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La espiritualidad cristiana

Teófilo Cabestrero

5 LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA Teófilo Cabestrero cmf.

Sumario

Introducción Primera parte

Los orígenes de la espiritualidad cristiana en el Nuevo Testamento •

De la experiencia espiritual de Jesús a la espiritualidad cristiana de los primeros discípulos y discípulas: los pasos y algunos textos fundamentales.

Segunda parte

Notas esenciales de la espiritualidad cristiana en el Nuevo Testamento • •

Un principio básico Cinco notas esenciales de la espiritualidad cristiana en sus orígenes

Tercera parte

Algunas urgencias de la espiritualidad cristiana en nuestros días

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Teófilo Cabestrero

Introducción Sobre la espiritualidad cristiana pueden hacerse numerosos estudios. Siempre es conveniente empezar por el estudio de los orígenes de la espiritualidad cristiana en el Nuevo Testamento. Porque está ahí el paso de la experiencia espiritual de Jesús de Nazaret a la espiritualidad cristiana de los primeros discípulos y discípulas, generada por el mismo Espíritu que suscitó en Jesús su experiencia espiritual. Y se ve la continuidad original que existe entre ambas espiritualidades, la de Jesús y la de los discípulos y discípulas. Después de ver los orígenes de la espiritualidad cristiana en el Nuevo Testamento, se puede estudiar su evolución y diversificación en pluralidad de espiritualidades cristianas a través de la historia, por diferentes causas. Es un estudio interminable, porque son veinte siglos de cambios con altibajos, olvidos, pérdidas y algunos graves deterioros de la espiritualidad cristiana (ahí se ven, por ejemplo, varias causas del olvido de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo en la Iglesia católica durante ciertas épocas: son dos olvidos que causaron deterioros graves en la espiritualidad cristiana). Hay que decir que siempre el Espíritu suscitó algún santo y/o santa, como Francisco de Asís, Santa Teresa y otros, que vivieron la experiencia espiritual de Jesús de Nazaret, en medio de las crisis de la Iglesia). Para toda la Iglesia propuso el Concilio Vaticano II en la segunda mitad del siglo pasado, la vuelta a Jesús y a su Espíritu que son el manantial de toda espiritualidad cristiana. Algo se ha mejorado; bastante; mucho; pero, todavía no todo lo que debe mejorar la espiritualidad cristiana en la Iglesia de hoy. Ahora, aún hay sus más y sus menos en ciertas espiritualidades cristianas. Habría que estudiar las dimensiones o valores esenciales que no deberían faltar en ninguna espiritualidad cristiana, porque son valores y dimensiones esenciales de la experiencia espiritual de Jesús. Y estudiar también algunas urgencias actuales de la espiritualidad cristiana. Esos estudios dan material para una enciclopedia. ¿Qué podremos expresar en un solo tema de extensión no muy amplia?... No podemos decirlo todo sobre la espiritualidad cristiana. Nos limitamos, 1º a unas luces bíblicas sobre los orígenes de la espiritualidad cristiana según el Nuevo Testamento. 2º a una síntesis de aspectos o valores esenciales que debe tener toda auténtica espiritualidad cristiana. Y 3º, enunciar tres urgencias de la espiritualidad cristiana en nuestros días.

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Primera parte

De la experiencia espiritual de Jesús a la espiritualidad cristiana en las primeras comunidades

Los pasos y algunos textos fundamentales El manantial de donde brotó y sigue hoy brotando la espiritualidad cristiana, es la “experiencia espiritual” de Jesús de Nazaret, el Cristo o Ungido por el Espíritu Santo, que fue despreciado y crucificado, y lo resucitó el mismo Espíritu. Como vimos en la conferencia anterior, las huellas de esa “experiencia espiritual” de Jesús están en el Nuevo Testamento. Y en todo el Nuevo Testamento, sobre todo en los escritos de Juan y de Lucas, y en algunas cartas de Pablo, encontramos abundantes textos para ver los cuatro pasos a través de los cuales, la “experiencia espiritual” de Jesús llegó a generar en los primeros discípulos y discípulas, y en sus comunidades, la espiritualidad cristiana. Los cuatro pasos son: 1º, Jesús elige a sus discípulos para que le acompañen en su anuncio y en su vivencia del Reino de Dios, a fin de que se inicien en su “experiencia espiritual” y después la sigan viviendo y comunicando. Textos: Los tres Evangelios sinópticos, Marcos, Mateo y Lucas, narran cómo llama Jesús a sus primeros discípulos y cómo le acompañan discípulos y discípulas, y Él los envía en misión temporal para que vivan como Él, y anuncien y hagan lo que Él hace y anuncia: Mc 1,16-20; 3,13-19.31-35; Mt 2,18-22; 10,1-4ss; Lc 5,1-11.27-32; 8,1-3; 9,1-6; 10,1-23. También Juan narra cómo elige Jesús a algunos de sus primeros discípulos: 1,35-51. Y dice varias veces por qué y para qué los elige Jesús: para que renazcan a una vida nueva y vivan la misma experiencia espiritual de Jesús. En los capítulos 3 al 7 habla Jesús de esa vida nueva; y dice en 6,63 que el Espíritu es quien da esa vida nueva, y que las palabras que Él dice son ese Espíritu y esa vida nueva. Y en el capítulo 15 de Juan, en los discursos de despedida de Jesús, les recuerda con toda claridad a sus discípulos: “No me eligieron ustedes a mí, fui yo quien les elegí a ustedes: y les he destinado para que vayan y den fruto abundante y duradero: el fruto de mis sentimientos, mi sabiduría y mis obras: yo soy la vid y ustedes los sarmientos, permanezcan ustedes en mi y yo en ustedes, para que mi sabia, mi sabiduría, mi espiritualidad les haga producir esos frutos”. Y concluye diciéndoles “lo que yo les mando es que se amen unos a otros como yo les amo”. Es la alegoría de la vid y los sarmientos, Jn 15,1-17. 2º paso: En una primera etapa, mientras los discípulos acompañan a Jesús no llegan a entender su “experiencia espiritual”, ni entran en ella. No la asumen, no la asimilan, porque viven aferrados a sus propios esquemas religiosos judíos y tienen su propia

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ideología que les distorsiona la imagen de Jesús. Y también, porque aún no se les había comunicado el Espíritu de Jesús. En esa primera etapa, Jesús les da ejemplos y enseñanzas, y corrige a los discípulos la espiritualidad de ellos que no es conforme a la espiritualidad de Jesús, sino contraria a ella en muchos sentimientos, deseos, actitudes y esperanzas. Textos: Hay en los sinópticos una serie de textos en los que Jesús les llama “¡hombres de poca fe!: ¡¿todavía no creen?! ¡No tengan miedo!...: Mt 8,26-27; 14,31; 16,5-12; 17,19-20; Mc 4,40-41; 8,11-21; 11,20-23; Lc 8,22-25; 12,28; 17,5-6. Hay otra serie de textos en los que Jesús les corrige sus ambiciones de poder, sus pretensiones egoístas y sus peleas sobre quién de ellos iba a ser más importante que los demás; sentimientos y deseos contrarios a los valores de la espiritualidad que Jesús les propone de palabra y con el ejemplo de su “experiencia espiritual”: Mt 18,1-4; 20,23-28; 23,1-12; Mc 9,33-37; Lc 22,24-27. Juan no se calla el hecho de que ante las enseñanzas y los ejemplos de Jesús, “muchos de sus discípulos se retiraron y ya no andaban con Él”: Jn 6,66. Paso 3º: Jesús dice claramente que la Novedad de su experiencia espiritual, no cabe en viejos esquemas, ni en ciertas creencias y prácticas religiosas; y que así como el vino nuevo no se pone en envases viejos que lo estropean, así la novedad de su experiencia espiritual necesita un cambio de esquemas, de formas y de prácticas (Mt 9,17ss; Mc 2,22ss; Lc 5,37ss). Y promete y comunica a sus discípulos y discípulas su Espíritu Santo, que les hará comprender bien su experiencia espiritual, y se la hará vivir para que prosigan en el mundo la espiritualidad de Jesús, su estilo de vida y de misión, nuevo en los contenidos, en los mensajes y en las formas de una nueva espiritualidad Los textos de este paso son las “actas de nacimiento” de la espiritualidad cristiana, que mana de la experiencia espiritual de Jesús de Nazaret, por obra del Espíritu del Señor resucitado. Lucas comenzó a redactar su acta de nacimiento de la espiritualidad cristiana al cerrar su Evangelio, en 24,36-52, cuando dice que el señor resucitado se dejó sentir entre los discípulos, comunicándoles la convicción de que ellos habían de ser “testigos” de lo sucedido y les prometió su Espíritu que los iluminaría y los fortalecería haciéndoles comprender y vivir Su experiencia espiritual. Y al comenzar su libro de los Hechos de los Apóstoles, Lucas continuó el acta de nacimiento de la espiritualidad cristiana en los discípulos, al decir que “bajo la acción del Espíritu Santo, el Señor Jesús instruyó a los apóstoles hablándoles del Reino de Dios” y les insistió en que esperasen a ser revestidos de la fuerza del Espíritu que vendría sobre ellos para que pudieran ser sus “testigos” participando para ello de su experiencia espiritual: Hch 1,1-11. Luego, en 2,1-4, narra Lucas el Pentecostés de la irrupción del Espíritu sobre los discípulos y discípulas reunidos con María en oración. En Juan, el acta de nacimiento de la espiritualidad cristiana en los primeros discípulos tiene un prólogo en los discursos de despedida de Jesús. Ahí, hasta 5 veces les promete Jesús que les enviará su Espíritu que les hará conocer y experimentar cuanto le han visto hacer y le han oído decir (toda su “experiencia espiritual”): dos veces en el capítulo 14, por tercera vez en el capítulo 15, y por cuarta y quinta vez en el capítulo 16. Antes Página 4 de 9

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había narrado Juan una escena importantísima, en la que Jesús, en la fiesta de las tiendas en Jerusalén, el último día, mientras la gente derramaba ritualmente el agua implorando buenas cosechas, puesto en pie gritó Jesús: “Quien tenga sed (sed de vivir fructuosamente) que venga a mí y beba quien crea en mí: brotarán de sus entrañas ríos de vida”. Y aclara el evangelista que Jesús se refería al Espíritu Santo que iba a comunicar después de la resurrección, como un manantial de la espiritualidad de la vida en plenitud. Luego levantará acta Juan en 20,19-23 de este hecho, cuando, en la tarde de un domingo, el Señor les muestras sus llagas gloriosas a los discípulos, les da su paz, sopla sobre ellos y les dice: “Reciban el Espíritu Santo: como el Padre me envió, yo también les envío a ustedes ”. Y 4º paso: Los discípulos y discípulas asumen y viven la espiritualidad cristiana que es la misma experiencia espiritual de Jesús por obra de su Espíritu. Y las primeras comunidades cristianas viven esa espiritualidad cristiana, nacida de la experiencia espiritual de Jesús. Textos: Los cronistas de la espiritualidad cristiana en las primeras comunidades son, sobre todo, Lucas en el libro de los Hechos de los Apóstoles, y Pablo en las cartas a sus comunidades, así como las cartas de Juan para sus comunidades. Lucas narra, no sólo la espiritualidad cristiana misionera de los discípulos a lo largo de todo el libro de los Hechos, sino también en algunos textos referenciales para todas las comunidades, la espiritualidad cristiana de todos los cristianos y cristianas convertidos y bautizados en Jesús, transformados por el Espíritu en miembros vivos del cuerpo eclesial de Cristo que es la comunidad cristiana: Hch 2, 42-47; 4,32-37. De Pablo, merecen destacarse varios textos. Unos son teológicos (como todo el capítulo 8 de la Carta a los Romanos). Otros son textos testimoniales, cono Filipenses 3,115; Gál 2,20; y 2 Cor 5,14-17, donde Pablo da testimonio de su propia experiencia espiritual personal, es decir, de su espiritualidad cristiana que es su vida en Cristo-Jesús por obra de su Espíritu.

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Segunda parte

Notas esenciales de la espiritualidad cristiana según los textos del Nuevo Testamento Un principio básico Lo primero y lo más básico e importante que hay que decir sobre lo que es “esencial” en la espiritualidad cristiana, es que, dado que la espiritualidad cristiana brota según todo el Nuevo Testamento de la experiencia espiritual de Jesús de Nazaret, que es su permanente manantial, hay que afirmar que todo lo que es esencial en la experiencia espiritual de Jesús, es igualmente esencial en la espiritualidad cristiana. Esto quiere decir que lo mejor que se puede hacer para saber cuáles son los rasgos y valores “esenciales” (los que no pueden faltar en ninguna espiritualidad cristiana) es repasar la experiencia espiritual de Jesús, punto por punto, o valor esencial tras valor esencial. Dicho esto, voy a enunciar brevemente (no hay tiempo para más) 5 notas que aparecen como esenciales en la espiritualidad cristiana según el Nuevo Testamento.

Cinco notas esenciales de la espiritualidad cristiana en sus orígenes 1. El Espíritu Santo une vitalmente a Jesús a quienes participan de su “unción” de Hijo del Dios Abbá, amado, ungido y enviado como Mesías-Servidor del Reino de Dios. El Espíritu es el revelador de Jesús, Cristo y Señor, y hace conocer y vivir su experiencia espiritual a quienes se unen vitalmente a Él. El Espíritu es así, el motor y la fuerza de la espiritualidad cristiana. 2. Básicamente, la espiritualidad cristiana es un “Bautismo en el Espíritu” que nos sumerge en la “experiencia espiritual” de Jesús, guiándonos en su “seguimiento”. Esta nota es tan esencial, que define la espiritualidad cristiana como “vida en el Espíritu” por el seguimiento de Cristo-Jesús. A lo largo del proceso espiritual personal, siempre habrá que volver a avivar la conciencia y la vivencia del propio Bautismo en el Espíritu. Y la muerte física será, en todo proceso espiritual cristiano, el cumplimiento pleno del Bautismo, como sucedió en Jesús. 3. Según todos los Evangelios (esto lo resaltan sobre todo Lucas y Juan) Jesús ungido Misionero de Dios Padre, promete y comunica a los discípulos y discípulas su Espíritu como “misión”, igual que Él recibió la unción del Espíritu (el amor del Padre) con carácter de “misión”. Esto significa que participar la “experiencia espiritual” de Jesús como Hijo amado, ungido y enviado como Testigo, Profeta y Servidor mesiánico del Reinado de Dios, es participar y proseguir esa misión suya. Por tanto, todas las espiritualidades que quieran ser de verdad “cristianas”, han de asumir de una u otra forma el horizonte y los

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dinamismos de la misión del Reino, que es misión en favor de la vida digna, filial y fraterna para todos los hombres y mujeres de la humanidad, hacia la vida plena y feliz; y este horizonte y esta meta se hace cuestión urgente en favor de los excluidos de la vida por cualquier sistema humano de vida. La espiritualidad cristiana debe, por eso, reproducir y mantener viva, la amorosa entrega y la dedicación apasionada de Jesús a las personas, sectores, culturas y pueblos sufridos, desdichados, marginados, excluidos, desahuciados y crucificados, en los cuales está herida y ofendida la gloria de Dios. Esta “motivación teologal” que brilla en la Palabra bíblica de Dios, es la que ha de inspirar esta opción de la espiritualidad cristiana, como en Jesús, y no las motivaciones simplemente ideológicas y políticas. Porque el Espíritu comunicado por Jesús es el Espíritu acostumbrado a Jesús y a su Causa del Reino del Dios de vida para todos y todas; es el Espíritu de ese Reino de vida. (O sea, que la espiritualidad cristiana no debe vivirse solamente para el provecho personal propio -lo cual sería “egoísmo espiritual”, que es el peor de los egoísmos- sino para el bien común de la salvación y felicidad de todos porque esta es la Causa y la Gloria de Dios). 4. Así, en ese horizonte y con ese dinamismo “reinocéntrico” del Espíritu de Jesucristo, la espiritualidad cristiana quiere afectar, liberar y transformar profundamente la persona, la vida y todas las relaciones de cada cristiano y cristiana, en lo positivo y en lo negativo de su ser y de su vida. Porque en todo hay que proseguir la experiencia espiritual de Jesús: en su oración e intimidad con Dios Padre; en dirigir la mirada desde el corazón compasivo al sufrimiento humano antes que al pecado (como Jesús); en asumir con esperanza los propios límites e imperfecciones de la condición humana, sin esperar milagros; en perdonar siempre; y en el servicio amoroso y sacrificado al prójimo (ante todo al prójimo herido); y, por lo tanto, en seguir a Jesús cargado con la cruz de la misión conflictiva del Reino. 5. Porque los dinamismos del Espíritu Santo en la espiritualidad cristiana se proponen “configurarnos” de tal manera con Jesucristo que nuestra existencia histórica prolongue y actualice en cada tiempo y lugar la experiencia espiritual de Jesús en su existencia histórica, esto hace necesario y esencial (es decir, indispensable) el conocimiento vital verdadero del Jesús completo. De manera que esto se convierte en la prueba y el criterio de discernimiento para conocer la autenticidad y la integridad de toda espiritualidad cristiana. La pregunta decisiva siempre será “¿A qué Jesús seguimos?”. Y ahí es donde encaja la función del Espíritu Santo como el Revelador de la verdad completa sobre Jesús. Hablando ya en resumen de manera sintética e incisiva, hay que decir que ninguna espiritualidad que quiera ser cristiana, ninguna, puede ignorar ni olvidar ninguno de los rasgos esenciales de la experiencia espiritual de Jesús, para vivirlos cotidianamente con la luz y la fuerza de amor del mismo Espíritu de Jesús, según las circunstancias y los signos de los tiempos globales y locales. Y lo que le falte a cada espiritualidad de lo que tuvo como esencial la experiencia espiritual de Jesús, eso le falta para ser de verdad “espiritualidad cristiana”.

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Tercera parte

Algunas urgencias de la espiritualidad cristiana en nuestros días Las urgencias pueden presentarse por exigencia de lo más esencial de la misma espiritualidad cristiana, que debe respetar y proseguir lo más esencial de la experiencia espiritual de Jesús. O pueden presentarse por necesidades apremiantes de la vida que vivimos en nuestros días; necesidades nuestras o de la Iglesia y de la sociedad, de nuestros prójimos. O por ambas cosas, exigencias de la espiritualidad y de nuestros días. Algunas urgencias pueden ser más o menos permanentes, y otras pueden ser momentáneas o temporales. Me limito a enunciar cuatro urgencias actuales na primera urgencia es la urgencia de vivir ante todo, lo más central y esencial de una espiritualidad cristiana que actualice fielmente lo más central y esencial de la experiencia espiritual de Jesús, y no perder el tiempo en las cosas y detalles que sean accidentales y secundarios. No irnos por las ramas. Por eso, en estas dos últimas conferencias me he concentrado sobre todo en lo más esencial. No hace falta repetir. Solo advertir que hay espiritualidades que no acaban de ser todo los cristianas que deberían ser, porque se van por las ramas de lo accidental, lo secundario y hasta las manías y rarezas que hacen olvidar lo esencial, en vez de concentrarse en absorber y cultivar de raíz la sabia, la sabiduría esencial del Espíritu de Jesús y de su Causa del Reino de Dios. Falta mucho “sentido común cristiano” para distinguir lo que es esencial en el cristianismo y en la Iglesia (porque lo es en Jesús) y lo que es accidental. Ya lo advirtió Jesús a los fariseos de su tiempo cuando les dijo: “cuelan un mosquito y se tragan un camello; limpian todo bien por fuera y nada por dentro; observan detalles rituales mínimos, y olvidan, desprecian y engañan al prójimo”... Otra urgencia: Siendo la espiritualidad cristiana, la vida propia y ajena vividas según el Espíritu de Jesús y su Causa del Reino de Dios, todo en la vida, todo (así como también la falta de vida digna) tiene y debe tener relación con la espiritualidad cristiana. Por esta razón, padecen insuficiencia cristiana las espiritualidades que son para vivirlas solo a ratos, solo algunos días o en algunos momentos y en ciertos lugares o espacios, pero, al margen de la vida cotidiana propia y de los demás. Una tercera urgencia es que la espiritualidad cristiana conduzca realmente a las personas hacia la madurez humana y cristiana; en equilibrio humano integral; en conciencia; en honestidad y sinceridad; en libertad responsable con responsabilidad personal y en las relaciones interpersonales y sociales. De manera que no son suficientemente cristianas las espiritualidades que desequilibren afectivamente a las personas, que las disminuyan, que las mantengan en la inmadurez, en la irresponsabilidad humana; que las hagan indebidamente dependientes, que las infantilicen, que las alejen del conocimiento y las responsabilidades que impone la realidad histórica tan dura y grave que vivimos en nuestros días. Las espiritualidades que hacen huir de la realidad histórica en vez

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de ayudar a afrontarla y vivirla responsable y solidariamente, van en dirección contraria a la espiritualidad de Jesús. Y una última urgencia que quiero señalar para nuestros días es que la “espiritualidad cristiana” debe hacernos integrar y armonizar en nuestra vida la alegría y el sentido del humor con el dolor. Prosiguiendo el equilibrio con que Jesús vivió e integró en su persona la más profunda y sana alegría y el buen sentido del humor, con el dolor más hondo, manteniendo en todo la serena esperanza que brota del amor sin egoísmos. Por eso se mantuvo Él humanísimo y fiel a Dios Padre y a todos los humanos, ante todo a los más desdichados, tanto en lo que más gozó como en lo más terrible que sufrió. Hoy nos desequilibran tremendamente las locuras de la alegría egoísta, y las locuras del sufrimiento insensato y desesperado. Se fomentan y se buscan las alegrías deshumanizadas y el sufrimiento inhumano. Gozar a costa de lo que sea, y sufrir y hacer sufrir hasta morir matando. Sobreabundan en ambas cosas la desesperación y el desamor, los dos ingredientes perversos de un infierno que a todos nos está afectando.

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