Etica y Politica en La Sociedad Dominicana

Ética y Política en la sociedad dominicana (1 de 2) Por ANDRÉS MEREJO 22-01-2016 00:08 La ética como disciplina de la f

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Ética y Política en la sociedad dominicana (1 de 2) Por ANDRÉS MEREJO 22-01-2016 00:08

La ética como disciplina de la filosofía que estudia la moral, implica  el sujeto ético, el cual  se construye en valores y en estilo de vida, por lo que no somos solo realidad biológica, sino también realidad moral.  Cada sujeto ético  va construyendo su vida y en ese construirse  va dejando  un legado de valores en lo familiar y lo social. En la ética el sujeto no se moldea por un simple deseo sin límite, ya que él vive en una relación compleja  con el lenguaje, la lengua, el poder, el discurso, la cultura y la sociedad. Lo que implica estrategia política y de vida. El  filósofo  Spinoza decía que cada sujeto por lo que hay en él, se esfuerza en cuanto está a su alcance por perseverar en su ser, en vivir y buen vivir.  Por eso, la ética nos invita a  saber vivir y reflexionar sobre nuestra orientación de vida no de muerte. Esto requiere un ejercicio permanente de cómo vamos proyectando la vida en la sociedad y en ese mundo del ciberespacio en donde nos envolvemos en las redes sociales. Mientras que el político vive su proyecto por y para el poder político cristalizado en el Estado y sus instancias, sus relaciones se pueden dar de  manera descarnada, no entrando en su relación con el poder  la amistad personal, sino la política, la cual se mueve de acuerdo a estrategias políticas comunes, si  uno de esos amigos políticos  orienta esa

estrategia para otro lado, cesa la amistad política, tal como les sucedió: Jacobo Majluta  y Peña Gómez, Miguel Maldonado e Hipólito Mejía y ahora a Leonel Fernández y  al presidente Danilo Medina. Esto es, sin importar el simulacro político y el juego de máscaras que se exhibirá el domingo 31 de enero, cuando el expresidente Fernández  proclame al presidente Danilo como su nuevo candidato presidencial por el PLD, para el 2016-2020. Estos son dos enemigos que se necesitan en la presente coyuntura política. En tal sentido no se puede mejorar la política ni al político con una pela de ética, eso es antiético o mejor dicho no comprender la compleja relación de la ética con la política y la ciberpolítica, el poder social y digital, el saber y la vida.Dice Sabater que al sujeto político, le cae bien un baño de ética, pero no se le puede exigir que tenga una ética del sujeto, porque la ética intenta mejorar las personas y la política mejorar  o transformar las instituciones, el político tiene que luchar para  que las instituciones funcionen. Por lo que intentar modificar la política por dosis de  ética es una ilusión engañosa de la que hay que despertar, es como apagar los incendios forestales con un hisopo de agua bendita. De ahí que, al sujeto político dominicano, no se le puede situar en una ética del sujeto, sino en un sujeto que resuelva los problemas políticos,  los pliego de promesas,  que van desde un buen gobierno, el de edificar instituciones justas, el derecho a la salud, a la educación, y el bienestar de la sociedad, en fin el democratizar la democracia,  que es el ritual de un político democrático, con vocación de fomentar una ética ciudadana en la sociedad.

Además de esto, podemos hablar de ética política, en cuanto una ética  pública, del sujeto político enquistado en el  Estado y su diversas instancias. De esto se encarga la deodontología que es una rama de la ética que  tiene que ver con el estudio de las normativas, deberes y  los códigos éticos, por lo que no  se excluye que los políticos se orienten con un código ético en las instituciones públicas, en su buró político, en su ética política de amigos, ya que hasta la mafia tiene su código ético Esto no significa,  que el ciudadano dominicano ha de abandonar su lucha permanente contra la corrupción, más bien implicarla en una ética cívica, como dice Adela Cortina, en cuanto conjunto de valores morales que comparten los distintos grupos de una sociedad moralmente pluralista y  un mínimo de justicia, en donde se respeten los derechos humanos, se valoren la libertad y  la solidaridad. Por eso el ciudadano desde una ética cívica, debe empoderarse, luchar y exigir en el espacio y ciberespacio, que el político y ahora el nuevo sujeto ciberpolítico cumplan con lo que prometieron en campaña  a los ciudadanos y de no hacerlo  cuando llegan al poder, proceder vía jurídica, destituirlos y  someterlos a la justicia por incumplimiento, por falsas promesas y gobernar con política clientelista y patrimonialista. De esta manera, no se queda la sociedad dominicana entrampada en las redes sociales, con simple condena moral, por los actos de corrupción, y, porque el político no reformó las instituciones públicas, sino que las destruyó. Es en esta tesitura que cobra importancia el Departamento de prevención  de la corrupción administrativa (DPCA) como entidad institucional, siempre y cuando se le coloque más allá de las influencias partidarias, de lo

contrario no hay una intención por parte del sujeto político para combatir la corrupción en el Estado y sus diversas instancias. Ante la corrupción, la impunidad y el incumpliendo de promesas en campaña, hay que indignarse y exigir más allá de la condena moral (lo cual no está mal) e ir a la condena jurídica, los corruptos a  la cárcel  que es donde deben estar. Eso es vivir una ética cívica y ciudadana, no descansar hasta que estén donde deben estar, cuando moralmente hay conciencia de que ellos no creen en la ética, en eso que en moral se llama remordimiento.  Por eso, es que algunos políticos no muestran en su rostro  una mueca de moral,  por lo que se les importa pactar con Mefistófeles para llegar al poder, lo cual dentro de su estrategia tiene lógica, pero dentro de la ética es  absurdo. Esta visión no pretende satanizar al político, sino que el buen político es quien lucha por buscar que su estrategia funcione dentro de una  ética cívica, acorde con el interés del ciudadano, de la ética pública y no de los intereses particulares, de los negocios y del comité político o Petit comité de su partido o movimiento. No es que hay una separación abismal entre la ética y la política, ya que forman parte de las complejas relaciones sociales en que se desenvuelve el sujeto político, que no necesariamente es partidario o perteneciente a un partido político, ya que de una u otra forma el sujeto es político, por vivir en las relaciones del poder social

Bolívar Báez Ortiz contribuyó a la contabilidad de las mejores causas Por JEANNE MARION LANDAIS | 04-09-2020 00:03HS

Una de las limitaciones más dolorosas de estos meses de pandemia es tener que realizar despedidas de manera casi furtiva.  Las funerarias no pueden aceptar más de 15 personas por sala en ningún momento y las celebraciones litúrgicas u homenajes institucionales están llamados a realizarse por la vía electrónica. La despedida que le estamos haciendo en estos momentos a don Bolívar Báez Ortiz no le hace justicia a los más de cincuenta años de fecunda labor que él desarrolló en pro de anotar, controlar y revisar la información financiera de modo que ella fuera útil para el desarrollo de las mejores causas. Cuando lo conocí, en el final de su vida, no me imaginaba que ese señor serio y comedido, siempre vestido de manera conservadora, había albergado ideas genuinamente revolucionarias en los años sesenta.  Su larga vinculación con la contabilidad lo llevó a preocuparse por el crecimiento poblacional hasta convertirse en presidente fundador de Profamilia (ver página 8 del enlace).  Y esa labor de muchos se ha visto en una reducción de una media de cinco hijos por mujer a una media inferior a 3 hijos por mujer.  Trabajó numerosos años en la Dirección de Impuestos Sobre la Renta y de allí pasó al sector privado donde contribuyó

a que numerosas iniciativas estuvieran dotadas de información fiable y precisa. Tanto fue el reconocimiento que tuvo, que fue invitado (y aceptó) ser tesorero o miembro de los consejos de dirección de numerosas iniciativas de corte social.  Colaboró con instituciones de educación superior como APEC, INTEC, la PUCMM, el Dominico Americano y también con instituciones de promoción de Desarrollo Humano como la Pan American Development Foundation, la Fundación de la Gulf & Western, la Sociedad de Bibliófilos, la Fundación Sur Futuro y, durante más de veinte años, con la Fundación Sinfonía, donde lo unían lazos de entrañable amistad con sus ideólogos y fundadores. Vale la mencionar que su salida de roles protagónicos no le impedía mantener relaciones cordiales y de amistad con instituciones donde ocupó lugares de importancia.  Por veinte años fue Comisario de Cuentas del Banco Popular y del Grupo Popular.  Luego, la ley de Sociedades Comerciales No. ley 31-11 (que modificaba la antigua ley No. 479-08) varió los requisitos de las personas que pueden aspirar o presentarse en ese puesto y este señor, que había fungido como Secretario de Finanzas por 3 años y Secretario Técnico de la Presidencia por unos meses no solicitó tratamiento especial, simplemente terminó el período para el cual había sido elegido y entregó el cargo.  Y luego, por más de diez años continuó integrándose a las Asambleas Generales Regulares Anuales de ambos organismos sin una onza visible de nostalgia por su papel anterior. En esos menesteres nos vimos por más de quince años y cuando, el año pasado, en una de esas asambleas le comenté que estaba escribiendo la historia de la Fundación Sinfonía, donde él había colaborado también por veinte años, pero ya no era parte del consejo, me contestó que con gusto hablábamos al respecto, pero que gestionara que fuera el personal de Sinfonía quien le presentara el proyecto. ¡Un contador consecuente! Él me

conocía y había visto mi trabajo, pero para hablar de una institución con la que no me había visto involucrada, se refería a las autoridades en ejercicio. Elegante, metódico y preciso hasta el final, hablamos por teléfono varias veces y no llegamos a reunirnos personalmente porque lo achacaron varios malestares.  Cumplido como era, me envió por correo electrónico unos cuantos párrafos que ilustraban su admiración y satisfacción de haber formado parte de esta iniciativa. Es una pérdida social y humana no poder seguir contando con él. Mis condolencias a todos sus familiares y seres queridos.