Europa se abre al mundo.

EUROPA SE ABRE AL MUNDO. CAPÍTULO II. A partir de la página 80. Apartado: Las bases rurales de la expansión. Existían d

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EUROPA SE ABRE AL MUNDO. CAPÍTULO II. A partir de la página 80.

Apartado: Las bases rurales de la expansión. Existían diferencias regionales, en la Europa mediterránea o la parte occidental de Alemania estaba el predominio de la pequeña propiedad campesina, lo cual produjo un debilitamiento de los mercados. En Inglaterra se cercaron las fincas dedicadas a el ganado ovino, para su explotación y expropiación campesina. En Holanda se mercantilizó la propiedad, pesando muy poco la nobleza terrateniente. Sin embargo, al este de Europa se amplió la propiedad de la nobleza y se reforzó la servidumbre. Desde fines del siglo XV, los campesinos se volvían esclavos, debido a que quedaban obligados a trabajar gratuitamente en el dominio señorial, dos o tres días por semana. El crecimiento en el campo se encontró con dificultades a partir de la segunda mitad del siglo XVI. Los precios subían, particularmente los del cereal, empujados por la demanda y el crecimiento de la circulación de la moneda. El aumento de los precios encareció los arrendamientos, aunque, abrió oportunidades de beneficio para los ciudadanos. Los burgueses y nobles compraron tierras, en las cercanías de Holanda e Italia, provocando mejoras productivas. La expansión agraria produjo predominio extensivo, desde la Península Ibérica, hasta las planicies de Europa oriental. Debido a la falta de renovaciones técnicas, se extendieron los cultivos, reduciendo los pastos: el cereal creció a costas del ganado, lo que disponía de abono y tiro. Se produjo un aumento de la población, de los precios y las rentas; llevando a los grandes propietarios a ceder en arrendamiento terrenos marginales, y los campesinos desbrozaron áreas de bosques y espacios comunales. Todo aquello se redujo progresivamente frente a una población de aumento. El aumento de la urbanización permitió poner en prioridad el orden público, y las autoridades trataron de garantizar la llegada de alimentos a la urbe por medio de diversos mecanismos de intervención, como almacenes públicos, controles de precios e incluso requisas. Hacia 1580 el crecimiento extensivo estaba tocando techo en los campos europeos. Ciudades y redes urbanas. Se produjo un vínculo entre los campesinos en cuanto al repoblamiento de las ciudades y sus respectivas alimentaciones; y los ciudadanos invertían y comerciaban con los campos. La variable dependiente era la ciudad, debido a que no podía sobrevivir sin el entorno rural, pero era más dinámico por la productividad del trabajo urbano que superaba ampliamente al agro. Sin embargo, se produce un quiebre en cuanto a lo dinámico ya que en la urbe residían los terratenientes, instituciones políticas, religiosas, ejerciendo su predominio ideal. La urbanización en cifras, se mantuvo estable, sin marcar diferencias entre los siglos XVI y XVII. No obstante, dentro de esa fragmentación temporal, la época de mayor crecimiento se

encuentra en el siglo XVII. El peso de las capitales influye directamente, recordándonos que importan las funciones urbanas: administrativas, industriales, comerciales y culturales. Se toma como indicador cuantitativo núcleos de mas de 10.000 habitantes. El comercio estaba diversificado, orientando dicha actividad a negocios de acciones, roles en el comercio, venta de especias, azúcar, metalurgia, etc. Creció el comercio marítimo, impulsando el aumento en la seguridad y el descenso de los precios de transacción. Los tráficos aumentaron, desde los buhoneros hasta las caravanas organizadas por las grandes compañías. Las ferias y las mercancías se extendieron por Europa, trayendo productos a distintos lugares, potenciando las corrientes de especialización regional. Hubo abundancia de ferias ganaderas, las cuales reunían tratantes y ganaderos, especializados en ovinos y bovinos. La figura dominante siguió siendo el mercader individual, difundiendo sus productos limitadamente. La commenda (institución que facilitaba el dinero o las mercancías a un comerciante), en la que los socios capitalistas participaban de sus beneficios sin arriesgarse personalmente, fue dejando paso a la campagnia, más estable, responsable e ilimitada. Estas tienen su origen con función a explotar las concesiones de monopolio en el comercio a larga distancia, y permitieron mover capital a un volumen alto, para poder financiar navíos y expediciones lejanas. En la ciudad se desarrollaron distintas profesiones y actividades económicas, pero una de las más buenas fue la función manufacturera, especializándose por región en crecimientos generales de la producción. Las innovaciones de la tecnología fueron escasas, excepto en el ámbito naval, armas de fuego y la imprenta. El lugar de aprendizaje se encontraba en la familia, siendo este un lugar de trabajo, aprendizaje y transmisión de talleres. Se crearon los gremios para llevar un control de la mercadería, producción y ganancia, ejerciendo un monopolio local y perfeccionando los productos manufacturados. Se daban talleres de aprendizaje, y formando para obtener capital e invertir ellos mismos en nuevos talleres y funciones de transmisión. Regulaban un aprendizaje, frenando la creación foránea y construyendo trabajos y cohesión social. La manufactura fue la encargada de dominar el sector productivo tanto en alimentos como en vestimenta. La industria de la cerveza tuvo auge en el norte y centro de Europa, específicamente al norte de Alemania. Se crearon nuevas herramientas, empleando materiales conocidos desde la antigüedad, por lo tanto, conocidos y fáciles de conseguir. La metalurgia floreció en los distintos centros europeos, manteniendo vínculo con la minería. Debido a la falta de innovaciones en el área tecnológica, la bonanza de las manufacturas urbanas se explica por el crecimiento de la demanda, relacionado con los tráficos europeos, pero por el aumento general de la renta, los bajos costos de transacción y la economía en incremento. TIEMPO DE MADUREZ (1550-1620) Alrededor de 1550, Europa culminó con su trayectoria ascendente, gestando regiones con síntomas y problemas que desde el comienzo del siglo XVII terminaron en una etapa de crisis y divergencia en las economías europeas.

La revolución de los precios y los mercados financieros. La historia económica del siglo XVI posee singularidades relacionadas al alza de los precios, el cual afectó todo tipo de productos y regiones. Las oscilaciones eran naturales a nivel anual o estacional, pero se le añadió la inflación sostenida, medida por los parámetros actuales, y resultando catastrófico. Se le llamó “la revolución de los precios”. Las causas de la inflación estaban vinculadas a las remesas de metales de América, aunque Hamilton en 1934 aplicó la teoría cuantitativa del dinero, la cual expone que la masa monetaria de la velocidad de circulación sin subas en la oferta, producen inflación. La incongruencia en el crecimiento de la producción y de población puso los precios en subida, a causa también de las distintas producciones. La difusión del crédito influyó directamente, no solo en la falta de finanzas, sino en el crecimiento de la demanda agregada. Los recursos prestados ajenos requieren un interés aplicado por encima de su precio cotizado. La familia era la institución básica de la economía, donde se canalizaba el grueso del ahorro. Aprendiendo a controlar el capital y a utilizar distintos métodos de prestaciones y manejo de las ventas. En momentos de escasez se empeñaba algún bien valioso, siendo este una fórmula de crédito prendario, permitiendo reducir el riesgo y convertir en activos sus pertenencias sin necesidad de venderlos. Estas formas de microcrédito resultaban importantes para la subsistencia de las familias más pobres. En el mundo rural, los labradores acomodados financiaron las inversiones en la fase de expansión, no solo las familias pobres, sino también la nobleza, propietarios urbanos o instituciones religiosas. En sociedades donde la riqueza estaba muy mal repartida (de forma desigual) estos sectores disponían de ahorro que podía prestarse, aunque la falta de liquidez y la propensión del gasto hicieron más demandante el crédito. La compra de las tierras o ganado se financiaron con garantía hipotecaria. Cuando la coyuntura empeoró, la ejecución de las hipotecas sirvió para acumular terratenientes y desencadenó explotaciones campesinas. Los mercaderes banqueros aceptaban depósitos de interés permitiéndoles operar con capitales ajenos. Desde mediados del siglo XIV, el crédito internacional se expandió por Europa, alimentando la masa monetaria y la convergencia de interés, en sus distintos tipos. En distintas plazas se liquidaban las letras de cambio, crédito comercial a corto plazo y venta de mercancías al por mayor. ¿Por qué no se canalizaba el ahorro hacia la inversión productiva? Primero por la desigual distribución de la renta. El mismo cumplía funciones vinculadas al ciclo vital, relacionado a la vejez y los hijos. La distribución de la riqueza ponía en dificultad que los campesinos o artesanos se dedicaran a la inversión de la producción, porque con el poco ahorro a penas podían tener acceso al crédito. Los capitales de los ahorristas estaban destinados al sistema financiero de la actividad comercial y necesidades de los estados. En Europa y en el mundo: el comercio lejano El salto europeo comenzó en la segunda mitad del siglo XV con la realización de los viajes no aislados, sino sistemáticos, con el fin de buscar oro, bancos de pesca o especias. El crecimiento de la renta creó mayor demanda tirando a los intercambios y mejorando el transporte. Se lo considera un proceso técnico, político y económico.

El transporte marítimo movilizo volúmenes grandes de mercancías, dejando huellas históricas. Dicho crecimiento tuvo tres ejes: el Mediterráneo, los mares septentrionales y la navegación ibérica hacia el Atlántico y el Indico. Se destacan dos rasgos, primero el desplazamiento del peso del comercio y segundo los tráficos de mercancías de escaso precio en relación a su volumen. Las expediciones hacia América estuvieron protagonizadas por monarcas, lo que terminó el monopolio comercial de las instituciones de Lisboa o casas italianas. El Mediterráneo fue el protagonista comercial europeo, dominado por venecianos y genoveses sin despreciar los tráficos islámicos. El mismo le cedió terreno al Mar Norte y Báltico. Desde 1450 se constituyó un circuito complementario entre esas áreas, los productos primarios navegaban desde el Báltico hacia el Norte y las mercancías elaboradas seguían la dirección opuesta. Desde las últimas décadas del siglo XVI, se hicieron frecuentes las dificultades. La cuenca Mediterránea comenzó a sufrir los efectos de la crisis agraria; se comenzó a depender del Norte para tener provisiones de cereal. La plata americana tuvo relevo en el centro Europa, desplazándose por Sevilla y Medina del campo. El nacimiento del Estado fiscal En el año 1499, Luis XII le preguntó a Gian Giacomo qué necesitaba para conquistar Milán, a lo que le respondió tres cosas: dinero, dinero y dinero. La guerra fue el motor del desarrollo en todo el continente europeo, lo cual ha llevado a hablar de una revolución militar, desde mediados de siglo XVI, relacionado al uso masivo de armas de fuego, ejércitos mercenarios, armas costosas y fortificaciones, como causantes de una paralela revolución fiscal, la encargada de dotar poderes políticos y recursos superiores a los de la Edad Media. Los Estados modernos controlaban territorios amplios, superando la fragmentación medieval de poderes: de las mil unidades políticas del siglo XIV se redujo a quinientas en el siglo XVII. Los estados se vieron competidores frente a unidades menores, en motores de crecimiento económicos. ¿Cuál es la relación del Estado con el crecimiento económico? Esta explicación fue acertada por Douglass North, que expuso que los estados ofrecían un marco institucional estable, cuyas leyes y tribunales respaldaban a la propiedad, y contratos en cuanto a su seguridad. Los estados controlaban más eficazmente que los señores feudales. Al controlar territorios mayores acumulaban más poder, creando una competencia entre estados, relacionado a sus sistemas económicos, impulsando a mejoras legales, comunicaciones y mercados. De este modo, el crecimiento de los estados se convirtió en uno de la hegemonía del continente. El fortalecimiento del estado se concretó en el ámbito de la hacienda. La guerra era el principal campo de gasto, difundiendo las innovaciones de las finanzas urbanas medievales: impuestos indirectos y títulos de deuda pública (los directos eran excepcionales aplicándose sobre la renta o la riqueza, o la propiedad a la tierra en el cual la nobleza estaba exenta de estos como también el clero). Los más habituales eran de índole indirecta, la alcabala en Castilla (10% sobre las compra-venta), las aides (antiguo régimen Francés, aplicado sobre vino, cerveza, jabón, aceite, metales, etc.) sobre la sal; en Francia los derechos de aduanas. A ello se sumaban los monopolios, como la sal (la cual aportaba la cuarta parte de ingreso en Venecia) los naipes y el tabaco. Aunque el más importante era el monopolio de acuñación a la moneda.

Una parte del clero (monarcas) recurría al endeudamiento, debido a su recurrimiento a créditos de plazo reducido con interés anual, garantizado con la recaudación de impuestos. Estos impuestos y deudas por evidentes razones repercutieron en la economía, se pagaba con moneda y metales, anclando al autoconsumo y contribuyendo a la extensión de los mercados. La deuda era para los estados el pago de intereses y autorización capital de los que no podían zafarse por los sectores más poderosos. Con esto se llevó un mejor control del presupuesto, por medio de la política o el establecimiento de instancias técnicas. Las oportunidades de negocios vinculados al ganado aportaron a los estados finanzas de comercio, en cuanto a las compañías de monopolio, aportando al sector burgués. Según las estimaciones, el peso del gasto estatal en la economía, impacto en la renta nacional, y fue compatible con el crecimiento. No obstante, los conflictos no aportaban positivamente al crecimiento estatal ya que no había cuenta de los recursos utilizados, y los sistemas financieros no estaban resultando. Al mismo tiempo, el encuentro de nuevas rutas comerciales o regiones de producción, eran formas alternativas para los combates. Además del aumento del gasto y los impuestos, los estados modernos intervinieron a través de otras medidas económicas, englobadas bajo el mercantilismo. Con este nombre se alude al conjunto de políticas económicas de los estados modernos, y las ideas y autores que las inspiraban, aunque distan de un programa teórico. El objetivo fue reforzar el poder estatal por medio de la intervención económica. Dadas situaciones coyunturales, existían rasgos comunes como la protección de las manufacturas locales, el comercio exterior, la obtención de metales preciosos y una balanza comercial favorable. Esto incluía medidas de regulación de los intercambios, las tasas de salario y precios agrarios, el fomento de la población y la agricultura, el grueso de las políticas se enfocó en el comercio exterior. CRISIS Y DIVERGENCIA 1620-1650. ¿Hubo alguna vez una crisis en el siglo XVII? Hacia fines del siglo XVI creció una crisis general por todo Europa, vinculada al estancamiento del crecimiento poblacional, lo cual entró en retroceso. Esto tenía vinculación con la edad para acceder al matrimonio y las mortalidades masivas. Bajo la crisis demográfica subyacía siempre la agraria. Las vías del crecimiento se habían agotado y los rendimientos se tornaron decrecientes. El excedente de las tierras las familias campesinas resistían, y se resentía la demanda de productos no imprescindibles. Las ciudades trataron de acusar la crisis porque vivían de mercados, drenando las rentas fiscales y nobiliarias. Algunas ciudades crecieron en tamaño, por causa de la alfuencia de campesinos empobrecidos, decididos a buscar otras alternativas para subsistir, en la caridad y municipalidades. Hacia 1630 era visible la tal decadencia en la urbe de Castilla, y también en el Norte de Italia. A todo esto, se le suman las consecuencias de la guerra, por sus efectos indirectos: la presión fiscal estatal, alteraciones y devaluaciones monetarias, el reclutamiento y las epidemias difundidas por las tropas. La crisis expropió al campesinado a favor de los terratenientes, fortaleció las burguesías mercantiles y manufactureras, teniendo fuerza para promover un cambio político y económico en cuanto al sistema, dando paso al sistema capitalista.

Otros autores no concuerdan y exponen que no existieron tales revoluciones, restando importancia a la crisis mencionada. Se pone una visión como una reconversión que saldó con la divergencia entre una minoría y una mayoría que se hundió en él. Esa divergencia tiene tres modelos: Por un lado, una Europa mediterránea estancada, donde las instituciones estatales nobiliarias salieron reforzadas. Luego, una Europa al este del Elba, donde se extendió la servidumbre y se ruralizó la economía. Y finalmente, una estrecha franja en torno al mar Norte, donde las ganancias de productividad agraria, el auge del comercio a larga distancia y la pujanza de las ciudades mantuvieron abierta la senda del crecimiento. Crisis y divergencia: tres modelos. ¿Cuáles fueron las causas de esta crisis? En un primer lugar, hubo un componente malthusiano (teoría demográfica, económica y sociopolítica, que explica que el crecimiento poblacional responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión arimétrica; por esta razón de no intervenir obstáculos represivos, como hambre, pestes o guerras, el nacimiento de los seres humanos aumentaría gradualmente) La población creció por encima de los recursos y el ajuste produjo un retroceso demográfico. A esto se le añaden las malas cosechas y epidemias, contando que esta explicación malthusiana no está completa si no se tienen en cuenta los contextos de índole técnico, ecológico e institucional, que responden a la crisis. Se crearon soluciones para continuar con la actividad agraria, mediante la agricultura y ganadería combinadas, con la cría de ganado en establos, y los ciclos de rotación, que incluyen pasto artificial y leguminosas. Esta fue la dinámica adoptada por el norte europeo, entendiendo que no se puede funcionar en climas áridos, como los del Mediterráneo, que tuvieron que implementar inversiones en regadío. En algunas zonas y regiones la economía retrocedió por la subsistencia, mientras en las zonas mas densamente pobladas se profundiza hacia el mercado. ¿Por qué esta divergencia? Se centra en examinar los contextos institucionales y sociales. Partiendo de la distribución social del poder y riqueza. En las regiones centroeuropeas las explotaciones señoriales habían tenido éxito en el XVI, como el trabajo servil. La caída de los rendimientos se centró en la reducción ganadera, y la servidumbre, como una costumbre de comerciar los siervos. En el mediterráneo la crisis tuvo otros matices por el retroceso de la producción y los mercados. Se pusieron los precios agrarios en alza para mejorar sus rentas. Comprar tierras, para el clero y los nobles como para la burguesía de urbes. La disminución de los espacios de uso colectivo, privó a las comunidades de la seguridad. El endeudamiento resultó insostenible, y los impuestos estatales se volvieron más altos. Los resultados fueron la reducción de la población rural y los despoblamientos.