, la leche, la azúcar, y lo demás que falta. Yulia tomó las cosas y la anciana comenzó a caminar nuevamente a otro pasillo. Lena iba sin decir una palabra, pues para la señora ella no podía hablar ruso. La anciana terminó de conseguir los ingredientes para las chicas. Finalizó con la leche. –Y bien. Esto es todo. –Sonrió la mujer. -Muchísimas gracias, le agradezco la paciencia con nosotras señora. Es usted muy amable –Dijo cortésmente yulia mientras sonreía. Miró a lena y le dijo. –Say “spasiba”. Lena le lanzó una mirada asesina a la morena, luego miró dulcemente a la anciana. –Spasiba. – dijo finalmente la pelirroja con su mejor sonrisa. La mujer le sonrió y asintió. –Un gusto, cuídense. – le dijo a yulia antes de irse de ahí. -“Say spasiba” –dijo lena imitando el tono de yulia una vez que estuvieron sola. –tan graciosa. La morena se moría de la risa al ver la cara de indignación de lena. –Te ha quedado muy bien el papel de extranjera ¿por qué no estudias actuación en vez de psicología? ¡Esa es tu profesión! – sugirió mientras seguía riendo.

-Cállate. –Dijo la pecosa. –Vamos a pagar todo eso, tenemos que ir a prepararlas ¡Quizá se me ocurra meterte al horno! Ya que los hornos americanos y los rusos son distintos. –seguía imitando el tono de voz de yulia mientras caminaban hasta la caja. -Esto ha sido lo más divertido que hemos hecho. –reía la morena mientras seguía a lena.

Capítulo 40: Los preparativos de la fiesta. -¿Te gusta ese? -Es muy grande ¿No crees? Lo digo por el tamaño de yulia…..¡No me pegues! ¡Sólo bromeo! Los días pasaron y ¡El cumpleaños de yulia se acercaba! Como buenas personas puntuales que eran lena y dima, dos días antes fueron a comprar el regalo que le darían. -¿Qué tal ese rojo? –preguntó lena. -¿Sólo por qué tú eres pelirroja quieres que ella cargue eso? –Rió dima. -Cállate tarado. –dijo lena desanimada. -¡No encontraremos el indicado! -Esto es frustrante, ¿por qué no mejor le damos un osito de peluche? Digo, sale más fácil ¡No vayas a golpearme! –sentenció antes que lena lo hiciera. –Cielos, ustedes dos se han vuelto más violentas.

-Enserio cállate dima. –Dijo lena suspirando, cerró sus ojos un milisegundo mientras caminaban los abrió se encontró con una maravilla, paró en seco y dima también. Se miraron mutuamente mientras sonreían. -¡Ese es! –gritaron felices mientras reían y se abrazaban, la gente los miraba divertido. -¿les puedo ayudar en algo? –preguntó una voz amablemente interrumpiendo la alegría de los chicos. -Sí, por supuesto. –respondió lena sonriendo. Se fueron a hablar con el hombre dentro de la tienda…Finalmente habían encontrado el regalo perfecto. Mientras tanto en el trabajo de yulia… -¡Volkova! –gritó Masha. -¿Qué pasa? –preguntó yulia terminando de limpiar una mesa. -Tranquila. –rió la rubia. -¿qué tal la universidad? -Todo bien. –Sonrió la morena. –Es agotador, salir de aquí y correr hasta allá y de allá al apartamento, creo que dentro de unos meses pareceré zombie o algo así. – Bromeó. -lo sé. Paso por lo mismo. –dijo la rubia. –pero luego te acostumbras. -Sí, eso espero. –Suspiró yulia. -Oye ¿Y el chico que ha estado viendo un par de veces? –preguntó curiosa Masha. -¿Anatoli? –preguntó yulia, Masha asintió. –Es un compañero de clase, me ha ayudado con unas cosas que ¡No entiendo un carajo! –Rió. –Es un buen chico. -¿No querrá conquistarte? –pregunto alzando una ceja. -¡No! –respondió rápidamente yulia. –O bueno no sé, de igual forma se llevará un trago amargo si eso es lo que quiere. –Dijo encogiéndose de hombros. -Sí bueno, eso sí. –Dijo pensativa, yulia lo notó.

-¿Pasa algo más? -Es que…-Rió antes de seguir hablando. –Hay algo en él que, no lo sé, me recuerda a ti. –Se carcajeó al ver la cara de espanto que puso yulia. –Quizá ya estoy loca, no me hagas caso. –Despeinó a la morena y se fue rápidamente de ahí sin dejar que yulia dijera algo más. -¡Ivanova! ¡Ven para acá! –gritaba yulia mientras seguía a la rubia. Mientras tanto… -¡Fue la mejor compra que hemos hecho! –dijo dima emocionado. -Lo sé, de seguro va a fascinarle. –Respondió lena de la misma manera. -¡Primero nos va a madrear salvajemente! ¡Lo sé! –dijo el castaño riendo. -Es probable, pero luego terminará aceptándolo. Déjamelo eso a mí. -Huy sí. –dijo sarcásticamente dima. –Bueno, ¿Y ahora? -Debemos ir a mi casa. -¿Tus padres? –hizo un puchero dima. -¿qué pasa? ¿no puedo llevar a mi novio a la casa? –Bromeó lena riendo. – Debemos ir. Hace mucho que no te ven y tenemos que organizar todo, además de mostrarles el regalo de yulia. Dima suspiro. –Está bien. Vamos. Y se fueron rumbo a la casa de la pelirroja, dima no había ido a trabajar, había tomado el día libre para poder andar de arriba y abajo con lena. Una vez que llegaron ahí, los padres de lena estaban esperándolos felices para poder arreglar todo para el cumpleaños de yulia, Inessa feliz porque haría la comida que tanto le gustaba a la morena “por qué no mejor le das vegetales?” fueron las sugerencias que lena hizo mientras reía. Pero mientras unos ríen, otros sufren… -¿Mamá? ¿Mamá dónde estás?

-En mi cuarto hijo. –gritó una mujer. El chico caminó hasta el, y ella estaba sentada en la orilla de la cama con su cabeza agachada. -¿Te sientes bien? –preguntó él poniéndose de cuclillas frente a ella. -No, nada hijo. –dijo en un tono triste. Seguía sin levantar su cabeza. –Todo está bien. -No me mientas, sé que no estás bien. –Respondió él. Cuando intentó levantar su cabeza ella lo detuvo. -No lo hagas. –dijo seria. -¿por qué? –preguntó extrañado. -¡Mamá! ¡Dime que pasa! La mujer ya pudo más y no le quedó remedio que levantar lentamente su rostro, dejando ver su ojo un tanto morado, el chico se espantó al ver aquello. -¡Madre! ¡Qué te ha pasado! –preguntó mientras examinaba con la vista aquel enorme golpe. -Tu padre. –Respondió en un hilo de voz. -¿mi padre? –frunció el ceño. -¿pero cómo? ¡Si no sabíamos nada de él hace mucho tiempo! Pensé que ya estaba muerto ¡Pero estaba vez si lo estará! – contestó con notable furia. -Tranquilo hijo, no hagas un locura. –lo detuvo rápidamente. –Anatoli, hoy me topé con tu padre por casualidad, y como siempre, estaba drogado. -¡Cómo permitiste que te hiciera esto! –dijo exaltado el rubio. -¡Está loco! –contestó la ojiverde. –Me ha confundido con no sé quién, comenzó a gritarme “Tu hija es una maldita lesbiana por tu culpa” “ella ya no debería seguir existiendo, al igual que tú” y fue dónde me soltó la cachetada. –secó unas lágrimas que habían salido rebeldemente de sus ojos. Anatoli la abrazó fuertemente, mientras la consolaba. Su madre, su amiga, su todo! Estaba desecha, él odiaba verla así ¡Peor por la basura de su padre! Daría lo que fuera por poder borrar aquel horrible pasado que marcó sus vidas y que al parecer ahora quería arruinar su presente. Luego de un rato la mamá del rubio se calmó, entonces Anatoli ordenó sus ideas

entre ellas la “hija lesbiana” que mencionó su padre. -Mamá. –dijo mientras acariciaba el largo cabello rubio de su madre. -Dime hijo. –respondió ella. -¿Tú sabes quién es la hija de la que habla? –preguntó el rubio. Ella se puso pensativa antes de contestar. –No, no lo sé. No la conozco. Pero a esa chica la odia con todo su corazón. Anatoli suspiró. –Sí, así parece. –Calló un momento, y luego sonrió levemente su madre notó esa sonrisa. -¿por qué sonríes? –preguntó confundida. -Sonará loco mamá. –Rió el rubio. –Pero, fue lindo pensar que tal vez tenga alguna hermana por algún lugar de Moscú u otro lugar. –Sonrió ampliamente con un brillo especial en sus verdes ojos. Su madre sonrió tiernamente al escuchar aquellas palabras de su hijo, acarició sus rubios cabellos. –Ojalá eso fuese verdad. –Respondió. –Pero recuerda que estaba drogado, quizá no sabía lo que decía, ya se está volviendo loco. -puede ser. –dijo un poco triste el rubio dejándose mimar por su madre. –pero si fuese verdad, me gustaría conocerla ¡Sería magnífico! –dijo alegremente. Ella rió al ver el entusiasmo de su hijo, si fuese verdad lo que su ex-esposo le dijo ¿quién sería aquella chica que tanto odia por ser cómo es? No quiso pensar más en eso porque se le cruzó por la mente la palabra “maltrato” la hizo horrorizarse pensar que alguien más hubiese sufrido lo que ella y su hijo pasaron. -¿Qué tal la universidad? –preguntó rápidamente cambiando de tema. -¡De maravilla! –contestó Anatoli. –¿Recuerdas que te hablé de una chica hace un par de semanas, yulia? –ella asintió. –pues es maravillosa, ¡Muy divertida! –rió al recordar las locuras que había hecho yulia en esos días. -Me alegro mucho que ¡Por fin! Estés bien en la universidad. –Rió también ella. ¿Te estás enamorando, Anatoli? –preguntó pícaramente. -¿Qué? –dijo exaltado. -¡No mamá! Qué cosas dices. –negó rápidamente el ojiverde.

-Bueno quien sabe hijo. –insistió su madre. Continuaron hablando felizmente olvidando la mala situación por la que había pasado horas atrás. Por otro lado, en la casa de los katin se afinaban detalles para la “fiesta sorpresa” que le darían a yulia para su cumpleaños. -No vamos a dar alcohol ¡No! –negó sergey. -Esa es buena idea. –contestó dima. –no queremos que pase lo de año nuevo. – susurró en el oído a lena. Ella comenzó a carcajearse. -¿Qué están cuchicheando ustedes dos? –interrumpió Inessa. -Nada mamá. –respondió la pelirroja. -Bien. –dijo riendo la madre de lena. –Entonces ¿Hago lasaña? -¡Suena bien! –afirmó la pecosa. -¡El regalo está precioso! –Dijo inessa observando la fotografía que le habían tomado. -realmente lo es. –respondió sergey. –Hija ¿le has dicho que lo traigan para acá, verdad? -Sí papá, les di la dirección. –contestó lena. -bien lo de la comida está ya planeado. –dijo dima mirando un papel donde fueron anotando todo. Inessa asintió. –El regalo también, la decoración ¿Tengo que venir con tantos globos en la moto? Si Dios me ama vendré vivo. –dijo espantado al ver la cantidad que lena había escrito. -o sales volando. –rió lena. –invitaremos a sus amigos del café y hay un chico… -¿Su novio? –dijo pícaramente Inessa, haciendo que Lena se irritara con aquella palabra. -No mamá. –negó la pelirroja. –Es su amigo de la universidad, recién lo conoce. Se llama, Anatoli si mal lo recuerdo.

-Él. Es cierto. –recordó dima. –Quizá deba ir a verlo para decirle si quiere venir, no creo que le moleste a yulia. -no, se llevan bien. –se encogió de hombros la pelirroja mientras su madre se reía pícaramente. Odiaba eso. Todo estaba listo para que el cumpleaños de yulia, llegara. Capítulo 41: ¡Feliz cumpleaños Yulia! -Despierta. Yuli, despierta. ¡No me hagas ser más rudo! –susurraba el castaño en el oído de la morena. Como era de esperarse, no hubo reacción en ella. -¡VOLKOVA DESPIERTA! DESPIERTA DESPIERTA! –comenzó a gritar mientras tiraba serpentinas sobre ella. -¡QUÉ CARAJOS PASA! –dijo despertando de golpe la morena. Dima se abalanzó sobre ella en la cama y la abrazó. -¡FELIZ CUMPLEAÑOS CARIÑO! –comenzó a llenarla de besos mientras yulia sólo reía. Cuando se cansó de mimarla y molestarla, la morena pudo hablar. –Vaya, que buena manera de despertar. –dijo riendo. -¡Y falta más! –dijo el castaño antes de ponerse de pie y caminar hasta la puerta de la habitación , la morena lo observaba extrañada, hasta que abrió por completo la puerta dejando ver a quien menos se le ocurrió iría a verla a esa hora. -¡Amor! – dijo feliz. -¡Feliz cumpleaños mi vida! –gritó lena feliz con un globo enorme y una caja de chocolates, corrió y se abalanzó a ella como lo había hecho dima minutos atrás. -¡Mi querida novia ya tiene 19 años! –dijo riendo mientras le daba cortos besos a la morena

quien reía alegremente. -19 sólo de vista porque la mente se ha quedado estancada en los 15 años. –bromeó dima mientras reía. -Cállate que tú estás celoso. –dijo la morena antes de sacarle la lengua al castaño. -Katina ¿Ya puedo hacer aquello que te dije? – preguntó sonriendo amenazadoramente. La pelirroja se levantó muy rápido antes de responder. -Sí claro. –respondió, pero dima ya iba sobre yulia dejando caer todo su peso sobre la pequeña morena. -¡Bájate animal! –gritaba yulia riendo. Cuando vino a sentir tenía a lena también sobre ella, el peso se duplicó. -¡Dios! Van a deshacerme ¡Bájense! – trataba de zafarse sin tener éxito alguno. -¡De esta no te salvas! –gritó dima y comenzó a hacerle cosquillas junto con lena. -Me orinaré! –decía entre risas la morena. – Bájense carajo ¡Me orinaré! –gritaba, poniéndose roja de tanto reírse. -¡Mierda! –fue lo último que dijo antes que… -Volkova ¿Te orinaste? –preguntó dima aún sobre ella sintiendo algo extraño en su pierna. -¿Amor? –dijo lena conteniendo por completo la risa. -Yulia di algo ¿Qué carajos siento en mi rodilla? – seguía preguntando dima sin tener respuesta de yulia que se había quedado ida. –lena, cariño bájate, necesito moverme.

-Les dije que me dejaran de hacer cosquillas ¡Me he orinado por su jodida culpa! –dijo finalmente la morena. Dima no lo creía hasta que vi su pijama mojada. -¡En serio! –gritó carcajeándose dima. -¡Esto es épico! Pensé que tu borrachera de fin de año no iba a superarlo nada ¡Pero esto le ha ganado por muchos puntos! –seguía riendo, yulia estaba roja de lo molesta y avergonzada. Lena sólo contenía sus ganas de reírse, poniéndose igual de roja que ella. -No te ponga mal. –dijo la pelirroja en un hilo de voz. –Nosotros tuvimos la culpa. –golpeó el brazo de dima para que dejara de reírse, ya que seguía haciéndolo pero sin emitir sonido alguno. -¡Salgan de aquí! –exigió rápidamente la morena sin levantarse de la cama. -Dima, vámonos! –respondió la pelirroja, arrastrando a dima hasta la sala. Yulia cerró la puerta de su habitación. -¡Dios! ¿Viste? Mira mi pijama. –decía en un susurró dima mientras seguía riendo. –Katina ríete ¡Te dará algo si sigues conteniendo la risa. -No, no quiero que me mate. –respondió la pelirroja. Minutos después la morena salió de su habitación cambiada y con su toalla en una mano y la ropa de cama en otra. No volteó a verlos y se encerró en el baño, después se escuchó la ducha. -Hoy si ríete. –dijo dima estallando en una carcajada, lena no aguantó más y también comenzó a reír. -¡Has venido temprano sólo verla orinarse! –decía muerto de la risa. -Si ya escuchó mi risa, cuando salga va a matarme dima ¡Por tu culpa! –respondió lena. –

Vamos a hacer el desayuno mejor. –propuso mientras secaba unas lágrimas que salían producto de tanta risa. -Sí me parece buena idea. –dijo dima tranquilizándose un poco. Se levantaron, riendo aún un poco, fueron a la cocina y sacaron todo para preparar el “desayuno cumpleañero” que consistía en hotcakes, jugo de naranja, un poco de fruta y, lo opcional, café. Lena preparo los hotcakes mientras dima exprimía las naranjas para el jugo. –Se suponía que deberíamos irle a dejar esto a la cama. –recordó dima, luego comenzó a reír. –Quizá quiera comer en el baño. -Dima ya no la molestes. –respondió la pecosa riendo. La puerta del baño se abrió luego de unos minutos, dejando ver a la morena escurriendo agua de su cabello que para estas alturas, había crecido un poco más. -Amor. ¿Vienes a comer? –preguntó lena desde la cocina. No obtuvo respuesta de yulia, así que la siguió hasta la habitación. -Sal, por favor. –exigió la morena. -Mi vida, lo que pasó fue un accidente. Si tú me lo hicieras a mí, de seguro me pasa lo mismo. – sonrió tiernamente al ver lo sonrojada que estaba yulia. Se acercó a ella y besó su frente. –Vamos a comer, eres la cumpleañera y estoy aquí por ti. – revolvió el cabello de yulia haciéndola reír. Entonces lena aprovechó y le robó un beso. -¿Me chantajeas con besos? –preguntó la morena.

-¿Está funcionando? –dijo antes de robarle otro beso. -podría ser. –contestó yulia riendo. -¿Entonces si vienes a comer? Dima ya no va a molestarte. –aclaró la pelirroja. -Está bien. –aceptó yulia mientras suspiraba. –Si me molesta lo mataré. –aseguró. Lena asintió y salieron de la habitación, ella le lanzó una de sus miradas asesinas a dima para que no dijera nada ¡Qué manera de comenzar tu cumpleaños número 19! Pensaba yulia mientras comía con los chicos. Luego de eso yulia se fue a su trabajo dejando a los chicos solos. -¡No te rías más! –regañó la pelirroja a dima. -¿Viste su cara? –dijo entre risas. -¡Quería matarnos! -Te dije que no le hicieras muchas cosquillas ¡Te pasaste! Tú tienes la culpa. –soltó una risita la pelirroja. Luego revisó su reloj. –Demonios debo irme. –dijo tomando su bolsón. –por favor no se te olvide comprar lo que te encargué ¡Y llega temprano por favor! –advirtió. -lo prometo jefa. –contestó dima levantando su mano derecha en modo de juramento. La pelirroja se acercó a él y se despidió con un beso y un abrazo. Iba a salir del apartamento cuando recordó algo. -¿Hablaste con el amigo de yulia? Como se llama….-pensó. -¡Anatoli! -No. –respondió rápidamente el castaño. –ayer fui a buscarlo y ya se había ido, sólo alcancé a ver a yulia irse en el taxi.

-oh bueno, ni modo. –se encogió de hombros la pelirroja. –entonces, me voy, adiós dima. Esta vez sí terminó de irse la pelirroja a la universidad, y dima tenía que ir a su trabajo, la fiesta sería en la noche y no dejarían ir a la universidad a la morena esa noche. ----------------------------------------------------------x----------------------------------------------------------------------Volkova debes irte conmigo. –dijo masha terminando de arreglar una mesa, el local ya estaba solo. -¿qué? –preguntó la morena extrañada. –pero debo ir a la universidad ¡Lo sabes! -No me interesa. –respondió la rubia. –te vienes conmigo por las buenas o por las malas. -¿y adónde vamos a ir? –dijo yulia suspirando. -No te interesa, vas a ir y punto. –contestó masha quitándose su gafete y guardándolo. -Ya qué. –respondió la morena tomando su bolso y guardando también su gafete. Luego sacó su celular. –Le diré a Anatoli que preste atención para que me explique mañana. –Rió. -Está bien. Pero apúrate! –exigió masha. Mientras tanto en la casa de los Katin. -¿Dima? ¿Dima dónde estás? –decía la pelirroja por el teléfono. -Cariño ir con más de 20 globos ¡En moto! No es nada fácil. ¡Parezco payaso! –respondió el castaño. -Apúrate, yulia no tarda en venir.

-Ya llegaré, dame 5 minutos. –y colgó antes que lena siguiera regañándolo. -Lena, hija, la comida ya está. –Salió su mamá diciendo desde la cocina. -¿Dónde está dima? -Está bien mamá. Él ya viene, hay tráfico. –mintió encogiéndose de hombros. -Me imaginé. –Contestó su madre. –Iré a poner la mesa ¿Su amigo vendrá? -No, no logramos encontrarlo. –respondió la pelirroja. -Bueno, iré a hacer lo mío. –lena sonrió y su madre se fue de ahí, luego de unos segundos un mensaje llegó al celular de la pelirroja “Ya estamos por llegar. F. Masha” todo estaba listo, el regalo llegaría en una hora aproximadamente, y sólo faltaba, dima con los globos. Capítulo 42: La mejor fiesta de mi vida. -debo taparte los ojos. –dijo Masha. -¿Qué? –preguntó yulia extrañada. -No te llevaré a matar ni nada, tranquila. –dijo riendo. Sacó un pañuelo de su cartera y tapó los ojos de yulia, pues casi llegaban por la casa de lena y no quería que descubriera antes de tiempo a donde es que iban -Esto me huele mal. –dijo yulia sin poder ver completamente nada. -es tu olor. –respondió la rubia. Miró por la ventana del autobús y vio que estaban a unas calles ya de la casa de la pelirroja así que decidió bajarse para confundir a yulia. Mientras tanto en la casa de los katin se afinaban

los últimos detalles, dima ya había llegado. -¡Casi atropello a un perro! –decía el castaño mientras amarraba los globos por toda la casa. -¡Apúrate! Ya casi viene. –apuraba la pelirroja. – Mamá ¿ya arreglaste la mesa? -Sí hija, ¡Te he dicho mil veces que sí! –respondió su madre. -Tranquilízate lena, pareces histérica. –susurró dima, la pelirroja iba a decir algo pero el sonido de su celular la distrajo. -¿Sí? –respondió lena. -¿limpiaron la cocina? ¡Voy a llegar en un momento y no quiero ver eso sucio! –dijo masha al otro lado, lena por estar distraída no entendió inmediatamente, hasta después. -Ya está todo. –contestó finalmente. -Está bien. -Bueno, adiós. –y colgó la rubia para que yulia no sospechara nada, y así fue. Están por venir. –le dijo lena a dima. Él asintió. Nicolay también llegó justo a tiempo. Unos minutos más tarde, el portero de la casa avisó que masha estaba entrando. -¡Rápido todos escóndanse! –gritó la pelirroja. Todos buscaron donde esconderse y apagaron las luces. Masha y yulia iban entrando. -Bien Volkova, llegamos. –dijo masha sonriendo. -¡Al fin! Sentí que iba a matarme subiendo y

bajando gradas. –Masha comenzó a quitarle el pañuelo de los ojos mientras esta hablaba incoherencias. -¿Dónde estamos? –preguntó al ver el lugar completamente obscuro, que no lograba distinguir nada. De pronto las luces se encendieron y todos salieron de sus escondites. -¡Feliz cumpleaños yulia! –gritaron todos al mismo tiempo. Los abrazos no se hicieron esperar, yulia estaba en shock por todo aquello. Había globos azules por toda la casa, un enorme cartel que decía “Feliz cumpleaños” pero, lo que más conmovió a la morena fue ver a todas esas personas felices por ella, era su primer cumpleaños que alguien se interesaba en ella, eso la hizo soltar algunas lágrimas. -Volkova ¿estás llorando? –preguntó dima llevándole un vaso con soda. -No te burles. –dijo la morena secando sus lágrimas. –Estoy es mucho, no debieron. -Oh querida, esto es lo de menos. –interrumpió inessa abrazándola muy fuerte. –Feliz cumpleaños pequeña. -Muchas gracias Inessa. –respondió yulia feliz, Sergey se acercó y también la felicitó. -¿Qué te parece todo esto, cuñadita? –preguntó lena recalcando la última palabra. -Está magnífico. –contestó yulia abrazando a la pelirroja. –Te amo, gracias. –susurró en su oído, lena solo asintió y le regaló una tierna sonrisa. -¡Chicos! ¡Vengan a la mesa! –gritó inessa desde el comedor. -¿También hay comida? –dijo yulia asombrada.

-¡Y lo que falta! –dijo dima entusiasmado, masha y lena lo golpearon al mismo tiempo. –Auch! -¡Chicos! –volvió a gritar inesa. Los cuatro caminaron hasta el comedor mientras reían, se sentaron y yulia casi comienza a devorarse hasta la mesa, pero dima la detuvo. Hicieron una pequeña oración “cosa de Inessa” pero esta vez no la dijo yulia, se salvó por ser la cumpleañera. Cenaron felices, mientras contaban uno que otro chiste, la morena pidió otra porción de lasaña como tres veces “vaya que si tiene hambre” decía sergey riendo al ver que yulia no paraba. Mientras tanto en la universidad… -Vaya Anatoli, hoy no vino tu amiguita ¿Te dejó solo? –dijo una voz femenina interrumpiendo la lectura del chico. -¿Te importa, Natasha? –contestó sin despegar su vista del libro. -¡Claro que sí! –dijo riendo la chica. –Te he visto sólo con ella ¿Es tu novia, Volkov? -Te vuelvo a preguntar ¿Te importa? –dijo esta vez mirándola fijamente y muy serio. –A ti no te interesa mi vida, ni a mí la tuya, así que no molestes. -¡Vaya! –soltó una carcajada. –Te has vuelto presumido ¿o qué? -preguntó mientras se acercaba a él muy amenazadoramente. –Dile algo a ella. -No me interesa lo que tengas que decir. – interrumpió el rubio.

-oh sí que te interesa. –Respondió ella. –Dile, que ni ella ni nadie, va a apartarte de mi lado ¿Sí? -¡Estás loca! –contestó exaltado el ojiverde. –Yo no soy nada tuyo. –Aclaró. –Eso fue hace mucho tiempo ¡Supéralo! Y otra cosa. –la miró fijamente antes de hablar. –No te metas con yulia ¿Ok? Si no, no respondo Natasha ¿Me entiendes? -¿Ahora defiendes a los animales? –se carcajeó la chica. –Está bien. Pero eso último, dudo mucho cumplirlo ¡Juro hacerle la vida de cuadros mientras continúe a tu lado! Si se aleja ella, me alejo yo ¿Comprendes amigo? El rubio se carcajeó y se levantó de donde estaba. –En serio que me das penas. –Dijo antes de irse y dejar furiosa a la chica. Por otra parte… -Cielos, estoy llena, creo que reventaré. –Dijo yulia estirándose en el sofá. –Señores katin, cuñada, hermano, Nicolay y tú intrusa. –Señaló a masha mientras reía. –Les agradezco mucho todo esto, en serio ¡No sé cómo compensárselos! Ha sido lo más maravilloso que alguien ha hecho por mí. – Decía mientras en su cara no se borraba una enorme sonrisa. Lena adoraba tanto verla así. -Pequeña, no tienes por qué agradecer nada. – Respondió sergey sonriendo. Pero la encargada de la limpieza en la casa interrumpió. –Disculpe, señores Katin. –dijo apenada. -Dime. –respondió inessa amablemente. -Ya vino “el asunto” –dijo haciendo las comillas con sus dedos. –Del que me hablaron. ¿Lo dejo pasar? –concluyó.

Todos sonrieron, excepto yulia que no sabía de lo que hablaban. –Por favor hazlo pasar. –Respondió Sergey poniéndose de pie, seguido de los demás presentes. -Yulia quiero que cierres tus ojos. –Dijo la pelirroja. –Más bien, amor, por favor tápaselos con tus manos. –Le dijo al castaño. Él obedeció muy emocionado. -¿Y ahora qué? –preguntó yulia riendo. Comenzaron a caminar y abrieron la puerta principal. El regalo de yulia había llegado. -Querida, queremos darte algo. –Dijo inessa mirando aquella hermosura. -¿Más? –dijo yulia asombrada. -¡Pero si ya me dieron mucho! En serio, la cena, la decoración ¡El tiempo! -Eso es lo de menos ¡Te lo dijimos! –interrumpió lena. –Este es nuestro regalo, de parte de todos. – la pelirroja le indicó a dima que quitara sus manos de los ojos de yulia y lo hizo lentamente. La morena fue abriendo sus ojos lentamente ya que veía borroso y no distinguía aquello, cuando logró ver completamente bien. Se asombró enormemente. -¡Dios! –dijo boquiabierta. -¡Tarán! –dijeron todos al mismo tiempo mientras reían. Yulia casi se desmaya. -¿Esto es para mí? –logró decir en un hilo de voz. -Pero si no lo quieres, puedes dármelo y te doy mi moto. –Bromeó dima haciendo reír a todos. -¡Está hermoso! –dijo con unas cuantas lágrimas

en su rostro. –No debieron. -¡Cállate! –gritaron todos al mismo tiempo. -¿Quieres ir con él? –dijo la pelirroja mirando a la morena. -¡Sí! –dijo casi saltando de la emoción. Todos bajaron hasta donde se encontraba estacionado el regalo de yulia, sí, era un carro. Color azul, por ser el favorito de yulia ¡Les costó un mundo conseguirlo! La idea fue de dima, respaldada por la pelirroja y sus padres, todos contribuyeron para poder comprarlo. Sabían que era algo necesario para la morena y sus mil vueltas que tenía que hacer diario. Eso le ahorraría algo de tiempo. -¡Esto es maravilloso! –dijo yulia mientras observaba el vehículo. -¡Hay que ir a dar una vuelta! –sugirió el castaño entusiasmado. -¡Sí! ¡Vamos! –respondió yulia subiéndose de una vez en el auto. -Vayan. –Dijo Inessa. –pero tengan cuidado! – advirtió. -¡Sí señora! –respondió dima riendo. La pelirroja se subió en la parte de atrás con yulia y Masha iba al lado de dima. Rápidamente salieron de la pequeña mansión de los katin. -Adolescentes. –dijo nicolay riendo. -Son unos buenos chicos los cuatro. –Respondió inessa.

-ahora que se ha ido ¿Qué tal si tomamos un trago de Vodka? –sugirió sergey mientras reía. -me parece muy bien. –respondió nicolay. -Entonces vamos. –dijo Inessa. Los tres adultos entraron a la casa a platicar y a tomar un trago. Mientras tanto en alguna calle del centro de Moscú. -Esto es vidaaa! –gritó dima manejando a una no muy alta velocidad. -¡Es genial! –dijo la morena. Abrazó a lena y la besó, casi acostándola en el asiento trasero donde iban. -por favor vamos nosotros aquí respeten. –Dijo masha riendo. -Volkova controla tus hormonas. –Dijo dima viendo aquella escena por el retrovisor. Cuando logró despegarse de lena la morena habló. –Es que estoy emocionada. –Dijo riendo la ojiazul. –Me han dado el mejor cumpleaños de mi vida. -Te mereces esto y más, amor. –respondió la pelirroja besando tiernamente su mejilla. -Es cierto Volkova. –dijo dima viéndose obligado a parar por el semáforo que se encontraba en rojo. -los quiero chicos. –Dijo alegremente la morena. – y a ti te amo. –miró a lena sonriendo. -y yo te amo a ti. –contestó la pelirroja antes de besarla tiernamente. -Ustedes son pura miel. –bromeó Masha.

Siguieron dando vueltas por un rato más mientras reían emocionados y felices. Pero, había alguien que no la estaba pasando tan bien. -Kuzma! Hace tanto no te veía por aquí. –dijo una muy ronca voz. -¿Qué te sirvo? -Un vodka, doble. –contestó el rubio muy desanimado. -¿Y a ti qué te pasa? –preguntó el barman sirviendo el trago. -¿El amor? -Algo así. –respondió Sash. -y la chica que me dijiste ¿la pelirroja? ¿Qué pasó con ella? -esa maldita se consiguió alguien más. –respondió con notable rabia en su voz. -Pues que mal. –rió por lo bajo el hombre. -pero eso no se quedará así! –dijo tomándose de golpe el trago. –Sírveme otro. -¿y qué se supone que harás? –preguntó mientras servía otro trago en el vaso de sash. -No lo sé. –contestó mirando a ningún lugar en particular. –pero que Elena Katina será mía ¡Será mía! -Suenas como desquiciado, amigo. –dijo asustado el hombre. -No me importa como conseguiré que ella esté conmigo. Pero lo haré. –dijo sin prestar atención a lo que su amigo decía.

Continuó tomando como si fuese el fin del mundo. Hundiéndose sus penas en él. Los chicos Terminaron de estrenar el auto de yulia, y regresaron a la casa de los katin, nicolay ya se había ido. Los padres de lena los estaban esperando. -Y bien. –dijo sergey mientras observaba que los cuatro bajaban del auto. -¡Estuvo excelente! Este auto es un monstruo. – respondió yulia. –muchas gracias señor sergey. – sin pensarlo dos veces abrazó al ojigris, sorprendiéndolo pero a la vez correspondió al abrazo. -no tienes nada que agradecer. –Dijo sonriente sergey. -Es cierto yulia. –Dijo Inessa. –te lo mereces por ser una buena chica. -Me pondré celosa. –bromeó la pelirroja. -Tú eres nuestra chiquilla. –dijo sergey abrazando a su hija. -Bueno, ya es tarde, yulia debemos irnos. –Dijo dima bostezando. -¿Me dejarás manejar? Iremos a dejar a masha. – sonrió la morena. -Promete que no vas a hundir el acelerador, Volkova. –advirtió el castaño. -Lo prometo. –respondió la morena. Se despidieron de todos, lena y yulia lamentando no poder hacerlo como Dios manda. Yulia subió a

su auto acompañada de Masha, dima iría detrás de ellas en su moto. “Volkova, recuerda que tienes una vida que cuidar” fueron las palabras de masha antes que la morena encendiera el auto. Todo era perfecto, demasiado para ser cierto. Capítulo 43: Personas, que no debieron conocerse.

-¡Mira Dima! Tú papá está ahí. –decía señalando un gorila. Los meses pasaron con tranquilidad desde el cumpleaños de yulia, estaban en mayo para ser exactos. -Cállate Volkova, ya vámonos. –Respondió dima. Era un domingo como todos, pero esta vez en vez de pasarla encerrados viendo películas, decidieron ir al zoológico con lena. -amor dile que no nos vayamos. –Suplicó la morena a lena. -Volkova, llevamos aquí toda la mañana ¡Ya recorrimos todo el lugar dos veces! -respondió la pelirroja. -Está bien vámonos, -dijo desanimada la morena, pero antes de salir del lugar miró un puesto donde vendían peluches y uno le llamó la atención y fue donde él. -Volkova ¿Dónde vas? –preguntó dima observándola. La morena tomó el peluche que había ahí y lo alzó.

-Katina mira, el pingüino de tu pretendiente. – Comenzó a carcajearse la morena, contagiando al vendedor. -Volkova está loca. –respondió dima negando con la cabeza. La morena regresó donde ellos saltando alegremente como tal niña de 5 años. -¿Nos vamos? –dijo sonriendo. -Sí, por favor. –y salieron del lugar caminando, no llevaron el auto, a yulia no le gustaba depender de él en el día pues decía que era mejor caminar. Iban caminando por la acera cerca del centro de Moscú, y decidieron pasar a comer un helado. -¡De chocolate! –dijo yulia. -Yo quiero uno de fresa. –dijo también la pelirroja. -Yo uno de Vainilla. –finalizó dima. Rápidamente les dieron sus helados y fueron a sentarse a una mesa cerca de la ventana, lena al lado de yulia y dima frente a ellas. -Sólo 7 meses más. –dijo yulia repentinamente antes de comer un poco de su helado. -¿de qué hablas? –preguntó dima confundido. -¡De la mentira! –respondió. –En 7 meses será el cumpleaños de lena ¡Estoy ansiosa! -Aún falta mucho. –dijo lena en un suspiro. -Eso me dijiste en febrero ¡Y ya es mayo! El tiempo está pasando muy rápido. –Dijo la pelinegra mirando a lena. –por cierto ¿Qué tal el estúpido de Sash? ¿Ya no llega?

-No ya no. –respondió lena sonriendo. –El negocio que tenía con mi padre ya terminó. ¡Al fin! -Venga, eso hay que celebrarlo. –Dijo riendo la morena. -¿Vez pelirroja? Poco a poco esa escoria se va alejando de tu vida, más bien de nuestras vidas. –sonrió provocando que la pelirroja también lo hiciera, no aguantó más y le robó un rápido beso. -¡Chicas! –dijo dima asombrado. –Volkova ¡Estás loca! –dijo un susurró. -Lo siento es que, estas ganas de besarla frente a todos ¡Me come por dentro! –respondió la morena. -Yo a eso le llamo falta de sexo, Katina ¿no le has dado su dosis en estos meses? –preguntó riendo dima. -Cállate. –dijo sonrojada la pelirroja recordando lo que pasó unos días atrás. Nadie las vio. No al menos dentro del local. Fuera de él había alguien observándolos muy seriamente. -Maldita lesbiana. –dijo en un susurro tomando un sorbo de la lata de su cerveza y sin despegar su vista de ellas. Alguien se sentó al lado de él pero no le tomó importancia. ¿a quién miras? –dijo una voz sacándolo de sus pensamientos. -A nadie que te interese. –respondió rápidamente molesto. -Me interesa. –dijo serio. –Porque estás viendo en dirección donde hay una persona que conozco. –

dijo riendo, la curiosidad intrigó al ojiazul y volteó a verlo. -¿Quién eres? –preguntó indiferente. -Sash Kuzma. –respondió con una cínica sonrisa. -¿y tú? -Oleg. –respondió serio el ojiazul. -¿Y entonces a quien miras? –preguntó nuevamente el rubio. -A la maldita lesbiana que está ahí. –respondió antes de darle otro sorbo a su cerveza. -¿De dónde la conoces? –preguntó asombrado. -Es mi hija. Por desgraciada. –Contestó molesto el ojiazul. -Creo que no hablamos de la misma persona. – dijo el rubio frunciendo el ceño. -¿De quién hablas tú? -¿Qué quieres chico? –preguntó ya más molesto oleg. -¡Saber a quién miras! –respondió desesperado Sash. -No te interesa. –Regresó a la misma actitud del principio. -¿Es la pelirroja verdad? –preguntó sacando de quicio a oleg. -¡No! ¡No hablo de ella! ¡Aunque igual es otra maldita lesbiana! ¡Hablo de mi hija! ¡La que está al lado de la pelirroja! –Explotó sin más poder el hombre, dejando perplejo al rubio.

-¿Qué? –dijo sash en un hilo de voz. -¿Volkova es lesbiana? –seguía con sus ojos como platos. No podía creerlo. -¿Es tu hija? -¿Eres estúpido? –preguntó riendo sarcásticamente el ojiazul. -Pero lena tiene novio. –Dijo en un susurro. –Eso no puede ser verdad. De seguro te confundes de persona. –negaba con la cabeza mientras se levantaba de su asiento. -Cree lo que quieras. –dijo tranquilamente el ojiazul, mientras sash se marchaba horrorizado de ahí. Se cruzó la calle con la cabeza ella un lío. ¿Volkova lesbiana? –se repetía en su cabeza una y otra vez. -¡Pero dima es su hermano! ¡Y este tipo no lo mencionó! –decía abatido. –Está loco, de seguro estaba sumamente tomado ¡Sí eso debe ser! –bajó la velocidad de su caminar al recordar el asqueroso olor de alcohol que tenía Oleg. –No soy estúpido, Volkova no es lesbiana ¡Se notaría! -reía por eso y se calmó. –De todas formas, Elena será mía y no de ese estúpido de Dima. … -Lena acabo de ver a Sash cruzarse la calle. –Dijo dima terminando de comer su ya derretido helado. -¿Dónde? –preguntó la pelirroja mirando para todos lados en la ventana. -Se fue para allá. –señaló la calle para donde caminó sash. –Iba casi corriendo, sabrá Dios a donde iba con tanta prisa. -Y no interesa. –respondió la morena poniéndose de pie. -¿Nos vamos?

-Claro. –dijeron dima y lena al mismo tiempo. Salieron de ahí con rumbo al apartamento, pasarían ahí el resto de la tarde. Al día siguiente, comenzaban todos sus actividades como de costumbre. Yulia al trabajo, dima igual, la pelirroja a la universidad. Al mediodía tenían el almuerzo todos juntos, ahora se les había colado Masha desde hace unas semanas. La noche llegó, y con ello, la universidad. Yulia se había adaptado más rápido, le entendía a las clases sin problemas, se llevaba bien con todos, menos con una. Su dolor de cabeza. -¡Yulia! Veo que aún no te has estrellado con tu lujoso coche. –se burlaba la rubia llegando al mismo tiempo que yulia. -¿qué quieres Natasha? –preguntó yulia sin ánimos. -¡Que te alejes de Anatoli! –respondió bruscamente. -Lastimosamente eso no se te cumplirá ¿No entiendes que es mi amigo, bruja? –preguntó la morena mirando fríamente a natasha. Esta retrocedió un paso al ver que Anatoli se acercaba a ellas. -¿Qué pasa aquí? –preguntó el rubio, aunque ya se imaginaba el por qué. -Ya sabes lo mismo de siempre. –respondió la morena confirmando las dudas del ojiverde. Natasha no decía nada. -¿Sigues con lo mismo? –preguntó Anatoli molesto. -¡Te he dicho mil veces que dejes de molestar a yulia y a mí! –exigió.

-¡Es que tú no entiendes! ¡Yo te quiero Anatoli! – contestó la rubia finalmente. -¡No me interesa! –dijo el rubio. –Yulia, vámonos ya. –Le pidió a la morena, ella asintió. Comenzaron a caminar dejando a Natasha, como siempre, sola. -¡Esto no se quedará así, Yulia! – gritó. La morena no le prestó atención. -Está loca. –dijo Anatoli riendo. -Por ti. –Contestó yulia riendo también. -No, es sólo una obsesión. –Respondió encogiéndose de hombros. –Yulia quería pedirte algo. Entraron al salón y buscaron sus respectivos asientos. -¿El qué? –continuó yulia con la plática. -Te invito a almorzar cualquier día de estos a mi casa, con mi mamá. –dijo sonriendo el rubio. Yulia se quedó sorprendida, era la primera vez que la invitaban a comer, claro después de la pelirroja. –Claro que sí. –respondió sonriente la morena. ¿Te parece el sábado? Iré por ti al trabajo. -Perfecto, me parece bien. –Sonrió la morena. Justo en ese momento iba entrando el licenciado. –Volkov y Yulia dejen de hablar, la clase comenzará justo ahora. –dijo el hombre no más entró al salón, pues sabía que ese par parecían loras. Los chicos rieron y se sentaron correctamente

para recibir una nueva clase. Capítulo 44: ¿Quién eres tú? -¿Sigues pensando que no te gusta? -Sí. –contestó sin prestar mucha atención. –Ya te dije que es un buen amigo. -¿Qué opina lena de esto? -¿Qué dirá? ¡Sabe que la amo! ¡Tampoco me haré heterosexual de la noche a la mañana! ¡No! – respondió un poco molesta. -Entonces si sabes que a él le gustas. -Ya no fastidies Masha. El sábado había llegado. El almuerzo con Anatoli y su madre era ese mediodía. Masha molestaba a yulia con lo mismo “le gustas” y ella lo negaba, sabía porque lo negaba rotundamente. Lena sabía que iría con él, no le molestó ¿por qué hacerlo? Aunque también pensaba que Anatoli gustaba de yulia. Aunque no le había dicho nada de esos pensamientos a la morena. La pelirroja le llamó, quería estar tranquila y que estaría bien. -¿Amor? –dijo la pelirroja del otro lado del teléfono. -¡Lena! Mi vida. –respondió la morena. -¿Pasa algo? -Sólo quería saber si estás bien. –Dijo la pelirroja. ¿Lo estás? -Con tu llamada ¡Claro que sí! –dijo yulia riendo. –

Debo hacer algo hoy… -Lo sé. –interrumpió la pelirroja. –Sabes que no me molesta que vayas a comer con Anatoli. -No hablo de eso. –dijo la morena. –Me pondré de nuevo las pulseras, tú sabes. –se encogió de hombros, aunque lena no podía verla. -¿Por qué? –dijo extrañada la pecosa. -No quiero que la mamá de Anatoli piense que soy una desquiciada. –Rió. -¿No te molesta? ¿por qué quería agradarle tanto a la mamá del rubio? Pensaba lena. –No amor, no me molesta. – respondió finalmente. -¡Gracias! –dijo feliz yulia. –Te amo Len. -Y yo a ti mi vida. –Contestó sonriendo la pelirroja. -¿Comerás con dima y Masha? –preguntó yulia. -No lo sé. No quiero hacer mal trío. –dijo lena en un tono apenada. -¡Que va! Sabes que ese par te ama. –bromeó yulia. –por favor ve con ellos, no quiero que la pases sola. -puedo comer con mis padres. -sabes que no es lo mismo. –dijo yulia. -Bueno, veré si voy. –contestó lena suspirando. -Le diré a Dima que vaya por ti, aunque tenga que arrastrarte. –rió yulia. -Bueno bueno, está bien. Iré diles que me esperen, yo llegaré ahí.

-Muy bien. –dijo yulia feliz. Luego vio al rubio parado en la puerta del lugar. –Lena, debo irme. -¿ya llegaron por ti? –preguntó, por alguna razón sus “celos psicópatas” la atacaron en ese momento. -Sí. –respondió yulia tomando su bolso rápidamente. –Cuídate amor ¡Te cuento luego como me fue! -Volkova no vayas a salirme con alguna jugada. – dijo la pelirroja espontáneamente. –No me hagas caso. –corrigió. –Diviértete amor. –Dijo con una sonrisa en su rostro. -Sabes que no pasará nada, pelirroja. –tranquilizó yulia a lena. –Te dejo, adiós te amo. –y colgó lena hizo lo mismo. -Mis celos van a hacer que la mate. –dijo la pelirroja suspirando. -Masha, lena irá a comer contigo y con dima, ¡Espérenla aquí! –dijo yulia. -Claro que sí jefa. –contestó riendo la rubia. –Vete que te están esperando. -Sí, adiós. –y salió corriendo hasta donde estaba anatoli esperándola. –Disculpa estaba atendiendo una llamada. -Tranquila. –sonrió el rubio y besó la mejilla de yulia en forma de saludo. -¿Nos vamos? -Claro que sí. –contestó yulia sonriendo. Los chicos se fueron en el auto de Anatoli. -Te va a encantar mi madre. –decía feliz el rubio

mientras conducía. -Sí, me imagino. –dijo yulia suspirando. Estaba nerviosa. ¿por qué? -La hubieses visto, parecía desquiciada preguntándose “qué voy a preparar” “Dios mío casi es la hora y no sé qué haré” –cambió de calle. -¿me dirás que soy la primera amiga que llevas a comer? –rió la morena. -En realidad sí. –afirmó el rubio. –No me gusta llevar a nadie a mi casa. No sé, quizá seré muy antisocial. –Se encogió de hombros. Continuaron hablando unos minutos más hasta que finalmente llegaron a la casa de Anatoli, el chico se estacionó. Era una pequeña casa, pero por lo visto muy acogedora para ellos dos. -Hemos llegado. –Dijo poniendo el freno de mano y sonriéndole a la morena. -Es una linda casa. –dijo asombrada la morena. -Es un hogar. –contestó Anatoli. –Es lo importante. -Eso es cierto. –sonrió la morena, sabía que ella tenía un hogar junto con Dima y Lena. -Entonces ¡Vamos! –dijo el rubio contento mientras bajaba del auto junto con yulia. Mientras tanto… -Me puse celosa ¿Eso es normal? Quiero decir, no desconfío de ella ¡Pero es que no sé! Parezco lunática ¿Verdad? ¿¡VERDAD!? –decía histérica la pelirroja mientras dima y Masha la observaban en silencio. -¡POR QUÉ NO DICEN NADA! –preguntó casi gritando.

-porque la respuesta es algo obvio ¿No? –dijo dima encogiéndose de hombros. –Tranquilízate, es normal que sintieras celos. -Se lleva muy bien con él. –dijo la rubia. -No me estás ayudando. –Contestó la pelirroja mirándola muy seria. -Volkova te ama. –interrumpió dima antes que lena le tirara el trocito de tomate que tenía en su tenedor a Masha. –Y te recuerdo que los chicos, no van con ella. -Sí, lena. Yo sólo bromeaba. –Dijo masha riendo, la pelirroja se puso pensativa. Ellos tenían razón la morena ¡La amaba! Si no, no haría todo lo que estaba haciendo por ella. De igual forma, eso no le quitaba del todo la preocupación/celos. -Bien, lo que ustedes digan. –dijo en un suspiro la pelirroja, continuaron comiendo un poco más tranquilos. … -¿Mamá dónde estás? –gritó el chico desde la sala. -¡En la cocina hijo! Ya voy. –respondió su madre. -prepárate para esto. –le dijo a la morena, ella sólo asintió divertida. Minutos después apareció la ojiverde sonriendo. – Hijo ¿Qué tal? –saludó a su hijo con un abrazo y un beso en la mejilla, aún no veía a la morena. -por aquí mamá. –respondió anatoli, luego se paró al lado de yulia. –Mira madre, ella es yulia. –dijo sonriendo. -Mucho gusto, soy Yulia Vo…-iba a decir su

apellido luego recordó que sería algo raro decirlo en esos momentos entonces se arrepintió. –Sólo yulia. –Corrigió con una sonrisa en su rostro. La ojiverde se había quedado perpleja al ver a yulia ahí, tanto que sintió desmayarse. –Oh por Dios. – logró decir antes que todo se pusiera negro en su vista. -¡Mamá! –gritó Anatoli antes de correr hacía ella y evitar que cayera al suelo muy fuertemente. ¿Mamá? -Decía por demás afligido. -Voy por agua! –dijo yulia y salió corriendo a la cocina. No entendió por qué la reacción de la madre de Anatoli al verla ¿Qué pasaba? Era lo de menos, le preocupaba que algo malo le pasara. Llegó con el vaso de agua y Anatoli ya había acostado a su madre en el sofá. -¿Tienes alcohol? –preguntó yulia. -En el botiquín, qué…¡Joder no sé donde está! – dijo desesperado el rubio. -Anatoli, tranquilízate, así no ayudarás a tu madre. –trataba yulia de relajarlo. –Ve a buscar el alcohol, yo me quedaré con tu madre ¿Sí? Anatoli asintió y fue a buscar el botiquín. Yulia comenzó a derramar pequeñas cantidades de agua en la cara de la ojiverde. –Vamos, reacciona. –decía casi en un susurró. Seguía derramando gotitas de agua en su cara, al parecer estaba funcionando. La mujer comenzó a abrir lentamente sus ojos, topándose con el azul mirar de yulia y una pequeña sonrisa. Se asustó y trató de levantarse de golpe, yulia lo impidió. –Señora, por favor acuéstese. –pidió la morena. –Se pondrá mejor, pero relájese.

La mujer no decía una palabra, seguía mirando a yulia muy detenidamente, a tal grado que yulia comenzó a incomodarse. -¿Se siente bien? – preguntó la morena, Anatoli iba llegando. -Encontré el al...¡Mamá! –gritó aliviado al ver a su madre consciente. -¿Te sientes mejor? ¿quieres ir al hospital? –preguntaba rápidamente. Ella seguía sin decir algo. -¿Mamá? Di algo por favor. -Anatoli, será mejor que la dejemos tranquila. –propuso la morena. –Si quieres me voy y pasamos el almuerzo para otro… -No. –dijo la ojiverde finalmente. -¿No qué mamá? –preguntó el rubio. -¿Quién eres? –le preguntó directamente a la morena. Ella e sorprendio. -Soy Yulia. –respondió la morena sin entender nada. -¿Segura que no quieres ir al hospital? –preguntó Anatoli nuevamente. -No hijo, estoy bien. –dijo la ojiverde. –Me llamo Ekaterina, yulia. –sonrió levemente, aunque seguía observando a la morena. Como analizándola. -¿Te conozco de algún lado? -mucho gusto señora. –respondió tímidamente la morena. –Y pues, no. No que yo lo recuerde. –dijo encogiéndose de hombros. -¿Segura? –seguía presionando la ojiverde. -Mamá ¿A qué quieres llegar? –preguntó ya confundido el rubio. -Segurísima. –respondió yulia sin seguir entendiendo.

-¿Quiénes son tus padres? –preguntó finalmente Ekaterina. Entonces quien sintió desmayarse esta vez, fue la morena. -¿Mis padres? –preguntó tragando saliva. -¿Mamá qué pasa? –preguntaba anatoli -Yulia! ¿Cuál es tu apellido? Era la gota que rebalsaría los nervios de la morena. Capítulo 45: ¿De qué están hablando? -Mamá a Yulia, no le gusta decir su apellido. No la presiones. –contestó anatoli. -¿por qué? –preguntó curiosa. -Solo no me gusta. –dijo en un hilo de voz la morena. -¡Vamos! ¿qué pasa? ¡No entiendo! –decía ya frustrado el ojiverde. -No pasa nada hijo. –respondió su madre sin quitarle la mirada de encima a yulia. -será mejor que me vaya para que usted descanse. –dijo la morena poniéndose de pie y tomando su bolso. -No hija. –detuvo rápidamente la ojiverde, yulia se sorprendió. –Es sólo que soy muy curiosa. –se encogió de hombros. –Disculpa, ya andaba mal desde la mañana, es normal, pero ya estoy mejor. -Dijo sonriendo y levantándose del sofá. –Has venido hasta acá a comer ¡Pues vamos!

Anatoli y yulia no entendían nada de lo que estaba pasando, se miraron entre sí confundidos y sólo atinaron a asentir con la cabeza. –Está bien, vamos. –dijo anatoli. Los tres pasaron al comedor. Al principio el ambiente fue un poco tenso, sin contar la mirada acosadora de Ekaterina sobre yulia que veía cada movimiento que la morena hacía muy detenidamente. -Yulia, así que trabajas en el café de Nicolay. Él es un buen amigo mío –dijo la madre de Anatoli, casi terminaban de comer. -Así es señora. –respondió yulia sonriente. – Nicolay es una buena persona, me ha apoyado mucho. -lo sé, él es así. –Sonrió la ojiverde. -¿Y tú familia, yulia? –preguntó sin más rodeos. La morena casi se atraganta pensó “le digo la verdad, o le digo la mentira que tenemos con dima y lena” estaba entre la espada y la pared, sabía que si mentía y se enteraban luego que era una vil farsa, perdería la amistad de Anatoli. –No sé que es de mi madre. –dijo al cabo de un rato. –Y mi padre, bueno, él anda por ahí. No vivo con él. – tomó un sorbo de su soda. -oh vaya, perdón, no quise tocar ese tema tan bruscamente. –dijo apenada la rubia, yulia sonrió. -No hay problema. Es un tema superado para mí. –Respondió feliz. –tengo a las personas indicadas a mi lado. -¿Tienes novio? –preguntó directamente otra vez. Anatoli solo se dispuso a escuchar aquel enredo.

Él pensó que su mamá estaba atacando a yulia con pregunta tras pregunta porque según ella a él le gusta la morena. -No. –respondió rápidamente yulia. –Vivo con mi mejor amigo. -Oh vaya. –dijo seria la rubia. Terminaron de comer sin más contratiempos yulia debía irse a terminar su jornada de trabajo y luego tenía que estudiar. Realmente se fue hecha un nudo de aquella casa ¿Por qué tantas preguntas y miradas acosadoras de parte de la madre de Anatoli? ¡Le frustraba no saber el por qué se impresionó tanto la ojiverde a tal grado de desmayarse! ¿Será que si es cierto sus sospechas de todos estos meses? ¿Ekaterina la asoció a alguien conocido y por eso su asombro? La morena ya no podía más, tenía que contarle esa duda que ha estado guardando a alguien, y que mejor personas que Dima y su querida novia, Lena. En la noche ese mismo día… -¿Y lena? ¿Dónde está lena? ¡Tiene que venir ya! –decía la morena exaltada dando vueltas por toda la sala, dima solo la observaba confundido desde el sofá. -¿Qué tienes? –preguntó. -¡Lena no viene! –respondió -Cariño. –se levantó del sofá y camino hasta la morena. –Le has hablado hace 5 minutos, al no ser que Katina tenga poderes mágicos para volar hasta aquí en menos de 10 minutos tendrás que esperar un poco más ¿por qué estás tan

desesperada? –Tomó la mano de la morena e hizo que se sentara en el sillón, yulia se relajó un poco. -Es algo que quiero hablar con los dos. –dijo mirando fijamente a dima. -¿Es algo malo? ¡Katina te embarazó! ¿Cierto? Oh Dios mío que haré. –Decía divertido el castaño para relajar aquel ambiente tenso que había. La morena reía por aquel comentaría que su amigo hizo “primera vez que no me golpea, debe estar realmente mal” pensaba dima al ver a yulia reír. Al cabo de unos minutos más, alguien tocó a la puerta. -¡Es lena! –dijo feliz la morena, y salió corriendo a abrir la puerta dejando ver a una pelirroja agitada. -¡Amor! –dijo lena en un hilo d voz antes de abrazar a yulia. -¿venías corriendo? –preguntó riendo al sentir las rápidas palpitaciones del corazón de lena. -Algo así ¿Dijiste que querías verme lo más rápido posible, no? –preguntó lena antes de besar a la morena. -Sí. –respondió sonriendo. -Vaya Len, pensé que nunca vendrías, yulia casi hace un agujero en el suelo por dar tantas vueltas “Dónde está lena, porque no viene” –decía dima imitando graciosamente el tono de voz de yulia. -¿Así? –dijo lena riendo mientras abrazaba a yulia por la cintura. -¿Qué es eso tan importante que tienes que decirnos? –le preguntó muy cerca de su oído.

-No se los diré aquí afuera. –respondió yulia. – Pasemos a la sala. Los tres entraron al apartamento y se sentaron en el sofá. Nadie dijo nada por unos escasos minutos hasta que dima no aguantó más y habló. -¿Y bien? –preguntó al no ver ninguna reacción de yulia. -Creo que tengo un hermano. –soltó rápidamente. Lena estaba tomando agua de su botella y prácticamente la escupió toda al escuchar aquello. –Creo que no debí decirlo tan rápido. -¿Qué has dicho? –dijo dima por demás sorprendido. -¿Volkova, te has estado drogando? –preguntó la pelirroja igual de sorprendida que dima. -No. –negó yulia. –Hablo en serio. Creo que tengo un hermano, creo que es Anatoli. Nuevamente, lena intentó tomar agua pero por segunda vez la escupió. -¿¡QUÉ!? –gritó abriendo sus ojos como platos. -¿Anatoli? ¿Tu compañero? –preguntó dima confundido. -Lena deja de tomar agua. –dijo la morena al ver el desastre que tenía lena. –Sí, él. No les he contado algo. El apellido de él es Volkov. –dijo un poco seria. -¿Y eso qué? –dijo el castaño encogiéndose de hombros. –Ese apellido es muy común por aquí Volkova no sé porque te asombras. -Dima tiene razón. –respondió lena. -Es cierto. –dijo la morena. –Lo pensé cuando lo

conocí. Y eso me ha tranquilizado rodos estos meses atrás hasta hoy. –Suspiró. -¿Pasó algo en su casa? –Preguntó una Lena demasiado seria. -¿Volkova? –dijo dima. -Cuando llegamos a su casa. –decía mientras miraba al techo fijamente. –Su mamá, prácticamente se sorprendió tanto al verme que se desmayó. –Miró a los chicos quienes tenían cara de no entender nada. Les continuó contando lo que pasó y cómo había estado bombardeándola con preguntas. -Volkova ¿Por qué no nos habías dicho nada? – preguntó lena. -No quería molestarlos con nada de este asunto. – contestó encogiéndose de hombros. –pensé que me tildarían de loca. -Lo estás. –Respondió dima riendo un poco nervioso. -No lo estás. –Dijo lena mientras golpeaba levemente el brazo de dima en forma de reprensión. -Tienen los mismos apellidos, historias casi iguales ¡Podría ser solo coincidencia! –respondió dima mientras frotaba sus manos. -Podría ser. –contestó la pelirroja. –Pero también podría ser verdad. -La única manera de salir de este enredo… -Es hablar con mi padre. –Dijo la morena interrumpiendo a dima.

-Iba a decir que hablaras con Anatoli y su madre. – corrigió mientras se encogía de hombros. –pero eso suena mejor aunque, no creo que tu padre quiera hablar contigo ¿No crees? -Dima tiene razón, amor. No creo que tenga ganas de hablar decentemente contigo ese señor. –dijo la pelirroja seria. Yulia suspiró. -¿Entonces? ¿Tendré que hablar con Anatoli? -Tienes que hacerlo si no quieres quedarte con la duda. –Respondió al pelirroja mientras le sonreía tiernamente a la morena. –Con hablar no perderás nada. -¿Y si no es verdad y sólo es una coincidencia? ¡Quedaré como una tonta! –dijo exaltada la ojiazul. -De ser así, si quieres podemos pagarte un boleto para que te vayas al otro lado del mundo mientras todos ellos se olvidan de ti. –Bromeó dima antes de recibir una de las miradas asesinas de lena. – Estoy molestando, tranquila. -No estás ayudando mucho. –Le susurró la pelirroja. -¡Ya está! –dijo la morena interrumpiendo la pequeña guerra que se avecinaba. -¿Qué? –preguntó dima. -Hablaré con ellos, no me queda de otra. –Suspiró al parecer aliviada, le regaló una sonrisa a lena y ella se la correspondió. -Es una buena decisión. –Respondió el castaño. -Lo es. –apoyó lena. –Pero, Volkova, pase lo que pase ¡Debes ser fuerte!

-Fuerza es mi segundo nombre. –Dijo riendo la morena. -Vaya que modesta. –dijo irónicamente dima. -Jamás cambiará. –Respondió divertida la pelirroja. Capítulo 46: Segundo encuentro que no debió pasar. ¡Vaya! ¡El idiota de la vez pasada! ¿Acaso me estás siguiendo, hijo? Créeme que te meterás en serios problemas conmigo si es así. -No te estoy siguiendo, es coincidencia estar aquí al mismo tiempo. -¡Já! No me creas tan estúpido como tú, ¿Qué quieres? ¡Te he visto seguirme de lejos estos días! ¿Vas a negarlo? -pues… ¡De nuevo estos dos se juntaron! -¿Entonces? -¡Sí! he estado siguiéndote. –Admitió finalmente. El hombre sonrió victorioso. –Tu nombre….Sash ¿Verdad? –preguntó alzando una ceja. -Sí. –contestó el rubio. -¿Vas a decirme que quieres de mí? –preguntó antes de tomar un poco de su café. -¡Que me digas lo que sabes de Volkova! ¿Estabas bromeando cuando dijiste que eras su padre? ¿Qué hay de Dima? ¿También es tu hijo?

El ojiazul se carcajeó al escuchar todo aquello. ¿Estás drogado? –decía entre risas. -¿Quién demonios es dima? No conozco a nadie que se llame así, disculpa. -¡Tu hijo dima! –gritó exaltado el rubio. -¡No me grites! –exigió poniéndole la piel de gallina a Sash. –Ya te dije que no tengo ningún hijo, al menos no con ese nombre. -¿Y Volkova? –preguntó sorprendido. -¿Qué pasa con ella? ¿Acaso estás enamorado de esa maldita y te ha mandado al caño? Temo desilusionarte, pero como te dije esa maldita ¡Es lesbiana! –dijo riendo oleg. -¡Pero eso no puede ser cierto! –contestó sash alterado. -O el mundo es muy pequeño, o tú eres muy estúpido. –dijo tranquilamente oleg. -Eso no tiene sentido. -tampoco lo tiene el que tú estés pregunta y pregunta por Volkova. –Rió. –En serio ¿Qué quieres saber de ella? Mejor dicho ¿por qué quieres saber tanto de ella? -porque ella y el maldito de dima ¡Han dicho que son hermanos! -¿Y eso que tiene de malo? ¡Déjala vivir su estúpida fantasía! ¿Seguro que no te drogas? -¡No! ¡Joder no lo hago! –respondió mientras trataba de tranquilizarte. –Ellos dos han dicho que son hermanos, ¡Supuestamente él está saliendo con la que tuvo que ser mi chica!

-¿por qué me cuentas todo esto? –preguntó básicamente ignorando todo lo que el rubio le decía. -¡No me interesa si su amigo te bajó a tu chica! -¿Recuerdas a la pelirroja que estaba con yulia aquella vez? -Claro. –respondió rápidamente. –La novia de la maldita lesbiana de Volkova ¿Qué pasa con ella? -¡Eso es lo que pasa! –respondió sorprendido el rubio. –Esa chica ¡Es la novia de dima! ¡Sus padres piensan eso! ¡Incluso yo me la creí! -Que estúpido eres. –Se carcajeó el ojiazul. -Entonces todo ha sido una farsa estos meses. – susurró sash tratando de organizar bien todo ese complot que tenía en su cabeza. -¡Vaya! ¿llevan meses así? Esto está interesante. –respondió oleg con su sonrisa cínica. Seguía sin comprender todo aquello, pero entonces, Sash asimiló el por qué han llevado esa farsa esos tres, sonrió y sus ideas comenzaron a acomodarse correctamente. –Hay Katina, no sabes lo que te espera. Oleg lo miraba extrañado. Decidió pararse e irse de ahí. Pero Sash lo detuvo. -No puedes irte. -¿por qué? Tú no vas a impedírmelo. -Necesitaré tu ayuda. –Contestó mirando fijamente al ojiazul. -¿por qué tendría yo que ayudarte? –preguntó oleg

frunciendo el ceño. -Porque supongo que te gustaría ganar algo de dinero ¿No? Entonces la prepotencia con la que había estado el ojiazul bajó a cero al escuchar la palabra “dinero” ¿De cuánto estamos hablando? –preguntó curioso, sash sonrió, sabía que ya lo tenía en sus manos. -10 Mil grandes. –Contestó sonriente. -¿De dónde sacarás ese dineral chico? –preguntó dudoso. – no te lo tomes a mal, pero pareces un muerto de hambre, no tienes pinta de riquillo. El rubio se rió. -¿Quieres el dinero o no? Podría dártelo hoy mismo si me das información de Volkova y me ayudas en otra cosa. Oleg dudó un momento de aquella proposición. – Está bien. –aceptó finalmente. –pero debes darme el dinero ¡Hoy mismo! Y completo, si quieres toda la información que necesitas. –Advirtió. -Así será. –Contestó por demás feliz. ¿Qué estaba planeando que necesitaba a oleg en sus planes? Mientras tanto… -Sí amor, no te preocupes, estoy bien, no amor. Len…Está bien. –Suspiró la morena mientras hablaba por teléfono. -¡Volkova! Te haré comer verduras por un año si me estás mintiendo. –decía lena al otro lado de la línea. -¡Volkova! ¡Te buscan! –escuchó decir a Masha. Yulia volteó a ver quién la buscaba y, se topó con

la mirada de Ekaterina. –oh por Dios. –dijo en un hilo de voz. -¿Qué pasa? –preguntó la pelirroja preocupada. -La mamá de Anatoli está aquí. –dijo tragando saliva. –Len ¿qué hago? ¿Qué tal si viene a atacarme nuevamente con sus preguntas? ¡No estoy lista para esto aún! ¡Hay Dios mío, hay Dios mío, me da algo! -Volkova, tranquilízate por favor. –pidió lena. – Habla con ella, algo querrá. -¡Sí! ¡Matarme quizá! –contestó la ojiazul alterada. -¡Volkova! –gritó nuevamente masha al ver que no atendía a su visita. -Ve con ella. –dijo lena. Yullia suspiró varias veces para tranquilizar sus nervios. –Está bien, iré con ella. -Esa es mi chica. Rió la pelirroja. –Suerte amor. Te amo. –dijo tiernamente. -También te amo Len. –dijo mientras en su mente bajaba a todos los santos. Colgó rápidamente. – Vamos Volkova relájate. –se dijo a sí misma antes de caminar hasta donde estaba la ojiverde. –Hola. –dijo tímidamente. –Disculpe, estaba atendiendo una llamada. ¿Se le ofrece algo? -Sí. –dijo directamente. –Hablar contigo. –La morena sintió flaquear su cuerpo. -¿Tienes tiempo? La morena buscó a Masha con la mirada y la encontró, ella asintió con la cabeza y le sonrió. –Sí tengo algo de tiempo. –le dijo a la rubia.

-¿podrías sentarte? –preguntó, yulia asintió y se sentó frente a ella. –Yulia, te parecerá extraña mi visita pero debo hablar contigo de algo importante. Yulia comenzó a mover su pierna por los nervios. ¿De qué? –preguntó tratando de sonar relajada. -Hace un tiempo, yo estuve con un hombre. –dijo al parecer recordando. –El padre de Anatoli. Al principio, todo fue hermoso, luego de un tiempo para otro se convirtió en el infierno, llegaba ebrio, drogado. –dijo con notable rabia en su voz. –Pero creo que Anatoli te contó esto y más ¿Verdad? – sonrió. -Sí, me contó un poco su historia. –contestó encogiéndose de hombros. -Yulia, Anatoli te quiere mucho. –Dijo sonriendo la ojiverde. –El día que llegaste a casa, me sorprendí tanto al verte. Me recordaste a alguien. -¿A quién? –preguntó casi en un hilo de voz yulia. -A oleg, el padre de Anatoli. –Soltó sin más rodeos la ojiverde, ya no había más dudas para yulia. Quería decir algo y ¡Simplemente las palabras no salían de su boca! –por Dios. –dijo tornándose pálida. -Yulia, hace unas semanas, me topé con ese bueno para nada en la calle, me golpeó. -¿¡Qué!? –dijo alterada la morena. -Tranquila. –Sonrió. –Él estaba drogado. Comenzó a gritarme que yo debería estar muerta, al igual que “mi hija lesbiana” ¡No entendí de que hablaba! Pensé que por estar drogado actuó así. Yulia escuchaba detenidamente cada palabra que

decía. –cuando te vi ese sábado en la casa pensé ver al mismo oleg sólo que versión mujer. –Rió. – me intrigó saber de ti ¡Terminar de confirmar aquello que rondaba por mi cabeza! Pero tú, tú no decías nada. -Yo…-¿Tú ya lo sabías, no? –interrumpió la ojiverde. -Lo sospechaba. –sonrió levemente. –Mi apellido es Volkova, mi padre se llama Oleg Volkov. –dijo rápidamente. -Ekaterina sonrió al escuchar aquello. -¿Sabes lo feliz que se pondrá Anatoli al saber esto? –preguntó sonriente la rubia. -Yo, no, no lo sé. ¿Usted lo cree? –preguntó la morena apenada. -¡Por supuesto que sí! –contestó riendo. -¡Su mejor amiga resultó ser su hermana! Dale un motivo para no ponerse feliz por esto. -Un hermano. –dijo en un susurro la morena mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro. –Un hermano de sangre. –unas cuantas lágrimas rebeldes salieron de sus ojos. -Así es. –sonrió mientras también se le salían ciertas lágrimas. –Pero tú eres pelinegra. -No lo soy. –Rió yulia. –Soy rubia, igual que Anatoli, sólo que yo me tiño el cabello. -oh eso explica todo. –Bromeó. Pero se puso rápidamente seria -¿Es cierto eso de “lesbiana”? – preguntó curiosa. Yulia no sabía que contestar, no sabía si la aceptaría como es o la rechazaría. –Sí lo soy. – admitió agachando su cabeza, la mano de la

ojiverde tomó el mentón de yulia haciéndola levantar su cabeza. -No te avergüences de eso. –dijo comprensivamente. –No te juzgaré, no soy quien para hacerlo. –la morena sonrió. –¿qué es de tu madre, yulia? -No lo sé. –respondió la morena. –No sé nada de ella desde hace varios años, se fue dejándome sola con ese hombre. –su tono se tornó frío. -Bueno…-trató de cambiar de tema rápidamente. -¡Debemos contarle a Anatoli las nuevas buenas! – sonrió abiertamente. -¡Vaya! Tengo dos hermosos hijos. –dijo riendo. -¿qué? –preguntó sin comprender aquellas palabras la morena. -podría ser también tu madre si así lo quieres. – ofreció la ojiverde con un brillo especial en sus ojos. Yulia no sintió cuando su cuerpo se levantó involuntariamente del asiento y abrazó a Ekaterina haciéndola reír. –tomaré esto como un sí. Capítulo 47: Debes estar bromeando. -¡Volkova! ¡Debes presentarme a Anatoli! ¡Tengo que conocer a mi cuñado! -Dijo riendo la pelirroja al escuchar que las sospechas de yulia fueron ciertas. -Oye!! ¿y yo donde quedo? No llevaré la misma sangre de Volkova pero ¡Yo llegué antes que él! Dijo dima haciéndose el indignado. -¿Estás celoso? -Preguntó yulia riendo, aunque sabía la respuesta a eso.

-¿Celoso? pff ¡No! -dijo antes de levantarse e irse a la cocina. la pelirroja reía. -Déjalo, ya se le pasará. -Abrazó a yulia, estaba muy feliz por ella. -¡Un hermano! -dijo la morena riendo y abrazando más fuerte a lena. -Jamás imaginé tal cosa ¡Esto es tan maravilloso! -frotó graciosamente su nariz con la de la pelirroja haciéndola reír. -Con esto termino de confirmar que ¡Eres un hermoso ángel! -¿Por qué? -Preguntó riendo la pelirroja. -Yo no he hecho nada. -¡Sí que lo has hecho! -reprochó la morena. -Desde que te conocí la vida me cambió por completo ¿Te he dicho mil veces eso, verdad? -recordó mientras reía. -Solo quiero que no lo olvides nunca, fuiste el ángel que salvó a… -A otro ángel. –interrumpió la pelirroja. -iba a decir a un demonio. –Corrigió yulia riendo. –Pero si para ti lo soy, está bien. Se dieron un tierno beso hasta que dima apareció nuevamente en la sala, interrumpiendo aquel momento. –Como me gusta arruinar estas situaciones. –Bromeó mientras, abrazaba a las chicas fuertemente haciéndolas terminar forzadamente su beso. -Dima ¿Estás loco? –dijo la morena riendo. –Pensé que seguías molesto ¿Andas en tus días? -Volkova, te amo. –Respondió el castaño sonriendo. –Y también a ti katina, hay mucho amor para ambas en mí ¡Eso hasta que me reemplacen por un rubiesito ojos verdes! –dijo poniendo su típica cara de asco. -Sigue molesto. –Susurraron las chicas al mismo tiempo. -Sí lo estoy. –suspiró mientras continuaba abrazándolas. –Pero eso no impedirá que las siga queriendo como lo hago. No sé para qué dijo eso, bastó una mirada entre yulia y lena para atacar al pobre con una guerra de cosquillas. -¡Suéltenme! –decía entre risas y tumbado en el suelo mientras recibía su dosis de cosquillas. -¿Sigues molesto? –preguntó la morena. Dima estaba rojo de la risa. -¡NO! –logró gritar, el aire le faltaba de tanto reír. -¡Ya no estoy molesto! ¡Pero suéltenme! Finalmente lo soltaron, dejándolo despeinado, con un pequeño dolor de estómago por tanta risa, y

unos pequeños rasguños accidentales. -¿Quién no se ha cortado las uñas? –preguntó mirando las rayitas rojas en su brazo, buscó con la mirada las manos de las chicas, y sonrió. –Siempre supe que Volkova era la activa en esta relación. -Se carcajeó al ver la cara de espanto que puso lena a la vez que se ponía del color de su cabello. -Amor, nos descubrieron. ¡Te dije que éramos muy obvias! –bromeó yulia, ganándose un golpe en su brazo. -Por tantas burradas que has dicho todos estos meses ¡Jamás tendrás tu dosis de sexo, Volkova! –susurró lena mientras sonreía inocentemente. Dima se retorcía de la risa al ver la cara que puso yulia. –Me quedaré a vestir santos. ¡Lo sé! – respondió haciendo sus berrinches. -¿Cómo puedes vivir así, Lena? ¿Acaso no necesitas liberar tensiones de vez en cuando? Y de vez en cuando me refiero a unas ¡Tres veces por día! Estás muy tensa, yo puedo ayudarte con eso. La pelirroja se acercó lo más que pudo a ella, sabía cómo provocar a yulia. Rozó levemente sus labios con los de ella. –En otra ocasión será. –Pero también sabía cómo bajarla de golpe de su pequeña nube. -¡Maldita sea Lena! –dijo frustrada, mientras la pelirroja reía. *** -¿Trajiste todo el dinero? ¡Sabes que no abriré mi boca si no está completo! -¡Aquí está! –puso en la mesa un portafolio y lo abrió, dejando a la vista los royos de billetes ordenados. -¿Vas a contarlos? -¿Tú qué crees? –comenzó a contarlo detenidamente, hasta que por fin terminó al cabo de unos largos minutos. –Bien está completo. –Sonrió. -¿Qué quieres saber? -¿Saber? Lo que ya sé, me es suficiente. –se cruzó de brazo. -¿Entonces? –preguntó, frunciendo el ceño. -Deberás acompañarme a la casa de alguien, y le contarás la verdad acerca de Volkova y su pequeña farsa con dima. -¿Qué? –dijo extrañado. -¿A qué lugar debo ir, y con quién hablaré? ¡Tú no me dijiste nada de eso antes, chico! -Te he dado una buena cantidad de dinero, si no quieres ayudarme, no hay problema, puedo irme

por donde vine con este portafolio. –colocó su mano sobre el objeto y lo acercó a él. Era una buena cantidad de dinero ¡No lo encontraría en la calle ni nada por el estilo! –Bien. –dijo finalmente. -¿Con quién debo hablar? -Con Sergey Katin, le encantará saber esta información. –sonrió como si hubiese ganado algún juego estúpido de casino. -¿Katin? ¿El de esas empresas famosas del país? –El rubio asintió. -¡Estás loco! ¿Qué tal si no me cree? ¡Va a matarme! –dijo espantado. -¿podrías dejar eso en mis manos? –preguntó tranquilamente. –Yo me encargaré de llevar las pruebas, tú sólo terminarás de confirmar aquello. El ojiazul suspiró, aunque sabía que se metería en un enorme problema, terminó aceptando. Los planes de sash comenzaron a marchar sin problema alguno. La noche calló y con ella, la hora de enfrentar la realidad para yulia también. Llegó más temprano de lo normal a la universidad, se podría decir que voló en su auto. Tenía que contarle todo a Anatoli, la madre de él propuso que le dijeran ambas en una “reunión familiar” pero ella decidió no hacerlo de esa manera. “Dejaría de ser un Volkov” fue la pequeña broma que hizo ekaterina. -¡Déjame en paz Natasha! –se escuchó decir a Anatoli entrando a la cafetería donde estaba yulia, supuestamente “leyendo”. -¡Entiende que yo te amo! –respondió esa voz que tanto hostigaba a la morena. -¡Supéralo! –respondió el rubio. Yulia levantó su vista y se encontró rápidamente con la de Anatoli quien sonrió al verla, comenzó a caminar hacia ella seguido de Natasha, yulia comenzaba a molestarse. -¡Ahora te vas con ella! –gritó la rubia, fue cuando yulia explotó. -¿Te importaría dejar de molestar a mi hermano, por favor? –Vaya, si seré boca floja, pensó la morena al ver la metida de pata que había hecho. Por suerte Anatoli estaba discutiendo con Natasha que no prestó atención por completo a sus palabras. -Dejaré a tu amiguito en paz, yulia, sólo por hoy ¡Anatoli serás mío! –gritó antes de irse, en serio que estaba loca.

-Vaya. –suspiró la morena aliviada. -¿Será malo que su estupidez llegue a hacerme falta en algún momento de la vida? –preguntó riendo. Anatoli estaba serio. –Disculpa, ella siempre te ataca por mi culpa. -¡Venga que esto es divertido! –dijo la morena. –Siempre se va y grita “Anatoli, serás mío” –imitó torpemente la voz de natasha mientras reía. Ambos se sentaron, uno frente a otro. Yulia revisó su reloj, aún faltaba un rato para la primera clase, tenía tiempo para decirle todo al rubio. –Anatoli, tenemos que hablar. –dio seriamente. -¿Qué pasa yul? –preguntó mientras sacaba un libro de su bolsón. -Necesito que me prestes toda tu atención, esto es algo serio. –tragó saliva. –Es acerca de nosotros. -¡Por Dios! –dijo exaltado el rubio. -¿Te he estado coqueteando? Créeme que no es mi intención ¡Yo soy así! -No es eso. –interrumpió yulia extrañada. Anatoli la ignoró y continuó hablando. -¡Perdón yulia! Quizá pensaste que te llevé con mi mamá porque quiero algo contigo y.. -No es eso...-Repitió la morena. -…Y no sé que estarás pensando de mí en estos momentos…. -Anatoli… -Tengo que dejar de ser tan bobo. -¡Anatoli somos hermanos! –gritó la morena, haciendo callar rápidamente al rubio quien abrió enormemente sus verdes ojos. “Tengo que dejar de ser tan animal para decir las cosas” pensó al ver que el chico no reaccionaba. -¿Qué? –dijo en un hilo de voz, casi inaudible. -¿Estás bromeando, cierto? -No, y creo que tampoco debí decirlo así de rápido. –se disculpó yulia. –Pero estoy diciendo la verdad. -¿pero cómo? –preguntó sin entender nada de lo

que decía yulia, quería salir corriendo de ahí, pero sus piernas no reaccionaban. Sentía que iba a desmayarse. Al parecer eso era de familia. Yulia comenzó a contarle todo, desde el por qué le ocultó su apellido durante tantos meses, hasta la conversación que tuvo con su madre donde confirmó finalmente sus sospechas. Anatoli estaba más relajado, aunque no decía nada. Era demasiada información para un solo ratito. Tomando en cuenta que yulia habló como si estuviese rapeando. –¿Anatoli? –preguntó al no ver nuevamente reacción de su parte. –Entenderé si me odias. –Suspiró la morena mientras tomaba su bolsón y se disponía a irse. La mano de anatoli sobre la suya la detuvo. -No te vayas. –dijo el rubio con su vista fijada en algún punto interesante de la mesa. Yulia retrocedió regresando a su asiento. –Esto es ¡Wow! Quiero decir…-Rascó su nuca mientras se dibujaba una vaga sonrisa en sus labios. –pensé, así como mamá, que el idiota de mi padre, bueno, quiero decir, nuestro padre. –calló un momento. Tenía que relajarse o continuaría balbuceando –pensé que era mentira lo de su hija ¡Jamás pensé que estaría tan cerca de mí! – contestó exaltado. –Tú lo sospechabas ¿Por qué no me dijiste nunca nada? –preguntó mirando finalmente a yulia. el timbre de las clases interrumpió la plática. –Tenemos que ir a clases. –dijo yulia. -No iremos a ningún lado hasta que hablemos este tema por completo. –Dijo serio el rubio. Yulia sabía que no tenía opción. -No te dije nada, por qué pensé que eran cosas mías, inventos de mi cabeza, ya sabes. –dijo mientras se acomodaba nuevamente en su asiento. Anatoli pensó un poco. –Tienes razón. No te hubiese creído nada. –Rió por lo bajo. –una hermana. –miró para otro lado, no quería toparse con la mirada de yulia. -Un hermano. –Respondió la morena. Sus ojos comenzaron a cristalizarse sin querer, “Malditas hormonas acumuladas” dijo en su cabeza. Anatoli finalmente volteó a ver a yulia, él también tenía sus ojos cristalizados, sonrió al ver que su hermana estaba igual. –Durante todos estos meses, hemos tenido una increíble conexión ¡desde el primer día! Y me pregunté ¿por qué? –Rió, su voz sonaba entre cortada. –No era amor a primera vista ¡Lo sabía! Era algo distinto, sólo no sabía qué era exactamente. Me lo pregunté tantas veces. –Se puso se dé pie al mismo tiempo que secaba las lágrimas en su rostro. –Te he abrazado mil veces, pero, pensando que eras mí amiga. –La morena asintió. -¿Te gustaría que nos diéramos el primer abrazo como hermanos, yul? –preguntó mientras extendía sus brazos.

Yulia no pudo más y se echó a llorar, eran lágrimas de la felicidad, no pudo decir ni una palabra, solo se levantó de su asiento y abrazó al rubio quien la alzó fácilmente en el aire mientras reía y también lloraba de la felicidad. Finalmente yulia sentía lo que era ser querido por alguien con su misma sangre. Capítulo 48: ¡Organización! -Tienen que ir ¡Deben ir! -No queremos hacer mal grupo ahí. -Es cierto. Ustedes deben estar juntos, solos, sin dos metiches. –decía mientras enumeraba con sus dedos lo que hablaba. -¡Los dos están mal! ¡Son mi familia también! Tú… –Apuntó la chica. -¡Tú eres mi novia! Y aunque me tengas en abstinencia sexual Katina, ellos deben conocerte. –Ahora miró al castaño que estaba por reventar de la risa. -¡Tú eres mi maldito mejor amigo! ¡Y hermano! De no ser por ti y tu corrupción estaría en la cárcel. –dijo riendo, ninguno de los dos dijo nada. -¿Entonces? – preguntó la morena. -Volkova es lo más lindo que has dicho. –Dijo la pelirroja. –Creo que te has ganado tu anhelada noche. La morena se sorprendió al escuchar aquello, y a la vez sonrió. -¿En serio? –preguntó feliz. -No. –respondió de inmediato mirándola seria, pero en realidad quería reírse. –Pero está bien, iremos contigo. -¿Segura? –preguntó el castaño, ella asintió. –De acuerdo. Volkova, quita esa cara y alégrate, sabes que Lena no te dará sexo hasta que dejes de actuar como una urgida.

-No es divertido. –dijo la morena haciendo un puchero. *** -Hija estás bien? –preguntó preocupada al escuchar a la chica vomitar en el baño. Ella salió pálida pero le sonrió. –Sí mamá, de seguro algo me hizo daño, no sé últimamente estoy comiendo cosas de la calle. -¿Quieres que te prepare algo? ¿Te llevo al doctor? -¡No! –respondió rápidamente. –Estoy bien, sólo necesito descansar. -¿Segura? –dudó la señora. -Sí mamá. –Respondió tratando de tranquilizar a su madre. –iré a acostarme. –caminó hasta su cuarto y se acostó en su cama. –Dios, que no sea lo que estoy pensando. –dijo en un susurro. ¿Quién será la chica? *** -¿Entonces sí comeremos el domingo todos? -Sí Ekaterina. ¡Irá Lena y dima! Me ha costado un mundo convencerlos. –reía la morena mientras hablaba por teléfono. -Me lo imagino, hija. –la morena sonrió al escuchar aquella palabra. -Bueno, debo irme, tengo que regresar al trabajo. – Respondió la morena. -Está bien yulia. Nos vemos luego.

Ambas colgaron y regresaron a sus cosas. *** -Moscú. Mi querido y hermoso, Moscú. –Respiró el fresco aire de la ciudad y soltó sus maletas. – Cuánta falta me has hecho. He dejado tanto aquí, pero fue por mí bien. –Decía en un tono melancólico. –Espero poder arreglar todo en este tiempo. Comenzó a caminar, dejando atrás de ella el aeropuerto dónde había arribado hace unos escasos minutos. *** -¿Masha se fue, nicolay? –preguntó la morena mientras limpiaba una mesa. -Sí, se sintió mal y me pidió el resto de la tarde libre. –Se encogió de hombros el hombre. -¿Tú qué tal has estado? Hace mucho no hablamos seriamente. -Lo sé. –aceptó la morena. –He estado bien ¿No me has visto radiar felicidad? –Reía alegremente. -Lo he notado. ¿A qué se debe? -¡La vida se le arregla hasta para el que no cree en nada! –Rió. -¿Por qué dices eso? -¡Tengo un hermano! ¡Un hermano de sangre! ¿Sabes cuantas veces me imaginé eso? ¡Nunca! Fue asombroso descubrirlo. Claro, tengo a la mejor novia del mundo, al mejor amigo perfecto… -El trabajo y jefe perfecto. –Interrumpió nicolay riendo.

-También eso. –Afirmó yulia mientras reía. –Todo va tan bien. Y pensar que hace unos meses, yo quería acabar con mi vida. -¿Qué? –preguntó incrédulo. -La larga historia que jamás te conté. –Se encogió de hombros. –pero que ya no vale la pena recordarlo ¡Disfruta de todo lo bueno que me has visto vivir! –decía emocionada, nicolay sólo sonreía, le agradaba verla tan feliz, tan radiante, tan, yulia. -Y lo que te falta vivir pequeña. –Dijo nicolay al momento que abrazó a yulia. *** -Entonces ¿Cuándo iremos con él? -dentro de unos días, estoy sacando los papeles de los que te hablé. En cuando los tenga, todo estará listo. El hombre dudó. -¿No crees que nos meteremos en camisa de 11 varas? -¿Te estás haciendo para atrás? ¿Dónde quedó tu prepotencia, oleg? –preguntó riendo. -De ninguna manera. –respondió rápidamente el ojiazul. -Entonces espera mi llamada. ¡Ni se te ocurra arrepentirte y tomar la estúpida decisión de irte del país! ¡Qué te buscaré hasta por debajo de las rocas! -Soy un Volkov, soy hombre de palabra. –Dijo serio. -Bien. –Sonrió. –No saben lo que les espera. – Susurró mientras soreía.

*** El día pasó sin más complicaciones, mientras unos reían, otros planeaban arruinar la felicidad de otras personas, y algunos otros regresaban con la esperanza de un reencuentro sin saber por dónde comenzar a buscar aquello. *** AL DÍA SIGUIENTE, TEMPRANO EN LA MAÑANA. -Quítate de mi camino. Fue apartado bruscamente, se sorprendió al ver aquella acción. -¿Qué pasa contigo? -Nada que te interese. –respondió fríamente. La siguió hasta la cocina. –Yulia ¿Qué tienes? Tan temprano y andas molesta ¿Estás bien? -¡Qué no vez que estoy bien! –respondió exaltada la morena, dima se asustó. -Vaya que agresiva. –Bromeó el castaño. -¿Andas en tus días? ¿Falta de sexo? ¡Dime! -¡Joder contigo! No me molestes más con eso ¿Sí? –respondió yulia molesta. -Es falta de sexo. –afirmó dima, ganándose un duro golpe en su brazo. –Oye, eso dolió. -¿Dejarás de hablar estupideces? –preguntó yulia observándolo fríamente, era raro que ella tuviese esa mirada con él aunque estuviera molesta. -Sí. –Dijo dima, sabía que si seguía bromeando terminaría muerto. –Iré a bañarme. -Bien. –dijo yulia y continuó haciendo el desayuno.

Dima se dirigió al baño, con la cabeza hecha un lío ¿Qué tiene yulia? Se preguntó infinidades de veces. Pensó que tal vez estaba peleada con Lena, aunque no escuchó ninguna discusión la noche anterior, incluso se escuchaba muy cariñosa cuando hablaron por teléfono. El castaño suspiro. –Mujeres. –se metió a la ducha y se dispuso a asearse. Yulia terminó de hacer el desayuno, seguía igual de seria. Cuando dima salió del baño, ella se metió sin decir más que “el desayuno está hecho” siguiendo con su tono frío. Terminó de bañarse, se arregló más rápido de lo normal y fue a comer junto con dima, por primera vez en meses fue un desayuno muy callado, sin bromas estúpidas de parte de ambos, sin hablar sin siquiera del clima, nada. Solo el sonar de los tenedores con el plato. Comió rápidamente, como siempre, terminó antes que el castaño, lavó sus dientes y se despidió con un ligero beso en la mejilla de él. –Nos vemos luego, debo irme. –y se fue de ahí dejando a un dima el doble de confundido. –Jamás entenderé a Volkova. –dijo antes de tomar un poco de su café. *** El otro lado de la moneda, o más bien, Lena, ella amaneció radiante, sonriente como se le había hecho costumbre. Comenzó su rutina antes de irse a la universidad, se duchó, bajó a desayunar con sus padres, cepilló sus dientes, se maquilló un poco y se fue rumbo a la universidad. Llegando ahí, rápidamente sacó su celular, claramente para hablarle a su querida novia. Marcó y luego de unos cuantos tonos contestó. ¿Aló? -¿Amor? ¡Buenos días! –respondió la pelirroja

feliz. -¿Cómo has amanecido? -Ah, Len, hola. –dijo yulia. –Muy bien ¿Y tú pelirroja? –trataba de sonar lo más natural posible, lo cual falló desde que contestó el teléfono, lena sabía que pasaba algo. -¿Segura que lo estás? –preguntó dudosa la pelirroja. -Sí len, estoy bien. –Rió un poco la morena. –Te amo. Lena sonrió. –Y yo te amo a ti. -¿Almorzarás conmigo? –preguntó la morena. -Por supuesto que sí. –Respondió alegremente. -Bien. –Sonrió, aunque sabía que su novia no podía verla. –Entonces nos vemos en unas horas. -Está bien yul. –sonrió también ella. Luego de un corto tiempo, finalizaron la llamada, lena extrañada por el tono de voz que tenía yulia “malos días” pensó, eso solía pasarle de vez en cuando a yulia y sólo la pelirroja se daba cuenta de eso al 100%, sólo nunca sabía la causa. Capítulo 49: problemas. -Sí…No…Lo sé….Uhum .. -¿Estás bien? -Lo estoy, ya te lo dije. -No parece, llevas días así. -¿Así como, lena? –preguntó notablemente molesta.

-¡Tu humor! ¿Te pasa algo? ¡Ya te dije que estoy bien! ¿Por qué insistes con eso? Joder. La pelirroja suspiró. –Está bien, ya no insistiré. -¡Gracias! -Perfecto. –Respondió lena, obviamente se enojó, y colgó la llamada sin despedirse de yulia. -Demonios. –Dijo en un susurro la morena. ¡Ya era viernes! Yulia seguía con el mismo humor de hace días, y cada vez era peor. Ya no podía disimularlo con lena, dima se mantenía callado, no bromeaba, cuando lo intentó recibió un golpe que le sacó un poco el aire. *** -¿Dima? -¿Lena? -¡Sí! ¡Soy yo! –respondió alterada. -Otra loca… -murmuró dima. -¿Qué pasa pelirroja? -¡Hey, te escuché! –Dijo relajándose un poco, mientras reía. -Es que es verdad, todas andas alteradas ¡Qué demonios les pasa! -Tú también estás alterado ¡Sólo escúchate! – bromeó. -¡Es que ustedes tienen la culpa! –se excusó dima.

-No es cierto. –negó rápidamente. -¿Sabes qué tiene? -¿Lo sabes tú? –preguntó. -No. -¡Mucho menos yo! ¡Tú eres la novia! -¡Tú vives con ella! –replicó. -¡Y eso qué! ¡Yo no tengo intimidad con ella como tú! -¿En qué forma lo estás diciendo? –preguntó antes de decir algo erróneo. -Tú sabes en que forma lo digo, no quieras hacerte la santa, ahora dime ¿Qué demonios le pasa? ¡No la soporto! Parece que se le metió el diablo de la noche a la mañana. -Lo sé. –Suspiró. –Acabo de discutir con ella. De nuevo. Debemos hablar con ella. –propuso. -¡No! –respondió en seguida. -¿Acaso quieres morir? ¡Sólo le dices “hola” y estalla! ¡Cómo si fuese un fuego artificial! -¡Pero si no seguirá así! –Contestó desesperada. -Y la cena es el domingo. –recordó. -¿Tú crees que si sigue con ese humor vaya a ver cena? –preguntó dudosa. El castaño pensó un momento. -¿Crees que esté así con Anatoli también? –dijo sin responder a la pregunta de lena. ***

-¡Qué has hecho en mi casa! -¿Tú? –dijo espantado. -¡Sí yo! –dijo burlonamente. -¿Y mi hija? –buscaba con la mirada en aquel cuchitril que dejó de ser una casa en algún momento de la vida. -¡Dónde está mi hija! -¡Tu hija! –levantó el tono. –Tu hija tuvo que haberse ido contigo ¡No dejarla conmigo! -Tú dijiste que cuidarías de ella ¡Yo no podía llevármela! –gritó también. -¡Lo hice! ¡Lo hice por mucho tiempo! ¡La cuidé, le di de comer! ¡Hasta que vi que no era normal! -¿Qué cosas dices? –preguntó confundida. -¡Lo que escuchas! ¡Es una bastarda! –una enorme cachetada lo hizo callar de golpe, dejándolo perplejo. -No dejaré que te expreses así de ella. –Advirtió con notable furia invadiendo su cuerpo. -No sé dónde está esa bastarda. –Dijo sujetándose la mejilla por el dolor. -¿La has echado de la casa? –preguntó aún más molesta. -¿Qué no es obvio, Larissa? –se burló. –Esa maldita lesbiana se fue de aquí ¡Por fin! Era un estorbo para mí. La mujer se quedó helada al escuchar aquello. Pero el amor de madre es más grande que cualquier cosa, y ella no era la excepción. -¡Dime dónde está mi hija! –exigió furiosa. -Vaya. –dijo sorprendido. –Pensé que renegarías de ese fenómeno. ¡Deberías hacerlo! Pero ya veo que eres igual de bastarda que ella. –otra fuerte cachetada lo volvió a hacer callar. Esta vez

llenándolo de furia, y quiso contraatacar. -Vamos, pégame. –Retó la mujer sin bajarle la mirada desafiante. -¡Vamos! ¡Demuestra lo hombre que eres! -No vales la pena. –dijo soltándola y alejándose sin perderla de vista. -Bien. –respondió finalmente. –Te debes ir de esta casa ¡Ahora mismo! -¿Qué? –preguntó incrédulo. -Lo que escuchaste, esta casa es mía. –dijo firmemente. –Te largas de aquí, Oleg Volkov, no vivirás más conmigo, ni con mi hija. El hombre rió burlonamente. –Está bien. –dijo finalmente. –Me iré, no me interesa esta estúpida casa. –caminó hasta la puerta, antes de irse volteó a decirle algo a Larissa. –Espero no encuentres a la bastarda de tu hija nunca. –Sonrió cínicamente. -¡Lárgate! –gritó furiosa, oleg azotó la puerta cuando salió finalmente de ahí. Ella suspiró aliviada por un momento, hasta que recordó lo más importante para ella y por quien había regresado hasta Moscú. –Yulia ¿Dónde estarás? – dijo en un suspiro mientras frotaba su cuello. *** -¡Usted quería un café negro! –gritó furiosa. -No señorita, quería un capuchino. –Corrigió tranquilamente el hombre. -¡Ah! ¡Joder! –decía molesta. -¿Pasa algo? –preguntó una tercera persona.

-La señorita se equivocó y me trajo un café negro, yo quería un capuchino. -Dijo café negro. –dijo en un susurro al momento que recibió un codazo. -En seguida le traemos su capuchino, cortesía de la casa por el error que cometimos. –El hombre asintió con una sonrisa. Ella se alejó de ahí arrastrando casi a la morena. -¡Yulia! ¿Qué demonios te sucede? ¡No puedes tratar así a los clientes! –regañó molesta. –Kozlov, un capuchino. -En seguida Ivanova. –dijo sonriente el chico. -¿Entonces yulia? –miró a la morena. -¿Qué pasa contigo? Todos estos días has estado tan rara. -Estoy bien. –interrumpió la morena. -pues no parece. –dijo negando con la cabeza la rubia. -Masha, el café. –interrumpió andrey. -Gracias Kozlov. –respondió con una pequeña sonrisa. –Iré a dejarle esto a ese señor, por favor no agredas a alguien más mientras tanto, ¿Sí? dijo casi suplicando, yulia asintió. *** La noche llegó rápidamente. Con ella las clases de la morena. -¡Yulia! –decía agitado. -¡Yulia espérame! –la morena paró. –Vaya sí que corres, creo que no somos iguales en eso. –dijo riendo. -¿Qué pasa Anatoli? –preguntó la morena ignorando la broma que su hermano hizo.

-¿Estás bien? ¿Para dónde vas corriendo? La morena balbuceó un momento. No sabía que decir. –Pues, a clases. –Era malísima para mentir. -Pues para ahí no está el salón. –Dijo el rubio. – Enserio ¿A dónde vas? -¿Por qué todos se andan metiendo en mi vida ahora? –gritó furiosa, anatoli se asustó. -¿Yulia, hermana, qué pasa? –preguntó preocupado. -¡Nada! ¡No pasa nada! ¡Ese es el problema! –dijo exaltada la morena. –por favor Anatoli, déjame ir. – suplicó, queriendo apartar al chico de su camino. -No. –respondió rápidamente. –No, hasta que me digas ¿A dónde vas? -¡Voy, voy por ahí! ¿Sí?! no estoy de ánimos para estar en clases. –dijo yulia queriendo avanzar, Anatoli le bloqueaba el paso. -¡Hermano por favor! ¡Quítate! -¡Dime que pasa! ¿Tienes problemas? Puedo ayudarte, si quieres. –dijo inocentemente el ojiverde. Yulia volteó a verlo. –Claro que no puedes ayudarme en esto. –Dijo fríamente. –Pero podrías quitarte y contribuirías a que mi rabia no siga creciendo. -¿Anatoli? ¿Anatoli amor? –dijo la voz que yulia menos quería escuchar. -Hay no. –dijo anatoli frustrado. La chica se acercó a ellos. -¡Ya estás con esta! – dijo la rubia al ver a yulia tomada del brazo por Anatoli para que no se fuera.

Fue la gota que colapsó la furia de yulia. –Mira, Natasha. –se acercó mirándola fijamente a los ojos. -¡Supéralo! ¡No te quiere! –le gritó cada palabra en la cara. -¡Tú qué sabes! -¡Porque es mi hermano! ¡Es mi jodida sangre! Y créeme que yo no estaría con una maldita loca como tú. –seguía en su tono frío, Anatoli estaba boquiabierto al igual que Natasha. -¿Tu hermano? –preguntó sorprendida. -¡Sí! ¿Acaso nos has visto besarnos? –ella negó. ¡Qué más malditas pruebas quieres! –Entonces recordó. –Ah sí, ¡Soy lesbiana! –gritó y se zafó del agarre de Anatoli, alejándose de ahí a toda prisa. dejando a ambos chicos realmente sorprendidos. ¿Para dónde iría la morena? Capítulo 50: ¿Dónde demonios estás? -¿Está contigo? -No. Pensé que estaba contigo. -¡Claro que no! ¿No te dijo a dónde iba? -No, sólo se fue después de discutir con una chica, ¿Oye es lesbiana? –preguntó curioso. -¡Qué demonios importa eso ahora! ¡No está aquí! No sabemos nada de ella ¡Y ya son la 1am! -Sabe cuidarse. -¡Pero está molesta! ¿Sabes que Volkova molesta es como la reencarnación del diablo? -Tenemos que salir a buscarla. –dijo preocupado.

-Sí tenemos qué. –Dijo suspirando. -¡Lena! ¡Debo avisarle a ella! –recordó diciéndolo casi en un murmuro. -¿Quién es lena? -La novia de Volkova, Anatoli. -Wow, no me ha dicho nada de eso, se lo tiene bien escondido. -haré que te lo cuente ¡Cuando la encontremos! – respondió dima alterado. –Tengo que colgar, te llamo luego para salir a buscarla ¿Sí? ¡No vayas a dormirte! -No, no lo haré. –dijo el rubio. –Espero tu llamada, adiós. Y ambos colgaron, la mamá de Anatoli esperaba noticias. -¿Y? –preguntó desesperada. -No está con él. Saldremos a buscarla. -Iré con ustedes. –dijo poniéndose de pie rápidamente. -No mamá. –La detuvo. –Tú quédate aquí ¿Sí? está demasiado frío allá afuera y ¿Qué tal si viniese para acá? -la mujer frunció el ceño. –Está bien, me quedaré ¡Pero me avisas cualquier cosa, por favor! –pidió desesperada. -Claro que sí mamá. –Respondió Anatoli con una pequeña sonrisa. ***

-¿Hola? –dijo una voz adormilada. -¿Quién mierdas habla a esta hora? -Katina, soy yo, dima. –respondió el castaño. -¿Qué quieres dima? –miró su reloj con sus ojos casi entrecerrados. -¡Son la una de la mañana! -Volkova no aparece. –soltó de golpe y preocupado. -¿Qué? –dijo sin entender nada. -¿Cómo que no aparece? ¡Pues a dónde fue! -¡No lo sé! Hablé con Anatoli, y dice que no entró a clases, estaba molesta, discutió con una chica y luego se fue corriendo de ahí. –Explicó el castaño. Lena se puso de pie mientras dima hablaba y se vistió lo más rápido que pudo. Más bien, se puso lo primero que vio sobre su pijama. –Iré contigo. -¿A esta hora? ¿Cómo vendrás? -Mi novia no aparece ¡Es obvio que iré! –respondió exaltada la pelirroja. –Cómo iré. Es una buena pregunta. -Puedo ir por ti. En la moto. –Contestó dima. -¿por qué no dijiste eso desde el principio? – regañó la pelirroja. -¡Mueve tu trasero hasta aquí, ahora mismo! –exigió. Dima tomó rápidamente sus llaves. -Está bien, voy para allá. Nos vemos. –colgó sin decir nada más y bajó hasta el estacionamiento donde estaba su moto del trabajo. -Mis padres. –Recordó la pelirroja cuando iba bajando las escaleras, volvió a subirlas lentamente mientras pensaba alguna mentira. Llegó hasta la

puerta de su habitación y tocó. –Mamá, papá. –dijo no muy fuerte. Se escuchó algo de ruido al otro lado de la puerta. -¿Lena? –dijo la madre de la pelirroja, notablemente adormilada. Abrió la puerta, la luz del pasillo molestó sus ojos, y vio a su hija parada ahí. -¡Lena! ¿Qué pasa? ¡Ya es muy tarde! -Lo sé mamá. –se encogió de hombros. –Debo salir. –comentó. Esperando que su madre se alterara. -¿Qué? –dijo espantada. -¿A dónde se puede saber? –preguntó cruzándose de brazos. -Con yulia. –Dijo rápidamente. -¿Qué pasa con ella? –preguntó extrañada. -Está enferma, mamá. –fue lo primero que se le ocurrió. -¿Qué tiene? –dijo preocupada. -No lo sé, fiebre, dolor de estómago, de seguro comió algo que le hizo daño. Dima quiere que vaya a cuidarla, él se desespera cuando se pone mal y está solo. –Se encogió de hombros. -¿Me dejarás ir? –preguntó inocentemente. La madre de la pelirroja pensó un momento, luego suspiró. –Está bien, sólo porque la pequeña está mal. ¿por qué no le llevas algo? ¡Ja! “la pequeña” morirá esta noche. Pensó la pelirroja mientras le sonreía a su madre. -¿Cómo qué mamá? Dima viene en su moto, no creo que pueda llevar algo. -Oh bueno. –dijo su madre. Afuera de la casa se escuchó el sonar de la moto. -¿Es él?

-Sí es él. –respondió la pelirroja. –Debo irme mamá, estaré bien ¿sí? –besó la mejilla de la mujer, ella asintió. -Avísame cualquier cosa, por favor. –gritó antes que la pelirroja bajara corriendo las escaleras. – Hay yulia. –dijo en un suspiro antes de regresar a su habitación. La pelirroja salió de su casa corriendo, recibida con el frío viento de afuera. Dima la esperaba ya frente a su casa. -Buenos días pelirroja. –bromeó el castaño. – Súbete. -Hola dima. –respondió con una media sonrisa, y se sentó detrás del castaño. -Quítame el casco y póntelo por favor. –Dijo dima, la pelirroja lo hizo. –Ok, nos vamos. Lena abrazó fuertemente a dima, iba preocupada, tanto que olvidó su fobia a las motos, toda su preocupación se encontraba con yulia en esos momentos. *** -¿Me das otro? -¿vienes sola? -¿Te lo parece? -preguntó molesta. –Por favor, dame otro. -Está bien. –respondió mientras le daba lo que pedía. Alguien se sentó a su lado, pero no lo notó hasta que habló. –Hola. –dijo en un tono seductor, la curiosidad pudo más y volteó a ver quién le

hablaba. -Hola. –dijo indiferente. -¿Por acá tan sola? –seguía tu tono coqueto. -No me quejo de eso. –respondió encogiéndose de hombros. -No deberías estar celebrando tú sola. –dijo mientras señalaba su vaso a medio llenar. -¿Te parece si te acompaño? -Me da igual. –Respondió tomándose de golpe lo que le quedaba en su vaso, quemándole la garganta, un doloroso placer en aquel momento. Su acompañante sonrió. -Yo invito la siguiente ronda. –Le dijo sonriendo y así lo hizo. *** ¿Qué hacemos ahora? –Tomó el vaso de agua que le fue ofrecido. –Gracias. -No lo sé. –Respondió frotando su cien. –No sé dónde buscarla ¡Podría estar en cualquier lugar! La pelirroja y dima fueron hasta la casa de Anatoli “que bonita manera de conocernos todos” pensó lena cuando lo saludó a él y a su madre. -¿Algún lugar significativo para ella? –preguntó Anatoli observándolos rotatoriamente a ambos. Los chicos pensaron. -¿El puente? –dijo la pelirroja, al parecer pensando en voz alta. -¿Crees que esté ahí? –preguntó dima. -Puede ser, le gusta ver la ciudad desde ahí. – respondió la pelirroja dudosa.

-¡Entonces vamos! –Dijo dima poniéndose de pie. -Iremos en mi auto. –Informó Anatoli. Los tres chicos salieron rápidamente de ahí, lena le dio la dirección de aquel puente. Anatoli iba a toda velocidad. Las calles estaban vacías, era una ventaja. Llegaron ahí y lena bajó de primero. -Demonios no está aquí. –Dijo frustrada viendo el lugar en total silencio, y vacío. Dima y anatoli se pararon a su lado. -¿otro lugar? –preguntó Anatoli. Le frustraba no saber los lugares a los que su hermana podría ir en estos momentos. Deseó tanto haberla conocido desde pequeña en ese momento ¡Así lo sabría todo de ella! -Hay otro lugar, pero no sé dónde está. Jamás me dijo como llegar. –respondió la pelirroja sentándose a mitad de la calle. -¡Dios! –dijo en un susurro. Dima estaba cada vez más desesperado, pensaba y pensaba pero nada. -¡No sé dónde pudo haber ido! –frotó sus ojos. Anatoli puso una mano en su hombro. -Piensa, has estado con ella desde mucho antes, tendrá un lugar en específico a donde pudo haber ido y tú lo conoces. Sólo concéntrate y trata de relajarte. –Sonrió comprensivamente. Dima inhalaba y exhalaba tranquilamente, tratando de calmarse. Cerró sus ojos y su mente comenzó a viajar hasta el pasado. Entonces se vio a él y a yulia en un lugar bastante concurrido por ellos en sus “años de casanova” abrió sus ojos rápidamente y sonrió.

-Ya sé dónde está. –informó. Lena se levantó rápidamente de donde estaba y se acercó a ellos. Anatoli sonrió. -Entonces manejas tú. –le tiró las llaves y se subieron rápidamente al auto del chico. Capítulo 51: ¡Qué pasa contigo! -Este es el lugar. -¿Ese es el auto de Volkova? –dijo mirando por la ventana. -Sí, ese es. -Vaya, ¿Cómo supiste que estaría aquí? –preguntó Anatoli asombrado. -Larga historia. -Volkova va a morir. –Susurró la pelirroja. Estacionaron el auto en un espacio que encontraron libre, por suerte, ya que estaba a reventar el lugar. La música estaba altísima. Los tres buscaban con la vista entre la gente a la morena y nada. “por qué demonios será tan pequeña” pensaron los tres en diferentes tiempos. Hasta que dima alcanzó a verla a una larga distancia, en un situación no muy cómoda. Paró a los chicos. -Katina, por favor, espera afuera. –le gritó en el oído. -¿Por qué? ¿Qué pasa? –preguntó la pelirroja sin entender nada.

-Volkova…Ella…ya la vi. –balbuceó. –Iré por ella y la llevaré al auto ¿sí? espérame ahí. La pelirroja sonrió, su novia estaba bien. –Claro que no, iré por ella. –Y sin decir más apartó a dima de su camino y comenzó a caminar entre la multitud. -Va a matarla. –le dijo el castaño a Anatoli. -¿por qué? –preguntó confundido. -Sólo, sigámosla. –propuso, y así hicieron. Lena batallaba entre toda esa gente a su alrededor, no veía una salida clara de ahí. Hasta que por fin logró zafarse de ahí. –Demonios, malditos borrachos. –dijo para ella misma al momento que levantó su vista y vio una pequeña rueda de personas, al parecer alentando a alguien. “Ea ea ea” “¡Eso! ¡Sigue así!” Lena logró escuchas pequeñas frases como esas, su curiosidad pudo más y se aventuró a ver qué era lo que tanto escándalo estaba provocando. Dima y anatoli iban detrás de ella. -¿Volkova está ahí? –preguntó el rubio, dima asintió preocupado por lo que pudiese pasar. Cuando la pelirroja logró atravesar la pequeña muralla humana que estaba ahí, se quedó sorprendida con lo que sus ojos estaban viendo. – Por Dios. –claro, nadie ahí la escuchó. Dima y Anatoli se pararon a su lado cuando también lograron pasar hasta al frente. -Va a matarla. –repitió dima aún más preocupado. Se acercó a la pelirroja que no decía ni hacía nada, sólo estaba observando detenidamente. Anatoli estaba igual de sorprendido que ellos.

Y ahí estaba ella, frente a sus ojos, bailando felizmente, al parecer. ¡Pero no estaba sola! No, Estaba bailando con una chica, en una posición no muy agradable para quienes la conocían, pero para otros, era algo qué aplaudir por lo visto. -Len, vámonos de aquí. –Le dijo dima a la pelirroja. Ella no dijo nada. –Lena, déjala aquí, no vale la pena que sigas mirando esto. Entonces lena iba a decir algo hasta que vio, que yulia casi se caía, pero la chica con quien estaba la tomó y la acercó más a su cuerpo, Volkova seguía bailando como si nada, mientras reía sin tener ni la menor idea que era observada por la persona que más la amaba. –No nos iremos. –Dijo seria. -Pero len, esto se pondrá peor y… -Yulia está ebria. –le dijo al oído a dima, ya que el ruido de la música no dejaba ni escuchar sus propios pensamientos. -Iré por ella. –dijo anatoli, pero lena lo detuvo. -No, yo iré por ella. –Respondió seria, y se acercó a dónde, yulia estaba dando su pequeño show. ¡Hey disculpa! –le dijo a la chica con quien bailana yulia. -¿Qué quieres? –preguntó indiferente. -Que sueltes a mi novia. –dijo firmemente, la chica era un poco más alta que lena, algo que no le importó en lo absoluto. -¿Perdón? –dijo riendo. -La chica… –Sonrió cínicamente. –La chica que estás restregando a tu cuerpo como si estuvieses en celo ¡Es mi novia! –gritó para que la escuchara perfectamente, y así fue.

-Pues tu novia está disfrutando conmigo ¿por qué? –La miró desafiante Volkova seguía bailando a un lado de ellas, no se daba cuenta que una discusión se avecinaba frente a ella. -¿Acaso no le das lo que necesita? –alzó su ceja. -¡No te interesa nuestra vida! –gritó molesta la pelirroja. Entonces yulia escuchó esa voz y regresó a la realidad, frente a ella su novia furiosa, los nervios comenzaron a matarla más que el alcohol que tenía en su cuerpo. -¡Lena! –logró decir. -Volkova. –dijo seria mientras la veía. -Yo...yo, puedo explicarlo. –decía torpemente la morena mientras caminaba hasta la pelirroja. *Esto se pondrá bueno* fue el comentario que dijo Dima a Anatoli mientras observaban aquella divertida pero tensa escena. -Tienes mucho que explicar, pero fuera de aquí. – Le dijo la pelirroja a yulia, esta reía de la borrachera y de los nervios. -¿Te la llevas sin antes dejarme probarla? – preguntó incrédula la chica cuando vio que lena ayudaba a yulia a salir de ahí, entonces regresó hasta donde estaba ella. -Lo siento tanto, suele venir a buscar basura cuando está molesta, pero tranquila, iré a hacer lo que tú no pudiste hacer en este tiempo que la tuviste. –Le sonrió aunque estaba molesta y se fue hasta donde los chicos quienes le ayudaron con yulia. -Está hecha un desastre. Dijo Anatoli mirando a yulia.

Salieron de ese desastre ruidoso luego de unos minutos. Yulia seguía riendo. -Nos iremos en su auto, Anatoli puedes irte a tu casa, nos has ayudado mucho. –Dijo dima sujetando a yulia. -No, yo me iré en su auto con ella. –dijo la pelirroja, dejando a todos extrañados. -¿Dónde irás? –preguntó dima. -Por, por ahí. Tranquilo estaremos bien. Por favor Anatoli llévate a dima de aquí. –le pidió, él asintió. Lena buscó las llaves del auto en el bolsillo de yulia, abrieron el carro y metieron a yulia en la parte de atrás. -¿Sabes conducir? –preguntó dima. -A estas alturas de mi vida, no entiendo cómo es que no sé conducir un avión aún. –Bromeó la pelirroja. Dima entendió perfectamente. Se despidió pero antes de irse le dijo algo a lena. –Por favor no seas muy dura con ella. -Tranquilo. –respondió sonriente, la risa de yulia dentro del auto los interrumpió. –Debemos irnos. Oh y ve por tu moto. –dijo rodeando el auto. -Claro que sí. –respondió dima marchándose de ahí. *** El reloj marcaba las 4am, el frío aire que entraba por la ventana del auto mantenía despierta a Lena, y a yulia quien le estaba bajando ya su borrachera. -Que frío. –Dijo levantándose del asiento de atrás. -¿Dónde vamos? –le preguntó a, evidentemente a

su raptora. -¿Quién eres? –No reconoció a la pelirroja ya que iban a oscuras y sólo se alumbraba la calle frente a ellas. -¡A donde me llevas! –preguntó subiendo su tono. -Siéntate Volkova. –Dijo la pelirroja tranquilamente, yulia se impactó al escuchar su voz, no recordaba nada, ni cómo llegó hasta ahí. -¿Lena? –se atrevió a preguntar. -No, un panda. –bromeó lena, aunque estaba un tanto molesta. –Siéntate, no quiero que te lastimes. La pelinegra obedeció. Miró por la ventana, no reconocía nada del lugar. -¿Dónde vamos? – preguntó. -Por ahí, Volkova. -Lena yo… -Cállate. –interrumpió lena. –Hablaremos luego. Yulia ya no insistió en decir algo. Sin querer se quedó dormida, no sabe cuánto tiempo pasó, pero un pequeño rayo de luz la despertó. El auto estaba ya estacionado, en un lugar, algo familiar para ella. -Llegamos, despierta. –dijo la pelirroja mirándola por el retrovisor. Salió del auto y fue a abrirle la puerta a yulia. Cuando salió de ahí se dio cuenta en donde estaban. -Por Dios ¿Qué hacemos aquí? –preguntó mientras el sol atacaba sin piedad sus azules ojos. –Demonios, maldito sol. -Vamos adentro. –Pasó un brazo por los hombros de yulia y caminaron hasta dentro del lugar.

-¿Hay alguien aquí? –preguntó la morena caminando por el lugar. -¿Me dirás que hacemos aquí? –Se volteó a ver a la pelirroja quien en un dos por tres acaparó sus labios en un beso desesperado. Yulia se sorprendió pero correspondió fielmente aquel beso. La pelirroja comenzó a empujarla mientras ella iba de espaldas sin interrumpir en ningún momento el beso. -¿Dónde vamos? –logró decir yulia en un corto momento que separó sus labios de los de lena. -Cállate Volkova. –respondió la pelirroja mientras volvía a besar a la morena. En un rápido movimiento y sin que se lo esperase, lena alzó en sus brazos a la pequeña morena. Haciéndola reír. -¡Lena! –decía entre risas. ¿Dónde me llevas? –preguntó divertida. -Ya verás. –dijo por fin la pelirroja con una sonrisa en sus labios. Subieron las escaleras, bueno, lena lo hizo. Abrió una puerta del primer cuarto que se le puso enfrente, y entraron en él. Entonces acostó a la morena en la enorme cama. Yulia se sorprendió aún más. -¿Qué, qué hacemos aquí? -Volkova todos estos meses has tenido uno o dos colapsos mentales, por mes. –Dijo seria. Yulia seguía sin entender, y ahora se le sumaba un fuerte dolor de cabeza. –No entendía por qué, usualmente se te pasaba a los dos días. -Lena, yo…-Hasta esta vez. –interrumpió la pelirroja. –Duró mucho más tiempo que las veces pasadas ¡Y venga que el mal humor te aumentó 3 veces! –dijo riendo mientras se cruzaba de brazos y comenzaba a pasearse d un lado a otro en la habitación.

-Yo…Len…Perdón. –Agachó su mirada. –No sé qué es lo que me pasa. -¡Yo sí lo sé! –respondió lena rápidamente. – Pensé que no ser verdad lo que dima tanto decía, pero me di cuenta esta noche, mejor dicho, madrugada, al verte con esa tipa bailando. –se acercó a la morena lentamente. Ella solo la observaba. –Y entendí que es lo que te hace falta. Temerosa, pero se atrevió a preguntar. -¿De qué, qué hablas? –tartamudeó un poco. Fijó su mirada verde-grisácea sobre la de yulia y le respondió. –Volkova, te hace falta una buena dosis de sexo.

Capítulo 52: ¡Por fin! -Espera. -¡Qué! ¡Qué pasa ahora! ¿Por qué te detienes de nuevo?–preguntó algo agitada. -Deberías pedirme que tenga cuidado ¿No lo crees? -¿Por qué debería hacer eso? –preguntó apartándose unos mechones de su cara. -Pues ya sabes… Rodó sus ojos. –Por Dios ¿Piensas que yo no he hecho esto antes? –dijo riendo por la cara que puso la persona frente a ella. –por favor Volkova ¿En qué burbuja piensas que he vivido todo este tiempo? -Es que, yo pensé, que tú, ya sabes. –se encogió

de hombros. -¿Ahora entiendes por qué nunca te doy sexo? ¡Siempre arruinas el momento! –dijo riendo y volviéndose a acostar en la cama. –Soportaré tu mal humor una vez más, no sé si aguantaré. Tú tendrás la culpa si no hacemos na…-no terminó de decir la frase porque la morena se puso sobre ella y comenzó a besarla tiernamente, luego tomó intensidad y no hicieron falta las traviesas manos de la morena en el cuerpo de la pecosa. Recorriendo las áreas que momentos atrás lo había estado haciendo perfectamente. Yulia comenzó a desesperarse, necesitaba sentir la piel de lena con la suya. Quería fundirse en ella de una buena vez. -Esto no será como tú quieras. –susurró la pelirroja con su voz un poco agitada. Rápidamente cambió de posición dejando a la pequeña morena debajo de su cuerpo. -¿Entonces, cómo será? –preguntó divertida mientras observaba el cuerpo de lena, su mirada de deseo era notable. La pelirroja bajó sus labios hasta el cuello de yulia para comenzar a morderlo suavemente, yulia comenzaba a retorcerse de placer debajo de ella, se le escapaban pequeños gemidos de sus labios, ese era el propósito de lena, y al parecer lo logró a la perfección. Sonrió al ver que su novia necesitaba pasar a otra cosa, pero no se lo dejaría así de fácil. -Lo de la chica... –Dijo lena con una ronca voz en el oído de la morena. -Lo de la chica con la que estabas, ¿Qué pretendías hacer? –bajó su mano hasta la entrepierna de yulia y sintió como su cuerpo soltó un pequeño choque eléctrico.

-Uhmm. –trató de hablar, pero sólo salió un gemido de entre sus labios. –No me mientas. –seguía diciendo en el oído de ella, quería torturarla. -Por, por favor, len. –dijo en un hilo de voz. -¿Vas a decirme? –preguntó la pelirroja antes de tomar entre sus labios el pequeño pezón de la morena. -¡Dios! –dijo mientras estrujaba con sus manos las sábanas bajo ella. –Yo…yo… -Balbuceaba mientras lena se comía, literalmente su pezón, ella mordía su labio inferior. –Necesitaba eso. –terminó finalmente la oración con dificultad. -¿Pensabas buscar esto en alguien más? – preguntó lena dejando en paz el duro pezón de yulia mientras colaba lentamente una mano dentro de la ropa interior de la morena. -¡Joder, sigue! –suplicó la morena al ver que lena no continuó con su acción en aquella área qué, a estas alturas, estaba extremadamente húmedo. -Contéstame. –Exigió lena. -No. –buscó la manera de restregarse en la mano de lena, ella rió y la apartó evitando aquello. Yulia gruñó. –No me castigues así. –unas cuantas gotas de sudor comenzaban a correr por su frente. -¿Así cómo? –preguntó la pelirroja alzando una ceja. Bajó por completo la ropa interior de la morena, dejándola a su merced. Quería saltar sobre ella y hacerla suya de una buena maldita vez ¡Pero no podía! ¡La haría morirse de deseo un poco más! Trató de controlarse y continuó con su

pequeño juego sádico. La morena rápidamente abrió sus piernas, un movimiento casi involuntario. –Hazme tuya. –pidió en un hilo de voz. ¿Volkova dejándose dominar por primera vez? Esto lo aprovecharía al máximo la pelirroja. -Aun no. –respondió la pelirroja poniendo su rodilla entre las piernas de yulia y comenzando a frotarla lentamente con su sexo, la morena soltó un ligero grito acompañado de una boba sonrisa en su rostro. -Sigue así. –decía entre gemidos yulia. Lena paró rápidamente su estimulación, mientras reía por lo bajo. –Oh joder, deja de hacer eso por favor ¡Sigue! –exigió la pelinegra frustrada, y excitada. -Solo quiero que disfrutes. –Dijo la pelirroja en el oído de yulia haciéndola estremecer, delicadamente pasó un dedo por toda la anatomía de la morena, la piel se le erizó a lena le encantó aquello. Bajó su mano hasta el sexo de la morena, jugó con él por unos momentos. Los gemidos de placer de parte de la morena sonaban por toda aquella habitación. –Por favor. –dijo nuevamente en un hilo de voz. -¿Estás lista para ser mía? -preguntó coquetamente la pelirroja mientras sus dedos jugaban tranquilamente con el sexo de la morena, sin penetrarla, sólo pequeños roces que hacían estragos en la cordura de la morena. -Sí. –respondió con dificultad echando su cabeza para atrás. –por favor.

Lena sonrió. Se acostó sobra la morena, sintiendo el calor que emanaba su cuerpo “De seguro llegará al orgasmo y ni siquiera le he hecho nada” pensó lena al ver como estrujaba las sábanas. La morena abrió sus ojos, tenía una mirada suplicante, la pelirroja la vio tan hermosa en ese momento, no pudo más con aquella tortura y comenzó a introducir lentamente dos de sus dedos dentro de yulia, haciendo que sus gemidos aumentaran de tono y le fuese casi imposible retenerlos en su boca. Comenzó un vaivén un poco más rápido, lena besó a la morena, pero ni así pudo hacer que sus gemidos disminuyeran, yulia comenzó a acariciar la pecosa espalda de lena, en una fuerte envestida que la pelirroja le proporcionó hizo que yulia aruñase su espalda fuertemente, haciéndola gruñir de dolor. -Joder. –dijo yulia en un suspiro antes de morder su labios. –Len, me, me vengo. –su respiración era aún más acelerada, su pecho subía y bajaba demasiado rápido. -No, tú no lo harás. –respondió con su voz ronca. Entonces paró y sacó sus dedos lentamente de la vagina de yulia. -¡Lena! –gruñó la morena. -No dejaré que termines así. –Bromeó la pelirroja. Comenzó a besar el cuello de yulia y empezó a bajar por todo su cuerpo repartiendo una buena dosis de cortos besos, una oleada de excitación se apoderó sin piedad del cuerpo de la morena. Revolvía los rojos rizos de lena mientras esta bajaba por su vientre, llegando a lo que catalogó como “la gloria” de su novia. Se incó frente a ella y separó sus piernas. –Volkova, hoy sabrás lo que es un verdadero orgasmo. –Dio antes de dejar que

su lengua explorara todo el sexo de la morena. -¡Uhmm! ¡Más rápido por favor! –decía la morena con sus ojos cerrados y disfrutando el placer que su novia le estaba proporcionando. Volvió a introducir dos de sus dedos dentro de ella mientras su lengua seguía haciendo lo suyo. La morena se vio enloquecer entonces. Su cuerpo estaba por demás sensible, en cualquier momento se correría. ¡Y qué es de menos! Con Una doble estimulación como esa. Empujó más la cabeza de lena contra ella. –Sigue, sigue, no pares. –Decía entre gemidos mientras las gotas de sudor corrían por su frente. -¡Ahhhh! -Repetía constantemente pero cada vez más fuerte, sus muslos comenzaron a temblar, entonces la pelirroja sabía lo que veía. -¡LENAAAA! –gritó la morena mientras sus manos estrujaban con más fuerza las sábanas y su espalda se encorvaba. El tan esperado climax le llegó con una oleada tras otra de pequeños choques eléctricos por todo su cuerpo. Dejó caer su cuerpo sin fuerzas nuevamente en la cama, y suspiró fuertemente mientras su respiración buscaba la manera de regresar a la normalidad. –Dios. –dijo en un hilo de voz. La pelirroja venía subiendo por su cuerpo de la misma manera en como bajó. Cuando estaba sobre ella besó tiernamente sus labios, la morena casi se estaba quedando dormida. Sentía que estaba viendo las estrellas aún. -¿Quién dijo que tú eras el hombre de esta relación, eh? –bromeó lena mientras reía. -Me has torturado. –dijo la morena acomodando su cabeza en el pecho de la pelirroja. -Pero has tenido el mejor orgasmo de tu vida ¿No? –preguntó mientras quitaba de la frente de yulia

unos mechones mojados con su sudor. -Admito que sí. –dijo riendo sin tanto ánimo sus ojos se cerraban involuntariamente. –Estuviste, perfecta. -Ese era el punto. –contestó con toda la modestia del mundo antes de besar la sonrojada mejilla de su novia. -Len, yo lo siento. –dijo la morena abrazándose más a la pelirroja. -Shh, cállate, olvídate de eso. –Contestó en un dulce susurro. Yulia sonrió perezosamente. -Te amo. –murmuró antes que el sueño la venciera. -Y yo a ti. Respondió la pelirroja con una sonrisa en su rostro. *** -¿Lenita, hija? ¿Estás ahí? –golpeaba la puerta sin cesar. -Oh por Dios. –dijo alguien espantado dentro de la casa. -¿Hay alguien ahí? –insistía. -Hoy si nos llevó la fregada, me matarán a mí primero, y después a ellas, de seguro le darán mi cuerpo a los lobos para borrar cualquier evidencia, sí eso harán, joder. –murmuraba mientras buscaba la manera de hacer que aquella no invitada se fuera. Su celular comenzó a sonar, despertando levemente a yulia que estaba abrazada a ella, sólo murmuró algo sin sentido y se volvió a dormir. Lena buscó de donde venía el ruido, hasta que vio

su pantalón a la mitad de la habitación. –Debo levantarme. –dijo en un susurro apartando cuidadosamente a la morena de ella. Corrió hasta donde estaba su pantalón y contestó sin ver quien era. -¿Sí? –murmuró. -¿Quién habla? -Tu mamá, lena. –respondió seria. -¡Madre! –dijo espantada la pelirroja. -Te diría en persona, pero sería estúpido. –bromeó antes de volverse a poner seria. –Lena ¿Dónde estás? -Yo… yo, yo –balbuceó, había olvidado por completo varias cosas, entre ellas, su madre. -Estos esperando. –presionó su madre. -Estoy en…más bien estamos. -¿Con quién? –interrumpió su madre. -Con yulia. –tragó saliva. –Estamos en la casa de Masha, mamá. –respondió tratando de sonar tranquila y natural. -¿Qué haces allá? –preguntó dudosa. -Su mamá nos dijo que viniéramos, le dio unos remedios a yulia, y se ha dormido por fin. –dijo mirando el desnudo cuerpo de yulia en la cama mientras dormía, parecía un pequeño ángel. Inessa dudó unos momentos, pero luego respondió. –Está bien, pero a la próxima ¡Avísame! -Lo haré mamá, llegaré algo tarde. –suspiró aliviada. Luego de cruzar unas cuantas palabras más, terminaron la conversación. La pelirroja se quedó parada frente a la cama, admirando a yulia, sin

morbo alguno sólo observándola tiernamente, ¿Cómo podía ser que esa pequeña persona podía guardar desde el sentimiento más dulce, al más demoniaco? Rió al pensar eso. –Espero el mal humor no te regrese pronto. –murmuró antes de volver a acostarse junto a yulia. Disfrutaría estar así con ellas unas cuantas horas más. ¿Dónde estaban? Pues nada más ni nada menos que en la cabaña de la pelirroja en Ekaterimburgo. Terminaron lo que un día meses atrás comenzaron ahí mismo. Capítulo 53: ¡La reunión del domingo! -Que sonriente te vez Volkova….Y que tarde vienes ¿Dónde has estado? -Cállate pájaro loco. –dijo con una sonrisa en su rostro. -¡Has sonreído después de largos días de amargura! –celebró el castaño, aunque tenía una vaga idea del porque la felicidad de yulia. –Ayer nos diste un mega susto. -Lo sé, perdón. –se sentó a su lado. –Tenía que desahogarme… -¡Y vaya que lo estabas haciendo muy bien! ¡Qué rubia la que has conseguido! –Bromeó dima, recibiendo uno de los ligeros golpes que yulia solía darle. –Extrañaba estos golpes de mujer. –La abrazó dulcemente. -¿Qué ha hecho contigo la pelirroja? –preguntó pícaramente. -Toqué el cielo. –soltó repentinamente por error. -¿¡Qué!? –dijo tratando de sonar asombrado, realmente no lo estaba. -Iré a bañarme. –respondió rápidamente

poniéndose de pie y desapareciendo de ahí. -Hay Volkova. –Negaba con su cabeza mientras reía… *** -Entonces ¿Yulia está mejor? -Sí, sabrá Dios que tenía todas esas cosas que le dio la mamá de Masha, pero le ayudaron. – Contestó inocentemente. –Iré a dormir, muero de sueño mamá. –Besó la frente de su madre. -¿Y papá? -En su estudio, ya sabes trabajando. –se encogió de hombros. –Que descanses amor. -Dile que deje de trabajar tanto ¡Le saldrán mil canas! –bromeó riendo. -¡Hey! Escuché eso. –respondió sergey asustando a la pelirroja a sus espaldas. -Dios vas a darme un infarto papá. –Dijo tomando su pecho dramáticamente, su padre la abrazó mientras reía. -Perdón hija no quise asustarte. -Bueno pero ya me escuchaste ¡Deja de trabajar tanto! –exigió divertida. –Iré a dormir, buenas noches papá. –se puso de puntitas para poder besar la mejilla de su padre él sonrió tiernamente mientras lena corría escaleras arriba. -Ha crecido tanto. –Dijo Inessa suspirando. Su esposo se sentó a su lado y la abrazó. -Siempre seguirá siendo nuestra chiquilla, aunque tenga 50 años, ¿Lo sabes no? –Dijo con una media sonrisa.

-Y pensar que la rechazamos y renegamos de ella 3 años ¡3 años que esa estúpida idea de ser lesbiana se le metió a la cabeza! –dijo horrorizada. –Ahora sé que será una excelente esposa, una buena madre pero sobre todo una mujer de bien. – comentó aliviada. Sergey no dijo nada, sólo agachó su cabeza mientras frotaba “comprensivamente” el brazo de su esposa. No se dieron cuenta que todas esas palabras alguien las estaba escuchando a oscuras, con sus ojos llenos de lágrimas. *** DOMINGO POR LA MAÑANA. -¡Qué bien huele! ¿Qué es? -gracias ¿Quieres un poco de todo? –respondió sonriente. Él la abrazó por la espalda mientras veía todo que había preparado. –Cariño, la cocina extrañaba enormemente tu buen humor. –Bromeó y revolvió sus negros cabellos. Ella rió. -¿Sí vas a querer algo, no? -¡De todo un poco, por favor chef Volkova! –dijo riendo mientras se sentaba en una silla. Yulia le sirvió un poco de todo lo que había cocinado, hotcakes, algo de tocino, huevos revueltos, jugo de naranja y café. –Explotaré de tanto comer, espero me quede puesto para el almuerzo ¿Si sigue en pie, verdad? –preguntó partiendo uno de sus hotcakes. -Claro que sí, es más, le recordaré a lena. –se había sentado segundos atrás, pero se volvió a

levantar al decir eso. Dima la detuvo -Déjala, está muy temprano, debe estar durmiendo ¡Mire que de seguro está agotada por lo de ayer! – se carcajeó al ver la cara de espanto de Volkova. -No-no sé de qué hablas…-Bajó su cabeza mientras jugaba con su comida. -Volkova no puedes negarlo, aunque quieras, ese chupetón que tienes en el cuello te ha delato desde el momento que pusiste un pie en este apartamento ayer en la noche. –Dijo mientras levantaba con su mano la quijada de yulia, está abrió como plato sus ojos. -¿Chupetón? –preguntó extrañada. -¿Qué no te has visto al espejo o quieres verme la cara de estúpido? –bromeó dima. –Sabía que tu mal humor era por la falta de libertad hormonal. -Cállate estúpido. –dijo poniéndose roja como un tomate. Dima rió al ver aquello, aunque en cierto punto le pareció tierno. ** -Dios, que ojeras tengo, estoy fatal. –Decía mirándose al espejo. – ¡Justo este día tenía que despertar así! –hizo un puchero. –Me meteré a la ducha, y no saldré hasta que estas cosas hayan desaparecido de mi cara. –tomó su toalla y se metió a la ducha. *** -Prueba esto y dime si está bueno. -Está exquisito. –respondió después de probar la comida. –Te ha quedado de maravilla.

Suspiró aliviada. –Es la primera vez que hago esto ¡Lo sabes! ¡Es un almuerzo especial! -Mamá tranquilízate. –decía riendo el chico. -No intentes tranquilizarme Anatoli Volkov. – advirtió. –Viene tu hermana ¡Con su novia! ¡Y su mejor amigo! Oh Dios mío, ya casi es hora... –se metió de nuevo a la cocina mientras hablaba incoherencias. *** -¿Dónde está len? Ya casi es hora de irnos. – decía la morena mientras arreglaba su cabello. -Tranquila, ya vendrá, te he dicho mil veces que si Katina tuviera alas, vendría volando en menos de 3 minutos, así que tendrás que esperar. –Respondió dima terminando de perfumarse. Minutos después alguien tocó a la puerta. -¡Lena! –gritó la morena y salió corriendo a abrir, topándose efectivamente con la pelirroja. -¡Amor! – se abalanzó sobre ella feliz. -¡El sexo sirvió! –dijo en un susurro dima desde adentro de la casa, la pelirroja rió. -Pensé que no ibas a venir. –dijo la morena haciendo un puchero. -¿Dejar plantada a mi novia? Claro que no, eso no pasará nunca. –Respondió sonriente la pelirroja aunque sus ojeras eran un poco notables, yulia las vio. -Amor ¿Y esas ojeras?

La pelirroja balbuceó un poco, no quería quitarle la felicidad a yulia por el almuerzo contándole la conversación que escuchó de sus padres ayer. – Hubo un gato, por mi ventana ¡Maullando toda la jodida noche! –mintió haciendo un puchero. –No me dejó dormir. –Abrazó a la morena, rogándole a Dios que le creyera. -Oh amor, lo siento mucho. –dijo comprensivamente la morena mientras acariciaba los rizos de lena. Sonrió. -¿Te he dicho que el olor de tu cabello me encanta? –preguntó coquetamente. -Desde el primer día. –respondió la pelirroja antes de frotar divertidamente su nariz con la de yulia. Dima iba saliendo de su habitación y se topó con aquella escena. –¿Debo avisarle a Anatoli que no irán a almorzar porque se quedaron a comer el postre antes de tiempo? –preguntó alzando una ceja, las chicas solo rieron. -Cállate baboso. –regañó la morena. Miró su reloj. –debemos irnos, ya casi es hora. -Bien ¿Llevo tu abrigo? –preguntó dima alzando el abrigo que estaba tirado en el sofá. -Sí por favor. –respondió la morena, él asintió. Salieron de ahí, dima conduciría pues las chicas querían darse su pequeña dosis de besos “menos mal que este auto no es mío” “¿Han hecho algo en el asiento del conductor? De ser un sí juro quemar este pantalón cuando regresemos” esos y otros divertidos comentario fueron los que dima iba diciendo camino a casa de Anatoli. Finalmente llegaron luego de unos escasos 20 minutos. Ekaterina ya estaba en la puerta junto a Anatoli esperándolos felices de la vida. Estacionaron el auto y bajaron de él.

-¡Yulia! ¡Hija! –gritó alegre y abrazó a la morena. – Que gusto me da verte. -Hola eka…mamá. –corrigió al ver la cara amenazadora que puso la rubia. -¿No hay un abrazo para tu hermano? –preguntó anatoli haciéndose el indignado. -¡Hermanito bello! –se colgó del cuello del ojiverde, él reía. -Hola hermana! –respondió el chico. -¡Lena! ¡Dima! –saludó alegremente a los chicos que solo sonreían tímidamente. -Hola ekaterina. –respondió la pelirroja. -Dime Katya por favor. –Pidió sonriente la ojiverde. -¿Ustedes se conocen? –preguntó frunciendo el ceño la morena. -Volkova, en tus borracheras hasta los peores enemigos nos hacemos aliados. –Bromeó dima. -¿Ellos saben que yo, pues, ayer, yo..? –balbuceó. -Sí. –Respondió Katya seria. –Me debes una explicación de eso jovencita. –dijo en broma. Yulia se espantó. -Yo-yo, puedo explicarlo. –dijo la morena tragando saliva. -Vaya, Volkova dejándose domar como un cachorrito, es un milagro. –susurró dima a la pelirroja. Ella sorió. -No es la primera vez que veo eso. –murmuró lena.

Todos pasaron a la casa, pues tenían un almuerzo y mucho de qué hablar.

Capítulo 54: ¿No sabes quién soy?

-Estás muy pálida ¿Segura que estás bien? -Sí, es sólo que estoy enferma. -Venga Ivanova, he escuchado eso por tantas semanas ¿No has ido al médico? -Es algo viral, tranquila, ya estaré mejor. – respondió con una sonrisa que más bien parecía una mueca. No creyó mucho todo lo que dijo, pero no continuó insistiendo. -Volkova, ve a dejar este café a la mesa del fondo. –Pidió Andrei desde la cocina. -Ya voy jefe. –Dijo irónicamente la morena tomando el café. –Hay que trabajar. –Le dijo a Masha. Ella asintió. Salió del otro lado de la barra pero cuando se volteó chocó con alguien derramando el café una parte en ella y la otra parte sobre la otra persona. – mierda. –murmuró la morena. –Disculpe, en serio no fue mi intensión, yo-yo, no la vi. -Descuida hija. –respondió la mujer sin levantar su cabeza, pues “limpiaba” la mancha de café en su camisa. La morena estaba completamente apenada.

-Déjeme ayudarla. –dijo preocupada. -¡Volkova! ¿Qué pasó? –preguntó Masha acercándose a aquella escena. –Demonios ¿Qué hiciste? –susurró la rubia. -Que no vez. –Respondió la morena igualmente en un susurro. -No es nada, tranquila. –Dijo la mujer levantando su rostro por primera vez. A la primera que miró fue a yulia. –Esto saldrá con una lavada. –bromeó. Masha golpeó disimuladamente con su codo a yulia. –Le puedo ofrecer algo, cortesía de la casa. –Preguntó torpemente la morena. Había algo en ella que se le hacía familiar. ¡De nuevo estás alucinando Volkova! -Gracias. Me caería bien un café. –Sonrió dulcemente la ojiazul. -Se lo traeré en un momento. –Respondió yulia corriendo de nuevo a la cocina. -Es algo torpe a veces. –Bromeó masha haciendo reír a la mujer. -¿Desea tomar asiento en aquella mesa? –Señaló una que estaba desocupada por la ventana. La mujer asintió. Caminaron hasta ahí. – Ya le traerán su café. –Dijo con una sonrisa, cuando iba a marcharse la mujer la detuvo. -Espera. –Le dijo haciéndola que voltease de nuevo. -Sí ¿Dígame? –preguntó masha. -La chica, ¿Cuál es su nombre? -Por favor no vaya a poner queja, es que ella es caso especial. –Dijo riendo nerviosamente.

-Claro que no lo haré, sólo es curiosidad. –Se encogió de hombros. –A cualquiera pudo pasarle esto. Masha se relajó y finalmente contestó. –Su nombre es Yulia Volkova. La mujer sonrió ampliamente al escuchar aquel nombre. –Muchas gracias. –respondió con la misma alegría. Masha asintió y esta vez sí se fue de ahí. –Al fin te encontré, hija. –dijo en un susurro, unas cuantas lágrimas salieron de su rostro, había algo que no le cuadraba ¿Por qué yulia no la reconoció? Es decir, se fue cuando ella era aún pequeña, pero ¡Había fotos de ambas juntas en la casa! ¿Cómo es que no la reconoció? No había cambiado tanto. -Disculpe. –Dijo de nuevo esa voz sacándola de sus pensamientos, volteó y se encontró con su tesoro más adorado. Yulia sonrió tímidamente. – Aquí está el café que me pidió y un panecillo, cortesía también de la casa. –se encogió de hombros al ver la mancha de café sobre la camisa de la mujer. -Gracias por la atención, yulia. –Respondió la mujer sonriendo. La morena se asombró al escuchar su nombre, omitiendo un pequeño detalle…-¿Cómo sabe mi nombre? –preguntó dudosa. -Tu gafete. –Dijo conteniendo las ganas de reír, si sabía algo de ella, es que cuando se ponía nerviosa o tímida, solía olvidar cosas obvias y hacía esa clase de preguntas. -Oh cierto. –Contestó poniéndose roja como un tomate. –Debo-debo seguir trabajando, con su permiso. –balbuceó nerviosa, Larissa sonrió.

-Está bien, hija. Ve a hacer tu trabajo. –Respondió naturalmente antes de tomar un sorbo de su café. Yulia se fue de ahí. ¿Cómo era posible que Oleg despreciara tanto a su hija? Fuera lo que fuera, no cabía duda que era una mujer fuerte que buscaba superarse a pesar de todo. En ese momento odió más a su exesposo y comenzó a sentir un poco de rencor hacia ella misma, pues fue ella quien la dejó con ese monstruo, pensando que la cuidaría y la amaría mientras ella buscaba darle una buena vida a su hija. Le alegraba el hecho de verla tan crecida, aunque eso solo era aplicado en edad, seguía siendo la misma chiquilla de hace 10 años. –Sólo espero que un día puedas perdonarme, yulia. –murmuró y continuó mirando por la ventana mientras seguí sumergida en sus pensamientos. *** -En esta semana posiblemente iremos ¿Estás listo? Puede ser el viernes, creo que estará todo ya preparado para entonces. Al menos eso espero. Balbuceó un poco antes de contestar. –Sí ¿No es muy arriesgado que vayamos? Quiero decir… -Oh joder de nuevo con lo mismo. –interrumpió golpeando la mesa que estaba frente a él. ¡comprende! No pasará nada. Al menos no a nosotros ¿Es que acaso quieres ver a tu hija, la lesbiana feliz? –preguntó mirándolo fijamente a los ojos, él negó. –Entonces, ayúdame a arruinarle su patética vida. Él suspiró. –Está bien, le viernes será. –se puso pensativo y recordó algo. –Su madre…

-¿Qué pasa con ella? –preguntó leyendo unos papeles. -Ella regresó. –dijo secamente. -¡Mejor! ¿Se nos unirá? –preguntó con una cínica sonrisa. -Es posible que incluso, la defienda. –respondió un poco preocupado, la otra persona se carcajeó. -¿Ya habló ella con Volkova? –preguntó, el hombre solo negó con la cabeza. –Entonces hay que hacer todo antes que eso pase. –Sugirió. –Por eso haré que no pase de esta semana. Aunque tenga que mover, cielo, mar y tierra. -¿Qué ganas tú en todo esto, chico? –preguntó finalmente, no entendía a un 100% aquel plan en el que estaba metido. -Si su padre descubre que todo es una fea trampa y que le vieron la cara de estúpido, de seguro matará a todos, y cuando digo a todos hablo de Dima y yulia y quienes estuviesen detrás de esto. –Respondió con una enorme sonrisa en su rostro. -¡Sigo sin entender en qué te beneficia! –Dijo exaltado. -¡Se deberá casar conmigo! ¡Lena deberá ser mi esposa aunque no quiera! –dijo tranquilamente pero con un tono de superioridad. -Estará contigo, pero sin amor ¿Acaso tan poco vales, chico? –preguntó burlonamente, enfureciéndolo. -¡Ella aprenderá a amarme, por las buenas o las malas! –golpeó con su puño nuevamente la mesa frente a él. –Elena Katina será mía, así tenga que acabar con todo aquel que se interponga. ***

-…Entonces le dije; Ni se te ocurra seguir hablándome a mi celular ¡No te quiero más en mi vida! -….-En eso él………¿Lena? ¿Lena? ¡Katina! –insistió hasta que obtuvo reacción. -¿Qué pasa? –preguntó confundida y saliendo de sus pensamientos. -¿Qué pasa? –preguntó burlonamente. -¿Qué pasa contigo hoy? ¡Estás como ida! ¿Te sientes bien? –tocó su frente con la palpa de su mano. ¿Estás embarazada? -No. –negó riendo la pelirroja. –Sólo, siento como una angustia ¿Sabes? Locuras mías quizás. -¿Segura que no estás embarazada? Mira que un hijo del bombón de tu novio no estaría nada mal. – bromeó su amiga golpeándola levemente con su codo. La pelirroja sonrió vagamente, analizó aquello, pero con otra persona, ya saben, su novia. “un hijo de Volkova” rió al pensar aquello y saber que jamás podría pasar eso, no hasta que la tecnología comenzase a hacer más efecto. Pero para entonces posiblemente ningunas de las dos existiría en la tierra. –Estás loca. –Le respondió finalmente a su amiga. -Loca o no, pero te he puesto a pensar en eso. – Sonrió victoriosa su amiga antes de abrazarla afectuosamente. –Sabes que te apoyaré en todo, no importa que tan malo sea para los demás, eres mi amiga y cuentas conmigo. –comentó sorpresiva y casi espontáneamente, lena sonrió ante aquel lindo afecto. ***

-¡Hermana! -¡Mi bello hermano! –corrió hacia él y lo abrazó, él la alzó en sus brazos como se les había hecho costumbre hacer. El día pasó lentamente, Masha riendo por lo ocurrido con “aquella mujer” y la morena, lena preocupada sin saber por qué. Dima estaba pensativo a la hora del almuerzo, más bien, callado, algo muy raro de él pues no podía estar respirando sin decir alguna estupidez. Y finalmente la noche llegaba. -Tu buen humor ¡Extrañaba esto! –bromeó el rubio entrando al salón con su hermana, ella reía, hasta que vio a Natasha. –Ignórala. -Volkova, quiero hablar contigo. –Dijo la rubia. Yulia frunció el ceño, nunca la habían llamado por su apellido en la universidad. -Cómo la ignoro. –Le susurró divertida a su hermano. –Entra, debemos hablar. -¿Segura? –preguntó dudoso. Ella asintió. –Bueno, cualquier cosa ¡Gritas! No vayas a salir corriendo porque irte a buscar a esos bares de mala…¡Auh! ¡Suéltame! ¡Yulia mi cabello! Ya, era una broma. – la morena lo soltó dejándolo un poco despeinado. –Agresiva. –dijo en un tono afeminado para ponerle “diversión” al momento. El terminó de llegar a su asiento, yulia le indicó a Natasha que salieran del salón y así hicieron. -Y bien. –dijo la morena cruzándose de brazos, ya que esperaba algún ataque lunático de parte de ella. -Yo-yo quería disculparme contigo. –dijo la rubia, y yulia abrió su boca asombrada por escuchar aquellas palabras. –Yo, no sabía que Anatoli era tu hermano, ya sabes, sólo pasa contigo desde el primer día. Y luego lo que pasó el viernes…

-Yo… -Deja termino de hablar. –interrumpió y continuó hablando. –No creí eso de “hermanos” entonces le pregunté al licenciado tu nombre completo, fue cuando lo confirmé. –Sonrió. –Perdón yulia, sé que te he sacado de quicio todo este tiempo con mi obsesión por él. –Se encogió de hombros con una leve sonrisa en sus labios. –Creo que comenzamos mal por mi culpa. ¿me perdonas? – la miró a los ojos, fue la mirada más sincera que pudo proyectarle a la morena. Yulia sonrió. –Por supuesto que te perdono. – estrechó su mano y la rubia la tomó sonriente. -¡Gracias! No sabes el peso que me has quitado encima. –dijo riendo. -Señoritas háganme el favor de pasar al salón. – interrumpió el licenciado. Ellas asintieron y comenzaron a caminar detrás de él. -Oye yul ¿Es cierto lo de “nunca me hará caso por ser una maldita loca”? –murmuró la rubia haciendo reír a yulia. -Cállate Natasha. –dijo entre risas y fue a sentarse a su asiento. Un problema más, solucionado. Capítulo 55: ¡Sorpresa! ***Martes por la noche*** -Míralo, es tan tierno ¡No entiendo porque debe de morir! –dijo entre sollozos. -¿Qué demonios te pasa? –preguntó frunciendo el ceño, estaba cansada, solamente quería dormir, pero con lo que se encuentra es con su amigo, llorando. -¡La película! –Apuntó a la tele mientras secaba sus lágrimas. La morena miró y se trataba de “siempre a tu lado”

-¿Qué pasa con eso? –preguntó aún más extrañada. –Es una película triste pero… -¡Tú no me entiendes! –soltó en llanto el castaño. ¡Era un buen perro! ¡El mejor! Pasaba sus días en esa estación esperando que su dueño regresase… -Sí, pero… -¡Y su último sueño fue con él! ¿acaso no es algo hermoso? ¿No tienes sentimientos? ¡Contéstame! –seguía llorando como cual bebé sin su biberón, la morena se sentó a su lado y trató de calmarlo, aunque seguía sin entender un carajo. -Tranquilízate dima. –decía mientras acariciaba el castaño cabello de su amigo. –Es sólo una película. -¡Basada en hechos reales! ¡Reales Volkova! – decía mientras sollozaba más calmado. La morena ya no dijo nada, pues al parecer cada vez que trataba de comentar algo, metía la pata. Bastaron unos minutos para que dima se tranquilizara y dejara de llorar, acostado en las piernas de yulia como cual niño desprotegido. -¿Seguro que te pusiste así por la película? – preguntó rogándole al cielo que no regresase su llanto. -Sí. –respondió dima. –No podía dormir, me levanté y esa película estaba en la tele ¡Comencé a llorar no más vi al perro! –secó las últimas lágrimas que salieron de sus ojos. -Estás muy sensible ¿Seguro que no necesitas sexo? –bromeó. -Tengo más sexo que tú, Yulia. –Respondió al parecer, orgulloso de aquella afirmación. -Quizá te estás quedando sin hormonas. –Rió

yulia, dima se sentó correctamente, dejando ver sus ojos rojos de tanto llorar. –Mírate, pareces una marica. -Quien habla. –replicó dima. –A mí no me vengas con cosas, te quitaron el papel de activa ¿No? – preguntó haciendo que la morena se pusiera roja como un tomate. –Estoy en lo correcto. –afirmó mientras abrazaba cariñosamente a la morena. – Te quiero yul. “¿Qué demonios le pasa?” se preguntaba la morena. –Y yo te quiero a ti. –respondió con una leve sonrisa. -¿Has estado tomando? –preguntó sin más rodeos mientras reía. -Claro que no, esos gustos sólo tú te los das. –Rió soltando a la morena. –Es tarde, debemos ir a dormir. –se puso de pie junto con yulia. –Buenas noches cariño. –Besó la frente de yulia. -Buenas noches dima. –respondió la morena, ambos se fueron a sus respectivas habitaciones, el cansancio de yulia no le permitió ordenar todo aquel show que dima acaba de hacer, sólo se acostó y automáticamente se durmió. Al día siguiente tendría que averiguar qué demonios pasaba con dima. *** AL DÍA SIGUIENTE… -¿Y lo encontraste llorando? –preguntó riendo. -Hubieses visto sus lágrimas de cocodrilo ¡Fue tan gracioso! Aunque me preocupó. –Tomo un sorbo de su café. -¿Te he dicho lo hermosa que te vez tomando café? –preguntó alzando una ceja coquetamente. -No, es la primera vez que lo dices. –Respondió de la misma manera. -Pues es un honor decírselo, señorita Volkova. – Dijo sonriendo tiernamente.

-Es usted muy amable Señorita Katina. –Tomó su mano y la besó. La pelirroja en un rápido movimiento tomó ahora la mano de la morena y la haló hasta ella robándole un fugaz beso. –Es usted una atrevida. –Dijo riendo. -¡Volkova! –gritó Masha desde la barra interrumpiendo el pequeño momento romántico que tenían las chicas. -¿Qué pasa? –preguntó la morena. -Ve a atender aquella mesa. –señaló a la mesa donde estaba por sentarse una señora, se imaginarán quien es. –Por favor. –pidió, Masha se veía cada vez más demacrada, así que yulia no renegó. -espérame amor, iré a atender a esa señora. – besó la frente de lena y revolvió un poco sus rizos. -¡Oye! –protestó la pelirroja. Yulia iba riendo hasta la mesa donde estaba alguien esperando ser atendida. -¿Puedo ayudarle en algo? –preguntó amablemente la morena esperando el pedido con su libreta y lapicero listo. La mujer levantó su vista, topándose con la mirada de yulia, sonrió. –Buenos días yulia. -Buenos días señora. –dijo tímidamente la morena. -¿Lo mismo de siempre? –preguntó, pues desde el día del accidente con el café la mujer llegaba a diario dos veces al día a cruzar al menos tres palabras con su hija, aunque ella no lo supiera… -Si eres tan amable. –Respondió sonriente con sus azules ojos brillando como un diamante. -En seguida se lo traigo. –Dijo la morena antes de irse de ahí y pedir el típico café negro y un

panecillo. -Ivanova ¿Te sientes bien? –le preguntó luego de pasarle la orden a Andrei. -Sí, sólo un mareo. No he comido bien últimamente. –respondió masha fingiendo una sonrisa. -deberías irte a descansar. –sugirió la morena. -Y tú deberías irte donde tu novia que la has dejado sola, yo me encargo de llevarle su orden a la señora. –Bromeó la rubia. -¡Lena! ¡Es cierto! –volteó a ver a la pelirroja quien estaba viendo entretenidamente por la ventana. -Ve. –dijo riendo masha. Yulia asintió y camino de nuevo hasta donde estaba lena. -¿A quién vez? –preguntó divertida, asustando a lena. -A nadie. –Contestó con una sonrisa. –es solo que hay tanta gente ahí afuera, parecen robots ¿Nosotras no nos vemos así verdad? -¿Qué te sucede? –soltó una carcajada la morena. –Ellos, son como de plásticos, nosotras somos de carne y hueso…¡Y que carne la tuya! –bromeó haciendo una cara divertida. -Volkova, eres única. –decía riendo la pelirroja. Miró a Masha caminar hasta la mesa dónde yulia estuvo momentos atrás. –Masha está muy enferma ¿Qué tiene? –la morena volteó a verla. -No lo sé, dice que es algo viral o algo así. –se encogió de hombros. Por algún extraño motivo, la pelirroja no le despegó al vista al a rubia, cuando iba de regreso hacia la barra, se quedó parada a mitad del lugar, se tambaleó un poco entonces lena sabía lo que venía. -¡Volkova levántate! –exigió rápidamente

poniéndose de pie y corriendo hacia donde estaba a punto de caer desmayada masha. La morena reaccionó igual de rápido pero llegó tarde, ya lena había evitado un horrible golpe en el desmayado cuerpo de la rubia. –Masha ¡Masha reacciona! – decía dándole leves golpes en su mejilla. -¿Qué-qué hago? –preguntó la morena sin saber qué hacer. –Kozlov no te quedes ahí parado ¡Trae agua, alcohol, lo que sea! –gritó al ver que nadie reaccionaba. -Sí-Sí ya voy yulia. –Respondió el chico aun en shock. -Ivanova, reacciona. –le decía yulia por demás preocupada. -¿Qué pasó aquí? –salió preguntando Nicolay. ¿Volkova? -No, no sé. Se desmayó. ¡Debemos llevarla al hospital! –balbuceaba la morena. -Sí, amor ¿vamos en tu auto? –preguntó la pelirroja con sus piernas casi dormida, pues el pesado cuerpo de Masha estaba sobre ella. -Tú tienes clases y… -No importa. –interrumpió la pelirroja. –Ella está mal, no te dejaré sola en esto. La morena sonrió. –Entonces vamos. Nicolay cargó a Masha quien seguía sin reaccionar, la metieron en el auto de yulia, la pelirroja conduciría pues la morena estaba demasiado nerviosa. Se fueron rápidamente de ahí, todos los presentes vieron la escena, pero alguien escuchó las tiernas palabras de lena. –Así que esa es tu novia, hija. –Sonrió al ver que tenía a alguien que, a simple vista, se notaba que la quería y la apoyaba.

*** -Esa pelirroja la conozco ¿No se te hace familiar? –murmuró alguien. -¡Es la maldita histérica de hace meses! – respondió otra igualmente en un susurro. –Lina, liria…¡Lena! Se llama lena, prepárense. –advirtió. -¡podría alguien ayudarnos! ¡Es una emergencia! – gritó la morena a mitad de la sala de emergencias, la pelirroja traía a masha en sus brazos. -Parece que la histérica es otra esta vez. –bromeó alguien antes de levantarse y atender los gritos de yulia. –Señorita cálmese. -¿Qué me calme? ¿Qué me calme? ¡Traiga una silla de ruedas! ¡Una camilla! ¡Lo que sea! ¿No ve que mi novia se está poniendo verde? Y no hablo de la persona a la que están cargado. – respondió como loca la morena. -Traigan una camilla. –gritó la enfermera y rápidamente apareció un chico con una. –Por favor acuéstela ahí. –la pelirroja la acostó con cuidado una doctora venía apareciendo, alguien conocida para las chicas. -¿Qué pasa aquí? –preguntó acerándose a aquel escándalo. Observó a Masha quien quería despertar. –llévenla a mi consultorio, le haré unos exámenes, uno de ustedes dos venga conmigo y la otra de los datos de la paciente por favor. –pidió antes de irse detrás del chico que llevaba a masha. -Te quedas tú. –dijeron ambas chicas al mismo tiempo. -No Volkova, te toca a ti ¡Aquella vez casi mato a las enfermeras! –dijo la pelirroja.

-¿Casi? ¡Já! ¡Yo voy a matarlas! ¿Quieres eso? No verdad, ve tú, por favor. –suplicó la morena, lena rodó sus ojos, sabía que yulia era peor cuando estaba nerviosa. -Está bien. –dijo finalmente. Yulia la besó rápidamente y salió corriendo al consultorio de la doctora. Lena fue a dar los datos de Masha…más bien, su nombre y la edad, no sabía nada más de ella. Trató de calmarse para que no pasara lo de la vez pasada. Cuando terminó fue al consultorio de la doctora Hamilton, yulia venía saliendo. Le harían unos exámenes de sangre a Masha para ver que andaba mal con ella, le colocaron suero y la dejaron en observaciones. Las chicas esperarían los resultados en la sala de espera del hospital. 1 hora después… -No sé qué haría sin ti. –dijo dulcemente la morena con su cabeza apoyada en el hombro de lena, ella acariciaba su mejilla lentamente. -De seguro hubieses chocado, habrías matado a 3 enfermeras, y estuvieras gritando como loca. Bromeó la pelirroja. Yulia reía. -¿Familiares de Masha Ivanova? –preguntó una enfermera. Las chicas se levantaron rápidamente. –Acompáñenme. –siguieron a la enfermera hasta el consultorio de la doctora. Se sentaron frente a ella, estaban nerviosa ¿Qué podría tener la rubia? -Su amiga estará bien. Ahorita está descansado, está fuera de peligro. –Comentó la doctora con una sonrisa. –Pero deberá tomar vitaminas, y calcio, se ha descuidado mucho de eso en su estado. -¿Pero que tiene? –preguntó la morena.

-Deberán ir a conseguirle flores a la futura mamá. –Dijo sonriente. –Masha Ivanova está embarazada. –dijo poniendo el examen de sangre en la mesa para que las chicas lo vieran. -¿¡Qué!? –gritaron ambas asombradas. -Ahora entiendo al llorón de dima ayer. –murmuró la morena aún sin poder creerlo. ¿Será buena o mala noticia?

Capítulo 56: Alguien está como histérico…No me odies, no fue mi intensión. -¡PAPÁ! ¡VOY A SER PAPÁ! ¡HURRA! -¿Podrías bajarme, por favor? -¡VOY A SER PAPÁ! POR DIOS QUE METIDA DE PATA MÁS BONITA ¿NO TE PARECE? ¡A MÍ SÍ! DIOS, SIENTO QUE VOY A LLORAR. -Nada raro. –murmuró. -¡Es que esto es tan hermoso! –decía entre sollozos. -¿Así se pudo aquella noche? –preguntó en un susurro. La morena asintió. -Pero esa vez fue por un perro. –respondió. -¡LA PELÍCULA DEL PERRO! –rompió en llanto mientras a la vez reía. -¿9 meses? –frunció el ceño. -9 meses. –dijo suspirando. Le acababan de dar la noticia a dima, llegó

corriendo al enterarse que Masha estaba en el hospital, cuando le dijeron el por qué, esa fue su reacción. Su hiper-sensibilidad era parte del embarazo de Masha “los efectos secundarios en él” fue como lo explicó la morena. -uhmm, donde estoy. –decía masha tratando de despertar. -¡Mi amor! –saltó dima casi sobre ella y la llenó de besos. -¿Dima? –preguntó confundida mientras reía. -Sí amor, soy yo ¡Te amo! –decía feliz. -¿Qué pasa? ¿Por qué tan feliz? –preguntaba sin entender nada, ya estaba más despierta. Miró a Yulia y a Lena quienes reían por lo bajo. -¿Ustedes que hacen aquí? -Hey, más respeto, nosotras te trajimos. – respondió la morena bromeando. -gracias Volkova y lena. –dijo sonriendo. Dima seguía sobre ella atacándola con besos. -¿por qué estás tan feliz? –preguntó correspondiendo algunos besos. -Dima, debes decirle. –Dijo la pelirroja tomando la mano de yulia mientras sonreía. -Sí, lo sé. –dijo feliz dima, unas lágrimas se le escaparon. -¿Estás llorando? –preguntó mirando aquellas enormes lágrimas saliendo de los ojos del castaño. -Y estará así un laaargo tiempo. –susurró la

morena. -Amor. –la emoción no lo dejaba hablar. -¿Qué pasa? ¡Dime! –exigió la rubia. -Amor, estás, estás, ¡Estás embarazada! –dijo con una inmensa sonrisa. -¿Qué? –dijo en un hilo de voz la rubia sin poder creer aquello. -¿Embarazada? ¿Yo? -¡Sí amor! –respondió feliz dima, aunque le extraño no ver alegre a su novia. -¿No te pone feliz eso? –preguntó frunciendo el ceño. Masha comenzó a llorar desconsoladamente, nadie entendía si era de alegría o qué pasaba con ella. –Amor tranquila. –decía dima tratando de consolarla. -Es que, es que… –dijo entre sollozos. –Yulia… miró a la morena mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. -¿Qué pasa Ivanova? –preguntó confundida. -Lena, yulia, perdón esto arruinará sus planes ¿Verdad? ¿Verdad? Ay Dios mío, soy un desastre. Arruiné todo. –decía llorando amargamente. Las chicas se miraron entre sí. –Claro que no. – Respondió tranquilamente la pelirroja. -¿Cómo se darían cuenta que estás embarazada de él? En dado caso, yo seré mayor de edad cuando ese hermoso bebé vea la luz. –Sonrió tiernamente, se levantó y se acercó a la cama donde descansaba la rubia, yulia hizo lo mismo.

-Lena tiene razón. –apoyó la morena. –Ese bebé no tiene la culpa, ni tú, además no afectará nada. ¡Buscabas una excusa para llorar! A mí no me engañas. –bromeó. –Tranquila Ivanova. -¡Tendré un sobrinito! ¿Si me dejarás ser su tía verdad? –preguntó riendo la pelirroja, masha asintió divertida. Terminaron de relajar a Ivanova pues se sentía culpable por algo que realmente no afectaría en nada aquella compleja situación. Le dieron el alta por la tarde, pues ya estaba estable, sólo tenía que comenzar sus chequeos, tomar sus vitaminas y calcio y todo estaría bien. Dima estaba que reventaba de felicidad en esos momentos. Llevaron a Masha a su casa y lena iría a la universidad a buscar a su mejor amiga para que le pasase los apuntes de ese día, yulia volvió al trabajo y dima igual. Todos preguntaban por la salud de masha, pero por órdenes de ella no dijo nada, la rubia se encargaría de dar la noticia. La ojiazul no sabía con lo que tenía que enfrentarse esa tarde en su trabajo. -¡Vamos Volkova dime como está masha! -Ya te dije que está bien. –Respondió la morena riendo. -¡Sé que me ocultas algo! –Dijo Olga haciendo un puchero. -Volkova, te buscan en la mesa 2. –interrumpió andrei, él había tomado el puesto de Masha.

-Ya voy. –respondió. –Busca algo que hacer. –le Dijo a olga fingiendo un tono autoritario. -Claro copia barata de Ivanova. –gritó mientras la morena se iba a donde era llamada. Caminó y rápidamente reconoció aquella silueta, le extrañó tanto, no por el hecho de verla ahí, si no ¿por qué quería hablar con ella? –disculpe ¿Me buscaba, señora? –preguntó amablemente. -Yulia. –sonrió. -¿podrías sentarte? –preguntó indicando el asiento frente a ella. -Claro. –dudó un poco pero terminó aceptando. ¿pasa algo señora? Le juro que yo no hago los cafés, sólo vengo a dejarlos y… -No es eso. –interrumpió las burradas que decía yulia. –Es otra cosa de la que quiero hablarte. –se puso sería, cosa que inquietó más a la morena. -¿Dé qué? Si se puede saber. –frunció el ceño. Ella suspiró tomando valor para poder decir lo que tenía que decir. –Yulia yo…rayos no es fácil. –dijo poniéndose nerviosa. -¿de qué habla? –pregunto confundida. -Yulia es que, no sé cómo reaccionarás con lo que te diré. –suspiró nuevamente. -pues dígame, no creo que sea del otro mundo ¿O sí? –alzó una ceja al momento de preguntar. -¿Qué acaso no te das cuenta? –preguntó desesperada. -¿De qué debo darme cuenta, señora? –estaba

por demás nerviosa. -yulia, yo-yo, yo no sé como decir esto, no es fácil ¿sabes? ¡No quiero que me odies! -Está asustándome. –Dijo la morena sonriendo nerviosa. -Yulia, soy Larissa…Larissa Volkova, yul, soy tu madre. –Dijo finalmente tomando todo el valor del mundo. La morena se quedó helada al escuchar aquello. ¿Mi madre? –dijo en un hilo de voz. –Eso no puede ser ¡Usted está jugándome una fea broma! – reprendió. -No hija. –dijo con su voz entrecortada. Metió la mano en su cartera, buscando algo, cuando lo encontró lo puso en la mesa, visible para que la morena viera aquel pequeño papel. -¿Conoces a esa chiquilla? –preguntó mientras sus ojos se cristalizaban. Yulia miró la foto, se impactó tanto que no podía decir nada. –Esa foto ha estado conmigo 10 años, 10 años desde que tuve que irme de aquí. -No… -Sí hija, eres tú, estás en mis brazos, eras tan pequeña, bueno, lo sigues siendo. –Bromeó aunque la morena no se rió. -No puede ser. –Sus manos comenzaron a temblar, una mezcla de rabia y melancolía se apoderó de ella, entonces tomó valor y miró a la mujer que le dio la vida. -¿Por qué lo hiciste? – preguntó firmemente aunque su voz quería quebrarse. -Por tu bien. –Respondió su madre. –No podía llevarte conmigo ¡Era peligroso!

-¿peligroso? –se bufó bruscamente. -¡Peligroso fue dejarme con ese estúpido de mi padre! – replicó molesta. -¿Sabes cuánto sufrí? ¿Sabes cuántas veces tuve que dormir en la calle para que ese malnacido no me hiciera nada? -Yo-yo, yo pensé que te dejaba en buenas manos, ¡No sabía que todo esto iba a pasar! -Por favor Larissa. –Dijo molesta y alzando un poco su voz, algunas personas notaron aquella discusión. -¡Excúsate! ¡Excúsate lo que quieras! ¡Eso no quita el hecho que me hayas abandonado! Y todavía tienes el descaro de venir aquí y buscarme. -Yo quiero arreglar las cosas contigo, hija. –Trató de tomar la mano de yulia, pero esta la quitó bruscamente de la mesa. -¿arreglar lo imposible? Estás mal. ¡No sabes el maldito dolor que pasé tantos años! ¿Por qué nunca llamaste? ¿Por qué nunca me enviaste una carta al menos? ¡Papá me trató de meter en la cabeza que habías muerto! No le creía al 100%. Larissa contenía las lágrimas, lo cual era rotundamente imposible. -¡Discúlpame yulia! ¡Hija por favor! –suplicaba mientras la morena secaba las lágrimas que corrían por sus mejillas. -Mi vida estaba bien ¿Sabes? –dijo con su mirada fría. -¿Supongo que ya sabes las nuevas buenas? Nunca tendrás un yerno, más bien tienes una nuera. -Lo sé, y yo no te juzgaré por ello… -¿Has estado viniendo todos estos días sólo para estar cerca de mí? Que patético y sádico juego. –

se burló ignorando lo que su madre decía. –No puedo odiarte. –dijo después de un pequeño silencio. –La vida no me ha enseñado a ser mala persona, diría mis padres pero ¡Qué padres! No tuve a nadie conmigo por 10 años ¡Hasta ahora! ¿Y sabes? Soy feliz, soy inmensa y jodidamente feliz. Larissa no sabía que decir, sabía que yulia estaba molesta, se esperaba una reacción así, pero no tan fuerte como estaba actuando su hija, estaba rompiendo su corazón con cada palabra. -Sólo quiero recuperar el tiempo perdido contigo, yul. –decía mientras lloraba, su llanto se comenzó a escuchar por el lugar pero nadie decía nada. -¿Recuperar el qué? ¡Ya no soy la misma niñita que dejaste abandonada en este país! ¿A dónde te fuiste? ¿Por qué no te quedaste ahí? ¡Por qué Larissa, por qué! –restregaba cada palabra en la cara de la ojiazul. Se levantó de la silla, Larissa hizo lo mismo. -por favor no te vayas. –suplicó la ojiazul. -No vale la pena seguir hablando con usted, señora. –respondió secamente. -Hija, por favor. –seguía suplicando Larissa. Tomó el brazo de la morena y esta se soltó fuertemente de ese agarre, salió corriendo del lugar dejando a Larissa parada, sola y destrozada. Lloraba amargamente mientras caminaba sin ningún rumbo fijo, el clima al parecer se conmovió de su estado y repentinamente comenzó a llover, sus lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia. ¿Por qué? ¿Por qué? Se repetía una y otra vez en su cabeza. Continuó caminando y caminando, mientras era

abrazada por la fuerte lluvia que sorprendió a la ciudad esa tarde. No encontraba consuelo en ella misma. Caminó un largo rato, la lluvia no cesaba, tampoco sus lágrimas. Sin querer llegó al único lugar que la reconfortaba, su lugar favorito. Sus fuerzas desaparecieron y se dejó caer en la mojada grama mientras lloraba amargamente. Apretó sus puños y echó su cabeza para atrás. -¡POR QUÉ DIOS, POR QUÉ! –gritó, ella también estaba hecha pedazos.

Capítulo 57: ¿Qué le pasa al maldito mundo?

-chica, chica ¿Estás bien? Vamos, despierta, levántate de ahí. Abrió sus ojos encontrándose con una desconocida mirada, se asustó y se levantó de golpe, miró a su alrededor y recordó todo. –Estoy bien, no se preocupe. -¿Quieres que te lleve a algún lado? Estás pálida ¿Aguantaste toda la tormenta? –preguntó preocupado, ella asintió. -Estaré bien, vivo aquí cerca. -Déjame llevarte a dónde quieras ir, por favor. -No lo conozco. –Dijo seria. Sus ojos le ardían, los tenía completamente hinchados. Con suerte podía mantenerlos abiertos. -Me llamo Frederick Smith. –extendió su mano mientras le regalaba una sonrisa. La morena la tomó dudosa. –Yulia Volkova. –se

presentó. –Puedo irme sola, en serio. -Por favor chica, déjame ayudarte. –Insistió, el celular de yulia comenzó a sonar. Lo buscó y estaba escurriendo dentro de su bolsillo. La pantalla se dañó así que no podía ver quien llamaba. -Demonios. –susurró antes de contestar. -¿Sí? -¿Volkova? ¡Yulia, amor al fin! ¿Dónde estás? -¿Dónde estás tú? –preguntó, aunque comprendió por el tono de desesperación que tenía lena que la estaba buscando. -¡En el café! Vine a buscarte, tenía la necesidad de verte y, y me dijeron que te fuiste corriendo después de discutir con una mujer, amor ¿Estás bien? ¡Dime dónde estás! iré por ti. La morena suspiró, el chico que la encontró seguía parado frente a ella. –Quédate ahí, ya llegaré ¿Sí? -¡Volkova! ¿Estás segura que volverás rápido? ¡Si no estás aquí en 15 minutos tendrás a todo el ejército ruso buscándote! –Advirtió la pelirroja. La morena rió. –Te lo prometo amor. -Bien. Te espero aquí. Te amo. –dijo tiernamente, sabía que su novia estaba mal. Colgaron la llamada. El chico al parecer seguiría insistiendo. -¿No vas a irte, verdad? –preguntó frunciendo el ceño.

Él negó riendo. –No, necesitas ayuda, no dudaré en ayudarte. –Se encogió de hombros. –Y al parecer debes llegar rápido. -Sí. –Dijo en un suspiro regresando su vista a la ciudad. –Está bien, aceptaré tu ayuda. –Aceptó finalmente. El chico asintió y le indicó que caminaran hacia su auto. –Si intentas hacer algo, te mataré y luego saltaré del carro ¿Sí? –advirtió la morena bromeando. -No te preocupes. –Respondió tranquilamente Frederick. Subieron a su auto, la morena le dijo dónde quería que la dejara, curiosamente él iba a un lugar cerca de ahí, así que no le quedó muy perdido. El chico voló hasta donde el tráfico se lo permitió, llegaron al café y la morena vio a lena parada en la entrada del lugar. –Aquí es. –dijo la morena, Frederick se estacionó, la pelirroja vio el auto, pero no se imaginó que yulia vendría ahí. –Muchas gracias, Frederick. –Sonrió amablemente mientras salía del auto. –Te debo una, Quizás puedas venir y te invito a un café. –ofreció sonriendo la morena. -Eso suena perfecto, pero ahora debes ir a dar explicaciones. –Dijo alzando una ceja, por el retrovisor miró a lena. –Te están esperando, ve. Yulia se sonrojó. Se despidieron amablemente y él se fue de ahí. Lena entonces miró a yulia y corrió donde ella, la morena la abrazó muy fuerte, lo suficiente para que las ganas de llorar la invadiera, y así lo hizo. -Tranquila amor. –Decía lena mientras entre sus brazos el cuerpo de yulia temblaba. –Estás

empapada ¿Estuviste bajo toda la tormenta? – preguntó mientras se quitaba su abrigo y se lo ponía a yulia. -Sí. –respondió aun sollozando. Lena miró las bolsas que se hicieron bajos sus ojos de tanto llorar, al parecer algo andaba extremadamente mal. -¿Quieres ir a algún lugar? –preguntó mientras la abrazaba tiernamente. -Pero tengo que traba… -Olvídate de eso. Ya lo arreglé. –Dijo la pelirroja sonriendo. Comenzaron a caminar abrazada una de la otra mientras lena trataba de hacer reír a yulia. –Y pensar que te estabas burlando de dima y sus ataques de llanto. -¿Y mi auto? –Recordó la morena luego de reír por los comentarios que hacía lena. -En el estacionamiento del café ¿No lo viste? – preguntó mientras dejó de caminar. -¿Quieres ir en él? O prefieres caminar… -¿Qué prefieres tú? –interrogó con una pequeña sonrisa. -Prefiero que esa sonrisa aumente su tamaño y regresa a la normalidad. –Se encogió de hombros. –Tú decides. La morena sonrió ampliamente y en un fugaz movimiento, besó tiernamente a la pelirroja, olvidando por completo que estaban en la calle. Alguien las observó desde lejos, no era su típica mirada de odio, si no ¿Comprensiva? –Qué voy a

hacer. –Susurró para él mismo. Al parecer alguien se estaba arrepintiendo de hacer tanto mal en la vida de las demás personas. ** -No puedes vivir sin el auto ¿Cierto? -Sí puedo, pero ¿Dejarlo ahí solo? No, mejor que venga con nosotras. –Dijo riendo. Lena era quien conducía a petición de yulia “Así como estoy, podría matarnos a ambas” fueron las palabras que dijo la morena antes de lanzarle las llaves a lena. Llegaron a uno de los tantos parques de la ciudad, estaba solo por suerte, quizá la lluvia espantó a todas las personas aunque el sol había vuelto a salir un poco. Buscaron una banca, pero estaba empapada “yo la seco” dijo la morena y se fue deslizando en ella. –De todas formas ya estaba mojada. –Lena reía al ver aquel acto de yulia, la morena le indicó que se sentara y así lo hizo. Pasaron unos minutos que nadie dijo nada, hasta que lena besó su mejilla y apoyó su cabeza en el hombro de yulia. –Sabes que estoy aquí para ti, y siempre será así. –dijo mientras su mano jugaba con la de yulia, ella sonrió. -Lo sé. –dijo en un suspiro. –Mi mamá… -¿Qué pasa con Katya? –preguntó inocentemente la pelirroja. -No ella no, hablo de mi madre, la verdadera. – respondió fríamente. Entonces lena se descolocó completamente. -¿Qué? –preguntó sorprendida, pensó que no había escuchado bien. -¿De qué hablas? -Regresó Lena. –la miró a los ojos, y supo que

estaba hablando en serio. –Volvió, para “arreglar las cosas” –dijo burlonamente. -¿Estás segura que es ella? Quiero decir… ¡Qué demonios le pasa al mundo! ¿Toda tu familia está saliendo de algún pozo? -Sí lo es. –confirmó. –Larissa Volkova. –Se bufó. – La mujer que me abandonó hace 10 años, y hoy quiere venir y meterse en mi vida como si nada hubiese pasado ¿Puedes creerlo? -¿Te explicó las cosas? –preguntó antes de contestar algo inapropiado. -Dijo que no podía llevarme con ella en ese entonces. –Respondió con su vista al frente y directa en algún punto desconocido. –Pensó que me dejaba en buenas manos. –Rió cínicamente. – También Dijo que se fue por buscar mi bien. La pelirroja pensó un poco aquellas frases que yulia le había dado, sabía que se molestaría pero tenía que decírselo. –Algo de razón tendrá. –dijo rogándole al cielo que la morena no explotara ahí mismo. -¿Qué? –preguntó confundida. -Eras una niña, cuando se fue. –Explicó mirando a la ojiazul. -¿Cómo llevarte con ella sin tener algo estable a dónde fuese que se haya ido? -Hubiera preferido morir de hambre con ella que con el malnacido de Oleg. –Contestó fríamente. -Tu mamá pensó en lo mejor para ti, amor. Pensó que estarías segura si te quedabas aquí, y así lo fue por un tiempo ¿O vas a negarlo? –preguntó alzando su ceja. La morena pensó un poco. –Fue un corto tiempo.

–contestó. –Eso no le quita el hecho que me abandonara, sin siquiera tratar de hablar conmigo. -¿Le dejaste explicar eso? –preguntó la pelirroja. Entonces yulia la miró seriamente. -¿Estás defendiéndola? –frunció el ceño algo molesta. -Te estoy dando a ver que, explotaste seguramente frente a ella, y no le dejaste explicar toda la historia. –Se encogió de hombros. –Y está bien que reaccionaras así, tampoco eres un robot sin sentimientos. –Haló una de las mejillas de la morena, ella gruñó. –Lo ves. –Rió. -Maldita psicóloga. –murmuró la morena. -¿Qué dijiste? –preguntó divertida mientras golpeaba levemente el brazo de yulia. -Nada. –negó rápidamente. -Maldita futura empresaria. –Replicó cruzándose de brazos. -¡Oye! –se quejó mientras reía. -¿Hablarás con ella? –preguntó abrazando fuertemente a la pelinegra. -No lo sé. No sé si quiero seguir escuchando sus cosas, Len, yo estaba bien sin ella. –Miró a la pecosa, su mirada estaba reluciente como siempre, su azul era opaco. -También lo estabas cuando Anatoli no existía ¡Ahora estás más feliz! ¿O no? –preguntó apartando un pequeño mechón de la cara de yulia. -No uses tu psicología conmigo. –Advirtió mientras el viento movía los rizos de lena haciendo que su aroma llegara hasta los pulmones de yulia.

-¿Qué psicología? –preguntó haciéndose la desentendida. –Sólo te sugiero que pienses bien las cosas, tú cuando piensas con la cabeza caliente no sales del mismo enredo y prefieres quedarte ahí. –Recordó. -¿Te sirve de algo si te digo que lo pensaré? –miró a su novia tiernamente esta suspiró. -Sí, un poco pero sí. –sonrió antes de besar la frente de yulia. –Espero no te de gripe, sigues con esa ropa empapada. -Podría desnudarme y… -Ni lo sueñes Volkova. –Dijo lena en un tono serio. -¡Sólo yo puedo ver tu cuerpo! ¿Sí? Yulia rió mientras reía, sólo su novia sabía sacarla de un precipicio con tan solo su sonrisa. Capítulo 58: Los planes se retrasan… -Lloró un poco antes de quedarse dormida. –Cerró la puerta de la habitación mientras hablaba por lo bajo. -¿Fue mucho? -No, unos minutos, creo que el sueño la venció. ¿En verdad pasó todo esto en una tarde? -Sí. –respondió suspirando. -Dios, Volkova no tiene descanso, si no es una cosa es otra. –Se sentó mientras hablaban casi en susurro por teléfono. -Lo sé, es estresante. –frotó su cien tratando de relajarse. –Dima Por favor, cuando despierte, revisa que no tenga fiebre o algo así, ya sabes, aguantó toda la tormenta, podría enfermarse.

-Descuida, estaré al pendiente de ella pelirroja. ¿Cómo te agradeceré lo que haces por ese pequeño demonio que ahorita duerme como un bebé? –Bromeó el castaño. Lena reía al otro lado de la línea. -Sólo cuida de ella cuando no esté cerca, es todo. -Es complicado, pero lo intentaré. –prometió riendo. -Bien iré a dormir. –Bostezó antes de decir eso. – Cuídate dima. -Está bien cariño, ve a descansar. Se despidieron y cada quien fue a hacer sus cosas antes de irse a dormir. *** AL DÍA SIGUIENTE. -¿Te sientes bien? ¿No tienes fiebre? ¡No vayas a mentirme! -Ya te dije que estoy bien ¿Por qué el alboroto? -Me han hecho prometer que estaría al pendiente tuyo, Entonces ¿Segura que estás bien? -¡Tócame y compruébalo si tanto no me crees! -Volkova, esas proposiciones las hubiese cumplido antes que no tenía novia, ni un hijo en camino. – Respondió indignado. La morena suspiró. –Eres un mal pensado de remate. –Despeinó al castaño. –Pero estoy bien, debo ir al trabajo, y tú también.

Iba a levantarse de la cama pero dima la detuvo. – Espera. –Se sentó nuevamente a su lado. -¿Sí? –preguntó seria, aunque pensó que dima le diría alguna estupidez mañanera. -Yul, yo, bueno…-Balbuceó. -¿Quieres saber qué me pasó, verdad? –preguntó aunque su tono era más afirmativo. -Ya lo sé. –dijo apenado. –Por eso, quiero que sepas que estaré siempre contigo, apoyándote con tus decisiones, pero... -¿pero? –alzó una ceja. -No vayas a matarme o algo así mientras duermo. –Dijo preocupado, yulia rió. –Pero creo que deberías arreglar las cosas ¿Sabes? –Se tapó la cara temeroso, sabía que podía recibir un golpe d yulia, pero eso no llegó, se quitó lentamente las manos de la cara y vio a la morena pensativa. -Quizás tengas razón. –balbuceó un poco antes de responder. –Pero no será hoy. –Lo miró seriamente a los ojos. –Tengo que procesar las cosas aún. Dima suspiró aliviado. –Será cuando estés lista. – Besó su frente dulcemente, luego se levantó de la cama. -¡Apúrate muchacha del demonio, llegarás tarde al trabajo! –imitó la voz de alguna mujer histérica. Yulia moría de la risa. -Estás loco. –Caminó con él fuera de la habitación. -Lo sé, pero así me quieren. –Contestó orgullo el castaño. -Más cuando lloras como niñita sin muñecas. –Se

carcajeó mientras dima se ponía rojo de la pena. -Es normal que me ponga así. ¡Voy a ser papá! – dijo feliz. -¿Con una película de perros? –preguntó divertida. Dima sólo la abrazó fuertemente y la despeinó más de lo que estaba. *** -Hoy es el día. –Suspiró. -Lo es. –Sonrió cínicamente. Tan temprano y con esa estúpida sonrisa. –Sólo estoy esperando un último papel. -¿Qué es? –preguntó curioso. -Una partida de nacimiento. –Se encogió de hombros. –Te digo que llevaré las pruebas eficientes para que esto funcione. El hombre lo miró extrañado, más no dijo nada. Luego de unos minutos su celular comenzó a sonar. -Creo que ya está listo. –Sonrió al ver quien era, y contestó. -¿Sí? -Kuzma! –dijo alguien del otro lado de la línea. -El mismo. –Bromeó. -¿Tienes lo que te pedí? -Por eso te hablo. –Calló un momento. –Me llevará unos días más dártelo. -¡Qué! –gritó exaltado asustando por completo a la persona que tenía frente a él. -¡Pero me prometiste que estaría listo para hoy! ¡No puedo seguir esperando! -Lo sé pero esto es complicado a veces ¡Podría

perder mi trabajo! –respondió. -¿Qué tanto tiempo más tengo que esperar? – preguntó ya decepcionado. -Unos días, 3 como mínimo. –Calculó vagamente el hombre. El rubio suspiró. -¡Está bien! Qué más da, sin eso no puedo hacer nada. –Frotó su cien. –Espero que esta vez sea en serio. -Sí hombre, solo tiempo necesito, tranquilo. – finalizaron la llamada después de terminar su acuerdo, el rubio volvió con la persona que lo acompañaba en ese momento. -Oleg, Se atrasarán los planes. –Dijo serio. -¿Qué? –preguntó confundido el ojiazul. Aunque en cierto punto se sentía aliviado. -El chico que me está ayudando con las partidas, me está pidiendo más tiempo. –Golpeó molesto la mesa. –Tu esposa, ¿Se ha juntado con Volkova? -No lo sé. –Se encogió de hombros. –No sé nada de ellas desde hace días. –Mintió, pues el día anterior vio a yulia con lena. -Bien. –dijo casi en un susurro. -¡Unos días más! ¡Demonios! –dijo frustrado. Oleg solo lo observaba. Dudó tanto en seguir con aquel plan en un momento, pero no podía echarse para atrás, pues ya había gastado parte del dinero en conseguir un lugar donde vivir. *** -Si adivinas quien soy te llenaré de besos. –Dijo a sus espaldas tapando con sus manos sus ojos.

-No lo sé, está difícil. –Bromeó mientras tocaba delicadamente las manos que tenía sobre su rostro. -¿La stripper que estuvo conmigo la noche pasada? –Dijo riendo, haciendo que quien tapaba sus ojos le diera un rodillazo desde atrás. –Oye, eres violenta, de seguro eres mi novia, esa agresividad me es familiar. –Se carcajeó cuando ya sus ojos fueron destapados. –Acerté. –Sonrió y se acercó a la pelirroja. -¿Cómo que violenta, eh? –preguntó haciendo un divertido puchero mientras abrazaba a yulia. -Lo digo en todos los sentidos. –Susurró coquetamente la morena. -¡Vaya! Veo que estás mejor. –Dijo mirándola divertida la pelirroja. -Has prometido llenarme de besos a esta hora de la mañana ¿Cómo no alegrarme? –Rió la morena. –Debe saldar su cuenta, señorita Katina. Como todas las mañanas la pelirroja fue a buscar a yulia a su trabajo, este día llegó más temprano, quería pasar con ella un rato más, sabía que aunque estuviese sonriendo, riendo, divirtiéndose, por dentro estaba desecha, y es que así era Volkova “De hierro por fuera, como un osito por dentro” -Esto es un lugar público ¿Quieres espantar a los niños que están cerca? –Susurró en el oído de yulia. Se acercó a su mejilla y comenzó a depositar pequeños besos ahí. Cuando terminó habló de nuevo. –Pero eso si lo puedo hacer. –Rió al ver la cara que tenía yulia. -¿Tan temprano y le andas alborotando las hormonas a Volkova? –preguntó una muy familiar voz a sus espaldas. -¡Masha! –Saludó sonriente la pelirroja. -Ivanova ¿Cómo estás? –preguntó la morena. –

Finalmente viene antes que tú. –Rió orgullosa. -Ya veo Volkova, luego terminarás siendo mi jefa. – Bromeó. Su mirada se veía triste, como siempre yulia no lo notó pero lena sí. -¿Estás bien? –preguntó la pelirroja mirándola a los ojos. -¿De qué? –preguntó yulia confundida. -Deja de sicoanalizarme con la mirada katina. – Dijo masha riendo nerviosamente. -Entonces contéstame. –Respondió seria la pelirroja. ¡Ivanova hija! –interrumpió Nicolay saliendo de la cocina. -Nicolay. –Sonrió aliviada la rubia. Él la saludó luego miró a las chicas. -Señorita. –se dirigió a lena, ella sonrió amablemente. –Volkova! –dijo frunciendo el ceño -¡Nicolay! –dijo la pelinegra nerviosa. -¿me dirás que pasó ayer? –Preguntó serio. -¿Qué pasó de qué? –preguntó la rubia confundida. -Yo, yo, yo iré a sentarme. –Interrumpió apenada la pelirroja. -Yo te atiendo. –Corrió la morena detrás de ella, evitando dar explicaciones. -¡Volkova! –gritó nicolay, aunque sabía que no obtendría nada de su parte. –Esta niña. –Dijo divertido al ver que lo ignoró. Regresó a hacer su respectivo trabajo, Masha hizo lo mismo, mientras yulia y lena tenían su “mini desayuno” como de

costumbre. Luego de un rato de estar hablando, masha apareció y se sentó rápidamente al lado de yulia, frente a lena. Ambas se sorprendieron ante aquella acción. -¿pasa algo? –preguntó yulia. Masha no decía nada, aunque se notaba preocupada. Al cabo de unos minutos levantó su vista y habló. – Mi mamá no quiere que tenga al bebé. Capítulo 59: Tenemos que hablar. -Pero cómo ¡Yo no puedo hacer eso! Más bien, sí puedo, pero a la vez no. -Lo sé. –Suspiró. –Créeme que es algo que no quería que pasara pero ¡Qué hago! -Vete de la casa. –dijo una tercera voz. -¿Qué? –preguntó frunciendo el ceño. -Sí, eres mayor, tienes trabajo, el sofá del apartamento es cómodo y….Auch, lena no me pegues, es un chiste. –Dijo sobándose el brazo. -Volkova, ponte seria. –Regañó la pelirroja. –Pero hasta cierto punto, ella tiene razón, Masha. -Lo sé. –Contestó la rubia. -¿Por qué no lo haces? No dormirás en el sofá. – Miró seriamente a la morena y luego regresó con quien hablaba. –Dormirás conmigo ¡Obviamente! -¡Yo lo haría! En serio, pero si lo hago, sería para que toda la familia me odie, y no vuelvan a hablarme ¡Nunca! –respondió un poco frustrada.

-tenemos un enorme problema. –Suspiró yulia mientras lena la abrazaba temerosa. Era la hora del almuerzo, como siempre los cuatro fueron a comer juntos, esta vez tenían un tema muy delicado que tratar. Masha le contó a su mamá que estaba embarazada ¡Válgame Dios! Estalló como si fuese mil fuegos artificiales en uno. Le dijo que no querría a ese niño, o niña. Todo por el hecho de tenerlo fuera del matrimonio. -¿Y si inventamos la boda? –Preguntó yulia riendo. La mamá de Masha la amenazó, que, si no se casaba antes que su estómago comenzara a notarse, se olvidaría por completo que tiene una hija. -¡Estás loca! Mi mamá no es ninguna boba. Aparte que querrá hacer ella los preparativos. –Respondió la rubia. -Cierto. –murmuró dima. -Tendrán que casarse. –Dijo la pelirroja finalmente. -¡Pero como! –Dijo yulia sorprendida. -¡Por lo civil! –interrumpió el castaño sonriendo. – Debemos casarnos por lo civil, luego le diremos a tu madre que queremos preparar bien la boda ¡No nos casaremos de la noche a la mañana! Debe ser especial. –Dijo tiernamente. Yulia lo miraba horrorizada. –Con lo que acabas de decir, acabo de dudar, quién es el hombre y quien es la mujer de su relación. –Tomó un poco de su soda. -¡Cállate Volkova! ¡No vez que esto es serio! – reprendió dima.

-podría funcionar. –Dijo masha sonriendo. –Pero deberás ir a hablar con mi mamá. –Miró a dima que se asustó con aquello, aunque lo veía venir. -Va a desmayarse, o vomitar, o llorar. –Dijo la morena con cara pensativa. –O vomitará mientras llora y luego se desmayará. –Finalizó riendo. -¡Por qué demonios estás tan relajada! ¡Deberías estar preocupada! –dijo dima un poco alterado. -No voy a alterarme, esto es solo un jodido plan de la vida para que nos desesperemos, cosa que ya logró contigo. Pero conmigo no será así. – Respondió tranquilamente la morena. Todos la escuchaban detenidamente. Algo de razón tendría en sus palabras. -Es cierto. –apoyó la pelirroja finalmente. –Si nos desesperamos, las cosas saldrán mal. Tenemos que actuar tranquilamente. -¡Vaya! Al fin alguien que me apoya. –dijo yulia riendo mientras abrazaba alegremente a lena. Continuaron charlando más tranquilamente, al parecer el positivismo de la morena los contagió a todos. *** -¿Qué haces aquí? –Preguntó cerrando la puerta de su casa, pues se disponía a salir. –Creo que cuando te eché de aquí fue para que no volvieras. -¡Debes hablar con yulia! –dijo desesperado. Algo que alarmó notablemente a su escuchante. -¿Por qué Oleg? –preguntó dudosa cruzándose de brazos. -Yo, yo, yo haré algo contra ella. –Dijo casi en un

susurro. -¿Qué? –dijo exaltada y mirándolo con furia. -¡Es que estás loco! -Lo estaba. –respondió apenado. –Acepté una oferta de dinero, a cambio de arruinarle el noviazgo, con esa chica. –dijo serio. -¿Es que acaso tú no tienes escrúpulos? –empujó levemente al ojiazul, este se tambaleó un poco. ¡Contéstame! ¿Te vendes por unos billetes? ¡Eres un mise… -¡LO SÉ! –interrumpió gritando. –Soy una basura, y tuve que llegar hasta aquí para darme cuenta de eso. -Oleg, ¿Qué hiciste? –preguntó ahora más furiosa. -Larissa, yo, yo…-Le explicó rápidamente el plan que tenía con Sash, y como no podía zafarse de eso. -¡por favor! ¡No dejes que le pase nada! La mujer seguía sorprendida después de escuchar todo aquello. –Vaya. –Dijo en un hilo de voz. Sus ojos se cristalizaron, la rabia pudo más que su razón y le soltó una enorme bofetada a su exesposo. –Eres un canalla. –Su voz comenzaba a quebrarse, oleg tomó su mejilla. -Perdón. –murmuró el ojiazul. –Yo, yo no sabía que hacer ¡El dinero me cegó! -¡Hay sí el dinero! ¡Admítelo! ¡Deseas ver a tu hija miserable, como tú! –gritaba cada palabra, como si oleg estuviese sordo que no las escuchaba. ¿Por qué no te arrepentiste antes? ¿Por qué hasta ahora? ¡Dime! -¡No lo sé! ¡Es solo que la vi ayer! Y no brillaba como siempre. –Recordó. –Estaba deprimida ¡Y ahí estaba esa chica pelirroja! –Aunque su tono

tenía un poco de rabia, pudo más la melancolía. – Esa chica la abrazaba como si no quisiese separarse nunca de ella, como si quisiera ser su chaleco anti-daños para que nadie, ni nada le robase la sonrisa del rostro. Entonces comprendí, que era un error lo que estaba haciendo, ella es feliz con lo que es su vida. Larissa comenzó a llorar, pues sabía el por qué su hija estaba así, por ella. –Tienes que detener esto. –Respondió tratando de contener su llanto. -¡No puedo! –dijo desesperado, sus ojos comenzaron a cristalizarse. –Podría matarme ese chico ¡No puedo regresarle el dinero que ya gasté! -¡Van a matar a tu hija! ¿Qué acaso eso no te cala en la cabeza? ¡Qué demonios pasa contigo! –lo tomó fuertemente de la camisa, ella era de su misma estatura, pero en esos momentos, la fuerza se le duplicó. –Mírame bien, oleg. –Dijo mirando fijamente al ojiazul. –Ella me odia, tanto como te odia a ti. –las lágrimas salían como cántaros. –Pero yo sí tendré las agallas de irla a buscar aunque me tire la puerta en la cara, y le diré lo que pasa ¡Ya que el canalla de su padre no puede hacerlo! –lo soltó con la misma fuerte con la que lo tomó. Oleg estaba perplejo. -¿Has hablado con ella? -Lo intenté, y créeme, si tuviera un arma con dos balas, te da un tiro a ti y el otro es para mí. – respondió seria pero su voz seguía quebrada. Oleg agachó su mirada, avergonzado. –Yo, yo, dile que lo siento. -¿Tú crees que creerá eso? –preguntó cínicamente. -¡Tiene 19 años! Es una mujer adulta ¡Y ella comprende lo que pasa a su alrededor! Pero claro, como te dispusiste a rechazarla, a maltratarla ¡A renegarla como hija tanto tiempo! No sabes cómo es ella.

-¿Y acaso tú si sabes cómo es, eh? –debatió esta vez el ojiazul. –Tú que te fuiste de este asqueroso país “por si bien” –se bufó. -¡Dónde está “el bien” por el que te fuiste! ¿Eh? Te veo aquí, y no tienes nada en las manos que sea la recompensa de irte 10 años de aquí. -Eres un estúpido. –Dijo con una media sonrisa Larissa. –Que no lo veas no quiere decir que no exista. -¿De qué estás hablando? –preguntó curioso, secando unas cuantas lágrimas que habían salido de sus ojos. -Eso no te incumbe. –Respondió fríamente. –Vete de aquí, por favor, no quiero verte más nunca. Pero eso sí. –se acercó amenazante a él. –Si a yulia le pasa algo, créeme oleg Volkov, y grábate estas palabras en la cabeza ¡Voy a buscarte y te haré vivir un infierno antes de matarte con mis propias manos! El ojiazul tragó saliva, sabía que su esposa era capaz de eso y de mucho más. –Debes de salvarla, por favor. –Respondió temeroso. -Lo haré, soy su madre. –Contestó seria. –Yo sólo quiero su bien, no como tú, canalla. Él la miraba temeroso. –La otra semana… -¿La otra semana qué? –dijo Larissa sin entender. -La otra semana, podría pasar todo ¡Debes hacer algo para entonces! Se rio cínicamente. –Vaya, ¿Por qué no me das el dinero por la cual la vendiste para tratar de hacer algo por ella, eh? Bastardo. –Oleg no movió ni un músculo al escuchar eso. –Lo imaginé. –volteó su vista a otro lado.

-Lo haré. –dijo rápidamente el ojiazul. -¿Qué? –preguntó sorprendida. -Te daré el dinero que aún me queda, no es mucho, pero te servirá de algo. –alisó el cuello de su camisa que se encontraba arrugado por el agarre que hizo Larissa momento atrás. -Vaya me sorprende ¿En serio estás arrepentido? ¿O es joda? –preguntó directamente. -Sólo has algo por ella. –Dijo él mirándola abatido. –Vendré a dejarte el dinero en una hora ¿Estarás aquí? -sí, tengo que arreglar unas cosas, pero será rápido. –frotó su cien desesperada, no tenía ni idea de donde comenzar a tratar de arreglar aquel desastre provocado por su ex. -Bueno. –murmuró oleg, se sentía un poco más aliviado, aunque ese sentimiento de “Soy una basura” no se lo quitaría hasta saber que yulia estaba bien y no le pasó nada por su culpa. –No me perdonaré jamás si le pasa algo. -Tranquilo, si eso pasa, juro por Dios que no durarás mucho en este mundo. –prometió Larissa. -Cuida a nuestra hija por favor. –Suplicó con sus ojos de nuevo, enrojecidos. -¡Nuestra hija! ¿nuestra? ¿Desde cuándo te volviste su fiel y querido padre? A otro perro con ese hueso oleg. –Dijo por demás molesta. – regresa aquí con el dinero, ya veré que yo hago con este asunto. Oleg simplemente asintió. –Nos vemos. –volteó y comenzó a caminar lejos del lugar. Larissa comenzó a llorar desesperada, su hija estaba en peligro y todo por la avaricia de Oleg,

pero ¿Qué lo hizo reflexionar verdaderamente? #FLASHBACK horas atrás… -Cuando la verdad se sepa, terminaré por completo con yulia. -¿De qué hablas? -¿Acaso no entiendes? –él negó. –Estará devastada al no poder estar con con su gran amor, pues, le ahorraré el sufrimiento. -¿Piensas…? -Sí, voy a matarla, y lo disfrutaré plenamente. FIN DEL FLASHBACK. La muerte puede hacer reflexionar hasta el más cabeza dura. Capítulo 60: Una cena, como si fuese la última. -¡Anatoli hermano! ¿Qué haces por aquí? –abrazó al chico. -Vine a ver a mi hermanita favorita ¿Acaso no puedo? –dijo haciéndose el indignado. -Lo digo por la hora. –Aclaró riendo. –Está muy temprano para que estés despierto ¡Peor un sábado! –bromeó. -Sí lo sé. –Aceptó finalmente. –Necesito que me expliques unas cosas de la clase de ayer. –dijo apenado. -¿qué? –preguntó divertida la morena. –El gran Anatoli Volkov no entendió una clase? Vaya eso si es sorprendente.

-Cállate, tú no entendiste ni la primera clase. – Bromeó el rubio. -oh supéralo! – dijo riendo la morena. A lo lejos alcanzó a ver una cabellera roja, esa, que la volvía loca. -¿Tiene que ser ya? –preguntó mirando sobre el hombro del chico, él supo que no lo estaba mirando entonces decidió averiguar quién tenía la atención de su hermana. Sonrió cuando lo descubrió. -Tendremos desayuno familiar, eh. -Sí. –dijo abobada. –Espera ¿Qué? –preguntó seria, lena se acercaba. -¡Amor! –saltó la pelirroja sobre ella feliz. -Hay el amor. –dijo suspirando Anatoli. -Holla Anatoli. –saludó lena después de atacar a yulia y dejarla como siempre, en las nubes. -Hola pelirroja. –Sonrió el ojiverde. –Veo que has dejado a mi hermana perdida en alguna galaxia ¿Siempre es así? –rió. -Algo así. –se encogió inocentemente de hombros la pelirroja. -¿Qué haces por acá tan temprano? -¿por qué todos se sorprenden con esto? –dijo frustrado el chico. Yulia seguía en las nubes, aprovechaban que estaba temprano, no había mucha gente que las mirara raro, podían darse sus cortos besos sin problemas, habían aprendido a hacerlo casualmente. -No te enojes, pareces yulia versión hombre. – bromeó la pelirroja riendo. -Oye no me compares con él. –Dijo yulia saliendo

de su trance. -¿Desayunamos? –le preguntó a su novia, pero alguien más respondió. -Por favor hermanita, muero de hambre. –Dijo Anatoli sobando su estómago. Eso hizo reír a lena, yulia solo rodó los ojos. Los tres se sentaron a desayunar, primera vez que esto pasaba, Anatoli se la pasó contando chiste haciendo reír a lena, yulia sólo la observaba y sonreía, porque amaba con toda su alma ver a su novia tan feliz. -Dejarían de ser hermanos. –Decía muerta de risa la pelirroja mientras que Anatoli y Yulia se hacían caras graciosas entre ellos. -Volkova a trabajar. –gritó masha desde la barra, se le veía más contenta que antes. -Ya voy jefa. –Respondió gritando la morena. –Mi vida. –miró dulcemente a lena. Ella sonrió. –Debo irme, pero saldré temprano, quizás quieras pasar conmigo la tarde. –murmuró en un tono dulce/coqueto que enloqueció a la pelirroja. -¡Sigo aquí! –recordó el rubio mirando a su hermana. -A ti te veré en la noche en clases ¿Sí? ¡llega temprano si quieres que te explique! –lo miró seria. -¿Me has hecho venir hasta acá a esta hora ¡Sólo para que no me expliques nada!? –Preguntó frunciendo el ceño, frustrado. -Yo no te he dicho que vengas. –Respondió encogiéndose de hombros en el momento que se ponía de pie. –Tú viniste por tu cuenta ¿Lo olvidas? -Cállate Volkova, sólo busco una excusa para no sentirme tan tonto. -Cállate, Volkov. –Se bufó la morena. –Ve y busca

algo que hacer ¡Llévale un pastel a nuestra madre! –Dijo riendo. Alguien escuchó aquellas palabras, fue como si recibiese un disparo justo en el corazón, pero, que por algún motivo, no la mató y sólo la tiene en una profunda agonía. -Eso suena bien. –Apoyó lena antes de abrazar a su querida novia. Anatoli se puso pensativo. -¿por qué no lo hacemos nosotros? –propuso. -¿Qué? –preguntó yulia riendo. -¡Hacer un pastel! ¡Para mamá! –dijo feliz. -¡No lo hagas! –interrumpió la pelirroja. –Mírame bien, Anatoli, si vas con yulia al supermercado, te hará pasar por “una extranjera” –dijo burlonamente y continuó hablando. –Te dirá “Say: Spasiba” ¡Parecerás estúpido a la mitad del lugar! ¡No lo hagas, por tu bien! Yulia comenzó a reír al recordar esa tarde en el supermercado con lena y sus ganas de cocinar galletas. –Pero logramos conseguir lo que necesitamos ¿no? –abrazó por la cintura a lena y besó su mejilla, Anatoli reía por las ocurrencias de su hermana. -¿En serio hiciste eso? –preguntó, yulia asintió divertida. –Vaya, veo que no tienes remedio hermana. -¡Volkova! –gritó nuevamente masha desde la barra. -¡Ya voy! –respondió. –Creo que este es el mal humor de su embarazo. –Dijo riendo. -los tres se despidieron, lena iría a su casa a

terminar unos cuantos trabajos, luego pasaría toda la tarde con yulia. Anatoli fue a comprarle algo a su madre, así como yulia le había dicho. Y la morena, pues, ella se dignó en trabajar y molestar a masha por sus repentinos cambios de humor ¡Tan poco tiempo y comenzaban a salir los efectos secundarios! Le repetía cada vez que gritaba regañándola a ella o a alguien más. *** -¿Tú también vas a llorar por esa película? -¡Eres una insensible! -Ya me han hecho ese comentario por la misma situación. –Se burló. –Ven, no llores, es solo una película. –La abrazó fuertemente, aunque por dentro estaba divertida con ella situación. Sollozaba entre sus brazos. –Maldito perro, me hace sacar mi lado sensible frente a ti. -¿Y eso qué tiene de malo? –preguntó acomodando unos cuantos rizos de la cabellera de su acompañante. -Eso te da un arma para molestarme. –Dijo seria, sus ojos estaban algo rojos. Yulia rió. -A mí me das un motivo para molestarte incluso si respiras divertido. –Decía riendo. La pelirroja comenzó a hacerle cosquillas. -¡Venga! ¡Déjame! Volverá a pasar lo mismo de la vez pasada en mi cumpleaños. –Se estaba poniendo roja de tanto reírse. -Ese es el punto. –dijo lena divertida sin parar las cosquillas. -oh no! Esta vez sí que no. –En un hábil movimiento y sacando fuerzas desde lo más

profundo de su ser, puso a la pelirroja debajo de su pequeño cuerpo. Sonrió al ver que lena se asombró. -¿Ahora quién manda a quién? -Me has sorprendido. –Admitió, rápidamente haló hacia ella a yulia dejando sus rostros a centímetros. –Sorpréndeme más. –Susurró cerca de los labios de la morena. Yulia sin mediar mas palabras, comenzó a besarla apasionadamente como era de costumbre. Aquel sofá que ha vivido tantas escenas similares veces pasadas, volvía a ser el testigo de una nueva sesión de besos acalorados por parte de ellas. La puerta se abrió pero no le tomaron importancia. –Demonios, ya he visto esta escena y cada vez es más traumante ¡A la próxima las veré sin ropa! – gritaba, interrumpiendo el apasionado momento. -Vete de aquí dima. –dijo la morena sin voltear a ver al castaño, volvió a besar a lena. -Volkova tienes visita. –Dijo una tercera voz. -Hola masha, ya sabes dónde está la habitación de tu novio, pasa. –y una vez más volvió a besar a la pelirroja. Ella reía. -Sólo veníamos por una cosa, pero ya nos vamos ¡Me sigues debiendo ese sofá! –recordó dima, entró a su habitación y salió rápidamente de ahí. – Listo, vámonos. -Comenzaré a desnudarme. –Advirtió yulia, lena le siguió el juego y comenzó a levantar su camisa dejando a la vista su morena espalda. -Oh por Dios. –Dijo masha entre asombrada y divertida. -Vámonos cariño, esto se pondrá feo. –Dijo horrorizado dima. –Adiós, promiscuas. No vendré a cenar Volkova –Se despidió.

-Adiós chicas. –Contestó masha riendo ante aquella situación. -¡Largo! –gritó desesperada la morena. Salieron de ahí dejándolas nuevamente solas. -Eres mala. –Dijo la pelirroja rodeando el cuello de yulia con sus brazos. -Lo sé, pero ¿Terminamos esto? –preguntó pícaramente alzando una ceja, la pelirroja asintió. Y COMENZABA LO QUE SE VEÍA COMO UNA PERFECTA NUEVA SESIÓN DE AMOR APASIONADO. Pero no contaban con una cosa… Llegaron hasta la cama rápidamente, la ropa prácticamente voló. “Hace estorbo” dijo yulia. Las manos traviesas de ambas, los cariños, todo estaba perfecto. La morena comenzó a besar la espalda de lena, no quitó el sostén, grave error, cuando bajó hasta sus caderas y quiso regresar hasta sus hombros un tirón de cabello la detuvo. – ¡Katina! -¿Mmmm? –murmuró por demás perdida en alguna galaxia del placer. -¡Mi cabello! ¡Mi cabello se atoró! –decía desesperada, trataba de halarlo pero eso no hacía efecto. -¡Se atoró en tu sostén! Lena comenzó a carcajearse aún de espaldas. ¿Bromeas? –dijo riendo. -¡No es un chiste! –dijo desesperada. –Ayúdame. -¿Cómo? Estoy de espaldas, te aplastaría. – Contenía la risa pues solo sentía que yulia tiraba y tiraba su mechón sin tener resultados. -¿Cómo te ha pasado eso? –preguntó -¡No sé! ¡No tengo la más puta idea! ¡Quítate esa cosa! –exigió aun atorada.

¿Cómo? El seguro está donde tú tienes tu bello mechón, ni modo que lo corte… -¡Eso es! –interrumpió yulia. –En la gaveta de ahí hay una tijera ¡Córtalo! -¿Estás loca? –preguntó lena ya un poco más seria. -¡No! ¡Córtalo! –suplicaba la morena. -No lo haré ¿Sabes cuánto lo amo? –bromeaba la pelirroja solo para fastidiar a yulia. -¡Te compraré otro! ¡Miles si quieres! ¡Pero quítame esto! -No será lo mismo. –Dijo lena. –Tira más fuerte. -¡Me arrancaré el mechón! ¡Quedaré calva! -Crecerá, en cambio sí me obligas a cortar mi sostén, no tendrá arreglo. –Decía pensativa mientras abrazaba una almohada. -¡Katina! –dijo por demás desesperada. -Ese es mi apellido, no lo gastes. –Contuvo la risa, esta situación le pareció por demás divertida. -¡Joder! –gritó yulia al mismo momento que tiró fuertemente del enredo que tenía con su cabello, lena sintió como el cuerpo de yulia se despegaba de su espalda. -¿pudiste? –preguntó lena sentándose en la cama, yulia estaba en una esquina con una expresión de dolor y tomando su cabeza. -“Pudiste” –se burló mientras fruncía el ceño. – Deberías quitarte esa cosa y ver que te dejé un lindo recuerdo mío. –Sobó su cabeza. -Está bien. –Dijo la pelirroja y obedeció quitándose el sostén frente a yulia dejándola boquiabierta “Que

cuerpo” pensó mientras se olvidaba por completo del dolor. Lena sabía que la observaba, así que hizo todo tranquilamente, tomó el “arma asesina” con la que sufrió yulia soltó una carcajada al encontrarse una, no muy grande pero considera cantidad de cabello color negro. –Por Dios, podría hacer una peluca con todo este cabello. –Reía descontrolada. Yulia seguía en las nubes viendo los pechos de su novia. -¿Qué estás viendo? – preguntó divertida. -Tú…yo…Ellos…bueno, tus…ehmm. –Balbuceó poniéndose roja. -¿Qué pasa con tu autocontrol? ¿Todavía te pones roja? Como si fuese la primera vez que me vez así. –bromeó y comenzó a buscar su camisa. -¿No haremos nada? –dijo preocupada al ver que lena se estaba cambiando. -¿Nada? ¡Crearemos una peluca con tu donación de cabello! –se carcajeó divertida. –Sólo espero que esto no te ponga de mal humor nuevamente, no lo soportaría. –Se acercó a yulia y la besó tranquilamente. Comenzó a caminar con dirección a la puerta. –Vamos, hay que hacer algo que te quite la frustración. Y salió de ahí como si nada, yulia solo la observaba, quería pegarse un tiro en esos momentos. -Vas a matarme un día, Katina. –murmuró y salió en busca de su novia. *** -Tengo hambre ¿Por qué no pedimos algo de comer? –preguntó mientras su cabeza seguía descansado tranquilamente en el pecho de su acompañante. -Ya lo hice. –Sonrió. -¿Qué? –preguntó extrañada. -¿En qué momento?

-Te dormiste amor. –acarició su cabellera negra. – Entonces aproveché, supuse que tendrías hambre. -¿Qué pediste? –preguntó feliz y abrazándola más. -¡Comida china! –dijo riendo. Antes que pudiera decir algo, alguien tocó la puerta. –Creo que ya vino. –Yulia Se levantó perezosa y en efecto, era la comida. –hol…-lena corrió hacía ella y la abrazó cubriéndola con su cuerpo. -¿Qué pasa? –preguntó extrañada, entonces sintió el frío que entraba por la puerta tocando su piel. -Estás semi-desnuda. –susurró la pelirroja y la empujó hasta la habitación de dima, era la más próxima. -¡No salgas de ahí! –gritó desde la sala, el chico miró toda la escena y quedó realmente asombrado que no decía nada. -¿Cuánto es? –preguntó lena sin obtener respuesta. -¡Chico reacciona! –tronó sus dedos frente a él, entonces reaccionó. -¿Todo eso es tuyo? –dijo inconscientemente. -¿¡Qué!? –gritó la pelirroja abrumada, la carcajada de yulia en la habitación se escuchó hasta la sala. -Quiero decir…la comida…es suyo. –Corrigió el chico poniéndose de todos colores. –Son 20 rublos. –susurró apenado. Lena lo miró seria. –Aquí tienes. –Le entregó el dinero y él la comida, rápidamente cerró la puerta sin dejar que dijera algo más, su modo psicópataceloso se activó. Yulia salía del cuarto aún riendo. –No te dejaré salir nunca más, a menos que estés vistiendo faldas hasta los tobillos y camisas enormes. –comentó igual de seria. Llevó la comida hasta la mesa y yulia la siguió. -Perdón, amor. Olvidé que estaba en ropa interior.

–Se encogió de hombros, luego abrazó a lena. –La comida huele bien. –intentó cambiar de tema. –Y soy lesbiana, te recuerdo. –Comenzó a reírse al ver que lena seguía molesta sin tanta razón. Entonces, utilizó lo que tanto le funcionaba, atacó a besos a la pelirroja hasta que la hizo reír. -¿Ya no estás molesta? –frotó su nariz con la de la pecosa. -Un poquito. –dijo niñonamente. Entonces yulia comenzó nuevamente a darle otra dosis de tiernos besos. -¿Y ahora? –preguntó con una sonrisa en su rostro, lena asintió. –Entonces ¡Vamos a comer! Sacaron una botella de vino que yulia tenía guardado. –Para ocasiones especiales. – Comentó. -¿Esto lo es? –preguntó lena. -Puede ser. –Respondió la morena. Llevaron la comida, el vino y las copas hasta la sala, apagaron la tele y se sentaron en el suelo, una frente a la otra, yulia sirvió el vino en las copas. –Hay que brindar. –propuso. Le dio una copa a lena. -¿por qué? –preguntó riendo la pelirroja. -por nosotras. –Sonrió yulia. –Por que, pase lo que pase, estaremos juntas. Ya hemos brindado por eso antes, pero es bueno recordarlo. –Se encogió de hombros y alzó su copa. -¿Salud? Lena sonrió y sus ojos brillaron como nunca. ¡Salud! -chocaron sus copas y luego bebieron un poco de ellas. Comieron entre risas, recordando momentos juntas, contando anécdotas que nunca se habían comentado en tantos meses. Parecían un par de amigos que tenían años sin verse y volvieron a reunirse, sin duda, esa sala desprendía pura felicidad y amor. Sería una lástima acabar con eso.

Capítulo 61: Promételo. -Entonces ¿hablaste con su mamá? –Él asintió feliz. -¿y qué te dijo? -¡Le valía un pepino! ¡Pensó que sería el típico tipo patán que se escondería y se iría dejando a Masha sola! -¿Y no lo eres? –bromeó la morena. -Claro que no. –Se cruzó de brazos, tratando de lucir molesto. -Hay el niño haciéndose el indignado. –Bromeó antes de abrazarlo. –Eres un niñito ¿Lo sabías? – lo despeinó más de lo que ya estaba. ¡Domingo! ¡Hurra! Yulia y dima se encontraban hablando, ya que la noche anterior no se vieron, después de la cena con lena, yulia fue a sus clases “Llegas tarde” fue el regaño que recibió de parte de su hermano pues había prometido llegar a explicarle la clase del día anterior. -¿Qué haremos ahora? –preguntó el castaño acomodándose al lado de yulia. -No lo sé. –Dijo en un suspiro, ambos se encontraban acostados contemplando el techo, al parecer. -¿Y ese suspiro? –interrogó pues le extrañó su expresión. -No es nada, sólo que… -¿Sólo que qué? –interrumpió.

-Sólo que soy feliz dima. –Sonrió y miró a su hermano, no de sangre, pero si del alma. – Inmensamente feliz. -Esa felicidad tiene nombre y apellido. –Miró pícaramente a la morena ella rió. -Y una cabellera roja que enamora. –Concluyó. -Oye, yul, no es por joder pero… -No lo he hecho. –Respondió antes que terminase de hablar. -No sabes que iba a preguntarte. –Aclaró dima. -Preguntarías si hablé con mi mam…Larissa. – corrigió. –No lo he hecho, no planeo buscarla tampoco. -Vaya en serio que eres bruja. –Bromeó dima, pero se puso serio rápidamente. -¿Y lo harás? -¿Tú crees que volverá a aparecer? –preguntó, dima balbuceo un poco, pero al final no dijo nada. – Ya vez. -Podría pasar. –Dijo rápidamente. -Mientras eso no ocurra, seguiré hasta como ahora, feliz. –Trató de cambiar de tema. -¿Por qué no vamos de paseo? -¿quiénes? –preguntó dima, sabía que ya no quería tocar ese tema. -Tú, masha, lena y yo ¿Qué dices? –propuso feliz y sentándose en la cama. –Podríamos ir al parque Gorki. Dima lo pensó un poco. -¿Me dejarás conducir? –

sonrió inocentemente. Yulia rodó los ojos. –Está bien. –aceptó finalmente. -¡Llama a Masha y dile que pasaremos por ella! Yo hablaré con lena. –Saltó, literalmente, de su cama y tomó su celular. Dima sólo se divertía al ver a yuia como que fuese una niña chiquita. *** -Maldito sol. –murmuró al sentir los rayos del sol colándose en su ventana y tocando delicadamente su piel. Miró la hora. –Demonios. –enterró su cabeza en la almohada y cerró sus ojos. Entonces su celular comenzó a sonar. -¡Hay maldita sea! – dijo ya frustrada, lo tomó y ni se dignó en revisar quien era. -¿Aló? –Respondió un tanto molesta. -Que humor Katina ¿La falta de sexo? –bromeó alguien del otro lado de la línea y comenzó a reír. ¿Te he despertado? Lena se relajó al escuchar aquella hermosa voz que la volvía loca. –Amor. No, tú no. El sol lo ha hecho. -Quien fuera sol para poder verte desde temprano. –Dijo en un tono dulce, que rompió en el momento que comenzó a reír. -Andas muy alegre. –comentó la pelirroja frotando sus ojos. -¿No te alegra escucharme a estas horas? Porque a mí sí. –Dijo sonriente. –Te he llamado para proponerte una salida. Ya si no quieres, pues tendré que ir a sacarte a la fuerza. -¿A dónde? –preguntó curiosa la pelirroja. -Al parque Gorki ¿Quieres ir? ¡Vamos di que sí! – rogó aunque sabía que su novia no le diría que no.

-¡Claro que iré! –contestó riendo la pelirroja. -¿A qué horas debo llegar? -¿llegar? ¡Iremos por ti a tu casa! Como en una hora. Pasaremos afuera todo el día muriendo de hambre, ya sabes, la gasolina está cara, prepara tu estómago. –Continuaba bromeando, yulia con buen humor un domingo por la mañana era un verdadero milagro. Lena se carcajeaba del otro lado de la línea, sus padres pasaron por su habitación y la escucharon, sonrieron al saber que “hablaba con su novio” y “él” era el causante de su buen humor todos los días. Pasaron de largo, no querían molestarla. -Está bien, comenzaré a arreglarme. –Respondió poniéndose de pie y tomando su toalla. Al sentir a yulia tan feliz, decidió molestarla un poco. -¿Sabes que mi pijama es demasiado corta? –dijo coquetamente, realmente no era así. La mente de yulia pudo más y se imaginó aquello. -¿Así? ¿No te da frío? –trató de sonar indiferente. Lena se carcajeó. –La camiseta que uso me queda extremadamente pegada al cuerpo. – Seguía con su juego, yulia tragó saliva. -Que bien. –Su voz sonaba temblorosa. -ahora comenzaré a quitármela. –Informó. –Me he erizado, no te gustaría… -¡Ya basta Katina! –sentenció yulia antes de volverse loca. –¿Podrías dejar de parecer una depravada sexual que hace sufrir a su víctima? – suplicó tratando de relajar sus pensamientos “piensa en desastres naturales” se decía a ella misma. –Mejor, apúrate, yo, yo también tengo que arreglarme.

La pelirroja comenzó a reírse, unas simples palabras volvía loca a su novia. –Está bien amor, que disfrutes el agua fría. –Dijo coquetamente. ¡Te amo! Nos vemos en un rato. –le lanzó un beso y yulia sonrió por tantas ocurrencias de su parte. -También te amo, Len. Nos vemos. –Colgaron y cada quien se dispuso a arreglarse para salir. *** -¿Ya hablaste con ella? -No, no, no he podido. –Balbuceó. -¡Debes hacerlo! –Dijo desesperado. –Aunque yo te avisaré que día pasará todo esto. -Cretino. –Murmuró. Y recordó las palabras de su hija con aquel chico “nuestra madre” frunció el ceño. -¿Tuviste más hijos, oleg? –preguntó directamente. El hombre se quedó helado ante aquella pregunta, no sabía que contestar, aunque al parecer su silencio lo delató por completo. -Ese fue un sí. –afirmó la mujer. Él no dijo nada. ¿Cuándo pasó? -Cuatro años después del nacimiento de yulia. – dijo casi en un susurro. -Eres un canalla. –Le recordó furiosa. -¿por qué me lo preguntas? –interrogó curioso. -Yulia. –murmuró. –Creo que ella ya lo conoce. – Nuevamente recordó las palabras de su hija, oleg jamás se imaginó que sus hijos fueran a encontrarse en algún momento de la vida. -

¿Sabes oleg? Me cuesta creer hasta cierto punto todo esto. -¿De qué hablas? –preguntó. -De esto que estás haciendo ¿Cómo no sé si lo estás haciendo solo para deshacerte de yulia y no volver a verla? ¡Tú la odias! -¡Cómo crees que bromearía con algo así! – respondió exaltado. –Odio sus gustos, y quizá más de una vez desee que no estuviese en esta tierra ¡Pero sigue siendo mi hija! -Irónico ¿no lo crees? –dijo seria. Él sólo agachó su mirada. *** -¡Vamos acelera! –apuraba la morena. -Llevo a una mujer embarazada abordo. No puedo hacerlo. -¡No me jodas Anatoli! –respondió la morena. – Masha, querida, ¿Verdad que no te interesa que dima comience a conducir como un hombre? – preguntó inocentemente yulia. -Amor, yulia tiene razón. Vas muy lento, así no llegaremos nunca. –Apoyó la rubia. -¡Gracias Dios! –agradeció yulia. Dima aceleró un poco más y no dijo nada. Al cabo de unos minutos llegaron a la casa de la pelirroja. Yulia iba a bajarse sola pero luego recordó. –Debes ir conmigo. –Le dijo a dima. Masha entendió perfectamente, no tuvo inconveniente. Ambos salieron del auto y caminaron hacia la puerta principal, esperaron que

alguien les abriera, para suerte, fue la misma pelirroja quien abrió. -¿Lista? –preguntó yulia emocionada. -¡Sí! –respondió la pelirroja, casi se le va encima a yulia pero dima se puso frente a ella. -Prevención. –Susurró el castaño. -mamá ya me voy. –Gritó la pelirroja. Se escuchó un “bueno” desde el fondo, sin medir más palabras salieron de allí rápidamente. Como era de esperarse, yulia y lena se dieron su respectiva dosis de besos una vez estando en el auto. Ya no era nada nuevo para dima y masha ver aquella escena. *** Finalmente llegaron al lugar. -¡El río está hermoso! –Se pararon frente a un pequeño barandal que dejaba ver aquel hermoso lugar, los barcos pasaban, turistas emocionados por conocer el lugar, el aire fresco abrazando sus cuerpos, todo era hermoso. -Lo sé. –Dijo alguien a su lado, disimuladamente tomó su mano. –Cuando era pequeña, antes que todo se arruinara en mi vida. –Dijo seria. –Me gustaba venir aquí, obligaba a mis padres claro. – Rió al recordar esos momentos de su infancia. – Me gustaba sentarme en la orilla de ahí. –Apuntó al borde del pequeño muelle. –y ver los barcos pasar. –Sonrió y miró a su acompañante quien la escuchaba atentamente. -¿Te gustaría volver a repetir eso? –preguntó tiernamente mientras sonreía. Sus ojos brillaron y una enorme sonrisa en sus labios se dibujó. -¡Vamos! –haló sin decir más la

mano de lena y corrieron hacia el muelle, se sentaron ahí tranquilamente. -¡Vaya! ¡Cómo cambian las cosas! –suspiró y se aferró al brazo derecho de lena. -Yulia. –Dijo la pelirroja llamando la atención de la morena quien estaba viendo detenidamente cada barco que pasaba. -¿Dime? –preguntó. -¿A ti te gustan los niños? –preguntó un tanto temerosa, un pequeño rubor se colocó en sus mejillas. La ojiazul sonrió. –No, no lo sé. Jamás he tenido la odisea de estar cerca de uno, más bien, de uno que conozca y que pueda cargarlo y todo eso. Supongo que con el bebé de Masha sabré si estoy lista con ello o no. –Se encogió de hombros. -¿A ti te gustan amor? –Preguntó curiosa. -Me encantan. –Contestó feliz. –Son adorables, sentir su calor, su amor, y transmitirles el mismo sentimiento ¡Es lo mejor! –Decía feliz. –Me gustaría tener hijos. –Al parecer fue un pensamiento en voz alta. –Quiero, quiero decir…Trató de excusarse, yulia comenzó a reír. -¿Cómo voy a embarazarte? –preguntó divertida la morena. –Podríamos practicar mucho con eso. – Dijo coquetamente. Abrazó a lena dulcemente. –La idea suena bien. ¿Cuántos angelitos quieres tener? –preguntó en un tono tierno. -No lo sé ¿Tú cuántos quieres? –preguntó la pelirroja. -No sé cuántas mini-lenas podría soportar. –Dejó de abrazar a lena. –Supongo que estarían bien ¿3? ¿No crees?

-¿Tendrás alguno de esos tú? –preguntó riendo. -Sí así quieres, por mí está bien. -Siempre te empeñas en complacerme ¿Por qué? -Mi amor, si eso te hace feliz ¿Por qué no hacerlo? ¡Me tiraría al río si quisieras! Pero sé que no quieres que me metan a la cárcel por desórdenes públicos. –Se encogió de hombros y rió. –Haré todo lo que pueda por hacerte feliz. -Haces muy bien tu trabajo mi vida. –Susurró apoyando su cabeza en el hombro de yulia. – Tendremos una hermosa familia. ¿Me lo prometes? –preguntó, ambas miraban al río. -Lo prometo. –Contestó sinceramente la morena acariciando los rizos de lena, ella sonrió feliz. Capítulo 62: ¿De qué hablas? ¡Deja de molestarme tanto! -Aquí tiene su café y su dona de chocolate ¿Algo más que se le ofrezca? –preguntó amablemente. -Todo bien, muchas gracias. –Dijo la persona a quien estaba atendiendo. -A la orden. –Sonrió y se fue de ahí directo a la barra. -¿Qué tal tus náuseas? –preguntó riendo al ver la cara de asco que tenía su compañera. -Fatales, Siento que me está apretando el estómago para que la comida se me regrese así por así. –Secó unas cuantas gotas de sudor de su frente. -Es la magia de estar enlista ¿No? –bromeó la morena, haciendo reír levemente a masha, pero cuando levantó su vista su sonrisa se borró por completo, poniendo una cara de espanto. -¿Te

sientes bien? –preguntó yulia preocupada al ver su cara. -Te buscan. –Dijo aún mirando a la persona que estaba detrás de yulia. -Adivino ¿Una pelirroja está a punto de saltar sobre mí y atacarme a besos? –preguntó sonriendo. Masha negó con la cabeza. -No es lena. –Dijo, haciendo que yulia dejara de reír. Volteó y se encontró con quien menos se esperaba. -¿Tú? –preguntó extrañada. -¿Qué haces aquí? –Cambió su tono a uno frío. -Iré, iré a hacer algo a la cocina. –Interrumpió Masha. Haló a yulia y le susurró algo a su oído. – Relájate ¿Sí? no actúes como maniática, ve, yo me haré cargo de esto. -La morena asintió. –Con permiso. –Dijo antes de irse dejando a yulia sola con su “visita” -¿Entonces? –dijo la morena cruzándose de brazos y apoyándose en la barra. -¿Podemos hablar? –preguntó temerosa de alguna mala reacción de parte de yulia. Quería gritarle “NO” en la cara, más tuvo que contener las ganas de hacerlo. –Está bien. –Dijo de mala gana, pero su acompañante se alegró al ver que aceptó la invitación. Se sentaron en la primera mesa que encontraron, nadie dijo nada, yulia no quería comenzar la plática si la llegó a buscar de nuevo, tenía que hablar ella ¿No? Bueno, eso se decía la morena. -¿Cómo has estado? –preguntó un tanto tímida la persona frente a yulia. -Al coño los modales. –Dijo seria. -¿A qué has

venido? Ella se encogió de hombros. –por favor yulia, no seas tan dura conmigo, yo, yo en serio estoy arrepentida de dejarte sola cuando eras solo una niña, pero… -Fue por mi bien, sí, ya lo sé. –Interrumpió yulia. ¿Dime a qué has venido, Larissa? -Bajó un poco la guardia, no mucho. -¡YULI……a! –gritó primero alguien pero luego bajó el tono al ver con quien estaba, la morena volteó a verla junto con Larissa, ambas sonrieron, entonces lena quiso que se la tragara la tierra. Se acercó a ambas. –Yo, yo estaré con masha. –Dijo queriendo irse rápidamente de ahí. -¿podrías quedarte? –preguntó Larissa, yulia volteó a verla seria. -No la metas en esto. –Dijo rápidamente. -Está bien yo, yo sólo venía a, a saludar. – Respondió tímidamente la pelirroja. -Ella debe escuchar lo que voy a decirte. ¿por favor, te quedarías? –Insistió Larissa. -¿De qué hablas? –preguntó yulia, miró a lena, ambas no entendían nada. -Está bien. –Aceptó finalmente lena, yulia se movió dejándole espacio a la pelirroja, ella se sentó a su lado. Fue el momento más incómodo tanto como para yulia, como para lena. La pelirroja sentía que iba a desmayarse, o a vomitar en dado caso. -Venía a hablar contigo, yulia. –Dijo Larissa, sacándolas de sus pensamientos a ambas. –Pero

ya que….-Calló. -Lena. –Respondió la pecosa. Larissa le sonrió tiernamente “he visto esa sonrisa en alguien de 19 años” pensó. -Continua. –Dijo yulia un poco fastidiada. -Ya que están las dos juntas, debo decirles algo que está por pasar. –Se puso totalmente seria. -¿No volverás a aparecer en mi vida? –preguntó burlonamente la morena recibiendo un ligero codazo de parte de su novia. ¿Cómo reclamarle? Pensaba Larissa. –No es eso. –Corrigió. –Alguien, alguien quiere hacerles pasar un mal momento, entre ellos, tu padre, yulia. –miró a la morena, rogándole a Dios que no fuese a tirarle el porta-servilletas que tenían en medio de la mesa. -Dime algo que no sepa. –Respondió tranquilamente yulia. –Ya sé que me odias, tú no lo sabes porque no has estado aquí por 10 años, no te preocupes, él es así. Ahora, si solo viniste a decirme eso, bien, gracias por avisarme. –Se levantó pero como lena estaba sentada en la orilla no pudo irse. -Por favor siéntate. –Dijo la pelirroja mirándola con su típica mirada fulminante, yulia obedeció. -Yulia ¡Escúchame por una vez, maldición! –dijo desesperada la ojiazul. -¡Quieren hacerte daño! ¡A ti y a lena! –soltó finalmente. Ambas se quedaron asombradas con aquello. ¿Qué? –preguntaron al mismo tiempo. -¿Y a mí por qué? –preguntó la pelirroja sin entender una sola palabra de lo que decía.

Larissa comenzó a contarle todo lo que sabía, más bien, lo que oleg le había contado. Las manos de la pelirroja comenzaron a temblar del miedo cuando supo que sash estaba detrás de esto y las consecuencias que traería ese complot. Caso contrario, yulia estaba más que furiosa, su madre pudo notarlo pues el color de sus ojos se hizo más profundo y su mandíbula comenzó a temblar discretamente. -Voy a matar a ese hijo de perra. –Golpeó la mesa furiosa la morena, lena se asustó aun más con eso. -Por favor no lo hagas. –Se aferró al brazo de su novia, Larissa sabía la preocupación de ambas, una no quería que le pasara nada a la otra y viceversa. -¡Me importa un carajo que se metan conmigo! Pero ¿Por qué con ella? ¡Qué demonios le pasa a ese idiota de Oleg? Dime, Larissa ¿por cuantos rublos se vendió ese mal nacido? –preguntó molesta. -diez mil. –Respondió su madre. –Hija. –Dijo sin pensar. –Quiero decir, yulia, él ha llegado a decirme todo esto, incluso, me dio parte del dinero que le quedó. -¡Hay sí! ¿Quiere limpiarse la conciencia para cuando se entere que estoy bajo tierra mientras los gusanos disfrutan plenamente de mi carne? – Se bufó. -¡Es un mal nacido! Pero, no más deja que lo busque ¡Voy a matarlo con mis propias manos! -Yulia. –Dijo la pelirroja con sus ojos cristalizados, eso destrozó a la morena. -¿qué-qué vamos a hacer? –preguntó con su voz quebrada. -Shhh no pasa nada. –la Abrazó fuertemente, queriendo que ese abrazo la protegiera de lo que

fuese a pasar. –Saldremos de esta. ¿Sí? tranquila, no pasará nada. -No quiero que te pase nada. –decía entre llantos en el pecho de yulia. Larissa las miraba y sabía que eso era amor puro, no merecía ser destruido por una estupidez ni avaricia de nadie. –No, no quiero que nos separen. -Eso no pasará. –consolaba la morena a su novia. –estaré a tu lado, protegiéndote de lo que sea que pase más adelante ¿Confías en mí? –preguntó tomando entre sus manos la cara de lena, haciéndola que la mirara fijamente a los ojos, entonces ella asintió. –No llores, sabes que me gusta verte sonreír, esas lágrimas no combinan contigo mi princesa. –Decía tiernamente, besó a lena, un corto beso claro. -Yo, yo puedo ayudarte. –Interrumpió Larissa. Ambas voltearon a verla. -No necesito tu ayuda, Larissa, ya has ayudado mucho informándome de esto, ya veré como me las arreglo yo sola y… -Cállate ya Yulia Volkova. –explotó su madre, sorprendiéndola. –Voy a ayudarte quieras o no. – advirtió. -Ya te dije que no lo necesito. –Seguía de arrogante la morena. -¿Ah sí? dime ¿Qué harás? -se cruzó de brazos su madre, ya le estaba fastidiando esa faceta de yulia. -No, no lo sé, ya se me ocurrirá algo. –Trató de pensar algo rápido pero no lo logró. -trato de protegerte a ti, y a lena. –Comentó la ojiazul. –Debes escucharme, es la única manera que, esto no pase a más.

-¡Yo no quiero tu…-pero un dedo en su boca la hizo callar. Miró a lena quien seguía con sus ojos llorosos. -Déjala hablar. –murmuró la pelirroja. -Pero… -Cállate Volkova, sabes que de pasar esto, nos matarán a ambas ¿Acaso no lo vez? No podemos hacer esto solas. –Yulia comenzó a pensar con la cabeza fría por primera vez. Su madre se asombró al ver el dominio que tenía esa “chica” sobre la fuerte y prepotente de su hija. La morena suspiró. –Está bien. –Dijo en casi un susurro. -¿Cuál es tu plan? –miró a Larissa, ella le sonrió a lena por lograr eso. -Primero prométeme que no vas a comenzar a gritar como loca cuando te lo diga. –Dijo la ojiazul mirando desconfiada a su hija. -Está bien. –Aceptó yulia. -¿Tan malo es? -En realidad, es algo fuera de foco, pero, resultará y ese es el propósito. –Se encogió de hombros. – Tú también lena, prométeme que no vas a reventar como un fuego artificial. Lena rió por lo bajo. –Lo prometo. –también aceptó sin problemas. -Bien. –Suspiró. –Yulia deberá irse del país. -¿QUÉ? –gritaron ambas al mismo tiempo. Todos los presentes voltearon a verlas. -No haré semejante cosa. –Negó rápidamente la morena.

Capítulo 63: ¿El principio del fin?

-¡Yo no puedo hacerlo! ¡Entiéndeme por favor! Mi vida está aquí ¡El amor de mi vida también! No podré estar sin ella, simplemente iré perdiendo mis fuerzas. –Gritaba histérica mientras lloraba de coraje, e impotencia. -Yul, por favor tranquilízate. –Se acercó a ella y la abrazó fuertemente. fue entonces cuando ella no pudo más y comenzó a llorar aún más desesperada desvaneciéndose en los brazos de su amigo. –La amo, no sabes cuánto. –lograba decir cada palabra con una enorme dificultad. -sé que la amas cariño. –Comenzó a acariciar su negro cabello. –La idea está muy loca, lo sé pero… -¡Pero es lo mejor! ¡Lo sé! –lloró aún más cuando aceptó eso. –No quiero dejarla sola. ¡No quiero irme sin ella! –repetía una y otra y otra vez mientras mojaba con sus lágrimas el pecho de dima. -Ella podrá estar contigo en un corto tiempo. – buscaba respuestas que lograran consolarla, pero al parecer ella ignoraba todo sonido de la realidad y solo escuchaba los miles de pensamientos que tenía en su cabeza en esos momentos. –Es casi julio, ella cumpleaños en octubre ¿No? Serán 5 meses ¡Podrá irse contigo después de eso! Además, yo no la dejaré sola.

-¡Sabes el infierno que pasará en esos 5 meses! Sus padres se encargarán de eso ¡Y no podré hacer nada! ¿Por qué? ¡Porque estaré al otro lado del mundo donde quizá con suerte logre hablar con ella una vez al SIGLO! –Secaba sus lágrimas que no paraban de salir. -Si te quedas ¿Sabes el peligro que es para ti eso, verdad? –preguntó mirándola a los ojos, ella dudó un poco pero al final asintió. -¿Qué tal si te pasa algo? No podrás protegerla más nunca. En cambio, esta es una salida, como te dije, LOCA, pero es una salida más segura. -Pero… -A ella no le pasará nada. –Interrumpió. –Mi deber es cuidarlas a ambas. –Dijo con una leve sonrisa en su rostro. –La cuidaré a ella aquí, por ti. -No será lo mismo. –Murmuró. -Ya lo sé. –Besó su frente dulcemente. –Pero será un tiempo, luego, podrás a ser la controladora de todo. *** -¿Lena? ¿Lena hija, qué te pasó? –preguntó entrando sin tocar la puerta encontrando a la pelirroja muerta de llanto. Se sentó a su lado preocupada. -¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? -No. –logró decir entre llantos. –Sólo no me siento del todo bien. -¿Te has peleado con dima? –preguntó curiosa. Lena negó con la cabeza. -¿Entonces? ¡No podía decirle el por qué! Era obvio. –No tengo

nada malo, sólo, estoy sentimental. –Trató de controlar sus lágrimas. Dudó un poco. -¿segura? –Secó las mejillas de su hija. Ella le regaló una leve sonrisa. -Sí mamá estoy bien. No creyó tantas aquellas palabras pero no quiso seguir insistiendo. –Bueno, si quieres hablar ¿Búscame sí? –Sugirió lena nuevamente asintió. Se fue de ahí dejándola sola con su cabeza hecha un nudo. –No quiero que te vayas. –murmuró y las lágrimas volvieron a salir de sus ojos. –No, no quiero perderte, no puedo perderte. –abrazó una almohada con todas sus fuerzas. Como una flashback los mejores momentos que pasó con yulia comenzaron a atacarla en su cabeza, desde el “bájate de ahí” hasta el “Estaremos bien, te amo y no me perderás” de hace unas cuantas horas. Lloró aún más al recordar aquel duro plan que Larissa organizó para poder zafarlas de aquella posible guerra que se estaba por dar. Pero ella también debía hacer algo, no solo era yulia la que tenía que actuar. –No sé si podré hacer esto sin ti. –Susurró antes de quedarse dormida, el cansancio de estar llorando le ganó. *** -¿Hablaste con ella? –preguntó desesperado. -ya lo hice. –Dijo seria. -¿Y qué te dijo? Más bien ¿Qué harán? –Sonaba un poco más aliviado.

-¿Piensas que te diré? –se bufó. –Pues no, no lo haré ¿Crees que estoy loca como para confiar tanto en ti? Sólo te diré que ella estará bien, Oleg. El suspiró. –Está bien, sólo cuídala Larissa. – Suplicó. -Sí, Yo si lo haré. –Respondió seria. -Yo, debo irme. –Se levantó de su silla y comenzó a caminar hacia la puerta. Antes de salir volteó a ver a su esposa. –Por favor, en serio, dile que me perdone. –en su mirada se notaba un sincero arrepentimiento. Agachó su cabeza y salió cabizbajo de ahí. *** Yulia esa noche no iría a clases, dima estaba preocupado con ella, no quiso comer, en los cortos lapsos que dormía las lágrimas se le escapan sin querer, antes de dormir habló con lena, se hizo la fuerte ¡Dima la admiró tanto en ese momento! Se escuchaba alegre aunque realmente no estaba así. Anatoli se preocupó al no ver a yulia en clases, decidió hablarle al terminar, pero no contestó, ella ya estaba dormida y su celular estaba en vibrador. AL DÍA SIGUIENTE… -Yulia cariño ¿Irás a trabajar? –Murmuró el castaño al ver a yulia tratando de despertar. -No, no quiero. –logró articular la morena, se cobijó de pie a cabeza y al parecer se volvió a dormir. -Está bien, duerme. –Susurró dima y cerró de nuevo la puerta de su habitación.

Salió a preparar el desayuno. –Vaya, como extrañaré verte por aquí todas las mañanas. –Dijo en un murmuro para él mismo, no pudo evitar soltar unas cuantas lágrimas al decir eso. –No debo llorar, esto es por tu bien. –seguía diciendo apoyando sus manos en la cocina. Decidió solo comer un poco de fruta, el hambre se le fue al recordar todo lo que pasaría próximamente. Se sentó en el sofá en un total silencio, estaba pensativo comenzó a comer pero realmente no le sintió gusto a la fruta. –Cómo me gustaría poder hacer algo para evitar todo esto. –Dijo al cabo de un rato entre un suspiro. -No puedes hacer nada. –Apareció repentinamente yulia envuelta en una cobija, sus ojos estaban hinchados. Le sonrió a dima y se sentó a su lado. –Ella vendrá hoy. –dijo mirando hacia el frente, su mirada estaba perdida. -¿Larissa? –preguntó dima. Yulia asintió. – Entonces ¿sí lo harás? -miró a yulia, ella no dio respuesta alguna. Alguien tocó a la puerta, ambos voltearon a verse, pues era temprano como para recibir visita de alguien. –Abre tú. –dijo yulia arrecostándose en el sofá. Dima se paró y fue a abrir la puerta. -Lena Cariño. –Se escuchó decir. –Pasa. Antes que yulia pudiera abrir sus ojos los brazos de la pelirroja ya la estaban abrazando cálidamente. La morena sonrió y también abrazó a lena. –Hola mi vida. –Susurró. -No-no podía estar más tiempo sin verte, necesitaba abrazarte. –Decía la pelirroja mientras su voz comenzaba a quebrarse. Yulia trató de ser

fuerte, pero esta vez no lo logró y comenzó a llorar al escuchar a su novia decir todas aquellas lindas palabras. -Ya me tienes aquí. –El nudo en su garganta era demasiado para poder hablar claramente. –Y así será siempre mi vida. -Yo no quiero que todo esto pase ¡Déjame ir contigo! –suplicó lena rompiendo finalmente en llanto. -Sabes que no puedes, sería peor y… -¡No me interesa! –interrumpió gritando, miró a yulia sus ojos reflejaban el dolor que crecía en su alma. –Llévame contigo, por favor. Yo-yo yo me ocultaré hasta ser mayor de edad, por favor no me dejes aquí. Yulia comenzó a llorar amargamente, se quebró como jamás le había pasado, trataba de hablar pero no podía articular palabra alguna, sólo negaba con su cabeza y miraba a lena. Dima se acercó con unos tés. –Cariño, tomen esto, les caerá bien. –Puso las tasas en la mesita frente a ellas, su voz también sonaba quebrada. Se sentó en medio de ambas y las abrazó sin medir más palabras. –Ustedes saben que las amo, son mi vida. –comenzó a llorar pero eso no le impedía seguir hablando. –Daría mi vida por ustedes dos ¿Si lo saben verdad? –ellas asintieron. –Esto es lo correcto, es muy doloroso, yo también estoy sufriendo, no solo ustedes. –Rió un poco. –Pero volverán a estar juntas, y de eso me encargaré yo. –Se puso serio aunque las lágrimas seguían rodando por sus mejillas. – Prométanme que harán todo como lo ha planeado Larissa, son 5 meses, en octubre yo tomaré el mando de esto y juro por Dios que haré que vuelvan a estar juntas. –Besó la frente de cada una. –Mis rebeldes sin causa. –Dijo tiernamente.

Al parecer las palabras de dima logró tranquilizarlas un poco con sus palabras, hizo que se tomaran su té, él también fue a prepararse uno. -¿Hoy no irás a trabajar? –preguntó la pelirroja, acostada en el pecho de yulia. -¿No irás a estudiar? –preguntó riendo un poco. -No hagas eso. –Pidió lena también riendo. -No, no iré ¿Pasarás conmigo todo el día? Preguntó mientras comenzaba a acariciar los rizos de la pelirroja. -Estaré contigo toda la vida. –respondió antes de suspirar ruidosamente. -Lo sé. –Sonrió la morena. –Ya te he dicho que así será. Es una promesa, y yo cumplo con ellas. -Lo sé. –Respondió esta vez lena. -¿Vemos una película? –Propuso, yulia asintió. Continuaron en la misma posición toda la mañana, sin molestias solo ellas y una eterna paz que no querían que acabara jamás…dima se fue, pues tenía que trabajar, no podía faltar aunque era lo que más quería. *** Por la tarde/noche comenzaría lo peor… -Abre la puerta por favor len. –gritó yulia desde la cocina. -Está bien. –Contestó lena y se levantó a abrir la puerta. Ya era de tarde, esperaban a una persona, y se topó con otra. –Anatoli. –Dijo sorprendida.

-¡Pelirroja! –respondió feliz el ojiverde, aunque no vio la misma alegría en lena. -¿Pasa algo? Lena estaba callada y solo lo veía. Yulia venía saliendo de la cocina. -¿Quién es amor? -Lena se apartó dejando ver a Anatoli parado a la entrada de la puerta, yulia paró en seco. –Anatoli. –dijo asombrada. -Hermana. –Respondió ahora sin el mismo entusiasmo con el que recibió a lena. -Pasa por favor pasa. –Pidió la morena, lena le sonrió y él entró. –No esperaba verte. –Dijo caminando los tres al sofá, se sentaron. -Ayer no llegaste a clases, y tampoco me contestaste la llamada. –Se encogió de hombros y sonrió. Miró a las chicas y las vio serias, entonces se fijó bien en su hermana y la vio sin el típico brillo que la caracterizaba. -¿Pasa algo? –preguntó finalmente. -Tenemos que hablar. –Respondió yulia seria. La pelirroja soltó un suspiro.

Capítulo 64: No olvides que te amo. -Realmente fue un honor trabajar para ti Nicolay. -No agradezcas hija, para mí es una pena que te vayas ¿Por qué? –preguntó después de abrazarla. -Problemas. –Sacó un papel de su bolsillo y se lo entregó. –Ahí te explico el por qué, pero por favor que nadie se entere, sólo diles que simplemente ya no quise trabajar de un día para otro. –Lo miró y él asintió, guardó el papel en su bolsillo. –Creo que eso es todo. –Miró una vez más el lugar y no pudo evitar derramar una rebelde lágrima.

-Volverás. –Aseguró el hombre. –Entonces todo estará mejor. -Eso espero. –Dijo mirándolo fijamente a los ojos, tenía una mirada que reflejaba evidente dolor, preocupación pero sobre todo desesperación. -Así será. –Afirmó nuevamente, la abrazó comprensivamente por unos momentos. Él le había tomado un cariño especial ¿Por qué? Porque desde el primer día que llegó a pedir trabajo al lugar, supo que sería una rebelde sin causa, pero que cumpliría con lo que se le dijera, eso lo confirmó unas semanas después de haber comenzado a trabajar. –Nos veremos pronto. – Sonrió levemente, yulia asintió. Terminó de despedirse de sus demás ahora, excompañeros. Masha estaba ahí, iría después del trabajo para estar con ella un rato más, ella ya sabía el por qué, habían hablado también con ella y como era de esperarse ¡Odiaba no poder hacer absolutamente nada! Sólo apoyar… *** Se fue de ahí tenía algo que hacer con lena y Anatoli, la otra parte del plan que incluía al chico. Él se desesperó la noche anterior al saber todo lo que estaba pasando, y lo que pasaría ¡No dudó en ayudar para nada! Pero lo que más le dolía era, su hermana. Larissa también llegó esa noche, conoció a Anatoli finalmente, fue incómodo ¡Claro que lo fue para ambos! Incluso para yulia, que pensaba que ya había superado esa etapa. Pero la incomodidad desapareció cuando tuvieron que ponerse serios y hablar respecto al plan. ***

-No estoy segura de esto. –murmuró esperando en una sala con la típica música estúpida de ascensor. -Todo saldrá bien. –Aseguró y besó su frente. – Hará lo que yo no puedo hacer ¿No te parece grandioso? –trataba de animarla. -En parte. –Asintió. –En otra parte no ¡No estarás conmigo! –comenzó a sollozar al recordar eso tan doloroso que le taladraba el corazón. -Será un momento corto, después, tú y yo, nos desapareceremos de aquí donde nadie nos moleste, estaremos juntas y eso será lo importante. –Ella volteó a verla y le sonrió, yulia le respondió eso con un tierno beso y profundo beso. -Chicas. –Interrumpió una voz masculina. –Ya está todo listo. –Sonrió levemente un poco apenado. Lena apretó el brazo de yulia, estaba realmente nerviosa. –No quiero. –Susurró. –No podré hacer esto sola. –miró a yulia desesperada, ella trataba de verse tranquila, realmente lo estaba, era lo otro lo que la desesperaba y no la dejaba en paz. -Sabes que esto era lo acordado. –le dijo al oído luego de abrazarla. –Dentro de unos meses, disfrutaremos ambas de esto ¿No quieres eso acaso? ¡Tendremos una mejor vida! -¡No quiero separarme de ti, comprende! – respondió llorando la pelirroja. -Amor ¿Tú crees que yo lo quiero? No. –Su voz estaba ronca, contenía las ganas de llorar. –Pero es lo mejor, aunque no queramos, esto se pondrá feo.

-Lena Katina. –Interrumpió una mujer buscando quien de las dos chicas era a quien le hablaba. Lena la miró y supo que era ella. -¿Estás listas? Porque nosotros ya te estamos esperando. – Sonrió amablemente, la pelirroja volteó a ver a yulia una vez, ella le sonrió y asintió. Entonces se armó de valor. -Vamos. –Dijo poniéndose de pie y tomando la mano de yulia. -Quédate aquí. –Le dijo yulia a Anatoli. -Claro hermana. –Respondió sentándose en una de las tantas sillas que habían en el lugar. Las chicas se fueron guiadas de la mujer que fue a buscarlas, las dirigió hasta un cuarto frío, lena miró el lugar y las cosas que estaban ahí, en su cara se notaba el pánico. –Tranquila. – Dijo la chica sabiendo lo que pasaba por su mente. –sé que se ve horrible, pero luego la recompensa es hermosa. –Sonrió. La pelirroja trataba de encontrarle el lado bueno, y lo había, lastimosamente no era como ella hubiese querido, pero ¿Qué podía hacer? Gloria o nada. -Ponte esto y siéntate ahí, por favor, tengo que prepárate para cuando venga la especialista. – lena tomó lo que la chica le ofreció. –Puedes ir al baño. –Apuntó la puerta detrás de ella. -Te espero aquí. –murmuró yulia. Lena se metió al baño, triste, completamente triste. La morena suspiró una vez estando sola, todo esto estaba acabando con ella físicamente. *** -¿Entonces me darás esa cosa el viernes por la noche? –Sonrió al escuchar la respuesta. -¡Espero

que esta vez no sea mentira! -Claro que no amigo. –Negó riendo. –También espero que tú también pagues lo prometido. -Soy un hombre de palabra. –Dijo con su egocentrismo a flor de piel. -Yo también lo soy. –Afirmó el chico. –Entonces nos vemos el viernes por la noche, donde siempre. -Está bien. –seguía sonriendo. –Sé puntual. – Colgó y su sonrisa se extendió aún más, alguien esperaba frente a él. –Todo está listo. -¿Para cuándo? –preguntó curioso. -Sábado por la mañana, será entretenido amargarles el fin de semana desde temprano. –Se carcajeó. –Todo está listo, finalmente cumpliré con mi objetivo, oleg. El ojiazul suspiró y comenzó a hablar fingidamente. –Al fin esa lesbiana tendrá su merecido. –Mintió. -No la he visto en el café en estos días ¿Tú la has visto? -kuzma, Te he dicho que no le hablo para nada a esa poca cosa. –Seguía fingiendo y mintiendo a la perfección. Él suspiró. –Bueno, andará ocupada con su “noviecita” –Se bufó. –No sabe lo que le espera. -¡No sabes lo que te espera a ti! –pensó el ojiazul. Tomó su taza de café y comenzó a beber el caliente líquido, sinceramente no quería seguir hablando con ese cabeza hueca tan temprano. ***

-¿Te sientes bien? Te dije que sería fácil. –La abrazó mientras sonreía. -Ya puedes irte, todo ha sido un éxito, ahora ¡A cruzar los dedos! –dijo divertida la chica. Lena se paró, tenía una leve sonrisa en su rostro. –gracias. –dijo tímidamente, miró a yulia y ella le volvió a sonreír. -¿Nos vamos? –preguntó tiernamente. -Vámonos. –Abrazó a su novia pero antes de irse se despidió. –Muchas gracias y ojalá resulte. –La chica asintió y le deseó suerte a ambas. Salieron de ahí, en la sala de espera estaba Anatoli leyendo una revista, de cocina. –Encontraste que hacer. – Dijo riendo yulia, él tiró rápidamente la revista a la mesa. -Vaya eso fue rápido. –Dijo poniéndose de pie. ¿Todo bien lena? -Sí. –Sonrió la pelirroja. –Siento que esto resultará. -Así será. –Apretó su mano la morena. –Bien, debemos irnos. ¿Vamos a desayunar? –Ellos asintieron. Los tres chicos se fueron de ahí, salieron en el auto de yulia a toda prisa, no querían que nadie los reconociera, por suerte eso no pasó. *** Por la tarde, alguien recibió una llamada… -¿Sí? -Larissa, soy yo. -Oleg. –Suspiró la mujer. -¿Qué pasa?

-El sábado, todo pasará el sábado en la mañana ¡Debes hacer lo que sea que harás antes de ese día! –dijo exaltado. Larissa sonrió, su plan daría fruto. Era miércoles. –Tranquilo, así será. –Respondió pacientemente. – Ya estoy en ello. -perfecto. –suspiró aliviado. -Quiero que vengas a la casa mañana por la noche. –Dijo ella seria. -¿Para qué? –preguntó extrañado. -Sólo ven por favor. –Pidió con toda tranquilidad. -Está bien. –Aceptó finalmente. –Ahí estaré. -Bueno. –Tosió. –Debo irme, tengo cosas que hacer. Ambos adultos colgaron, Larissa estaba aliviada, todo saldría bien, tenía qué. *** -Hija pero ¿Por qué debes irte? -Ya te dije mamá. –Respondió tímidamente. -¡Pero es que no es justo! Nadie puede interponerse entre ustedes. –La abrazó e invitó a lena a unirse a aquel abrazo. Yulia quería irse a despedir de Ekaterina, así que decidieron ir a almorzar los tres. Nuevamente, lena no asistió a clases, ni ganas tenía de hacerlo más. -Yo cuidaré de lenita. –Prometió la ojiverde mirando a la morena.

-Sé que lo harás. –Respondió sonriente. –Pero es algo terca, ten cuidado con ella. –Murmuró bromeando, hace días que no hacía una broma. -No te preocupes, estaré al pendiente de ella. –Dijo riendo. -¿cómo harás con la universidad? -La continuaré, de eso no te preocupes. –Sonrió. – Aunque sabes que ese no es mi preocupación. – Se encogió de hombros y las ganas de llorar volvieron a invadirla, pero se prometió a ella misma no hacerlo de nuevo. –Pero sé que cuidarán de ella, está en buenas manos. -Claro que sí cariño. Más en las condiciones que estará. –Sonrió feliz. –Voy a hacer… -Cállate. –interrumpió yulia negando con la cabeza mientras reía. –Aún no es seguro, hay que esperar. Continuaron hablando un rato más, lena seguía callada. Al cabo de una media hora se fueron de ahí la pelirroja iría a su casa a cenar y pedir permiso para quedarse a dormir con yulia, su madre aceptó sin problema al igual que su padre, la morena no la esperó en su casa, si no unas calles más lejos de ahí. Cayó la noche, más fría de lo normal. Las chicas quisieron ir a su lugar donde tuvieron su primer encuentro ¿Bizarro no? Pero, así eran ellas. -“Te he dicho que el aroma de tu cabello me encanta” –Dijo la morena en el mismo tono que se lo dijo la primera vez aquella noche, lena rió. -No te interesa mi vida. –Dijo ella también recordando la conversación. -Podrías enamorarte mañana, pero si saltas no

sabrías eso, por favor, bájate. –Continuaban bromeando mientras se encontraban abrazadas haciendo que el frío no fuese bien recibido en sus cuerpos. –Prométeme que serás fuerte. –Dijo ya seria. -No sé si podré. –Utilizó la misma respuesta que hace unos meses, yulia sonrió. -Si podrás, yo-yo estaré pensando en ti para también aguantar con esto. –Recordó sus palabras. –Promételo tú también. –La abrazó aún más fuerte a ella. -Lo prometo. –murmuró la pelirroja volteó a ver a yulia, quería grabarse esa intensa mirada azul que su novia solía tener. -¿Qué tanto me vez? –preguntó riendo. -Tus ojos. Quiero, quiero recordar tu mirada siempre. –Acarició su mejilla son despegar su vista de los azules ojos de yulia. -Haremos lo posible para seguir hablando ¿Sí? y, también quiero que continúes yendo a la universidad, no dejes que esto interfiera con tu sueño. –Pidió casi a modo de súplica. -Será difícil. –Susurró la pelirroja agachando su mirada. –Pero lo intentaré. –Sonrió. -¡Esa es mi chica! Por eso te amo. –beso los rosados labios de la pelirroja, sentía que el tiempo le estaba jugando una mala jugada y avanzaba aún más rápido, no quería que la noche acabara. –No olvides nunca que te amo, por favor. –Apoyó su frente con la de lena. -No lo haré amor. –Prometió la pecosa. – Tampoco olvides lo mucho que te amo.

Yulia asintió. –Claro que no. –un nudo en su garganta comenzó a formarse, comenzaría a llorar si seguía hablando. Así que prefirió abrazar por la cintura a lena mientras veía por una última vez la ciudad que la vio nacer…. Regresaron al apartamento al cabo de unas horas, Masha estaba ahí esperando poder hablar con yulia, ella también se quedaría esa noche ahí.

Capítulo 64: Segunda parte. ... -Ya todo está listo. –Dijo poniendo las cosas en la sala. -¿Ella no ha hablado? –preguntó sentándose en el sofá frente a los que estaban ahí. -No. –respondió yulia antes de bostezar. Lena la abrazó y no pudo evitar llorar entre sus brazos. –Mi vida, por favor no llores. –pidió la morena tratando de consolar a su novia, ella no podía parar. –Esto te hará mal, ya lo hablamos. –Susurró, ella también quería llorar. -¡Es que no es igual de fácil que hablarlo! ¡Esto está a punto de pasar! Y no puedo evitarlo ¡No podemos hacer nada! –se abrazó más a yulia mientras lloraba como una niña pequeña. A dima se le rompió el corazón en ese momento, mejor decidió ir a la cocina, masha lo siguió, debían estar solas un momento. -Esto tampoco es fácil para mí. –Respondió la morena con sus ojos completamente cristalizados. –Pero saldremos adelante, es una promesa. Pero por favor, no te rindas amor. –besó a lena mientras sus lágrimas se mezclaban en

aquel corto beso que fue interrumpido por el sonar de la puerta. –Iré a abrir. –Susurró cerca de los labios de lena, ella asintió. Se levantó y como el día anterior, pensaron que era la persona que esperaban, y se topó con otra. –Anatoli ¿Qué haces aquí? –lo miró boquiabierta. -Déjeme ir contigo, hermana, por favor. –Suplicó el rubio soltando lo que tenía en sus manos y abrazando fuertemente a yulia. –No te he conocido hace poco como para perderte así por así. –decía con su voz un poco quebrada. -No puedo. –murmuró la pelinegra. -¡Si puedes! Estaremos juntos y nos apoyaremos mutuamente, por favor. –miró los azules ojos de su hermana. -Pero, y mamá…-Recordó. –No puedes dejarla sola. -Ella me ha dicho que está bien que venga contigo, me ha tenido 22 años. –Bromeó secando sus lágrimas. –Por favor. Terminaron de entrar a la casa, yulia no le daba una respuesta a su petición, estaba pensativa. Luego de un rato se volvió a escuchar sonar la puerta. -Yo voy. –dijo dima poniéndose de pie. Llegó a la puerta y la abrió, se entristeció aun más al ver la persona que estaba frente a él. –Buenas, pase por favor. -Buenas, hijo. –Dijo un tanto apenada y entró al lugar. Dima le ayudó con lo que traía en sus manos. –Buenas noches. –Saludó a todos los que estaban ahí. “buenas” –dijeron todos al mismo tiempo.

-Debemos irnos. –Respondió mirando a yulia, ella asintió. -Iremos con ustedes. –Interrumpió dima. –Alguien debe traer de regreso el auto. -Está bien. –Dijo yulia, soltó a lena de su abrazo. Todos se pusieron de pie, Anatoli tomó su mano y la miró suplicante. -¿Qué pasa? -Déjame ir. –murmuró una vez más el rubio. Yulia miró a Larissa quien escuchó la súplica de su hermano, y asintió. Luego miró a lena. –Déjalo ir. –Le susurró a yulia. -Pero tú… -Yo estaré bien. –interrumpió la pelirroja, tengo un plan con respecto a, tú ya sabes. Sonrió levemente. -Luego me dirás de que trata. –Sonrió yulia y besó la frente de su novia. Volteó a ver a Anatoli quien esperaba. –Está bien, puedes venir, toma tus maletas. –El ojiverde sonrió feliz y abrazó a su hermana. -¡Gracias! –repetía una y otra vez. Salieron del apartamento, guardaron todo lo que llevaban en la parte de atrás del auto y tomaron camino a su lugar de destino. Estando allí, yulia no quería bajarse del auto, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos sin que ella quisiera. Finalmente lograron sacarla, hicieron los trámites requeridos y, luego de unos 20 minutos esperando, se escuchó la frase que tanto no quería escuchar la morena. -Pasajeros con destino a Los Estados Unidos de

América, favor, abordar a la puerta 527. –Se escuchó decir desde los intercomunicadores, la hora había llegado. -Es el fin. –Dijo la pelirroja antes de romper en llanto. Yulia la abrazó muy fuerte mientras, también lloraba. -Estaremos bien, lo prometo, mientras nuestro amor viva ¡Esto no se acaba! –decía entre llantos. Larissa estaba destrozada de ver a su hija así, prefirió no decir nada y darle tiempo de despedirse. –Me adelantaré. –dijo, yulia asintió. -Tranquilízate, por favor amor. –Le daba cortos besos en su mejilla a la pelirroja. Luego se acercó a dima quien ya estaba llorando silenciosamente. – Cuida de Masha. –Lo abrazó fuertemente. –Y cuida a lena muy bien, por favor. –Susurró en su oído. Él asintió y la alzó entre sus brazos como solía hacer, haciendo reír a la morena. Una vez regresándola al suelo, ella se acercó a masha. – Cuida a ese desastre que tengo ¿Sí? ya sabes que es un poco bobo y…-Se encogió de hombros y también la abrazó afectuosamente a ella. -Claro que lo haré. También estaré al pendiente de lena. –Prometió igualmente. Anatoli se despidió de ellos también… “-último llamado a los pasajeros con destino a los Estados Unidos, abordar a la puerta 527” se escuchó decir nuevamente la femenina voz por el intercomunicador. -Iré con Larissa. –le dijo anatoli a yulia.

-Está bien. –dijo ella estando frente a lena, quería desvanecerse en ese preciso momento, pero tenía que contagiar a la pelirroja con su vibra positiva. La abrazó una vez más, besó sus labios por última vez. –Te amo, no lo olvides. –Susurró antes de volverla a besar. Se separó de ella bruscamente y comenzó a correr hasta la puerta donde estaba siendo llamada. -¡Yulia! –gritó la pelirroja, iba a salir corriendo pero dima la detuvo. -¡Déjame ir por favor! –gritaba a la mitad del lugar. La gente la miraba con lástima, mientras que a otros les daba igual. -No puedes, ya no podemos hacer nada. –Decía llorando el castaño mientras apretaba fuertemente a lena. La puerta donde se vio pasar yulia por ultima vez se cerró, la pelirroja corrió hasta la enorme ventana frente a ella donde dejaba ver la pista de aterrizaje. Y lo vio, vio partir al gran monstruo de acero, llevándose con él, al amor de su vida, a la razón de su existir. –Te amo, pase lo que pase Yulia….Susurró antes de dejarse caer de rodillas rompiendo en llanto frente aquel enorme ventanal. El corazón se le hacía trizas, quería pensar que estaba soñando y que al despertar estaría al lado de yulia y ella le sonreiría tiernamente. O, que la despertaría con su típica llamada telefónica, contagiándola con su buen humor mañanero… Pero no era así, no la vería ¿En cuánto tiempo? Sólo el destino sabría esa respuesta, tenía que ser fuerte, se lo había prometido. Pero ¡Cómo ser fuerte si la única persona que podía lograr eso se ha ido de tu lado!

Este sería un reto, para ambas. Capítulo 65: Buenas y malas noticias. -Esto es un asco, la gente pasa a la par mía y no entiendo un carajo de lo que dicen ¡Como odio estar aquí! No sé si aguantaré sinceramente. –Suspiró. -llevas 2 días ahí, te acostumbrarás. –Rió por lo bajo. –Debemos soportar esto. -Lo sé. –Dijo sin ánimos. –Te extraño tanto… -Y yo a ti yul. –respondió un poco melancólica. -Te traje los resultados. –Se escuchó decir a una tercera voz. -Gracias. –murmuró. -¿Estás hablando con yulia? –preguntó sonriente. -Sí ¿Quieres hablar con ella? – Asintió y le entregó el télefono. -¡Yulia cariño! –dijo contento. -Dima, mi pájaro loco ¿Cómo estás? –Preguntó la morena sonriente, extrañaba escuchar la voz de su amigo. -Si ignoras la parte de “te estoy extrañando y nuestra cocina igual” –Bromeó un poco. –Estoy bien. ¿Tú qué tal por ahí? Yulia rió ante aquel comentario. –Dile a Ivanova que llegue a prepararte el desayuno. –Respondió riendo. –Yo, pues, ya sabes. –Suspiró. -¿Qué resultados le has llevado a lena? –Recordó.

-Una prueba de sangre. –Dijo riendo. -¿De sangre? –preguntó extrañada, luego recordó el por qué. -¡Oh es cierto! Pero ¿No es muy pronto? -Deberías hablar eso con ella ¿No o crees? – Respondió riendo. -Sí tienes razón. –Tosió un poco la morena. -¿Estás enferma? –preguntó dima. -Sí un poco, el cambio de clima, creo. –Se encogió de hombros aunque no él no podía verlo. –Pásame a lena ¿sí? -La curiosidad te está matando ¿Cierto? –preguntó pícaramente el castaño, yulia rió. -Realmente sí. –Aceptó finalmente. .Bueno cariño, te dejo ¡Por favor llama más seguido! –Pidió. –Cuídate enana. -Claro que lo haré. –Prometió. –Cuídate pájaro loco, ¡Cuida a … -…Lena, lo sé. –interrumpió riendo. –Bye. –le dio el teléfono de nuevo a la pelirroja quien seguía frente a él. –Quiero hablar contigo. –Sonrió y se fue de ahí después de despeinarla. -¿Yul? –dijo la morena contestando nuevamente la llamada de yulia. -Aquí estoy amor. -Deja de hablar con la boca llena. –regañó la pelirroja al notar que yulia estaba comiendo. -¿Qué comes?

-No me regañes. –Respondió la morena después de tragar. –Mc donald’s, creo que a este paso pareceré una pelotita de aquí a un mes.. –Dijo riendo. -Serás la pelotita más sensual que conozca. – Respondió pícaramente la pelirroja. -No me hables en ese tono cuando estamos a miles de kilómetros por favor. –Suplicó la ojiazul. Lena rió. -Está bien no lo haré. –Prometió la pelirroja. -¿Qué tal Anatoli y Larissa? Suspiró. –ese par andan conociendo, más bien, Larissa ha llevado a conocer el lugar. Yo me quedé aquí, ya sabes… -¿Estás en Nueva York y no quieres ir a conocer el lugar? –preguntó haciéndose la sorprendida. -Dame un motivo para ir sin mi princesa. – Respondió tiernamente. -Eso fue cursi. –Se burló la pelirroja. –pero, debes ir a conocer, para que luego me lleves a mí a esos lugares. -Eres una chantajista ¿Lo sabías? –preguntó riendo la morena. –Pero está bien, iré a conocer el lugar luego, de todas formas debo comenzar a buscar que hacer. ¿Te digo algo? -¿Dime amor? -La casa donde estamos. –Suspiró. –Es mía. -¿¡Qué!? –dijo realmente sorprendida la pelirroja. – Pero, Larissa no nos dijo nada de eso.

-Pues, ayer que venimos me enseñó los papeles, y, en efecto, esto está a mi nombre. Ella traajó todo este tiempo para comprarla y dejármela. -Vaya, realmente me has sorprendido con esa noticia. –Frotó su nuca. –Supongo que es algo bueno ¿No? Ella no es el ogro que tú crees. – Susurró burlonamente. -No me comprará con una casa, Katina. – Respondió rápidamente. –Serán sus acciones las que harán ganarse mi confianza, aunque admito que este lugar está bastante bonito. Luego te enviaré unas cuantas cosas por correo ¿Sí? – terminó de beber su soda. Luego recordó lo que le tenía que preguntar. -¡Oye! ¿Cómo está eso de los resultados? ¿No crees que es muy pronto? -Te habías tardado en preguntar sobre eso. –Rió por lo bajó y tomó el sobre que tenía a su lado. – Quizá es muy pronto, pero tampoco hay que descartar la probabilidad ¿No lo crees? -Bueno, en eso tienes razón pero ¡Abre ya esa cosa! –exigió la morena desesperada. Lena se echó a reír, conocía lo impaciente que solía ser su novia. –Espera. –Puso el teléfono en el sofá y abrió rápidamente el sobre, dejando ver un papel doblado con un logotipo de un hospital al frente, tomó nuevamente el teléfono. -¿Lista? -Desde que nací. –Contestó rápidamente. Lena desdobló el papel y buscó el resultado, hubo un pequeño silencio que hizo desesperar más a la morena. -¿Amor? -Negativo. –Dijo sin más rodeo, se escuchaba un poco triste. –Dio negativo. -Te he dicho que es muy pronto. –Dijo tranquilamente la morena, ya se esperaba algo

así. –Debes esperar unos días más. -Quizá tengas razón. –Suspiró. –Si no funciona… -Si no funciona debes ir de nuevo, quedó una reserva por su ni funcionase. –Interrumpió yulia. – Lena. –cambió su tono a uno serio. -dime yul. –dobló nuevamente el papel y lo guardó en su sobre. -De pasar algo mañana. ¿Dirás siempre que sí lo estás, verdad? –preguntó dudosa. -Claro que sí. –Contestó sin rodeos la pecosa. – Eso seguirá, es parte de esto. Solo espero que resulte, no podría ir de nuevo si no vas conmigo. -¿Te has puesto la cadena con el angelito que te regalé en navidad? –preguntó tiernamente. -Nunca me la quito. –Respondió lena. -Entonces sabes que yo estoy ahí contigo, no importa la distancia que nos separe, siempre que tengas esa cadenita puesta yo... -Estarás conmigo…-Susurró la pelirroja interrumpiendo. –Lo sé amor. -Entonces no tienes que temer. –la puerta de su casa se abrió dejando ver a su madre y a Anatoli felices, ella les sonrió, sabían que hablaba con lena así que no quisieron interrumpir. –debes decirle a dima cuando algo pase. –Le dijo ya un poco más seria. -Realmente esto se pondrá feo ¿No? –dijo un poco asustada la pelirroja. -Sí. –Afirmó la morena. –Pero nada de donde no podamos salir con un poco de trabajo.

Lena sonrió, le encantaba que yulia hablara tan positivamente aunque estuviesen en la peor situación. –Te amo. –comentó. -Y yo a ti, pelirroja. –dijo también sonriendo. Miró el reloj ya era tarde y por desgracia las llamadas costaban un ojo de la cara. –Amor, debo irme. – -Apostaría lo que fuera diciendo que has hecho un hermoso puchero. –Afirmó la pelirroja. -Y es seguro que ganarías la apuesta. –Rió yulia. – Te hablaré mañana, bueno, si es que no pasa nada. –Suspiró. –Cuídate por favor. -Lo haré, tranquila. Estaré bien ¿Tú lo estarás, no? –alzó una de sus cejas. -Sí, sólo por ti. –Contestó la pelinegra. -Entonces todo estará bien. –Al parecer se le estaba comenzando a hacer costumbre a ella también transferirle buena energía a yulia. –Te amo ¡Ve a visitar la ciudad! Yulia rió. –Lo haré amor. También te amo y amm ¿Buenas noches verdad? -Sí, ya casi anoche. –Dijo riendo. Siguieron despidiéndose como solían hacer, tirarse besos, decirse cursilerías en el menor tiempo posible. ¿Nueva york? ¿Qué hace yulia por ahí? Bueno, Ese era el 50% del plan de Larissa. Ella había comprado una casa en ese lugar, todos esos años aislada de su natal Rusia tendría sus frutos, y esos frutos consistían en esa casa, completamente amueblada, y una pequeña cuenta bancaria. ¿Y todo para quién? Obviamente para su hija. Eso era algo que oleg no sabía, siempre supo que se fue de Moscú en busca de algo mejor, pero nunca supo el país ¡Era una ventaja por si

cambiaba de opinión y quería fastidiar a yulia nuevamente! No lo lograría, ni buscándola por debajo de las piedras podría hacer eso. Pero mientras ellas se adaptaban a esa nueva vida, otros tenían el complemento de sus planes. -¿Todo está aquí? –preguntó abriendo el sobre. -Todo lo que me has pedido, incluso agregué unas cuantas cosas más que van a interesarte. -Vaya, veo que hacer bien tu trabajo, valió la pena esperar tanto. –Sonrió satisfecho y casó un rollo de billetes de su saco. –Aquí tienes tu paga. -Fue un gusto mi querido Sash. –Tomó el dinero maravillado, sabía que era una buena cantidad el que había ahí. –Bueno debo irme. –Se paró de su silla y se tomó de un sorbo su trago, quemando su garganta a como estaba acostumbrado. –Si necesitas algo más no dudes en llamarme. – Extendió su mano y el rubio la tomó. -Claro que sí amigo. –Sonrió el chico se fue dejándolo a él solo en aquel horrible bar de mala fama, pero ¿Qué importaba? Tenía en su poder algo que lo alejaba de la realidad por la felicidad. – Estás acabada mi querida yulia. –Murmuró jugando con la boquilla de su cerveza. –Y serás mía mi querida Elena Katina de Kuzma.-Sonrió estúpidamente al mencionar aquello. Según él, todo estaba perfectamente listo. *** -¡Larissa! ¿Estás ahí? –tocaba constantemente la puerta pero no tuvo respuesta. Vio la pequeña alfombra donde estaba parado y visualizó un sobre, se llenó de curiosidad y lo abrió. -¿Qué es esto? –se preguntó extrañado. Era una carta y

dentro había una llave. Comenzó a leer la corta nota que contenía el sobre. “Oleg, si estás leyendo esto es porque Yulia y yo ya no estamos en Moscú, eres un canalla ¡No lo olvides! Pero, por tener la delicadeza de arrepentirte, TARDÍSIMO POR CIERTO, te quiero dejar de nuevo la casa, sé que tú la mantuviste mientras yo me desaparecí de aquí, por favor, deja de meterte en estúpidos problemas y actúa como un adulto. Con cariño; Larissa.” Oleg rió ante aquella nota, vio que, ser mejor persona le trae mejores cosas a su vida que ser una maldita basura. –Gracias Larissa. –Murmuró antes de utilizar la llave para abrir la puerta de la casa, el lugar estaba nítido, nada que ver al desastre que él solía tener. Capítulo 66: dime que es mentira ¡No soportaré esto! -Señor Katin, disculpe que lo moleste, pero lo buscan allá afuera. –Dijo tímidamente. -¿quién? –preguntó sin despegar su vista de aquellos papeles que leía cuidadosamente. -El Joven Kuzma con un señor, dicen que deben hablar con usted. –Se encogió de hombros la mujer. Él suspiró. –Qué querrá ahora este muchacho. – Murmuró para él mismo. –Hazlo pasar Katy por favor. –Aceptó finalmente. -En un momento Señor.- Asintió con una corta sonrisa, regresó a la sala e hizo pasar al chico con su amigo. Sergey los esperaba, eran apenas las ¿9am? ¡Qué demonios quería tan temprano! Se

preguntaban una y otra vez. Alguien tocó a la puerta. –Adelante. –Autorizó la entrada dejando ver al rubio sonriente y detrás de él a un tímido señor. -¡Katin, buen día! –saludó sonriente. -Kuzma. –Dijo serio y asintió. -Mis modales, perdón que torpe soy. –Bromeó el chico y se acercó al hombre que venía con él. –Él es un buen amigo mío, se llama Oleg. -Mucho gusto señor. –Saludó el ojiazul, Sergey tomó cordialmente su mano. -¿A qué se debe tu visita? –preguntó sin más rodeos, después indicó que tomaran asiento. -¿Tan impaciente estás Sergey? –preguntó riendo el rubio. -Ocupado más bien. –Corrigió el ojigris. –Dime… -Bueno bueno, a lo que vengo sin más rodeos. – Tiró en su escritorio un sobre cerrado, sergey lo observó extrañado. –ábrelo. –Indicó. -¿Qué es eso? –preguntó dudoso aun sin tocarlo. -Sólo, ábrelo. Son cosas que van a interesarte. – Sonrió ampliamente. Sergey frunció el ceño pero terminó tomando el sobre, Oleg estaba nervioso por lo que fuese a pasar. Lo abrió lentamente había una serie de papeles doblados dentro de él. -¿Qué es esto? –preguntó nuevamente confundido. -¡Lee esos papeles! –Insistió Sash.

*** -Buenos días mamá. –bostezó frotando sus ojos. -¿Qué tal pequeña? –Saludó su madre regalándole un beso en su frente. -Muy bien. ¡Muero de hambre! –dijo riendo, abrió el refri y sacó el jugo de naranja. -¿Y papá? – preguntó antes de tomar directamente de la jarra. -Sírvete en un vaso. –Regañó su madre. –Está en su estudio, creo que vino este chico, Sash. –Se encogió de hombros. La pelirroja escupió el jugo que tenía en la boca horrorizada por escuchar eso. -¿Lena estas bien? –Interrogó su madre preocupada. -Sí, sólo que, yo…-Balbuceó. –Me estaba ahogando. –Tosió para disfrazar los nervios que comenzaban a salir por montones. –iré a mi habitación. -¿No vas a comer? –dijo Inessa. -No ¿Sabes? Se me acaba de quitar el hambre, me dio náuseas. –Se encogió de hombros. Y subió corriendo las escaleras para llegar a su habitación. Estando ahí se apoyó de espaldas a la puerta y comenzó a respirar rápidamente. –Vamos lena, tranquilízate. –Respiraba una y otra vez tratando de calmar sus nervios. Frotó su cara repetidas veces. –Bien, debo, debo buscar el papel ¿Dónde carajos lo dejé? –miró todo el lugar y trató de ordenar las ideas de su cabeza. Cuando lo logró recordó donde estaba. -¡Bingo! –corrió hacia debajo de su cama y sacó una cajita dentro de ella había unos papeles, sonrió cuando los tuvo en sus

manos. –Todo listo. –Murmuró… *** -No sé qué quieres darme a entender con esto. – Se cruzó de brazos lanzando los papeles en el escritorio y mirando fijamente al chico. -Sólo has revisado un papel. –Rió. –Si los lees todos sabrás de qué es. -¿Esto tiene que ver con yulia? ¡Cuál es tu problema con ella! ¡Déjala en paz! -¡Esa chica no es lo que aparenta! –respondió un poco alterado. -No me subas el tono. –Advirtió molesto sergey. – Te he dejado pasar a mí casa, no hagas que te saque a patadas. -Ya, ya. Me calmo. –Dijo calmándose. Tomó un papel de los que Sergey tiró en el escritorio. –Te ahorraré el trabajo de leer esto. -No me interesa saber na… -Dmitry Nikoláyevich Bilan. –interrumpió Sash, le intrigó aquello a Sergey y dejó que continuara hablando. -22 años, en un mes cumple los 23. – utilizó el “blah blah blah” a información que sabía no tenía tanta importancia. –Oh esto te sonará interesante. –Miró a Sergey y regresó su vista al papel. –Perdió sus padres en un accidente cuando era pequeño, no tiene hermanos, ósea es HIJO UNICO.- Recalcó aquellas últimas palabras mirando fijamente al ojigris que estaba un tanto sorprendido. -¿Eso es relevante? –preguntó Sergey, quería saber al grano de todo aquel drama.

-Sí mi querido Sergey. –Puso el papel en el escritorio y miró a Oleg. –Él tiene algo que decirte sobre todo esto. La mirada de Sergey se dirigió esta vez para oleg, poniéndolo aún más nervioso. –Te escucho. – prestó su atención al ojiazul. -Yo, yo, yo…-Tartamudeó un poco, Sash le dio un codazo. -No estoy para juegos. –Dijo el ojigris un poco molesto. –Si esto es una broma de mal gusto yo… -Soy el padre de Yulia. –Interrumpió el ojiazul finalmente, sergey se quedó boquiabierto ante aquella confesión. –Yulia es mi hija. –Continuó. –Y tengo un hijo más… Sash se sorprendió al escuchar aquello, incluso pensó que se había echado para atrás. -Pero ese chico no es el tal dima bilan. –Aclaró. Sergey se quedó callado un momento. –Pero yulia, ella, ella dijo que no sabía nada de usted… -Mintió. Yo la corrí de mi casa hace unos meses. – interrumpió de nuevo oleg. –Ella ha mentido todo este tiempo, junto con dima claro, y… -¿Y qué? –preguntó desesperado Sergey. -Y su hija también fue parte de esto. –Respondió finalmente tomando todas las agallas del mundo. -¿lena? Pero ella ¿por qué? –preguntó aún más confundido que al principio mientras rascaba su nuca. -Esto, esto fue un complot, para que creyeran algo que realmente no lo es. –Dijo tímidamente el

ojiazul. -¡Pero de qué estás hablando! –dijo exaltado Sergey. -Tu hija nunca dejó de ser lesbiana. –Interrumpió sash sin más rodeos. -Pero ella…-murmuró. –Ella está con dima ¡Yo he visto cómo se tratan! -¿Conoces la actuación, no? –preguntó burlonamente el rubio. –Te mostraron la mejor obra de teatro en vivo que jamás hayas visto. – Sonrió. –Quien realmente se tiraba a tu hija, era Volkova. –Se acomodó en su asiento, muy mal hecho. -¡De mi hija no te expreses así! –saltó, literalmente, sobre él. Sorprendiéndolo por completo, pues pensó que reaccionaría de otra manera. --¡Suéltame! –peleaba el rubio. -¡Te he dicho que tu hija sigue siendo una maldita lesbiana! ¡Y está en una relación en tus narices, CON OTRA CHICA! –gritó, los ojos de sergey se humedecieron. -Cállate, deja de decir eso. –Pedía, se estaba poniendo rojo de la furia. -¿Qué has dicho? –interrumpió una femenina voz apareciendo repentinamente. –Repite lo que has dicho. Todos se quedaron inmóviles, a oleg estaban a punto de reventarle los nervios. -Inessa sal de aquí. –Dijo serio sergey. -¡No! ¿Qué no has escuchado lo que dijo? ¡Tu hija

nunca dejó de ser lo que tanto detestamos! – Replicó molesta. -¡ELENA KATINA VEN PARA ACÁ! –gritó con todas sus fuerzas que, creo escucharon hasta en la calle. -Tranquilízate. –Dijo sergey poniéndose a su lado. –Arreglaremos esto… -¿Quién me llamó? –apareció la pelirroja inocentemente, realmente estaba temblando del miedo. Inessa la tomó del brazo bruscamente y la contraminó contra la puerta del estudio, lena rebotó con su espalda. -¿Tienes algo que explicarme? –preguntó mirando fijamente a los ojos, estaba furiosa. Lena trataba de controlarse. -¿Algo de qué? – preguntó, su quijada comenzó a temblarle del miedo. -¡No te hagas la estúpida! –regañó Inessa y apretó aún más fuerte el brazo de la pelirroja. -Inessa tranquilízate. –Trataba de intervenir sin éxito Sergey. -Tú cállate Sergey, como que no estuvieses consciente de lo que está pasando. –regresó su mirada a la pelirroja. –Y bien ¡Dime, maldita sea! -¿Quién, quién te ha dicho? –preguntó temerosa. -¡Entonces lo estás aceptando! –dijo alterada Inessa. -¡Lena! ¿Es cierto? –preguntó su padre en un murmuro. -Yo, yo, yo no sé cómo pasó. –Susurró lena. – Perdón.

-¡Lo ven! Lo está aceptando ¡Diles lena, dile que te revuelcas con Volkova día y noche frente a ellos! La pelirroja frunció el ceño. –Espera ¿De qué estás hablando? –se soltó bruscamente del agarre de su madre. -¡Yo no he hecho eso! –le gritó a Sash. -¿A no? –se burló su madre antes de soltarle una tremenda cachetada. Lena se tomó la mejilla, contuvo las ganas de llorar. Metió su mano en el bolsillo y sacó un papel, prácticamente se lo tiró en la cara a Inessa. – Antes de hablar, deberías revisar eso. -¿Qué es? –preguntó Sergey ya sin ánimos. -ábrelo, antes que ahora el que me golpees seas tú. –miró furiosa a su madre. Sergey tomó el papel del suelo, sinceramente todo esto era demasiado para él. Lo abrió sin más rodeo y frunció el ceño. -¿Qué? –preguntó abriendo enormemente sus ojos. -¿Qué es eso? –preguntó ahora Inessa, oleg y sash solo escuchaban atentamente. -Lena estás… ¿Estás embarazada? –Miró preocupado su padre a la pelirroja ella asintió. -¿Qué? –gritaron todos al mismo tiempo, aunque oleg estaba riendo por dentro, sabía que en esto tenía algo que ver Larissa. -pero tú ¡Tú eres lesbiana! –grito furioso sash. –Te revuelcas con Volkova ¡Yo te he visto! -¿Me has visto? –retó la pelirroja poniéndose frente a él. -¡Dame las pruebas! Y no hablo de palabras,

quiero pruebas físicas ¿Las tienes? –lo miró, dejando asombrados a sus padres. ¡Respóndeme! Sash se puso nervioso. –Volkova no es hermana de Dima. –Recordó. Lena rió. -¿Y eso qué? Quizá fue una mentira piadosa. –se encogió de hombros y se burló. – Pero no creo que Volkova pueda embarazarme ¿O sí? –todos negaron con la cabeza perplejos. -Ese examen de sangre es falso. –Negó el rubio. -No tengo que darte explicaciones a ti. -Pero a mí sí. –Interrumpió su madre. –Mañana iremos a hacerte uno nuevo, para ver si es verdad. –dijo seria. -Perfecto, como quieras. –Respondió tranquilamente la pelirroja. –padre ¿Ibas a creer todo ese cuento que este estúpido te estaba dando? ¿Es que acaso no te das cuenta que siempre lo único que ha querido es revolcarse conmigo en contra de mi voluntad? –miró fijamente a su padre él sólo agachó su cabeza, sabía que eso era verdad. -Mis propios padres desconfiando de mí. –unas lágrimas, actuadas claro está, comenzaron a salir de sus ojos. –Que vergüenza. –negó con la cabeza. -pero ¡Tú me dijiste hace unos días que irías a quedarte a dormir con Yulia! –recordó nuevamente furiosa Inessa. -Te mentí. Muchas veces usé a yulia de excusa para salir por ahí. Incluso, llevo semanas sin ver a Volkova.

-¡No te creo! –replicó su madre. -¡Ve y búscala si tanto interés tienes de confirmarlo! –Retó molesta. -Eres una… -¿Cualquiera? –interrumpió la pelirroja. –Vamos dilo. -Sash, lárgate de mi casa. –interrumpió la pelea el ojigris suspirando profundamente. –y llévate a este señor contigo. –los miró furioso a ambos. -pero yo ¡Yo te he dicho la verdad! –seguía insistiendo sash. -¡Qué te largues! –gritó. Oleg se puso de pie rápidamente y comenzó a salir del lugar, por dentro estaba completamente satisfecho. Sash no le quedó de otra que irse también, pues pelear con Sergey sólo le dejaría unos cuantos huesos rotos. –Cree lo que quieras maldito. –murmuró y salió rápidamente de ahí dejando a la familia katin solos. -¿Vas a creerle a esta mentirosa? –dijo inessa rompiendo el silencio. -Creeré en pruebas. –respondió serio, miró a su hija un poco apenado. –Por favor, ve a tu cuarto, iremos mañana al hospital a repetirte esta prueba. –murmuró, lena asintió y se fue de ahí mirando con odio a su madre. -¿Estás mal de la cabeza acaso? –preguntó Inessa a su esposo. -Creeré en las pruebas. –repitió sentándose en su sofá.

-¡Él te trajo pruebas muy convincentes! ¿Vas a creerle a tu hija quien ya nos ha mentido una vez? -Sal de aquí, por favor. –Respondió ya más serio. -pero Sergey… -¡Vete por favor! Quiero estar solo. –inessa lo miró fulminante y salió de ahí azotando la puerta. Se sirvió un trago de vodka y lo bebió de golpe. –Lena, hija, dime que todo esto no está pasando. – murmuró mientras miraba fijamente como escurrían las gotas de agua de su vaso.

Capítulo 67: ¡Usa el plan b! -Tercera vez que llamo, no contesta. –Dijo frustrada. –Quizá está ocupada. -O ya estalló la bomba…-dijo alguien más. -Podría ser. –susurró. -Ella estará bien, no te preocupes. -Es fácil decirlo, difícil de aplicar. –Suspiró. –Le hablaré a dima, quizá él sepa algo. -marcó esta vez al número del chico… *** *ring ring ring* -demonios. –se escuchó decir un poco somnoliento mientras seguía sonando. Buscó con su mano en la mesita el celular y contestó, no se dignó en abrir sus ojos. -¿Sí? -¡Dima! ¡Despierta! ¿Sabes algo de lena? – preguntó casi gritando. -Buenos días, son las 7am ¡Te recuerdo! –se sentó en la cama y bostezó. –No sé nada de la

pelirroja ¿por qué? -No me contesta, le he estado marcando ¡Y nada! -Deja de gritar yulia te escucho perfectamente. – regañó el castaño casi durmiéndose sentado. – Ella debe estar bi…-no terminó de hablar porque escuchó sonar la puerta. –Alguien toca. –dijo despertando completamente. -Demonios, algo pasó. ¡Ya sabes que hacer! – gritó, se estaba poniendo nerviosa. -Está bien, está bien. –Susurró, la puerta seguía siendo golpeada fuertemente por alguien. -¡Voy! – gritó mientras se ponía sus zapatos, llegó hasta la puerta y suspiró antes de abrir. Cuando lo hizo, tuvo la grata sorpresa de ser empujado pero sin lograr tirarlo al suelo. Aún tenía el celular en la mano. -¿Dónde está yulia? –preguntó una voz femenina, yulia escuchaba desde el otro lado de la línea, sabía de quién se trataba. -Buenos días señora inessa. –Dijo un tanto nervioso el castaño. –Yulia no está aquí. -¡No me mientas! –advirtió, seguía molesta, o aún más que ayer. -No le estoy mintiendo. –miró a la pelirroja que estaba detrás de ella y le sonrió levemente, ella hizo lo mismo. -¡Deja de ver a mi hija! –exigió la madre de lena furiosa. -No le estoy haciendo nada ¿O sí? –Él comenzaba a molestarse. -¡Deje de gritar, está en mi casa!

-Me importa un cuerno donde estemos. – Respondió. -¡Déjame ver a Volkova! -Que parte de ¡Ella no está aquí! ¿No entiende? – Inessa iba a darle una cachetada pero dima alcanzó a tomar su mano en el aire. –No olvide que soy policía y está en mi casa ¿No cree que pasaría un rato en la cárcel por agresión? Tranquilícese. –la miró fijamente, consiguió meterle miedo por lo visto porque bajó la guardia, al menos un poco. -Déjame ver a la chica. –Insistió. -Ya le he dicho que no está aquí. Si quiere pase a cada habitación, no encontrará a nadie. –se hizo a un lado he invitó a que pasara libremente a su casa, y así lo hizo. cuando entró a su habitación dima le hizo señas a lena que yulia estaba en el teléfono. La pelirroja quería con toda su alma atender la llamada, pero sería un paso de muerte. -Se armó la tercera guerra mundial. –dijo yulia al otro lado de la línea, había puesto el altavoz, anatoli y Larissa estaban escuchando todo. Ellos trataron de darle fuerzas a yulia. Inessa salió del cuarto de dima y se dirigió ahora al que era el cuarto de yulia, lo abrió rápidamente y con lo único que se encontró fue con una habitación completamente sola. No quiso entrar ¿Para qué? No encontraría nada…pero como toda persona desconfianza, se fue a la cocina. Lena aprovechó para pasarle un papel a dima que había escrito la noche anterior. Él debía leerlo después que se fueran. Inessa apareció, sabía que había perdido, pero su ego no le permitiría agachar la cabeza. –No está aquí. –dijo seria. – Pero sabes dónde está.

-No lo sé señora, un día ella vino tomó sus cosas y se fue. –Se encogió de hombros, yulia suspiró un tanto aliviada al otro lado de la línea. -No te creo y lo sabes. –Replicó la madre de la pelirroja, ella vio el celular de dima en su mano. ¿Estás hablando con alguien? –preguntó curiosa. Entonces todos se pusieron aún más nervioso. – No, no estoy hablando con nadie. –negó rápidamente poniendo detrás de su espalda el celular. -Dame esa cosa. –exigió Inessa. Dima tragó saliva. -No lo haré. –Respondió él. -¡Qué me lo des! –Exigió de nuevo. -¡Que no! –grito dima, estaba realmente nervioso. -Dale el teléfono. –Interrumpió la pelirroja. Dima la miró completamente extrañado. -Pero… -Dáselo, no dejará de molestarte si no se lo das. -Elena, vete de aquí. –gritó su madre. -¿Todavía que te ayudo me sales con tu prepotencia? –se burló. -¡Dale el teléfono! –gritó antes de irse, sabía que yulia estaba escuchando. -¡Está bien! ¡Está bien! Solo para que vea que no oculto nada, se lo daré. ** -Toma el teléfono. –dijo la morena en un susurro mientras tapaba con su mano el auricular del

celular. -¿Qué? ¡Pero yo porqué! -¡Que lo tomes, joder! –Insistía. –Larissa dile que lo tome. -Hijo por favor. –Suplicó ella también, anatoli no le quedó de otra que tomarlo. ** Inessa tomó el celular y se lo puso en su oreja. ¿Hola? –preguntó. -¿Sí? –dijo Anatoli con su voz aún más ronca de lo normal. -¿Quién habla? ¿Dónde está amm emm dima? –recibió un ligero golpe de parte de yulia. – Oye. –susurró. -¿Quién habla? –preguntó inessa. -¿Qué quien habla? –repitió el rubio, yulia buscó rápidamente algún nombre en su mente, recordó a alguien que conoció ayer que andaba conociendo el lugar. “Steve” le murmuró. –Mi nombre es Steve ¿Quién habla ahí? –Respondió tranquilamente. -Inessa, Inessa Katina. –Respondió. -¿Qué eres de él? –preguntó. -Señora ¿A qué quiere llegar? Tengo cosas que hacer, y tratos que cerrar con mi compañero dima, si no le molesta ¿Podría darle de nuevo el celular a él? No entiendo que hace usted con él. –Le salió tan natural, que yulia comenzó a reír en modo “mudo” -Perdón, no me imaginé que….bueno, perdón. Buen día. -igualmente. –respondió Anatoli. Inessa le devolvió el celular a dima.

-¿Sí amigo? En un momento te atiendo. –puso el celular en el sofá y se cruzó de brazos frente a Inessa. –Y bien. –dijo sin preocupación alguna. ¿Satisfecha? -No del todo. –arregló finamente su cabello y comenzó a caminar hasta la puerta. –Encontraré a yulia, y la haré pagar meterse con mi hija. –advirtió, dima ni se inmutó con aquella amenaza. -No sé de qué habla, pero suerte. –Sonrió cínicamente el castaño, enfureciendo a inessa, se volteó y se fue de ahí echa una llamarada de fuego por la rabia, dima cerró la puerta cerciorándose antes que realmente se haya ido. Cuando lo confirmó corrió hacia el sillón y tomó el teléfono. ¿Yulia? –preguntó. -¡Aquí estoy! ¡Qué demonios pasó! –respondió yulia. -¡Demonios! Esto está horrible. –Se revolvió el cabello y se sentó en el sofá. -¡Y lena! ¿Dónde está ella? ¿Cómo está? ¿Cómo la viste? –preguntaba sin tomar ni siquiera un respiro. -¡Lena! –se levantó rápidamente el castaño y sacó de su bolsillo el papel que la pelirroja le había entregado momentos atrás. –Me dio un papel. -¿Qué dice? –preguntó desesperada. Dima lo desdobló y comenzó a leerlo en su mente, desesperando a yulia con sus silencio. -¡Dima! – gritó. -Tengo que ir al hospital. –Murmuró. –Y dice que te ama. -¿Al hospital? ¿A qué? –preguntó sin entender.

-¡Luego te explico! ¡Debo correr! Hablamos luego ¿Sí? –corrió a su habitación y buscó algo de ponerse. -¡Por favor dime algo! –exigía yulia. -Volkova, debo hacer algo, cuando termine te llamo, o me llamas, nos llamamos ¡No sé pero déjame ir! –suplicó, yulia suspiró. -Está bien, ve a hacer lo que sea que tengas que hacer mientras yo me muero de los nervios. –Rió. –Cuídate y…-no terminó de decir la frase, ya dima le había colgado. –Maldito pájaro loco. –murmuró. *** -Ni creas que me creí el cuento que yulia ya no vive ahí. –Dijo seria. -Cree lo que quieras, te está diciendo la verdad. – Respondió tranquilamente. -¡Deja de contestarme! ¡Sergey di algo! Tu hija, aparte de ser una mentirosa es una mal educada. -Deja de gritar por favor, déjame conducir. –Dijo el ojigris sin tomar tanta importancia a aquellas palabras. -¡Vaya! Parece que estuvieras de su lado ¡Su alma se irá al infierno si continúa con eso de ser lesbiana! –Gritaba histérica, lena reía por lo bajo en la parte de atrás del auto. -No seas dramática. –murmuró sergey. Continuó conduciendo sin decir más, finalmente inessa dejó de gritar como si fuese histérica. Habían ido al hospital, a hacerle el examen de sangre a la pelirroja, para “confirmar” si realmente

estaba embarazada o solo era una mentira para zafarse de todas las acusaciones, aquí era donde entraba dima. En su sangre no saldría aun que lo estaba, si es que hubiese funcionado la inseminación ¿Quién donó el esperma? Nada más y nada menos que Anatoli. ¡No encontraron mejor candidato que él! “quiero que si funcione, se parezca a ti” fue la sugerencia de la pelirroja, yulia pensó rápidamente en su hermano, él no dudó en ayudarla con eso cuando se lo comunicaron. En el papel que lena le dio a dima decía “Ve al hospital central de Moscú, y chantajea a quien sea para que ponga positivo en los resultados antes del medio día” en el papel venía metida una tarjeta de débito. Dima llegó corriendo al lugar no vio a nadie de confianza, visualizó a una doctora. – Funciona o me voy preso. –murmuró y corrió hacia ella. -¡Doctora! La rubia volteó a verla y le sonrió. -¿En qué puedo ayudarte? –preguntó amablemente. -Es algo complejo. –Rascó su nuca. -¿Me haría un favor? –le mostró disimuladamente el dinero que fue a sacar antes de llegar al hospital, ella se asombró, balbuceó un poco pero aceptó. –Ven a mi oficina. -Gracias. –susurró dima. La siguió hasta su oficina, al parecer, funcionaría. Capítulo 69: ¡Buenas noticias! Al menos… -Pon el teléfono en tu vientre ¡Vamos hazlo! ¡Por favor! -Yulia. –Estaba muerta de la risa. –No haré eso, además aún está muy pequeño ¿No lo crees? -Puede que aún sea una masita en tu vientre. Bromeó. –Pero debe comenzar a acostumbrarse a la voz de su madre. Sonrió. -¡Vamos hazlo!

-No puede ser que vaya a hacer esto. –Susurró la pelirroja. –Está bien, pero sólo un momento. -¡Yaaayy!! –gritó del otro lado de la línea la morena feliz. Logró comunicarse con yulia dos días después de saber la noticia que, estaba embarazada. La morena no lo creía ¡Estaba que estallaba de la felicidad! Odió tanto en ese momento no estar a su lado “Saltaría sobre ti” fueron sus palabras llenas de frustración. -Hola bebé. –Dijo dulcemente, lena tuvo que ir a encerrarse a uno de los baños de la universidad para que nadie viera aquella escena que estaba dando ¿Su celular en su estómago? Claro que más de uno la vería como si estuviese loca. -¿Qué tal? Sé que estás muy pequeñito, o pequeñita, pero yo soy tu mami. –Sonrió al decir aquello. –O mamá, tú sabrás como me dirás. –Rió, hace tanto que no soltaba una lágrima, esta vez sus fuerzas no fueron suficiente y comenzó a llorar. -¿Sabes? No has nacido ¡Y ya te quiero! Sólo por el hecho de ser fruto de la mujer que amo. –Secó sus lágrimas mientras vagaba por alguna calle del gran nueva york. –Te consentiré todo, creo que voy a malcriarte un poco, lena tendrá severas discusiones conmigo. –Rió. –Pero serás mi consentido o consentida. –Se detuvo en un barandal que dejaba ver la enorme ciudad. –Muy pronto estarás aquí conmigo, con nosotras ¡Te veré nacer, de eso no lo dudes! Te daré todo el cariño y amor que mereces y más. –Sonrió. ¡Comenzaré a preparar tu habitación! -Pon un lindo color. –Dijo la pelirroja riendo. -¡Oye! ¿Has escuchado la conversación con mi

hijo? –preguntó haciéndose la indignada. -Un poco nada más ¡Cuando llegue iré a hacer arreglos a ese cuarto! –bromeó. –Ha sido hermoso lo que has dicho. -He dicho la verdad. –dijo tiernamente. –No te he contado, ya comenzaré a ir a la universidad ¡Maldita odisea por cierto! –dijo riendo. -¿Así? Cuéntame eso. –respondió la pelirroja llegando a la cafetería del lugar y sentándose en la mesa más alejada. -Fuimos a todos lados ¡Y todos hablan puro inglés! -Que novedad. –interrumpió lena riendo. -Oye, no me molestes. –Renegó yulia haciendo un puchero. –Pero Larissa encontró a un amigo por aquí nos dijo donde había una universidad con unos maestros rusos que podrían darnos la clase en el idioma ¡Vi el cielo! -Lo mismo me dijiste cuando llegaste al orgasmo aquella vez. –Interrumpió nuevamente la pelirroja, logrando que su novia se comenzara a carcajear. -Son cosas muy distintas. –Respondió yulia entre risas. –Igual de placenteras, pero distintas. –Se encogió de hombros aunque lena no pudiese verla. -Excúsate lo que quieras. –Bromeó lena. –Dime ¿Cómo te va por allá? -Ya he hablado mucho de mí. –Respondió la morena. –Mejor dime ¿Cómo va todo por allá? -Normal. –Suspiró. –Mi mamá sigue insistiendo en casarme, yo continúo retándola y amenazándola, mi papá no me dice nada, aunque no me niega raro. –Frunció el ceño.

-¿Será que él aceptará esto? –preguntó algo curiosa. -No lo sé, sería algo demasiado asombroso que eso pasara. –Respondió. –Deberías ver a mi madre, te anda buscando por debajo de todas las piedras de Moscú. –Lo dijo entre risas recordando como su madre llega por las noches molesta y sin nada nuevo. -Cómo desearía ver eso. –Contestó yulia también riendo. –Te he enviado una carta, a la dirección de dima, no sé en cuanto tiempo tardará en llegar, dile que te avise. Lena sonrió ante aquel lindo gesto de parte de yulia, sabía que no era de andar escribiendo cosas, o eso pensaba ella. –Gracias amor, estaré pendiente de ella, luego te enviaré yo una. -Me parece perfecto. –Sonrió y luego suspiró. -¿Y ese suspiro? –preguntó lena un tanto curiosa. -esta ciudad es tan enorme y hermosa. Pero me falta lo más importante para poder disfrutarla ¡Y eres tú! –dijo un tanto molesta. –Contaré los días hasta que por fin puede volver a tenerte entre mis brazos. -Tendré el vientre algo abultado para entonces ¿Cómo harás para abrazarme? –Preguntó riendo. -No lo sé, ya me las ingeniaré. Vaya ¡Qué buena noticia me has dado el día de hoy! –la sonrisa no se la quitaba pero ni los americanos que estabas alrededor de ella hablando un idioma que, realmente odiaba. La amiga de lena le hizo señas que tenían que ir a clases. –Demonios. –murmuró y le hizo señas que

la esperara. -¿Pasa algo amor? –preguntó yulia. -Debo, debo ir a clases. –dijo un tanto triste. -Comprendo. Maldita diferencia de horarios. – bromeó yulia. –Ve y recibe tus clases, recuerda que todo estará bien. -Sí, lo sé ¡No sé qué haría sin una novia tan positiva! –bromeó poniéndose de pie y comenzando a caminar lentamente hacia fuera de la cafetería. -Cuida a mi hermoso bebé ¡Ve al doctor, por favor! Dile a dima que te lleve en mi auto. -Lo haré, lo haré. –Rió. -¿Algo más que desee decirme, futura mamá? Yulia sonrió aún más al escuchar esas lindas palabras. –Sí, que te amo, futura mamá. –dijo en un tono dulce. -Tendremos nuestra familia, yul. –Susurró feliz. -La tendremos lena, la tendremos. –Sonrió satisfecha, a pesar de todo, ese pequeño que comenzaba a crecer en el vientre de lena le dio un giro positivo a la situación. Mientras terminaban de despedirse, lena era seguida por alguien, realmente llevaba días en la misma situación, le fastidiaba tanto verla sonreír cuando estaba hablando por teléfono. –Maldita, sé que estás hablando con la estúpida de Volkova. – murmuró para él mismo. Perdió de vista a la pelirroja, ella entró a su salón hasta ahí no podía

llegar. Salió de la universidad sin ser visto por nadie, sacó su celular y esperó a que contestaran. -¿Sí? -Oleg habla sash. –dijo el rubio. El ojiazul se fastidió al escuchar su voz. -¿qué quieres? –preguntó indiferente. -Debemos hacer algo ¡Sé que lena sigue con yulia! Y eso del embarazo ¡Es pura mentira! -No lo sabremos hasta dentro de unos meses. – Respondió tranquilamente oleg. –Sabes que no podemos hacer nada, saldremos de esa mansión pero derechito a la cárcel por estar jodiendo a Sergey ¡Viste como reaccionó! Mejor supéralo y deja todo por la paz. -¿A caso te has hecho para atrás? –preguntó un tanto incrédulo sash. -¡De seguro tú tienes que ver con la desaparición de Volkova! ¡llevo buscándola por todo Moscú con mis contactos y nadie sabe de ella! -Yo no tengo nada que ver con eso. –Respondió rápidamente oleg. –Deja de acusarme de cosas que no sabes ¡No querrás meterte en problemas conmigo muchacho! –advirtió serio. -Ya, ya no te enojes. –Se tranquilizó. -Marica. –murmuró oleg. –Si eso es todo por lo que me has hablado, debo irme, tengo cosas que hacer. -¿Qué? ¿Drogarte? –se burló el rubio. -No, buscar trabajo, deberías hacer lo mismo y tratar de hacer alguien por la vida, y no sólo un estorbo.. –Respondió igual de serio.

-Andas agresivo Oleg. –Dijo entre risas sin tomarle tanta importancia a las palabras del ojiazul. -ten buen día sash. –Colgó, le fastidiaba tanto hablar con él. *** -¡Voy a…perdón. ¡Vas a hacer mamá! –la tomó entre sus brazos y la hizo girar en el aire. -¡Bájame Anatoli! –respondió riendo. -Todo está saliendo perfecto. –dijo una tercera voz. -No, no sé qué hubiésemos hecho sin tu ayuda Larissa. –Dijo un poco apenada, sabía que incomodaba a Larissa llamándola por su nombre y no diciéndole mamá, pero, por más que ella quisiese, no podía hacerlo ¡No aún! –Te lo agradeceré toda mi vida. -Cariño, no tienes nada que agradecerme. –Sonrió tiernamente su madre. –Yo he hecho todo esto por tu bien y por el de lena, no merecen estar separadas por tonterías homofóbicas. –Rió. -¿Me dejas darte un abrazo de felicitación? –preguntó un tanto apenada. Yulia sonrió, y asintió con la cabeza. –Seguro. – murmuró, se acercó lentamente a ella y en un tímido abrazo terminó aquella linda escena, ese fue un gran paso para ambas para poder perdonarse finalmente y comenzar una mejor etapa de sus vidas. Anatoli las veía feliz, sabía que Larissa era una buena mujer que pensó en el bien de su hermana siempre. Y yulia, pues yulia era una cabeza dura. ***

-Así que no harás nada con respecto a tu hija. -La apoyaré. –respondió sin despegar su vista del periódico. –No la casaré con ese maldito que lo único que quiere es fastidiarle la vida ¿Acaso no lo ves? -¡Veo que tu hija es una mentirosa y merece un castigo! -Pero casarla ¡Sería su muerte! No deseo que mi hija me odie, aparte, tiene un pequeño en su vientre ¡Nuestro nieto! –sonrió levemente. -Es una cualquiera. –gritó molesta. -quizá tuvimos la culpa de eso ¿No te parece? La presionamos tanto, queríamos una hija perfecta a la fuerza ¡Así no se puede! –respondió el un tanto melancólico. –No dejaré que la cases a la fuerza, inessa, no me hagas hacer algo en tu contra, por favor. –dijo mirándola fijamente. –Yo apoyaré a Lena en estos duros momentos, no será fácil para ella. –Levantó nuevamente el periódico y siguió con su lectura dejando a Inessa igual de molesta, sinceramente, ese enojo no se le pasaba en ningún momento del día. Capítulo 70: ¡La primera foto! “Lena, te escribo esta carta para recordarte que debemos ser fuerte ¡Muy pronto estaremos juntas! Y nadie podrá molestarnos ¿Sabes? No quiero que nuestra hermosa, o hermoso bebé se críe en ese ambiente hostil que hay en Moscú ¡Me encantaría que fuera lo contrario! Pero sabes que no viviremos en paz ahí. Tanta gente esperando vernos caer, y lo único que están viendo es como avanzamos ¡Ya ha pasado un mes desde que me fui de tu lado! ¡Qué tortura es esto para mí! No

sabes lo mucho que te extraño, pero cada vez falta poco tiempo para volver a vernos. Te cuento, la universidad es un asco, pero con Anatoli le estamos sacando provecho ¡Ya estoy entiendo el inglés! No soy el animal que aparento. Aunque continúo insultando a los americanos en ruso ¡Es tan divertido ver sus caras cuando hablo y no entienden! Quizá ellos se divierten igual conmigo...que karma, bueno. Estaré esperando tu respuesta ¡No olvides lo mucho que te amo pelirroja! Estoy luchando, y es por ti y ese pequeño que está en tu vientre ¡Ustedes dos son mis vidas! Cuídate, toma tus vitaminas y todo lo que te deje la doctora ¡Por favor! Te amo len. Nos veremos pronto. Con amor; Yulia.” Dobló la carta al terminar de leerla, sacó una página y un lapicero y comenzó a escribir. “Querida yulia; ¿Qué cursi eso no? Bueno, me alegra leer que estás mejorando tu amistad con la enorme nueva york. He estado pensando lo mismo que tú, pero creo que eso deberemos hablarlo un poco más adelante, aún no es el momento. He ido al doctor, mi padre ha estado apoyándome en todo esto ¡Rarísimo lo sé! Incluso, desconfié de eso, pero me alegra saber que no hay malas intenciones en ese apoyo de parte de él. Te envío la primera foto de nuestro pequeño, aún no se puede saber que es ¡Pero qué importa! Se logra distinguir un pequeño bultito negro ¡Es él! O ella. ¡No sabes lo emocionada que estoy! Hubiese querido que estuvieras a mi lado en ese momento, pero, será dentro de poco ¡Yulia, te amo con toda mi alma mi pequeña diablilla! No sabes la falta que me haces, tus abrazos, tus chistes malos, en fin ¡Todo de ti! Que puedo contarte, mi madre sigue igual

conmigo, como si me afectara que no me hable en todo el día, ni a papá. ¡Deberías ver el estómago de masha! Es pequeño, pero está comenzando a tomar forma, dima se pone como estúpido cada vez que está cerca de ella ¿Te pondrás así tú también? Espero que sí, es tan tierno eso. Te seguiré escribiendo cuantas veces pueda, todos te extrañamos por acá, dima manda a decirte que extraña tu jugo de naranja por la mañana ¡Me ha obligado a cocinarle hotcakes un par de veces! Se molesta conmigo cuando no los dejo igual que tú ¿Por qué nunca me enseñaste tu secreto con los hotcakes? Bueno, cuídate mucho amor ¡Estudia y trata mejor a los americanos! Ellos no tienen la culpa de no entender un carajo de nuestro idioma. Te ama; Lena” Sonrió cuando terminó de escribir, dobló el papel y le dio un beso dejándolo marcado por el lápiz labial que tenía en sus labios. Guardó el papel en un sobre, luego metió otro pequeño papel junto con ella, cerró el sobre y escribió lo correspondiente en la parte de enfrente. Pegó la estampa en el lado superior derecho y volteó. –Ya está, he terminado. -Vaya, has escrito muy rápido. –Rió la mujer recibiendo el empaque. –Bien lena, ya sabes… -Sí sí, puede tardar en llegar y blah blah blah. –Se burló haciendo reír a la otra chica. –He venido tantas veces este último mes, debería trabajar aquí. -No es tan agradable como parece. –Se encogió de hombros. –y en tu condición, sería muy estresante.

-¿Cómo supiste qué…? –dijo sorprendida. -Lena, hasta un ciego se daría cuenta de eso. – Respondió riendo. –Felicidades eh. -Gracias. –dijo tímidamente. –Bueno debo irme, tengo cosas que hacer. Gracias por todo Amy. -A la orden Lena. –Contestó regalándole una sonrisa a la pelirroja. Lena salió del lugar sonriente comenzó a caminar, pero alguien la contraminó contra la pared bruscamente haciéndola tambalear un poco. –pero qué demo…-Cayó al ver a quien tenía al frente. ¡Qué mierdas pasas contigo! -¿Qué haces en el correo, eh? –tenía una cara de psicópata enfermo. -¡Contéstame! –gritó. -A ti no te interesa. –Se soltó de él y quiso comenzar a caminar, él se lo impidió de nuevo. ¡Deja de molestarme! -¿Estás hablando con Volkova, verdad? ¡Aún te hablas con esa maldita! Dime ¡En qué país está! -No tengo que darte explicaciones a ti, sash. – Respondió molesta. –No me hagas comenzar a gritar. Él la vio distinta, no parecía la misma. –Vaya, veo que sí era verdad lo del embarazado. –se burló. – Será un bastardo. -¡No te metas con mi hijo! –ahora ella lo empujó bruscamente contra la pared asustándolo por completo. –Te gana la rabia porque este niño que está en mi vientre no es tuyo y jamás lo será ¿duele no? –se burló frente al chico. Lo soltó y

comenzó a caminar de nuevo. -¡Ese bastardo no va a nacer! ¿Me escuchas Katina? ¡No va a nacer! –gritaba mientras lena simplemente lo ignoraba. *** -Vaya, ustedes dos me sorprenden para tener estudiando tan poco, son muy buenos. -Somos ambiciosos con nuestra carrera, nos apasiona esto. –Respondió sonriente encogiéndose de hombros. -Que modesta. –Bromeó. -Pero ella tiene razón, somos dos Volkov muy ambiciosos. –Sonrió él también. -Si continúan así, podría hacer que en unos seis meses tengan un puesto en un lugar de bastante prestigio aquí en nueva york. –Propuso sonriente. –A los grandes les gusta tener gente joven con ideas frescas y ustedes son unos buenos candidatos. Así que, los explotaré todo este tiempo para prepararlos ¿Qué dicen? Ellos voltearon a verse uno al otro y sonrieron. ¡Genial! –gritaron al unísono. -¡Entonces que no se hable más a trabajar! – Respondió emocionado y dejó que continuaran haciendo su proyecto asignado. -Yulia ¿Un trabajo cuando ni siquiera tenemos un año estudiando en esto? –murmuró confundido. -Somos buenos. –Respondió riendo. –Tampoco nos pondrán a representar una empresa, tranquilo, sólo seremos las ideas frescas del lugar, ya escuchaste a Mark. –Bromeo.

-Bueno quizá tengas razón ¡Pero debemos ponerle empeño a esto en estos meses que vienen! –Rió Anatoli y continuaron su trabajo. Todo marchaba bien, a pesar de la situación difícil, pero ¿Cómo vendría a afectar aún más una nueva alianza? Dos personas con un mismo pensamiento cerrado en su cabeza, es una malísima combinación aquí y en china. *** -Odiaré tanto a ese bebé como tú, pero no podemos hacer nada ¡Lo sabes! Sergey no lo permitirá. -Él no debe de enterarse. -Tampoco es estúpido, sash. -¡Sé que ella sigue hablándose con yulia! ¡Tú también lo sabes! -Lo sé pero ¿Sin pruebas? No haremos nada, y yo solo me ganaré el desprecio de Sergey. -Como si tanto te importara. –murmuró. –debemos hacer algo, yo no me quedaré de brazos cruzados. -¿Has encontrado señales de ella? -No. –Respondió furioso. –Es como si se la hubiese tragado la tierra. -¡Dónde demonios estará! –dijo exaltada. -Sólo lena sabe esa respuesta. –Dijo él. -Tendremos que sacársela, aunque sea a la fuerza. -¿No que no querías meterte en problemas con ella? –se burló.

-Volkova no se quedará así de feliz después de burlarse de nosotros en nuestras narices. –dijo molesta. -planearemos algo, tranquila. *** -Creo que si sigo así, vomitaré lo de la semana pasada. –Recogió su cabello con una coleta y suspiró. –Prefiero que me des pataditas a que me hagas vomitar ¿No quieres complacer a mamá con eso? –murmuraba mientras pasaba sus manos por su vientre. -¡Lena! ¿Estás bien? –apareció corriendo su padre. –Te he escuchado vomitar de nuevo. -Estoy bien papá. –Sonrió. –Es normal que esté así, lo sabes. –Se levantó, la sobre protección de su padre no se hizo esperar y la ayudó a caminar fuera del baño. -Perdón, pero es que estas cosas me ponen los nervios de punta. –Se encogió de hombros y sonrió. Lena rió. –Papá. -Dime hija. –Respondió, llegaron a la sala y se sentaron uno al lado del otro. -Hoy, hoy me he encontrado con Sash cuando salí hace un rato, me ha contraminado fuertemente contra una pared. –Se puso seria. -¡Qué carajos pasa con él! –respondió su padre extremadamente molesto. –Pero me va a escuchar, sólo deja que lo llame. –Se levantó pero la mano de lena lo detuvo. -Espera, no hagas una locura. –Dijo con

tranquilidad, su padre se volvió a sentar a su lado. -Es que no quiero que nadie te lastime. –murmuró. –Ni a ti ni a mi nieto. -¿Te confieso algo? Tengo miedo, de él, y también de mamá. –Dijo un poco triste, a pesar que no le importaba a un 100% el comportamiento de su madre, en el fondo le dolía tanto que la odiara por ser como es. -Tranquila lena. –Besó su frente dulcemente y le sonrió. –Deberán pasar sobre mi cadáver si desean hacerte algo malo, al fin del caso, eres mi hija, deberé cuidarte con capa y espada mientras viva. –Rió. Lena se sintió un poco más aliviada al escuchar aquello, aunque, nunca se sabía que podía pasar. –Gracias papá, te quiero. –Abrazó fuertemente a Sergey, él sonrió, sabía que odiar a lena no tendría sentido, no de nuevo. -Y yo a ti hija. –Susurró. ** -¿En serio no has comido nada que te haga daño? -No, ya te dije que no ¡De ser así tú estarías igual Yulia! -Pero yo soy de hierro. –Bromeó. Alguien apareció de otro cuarto, venía riendo, su risa intrigó severamente a yulia. -¿Por qué te ríes? -¿Es que acaso no es obvio lo que él tiene? –decía riendo. –Tú serás quien críe a ese bebé que lena espera, pero quien puso la “semillita” fue él. – continuaba riendo, yulia seguía sin entender, a su confusión se agregó Anatoli que venía saliendo del baño.

-¿A qué te refieres Larissa? –preguntó el chico. -Hijo, tú vas a sentir lo mismo que lena de seguro está pasando ahorita, náuseas, vómitos, cambios de humor. –Reía divertida al decir todo aquello. – Con la diferencia que a los nueve meses no saldrá nada de tu cuerpo. -¡Demonios! Yo debería sentir todo eso. –Dijo haciendo un puchero la morena. -¿En serio? Podría pasarte todos mis males si quieres. –Ofreció Anatoli un tanto pálido. Yulia lo pensó un poco y luego respondió. –No, así estoy bien. –Rió. –Pobre lena.

Capítulo 71: ¿Niña o niño? -¡Me has dicho que estabas estudiando! ¿Me mentiste? ¡Por qué lo haces! -Lena yo… -¡Me mentiste por Dios yulia! ¿Por qué no me dijiste la verdad? Hubiera entendido todo perfectamente…-Comenzó a sollozar. -Lena cálmate, por favor, no llores. -¿Qué me calme? ¡Ve a calmar a alguien más Volkova! ¡estás enferma y no me dijiste! -Len, es sólo gripe no exa… -No te atrevas a decirme que no exagere ¡Porque no lo estoy haciendo! ¡El cuarto mes estaba a mitad de su curso! ¿problemas? A flor de piel, realmente eran ocasionados por los cambios de humor de lena. -Pero si no es nada grave, por favor tranquilízate len.

-¡Por qué no me dijiste! No, tuviste que salir de VOLKOVA y decirme que habías estado ocupada estudiando ¡ESTUDIANDO! ¿Por qué peleaban ahora? Yulia no le había dicho que tenía una pequeña gripe que la tuvo en cama unos días por la fiebre “cambios de clima” la ola de calor que se soltó en esa semana en Nueva York le afectó a la morena, así que en la última llamada que tuvieron, yulia le había dicho que pasaría ocupada estudiando. Un grave error mentirle a una embarazada… ¡Un estornudo y una pequeña tos al momento de hablar por teléfono la delataron! haciendo que las emociones de lena se dispararan a diferentes direcciones y pues, terminaran peleando. -Ya, lo siento, sólo no quería que te preocuparas, es una tontería la que tengo en realidad. –Rió yulia, trataba de calmar a lena. -¡Parezco una loca! ¿Verdad que lo parezco? ¡Mis malditos cambios de humor arruinan todo! -No estás arruinando nada Len, no digas es… -Vas a dejarme, de seguro lo harás ¿Quién quisiera estar con una loca bipolar con 4 meses de embarazo? ¡NADIE! -Len… -Soy un desastre, de seguro no serviré de madre… -Lena. -Nuestro bebé no me hará caso ¡No tendré autoridad sobre él! Y tú, tú vas a malcriarlo.

-¡Katina! -Ya lo veo tatuado y fumando marihuana contigo en alguna calle de mala muerte de nueva york… -¡Oye, me estás ofendiendo! –Respondió la morena, se tapó la boca al decir aquello, sabía lo que venía. -¡Hay Jesucristo bendito! Te he ofendido, soy una desgracia, primero no serviré como madre y ahora, ahora ofendo a mi novia ¡Qué clase de persona soy! -¡YA BASTA LENA! –gritó yulia del otro lado de la línea, era normal que lena comenzara a hablar impulsivamente cuando tenía sus ataques. -¡Yulia! ¿Por qué me gritas?-dijo con un tono triste, sus ojos comenzaron a cristalizarse. Yulia suspiró y pegó una de los cojines del sofá en su cara, Anatoli y Larissa se acercaban a la sala con algo de comer y cuando vieron a yulia así rieron y dijeron al unísono. –Está hablando con lena. -Se sentaron frente a ella y observaron una vez más aquella escena que tanto los entretenía día a día. -Perdón, no quise gritarte, se me salió el animal que llevo dentro. -Me heriste. –dijo dramáticamente. -Lo siento amor, perdóname. –Suplicaba un tanto temerosa de la reacción de lena. –No quise hacerlo. -Ya, ya, tranquila. –Sonrió lena como si nada hubiese pasado, la morena suspiró aliviada. –Pero

no vuelvas a mentirme. -No lo haré. Prometió rápidamente. –Pero dime, ¿Cómo has estado tú? -mejor que nunca. –Dijo feliz. –Ignorando los cambios de humor… -Y que lo digas. –murmuró entre dientes la morena. -¿Qué dijiste? –preguntó lena sin entender el murmuro de yulia. -Que-que, Anatoli no quiere darme un trozo de pizza. –Mintió. -Ah eso. –Rió la pelirroja. –ya falta poco. -Lo sé. –Susurró yulia con una sonrisa en su rostro. -¿Cómo va esa pancita? -Creciendo rápidamente. –Dijo riendo. -¿Ya quieres saber qué será? -¿Tienes ya eso? –preguntó asombrada la morena, lena rió. -Claro que sí, desde el mes anterior pude saber que era, pero quería estar segura, ayer me he hecho la ultrasonografía, pero le dije a la doctora que no me dijera y lo escribiera en un papel, quería compartir este momento contigo. –Se encogió de hombros, a la morena le llenó de ternura esa acción de parte de lena. -Pues venga, abre ese papel amor. –Dijo entusiasmada. Lena sacó de su pantalón el papelito que tantas ansias tenía de abrir desde hace tantas horas. ¿Lista? –preguntó.

-¡Claro que sí! ¡Vamos! –apuró yulia. Lena desdobló el papel y quedó boquiabierta con lo que estaba escrito en él. –Oh por Dios. –murmuró asombrada. -¿Qué pasa? ¿Todo está bien? ¡Dime algo! –decía yulia mientras lena seguía en su eterno shock. -Yulia. –dijo en un hilo de voz. -¿Qué? Vamos dime que pasó ¡Los nervios me están mat… -Tendremos gemelos. –Interrumpió la pelirroja casi en un susurro. Yulia no dijo nada, se había quedado directa, Anatoli y Larissa la observaban desde el otro sofá. -¿Qué le pasa? –le preguntó el chico a Larissa. -No sé. –murmuró. –Yulia ¿Estás bien? –preguntó al ver que su hija no emitía ningún sonido ni movimiento. Se levantó y se paró frente a ella. ¡Yulia! Reacciona. –tronó sus dedos frente a ella y nada. Le quitó el teléfono de la mano y se escuchaba a la pelirroja hablar. -…Yulia, yulia contéstame ¿Estás bien? ¡Dime alog, amor! -Lena. –Contestó Larissa. -¡Larissa! ¿Qué le pasó a yulia? ¿Se desmayó? Dígame que está bien. -¿Pero qué le has dicho? Se ha quedado como ida. -¡VOY A TENER GEMELOS! –gritó yulia

repentinamente, saltando sobre el sillón y abrazando a Larissa quien atendía la llamada de lena. -Bueno, ya reaccionó. –Dijo la ojiazul riendo. – Espera ¿Qué has dicho? –calló en cuenta de las palabras que había dicho yulia hace unos escasos segundos. -¿Gemelos, lena? -Así es. –Respondió ella contenta. –Será una hermosa niña y un varón. -¿Le has dicho ya eso a yulia? –preguntó, mientras miraba a yulia saltar feliz abrazando a su hermano. -No. –Rió. –Creo que si se lo digo, va a desmayarse. -Debes hacerlo. –Murmuró riendo. -¡Larissa dame ese teléfono! –saltaba frente a ella como si fuera una chiquilla mientras trataba de arrebatarle de las manos el celular. -Felicidades Lena, te paso a yulia que esta por arrancarme la mano. Cuídate pequeña, nos vemos pronto. –Sonrió. -Gracias Larissa, nos vemos. –respondió la pelirroja, Larissa le dio el celular a yulia que casi lo tira al suelo de tanta felicidad. -¡Amor! Tendremos gemelos ¡Dos angelitos hermosos! –decía feliz la morena. -Sí amor, serán dos bellos bebés. -Pero dime ¿Qué van a ser? ¿Niñas, niños? -Prométeme no desmayarte. –pidió la pelirroja riendo.

-No lo haré lo prometo pero dime. –Suplicó yulia. -Niña y niño. –Respondió lena sonriente. -¡Sí! –gritó yulia mientras comenzaba a saltar nuevamente. -¡Tendremos una pequeña princesa! ¡Y a un hermoso campeón! –gritaba feliz por toda la casa. -¡Lena! ¡Te amo, te amo, te amo! ¡Gracias por darme esta noticia! Pero, también a ti felicidades mi vida. –Rió, de la alegría había olvidado ese detalle. –Dios siento que comenzaré a llorar. -te juro ¡No me imaginé que fuera a salir esto! – decía alegremente la pelirroja. –Pero me llena de felicidad saberlo, tendré tres razones de vivir, tú y esos dos diablillos más que están creciendo dentro de mí. –Acarició su, ya notable estómago. – Me muero por estar ya contigo. -¡Faltan menos de tres semanas, amor! Tranquila, pronto estarás aquí y yo, yo cuidaré de ustedes tres ¡Tres! Dios, estoy que aún ni me la creo. – Reía felizmente. –creo que tendré que cambiar el color de la habitación. –Murmuró frunciendo el ceño. -Volkova ¿Qué color lo has pintado? –preguntó lena. -Amm, ya sabes, un color neutro, no significa nada, pero ahora que sé que serán dos, debo ponerlo adecuado para ambos. –Reía nerviosamente. -Lo has pintado de azul ¿Verdad? -Sí. –Admitió en un suspiro la morena. -Tú no tienes arreglo. –Decía riendo la pelirroja.

-Pero así me has amado durante todo este tiempo. –Respondió yulia. -Que modesta, pero sí, tienes razón. –Admitió lena. –Así sin arreglo te amo, y te amaré siempre Capítulo 72: Unos pocos días…Todo puede pasar.

-Faltan unos días aún ¿Por qué has venido a despedirte ya? –preguntó riendo. -Sí lena, es muy pronto. –protestó alguien más. -Es cierto pero ¿Qué tal si después ya no tengo tiempo? Además, sólo faltan 5 días. –Se encogió de hombros. –Es mejor antes que nunca. -Vas a hacernos tanta falta. –Susurró. –Primero yulia y ahora tú. -¿Volverán verdad? –preguntó. -No lo sé. –Respondió la pelirroja. –Ya sabes que estar aquí es una bomba de tiempo, peor con dos hijos que cuidar, yulia no querrá arriesgarse tanto. -Bueno, entonces creo que nosotros tendremos que ir a visitarlas. –Rió. -Saben que serán muy bienvenidos allá, dima. – Dijo lena sonriente. –Pero ahora debes cuidar de Masha. Mira que ya falta poco. -Lo sé. –Sonrió el castaño feliz. -¡Oye! Pero mírate, tú tienes dos pequeños dentro y tu panza sólo parece que has estado de rumba un mes completo ¡No entiendo! –La rubia Se cruzó de brazo fingiendo estar molesta.

-Tengo casi los 5 meses, tú ya tienes encima los 7 ¡Que esperabas! –respondió la pelirroja mientras reía, dima abrazó a su novia, él también se moría de la risa con aquel comentario. *** -¿Qué piensas hacer con eso? -Acabaré con esa desgracia que está por nacer ¿A caso no es obvio? -¿No te he dicho? –preguntó frunciendo el ceño. – Está esperando gemelos. -¡Cómo que gemelos! ¿Por qué demonios no me has dicho nada Inessa? -Lo siento, lo había olvidado por completo. -¡Demonios! –tiró lo que tenía en su mano y comenzó a caminar en círculos. –Me estoy volviendo loco ¡Esto me obliga a usar algo más fuerte! -¿De qué hablas sash? –preguntó confundida. -¡Una simple cortada y acabaría con ese mocoso, y no le pasaría nada a Lena! –Gritó molesto. –y hoy, Hoy creo que tendré que bañarla en balas. – murmuró. -¡Ni se te ocurra! –Saltó inessa sorprendida. -Tú quieres desaparecer al hijo, perdón, hijos. – Corrigió. –De lena ¡Para eso me has buscado! -¡Sí, pero no para que acabes con mi hija! -Ahora es tu hija. –Se burló. -Piensa en algo más inteligente ¡Sé que puedes! – alentó.

-¿y yo por qué debo hacer todo el trabajo? –preguntó un tanto molesto. –Tú solo ordenas y no haces nada ¡Nada! -¡Dime que quieres que haga y lo haré! –Respondió ella. Él sonrió. –Te daré la clave como acabar con esos niños. *** -¡Lena viene en 5 días! ¡Limpien todo! ¡Este lugar tiene que brillar! -¿por qué el apuro con eso? Aún queda tiem… -No conoces el cuarto de Katina. –Murmuró muy cerca de su rostro. –Ese lugar brilla, no importa si hay un tsunami afuera, o un tornado arrasó con su casa ¡Siempre está arreglado! -Y tu cuarto ahorita parece un estadio de futbol después de un partido. –Se burló descaradamente. –Tranquila yulia, te ayudaré con eso, pero más tarde, déjame ver la tele. -¡La programación está en inglés! –Gritó frente a él. -Y lo ha estado desde que venimos, además ¡Ya manejamos un poco el idioma! Te he visto mirando las noticias, no me vayas a mentir. -Sólo quiero ver si pasa algo en Moscú, es todo. – Respondió yulia rápidamente. -Sí claro, y si lo vez es porque entiendes lo que dicen. -Rió -ya, ya, deja de molestarme ¡Y arregla tu cuarto!

-¿Cuál es el griterío que se tienen ustedes dos? – Apareció Larissa frotando su cien. -¡Larissa! –saltó yulia primero. –Dile a Anatoli que arregle su habitación. -¡No! ¡Ella debe arreglarla! Como si lena fuese a quedarse en mi cuarto. -Ya quisieras. –Se burló la morena de su hermano. -Parecen un par de niños ustedes dos ¡Cada quien irá a arreglar su habitación! –indicó, tomó el control del tele y lo apagó. -¡Ahora! -pero…-dijeron ambos chicos al mismo tiempo. -¡Nada de peros! Ahorita he dicho. –Respondió ella en un tono serio. -Ya vamos. –Susurró la morena y comenzó a caminar hacia su habitación cabizbaja. Larissa sonrió. -¿Y tú qué esperas? –le preguntó al Rubio, él se levantó rápidamente del sofá. -Ya voy. –Dijo y siguió el mismo camino de yulia. -Estos niños. –murmuró Larissa divertida. *** -¿Qué haces aquí? –preguntó poniendo su taza en la mesa. -Casualidades de la vida encontrarnos por aquí. – Se encogió de hombros y sonrió. -¿Sabes algo de tu hija? -¡No! ¡No sé nada de ella! ¿Es que acaso sigues con lo mismo después de tantos meses? –

preguntó un tanto molesto. -¿Acaso tú no? –se burló y lo miró de pies a cabeza. –Vaya, andas de traje, eso quiere decir que has conseguido trabajo. –Rió. –Dime ¿Con cuál de los mejores traficantes de drogas te has juntado? Trabajo y hago algo por mi vida, honradamente, no como tú. –Respondió molesto. –Ya no estoy metido en esas cosas. –Aclaró. -Vaya, pero vamos Oleg ¿Acaso no quieres ganarte unos rublos extras con otro trabajito conmigo? -¡Eres estúpido o qué! –gritó por demás furioso el ojiazul y se levantó de golpe. -¡Deja de molestarme más! Y deja a yulia en paz ¡También a Lena! Jamás va a quererte ¡Comprende eso! –se rió al percatarse de algo. –Sólo mírate cómo estás, eres un desastre, la rabia de no ser querido está acabando con tu vida. -Deja de molestarme. –Dijo sash un tanto molesto. -Entonces deja tú de molestarme con lo mismo. – Advirtió muy serio el ojiazul. –ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer. –Y sin decir más, tomó su maletín y se fue de ahí dejando a Sash sólo con su ira. *** El día pasó sin más novedades, tanto como en Moscú, como en Nueva York. Al día siguiente la pelirroja se levantaba muy temprano, era martes, debería seguir yendo a la universidad con normalidad para no levantar sospechas de nada. Le preparaba el desayuno a su padre como se le había hecho de costumbre, ya que su madre, pues, bien gracias.

-Hija ¡Buenos días! –Saludó su padre. –Te he dicho que dejes de hacer esto, yo puedo hacerlo, a ti te cansará más. -Hola papá. –Rió lena. –Tranquilo, para mí es agradable cocinar, lo sabes. –Se encogió de hombros. Se entristeció un momento, sabía que dejaría a su padre solo con toda esa carga, pero ¿Qué podía hacer ella? -¿Pasa algo lena? –preguntó su padre sirviendo su café en una taza. Ella salió de sus pensamientos. –No, nada papá, solo, estaba pensando. -¿En qué? –preguntó curioso. Lena dejó de un lado el sartén que estaba usando y abrazó a su padre fuertemente. –Te quiero papá, no lo olvides. –Susurró un tanto melancólica. Él se extrañó al ver aquella acción de su hija, pero no le negó corresponderle el abrazo. –Yo también te quiero hija, siempre lo haré. -¿Pase lo que pase? –preguntó ella apretando más a su padre. Con esa pregunta, lo extrañó aún más al hombre. Pero terminó respondiendo. –Claro que sí lena. Ella sonrió al escuchar aquello. Inessa los veía desde las escaleras, le llenaba de rabia ver que su esposo apoyara las “estupideces” de lena, pero también la llenaba de rabia saber que a su hija le diera igual si ella seguía con vida o no, al menos, eso pasaba por su cabeza. ***

Tachó un día más del calendario, sonrió al ver que el día que ella tenía marcado se acercaba cada vez más. –Ya falta poco. –susurró para ella misma. Apretó contra su pecho la foto que tenía en sus manos. –unos días más y estaremos todos juntos. -Así será. –interrumpió alguien su monólogo. -Me has asustado. –Rió la morena. -¿Tú crees que las cosas no están demasiado tranquilas? No sé, es un vago pensamiento que tengo desde hace días. -Es solo la presión yulia. –tranquilizó Larissa acercándose a ella. –Todo estará bien, y ella vendrá sana y salva el sábado. –Le mostró su apoyo tomándola por los hombros, yulia ya permitía esos acercamientos de parte de ella sin problemas. -Quizá sea eso. –respondió tranquilizándose. Se volteó y miró a su madre, le regaló una sonrisa. – Gracias por todo. -Deja de agradecerme, me creeré santa si sigues así. –Dijo bromeando la ojiazul. En un descuido, yulia la abrazó efectivamente, dejando asombrada a su madre, estuvieron así un par de segundos, luego la misma yulia se separó de ella. -De verdad gracias. –Repitió por demás agradecida. -No hay de qué pequeña. –Susurró alegre su madre. –He venido a buscarte porque el almuerzo ya está listo. –Recordó riendo. Yulia también reía. –Pues vamos a comer. –Y salieron de la habitación felices. Padres, hijos, por muchos errores que comentan entre sí, si existe el

arrepentimiento ¿Por qué no dar una segunda oportunidad? Luego, podría ser muy tarde… Capítulo 73: Todo salió mal. -Entonces ya sabes lo que tienes que hacer. -Sí, sí, sí, ya entendí, no soy estúpida. -Es nuestra única oportunidad ¡Sí sale mal iremos a la cárcel seguramente! -Yo me encargaré que eso no pase. –Prometió. -Está bien… *** -¡Hey! ¿Para dónde tan de prisa señorita? -¡Papá! Me asustaste. –Dijo riendo. –Voy, voy, debo ir a hacer un trabajo de la universidad, voy atrasada. -Bueno, ve y no vengas tardes yo haré la cena ahora. -Vaya, muero por probar esa comida. Rió. -He notado el sarcasmo de tus palabras jovencita. -Lo he dicho en serio papá. –Sonrió tiernamente, luego miró su reloj. –Debo irme no me tardo. – Besó la mejilla de su padre y salió del lugar rápidamente, bueno, hablando en literal, ¿Quién podría correr con una pancita de 5 meses? -Lena, nunca cambiarás. –Murmuró entre risas su padre al ver a su hija correr de ahí.

*** ¿Para dónde iba tan de prisa? Obvio, no tenía ningún trabajo de la universidad. Era jueves, 3 de octubre. ¿Qué pasa con eso? Dirán, pero la hora, había llegado, estaba a un día de finalmente poder salir del país y reunirse con su amor en nueva york ¡malditas horas que no pasaban rápido! Apenas eran las 8am, debía ir con su doctora, no la dejarían tomar el avión sin un permiso médico. Su pancita estaba demasiada crecida y aparentaba tener más meses de los que en verdad tenía, era el único problema que tenía, pero por lo demás todo estaba perfecto, o eso pensaba ella. -¿llevarás equipaje? -No lo sé, no sabría cómo sacarlo sin que nadie se de cuenta. –Retocó un poco su maquillaje, su celular comenzó a sonar. -Debe ser Volkova. –Rió. Tomó el celular de su cartera y contestó la llamada. -¿Hola? -¡Buenas tardes! -…Días. –interrumpió riendo. -¡Días! –corrigió también riendo. –Len ¿Cómo estás amor? -Hola yul. –Dijo tiernamente la pelirroja. –Estoy bien, voy con dima donde la doctora. -¿Qué pasó? ¿Te pasó algo? ¿O a los bebés? – preguntó preocupada. -No. –Negó riendo. –Voy a lo que te hablé hace unos días. -Ah. –Recordó y sintió un tremendo alivio dentro de

ella. -¿Todo listo? -Casi ¡Falta poco para que volvamos a estar juntas! -¡Por fin! –gritó contenta. -¡5 malditas meses sin ti! Es un infierno. Dima escuchó eso y rió. -5 meses sin sexo, y los otros que le faltan, llegarás a visitar su mal humor de nuevo. Se carcajeó contagiando a lena con su risa. -¿De qué se ríen? –preguntó yulia del otro lado de la línea. -De nada amor. –Decía entre risas la pelirroja. Yulia frunció el ceño, sabía que dima había dicho algo. –Dile a ese pájaro loco que se cuide. -No vas a intimidarme. –Gritó dima mientras conducía. Dio unas dos vueltas más y llegaron finalmente a la clínica. Se estacionó y ayudó a lena a salir. -llegamos yul. –murmuró lena caminando hacia el lugar con el castaño. -Si quieres cuelgo para que pued… -No. –interrumpió lena. –Sólo será un momento. -Está bien. –dijo la morena, sabía que discutir con lena en esas condiciones sería armar la tercera guerra mundial. Subieron al ascensor mientras continuaban hablando por teléfono. Subieron hasta el segundo piso pasaron por unos dos pasillos más y llegaron hasta donde estaba la secretaria. –Hola. –dijo la pelirroja.

-Buenos días Elena ¿Tienes consulta? -¿Qué es esa confianza, eh? –preguntó yulia al escuchar la “confianza” de la chica con su novia. -Cállate. –murmuró riendo. –Sí, tengo cita. –Se dirigió a la chica amablemente. -Deja le aviso que ya viniste. –Se paró y llevó con ella unos folders. -Me debes una explicación Elena katina. –dijo un tanto seria la morena. -¿Estás celosa? –preguntó riendo. -Estamos a miles de kilómetros, eres hermosa, nadie sabe que tienes novia ¡Dime como no estar celosa! –respondió yulia, realmente lo hacía por bromear. -Te amo, eres una dramática. –susurró lena riendo, la chica venía de regreso. -Lena, ya puedes pasar, te está esperando. -¡Deja a mi chica en paz! –gritó yulia. -¡Oye, no grites! –reprendió la pelirroja. –Gracias Miranda. –Le dijo a la chica sonriente. –dima ¿Vienes conmigo? -¿Va a revisarte? –puso una cara de miedo. -No tarado, no lo hará. –Rió. -Está bien te acompañaré. –Dijo el castaño poniéndose de pie. -Miranda, nombre de conejita playboy. –se burló la morena.

-Yulia, deja de pelear. –Regañó de nuevo lena. -La chica está buenísima. –Dijo dima tomando el celular de lena, ella le dio un leve golpe en el brazo. -¡Dima! ¡No me jodas! –gritó yulia un tanto frustrada. -Amor, entraré con la doctora, si quieres cuelga y luego hablas. -Ahora quieres que cuelgue verdad. –dijo seria. – pues no, no voy a colgar. Aquí me quedaré hasta que termines de hablar con la doctora. –se acomodó en el sofá, apartando los libros que tenía al lado. Lena suspiró. –A veces la embarazada pareces tú. –murmuró entre dientes. –Está bien no tardaré. -Aquí estaré. –lena tocó la puerta del consultorio de la doctora ella dijo un leve “pase” y ambos chicos entraron. -Buenos días doctora. –Dijo lena. -Lena querida. ¿Cómo estás? –saludó la doctora, yulia estaba escuchando atentamente la conversación. -¿Te has sentido bien? ¿Hay algún problema? –invitó a los chicos a sentarse y ellos lo hicieron. -Debo salir del país. –Respondió ella. –Pero en el aeropuerto no me dejarán abordar sin tu autorización. –Se encogió de hombros. -¿Le hablas de tú, eh? –decía yulia del otro lado de la línea, el celular de lena estaba en el escritorio de la doctora, solo se escuchaban unos murmureos. -Vaya, salir del país. ¿A dónde irás? –preguntó curiosa su médico mientras buscaba unos

papeles de un estante. -¡Que coños te importa! –gritó yulia, lena rió por lo bajó al escuchar levemente el gritito de yulia. -Es un viaje familiar, pero estaré un tiempo fuera. – Respondió ella sin decir más. -Bueno. –Se sentó frente a ella y comenzó a llenar una hoja. –Pondré que tienes 4 meses, no te dejarán subir si pongo que tienes 5, explicaré que tienes el estómago tan grande porque son gemelos, por ende ¡Será más grande! –bromeó. Escribió rápidamente, asombrando a dima. –la firma, un sello, y……¡perfecto! Todo listo. –Sonrió. –Aquí tienes lena, con esto podrás salir. –le entregó a lena el papel. -¡Doctora, mil gracias! –dijo feliz lena y miró a dima. -ya sabes, pero cuídate, no dejes de tomar tus medicamentos. –Miró a dima. –Oblígala a estarse chequeando si siente algún malestar. -Pero yo, yo…-Balbuceó y lena le dio un codazo. – Claro, yo haré que tome sus medicamentos. – Sonrió un tanto nervioso, la doctora rió. -Bueno, creo que eso es todo. –Dijo lena poniéndose de pie lentamente. Guardó el papel en su cartera y tomó de nuevo el celular. Dima hizo lo mismo. –Muchas gracias doctora Kozlova. -Kozlova, segura puta regalada. –murmuró de nuevo yulia. -A ti lena, espero verte pronto y poder ver a esos pequeños. -Lo único que verá será mi puño. –Seguía susurrando la morena. -Sí, ya casi será eso. –Sonrió lena.

Terminó de despedirse y salieron de ahí. -¿Amor? -Doctora Kozlova y la otra, ¿Cómo se llamaba? Ah sí, la playboy Miranda. Oye, has estado ocupada estos meses. -¿Me estás acusando de algo, Volkova? – Respondió seria, dima se adelantó a abrir el auto, sabía que faltaba poco para una guerra. -No claro que no, como crees. –Rió. –No veo la hora porque vengas aquí conmigo, juro que no te dejaré salir a ninguna parte. -Vaya, se te salió el lado posesivo Volkova. –Se carcajeó mientras terminaba de subir al auto. -Debo cuidar lo que es mío. –Sonrió y se encogió de hombros. –Sólo bromeo, sabes que confío en ti, amor. –Aclaró. *** -¿Ya lo hiciste? -¿Acaso está aquí? ¡No! ¡Salió y no sé a dónde! ¡Demonios! -Ya, tranquila, todo saldrá bien, hazlo más tarde y ya. -Tú no harás nada, por eso estás tan tranquilo. -¡Oye! ¿sabes que puedo perder a mi amor en eso? -Como si le importaras. –Murmuró. *** -He hecho que dima se estacione en un lugar que conocemos. –Dijo riendo. -¿Dónde estás? –preguntó curiosa. –Espera, no

me digas que estás en… -Exacto. –interrumpió. –Mañana cumplimos un año de conocernos, y no podremos estar en este lugar nuevamente, al menos no por el momento. –Rió. -Tienes razón. –murmuró. -¿Qué tal se ve mi bello Moscú desde ahí? -Así como la primera vez. –Dijo mirando fijamente el paisaje. –La diferencia es que ahorita aún hay sol. -Como extraño mi ciudad. –Dijo un tanto melancólica. –pero donde estés tú, será mi hogar. Aunque sea debajo de un puente de nueva york o de la india. –Bromeó. -Oye, no olvides que tenemos dos angelitos en camino. –Rió la pelirroja mientras frotaba su abultado estómago. –Te debo una respuesta a algo, yul. –dijo seria. -¿Respuesta? ¿De qué? –preguntó confundida la morena. -Vaya que eres cabeza dura Volkova. –Se carcajeó la pelirroja. -No…bueno, sí. pero dime ¿De qué respuesta hablas? –preguntó nuevamente. -yulia, me has pedido hace unos meses que, te dé una respuesta un día antes de mi cumpleaños… Yulia pensó y pensó hasta que recordó lo que era. -¡Demonios! ¡Es cierto! –saltó con una sonrisa en su rostro. -Ya recordaste. –Se burló la pelirroja. –La respuesta es sí. -Sí, soy una cabeza d…¿Qué-qué has dicho? – preguntó dudosa.

-He dicho que sí. –repitió riendo. -¡Lena! ¡Lena, vas a casarte conmigo! –gritó a todo pulmón la morena al otro lado de la línea. -Así es. –Contestó lena por demás feliz. -¡Nos vamos a casar! ¡Síiiiiii! –saltaba por todo el lugar la morena. -¿Escuchaste eso Anatoli? ¡Me voy a casar con lena! ¡Nos casaremos! –repetía una y otra y otra vez por demás alegre. Todo estaba listo, el ‘sí’ a la propuesta de la morena de hace unos meses, el viaje para un hermoso reencuentro también lo estaba ¡Perfección por todos lados! Ahora sólo faltaba que las horas avanzaran a pasos agigantados. -papá, ya vine. –Gritó cerrando la puerta de su casa. –Demonios que oscuro está. –murmuró, todo el lugar estaba a oscuras, buscó el interruptor, pero cuando lo presionó, la luz no encendió. –Genial no hay luz ¿Papá? ¿Estás aquí? –preguntó, pero seguía sin tener respuesta. –Bueno, tendré que subir a oscuras. –suspiró y comenzó a subir lentamente los escalones, sacó su celular y con la escasa luz que este le proporcionaba pudo tener una ligera vista del lugar, pero cuando terminaba de subir el último escalón, sintió un leve empujón desde la oscuridad que la hizo perder el equilibrio por completo. Trató de aferrarse al pasamano, pero su peso pudo más y ella lo sabía. –No. –murmuró. Y sin más cayó y bajó de golpe todos los escalones, aferró sus manos a su vientre antes de llegar al último escalón, su cabeza rebotó fuertemente con el suelo dejándola tirada e inconsciente a la mitad de la oscuridad, alguien sonreía frente a ella.

Capítulo 74: Este, es tu fin.

-¡Quítense de mi camino! –gritó. -¿Cómo está su pulso?

-Débil. -Demonios. –murmuró. -¿Los bebés? ¿Qué tal están ellos? -sus latidos suenan bien, pero no es de confiarnos. -¡Doctora! ¿Cómo está mi hija? –preguntó una tercera voz aún más angustiado. -Aún no lo sabemos, tenemos que hacerle unos estudios y… -Por favor, no deje que le pase nada malo. – Interrumpió realmente angustiado. –Ni a mis nietos, por favor. –susurró. -Su hija estará bien, haremos todo lo posible para que nada malo le pase. -¡Había mucha sangre cuando la encontré! –gritó exaltado recordando aquel momento. -Lo sé, pero debe de tranquilizarse, vaya a la sala de espera, yo llegaré en cuanto termine. Por favor, debo ir a atender a su hija. Él soltó su brazo finalmente. –Está bien doctora. Ella le sonrió levemente y salió corriendo siguiendo la dirección donde los enfermeros llevaban a lena. Sergey fue a sentarse a esperar ¿Qué más le quedaba? No podía hacer nada, sólo torturarse recordando lo que vio cuando llegó a su hogar. – No debí salir de la casa, debí esperar que ella llegara, todo esto no hubiera pasado. –murmuraba mientras tenía apoyada su cabeza en sus manos. -Disculpe. –interrumpió alguien sus lamentos, él levantó su cabeza y lo miró extrañado.

-¿Sí? –preguntó sergey. -¿Sergey katin, verdad? –Preguntó, él sólo asintió levemente. –Soy oficial de policía, investigador más bien. –Corrigió un tanto apenado, sergey seguía sin entender. -¿En qué puedo ayudarte joven? –dijo un tanto frustrado. -He visto venir a la que creo es su hija muy malherida ¿Fue un accidente o alguien lo provocó? –preguntó directamente sin tantos rodeos. El ojigris no sabía que contestar, tanta presión estaba acabando con él. –Yo, yo no sé, no estaba en casa cuando pasó. –dijo casi en un susurro. -Señor, tranquilo, es sólo protocolo del hospital, ya sabe, con estos accidentes, se debe llevar un control por si alguien los provocó. -¡Ya te he dicho que no lo sé! –gritó molesto. -Entiendo. –Dijo comprensivo. –Pero deberé hablar con su hija. -Ella está inconsciente. –Respondió serio. -Bien. –Susurró un tanto apenado. –En cuanto despierte ¿Me dará acceso a ella? -Sí lo que sea, debe haberse resbalado nada más. -Sólo será para confirmar, espero ella mejor señor Katin. –Contestó el chico con una leve sonrisa en su rostro. *** -Vamos Lena, no te rindas. –murmuraba. -¿El quirófano está listo?

-Sí doctora. –respondió. -bien. –terminó de lavar sus manos y se preparó para entrar al quirófano, donde la esperaba la pelirroja totalmente inconsciente. –Vamos a cerrar la cortada de la cabeza, lo haremos rápido, pero bien. No podemos poner mucha anestesia por su embarazo ¿Entendieron? –los que estaban frente a ella asintieron. –Bien, no descuiden los monitores con los signos vitales, tanto como los de ella como los de los bebés. Llamen a ortopedia para que vengan a ver su brazo. –Volvieron a asentir. –Está bien, comencemos. –sus guantes fueron puestos, la pelirroja estaba de lado, dejando ver claramente la cortada que hacía en su cabeza. Tomó la aguja y suspiró antes de comenzar su trabajo. *** -¡Inessa! ¡Dónde demonios estabas! –gritó furioso al verla pasar a la sala de emergencia. -Estaba con mis amigas. –Dijo seria. -¿Qué ha pasado? -¡Que qué ha pasado! ¡Tu hija está grave y tú vienes media hora después! -Déjate de dramatismos, vine lo más rápido que el tráfico me lo permitió. –se sentó tranquilamente en la silla al lado de sergey. -¡pero dime como pasó esto! –dijo fingiendo estar alterada. -No, no lo sé, la encontré tirada a la mitad de la sala ¡Con sangre, muchísima sangre a su alrededor! -sus manos temblaban con cada palabra que decía. –Ahorita está en el quirófano, están cerrando esa herida. -¿Estaba consciente? –preguntó curiosa.

-¡Cómo estarlo después de ese golpe! –respondió casi en un grito sergey. Sonrió levemente sin ser vista por él. –Ella estará bien, sabes lo fuerte que es. Sergey la miró, no podía creer que tranquila se veía su esposa sabiendo que su hija estaba en el quirófano, decidió ignorarla y continuar con su eterna preocupación. **** -¿Dima? ¡Dima al fin cariño! ¿Cómo está todo por allá? -¿Yulia? Todo está bien por acá! –rió –Ya era tiempo que me hablaras a mí. -Sí, sabes que ahora estoy más preocupada que nunca. –dijo un tanto seria. -Lo sé, pero tranquila, todo estará bien, ya está planeado todo. –Sonrió. –Su vuelo sale a las 4am. -¿Hora de Moscú o de américa? –preguntó completamente confundida la morena. -¡Moscú, Volkova! –respondió burlándose su amigo. Yulia se escuchó como que estuviese contando. – Ya, no grites. -¿Ajustaste ya tu reloj? –seguía burlándose el castaño. -No molestes, sigo sin entender esto, sólo sé que cuando aquí es de día allá es de noche y viceversa, maldita sea. –maldecía por lo bajo, dima sólo reía, extrañaba escuchar esas cosas de

parte de Yulia. –por favor, cuídala. –Dijo luego de un rato. -Claro que lo haré, lo he hecho todos estos meses. –Resopló. -Mi pequeña está por cumplir 18 años ¡Por fin estaremos juntas! –Dijo feliz. –Al fin nos casaremos y… -¿casarse? ¡Espera! ¿De qué me perdí? – Preguntó asombrado. –Ustedes se casan tienen hijos ¡Y yo no me entero de nada! –gritó riendo. -Larga historia, y las llamadas me salen algo caras eh. –Se carcajeó, aunque era verdad. -¿Qué tal está Masha? -¡Ella está bien! Sólo que sus cambios de humor… -Ya, ni lo menciones, sé lo que es eso. – interrumpió encogiéndose de hombros la morena. –He discutido con lena los últimos meses por cosas sin sentidos. -Yo la he visto llorar a ella por cosas sin sentido. -después ella llora y me pide disculpas…-Seguía hablando yulia. -Luego se enoja conmigo. –Dijo dima. Ambos suspiraron. –Mujeres! –dijeron al mismo tiempo, luego rieron. *** -¿Señor Katin? –preguntó una mujer, él se levantó de golpe y caminó hacia ella. -¿Cómo está lena? –preguntó por demás preocupado, alguien se paró detrás de él. –Es mi esposa, dígame algo. –Aclaró cuando vio que no

decía nada. -Hemos podido controlar la hemorragia de la cabeza. –Dijo seria haciendo una pausa. –Ahorita están enyesando su brazo, se lo fracturó con el golpe. -¿Y los bebés? –preguntó un tanto aliviado. -Ellos, están bien. Es sorprendente, al parecer ella hizo lo posible al momento de caer por no lastimarse el vientre. -El peor golpe lo tiene ella ¿Verdad? –murmuró esperando la peor respuesta. -Demonios. –murmuró Inessa. -Ella aún no despierta, deberemos esperar a que le pase el efecto de la anestesia y ver cómo reacciona. -¿habrán consecuencias? –seguía preguntando. -Eso aún no lo sabemos, como le repito, debemos esperar a que despierte y poder examinarla mejor, pero mientras tanto, llevaremos el control de los pequeños, que a pesar de todo han reaccionado bien. –Sonrió levemente la doctora. -¿Podría entrar a verla? Preguntó un tanto desanimado. -Claro que sí, pero sólo puede entrar uno a la vez. –Especificó. -ve tú primero. –habló por fin inessa. –Tengo, tengo que hacer una llamada, no me tardaré. Sergey seguía mirándola igual de molesto. –Está bien. –contestó serio. Ella salió del hospital.

-pase por aquí. –dijo la doctora guiando a sergey hasta el cuarto donde estaba su hija. Llegaron hasta cuidados intensivos. –Aquí es, todo lo que usted le diga ella podría escucharlo, quizá la alente a despertar. –Susurró dándole ánimos al ojigris. El asintió con una media sonrisa y abrió la puerta. –Lo dejaré solo. –se fue de ahí dejando a padre e hija solos. Él caminó hasta la cama donde dormía la pelirroja, sus rizos eran aplastados por una venda que cubría toda su cabeza, una infinidad de cables conectados a diferentes partes del cuerpo de la pelirroja lo espantaron, parecía que quería poner a prueba un robot o algo así. Y su brazo izquierdo con un blanco yeso –Lena, hija, papá está contigo. –Susurró con unas cuantas lágrimas en sus ojos. –Has sido muy valiente, tus bebés está bien. Has sido toda una madre al protegerlos con tu vida. – Besó levemente la mano de lena y continuó hablando. –Pero debes despertar para poder seguir cuidando de ellos ¡Tienes que ser fuerte! – Suplicaba al pie de la cama de lena, ella seguía inmóvil. Sus labios estaban pálidos, su piel aún más blanca de lo normal. *** -¡Te he dicho que es una locura! ¡No despierta! Ella está mal. -Demonios inessa ¿Qué has hecho? ¿Mataste a Lena pero a esos mocosos no? -¡No he matado a nadie! –gritó exaltada. –Ella despertará, fue, fue solo el golpe. ¡Cuidó a esos mocosos y no a su vida! -¡Espero no le pase nada malo a ella, porque me las vas a pagar! –advirtió.

-¿A sí? ¿tú y cuántos más? –retó. –No deberías estarme amenazando, no te conviene y lo sabes. -¡Cállate ya sí! ¡Mejor ruega que lena se recupere! –gritó furioso y colgó la llamada. -Hijo de perra. –murmuró, alguien sin querer logró escuchar parte de la conversación, se fue de ahí rápidamente antes de ser visto. ** -Te dejaré descansar amor. –Susurró y besó su frente. Cuando iba a darse la vuelta vio que su mano se movió, un intento de despertarse. -¡Lena! ¡Hija! –dijo feliz al ver aquel movimiento. La pelirroja comenzó a querer abrir sus ojos, sin tener éxito, su garganta estaba extremadamente seca. –Lena hija aquí estoy. –dijo su padre feliz al ver que su hija estaba despertando. -Me…me…me –balbuceaba. -Shh, no digas nada hija, estarás bien, trata de descansar. –Abrió perezosamente sus ojos, la luz del lugar le molestó por completo la vista. Se quejó al sentir unas punzadas en su cabeza. ¡Quería hablar y las palabras no le fluían! Se desesperó, su padre lo notó. –Debes tranquilizarte, si quieres decirme algo lo harás pero relájate. Lena comenzó a llorar, lentamente puso sus manos en su vientre y miró a su padre, él sonrió. – Ellos están bien, los has cuidado perfectamente, no les pasó nada. –La tranquilizó y ella sintió un enorme alivio. -Pa….pa…papá. –dijo finalmente lena. -Dime hija, qué sucede? –preguntó su padre.

-Me…me….me…em, empu ja-jaron. –dijo con dificultad, su padre no entendió hasta que ordenó la oración que su hija había dicho. -¿Te han empujado? –preguntó espantado. Lena asintió levemente. Una rabia llenó el cuerpo de sergey. Sea quien sea pagaría por eso. Capítulo 75: No me quedaré como si nada. -Demonios no contesta ¿Dónde estará? –susurró, fue a dar la vuelta y pasó de nuevo frente a la casa, todo estaba oscuro. –Vamos lena, sal ya, perderás el vuelo. –seguía llamando, pero lo enviaba directo al buzón de voz. *** -¡No puedo creer que te hayan empujado! ¡Lena! ¿Estás segura? ¡Eso es muy grave! –decía alterado. -Papá. –Dijo con un tanto de dificultad, pero ya no como antes. –No estoy loca, sentí el empujón cuando subí el último escalón, traté de sostenerme pero, ya sabes mi estómago me ganó por el pesor y rodé escaleras abajo. –el dolor de cabeza la estaba matando, y como si fuese algún flashback todo lo que tenía que hacer esa noche, vino a su mente. -¡Demonios! –gritó provocando aún más jaqueca. -¿Lena, estás bien? ¿te duele algo? ¿Quieres que llame a la doctora? –preguntó asustado su padre al ver a lena así de alterada. -Es, es el dolor de cabeza. –trató de ocultar su impulso. -¿Sabes dónde está mi celular? – preguntó. -¡Lena! ¡Estás en el hospital casi pasa una

desgracia y tú preguntando por tu celular! –gritó su padre. -No grites. –Susurró tomando su cien con la mano que no tenía fracturada. –Sólo es una pregunta. -Bastante fuera de lugar eh. –Dijo el ojigris, él suspiró. –Cuando te encontré, no tenías nada alrededor, más que tu sangre. –Recordó, esa imagen no se iría de su mente nunca. –Pensé que te había perdido. –dijo mirándola fijamente a los ojos. Ella sonrió. –Sabes que soy de acero. –bromeó un poco y tomó la mano de su padre. –Gracias por cuidarme papá. –Dijo sinceramente. –Espera ¿Cómo que no había nada? Yo llevaba mi cartera y mi celular en la mano ¡Tuvo que haber caído conmigo! -Pero no vi nada. –Respondió confundido. Lena frunció el ceño. –Quizá no viste bien. – Concluyó. –Pero gracias de nuevo por cuidarme. -No lo he hecho muy bien querida. –murmuró. – Salí a comprar la cena. -¿No dijiste que ibas a cocinar tú? –interrumpió riendo. -…A comprar la cena. –Repitió ignorando la pregunta de su hija mientras reía. -¡Sólo pasó media hora y bom! –Suspiró. –Pero me alegra que estés bien ¡Temía lo peor! –Miró a su hija, con su típica sonrisa, de nuevo la rabia lo invadió y se paró de su asiento. -¿A dónde vas? –preguntó confundida por su acción.

-Lena, debes hablar con alguien de lo que pasó. -¿Pero con quién? -Con un investigador, esto no se quedará así. – Dijo completamente serio. -Pero… -Sin peros jovencita. –interrumpió su padre, sin decir más salió de la habitación a buscar el chico con el que habló unas horas antes. *** -No es por alarmarte pero… -¿Pasó algo? ¡Dime! –interrumpió alterada. -Si me dejaras hablar yo… -¡Pues habla! -Lena no sale de la casa. –dijo sin más rodeos. -¿Qué? –preguntó extrañada. -¿Qué hora es? ¿seguro no te has equivocado de hora? ¿La has llamado? -Son las 2:45am, Volkova. Me ha dicho que venga a las 2, y no ha salido, le llamo y no contesta, me manda al buzón de voz. –Respondió mientras miraba el lugar desolado. –Y me estoy muriendo de frío. -Tú no importas ¡Debes entrar y ver qué sucede! – gritó. -¿Quieres que me meta a la casa sin permiso? ¿Es que acaso estás loca? ¡Si alguien me mira iré

preso! –Respondió él un tanto exaltado. –Maldita calefacción de tu auto. -Oye no insultes a mi amor. –Amenazó. –Quizá se quedó dormida o algo, no, no sé ¡Demonios, como quisiera poder estar allí! -La esperaré un rato más, si no sale pues, tendré que entrar. –dijo suspirando. -Está bien, me llamas por cualquier cosa. –Dijo preocupada. -Claro cariño, adiós yulia. –y colgó apoyó su cabeza en el volante, el sueño y el frío le estaban pasando una mala jugada. *** -¿por qué tienes esa cara? –preguntó el chico mirando a su hermana pálida. -Lena no contesta. –Dijo seria, mientras marcaba por teléfono insistentemente. –Le pasó algo, de seguro la descubrieron y ahora, no podremos hacer nada, todo se arruinó, por Dios... -Cállate yulia no digas eso. –Respondió rápidamente Anatoli. –Ella debe estar bien, no te alarmes por favor, quizá se quedó dormida. Sabes que en esa condición no es lo mismo. –trataba de relajar a yulia, sin obtener tanto éxito. -Debo ir con ella, tengo que hacerlo. –se puso de pie, pero Anatoli la detuvo. -¿Qué harás? ¿tomar un avión y estar allá en 8 horas? ¿Qué pasas si ella viene en ese lapso, y tú por allá? ¡Sería un riesgo para ti! –Dijo un tanto molesto. –No seas apresurada. -Ella puede estar en peligro. –gritó furiosa.

-No lo sabremos aún, pero queriendo irte para Moscú no arreglarás nada. –Dijo serio. -Seguiré llamándola. –dio en un suspiro y volvió a sentarse al lado de su hermano. *** -Aquí está su celular y su cartera. –tiró todo en la mesa mientras se sentaba en una silla. -Volteó todo el contenido de la cartera sobre la mesa. – pastillas, maquillaje, dulces ¿Segura que esta es su cartera? ¡Parece la de una niñita de 15 años! –se burló, luego vio el celular a un lado y lo tomó. –Bueno, al menos sabremos con quienes habla. -Lo que sea. –Murmuró un tanto nerviosa. -oh vaya, mira esto, tiene 7 llamadas perdidas del Señor Dima. –Dijo riendo. -¿Qué? –preguntó asombrada. -¿Aún se hablan? -Así parece, veremos para qué le habla tanto. – marcó el número del castaño esperando que alguien contestara. Dima se había quedado dormido, pero su celular vibrando en su mano lo hizo despertarse de golpe. -¡Lena! –gritó asustado, miró para todos lados, su celular seguía sonando, miró quien era y sonrió ampliamente. -¡Lena cariño hasta que llamas! ¡Me has tenido con el alma en un hilo! ¿Dónde estás? Te estoy esperando fuera de tu casa, yulia está preocupada por ti y…-No siguió hablando, pues colgaron. -¿Lena? –pero sólo obtuvo el típico pi pi pi. -¡Demonios! –gritó molesto.

-¡Volkova está con dima fuera de tu casa! ¡Están esperándola para no sé qué! –gritó furioso apretando el celular con su mano. -¡Debemos ir, Inessa! Debemos acabar con ellos ahí mismo. -¿Escuchaste hablar a Yulia o qué? –preguntó un tanto confundida. -No, pero dima dice que ella está preocupada por lena. –como odiaba decir eso. –Debemos ir ¡Inessa es nuestra oportunidad! Cegada por la ira, y sin importarle nada más finalmente respondió. –Entonces, vamos. *** -Entonces ¿Sintió que alguien la empujó? – preguntó por segunda vez. -Ya le he dicho que sí. –Respondió un tanto frustrada. -¿Quiénes tienen acceso a su casa señor Katin? Además de su familia, claro está. –preguntó volteando a ver al hombre. Él pensó un poco. –sólo nosotros, y la chica del aseo, pero ella se va a las 6pm. También el chofer, pero él casi no entra a la casa. Incluso, lo desperté cuando llegué para que nos trajera al hospital. –Se encogió de hombros. –No tengo ni la menor idea de quien podría haber hecho esto. El chico se llenó de frustración, quería decir lo que había escuchado momentos atrás pero ¿Le creerían? –Su madre ¿Dónde está ella? –miró a lena, ella frunció el ceño. -No sé nada de ella desde que he despertado. – miró a su padre. -¿ella ha venido?

-Me dijo que tenía una llamada que hacer, pero fue hace horas. –Rodó sus ojos. –Ya sabes como es… -¿tienen problemas con ella? –preguntó curioso el chico. Lena rió por lo bajo. –No me extrañaría que ella haya provocado esto. –murmuró. -¡Lena! –reprendió su padre. –Ella no sería capaz de hacerlo. -¿Qué tan seguro estás, papá? ¡Ya sabes cómo es conmigo! –gritó molesta, la jaqueca la volvió a atacar. -¿Ya terminó con las preguntas? Deseo descansar, ya es tarde y la cabeza me está estallando. Y ahora, él se encontraba entre “Le digo o no le digo” –Sí, eso es todo, investigaremos detenidamente para encontrar al culpable. –Sonrió levemente y lena le sonrió mientras asentía. -gracias por venir detective. –Agradeció sergey acompañándolo hasta la puerta. -Sí, bueno, es mi trabajo. –Respondió él. Antes de salir del lugar su desesperación, no pudo más, tenía que decirlo aunque no le creyeran. –En realidad, no puedo irme. –Volteó a ver a lena quien estaba acomodándose lentamente en la cama. –Debo decirles algo que escuché fuera de la sala de emergencia.

Capítulo 76: Problemas…de nuevo. -¡Qué hacías en mi casa! -¿Dónde está Volkova? -¿A dónde pensabas llevar a lena?

-¡Contesta dónde demonios está Volkova! -¡Ja! ¿Tenían que chocar el auto y prácticamente secuestrarme para hacerme todas estas preguntas idiotas? –Se burló aun estando inmóvil. -¿Acaso las hubieses contestado de buena manera? -¿Me crees tan estúpido cómo tú? –seguía burlándose. -¡Dónde está yulia y para que estabas esperando a lena! -Señora Inessa ¿Dónde dejó sus modales? Bueno, creo que podrá dar clases de homofobia y modales en la cárcel, de seguro a todas esas asesinas en serie les interesará tener carne tan fresca y fina con la suya. –Se carcajeó ganándose una cachetada de la mujer. –Le molesta que le diga la verdad ¿No? –sonrió cínicamente. -¡Cállate maldito! –gritó furiosa. -¡Dónde está yulia! -¡Yulia no está aquí! ¿Acaso la ve? ¡No verdad! ¡Olvídense de ella que no la volverán a ver jamás! -¡Pero lena y tú sí! ¿Verdad? ¡Sabes dónde está escondida! –Respondió mirándolo furioso. -Das asco amigo ¿Según tú con esto qué ganarás? ¡púdranse, que no diré nada! –les gritó en la cara cada palabra. *** -Demonios, ahora es dima quien no contesta. – murmuró, la noche comenzaba a caer. -¿Qué pasa ahora yul?

-Dima no contesta, Larissa. –Dijo preocupada. – Los nervios me están matando ¡Algo anda mal, lo sé! -Tranquila hija. -Susurró abrazando y dándole apoyo a la morena. –Todo debe estar bien, ya llamará para darte información de cómo están las cosas. -tengo miedo, tengo miedo que algo le haya pasado a lena y a los bebés ¡Me muero si les pasó algo! Y ahora dima, demonios ¡Me dará algo! -Traje el té que me pidieron. –Apareció Anatoli con la taza. Larissa la tomó pero antes de dársela a yulia comenzó a reír. -¿Qué pasa? -Cariño, no le has puesto la bolsita del té. Esto es sólo agua hervida. –Dijo riendo. Yulia miró la taza y también comenzó a reír. -Carajo, como olvidé ponerlo. –Dijo apenado el chico. –Iré por ella, perdón. –Y Salió corriendo hasta la cocina de nuevo. -Él está peor que tú. –Bromeó la ojiazul con su hija. –Ven sentémonos. –pidió y yulia obedeció. -Son casi las 4 de la mañana por allá, su vuelo saldría a esa hora. –Dijo mirando fijamente el techo. *** -¡Búsquenla hasta por debajo de las piedras! Esto no se quedará así, oh no, claro que no. ¡Quítenme estos malditos cables! ¡Déjenme ir! -Lena, tranquilízate, debes descansar, piensa en tu embarazo, les hará mal a los bebés. -Que descanso ni que mierda, los bebés quieren

ver a mamá pelear ¡Y lo van a ver! No más dejen que me arranque estas cosas. –Gritó furiosa. -Señorita Katina, tranquilícese por favor. –pedía él también. –Haré lo que me pida, pero ¡Relájese! Suspiró molesta y se sentó de nuevo. –Está bien. –murmuró. -No puedo creer que Inessa haya hecho esto. – susurró su padre a su lado. –Hijo ¿Has escuchado bien? ¿Seguro que era ella? -Quisiera decirle que no señor katin. –Se encogió de hombros un tanto apenado. –Pero es verdad, todo lo que he dicho es verdad, se lo juro por lo que más quiero que es mi pequeño hijo. -Yo confío en ti Robert ¡Conozco a la arpía que tengo por madre! –dijo molesta. -Yo sigo sin poder creerlo ¿Cómo fue capaz de hacer esto? ¿Cuándo Inessa perdió la cordura? -¿Cordura? ¡Cual cordura! Papá, tu esposa nació sin cordura. –respondió la pelirroja molesta, miró la hora en su reloj. -¡Demonios! ¡Feliz cumpleaños número 18, Elena! –dijo sarcásticamente. -¿Qué, qué hora es? –preguntó asombrado. -Las 3:30am. –Dijo seria. -Hija, lo siento tanto, no quería que comenzaras de esta forma tu cumpleaños. –Dijo por completo apenado. Su hija bajó un poco la guardia y le sonrió. -Tú no tienes la culpa. –Dijo tiernamente y abrazó a su padre. –Lo importante es que estás aquí conmigo, no importa el lugar.

*** -¿Seguirás sin decir nada? –preguntó secándose el sudor de su frente. Él escupió un poco de sangre. –Tú que crees. – respondió serio. -¿A caso tengo que matarte? -Ni así me harás hablar. –Murmuró molesto. El celular de alguien comenzó a sonar…- Atiende esa cosa. –Dijo sin perder la vista en la persona que tenía al frente. -¿Aló? –dijo ya frustrada de no tener ninguna información. -¡Inessa! ¡Dónde demonios estás! –Dijo su esposo notablemente molesto. -Sergey. –dijo riendo nerviosamente. -¿Qué pasa? ¿Lena aún no despierta? -¡Ya quisieras eso verdad! –dijo molesto. Lena le hizo señas que se calmara. -¿Cómo te atreves a decir eso? –dijo cínicamente. –Es mi hija. ¡Quiero que esté bien! -¡Ja! Sí, claro. –murmuró. -¿Dónde estás? Dijiste que irías a hacer una llamada ¡Y nunca viniste! -Este, amm, pues, tuve que hacer unas cosas. – Balbuceó un poco. -¿A las 3am? ¿Es en serio? O estás en la casa feliz de la vida.

-¿Por qué me estás hablando así, Sergey? -¡Ayúdenme! –gritó dima al recobrar el conocimiento. -¡Cállate! –respondió sash golpeándolo nuevamente y tapando su boca. Sergey escuchó perfectamente ese grito aunque inessa tapó el auricular. -¿Qué fue eso? ¿A quién tienes ahí? -Es, es el…el tele amor. –Dijo hoy si muriendo de los nervios. -Esa no es la tele ¡No me quieras tomar el pelo! – respondió él. –Esa voz se me hace familiar…murmuró. -¿pasa algo papá? –preguntó la pelirroja. -¡Lena despertó! –dijo asustada su madre. Dima al escuchar eso mordió la mano de sash y volvió a gritar. -¡Lena ayúdame! –gritó a todo pulmón. Esta vez sí reconoció la voz del chico sergey. ¡Qué hace dima ahí! –preguntó asustado. -¿por qué está pidiendo ayuda? –preguntó confundido. -¿Qué? –dijo la pelirroja, le arrebató el teléfono a su padre. -¿Mamá? ¿Qué hace dima ahí? ¡Qué demonio está pasando! -¡lena! ¡Despertaste! –dijo asustando confirmando. -No que va, te estoy hablando del más allá. – Respondió sarcásticamente su hija. -Len, len lena ¡No me hables así! ¡Soy tu madre!

-¡Y yo tu hija y ni así me has respetado! –gritó furiosa. –Ahora dime ¿Qué haces con dima ahí? ¡Dime! -No es dima. –dijo su madre mirando al chico casi inconsciente de nuevo y a sash con una cara de terror a su lado. –Es la tele, ya le he dicho eso a tu padre. -¡No me mientas! –gritó, su padre fue quien le arrebató esta vez el teléfono a lena. –Deberás dejar ir al chico, si no querrás meterte en más problemas inessa. –Dijo serio. -¡Él no está aquí! ¡Entiende eso! -¡He escuchado su voz, deja de mentir! ¡Te has vuelto completamente loca! –Respondió. –Inessa, ya sabemos que tú causaste el accidente de lena ¿Cómo pudiste? –preguntó casi en un hilo de voz. -¡Es tu hija! Inessa perdió la cordura completamente al escuchar que ya sabían que ella ocasionó todo aquello. -¡Está bien yo lo hice! –gritó. -¡yo quería acabar con esos mocosos que lena tiene en su vientre! ¡No lo soporto! ¿Ser abuela de dos niños a quienes jamás voy a querer por ser fruto de qué? ¿Una noche de pasión o rebeldía de tu hija queriendo ocultar su lesbianismo? –preguntó con cierto tono de asco. Le llenó de rabia a sergey escuchar hablar a su esposa así de lena. –La policía está buscándote. – Dijo. Miró al chico que estaba escuchando completamente todo y asintió antes de salir corriendo de ahí. –Te encontrarán y juro por Dios que vas a pagar por todo esto que has hecho ¡Y si tienes cómplices pues se irán contigo!

Sash escuchó todo eso. -¡Cuelga el teléfono! ¡Cuelga! –susurraba, Inessa obedeció asustada. ¡maldita sea la policía está buscándonos! Bueno a ti ¡pero si te encuentran a ti, me iré en la colada! -Tenemos que hacer algo. –dijo ida la mujer. -Debemos deshacernos de él. –Dijo mirando a Dima que comenzaba a recuperar un poco el conocimiento, su ceja estaba reventada su ojo morado y había sangre saliendo de su boca. -¿Qué dices? ¡Claro que no haré eso! Es mejor que lo dejemos ir. Si le pasa algo ¿A quién crees que le caerá toda la culpa? –preguntó mirándolo furiosa. -De ninguna manera lo dejaré ir vivo de aquí. – Respondió el serio. –Debemos sacarle provecho a esto, hasta en su último momento. *** -Doctora, por favor ¡Déjeme ir de este maldito hospital! Créame, una mujer embarazada no está feliz estando en un hospital. –Dijo tranquilamente aunque estaba al borde de volverse loca. -Lena, saber que no pue… -¡Por favor! Si quiere que me arrodille lo haré, luego me tendrá que ayudarme a levantarme eso sí. -bromeó un poco. –Estoy bien, el dolor de la herida de la cabeza ya no me molesta, y el brazo, bueno ese es punto y aparte ¡El yeso hace su magia! –Suplicaba sin cesar la pelirroja. -No le dejará de suplicar hasta que la deje. –Dijo sergey riendo un poco. La doctora miró a lena, ya no se veía tan pálida como horas pasadas ¡Quién diría que estuvo inconsciente! –Está bien. –suspiró, lena se abalanzó sobre ella abrazándola con su brazo

bueno. -Gracias, gracias, gracias. –repetía una y otra vez la pelirroja. -Iré a autorizar tu alta. –Dijo riendo y se fue hasta un cubículo con unas cuantas enfermeras. -¡Debemos ir por...espera, no tenemos nada aquí. –Recordó la pelirroja. -Ya te has cambiado antes de salir de tu cuarto lena, es todo lo que trajimos. –Se encogió de hombros su padre, la doctora regresó rápidamente con un papel en sus manos. -Ya puedes irte, pero debes tomar estas pastillas por si tienes mucho dolor de cabeza o de brazo, debes venir dentro de ocho días para que te quiten los puntos de la cabeza. –dio claramente las indicaciones, sergey prestó atención, sabía que lena no estaba escuchando nada. -Está bien doctora. –Dijo el ojigris y tomó el papel. -¡Gracias Doctora Hamilton! –dijo la pelirroja. Arrastró a su padre hasta la salida del hospital sin más rodeos. -¡Vámonos ya! –dijo desesperada. El sol comenzaba a asomarse ligeramente, mientras que al otro lado del mundo la noche se tornaba más fría y temerosa. -¿No puedes dormir? –preguntó sentándose a su lado. -No, no puedo sacarme de la cabeza que algo está pasando en Moscú. –respondió mirando por su ventana, una preocupación invadía sin piedad su pecho. –Espero todo esté bien. -¿Nadie te ha hablado aún? –preguntó, yulia negó

con su cabeza. –Bueno, ya lo harán no te desesperes. –acarició el cabello de su hija y ella rió. -Sí, quizá deba descansar un poco, ella podría venir de madrugada y yo estaré dormida como una roca. -Y válgame Dios que cuesta sacarte de ese estado de coma eh. –bromeó su madre. Yulia se extrañó completamente con ese comentario, durante los 5 meses que habían convivido yulia se levantaba temprano. -¿Cómo sabes que… -Eres mi hija, quizá no creciste a mi lado, pero recuerdo que cuando eras una pequeña de 5 años tenía que casi tirarte de la cama para que despertaras. –Se encogió de hombros con una media sonrisa. –Eras terrible, no dudo que lo sigas siendo con respecto a eso. Se le hizo un pequeño nudo en la garganta ala morena, no pudo decir nada y sólo le sonrió conteniendo las pequeñas ganas de llorar. *** -¡Son las 4:30 de la mañana! ¡No hay nadie en las calles, acelera! –decía frustrada. -Len, ya casi llegamos. –Dijo su padre serio. Aunque aceleró un poco. Luego de unos 15 minutos finalmente llegaron a su casa, se estacionó y bajaron rápidamente, ya estando adentro de la casa, lena se quedó sin palabras al ver la mancha de sangre que había frente a las escaleras. –Dios. –murmuró. -Ya limpiaran eso, ve a tu cuarto. –Dijo su padre queriendo que lena avanzara. –Te ayudaré a subir

vamos. –Lena caminó sin despegar por unos segundos su vista de la enorme mancha. Subieron las escaleras y llegaron a la habitación de lena, su papá se asustó al ver unas maletas frente a la puerta de su baño. -¿Lena que hacen tus maletas ahí? –preguntó confundido. Entonces la pelirroja sabía que no tenía más que decir. –Papá. –Volteó a ver a su padre que esperaba nervioso una respuesta. –Debemos llamarle a Yulia. Capítulo 77: Sólo quiero acabar con esto… -¿No vas a contestar? -No conozco ese número. –Dijo mirando fijamente el celular. -¿Y si es una trampa? -Deja, yo contesto. –Dijo alguien más y le arrebató el celular a yulia contestando la llamada. -¿Sí? – preguntó con voz naturalmente ronca. -¡Anatoli! ¡Soy lena! –Dijo la pelirroja casi a gritos. -¡Lena! –Respondió asombrado el rubio, yulia abrió enormemente sus ojos, se abalanzó sobre Anatoli y le quitó el celular de un manotazo. -¡Lena! ¡Amor! –Dijo agitada la morena. – Demonios, me has tenido tan preocupada. ¿Todo está bien? ¡Dime que sí, por favor! -Yulia. –Respondió lena seria. –Yulia, las cosas no están bien. Toda la euforia que tenía yulia por escuchar de nuevo y con bien a su pelirroja se fue por los suelos convirtiéndolo automáticamente en preocupación. -¿Estás bien? ¿Te pasó algo a ti o a los bebés?

-Yo, bueno, estoy bien. Pasó algo pero estoy bien, por suerte. -¡Dime la verdad por Dios! –exigió yulia totalmente desesperada. -Es dima. –Seguía seria. Su padre estaba frente a ella escuchando la conversación. -¿Qué le pasó? Por favor Len, dime todo de una buena vez. -No sé qué pasó exactamente, pero…-Comenzó a contarle todo lo que había pasado con ella, omitiendo una gran parte de la historia, claro está, y luego la llamada donde dima pedía ayuda. -¿Dima está secuestrado? –preguntó casi en un susurro. Larissa y Anatoli se asustaron al escuchar aquello. -¡Lena! ¿Qué hora es en Moscú? –preguntó la morena poniéndose de pie. -Soy las 6 de la mañana. –respondió la pelirroja. -Aquí apenas será de madrugada. –Murmuró yulia. –Quizá logre un vuelo para Moscú y llego por la tarde. -Ni lo sueñes. –Interrumpió lena. -¡Arreglaremos esto con papá! La morena frunció el ceño. -¿Tú papá está ayudándote? -Sí. –Dijo suspirando. -¿Me estás hablando de su celular verdad? -Sí. –Respondió de nuevo, no podía decirle nada

cariñoso a yulia, aunque su padre dejó que le hablara no sabría como reaccionaría si se enteraba que realmente había una relación entre ellas dos. –Estaré llamándote para decirte como están las cosas, ahorita ya están puesta la denuncia. -¡Maldita sea! ¿Por qué demonios hacen esto? ¡Por qué se metieron con dima! Él no les ha hecho nada. –Susurró con lágrimas en sus ojos. –¡Y masha! ¿Cómo está ella? ¿Le has avisado? -Todo estará bien, no te desesperes. –Trataba de consolar la pelirroja a su novia, pero era imposible. –No, no he hablado con ella aún, realmente no he querido ¡Podría ponerse mal! Inventaré algo, pero no se enterará, no aún. -Debo ir a Moscú, debo buscarlo y matar a quien sea ¡Lena, por favor! -No Volkova, no lo hagas. –Suplicó, sabía que yulia tenía unos horribles impulsos cuando estaba molesta o triste. –Podría perderte a ti también. – Susurró vencida. Yulia comenzó a llorar destrozada, la vida de su mejor amigo estaba en peligro ¡Y ella no podía hacer nada! –amor, dime-dime que tú estás bien, por favor. -Lo estoy yul, en serio. –Mintió la pelirroja, sabía que si le decía la verdad tendría a yulia en menos de 8 horas en Moscú con una metralleta aunque tuviese que llegar nadando. La morena suspiró aliviada. –Esperaré más noticias de dima. ***

-Esto prácticamente es un secuestro. –Dijo serio. –Como todo buen secuestro, pediremos recompensa. -¡Para qué demonios quieres dinero! –gritó furiosa. -¿Quién habló de dinero? –preguntó alzando una de sus cejas. –Pediremos una vida, por la de él. Dima estaba consciente, escuchando todo lo que decían, y sabían a quién querían como “recompensa” -¿Cómo pude dejarme agarrar de estos dos? –se preguntaba en su cabeza una y otra vez. -¡En su celular debe estar el número de Volkova! – recordó, a veces los secuestradores pueden ser realmente estúpidos. –Le llamaremos ¡Haremos que salga de donde sea que esté! –Dijo sonriente felizmente. –por fin tendremos a Volkova en nuestras manos. -Según tú ¿Aparecerá así de fácil? –preguntó un tanto dudosa. -Si quiere volver a ver a su amigo con vida, tendrá que hacerlo. –Se carcajeó buscando el número de la morena en el celular de dima. –Supongo que no sabe nada aún no todo lo que ha pasado, tenemos el celular de lena, y es obvio que sergey no dejará que se comuniquen. ¡Todo está a nuestro favor! – Dijo feliz. -Eso espero. –murmuró un tanto nerviosa. *** Las horas pasaban lentamente, un equipo de la policía llegó a la casa de los Katin, por si alguien hablaba o llegaba. “No creo que sean tan estúpidos de aparecer, vayan a la maldita calle y búsquenlos, aquí dentro no harán nada más que

estorbar” fueron las finas palabras de la pelirroja para los agentes. Yulia hablaba cada media hora, no podía estar en paz, no había pegado un ojo en toda la madrugada, amaneció con el celular en la mano, Larissa y Anatoli trataban de tranquilizarla pero era en vano, las lágrimas salían de sus ojos sin control alguno. ¿Por qué? ¿Por qué les seguían pasando estas cosas a ellas? ¿Es que acaso es cierto que amarse era alguna maldición qué tocaría a cualquiera que las rodeara? ¿Quién sería el próximo? ¿Tendrían que romper su felicidad para que las cosas volvieran a la normalidad? Tantas preguntas en la cabeza de yulia, pero todas se respondían solas “Nuestro amor no tiene la culpa de nada” *** -Tenemos que darle de comer. –Dijo seria. -Dale un trozo de pizza o lo que sea, por mí dejaría que se muera de hambre. -No nos servirá muerto, tú mismo lo has dicho. -¡Dale de comer entonces! –gritó molesto. Ella se acercó a dima con un trozo de pizza. – Debes comer. –Le dijo seria. -No quiero nada. –Respondió él volteando su cara a otro lado. -¡Tienes que hacerlo! -¡No! Van a sacarme muerto si quieren, no dejaré que nada le pase a yulia o a lena. –Gritó molesto. -Pero tienes un hijo en camino. –Respondió

tranquilamente Sash. A Dima se le heló la sangre al escuchar eso. –Si tú no sobrevives, iremos por ellos ¿Qué dices? –Retó al castaño. -¡No te atrevas a meterte con mi familia mal nacido! –gritó mientras forcejeaba consigo mismo sin tener éxito. –Van a pagármelas, lo juro por lo más sagrado que no se saldrán con la suya. -Tal vez. –Sonrió cínicamente el rubio. –Pero mientras tanto disfrutaré esto. -¿No crees que deberíamos llamar ya? Se está haciendo tarde. –Dijo Inessa parando esa estúpida pelea. -Tienes razón mi querida compañera. –Se burló, tomó el teléfono y marcó. –Te daré la oportunidad de vivir. –Le dijo al castaño mirándolo fijamente. -Eres un maldito. –murmuró dima. *** -La cabeza me va a estallar. –Dijo frotando su cien. -Deberías dormir un poco hermana, no has descansado nada en toda la noche. -No puedo dormirme, podría pasar algo y tengo que estar activa. –Sus ojos estaban hinchados, tanto como del cansancio, como de estar llorando, ella estaba acostada sobre las piernas de Larissa mientras su madre acariciaba su cabello. -Anatoli tiene razón, yulia. –Dijo Larissa. –Deberías descansar, yo te despertaré si alguien llama o… Pero el sonido del celular de yulia la interrumpió. Todos se quedaron callados y sin mover un músculo. Unos segundos bastaron para que yulia

se pusiera de pie y tomara su celular, le llenó de terror cuando vio quién llamaba. –Es dima. –Dijo un tanto ida. -Contesta yul. –Dijo su hermano. Con temor y con su pulso temblándole a mil por horas apretó el botón para contestar la llamada, lentamente llevó el teléfono hasta su oído. -¿Aló? – dijo con su voz un tanto quebrada. -¿Dima? ¿Eres tú? -¡Yulia, no hagas caso a lo que digan! –se escuchó gritar a dima desesperado. La morena se asustó aún más al escuchar esas palabras. -¡Dima! ¡Dónde estás! –gritó ella exaltada. -Vaya que es estúpido. –Respondió una tercera voz riendo. –Volkova ¿Sabes quién habla no? Esa voz que tanto odiaba ¿Cómo podía ser que fuera capaz de tanto? –Sash. –Dijo fríamente la morena, una rabia invadió su cuerpo. -Te diría el mismo y en persona, pero lastimosamente no nos estamos viendo las caras. –Rió divertido. –Al menos no por ahora. -¡Deja ir a dima, maldito afeminado! –Gritó furiosa la morena. -No te conviene gritarme ni insultarme Volkova. – Dijo riendo. –O si quieres hazlo, pero no volverás a ver a tu querido amigo. -¡Joder contigo! –dijo frustrada. -¿Qué quieres? ¿Dinero? ¡Dime cuánto! ¡Pero déjalo ir ya! -Estás mal, muy mal. –Respondió él riendo. –No quiero dinero. -¿Entonces qué quieres? –ese jueguito la estaba fastidiando por completo.

-Volkova, si quieres que deje ir a Dima sano y a salvo, deberás salir de tu maldito escondite y dar la cara. –Finalmente dijo algo serio. La rabia aumentó en el pequeño cuerpo de yulia, poniéndose completamente roja. –Está bien, si eso es lo que quieres.-Respondió molesta, sabía que estaba rompiendo su promesa con la pelirroja. Sash sonrió ampliamente. –Parece que vivirás para ver a tu hijo. –Le dijo al castaño. -¡Eres un maldito! –le gritó molesto. -¡No vengas yul! –gritó para que la morena pudiera escucharlo y así fue. -Te sacaré de esto dima. –Respondió ella. -Hay que tierno. –Se burló sash. –Te daré un día para que aparezcas, es posible que no estés en Moscú ¡Te hemos buscado hasta por debajo de las piedras! Así que cuando estés aquí, me llamas y te diré a donde nos veremos. -Te vas a podrir en la maldita cárcel, eso si logran zafarte de una muerte segura en mis manos. – Murmuró yulia. –Está bien. -Ah y otra cosa, no le digas a lenita, le podrías poner peor la herida en la cabeza ¿Si sabes que cayó por las escaleras y se golpeó no? –preguntó riendo. Yulia se quedó boquiabierta, esa era la parte que lena había evitado contarle, sus piernas comenzaron a flaquear, sintió como todo le comenzó a dar vueltas y en un dos por tres todo se tornó oscuro. -¡Yulia! –gritó anatoli corriendo hacia ella para evitar que se golpeara. Larissa corrió a traer el

alcohol y algodón. -¿Volkova? ¿Qué pasó? ¿Te desmayaste? – preguntaba a la nada sash mientras reía. –Ups, parece que dije algo que no sabías. –Seguía riendo. –Nos veremos pronto. –Y colgó sin decir más.

Capítulo 78: Él haría lo mismo por mí. -¡Por qué no me has dicho lo que te ha pasado! – preguntó notablemente molesta. -yul, como ¿Cómo te enteraste? –preguntó asombrada. –No quería preocuparte. –murmuró. -¡Deberías confiar en mí! ¡Es tu vida, amor, y la de mis hijos! ¿Cómo pensabas ocultármelo? – preguntó, seguía molesta aunque sabía que lo había hecho por su bien. La pelirroja seguía asombrada ¿Cómo se había enterado? Era una pregunta sin respuesta. –Yulia, yo... -Debo ir a Moscú. –Interrumpió la morena. -¡No puedes venir! ¡Te podría pasar algo y no quiero! –gritó eufórica. -No tengo otra opción. –Dijo seria. -Si es por mi accidente, amor, yo estoy bien ¡Lo juro! Sólo fue el brazo, y la cortada en cabeza ¡Yulia! -Nada más. –dijo burlonamente la morena. –Sabes que te haría caso si no tuviera un motivo mayor que me obliga a ir.

-¿Qué motivo es ese? –preguntó curiosa. -Dima. -¡Nosotros haremos lo necesario! –Respondió ya cansada. -No pueden hacer nada, esto, esto debo resolverlo yo. –Dijo un tanto triste. –Sash me habló. -¡Qué! –gritó lena. –Sabía que estos estúpidos están aquí de puro gusto. –murmuró. -¿De quién hablas? –preguntó la ojiazul confundida. -sherlock Holmes y equipo de tarados. –Dijo burlonamente, yulia sólo rió por lo bajo. –No puedo detenerme a que no vengas ¿Verdad? –preguntó dándose por vencida. -No Len, no puedes. –Respondió. -Demonios. –murmuró sentándose en su cama, finalmente podía estar sola sin su padre ni ningún policía encima de ella. –Deberías pensar en un plan ¿Acaso piensas venir así por así? ¡No! Ellos deben pagar por lo que han hecho. -Tienes razón. –Dijo yulia suspirando. –Pero ¿Qué podríamos hacer? -Deberás hablar con mi padre y los policías. – Respondió lena. -Carajo. –Dijo entre dientes yulia. *** -Has venido rápido.

-Claro que sí ¿Sabes que puedes encontrar una de estas cosas en cualquier lado si tienes la billetera llena de rublos? –Dijo riendo, puso la caja que traía con él en la mesa y se sentó en una silla. -¡Todo está saliendo de maravilla! -No cantes victoria hasta que todo esté hecho. – Respondió mirándolo serio. -¿Ya estás de negativa acaso? ¡Qué pasa contigo Inessa! ¡Dónde quedó tu positivismo! –Se bufó. – Todo saldrá bien, ya verás. –Sacó el objeto que había dentro de la caja y sonrió, dima estaba frente a él y se asustó al ver eso. –Si no, ya saben quién pagará las consecuencias. –Dijo mirando al castaño. *** -Señorita Volkova, entonces ¿Repetimos el plan? -Claro. –Respondió cansada la morena. -Bien, usted arribará a Moscú aproximadamente cayendo la noche, más o menos. -Aja. –Dijo la morena. -Le mandaremos un agente de civil que se hará pasar por un taxista, él la traerá hasta la casa del Señor Katin. -Correcto. –Respondió, eso le ponía aún más nerviosa, que él la matara antes de tiempo. -Tiene 24hrs hábiles, según le dijo su secuestrador, entonces usted le estará hablando mañana temprano, conectaremos su celular para monitorear la zona donde ellos se encuentren. -Sí, sí, continúe. –Le habían repetido lo mismo

como 3 veces ya en menos de media hora. -Deberá convencer al chico ¿Cómo dijo que se llamaba? -Sash. –Respondió rápidamente la morena. -Bueno, a él. Que se vean en un lugar abierto, la plaza si es posible. -¿Y si no acepta? –preguntó la morena. -Nos trataremos de acoplar a sus prejuicios. -grandioso. -Murmuró. -Estando ahí, nos aseguraremos que el Joven dima y usted estén a salvo, y así capturar al joven Sash con la señora Inessa.- Finalizó. -Eso suena sacado de alguna caja de cereal. – Reprochó la morena. –Pero está bien, lo haremos a su modo. –Aceptó finalmente. -Yulia. –Reprendió la pelirroja. -Ya, lo siento, esto es frustrante para mí, sólo eso, perdón. –Se disculpó. Sergey rió en sus adentros al ver eso ¿Su hija regañando a alguien y que ésta obedezca? Le pareció tan gracioso que terminó sonriendo, lena lo miró extrañada. -¿Pasa algo papá? -¿Qué? –dijo saliendo de su mundo. –Oh, no, sólo que me causó risa el comentario de Volkova nada más. –Mintió poniéndose serio. Lena negó con la cabeza sonriendo. “punto para mí” pensó yulia. –Si ya no hay más que decir, debo irme. –Dio rompiendo el silencio de la sala. –Lena ¿Podría decirte algo? Sin el

altavoz, claro. –Especificó. “Acabo de perder menos mil puntos con Sergey” pensó. -Claro Yulia. –dijo tomando rápidamente el teléfono. –Ya regreso papá. –Y sin esperar que alguien dijera algo más se fue de ahí hasta la cocina. -¿Pasa algo amor? –susurró. -Pelirroja, quizá no es el mejor momento pero, quería decirte feliz cumpleaños. –Dijo riendo un poco triste. –No quería que lo pasaras así. Perdón. -¿Por qué te disculpas, yul? Tú no tienes la culpa de lo que está pasando, tú no les vaciaste el cerebro a esos dos. –Respondió comprensivamente. –Y gracias por la felicitación. ¿Sabes que podemos celebrar después que todo esto pase, verdad? –Preguntó con un tanto de coqueteo. -Señorita katina ¿Se me está insinuando? – preguntó aplicando el mismo tono que Lena. -Podría ser. –Respondió riendo. –Te amo. –Dijo tiernamente. -Y yo a ti pelirroja. –Dijo en un suspiro. -¿Saldremos de esta? –preguntó un tanto dudosa. -Lo haremos amor, lo haremos. –Contestó yulia tratando de sonar lo más positivamente posible. -Está bien. –murmuró lena. –Ve a descansar, tu vuelo sale en unas horas ¿Verdad? –el hambre la invadió y el deseo de comer helado también. –por un demonio. –Dijo por lo bajo. -Sí, en unas horas sale…¿Te pasó algo? – preguntó preocupada, lena rió.

-Tengo antojos amor. –Hizo un puchero. –Creo que papá tendrá que salir a comprar helado de fresa. -¡Esa es la sangre Volkov! –dijo riendo. –Mis pequeños están nerviosos ¡De seguro! Al menos a mí me dan ganas de comer cuando estoy así. –Se encogió de hombros mientras seguía riendo. -Vaya, espero no hereden tu mal humor cuando no haz… -Bueno, debo irme, sabes que tengo mucho sueño y quiero descansar un poco ya que no he pegado un ojo en toda la noche. –interrumpió rápidamente antes que lena pudiera terminar de decir su oración eso la hizo reír. -¡Por qué me interrumpes! –protestó la pelirroja riendo. -Ibas a decir algo fuera de lugar. –Se puso roja, aunque lena no pudiese verla. -ya, está bien, no te molestaré. –No paraba de reír, su padre la estaba observando desde la sala. ¿Nos veremos pronto? -Nos veremos pronto. –Respondió con una media sonrisa la morena. Pese a todo lo que estuviese pasando era lo único que le alegraba ¡poder ver a Lena de nuevo! Terminaron de despedirse rápidamente, dos horas y el vuelo de yulia saldría hacia moscú. -Ya hicimos tu maleta. –Dijo Anatoli cuando vio que colgó el teléfono la morena. -Vaya ¿Ya quieren que me vaya? –se burló la pequeña morena, se acercó a su hermano y lo

abrazó. -Déjame ir contigo. –susurró en su hombro correspondiéndole el abrazo. -no, esta vez no vendrás conmigo. –Respondió. – Te tienes que quedar aquí con Larissa. – Respondió dulcemente. –Debes cuidar a mi madre. Larissa estaba en el pasillo escuchando a lo lejos la conversación ¿Madre? ¡Le había llamado finalmente mamá! Sus ojos no tardaron en llenarse de lágrimas de felicidad. -Está bien, me quedaré con ella. –Dijo el rubio un poco triste. –Por favor cuídate, y regresa pronto. -Lo haré, regresaré y lena vendrá conmigo. – Sonrió y sus azules ojos brillaron como nunca. -Las estaremos esperando. –Apareció Larissa con una enorme sonrisa y sus ojos un tanto cristalizados. Yuia sonrió con ella. –prometo que estaré bien. Capítulo 79: El día llegó. -¿Lena? ¿Qué te pasó en tu brazo? –preguntó horrorizada. –levantó su vista y se espantó aún más. -¡Y en la cabeza! ¿Lena? -Hola masha. –Rió, quería parecer casual y tranquila. –Tuve un pequeño accidente en mí casa. Ya sabes, con este estómago ¿Cómo tener un equilibrio seguro? –se burló, la sonrisa de masha parecía fingida, más bien. Lo era, y lena sabía el por qué.

-Bueno, pero me alegra que no hayas tenido ningún otro problema. –Sonrió levemente la rubia. -¿Tú cómo has estado? –preguntó sentándose en una de las bancas. -Preocupada. –Hizo una mueca y se encogió de hombros. -por dima ¿Verdad? –preguntó inocentemente. -¡Cómo lo supiste! –gritó mirándola asombrada. -Es que, no lo has visto en un par de días y yo sé do. -Espera ¿Qué haces en Moscú? ¿No deberías haberte ido hoy? ¡Es tu cumpleaños, madre mía! – abrazó a lena hasta donde ambos estómagos se lo permitieron, lena reía. –Feliz cumpleaños pelirroja. No pensaba volver a verte por un largo tiempo. -pero sigo aquí. –Dijo riendo. –Y yo sé dónde está dima. –dijo poniéndose seria, había practicado mil veces antes de salir a encontrarse con masha en su trabajo esa tarde. -¿Cómo que sabes dónde está? ¿Tú lo has visto? –preguntó confundida. -Sí. –Afirmó. –Lo vi la madrugada de este día. -¡Dónde está él! –preguntó un tanto aliviada. – Pensé que algo malo le había pasado. No me contesta ni su celular, fui a buscarlo y no estaba. -él, él se fue a nueva york, en la madrugada. – mintió, enorme mentira, sentía que la nariz comenzaría a crecerle olímpicamente.

Masha se asombró al escuchar eso. -¿Cómo qué se fue a nueva york? –dijo casi en un hilo de voz. -Tranquila, tranquila él fue a… -¡Me abandonó! ¡El muy maldito me abandonó! Pero no hay problema. –Sus ojos comenzaron a cristalizarse. -¡Yo podré salir adelante con mi pequeño! “¿Volkova tiene que soportar estos cambios de humor en mí?” se preguntó la pelirroja escuchando las incoherencias que estaba diciendo masha. – Déjame explicarte. -¿Explicar? ¿El qué? ¡El muy desgraciado se fue huyendo! –Decía molesta, lena quería ponerle un tirro en la boca para que la dejara hablar. -No es por eso, es sólo que… -¿Tiene otra? ¡De seguro eso es! Maldito, pero un día tendrá que regresar a Moscú ¡Y me las pag... -¡Yulia le dijo que fuera urgentemente! –gritó interrumpiendo y ganándose la atención de masha finalmente. -¿Qué? –preguntó desconcentrada. “al fin” se dijo en su mente la pelirroja. –Sí masha, ya que yo no pude volar hasta nueva york, fue él en mí lugar, yulia quería verlo y no había tiempo de avisarte. –Se encogió de hombros y sacó un papel de su bolsillo. –Mientras arreglaba una pequeña maleta, me hizo escribirte esta pequeña carta, es mi letra, pero son sus palabras. –Mentía enormemente, pidiéndole a Dios que le creyera todo lo que escribió. Masha tomó el papel aun asombrada, comenzó a leerlo y sonrió, lena utilizó las frases que dima

solía decirle cuando estaban juntos ¡Se la creyó por completo! –Vaya, no me imaginé que anduviera por allá. –Dijo terminando de leer el papel y guardándolo con ella. –perdón por la escenita que te he hecho, ya sabes cómo son las hormonas. –Rió, la pelirroja también lo hizo, aliviada que le creyera. -Tranquila, sé lo que es eso. –Recordó cada escena que le hizo a yulia por cualquier tontería y sonrió aún más. *** -Señorita, por favor despierte. -Uhmm. ¿Qué pasa? –preguntó adormitada. -5 minutos más. Ella rió. –Señorita, el avión está por aterrizar y debe ponerse el cinturón de seguridad por favor. – Dijo amablemente. Al escuchar eso se despertó de golpe chocando con la café mirada de una azafata quien la veía divertida. –perdón, ahorita mismo me coloco el cinturón. –Dijo un poco avergonzada mientras buscaba en su asiento el artefacto hasta encontrarlo. -No hay problema. –Dijo sonriente la azafata y se fue de ahí. Había dormido todo el viaje, prácticamente desde que subió al avión. Se asomó por la ventana y sonrió feliz al ver su cuidad de origen. Tantos meses y era imposible no extrañar ese lugar que ña vio crecer. –Mi bello Moscú. –Dijo entre dientes con una sonrisa en su rostro. Se entristeció al recordar que no iba de vacaciones o algo así. Por el intercomunicador el piloto del avión daba

indicaciones para el aterrizaje, la presión y la desesperación invadieron el pecho de la morena, y no era precisamente por el curso descendente que llevaba el avión, si no de pensar todo lo que podía pasar al día siguiente. Una hermosa puesta del sol comenzaba a hacerse presente. Tomó sus maletas y sonrió al ver el sin fin de carteles en ruso. -¡Señorita! ¡Bienvenida a Moscú! ¿Necesita un taxi? – preguntó alguien en un tono italiano, cuando ella volteó a verlo el asintió y sabía de quien trataba. -Claro. –respondió ella, el “taxista” tomo sus maletas y las guardó en el baúl del auto, le abrió la puerta del auto y yulia subió, después subió él. ¿En verdad eres italiano? –preguntó riendo la morena. -¡por supuesto! Algún mafioso ruso, enamoró a mi querida madre italiana. –Dijo riendo. A la morena le parecía gracioso escuchar su ruso mezclado con el acento italiano. –Debo de llevarla a la casa de la Señorita katina. -Bien. –susurró con una sonrisa. Se fue viendo por la ventana, extrañaba ver las caras largas que solía tener la gente en su ciudad. … -Señor, el agente Canetti ya llegó con la señorita yulia. –Avisó con la típica seriedad de un agente de investigación. -Está bien, hazlos pasar. -¿Canatti? ¿Italiano? –preguntó sergey. -Debíamos utilizar a alguien que se viese extranjero, quizá su hija tenga razón y los

“secuestradores” –imitó las comillas con sus dedos y siguió hablando. –Sean realmente estúpidos y ni siquiera han salido de donde sea que estén escondidos. -No lo dudaría. –murmuró el ojigris, la puerta se abrió dejando pasar a la morena, detrás de ella venía el agente con su maleta. –Buenas tardes. – Dijo seria, aunque en su tono se notaba el nerviosismo. Se puso peor al ver a sergey mirándola serio. –Señor katin. –Saludó. -Señorita Yulia. –Saludó amablemente el agente que estaba ahí. -Volkova, mucho tiempo sin vernos. –Respondió él, poniéndose de pie y extendiendo su mano, la morena la tomó temerosa “No podrá matarme con toda esta gente aquí” pensó. -He estado ocupada en mis estudios. –Dijo relajándose y mirando todo el lugar. Sergey rió por lo bajo cuando miró su acción. – Lena no está. –Dijo respondiendo a la posible pregunta que la morena quizá tenía en su cabeza. -¿Qué? –dijo asombrada. -¿Pero dónde está? ¿Es seguro que salga? -Tranquila. –Interrumpió el agente. –Ella está escoltada por agentes en cubierto. -Ya. –murmuró. -¿Dónde fue? -Fue a hablar con Masha, al café donde tú trabajabas. –Respondió sergey. -¿Fue a decirle? –preguntó alterada. -¿Decirle el qué? –dijo sergey frunciendo el ceño,

entonces yulia entendió que él no sabía nada acerca de la relación de dima con masha. -De, de, ya sabe, dima, ellos eran buenos amigos. –Respondió con un tanto de balbuceo. Sergey sonrió. –Está bien, creo que debes estar cansada ¿Quisieras ir a tu habitación ya? – preguntó un poco serio. -Si no es mucha la molestia. –Dijo tímida encogiéndose de hombros. El oficial Canatti te llevará. –Dijo el agente. -¡Quién me crees que soy! –se burló el italiano y tomó las maletas de yulia. –Vamos señorita, la llevaré hasta su habitación. Yulia asintió con una media sonrisa. –Gracias señor sergey por permitirme estar aquí. -¿Acaso no debería? –Preguntó alzando una ceja el ojigris y cruzándose de brazos, sólo quería asustar a yulia. -¡No! –gritó rápidamente. –Quiero decir, bueno, ya sabes, demonios, no sé que quiero decir. – murmuró. Sergey se carcajeó. –Ve a descansar, yo le diré a lena que vaya a tu habitación cuando venga. – Hablaba tan tranquilamente, que la morena se asustó y pensó que la mataría en cualquier momento ¿Es que acaso estaba volviéndose loco? Bueno, si fuera eso, no quería que terminara jamás su locura. *** -Mañana si todo sale bien y Volkova no mete la pata, podrás irte corriendo con tu mujer. – Susurraba como si fuese un maniático.

-No dejaré que le hagas nada a yulia. –Murmuró, estaba débil, no había comido nada en todo el día. -No te quieras hacer el héroe. –Se burló. –No puedes hacer nada ¿Qué acaso no lo ves? -Idiota. –Dijo entre dientes el castaño y mejor desvió su vista a otro lado, no quería que pasara nada, pero en tanta locura él tenía razón, no podía hacer nada. *** -¡Yulia! –Abrió sin tocar la puerta, pero se encontró con la pelinegra profundamente dormida. Sonrió al ver a su pequeña novia acurrucada abrazando una almohada. –pareces un ángel cuando duermes. – murmuró acercándose lentamente a ella. -¿Qué mierda hago? –frunció el ceño. -¡Volkova, despierta despierta, despierta! -gritaba mientras con su brazo bueno movía a la morena. -Déjame dormir Larissa. –Dijo adormitada. -¿Larissa? –Dijo riendo. –Soy tu prometida. – Murmuró en el oído de la morena, eso la estremeció y la hizo despertar de golpe. -¡Lena! –dijo asustada. Se volteó y finalmente su mirada se juntó con la verde-grisácea mirada de la pelirroja. Su sonrisa, después de tantos meses, la deslumbró por completo. –por Dios. –La miró de pie a cabeza, como si fuera la primera vez, se asustó al ver ese yeso en su brazo, y la venda en su cabeza, luego su mirada se fijó en su vientre, ese vientre que ¡Estaba enorme! -Cierra la boca. –Dijo la pelirroja sacándola de su trance. –Levántate y dame un abrazo, pero ten cuidado con mi brazo. –Bromeó un poco y extendió su brazo derecho.

Yulia se levantó de la cama sin decir nada y la abrazó, la abrazó tan fuerte como la última vez que la vio en ese aeropuerto. –No sabes cuánto extrañé esto. –susurró llenando una vez más sus pulmones del exquisito aroma del cabello de lena. -¡Te amo, yul! No sabes cuánto! –repetía una y otra vez la pelirroja. Besó repetidas veces la mejilla de la morena haciéndola reír. -¡mi vida! –Dijo la morena y tomó el rostro de lena entre sus manos, contemplando sus ojos fijamente. –Prometí que volveríamos a estar juntas ¿Acaso no he cumplido mi promesa? –dijo tiernamente y frotó su nariz con la de la pelirroja. Le dio un corto beso en sus labios, lo suficiente para sentir que la vida volvía a ella. -Lo has cumplido, y ahora no nos volveremos a separar. –Respondió con un enorme y hermoso brillo en sus ojos. Yulia sonrió y rápidamente se agachó hasta quedar al nivel del estómago de lena, ella rió. –Hola mis amores. –Dijo acariciando con sus manos delicadamente la pancita de la pecosa. –Soy su mamá yulia ¿Ya le dijeron feliz cumpleaños a su mami? –Rió y depositó un beso. -Auch. –Se quejó lena al sentir un fuerte dolor. -¿Qué fue eso? –preguntó yulia asustada, ella lo sintió por tener sus manos sobre su vientre. -Patearon. –Respondió la pelirroja. –Nuestros hijos patearon. -¡Venga! ¿A caso quieren ser futbolistas? –bromeó un poco la morena. -¿Lo harían de nuevo mis amores? Vamos, por mamá. -Oye, como no es a ti a quien te…¡Auch! – volvieron a patear, aunque esta vez fue menos

fuerte. -¡Bien! –volvió a besar el estómago de su novia mientras reía. -no tienes ni 15 minutos hablando con ellos y ya te hacen caso. –Se quejó la pelirroja. –Yo les hablo bonito los consiento y lo único que hacen es provocarme antojos. –Rió divertida. -Saben que mamá los va a consentir si se portan bien. –Bromeó un poco la morena, y volvió a pararse apoyando sus manos en la cintura de lena. –Mira como tiene tu brazo, y tu cabeza. – Murmuró pasando lentamente su dedo por el yeso de su brazo. -Estaré bien, no me duele. –Respondió tranquilamente la pecosa. -¿Estás segura de hacer esto? -No me queda de otra. –Suspiró, miró a lena y sonrió. –Le romperé el cu… -Volkova, los niños te escuchan. –interrumpió lena topando la boca de la morena. -Mamá romperá algunos traseros mañana. – Murmuró divertida. –Feliz cumpleaños pelirroja. – Sonrió ampliamente antes que lena la besara con una enorme necesidad, finalmente podrían volver a ser una sola, al menos por unos momentos. *** -En la plaza roja. -Vaya ¿A caso quieres público? –Se burló. -Mantenlo unos segundos más. –murmuró una tercera voz. Yulia asintió. -Sí ¿Acaso yo no puedo tener un último privilegio?

–preguntó tranquila, realmente quería matarlo. -¿De qué privilegios hablas? –preguntó cínicamente. -¿No te ha bastado con tirarte a Lena? -Lo tenemos. –volvió a decir la tercera voz. Yulia calmó sus ganas de insultarlo y suspiró. – Está bien, será donde quieras pero ¡Terminemos ya con esto! -Ya, no te desesperes. –Dijo riendo. -¿Conoces ese parque que está detrás del centro comercial? Yulia no sabía pero aún así afirmó. –Claro. ¿Nos vemos ahí? -En una hora ¡Sin trucos! –advirtió. –Prepararé a tu amiguito. -Quiero hablar con él. –Exigió. -Está bien, a lo mejor repetirá lo de siempre. – Puso al castaño al teléfono. –Habla, tu amiga quiere escucharte. -Yulia, por favor, no lo hagas ¡Es una tram…-Fue lo único que logró decir porque sash tapó su boca. -Ya lo oíste, ahora ¡Nos vemos! –colgó sin decir más. -¡Mal nacido! –gritó la morena tirando su celular en el sofá. -Tranquila yul. –Trataba de calmar la pelirroja a la morena. -Escuche a la señorita Katina, debemos acoplarnos al plan ahora ¿Sí? –Miró a yulia y ella solo asintió.

-Acabemos con esto ya. *** -El alcón rojo está en su posición. -¿Por qué me ponen nombre de ave? –preguntó un tanto molesta sin quitar su vista del frente. -Yulia, hay más agentes en cubierto que personas civiles a tu alrededor ¿Ok? Todo saldrá bien, sólo ya sabes... -Sigue el plan. –Interrumpió la morena frustrada. – Ya lo sé. -¡Vaya! ¿Ya hablas sola? –Preguntó alguien a sus espaldas. La piel se le puso de gallina antes de voltear a verlo y mirarlo fríamente a los ojos. –No has cambiado en nada. –se burló. -Ya estoy aquí, arreglemos esto de una buena vez. –Respondió lo más seria que consiguió ponerse. … -El individuo está en su posición. –Escuchó decir la pelirroja desde su casa, ella no había ido, había insisto pero yulia la obligó a quedarse. -Esto se pondrá feo. –Murmuró lena y su padre la abrazó. En realidad ¿Las cosas se pondrían horribles? Capítulo 80: Es todo, el trabajo está hecho. -Te lo preguntaré una vez más ¿¡Dónde demonios está dima!? –dijo ya notablemente molesta.

-Está en el auto ya te dije, ¿por qué no vienes conmigo? -Ese no era parte del trato. –Respondió. -¿cuál trato? –Preguntó riendo. –El único trato era venir, jamás dije que traería a tus pies al tarado de Bilan. -Están discutiendo. –Dijo entre dientes mientras observaba la escena. –No los pierdan de vista. -Copiado señor. –Respondieron casi al mismo tiempo. -¿Entonces, Volkova? ¿No que querías ver a tu amigo? La morena lo pensó. –No lo hagas. –Dijo uno de los oficiales por el micrófono y ella lo escuchó por el audífono. -¡Estoy esperando y no tengo todo el maldito día! Si quieres lo dejamos ahí y… -Está bien, iré contigo. –Aceptó finalmente. -¡No! –le gritaron por el micrófono. –Maldita sea, yulia ¡No vayas! Sash sonrió. –Acompáñame. –comenzó a caminar seguido de la morena. … -¡Alguien que vaya al estacionamiento pero ya! – gritó. -¿pasa algo? -preguntó la pelirroja asustada. -es Yulia, el tipo la ha hecho ir a su auto, dice que dima está ahí dentro. –tomó uno de los radios. –

Canatti ¿Cómo están los movimientos por ahí? -por Dios. –murmuró la pelirroja. –Por favor, que no le pase nada a yulia. –Suplicó hecha un manojo de nervios. -Tranquila lena, haremos todo lo posible para protegerla. -Señor. –Se escuchó en el radio. -Aquí estoy canatti. ¿pasa algo? -Señor, hay una mujer en el lugar, cambio. –Dijo serio. -¿Está sola? –preguntó frotando su cien. Observó por sus binoculares una vez más mirando por todo el lugar. Se quedó boquiabierto y tiró los binoculares y rápidamente tomó el radio. – Señor, ¡Aborten! ¡Aborten la misión! ¡Es una trampa! -¿Qué viste? –preguntó alterado. -Al joven secuestrado ¡Es una trampa para la señorita Yulia! ¡Sáquenla de ahí! … -Ahora quiero que entres al maldito auto sin que hagas un escándalo. –Abrió la camioneta, estaba vacía. Sacó de su chaqueta el juguetito que había conseguido días atrás. -Pero qué mierdas. –Dijo en un susurro, asustada mirando el arma que era apuntada hacia ella. -¡Qué me hagas caso! –insistió un poco nervioso. -No iré a ninguna parte. –Se resistió la morena,

esperando que los agentes entraran en acción. Retrocedió unos pasos, pero sash volvió a acercarse a ella. -Me haces caso, o no volverás a ver la maldita luz. -Baja esa arma. –Gritó alguien a sus espaldas. La morena quiso correr, pero sash la tomó fuertemente del brazo y la pegó a su cuerpo. -¡Suéltame! –trataba de zafarse la morena. -¡Un maldito movimiento en falso y la mato enfrente de ustedes! –gritó poniendo el arma justo en la cien de yulia. … -¡Va a matarla! ¡Hagan algo! Déjenme ir, por favor. –Suplicaba llorando la pelirroja su padre trataba de retenerla. -Por favor Agente Ryan, apague el radio. –Pidió sergey. -¡No! Puede pasar algo y yo, yo debo ir ¡Necesito ir! -Lena, por favor, cálmate. –Mientras ellos discutían por tratar de tranquilizar a lena por el radio se escuchó un disparo, y luego un silencio desastroso. -¡YULIAAA! –gritó lena muerta en llanto. -¡Kurtz ¿Qué demonios pasó? –preguntó asustado, esperando lo peor. -Señor, fue un tiro al aire del secuestrador, la agente Kauffman fue a enfrentarlo. –Respondieron por el radio.

El agente suspiró aliviado. –Yulia está bien. –Le informó a la pelirroja. Lena sentía que se desmayaba de los nervios. – Dios, que no pase nada, por favor. –susurró. *** -¡Es una advertencia! –Dijo regresando el arma a su posición original. –El próximo irá justo en la cabeza de esta estúpida. -Sash kuzma le repito que baje el arma, evítese mayores problemas. –Decía una voz femenina mientras apuntaba al chico, yulia tenía una cara de terror, quería salir corriendo. -¡Suéltame! –repetía yulia queriendo quitar el brazo que estrujaba su cuello. -¡Maldito! -Cállate. –gritó golpeando con el mango del arma el estómago de yulia, ella quiso agacharse para tomar su estómago por el dolor, pero él no se lo permitió. –Párate bien maldita sea. –Le gritó. -¡Estás rodeado! No podrás huir de aquí. –Dijo la agente Kauffman sin perder su seriedad pese a ver aquel acto. -Tal vez no. –Se burló el rubio. –Pero acabaré con esta maldita al menos. … -Señor, no podemos intervenir, la camioneta obstruye la vista, no sé cómo Kauffman logró llegar hasta ellos. –Informó por el radio. -maldita sea. –murmuró. -¿Qué pasa? ¿Pasó algo? ¡Dígame! –gritó lena

desesperada. -Sólo tenemos una agente en la escena, los demás no tienen visibilidad. –Dijo notablemente preocupado. -Por un demonio, déjenme ir! –gritó ya molesta. ¡Qué acaso no ve! ¡Es mi novia la que está corriendo peligro! –dijo sin pensarlo, ya le importaba un bledo que su padre escuchara eso. -¿Qué? –preguntó realmente confundido su padre. -Seño-señorita lena, por favor cálmese haremos lo necesario. -Permiso para intervenir. –Dijo alguien por el radio. El agente sintió un alivio al escuchar que era solicitado y no tenía que escuchar alguna posible discusión padre-hija. -¿Quién habla? –preguntó confundido. -oficial Canatii, señor. –Respondió confundido. – Permiso para que mi equipo y yo entremos a la escena. El agente suspiró. Y volteó a ver a sergey quien tenía una cara de perdido. –Señor. –llamó ligeramente su atención. –Pasaremos a tomar arresto de la Señora Inessa y por ende el rescate del joven dima. -¡Hagan lo que sea! –intervino la pelirroja molesta. –Saquen yulia de ese infierno, por favor. –ya no lloraba ahora usaba un tono vacío y frío tanto, que logró intimidar un poco al agente. -Adelante Canatti. –Autorizó de una vez. –Oficial. – Tomó el otro radio. -¿Cómo están las cosas? -Igual señor. –Respondieron. –Creo que Kauffman

está negociando pero sin tener éxito. –Se escuchaba un tanto agitado. –Estamos buscando algún acceso para poder intervenir sin ser vistos. -Está bien, en un momento estaré ahí. –Informó. -Bien señor. Cambio. –y cortó la comunicación. -Iré con usted. –Dijo la pelirroja poniendo su típica mirada fulminante. Los minutos pasaban, la pelirroja logró convencer al agente a que la dejara ir con la condición de no salir del auto estando ahí. … -¡Policía! –gritaron antes de tumbar la puerta de un golpe. Inessa se asustó y salió corriendo hasta la cocina y tomó un cuchillo que estaba cerca. –Señora baje eso, está arrestada. –Decía un oficial apuntándola con su arma. -Aléjense de mí. -Gritó mientras los alejaba con su cuchillo. Uno de los oficiales disparó hacia el techo asustándola, eso sirvió para que corrieran rápidamente hasta ella y la sometieron fácilmente. –Está arrestada por secuestro e intento de homicidio, tiene derecho a guardar silencio todo lo que diga podría ser usado en su contra, tiene derecho a un abogado, si no puede conseguirlo, el estado de Moscú le ofrecerá uno. –Le dijo sus derechos mientras era esposada. -¿homicidio? ¿Cómo que homicidio? ¡Yo no he hecho nada! ¡El chico está vivo! -gritó queriendo zafarse de ahí. -No hablamos del joven, es por la señorita Elena

Katina. –Respondió serio. -¡Yo no le he hecho nada a mi hija! –gritó con lágrimas en sus ojos. –Suéltenme. -Llévensela de aquí. –Dijo molesto el oficial. Sus compañeros obedecieron. Él camino hasta donde estaba dima que comenzaba a ser atendido por unos médicos de su equipo. -¿Qué tal está? – preguntó. -Está débil, al parecer no ha comido o bebido agua lo suficiente. –Examinó las heridas de su cara. – Tiene cortadas por golpes en su cara y varios hematomas por su abdomen. -Déjenme ir. –Dijo en un hilo de voz el castaño. -Debes ser atendido primero. –Le contestó el oficial Canatti. -usted no entiende. –Tosió al querer moverse. -¡Es mi amiga la que está con ese psicópata! Por favor, lléveme a donde estén. –suplicó. El oficial suspiró, sabía que no podría moverlo de ahí al no ser que dijera que sí. –Está bien, te llevaré, pero primero curarán esas heridas. -Gracias. –Dijo aliviado. … -¡Te quedas en el auto! –advirtió. –No bajes, por favor, no quiero que pase nada más. Está bien. –dijo entre dientes ¿quién demonios le hace caso a alguien cuando dicen NO lo hagas? – ingenuo. –dijo bajando del auto cuando por fin se había ido el agente. –Este maldito yeso no me deja moverme como debería. –susurró para ella misma. Levantó su vista y trató de buscar donde podría estar yulia, decidió comenzar a caminar y

buscarlo por su cuenta. -ya está bien, mucho show, acabaré con esto ¡Ya! –gritó molesto. –recargó el arma, tanto como yulia y la agente estaban desesperadas. En un acto casi involuntario, la morena pisó el pie de sash haciendo que este se quejara y quitara su brazo de su cuello, aprovechó eso y se zafó finalmente de él, corrió casi arrastrándose detrás de la agente kauffman quien vio tan valiente dicho acto. -¡Baja el arma ya! –gritó con más valentía yulia estaba a salvo por fin no estaba en sus manos. -Maldita sea contigo Volkova. –Gritó sin bajar el arma de su posición amenazante. -Demonios ¿Este parque es tan grande? –se preguntó. -¡Baja el arma! –escuchó, buscó de donde venía esa voz y se topó con la espalda de la morena protegiéndose detrás de la agente. Comenzó a caminar más rápido quedando a unos metros de la morena. -¡Yulia! –gritó aliviada. Yulia volteó a verla, en un impulso la oficial también lo hizo. Malísima idea… -Kauffman calló, repito, Kauffman calló. -Maldita sea, intercedan ¡Pero ya! ¿¡Qué demonios pasó!? -La señorita katina. –Respondieron mientras todos corrieron por diferentes puntos hasta donde estaba la escena… -¡LENA! -gritó dima llegando al lugar. La morena volteó a verlo, estaba por completo desprotegida.

-Es tu fin Volkova! –gritó sash mientras reía. –Esta vez no te escaparás con vida. –Y la volvió a apuntar con su arma cargándola una vez más. La pelirroja se había quedado inmóvil, veía a su novia ahí sin protección alguna y a sash apuntándola con una notable intensión de disparar. Sash desvió su apunte de yulia hacia lena. –Pero primero acabaré con ella. –murmuró. -¡Vete de aquí! –le gritó a lena mientras corría a toda velocidad hasta donde estaba yulia esperando lo peor. -No, tú no le harás nada ¿A caso no la amas? – Preguntó con valentía la morena aunque las piernas comenzaban a fallarle. –Dispárame a mí, es a mí a quien ya no deseas ver con vida ¿Qué esperas? –preguntó molesta extendiendo sus brazos y poniéndose frente a él, tratando de obstaculizar la vista del rubio con su novia. –Me tienes sin protección alguna ¿¡Qué demonios esperas!? -Tienes razón. –Respondió y una vez apuntó a la morena. Jaló del gatillo lentamente, yulia cerró sus ojos dándose por vencida, justo en ese momento dima apareció abalanzándose sobre ella -YULIA! –gritó la pelirroja una vez estando con unos oficiales que la protegieron. Segundos después se escucharon varias detonaciones. –Los mató. –murmuró la pelirroja comenzando a llorar, quería salir corriendo pero los oficiales la detenían. -¡Déjenme ir por favor! –suplicaba. Oficiales rodearon el área finalmente. –El objetivo ha caído, repito, ha caído. –informaron por radio. Traigan los paramédicos, llévense a Kauffman. –

Dijo mientras trataba de retener la hemorragia de la agente. Lena le dio un tremendo codazo al agente que la tenía sujetada y olvidando sus condiciones de embarazada corrió a como pudo hasta llegar al lugar, y ahí estaba su novia bajo el cuerpo de dima, ninguno de los dos se movía. –Yulia. –dijo en un murmuro con sus ojos comenzando a cristalizarse. Unos oficiales impidieron su paso hacia la escena. -¡Déjenme pasar! –pedía golpeándolos con su brazo bueno. Eran el doble de su estatura, no podía ver nada de lo que pasaba. … -Me salvaste. –Murmuró la morena con dima sobre ella. Dima se quejó fuertemente y se apartó de ella. – Volkova, me debes un maldito hombro. –Gritó sujetando su hombro, él recibió el disparo que iba justo para yulia. -¡Médico! –gritó la morena trató de ayudar a dima pero él lo impidió. -Ve con lena, está mal. –Le dijo el castaño. –Yo estaré bien cariño. –Ella tomó su mano y la besó. -No sé cómo te agradeceré lo que has hecho. – Respondió con lágrimas en sus ojos. La cinta amarilla rodeaba el lugar donde estaban, unos paramédicos llegaron del otro lado del lugar a atender a dima. -Nos encargaremos de él. –le dijeron a la morena, ella asintió y se levantó. Su vista se fijó en el cuerpo sin vida de sash que era levantado para seguidamente ser metido en una bolsa del forense.

No le llenó de alegría, ni de tristeza ver eso. –Cada quien obtiene lo que merece. –murmuró y puso su vista al frente. Escuchó la voz de su pelirroja peleando con notable desesperación. Corrió hasta donde estaban los enormes oficiales y los apartó de un empujón, dejándola frente a frente con lena. -Amor. –Murmuró con una sonrisa en su rostro la pelirroja. Yulia se pasó la cinta de seguridad y abrazó a la pecosa sin decir nada, lena correspondió el abrazo mientras comenzaba a llorar. –pensé, pensé que… -Shhh, no digas nada. –Dijo la morena con su voz quebrada. –Todo está bien, al fin. –Murmuró en su oído. Besó su mejilla para seguidamente buscar sus labios en un tierno y acogedor beso, alguien que iba llegando observó la escena y con un tanto de melancolía sonrió. –Estaremos juntas, por fin lo estaremos, y no habrá nadie que lo impida. –Dijo fijando su mirada sobre la de lena. La pelirroja estaba feliz que ni las palabras le salía sólo atinó a asentir y volvió a besar a la morena. Una camilla traía dima sobre ella mientras que varios paramédicos lo atendían. –Dima. –Dijo asustada, él sonrió. -Estaré bien, dile a tu novia que me consiga un hombro nuevo. –bromeó un poco cuando pasó frente a ellas. Ellas rieron. –Te veré en el hospital. –le gritó la morena, lena tomó su mano y yulia sonrió. -Señoritas. –Apareció el agente. –Hemos cumplido con la… -¡Al carajo con ustedes! Casi la matan ¡de no haber sido por dima! Malditos incompetentes. -Le gritó furiosa la pelirroja y comenzó a tirar de la mano de yulia, ella le sonrió nerviosamente al

oficial. -Embarazadas. –Murmuró encogiéndose de hombros y luego comenzó a caminar al lado de su novia, dejando al oficial frustrado. –Fuiste muy ruda con él amor. –dijo riendo. -¡Pudiste morir y ellos no hacían nada! –respondió enojada la pecosa. A unos metros miraron a sergey. -Por Dios. –dijo la morena dejando de reír y tratando de soltarse de la mano de lena, pero ella se lo impidió. -Nadie podrá separarnos ¿Lo olvidas? –Preguntó mirándola y alzando una de sus cejas, yulia se quedó asombrada por unos segundos luego sonrió. -Tienes razón. –Y volvió a tomar de su mano, lista para enfrentarse a lo que sea que viniera.

Capítulo 81: Un nuevo comienzo. -Despierta. –Decía en un susurro mientras sonreía. –Vamos dormilona, despierta. –seguía diciendo, ahora pasaba delicadamente una flor por su desnudo cuerpo, al parecer le produjo cierto cosquilleo y la hizo despertar un poco. -Qué pasa. –dijo adormitada mientras estiraba ligeramente su cuerpo, la flor acarició su mejilla llenándola de su delicioso aroma. Abrió sus ojos y se topó con la azul mirada de su novia, sonrió. – Buenos días hermosa. -Buenos días dormilona. –Respondió tiernamente

regalándole un tierno beso en sus labios. -¿Qué tal dormiste? –preguntó acostándose boca abajo y apoyándose en sus codos. -¿Después de lo que pasó? –dijo riendo. –Cómo los dioses. –concluyó. -Bien. –Dijo riendo por lo bajo. Tomó la flor y la colocó en su pecho. –He traído esto para ti, junto con un delicioso desayuno, claro. –Rió. Tomó la flor y la olió. –Huele deliciosa amor. –Le respondió sonriente. –Gracias, qué sería de ti sin estos detalles. -Mejor dime ¿Qué sería de mí sin mi querida princesa y… –un llanto acaparó la atención de ambas. –…y de mi otra princesa llorona? – Terminó su pregunta riendo, se puso de pie y tomó la bandeja que tenía un jugo de naranja algo de fruta y, su especialidad, los hotcakes. –Iré a ver que tiene Darcy, mientras comienza a desayunar amor. –Puso la bandeja en la cama y antes que se fuera, tomó su mano y la haló hacia ella dejándola frente a frente. -Te amo yul. –Dijo sonriendo y besó sus labios. -Y yo a ti Len. –Respondió al terminar el beso, al primer llanto se le sumó otro, uno más ronco. – Creo que Darcy despertó a Brandon. –Rió y se colocó su bata. -¿recuérdame por qué le pusimos esos nombres a los bebés por favor? –preguntó riendo, adoraba escuchar la respuesta, o era en la manera que lo decía talvez. -¡Porque esto es Nueva York baby! –Respondió haciendo el típico símbolo de Rock con sus manos, eso hizo reír a la pelirroja. El llanto se hizo más fuerte. –Ahorita vuelvo. –y siguió el camino

hacia la siguiente habitación. La miró hasta que la perdió de vista, tomó un trocito de fruta y sonrió al ver el reluciente anillo en su dedo anular. –Lo logramos, al fin. –murmuró para ella misma y depositó un beso en su anillo. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuántas cosas habían pasado? Bueno, Había pasado exactamente un año y medio desde el incidente con Inessa y Sash, esperaron unos días a que dima mejorara, Yulia se quedaría en el que fue también su apartamento en aquel entonces “No me lo tomes a mal Len, pero ni loca me quedaré durmiendo en el mismo techo donde esté tu padre, no después de verlo tan pacífico cuando me vio tomada de tu mano” fue lo que le dijo la morena antes de tomar sus maletas eh irse para su antigua casa, lena comprendió perfectamente su punto de vista. Fueron juntas a que le quitaran los puntos de la cabeza a lena, cada tirón era un apretón de mano que recibía la morena, pensó que la que saldría también con yeso sería ella. ¿Qué pasó con Inessa? Bueno, pasaría lo que le restaba de vida metida en una cárcel, 30 años por secuestro y otros 30 por intento de homicidio ¿Muy dura la ley? Claro, a un juez no le agradaba la idea de “Te voy a matar por lo que eres” ¡Claro que no! Al menos no en esos tiempos. -Lena. –Dijo llegando con los pequeños en sus brazos. -¿Sí? –preguntó terminando de tragar. -No es que quiera interrumpir tu desayuno. –Dijo entregándole a uno de los bebés y quedándose con el otro ella. –Pero Darcy tiene hambre, y yo

pues, yo como que ¡No puedo darle lo que quiere! –dijo riendo el pequeño que tenía en sus brazos se contagió con la risa de su madre y también comenzó a reír. –Vez, hasta Brandon sabe eso. ¿Verdad que sí pequeño? –le preguntó infantilmente mientras lo mimaba. Lena reía al ver a su novia como que fuese una niña pequeña. -¿quieres comer? –le preguntó sonriente a su pequeña y abrió su bata, su hija rápidamente tomó con sus pequeñas manos su pecho y metió a su boca su pezón succionándolo para adquirir su alimento favorito, la leche materna. -Eso lo aprendió de mí. –Dijo orgullosa la morena. -¡Oye! –regañó la pelirroja. –No digas eso frente a los bebés. –susurró riendo. -Quien fuera bebé para pasar así todo el día. – Respondió coquetamente mientras reía a carcajadas. Lena le tiró una almohada pero ella logró esquivarla. -¿vez cómo se pone tu mami después del sexo? –le dijo al pequeño brandon en un susurro. –Y luego dice que soy yo. -¡Volkova! –volvió a regañar la pelirroja, la morena solo reía. -Mamá. –Dijo con dificultad el pequeño, yulia y lena seguía riendo. -Sí, soy tu mamá y ella es…¡Espera!- dijo dejando de reír y mirando a lena. –Tú no podías hablar. ¡Has dicho mamá! –gritaba feliz mientras saltaba por todo el cuarto. -Volkova, no saltes con el niño en los brazos. – Pidió la pelirroja mientras continuaba alimentando a su otra pequeña. -¡Ha dicho mamá! ¡Mi príncipe a dicho mamá! –

llenó de besos las pequeñas mejillas del niño haciéndolo reír. ¿Qué pasó después de esos cortos días que la morena se quedó en Moscú? Claro, la hora de partir había llegado, se iría, pero con su prometida e hijos, tuvo que enfrentar a Sergey esa tarde que llegó a buscarla para irse de ahí y comenzar una nueva vida en Nueva York. Discutió con sergey a capa y espada, no quería que su hija se fuera, no la volvería a ver, pero al ver a lena bajar con maleta en mano, comprendió que ya no era decisión de él dejarla o no ir. Su pequeña, ya no era una niña de 5 años, tenía que ver por su futuro y el de sus hijos ¡No como él esperaba! Pero ¿Qué podía hacer? No podía meterse en las decisiones de ella. Le deseó suerte con lágrimas en sus ojos y le pidió que no se olvidara de él, que no olvidara que tiene un padre que la amaba con toda su alma, eso quiere decir que ¿Aceptó la relación con la morena? Sólo él sabrá esa respuesta, aunque viendo sus acciones ¿Podríamos decir que sí, verdad? Y así fueron de nuevo juntas hacia aquel aeropuerto que las vio derramar lágrimas llenas de dolor al tener que separarse y hoy, hoy las veía partir juntas hacia una nueva vida. -¿Iremos a pasear con los pequeños? –preguntó acostando a su hija en la cuna, después de tremendo desayuno calló rendida. -¿O tienes algo que hacer? -Es domingo. –Respondió abrazándola tiernamente por la espalda. –Mi fin de semana le pertenece a mi familia. –Dijo sonriente y besó su hombro. –No hay nada más importante que ustedes tres en mi vida. Lena miró hacia un lado topándose con una

sonriente yulia. –En verdad, no sabes lo feliz que me haces. –Murmuró muy cerca de sus labios. -Y usted a mí, Señora de Volkova. –Dijo riendo y apartando con su mano unos rizos que caían en los hombros de la pecosa. Lena también reía. -¿Quiere darse una ducha, Señora de Katina? – preguntó volteándose, quedando frente a frente con yulia. La morena puso sus manos en su cintura y ella la rodeó su cuello con sus brazos. “Jodida diferencia de estatura” decía repetidas veces la morena. -Por supuesto que me encantaría. –Respondió antes de ponerse de puntitas y frotar su nariz con la de lena. -Entonces vamos. –Dijo la pelirroja tomando entre sus brazos a su pequeña, ahora esposa. Cómo le encantaba hacer eso. -Lena, nos vamos a caer. –Decía yulia riendo. -Shh, no hagas escándalo, vas a despertar a los niños. –Susurró riendo. ¡Llegaron a New york! ¿Adivinen quién insultaba a los americanos ahora? Exacto, lena. Aunque aprendió el idioma cuando era más pequeña, la falta de uso y el rápido hablar de algunos la frustraron al principio. Y, como buen aprendiz de yulia, comenzaba a insultarlos en ruso ¿Quién demonios iba a entenderla? Mejor se iban de ahí dejándola sola y molesta. Un mes después de estabilizarse, yulia retomó sus clases, Anatoli nunca dejó de ir, y consiguió primero el tan esperado empleo del que Mark les había comentado, luego de un gran esfuerzo, yulia consiguió también su lugar en esa prestigiosa empresa, tenían su trabajo, su carrera iba viento en popa y una familia a quienes amaba. ¿Qué más

pedir? Su vida era demasiado perfecta para ser cierta. Pero ¿Qué pasaría 3 meses después? Claro, los pequeñines tenían que ver finalmente la luz del sol y salir del vientre de lena, fue un día de locos… #FLASHBACK -Te he dicho que ese diseño no me gusta ¡No tiene el mensaje que queremos transmitir! Además es muchísimo dinero, no lo vamos a malgastar en algo que no nos gusta. –Yulia era la encargada de financiar las cosas que se utilizarían para publicidad de la empresa a la que trabaja. -perdón por interrumpir señorita Volkova. –apareció una mujer mucho mayor que ella. –Pero pasa algo. -Entra Alice ¿Qué pasa? –preguntó la morena poniendo en su escritorio los dibujos que estaba observando. -Su mamá acaba de hablar, me dijo que su novia está yendo al hospital en estos momentos, está en labor de parto. –Dijo sonriente la rubia. Yulia se quedó boquiabierta, su mente se puso en blanco hasta que su hermano llegó corriendo y se paró en la entrada de la puerta. -¿Ya le dijiste? –le preguntó en un susurro a Alice, ella asintió. -¡Volkova! ¡Hermana, debemos irnos! –dijo cuando estuvo ya frente a ella y la tomó de los hombros haciéndola reaccionar. -Señor, señor amm ¡Después miramos lo del diseño! ¡Mi novia está a punto de tener a mis hijos! –le gritó feliz al hombre que estaba frente a ella, él rió y permitió que se fuera del lugar, no sin antes desearle un “buena suerte” Los hermanos salieron corriendo de ahí “maldito

ascensor, maldito ascensor” repetía la morena una y otra vez, su oficina estaba en el piso 30 ¿Cómo demonios quería que bajara rápido esa cosa? Bueno, finalmente llegaron al piso 1, corrieron hasta el estacionamiento se subieron a su auto y Anatoli pisó el acelerador deseando que ningún policía se acercara. Al cabo de unos 15 minutos llegaron al hospital, Anatoli ni siquiera se había parqueado cuando yulia saltó del auto, por suerte no cayó. –Sí claro, allá adentro nos vemos. –Le gritó a la morena quien ya iba corriendo hasta la entra del lugar. ¡Dónde está lena katina!- gritó abriendo la puerta de emergencias de un golpe, la gente la miró extrañada, entonces se acordó “Acabas de hablar en ruso” volvió a hacer la pregunta esta vez en inglés a una enfermera que pasaba, ella busco entre los papeles que tenía en la mano y le dijo que se fuera por el pasillo de enfrente y buscara la puerta que tenía “Sala de preparación” ahí se encontraba la pelirroja, yulia salió corriendo mirando cada puerta hasta toparse con la que buscaba, trato de relajar su respiración y abrió. – Lena. –Dijo agitada. -Viniste. –Respondió su pelirroja volteando a verla, tenía ya una bata puesta estaba completamente bañada en sudor, se le dibujó una media sonrisa de alivio en sus labios al verla. Se acercó a ella y depositó un beso largo en sus labios. Su madre iba entrando también al lugar. -Yulia, ya viniste. –Dijo asombrada. -¿Dónde está… -¡Aquí estoy! –gritó agitado Anatoli detrás de ella. – Volkova ¡Te has tirado del auto! -¿Lo has hecho? –preguntó la pelirroja mirándola yulia se encogió de hombros apenada.

-Con permiso. –dijo una voz femenina a espaldas de Anatoli y Larissa, ambos se apartaron y la dejaron pasar. -¿Cómo está la mamá? –preguntó sonriente colocándose unos guantes. -Cansada. –Respondió la morena, su madre se acercó a ella y le susurró en el oído. –No te está preguntando a ti. Lena quiso reír pero una fuerte contracción la hizo retorcerse del dolor. –Vaya, creo que estás lista. – Dijo la doctora mientras la examinaba. –Ya has dilatado lo suficiente ¿Qué tal las contracciones? -Vienen y van. –Dijo cansada la pelirroja. -Bien. –Sonrió y volteó a ver a los presentes. ¿Supongo que el chico es el que entrará a la sala, verdad? –preguntó y Anatoli se espantó. -Claro que no. –respondió yulia rápidamente. –Yo entraré, ella es mi novia, y esos bebés son mis hijos. -Está bien. –dijo riendo al ver las manos de yulia temblar. –Ve con las enfermeras, ellas deben prepararte. ¿Prepararme? ¿Para qué? Ella es la embarazada no yo. –gritó alterada. -No puedes entrar al quirófano como que vas para una reunión de trabajo, yulia. –Dijo su madre riendo, lena también rió. -Ah. –Susurró apenada. –Iré, iré con las enfermeras. –Regresó donde lena y besó su frente luego tomó su mano. –Estaré contigo hasta en el último momento. –Le susurró con una sonrisa. La pelirroja asintió.

Salió de ahí a que a que fueran a ponerle la ropa adecuada para poder estar con lena en la sala al momento del parto. –Bien lena, tú irás ya a la sala de parto. –Le dijo la doctora a la pelirroja. Fueron unos escasos 10 minutos que ambas chicas se separaron, cuando yulia llegó a la sala de parto la pelirroja estaba, del color de su cabello. –Lena. –Dijo asustada poniéndose a su lado. Ella respiraba agitada y con una cara de dolor. -Bien lena, debes comenzar a pujar. –Indicó la doctora sentándose frente a sus piernas. -¿Ya? –dijo asustada la morena. Lena buscó su mano y la apretó al momento que comenzó a pujar, asustando, obviamente, a yulia. -¡AH! Maldición. –Repetía con cada pujada que hacía. -Vamos lena, sigue así, ya se ve su cabecita. – Animaba la doctora, lena buscaba fuerza de donde sea para pujar, y lo conseguía con éxito. La morena estaba a su lado apoyándola. -Vamos amor, sigue así tú pue… -Cállate que a ti no te están partiendo en dos. – Interrumpió seria la pelirroja antes de volver a pujar. -¡Una vez más lena! –Dijo la doctora. Lena sintió un alivio luego de esa ultima pujada. –Yulia, ven a cortar el cordón. –Dijo y una enfermera le dio unas tijeras. -¿Yo? Pe-pe-pero ¿Por qué? –dijo aterrada. -¡Córtalo maldita sea! –gritó lena. Yulia tomó las tijeras, su pulso era del asco.

-¿Dónde? –preguntó la doctora le indicó y ella cortó el cordón, unos segundos después se escuchó un llanto. –Es la niña. –Informó la doctora antes de entregarles a la bebé a los enfermeros. -¿Está bien? –preguntó la pelirroja levantando levemente su cabeza. -Sí, deben limpiarla nada más. –Tranquilizó la doctora. –Bien lena, falta uno, en cualquier momentos puedes sentir una contracción y debes comenzar a… -¡AAAH! ¡POR UN DEMONIO! –gritó con toda su fuerza al volver a sentir una fuerte contracción. Yulia volvió a tomar su mano. -Vamos amor tranquila, respira. –Le dijo nerviosamente la morena. Lena la tomó de su gabacha y la acercó a ella. -Sabes que esto es como querer sacar un maldito camión de carga en una calle ¡De un solo carril! Así que no me pidas que me tranquilice. – Amenazó son su mirada llena de dolor y su frente de sudor. Yulia se aterró al escuchar eso. -Es normal. –Dijo la doctora mirando a yulia. –He escuchado peores cosas. –Rió. La pelirroja comenzó a pujar de nuevo, esta vez fue menos tiempo de sufrimiento. –Creo que me voy a desmayar. –dijo yulia al ver como sacaban al segundo de sus hijos. -Te desmayas. –Decía agitada la pelirroja. –Y juro por Dios que te saco de tu trance a golpes. –El dolor era notable en su forma de hablar.

Yulia tragó saliva y trató de relajarse. –Ven a cortar el cordón. –Le dijo la doctora de nuevo y ella lo hizo como la primera vez, el bebé comenzó a llorar. –Eso es todo, felicidades mamás. –Dijo alegre. Una enfermera le entregó a yulia la niña y a lena le dieron el varón. –Mira, es hermosa. –Susurró la morena con lágrimas en sus ojos. –Tiene su cabello un tanto rubio, será como yo. –Dijo emocionada y acercó la niña a lena. Ella estaba llorando de la felicidad. -Son hermosos. –Dijo con su bebé en brazos, miró a yulia y le sonrió. –Al fin somos una familia. Yulia la besó mientras sus lágrimas finalmente rodaron por sus mejillas. La pequeña tiró de su ahora largo cabello. –Acabas de salir del vientre de tu mami ¿Y ya estás celosa? –le dijo tiernamente antes de besar su mejilla. -Realmente será como tú. –Bromeó lena. Su pequeño comenzó a llorar. -Creo que debes darle de comer, Lena. –Dijo una enfermera sonriente. -¿Ya? –dijo la pelirroja espantada. – -Sí. –Respondió riendo. –Te ayudaré. –Tomó al bebé y dejó que lena abriera su bata, volvió a poner al pequeño en sus brazos y lena le comenzó a dar de comer. Al momento que el bebé tomó su pezón, la pelirroja soltó un ligero gemido, yulia rió. -Suertudo. –murmuró dándose la vuelta con su pequeña. -Cállate. –Respondió la pelirroja riendo. –Yul…llamó la atención de la morena.

-¿Dime amor? -¿Cómo los llamaremos? –preguntó dudosa. -Pensé que habíamos resuelto eso. –Sonrió ampliamente. -¿Estás segura? –preguntó sonriendo. -Claro que sí, sabes que me encantaron esos nombres. –Dijo riendo. -Entonces Darcy y Brandon será. –Respondió mirando a sus hijos. -Perfecto. –Susurró yulia con una sonrisa. – Nuestra familia está formada finalmente. #FINDELFLASHBACK. -Oh vamos, di mamá otra vez ¡Vamos! – suplicaba. -¿Qué haces? –preguntó riendo en sus manos traía dos helados. Le entregó uno a yulia y se sentó a su lado. -Quiero que diga mamá. –Dijo frustrada. -¿Sólo una vez lo dirá acaso? –miró a lena y esta rió. -Dale tiempo, podría decirlo dentro de unos días de nuevo. –Rió al ver la cara de frustración de yulia. -Es un terco pelirrojo, me recuerda a alguien. –Dijo riendo y le dio una mordida a su helado. Su pequeño quería quitárselo. –No, esto es mío, tú no puedes comer. –Dijo antes de sacarle la lengua haciendo reír a lena. -A veces creo que cuido a tres niños. –Comentó entre risas. La pequeña Darcy estaba más

tranquila sentada entre las piernas de lena mientras miraba atentamente hacia al frente, hizo un sonidito alegre al ver un cachorro acercarse, Yulia miró eso y sonrió. -Len…-Dijo tranquila. -¿Qué pasa amor? –preguntó la pelirroja comiendo su helado. -¿Podemos tener un perro? –preguntó mirando suplicante a lena, ella sólo la observó sin gesto alguno en su rostro. Capítulo 82: Te amaré por siempre. 5 AÑOS DESPUÉS… -Vamos a celebrar yulia ¡Has conseguido un enorme negocio! –Dijo feliz. -¿Cuándo dices que es? –preguntó riendo. -¡El jueves por la noche! ¡Y hoy es martes! Por favor, piénsalo. –Decía su hermano. La morena suspiró. -Está bien, pasaré nuestra “noche de películas” para mañana. –Dijo antes de comer un poco de su almuerzo. -¡Bien! –dijo feliz. –Oye, por cierto ¿Por qué no nos acompañó lena ahora? -Tiene a un loco que, realmente necesita a un psiquiatra no a una psicóloga. –Dijo riendo. –No podría almorzar con nosotros hoy, supongo que terminará hasta tarde, así que mejor llevaré la cena para evitarle la fatiga. –Se encogió de hombros. -Vaya, eres toda una esposa. –Se burló su hermano.

-Tú celoso estás porque no encuentras a nadie como yo. –Bromeó también yulia. -Eso es lo que tú crees. –respondió Anatoli. -¿me has ocultado que ya tienes chica acaso hermanito? –preguntó indignada. -No quería decirte hasta no saber que era la indicada. –Se encogió de hombros un tanto apenado. -¿La conozco? –preguntó antes de beber un sorbo de agua. -No, pero la llevaré el jueves ¡Te la presentaré! Pero, vayas a querer robármela eh. –Advirtió divertido. -Tranquilo, yo ya tengo a mi chica con dos hermosos pequeños a quienes debo cuidar con mi vida. –Rió. –Ya que andamos por acá ¿pasamos a comprar algo para ellos? –Anatoli asintió. -Claro, todo para mis sobrinitos. Continuaron almorzando, tenían todo el tiempo del mundo, esa eran las ventajas de convertirse en sus propios jefes ¿No creen? ¡5 años habían pasado ya! Aquellos bebés ya no lo eran, ahora eran unos peques de 6 años ¡Le decían mamá a yulia hasta cansarla! Y pensar que 5 años atrás moría porque lo repitieran y ahora, quería callarlos a almohadazos “Yo te lo dije” le repetía la pelirroja cada vez que veía a yulia querer dormir y los dos diablillos la atacaban. Dando un repaso al pasado, se preguntarán ¿Cómo se casaron estas dos? Pues, en el estado de Nueva York ¡Estaba aprobada la ley que

permitía dichos casamientos! ¿Cuándo pasó? Fue justo un mes después del nacimiento de Brandon y Darcy. No querían hacerlo antes, sólo ellas sabrán por qué. Cada una culminó sus estudios en diferentes fechas, así que cada una pudo asistir a la graduación de la otra. Fue algo asombroso y hermoso para ambas. ¿Cuándo dejaron la casa de Larissa? Cuando los pequeños nacieron, yulia comenzó a buscar una casa para ellos, Larissa le pidió que no se fuera, pero yulia quería su espacio privado con su familia, su madre se entristeció pero entendió perfectamente. Con sus ahorros de su trabajo y con una ayuda de la cuenta que su madre le había creado en los años que no estuvo junto con ella, logró conseguir un lugar digno para ellas, con un enorme jardín donde después de un tiempo construyó unos juegos para que sus hijos pasaran la tarde ahí después del colegio. ¿Y la mascota? Se preguntarán. Bueno, pasó una semana que yulia le repetía mañana, tarde y noche a la pelirroja hasta que un día la fastidió y terminó aceptando. Pero le dijo que “Tiene que ser pequeño, si no te irás de esta casa con todo y él” bueno, yulia obedeció perfectamente las indicaciones y llevó un cachorro Siberiano. Lena casi explota de la rabia al ver que, aunque estaba cachorro ¡Sabía que crecería mucho más! “tienes suerte que te ame, Volkova” –fueron las palabras al dejar pasar al cachorro a su casa. Yulia sonrió “Pero no tendrás nada de sexo de castigo” y bueno, eso pasaba cada vez que yulia hacía lo que NO tenía que hacer. Al final, esa misma noche la pelirroja por más que quiso no pudo resistirse a los actos seductores de la

morena. La pequeña darcy era quien más jugaba con “Max” así le había puesto Brandon. Pero Él vivía pegado al balón de futbol, era su pasión. Incluso, hizo que lena lo metiera al equipo del colegio. Nunca se perdían sus partidos. Yulia puso unas metas en el patio de su casa y le compró un balón autografiado por la selección de estados unidos de esos momentos. “Si me arruinan las flores juró que te sentaré a que las vuelvas a sembrar una a una y tendrás que cuidarlas tú hasta que estén bien” la advertencia de lena antes del primer partido que se daría en su patio. Ya se imaginarán quien arruinó las flores unas dos horas después… En el cumpleaños número 5 de los mellizos, lena y yulia habían preparado una fiesta en su restaurante favorito pero la pequeña darcy iba callada ese día en el auto, a la morena le intrigó su silencio y no se hicieron esperar las preguntas. #FLASHBACK 1 año atrás… -Darcy ¿Qué tienes cariño? -¿um? –emitió un pequeño sonido su hija desde la parte de atrás, yulia la miró por el retrovisor. -¿Qué tienes? ¿Por qué estás tan callada? -Es que…-susurró un tanto triste. -¿Pasó algo en el colegio? –Preguntó una vez más. -Hoy golpee a una niña. –Dijo con su cabeza agachada, Brandon no decía nada, sólo escuchaba. -¿Por qué la golpeaste? –preguntó su madre

extrañada. -Ella, ella estaba poniéndote apodos, igual que a mami. –Dijo notablemente molesta la pequeña rubia. -uhmmm. –Respondió yulia. -Ella dijo que yo no era normal ¡Que debía morir! – abrió enormemente sus ojos verde-grisáceo –Fue muy grosera. -Ya… -Está bien mamá, estoy acostumbrada, ella siempre lo hace, yo siempre hablo con mis maestros, pero ellos no hacen nada ¡Así que no me quedó otra opción que golpearla! -¡Espera! –frenó rápidamente y volteó a ver a su hija. -¿Cómo que no hacen nada? -Porque ellos están de acuerdo con eso. –Dijo volviendo a agachar su cabecita. Yulia suspiró molesta. Entonces Brandon habló finalmente. –No te preocupes mamá. –Dijo el pelirrojo sonriente. –Mi hermana fue como una ninja ¡Tuviste que haberla visto! –Dijo emocionado el pequeño. –Le ha dado un fuerte golpe, y yo, yo después le he dicho que no pusiera queja, o le iría peor. –Admitió inocentemente el pequeño, yulia rió por lo bajó. Volvió a su posición actual y comenzó a conducir de nuevo. -Saben que su mami y yo no les enseñamos a pelear. –Dijo mirando a sus pequeños por el retrovisor. –Pero creo que mañana tendremos que hacer una visita a su colegio. -¿Para qué? –preguntó asustada la pequeña Darcy. -Para ir a patear algunos traseros. –Dijo sonriente

la morena, sus hijos comenzaron a reír pícaramente. #FinDelFlashBack. …. -Ya estoy en el estacionamiento amor. –dijo antes de bostezar. –Está bien te espero. –Y colgó la llamada, se apoyó un momento en el volante y cerró sus ojos. Luego de unos escasos minutos la puerta del copiloto se abrió. -Amor, ayúdame con esto. –Dijo la pelirroja con unas bolsas yulia las tomó y las puso en la parte de atrás con cuidado. Luego lena se sentó finalmente. –Hola amor. –Dijo sonriente y besó los labios de la morena. -¿Qué es todo eso? –preguntó riendo la morena. Puso en marcha el auto. -¡Trabajo! ¡Mucho trabajo! –dijo frustrada la pelirroja, yulia en toda la tarde pensó algo y al parecer tendría que hacerlo. -¿Nos tomamos el día libre mañana? –preguntó sonriente mientras conducía. -¿Qué? –dijo riendo la pelirroja. -¿No tienes cosas que hacer? -Mi asistente las puede resolver con facilidad. –Se encogió de hombros. –Y tú puedes reprogramar tus consultas ¿Verdad? -Claro que sí. –Respondió feliz. -Bien, entonces pasaremos juntas todo el día. – Resolvió tranquila. –Oh y tampoco irán al colegio los niños, quiero estar con todos ustedes, como que fuese un domingo.

-Me parece perfecto. –Respondió lena. –Pero ¿Por qué ese cambio? –preguntó. -El jueves debo ir a una fiesta con Anatoli “celebrar el logro de un negocio” –rió y se frenó, el semáforo estaba en rojo, aprovechó para mirar a lena. – Entonces, no podré tener nuestro “jueves de películas” así que quiero pasar todo el miércoles con ustedes de compensación. –Dijo con una tierna sonrisa, a la pelirroja le encantó tanto escuchar eso que no se resistió y la besó con dulzura, hasta que el carro detrás de ellas comenzó a pitarles. –Maldito amargado. –Bromeó yulia poniendo en marcha el auto nuevamente. -Los años han pasado y tú, tú no dejas de ser la misma tierna que conocí de 18 años. –dijo la pelirroja poniendo su mano en la pierna derecha de yulia. -¿Sabes por qué? –preguntó. –Porque tú sigues siendo la misma pequeña que conocí de 17 años. –Dijo tiernamente y tomó la mano de la pelirroja y depositó en ella un tierno beso junto a su anillo de casada. –Te amo, y siempre lo haré, aunque pasen un millón de años, siempre serás mi pequeña pelirroja terca. … ¿Qué fue de dima y Masha? Bueno, ella dio a luz a un bello varoncito, sí, le pusieron Dmitry. Lena y Yuli fueron sus madrinas, así que cuando lo bautizaron tuvieron que volar hasta Moscú. También se casaron, pero fue casi casi una boda express. No pudieron invitar a las chicas porque prácticamente, fue improvisada ¡Irónico, no! Pero, finalmente pudieron unirse en matrimonio y poder ser felices sin problema alguno.

… -Chicos, ya llegamos. –gritó la morena cargando varias bolsas. Lena iba entrando con otras tantas. -¡Mamá! –aparecieron gritando contestos sus pequeños. -Hola mis amores. –Los saludó con un tierno abrazo y un beso para ambos. -¿Cómo se portaron? -¡Hey! ¿No hay un abrazo para mami también? – interrumpió la pelirroja haciéndose la indignada. -¡Mami! –dijeron ahora y corrieron hacia ella llenándola de besos. -A eso me refiero. –Respondió lena riendo antes de despeinar a sus hijos. -¿Dónde está su abuela? –preguntó y Larissa iba apareciendo secando sus manos, sonrió al ver a su hija. -Hola yulia. Hola lena. –Saludó a ambas. -Hola mamá ¿Te dieron mucha guerra estos dos? –bromeó yulia. -Si se portaron, no podremos darles los regalos que compramos ¿Verdad yul? –le siguió el juego la pelirroja. -Así es amor. –abrazó a su esposa feliz, los chicos se aterraron al escuchar eso. -Nos hemos portado bien, cocinamos con la abuela ¿Verdad? –dijo Brandon sonriente. -Y hemos hecho la tarea también. –Agregó Darcy.

-¿Y Max? –preguntó lena mirando toda la casa. ¿Dónde está? -Limpiando la cocina. –Susurró Larissa. -¿Cómo que limpiando la cocina? -Es que esa es la parte de “cocinamos” que no te hemos dicho. –Murmuró su hijo con su cabeza agachada, yulia rió. Vaya, no sé qué haremos con las hamburguesas que pasamos comprando en el camino. –Dijo desanimada la pelirroja. –Si ya cenaron pues… -¡No! –gritaron ambos chicos al mismo tiempo. -pero antes. –Dijo yulia buscando entre las bolsas lo que quería hasta que lo encontró. –Darcy, hace unos días me dijiste que querías un unicornio ¿Verdad? –la pequeña asintió emocionada, yulia terminó de sacar el enorme peluche y se lo entregó a su hija. –Pienso que está muy gran… -¡Está perfecto! –interrumpió su hija emocionada, aunque el animal era casi de su tamaño ella lo tomó fuertemente para que no se le cayera, el pequeño Brandon solo observaba un tanto triste. -¡Gracias mami y mamá! –Colocó el peluche en el suelo y las abrazó a ambas al mismo tiempo, lena miró a Brando. -¡Mira abuelita! –corrió hacia donde Larissa y ella atendió a su llamado. -¿piensas que nos hemos olvidado de ti? – preguntó sonriente. Él se encogió de hombros. -Ven para acá. –Dijo yulia y tomó entre sus brazos al chico, comenzó a hacer el típico juego del avioncito que tanto le gustaba. “aterrizó”, literalmente, en el sofá y la morena le dio una buena dosis de cosquillas.

-¡Mamá! ¡Por favor! –decía entre risas el pequeño. –Mamá, me orinaré. –Entonces yulia paró rápidamente, sabía lo que eso significaba. -Eso me recuerda a tu cumplea… -…¡Te trajimos algo que querías! –interrumpió yulia, sabía que lena mencionaría el incidente que pasó en su cumpleaños número 19. Brandon sonrió contento. -¿El qué mamá? Lena fue quien sacó de las bolsas una caja. –Ven a abrirla si quieres saber lo que es. –el pequeño corrió rápidamente hasta la caja y la abrió con cuidado. Cuando terminó sonrió al ver lo que sus madres le habían comprado. -¡Son unos patines! ¡Los compraron! –dijo feliz, corrió y abrazó a lena. –Gracias mami, eres la mejor. -¿Qué hay de mí? –dijo yulia cruzándose de brazos, el chico corrió hacia donde ella. -Tú también lo eres mamá. –Respondió tiernamente. -Y mañana los llevaremos a pasear, así que podrás estrenarlos. -¿Después del colegio mami? –preguntó Darcy jugando felizmente con su peluche. -No irán a clases, pasaremos el día en familia. –Respondió con una sonrisa la pelirroja, los niños se alegraron enormemente al escuchar eso. Mientras los pequeños saltaban de la emoción y lena junto con ellos, Larissa aprovechó para poder irse. –Debo irme hija. -¿Quieres que vaya a dejarte? –preguntó mirando a sus pequeños y a su esposa.

-Claro, si no estás muy… -Tonterías. –Tomó sus llaves riendo y se acercó a lena. –Amor, iré a dejar a mi mamá a la casa, no me tardo. –Tomó la cintura de lena y lentamente la acercó a ella para poder besarla tiernamente. Los chicos comenzaron a reír. Yulia detuvo el beso. ¿Y ustedes de qué se ríen eh? –Preguntó curiosa, ellos salieron corriendo mientras reían. La pelirroja reía pero aprovechó que yulia estaba distraída para apretarla más contra su cuerpo y poder besarla de nuevo. –Hey, yo sigo aquí, esperen que me vaya al menos. –interrumpió Larissa. Yulia se sonrojó. -Más tarde, tú y yo tendremos un pequeño juego. – Susurró la pelirroja en su oído y se apartó rápidamente dejando a yulia en las nubes. – Gracias por cuidar a nuestros diablillos Larissa. – Le dijo a la ojiazul inocentemente. Larissa rió al ver a su hija boquiabierta. –No hay de qué lena, sabes que amo a mis nietos. – Respondió. –Pero ¿Podrías sacar de su trance a mi hija? –preguntó riendo. -Claro. –Dijo lena y le dio una ligera nalgada a yulia, haciéndola reaccionar. -Mamá, ya es tarde, debes ir a descansar, de seguro ya te estás durmiendo. –Decía rápidamente mientras caminaba hasta la puerta. ¿Nos vamos? –preguntó impaciente miró a lena y ella rió. -¿Qué le has dicho? –murmuró Larissa a la pelirroja. Ella se encogió de hombros nada más. -Lena, me esperas, ya regreso. –Dijo yulia tratando de sonar casual. -Claro amor. –Respondió la pelirroja coquetamente.

Yulia hizo una mueca que trató que pareciera una sonrisa antes de cerrar la puerta e ir a dejar a su madre a su casa, lena se fue riendo hasta la cocina a ver el desastre del que hablaron sus hijos, su “bestia” como ella le decía a Max venía saliendo de ahí con chocolate en toda la cara.

Capítulo 83: El destino…Tú y Yo para siempre. (Parte I) -¿Mamá? ¡Mamá, despierten! –golpeaban insistentemente la puerta. Uhmm. –murmuró sin despertar por completo, metió su cabeza debajo de la almohada, el pomponeo de la puerta no paraba. –Lena, ve a ver que quieren. –Dijo entre dientes con un terrible sueño que le ganaba a sus fuerzas. -Déjame dormir. –Murmuró lena cobijándose de pie a cabeza. –Ve tú. -Ayer fui yo. -respondió perezosamente y comenzó a empujar ligeramente a lena. –Ve. -Eso fue hace 5 años. –Dijo renegando, finalmente uno de los empujones de yulia logró desequilibrarla y terminó en el suelo con todo y cobija, haciéndola despertar por completo. -¡Mami! ¡Abran la puerta por favor! –continuaban insistiendo sus hijos. La pelirroja frotó sus ojos y un tanto somnolienta se levantó del suelo con todos sus rizos prácticamente en la cara. -Demonios yulia, me debes una. -Lo que sea. –Respondió la morena abrazando la almohada. Lena tiró la cobija sobre la cama y comenzó a caminar hasta la puerta, antes de girar la perilla sintió una fresca brisa golpeando su

cuerpo, bajó su mirada y dio media vuelta fijando su vista sobre yulia, entonces sí despertó como es. -¡Volkova! –le susurró, corrió hacia el baño y segundos después traía su bata medio puesta, le tiró en la cara a yulia la de ella. -¡Volkova! ¡despierta y vístete! –le susurraba mientras sacudía su cuerpo. -¿Qué quieres? –preguntó perezosa. -¡Estás desnuda! –seguí susurrando. –Ponte tu bata, Darcy y Brandon quieren entrar. -Mamá. –Dijo Darcy. -¿Están despiertas? ¿Qué es todo ese ruido? –preguntó su pequeña del otro lado de la puerta. -Ya voy amor, espera. –Gritó lena mientras seguía insistiendo en despertar a yulia hasta que lo logró. -ya ya, tranquila. –Repetía la morena mientras se ponía como cayera su bata. –Ya está, abre. – autorizó aunque aún tenía sus ojos cerrados, lena rió y corrió hasta la puerta y finalmente abrió, el primero que hizo su entrada fue el enorme Max que se subió rápidamente a la cama a lamer la cara de yulia. –Déjame Max. -¡Buenos días! –Dijeron los pequeños al mismo tiempo. En sus manos traían una bandeja cada uno, darcy traía unos platos llenos de galletas con chispas de chocolates. Y Brandon traía dos vasos con jugo de naranja. -Buenos días mis amores. –Saludó lena y se asombró al ver las bandejas. -¿De quién es eso? – preguntó sonriente. Los pequeños pasaron y colocaron las bandejas con cuidado en el escritorio que había en la habitación. -Es su desayuno. –Respondió finalmente Brandon sonriente. -¡Vaya! Mis pequeños adultos han traído el

desayuno. –los abrazó feliz mientras que Max seguía molestando a yulia que no hacía nada al respecto. –Gracias hijos. -¿Mamá está dormida aún? –le preguntó Darcy a lena cuando se soltó de su abrazo. Lena volteó a verla. –No lo sé ¿Qué les parece si le hacemos cosquillas? –preguntó en un susurro. -Síii. –dijeron divertidos. Los tres corrieron hasta la cama y saltaron sobre yulia asustándola por completo, y entonces las cosquillas hicieron su aparición. -¿Pero qué? –decía entre risas la morena. –por favor, no, cosquillas no. –Repetía mientras comenzaba a ponerse roja de tanto reír. –Lena… Sabes, sabes cómo terminará esto. –Dijo casi en un hilo de voz. -Chicos paren ya. –se detuvo la pelirroja de golpe y sus hijos hicieron lo mismo. -¿De qué hablan? –preguntó inocentemente darcy. -Bueno, su mamá cuando cumplió 19 años, ella… -Yo estaba muy feliz. –Interrumpió yulia sentándose en la cama, lena rió y se sentó a su lado, darcy y Brandon se pararon rápidamente. -¿A dónde van? –preguntó. -Trajeron el desayuno. –murmuró lena. –Por cierto, buenos días amor. –Miró tiernamente a yulia. -Oh. –Rió. –Buenos días a ti amor. –Besó a lena pero la “tos” de Brandon interrumpió. Ambas voltearon y ahí estaban ambos, de nuevo con las bandejas. –Miren que tenemos aquí. –Dijo la morena tomando los jugos, Brandon se subió a la cama y ayudó a su hermana con la bandeja que tenía los platos repletos de galletas. A las chicas le encantaba ver que el pequeño era muy atento con

su hermana. -Max, bájate. –ordenó la pequeña rubia, el perro obedeció y ella subió ahora a la cama. -¿Todas esas galletas son para nosotras? – preguntó yulia riendo. -No mamá. –Respondió Brandon. –Son para los 4, será nuestro desayuno. -¿pero no quieren comer algo más? Podría ir a preparar algo de com… -No. –Interrumpió Darcy. -¡Entre más rápido desayunemos más rápido iremos al parque de diversiones del que hablaron ayer! –Sonrió por demás emocionada. -Con que a eso se debe. –murmuró yulia, tomó una galleta y la mordió. -¡Entonces a comer! –a lena no le quedó de más que comenzar a comer las galletas, ninguno de los tres la dejaría ir a preparar nada de comer. El día apenas comenzaba. Brandon y Darcy tenían que bañarse, así que, como solían hacer los fines de semana, los metieron a la tina y Lena se encargó de Darcy y yulia de Brandon, claro, cuando salieron de ahí parecían que ellas se habían metido a bañar y no los niños. Luego de una dura lucha de “Qué me pongo, qué me pongo” finalmente lograron salir de la casa, claro, casi las sacan a rastras del lugar. Lograron llegar a su destino sin problemas, era día de colegio ¡Ventaja para todos! El parque de diversiones estaba completamente solo. Unos cuantos había nada más pero, podrían subirse en cuantos juegos quisieran antes que cayera la tarde y comenzara a llenarse.

-Mami ¡Yo quiero ese panda! –Dijo su hijo mientras caminaban los cuatro de la mano. -¿Cuál panda Brandon? –preguntó lena volteando ver al pequeño pelirrojo, él le apuntó a uno que estaba en un puesto. -¡Ese! –dijo emocionado. –Vamos, cómpramelo. – Suplicó, cuando lo hacía solía poner la misma mirada de yulia, eso quería decir, que no podía negarle nada. -Está bien. –Dijo vencida. Yulia y Darcy los seguían a ellos dos mientras reían por algo. Llegaron al puesto y lena preguntó el precio, el encargado le dijo que no estaba a la venta, que tenía que ganárselo jugando a meter unas pelotas de golf en unos orificios, lena frunció el ceño y yulia se carcajeó. -¿De qué te ríes? –preguntó mirando a su esposa. -De nada amor. –Reía pícaramente junto con su hija. -Anda mami, juega por mí. –Suplicaba el pequeño Brandon. –Mamá. –Corrió donde yulia. –Dile que juegue ¡por favor! –Jalaba la mano de la morena, ella seguía riendo. -Amor, juega para que nuestro príncipe tenga su panda ¡Vamos! –suplicaba ahora ella también. -Sí mami, mi hermanito merece ese peluche. – Apoyó la pequeña rubia. Lena sonrió un poco nerviosa, yulia comenzaba a reírse más fuerte, sabía que lena tenía una malísima puntería, por eso decidió comenzar a molestarla. -¡Vamos lena vamos! –repetía. –Juega por el panda, anda amor. –Decía cariñosamente, mientras el dueño del juego esperaba tranquilamente la decisión.

Lena suspiró. –Está bien, voy a jugar. –Murmuró y los tres gritaron felices. –Un, un, un lo que sea para jugar. –Le dijo al hombre del lugar. El sonrió y tomó el dinero. Le puso una sesta llena de pelolitas, la pelirroja se quedó boquiabierta. ¿Todas esas tengo que meter? –Yulia volvió a estallar en risa cuando escuchó eso. -¡Deja de reírte! –exigió. -No, claro que no. –Respondió sonriente. –Sólo tienes que meter al menos 10 de ellas en los agujeros de aquí enfrente. –Le explicó y alivió un tanto a la pelirroja. -Vamos mami, tu puedes. –Decía su hijo a su lado. -Sí mami tú eres la mejor. –Apoyó la pequeña Darcy. -¡Tú Tienes la mejor puntería, amor! –Se burló yulia a sus espaldas. -Cállate Volkova. –Le murmuró antes de tirar la primera pelotita y fallar. –Demonios. -¡Vamos mami, yo sé que tú puedes! –continuaba alentando alegremente su hijo. Yulia buscó un muro frente al lugar, esto tomaría tiempo. Luego de un rato…. -Ya, al carajo con esto ¡Debe más pelotas! –gritó furiosa. -¿Cuándo va a terminar mami de jugar? –preguntó Brandon. Había pasado una hora y lena, bueno, con suerte lograba meter 5 pelotas, los chicos y yulia se fueron a sentar debajo de un árbol a esperar que se diera por vencida o finalmente ganara.

-No sé pequeño, supongo que se aburrirá en cualquier momento y… -¡Al coño! ¿Es que acaso esto es un juego antilena o qué? -Ya va estallar. –murmuró Darcy. -¿Así como cuando llenamos de lodo la casa? – preguntó Brandon. -Creo que se pondrá peor. –Respondió yulia en medio de ellos dos. –Creo que debo ir antes que mate al hombre ese. No se muevan de aquí. – Ordenó mientras se ponía de pie. -Claro mamá. –Respondieron los dos al mismo tiempo. -¿sabe qué? ¡Lo voy a demandar! Porque este juego es una maldita estafa. -Señorita no se altere por.. -¿Qué no me altere? ¡He gastado el triple de lo que ese peluche cuesta! ¡Así que no me pida que no me altere! –grito molesta. Unos brazos rodearon su cintura y el aroma que tanto amaba llegó hasta su sentido del olfato. -Hasta allá se escuchan tus gritos ¿Qué pasa? – preguntó cariñosamente en su oído. -¡Este juego es una trampa! –respondió furiosa. – Él me está estafando. –Miró fulminante al pobre hombre que terminó intimidado por su mirar. Yulia rió y sacó un billete. -¡Una ronda más! –le dijo al hombre. -¿En serio? –preguntó él confundido.

-Sí ¿Algún problema? –preguntó la morena sin despegarse de su esposa. Él se encogió de hombros y puso una nueva sesta con las pelotas. -Hazlo tú yul, yo soy mala con estas cosas. –Dijo lena sin ánimos. -Haremos esto juntas ¿Sí? –Dijo tiernamente, lena asintió. –Toma la pelota. -Yul, no lograremos nad… -Tómala. –Insistió, lena terminó haciéndolo, yulia puso su mano sobre la de ella. –Ahora, no tomes mucho impulso. –Hizo para atrás su mano levemente. –Y, lánzala. –Tiraron al mismo tiempo la bendita pelota entrando sin problema en uno de los agüeros. -¡Bien! –celebró la morena. Repitieron lo mismo nueve veces más hasta que finalmente… -¡Sí! ¡Lo logramos! –saltó feliz la pelirroja. Abrazó a yulia y la besó. -lo logró. –Dijo Brandon feliz de lejos. Se levantó rápidamente y ayudó a su hermana a hacerlo también y corrieron hasta donde estaban sus mamás felices. -¡brandon! ¡Conseguimos tu panda! –Dijo lena feliz. Casi le arrebata el peluche de las manos al hombre y se lo dio a su pequeño quien emanaba felicidad. -¡Gracias mami! –Respondió contento y abrazó a su madre, Darcy estaba con yulia mirando la escena. -¿Le ayudaste a mami a ganar verdad? –preguntó la pequeña rubia en un murmuro a yulia, la morena rió, su hija a pesar de su edad era bastante madura.

-Pero no le digas a brandon ¿De acuerdo? Ni a mami. –Respondió de igual forma. -Seré una tumba. –Respondió imitando que cerraba un zíper en su boca. -¡Bueno! –Dijo en voz alta la pelirroja. -¿Dónde quieren ir ahora? -¡Vamos a los juegos mecánicos! –respondió Brandon. -pero a mí me dan miedo esas cosas. –Dijo darcy abrazando a yulia. -y a mí me dan ganas de vomitar. –murmuró lena. -Bien, entonces, yo llevaré a Brandon a los juegos. Y tú pequeña, irás con mami a donde quieras ¿Te parece? –le preguntó tiernamente a su hija ella asintió. -Ven Darcy. –Extendió su mano la pelirroja y ella la tomó. -¡Vamos mamá! ¡Vamos a los juegos! –decía feliz Brandon mientras tomaba la mano de yulia. -Espera. –Respondió riendo, se acercó a lena y la besó. -Ash. –susurró Darcy, solía ser celosa con lena, desde el día que salió del vientre. -Eres una celosa. –Rió yulia tomando su pequeña nariz. -Ya mamá, se nos hará más tarde. –Dijo el pelirrojo cruzado de brazos. -¿Nos vemos luego? –preguntó lena sonriendo. -En este lugar pelirroja. –Contestó yulia. Le lanzó

un beso y se fue de ahí con su pequeño. -Bien ¿Qué quieres hacer tú? –Le preguntó a Darcy. -no lo sé. –Respondió encogiéndose de hombros. Vio que habían unos payasos al fondo de lugar haciendo un pequeño show, sonrió. -¡Vamos con los payasos! -¿Qué payasos? –preguntó la pelirroja, ella le señaló el lugar donde estaban. –Ah ya, bueno vamos. –tomó la mano de su hija y caminaron tranquilamente por el lugar para llegar donde estaban los benditos payasos. Volviendo a dar una vuelta por el pasado. La navidad pasada Sergey finalmente pudo conocer a sus nietos ¿Adivinen quién más tuvo ese privilegio? Sí, Oleg, irían a celebrar todos navidad a Moscú, por fin los pequeños conocerían su ciudad natal. La reunión se haría en la casa del señor katin quien no se opuso a dicha propuesta. Cuando llegaron dima y su familia, quien por cierto ¡Ya estaban esperando a su segundo bebé! Fueron a esperarlos al aeropuerto. Darcy y Brandon se sentía un tanto incomodados, normal, no conocían a ninguno de ellos. Pero se pudieron relajar jugando con Dimitry, al menos Brandon lo hizo, Darcy esa noche terminó molesta. #FlashBack. -¿Por qué estás molesta Darcy? –preguntó lena al ver a la pequeña con sus bracitos cruzados y su ceño fruncido. -Por nada. –Dijo fríamente. -Te conozco, sé que tienes algo, vamos dime ¿Te golpearon jugando o algo?

-No. –Respondió igual de seria. -¿Entonces? -Brandon me cambió por ese niño. –Admitió finalmente, su hermano rió y se sonrojó. Lena volteó a verlo. -¿Lo hiciste? –preguntó mirando al pelirrojo. -Sólo la aparté de ahí, no quería que se lastimara. –Se encogió de hombros. –Pero yo no la he cambiado. –Respondió rápidamente y miró a su hermana. –Eres mi hermana, eso no cambiará por un amigo. Lena y yulia se sonrieron entre sí, casi nunca tenían problemas ellos dos, pero cuando era de celos, Darcy ganaba por ventaja. -¿Ya estás mejor pequeña? –preguntó yulia mirándola. -Sí mamá. –contestó ya más feliz. -Bien, entonces a dormir. –Besó la frente de cada uno, Lena hizo lo mismo luego apagaron la luz. -Buenas noches mamá. –Dijeron ambos al mismo tiempo. –Buenas noches mami. –Volvieron a decir al unísono. -Buenas noches hijos. –Contestaron la morena y lena al mismo tiempo y cerraron la puerta. -Te quiero hermano. –murmuró la pequeña quedándose dormida. -Y yo a ti Darcy. –Respondió suspirando el ojiazul. mamá ¿Te sientes bien? Te estás poniendo verde.

-Sí estoy bien Brandon, sólo debo, debo sentarme y respirar. –Respondió tirándose en la grama, todo le daba vueltas. El pequeño comenzó a reír. –No te rías. -Es que sólo nos hemos subido a dos juegos ¡Y ya quieres vomitar! –decía riendo el pequeño. -No le digas a tu mami, de seguro me molestará de por vida. –dijo suspirando fuertemente y se sentó. –Por favor. –Lo miró suplicante. -Lo prometo. –Seguía riendo. Yulia lo abrazó he hizo que cayera junto con ella en la grama mientras despeinaba su rizado pero corto cabello. –Mamá, no me despeines ¡Mamá! –decía entre risas. -Te estás burlando de mí, debes pagar por ello. – Bromeaba la morena. -No, no, ya no me estoy burlando de ti. –trataba de ponerse serio, pero la risa le ganaba. Al final se cansó y dejó a Brandon en paz. Ambos quedaron acostados en la grama mirando el cielo. –El cielo está hermoso. ¿No lo crees Brandon? -¿Qué le vez de especial, mamá? –preguntó confundido el chico. –Yo lo veo igual. -Está más despejado, sin tantas nubes como siempre ¿No lo ves? –Rió. -podría ser. –Respondió suspirando. –Mamá ¿No extrañas Ruisa? –preguntó sin despegar su vista del cielo. -A veces. –Susurró. luego sonrió. –Pero donde estés tú, tu hermana y tu mami es un buen lugar para estar.

-Menos mal, porque a mí no me gustó para nada ese lugar, aquí, por lo menos la gente sonríe en la calle, y allá… -Allá todos tienen cara de amargados ¿No? – interrumpió riendo, Brandon asintió. –Siempre decía eso cuando vivía ahí. …. -¿Te gustó el premio que me dieron mami? – preguntó emocionada con su figura hecha de globo. -Está precioso amor, has jugado muy bien. -¿Viste cómo me vieron esas niñas? ¡De seguro se morían de envidia! –Presumió un poco la pequeña rubia, Lena rió. -Sí las vi amor. –Rió la pelirroja. –Pero no olvides que… -Sí, lo sé. Nadie es mejor que nadie. –Recordó la frase que su mamá solía decirle cuando ganaban algo. Darcy era ver a yulia pequeña, con la diferencia de tener ojos verde-grisáceo pero en el carácter eran uña y mugre, en cambio Brandon era más calmado, aunque tenía sus ratos que estallar y volverse loco, pero era algo que se solucionaba fácilmente. ¿Curioso no? Por eso, lena se llevaba más con Darcy, y Brandon con yulia, pero los cuatro se tenían un inmenso cariño entre ellos. De eso no había duda. -¿Qué hacen en la grama tirados? –preguntó confundida y parando rápidamente. -¡Lena! –se paró rápidamente la morena y ayudó a Brandon a hacerlo. –nosotros, pues…

-Nos pusimos a ver las nubes. –Salvó de una metida de pata de su mamá el pequeño pelirrojo. ¿No has visto lo bonito que se ve sin tantas nubes el cielo mami? –Preguntó inocentemente, yulia le guiñó un ojo. -Sí está muy bonito el cielo. –Respondió extrañada, pero no le dio tanta importancia. ¿Terminaron? Muero de hambre y casi es hora del almuerzo. -Sí ya terminamos ¿Verdad campeón? –abrazó a su hijo. -¡Mamá! Mira lo que me gané con unos payasos. – Saltó su hija frente a ella con el muñeco. -Está muy hermoso, Darcy. Felicidades mi amor. –besó la mejilla de la pequeña ella sonrió. -¿Mi panda y tu muñeco pueden jugar juntos después? –preguntó Brandon un tanto tímido. -Claro que sí, hermanito. –Sonrió feliz la rubiecita. –Pero cuando lleguemos a casa. Ahorita iremos a comer pizza ¿Verdad? -Así es muñeca. –Respondió lena. -Y luego iremos a patinar al parque ¿No? – Recordó yulia. -¡Sí al parque! –gritaron ambos niños al mismo tiempo. -Entonces vamos a comer. –Dijo lena. Los cuatro caminaron tranquilamente hasta el estacionamiento, subieron al auto y buscaron el lugar donde les encantaba comer pizza.

Cuando llegaron el lugar comenzaba a llenarse de trabajadores y padres que llevaban a sus hijos a almorzar. Buscaron una mesa y los chicos fueron al área de juegos. Lena y yulia se encargaron de pedir. La mesa que escogieron estaba frente a la ventana y justo se veía el lugar donde yulia trabaja. -Son enormes. –Dijo lena riendo. –No sé cómo no te da miedo estar ahí. Yulia rió. –Al principio te diré que moría de miedo, pero luego de tanto tiempo te acostumbras. -Las veces que me has llevado, casi he terminado invocando santos que no sé si existen o qué. – Decía entre risas. -Y nunca me lo habías dicho eh. –Se cruzó de brazos. –mañana irás conmigo. -¿Qué? Pero ¿Por qué? – preguntó espantada. -Porque quiero ir a presumir a mi bella esposa como siempre. –tomó la quijada de la pelirroja y acercó sus labios lentamente hasta rosarlos para luego fundirse en un hermoso y tierno beso. -Bueno está bien. –Respondió después de terminar el beso. Abrazó a yulia y puso su cabeza contra su pecho lograba escuchar los latidos de su corazón, suspiró. -¿Y ese suspiro? –preguntó la morena acariciando la larga cabellera de la pelirroja. -Nada es sólo que ¿Te imaginas si no nos hubiéramos conocido? Yo de seguro estaría muerta o casada con algún estúpido brabucón ruso. -Pero amor, si estás casada con una estúpida brabucona rusa. –Bromeó yulia haciendo su voz más ronca.

-No te llames así. –Regañó lena. –Tú no lo eres, tú, tú realmente me cambiaste la vida. -Pero tú también cambiaste la mía. Así que estamos a mano. –Besó la cabeza de lena. – Siempre estaremos juntas, tú vivirás por siempre en mi corazón, nadie podrá sacarte de ahí. -Ni a ti del mío. –Murmuró la pelirroja. –Te amo yul. -Y yo te amo a ti lena. –abrazó más fuerte a su amada esposa, eran observadas atentamente desde las alturas del juego de niños. -¿Ves cómo se aman Darcy? Por eso no debemos dejar que molesten a mami y a mamá nunca. -Sí hermanito, no debemos permitir nada de eso. – Apoyó inocentemente la pequeña rubia, vieron que el mesero se acercaba con la pizza hasta su mesa y corrieron desesperados hasta ahí abajo. Almorzaron entre risas y bromas, como solían hacer los fines de semana. La gente los observaba y sonreían, otros sentían una profunda envidia ¿Por qué lo hacían? Porque veían el amor que había ahí, porque ellos no lograban mantener su matrimonio en pie ¿Y ellas? Ellas lo hacían ver tan fácil. Terminaron de almorzar y se quedaron un rato charlando. Luego tomaron camino hasta el parque donde solían ir a andar en bicicleta, o tan solo a caminar. Los chicos bajaron sus patines, mientras Lena y Yulia irían a caminar por el lugar. -Cuida a tu hermana. –Dijo terminando de ajustar sus patines. -Siempre lo hago mamá.

-Eres un presumido. –Bromeó y lo ayudó a pararse. -Quizá lo heredé de ti. –Respondió riendo. … -No te alejes de tu hermano por favor. -Sí mami. –Respondió terminando de ponerse el casco, Lena le ponía las rodilleras. -Si pasa algo, estaremos donde siempre con tu mamá ¿Sí? -Está bien ¿Nos iremos pronto? –preguntó tímidamente. -No lo sé, lo dudo ¿Ya te quieres ir acaso? – preguntó alzando una de sus cejas. -No, no, no, claro que no mami. –Respondió rápidamente. -¡Darcy! Vamos. –Gritó su hermano extendiéndole su mano. -Ve con tu hermano. –Permitió la pelirroja y la pequeña se deslizó hasta donde él, yulia se paró al lado de lena. -¡Tengan cuidado! –gritó la morena. -Sí mamá. –Contestaron sus hijos yéndose de ahí. -¿Será que me puedo robar a esta hermosa pelirroja un momento de aquí? –preguntó tiernamente mientras abrazaba a su querida esposa por la espalda, lena rió. -Claro que puede ¿Desde cuándo pide permiso

para eso? -preguntó divertida mientras comenzaban a caminar por la verde grama tranquilamente. Se lograba ver la estatua de la libertad desde allí, era una vista hermosa. -No sé, los modales han hecho aparición en mí esta tarde. –bromeó un poco, encontró un buen lugar para sentarse y lo hizo, abrió sus piernas e invitó a lena a que se sentara en medio de ellas, lena se sentó en el espacio que yulia le había hecho para poder abrazarla y apoyar su quijada en el hombro de la pelirroja. Adoraba hacer eso. –He cumplido los propósitos que adquirí para mi vida después de conocerte. –Dijo después de un corto silencio donde sólo las risas de algunos niños se escuchaban a lo lejos. -¿De qué propósitos hablas? –preguntó curiosa, jamás le había hablado de eso. -¡Ser alguien en la vida!- Dijo emocionada mientras reía. –de no haberme topado contigo en aquel puente, yo… -Lo sé. –interrumpió lena. –Yo estaría igual que tú. -Destrozadas. –Dijeron ambas al mismo tiempo y rieron. -Aunque aún me falta una cosa. –Recordó la pelirroja. -¿Qué cosa amor? -Nuestro tercer hijo ¿Lo has olvidado? Te recuerdo que queríamos tres. Yo ya hice el trabajo con dos y pues… -¿Me estás pidiendo que me embarace? –anticipó la morena mientras reía. -Pues ¿cómo te digo que sí? –Bromeó la pelirroja.

–Estamos envejeciendo ¿No lo ves? -Uh sí, cállate Señorita “tengo mil años” –Se carcajeó la morena. –Pero bueno, quizá tengas razón, Darcy y Brandon de seguro querrán un nuevo hermanito aunque ¿Sabes? -Darcy se pondrá celosa, lo sé. –Susurró riendo. – Pero sé que le terminará gustando la idea. -¿Podemos comenzar a practicar esta noche? – Preguntó yulia pícaramente en el oído de lena. -No comas ansias, aún está temprano. – Respondió la pecosa. –Pero podría complacerte. -Por esos 5 meses que no pudimos estar juntas hace tantos años. –Dijo dramáticamente. Continuaron hablando un par de horas más ¡Nunca se aburrían! Siempre encontraban algo de que poder hablar, aunque sea del clima, pero con tal de estar juntas, lo hacían sin importarles. La noche comenzaba a caer así que decidieron irse a su casa de nuevo, los pequeños se quedaron dormidas en el auto, así que las chicas tuvieron que cargarlos a cada uno y meterlos en sus camas, posiblemente despertarían un poco más tarde así que les tendrían preparado algo de cena. -Vaya, los pequeños me dejaron a mi voluntad con nuestra noche de películas. –Bromeó yulia haciendo zapping en el televisor, lena se sentó a su lado. -Podríamos ver algo tú y yo. –Propuso la pelirroja. -Son las 8pm, aún no hay pornografía en la tele. – Dijo y luego se carcajeó por la cara que puso lena. -No hablo de eso. –Regañó la pelirroja. –Pero

bueno, quizá debemos ir a… -Mami. –Dijo adormitada la pequeña Darcy. -¿Nos vas a leer un cuento? -Pequeña ¿No tienes hambre? –Preguntó lena poniéndose de pie junto con yulia. -No, quiero que me leas un cuento ¿Sí? -¿Tu hermano está despierto? –preguntó yulia tomando entre sus brazos a la pequeña rubia. -No, lo quise despertar y no me hizo caso. – Bostezó luego de hablar. -¿Le leemos un cuento a nuestra princesa amor? –preguntó la morena a la pelirroja. -Por supuesto. –Apoyó lena. -Entonces vamos. –Dijo comenzando a caminar con su hija en brazos y lena iba detrás de ellas. Tomaron uno de los tantos libros de cuentos que tenían los chicos y acostaron a Darcy en la cama, lena y yulia se acostaron una a cada lado de la cama también. –Comenzaré a leer yo. –dijo la pelirroja. Y así comenzó a contar una nueva historia, a la mitad del libro, había pasado una hora exactamente, la pequeña se había quedado dormida y yulia igual. Se levantó con cuidado, besó a su pequeña en la frente y a yulia le dio un beso en sus labios, apagó la luz de la lámpara y sonrió. –Buenas noches mis amores. –Se acercó donde Brandon y también le dio un beso antes de irse de ahí. –Dormiré sola por lo visto. –murmuró para ella misma al ver todo el lugar solo y en completo silencio. Acomodó los juguetes que estaban regados en la sala. Lavó unos cuantos platos que estaban sucios y se dirigió a su habitación a descansar, al menos, a tratar de dormir, cuando

yulia no dormía con ella le costaba tanto quedarse dormida, pero esta vez fue distinto, quizá el cansancio de todo el día. -¿Pensabas dormir sin mí? –preguntó una voz adormitada en su oído, unos brazos acorralaron su cintura. -Pensé que dormirías con Darcy. –Respondió igual de adormitada y volteó quedando frente a frente, aunque todo estaba oscuro, el azul de sus ojos podía distinguirse. -Te ves tan hermosa a la mitad de la noche. –Dijo riendo. Acomodó su cabeza en el pecho de lena, estaba muriendo de sueño. –Buenas noches mi amor. -Buenas noches mi vida. –Respondió lena besando fácilmente la frente de yulia. Y así se quedaron dormidas, una abrazando a la otra. La luna era la única testigo de ese hermoso retrato de amor. … Los rayos del sol golpearon su rostro levemente. Abrió sus ojos con dificultad y miró la hora, eran las 8am. Los frotó con sus manos para poder mirar mejor, cuando lo logró miró a su lado, dónde yulia dormía había una nota junto con una rosa, olió la rosa y sonrió. Luego tomó el papel y comenzó a leerlo “Lena, he llevado a los niños al colegio, no quise despertarte, parecías un ángel. Te espero en unas horas en mi oficina ¡Tienes que ir! Te amo, Yul.” –Me harás ir a esas cosas. – murmuró antes de tirarse de la cama y tomar su celular para llamar a la morena. Esperó y esperó hasta que finalmente contestaron. -¿Amor? –preguntó la morena, al fondo se escuchaban los pitos de los autos sonar. Típico de las mañanas, tardes y noches en Nueva York.

-¡Yulia! Amor, buenos días. –Dijo feliz la pelirroja. -Buenos días mi princesa ¿Qué tal dormiste? – preguntó sonando igual de alegre. -Muy bien, a tu lado todo es mejor. –Respondió tiernamente. -Dime eso cuando tengamos 40 años de casadas y yo parezca una momia. –Bromeó yulia. -Usualmente pareces un zombie y no te he dicho nada ¿Verdad? –se carcajeó haciendo sonreír a yulia, su risa le llenaba aún más de felicidad el día. -¿Vas a venir a mi oficina? –preguntó antes de tomar de su taza de café. -No me has dejado otra opción ¿Cierto? -Te tendré algún té y algo para el vértigo si quieres. –Bromeó. –Por favor, ven. Suspiró. –Claro que iré ¿Cuándo te he dicho que no a algo? –preguntó riendo. -Bueno si nos ponemos a sacar ese tipo de cosas, comenzaría con… -…Debo ir a bañarme ¿Sabes? Se hace tarde y debo ir a ver a mi esposa antes de ir al trabajo. – interrumpió antes que yulia comenzara a decir incoherencias, la morena se carcajeó. -Te esperaré aquí hermosa. –Dijo feliz. –Te amo len ¡Te amo! No lo olvides. -Jamás olvidaría eso. –Respondió tiernamente. – Yo también te amo a ti. Yulia sonrió. –Estaré en la oficina esperándote. – Dijo coquetamente.

-¿piso 93? –le siguió el juego la pelirroja. -Así es. –Respondió. Terminaron de coquetearse como siempre y lena salió corriendo a darse una ducha. Mientras la morena terminaba de subir hasta su oficina, Anatoli estaba sentado en su silla mirando la foto que tenía ella en su escritorio, era una donde salía Brandon, Darcy y Lena en uno de los tantos paseos que habían tenido. -Buenos días ¿Qué haces tan temprano por acá? –preguntó asombrada. Se acercó a él y lo saludó. -Tenemos cosas que hacer, así que no quise venir tarde. –Respondió él parándose al lado de su hermana quien estaba viendo por la enorme ventana. –No es justo que la vista desde tu oficina sea mejor que la mía. –Renegó. -Te he dicho que puedo conseguirte una oficina en este piso y tú nunca me das una respuesta. – Respondió la morena riendo. -Claro, sabes que esa pregunta no necesita respuesta. –Respondió él. Miró a Yulia quien tenía una sonrisa poco usual. -¿Por qué sonríes? -Estoy feliz, solo eso. –Dijo sonriente y terminó de tomar su café. -¿Por qué? Digo, si se puede saber. –preguntó él tomando a su hermana de los hombros, la diferencia de estatura, era obvia. -Mi vida está completa, soy una famosa empresaria aquí en América, tengo al mejor hermano del mundo. –Rió. –mi mamá, ella está conmigo y he logrado perdonarla, pero lo más importante, tengo al amor de mi vida a mi lado. ¡Y

a dos pequeños encantadores que son mis hijos! -Con ayuda mía…-Susurró en broma el rubio. -Siguen siendo mi sangre. –Replicó ella. –Todo está perfecto en mi vida ¡Quién diría que yo no quería seguir con mi vida hace tanto tiempo! –Rió. –Mi ángel me salvó. -Me alegro mucho saber que tu vida está mejor que antes hermana. Te lo mereces. –Abrazó a su hermana contento por ella. Regresaron su vista a la ventana apreciando la ciudad desde esa altura. -Gracias hermano, soy feliz, lo he logrado. – Murmuró con una enorme sonrisa. … Terminó de perfumarse y se colocó sus zapatos, se miró una vez más en el espejo. -¡perfecta! –se dijo a ella misma, tomó su cartera y sus llaves, no iría en el auto, quería caminar. Cuando terminó de cerrar la puerta de su casa, miró un montón de gente correr hacia un misma dirección con sus teléfonos en sus orejas. -¿Qué pasa? –se preguntó, todos iban hacia el mismo camino donde ella, aceleró el paso y una enorme nube de humo se miraba al final de la calle. Se espantó al escuchar las sirenas de la policía y las ambulancias. Un chico chocó con ella y aprovechó para preguntar. –oye ¿Qué pasa? ¿De dónde sale esa nube de humo? –le preguntó al chico quien se veía enormemente preocupado. -¡Un atentado! ¡Han atacado el World Trade Center! –Gritó eufórico. -¿Qué? –dijo en un hilo de voz -¿Sabes-sabes cuál torre fue? –preguntó con su voz comenzando a quebrarse, las piernas le temblaban.

-Escuché que fue la torre norte ¡No lo sé! ¡Debo ir para allá! ¡Mi papá trabaja ahí! –trataba de irse el chico, los ojos de lena se cristalizaron. -Mi esposa también trabaja ahí. –Murmuró. Su mundo se vino completamente para abajo. -Lo siento. –Susurró el chico antes de salir corriendo, dejando a lena en una ruina total. ¿Escuchó bien? ¿Estaba soñando? Había hablado con su amada hace unos momentos, corrió desesperada hasta el lugar, pero las autoridades impidieron su paso, desesperada pedía ayuda, sin obtener ninguna respuesta. Y finalmente en un momento se despejó el cielo por un corto lapso dejando ver para confirmar aquellas palabras que el chico le había dicho momentos atrás. Vio una de las torres en llamas, emanando humo desde las alturas, su corazón se partió en mil pedazos, sin fuerzas y totalmente destruida se dejó caer de rodillas. –La perdí. –murmuró, las lágrimas rodaban por sus mejillas como una catarata. –La perdí para siempre. Nunca sabemos lo que podríamos perder de un momento a otro. Dos ángeles destinados a unirse de una manera bizarra ¿Cuánto tiempo pasaría para darse cuenta que ambas nacieron para estar juntas? Que nacieron, para arreglar la vida de la otra… Todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas ¿Por qué? Es fácil, nadie más lo hará. Debes ser firme con lo que deseas hacer. Como cuando alguien entra a tu vida y una parte de ti dice “No estás mínimamente preparada para esto” pero la otra parte dice “hazla tuya para siempre” –Yulia Volkova de Katina.

Epílogo. -¿Cómo? ¿Vas a dejar todo ahí? ¡No es justo! -Él tiene razón, no es justo. Debes continuar. -Siempre les cuento la historia ¿Por qué quieren que termine de contarla? De seguro ya se la pueden de memoria. –Bromeó un poco. -Siéntate de nuevo Yulia Volkova y termina de contarnos. –Exigió una ronca voz entre todos los que estaban frente a ella escuchando. Volvió a sentarse riendo. -¿Desde cuándo ustedes me exigen algo, eh? Yo soy mucho mayor que ustedes. –Se cruzó de brazos. -Ya, termina de contarnos, aquí hay varios de nosotros que no conocemos mucho la historia ¡Continua! -Sí cuéntanos que pasó después. –Apoyó otra vocecita. -¿De la manera que yo lo vi? –preguntó extrañada. -¿Acaso hay otra forma? –cuestionó. -La de ella. –murmuró la morena. -Pero, su versión, aún no la podemos escuchar, además, tú lo has visto todo desde ese momento, así que no creo que sea mucha la diferencia de historias. –Respondió encogiéndose de hombros. Se dio por vencida, usualmente le ganaban la batalla con palabras tan específicas. –Está bien. ¿Dónde me quedé? -¿Qué pasó después del accidente? –Preguntó un tanto tímida.

-Bueno, después de eso, vino lo peor, para ella, eh incluso para mí. –Recordó con un tanto de melancolía mientras jugaba con su anillo. –Le llamé tantas veces, ella no atendió. …. *Deje su mensaje después del tono* -¿Amor? Bueno, de seguro, de seguro te has enterado de lo que pasó, estoy bien, estoy esperando que vengan a sacarnos, no te preocupes, yo, yo saldré bien. Te amo princesa. … -Y luego envié otro. –Murmuró. *Deje su mensaje después del tono* Amor, sigo esperando que vengan por mí, esto, esto se está poniendo caliente, parece un infierno. –rió un poco aunque estaba hecha un mar de llanto. –Cuida a nuestros pequeños, no dejes que nada les pase. Dile a Brandon y a Darcy que estarán siempre en mi corazón. Al igual que tú amor. –su voz entre cortada era notable. -Finalmente, envié el último, minutos después. – Levantó su vista mirando a quienes escuchaban atentamente. *Deje su mensaje después del tono* Es obvio que no vendrán por nosotros, no sé ni cómo tengo señal aún, Lena, debes de ser fuerte ¡Por los niños! No quisiera hacerte esto pero ¡Dime! ¿Cómo me salgo de aquí? ¿Cómo corro hasta ti, hasta tus brazos para sentirme segura? Me siento desprotegida sin ti. Perdóname tanto esto, perdóname por dejarte sola con nuestros hijos. – lloraba desconsolada. –Te amo, mi terca pelirroja. –Fue lo último que susurró para luego cortar. -¿Y luego qué pasó? –preguntó alguien un tanto

triste. -luego salí de ese lugar, mi ropa desgarrada, estaba llena de polvo, miré todo el lugar, la gente corría de un lado a otro preocupada, yo estaba ida, comencé a caminar sin ningún rumbo fijo. Pero luego, luego escuché esa voz que me llenaba de alegría de vida. –Sonrió levemente y las lágrimas terminaron de salir de sus ojos. –Levanté la vista y la busqué como loca, la busqué hasta encontrarla peleando con un oficial, supongo que lo hacía buscando información mía. Reí en ese momento, comencé a correr hacia donde ella mientras la llamaba por su nombre, al parecer no me escuchaba. Ella dejó de discutir y se quedó parada, llorando, se había puesto el vestido rojo que a mí tanto me encantaba, y su cabello a medio alizar. Era toda una princesa. Llegué hasta donde ella, volví a llamarla por su nombre, no me escuchó. Decidí abrazarla, decirle que estaba bien ¡Que había salido de ahí! Pero, al momento que me abalancé sobre ella fue como querer abrazar un holograma, me fui de largo y ella no notaba mi presencia. Me espanté tanto, miré mis manos, yo podía ver mi cuerpo, la podía ver a ella y a todos, pero ella, ella no podía verme, ella ni nadie. –secó sus lágrimas y agachó su mirada. -¿Fue cuándo te diste cuenta que… -Sí. –interrumpió. –Fue cuando me di cuenta que, quién salió de ese edificio destruido fue mi alma, más no mi cuerpo. -Entiendo. –respondió en un susurro. -Continua yul.-pidió alguien más. Yulia sonrió. –Está bien. Aquí viene lo que pasó después de ese día… -Jueguen callados, su mami se logró dormir. –

Murmuró Larissa con sus ojos profundamente rojos de tanto llorar. -¿Por qué lloraba mami? ¿Es porque mamá aun no viene a casa abuelita? –preguntó inocentemente, a Larissa se le hizo un nudo en la garganta que le impedía hablar, le sonrió un poco. -A mami le duele la cabeza, es todo. –Respondió. -¿Dónde está mamá? –preguntó esta vez Brandon. –Ayer me dijo que vendría a jugar videojuegos conmigo después del trabajo. -Su mamá. –tragó saliva, sentía que se estaba ahogando con cada pregunta que le hacían con respecto a yulia. –Ella ha tenido que salir del país ¿Saben? -¿Tardará mucho? –preguntó Darcy. -No lo sé cariño. –Murmuró. Un fuerte grito desde la habitación de lena llamó su atención. “yulia” gritaba constantemente acompañado de un llanto desgarrador. –iré a ver a su mami, quédense aquí ¿Ok? -Está bien abuelita. –Respondió Brandon y comenzó a jugar con su hermana, Larissa subió corriendo las escaleras hasta el cuartó de lena quien continuaba gritando, pero ella estaba dormida. -¡Lena! –sacudía el cuerpo de la pelirroja. –Lena despierta. –repetía una y otra vez hasta que lo logró, lena se despertó asustada y llorando. -Soñé, soñé algo horrible. –Murmuró mientras Larissa la abrazaba fuertemente. –Soñé que yulia ya no estaba con nosotros. –Decía entre lágrimas.

Larissa no pudo evitar romper en llanto y abrazó aún más fuerte a la pelirroja. –No fue un sueño, amor. –Respondió después de un corto tiempo. – Ella, ella ya no está con nosotros. –Finalizó y volvió a llorar, lena se separó bruscamente de ella y la miró furiosa. -¡Eso no es cierto! –gritó poniéndose de pie. Larissa pensó que a consecuencia del shock su mente estaba bloqueando la realidad. -¡Deja de mentirme! –gritó llorando, su cuerpo chocó contra la pared. Hizo para atrás sus rizos, y como si fuese una diapositiva en su cabeza recordó todo, desde que salió de la casa esa mañana, hasta ese momento. se dejó caer resbalándose contra la pared hasta llegar al suelo. –Yulia no está. – Susurró, abrazó sus piernas y escondió su cabeza en ellas rompiendo en llanto. -¡Yulia murió! – repetía una y otra vez, Larissa tomó fuerzas y fue donde ella, la abrazó mientras trataba de consolarla pero ¿Cómo consolar a alguien quien acababa de perder al amor de su vida? Pero ¿Quién la consolaba a ella que acababa de perder a su hija? -Debes de ser fuerte, lena. –decía Larissa en un hilo de voz. –Por Brandon y Darcy. -¿Quién me devolverá a Yulia? –preguntó fríamente con su voz entrecortada. -¿Quién le devolverá la felicidad a esta familia que ahora está destruida? ¡Dime Larissa! ¡Cómo recupero al amor de mi vida! Dime la solución. –Volvió a romper en llanto, a ese paso se quedaría sin lágrimas. ¿qué podía contestarle Larissa a alguien que estaba destruida? Decidió no decir nada más y solo brindarle su calor y afecto, lo necesitaría tanto en esos momentos. ….Al día siguiente se levantó, sus ojos estaban hinchados. Se recogió el cabello se puso un

suéter, un pantalón deportivo, se puso sus tenis y tomó sus lentes. Bajó las escaleras, Larissa estaba ahí en la sala con Brandon y Darcy “No irán a clases, quiero que pasen conmigo el día” fue la enorme mentira que les dijo la ojiazul. Sus pequeños salieron a saludarla, ella no respondió. -¿A dónde vas? –preguntó Larissa preocupada mientras lena tomaba su cartera. -Tengo cosas que hacer. –Respondió seria. Salió de ahí sin decir nada más, salió solo para encontrarse en cada esquina un periódico que recordaba lo pasado el día anterior “La tragedia que tiene de luto a una nación completa” sus ojos se llenaban de lágrimas al ver los títulos de las noticias. Pasó por un puesto, compró lo que tenía que comprar ignorando las noticias de la televisión. Caminó y caminó hasta que llegó al lugar de destino. Estaba tan vacío, se respiraba un enorme luto en el lugar. -No puede pasar. –Le dijo una ronca voz. -He perdido al amor de mi vida dentro de esos malditos edificios ¿Usted perdió a alguien ahí? – preguntó molesta pero las lágrimas corrían por sus mejilla, aunque los lentes evitaban que todos vieran la condición en la que se encontraba. -No señora. –murmuró un tanto apenado. -Entonces no sabe lo que yo siento, lo que miles de personas sienten. -Pero no pued… -¡Lo va a hacer! –interrumpió gritando. Los oficiales que estaban del otro lado de esa cinta voltearon a ver quién era la persona que hacía escándalo. -¿Es que acaso no es obvio? No podré ir a un cementerio y llorar sobre su tumba ¡Porque

no hay tal cosa! Sólo está este lugar, aquí descansan sus restos, debajo de todo esos escombros. –Dijo en un hilo de voz. Agachó su cabeza y comenzó a llorar. Un oficial se acercó al lugar corriendo, él había escuchado todo. -Déjala pasar. –Autorizó con sus ojos un tanto cristalizados, levantó la cinta de seguridad. – Señorita. –llamó la atención de lena, ella volteó a verlo. –Puede pasar. -lena caminó dentro del lugar. –Muchas gracias. – Susurró. -Es la primera que viene a pelear para que se le deje entrar, es usted muy valiente. –Alentó un poco lena simplemente asintió mirando el lugar hecho un desastre. -La dejaré sola. –Dijo el hombre. Puso su mano sobre el hombro de lena. –Lo siento tanto. -Yo lo siento más. –Murmuró la pelirroja, comenzó a caminar lentamente, con cada paso que daba el corazón se le hacía aún más pedacitos, las demás personas que estaban fuera del área dónde solo a ella se le permitió entrar, familiares de otras víctimas, observaban atentos a lena. Llegó frente a una pequeña montaña de escombros. Sacó de su cartera una foto, una foto de yulia. Luego su encendedor y una pequeña vela. Colocó las flores que compró momentos atrás, y luego puso la foto de yulia, las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas de nuevo. Encendió la velita y la enterró un poco frente a la foto de yulia. Se quedó parada unos momentos mirando la foto de yulia, esa sonrisa que tenía, esa, que no volvería a ver. – Has roto tu promesa, Volkova. –Dijo riendo un poco, pero no dejaba de llorar. –Juntas para siempre ¿Lo olvidaste? –apretó sus puyos. –Dime ¿Qué haré sin ti ahora? –no pudo más y se dejó

caer de rodillas mientras lloraba amargamente. – Prometiste que jamás te irías de nuestras vidas ¿Por qué no cumpliste con tu promesa? ¡Por qué! –gritaba mientras se apoyaba con sus manos. Levantó su vista y volvió a mirar la foto de yulia. ¿Qué le diré a Darcy y a Brandon cuando pregunten por ti? ¿Cómo hago para no romper sus corazones también? –preguntaba mientras miraba fijamente la foto. –Esto no era parte del plan ¡No lo era! –la gente la observaba y no podían evitar sentir lástima por ella, aunque no entendían lo que decía, el dolor que sus lágrimas reflejaban eran más que evidente. –Por qué me dejaste sola, por qué Volkova, por qué! –repetía una y otra vez. Tomó una de las tantas piedras que habían cerca del lugar y la tiró furiosa, su vista regresó al lugar donde la piedra estaba, miró un papel que con el polvo no se distinguía. La intriga le ganó y comenzó a apartar con cuido las demás piedras para poder ver que era lo que había ahí. “¿Qué hace?” murmuraba la gente entre ellos. Cuando terminó de hacer su pequeña excavación, se espantó con lo que vio, su pulso le temblaba tomó el papel y lo limpió con su suéter del polvo, y luego lo puso frente a ella. -No puede ser. –murmuró. Mirando aún más dolida lo que tenía entre sus manos. -¿No se destruyó? – Murmuró para ella. ¿Qué era lo que tenía con ella? La foto que yulia tenía en su oficina de ella con los niños. –No puede ser. –Repitió, la foto sólo tenía leves rasguños, parecía que era lo único que sobrevivió de ese ataque, volteó a ver la foto de yulia.- ¿Tú has hecho esto? –le preguntó como si fuese a responderle. … ¿Tú lo hiciste? –interrumpió la narración. -Yo no hice nada. –Contestó.

-¿Dónde estabas tú? –Preguntó alguien más. -Justo detrás de ella. –Respondió con una media sonrisa. –Quería decirle que yo no me había ido, que seguía con ella ahí. pero Ella olvidó por un momento algo que yo dije hace mucho tiempo. -¿Qué le dijiste? –preguntó curioso. -Le regalé una cadena con un ángel, le dije que mientras ella la usara, yo siempre estaría a su lado pasara lo que pasara. –Las lágrimas en sus ojos volvieron a salir. -No llores. –Se paró alguien y trató de consolarla. ¿Puedes continuar? -Claro. –Respondió con una media sonrisa. – Luego de eso, ella se fue de ahí, directo a la casa, yo la seguí, miré a mis pequeños jugando con mi mamá, ella entró y corrió hasta nuestra habitación, no saludó a nadie. La comprendo perfectamente. Corrí detrás de ella, pensé que escuchó mis pasos o mi agitada respiración en ese momento, pues se quedó parada unos segundos escuchando algo, pero luego azotó fuertemente la puerta y se encerró. Repitió mi nombre una y otra vez hasta que se quedó dormida, no se levantó en todo el día, no comió, sólo lloraba hasta quedarse dormida, cuando despertaba, lo hacía asustada, yo me quedé con ella observando cada uno de sus movimientos ¡Quería que ella sintiera que estaba ahí! Me frustré tanto, me frustré por verla a ella destrozada por mí. –Suspiró. –un día, su cartera se calló y se regó todo por el suelo, entonces vio su celular, lo tomó y vio que estaba descargado, cuando lo encendió miró que habían mensajes de voz. Mis mensajes de voz. –Hizo una corta pausa. –Se destrozó tanto de nuevo al escuchar mi voz, guardó los mensajes y los escuchaba unas tantas veces al día.

-¿Qué pasó después de un tiempo? –preguntó alguien rompiendo el silencio. Yulia levantó su cabeza. –Vino lo peor. ……………………. -¡Preparen un quirófano! ¡Pero ya! Traigo un paciente con serias heridas. -Por favor, sálvela. –Suplicaba entre llantos. -Lo haremos, tranquila. –Respondió seria. Corrió hacia el quirófano. -Dios, no hagas que esos niños pierdan ahora a su mamá, es todo lo que tienen. –Decía entre susurros. xxxx -¡Vamos retengan la hemorragia! Está perdiendo mucha sangre. -Doctora, su pulso está bajando. –Respondió presionando las heridas. -No, vamos chica, tienes que aguantar. –susurró y analizó rápidamente las heridas. –Son demasiado profundas. ¿Dónde están las bolsas con sangre? La necesitará, ha perdido mucha. -En seguida doctora. –Y salió corriendo a buscar lo que se le había ordenado. Comenzó a coser las heridas, pero la sangre no dejaba de salir. –Demonios, la hemorragia no se detiene. -Doctora, los latidos están bajando muy rápido. -Vamos chica ¿Te estás dejando morir acaso?

¡No lo hagas! Tienes una vida por delante. –Le decía al inconsciente cuerpo de lena. –Tienes que resistir. ……. -¿Cómo terminó eso? –preguntó una voz que casi no escuchaba muy seguido. -La pude ver finalmente. –Sonrió con lágrimas en sus ojos. –Ella me encontró vagando por la oscuridad. -Eso quiere decir que ella… -No. –Interrumpió antes que terminara su frase. – Hablé con ella, después de tantos meses de desesperación. Pude hacerlo. -¿Qué hablaron? –preguntó. ……………… -¿Yulia? ¿Yulia eres tú? –preguntó temerosa, la escasa luz de ese lugar no la dejaba distinguir, ella volteó al escuchar su nombre, entonces terminó de confirmarlo. -¡Yulia! –gritó feliz y corrió hacia ella, se fundieron en un enorme abrazo, finalmente se sentía completa de nuevo. –No sabes cuánto te extrañé. –murmuró. -Lena, yo… -Dijo con su voz entre cortada. – Perdóname. –lloró amargamente entre los brazos de su amada. –Perdóname por dejarte sola, al menos en cuerpo. He vagado por todos lados donde tú has estado, te he visto llorar, te he escuchado maldecir al cielo, he visto cómo acababas con tu sufrimiento con aquella navaja en nuestra habitación. -N-no sabía qué hacer, esto es demasiado para mí. No encontré mejor escapatoria que esa. – Respondió entre llantos. –Quiero estar contigo, por

favor. -¿Nuestros hijos? –Preguntó la morena. –No le podemos hacer eso a ellos. -¡No me puedes hacer esto a mí! –gritó furiosa. ¡Estoy muriendo sin ti, comprende! Verlos a ellos, es verte a ti, no les he vuelto a hablar hace tanto, Larissa se los llevó con ella, les dije que tenía trabajo que hacer… -Entonces hiciste esto. –murmuró yulia. -¡Preguntaban por ti a diario! ¿Qué tengo que decirles? ¡Dime! -Decirles la verdad. –Respondió en un hilo de voz. –Tienes que hacerlo, amor, yo estaré con ustedes. –Tomó las manos de la pelirroja. –Debo partir ¿Sabes? No puedo hacerlo si sé que mi familia no está bien aún. –Besó las manos de lena. Ella lloraba mientras escuchaba las palabras de yulia. –Tienes que saber que yo cuidaré y velaré por ustedes, cuando los dientecitos de Darcy y Brandon comiencen a caer, yo estaré ahí. Cuando tú consigas arreglar la mente de algún lunático, yo estaré ahí celebrando tu triunfo. –Rió un poco. – Debes prometerme que serás fuerte y que saldrás adelante. -No puedo prometerlo ¡No podré hacerlo! -Sabes que si podrás ¿Mi pequeña pelirroja no era la más fuerte de las dos? –miró los verdegrisáceos ojos de lena y sonrió. –Debes ser tú quien le de la fuerza a nuestros pequeños para seguir adelante. Diles que mamá siempre estará con ellos. -No me pidas que haga esto, no por favor yul, déjame ir contigo. –Suplicaba la pelirroja, a tal grado que se hincó frente a yulia. –Por favor. -Párate, no hagas eso. –Respondió yulia tratando

de levantar a lena. –Lena, prométeme que regresarás a donde te necesitan. -¿Tú no me necesitas? –preguntó en un hilo de voz. -Lo hago y lo haré siempre. –Contestó llorando. – pero ellos te necesitan más. -Lo prometo. –Respondió la pelirroja seria. -No lo estás haciendo de corazón. –Dijo yulia abrazando a lena. –no me verás pero siempre estaré ahí contigo. –murmuró en su oído. Lena con todo el dolor de su alma apretó más a yulia contra ella. –Lo prometo yul, prometo sacar adelante a nuestra familia. –la morena besó los labios de lena una última vez. -Ahora, debes regresar de donde viniste. –Dijo tomando entre sus manos la cara de lena. -pero ¿Y tú? –preguntó en un hilo de voz, una luz detrás de yulia alumbró finalmente el lugar, yulia volteó a ver y sonrió. -Tu promesa me ha dado el pase para partir finalmente. –Sonrió yulia, lena por fin pudo ver la silueta de yulia, llevaba un vestido largo color blanco, sin una pisca de maquillaje, como tanto le gustaba, y su cabello corto y rebelde. Como si fuese una adolescente. -Déjame ir contigo. –Insistió una vez más. -No puedo hacerlo. Tú puedes volver, debes hacerlo. -¿Acaso tú no puedes? ¡Por qué! –preguntó regresando a su llanto. -Amor, cariño. Shh no llores. –consolaba la

morena a lena. –Pero como te digo, debes irte. -¡Ven conmigo! –exigió la pelirroja abrazando a yulia. -No amor, no puedo. A mí no es a quien están tratando de resucitar sin cansancio. –Dijo finalmente entre una corta risa. -Entonces ¿Es todo? –preguntó abrazando una vez más a yulia. -Claro que no, nuestro amor no morirá, no vas a escucharme, pero yo llegaré a darte los buenos días a diario, y en la noche, velaré tus sueños. Me vas a tener contigo y si usas esa cadenita siempre. –Respondió tomando entre sus dedos el pequeño dije. *Vamos lena, reacciona* -se escuchó una voz femenina a lo lejos. Yulia sonrió. -Te están llamando amor. -No quiero dejarte ir. –Respondió ella. -Sé que no quieres, yo tampoco quiero que te vayas, pero… -Es lo mejor. –Susurró. –Lo sé. –Tomó las manos de yulia y las besó delicadamente. –Prométeme que esperarás por mí. -Lo prometo lena, lo prometo. –Respondió sinceramente la morena. *Aún sin signos doctora* -Ve, antes que sea tarde. –Ordenó yulia, caminó tomada de la mano de lena una vez más la dejó donde aquella voz que alentaba a la pelirroja despertar se escuchaba más fuerte. –De aquí debes ir tu sola, a mí me espera una luz allá atrás. –Sonrió aunque las lágrimas rodaban por sus

mejillas. Abrazó a lena una vez más. –Sé fuerte, sé que puedes con esto, te amo tanto mi ángel. – Lena lloraba con cada palabra. -También te amo yul, esto será tan duro sin ti. Pero, cumpliré mi promesa. –Respondió y besó los labios de yulia. -Cuídate princesa. –Murmuró yulia viendo a lena partir, ella se detuvo y volteó a ver a yulia. -¿Pasa algo? –preguntó extrañada. -Sé que sonará raro pero, ya que no podremos tener nuestro tercer pequeño, ¿Por qué no buscas un ángel con algún parecido a ambas, y lo adoptas? Yo estaría encantada. –Dijo encogiéndose de hombros. A yulia se le hizo un terrible nudo en la garganta al escuchar esa propuesta, sonrió, no quería que lena se echara para atrás por verla completamente rota. –Le pondré tu nombre si es niña. –Comentó con dificultad. -¿Y si es varón? –preguntó la pelirroja con el mismo nudo en su garganta. -¿Qué propones tú? –Escuchó un *Debemos parar, no podemos hacer nada* que la alarmó. – Debes irte, cuando tengas el nombre, dímelo, yo te estaré escuchando ¿Sí? –Sonrió. –Hasta pronto amor. -Está bien. –Murmuró lena. Comenzó a caminar más rápido volteó mientras caminaba. –Nos vemos yul, te amo. –Y la perdió de vista entre la oscuridad. *Ha vuelto doctora ¡Sus signos están estabilizándose!* escuchó decir y sonrió. -Lo lograste princesa. –Susurró para ella misma, volteó y la luz seguía ahí esperándola. –Debo irme ¿No? –Preguntó riendo mirando la brillante luz, comenzó a caminar, metiéndose en esa enorme

claridad que la abrazaba cálidamente. ….. -Y llegaste aquí. –Dijo suspirando uno de los oyentes. -Exacto, llegué aquí y me topé con todos ustedes que me han dado las fuerzas necesarias para soportar todo esto. –Dijo sonriente. Se paró de ahí y se fue a un lado a ver por sobre las nubes, había terminado. Alguien la siguió. ¿Qué demonios pasaba aquí? Se estarán preguntando. Yulia es un ángel, un ángel que llegó sin rumbo a aquel que tantos llaman “El paraíso” un pequeño grupo de angelitos se propuso ponerla cómoda ¡Eran niños! Sí, ellos pedían a los nuevos qué, les contaran sus historias de cuando vivían y de como llegaron hasta ahí ¿Bizarro? Quizá. Pero ellos le tomaron un cariño especial a yulia, le pedían que les contara su historia a veces una vez cada semana. Sí, yulia narra esta historia. Es su historia. Ella era una simple persona, con sus metas y esperanzas rotas. ¿Quién era el ángel? Por supuesto, era Lena. Ella era un ángel elegido para arreglar aquella desastrosa vida de la ojiazul. Conocerse no fue coincidencia, fue parte del plan. -¿Te sientes triste? –preguntó alguien a sus espaldas. -A veces. –Respondió la morena. -Pero les has dejado un lindo recuerdo a todos, en especial a lena, lo digo por tu diario. –Sonrió y se paró a su lado, yulia la abrazó. -Ese diario, lleva escrito todos los buenos momentos que viví a su lado.

-La he visto leerlo un par de veces. –Admitió encogiéndose de hombros. –usualmente tú estás descansando cuando lo hace. -¿En serio? –preguntó asombrada, jamás la había escuchado leer. -Sí ¿Quieres verla? –preguntó sonriente, yulia sonrió y sus ojos tomaron un brillo especial. –Ese fue un sí. –Rió. –Deberás bajar tú misma. – recordó. -¿Pero cómo haré eso? –preguntó dudosa. – Jamás lo he hecho. -Nosotros te ayudaremos. –Respondió alguien a sus espaldas. Ella volteó y se topó con el pequeño grupo de ángeles. –Nosotros te ayudaremos a bajar. –Sonrió el pequeñito. -Pero, debes cerrar tus ojos. –Dijo la chica que estaba a su lado. –Cuenta hasta 5 y abres los ojos ¿Está bien? No los abras antes que no resultará. Yulia estaba asombrada, podría volver a estar frente a su amada, ella no la vería, pero podría sentirla cerca una vez más, cerró sus ojos y siguió las instrucciones al pie de la letra, comenzó a abrir sus ojos lentamente después de contar hasta 5, y la vio, finalmente la logró ver después de tanto tiempo de sólo escucharla. “-Querido diario, hoy le he propuesto matrimonio a lena ¡Le he dicho que no me responda hasta un día antes de su cumpleaños! Sé que dirá que sí, me ama, tanto como yo la amo a ella.” Cambió de página y comenzó a leer “Hemos ido a la playa con Brandon y Darcy, a lena casi se la lleva el mar, de seguro la confundió con alguna sirena hermosa, pero ella no lo es, ella realmente es un ángel” Una leve sonrisa se dibujó en su rostro. –Cómo te extraño yulia. –Susurró la pelirroja abrazando el pequeño libro.

Yulia estaba frente a ella observándola, no aguantó más y caminó hasta la cama se sentó a su lado con cuidado –Como si pudiera sentirme. – murmuró para ella misma. Una pequeña lágrima corrió por la mejilla de lena, así que la morena extendió sus brazos, y pensando que pasaría lo mismo que aquella vez abrazó a lena, pero esta vez no fue así. Podía sentir el contacto de su piel con el de la pelirroja. Sintió estremecer la piel de lena quien estaba con los ojos cerrados, una sonrisa se formó en sus labios. -Sé que estás aquí. –Dijo lena riendo, las lágrimas de felicidad salían de sus ojos. –Sé que has estado aquí siempre. -Eso es verdad. –Respondió yulia. -Te amo yul. –susurró, sentía un ligero calor en su piel, sabía que ella era, podía sentirla aunque no la podía ver. -Y yo a ti, len. –sonrió. Tocaron la puerta de la habitación, eso obligó a yulia a terminar el abrazo, lena sintió eso. -Pasa. –permitió, ella abrió sus ojos y secó sus lágrimas. Eran sus hijos. -Mamá, saldré con Bran…¿estás bien? –Preguntó la ahora adolescente Darcy. Se sentó frente a su madre. -¿Estás llorando? Yulia no podía creerlo ¡Su pequeña había crecido enormemente! Era una mujercita de 17 años. -¡Darcy! ¿Ya le dijiste a mamá? –escuchó venir una ronca voz. Se asomó por la puerta un pelirrojo ojiazul igual de enorme que Darcy. -¿Estás bien, mamá? –preguntó ahora él.

-Estoy bien hijos. –Respondió la pelirroja sonriente. -Estabas recordando a mamá ¿Verdad? –preguntó darcy, aunque su tono era más afirmativo que de pregunta. -Algo así. –Rió Lena. -¿Qué venían a decirme? -A ella no le gustará verte llorar. –Dijo la ronca voz de Brandon, yulia rió al escucharlo así. -Brandon tiene razón. –apoyó darcy. –Venimos a decirte que queremos ir a comer un helado ¿Vienes con nosotros? Para que no estés triste. -No lo estoy. –Respondió su pelirroja madre riendo. –Es de felicidad nada más. –Se encogió de hombros. –y claro que me encantaría ir a comer un helado. –se puso de pie y abrazó a sus hijos lena iba en medio de ellos dos, antes de salir de la habitación les pidió algo. –Díganle a su mamá que la aman. –los chicos la miraron extrañados. -¿qué dices? –preguntó Brandon. -¿Cómo sabes que ella está aquí? –preguntó darcy. Lena rió. –Sólo Lo sé, así que háganlo, a ella le encantará escucharlo. Sus hijos se miraron entre sí, sabían que si lena estaba diciéndoles eso era porque así era. –Te amo mamá. –Dijeron ambos a mismo tiempo. -Te extrañamos. –Agregó darcy. -Siempre en nuestros corazones mamá. –dijo Brandon. –¡Gracias por todo! –lena abrazó a ambos. -Y yo los amo a ustedes. –Dijo la morena. Extendió su mano y una brisa movió las cortinas, los chicos

se asombraron “Es ella” murmuraron contentos, lena sonrió. -Bien hecho, ahora vámonos. –y salió con sus hijos de la habitación. Yulia tenía una enorme sonrisa acompañada de lágrimas de felicidad, lo había logrado, logró hacer que su familia saliera adelante, aunque no estuviese ella presente en cuerpo, sabían que lo estaba en alma. -Lo logré. –murmuró. Una luz apareció, ya debía partir. Miró una vez más el lugar y sonrió. –Te amo lena. –Y nuevamente siguió la luz hasta desaparecer y dejar el lugar solo. “incluso después de la muerte, te seguiré amando con la misma intensidad como lo hago en estos momentos Lena.” –Frase escrita en la última página del diario de yulia.