Espiritualidad en El Marketing

LOS TRES PILARES DEL ÉXITO EN EL MARKETING DE LA ESPIRITUALIDAD Santiago, Chile.- ¿Quieres conocer a tu diosa interna? ¿

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LOS TRES PILARES DEL ÉXITO EN EL MARKETING DE LA ESPIRITUALIDAD Santiago, Chile.- ¿Quieres conocer a tu diosa interna? ¿Buscas sanar tus vidas anteriores? ¿Anhelas ser feliz y vivir en plena armonía? Éstas y otras preguntas similares, se vuelven potentes ganchos para un público que busca algo diferente. El trabajo, la rutina y las obligaciones que, cada día, parecen ser mayores, pesan y cualquiera de estos llamados nos llega como una tabla de salvación o una pastilla de felicidad. ¿A qué apela el marketing de la espiritualidad y por qué se vuelve tan potente a ratos? Más notas relacionadas: Marketing de buena voluntad. Restaurante no cobra a sus clientes, pero triplica sus ganancias. Los fantasmas de Stanley Palace 5 anuncios protagonizados por el Dalai Lama   La necesidad de trascendencia. El tiempo avanza y todos nos vamos a morir (nos guste o no, lamento recordártelo), entonces en la medida que crecemos, comenzamos a buscar “algo más”, algo que nos dé la seguridad, o al menos la sensación de seguridad, de la trascendencia. El marketing espiritual apela a esa urgencia.

Desilusión de las estructuras religiosas. El mundo predica la tolerancia e intenta respetar a las religiones, pero la mayoría de las personas se ha sentido desilusionada por la corriente que le tocó en suerte. Las restricciones, la consciencia del mal, el fanatismo, los errores garrafales y muy humanos de sus representantes, incitan al público a buscar ideas y sentimientos que sean más libres y naturales, que no dependan de una estructura de poder, sino que lo “toquen emocionalmente” El gancho de la auto sanación.  Salvo el caso de las tan temidas sectas, en las que un grupo de buscadores – por lo general angustiados- sigue ciegamente a un líder, el gancho de la auto sanación o auto maestría, suele ser bastante potente en el marketing de la espiritualidad. Sucede que no hay tiempo para asistir a grupos y ritos constantes, por lo que aprender un método que nos permita armonizar nuestras emociones y mejorar la calidad de vida por nuestra cuenta resulta altamente motivador. Entonces, las claves son: miedo, seguridad y felicidad. No es malo conocer un poco más al ser humano.

El marketing de la espiritualidad La Christian Booksellers Association, que representa a 70% del mercado cristiano de Estados Unidos, calcula que en 1997 se vendieron en el país el equivalente a US$ 3.000 millones en mercadería religiosa. MIÉ 29 DE NOVIEMBRE DE 2000 Comentarios: (0)

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El giro del materialismo a la espiritualidad no es una simple moda pasajera; es una tendencia. Se hará cada vez más evidente durante todo el siglo XXI a medida que la tecnología amenace cada vez más con disminuir el papel que juega cada uno de nosotros en la vida de los que nos rodean. Pero no son solamente los comercios especializados los que se están viendo favorecidos por este renovado interés en la religión y la espiritualidad. Siete de cada 10 de los libros religiosos se venden en cadenas como Barnes & Noble, Borders, Waldenbooks y B. Dalton. Los gigantes mediáticos, por su parte, están acaparando sellos de música religiosa. Gaylord Entertainment, Zomba Music y EMI, entre ellos, han comprado siete sellos de neta orientación cristiana desde 1994. Para mantener una presencia significativa en este mercado, los comerciantes del ramo forman grupos de compra para dar más peso a sus actividades de marketing. Iglesias y sinagogas están reclamando software cada vez más customizado para la tarea de organizar sus servicios, comunicarse con sus seguidores y atender consultas de interesados. Los libros sobre temas religiosos son un fenómeno editorial por primera vez en décadas. Los trabajos sobre religión y espiritualidad crecieron 112% entre 1991 y 1996, según la American Booksellers Association. En 1997 y 1998, los libros religiosos fueron los únicos libros en la categoría no ficción que registraron aumento de ventas. Las letras WWJD (que representan What Would Jesus Do o Que haría Jesús) aparecen bordadas en corbatas, bufandas, chaquetas y camisas. Hay toda una nueva línea de joyas con la inscripción WWJD, casi un imperativo para toda una generación de adolescentes creyentes. Sus hermanos más pequeños, mientras tanto, reclaman cuentos y videos sobre temas religiosos con la infaltable lección moral al final. Y ahora también todo eso se compra en cadenas como Wall Mart y Target. Dos son los videos que más piden los niños norteamericanos. El primero es Elmopalooza de Plaza Sésamo, y luego sigue uno que se llama Where is God When I’m Scared? (¿Dónde está Dios cuando tengo miedo?). En el terreno turístico se están popularizando entre los sectores de mayores ingresos los viajes con objetivos religiosos como las peregrinaciones a Tierra Santa.

Hay monasterios que ofrecen a los huéspedes la posibilidad de vivir la vida del monje por un día o una semana. Hay varios años de lista de espera con personas anotadas para realizar este tipo de experiencias. Y ya no son sólo personajes famosos de Hollywood o excéntricas personalidades del arte los que viajan a la India o al Tibet. Ahora son ejecutivos de altos ingresos los que van en busca de algo más que dinero, prestigio y autoridad. El deseo de contar con un guía espiritual ha creado muchas oportunidades de negocios para hábiles emprendedores con inclinación religiosa. Así como el furor por conseguir buen estado físico da origen al personal trainer, el renacimiento del interés en la religión y la espiritualidad ha dado origen al spiritual trainer, también llamado director espiritual. Existen organizaciones de acreditación para asegurar que los llamados spiritual trainers tengan un mínimo nivel de conocimiento. Según el director ejecutivo de uno de esos programas, confirmar la validez de la enseñanza espiritual es competencia exclusiva del Santo Padre. El giro del materialismo a la espiritualidad no es una simple moda pasajera; es una tendencia. Se hará cada vez más evidente durante todo el siglo XXI a medida que la tecnología amenace cada vez más con disminuir el papel que juega cada uno de nosotros en la vida de los que nos rodean. Los sentimientos de aislamiento y soledad se están exacerbando, y eso conduce a la búsqueda cada vez más intensa de respuestas. El giro del materialismo a la espiritualidad no es una simple moda pasajera; es una tendencia. Se hará cada vez más evidente durante todo el siglo XXI a medida que la tecnología amenace cada vez más con disminuir el papel que juega cada uno de nosotros en la vida de los que nos rodean. Pero no son solamente los comercios especializados los que se están viendo favorecidos por este renovado interés en la religión y la espiritualidad. Siete de cada 10 de los libros religiosos se venden en cadenas como Barnes & Noble, Borders, Waldenbooks y B. Dalton. Los gigantes mediáticos, por su parte, están acaparando sellos de música religiosa. Gaylord Entertainment, Zomba Music y EMI, entre ellos, han comprado siete sellos de neta orientación cristiana desde 1994. Para mantener una presencia significativa en este mercado, los comerciantes del ramo forman grupos de compra para dar más peso a sus actividades de marketing.

Iglesias y sinagogas están reclamando software cada vez más customizado para la tarea de organizar sus servicios, comunicarse con sus seguidores y atender consultas de interesados. Los libros sobre temas religiosos son un fenómeno editorial por primera vez en décadas. Los trabajos sobre religión y espiritualidad crecieron 112% entre 1991 y 1996, según la American Booksellers Association. En 1997 y 1998, los libros religiosos fueron los únicos libros en la categoría no ficción que registraron aumento de ventas. Las letras WWJD (que representan What Would Jesus Do o Que haría Jesús) aparecen bordadas en corbatas, bufandas, chaquetas y camisas. Hay toda una nueva línea de joyas con la inscripción WWJD, casi un imperativo para toda una generación de adolescentes creyentes. Sus hermanos más pequeños, mientras tanto, reclaman cuentos y videos sobre temas religiosos con la infaltable lección moral al final. Y ahora también todo eso se compra en cadenas como Wall Mart y Target. Dos son los videos que más piden los niños norteamericanos. El primero es Elmopalooza de Plaza Sésamo, y luego sigue uno que se llama Where is God When I’m Scared? (¿Dónde está Dios cuando tengo miedo?). En el terreno turístico se están popularizando entre los sectores de mayores ingresos los viajes con objetivos religiosos como las peregrinaciones a Tierra Santa. Hay monasterios que ofrecen a los huéspedes la posibilidad de vivir la vida del monje por un día o una semana. Hay varios años de lista de espera con personas anotadas para realizar este tipo de experiencias. Y ya no son sólo personajes famosos de Hollywood o excéntricas personalidades del arte los que viajan a la India o al Tibet. Ahora son ejecutivos de altos ingresos los que van en busca de algo más que dinero, prestigio y autoridad. El deseo de contar con un guía espiritual ha creado muchas oportunidades de negocios para hábiles emprendedores con inclinación religiosa. Así como el furor por conseguir buen estado físico da origen al personal trainer, el renacimiento del interés en la religión y la espiritualidad ha dado origen al spiritual trainer, también llamado director espiritual. Existen organizaciones de acreditación para asegurar que los llamados spiritual trainers tengan un mínimo nivel de conocimiento. Según el director ejecutivo de uno de esos programas, confirmar la validez de la enseñanza espiritual es competencia exclusiva del Santo Padre.

El giro del materialismo a la espiritualidad no es una simple moda pasajera; es una tendencia. Se hará cada vez más evidente durante todo el siglo XXI a medida que la tecnología amenace cada vez más con disminuir el papel que juega cada uno de nosotros en la vida de los que nos rodean. Los sentimientos de aislamiento y soledad se están exacerbando, y eso conduce a la búsqueda cada vez más intensa de respuestas.

No todo lo que brilla es oro. El marketing de la espiritualidad Por Corina Valdano mayo 28, 2017 · Espiritualidad,Psicología,religión

En la industria del crecimiento personal estamos continuamente bombardeados por el marketing de la espiritualidad, palabra sagrada si las hay que ha sido menospreciada, vapuleada y manoseada hasta el hartazgo. En este articulo quisiera diferenciar, la paja del trigo, para poder reivindicar un término que merece seriedad. No podría definir que es la espiritualidad porque lejos de ser un concepto, es una experiencia y un modo de vivir. Sí podría enumerar muchas creencias falsas con las que se suele disfrazar el “ego espiritual”.   ¿Por qué escribir este artículo?  Por varias razones…la primera, es tratar de devolverle a la espiritualidad su verdadera entidad. La segunda, lograr transmitir la indisoluble comunión entre psicología y espiritualidad. La tercera poder desligar un concepto tan amplio e inabarcable que ha quedado reducido al limitado ámbito de la religiosidad. Ante todo, es importante trascender la insustancial dualidad entre las personas que se definen como espirituales, de las que no. No existe tal artificio, esa es una división del ego que siempre busca separar y comparar. La espiritualidad no es una elección, es una condición intrínseca de la humanidad. “No

somos seres humanos espirituales, somos seres espirituales encarnando una experiencia humana”. Quienes se sienten espirituales no han alcanzado la “meca”, solo han tomado conciencia de una verdad esencial que no es propiedad de nadie. Así la espiritualidad no es una conquista ni un lugar al cual llegar. Las personas que se definen así mismas como “espirituales” y miran, por encima de su hombro, a las que “no lo son”, se sienten superiores y evolucionadas cuando en realidad más que iluminadas están embriagadas por el ego espiritual que acecha en quienes se dejan engañar. Estos aires de grandeza, nada tienen que ver con la consciencia de unidad. No es más espiritual quien usa sandalias y túnica para impactar, quien sube fotos a Instagram de su travesía por la india, tampoco quien, por dejar de comer carne, anda viendo asesinos en todas partes. En este gran berenjenal, también están quienes predican para que otros “se conviertan” al veganismo y quienes aconsejan creyendo tener la verdad revelada a personas que no están interesadas. Tampoco se iluminan quienes repiten mantras esperando que “lo divino” les marque el camino, quienes tienen devoción por un maestro o gurú, ni quienes solo asisten a un curso intensivo para obtener el nivel III ¡de vaya a saber qué! No es más espiritual quien menos se enoja, quien medita largas horas o se deja abusar en nombre de una “compasión” prematura que esconde un maltrato personal más que una evolución espiritual. La espiritualidad no es el montaje en escena, es el guion que subyace detrás. No pretendo desestimar, menos aún juzgar los caminos que cada persona elija para encontrarse a sí misma. Intento humildemente alertar acerca de los riesgos de confundir lo aparente con lo superficial. No hay nada fugaz en el proceso de despliegue espiritual, lo inmediato cede el paso a un profundo y sostenido conocimiento de sí, que incluye tener la valentía para mirarse, la humildad para reconocer las partes más vulnerables, la disposición para admitir lo más bajo de sí, la tolerancia para con nuestras torpezas en el intento de ganar consciencia. Este es el paisaje que forma parte del viaje hacia el centro de uno mismo. Centrarse no es quedarse en la cueva indignado por el mundo del afuera. La tentación de quedarse en la guarida, debe ser trascendida para tener la osadía de salir hacia afuera transformados y aportar la propia gota al inmenso océano.

  La consciencia de espiritualidad no debe confundir el centro con mirarse el ombligo. Una persona que alcanza la madurez espiritual no se siente ni menos ni más que nadie. No tiene nada de especial, sí ha conseguido sintonizar con la consciencia de Unidad. Su ética de vida no es aprendida, su moral no es la del “super yo”, hacer lo correcto no es una opción es una cualidad intrínseca fruto de la revelación de que no existe separación, de que no hay fronteras, no hay un “otro” y un “yo”, no hay comparación ni competencia, hay unidad y conexión con esa verdad esencial que trasciende la mera identidad.   Aquí es donde psicología y espiritualidad convergen y se asisten mutuamente. La identidad para ser trascendida debe estar bien arraigada. La espiritualidad como evasión o fácil solución a problemas de origen mental no ayuda a “elevarse” sino a postergar dificultades o conflictos personales que requieren de un previo abordaje. La fuga hacia la luz nos encandila más de lo que nos ilumina. La madurez espiritual requiere de los cimientos de una sólida personalidad.   Del mismo modo, la psicología sin la espiritualidad resulta insuficiente, pues no alcanza a abarcar la totalidad de la riqueza humana. Una psicología profunda debe ir más allá del intelecto para alzar vuelo. Cuando el ser humano encuentra un sentido a su existencia, da un paso hacia la trascendencia y se acerca hacia su plena realización. Muchas heridas del corazón descansan en el sentimiento de vacío y enajenación. Así, la salud mental no es solo ausencia de enfermedad sino también despliegue del propio potencial al servicio de la humanidad. Cuando esto sucede, trascendemos el ego para ir más allá de la mera individualidad. Este sentimiento de unidad es el puente entre la psicología y la espiritualidad.   Por último, quisiera hacer mención a la tan enmarcada relación entre espiritualidad y religión. La religión, es solo un medio y no una garantía para alcanzar la experiencia espiritual. La religiosidad como culto y tradición puede ser vivida en ausencia total de integridad espiritual. La espiritualidad trasciende las fronteras de la religión, no es un apéndice de ella.  

La moral religiosa se aleja bastante de la ética espiritual. La espiritualidad no tiene tutela ni normas ortodoxas que respetar. Es una expresión libre y creativa que anida en el interior y no precisa de un santo al que rendirle devoción. No existe dualismo entre cuerpo y espíritu, no se es más espiritual por tener menos contacto con lo material. No se purifica uno por rezar ni se va al infierno por “pecar”. Estos no son los valores de la auténtica espiritualidad ejercida como un modo de vida. La religión es para quienes temen el infierno, la espiritualidad es para los que ya han estado ahí y eligieron iluminar su sombra.   La espiritualidad no exige castidad, no requiere vestimenta apropiada, no amordaza emociones, ni demanda referentes a quienes llamar maestros. Hay grandes inspiradores, hay fuentes de sabiduría para bucear, pero todas conducen al mismo lugar: uno mismo, y el trabajo comprometido de transformarse a sí mismo para apreciar la vida desde un lugar esencial, más allá de las trampas del ego espiritual. Psicóloga Corina Valdano.

Las cuatro leyes de la espiritualidad Esta misma mañana hablábamos de la espiritualidad y de cómo poder integrarla en nuestro trabajo como Psicoterapeutas y Counsellors Humanistas Integrativos. Desde mi punto de vista, y como también comentábamos antes, la espiritualidad es ese sexto nivel que a pesar de estar presente en los apuntes aún le queda mucho por desarrollar. Yo creo que hay muchas maneras y caminos para poder incluir la espiritualidad tanto en las sesiones de terapia como en nuestra vida en general. A algunas personas, ya sean terapeutas o pacientes, les resultará más familiar acercarse a ella desde la religión (sea cual sea). Otras la llamarán energía o hablarán del hecho de sentir que forman parte de algo mucho más grande que ellas. Sentirán que forman parte de un colectivo, de la sociedad, de un planeta o de ser fractales en la inmensidad del universo.

Lo que yo quería compartir hoy aquí con todas vosotras y vosotros, son las cuatro leyes de la espiritualidad que suelen enseñarse en la India y que, con algún matiz incorporado desde nuestro Modelo Humanista Integrativo creo que en esta tarde de cierre del Máster vienen muy a cuento. La primera ley dice:

“La persona que llega es la persona correcta” es decir, que nadie llega a nuestras vidas por casualidad. Vosotros mismos lo habéis comentado en más de una ocasión con los pacientes de prácticas que os han tocado por ejemplo. Y es que, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación. La segunda ley dice:

“Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”. Nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el “si hubiera hecho tal cosa hubiera sucedido tal otra…” No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que ser así para que aprendamos esa lección y podamos seguir adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo. Aunque nos duelan y nos hagan sentir Miedo, Rabia o Tristeza. Emociones, que ahora sabemos expresar y acompañar de manera sana y respetuosa para que puedan transformarse así en Amor, Poder y Alegría. La tercera de las leyes dice:

“En cualquier momento que comience es el momento correcto”. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará. Cuando estemos preparadas para descubrir y enfrentarnos a lo que hasta ahora no nos permitían ver nuestros mecanismos de defensa, entonces sucederá. En eso consiste el proceso y la relación terapéutica. En saber acompañar a los pacientes a donde ellos necesiten. Al ritmo que ellos necesiten. Y la cuarta y última ley nos dice que

“Cuando algo termina, termina”. Simplemente así.Si algo termina en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia. Por eso hoy, aquí y ahora, quiero daros las GRACIAS por haberos atrevido a confiar y por haberos permitido recorrer este camino a nuestro lado. Os pido PERDÓN en mi nombre y en nombre de todo el equipo de Galene si en algún momento nos hemos equivocado. Afortunadamente no somos perfectos. Os pido PERDÓN si en algún momento os hemos podido hacer daño. Sin duda, no era nuestra intención y aquí estaremos para intentar aliviar ese dolor siempre que esté en nuestra mano. Y después del perdón y las gracias, prosigo con las fases del duelo y os digo ADIÓS.