Escritor Fantasma

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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Filosofía y Letras Carrera de Edición

Derecho de Autor

Escritor fantasma ¿El verdadero autor? Bárbara González Quintana Ma. Florencia Ramírez Marina Solberg Sofía Narbais Paula Donadío Lía Castillo Espinosa 

I. Introducción Ghostwriter: término proveniente del inglés, en nuestro idioma se lo conoce como escritor fantasma o negro y se utiliza para referirse a aquel escritor profesional que es contratado y autorizado para escribir sobre un determinado tema, acompañar a un escritor reconocido durante el proceso de escritura, corregir, pulir o editar una obra cediendo sus derechos intelectuales y permaneciendo en el anonimato. Pueden ser contratados por una persona, grupo o empresa para escribir desde autobiografías de personalidades reconocidas - como es el caso de actores, músicos y deportistas – hasta tesis, material académico, textos empresariales y discursos políticos entre otros. Si bien esta es una práctica muy conocida y frecuente, parece ser que ha tomado una nueva dimensión gracias a los medios de comunicación actuales. Se ha convertido en una de las actividades freelance más requeridas y es cada vez más frecuente encontrar en la red ofertas de este tipo de trabajo y de empresas dedicadas exclusivamente a proveer estos servicios, abarcando no sólo la escritura sino también asesoramiento a la persona que los contrata en lo que respecta a las cuestiones legales. De todo el volumen del mercado editorial el porcentaje de las obras que están escritos o revisados por un escritor fantasma crece año a año lo que parece indicar que es una tendencia que continuará desarrollándose. La clave del éxito de este tipo de actividades parece ser la calidad del escrito, la versatilidad para escribir sobre distintos temas y el cumplimiento del contrato. Al firmar un contrato, un escritor fantasma pierde sus derechos intelectuales, adquiriéndolos quien paga por los servicios. Los contratos que firman estos escritores, además de contener las características generales de cualquier contrato comercial – honorarios, tiempos de entrega y modos de pago- incluyen cláusulas en las que se comprometen a mantener absoluta reserva sobre su identidad y no reclamar su derecho de paternidad y mención en las obras. En algunos casos pueden recibir un reconocimiento parcial a través de menciones como colaboradores o en los agradecimientos. Se ha elegido este tema para el desarrollo de la presente monografía por el interés que suscita el modo en que los derechos morales de estos escritores se ven afectados a partir de la firma de un contrato. Teniendo en cuenta que los derechos morales son inalienables, imprescriptibles

e

inembargables, a partir de la información recabada en

una investigación previa y la jurisprudencia existente. 2

II. Problema Por qué a pesar de ser una práctica tan extendida en el mundo editorial, los escritores fantasmas son sistemáticamente privados de sus derechos morales y, aparentemente, no emprenden reclamos frente a contratos que los vulneran. La participación de estos escritores generalmente se oculta y, a diferencia de las obras por encargo donde una editorial se queda con la titularidad, es, como norma general, otra persona física la que se atribuye la autoría de una obra que es claramente una colaboración. La expresión final de la obra nunca podría ser la misma sin su aporte A pesar de que ya se sabe que autobiografías, discursos o artículos son hechos con la colaboración de los escritores fantasmas se oculta su participación y hasta en muchos casos se les hace firmar un contrato de confidencialidad. En ocasiones el escritor fantasma recibirá crédito parcial en un libro, representado por la frase "con ..." o "como se dice que ..." en la cubierta, también se puede proporcionar como un "gracias" en un prólogo o introducción. Para los libros de no ficción, el escritor fantasma puede ser acreditado como un "colaborador" o un "asistente de investigación". En otros casos, el escritor fantasma no recibe ningún crédito oficial para escribir un libro o artículo, cuando el autor acreditado o el editor, o ambos desean ocultar su participación. La última cuestión que se plantea es la diferenciación entre una obra hecha por un escritor fantasma que una obra por encargo o colectiva, ya que al escritor se le demanda hacer una obra sobre tal figura pública o un artículo médico.

III.Hipótesis Los derechos morales no pueden cederse, donarse o venderse, éstos son perpetuos, inalienables, inembargables e irrenunciables. Sin embargo, lo que ocurre es que por medio de un contrato los autores fantasmas acuerdan que no reclamarán paternidad alguna sobre las obras escritas, y que no difundirán su autoría. Por esto es que los contratos nunca se realizan en tanto documento por el cual el autor cede su derecho moral, porque en ese caso el contrato se consideraría nulo. Sin embargo existe un vacío legal respecto de esta temática 3

y la ley de propiedad intelectual de nuestro país y los tratados no regulan de manera explícita esta situación, lo cual actúa en detrimento de los autores fantasma. La falta de reclamos o causas iniciadas a este respecto está fundamentada principalmente en motivos económicos.

IV. Estado del arte Durante la etapa de investigación dialogamos con el empleado de una conocida editorial que expresó que en principio todo lo relacionado a los derechos del autor depende del contrato que firmaron. Cada contrato es diferente y se decide entre las partes. Si en el contrato se expresa que el “escritor fantasma” acepta no reclamar los escritos jamás o que no aparecerá como autor de la publicación, quedando los derechos de la obra para siempre en posesión de la editorial o de quien sea, entonces no puede efectuar reclamo alguno ya que está estipulado en el contrato. Hoy en día se revisa mucho el tipo de contrato que se firma. Existe un vacío legar en los contratos que se puede llegar a encontrar, pero si lo hay, en cada caso es distinto ya que las condiciones varían mucho. Según el contrato, a veces los autores pueden registrar dichas obras ya que son producto de su creación, aunque en el contrato lo que se firma es que el derecho a cobrar, a publicar esas obras, es de la editorial. En el caso de que la editorial le haga ceder absolutamente todos los derechos, el autor podría apelar a que el derecho intelectual es intransferible. La editorial también puede llegar a estipular en el contrato que la obra no llevará el nombre del autor mientras sea publicada por esa empresa o que esa editorial es la única con derecho a comercializarla de por vida, pero el autor aún tiene derecho a registrarla como propia. Es por eso también que la editorial puede establecer en el contrato que el autor la puede registrar, pero no puede darla a conocer bajo ningún punto de vista antes de una cierta cantidad de años, por ejemplo. Aquí también existe un vacío ya que pueden registrar su obra, pero no pueden gozar de ella. En las páginas subsiguientes intentaremos mostrar un análisis de las normas vigentes en nuestro país y presentar la información recabada sobre la jurisprudencia que corresponde a este tema.

4

Análisis de la Ley 11.723 en relación con los “Escritores Fantasma” En el caso de los “escritores fantasma” se entiende que hay una colaboración establecida mediante un contrato de edición. La ley 11.723 del régimen legal de la propiedad intelectual dice al respecto de las colaboraciones en su artículo 17

“No se considera

colaboración la mera pluralidad de autores, sino en el caso en que la propiedad no pueda dividirse sin alterar la naturaleza de la obra” 1 dicho es el caso en la mayoría de biografías o discursos producidos con esta modalidad en los que no se puede discernir cuál es el aporte del que recibe el crédito como autor y cuál el del escritor fantasma. Por lo cual en principio, este último es titular tanto de derechos patrimoniales como morales de la obra terminada. Ahora bien, el artículo 16 de la ley cita “Salvo convenios especiales los colaboradores de una obra disfrutan derechos iguales”

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y el artículo 38 “El titular conserva su derecho de

propiedad intelectual, salvo que lo renunciare por el contrato de edición” 3. Es de suponer que el contrato de Edición suscripto por las partes al momento de emprender este tipo de colaboraciones incluye una cláusula de pago único por el trabajo realizado y la cesión de los derechos patrimoniales, por lo cual se descartaría un reclamo a ese respecto. En caso de que el contrato no incluya dicha cláusula, entonces el “escritor fantasma” tendrá derecho a reclamar una participación patrimonial, siempre y cuando pueda probar su autoría. En relación específica con la problemática que nos concierne nos referiremos al artículo 52 “Aunque el autor enajenare la propiedad de su obra, conserva sobre ella el derecho a exigir la fidelidad de su texto y título, en las impresiones, copias o reproducciones, como asimismo la mención de su nombre o seudónimo como autor.”4 de este artículo se puede concluir que la ley argentina no contempla la posibilidad de la declinación de los derechos morales, más allá de cualquier contrato de edición. Llegado el caso estaría en plena capacidad de iniciar un reclamo en relación con la integridad de la obra y su contenido. A este mismo respecto el artículo 51 cita “El autor o sus derechohabientes pueden enajenar o ceder total o parcialmente su obra. Esta enajenación es válida sólo durante el término establecido por la Ley y confiere a su adquirente el derecho a su aprovechamiento económico sin poder alterar su título, forma y contenido.”5 1

Ley 11.723 Régimen legal de la propiedad intelectual , art. 17 ob.cit. art.16 3 ob.cit. art. 38 4 ob.cit. art. 52 5 ob.cit. art 51 2

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El Convenio de Berna en el artículo 6 bis dice: “Independientemente de los derechos patrimoniales del autor, e incluso después de la cesión de estos derechos, el autor conservará el derecho de reivindicar la paternidad de la obra y de oponerse a cualquier deformación, mutilación u otra modificación de la misma o a cualquier atentado a la misma que cause perjuicio a su honor o a su reputación”.6Este artículo refuerza lo ya establecido por la Ley 11.723 con respecto a la noción de que más allá de cualquier contrato editorial de confidencialidad, el “escritor fantasma” tiene derecho a la inclusión de su nombre en la obra, con la acreditación correspondiente, a promocionar su participación y adjudicarse la autoría de la obra terminada, ya que su aporte en la misma es definitorio para la expresión final en la que se publicará la obra.

Jurisprudencia La actividad de los escritores fantasma o escritores por encargo o ghostwriters se ha extendido notablemente. Al día de hoy ya son varias las empresas que se dedican a ofrecer estos servicios en todo el mundo. El escritor fantasma puede, según la forma de contratación, quedar en el anonimato o tener una coautoría. Los mismos contratos estipulan que “Sólo si el autor da a conocer la intervención del ghostwriter o escritor por encargo, su participación en la obra será divulgada. Los textos originales entregados por ghostwriter al autor están protegidos por cláusulas de confidencialidad en el contrato, que prohíben que esa información se haga pública. Su colaboración y sus servicios quedarán en el anonimato absoluto.”7 “El que contrata los servicios y el ghostwriter pueden acordar tratar el trabajo como un trabajo en conjunto o el primero puede requerir que el ghostwriter le asigne todos sus derechos. En la primera situación, el que contrata y el ghostwriter serán dueños igualitarios de los derechos de la obra y, a menos que se acuerde otra cosa, los dos tendrán que consentir todas las publicaciones y usos de la obra. En la última situación, el que contrata será el único dueño de los derechos de la obra y el ghostwriter no tendrá control sobre el uso de esta ni sobre ninguna modificación. Si el que paga por la obra requiere que se le asigne los derechos del ghostwriter, este último puede decidir no recibir créditos ya que no tendrá poder sobre la forma final de la obra.”8 6

Convenio de Berna para la protección de obras literarias y artísticas, art 6 http://www.ghostwriter.com.ar/escritor-fantasma.asp?es=Confidencialidad&idioma=es 8 Traducido de http://www.dklex.com/ghostwriters-and-ghostwriter-agreements.html, 22/6/2012 7

6

Incluso, la empresa Ghostwriters Ink, de alcance internacional, especifica: “En Ghostwriters Ink, tu proyecto permanece confidencial a los terceros y retienes el 100% de los derechos, regalías y créditos.”9 De esta manera, quien adquiera los derechos de la obra, quien contrate el servicio de escritor por encargo, poseerá los derechos totales y el escritor fantasma no podrá demandar por plagio. La doctrina argentina e incluso la ley 11.723 ponen diversas trabas a esta actividad, como ya se ha visto en la revisión de la misma Asimismo, el titular de la Fiscalía de primera instancia Nº 3 del fuero Contencioso Administrativo y Tributario (CAyT) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Federico Villalba Díaz, aclara que “el caso del escritor fantasma no está contemplado en la ley 11.723 por ser una renuncia al derecho moral de paternidad, extremo que se encuentra prohibida según la misma ley, la mayor parte de nuestra doctrina y la jurisprudencia. Distinto es el caso del escritor fantasma cuando son muchos y participan en una obra colectiva como una enciclopedia o diccionario. En ese caso se acepta que los autores individuales que hayan colaborado no se les reconozca derecho de autor sobre su aporte, así lo prevée el artículo 8 de la ley 11.723, estableciendo que: “La propiedad intelectual de las obras anónimas pertenecientes a instituciones, corporaciones o personas jurídicas, durará cincuenta años contados desde su publicación”. Según Gisela Gaffoglio, “el plagio puede configurarse mediante la copia total o parcial de una obra ajena, siendo condición necesaria el conocimiento del plagiario de la obra plagiada. Esto no impide que existan casos de plagio de obras inéditas”10. Villalba Díaz, en el VI Seminario Nacional sobre Derecho de Autor de 2011 en Panamá, presentó algunas cuestiones sobre el plagio en la doctrina argentina 11: Carlos Mouchet y Sigfrido A. Radaelli, afirman que todo creador, "tiene el derecho de exigir el mantenimiento de su firma: el cesionario no puede modificarla ni suprimirla, no con mayor razón sustituir con su propio nombre el del autor”. 9

Traducido de http://www.ghostwriters-ink.com/faq.html#3, 22/6/2012 Gaffoglio, Gisela L., “El plagio”, La Ley, http://www.justiniano.com/revista_doctrina/Gafoglio/el_plagio.htm, 22/6/2012 11 Villalba Díaz, Federico, “El plagio en la doctrina y jurisprudencia comparadas”, VI Seminario Nacional Sobre Derecho de Autor, Maestría en Propiedad Intelectual, Panamá 2011, http://www.mici.gob.pa/imagenes/pdf/tema_02___el_plagio_en_la_doctrina_y_jurisprudencia_comparada_semi nario_propiedad_intelectual_pan.pdf, 22/6/2012 10

7

Rodolfo Iribarne e Hilda Retondo, consideran que el plagio se evidencia al publicar, difundir, o comunicar de cualquier otra forma al público una obra intelectual ajena, atribuyéndosela como propia o incluir una obra intelectual ajena o elementos de la misma en una propia, sin mencionar su fuente. Miguel Ángel Emery, lo definen como un "atentado contra el derecho de autor que consiste básicamente, en publicar una obra como propia”. Las denuncias de escritores fantasma que llegan a juicio son pocas debido a la cobertura legal con la que cuentan quienes se convierten en dueños de los derechos. Si bien varios casos han salido a la luz, pocos han llegado a tener un fallo de la Justicia, ya sea porque son difíciles de probar o porque se llega a un arreglo antes. Una de las más llamativas por su notoriedad es la denuncia de Dominic Lagotta contra Paul Zindel, el ganador en 1971 del premio Pulitzer, por la obra El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas. Lagotta pidió una reparación económica por daños y, además, la coautoría de la novela El legado de Pigman.12 (ver anexo) Otro de los casos más conocidos referidos a escritores fantasma son los de los libros de Nancy Drew. Edward Stratemeyer fue el creador de la serie, que fue publicada en los años 30 por Grosset & Dunlap. Los libros salieron a la venta bajo el seudónimo de Carolyn Keene, pero en realidad, varios autores del Sindicato Stratemeyer (que hacía referencia a un conjunto de escritores que daban vida a las historias creadas por Edward), fueron los ghostwriters detrás de la obra y firmaron contratos de cesión de derechos y regalías. Cuando Harriet Adams, hija de Stratemeyer quiso cambiar de Grosset & Dunlap a Simon & Schuster, los primeros demandaron por “incumplimiento de contrato, violación de derechos de autor y competencia desleal”. Adams sostuvo que ella era la autora de los libros y por lo tanto mantenía los derechos. Durante el juicio se conoció el origen y metodología de trabajo utilizado durante la redacción y la corte finalmente falló a favor de Grosset & Dunlap, lo que habilitó que siguiera publicando los primeros 56 libros. Los personajes y marcas seguirían siendo propiedad de Adams, quien dejó que Simon & Schuster publicara nuevas historias de la detective. A una de las escritoras fantasma de la serie, Mildred Wirt Benson, le fue permitido reclamar la autoría de 23 de las historias y su participación aparece en las nuevas ediciones, pero no recibe regalías por su trabajo.

12

Krebs, Albin and Thomas, Robert McG., “Paul Zindel”, The New York Times, 19 de mayo de 1981, página 6

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V. Conclusiones Luego de la lectura de la consulta de artículos periodísticos, la lectura investigativa y consulta con profesionales del derecho que realizamos para poder interiorizarnos con el tema, notamos una idea que se destaca y repite: las estrategias de mercado. Podría decirse que el fenómeno de los autores fantasmas se da por la búsqueda de atraer la atención a una publicación mediante la fama de un determinado personaje que es, por ejemplo, protagonista de la biografía o quizás también se utiliza el recurso de concentrar la autoría en un investigador reconocido; delegando la producción en otra persona o en un grupo de trabajo para realzar la historia, darle un toque de frescura o sumar nuevas ideas. Esto ocurre incluso en los ambientes de investigaciones médicas, en los cuales debido a la seriedad y complejidad de los temas abordados, debería tenerse en cuenta a cada miembro del equipo autoral. No obstante se prosigue con la “anulación” de los derechos de paternidad de estos autores sobre las obras ya que su aparición no aporta réditos comerciales y a su vez los afecta. Este fenómeno se ha masificado en la actualidad, ya que debido al desarrollo tecnológico cada vez hay más contratación de este tipo de autores, ha aumentado la cantidad de sitios web que ofrecen el servicio y también los profesionales freelance, ambos casos dados por el crecimiento en la demanda de títulos literarios. En lo que respecta a los artículos relacionados a las publicaciones médicas y farmacológicas, el debate puede tornarse ético debido a la seriedad e importancia de los productos o temas que se abordan viéndose como una vulneración

la integridad y los

principios éticos de la investigación científica. De acuerdo a lo leído puede entenderse que se contrata a escritores o redactores profesionales que basándose en información médica desarrollan un escrito, destinado a llegar al gran público. Concluimos después de la investigación que más allá de lo que establezcan los contratos en particular, en la práctica se priva a autores que son responsables de la forma final en la que se presenta un producto literario de la capacidad de hacer ejercicio de sus derechos morales, y que estos al ser el eslabón más débil de la cadena, acceden a ese arreglo para garantizar su fuente de trabajo. La escasez de jurisprudencia sobre el tema, está 9

dada justamente porque esos reclamos no reportarían compensaciones monetarias, ya que los derechos patrimoniales se ceden mediante contrato, por lo cual dicha iniciativa no tendría ningún beneficio para el demandante más que la reivindicación del propio nombre como autor, pero afectando finalmente las posibilidades de continuar con ese tipo de trabajo en el futuro.

VI. Bibliografía Wergeland, Kari, “Nancy Drew, starring in an updated book series, has a fascinating past”, en “The Seattle Times”, 13 de marzo de 1994, consultado el 22/06/2012. URL: http://seattletimes.nwsource.com/html/living/2001877846_kari13.html Keeline, James D., “Who Wrote Nancy Drew? Secrets from the Syndicate Files Revealed”, sitio web “Keeline”, consultado el 22/06/2012. URL:http://www.keeline.com/Nancy_Drew.pdf Scarpellini, Pablo. “Gwyneth Paltrow desmiente haber usado escritor fantasma en su libro”, sitio web “El mundo”, entrada del 20 de marzo del 2012, consultado el 22/06/2012. URL: http://www.elmundo.es/america/2012/03/19/estados_unidos/1332194981.html Durán Calderon, Ivette. “Escritores fantasmas, escritores por encargo, escritores sin firma, escritores negros o negros de la literatura, ¿quiénes son? ¿a qué se dedican?” en sitio web “Ivette Durán Calderón”, consultado el 22/06/2012. URL:http://www.ivettedurancalderon.com/articulos/Reportajes/Escritores-fantasmas-escritores-por-encargo-escritores-sinfirma-escritores-negros-o-negros-de-la-literatura-quienes-son-a-que-se-dedican.../213 Ruiz Mantilla, Jesús. "La era de los escritores fantasmas", sitio web "Diario El País", entrada del 17 de diciembre de 2007, consultado el 23/06/2012. URL:http://elpais.com/diario/2007/12/17/cultura/1197846001_850215.html Maisonnave, Santiago. “Los esclavos literarios” en sitio web “Ñ. Revista de Cultura” entrada el 17 de mayo de 2012, consultado el 22/06/2012. URL: www.revistaenie.clarin.com/notas/2010/05/17/_-02196638.htm.

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Gallo, Julián. “Libros de cocina escritos por fantasmas” en sitio web “Cumki”, entrada del 19 de marzo de 2012, consultado el 22/06/2012. URL: http://cukmi.com/libros-de-cocina-escritos-por-fantasmas/ Gallardo Ruiz, Claudio. “Guías legales bibliotecarios”, ONG derechos digitales, Chile 2010, págs 24, 25, 26, 27, 28. URL (versión online): http://www.derechosdigitales.org/wp-content/uploads/Guias_Legales_Bibliotecarios.pdf “Nancy Drew”, sitio web “Wikipedia”, entrada del 21 de mayo de 2012, consultado el 23/06/2012. URL: http://es.wikipedia.org/wiki/Nancy_Drew#Autores_fantasma “Nancy Drew, what’s happened to you?”, en “The Palm Beach Post”, 3 de septiembre de 1983, consultado el 23/06/2012. URL:http://news.google.com/newspapers?id=FRUuAAAAIBAJ&sjid=jNsFAAAAIBAJ&pg=1623,1390444&dq=nancy+drew&hl =en “Nancy Drew grows up… part way”, en “The Milwaukee Journal”, 16 de mayo de 1981, página 2, consultado el 22/06/2012. URL:http://news.google.com/newspapers?id=eDUqAAAAIBAJ&sjid=tSkEAAAAIBAJ&pg=3734,3107147&dq=nancy “Autores fantasmas son comunes en investigaciones médicas” en sitio web “Portal Infomed”, entrada del 16 de enero de 2007, consultado el 22/06/2012. URL: http://portalinfomed.sld.cu/socbio/infonews_render_full/17667. “Estudios sobre Vioxx utilizaban escritores fantasmas” en sitio web “El confidencial”, consultado de 22/06/2012. URL:

http://www.elconfidencial.com/cache/2008/04/19/13_estudios_sobre_vioxx_utilizaban.html "¿Cómo ser negro literario?", sitio web "Escritores por encargo", entrada del 19 de abril del 2008, consultado el 23/06/2012. URL: http://www.escritoresporencargo.com/comosernegroliterario.html "Alta oferta para escritores fantasmas", sitio web "Dinero 20", entrada del 6 de marzo de 2008, consultado el 23/ 06/2012. URL: http://www.dinero20.com/2008/03/06/alta-oferta-para-escritores-fantasmas/ “Yo, escritor fantasma. Las narraciones en la Red del grupo italiano Wu Ming”, sitio web “Ciber sociedad”, consultado el 23/06/2012. URL:http://www.cibersociedad.net/congres2009/es/coms/yo-escritor-fantasma-las-narraciones-en-la-red-delgrupo-italiano-wu-ming/878/

VII. Anexos Investigación Grupos que ofrecen la escritura fantasma como servicio

Se han encontrado diversas páginas web de grupos editoriales que ofrecen servicios de edición, entre ellos servicios de redacción de textos realizados por escritores fantasmas. Hemos analizado en específico la página de la consultora Mactub S.A y el sitio web de El tipo Feliz. Es llamativo que en este último sitio se haga mención de las principales personas a cargo de la organización: se nombran tanto al CEO como a la Directora financiera. Esto da entender que más que grupos son ya empresas que tienen conformado un equipo de trabajo lo bastante diverso y amplio como para requerir de directores administrativos. La diversidad de labores ofrecidas se evidencia en el hecho de que no sólo brindan servicios de redacción de textos (ya sean notas periodísticas, noticias, etc.) sino también corrección de textos, edición y traducción. Inclusive suelen ofrecer servicios vinculados con la 11

creación y posicionamiento de las páginas web en internet. Así, entre sus servicios están el de diseñar páginas web como promocionarlas y posicionarlas en los primeros lugares de los buscadores como Google. Ambas páginas analizadas tienen una sección en la que explican brevemente qué es un escritor fantasma, qué funciones tiene y qué servicios ofrece a sus clientes. Asimismo, con respecto a los contratos se aclara que, el cliente que lo desee, puede presentar o proponer un modelo de contrato en el que se incluyan las condiciones que se esperan del trabajo y así llegar a un acuerdo entre ambas partes. Se advierte que el trabajo implica la conformidad con este contrato en su totalidad. Las tarifas suelen depender del tipo de contenido o material contratado (artículo, ensayo, novelas, etc), de la extensión y del plazo de entrega deseado.

Otro tipo de escritores fantasma

Teniendo en cuenta estos tipos de grupos de escritores fantasmas, habría que hacer referencia al grupo italiano Wu Ming. Sin embargo, debemos dejar bien en claro que, a diferencia de los anteriormente analizados, este grupo de escritores no realizan la actividad para servir a terceros, su finalidad está en la creación de obras literarias escritas en conjunto. Wu Ming (nombre completo: Wu Ming Foundation) es un grupo de escritores italianos originado en el año 2000. Wu Ming, según como sea pronunciado, significa “anónimo” o “cinco nombres” en chino. A pesar de que los nombres de sus integrantes han sido revelados, siguen siendo considerados como escritores fantasmas porque dentro de una misma novela no se sabe que situaciones fueron desarrolladas por quienes. Así, los escritores pertenecientes a este grupo son: Roberto Bui (Wu Ming 1), Giovanni Cattabriga (Wu Ming 2), Luca Di Meo (Wu Ming 3), Federico Guglielmi (Wu Ming 4), Riccardo Pedrini (WuMing 5). La característica principal de este grupo es que sus obras están bajo la licencia de copyleft por lo que cualquiera que lo desee puede acceder a su sitio web y descargarse todas sus novelas. Asimismo, también es posible adquirirlas impresas ya que Einaudi las ha ido publicando. Entre sus obras más conocidas están “Q” y “54”. A lo largo de estos últimos años han surgido más colectivos de autores, tales como Kai Zen (en japonés significa “perfeccionamiento continuo”), iQuindici (queal principio hacía 12

referencia a sus 15 integrantes, aunque ahora pasaron a ser más de treinta) y Nazione Indiana que descubrió, entre otros novelistas emergentes, a Roberto Saviano, escritor de Gomorra. Para el desarrollo de este tipo de grupos ha sido esencial el rol de internet como mediador. Este se ha convertido un medio en el cual se han modificado las concepciones sobre quienes se consideran como difusores del saber.

Esta nueva literatura digital practicada por estos colectivos se centra en los aspectos de participación y creación de comunidad que proporciona la Red. La llamada “digitalidad” ha proporcionado la posibilidad de que aparezcan nuevos modos de creación literaria. Así, se ha dado lugar a un tipo fenómeno llamado como wikinovela. En la novela colectiva las historias pertenecen a todos y sus escritores sólo pueden ser originales en el modo en que reelaboran los textos escritos por otros.

Artículos Periodísticos

Los esclavos literarios (Revista Ñ) El "escritor fantasma" es un eslabón desconocido del mercado editorial. Y la nueva película de Roman Polanski devela su funcionamiento y misterio. El protagonista de El poder en la sombra (Grijalbo), novela de Robert Harris en la que se basó la última película de Roman Polanski -El escritor oculto-, no tiene nombre. Es ésa, de 13

hecho, su condición esencial: como ghost writer (escritor fantasma) ha renunciado a su nombre, o a la visibilidad de su nombre. Su trabajo es escribir las memorias de otros, transformar la suya en otras voces, escribir las vidas de personas que luego firmarán esas páginas como propias. Para eso, él debe diluirse, desaparecer. La novela de Harris coloca así en el centro de la escena a quienes usualmente permanecen ocultos tras bambalinas y, sin embargo, constituyen una pieza esencial en la mecánica de la industria editorial prácticamente desde sus inicios.

La recurrencia de autores, editoriales y celebridades diversas a los servicios de escritores fantasmas (como se los conoce) es mucho más frecuente de lo que podría suponerse. Solapada, furtivamente, esta práctica se ubica en los cimientos del negocio de la edición de libros y alimenta su marcha.

Con la profesionalización moderna del escritor, y su constitución en autor tal y como hoy lo conocemos, nació también la figura del "negro literario". Mote que sin duda resulta antipático, pero a la vez muy gráfico, y tal vez útil si se tratara de establecer la genealogía de una práctica asociada con la razón positivista y como tal -al menos en sus orígeneseurocentrista.

En un excelente ensayo (Escribir en colaboración. Historias de dúos de escritores, editado por Beatriz Viterbo), los ensayistas Michel Lafon y Benoît Peeters proponen una mirada analítica de la creación a cuatro manos. El libro, que recoge historias de colaboración creativa de distinta naturaleza a lo largo de un amplio arco temporal, documenta rigurosamente algunos casos en los que aquella colaboración resultó asimétrica y solapada. Es el caso del trabajo conjunto de Alexandre Dumas y Auguste Maquet. Desde 1838, y a lo largo de una década, ambos escritores produjeron una cantidad abrumadora de obras teatrales y novelas, entre las que cabe incluir los clásicos El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros, históricamente atribuidos con exclusividad a Dumas. En larguísimas jornadas de trabajo (de doce a catorce horas diarias), Maquet enviaba los argumentos y estructuras básicas de las obras, para que Dumas hiciera correcciones y trabajara los detalles. En esa mecánica de producción, Dumas solía presionar a Maquet a través de breves esquelas: "Es culpa suya, mi querido amigo, si no vamos más rápido; desde ayer a las nueve que estoy cruzado de brazos". 14

El éxito de Dumas, y su prolífica obra (para la que contaba también con otros colaboradores, aunque ninguno tan cercano como Maquet), generó la exasperación de ciertos círculos letrados. En 1845, Eugène de Mirecourt publicaba en un panfleto titulado "Fábrica de novelas, Casa Alejandro Dumas y Compañía": "Rascad la obra del señor Dumas, y encontraréis al negro (...) Contrata a tránsfugas de la inteligencia, a traductores a sueldo, que se rebajan a la condición de negros trabajando bajo el látigo de un mulato".

El término ("nègre"), como se ve, ya se había establecido entonces. Pese a lo que podría pensarse, Maquet y Dumas tenían una estrecha amistad, y ni siquiera después de que Dumas incumpliera con acuerdos y pagos comprometidos -lo que llevó a una crisis temporal en la relación y a un proceso judicial- Maquet dejó de admirarlo y reivindicarlo. "Lo proclamó uno de los más brillantes espíritus entre los ilustres y el mejor quizás entre los hombres de buena voluntad", decía de él cuando había terminado la colaboración entre ambos.

No fue éste el único caso célebre de escritura fantasma. El paso del tiempo permite revelar episodios de notables autorías apócrifas o colaboraciones ocultas, como las de Wilkie Collins y Charles Dickens, o Alejandro Sawa y Rubén Darío, quien contrató al bohemio andaluz en 1905 para que escribiese un artículo que publicaría el diario La Nación -y él firmaría con su nombre-, por el que finalmente no pagó la remuneración acordada. Sawa escribiría después una carta al nicaragüense en la que cambiaba su condición de amigo por la de "acreedor".

Pero si se habla de estos y otros casos -más o menos documentados- de escritura fantasma en términos puntuales, no se debe a su naturaleza excepcional, sino a la confidencialidad inherente a una práctica que es parte constitutiva de la industria cultural. La revelación de episodios actuales se filtra en entrevistas a autores o autoras imprudentes, incomprensibles decisiones comerciales de algunos sellos editoriales, o escandalosas acusaciones de plagio.

En 2002, Gregory Baruch, abogado de Washington especialista en asuntos comerciales y de copyright, escribía en una columna dominical del Washington Post: "Los editores a menudo argumentan en su defensa que 'todo el mundo sabe' que los libros de las celebridades están 15

escritos por escritores fantasmas; pero si todo el mundo lo sabe, ¿por qué hacen tan difícil a los lectores conocer quiénes son los verdaderos autores?". Todo el mundo acepta que existen los fantasmas, sí, pero nadie está dispuesto a admitir que los ha visto.

Historias de fantasmas La novela de Harris -y la película de Polanski, ahora, cuyo guión co-escribió con el novelistano es la única ficción que ha centrado la atención en la figura de los "negros literarios". En 2009, Alfaguara publicó la última novela de Santiago Roncagliolo, Memorias de una dama, en la que un escritor peruano que vive como inmigrante ilegal en España es contratado por una millonaria dominicana para escribir su "autobiografía". El protagonista y narrador de la novela -anónimo, al igual que el personaje de Harris- está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de ganar dinero y prestigio literario, y se lanza a la investigación y el relato de una vida que descubrirá asociada a las mafias italiana y norteamericana en el Caribe, a la influencia y los negocios de la CIA y la empresa Ford con la República Dominicana de Trujillo y la Cuba de Fulgencio Batista, y al devenir de la historia política centroamericana de la segunda mitad del siglo pasado.

La mentira es el tema central de la novela de Roncagliolo: las mentiras de su jefa -Diana Minetti-, las de la familia de ella, las de los editores, las de los autores, las de su novia, las de su amigo, las del Estado español a los inmigrantes y las de éstos al Estado español... pero sobre todo sus propias mentiras. El narrador de Memorias... hace de la mentira su espacio natural. Es, como todo buen novelista, un mentiroso profesional.

Hasta ahí no pasaría de ser una novela -una buena novela, seguramente una novela exitosa-, pero súbitamente Alfaguara retiró el libro de los mercados en los que ya se había comercializado y anuló la distribución en el resto de países de América Latina (aun en los que ésta había sido anunciada, como Argentina). Ante las consultas de distintos medios de comunicación, la editorial vagamente alegó razones comerciales para fundamentar aquella medida u optó por el silencio.

Las versiones que podrían explicar el affaire no se hicieron esperar. Según las más sólidas, la novela de Roncagliolo apenas maquilla la historia real de Nelia Barletta, quien contrató al 16

escritor en el año 2001 para que escribiese sus memorias. El libro resultante (que se habría titulado "Lobos en el paraíso: memorias de Nelia Barletta de Cates") no fue editado y Barletta murió en el año 2002. Ante la publicación de la novela de Roncagliolo, siete años después, los hijos de Nelia habrían acordado con el autor y con la editorial la interrupción de la comercialización. Ante la consulta telefónica, Roncagliolo se lamentó por "no poder hablar" del asunto, y se excusó de dar explicaciones.

Lo cierto es que las similitudes entre la historia que relata la novela publicada por Alfaguara y la de la familia Barletta en República Dominicana son innegables, y Roncagliolo permite las suspicacias al jugar con ciertas ambigüedades (desde la dedicatoria: "A N, que me regaló la mejor de sus historias", o desde sus reiteradas referencias, antes de que esta polémica estallara, a sus trabajos como negro literario y biógrafo de una millonaria).

Otra novela que toma la figura del escritor fantasma como tema central es Gutiérrez a secas, de Vicente Battista (Del Nuevo Extremo, 2002). Gutiérrez (que así, a secas, no difiere mucho del anonimato) es un escritor negro por encargo de una editorial española. Todos los lunes debe entregar material a su editor, el siniestro Marabini, para recibir el pago correspondiente. Diluido detrás de múltiples seudónimos, Gutiérrez escribe libros de todo tipo, respondiendo a las más variadas consignas: desde baratas novelas policiales, o del far west, hasta libros de supuesta divulgación científica o el (inexistente) horóscopo quechua. Obsesionado con la misteriosa presencia (o ausencia) de los correctores -mezcla de implacables censores y fantasmas de los escritores fantasmas-, Gutiérrez sueña con escribir alguna vez su "novela auténtica" y ocupar con su retrato un lugar en la pared de Marabini, junto al resto de los escritores "de verdad".

La novela de Battista ofrece una representación diferente de negro literario, mucho menos estereotípica que la de Harris -que construye un personaje chato, sin mayores pretensiones que las de hacer avanzar la trama de un best-séller- y alejado del tono paródico-sarcástico de la de Roncagliolo.

También en el caso de Battista la experiencia personal en la práctica de la escritura fantasma funcionó como fuente de la ficción. Durante los primeros años de su estadía en España (1975-76), publicó una serie de libros pequeños con el seudónimo de Tomás Baeza, para la 17

editorial Bruguera. "No era un modo de vida -dice Battista consultado para la redacción de este artículo-, sino un medio de vida". Un medio de vida del que se deshizo en cuanto le resultó posible: "Es una peligrosa forma de ganarse la vida, porque cuando estás trabajando ocho o diez horas en un texto ajeno que no te interesa, al terminar de lo que menos tenés ganas es de ponerte a escribir tu propio texto". Esa sutil diferencia

La definición del escritor fantasma no siempre resulta sencilla: desde la escritura lisa y llana de un texto que luego firmará otra persona hasta la edición, pasando por la corrección de estilo, hay un camino de matices en el que, por momentos, se hacen difusas las fronteras.

Sobre la particular relación que se establece en ocasiones entre los editores y los autores (y, sobre todo, entre ellos y los textos que los reúnen), es paradigmático el caso de Raymond Carver y Gordon Lish, sobre el que se ha vuelto en este último tiempo. Para Mercedes Carreira, escritora y editora con experiencia en la escritura fantasma, la frontera entre ambas tareas está clara: "En el momento en el que te ponés a trabajar con el autor, y sobre el libro, ya sos un escritor fantasma".

Como editora, explica, "tenés que tener una cabeza marketinera para saber cómo insertar ese libro en el mercado, qué tipo de prensa se le va a hacer, en qué contexto de edición va ese libro, que se editó antes, que se va a editar después, y tenés una mirada más atenta al negocio, además de poder corregir un punto y coma".

Como sea, se hace evidente que la introducción de un texto en los circuitos de la industria editorial implica una serie de "intervenciones" sobre él que llevan a cuestionar la noción de propiedad de ese texto y la idea misma de autoría. En este sentido, el escritor venezolano Gustavo Valle evalúa la incidencia que el oficio de negro literario tuvo en su formación como escritor mientras vivía emigrado en España. Tal vez lo más positivo que aquella tarea tiene, en su consideración, es que resulta "una buena medicina para la vanidad del autor". El escritor fantasma, según Valle, con su renunciamiento a la visibilidad es un "dinamitador del espectáculo de los autores". En aquel renunciamiento, a su vez, el negro literario "propicia un plagio: el suyo propio".

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"La escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen", proclamaba Roland Barthes en 1968, y sentenciaba en ese acto la muerte definitiva del autor moderno: "La unidad del texto no está en su origen, sino en su destino". Sin embargo, la tensión conflictiva que se vislumbra en las representaciones del negro literario permite dudar de que aquella muerte haya sido consumada: ¿Por qué, entonces, la invisibilidad es vivida como un renunciamiento? ¿Por qué necesitaría alguien contratar a un negro literario? Desde la oscuridad del anonimato y el silencio, a caballo entre el estereotipo romántico del escritor sufriente y la sospecha maliciosa del fraude, señalado como mercenarios de la palabra, o reivindicado como nobles obreros del oficio, los escritores fantasma deambulan sus siluetas esquivas por los claroscuros de los pasillos y las torres del templo editorial. En esos paseos, a veces, reclaman su revancha. Fuente: www.revistaenie.clarin.com/notas/2010/05/17/_-02196638.htm

Autores fantasmas son comunes en investigaciones médicas (Reuters) “Los laboratorios que inician ensayos clínicos generalmente emplean autores fantasmas y escritores médicos cuyas contribuciones no son acreditadas en los informes de investigación”, señalaron científicos daneses. Esta práctica podría reducirse con una mejor transparencia y reglas más estrictas que insistan en que todas las personas que trabajaron o contribuyeron con el ensayo médico sean nombradas. “La autoría fantasma es común pero generalmente es mantenida en secreto porque beneficia tanto a la industria como a los autores académicos que prestan sus nombres a artículos en los que poco han hecho o, en algunos casos, con los que no tienen nada que ver”, dijo en una entrevista Peter Gotzsche, del Centro Nórdico Cochrane en Copenhague, Dinamarca. Los nombres de autores e investigadores son omitidos en los artículos publicados porque eso serviría a intereses comerciales de la compañía que patrocina el ensayo. Hemos visto una y otra vez que a las conclusiones en los informes de ensayos y otro tipo de artículos la industria les da un giro para que sean muy positivas comparadas con los datos presentados, señaló Gotzsche. Es muy importante para la industria filtrar los mensajes que son útiles para sus departamentos de marketing, agregó el especialista. Prestar el nombre a un estudio puede ser beneficioso para los investigadores porque aumenta su perfil y el número de estudios publicados con los que están relacionados.

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Gotzsche y un equipo de investigadores internacionales creen que a menos que el rol de todos los autores esté especificado en los informes del estudio, las personas que leen el artículo no podrán juzgar con precisión o creer en sus conclusiones. Los científicos analizaron 44 ensayos aprobados por los comités de ética daneses en 1994-1995 durante el primer control sistemático de la autoría fantasma. Uno de los estudios había sido iniciado por una compañía local y los otros 43 por uno de 26 laboratorios multinacionales. Los investigadores identificaron 33 ensayos con autores fantasmas. En 31 de ellos, el escritor fantasma era un estadístico, es decir la persona que analizaba los datos del ensayo. Los resultados también sugieren que las revistas no sólo deberían mencionar a los autores de cada artículo, sino describir lo que cada autor hizo en el estudio, para que así la información publicada refleje exactamente lo que se estuvo realizando, manifestó Gotzsche. Los hallazgos de la investigación del equipo de Gotzsche fueron publicados en la revista médica PLoS Medicine. El especialista y sus colegas también recomendaron que los protocolos de investigación estén disponibles públicamente para que los científicos sepan qué ensayos están planeándose y quién los dirigirá. En Internet; PLoS Medicine:http://medicine.plosjournals.org/perlserv/?request=index-html&issn=1549-1676 Fuente: Londres, 16-1-2007 (Reuters) Fuente: http://portalinfomed.sld.cu/socbio/infonews_render_full/17667

Los escritores fantasmas y la medicina académica. (Ghostwriting and academic medicine) Jonathan Leo y Jeffrey Lacasse The Chronicle of Higher Education, 19 de julio 2010 http://chronicle.com/article/GhostwritingAcademic/123613/

Traducido por Salud y Fármacos Las compañías farmacéuticas tal como demuestra su habilidad para crear medicamentos de grandes ventas son expertas en marketing. Desafortunadamente esto incluye medicamentos como Vioxx (que fue retirado del mercado en 2004), Paxil (cuya utilización en población joven está siendo cuestionada), Fen-phen (el medicamento para perder peso que fue retirado del mercado), Zoloft (que lleva una caja negra en su etiqueta por los efectos secundarios que provoca), Zyprexa (por la que Eli Lilly pagó 500 millones para evitar los juicios), el tratamiento de reemplazo hormonal (que ha sido cuestionado) y Avandia. La mayoría de estadounidenses conocen la propaganda de medicamentos que se hace a través de la televisión, pero el mayor triunfo de la industria farmacéutica es otro: los 20

manuscritos de los escritores fantasma, es decir los que escribe personal de la industria con la ayuda de sus departamentos de marketing y que después firman los académicos. La semana pasada, el comité de finanzas del Senado, que ha estado investigando el marketing de Avandia, reveló correos electrónicos internos de GSK sugiriendo que el Dr. Steven M. Haffner, ahora profesor asistente de la escuela de medicina de Baylor, mientras estaba contratado como profesor de medicina en el Health Science Center de la Universidad de Texas-San Antonio (Texas) apareció como autor principal de un artículo escrito por la industria. Baylor está considerando si debe castigarlo. Hay tantos artículos escritos para revistas científicas por autores fantasma que muchos investigadores dicen que un buen número de ellos son poco más que anuncios comerciales. Pero sin que lo sepa el público, los profesores de las escuelas de medicina siguen utilizando criterios de autoría que no serían aceptables en ningún departamento de humanidades o en las ciencias sociales. El Senador Charles E. Grassley de Iowa, un republicano, hace poco publicó un informe del Congreso sobre “Los escritores fantasma en la literatura médica”. El informe documenta claramente como la medicina académica no ha hecho mucho para eliminar esta práctica. Si bien el tema de los escritores fantasma se ha mencionado en la literatura académica, se desconoce su magnitud; pero una búsqueda en Internet permite encontrar ejemplos reveladores. Por ejemplo, en el 2003, un documento interno de Current Medical Directions (CMD), una compañía que se especializa en el marketing en la educación médica fue publicado en el Internet. El documento incluía una lista de artículos a medio hacer sobre el antidepresivo Zoloft; algunos de los artículos estaban terminados y en el lugar donde debe aparecer el nombre del autor decía que todavía estaba por determinar quién sería el autor. En otras palabras, algunos artículos se escriben antes de que la compañía identifique el académico que prestará su nombre para firmarlo como autor. Tal como discutimos en un artículo publicado este año en PLoS Medicine titulado “Ghostwriting in Elite Academic Medical Centers in the United States”, al cruzar los artículos publicados con la lista de CMD descubrimos que algunos de los psiquiatras más reconocidos en Estados Unidos prestaron sus nombres para artículos escritos por las compañías y no dijeron quién era el autor del artículo. Por ejemplo, un artículo de revisión que gestionó CMD recomendó a Zoloft como el mejor de los antidepresivos, sin mencionar el papel de Pfizer en su publicación. 21

Otro ejemplo parecido es el del estudio 329. Este ensayo clínico de Paxil en pacientes pediátricos no reveló resultados positivos e identificó problemas. Sin embargo, un artículo escrito por un autor fantasma y gestionado por el departamento de marketing de SmithKline Beecham, informó que en general Paxil era seguro y eficaz. Dadas las dimensiones del escándalo no nos debe extrañar que haya habido una avalancha de atención periodística hacia el tema de los escritores fantasma. Bloomberg Businessweek, aunque hubiera sido más apropiado que lo hubiera publicado un tabloide, publicó recientemente los documentos del juicio de AstraZeneca en donde se describe como el director médico de Seroquel en EE.UU. – un medicamento contra la esquizofrenia – estaba teniendo relaciones sexuales con un investigador de Seroquel y con un escritor fantasma. Los juicios alegan que estas relaciones comprometieron la información que se diseminó sobre el Seroquel y explican que se ocultaran sus riesgos, como el aumento de peso y la diabetes. Los medios de comunicación se centran en el profesor que recibe el regalo, una publicación para su currículum, pero el problema va más allá. Cuando los artículos se publican bajo el nombre de investigadores prominentes que trabajan en organizaciones prestigiosas, se permite que las compañías farmacéuticas engañen al público. Sin embargo, nuestro estudio reveló que la mayoría de centros médicos no tienen ninguna política contra los escritores fantasmas. Solo unos pocos prohíben totalmente esta práctica (las universidades de Stanford, Johns Hopkins e Iowa). Algunas tienen políticas pero no exigen su cumplimiento o son ambiguas respecto a cómo se han definido las políticas. Al igual que el Senador Grassley, pensamos que si alguien participa en la redacción de un artículo, debe aparecer como autor. En parte, no estamos proponiendo nada nuevo. Solo sugerimos que la comunidad médica adopte la misma definición de la palabra “autor” que el resto del mundo académico. Desafortunadamente, varias universidades que están intentando lidiar con el problema de los escritores fantasma parecen ignorar esta solución, que parece muy simple, y adoptan políticas mucho más complejas e innecesarias. Por ejemplo, cada vez es más frecuente ver los nombres de escritores médicos en la sección de reconocimientos por “su ayuda editorial”. Mientras esto puede sugerir que se trata de un corrector de estilo, lo que en realidad significa es que el escritor médico escribió el artículo. Si nosotros fuéramos la industria farmacéutica esto es exactamente lo que haríamos, pero nos sorprende que la medicina académica acepte esta práctica. Legitimar la práctica reconociendo la “ayuda editorial” del autor no 22

académico del artículo es danzar alrededor de lo que significa la palabra autor, y no es muy diferente de lo que sucede actualmente. Estos nombres no se mencionan en el resumen; ni en las bases de datos de las publicaciones como PubMed, ni en las referencias que posteriormente se hagan de ese artículo, y para placer de las compañías, no se mencionan en los informes de los medios de comunicación. Algunas universidades han dicho que no necesitan políticas porque consideran que aceptar la autoría de un artículo escrito por otro es equivalente a plagio, algo que ya está prohibido. Pero en muchos casos, como las normas del plagio han estado presentes durante años, esto significa que los centros médicos académicos no se han actualizado y permiten el plagio sin que los que lo cometen sufran las consecuencias. Otras instituciones dicen que esperan que sus profesores no firmen artículos escritos por otros, pero no queda claro si lo prohíben o si es simplemente que no les gusta a los administradores. Como muchos de los autores de artículos escritos por fantasmas trabajan precisamente en instituciones en donde los administradores no esperan que sus profesores participen en este tipo de actividades, podemos decir que estas políticas son inútiles. Baylor ha dicho que investigará el caso de Avandia, pero no es nada único. De hecho, quizás representa la forma como se ha producido la literatura sobre ensayos clínicos durante los últimos 10 años. ¿Qué se hace con el resto de la literatura escrita por autores fantasma? El mensaje que ha dominado la medicina académica durante la última década ha sido “medicina basada en evidencia”. La idea es que la decisión de utilizar cierto tratamiento para un determinado problema se base en la evidencia de lo publicado en las revistas de revisión por pares. Es irónico que una práctica que ha infiltrado toda la literatura de los ensayos clínicos se haya tolerado durante esta época. Además de los administradores de las universidades, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) también pueden limitar esta práctica. Las becas del NIH están financiadas por impuestos y la misión de la agencia es promover la salud pública, por lo que cuesta justificar que sigan apoyando a los investigadores de escuelas de medicina que han firmado artículos escritos por otros. Esta práctica tiene consecuencias importantes. Muchos de los que fueron medicamentos de grandes ventas hoy son objeto de juicio por los efectos adversos que se habían ocultado y por las tácticas inadecuadas de marketing que se han utilizado. Cabe preguntarse si la comunidad médica hubiera aceptado con el mismo entusiasmo estos productos si los nombres de los autores originales hubieran aparecido como autores reales de los artículos. 23

Que aparezcan nombres de autores prestigiosos y de las instituciones para las que trabajan, ambos avalando los resultados del estudio, o que aparezca una lista de empleados de la industria influye en los lectores que quieren formarse una opinión sobre las conclusiones de un artículo. Prohibir esta práctica catalogando como autor a los que han escrito los artículos es simple y puede aplicarse inmediatamente. Cualquiera que esté fuera de la medicina académica se preguntará por qué no se ha hecho. Las escuelas de medicina y el NIH podrían terminar con esta práctica y con el marketing disfrazado de ciencia de un plumazo, y promover el retorno a la medicina basada en evidencia.

Fuente:http://www.saludyfarmacos.org/lang/es/boletin-farmacos/boletines/may2011/ensayos-clinicos-mexico/

Los estudios sobre Vioxx utilizaban 'autores fantasmas' (El confidencial) Una revisión de documentación de la industria sobre Vioxx, el analgésico para la artritis que Merck Inc. retiró del Mercado en 2004, que la empresa presentó en los tribunales judiciales reveló que la redacción de los ensayos clínicos y las revisiones científicas publicadas sobre el fármaco correspondía en su mayoría a empleados de la empresa o personas que luego no figuraban en el estudio. En tanto, la lista de autores principales incluía a un investigador con afiliación académica que habría tenido una mínima participación o que no siempre informaba el apoyo económico recibido. Vioxx (rofecoxib) es un analgésico y antiinflamatorio que la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA por su sigla en inglés) aprobó en 1999. El medicamento se consideró muy útil porque actuaba como los antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el ibuprofeno o el naproxeno, pero sin producir sus efectos gastrointestinales secundarios. En 2004, apareció una gran cantidad de estudios que relacionaban al fármaco con un aumento significativo de infartos y accidentes cerebrovasculares, lo que forzó su retiro del mercado. Desde entonces, el debate público y varios juicios cuestionan cuánto tiempo Merck guardó silencio sobre estos efectos secundarios mortales y cómo el medicamento recibió la aprobación de la FDA. "Esta revisión de estudios de casos en documentos de la industria relacionados con Vioxx demuestra que Merck utilizó una estrategia sistemática para facilitar la publicación de literatura médica con autores invitados y fantasmas", afirmó el equipo dirigido por el doctor Joseph S. Ross, de la Escuela de Medicina Mount Sinai, en Journal of the American Medical Association. 24

Los autores evaluaron la autoría de investigadores invitados y la redacción "fantasma" de los estudios relacionados con Vioxx a través del análisis de documentos judiciales y la literatura médica. Los documentos judiciales se habían redactado básicamente entre 1996 y 2004. Este análisis incluyó unos 250 documentos. Los análisis de los ensayos clínicos demostraron que los investigadores de Merck preparaban a menudo los manuscritos y, luego, buscaban investigadores con afiliación académica para colaborar como autores invitados. Estos autores aparecían luego como primer o segundo autor, es decir, como los responsables de la dirección o asesoramiento en la realización del estudio. En cuanto a las revisiones científicas, el equipo observó que los empleados de marketing de Merck elaboraban el plan del estudio, contrataban una empresa de publicidad médica para redactar de manera "fantasma" el manuscrito y, por último, convocaban a investigadores externos con afiliación académica como los autores. Los resultados indican que el 92% (22 de 24) de los estudios publicados mencionaba el financiamiento de Merck. En cambio, el 50% (36 de 72) de las revisiones publicadas tenían auspicio de Merck o indicaba que los autores habían recibido una compensación económica del laboratorio. En un estudio relacionado sobre los documentos judiciales, los doctores Bruce M. Pasty y Richard A. Kronmal, de la Universidad de Washington en Seattle, hallaron evidencia de que Merck había representado erróneamente el perfil de riesgobeneficio de Vioxx en los ensayos con pacientes con Alzheimer o deterioro cognitivo. En especial, se había minimizado el riesgo de muerte que tenía el fármaco. "El principio 'Primum non nocere' (lo primero ante todo es no hacer daño) no sólo rige para los médicos que tratan a pacientes, sino también para todos los involucrados en la investigación médica, las publicaciones biomédicas y la educación médica", escribieron sobre el estudio los doctores Catherine D. DeAngelis y Phil B. Fontanarosa, editores de JAMA. "Cuando la integridad en la ciencia o la práctica médica se ve cuestionada o amenazada, como por la influencia de la industria, por ejemplo, los pacientes, los médicos y los investigadores están todos en riesgo de sufrir malas consecuencias y se daña la confianza pública en la investigación", concluyeron los editorialistas. Fuente: http://www.elconfidencial.com/.../13_estudios_sobre_vioxx_utilizab...%20-%20espa%C3%B1a

Libros de cocina escritos por fantasmas 25

Un ghostwriter (escritor fantasma) es un autor que escribe libros, informes, ensayos, artículos periodísticos, a pedido de un tercero, la mayoría de las veces sin dar a conocer su participación ni su identidad. Sus obras son acreditadas a todo tipo de celebridades, como políticos, deportistas o directores de cine, que no las han escrito, pero que por lo general actuaron como fuente de información, transmitieron sus conocimientos, confesiones, anécdotas e ideas, que posteriormente desarrollaron los escritores ocultos en los libros que llevan sus firmas. Es una tarea amarga, sobre todo si se tiene en cuenta que en algunos casos los escritores fantasma sí son los verdaderos y únicos autores de lo que sale publicado. Desde hace décadas los autores fantasma se transformaron en un tipo de creador fundamental para mantener la dinámica del negocio editorial que demanda cada vez más y más libros. Algunos escritores famosos fueron ghostwriters. Por ejemplo, H.P. Lovecraft fue el escritor fantasma detrás de un relato autobiográfico del escapista Harry Houdini en el libro “Under the Pyramids”. Pero lo común es que sea al revés, es decir, que un desconocido sea el verdadero autor de una historia o un libro famoso. Así pasó con Star Wars, acreditada a George Lucas, pero escrita en realidad por Alan Dean Foster. También detrás de algunos autores muy prolíficos cunde la idea de que existe un ejército de escritores ocultos. El ejemplo más conocido en el que recaen estas sospechas es Stephen King. Las historias de escritores fantasma llegan al mismísimo William Shakespeare, del que varias investigaciones creen haber probado que no fue el verdadero autor de sus obras, tal cual lo plantea la película Anonymous En 2011, la única categoría de libros de no-ficción que creció en Estados Unidos fueron los libros de cocina, que incrementaron sus ventas en un 7% con respecto al año anterior. Es que hay un boom de ventas de libros de cocina y aplicaciones para tabletas y smartphones, que algunos especialistas asocian al deseo creciente de cocinar en casa (por razones económicas o de salud) y a la ausencia de conocimientos de cocina que tiene toda una generación para llevar a cabo esa tarea. Por una razón o por otra, los “foodstars” y las celebridades encontraron que sus conocimientos sobre cocina son requeridos por los medios de comunicación y por las editoriales de libros y, dispuestos a aprovechar su fama, comenzaron a producir libros de cocina. ¿Pero cómo? ¿En qué tiempo libre un famoso chef que dirige su exclusivo restaurante, tiene un programa de televisión semanal, asesora empresas de alimentos,

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diseña el menú de una empresa de catering para eventos, viaja y participa de comerciales de televisión, etc., puede escribir un libro de cocina? Nunca. Una nota publicada de Julia Moskin en The New York Times se encarga de las confesiones de algunos autores que tuvieron que llevar a cabo la tarea (por momentos penosa) de ser escritores ocultos de cocineros famosos: “I Was a Cookbook Ghostwriter” (Yo fui un escritor fantasma de un libro de cocina). Allí describe cómo un ejército de colaboradores intenta interpretar el conocimiento de estos chefs con anotaciones, entrevistas y observaciones, para después convertirlas en un libro de cocina. Los autores fantasma de libros de cocina convierten en autor a alguien que no lo es. Si se lo piensa, es muy razonable. No hay nada que

le de especiales atribuciones a un buen

cocinero para escribir un libro (hay casos excepcionales como el de Anthony Bourdain). Pero un chef no tendría porqué tener esa capacidad de contar sus propias anécdotas por escrito y a la vez coordinar sus múltiples tareas con la producción de recetas que un libro requiere. Según Moskin, el trabajo del “ghostwriter” de un libro de cocina, en realidad consiste más en extraer el libro del cocinero que simplemente tomar anotaciones y observar: En la mayoría de los casos, el trabajo de un escritor fantasma consiste en producir un libro creíble desde el aire enrarecido de la mente de un cocinero y un menú . Debe engatusarlo y sondearlo para obtener ideas y anécdotas de él por cualquier medio que sea necesario. La escritora oculta Julia Turshen -que escribió el libro de cocina de Gwyneth Paltrow- dice que la ignorancia es una de las principales habilidades que tiene que tener un buen escritor oculto de un libro de cocina. Eso le permite concentrarse y contar correctamente los “pasos difíciles” para lectores que probablemente serán tan ignorantes como el propio escritor fantasma. Fuente: https://www.google.com.ar/search?rlz=1C1NNVC_enAR489AR489&sugexp=chrome,mod=11&sourceid=chrome&ie=UTF8&q=cukmi.com%2Flibros-de-cocina-escritos-por-fantasmas%2

Los 'autores fantasma': ¿nuevo fraude de las farmacéuticas? Una empresa farmacéutica está preparando la salida al mercado de un nuevo medicamento. El fármaco ha pasado todos los ensayos clínicos y se ha aprobado su comercialización pero, 27

como es habitual, presenta ventajas e inconvenientes. La empresa farmacéutica busca maximizar los beneficios del fármaco y minimizar, u ocultar en la medida de lo posible, sus efectos adversos. Para ello encarga un artículo científico a una tercera empresa que, siguiendo sus directrices, elabora un texto supuestamente riguroso. La empresa contacta con un médico, o un investigador, para que plasme su firma en el estudio a cambio de una generosa remuneración. Ahora sólo queda esperar que el medicamento se recete lo máximo posible. Esta práctica, conocida como ‘medical ghostwriting’, ha sido denunciada en repetidas ocasiones por Xavier Bosch, investigador del Hospital Clínic y la Universidad de Barcelona, que afirma que hay médicos que han llegado a cobrar 50.000 dólares por la firma de estudios

científicos.

Aunque

Bosch

centra

sus

investigaciones

en

la

industria

estadounidense, cree que esta práctica fraudulenta está extendida por todo el mundo y ha propuesto una serie de medidas para perseguirla, en un estudio junto a dos autores estadounidenses que ha publicado la revista PLoS Medicine. El ‘medical ghostwriting’ es una práctica conocida por las publicaciones científicas que, en muchos casos, tienen sus propias restricciones para evitar editar artículos sospechosos de incurrir en este fraude velado. ¿Y las farmacéuticas? “Las farmacéuticas han creado unas recomendaciones éticas propias”, explica Bosch, “para supuestamente enfrentarse a esto, a modo de cortina de humo”. Una práctica poco documentada Los casos de ‘medical ghostwriting’ documentados, en los que se ha descubierto una ocultación deliberada de datos de las investigaciones, se cuentan con los dedos de una mano. Bosch reconoce que “no se sabe bien hasta donde llega” este fenómeno, pero asegura que está “extendido por todo el mundo” y aunque se está intentando atajar el problema no está habiendo resultados. Uno de los pocos casos bien documentados de la práctica fue denunciado por el New York Times en 2005. Un artículo científico –publicado en la revista Annals of Internal Medicine– sobre las pruebas avanzadas de un medicamento de la multinacional Merck (la compañía alemana Merck es Merck en todo el mundo menos en EEUU y Canadá donde Merck Sharp and Dohme (MSD) tiene la marca, de la que hablamos ahora, y la farmacéutica alemana opera como EMD), el Vioxx, omitió el fallecimiento de uno de los participantes de las pruebas. El autor del mismo, Jeffrey Lisse, reconoció en una entrevista que Merck había diseñado las pruebas, las había ejecutado y sólo le pidieron que revisara el artículo, que ya había redactado un equipo de la farmacéutica.

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Bosch cita en su estudio diversos artículos científicos donde se recogen otros casos donde la práctica del ‘ghostwriting’ está documentada, pero reconoce que el suyo “no es un estudio científico riguroso”, pues es muy difícil acceder a información sobre estas prácticas: “Cuando un caso de este tipo llega a los tribunales en EE.UU. hay secreto de sumario y cuando finaliza el proceso este queda sellado”. Algo que dificulta mucho las investigaciones al respecto. El entorno académico e industrial niega la práctica María Teresa Tejerina, presidenta de la Sociedad Española de Farmacología y catedrática de la disciplina en la Universidad Complutense de Madrid, se muestra muy crítica con los artículos de Bosch, pues no le parece aceptable “llamar deshonestos a la industria farmacéutica y a los médicos”. Tejerina reconoce que puede haber existido algún caso remoto de ‘ghostwriting’, pero no cree que sea una práctica común. “A la industria farmacéutica no le interesa mentir”, ha explicado la doctora a El Confidencial, “no tiene sentido, porque si al final un fármaco no funciona va a desaparecer del mercado y los 15 años que ha costado desarrollarlo, y todo el dinero invertido, no va a servir para nada”. Tampoco cree que los médicos se presenten a este tipo de prácticas, pues el autor de un estudio es el responsable legal del mismo y si surge algún problema “va a ser el primer afectado”. Tejerina reconoce que ha habido casos de autores que falsificaban datos o se inventaban los resultados de las pruebas, pero eran sucesos aislados que han acabado en los tribunales y partían de la iniciativa deshonesta del propio autor del estudio, no de las farmacéuticas. Juan Bosco, Jefe de Comunicación de Bayer HealthCare, explica que “todos los estudios clínicos los firman sus autores y se publican sea cual sea el resultado”. Asegura desconocer esta práctica y se muestra sorprendido de “que un médico de prestigio se preste a esto”. Escritores fantasmas bajo muchas denominaciones Siguiendo el estudio de Bosch, la práctica del ‘ghostwriting’ se da bajo muchas formas. Según el investigador catalán, en muchas ocasiones se habla de “autores invitados” que en realidad no han contribuido en nada al estudio o, incluso, se cita como coautores a investigadores que sólo han contribuido con una serie de datos. Aunque Bosch reconoce que “es difícil determinar la extensión de la práctica” apunta en uno de sus informes que en torno al 20% de los artículos publicados en revistas médicas con “revisión de pares” citan a autores que no han tenido ninguna contribución sustancial al estudio en cuestión. Según Bosch, esta 29

práctica, más allá de que encaje perfectamente en lo que se podría definir como ‘ghostwriting’, “vulnera la integridad y los principios éticos de la investigación científica”. Tejerina explica que ella misma trabaja revisando artículos científicos y necesariamente tiene que fiarse de los datos que le dan los investigadores, pero no por eso está incurriendo en una práctica deshonesta y, en ningún caso, ha conocido en su entorno a nadie que haya recibido presiones de las farmacéuticas en un sentido u otro. “Detrás de un estudio científico”, explica la doctora, hay muchísimo trabajo, hay objetivos, hipótesis, trabajo de laboratorio… Tras superar todas las fases se escribe el artículo y se manda a publicar. Hay tantos filtros y tanto esfuerzo que llama la atención que se hable con tanta alegría de prácticas deshonestas”. ¿Cómo avanzar en la transparencia? Aunque Tejerina no acepta que la práctica del 'ghostwriting' sea algo común, sí cree que se podría avanzar en la transparencia del sector si las revistas aceptaran publicar resultados negativos, algo que es "dificilísimo". Bosch cree que las revistas técnicas son parte del problema. "La financiación principal de estas revistas", explica Bosch, "reside en la venta de separatas de ensayos clínicos, y a base de decir que algo no hace daño acaba pareciendo que no lo hace". Fuente: https://www.google.com.ar/search?rlz=1C1NNVC_enAR489AR489&sugexp=chrome,mod=11&sourceid=chrome&ie=UTF8&q=%3A+www.elconfidencial.com+%E2%80%BA+...+%E2%80%BA+Miguel+Ayuso

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