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Lucien Febvre: En sus principales libros cultiva el género tradicional de la biografía, confrontando a sus héroes con la

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Lucien Febvre: En sus principales libros cultiva el género tradicional de la biografía, confrontando a sus héroes con la sociedad de su tiempo; se desliza desde la reflexión sobre un personaje ilustre hacía la exploración de las mentalidades colectivas. Su concepción de historia es muy distinta del puro ejercicio de la erudición. El editorial del primer número proclama dos objetivos: 1) acabar con el monopolio de la especialidad, promover la pluridisciplinariedad y favorecer la unión de las ciencias humanas; b) pasar del estadio de los debates teóricos al estadio de las realizaciones concreta, haciendo hincapié en las encuestas colectivas para la historia contemporánea. L. Febvre rechaza la concepción de la historia como simple registro de una serie de acontecimientos apoyados en documentos escritos. El autor aconseja utilizar documentos no escritos (vestigios arqueológicos) y recurrir a las ciencias próximas (lingüística y la etnología). Dicho de otra manera, Febvre recomienda, por un parte, no aislar en compartimentos la realidad social, hacer patentes sus interacciones; por otra parte, invertir la jerarquía de las instancias: no descender de lo político a lo económico, sino remontar de lo económico hacía lo político. Lucien esboza así lo que él considera una historia total, que abarca todos los aspectos de la actividad humana. Lejos de invertir todas sus energías en combatir la “historia historizante”, fue también capaz de construir una obra modelo que abra nuevas perspectivas. Iniciador del dialogo entre la historiador y la geografía. En un tercer tiempo, Febvre investiga sobre la posibilidad de la incredulidad en el siglo XVI, ya que en aquella época la religión estaba siempre presente en la vida cotidiana. La iglesia registra los bautismos, los matrimonios y los entierros; impone prescripciones alimenticias y prohibiciones sexuales; fija el calendario de los días festivos y de los laborables; enmarca las ceremonias públicas (misas, procesiones, diversiones); forma a los intelectuales y censura a los libros. “pretender hacer del siglo XVI libertino, un siglo racionalista (…) es el peor de los errores (…); por el contrario, fue un siglo que buscaba, por encima de todas las cosas el reflejo de lo divino”. Febvre aquí introduce el estudio de las estructuras mentales.

Marc Bloch: El oficio del historiador. Este especialista en historia medieval vive, como oficial, la dura experiencia de la Primera Guerra Mundial. Es hecho prisionero en la Segunda guerra mundial, donde el 1944 es fusilado. M. Bloch es algo menos critico que L. Febvre respecto a la “historia historizante”, y aprecia el progreso de la erudición en el siglo XIX: “la escuela alemana”. El autor admite que la erudición puede moverse en el vacío en las obras de los discípulos de G. Monod: “los márgenes inferiores de las paginas ejercen, sobre muchos eruditos, atracción casi vertiginosa” Bloch condena, al igual de Febvre,

la falta de ambición de los historiadores “positivistas”: “muy preocupados, debido a su educación primera, por las dificultades las dudas, la frecuentes repeticiones de la crítica documental, extraen de estas constataciones, ante todo, una lección de humildad desengañada. No les parece que la disciplina a la que dedican su talento sea capaz, a fin de cuentas, de darles conclusiones completamente ciertas para hoy, ni muchas perspectivas de progreso para el futuro” M. Bloch afirma que el “stock de documentos” de que dispone la historia no es ilimitado, aconseja no utilizar exclusivamente documentos escritos y recurrir a otros materiales (arqueológicos, artísticos, numismáticos, etc.): “nuestro conocimiento de las invasiones germánicas depende tanto de las crónicas o de las cartas (…). Las imágenes pintadas o esculpidas, la disposición de las tumbas y su mobiliario pueden documentarnos sobre sus creencias y actitudes por lo menos tanto como muchos escritos”. Nuevas fuentes y su utilización. Además de explorar nuevos campos, por ejemplo el económico. Esto debido a la influencia Marxista. Por otra parte, Bloch percibe bien la importancia de la lingüística “cómo se pueden permitir ignorar las adquisiciones fundamentales de la lingüística personas que, la mayor parte de las veces, o podrán alcanzar los objetivos que se proponen en sus estudios más que a través de las palabras. Bloch insiste en la necesidad de dar una instrucción sólida a los jóvenes historiadores: “en conveniente que el historiador posea el menos un barniz de las primeras étnicas de su oficio (…) La lista de las disciplinas que proponemos a nuestros alumnos es demasiado corta” convendría pues añadir, al aprendizaje de la epigrafía, la paleografía, y la diplomática, una iniciación a la arqueología, a la estadística, a la historia del arte y a la lenguas antiguas y modernas. Y todo esto todavía no basta. Para llegar a ser un auténtico profesional de la historia, hay que conocer asimismo las ciencias próximas, geografía etnografía. Demografía, economía, sociología, etc. La preocupación del historiador por dar al historiador una formación pluridisciplinar. La historia trabajando en conjunto, puede unir el estudio de los muertos y los vivos. Según Bloch “es necesario comprender el pasado a partir del presente” así como “comprender el presente a la luz del pasado”. El perpetuo vaivén entre pasado y presente permite enriquecer el conocimiento de las sociedades antiguas e iluminar el de la sociedad actual.

Fernand Braudel: Los tiempos de la historia. La obra, característica del espíritu de los Annales, vuelve la espalda a la tradición de la historia historizante. Braudel ha asimilado las lecciones de la geografía humana que dan cuenta de la formación de los paisajes a partir de la evolución histórica. Braudel concibe la idea de la pluralidad de las duraciones “así hemos llegado a la descomposición de la historia en planos escalonados. O dicho de otra manera, a la distinción de un tiempo geográfico, u tiempo social, un tiempo individual”. Primer plano: una historia casi inmóvil, la del hombre en relación con el medio que lo rodea, una historia lenta en un transcurso y en su transformación, hecha

de vueltas constates, de ciclos incesantemente recomenzados” En la primera parte de sus tesis Braudel presenta el nivel de la larga duración.

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