ETICA EN LA SOCIEDAD EN TIEMPO DE PANDEMIA

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Situaciones sociales que afectan la ética y moral Situaciones sociales que afectan la ética y moral del mundo actual que han logrado atravesar de forma exitosa diferentes barreras y estar cada vez más presentes en espacios sociales como núcleos familiares y escuelas, hasta inclusive irrumpir en las grandes esferas de la política y la economía global. Con el surgimiento de las nuevas tecnologías, el avance de la ciencia y la constante tendencia al consumismo y obtención de riquezas materiales, el ser humano ha ido perdiendo poco a poco su ética personal, laboral y sobre todo social.

La manera en que las personas actúan consigo mismas y con quienes les rodean, así como sus derechos y responsabilidades reflejan hoy día una gran ausencia de consciencia moral. La ética abarca todo un conjunto de principios, valores y creencias de tipo moral que contiene cada ser humano en su interior y que se encargan de determinar su curso de acción en los diferentes ámbitos de su vida diaria. Es la ética esa pequeña voz inconsciente que señala lo que es correcto e incorrecto y define a cada individuo cómo vivir una buena vida. No obstante, a pesar de la existencia de un código de conducta ético, hoy día son innumerables los muchos problemas éticos que presenta la sociedad global. Ya sea en el ámbito personal, académico, político, económico, sanitario, tecnológico e inclusive medioambiental, los problemas éticos continúan surgiendo con gran fuerza y la lista presente a continuación es un claro reflejo de ello.

Principales problemas éticos alrededor del mundo Existencia de diversos sistemas culturales y morales Comúnmente llamado el problema del relativismo cultural, hace mención a cómo los principios éticos varían de una cultura a otra. Uno de los principales problemas éticos existentes sea que no se tiene una única definición respecto a qué es ético para cada cultura. Así como algunas sociedades acostumbran a venerar múltiples dioses, practicar la poligamia y no consumir algunos animales por ser considerados sagrados, las creencias occidentales, por ejemplo, poseen una perspectiva diferente de percibir el mundo.

Globalización de la pobreza El avance de las nuevas tecnologías y la globalización han logrado conectar al mundo como nunca antes, sin embargo, han acrecentado las desigualdades sociales y concentrado las riquezas en manos de una pequeña parte de la población. De ahí que mientras unos poseen niveles de calidad de vida elevados, otros aún sufren carencias básicas como falta de agua potable, hambre y educación.

Desigualdad en el acceso a la atención sanitaria Como menciona la Organización Mundial de la Salud, todo ser humano debe tener derecho a disfrutar del grado máximo de salud que se pueda lograr y contar con un ambiente que le permita cuidar de sí mismo física y mentalmente. De ahí que la desigualdad en el acceso a la atención medica sea visto como un problema ético de gran magnitud.

Ausencia de libertades políticas A pesar de que la democracia ha logrado imponerse como el mejor sistema de gobierno a nivel mundial, hoy día son muchos los ciudadanos que carecen de libertad de expresión y de asociación, seguridad y acceso a instituciones públicas de calidad. De igual forma que numerosos gobiernos siguen llevando a cabo prácticas de corrupción sin importar las graves consecuencias éticas y económicas que esto conlleva para sus ciudadanos.

Aumento del terrorismo y guerras Atentar contra la vida de otras personas justificando hacerlo continúa siendo la premisa fundamental de los grupos terroristas y algunos políticos, donde los primeros fundamentan sus acciones en principios religiosos, y los segundos en la búsqueda de la seguridad global. Sin embargo, cientos de miles de ciudadanos continúan siendo víctimas de dichas prácticas y atentados. La constante pérdida de civiles se ha convertido en un grave problema ético en la actualidad.

Permanencia de la crisis ecológica   Como señala Hutt (2016), las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado en un 80% desde los años setenta, al igual que las concentraciones de dichos gases en la atmósfera se encuentran más altas hoy que nunca en la historia. Esta crisis señala la gran falta de ética medioambiental que los ciudadanos poseen en la actualidad, ya que todos los problemas que presenta el planeta hoy día como contaminación, calentamiento global, lluvia ácida, deforestación y el efecto invernadero han sido ocasionados por el estilo de vida mayoritario.

Discriminación Si bien es mucho lo que se ha logrado en materia de derechos humanos, aún el racismo, sexismo y xenofobia siguen presentes en la sociedad. El rechazo por motivos de raza, identidad o cultura, de igual forma la discriminación por la preferencia de determinadas orientaciones sexuales, o el odio a los extranjeros, continúan siendo problemas éticos importantes en la actualidad.

Crueldad animal Hoy día a pesar del largo camino que han recorrido las organizaciones protectoras de los derechos de los animales es mucho lo que falta por hacer. Cientos de animales son utilizados cada año para experimentos científicos, militares y sexuales siendo la mayoría de los animales sacrificados o lesionados. A pesar de que las campañas de cero crueldad animal han obtenido grandes logros, numerosas empresas continúan utilizando animales indefensos en pruebas inhumanas.

Atentados contra la bioética Si bien ya existe toda una rama de estudio que analiza la perspectiva ética y moral de la medicina y la biología, la fecundación in vitro y la manipulación genética constituyen serios problemas éticos de la actualidad.

La búsqueda del ser humano perfecto y la alteración de sus genes con el objetivo de mejorar la especie humana modificando el patrimonio genético de un ser vivo, ha sido visto como un crimen contra la dignidad humana. Igualmente, temas como el aborto, control de la natalidad o el derecho a la eutanasia constituyen grandes dilemas éticos que conforme avanza la ciencia más son cuestionados.+

Creciente uso de la inteligencia artificial           La tecnología ha logrado abrir nuevos horizontes, de igual forma que  ha conectado a  miles de personas rompiendo las barreras fronterizas del espacio. Sin embargo, se está observando cada vez más el uso de la robótica y la incorporación de máquinas en las industrias y empresas con el propósito de efectivizar la producción, un hecho que está generando pérdidas de empleo y de capital humano valioso. El creciente uso de la inteligencia artificial es visto como un gran problema ético ya que el ser humano ha pasado a un segundo plano y se perderán millones de empleos.

Problemas éticos en tiempo de pandemia En términos de qué es correcto hacer. ¿Qué desafíos nos está presentando esta pandemia?

El desafío fundamental es lo que están enfrentando los gobiernos. En cierto sentido, son problemas con los que las sociedades tienen que lidiar todo el tiempo: cómo equilibrar las diferentes y, algunas veces, contrapuestas necesidades de su población.

Aunque nuestro conocimiento sobre el virus Cov-2 ha aumentado sustancialmente desde que se desató el brote hace seis meses, aún hay incógnitas que se están tratando de responder. Lo que hace que la cuestión de la pandemia sea tan grave es la escala del problema y la necesidad de hacer concesiones muy difíciles. Eso implica hacer sacrificios y buscar soluciones intermedias entre el bienestar de unos y de otros. Por ejemplo: entre las personas en riesgo de contraer covid-19 versus otros miembros de la sociedad y los efectos en su bienestar desde la perspectiva económica y de empleo. En adición, hay desafíos muy grandes debido a la incertidumbre que existe. Una de las razones que hace esta pandemia tan compleja es que los problemas que está suscitando no son los problemas estándar con los que los gobiernos están acostumbrados a encarar. Obviamente, las enfermedades infecciosas y los temas de salud pública son asuntos con los que los gobiernos están relativamente familiarizados, aunque no siempre sean simples de enfrentar. Pero estamos ante una nueva amenaza que trae muchos desafíos e incertidumbre sobre los beneficios, así como también sobre los costos, de las distintas maneras de responder a ella. Por ejemplo: las diversas formas de confinamiento y de distanciamiento social. En el artículo se plantea que los esfuerzos internacionales buscan preservar la vida. "¿Pero la vida de quién? ¿un enfermo que sufre de covid-19, un paciente con cáncer, una persona que pierde su trabajo?" Es un dilema inmenso para enfrentar en tan corto periodo de tiempo desde que comenzó el brote ¿no? La dificultad es que no hay manera de evitar tomar decisiones. No hacerlo o no actuar es una resolución en sí misma.

Al inicio de pandemia, muchos ciudadanos en todo el mundo coincidieron con sus gobiernos en la necesidad de quedarse en casa. Dado el número de decisiones que los gobiernos tienen que tomar y de lo cambiante de la situación que están enfrentando, es inevitable que no opten por algo determinado. Y podrían llegar a tomar resoluciones que serán criticadas y que podrían terminar siendo, a la luz del conocimiento adquirido con posterioridad, no las mejores opciones. Por eso, tienen que estar preparados para cambiar de idea, para revisar sus puntos de vista a medida que la ciencia evoluciona y para admitir que tomaron una decisión que no fue la mejor. Cuando hablamos sobre lo que deberíamos hacer, sólo llegaremos a una respuesta con una serie de hechos y un conjunto de valores éticos.

"La ciencia tiene que estar en el centro de la toma de decisiones pero no te puede decir, por sí sola, qué decisión tomar. Eso se debe hacer sobre la base de la ética". La ciencia no genera valores éticos, la ciencia nos ayuda a entender los hechos. Cuando queremos actuar en relación a ellos: ¿qué deberíamos hacer?, aparecen los valores éticos. Por esa razón la ciencia no nos puede decir qué hacer o que deberíamos hacer, la ciencia sólo nos puede decir qué pasaría si actuamos de determinadas maneras. Nosotros tenemos que decidir cómo balancear diferentes valores éticos que podrían estar en riesgo: cuál es el más importante, a cuál le vamos a dar prioridad, cuál precio estamos dispuestos a pagar y cuál no, y, entonces, tomar una decisión.

Considero que es profundamente engañoso sugerir que la ciencia, en sí misma, es la base de la toma de decisiones. La ciencia tiene que estar en el corazón de la toma de decisiones pero no te puede decir, por sí sola, qué decisión tomar. Eso se debe hacer sobre la base de la ética. Un se señala que "el momento más complicado aún está por venir", pues nos esperan más decisiones éticas difíciles que van más allá de los confinamientos, por ejemplo: quiénes recibirán las primeras vacunas. "No sabemos todavía qué tolerará la gente, qué harán". En relación a eso, hay personas que sienten que los confinamientos han afectado sus derechos. ¿En este contexto, es difícil llegar a la decisión con la que todos estemos satisfechos? La política está familiarizada con la idea de que no puedes complacer a todo el mundo.

Las medidas para evitar la propagación del coronavirus han tenido impacto en los diferentes grupos de edad. Uno de los aspectos interesantes es que en las fases iniciales de la pandemia, en muchos países, hubo un amplio apoyo hacia las acciones tomadas por los gobiernos, en algunos casos dramáticas y con un impacto significativo en las vidas de las personas. Pero algo que se está volviendo evidente es que a medida que pasa el tiempo, parte de ese apoyo se ha disipado y hay más división sobre lo que debe pasar: algunos están a favor de continuar con las restricciones para evitar otras olas (de contagios); otros creen que los gobiernos no pueden seguir imponiendo restricciones y deben relajar las medidas para que la economía se recupere. Lo que los científicos han descubierto sobre el covid-19 en los 6 primeros meses de la pandemia

Esa es una de las razones por la cual los gobiernos están en una creciente presión para flexibilizar las medidas que tienen que ver con los confinamientos, pero, hasta que no haya una vacuna, la potencial consecuencia de eso es que hayan olas de infecciones, como hemos visto en Europa y en otras partes. Y existe la posibilidad de que coincida, en el hemisferio norte, con el invierno, que es tradicionalmente una época difícil. Hay una gama de razones por las cuales algunas de las decisiones más difíciles están por venir. Claramente hay algunas respuestas que no son razonables y que debemos rechazar, incluyendo las que se apartan significativamente de una comprensión científica de lo que se pone en riesgo o de lo que puede ser útil. Por ejemplo, quienes rechazan las mascarillas o quienes sugieren medidas que no tienen una base científica o que la ciencia ha demostrado que son perjudiciales. Cómo las mascarillas no sólo evitan la propagación de covid-19, sino que pueden reducir los síntomas en caso de infección Considero que es importante criticar cuando gobiernos o personas que hablan en público recomiendan cosas que son irrazonables. En medio de la crisis pandémica que enfrenta hoy la humanidad, y que compromete en tantos sentidos nuestro presente y nuestro futuro como especie, ¿cuál papel podría o debería jugar la ética, tanto en las prácticas cotidianas de la sociedad civil, como en el comportamiento de los sectores y de las instituciones que tienen mayores capacidades de incidir en el manejo de la situación? Es tiempo de tomarse muy en serio los valores de la ética cívica compartida (libertad responsable, igualdad cívica, solidaridad universalista, respeto activo, actitud de diálogo). La crisis económica post-pandemia va a necesitar que las instituciones políticas y económicas, velen por los millones de personas que van a quedar sin empleo, o con empleos que no permiten llevar una vida digna. No se va a entender que haya grandes desigualdades de ingresos entre los ejecutivos y los empleados de base de una misma empresa. No se va a tolerar que los políticos estén más pendientes de las elecciones, que del bien común. No se va a acepta pasivamente que los ciudadanos y ciudadanas no se comprometan mucho más por el cuidado de los demás y del medio ambiente. Todos hemos de adoptar un compromiso mayor en la ayuda mutua, en el apoyo a las personas más vulnerables: pobres, ancianos, discapacitados, niños y jóvenes, mujeres maltratadas, enfermos, etc.

La pandemia nos debe hacer caer en la cuenta de que somos inter-dependientes, tanto los individuos como los países. Tiene que avanzarse hacia un nuevo orden financiero y comercial en el planeta, para que los países más débiles se puedan fortalecer. Es urgente que desaparezcan los paraísos fiscales y otros recursos fraudulentos para que todas las empresas y ciudadanos contribuyan con sus impuestos al sostenimiento de la salud pública, de la educación pública, del sistema de pensiones de jubilación público y de los demás sistemas de protección social. Necesitamos hacer frente, todos unidos, a futuras pandemias y a los efectos terribles del cambio climático que ya estamos sufriendo, y que irá a peor. Es importante que los gobiernos sean más responsables, pero también las empresas (Responsabilidad Social Empresarial), las organizaciones humanitarias y la ciudadanía en general. Necesitamos una ética de la responsabilidad compasiva, es decir: actuar con mucha atención a las consecuencias (positivas y negativas) de lo que hacemos, pero dando prioridad a las consecuencias sobre las personas más necesitadas. Hay que empoderar a todas las personas, para que sean menos vulnerables. Y también hay que revertir los daños causados al medio ambiente, porque en ello nos jugamos la supervivencia como especie. ¿Qué tipo de valores y prácticas (individuales y colectivas) nos podrían ayudar a paliar los negativos efectos socioeconómicos, emocionales y psicológicos que ya está generando la crisis? Como prácticas individuales sugiero las siguientes: Primero, no fomentar el odio y el desprecio a otras personas mediante bulos, comentarios en redes sociales, rumores no confirmados y demás mensajes insidiosos. En lugar de esto, transmitir únicamente mensajes de esperanza, de cariño, de buen humor. Segundo, debemos hacer un uso racional de los recursos disponibles, sin despilfarros de comida, sin gastos arriesgados como apuestas y juegos de azar, etc. Tercero, ayudar a los demás en la medida que esté en las propias manos, empezando por las personas más necesitadas (vecinos que viven solos, familiares que pasan apuros económicos, amigos que necesitan compañía y consuelo, etc.). Cuarto, comprometerse con la denuncia de abusos e injusticias que podamos observar en nuestro entorno más próximo (familia, empresa, municipio, organizaciones políticas y sindicales, etc.) y en el entorno más amplio (provincia, país, mundo). Quinto, comprometerse, cada uno en la medida de sus posibilidades, en hacer avanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (agenda 2030).

Sexto, descubrir que todos podemos aportar algo a los que nos rodean, que todos somos valiosos para el bien común; disponernos a dar esa aportación como personas, como ciudadanos y como profesionales, dando el mejor ejemplo que seamos capaces de dar. ¿Cuáles lecciones éticas podrían extraerse no ya solamente de la crisis sanitaria que nos agobia, sino ante todo de la forma en la que hemos respondido a ella como sociedad? Las crisis sacan a la luz lo mejor y lo peor de todas las personas. Todos llevamos dentro un héroe y un gorrón. Yo escribo desde la sociedad española, y pienso que como sociedad estamos respondiendo de un modo muy aceptable: la mayoría está haciendo lo que está en su mano para que esto pase pronto y con el menor daño posible. Siempre hay quien hace más sacrificios y quien hace menos, pero la mayoría hace los sacrificios que son pertinentes en estos momentos. También hay personas que se dejan llevar por sus miedos y la pagan con el prójimo: maltratos, delitos, mensajes de odio y bulos malintencionados, etc. Con estas personas hay que tener cuidado: por un lado, hay que denunciar abiertamente que lo están haciendo mal, pero por otra parte no hay que excederse en castigos que puedan llegar a ser crueles o vengativos, sino intentar que esas personas recobren la calma y el sentido común, intentar persuadirles de que tienen cualidades positivas que podrían aportar buenos frutos a la comunidad. Como lecciones éticas que deben extraerse, la principal es que el ideal de persona autosuficiente, ególatra, que busca por su cuenta lograr el éxito económico, incluso a costa de pisar a otros, es una imagen que debemos expulsar de nuestras vidas para siempre. El ser humano no es, ni debe ser (como decían los economistas) un maximizador del propio beneficio, sino que es y debe ser una persona cooperante y compasiva, que además de mirar por la propia vida, mira por el bien general. Nos necesitamos los unos a los otros, somos inter-dependientes desde que nacemos hasta que morimos. Tenemos obligaciones mutuas, además de derechos individuales. Nadie debería quedar relegado, marginado, excluido. No es tiempo de viajar como polizón en la nave espacial Tierra, sino de contribuir —cada cual en la medida de sus posibilidades— a que la convivencia sea justa, armoniosa, ecológica, sensata, satisfactoria para todos y todas. Necesitamos un compromiso mayor con los valores de la ética cívica compartida (libertad responsable, igualdad cívica, solidaridad universalista, respeto activo, actitud de diálogo), que debe ser cuanto antes una ética mundial, compatible con éticas locales que no sean contrarias a estos valores básicos. ¿Qué rumbo debe tomar la ética vinculante al comportamiento de las personas y a la institucionalidad pública?  En términos generales, es un tiempo más que propicio para que echemos mano de viejos conceptos éticos. Hoy más que nunca adquieren sentido palabras (principios, valores) como empatía, justicia, responsabilidad y bien común. Ante un problema de implicaciones globales, para toda la especie, solamente cabe esperar respuestas que contribuyan a aminorar el sufrimiento social, de todos los sectores, no solamente de algunos. Es obvio,

por tanto, que todos y todas tenemos una cuota de responsabilidad y que la apremiante situación nos urge a pensar en nuestro bienestar y en el del prójimo. De las grandes instituciones sociales, y en particular de la institucionalidad estatal, se espera una práctica que no solamente atienda la salud de toda la población sin excepciones, sino que al mismo tiempo contribuya a paliar las negativas consecuencias socioeconómicas que desde ya está generando la crisis. El compromiso, en términos de justicia y bien común, debe estar dirigido a toda la población, pero sobre todo hacia aquellos sectores que ya de por sí se encontraban, al momento de la llegada del covid-19, en situaciones de franca vulnerabilidad: las personas en condición de calle, las personas sin vivienda digna, las personas desempleadas o las ocupadas en la informalidad, los hogares jefeados por mujeres, etc. etc. Hoy es un buen momento para que tomemos nueva consciencia de los muy perniciosos efectos del empobrecimiento y de la desigualdad social; es momento propicio para que reivindiquemos la dignidad humana como valor de corte universal. De la sociedad civil, en su diferencia constitutiva y complejidad, cabe esperar, aunque no siempre lo encontraremos, no ya únicamente una actitud de suma responsabilidad, sino ante todo de franca solidaridad. Es el momento óptimo para que reconozcamos nuestra naturaleza social, nuestras interconexiones con los otros, y para que nos demos cuenta de que sin los demás no somos nada. Es un tiempo adecuado para entender que el sufrimiento de unos inevitablemente puede convertirse en el sufrimiento de todos. De ahí que defender el propio bienestar implica, en estas circunstancias, defender también el bienestar de nuestro prójimo. ¿Con respecto a la crisis y a sus efectos, ¿cuáles valores contribuyen a mejorar las condiciones actuales? En este momento sobresalen, como ya lo mencioné, los valores de la responsabilidad, de la solidaridad y de la justicia. Solamente a través de la responsabilizarían individual y colectiva, y de la creación de mecanismos de solidaridad inspirados por ideales de justicia, que atiendan a cada quien según sus necesidades más urgentes (materiales, psicológicas, emocionales, etc.), podremos reponernos, en el mediano y en el largo plazo, de las afectaciones que en este momento estamos sufriendo. ¿Cuáles lecciones éticas podrían extraerse de esta crisis sanitaria? Si seguimos por la senda que he indicado, es decir, la de la responsabilidad, la solidaridad y la justicia, y logramos además que esta decisión se mantenga en el tiempo, cabría esperar un cambio sociocultural positivo para la humanidad. Lo que está por verse es si realmente tendremos la capacidad de tomar y de sostener tal curso de acción; solamente el tiempo lo dirá. Lo cierto es que nos encontramos ante una encrucijada crítica y que la decisión que tomemos hoy afectará de forma cuasi definitiva nuestro futuro como especie. Está en nosotros y nosotras configurar el futuro que deseemos.

Finalmente, ante esta pandemia se deben cultivar las mejores decisiones institucionales, organizacionales y personales, que permitan considerar nuestro accionar cotidiano y estos nos lleve a tomar acciones que contribuyan a sacar lo mejor del ser humano.

¿Qué podemos aprender de esta experiencia? En plena época del desarrollo científico-técnico, la hiperconexión, el fortalecimiento de la economía del mercado, el liberalismo político, el mundo se encontró frente a su fragilidad. La epidemia tocó el corazón de la economía global (el capitalismo). Lo que hace unos días parecía sólido ha entrado en declive: el sector financiero, que parecía imparable y, que ahora el Estado tuvo que salir a su rescate ¿no ahorraron lo suficiente? Si en Colombia los bancos y demás entidades financieras en los 5 primeros meses de 2019 habían reportado ganancias del orden de los 9 billones de pesos, según la Superintendencia Financiera. Y ahora necesitan del Estado, para medianamente sostener políticas de alivio para sus clientes y poder apoyar la crisis con créditos. El virus no discrimina si somos ricos o pobres. A todos nos envía al confinamiento. Pero no todos vivimos el encierro de la misma manera. Pues los pobres, tienen que encerrarse en sus casas en arriendo, con la hipoteca vencida, en la casa de un familiar, en esos espacios pequeños, donde es un privilegio que llegue el internet y, en muchos casos los servicios están cortados. Porque no es lo mismo encerrarse en con la cocina llena para varios días, que un encierro con pocas provisiones. En esto radica la injusticia del encierro, pues el encierro con hambre fractura las relaciones familiares.

Pero ¿Qué podemos aprender de esta devastadora experiencia? 1) que el neoliberalismo sacrificó los sistemas de salud en casi todos los países. Que la salud en manos de los privados causa más muertes que las enfermedades mismas. Se requiere democratizar el acceso a la salud y el Estado debe garantizar este derecho; 2) que el mundo es más frágil de lo que podríamos pensar y que no somos eternos. Pues un virus como COVID-19 evidencia que no existen vidas humanas, mercados y economía global que lo puedan soportar. Así como ataca el centro de la vida (la capacidad de respirar)

ataca de igual forma el centro mismo de la economía de mercado que hasta hoy se consideraba la garantía del orden social y del desarrollo de la vida humana en todas sus dimensiones; 3) que en al aldea global todos somos vulnerables, que solo mediante la cooperación, el intercambio de información y de datos,  de estrategias globales y la solidaridad entre Estados es como se podrá contrarrestar los efectos de esta pandemia para que sea lo menos devastadora posible; 4) que la vida en comunidad depende de que tanto queremos cuidar los unos de los otros y que el principio de toda moralidad radica en el bienestar colectivo. Pues no hay existencia individual sino destino común;  5) que una práctica, tan simple e importante de sanidad, como lavarse las manos con jabón , puede salvar nuestra vida y la de muchos más; 6) que los nacionalismo, al mejor estilo de los Estados modernos, siempre están presente cuando de cerrar  las fronteras se trata; 7) que es evidente que nos cuesta cuidarnos y por ello pedimos a gritos al Estado que nos encierre, que no nos deje salir, que restringen —para evitar los contagios— nuestras libertades. Cosa que puede salvar nuestra vida; 8) que los Estados deben basar sus decisiones en las evidencias científicas y los ciudadanos depositar en la ciencia su confianza para preservar nuestra salud y como antídoto contra los autoritarismos y los populismos de izquierda o de derecha. Muestra de ello es la cantidad de aplausos que desde los balcones millones de ciudadanos en todo el mundo ofrecían todas noches al personal de salud; 9) que el sistema de educación superior estatal colombiano no solo está desfinanciado, sino que tiene un enorme atraso frente a la educación virtual y a distancia. Y que en la época de la interconexión no todos los estudiantes tienen acceso a internet y que muchos carecen de computador propio.  Podemos salir de esta enfermedad, como si nada hubiera pasado, cosa que no es posible y con una cantidad de conocimientos sobre lo que los Estado y la sociedad en general debe priorizar. Sería una afrenta a nuestras mejores virtudes que la muerte de tantos seres humanos no nos brindara las lecciones y aprendizajes para vivir de otra manera. Porque el mundo, tal y como lo conocemos, no será igual. Nos enseñó —de la peor manera— que no existe desarrollo económico sin las personas, quienes se llevaron el trabajo a la casa, convirtieron su habitación, estudio o sala en su oficina. Y hoy desde sus casas —en la intimidad de la familia— hacen que muchas empresas se mantengan a flote en medio de la crisis. Ello es evidencia que se requieren grandes cambios en las relaciones laborales y que el modo consumo capitalista —base de la sociedad contemporánea— está acabando con la

vida sana en el planeta. Finalmente —y con el optimismo de una respuesta esperanzadora quedan las preguntas ¿Cómo será nuestra vida cuando todo esto pase? ¿Hacía dónde se orientarán nuestra prioridades políticas, educativas, científicas y económicas? ¿Qué necesitamos para construir un orden global sobre los principios de una ética y una política del cuidado?  https://www.ucundinamarca.edu.co/index.php/noticias-ucundinamarca/84institucional/1622-la-etica-en-una-pandemia-y-el-destino-de-nuestras-virtudes https://www.lifeder.com/problemas-eticos-mundo/