Ernesto Guevara de la Serna

E NRIQUE D ÍA Z A R AUJO Ernesto Guevara de la Serna Aristócrata, Aventurero y Comunista (1928-1956) ENRIQUE DÍAZ ARA

Views 344 Downloads 2 File size 2MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

E NRIQUE D ÍA Z A R AUJO

Ernesto Guevara de la Serna Aristócrata, Aventurero y Comunista (1928-1956)

ENRIQUE DÍAZ ARAUJO

ERNESTO GUEVARA DE LA SERNA ARISTÓCRATA, AVENTURERO Y COMUNISTA (1928-1956)

Ediciones del Verbo Encarnado San Rafael, Mendoza - Año 2008

Díaz Araujo, Enrique Ernesto Guevara de la Serna : aristócrata, aventurero y comunista . 1a ed. - San Rafael : Del Verbo Encarnado, 2008. 430 p. ; 22x15 cm. ISBN 978-987-9438-14-5 1. Che Guevara. Biografía. 2. Pensamiento Político. I. Título CDD 923

Fecha de catalogación: 11/11/2008

Primera Edición – 2000 ejemplares

© 2008 – Ediciones del Verbo Encarnado El Chañaral 2699 – CC 376 (5600) San Rafael – Mendoza Argentina

Tel. +54 (0)02627 – 430451 [email protected] www.edicionesive.com.ar www.iveargentina.org

Dedicado a los jóvenes íberoamericanos que hayan padecido la seducción de la utopía revolucionaria Para mis nuevas nietas: Clara y Matilde

ADVERTENCIA Este libro trata en primer término de la vida de Ernesto Guevara de la Serna desde su niñez hasta 1956. Asimismo, y concediéndole más importancia que a lo puramente biográfico, bastante conocido por lo demás, se examinan sus posiciones políticas y sus pensamientos, estos últimos sin una delimitación temporal precisa o infranqueable. Respecto de lo primero, no caben dos enfoques diferentes. La existencia de este personaje fue lo que fue, y el historiador debe narrarla, hasta donde la conozca, con la mayor exactitud posible, sin apegarse a mitos, filias o fobias ideológicas. Por supuesto que el cronista también tiene algún derecho a emitir su parecer sobre esos sucesos; pero no entremezclándolo con ellos, de modo de confundir al lector. Muy diversa es la consideración de las ideas (religiosas, filosóficas, políticas, sociales, etc.) del protagonista. Acá, además de la exposición, corresponde la crítica; esto es, manifestar un juicio positivo o negativo acerca del valor de aquellas. Para lo cual, el autor debe comenzar por fijar sus propios principios básicos, a fin de que el lector sepa a qué atenerse. Por lo tanto, ya declaramos ser cristianos-católicos en el plano religioso, seguidores del realismo metódico en el campo filosófico, admiradores del pensamiento político clásico nacido en la tradición europea occidental, y firmes militantes del nacionalismo defensivo argentino. Como es evidente, tales principios no sólo son contrarios, sino exactamente contradictorios con los que sostuvo Ernesto Guevara de la Serna, ateo, inmanentista, marxista e internacionalista definido. Luego, que sirva la presente advertencia de notificación suficiente. Por manera tal que el lector no se sorprenda al encontrarse con opiniones adversas a las emanadas del biografiado. Claro está que unas y otras tratarán de ser expuestas con la correspondiente y respectiva honestidad intelectual (que no “objetividad”, que sólo cabe ante los hechos). De aquello no se infiere que hayamos compuesto una biografía anti-Guevara. No. Más bien se podría decir que es un estudio crítico o contra-mitología guevariana. Evidentemente, pues, no será éste un libro más sobre “el Guerrillero Heroico” (denominación acordada por la hagiografía cubana). Ni -y esto por simples razones tempora9

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

les- un relato sobre la muy respetable gestión militar del “Che Comandante”, toda vez que acá nos despedimos de él en el puerto de Tuxpan, México, cuando se embarcaba en el “Granma” hacia Cuba. Entonces, surge una pregunta evidente: ¿por qué nos ocupamos de una personalidad tan distante de nuestra cosmovisión? La respuesta también es obvia. Porque, contrariando sus ideas igualitaristas, Ernesto Guevara de la Serna fue un hombre entre mil, fuera de serie, un sujeto excepcional, digno del mejor de los estudios que se pueda brindar a una figura humana peraltada. Su coraje intachable y su voluntad acendrada, solos, merecen el más considerado examen. Una segunda consideración surge de la eventualidad de haber dado con la que entendemos que es una clave en la vida del personaje. Aristócrata, aventurero y comunista. Los tres datos, en diversa proporción, han sido reconocidos por la ingente bibliografía relacionada con el caso. ¿Entonces: qué? ¿Dónde está la originalidad? En lo siguiente. En primer término, sostenemos que los dos primeros factores son hereditarios (la aristocracia, socialmente, desde ambos padres; el aventurerismo, genéticamente, de sus abuelos paternos). En tanto que el tercero, el ideológico, también fue recibido en el interior de la familia materna. Empero, lo más peculiar viene después. El factor aristocrático incide sobre el ideológico para configurar el “hombre nuevo” (“Haremos el hombre del siglo XXI: nosotros mismos”). El aventurerismo, por extensión geográfica y conexión ideológica, deviene en “internacionalismo”. Luego, el marxismo originario, amalgamado con los otros dos elementos, genera el “guevarismo”, tan peculiar, que no ha podido ser imitado por ningún émulo. Lo más interesante: que tal fusión no adviene por mezcla sino por combinación. Y, por fin, que dicho combinado es dinámico y se fragua durante el acontecer juvenil del personaje. Motivo suficiente para fijar los límites temporales de nuestra obra (1928-1956). He ahí nuestra tesis. Tal el análisis que intentaremos. Y, sin más preámbulos, pasamos a la obra. E. D. A. Mendoza, 2008 10

Ernesto Guevara de la Serna en Buenos Aires, Argentina 1951

P RIMER A PARTE

EL SANDOKÁN DE ALTA GRACIA

“Los revolucionarios más seguros son los aristócratas”, Francois Georges-Roux, “La lección de César”, París, 1932

1. NACIMIENTO Según el acta del Registro Civil, Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de junio de 1928, en la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, República Argentina, siendo sus padres Ernesto Rafael Guevara Lynch y Celia de la Serna y Llosa. De acuerdo con las referencias tradicionales, el matrimonio Guevara, que vivía en Puerto Caraguatay, se había embarcado en Posadas, capital del Territorio Nacional de Misiones (años después convertido en Provincia) -en el vapor a paletas “Iberá” (otros lo designan como “Iberia”)-, con destino a la ciudad de Buenos Aires, Capital Federal, distante alrededor de 2.000 kilómetros por río, donde hubiera debido producirse el alumbramiento de la criatura que esperaba Celia. Empero, dada la ausencia de precauciones que le era ínsita, o por percances de la navegación Paraná abajo, se advirtió que el embarazo llegaba a término antes de lo previsto y, por eso, se vieron obligados a desembarcar en Rosario, ciudad donde ocurrió el parto del niño ochomesino. Empero, conforme a una confesión de Celia, muchas décadas después, la fecha real del nacimiento de su primogénito fue el 14 de mayo de 1928. Y las causas de la variación cronológica fueron estas otras: “Explicó que la mentira fue necesaria porque el día de su boda con el padre del Che estaba en el tercer mes de embarazo. Fue por eso que inmediatamente después de la boda, la pareja se alejó de Buenos Aires en busca de la remota selva de Misiones. Allí, mientras su esposo se instalaba como emprendedor dueño de una plantación de yerba mate, ella vivió los meses de embarazo lejos de los ojos escrutadores de la sociedad porteña. Poco antes del alumbramiento, viajaron río abajo por el Paraná hacia la ciudad de Rosario. Allí dio a luz y un médico amigo falsificó la fecha en el certificado de nacimiento: la atrasó un mes para proteger a la pareja del escándalo. Cuando el bebé cumplió un mes, avisaron a sus familiares. Dijeron que habían tratado de llegar a Buenos Aires, pero que el trabajo de parto se inició prematuramente cuando llegaron a Rosario. Después de todo un bebé sietemesino no es nada 15

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

fuera de lo común. Si los familiares y amigos sospecharon de la historia y la fecha oficial, en todo caso las aceptaron discretamente, y durante años nadie la puso en tela de juicio... Es (Guevara) una de las pocas personalidades públicas de los tiempos modernos cuyos certificados de nacimiento y defunción son falsos”1. De forma más directa, Celia de la Serna le confió a su amiga Julia Constela lo siguiente: “Ernesto (padre) arregló con un primo médico para que pariera en Rosario, llegamos justo a tiempo. El 14 de mayo de 1928 nació nuestro primer hijo y le pusimos el nombre del padre. Lo anotamos un mes después, siempre hablamos de un parto adelantado, cuestión de salvar las apariencias... - Entonces la fecha en los documentos es falsa... - Algunas veces también son falsos los documentos...”2. No sólo la fecha era falsa. También lo era la dirección del domicilio donde habría ocurrido el parto: calle Entre Ríos número 480 de Rosario. En realidad, Guevara nació en la Maternidad del Hospital Centenario, anexo a la Facultad de Medicina de la Universidad del Litoral3. Bien lucida quedó, pues, la socialista Municipalidad de Anderson, Jon Lee, Che. Una vida revolucionaria, Bs. As., Emecé, 1997, pp. 19, 20. En adelante, todos los subrayados que no lleven aclaración especial, son nuestros. Advertimos también que, en diversas ocasiones, abreviaremos el nombre y apellido de Ernesto Guevara de la Serna con las siglas EG. Ante ciertos argentinismos, colocaremos su traducción para uso de extranjeros, ya sea entre paréntesis o en notas a pie de página. 2 Constela, Julia, Celia, la madre del Che, 2ª. Ed., Bs. As., Sudamericana, 2005, p. 21. Seguiremos esta edición. Lo seguro es que Celia se casó embarazada, op. cit., pp. 18-19, y en conflicto con sus hermanos. 3 Taibo II, Paco Ignacio, Ernesto Guevara, también conocido como el Che, 4ª. ed., Barcelona, Planeta, 2004, p. 16. Este biógrafo-hagiógrafo mexicano equivoca a su vez el mes y coloca la fecha del 14 de julio; lo que le permite emparentarlo cronológicamente con el cubano Antonio Maceo y el peruano José Carlos Mariátegui. Por su lado, Roberto Guevara de la Serna, hermano menor de Ernesto, aclara que la dirección de la partida de nacimiento pudo corresponder a la casa del taxista brasileño José Beltrán, que llevó a sus padres al registro civil, y que fue testigo del acta. En realidad, más parece que era el domicilio del primo de Ernesto Guevara Lynch, el marino Raúl Lynch, que vivía en Rosario, y que, preparó las cosas para el parto: Constela, Julia, Che Guevara, la vida en juego, Bs. As., Edhasa, 2006, pp. 15, 17. Este Raúl Lynch es el mismo Contralmirante Raúl Aureliano Lynch, que en 1955, siendo Embajador argentino en Cuba, intentó hacer gestiones para obtener la libertad de su sobrino detenido 1

16

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Rosario cuando en 1992, declaró “lugar turístico” la casa de Entre Ríos 4804. Es obvio que los Guevara no estuvieron mucho- si es que alcanzaron a vivir- en ese lugar. Al salir de la Clínica, ellos “alquilaron un espacioso departamento de tres dormitorios con cuartos de servicio en un lujoso edificio residencial”5. Esto es, una morada adecuada a su “status” social, de clase alta. Para una vida mitificada al máximo, no está nada mal empezar con una doble falsificación. Mitificación y mixtificación a la que han contribuido, obviamente, la legión de hagiógrafos marxólogos, marxistas y marxistoides, dóciles a los mandatos de la Santa Sede cubana, devotos de la cofradía del “Guerrillero Heroico”6. en México, y que en 1956 informó a Buenos Aires que Ernesto Guevara de la Serna no se encontraba “ni entre los muertos, ni entre los heridos, ni entre los prisioneros hechos por el ejército de Batista”, en la Sierra Maestra: García Lupo, Rogelio, Últimas noticias de Fidel Castro y el Che, Bs. As., Javier Vergara, 2007, pp. 250-253. Otra obra castrista que omite la corrección cronológica aportada por Celia, es la de González, Froilán y Cupull, Adys, Amor revolucionario. Celia, la madre del Che, Tafalla, Navarra, Txalaparta, 2004, p. 22; tal vez para no apartarse de la mitología del “Guerrillero Heroico”. La versión de “Chiquita” Constela es la más exacta. Ella, no dice que “atrasaran” un mes la fecha, sino al revés, que la adelantaron. Y aclara que los primos de Guevara Lynch que intervinieron en la maniobra eran dos: uno, el marino citado, y otro, el médico que efectuó el parto. Nuestra suposición, que no es más que eso, es que el adelanto era de dos meses. Uno, se eliminó con el cambio de fecha, el otro, adjudicándole al niño el carácter de ochomesino. 4 Kalfon, Pierre, Che. Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Barcelona, Plaza y Janés, 1997, p. 621, nota 3. Cfr. Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 25, quien considera la partida como “adulterada”. 5 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 25. 6 “Un porteño con bien ganada fama de valiente”, afirma Mariano Rodríguez Herrera, cubano, periodista castro-comunista, que ha dedicado la vida a velar por la conservación de la mitología del “Guerrillero Heroico”: Tania. La guerrillera del Che, Bs. As., Sudamericana, 2007, p. 20. Vamos a citar, por primera y, en la mayoría de los casos, por última vez, algunas de esas obras de devocionario. Así, en la Argentina: Arty Latino, El Che vive, Bs. As., 2005; Autores Varios, Los caminos del Che, Bs. As., Dirple, 1998; Biaggini, Hugo, Utopías juveniles, de la Bohemia al Che. El hilo de Ariadna, Bs. As., Leviatán, 2005; Brienza, Hernán, Che Guevara desde la histórica altura, Bs. As., Capital Intelectual, 2007; Bruchstein, Luis, Che, un destino insurgente, Bs. As., Página 12 - Centro Editor de América Latina, 1994; 2ª. Ed., Cuadernos de veintitrés, 2002; Carbajal, Carlos Raúl, Nuestro Comandante Che Guevara, Bs. As., Catálogos, 1999; Corral Varela, Raúl, Che, el Álbum, Bs. As., Perfil Libros, 1997; Cormier, Jean, Che Guevara, compañero en la revolución, Bs. As., Ed. B, 1997; La vida del Che. Mística y coraje, Bs. As., Sudamericana, 1995; Feinmann, José Pablo, Dos destinos sudamericanos. Cuestiones con Ernesto Che

17

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Guevara, Bs. As., Norma, 2004; Frontini, Norberto A., Crítica al libro “Mi amigo el Che”, Bs. As., Centro Editor de América Latina, 1968; Galasso, Norberto, Cooke: de Perón al Che, Rosario, Homo Sapiens, 1997; García, Fernando Diego, Che, sueño rebelde, Bs. As., Planeta, 1997; González Volpi, Osvaldo, Un Che... Un Cubano más, Bs. As., Ed. “Hasta la victoria siempre”, 2007; Gutiérrez, Carlos María, Los hombres de la historia. Che Guevara, Bs. As., CEAL, 1974; Kohan, Néstor, Ernesto Che Guevara, otro mundo es posible, Bs. As., Nuestra América, 2003; López, Coco, Mate y ron, Rosario, Ameghino, 1997; Masetti, Jorge Ricardo, Los que luchan y los que lloran, Bs. As., Freeland, 1968; Monereo, Manuel, Con su propia cabeza. El socialismo en la vida y la obra del Che, Bs. As., El Viejo Topo, 2001; Nassif, Rosa, El Che, Bs. As., Ágora, 1995; Selser, Gregorio, La CIA en Bolivia, Bs. As., Hernández, 1970; Sinay, Sergio, Che Guevara para Principiantes, Bs. As., Era Naciente, 1996; Vitale, Luis, De Bolívar al Che, Bs. As., Tyron Sa, 2002; Woscoboinik, Julio, Aníbal Ponce en la mochila del Che. Vida y obra de Aníbal Ponce, Bs. As., Proa XXI, 2007; Llaver, Víctor José, Fidel y el Che. El poder y la utopía, Bs. As., Dunken, 2005. En el exterior, entre los turiferarios del “Guerrillero Heroico” anotamos a: Acevedo, Enrique, Descamisado, La Habana, Cultura Popular, 1993; Agüero, Luis, Che Comandante; biografía de Ernesto Che Guevara, México DF, Diógenes, 1968, 1974; Alcázar, José Luis, Ñancahuazú, la guerrilla del Che en Bolivia, México DF, Era, 1969; Alexandre, Marianne y otros, ¡Viva Che! Contributions in Tribute to Ernesto “Che” Guevara, New York, Dutton, 1968; Álvarez Batista, Jerónimo, Che, una nueva batalla, París, Sindicato General del Libro, 1994; América le canta al Che Guevara, La Habana, Pablo de la Torriente, 1996; Ariet García, María del Carmen, Che. Pensamiento Político, La Habana, Ed. Política, 1988; El Pensamiento del Che, La Habana, Ed. Capitán San Luis, 1992; Saucedo Parada, Arnaldo (comp.), No disparen... soy el Che, Santa Cruz, Oriente, 1987; Chávez Antúnez, Armando, El pensamiento ético del Che, La Habana, Política, 1983; Córdova Claure, Ted y otros, Guerrilleros y generales sobre Bolivia, Bs. As., Jorge Álvarez, 1968; Escobar, Froilán y Guerra, Félix, Che, sierra adentro, La Habana, Política, 1988; Galeano, Eduardo, Querido Che, Madrid, Revolución, 1987; Memorias del fuego, La Habana, Casa de las Américas, 1990; García Carranza, Araceli y García Carranza, Joseph, Bibliografía Cubana del Comandante Ernesto Che Guevara, La Habana, Ministerio de Cultura, Biblioteca Nacional José Martí, Departamento de Investigaciones Bibliográficas, 1987; Che periodista, La Habana, Ed. Pablo de la Torriente, 1988; Gutiérrez, Carlos María, Los motivos del Che, La Habana, Casa de las Américas, 1969; Borrego, Orlando, El Che Guevara en la Revolución Cubana, La Habana, Ministerio de Azúcar, 1969; Che, recuerdos en ráfaga, La Habana, Ed. Ciencias Sociales, 2004; Che, el camino del fuego, La Habana, Imagen Contemporánea, 2001; hay una ed. argentina: Bs. As., Hombre Nuevo, 2002; Hetmann, Fréderic, Yo tengo siete vidas. La historia de Ernesto Guevara llamado Che, Salamanca, Lóguez, 1982; Martínez Heredia, Fernando, Che, el Socialismo y el Comunismo, La Habana, Casa de las Américas, 1989; en la reedición de 1999 se suprime lo del “Comunismo”; Maestre Alfonso, Juan, El “Che” y Latinoamérica, Madrid, Akal, 1979, 2 vols.; Massari, Roberto y otros, Guevara para Hoy, La Habana, Universidad Camilo Cienfuegos, 1994; Che Guevara: grandeza y

18

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

riesgo de la Utopía, Txalaparta, Ed. España, 1997; Pérez-Rolo, Marta y Grela, Lourdes, Che: su vigencia en la industria, La Habana, La Gesta, 2004; VVAA, Che, el hombre del siglo, La Habana, Universidad de La Habana, 2001; VVAA, Pensar el Che, La Habana, Ed. Ciencias Sociales, 1989, 2 vols.; Rodríguez Herrera, Mariano, Con la Adarga al Brazo, La Habana, Política, 1988; Ellos lucharon con el Che, La Habana, Política, 1989; Las huellas del Che Guevara, Barcelona, Plaza y Janés, 2002; Escape a balazos, México, Plaza y Janés, 2004; Rojas, Marta y Rodríguez Calderón, Mirta, Testimonios sobre el Che. Autores Varios, La Habana, Pablo de la Torriente, 1990; Tania, la guerrillera inolvidable, La Habana, Instituto del Libro, 1970; Grigúlevich, Iósif, Luchadores por la libertad de América Latina, Moscú, Progreso, 1988; Ladrón de Guevara, Matilde, Cubanía y Che, Santiago de Chile, Instituto Chileno-Cubano de Cultura, 1998; Siles del Valle, Juan Ignacio, Que el sueño era tan grande, La Paz, Bolivia, Plural, 2001; 3ª. Ed., Bs. As., Sudamericana, 2007, titulada: Los últimos días del Che. Que el sueño era tan grande; Soria Galvarro, Carlos, La campaña del Che en Bolivia, La Paz, 1997; Taibo II, Paco Ignacio, La batalla del Che, La Habana, Política, 1989; Ustáriz Arce, Reginaldo, Vida, muerte y resurrección del Che, San Pablo, Brasil, Brasbol, 2002; Cochabamba, Kipus, 2002; Vuskovic, Pedro y Elgueta, Belarmino, Che Guevara en el presente de América Latina, La Habana, Casa de las Américas, 1987; 2ª. ed., Bs. As., Contrapunto, 1987; Pérez Galdós, Víctor, Un hombre que actúa como piensa, La Habana, Política, 1988; Sáez, Tirso W., El Che Ministro, La Habana, Ed. Ciencias Sociales, 2005; Sinclair, Andrew, Guevara, Barcelona, Grijalbo, 1973; Cau, Jean, Une passion pour Che Guevara, París, Julliard, 1979; Escobar, Froilán y Guerra, Félix, Che, sierra adentro, La Habana, Política, 1988; Gavi, Philippe, Che Guevara, París, Éditions Universitaires, 1970; González, Marta A., Bajo palabra, La Habana, Venceremos, 1965; Iglesias Leyba, Joel, De la Sierra Maestra al Escambray, La Habana, Letras Cubanas, 1979; Vázquez Díaz, Rubén, La Bolivie á l’heure du Che, París, Francois Maspéro, 1968; 2ª. Ed., Bolivia en la hora del Che, Siglo XXI, 1969; Vázquez Viaña, Humberto, Una guerrilla para el Che, La Paz, Ed. R. B., 2000; 2ª. ed., La Paz, La Razón, 2005; Tablada Pérez, Carlos, El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara, La Habana, Casa de las Américas, 1988; Forcano, B., El hombre nuevo, Madrid, Narcea, 1981; Villar-Borda, Carlos, Che Guevara, su vida y su muerte, Lima, Gráfica Pacific Press, 1968; Sorel, Andrés, Vida y obra de Ernesto Guevara, París, Ebro, 1968; Sánchez, Otero Germán, Los enigmas del Che, Caracas, KO EYU, 1997; Salgado, Enrique, Radiografía del Che, Barcelona, Dopesa, 1970; Serguera Riverí, Jorge, “Papito”, Caminos del Che, datos inéditos de su vida, México DF, Plaza y Valdés, 1997; Löwy, Michael, El pensamiento del Che Guevara, México DF, Siglo XXI, 1978; Gálvez Rodríguez, William, Viajes y aventuras del joven Ernesto. Ruta del guerrillero, La Habana, Ed. de Ciencias Sociales, 2002; El sueño africano del Che, ¿qué sucedió en la guerrilla congolesa, La Habana, Casa de las Américas, 1997; El Guerrillero Heroico. Che en Bolivia, Vizcaya, Status, 2003; La Habana, Ed. Ciencias Sociales, 2004; Ustárriz Arze, Reginaldo, Vida, muerte y resurrección del Che, Sao Pablo, Brasbol, 2002; Tamayo Núñez, Leonardo (Urbano)y Mayo, José, En la guerrilla junto al Che, La Habana, Capitán San Luis, 2007; Castro, Fidel, Che en la memoria de Fidel

19

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Castro, Australia, Ocean Press, 1998; 2ª. Ed. Bogotá, Ocean Sur, 2006. Entre la bibliografía disidente del dogma castro-guevarista, apuntamos: González-Mata, Luis M., Las muertes del Che Guevara, Barcelona, Argos Vergara, 1980; Luque Escalona, Roberto, Yo, el mejor de todos, Miami, Universal, 1994; Marsant, José, La séptima muerte del Che, Barcelona, Plaza y Janés, 1979; Pardo Llada, José, Fidel y el Che, Barcelona, Plaza y Janés, 1989; El “Che” Que Yo Conocí, Medellín, Bedout, 1969; Posse, Abel, Los cuadernos de Praga, Bs. As., Atlántida, 1998; Rangel, Carlos, Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario. Mitos y Realidades de América Latina, Caracas, Arte, 1976; Rodríguez, Horacio Daniel, Che Guevara: ¿Aventura o revolución?, Barcelona, Plaza y Janés, 1968; Vargas Salinas, Mario, El “Che”: mito y realidad, Oruro, Los Amigos del Libro, 1988; Salgado, Enrique, Radiografía del Che, Barcelona, Dopesa, 1970; Hetmann, Fréderic, Yo tengo siete vidas, Salamanca, Lóguez, 1982; Prado Salmón, Gary, La guerrilla inmolada, Santa Cruz, Bolivia, Punto y Coma, sf.; Nattiez, Jean Jacques, Ernesto Che Guevara, París, Pierre Seghers, 1970. La obra de Enrique Ross, Ernesto Guevara: mito realidad, sólo la conocemos por referencias incorporadas al video: Instituto de la Memoria Histórica Ciudadana contra el Totalitarismo, Guardia, Luis (director general), El Che: anatomía de un mito, Miami, Caiman Productions, 2008 (http: // tu.tv / videos / el-che-anatomía-de-un mito). Será citado sólo como “Instituto”. Un punto aparte merecen: Cupull, Adys y González, Froilán, De Ñancahuazú a La Higuera, La Habana, Política, 1989; La CIA contra el Che, La Habana, Política, 1992; Un hombre bravo, La Habana, Capitán San Luis, 1994; Ernestito vivo y presente, La Habana, Política, 1989; y “Amor, etc.”, cit. Sobre esta pareja observa Pierre Kalfon que pertenecen a la “hagiografía oficial”, y que su curiosidad no llegó “hasta hablar con Aleida March, Fidel y Raúl Castro, ni intentar consultar los archivos mantenidos todavía en La Habana bajo cerrojo”: op. cit., p. 652. El ex guerrillero “Benigno”, más llanamente los acusa de venales y de enriquecerse a costa del mito de Guevara. De Froilán González, dará la siguiente ficha: “Teniente coronel de la Dirección de Inteligencia cubana (DI, ayudante del general Arquímedes, segundo hombre de los servicios de Inteligencia”: Benigno (Alarcón Ramírez, Dariel), Memorias de un soldado cubano. Vida y muerte de la Revolución, Barcelona, Tusquets, 1997, p. 342. ¡Singular “historiador”...! Lo sugestivo del caso es que esta pareja, que parecía tener el monopolio de las crónicas cubanas sobre Guevara, ha sido completamente destronada por otro equipo, aparecido en el 2007. Nos referimos al equipo chavizta, dirigido por David Deutschmann. Este hidalgo caballero tenía una empresa, Ocean Press, en Melbourne, Australia. Pero, descubrió el filón, y se instaló con el sello Ocean-Sur, en Bogotá y La Habana, donde cuenta con un “Centro de Estudios Che Guevara”. Disponiendo de un castrismo sin fisuras, y auxiliado por los petrodólares de Hugo Chávez (obtenidos con la mediación del embajador de Cuba en Venezuela, Germán Sánchez Otero), ha inundado el mercado latinoamericano con obras sobre Guevara, Castro y Chávez. De las primeras, que son las que nos interesan, anotamos las siguientes: Guevara, Ernesto Che, Apuntes Críticos a la Economía Política, La Habana, Ocean Sur, 2007; Justicia global. Liberación y socialismo, La Habana, Ocean Sur, 2007; Pasajes de la guerra revolucionaria, La Habana, Ocean Sur, 2007; Che desde la memoria. Los dejo ahora conmigo mismo: el que fui, Selección y prólogo de Víctor Casaus, La Haba-

20

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Como fuere, lo seguro es que el matrimonio procedía de Puerto Caraguatay (también escrito: Caraguataí), territorio de Misiones, sobre el Alto Paraná, cercano a la frontera con Brasil y Paraguay, donde Ernesto Guevara Lynch tenía un yerbatal de 200 hectáreas, cuya propiedad no se sabe bien cómo había adquirido7.

na, Ocean Sur, 2007; Otra vez, La Habana, Ocean Sur, 2007; Che Guevara presente. Una antología mínima, La Habana, Ocean Sur, 2007; El diario del Che en Bolivia, La Habana, Ocean Sur, 2007; La guerra de guerrillas, La Habana, Ocean Sur, 2007; El Gran Debate, sobre la economía en Cuba, La Habana, Ocean Sur, 2007; Notas de viaje. Diario en motocicleta, La Habana, Ocean Sur, 2007; América Latina. Despertar de un continente, La Habana, 2007; El socialismo y el hombre en Cuba, La Habana, Ocean Sur, 2007; Sánchez Otero, Germán, Che, sin enigmas. Mitos, falacias y verdades, Bogotá, Ocean Sur, 2007; Piñeiro, Manuel, “Barbarroja”, Che Guevara y la Revolución Latinoamericana, La Habana, Ocean Sur, 2007. Deutschmann ha contado con el beneplácito de la hija de Guevara, Aleida, y de la “asesora” familiar María del Carmen Ariet García. Pero, sobre todo, al valerse de buen dinero, ha facturado unas ediciones bastante lujosas, que dejan chiquitas a las acostumbradas hasta ahora en La Habana. Ignoramos cómo habrán tomado este desembarque editorial los otros grupos guevaristas preexistentes (vgr. Cupull y González). 7 “El propio Ernesto Guevara Lynch proporciona versiones encontradas sobre el origen de los recursos que le permitieron hacerse del yerbal de Puerto Caraguatay. En su libro “Mi hijo el Che”, dice que había recibido una herencia de su padre, y que pensaba utilizarla para comprar tierras en Misiones. Esta versión es retomada por una fuente cubana oficial (N. A.: Espinosa Gotizolo, Reinaldo y Grau Guadarrama, Guillermo) el Atlas histórico, biográfico y militar de Ernesto Guevara, tomo I, publicado en La Habana en 1990 (N. A.: Ed. Pueblo y Educación, Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias) (p. 25). Pero en una larga entrevista con José Grigúlevich (incluida en el libro de I. Lavretsky, Ernesto Che Guevara, Moscú, Progress Publishers, 1976, p. 14) (N. A.: hay ed. colombiana, Bogotá, Sudamérica, 1974), el padre del Che dice textualmente: “Celia heredó una plantación de yerba mate en Misiones”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 27, nota 1. El mismo autor aclara que: “El verdadero nombre de Lavretsky era José Grigúlevich, conocido historiador soviético y agente sempiterno de la KGB, cuya carrera abarca desde la Guerra Civil española hasta la revolución sandinista”: op. cit., p. 499, nota 3. Por su parte, Jon Lee Anderson asegura que un juez le otorgó a Celia “una parte de su herencia... algunos bonos cobrables de su cuenta en fideicomiso: lo suficiente para comprar un yerbatal en Misiones... Con el dinero de Celia, Guevara Lynch compró doscientas hectáreas de selva en la margen del río Paraná”: op. cit., pp. 21, 24. “No me acuerdo con el dinero de quien compramos el yerbatal”, dijo Celia: Constela, Julia, op. cit., p. 20. El sitio estaba a unos 200 kilómetros de las Cataratas del Iguazú. Y no era de poco valor. En 1943, Guevara Lynch lo vendió por el precio de 105.000 pesos, fuertes, anteriores a la inflación: González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc”, cit., p. 49.

21

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

En todo caso, Guevara fue nada más que un “hijo accidental de la ciudad de Rosario”8. Lo lógico, en estos casos, era considerarlo misionero, toda vez que en Misiones pasó los primeros tiempos de su vida (intra y extrauterina, antes y después de su nacimiento). Aclaremos lo de Rosario. A fines de la década del veinte, la ciudad de Rosario -principal puerto cerealero, de 300.000 habitantes- era la “perla de la pampa gringa”. Urbe liberal-burguesa, chacarera, de ascendencia piamontesa, agricultora-capitalista; “demócrata-progresista” se llamaría el partido político que allí tenía su sede central (la ex “Liga del Sur”, que presidía Lisandro de la Torre). A diferencia de Buenos Aires, no había en esa gran población una franja importante de clase alta nativa (había, en cambio, una periferia mafiosa, de origen siciliano, por cuyos delitos, en particular los secuestros extorsivos, era denominada con maldad “la Chicago Argentina”). “Aquí los “gringos” triunfadores irán directamente arriba, constituyendo una sociedad burguesa por excelencia”, afirma Arturo Jauretche, al reproducir un soneto cuya primera cuarteta decía: “Ciudad de Astengo, de Etchesortu y Casas sede del “Honorable” Benvenutociudad donde se funden dos mil razas, pero no se funde ningún gringo bruto”9. Decíamos que para Guevara -afamado bromista de torva jocosidad- la pertenencia a Rosario le hubiera sonado a chanza, porque Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 16. Jauretche, Arturo, El medio pelo en la sociedad argentina (Apuntes para una sociología nacional), Bs. As., A. Peña Lillo, 1966, p. 118. Añade que la “alta clase terrateniente no tiene domicilio ni transitorio en Rosario. La burguesía rosarina pisa firme, hija del desarrollo agrario, se identifica totalmente con el progresismo liberal... Los pobladores de la “pampa gringa” cordobesa, mirarán a Rosario, que es la capital de sus chacras, y les da la imagen apetecible”: op. cit., pp. 119, 120. Cfr. García Ledesma, Horacio, Lisandro de la Torre y la pampa gringa, Bs. As., Indoamérica, 1954. Aclaración para extranjeros: A diferencia del resto de Hispanoamérica, donde la voz “gringo” es un despectivo usado para referirse a los anglosajones, en particular a los estadounidenses, en la Argentina el vocablo es simplemente coloquial descriptivo y equivale a “tano”, italiano, y, por extensión, a los de linaje itálico. Y toda la región sur de Santa Fe y este de Córdoba estaba poblada por descendientes de italianos piamonteses, ex colonos inmigrantes, agricultores en su mayoría. 8

9

22

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

él, además de despreciar a toda índole de burgueses (progresistas o no progresistas), no veía con buenos ojos al “medio pelo” inmigratorio, ni tenía una gota de sangre itálica en sus venas. De modo simple, Rosario podía figurar en su biografía como un primer eslabón de una vida errante. Bien dice “Pacho” O’Donnell que: “Tras casarse, los Guevara Lynch-De la Serna, por vocación o por obligación, llevarán una vida trashumante: Misiones, Rosario, San Isidro, Palermo, Alta Gracia, Córdoba capital, y finalmente Buenos Aires otra vez”10. Cualidad traslativa que Jorge Castañeda la ve de esta manera: “De ciudad en ciudad hasta los cinco años, de casa en casa hasta los quince: la normalidad guevarista residía en el movimiento”11. Nómada connatural, por herencia directa del código genético de los Guevara y los Lynch. En su “Diario de Motocicleta”, de 1951-1952, aclarará: “Ahora sé, casi con una fatalista conformidad en el hecho, que mi sino es viajar”12. Después, en 1965, le expresará a su amigo Alberto Granado (“Mial”) al despedirse de Cuba: “Mi casa rodante tendrá dos patas otra vez y mis sueños no tendrán frontera, hasta que las balas digan al menos”13. O’Donnell, Pacho (Mario), Che. La vida por un mundo mejor, Bs. As., Sudamericana, 2003, p. 23. Lo único que en su juventud lo ligaba a Rosario, era su condición de “hincha” futbolístico del Club Rosario Central. 11 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 30. En Alta Gracia cambiaron varias veces de casa: “al principio se alojaron en el hotel La Gruta; en 1933 ocupan Villa Chichita; en 1934 Villa Nydia; en 1937 el chalet de Fuentes; en 1939 el de Ripamonte y en 1940 otra vez Villa Nydia”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 24. “Mucho ir y venir, muchos altibajos de fortuna... La vida matrimonial de los Guevara fue una sucesión de desplazamientos, estaban siempre en tránsito, yendo y viniendo a merced de altibajos económicos, casi a la deriva, trashumantes un poco como gitanos de alcurnia”: Constela, Julia, op.cit., pp. 34, 35-36. 12 Guevara, Ernesto, Diarios de motocicleta. Notas de un viaje por América Latina, Bs. As., Planeta, 2006, p. 70. Y añade: “Quizá algún día cansado de rodar por el mundo vuelva a instalarme en esta tierra argentina”: Ibidem. 13 Gambini, Hugo, El Che Guevara: la biografía, Bs. As., Paidós, 1968. Usaremos preferentemente la 6ª. edición: Bs. As., Planeta-Booket, 2006, p. 292. 10

23

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Tenía hormigas en el culo”, dice con burda vulgaridad Fernando Córdova de la Serna, como genuina explicación de los continuos viajes de su primo14. Así era. Y no hay necesidad alguna de andar adornando sociológica o ideológicamente el deambular centro y suramericano de Guevara. Viajaba, principalmente, porque le gustaba; por las novedades que el ir y venir le proporcionaba. Por eso, anota en el “Diario” de su último viaje juvenil que, con su compañero “Calica” Ferrer son: “dos voluntades dispersas extendiéndose por América sin saber precisamente qué buscan ni cuál es el norte”15. Aventureros, simplemente (aunque hubiera detrás mucho más). Queremos decir, contra lo que alegan gran parte de sus biógrafos, que esos viajes no guardan conexión directa con el futuro “internacionalismo proletario” del Comandante Guevara (a quien le daba lo mismo pelear en el Congo que en Bolivia; como Castro, tras sus huellas, enviará a sus soldados a morir a Angola, Somalia y Etiopía). No son su anuncio ni su prefacio; como tampoco Sandokan es el antecesor de John Reed. Nomadismo ancestral el suyo, como el de los tuaregs y beduinos, como el de los gitanos. Trotamundos global e irrefrenable. Uno de nuestros maestros intelectuales, don Ramiro de Maeztu, ha escrito: “Yo no ansío la suerte del pájaro que vuela donde quiere, sino la del árbol que muere donde nace”. Una parábola contradictoria con esas imágenes, describirá la vida de EG. Luego, su lugar de nacimiento, nada significaría.

Altamira, Luis (guión y edición), Che. Un argentino del siglo XX (Los años en Alta Gracia 1932-1943), DVD, NTSC. “Quería largarse a recorrer el mundo. Rajarse, porque tenía hormigas en el culo”. 15 Guevara, Ernesto Che, Otra vez. El diario inédito del segundo viaje por América Latina (1953-1956), Bs. As., Sudamericana, 2000, p. 11. Y agrega refiriéndose a los buscadores de oro de Beni: “Eran aventureros como nosotros, aunque a diferencia de ellos, nosotros no buscábamos guita, sino conocer, tener nuevas experiencias”: op. cit., p. 113. “Guita”, del argot argentino: dinero. 14

24

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

2. ASCENDIENTES Como afirma Ricardo Rojo: “Por su procedencia familiar, el Che pudo ser recibido por las grandes familias de la nobleza provinciana, en la ciudad de Córdoba, o en Buenos Aires, como un igual”16. Eso es así porque la de los Guevara de la Serna era una familia patricia, de extenso linaje, aunque sin títulos de nobleza, esto es, aristócrata a la manera hispanoamericana. “Gente Decente” o “Principal”, en el decir de la época. Tal condición obvia, ha sido soslayada o tergiversada por sus hagiógrafos cubanos, que le atribuyen pertenencia a la clase media17. 16 Rojo, Ricardo, Mi amigo, el Che, 2ª. ed., Bs. As., Mereyo, 1974, pp. 3233. Este primer libro sobre Guevara joven ha sido muy impugnado. Jon Lee Anderson lo considera “plagado de inexactitudes”, donde Rojo exagera su amistad: op. cit., p. 119, nota1. A pesar de que admite que Rojo estuvo con ellos en La Paz, Lima y Guayaquil, Carlos “Calica” Ferrer lo desacredita, diciendo que: “no nos acompaña en nuestro periplo como asegura en su libro”: De Ernesto al Che. El segundo y último viaje de Guevara por Latinoamérica, 2ª. Ed., Bs.As., Marea, 2006, p. 113. Pueden ser celos, no más. Pero, la principal contestación la han efectuado los castro-comunistas. Ver: Frontini, Norberto A., Crítica al libro “Mi amigo el Che”, Bs. As., Ed. América Latina, 1968. Aún polemizando con Guevara, lo cierto es que Rojo estuvo junto a él en Costa Rica, Guatemala, México y, luego, en Cuba. Mientras el padre de Guevara detestaba a Rojo, la madre se mantuvo muy afecta a él. 17 Por ejemplo, el copioso escriba del régimen castrista Roberto Fernández Retamar enuncia el punto de esta suerte: “Su familia era de clase media, habiendo sido su padre constructor”: “Para leer al “Che”, en: Fervor de la Argentina. Antología personal, Bs. As., Ed. del Sol, 1993, p. 112. Debió decir: empresario constructor; porque sino pareciera que hubiera sido un albañil. En las introducciones hechas por Aleida March, Aleida Guevara March y Cintio Vitier, a: “Diarios de motocicleta”, se dice: “Es el hijo mayor de padres de clase media”: op. cit., p. 19. Adelantemos que esta edición de los “Diarios” no parece mucho de fiar. Los originales, que se hallan en poder de Aleida March viuda de Guevara, no se pueden cotejar, ni menos, verificar por un perito calígrafo. Debe recordarse que EG “le había dejado instrucciones precisas (a Aleida) de quemar éste y otros escritos juveniles”, a su muerte: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 139, nota 1. Asimismo, debe saberse que la esposa de Guevara actúa, literariamente hablando, bajo la dirección de María del Carmen Ariet García, historiadora, militante del PCC, encargada de supervisar cuanto se refiere a la leyenda castrista, oficiándolas de secretaria de Aleida March. Al respecto, Jorge G. Castañeda coloca un dato sugestivo. Dice así: “El padre del Che cita textualmente el diario de su hijo, reconstruido a partir de unos cuadernos que, según él, encontró en la

25

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Guevara, detestaba a los integrantes de “esa pequeña clase media”, quienes, ricos o no: casa familiar tiempo después. Años más tarde, la viuda del Che, Aleida March, organizó la publicación de las “Notas de viaje del Che”, transcribiendo los diarios. Por algún motivo, la frase citada (N.A.: sobre la semana en Miramar, con su novia “Chichina” Ferreyra) no aparece en la versión publicada por Aleida March: o bien el propio Che no la incluyó en la reescritura del texto, o bien la viuda decidió no incluirla. “Chichina” recuerda hoy que José Aguilar, que vivió muchos años en Cuba y siguió frecuentando a la familia del Che, le contó que Aleida estaba molesta o contrariada por lo que en el diario Ernesto decía de “Chichina” (carta de “Chichina” al autor, 22 de agosto, 1996)”: op. cit., p. 71, nota. Si en cuestiones políticamente intrascendentes, Aleida ha permitido esas alteraciones, se tiene perfecto derecho a dudar de la autoría de ciertos pasajes del libro (vgr., las loas a los indios aymaraes, que son contradictorias con otras del mismo texto; o el capítulo final “Acotación al margen”, que nada narra, carece de marco cronológico y geográfico, y concluye con esa frase sobre “el aullido bestial del proletariado triunfante” -op. cit., p. 208-, que no es congruente ni con las ideas ni con el estilo de EG de esa época). Jorge G. Castañeda observa atinadamente: “Varias personas que han leído esos pasajes del diario y que conocieron a Ernesto en esos años albergan dudas sobre su autoría”: op. cit., p. 83, nota. El propio Alberto Granado, “le desconcierta la idea de que su amigo “Fuser” tuviera esos pensamientos mucho antes de revelar su aceptación del marxismo a sus amigos y familiares”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 139, nota 1. Precisamente Anderson advierte que el título (“Nota al margen”) es “apropiado porque no tiene nada que ver con el relato de sus viajes”: op. cit., p. 137. Y si fuera un hecho aislado, cabría pasarlo por alto. Pero, no. Con el Diario del “segundo viaje”, titulado editorialmente “Otra vez”, ha pasado lo mismo. En este caso es Jon Lee Anderson, quien apunta (antes de que se editara): “Este diario personal inédito, que abarca los tres años siguientes de la vida de Guevara, fue hallado y mecanografiado después de su muerte por su viuda Aleida March. Aparte de algunos pasajes, nunca fue divulgado, pero ella puso el texto íntegro a disposición del autor. Aparentemente no está expurgado, salvo en algunos pasajes sexualmente gráficos que ella admite haber eliminado para defender el “pudor” de la imagen de su difunto esposo”: op. cit., p. 114, nota 1. Como en el caso anterior, lo que el biógrafo ve no es un manuscrito (como sí lo fue el “Diario de Bolivia”), sino un ejemplar “mecanografiado”. Y si se admite que se han suprimido pasajes, por el motivo que fuere, la autenticidad del conjunto se resiente. El documento no ha sido respetado; luego no es fidedigno. Por su lado, Pierre Kalfon asegura que el “Diario de motocicleta” no está íntegro, sino que se ha publicado “una versión sensiblemente retocada, despojada de su frescura primigenia y de su espontaneidad”: op. cit., p. 83. Por fin, el penúltimo “Diario”, el del Congo, acota Pacho O’Donnell, fue “inexplicablemente retenido por La Habana para su publicación hasta 1998, treinta y cuatro años después de estos hechos, en una edición sospechosamente expurgada”: op. cit., p. 386; Cfr. Guevara, Ernesto “Che”, Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo, Barcelona, Mondadori, 1999. Edición argentina: Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo. El diario inédito del Che, Bs. As., Sudamericana, 1999.

26

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“Tienen la misma crasa ignorancia que los otros, pero el pequeño triunfo que obtuvieron en la vida se les ha subido a la cabeza”18. Dado lo cual, vamos a ir viendo cómo sus biógrafos más autorizados describen la real posición social. El socialista mexicano Jorge Castañeda nos pintará el cuadro general del rango social de EG con el siguiente trazo: “Provenía de una aristocracia de origen y sangre, cuando no pecuniaria... Por el lado paterno, los Guevara Lynch habían cumplido ya doce generaciones en la tierra austral: más que suficiente para merecer el título de abolengo en un país de inmigrantes, en su inmensa mayoría recién llegados. En la genealogía de su madre, también destellan el arraigo y la distinción, además, la familia de la Serna tenía tierras y, por tanto, dinero. Por su padre, Ernesto hijo poseía sangre española, irlandesa (el bisabuelo Patrick Lynch huyó de Inglaterra a España y de allí a la Gobernación del Río de la Plata en la segunda mitad del siglo XVIII) y hasta mexicano-americana, ya que la abuela paterna del Che nació en 1868 en California. El padre de Guevara Lynch, Roberto Guevara, también era originario de los Estados Unidos: sus padres habían participado de la fiebre del oro californiana de 1848, aunque retornaron a la tierra natal con sus hijos pocos años después. Pero más allá de su lugar de nacimiento, los Guevara eran argentinos de cepa. La rama Guevara Lynch de la familia se confundía con la historia de la aristocracia local. Gaspar Lynch fue uno de los fundadores de la Sociedad Rural Argentina- verdadero Consejo de Administración de la oligarquía terrateniente del país- y Enrique Lynch se erigió en uno de sus baluartes durante las crisis económicas que azotaron a la agricultura local al concluir el siglo XIX. Ana Lynch, liberal e iconoclasta, sería la abuela que conocería el Che, y la relación con ella lo marcaría profundamente. Su decisión de estudiar medicina en lugar de 18 Guevara, Ernesto, “Diarios, etc.”, cit., p. 193. A lo que adiciona: “y las sencillas opiniones que emiten van respaldadas por la enorme garantía que supone el ser lanzadas por ellos”...

27

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

ingeniería arranca parcialmente del fallecimiento de Ana, a quien cuidó y atendió en su lecho de muerte. Del lado materno, la pertenencia al terruño se remontaba al general José de la Serna e Hinojosa, último virrey del Perú, cuyas tropas fueron derrotadas por Sucre en la batalla de Ayacucho. Hija de Juan Martín de la Serna y Edelmira Llosa, Celia no había cumplido 21 años cuando contrajo matrimonio en 1927, con el joven ex estudiante de arquitectura. Sus padres perecieron años antes: don Juan casi al nacer Celia... Edelmira algún tiempo después. En realidad, Celia fue criada por su hermana mayor, Carmen de la Serna, quien casó en 1928 con el poeta comunista Cayetano Córdoba Iturburu; antes había sido novia del poeta mexicano Amado Nervo. Tanto Carmen como Córdoba permanecieron en las filas del Partido Comunista Argentino durante catorce años, ella quizás con mayor fervor que su marido. La familia de Celia era ‘adinerada’, como lo reconocía sin rubor su marido; el padre era “heredero de una gran fortuna... poseía varias estancias. Hombre culto, muy inteligente, militó en las filas del radicalismo”, participando en la ‘revolución de 1890’. Aunque la fortuna familiar debió ser repartida entre siete, alcanzaba para todos. De las diversas rentas y herencias de Celia vivirá la familia Guevara de la Serna, mucho más que de los descabellados y sistemáticamente fallidos proyectos empresariales del jefe del hogar”19. Es un buen resumen. Con todo, faltan algunos datos importantes. Por ejemplo: los Guevara eran una familia mendocina, de antigua raigambre. El bisabuelo, Juan Antonio Guevara -“lejano descendiente de los fundadores de Mendoza”20, unitario militante, ante el triunfo federal21, se había exiliado en Chile. Junto a su hermano Castañeda, Jorge G., op. cit., pp. 23-24. López Das Eiras, Horacio, Ernestito Guevara antes de ser el Che, Cdba., Ed. del Boulevard, 2006, p. 55. El dato se puede verificar en: Morales Guiñazú, Fernando, “Genealogías de Cuyo”, en: Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, Mza., Best, 1939, t° XV, tercer y cuarto trimestre. 21 Federales, partidarios de Juan Manuel de Rosas; unitarios, de Bernardino Rivadavia. Se trata de cosmovisiones políticas, no de meras posiciones constitucionales, como simplifican erróneamente muchos autores. Mientras los fe19 20

28

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

José Gabriel, atraídos por la “fiebre del oro”, se embarcaron rumbo a California. Tras afrontar diversas clases de riesgos, se radicaron en la orilla del río Sacramento. Juan Antonio se casó con la joven mexicana Concepción Castro, hija del hacendado Guillermo Castro, descendiente de un virrey de México, Don Pedro de Castro y Figueroa. En 1852, a la caída de don Juan Manuel de Rosas con la batalla de Caseros, regresó con su familia a la Argentina. El más notable de los hijos de aquel matrimonio fue Roberto Guevara Castro, ingeniero civil y geógrafo diplomado, quien realizó importantes trabajos de delimitación, entre ellos, el relevamiento catastral de la provincia de Mendoza, donde residió durante quince años. Por su lado, Francisco Eustaquio Lynch, también como unitario prominente, se había exiliado primero en Chile, y, después en San Francisco, California, donde, como Guevara, prosperó y contrajo matrimonio con una Ortiz, chilena de alcurnia. Él era hijo de Francisco Lynch y Arandía, casado con Rita de Pueyrredón Caamaño. Sus ascendientes varones sucesivos eran: Patricio Julián José Lynch, Justo Lynch y el irlandés Patrick Lynch of Lydicam. Naturalmente las familias de Guevara y Lynch se conocieron y trataron en su período estadounidense y los hijos Roberto Guevara Castro y Ana María Lynch Ortiz se casaron. Ellos tuvieron doce hijos -Ernesto, Jorge, Francisco, Marcelo, Ercilia, Beatriz María Luisa, Maruja, que vivió en Mendoza, y otros-, entre quienes hubo que dividir los bienes legados, que resultaron pocos para tantos herederos. Prosiguiendo con la reseña bibliográfica, vemos que el catedrático francés Pierre Kalfon nos trae un enfoque similar al anterior, expresando que: “La pareja procede del mismo medio social de las familias ‘tradicionales’ de Argentina, una aristocracia legitimada por la historia más aún que por la fortuna. En un país de inmigraderales (no “federalistas”) eran los sostenedores de la tradición hispanocriolla católica, los unitarios eran liberales, laicistas, hispanófobos, francófilos en cultura, anglófilos en política y economía y yancófilos en instituciones. Desde 1861 (batalla de Pavón) en adelante, los segundos han predominado en la Argentina. Sobre su tradición se ha montado la línea socialista y marxista (de superación hegeliana). Dada la ideología de Guevara, se puede concluir que no sólo por antecedentes familiares era “unitario”, sino, principalmente, por convicciones doctrinarias.

29

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

ción reciente como es Argentina, el padre, Guevara Lynch, podía reivindicar diez generaciones instaladas en aquellas riberas desde la época de la colonia española. Celia de la Serna de la Llosa, la madre, siete generaciones no menos ilustres”. A continuación anota los rasgos salientes de la dinastía Lynch, desde sus orígenes irlandeses hasta el Río de la Plata. Narra luego el casamiento de Ana María Isabel con el geógrafo Roberto Guevara Castro, “descendiente a su vez de un vigoroso linaje de españoles instalados en aquellos parajes desde el siglo XVI. Nueve generaciones de auténticos criollos”. Entre los antecedentes de Celia, Kalfon indica al militar conquistador del desierto Martín José de la Serna. Luego a Juan Martín de la Serna, “poderoso terrateniente, dueño de varias estancias”, roquista y fundador de la ciudad de Avellaneda (casado con Albertina Ugalde). Después, el hijo de éste, también llamado Juan Martín de la Serna Ugalde, profesor universitario, diputado radical y embajador22, casado con Edelmira Llosa. Sus hijos fueron: Carmen, Jorge, Arturo, Edelmira, Sara y Celia De la Serna Llosa. El californiano Jon Lee Anderson, periodista nómada también él, sintetiza de esta forma el punto: “Celia de la Serna era una auténtica argentina de sangre azul y pura cepa española. Uno de sus antepasados fue virrey del Perú colonial; otro, un famoso general del ejército argentino. Su abuelo paterno había sido un terrateniente rico y su propio padre un célebre profesor de derecho, diputado y embajador... a pesar de la muerte inesperada de sus padres, la familia conservó las propiedades con sus correspondientes rentas, por lo cual Celia recibiría una buena herencia... A los veintisiete años, Ernesto Guevara Lynch era un hombre más bien alto y apuesto, de mandíbula y mentón enérgicos. Sus anteojos para el astigmatismo le daban un aire falsamente tímido, pues poseía una personalidad sociable y extrovertida, un genio vivo y una imaginación excesivamente frondosa. 22 Kalfon, Pierre, op. cit., pp. 29, 30. Reproduce el dicho de EG, según el cual se consideraba “una mezcla bien batida de irlandés y gallego”: op. cit., p. 73. En el argot argentino, “gallego” no es de modo específico el natural de Galicia, sino genéricamente todo español y sus descendientes inmediatos.

30

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

También poseía dos apellidos argentinos de buena cepa: era bisnieto de uno de los hombres más ricos de Sudamérica y su árbol genealógico incluía nobles tanto españoles como irlandeses. Pero con los años, la familia había perdido la mayor parte de su fortuna”23. En cambio, Paco Ignacio Taibo II, seguramente por su ideología -con mencionar que dedica el libro a los Montoneros Miguel “Cogote” Bonasso y Juan, “el Ruso Pedro”, Gelman, creemos que ya está todo dicho-, prefiere no detenerse en estos antecedentes familiares. Sólo recuerda que EG se referirá a ellos sin mayor conmiseración, exponiendo que: “Los antepasados... eran miembros de la gran oligarquía argentina”24. Claro que tal visión de las cosas, correspondería ya a su etapa castrista; dando por olvidado que de joven se entretenía con los relatos de las andanzas de sus mayores, recopiladas con cuidado por su abuela californiana.

23 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 20. Con todo, según Carlos “Calica” Ferrer, que conocía muy bien a esa familia, en la época de Alta Gracia, Guevara Lynch, “fue capeando los temporales con el arrendamiento de un campo, con lo que le producían unos yerbatales que tenía en Misiones, con alguna herencia de la familia de Celia”: op. cit., p. 27. 24 Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 15. En otra ocasión, nosotros hemos distinguido la Aristocracia de la Oligarquía, en la Argentina histórica. Dijimos entonces que: “Si, conforme con el criterio de Aristóteles, aristocracia es el gobierno de los mejores para el bien común, y oligarquía su corrupción, esto es, el gobierno de pocos para su bien particular, ya contamos con una pauta de conocimiento acerca de estas dos palabras. Mas, en la historia nacional, dichos conceptos políticos adquieren notas específicas. Aristocracia blasonada, con grado de nobleza, no hubo en la Argentina. Pero sí linaje de servicios prestados al país en su época fundacional, con reconocimiento público y estimación social. Un prestigio familiar guardado con celo por sus componentes y respetado por los demás. Tal antigüedad de méritos no implicaba necesariamente la posesión de bienes, aunque muchos aristócratas fueran estancieros”: Díaz Araujo, Enrique, Deodoro Roca. Reforma y Radicalismo, en: Separata de la Revista de Historia Americana y Argentina, Mza., Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Historia, año XIV, n° 27-28, 1987-1988, p. 128. Por supuesto que el asunto se torna más confuso cuando nos hallamos en presencia de aristócratas, como los Guevara, que participaban de la mentalidad de los oligarcas-liberales, incluso por sus delicuescencias izquierdistas.

31

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Mucho mejor encuadre, por supuesto, le otorga al asunto el ensayista Mario “Pacho” O’Donnell, al escribir que: “El futuro Che nacerá en una familia de abolengo de cuyo árbol genealógico pendían aventureros, revolucionarios, exiliados políticos, millonarios y viajeros, cuyas andanzas se recordaban, se fantaseaban y se magnificaban con regocijo y orgullo, lo que operaría como mandato familiar no sólo para Ernestito sino también para sus hermanos, todos ellos adeptos al “vivir peligrosamente”. Pintura que remata con estos conceptos: “El abolengo, en un país sin títulos de nobleza, se sostenía sobre la posesión de insólitas extensiones de pampa fértil. Ésa era la oligarquía argentina y a ella pertenecían los Guevara, los Lynch y los De la Serna, aunque algunos de sus miembros se hubieran empobrecido en los avatares de una Argentina permanentemente convulsionada, en la que era fácil enriquecerse o empobrecerse rápidamente. Esa pertenencia a una familia de innegable raigambre aristocrática, con parientes y antecesores con importantes estancias en la provincia de Buenos Aires, daría al Che la identidad de ser ‘el pobre’ en un mundo de ricos, lo que le habrá ayudado a confraternizar con los desamparados y habrá fomentado su rencor hacia los propietarios. También le habrá otorgado su legendario desparpajo para desenvolverse entre los poderosos de la tierra, que eran lo de su clase”25. Alcurnia insoslayable; buen punto de partida del análisis. Que no puede ser negado o retaceado, bajo riesgo de no entender nada de la conducta ulterior de Ernesto Guevara de la Serna. Un hombre que cumplió con el mandato familiar y nietzscheano de “vivir peligrosamente”. Coloquemos, no obstante, un matiz aclaratorio. El abolengo se tiene o no se tiene, haya o no estancias ganaderas de por medio26. Los Guevara habían perdido sus tierras -no así O’Donnell, Pacho, op. cit., pp. 17, 18-19. “Para ser “gente decente o principal” -apunta Arturo Jauretche- no es imprescindible ser rico... La condición “sine qua non” para pertenecer a la “gente 25 26

32

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

la abuela Ana María (o Isabel) Lynch, quien mantenía su estancia (“Santa Ana”, para algunos autores o “San Patricio”, según otros) de Irineo Portela, cercana a Buenos Aires-, pero no su linaje, y, por ende, su prestigio social. En cuanto a los bienes que pueden detentar los aristócratas, pongamos en claro que se trata de un elemento accesorio y compartido con los burgueses, quienes sólo cuentan con el dinero para adquirirlos, sin que medie abolengo alguno. Una participación desagradable para los aristócratas que, por ello, temen ser metidos en la misma bolsa con los burgueses, meramente adinerados. Además, la relación que los aristócratas establecen con el dinero, es diversa de la que mantienen los burgueses. Mientras éstos, con su ansia irrestricta de lucro, lo atesoran con avidez, aquellos se mantienen distantes. Un ejemplo lo proporciona, precisamente, Celia de la Serna. Jorge Ferrer, hermano de “Calica”, atestigua que a Celia: “el dinero y las posesiones codiciadas por la burguesía argentina le importaban poco o nada. Y esto, estoy seguro de que no era una pose”27. Quizás, por alguno de esos motivos, dos de las señoritas De la Serna se declararon comunistas, planteando una disidencia tajante con los simples oligarcas argentinos (esto, sin computar el snobismo de ciertas elites porteñas, al modo de Victoria Ocampo y sus amigas escritoras socialistas, o, hasta el caso paradigmático de la escritora de clase alta y stalinista María Rosa Oliver, muy amiga de Guevara). Ellas, sin dinero, seguirían siendo aristócratas; en cambio, los burgueses, quebrados, expropiados o confiscados, se confundirían -¡oh, pavor!- con la masa proletaria. Sin embargo, comunistas y todo lo que se quiera, si subsistían en su poder fincas rurales (algo de la gran estancia de Chascomús, decente” se vincula esencialmente a un elemento cultural: el linaje, cuya única exigencia es la filiación legítima transmitida familiarmente”: op. cit., pp. 63, 64. Añadamos, por nuestro lado, que el linaje no aporta derechos sino obligaciones, con la tierra de los padres. 27 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 47. Por eso es parcialmente incorrecta la definición de “familia de izquierdistas ricos” que proponen algunos autores: Schelp, Diogo y Teixeira, Duda, “Che. Há quarenta anos morria o homem e nascia a farsa”, en Veja, Río de Janeiro, n° 39, 3 octubre 2007, p. 86; “Instituto”, cit.

33

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

que heredaron del roquista Juan Martín de la Serna28), bienvenidas que serían. Ni la hermana mayor, Edelmira de la Serna de Moore, renunció a su heredada estancia de Baradero, en la provincia de Buenos Aires, ni Celia de la Serna -“una vieja señora que aspira a ver el mundo entero convertido al socialismo”, según su peculiar caracterización29- a la suya de dos mil hectáreas, en Villa Sarmiento, en el sur de la provincia de Córdoba30. ¿Inconsecuencia...? ¡Por supuesto!, como tantas que aquejan a los socialistas (¿o no es acaso, que el fundador del PS, Juan B. Justo, se convirtió en estanciero cordobés...?). Por otra parte, Ernesto Guevara de la Serna, ya empobrecido, conservó el “desparpajo” que menta O’Donnell, desenfado propio de quien se sabe miembro de una familia patricia y, además, cultivada con refinamiento (aristocracia espiritual, “esprit de finesse”). No pensamos que guardara “rencor” hacia los propietarios burgueses, sino más bien -junto con el resquemor propio de los venidos a menos-, desprecio, desdén por aquellos que solamente podían exhibir la posesión de cosas materiales, por quienes tienen y no son. “Pour épater les bourgeois”, era su actitud habitual. “Le encantaba molestar a los burgueses”, afirma Jorge Beltrán, amigo de la juventud de Guevara31. María del Carmen,“Chichina”, Ferreyra, quien fuera novia de EG, ha contado que en la playa de Miramar, aquél se reía de un grupo de personas, que no eran “chic”, sino “gente normal, común de la burguesía de Buenos Aires, y a él le choca-

Constela, Julia, op. cit., p. 14. También: “Algunos campos de los que durante años Celia recibió dividendos”: ibidem. 29 Carta de Celia a su hijo, del 14 de abril de 1965. 30 Y no se crea que se trataba de cualquier finca rural. No. El abuelo de Celia había donado 1.200 has. de su estancia “El Carmen” para fundar el pueblo llamado Estación De la Serna. Sus tierras ocupaban una franja de cinco leguas (27 km. 860 ms.), sobre las márgenes del Río Quinto, entre Estación De la Serna y Villa Sarmiento. De esa extensión, Celia recibió judicialmente, dos mil hectáreas, que mantuvo arrendadas a un colono catalán, llamado José Busquet. Dos mil hectáreas de campo flor, de las mejores praderas del mundo. Ver: López Das Eiras, Horacio, op. cit., pp. 48-49. Es muy sugestivo que ninguno de los múltiples biógrafos de EG mencione estos datos. Tampoco se anota la posesión de un campo en Las Flores, provincia de Buenos Aires: González, Froilán y Capull, Adys, “Amor revolucionario, etc.”, cit., p. 58. Aclaración: “estancia”: hacienda de campo, finca de ganadería; “rancho” o “fundo” grande. 31 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 42. 28

34

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

ba esa gente”32. Burla irónica, menosprecio filoso, que no rencor, era la típica manifestación de su superioridad de clase. Confianza innata en la validez de sus pergaminos sociales. La envidia igualitaria de los de abajo puede provocar resentimiento antiburgués, por deseo de los bienes ajenos. En los de arriba, en cambio, un extremismo justiciero puede generar una disposición desdeñosa, de querer aplastar como unas cucarachas a los patanes ricos. No son conductas equiparables, aunque puedan resultar confluyentes en una revolución social33. Contrariando la ignara visión que suelen tener los socialistas de los sectores aristocráticos, a los que confunden con los burgueses, cabe apuntar que Guevara y los suyos: “La idea de ganar dinero no resultaba un mandato de clase... Ninguna persona educada aludía al dinero, tema del peor gusto para ser introducido en las mesas de entonces”34. Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 61. Su primo, Fernando Córdova de la Serna, afirma que Ernesto y los demás Guevara eran unos “pitucos”; argentinismo, por elegantes de alta sociedad. Un “señorito”, dirían los españoles. Además, lo ejemplifica a su manera, diciendo que se trata de una persona que en una habitación le indica a uno: “¡pase al centro!”, y se ubica él en cualquier rincón, porque está seguro de su superioridad; “donde esté yo está la cabecera”, se dice. Por otra parte, para medir diferencias entre revolucionarios, piénsese en los nobles Mirabeau y Lafayette, por un lado, y los pequeño-burgueses Danton y Marat, por el otro. Distancia que permite entender por qué habiendo tantos miles de imitadores del “Che”, provenientes del medio pelo de la pequeña burguesía litoralense local, disfrazados conforme al modelo de la famosa foto de EG que tomara Alberto Díaz, alias “Korda”, la de los cabellos largos al viento y la boina negra con estrella roja, impresa inclusive en las camisetas, la que hasta se tatúan en los brazos, ninguno de ellos puede alcanzar, no digamos la estatura de Ernesto Guevara de la Serna, pero ni tan siquiera llegarle a los tobillos. Quieren, pero no pueden. Quizás porque tatuajes y testículos sólo tienen en común las doble “t”. Gritan hasta enronquecer en las manifestaciones, cuando marchan empatotados y/o encapuchados, detrás de enormes pancartas; empero, si se quedan aislados, oyen un petardo, les fallan las hormonas, tienen problema con los calzoncillos, y corren a llorar en el regazo de las señoras Defensoras de los Derechos Humanos. Además, si les tiran unos pesos, enseguida se ponen del otro lado del mostrador. Guevara, que los conocía de siempre y por adelantado, cuando fueron a entrevistarlo en la reunión de Punta del Este, en agosto de 1961, y le preguntaron acerca de las condiciones necesarias para la revolución latinoamericana, se limitó a responderles, muy escuetamente: “-¡huevos!”-: Gambini, Hugo, op. cit., p. 242. Contestación desalentadora, si las hay, para ese tipo de gente. 34 Constela, Julia, op. cit., p. 13. 32

33

35

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

La más neta, o si se prefiere, exótica actitud ante el dinero de esta encumbrada familia, la tuvo Beatriz Guevara Lynch. Así : “La impecable elegancia de la tía no siempre era apreciada por los jóvenes parientes, a quienes les causaba risa su decisión de no tocar el dinero antes de ponerse unos guantes de algodón destinados exclusivamente a este fin: ‘Vaya uno a saber por dónde anduvieron estas chirolas’, solía decir”35. Y su sobrino, EG, despreciaba el dinero por “inmoral e inútil”. En síntesis, que estamos ante una familia de terratenientes linajudos, de orientación liberal (“unitarios”) y, por consiguiente, oligárquica. Punto que no debe olvidarse.

3. LOS

PADRES

Ya sabemos bastante de los ascendientes directos; profundizaremos ahora la cuestión. Daniel James, autor de la que continúa siendo la mejor biografía sobre Guevara -a pesar de los más de siete lustros transcurridos desde su publicación, 38 años con exactitud-, nunca citada por los marxistas por puro prejuicio ideológico36, presenta el caso de los progenitores. Primero, el del padre, del siguiente modo: 35 Constela, Julia, op.cit., p. 79. En cuanto al trato de su hermano Ernesto con el dinero: “fue siempre igual: sin rapacidad ni codicia pero con desmesura”: op. cit., p. 24. ¿Cabría imaginar una actitud similar en los seguidores marxistas del Comandante Guevara...? 36 O si lo citan, es para insultarlo, como Germán Sánchez Otero, que califica al libro de “grotesco”. Este último autor merece la detención de unas líneas. Sánchez Otero es embajador de Cuba en la Venezuela de Hugo Chávez, con lo que ya se irá viendo su importancia en el “staff” castrista. El señor embajador expresa un criterio muy ortodoxo. Así, nos dice que la “bibliografía publicada fuera de Cuba referente al Che, es escasa en textos iluminadores y vasta en torceduras y confusiones”. Luego, premisa segunda, un análisis veraz “sólo pueden cumplirlo cabalmente autores guevaristas”. Tercero, dentro de ese sector, un examen certero sólo pueden adquirirlo quienes “tienen en Fidel su exégeta más cabal”: Che, sin enigmas. Mitos, falacias y verdades, Bogotá, Ocean Sur, 2007, pp. 24, 2, 6. De consiguiente, como se desprende de tal silogismo, las biografías de Guevara escritas por los que no han consultado con Fidel palabra a palabra, deben ser colocadas en el Index Castrista. De esa suerte, no sólo

36

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“Ernesto Guevara Lynch era un inadaptado; sus antecedentes y educación como aristócrata le inducían a burlarse de la vida burguesa, mientras que la sangre aventurera de sus antepasados parecía haberse disuelto en él. Se pasaba de agradable, de simpático. Por si fuera poco, su vida había sido muy fácil y nunca había sentido el aguijón de la aventura o de la opresión. Empero, el espíritu aventurero persistía en Guevara Lynch; estaba adormecido y lo único que necesitaba era un poco de viento para convertirse en llama abierta. Requería del concurso de un espíritu más fuerte, que lo indujera a obrar. Lo halló en Celia de la Serna, rebelde apasionada”37. James merece condena. El libro de Horacio Manuel Rodríguez es “superficial y simplón”. Respecto a la de Ricardo Rojo, la califica de “mentirosa”, y, aunque estima que sería “difícil probar que esta obra haya sido escrita por encargo de la CIA”, es claro que Rojo fue un “instrumento consciente o no de la CIA”. La de Frederich Hetmann, que aparenta devoción por EG, es, en realidad, “disolvente”. En cuanto al trabajo de Hugo Gambini, es obvio que no es “un texto riguroso”. Además, que: “por sus desvirtuaciones y deficiencias, no podía ser reproducido por editoras serias, de orientación progresista”. “Con el cinismo que le es inherente -explica sobre Jorge G. Castañeda-, ese autor azteca aborda al Che con intenciones manipuladoras”. Castañeda, “petulante y ególatra”, editó una “obra tendenciosa”, con “un enfoque general sesgado”. Ni qué decir en orden a las relaciones de Guevara con Castro. Allí, “Castañeda no es nada original: repite las mismas tesis infundadas de varios biógrafos y periodistas que levantaron esas calumnias”. En especial, “uno de los traidores más desvergonzados de la Revolución cubana, Carlos Franqui”. Castañeda podría haber imitado a su compatriota, Paco Ignacio Taibo II, quien sí ha compuesto “una extensa y hermosa biografía... la más completa y objetiva que conozco”. Lástima que por no consultar más con Fidel, le falte “interpretaciones a la altura de la personalidad” del biografiado. En cambio, la de Jon Lee Anderson es “innecesariamente extensa... laxa... sin aliento analítico... mediocre”. La de Pierre Kalfon es “más sesgada. Deforma los hechos... y repite las mismas infamias conocidas”. O sea, que, mientras el “brain trust” de La Habana, ahora comandado por el aborigen David Deutschmann, compone una obra que realmente se pueda leer, hay que conformarse con las de Taibo II y de Jean Cornier, que se han elaborado desde una perspectiva “honesta, al servicio de la utopía”: op. cit., pp. 25, 26, 27, 29, 31, 32, 38, 39, 40-41, 42, 43, 44. Brillantes juicios los de Sánchez Otero. Con un defensor de esa ralea, Guevara no necesitaba que nadie lo atacara. 37 James, Daniel, Che Guevara. Una biografía, México D. F., Diana, 1973, p. 37 (traducción del inglés: Che Guevara: A Biography, New York, Stein and Day, 1969). El plumífero castrista Mariano Rodríguez Herrera se ve obligado a citar a Daniel James por un dato que sólo él trae. Empero, acto seguido añade: “escritor que se supone agente de la CIA o muy ligado a la agencia”: “Tania, etc.”, cit., p. 98. “Se supone”. Creer, presumir, imaginar. Con tal método, uno puede “suponer” que Rodríguez Herrera trabajó de trapecista en Tanganika o de cloaquista en Bulgaria. Lo cierto es que el libro de Rodríguez Herrera, que

37

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Ernesto Rafael Guevara Lynch, nacido en 1900, de profesión “hacendado”, según su acta matrimonial38, apodado “el loco Guevara”, estudiante frustrado de arquitectura, era un hombre alto (1.80 m. de altura), apuesto, imprevisor, simpático, muy supersticioso, dicharachero, manirroto, forzudo y mujeriego. Su mayor capacidad radicaba en la facilidad que tenía para dilapidar el capital propio, primero, y el de su mujer, después. Jon Lee Anderson se ha interesado bastante en este personaje secundario del drama, que poca atención había merecido de parte de otros biógrafos, tal vez disuadidos por la personalidad mediocre y fabuladora que trasluce su libro39, o la conducta acomodaticia de no vale un centavo (intelectualmente hablando), de corte infantil, para consumo interno del castrato, ha merecido una reedición en una gran editorial argentina; mientras que el del supuesto agente de la CIA nunca se publicó en nuestro país. Ni qué decir que a los castristas cualquier obra que se aparte un milímetro de su dogma es, por definición, de la CIA. Así, Froilán González y Adys Cupull escriben: “Ricardo Rojo, considerado por muchos como agente de la CIA”: “Amor, etc.”, cit., p. 306. Allí, en la perla del Caribe, salvo Fidel, ni el gato se salva del mote infamante. 38 Constela, Julia, “Che, etc.”, cit., p. 15. 39 Guevara Lynch, Ernesto, Mi Hijo el Che, Bs. As., Sudamericana, 1984, 2000; 2ª. ed., La Habana, Arte, 1988; también: Aquí Va un Soldado de América, Bs. As., Sudamericana-Planeta, 1987, 2000. Ni Carlos Figueroa ni “Calica” Ferrer, que estaban presentes en el tren que partía a Bolivia, y dónde según el padre, Ernesto pronunció la frase con que titula la obra, dicen haberla oído; y hasta añaden que pudo estar referida al atuendo semi-militar que vestía Ernesto, con ropa regalada por su hermano Roberto, pero sin la connotación revolucionaria que le adjudica el progenitor. Ver: Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 55. En términos generales, las “memorias” del padre, no brillan por su veracidad. Un buen motivo, lo apunta Jon Lee Anderson. Señala que: “Fernando Barral me dio a leer un original del mismo libro -“Aquí va un soldado de América”, de Ernesto Guevara Lynch- con cartas excluidas de la versión publicada”: op. cit., p. 765. Esto bien puede interpretarse como que el señor Guevara sometió su libro a la censura castrista, y allí eliminaron las cartas que no les gustaron; conducta totalitaria que él mansamente aceptó. Jorge G. Castañeda sostiene que el padre de EG, “participa plenamente de la manía cubana de despojar a los héroes de todo trauma, dilema o contradicción existencial”: op. cit., p. 131, nota 1. Son eufemismos para señalar que Ernesto Guevara Lynch ha alterado los textos de los documentos que presenta. Con todo, “Aquí va un soldado de América”, sigue siendo el mayor repositorio epistolar sobre EG. Referente a aquella “manía”, hay otro muy buen ejemplo: las Memorias de Pombo. Publicadas casi junto con el “Diario del Che en Bolivia”, han sido reeditadas 30 años después, con un prólogo donde su autor anuncia que ha introducido “precisiones”. “Aspiro -expresa- con estas precisiones a que todas aquellas palabras o conceptos que no fueron comprendidos, o que fueron intencionalmente tergiversados al hacerse

38

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

un liberal de izquierdas que se instala en Cuba a vivir becado por el régimen castrista. Cuando la separación conyugal, los que toman el partido de la madre, que son los más, le echan la culpa a Guevara Lynch de las “fragorosas discusiones”, que “giraban siempre en torno al exceso de infidelidades y a la escasez de dinero”40. Ni esposo ni padre ejemplar, al parecer. Un amigo de la casa, el joven estudiante Osvaldo Bidinost Payer, sostendrá categóricamente: “El padre era la contracara de Ernesto”41. Por eso, los biógrafos del “Che” lo quieren poco. Sin embargo, es obvio que parte de sus genes se trasladaron a su primogénito. Por lo pronto, en el orden crematístico, el mismo EG reflexionó: “Me parece que yo para los negocios soy como mi viejo”42. Incapaz, quiso decir. “Para un tipo ahorrador (¡!) como el viejo”, dirá con sorna en otra ocasión43. la trascripción del diario en ediciones anteriores fuera de Cuba, obtengan ahora su verdadera dimensión... Así se corregirán distorsiones de esta parte del diario que no responden a la realidad histórica”: Villegas, Harry (Pombo), Pombo. Un hombre de la guerrilla del Che, Bs. As., Colihue-Ed. Política, 1996, p. 10. Como no puede negar lo que él mismo escribió (porque el manuscrito se difundió en el extranjero), pretende que el único que entiende el sentido de esas palabras es él. En realidad, es obvio, que tales “precisiones” provienen de la censura castrista. Asunto acreditado por Jon Lee Anderson, op. cit., pp. 679689, donde transcribe las partes expurgadas del “Diario” de Pombo en Bolivia. Resulta que tal método, repudiado en cualquier parte del mundo civilizado, es considerado natural y perfectamente admitido en Cuba. Así, Luis Suárez Salazar, prologuista de los discursos de “Barbarroja” Piñeiro Losada, expone que éste siempre estaba dispuesto “a enmendar (incluso en las pruebas de plana) algunas de las respuestas que originalmente nos había ofrecido”: Barbarroja. Selección de testimonios y discursos del Comandante Manuel Piñeiro Losada, Compilación, notas y prólogo por Luis Suárez Salazar, La Habana, Ediciones TRIcontinental- Si-Mar S.A., 2000, p. 12. Ingenua confesión. 40 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 18. Julia Constela menta las indisimulables “aventuras extramatrimoniales”, y cita a una amiga de la familia, quien dijo: “El padre era un señor con pretensiones de playboy”: op. cit., p. 67. 41 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 126. 42 Gambini, Hugo, op. cit., p. 56. 43 Guevara, Ernesto, “Diarios, etc.”, cit., p. 231. A lo que el padre, en ocasión del nombramiento de su hijo en el Banco Central de Cuba, replicará: “¿Mi hijo Ernesto manejando los fondos de la República de Cuba? Fidel está loco. Cada vez que un Guevara abre un negocio, quiebra”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p.

39

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Asimismo, Anderson en su pintura anota en primer lugar el temperamento irlandés, de los Lynch, en su modalidad explosiva: “Guevara Lynch también tenía su genio ‘irlandés’, y todos los amigos de Alta Gracia recuerdan sus ataques de cólera, sobre todo ante una presunta afrenta a un miembro de la familia. Exagerado no, el famoso mal genio es un rasgo que el hijo mayor heredó de Guevara Lynch. Cuando era niño, escribió, Ernestito “perdía los estribos” cuando pensaba que lo habían regañado o castigado injustamente, y las peleas a puñetazos con sus rivales de la barra eran frecuentes. Jamás perdió su mal genio, pero cuando llegó a la universidad había aprendido a dominarlo, a sustituir la amenaza de violencia física por una lengua filosa que apabullaba a la gente. Pero en las raras ocasiones en que perdía el control, a veces reaccionaba con golpes”44. Ernesto Guevara Lynch era “hombre de pocas pulgas y arma en la cintura”, “de armas llevar. Casi siempre lo acompaña un revólver Smith y Weeson de cachas blancas, el cual saca a relucir cuando la situación lo requiere”, tenía “fama de alocado”, e “incapaz de tener una reserva de dinero”45. “Calica” Ferrer (que es uno de los pocos que simpatiza con él) lo describe como un hombre muy forzudo y altanero en su trato con los sirvientes46. 244. Ahí mismo este autor inserta el conocido chiste de que: “en una reunión de la dirección revolucionaria cubana, el primer ministro había preguntado si había un economista entre los presentes y el Che, que estaba dormitando, alzó la mano. Luego, en privado, aclararía: “Creí que habías dicho comunista, no economista”: op. cit., pp. 243-244. Es claro que, como hispanocriollos, carecían del “sentido reverencial del dinero”, que diría Ramiro de Maeztu, propio de los protestantes anglosajones, con el “beruf” calvinista. O sea, que eran manirrotos, despilfarradores. 44 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 37. 45 López Das Eiras, Horacio, op. cit., pp. 53,54. 46 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 28. Dice que en el coche-comedor del tren a Buenos Aires, un mozo le contestó descomedidamente a Celia. Entonces, Guevara Lynch, “se levantó de su asiento, cazó al mozo de las solapas y empezó a zamarrearlo como una almohada. Le gritaba: “Qué te creés, carajo, que vas a contestarle así a una señora”. Tuvieron que sacárselo porque lo mataba. Los chicos mirábamos todo tranquilos porque sabíamos que no le podían ganar en una pelea cuerpo a cuerpo, era un fenómeno de fuerza. Y a pesar de su actitud campechana con todo el mundo, nunca dejaba de ser un Guevara Lynch”. Obviamente: compadrada de señorito déspota con el personal de servicio.

40

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Dolores Moyano, amiga de la familia, lo describe de esta suerte: “El padre era un hombre simpático, bastante distraído, que hablaba con voz tonante y daba órdenes que olvidaba enseguida, por otra parte, casi nadie las obedecía”47. El aludido mal genio que Ernesto hijo heredó de su padre, tenía una raíz irlandesa, que lo volvía tornadizo, voluble, pronto a estallar en sus arranques de ira o de alegría. “Benigno”, su subordinado en la Sierra Maestra, en el Congo y en Bolivia, indica que en las cercanías del lago Tanganika logró ver que: “el Che actuaba según como amaneciera su carácter. Si se encontraba contento, tranquilo, él actuaba con más cariño, más respeto. Pero allí en aquel lago, andaba muy impaciente, no se tranquilizaba”48. Agresividad impetuosa, herencia paterna; transferida a ironías amargas e hirientes, aporte materno. “Benigno”, al memorar su experiencia del África, cuenta que Guevara se sinceró sobre su comunismo, y entonces: “Él nos explicaba que, desde niño, había aprendido el comunismo bajo la influencia de su madre; su padre era anticomunista. El Che nunca quiso a su padre, en cambio adoraba a su madre; él decía que su madre fue quien lo formó, le daba fuerzas para superarse, mientras que el padre le quitaba fuerzas”49. Concluyamos con ese padre tan poco querido, con Guevara Lynch. Constela, Julia, op. cit., p. 70. Y añade: “El Che nos trataba como si fuéramos marionetas. No contábamos como oficiales. Por más responsabilidades que teníamos, no teníamos derecho a voto. Cuando nos llamaba a una reunión, era para una descarga. A ninguno preguntaba su opinión. A cualquiera que se atrevía a preguntar algo le respondía tan irónicamente, que uno quedaba desautorizado de antemano. “Usted se calla, no opina”, era su respuesta”. Por otro lado, expone que “sus castigos eran verdaderamente despiadados”. “Nunca entendí eso del Che”: Benigno ( Dariel Alarcón Ramírez), Memorias de un soldado cubano. Vida y muerte de la Revolución, Barcelona, Tusquets, 1997, pp.106, 107, 104. 49 Benigno (Dariel Alarcón Ramírez), op. cit., p. 153. “En la historia, el Che era el comunista”, dice. 47 48

41

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Éste sufría de un apasionamiento inocuo, que lo llevaba a tomar partido militante en pendencias internacionales. Primero, cuando la “Guerra del Chaco”, entre Bolivia y Paraguay, de 1929 a 1935. Ernesto Guevara Lynch llegó a decir que: “estaba ‘dispuesto a tomar las armas’ para defender a Paraguay. Contagiado por el entusiasmo de su padre, el hijo mayor también empezó a seguir las noticias de la guerra. Guevara Lynch advirtió poco después que la guerra se había infiltrado entre los niños, que se dividían en paraguayos y bolivianos para jugar a la guerra”. Un caso de belicosidad estéril. Luego, el de la Guerra Civil Española, de 1936 a 1939, del que nos ocuparemos más adelante. Y, por fin, el de la Segunda Guerra Mundial, de 1939 a 1945, entre el “Eje” y los “Aliados”. Entonces, en Córdoba: “Guevara Lynch se dedicó con energía a la ‘Acción Argentina’, un grupo de solidaridad con los aliados, y fundó un local en Alta Gracia... Ernesto, quien había cumplido los once, ingresó a “ala juvenil” de ‘Acción Argentina’ y poseía su propio carné que, según su padre, exhibía con orgullo”. Los referidos heroísmos nonatos o frustrados mostraban por las claras la personalidad de Guevara Lynch, que quería y no podía: “Anhelaba llevar una vida intrépida y aventurera, pero estaba condenado a vivir su vida casi siempre en la periferia de los grandes sucesos... Había anunciado a los cuatro vientos que estaba dispuesto a combatir por Paraguay, pero no lo hizo. La Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial le brindaron nuevas causas por las cuales militar, y más adelante lo haría por otras, pero siempre desde afuera. Y al fin y al cabo no se le recordaría por esas actividades sino por haber sido el padre de Ernesto Che Guevara”50. Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 39-40. Ernesto hijo, no se quedó en ese orbe fantasioso, como su padre. Él peleó de verdad. No obstante, el apego a las utopías socialistas, tal vez tenga que ver con la herencia de imaginaciones febricientes. Lo del niño Guevara de la Serna, miembro de “Acción Argentina”, se basa en las memorias del padre, que, como adelantábamos, no son muy de fiar. Hasta hay quien piensa que Guevara padre quería, literariamente hablando, “competir con su hijo”: González, Gustavo, “La historia completa de un mito lla50

42

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Por tales salidas mereció el mote que le puso su hijo del “Che naranjas”. Guevara hijo llamaba a su padre: “‘el Che naranjas’ porque según el comandante siempre quiso ‘importar revoluciones’ a Paraguay, que es más o menos lo mismo que importar naranjas”51. Aventurerismo guerrero imaginario. Quimeras belicistas ensoñadas. Altanería. Ahí queda eso. ¿Y la madre...? Responde Daniel James: “Celia, empero, era tan aristocrática como su esposo y, al igual que él, no tenía antecedentes de pobreza o injusticia de qué quejarse; había nacido en medio de la opulencia y el prestigio... el último freno a su natural rebelde desapareció poco después (de 1918) cuando en rápida sucesión murieron su padre y su madre y ella quedó en la más absoluta libertad y con mucho dinero para hacer lo que le viniera en ganas... Casi todo lo que Ernestito aprendió en sus primeros años, fue enseñanza de su madre. Los antecedentes aristocráticos de Celia la traicionaron, pues a pesar de su rebeldía contra su clase, de pronto se halló enseñando a su hijo la lengua y la cultura francesa, que por tradición habían sido la característica típica del snobismo... De esta suerte, entre madre e hijo floreció una relación desusadamente íntima, en la que la madre jugó el papel del elemento dominante, no sólo emocional, sino también en lo intelectual. No hay duda de que Ernesto Che Guevara fue, en esencia, una creación de su madre”52. Culta madre dominadora.

mado Che”, en Noticias, Bs. As., n° 1618, 28 diciembre 2007, p. 82. Más aún: conforme al testimonio de Ariel Vidosa, EG llegó a ser partidario de los alemanes en la guerra por odio a los anglosajones. 51 Constela, Julia, op. cit., p. 37. Y añade: “Los sueños de Ernesto basados en una eficiencia en la que ni él mismo podía creer, los negocios destinados al fracaso, una inclaudicable fe en capacidades varias y dispersas” fueron sus notas constantes: op. cit., p. 20. 52 James, Daniel, op. cit., pp. 37, 42, 43.

43

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Francofilia cultural: impronta oligárquica. El símbolo del país extranjerizante, que rompía con sus raíces para mejor acoger al “progreso” de los anglosajones. Hispanofobia unida a la francofilia (cultural) y la anglofilia (económica): “Si el inglés es el lenguaje de los negocios, el francés era el lenguaje del espíritu y del placer, porque París era a la vez Atenas y la Síbaris”53. Metequismo, a veces unido al rastacuerismo (que no es éste el caso). Celia de la Serna, por cierto, había hecho su viaje ritual y lustral a París54. Alentaba a su hijo Ernesto a repetir el periplo, con la misma ilusión; haciéndole aprender tan bien el idioma francés que los líderes argelinos Ben Bella y Houri Boumedienne, al conocerlo, se quedaron asombrados de su dominio de la lengua gala; admiración que compartieron Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir cuando lo entrevistaron en La Habana55. A diferencia de los comunistas argentinos, que nunca han leído “Das Kapital”56, Guevara, de la mano de su madre, leyó a Karl Marx, de joven por primera vez; pero en francés, eso sí. Celia, por su lado, cantaba puño en alto la marcha comunista “La Internacional”; pero eso sí, en francés57. Ella: “En los actos públicos entonaba fervorosamente La Marsellesa y también cantaba fragmentos de La Internacional, pero en francés”58. 53 Jauretche, Arturo, op. cit., p. 77. Cfr. Viñas, David, Literatura argentina y realidad política, Bs. As., Jorge Álvarez, 1964. 54 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 25. “Rastacueros”: ricos que gastaban su dinero en París. “Metecos”: extranjeros que se establecían en Atenas. Advenedizos, forasteros. En la Argentina se ha usado para aludir a los extranjerizantes; a quienes querían reemplazar la cultura propia por otra (la francesa) foránea. 55 Kalfon, Pierre, op. cit., pp. 309, 310. 56 Acá interponemos nuestra propia experiencia al respecto. En el año 1973, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, en pleno instante camporista, repleta de profesores marxistas, marxólogos y marxistoides, nos repartían gratis unas copias de “Para leer El Capital”, de Louis Althusser (aquél que terminó asesinando a su mujer). Acuciado por las circunstancias, fuimos hasta la biblioteca de la Facultad y pedimos la obra principal de Marx. ¡Cuál no sería nuestra sorpresa al recibir los tomazos de la edición del Fondo de Cultura Económica, en hoja! ¡Nadie los había abierto nunca! Ahí están los bibliotecarios para atestiguarlo. Pasaba algo similar que con las “Bases” de Alberdi, que todos las citan, y nadie las lee. 57 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 60. “La International será le genre humaine”... 58 Constela, Julia, op. cit., p. 73.

44

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Celia mentaba en sus cartas “la necesidad biológica” de ir a París, y su hijo compartía esa definición59. Así, en la carta de Ernesto hijo a Celia, desde México, del 17 de junio de 1955, le expresa: “Sin embargo, a balazo limpio tenés que conseguir la herencia y tenés que largarte a París. Allí nos juntaremos. Creo que a vos te gustará; pero para mí es una necesidad biológica”60. Ahora, expone Julia Constela: “Con frecuencia Celia hablaba en francés con sus hijos; Carmen y los suyos se incorporaban a esas conversaciones con soltura; no en vano las De la Serna habían sido educadas en el mismo colegio. El uso doméstico de otro idioma fastidiaba a Ernesto (padre)... Recordando aquel tiempo Celia se preguntó: “¿Por qué no me tentaba hablarles en inglés?... tampoco pensé nunca en ese idioma; en cambio, sí pensaba en francés”61 . Afrancesados, los llama Fernando Córdova Iturburu. Afrancesados, con propiedad. Para ellos, Francia era su mundo y su capital, París. Vivían en la Argentina como exiliados. Nada de esto es novedoso. Desde antiguo, la xenofilia francófila del Río de la Plata se concretaba con el viaje a París. Si para Manuel,“Manucho”, Mujica Láinez ir a París era “como nacer de nuevo para un argentino”, para Manuel Piñero más directamente era “para gozar de la presencia de Dios”. Rito inexcusable, heredado de Esteban Echeverría, Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi62. No innovaban mucho, pues, estos revolucionarios. 59 Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., pp. 99-100. París, surge constantemente en la correspondencia con Celia. Así, cuando la muerte de Sara de la Serna, EG le dirá a Celia: “Lo de Sara pasó y ahora París espera”. En ese asunto, de la enfermedad de su tía, afirma Jon Lee Anderson que Guevara mostrará “un tono de ligereza casi brutal”: op. cit., pp. 156, 152. 60 Altamira, Luis, op. cit. Curioso es el caso de este marxista-leninista, avocado a un litigio sucesorio... 61 Constela, Julia, op. cit., p. 63. 62 “Tal te he considerado yo, bella Francia, que debo a la luz de tus grandes hombres el aliento de mi espíritu... Tú has sido el sueño dorado de mi vida, la querida ilusión que rivaliza con mis ídolos de amor. Ver tus montañas, visitar

45

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

La francofilia maternalmente inculcada le duró bastante a EG. Poco antes de emprender el viaje con “Calica” Ferrer en 1953, le exponía que iban a llegar hasta Venezuela, donde trabajaba el “Petiso” Alberto Granado, y: “después nos vamos a París los tres con el Petiso, ¿entendés?”63. En 1955, en Ciudad de México, ya en contacto con los cubanos, le escribirá a su padre indicando la probabilidad de su viaje a Cuba. No obstante, añade de inmediato: “mi meta irrenunciable sigue siendo París y llegará aunque sea nadando todo el Atlántico”. Lo apunta Paco Ignacio Taibo II: “Ernesto Guevara es, en esos momentos de su vida, esencialmente un vagabundo. En 22 meses de estancia en México tan sólo en su correspondencia con la familia y dos amigas, hay 161 menciones a viajes posibles o hipotéticos. Estas obsesiones viajeras quedan retratadas en uno de los poemas escritos en aquellos días: ‘El mar me llama con su amistosa mano / mi prado -un continente- / se desenrosca suave e indeleble / como una campanada en el crepúsculo’”64. París, “mon amour”, legado de la madre; esa “vieja esnob”, como EG la denominará en alguna ocasión65. tus ciudades, fue para mí en los alegres años de mi vida el ideal de la felicidad terrestre”: Juan Bautista Alberdi, Obras Completas, Bs. As., t° II, p. 211. “He abrazado, más bien dijera esta Francia de nuestros sueños... me aproximo a aquel foco donde parten para nosotros los movimientos del espíritu... siento no sé que timidez, mezclada de curiosidad, admiración y respeto, como aquel sentimiento religioso e indefinido del niño que va a hacer su comunión primera... Por primera he gozado de aquella dicha inefable, de que sólo se ven muestras en la radiante y franca fisonomía de los niños. “Je fläne”, yo ando como un espíritu, como un elemento, como un cuerpo sin alma en esta soledad de París. Ando lelo”: Domingo Faustino Sarmiento: Viajes. “¡Nobles hijos de Francia! Llegó para vosotros / El día grande y bello de la rehabilitación, / El día que esperábais, a fin que viese el mundo / brillar puro en el Plata vuestro inmortal blasón”, rimaba Echeverría al bloqueo francés del Río de la Plata en 1838: Echeverría, Esteban, “A la legión francesa”, en: Obras Completas, t° III, p. 229. 63 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 16. “Petiso”: argentinismo: de corta estatura. 64 Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 86. 65 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 286. El parágrafo completo es el siguiente: “Ernesto también divierte a los amigos (en Guayaquil) hablándoles del

46

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Cierto es que Celia presentaba notas claramente distintivas. Conforme a “Calica” Ferrer: “Celia, además, era un caso aparte, la distinción la llevaba hasta en las uñas. La recuerdo con su collar de perlas jugando al ‘bridge’ en el Sierras Hotel y fumando cigarrillos negros con un aire arrogante de mujer de avanzada... hablaba perfectamente francés. Una mujer culta, elegante, refinada. Nunca se quedaba callada ante nada, siempre tenía una respuesta para todo. Celia no era sólo la “señora” de la casa, era toda una personalidad. Y tenía mucho humor, hacía chistes, deslizaba ironías y comentarios sarcásticos... su (hijo) preferido era Ernesto... tenían personalidades e inteligencias parecidas”66. Arrogantes eran los dos progenitores, cada uno a su manera; explosivo, el padre; sarcástica, la madre. En otro orden de cosas, Celia exhibía una cualidad no muy común en una mujer: era muy temeraria. Buena nadadora, le gustaba arriesgarse más de la cuenta, aún en aguas turbulentas. Dos o tres veces estuvo a punto de morir ahogada en el Río Paraná. Ernesto Guevara Lynch ha contado que estando Celia en su sexto mes de embarazo de su segundo hijo (la niña Celia), fue a nadar al Paraná, y la correntada la atrapó: “Probablemente se hubiera ahogado si dos hacheros de su esposo que talaban un bosque vecino no la hubieran visto y arrojado lianas para arrastrarla a la orilla. esnobismo de la madre y del antiperonismo del padre. A su ascendiente femenina la tilda cariñosamente de ‘vieja esnob’, por su afición a los tés literarios, típicos de los ambientes porteños intelectualizados. Del padre muestra un recuerdo más crítico: “Ernesto nos contaba que el antiperonismo de Guevara Lynch era de un espíritu un poco ‘gorila’. A pesar de ser medio socialista, rechazaba esa invasión del ‘negro’, la gente del interior que invadió Buenos Aires”. Además, en Guayaquil, le confesará a Andro, ‘Petiso’, Herrero, “con pena, sin poder contenerse, que su madre se rodeaba de poetas y literatos frívolos, de mujeres que ‘probablemente eran lesbianas’”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 126. Aclaración: ‘gorila’ se decía de los antiperonistas furiosos. ‘Negros’ o ‘cabecitas negras’, motejaban los oligarcas liberales porteños a los provincianos pobres, semi-mestizos, que migraban a la Capital Federal en busca de trabajo. Y no era ‘a pesar de ser medio socialista’, sino precisamente por serlo. Todos los discípulos socialistas de Juan B. Justo y Nicolás Repetto tenían en peor aprecio a los ‘cabecitas negras’ que los mismos oligarcas ‘conservadores’ (del liberalismo). 66 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 24.

47

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Guevara Lynch recordó con desagrado varios episodios similares de los primeros años de su matrimonio, cuando su esposa estuvo a punto de ahogarse. Las personalidades discordantes de Celia y Ernesto ya habían empezado a chocar. Ella era una persona distante, solitaria y aparentemente inmune al miedo; él, un hombre necesitado de afecto a quien gustaba estar rodeado de mucha gente; un ansioso crónico cuya imaginación magnificaba los riesgos que veía acechar por todas partes”67. En otra ocasión: “durante un verano en Mar del Plata, Celia se lanzó a nadar mar adentro con olímpica ignorancia de la bandera roja que alertaba de un fuerte oleaje. Después de bracear durante varios minutos, y de tener en vilo a los bañistas que avistaban semejante locura, finalmente logró volver a la orilla”68. Frente a un cónyuge flojo, de flaca voluntad, Celia mostrará mayor temple, un carácter tenaz y aguerrido, un atrevimiento rayano en la imprudencia. “Leche hervida”, demasiado segura de sí misma, la recuerda su sobrina Carmen Córdova Iturburu. Voluntarismo extremoso, antes que deviniera en extremista ideológica. En este terreno se dio una simbiosis neta entre madre e hijo: “Los dos disfrutaban del peligro, eran personas de naturaleza rebelde, resuelta y obstinada”69. No cabe duda alguna que acá los genes transmitidos fueron todos del lado De la Serna. James ha efectuado el encuadre básico de ese matriarcado. Ahora añade: “Celia tenía ideas muy precisas sobre todo -la vida, la política, Argentina, la humanidad en general- que, con el paso de los años, se fueron inclinando cada vez más hacia la izquierda, idea que inculcó a su hijo, un muchacho a quien su enfermedad había causado resentimiento. El padre tuvo un papel 67 68 69

48

Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 26-27. López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 45. Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 33.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

bastante secundario en el desarrollo y formación de su hijo. Hombre tranquilo, más amigote de sus hijos que padre severo, y mucho menos todavía que un maestro, dejó a Celia libertad absoluta; por lo demás, no era tan extremoso como ella, aunque compartía en lo fundamental sus simpatías políticas e ideológicas. No fue, pues casual que el futuro Che Guevara odiara a las clases superiores, a la burguesía y en general, al sistema social, económico y político vigente; creció en ese medio, que desde su infancia le imbuyó su dominante madre”70. Pareciera que estuviéramos frente a una relación edípica invertida, en términos freudianos. Carmen Córdova Iturburu habla de “Edipo contra Edipo”, con una simbiosis absoluta. Lo cierto es que Celia vivía para Ernestito, prefiriéndolo ostensiblemente a sus otros cuatro hijos. Y ya gobernante en Cuba el hijo mayor, la madre fue a instalarse a la isla caribeña, para seguirlo de cerca. Para alentarlo en la rebelión marxista, que ella le había inculcado desde niño. Anota al respecto Hugo Gambini que Celia: “Iba y venía detrás suyo, enamorada de su hijo, como no parecía haberlo estado de nadie. Embobada por esa personalidad tan dúctil..., Celia participaba en las reuniones como un funcionario más. Y hablaba. ¿Por qué no? ¿Acaso no sabía de qué se trataba? Hasta que él la contuvo: ‘Vieja, quedate tranquila, por favor. Hay cosas que vos no entendés. No me hagas hacer papelones’”71. Neurosis, claro. Personalidad psicopática. Incapaz de reconocer límites prudenciales, se dejaba arrastrar por sus pasiones desordenadas. La rebelión químicamente pura, sin cortapisas de la realidad. Y de señora “bien”, muy aseñorada, a la que todo le estaba permitido. Eso también iba en los genes De la Serna. Jorge Castañeda nos resume el punto: “Esta mujer excepcional fue sin duda la figura afectiva e intelectual más importante en la vida de su primogénito, por lo menos hasta el encuentro de éste con Fidel Castro en México en 1955. Nadie, ni su padre, ni sus esposas o hijos desempe70 71

James, Daniel, op. cit., p. 43. Gambini, Hugo, op. cit., p. 383,

49

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

ñaron en la vida del Che un papel equivalente al de Celia, su madre... le impuso un sello a la vida del Che Guevara que sólo Castro pudo igualar, durante un breve interludio en la vida de ambos”72. Su nieta, Aleida Guevara March, apunta lo que sigue: “Mi abuela Celia era todo un personaje. Fue una mujer muy firme. Forjó la voluntad de hierro de mi papá. Todo el tiempo estaba encima de él para que hiciera las cosas que no podían hacer los asmáticos: jugar al fútbol, subir montañas...”73. Un personaje singular, en efecto. Acá se da un curioso paralelo que a EG sin duda le hubiera gustado. Se trata de Lenin, uno de los “clásicos” mentores de la ideología guevarista. Pues, Vladimir Illich Ulianov tuvo una madre, María Blank, con una incidencia decisiva en la orientación de su hijo. Ella, además de casta noble e hija de terratenientes, era “independiente y poco conformista”. Mientras su esposo, alto funcionario civil del zarismo, mantenía sus creencias religiosas, a ella “no le gustaba ir a la Iglesia”. Por eso: “sin pedir la aprobación del marido, empezó la educación revolucionaria de sus hijos”74. Madrazas revolucionarias. En síntesis: la agresividad belicosa, el mal genio, el afán de odiseas fantasiosas, la prestancia de una figura varonil seductora, debe ponerse a cuenta del código genético de los Guevara-Lynch. ¿Y los De la Serna qué aportaron? La lengua filosa, la tendencia a prendarse del esnobismo galo, la obstinación acerada, la temeridad y, por sobre todo, la rebelión utópica. Unidos los gametos, tenemos el cigoto. En cuanto al factor exógeno de la educación, ya cabe adelantar con James que: “Los padres, en particular Celia, cultivaron asiduamente en Ernesto, hijo y en los otros muchachos, los mismos prejui72 73 74

50

Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 24 “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., p. 253. Ulam, Adan B., Los Bolcheviques, Barcelona, Grijalbo, 1969, p. 15.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

cios sociales, políticos e ideológicos que ellos tenían. En otras palabras, el Che no creció en una casa en que se propiciara el debate político e intelectual o el intercambio de ideas básicas, o que toleraría diferencias profundas respecto a ellas. Así, pues, la familia fue para él su primera su primera experiencia en una sociedad más o menos cerrada”75. En particular, la forma de gobierno democrática, en el sentido constitucional de ese régimen, para EG era cosa de yanquis. Y, asienta con lucidez: “los yanquis no se pueden pasar sin defender la democracia en algún lado”76. O sea: que a los Guevara se los podrá acusar de haber sido muchas cosas; pero nunca de demócratas-republicanos, ni prosélitos del parlamentarismo pluralista. Tenemos, pues, el retrato de familia. Ahora veamos otro dato psico-somático decisivo.

4. EL

ASMA

Conforme a la versión del marido, el 2 de mayo de 1930, Celia fue a nadar al Río de la Plata en San Isidro. “Desaprensiva como era”, llevó a Ernestito; “hacía un frío horrible y había sudestada”. El niño se enfermó, y siempre según su padre, allí contrajo el asma terrible que lo habría de acompañar toda la vida. No cualquier asma, sino un asma severa. Pierre Kalfon sitúa la circunstancia: “En San Isidro, aristocrático barrio de las afueras de Buenos Aires, a orillas del Río de la Plata, se producirá el hecho cuyas consecuencias sobre el cambio de vida de los Guevara nadie imagina aún. El primer ataque de asma de Ernestito. El padre, ocasional copropietario de un astillero muy próximo (N. A.: ‘Astillero San Isidro’, empresa constructora de yates), 75 76

James, Daniel, op. cit., p. 44. López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 295.

51

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

había sido llamado para sustituir a un socio desfalleciente (N. A.: Germán Frers). Sin renunciar por ello a la plantación de Misiones, la familia se instala por algún tiempo en San Isidro, en una agradable mansión alquilada a uno de sus cuñados (N. A.: Martín Martínez Castro, casado con María Luisa De la Serna). Tras los senderos de la selva del Alto Paraná, abiertos a machetazos, llega el césped de jardín inglés, las rastrilladas avenidas del ‘Neuilly’ de Buenos Aires, los paseos por el inmenso delta (N. A.: comúnmente, hasta el San Isidro Yacht Club) en el pequeño yate de doce metros y cinco literas que Guevara Lynch se ha hecho construir (N. A.: el ‘Kid’; aunque es más probable que se trate del ‘Ala’, un yate mayor con el que Frers pagó parte de sus deudas); en realidad, un regreso al acomodado estilo de vida de la buena sociedad aristocrática de la que la pareja, pese a todo, forma parte... Esa modernidad (de Celia) se traslucía también en su marcada afición por el deporte, especialmente la natación, cuando las mujeres no solían ser grandes nadadoras. Entrenada por sus hermanas desde muy pequeña, Celia “cubría mil metros sin ninguna dificultad”. La mañana del 2 de mayo de 1930, va con su hijo a nadar al río, en el muy selecto Club Náutico de San Isidro, cercano a su casa. Es otoño. El aire fresco anuncia la ‘sudestada’, un agrio viento procedente del sur, de las heladas altiplanicies de la Patagonia. Celia no se preocupa, la hermosa y decidida muchacha de veintitrés años quiere recuperar su silueta tras el nacimiento, cuatro meses antes, de la pequeña Celia, llamada Celita. Le ruega a Ernestito, que tiene casi dos años, que la espere como un niño bueno en la playa de arena gris. Cuando el padre va a buscarlos a la hora de comer, la madre sigue nadando, pero el niño, transido, en bañador todavía, tirita. Aquella noche, Ernesto Guevara de la Serna tuvo su primer ataque de asma. Terrible. Su entrecortada respiración sume a los padres en una angustia que roza el pánico. Se inicia, en palabras del padre, ‘lo que fue para nosotros una especie de maldición... nuestro viacrucis’”77. 77 Kalfon, Pierre, op. cit., pp. 24, 25. Es un relato conforme a los dichos de Guevara Lynch, Ernesto, “Mi hijo, etc.”, cit., p. 128.

52

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Se trata de un ataque de ahogo, con una cerrazón bronquial que lleva al paroxismo. Ernesto Guevara Lynch siempre pensó que la enfermedad se había originado aquel día de San Isidro. Sin embargo, y cuando menos, él debió haber tenido presente que si debieron prolongar la estadía en Rosario en 1928, fue por la bronconeumonía que contrajo el recién nacido Ernestito, cuando, alarmados sus parientes -la abuela Ana Lynch y Beatriz y Ercilia Guevara Lynch, hermanas- viajaron hasta ese puerto para colaborar con la asustada madre. ¿Cuáles fueron las secuelas de aquel episodio...? También debía saber que su esposa, Celia, había padecido asma de niña, dolencia de carga genética, y era alérgica78. Pero, no. Para él sólo contaba la “desaprensión” de su mujer, y así se lo echó en cara más de una vez. Luego, comenta Daniel James: “Celia siempre creyó que fue ella la causa del asma de su hijo y ese complejo de culpa le acompañó el resto de su vida... Como hacía todas las cosas, llegó a los extremos en el cuidado y atención con que se consagró a su hijo. La impulsaba el complejo de culpa de haber expuesto a su hijo a la crueldad de los elementos, aquella tarde mayo de 1930, y los reproches, casi constantes, de su esposo por el mismo motivo... El hecho de que, a pesar de los años trascurridos no se hallara cura para el asma de Ernestito, puede muy bien haber sido la causa final del distanciamiento que surgió más tarde entre Ernesto y Celia, que terminó en su completa separación. Pero lo más probable es que el alejamiento de los padres de Ernestito y el avance de su asma hayan estado correlacionados. Dos especialistas argentinos, los doctores Bela Mittelman y León Grimberg, han sostenido que el asma de los niños suele ser el resultado de un profundo conflicto emocional en relación con uno o con ambos padres. Aunque, en el caso de Ernestito, la “La neumonía a los cuarenta días de vida y el resfrío en el Club Náutico pueden haber operado como gatillos de una elevada predisposición genética; no provocaron su asma”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p.28. Asimismo, para Castañeda, el ahogo es un síndrome defensivo. La referencia al asma de Celia, en: Lavretsky, I., op. cit., p. 15. Celia, dice Jon Lee Anderson, era “sumamente alérgica y sufría ataques de asma. Más adelante algunos de sus hermanos y hermanas (de Ernesto) también contrajeron alergias y asma, aunque ninguno en grado tan virulento. Probablemente la exposición al frío y el agua sólo habían activado los síntomas que ya estaban latentes en él”: op. cit., p. 28. 78

53

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

enfermedad se inició con el enfriamiento de San Isidro, pudo muy bien haberse convertido en una enfermedad crónica como resultado de la incertidumbre familiar y los frecuentes pleitos entre Celia y Ernesto. Lo cierto es que, a lo largo de la vida del Che, los ataques de asma solían ser concomitantes con estados de tensión emocional. Las descripciones de tales ataques, ya sean hechas por el Che o por sus amigos y camaradas, revelan con claridad tal asociación. A Celia se le desarrolló un amor avasallador por su primogénito... y lo prefirió sobre sus otros cuatro hijos”79. Traumas. Complejos de culpa. El padre, la madre y el asma: un trío (o, al menos, un dúo, si ponemos al padre entre paréntesis) para configurar la vida de Ernesto Guevara de la Serna, por entonces: “Teté”. La dolencia se vincula estrechamente con los remedios con los que se intenta ponerle fin. De todo se probará, y nada resultará. Sólo la adrenalina, inhalada o inyectada, la cortisona o el tubo de oxígeno, que contribuyen a dilatar los bronquios. El fracaso terapéutico conmueve a los padres. Los llena de miedo, por lo pronto. Guevara Lynch ha escrito: “No podíamos oírlo hipar y no habiendo atendido jamás a un asmático, mi mujer y yo nos desesperábamos... Ernesto se iba desarrollando con ese terrible mal encima y su enfermedad comenzó a gravitar sobre nosotros. Celia pasaba las noches espiando su respiración. Yo lo acostaba sobre mi abdomen para que pudiera respirar mejor y, por consiguiente, yo dormía poco o nada... es algo que destroza los nervios. Nunca pude acostumbrarme a oírlo respirar con ese ruido particular de maullidos de gato que tienen los asmáticos”80. Dado que no sabían cómo tratar a un asmático severo y crónico, los padres de “Teté” se dieron en aplicar una serie de métodos, a cuál más estrafalario81. James, Daniel, op. cit., pp. 40, 41, 42. Guevara Lynch, Ernesto, “Mi hijo, etc.”, cit., pp. 175, 176. 81 “Los padres, a medida que van perdiendo la esperanza de encontrar el modo de terminar con esa “maldición”, siguen probándolo todo. Las inyecciones de calcio, la vaselina líquida que le hacen tragar, los medicamentos más diversos no pro79 80

54

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

En general, deseaban combatir la restricción respiratoria con prácticas audaces. Así, el padre: “tenía algunas manías peligrosas. Por ejemplo, cuando bañaban a Ernestito, él lo ponía a secar al sol. Decía que de esa forma se fortalecía y aprendía a soportar el frío”82. “Donde el padre de Ernesto desempeñó un papel central fue en transmitirle al asmático un gusto voraz por el deporte y los ejercicios, y una convicción de que a pura fuerza de voluntad podía vencer las limitaciones y penas que la enfermedad le imponía”83. Otros autores atribuyen a la madre la responsabilidad de esos gestos. Ella, frente al asma: “lo anima (a Ernestito) a desafiarla practicando el más rudo y agotador de los deportes (N. A.: el rugby); lo que no tendrá éxito como terapia, pero blindará a Ernesto Guevara de la Serna con una legendaria fortaleza de carácter que a nada temerá, mucho menos a una muerte con la que forcejea desde sus primeros días, haciendo de lo siniestro un hábito. Así se acostumbrará a nadar contra la corriente, trepar árboles hasta la copa, enfrentarse a carneros furiosos, correr más rápido que los demás, taclear rivales siempre más corpulentos, hacer furiosamente el amor, trepar montañas ariscas, andar por selvas nubladas de humedad, desplazarse entre multitudes que lo amaron hasta la sofocación, emboscar al enemigo asordinando el jadeo, realizar trabajos voluntarios hasta el desmaducen ningún resultado notable. Tantean para intentar aislar el eventual “factor desencadenante”, anotan cuidadosamente lo que el niño come, los vestidos que lleva, los objetos que utiliza, la humedad, la presión atmosférica, la temperatura ambiental... Ordenan que se rehagan los colchones, las almohadas, cambian las sábanas de algodón por nailon (producto nuevo por aquel entonces). Quitan de la habitación todas las alfombras y cortinas, evitan cualquier contacto con perros, gatos, aves... Todo es en vano. Y entonces se vuelven hacia las fantasiosas sugerencias de los curanderos: cocimiento de hierbas locales, remedios caseros y, pese a sus principios racionales, basta con que le digan al padre que la presencia de un gato sería benéfica para que lo ponga en la cama de Ernestito. Resultado: el gato muere asfixiado pero el asma sigue igual”: Kalfon, Pierre, op. cit., pp. 34-35. 82 James, Daniel, op. cit., p. 37. 83 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 31. En esa dirección puede anotarse el dicho de Celia que Ernestito podía convertirse “en un neurótico como el padre que lo sobreprotege”: Constela, Julia, op. cit., p. 49.

55

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

dre, vadear ríos demasiados caudalosos, recorrer diferentes continentes y diferentes climas. Siempre con su asma a cuesta haciéndole todo más difícil”84. Claro que jugó al rugby, de “insider” o “medio-scrum”, primero en el Club Estudiantes, de la “Docta” y, después, en Buenos Aires, de “full-back” en el SIC (San Isidro Club) y en el “Atalaya”, de segunda división. No llegó a gran jugador y concluía los partidos la mayor parte de las veces tirado al borde de la cancha, jadeando a más no poder, dándole al “Asmopul”. Una práctica deportiva que para curar el asma no serviría, pero sí para acrecentar el voluntarismo y la temeridad innata. Un amigo juvenil, Fernando Barral, recuerda que le tenía una secreta envidia a Ernesto: “Por la decisión, audacia y seguridad en sí mismo. Y sobre todo por la temeridad, que yo recuerdo como una de las expresiones más genuinas de su carácter”. Otro camarada de esos años, José (“Pepe”) González Aguilar, memora de esta suerte a los muchachos de la familia Guevara. Todos ellos eran, dice: “muy audaces en los juegos, en los deportes, en todas esas cosas; nos tenían un poco atemorizados a nosotros. A Ernesto le gustaban mucho los juegos de riesgos y recuerdo también la imagen de su hermano Roberto, en nuestra casa, saltando de un tercer piso a la casa de al lado, sobre el vacío. Lo hacía por gusto, riéndose de nosotros porque no lo seguíamos”85. El “remedio” u osadía había sido previsto para el primogénito “Teté”. No obstante, por contagio, sirvió para sus hermanos. En orden cronológico estos fueron: Celia (“Celita”), Roberto, Ana María (“Peluja”) y Juan Martín (“Patatín”, “Tudito”). Precisamente, a la hora de efectuar un balance del legado educativo de su padre, Ana María Guevara de la Serna de Chávez Álvarez, manifiesta: O’ Donnell, Pacho, op. cit., p. 27. Cfr. Cupull, Adys y González, Froilán, Ernestito: vivo y presente. Iconografía testimoniada de la infancia y la juventud de Ernesto Che Guevara, 1928-1953, La Habana, Editora Política, 1989, p. 82. Cfr. Un hombre bravo, La Habana, Capitán San Luis, 1994. 85 Gambini, Hugo, op. cit., pp. 42, 37-38. 84

56

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“‘La cosa que verdaderamente intentó papá y que para él tenía real importancia, era que supiéramos defendernos y que aprendiéramos a tirar al blanco’. Con ese objetivo, el padre y sus pequeños hijos, se asocian al polígono del Club Tiro Federal, al que frecuentan periódicamente”86. Virtud primera de las personas: disparar bien un arma de fuego (el “bufoso”, que diría EG). Veamos sólo dos testimonios más acerca del atrevimiento guevariano. El médico Alberto Granado, “Mial” (“Mi Alberto”, según el apodo que le puso EG), gran compañero de aventuras americanas, ha narrado que cuando iba de excursión a la sierra, Ernesto se divertía: “asustando a todos al caminar, haciendo el pino, por la barandilla de un puente de ferrocarril, a veinte metros por encima del suelo. Hay una foto en que se le ve avanzando tranquilamente por un simple tubo puesto a través de un barranco de cuarenta metros de profundidad. Al parecer todo le sirve para desafiar el asma: puesto que los ataques imitan la muerte por asfixia, rocémosla cuando no haya asma y entrenémonos”87. “El Pelado”, concluye, “tenía esa capacidad de arriesgarse al peligro, le gustaba el peligro”88. Le seguirá gustando89.

López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 52; cfr. Korol, Claudia, op. cit., p. 24. Ana María sacó de esa enseñanza una lección especial. Ella fue miembro del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), como su marido, Fernando Luis Chávez Álvarez quien, en el exilio, dirigió la JCR (Junta Coordinadora Revolucionaria), integrada por guerrillas sudamericanas, que operó también en Europa, y que, por reacción generó la modalidad represiva conocida como “Plan Cóndor”. 87 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 42. 88 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 190. 89 En la ciudad de Guatemala, hacia 1954, Guevara fue bien aceptado en las comidas y libaciones del grupo de cubanos exiliados del Movimiento 26 de Julio. Según la referencia que nos proporcionara Walter Beveraggi Allende, primo segundo de EG y que asistió a alguna de esas comidas, los cubanos, entonados con una buena cuota de ron, sacaban sus armas y efectuaban disparos hacia el techo y el piso. Los invitados, alelados, temerosos de los rebotes de los proyectiles, se fugaban. No así Ernesto Guevara, que se hallaba en su salsa en ese ambiente temerario. 86

57

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Enrique Martín, un amigo pobre de Alta Gracia, que había dudado en frecuentar la casa de los Guevara -“nosotros no sabíamos si ir porque ellos eran de familia rica, mientras que nosotros éramos de familias humildes”- afirma, y narra lo siguiente: “Lo que más destacaba en Ernesto era su temeridad. En ‘el paredón de los jesuitas’ hay un remanso del río donde se junta un poco de agua. Él se subía a una saliente de piedra que hay a más de cuatro metros por encima y se zambullía. También lo hacía desde un sauce muy alto que ya no está. Los demás no nos animábamos y estábamos convencidos que alguna vez se iba a romper la cabeza”90. Era “más que valiente, temerario”, corrobora “Calica” Ferrer91. Audacia en los padres, sumada a la audacia en los hijos; resultado: la temeridad. Actitud que no debe ser confundida con la valentía. Esta es una virtud, vinculada a la fortaleza, que consiste en el valor, en el coraje ante los riesgos, en el brío animoso para arrostrar el peligro; en cambio, la temeridad, es una deformación de aquella, fundada en el atrevimiento cuasi irracional, que raya en la imprudencia. EG, al modo de Ernest Hemingway, cortejó el peligro, y respetó e imitó a cuantos, al estilo de los toreros, desafiando los riesgos, plantaban cara a la muerte. Temeridad que despertó innumeras admiraciones. Un compañero de guerrillas en la Sierra Maestra cubana, lo vuelve a documentar: “Poseía -dice- una valentía temeraria; no le temía a nada ni a nadie y constantemente exponía su vida con absoluto desprecio del peligro”92. Actitud impar, en tiempos que preanunciaban el pacifismo cobardón de nuestra época. Sin embargo, en el juicio calificado de Fidel Castro, fue “el talón de Aquiles” de Guevara93. O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 31. Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 46. 92 Testimonios sobre el Che. Compilación de Marta Rojas, La Habana, Pablo de la Torriente, 2006, p. 118. 93 “Barbarroja, etc.”, cit., p. 91. 90 91

58

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Ejercitación temeraria. Aunque el asma siguiera impertérrita. En adelante, asma y temeridad serían compañeras inseparables. Anotamos otra consecuencia del asma. Expone O’Donnell: “El agua aparece en la vida del niño como un enemigo; ya sea en las frías aguas del Náutico o en los chorreantes ataques de sus vengativos hermanos... Todo ello quizá baste para explicar la resistencia al contacto con el agua, lo que dará al Che la fama que nunca se molestó en desmentir, como viajero, funcionario o combatiente, de rehuir la higiene”94. Pues, por eso, en el equipo de rugby “Atalaya” le pusieron el sobrenombre de “El Chancho” (N. A. para extranjeros: cerdo, cochino, porcino, puerco, marrano, gorrino y figuradamente: sucio). Guevara lo tomó a broma, y dado que escribía para la revista “Tackle”, firmó los artículos con ese apodo. Como se lo reprocharan porque “era de mal gusto”, lo cambió, y, en adelante firmó “Chang-Cho”, como si fuera un chino... Y resultó que quedó “El Chancho”, como mote amical (el familiar era “Teté” de niño, o “Tito”, por Ernestito, de más grande). Al punto que su amigo Ricardo Rojo recordaba que se presentó de este forma: “Mirá, Gordo, a mí los amigos me llaman ‘El Chancho’, y agregó a modo de explicación: ‘Dicen que hago ruido cuando como’. Ahora El Chancho era el Che”95. 94 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 35. La referencia a los ataques de los hermanos, proviene de Carmen de la Serna, y es la siguiente: “Los hermanos que conocían su punto débil cuando se peleaban con él, llenaban una jarra de agua para volcársela encima y provocarle así un espasmo bronquial que lo paralizaría”: Ibidem. Cfr. Gambini, Hugo, op. cit., p. 35. 95 Rojo, Ricardo, op. cit., pp. 107-108. A propósito de este asunto, en nuestro primer ensayo sobre Guevara, del año 1977, escribíamos: “Aparte del sentido del humor, la anécdota revela una nueva y curiosa semejanza con su par: Fidel. ‘Fidel Castro recibía de su padre 200 dólares mensuales, más que suficientes a mediados de la década de 1940. No obstante, usaba ropa sucia y vieja, raras veces se bañaba o se preocupaba en cambiar de camisa, no concurría a la barbería y hacía alarde de parecer bohemio y desaliñado. Esto y sus malos modales fomentaron su impopularidad (¿?) entre los estudiantes. En la universidad lo apodaban Bola de churre que significa bola de grasa sucia’: Weyl, Nathaniel, La estrella roja sobre Cuba. El asalto soviético al hemisferio occidental, Bs. As., Freeland, 1951, p. 56. Cfr. Díaz Araujo, Enrique, El Che Guevara

59

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Conocido es que en Córdoba, como en general en el Interior Mediterráneo, los jóvenes son muy aficionados a colocar motes a sus amigos y enemigos, algunos bien singulares y duraderos. Pues EG se distinguió en esta materia; no sólo apodando a sus parientes y compañeros, sino autodenominándose con algún sobrenombre. Por lo pronto, digamos que “El Chancho” no era el apodo favorito de EG96. Durante un buen tiempo permitió que lo llamaran “Pelao” (o “Pelado”), porque usaba el pelo muy corto (“a la media americana”), en un contorno de muchachos que se lo dejaban largo. En cualquier caso, él prefería el de “Fuser” -“Furibundo Serna”- conque firmaba otros escritos97; y que apuntaba más a la causa (Mito y Realidad), Mza., Separata del Boletín de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, n° 21, 1977, pp. 22-23. Reeditado en: Díaz Araujo, Enrique, La rebelión de la nada, o los ideólogos de la subversión cultural: Herbert Marcusse, Wilhem Reich, Franz Fanon, André Gunder Frank, José Ingenieros, Paulo Freire, Teilhard de Chardin, Che Guevara, Bs. As., Cruz y Fierro, 1983, p. 282. 96 En materia de apodos, nos parece el mejor aquel que EG le colocara sucesivamente a sus hermanos Roberto y Juan Martín. “Tudito”, les decía (por “pelotudito”, tontito, pero agravado). Roberto Guevara de la Serna, que militó en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) fue detenido en Ciudad de México, el 20 de octubre de 1981, por haber participado en el secuestro extorsivo de la Lic. Beatriz Madero Garza, hija del industrial Enrique Madero, candidato presidencial del PAN (Partido de Acción Nacional). De los 20 argentinos detenidos, la instrucción mantuvo 5 en prisión preventiva, entre ellos, Roberto Guevara. Tras casi un año de cárcel fue liberado por presiones políticas internas y externas. Ver: Bernetti, Jorge Luis y Giardinelli, Mempo, México: el exilio que hemos vivido. Memorias del exilio argentino en México durante la dictadura militar 1976-1983, Bs. As., Universidad Nacional de Quilmes, 2003, p. 135; Santucho, Julio, Los últimos guevaristas. La guerrilla marxista en la Argentina, 2ª. Ed., Bs. As., Vergara, 2004, pp. 214-215. Julio Santucho, hermano de “Roby” (Roberto M. Santucho, jefe del ERP), compartió la suerte de Roberto Guevara de la Serna. 97 El lector ya habrá advertido que nosotros no empleamos el divulgado mote de “el Che” para referirnos a Ernesto Guevara de la Serna, en este inicial período vital. Los motivos nos parecen obvios. El primero y elemental es que acá estudiamos la etapa de su vida que concluye, precisamente cuando los cubanos (Ñico López, el primero, en Guatemala y luego los otros en México) lo empiezan a llamar “Che”. Y más aún: pensamos que la personalidad emergente en 1955, presenta rasgos diversos del joven argentino que hasta entonces fuera, al punto que “el Che” reemplaza a Ernesto Guevara de la Serna. El siguiente y consiguiente, es el anacronismo de rotular a este joven con un apelativo que le colocarán los foráneos muchos años después. El tercero, que si bien resulta natural que a

60

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

-temeridad antiasmática- que al efecto -privación de duchas frías-. Y, como tal “Fuser”, será conocido en amplios círculos cordobeses de esa época. Bien. Cerremos este paréntesis, digamos “terapéutico”, y retornemos al orden cronológico. Por el ataque de asma severa de Ernestito, los Guevara, en principio, se mudaron de San Isidro a Palermo, otra zona residencial (calles Sánchez de Bustamante y Peña). Pero la humedad de Buenos Aires no les daba tregua. Resolvieron trasladarse a Córdoba, con su clima seco, provincia con la que tenían fuertes vínculos. Así fue cómo, tras un breve paso por el barrio de Argüello, se radicaron definitivamente en Alta Gracia, en la serranía cordobesa, donde el asma, si no desapareció, al menos se estabilizó.

5. ALTA GRACIA Si Ernesto Guevara de la Serna no puede considerarse rosarino nativo, empero sí fue cordobés adoptivo. Aclaremos de inmediato que el propio EG era quien así lo declaró en Cuba: “en la provincia a la cual pertenezco, que es Córdoba” (17 de octubre de 1959). los demás hispanoamericanos y a los extranjeros en general, les despierte curiosidad el uso de la interjección coloquial argentina para llamar la atención del interlocutor, no puede serlo para nosotros. Asimismo, debe tenerse presente que no es más que una exclamación, impropia del lenguaje escrito. El mismo Guevara de la Serna, lo admitió -medio en broma, como cuando firmó billetes de papel moneda cubanos con el nombre de el “Che”-, como había tolerado otros apodos (de a poco, él también aceptó e hizo suya esa denominación, grata a los cubanos). Empero, lo sugestivo es que los argentinos guevaristas repitan aquel asombro ante la presencia de la voz exclamativa de nuestro tuteo. Eso nos parece una perfecta estupidez, ¿no, che?... N. B.: “como un acto despreciativo firmaba (los billetes) “Che”: López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 19. Asume como Presidente del Banco Nacional de Cuba en donde, “con un gesto de desdén, firma los nuevos billetes de banco simplemente como “Che”: Guevara, Ernesto, “Diarios, etc.”, cit., p. 21. “Firmados con desparpajo: Che... Para los comunistas cubanos, el desplante del Che con su firma en los billetes y sus incómodos comentarios ideológicos vinieron a confirmar la sospecha de que Guevara era trotskista”: García Lupo, Rogelio, op. cit., pp. 229, 226. Guevara designa a la partícula como “nuestro patronímico onomatopéyico”: Guevara, Ernesto, “Diarios, etc.”, cit., p. 145.

61

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“De todos modos te aclaro que soy más cordobés que porteño” (a María Rosa Oliver, 1964)98. No se sentía “porteño”, desde luego99. Hasta llegaba a acusar a “Calica”, su amigo cordobés, de que: “era fanfarrón como un porteño, aunque él también se sentía cordobés y adoraba Córdoba”100. Aún, instalado en Buenos Aires, cuna de sus padres, EG: “se aferra más que nunca al menor pretexto para escapar hacia Córdoba, que es su ‘pago’, su país”101. En la Facultad de Medicina: “Por su cantarín acento cordobés se advierte enseguida que es un provinciano. Y lo asume sin problemas. No tiene la cadencia italianizante del habla porteña ni el comportamiento algo arrogante de la gente de Buenos Aires”102. Su biógrafo, el porteño Hugo Gambini, registra que EG mencionaba a la manera de ser porteña como: “Pura parada, pura pinta”. Él se había propuesto ser todo lo contrario”103. Luego, algo está en claro: no era porteño. Buenos Aires, ha anotado don José Ortega y Gasset, estaba poblada por gente “guaranga, engrupida y pucherista”; que vivían en “una ciudad inglesa, poblada por italianos que hablaban un mal español”. Guevara no tenía nada que ver con eso. 98 López Das Eiras, Horacio, op.cit., pp. 21, 23. Gustavo Roca, al tratarlo en 1959 dirá: “ra un enamorado de la Argentina y de Córdoba, en una forma casi obsesiva”: Ibidem (un amor inoperante, digamos). “Nuestra ciudad mediterránea”, la llama en sus “diarios”; y la compara con Lima, “ciudad colonial, o provinciana, mejor”: Guevara, Ernesto, “Diarios, etc.”, cit., pp. 98, 211. 99 “Para nosotros ‘porteño’ era un insulto”: Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 41. 100 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 137. No obstante, “Calica” es uno de los pocos que afirma que EG se sentía rosarino, y que elogiaba a las personas nativas de esa ciudad: op. cit., p. 74. 101 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 76. Expone Carlos “Calica” Ferrer que, cuando vivían en Buenos Aires, “a pesar de todas las diversiones y relaciones sociales que depara una gran ciudad, seguíamos prefiriendo el encanto de Alta Gracia”: op. cit., p. 69. 102 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 64. 103 Gambini, Hugo, op. cit., p. 141.

62

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Entonces, cordobés, con tonada incluida104. Córdoba, hasta los años de 1950, era una ciudad “levítica” (por sus doctores), señaladamente aristocrática ( no oligárquica)105. En Córdoba, asevera Jauretche, “empieza el interior, el país no computado en el progresismo liberal sino como una incómoda carga”. Y añade: “Córdoba es todavía una pequeña ciudad provinciana y su crecimiento moderno llegará mucho más tarde... La vieja ciudad de los doctores en los dos derechos, se mantiene en los estamentos de ‘parte sana’ y ‘gente inferior’... Córdoba, devota y doctoral es la capital de las sierras, y Rosario la de su ‘pampa gringa’... Cuando en Buenos Aires se habla de Córdoba se habla de las sierras: Cosquín para la tuberculosis, Ascochinga y Alta Gracia para los veraneantes distinguidos... Apenas apunta... el valle de Punilla, que en La Falda y después en La Cumbre recogerá y disputará los veraneantes de la burguesía rosarina a los sitios anteriormente tradicionales”106.

“Por su acento era un provinciano”, recuerda Berta Gilda “Tita” Infante, condiscípula comunista de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires: Taibo II, Paco Ignacio, p. 31. Conforme a Horacio López Das Eiras, el asunto fue más matizado. Dice: “No pasa mucho tiempo hasta que Ernestito se acostumbra a la tonada de los cordobeses, única en la Argentina por su ‘cantito’. Una expresión que se amplía al pronunciar las letras vocales y que Ernesto nunca llega a adquirir totalmente. Su acento se forja en una mezcla del habla porteña que recibe en su casa, y una pizca del cordobés que recoge en la calle”: op. cit., p. 99. De los 4 a los 16 años en Alta Gracia, deben haber dejado su rastro sonoro, pensamos. 105 Como no nos es posible desarrollar acá ese tema, nos remitimos a la siguiente bibliografía básica: Agulla, Juan Carlos, Eclipse de una aristocracia. Una investigación sobre las elites dirigentes de la ciudad de Córdoba, Bs. As., Líbera, 1988; Díaz de Molina, Alfredo, La Oligarquía Argentina. Su filiación y régimen (1840-1898), Bs. As., Pannedille, 1972, 2 Vols.; Ferrero, Roberto A., Origen y transformación del radicalismo de Córdoba, en: Todo es Historia, Bs. As., año IX, n° 106, marzo de 1976; Bischoff, Efraín U., Historia de Córdoba. Cuatro siglos, Bs. As., Plus Ultra, 1977; Melo, Carlos R., Córdoba entre 1862 y 1930, en: Academia Nacional de la Historia, Historia Argentina Contemporánea 1862- 1930, Bs. As., El Ateneo, 1964, vol. IV; Calvo, Bernardino S., Gravitación de factores demográficos (socio-económicos) en el proceso político de la provincia de Córdoba (1912-1916), Cdba., 1970, mimeografiado. 106 Jauretche, Arturo, op. cit., pp. 121, 120. 104

63

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Córdoba -su capital, sus sierras, el norte, y máxime, Traslasierra; no la Córdoba del este, de la pampa “gringa”- era por los años del treinta, el centro emblemático del antiguo país criollo, del “Interior”, como se decía despectivamente en el arco costero que va de Rosario a Bahía Blanca; arco fluvial y marítimo, sede a su vez, del país inmigratorio. Córdoba era lo Mediterráneo, la “tierra adentro”, la Argentina raigal que, poco a poco, se iba esfumando. La “Córdoba Azul”, con sus campanarios, era la plasmación urbana de un pueblo con un sentimiento elevado de su dignidad -que sentía “el indoblegable orgullo de ser argentino”, que diría su poeta máximo, Don Leopoldo Lugones-, que retrocedía vencido ante la fuerza financiera avasalladora de los dueños del Puerto107. Los porteños, que desde tiempo atrás se sentían el ombligo del mundo, han hecho suya la figura despreciativa aplicada por el mexicano Carlos Fuentes, de que “descendían de los barcos”. Tal vez allí, en esa “ciudad de extranjeros”, que estigmatizara Sarmiento, predominaban los recién llegados ultramarinos108. Pero ellos no son -y sobre todo, antes de la masificación mediática televisiva, no eran- todo el país. Los cordobeses, por ejemplo, descendían del Perú. Córdoba, todavía hacia 1930-1940, ¡oh, maravilla!, era aún una ciudad española, hispanoamericana. Colonial, señorial, levítica, doctoral, estaba impregnada Aparte del libro clásico de Arturo Capdevila, son recomendables para evocar aquella ciudad, los versos que le dedicara Jorge Vocos Lescano: “Tanto querer tus cosas provincianas / en vez de corazón tengo un tañido / donde me caben todas tus campanas”. Y el “desvelo de sierra y campanario, / está en el corazón, no tiene horario”: Obra Poética (1949-1977), Bs. As., Academia Argentina de Letras, 1979, pp. 15, 16. 108 Esto no quiere decir que en el Interior no hubiera inmigrantes. Los había, y muchos; pero ellos se integraban al estilo tradicional argentino, y no imponían su ley de apatridismo (“pluralismo cultural”, que le dicen), como en Buenos Aires. Estadísticamente, en esta última ciudad, en 1914, por cada 100 personas 72 eran extranjeros, un fenómeno sin parangón en el mundo: Germani, Gino, Política y sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas, Bs. As., Paidós, 1965, p. 200. En ese mismo año, “por cada nativo varón en edad activa existían en ella casi tres extranjeros dentro del mismo grupo de edades”: Bunge, Alejandro, Una nueva Argentina, Bs. As., Kraft, 1940, p. 150. Todavía, en 1936, el 30,6 % del total de la población de la Capital Federal, había nacido en el extranjero. No obstante, eso no era grave. Lo fue cuando, hacia 1985, los hijos de aquellos inmigrantes comenzaron a sostener que la Argentina era como Tánger u Hong Kong, y que se componía de diversas “culturas”, comenzando por las indígenas, la judía, la italiana y la musulmana... Les ha faltado añadir la armenia, taiwanesa y la coreana. 107

64

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

de sencilla placidez, extraña, por tanto, al ritmo febril que imponen los que pierden la vida tratando de “ganársela”. Por lo cual, los Guevara De la Serna no podían ser ajenos al estrato más alto de esa sociedad tradicional. Los biógrafos foráneos que huyen del tema de la categoría social a la que pertenecía Ernesto Guevara de la Serna, creen que el empobrecimiento paulatino y constante de esa familia la habría separado de la “gente principal”. No es así. Por lo pronto como sostiene Juan Carlos Agulla: “La aristocracia de Córdoba ha sido, en general, bastante pobre y se ha ido empobreciendo cada vez más”109. O sea: que estaban en la misma pendiente “de la vida sin remedio”. Por ese lado, pues, no iba a haber problema. Tal vez, el asunto apareciera cuando retornaran a Buenos Aires, ya más decaídos económicamente. Mas, de momento, eso no pasaba. Y, por el flanco de los Guevara: “El matrimonio Guevara se convirtió en una presencia permanente de la vida social en el hotel Sierras. Si no tenían dinero, al menos pertenecían a la buena sociedad, de la cual poseían el porte y los apellidos. Sus conocidos decían que los Guevara tenían ‘estilo’”110.

109 Agulla, Juan Carlos, op. cit., p. 66, nota 4. Un descendiente del “Gaucho” Lozada, propietario de alguno de los “chalets” que los Guevara alquilaron en Alta Gracia, ha manifestado: “Don Guevara no era muy cumplidor. A veces llegaron a debernos seis o siete meses, y creo que cuando se fueron nos quedaron debiendo. Pero en esa época los alquileres no se pagaban en término y en el caso de esta familia, mi padre respetaba su ‘status’ social, aunque venido a menos”: López Das Eiras, Horacio, op. cit., p.37. Malos, pero distinguidos deudores. 110 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 32. Y agrega que sí tenían dinero proveniente de las rentas fundiarias de Celia, pero: “sus penurias se debían en parte a que ni él (Ernesto Guevara Lynch) ni Celia sabían manejar bien el dinero y mantenían un nivel de vida que superaba largamente sus medios. Ofrecían cenas, poseían sulky con caballo y un automóvil, veraneaban y empleaban tres sirvientes. Según las posibilidades económicas, pasaban los veranos en Mar del Plata, el lujoso balneario atlántico de los argentinos adinerados, o en la estancia de la abuela Ana Isabel en Santa Ana de Irineo Portela”: Ibidem.

65

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Carpe diem. Unos y otros dominaban a la perfección el método criollo de gastar más de lo que se gana111; egresos superiores a los ingresos. Y, por consiguiente, endeudamiento sistemático que conduce a la bancarrota postergada; del hundirse con las velas desplegadas en la proa del buque, sin acudir a los botes salvavidas. Dispendiosos, con la flema de los duques ingleses; sin que la miseria se notara ( total: “-¿quién me quita lo bailado?”). Y, entre ellos se entendían (ya fuera en la piscina del Hotel Sierras, en los “links” de su Club de Golf, o en los “courts” del Lawn Tennis Club). De los nobles británicos no aprendieron a administrar bien sus riquezas, pero sí a disimular su ausencia. En Alta Gracia, testimonia “Calica” Ferrer: “Si los criticaban, lo hacían por lo bajo. Para la sociedad, un apellido de alcurnia no era algo menor, y tanto Guevara Lynch como De la Serna..., eran linajes conocidos y respetados por todos”112. Añade Julia Constela: “Celia y Ernesto eran bien recibidos por su displicente elegancia y su indiscutible abolengo, pese a vivir de modo muy poco convencional”113. Salvado ese eventual, e inexistente, escollo, quedaba todo lo demás. El bonancible mundo de los usos y costumbres cotidianos de la villa serrana, con los juegos infantiles y las travesuras de las pandillas de adolescentes. ¡Alta Gracia: aire matutino frío y puro; tardecitas mansas; noches estrelladas! La Residencia en el casco de 111 “Los esposos Guevara no se preocupaban por administrar convenientemente su patrimonio. “Vivieron gastando sistemáticamente todo lo que tenían”, advierte no sin indulgencia Carmen Córdoba. “Carpe diem” parece haber sido su divisa: aprovechemos cada instante de vida y sin hacernos problemas. Lo que explica que cada verano, desde diciembre a enero, sea cual fuere el estado de sus finanzas, la pequeña tribu emprendiera su anual migración. Primero hacia la estancia de la querida abuela en Portela, en plena pampa... Luego hacia Mar del Plata, la estación balnearia elegante de Argentina”: Kalfon, Pierre, op. cit., pp. 46-47. Debe tenerse presente que ahí se alude a la Mar del Plata anterior al peronismo y, por consiguiente, al turismo de las clases medias y bajas porteñas. La Mar del Plata, de Playa Grande, o de los Ingleses, donde veraneaba Marcelo de Alvear. 112 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 24. 113 Constela, Julia, op. cit., p. 55.

66

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

la Estancia Jesuítica, que data de 1643, y su Iglesia, levantada con el estilo barroco del siglo XVII (en el año 2000 la UNESCO la declaró “Patrimonio de la Humanidad”, junto con las otras construcciones de la Compañía de Jesús en Córdoba). Los sulkys para que los turistas litoraleños dieran vueltas por los recovecos de la arcaica estancia del Valle de Paravachasca, como lo llamaban los indios comechingones. La Gruta de Nuestra Señora de Lourdes, a tres kilómetros del centro, construida en 1916, a modo de réplica de la gruta de los Pirineos Franceses. La laguna “Tajamar”, pequeño dique construido en 1659, con un murallón de 80 metros de largo, hecho de piedra, cal y arena, con la torre del reloj público, precisamente inaugurada en 1938. Los “chalets” ingleses de la zona residencial del Alto (Villa Carlos Pellegrini, donde vivieron los Guevara). Los arroyos de aguas claras, como el Chicamtoltina -que en lengua aborigen significa agua fría-, y la verde vegetación que crece a su arrullo. Un mundo que pasó y se fue; pero que dejó su sello escondido en el alma del inquieto Fuser114. Su padre registra el hecho con estas palabras: “La influencia de Alta Gracia, su ambiente natural y social, fue determinante para la formación y posterior desenvolvimiento de mi hijo”115. Referente a lo cual, y con la mayor exactitud, Pierre Kalfon define: “En la vida de Ernesto Guevara de la Serna, Alta Gracia, Córdoba y los alrededores de esta región montañosa y acogedora constituirán la roca sólida, el fundamento de una identidad argentina muy fuerte, que nunca podrán borrar los sobresaltos de su agitada existencia. Llegado allí a los cuatro años y medio, a comienzos de 1933, sólo se marchará catorce años más tarde, con casi diecinueve años para ingre114 Carlos “Calica” Ferrer muestra un cuadro de esa villa: “Porque los chicos teníamos a nuestra disposición... una geografía espectacular que nos invitaba a sentirnos aventureros en excursiones a las sierras, zambullidas en los arroyos, partidos de fútbol improvisados o batallas campales... Una libertad casi total... Los tés, las guitarreadas, los “trucos”, los campeonatos de ping-pong, los asados... las cabalgatas eran todos programas veraniegos en los que participábamos el “elenco estable” de Alta Gracia”: op. cit., pp. 30, 40. 115 Guevara Lynch, Ernesto, “Mi hijo el Che, etc.”, cit., p. 149.

67

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

sar en la facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires, en 1947”116. Mejor diríamos que Alta Gracia fue la roca de la permanencia en conflicto dialéctico con el agua del cambio radical, impulsado éste por el nomadismo ancestral. Sabemos que esa batalla la ganó la trashumancia internacionalista. Empero, en el espíritu de Ernesto Guevara de la Serna quedaron rastros imborrables de la Argentinidad que bebió en Córdoba durante catorce años, precisamente, en sus años formativos. Matero empedernido y tanguero se descubrió a sí mismo, en plena vorágine revolucionaria117. Afloraciones de unas bardas olvidadas; pequeños jirones de una Patria negada.

6. RELIGIÓN Por sus padres, por su cuna, Celia de la Serna debió haber sido católica, y piadosa, además. Sus progenitores la enviaron al colegio de las monjas del Sagrado Corazón (“Sacre Coeur”, en realidad, pues se trataba de un colegio francés) en Buenos Aires, donde cursó el secundario, dando muestras de ascetismo. Pero, una serie de circunstancias la fueron apartando de su fe, volviéndola una anticlerical neta y hasta dura irreligiosa118. El primero de esos accidentes, sin duda, estuvo en su casamiento, y en el modo en que éste se apuró, con Ernesto Guevara Lynch,

Kalfon, Pierre, op. cit., pp. 31-32. Korol, Claudia, El Che y los argentinos, Bs. As., Dialéctica, 1988. La autora es una porteña marxista; sin gran experiencia personal en materia de argentinidad. Guevara desde Ciudad de México, el 17 de junio de 1955, le escribía a su madre: “Lo esencial es que me siento tangueril, vale decir un poco argentino, cualidad que desconocí casi siempre”: Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 89. 118 “Si bien de su madre Celia recibió una clásica educación católica en la escuela del Sagrado Corazón, pronto el ambiente librepensador, radical o francamente de izquierda del hogar de su hermana la transformaría en un personaje aparte: feminista, socialista, anticlerical”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 24. La familia Llosa era muy católica. 116

117

68

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

individuo cuando menos agnóstico, sino “un ateo convencido, criado de esa manera”119. Luego, vino el influjo de quien suplantó a su madre, su hermana Carmen, la cual, al casarse con el escritor comunista Cayetano Córdoba Iturburu, “Policho”, se afilió también al PCA y catequizó en el marxismo a toda su parentela. En tal círculo familiar, con tendencia al matriarcado, el que las madres se tornaran impías, no sería para nada irrelevante. Peleas con un sacristán en Alta Gracia, apartaron definitivamente a Celia de las prácticas del culto120. Otra influencia coadyuvante en ese mismo sentido fue la de la abuela Ana Lynch Ortiz, atea a la manera radical irlandesa (típica de los pueblos cristianos; por reacción desmedida al modo de ser nacional, tal como los españoles de baja condición cultural se cuentan entre la gente más blasfema de la tierra121). Según el testimonio de Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 44. O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 28, cuenta “una escena de violencia, cuando el sacristán de la iglesia tomó rudamente de un brazo a doña Celia, y la sacó fuera por asistir a misa con mangas cortas y pantalones. A partir de ese momento, ningún miembro de la familia volverá a pisar la iglesia”. El relato del amigo Carlos Figueroa, es como sigue: “Celia llegó un domingo a la iglesia, no por piadosa, sino porque se celebraba una misa en conmemoración de una amiga fallecida. El sacristán que era don Rosa Paz, al descubrir que no tenía medias, intentó impedirle el ingreso, pero Celia arremetió y pasó gritándole de todo al sacristán. Durante el sermón, el padre Buteler se dirigió a “las hijas de Dios que exhiben sus carnes”. ¡Para qué! Los gritos de Celia se escucharon en toda la iglesia y el cura no tuvo más remedio que seguir con la misa”: López Das Eiras, Horacio, op. cit., pp. 50-51. La acción del sacristán fue cerril e intolerante, y muy propia de la época, pero la reacción de Celia fue bien expresiva de su carácter extremoso y soberbio. No obstante, hay dos datos que deben ser evaluados. Uno, en 1956, Celia ha escrito a su hijo Ernesto. El 15 de julio de ese año EG le contesta. Entre otras apreciaciones le dice: “Otra cosa rara que te noto es la repetida cita de Tata Dios, espero que no vuelvas a tu redil juvenil”. Singular. La siguiente es que al llegar a Buenos Aires Hildita Guevara Gadea, acompañada de su madre, en 1956, se produjo este hecho: “Antes del regreso de su nuera a Lima, decidieron bautizar a Hildita, sus padrinos fueron don Ernesto y la joven Celia”: González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., pp. 154, 168. La decisión parece que fue de Celia madre, bien que Julia Constela diga que fue del padre, al que antes ha tratado de “ateo hijo de ateos”: op. cit., pp. 156, 16. ¿Qué pasaba...? 121 ¿En qué otra parte de la tierra se pueden oír las palabrotas contra la Virgen o la Hostia que se oyen en el bajo pueblo español...? Escucharlos causa un escalofrío horripilante y una indignación sin límites. 119 120

69

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Pepe” González Aguilar, fue ella quien se ocupó específicamente de alejar a su familia de la religión. Esto se tradujo en el indiferentismo que él apreció en el contexto familiar de los Guevara en Alta Gracia: “Yo era religioso en aquella época; iba a misa llevado por mi madre, y no recuerdo haber visto a los Guevara. Las dos chicas sí: hicieron la primera comunión, pero los hombres no. Los padres tampoco. Eran de familia católica, tenían los chicos bautizados, tenían los ritos, hábitos católicos, pero no los practicaban” 122. Dato que confirma el mismo Roberto Guevara de la Serna: “La formación que tuvimos fue de un anticlericalismo total. La mamá más. Era muy anticlerical... Nosotros jamás fuimos a misa”123. A la luz de lo que llevamos trascrito, creemos que el cuadro que traza Jon Lee Anderson, refleja cabalmente la cuestión: “A diferencia de la mayoría de sus vecinos, los padres de Ernesto sustentaban posiciones anticlericales. La madre de Guevara Lynch era atea y le había dado una educación laica. Celia, menos segura en sus posiciones debido a su educación religiosa, conservó durante toda su vida una inclinación hacia el aspecto espiritual de la vida. Cuando llegaron a Alta Gracia, Celia asistió a la misa dominical con los niños, pero su esposo asegura que lo hizo por ‘el espectáculo’ más que por algún resto de fe religiosa. Con todo, a pesar de sus posiciones libertarias, los Guevara manifestaban la contradicción entre las creencias y la práctica común a muchos católicos dubitativos. Jamás abandonaron del todo los ritos tradicionales que aseguraban su aceptación 122 Gambini, Hugo, op. cit., p. 38. Cfr. revista Primera Plana, Bs. As., n° 251, 17 de octubre de 1967. Ana María ( o Isabel, según varios autores) Lynch, dice Jorge G. Castañeda, era “liberal e iconoclasta”, y “sería la única abuela que conocería el Che y la relación con ella lo marcaría profundamente”: op. cit., p. 23. La empleada doméstica Rosario López, “Charito”, al recordar la primera comunión de Celita, agrega: “creo que los varones deben también haber comulgado pero no sé, no me acuerdo”: Constela, Julia, op.cit., p. 53. 123 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 41. Cfr. Korol, Claudia, op. cit., p. 32.

70

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

por esa sociedad conservadora. Aunque no asistieran a la iglesia, los Guevara hicieron bautizar sus hijos en el rito católico. Ernestito estaba bautizado: su padrino era el adinerado Pedro León Echagüe, quien había presentado a Celia y Guevara Lynch y convencido a éste que buscara fortuna en Misiones. Sin embargo, cuando Ernesto ingresó en la escuela, Celia había dejado de concurrir a misa y los Guevara pidieron que se eximiera a sus hijos de las clases de religión. Roberto recuerda que en los partidos de fútbol después de clase se enfrentaban equipos de creyentes y no creyentes; los ‘no’ siempre perdían porque eran tan pocos”124. Hubo, pues, una evolución negativa en las creencias y en las prácticas de la familia Guevara. El padre, ateo o agnóstico en teoría, de hecho permaneció indiferente. La madre -como el caso de “La Pasionaria” española Dolores Ibarruri, que de la Acción Católica pasó al Partido Comunista-, excesiva como era de suyo, de joven devota125 devino en antirreligiosa militante, fanática, como su suegra. Y, entre nuera y suegra se encargaron de convertir (subvertir) al bautizado Ernestito en un muchacho a-religioso. La propia Carmen de la Serna de Córdova Iturburu, que tanto había incidido en esa desviación, ha asentado: “En casa de los Guevara, allá en Córdoba, nunca se practicó religión alguna... Eran todos librepensadores como la abuela paterna”126. Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 36. “Doña Celia de la Serna cursó su secundario en un colegio para niñas de alta sociedad, el Sagrado Corazón, y era entonces una católica ferviente que introducía trocitos de vidrios en su calzado para martirizarse y hasta pensó en convertirse en monja. Más tarde, con esa misma pasión, se proclamó agnóstica”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 18. Cfr. Constela, Julia, op. cit., p. 12. Un caso parecido al de la Ibarruri lo constituye la chilena Marta Harnecker, quien también pasó de la Acción Católica a la categoría de agitadora comunista-castrista, escribiendo manuales de divulgación marxista y sirviendo en el Departamento América, del PCC, presidido por su marido Manuel “Barbarroja” Piñeiro Losada. La misma Marta Harnecker que, según “Benigno” (Dariel Alarcón Ramírez), ha puesto a su nombre ingentes cantidades de dinero, sacadas de Cuba y colocadas en los bancos de Suiza, en complicidad con “Barbarroja”: op. cit., p. 225. Acá lo pasional no quita lo conveniente, ni lo comunista lo financiero. 126 Gambini, Hugo, op. cit., p. 45. 124 125

71

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Además de todo esto, algunas lecturas -pensamos en concreto, en las obras de Federico Nietzsche- deben haber completado el ciclo de la incredulidad. Lo cierto es que EG, por manera alguna podía ser considerado un cristiano, o tan siquiera un deísta: “No es un Cristo, él mismo se lo escribió a su madre, no contaba con dios alguno que le asegurara la gloria”127. Pero hay más. Pasó del antropocentrismo racionalista al antropoteísmo marxista -“el hombre es un dios para el hombre” (Ludwig Feuerbach)- y, tras ello, al odio por lo sacro, por cualquier religación con la Causa Primera, y, ni qué decir, con el Crucificado. En el trascurso de esta obra iremos anotando semejanzas con Fidel Castro; pues, acá ya damos con una. Fidel, educado con los jesuitas del Colegio Belén, renegó de las enseñanzas religiosas recibidas, y practicó: “un violento odio contra el clero”128. Por cierto que en Guevara hubo un proceso que superó de lejos, el mero anticlericalismo. Su amiga de la infancia, Dolores Moyano Martín ha producido al respecto el siguiente relato escalofriante: “En él había un lado sublime y otro siniestro. Nunca olvidaré cuando, siendo adolescentes, conversábamos sobre Nietzsche y la significación de Cristo como ‘salvador de los pobres’. Obviamente Ernesto compartía la opinión de Nietzsche de que Jesús, como revolucionario, había sido un fracaso. Cuando la conversación derivó hacia la cristiandad heterodoxa de pensadores como Renán, Unamuno o Kierkegard, Ernesto perdió la paciencia y dijo, alterado: ‘¡Estupideces! Nadería sentimental. Igual a nada. Cuando se trata de acciones concretas, esos señores se pinchan como globos. Les aseguro que si Cristo se cruzara en mi camino haría lo mismo que Nietzsche: no dudaría en pisotearlo como un gusano baboso’.Y con la suela de su zapato aplastó un imaginario Cristo-gusano sobre Constela, Julia, “Che, etc.”, cit., p. 13. Weyl, Nathaniel, op. cit., p. 42. Se atribuye, aunque de modo incierto, a Lenin un gesto de aversión anticristiana en su juventud, al arrancarse del cuello la cadena con cruz que llevaba y arrojarla lejos: Ulam, Adam B., op. cit., p. 19. 127 128

72

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

la tierra. Nunca olvidaré esa escena porque prefiguraba lo que Ernesto sería más adelante”129. Ante ello, Dolores Moyano no vacila en emparentar a EG con Piort Verkhovenski, el revolucionario nihilista, personaje novelesco pintado por Fiodor Dostoievski en “Los demonios”. Es decir, un endemoniado; figura literaria de Sergi Nechayev, conductor de la “Narodnaya Volya” (Voluntad del Pueblo), del anarquismo ruso del siglo XIX. Asunto muy serio; de los más serios que existen. Ella seguramente, tiene sus motivos para pensar así. Datos de los que nosotros carecemos. Por lo tanto, de nuestro lado nos conformamos con vincular a EG con otro personaje literario. Se trata del caso del joven ladrón presentado por Graham Greene en “Brigthon Rock, parque de diversiones” (“Pinkie”, creemos que se llamaba). Pequeño delincuente dispuesto a cometer los mayores crímenes con tal de sacarse de encima el bautismo, de poder borrar el agua que le echaron en la cabeza en la pila del templo. Rebelión nacida del conocimiento de que aquel sacramento, al imprimir carácter, es indeleble. Si se aceptara la comparación, el mentado “fuite en avant”, de huir hacia delante, de cuño borgeano, para explicar el peregrinaje perpetuo de EG, adquiriría otra dimensión, más escatológica. Esta consistiría básicamente en la búsqueda del “hombre nuevo” roussoniano, o “superhombre” nietzscheano, de moral puritano-revolucionaria, que, al venir “libre del pecado original”130, no necesitara del sacramento del bautismo redentor. Como es sabido, tal “hombre nuevo”, que “se puede construir sin ninguna de las taras anteriores”, a pura fuerza de voluntad, seríamos “nosotros mismos”; o sea, más precisamente, Ernesto Guevara de la Serna, aquél que “injertando al olmo daría peras”131; es decir, “Fuser”, o la idéntica encarnación de la Utopía. Porque, desde el marqués de Condorcet, pasando por Gracus Babeuf, hasta EG, siempre en el fondo de las actitudes moO’Donnell, Pacho, op. cit., p. 210. Guevara, Ernesto Che, El socialismo y el hombre en Cuba, México DF, Grijalbo, 1971; cfr. Almeyra, Guillermo y Santarelli, Enzo, Che Guevara, el pensamiento rebelde, Bs. As., Peña Lillo, Ed. Continente, 2004, pp. 79-80; cfr. Carta a Carlos Quijano, Semanario Marcha, Montevideo, n° 1246, 12 de marzo 1965; Guevara, Ernesto “Che”, Obras Completas, Bs. As., Andrómeda, 2002, p. 195. 131 Ibidem. 129 130

73

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

dernistas, radica el progresismo igualitarista que aspira a “un Mundo Mejor”, sin dolores, muertes, pobrezas, ignorancias y demás castigos originales. El Edén se traslada de sitio, desde el comienzo al final de la historia. Es lo que canta la “Internacional Comunista”: “El día que el triunfo alcancemos ni esclavos ni dueños habrá. Los odios que el mundo envenenan Del mundo barridos serán. El hombre del hombre es hermano, Derechos iguales tendrá. La tierra será el paraíso, La patria de la Humanidad”. Ahí están sintetizadas todas las infelices ilusiones del socialismo: la tierra será el paraíso... del Gulag siberiano, del tiro en la nuca en los sótanos de la Lubianka, de las prisiones en clínicas psiquiátricas, de la delación de los hijos a los padres y la opresión sin cuento, de las “purgas” ignominiosas, de la democracia totalitaria, en fin. Allí todos serán iguales (en pobreza y esclavitud), aunque seguirán habiendo algunos más iguales que otros (los de la Nomenklatura y de la KGB). En realidad, estos son problemas que se plantean a una conciencia cristiana, en la encrucijada vital de mantener o renegar de su fe. Nosotros no podemos menos de lamentar que una personalidad excepcional, como sin duda lo fue Ernesto Guevara, no hubiera perseverado en el camino de la Verdad. Nos hubiera gustado que así fuera. Que hubiera puesto lo mejor de sí, para que el don del misterio de la fe, no se alejara de él. Aunque no dejamos de advertir que en su difícil circunstancia, sin paradigmas verdaderamente cristianos a la vista, y, sobre todo, con los influjos atosigantes de la madre y de la abuela, era improbable -no decimos “imposible”, porque para Dios nada es imposible- que aquello sucediera. Pero, claro, lo que le agrada o desagrada al historiador, carece de importancia. Los que cuentan son los desnudos hechos pretéritos; lo que realmente aconteció al sujeto del relato. No obstante, anotamos esta obviedad dada la beatería de determinados laicos y clérigos socialistas que lo quieren re-cristianizar a todo trance. Debe anotarse que el cadáver de Ernesto Guevara de 74

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

la Serna en la batea en que, tras ser lavado y aseado (dicho sea de paso, por unas monjas), fue colocado a la expectación pública en la localidad de Vallegrande en Bolivia, en octubre de 1967. Es una imagen sugestiva, en la que algunos encuentran un cierto parecido con iconos de Jesús. Bien, pero el asunto termina ahí, y no da para más. No obstante, estos neo-marxistas católicos, lo toman como un punto de partida de sus indocumentadas lucubraciones, luego de las cuales salen a proclamar a EG un “santo”: San Ernesto de La Higuera. Un caso de éstos, entre tantos, lo constituyó el cura tercermundista y pro-tupamaro uruguayo Juan Zaffaroni, quien declaró a EG su “santo laico favorito”, provocando el siguiente comentario de Daniel James: “grotesca demostración de idolatría, extraña por completo a la tradición cristiana”132. El propio Guevara, durante su vida, se sintió molesto por ese tipo de suposiciones beatas. Una vez (el 15 de julio de 1956), le aclaró a su madre: “No soy Cristo, ni un filántropo, vieja, soy todo lo contrario de un Cristo”133. Ernesto, sostiene “Calica” Ferrer, era “totalmente anticlerical, como yo”134. Un dato: en el Hospital General de la Ciudad de México, donde trabajaba en 1954, atendió a una anciana paciente asmática, de nombre María, que murió asfixiada. Conmovido por la situación, EG le escribió una poesía, cuyos primeros versos eran: James, Daniel, op. cit., p. 27. O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 120. 134 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 122. En ocasión de la muerte de su tía Edelmira Moore de la Serna, EG escribió esta nota de pésame: “Es muy difícil enviar palabras esperanzadas en estas circunstancias y lo es más para mí, que por razones que emanan de mi posición frente a la vida ni siquiera puedo insinuar el consuelo religioso que tanto ayudó a Edelmira en sus últimos años”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 127. Respecto de la novia de Oscar “Valdo” Valdovinos, Luzmila Oller, dirá que era simpática e inteligente “pero es demasiado católica para mi gusto”. En cuanto a Marta Petit de Murat, que vivía en México junto a su padre Ulises Petit de Murat, enunciará que es agradable, pero que “está dentro de la típica educación burguesa clericaloide”: Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 131, 177. Es obvio que EG confundía, a propósito, lo religioso con lo clerical, para poder embestir con esto contra aquello. 132 133

75

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Pobre vieja María... No ruegues al dios inclemente que negó tus esperanzas toda tu vida”135. Ya instalado en la Sierra Maestra cubana, en 1957, una de las combatientes, Omiria Gutiérrez, memoró años después: “No puedo olvidar la primera noche que (EG) conversó conmigo... Habló sobre mis ideas religiosas y eso me hizo preguntarle si él era religioso. No, me contestó, no puedo ser religioso porque soy comunista”136. Bien ha dicho Fedor Dostoievski que el comunismo no es un problema económico sino un problema religioso. Si eso es así, ya tenemos averiguada la principal causa del comunismo de Ernesto Guevara de la Serna. Habría que convenir en que, cuando menos, EG era completamente a-religioso. Teniendo presente esa conclusión, se entiende lo que en una ocasión le explicó a Ricardo Rojo: “‘He leído no sé dónde’, me dijo a propósito de esta herida, ‘que la bala fue detenida por una medalla religiosa que lle-

O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 115. Che Sierra Adentro, La Habana, 1970, p. 25; cit., por Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 168. Acá se aprecia que EG, a diferencia de tantos de sus lejanos discípulos “católicos progresistas”, tenía bien en claro la contradicción de las doctrinas. Obviamente, para el marxismo la Religión es “el opio del pueblo”, y para el Catolicismo el Comunismo es “intrínsecamente perverso”. La principal razón reside en la dialéctica hegeliana que, al negar al ser de las cosas creadas, niega al Ser mismo y a la Creación. No hay, pues, modo de conciliarlos. Al respecto es de consulta ineludible la obra de Wackenkeim, Charles, La quiebra de la religión según Karl Marx, Barcelona, Península, 1973; obra glosada por nosotros en: “El marxismo y la religión”, en: Ethos. Revista de Filosofía Práctica, Bs. As., vol. 4/5, 1976-1977, pp. 267-285. También reveladora es otra anécdota de la Sierra Maestra cubana. El Padre Guillermo Sardiñas solía subir hasta el cuartel guerrillero de La Mesa; le llevaba yerba mate al “Che” y asistencia espiritual a algunos “barbudos”. Un día, hablando de tangos con Guevara, el sacerdote le dice que su preferido era “Adiós, muchachos”. “Malicioso y algo provocador, Guevara responde que el tango que él prefiere es el que dice: “Yo quiero morir conmigo, / sin confesión y sin Dios, / crucificao en mis penas, / como abrazao a un rencor...”: Kalfon, Pierre, op. cit., p. 226. Digamos, objetiva y aparentemente, que en la quebrada de Yuro, La Higuera y Vallegrande, se le cumplió el deseo. 135 136

76

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

vaba yo colgando del cuello. Jamás he usado medalla de ninguna clase’”137. Segunda conclusión: que nadie, pues, bajo ningún pretexto, le ponga ahora, post-mortem, medalla religiosa alguna.

7. EDUCACIÓN Coloquemos por delante nuestro axioma de interpretación: sin religión no hay buena educación. Lo aclaramos. Los humanos somos seres contingentes, falibles, finitos o limitados, que podemos ser o no ser; no somos causa de nosotros mismos, ni absolutos ni necesarios, sino relativos a otro Ser, éste sí necesario e infinito, Causa Primera, al que debemos la existencia. Somos creaturas de un Creador (merced, también, a nuestras causas segundas, los pro-creadores o pro-genitores). Dado que no somos entes absolutos (fines para nosotros mismos), con finalidad inmanente, sino criaturas con finalidad trascendente, nuestro fin consiste en buscar al Creador, y ordenarnos hacia Él cuando lo hemos hallado. Para lo cual, debemos servir esos fines, religándonos con aquel Primer Motor Inmóvil. Religión, religación. Luego, la Educación consiste en instruir el intelecto en el conocimiento de la Verdad y disciplinar la voluntad hacia el Bien, para que se adecuen hacia aquellos objetivos. Respetando la belleza con que el Creador ha dotado su Creación. Para conseguir que nosotros, seres imperfectos, apetezcamos la perfección, de la Verdad, el Bien y la Belleza, primeras e ilimitadas. Por otra parte, la capacidad de elegir bien no es innata; se adquiere mediante los buenos hábitos o virtudes. Por ellas: “el hombre se ordena, conformándose a lo que él debe ser según su naturaleza. Entre ellas, hay las que ordenan interiormente al sujeto, consistiendo este orden en el dominio de la voluntad sobre las pasiones o apetitos sensibles. No se trata de suprimir o ahogar las pasiones, sino de dirigirlas... Esta dirección es posible gracias a que la razón conoce más perfecta137

Rojo, Ricardo, op. cit., p. 157.

77

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

mente que los sentidos esos mismos objetos, y a que, por esto, la voluntad puede apetecerlos por su relación al bien total del hombre. Esta relación es la que la voluntad, si está ordenada por la virtud, impone al movimiento de los apetitos inferiores o animales”138. Así, virtudes mediante, se supera la indigencia existencial, tendiendo al perfeccionamiento de la naturaleza humana para asemejarnos en lo posible al Creador. De no darse este proceso perfectivo, o quedamos en la Ignorancia, esclavos de las imperfecciones, o, por Soberbia, nos rebelamos contra nuestra finalidad, pretendiendo “ser como dioses”, dominados por la Malignidad. Un gran dramaturgo, Don Jacinto Benavente, lo ponía de esta manera: “¡A cuánto llega la soberbia, pecado de los ángeles rebeldes; a cuánto llega la envidia, pecado de las almas ruines!”139. No extendamos más esta digresión. Si la hemos interpuesto brevemente es para poder sostener que EG no fue bien educado, según las normas clásicas de la “Paideia”. Su modelo, en cambio, fue el Iluminista-Romántico de “El Emilio”, de Jean-Jacques Rousseau. Es sabido que en ese libro está expuesto el mito de la inocencia original del hombre, de su buenaventura te-

138 Widow, Juan Antonio, El hombre, animal político. Orden social, principios e ideologías, 2ª. ed., Santiago de Chile, Editorial Universitaria-Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, 1984, p. 55. 139 Benavente, Jacinto, La ciudad alegre y confiada, Madrid, Espasa-Calpe, Col. Austral, 1960. Tal “hybris” gnóstica suele caer en el absurdo más ridículo, de un hombre divinizado, que, sin embargo continúa aquejado de variados defectos y enfermedades. Cual lo aprecia Gustave Thibon, dicha vanidad es el “pobre orgullo del hombre caído”. Sus partidarios “no dudan de la divinidad esencial del hombre y por ello el espectáculo del mal le es insoportable. Mientras el mal subsista le será imposible adorar al hombre sin reservas: un Dios no puede, no debe sufrir. Conclusión: designio de borrar el mal-pecado como un mito y el mal-dolor como un accidente. Tras lo cual todo en el hombre quedará igualado, homogeneizado, divinizado. Todo es Dios cuando no queda ni cima ni jerarquía. La anarquía realiza el cielo a poco precio”: Diagnósticos de fisiología social, Madrid, Ed. Nacional, 1958, pp. 57-58.

78

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

rrenal, con la religión antropocéntrica de la “Humanidad”. Se trata, dice Jacques Maritain, de un “homme naturel”: “cuya bondad no proviene de una naturaleza ordenada a un fin por la sabiduría de un Dios bueno, sino por su propia inmanencia”140. Trascendencia o inmanencia, senderos que se bifurcan. EG, con su madre al lado, tomó por el segundo camino. Y, por otro error filosófico, antepuso la Voluntad a la Inteligencia, al modo de Guillermo de Ockhan (pretender hacer el Bien sin conocer previamente la Verdad). Privilegió el cultivo de la Voluntad por sobre el desarrollo intelectual. O dejó este segundo librado al espontaneísmo caótico, de las lecturas desordenadas. No hubo conducción (“e-ducere”, conducir), propiamente dicha. Cuando el educador muestra al educando de dónde venimos y, por consiguiente, hacia dónde vamos; para lo cual, proporciona un orden de lecturas. Asimismo, por tomar las huellas del racionalismo de René Descartes y sus múltiples seguidores, cambió el sentido de las flechas cognitivas entre sujeto y objeto; subjetivismo que, al no buscar adecuar la mente a la realidad, sino a la inversa, lo cortaba de lo real y lo sumergía en el pozo sin fondo de las incertidumbres del “pensamiento crítico”. Idealismo relativista cuyo punto de partida era inconducente, puesto que lo evidente no puede ni debe demostrarse. Inepto para re-conocer, previo a todo, el universo en que vivimos; pero muy apto para el desenvolvimiento de las fantasías sin fundamento gnoseológico, y para ensoñar Utopías febriles e inalcanzables (como la del “internacionalismo proletario”). En resumen: que fue educado conforme a las normas prevalentes de la Modernidad. Y en este punto, como en el capítulo anterior, nos lamentamos por aquella elección. Porque este muchacho no era un palurdo cualquiera, a quien uno u otro tipo de educación no hubieran hecho mella. No. Ernesto Guevara de la Serna estaba naturalmente bien 140

Maritain, Jacques, Tres Reformadores, Bs. As., Excelsa, 1945, p. 163.

79

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

dotado. Disponía de una clara inteligencia y de una voluntad tenaz, como pocas. Un solo ejemplo lo ilustrará. En Cuba, en 1959, siendo Director del Departamento de Industrias, primero, y luego Presidente del Banco Nacional (antes de ser designado Ministro de Industrias, en 1961), EG se propuso estudiar economía y planeamiento. Pronto descubrió que para abordar tales disciplinas, debía comenzar por saber matemáticas (recordemos que él era médico, no contador). A tal efecto convocó al profesor universitario Salvador Vilaseca para que le diera clases particulares. De esa forma, durante cinco años, dos veces por semana, de 8 a 10 horas, con puntualidad rigurosa, cursó matemáticas. No aritmética, geometría o álgebra común. En todo caso, álgebra superior, geometría analítica, cálculo infinitesimal, cálculo diferencia e integral... Matemática superior, en fin, para poder iniciarse a continuación en programación lineal. Alumno aplicado, con “aquella voluntad que lo caracterizaba”, en el decir de su profesor141. Si sus objetivos económicos, añadimos nosotros, no hubieran estado torcidos por las ensoñaciones del romanticismo idealista germano de Karl Marx: ¿cuántos logros no hubiera alcanzado en su gestión ministerial...? Lamentaciones inútiles, las nuestras. Alejándonos de quejas inconducentes, vamos a ir viendo algunas facetas de esa instrucción modernista. La educadora de EG fue, por supuesto, Celia, su madre. Aparentemente, por motivo del asma crónico, primer y cuarto grado los rendirá libre, quinto y sexto tendrá asistencia parcial a la escuela, y sólo segundo y tercer grado los completará regularmente. Sus hermanos copiaban los deberes, y EG, bajo el control de su madre, los resolvía en su domicilio. “Por culpa del asma Ernesto no asistirá a la escuela hasta llegar a los nueve años. Su tutora era Celia, quien le enseñó a leer y escribir. En este período sin duda se consolidó la relación especial que se había formado entre los dos”142. Hernández Pardo, Héctor, “¿Cuándo empezamos?”, en: “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., p. 176. 142 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 32. Preguntada la madre acerca de la concurrencia de Ernesto hijo a la escuela, respondió: “-Digamos que concurrió más o menos, no hizo primero inferior ni primero superior, ni siquiera lo inscribimos, cuando mejoró del asma pudo cursar casi regularmente segundo y tercer grado. Cuarto, quinto y sexto los hizo yendo cuando podía. Roberto era el encargado 141

80

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Concurrirá dos escuelas primarias en Alta Gracia, la San Martín y la Santiago de Liniers. La razón del cambio es la inconducta del educando. Porque no se piense que el asma lo había convertido en niño dócil. No, todo lo contrario. Su maestra de la San Martín, Elba Rossi, lo describe como “un chico travieso”. Su hermano Roberto, especificará el calificativo: “Ernesto era rebelde, lo sancionaban y terminaban echándolo. Después iba la vieja, hablaba y lo volvían a tomar en el colegio. Pero tuvo varios problemas, muy rebelde era”143. Digamos que había una combinación de asma y mala conducta, que obligaba a la enseñanza “a domicilio”; situación que a “la vieja” (la madre), no le desagradaba144. La rebeldía se mezclaba con el humor ácido, otra nota del carácter del niño: “Ernestito cambia de escuela y pasa a una clase donde la maestra no vacila en recurrir a las zurras. Por eso, cierto día, en previsión del castigo, aquel diablillo coloca un ladrillo en el fondillo de sus pantalones. “Y se armó tremendo escándalo”145. La maestra se lastimó la mano, y los condiscípulos festejaron la ocurrencia, que le dio prestigio entre ellos.

de traer los deberes y también llevaba las tareas hechas en casa para que lo calificaran. No fue fácil. Eran tiempos difíciles para toda la familia”: Constela, Julia, op. cit., p. 48. 143 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 35. El padre, conforme al patrón hagiográfico castrista, dice lo contrario: “Como estudiante, fue siempre muy bueno... Siempre entre los mejores de su año”: “Testimonios, etc.”, cit., p. 27. Es que un “Guerrillero Heroico” debe ser siempre un niño muy bueno. Tampoco puede contar con un padre adúltero. En otra hagiografía caribeña hay un solo párrafo que alude -indirectamente- al divorcio de los padres. Expone que: “En este período las discrepancias y disparidad de caracteres (de Celia) con don Ernesto se agudizaron”: González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 60. Bien. 144 “Los destacados alergistas estadounidenses Korenblatt y Wedner sostendrán, muchos años después, que, al cabo de prolongadas y rigurosas investigaciones, se puede afirmar que “niños de edad preescolar con asma severa tienen un elevado riesgo de sufrir problemas de conducta en su desarrollo emocional”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 27. 145 Kalfon, Pierre, op. cit., pp. 35-36.

81

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Durante sus años escolares -asevera Anderson- Ernesto fue un ‘fanfarrón’ incorregible. Fuese por disposición natural o para compensar su aspecto enfermizo, el estigma que suele afectar a los asmáticos jóvenes, desarrolló una personalidad encarnizadamente competitiva que lo impulsaba a hacer travesuras que llamaran la atención, para desconcierto de los adultos y admiración de sus pares. Sus antiguos condiscípulos relatan mil anécdotas de las cosas que hacía para llamar la atención: beber tinta del tintero, comer tiza en clase y trepar los árboles del patio de la escuela; se colgó con las manos de un tirante de ferrocarril sobre un abismo; exploró el socavón de una mina abandonada; jugó al torero con una cabra iracunda. Una vez salió con su banda a romper los faroles del alumbrado público con sus hondas. Para vengarse del jefe de una barra rival, con su amigo Juan Míguez defecaron sobre las teclas de marfil del piano de cola de sus padres. Y en una gloriosa ocasión, desbarató la cena de gala de un vecino (N. A.: José Aguirre Cámara, dirigente liberal progresista) al arrojar cohetes por una ventana abierta”146. “Enfant-terrible”. Niño malcriado. “Atorrante” (Fernando Córdova Iturburu).“Niño-bien”. En síntesis: inconducta. Graciosa, pero que no por eso deja de ser indisciplina. O sea, lo contrario de la formación de hábitos buenos, que encaminen la voluntad. En realidad, como lo anota Kalfon, esa familia llevaba una existencia “libertaria”; lo que significa que se movían en el desorden147. Asociaban el anarquismo teórico con el descuido práctico, al que denominaban “bohemia”. Son muchos los datos que lo documentan. Pongamos algunos. En Alta Gracia, la empleada doméstica que tuvieron los Guevara, Rosario González, recuerda: 146 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 35. “No era muy buen alumno -agrega Carlos “Calica” Ferrer- y todavía peor en conducta, le encantaba llamar la atención y hacía toda clase de locuras que nos hacían reír, como tomar tinta del tintero o comer tiza... travieso y desfachatado”: op. cit., p. 45. 147 “El orden es el bien supremo, el desorden es el mal por excelencia; fuera del desorden no hay ningún mal, como fuera del orden no hay bien alguno”: Juan Donoso Cortés, “Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo”, en: Obras Escogidas, Bs. As., Poblet, 1943, p. 630.

82

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“Los papás de Ernesto salían mucho, eran muy trasnochadores, iban al Sierras Hotel todas las noches, desde las 7 de la tarde, a cenar. Ellos venían de madrugada, a las 4, a las 5... Todos los días, eso era frecuente para ellos. A las 7, a las 8 ellos salían, ya se iban y ya no venían a cenar. Cenaban los chicos solos”148. Carmen de la Serna memora: “El desorden gobernaba a todos y sólo hacían grandes limpiezas cuando festejaban algo. Mi hermana Celia, muy descuidada, se había adaptado a la manera muy despreocupada de vivir de su marido”149. Dolores Moyano Martín la corrobora: “No había hora de comer; cada quien comía cuando tenía hambre”150. Gustavo Roca agrega: “La vida familiar era complicada... la casa... me pareció tan desordenada... daba la sensación de pobreza, de descuido”151. En Buenos Aires, un amigo que frecuentaba a esta familia, describe: “Al llegar la hora de comer, Celia se quedaba mirando a los muchachos y les preguntaba ‘¿Qué hay de comer?’. Uno de ellos iba a alguna parte y en seguida regresaba, por ejemplo, con un paquetito de macarrones o algo que no necesitaba mucho trabajo de preparación y lo echaba a hervir en una olla de agua. Los muchachos ponían la mesa, si es que en-

148 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 31, nota 1. Conforme al relato de Julia Constela, “Charito”, que según esta autora se apellidaba López y no González, le manifestó: “Los Guevara salían todas las noches, casi siempre iban al hotel Sierras... “Volvían muy tarde cuando ya estaba por amanecer. Se levantaban cerca de las doce”: op. cit., p. 54. 149 Gambini, Hugo, op. cit., p. 35. Añade a continuación: “Pero en ese ‘vive como quieras’ todos parecían felices. Cada uno hacía lo que se le daba la gana y nadie se quejaba”. 150 James, Daniel, op. cit., p. 68. 151 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 44.

83

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

contraban alguna superficie libre. Un periódico hacia las veces de mantel”152. La casa de los Guevara, concluye James, “nunca fue un verdadero hogar”. Lo seguro es que Celia “presidía su hogar como si fuera una tertulia literaria... En cuanto a los hechos prácticos de la vida cotidiana, Celia estaba más allá de todo eso. No tenía la menor idea de lo que sucedía en la cocina”153. No sólo los terceros lo registran. La propia Celia dijo de sí que: “Vos sabés que detesto los trabajos del hogar... cuando pongo en los documentos donde dice profesión, dos puntos “Ama de casa”, sé que estoy mintiendo. Ama de nada y menos aún señora de su casa”154. Dueña de casa, ausente con aviso. Hay aquí un nuevo asombroso parecido en el binomio CastroGuevara. Se trata del “hogar” de los Castro Ruz, en el Oriente de Cuba: “Uno de los hermanos de la esposa divorciada de Fidel Castro, que fue uno de los amigos más íntimos de Fidel, en la Universidad de La Habana, lo visitó en casa de su familia en Birán, en el Norte de Oriente. Le sorprendió que una familia que poseía medio millón de dólares (N. A.: de los años 40) viviese como salvaje. Había un caserón destartalado, sin baño y únicamente con una letrina al aire libre. El amigo de Fidel quedó vivamente impresionado por la falta de vida hogareña. Según su versión, cuando uno de los Castro tenía apetito iba a la cocina, cortaba un trozo de carne, lo freía y luego comía en la cocina o en camino al campo. El huésped no recuerda ninguna ocasión en que la familia haya compartido una comida en el hogar. Los hijos de Castro no parecían unidos por ningún vínculo común... Es evidente, por los recuerdos de las dos hermanas Castro, que la madre era la fuerza dominante en la familia, y que creía

James, Daniel, op. cit., p. 68. Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 71. 154 Constela, Julia, op. cit., pp. 165, 36. 152 153

84

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

en la educación de sus hijos y tenía grandes ambiciones para ellos”155. Otro matriarcado libertario, con resultados análogos. “Vive como quieras”, era el lema familiar adoptado156; excelente pretexto para que los padres se desentendieran de la misión educadora de la familia. Y eso hasta en las minucias. Cual añade la empleada Rosario González: “El horario de la comida nunca era el mismo. Como el señor y la señora frecuentaban el Sierras Hotel, casi siempre volvían de madrugada. Al otro día se levantaban a cualquier hora... En realidad, a la cocina la dirigía yo porque la señora dormía hasta tarde y no podía esperar que se levantara y me ordenara qué hacer”157. De qué entidad sería el caos doméstico que nada menos que el comunista Cayetano Córdova Iturburu, “inventó el adjetivo “Guevara” para calificar a alguien de embarullado o bohemio”158. Entre los Córdova De la Serna: “cuando algo empezaba a salir de los carriles que se consideraban normales merecía un comentario: ‘Lo está haciendo a la guevara’, es decir sin orden ni concierto. El apellido de los primos pasó a ser un adjetivo y no un nombre”159. 155 Weyl, Nathaniel, op. cit., p. 51. Para completar el paralelo, no debe omitirse, en cuanto a las viviendas, que Carmen de la Serna ha referido que: “Aquella casa (de Villa Chichita, en Alta Gracia) de dos pisos, tan mal construida que presentaba grietas por todas partes. Había goteras y cuando la perrita orinaba arriba el pis caía a la planta baja. No era una residencia impecable”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 34. En la ciudad de Córdoba, en la casa de calle Chile 288, “aparecieron grietas en las paredes, y de noche, desde su cama, Guevara Lynch veía las estrellas. Sin embargo, por tratarse de un constructor, demostraba una notable indiferencia por los peligros. Cuando apareció una grieta en el dormitorio de los niños, su remedio fue alejar las camas de la pared por las dudas de que ésta se derrumbara”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 45. 156 Tomado del título de una película norteamericana: “You Can’t Take It With You”, comedia que en 1938 obtuvo el premio “Oscar” en Hollywood: López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 69, nota 2. 157 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 70. 158 Ibidem. A veces, por dormir, se les juntaban los horarios del desayuno y las comidas. 159 Constela, Julia, op. cit., p. 62.

85

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Guevariando vivían, pues. Los frutos no serían agraces. Son los parientes inmediatos los que lo documentan. La tía Carmen de la Serna señala que: “Ernestito no era un chico simpático con la gente. Era más bien hosco”. Su hijo, Fernando Córdova va más allá. Asegura que con EG: “andábamos muy de pica, porque yo era un niño muy correcto y educado y él era un pibe rebelde, ácido, criticón y muy provocador”160. Un condiscípulo -Antonio Cretton- “recuerda a Ernestito como un sinvergüenza”. Fama que le alcanzó en el colegio secundario, donde: “Ernesto cultivó la imagen del bribón irrefrenable”161. Trasgresor impune; con un cóctel de ideología y bohemia; vástago de su aristocrática cuna, de “enfant terrible”, de niño mimado, en suma. Lógicamente, sus calificaciones no serían brillantes. Su conducta siempre fue pésima. “Deficiente” queda anotado en sus libretas escolares. No obstante, lo que provoca nuestro interés es el siguiente relato de Horacio López Das Eiras: “En el último grado de la primaria -Sexto-, Ernestito se pone a tono con las calificaciones y la conducta. Por primera vez, tiene como maestro a un hombre, el vicedirector Osvaldo Oviedo Zelaya, otro exigente docente que hace hincapié en el aprendizaje y en un firme principio de autoridad. Con él, paradójicamente, Ernestito recupera las buenas calificaciones y se comporta bastante mejor”162. Sostengamos nosotros que no hay tal paradoja. No hay contradicción. Cuando la autoridad es lo suficientemente fuerte como para no necesitar ser violenta, es obedecida con agrado y éxito; que para López Das Eiras, Horacio, op. cit., pp. 89, 93. López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 78; y Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 52. Añade: “Le encantaba escandalizar a sus condiscípulos y profesores”. En la hagiografía cubana también se mitifica este dato, afirmando que: “Como estudiante, fue siempre muy bueno... Siempre entre los mejores de su año”: “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., p. 27. Deben haberse equivocado de persona... 162 López Das Eiras, Horacio, op. cit., pp. 77, 95, 96. 160 161

86

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

eso, para mejor conseguir eficazmente los fines-bienes, está la Autoridad. Pocas veces en su vida EG tendrá ocasión de gozar de tal ventaja. Desde luego que EG no debe haber leído a Blas Pascal, cuando afirmaba que: “El hombre no es ni ángel ni bestia, y la desdicha está en que el que quiere hacer de ángel termina haciendo de bestia... no se escapa a la obediencia sino para caer en la servidumbre... Cuando se quiere introducir la libertad donde no existe, se la destruye donde Dios la ha puesto. El hombre que no acepta ser relativamente libre, será absolutamente esclavo”. En cambio, la voracidad literaria nacida en la niñez, continuó como una adicción sempiterna. Su afán de lecturas fue siempre constante e insaciable. Eso, en manera alguna, quiere decir que respondiera a un plan formativo. En esta primera etapa de su vida, predominó el gusto por las novelas de aventuras. Julio Verne (en sus obras completas), Emilio Salgari, Alejandro Dumas, Jack London, Robert Louis Stevenson y Joseph Conrad, se contaban entre sus favoritos. Si bien prefería la prosa, leía también poesía: Pablo Neruda (en especial los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”), Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández, y Rafael Alberti, Baudelaire (“Las flores del mal”), Verlaine, Mallarmé, estos últimos en francés. Es un terreno en el que adquiere excelente gusto; al punto de rechazar el consabido Almafuerte de los jóvenes argentinos de su tiempo163. Incursionó en literatura más compleja y moderna, como las obras de Albert Camus, John Steinbeck (“Viñas de ira”) o William Faulkner (“Luz de agosto”); también libros sobre Gandhi, por quien sentía gran admiración; e hispanoamericanos (Rubén Darío, Ciro Alegría, Jorge Ycaza y Miguel Ángel Asturias)164. Su padre cuenta: “Cuando Ernesto llegó a los doce años, poseía una cultura correspondiente a un muchacho de 18. Su biblioteca estaba atiborrada de libros de aventuras, de novelas de viajes”165. “Almafuerte a mí no me gusta”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 52. Acerca de esta materia, ver: Kuteischikova, Vera y Ospovat, Lev, La literatura en la vida de un revolucionario, Bs. As., Ed. Latinas, 1986. Cfr. Corpa Vargas, Mirta, El discurso literario del Che Guevara, Bs. As., Del dragón, 2004. 165 Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 24. 163 164

87

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Precoz, pero previsible, tal novelería fundamentaba a la par que incitaba su natural nomadismo. Citará, hasta en Cuba, “La Quimera del oro” de Jack London. El anticolonialismo de “El tigre de la Malasia”, lo incitaba a convertirse en un nuevo Sandokan; como las veintitrés novelas de ribetes científicos de Julio Verne (que mandó a pedir desde La Habana), darían pista libre a su imaginación. En este sentido: “Es clara la presencia de los personajes y las obras que inspiran en Ernestito un calidoscopio de viajes fantásticos, como imaginan los niños que sueñan con los ojos abiertos”166. Vigilia aventurera. Puede considerarse que hasta aquí, todo iba bien. Empero, el mismo EG anotará otras lecturas en un “Diccionario Filosófico”, cuaderno, o especie de diario, que comenzará redactar en su adolescencia. Allí: “Es evidente que no desdeñaba ninguna de las fuentes disponibles. Sus citas sobre el marxismo provienen de ‘Mein Kampf’ e incluyen pasajes en los que Hitler revela su obsesión por una conspiración judeo-marxista. Los esbozos biográficos de Buda y Aristóteles provienen de la ‘Breve historia universal’ de H. G. Wells; su fuente sobre el amor, el patriotismo y la moral sexual fue ‘La vieja y la nueva moral sexual’ de Bertrand Russell. Fascinado por las teorías de Sigmund Freud, Ernesto cita la ‘Teoría general de la memoria’ sobre una variedad de problemas, del sueño a la libido y del narcisimo al complejo de Edipo. Otras fuentes son Jack London sobre la sociedad, Nietzsche sobre la muerte y, en cuanto al revisionismo y el reformismo, tomó las definiciones de su tío Cayetano Córdova Iturburu”167. Más adelante: “Leyó a Benito Mussolini sobre el fascismo, Josef Stalin sobre el marxismo, Alfredo Palacios -extravagante fundador del Partido Socialista argentino- sobre la justicia, Zola (Emile) acerca de una definición sumamente crítica del cristianismo y una 166 167

88

López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 73. Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 53-54.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

descripción marxista de las clases sociales en Jack London. Leyó una biografía francesa de Lenin, el ‘Manifiesto comunista’ y discursos de Lenin; también volvió sobre ‘El capital’. El tercer cuaderno revela un interés mayor por Carlos Marx”168. El padre de “Pepe” González Aguilar, un médico “rojo” español, se preocupará al ver a un muchacho de quince años leyendo a Freud169. No era para menos. Casi como frecuentar a Hitler, Marx, Lenin, Stalin o a Nietzsche a esa edad. Un cóctel malsano, de lecturas peligrosas, sobre todo, en ese período primero y turbulento de la vida. Los biógrafos-hagiógrafos festejan su voracidad literaria omnívora. No perciben que antes de una temprana erudición está la edificación de la recta conciencia que, indudablemente, pudo ser perturbada por el influjo de semejantes escritores. Lo que sucede es que dichos autores, o son ellos mismos anarquistas de corazón, o sólo les interesa la “cultura general” de una persona, sin averiguar con qué materiales está estructurada. Ernestito Guevara leía y se aprendía con delectación versos del “Martín Fierro”. Pues, debió haber recordado el consejo final del Gaucho a sus hijos: “Es mejor que aprender mucho el aprender cosas buenas” (V, 4611-4612). Conclusión: educación “libertaria”, o sea: mala. Y tanto que a veces en el pecado encontró el castigo, vgr., con la lectura de Alfredo Palacios o Aníbal Ponce...

8. COSTUMBRES Los modos de ser de EG ya han ido quedando expuesto a lo largo de las páginas precedentes. Ahora completaremos el cuadro, Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 63. “Recuerdo, sí, que mi padre, que era médico, se asombró al observar un día que Ernesto estaba leyendo a Freud antes de tiempo. Tenía catorce o quince años en ese momento”: José González Aguilar, en “Granma”, La Habana, 29 de octubre de 1967; cfr. Gambini, Hugo, op. cit., p. 38; cfr. Kalfon, Pierre, op. cit., p. 44. 168

169

89

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

ilustrándolo con anécdotas de las etapas del colegio secundario y de la Universidad. Guevara estudió el bachillerato en el Colegio Nacional Deán Funes, de la ciudad de Córdoba. Lo cursó sin graves inconvenientes, y sin las interrupciones que habían afectado su escuela primaria170. El principal problema que se detecta es la distancia de 36 kilómetros que separaban Alta Gracia de la capital de la Provincia, que lo obligaba a tomar diariamente un autobús para cubrir el trayecto, viaje que no beneficiaba su salud. Por eso, cuando su hermana Celita tuvo también que concurrir al Liceo de Señoritas, la familia entera decidió trasladarse a la Docta para fijar allí su residencia. Esto aconteció en 1943, arrendando la casa de calle Chile 288. Este es un período en que EG está dado intensamente a los deportes. Del fútbol al ajedrez, pasando por el golf, el tenis, la natación y el rugby, llenan su vida adolescente171. Pierre Kalfon enrostra a la familia Guevara haber participado en el “selecto Lawn Tennis Club, abiertamente antisemita”, y de “seguir practicando un deporte como el golf, signo clásico de pertenencia a una clase”172. Podría haber añadido el rugby (en los clubes de San Isidro) y la equitación, que en esa época no eran especialmente “democráticos”. Bueno, lo cierto es que los Guevara eran lo que eran, y no se los puede medir con una vara “revolucionaria”, fabricada con posterioridad. Un capítulo que ha despertado el máximo interés de los biógrafos, es el de los amigos. Entre otros motivos, porque los más íntimos, los cordobeses Alberto Granado, “Mial”, y Carlos “Calica” Ferrer, sus compañeros de andanzas latinoamericanas, han publicado sus memorias al respecto173, dando material para muchas lucubraciones y cotejos. “No era un alumno brillante, ni siquiera de los buenos, pero obtenía las notas necesarias para aprobar”: Gambini, Hugo, op. cit., p. 41. 171 Ampliar con: Gálvez Rodríguez, William, Che, deportista, Bs. As., GenteSur, 1994 y 2002. Cfr. Nicolini, Hernán Santos, Che Periodista y Deportista. Pasión y aventura, Bs. As., Cinco, 2002. El mote “la Docta”, se aplicaba a Córdoba por su célebre Universidad, y el aire doctoral que de ella emanaba. 172 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 52. 173 Granado, Alberto, Con el Che Guevara de Córdoba a La Habana, Cdba., Ed. Op Oloop, 1995; Mis encuentros con el Che por Sudamérica, La Habana, Letras Cubanas, 1986; Quito, El Mañana, sf; Ferrer, Carlos “Calica”, Becoming Che Guevara’s second and Final Trip Throuhg Latin America, Bs. As., Marea Overseas, 2006. 170

90

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

La amistad con “Calica” fue casi obligada, diríamos, pues su padre, el doctor Carlos Ferrer Moratell era el especialista en alergia infantil de Alta Gracia y, por consiguiente, médico de cabecera de Ernestito. Con el “Mial” la cosa fue más complicada, ya que el condiscípulo en el Deán Funes, no era Alberto, sino su hermano menor Tomás, ambos radicados en Alta Gracia, aunque nacidos en el sur de Córdoba. A instancia de éste último, su hermano, seis años mayor y entrenador del equipo de rugby “Estudiantes”, conoce a Ernestito, lo somete a pruebas y lo incorpora como jugador. De ahí proviene la amistad con el bioquímico y farmacéutico, especializado en leprología, que se acentuará con los años. En la apreciación de Daniel James, Granado tenía por entonces opiniones políticas: “que quizás fueran más efectivamente revolucionarias, o al menos más coherentes y claras que las de Guevara”174. Los españoles José, “Pepe”, González Aguilar y Fernando Barral, exiliados e instalados en Alta Gracia, quienes, como Granado terminarán yendo a vivir a Cuba, fueron: “buenos camaradas de Ernesto y también ejercieron una fuerte influencia política sobre él”175. Sobre todo, Fernando Barral, quien en 1946 ingresó a la Facultad de Medicina, y dedicado: “Íntegramente a sus estudios, los que solo interrumpía para militar en el centro estudiantil y en la juventud del Partido Comunista. En 1950, al cursar cuarto año, fue detenido y afectado por la ley 4.144 (de residencia), trasladado en un avión militar hasta Buenos Aires y embarcado hacia Hungría. (El Partido Comunista se había ocupado de gestionar el envío de sus afiliados a países de la órbita soviética, para evitar que algunos fueran devueltos a la España franquista)”176. Recién en 1960, se volvieron a ver en Budapest, y entonces Guevara invitó a Barral a trasladarse a Cuba, propuesta que Fernando aceptó. James, Daniel, op. cit., p. 87. James, Daniel, op. cit., p. 49. 176 Gambini, Hugo, op. cit., p. 52. 174 175

91

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Si tuviéramos que elegir algún otro amigo de esos años, pondríamos a Carlos Figueroa, porteño que veraneaba en Alta Gracia, compañero de fútbol de potrero, y que después fue condiscípulo en Medicina en Buenos Aires. De las amigas, aparte de Clara Peña y la prima Carmen Córdova Iturburu, “La Negrita”, los autores han destacado a Dolores Moyano Martín, por sus punzantes declaraciones, reproducidas internacionalmente177. Bien. Si se repasa el breve listado, al pronto se advierte que sus amigos, en un noventa por ciento, fueron cordobeses, aun residiendo en la Capital Federal. Y que constantemente, por esos años estudiantiles, Guevara volvía a Córdoba, donde estaba su grupo de amigos, el “Grupo Malagueño”, así llamado por la estancia de los Ferreyra donde se reunían, y cuyo centro era María del Carmen Ferreyra, “Chichina”, la única novia conocida de Guevara. En otro orden de cosas, ya la hemos anotado, y ahora la remarcamos, esa extraña dualidad de la conducta de EG. Por un lado practicaba un igualitarismo intransigente, y, por el otro, maltrataba a sus subordinados humillándolos. Acá, tanto para mostrarlo en un escenario peraltado como para citar a un buen testigo, nos vemos obligados a llevar el relato muchos años más delante de la época juvenil, fuera incluso de los límites de esta biografía. Lo insertamos en el período de la guerrilla en Bolivia. Situándolo allí, un combatiente profesional veterano, “Benigno”, individuo simple, ha testimoniado acerca de las conductas básicas de su jefe. Este oficial cubano señala los dos aspectos antes observados. En primer término subraya: “Es verdad que él demostró ser un hombre valiente, inteligente e intransigente en sus ideas, en su forma de actuar y de pensar... Se iba sintiendo un respeto y una admiración cada vez más grande. Una razón para eso es que, cuando había un dolido o un herido, de inmediato el Che iba a ayudarlo o socorrerlo 177 Moyano Martín, Dolores, “La trayectoria de un revolucionario, una memoria del joven Guevara”, en: The New York Magazine, New York, 18 de agosto de 1968.

92

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

sin importarle si era bajo las balas; eso lo hizo muchas veces. También veíamos la justeza que era la suya: cuando había un pan, se tenía que repartir en partes totalmente iguales, sin darle una migaja más a nadie. Eso nos gustaba mucho y de tales cosas se fue alimentando el mito. Además, en los combates, el Che peleaba muy serenamente, dirigía el combate pero seguía siendo uno más junto a todos nosotros... Si hay una cosa que admiro del Che Guevara... es que era extremadamente honrado, que siempre le gustó vivir de su sacrificio, de su sudor”178. Entonces, colocados los elogios justos, pone estas otras notas que él llama “manchas”: “Cuando el Che se disgustaba, nunca daba la oportunidad de explicar el motivo del error y callar era lo mejor, porque él ni le daba la palabra a uno... Para mí estos son manchas: cuando, haciendo uso de su poder, no se le da al agredido la oportunidad de defenderse. Eso no es ni más ni menos que avasallar al subalterno y es lo que en verdad él hizo con nosotros, que por una mezcla de respeto, de admiración y de miedo callábamos... Ya he hablado de los castigos que solía infligir por cualquier falta o error... Un verdadero miedo a él se había apoderado de nosotros, ya desde la Sierra Maestra, por esas medidas despiadadas que él a veces tomaba... Eso no era más que una forma de apoyarse en su mando y avasallar al subalterno”179. Y sintetiza su juicio: “Apartábamos a un lado su dureza y alabábamos su franqueza, su forma de actuar limpiamente, su justedad total”180.

“Benigno” (Dariel Alarcón Ramírez), op. cit., pp. 150, 152, 153. “Benigno” (Dariel Alarcón Ramírez), op. cit., pp. 149-150, 151. Otro miembro de esa guerrilla, con menor capacidad de autocrítica, el argentino cubanizado Ciro Bustos, justifica lo que él mismo llama “la furia desatada” de EG: El Che quiere verte. La historia jamás contada del Che, Bs. As., Javier Vergara, 2007, p. 308. 180 “Benigno” (Dariel Alarcón Ramírez), op. cit., p. 152. 178 179

93

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Dureza despiadada, unida a franqueza, honestidad y trato equitativo. Pues, con tal cuadro de comportamientos tenemos más o menos esbozada la personalidad de este hombre fuera de lo ordinario; actitudes que fueron tomando cuerpo desde sus años mozos.

94

S EGUNDA PARTE

EL ENGAÑO ESPAÑOL

“Explotados por Stalin, por Codovilla, por la Internacional Comunista, por los líderes de la República. Carne de cañón. Muriendo como moscas por mentiras”. Graciela Mochkofsky, “Tío Borís. Un héroe olvidado de la Guerra Civil Española”, Bs. As., Sudamericana, 2006, p. 199

1. LA

FRAGUA IDEOLÓGICA

Ahora iniciaremos un largo intervalo en nuestro relato cronológico. Porque vamos a intercalar un tema grave, complejo, y de proyección decisiva en la vida del joven Guevara. Lo cual, obviamente, requerirá un estudio muy detallado de sus aspectos más controvertidos. Nos referimos, claro está, a la Guerra Civil Española, de 1936 a 1939, y al impacto que ella produjo en la formación de EG. Incidencia que no sólo recayó sobre el niño-adolescente Ernesto Guevara de la Serna, sino sobre el conjunto de los jóvenes argentinos de un cierto nivel cultural, y que se prolongó por varias décadas. Según se simpatizara con el bando “rojo” o con el “nacional”, se tomaba partido apasionadamente y se organizaba una “cosmovisión”, y una definición política de la juventud de este país (y del resto de Hispanoamérica, dicho sea de paso181). Los senderos se bifurcaban, y se polarizaban a derecha e izquierda. Por ese motivo, creemos conveniente detenernos lo que juzguemos necesario en el análisis de los nudos fáctico-ideológicos del tema que nos convoca, aunque en apariencia sólo llenara la atención de Ernesto por unos contados años. Porque lo cierto es que él caló profundo en su espíritu, al punto de tornarlo izquierdista para siempre. A tal efecto, dividiremos la cuestión en dos etapas. Una primera, referida a los personajes que compusieron el entramado hispano en que se movió Cayetano Córdova Iturburu, tío de Ernesto, y su principal consejero en este problema. Y otra segunda, relacionada con la materia objeto de la narración de “Policho, esto es, la suerte de la llamada “República Española”182. 181 “La guerra civil española fue vivida por América de manera intensa y apasionadísima -en realidad, la guerra civil española no ha terminado aún en muchos países de esa América-”: Marrero, Vicente, La guerra española y el trust de los cerebros, Madrid, Punta Europa, 1961, p. 599. “La política frentepopulista y el radicalismo político en América Latina recibieron un fuerte impulso al estallar la guerra civil española... la izquierda y la derecha se identificaron con los dos bandos que luchaban en la contienda... La guerra civil española brindó una verdadera oportunidad para que los movimientos de inspiración comunista movilizaran el apoyo de artistas e intelectuales”: Bethell, Leslie, ed., Historia de América Latina, t° 12, Política y sociedad desde 1930, Barcelona, Grijalbo-Mondadori, 1990, p. 88. 182 Por supuesto que de tal suceso sólo indagaremos lo más directamente vinculado con nuestra materia. A todo evento, digamos que, dentro de la inmensa

97

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

bibliografía que se ocupa del tema, hay obras de consulta general, todas o casi todas respondiendo al ideario de uno u otro de los bandos en lucha. Si tuviéramos que seleccionar las más importantes, las registraríamos así: Pro Bando Nacional: Arrarás, Joaquín, Historia de la Segunda República Española, Madrid, Ed. Nacional, 2 vols.; (dir.) Historia de la Cruzada Española, Madrid, Ed. Españolas, 1940-1943, 8 vols., 35 tomos; Aznar, Manuel, Historia Militar de la Guerra de España, Madrid, Ed. Nacional, 1958-1961, 3 vols.; Pla, Josep, Historia de la Segunda República española, Barcelona, Destino, 1941, 4 vols.; Crónica de la guerra española, Bs. As., Codex, 1966-1967, 5 vols.; Lojendio, Luis María, de, Operaciones militares de la Guerra de España, 1936-1939, Barcelona, Montaner y Simón, 1940; Servicio Histórico Militar (dir. Martínez Bande, José Manuel), Síntesis Histórica de la Guerra de Liberación, 1936-1939, Madrid, 1968; Historia de la guerra de liberación, Madrid, 1945; Seco Serrano, Carlos, Historia de España, t° VI, Época Contemporánea, Barcelona, Instituto Gallach, 1971; Gran historia general de los pueblos hispánicos, Barcelona, 1962, t° VI; García Venero, Maximiliano, Historia de las Internacionales en España, Madrid, 1956, 3 vols.; Fernández Almagro, Melchor, Historia de la España Contemporánea, Madrid, 1959, 2 vols.; Historia de la República española 1931-1936, Madrid, 1940; Datos complementarios para la Historia de España. Guerra de Liberación 1936-1939, Madrid, 1945 (tomada de la “Causa General”); Universidad de Zaragoza (dir. García Arias, L.), La guerra de liberación española, Zaragoza, 1961; Del Burgo, Jaime, Conspiración y guerra civil, Madrid, Alfaguara, 1970; Suárez Fernández, Luis, Francisco Franco y su tiempo, Madrid, Fundación Nacional Francisco Franco, 1984, 8 vols.; De la Cierva, Ricardo, Historia de la Guerra Civil Española, Madrid, 1969; Historia actualizada de la Segunda República y la guerra de España 1931-1939, Getafe, 2003; García Escudero, José María, Historia política de las dos Españas, 2ª. ed., Madrid, Ed. Nacional, 1976, 4 vols.; Vaca de Osma, José Antonio, La larga guerra de Francisco Franco, Madrid, Rialp, 1991; Vidal, César, La guerra que ganó Franco. Historia militar de la guerra civil española, Barcelona, Planeta, 2006; Moa, Pío, La República que acabó en guerra civil, Barcelona, Áltera, 2006; 1934: Comienza la guerra civil, Madrid, Áltera, 2004; 1936: El asalto final a la República, Madrid, Áltera, 2005; Salas Larrazábal, Ramón, Los datos exactos de la Guerra Civil, Madrid, Rioduero, 1980; y Larrazábal, José María, Historia General de la Guerra de España, Madrid, Rialp, 1986; Palacio Atard, Vicente, Cinco historias de la República y de la Guerra, Madrid, Ed. Nacional, 1973; Consideraciones sobre la investigación actual en nuestra historia contemporánea, Madrid, Universidad de Madrid, 1969; Aproximación histórica a la guerra civil española, Madrid, 1970. Pro Bando Gubernamental: Brenan, Gerald, El laberinto español. Antecedentes sociales y políticos de la guerra de España, 1ª. ed., castellana, París Ruedo Ibérico, 1962; 2ª. ed., Barcelona, Plaza y Janés, 1996; Jackson, Gabriel, La República española y la guerra civil, 1931-39, México DF, Grijalbo, 1967 (2ª.ed., Barcelona, Crítica, 1982, 1990); Broué, Pierre y Témine, Émile, La revolución y la guerra de España, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1962, 2 vols.; Ramos Oliveira, Antonio, Historia de España,

98

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

A tal desarrollo pasamos. Si bien los biógrafos de EG saben que la contienda ibérica fue su “fragua ideológica” (Carlos “Calica” Ferrer), transitan por el asunto raudamente, aludiendo siempre a las mismas anécdotas y personajes; tal, por caso, a don Manuel de Falla, y al general Jurado. Como el tema de estos dos forasteros de Alta Gracia, es de fácil resolución, comenzaremos por ahí nuestro relato. Manuel de Falla, autor famoso del “Amor Brujo” vivió sí, unos años en las sierras cordobesas. Eso es exacto. Lo que es más dudoso México DF, Compañía General de Ediciones, 1943, 3 vols.; Tuñón de Lara, Manuel, La España del siglo XX, Barcelona, Laia, 1978; Payne, Stanley G., La Revolución Española, Barcelona, Ariel, 1977; Abad de Santillán, Diego, La revolución y la guerra de España, Bs. As., Nervio, 1938; Líster, Enrique, Nuestra guerra. Apuntes para una historia de la guerra nacional-revolucionaria del pueblo español, 1936-1939, París, Ed. de la Librairie du Globe, 1966; Beevor, Antony, La Guerra Civil Española, Barcelona, Crítica, 2005; Cardona, Gabriel, Historia militar de una guerra civil, Barcelona, Flor del Viento, 2006; Viñas, Ángel, El Escudo de la República, Barcelona, Crítica, 2007; Fraser, Ronald, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la Guerra Civil Española, Barcelona, Crítica, 2001; Preston, Paul, A concise history of the Spanish Civil War, Londres, Fontana Press, 1966 (traducida como: La Guerra Civil española, 1ª. ed., Barcelona, Plaza y Janés, 1987; 2ª. ed., Barcelona, Debate, 2006); Revolución y guerra en España, Madrid, Alianza, 1986; Juliá, Santos, Orígenes del Frente Popular en España (1934-1936), Madrid, Siglo XXI, 1979; Víctimas de la guerra civil, Madrid, Temas de Hoy, 1999; Prieto, Indalecio, Convulsiones de España. Pequeños detalles de grandes sucesos, México DF, Oasis, 1967, 3 vols.; Rojo, Vicente, España heroica, Bs. As., Americalee, 1942; ¡Alerta a los pueblos!, Barcelona, Ariel, 1974; Hidalgo de Cisneros, Ignacio, Memorias.2. La República y la guerra de España, París, Ed. de la Librairie du Globe, 1964; Ibarruri, Dolores y otros, Guerra y revolución en España, 1936-1939, Moscú, Progreso, 1967-1971, 4 vols.; Carr, Raymond, España 1808-1975, Barcelona, Ariel, 1983; Estudios sobre la República y la guerra civil española, Barcelona, 1973; Southworth, Herbert Rutledge, El mito de la cruzada de Franco, París, Ruedo Ibérico, 1963; Zugazagoitía, Julián, Historia de la guerra en España, Bs. As., La Vanguardia, 1940; Aróstegui, Julio, Historia y memoria de la guerra civil, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1988, 3 vols.; Tuñón de Lara, Manuel, Aróstegui, Julio, Viñas, Ángel, Cardona, Gabriel y Bricall, Josep M., La guerra civil española 50 años después, Barcelona, Labor, 1985; Malefakis, Edward, La guerra de España 1936-1939, Madrid, Taurus, 1986; Graham, Helen, The Spanish Republic at War 1936-1939, Cambridge, Cambridge University Press, 2002; Reig Tapia, A., Memoria de la guerra civil, Madrid, 1999. Una introducción, relativamente neutral, la de: Romero, Luis, Tres días de julio, Barcelona, Ariel, 1967.

99

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

es que fuera un exiliado “republicano”, que huyera de España perseguido por haber sido amigo de Federico García Lorca, y que se dedicara a efectuar propaganda “republicana” en la localidad. En cambio, es bastante más seguro que se trataba de un enfermo de tuberculosis que, como tantos otros, buscaba refugio pacífico en el clima serrano seco. También es cierto que no participaba de las tertulias de los Guevara, y que en modo alguno incidió sobre el joven Ernesto, quien, por otro lado, carecía de oído y cultura musical. En un estudio especializado sobre los intelectuales españoles de la época, se lee que Falla: «se quedó en la España nacionalista a lo largo de toda la contienda. En Granada, donde vivía, anduvo de la Ceca a la Meca abogando por su buen amigo Federico García Lorca, al que no pudo salvar del trágico fin que le esperaba, no obstante los esfuerzos que hizo y los amigos a los que recurrió. A pesar de su fervoroso y público catolicismo, Falla se abstuvo de colaborar con el bando de Franco y..., cuando se le nombra presidente del Instituto de España, no toma posesión del cargo “por razones de salud”. Sin embargo, “ABC” de Sevilla, de 7 de octubre de 1937, publica una fotografía del ilustre compositor, acompañado del poeta entonces falangista José María Pemán, y al pie de dicha fotografía, y bajo el epígrafe “Granada. Poeta y músico de la Cruzada”, inserta un texto que literalmente dice: “He aquí, en un rincón apacible de su ‘carmen morisco’ ‘La Anteruela’, al insigne maestro Falla con el gran poeta José María Pemán, colaboradores en el magno poema patriótico ‘Poema de la Guerra’, del que ambos son autores”. Al parecer, la colaboración entre músico y poeta debió iniciarse y concluir el día que se hicieron la fotografía, pues del mencionado “Poema de la Guerra” no ha vuelto a saberse nada. En 1939, concluida ya la guerra, Falla se marcha a Buenos Aires y allí se queda hasta que diez años después le sobreviene la muerte. “¿Por qué se desterró?”, se pregunta otro autodesterrado, Salvador de Madariaga en su libro “Españoles de mi tiempo”»183. 183 Rubio Cabeza, Manuel, Los intelectuales españoles y el 18 de julio, Barcelona, Acervo, 1975, pp. 195-196. El Instituto de España intentaba “agrupar a todas la Reales Academias”, y el secretario electo fue Eugenio D’Ors: op. cit., pp. 190-191. Avisamos que en este capítulo unificaremos ciertas expresio-

100

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Tal vez, para entonces, Manuel de Falla no fuera “franquista”. Pero menos debe haber sido “republicano”, cuando en plena Guerra Civil el Gobierno de Franco pensó en él para dirigir todas las Academias de España. Hasta es probable que pudo pasar de “nacionalista” a “neutral”; pero muy difícilmente a “rojo”. Nada en su carácter o formación permite suponer que hubiera podido compartir la política rupturista y belicista del Gobierno del Frente Popular184. nes. Así, vgr., entre el Comintern o la Komintern, nos quedaremos siempre con la voz femenina, “la Komintern” (1919-1943). Trotsky, apodo (su nombre real era Leb Davidóvich Bronstein) cuya grafía es variable, quedará escrito de ese modo. Codovilla, algunos citan su apellido por su pronunciación en italiano (“Codovila”), o traducen su nombre Vittorio, por Víctor o Victorio. No corresponde. Del jefe de Propaganda de la IC en Europa Occidental, nos quedamos con la escritura “Muenzenberg” (y no Münzenberg). Respecto a lo primero, expresa Alicia Dujovne Ortiz que “hay dos teorías, una que permite decir en castellano, “el Komintern”, y otra que recomienda “la Comintern”, en cualquiera de las dos versiones significa “Internacional Comunista”: El camarada Carlos. Itinerario de un enviado secreto, Bs. As., Aguilar, 2007, p. 66. 184 El Frente Popular preparó, profetizó y alentó la Guerra Civil. He aquí algunos textos claves: “España está ya en camino de la revolución social que necesita. La reforma de la sociedad será la dictadura del proletariado para destruir toda la infraestructura y la superestructura de la actual organización social”(Del diario socialista “Claridad”, órgano del sector que acaudillaba Francisco Largo Caballero). “La conquista del poder político por la clase trabajadora se impone por cualesquiera medios que sean posibles. En el período de transición de la sociedad capitalista a la socialista, la forma de Gobierno será la dictadura del proletariado...” (Acuerdos de la Agrupación Socialista de Madrid reunida en asamblea general extraordinaria el día 21 de abril de 1936). “Implantaremos la dictadura del proletariado y oprimiremos a las clases burguesas y capitalistas. Hemos de perfeccionar la táctica de la revolución de octubre (1934). Lograremos el triunfo, quieran o no los elementos coercitivos” (Largo Caballero, en Cádiz, el día 24 de mayo de 1936). “A nosotros no nos asusta ninguna audacia. Buscaremos al enemigo y lo aplastaremos. Cabalgaremos, y al galope, para pasar por encima de él. Contra el fascismo el Gobierno es un beligerante más” (Santiago Casares Quiroga, Presidente del Consejo de Ministros, en un discurso en el Parlamento, el día 19 de mayo de 1936). “Muy en breve España, convertida en República socialista, en unión de la URSS, hará marchar al mundo hacia sus metas ideales marxistas” (ministro y diputado socialista Julio Álvarez del Vayo, en un discurso en Toledo). “La masa proletaria bien movilizada es una masa que lo arrolla todo y que puede derribarlo todo. Y eso es lo que tenemos que hacer: arrollarlo todo, porque sin arrollarlo y derribarlo todo no podremos llegar a la meta de nuestros ideales” (Largo Caballero, en un mitin de Zaragoza, el 15 de mayo de 1936). “Desgraciadamente, en España ha habido y hay muy poca guerra civil, muy poca revolución, muy poco desorden y muy poco caos. Hemos de procurar que lo haya en la medida en que la reacción lo exige”(“Claridad”, diario socialista)... “Para hacer frente a las luchas que se avecinan, necesitamos un ejército, al que corresponden tres finalidades concretas: sostener la guerra civil que

101

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Michael Christoforidis, historiador de músicos, por su parte, informa que Falla había sufrido una fuerte enfermedad pulmonar en 1925, que no sólo lo retrajo de la vida social, sino que le dio un impulso místico. Tras un retiro espiritual, comenzó con la lectura de los místicos españoles, sobre todo de San Juan de la Cruz. En su camino de espiritualidad, se carteó con Jacques Maritain y otros escritores católicos. En ese sentido comenzó el guión de una obra que titulada “La Atlántida”, con un libreto de mosén Verdaguer, que esperaba fuera su “ópera magna”, y que nunca llegó a concluir. Por todo ese contexto religioso, Falla rechazó completamente el anticlericalismo perseguidor de la Segunda República; política que calificó como una “blasfemia colectiva”. A raíz de esa actitud suya, suscribió enseguida el sentido del Alzamiento Nacional como Cruzada Cristiana Anticomunista, dejando por escrito su adhesión. El secuestro y eventual desencadenará la instauración de la dictadura del proletariado, realizar la unificación de éste por el exterminio de los núcleos obreros que se nieguen a aceptarla y defender de fronteras afueras nuestros principios... Porque no hay que olvidar que el acto de fuerza por el cual se puede conquistar el poder es el paso indispensable para hacer la revolución social” (Largo Caballero, en Oviedo, en junio). “Bien cerca de nuestros Pirineos, en la Francia de 1789, los revolucionarios franceses cargaban carretas de nobles para llevarlos a la guillotina. Esperamos que los revolucionarios españoles podrán hacerlo también muy pronto” (Jesús Hernández, diputado comunista, en un discurso pronunciado en Toledo, en junio de 1936). “Es muy urgente prepararse y estar armados, porque el momento que esperamos está muy próximo. Llegado el caso, no debe haber nadie a quien le duela la barriga o padezca del corazón, y si los hubiera, que sepan que pueden servir para hacer con ellos barricadas” (Ramón González Peña, diputado socialista, en un mitin de Badajoz). Por eso, y mucho más, el diputado derechista José María Gil Robles, en el Parlamento, dirá: “Un país puede vivir en monarquía o en república, en sovietismo o en fascismo, como únicamente no puede vivir es en anarquía, y España hoy, por desgracia, vive en anarquía... Asistimos a los funerales de la democracia”. Y el socialista Julián Besteiro pronosticaba que se anunciaba “la República más sanguinaria que se ha conocido en la historia, o tendría que ser barrida por los adversarios”: “El Frente Popular en España”, cit., pp. 66-71. Cfr. Díaz-Plaja, Fernando, La preguerra española en sus documentos (1923-1936), Barcelona, Plaza y Janés, 1969, pp. 452 y ss. “Si triunfan las derechas, nuestra labor habrá de ser doble, porque con nuestros aliados podemos laborar dentro de la legalidad y ganando las derechas tendremos que ir a la guerra civil declarada. No diga nadie que no hablo claro ni que digo las cosas por decir,... Yo deseo una República sin lucha de clases,; pero para ello es necesario que desaparezca una de ellas”(Largo Caballero, mitin en Madrid, 26 de enero): Sevilla Andrés, Diego, Historia política de la zona roja, Madrid, Rialp, 1963, p. 173. Cfr. Moa, Pío, El derrumbe de la República y la Guerra Civil, Madrid, Encuentro, 2001; De la Cierva, Ricardo, Los documentos de la primavera trágica, Madrid, 1967.

102

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

asesinato de Federico García Lorca, su amigo, enfriaron su fervor “rebelde”, sin que nunca llegara a mostrar oposición a esa causa. De su relación con José María Pemán, surgió un “Himno Marcial”, que se publicó y ejecutó. El 1° de enero de 1938, fue designado Presidente del Instituto de España, cargo que él no rechazó sino que, simplemente, no asumió por motivos de salud. En 1939, terminada la guerra civil, viajó a Buenos Aires, invitado por el Instituto Cultural Español, entidad de neto corte franquista, para dar conferencias y conciertos. A todo esto su salud se había resentido aún más. Por ese motivo es que se ausentó con destino a las sierras cordobesas. Al comprobar la bondad del clima de Alta Gracia, permaneció allí hasta su muerte; siempre enfermo y, más que ello, obsesionado por la decadencia de su frágil salud. Razón ésta -y no otra- que alegó para no retornar a España185. En esa enfermedad se halla la respuesta al interrogante que colocaba de Madariaga. Situación corroborada en la narración que trae Hugo Gambini. Este expone que estando Ernesto Guevara en casa de los González Aguilar, vio entrar a: “un hombre pequeño, muy flaco, con aspecto enfermizo y apoyándose en un bastón... Tendría unos sesenta y cinco años muy mal llevados. ¿Quién es ese viejito? -preguntó extrañado a su amiga Carmen- ¿Tu abuelito? No, es un amigo de mi papá que tocaba el piano en España... Ese ‘amigo de mi papá que tocaba el piano en España’ era Manuel de Falla, radicado en Alta Gracia para reponerse de una tuberculosis”186. 185 Christoforidis, Michael, “Falla”, en: Diccionario de Música Española e Hispanoamericana. Dirigido por José López-Caló y Ismael Fernández de la Cuesta, Madrid, Sociedad Civil de Autores y Compositores, 1999, t° “F”, pp. 894-917. Por todo eso, resultan completamente inexactos los relatos sobre el “exiliado” de Alta Gracia. Por ejemplo, el de Julia Constela quien pretende que antes de la Guerra Civil ya estaba en Córdoba y se quedó ahí al enterarse de la muerte de García Lorca: op. cit., p. 55. 186 Gambini, Hugo, op. cit., p. 41. Agrega que Falla “llegó a la Argentina en 1939 y murió en 1946, a los setenta años, en su chalet Los Espinillos. Allí intimó con Juan González Aguilar y estimuló la formación de un cuarteto de laúdes

103

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Por lo demás, cuando Falla murió en Alta Gracia, en 1946: “Los restos del ilustre compositor gaditano llegan a Cádiz en un barco de guerra y son recibidos por el ministro de Educación Nacional. Se da a su entierro una especial relevancia”187. Si eso es así, no hay que buscar más vueltas ideológicas al problema, y sacar a Falla del círculo de exiliados en el que se quería introducirlo. El caso del general Enrique Jurado Barrio es diferente. No cabe duda alguna que se trataba de uno de los múltiples jefes militares que militaron en el bando “leal”. Empero, al mentar tal condición castrense, ya estamos apartándonos de las versiones propagandísticas consabidas, lo que nos obliga a un primer paréntesis. El asunto se vincula con el llamado “mito de la sublevación de los generales”. Aquella leyenda de que el Ejército se insurreccionó contra el Pueblo. Como está perfectamente averiguado, la mayoría de los generales de brigada y de división no se sublevaron188. Por(Cuarteto Aguilar) dirigido por el médico español”: op. cit., p. 86, nota 20. La información que trae Horacio López Das Eiras, acerca que Falla habría dicho que no regresaría a España hasta que se fueran los que mataron a García Lorca -op. cit., p. 67-, como el dicho de Carlos “Calica” Ferrer en el mismo sentido -op. cit., p. 48-, no nos resultan convincentes. Salvo que Falla repitiera esa letanía, para quedar bien con sus anfitriones González Aguilar (hay fotografías del músico, en casa del médico hispano, y en una, con el poeta comunista Rafael Alberti). 187 Vizcaíno Casas, Fernando, La España de la Posguerra (1939-1953), Barcelona, Planeta, 1976, p. 181. 188 Exactamente, de los 17 generales con mando, sólo 4 se sumaron al Alzamiento. Además: Vicente Palacio Atard y Ramón Salas Larrazábal, entre otros, han demostrado que: “El Gobierno... militarmente mantuvo en su poder los medios íntegros de las Divisiones primera, tercera y cuarta, de las brigadas primera de montaña y segunda de caballería; partes importantes de las divisiones segunda y sexta y una fracción de la segunda brigada de montaña; los parques de Artillería de Madrid, Barcelona y Valencia, y las fábricas de armas de Toledo, Murcia, Trubia, Reinosa, Eibar y Plasencia. Todo esto suponía en números redondos, la mitad de los efectivos y medios actuales del Ejército territorial y prácticamente la totalidad de los potenciales. Con el Gobierno quedaron 18 regimientos y 11 batallones de infantería; siete escuadrones de caballería; 31 grupos de artillería; 16 grupos de y batallones de ingenieros; diversos grupos de servicios y la casi totalidad de los centros y dependencias de la administración central, lo que supone unas existencias en los cuerpos no inferiores a los ochenta mil fusiles. En los parques de Madrid, Barcelona y Valencia se almacenaban entre cuarenta mil y sesenta mil fusiles, lo que hace un total no inferior a los ciento cincuenta mil. Las fuerzas aéreas y navales disponían de cuando menos otros

104

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

veinte mil, y cincuenta mil más las de orden público. A estas existencias había que añadir la de los Depósitos Gubernativos procedentes de los antiguos Somatenes, por lo que puede afirmarse que el número total de fusiles que quedaron bajo control gubernamental se situaba bastante por encima de los trescientos mil. -De Artillería quedó en poder del Gobierno el efectivo de 21 grupos de campaña con 63 baterías, cuya dotación eran 252 piezas... en las fábricas se almacenaban también bastantes. Por ello, una cifra de 400 cañones es mínima y seguramente inferior a la real. El mariscal soviético Vorónov, supervisor de la artillería republicana, afirmó que en España existían 756 piezas ligeras y pesadas... En la distribución de fuerzas de orden público... la proporción resultaba aún más favorable para el Gobierno, que retuvo un 51% de la Guardia Civil, un 65% del Cuerpo de Carabineros y un 70% del de Seguridad y Asalto... De los 15.167 oficiales en activo, se encontraban en la zona dominada por el Frente Popular -la de mayores guarniciones- algo más de la mitad (N.A: 7.624), y de ellos, unos 3.500 sirvieron al Gobierno, lo que unido a los aproximadamente 1.500 (N. A.: 2.000) que reingresaron procedentes de situaciones de retiro, licencia o separación del servicio hacen un total aproximado de 5.000 (N. A.: 5.500. Sin embargo, debe tenerse presente que alrededor de 2.000 oficiales fueron eliminados por los marxistas)... El Gobierno contaba con aplastante superioridad en... la Escuadra y la Aviación. -Las dos base navales de Cádiz y El Ferrol quedaron en territorio sublevado, pero la más importante de todas, Cartagena, cayó intacta en poder del Gobierno... cada una de las dos escuadras enemigas contaba con un viejo acorazado, aunque el “Jaime I” de Cartagena superaba en rendimiento a su gemelo el “España” de El Ferrol. En cruceros, las fuerzas parecían equilibradas: tres en cada zona. En cambio, la flotilla de destructores, espléndidos barcos para la época, se encontraba totalmente a disposición del Gobierno... así como los doce submarinos... En cuanto a la fuerza aérea... los aeródromo militares y civiles más importantes quedaron en zona del Gobierno... de los 303 aviones con que contaba la fuerza aérea española... solamente 96 se sumaron a los rebeldes, mientras que 207 permanecieron en el campo contrario... De los 500 pilotos que había antes de la guerra,... del orden de 200 quedaron con el Gobierno y otro centenar no sirvió en ninguno de los dos bandos... De ahí se deduce que inicialmente la proporción entre el personal volante de ambos bandos estaba al menos en la proporción 2 a 3 a favor del Gobierno”: De la Cierva, Ricardo, Historia ilustrada de la Guerra Civil Española, 8ª. Ed., Barcelona, Danae, 1976, pp. 296-300. Las correcciones que hacemos, corresponden a Ramón y Jesús María Salas Larrazábal, Historia General de la Guerra de España, cit., p. 60. Cfr. Palacio Atard, Vicente, Consideraciones sobre la investigación actual en nuestra historia contemporánea, cit.; Aproximación histórica a la guerra civil española, cit.; Pérez Salas, Jesús, Coronel, Guerra en España (1936-1939), México D. F., 1947; Salas Larrazábal, Ramón, Historia del Ejército Popular de la República, Madrid, Ed. Nacional, 1974, 4 vols.; Modesto Guilloto, Juan, Soy del Quinto Regimiento (Notas de la guerra española), París, Ebro, 1969; Tagüeña, Manuel, Testimonio de dos guerras, México DF, Oasis, 1973, reed. Barcelona, Planeta; Alpert, Michael, El ejército republicano en la guerra civil, 2ª. ed., Madrid, Siglo XXI, 1989; Suero Roca, M. T., Militares republicanos en la Guerra de España, Barcelona, 1981; Cabanellas, Guillermo, Cuatro generales, Barcelona, Planeta, 1977, 2 vols.;

105

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

que, mito conexo, la Guerra no fue del “Ejército contra el Pueblo”, como lo pretendía la propaganda “republicana”, sino que tanto el Alzamiento del 18 de julio, cuanto la Revolución del 19 de julio, fueron movimientos masivos cívico-militares, ambos encaminados a prescindir de las instituciones republicanas. Respecto del primero de ellos, bastaría con recordar “los 270.655 voluntarios que murieron durante la guerra civil, las milicias populares de la zona nacional, sin contar la cifra, todavía mayor, que se incorporó a los batallones regulares del Ejército”189. Por el otro bando, si bien predominó el levantamiento del “anarquismo difuso de las masas subproletarias españolas”190, no debe omitirse la participación de las FF.AA. “leales”. Por ejemplo: en la batalla de Barcelona, intervinieron contra los “rebeldes” la Cuarta División Orgánica del Ejército, la Quinta Zona de la Guardia Civil, con sus 24 compañías, las 15 de la Guardia de Asalto, y las 14 de Carabineros; más la totalidad de las unidades aéreas de Cataluña. Y en la toma del Cuartel de la Montaña en Madrid (en cuyo interior se subrayaba la presencia de civiles falangistas), actuaron los 5 batallones de Infantería, organizados en el Ministerio de Guerra por el comandante Eleuterio Díaz Tendero (con los coroneles Mangada, Lacalle, Marina y los comandantes Sánchez Aparicio y Fernández Navarro), unidos a la acción decisiva del Parque de Artillería, al mando del teniente coronel Rodrigo Gil191. Hubo, pues, lucha de Ejército contra Ejército y Pueblo contra Pueblo192. En Zaragoza, C., Ejército Popular y militares de la República, 1936-1939, Barcelona, 1983; Engel, Carlos, Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República, 1936-1939, Madrid, Almena, 1999. Busquets Bragulat, Julio, El militar de carrera en España. Estudio de sociología militar, Barcelona, Ariel, 1967, 1971; Ciutat de Miguel, F., Relatos y reflexiones sobre la guerra de España, Madrid, 1978. Además, referente a jefes y oficiales de tierra gubernamentales (Ejército, Aviación y Orden público) según Ramón Salas Larrazábal, sumaban doce mil, aproximadamente: Salas, Ramón, op. cit., pp. 497-499. Claro que ahí se añaden oficiales de complemento. “El balance final sitúa entre 5.000 y 5.500 los oficiales profesionales a las órdenes del Gobierno”, mientras que con los sublevados permanecieron 4.500. El 47 por ciento del Ejército territorial, y el 65% de las fuerzas aéreas y navales permaneció con el Gobierno: Salas Larrazábal, Ramón y Jesús María, Historia General de la Guerra de España, cit., p. 60. 189 De la Cierva, Ricardo, op. cit., t° I, p. 237. 190 De la Cierva, Ricardo, op. cit., t° I, p. 133. 191 De la Cierva, Ricardo, op. cit., t° I, pp. 278-279, 281, 282. 192 “Ejército contra ejército, pueblo contra pueblo; este es el planteamiento dialéctico y real de la guerra civil española”: De la Cierva, Ricardo, op. cit., t° I, p. 280.

106

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

síntesis, como lo destaca Vicente Marrero, en la Guerra Civil se enfrentaron básicamente, el proletariado de Madrid y Barcelona con el campesinado de Navarra y Castilla la Vieja: “Fue en las grandes ciudades con Lumpemproletariat, con chusma armada donde los rojos triunfaron inicialmente como Madrid, Barcelona, Valencia... El Alzamiento... encontró sus adhesiones más enfervorizadas en las más puras regiones españolas como Navarra, Castilla la Vieja, Aragón, las que mejores conservaban las virtudes de la España tradicional”193. 193 Marrero, Vicente, op. cit., p. 240. Cfr. Calvo Serer, Rafael, La literatura universal sobre la guerra de España, Madrid, Ateneo, 1962, p. 58: “Difícilmente se podrá negar que, cuando menos, una mitad de España estaba contra la otra mitad. Si el Gobierno de Madrid dispuso de las masas obreras de Madrid y Barcelona, el Ejército contó con los campesinos de Navarra y Castilla... Navarra y Castilla dieron un calor popular que revistió caracteres mesiánicos”. Un autor de izquierdas, como lo es Carlos M. Rama, destaca el “arraigo de la derecha a través de todo el país”, especialmente en las clases medias de los pueblos, en 21 provincias, como las castellanas, leonesas, gallegas, baleares y canarias. “En definitiva -dice-, será desde Pamplona y Valladolid desde donde partirán voluntarios a incorporarse -bajo la boina roja o la camisa azul como carlistas o falangistas- a las tropas del llamado Movimiento Nacional del Gral. Franco”: Ideología, regiones y clases sociales en la España Contemporánea, Montevideo, Ed. Nuestro Tiempo, 1963, pp. 30, 15, 27. Aunque “el movimiento tuvo considerable éxito inicial, sufrió algunos importantes reveses, los principales de los cuales fueron los fracasos de Madrid y Barcelona, la defección de la escuadra, y la pérdida de Cataluña, Guipúzcoa y Vizcaya, con sus industrias pesadas y materias primas. Aparte de Andalucía, donde la tradición anarquista tenía fuerte arraigo entre el elemento campesino, puede afirmarse que los distritos agrícolas eran nacionalistas, mientras que las ciudades y centros industriales eran republicanos”: Kemp, Peter, Legionario en España, Barcelona, Luis de Caralt, 1975, p. 38. Cfr. los mapas elaborados por: Brenan, Gerald, “El laberinto, etc.”, cit. El historiador José Luis Comellas señala que la distribución de las Zonas ocurrió de modo casual, “pero en el fondo obedece también a razones de distribución ideológica: compárese el mapa de las dos zonas con el de las elecciones de febrero de 1936, y se encontrará que el parecido es sorprendente”: Historia de España Moderna y Contemporánea (1474-1965), Madrid, Rialp, 1967, p. 622. A propósito de las elecciones de febrero de 1936, debe recordarse que el Frente Popular obtuvo un 34,3% del electorado contra un 33,2% del Frente Nacional. Esto es, que la diferencia entre izquierdas y derechas era mínima. Ver: Tusell, Javier, Las elecciones del Frente Popular, Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1972; con las correcciones establecidas por: Salas Larrazábal, Ramón, “Los datos, etc.”, cit., pp. 42 y ss. Y aunque hubo excepciones, también es cierto que: “Algunas regiones se comprometieron: Navarra con el alzamiento y Cataluña con la República”. Esto se manifestó en la cantidad de voluntarios. Hacia 1937, “en la España nacionalista había más de 200.000 hombres movilizados: en el ejército de África eran 60.000 hombres, los requetés y falangistas juntos

107

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Mientras que en el plano militar: “Cada bando tenía los restos de un ejército, pero no un ejército”194. Aclarado el ítem, podemos ya verificar el tema del general Jurado. Enrique Jurado había sido un distinguido comandante de artillería, que ascendió primero a Coronel y, después, a General. Intervino, sí, en las batallas de Guadalajara; la primera en julio de 1936, cuando dirigió las tropas que desde Alcalá de Henares redujeron a las huestes de los sublevados generales Emilio Barrera y Gonzalo González de Lara (quien tras rendirse, fue fusilado). Luego, en la contraofensiva ante el ataque frustrado del CTV (Corpo di Truppe Volontarie), del 8 al 13 de marzo de 1937. Esa acción tuvo “un considerable valor propagandístico”, aunque el Gobierno perdió un poco de territorio y las bajas del campo gubernamental fueron superiores a las italianas. Por lo demás, no serían los generales españoles Vicente Rojo, Sebastián Pozas o Enrique Jurado los principales protagonistas de su bando. El comunista Enrique Líster y el anarquista Cipriano Mera, tuvieron roles más destacados, y: “El papel de los asesores rusos en esta batalla fue considerable. Smushkevich (‘Douglas’) en el aire, Pavlov con los tanques, Rodimtsev con Líster, y también Malinovsky, Batov y Meretskov: una galaxia de futuros ‘héroes’, e incluso mariscales, de la Unión Soviética”195. ascendían a 120.000 y había 25.000 de caballería, artillería, ingenieros y otros cuerpos”: Thomas, Hugh, op. cit., t° II, p. 554. En cualquier caso: “El entusiasmo fue lo más característico de la vida de ambos bandos en los primeros días de la guerra civil”: Carr, Raymond, “España, etc.”, cit., pp. 627, 624. 194 Hills, George, Franco. El Hombre y su Nación, Madrid, Librería Editorial San Martín, 1975, p. 241. Añade: “El Frente Popular conservó bastante más de la mitad de las Fuerzas Armadas de Tierra... Además, el Frente Popular se encontraba en posesión de las armas, municiones, fábricas de vehículos de motor y plantas de montaje de aviones, de las factorías textiles y, naturalmente, de todos los medios de producción de armas y abastecimientos bélicos... El Gobierno tenía las reservas de oro españolas”: op. cit., pp. 242, 244. 195 Thomas, Hugh, La Guerra Civil Española 1936-1939, Barcelona, Grijalbo, 1976, t° II, p. 653. Como ejemplo de la inflación publicitaria dada a la batalla de Guadalajara, puede leerse en Hemingway que “tendrá un lugar entre las batallas decisivas de la historia militar del mundo”: Hemingway, Ernest y otros, La guerra de España, Bs. As., Proceso, 1973, p. 105. Tanto Hemingway, con

108

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Lo cierto es que los mandos claves fueron soviéticos196. su “For Whom the Bells Tolls”, como André Malraux, con su “L’ Espoir”, sin ser afiliados, sirvieron admirablemente bien a la propaganda comunista. Después, ambos notables escritores, cambiaron de posición política. En cambio, quien persistió en su “progresismo” fue el corresponsal que representaba a “The New York Times”, Herbert Matthews, quien escribió que: “Guadalajara fue para el fascismo lo que Bailén para Napoleón” (Años después, Matthews demostraría que Fidel Castro no era comunista...). La verdad, como señala el franquista Luis Bolín: “Guadalajara fue un revés para nosotros; no alcanzamos nuestros objetivos. Pero no fue un desastre, como proclamaron insistentemente nuestros enemigos, ni tampoco una gran victoria roja, cosa en la que también insistieron. Las bajas adversas fueron superiores a las nuestras... Los 20 kilómetros de carretera principal que en fin de cuentas arrebatamos, carecían de valor estratégico; tampoco lo tenía el terreno reconquistado por los contrarios. Los cambios de este orden registrados durante la batalla no ejercieron la menor influencia sobre el desarrollo de la contienda o sobre su resultado final”: España. Los años vitales, 2ª. ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1967, p. 275. En todo caso, debe ser comparada con la ofensiva vasca en Villarreal, al norte de Álava, en noviembre de 1936. Los “gudaris”, ampliamente superiores en número, sufrieron una derrota que les costó 4.500 bajas. “Se trataba de una derrota mucho peor que la sufrida por los italianos en Guadalajara, pero de manera comprensible no tuvo la misma repercusión propagandística”: Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., p. 278. 196 “Entre los oficiales rusos que sirvieron en la flota republicana se cuentan S. Ramishvili (en la base naval de Cartagena); V. Drozd (con la flotilla de destructores); Nikolai Eguipko y Burmistrov, comandante de los submarinos; V. Alafuzov, en el crucero “Libertad”; N. Ostriakov (muerto en Sebastopol) y I. Proskinov, ambos en la diminuta fuerza aérea de la flota: op. cit., t° II, p. 597, nota 25. “Fue Goriev el que dirigió el estado mayor y fue el verdadero organizador de la defensa. “Pavlov” mandó las unidades blindadas y “Douglas” (Grigorevitch) mandó una aviación más poderosa y eficaz que la heroica escuadrilla de André Malraux”... “Kolia (Kuntznetzov) el jefe de los marinos... aparte del cuartel general donde trabajaba la misión central rusa todos los grandes jefes republicanos tenían por lo menos un consejero técnico ruso en su estado mayor. Unos y otros estuvieron constantemente vigilados por los representante de la NKVD, la todopoderosa policía política colocada en España bajo la autoridad de Orlov. (Notas: Se ha guardado muy bien el secreto de la verdadera identidad de los oficiales rusos... Krivitsky dice que el jefe de la misión rusa era el general Berzin... fue mandado llamar a Moscú y fusilado... la mayoría de los antiguos comunistas españoles, insisten el papel desempeñado por el general Goriev... Grigorevitch era el general Stern... fue sustituido por el general Grishine, y después por el general Maximov. Entre los demás oficiales rusos, Fischer, que los trató mucho, menciona al coronel Valois, alias Simonov, consejero de las Brigadas; Nicolás Kutznetzov apodado Kolia, jefe de la misión naval... Fritz, consejero de Líster. Afirma igualmente que el futuro mariscal Zukov combatió en Madrid durante el invierno 36-37... el general Kulik, conocido con el nombre de Kupper y consejero de Pozas. El Campesino cita a Malinovski, apodado “Coronel Manolito”, a Rokossowski y a Koniev... “Cuestiones de historia” confirma la presencia de Malinovski; añadiendo a Meretzkov y a Rodimtsev, que entonces era capitán.

109

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Además, dice que el “camarada Douglas”, jefe de los aviadores, era en realidad el general (Jacob) Smutchkievitch. El presidente Aguirre conservó un excelente recuerdo del general Jansen que mandaba a los aviadores rusos del norte”: Broué, Pierre y Témine, Émile, op. cit., t° I, p. 285; t° II, pp. 72-74 y notas. Cfr. Dams, Hellmuth Günther, La guerra española de 1936, Madrid, Rialp, 1966, pp. 386-390. Esos eran los “asesores”. Por ejemplo: el futuro mariscal de la URSS Kiril Afanasevich Maretskov, alias “Petrovich”, fue el asesor del jefe del Ejército Sur republicano Grl. Fernando Martínez Monje. Andreu Castells ha sistematizado todos esos datos en un gran resumen, que titula “VII Brigada Internacional. Misión Soviética”. Nosotros, a su vez, lo sintetizaremos de la siguiente manera: “Servicios Especiales: Mijail Efimovich Koltsov (“Miguel Martínez”)-Erno Geroe (“Pedro”). Aparato Militar: Consejería militar principal: Jan Antonovich Berzins (“Grishin”, “Karlovich”), purgado Grigorevitch (Grigori Mijalovich Stern), purgado Maximov (consejero del Grl. Miaja) Vladimir Yefimovich Goriev Cuerpo Blindado (base: el balneario de Archena): Evan Koniev (“Pablito”) Dimitri Pávlov Jefatura en Zona Centro-Sur (Levante) Iaborov, purgado-Krivoshein Artillería: Nikólai Voronov (“Volter”) A.Fomin (muerto en batalla de Guadalajara) Lehoz (Dimitrov), muerto en Villa del Río DECA: N. Nagorni Aviación militar: Agregado militar: Boris Sviéshnikov Consejero principal: Yákob Wladimorovich Smushkiévich (“Douglas”) Consejero de la Sexta Región Aérea (Norte): Jansen Comisariado general: Filipp Agaltsov Escuadra de bombardeo número 5. Mando soviético. Katiuskas, El Tomelloso: Jefe: Arkadi Zlatotsviétov Jefe EM: Pável Kótov Primera escuadrilla, “La Konsomol”. Mando soviético, El Tomelloso, Albacete, San Clemente Jefe: Ernst Schacht Iván Proskúrov Escuela de Mecánicos, Los Alcázares Segunda Escuadrilla. Mando soviético. Argamasilla del Alba

110

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Jefe: Nesmeyánov Escuela alta velocidad y vuelos nocturnos Grupo 24. Katiuskas Escuadra de caza 11 Grupo 21. “Moscas”. Mando soviético. Seis escuadrillas. Jefes: Ujov, Gussaiev Grupo 26. “Chatos” Jefe: Evegueni Ptujin Kosokov, I. Lakéiev, G. Pleschenko, I. Eriomenko, Anatoli Serov, Stépanov Grupo 20. “Natachas”. Mando soviético: Tupikov, Jalzunov Destacamento de Cooperación naval: Iván Proskúrov-Nikólai Ostriakov Marina: Agregado Naval y Consejero Naval Principal: Nikólai Kuznetsov (“Kolia”) N. A. Piterski E. M. Jukov Consejero Base Naval Cartagena: S. Ramishvili (“Juan García”) Consejero Crucero Libertad: N.Anim-V. Alafúsov Consejeros flotillas: Destructores: V. Drozd (“Don Ramón”) Submarinos: Burmístov Enlace BI: Josip Kopinic Estados Mayores Estado Mayor Central Consejero jefatura: K. Meretskov (“Petróvich”) Consejeros Sección de Operaciones: Piotr A. Ivánov, Grigori Kulik (“Kuper”) Consejero Servicio de Armamentos: Wladimir Bischitzki Zona Centro-Sur: Jefe: Szumilov (“Chilov”) Jefe de tanques: Iaborov Último consejero en Madrid: Alexandrov Ejército del Norte: Alto Consejero: Vladimir Yefimovich Goriev, depurado Ejército del Este: P. Bátov (“Pablo Fritz”) Ejército de Levante: Barthe Ejército de Maniobra: Rodion Y. Malinovski (“Malinó”) Ejército del Ebro: Chaponov Cuerpos de Ejército: V CE: Chevtchenco (“G. Pigdols”) XX CE: Popovich Divisiones: 11 Líster: Alexandr Rodimtsev, Ruben Abramov, Chaikin 14 Mera: Nikolai Bulanov 26 Durruti: Mansúrov Jadji-Umar (“Xanti”) LXX Brigada: M. T. Pétrov

111

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Brigadas Internacionales: Asesor militar principal: Karol Swierczwiski (“Walter”) Asesoría de Investigación Militar A. Wronski Comisariado General de Guerra: Nesterenko, detenido Servicios Secretos: en Alcalá de Henares: Alexandr Orlov (“Schwed”, “Lyowa”); adjunto Bielayev Servicio Secreto en Europa Occidental: Samuel Ginsberg (“Walter Krivitsky”), asesinado Guerrilla y sabotaje en campo enemigo: Naum Iakovlevich Eitingon (“Katou”), Ylia G. Starinov Vittorio Vidali (“Carlos Jorge Contreras”) Cuerpo Diplomático: Embajada: Moses Israelevich Rosenberg, fusilado, Leo Yácobson Gaykis, fusilado Agregados: Ginzer, Sokolin, Ratner Consulado general de Barcelona: Vladimir Alexevich Antonov-Ovseenko, fusilado Agregado comercial: Arthur Stashevski, depurado Consulado de Cartagena: Pável Malov Prensa y Propaganda: Mijail Efimovich Koltsov, por “Pravda” (desaparecido), Ylia Ehrenburg, por “Izvestia” Agencia Tass: M. S. Helfand Servicios radiofónicos: Mijail Tupoliev Cinematografía: Roman Lazarevich Karmen Consejería del PCE: Primer Consejero: Vittorio Codovilla (“Medina”, “Codo”, “Bebé Cadum”, “Banquero”, “Víctor Medineuse”) Segundo Consejero: Stoyán Petrovich Mineev (“Stepánov”, “Vanini”, “Moreno”) Tercer Consejero: Palmiro Togliatti (“Alfredo”, “Ercoli”) Otros Consejeros: Jacques Duclos, Maurice Thorez. Ver: Castells, Andreu, Las Brigadas Internacionales de la guerra de España, Barcelona, Ariel, 1974, pp. 600-608; cfr. Alcofar Nassaes, José Luis, Los asesores soviéticos en la guerra civil española, Barcelona, Dopesa, 1971; Spanky. Los extranjeros que lucharon en la guerra civil española, Barcelona, 1973; Martínez Bande, José Manuel, La intervención comunista en la guerra de España, 1936-1939, Madrid, 1965; Bajo la bandera de la España Republicana. Recuerdan los voluntarios soviéticos participantes en la guerra nacional revolucionaria en España, Moscú, Progreso, 1965. Con referencia al suministro de armas, tomemos un solo ejemplo, el de los aviones. Los nacionales recibieron aviones de Alemania (Junker, Heinkel, Messerschmidt) y de Italia (Savoia, Fiat), en un total de 1.079 aparatos. Los gubernamentales, aparte de los iniciales aviones franceses (Potez, Dewoitine, Breguet, Nieuport. N. A.: eran unos 25; pero en 1937 fueron 180, y en 1938, 300 aparatos), recibieron de Rusia 1.627 aviones (Chatos, Ratas, Natacha, Katiuska): Bolín, Luis, op. cit., p. 375. Conforme a Daniel Kowalsky, la cantidad de agentes soviéticos que operaron en España fue de 2.150: La Unión Soviética y la Guerra Civil Española. Una revisión crítica, Barcelona, Crítica, 2004;

112

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Hubo, en efecto, un “Cuerpo Expedicionario Soviético”. Diverso de los chequistas rusos, de los políticos comunistas europeos y de las Brigadas Internacionales. Bien. Volvamos a Jurado. Él participó de la batalla de Brunete, al mando del 18° Cuerpo, iniciada por los gubernamentales el 6 de julio de 1937, y concluida con su retroceso el día 12. “En suma -dicen Broué y Témine- en el plano operacional fue un fracaso. Para explicarlo, hay que tener en cuenta... la torpeza de los gubernamentales”197. Asimismo, combatió Jurado en Teruel, en diciembre de 1937. Su mayor cargo castrense lo desempeñó a fines de enero de 1939, cuando el Jefe del Estado Mayor General Vicente Rojo, ante la pérdida de Tarragona, destituyó al jefe del Grupo de Ejércitos de la Región Oriental, general Juan Hernández Saravia y nombró para sustituirle al general Jurado. La causa de esta destitución fulminante: “que ya no puede calificarse de inoportuna, fue debida a que el jefe del Grupo de Ejércitos se proponía despojar del mando a Modesto (N. A.: el coronel de milicias del PCE, Juan Modesto Guilloto). El relevo es perfectamente inútil; nada podrá remediar Enrique Jurado que acepta el cargo con disciplinada resignación. Ni el propio Saravia puede proporcionarle otra cfr. Mochkofsky, Graciela, op. cit., p. 163, nota 11. Por su parte César Vidal contabiliza 2.065. Las cifras proporcionadas por: Howson, Gerald, Armas para España. La historia no contada de la guerra civil española, Barcelona, Península, 2000, no son de fiar. A. Mortera Pérez y Jesús Salas Larrazábal han pulverizado las aseveraciones de Howson. Además de sus inexactitudes, aquel libro está repleto de sectarismos infantiles, como el de sostener que la Legión estaba formada por presidiarios o que el Ejército español se componía de 800 generales (cuando el total era de 103): Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., pp. 424-428. Los guarismos de “técnicos” soviéticos, eran inferiores a los del personal de la alemana “Legión Cóndor”, que apoyaba a los nacionales. Los mandos principales de la Misión Militar Soviética fueron alojados en los madrileños hoteles Florida, Ritz y Gaylord’s. 197 Broué, Pierre y Témine, Émile, t° II, p. 110. Ya, para entonces, los comunistas desconfiaban de Jurado. Antes de la batalla de Brunete, el jefe del Quinto Regimiento, el comunista Enrique Castro Delgado había prevenido: “Al teniente coronel Jurado le conocí en Somosierra... es un hombre vacilante... Tiene su familia en Marruecos y tiene miedo que una victoria sea la sentencia a muerte de los suyos... Quiere decirse que operará sin entusiasmo, limitándose a cumplir, pero posiblemente dominado por el deseo de que sea una batalla sin pena ni gloria”: Hombres Made in Moscú, Barcelona, Luis de Caralt, 1963, p. 485.

113

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

cosa que noticias vagas sobre el estado de los frentes y la situación de las unidades, algunas de las cuales no existen más que sobre el papel”198. Eso es cuanto se puede registrar de la foja militar del General Enrique Jurado. Amplia combatividad que bien podía memorarla en reuniones con los Guevara. No obstante, queda aún un capítulo que no debe ser ocultado. Hugh Thomas ha explicado que Jurado, con otros jefes republicanos, al caer Cataluña se refugió en Francia, siendo consultado allí por el Presidente de la República Manuel Azaña acerca de la conveniencia de dar por terminada la guerra y rendirse. Como es sabido, enseguida Azaña renunció a su cargo, mientras el Presidente del Consejo de Ministros, Juan Negrín retornaba a la Zona Central para continuar la guerra, ante el avance nacionalista. En tal circunstancia, se produce la sublevación en Madrid del Coronel Segismundo Casado y su Consejo de Defensa, del 4 de marzo de 1939. Franco no pacta con Casado, porque sabe que la voluntad de resistencia del enemigo está rota. Lo conoce, entre otros motivos, porque: “le llegaban constantes informes procedentes de oficiales como el general Jurado, a la sazón en Francia, y del propio general Matallana... en los que le revelaban cuales serían los puntos de menor resistencia en caso de que lanzara un nuevo ataque”199. Si eso es así, no es de suponer que el General Jurado, en las tertulias de Alta Gracia, tomando como base sus hechos bélicos, los aprovechara para encender fervores marxistas en su auditorio serrano... 198 Romero, Luis, El final de la guerra, Barcelona, Ariel, 1976, p. 64. Añade que: “Lo cierto es que el derrumbamiento fue muy rápido e inexistente el entusiasmo y solidaridad de la población civil y más inexistente su apoyo a cualquier intento de defensa... Los barceloneses, los catalanes en general, se desinteresaban de la guerra, salvo aquellos que huían”: op. cit., p. 62. Por la ola emigratoria hacia Francia, cruzaron la frontera, unos 400.000 aproximadamente; pero de ellos, 120.000 regresaron inmediatamente a España. Esto aconteció apenas pudieron substraerse al influjo de la propaganda catastrofista roja. Más adelante retornaron los que no tenían cuentas pendientes con la justicia penal, sino sólo como prisioneros de guerra. 199 Thomas, Hugh, op. cit., t° II, p. 962.

114

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

En verdad, ni Falla ni Jurado tuvieron importancia al momento de fijar la posición ideológica de la familia Guevara-De la Serna sobre la convocante e impactante Guerra Civil.

2. POLICHO

Y EL ANTIFASCISMO

A diferencia de los anteriores, está reconocido que Cayetano Córdova Iturburu (1899-1977), apodado “Policho”, fue quien influyó principalmente sobre el púber Ernesto Guevara. Dicho de otra forma: que el ascendiente de “Policho” sobre EG, durante este período, fue intenso, perturbador y duradero. Veamos, pues, como se produjo ese impacto moral e intelectual. Fernando Córdova de la Serna ha sido quien ha destapado un secreto familiar muy bien guardado. Ha informado que Ernestito, con su clásica rebeldía, cuando oyó a sus padres argumentar a favor de la República Española, decidió declarase partidario de los nacionalistas y de Franco. Que en polémica intensa se mantuvo hasta que el influjo de las cartas, las fotografías, las revistas, los discos y otros “souvenirs” enviados desde Madrid por Cayetano Córdova Iturburu, lo hizo cambiar de posición. Anécdota que documenta acabadamente el rol decisivo que cumplió “Policho” en este punto fundamental200. Analicemos, pues, el problema. Escribe Pierre Kalfon: “La guerra civil española (1936-1939) afectó aún más a los Guevara y su progenie. En primer lugar porque el cuñado de Celia, el poeta comunista y algo dandy Cayetano Córdova Iturburu, participó en ella valerosamente más de un año, como enviado especial de ‘Crítica’... Luego porque su mujer, Carmen de la Serna, comunista como él, decidió, justificándose en la tos ferina de uno de sus hijos, ir con sus dos retoños a reunirse en Alta Gracia con su hermana menor Celia. Finalmente, porque numerosos hijos de republicanos espa200 Video: Che. Un argentino del siglo XX (Los años de Alta Gracia 1932-1943), La Habana, NTSC, 2001. Cfr. Dante Vidosa.

115

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

ñoles, exiliados en Córdoba y en su región, serán algunos de los mejores amigos de infancia y adolescencia del joven Ernesto”201. La alusión al “dandysmo” de “Policho” tal vez tenga que ver con el hecho de que él no había sido lo que se denomina un “escritor comprometido” (“engagement”, comprometido con el marxismo, se sobreentiende; aunque los periodistas progresistas se hagan los desentendidos cuando usan esta expresión)). No había integrado el grupo socialista de “Boedo” o “Claridad”, en Buenos Aires, sino su antagonista, el “Martín Fierro” o “Florida” (junto a Borges, Mallea y Marechal, entre otros)202. Pero, en algún momento, anterior a 1935, dejó la estética renovadora -“la revolución para el arte”- para pasarse al izquierdismo literario -“el arte para la revolución”-. Y más todavía: para afiliarse al Partido Comunista, e integrar la plana de redactores del periódico del PCA “Orientación”. Es probable que su caso, como el de otros, se halle vinculado a la política de “mano tendida”, de la táctica del Frente Popular, inaugurada, a propuesta del búlgaro Giorgi Dimitrov, en el VII Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú, de julio-agosto de 1935. Como es sabido, en esa ocasión, la Komintern, desechando la anterior táctica “insurreccional”, preconizada por el polaco Dimitri Manuilsky, adoptó la política “del frente único antifascista”. La finalidad de esa mutación obedecía a la política exterior rusa (de acumular adversarios contra la Alemania nazi y, si era posible, provocar una guerra entre los germanos y las potencias democráticas, que dejara a salvo a la URSS, o, cuando menos, ganara tiempo para su defensa). Pero, además, en el plano propagandístico se proponía movilizar en ese Congreso, cómo explicó el italiano Palmiro Togliatti: Kalfon, Pierre, op. cit., p. 39. Cosmelli Ibáñez, José Luis, Historia de la Cultura Argentina, Bs. As., El Ateneo, 1992, p. 444. La persistencia en el estilo modernista-surrealista, y la falta de adaptación al “realismo socialista”, preconizado por los soviéticos (Andrey Zhdanov), fue la causa de la separación de “Policho” del PC, en 1948. No se trató de disidencia ideológica. Horacio Tarcus ha reproducido la correspondencia cambiada entre Rodolfo Ghioldi y Cayetano Córdova Iturburu, en agosto y setiembre de 1948. El debate giró exclusivamente sobre cuestiones artísticas. Aún expulsado, Córdova “escogió el camino de la discreción. Ya como intelectual independiente, mantuvo hasta el fin de su vida su lealtad con la Unión Soviética al mismo tiempo que sus convicciones artísticas vanguardistas”: “Testimonios. Las peleas de las vanguardias”, en: Clarín, Bs. As., 12 de julio de 1998, pp. 16-17. 201 202

116

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“a las masas de la pequeña burguesía, de los intelectuales de vanguardia, de las mujeres y los jóvenes”203. Por cierto que el modelo de captación de los intelectuales “progresistas” ya lo había establecido el grupo francés “Clarté”, un “microcosmos de la Tercera Internacional”. En 1933, a instancias de Willy Muenzenberg (jefe de Propaganda de la Komintern, quien “conducía el espectáculo entre bastidores”), Henri Barbusse, Romain Rolland, Paul Vaillant-Couturier, Raymond Lefevre, Georges Duhamel y otros, crearon el “Comité de Intelectuales Antifascistas”. A la par, algunos surrealista del grupo “Dada”, como Paul Éluard, Louis Aragon, André Breton, inventaron el “engagement”, el enganche, el “compromiso” de los intelectuales con la Revolución Soviética. Desde ese momento, el único fin, el objetivo exclusivo y excluyente de los intelectuales de izquierda fue “la lucha antifascista”. El “fascismo” llenó sus libros, sus idearios, sus emociones, sus metas, sus vidas. A tal efecto, ellos utilizaron la palabra “fascista” en “forma extremadamente elástica”, para comprender a todos los movimientos, partidos, instituciones o personas que no acogieran de buen grado la línea general marcada por el Congreso de 1935204. Kernig, C. D. (director), Marxismo y Democracia. Enciclopedia de conceptos básicos, Madrid, Rioduero, 1975, n° 4, pp. 1-6. 204 Caute, David, El Comunismo y los Intelectuales Franceses (19141966), Barcelona, Oiko-Tau, 1968, pp. 47, 48, 128, 133, 152-153. Cfr. Lottman, Herbert, La rive gauche. La elite intelectual y política en Francia entre 1935 y 1950, Barcelona, Tusquets, 1994. Uno de los fundadores de este movimiento, Henri Guilbeaux, antes de morir en 1938, confesó que el “antifascismo es solamente una trampa para imbéciles”: op. cit., p. 160. En realidad, tal cual lo expresa el historiador inglés, catedrático de Historia Moderna, H. R. Trevor-Roper, “es imposible hablar ya de “fascismo” con un sentido significativo”, y es “simplemente un término de insulto carente de significado”: “El fenómeno del fascismo”, en: Woolf, S. J. y otros, El fascismo europeo, México DF, Grijalbo, 1970, p. 43. Por lo demás, como lo apunta el historiador francés, ex-comunista, Francois Furet, “está claro que la obsesión del fascismo, y por lo tanto del antifascismo, fue instrumentada por el movimiento comunista como el medio para ocultar su realidad frente al juicio de la opinión”: Furet, Francois y Nolte, Ernst, Fascismo y comunismo, Bs. As., Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 39. Cfr. Furet, Francois, El pasado de una ilusión, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1995, denomina al antifascismo “prédica de exportación” de la URSS. El mayor especialista en estas cuestiones, el alemán Ernst Nolte, también subrayaba ese uso espurio de la voz “fascismo”. “La tendencia comunista a emplear este concepto como arma de ataque contra todo enemigo”. Y así fue empleado en el “mundo occidental, aunque casi siempre inexpresivamente y de un modo encubierto”: El Fascismo y su época, México DF, Grijalbo, 1970, p. 203

117

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

43. Concretamente, en la Argentina, sostenía Jorge Abelardo Ramos (cuando aún era trotskista), “no había fascismo, lo que no obstaba para que la rusofilia del stalinismo calificara de “fascista” a todos los sectores políticos del país”: Historia del Stalinismo en la Argentina, Bs. As., Mar Dulce, 1969, p. 98. “Se luchaba contra lo que no existía y se silenciaba lo que en verdad existía”, asevera Ramos: Breve Historia de las Izquierdas en la Argentina, Bs. As., Claridad, 1990, t° II, p. 53. Quien fuera miembro del Comité Central del PCA, Rodolfo Puiggrós, se preguntaba: “¿Dónde descubría entonces el Partido Comunista al fascismo en la Argentina? Había, por supuesto, cuatro locos sueltos que aspiraban a ser los Duce del país, pero vivían tan en las nubes como Ghioldi o Codovilla. El Partido Comunista y el Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, descubrían el fascismo en los movimientos nacionalistas populares...”. En el caso particular de Codovilla, torna a interrogarse: “¿Qué entendía por “fascismo”, “nacional-fascismo” y “gobiernos nacional fascistas” en América Latina? Entendía, en primer lugar, que un gobierno pasaba a ser automáticamente “nacional-fascista” cuando perseguía al comunismo”... “Hablan de los gobiernos de acuerdo al trato que los gobiernos les dispensan. Sus juicios de valor son personales... Entendía también Codovilla que los gobiernos latinoamericanos se transformaban en “nacional-fascistas” cuando se hacían fuertes”: Puiggrós, Rodolfo, Las Izquierdas y el Problema Nacional, 2ª. ed., Bs. As., Carlos Pérez, 1971, pp. 111, 131, 132. No debe olvidarse que antes de 1935, los socialistas también eran considerados “fascistas”. Así, en el V Congreso de la Internacional Comunista, en julio de 1924, se aseveró que: “El hecho esencial es que la socialdemocracia se ha convertido en un ala del fascismo”. “Stalin repitió el diagnóstico dos meses después con mayor precisión: “El fascismo es una organización de choque de la burguesía y que cuenta con el apoyo activo de la socialdemocracia. La socialdemocracia es, objetivamente, el ala moderada del fascismo”: V Congreso de la Internacional Comunista. Primera Parte, Cdba, Cuadernos de Pasado y Presente, 1975, pp. 64, 20, nota 47. O sea, que desde los socialistas hacia la derecha, todos habían sido “fascistas”... Cual anota Alicia Dujovne Ortiz, Codovilla y Ghioldi habían llamado “fascista hasta el almacenero”: op. cit., p. 228. Y en esa alta escuela persisten los hagiógrafos castristas. Froilán González y Adys Capull afirman sueltos de cuerpo que: “Castillo (el presidente Ramón S. Castillo) era un simpatizante declarado del fascismo europeo”: “Amor, etc.”, cit., p. 47. El apacible, liberal-conservador, elegante y anglófilo anciano jurista catamarqueño, queda así transformado en nazi de svástica al brazo. Por otra parte, ningún autor antinacionalista ( Lvovich, Mc Gee Deutsch, Navarro Gerassi, Devoto, Buchrucker, Rock, etc.) ha identificado nacionalismo y fascismo. La mosca blanca ( y paranoica) en esta materia ha sido Federico Finchelstein (para quien derecha y fascismo viene a ser la misma cosa). En verdad, décadas atrás había habido un “Partido Nacional Fascista”, y su prolongación, el “Partido Fascista Argentino”, principalmente integrados por “miembros de la colonia italiana residentes en la Argentina”. En Córdoba, en 1932, se organizó una filial del mismo, “bajo el liderazgo y con la inspiración de un agitador político de dotes notables, Nicolás Vitelli, muerto en 1934”: Zuleta Álvarez, Enrique, El Nacionalismo Argentino, Bs. As., La Bastilla, 1975, t° I, p. 291. Fuera de eso, no hubo, prácticamente, “fascismo” propiamente dicho en este país. En cambio, sí, hubo un inmenso “antifascismo” nativo, aunque de intención internacional.

118

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Y, claro, por ese camino, los escritores progresistas comenzaban por no querer pasar por “fascista” y terminaban como Romain Rolland, justificando la Gran Purga de Moscú de 1938, o defendiendo los crímenes de la GPU, como Louis Aragon205. El quid del asunto consistía en: “alcanzar objetivos determinados por los intereses de la URSS bajo la excusa del antifascismo”206. Como en Francia, en Buenos Aires, un grupo de intelectuales marxistas, entre los cuales descollaba Cayetano Córdova Iturburu207, se dedicaba a denigrar a André Gide, por su libro del viaje a la URSS, a combatir el “fascismo” y a saludar las ejecuciones de “trotskistas” en Moscú. Tanto en el mundo, cuanto en Buenos Aires, la causa “antifascista”: “servía para ahumar los crímenes”208. Por otra parte, ahorraba el trato directo de la cuestión comunista. Bastaba con el “antifascismo”. Así como en los años de 1970, con el modelo cubano a la vista, nadie hablaba de “comunismo”, sino de “Revolución”, en la época de 1930-1940, la voz “comunismo” era reemplazada por la de “antifascismo”. Sobre todo, en los países americanos donde había una fuerte resistencia al stalinismo y sus métodos purgativos. Para los Estados Unidos, por ejemplo, el secretario general de la Komintern Georgi Dimitrov aconsejaba que no se organizara un “Partido Comunista”, sino un frente popular, y:

205 El verso de Louis Aragon, se titulaba “Preludio al tiempo de las cerezas”, y alguna de sus estrofas decían: “Viva la GPU verdadera imagen de la grandeza materialista /.../ Viva la GPU contra el papa y los piojos /.../ Viva la GPU contra la familia /.../ Viva la GPU contra todos los enemigos del Proletariado / VIVA LA GPU”: Courtois, Stéphane y otros, El Libro Negro del Comunismo, Barcelona, Planeta- Espasa-Calpe, 1998, p. 347. 206 Courtois, Stéphane y Panné, Jean-Louis, op. cit., p. 398. 207 Los principales periodistas de “Orientación”, creada en 1935, eran: Rodolfo Puiggrós, Raúl González Tuñón, Jorge Amado, Álvaro Yunque, Aníbal Ponce, Luis V. Sommi, Gerónimo Arnedo Álvarez, Rubén Íscaro, Héctor P. Agosti, Paulino González Alberdi, Rodolfo Ghioldi, José Peter, Miguel Contreras y Cayetano Córdova Iturburu. La élite del PCA: Dujovne Ortiz, Alicia, op. cit., p. 305. 208 Dujovne Ortiz, Alicia, op. cit., p. 305.

119

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Este partido no sería, evidentemente, ni socialista ni comunista. Pero debe ser ‘antifascista’ y no debe ser un partido anticomunista”209. Y para la tarea de las redes clandestinas, infiltradas en el Gobierno, usaban los símiles de “arañas” (los comunistas entrenados) y de “moscas” (los candidatos a ser adoctrinados). Así, para tal labor: “el sentimiento antifascista era usado por las arañas como cebo para las moscas”210. Antes de platicarles bien de Stalin, les argüían pestes de Hitler y Mussolini. Ya llegaría el momento de ir al grano. Los compañeros de viaje se anotaban para jalear el “antifascismo”; luego el “tour” terminaba en la Casa Rusia, bajo la benevolente mirada del georgiano “good uncle Joe”. Y en este momento, el “vozhd guenialniy”, el Jefe Genial de los Pueblos, quería hacer tronar el castigo, tal como lo reclamaba Pablo Neruda: “Nosotros no rezamos. Stalin dijo, ‘Nuestro mejor tesoro Es el hombre’, Los cimientos del pueblo. Stalin alza, limpia, construye, fortifica, Preserva, mira, protege, alimenta, Pero también castiga. Y esto es cuanto quería deciros, camaradas, Hace falta el castigo”211. 209 Ollivier, Georges, Roosevelt, el hombre de Yalta, Madrid, Taurus, 1956, p. 37. 210 Burnham, James, Táctica de la subversión. El espionaje dentro del gobierno estadounidense, Bs. As., Kraft, 1955, p. 28. 211 “Catástrofe en Sewell”, de “La tierra se llama Juan”, en Obras, 6ª. ed., Bs. As., Losada, 1999, t° I, p. 170. A propósito, tal vez, muchos lectores no tengan presentes aquellos otros versos de Pablo Neruda que decían: “Entonces en la historia / vino Lenin, / cambió la tierra, / luego Stalin / cambió el hombre”. (“Cambia la historia”). Hoy, al conocerse la cifra redonda de los 100 millones de muertos del stalinismo -Courtois, Stéphane y otros, op. cit., p. 18-, nadie proclama su adhesión a semejante sistema criminal; pero, en aquella época, sucedía lo contrario. Escribía el mismo Neruda: “Stalinianos. Llevamos este nombre con orgullo. / Stalinianos. Es ésta la jerarquía de nuestro tiempo. / En sus últimos

120

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Pues, ahí estarían los “tovarichs”, en España y en el mundo entero212, para aplaudir sin chistar, con buen o mal gusto, guardando las formas o apartándose de ellas213. años la paloma, / la Paz, la errante rosa perseguida, / se detuvo en sus hombros y Stalin, el Gigante, / la levantó a la altura de su frente. / Así vieron la paz pueblos distantes /.../ y allí velamos juntos, un poeta, / un pescador y el mar / al Capitán lejano que al entrar en la muerte / dejó a todos los pueblos, como herencia, su vida”. (“Es ancho el nuevo mundo”). Para concluir: “En las habitaciones del viejo Kremlin / vive un hombre llamado José Stalin. / Tarde se apaga la luz de su cuarto. / El mundo y su patria no le dan reposo”. (“Que despierte el leñador”). Esos y otros versos por el estilo podían recitarlos su joven admirador de Alta Gracia, nerudista conspicuo. Como asimismo, las odas a la Unión Soviética: “Yo te saludo, Unión Soviética, en este día, / con humildad: soy escritor y poeta. /.../ Alabados sean tus héroes, y cada gota / de tu sangre, alabada / sea la desbordante marejada de pechos / que defienden tu pura y orgullosa morada” (“7 de noviembre. Oda a un día de victoria”). Neruda, indica Jorge Abelardo Ramos, era “un bardo para todo servicio”: “Historia del Stalinismo, etc.”, cit., p. 227. 212 Un poeta ruso elevaba estas loas al “Jefe Genial de los Pueblos” -“Oh Gran Stalin, oh jefe de los pueblos, / Tú que creaste al hombre, / Tú que fecundaste la tierra, / Tú que iluminas los siglos, / Tú que haces florecer la primavera, / Tú que haces vibrar las cuerdas musicales, / Tú solo”. Tampoco sabría de los párrafos que le dedicara el músico Sergio Prokófiev: “ Stalin -yo digo al Universo- tan sólo Stalin, y no necesito agregar nada. Todo está implícito en este nombre maravilloso. Todo: el Partido, el campo, la ciudad, el amor, la inmortalidad. Todo”: Falcionelli, Alberto, El licenciado, el seminarista y el plomero. Glosario del comunismo en acción, Bs. As., La Mandrágora, 1961, p. 316. 213 Más allá de las ideologías, había el terreno del simple buen gusto, transgredido por los vates republicanos. Por ejemplo, este verso de Neruda a “Mola en los infiernos”, que decía así: “Es arrastrado el turbio mulo Mola / de precipicio en precipicio eterno / como va el naufragio de ola en ola, / desbaratado por azufre y cuerno, / cocido en cal y hiel y disimulo, / de antemano esperado en el infierno, / va el infernal mulato, el Mola mulo / definitivamente turbio y tierno, / con llamas en la cola y en el culo”. Digna, realmente, de un Premio Nóbel de Literatura... Claro que Neruda no andaba solitario por esos caminos de ruin procacidad. Otros poetas comunistas españoles lo acompañaban en su altura de miras. Así, José Bergamín (“fellow-traveller”, bueno para un barrido como para un fregado, vgr. para justificar el asesinato de Andreu Nin), escribía sobre “El Mulo Mola” la siguiente endecha: “El hijo de la gran Mula, / por Mola vino a las malas. / Como no tuvo soldados, / lo hizo con las sotanas /.../ De todas partes, por radio, / llegan las voces cascadas / de generales borrachos / diciendo botaratadas”. José Antonio Balbotín, que como poeta nunca pasó de ser un buen diputado (y viceversa), se las tomaba con “Franco, el pirata”, de este modo: “Maldito sea tu nombre, / Franco, general pirata, / Que se te pudra la lengua / conque escupiste a tu patria. / Y que una mano española / -con una sola nos basta-, / una mano que en la furia / del odio se vuelva garra, / te persiga dondequiera / que arrinconases tu infamia, / y en nombre del pueblo heroico / que manchaste con tu baba, / te estruje en tu madriguera, / como a un reptil, la garganta”. Y hasta un poeta verdadero, como lo era Rafael Alberti, se rebajaba a escribir: “Radio Sevilla”: “¡Atención! Radio

121

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Subrayemos la reiteración: en 1937 la voz de orden era: “antifascismo”. En su nombre todo se podía. Ante el “antifascismo” caían las soberanías nacionales; se borraban las fronteras; se eliminaba la autodeterminación de los pueblos. Con precisión José Stalin, trascrito por Vittorio Codovilla, afirmaba: “liberar a España de la opresión de los reaccionarios fascistas no es incumbencia privativa de los españoles, sino la causa común de toda la humanidad avanzada y progresista”214. Antifascismo: ¡ábrete sésamo! Para América, fue el mismo Henri Barbusse215 quien primero disertó “sobre la táctica a seguir frente al fascismo”, conforme al dictamen del VII Congreso de la Komintern. Así, le explicó a Eudocio Ravines que no se trataba de “variar la estrategia fundamental” del movimiento bolchevique, sino que: “Sólo estamos ante un viraje táctico. O marchar solos a la acción insurgente, o atraer a nuestro campo de lucha... a la pequeña burguesía vacilante e indecisa, a los intelectuales, a los católicos -frente a quienes debemos proclamar la política Sevilla. / Queipo del Llano es quien ladra, / quien muge, quien gorgojea, / quien rebuzna a cuatro patas. /.../ ¡Oh, que delicia dormir / teniendo por almohada / y al alcance del hocico / dos pesebreras de alfalfa! / ¡Qué honor ir al herradero / del ronzal! ¡Qué insigne gracia / recibir en mis pezuñas, / clavadas con alcayatas, / las herraduras que Franco / ganó por arrojo en África!”. Y lo emulaba, alguno de ellos, que firmaba “Roger de Flor”: “Queipo del Llano”. “Este imbécil con cara de borracho, / habitante constante de Sevilla, / y que curda y sentado en una silla, / nuestro suelo ha vendido cacho a cacho. / Relleno de soponcios de gazpacho, / las napias afiladas como quilla, / reparte corrompida mantequilla / a moros que cabalgan en un macho”: De Vicente Hernando, César, Poesía de la guerra civil española 1936-1939, Madrid, Akal, 1994, pp. 261, 262, 266, 267, 268, 273. Con razón, los “republicanos” reclamaban el monopolio de la cultura española... 214 Codovilla, Vittorio, “Una trayectoria consecuente en la lucha por la Liberación Nacional y Social del Pueblo Argentino”, en: Trabajos Escogidos, Bs. As., Anteo, 1964, t° I; cfr. Domínguez, Pablo, Victorio Codovilla. La ortodoxia comunista, Bs. As., Capital Intelectual, 2006, p. 84. 215 Barbusse fue el “autor de la más servil de las biografías de Stalin”. Víctor Serge, destacado comunista, al entrevistarse con Barbusse anotó que se encontró “ante la hipocresía misma”: Dujovne Ortiz, Alicia, op. cit., pp. 107, 105.

122

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

de Mano Tendida- y hasta los burgueses desorientados y sentimentales”. Conceptos que le ampliaron los chinos Mao Tsé Tung y Li-Li Siang. Se trataba de una serie de recomendaciones maquiavélicas destinadas a atrapar a diversos sujetos, resentidos sociales o en disponibilidad. Políticos postergados, profesionales hundidos, y: “El que casi siempre es elemento de gran valor... es el gran señor arruinado, la dama o el hombre que proceden de las altas esferas sociales y que han venido a menos; el que en un tiempo alternó con los altos círculos y que ha perdido sus posiciones, cayendo en lo que él estima un abismo. Si nos acercamos a él para darle la mano, para encumbrarlo aunque sea ligeramente, pues nos servirá encantado. Hará lo que se le pida; será auxiliar precioso; entregará lo que sea muy difícil de alcanzar. Eso sí, dentro del partido habrá que tratarle siempre como a un gran señor”216. Es una excelente pintura. En ella enseguida se reflejan los colores de los personajes que en los años de la década de 1935-1945, militaron como “compañeros de ruta” del comunismo. Y hasta parece que la descripción se hubiera hecho teniendo a la vista a una dama argentina, amiga de los Guevara, escritora, de alta sociedad, a quien se le concedería el Premio Lenin de la Paz. En un plano ideológico, Li-Li-Siang aconsejaba cortejar a los demócratas y progresistas, aunque fuera de un modo pasajero: “-¡Sí, querido camarada... Ellos pasan y nosotros quedamos. Somos lo eterno frente a lo efímero... Los radicales, los demócratas izquierdistas, los liberales de avanzada, suben, bajan y se van; la Internacional comunista permanece y dura!” El asunto era convertirlos en servidores: “Tú lo has dicho: servidores. Personas que nos sirvan: por codicia, por miedo, por interés, por inferioridad, por venganza, por lo que sea; pero que nos sirvan. Que sirvan al partido comunista, que sirvan los designios de la Komintern, que sirvan la causa de la revolución”. 216

Ravines, Eudocio, op. cit., pp. 171, 213.

123

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Con ese destino, se creaba el Frente Popular (“Unión Democrática”, se llamaría en la Argentina). Para: “atraer a los izquierdistas e izquierdizantes; buenos o malos, sinceros o pícaros, no importa. Tentarlos. Crear tentaciones para su ambición particular; inventar tentaciones como el demonio”. Asimismo, hacer que el Partido se transformara en: “el gran centro de atracción de los profesionales fracasados y de las mujeres segregadas de los altos círculos sociales”. Ravines, quien aplicó dichas recetas en Chile, con singular éxito -llevó al triunfo en 1938 a “Don Tinto”, el radical bodeguero de Conchalí, Pedro Aguirre Cerda-, señalaba la importancia de las mujeres en tal empresa. Allí: “figuraban chicas de la buena sociedad chilena, que sin tener vínculo con el proletariado, se interesaban por la doctrina extraña, perseguida y aguerrida que era el comunismo. En no pocas damas actuaba el oscuro y poderoso atractivo de la tentación de lo prohibido, de la aventura cargada de misterio, de la presencia del peligro y de las emociones nuevas”217. Las notas transcritas: ¿servirán, tal vez, para entender el caso de “conversiones” al PCA tan exóticas como las de Carmen de la Serna y su marido “Policho”...? Como fuere, lo seguro es que Córdova Iturburu fue a España para secundar la política del PCE en la península ibérica. Y tales criterios eran los que manifestaba en su correspondencia a su familia: “Las cartas de Policho Córdova Iturburu eran leídas en familia, y cada avance o retroceso de las tropas republicanas o na217 Ravines, Eudocio, op. cit., pp. 214, 215, 216, 231, 244. Inmediatamente, se piensa en Katherine, Duchess of Atholl, que sirvió de enganche a las Brigadas Internacionales en Londres. O en Constancia de la Mora y Maura, quien junto a su marido el general de Aviación Ignacio Hidalgo de Cisneros, aristócratas ambos, se afiliaron al PCE y le sirvieron dócilmente. Precisamente, en un núcleo de “Mujeres Republicanas” de Buenos Aires, figuraron entre otras: Elvira Rawson de Dellepiane, Edda de Anchorena, Ana Rosa Schlieper de Martínez Guerrero, Norah Borges, Carmen de la Serna de Córdova Iturburu, Victoria Ocampo, María Rosa Oliver y María Teresa de Malagarriga: Pereira, Enrique, “La Guerra Civil Española en la Argentina”, en: Todo es Historia, Bs. As., n° 110, julio de 1976, p. 18.

124

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

cionales era seguido sobre el mapa. Ernestito escuchaba a su padre resaltar con entusiasmo el heroísmo de los voluntarios de las Brigadas Internacionales, y fantasear con incorporarse a esas tropas”218. Resulta que, para determinados grupos políticos, sociales, y hasta étnicos (que seguían al pie de la letra las instrucciones de la Komintern), esos soldados del intervencionismo extranjero eran

218 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 35. A su vez, O’Donnell fantasea cuando califica a las Brigadas Internacionales de “tropas mal equipadas”, cuando eran las mejor dotadas de todas las intervinientes en la Guerra Civil. El “pequeño ejército” de la Komintern, de aproximadamente, 125.000 hombres, adiestrado en los cuarteles de Albacete, estaba perfectamente mandado y equipado. Más allá del comando político de André Marty y otros comunistas occidentales, militarmente, las Brigadas respondían a las órdenes del general soviético Karol Swierczewski, profesor de la Academia Militar Frunze, de Moscú, apodado “Walter”. Ver: Martínez Bande, José Manuel, Brigadas Internacionales, Barcelona, Luis de Caralt, 1972; Delpierre de Bayac, Jacques, Les Brigades Internacionales, París, Librairie Arthéme Fayard, 1968 (traducción: Gijón, 1982); Castells, Andreu, Las Brigadas Internacionales en la guerra de España, Barcelona, Ariel, 1974; Brome, Vicent, The International Brigades, Spain 1936-1939, New York, Morrow, 1966; Longo, Luigi, Las Brigadas Internacionales en la guerra de España, México DF, Era, 1966; Cierva, Ricardo de la, Leyenda y tragedia de las Brigadas Internacionales, Madrid, Prensa Española, 1970; Brigadas Internacionales: 1936-1996. La verdadera historia: Mentira histórica y error de Estado, Madrid, Fénix, 1997; Vidal, César, Las Brigadas Internacionales, Madrid, Espasa-Calpe, 1998; Johnston, V.B., Legions of Babel. The International Brigades in the Spain Civil War, 1936-1939, The Pennsylvania State University Press, 1967; Las Brigadas Internacionales. La ayuda extranjera a los rojos españoles, Madrid, Oficina Informativa Española, 1948; Las Brigadas Internacionales según testimonio de sus artífices, Barcelona, Comité de Información y Acción Social, sf; Salas Larrazábal, Jesús, La intervención extranjera en la guerra de España, Madrid, Ed. Nacional, 1974; Lizón Gadea, Adolfo, Brigadas Internacionales en España, Madrid, Ed. Nacional, 1940; The International Brigades. Foreign Assistants of the Spanish Reds, Madrid, 1952; Echeandía, J., L’épopée de l’Espagne: Brigades Internationales 1936-1938, París, 1956; Penchienati, Carlo, Brigate Internazionale in Spagna. Delitti della “Ceka” comunista, Milano, Echi del Secolo, 1950; Cattell, David T., Communism and the Spanish Civil War, Berkeley, Universidad de California, 1955; Álvarez, Santiago, Historia política y militar de las Brigadas Internacionales, Madrid, Compañía Literaria, 1996. Koltsov, Mijail, Diario de la guerra de España, París, Ruedo Ibérico, 1963, p. 152: “Porque en Albacete algo se está formando; allí se reúnen, de momento por docenas voluntarios internacionales; serán unidades de choque, con experiencia de la guerra mundial; con ellas se podría iniciar un buen contraataque... Además, habrá tanques y aviones”.

125

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

considerados “Voluntarios de la Libertad”219. Bien entendido que, como afirma Brian Crozier, para los “rojos”: “La libertad significaba primeramente, libertad de quemar iglesias”220. Anderson añade que Carmen de la Serna leía las cartas de su marido: “en voz alta al clan reunido y así traía a la casa el impacto brutal de la guerra como no lo podía lograr artículo periodístico alguno. En poco tiempo los Guevara se enrolaron en la apasionada campaña de apoyo a la República acosada... Guevara Lynch fue uno de los fundadores del pequeño ‘Comité de Ayuda a la República’ en Alta Gracia... En un ambiente de solidaridad apasionada con la causa republicana española, Ernesto, quien ya tenía diez años, se interesó profundamente por el conflicto”221. Horacio López Das Eiras es más explícito:

Medem, Gina, Los judíos voluntarios de la libertad (Un año de lucha en las Brigadas Internacionales), Madrid, Comisariado de las Brigadas Internacionales, 1937. La edición norteamericana se llamó: The Jews figthing for Freedom, New York, 1938. El periódico publicado por los judíos interbrigadistas en España se tituló: Freiheits Kaempfer (Luchador de la Libertad). Tina Modotti, encargada de registrar a los brigadistas en Albacete, le comentó a su jefe Luigi Longo, “Gallo”: “-Es enorme la cantidad de judíos que he inscrito.Sí, lo sé -contestó Longo-, han llegado muchos a Barcelona a participar en las Olimpiadas Obreras. Otros huyen de Alemania, la mayoría viene de Polonia... de Checoslovaquia, de Hungría, de Austria, de Yugoeslavia, de Gran Bretaña se presentan todos los días. -Van a integrar el contingente más numeroso- se entusiasma Tina”: Poniatowska, Elena, Tinísima, Novela, México DF, Era, 1992, pp. 447-448. Aproximadamente, los judíos combatientes sumaban unos 3.000: Lombard, Coeurderoy, Jean, La cara oculta de la historia moderna, Bogotá, Solar, 1989, t° III, p. 184, nota 15. “Era natural”, dice Andreu Castells, que para los judíos ‘la guerra de España constituyera un combate propio’”: op. cit., p.74. Sería por el Edicto de expulsión de 1492, o porque la España Cristiana era su “natural enemigo”. Cabe suponer que los brigadistas judíos fueron apoyados por el CAJ (Comité Judío Antifascista), de obediencia soviética pero vinculado al “Joint” (American Jewish Joint Distribution Committee), encabezado por el millonario James N. Rosenberg: Dujovne Ortiz, Alicia, op. cit., p. 155. 220 Crozier, Brian, Franco, historia y biografía, Madrid, Novelas y cuentos, 1975, t° I, p. 178. 221 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 38. 219

126

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“en casa de los Guevara el conflicto se vive a corazón abierto. Ocurre que un pariente cercano de la familia, el periodista Cayetano Córdova Iturburu, esposo de Carmen de la Serna, es enviado a la guerra como corresponsal del diario “Crítica”. En consecuencia, Carmen, la hermana de mayor confianza de la madre de Ernestito, debe buscar una familia para no quedarse sola con sus pequeños hijos, Fernando y Carmencita... En un hogar que apoya sin tapujos la causa republicana, no resulta extraño que el mayor de los hijos adopte una posición imitadora... La avidez informativa se refuerza con los despachos que envía Córdova Iturburu desde el lugar de los acontecimientos, a los cuales su esposa lee en voz alta en casa de los Guevara... La simpatía de los Guevara por la causa republicana, no sólo se manifiesta con sermones caseros, bautizando “Negrina” a la mascota de la casa -en honor al general republicano Juan Negrín-... Sobre la importancia que la guerra pudo tener en el futuro de Ernestito, su amigo Calica Ferrer asegura que fue su fragua ideológica, debido al ambiente de intelectualidad de izquierda que lo rodeaba, fundamentalmente, a partir de la llegada de los exiliados... Entre otros libros, leerá “España bajo el comando del pueblo” escrito por su tío Córdova Iturburu”222. Juan Negrín, socialista, “bon vivant”, destacado profesor universitario de fisiología, cuando fue Presidente del Consejo de Ministros, quiso tener en sus manos el monopolio del manejo político de la guerra. Empero, esa tendencia no le alcanzó para que lo nombraran “general”... No obstante, dejando de lado algún que otro pelillo informativo, parece verdad el carácter educador de esa contienda bélica sobre EG. Es, por otra parte, el mismo concepto que asienta Jorge Castañeda, al sostener que: “En 1937 partió a España su tío Cayetano Córdova Iturburu. Periodista y miembro del Partido Comunista Argentino...

222

López Das Eiras, Horacio, op. cit., pp. 65, 66, 67.

127

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

La llegada de las noticias de ultramar se convertía en un acontecimiento; ...Córdova mandaba también en ocasiones revistas y libros españoles; de ellos procedía también la información detallada y constante, que aterrizaba en la imaginación de Ernesto chico. Se grabaría allí para siempre... La guerra de España constituyó la experiencia política fundante de la infancia y adolescencia del Che. Nada lo marcará políticamente en esos años como la lucha y la derrota de los republicanos”223. Eso es tan cierto que, en 1961, según lo testimonia Ciro Bustos, Guevara, junto al General hispano-soviético Enrique Líster, participó de un homenaje a la República Española, en el Centro Gallego de La Habana. Entonces: “Líster hizo una evocación de la milicia popular, del papel dirigente de los comunistas españoles, de la presencia de las brigadas internacionales, del apoyo de la URSS. El Che rememoró el clima familiar durante su infancia, en torno a un aparato de radio, escuchando las noticias de la Guerra Civil Española, como un sentimiento de tragedia que le afectaba personalmente”224. Tragedia personal. Bien. Hasta aquí los datos básicos del acontecimiento. Cabría añadir que el libro de “Policho” se publicó en Buenos Aires, para consumo local, naturalmente225. Y que fuera del ambiente al que estuvo destinado, careció de otra repercusión. No ha merecido el honor de alguna reproducción fragmentaria, como la han tenido artículos de Ramón Prieto, Dardo Cúneo o Juan José Real226. Tampoco su autor es mencionado en una prolija lista de intelectuales y artistas pro-republicanos, que incluye desde Tito Lusiardo y Olinda Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 37. Bustos, Ciro, El Che quiere verte. La historia jamás contada del Che, Bs. As., Javier Vergara, 2007, p. 55. 225 Córdova Iturburu, Cayetano, España bajo el comando del pueblo, Bs. As., Acento, 1938. Ver, también: Gómez, Roberto, Charlas de café sobre la Guerra Civil Española (Compilación de notas y discursos aparecidos en “Crítica” de Buenos Aires), Bs. As., Acento, 1938. 226 Malraux, André y otros, Los que fueron a España, Bs. As., Jorge Álvarez, 1966. 223 224

128

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Bozán hasta Alberto Anchart y Dringue Farías227. En realidad, la única referencia ha sido peyorativa, y es la efectuada por el catalán de nacimiento y diputado socialista Joaquín Coca, el cual publicó en 1940 un libro titulado “Quinta Columna Bolchevique”. Coca: “Allí denuncia la política del PCA respecto a la solidaridad con España: desde el desvío de fondos solidarios con fines partidistas, hasta la tergiversación de entidades pro republicanas como la FOARE o ‘La Nueva España’, en las que Coca ve pantallas para la captación de afiliados para el PC. También cuestiona el envío de voluntarios ‘no necesariamente a luchar... sino a engrosar la legión de agitadores, como Ángel Ortelli, Córdova Iturburu, Raúl González Tuñón y otros’”228. Por cierto que, junto a otro del PCA, Raúl González Tuñón, participaron en el denominado “II Congreso de la Asociación Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura”, reunido en Valencia y Madrid, del 3 al 8 de julio de 1937. Tal Congreso estuvo organizado en España por Mijail Koltsov, quien trae un relato pormenorizado229, y el destacado escritor ruso Ilya Ehrenburg, continuando con las normas trazadas en la “Maison du Culture”, por Louis Aragon, en 1935 (en realidad, todo digitado por la Komintern, con Willy Muenzenberg como director de orquesta). Fue un simposio estrictamente stalinista, inaugurado con “La Internacional”, cantada puño en alto, y con vivas a la Unión Soviética230. Por supuesto que, además de los comunistas notorios (Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Goldar, Ernesto, Los argentinos y la Guerra Civil Española, Bs. As., Contrapunto, 1986, pp. 199-200. Cfr. Pereira, Enrique, op. cit., pp. 5-32. Los artistas mencionados pertenecían al género de comedias frívolas o revisteriles bastas, procaces y ordinarias. 228 Trifone, Víctor y Svarzman, Gustavo, La repercusión de la guerra civil española en la Argentina (1936-1939), Bs. As., Centro Editor de América Latina,1993, p. 77; cfr. Coca, Joaquín, Quinta columna bolchevique, Bs. As., 1940, s/p. Rein, Ranaan, “Otro escenario de lucha: franquistas y antifranquistas en la Argentina, 1936-1949”, en: Ciclos, Bs. As., año 5, vol. V, n° 9, 2° semestre 1995. 229 Koltsov, Mijail, op. cit., pp. 430-441. No cita a Córdova Iturburu. En cambio, quien establece su asistencia es Andreu Castells, op. cit., p. 231, aunque equivoca la grafía (“Uturburu”, por Iturburu). 230 Quien desee solazarse con ese tipo de literatura, puede leer con provecho el libro de Pablo Neruda, España en el corazón. Himno a las glorias del pueblo en la guerra (1936-1937), Santiago de Chile, 1938. 227

129

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Rafael Alberti, María Teresa León, José Mancisidor, César Vallejo, Arturo Serrano Plaja, Juan Marinello, Alejo Carpentier, etc.), y de los cripto-comunistas, como el español “católico” José Bergamín, se invitaron a “compañeros de ruta”, como Hemingway, Malraux y otros (esto causó algún disgusto, como el ocurrido con John Dos Passos, quien rompió con los PC públicamente en aquella ocasión, por el caso de su amigo José Robles Pazos, que había sido asesinado por la NKVD, crimen que seguía oculto231). Aunque el tema obvio era el apoyo a la “República” española, los PC llevaban otra consigna: la condena del escritor francés André Gide, que había estado con ellos; pero que acababa de publicar un libro sobre su viaje a Moscú, mostrando su decepción con el stalinismo. Entonces: “Los delegados de la Unión Soviética tienen un solo objetivo: condenar a André Gide y su libro crítico: ‘Retour de l’URSS’. Ilya Ehrenburg lo considera un atentado y va de grupo en grupo buscando apoyo. La delegación argentina ya aceptó secundarlos”232. La llamada “delegación argentina” estaba compuesta por dos “tovarich”: Raúl González Tuñón y Cayetano Córdova Iturburu; el último de los cuales sabía muy cómo debían cumplirse las órdenes de Moscú. Ninguno de ellos era un “desafecto”233. Bien: tenemos ya definido el rol desempeñado por Córdova Iturburu en el seno de la familia Guevara. Que en esta materia, él tuvo un influjo determinante sobre Ernestito, está fuera de discusión. Nos adentraremos ahora en la cuestión de las influencias directas que sobre Córdova Iturburu se concretaron en su estadía española.

231 Ver: Koch, Stephens, Adieu á l’amitie. Hemingway, Dos Passos et la guerre d’Espagne, París, Grasset, 2005; y: Martínez de Pisón, Ignacio, Enterrar a los muertos, Barcelona, Seix Barral, 2005. 232 Poniatowska, Elena, op. cit., p. 529. 233 En octubre de 1936, el gobierno “republicano” creó la figura penal del “desafecto”; o sea: aquel individuo que no manifestaba un entusiasmo absoluto hacia la política frentepopulista. Tales sospechosos eran equiparados a los delatores, y, por lo tanto, pasibles de la pena de muerte: Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., p. 295.

130

E R NE STO G UE VA R A

3. EL

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

COCOLICHE Y EL DANDY

Vamos a ir enumerando los sujetos que gozaron de esa amistad (con los cuales, sugerimos, se podría haber formado el “Círculo Orlov”, no precisamente literario). Empezaremos por quien mereció, sin discusión alguna (nunca las hubo en el campo stalinista) el número uno, tanto en la jerarquía férrea del PCA (Partido Comunista Argentino), como en la delegación de la Komintern (Tercera Internacional comunista) en España. Nos referimos, por supuesto, al jefe político de “Policho”, Vittorio Codovilla, alias “El Gordo”, “Codo” o “Medina”, para sus amigos españoles. Acá, colocamos un aviso. Vamos a detenernos bastante en el caso del “Gordo”, porque él constituyó el pivote en torno al cual giraron los otros personajes que integraron el grupo vinculado a nuestra historia. Codovila fue, en el juicio de Pablo Neruda, “desbordantemente humano, con un profundo sentido artístico... la gran máquina del pensamiento político de aquellos tiempos”; “el dios del partido”, como afirma Graciela Mochkofsky234. Alude al PCA. No obstante, hasta 1940 poco tiempo había pasado “Codo” al frente de ese partido local. De 1924 hasta 1939, salvo pequeños retornos, había estado preferentemente en Montevideo, Cuba, los Estados Unidos, México, Chile, Bélgica, España y la Unión Soviética, siempre agitando para la Komintern235. En una época de tantas “purgas” y depuraciones, con altibajos en su gestión, Codovilla no perdió nunca el favor de Moscú. Al parecer, esto se debió a que “era amigo personal de Stalin”236. 234 Neruda, Pablo, Confieso que he vivido, Barcelona, Seix Barral, 1974; Mochkofsky, Graciela, op. cit., pp. 168, 119. 235 “En 1928 participó en los trabajos del VI Congreso de la Internacional y en el Congreso de la Internacional Sindical Roja. Ese mismo año, el Comité Ejecutivo del Komintern lo designó secretario del Buró Sudamericano y miembro de la Comisión Internacional de Control. Codovilla había llegado a la cima del estrellato comunista amparado por Moscú”: Tarcus, Horacio, “Los archivos secretos del comunismo. Moscú y el PC argentino”, en: Clarín, Bs. As., 31 de agosto de 1997. Según el comunista Oscar Arévalo, se trataba del “cumplimiento de obligaciones de solidaridad internacional”: El Partido Comunista, Bs. As., CEAL, 1983; cfr. Domínguez, Pablo, op. cit., p. 94. 236 Rubio Cabeza, Manuel, “Diccionario, etc.”, cit., t° I, p. 195.

131

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Algunos autores lo tienen por argentino, y hasta traducen su nombre (“Victorio”). Empero, Vittorio Codovilla, había nacido el 8 de febrero de 1894, en Ottobiano, Milán, provincia de Pavia, y sus padres eran Venanzio Codovilla y Giovanna Ferrandi. Recién a los 18 años de edad, por disposición del Partido Socialista Italiano, vino a la Argentina, país al que consideró como “un destierro temporal”237. Se casó con Ítala Mari. Sus últimos dos años de vida los pasó en la Unión Soviética, siendo condecorado por el Soviet Supremo con la Orden de la Revolución de Octubre. Murió el 15 de abril de 1970 en Moscú, siendo enterrado en el cementerio Novodevichie, “como buen funcionario soviético”238. De inmediato, el Comité Central del PCUS envió un telegrama al PCA, en el que expresaba: “Los soviéticos guardarán para siempre en su corazón el recuerdo del preclaro camarada Vittorio Codovilla”. Una plaza, un buque cisterna y una escuela rusa llevaron su nombre (suponemos que hasta 1991)239. Luego, como se aprecia, Codovilla puede ser considerado internacional, ruso, o, si se prefiere, italiano; pero argentino, muy poco240. En todo caso, Jorge Abelardo Ramos ofrece esta definición concisa: “Vittorio Codovilla, agente italiano del gobierno ruso en América del Sur”241. Esa es su ficha elemental. Veamos algo más. 237 Explica Pablo Domínguez que el PSI tenía una “estrategia” de enviar militantes al exterior para extender entre los emigrantes italianos su influencia. Entonces, el padrino político de Codovilla, Egisto Cagnoni, influyó para que enviaran a su protegido a la Argentina. Por eso vino aquí: Domínguez, Pablo, op. cit., p. 30. 238 Mochkofsky, Graciela, op. cit., pp. 120, 122, 167. 239 Domínguez, Pablo, op. cit., p. 111. 240 El mismo PCA, oficialmente reconoce que Codovilla estuvo, por lo menos, 10 años ausente del país: Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, Bs. As., Anteo, 1947, p. 90. Tal vez, porque, como sostiene Jorge Abelardo Ramos: “La realidad argentina no revestía para Codovilla importancia alguna frente a la realidad soviética”: “Historia del Stalinismo, etc.”, cit., p. 69. Ramos lo consideraba “un hombre realmente mortífero”: Ramos, Jorge Abelardo, Breve historia de las izquierdas en la Argentina, Bs. As., Claridad, 1990; cfr. Domínguez, Pablo, op. cit., p. 92. 241 Ramos, Jorge Abelardo, Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. Las masas en nuestra historia, Bs. As., Amerindia, 1957, p. 416. Luis Sicilia lo describe como: “italiano de baja estatura, excedido de peso, que carecía del sentido del humor y a quien no le gustaba el fútbol ni el tango”: Prólogo a Domínguez, Pablo, op. cit., p. 1º.

132

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Comenzamos con algunos autores marxistas, que lo recuerdan de la siguiente manera: “Vittorio Codovilla, italiano de nacimiento, argentino residente desde 1912 es uno de los fundadores del PCA del cual será su principal dirigente hasta su muerte. A principios de 1932, la Internacional Comunista, con sede en Moscú, lo envía a España para colaborar con el fortalecimiento ideológico del PCE, a la usanza de la época. Allí, bajo el seudónimo de Medina o el Gordo, ‘ayuda a depurar al PCE’. Luego del golpe de Franco, la IC lo vuelve a enviar a España, lugar donde tendrá una activa participación, tanto en la dirección política del PCE como en la organización de las brigadas internacionales (Considérese que en esta época los Partidos Comunistas no son más que secciones de la IC, por lo cual el delegado de la misma está por encima de los mismos dirigentes del partido). Codovilla junto al búlgaro Stephanov serán los dos delegados directos de la IC e integrarán una comisión política ad hoc junto a José Díaz, Luigi Longo y otros. Asimismo actúa junto a los miembros del servicio secreto soviético GPU que tendrá activa participación en el desplazamiento de Largo Caballero por Negrín y especialmente en la represión al putsch ultraizquierdista del POUM de Barcelona en el cual será asesinado el máximo dirigente de esta organización, Andrés Nin. Toda la literatura trotskista acusa sin reparos a Codovilla por esta cuestión, junto a otros brigadistas argentinos como Salomón Elguer y Ángel Ortelli. Si tenemos en cuenta la metodología de la época y las constantes acusaciones que realiza Codovilla al anarcofascismo y trotskofascismo sería bastante lógico creer en la veracidad de las mismas. A mediados de 1937 Codovilla es reemplazado en sus funciones españolas por el italiano Palmiro Togliatti, pasando a desempeñarse en el Comité Internacional de Ayuda a España Republicana con sede en París, hasta el final de la guerra, regresando a la Argentina en 1941. En virtud de las funciones que llega a ocupar Codovilla en su estadía española, posiblemente fue el argentino que más altas responsabilidades haya asumido en esa guerra”242. 242 Trifone, Víctor y Svarzman, Gustavo, op. cit., pp. 87-88. Similares conceptos emplea Hugh Thomas, cuando dice: “El representante de la Komintern en Espa-

133

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Visión íntegramente compartida por el otro cronista izquierdista del tema, Ernesto Goldar243. ña a mediados y finales de la década de los años 30 era un argentino de origen italiano, Vittorio Codovilla (conocido en España con el nombre de “Medina”). Se había pasado la vida organizando partidos comunistas en Sudamérica. Era un hombre muy grueso, de aspecto y gustos burgueses. Jacques Doriot, cuando todavía era la brillante esperanza del Partido Comunista francés... comentó a propósito del enorme apetito de Codovilla: “A Luis XIII le gustaba rodearse de hombres que comieran mucho. Codovilla hará buen papel con Stalin”: op. cit., t° I, p. 146. El tal Salomón Elguer, mencionado, fue la mano derecha (o izquierda, si se prefiere) de Codovilla en España. Su alias era “Carlos González Díaz”. Fue “uno de los fundadores de la Federación Juvenil Comunista de la Argentina. Enviado por el partido a la URSS en 1927 para estudiar tres años en la Escuela Leninista. Tenía carnet del PCUS. Hablaba ruso y alemán. Comisario político de las Brigadas Internacionales en España, enviado por el PCA... ocupó cargos muy importantes en el Ejército Popular Republicano. Volvió a la Argentina donde se desempeñó en comisiones especiales. Fue y es un publicista aventajado escribiendo trabajos sobre las fuerzas armadas. Como estaba casado con una compañera española reside en la actualidad en ese país”: Mochkofsky, Graciela, op. cit., pp. 246, 257. Alicia Dujovne Ortiz, cuyo padre fue agente secreto de la URSS, aprecia que Codovilla manejaba el PCA “con mano de hierro y astucia de lacayo”. Aclara que formaba con Rodolfo Ghioldi, su segundo, un dúo perfecto, tipo “el gordo y el flaco” del cine: “Pese a su juventud (en 1924), ambos compadres ya habían perfeccionado en ese entonces los dos aspectos complementarios que conservaron hasta el fin: Codovilla, el gordo agazapado, de una absoluta inmovilidad impuesta por su masa, pero también por su firme decisión de permanecer clavado en su sitio... como si siempre estuviera metido en una cueva desde donde controlaba a los demás con aire de medusa, duro pero gomoso, es decir, no inflexible sino capaz de acomodar a toda nueva circunstancia su corpachón gelatinoso, frío, privado de pasión y de fe; y Ghioldi el flaco intelectual, fanático, estreñido, de severos anteojos y labios fuertemente apretados, paralizado en esa misma actitud hierática que, a ojos de los dos, debía simbolizar la “línea correcta”: op. cit., pp. 80, 93. 243 “Es preciso reconocer que en los comunistas recae el peso de buena parte de las organizaciones de solidaridad con España... no puede dejar de consignarse la diligencia desplegada en España por el secretario general del partido comunista argentino Victorio Codovilla. De este señor se habla muy mal; no sólo en versiones bastante arraigadas en las izquierdas, sino, también, a través de las informaciones de historiadores liberales. Víctor Alba, en su “Historia del Movimiento Obrero en América Latina”, anota que Codovilla, junto a otros afiliados latinoamericanos y europeos actúa en la guerra civil como agente del Comintern y de la G. P. U. Soviéticos, convirtiéndose en un “personaje siniestro”. Al estallar el conflicto ayuda a los rusos establecidos en España en la organización de la policía secreta, la NKVD, e interviene, entre otras acciones, en el desplazamiento, por orden del Kremlin, del gobernante socialista Largo Caballero; en otra oportunidad ayuda a despromover a José Díaz, secretario del partido comunista español, aunque manteniéndolo como figura decorativa. Díaz termina suicidándose en la U. R. S. S. Codovilla tampoco es ajeno al asesinato de Andrés Nin

134

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Rodolfo Puiggrós impugnaba el “estrafalario modo infantil de pensar de Codovilla”244. Lo cierto es que para entonces, Codovilla contaba ya con una larga historia en el “Agit-Prop” (Agitación y Propaganda), en trabajos clandestinos y en espionaje soviético. Codovilla era, en verdad, el más importante comunista de la Argentina, y había trabajado para la Komintern en toda América y España. El socialista español Víctor Alba, exiliado en México, escribía al respecto: “Codovilla andando el tiempo, se convirtió en miembro del Buró (Buró Latinoamericano de la Komintern) y luego en consejero de la Komintern en España. Codovilla gozaba de la plena confianza de Moscú, hasta el punto de que era quien controlaba los fondos enviados por la Komintern. En esa época los dirigentes comunistas ya se había convertido en agentes con sueldo y gastos de viaje. Codovilla, en las discusiones, adheríase a la posición que le parecía reflejar la de los jefes de la Komintern, y siempre estaba dispuesto a retractarse, cambiar de parecer y ofrecer las más humillantes excusas, cuando resultaba que su olfato político le había hecho equivocarse. En el equipo de agentes y consejeros del Buró en Buenos Aires, Codovilla representaba el papel menos airoso; todos lo despreciaban un poco, pero lo halagaban, no sólo porque administraba el dinero, sino porque existía la sospecha, luego confirmada, de que informaba de todo a espaldas de los informes oficiales del Buró”245. Con motivo de que a la caída de Hipólito Yrigoyen, el 6 de setiembre de 1930, en Buenos Aires, la conducta de Codovilla fue muy censurada. El ruso Guralsky lo calificó de “charlatán y cobarde y lo criticó tan acerbamente que Codovilla pidió que lo enviaran a ni a la persecución contra el P.O.U.M. (Partido Obrero de Unificación Marxista), uno de los opositores más dinámicos, acusado de franquista por los stalinistas”: Goldar, Ernesto, op. cit., pp. 156, 157. 244 Puiggrós, Rodolfo, op. cit., p. 148. Recuerda también que Codovilla “se declaraba dispuesto a ver morir a las repúblicas latinoamericanas con tal de que salvara la Revolución Rusa”: op. cit., p. 138. 245 Alba, Víctor, Historia del movimiento obrero en América Latina, México DF, Libreros Mexicanos Unidos, 1964, p. 187.

135

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Moscú y de allí fue a España, donde no corría peligro alguno. Sin embargo, desde Moscú y desde Madrid continuó interviniendo, bajo mano, en los asuntos latinoamericanos”246-. Por lo tanto, bien afirma Burnett Bolloten que: “Durante el primer año de la guerra civil, Codovilla (argentino) fue el auténtico jefe del Partido Comunista español”247. Cuando el italiano Luigi Longo arribó a la península ibérica, halló buenos camaradas: “Encuentro viejos conocidos italianos: Medina (Vittorio Codovilla), que colabora con la dirección del partido. Es casi paisano mío; nacido en Tortona (Alejandría), expatriado en Argentina en 1911 por haber participado en manifestaciones contra la guerra de Trípoli”248. En cualquier caso, la más completa semblanza del “Gordo” Codovilla la produjo Eudocio Ravines, representante peruano en la Komintern, cuando rompió con el comunismo. Comenzaba Ravines por presentarnos la figura del ítalo-argentino: “El hombre rechoncho, desprovisto de cintura y de cuello, con la cabeza de ‘permanente’ avanzó hacia el proscenio. Tenía las caderas enormemente anchas y las piernas cortas: aquel hombre era Codovilla”. Acto seguido: “Codovilla comenzó a hablar de modo agresivo... era una carga de enfurecidos anatemas, con recargado acento italiano y con esa pronunciación que los argentinos denominan ‘cocoliche’. Usaba términos ásperos y palabras de grosera vulgaridad... Era una oratoria especial para hacer antipática la causa o las ideas que este hombre propugnaba. Estallaron aplausos... regimentados... Alba, Víctor, “Historia del movimiento, etc.”, cit., p. 218. Bolloten, Burnett, El gran engaño, Barcelona, Luis de Caralt, 1961, p. 143, nota 53. 248 Longo, Luigi, Le Brigate internazionali in Spagna, Roma, 1956, pp.18, 19. 246 247

136

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Los otros le injuriaban llamándole ‘tano’, macarroni, cretino y hasta asaltante... En medio del barullo, fue obligatorio conceder la palabra al profesor Sánchez Viamonte, que había sido aludido por Codovilla... -Porque amigos míos, resulta ridículo y promueve a risa que tengamos que escuchar la palabra artificialmente enfurecida de un hombre que declama hambre, miseria y explotación, exhibiendo un cuerpo relleno como una salchicha, cebado, pletórico de grasa, que ha engordado y sigue engordando seguramente a expensa de los trabajadores”249. Añade Ravines que Codovilla era: “uno de los agentes secretos de la NKVD lo que, en cierto modo, lo volvía invulnerable”. Delegado simultáneo de la Komintern y la NKVD. Instalados en España, Ravines se encontró en una sala: “Allí se hallaban ya los soviéticos: Boris Stephanov (camarada Moreno), la Vasilievska (Carmen) llenando el sillón... Orlov... También Erno Geroe, el húngaro (camarada Pedro). Pronto llegaron el francés (André Marty) hecho famoso por el motín del Mar Negro; Codovilla, el argentino. Una compañía de milicianos armados, a las órdenes del italiano Vittorio Vidali (comandante Carlos) rodeaba el contorno de la casa y montaba guardia en las puertas. Me llamó profundamente la atención no encontrar allí ningún español”250. 249 Ravines, Eudocio, La Gran Estafa. La penetración del Kremlin en Iberoamérica, Bs. As., Ed. Francisco de Aguirre, 1977, pp. 85, 86. El nombre verdadero de Ernö Gerö era Ernst Singer y el de Stepanov, Stoyán Petrovich Mineev. De este último se ha publicado un libro titulado: Las causas de la derrota de la República española. Informe para el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, Madrid, Miraguano, 2003. 250 Ravines, Eudocio, op. cit., pp. 150, 202, 256. Cfr. Orlov, Alexander, Historia secreta de los crímenes de Stalin, Barcelona, Destino, 1955, pp. 11-12, donde menciona que una decena de brigadistas, “fueron mis acompañantes continuamente, y me seguían a todas partes con fusiles ametralladoras y granadas de mano”. Cuando el general Jan Berzin, jefe del Servicio de Información Militar ruso en España, fue destituido, comenzó en 1938 una “gran purga” de agentes

137

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Explica Ravines cómo Codovilla, que venía haciendo “depuraciones” en el PCE, continuó con esa tarea durante la Guerra Civil, y contribuyó a la caída del Gobierno del socialista de izquierda Francisco Largo Caballero: secretos. “Esto produjo una huida en masa de agentes de la NKVD al extranjero y en julio de aquel año también Orlov “escogió la libertad”. Huyó primero a París y luego a los Estados Unidos, donde publicó un sensacional volumen de memorias “The Secret History of Stalin’s Crimes”, Londres, Jarrods, 1954”: Bailey, Geoffrey, Los conspiradores, Barcelona, Luis de Caralt, 1962, p. 310, nota 1. Orlov (alias: Nikolsky-Schwed, Lyowa, y cuyo nombre verdadero parece ser: Leiba Lazarevich Feldbin) consiguió salvar su vida. En cambio, su jefe, Samuel Ginsberg, alias “Walter Krivitsky”, que también desertó, fue asesinado (“suicidado”) por la NKVD, el 10 de febrero de 1941, en un cuarto del hotel “Bellevue” de Washington DC, luego de dos intentos frustrados en Francia. Antes, Krivitsky había conseguido publicar su libro In Stalin Secret Service, New York, Harper, 1939 (también: I was a Stalin’s Agent, Londres, Hamish Hamilton, 1940) traducido como: Yo, jefe del Servicio Secreto Militar soviético, Madrid, Nos, 1945, donde enunciaba las andanzas de Orlov, Codovilla y compañía en España para conseguir la caída de Largo Caballero. Pierre Broué y Émile Témine, por su lado, escriben: “Desde fines de julio (de 1936), los delegados de la Internacional comunista tomaron en sus manos la dirección y la organización del partido. En Madrid, fueron el argentino Codovilla, conocido con el seudónimo de Medina, el búlgaro Stepanov y sobre todo el italiano Togliatti, llamado Ercoli, conocido con el nombre de Alfredo, eminencia gris de Moscú en España. En Barcelona, era el húngaro Geroe, conocido con el nombre de Pedro. Estaban rodeados de técnicos y consejeros cuya experiencia fue muy valiosa, y los cuales, las más de las veces, parecen haber sido agentes de los servicios secretos rusos. De tal manera, toda la política militar del PC español estuvo en manos del italiano Vittorio Vidali, uno de los agentes más importantes de la NKVD en el extranjero”: op. cit., t° I, p. 267. Hugh Thomas señala que las autoridades de Moscú, “atribuyeron al NKVD facultades supervisoras para el envío de armas y personal con destino a España y se adoptó, o se confirmó, el acuerdo de nombrar oficial superintendente a un tal Orlov (cuyo verdadero nombre no se sabe si era Nikolsky o Feldbin), “oficial veterano” de la NKVD, que ya había estado en España. El embarque de armamento correría a cargo de Umansky, en Odesa... Umansky fue uno de los comunistas judíos de Polotsisk, en lo que había sido la Galitzia austríaca, que desempeñaron un interesante papel en la diplomacia secreta rusa, y sobre los cuales escribió un libros de recuerdos la viuda de uno de ellos (Ignace Reiss-Poretsky) (Elizabeth Poretsky, Our own People, Londres, 1969). Krivitsky era otro de ellos. Umansky (“Misha”) aparece muchas veces en el estudio de la señora Porensky”: op. cit., t° I, pp. 477-478 y nota 8. El ex cónsul ruso en Barcelona, Vladimir Alexeivich Antonov-Ovseenko, quien al cabo de su misión retornó a Rusia donde fue ajusticiado, tuvo un hijo historiador quien ha declarado a la TV catalana: “La mayoría de las personas con un cargo importante en España, militares, generales, consejeros y pilotos, eran agentes de la NKVD”: Courtois, Stéphane y Panné, Jean-Louis, op. cit., p. 381, nota 7. También el PCE estaba “completamente supervisado por los servicios de la Komintern y de la NKVD”: Ídem, p. 379.

138

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“Tiempo atrás, Codovilla como delegado de la Komintern en España, había liquidado la dirección del partido que no se sometía dócilmente a su mandato. Invitó a un viaje a Moscú a Trilla, Adame, Vega y algún otro, y en tierra soviética, con procedimientos soviéticos, les liquidó políticamente y les hizo dar el golpe de gracia. A su regreso a Madrid, dueño de amplios poderes otorgados por la Komintern, le fue extremadamente fácil fabricar una dirección chata, dócil y sumisa... El partido comunista había exaltado a Largo Caballero en forma paroxismal, siguiendo las directivas que partían desde los escritorios de Manuilsky; Codovilla hizo que el comité central comunista le saludara en forma pública, como el ‘Lenin Español’..., como el gran adalid que conducía a España hacia la victoria. En aquel mes de mayo de 1936, el antiguo amor hacia Largo se estaba transformando en desprecio, en odio, en sarcasmo, en asco. Se estaba preparando ya la más gruesa artillería, la más procaz, la más virulenta, para lanzarla sobre el Primer Ministro y sobre sus más íntimos colaboradores. Se elaboraban discursos cargados de acusaciones y de apodos, de cargos de negligencia y de traición, los que serían pronunciados cuando sonasen los clarines que serían soplados desde Moscú. Los altos dirigentes del partido comunista semejaban una jauría que pugnaba por lanzarse sobre la presa señalada de antemano. Codovilla, lo mismo que la apasionada Dolores Ibarruri, el enfermizo y desventurado José Díaz, con su voz de falsete, el desdichado obrero español a quien la NKVD hizo defenestrar años después en Tiflis; Chueca, el hombre fuerte y Jesús Hernández, el implacable del comité central, Angelita, el bello demonio cruel”251 .

Ravines, Eudocio, op. cit., p. 249. Cfr. Broué, Pierre, Histoire de l’Internationale Communiste: 1919-1943, París, Fayard, 1997; Jeifets, Lazar y Jeifets, Víctor, La Internacional Comunista y América latina, 19191943. Diccionario biográfico, Moscú, Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias, 2004; Humbert-Droz, Jules, Les PC et l’Internationale Communiste, 1928-1932, París, Biblioteca de la Universidad de Nanterre, 1988; Carr, E.H., La Comintern y la guerra civil española, Madrid, 1979. 251

139

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Ellos, y sus múltiples colaboradores, se dieron en atacar a Largo, acusándolo de indolente, necio, terco, negligente, cobarde, etc.252. La causa de la acometida residía en el “izquierdismo” que Largo alentaba o toleraba, incluyendo en su Gobierno a los anarquistas de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), y permitiendo el funcionamiento del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), filotrotskista, es decir, los más decididos partidarios de la Revolución Social que se había desatado en la zona no controlada por las tropas del Alzamiento. La Revolución Social, con sus socializaciones de fábricas, confiscaciones de industrias y comercios, con las colectivizaciones rurales, con su resistencia a la instalación de un Ejército Popular que sustituyera a las Milicias, y sobre todo con su reemplazo de las fuerzas de Seguridad y Orden Público y los Tribunales Judiciales por los Comités Antifascistas sindicales y los Tribunales Populares, no era demasiado estimada en el mundo occidental burgués. El comunismo había apoyado todas esa medidas y actitudes revolucionarias, desde antes de 1936253. Empero, como en última instancia lo que importaba era la “Caballero, afirma José Díaz, tenía de la política un concepto caciquil... Es un hombre de estrecha mentalidad, tan poco adicto a la causa proletaria, tan inepto y testarudo... Ya no es siquiera un antifascista útil, sino un miserable”: Sevilla Andrés, Diego, op. cit., p. 411. 253 Nunca debe olvidarse que el mote de “El Lenin español”, aplicado a Largo Caballero, fue invento del PCE. Lo hizo porque Largo se proclamó adicto a las consignas revolucionarias insurreccionales del Kremlin, anteriores a las del VII Congreso. Largo, el 12 de enero de 1936, había dicho: “Antes de la República, nuestro deber era traerla; pero establecido este régimen, nuestro deber es traer el socialismo. Y cuando decimos socialismo, hablamos de socialismo marxista, de socialismo revolucionario. Hay que se marxista en todas sus consecuencias... Jamás renunciaremos a transformar la República burguesa en República socialista”. En febrero de ese mismo año, añadió: “Soy socialista marxista y, por tanto, revolucionario. El comunismo es la evolución natural del socialismo, su última y definitiva etapa”: Díaz de Villegas, José, La paz española, Madrid, Ed. Nacional, 1964, pp. 9, 10. Largo fue el dirigente socialista que más claramente anunció los propósitos de la Izquierda española. Así, el 22 de enero en un mitin en Madrid, afirmó: “Cuando varíen las cosas, que las derechas no nos pidan benevolencia. No volveremos a guardar la vida de nuestros enemigos como se hizo el 14 de abril de 1931, cuando vino la República. Si las derechas no se dejan vencer en las urnas, tendremos que vencerlas por otros medios hasta conseguir el pleno triunfo de la bandera roja. Porque, oídlo bien, si ganaran las derechas, nos veremos obligados a ir a la guerra civil”: El Frente popular en España, Madrid, Oficina Informativa Española, 1948, p. 18. Más claro y más violento que en octubre de 1934, cuando incitó a la Insurrección de Asturias. A partir de su prédica belicista, hay todo un entramado que ha permitido a Pío 252

140

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

seguridad de la URSS, la política de Stalin para España estuvo dictada por el interés nacional de la Unión Soviética. La Komintern, con todo su “internacionalismo proletario”, traducía el interés ruso a las fórmulas del esperanto marxista, para uso de la prensa occidental254. Y la NKVD, con sus delegaciones exteriores ejecutaba a los testarudos que no entendía las cosas. En el caso hispánico, se trataba de la adopción de actos contrarrevolucionarios del Gobierno republicano que llevaran tranquilidad a las potencias democráticas, en particular, Inglaterra ( y que ésta trasladaba a Francia). De otra forma: que se deseaba evitar que ante el temor que generaba el comunismo libertario instalado en España, Inglaterra, Francia y los EE.UU. pactaran con los países del Eje, Alemania e Italia. Por ello, José Stalin, con el refrendo de Voroshilov y Molotov, el 21 de diciembre de 1936, le había escrito una carta pública a Largo Caballero, en la que le aconsejaba: “Habría que atraer al Gobierno a la pequeña y media burguesía urbana... protegiéndola de cualquier intento de confiscación y garantizándole la libertad de comercio... No hay que alejar a los dirigentes de los partidos republicanos, sino por el contrario, hay que atraerlos... En particular es necesario garantizar al Gobierno el apoyo de Azaña y de su grupo... También es necesario para que los enemigos de España no vean en ella una república comunista y prevenir así su intervención abierta, lo que constituye el peligro más grave para la España republicana. Se podría buscar la ocasión de declarar en la prensa que el Gobierno de España no tolerará que nadie, sea quien sea, atente contra la propiedad y contra los legítimos intereses de los extranjeros en España”255. Moa sostener su tesis de que la Guerra Civil, en realidad, comenzó en 1934: La República que acabó en guerra civil, Barcelona, Áltera, 2006. 254 Eso es algo que nunca entendió el “internacionalista” Ernesto Guevara, para el cual las Brigadas que intervinieron en España eran el modelo inmejorable de “internacionalismo proletario”. Al parecer, jamás se enteró de las andanzas de André Marty y compañía. Ver: Comín Colomer, Eduardo, André Marty, Madrid, 1944. 255 Semprún-Maura, Carlos, Revolución y Contrarrevolución en Cataluña (1936-1937), Barcelona, Tusquets, 1978, p. 95. Cfr. Bolloten, Burnett, op. cit., pp. 159, 635. También: Madariaga, Salvador de, España. Ensayo de Historia Contemporánea, 5ª. ed., Bs. As., Sudamericana, 1950, p. 637. Este historiador liberal descree de la táctica moderada que Stalin aconseja. Sostiene que se trata de una carta “de marxista a marxista”, de “modo que nada de defender

141

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Asimismo, para que nadie en el extranjero percibiera la revolución comunista ya acontecida en la España Roja, fue a escribir allá el distinguido dandy Policho, integrándose en el equipo asesor del “tano cocoliche” Vittorio Codovilla. Éste, hombre de gran valimiento en las esferas “leales”: “Algunos (agentes de la Komintern) fueron movilizados en forma permanente, como el argentino Vittorio Codovilla, que desempeñó un importante papel en el seno del PCE, a principios de los años treinta, incluso lo dirigió”256. Luis Araquistain, socialista de izquierda, teórico caballerista y director de “Claridad” y “Leviatán”, vecino y cuñado del ministro de Relaciones Exteriores Julio Álvarez del Vayo ( quien fingía también ser socialista de izquierda, cuando ya trabajaba para los comunistas), también nos habla de Codovilla y su gente, antes de la guerra. Así, expuso que: “fui testigo de las visitas diarias que le hacían los jóvenes dirigentes socialistas para entrevistarse allí, en su casa (la de Álvarez del Vayo), con el agente de la Komintern entonces destacado en España, un tal Codovilla, que usaba el nombre falso de Medina y que hablaba el español con fuerte acento sudamericano. Allí recibieron los jóvenes socialistas las primeras lecciones de catequesis comunista; allí se les organizó un viaje a la meca moscovita; allí se pactó la entrega de la juventud socialista... al comunismo soviético. Esto era en los primeros meses de 1936”257.

la República española contra el fascismo y otras monsergas”: Ibidem, nota 1. El documento fue publicado originalmente por Luis Araquistain. Nicolás Baseeches, aprecia que: “Stalin fue la causa principal de la derrota de la revolución española. Moscú en efecto, obligó a los republicanos a una cierta moderación”: Stalin, Bs. As., Difusión, 1953, p. 307; cfr. Tremain, Rose, Stalin, Madrid, Ed. San Martín, 1976, p. 100. 256 Courtois, Stéphane y Panné, Jean-Louis, op. cit., p. 381. “Cocoliche” es una voz del argot argentino, con la que se aludía a los italianos inmigrantes que chapurreaban el castellano; también “bachicha”. 257 Araquistain, Luis, El comunismo y la guerra de España, Carmaux, 1939; cfr. Comín Colomer, Eduardo, Historia del Partido Comunista de España, Madrid, Ed. Nacional, 1965, Primera Parte, t° II, pp. 606-607; cfr. Alba, Víctor, El Partido Comunista en España, Barcelona, Planeta, 1979; Radosh, Ronald, Habeck, Mary R. y Sevostianov, Gregory, Spain Betrayed.

142

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Ya durante el conflicto bélico, la gestión de Codovilla tomó otro cariz: “El fusilamiento de 12 oficiales comunistas que luchaban en el frente de Belchite, donde la artillería alemana redujo a polvo las fortificaciones hechas con cemento soviético, el asesinato de Andrés Nin, dirigente del POUM, del teórico anarquista italiano Camilo Berneri, del ex secretario de Trotsky, el joven alemán Erwin Wolf, del socialista ruso Marc Rhein... y de otros centenares de militantes revolucionarios del mundo entero que luchaban en España por el socialismo, fueron episodios estrechamente vinculados a la actividad de Codovilla en España”258. Como se va viendo, las referencias a las actividades de Codovilla en España son enormes, y no podemos resumirlas acá. Por tanto, limitémonos a citar la siguiente. Francisco Largo Caballero, líder de la facción izquierdista del Partido Socialista, iniciada ya la Guerra Civil, y nombrado Presidente del Gobierno, anota que: “Un individuo llamado Medina -no creo que fuera ese su verdadero nombre-, que hablaba correctamente español, se hallaba en nuestro país y era un agente de la Tercera Internacional. A dicho Medina me lo presentó Margarita Nelken, afiliada entonces al partido Socialista... Dicho Medina siguió visitándome, siempre con el pretexto de dichas Alianzas”259. The Soviet Union in the Spanish Civil War, New Haven, Conn., Yale University Press, 2001. 258 Ramos, Jorge Abelardo, “Historia del Stalinismo, etc.”, cit., p. 136. 259 Largo Caballero, Francisco, Correspondencia secreta, Madrid, Nos, 1961, p. 288. En las notas a ese libro se apunta lo siguiente: “Vittorio Codovilla, (a) Medina, fue durante la República el delegado permanente de la Komintern en España... Este sudoroso gordinflón, uno de los hombres más peligrosos de Moscú en el mundo de habla hispana, pasó siempre inadvertido para la Policía española. Le bastó para no ser identificado el vestir, vivir y comportarse como un intelectualoide burgués... el nuncio del Papa rojo en nuestra patria... Codovilla, con Stephanov (ruso), Togliatti (italiano) y Marty (francés)... formaban la verdadera jefatura del partido Comunista durante la guerra, el famoso Politburó con (José) Díaz a la cabeza, sólo era una mojiganga. Además, los cuatro elaboraban las propuestas para Moscú, recibían las órdenes y las hacían ejecutar, no sólo por el partido Comunista, sino por el Gobierno rojo títere”: op. cit., pp. 291, nota 2; 292, nota 3. Codovilla agradeció la sumisión del secretario general del PCE, José Díaz, publicando un folleto titulado: Pepe Díaz, líder de la era stalinista, Montevideo, América, 1942 (se reeditó en Buenos Aires, por Anteo, en

143

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Bien. Tales son algunas semblanzas del personaje central de esta trama y de sus amistades peligrosas. En un orden más amplio, cabe afirmar que la política del “Gordo” Codovilla no ha contado con muchos defensores fuera del círculo más estrecho del PCA stalinista260. Ni aquí diremos nada para mejorar esa acuñada imagen. 1942, con el título: José Díaz. Ejemplo del dirigente obrero y popular de la época staliniana). Algunos antiguos dirigentes del PCE han sostenido que José Díaz fue “defenestrado”, en febrero de 1942, esto es, tirado por la ventana del cuarto piso del departamento de Tiflis, donde residía enfermo. Otros, como Enrique Castro Delgado, aseguran que se suicidó. En todo caso, el PCE nada dijo de esto: Mi fe se perdió en Moscú, Barcelona, Luis de Caralt, 1964, p. 208; cfr. Hernández, Jesús, En el país de la gran mentira, Madrid, G. Del Toro, 197; cfr. González, Valentín, “El Campesino”, op. cit., p. 195. Interesante hubiera sido que Codovilla completara su folleto con datos al respecto. Largo Caballero pagó caro su desdén hacia “Medina”, porque Codovilla, junto a Orlov y sus amigos, fueron los que decidieron la caída del Presidente del Consejo, contra la opinión de los comunistas hispanos (Díaz y Hernández): Thomas, Hugh, op. cit., t° II, pp. 702-703. 260 Salvo el libro de Valerián Goncharov, El camarada Victorio, Bs. As., Fundamentos, 1981 (en la edición rusa, Moscú, Progreso, 1980, figura como Vladimir Goncharov); el de la Comisión de Propaganda del Partido Comunista Argentino, Biografía política de un revolucionario consecuente. Vittorio Codovilla, Bs. As., Anteo, 1964, otro de la misma fuente: Vittorio Codovilla, vigencia y proyección. Breve selección de trabajos, Bs. As., Fundamentos, 1980; el de sus seguidores: Álvarez, Gerónimo Arnedo, Cuatro décadas de procesos políticos argentinos. Selección de trabajos, Bs. As., Fundamentos, 1978, y el de Ghioldi, Orestes, 60 años de lucha por una nueva Argentina. Preguntas y respuestas sobre la historia del Partido Comunista, Bs. As., Anteo, 1977; el de la Comisión del Comité Central del Partido Comunista, Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, Bs. As., Anteo, 1947, compuesto y retocado bajo la dirección del propio Codovilla, la bibliografía no le es especialmente favorable. Ver, al respecto: Caballero, Manuel, La Internacional Comunista y la Revolución Latinoamericana, Caracas, Nueva Sociedad, 1987; Echagüe, Carlos, El Socialimperialismo Ruso en la Argentina, Bs. As., Ágora, 1986; Waak, William, Camaradas, Sao Pablo, Compahia das Letras, 1993; Moreno, La Internacional Comunista y América Latina entre las dos guerras; Varas, Miguel Ángel, “Las pantuflas de Stalin”, cit.; Rapoport, Mario, Política y diplomacia en la Argentina. Las relaciones con EE.UU. y la URSS, Bs. As., Tesis, 1987; Corbiére, Emilio J., “La fundación del P.C., 1917-1920”, en: Todo es Historia, Bs. As., año IX, n° 106, febrero 1976, pp. 7-31; “Origen del Partido Comunista Argentino”, en: Todo es Historia, Bs. As., n° 81, febrero 1974, pp.9-23, después publicado como libro por el CEAL, 1984; Barrio de Villanueva, Patricia, El costo de la obediencia. El Partido Comunista Argentino en la encrucijada (1939-1945), Mza., EDIUNC, 2002; La Izquierda Nacional y su crítica al

144

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

4. DESPROLIJIDADES Ahora bien, como la “República” que debían defender estos propagandistas no existía o estaba agonizante, ellos tenían que hacer un enorme esfuerzo de imaginación, sistematizado, eso sí. Porque lo que pasó es que: “tal propaganda defendía la democracia parlamentaria cuando de hecho esta no existía ya y cuando las masas obreras habían ido más lejos en el proceso revolucionario”261. En verdad: “El ‘gobierno’ no es más que una fachada. Es una suerte de biombo cómodo para el extranjero”262. Partido Comunista Argentino. Los casos de Rodolfo Puiggrós y Jorge Abelardo Ramos, Mza., Fac. Fil. y Letras, UNC, 1998; García Treviño, Rodrigo, La ingerencia rusa en México (y Sudamérica), México D.F., Ed. América, 1959; Silva, Lautaro, Latinoamérica al rojo vivo, Madrid, Aguilar, 1952; Clissold, Stephen, Soviet Relations with Latin America, 1918-1968, New York, Oxford University Press, 1970; Alba, Víctor, Historia del Comunismo en América Latina, México DF, Ed. Occidentales, 1954; Oriolo, Jordán, Antiesbozo de la Historia del Partido Comunista (1918-1928), Bs. As., CEAL, 1994; Pla, Alberto, “El P.C.A. 1918-1928 y la Internacional Comunista”, en: Anuario Universidad Nacional de Rosario, Rosario, II Época, n° 12, 1986-1987; Nadra, Fernando, La religión de los ateos. Reflexiones sobre el estalinismo en el Partido Comunista, Bs. As., Puntosur, 1989; Ramos, Jorge Abelardo, Historia del stalinismo en la Argentina, Bs. As., Mar Dulce, 1962; Oswald, J. Gregory y Stover, Anthony J., The Soviet Union and Latin America, New York, Praeger, 1970; Spilimbergo, Jorge Enea, El Socialismo en la Argentina, Bs. As., Mar Dulce, 1969; De la izquierda cipaya a la izquierda nacional, Bs. As., Octubre, 1974; Puiggrós, Rodolfo, Las Izquierdas y el Problema Nacional, en: Historia Crítica de los Partidos Políticos Argentinos, Bs. As., Carlos Pérez, 1971; Giúdici, Ernesto, Carta a mis camaradas. El Poder y la Revolución, Bs. As., Granica, 1973; Real, Juan José, 30 años de Historia Argentina (acción política y experiencia histórica), Montevideo, Actualidad, 1962; Elorza, Antonio y Bizcarrondo, Marta, Queridos Camaradas. La Internacional Comunista y España 1919-1943, Barcelona, Planeta, 1999; Guerberof, Alberto, Izquierda colonial y socialismo criollo, Bs. As., Mar Dulce, 1985. 261 Calvo Serer, Rafael, op. cit., pp. 22-23. “Una revolución profunda, en el sentido más genuino de destrozar lo existente e intentar un sistema nuevo, se había cumplido ya”: Sevilla Andrés, Diego, op. cit., pp. 296-297. 262 George-Roux (Francois), La guerra civil de España, Madrid, Cid, 1964, p. 231. Cfr. Getty, Arch y Naumov, Oleg V., La lógica del terror. Stalin y la autodestrucción de los bolcheviques, 1932-1939, Barcelona, Crítica, 2001.

145

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

En la zona gubernamental habría anarquistas netos, sindicalistas, anarco-sindicalistas, treintistas, poumistas, separatistas, socialistas, comunistas y rojos de toda laya263. Los que no había, salvo en una franja de los Gabinetes, eran republicanos. Por eso, los delegados stalinianos tuvieron que cumplir el rol de demócratas-republicanos. Se pusieron la camiseta, el antifaz y suplieron a los ausentes republicanos. Los equipos de Goriev y Orlov eran lo más parecido a seguidores de Abrahán Lincoln que se podía hallar en aquella España. Mérito suyo fue, y cabe consignarlo sin lisonja alguna, que desempeñaron admirablemente su labor. En el papel, se entiende. Para su desgracia, cumpliendo precisamente el apotegma de Lincoln, de que no se puede engañar a todos todo el tiempo, en 1961 se publicó en New York un estudio que puso al descubierto toda aquella afanosa urdimbre staliniana264. Ya nos ocuparemos de ello, un poco más detenidamente. Antes hemos elogiado al equipo de “camufladores”. No obstante, también digamos que los procedimientos de los delegados de la Internacional Comunista no eran tan democráticos y liberales como ellos aconsejaban para los demás. Un caso típico de esas desproligidades lo constituyó la muerte de Andrés Nin. Broué y Témine lo relatan de esta manera: “Desde antes de la caída de Caballero, la prensa del PC... había lanzado contra el POUM una verdadera campaña de ‘caza de brujas’. Se intensificó después de lo que los comunistas llamaron la ‘insurrección fascista de Barcelona’ (N. A.: “Jornadas de mayo”, de 1937; de lucha de sectores anarquistas y 263 El poeta izquierdista León Felipe denunciaba a “los guerrilleros criminales de la retaguardia ciudadana... con una avaricia que no tuvo nunca el más degradado burgués”. Y los enumeraba: “Y aquí estáis anclados, / Sindicalistas, / Comunistas, / Anarquistas, / Socialistas, / Trotskistas, / Republicanos de izquierda... / Aquí estáis anclados, / custodiando la rapiña”: “La insignia”, en: De Vicente Hernando, César, op. cit., p. 397. 264 Bolloten, Burnett, The grand camouflage; the communist conspiracy in the Spanish Civil War, New York, 1961; la traducción castellana es la que venimos citando. También hay esta otra versión: La revolución española. Sus orígenes, la izquierda y la lucha por el poder durante la guerra civil, 1936-1939, Barcelona, Grijalbo, 1980 y México DF, Jus, 1962. La marxista inglesa Helen Graham ha intentado refutarlo, sin éxito, desde que Bolloten estructura su obra en hechos y dichos ciertos verificables.

146

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

poumistas contra los gubernamentales y comunistas). Largo Caballero se había negado a la represión contra el POUM. Negrín tuvo que consentir... El 11 de junio apareció una primera acta de acusación contra el POUM... el POUM era acusado de haber ‘calumniado a un país amigo (N. A.: la URSS) cuyo apoyo moral y material había permitido al pueblo español defender su independencia’, de haber -alusión a los procesos de Moscú- ‘atacado a la justicia soviética’, y de haber estado ‘en contacto con las organizaciones internacionales conocidas con la denominación general de trotskistas, cuya acción en el seno de una potencia amiga (N. A.: la URSS) demuestra que se encuentra al servicio del fascismo europeo’. El contenido y el tono mismo del acta de acusación recuerdan la amenaza de ‘Pravda’: la misma mano que, en Moscú, había herido a los viejos bolcheviques se preparaba para dar un golpe en España. Los mismos servicios ‘fabricaron’ contra los acusados las mismas ‘pruebas’ falsas, muy torpes, destinadas solamente a servir de apoyo para las ‘confesiones’... El proceso del POUM, sin embargo, no fue la continuación de los procesos de Moscú... a ese mecanismo le faltaba una pieza importante, las confesiones... Al parecer fue la resistencia de Andrés Nin la que produjo el fracaso final de una empresa destinada a demostrar que en España, lo mismo que en Rusia, ‘los troskistas’, adversarios del régimen stalinista, estaban al servicio de Hitler, de Mussolini y de Franco”265. Andreu Nin había sido detenido el 16 de junio junto a otros poumistas; pero nunca fue enviado a un tribunal. Interpelado, el ministro de Gobernación, Julián Zugazagoitía, informó que Nin estaba en Madrid, “en una prisión privada comunista”, y aconsejó no buscarlo. El 4 de agosto, el Gobierno manifestaba que Nin había “desaparecido” de una cárcel preventiva. Ante la pregunta de sus partidarios: “- ¿Dónde está Nin?”, los militantes del PC, “que tenían facilidad para la rima, encontraron la respuesta: “En Salamanca o en Berlín”. Esa conducta mostraba “la omnipotencia de la NKVD y la determinación de los comunistas a no detenerse ante nada para 265

Broué, Pierre y Témine, Émile, op. cit., t° I, pp. 351-352, 354-355.

147

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

desprenderse de su adversario”. “Los servicios secretos soviéticos actuaban libremente en territorio republicano, extendiendo a España la cacería desatada por Stalin en la URSS. Era un segundo proceso, paralelo y subordinado a los Grandes Procesos de Moscú... Esta terrible verdad fue ocultada celosamente en los archivos de la KGB bajo el nombre en código “Operación Nikolai” y camuflada durante años por hombres como Codovilla”266. La verdad de lo acontecido la contó hace años Jesús Hernández, el ex ministro comunista de Instrucción Pública del Gabinete de Juan Negrín. Él indicó que Nin había sido detenido por un capitán ruso, León Narvicht, quien lo entregó al jefe de la NKVD en España, Alexander Orlov. Después, Narvicht, que sabía demasiado, fue acallado mediante asesinato. Torturado en la cheka de Alcalá de Henares, Nin se negó firmar una “confesión” preparada. Entonces, el “comandante Carlos” (Vittorio Vidali) mocionó porque se matara a Nin, previo fingir un secuestro por miembros de la Gestapo. Esa es la versión de Hernández. El espía Viktor Serge, por su lado, “acusó derechamente a Codovilla de haber ordenado este crimen”267. 266 Mochkofsky, Graciela, op. cit., pp. 156, 157.Cfr. Gorkín, Julián, El proceso de Moscú en Barcelona. El sacrificio de Andrés Nin, Barcelona, Aymá, 1973; Zavala, José María, En busca de Andreu Nin. Vida y muerte de un mito silenciado de la guerra civil, Barcelona, Plaza y Janés, 2005. 267 Broué, Pierre y Témine, Émile, op. cit., t° I, pp. 355-358; Ravines, Eudocio, op. cit., p. 244. La obra citada de Hernández, Jesús, es: Yo, ministro de Stalin en España, Madrid, Nos, 1954, pp. 95-184; hay una edición mexicana, de Ed. América, 1953. Dice Hernández: “La solución, al parecer, la ofreció la mente encanallada de uno de los más desalmados colaboradores de Orlov, el ‘comandante Carlos’ (Vittorio Vidali), como se llama en Italia, o Arturo Sormenti y Carlos Contreras, como había hecho y se hacía llamar en México y en España)”. Eudocio Ravines lo acusó directamente a Codovilla. Según él, le dijo: “-Mirá Codovilla -grité- no soy Julio Antonio Mella, a quien empujaste a la liquidación física. No soy Andrés Nin, ni los infelices poumistas a quienes hiciste asesinar en las prisiones, aplicando los métodos rusos del señor Stalin...”: op. cit., p. 351. Hugh Thomas agrega que el grupo de la NKVD operaba en Alcalá de Henares, convertida en “colonia rusa”. En la desmantelada catedral, los técnicos soviéticos torturaron a Nin. Como no confesaba, “Orlov empezó a sentir pánico de Yezhov, el insensato jefe de la GPU”. Entonces, Vidali “propuso que se simulara un ataque ‘nazi’ para liberar a Nin. Una noche oscura, probablemente la del 22 o 23 de junio, diez individuos alemanes pertenecientes a las Brigadas Internacionales asaltaron el local en que se hallaba recluido Nin. Mientras duró el supuesto ataque hablaban ostentosamente en alemán y dejaron caer billetes de los ferrocarriles alemanes. Nin fue capturado y asesinado, tal vez en el parque real de El Pardo... Tal vez Stalin y Yezhov proyectaban organizar en España un

148

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

En todo caso, el comando que integraba Codovilla (con Palmiro “Ercole-Alfredo” Togliatti, Ernest “Pedro” Geroe, y el búlgaro “Moreno” “Stephanov”, Minev), transmitió a Moscú el mensaje escueto: “asunto resuelto”268. Así se apagaban los candiles en tan excelente República.

5. ALTE KAMERADEN Bueno, pues, ya hemos dado ahora con otro buen amigo de Codovilla: Sormenti-Contreras-Vidali. Pongamos, pues, un número dos. Al respecto, debe saberse que, por esos años, salía de México hacia España, otro italiano, “uno de los personajes más siniestros del comunismo en América Latina: Sormenti”, colaborador de Codovilla en los servicios secretos soviéticos. Si Codovilla era de Milán, Vidali era de Trieste. Había salido de Italia hacia los EE.UU.; en 1928 ya estaba en México como delegado de la GPU. Se le atribuían “asesinatos de socialistas, anarquistas y comunistas disidentes, como el del dirigente comunista cubano Julio Antonio Mella (10.1.1929). En 1931 -primeros tiempos de la República española- ya se encontraba en España; luego recorrió Francia, Bélgica y la Unión Soviética... Allí se le ordenó dirigirse de nuevo a España, como jefe del SRI (N.A.: Socorro Rojo Internacional). Tomó parte en los hechos de 1934. Actuó en los Comités de Ayuda”. Y, en 1936, además de sus funciones militares, se desempeñó como proceso similar a los de Moscú, con simulacros de confesiones de por medio; en tal caso se vieron contrariados. Aunque en los meses siguientes, los dirigentes del POUM se vieron sometidos a interrogatorios y torturas, especialmente en el barcelonés convento de Santa Ursula,“el Dachau de la España republicana”: op. cit., t° II, pp. 760-761. En todo caso, quien informaba sobre la situación de Nin al ministro Jesús Hernández, y éste a Negrín, era Codovilla: Thomas, Hugh, op. cit., t° II, p. 759. El comunista alemán, comisario de las Brigadas Internacionales, Gustav Regler, calificaba dicha política como “la sífilis rusa”: Preston, Paul, op. cit., p. 272. 268 Comín Colomer, Eduardo, Historia Secreta de la Segunda República, Barcelona, AHR, 1959, p. 589. Los escritores marxistas descalifican a este autor, por su condición de funcionario policial franquista. El asunto es si sus datos son ciertos o no.

149

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

secretario de Alexander Orlov269. También usó los alias de “Jacobo Hurwitz, Sender y Raymond”. Mijail Koltsov, aparente periodista de la “Pravda”, delegado personal de Stalin en España, a quien el mismo “hombre de acero” hará matar a su vuelta a la URSS en 1942, traza la siguiente figura del “comandante Carlos”, quien: “es italiano; habla en español como si fuera su lengua materna; habla también a la perfección inglés, francés y alemán, y hasta habla algo de ruso. Es un combatiente revolucionario infatigable. Se las arregla para estar en todas partes, y en todas partes se alegran (sic) cuando ven su figura maciza, pero al mismo tiempo ágil y vivaracha, cuando resuena su habla, con voz de bajo, entreverada de bromas y palabras gruesas”270. Castells, Andreu, op. cit., p. 40 y nota 55. Koltsov, Mijail, Diario de la guerra de España, Suiza, Ruedo Ibérico, 1963, p. 90. “La misión de Koltsov en la zona roja española tuvo más importancia que la puramente periodística. Fischer, que los conoció a todos, porque cuando estuvo en España era comunista (N. A.: Louis Fischer, The War in Spain, New York, 1937; y Men and Politics, New York, Duell, Sloan and Pierce, 1941), cuenta que “informaba directamente sobre España a Stalin y a Voroshilov”. Hemingway, que lo retrata... bajo el nombre de Karpov, dice de él: “Viniendo de “Pravda” y en comunicación directa con Stalin, era en aquel momento uno de los tres hombres más importantes de España”. Sin duda, su intervención fue de tipo políticomilitar”: Calvo Serer, Rafael, op. cit., p. 27. Hugh Thomas entiende que el personaje más citado en el libro de Koltsov, esto es el mejicano Miguel Martínez, no era otro que el mismo Koltsov, quien era “agente personal de Stalin en España y en ocasiones tenía línea directa con el Kremlin”: op. cit., t° I, p. 427, nota 36. Cfr. Gibson, Ian, Paracuellos: cómo fue, Barcelona, Argos Vergara, 1983, p. 54. Fue fusilado en Moscú, el 2 de febrero de 1940: Laqueur, Walter, Stalin. La estrategia del terror, Bs. As., Vergara, 2003, p. 123. Cfr. Castells, Andreu, op. cit., p. 22, nota 11. Elena Poniatowska, en su biografía novelada de Tina Modotti, y que conoce más por dentro la maquinaria marxista, agrega un dato que cualquier buen lector del diario de Koltsov hubiera sospechado. Así, escribe: “Miguel Martínez, que según Koltsov es un oficial soviético y según otros es un general mexicano que participó en la revolución, da orden de sacar de la cárcel Modelo a los prisioneros nacionalistas más importantes. Ese mismo día, seiscientos hombres caen asesinados en la carretera de Arganda. Dos días más tarde, otros cuatrocientos oficiales mueren de la misma forma”: op. cit., p. 463. Ver: el diálogo de “Miguel Martínez con Pedro Checa”, en: Koltsov, Mijail, op. cit., p. 192. La masacre colectiva fue anunciada por la prensa frentepopulista. “La Voz”, el 3 de noviembre reclamaba: “Hay que fusilar en Madrid a más de cien mil fascistas camuflados, unos en la retaguardia, otros en las cárceles”. El 8 de noviembre, “Mundo Obrero” (comunista) revelaba: “A la quinta columna, de la que quedan rastros en Madrid, se debe exterminar en un plazo de horas”. El 7 269 270

150

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

de noviembre, en la Conserjería de Orden Público, dirigida pro Carrillo, se labró un acta en la que se establecen categorías de presos, a eliminar. Koltsov hace constar 8.000 asesinados (las cifras varían de 5.000 a 12.000), principalmente civiles, sacados de las cárceles de Ventas, Porlier, San Antón y Modelo (5.000 presos). Hubo varias oleadas de sacas: el 7 de noviembre, el 8, el 9 y el 17, el 18, del 24 al 30, el 1 y 3 de diciembre. Los lugares elegidos fueron: el cementerio de Rivas-Vaciamadrid, Torrejón de Ardoz y Paracuellos del Jarama. En este último fueron siete las largas zanjas abiertas. La cuarta, de 160 metros de largo por 4 de ancho. La quinta y la sexta, de 80 y 120 metros de largo, respectivamente, por 8 de ancho. Se emplearon 9 autobuses de dos pisos y 2 autobuses grandes, además de otros vehículos menores. Entre el 7 y 8 de noviembre de 1936, trabajaron muchos piquetes de milicianos de 40 hombres cada uno, con 200 sepultureros. Antes, el 28 de octubre se habían “sacado” de la cárcel de Ventas ilustres españoles como Ramiro de Maeztu, Ramiro Ledesma Ramos, Pedro Muñoz Seca, y tantos más. Fue, sin duda, como dice el P. Antonio Montero Moreno, “el vértice máximo en el derramamiento de sangre”: Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939, Madrid, BAC, 1961, p. 319. Ahora que se sabe quién era en realidad, el “Miguel Martínez” de Koltsov, también puede saberse con exactitud quién dio la orden: un organismo denominado Milicias de Vigilancia de la Retaguardia (MVR), dependiente de la Dirección General de Seguridad y la Delegación de Orden Público, que, a su turno, obedecían al Ministro de la Gobernación, Ángel Galarza Gago. En dicha ejecución se destacaron: José Laín, Segundo Serrano Poncela, Margarita Nelken, Santiago Álvarez, Santiago Carrillo, José Cazorla (después fusilado por lo nacionales), Cuesta, Andrés Urresola, Álvaro Marasa y Melchor. Ellos fueron los principales autores del mayor crimen político de la historia española. Santiago Carrillo, el más notorio de los asesinos, era un hombre de confianza de Vittorio Codovilla: Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., p. 238. Producido el hecho, Stepanov (Stoyan Minev) le comunicó a Stalin “con orgullo que los comunistas habían tomado la iniciativa en la tarea de limpiar Madrid de quintacolumnistas”: Preston, Paul, “La Guerra, etc.”, cit., p. 195. Antes, el 23 de agosto de 1936, gente de similar catadura había asaltado la Cárcel Modelo de Madrid, asesinando al jefe del Partido Liberal Demócrata, Melquíades Álvarez, al falangista Julio Ruiz de Alda, a Rafael Salazar Alonso, diputado radical, a Fernando Primo de Rivera, al ministro de Justicia del Gobierno Lerroux, Ramón Álvarez Valdés, al diputado derechista José María Albiñana, al ministro de Gobernación del Gobierno de Martínez Barrio, Manuel Rico Avello, al conde de Santa Engracia, al general Oswaldo Capaz, y al diputado Ignacio Martínez de Velazco. En total, 70 presos políticos. Esto había sido como un ensayo para el asesinato de prisioneros en Paracuellos de Jarama, Vaciamadrid y Torrejón de Ardoz (donde fueron exhumados 414 cadáveres). Otros asesinatos colectivos famosos fueron los de 128 jueces de los tribunales superiores y de 130 oficiales de Marina en la base de Cartagena: “Datos Complementarios, etc.”, cit., pp. 344-346, 309-312. Cfr. Vidal, César, Paracuellos - Katyn, un ensayo sobre el genocidio de la izquierda, Madrid, Libros libres, 2005; “La guerra, etc.”, cit., pp. 238-246. Gibson, Ian, “Paracuellos, etc.”, cit.; Casas de la Vega, Rafael, El terror: Madrid 1936. Investigación histórica y catálogo de víctimas identificadas, Madrid, Fénix, 1994; Fernández Santander, Carlos, Paracuellos de Jarama: ¿Carrillo culpable?, Barcelona, Argos Vergara,

151

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Más allá de la pintura física, Víctor Alba nos dará el cuadro sintético de su biografía: “Enea Sormenti, Arturo Sormenti, Carlos Contreras (en España), Vittorio Vidali (en Trieste, actualmente), son los nombres usados por un agente de la Komintern y de la GPU... En 1932, se marcha el italiano de México, se va a España, donde colabora con Codovilla en la dirección de los comunistas peninsulares. Cuando estalla la guerra civil, ayuda al ruso Orlov en la organización de la NVKV en España, participa en el secuestro y asesinato de Andrés Nin, líder del POUM antistaliniano, y en muchos otros crímenes. Entonces se hace llamar comandante Carlos Contreras. Con este nombre regresa a México, disfrazado de refugiado republicano español. Se le vio en Nueva York en vísperas del asesinato del anarquista anticomunista italiano Carlos Tresca... y participó según se cree, en la organización del primer asalto a la casa de Trotsky, en 1940”271. Anota al respecto Andreu Castells que en la depuración de “trotskistas” de las Brigadas Internacionales, “destacó el comandante Carlos Jorge Contreras”. Señala, asimismo, que la organización del contraespionaje en las Brigadas era dirigida por la esposa de André Marty”, y: “por su colaboradora Tina Modotti (también conocida como María Ruiz), entonces esposa del comandante Carlos, con cuya complicidad, decían las malas voces, habría asesinado a su propio amante, el líder cubano Julio A. Mella, que quiso separarse del comunismo. Todo el equipo era asesorado por el judío de la NKVD A. Wronski, quien organizó el SIM de las BI y tenía mucha actividad en diversos trabajos ‘específicos’”272. 1983. Computados todos esos datos: ¿cómo es posible que aún hoy se siga atribuyendo a los “incontrolables” esos crímenes...? 271 Alba, Víctor, “Historia del movimiento, etc.”, cit., p. 217. 272 Castells, Andreu, op. cit., p. 255. Al parecer, el alias fue de “María Sánchez”. “Tina”, o sea, Assunta Modottti, era una italiana de Udine, Friuli, ex actriz, de segunda fila en Hollywood, fotógrafa artística, que se casó con Roubaix de L’Abrie Rickey, y que después en México fue amante, sucesiva o simultáneamente, del fotógrafo Edward Weston, del pintor comunista Xavier Guerrero, del “bon vivant” Pepe Quintanilla, del pintor José Clemente Orozco, del líder comunista cubano Julio Antonio Mella, y, por fin, de Enea Sormenti (Vidali), por esto sos-

152

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

En las Brigadas Internacionales, en las Brigadas Mixtas, en el SIM, en las guerrillas, en el Socorro Rojo Internacional, en todas partes estaba ese personaje hiperquinético: “Vittorio Vidali, un italiano implacable y eficaz que estaba en el país desde las postrimerías de la insurrección de Asturias como coordinador del Socorro Rojo Internacional, y, probablemente, agente de otras operaciones. Era seis años menor que Codovilla; como él había nacido en el norte de Italia y estudiaba ciencias comerciales, pero era un hombre de acción. Militante de los grupos armados antifascistas de la juventud socialista, había dejado Italia a comienzos de los años veinte, perseguido. Había escapado de una prisión en Alemania para emigrar a los Estados Unidos... Vidali fue enviado a París en la misma época que Codovilla, también para coordinar la ayuda internacional a España y estuvo en México durante el asesinato de Trotski. En sus memorias afirmó que Codovilla estuvo involucrado en éste pero negó su propia participación. Fue detenido por la policía mexicana y acusado de tomar parte en ese crimen, pero una campaña de solidaridad del PC mexicano logró que lo liberaran. Regresó a Italia en 1947”273. Pues bien: instalados estos caballeros y damas en España, procederán a hacer de las suyas. Reiteramos que, como ya sabemos, a título de adjunto de Codovilla, operó Vittorio Vidali, “enmascarado bajo el nombre de Carlos J. Contreras”, quien actuaría después del 18 de julio de 1936 pechado del crimen de Mella. Con Vidali vivió en Rusia, España y México. Todo eso, además de otros lances menos duraderos (como con el muralista comunista Diego Rivera). En México la tildaban de “la Mata Hari de la Komintern”. Acerca de ella, la Universidad de Puebla, México, ha publicado “Historia de una mujer”, obra de Vittorio Vidali. Y, por supuesto, Neruda leyó un poema en su entierro (“Tina Modotti ha muerto”, en: “Canto a Stalingrado”). 273 Mochkofsky, Graciela, op. cit., p. 177 y nota 1. El ejecutor de Trotsky fue Ramón Mercader, hijo de otra buena amiga de Codovilla, Caridad Mercader del Río. El agente de la NKVD, Leonid ( Naun Iakovlevich) Eitingon, que en Barcelona fue amante de Caridad Mercader, adoctrinó al hijo de ella en las artes de su oficio, para que asesinara a Trotsky: Thomas, Hugh, op. cit., t° I, p. 483. Ella, después fue secretaria de Pablo Neruda en la embajada chilena en París, y el hijo (que aparecía con los alias de “Frank Jacson” y “Jacques Monard”), tras cumplir en silencio la prisión por el asesinato de Trotsky, pasó a desempeñar funciones policiales en la Cuba castrista. Una bella familia, como se aprecia.

153

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

como “comisario político del 5° Regimiento de Milicias Populares, verdadera incubadora de mandos de las tropas rojas”274. Los personajes se conocían de México. Jorge Abelardo Ramos afirma que Codovilla pasó a España, “con el general soviético de la NKVD, Bielov, para actuar en la represión de las actividades anticomunistas en la zona republicana, acompañado en esta tarea por otro antiguo dirigente con residencia en la Argentina, Carlos Contreras, que allí volvió a adoptar su verdadero nombre Vittorio Vidali”275. Tras la Guerra Civil española, en agosto de 1939, Vidali fue nuevamente comisionado por la NKVD a México. Ahí, cuenta Valentín González, “El Campesino”, Vidali junto con Pedro Martínez Cartón, llevaban una lista de ejecutables: “La lista de que era portador Cartón constaba de cerca de veinte nombres. Los principales eran éstos: León Trotsky, Carlo Tresca, Julián Gorkin, Hans Kahle... Trotsky sufrió el primer atentado, del que salió milagrosamente ileso, en los últimos días de abril de 1940; apareció como principal responsable el pintor mexicano y ex coronel de la guerra española David Alfaro Siqueiros. Teníase la seguridad de que Vidali había intervenido en la preparación del atentado, pero no aparecieron evidencias suficientes contra él... Gorkin sufrió cinco atenta274 Comín Colomer, Eduardo, op. cit., t° II, p. 618. “Le llamaban Carlos Contreras. - Pero se llamaba Vittorio Vidali-. Había llegado a España, enviado por Moscú, desde Moscú, como delegado ante el Socorro Rojo Internacional... era brusco, mujeriego, borracho y terriblemente ambicioso”: Castro Delgado, Enrique, “Hombres, etc.”, cit., pp. 258-259. Cfr. Comín Colomer, Eduardo, El Comisariado Político en la Guerra Española 1936-1939, Madrid, Ed. San Martín, 1973, pp. 39-40, 108-109. El propio Vidali escribió un folleto sobre esos temas. Ver: Contreras, Carlos J., Nuestro gran Ejército Popular, Madrid, Ed. del PC de España (Comisión Nacional de Agit-Prop), 1937. También: La quinta columna. Cómo luchar contra la provocación y el espionaje, Valencia, Ed. del PCE, 1937; ¡Los deberes de la retaguardia! Discurso pronunciado por el camarada Carlos Jorge Contreras, en la conferencia de información de los refugiados y evacuados celebrada por el Socorro Rojo en España, en Valencia el día 12.IX.1937, Valencia, Ed. Socorro Rojo, 1937; Problemas del Ejército Popular. Dos trabajos de Enrique Líster y Santiago Álvarez, Caspe, Ed. Pasaremos, 1937; Texto de la Conferencia dada por el comandante Carlos ante los milicianos del Batallón de Hierro el 15.IX.1936, Madrid, Sección de Cultura del Batallón de Hierro, 1936. Asimismo, la autobiografía Comandante Carlos. 275 Ramos, Jorge Abelardo, El Partido Comunista en la política argentina. Su historia y su crítica, Bs. As., 1962, pp. 116-117.

154

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

dos consecutivos; de uno de ellos salió con la cabeza descalabrada. Ya en España había salvado su vida de milagro y puede decirse que milagrosamente volvió a salvarla en México. El viejo y prestigiosísimo anarquista italiano Carlo Tresca fue acribillado a balazos en Nueva York en enero de 1943; aparecieron graves presunciones contra Vittorio Vidali, pero no se pudo probar su participación en el asesinato. Varios días antes de su trágica muerte, el propio Tresca había señalado que Vidali preparaba algo contra él. Han Kahle... fue uno de los más brillantes jefes de las Brigadas Internacionales durante la guerra de España. Sabía la NKVD que tenía redactado un manuscrito con terribles revelaciones y quería suprimirlo antes de que lo publicara... Conducido a la zona oriental de Alemania, ignoro por qué medios, murió a comienzos de 1948”276. Los “tovarichs” se trataban con cariño... Y se apreciaban mucho entre sí. Por ejemplo, André Marty, “que ya se había ganado una unánime reputación de autoritario, paranoico y sangriento (“el carnicero de Albacete”), lo había criticado (a Codovilla), en octubre de 1936”: “Me he visto extremadamente sorprendido a mi llegada a Madrid por la actividad del camarada Codo. No hay otro término que el de cacique. Todo lo hace él... Codo considera el partido como su propiedad... Este tipo de comportamiento es intolerable”277. Por cierto que si el rollizo “Codo” hubiera estado bajo su férula en Albacete le hubiera enseñado a comportarse mejor. ¡Una lástima...!

6. ¡CUIDADO

CON LA PORCELANA !

Adicionemos, al presente, un tercer personaje. Una porcelana de cuidado. González, Valentín, “El Campesino”, Vida y muerte en la U.R.S.S., Bs. As., Bell, 1951, pp. 196-197. 277 Mochkofsky, Graciela, op. cit., pp. 160, 161. Cfr. Guillamón, Agustín, El terror stalinista en Barcelona (1938). Biografía de Gerö, en: “Cuadernos de Historia”, 2002, cit. por: Domínguez, Pablo, op. cit., p. 97. 276

155

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Resulta que un tercer allegado a ese grupo fue el comandante Gustavo Durán Martínez, alias “El Porcelana”. Jorge Abelardo Ramos, recuerda que Durán fue muchos años secretario del célebre diplomático y empresario norteamericano Spruille Braden, para quien confeccionó en 1946, el famoso “Libro Azul” (“Blue Book on Argentina”)278, contra los militares gobernantes entonces en la Argentina, acusándolos -falsamente- de agentes nazis. Señala asimismo que Durán: “mantenía estrechas relaciones con el viejo verdugo de los revolucionarios españoles (Vittorio Codovilla). Ambos habían cumplido en España y en la Argentina funciones similares y coincidían, aunque respondiendo (en 1946) a distintos amos”279. La alusión a las funciones similares está referida al hecho de que Durán, directivo del Quinto Regimiento comunista y, por lo tanto, comandante de las Brigadas Mixtas del “Ejército Popular”, cuando asumió el Gobierno Juan Negrín fue designado como jefe del SIM (Servicio de Investigación Militar), de Madrid, ente en que se refundieron las diversas “chekas” comunistas. “El radio de acción del SIM acabó por englobar las acciones del anterior Departamento Especial de Información del Estado (DEDIDE). Del SIM dependían no sólo las checas enclavadas en distintas ciudades sino una red de campos de concentración que se hicieron tristemente célebres por los malos tratos dispensados a sus reclusos... a formas de tortura ya conocidas, no tardaron en sumarse otras de especial sofisticación traídas por los asesores soviéticos y entre las que se incluían el uso de la electricidad, la reclusión en lugares de reducidísimas

Rosa, José María, Historia Argentina. Orígenes de la Argentina Contemporánea. La Soberanía (1943-1946), Bs. As., Oriente, 1979, t° 13, p. 228, nota 22. 279 Ramos, Jorge Abelardo, Revolución y Contrarrevolución en la Argentina, 2ª. ed., Bs. As., Plus Ultra, 1965, t° II, pp. 593-594. No se sabe si los senadores Tom Connally y Arthur Vanderberg, cuando calificaron la política de Braden, como la de “un toro en un negocio de artículos de porcelana”, aludían finamente a Durán: Peterson, Harold, La Argentina y los Estados Unidos, 1810- 1960, Bs. As., Eudeba, 1970, p. 513. 278

156

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

dimensiones e incluso la utilización de colores y figuras que sirvieran para quebrar psicológicamente al detenido”280. El Gobierno pretendía que con la creación de ese organismo estatal se terminaría con los procedimientos criminales de los “incontrolables”281. Según el historiador anarquista José Peirats, no hubo tal cosa. Cita el discurso del nuevo ministro de Justicia de Negrín, el vasco Manuel de Irujo, donde se establecía la responsabilidad criminal de la República282, y agrega: Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., p. 292. Solamente en Madrid, según el recuento de “La Causa General”, había 226 “chekas”: Bolín, Luis, op. cit., pp. 335, 337. Ver: “Datos complementarios, etc.”, cit., cap. IV, “Las Checas”, pp. 86-92. “Sin incluir una cantidad igual aproximadamente de Centros y Comités que realizaron detenciones y asesinatos de un modo más eventual, por lo que no se les atribuye el concepto de “checas”: Ídem, p. 92. De aquellas, 126 eran comunistas, 53 anarquistas y 33 socialistas. En Valencia, la más importante funcionaba en el Convento de Santa Úrsula, dirigida por los torturadores Leo Lederbaum y Scheier Hochem. Asimismo, en Madrid funcionó la checa de “Marqués del Riscal”, a cargo del matrimonio soviético de Peter Sonin y su mujer. Para el contexto de este tema, ver la gran novela de Agustín de Foxá, Madrid de Corte a checa, 3ª. ed., Barcelona, Planeta, 1993. También: Borrás, Tomás, Checas de Madrid, Madrid, Esceliser, 1940, y Vidal, César, Checas de Madrid, Barcelona, 2003. Aparte de la erudición, Agustín de Foxá las retrató en verso de un plumazo: “Subían con el alba... / como piratas de nocturnas voces / -patillas y fusiles- encendidos / odio en el dril y el corazón saltando. / Cercaban las angustias de las casas / la intimidad de lechos y de alcobas. /.../ Rasgaban con las duras bayonetas / los lienzos con las Vírgenes pintadas, / las copias, inocentes, de Murillo, /.../ Era la horda cargada de intemperie /.../ Y abajo estaba el auto, y la siniestra / sonrisa de “paseos” hacia la muerte. /.../ Era la horda del alba, la manchada / y descompuesta y verde; entre dos luces / entre luna y aurora; con la sangre / como un aceite sobre el mono infame. / ¡Brigada de las tres de la mañana! / ¡Maldita seas, enemiga nuestra!” (“La Brigada del Amanecer”). “Quizá la checa más temida de Madrid era la conocida con el nombre de ‘patrulla del amanecer’, por la hora en que llevaba a cabo sus actividades. Pero no había mucha diferencia entre esta banda y la ‘brigada de investigación criminal’, dirigida por un antiguo impresor y ex dirigente juvenil comunista, Agapito García Atadell, quien, al parecer con el beneplácito de las autoridades, instaló su ‘checa antifascista’ en el palacio de la Castellana”: Thomas, Hugh, op. cit., t° I, p. 302. Ladrón, torturador y asesino, Agapito García Atadell fue apresado por las fuerzas nacionales, cuando huía en un buque con un tesoro robado y ejecutado a garrote vil. 282 Peirats, José, Los anarquistas en la crisis política española. Ensayo, Bs. As., Alfa, 1964, p. 265. “La retaguardia -dijo Irujo- ha presenciado numerosos asesinatos. Los bordes de las carreteras, las tapias de los cementerios, las prisiones y otros lugares se han llenado de cadáveres. Hombres representativos de la opresión y caballeros del ideal sucumbieron juntos y están mezclados en monstruoso montón. Mujeres, sacerdotes, obreros, comerciantes, intelectuales, profesionales liberales y parias de la sociedad han caído víctimas del ‘paseo’, nombre con que 280 281

157

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“A pesar de esta última afirmación del señor Irujo (‘aquellos momentos han sido superados’), nunca llegó el crimen a extremos de tanto refinamiento como a partir del 15 de mayo de 1937. Es decir, a partir de cuando el gobierno empezó ‘a ser dueño de los resortes del poder’. A partir de entonces se cometieron los crímenes más horrendos de nuestra historia política. Las mazmorras de la GPU se multiplicaron como infiernos del Dante... Las cárceles particulares que se habían ido utilizando habían dado lugar a ruidosos escándalos. Con la creación del SIM estos mismos procedimientos pasaban a la categoría de oficiales... La táctica terrorista más inhumana era todo el secreto de sus éxitos... Las mazmorras del SIM eran cárceles disimuladas... El pueblo español llamaba ‘chekas’... Las chekas del SIM eran tenebrosas, instaladas en antiguas casas y en conventos. El régimen de torturas que en ellas se aplicaba era el clásico procedimiento brutal... Los consejeros rusos modernizaron esa vieja técnica. Las nuevas celdas eran más reducidas, pintadas con colores muy vivos y pavimentadas con aristas de ladrillos muy salientes. Los detenidos tenían que permanecer de pie continuamente bajo una potente iluminación roja o verde. Otras celdas eran estrechos sepulcros de suelo desnivelado, en declive. Tenerse en pie implicaba una tensión completa de nervios y músculos. En otras reinaba la oscuridad absoluta y oíanse en ellas sonidos metálicos que hacían vibrar el cerebro... Los recalcitrantes eran encerrados en la ‘cámara frigorífica’ o en la ‘caja de ruidos’, o atados a la ‘silla eléctrica’... Digamos para terminar con este penoso y vergonzoso relato que el SIM tenía sus propios campos de concentración”283. Es verdad que el SIM se dedicó a construir: “una serie de cárceles privadas que descubrieron los nacionalistas al ganar la guerra. Negrín negó que hubieran existido, el argot popular encubre el más apropiado y castizo de ‘asesinato’... Hubo días (sic: años) en que el gobierno no fue dueño de los resortes del poder”. 283 Peirats, José, op. cit., pp. 265, 270, 271-272. Por supuesto, el republicano separatista Irujo fue acusado de “jesuita fascista”, por “Boris Stepanov”: Preston, Paul, op. cit., p. 270.

158

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

atribuyendo los informes a la propaganda nacionalista. Diez años después reconoció su error (En Perpiñán, en 1939, Negrín negó a Henry Buckley la existencia de las cámaras de tortura, y en 1949 admitió su error ante el mismo periodista)”284. Aproximadamente, ingresaron a las cárceles del SIM unos 15.000 prisioneros285, sobre los cuales se ejerció la tortura sistemática. Al frente de ese bello organismo quedó en Madrid el “Porcelana” Durán. Esta es su ficha: “Gustavo Durán Martínez, con anterioridad al 18 de julio de 1936 era conocido en los Archivos de la Policía con el mote de ‘El Porcelana’, adjudicado por el delicado matiz de su piel. Pianista-compositor, recorrió algunos países y su desenfreno únicamente encontró límite en Colonia y Berlín, donde luego de efectuar su fichaje como pederasta, lo expulsaron del territorio. Aquel repugnante vicio fue la ‘prueba de fidelidad’ que el sovietismo le aceptó; y sus andanzas entre los emigrados por la dictadura (N. A.: de Don Miguel Primo de Rivera) lo llevaron a conspirar también, pero con fines informativos y a las órdenes de los agentes que en París tenía el ‘Buró Romano’ de la GPU rusa. Al reintegrarse a Madrid, “El Porcelana” ingresó en la Juventud Comunista, frecuentando determinados medios artísticos, donde su inversión sexual era aceptada... 284 Thomas, Hugh, op. cit., t° II, pp. 722-723 y nota 66. Diego Sevilla Andrés veía el asunto de esta manera: “La primera etapa de la revolución pertenece al dominio, en todos los sectores, de las fuerzas confederales (CNT). No tenían enfrente quien les opusiera resistencia. No es que anduvieran remisos en aplicar medidas de represión verdaderamente repugnantes las otras organizaciones revolucionarias, sino que la dirección de la lucha en estos meses corresponde a los confederales. Tras esta primera ola vendrá la más sistemática, de la que se encargó el partido comunista. Sus objetivos, perfectamente diferenciados, irán a buscar la desaparición en la retaguardia de los enemigos que señale Moscú y de aquellos otros que merecen en España ser castigados según su criterio”: op. cit., p. 307. 285 Courtois, Stéphane y Panné, Jean-Louis, op. cit., p. 388; cfr. Landau, Katia, Le Stalinisme bourreau de la révolution espagnole, París, Spartacus, 1938, p. 8. Para alguno de ellos funcionaron los denominados “Tribunales Populares”. Con esos institutos, se “institucionaliza una justicia de facción y, por tanto, sectaria”: Salas Larrazábal, Ramón y Jesús María, “Historia General, etc.”, cit., p. 91.

159

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Comenzado el movimiento, Gustavo Durán, tras incautarse del convento de las Siervas de María de la capital de España, pasó al ‘Ejército Popular’ donde subió rápidamente a capitán y luego a comandante, para llegar a teniente coronel en 1938... pasó al Estado Mayor, siendo agregado al mando del grupo soviético que actuaba en la zona roja. Al organizar Indalecio Prieto, desde el ministerio de Defensa, el Servicio de Información Militar, pensó en él para tales cometidos, designándolo jefe de la Sección de Madrid. Para entonces Durán Martínez resultaba ‘personalidad’, al extremo de que al decretarse ciertas incorporaciones al Ejército, como de uno de los comprendidos era él, un personaje soviético presionó sobre “don Inda” para que lo repusiera. Liquidada la guerra, Gustavo Durán huyó a Inglaterra, contrayendo matrimonio con una norteamericana. A este país marchó en mayo de 1940, consiguiendo facilidades extraordinarias, pues incluso seis semanas antes de cumplir el plazo reglamentario le concedieron la ciudadanía yanqui. Agregado a la embajada estadounidense en Cuba, su actuación comunista fue observada en multitud de ocasiones. Pero de nada sirvió, puesto que pasó seguidamente a Buenos Aires, también con Spruille Braden. Denunciado al Comité de Actividades Antinorteamericanas, el representante republicano mister J. Parnell Thomas lo señaló como comunista y notorio agente de la NKVD. También brujuleó en la ONU, llevando a cabo las consignas que puede el lector suponer”286. 286 Comín Colomer, Eduardo, La República en el exilio, Barcelona, AHR, 1957, pp. 468-469. Hugh Thomas disiente con la versión anterior en un punto. Primero nos informa que Durán “que había sido compositor (sobre todo de música para películas cómicas), se veía convertido en comandante de la noche a la mañana, tras haber desempeñado, antes de Navidad, el puesto de jefe de estado mayor de (Émile) Kleber” (N. A.: el judeo-húngaro y/o rumano Lazar Fakeete, y/o Manfred Lazar Stern). Y, después, registra el tema del SIM, del siguiente modo: “El compositor e intelectual Gustavo Durán, fue una de las revelaciones militares de la guerra, ex-jefe de personal a las órdenes de Kleber y ex comandante de división en Brunete, fue llamado a dirigir el SIM en Madrid. Prieto se enteró que aquél había nombrado a una mayoría de comunistas para servir a sus órdenes y le trasladó al servicio activo. Un “técnico” ruso protestó ante Prieto: Éste se negó a reponer a Durán y las relaciones con los rusos empeoraron (nota 25: Prieto, Convulsiones, vol. II, pp. 22, 57, y Yo y Moscú, p. 189. Orlov, que seguía siendo jefe de la GPU en España, pensó en asesinar a Prieto; fue

160

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Claro que Durán, cuando fue interpelado en USA, negó los cargos. Defensa fallida, de todas maneras287. disuadido por Hernández (véase Convulsiones, vol. II, p. 117)”: op. cit., t° II, pp. 539, 836 y nota 25. Cfr. Broué, Pierre y Témine, Émile, op. cit., t° I, p. 369. Esa es, también la versión del propio Ministro de Defensa, quien escribe: “Caí en desgracia desde que destituyendo al comandante Durán quise impedir que el Servicio de Investigación Militar cayera en manos de los rusos”; y narra después la conversación con el “técnico” ruso que le reclamaba la reposición de Durán: Prieto, Indalecio, Yo y Moscú, 2ª. Ed., Madrid, Nos, 1960, pp. 116, 158. Cfr. Cómo y por qué salí del Ministerio de defensa nacional, intrigas de los rusos en España, México DF, Oasis, 1940. Para Paul Preston se trataba de un “intelectual y “playboy”... pianista y compositor, amigo íntimo del poeta Federico García Lorca”: op. cit., p. 123. 287 García Lupo, Rogelio, Últimas noticias de Perón y su tiempo, Bs. As., Vergara, 2006, cap. doce, “Victoria Ocampo y el expediente Durán”, pp. 191235. En este libro se registra la defensa presentada por Durán el 30 de marzo de 1950, titulado “Memorándum para el senador Tydings”, quien presidía el subcomité de RR.EE. del Senado de USA, que investigaba su conducta. Documento donde comienza por afirmar que “no era ni había sido nunca comunista”. Coincidente con lo cual, obraba la declaración de su jefe Mr. Spruille Braden, de que Durán era un hombre “cuyo odio hacia los fascistas y su devoción hacia los principios liberales estaban fuera de toda discusión”. Negaba también Durán que se lo conociera por el mote de “El Porcelana” y su condición homosexual. Sostenía que había tenido “un breve paso” por el SIM, por orden de la superioridad militar, sin que se hubiera suscitado ningún problema con Indalecio Prieto, y adjuntada una constancia al respecto. Que en el SIM había hecho “unas pocas designaciones”. Que era: “un oficial del ejército regular de España, bajo un gobierno legalmente constituido, reconocido por todos los países con las únicas excepciones de la Alemania nazi y la Italia fascista. Una coalición de partidos políticos -derecha republicana, centro republicano, socialistas, comunistas y otros- componían ese gobierno”. Que el Informe acusatorio del senador Joe Mac Carthy, se basaba únicamente en el Informe del Agregado Militar de USA en España, Cnl. Wendell G. Johnson, que a su vez, era un calco de un artículo periodístico de un suelto del diario falangista “Arriba”, lleno de mentiras e injurias fabricadas por la policía franquista. ¿Qué decir de esto...? Lo menos, que era de una gran audacia. Durán no había sido en la España republicana un simple oficial, Teniente Coronel, que se limitara a cumplir órdenes de un Gobierno regular. Si Hemingway y Malraux, en sus respectivas novelas, hablaban de él, no sería por su mera situación castrense. Por el contrario, según el corresponsal de “Izvestia”, Ylia Ehrenburg, “su viejo amigo”, Durán, era un ejemplo “del intelectual en armas”. Era, añadía Hemingway, un compositor, “un niño bonito”, elogio poco común para aludir a un simple TCnl. Negaba, entre otros, los testimonios de los comunistas cubanos Juan Marinello y Nicolás Guillén, quienes habían declarado que era de su partido, es decir, del PC. Durán hacía mucho hincapié en la regularidad del trámite con que había adquirido la ciudadanía estadounidense, después de salir de España, y de casarse en su nuevo país. No decía que su esposa, era hermana de Michael Straight, propietario y editor de la revista comunista “New Republic”. Además, Prieto, cuyas mentidas y desmentidas eran famosas,

161

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

podía certificar lo que le pidieran; pero lo que no podía era borrar lo que había asentado en tres libros, sobre los cientos de designaciones de comunistas en el SIM. Referente a la prueba de su homosexualidad, era, obviamente, de dificultosa adquisición. No negaba que hubiera andado en giras con Antonia Mercé, ni decía una palabra sobre el grupo de Lorca, Buñuel, etc., al que se lo consideraba vinculado. Y, sobre todo, no aludía para nada al “Libro Azul”, firmado por Braden, pero elaborado por un equipo, en el que se integraba Durán. El instigador de la publicación era el director del diario “El Día” de La Plata Hugo Stunz (el mismo periódico al que pertenecía David Kraiselburd), para influir “en el resultado de las elecciones”: Potash, Robert A., El ejército y la política en la Argentina, 1945-1962, Bs. As., Sudamericana, 1981, pp. 67. 69. En la contestación, titulada “Libro Azul y Blanco”, Juan Domingo Perón, con todas las letras, afirmaba: “El Partido Comunista ha pactado con el imperialismo yanqui por intervención del Sr. Braden, ante quien el Sr. Gustavo Durán, su agregado civil en la Embajada de los Estados Unidos y secretario privado antes, durante y después de esa época, ha intercedido más de una vez. La participación del Sr. Durán en la alianza entre el Partido Comunista de la Argentina y el imperialismo yanqui no puede ser objeto de grandes dudas”. Con las probanzas de Isidoro Gilbert, no quedan ya dudas de ninguna especie de la antigua relación ibérica entre Codovilla y Durán, compinchería que se trasladó a Buenos Aires en los años de 1946. Está claro que, como dice García Lupo, “Durán era un comunista enviado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos”: op. cit., p. 197. Pero la prueba del nueve de la mendacidad del “niño bonito” está en esa frase sobre los gobiernos republicanos constituidos por partidos de “derecha y centro”. ¿Creería realmente que los norteamericanos eran tan ingenuos como para tragarse una mentira así...? O de modo más simple, que las consignas de la propaganda staliniana se le habían adherido como una hiedra, y no podía deshacerse de ellas. Si se desea tener una respuesta seria a la argumentación “republicana” negrinista alegada por Durán, léase la alocución de don Julián Besteiro, radiada desde Madrid el 7 de marzo de 1939. Besteiro, líder de un sector del Partido Socialista, catedrático, ex Presidente de las Cortes Constituyentes, integraba la Junta de Defensa, sublevada contra el Gobierno de Juan Negrín. Caída la defensa, Besteiro, con contadas personas, el Grl. Manuel Matallana, el Cnl. Adolfo Prada, y otros, permaneció en Madrid (mientras Negrín y toda la plana mayor del PCE huían en aviones y buques), ante la entrada de las tropas nacionales. Encarcelado, murió en la prisión, y hoy es considerado una de las figuras más respetables que tuvo el sector republicano. Bien; este hombre dijo entonces: “El Consejo Nacional de Defensa quiere impedir que el Gobierno de la España republicana caiga definitivamente en poder del comunismo que tiraniza al pueblo. La lucha establecida es la lucha contra la tiranía comunista”: Romero, Luis, “El final, etc.”, cit., p. 325. Tal tiranía es la que Durán citaba como Gobierno legítimo. Cfr. Araujo, José Martín, Una enseñanza de la Guerra de España, Madrid, Jucar, 1980; Vázquez-Rial, Horacio, El soldado de porcelana, Barcelona, ed. B, 1997. Del mismo modo, el asunto está en claro para el escritor ultra-izquierdista español Carlos Semprún-Maura, quien expone: “El comandante Durán, comunista, jefe del SIM de Madrid, designaba a militantes comunistas para todos los cargos importantes... el SIM... contaba con más de 6.000 agentes y dirigía prisiones y campos de concentración”: op. cit., p. 327. Cfr. Romero, Luis, “El final, etc.”, cit.,

162

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Este es el personaje que se integra al club hispano-americano, donde “Policho” fungía de periodista. Pues, Durán, como dijimos, arribó a Buenos Aires, operando como alto funcionario de la Embajada de los EE.UU., desde el 20 de mayo de 1945 al 23 de setiembre de ese mismo año. Ahí tomó contacto con los dirigentes de la Unión Democrática, de Acción Argentina, de Sur, y de todos los grupos que conspiraban contra el Gobierno Militar del Presidente General Edelmiro J. Farrell. Ahora bien: ¿cómo cierra este caso..? La respuesta nos la da el antiguo corresponsal de la agencia soviética Tass en Buenos Aires, Isidoro Gilbert. Él informa: “Codovilla mantuvo comunicaciones indirectas con Spruille Braden. Y su nexo era un ex republicano catalán, Gustavo Durán, que en esos meses decisivos para la Argentina (1946) actuaba como secretario privado de la embajada de los EE.UU. Codovilla había conocido a Durán durante la guerra civil en España. Nota: La amistad o al menos un fluido conocimiento entre Gustavo Durán y Codovilla está históricamente comprobada. Durán trabajó en los servicios de inteligencia republicanos... p. 358: “el teniente coronel Gustavo Durán, a quien se consideraba comunista, y debió serlo”. En la “Causa General”, abierta mucho antes de la fecha que Durán dice que la policía franquista le inventó el prontuario comunista, se describen los asesinatos y despojos efectuados por la 36 Brigada Mixta en el barrio de Usera en Madrid; ocho expediciones de exacción, atrapando a sus víctimas con engaños. Y se concluye: “Dirigió estas actividades, de acuerdo con los mandos de la 36 Brigada, un comunista, titulado Comandante del Ejército rojo, apellidado Durán”: “Datos Complementarios, etc.”, cit., pp. 302-303. En los EE.UU., el representante Alvin O’Konski, en un discurso en la Cámara de Representantes, del 13 de marzo de 1947, se preguntaba: “ ¿Quién es este comunista notorio que se elevó a tales alturas en nuestro Departamento de Estado? ¿Quién es este comunista notorio que dirigía las relaciones latinoamericanas?... ¡No es otro que Gustavo Durán!”. Con anterioridad, el 22 de junio de 1945, el vicecónsul argentino en La Habana, Lucas A. Córdoba (h), en carta al canciller Ameghino, le informaba que en el séquito de Braden iba el comunista Gustavo Durán, y que “por sus conexiones con determinados círculos denominados ‘democráticos’ obtiene datos e informes y, dirigido por la Embajada ‘insinúa directrices’ a esos elementos políticos de fácil penetración, que so pretexto de una coincidencia de credo político aceptan solapadas intervenciones extranjeras en los asuntos internos de su patria”: Rapoport, Mario, ¿Aliados o neutrales? La Argentina frente a la Segunda Guerra Mundial, Bs. As., Eudeba, 1988, pp. 285, 139.

163

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

pero aparentemente luego lo hizo para los norteamericanos... La inteligencia franquista envió en 1945 al gobierno de Edelmiro J. Farrell un informe sobre las actividades republicanas de Durán y en otro, de carácter militar, consignó ‘su vinculación personal con el jefe del partido comunista, Vittorio Codovilla’. Durán y Codovilla se habían conocido en España... Hay también elementos sobre una conexión orgánica, durante la Guerra Civil Española, entre Durán y la inteligencia militar soviética. Su vínculo fue el general Alexander Orlov”288. 288 Gilbert, Isidoro, op. cit., pp. 109, 126. Con relación a los EE.UU., el caso de Durán presenta dos posible explicaciones, contrarias entre sí. Una primera, de primacía norteamericana, permitiría suponer que el Departamento de Estado, aun sabiendo perfectamente que Durán había sido y era un comunista militante, hiciera la vista gorda, para aprovechar sus contactos con las gentes de izquierda latinoamericanas. La otra, de primacía soviética, se funda en los procesos de infiltración de los agentes comunistas en el aparato estatal norteamericano. Cualquiera sea la solución que se adopte, es útil contar con la información mínima respecto a la segunda hipótesis. Al respecto se debe saber que en 1953, el Subcomité de Seguridad Interna del Comité Judicial del Senado de USA, sobre la base de ciertas confesiones, como las de Whittaker Chambers, Elizabeth Bentley, Louis Budenz, Nathaniel Weyl, Julián Wadleigh, Hede Massing y otros, unido a los documentos y micro-films que ellos entregaron, pudo verificar la existencia de redes de espionaje soviético, incrustadas en la administración estatal, en particular, en el Departamento de Estado. En primer lugar, los agentes que transmitieron los secretos atómicos. El matrimonio de Julius y Ethel Rosenberg, que fueron ejecutados en la silla eléctrica. Junto a ellos, otros que escaparon a esa suerte, como Alger Hiss, George Sam Wheeler, Allen Nunn May y Klaus Fuch. Ellos, al facilitar el “empate atómico”, contribuyeron a configurar la historia mundial hasta fines del siglo XX. Después, los funcionarios de primer nivel en la Administración Demócrata de Franklin Delano Roosevelt. En ese plano se ubicaban: Harold Glasser, David Weintraub, Owen Lattimore, Harry Dexter Whitte y Lauchlin Currie. En las redes de funcionarios, profesores y periodistas, hubo 35 casos certificados de “comunistas de Quinta Enmienda”, esto es, que se negaban a declarar para no incriminarse. Ellos eran: Irving Kaplan, Harry Magdoff, Nathan Levine, Isaac Don Levine, Lee Pressman, Irving Bazer, Julia Older Bazer, Irving Goldman, Jenny Levy, Bernard Bernstein, Rosa Alpher, Arthur Stein, Ernie Leiberman, Edward M. Rotschild, Víctor Perlo (cabeza de red), William Ludwig Ullmann, Max Elichter, Morton Sobell, Nathan Witt, Salomón Adler, Bela Gold, Sonia Gold, Abraham George Silverman, Nathan Gregory Silvermaster (cabeza de red), Salomón Leshinsky, Allan Rosenberg, Jacob Godos, Irving Fajans, Myron Hoch, Ruth Rifkin, John Abt, David Zablodowsky, J. Julius Joseph, Michael Greenberg, Maurice Halperin, Jacob Graunian, Eugene Wallach, Harry Ober, Jualin Friedman, Harold Ware (cabeza de red). Muchos de ellos habían contado con el apoyo de Averell Harriman, Henry Wallace, Eleanor Roosevelt, Harry Hopkins, Fiorello La Guardia, Dean Achenson, y otras primeras figuras del Partido Demócrata. Ver: Burnham, James, “Táctica de subversión”, cit.; cfr. Flynn, John T., El mito de

164

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Por todo lo expuesto, se nos ocurre que este grupo de amigos bienhumorados podía haber sido denominado el “Círculo Orlov”. Y esa peña más o menos literaria, se había trasladado a la Argentina. En noviembre de 1945, Vittorio Codovilla trabajaba con la tenacidad que se le reconocía en la formación de un frente popular que se denominaría “Unión Democrática”. Bendecido y auspiciado en actos públicos por el embajador de EE.UU. Spruille Braden, mientras estuvo en la Argentina, ya contaba con la adhesión -además del PCA, obviamente- de socialistas y demócrata-progresistas. Pero faltaba una “condición indispensable para la concreción de la Unión Democrática”. Era el apoyo de la Unión Cívica Radical. Y su Comité Nacional (los sabattinistas, en particular) era remiso a otorgar tal auxilio. Entonces, por indicaciones del tándem BradenDurán, Codovilla “puso toda la carne en el asador”. Movilizó en busca del asentimiento radical: “De aquí en adelante la Casa Radical asistió a un bullicioso desfile de delegaciones, asociaciones y grupos que reclamaban la unidad interpartidaria. Médicos, abogados, ingenieros en sucesivas representaciones, los caballeros de Exhortación Democrática, los estudiantes secundarios nucleados en CODES, la Unión Obrera local, el minúsculo partido Concentración Obrera, empleados de diversas radios, delegaciones de mujeres católicas, un mundo de gente contribuyó a dar la impresión de que la unidad electoral era una exigencia del país entero. Atrás de ese aparato publicitario estaba, por supuesto, la probada técnica de los comunistas, que presentó toques refinados como, por ejemplo, el poema alusivo que leyó Córdova Iturburu o el telegrama enviado por argentinos ‘residentes en Nueva York’ impetrando la definición radical”289. Roosevelt, Barcelona, Mateu, sf.; cfr. Poncins, León de, El espionaje soviético en acción, Barcelona, Acervo, 1962, pp. 43-95, 137-147. 289 Luna, Félix, El 45. Crónica de un año decisivo, Bs. As., Ed. Jorge Álvarez, 1969, p. 437. Jorge Abelardo Ramos expone que: “Braden estableció su puesto de comando, viajó por todo el país, dio conferencias de prensa, mantuvo contacto sistemático con los dirigentes de partidos políticos opositores, incluso con los stalinistas y con Codovilla y se dispuso a asestar al gobierno su manaza de hierro... El núcleo más ínfimo y vociferante estaba formado por el partido ítalo-eslavo de Vittorio Codovilla”: “Revolución, etc.”, cit., pp. 407, 409. Por su lado, Miguel Ángel Scenna, al narrar las tareas de Braden con vistas a organizar la oposición al régimen militar juniano, agrega: “Quien mejor lo

165

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Como es sabido, la campaña de Spruille Braden contra la República Argentina terminó en un estruendoso fracaso. Perdió Durán su empleo en el Departamento de Estado y se esfumó, aparentemente. En apariencia, nomás. En abril de 1950, reapareció en la vecina Bolivia. Veamos. Tal cual se examinará más adelante, en Bolivia predominaba la “Rosca” minera, que ponía y sacaba Presidentes. En las elecciones del 6 de mayo de 1951, el nacionalista, Víctor Paz Estenssoro, triunfó ampliamente sobre los candidatos rosqueros. En un arreglo entre el Presidente Mamerto Urriolagoitía y una Junta Militar se instaló un gobierno presidido por el General Hugo Ballivian, negando el acceso al Presidente electo constitucionalmente. Con tales gobiernos usurpadores tuvo tratos una denominada “Misión de las Naciones Unidas para la Asistencia Técnica a Bolivia”. Esa delegación fue precedida por otra “Misión Preparatoria”, encabezada por el Dr. Carter Goodrich, e integrada por los Sres. Louis N. Swenson y Gustavo Durán. Sí, en efecto, el mismo “Porcelana Durán”, de triste memoria. Entre unas y otras comisiones, convirtieron lo “técnico” en político, e intentaron diseñar un sistema de gobierno para Bolivia que alejara el peligro nacionalista. Acerca de lo cual, apuntaba José Luis Torres: “La banda internacional tiene sus expertos que operan indistintamente en cualquier país. De ahí que entre los miembros de la ‘Misión Preparatoria’, es decir, de la que preparó la entrega, encontramos un hombre vastamente conocido en la Argentina por su intervención decisiva, al lado de Braden, a pesar de su filiación comunista... Ese señor, fracasado en la Argentina y triunfante en Bolivia, es Gustavo Durán, que fue en nuestro país secretario personal del Embajador norteamericano Spruille Braden”290. auxilió en tales diligencias fue el partido Comunista, recientemente devuelto a la legalidad. Bajo la batuta de Rodolfo Ghioldi y Vittorio Codovilla fue el más eficaz y seguro instrumento en manos del embajador norteamericano”: “Braden y Perón”, en: Todo es Historia, Bs. As., n° 30, octubre 1969, p. 16. Toda la gestión de Braden constituyó un “abuso de sus privilegios de su cargo diplomático”: Smith, O. Edmund, Jr., Intervención Yanqui en la Argentina, Bs. As., Palestra, 1965, p. 175. 290 Torres, José Luis, Nos acechan desde Bolivia..., Bs. As., Federación, 1952, p. 100.

166

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Fue la suya una victoria pírrica, toda vez que pronto el pueblo boliviano, levantado en armas, arrojó para siempre a los personeros de la “Rosca” y, con ellos, al inefable “Porcelana” Durán. Más allá de percances históricos, creemos que podría quedar asentada una consigna “democrática”, que diría más o menos así: ¡Codovilla, Braden, Durán y Córdova Iturburu: unidos jamás serán vencidos!.

7. EXPLORANDO

EN

ALTA GRACIA

Acá mostraremos a un cuarto sujeto, integrante de ese mismo clan, quien nos aproximará más aún al protagonista de nuestro libro. En las páginas iniciales de esta obra tuvimos ocasión de citar la biografía de Guevara del ruso I. Lavretsky, con la advertencia puesta por el mexicano Castañeda de que el verdadero nombre de Lavretsky era José Grigúlevich, “agente sempiterno de la KGB”. Ahora vamos a volver sobre el punto, porque él nos va a permitir abrochar convenientemente ciertos datos que permanecían como cabos sueltos. Lo haremos de la mano del ex jefe de la agencia de noticias soviéticas Tass en la Argentina, Isidoro Gilbert. La cita será algo extensa, e inicialmente dará la apariencia de que poco tiene que ver con nuestro relato. Pero no es así, como pasamos a ver. Narra Gilbert: “Espías o ‘exploradores’ los hubo, y famosos, en la inteligencia soviética... En la Argentina actuó como ‘explorador’ Iósif Romualdovich Grigúlevich... ‘Max’, éste fue su nombre de guerra... La de nuestro personaje es una historia digna de un film... llegó a ser embajador de Costa Rica en el Vaticano y Yugoeslavia... Grigúlevich llegó a Montevideo en 1930, para trabajar en el Buró Sudamericano, enviado desde París por la Internacional Comunista... Había nacido en Lituania y su familia provenía de los ‘caraítas’ una secta judía cuyos orígenes y destinos se perdieron en la noche de los tiempos. Escribió numerosos 167

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

trabajos con su nombre real o con el materno, Iósif Lavretski, con el que firmó una biografía de Simón Bolívar por la que fue condecorado con la orden venezolana Francisco de Miranda... En 1936 fue destinado a España, donde peleó en la Guerra Civil e integró servicios de contraespionaje. Participó en la represión -en el exacto sentido del término- de anarquistas y trotskistas... En 1939 llegó a Chile, con un pasaporte que alguna vez renovó en México Pablo Neruda a nombre de Francisco de Miranda... El 24 de mayo de 1940, Max, provisto de una ametralladora, participó del asalto a la casa de Trotsky en Coyoacán. El grupo que llevó a cabo esta acción estaba encabezado por el famoso pintor comunista mexicano David Alfaro Siqueiros”. Después de esta sugestiva presentación, Gilbert nos introduce este dato principal: “Nuestro personaje estuvo varios años como ‘ilegal’ en la Argentina, aunque frecuentaba los medios sociales de izquierda. El hecho de que tuviera familiares en el país le servía de ‘tapadera’. Fue muy amigo de Cayetano Córdova Iturburu, intelectual comunista que se alejó del PCA en 1948, más por diferencias con el ‘realismo socialista’ que con la línea política. Córdova Iturburu pasó algunas de sus vacaciones en la casa que la familia De la Serna tenía en Alta Gracia. La ‘abuela Carmen de la Serna’ fue la abuela (sic) del Che Guevara. Grigúlevich estuvo con todos ellos en las sierras cordobesas y es posible hacer volar la imaginación sobre las conversaciones entre este ‘ilegal’ que dirigía un grupo operacional antinazi que perseguía además a los miembros de la red del almirante Canaris en la Argentina, con el Guevara adolescente. Es curioso. Años más tarde, cuando Grigúlevich fue ‘blanqueado’ y se convirtió en un influyente latinoamericanista, no solamente escribió una biografía sobre el ‘Che’, sino que fue una de las escasas voces procubanas dentro del PCUS”291 . 291 Gilbert, Isidoro, El oro de Moscú. La historia secreta de las relaciones argentino-soviéticas, Bs. As., Planeta, 1994, pp. 270-271. Cfr. Varas, José

168

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Tras este momento, Gilbert continúa ofreciendo datos de las increíbles andanzas del “explorador” de la NKVD ( embajador en el Vaticano, tramó el asesinato del arzobispo uniata Romzha, acusado de alentar la resistencia ucraniana contra los soviéticos; tentativa de asesinato del mariscal Tito, etc.). Y concluye informando que “Max”: “Murió en setiembre de 1988. Sus cenizas están enterradas en el cementerio del monasterio de Donskoi, junto a las de Leonid Eitington, el organizador en México del crimen de Trotski, y de Rudolf Abel, el mayor agente secreto soviético dentro de los EE.UU., además de otros prominentes ilegales o ex ‘rezidents’ en el extranjero del KGB”292. Asuntos que, obviamente, escapan a la economía del presente trabajo. Tan sólo los enunciamos para situar la calaña del “residente” de la Chekagebé293, que solía veranear en Villa Nydia en Alta Gracia. VeraMiguel, Las pantuflas de Stalin, Santiago de Chile, Chile-América, 1990, cap. “La formación de un académico”; cfr. Sudoplatov, Pavel, Operaciones Especiales, Barcelona, Plaza y Janés, 1994. David Alfaro Siqueiros, había sido buen amigo de Vidali, Modotti, Codovilla y Ramón Mercader del Río, tanto en México como en España, donde combatió en el Ejército Popular. 292 Gilbert, Isidoro, op. cit., pp. 271-274, 277, nota 13. Naum Iakovlevich Eitingon, comandante de la NKVD, fue el encargado de las operaciones terroristas en España, según su subordinado Pavel Sudoplatov: Courtois, Stéphane y Panné, Jean-Louis, op. cit., p. 381. Maestro, como dijimos, de Ramón Mercader del Río, hijo de su amante española; cfr. Poniatowska, Elena, op. cit., p. 628. 293 El organismo soviético de espionaje y crimen político, siempre fue el mismo. Simplemente, sucedió que por las presiones internacionales tuvo que cambiar de denominación. Pasó así, de la “Cheka” (1918-1922) leninista del morfinómano y noble polaco Félix Dzerzhinski, a la OGPU (1922-1934), del boticario judío envenenador Genrikh Yagoda, a la NKVD, del enano paranoico Nicolai Yezhov, el autor de la “yezhovshina”, o “Gran Purga” de 1936-1938, que comprendió de siete a ocho millones de víctimas (conforme al XXII Congreso del PCUS, de 1961), internado en un sanatorio para locos y después fusilado, a la MVD, de Abakumov (l946), y a la KGB, de Lavrenti Beria, éste stalinista como sus antecesores y como aquellos liquidado (1953) por el mismo organismo policíaco que antes habían presidido. Entidad de beneficencia universal que -para evitar equívocos- siempre funcionó en el edificio situado frente a la Plaza Lubyanka. De ahí que Alexander Solzhenitsyn unificase las denominaciones, llamándola con propiedad “Chekagebé”. Por cuerda separada funcionaba el Servicio de Espionaje Militar, que recibió la denominación de G. R. U. (Dirección principal de información): Boucart, J. R. D., Los secretos del servicio secreto soviético, Barcelona, Mateu, 1963, p. 15.

169

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

neante clandestino, claro está; uno de cuyos amigos en la Argentina era el “dandy Policho”, a quien había conocido en España. Grigúlevich, en aquella época, era un espía “full time”. Durante la Guerra Civil se había destacado en los contingentes de la NVKD aplicados a matar poumistas, trotskistas, anarquistas y toda clase de molesto estorbos a los planes de Stalin. En esas mismas tareas, en aquel tiempo, andaba empeñado el ítalo-argentino Vittorio Codovilla (conforme a las referencias de sus jefes, Samuel Ginsberg-“Walter Krivitsky”, Mijail Koltsov y Alexander Nikolsky-Leiba Lazarevich Feldbin, alias “Orlov”). “Policho”, como veremos, fue a España a cumplir con las órdenes de la Komintern, de defender el frente-populismo propiciado por el PCE, contra el revolucionarismo de los trotskistas y anarquistas. Tarea en la que permaneció junto a su jefe, el grueso Codovilla. Los investigadores rusos Lazar y Víctor Jeifets le aclararon a la escritora Alicia Dujovne Ortiz el papel desempeñado por diversos dirigentes comunistas. Entre otros, el de Vittorio Codovilla. Y, más precisamente, la relación del “Gordo” en México con los asesinos de Trotsky. En ese orden le explican que: “En enero de 1940, un farmacéutico caraíta de ojos orientales y labios pulposos también desembarcó en México. Se llamaba Iosif Grigúlevich. El recién llegado estableció contacto con el guardaespaldas de Trotsky, Sheldon Hart, que el 23 de mayo fue usado por el grupo de Siqueiros para penetrar en la casa del ex líder soviético. Un intento fallido, como sabemos, llevado a cabo con más éxito meses más tarde por el español Ramón Mercader, que de un certero golpe de pico ultimó a don León. Las circunstancias de esta muerte son conocidas. La conexión entre ella y Codovilla lo es un poco menos... Codovilla manejaba todo. Cuando Grigúlevich, el caraíta lituano que manejaba un grupo subversivo compuesto mayoritariamente por no comunistas, llegó a México en enero de 1940 para formar parte del grupo de Eitingon destinado a organizar el asesinato de Trotsky, y estableció contactos con el guardaespaldas de Trotsky usado por el grupo del pintor Siqueiros para entrar en el departamento y asesinar a don León, Codovilla no podía no estar al tanto”294. 294

170

Dujovne Ortiz, Alicia, op. cit., pp. 296, 176.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Grigúlevich y Codovilla: viejos amigos. La pregunta que cualquier lector perspicaz ya se habrá formulado es: ¿Qué tanto estuvo mezclado Cayetano Córdova Iturburu en los planes gansteriles de Grigúlevich y Codovilla...? Es una pregunta de difícil contestación. Por ahora, la única certeza es que el espía ruso, gracias a su amistad con “Policho”, colectó datos en la serranía cordobesa que, años después, y bajo el seudónimo de “Iósif Lavretski”, le permitieron componer una biografía de Ernesto Guevara de la Serna (en la que hay notas muy exclusivas, tal como la preexistencia de un asma juvenil en Celia de la Serna). ¡Quién hubiera dicho que la apacible Alta Gracia iba a ser explorada un día por un “boy scout” soviético...!

8. LA

CAMISA DEL HOMBRE FELIZ

En el presente caso se trata de una “República” sin instituciones republicanas y sin políticos republicanos. Respecto al período anterior a la Guerra Civil, el de 1931 a 1936, Pío Moa ha sostenido que en la llamada Segunda República predominó la actitud antidemocrática. Así, asevera que “quien había saboteado violentamente la democracia y las libertades desde el comienzo mismo de la República habían sido las izquierdas, y las derechas habían defendido la legalidad republicana en octubre de 1934 frente a una intentona revolucionaria y separatista”. Por consiguiente: “las izquierdas impusieron una legalidad sectaria, y luego se sublevaron contra ella en octubre de 1934, después que el pueblo diera la victoria a la derecha en las elecciones del año anterior. Ello hizo imposible la convivencia, sobre todo porque en 1936 ganaron en diputados -aunque no en votos- los mismos que se habían sublevado contra un gobierno democrático en 1934 o habían apoyado políticamente la sublevación; todos los cuales volvieron a vulnerar la ley masivamente haciendo planear de nuevo una creciente amenaza revolucionaria sobre el país. En estas circunstancias, la derecha se vio obligada a rebelarse a su vez, casi a la desesperada. La convi171

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

vencia se había hundido debido a las actitudes antidemocráticas de la izquierda, y la causa de la Guerra Civil no se encontraría en un peligro fascista, sino en el revolucionario”295. República con pocos republicanos. Los denominados “democráticos” eran los que menos practicaban los métodos pluralistas del sistema. Paradoja de casi todas las izquierdas marxistas iberoamericanas. En ellas aparecen siempre dos dogmas: uno, se manifiestan “revolucionarias”, es decir, van contra el sistema constitucional aprobado; dos, como se proclaman el “pueblo” por antonomasia, sus adversarios, aunque sean mayoría son el “antipueblo”, al que, por definición no se debe permitir que gobierne, porque es “fascista”. Axiomas “democráticos”. Desde que la “democracia” no podría ser otra cosa que el socialismo. Con tal sectarismo, la paz es imposible. Luego, las izquierdas marxistas en España y América, procuran necesariamente, la Guerra Civil. Y si sus rivales se defienden, los declaran “fascistas”, esto es, carentes de cualquier derecho político e individual. Tal el clima “republicano” que imperaba hasta 1936. En el último tiempo anterior a la Guerra Civil, la llamada “República” se convirtió en un caos de asesinatos. El cronista del anarquismo, José Peirats, registra los hechos ocurridos entre el 17 de febrero de 1936 (fecha de las elecciones que ganó el Frente Popular) y el 17 de julio de 1936 (día anterior al Alzamiento Nacional). En cinco meses de disturbios se produjeron: “211 atentados, 113 huelgas generales y 228 huelgas parciales; 269 personas muertas, 1.287 heridos”296. Por entonces, asegura Stanley Payne, “algunas regiones estaban al borde del caos social más absoluto... Para muchos observadores España estaba llegando al borde de su ruina”297. Moa, Pío, “La República, etc.”, cit., pp. 10, 7. Peirats, José, La CNT en la Revolución Española, Bs. As., Ed. CNT, t° I, p. 121. José María Gil Robles, en el discurso en las Cortes, el 6 de junio de 1936, señaló que desde febrero se habían destruido 160 iglesias, incendiadas o dañadas otras 257; que los asesinatos políticos ascendían a 269, los heridos a 1.287 y los edificios públicos destruidos a 69: Dahms, Hellmuth Günther, op. cit., p. 119. 297 Payne, Stanley G., Falange. Historia del fascismo español, Madrid, Sarpe, 1985, p. 121. 295

296

172

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Faltaba lo mejor. Más adelante, durante un período, el que siguió al 19 de julio de 1936, y correspondió al llamado “gobierno” del boticario de Izquierda Republicana José Giral y Pereira, no sólo no hubo República, ni tan siquiera Estado, aunque hubiera republicanos en eso que hacía las veces de un gobierno. Luego, los socialistas marxistas con Francisco Largo Caballero, coparon el Gobierno para imponer a su fracción por sobre las demás fuerzas revolucionarias. Ya no hubo ni República ni republicanos. Fracasado ese intento, Juan Negrín, el socialista propuesto por los rusos298, con el apoyo soviético, procuró reconstruir un Estado de apariencia republicana y realidad comunista. Acá, hasta los socialistas de izquierda, como Largo Caballero, fueron excluidos de toda función pública ( también Indalecio Prieto y sus adláteres socialistas que, por razón de su enemistad con Largo Caballero, habían colaborado, fueron expulsados en 1938). Como se ve, desde 1936 a 1939, hubo variaciones políticas, pero nunca funcionó una “República” propiamente dicha. De esa suerte: “La República del 14 de abril (de 1931) ha muerto. Suponemos que nadie tendrá interés en resucitarla” (“Claridad”, 14. 4. 1937). “la República burguesa, cogida en la marea revolucionaria, quedó hecha añicos... El edificio del Estado burgués se había derrumbado en todo el país. ‘No queda más que el polvo del Estado, las cenizas del Estado’, escribirá más tarde un jurista republicano (Ossorio y Gallardo, Ángel, Vida y sacrificio de Companys, Bs. As., Losada, 1943, p. 190)... En la zona republicana, el gobierno no tenía ya ninguna autoridad real. Como dirá la dirigente comunista Dolores Ibarruri: ‘Todo el aparato del Estado quedó destruido y el poder del Estado pasó a la calle’ (Ibarruri, Dolores, Speeches and

298 “Krivitsky dice que, ya en noviembre de 1936, Stashevsky había escogido a Negrín para que fuera el siguiente jefe de gobierno”: Thomas, Hugh, op. cit., t° II, p. 717, nota 52; Krivitsky, Walter, op. cit., p. 119. Arthur Stashevsky era un polaco, formalmente Agregado Comercial de la URSS en Madrid.

173

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Articles (1936-1938), Londres, Lawrence and Wishart Limited, 1938, p. 214)... La Generalitat ya no era sino un edificio vacío, que pertenecía a un pasado muerto... El Comité de Milicias fue reconocido como el único poder efectivo de Cataluña” (Abad de Santillán, Diego, Por qué perdimos la guerra, Bs. As., Imán, 1940; Madrid, G. Del Toro, 1975, pp. 79, 91)”299. Tal como lo registra Burnett Bolloten, el de José Giral era: “un gobierno tan sólo nominal, arrastrado inexorablemente por la marea; un gobierno que sirvió no para preservar al régimen republicano sino como instrumento de su rápida disolución bajo el doble impacto de la rebelión militar y de la revolución social... ‘El Estado se vino abajo...’, escribe Álvarez del Vayo (Álvarez del Vayo, Julio, Freedom’s Battle, New York, Alfred A. Knopf, 1940, p. 261)... Los Tribunales de Justicia fueron sustituidos por tribunales revolucionarios que ejercieron la justicia a su manera (nota... Según el socialista Arturo Barea, en Madrid, cada una de las ramas y grupos de los sindicatos y partidos políticos, organizó “su propia policía, su propia cárcel y sus propios ejecutores y designó un lugar especial para los fusilamientos” (The Forging of a Rebel, New York, Reynal Hitchcock, 1946, p. 526). Jueces, magistrados y fiscales, quedaron relevados de sus cargos, algunos sufrieron prisión y otros fueron ejecutados, mientras los archivos judiciales eran quemados en muchos lugares. Las penitenciarías y cárceles fueron invadidas, los archivos destruidos y los reclusos dejados en libertad. Se incendiaron centenares de iglesias y conventos. Millares de miembros del clero y de las órdenes religiosas, así como personas pertenecientes a las clases acomodadas, fueron asesinados... ‘La revolución -escribió el presidente Azaña algún tiempo después- se inició bajo un gobierno republicano, que ni quería ni podía apoyarla. Los excesos comenzaron a desarrollarse 299

174

Semprún-Maura, Carlos, op. cit., pp. 29, 41, 57.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

ante los asombrados ojos de los ministros. Enfrentado a la revolución, el gobierno tuvo que elegir entre adherirse a la misma o suprimirla. Pero menos que lo primero, pudo aún lo segundo. Es dudoso que dispusiera de fuerzas suficientes para ello. Estoy seguro de que no’ (La velada de Benicarló, Bs. As., Losada, 1939, p. 96)... Desprovisto de los órganos represivos estatales, el gobierno de José Giral poseía un poder nominal; no un poder efectivo, porque éste quedaba disperso en innumerables fragmentos y desparramado en millares de ciudades y pueblos en forma de Comités revolucionarios que habían instituido su dominio sobre Correos y telégrafos, estaciones radiodifusoras y centrales telefónicas, organizaron escuadrones de policía y tribunales, patrullas de carretera y de frontera, servicios de transporte y suministros y crearon unidades de milicias para el frente de batalla. En resumen, el gabinete de José Giral no ejerció autoridad real en ningún lugar de España”300. En esa época, precisamente, se desató la terrible persecución religiosa301. Acierta Hugh Thomas cuando asevera: 300 Bolloten, Burnett, op. cit., pp. 42, 45, 47-48-49, 50-51; y sus múltiples notas. Cfr. Gorkin, Julián, Caníbales políticos, México DF, Quetzal, 1941; Orwell, George, Homenaje a Cataluña, Barcelona, Ariel, 1970; Borkenau, Frank, El reñidero español, París, Ruedo Ibérico, 1971; Enzensberger, Hans Magnus, El corto verano de la anarquía. Vida y muerte de Durruti, 2ª.ed., Barcelona, Anagrama, 1998. 301 Acerca de este tema, mínimamente cabe puntualizar que, desde el 19 de julio de 1936, en la Zona Roja, fueron sacrificadas 6.832 personas (13 obispos, 4.184, del clero secular; 2.365, religiosos; y 283, religiosas). Si a ello se añaden unos 3.000 seglares ligados a la Acción Católica, se arriba a la cifra de 10.000 mártires, que proporciona Vicente Cárcel Ortí. Esos son los sacrificados directamente por su condición religiosa (“in odium fidei”, como lo ha establecido el Pontificado, a partir de 1987, provocando un torrente de beatificaciones; que han enardecido a los izquierdistas de todo pelaje). Empero, hay muchos otras personas asesinadas, “caídas por Dios y por España”, en los que su condición de cristianos se asociaba a una postura política tradicionalista o anticomunista. Conforme a los casos estudiados en la publicación La dominación roja en España. Causa general instruida por el Ministerio Fiscal (4ª.ed., Madrid, Dirección General de Información, 1961), estas víctimas ascienden a 85.940. Los escritores clericales progresistas (Tusell, Laboa, Feliciano Montero, Hilari Raguer, etc.) hallan “baja” (porque el franquismo esperaba una cantidad mayor). La verdad es que se trata del mayor genocidio de cristianos en la historia de España. Además, hubo un genuino “delirio iconoclasta”, una “vesania sacrílega”,

175

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

manifestada en las profanaciones y la furia destructiva de templos, imágenes y objetos religiosos en general (como no se dio ni en México ni en Rusia). Ver: Montero Moreno, Antonio, op. cit., pp. 762, 627, 628 (que es la obra definitiva y central de este tema). “Desde los tiempos de las persecuciones del Imperio Romano, en los primeros siglos del cristianismo, no se había conocido situación igual”. “Además de premeditada, la persecución se desarrolló de modo cruel, porque casi todos los asesinatos individuales y algunos de los colectivos estuvieron precedidos de torturas psicológicas y físicas... Todo ello, según palabras de Pío XI, ‘con un odio, una barbarie y una ferocidad que no se hubiera creído posible en nuestros días’... ese canibalismo feroz de los que degollaban, descuartizaban y enterraban con vida a sus víctimas, mezclando en salvaje paroxismo animal, los instintos de la sangre con la lujuria sádica, entre diabólicas blasfemias”: Cárcel Ortí, Vicente, La persecución religiosa en España durante la Segunda República (1931-1939), 2ª. ed., Madrid, Rialp, 199, pp. 264, 254. Para Stanley G. Payne, “La persecución de la Iglesia católica fue la mayor jamás vista en Europa occidental”: El catolicismo español, Barcelona, Planeta, 1984, p. 214. Guy Hermet aprecia que: “La persecución religiosa de 1936 no reviste únicamente el carácter de una masacre, sino que adquiere el de un carácter sistemático contra la tradición y los símbolos religiosos. Más todavía que sortear a los novicios para ser fusilados, las violaciones de sepulturas de sacerdotes y religiosas constituyen uno de los episodios más alucinantes de la guerra civil”: Les catholiques dans l’Espagne Franquiste. Cronique d’une dictadure, París, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, 1981, pp. 6061. Cfr. Saqueo del tesoro religioso de España, Madrid, Oficina Informativa Española, 1948; Galter, Alberto, Libro rojo de la Iglesia perseguida, Madrid, 1956; Bau P. Calasanz, Sch. P., La persecución religiosa en la zona roja española durante la guerra de liberación, 1936-1939, Madrid, 1953; Castro Albarrán, Aniceto de, La Gran Víctima. La Iglesia Española mártir de la Revolución Roja, Salamanca, 1940; Este es el cortejo. Héroes y mártires de la Cruzada Española, 3ª. ed., Salamanca, 1941. “Datos complementarios, etc.”, cit., cap. V, “Persecución Religiosa”, pp. 177-216; Carreras, Luis, Grandeza cristiana de España. Notas sobre la persecución religiosa, Toulouse, 1938; Salas Larrazábal, Ramón, Pérdidas de la guerra, Barcelona, Planeta, 1977; Estelrich, Juan, La persecución religiosa, Bs. As., 1937; Benildo, Valeriano, Carácter antirreligioso y persecutorio de la revolución española de 1936 a 1939 y causas específicas del martirio, Barcelona, 1944; Gassiot Magret, José, Apuntes para un estudio de la persecución religiosa en España, Barcelona, 1961. Hugh Thomas, dentro de la apreciación general de unos 70.000 asesinatos en la Zona Roja, aprecia que las cifras “indican que perecieron alrededor del 12% de los religiosos españoles, el 13% de los sacerdotes, y el 20% de los obispos”: op. cit., t° I, p. 297. Un historiador comunista, observa que en una región de Cataluña, el “¡43,8 por ciento de las víctimas contabilizadas son eclesiásticos! Hay que remontarse a la Revolución francesa para encontrar algo equivalente”: Vilar, Pierre, La Guerra Civil Española, 5ª. Ed., Barcelona, Crítica, 1992, p. 154. Persecución que los rojos justificaban. Así, el órgano libertario “CNT”, del 5 de agosto de 1936, declaraba: “El catolicismo debe ser barrido implacablemente. No pedimos simplemente que toda iglesia quede destruida, sino que no permanezca vestigio alguno de religión en ellas”:

176

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“En ningún momento de la historia de Europa, y quizás incluso del mundo, se ha manifestado un odio tan apasionado contra la religión y todas sus obras”302. Tiempos de anarquía. Tiempos de odios desatados. Tiempos en que afloran los más bajos instintos que duermen en el arcano de la naturaleza humana; cuando se despierta el monstruo que todos llevamos adentro; rotas las inhibiciones religiosas, éticas, jurídicas o meramente sociales. Tiempos de manos ensangrentadas, de iras destempladas y de mentiras escandalosas. Describe un afamado historiador del proceso: “A pesar de que en Madrid existe nominalmente un Gobierno legal y de que en Barcelona el de la Generalidad tampoco ha sido abolido, puede decirse que en la tercera década de julio la República del 14 de abril de 1931 ha desaparecido, se ha disuelto y cambiado de signo... los enemigos la han combatido con tesón y fiereza, y a los partidarios se les ha escapado de entre las manos”303. La Revolución se había apoderado de todos los resortes del poder público y había confiscado aproximadamente un setenta por ciento de la propiedad privada, urbana y rural304. Bolloten, Burnett, op. cit., p. 83, nota 30. Bien decía León Felipe: “Y has puesto de mil maneras diferentes, en la gorra y en la zamarra / el rojo / y el negro, / la hoz, / y el martillo / y la estrella. / Pero aún no tienes una estrella SOLA, / después de haber escupido y apagado la de Belén”: “La insignia”, cit., en op. cit., p. 399. Y, todavía, los aludidos progresistas quieren que se demuestre el “odium fidei” (el de aquellas bestias que vivían insultando a la Virgen y a la Hostia). Un historiador, católico-liberal, como es Vicente Cárcel Ortí, afirma que “los perseguidores actuaron casi siempre, por lo menos implícitamente, “in odium fidei”, “in odio Ecclesiae”. Como diría Miguel de Unamuno: “se emborrachaban con sangre y con fuego. Es lo que los teólogos llamaban el odio formal a Dios”: op. cit., pp. 252, 253. 302 Thomas, Hugh, op. cit., t° I, p. 300. 303 Romero, Luis, Cara y cruz de la República 1931-1936, Barcelona, Planeta, 1980, p. 340. 304 Semprún- Maura, Carlos, op. cit., p. 33. La apreciación se refiere a Cataluña; pero algo similar acontecía en el resto de la Zona Roja. Ver: Sevilla Andrés, Diego, op. cit. También: Abella, Rafael, La vida cotidiana durante la guerra civil. t° II. La España republicana, Barcelona, Planeta, 1975, pp. 93, 94, 96, 106. “Ante la disolución del Poder público, las fuerzas represivas espontáneamente creadas tuvieron el campo libre. La situación desembocó en un caos”. Para Salvador de Madariaga, en lugar de un Estado, lo que hubo en la España

177

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Sintetiza la situación perfectamente bien Ricardo de la Cierva, afirmando que “El Estado se desvaneció”: “se derrumbó, pero no a causa de la rebelión sino de la revolución. El fenómeno es único en la historia... la tendencia espontánea de la zona republicana era netamente centrífuga... Toda autoridad les era odiosa y su desconfianza se dirigía más a las instituciones que a las personas. Como por otra parte ninguno de los grupos tenía fuerzas suficientes para imponer a los demás, se produjo un cantonalismo generalizado. Cada región, provincia o localidad, y dentro de ella cada partido o sindicato adquirió su propia autonomía política y administrativa, su estatuto particular. Estableció sus órganos militares, políticos, policíacos y judiciales. Controló industrias, agricultura, emitió moneda o vales que la sustituyeran, hizo en resumen, y para emplear una frase típicamente española ‘lo que le dio la gana’ y no toleró, en cambio, que el Gobierno hiciera lo mismo.Pero el Gobierno subsistía. Resultaba necesario para mantener una aparente legalidad dentro de la situación revolucionaria... Sin embargo, una cosa era permitir su existencia y otra prestarle obediencia. El Frente Popular no se puso a disposición del Gobierno sino que colocó a éste bajo su dependencia”305. Cantonalismo, reinos de Taifas; lo que se les dio la gana. Con portada republicana. republicana fue “una turba de tribus malavenidas”: op. cit., p. 690. Broué, Pierre y Témine, Émile, hablan de un gobierno “fantasmagórico”, que existía para “el extranjero” y para “la radio”: op. cit., t° I, pp. 151, 163. Por supuesto, que de las confiscaciones se salvaron las empresas extranjeras. “En general, la República procuró no ofender a otros países incautando empresas extranjeras, y la CNT confeccionó una lista de 87 empresas inglesas que no había que tocar”: Thomas, Hugh, op. cit., t° I, p. 323, nota 20. “La incautación de empresas de capital extranjero presentó inconvenientes -confiesa un escritor anarquista-. Finalmente hubo que renunciar a la incautación”: Peirats, José, Los anarquistas en la crisis política española, Bs. As., Alfa, 1964, p. 125. Como en otros lugares donde gobernaron los marxistas (México, vgr.), la propiedad que se socializaba era la de los nativos; la de los extranjeros quedaba protegida. Se cumplía, así, el aforismo de José Antonio Primo de Rivera, sobre que: “toda nación ganada por el socialismo desciende a la calidad de colonia o protectorado”: Primo de Rivera, José Antonio, Obras Completas, Madrid, Ed. Nacional, 1942, p. 561. 305 De la Cierva, Ricardo, op. cit., t° I, pp. 359, 362. Computó doce gobiernos independientes.

178

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Un frontispicio un tanto endeble, puesto que, vgr.: “La exaltación revolucionaria convirtió a Barcelona en una ciudad donde era imprudente llevar sombrero y un traje decoroso”306. Si eso era así, como lo era, pregunta: ¿dónde estaba la “República” democrático-burguesa en 1937...? Respuesta: en libros panfletarios, como los de “Policho” Cayetano Córdova Iturburu. Esto es, en la literatura de propaganda divulgada por la Komintern y los Partidos Comunistas en el orbe entero307. Carr, Raymond, op. cit., p. 628. Para la literatura de propaganda ni pasa el tiempo ni le interesan las réplicas. Un caso, entre cientos, las falsedades emitidas por la propaganda roja en torno al Alcázar de Toledo, después de su fracaso en rendirlo. Se pretendió disminuir el heroísmo de los defensores acudiendo a mentiras varias. Una de ellas, la negación de la conversación telefónica entre el Cnl. José Moscardó, comandante del Alcázar, y el dirigente frentepopulista Cándido Cabello, por la cual éste le prometía al primero hacer fusilar su hijo Luis, prisionero de los rojos, si no se rendía, y la espléndida respuesta de Moscardó (le dijo a su hijo que encomendara su alma a Dios y dando un viva España muriera como un héroe). Primero se negó que Luis Moscardó hubiera sido fusilado, y, después, cuando se comprobó que efectivamente había acontecido la ejecución el 21 de agosto de 1936, se inventó que el hecho fue una represalia por un bombardeo nacional, y no por lo del Alcázar. Pues, pronto se estableció que no había habido tal bombardeo, sino que por accidente se había desprendido una bomba de una avión “republicano”, por lo que la excusa no funcionaba. De tal maraña de mentiras se había hecho eco el periodista yanqui Herbert Matthews, que, a su turno, fue copiado por H. R. Southworth. Manuel Aznar, con las pruebas en la mano, restableció la verdad de lo acontecido. Entonces Matthews, en una carta dirigida a la viuda de Moscardó, reparó su error y pidió disculpas. Así eran las cosas. Sin embargo, como otro panfletario de cuarta, el pintor Luis Quintanilla, que había figurado como último jefe del sitio de Toledo, persistió en sus engaños (Los rehenes del Alcázar de Toledo, París, Ruedo Ibérico, 1968), tras sus pasos se alinearon Southworth y sus discípulos Paul Preston, Isabelo Herreros, Hilari Reig Tapia, Antonio Vilanova y Carlos Blanco Escolá. Al respecto debe hacerse constar que ya en 1976 Hugh Thomas había escrito lo siguiente: “Parece ser que la llamada telefónica tuvo lugar, a pesar de que algunos afirman lo contrario. El hecho que no mataran al hijo hasta algunas semanas más tarde hace que la historia parezca no poco menos dramática... La conversación telefónica entre los dos Moscardó es uno de los episodios más famosos de la guerra civil”: op. cit., t° I, p. 353, nota 23. Por fin los modernos estudios monográficos del tema han hecho resplandecer la verdad, triturando el cúmulo de falsedades. Ver: Alfonso Bullón de Mendoza, y Luis Eugenio Togores Sánchez, El Alcázar de Toledo, fin de una polémica, Madrid, Actas Editorial, 2001; L. Morata, ¿Fui yo rehén?, Madrid, 1997; Ängel Palomino, Defensa del Alcázar. Una epopeya de nuestro tiempo, Barcelona, Planeta, 1995. Tam306 307

179

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

La recomendación de Stalin a los primeros ministros españoles era la de una política moderada, “para no atemorizar a las democracias y mantener el frente antifascista no exclusivamente comunista”. A tal finalidad respondieron los escritores progresistas, como Louis Fischer, quien escribió para la causa: “contra el fascismo en que quiso convertirse la guerra española, en la que trabajó activamente por la República, que él defendió -según la línea oficial comunista- a título de antifascista y democrática”308. Fue, no hay duda alguna, una gran campaña de propaganda: “Rusia y los Partidos Comunistas, unidos a otros sectores, desencadenaron una gran campaña mundial a favor del ‘Gobierno republicano español’. Picasso, con su cuadro ‘Guernica’, la exaltación en el mundo de García Lorca como máxima figura poética de España, las novelas y las películas de Hemingway y de Malraux, y los poemas ingleses sobre la guerra española, fueron manifestaciones de esta intensa conmoción moral bién, siguiendo las consignas de la guerra, se ha querido presentar a la población sitiada en el Alcázar como compuesta por rehenes, amenazados por un pequeño grupo de sublevados. La verdad es la siguiente. “Se concentraron en el Alcázar 1.300 personas de las que un millar eran combatientes y el resto ancianos, niños y mujeres, en su casi totalidad familiares de los defensores, excepto un pequeño grupo de rehenes llevados como garantía de la seguridad de los sublevados que quedaron afuera”: Ramón y Jesús María Salas Larrazábal, “Historia General, etc.”, cit., p. 108. En la contabilidad de De la Cierva, los combatientes sumaron 1.200, 550 mujeres y 50 niños. Los rehenes, entre hombres y mujeres no superaron las dos docenas. No obstante, Paul Preston, impasible, reitera las falsedades. Primero, en 1994, apoyándose en el dicho del soviético Koltsov, afirma que las mujeres y niños eran rehenes: Franco, “Caudillo de España”, Barcelona, Grijalbo-Mondadori, 1994, p. 223. Después, en su obra del 2006, repite todas las mentiras de Quintanilla al respecto: “La Guerra, etc.”, cit., pp. 140-141. Por lo menos, debió tener presente el libro de Cecil D. Eby, The Siege of the Alcazar, Londres, 1966, o el de José Luis Vila San Juan, Así fue. Enigmas de la Guerra civil española, Barcelona, 1972. Así son los mitólogos. Mitología anti-Alcázar que se corresponde con la más cerril propaganda. Al respecto anota Ricardo de la Cierva que Southworth, Vilanova y Quintanilla son autores de “un segundo asedio del Alcázar, en una maniobra coordinada, aunque su principal finalidad no puede ser histórica sino nostálgica”. Ellos, añade, son “viejos actores en la propaganda de la guerra civil española, que han intentado una tardía venganza contra la fortaleza que destruyó entonces muchas de sus ilusiones y de sus líneas de ataque ideológico”: op. cit., t° I, p. 449. 308 Calvo Serer, Rafael, op. cit., p. 38.

180

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

que la propaganda comunista utilizó con tenacidad y maestría para crear la más odiosa imagen de la España nacional, y con ella, de la Iglesia católica”309. Calvo Serer, Rafael, op. cit., p. 8. De esos elementos destacamos la exaltación de Federico García Lorca como si fuera el máximo poeta español. Un espíritu cultivado, como era el de EG, padeció de ese impacto propagandístico. Eso que no ignoraba la obra de Antonio Machado, el mayor poeta español contemporáneo, y la de Miguel Hernández, con sus “Vientos del Pueblo”. Hernández, miliciano comunista, muerto en la cárcel, y Machado, simpatizante con los comunistas, con su libro “La Guerra”, y su poema a Líster, muerto a los pocos días de exiliarse en Collioure, “ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar”. Ambos, tanto por sus méritos literarios cuanto por su militancia política, deberían haber sobrepasado con exceso el aprecio que EG le otorgaba a Lorca en tanto que poeta (no como dramaturgo). Pero no; la propaganda pudo más. Acerca de la oscura ejecución de Lorca, un trabajo importante es el de: Vila SanJuan, José Luis, Así fue. Enigmas de la guerra civil española, Barcelona, Nauta, 1971 (completado en: García Lorca, asesinado: toda la verdad, Barcelona, Planeta). Sabido es de sobra cómo se ha denunciado a los nacionales por esa muerte. Comienzan por atribuirla al “franquismo”, sino directamente a Francisco Franco Bahamonde. Empero, la detención de Lorca ocurrió el 16 de agosto de 1936, y el 6 de agosto, después de cruzar el Estrecho de Gibraltar, Franco se había instalado en Sevilla, el 30 de setiembre sería nombrado “Generalísimo”, y el 1 de octubre “Jefe de Estado”. Luego, Franco nada tiene que ver con este asesinato. El propio Francisco Franco, preguntado sobre el particular, respondió que la muerte del “gran poeta” se produjo con dos condicionamientos epocales: el sitio de Granada y ausencia de un gobierno que controlara la situación. “Para juzgar aquel fusilamiento -dijo- hay que ponerse en la época en que se efectuó y recordar el peligro que corría la guarnición de Granada, atacada e incomunicada del resto de España nacional”: Teniente General Franco-SalgadoAraujo, Francisco, Mis conversaciones privadas con Franco, Barcelona, Planeta, 1976, p. 78. El mando de Andalucía correspondía -teóricamente- al general Gonzalo Queipo del Llano. En realidad, él mandaba en parte de Sevilla, en Cádiz, Jerez, algo de Córdoba, y más recientemente, en Huelva. En Granada, que había tenido un alcalde socialista -Manuel Fernández Montesino-, cuñado de García Lorca, el General Miguel Campins se proclamó “leal” al Gobierno, y hasta llegó a organizar una columna para atacar Córdoba. Recién el día 20 de julio, Campins fue destituido y encarcelado (después fusilado), y se hizo cargo de las tropas el coronel Muñoz Jiménez. Empero, Muñoz apenas dominaba parte de la ciudad capital (el barrio del Albaicín seguía en manos de los marxistas). La provincia entera no sólo no respondía a los “nacionales”, sino que fue una zona donde los “rojos” cometieron los mayores desmanes. Especialmente, en la cercana Alhama (ver: Pérez de Olaguer, Antonio, El terror rojo en Andalucía, Burgos, 1938). Y más específicamente en los llamados “pozos de las Tabernas” (Las Lagartas, Cantavieja), se fusiló sin piedad a los opositores (Ver: Vico Ortega, José María, Informe Diocesano de Granada). Ni qué decir de las vecinas Málaga, Jaén y Almería, donde se había impuesto el Gobierno republicano. Ver: Quirosa-Cheyrouse y Muñoz, Rafael, Política y guerra civil en Almería, Almería, Cajal, 1986; Martín Rey, Bernardo, Ofrendas del cautiverio. Cróni309

181

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

cas de Almería roja, Almería, 1941; Gómez-Bajuelo, Gil, Málaga bajo el dominio rojo, Cádiz, Cerón, 1937; Gollonet Megías, Ángel y Morales López, José, Sangre y fuego: Málaga, Granada, Prieto, 1937; Lluch-Fabado Valls, Francisco, Mi diario entre los mártires. Cárcel de Málaga, año 1937, Granada, Dardo, 1937; García Alonso, Francisco, SJ, Mis dos meses de prisión en Málaga, Sevilla, 1936; Sánchez Tostado, Luis Miguel, Víctimas. Jaén en guerra, Jaén, Ayuntamiento, 2005. El dominio rojo sobre el puerto granadino de Motril fue muy prolongado. Cientos de sacerdotes y religiosos, miles de laicos católicos y de personas de derechas fueron sacrificadas en dicha provincia, en esa época. Ni por carretera ni por ferrocarril se podían vincular la capital Sevilla con la ciudad de Granada. En ese contexto de cerco y peligro debe ubicarse y explicarse -nunca justificarse- el caso de García Lorca. Recién hacia fines de agosto, la columna al mando del general José Enrique Varela pudo romper el cerco y comunicar precariamente con Sevilla (ver: Suero Roca, Teresa, Los generales de Franco, Barcelona, Bruguera, 1975, p. 97; cfr. Martínez Bande, José Manuel, Coronel, La campaña de Andalucía, 2ª. ed., Madrid, Servicio Histórico Militar, 1986). Como García Lorca fue asesinado el 19 de agosto, el hecho sucedió “antes de que dichas fuerzas (las de Varela) penetrasen la capital”. Luego: “la represión en Granada también llegó a su máximo en los días centrales del mes de agosto, aunque a partir del levantamiento del cerco mejoró radicalmente el clima judicial de la capital granadina y su vega”: Salas Larrazábal, Ramón y Jesús María, “Historia General, etc.”, cit., pp. 89, 90. Desde Madrid se había ordenado que: “la acción sobre Granada se llevara a cabo mediante el empleo de núcleos marxistas campesinos los cuales deberían hostilizar constantemente los alrededores de la ciudad”. Eso se mantuvo así hasta setiembre: Aznar, Manuel, op. cit., 3ª. ed., t° I, pp. 164, 168. El mismo Ian Gibson -La represión nacionalista en Granada y la muerte de Federico García Lorca, París, Ruedo Ibérico, 1971; 2ª. ed. castellana: El asesinato de García Lorca, Barcelona, Plaza y Janés, 1987-, maguer su sectarismo, no puede ignorar del todo esta situación. Subraya él los miles de muertos por la represión ( 2.137 fusilados) que, en todo caso, no fueron más que los causados por los rojos en la región. Según César Vidal: “La situación de los rebeldes era en no pocos lugares de Andalucía considerablemente precaria y transcurrió en paralelo con la revolución desencadenada en las diversas provincias. Así, la a dureza de la represión llevada a cabo por las fuerzas del Frente popular -928 víctimas mortales en la provincia de Granada...- se sumó la de unas columnas (que querían)... vengar las atrocidades frente populistas que iban descubriendo en el curso de su avance... el entrelazamiento del terror revolucionario con el contrarrevolucionario proporcionó, por lo tanto, a la guerra de Andalucía los colores más siniestros de la lucha de clases”: op. cit., pp. 194, 195. La idea prevalente en ambos bandos era que si no se mataba antes al enemigo, éste lo mataría a uno después. En cuanto al caso específico de Lorca, a la hora de exponer la causa de su muerte, descartado el aspecto político, o su condición de homosexual notorio, o su enemistad con la Guardia Civil, queda en pie su relación con su cuñado, quien también fue ejecutado como él. Los ejecutores fueron las patrullas dependientes del Gobierno Civil, mandadas por el comandante José Valdés Guzmán, bajo la incitación del ex diputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso, y nadie más (ellos aprovecharon la ausencia de los hermanos Rosales, falangistas que protegían a

182

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Fue el gran engaño stalinista. La maqueta de una República Democrática Parlamentaria, muy burguesa, muy constitucional, con toda la legalidad a su favor (una mentira similar a la que el PC inventó en 1973 a favor de Salvador Allende y su “vía chilena al soFederico) (Auclair, Marcelle, Enfances et mort de García Lorca París, 1968). En suma, bien dice Manuel Rubio Cabeza: “La muerte de Lorca -el asesinato mejor, porque fue un verdadero asesinato- pertenece, como la de Maeztu y como la de muchos españoles más, a la crónica negra de la guerra civil. Ni las autoridades de un bando ni las autoridades del otro supieron ni pudieron contener el desbordamiento de las masas de fanáticos en los momentos iniciales de la guerra”: “Los intelectuales, etc.”, cit., p. 108. En otro sentido más general, aquel que se interne en biografías de artistas, debe aprender a distinguir la obra, que puede ser excelsa, del autor, que puede ser despreciable. Advertencia que, por lo general, los críticos modernistas no tienen en cuenta, y creen que un buen verso sólo puede ser hecho por una gran persona. Al revés de los romanos, que ponían una “capitis diminutio” al artista. En todo caso, hay que saber distinguir entre las anomalías de un genio estético y las conductas disolutas de quienes, por incluirse de alguna forma en el campo artístico, se creen autorizados para cometer las mayores tropelías contra la moral y las buenas costumbres. No todos los pintamonas son Van Gogh, ni todos los rascatripas son Tchaikowski, ni todos los chupatintas son Edgar Allan Poe, como para andar disculpándoles sus debilidades atrabiliarias. En fin, que lo de García Lorca pertenece a la categoría mítica, de la cual es por demás difícil desalojarlo. Algo similar a lo de Guernica, sobre lo cual, dicho sea de paso, es muy conveniente la lectura de los libros de: Salas Larrazábal, Jesús, Guernica, Madrid, Rialp, 1987 y Vidal, César, La destrucción de Guernica, Madrid, Espasa-Calpe, 1997. Este último tras señalar las incursiones de la escuadrilla de aviones de la Legión Cóndor, mandados por el TCnl. Wolfram von Richthofen, glosa tal bombardeo con estas palabras: “Lejos de tratarse de una operación cuya finalidad fuera sembrar el terror, el bombardeo no aparecía en los planes del Ejército nacional y fue decidido por Richthofen y Vigón el día antes de su realización... Lo cierto es que el bombardeo de Guernica -un episodio menor- no fue, ni con mucho, el peor ni el más reprobable realizado durante la guerra por cualquiera de los dos bandos... Sin embargo, pudo ser utilizado por... el Frente popular para referirse a la barbarie fascista y por los nacionalistas vascos para construir una mitología de resistencia bélica que poca correspondencia tenía con la realidad”: “La guerra, etc.”, cit., pp. 282, 284. Además: “Las víctimas que ocasionó el ataque sobrepasaron el centenar de muertos, cifra que una desaforada propaganda ha querido elevar por encima del millar e incluso de los tres millares”: Salas Larrazábal, Ramón y Jesús María, “Historia General, etc.”, cit., p. 220. Hasta nos atreveríamos a decir que lo peor del bombardeo de Guernica fue que la propaganda de los nacionales lo negó empecinada e inútilmente. Dicha propaganda, dirigida por Luis Bolin, pretendía que Guernica había sido incendiada por los dinamiteros asturianos. En realidad, hubo una táctica roja de “tierra quemada”, que si bien no fue el caso de Guernica, sí se aplicó a Irún, Eibar y Amorobieta. Y que incluso se proyectó extenderla a Bilbao, según el testimonio del socialista Víctor de Frutos. Ver: De la Cierva, Ricardo, op. cit., t° II, p. 158.

183

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

cialismo”). En las entrañas de madera de este “Caballo de Troya”, aguardaban las hoces y los martillos. Por si acaso, el POUM, en diciembre de 1936, aclaraba: “El parlamento democrático es una institución que corresponde al período anterior al 19 de julio. No puede responder, ni por su composición, ni por su naturaleza, a las exigencias revolucionarias del momento”. No había Parlamento; pero tampoco elecciones: “la paradoja que había en promulgar una reforma municipal que abolía de hecho, toda elección, en el marco de un régimen que se proclamaba democrático”310. Por su parte el Presidente de esa “República”, Manuel Azaña, prácticamente aislado en su residencia catalana de Pedralbes, se preguntaba cómo se llamaba un régimen como el que existía en ese momento en España, y contestaba: “Se llama indisciplina, anarquía, desorden. El orden antiguo pudo ser reemplazado por otro revolucionario. No lo fue. Así no hubo más que impotencia y barullo. El gobierno se retiró”311. Un barullo, que los stalinistas denominaron “República Española”. Además, agregaba Azaña, referido a las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona, que le tocó presenciar: “Histeria revolucionaria que pasa de las palabras a los hechos para asesinar y robar; ineptitud de los gobernantes, inmoralidad, cobardía, ladridos y pistoletazos de una sindiBroué, Pierre y Témine, Émile, op. cit., t° I, p. 249. Rama, Carlos M., La crisis española del siglo XX, 2ª. ed., México DF, Fondo de Cultura Económica, 1962, pp. 239, 236. La cita de Azaña, corresponde a “La velada, etc.”, cit., p. 96. Azaña, en agosto de 1937, le había dicho al gran historiador don Claudio Sánchez Albornoz: “la guerra está perdida, pero si la ganamos, los republicanos tendremos que abandonar España, si nos dejan, porque el poder quedará en manos de los comunistas”: Rubio Cabeza, Manuel, op. cit., p. 167. Andrés Nin, en su discurso del 6 de setiembre de 1936, había sostenido: “El desencadenamiento de la rebelión del 19 de julio acelera el proceso revolucionario provocando una revolución proletaria más profunda que la misma Revolución rusa”: Rama, Carlos M., “La crisis, etc.”, cit., p. 239. 310

311

184

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

cal contra otra, engreimiento de advenedizos, insolencia de separatistas, deslealtad, disimulo, palabrería de fracasados, explotación de la guerra para enriquecerse... ‘gobiernitos’ de cabecillas...”312. Eso, sin duda, era así. Pero se encubría. Ese es el dictamen de Bolloten: “Aunque el estallido de la guerra civil española en julio de 1936, fue seguido de una amplia revolución social en el bando anti-franquista -más profunda en algunos aspectos que la revolución bolchevique en sus primeros tiempos-, millones de personas inteligentes que vivían fuera de España fueron mantenidas en la más completa ignorancia, no sólo de su profundidad y alcance, sino incluso de su existencia, gracias a la política de duplicidad y disimulo de la que no existe paralelo en la historia”313. Fueron los comunistas quienes instalaron esa fachada democrática de cartón, para ocultar al mundo entero el carácter de la revolución social “que asolaba al país”. Y eso lo hicieron para servir los planes de política exterior de la URSS, consistentes en no alarmar a las potencias occidentales314. Todos sabían que el “aparato estatal se halla sobrepasado por las fuerzas revolucionarias”. Se sabía, pero se callaba. Como no se publicaba el dato, consignado por el escritor anarquista francés Henri Rabasseire, acerca de la intervención del embajador soviético Moisés Israelevich Rosenberg en la formación de los “gobiernos republicanos”315. En realidad, Rosenberg, “se impuso como una especie de vicepresidente que participaba en los Consejos de ministros”316. Azaña, Manuel, Obras Completas, México DF, Oasis, 1966-1968, t° IV, p. 575. Cfr. Thomas, Hugh, op. cit., t° II, p. 713. 313 Bolloten, Burnett, op. cit., p. 19. 314 Bolloten, Burnett, op. cit., pp. 19, 8. 315 Rama, Carlos M., “La crisis, etc.”, cit., pp. 236, 245, nota 70. Rosenberg se opuso al cambio de portada republicana por otra socialista preconizado por Largo Caballero. Lo cierto es que este Marcel Moisés Rosenberg tuvo peor suerte que Largo Caballero. En 1937 fue citado a Moscú, “para ser asesinado judicialmente en Rusia, junto con la mayoría de sus colegas del cuerpo diplomático ruso”: Thomas, Hugh, op. cit., t° II, p. 580. 316 Courtois, Stéphane y Panné, Jean-Louis, “La sombra del NKVD proyectada en España”, en: Courtois, Stéphane, y otros, op. cit., p. 378. 312

185

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Y más que vicepresidente, según Luis Araquistain, Rosenberg funcionaba como “virrey”317. Hasta mediados del año treinta y siete, cuando “Policho” escribía, no es que no hubiera República, es que ni siquiera había Estado. Alguien muy pronto a disculpar las atrocidades rojas, como el inglés Paul Preston, aunque acortando su duración, admite que: «En los dos primeros meses de la guerra se produjo una quiebra del orden público en la zona republicana... Julián Zugazagoitía, director del diario “El Socialista”... escribió que “el poder del Estado residía en las calles”... durante un breve período reinó en toda la zona el terror... En opinión del anarquista Juan García Oliver, que iba a ocupar el cargo de ministro de Justicia en noviembre de 1936, la acción estaba justificada: “Todo el mundo creó su propia justicia y la administró por sí mismo. Algunos lo llamaron ‘secuestrar a una persona y darle un paseo’, pero yo mantengo que se trataba de justicia... En el curso de la guerra fueron asesinados, además, en la zona republicana, casi cincuenta mil civiles... En un ambiente frenético de entusiasmo revolucionario, la cuestión del poder del Estado parecía carecer de importancia”»318. Después, sobre todo desde que gobernó Juan Negrín, hubo Estado y, casi, hasta en exceso. Empero: ¿qué clase de Estado...? Apunta Carlos Rama, que tras la República, advino:

317 Bolloten, Burnett, op. cit., p. 297: Testifica Luis Araquistain: “Más que como embajador... Rosenberg actuaba como virrey ruso en España. Hacía largas visitas a Largo Caballero, a veces acompañado de rusos de alta categoría militar o civil. Durante sus visitas, que duraban horas, Rosenberg trataba de dar al Gobierno español instrucciones sobre lo que se debía hacer para dirigir la guerra con éxito. Sus sugerencias que eran prácticamente órdenes se referían principalmente a los oficiales del ejército. Tal y tal general o coronel debe ser destituido y tales y tales nombrados en su lugar. Estas recomendaciones estaban basadas, no en la competencia de los oficiales, sino en sus filiaciones políticas y en el grado de su sumisión a los comunistas”. “La grosería y el descaro con que el embajador soviético, Marcel Rosenberg, trataba de imponer su punto de vista causaron roces internos... Al parecer el embajador ruso pasaba varias horas al día en el despacho del presidente del gobierno”: Preston, Paul, “La Guerra, etc.”, cit., p. 259. 318 Preston, Paul, “La Guerra, etc.”, cit., pp. 239, 240, 241, 244. Las limitaciones temporales que quiere colocar Preston, no existieron.

186

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“el poder revolucionario anárquico, ahora (1938) se pone en marcha un Estado totalitario marxista... se intenta el Estado marxista leninista de partido... En materia de libertades públicas, las ya escasas de 1937 son reducidas al mínimo... El estilo de vida adquiere un tono de jacobinismo... Por otra parte, los partidos republicanos, en razón de su mismo ideario liberal, se mantuvieron al margen de la experiencia marxista, y en abril de 1938, y so pretexto de las autonomías regionales, la Esquerra catalana y el Partido Nacionalista Vasco se retiran definitivamente del gobierno Negrín”319. Ese es el nuevo Estado que preside Juan Negrín -en cuyo homenaje EG le pondrá a su perra “Negrina”320; nada que se parezca a una República (salvo que se denomine “República” todo aquello que no presida un Rey). Esa es la obra magna del Partido Comunista. A su respecto, dice Salvador de Madariaga que el PCE cumplió tres etapas en su camino hacia el poder: 319 Rama, Carlos M., “La crisis, etc.”, cit., pp. 272, 273, 275. Entonces: “Los rusos se apoderaron no sólo de la alta dirección de las operaciones militares, sino de la Policía, la censura, los Correos, la propaganda, la radio, los centros telegráficos y telefónicos y los servicios penitenciarios, con su organización ultramoderna de tortura psicofisiológica, de un refinamiento que no había sido conocido hasta entonces. Los servicios de Radio Barcelona funcionan bajo las órdenes de Koltsov-Ginsberg. A la cabeza de los servicios de investigación se encuentra A. Wronski. La policía política está en manos de Jacobson-Haikis. En las oficinas de Stashevsky se ejerce el control de los asuntos económicos y comerciales. Las cuestiones referentes a los armamentos dependen de Wladimir Bischitzki, mientras que los servicios de la radio están bajo la dirección de Michael Tupolieff. En Bilbao, el verdadero amo y dueño se llama Toumanov. Goriev, Skoblewsky y Aranlik son todopoderosos en Madrid. El embajador de la URSS, Marcel (Moisés Israelevich) Rosenberg, asiste a los Consejos de Gobierno y toma parte en las deliberaciones ministeriales... En su libro Terror in Spain. How the Communist International has destruyed woorking class unity, undermined the fight against Franco, and suppressed the social revolution (Londres, Independent Labour Party, 1937), el diputado socialista en el Parlamento británico, John Mac Govern, comprueba que en los diferentes departamentos ministeriales donde él se dirigió se encontró constantemente en presencia de representantes soviéticos... “Los extranjeros stalinianos en España -escribió aquél- han hecho una obra abominable. Con la amenaza de suspender los envíos de armas de Moscú, ejercen un monstruoso chantaje y han conseguido sobre la desgraciada España un poder excepcional”. 320 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 66.

187

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“La primera había sido la formación del Gobierno Largo Caballero, con el principal agente bolchevique señor Álvarez del Vayo, en el ministerio de Estado. La segunda, la expulsión del propio señor Largo Caballero, al descubrirse que carecía de la flexibilidad exigida por Moscú. La tercera iba a ser la expulsión de don Indalecio Prieto, que hasta entonces había venido andando al paso con los comunistas”321. Por cierto que Prieto pretende que se desempeñó como ministro de Defensa en el gabinete Negrín, sin anuencia comunista. Pero, en todo caso, admite que: “En 1936, el comunismo español era una fuerza insignificante, que creció prodigiosamente durante la guerra. La mayor parte de los mandos militares los desempeñaban a última hora comunistas, y en manos de éstos quedaron los principales resortes del Poder. ¿Cómo pudo ocurrir tal fenómeno? Por un sistema de coacciones, graduadas entre el provecho personal para quien se sometía y el asesinato para quien se rebelaba”322. En suma, que: “La reconstrucción del Estado español en 1937 obedece al juego combinado de diversos factores, pero su fuerza dinámica ha sido la acción del Partido Comunista”323. El jefe de la otra ala del PSOE, don Julián Besteiro, dejó constancia escrita de la situación de la Zona Roja, en su última etapa. Dijo: “La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas... Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política

Madariaga, Salvador de, op. cit., p. 660. Prieto, Indalecio, Entresijos de la guerra de España (intrigas de nazis, fascista y comunistas), 2ª. ed., Bs. As., Bases, 1956, p. 67. Cfr. Payne, Stanley G., Unión Soviética, comunismo y revolución en España (19311939), Barcelona, Plaza y Janés, 2003; Elorza, Antonio y Bizcarrondo, Marta, “Queridos Camaradas, etc.”, cit.; Hermet, Guy, Los comunistas en España, París, 1971. 323 Rama, Carlos M., “La crisis, etc.”, cit., p. 253. 321 322

188

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

internacional rusa, en manos de Stalin... se ha convertido en un crimen monstruoso”324. En particular, uno de los sitios donde más se dejó sentir el influjo comunista fue en el Ejército Popular325. El marxista disidente Julián Gorkin describía la situación gubernamental: “Algunos días después de la formación del Gobierno presidido por Juan Negrín, Orlov actuaba ya como si España fuera un país satélite”326. Satelismo. Y preparación de una dictadura a la rusa. Dos documentos soviéticos de 1938, uno dirigido a Litvinov (del 10 de noviembre) y otro a Voroshilov (del 10 de diciembre), dan cuenta de tales aprestos. En el segundo, mientras se destaca que “los partidos republicanos carecen de futuro”. Se aprecia que la salida es: “una organización política unificada o una dictadura militar. No se ve que sea posible ninguna otra salida”. De esos diagnósticos surge claro que los adversarios internos del Frente Popular “sólo podían esperar el exterminio”327. Una linda “República” para vivarla; pero no para vivir en ella.

Blas Zabaleta, P. de y Blas Martín-Merás, Eva de, Julián Besteiro, Madrid, 2002, p. 398. 325 “El Ejército, finalmente, es controlado por los comunistas, que cuentan con 5.500 oficiales sobre 7.000”: Lombard Coeurderoy, Jean, op. cit., t° III, p. 194. 326 Courtois, Stephane y Panné, Jean-Louis, op. cit., p. 386; cfr. Gorkin, Julián, Les Communistes contre la révolution espagnole, Belfond, 1978, p. 96. Este militante del POUM parece haber sido el primero en advertir que la “república democrática y parlamentaria de un nuevo tipo”, que reclamaba Dolores Ibarruri, en junio de 1937, era un adelanto de las “democracias populares”, que instaurarían los soviéticos en la Europa Central y Oriental a partir de 1945, con el modelo checoeslovaco. Ver: Gorkin, Julián, España, primer ensayo de democracia popular, Bs. As., 1961. Cfr. Estruch, Joan, Historia oculta del PCE, Madrid, Temas de Hoy, 200. 327 Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., pp. 382, 384. 324

189

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

9. INTELECTO Dentro del mito “republicano”, que divulgaba “Policho”, se apiñaban diversas facetas, una de las cuales, y muy difundida, era que “todos” los intelectuales españoles estaban con la República. Punto sobre el cual anotaba Madariaga: “Al comienzo de la guerra se obligó a los intelectuales del país a firmar un manifiesto a favor de la República, es decir, de la revolución que por el extranjero circulaba con disfraz republicano. Los tres escritores que habían fundado la Asociación al Servicio de la República en 1931, don José Ortega y Gasset, don Gregorio Marañón y don Ramón Pérez de Ayala, repudiaron ese manifiesto en cuanto se vieron libres en el destierro... Otros hombres de primera fila de la cultura española padecieron también en su espíritu a causa de la Guerra Civil. Don Miguel de Unamuno... Don Pío Baroja... La mayoría de los hombres de pensamiento de la izquierda liberal, sin excluir a muchos diputados y ex ministros del Frente Popular, prefirieron el destierro”328. En efecto, don Miguel de Unamuno, en una entrevista del 9 de noviembre de 1936, no vacilaba en calificar al llamado “Gobierno Republicano” de “un azote”, con el que no cabe transar. “Es necesario suprimirlo”, afirmaba. Y añadía: “No hay gobierno en Madrid; hay solamente bandas armadas, que cometen toda clase de atrocidades posibles. El poder está en manos de los presidiarios que fueron libertados y empuñaron las armas... En España hay una epidemia de locura. Estamos ante una ola de destrucción, asesinatos y crímenes de toda clase... Estos hombres están atacados de delirio furioso... Se habla del Gobierno de Madrid, pero en Madrid no existe Gobierno... El Presidente Azaña no representa nada y tiene sobre su conciencia el remordimiento de haber armado, estúpidamente, a la escoria social. España no puede salvarse más que por los jefes militares. Yo mismo estoy asombrado 328

190

Madariaga, Salvador de, op. cit., pp. 615, 616.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

de encontrarme hoy, pleno de confianza en los militares, los únicos que pueden salvar a mi desgraciado país”329. El mismo dato lo corroboraba don José Ortega y Gasset, señalando que: “Mientras en Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, etc., cómodamente sentados en sus despachos o en sus clubs, exentos de toda presión, algunos de los principales escritores ingleses firmaban otro manifiesto donde se garantizaba que esos comunistas y sus afines eran los defensores de la libertad”330. Y el afamado novelista don Pío Baroja aseguraba que ya le había pronosticado a Ortega y Gasset lo que iba a suceder. Le dijo que una revolución izquierdista en España: “sería algo horroroso, que uniría la esterilidad y la pedantería con crueldades horribles”331. Algunos de esos intelectuales habían sido obligados a firmar adhesiones al frentepopulismo, de las que pronto, al exiliarse, se desdijeron. Por otra parte, conviene saber que: “Al igual que había sucedido en Rusia durante la revolución, los intelectuales partidarios del Frente popular se habían arrogado el derecho de expulsar de la vida pública -e incluso de la física- a aquellos que no comulgaran con su especial cosmovisión. Así, el 23 de agosto de 1936, la Alianza de Intelectuales Antifascistas celebró una asamblea cuya finalidad era depurar la Academia Española de la Lengua cuyos miembros eran mayoritariamente de derechas. El comité de depuración, auténtica checa de la cultura”332. 329 Entrevista en “Le Matin”, París, 9 de noviembre de 1936; cit. en: Belforte, Francesco, La guerra civile in Spagna, Milán, 1938, t° II, p. 73, nota 1. Cfr. Sevilla Andrés, Diego, op. cit., pp. 370, 371; Rubio Cabeza, Manuel, op. cit., p. 64. Por cierto que textos como éste no se suelen citar en los libros pro-republicanos, donde jamás falta la narración del incidente de Unamuno con el Grl. Millán de Astray en Salamanca. 330 Ortega y Gasset, José, La rebelión de las masas, 3ª. ed., Bs. As., EspasaCalpe Argentina, 1939, p. 277. 331 Baroja, Pío, Obras Completas, Madrid, 1949, t° VII, pp. 454, 455. 332 Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., p. 440.

191

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Atento a lo cual, creemos que cabe asentar el siguiente resumen de la cuestión: “No hay la menor duda de que el disco preferido en la propaganda... es el de los intelectuales. ‘Los intelectuales están con el Gobierno de la República’, se decía... Y aún hoy se nos sigue poniendo el mismo disco... Ciertamente, muchos intelectuales españoles simpatizaron inicialmente, en 1931, con la República, pero ante la realidad, que defraudó todas las esperanzas, fueron retrayéndose o protestando. Al sobrevenir la guerra, la gran mayoría, entre los que contaban por su excepcional valor, se identificaron con el Alzamiento. Ni Unamuno, ni Ortega y Gasset, ni Maeztu, ni Baroja, ni Marañón, ni Azorín, ni Pérez de Ayala, ni Menéndez Pidal, ni d’Ors, ni Morente, ni Gómez de la Serna... estuvieron con los rojos... Benavente fue traído y exhibido por el régimen de Negrín... Pero no más que liberarse del peligro hizo pública la coacción que, como otros muchos, padeció”333. Marrero, Vicente, op. cit., pp. 289, 292. Por cierto, estaban los intelectuales partidarios del Alzamiento (o, cuando menos, abiertamente contrarios a la República Roja), encabezados por Eugenio D’Ors, José María Pemán y Manuel Machado; muchos de ellos perseguidos como Serafín Álvarez Quintero o Wenceslao Fernández Flores, o asesinados, como Ramiro de Maeztu, Ramiro Ledesma Ramos, Víctor Pradera, Pedro Muñoz Seca, Antonio Bermúdez Cañete, Álvaro Alcalá Galiano, P. José Gafo, o Zacarías García Villada S. J. Ver: Sanz y Díaz, J., Escritores asesinados por los rojos, Madrid, 1959. Esto, sin contar los jóvenes escritores que destacarían más en las décadas siguientes. Al pasar, recordemos a: los poetas Gerardo Diego, Luis Rosales, Leopoldo Panero, Alfredo Marqueríe, Gabriel Celaya, Luis Fernández Ardavín, José García Nieto, Vicente Aleixandre, Manuel de Góngora, Eduardo Marquina, Ramón de Basterra, Jorge Guillén, Luis Felipe Vivanco, Luis Moure-Mariño, Ricardo León, Pedro Salinas, Carlos Bousoño, José María Alfaro, Rafael de Balbín. Los músicos: Pablo Sorózabal, Andrés Segovia, Federico Moreno Torroba, José Iturbi, Juan Tellería, José Palau, Narciso Yepes, Joaquín Rodrigo, Joaquín Turina. Los pintores, Salvador Dalí, Ignacio Zuloaga, Gonzalo Bilbao, José María Sert y Carlos Sáenz de Tejada. Los ensayistas, juristas, filósofos, críticos literarios, historiadores, politólogos y novelistas Ignacio Agustí, José María Gironella, Juan Antonio de Zunzunegui, Cecilio Benítez de Castro, Felipe Ximénez de Sandoval, Gómez Ulla, Fray Justo Pérez de Urbel, José Antonio Pérez del Pulgar, Antonio Vallejo-Nájera, José María de Cossío, Rafael Benítez Claros, Ángel Valbuena Prat, José Luis Vázquez Dodero, Alonso Bea, Hipólito González, Gonzalo Redondo, Tomás Prieto, Antonio Olmedo Delgado, Juan Oller Piñol, Carmen García Nieto, José María Gárate, Tomás Echevarría, Francisco Cimadevilla, Fernando Soto Oriol, José María Alfaro, Ana de Segrera, Fernando de Salas López, Fernando Nestares Guillén, Joa333

192

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

quín Valdés Sarlo, Antonio Rumeu de Armas, Diego Sevilla Andrés, Tomás Salvador, Abidio Guerra Junqueiro, Emilio Carrere, José María Souviron, Luis García Arias, Álvaro de Laiglesia, Luis Benet, Mercedes Fórmica, Rafael Lapesa, Martín de Riquer, Luis Jordana de Pozas, Manuel Halcón, Sebastián Juan Arbó, Marqués de la Eliseda, Jorge Vigón Suerodíaz, Jesús Fueyo Álvarez, Sabino Alonso-Fueyo, Pablo Aguado Bleye, Luis Pericot García, F. Soldevila, C. Silió Cortés, Miguel de La Pinta Lorente O.S.A., Felipe Acedo Colunga, A. Conill Mataró, Melchor Ferrer, Guillén Salaya, Gonzalo Rodríguez Castillo, Arturo Tavera OFM, Amado Alonso, Luis Taxonera, Luis Suárez Fernández, Luis Fernández de Retana, Fernando de Armas Medina, Alberto Martín Artajo, Tomás y Joaquín Carreras y Artau, Alberto de La Hera, Juan Pérez de Tudela, Ventura Pascual Beltrán, José María Doussinague, Antonio Fontán Pérez, Emilio Lamo de Espinoza, Martín Bruguerola, Carlos Ollero, Fernando Martín Sánchez Juliá, José María Sánchez de Muniain, Jaime Delgado, P. Juan Bautista Gómiz, Ramón de Garciasol, Luis Romero, Alfonso Paso, Joaquín Calvo Sotelo, Carlos Arniches, Gonzalo Torrente Ballester, Jacinto Miquelarena, Elena Quiroga, Ana María Matute, Ricardo Fernández de la Reguera, Ignacio Aldecoa, Raimundo Paniker, Miguel Delibes, Emiliano Aguado, José A. Jiménez Arnau, Rafael García Serrano, Juan Beneyto Pérez, Julián Pemartín, José A. Llorens Borrás, José Luis Pinillos, José Miguel de Azaola, Xavier Zubiri, Melchor Fernández Almagro, Pedro Laín Entralgo, Antonio Tovar, Dionisio Ridruejo, Melchor Almagro San Martín, P. Venancio Carro, José Antonio García de Cortázar, Francisco Sánchez Moraleda, Teodoro Toni Ruiz, Estanislao Cantero, Antonio Hernández-Gil, Eustaquio Galán y Gutiérrez, Dámaso Alonso, Andrés Vázquez de Prada, Álvaro d’Ors, Gabriel de Armas, Vicente Cárcel Ortí, Joaquín Entrambasaguas, Fray Victorino Rodríguez O. P., P. Manuel García Cordero, Julio Rey Pastor, Ángel David Martín Rubio, Javier Reina, Marcial Solana, Marqués de Quintanar, José Yanguas Messia, Fernando Valls Taberner, Francisco de los Llanos y Torriglia, Tarcisio de Azcona OFM, José María Cabodevilla, A. Royo Marín O.P., Luis Diez del Corral, Román Oyarzún, Julio de Urrutia, Felipe Beltrán Güell, Ángel María de Lera, David Jato, Aurelio Joaniquet, Julián Cortés Cavanillas, Jaime del Burgo, Julián María Rubio, José Antonio Maravall, Juan Ramón Masoliver, Concha Espina, José María Salaverría, Alvaro Cunqueiro, Eduardo Aunós, Samuel Ros, Carmen Laforet, Ernesto Giménez Caballero, Rafael Sánchez Maza, Eugenio Montes, Manuel Ballesteros Gabrois, Antonio Ballesteros y Beretta, Alfonso García Valdecasas, Ángel María Pascual, Juan Aparicio, Eugenio Vegas Latapié, Juan Vigón, Juan José López Ibor, Pedro Mourlane Michelena, Luis Redondo, Víctor de la Serna, Luys Santa Marina, Tomás Borrás, Joaquín Arrarás, Emilio Romero, Agustín de Foxá, Jaime Vicens Vives, Camilo José Cela, Vicente Marrero, Gonzalo Fernández de la Mora, Leopoldo Eulogio Palacios, Santiago Galindo Herrero, Francisco Javier Conde, Rafael Calvo Serer, Eduardo Comín Colomer, Maximiano García Venero, Adolfo Lizón Gadea, Vicente Palacio Atard, Alfonso García Gallo, Torcuato Luca de Tena, Andreu Castells, Luis Legaz y Lacambra, Francisco José Fernández de la Cigoña, Blas Piñar, Luis García de Valdeavellano, José Corts Grau, Carlos Corona Baratech, Juan Ignacio Luca de Tena, Julio Camba, César González Ruano, Nicolás González Ruiz, José María Valverde, Patricio Peñalver Simó, P. Juan Roig y Gironella, Julio Garrido, P. Bernardo Monsegú, Carlos Ruiz del Castillo, Enrique Jardiel Poncela, Marqués de Lozoya, Miguel

193

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Sánchez Izquierdo, Xifra Heras, Ismael y Alfredo Sánchez Bella, Ramón Gómez de la Serna, Josep Pla, Ismael Herráiz, Miguel Mihura, Víctor Ruiz Albéniz, Juan Bautista Solervicens, Antonio Igual Úbeda, Enrique Bagué, Juan Tusquets, Manuel Izquierdo Hernández, María del Carmen Pintos Vieites, Juan Reglá, Antonio Hernández CMF, J. Simón Díaz, José María Jover, Edgar Neville, Víctor Fragoso del Toro, Carlos Seco Serrano, José Larraz, Rodrigo Fernández Carvajal, Joaquín Azpiazu, José María García Escudero, Manuel García Morente, Francisco Elías de Tejada, Santiago Ramírez O.P., José Luis Aranguren, Octavio Gil Munilla, Camilo Barcia Trelles, Antonio Truyol y Serra, Antonio Quintano Ripollés, Manuel Fraga Iribarne, José M. Millás Vallicrosa, Jesús Pabón, Florentino Pérez Embid, Julián Marías, Federico Suárez Verdeguer, Julio Caro Baroja, Rafael Gambra, Luis María Ansón, Manuel García-Pelayo, Salvador Minguijón, Fermín Izurdiaga, Ricardo del Arco, Ignacio y Luis María de Lojendio, P. Bernardino Llorca, Luis Herrera Oria, P. Rafael García Villoslada, José Luis Asián Peña, P. Constantino Bayle, General José Díaz de Villegas, Guillermo Céspedes del Castillo, Demetrio Ramos Pérez, Javier Hervada, Juan Vallet de Goytisolo, Juan Gil de Sagredo, P. Teófilo Urdánoz, Cnl. José Manuel Martínez Bande, Juan Manzano Manzano, Francisco Canals Vidal, Ángel Losada, Antonio Ybot León, Francisco Morales Padrón, José Luis Comellas, Ángel González Álvarez, Antonio Millán Puelles, Ricardo de la Cierva, Román Perpiñá, Juan Zaragüeta, Vicente Rodríguez Casado, Andrés Giménez Soler, P. Teodoro Marcos, Víctor García Hoz, Luis Sánchez Agesta, Guillermo y Fernando Díaz Plaja, Joaquín de Encinas, Santiago Montero Díaz, Ramón Solís, Mario Hernández Sánchez-Barba, Miguel Artola, Jesús María y Ramón Salas Larrazábal, José María Fontana y Tarrats, Pedro Sáinz Rodríguez, Guillermo Fraile, O. P., Ángel López-Amo, Miguel Ayuso, Fernando Vizcaíno Casas, Juan Rof Carballo, Esteban Pujals, Teresa Suero Roca, Federico Sopeña, Carmen Conde, Federico Bravo Morata, Vicente Cacho Viu, José I. Escobar, marqués de Valdeiglesia, José Gutiérrez Rave, Manuel Dicenta, R. Gay de Montellá, José Cepeda Adán, P. José Orlandis, P. Eleuterio Elorduy, P. Vicente Beltrán de Heredia, José Luis de Villalonga, Roberto Saumells, Armando Rolla, Adolfo Muñoz Alonso, F. J. Montalbán, P. Ignacio Menéndez Reigada, Luis Carreras, Vicente Cacho Gil, P. Aniceto de Castro Albarrán, Agustín del Río Cisneros, Ángel Ruiz Ayúcar, José María Codón, Enrique Gómez Arboleya, José María Iribarren, Joaquín Pérez Madrigal, José Luis Vila-San Juan, León Lopetegui S.J., Carmelo Sáenz de Santa María S.J., José María Bover, Félix Zubillaga S.J., Manuel Jiménez de Parga y Cabrera, Nicolás Ramiro Rico, Luciano Pereña Vicente, Feliciano Cereceda, José Ignacio Saranyana, Marcial Solana, Pedro de Leturia S.J., Eugenio Cuello Calón, Ángel González Palencia, Vicente de la Fuente, José Vila Selma, Arturo M. Cayuela, Francisco Martínez Lumbrera, Román Oyarzún, Luis Alonso Getino O.P., José Ibáñez Martín, Luis de Galinsoga, A. Cacho Zavala, Paulino Castañeda, Pedro Borges, F. Sainz de Robles, Manuel Sánchez del Arco, A. Sánchez Barbudo, Luis Sánchez Granjel, Francisco Bravo Martínez, Ángel Maestro, Eduardo Álvarez Puga, José María Sánchez Diana, César Vidal, Bernardo Gil Mugarza, Pío Moa, José María y Julián Pemartín, Camilo Barcia Trelles, etc. Ver: Mainer, José Carlos, ed., Falange y Literatura. Antología, Barcelona, Labor, 1971; Literatura y pequeña burguesía en España (1890-1950), Barcelona, Cuadernos para el Diálogo, 1972; Garay Vera, Cristian, El Tradicionalismo y los orígenes de la Guerra

194

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Luego: ni Ortega, ni Unamuno, ni Baroja, ni Menéndez Pidal, ni Benavente, ni Marañón, ni Azorín, ni Pérez de Ayala, ni la mayoría de las grandes figuras de la letras hispanas estuvo con la República. En todo caso, si alguno lo estuvo inicialmente, después se arrepintió. En ese sentido, puede aplicarse la visión del gran historiador don Vicente Rodríguez Casado, sobre que la guerra civil tuvo: “la misión histórica de poner el error de manifiesto”334. Hasta podría considerarse que la experiencia “republicana” tuvo consecuencias sanantes para muchos altos espíritus extraviados, tal por caso, el de don Gregorio Marañón. A poco de concluir la Guerra Civil, en 1939, en un periódico mexicano, escribía Marañón: “La revolución es siempre un retorno a la barbarie... Necesariamente y fundamentalmente es un tejido de crímenes, y lo que es peor, de injusticias”335. Civil Española, 1927-1937, Santiago de Chile, Hernández Blanco, 1987; Torrente Ballester, Gonzalo, Panorama de la literatura española contemporánea, Madrid, Guadarrama, 1965; Montes, María Jesús, La guerra española en la creación literaria (Ensayo bibliográfico), Madrid, Universidad de Madrid, 1970; Suñer, Enrique, Los intelectuales y la tragedia española, San Sebastián, 1937; Garosci, Aldo, Gli intellettuali e la Guerra di Spagna, Turín, 1959; Vila Selma, José, Tres ensayos sobre la literatura y nuestra guerra, Madrid, Ed. Nacional, 1956; Vizcaíno Casas, Fernando, “La España de la Posguerra, etc.”, cit. Luego, sostener que la cultura española estaba sólo en el exilio, en la “España Peregrina”, es algo más que un despropósito. Cual lo advierte el citado Fernando Vizcaíno Casas: “La gran mentira del ‘páramo cultural’ no merece, tampoco, mayor impugnación. Es tan ridícula, tan necia, que no resiste el más somero de los análisis”: ¡Viva Franco! (con perdón), Barcelona, Planeta, 1981, p. 76. 334 Rodríguez Casado, Vicente, Conversaciones de Historia de España, Barcelona, Planeta, 1965, t° III, p. 282. Entendiendo que, como lo apunta este historiador, la guerra de España “abrió el capítulo de la historia europea que narra la lucha entre la concepción cristiana de la vida y el marxismo”: op. cit., pp. 280-281. 335 Marañón, Gregorio, Obras Completas, Madrid, Espasa-Calpe, 1968, t° IV, pp. 513, 514. Cfr. García Escudero, José María, op. cit., t° IV, p. 1701. Un juicio de un historiador concorde con esa posición, es el de don Antonio Ballesteros y Beretta. Así, enuncia: “La Revolución roja tiene un nombre apropiado, pues sus procedimientos fueron de los más sanguinarios que conoce la historia. Desde el gobierno se daban las órdenes de matanza como la del ministro Giral, autor moral del asesinato de los marinos en Cartagena. En Menorca los artilleros de la Mola fueron sacrificados y en Madrid los defensores del Cuartel de la Montaña

195

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Crímenes e injusticias; una buena síntesis de la Zona Roja336. eran asesinados por un populacho enfurecido... La Justicia había desaparecido... Era la revolución bolchevique con todo su terrorífico cariz. Las checas se multiplicaban... El robo y el asesinato, con afán vesánico, eran la finalidad de turbas de criminales dueños de la calle y de las vidas de los habitantes de la España roja... El trágico ‘tren de la muerte’, que llegaba con los presos de Jaén, es uno de los tantos episodios sangrientos. El desconcierto y la impotencia del Gobierno rojo ante los desmanes de la calle no pueden imaginarse. Iban a la deriva de un ministerio Giral a un gabinete Largo Caballero... Nadie puede explicarse cómo podía sostenerse un fantasma siniestro de gobierno ambulante”: Síntesis de Historia de España, 8ª. Ed., Barcelona, Salvat, 1952, pp. 554-555. 336 Para tener una idea somera de lo que sucedió en la Zona Roja, puede consultarse: Solé, Josep M. i Sabaté y Villarroya i Font, Joan, La repressió a la retaguardia de Catalunya (1926-1939), Barcelona, Publicacions de l’Abadía de Monserrat, 1989, 2 vols.; Pagés i Blanch, Pelai, La presó Model de Barcelona. Historia de un centre penitenciari en temps de guerra (1936-1939), Barcelona, Publicacions de l’Abadía de Monserrat, 1996; Lacruz, Francisco, El Alzamiento, la Revolución y el Terror en Barcelona, Barcelona, 1943; Guardiola, Antonio, Barcelona en poder del soviet (el infierno rojo), Barcelona, Maucci, sf; Carballo, Eduardo, Prisión flotante, Barcelona, 1939; Caballé y Clos, Barcelona Roja, Barcelona, 1939; Chacón, R. L., Por qué hice las checas en Barcelona. Lawrenci ante el consejo de guerra, Barcelona, 1939; Inglés, Martín, Las checas de Cataluña bajo las garras del S.I.M., Barcelona, 1940; Puig Mora, E., La tragedia roja en Barcelona, Zaragoza, 1937; Pérez Olaguer, R., El terror rojo en Cataluña, Burgos, 1937; Molero Massa, Luis, La horda en el Levante feliz, Valencia, 1939; Vicent Gabarda Cebellán, La represión en la retaguardia republicana. País Valenciano (1936-1939), Valencia, Alfons el Magnanim, 1996; Ferrandis Luno, Salvador, Valencia roja, San Sebastián, 1938; Álvarez Pallás, Lérida bajo la horda, Lérida, 1941; Barrull Pelegri, Jaume, Violencia popular i justicia revolucionaria. El Tribunal popular de Lérida (19361937), Lérida, Universitat de Lleida, 1995; Alía Miranda, Francisco, La guerra civil en la retaguardia. Conflicto y revolución en la provincia de Ciudad Real (1936-1939), Ciudad Real, Diputación Provincial, 1994; Martínez Leal, Juan, República y guerra civil en Cartagena (1931-1939), Murcia, Ayuntamiento de Cartagena, 1993; González Martínez, Carmen, Guerra civil en Murcia, Murcia, Universidad de Murcia, 1999; Monllao Panisello, José, Los bárbaros en Tortosa, Tortosa, 1942; Herrera Oria, Luis, S.J., Los cautivos de Vizcaya, Bilbao, 1938; Goyoaga y Escario, José Luis, Las cárceles euzkadianas, Bilbao, 1937; Jalón y Aragón, César, El cautiverio vasco, Madrid, 1959; Manzanares, Alejandro, Caídos en Bilbao, Bilbao, 1937; Gómez Acebo, Juan, La vida en las prisiones de Euzkadi, Zaraus, sf; Echeandía, José, La persecución roja en el país vasco. Estampas de martirio en los barcos y cárceles de Bilbao, Barcelona, 1945; Loyarte, Adrián de, Mártires de San Sebastián, Madrid, 1944; Mazorras Septién, José Joaquín, Sesenta y dos semanas bajo la hoz y el martillo, Santander, 1937; Moreno Nieto, Luis y Cid Leno, Ricardo, Mártires de Toledo, s.f.; González Hoyos, Manuel, Esto pasó en Asturias. Sangre y dolor de la revolución roja,

196

E R NE STO G UE VA R A

10.

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

EPÍLOGO

En verdad: la crónica de la Revolución que remitiría “Policho” a su familia, debió haber estado tejida de un relato de crímenes e injusticias. Así, al menos, su sobrino no se hubiera engañado tanto sobre el “mundo feliz” staliniano. Y hubiera sabido, ya desde 1937, cual el hombre de “la camisa feliz”, que no tenía camisa, que la “República” de la Guerra Civil Española, jamás fue República. Burgos, 1938; Cirac Estopañán, Sebastián, Los héroes y mártires de Caspe, Zaragoza, 1939; González Ortín, Rodrigo, Extremadura bajo la influencia soviética, Badajoz, 1937; Rodríguez Patiño, Ana Belén, La guerra civil en Cuenca (1936-1939), Madrid, Universidad Complutense, 2004, 2 vols.; Ledesma Vera, José Luis, Los días de llamas de la revolución. Violencia y política en la retaguardia republicana de Zaragoza durante la guerra civil, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2003; Sánchez Recio, Glicerio, Justicia y guerra en España. Los tribunales populares (1936-1939), Alicante, Instituto de Cultura “Juan Gil-Albert”, 1994. Excluimos la bibliografía sobre la persecución de Madrid por ser muy extensa. La enumeración de todos estos crímenes, no impide señalar los subsiguientes efectuados como represalia en la Zona Nacional. La traemos a cuento dado el silenciamiento de los medios de comunicación españoles, en manos socialistas desde hace décadas, al igual que muchísimas cátedras universitarias de historia. Asimismo, debe tenerse muy presente que en dicho período han proliferado obras que reiteran los tópicos más propagandísticos de la II República. Tal, por caso, los libros de Julián Casanova, Sebastián Balfour, Hilari Reig Tapia, Santos Juliá y sus numerosos adjuntos, acerca de la represión franquista. Pues, ellos se cuidan de citar el libro de Martín Rubio, Ángel David, Los mitos de la represión en la guerra civil, Madrid, 2005, quien les ha efectuado una crítica demoledora. Curiosamente, la obra del marxista inglés Paul Preston, que se inspira en aquellos, además de tendenciosa, “se caracteriza por un desconocimiento verdaderamente pasmoso de las fuentes primarias y una repetición de tópicos no contrastados procedentes de la propaganda del Frente Popular”: Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., p. 549. En verdad, es gente cuyo reloj atrasa hasta julio de 1936. Por lo demás, es claro que ambos bandos mataron sin contemplaciones. Así, mientras la represión nacional durante la guerra se tradujo en 46.823 fusilamientos, en la zona roja la cantidad ascendió a 56.575: Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., p. 446. De todas maneras, que conste que ni la represión nacional ni, menos, el franquismo, son objeto de nuestro estudio. Digamos, nada más, que suscribimos los siguientes conceptos de Francisco José Fernández de la Cigoña: “el 18 de julio de 1936 “no era posible la Paz”... El odio sarraceno que mostraron unos con otros, u otros con unos, lo acredita de modo absoluto. La mitad de los españoles quería matar a la otra mitad. Y viceversa. Y así lo hicieron... Producido el golpe, y al no triunfar en los primeros días, se desata una hecatombe de cruelísimos asesinatos... En ambos bandos... España se despertó en un baño de sangre”: en “Verbo”, Madrid, n° 401-402, enero-febrero 2002, pp. 164, 165.

197

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Porque en definitiva, la ignorancia de los proyectos y los personajes que los instrumentaban detrás de las bambalinas, no era más que eso: una ignorancia, sin mayores consecuencias. En cambio, el disco de la propaganda “antifascista”, generado por la Komintern, contenía un veneno sin antídoto que lo doblegara. En adelante, Ernesto Guevara de la Serna, al usar esas anteojeras ideológicas, nunca más podría ver la realidad tal cual era. La creencia en el “internacionalismo proletario”, por ejemplo, venteada en función de la “ayuda” de armamentos de la Unión Soviética337, lo acompañará hasta el 337 “La URSS no concedió ningún crédito a los republicanos y las armas fueron pagadas por adelantado con las reservas de oro del Banco de España”: Courtois, Stéphane y Panné, Jean-Louis, op. cit., p. 383. “La Unión Soviética había tomado las mayores precauciones para encadenar al doctor Negrín con la más fuerte de las cadenas. El 25 de octubre de 1936 habían embarcado en Cartagena para Odessa 7.800 cajas de oro... La cantidad de oro remitida a Moscú era de 510.079.592 gramos, equivalentes a 1.581.642.100 pesetas oro o 63.265.684 libras esterlinas... En cuanto al doctor Negrín, publicó el 20 de enero de 1937 una nota oficiosa negando que las reservas de oro de España hubieran salido del país”: Madariaga, Salvador de, op. cit., pp. 640, 641, 642. “El valor total del oro español era de 2.367.000.000 de pesetas (unos 783 millones de dólares)”: Thomas, Hugh, op. cit., t° I, p. 483, nota 32. Los stalinistas hayan utilizado “esa ‘ayuda’ (hablando claro: la venta de armas a alto precio a la República) para su propaganda”: Semprún-Maura, Carlos, op. cit., p. 87. “La URSS no regaló sus armas a la República: desde las primeras negociaciones, se previó que el oro del Banco de España había de financiar los suministros. El envío a Rusia de la mayor parte del oro español provocó más tarde violentas controversias entre los dirigentes republicanos... En todo caso, es seguro que la primera transferencia a Cartagena se hizo con la aprobación de los ministros (Negrín, Prieto, etc.) y es poco verosímil que una decisión tan importante como la salida del oro de España haya podido tomarse sin el acuerdo del presidente del Consejo (Largo Caballero)... Después de la muerte de Negrín y, al parecer, por sus instrucciones, su familia envió el recibo de este oro al gobierno de Franco”: Broué, Pierre y Témine, Émile, op. cit., t° II, pp. 68, 69, nota 5. El comunista disidente Abraham Guillén es categórico en su juicio, sobre éste y otros enjuagues. Dice: “bajo el gobierno stalinista de Negrín, burócrata empedernido, entreguista de la revolución ‘facedor’ de negocios sucios con la ‘importación de armamentos y de abastecimientos’, lo cual permitió quedarse a ciertos socialistas con sumas millonarias de dólares, colocadas a nombres propios, en bancos extranjeros, de lo cual es buen ejemplo Indalecio Prieto y el propio Negrín: herederos naturales de buena parte del oro del Banco de España. Hasta los católicos vascos del gobierno del señor Aguirre, Dios mediante, como lo que estaba en Vasconia era de los vascos, se apropiaron de buenas sumas de oro y divisas existentes en el Banco de España de Bilbao, y en otros bancos de la región vasca”. Y concluye: “Los dirigentes de la revolución española han sido, salvo raras excepciones, todos ellos, oportunistas, entreguistas y contrarrevolucionarios profesionales”: Historia de la Revolución Española, Bs. As., Coyoacán, 1961, pp. 82, 83. La ex legisladora

198

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

socialista Regina García, por su parte, describe lo que vio o se enteró en Madrid. Primero, la fortuna que Indalecio Prieto se llevó a México en el yate “Vita”, que estima en 37 millones de pesetas oro. Después, el dinero colocado en el exterior a nombre de dirigentes republicanos y socialistas. Así: “El reparto se hizo en la siguiente forma: a nombre de Álvaro de Albornoz, en el Chase Bank, 125 millones de francos; Luis Araquistain y Alfonso Otero, conjuntamente, en el Chase Bank, Credit Lionés y Eurobank, 851 millones de francos; Olona, en Eurobank, Banesparco y Dreifus y Compañía, 475.440.000 francos; Gordon Ordax y Francisco Méndez Aspe, conjuntamente, en Eurobank y Midland, de México, 823 millones de pesos; Olona y Luis Prieto -hijo de Indalecio-, comanditariamente, en el Banco de México, 130.639.000 pesos; Méndez Aspe y Pedro Prat, comanditariamente, en Eurobank y Credit Lionés, 255 millones de francos; Méndez Aspe y Luis Prieto, comanditariamente, en Credit Lionés, de Nueva York, 145 millones de francos; Méndez Aspe, Rodrigo y Fernández Shaw, comanditariamente, en Eurobank y Midland, 140 millones de francos; Gonzalo Zavala y Rafael Rodrigo, en Eurobank, 200 millones de francos; Fernando de los Ríos, en el Banco Comercial, de Washington, 225 millones de francos; y el doctor Negrín, en Eurobank, 370 millones de francos”: Yo he sido marxista, Madrid, Ed. Nacional, 1952, p. 333. Cfr. “Datos Complementarios, etc.”, cit., pp. 371-372. Conforme a Pierre Vilar, de un total de 630 toneladas de oro fino, el “27,4 por ciento de este tesoro (174 toneladas de oro fino, 195 millones de dólares) fue negociado y utilizado en Francia: el resto, puesto a cubierto en Cartagena, al principio (setiembre de 1936) fue expedido a Moscú (noviembre de 1936 a marzo de 1937); 460 toneladas de oro fino, 518 millones de dólares”: op. cit., pp. 130-131. Cfr. Bolloten, Burnett, op. cit., pp. 151-153. No obstante, la mejor síntesis del asunto se halla en José María García Escudero, quien se maneja con fuentes más principales (los artículos del embajador republicano en Moscú, Marcelino Pascua, el libro de Memorias del socialista Justo Martínez Amutio, Chantaje a un pueblo, Madrid, G. Del Toro, 1974, el trabajo de Jesús Salas Larrazábal, Intervención extranjera en la guerra de España, Madrid, Ed. Nacional, 1974, y el estudio de Juan Sardá, El Banco de España, 1931-1962, Madrid, 1970). De ellas infiere que el total de reservas oro del Banco de España era de 851 tn. A Francia se enviaron 252 tn. de oro y plata, y a la URSS 510 tn. de oro, en 7.800 cajas. En la decisión de tales envíos intervinieron desde el Presidente de la República para abajo, todos los funcionarios competentes. “Un secreto impenetrable cubrió enseguida todo lo relacionado con la operación. Los funcionarios españoles que llevaron el oro quedaron retenidos en Rusia durante más de dos años; los funcionarios soviéticos que intervinieron, desaparecieron. Del acta de recepción, que tenía fecha del 5 de febrero de 1937, se hicieron seis copias: una la conservó Negrín, el cual, antes de morir, encargó a su hijo Rómulo que la entregase al Gobierno español... Todas las gestiones hechas para lograr la restitución del oro han sido infructuosas... Todo fue ‘un cínico defalco y una vil estafa’, según Prieto... Araquistain llamó ‘locura de todo punto inexplicable’... a consecuencia de ello, el Gobierno republicano... se entregaba con las manos atadas al Gobierno ruso, el cual convirtió la posesión del oro y, consiguientemente, la entrega de las armas con él pagadas... en instrumento de uno de los más descarados chantajes políticos de la historia”: op. cit., t° IV, pp. 1662-1663, 1665. Visiones diversas de estos temas, en: Viñas, Ángel, El oro español en la guerra civil, Madrid,

199

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

reclamo desilusionado del Congreso de Argel338; protesta que, sin él advertirlo, será la causa final de su muerte339. Instituto de Estudios Fiscales, 1976. Los rusos, por su lado, se han justificado alegando que el oro pagó los envíos de armamentos. Sin contar lo dado a las Brigadas Internacionales, la URSS sostenía que había entregado: “806 aviones de combate (mayormente cazas), 362 tanques, 120 autos blindados, 1.555 piezas de artillería, cerca de 500.000 fusiles, 340 lanzagranadas, 15.113 ametralladoras, más de 110.000 bombas de aviación, cerca de 3.400.000 proyectiles de artillería, 500.000 bombas de mano, 826 millones de cartuchos, 1.500 Tn. de pólvora, lanchas torpederas, estaciones de reflectores para la defensa antiaérea, camiones, emisoras de radio, torpedos y combustibles”: Vidal, César, “La guerra, etc.”, cit., p. 431. 338 El 27 de febrero de 1965, en el Segundo Seminario Económico de la Organización de la Solidaridad Afroasiática, en la ciudad de Argel, Ernesto Guevara amonestó “severamente a los jefes del Kremlin, quienes ‘regatean’, decía, ‘su apoyo a las revoluciones populares, en beneficio de una política exterior egoísta, distanciada de los grandes objetivos internacionalistas de la clase obrera... debemos convenir en que los países socialistas son, en cierta medida, cómplices de la explotación imperialista’”: Gambini, Hugo, op. cit., p. 280. “Internacionalismo proletario”, que sólo había existido en su mente; mito, cuyo incumplimiento la URSS no estaba dispuesta a que se lo echaran en cara. Ya “Tania la guerrillera”, recibiría instrucciones al respecto. 339 Se nos ocurre una libre asociación de ideas entre el destino de EG y el de Willy Muenzenberg. Porque EG fue engañado por las mentiras divulgadas por los hombres de la Komintern, cuyo jefe de Propaganda era Willy Muenzenberg. Pues, tras haber orquestado las falsedades sistematizadas sobre la Guerra Civil, Muenzenberg cayó en desgracia con sus jefes rusos, y fue asesinado por la NKVD en 1940, en el sur de Francia: Thomas, Hugh, op. cit., t° I, p. 468, nota 49. Antes de ese triste final, en 1937, le había indicado a Arthur Koestler, su subordinado en la central de París, que escribiera contra los crímenes franquistas. Leído el trabajo, le dijo: “-¡Demasiado débil! ¡Demasiado objetivo! ¡Pégales, pégales fuerte! ¡Dí al mundo cómo arrollan a los prisioneros con sus tanques, cómo los bañan con petróleo y los queman vivos! ¡Haz que el mundo se estremezca de horror! ¡Machácales esto en la cabeza!”. “No discutas con ellos -no cesaba de repetirme-. Muéstralos a los ojos del mundo. Haz que la gente abomine de ellos y los maldiga. Hazlos estremecer de horror”. Para lo cual, afirmaba, que debía usar “noticias de fuentes dudosas y no identificadas”, y que los textos documentales, “a veces, era menester ‘interpolarlos’”: Koestler, Arthur, Autobiografía, Volumen 2, La escritura invisible, Barcelona, Debate, 2000, pp. 366, 368, 367. Así, con esos métodos, han escrito las crónicas y la historia los comunistas. Los superlativos, la reiteración machacona, la prodigación de injurias y calumnias, el esquematismo y el pensamiento por consignas, la estrechez mental, el desprecio absoluto por el mundo del saber puesto que para ellos todo gira en el orbe del poder, el develamiento (la sospecha moral arrojada contra el adversario), el abuso de adjetivos que, como decía Paul Valéry, denuncia la ausencia de sustantivos, la grosería en suma, han sido y son notas características de la propaganda comunista (Ver: Koch, Stephen, El fin de la inocencia. Willi Münzenberg y la seducción de los intelectuales, Barcelona, Tusquets, 1996).

200

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Pero, en fin, tanto Guevara, como la mayoría de los dirigentes republicanos: “creían que las purgas de Rusia eran invento de la propaganda fascista340. Resulta que casi todos los partidarios de los llamados -mal llamados- “republicanos”, vivieron engañados respecto de las cosas de España. Y ese adolescente singular, que era Ernesto Guevara de la Serna, no fue la excepción.

340 Thomas, Hugh, op. cit., t° II, p. 570. “Según cálculos moderados, la ‘Gran Purga’ de 1936-1938, produjo como mínimo siete a ocho millones de víctimas, de las cuales más del 50 por ciento pereció a manos de los pistoleros de la NKVD, o en las cárceles y campos de concentración. Recluidos en estos últimos habían cerca de 800.000 miembros del partido (PCUS), esto es, un tercio de los componentes de aquel tiempo. Entre los fusilados figuraban: 6 de los 15 miembros del Politburó imperante; 98 de los 139 miembros del Comité Central( todos los cuales habían sido seleccionados personalmente por Stalin en el décimoséptimo (1934) ‘Congreso de Vencedores’); 1.109 de los 1.966 delegados en el mismo congreso; más de un tercio de los diputados del ‘Soviet Supremo’, asimismo elegidos por aquél; 14 de los miembros del Consejo de Comisarios del Pueblo; la casi totalidad de primeros ministros y comisarios del pueblo de las Repúblicas Federadas y la totalidad de los secretarios del partido; buena parte de los dirigentes de la ‘Liga de Jóvenes Comunistas’; y una infinidad de jefes de industria, ingenieros, médicos, artistas, escritores, músicos, etc. La mano vengadora de Stalin no se detuvo no se detuvo ni siquiera ante los que habíanle ayudado a superar las primeras etapas de la ‘Gran Purga’. Cuando el ahora liquidado Lavrenti P. Beria relevó al odioso Yezhov (diciembre de 1938) en la dirección de la policía secreta, la mayor parte de los dirigentes y muchos subalternos de la NKVD, en total de cinco a ocho mil hombres, habían dado alcance a sus recientes víctimas en la tumba.- Las fuerzas armadas fueron sencillamente diezmadas. También con arreglo a una estimación moderada, sucumbieron en la purga de 20 a 35.000 oficiales, es decir, del 35 al 50 por ciento del cuerpo de oficiales rojos. Según la fuente, todavía más elocuente, del espionaje japonés, hubo las siguientes víctimas: 3 mariscales (de 5). 13 generales de ejército ( de 15). 57 id. De cuerpo de ejército ( de 85). 110 id. De división (de 195). 220 id. de brigada (de 406), y de ellos: 11 vicecomisarios de defensa. 75 miembros del Consejo Supremo Militar (de 80)”: Bailey, Geoffrey, op. cit., pp. 162-164; cfr. XX y XXII Congreso del PCUS, 30 de octubre de 1961. Conquest calcula que en 1937 se fusilaban 5.000 personas por semana. De enero de 1937 a diciembre de 1938 se fusiló un millón de personas en la URSS. Para las mismas fechas, entraron a los campos de concentración, siete millones de personas. Cfr. Conquest, Robert, The Great Terror, Londres, 1968; también, ed. francesa: La Grande Terreur. Sanglantes moissons, París, Robert Laffont, 1995; Kolyma: The Artic Death Camps, New York, 1978, pp. 226-229. Deutscher, Isaac, Stalin, Londres, 1949, pp. 375-380; ed. francesa: Staline, París, Gallimard, 1953; Ciliga, Antón, En el país de la gran mentira, Bs. As., Verdad, 1951.

201

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

El error que padeció en el final de su niñez, acerca de lo que ocurría en España, no lo hizo “comunista” en un sentido doctrinario o partidario. No tenía edad para ello. Pero sí lo llevó a adoptar una postura general frente a los fenómenos políticos. Metió el timón a la izquierda, inclinó su buque a babor y, en adelante, todas sus singladuras prosiguieron por aquel mismo derrotero.

202

TERCER A PARTE

HUYENDO HACIA ADELANTE

“Lo único que hice fue huir de todo lo que me molestaba”. Ernesto Guevara de la Serna, carta a Berta Gilda “Tita” Infante, 29 de noviembre de 1954, citada por Ernesto Guevara Lynch, “Aquí va un soldado de América”, Bs. As., SudamericanaPlaneta, 1987, p. 80

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

1. BROWDERISMO Los padres, Ernesto y Celia, cada cual por su lado, se habían vuelto militantes activos de Acción Argentina, entidad aliadófila, contraria a la neutralidad argentina, ante la Segunda Guerra Mundial de 1939-1945. Se trataba de una asociación para-política, compuesta por un entramado tan curioso que, años después, parecerá inaudita, de ciencia-ficción. Porque en ella confluyeron los partidarios de los Estados Unidos y los de la Unión Soviética, por esos años del ’40, unidos en una misma acción “antifascista” (no para Europa, donde el asunto tenía sentido, sino en la Argentina, donde carecía de él). Formaban lo que Hipólito Yrigoyen denominara, el “contubernio” de socialistas marxistas y capitalistas liberales. Precisamente, un escritor de izquierdas, trotskista, como lo fuera Jorge Abelardo Ramos, lo veía así: “El Partido Comunista descubre que el gran peligro de la Argentina es la bestia fascista; y sella o intenta sellar acuerdos con los partidos representativos del imperialismo ‘democrático’, vale decir con todas las organizaciones del sistema oligárquico… Así pudo contemplar el país estupefacto un Frente Popular integrado por comunistas, socialistas, radicales y demócratas progresistas… Se realizó de esta manera una alianza táctica entre la oligarquía argentina pro-imperialista y la burocracia rusa, para sostener al Partido Comunista como un núcleo pequeño, activo y bien remunerado que servía a ambos sectores desde ángulos diversos”. Tal alianza se fundaba, básicamente, en la coincidencia rupturista que el plano internacional reclamaban esos sectores: “Con el ataque a Pearl Harbor (diciembre de 1941), Wall Street entró en la guerra. Estados Unidos se convirtió en el país dirigente de los ‘Cuatro Grandes’ de la democracia. Del mismo modo, el hombre de confianza de la burocracia soviética para dirigir a los stalinistas occidentales fue un yanqui. Su nombre se hizo célebre con la misma rapidez con que dejo de 205

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

serlo; los burócratas de Moscú hacen y deshacen, de acuerdo a sus necesidades de la hora, el ‘culto de la personalidad’. Se trataba de Earl Browder, un personaje completamente insignificante, cuyo mayor mérito era su obediencia ciega. Sus opiniones eran ley para Codovilla y los otros funcionarios de América Latina”. A impulsos de “browderismo”, nació “Acción Argentina”: “El estallido de la guerra imperialista dio lugar a formidables movilizaciones destinadas a propulsar nuestra entrada en la guerra. Millones de pesos invirtió el imperialismo en periódicos, comités y propagandistas. Con tan generosos estímulos surgió una entidad llamada Acción Argentina... Munida de abundantes recursos, ‘Acción Argentina’ levantó tribunas, mantuvo oradores rentados, editó publicaciones y creó la atmósfera popular necesaria para presionar al gobierno a la ruptura con Alemania”. Consiguió, pues, un amplio apoyo, un excelente auxilio: “Toda esa vasta clientela de ‘Life’, o de ‘Selecciones’, embrutecida por la Universidad o los editoriales de ‘La Prensa’, admiradora de los toros ingleses y del nylon yanqui, ‘demócrata’, en suma, que vivía hipnotizada por el gigantismo externo de Estados Unidos y por la flema británica, toda esa espumante resaca que borbotea en las factorías fluviales, todos esos pedían la ruptura, ebrios de servilismo”. Tropas civiles, que, mandadas por el Embajador Spruille Braden, embistieron contra el Gobierno de la Revolución del 4 de junio de 1943: “El imperialismo asimilaba con placer el nacionalismo militar de la Argentina, ya desorientado y vacilante, con el fascismo europeo derrotado. La ofensiva oligárquica empleó todos los recursos, todos los partidos, toda la prensa, para acorralar al gobierno y presionar psicológicamente a la juventud militar. Quien haya vivido aquellos días recordará las larguísimas columnas de ‘La Prensa’ y ‘La Nación’, suscriptas por los abogados ‘democráticos’, los médicos independientes, los ingenieros libres, los ganaderos por supuesto democráticos, las parteras democráticas, los intelectuales sin intelecto, los 206

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

banqueros librepensadores, los traficantes de divisas, en fin, toda la burguesía comercial y las ‘fuerzas vivas’ que reclamaban emocionadamente, y a coro, el ‘retorno a la normalidad constitucional... Esto ‘no puede seguir’, declamaba majestuosamente ‘La Prensa’, desde lo alto de su caja registradora; los venerables magistrados de la Suprema Corte meneaban la blanca cabeza; los decanos de las finanzas, el comercio y la ganadería estaban rojos de indignación; las personalidades ‘independientes’ formulaban graves admoniciones, que los diarios acogían reverencialmente... Todos los centros nerviosos tejidos por largo predominio oligárquico en la Capital Federal estaban en tensión”341. Toda esta descripción corresponde al período que se inicia el 22 de junio de 1941, cuando las tropas alemanas invadieron Rusia. Antes de esa fecha, en función del acuerdo Ribbentrop-Molotov, el PCA no participaba de acciones contra el Eje. Pero ya actuaba “Acción Argentina”, con una definición política de corte liberal-socialista. Andrés Bisso, historiador de izquierda que cuenta con una tesis al respecto342, señala que en esa entidad primigenia se dio:

Ramos, Jorge Abelardo, “Revolución, etc.”, cit., pp. 372, 374, 379, 380, 406, 408. Tal vez, por la suma de esos factores de presión, es que unos hagiógrafos cubanos aseveren que “los sectores populares y progresistas apoyaban a los países aliados”: González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 50. De seguro, por el trato bondadoso de los gerentes de las empresas de servicios públicos británicas en la Argentina. 342 Bisso, Andrés, Acción Argentina. Un antifascismo nacional en tiempos de guerra mundial, Bs. As., Prometeo Libros, 2005. Es una buena investigación del joven historiador. Lástima que no haya consultado un solo libro de derecha sobre el tema, y que entre sus mentores haya personajes como Juan Carlos Garavaglia y Horacio Tarcus, marxistas acérrimos. Un adelanto de su tesis en: “La bifrontalidad del antifascismo argentino”, en: Primeras Jornadas de Historia de la Izquierda, Bs. As., CeDInCI, 2000; y “La comunidad antifascista argentina dividida (1939-1941). Los partidos políticos y los diferentes grupos civiles locales ante el pacto de no agresión en Hitler y Stalin”, en: Reflejos, Bs. As., n° 9, 2000-2001, pp. 88-99. Otra fuente coincidente que cita Bisso es: Llairó, Monserrat y Siepe, Raimundo, “Acción Argentina y la Segunda Guerra Mundial, 1940-1943”, en: Separata del Décimo Congreso Nacional y Regional de la Academia de Historia Argentina, Bs. As., ANH, 1999. 341

207

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“una complicidad transitoria entre estas dos culturas políticas -la liberal y la socialista-... las coincidencias entre liberales y socialistas”343. Pues, por ese carácter, “la complicidad” pudo extenderse hacia los planos de la historia argentina344 y de la más flagrante anglofilia345, con: “el apoyo incondicional y estridente de ‘Acción Argentina’ a Gran Bretaña... su acérrima defensa de Gran Bretaña”346. No era una “complicidad” ocasional, como piensa Bisso. El contacto ideológico-político-cultural entre liberales y socialistas venía de muy antiguo. Se asentaba en la común filosofía positivista-cientificista. Ricaurte Soler, panegirista de esa ideología, anota que a fines del siglo XIX, el positivismo: “dio lugar a un fenómeno muy notable en la historia de las ideas argentinas, la convergencia entre las ideologías democrático-liberales y las doctrinas socialistas... concebidas más bien como una especie de superación por parte del socialismo, de las ideas liberales, nunca se vio entre estas doctrinas un antagonismo real y efectivo... el ritmo acelerado del proceso histórico argentino permitió, pues, el encuentro, en la misma filosofía positivista, de la democracia liberal con el socialismo, y aun, con el bolcheviquismo”347. Bisso, Andrés, op. cit., pp.12, 13. Se defendió el procerato liberal, con los nombres de Moreno, Rivadavia, Monteagudo, Echeverría, Alberdi, Sarmiento, Roca, y hasta... Florentino Ameghino: Bisso, Andrés, op. cit., pp. 186, 190, 193, 194. Todo ello, por supuesto, contra el revisionismo histórico. 345 Bisso, Andrés, op. cit., p. 71, se promovió “abiertamente la causa de los aliados”; p. 91, con Federico Pinedo se afirmó: “será gloria eterna de Inglaterra haber sido la nación más representativa de la civilización mercantil”. También, p. 91, con Pedro Alberto Lacau y Enrique Bullrich proponer donaciones de carne hacia Inglaterra, por sentirse muy “ligados a Gran Bretaña”. Nicolás Repetto, declaraba su “vieja simpatía por Gran Bretaña y profunda admiración” por haber “tomado a su cargo la defensa de la libertad del mundo”, p. 93. 346 Bisso, Andrés, op. cit., pp. 70, 71, 91, 92, 93, 94, 96. De ahí el mote de “Argentine Action”, y de “Argentina Libra” a su periódico (“Argentina Libre”). 347 Soler, Ricaurte, El positivismo argentino. Pensamiento filosófico y sociológico, 2ª. ed., Bs. As., Paidós, 1968, pp. 221, 226, 250; cfr. Díaz Araujo, Enrique, José Ingenieros, Bs. As., Ciudad Argentina, 1998, pp. 394395. 343 344

208

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Con más precisión: el socialismo se vio como una superación del liberalismo, y el comunismo como una superación de aquel. Por eso es que en la familia Guevara se dio esa transición serena desde Braden a Castro. No había enemigos a la izquierda. Y, menos, si todos coincidían en el envío de materias primas baratas (y a la larga, impagas) al Reino Unido. Asimismo, en Acción Argentina, después de junio de 1941, se hizo el elogio de la URSS. Luego, tal como antes hubo una “Comisión en Ayuda a los Niños Británicos” apareció otra “Asociación de Ayuda a los Rusos Víctimas de la Guerra”348. El mismo fenómeno que hervía en los calderos ideológicos de la Capital Federal, se reproducía, en formato menor, en Córdoba. “Guevara Lynch se dedicó con energía a la ‘Acción Argentina’, un grupo de solidaridad con los aliados, y fundó un local en Alta Gracia”349. De la lucha contra el gobierno militar de Farrell pasaron, en 1946, al combate contra lo que denominaban el “nazi-peronismo”. “Yo era un ferviente antiperonista -memoró Ernesto Guevara Lynch-, integraba el Grupo Monteagudo, de resistencia civil, y mi esposa era también activa contra el peronismo”. En efecto, Celia de la Serna había protagonizado: “una escena en las calles de Córdoba que casi le cuesta un encierro en la cárcel. Fue en la plaza San Martín, donde se habían dado cita millares de peronistas que iban a participar de un mitin. Ella los vio llegar, no pudo contener su arrebato y empezó a gritarles: ‘¡Viva la libertad! ¡Abajo Perón!’. Los agentes uniformados la rodearon enseguida y se la llevaron hasta el Departamento de Policía, mientras ella les decía de todo. ‘¡Gestapo! ¡Suéltenme, Gestapo!’, vociferaba. Entonces, Bisso, Andrés, op. cit., pp. 70, nota 7, 238, nota 16. También, el “Ateneo de la Juventud Israelita” y de la “Sociedad Hebraica”, con dirigentes como Alberto Gerchunoff, Enrique Dickmann, Ignacio Winizky y Marcos e Isidro Satanowsky: op. cit., pp. 112, 113. 349 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 39. E introduce anécdotas sobre supuestas “cazas de nazis”, y vigilancia de los marinos del acorazado “Graf Von Spee” internados en Córdoba, que el autor juzga propias de “Walter Mitty”, un personaje literario norteamericano, perdido en su mundo de fantasías: Ibidem. Cfr. O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 38. 348

209

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

el oficial que comandaba el grupo trató de calmarla. ‘Pero, señora, ¿no se da cuenta que le hemos salvado la vida? Si la dejamos en la plaza, a esta hora la habrían linchado”350. Conducta que no sólo ilustra la tendencia política del matrimonio Guevara-De la Serna (liberales-sectarios, liberales de izquierda, denominados “gorilas”, después de 1955)351, sino, especialmente la tipología neurótica de Celia. Primero, dejándose ganar por sus arrebatos; segundo, vociferando contra los tranquilos policías provincianos, a los que, como los de su clase política, calificaba de “Gestapo” (o “Cosacos”352). Toda una pintura de esa mujer (tan mitologizada por el guevarismo adocenado). A ese respecto, anota Julia Constela: “En la familia Guevara, como en tantas otras, se fue pasando de ser republicanos durante la guerra civil en España a antinazis durante el conflicto mundial y de allí, casi sin escalas, antiperonistas después del golpe militar del ’43”353. Organismos colaterales en la lucha “antifascista” fueron AIAPE y FOARE. AIAPE (Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores), era una organización cultural antifascista, creada el 28 de julio de 1935, a instancias de Raúl González Tuñón, con vistas a colaborar con el giro “progresista” ordenado por la Komintern en su VII Congreso. Su primer Presidente fue Aníbal Ponce354, y contó con dos mil afiliados. Un miembro muy destacado de esa entidad fue Cayetano Córdova Iturburu, en cuya casa se celebraban las Gambini, Hugo, op. cit., p. 57. “Liberales de izquierda”, que creían que el socialismo coronaba el liberalismo, al modo del inenarrable Alfredo Lorenzo Palacios. Así los han visto “Calica” Ferrer, Carlos Figueroa, Fernando Córdova Iturburu, etc. 352 Constela, Julia, op. cit., pp. 75-76. 353 Constela, Julia, op. cit., p. 74. 354 Acerca de este personaje, arquetípico de la izquierda de esa época, conviene leer el artículo de antología que le dedicara Ramón Doll, “Aníbal Ponce, el pobre hombre”, En: Acerca de una política nacional, recopilado en: Doll, Ramón, Biblioteca del Pensamiento Nacionalista, Bs. As., Dictio, 1975, pp. 70-74. Ver, también: James, Cane, “Unity for the Defense of Culture: the AIAPE and the Cultural Politics or Argentine Antifascism, 1935-1943”, en: Hispanic American Historical Review, vol. LXXIII, n° 3, agosto 1997,pp. 443-482. 350 351

210

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

reuniones355. Junto al Socorro Rojo Internacional y a la Liga de los Derechos del Hombre, apareció la Federación de Organizaciones Argentinas de Ayuda a la República Española (FOARE) que, curiosamente, funcionaba en el mismo local que el diario comunista “La Hora” y la editorial comunista “Problemas”, en la calle Bartolomé Mitre 745 de la Capital Federal356. Todos entes, por supuesto, muy “antifascistas”. Hicieron escuela. “Fascismo” y “Gestapo”, eran palabras que no se caían de la boca de estos singulares “demócratas” (sin “demos”, por lo demás). Las habían heredado de las consignas frente-populistas, cuando la Guerra Civil Española. Las repetirían en la etapa “browderista” de la “Unión Democrática”357. Y proseguirían con ellas a cuestas para caratular el populismo peronista. 355 Dujovne Ortiz, Alicia, op. cit., pp. 325, 307. Cfr. Bisso, Andrés y Celentano, Adrián, “La lucha antifascista de la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE) (1935-1943)”, en: Biagini, Hugo E., Roig, Arturo A.(directores), El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, Bs. As., Biblos, 2006, t° II. 356 Dujovne Ortiz, Alicia, op. cit., pp.317-319. 357 “Browder era de hecho, quien dirigía la acción de los comunistas latinoamericanos, porque debido a las circunstancias internacionales (Segunda Guerra Mundial), Moscú había delegado en él su confianza, hasta el punto que los latinoamericanos lo llamaban, medio en broma, pero no sin una punta de sarcasmo, “el Virrey”: Alba, Víctor, “Historia del movimiento, etc.”, cit., p. 225. Quien fuera director del órgano comunista neoyorquino “Daily Worker”, Luis Francis Budenz, escribió: “durante toda la duración de la guerra, seguimos sumisamente las oscilaciones de Moscú... Los comunistas comenzaron a vitorear la guerra, a ensalzar la alianza anglo-ruso-americana, a aclamar como un héroe a Roosevelt... La política de Roosevelt seguía siendo idéntica, pero la Unión Soviética había variado la postura y todos los comunistas cambiamos de chaqueta sumisamente.- De manera muy semejante vitoreamos la conferencia de Teherán, en diciembre de 1943... Los rojos siguieron ensalzando la alianza anglo-soviéticoamericana hasta que las primeras bombas atómicas destrozaron Hiroshima y Nagasaki. Entonces hicieron otro viraje cuando Moscú comenzó a enseñar los dientes a los Estados Unidos”: Esta es mi historia, Barcelona, Los libros de nuestro tiempo, 1947, p. 153. El propio Earl Browder, en un gran mitin comunista realizado en el Madison Square Garden, el 10 de enero de 1944, aplaudió la Conferencia de los “Tres Grandes”-Roosevelt, Churchill y Stalin- en Teherán, del 28 de noviembre al 2 de diciembre de 1943. “Antes de Teherán -explicó- el mundo se preguntaba si la coalición entre los Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS no se rompería después de la destrucción del enemigo común... Teherán ha tranquilizado a esos espíritus superficiales... La humanidad ha alcanzado un nuevo grado de inteligencia. El capitalismo y el comunismo ha empezado

211

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

En esos años el lema convocante del conjunto de las fuerzas autodenominadas “progresistas”, fue la “Democracia” (a la manera norteamericana y puesta de moda por el triunfo de las armas de esta superpotencia, quien luego, se encargó de tornar obligatorio tal sistema de gobierno suyo, o, mejor dicho, su caricatura, y ante el cual los prosoviéticos contestaron con la divisa de las “Democracias Populares”, de poco éxito fuera de la órbita de sujeción del Ejército Rojo). Prácticamente, entonces, toda la elite regiminosa formó en “Acción Argentina”358. ya a caminar juntos hacia la futura colaboración pacífica... para hacer avanzar “todo lo que hay en ellos de bueno y progresista”: en “Fundamentos”, revista teórica del PC cubano, febrero de 1964, cfr. A la luz de Teherán, La Habana, 1944; cit. por: Karol, K. S., Los guerrilleros en el poder, Barcelona, Seix Barral, 1972, p. 121. Por cierto que, cumplido el ciclo aliancista, carente ya de utilidad política, Earl Browder fue expulsado del Partido Comunista de los Estados Unidos. Mejor suerte corrió Vittorio Codovilla, quien en 1945, declaraba: “Las condiciones internacionales de cooperación entre los grandes países y entre éstos y la U.R.S.S. para la creación de un mundo mejor indican que Estados Unidos e Inglaterra han de llegar a un acuerdo con respecto a la política económica a seguir en América Latina, a fin de contribuir al desarrollo económico, político y social de nuestros países en un sentido progresista”: Puiggrós, Rodolfo, op. cit., p. 129; cfr. Codovilla, Vittorio, En macha hacia un mundo mejor, Bs. As., 1945, p. 15. Frases que no le impidieron continuar hasta su muerte a cargo del PCA. Por el contrario, todavía alejado el antiguo jefe, los miembros de la “Fede” (Federación Juvenil Comunista), cantaban en 1970: “Somos los bolches / Los bolches de Argentina / Los herederos de Vittorio Codovilla”: Domínguez, Pablo, op. cit., p. 98. 358 Entre otros nombres encontramos a: José Aguirre Cámara, Marcelo T. de Alvear, Enrique Anderson Imbert, Adolfo Bioy (presidente de la Sociedad Rural), Mario Bravo, Eduardo Bullrich, José María Cantilo, Alejandro Ceballos, Juan I. Cooke, Santiago Fassi, Enrique Dickmann, Rodolfo Fitte, Alberto Gerchunoff, Américo Ghioldi, Enrique Gil (presidente de la Cámara de Comercio ArgentinoNorteamericana), Alfredo González Garaño, Héctor y Julio González Iramain, Pedro A. Lacau, Roque y Adolfo Lanús, Alejandro Lastra, Eduardo Laurencena, Tomás Le Breton, Manuel Mujica Láinez, Julio Argentino Noble, Carlos M. Noel (distinguido con la Knight Commander British Empire), Alicia Moreau de Justo, Victoria Ocampo, Arturo Orgaz, Alfredo Palacios, Federico Pinedo, Nicolás Repetto, Emilio Ravignani, Augusto Rodríguez Larreta, Silvio Ruggieri, Carlos Sánchez Viamonte, Antonio Santamarina, Marcos Satanowsky, Juan Antonio Solari, José P. Tamborini, Raúl Damonte Taborda, Silvano Santander, Esteban Rondanina, Fabián Onzari, Enrique de Gandía, Eduardo Florencio Sánchez Zinny, Juan José Díaz Arana, Honorio Roigt, Horacio Thedy, Nerio Rojas, Dora Berdichevsky, Ramón J. Cárcano, Ricardo Levene, Julio V. González... O sea: la Sociedad Rural, la Casa de Pueblo, el Jockey Club, la Casa Radical, la Dirección

212

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Desde los liberal-conservadores oligárquicos hasta los comunistas, todos los partidos se unen en torno a esa bandera excluyente. La opción es “Democracia o Fascismo”; ante la cual el aludido candidato “fascista” responderá con el eslogan “Braden o Perón” (que el pueblo argentino preferirá, en definitiva, por más de 300.000 votos en 1946). Porque no se trataba solamente de que dichos sectores soslayaban o postergaban el tema del imperialismo norteamericano. No. Ellos defendían ardientemente el rol “progresista” de los Estados Unidos, de su Partido Demócrata y, especialmente, del Presidente Franklin Delano Roosevelt (y de su continuador Harry Salomón Truman)359. Los sectores oligárquicos, tradicionalmente pro-británicos, ante el ocaso imperial, habían comenzado -lentamente- a desplazar su admiración hacia la Gran República del Norte. Los casos de emigración de Federico Pinedo o “Julito” Roca, ministros renunciantes (de Hacienda y Relaciones Exteriores, respectivamente) del conservador vicepresidente en ejercicio de la Presidencia Ramón S. Castillo, no eran únicos. Los demás actores del arco “democrático”: los radicales antipersonalistas, con el Presidente dimitente por enfermedad Roberto Ortiz a la cabeza, los demócratas-progresistas (Lisandro de la Torre, había sido el primer dirigente del “establishment” devoto de la institucionalidad yanqui), los socialistas (tanto los “independientes” como los que seguían fieles al partido de Juan B. Justo, conducido por Nicolás Repetto), los demócrata-cristianos (del tipo de Eduardo Ordoñez o Monseñor Miguel D’Andrea), y hasta los radicales alvearistas o “unionistas”, todos eran decididos partidarios de los “Aliados”, antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. El General Agustín P. Justo o el Dr. Marcelo de Alvear eran los líderes obvios de ese conglomerado360. de Ferrocarriles Ingleses, la Masonería, Sur, La Vanguardia, el Instituto Mitre, La Prensa, las Cámaras de Comercio Británica y Norteamericana y la Universidad Reformista. Biblias junto a calefones... 359 “Acción Argentina” calificó a Roosevelt como “heraldo de la causa de la democracia en América”: Bisso, Andrés, op. cit., p. 98. 360 “Braden colabora abiertamente con la Unión Democrática en formación... La ‘Junta de Coordinación Democrática’ constituirá un antecedente inmediato de la Unión Democrática. Estará ‘formada por personalidades de diversas ideologías y posición social, algunas de ellas vinculadas a la oligarquía y los monopolios imperialistas’. Publicará manifiestos reclamando la ‘entrega inmediata del Gobierno al Presidente de la Corte Suprema de Justicia’, y verán su tarea con agrado la Unión Cívica Radical, el Partido Demócrata Nacional, el Partido

213

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

La masa electoral pro-norteamericana estaba dada; pero faltaba que fraguara en una coalición política duradera, encaminada a ganar los comicios presidenciales de 1946. Para esa tarea, el elemento unificante por excelencia, la causa eficaz de la naciente “Unión Democrática”, resultaría ser el Partido Comunista. A cuyo propósito, anotemos una palabra. Curiosa trayectoria la del PCA. Enmarañada y cambiante como ella sola. Hay de todo allí; al punto que los historiadores marxistas siempre hallan un argumento a mano para contestar a los críticos. Menos mal que nuestra amiga y colega Patricia Barrio de Villanueva ha diseccionado esa historia, enumerando y catalogando sus etapas. Luego, siguiendo esa labor historiográfica, se pueden determinar los siguientes períodos: Etapa I (1927-1929): Antiimperialismo yanqui; coalición con las burguesías nacionales (yrigoyenismo). Análisis del imperialismo norteamericano en América Latina. Sin referencia alguna al imperialismo británico operante en la Argentina. Consigna: Comunismo contra Imperialismo. Etapa II (1929-1935): Política izquierdista “clase contra clase”, “insurreccional”. Ruptura con el yrigoyenismo. Enfrentamiento con todos los sectores políticos, aún los socialdemócratas. Concepto negativo de la democracia, por burguesa. Proyecto del soviet obrero-campesino. Todo lo que no es comunista es fascista o capitalista. Etapa III (1936-1939). Frente Popular Antifascista. Busca de alianza con todos los sectores “progresistas”. El discurso propiamente comunista desaparece. Tampoco hay referencias a los imperialismos. Consigna: Democracia contra Fascismo.

Socialista, el Partido Demócrata Progresista, el Radicalismo Antipersonalista y el Partido Comunista. También, entre otras instituciones, la Federación Universitaria Argentina. Otro precedente será ‘Acción Argentina’, que había propugnado desde años atrás la unión de los partidos ‘democráticos’ frente al ‘nazismo’... Mientras tanto Braden, en su nuevo puesto en Washington, no permanece inactivo... Puede afirmarse asimismo que fue en FUBA donde se gestó la Unión Democrática”: Ciria, Alberto, Partidos y poder en la Argentina moderna (1930-1946), Bs. As., Hyspamérica, 1985, pp. 140, 142, 143, 206.

214

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Etapa IV (1939-1941). Neutralismo. Antiimperialismo inglés. El fascismo no es el peor enemigo. Lucha por la liberación nacional. Seguimiento del Pacto Ribentropp-Molotov. Consigna: Liberación o Dependencia. Etapa V (1941-1945). Pro-Aliado y Democrático (por la entrada en la Guerra de la Unión Soviética). Frente de la Civilización. Por la libertad y la democracia contra el fascismo. Naciones Unidas, con EE.UU. Supresión del tema imperialista. Consignas: Civilización contra Barbarie (fascista). Democracia contra Fascismo. Etapa VI (1945-1947). Contra el Imperialismo Anglo-Yanqui. Norteamérica protege a los fascistas. Guerra Fría. Desconfianza hacia la democracia por burguesa. Consignas: Comunismo contra Imperialismo; lucha contra el fascismo local (peronismo). La última etapa demoró en configurarse, porque si bien ya se planteaba en el mundo la Guerra Fría (donde el enemigo principal se trasladaba de Alemania a los Estados Unidos), la situación local, de la “Unión Democrática” contra el Peronismo, obligaba al PCA a mantener las consignas del período anterior. Así: “El comienzo de ese nuevo proceso obligaba a reformar toda la estructura ideológica-valorativa del comunismo argentino, justo en el momento en que se libraba una lucha feroz contra el ‘fascismo’ vernáculo y por la ‘democracia’. Este desajuste entre la situación soviética y la nacional provocó que las nuevas y obligadas reflexiones (enfrentamiento este-oeste) aparecieran con cierto retraso y débilmente”361. Retraso. “Antifascismo” de rezago. Esto significa que hasta bien entrado ya el gobierno peronista, el PCA, conducido de nuevo por Vittorio Codovilla, seguía apegado a las consignas “antifascistas” del último tiempo de la Segunda Guerra Mundial, tal como Earl Browder las había diseñado y como Spruille Braden las había aplicado en la Argentina. Era, todavía, la política de “la Unidad”, del “Frente de la Civilización”. Había que “batir al nazi-peronismo para abrir una era de libertad y progreso”, conforme al título de un folleto de Codovilla. Esto es, que el esfuerzo comunis-

361

Barrio de Villanueva, Patricia, op. cit., pp. 115-116, 105.

215

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

ta se orientaba principalmente a combatir el “nipo-nazi-falangismo” vernáculo. Como lo anota Alberto Ciria: “La vinculación en 1945 de los comunistas argentinos con la embajada norteamericana y los grupos conservadores a quienes aquellos había combatido en la década anterior, no podían dejar de asombrar al votante común... El Partido Comunista, para variar, volvía a hacer uso del calificativo de “fascista” aplicado sucesivamente a Ramírez, Farrell y Perón (sobre todo a éste), e intentaba resolver un problema real con un adjetivo”362. Ese contubernio oligárquico-comunista, con sus respectivos padrinos USA y URSS, no se quedaba en meras declaraciones. El entonces miembro de la “Fede” (Federación Juvenil Comunista), Gregorio Levenson, ha memorado que en ese año de 1946: “Yo integraba un comando agitativo que estaba compuesto por personeros de la más rancia oligarquía: María Schlieper de Martínez Guerrero, Saslavsky, Del Carril, Anita Goldenberg, la Zuberbuhler, el gerente de la Unión Telefónica y su mujer, creo que Míster Pearson, y teníamos nuestro contacto con el agregado cultural de la embajada americana”363. Un viejo conocido nuestro, el ruso Iósif Romualdovich Grigúlevich, apodado “Lavresky”, veterano chequista de la Guerra de España, 362 Ciria, Alberto, op. cit., pp. 190-191. El contubernio abarcaba múltiples planos. Por ejemplo, los obreros de los frigoríficos exportadores habían iniciado -a fines de 1943 y comienzos de 1944- una huelga, dirigidos por el sindicato comunista, cuyo secretario general era José Peters. Hoy, gracias a la documentación británica, se conoce que la Embajada inglesa organizó una entrevista entre Peters y funcionarios de esa embajada. Entonces, hubo un acuerdo, por el cual “en aras del frente antinazi y a fin de no frenar la producción para garantizar el envío de carne a los países aliados, se mostraba (Peters) dispuesto a solucionar el conflicto”: Rapoport, Mario, Gran Bretaña, Estados Unidos y las clases dirigentes argentinas: 1940-1945, Bs. As., Ed. de Belgrano, 1981, p. 203, nota 254. Cfr. El laberinto argentino, Bs. As., Eudeba, 1997. Destaca también Rapoport que: “resulta paradójico comprobar que cuando la guerra ya había terminado, en la segunda mitad de 1945 y a los primeros meses de 1946, los ‘slogans’ del período bélico -fascismo-antifascismo, nazismo-antinazismo- tenían plena vigencia en los enfrentamientos políticos internos”: “¿Aliados, etc.”, cit., p. 7. 363 Levenson, Gregorio, De los bolcheviques a la gesta montonera. Memorias de nuestro siglo, Bs. As., Colihue, 2000, p. 98.

216

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

fue el encargado por la URSS de montar en el Plata una red de comunistas que no pertenecían al PCA: “En esos años operó en el Río de la Plata una red que dirigió Iósif Romualdovich Grigúlevich, de quien en su necrológica la revista ‘América Latina’ escribió que había sido ‘dirigente del grupo de agentes secretos soviéticos que luchó contra los agentes nazis’, es decir, de una red antifascista que informaba al Kremlin o a los servicios secretos y que dejó instalados en la Argentina ‘postas’ y ‘rezidents’”364. Nunca se han sabido los nombres de los integrantes de esa red “antifascista”, paralela al PCA, que Moscú manejaba a su antojo, aunque varios de ellos casi están cantados. El asunto era que los EE.UU., hasta hacia poco tiempo socio de la URSS, quería intervenir la Argentina “fascista”, y se llegó a mencionar la existencia de una invasión armada, que partiría de Brasil365.

Gilbert, Isidoro, op. cit., p. 112. Escudé, Carlos, Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina 1942-1949, Bs. As., Ed. de Belgrano, 1983, pp. 160-161. Cfr. “El boicot norteamericano a la Argentina en la década del ‘40”, en: Conflictos y procesos de la Historia Argentina Contemporánea, Bs. As., CEAL, n° 1, 1986. Ver, también: Bendaña, Alejandro, “Churchill, Roosevelt y la neutralidad argentina”, en: Todo es Historia, Bs. As., octubre 1976, n° 113, pp. 6-33; Rapoport, Mario, “¿Aliados, etc.”, cit.; Scenna, Miguel Ángel, Cómo fueron las relaciones argentino norteamericanas, Bs. As., Plus Ultra, 1970; “Braden o Perón”, cit.; García Lupo, Rogelio, Historia de unas malas relaciones, Bs. As., Jorge Álvarez, 1964; Conil Paz, Alberto y Ferrari, Gustavo, Política exterior argentina 1930-1962, Bs. As., Huemul, 1964; Smith, O. Edmund; op. cit.; Tulchin, Joseph, La Argentina y los Estados Unidos, Bs. As., Planeta, 1991; Whitaker, Arthur, Argentina y Estados Unidos, Bs. As., Proceso, 1956; Peterson, Harold, op. cit.; Lanús, Juan Archibaldo, De Chapultepec al Beagle. Política Exterior Argentina: 1945-1980, Bs. As., Emecé, 1984; Ruiz Moreno, Isidoro J., La neutralidad argentina en la Segunda Guerra, Bs. As., Emecé, 1997; Sanchis Muñoz, José R., La Argentina y la Segunda Guerra Mundial, Bs. As., 1992 (estos últimos autores ignoran nuestras obras al respecto; no por eso estaremos a la recíproca). También se mencionó la instalación de una base naval estadounidense en Punta de Este, Uruguay, con fines intimidatorios: Rosa, José María, “Historia, etc.”, cit., t° 12, Década Infame (1932-1943), p. 284. Uruguay, bajo el gobierno batllista-colorado (masónico social-demócrata), se pasaba de servil con los Aliados, y había propuesto la doctrina internacional Guani, para atacar a la Argentina. 364 365

217

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Como fuere, había que terminar con “la infección fascista”366. Por su lado, el bueno de Stalin -en la “Quinta Sesión Plenaria” de la Conferencia de Yalta, celebrada el 8 de febrero de 1945- se había interesado por nuestro país. Entonces, se hizo constar que: “El Mariscal Stalin dice que no siente inclinación por la Argentina”367. O sea, que a ninguna de las dos superpotencias le caíamos muy bien. Por lo demás, a la luz de los documentos hallados en los archivos de las naciones en conflicto, se puede hoy aseverar varias cosas referidas a “Acción Argentina” y sus adláteres. La primera, que: “A principios de 1940, la misión británica reclutó a argentinos eminentes para fundar la Comisión Argentina Pro-Aliados, que en junio pasó a ser Acción Argentina, con un periódico epónimo... se reclutaron mil personas para transmitir noticias y rumores boca a boca”368. Luego, el ente se expandió y se convirtió en un “lobby proaliado”. En ese ámbito entraban una serie de sujetos muy significativos, tales como Raúl Damonte Taborda, Emilio Troise y Luis V. Sommi369. El diario “Crítica”, de Buenos Aires, colaboraba en la ta“Nuestra comisión exige una acción oficial vigorosa e inequívoca que impida a la Argentina seguir siendo la fuente de infección fascista en el hemisferio occidental”: Jacob S. Potofsky, presidente de la Comisión de Asuntos Latinoamericanos del Congress of Industrial Organization, en “New York Times”, 28 de junio de 1945, en: Peterson, Harold F., op. cit., p. 510. 367 Los documentos de Yalta. Seleccionados y traducidos por Gonzalo Aguirre de Carcer, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1956, p. 77. Otra versión, la de Byrnes, James F., Speaking Franklin, New York, Harper, 1947; cit. por Rosa, José María, Historia Argentina. Orígenes de la Argentina Contemporánea. La Soberanía (1943-1946), Bs. As., Oriente, 1979, t° 13, p. 326, dice: “Yo no estoy a favor de los argentinos. No me gustan”. 368 Newton, Ronald C., op. cit., p. 273. El mismo Embajador Ovey comandó esa operación, y colocó a Jaime Font como presidente de la entidad, que los nacionalistas denominaban “Argentine Action”... 369 Raúl Damonte Taborda, diputado radical “por la China” (así se apodaba su esposa, hija de Natalio Botana, dueño del diario “Crítica”), era “el amigo especial de los Estados Unidos”, conforme a la descripción del Embajador británico David Kelly. Damonte aparte de ser una gran demócrata, era un depravado 366

218

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

rea de la denuncia de “actividades antiargentinas”370, además de las proporcionadas por personajes tales como Sefton Delmer371 y Heinrich Jürges372. sexual que, cuando sus actividades fueron descubiertas tuvo que renunciar intempestivamente a la Presidencia de la parlamentaria Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas, siendo reemplazado por el diputado socialista Juan Antonio Solari, con quien se trabó en agria disputa. El material con que se manejaba la Comisión “le fue suministrado con discreción por los ingleses y los estadounidenses”. Otro, fue encargado por Solari al falsificador Jurges. Damonte, a la muerte de Botana, cerró un trato con Juan Domingo Perón para poner el diario al servicio de su causa política, también actuó de emisario peronista en los EE.UU.; pero, en octubre de 1945, creyendo que Perón estaba terminado, rompió lo pactado, lo que provocó la ruptura entre ambos personajes. Damonte pasó a servir a Spruille Braden. Por supuesto que Damonte siempre “recibió financiación estadounidense”: Newton, Ronald C., op. cit., pp. 91, 292 nota 61, 282, 291 nota 41, 293, 458. Emilio Troise, un médico comunista, era el secretario del “Comité de Lucha contra el Racismo y el Antisemitismo”, en contacto con los EE.UU., cuya ayuda financiera solicitaba: Newton, Ronald C., op. cit., pp. 252, 261 nota 54. Luis V. Sommi, historiador, era miembro del Comité Central del Partido Comunista Argentino. Escribió un libro contra los capitales germanos, subsidiado por el comité de la “Oficina del Coordinador de Asuntos Interamericanos de Nelson Rockefeller”. Tanto él como el uruguayo Fernández Artusio “eran empleados de los estadounidenses”. Hugo Fernández Artusio era “una especie de alma gemela” de Heinrich Jürges: Newton, Roland C., op. cit., pp. 141, 458, 211. 370 “Cabot (John M.) -funcionario de USA- admite que ‘Crítica’ era ampliamente financiada por los Estados Unidos”: Newton, Ronald C., op. cit., p. 292, nota 61. 371 Sefton Delmer era un experto inglés en “propaganda negra”. Inventó la “Radio Atlantic” o la “Estación de los Soldados Alemanes”, donde pasaba cuanta mentira se le ocurría sobre las actividades de “los nazis en la Argentina”. Tan hábil fue en sus engaños que timó a los espías norteamericanos y al propio Spruille Braden. Por supuesto, cuando estos lo descubrieron, nada dijeron, y, quizás por eso, sus falsificaciones han seguido siendo reproducidas por una nube de periodistas “antinazis” contemporáneos: Newton, Ronald C., op. cit., p. 420; cfr. Delmer, Sefton, Black Boomerang, Londres, Secker, 1962. 372 Heinrich Jürges, alemán de nacimiento, emigrado, fue un artista de la estafa, “desfalcador, extorsionista, falsificador y ladrón... un gnomo desprovisto de encanto a quien las misiones aliadas usaban cuando podían y repudiaban santurronamente cuando no podían. Tuvo participación en la invención -con o sin participación aliada- de una serie de fraudes antinazis, falsificaciones y trucos sucios que fueron la delicia de los periodistas ávidos de una buena nota. Algunos de estos inventos, como el Complot Patagónico, el Gran Espionaje Nazi y el Tesoro Nazi, han pasado a la historia popular”. Bígamo reincidente, condenado por estafador varias veces, en Chile y Uruguay, en la Argentina se convirtió en “informante” del Ministro de Justicia de la Concordancia Jorge E. Coll, del diputado socialista Julio Noble, y de la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas. Sobre todo, fue el autor de los “documentos” que exhibió el diputado radical Silvano Santander en su insólito libro “Técnica de una traición”.

219

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Entre gente de esa ralea se edificó el “mito de la amenaza nazi”, que sectarios de trocha angosta han querido restaurar en épocas recientes373. Entonces, al promediar los años cuarenta, demócratas pro-yanquis y comunistas rusófilos caminaron de la mano en esa lucha “antifascista”; fueron felices y comieron perdices (pero no por mucho tiempo).

2. INDIFERENCIAS En los Guevara-De la Serna cundió hondo tal especie de democratismo374. Era una conducta previsible. Lo insólito resulta la renuencia de EG a enrolarse en el activismo democratista en que se hallaba inmerso todo su contorno familiar y amical. Según Gustavo Roca Deheza (hijo de Deodoro Roca, promotor de la Reforma Universitaria de 1918, estanciero, guerrillero y cleptómano), por esos años:

En el Foreign Office sabían que no se podía dar “ninguna en absoluto” importancia a sus revelaciones; pero se callaban. En realidad, Jürges trabajaba para el SIS británico, aunque en la superficie aparecieran otros mandantes. “El material de archivo disponible hoy sugiere que detrás de Jürges había dos niveles distintos de participación. Uno consistía en los autonomistas patagónicos, antifascistas argentinos y exiliados, e intereses judíos; el otro en periodistas norteamericanos, la misión diplomática estadounidense y el “Landesgruppe” nazi. El vínculo entre ellos no puede establecerse de modo definitivo; el sentido común sugiere que era el SIS británico”: Newton, Ronald C., op. cit., pp. 210, 211, 224, 251. Nosotros ya nos habíamos ocupado de este individuo en el libro La Conspiración del ‘43. El GOU: una experiencia militarista en la Argentina, Bs. As., La Bastilla, 1972, pp. 102-106. 373 Tan descaminados han ido los susodichos periodistas que un autor nada sospechoso de “fascismo” ha debido ponerlos en su lugar. Ver: Klich, Ignacio, “Documentos, desinformación y la llegada de nazis al Río de la Plata”, en: Latin American Jewish Association, México DF, 1995; y “Los nazis en la Argentina: revisando algunos mitos”, en: Ciclos, Bs. As., año 5, vol. V, n° 9, 2° semestre de 1995, pp. 193-220. 374 El 15 de julio de 1945, se conoció el llamado “Manifiesto de las Fuerzas Vivas”, inspirado por Spruille Braden. “Celia compartía los criterios y los defendía”: González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 51.

220

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“Ernesto recibió educación política en su propia casa y se hizo antiperonista en la medida en que lo era todo joven estudiante de aquella época”375. El padre de EG reforzará esa información, estableciendo que: “Vivimos en Córdoba desde 1932 hasta 1949. Yo era un ferviente antiperonista, integraba el Grupo Monteagudo, de resistencia civil, y mi esposa también era activa contra el peronismo. En mi casa se fabricaban bombas y guardaban elementos contra el régimen. Un día Ernesto se enteró de lo que estaba haciendo y me dijo: ¿Me dejás mojar en esto? Yo no sabía que contestarle y él agregó: Mirá, si vos no me dejás que lo haga a tu lado, lo haré por el mío... Entonces preferí que lo que hiciera no escapara a mi conocimiento, por eso sé que el antiperonismo de Ernesto se lo inculqué yo”376. Acá hay algo de verdad; pero no es toda la verdad. El padre, él sí casi tan antiperonista como su esposa, transfiere literariamente su posición al hijo, junto con su activismo. Sin embargo, no es el antiperonismo, o para el caso, cualquier otra postura política, lo que le interesaba a Ernestito. Lo que a él le gustaban eran las bombas, Gambini, Hugo, op. cit., p. 49. Deodoro Roca, también fue miembro fundador de “Acción Argentina”, porque consideraba que esa entidad “nació cuando las alas británicas, único soporte entonces de las esperanzas del mundo, parecían plegarse y abatirse para siempre”. Después, rompió con la entidad porque ésta lo acusaba de comunista: Roca, Deodoro, El difícil tiempo nuevo, Bs. As., Lautaro, 1956, pp. 339, 334/347. Roca negaba esa condición, pero encabezaba la filial cordobesa de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el Comité de Ayuda a la España Republicana y postulaba la formación de un Frente Popular Antifascista, de conformidad con la política de la Komintern después del VII Congreso de 1935. En todo caso, como dice el prologuista Gregorio Bermann, Deodoro Roca “fue un tránsfuga... del patriciado”: op. cit., p. 15. Esto es, por muchos conceptos, una vida paralela a la de Ernesto Guevara de la Serna. Manuel Gálvez, en: Recuerdos de la vida literaria, II, En el mundo de los seres ficticios, Bs. As., Hachette, 1961, pp.105-106, ha descrito el deterioro de un fino espíritu aristocrático al adherir al socialismo. Indica que Roca empezó a ser frecuentado por “energúmenos del anticlericalismo y del socialismo... agitadores zaparrastrosos y comunistoides”. Entonces: “Su transformación espiritual influyó en su persona. Sus ojos perdieron la mirada bondadosa. Su rostro se vulgarizó. Su señorío disminuyó en forma visible”. Tal vez, ese cuadro podría servir a quien quisiera establecer una comparación entre el joven aristócrata de Alta Gracia y el “Carnicero de La Cabaña”. 376 Gambini, Hugo, op. cit., p. 57. “Mojar”: meter mano. 375

221

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

el detonar explosivos; cual fuera el motivo, era lo de menos377. Bien dice Ana María Guevara de la Serna que respecto del peronismo, EG: “no tomó partido a favor ni en contra. Se mantiene como al margen”378. Julia Constela registra lo siguiente: “Celia tenía buenos motivos para dudar de la participación del hijo mayor en las aventuras conspirativas del padre en las que tampoco había intervenido aun cuando vivía con la familia”379. Digamos que en márgenes muy amplios, EG participaba de la posición política de su familia y sus amigos. Por esto, no deja de tener razón Daniel James cuando lo pinta de esta suerte: “Ernesto Guevara de la Serna fue, en muchos aspectos básicos, un hijo de su época... Claro que Celia le había infiltrado desde años atrás tales ideas. Para 1946 Ernesto pudo comprobar que la vida misma, como lo había visto y experimentado, confirmaba las enseñanzas de su madre; todo apuntaba hacia En términos generales, la actitud de EG frente al peronismo era de indiferencia. Le parecía bien su política social y mal su política institucional. No era antiperonista, como alega su padre; ni peronista, como sostuvo Perón. Este pretendió que Guevara “fue un hombre de nuestra posición... un revolucionario como nosotros. La que no estaba con nosotros era la madre”; agregando que EG se había ido del país por ser un infractor a la ley de enrolamiento militar. “Por supuesto que las afirmaciones de Perón no tienen pie ni cabeza -asevera Jorge G. Castañeda-: las fechas no coinciden, y la secuencia se halla totalmente distorsionada”: op. cit., p. 55, nota. Tal vez, el mexicano Castañeda no sepa que Perón era un fabulador profesional y compulsivo. Y que, sin llegar a tanto, Ernesto Rafael Guevara Lynch acostumbraba a deformar la realidad con bastante frecuencia. Carlos “Calica” Ferrer asevera que “tanto Ernesto como yo éramos antiperonistas declarados... Yo trataba de entusiasmarlo a Ernesto, pero en esa época él prefería no tener una participación partidaria”: op. cit., p. 66. Empero, en 1954, influido por las visiones socialistas iberoamericanas, EG le advertirá a su padre: “Argentina es el oasis de América, hay que darle a Perón todo el apoyo posible”: “Aquí va, etc.”, cit., p. 89. Para nosotros, el juicio atinado es el de Pierre Kalfon, cuando escribe: “La actitud de Ernesto hacia Perón no es clara y definitiva. Puede estar hoy a favor y mañana en contra”: op. cit., p. 111. En todo caso, la de Perón era menos clara aún. 378 Korol, Claudia, op. cit., p. 67. 379 Constela, Julia, op. cit., p. 101. 377

222

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

un punto: la sociedad existente está descompuesta de cabo a rabo y deberá ser destruida, a fin de crear una nueva de principio a fin. Celia había realizado bien su obra. Habiendo crecido en un medio en que el odio y la violencia dominaban, fue perfectamente natural, dado su temperamento apasionado, que Ernesto Guevara adquiriera una gran capacidad de odio y un saludable respeto, incluso un gusto, por la violencia. En el muchacho se anticipaba ya el hombre que abogaría apasionadamente por el ‘odio como factor de lucha’”380. Ahondando en el problema de la indiferencia juvenil, para un mejor examen conviene revisar la actitud de EG en el orden estudiantil y, luego, en el ámbito político mayor. En el plano universitario, se podría dar por descontado que EG simpatizaba o militaba en las agrupaciones de la Reforma Universitaria de 1918. Movimiento de izquierda, anticristiano, partidario del desorden universitario, que por los años del segundo lustro de la década del cuarenta, estaba plenamente integrado en la “Unión Democrática”381. No obstante, el 17 de octubre de 1959, en La Habana, ante un grupo de argentinos entre los que se contaba el hijo de Deodoro Roca, autor del Documento Liminar de la Reforma, tras una breve introducción de elogio a dicho movimiento, añadió: “Yo no quiero citar nombres para no provocar incluso polémicas internacionales; quisiera que ustedes tomaran el libro de Gabriel del Mazo, por ejemplo, donde estudia a fondo la 380 James, Daniel, op. cit., pp. 56-57. Y agrega: “podemos ir viendo al Che Guevara en su verdadera perspectiva: más como apóstol de la violencia que como hacedor de la revolución; más como agente de destrucción que como constructor de un continente... En otras palabras, para el Che la vida humana no valía nada. Lo importante era la ‘meta’: socialismo, liberación... No percibió que una sociedad comprada a tan precio es una sociedad sin alma, como son todos los totalitarismos. Si el Che se parece a Nechayev por su desdén por la vida humana, es lógico que siga a Lenin ‘gastándola’ en forma ‘científica’... Para él las cosas debían resolverse con armas mortales. No percibió que son autodestructoras y sub-humanas. El hombre del ‘bufoso’ es un hombre de museo”: James, Daniel, op. cit., pp. 420, 431, 461, 462. 381 En nombre de la FUA (Federación Universitaria Argentina), Germán López integró el séquito de apoyo al Embajador de EE. UU. Spruille Braden. Ver: Luna, Félix, “El 45, etc.”, cit., pp. 111, 163, 168. Es el mismo Germán López que muchos años después pertenecerá al gabinete del Presidente Raúl Ricardo Alfonsín.

223

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Reforma Universitaria, buscaran en ese índice los nombres de todos aquellos grandes artífices de la Reforma y buscaran qué es lo que han sido en la vida pública de los países a que pertenecen, y se encontrarán con sorpresas extraordinarias, con las mismas sorpresas con que yo me encontré, cuando creyendo en la autonomía universitaria como factor esencial del adelanto de los pueblos, hice ese análisis que les aconsejo hacer a ustedes. Las figuras más negras de la reacción, las más hipócritas y peligrosas porque hablan un lenguaje democrático y practican sistemáticamente la traición, fueron los que apoyaron y muchas veces las que aparecen como figuras propulsoras en sus países de aquella Reforma Universitaria. Y aquí entre nosotros, investiguen al autor del libro (N.A.: Gabriel del Mazo) porque también habrá sorpresas por allí”382. Hay que convenir que tales palabras no reflejan el menor entusiasmo por el famoso movimiento universitario socialista. Si de la llamada política universitaria pasamos a la política general, damos con una situación análoga. En aquel cuadro de situación antes descrito, es cuando el joven rebelde que era Ernesto Guevara de la Serna se le ocurre atacar a los Estados Unidos. Según Dolores Moyano, “el sentimiento político más fuerte de Ernesto” era una “acendrada hostilidad hacia los Estados Unidos”383. Tenía ya un “antinorteamericanismo exacerbado”384. Por los años de 1950, “tenía claro que el mayor mal político era el imperialismo 382 Discurso de Ernesto Che Guevara, “Reforma Universitaria y revolución”, El diario del Che, n° 13, diario Página 12, Bs. As.; cfr. López Das Eiras, Horacio, op. cit., pp. 21-22. 383 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 67. “Estaba convencido de los príncipes oscuros del mal que dirigían cada una de las acciones de Estados Unidos en el exterior”. 384 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 47. No nos parece verosímil en absoluto la versión de Raúl Oscar Stemmelin, de que EG “tenía cierta simpatía por los Estados Unidos, porque lo veía como un país de libertad”: López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 116. A Berta “Tita” Infante EG le contó que “evocaba los 20 días pasados en Miami como los más duros y amargos de su vida”: Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 51. Si en setiembre de 1952 pensaba así, no sería porque le agradaran muchos los EE.UU.

224

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

yanqui”385. “Prefiero ser indio analfabeto a millonario norteamericano”, afirmaba386. Pues, tal postura no cuadraba ni con los postulados de la Unión Democrática, ni con la ideología familiar. Narra Anderson: “Cuando el gobierno (militar) argentino rompió relaciones con las potencias del Eje, los padres de Ernesto no cabían en sí de júbilo. Pero su amigo menor Pepe González Aguilar recuerda la furia con que Ernestito confrontó con sus padres. ‘No podía comprender cómo él, que siempre había sido antinazi, no compartía nuestra felicidad’. Más adelante Pepe especularía que la ira de Ernesto se debió a que el gobierno no adoptó esa posición por convicción sino debido a la presión norteamericana; como a los nacionalistas, la capitulación le causaba vergüenza”387. 385 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 111. Curiosamente, por esa época, el imperialismo realmente operante todavía en la Argentina era el británico, contra el cual no hay una sola palabra de Guevara. Parecería que padecía de una gran ignorancia al respecto, y que, además, estaba fuertemente impresionado por la exacción yanqui en otras naciones del continente. Esto, sin olvidar que las consignas del PCA, que gran parte de la izquierda argentina hacía suyas, apuntaban a Estados Unidos y no al Reino Unido, porque aquél y no éste, era el enemigo estratégico de la URSS, por cuyos intereses velaban el PCA y sus aledaños. Con su gracejo típico, Arturo Jauretche, hablando de los “maestros de la juventud” fubista, recordaba: “ Y fui antiimperialista al estilo de la época, y le comía los hígados al águila norteamericana, que andaba volando por el Caribe. Los maestros nos tenían buscando el plato volador en el cielo, mientras el león británico comía a dos carrillos sobre la tierra nuestra”: Filo, Contrafilo y Punta ( Otras Prosas de Hacha y Tiza), Bs. As., Pampa y Cielo, 1964, p. 151. Así, de compleja era nuestra realidad. Mientras tanto, EG, ignorante por completo de una de las dos causas que provocaron la caída de Perón, el contrato petrolero con la Standard Oil de Rockefeller, dirá estultamente que la Revolución Libertadora es “otro triunfo del dólar, la espada y la cruz”: Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 109. Ahí queda patente el modo de pensar por consignas, con eslogans resobados, típico de los marxistas. El “dólar” estaba a favor de Perón; y la mayoría del Ejército -la “espada”- también. 386 Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 51. 387 Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 48-49. La tensión se acrecentó el 27 de marzo de 1945, cuando el Presidente Farrell, ante la presión de Juan Domingo Perón, declaró la guerra a Japón y Alemania. “Probablemente lo que más molestó a la opinión pública fue la ancha sonrisa de Perón en la fotografía del acuerdo de gabinete... La declaración de guerra había sido una humillación para el gobierno de Farrell... Los nacionalistas lo odiaban (a Perón); lo consideraban un traidor”: Luna, Félix, “El 45, etc.”, cit., pp. 36-37, 201.

225

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Ira, furia. Temprano antiyanquismo. Y disenso en la familia. Empero, hasta ahí llegaba el interés de EG por las circunstancias nacionales. Respecto a todas las demás cuestiones políticas generales, corresponde aseverar que se trata de un asunto que hoy está perfectamente aclarado. El mismo Ernesto Guevara de la Serna lo ha documentado después, escribiendo: “No tuve ninguna preocupación social en mi adolescencia y no tuve ninguna participación en las luchas políticas o estudiantiles en la Argentina”. Específicamente, Paco Ignacio Taibo II se ve obligado a registrar que: “Políticamente se mantiene (EG) al margen de las fuerzas de izquierda”388. Este es un hecho que deja perplejo a los biógrafos. Algunos de ellos, cuando menos, se animan a dejar constancia del suceso (no-suceso). Así, vgr., Jon Lee Anderson asienta: “Pero esta conducta paradójica, de declamar posiciones extremistas y revelar una apatía total en cuanto al activismo político, sería una característica constante en sus años de crecimiento”389. Pues, ya bien entrado en la juventud, en Guayaquil, en 1953, alternará con el fuísta Oscar Valdovinos, y éste lo retrata de la siguiente forma: “Era un tipo sumamente inteligente de un humor muy ácido, con una visión escéptica sobre la política y desinteresado en cuanto a la discusión ideológica. Un chico con una amplia cultura, pero distinto a nosotros que veníamos con cierta militancia universitaria y política, y una posición seguramente bastante maniática”390.

Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., pp. 28, 34. Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 47. 390 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 285. 388 389

226

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Abundando sobre esa indiferencia política, leamos lo que Anderson puntualiza: “A pesar de los intentos posteriores de hallar señales tempranas de sus ideales socialistas en el adolescente Ernesto Guevara, casi todos sus condiscípulos cordobeses recuerdan su falta de interés en la política. Según su amigo José María Roque, Ernesto no tenía ‘un ideal político definido’en esa época. ‘A todos nos gustaba discutir de política, pero nunca vi a Guevara (asumir un compromiso) en ningún sentido’”391. Más concretamente: “La adhesión de Ernesto a las causas políticas nunca llegó a convertirse en militancia activa durante sus años de estudiante secundario. Él y sus amigos, algunos de los cuales eran hijos de republicanos españoles exiliados, como los González Aguilar, eran ‘antifascistas’ como sus padres y aficionados a las largas discusiones sobre lo que había ‘sucedido realmente’ en España. Pero tenían escaso conocimiento, ni qué hablar de interés, en los sucesos de la época en la Argentina. Cuando Ernesto expresaba una posición política, generalmente era una provocación destinada a escandalizar a sus padres o amigos”392. Ahora sí tenemos en claro el problema. Uno de los pocos temas de política que le importaba -junto al antiyanquismo- era el “antifascismo republicano español”. Lo demás lo tenía sin cuidado393. Y Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 49. Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 48. 393 Tal cual lo hemos expuesto en la parte segunda sobre “El engaño español”, EG quedó para siempre atrapado por esas categorías propias de la propaganda comunista de mediados de los años treinta (independientemente, por supuesto, de la realidad del nazismo alemán y del fascismo italiano, ajenos, en un 90 % de los casos, a las cuestiones hispanoamericanas). El “antifascismo” era un caballito de batalla, una anteojera buena para una visión monocular, un comodín y una almohada donde esconder la cabeza frente a la complejidad de los fenómenos políticos reales del país y la región. Dogma, consigna y eslogan que le hace asentar disparates colosales. Por ejemplo: afirma que los gobiernos de Batista, Somoza y otros dictadores hispanoamericanos, son “reaccionarios, los más fascistas”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 148. Fulgencio Batista, partidario de la República Española, con dos ministros comunistas en su gabinete (Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez), y “Tacho” Somoza, del Partido Liberal, apoyado por los demócratas yanquis, asesino de los conservadores tradicionalistas de Nicaragua, como Pedro Joaquín Chamorro, tildados de “fascistas”. Es uno de los tantos despropósitos ideológicos, que sus biógrafos callan con la mejor voluntad... Acá 391 392

227

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

aún aquel tópico persistía porque había sido una lucha armada. EG era, sin duda alguna, el “tipo del bufoso”. ¿Contra quién..? Contra los burgueses. O, mejor aún: “pour épater les bourgeois”. Para escandalizarlos, augurándoles balas. Y para profetizar que donde hubiera tiros, ahí iba a estar él, en primera fila, como actor, no como espectador. Por lo pronto, entonces, al promediar los años cuarenta, la actividad política de izquierda se traducía principalmente en las manifestaciones callejeras. Sus amigos cordobeses no se perdían una. En consecuencia, de vez en cuando, eran detenidos. Es lo que le aconteció a “Mial” (Alberto Granado), en 1944. EG no quiso participar en las protestas. Visitó al amigo en la cárcel, y éste le insistió en que sumara a los desórdenes callejeros. Ernesto respondió: “¿Salir a la calle para qué? ¿Para que la policía te corra a sablazos? No, Alberto. Yo salgo únicamente si me dan un bufoso”. Años más tarde, glosa Daniel James, Ernesto: “no había cambiado su idea de muchacho de que las revoluciones se hacen con bufosos”394. es pertinente aclarar que Fulgencio Batista, contra quien combatirá EG, había establecido “las bases de una eficaz colaboración entre Cuba y los Estados Unidos contra la amenaza fascista”. En la VII Conferencia Panamericana, se había mostrado favorable a “la formación de un bloque continental contra el fascismo”. En 1942, Batista “hizo entrar a dos ministros comunistas, Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez, en su gobierno. Eran los primeros comunistas en el poder de América latina”. Fue, precisamente, Franklin Delano Roosevelt quien ordenó a Batista colaborar con los comunistas. Y entre los líderes batistianos “más relevantes encontramos a Rolando Masferrer. Éste, que había combatido en la guerra de España, y posteriormente dirigido a las juventudes comunistas, para convertirse después en responsable del servicio de orden del partido, era el prototipo del activista”: Korol, K. S., op. cit., pp. 107, 109, 110, 139. Después, los “tigres” de Masferrer -cuñado de Fidel Castro- se convertirán en el grupo de choque parapolicial más notorio del batistato. 394 James, Daniel, op. cit., p. 8. “Bufoso”, argentinismo por revólver. No se crea que las luchas políticas, de derechas e izquierdas en Córdoba eran muy pacíficas. El 28 de setiembre de 1933, fue asesinado el diputado provincial socialista José Guevara, en el transcurso de un mitin callejero. Tres derechistas -Rodolfo Odonetto, Lorenzo Crease y Santos Virga-, fueron acusados del crimen. No hubo pruebas, y los imputados salieron en libertad, el 7 de junio de 1934. Lo sugestivo es que pasadas unas semanas falleció Odonetto, luego Virga, y de inmediato, apareció asesinado Eustafio Vergara, de la misma entidad nacionalista. A

228

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Empecemos a ver, a continuación, ese asunto, capital a la hora de configurar la silueta moral de Ernesto Guevara.

3. EL

TIPO DEL BUFOSO

De entrada nomás, acá se puede asentar una aseveración sólida: Ernesto Guevara fue un partidario decidido del uso de la violencia política; de la más radical y extrema violencia. Con Lenin pensaba que la violencia es la partera de la historia395, y procedía en consecuencia. Sus panegiristas encuentran el argumento explicativo en la causa a la que aplicaba el abuso de la fuerza: la Revolución Mundial. Esgrimen, sin pudor, la coartada maquiavélica de que el fin justifica los medios. Bueno; pero, aún así, Guevara destaca por su crueldad. Disparando él mismo su pistola (contra Eutimio Guerra, en la Sierra Maestra; contra dos guajiros todo esto, se había constituido en noviembre de 1933 una denominada “Acción Nacional Antifascista”. Ver: Funes, Aramís, “La muerte de Guevara. Córdoba, 1933”, en: Todo es Historia, Bs. As., n° 10, febrero 1968, pp. 27-35. Allí no se menciona que el origen del problema radicó en el asesinato por los izquierdistas del fascista cordobés Anselmo Pro, por lo cual, su agrupación, “Fascismo Argentino” (compuesta básicamente por italianos), juró vengarse. Crease y Virga pertenecían a esa entidad. Por su lado, los jóvenes de la “Legión Cívica”, entre ellos Odonetto, tenían su propia pendencia con José Guevara. Éste, “hombre de armas llevar y bien frontal, tampoco titubeó en tener una actitud ofensiva para con sus enemigos acérrimos en varias oportunidades. Incluso algunas semanas antes de morir había golpeado junto a otros compañeros a dos hombres de la Legión Cívica”. Además, el 28 de setiembre hubo un tiroteo durante el mitin, en el que participó Guevara. “Guevara no era una víctima, cayó en su ley, él también había disparado su arma. Murió sosteniendo sus ideales hasta el extremo”: Capizzano, Hernán M., Legión Cívica Argentina. Del uriburismo al nacionalismo, Bs. As., Santiago Apóstol, 2007, pp. 168/ 172. De cualquier manera, de eso algo se ha hablado (el citado artículo de Funes es completamente favorable a los socialistas). De lo que no se ha dicho una palabra es el del asesinato de los jóvenes estudiantes universitarios nacionalistas Francisco García Montaño y Julio Benito de Santiago, en las inmediaciones del claustro cordobés, el 11 de agosto de 1938. Tal suceso fue una venganza de los fuístas, que habían perdido la elección estudiantil, y no soportaban el hecho. De suerte que puede afirmarse que el juego de los “bufosos”, ya se daba en La Docta. Nota: “fuísta”, de la FUA, Federación Universitaria Argentina, órgano central del socialismo universitario. 395 “No debemos temer a la violencia, porque ella es la partera de las sociedades”: Rojo, Ricardo, op. cit., p. 190.

229

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

acusados de “chivatos” en Las Villas; contra el oficial José Castaño, del BRAC, en la Fortaleza de La Cabaña; contra quien fuera jefe del Segundo Frente del Escambray, el Cdte. Jesús Carrera Sayas, etc.), o participando en fusilamientos carentes de sentencias dictadas en juicios serios (decenas en Santa Clara; centenas en La Cabaña). Era una personalidad “despótica, dura, cruel”, anota Agustín Alles Soberón, periodista de la revista “Bohemia”, que lo entrevistó en la Sierra Maestra. La divisa que hizo correr en La Cabaña fue: “Ante la duda, mata”, y “dale aspirina” (balas)396. Se trataba del fusilamiento de presos desarmados. Por eso, hay quienes lo califican de este modo: “su maníaca necesidad de matar presos... Incapaz de comprender la vida en una sociedad abierta y siempre dispuesto a eliminar a tiros a sus adversarios... rápido en ordenar ejecuciones”397. Asimismo, vinculado con lo anterior, hay que comenzar por hacer constar que todo lo referente al armamento le agradaba. Son las armas, la lucha armada, la que le interesa; no la causa en sí. “Tenía desde chico -señala “Calica” Ferrer- una pasión militar, no en el sentido del orden y la obediencia, pero sí en lo estratégico y en la capacidad de mando”. Le gustaba “jugar a la guerra”398. Pareciera que ya tenía pensado que podría hacer con el “bufoso”... Fue (el “bufoso”) una de sus grandes pasiones. El armero de la guerrilla de Castro en la Sierra Maestra atestigua que gustaba de: “las armas, que en verdad le fascinaban”399. Y tanto goza con el conflicto bélico que en más de una ocasión lo asentará por escrito. Así, en 1952, conforme a la versión oficial, “Instituto”, cit. “Nombrado comandante de la fortaleza de La Cabaña, para donde eran llevados presos políticos, Che Guevara la convirtió en un campo de exterminio. En los seis meses de su comando, dos centenas de desafectos fueron fusilados, siendo que apenas una minoría estaba formada por torturadores u otros agentes violentos del régimen de Batista. La mayoría era apenas gente incómoda”: Schelp, Diogo y Teixeira, Duda, op. cit., pp. 84, 85, 86. 398 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 49. 399 “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., p. 131. 396 397

230

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

en su diario de viaje apunta una “Acotación al margen”, donde, a raíz de conversar con un personaje supuesto, se produce esta “revelación”: “sé... que yo... aullando como poseído, asaltaré las barricadas o trincheras, teñiré en sangre mi arma y, loco de furia, degollaré a cuanto vencido caiga entre mis manos... Ya siento mis narices dilatadas, saboreando el acre olor de pólvora y de sangre, de muerte enemiga; ya crispo mi cuerpo, listo a la pelea”400. Dejando de lado la ficción, el 4 de julio de 1954, al contarle epistolarmente a su madre y a su tía Beatriz las luchas en Guatemala, dirá: “Con un poco de vergüenza te comunico que me divertí como mono durante esos días. Esa sensación mágica de invulnerabilidad... me hacía relamer de gusto cuando veía la gente correr como loca apenas venían los aviones... Aquí todo estuvo muy divertido con tiros, bombardeos, discursos y otros matices que cortaron la monotonía en que vivía”401. Allí mismo, en Guatemala, le escribía a Tita Infante que: “Si se hubieran producido esos fusilamientos, el gobierno habría conservado la facultad de devolver el golpe”. Los fusilamientos como solución política idónea. No es el único texto de ese cariz. En una carta a Hilda Gadea, escrita el 28 de enero de 1957, le expresa: “Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”402. Por fin, en una carta a su madre, del 15 de julio de 1956, sostendrá categóricamente:

400 Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., p. 208. El lector ya sabe que nosotros nos contamos entre quienes desconfían de la autoría de este fragmento. 401 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 103. González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 105. 402 Vargas, Llosa, Álvaro, “Más mito que realidad”, en: La Nación, Bs. As., 2 agosto 2005; cita un libro titulado: Ernesto: Una memoria del Che Guevara en Sierra Maestra.

231

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“No sólo no soy moderado, sino que trataré de no serlo nunca”403. La conclusión obvia es que EG paladeaba, se complacía, se deleitaba, con la violencia. Quería que la sociedad burguesa-capitalista muriera de muerte lo más violenta posible. Preconizaría fusilar a diestro y siniestro en Guatemala, y lo practicaría en Cuba. Hechos que él admitiría, adosándoles una teoría, el 11 de diciembre de 1964, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, cuando manifestó: “Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es a muerte”404. Más todavía. Según el testimonio de cubanos exiliados, en La Cabaña, Guevara habría expresado en 1959 a los “tribunales” que juzgaban a los batistianos: “No demoren las causas, esta es una revolución, no usen métodos legales burgueses... Hay que proceder por convicción. Sabemos para qué estamos aquí. Son una pandilla de criminales, asesinos, esbirros... Yo los pondría a todos en el paredón y con una cincuenta ratatata... a todos”405. Alguno de esos textos puede ser discutido. En todo caso, siempre quedará firme su consigna del “Mensaje a la Tricontinental”, de mayo de 1967, por la que predicaba: González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 154. Y agregaba: “Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el resultado de la batalla perdida hoy en Cuba”: “Instituto”, cit. A la luz de ese texto, ¿cómo quedan los argumentos repetidos miles de veces acerca del fusilamiento de Guevara en Vallegrande en 1967...? 405 “Instituto”, cit. En cualquier caso, un testigo calificado de esos hechos, el Padre Javier Arzuaga, que era capellán de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, ha manifestado lo que sigue: “El Che nunca trató de ocultar su crueldad, por el contrario, mientras más se le pedía compasión más él se mostraba cruel. Él estaba completamente entregado a su utopía. La revolución le exigía que hubiera muertos, él mataba; ella le pedía que mintiera, él mentía. En La Cabaña cuando las familias iban a visitar a sus parientes (presos), Guevara, en el colmo del sadismo, llegaba a exigirles que pasaran delante del paredón manchado de sangre fresca”: en idem. 403 404

232

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta y fría máquina de matar”406. Con tales conceptos, las glosas están sobrando. En este sentido, todos los ataques que se le han dirigido por “extremista”, “fanático”, “sanguinario”, etc., contienen verdades de a puño. Más que de Lenin, él se convertirá en “la versión latinoamericana de Nechayev”407; o de Saint-Just, los “terroristas abnegados”.

4. AVENTURERO En la carta de despedida a sus padres de 1965, EG afirmará de sí: “Muchos me dirán aventurero, y lo soy; sólo que de un tipo diferente...”408. Aventurero, viajero, errabundo. Los biógrafos enumeran dos grandes viajes; ambos por Hispanoamérica; el primero en motocicleta, cruzando a Chile (22 de enero Y agregaba: “Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal. Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total... hacerle sentir una fiera acosada por cada lugar que transite... Eso significa una guerra larga. Y, lo repetimos una vez más, una guerra cruel”: en Rojo, Ricardo, op. cit., pp. 411, 413. Palabras que podrían servir de epígrafe a las ONGs Defensoras de los Derechos Humanos de los Guerrilleros. Este “Mensaje” fue publicado también con el título de “Crear dos, tres... muchos Vietnam, es la consigna”, y está incluído en: Guevara, Ernesto Che, “Obras Completas”, cit., pp. 351-352, 353. 407 “Fue él y no Fidel quien inventó en 1960, en la península de Guanaha, el primer campo de trabajo correctivo (a los que nosotros llamábamos trabajos forzados”), según ha señalado Régis Debray (Loués soient nos seigneurs, París, Gallimard, 1996, p. 185). Este discípulo de la escuela del terror celebraba en su testamento “el odio eficaz que hace del hombre una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar” (Debray, Régis, op. cit., p. 186)... Dogmático, frío e intolerante”: Fontaine, Pascal, Santamaria, Yves y Boulouque, Sylvain, “El Tercer Mundo”, en: Courtois, Stéphane y otros, “El Libro Negro del comunismo”, cit., pp. 729, 730, 731. Cfr. Verdés-Lerroux, Jeannine, La lune et le caudillo. Le réve des intellectuels et le régime cubain (1959-1971), París, Gallimard, L’Arpenteur, 1989. 408 Gambini, Hugo, op. cit., p. 290. 406

233

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

de 1951 a setiembre de 1952); y el segundo, en tren, cruzando a Bolivia ( julio de 1953 a enero de 1954, en Guatemala). Son los más divulgados, entre otros motivos, porque sus acompañantes, Alberto Granado, “Mial”, y Carlos Ferrer, “Calica”, han publicado sus Memorias sobre ellos. Sin embargo, cronológicamente, son el tercero y el cuarto viaje, respectivamente; ya que el primero (1 de enero de 1950 a 28 de febrero de 1950) fue por el interior argentino, en solitario con bicicleta a motor, y el segundo, en buque al Caribe, como tripulante sanitario ( 22 de enero de 1951, reiterado tres veces). En principio, todos ellos presentan un elemento unitivo: la aventura. El afán de viajar, de conocer otras gentes, territorios y culturas. La búsqueda de la “otredad”. Entonces, la pregunta que surge al pronto es: ¿por qué tanto viaje...? Una primera respuesta. Proviene de su amigo de la infancia, “Calica Ferrer”, y dice: “Ernesto era pura inquietud, pura atracción hacia lo desconocido”409. Veamos otras. Guevara, enuncia Horacio López Das Eiras, ante todo: “siente el ferviente deseo de viajar, de mandarse a mudar”410. Sed de lances extraños. Sin embargo, este mismo biógrafo admite otra posibilidad: “Quizás, para él, más allá de soñadas aventuras, viajar tenga un sentido terapéutico, tan imprescindible como expresar sus pesadumbres en un papel. Es factible además, que... sea propenso a caer en pozos anímicos”411. Es claro que ya hemos avanzado en la comprensión del sentido de los paseos. Sin embargo, aún estamos en el pórtico de la cuestión. Con el fin de profundizar el tema, acudimos a Jorge Castañeda, quien ha sido el investigador que ha penetrado con mayor agudeza Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., pp. 32-33. López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 218. 411 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 223. 409 410

234

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

en el análisis psicológico del punto, dando respuesta atinada a aquel interrogante. En ese sentido, ha destacado dos cuestiones fundamentales. La primera, el estado de angustia, gatillo del asma, como razón básica de “la fuite en avant”, de la huida hacia adelante. Si frente a la crisis asmática la reacción era el ahogo, ahora recurrirá a un movimiento defensivo análogo. La segunda, la “creciente fascinación por la alteridad”, por el orbe exótico, ajeno a la rutina de su mundo conocido y cotidiano. Así comienza Castañeda por expresar, que Ernesto no estaba cómodo en su casa. Desde el punto de vista político, no suscribía el antiperonismo exacerbado de sus padres, sin que pudiera manifestar abiertamente su oposición. Por eso: “Es factible que la misma dificultad para convivir con emociones y opiniones confrontadas... Enfrentar la maraña de pasiones contradictorias que se desatan a su alrededor en esos años debe haber sido un auténtico tormento para el universitario”. A continuación del dilema político, el propiamente íntimo. La ruptura de la unidad familiar. En Buenos Aires, Guevara Lynch, con un record de infidelidades en su cuenta, se ha ido a vivir fuera del domicilio conyugal. Los motivos eran: «las aventuras de Guevara Lynch, un mujeriego crónico. “El padre tenía pretensiones de ‘playboy’ -recuerda Tatiana Quiroga, amiga de los niños Guevara-. Pero era un ‘playboy’ escandaloso, porque cuando trabajaba y ganaba dinero, lo gastaba todo... en salidas con jovencitas, ropa, estupideces, nada concreto... y su familia no recibía nada”»412. A raíz de lo cual, Horacio López Das Eiras juzga que: “Demasiados años -casi veinte- había perdurado el vínculo entre Guevara Lynch y Celia de la Serna, un marido demasiado débil a las tentaciones terrenales con una mujer aguerrida y defensora de su dignidad. La suma de sinsabores perturba a Ernesto... El mundo parece tambalearle”413. 412 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 42. Al parecer, Guevara Lynch ya cohabitaba con Ana María Erra, con la cual se casará a la muerte de Celia, tendrá otros cuatro hijos y vivirá con ella en Cuba. 413 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 149.

235

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

En sentido opuesto, algunos de sus compañeros de viaje o contertulios, opinarán que su partida de la Argentina obedecía a: “la situación de su casa donde el gran –y mal- carácter de su madre diluía y frustraba la personalidad de su padre”414. Además, Celia había padecido un cáncer, con intervención quirúrgica. Las finanzas familiares habían tocado fondo, y Ernesto no hallaba la forma de colaborar para restablecerlas. En tal contexto, debe imbricarse la disidencia política: “Sin embargo, romper con Celia y la familia entera en una coyuntura de extrema polarización se antoja igualmente insoportable. En momentos de gran debilidad de la madre -doliente con un diagnóstico reservado, distanciada de Guevara Lynch y abrumada por las penurias económicas y la carga de criar a cuatro niños sin mayor talento ni predilección por la tarea- una ruptura del Che parece sencillamente inimaginable”. Por consiguiente, como no puede solucionar derechamente los problemas, le quedan sucedáneos a su mano. Es decir, refugiarse en la casa de su tía Beatriz, para estudiar en soledad las materias de medicina; viajar cuanto pueda, y, en definitiva, alejarse, tomar distancia de todo aquello que lo desazona y atormenta: “Frente a la angustia no había más salida que el ahogo; frente a la contradicción del día, sólo se abría la fuite en avant, ingeniosa o heroica, sorprendente o gloriosa, ya entonces y durante el resto de su vida”415. Es una explicación brillante. Que ningún otro biógrafo había expuesto. Huir hacia delante, como diría Jorge Luis Borges. Como no tiene ni pizca de cobardía, su escape no será hacia atrás, sino, temerariamente, hacia adelante. Interpretación brillante, pero no excluyente. La fuga aprisa psicológica coexiste con el aventurerismo puro y simple: “Sus viajes tempraneros y recurrentes fueron motivados en gran medida por su insaciable curiosidad y creciente fascinación por la alteridad”. 414 415

236

Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 85. Castañeda, Jorge G., op. cit., pp. 60, 61.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Los indígenas, los pobres, los leprosos, los mestizos, los negros: son materias de su curiosidad. Con simpatía y misericordia, sí; pero, también, por afición a las cosas extrañas al mundo en que él se ha criado. Además, dada su frondosa imaginación romántica y quimérica, tiende a sublimar y exaltar fuera de medida datos de una realidad; por caso, la arquitectura incaica, que declara superior al barroco iberoamericano. Tal desorbitación, como era lógico, lo lleva a adherir a un indigenismo rígidamente esquemático (él, el descendiente de dos virreyes hispanos). Lo raro, lo insólito, lo deslumbra, lo cautiva, hasta que se vuelve cotidiano (y entonces lo cansa, y lo abandona. El ejemplo más típico lo proporciona su matrimonio con la mestiza “chola” Hilda Gadea, que, tan rápido como se produjo, se disolvió). Seducción por un “exotismo alucinante”, seguido del hastío por lo conocido. Relata Castañeda: “Un texto del Che -intitulado ‘Angustia’- que permaneció inédito hasta 1992, da fe de la obsesión del muchacho, desde una temprana edad, con el tema del título. Lo redactó en plena navegación por el Caribe -escribiría diarios de viaje hasta el último de sus días- como enfermero de la marina mercante argentina: ‘Pero esta vez el mar es mi salvación, pasan las horas y los días; ella, la angustia, me muerde constantemente, invadió mi garganta, mi pecho, encoge mi estómago, me atenaza las entrañas. Ya no me gustan las auroras, no me interesa saber de qué cuadrante sopla el viento, no calculo la altura de las olas, se me aflojan los nervios, se me nubla vista, se agria el carácter’. Sus compañeras y novias captarán rápidamente su malestar, así como sus ansias por una vida de otro tipo. Como diría su amiga ‘Tita’ Infante, Ernesto ‘sabía que no podía encontrar allí (en la universidad) sino muy poco de lo que buscaba’. O en palabras de ‘Chichina’: ‘Yo creo que él me veía a mí como una persona que iba a ser un escollo en su vida. Como si yo fuera un impedimento para la vida que quería hacer: la vida de aventurero. Veía que él estaba como atrapado y él quería liberarse de esto quizá: ser 237

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

libre, irse, y yo debo haber sido un escollo en ese momento. No sé a dónde quería ir. Quería salir por el mundo, andar por el mundo, dar la vuelta’”. EG quería el “viaje sin retorno”, añade María del Carmen Ferreyra, “Chichina”. De ahí que le confesara a ésta, su novia: “Sé lo que te quiero y cuanto te quiero, pero no puedo sacrificar mi libertad interior por vos; es sacrificarme a mí y yo soy lo más importante que hay en el mundo, ya te lo he dicho”416. Esa arrogancia -“ligeramente presuntuoso”, dice Castañeda, bien que parece ser algo más que ligera- será la causa de la ruptura de su noviazgo, con una joven de su nivel social y cultural. Elegirá la aventura. Guevara inicia un largo recorrido: “balizado de principio a fin por la fascinación de la otredad: desde Malagueño hasta La Higuera vivirá una perpetua infatuación con lo ajeno y lo diferente... El noviazgo naufragaría en los arrecifes viajeros del Che; ocurriría más o menos lo mismo con sus dos matrimonios... ...el trópico (del viaje) desatará la misma fascinación que toda disimilitud le va a provocar siempre... El viaje le abre horizontes y confirma su gusto por lo exótico, y el hastío por lo conocido... El espejo de las alteridades nutría la vida del Che... se encandilaba con el trópico y el exotismo negro y mulato porque chocaba con su Buenos Aires no tan querido; escudriñaba y se envolvía en las vicisitudes del peor sufrimiento humano en los leprosarios, en contraste con la holgada existencia de la clase media universitaria en la Facultad de Medicina. Pero tanta búsqueda desenfrenada de la diferencia se tropezaría con la incapacidad de convivir con sentimientos encontrados y, pronto, la fuite en avant volvería por sus fueros”417.

Castañeda, Jorge G., op. cit., pp. 61, 62, 65. Castañeda, Jorge G., op. cit., pp. 66, 68, 69. Manuel Piñeiro Losada, muy disgustado con la interpretación de Jorge Castañeda, asevera que Guevara “no era un idealista... Nada que ver con aquellos que lo califican de aventurero”: 416 417

238

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Cuando los dos factores, fuga y alteridad, entren en conflicto, terminará venciendo el primero. Por eso no permanecerá nunca en un sitio o situación dada. Luego su destino estará en el movimiento. Es casi la encarnación de la dialéctica hegeliana. Concluye Castañeda: “Comienza así el ciclo de las rupturas y despedidas del Che Guevara. Su vida de entonces para adelante será una retahíla de desgarramientos afectivos, geográficos y políticos. Explican su perpetua huida hacia delante, iniciadas en las playas de Miramar y en las aulas de la facultad de Buenos Aires. Nuestro protagonista no sólo evade la contradicción; es una personalidad que busca su tragedia”418. Es una gran explicación. Que merecía ser reproducida íntegramente. Por su fineza intelectual, por su penetrante y aguda comprensión. Nada podemos añadir a lo dicho por Castañeda. Salvo lo que apuntáramos en el capítulo religioso. A lo mejor, esa huida hacia adelante, suponía también un desasosiego de conciencia, un malestar espiritual, que trascendía lo meramente psicológico. Pero, con esta o aquella explicación, el dato del escape ahí estaba registrado, con sus viajes y sus diarios.

5. VAGABUNDEO Los más recientes admiradores ( y admiradoras) de EG, que no son marxistas, se extasían ante el exotismo de las idas y venida de su héroe por los sitios más insólitos de Iberoamérica. Choele-Choel, Chuquicamata, el Cuzco, Machu Picchu, el Amazonas, el Lago Titicaca, Tiahuanaco, Chichen-Itzá, Amatitlán, Uxmal, Quirigua, Teotihuacán, Guayaquil, Guatemala, Temuco, Trinidad-Tobago, Tazumal, Palenque, Chichicortenango, Atitlán... Muchos de ellos dados a conocer con la película “Diarios de motocicleta”, producida por el veterano actor yanqui Robert Retford y dirigida por Walter Salles. En este sentido, EG constituye casi el ideal humano de las empresas de turismo: el viajero eterno (aunque éste viaje en tercera, al modo “Barbarroja, etc.”, cit., p. 44. Recordemos, simplemente, que el primero en dar ese calificativo fue el propio EG. 418 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 70.

239

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

mochilero o “gasolero”). Hombre joven a la aventura. El buen mozo argentino -con “su mirada en lontananza”419 que deambula por los más diversos paisajes y con los más diferentes medios de transporte o llanamente a pie, cargado de filantropía, de compasión, siempre pronto para auxiliar al prójimo necesitado. Un buen samaritano. En la Argentina, país poblado en gran parte por descendientes de inmigrantes, muchos de los cuales no terminan de arraigarse, y que no tienen muy en claro si deben permanecer en estas pobres tierras australes o buscar fortuna por otros lares boreales más opulentos, el nomadismo sentimental guevariano suena a gloria. Mientras el Guevara revolucionario va quedando medio en el olvido (o, lo que es lo mismo, reducido al “Che” de las banderolas de las raleadas formaciones castristas, o las camisetas y los tatuajes “grasas”, tipo Maradona o Mike Tyson420), éste más novel, del juvenil errante, adquiere renovado interés de día en día; especialmente, entre el público femenino de clase media. Será porque acá no hay belicismo, no hay sangre; a veces hay literatura interesante; otras, bromas mordaces con doble sentido, mechadas de ternura, sonrisas o sarcasmos; acompañadas de ingentes infusiones de mate y argentinismos varios. Desde luego que la figura real, con su apostura física y su simpatía innata, contribuyen grandemente a generar ese magnetismo. Guevara, dirá un enemigo suyo, era “extraordinariamente bien parecido”421. Pero, aquel dato es estilizado e idealizado. Así, 419 Rodríguez Elizondo, José, Crisis y renovación de las izquierdas. De la revolución cubana a Chiapas, pasando por “el caso chileno”, Santiago de Chile, Andrés Bello, 1995, p. 91. En esa página el ex comunista chileno describe cómo “las carencias teóricas” de la Izquierda, “se sublimaban mediante la emoción estética, gracias al espectacular ‘boom’ artístico revolucionario de la época”. Uno de esos elementos era la imagen mesiánica del Che, volcada “en un poster con su boina negra”. 420 “Grasa”: argentinismo, por grasiento y sucio: ordinario, de baja condición socio-cultural. Antes se ha hablado de “gasolero”, por aplicación a turismo barato, dado que el gasoil era un combustible menos caro que la gasolina o nafta. Luego se mencionan “bolche” y “progre”, apócopes de bolchevique (comunista) y progresista, respectivamente. Un caso típico de los seudo-socialistas que se tatúan la imagen del “Che” es el del futbolista Juan Sebastián Verón, acusado de haber comprado clandestinamente un “Hummer” millonario, propagandista del matrimonio socialista-millonario de los Kirchner. 421 Alfonso Manuel Rojo Roche (alias: “Manuel Rojo del Río” o “Che.50”), medio español, medio argentino, agente de la CIA infiltrado en las filas castristas de la Sierra Maestra, declaró ante una comisión parlamentaria norteamericana. Asimismo, sus conocimientos directos de la guerrilla castrista se tradujeron en

240

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

resulta que éste actual, es un Guevara que más se parece a su intérprete, el apuesto galán mejicano Gael García Bernal, que al barbudo de Sierra Maestra (de un escaso bigote a lo Cantinflas) o al feroz ejecutor de La Habana (al “Carnicero de La Cabaña”). Circulan efluvios de sentimentalismo latino. Se reitera, medio siglo después, el impacto seductorio de EG sobre la platea femenina422. Como antes se había intentado, aunque con escaso éxito, convertirlo en un Romeo de una Julieta guerrillera (“Tania”)423. Guevara ha dejado de un informe muy completo sobre Guevara. Dicho informe, registrado con el código 00-B 3.098.099, “Information Report: Biographic & Personality Information Concerning “Che” (Ernesto Guevara) Henchman of Fidel Castro”, ha sido publicado por el periodista castrista Rogelio García Lupo. Rojo Roche, espía, era contrario a Guevara. Empero, dado que su descripción se encuadra en un informe de inteligencia, guarda cierto rigor analítico. Por ahí, de tanto en tanto, aflora la inquina que guarda hacia EG. Por ejemplo, al calificarlo constantemente como “el Cantinflas de Cuba”, o anotar que su opinión de él es “bastante triste; es el prototipo del argentino que no sirve para nada y que sólo vive de sus ardides y de su gorra”: op. cit., p. 116. No obstante, el mismo informante apunta que el “Che” “sonríe y ríe fácilmente... y posee una personalidad atractiva y exuberante. Parece ser... una figura romántica en su propia mente”: op. cit., p. 129. Y proporciona esta pintura del personaje que suena a bastante exacta: “Che” tiene entre 25 y 30 años de edad... Mide alrededor de cinco pies y nueve pulgadas (1,75 m.) y pesa unas 160 libras (72,5 k.) es de contextura robusta y parece más bien fuerte que delgado y musculoso. Tiene cabello castaño y bigote y barba también castaños... Tiene un rostro más bien cuadrado, nariz recta, tez morena aceitunada y ojos castaño oscuro. Es decididamente de ascendencia hispana y no tiene mezcla alguna de negro. En resumen, es un “latino” y no un mulato. Por otra parte está muy orgulloso de sus antecedentes “latinos”... no usa anteojos... y no tiene modales particularmente sobresalientes, con la posible excepción de su exuberancia y su disposición a reírse. Ríe con facilidad y es extraordinariamente bien parecido”: op. cit., pp. 126-127. 422 “Mujeres no le faltaban, tenía mucho éxito. A pesar de no ser alto, tenía buena planta, eras buenmozón de cara, jugaba bien al fútbol, era un buen nadador, andaba perfectamente a caballo, había leído mucho y se acordaba algunos versos de memoria para endulzar a las chicas. Era un Guevara de la Serna, algo que ayudaba mucho en el círculo donde nos movíamos. O sea, que Ernesto jugó en primera división, destacado”: Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., pp.73-74. 423 “Benigno”, es decir, el guerrillero Dariel Alarcón Ramírez, afirma que “Tania” tenía relaciones sexuales con Guevara; pero, acto seguido indica que también las tenía con Ulises Estrada, con “Alejandro” (Gustavo Machín Hoed de Beche), con “Braulio” (Israel Reyes Zayas), con “Antonio” (Orlando Pantoja), con “Papi” (José María Martínez Tamayo), y hasta con el hijo del Grl. Alfredo Ovando Candia y el propio Presidente Grl. René Barrientos Ortuño. Agrega que por la autopsia que le fue practicada después de su muerte en el Vado de Yeso (en realidad, Puerto Mauricio), “se pudo ver que estaba en el tercer mes

241

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

ser una persona de carne y hueso, para convertirse en una imagen, en un icono, o, menos, en un “poster”. En lugar de ser un exclusivo patrimonio político del revolucionarismo “bolche”, Guevara ha pasado a los dominios del esnobismo cultural “progre”, o del turismo-aventura424. Es el nuevo icono, que describe Edgar Cosarinsky: de embarazo; saber de quién es imposible si ella tenía relaciones con varios hombres a la vez”: op. cit., p. 147. En todo caso, de ser ciertas las noticias de “Benigno”, no parece que una fulana como la que él presenta merezca el título que le adjudica de “una mujer llena de gloria”. Por el contrario, la versión de Daniel James, considera a “Tania” miembro de “un grupo disoluto” de La Paz, integrado, entre otras por la alemana Anita Heinrich, y al cual pertenecía el Ministro del Interior de Bolivia Antonio Arguedas y el “Chato” Antonio Peredo Leigue: op. cit., pp. 266-267. En suma, que “Tania” sería todo lo marxista que se quiera, pero también era una mujer promiscua y relajada, y, por ello, poco de fiar en materia política. Tal imagen de la guerrillera ha sido impugnada por su madre Nadia Bider, quien accionó contra el libro del escritor uruguayo José Antonio Friedl Zapata, por mencionar actividades lúbricas de su hija, de las que no habría pruebas suficientes. Apoyados en esa circunstancia, el cubano Mariano Rodríguez Herrera y el mexicano castrista Paco Ignacio Taibo II han salido al quite, pregonando la honestidad de “Tania” (en “pareja” en Cuba, casada en Bolivia con un ingeniero de Sucre, divorciada). Rodríguez Herrera la llama personaje de “una novela de aventuras y amor” (op. cit., p. 27). Quiere creer que la estrecha relación entre “Papi” y “Tania”, muy visible para cualquiera, era como la de “hermanos” (op. cit., p. 100). No obstante cuenta casos en que “Tania” estuvo “enamorando” a diversos sujetos bolivianos (op. cit., pp. 76/78). En realidad, se trata de un debate irrelevante, fuera “Tania” una casta Susana o no, surgido de aquella versión semi-romántica de teleteatro, con un Romeo y una Julieta marxistas. Pura mitología. Por lo demás, y esto nos parece fuera de discusión, “Tania” era fea. Con sus “rasgos severos y en ocasiones masculinos”, el Che no reencontró en ella “los encantos de las ‘minas’ argentinas”: Rodríguez Herrera, Mariano, op. cit., p. 97. 424 La Agencia Córdoba Turismo “presentó ayer en forma oficial las Rutas del Che”... La idea fue presentada en la Expo Turismo de Invierno y surge de la necesidad de posicionar a nuestro país dentro del mercado internacional de cicloturismo, por lo que la recreación de los viajes del Che Guevara en su bicimoto por distintos puntos de la Argentina son la excusa perfecta”: Los Andes, Mza., 15 de mayo del 2007, A-16. El “Che”, coartada mercadista, de la globalidad, “merchadinsing”... Por lo demás, la idea turística ya la adelantó el canal norteamericano de televisión “National Geographic”, con su obra “Los caminos del Che. Un diario en Motocicleta”, interpretado por Beatriz y Gustavo, quienes, acompañados por la cámara, recorren los mismos lugares que Guevara y Granado. Apostamos que no van a ser los últimos que aprovechen este “boom” excursionista. En cambio, sobre el mismo tema existe una obra crítica de un estadounidense serio. Es el recomendable libro de: Symmes, Patrick, Chasing Che. A Motorcycle Journey in Search of the Guevara Legend, New

242

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“el póster ha reaparecido en todas sus manifestaciones. Según la sensibilidad de quien lo mire, allí está la sonrisa noble o ‘compradora’, el cigarro petulante o viril, los parches de barba recuperados por la moda, sobre todo la mirada siempre fija en el horizonte lejano de la utopía, más allá de las contradicciones pragmáticas, de las vidas de los individuos que deben realizarla. Y también la imagen del líder muerto... Sí, el póster ha reaparecido entre las computadoras, los ‘walkmen’ y los ‘fax’, el ‘E-mail’ y toda la panoplia de la comunicación en esta sociedad de consumo que el Che luchó para impedir. Ninguno de los jóvenes que fija con chinches ese póster a la pared de su cuarto sueña con una cultura dirigida, con una economía basada en el trueque, con una sociedad donde el pasaporte sea un privilegio otorgado discrecionalmente por el poder político y la libre circulación de las ideas implique riesgo de cárcel... Si el póster aún puede conmovernos un instante es porque nunca conoceremos a Ernesto Guevara... ni como apóstol de un espejismo ni como niño mimado ávido de riesgo, cuyo ejemplo arrastró a más de una generación a la derrota, a la tortura y a la muerte”425. Sin embargo, hay que registrar que ciertos guevarianos recalcitrantes también han advertido, y, por consiguiente, rechazado, ese fenómeno de impostación idealista del joven Guevara. Por ejemplo, José Pablo Feinmann escribía a propósito de los torneos oratorios del trigésimo aniversario del fusilamiento de Vallegrande: “En principio, ha quedado atrás, por fortuna, el año 1997; se acabó la celebración a-crítica de Guevara. Era una de las York, Vintage, 1999. Por otra parte, Aleida Guevara March se ha quejado por las imágenes de su padre que un diseñador imprimió en una bikini. También las tiendas Target, de Estados Unidos, pusieron su imagen en un estuche para discos compactos. Empero, “uno detecta cierto agotamiento en todo esto”: Lacel, Marc, “Mientras el Che vende hasta bikinis, sus hijos buscan preservar al revolucionario”, en: Los Andes, Mza., 28 octubre 2007, A24. O sea, que el capitalismo lo ha derrotado transformándolo en un objeto de consumo. 425 Cosarinsky, Edgar, “Meditaciones sobre el póster del Che”, en: La Nación, Bs. As., 2 de junio de 1997, p. 25. Cosarinsky, que integró las formaciones guevaristas, se exilió y radicó en Francia.

243

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

formas de injuriarlo... Se estuvo a punto de transformarlo en el Principito de la Izquierda. Un Principito urdido por un Saint-Exupéry celebratorio, deslumbrado y algo bobo. Ahora hay que entregarlo al universo de la problematicidad. De la crítica”426. Habían convertido a EG -añade- en “un loco soñador”, en “un romántico pintoresco”. A pesar del enojo de Feinmann, las cosas siguen así; y cada vez más. En este punto también se ha formulado una interpretación más abarcadora y genérica. Quien la ha propuesto es el jefe de redacción de la revista “Noticias”, de la Argentina, Gustavo González. La siguiente es la síntesis de su formulación, comenzando por su tesis: “Parece extraño, pero no lo es. Guevara pasó de ser un mito de la modernidad a uno de la posmodernidad”. Indica que la posmodernidad, según Gilles Lipovetsky, ha modificado el carácter de sus héroes. En verdad no se exalta lo épico, sino “la cultura higiénica y deportiva, estética y dietética”. Los nuevos mitos vienen en envase verde “light”. Se desvanecen, pierden calorías. Así con el “neo-Che”: “El neo Guevara es la expresión más extrema de esta necesidad, porque conserva poco más que la marca, la boina y la foto hipnótica de Alberto Korda. Así pasó de marginal extremista a ícono pop. De la selva a la remerita. Del fusil al símbolo de paz. Con una curiosidad adicional: San Ernesto 426 Feinmann, José Pablo, La sangre derramada. Ensayo sobre la violencia política, 3ª.ed., Bs. As., Ariel, 2006, p. 57. Otro que se disgusta con la idealización de Guevara es el castrista Germán Sánchez Otero. Señala que el mito guevariano “tergiversado y manipulado puede ser también, sin embargo, tan disolvente del verdadero Che y tan peligroso como el otro (burgués)”. “Desarraigado de sus circunstancias y motivaciones de lucha históricas -añade-, el héroe se transfigura en una entelequia, un superhombre, noble, bueno, aventurero, una efigie que no molesta al sistema dominante. También con el Che se aplicó esa técnica. Su rostro estampado sobre algunas prendas de vestir, puede entonces exhibirse junto a otras ropas lujosas en cualquier establecimiento comercial. Ese extremo supera al mito, convirtiéndose en una mistificación de su imagen”: op. cit., pp. 17, 18-19. No obstante, su esfuerzo “desmitificador” da un giro completo. Lo hago, dice, “sin temor a contribuir a su inevitable remitificación desde la óptica sublime” del marxismo: op. cit., pp. 8-9. O sea que los males de la mitificación se curan con más mitificación. Mitificación al cubo.

244

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Guevara no perdió los devotos que lo seguían cuando era otro, simplemente sumó a los nuevos. El marketing hace este tipo de milagros. Y el Alzheimer social hace el resto”. Este es el “guevarismo cibernético”, que transforma al guerrillero en un ente “políticamente correcto del héroe romántico”, conforme a “la ley de protección del argentino medio bienpensante”, que ha convertido a Guevara “en un héroe multitarget”, en “una caricatura de sí mismo”, en un “icono cool”. Y concluye González trazando la semblanza de los sujetos que han contribuido a la desfiguración del Che: “Es curioso que muchos de quienes lo admiran digan ser pacifistas y afirmen que él lo era. Y es más curioso que algunos que llevan tatuada su cara en el brazo, por lo único que estuvieron a punto de dar la vida fue por una línea de cocaína, un desvío burgués que el Che no hubiera dudado en castigar con la muerte”427. Prosigamos con el estudio de esta faceta que ha alcanzado la biografía de nuestro personaje. Por otra parte, se trata, sin dudas, de un Guevara seductor. Y tanto, que una de las primeras damas que ha sucumbido a ese encanto ha sido su propia hija, la doctora Aleida Guevara March (apodada por EG “Aliosha”, al modo ruso). Dice deliciosamente ella: “Hubo momentos que literalmente hablando despojé a Granado de su lugar en la moto y me apreté con fuerza a la espalda de papi... Si tengo que ser sincera, debo decir que al leer me fui enamorando del muchacho que mi padre había sido”428. Bien. No neguemos el interés literario que estas piezas puedan tener. Lo tienen sin duda alguna. Lo que no es posible concederles es un carácter revolucionario o pre-guerrillero, o, tan siquiera, de catarGonzález, Gustavo, “La historia completa, etc.”, cit., pp. 80, 83, 84. Ilustra su nota con las fotos de Maradona, Tyson, Verón y la modelo Gisele Bündchen en bikini con la cara de Guevara estampada en la tela de su ropa. 428 Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., p. 9. Esta obra ha sido publicada con diversos títulos. Así: Mi primer gran viaje: de la Argentina a Venezuela en motocicleta, Barcelona, Seix Barral, 1994; Notas de viaje (tomado de su archivo personal), La Habana-Madrid, Abril-Sodepaz, 1992. 427

245

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

sis o cambio de mentalidad en el diarista-viajero. Todos los biógrafos marxistas han hecho hincapié en señalar la transformación profunda que los periplos le habrían producido. A tal efecto, se apoyan en un texto del propio Guevara. El citado reiteradamente es el que corresponde a “Diarios de Motocicleta”, en la parte donde dice: “El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina, el que las ordena y pule, yo, no soy yo, por lo menos no soy el mismo yo interior. Ese vagar sin rumbo por nuestra ‘Mayúscula América’ me ha cambiado más de lo que creí... la variación de nuestra manera de vivir, de los nuevos horizontes buscados, libres de las trabas de la ‘civilización’”429. Interesante. Sin embargo, conviene leer este otro texto, producido después de su primer viaje en bicicleta por la Argentina, en 1950, en el que dice: “Me doy cuenta entonces que ha madurado en mí, algo que hacía tiempo crecía dentro del bullicio ciudadano: el odio a la civilización, la burda imagen de gentes moviéndose como locos al compás de ese ruido tremendo, se me ocurre como antítesis odiosa de la paz”430. ¿Cambio, maduración, o es el mismo joven lector de Joseph Conrad o Jack London, que siempre vive en el torbellino del movimiento, huyendo de la sociedad hacia los desiertos ignotos o las selvas oscuras? En realidad, paradojalmente, lo único permanente en él es la búsqueda del cambio431. Está en su naturaleza de aventurero, que empieza a tomar cuerpo y desarrollarse al alcanzar la juventud. La 429 Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., pp. 31, 65. No dan con otra frase que confirme la tesis de los prolegómenos. 430 Guevara Lynch, Ernesto, “Mi hijo el Che, etc.”, cit., p. 267. 431 Antes que doctrinariamente, por la dialéctica de Hegel, Guevara, existencialmente apoya la noción del movimiento continuo. No hemos hallado referencias en sus escritos al cauce fluyente de Heráclito -“no nos bañamos nunca en el mismo río”-; pero nos atreveríamos a apostar que compartía la visión del Oscuro de Éfeso. Claro que aquellas aguas que siempre corrían, accidente cambiante dirá Aristóteles, se imbrican en un nosotros (“nos”, sujeto) y en un “río”, substancias permanentes. Permanencia y cambio, respuesta clásica a los sofistas del devenirismo (Heráclito-Hegel-Marx) y esencialismo (Parménides).

246

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

aventura madura con su edad. De niño y adolescente se había comportado como un aristocrático “enfant terrible”, chico malcriado. Al llegar a la juventud, primará el aventurero, con un irrefrenable deseo de conocer otros lugares, gentes y civilizaciones. A la par, primero soterrada y después explícita, crecerá su vocación comunista. Así se redondeará su exótica personalidad compleja, mezcla de aristócrata, de aventurero y de comunista. Por lo pronto, examinemos este estadio de su evolución caracteriológica. En los “Diarios de Motocicleta” escribirá: “Allí... comprendimos que nuestra vocación, nuestra verdadera vocación era andar eternamente por los caminos y mares del mundo. Siempre curiosos; mirando todo lo que aparece ante nuestra vista. Olfateando todos los rincones, pero siempre tenues, sin clavar nuestras raíces en tierra alguna, ni quedarnos a averiguar el sustratum de algo; la periferia nos basta”432. Se trata de un texto subrayado en la misma edición del “Diario”. Se supone que es por su centralidad. En efecto: allí queda definido como vagabundo existencial, como aventurero básico. Asimismo, a la hora de asentar una explicación sobre los motivos de ese viaje, expone: “También tenía algunas desazones, debidas, más que nada, a mi espíritu soñador; estaba harto de la Facultad de Medicina, de hospitales y de exámenes. Por los caminos del ensueño llegamos a remotos países...”433. Al andar por los senderos patagónicos, anotará: “Parecía que respirábamos más libremente un aire más liviano que venía de allá, de la aventura. Países remotos, hechos heroicos, mujeres bonitas, pasaban en círculo por nuestra imaginación turbulenta; y por ojos cansados que se negaban, no obstante, al sueño, un par de puntos verdes que sintetizaban un mundo muerto se reían de mi pretendida liberación, aco432 433

Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., p. 38. Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., p. 53.

247

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

plando la imagen a que pertenecieran a mi vuelo fabuloso por los mares y tierras de este mundo”434. Es el forcejeo entre el amor a su novia y el ansia de aventuras, en la que primará la segunda. Es la busca de nuevos paisajes, como los restos de Machu Picchu, que extasían “al soñador que vaga porque sí entre sus ruinas”435. Creemos haber anotado suficientes pruebas de su nomadismo. Guevara, que ha leído con deleite a Arthur Rimbaud, puede suscribir el plan del gran poeta francés: “Iré lejos, muy lejos, como un gitano”. Y que no se intente injertar en este andar errante un propósito social que ya se encaminaría a la Sierra Maestra, a la Fortaleza de La Cabaña, o al Banco Central de Cuba436. De momento, frente a las sociedades o etnias exóticas es un hombre “curioso, mirando todo lo que aparece ante nuestra vista”. Como una mezcla de antropólogo, arquéologo, sociólogo y entomólogo437. No como un socialista. Incluso, cuando en México se engancha en la empresa revolucionaria cubana, declara que lo ligaba a Fidel Castro era: “un lazo de romántica simpatía aventurera”438. La pasión aventurera permanecerá siempre junto a él. Sus prosélitos, que forman legión, han querido revestir sus primeros paseos con pintura filantrópica. En realidad, a veces, lo que

Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., p. 63. Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., p. 159. 436 Vgr. en: Gálvez Rodríguez, William, Viajes y aventuras del joven Ernesto. Ruta del guerrillero, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2002. En este sentido resultan muy exactos estos conceptos de Jorge G. Castañeda:“Pero la leyenda de politización y compromiso militante constituida en diversas biografías y relatos de la juventud del Che a consecuencia de este viaje desafortunadamente no cuadra con sus apuntes. La poderosa atracción de la otredad es innegable, pero no pasa de eso”: op. cit., p. 83. 437 “Llegué a pensar que su profesión iba a ser la arqueología”, expone “Calica” Ferrer: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 87. 438 Guevara, Ernesto Che, “Pasajes de la guerra revolucionaria”, en: Obras 1957-1967, La Habana, Casa de las Américas, 1977, t° 1, p. 193. 434 435

248

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

mira lo mueve a compasión; otras, no tanto. Anotemos algunas de tales observaciones. Baños: “Los baños muy sucios. La conciencia sanitaria de la nación es escasa. Existe en Chile (después lo vi en toda América prácticamente), la costumbre de no tirar los papeles higiénicos usados a la letrina, sino afuera, en el suelo o en cajones puestos para eso”. Indios: “la grey hedionda y piojosa... nos lanzaba un tufo potente pero calentito”. “En este tipo de trenes hay una tercera clase destinada a los indios de la región; el vagón de que se valen es uno simple de transportar ganado de la Argentina, solo que es mucho más agradable el olor a excremento de vaca que el de su similar humano, y el concepto, un tanto animal, que del pudor y la higiene tienen los indígenas hace que estos hagan sus necesidades (sin consideración de sexos o edades) al lado del camino, se limpien con las polleras las mujeres y con nada los hombres y sigan como si tal cosa. Las combinaciones de las indias con criaturitas son verdaderos almacenes de sustancias excrementicias, producto de la limpieza que sobre el chico ejercen cada vez que este mueve el vientre”. Negros: “Los negros... que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño”. Judíos: “El alcalde, un tal Cohen, de quien nos habían dicho que era judío pero buen tipo; que era judío no cabía duda, lo problemático es que fuera buen tipo”. Homosexuales: “Por la noche hubo una fiesta familiar que trajo como consecuencia una seria pelea con el señor Lezama Beltrán, espíritu aniñado e introvertido que probablemente fuera invertido 249

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

también... le dieron una paliza extra. El episodio nos dolía algo porque el pobre hombre, fuera de ser un pervertido sexual y un latero de primera, se portó bien con nosotros”439. Quien quiera atribuir al joven Guevara anti-racismo o cosas por el estilo, tendrá que despejar primero las incógnitas que suponen esos textos, u otros parecidos440. 439 Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., pp. 128, 137, 167, 203, 217, 223. Sobre el texto de los negros, dice Jorge G. Castañeda que “no podríamos más que calificar de racista”: op. cit., p. 81. 440 “Nos causaba gracia ver cómo (las indias) hacían sus necesidades en la calle sin ningún pudor. Las indias, que no usaban ropa interior, simplemente se agachaban, hacían lo suyo y seguían su camino dejando donde cayera el producto humeante de sus intestinos”: Ferrer, Carlos “Calica”, De Ernesto al Che. El segundo y último viaje de Guevara por Latinoamérica, Bs. As., Marea, 2006, p. 89. También, en Bolivia, en el pueblo de Copacabana, “entre risas y puteadas”, observaron cómo dos indios changadores se caían con el peso de la carga de su equipaje. “El Che de años más tarde, no hubiese encontrado motivos de burla, sino de compasión”, arguye Pacho O’Donnell: op. cit., pp. 94-95. Con referencia a los indígenas campesinos, que desfilaban por la boliviana ciudad de La Paz, la describe como “una manifestación pintoresca, pero no viril. El paso cansino y la falta de entusiasmo de todos le quitaba fuerza y vitalidad”: Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 57. A pesar de su obvia admiración por el mundo aborigen, no se halla en Guevara ningún aporte profundo al conocimiento de ese tema. En general, se maneja con la teoría del comunista peruano José Carlos Mariátegui acerca de la identificación entre los problemas indígenas y las luchas de los campesinos por la tenencia de la tierra. Ignora, desde luego, las hondas explicaciones sobre el mestizaje americano, que se encuentran en el también peruano José de la Riva Agüero, en el nicaragüense Julio Ycaza Tigerino o en el chileno Osvaldo Lira. Y, en última instancia, verificará, a su coste, que no ha logrado penetrar en el espíritu indígena aymará, cuando su campaña de Bolivia de 1967. De ahí que en su “Diario” de entonces, escriba en abril: “ El aislamiento sigue siendo total... La base campesina sigue sin desarrollarse; aunque parece que mediante el terror planificado lograremos la neutralidad de los más, el apoyo vendrá después. No se ha producido una sola incorporación”. Más adelante, en setiembre reconocerá: “La masa campesina no nos ayuda en nada y se convierten en delatores”: Guevara, Ernesto “Che”, “El diario del Che en Bolivia”, en: “Obras Completas”, cit., pp. 616, 691. Encoméndándose a los manes de Robespierre, Saint-Just, Félix Dzerzhinsky, Yagoda, Yezhov y Beria, solucionaría el problema indígena. La conclusión a tal disparate la asienta Jorge G. Castañeda cuando sostiene que: “El verdadero drama del Che (en Bolivia) afectaba otro resorte: los habitantes de la región por la que deambuló sin rumbo durante esos meses nunca lo apoyaron, jamás le dieron la bienvenida, nunca comprendieron el sentido de su gesta. Ni un solo campesino se unió a la guerrilla”: op. cit., p. 455. El jefe de la guerrilla había registrado ya su dolor ante lo que consideraba “un factor clave aún sin resolver”. Era la falta de respaldo popular en la región..., marchaba ya hacia ese lugar el “Regimiento Barrien-

250

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

En suma, frente a temas tan urticantes para él, como el del indigenismo, se declarará un “observador neutral”441. Apreciación de esa época que, al transcurrir de los años, se tornará más acuciante. Así, en su campaña de Bolivia, en 1967, dirá de los indígenas que son “tan impenetrables como piedras”. Y: “En algún apunte llegará a describirlos como ‘animales’”442. tos Ortuño”, integrado por seiscientos campesinos movilizados por el ejército”: Gambini, Hugo, op. cit., pp. 313, 314. “El hecho frío -apunta Daniel James- es que durante los doce largos meses que el Che pasó en el sureste rural de Bolivia no pudo reclutar un solo campesino”: op. cit., p. 359. Por otra parte, testimonia “Benigno”: “todo ese campesinado adoraba a Barrientos”: op. cit., p. 160. Guevara, al equiparar guajiros cubanos con aymaraes bolivianos, fracasó en la generalización campesinista utópica, que él había divulgado en “La guerra de guerrillas: un método” (1960). Entre otras cosas, porque los campesinos de Camiri eran chiriguanos que hablaban guaraní y no quechua. En otro orden digamos, aunque sea un dato de valor pretérito, que existió una polémica sobre ese diario boliviano. Enviado a Castro por el Ministro de Gobernación y Justicia de Bolivia, Antonio Arguedas Mendieta (agente doble, quien, además de la CIA, pertenecía a la red tejida por “Tania” en La Paz), hubo impugnaciones diversas. De ahí que en las primeras ediciones se hiciera constar que: “El Gobierno boliviano al tiempo que reconoce acreditada (la veracidad)... niega que los Coroneles Ayaroa o Selich o el Capitán Prado hubieran ordenado la ejecución”: El diario del Che en Bolivia, Bs. As., Siglo XXI, p. 287. Antes: La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1968. Algo análogo a lo acontecido con los indígenas bolivianos fue lo que le sucedió con los negros del Congo-Leopoldville (Zaire). “Guevara no comprende el Continente negro”, observa Pierre Kalfon, op. cit., p. 480. Antes de empezar dicha empresa, Gamal Abdel Nasser, el “Ráis” egipcio, le había observado: “-¿Quiere usted parecerse a Tarzán, un hombre blanco que protege y conduce a los negros?”. Luego, el guerrillero Alexis Selemani, declaró: “Para nosotros, luchar por nuestra libertad era luchar contra los blancos y el Che era un blanco”. Y, por otra parte, algunos “politólogos, sobre todo africanos, sugieren que la implicación de Guevara en la compleja beligerancia de la región, fue motivo de atraso y no de ayuda a las fuerzas antiimperialistas”: O’Donnell, Pacho, op. cit., pp. 341, 366, 382. Una buena síntesis de la empresa congoleña de Guevara la proporcionó el Comandante cubano Emilio Aragonés, al decir: “ Nosotros no entendíamos qué cojones estaba haciendo allí”: Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 580. Tampoco los africanos lo entendieron. EG de estos no tenía buena opinión. El soldado congolés es: “indisciplinado, haragán, sin espíritu de lucha ni de sacrificio”. Negatividad que hace extensiva a los cubanos negros. “Nuestra población negra -expone- era la más explotada y discriminada de la población... Como consecuencia muy poca de nuestras figuras militares principales o de los cuadros intermedios con preparación seria eran negros”. Ergo...: Guevara, Ernesto Che, “Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo”, cit., pp. 64-65. 441 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 113. 442 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 469. Cfr. Geyer, Georgie Anne, p. 271.

251

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Y, en orden a la conquista española, asentará en una carta de diciembre de 1959: “Alguna vez quería haber sido soldado de Pizarro”443. De Pizarro, no de Atahualpa. Su camarada del 26 de Julio, Miguel Ángel Sánchez, cuenta que Guevara se refería de mala manera a Juan Almeyda Bosque, tildándolo de “negrito”; y añade que despreciaba a la “indiada analfabeta de México”444. En el único plano donde apunta una veta ideológica de futuro desenvolvimiento es el del antiyanquismo. Así, alaba en Caracas su edificación hispana, con: “su espíritu impermeable al mecanismo del Norte y reciamente fincado en su retrógrada condición semipastoril del tiempo de la colonia”445. En cambio, evocaba los veinte días pasados en Miami, como “los más duros y amargos de mi vida”. Pero ya sabemos que desde niño tenía escasa predilección por los Estados Unidos. Por fin, en materia política hay en ese “Diario” una nota bien curiosa. Dice textualmente de esta forma: “En Mar del Plata habíamos visitado un médico amigo de Alberto (Granado) que se había afiliado al partido con todo el cortejo de consecuencias; este otro permanecía fiel al suyo -el radical-, y sin embargo estábamos tan lejanos de uno como de otro. El radicalismo, que para mí nunca había teGonzález, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 210. Instituto, cit. 445 Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., p. 205. Volcado a la otredad, todo lo proveniente de la cultura hispano-criolla le pasa desapercibido. No hay la menor referencia de su parte de querer conocer la ciudad de Salta, cuando pasó por ella, en la Argentina, o Puebla, Guanajuato, el centro histórico de Guadalajara y Morelia, Aguascalientes, Zacatecas, San Miguel de Allende o Pázcuaro, por ejemplo, en México; Antigua, de Guatemala, o Cartagena de Indias en Colombia, o San Juan de Puerto Rico, o Quito, en Ecuador; sitios donde reluce aún la belleza de la arquitectura barroca americana. En este punto, aunque por razones diversas, se comporta como los turistas yanquis o franceses, que detestan todo lo hispánico y, por consiguiente, se enternecen sólo con las ruinas pre-colombinas. 443 444

252

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

nido importancia como posición política, perdía toda significación para Alberto que en un tiempo fue amigo de algunas figuras a quienes respetaba”446. Partido, a secas, exclusivo, en singular, era propiamente el Partido Comunista de la Argentina. Los otros, entre ellos el Radical, no interesaban. Pero, y esto es significativo, el afiliado a “el Partido” era Alberto Granado; no Guevara. Ernesto se limitaba a apuntar que esa afiliación conllevaba “todo el cortejo de consecuencias” que, evidentemente, él no estaba dispuesto a asumir y, más aún, se hallaba muy “lejano” de esa posibilidad. Dato digno de ser registrado, aunque sus biógrafos lo pasen por alto. También cuando el posterior viaje terrestre hispanoamericano, habrá alguna mínima nota ideológica. En 1953, apunta “Calica” Ferrer: “Ernesto no era todavía marxista, sí tenía ideas socialistas”. Por lo cual, las medidas revolucionarias bolivianas: “Para dos jóvenes simpatizantes del socialismo como nosotros, era música para nuestros oídos”447. Ya abundaremos en adelante un poco más sobre esto. En otro orden, no nos detendremos en narrar las peripecias geográficas de cada uno de estos viajes. Ellas están contadas con sus detalles más insignificantes en las numerosas y divulgadas biografías y películas448. Sólo insistiremos en que hay que correlacionar

Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., pp. 61-62. Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., pp. 66, 59. No obstante, en la frontera con el Perú le secuestraron el libro “El hombre en la Unión Soviética”, una típica obra de propaganda stalinista: op. cit., p. 127. 448 En una década anterior, abundaron las biografías. Ahora, imperan las películas cinematográficas. Desde que Guevara ha dejado de ser la persona que fue, para convertirse en una imagen estereotipada, los filmes y los posters son los más indicados para reflejar esa realidad “virtual”. De ahí que, además de la ya citada “Diarios de motocicleta”, de Walter Salles (2004, con Gael García Bernal), se hayan estrenado las cintas: “Che”, de Richard Fleischer (1969, con Omar Sharif y Jack Palance), otra “Che”, de Steven Soderbergh (2007, con Benicio del Toro, como intérprete), “Los últimos días del Che en Bolivia”, de Paolo Heusch (1968, con Paco Rabal), “Che Guevara”, de Josh Evans (2005, con Eduardo Noriega), “Evita”, de Alan Parker (1996, con Antonio Banderas), entre otras que recordemos. Ni qué decir que todas ellas responden a la más estricta mitología. 446 447

253

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

esas andanzas449. Y que el signo de todas ellas, es el que Rimbaud registrara: “Iré lejos, muy lejos, como un gitano”.

6. LOS

PIOJOS Y EL DDT

Algo hay en el pasaje boliviano que, para nosotros, no termina de encajar. Expliquémonos. En el laberinto guevariano hay -como lo expresa el mismo EG“dos yo que se me pelean adentro, el socialudo y el viajero”450. El “socialudo”, en realidad, desde que le prendió la vacuna roja española, era “comunardo”, comunistoide, o, más bien, sovietófilo devoto de Stalin. Otra vez, el propio EG nos lo explica: “Tarde o temprano entraré en el Partido... Lo que me impide hacerlo es que tengo unas ganas de viajar por Europa y no podría hacerlo sometido a una disciplina de hierro”451. Claro, el Partido no lo iba a recibir para que se mandara mudar a París, vagabundeando por donde le viniera en gana; como al tío “Policho” el PCA no le había dado el carnet para que escribiera a favor del surrealismo. Una experiencia familiar, por otra parte, muy presente.

449 Por ejemplo, muchos biógrafos describen su conducta en el leprosario amazónico de San Pablo como propio de una osadía más de su carácter o un desafío a médicos y monjas enfermeras, al tocar a los enfermos sin guantes. Pues, estos exégetas debieran saber que en su primer viaje, en la bicicleta a motor, EG pasó por el leprosario cordobés de San Francisco del Chañar, donde estaba empleado de bioquímico Alberto Granado. Fue éste quien le enseñó ha prescindir de los guantes, “porque la lepra puede adquirirla únicamente aquel que suda negativo, posibilidad de una en mil”: López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 193. Luego, ninguna compasión temeraria. 450 Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 51. 451 Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 80; carta a Celia de la Serna, de noviembre de 1954. En otra versión dice: “impulso fantástico de pasear”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 180. Porque “Europa tira”: Ernesto Guevara a “Chichina” Ferreyra, 1 de febrero de 1951, en: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 65.

254

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Es el aventurerismo anárquico el que impide la afloración y consumación del comunismo latente. Su caso fue, también, muy similar al de su madre, quien no se afilió al Partido Comunista por motivos disciplinarios452. No se crea que el execrable stalinismo del PCA es el que limita su decisión (como tampoco lo fue en el caso de Córdova Iturburu). No, nada de eso. Nueve meses después de la muerte del sanguinario tirano soviético, EG le escribe a su tía Beatriz: “He jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta ver aniquilados estos pulpos capitalistas (de la United Fruit). En Guatemala me perfeccionaré y conseguiré lo que necesito para ser un auténtico revolucionario”453. Al describir la personalidad de un guatemalteco, asilado con él en la Embajada argentina, señalará que es lo suficientemente inteligente como: “para darse cuenta de que el único camino ideal para la clase obrera es el comunismo”454. Y parte de este conflicto interior se va a manifestar en Bolivia en 1953, aumentándose el año siguiente en Guatemala. Hasta donde puede verse, el afán de aventura lo inclina hacia Venezuela, donde lo espera Alberto Granado. Pero el marxismo lo tironea hacia Guatemala. Y en esa pugna, gana el segundo factor. La incógnita que acá se presenta es: ¿cómo Bolivia, por obra del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), que había eliminado el Ejército tradicional, había hecho la Reforma Agraria en beneficio de los campesinos indígenas, había nacionalizado las mi452 “Aunque algunos sectores del Partido Comunista hubieran visto con sumo placer que se afiliara o al menos se mostrara como decidida simpatizante, Celia no se sentía capaz de soportar la severa disciplina, que habrá de conocer duramente mientras estuvo presa con las compañeras comunistas”: Constela, julia, op. cit., p. 200. 453 Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 29. Carta a Beatriz Guevara Lynch, del 10 de diciembre de 1953. Habrá, sin duda, algo de la sorna que usaba EG en la correspondencia con su tía, con vistas a escandalizarla. Pero, también, una fresca y hasta ingenua confesión ideológica. 454 Anderson, Jon Lee, op. cit., p.171.

255

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

nas de estaño que antes estaban en poder de “la Rosca”, de Patiño, Aramayo y Hochsild, y otras medidas revolucionarias, no le agradó, al punto de permanecer allí poco más de un mes...? La respuesta argumentada por todos sus biógrafos es francamente pueril: porque en la antesala del Ministro de Asuntos Agrarios Ñuflo de Chávez, vio cómo desinfectaban a los indios que estaban en la oficina, echándoles DDT. Actitud que le pareció contraria a la dignidad humana. El propio Chávez le informó que dado que los indios no usaban jabón, para evitar que la dependencia pública se llenara de piojos, no había otro remedio que regarlos con DDT455. EG, al parecer, no la tuvo en cuenta. En verdad, como decíamos, una minucia, una fruslería, que nada explica. ba:

El biógrafo no complaciente, Daniel James, ya en 1973, acota“Ernesto veía con desdén a los dirigentes del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que habían hecho la revolución de 1952. Aunque habían sacrificado todo a la causa, el joven Guevara los calificó de “oportunistas” y ansiosos de poder, que se habían “apropiado” de la revolución... No hay la menor duda de que fue apasionado y dogmático respecto a ellos... ¿Por qué criticaba tanto a una revolución que sin duda era bastante radical para él? Aunque en el futuro se volvería conservadora y se corrompería, en 1953 era radicalmente izquierdista y muy honrada y estaba imbuida de un espíritu de altruismo y de patriotismo fresco que le ganó las mejores mentes del país y de su juventud. Al hablar de las tendencias políticas de Guevara de entonces, Rojo juzga que ‘en ningún sentido era marxista’. Sin embargo, ¿qué otra cosa explica, excepto su prejuicio marxista, su animadversión instantánea hacia una revolución que, aunque profundamente social, no seguía los lineamientos marxistas, sino los nacionalistas”456.

Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 110. James, Daniel, op. cit., pp. 93-94. La frase de Ricardo Rojo, era la siguiente: “En aquella época, Guevara no era de ningún modo un marxista, ni siquiera tenía claramente manifestada su preocupación política”: op. cit., p. 31. 455 456

256

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

En verdad, el mismo Ricardo Rojo asienta un diálogo con Guevara que desmiente la asepsia ideológica que acaba de describir. En efecto, este habría sido el diálogo: “-La cuestión está en Guatemala, viejo -continuaba yo-. Allí hay una revolución importante, hay que verla. Está bien -se rindió Guevara- pero con la condición de que caminemos juntos. Y con un ligero tono amenazador, teñido de su espíritu bromista, agregó: A no marearse con el oficialismo de Guatemala, ¿eh? Te lo digo porque ustedes los reformistas, son especiales para la burocracia”457. La voz “reformista”, acá, parece apuntar a la socialdemocracia, la ideología del radical izquierdista que era Ricardo Rojo. Como la crítica de Karl Kautsky al “revisionismo” de Eduard Bernstein. Típico ataque del marxista ortodoxo o revolucionario al socialista evolucionista u oportunista. Como fuere, larvado o soterrado, el marxismo guevariano ya existía; que es lo que queríamos dejar en claro. Volviendo al tema de la Revolución Boliviana, se puede afirmar que, en síntesis, dicha revolución, socialista o no, por el hecho de ser nacionalista le bastaba para rechazarla de plano. Y, como amor con amor se paga, en 1967, al iniciar su invasión a Bolivia, Guevara recibió una mala noticia: “El ex presidente Paz Estenssoro, que ha sido derrocado por los militares y reside como exiliado en Lima, declara que las guerrillas son comunistas y que, por consiguiente, el pueblo no las apoyará, porque es ante todo, eminentemente nacionalista”458. Por ese y otros motivos nos internaremos algo en la historia de ese país que Guevara no conocía. Y porque la explicación de los piojos y el DDT no nos convence ni un poquito.

457 458

Rojo, Ricardo, op. cit., p. 45. Rojo, Ricardo, op. cit., p. 255.

257

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

7. BOLIVIA

SIN HISTORIA

La historia boliviana contemporánea: ese es el punto que queremos ampliar. La verdad es que esta historia hay que comenzarla, por lo menos, en los años 1932/1935, cuando la Guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia y en la que, prácticamente, perdió Bolivia, con 50.000 bajas humanas y 250.000 kilómetros cuadrados de territorio (en el fondo, la guerra fue entre la Standard Oil yanqui, apoyada en Bolivia, y la Shell, inglesa, fuerte en Paraguay y la Argentina, por el petróleo chaqueño, que nunca apareció). Porque la República de Bolivia venía siendo gobernada formalmente por una oligarquía liberal en lo político y un cartel minero de los “barones del estaño” Simón Patiño, Mauricio Hochsild y Carlos Víctor Aramayo, en lo económico, apodado “la Rosca”; dominando este factor al primero, como un super-gobierno. Pero la derrota de la Guerra del Chaco alteró la carta de la situación. Por lo pronto, apareció una generación de grandes ensayistas y sociólogos que calaron en la trama boliviana más hondo que lo que lo había hecho el ensayo racista de Alcides Arguedas (“Raza de Bronce”). Franz Tamayo (“La creación de la pedagogía nacional”), Jaime Mendoza (“Páginas Bárbaras”, “El Macizo Andino”) y Fernando Diez de Medina (grupo “Pachakutista”) examinaron la compleja realidad boliviana fuera del marco estrecho del progresismo liberal459. 459 “El Nacionalismo surgió en Hispanoamérica hacia las postrimerías de la década de 1920, sobre la base de una renovación cultural... Antes de lograr su configuración netamente política, aparecieron algunas personalidades vigorosas y originales que, sin ser Nacionalistas, o por lo menos sin hacer una contundente afirmación política, elaboraron algunos temas sociales y culturales que preparaban el Nacionalismo.- Un buen ejemplo es el del poeta, ensayista y político boliviano Franz Tamayo... que criticaba al cientificismo y al Positivismo... sobre la huella de Franz Tamayo, teorías como las de Jaime Mendoza... reafirman el propósito de vigorizar el carácter nacional... La fugaz experiencia de Busch y la campaña política e intelectual cumplida por Roberto Prudencio en la revista ‘Kollasuyo’, a partir de 1939, así como la actuación de Fernando Díaz de Medina, con su grupo ‘Pachakutista’ (1948-1951), moderadamente Nacionalista, son algunos de los muchos elementos que cabría profundizar antes de llegar al estudio del polifacético y contradictorio ‘Movimiento Nacionalista Revolucionario’, fundado en 1941”: Zuleta Álvarez, Enrique, El Nacionalismo

258

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

En seguimiento de esas tendencias hubo pronto otras más avocadas a la cuestión política concreta y, sobre todo, a las causas profundas de la derrota chaqueña, vista desde una perspectiva nacionalista. En este sentido, cabe señalar tres apellidos. Roberto Prudencio, con su revista “Kollasuyo”, en defensa de la tradición católica hispana, Carlos Montenegro (“Nacionalismo y Coloniaje”), con un implacable combate contra el imperialismo, a la par del revisionismo histórico, y Augusto Céspedes (“Prisionero de Guerra”, “Metal del Diablo”, “Sangre de Mestizos”, “El Dictador Suicida” y el “Presidente Colgado”), director del diario “La Calle” de denuncia constante de lo que denominó como “demoentreguismo”. Con la obra de estos tres grandes escritores, toda la estantería de abalorios liberales se vino abajo. Como escribió Carlos Montenegro: “La Guerra del Chaco desmoronó gran parte de estas construcciones falaces alzadas por el periodismo en los dominios de la conciencia pública. La realidad emboscada por largo tiempo detrás del papel impreso irrumpió en efecto a los ojos del pueblo con la elocuencia terrible de la catástrofe, exhibiendo el estrago de cincuenta años de falseamiento histórico habían hecho en la carne y en el alma de Bolivia. Todos los embelecos del progreso, de riqueza de cultura, que la oligarquía extranjerista hubo erigido como creaciones de su mano, se vinieron abajo igual que los telones rotos de un tinglado”460. Siempre aproximándonos un paso más al orbe político, corresponde anotar que la tragedia chaqueña engendró una inmediata y doble reacción revolucionaria contra el orden de cosas establecido que había conducido a la derrota. Por el lado militar, y reconociendo el prestigio de un solo general, Bernardino Bilbao Rioja, se funArgentino, Bs. As., La Bastilla, 1975, t° I, pp. 46, 47, 48. Entre las obras complementarias citadas por Zuleta Álvarez, subrayamos a: Ortega, José, “Orígenes y evolución del nacionalismo boliviano”, en: Revista de Estudios Políticos, Madrid, n° 167, setiembre-octubre 1969, pp. 173-205; Klein, Herbert, Orígenes de la Revolución Nacional Boliviana. La crisis de la generación del Chaco, La Paz, Juventud, 1968; 2ª. ed., 1987. También: Gómez Martínez, José Luis, “La generación del Chaco y la toma de conciencia de la realidad boliviana”, en: Cuadernos Americanos, Nueva época, n° 8, vol. 2, marzo-abril 1988. Cfr. Klein, Herbert, Historia General de Bolivia, La Paz, 1982; Mesa, J. y otros, Historia de Bolivia, La Paz, 1997. 460 Montenegro, Carlos, Nacionalismo y coloniaje, Bs. As., Pleamar, pp. 214, 215.

259

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

dó una logia “Mariscal Santa Cruz”, y otra más pequeña “Abaroa”, que confluyeron en una entidad muy secreta, denominada RADEPA (Razón de Patria), con jóvenes oficiales (Calero, Pinto, Eguino, Escóbar, Candia, Inofuentes, Nogales, Ponce, Pacheco, Belmonte Pabón, etc., que seguían al mayor Gualberto Villarroel, en la Escuela militar de Cochabamba), dispuestos a todo para cambiar el sentido de la política seguida hasta ahí. Por el sendero civil, empezó a caminar el M. N. R. (Movimiento Nacionalista Revolucionario), fundado por Carlos Montenegro, José Cuadros Quiroga, Fernando Iturralde y Víctor Paz Estensoro (con otros dirigentes importantes como Hernán Siles Suazo, Germán Monroy Block, Rafael Otazo, Walter Guevara Arze, Julio Suazo Cuenca, Alfonso Finot, Augusto Céspedes y Armando Arce), que sin dejar de ser nacionalista pretendía integrar a su plataforma algunos de los reclamos del “socialismo nacional” (vgr., Reforma Agraria), ya esbozados durante las cortas Presidencias de Hernando Siles, Germán Busch y David Toro. A su lado, fundada por el joven discípulo de Roberto Prudencio, Oscar Unzaga de la Vega, apareció la FSB (Falange Socialista Boliviana), que se ajustaba más ortodoxamente a los modelos nacionalistas de derecha iberoamericanos, y que, por ello, estaba más próxima a los entes logiados de la oficialidad joven. Estas reacciones despertaron la inquina de los políticos tradicionales (Enrique Herzog, Demetrio Canelas, los generales Carlos Quintanilla y Enrique Peñaranda, Alberto Ostria Gutiérrez, Carlos Salinas Aramayo, los seguidores del viejo Partido Liberal, de Elío y Salamanca, del Partido Socialista de Saavedra, etc.) y de la Orden Masónica, muy sensibles a los requerimientos norteamericanos. El MNR y demás nacionalistas, fueron acusados de tener “simpatías nazis”461, y de estar “integrados por jóvenes nacistas”462, aunque sus críticas eran estrictamente internas, sin involucrarse en las cuestiones internacionales. Empero, la derrota chaqueña también generó una protesta de la Izquierda boliviana. En primer lugar del POR (Partido Obrero Revolucionario) trotskysta, con el periodista “Tristán Marof” (Gustavo Alba, Víctor, “Historia del Movimiento, etc.”, cit., p. 293. Arciniegas, Germán, Entre la libertad y el miedo, 6ª. ed., Santiago de Chile, Ed. del Pacífico, 1955, p. 135; cfr. Ostria Gutiérrez, Alberto, Un pueblo en la cruz. El drama de Bolivia, 2ª. Ed., Santiago de Chile, 1956, pp. 23, 24. 461

462

260

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Adolfo Navarro), y el PIR (Partido de Izquierda Revolucionaria, fachada del PC), conducido por José Antonio Arze, amén de la FUB (Federación Universitaria Boliviana), calcada en los moldes de la Reforma Universitaria argentina de 1918. Dadas la pobreza boliviana, la injusticia en la distribución del ingreso (mientras un gerente de mina ganaba 2.000 pesos bolivianos diarios, un obrero minero recibía 10 pesos diarios) y la postergación de las etnias indígenas, los planteos clasistas (que siempre asociaban al racismo pro-indígena) hallaron buen eco en el país, y desde entonces el marxismo, en sus variantes ortodoxas y heterodoxas ha sido persistente en Bolivia. Pues bien, ante la amenaza directa que suponían las formaciones nacionalistas, políticas y militares, la “Rosca” pronto modernizó su estrategia e incorporó al POR y al PIR a sus campañas antinacionalistas, como ala izquierda del Régimen (al modo de la Revolución Mexicana, donde el izquierdismo, desde 1917, colabora con el imperialismo yanqui463). Un neto simpatizante de esos esquemas, el ensayista liberal-socialista colombiano Germán Arciniegas, no puede menos que interrogarse: “¿Por qué si las minas son del viejo indio Patiño, de los viejos Aramayo y del judío Hochsild, el movimiento de los partidos (nacionalistas) se dirige contra el imperialismo yanqui? En realidad, las minas han pasado a tener sus directivas en Nueva York, sus gerentes son norteamericanos: De Witt C. Deringer, para las de Patiño; George Tower, para las de Hochsild, y Charles G. Bowers, para las de Aramayo”464. El conflicto entre el nacionalismo y el régimen “demoentreguista” se agudizó a partir del 21 de noviembre de 1942.

“Aquel gobierno de enriquecidos epicúreos empezó a cultivar simultáneamente dos amores: el de Moscú y el de Washington... No había incompatibilidad entre la adoración pública a Moscú y los íntimos lazos con Washington. La colonia era a dos metrópolis. O, más bien, había una sucursal y un protectorado”: Pereyra, Carlos, Breve Historia de América, 2ª. ed., Santiago de Chile, ZigZag, 1946, p. 579. 464 Arciniegas, Germán, op. cit., p. 143. En realidad, Hochsild se manejaba con su propio gerente, el judío Blum, que junto con su patrón habían sido secuestrado en tiempos de Busch. Hochsild volvió a estarlo bajo Villarroel. 463

261

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Resulta que los obreros de la mina “Siglo XX”, de Patiño, entraron en huelga. Desde su sede en Delaware, USA, Patino ordenó al Presidente de Bolivia, el general Enrique Peñaranda, que hiciera cesar la huelga minera. Este lo trasmitió al Cnl. Cuenca, comandante militar de Catavi, para que reprimiera de una manera “severa y enérgica” a los huelguistas. El día 21, fueron muertos 21 mineros, quienes iban encabezados por María Barzola. La matanza de Catavi en sí misma era muy grave; pero lo fue más cuando se supo que el motivo final de la represión era evitar el desabastecimiento de estaño destinado a las Fuerzas Armadas de USA, en su guerra internacional contra el Eje. Y como los comunistas y sovietófilos en general, debían acudir en auxilio de la URSS empeñada en su contienda contra Alemania, con el apoyo de los Aliados, era claro que lo que disminuyera el poder bélico de los EE.UU. también afectaba la suerte guerrera de los rusos. Por eso mismo, el PCB, el PIR, el POR, etc., aplaudieron la matanza de Catavi, ordenada por la Rosca. Ahí quedaron definidos los campos beligerantes. Pues, resultó que el 20 de diciembre de 1943, las fuerzas nacionalistas dieron un golpe de Estado contra el gobierno de Peñaranda, e instauraron una Junta de Gobierno, presidida por el Mayor Gualberto Villarroel. En su Ministerio entraron los miembros de la logia militar RADEPA (los coroneles José Celestino Pinto, en Relaciones Exteriores, Francisco Barrero, en Gobierno, Jorge Calero, en Educación, y Antonio Ponce, en Obras Públicas); tres Ministros por el MNR (Carlos Montenegro, Víctor Paz Estenssoro y Augusto Céspedes); y otros Ministros por los demás grupos nacionalistas e independientes (Víctor Andrade, Gustavo Chacón y José Tamayo). Asimismo, se nombró en la Policía al Mayor Jorge Eguino y al capitán José Escóbar, los integrantes más radicales de la RADEPA. Esto despertó la furia de los “demócratas” latinoamericanos (es decir, los que no merecían, ni querían para sí, el nombre de hispanoamericanos465). Un típico ejemplar de esa ralea, Germán ArcinieAmérica española, América criolla, Hispanoamérica o Iberoamérica, son los nombres propios de nuestra tierra; todos ellos derivados del apellido del navegante italiano al servicio de la Corona de Castilla, Américo Vespucio. Los españoles decían las “Indias Occidentales”, porque Indias eran, para los europeos, las tierras que se ubicaban detrás del Islam. Desde el punto de vista aborigen, el 465

262

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

gas (apodado: “Archiciénagas”)466, en un manual muy divulgado en esos estratos, se preguntaba y respondía lo siguiente: “¿Podía reconocerse internacionalmente el gobierno presidido por el mayor Villarroel, teniendo a la vista los antecedentes continente carecía de nombre, entre otras cosas, porque eran culturas de radio corto; así los incas no supieron de los aztecas hasta la llegada de los españoles. Fueron estos los que denominaron el tiempo anterior a ellos como el de “América Pre-colombina”, por el apellido del Descubridor Cristóbal Colón. La expresión “América Latina” fue inventada a fines del siglo XIX por los franceses, con vistas a meter baza, en tanto que latinos, en nuestro orbe criollo (sin reciprocidad, por cierto, ya que cuando se refieren a la civilización de Québec, no la llaman “latina”, sino “francófona”). La misma palabra, pero dada vuelta, originó “The Latin America”, de los anglosajones, y de ella, su derivado: “Latinoamericanismo”. Es una voz de contenido reduccionista, por lo pronto, puesto que para ellos USA es, por definición, “América”, mientras que nosotros, su patio trasero, cargamos con el dato peyorativo del latinismo (mestizos, corruptos, incompetentes, papistas, etc.). Tras su invasión a Europa, en 1944, la divulgaron entre los europeos, y algunos, como los italianos, la adoptaron con placer (para poder negar nuestro origen hispano). En cuanto a “Amerindia”, acuñada por los indigenistas del APRA, resulta una redundancia, paradojal y doblemente hispanizante, por lo de América y por lo de Indias. Era ésta, la preferida de Guevara, cuando renegaba de su origen y escupía para arriba. Acerca de la historiografía americana general, pueden consultarse: Ballesteros y Beretta, Antonio y Ballesteros Gabrois, Manuel, Historia de América, Madrid, Pegaso, 1946; Belmonte, José, Historia Contemporánea de Iberoamérica, Madrid, Guadarrama, 1971, 3 vols.; Bethell, Leslie (ed.), Historia de América Latina, Barcelona, Grijalbo-Mondadori, t° XII, 2002; Cereceda, Raúl, Las instituciones políticas en América Latina, Madrid, 1962; De Ramón, Armando, Couyoumdjian, Ricardo y Vial, Samuel, Historia de América, Santiago de Chile, 1993, 3 vols.; Fraga Iribarne, Manuel, Sociedad, política y gobierno en Hispanoamérica, Madrid, 1962; Hernández Sánchez Barba, Mario, Historia Universal de América, Madrid, 1964, t° V; Los Estados de América en los siglos XIX y XX, en: Vicens Vives, Jaume, Historia social y económica de España y América, Barcelona, 1959; Herring, Hubert, Historia de América Latina, Bs. As., Eudeba, 1972, 2 vols.; Lambert, Jacques, América Latina. Estructuras sociales e instituciones políticas, Barcelona, 1970; Levene, Ricardo (dir.), Historia de América, Bs. As., Kraft, 1948; Lucena Salmoral, Manuel (comp.), Historia de Iberoamérica, Madrid, 1998, t° III; Morales Padrón, Francisco, Manual de Historia Universal, t° VI, Historia de América, Madrid, 1962; Historia General de América, Madrid, Salvat, 1975, t° VII; Navarro García, Luis (coord.), Historia de las Américas, Madrid, 1991, t° IV; Pereyra, Carlos, Historia de América Española, Madrid, Calleja, 1929, t° V; Skidmore, Thomas y Smith, Peter, Historia contemporánea de América Latina en el siglo XX, Barcelona. 1996; Stoetzer, Carlos, Iberoamérica. Historia política y cultural, Bs. As., 1998, t° IV; Ycaza Tigerino, Julio, Sociología de la política hispanoamericana, Madrid, Cuadernos de Monografías, 1950. 466 “Charlatán dorado”, lo llama Arturo Jauretche, “Filo, etc.”, cit., p. 57.

263

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

de la logia militar y del Movimiento Nacionalista revolucionario, cuando en todo el hemisferio (sic) existía una especie de unión por la democracia? No. Nadie lo hizo, excepto la Argentina. Un memorándum elaborado en Washington, en enero de 1944 uniformó la opinión”467. No, claro: no iban a reconocerlo. Se citó a la Reunión de Consulta de Cancilleres, y los “demócratas”, entre ellos los representantes de José Ubico, “Tacho” Somoza, Fulgencio Batista y Rafael Trujillo, resolvieron no aplicar la tradicional doctrina Estrada, que obligaba al reconocimiento automático de los nuevos gobiernos de otros países iberoamericanos. Es que ellos, dice Ostria Gutiérrez: “aprobaron un Memorándum confidencial del Departamento de Estado de Estados Unidos, en el que se llegaba a la conclusión de que los miembros de la Junta de Gobierno de Bolivia estaban ‘bajo influencia nazi’... con la excepción de la Argentina... resolvieron no reconocer al nuevo gobierno boliviano y mantenerlo en aislamiento internacional. Más todavía: algunas de ellas retiraron de La Paz a sus embajadores o ministros”468. En realidad, el famoso “Memorándum” se había confeccionado con datos aportados por los periodistas paceños de los diarios de “la Rosca”: “La diminuta Rosca era más fuerte que todo el pueblo de Bolivia. Por otra parte el nuevo gobierno no tenía defensores ni en las izquierdas aliadas a la plutocracia yanqui. El Departamento de Estado avaló el infundio. Toda la batería propagandística de la democracia mendaz fue declarada en campaña contra la ‘Junta nazifascista’ de Bolivia. Vinieron periodistas a La Paz, para dar apariencia de investigación en el terreno de algo que ya tenían acordado: confirmar la existencia del nazismo en Bolivia... ¡Qué refuerzo para el Eje! ¡Villarroel aliándose con Hitler e Hirohito! Summer Welles retorció la doctrina de no intervención para estrangular la revolución boliviana con Arciniegas, Germán, op. cit., pp. 137-138. Precisamente, y para su despiste, EG era lector de Arciniegas: Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 122. 468 Ostria Gutiérrez, Alberto, op. cit., pp. 25, 28. 467

264

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

la media de seda del no reconocimiento... Ocupándose de conseguir él mismo ‘evidencias suficientes’, Summer Welles ordenó a sus empleados fabricarlas de inmediato... La prueba cocinada por los expertos de Summer Welles llenó 16 páginas de un memorándum... vil hojarasca de asertos, de ‘se sabe’, de ‘se afirma’, elaborada con el método de extraer conclusiones fundadas en la mentira precedente. Se tomaba como premisa algo que debía ser probado previamente, como la existencia del putsch nazi de 1941. Se usaba la petición de principio según la que los fundadores del MNR eran nazis porque habían participado en el putsch nazi y participaron en él porque eran nazis”469. 469 Céspedes, Augusto, El Presidente Colgado (Historia Boliviana), Bs. As., 1966, pp. 132, 133, 134. Continuaba Céspedes: “Todo un folletín atravesado y descompaginado cuyo vacío se retobaba con aserciones bobas... todos chismes soeces arrebañados sin asomo de prueba... Otros síntomas del nazismo salían de hechos tan sustanciosos como el de almorzar en el Círculo Francés... Con la misma asnería de los almuerzos se sindicaba a Paz Estenssoro -cuando estuvo en Buenos Aires presidiendo una delegación universitaria- de haber sido celebrado con un banquete en el Club del Plata... El uso del vocativo ‘entreguista’ y la crítica a la ‘seudodemocracia’ se exponían como motivos suficientes para excomulgar a Bolivia... La seguridad de que no sería desmentido dentro de su monopolio publicitario, garantizó la oficialización de aquél engendro... ‘La historia de América no registra un caso semejante’, dice Ostria emocionado. Efectivamente, hasta 1944 no hubo caso igual de estulticia y desvergüenza canonizadas por la servidumbre diplomática y periodística del imperialismo”: op. cit., pp. 135, 139, 141, 147. La alusión al “putsch nazi de 1941” se fundaba en una carta del agregado militar de Bolivia en Berlín, el Mayor Elías Pabón Belmonte, aconsejando imitar al régimen hitleriano. “La falsificación material de la carta, tan tosca como la suplantación intelectual, revela la calidad de los expertos encargados de dar a la misiva el acabado de imitación perfecta. No sabían que en español las palabras al final de línea se cortan por sílabas y no por letras como en inglés. Cortaron pues las siguientes palabras: “facilit-ará”, “próximas”, “combat-iendo”, “primer-amente”. Escribieron “la LAB”, cuando en Bolivia hasta los llokallas saben que se dice el LAB (el Lloyd Aéreo Boliviano), y escribieron dos veces “Brazil” con zeta como se escribe en inglés, del mismo modo que emplearon las mayúsculas”: op. cit., p. 71. En 1979, los falsificadores confesaron su delito, indicando que actuaron bajo la supervisión de Sir William Stephenson, alias “Intrepid”, jefe del espionaje británico en los Estados Unidos. No fue ésta la única falsificación que fabricó “Intrepid” para la Coordinación de Seguridad Británica; también pergeñó una supuesta carta entre funcionarios de la línea aérea italiana LATI, en la que se trataba a los brasileños de “monos”; divulgada en Brasil, causó gran desprestigio a la Italia fascista: Stephenson, William, A Man Called Intrepid: the Secret War, New York, Harcourt, Brace, Jovanovich, 1976, p. 295.

265

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

A pesar del complot internacional, Villarroel consiguió tomar algunas medidas nacionalistas y de justicia social a favor de los indígenas. Sin embargo, en noviembre de 1944, estalló en Oruro y Cochabamba una rebelión dirigida por los generales desplazados y apañada por los civiles “democráticos”. El gobierno la reprimió duramente. Dura y clandestinamente; porque por orden de los Mayores Eguino y Escóbar se procedió a fusilar, el día 20, a los principales implicados de la conspiración masónica en la localidad de Chupispata. De ahí en adelante, ese nombre y el crimen que representaba, se convirtió para la oposición “democrática” en el equivalente a lo que la matanza de Catavi había significado para los nacionalistas. Ahí comenzó lo que Céspedes llama “la política del farol”, esto es, del colgamiento del Presidente y de la persecución a toda la dirigencia nacionalista. Esto se concretó con el motín del 21 de julio de 1946, cuando una pueblada orquestada por la Rosca atacó el Palacio Quemado y en la Plaza Murillo colgó de los faroles al Presidente Gualberto Villarroel, a su edecán el capitán Waldo Ballivián, a su secretario privado Luis Uría de la Oliva, al jefe de Tránsito Max Toledo y al periodista Roberto Hinojosa. Esos crímenes se completaron el 27 de setiembre, con el colgamiento de los jefes de la RADEPA, mayores Jorge Eguino y José Escóbar y del teniente Luis Oblitas. Apunta Augusto Céspedes: “La muchedumbre seguía siendo nada más que asustada espectadora de la escena que ofrecían los encargados de vengar a los masones fusilados en Chupispata y de castigar al secuestrador de Hochschild... La fiesta del 27 de setiembre permitió compartir nuevamente en los goces del colgamiento a la oligarquía con el comunismo y el lumpen proletariat, a las bandas letradas y a las turbas analfabetas... Seis años después, el 9 de abril de 1952, el pueblo de La Paz, implícito y latente debajo de aquella oprobiosa superestructura, se levantó en una sublevación verdaderamente popular... Y el 15 de abril de 1952, una muchedumbre aun mucho más grande que la que había asistido a los colgamientos, se volcaba en las calles de La Paz para recibir al presidente electo Paz Estenssoro y sus compañeros que regresaban del exilio. Al ingresar el automóvil que le conducía a la Plaza Murillo, la acumulación de la masa ejerció tal presión que volteó como 266

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

una caña el poste en que había sido colgado el mayor Jorge Eguino... Villarroel -dijo Carlos Montenegro- quedó en Palacio para morir como deben morir los gobernantes que representan una gran causa del espíritu. Sólo huyen los presidentes que en el poder defienden intereses económicos”470. Tal magnicidio constituye el punto central de la historia contemporánea de Bolivia; el divisor de aguas. Debe tenerse presente que: “Dentro de Bolivia, participaron en el motín los jeeps de la embajada yanqui y también los liberales, los universitarios a la busca de nuevos ‘Maestros de la Juventud’, los stalinistas del PIR, algunos seudos trotskystas del POR, la izquierda, el centro y la derecha. ¡Desdichada América Latina, siempre mezclados los tontos con los pillos! De inmediato, incorporándose en su aterciopelado refugio de la Isla Negra, Pablo Neruda abandonó un momento su biblioteca líquida y dijo por teléfono a José Antonio Arze, jefe stalinista del PIR: ‘Esto ha sido gloriosamente español’. El sátrapa minero Mauricio Hochschild declaró: ‘Yo pronostiqué que Villarroel caería pronto’. El Partido Comunista de la Argentina enviaba un cable firmado por el burócrata Vittorio Codovilla felicitando roncamente a los miembros de la nueva Junta de Gobierno. Toda la prensa norteamericana y sus ecos latinoamericanos aplaudían la ‘revolución’ del 21 de julio. En la URSS, la Armada de Leningrado y los cañones de Moscú disparaban 101 cañonazos en homenaje a la revolución de La Paz... La hinchada araña de Simón Patiño sonrió con bondad y envió una donación de 20.000 dólares para ‘los mártires de la libertad’. Todo estaba en orden”471. Céspedes, Augusto, op. cit., pp. 259, 269-271. Ramos, Jorge Abelardo, “Historia de la Nación, etc.”, cit., pp. 423-424. José Antonio Arze, haciendo “prodigios de dialéctica ha intentado demostrar cómo en Bolivia puede consustanciarse el comunismo ruso con las directivas de Wall Street, pues su partido (PIR) es una especie de comunismo-capitalista, naturalmente cipayo”: Torres, José Luis, op. cit., p. 140. 470 471

267

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

La casa estaba en orden... En cuanto a las fuerzas actuante en el colgamiento, estaban, por un lado: “Los partidos tradicionales que gobernaron con Peñaranda y el PIR organizaron en 1944 la Unión Democrática Boliviana, que al año siguiente, con la incorporación del Partido Liberal, se transformó en el Frente Democrático Antifascista (FDA)... que sirvió como ariete contra el gobierno, dentro de una concepción maniquea de la política: Democracia versus nazifascismo”. Y, junto al FDA, la otra gran potencia conspiratoria: “Internamente, como en 1930, la Hermandad Masónica fue la que coordinó la lucha de la alianza opositora contra el gobierno... Se fijó la Universidad de La Paz, en manos del rector Héctor Ormachea Zalles, protegido por la autonomía, para encabezar el comando de la conspiración. El PIR estaba también infiltrado por masones”472. Ellos fueron los que vencieron -momentáneamente- al nacionalismo. En efecto: entre 1946 y 1952 volvieron a gobernar los hombres de la Rosca, con las Presidencias de Enrique Hertzog y Mamerto Urriolagoitía, y con los nacionalistas perseguidos y exiliados. Empero, el exilio provocó un cambio importante. Se había fundado la COB (Confederación Obrera Boliviana), bajo el comando del dirigente minero Juan Lechín Oquendo; entidad sindical bastante infiltrada por los trotskistas del POR. Pues, en Chile, el sector principal del MNR pactó con Lechín, para lo cual tuvo que abandonar parte de su ideario: “En este tiempo se produjo el resurgimiento del MNR hasta convertirse en el principal partido de oposición,

Gumucio, Mariano Baptista, Historia Contemporánea de Bolivia, 1930-1978, 2ª. Ed., La Paz, Bolivia, Gisbert y Cía., 1978, pp. 523, 533. Se editó junto con: Finot, Enrique, Nueva Historia de Bolivia. Ensayo de Interpretación Sociológica de Tiwanaku a 1930. Primera parte, 6ª ed.. Cfr. Belmonte, José, op. cit., t° I, pp. 258-260. 472

268

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

sufriendo además una transformación interna, hacia la izquierda”473. En esas condiciones se llegó a las elecciones presidenciales del 6 de mayo de 1951. En ellas, sorpresivamente, perdió el candidato del gobierno, Gabriel Gosálvez, y triunfó por amplia diferencia la fórmula del MNR, de Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Suazo. Entonces, el Presidente Urriolagoitía resolvió desconocer el resultado del comicio y dar un Golpe de Estado, que fue designado como el “Mamertazo”. Unidos los comandos civiles, mandados por Hernán Siles Suazo, los mineros de Lechín y un sector del Ejército, con el general Antonio Seleme, tras tres días de lucha desde el 9 de abril de 1952, y más de 600 muertos, las fuerzas nacionalistas vencieron a las del antiguo régimen, que se desplomó para siempre. Asumida la Presidencia por Víctor Paz Estenssoro, procedió a disolver el viejo Ejército. En principio, ésta no fue una medida ideológica antimilitarista de signo marxista -como podría haberlo creído un Ernesto Guevara-, sino una decisión impuesta por las circunstancias. Esos mandos eran los provenientes de la derrota del Chaco y los guardias pretorianos de la Rosca. Se concluyó con ellos, y, poco a poco, se fue reconstruyendo una Fuerza Armada de cuño nacional ( en la que se formaron los futuros presidentes Banzer, Barrientos, Ovando, etc.), que sería, precisamente, la que combatiría a la guerrilla castrista de Guevara en 1967. A continuación se adoptaron dos resoluciones muy serias: la primera, la nacionalización de la Gran Minería del estaño, con lo que concluyó definitivamente el poderío de la Rosca, y la segunda, la Reforma Agraria, con vista a dar tierra a los campesinos indígenas. Ambas medidas, si bien aplaudidas por casi todo el sector nacional, dieron lugar a críticas ulteriores. Porque la COMIBOL, de la minería nacionalizada, presidida por Juan Lechín, se convirtió en un poder que puso en jaque al Estado de continuo (con los mineros que bajaban hacia La Paz, en camiones, con armas y dinamita, amenazando a medio mundo). Mal rodeado por izquierdistas extranjeros, Lechín fue obligando al gobierno a aceptar su línea anár473

Gumucio, Mariano Baptista, op. cit., p. 548.

269

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

quica y demagógica, que le valió el apodo de “el pequeño Lenin del Altiplano”474. Actitud que quiso emular el Ministro de Asuntos Indígenas y Campesinos Ñuflo Chávez (justamente, el único alto funcionario con el que se vinculó Guevara). Desde esa entidad se propició un indigenismo ideológico, que, indudablemente, iba a llevar al choque con las otras capas sociales y étnicas del país. Dado el ambiente de crisis general creado en esos primeros años del gobierno del MNR fue posible una distorsión cultural y social operada por marxistas infiltrados, más o menos encubiertos. Así, una Reforma Universitaria, apoyada por el POR, de clara intención destructiva de las jerarquías naturales del intelecto, el muchachismo y la decadencia cultural. En tales condiciones, se acentuó la ruptura entre las dos organizaciones políticas del nacionalismo boliviano: el MNR y la FSB. El primero, con la reforma electoral, y la tutela estatal, se hizo fuerte en el electorado humilde y analfabeto. El segundo, compactó la adhesión de la clase media urbana de Bolivia. Y la disputa entre los nacionalistas heterodoxos y ortodoxos, se hizo cada vez más tensa, por los métodos policíacos concentracionarios aplicados por los gubernamentales, y las constantes asonadas, fracasadas, emprendidas por la Falange, en una de las cuales (19.4.1959), fue asesinado su jefe, Oscar Unzaga de la Vega475. El pensamiento político del MNR es bastante conocido; no así la crítica que le formulara la FSB. Esta está bastante bien contenida en el libro de Adolfo Siles Salinas, “La aventura y el orden”, polos Silva, Lautaro, Latinoamérica al rojo vivo, Madrid, Aguilar, 1952, p. 367. Gumucio, Mariano Baptista, op. cit., pp. 612-615. Gumucio, militante del MNR, es bastante ecuánime a la hora de juzgar la personalidad del jefe falangista. Indica que Unzaga de la Vega, “con su peculiar y encendida devoción por la patria”, no era un excéntrico ni “un instrumento de los intereses desplazados en 1952. Fue más bien un producto de la desesperación de la clase media boliviana, frente a la mentalidad mezquina y colonialista de los grupos dirigentes. Su emoción bolivianista era sincera y él, en lo personal era hombre de intachable honestidad y gran carisma. Había sublimado en la política y en su amor a Bolivia, cualquier otro apetito sensual y esto, para sus adversarios, lo hacía más peligroso”. Guardando las diferencias entre ambos, nos animaríamos a sostener que con Carlos Montenegro -quien, con motivo de su arisca independencia, fue alejado por Paz Estenssoro al cargo de embajador en Chile, primero, y después, en la OEA, donde morirá-, Oscar Unzaga de la Vega forma el dúo de los políticos nacionalistas más nobles que ha dado Bolivia. 474 475

270

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

conceptuales que él ve como representativos de los dos bandos nacionalistas bolivianos. En tal libro, que tiene un prólogo de Roberto Prudencio476, Siles Salinas polemiza con Montenegro, por no haber acentuado la raíz hispánica de Bolivia en su cuadro histórico477, y haber soslayado la genuina tradición: “El afrancesamiento, la yanquización y la bolchevización, que es, en suma, otra forma imitativa de lo extranjero, son manifestaciones del mismo espíritu. Quisimos renunciar a nuestro propio ser hispanoamericano, aceptando las burdas leyendas contra España y su obra imperial fraguadas por los enemigos del catolicismo. Poseyó a nuestra clase dirigente, igual que en los demás países de América, un furioso afán de autodenigración y antitradicionalismo. Renunciamos a nuestra estirpe hispana, abdicamos de nuestra fe católica, y luego hubimos de perder la noción de la unidad de destino en que la fe y la tradición nos integraban. A partir de entonces careció de sentido hablar de la unidad de los pueblos hispanoamericanos. Nos sentimos extranjeros unos respecto de otros, y se desataron entre nuestros pueblos estúpidas guerras fratricidas, azuzadas y favorecidas por los imperialismos extranjeros, en cuyo 476 Siles Salinas, Jorge, La aventura y el orden. Reflexiones sobre la revolución boliviana, Santiago de Chile, 1956. Prólogo de Roberto Prudencio, donde trata de utopistas a los movimientistas -“La utopía siempre se halla en el fondo de todo espíritu revolucionario”-, y los describe como: “un grupo de jóvenes demagogos, inexpertos e irresponsables, excesivos en sus prédicas, injustos en sus críticas y desmesurados en sus promesas”: op. cit., pp. 3, 1. 477 Se pregunta: “¿Cuándo comienza nuestra historia? Cuando España incorpora nuestros territorios, no menos que las tradiciones de la raza autóctona, a la cultura de Occidente. Ese es el mérito primordial de la obra de España en América: el haber integrado en la cultura de que forma parte a los pueblos sometidos a su influencia. El caso de la lejana Filipinas no puede ser, a este respecto, más impresionante. El caso inverso lo representan, por ejemplo, la colonización inglesa de la India o la obra de Holanda en el Archipiélago Malayo, pues, como es notorio, la India o Indonesia continúan adscriptos al mundo espiritual asiático. Jamaica frente a Cuba, es otro exponente notable de la contraposición de dos formas distintas de colonización. Pues bien, al genio imperial de España le debemos, los pueblos hispanoamericanos, el estar incorporados a la cultura occidental, en forma tan auténtica que, con toda justicia podemos decir que la historia de Europa es también, y esencialmente, nuestra historia, y que nuestro proceso cultural hunde sus raíces en la existencia histórica de la España matriz”: op. cit., p. 33.

271

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

exclusivo beneficio venían a terminar todas nuestras ridículas disputas, todo nuestro necio afán imitativo”478. Pasando a su disidencia concreta, respecto del MNR, afirmaba Jorge Siles Salinas que “hasta 1946, ese partido fue enemigo del comunismo”, y que por lo tanto, había coincidencia con la FSB. Empero, eso cambió en 1952. Asegura que, a pesar de la orientación izquierdista gubernamental, la Falange “no conspiraba para derrocar al MNR”. Sin embargo, fue “perseguida y acosada con inaudita ferocidad”, con “el horror de los campos de concentración”479. En suma, que su crítica fundamental radica en la política del MNR de signo “indigenista, subversivo, anticatólico y antitradicional”, y por haber efectuado reformas ruinosas, como la agraria, que: “ha puesto al Gobierno revolucionario en el trance de tener que recurrir, ni más ni menos, a la mendicidad internacional. La ayuda alimenticia gratuita del Gobierno yanqui no ha debido concederse, por cierto, sin la sumisión servil del régimen boliviano a su magnánimo y constante favorecedor”480. Las últimas frases son bien significativas. Porque es bien cierto que desde la Misión de Avra Warren, de 1944, que llevó al recono478 Siles Salinas, Jorge, op. cit., pp. 37-38. Enrique Zuleta Álvarez sintetiza de este modo el ideario de la Falange: “1°) Bolivia pertenece al mundo occidental, como hecho histórico y cultural; 2°) Defensa del ideal hispanoamericano, como el de una gran nacionalidad común que engloba a las diversas unidades estatales, 3°) Defensa del pluripartidismo y condena de los regímenes autoritarios y policiales; 4°) Restablecimiento del principio de autoridad, con eliminación de los “cogobiernos paralelos” de sindicatos, grupos, etc.; 5°) Imperio de la legalidad y la justicia; 6°) Defensa de la unidad nacional, frente a la lucha de clases y de razas”: op. cit., t° I, p. 49. 479 Siles Salinas, Jorge, op. cit., pp. 142-143, 158, 160. Denuncia que a los presos se los marcaba “con las siglas del M. N. R. En el pecho”: op. cit., p. 195. 480 Siles Salinas, Jorge, op. cit., p. 173. Enrique Zuleta Álvarez coincide con esos juicios, y expone que hasta 1952, el MNR “podía ser considerado un Nacionalismo de derecha”. Pero: “las circunstancias cambiaron, desde el punto de vista doctrinario, cuando el MNR comenzó a gobernar, y especialmente en 1952 y 1964. El marxismo apareció como un poderoso ingrediente político del Movimiento y un notorio marxista, Juan Lechín ocupó un lugar preponderante en su política. Por otra parte, el antiimperialismo del Movimiento se reveló en toda su debilidad cuando su gobierno aceptó la ayuda norteamericana y el plan de estabilización del Fondo Monetario Internacional... El caos político y económico acompañado de la imposición autoritaria del marxismo en diversos aspectos de la vida del país, con la persecución injusta y odiosa de quienes se le resistían, completan este cuadro paradojal y contradictorio del MNR”: op. cit., t° I, p. 49.

272

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

cimiento del gobierno de Villarroel por parte de USA, a la Misión de Henry Holland, de 1956, para negociar el Código de Petróleo que amparaba a la Gulf Oil Company, la conducta del MNR fue bastante sinuosa o discutible. No obstante, debe señalarse la habilidad, tanto de Paz como de Siles, para no chocar nunca con los intereses de la Defensa Continental preconizado por los Estados Unidos. Bolivia votó siempre en estos puntos, tanto en la OEA como en la ONU, de acuerdo con la política Occidental. Y esto fue, en definitiva, lo que le atrajo el odio de los comunistas. A ellos les parecía bien el indigenismo, la demagogia y el antitradicionalismo del MNR; pero si eso no servía a los fines de la URSS, no servía para nada. Como con exactitud lo vio el socialista hispano Víctor Alba: “Es sintomático que en cuanto los Estados Unidos mostraron una actitud comprensiva frente a la revolución boliviana, desapareció el apoyo que en el continente le prestaron comunistas y compañeros de camino. Bolivia, para ellos, era sólo un pretexto de ataque a los Estados Unidos; en cuanto el pretexto se desvaneció, la revolución dejó de interesarles”481. Esa es la historia, que estaba viva en 1953, cuando Ernesto Guevara de la Serna arribó a La Paz. ¿Por qué EG se fue tan rápido de Bolivia, una vez que satisfizo sus intereses arqueológicos indigenistas...? ¿Por qué calificó de “tímida” la revolución emprendida por el MNR?482... Él, probablemente, no sabía nada de la historia contemporánea que acabamos de reseñar -nada hay en sus “Diarios” que así lo indique-. Ignoraba el abecé de la lucha contra la Rosca, y las causas de las divergencias entre el MNR y la FSB. No obstante, desde 1937, sí sabía algo muy bien sabido: el nacionalismo, en cualquiera de sus variantes, le importaba un bledo; más aún: lo odiaba. Por eso se fue, porque Bolivia, a diferencia de Guatemala, no era comunista o, so-

Alba, Víctor, “Historia del Movimiento, etc.”, cit., p. 297. Kalfon, Pierre, op. cit., p. 114. Su expresión concreta será: “En Bolivia se ha producido hace años una revolución burguesa muy tímida... Y una reforma agraria donde no se ha quitado al clero sus posesiones”: Guevara, Ernesto Che, Obras 1957-1967, La Habana, Casa de las Américas, 1977, t° 2, pp. 474-475. 481

482

273

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

bre todo, no pensaba colaborar con el stalinismo ruso. Esa es nuestra tesis. Si hay alguna otra mejor, que la expongan.

8. TRIVIALIDADES De adolescente, EG, había compuesto un verso que sus biógrafos han hecho famoso. Una oda a la soberanía de la voluntad por sobre el conjunto de los demás elementos humanos. “Si me voy me traga el río”, decía: “Pero no, la fuerza de la voluntad todo lo puede. Están los obstáculos, lo admito. ................................ Las balas, qué me pueden hacer las balas Si mi destino es morir ahogado. Pero voy A superar mi destino. El destino se puede alcanzar con la fuerza de voluntad”. Y en la citada carta de despedida a sus padres, sostendrá que cuenta con: “una voluntad que he pulido con delectación de artista”483. Voluntarismo a ultranza. Nietzschismo puro. Tesis del super-hombre. El sueño de un destino único e inimitable. Y si uno examina la vida de este hombre, a primera vista pareciera que ajustó su circunstancia a semejante ideal. Que rompió con los moldes burgueses en todos los planos. Pues, es así; pero no completamente así. Rompió, sí, en todos los planos, menos en los más vulgares, donde se comportó como el más perfecto joven burgués de su medio y de su tiempo. Tomemos algunos ejemplos.

483

274

Gambini, Hugo, op. cit., p. 290.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Empecemos por el del servicio militar o conscripción. Por la Ley Richieri, en la Argentina, los muchachos de veinte años, en tanto que ciudadanos de una República, debían prestar un servicio armado, cumpliendo un año de instrucción militar. Esa norma, tributo de sangre, definitoria de los regímenes republicanos desde Roma en adelante, era, además, una de las más democráticas del país; pues la debían acatar todos sin excepción, ricos o pobres, aristócratas o advenedizos, cultos o analfabetos. Que se cumplía, mucho mejor que en el resto de Iberoamérica, donde las dádivas y sobornos suplían el esfuerzo personal (hasta existía la institución del “personero”, es decir, del reemplazante pago). Precisamente aquí, los más humildes tomaban la carga pública con bastante alegría, pues les permitía salir de sus rincones geográficos, conocer las ciudades, aprender las letras elementales y aún calzarse por primera vez. No así, los provenientes de las capas más altas y especialmente los llamados “nenes de mamá”, los estudiantes, que detestaban los madrugones, el “rancho” cuartelero, el acatamiento de las órdenes, el corte de pelo, la disciplina castrense y los uniformes simples. Estos disponían de un argumento socorrido: “la pérdida de un año”, de sus estudios universitarios. Y procuraban mil ardides para exceptuarse de la norma común. La búsqueda del certificado médico de “deficiente” (D. A. F.: disminuido en aptitudes físicas) era un objetivo muy preciado de tales burguesitos. Bien: resultó que el voluntarioso, puro y duro Ernesto Guevara de la Serna se acogió a esas triquiñuelas para burlar la conscripción. Sabedor de los métodos para exacerbar sus crisis asmáticas, el día que le tocaba asistir al cuartel para el reconocimiento médico, previamente se dio una ducha de agua helada que le produjo los efectos esperados. Cuenta Hugo Gambini que a EG: “En 1947 lo citaron para la revisación previa al servicio militar y el asma lo salvó. El día en que le devolvieron la libreta de enrolamiento con una leyenda que decía D. A. F. (disminuido en aptitudes físicas) comentó a sus amigos: ‘¡Por fin estos pulmones de mierda me sirvieron para algo! Me salvé de la colimba’. Tenía dos motivos para alegrarse. El primero no interrumpir los estudios por culpa de ‘ese año perdido que es la 275

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

conscripción’; el segundo no servir en un ejército considerado indeseable por la oposición”484. ¡Pobre argumentación, para quedar en boca de una persona que se apartaba de sus estudios universitarios cuantas veces le vino en ganas y al sólo objeto de pasear! Y, por lo demás, él sabía perfectamente que al completar la conscripción, no quedaba enganchado como soldado regular de un Ejército que detestaba por razones ideológicas. Era un Ejército ciudadano, no profesional, de aprendizaje bélico, nada más. Evidentemente, tales expresiones no eran otra cosa que un pretexto, una coartada típica de los universitarios de izquierda -“fuistas”, de la FUA socialista-, que él, por otra parte, despreciaba. El segundo ejemplo proviene de los empleos públicos. Guevara y su familia eran opositores al “gobierno de los milicos fascistas”; con semejantes “nazis”, nada de nada. No obstante, en Córdoba, el 31 de octubre de 1946, obtiene el nombramiento de laboratorista de suelos en la Dirección Provincial de Vialidad, asignado al tramo de la ruta 158 que une Villa María con Río Cuarto, en condición de sobrestante. Ernesto tiene 18 años. “Su padre, vinculado a actividades de la construcción, moviliza alguna influencia”, y consigue la designación en la empresa estatal485. Más adelante, EG renuncia a ese trabajo para ir a cuidar a su abuela Ana Lynch, que se está muriendo en Buenos Aires. Luego, en marzo de 1947: “Para ganarse la vida el estudiante ejercerá los más diversos oficios... Obtiene, gracias al enchufe de un amigo de papá, un puesto de oficinista en el servicio de suministros y aprovisionamiento en la municipalidad de Buenos Aires... Despedido por un lado, encuentra sin embargo la manera de que lo contraten en otra dependencia municipal, los dispensarios. Alegando su calidad de futuro médico va a entrenarse con el público procediendo a las vacunaciones”486. Gambini, Hugo, op. cit., p. 56. Incluso la voz “colimba” era la propia de los burgueses porteños para referirse despectivamente a la conscripción. No se usaba en el Interior argentino. 485 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 145. 486 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 67. 484

276

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Daniel James comenta de forma ácida tales nombramientos: “Gracias a su amistad con el intendente de Buenos Aires su padre le consiguió un empleo. Ernesto Guevara Lynch no dudó en hacer lo que él y su familia condenaron tan enérgicamente en los demás: recurrir a la influencia política para obtener puesto en la nómina del odiado gobierno. Y el incorruptible hijo no dudó en aceptar el empleo así obtenido, a pesar de admitir sin tapujos que era una sinecura”487. Después, el 22 de enero de 1951: “gracias a una gestión realizada por el padre de Carlos Figueroa, Ernesto obtiene el permiso de embarco -n° 51-521que le otorga la Prefectura General Marítima. En condición de enfermero de un buque a motor llamado Anna G., el joven llega hasta Trinidad, al norte de la desembocadura del Río Orinoco, en Venezuela”488. Tras este viaje, siempre en su condición de enfermero contratado, partirá en los buques “Florentino Ameghino” y “General San Martín”, de la Flota Mercante estatal: “Viajará desde la gélida Patagonia argentina hasta el tórrido Caribe de Trinidad y Tobago, recorriendo también las costas de Brasil, Venezuela y Curacao”489. Esos son algunos de sus trabajos estatales. Falta aún el biógrafo que escriba el libro: “El Che, empleado público”... En este tema lo más extraño se da en Bolivia. En la Historia Contemporánea de Bolivia, de Mariano Baptista Gumucio, aparece el siguiente dato insólito: “El “Che” visitó Bolivia, en los primeros años de la Revolución Nacional y fue un modesto empleado del Ministerio 487 James, Daniel, op. cit., p. 66. Texto precedido por el siguiente: “Cuando estuvo en la Universidad de Buenos Aires, Ernesto conoció lo que es trabajar para vivir. La desagradable experiencia duró muy poco; hay que tener presente que el Che rara vez tuvo un empleo de paga, hasta que prestó sus servicios al gobierno cubano”: op. cit., p. 65. 488 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 218. 489 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 50.

277

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

de Asuntos Campesinos, que visitaba silencioso los locales sindicales”490. ¿EG empleado público en Bolivia...? ¡No puede ser! Por otro lado, un guevarista peruano, Carlos J. Villar-Borda, asevera que EG en La Paz: “era redactor de boletines en la oficina de información de la Presidencia, y se dice que le tocó un turno de guardia para vigilar el Palacio Quemado”491. ¿Qué decir de tales informaciones...? Que con los datos que hoy se dispone, en especial el diario titulado “Otra vez”, y las memorias de “Calica” Ferrer, se concluye que se trata de enunciaciones erróneas. Veamos lo que en realidad sucedió. EG y su acompañante en La Paz dieron con una vinculación especial con el exiliado argentino Isaías Nougués, fundador del Partido Bandera Blanca de Tucumán. Trabaron amistad con su hijo, José María Nougués, y con “Gogo” Nougués, quienes les presentaron diversos personajes del altiplano: “Uno de los lugares claves que conocimos gracias a Nougués fue la “boite” El Gallo de Oro. Ahí se cocinaban todos los asuntos políticos, muchos incluso le decían en broma la segunda casa de gobierno. Entre tragos y mujeres lindas se mezclaban los popes de la revolución con los hacendados y los dueños de las minas, y también los exiliados y aventureros argentinos... Nos íbamos a tomar café con Nougués y sus amigos que terminaban de almorzar en el Gran Hotel Sucre, lo más bacán de La Paz... Ernesto por su parte, también conoció a una chica en una fiesta, Marta Pinilla, hija de una familia aristocrática y rica, propietaria de numerosas tierras y propiedades en las afueras de la ciudad”492 Gumucio, Mariano Baptista, op. cit., pp. 634-635. Villar-Borda, Carlos J., Che Guevara: su vida y su muerte, Lima, Editorial Gráfica Pacific Press, 1968, p. 66; cfr. Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 87, nota 2. 492 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., pp. 93, 96, 101. 490 491

278

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Hasta ahí el viaje no pintaba como demasiado bohemio. Empero, apunta “Calica”, subsistía el tema monetario: “Quedaba sin resolver el problema económico que se volvía peliagudo. Ernesto desempolvó una de las cartas de recomendación: la del doctor Ferreira de Buenos Aires para el colegio boliviano de medicina. Hacia allí partimos y nos encontramos con el doctor Molina que nos trató con mucha amabilidad y le ofreció a Ernesto un trabajo de médico en una mina durante tres meses y a mí como enfermero. Aceptamos, pero sólo un mes porque teníamos miedo de gastarnos toda la plata y quedarnos varados indefinidamente... Para nuestra sorpresa, una señorita muy amable nos informó que el doctor Molina había salido por dos o tres días para realizar inspecciones en las minas... Así estuvimos casi veinte días yendo y viniendo como en una comedia de enredos... Cuando al fin el doctor Molina volvió, decidimos no aceptar el trabajo, porque con la espera sumada al mes que debíamos trabajar, el tiempo de permanencia en Bolivia se elevaba casi a dos meses y nuestras finanzas no lo permitían. Fue una decisión difícil porque por un lado nos atraía la situación política y social que se vivía en Bolivia... Pero por otra parte, teníamos claro que el objetivo final de nuestro viaje era Venezuela. Al menos conseguimos que el doctor Molina nos diera una carta de recomendación para visitar una mina de wolfram en medio de las montañas”493. Esas situaciones equívocas, sumadas a la entrevista con el izquierdista Ministro de Asuntos Agrarios y Campesinos Ñuflo Chávez, pasado el tiempo, producida la invasión guerrillera a Bolivia en 1967, con sus mitos y rumores, son las que deben haber dado origen a las leyendas burocráticas de 1953. Eso es, al menos, lo que cabe suponer con los elementos de juicio de que disponemos al presente. En suma: Guevara no fue empleado público en Bolivia; pero estuvo cerca de serlo, aunque por muy breve tiempo. Y, precisamente, fue una cuestión temporal la que impidió que el lance se concretara.

493 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., pp. 102-104-105. La argumentación de Ferrer no parece lógica: si se quedaban trabajando no iban a tener menos dinero, sino más.

279

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Dicho de otra manera: que Guevara -el rígido socialista, el riguroso anarquista- no le hacía asco a los puestos públicos. De ahí que Pierre Kalfon, glosando una carta de EG a su tía Beatriz, del 12 de febrero de 1954, sostenga que: “La verdad es que, en Guatemala, Guevara nunca conseguirá tener un empleo estable, debidamente remunerado. ‘Es la primera vez -reconoce- que tengo necesidad de laburar y no consigo’”494. Primera vez que eso le pasa. Debe entenderse que, antes de esa fecha, sí ha conseguido diversos empleos. Servicio militar, empleos públicos, muestran conductas burguesas. Los biógrafos, en cambio, suelen exhibir el caso del noviazgo con María del Carmen Ferreyra, “Chichina”, cual un modelo de rebeldía a las normas vigentes en los altos estratos sociales. Y así es, sin duda alguna. Que se presentara en el palacio de los Ferreyra, o en su estancia de “Malagueño”, vestido como un pordiosero, luciendo su “camisa de nailon con el color de un salmón anémico que no se sacaba ni para dormir y que no podía ser más fea y ordinaria. Él la llamaba la “semanera” porque la lavaba solamente cuando se daba el baño de los sábados... y sus otras prendas igualmente feas y ordinarias, sus zapatos deslustrados y rotos, los pelos parados, el jadeo casi permanente de su asma y su casi también permanente bombeo con el inhalador (él le decía chuf chuf) de Asnopul, Ernesto estaba muy lejos de la imagen del porteño pituco de la época”495. Eso, sin 494 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 132. La carta, primeramente publicada en: Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 41. “Laburo”, argot argentino por trabajo. 495 Visión de Jorge Ferrer, el “Gordo”, en: López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 206. Sabidas son, también, las anécdotas graciosas acerca de su falta de oído musical y los modos en que le enseñaron a bailar. Dice Alberto Granado: “Como bailarín era deplorable. Yo traté de enseñarle algunos pasos: ‘mirá, en el tango se hace así: un-dos-tres-cuatro, un-dos-tres-cuatro’, de esta manera aprendió lo poco que sabía. Cierta vez en el Perú habíamos convenido que cuando sonara un tango, como él era incapaz de reconocer los ritmos, yo le daría un codazo para que se lanzase a la pista. Pero resulta que se escuchó una pieza que entonces estaba de moda, ‘Delicado’, y yo le di un codazo porque era la pieza preferida de Chichina, y él interpretó que era la señal convenida; entonces, bailó un ritmo rápido caribeño como si fuese un tango y yo casi me muero de la

280

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

contar que, a veces, lucía zapatos desiguales, que no formaban un par, de diversos modelos o colores, rezago de un lote que había comprado para hacer “negocios”... De nuevo: es muy cierta esa caracterización del novio de la aristocrática niña de Malagueño. Atina Jorge Castañeda al anotar que: “El desapego guevarista por el cuidado personal persistiría: nunca el Che, un hombre cuya elegancia en la mirada, la sonrisa y los gestos cautivaría a millones, se esmerará en cuidar su vestimenta. La camisa fuera del pantalón, los zapatos desamarrados y el cabello despeinado se convirtieron en sus signos de distinción desde muchacho y lo seguirían por toda América hasta la muerte. Después serían costumbre; en presencia de los perfumados círculos donde se movía ‘Chichina’ y él con ella, implicaban desafío y malquerencia”496. Provocación, burla, desplantes, petardismo tremendista y desaliño estudiado, todo eso suponía tal conducta497, desde luego. Empero, en el trato con otras mujeres, con relación a eventuales expectativas sexuales, la conducta de EG no podía ser más convencional. Veamos. En la Argentina de los años cincuenta -y no sólo en la Argentinalos varones púberes solían efectuar su iniciación sexual aprovechándose de su posición dominante dentro del hogar familiar. Es decir, arremetían contra las pobres y dóciles sirvientas, que obligadas por su humilde condición se veían conminadas a obedecer a los “patroncitos”, so pena de perder el empleo. Si hay una imagen molesta e injusta de aquella sociedad burguesa era esa del sometimiento de las criadas. Porque, por otro lado, las novias de parejo estatus, risa”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 54. Carmen Córdova de la Serna cuenta una anécdota idéntica, en este caso con un fox-trot: Kalfon, Pierre, op. cit., pp. 56-57. En este punto se da otra coincidencia asombrosa con Fidel Castro. Fidel, registra Carlos Franqui, “nunca fue fiestero, bailador, rumbero. Patagallega en el país del son, no gustaba de la rumba ni de la pachanga... El carnaval, el baile, la pachanga iban a ser para el trágico Castro un mundo enemigo”: Franqui, Carlos, Vida, aventuras y desastres de un hombre llamado Castro, Barcelona, Planeta, 1988, pp. 289, 65. 496 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 67. 497 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 213.

281

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

quedaban intocadas, hasta mentalmente por sus decorosos galanes. Una división categórica entre dos mundos femeninos, típica del orbe burgués. EG, ya fuera por sus pretensiones nietzscheanas de superhombre, o por su condena tajante de los modos de vida burgueses, se supone que no debía haber incurrido en aquella degradante costumbre social. Pues, no fue así, para nada. Merced a la buena memoria de sus amigos y compañeros de aventura, hoy se conocen, una a una, las escapadas genitales de nuestro personaje. Hay ahí un entramado de chismes, puestos al descubierto. En síntesis se trataría de lo siguiente. Explica Pacho O’Donnell: “Ernesto no escapó al condicionante de su clase de iniciarse en el sexo con mujeres de inferior posición social, como si lo supuestamente(sic) pecaminoso no debiese ‘contaminar’ a las jovencitas, de familias encumbradas económica y socialmente, que frecuentaban... La Negra Cabrera era la mucama de los Ferrer y se prestaba con gusto a los instintos de los hijos de sus patrones y sus amigos... Siempre con la complicidad del amigo leal, Ernesto siguió visitando a la Negra Cabrera... No era muy exigente en cuanto a belleza femenina; entre una feíta fácil y una bonita menos fácil, iba por el camino más corto. Era sabido que tenía relaciones sexuales con una mucama muy fea que trabajaba en su casa, Sabina Porta... Ernesto y Gualo (Eduardo García) se embarcan (en Guayaquil, 1953) en el ‘Guayos’ y durante la travesía una tormenta se descargó sobre ellos: ‘Casi todos los pasajeros incluyendo Gualo empezaron a vomitar. Yo me quedé afuera con una negrita, Socorro, a la que había levantado, más puta que una gallina, con dieciséis años sobre su espalda’. Antes de despedirse retozará con ella dos días”498. El propio Ernesto Guevara de la Serna, en su “Diarios de motocicleta”, evocaba lo ocurrido en el pueblo chileno de Lautaro, donde 498

282

O’Donnell, Pacho, op. cit., pp. 38-39, 54, 97.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

en una fiesta nocturna en 1952, habían bebido más de la cuenta. Entonces: “Uno de los mecánicos del taller..., me pidió que bailara con la mujer porque a él le había sentado mal ‘la mezcla’, y la mujer estaba calentita y palpitante y tenía vino chileno y la tomé de la mano para llevarla afuera; me siguió mansamente pero se dio cuenta de que el marido la miraba y me dijo que ella se quedaba; yo ya no estaba en situación de entender razones e iniciamos en el medio del salón una puja que dio por resultado llevarla hasta una de las puertas, cuando ya toda la gente nos miraba, en ese momento intentó tirarme una patada y, como yo seguía arrastrándola le hice perder el equilibrio y cayó al suelo estrepitosamente”499. En junio de 1952, en el buque de río “La Cenepa”, que navegaba por río Ucayali, rumbo a Iquitos, en la Amazonia peruana, entre el pasaje iba una prostituta ( o algo por el estilo). Alberto Granado y EG solicitaron sus servicios; ella pidió dinero; que aquellos no tenían. Pero: “Mial y Fuser no eran de los que se dejaban arredrar por la falta de dinero, y encontraron rápidamente la manera de resolver el problema. Alberto describió el plan conjunto: ‘Está entusiasmada con nuestros relatos de cosas vistas y las maravillas aún por ver; ha decidido volverse viajera. Como resultado, sin interferir, Fuser y yo tratamos de darle las lecciones necesarias. Por supuesto, los honorarios se (pagan) por adelantado y en especie’”500. “Calica” Ferrer toma la posta: “A esa edad más que el sexo lo importante era poder contarlo a los amigos... Mucho tiempo después (de la Negra Cabrera), ya viviendo en Buenos Aires, Ernesto reincidió con otra empleada de servicio de su casa, Sabina, una mujer bastante fulera y mayor que él, pero dispuesta a satisfacer el instinto del hijo de los patrones. Ernesto no era muy exigente en ese aspecto, diría que era más bien práctico, aprovechaba la ocasión dónde y con quién se presentara. 499 500

Guevara, Ernesto Che, “Diarios, etc.”, cit., pp. 91-92. Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 101-102.

283

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Pero en esa época el sexo era el sexo y el cortejo era otra cosa. Para eso estaban las otras chicas con las que salíamos, con las que no se podía ni soñar con un avance más concreto. Así de tajante era la división”501. Fuera de la Argentina, aquellas fronteras sociales se tornaban menos rígidas. Así, en Lima, algún “affaire” hubo con Zoraida Boluarte, jefa de Asistencia Social de Lepra en el Perú502. Y en la Sierra Maestra convivió con la mulata Zoila Rodríguez. Ahora, prosigue Jon Lee Anderson: “Los varones del ambiente social de Ernesto conocían el sexo en el burdel o entre las chicas de clase inferior, a las que conquistaban con sus ventajas sociales y de dinero. Muchos tenían su primera experiencia sexual con la mucama familiar, generalmente una indígena o mestiza de las provincias pobres del norte... Hilda no era la única mujer interesada en conquistar a Ernesto. Como diría Myrna Torres años después, eran varias, incluida ella. Pero en febrero y marzo de 1954, la principal contendora por el afecto de Ernesto era la enfermera Julia Mejías... había conseguido una casa junto al lago Amatitlán... Al poco tiempo empezaron a vivir una aventura”503. En suma, arguye Jorge Castañeda, “no faltaban amoríos fugaces y frecuentes... (era) realmente atrevido o lanzado con las damas”504. Si se hace un balance de todos esos amoríos y escarceos, se apreciará que EG era un muchacho “normal”, ni más ni menos que la mayoría de los jóvenes de su época. Encima, digamos que presentaba una conducta sexual perfectamente natural. Por ejemplo, no 501 Ferrer, Carlos “Calica”, op. cit., p. 72. El mismo autor, en la p.162 de su libro, narra las visitas a los prostíbulos. 502 Cupull, Adys y González, Froilán, “Ernestito, etc.”, cit., p. 149. “Una periodista cubana que entrevistó a la enfermera Boluarte años más tarde, piensa que la relación entre Ernesto y Zoraida fue mucho más que amistosa; que en aquellos días en Lima mantuvieron una relación amorosa. Por el tono de las cartas que Ernesto le escribirá en los siguientes años, esto parece posible”: Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 47. También se habla de su “affaire” con la cubana Lilia Rosa López. 503 Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 50-51, 151. 504 Castañeda, Jorge G., op. cit., pp. 62, 63.

284

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

era ni quería pasar por homosexual, ni por asomo. El siguiente dato, proveniente de la pensión en que vivió en Guayaquil con otros argentinos, entre ellos Eduardo “Gualo” García, es bien demostrativo de lo que enunciamos. Reza así: “En el cocktail lingüístico de los muchos castellanos que se hablan en el exilio, Ernesto se ve obligado a defenderse de los argentinismos, su amigo Gualo lo llama ‘querido’ en una conversación con Hilda y el doctor Guevara respinga: ¿Por qué me decís querido, Gualo? Sabés que no me gusta; da que pensar cosas extrañas a la gente que no conoce nuestro modo de hablar”505. “Querido” es un porteñismo, más que un argentinismo. En otros lados, equivale a amante, a querendón. En Buenos Aires, es un trato solo amistoso, sin connotaciones amatorias. Y Guevara no deseaba ofrecer dudas en materia tan delicada... Por esa quisquillosidad varonil, Anderson lo califica de “machista”, al apuntar que Guevara como Fidel Castro: “eran sexualmente voraces, pero subordinaban las relaciones a las metas que se imponían. Ambos estaban imbuidos del machismo latino: la creencia en la debilidad innata de las mujeres, el desprecio por los homosexuales, la admiración por los hombres valientes y arrojados”506. Que en materia de “géneros” no gustara de las “opciones”, ni las ambigüedades contra-natura, nos parece excelente. Más todavía: siendo Ministro de Industria en Cuba, creó, en la localidad de Guanahacabibes, cerca de La Habana, un campo de concentración para encerrar a “inmorales” (opositores contrarrevolucionarios, homosexuales, etc.)507. De haber estado en la isla del Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 64. Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 193. 507 O’Donnell, Pacho, op. cit., pp. 260-261: “A Guanahacabibes no se envía sino aquellos casos dudosos en que la gente merece un castigo, pero no la cárcel -trataría de justificarse el Che-... A Guanahacabibes se manda a la gente que no debe ir a la cárcel; la gente que ha cometido fallas de moral revolucionaria de mayor o menor grado con sanciones simultáneas de privación del puesto, y en otros casos como un tipo de reeducación mediante el trabajo. Es trabajo duro, no bestial”. Sin embargo, no era difícil identificar a Guanahacabibes con un campo 505 506

285

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Caribe por esos años, muchos de sus seguidores argentinos, partidarios del anarquismo moral, se hubieran pasado un linda temporadita en ese paradisíaco lugar... Con todo, a la hora de colocar esas conductas frente a sus propias reglas éticas -no digamos nada de las de la moral cristiana-, es evidente que hay allí un desfasaje. Su afamada “voluntad” no ha operado para nada con el objeto de apartarlo del “aurea mediocritas” de los varones burgueses. En realidad, si se miran los tres casos que presentamos: servicio militar, empleos públicos y relaciones sexuales, no se hallan en ellos elementos que justifiquen una biografía, puesto que pertenecen a las más pedestres vidas vulgares. Evasiones, enchufes, sexualidad barata, no acreditan un gran dominio de la voluntad por sobre los intereses espurios, las sinecuras burocráticas y las pulsiones tiránicas de los instintos. Los apuntamos porque toda regla tiene su excepción. Y acá, en este espacio, han cabido las banalidades, que algunos quieren ocultar, barriendo debajo de la alfombra.

9. LÁSTIMA

QUE SEA TAN FEA

Hacemos aquí un apartado especial para ubicar a Hilda Gadea, la primera esposa de Ernesto Guevara de la Serna, en el contexto de su vida en Guatemala y México. Primera visión de la Gadea: “A sus 27 años, dos mayor que él (EG), es una intelectual chaparrita, regordeta, de ojo achinado que proviene de su abuela indígena, con una interesante formación política, exiliada por culpa de la dictadura del general Odría, a causa de sus acti-

de concentración”. Uno de los concentrados, el poeta Reynaldo Arenas (también Severo Sarduy, Virgilio Piñera y Heberto Padilla), fue enviado allí para “curarse de su homosexualidad”... Sobre el tópico, ver la película “Fresa y chocolate”, Cuba, 1996, directores Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, intérpretes: Jorge Perrugoría, Vladimir Cruz y Mirta Ibarra.

286

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

vidades dentro del APRA, trabaja en la ciudad de Guatemala dentro del Instituto de Fomento a la Producción”508. Pierre Kalfon la presenta de esta manera. Hilda, dice: “está lejos de ser una belleza. Es baja, rechoncha, de tez mate y piernas cortas, una mestiza de ascendencia india y china, de pelo azabache y ojos rasgados. Tiene tres años más que él. Su encanto, en opinión de Ernesto, es de orden casi abstracto... Ernesto e Hilda mantendrán durante semanas interminables conversaciones de carácter político”509. Jorge G. Castañeda se enoja con Hugo Gambini porque la describió como “una maciza muchacha de ojos almendrados, pero fea, muy fea”510. No obstante, hay que saber que es el propio Ernesto Guevara de la Serna quien se lamentará de la fealdad de la mujer511. Para aclarar este punto conviene efectuar estas transcripciones (cronológicamente expuestas en el libro de Jon Lee Anderson): -“Ernesto no tenía dudas de los sentimientos que despertaba en Hilda y aparentemente los explotaba a la vez que trataba de evitar una relación seria con ella”.

Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 63. “Chaparrita”, mexicanismo, por bajita, de corta estatura; petisita, se diría en la Argentina. 509 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 128. 510 Gambini, Hugo, op. cit., p. 80. Ricardo Rojo, op. cit., p. 67, la describe como “exótica”. Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 96, nota, juzga “desafortunados” esos calificativos. 511 “Hilda Gadea -dice- me declaró su amor en forma epistolar y en forma práctica. Yo estaba con bastante asma, si no tal vez la hubiera cogido. Le advertí que todo lo que podía ofrecerle era un contacto casual, nada definitivo. Pareció muy avergonzada. La cartita que me dejó al irse es muy buena, lástima que sea tan fea. Tiene veintisiete años”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 102. “Coger”: arg., por coito, cubrir el macho a la hembra, “tirar”, dicen otros hispanoamericanos. EG, cuando se cubanice, usará el verbo coger en su sentido castizo de tomar. Ver: “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., p. 194: “Chico, no me tires más fotografías... los compañeros... me cogen para el trajín”. En la Argentina se dice: “no me saques más fotografías”, y, en general, los varones no gustan que sus compañeros los cojan en ningún sentido... Evidentemente, que el “Che”, tan bromista él, estaba muy olvidado del argot de su país natal. 508

287

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

-“Aunque ella dice en sus memorias que Ernesto la perseguía, éste sostuvo en su diario íntimo que ella llevaba la iniciativa”. -“Yo no sé qué mierda hacer. Hilda se pone pesada. Tengo ganas de volar a la mierda: tal vez Venezuela”. -“En realidad, nada estaba más lejos de sus intenciones que casarse con Hilda. El día del encuentro final, escribió: ‘Creo que aprovecharé el hecho de que ella no puede salir todavía para largar definitivamente’”. -“Los pensamientos y acciones desde su separación (en Guatemala) no revelan al amante angustiado. Al enterarse que estaba varada en la frontera, no hizo nada para ayudarla y sólo comentó al pasar en su diario: ‘Hilda está en México en Tapachula y no se sabe en qué condiciones’”. -“Hilda le propuso matrimonio y mantenerlo. ‘Yo dije no -escribió-. Quedamos como amantitos hasta que yo me largue a la mierda, que no sé cuando será... La relación con Hilda cayó en una rutina monótona’”. -“Estaba resuelto a casarse -después de todo, así lo exigía el honor (N. A.: por haberla dejado embarazada)-, pero en su diario íntimo escribió: ‘Para otro tipo la cosa sería trascendental; para mí es un episodio incómodo. Voy a tener un hijo y me casaré con Hilda en estos días. La cosa tuvo momentos dramáticos para ella y pesados para mí, al final se sale con la suya, según yo por poco tiempo, ella tiene la esperanza de que sea para toda la vida’”512. Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 151, 155, 173, 179, 195. Nada menos que a los padres de ella, EG les escribió, señalando que: “la cocina de Hilda es el peor aspecto de la casa: en cuanto a orden, limpieza y comida... Sólo puedo decir que es la manera que he vivido toda mi vida, ya que mi madre tiene la misma debilidad”: op. cit., p. 196. “Amantitos”: concubinos. Por la misma época, y con el mismo lenguaje, reflexiona que si le pagan algunas deudas, podría viajar “e irme a la mierda”: García Lupo, Rogelio, op. cit., p. 244. En apariencia, debe haber habido otras cartas, con adjetivos más fuertes hacia Hilda Gadea, que no han sido publicadas, tal vez por buen gusto. Planteamos esta inferencia, dado el siguiente diálogo entre las cuñadas Celia de la Serna y Beatriz Guevara: “conversando con Beatriz, Celia se permitía comentarios que reflejaban cierta perplejidad. Ambas estaban de acuerdo en que Teté había sido rudamente explícito sobre la apariencia de su mujer.- Por sus cartas parece casi como un 512

288

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Un buen resumen del estado emocional de EG respecto de Hilda Gadea, lo constituye la dedicatoria que le puso en el libro “Martín Fierro” de José Hernández, que le regaló el 20 de enero de 1955, y que rezaba de esta suerte: “A Hilda, para que el día de la partida, le quede el sustrato de mi ambición de horizontes y mi fatalismo combatiente. Ernesto”513. ¡Muy cariñoso...! Igualmente demostrativa es la correspondencia con sus padres y su tía Beatriz. En ella no hay casi mención de Hilda Gadea: “Sin embargo, el asunto de sus amores no parece ser trascendente para Ernesto, o al menos no quiere mostrarlo en sus constantes cartas a la familia en Buenos Aires, porque no existen menciones al respecto. ¿Pudor guevarista o falta de pasiones? En cambio, el tema de los futuros viajes es recurrente, casi podría decirse que es obsesivo”514. Y, de remate, la carta a Berta Gilda, “Tita”, Infante, de febrero de 1955, dándole cuenta del nacimiento de su hija Hilda Beatriz: “Tiene el nombre de Hilda Beatriz y es motivo de una doble alegría para mí. Primero la de la llegada que puso un freno a una situación conyugal desastrosa y segundo, el que ahora tengo la total certidumbre de que me podré ir, a pesar de todo. Que mi incapacidad para vivir junto a su madre es superior al cariño con que la miro. Por un momento me pareció que la adefesio, no es para tanto -dijo Beatriz-. También subrayaba su generosidad y su inteligencia. Pero algo de razón tenés, los muchachos me comentaron que era muy cáustico y se expresaba con cierta grosería no muy frecuente en Teté. -Es machista como el padre -admitía Beatriz-. Algo más que machista, casi cruel. Es cierto que Hilda es bajita, sin gracia y más bien feúcha, pero es su mujer. No tiene por qué subrayar tanto los defectos... No me gusta ese tono sobrador. Después de todo, con ella se casó y tuvo una hija.- Quizás acá el orden de los factores altere el producto. ¡No te parece que como tuvo una hija con ella se casó?”: Constela, Julia, op. cit., p. 155. 513 Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 82. 514 Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., pp. 82-83. A su tía Beatriz le escribe el 24 de setiembre de 1955, un mes después de la boda: “Te comunico la nueva oficialmente para que la repartas entre la gente, me casé con Hilda Gadea y tendremos un hijo dentro de poco tiempo”: op. cit., p.93.

289

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

mezcla de encanto de la chica y de consideración a su madre ( que en muchos aspectos es una gran mujer y me quiere con una forma casi enfermiza) podría convertirme en un aburrido padre de familia... ahora sé que no será así y que seguiré mi vida bohemia hasta quien sabe cuándo”515. Como es sabido, la agitadora peruana ha pretendido en sus Memorias516 que ha sido Ernesto Guevara quien la cortejaba insistentemente, y que, con igual constancia, ella se negaba a sus requiebros. Creemos que con lo trascripto quedan las cosas en claro. Bien que aun cabe interpretar, ahondando, esta extraña relación. Y, por cierto, quien lo ha efectuado es el mexicano Castañeda. Según él, a Guevara no le interesaba la belleza física de Hilda, en el sentido de los cánones estéticos occidentales, sino que -al revés- la atracción consistió en: “su arquetipo indio y en la manera en que Gadea se hizo rápidamente cargo de muchas de las facetas de su vida, desde el asma y el empleo hasta su formación ideológica y el ensanchamiento de su círculo de conocidos”. Además, Hilda era: “lo suficientemente distinta del Che para que éste fuera seducido; era demasiado diferente de ‘Chichina’, casi su imagen contraria”517 . Con esto, Castañeda retoma su tesis de la seducción por la otredad, como uno de los factores claves en la vida de EG. No obstante, también debe tenerse presente que el mismo ensayista mexicano ha observado que en ese fenómeno hay dos momentos sucesivos y opuestos: el primero de alucinación por lo extra-

Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 104. Gadea, Hilda, “Años decisivos”, cit., p. 58. Recién al final reconoce: “Cuando llegué a La Habana... Ernesto me dijo que tenía otra mujer... y con gran dolor de mi parte... acordamos divorciarnos”: op. cit., pp. 201-202. 517 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 97. Un caso en contrario: Aleida March de la Torre. “La cubana era una versión edulcorada de ‘Chichina’: ciertamente bella y más acorde con los rasgos propios de Guevara”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 174. Mientras Hilda era “chola”, mestiza, Aleida era criolla, es decir, descendiente de europeos, nacida en América. 515 516

290

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

ño, y el segundo de tedio y aburrimiento cuando lo insólito se torna sólito y lo exótico, cotidiano. Precisamente, en cuanto al final de la relación, uno de los biógrafos de Fidel Castro, Roberto Quirk, ha sostenido que la embarcación de Guevara en el “Gramma”, en Tuxpan, el 25 de noviembre de 1956, obedeció a que: “el Che estaba convencido de que había hallado una misión y una manera de abandonar a su esposa”518. Fue a Cuba para escaparle a Hilda Gadea. Castañeda considera que tal explicación es: “Excesiva: Guevara no se alistó en la expedición del ‘Gramma’ para separarse de su mujer. Pero es un hecho que a ojos del argentino, el matrimonio ya había fracasado aunque no del todo en la mente de Hilda”. En cambio, para el autor que seguimos, la discordia tiene que ver con los antiguos procesos psicológicos de EG: “El rechazo a la ambivalencia y la negativa a convivir con la contradicción enfrente generan impulsos de alejamiento. Ya no tolera la vida conyugal; pero adora a la niña. Se resiste a distanciarse de la madre mediante una separación explícita y tajante; pero tampoco puede seguir viviendo con ella. De allí las medias tintas engorrosas en las que se debate el atormentado esposo, padre y revolucionario... antes de la salida a Cuba, abandona el domicilio matrimonial, mas no plantea una ruptura formal. Luego viene la partida de Hilda al Perú, y la suya en el ‘Gramma’: una situación incierta. A tal punto que Hilda, en sus memorias, da cuenta de su propia ilusión, al llegar a La Habana después del triunfo, de que la pareja podía reconstituirse. En cambio, el Che, desde octubre de 1956, la daba por disuelta...: ‘Mi vida matrimonial está casi totalmente rota y se rompe definitivamente el mes que viene, pues mi mujer se va a Perú... Hay cierto dejo amarguito en la ruptura, pues fue una leal compañera y su conducta revolucionaria fue irre518

Quirk, Robert E., Fidel Castro, New York, Norton, 1993, p. 98.

291

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

prochable... pero nuestra discordia espiritual era muy grande y yo vivo con ese espíritu anárquico que me hace soñar horizontes’. Ante la maraña de sentimientos encontrados de este vínculo marchito, lanzarse a la aventura del 26 de julio no parecía una mala opción”519. Siempre sagaz y original el célebre ensayista de “La Utopía Desarmada”. Empero, él introduce un dato que hace tambalear toda su matizada explicación. Se trata de la versión de un funcionario soviético, Oleg Daroussenkov, quien recuerda una conversación con Guevara en Murmansk, a principios de los años sesenta. Entonces: “Al término de varios tragos de vodka para combatir el frío del Ártico, el Che confesó que se había casado porque Hilda estaba esperando un hijo. Se había tomado demasiados tequilas, lo cual lo condujo a un gesto absurdo de caballerosidad”520. “In vino veritas”. Personalmente, sin perjuicio de la validez de los demás vericuetos y abalorios psíquicos, nos quedamos con la tesis que podríamos llamar “del tequila”. Se comprometió semiborracho, y después no sabía como “zafar” del brete. ¡Pobre Hilda!521. O: ¡pobre Ernesto! O: ¡Pobres los dos! Castañeda, Jorge G., op. cit., pp. 130, 131. La carta citada, de octubre de 1956, estuvo dirigida a “Tita” Infante, y fue reproducida por: Cupull, Adys y González, Froilán, Cálida presencia, su amistad con Tita Infante, Santiago de Cuba, Ed. Oriente, 1995, p. 87. Cfr. Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 120. El periodista Agustín Alles Soberón, que lo entrevistó en la Sierra Maestra, recuerda que ante la pregunta sobre la Gadea, le contestó: “No sé de ella, ni me interesa”: “Instituto”, cit. 520 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 99. Esa tesis es congruente con lo que Julia Constela denomina “un matrimonio al que llegó casi por azar”: op. cit., p. 154. 521 Hilda Gadea se resistió siempre a aceptar la realidad, y atribuyó el fracaso de su matrimonio a la presencia de Aleida March, la cubana, segunda esposa de Guevara. Es, obviamente un anacronismo, una extemporaneidad; porque cuando ellos rompieron, Aleida no había aparecido aun en el horizonte. Aleida, dicho sea de paso, era la nueva “Chichina”, la normalidad social, cultural, estética y étnica. Aleida March de la Torre, cuando la conoció Guevara, era una 519

292

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

bonita maestra rubia, de 24 años, hija de españoles de clase alta y culta, quienes -como en el caso de los Guevara- habían perdido sus riquezas. Ella, para disimular su verdadero “status”, dirá después que pertenecían a la “clase media”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 367. Asimismo, suprimirá, como Guevara, su segundo apellido, con la preposición y el artículo que lo precedía, pues, en verdad, se llamaba Aleida March de la Torre. Ernesto Guevara, en el caso de este segundo matrimonio, volverá a las andadas; es decir, su inveterado “fuite en avant”, abandonando prácticamente a su esposa. En todo caso, de lo que quedan relatos es de su maltrato. “Benigno”, apasionado seguidor -“nosotros nos dedicábamos a adorar al Che”, dirá-, asegurará que él los trataba como a “marionetas”, y agrega: “Pero no sólo con nosotros se comportaba así; también los hacía con Aleida, su mujer. Cuando ella daba una opinión que a él no le gustaba, delante de todo el mundo la mandaba a callar con brusquedad”, humillándola. Y aunque él crea que esa es una costumbre argentina, que no lo es, lo que queda en claro es que para EG, las mujeres “eran como un objeto del cual se servía”: “Benigno” (Dariel Alarcón Ramírez), op. cit., p. 107.

293

C UARTA PARTE

EL OLMO QUE NO DIO PERAS

“La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”. Antonio Machado, “Proverbios y cantares”, de “Campos de Castilla”

1. STALIN II

REZA A

SAN CARLOS

Desde la ciudad de Guatemala, en junio de 1955, EG le escribe a su madre, y le comunica que dedica buena parte de su tiempo libre a impartir: “la doctrina de San Carlos -el eufemismo con que se refería a Carlos Marx- a un montón de chicos de sexto año”522. Diríamos que al modo que se dan las clases de catecismo a los párvulos. En la cárcel especial de México, en julio de 1956, anota: “San Carlos ha hecho una aplicada adquisición... me paso la vida haciendo ejercicio y leyendo”523. En el mismo año, en la carta de despedida a su madre, de octubre de 1956, desde Ciudad de México, especifica: “Antes me dedicaba mal que bien a la medicina y el tiempo libre lo dedicaba al estudio, en forma informal, de San Carlos. La nueva etapa de mi vida exige también el cambio de ordenación. Ahora San Carlos es primordial y lo será mientras el esferoide me admita en su capa más externa”524 . La devoción no es sólo en prosa. En verso, en Guatemala, percibe: “el impacto difuso de la canción de Marx y Engels que Lenin ejecuta y entonan los pueblos”525. Entre Guatemala y México, realmente leerá mucho marxismo. Guevara, sostiene Pierre Kalfon: 522 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 187. En la carta le dice textualmente: “te diré que tengo una cantidad de ‘chiquilines de sexto año’ encandilados con mis aventuras e interesados en aprender algo más sobre las doctrinas de San Carlos”: González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 125. 523 Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 148. 524 Altamira, Luis, op. cit. Cfr. González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 164. Ricardo Rojo le contó a Celia que su hijo en esa época, “se trenzaba en feroces discusiones defendiendo a San Carlos, como él llamaba a Marx”: Constela, Julia, op. cit., p. 113. 525 Gadea, Hilda, op. cit., p. 226.

297

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“ha retomado el estudio de aquel a quien llama, bromeando, san Carlos, es decir Karl Marx. En cambio no hay ninguna referencia a León Trotsky, eminente marxista asesinado a pocos kilómetros de allí, en Coyoacán, en 1940, por orden de Stalin”526. Bueno; la verdad es que Trotsky fue un maldito anti-stalinista; y era mejor no acordarse de él527. En Guatemala, junto a Hilda Gadea, desarrolla un plan de lecturas: “El proyecto lo llevó a ahondar sus conocimientos del marxismo con nuevas lecturas de Marx, Lenin, Engels y el peruano José Carlos Mariátegui. Hilda lo acompañaba en sus maratónicas sesiones de lectura y pasaban horas discutiendo los problemas planteados en esas obras”. Unidos al norteamericano Harold White, discurrían sobre: “el marxismo, Lenin, Engels, Stalin, Freud, la ciencia en la Unión Soviética y los reflejos condicionados de Pavlov”528. En el Distrito Federal de México consiguió el puesto de vendedor ambulante de libros de la editorial Fondo de Cultura Económica. Entonces, según Hugo Gambini: “quiso volver a Lenin, repasar a Marx y Engels, y encontrar a Mao Tsé Tung. Como no tenía dinero, se conectó con un argentino que dirigía la editorial más importante de México para que le prestara algunos libros. Era Arnoldo Orfila Reynal, director del Fondo de Cultura Económica, quien le facilitó los tres tomos de El Capital”529. Kalfon, Pierre, op. cit., p. 149. No obstante, Rogelio García Lupo sostiene que después de su instalación en La Habana, Guevara comenzó a leer a Trotsky: op. cit., pp. 227-228. En todo caso, en la mochila en Bolivia llevaba libros de Trotsky y de Mao. 528 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 150. “Más adelante, Hilda diría que gracias a ella Ernesto conoció a Mao y Walt Whitman, mientras él le ayudó a ampliar sus conocimientos sobre Sartre, Freud, Adler y Jung, sobre los cuales discutían. Hilda rechazaba la estrechez que percibía en la filosofía existencialista de Sartre, así como la concepción sexual freudiana de la vida, concepciones que habían influenciado a Ernesto. Según ella, Ernesto se apartó gradualmente de ambas a medida que sus interpretaciones se volvieron más marxistas”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 145. 529 Gambini, Hugo, op. cit., pp. 90, 133, nota 1. 526 527

298

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Ricardo Rojo, con algunas diferencias menores, apunta el mismo dato: “En este período recomendé a Guevara al más grande editor de México, el argentino Arnaldo Orfila Reynal, que dirigía el Fondo de Cultura Económica... había tomado una cartera de venta de libros a crédito. Tenía un interés doble, porque aparte de rendirle algo más (que la fotografía), le permitía disponer de cierto número de obras caras cuya lectura había encarado tiempo atrás.. Los clásicos del marxismo, la colección de obras de Lenin, textos relativos a la estrategia militar de la guerra civil española, pasaban ante los ojos ávidos de Guevara”530. Su admirador, Paco Ignacio Taibo II, admite: “No hay duda de que frecuentó la literatura marxista-leninista. Todavía, cuando tuvo que salir apurado para embarcarse en el “Gramma”, dejó en la habitación donde se alojaba ‘sus lecturas finales en México: El Estado y la revolución de Lenin; El Capital de Marx’”531. Para entonces, EG dice de sí que es tenido por comunista: “ya que estoy renombrado como chebol”532. Y no es para menos. En 1957, confesará: “Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la solución de los problemas del mundo está detrás de la Cortina de Hierro”533. Partidario de la “Cortisona”534, hasta el punto de sorprender a un funcionario soviético, su amigo de entonces, Nikolai Leonov (después general de la KGB), agregado a la embajada de la URSS en

Rojo, Ricardo, op. cit., p. 82. Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 122. 532 López Das Eiras, Horacio, op. cit., p. 294. “Chebol”, “vesrre” (al revés) de bolche (bolchevique, comunista). 533 Franqui, Carlos, Diario de la revolución cubana, Barcelona, R. Torres, p. 362. 534 “Cortina de Hierro”, Europa Oriental; Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., pp. 81,83. 530 531

299

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Ciudad de México, también camarada de Raúl Castro, quien los había presentado. Anota Leonov que al conocerlo, EG: “estaba muy bien, radiante de felicidad porque aquí viene un representante de otro mundo, del campo socialista y comenzamos a discutir todas las cosas. Con Raúl me acerqué por la misma razón en el barco (N.A.: donde viajaba después de haber participado en el ‘Festival Internacional de la Juventud’, en Viena, en 1951) y con el Che sobre la misma base, porque ya la conversación arrancaba desde el lugar donde estábamos de iguales. Me preguntaba de la Unión Soviética porque en el año, en 1956, habían pasado muchas cosas. Básicamente estaba informado, pero las cosas concretas, los plenos del Comité Central no le interesaba al Che. Sabía cómo era la Unión Soviética, cómo era la sociedad aquí (en Rusia), cómo funcionaba la economía, es decir, tenía fundamentos básicos de lo que era la Unión Soviética. En aquel entonces todos tenían la misma visión, de admiración. Él era admirador de eso”535. Se diría que era algo más que un admirador. Por ejemplo, en Costa Rica conoció al futuro Presidente de Venezuela Rómulo Betancourt, quien de antiguo comunista había devenido en socialdemócrata (merced al influjo de Nelson Rockefeller). Discutieron con Guevara, lógicamente. Pero EG puso fin al debate de esta forma: “Le hace la pregunta clave: ‘En caso de guerra entre Estados Unidos y la URSS, ¿de qué lado estaría usted?’, y Betancourt, sin vacilar: ‘Del lado de Estados Unidos, claro’. Esta respuesta, le dirá a Hilda Gadea, lo clasificó definitivamente como traidor a los intereses de su pueblo”536.

Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 127; cfr. Leonov, Nikolai, Lijoleti (Años difíciles), Moscú, Ed. Internacional, 1995, p. 34. Según otra versión, los libros fueron: el de “Chanaev sobre la guerra civil soviética, ‘Así se forjó el acero’ del autor comunista Ostrovsky y ‘Un hombre íntegro’, acerca de un aviador soviético, héroe de la Segunda Guerra Mundial”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 189. En cualquier caso: “realismo socialista” staliniano impuesto a sangre y fuego por Zhdanov. ¿Dónde había ido a parar el buen gusto literario del lector de Rimbaud y de Valéry...? 536 Gadea, Hilda, “Años decisivos”, cit., p. 22. 535

300

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Claro: quien no estuviera con la Unión Soviética, la “Gran Patria del Proletariado”, traicionaba a su pueblo. Por supuesto. Él se entusiasmaba con la “Cortisona”. Y quería saber más del mundo soviético. Por eso, le pidió al chequista Leonov que le prestara novelas rusas: “Me indicó tres: ‘Así se templó el acero’, de Ostrovski; Un hombre de verdad, de Polevoi, y ‘La Defensa de Stalingrado’537. No sólo la literatura soviética nutre su espíritu. Hilda Gadea describe un panorama de lecturas muy amplio: “Ambos habíamos leído las novelas precursoras de la Revolución Rusa: Tolstoi, Gorki, Dostoievski, las Memorias de un revolucionario, de Kropotkin. Después nuestros habituales tema de discusión recaían sobre: ¿Qué hacer?, y El imperialismo, última etapa del capitalismo, de Lenin. El Antidühring, El manifiesto comunista, El Estado y la familia y otros trabajos de Marx y Engels, además Del socialismo utópico al socialismo científico, de Engels, y El capital, de Marx, con el que estaba yo más familiarizada por mis estudios de economía”538. A partir de esa ideología, fundada en la “ciencia” del siglo XIX (en la biología y la física anteriores a las revoluciones cuánticas-atómicas y genéticas), pensaba Guevara encarar sólidamente el porvenir. Asimismo, como le gustaba estar seriamente informado, reclamaba a sus familiares de Buenos Aires que le enviaran: “cada semana Nuestra Palabra, órgano del partido comunista argentino”539. Con tales fuentes de información se nutre de un acervo histórico-cultural bien curioso. Por ejemplo, cree que en la guerra librada entre los Estados Unidos y las Naciones Unidas con Corea del Norte, ésta última demostró un “poder invencible” por ser “un

Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 127. Por supuesto, Leonov le consiguió los libros, y Guevara pasó a retirarlos por la Embajada. 538 Gadea, Hilda, “Años decisivos”, cit., p. 36. 539 Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 111; cfr. Kalfon, Pierre, op. cit., p. 161. 537

301

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

pueblo en armas” (y no por haber estado apoyada por la China Comunista y la URSS)540. También, esos fundamentos le permiten discurrir sobre la verdadera Democracia, por ejemplo, la de Guatemala y China541. Seguramente, para perfeccionar ese bagaje ideológico es que en diciembre de 1955 se inscribe en el Instituto de Relaciones Culturales Mexicano Soviético, para tomar clases de idioma ruso542. Y, tal vez, algunas otras añadiduras... Acendró su stalinismo básico. Demos dos datos claves al respecto. Uno, referente a la intervención del Ejército Rojo para aplastar la revolución nacional húngara de 1956. Afirmó que: “la insurrección de Budapest fue una conspiración fascista contra el pueblo”. Los tanques rusos eran los portadores de la soñada “liberación” del “fascismo” de Imre Nagy y Paul Maleter (quien había pertenecido a las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil Española). Dos, en otra ocasión iría más lejos. Fue más stalinista que los soviéticos: “Carlos Franqui relata cómo la primera vez que conoció al Che en México, en 1956, lo encontró leyendo Los fundamentos del leninismo, según Stalin, y le preguntó si había leído el informe de Kruschev al XX Congreso; el Che contestó que eso era propaganda imperialista”543. Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 58. “Este (Guatemala) es un país en donde uno puede dilatar los pulmones y henchirlos de democracia”; aunque lamenta que reste algo de libertad de prensa. Él hubiera cerrado los diarios opositores “en cinco minutos”: Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 37. “Me interesa particularmente la Nueva China porque está de acuerdo con mis ideales políticos. Espero que pronto, o si no pronto algún día, después de conocer éste y otros países realmente democráticos, Hilda pensará como yo”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 196. Tal vez, entre los “realmente democráticos” contará, además, a Camboya, Albania y Bulgaria. 542 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 125. 543 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 120, notas 1 y 2. En la Sierra Maestra, en 1958, insistirá sobre esa exótica tesis. Anota Alfonso Manuel Rojo Roche: “Con referencia a la revolución húngara de 1956, ‘Che’ adhiere totalmente a la línea del Partido Comunista y afirma lisa y llanamente que EE. UU. preparó esa 540

541

302

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Hay quienes discuten si para esa época EG era comunista. Es un debate absurdo. El 24 de junio de 1956, el grupo de exiliados castristas, encabezado por Fidel Castro, fue detenido e internado en la cárcel especial de los servicios inmigratorios, de la calle Miguel Schultz. Castro y veintiséis de sus seguidores prestaron declaración, negando ser comunistas. En cambio, Ernesto Guevara de la Serna reconoció paladinamente ser marxista-leninista: “El único que confesó su ideología era el Che. Cuando lo interrogó el Ministerio Público dijo que su ideología era marxista-leninista con toda claridad. Los demás no, porque ninguno de ellos tenían esas características”544. Bueno, pues, como reza el aforismo jurídico: “a confesión de parte, relevo de prueba”. Supondría una ingenuidad, como apunta alguno de sus biógrafos. Pero, sucede que en el fervor del catecúmeno, no cuadra el cálculo. Hasta podría enunciarse que EG había abrazado el marxismo con ardor adolescente; sin admitir bromas ni reticencias al respecto. Faceta importante de su personalidad... Luego, es perfectamente pertinente el siguiente juicio de Jorge Castañeda: “En otras palabras, el Che no sólo no disimulaba su ideología o inclinación política -embuste que todos los demás detenidos sí cometían- sino que se vanagloriaba de ella... El Che traía su nueva fe comunista, soviética y revolucionaria a flor de piel; no la escondía, sino que se jactaba de ella... logra exactamente lo que buscaba: ser considerado a mucha honra,

revuelta”: García Lupo, Rogelio, op. cit., p. 129. No existen pruebas de la intervención norteamericana, ni antes ni durante ni después del alzamiento húngaro. Ver: Hungría. Informe de la Comisión Especial de las Naciones Unidas, Bs. As., Ágora, 1957. Guevara tampoco simpatizaba con Tito por su antistalinismo: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 374. 544 “El agente del Ministerio Público (Antonio Villada)... comenzó a querer discutir sobre esa filosofía, pero su pericia en la materia era muy limitada en relación al profundo conocimiento del Che. Cuando entraron en una discusión... yo (Fernando Gutiérrez Barrios, Secretario de Gobernación) lo llamé y le dije: ‘Licenciado, ya le dijo que era marxista-leninista, váyase ya directo a tipificar los delitos y nada más’. Porque en ese momento el Che se reveló realmente muy prepotente”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 128, nota.

303

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

un comunista y defensor de la Unión Soviética, aunque sin partido”545. Conceptos a los que cabe adicionar esta otra definición, un tanto más amplia: “A los 26 años el Che Guevara es un hombre francamente prosoviético; que se proponía bautizar a su hijo (de haber sido varón) con un nombre soviético (Vladimiro) por admiración a la patria del socialismo. Como recordaba asimismo su esposa: ‘Guevara mostraba grandes simpatías por las realizaciones de la Revolución soviética, yo ponía algunos reparos’. Es un joven con evidentes inclinaciones por el partido de los comunistas, tanto guatemalteco como en sentido genérico. Ha optado por engrosar las filas del Partido (con mayúscula) en alguna parte del mundo”546. Guevara era de natural veraz; de ahí que no encubriera su comunismo. Sin embargo, más adelante, cuando dejó de ser Ernesto Guevara de la Serna para transformarse en el “Che Guevara”, también tuvo que aprender a mentir o, cuando menos, a disimular sus convicciones (de seguro, siguiendo los consejos de Fidel Castro). De tal conducta en la Sierra Maestra cubana, ha dejado buena constancia su compañero de luchas, Huber Matos547. Lo cierto es que ya era “un revolucionario formado”, en el decir de Fidel Castro.

Castañeda, Jorge G., op. cit., pp. 129, 126. Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 103. La cita de Hilda Gadea, corresponde a “Años decisivos”, cit., p. 29. 547 Matos, comandante guerrillero, comienza por definir a Guevara como “un hombre de extrema izquierda, ávido de realizar proezas”. Preocupado por su ideología, lo interrogó acerca de si era marxista. La respuesta de Guevara fue: “Es posible que de algún modo lo sea”. Por otra parte, se apresuró a condenar el sistema soviético, al que tachó de “totalitario”, manifestándole a su interlocutor que: “él nada más puede vivir en un mundo democrático”. Tanta vehemencia no convenció a Matos, quien anotó: “No estoy seguro de que el Che sea sincero. Tengo la impresión de que estamos trabados en un amistoso encuentro de esgrima”. Su opinión de Raúl Castro era peor. Lo consideraba un “ambiguo”, que “me hace recordar las monedas falsas”: Matos, Huber, Cómo Llegó la Noche. Memorias, Barcelona, Tusquets, 2004, pp. 133, 134, 221. 545 546

304

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Guevara será más explícito. En carta a su madre, lamentándose que Hilda Gadea se hubiera casado con él, se describirá -con su sorna habitual, claro- como: “un esclavo ferviente de la plaga roja”. Por esa época, el cubano Carlos Franqui lo pinta como dotado de un “humor suficiente, provocador y argentino”, “algo narcisista, trigueño de estatura mediana y fuerte musculatura, con su pipa y su mate, entre atlético y asmático: “alternaba Stalin con Baudelaire, la poesía con el marxismo”548. Y a su tía Beatriz, le señala que él tiene “convicciones profundas y definidas”, y: “Si la pobre Beatriz tenía alguna duda sobre el origen de esas convicciones, firmó la carta ‘Stalin II’”549. De ese modo, Stalin Segundo enseñaba a los chicos en Guatemala a rezar por San Carlos Marx. Él había renegado de la religión de su bautismo. Como suele suceder en estos casos, la creencia fue reemplazada por una superstición idolátrica. En diciembre de 1954, le explicará a su madre su conversión guatemalteca: “En ese momento dejé el camino de la razón y adopté algo afín a la fe que no puedo describir ni siquiera aproximadamente porque el camino fue muy largo y con muchos pasos atrás”. Tal cual lo glosa Anderson:

548 Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 116. Digámoslo ya -lo deberíamos haber dicho antes-, que gran parte de la seducción y admiración que despierta Ernesto Guevara entre la gente letrada, especialmente entre las profesoras y diletantes de la literatura, obedece a esa su condición de escritor aficionado a la poesía, muchas veces redactada con bastante buen gusto. Se detienen sólo en esa faceta, como si fuera la única, sin tener en cuenta sus actos guerrilleros, como si se estuviera hablando de Paul Valéry o Walt Whitman. Se trata de una enfermedad típicamente profesional (que, por supuesto, no padecía para nada el propio Ernesto Guevara, para quien la literatura no era otra cosa más que un “hobby”). 549 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 155. Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 206, 182.

305

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Era una declaración inequívoca. Si su familia no estaba suficientemente advertida, Ernesto había proclamado sus convicciones y descrito su conversión. Era comunista”550. Bien dijo Fidel Castro, el 17 de octubre de 1997, en el homenaje tributado con ocasión del entierro de los restos de Guevara en Santa Clara, que: “Che fue un verdadero comunista y hoy es ejemplo y paradigma de revolucionario y comunista”551. Tan comunista como aventurero y aristócrata, los tres factores que combinados edificaron su singular personalidad.

2. GUATEMALA

A TUERTAS

Si se lee cualquiera de las grandes biografías sobre Guevara, escritas en las últimas décadas, se obtendrá una visión monocular de lo acontecido en Guatemala entre 1954 y 1955 (lo mismo le ocurrirá a quien se aplique a la lectura de alguno de los manuales progresistas yanquis, sobre “Latin America”). Para ahorrarle al lector ese esfuerzo, le resumiremos dicho panorama. En tal sentido se expresa que en 1944 aconteció una Revolución que derrocó al dictador General José Ubico. Luego, tras el gobierno democrático del profesor Juan José Arévalo, había sido electo, también democráticamente, Presidente de la República el coronel Jacobo Arbenz Guzmán. Ambos mandatarios, pero sobre todo el segundo, habían iniciado una tímida Reforma Agraria, que, al dar tierra a los campesinos, había afectado los intereses de la United Fruit Company. Dado que ese monopolio frutero (popularmente conocido como “Mamita Yunai”) estaba ligado económicamente a funcionarios del Gobierno norteamericano -los hermanos Foster y Allan Dulles y Henry Cabot Lodge-, éstos impulsaron a la CIA a derrocar el gobierno democrático de Guatemala, acusándolo -falsamente, se entiende- de “comunista”. La CIA, pues, armó en Honduras a un grupito de aventureros, mandados por el Coronel Carlos Castillo 550 551

306

Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 180. “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., p. 292.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Armas, para que invadieran Guatemala. Mientras tanto, la propia CIA urdió un complot en el Ejército, que al prosperar, obligó al Presidente Arbenz a renunciar el 27 de junio de 1954. O sea, que todo, absolutamente todo, se redujo a un problema creado por el imperialismo yanqui552. Entre tanto, Ernesto Guevara de la Serna, que malvivía en pensiones miserables, sin conseguir del gobierno un puesto como médico, conocía a Hilda Gadea, aprista peruana, que fue quien lo ayudó a sobrevivir en esos meses, hasta la caída de Arbenz, cuando Guevara se asiló (o algo por el estilo) en la Embajada Argentina. Algunos autores mencionan el caso de la detección por la CIA del desembarco de armas en Puerto Barrios, compradas por el Gobierno de Arbenz para enfrentar la invasión de los “gringueros” (así apodaban los oficialistas a sus opositores, indicando que trabajaban para los “gringos”, es decir, para los norteamericanos). Al pasar, se dice que eran armas suizas, y que el asunto sirvió a EE.UU. para montar un tinglado en las Naciones Unidas para desacreditar al Gobierno democrático de Guatemala. Curiosamente, han sido los historiadores norteamericanos los más fervorosos partidarios de esa hipótesis. Así, leemos: “El gobierno reformista de Guatemala fue víctima de la paranoia del gobierno estadounidense durante la guerra fría y 552 Entre la bibliografía más marxista sobre el tema, podría computarse a: Galeano, Eduardo, Guatemala, clave de Latinoamérica, Montevideo, Ed. de la Banda Oriental, 1967; Bambirra, Vania y otros, Diez años de insurrección en América Latina, Santiago de Chile, PLA, 1971; González, José y Campos, Antonio, Guatemala, un pueblo en lucha, Madrid, Ed. Revolución, 1985. Sin perjuicio de las interpretaciones y deformaciones comunistas, debe hacerse constar que en efecto existió una gran presión de las empresas norteamericanas contra Guatemala. Además de la United Fruit Co., operaron la compañía International Railways of Centro America, el monopolio Electric Bond and Share y la propia Standard Oil de Nueva Jersey, de los Rockefeller. Todos esos intereses espurios esgrimirán el “peligro comunista” guatemalteco, por la cuenta que les tenía. Sin ignorar la presencia agresiva de tales pulpos capitalistas, con su apoyo directo en el gobierno de USA, acá queremos mostrar la otra cara de la moneda. Por ello advertimos al lector que nuestro punto de vista es que no hay la menor necesidad de esgrimir argumentos marxistas para combatir los abusos capitalistas. Ni corresponde elegir entre marxismo y capitalismo para entender lo que pasaba en Centroamérica. En todo caso, ellos no eran la solución, sino parte del problema.

307

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

de las fuerzas derechistas guatemaltecas, que gustosamente hicieron el juego a los Estados Unidos para sus propios fines. La tragedia del golpe que puso fin a un prometedor experimento de reforma moderada... que impidió la instauración de un gobierno estable”553. Es decir: quien viera comunistas en el régimen de Arbenz, era un paranoico, un loco de atar (si no es que estaba a sueldo de la CIA). Para ir levantando un poco la cortina “frutera” que abarca todo el tema, digamos que las armas aludidas constituían dos toneladas de pertrechos, fabricados en Checoslovaquia y embarcados en el buque sueco “Alfhem”, en el puerto polaco de Stettin, con destino a Dakar, que tras numerosos zigzagueos (Curacao, Puerto Cortés, en Honduras), cambiando de rumbos, habían ido a parar a Puerto Barrios, en la costa atlántica de Guatemala554. Empero, el punto central del debate en los foros internacionales, era una cuestión que tenía que ver con la Defensa Militar de los Estados Unidos. No debe olvidarse que en la década de 1950 se estaba en plena Guerra Fría, en el conflicto Este-Oeste, con la guerra de Corea, cuando los Estados Unidos no permitían que en el llamado “Mundo Libre”, u “Occidental”, o, mejor dicho, su esfera de influencia desde el acuerdo de Yalta, se pudiera introducir una fisura por donde penetrara el bloque antagónico, de la Cortina de Hierro. El imperialismo capitalista de las empresas norteamericanas, apoyadas por su Gobierno, interfería en la vida económica de los países “en desarrollo”. Si un movimiento político en estos países quería poner fin a esas exacciones, era más que probable que entrara en conflicto con el Gobierno de USA. Controversia que podía pasar por diversas etapas y matices, como en el caso de Bolivia. Pero allí, ni la CIA ni ningún otro organismo bélico yanqui iba a proteger una invasión destinada a voltear el Gobierno local. ¿Por qué...? Porque lo que se debatían eran asuntos comerciales, que no se mezclaban con 553 Angell, Alan, La izquierda en América Latina desde 1920, en: Bethell, Leslie, ed., op. cit., p. 98. Un libro de consulta obligada para la intelectualidad “progresista” yanqui es el de la ultra-comunista chilena Marta Harnecker, Pueblo en armas, México, Universidad Autónoma de Guerrero, 1983, y México DF, ERA, 1984. 554 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 157. Es uno de los pocos biógrafos guevarianos que proporciona el dato. Ver: Silva, Lautaro, “Latinoamérica, etc.”, cit., pp. 110-11.

308

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

los militares. En cambio, si una nación de la órbita “occidental”, tuviera o no problemas con las compañías norteamericanas, se empezaba a deslizar hacia el bloque soviético, entonces el garrote del Tío Sam se haría sentir. Pero, y esta es la pregunta clave: ¿qué gobierno que no estuviera ganado por el sovietismo -más allá del marxismo ideológico- iba a intentar una empresa tan descabellada...? Por cierto, los PC occidentales vivían incitando a los países donde residían a ese tipo de ataque a los EE.UU., para ver si de ese modo podían colaborar con la defensa militar de la URSS. Luego, y esto es lo que queremos subrayar: si la cuestión quedaba objetivamente planteada en el terreno de la Guerra Fría, metida en el medio entre USA y la URSS, se podía apostar doble contra sencillo que los respectivos líderes de bloque no iban a permanecer impasibles. Ni en Hungría ni en Guatemala. Pues bien, eso es lo que pasó en Guatemala ( y que no había sucedido en Bolivia). La disputa con la United Fruit podía ir más acá, o más allá (se le habían expropiado alrededor de 160.000 has.). Pero si ese tema, del imperialismo y el antiimperialismo yanqui, se vinculaba con una infiltración soviética, la cuestión se salía de madre, y había que prepararse para lo peor. Ahí iba a actuar el Imperio político, no el mero imperialismo económico norteamericano. Y si los partidos nacionalistas, populistas, o de izquierda, no advertían la existencia de ese límite infranqueable, y se dejaban seducir por las consignas comunistas, de ruptura con la Defensa Bélica de USA y de aproximación, clandestina o lo que fuese, a la URSS, la guerra sería inevitable. Eso, desde luego, en términos reales, no por inventos o fantasías de la propaganda “anticomunista”. El Pentágono, que no el Departamento de Estado, no se iba a mover por infundios de grupos monopólicos interesados en desestabilizar a gobiernos no cooperantes. La infiltración soviética la verificaba prolijamente. Bien; en función de tales premisas analicemos qué sucedió en Guatemala. En Guatemala, las malas relaciones venían, cuando menos, desde 1951, cuando asumió Arbenz; o si se prefiere, desde la sanción de la Ley de Reforma Agraria del 15 de julio de 1952 (o, un poco más adelante, cuando el gobierno guatemalteco se negó a pagar los 15 millones de dólares, debidos en concepto de indemnización por 309

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

las tierras expropiadas a la United Fruit). Pero tal situación tensional, recién derivó en una conflagración abierta en 1954. ¿Cuáles fueron las causas de ese cambio y en ese momento...? Un autor izquierdista, la expone de esta manera: “Los motivos de la ira de los Estados Unidos contra Arbenz se explican en una declaración del Secretario de Estado, John Foster Dulles, hecha el 25 de mayo de 1954: En primer lugar, declaró Dulles, Guatemala fue el único país latinoamericano que votó en contra de una resolución aprobada por la Organización de Estados Americanos en marzo de 1954 que declaraba que “el dominio o control de las instituciones políticas de cualquier estados americano por parte del movimiento comunista internacional... constituiría una amenaza a los Estados Americanos, y pondría en peligro la paz en América”. En segundo lugar, Guatemala no había ratificado el Pacto de Defensa de Río en 1947... y, en tercer lugar, el Presidente Arbenz había comprado armamentos a Europa Oriental”555 . Richard Gott, francamente pro-guevarista, no obstante, asienta a continuación esta reflexión muy atinada: “Muchos de los que criticaban la intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos de Guatemala pensaban que el gobierno norteamericano había procedido de ese modo motivado principalmente por su cólera ante la expropiación de las tierras no cultivadas de la United Fruit Company, empresa norteamericana que desempeñaba un papel clave en la economía guatemalteca. En retrospectiva, sin embargo, parece razonable concluir que el odio ideológico ciego (sic) y el recelo al comunismo, que caracterizó la política externa de los Estados Unidos durante los años de la Guerra Fría, fueron un factor más importante en la decisión del Departamento de Estado de entrar en acción que los pequeños contratiempos sufridos por una pequeña firma norteamericana. John Foster Dulles opinaba que Arbenz ‘era demasiado 555 Gott, Richard, Las guerrillas en América Latina, Santiago de Chile, Ed. Universitaria, 1971, p. 42.

310

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

condescendiente con el comunismo’: no se necesitaban más argumentos para propiciar la intervención”556. Se trataba de cuestiones objetivas: no votar la moción de rechazo al intervencionismo soviético en la OEA y no ratificar el Pacto de Defensa Continental de Río de Janeiro, fueron las causas verdaderas del auxilio de los organismos estatales norteamericanos al llamado “Ejército de Liberación”, comandado por el coronel Carlos Castillo Armas, que depuso al régimen de Arbenz557. Esas razones, y no las provenientes de las peleas con la United Fruit Company, que esgrimió el PGT, que hizo suyas Guevara, y que repiten dócilmente todos sus biógrafos, fueron las decisivas. Y era esa la distinción fundamental entre lo político y lo económico, la que la mentalidad de Ernesto Guevara de la Serna, estrechada por los dogmas materialistas, el cerrado economicismo (aquello de Lenin: “El imperialismo, última etapa de capitalismo”, cuando se trata de cosas diversas, que pueden o no estar juntas558) y las consignas stalinistas, no podía aprehender. Actitud mental, digamos de paso, que repetiría tiempo después en Cuba, con el asocio de Raúl Castro, inclinando a Fidel a romper -sin necesidad plena- con la Defensa Militar Occidental, con la consecuencia obvia de caer en los brazos del Pacto de Varsovia. Luego, la materia se puede analizar desde una otra perspectiva, a fin de ahondar o redundar sobre el problema. En ella nos formulamos la siguiente hipótesis disyuntiva: en Guatemala, el influjo de los intereses económicos (United Fruit Co.) y sus apoyos diplomáticos estadounidenses, ¿era el único punto de conflicto que aparejó la renuncia de Arbenz, o el comunismo -aparte de la invocación bastante interesada de los yanquis- era el otro factor de la cuestión? Acabamos de aclarar los motivos de esa intervención. Empero, poniéndonos en el punto de vista de aquellos biógrafos, que dan Gott, Richard, op. cit., p. 43. Las operaciones bélicas fueron pocas. Predominó la acción psicológica sobre el ánimo de los militares adictos a Arbenz. Tarea ésta que sí, efectivamente, estuvo a cargo de los agentes de la CIA. Ver: Turner, Stanfield, Secrecy and Democracy, Londres, Sidgwick and Jackson, 1985, p. 79. 558 Sobre el punto, nos remitimos a nuestro trabajo: Imperialismo y capitalismo. Crítica de las teorías economicistas, Mza., CIC (Centro de Investigaciones Cuyo), 1978. 556 557

311

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

por sabida la prioridad económica, todavía conviene preguntarse: ¿había o no comunismo en el gobierno guatemalteco...? Esto es: si en ese lugar y en ese tiempo, el comunismo iba con comillas o sin ellas. La respuesta simple a ese interrogante podría estar a cargo del Ministro de Arbenz, Augusto Charnaud Mac Donald, cuando en la Segunda Conferencia Continental de Abogados Demócratas (de izquierda) de 1953, dijo que: “ser anticomunista es ser antigobernista”559. O sea, vuelto por la pasiva: que para ser gubernista había que ser comunista (o, al menos, pro-comunista)... Empero, sin conformarnos con esas palabras, vamos a examinar los hechos del régimen guatemalteco. Ante todo, nos parece oportuno transcribir la opinión de un experto ensayista anticomunista chileno. Expone Lautaro Silva: “No se trata de motejar de ‘comunista’ a un gobierno, por el hecho de que a sus altas esferas se haya colado un criptosoviético, un compañero de ruta o un ‘tonto aprovechable’ como llaman los rojos a los burgueses que le hacen juego a los comunistas. No se trata de apellidar de ‘comunista’ a un gobierno progresista que desarrolle una labor popular a veces opuestas a los intereses de la alta banca y del gran capital. No se trata de colgarle el ‘san-benito’ de ‘comunistas’ a los gobiernos que se han enfrentado con los Estados Unidos en una lucha por defender su soberanía y su patrimonio”. Acto seguido de esa aclaración pertinente, Lautaro Silva, asegura en primer lugar que: “Si afirmamos, por ejemplo, que el profesor Juan José Arévalo Bermejo, es comunista, es porque hemos tenido en nuestras manos la ficha de su afiliación en los registros del partido con su correspondiente fotografía y su firma autógrafa”. En verdad, Arévalo hablaba inicialmente de un “socialismo espiritual”; doctrina que cambió por el “arevalismo”, con: 559

312

Silva, Lautaro, “Latinoamérica, etc.”, cit., p. 106.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“un resultado positivamente favorable al comunismo. Fue él... quien colocó los primeros cimientos del comunismo guatemalteco”560. Lo de Arévalo es susceptible de discusión; pero no lo de Arbenz. Con la llegada de Arbenz: “el partido comunista recibe un fuerte impulso, un verdadero espaldarazo. ‘Salió de la clandestinidad y apareció insolentemente a la luz pública’”561. Esto es seguro. Cual lo afirma Raúl Sohr: “El apoyo político más resuelto lo recibió Arbenz del partido comunista, el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), que adquirió gran prominencia pública”562. Referente a lo cual, Lautaro Silva presenta la “Autocrítica”, redactada en México por el Secretario General del Partido Comunista guatemalteco (PGT), el 15 de febrero de 1955, en cuya parte pertinente, se lee: “Cumpliendo con estas resoluciones (del PGT) permanecí al lado del Presidente todo el tiempo que fue posible... Mi trabajo al lado del Presidente Arbenz, en los días más álgidos de la lucha... Es verdad que entre el Presidente Arbenz y yo existe mucha intimidad, que nuestra relación de amistad ha sido muy estrecha... Y de qué otra manera podría interpretarse el penúltimo discurso que dirigió (Arbenz) a la nación, en cuya elaboración tomé la parte principal... ¿Y los pasos que se dieron para armar al pueblo?... ¡Y la captura y liquidación de muchos conspiradores? Y acaso el Presidente Arbenz no se dio cuenta de la determinación del Partido y que yo acuerpaba las decisiones que tomaba su dirección”. 560 Belmonte, José, Historia Contemporánea de Iberoamérica, Madrid, Guadarrama, 1971, t° II, p. 254. 561 Belmonte, José, op. cit., t° II, p. 257. 562 Sohr, Raúl, Centroamérica en guerra. Las fuerzas armadas de Centroamérica y México, México DF, Alianza Editorial Mexicana, 1989, p. 35. Sohr es un sociólogo chileno que, en tanto que “progresista”, defiende a las fuerzas de izquierda centroamericanas.

313

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

También Fortuny reconoció que las comunicaciones a las Naciones Unidas y a las cancillerías americanas, firmadas por el canciller Guillermo Toriello, habían sido redactadas por él, y, además, que el PGT, “en cierta forma orientaba el gobierno de Arbenz”. A continuación, Silva indica que Arbenz, se exilió en la Embajada de México, país desde el cual partió para Suiza (su nación de origen). Pero, de allí desapareció hasta que el 2 de setiembre de 1955, desde la ciudad de Praga, comunicó que se había asilado en Checoslovaquia; siendo así Arbenz, “el único político del mundo occidental que ha pedido asilo a un país comunista”. Además: “Al poco tiempo Arbenz era el locutor oficial de la radio comunista y comentarista de las directivas soviéticas para las Américas... En la capital checa trabajó por el Kominform”. Y continuó de esa forma, hasta que el 26 de julio de 1960, reapareció en La Habana, en la tribuna junto a Fidel Castro, quedándose a vivir en Cuba para siempre. Entonces, al cabo de lo cual, se pregunta Silva: “Frente a hechos tan notorios y significativos como las confesiones de Fortuny y la presencia de Arbenz en Praga, ¿dónde quedan los argumentos y las lamentaciones? ¿Los libros negando el comunismo en el gobierno arbencista, dónde quedan?563. ¿Dónde queda, realmente todo el ocultamiento bibliográfico del comunismo guatemalteco...? ¿O es que en Guatemala en 1954 había algún otro conflicto, aparte del de la United Fruit...? Sí: el comunismo existía en Guatemala; y, como observa el historiador José Belmonte: “El partido comunista de Guatemala era el más poderoso del país, y el más potente de América en proporción a la población activa”564.

563 Silva, Lautaro, La herida roja de América, Santiago de Chile, Handicap, 1959, pp. 430, 435, 436, 437-438, 444, 497, 498, 499, 444. 564 Belmonte, José, op. cit., t° II, p. 258; cfr. James, Daniel, Red design for the Americas: Guatemalan Prelude, New York, 1954.

314

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Claro que tan potente como el comunismo, era el anticomunismo guatemalteco. El día que Castillo Armas entró en la ciudad, anotó Ernesto Guevara, “la gente lo aplaudió mucho”565. Esa enorme multitud que espontáneamente llenó la plaza principal de la Ciudad de Guatemala, congregada frente a la Catedral, el 12 de julio de 1954, para aplaudir el ingreso del Ejército de Liberación (documentada en las fotografías): ¿estaba íntegramente compuesta por “gringueros”, empleados de la “Mamita Yunai”...? ¿O la mayoría de los guatemaltecos eran tontos de capirote, que no se daban cuenta que el único problema era la United Fruit...? La verdad, entonces, es que la controversia con la United Fruit Company fue condición, pero no causa, de la caída del régimen de Arbenz. En todo caso, sin contar los elementos de sovietismo que abundaban en el régimen de Arbenz, cabría inferir un juicio como el que asentó Julio Ycaza Tigerino: “El régimen de Arbenz fue débil frente al capitalismo nacional e internacional porque su nacionalismo de izquierda era un nacionalismo incompleto, falso si se quiere. El izquierdismo comunizante del régimen Arbenz, destruyó la unidad nacional al atacar los cimientos espirituales de la nacionalidad y los valores tradicionales de la cultura guatemalteca e hispanoamericana. Por eso despertó la oposición de fuerzas eminentemente nacionales como la Iglesia y el ejército”566. Asunto que constituye el drama de todos los populismos o nacionalismos de izquierda hispanoamericanos, los cuales, al volverse contra amplios sectores de su población, considerados como “enemigos reaccionarios” y embestir sectariamente contra sus tradiciones, quedan debilitados ante la presión de las fuerzas internacionales567. Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 166. Ycaza Tigerino, Julio, “El nacionalismo hispanoamericano y sus problemas”, en: Revista de Estudios Políticos, Madrid, julio-agosto de 1956, n° 88. 567 De esto tomó buena nota el liberal mexicano Porfirio Díaz, al apartarse de la política persecutoria de la Iglesia de Benito Juárez y los Lerdo de Tejada. Entonces explicó Díaz: “La persecución de la Iglesia, esté implicado el clero o no, significa la guerra, y una guerra tal que el gobierno no puede ganarla sino contra su propio pueblo, gracias al apoyo humillante, despótico, costoso y peligroso de 565 566

315

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

En fin, aclarado suficientemente para nosotros este punto, pasamos a considerar otras materias concomitantes. A fines de 1953, “centenares de izquierdistas latinoamericanos acudían a Guatemala, algunos como exiliados políticos, otros para conocer, como Ernesto, la experiencia socialista”568. Esa es la primera respuesta a la pregunta de por qué cambió de rumbo en Guayaquil, y en vez de seguir con “Calica” Ferrer hacia Venezuela al encuentro con Alberto Granado, como estaba convenido, y se fue a Centroamérica, a participar en la Revolución Guatemalteca. Según Roberto Nicholson, “antes del segundo viaje, Ernesto Guevara ya profesaba ideas socialistas” (eufemismo obvio, por comunistas)569. Lo que también podría traducirse como que ya sabía de lo que se trataba en Guatemala, y no necesitaba de nadie que lo impulsara a modificar su itinerario en Ecuador. Digamos que no es exacto que Guevara, a raíz del fracaso de la Revolución Guatemalteca, por obra de la connivencia de la CIA de USA con las fuerzas irregulares comandadas por el Cnl. Carlos Castillo Armas, empezara recién a militar en la política contraria al imperialismo norteamericano. Al respecto, ya conocemos las tempranas manifestaciones de su odio hacia la civilización yanqui. Esa conducta prosiguió de la siguiente manera. Estando en Guatemala, ante de la invasión de Castillo Armas, EG fue de paseo a Quetzaltenango, acompañado por Ricardo Rojo y un matrimonio estadounidense, compuesto por el profesor Robert J. Alexander y su esposa. Al ver que Alexander tomaba notas del viaje, Guevara, molesto, le comentó a Rojo: “-Mucho gringo, mucho gringo... ¿qué creés que vienen a hacer? ¿Son investigadores o espías para el FBI?”570. los Estados Unidos. Sin su religión, México está perdido sin remedio”: Meyer, Jean, La Cristiada, México DF, Siglo XXI, 1974, t° 2, El conflicto entre la Iglesia y el Estado, 1926-1929, p. 44; cfr. Díaz Araujo, Enrique, La epopeya cristera, Bs. As., Biblioteca Aquinas, 1997, p.21. 568 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 137. 569 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 90. 570 Rojo, Ricardo, op. cit., p. 67.

316

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Se trataba de un apriorismo ideológico, puesto que no conocía a Alexander. Éste resultó ser el autor de un libro muy famoso en su país571, que sirvió de manual a los funcionarios yanquis, y donde se disculpaba de la acusación de “comunistas” a los gobiernos de extrema izquierda iberoamericana, entre ellos, precisamente, el de Arbenz. Y, todavía, poco antes de arribar a Guatemala, consignó otra expresión de esa postura ideológica. El pasaje es el siguiente, también según la memoria de Ricardo Rojo: “En Costa Rica, antes de llegar a Guatemala, se cruzaron (Guevara y ‘Gualo’ Eduardo García) en el camino con el auto Ford de los Beveraggi Allende (Domingo y Walter Beveraggi Allende, parientes de los Guevara), quienes ante una señas de los caminantes, paró. Luego de saludarse, empezaron a conversar y el Che les dijo: ‘-¿Saben qué pensé cuando los vimos...? -Pensé. Estos yanquis son unos hijos de puta. Ellos tienen un auto, bajo esta maldita lluvia, y nosotros vamos a pie’”572. Ahí queda eso. Como fuere, lo cierto es que el 24 de diciembre de 1953, EG arribó a Guatemala, lugar donde, dice “Pacho” O’Donnell, “se convertiría en el revolucionario fanatizado y aguerrido”573. Su amiga de allí, la nicaragüense Myrna Torres, hija de Edelberto Torres Rivas, alto funcionario del Ministerio de Educación Pública de Guatemala, quien había cumplido prisión en México por contrabando de armas hacia Guatemala, líder de la Legión del Caribe, y hermana de Edelberto Torres, presidente de AJDG, delegado a la Conferencia de la Juventud de Berlín, dice que: “no es verdad que Ernesto fuese consejero político o militar de Arbenz. El Che lo conoció recién en La Habana, muchos años después... Tampoco es cierto que Ernesto haya trabajado en cargos médicos para el gobierno, incluso supe que, en los últimos meses 571 Alexander, Robert J., Communism in Latin America, New Brunswick, N. Y., Rutgers’ University Press, 1957. 572 Rojo, Ricardo, op. cit., p. 56. 573 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 101.

317

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

de su estadía, había conseguido un puesto para ir al Petén... pero para poder ejercer la medicina tenía que revalidad su título. En esa época era importante poseer el carnet del Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista) para obtener mayores oportunidades de trabajo, pero José Manuel Fortuny, el secretario general de la organización nunca habló con él... La militancia de Ernesto en Guatemala fue dentro del grupo de la Alianza de la Juventud Democrática; allí él se sentía muy cómodo. Después, un grupo de jóvenes intentó oponerse al golpe de Estado... y una multitud de varios centenares se juramentaría en el gran patio del Instituto Nacional de Varones, liderados por Edelberto Torres Rivas, mi padre”574. Vamos a dar fe a todas y cada una de las afirmaciones de la joven comunista. Guevara no ocupó un sitio destacado en la Revolución Guatemalteca; no pudo ejercer como médico, por no haber revalidado su título; no tuvo tratos directos con el Cnl. Arbenz ni con José Manuel Fortuny; y sí, en cambio, con la gente de la AJD y las “brigadas” juveniles de defensa de la Revolución. Todo eso nos parece verdadero. Ahora bien: comencemos por preguntarnos ¿qué era la AJD o AJDG...? La entidad se fundó el 21 de diciembre de 1947, como filial de la Federación Mundial de la Juventud Democrática, reconocido organismo colateral de la Komintern (para entonces se llamaba Kominform). Sus primeros dirigentes fueron los comunistas Carlos Manuel Pellecer y Bernardo Alvarado Monzón. Durante el gobierno del Presidente Juan José Arévalo, el Partido Comunista, que usaba la denominación de Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), fue reconocido legalmente. Entonces la ADJG pasó a servir: 574 O’Donnell, Pacho, op. cit., pp. 104-105. Fue Hilda Gadea quien lo introdujo a EG en “casa de sus mejores amigos, los Torres, una familia de comunistas nicaragüenses”: Kalfon, Pierre, op. cit., p. 129. El comunista nicaragüense Rodolfo Romero, exiliado entonces en Guatemala, narra que EG, “avanza hacia uno de los dos compañeros que allí se encuentran y le pregunta por Edelberto Torres Rivas, secretario general de la Juventud Comunista de Guatemala. Le indican que se dirija a mí y se me presenta como Ernesto Guevara, argentino, que traía una carta de una compañera dirigente femenina del Partido Comunista de Chile”: “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., p. 73. Bien presentado y precavido, para ser un mero aventurero...

318

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“como punto de contacto entre los comunistas y la juventud del país, y no como organismo monopolizado por los comunistas. Se creó un Comité Nacional para el Festival de Berlín, encabezado por Octavio Reyes, que prepararía el envío de una delegación guatemalteca al Tercer Festival Mundial de Jóvenes y Estudiantes por la Paz, reunión patrocinada por la Federación Mundial de la Juventud Democrática y la Unión Internacional de Estudiantes, ambas dominadas por los comunistas”575. Comunistas sí; pero sin carnet. “Fellows-traveller” (compañeros de viaje de los soviéticos), en la correcta categorización de alguien que compartía el rótulo, el dirigente del PRG (Partido de la Revolución Guatemalteca), Alfonso Bauer Paiz576. Con razón que EG se sentía cómodo allí577. En caso de duda, conviene acudir al “Diario” de Guevara, donde asienta: “Yo me inscribí en las brigadas de sanidad para colaborar en la parte médica y en brigadas juveniles (de la Alianza democrática comunista) que patrullan las calles de noche”578. Enseguida iremos viendo las relaciones de Guevara con los principales dirigentes del comunismo guatemalteco. Pero, entre tanto, queremos hacer hincapié en una frase muy difundida de EG. Fue incluida en una carta a Tita Infante, en la que le decía que “al igual que la República Española, Guatemala había sido traicionada de adentro y de afuera”. Y añadía que durante el gobierno de Arbenz: “no hubo asesinatos ni nada que se le parezca. Debería haber habido unos cuantos fusilamientos al comienzo, pero es otra 575 Schneider, Ronald M., Comunismo en Latinoamérica. El caso Guatemala, Bs. As., Ágora, 1959, pp. 262-263. 576 “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., p. 66. 577 En 1958, el agente infiltrado por la CIA en la guerrilla castrista, Alfonso Manuel Rojo Roche, creía que Guevara era un marxista suelto y no encuadrado en el PC; y apuntaba: “es tan individualista y tan romántico que no parece en absoluto un hombre de una organización. Por supuesto, esto puede ser sólo camouflage”: García Lupo, Rogelio, op. cit., p. 130. 578 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 163. “Me apunté en las brigadas juveniles para recibir instrucción militar e ir a lo que sea”: Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 71.

319

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

cosa; si se hubieran producido esos fusilamientos, el gobierno hubiera conservado la posibilidad de devolver los golpes”579. Estos conceptos merecen ser examinados despaciosamente. En primer lugar, la referencia a la República Española. La locución confirma nuestra tesis de que el marxismo de EG quedó enraizado desde su niñez, cuando la Guerra Civil Española y la correspondencia que su familia recibía de Cayetano Córdova Iturburu. El modelo negrinista estaba omnipresente. En un artículo que escribirá por entonces, EG dirá: “Es hora de que el garrote conteste al garrote y si hay que morir que sea como Sandino y no como Azaña”580. Muy pocas personas se acordaban en 1954 del ex Presidente de la República Española, don Manuel Azaña, fallecido en París en 1940. La comparación con la muerte del nicaragüense Augusto César Sandino era absurda. Éste era un militar guerrillero, que había roto con asesores comunistas, como el salvadoreño Farabundo Martí, herido en combate y asesinado en una emboscada en 1934, mientras que aquel era un civil, anciano y enfermo. ¿Esperaba Guevara que Azaña hubiera caído combatiendo en una trinchera en Madrid...? No parece que sus delirios llegaran a tanto. Lo que seguramente quería imputarle a Manuel Azaña es haber renunciado a la Presidencia a poco de entrar en territorio francés en 1939, al enterarse que Francia e Inglaterra iban a reconocer al gobierno de Burgos. ¿Por qué...? Porque con ese acto, de elemental cordura, Azaña dejó en el aire al Presidente del Consejo de Ministros Juan Negrín, su héroe favorito. Juan Negrín, agente de los rusos en España, quienes habían urdido su encumbramiento, entregador del tesoro del Banco de España, traidor al socialismo, favorecedor del control soviético del Ejército Republicano, mantenedor y acrecentador de los sistemas chequistas de encarcelamiento y muerte de personas, principal farsante en el tinglado “republicano”, ese era, todavía, dieciséis años después, el héroe del joven Guevara.

579 580

320

Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 178. O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 101.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

3. FUSILAMIENTOS

EN

Y

C OM U NISTA

GUATEMALA

Tras lo de España, lo propiamente guatemalteco. Esto es, de si Arbenz no fusiló a sus enemigos. Eso configura una falsedad grande como una casa. A poco de entrar las fuerzas anticomunistas en la ciudad capital, las viudas y demás deudos de las personas desaparecidas, presentaron sus denuncias penales. En su consecuencia, en las afueras de diversas poblaciones se efectuaron las pertinentes exhumaciones581. 581 A título de ejemplo, vamos a proporcionar los nombres de algunos de los anticomunistas asesinados. Así: diez víctimas de Antigua, ametrallados al pie de las fosas, el 25.7.1954: Manuel Santos Berdúo, carpintero, Ricardo Borrayo, alcalde de Ciudad Vieja, Efraín Díaz, Tomás Ortiz González, Eduardo García Ruiz, Gerardo Núñez, sargento de la guardia municipal, Virgilio Morales Marroquín, síndico de Ciudad Vieja, Porfirio Pérez Herrera, ex alcalde de San Lucas, Juan Hurtarte Velázquez, barbero, y Oscar Porras Portillo, coronel retirado, quien era inspector de las camionetas “Antigua”. El personal del cementerio identificó a los autores de los crímenes en las personas del ex gobernador de Sacatepéquez, teniente coronel Jorge Arankowsky (asilado en la embajada del Uruguay), Humberto Pineda (detenido) y Manuel Monroy Flores (prófugo). Denuncia de Felipe Neri Rendón, contador, y Carlos Estrada Cuevas, locutor de radio “Huapango”, que fueron detenidos y torturados, el 8 de junio, junto a un numeroso grupo de personas (de algunos dan sus datos filiatorios). José Dávila R., de la aldea de San José El Tablón, municipio de Villa Canales, denuncia la detención de José Santos Dávila y Luis García Dávila: “Ambos fueron conducidos a golpes y culatazos a un lugar denominado Pico de la Cruz, en las márgenes del lago de Anatitlán, donde se les dio muerte a bayonetazos y tiros de fusil. Los cuerpos fueron localizados seis días más tarde, devorados por las aves de rapiña, pues los verdugos no se molestaron en darles sepultura”. Bernabela Castillo, viuda de Perfecto Villegas denuncia al ex jefe de la guardia civil Cnl. Rogelio Cruz Wer de haber capturado a su marido en Quezaltenango, afines de mayo, torturarlo en la capital, y luego dejarlo abandonado para que muriera. Miembros de la familia de Virgilio Dellacqua Esquizábal, acusan a Cruz Wer, al jefe de la Policía Judicial o Secreta Jaime Rosemberg, de haberlo torturado y asesinado el 15 de junio. En Retalhuleu, el bachiller Cosme Viscovich y trece compañeros fueron apresados y asesinados en Antigua. Blanca Rosales, viuda del coronel Juan Francisco Chajón Chúa, denuncia que su marido, su ayudante el cadete Carlos Villacorta, Manuel Estrada Sáenz, Santiago Potters y 13 personas más, detenidos, fueron flagelados y masacrados por Cruz Wer, Rosemberg y el mayor Alfonso Martínez Estévez (hallados después en el cementerio de Santa María Cahuqué. En Escuintla, en el lugar “La Penita”, el 22 de junio, Cruz Wer y su gente (entre los que se destaca el famoso torturador, convicto y confeso, Reginaldo Archila Adqui), procedieron a masacra a 17 anticomunistas, entre ellos: Hipólito Rosa-

321

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Por ello, el Arzobispo de Guatemala, Monseñor Mariano Rossell Arellano, en una carta pastoral, con fecha 2 de julio de 1954, declaró que los esbirros de Moscú en Guatemala había: “sentado sus reales al modo soviético: sangre, cárcel, muerte, desolación. Con amargura indescriptible lamentamos que las víctimas sacrificadas con mayor saña y en mayor número, sean de las clases obreras y campesinas... Una nueva legión de mártires llena de gloria a Guatemala... esa sangre inocente y heroica de nuestros mártires... (que no) tengamos que lamentar otra vez esas checas sanguinarias, asesinatos en masa y la pérdida de nuestra autonomía nacional”. Y en la “Oración Fúnebre”, pronunciada el 7 de julio en los funerales celebrados en la Catedral Metropolitana por el eterno descanso de las almas de las víctimas asesinadas en Guatemala, agregó: “Nunca en la historia de nuestra amada Patria se cubrieron de luto tantos hogares como en estos postreros días en los que el Comunismo, sembrado durante los últimos diez años, empezó a dar sus frutos de sangre y de crimen. La hoz y el martillo, segaron en todo el territorio nacional tantas vidas de campesinos y obreros, de estudiantes y profesionales, de militares y alcaldes, de hombres y mujeres guatemaltecos... Aún palpita angustiado nuestro corazón, al escuchar el relato de las torturas que extranjeros mercenarios del impeles Catalán, Manuel Barrientos Perera, Vicente Rosales Figueroa, Julio Herrera Fernández, Pablo Donis Moreno, Abraham Jiménez Ovando, Justiniano Salguero, Eloy de Dios Seldies, Ramón Alay, Juan Francisco Silva, Vicente Navarro Peña, Juan Borrayo Barrientos, Esteban Ortiz Mendoza, Jaime Aguilar Yanes, Pablo Borrayo Barrientos, Aníbal Isauro Soto y Humberto Centeno Recinos. En Antigua apareció el cadáver masacrado del alcalde de Jalapa, coronel Germán Morales Juárez. Hecho también atribuido a la banda de Cruz Wer. También se exhumó, en las fosas de Sacatepéquez, el cadáver de Rodolfo Rivera, del Comité de Estudiantes Universitarios Anticomunistas, asesinado por Cruz Wer y Rosemberg. El telegrafista Constantino Villatoro fue asesinado el 29 de mayo en Yacopapa, por gente del PGT. Ver: Comisión Permanente del Primer Congreso contra la Intervención Soviética en América Latina, El Libro Negro del Comunismo en Guatemala, México DF, sf ( ¿1954? ), pp. 105-106, 120-121, 122, 130, 133-134, 139, 142, 145-146, 150, 152, 159, 168, 170. En varios casos, se acompañan las fotografías de los cadáveres.

322

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

rialismo soviético aplicaban a los nacionales guatemaltecos. Aún invaden nuestro espíritu con profunda conmiseración los macabros hallazgos de centenares de cadáveres regados por todos los puntos cardinales de la Patria, cadáveres masacrados... ¡Cuánta saña! ¡Cuánta maldad!... No quisieron los verdugos tan sólo quitarles la vida después de ultrajarlos a porfía, de vejarlos con toda vesania, de mutilarlos hasta más no poder, sino que quisieron en su odio infernal, borrar su recuerdo, soterrándolos en zanjas anónimas, en lugares apartados”582. Quizás los fusilados no se contaran por centenas sino por decenas583. Empero, el problema de las cantidades, en estos casos de represiones revolucionarias, es siempre problemático de determinar. El más dudoso, sin duda, fue el denominado “paredón de América”, 582 Comisión Permanente, etc., cit., op. cit., pp. 264, 265, 268, 269, 270. En la “Oración”, por su género, hay una cierta exageración, tal vez. Por ejemplo, el suponer que todos los asesinos eran extranjeros. No obstante, entre los sujetos perseguidos por el gobierno de Castillo Armas estaban los españoles comunistas y chequistas Rafael de Buen Lozano, Francisco Fernández, Manuel Rodríguez, Agustín Campa Valentín, Ahijado Ciano, Valentín Cuartango Azcorra, y otros considerados “muy peligrosos”. Asimismo, en cuanto a las sevicias a los cadáveres exhumados, las fotos los muestran despanzurrados, castrados y con los ojos sacados de sus órbitas. Empero, en lo referente a la extranjería, es claro que Monseñor Mariano Rossell estaba convencido de que los autores de los crímenes eran “una chusma de aventureros internacionales, fogueados en las tácticas comunistas que impuso la Tercera Internacional... gente sin Patria, escoria de otros países, que han pagado la hospitalidad que Guatemala, generosa siempre, les ha brindado, sembrando el odio de clases, para medrar a la hora del pillaje y del asesinato nacional, que ha mucho tiempo aguardan”: Carta Pastoral del 4 de abril de 1954; en op. cit., pp. 78, 79. Es muy posible que aludiera a la larga serie de políticos comunistas iberoamericanos arribados a Guatemala, entre ellos a: el chileno César Godoy Urrutia, “Capitán Veneno”, Pablo Neruda, el cubano “Blas Roca” (Manuel Caldeiro, era su verdadero nombre), la profesora chilena Virginia Bravo Letelier, ligada íntimamente a Arévalo, el mexicano dirigente de la CTAL Vicente Lombardo Toledano, el médico comunista español Antonio Román Durán, la salvadoreña Matilde Elena López, el español Amador Pereira, el cubano Roberto Cernuda Trujillo, el cubano Adolfo Santa Cruz, el venezolano Hidelgard Pérez Segnnini, el nicaragüense Manuel Pinto Uzaga, etc. 583 “Solamente en el último mes del Gobierno de Arbenz se ha calculado en más de mil los asesinados por la cheka comunista policial”: Silva, Lautaro, “La herida, etc.”, cit., p. 484. Cfr. Samayoa Chinchilla, Carlos, El Quetzal no es rojo, Guatemala, 1956; Heredia, Manuel de, Atención Guatemala, Madrid, 1962.

323

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

o de los fusilamientos, sin juicio (se entiende que bajo las normas del debido proceso legal), efectuados en la fortaleza habanera de La Cabaña, por el mismo Guevara584 en 1959, que le valieran el título de “El carnicero de La Cabaña”. Unos hablan de cientos y otros de miles585. Como fuere, lo cierto es que cuando le tocó el tur584 Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., p. 347. Es un decir, claro; porque el ejecutor efectivo, quien mandó los pelotones de fusilamiento, fue el ex convicto norteamericano capitán Herman Marks, tildado de “sádico” por un guevarista acérrimo, como lo fue Orlando Borrego, en: Che, el camino del fuego, Bs. As., Hombre Nuevo, 2001; cfr. Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 398, nota 1. Marks se había unido al “Che” en el Escambray, y según Enrique Acevedo, “era particularmente inquietante su afición a las ejecuciones de los condenados y con frecuencia se ofrecía como voluntario con un entusiasmo obsceno”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 352, nota 1. Cfr. Acevedo, Enrique, Descamisado, La Habana, Cultura popular, 1993. Sugestivo resulta que tanto el sentenciador como el ejecutor fueran extranjeros. En apariencia, Marks, tras esas tareas, se volvió loco. No obstante, Gustavo González -quien recuerda las 14 ejecuciones durante los años de Sierra Maestra”, y “otras 23 en Santa Clara”, cita el testimonio de Napoleón Vilaboa, de esta forma: “Napoleón Vilaboa era miembro del Movimiento 26 de Julio y asesor del Che. Hoy recuerda dos episodios que le resultaron traumáticos, aun en contexto de una guerra. El primero sucedió después de llevar ante el Che al detenido José Castaño, un oficial del ejército de Batista. Vilaboa dice que el preso estaba acusado de trabajar para la dictadura y cuenta que antes de retirarse del lugar vio a Guevara sacar una pistola 45 y liquidar al hombre ahí mismo. Afirma también que Fidel había enviado una misiva para interceder por el detenido, pero llegó demasiado tarde.- El segundo episodio se refiere a otro preso, pero de 15 años. Lo habían atrapado mientras pintaba una pared con consignas contra Fidel. El ex asesor del Che recuerda ahora que el comandante estaba muy preocupado porque la madre del menor se veía desesperada y asegura que cuando un soldado se acercó a informarle que el joven iba a ser fusilado en unos días, Guevara le ordenó que lo hiciera de inmediato “para que la madre no pase por la angustia de una espera larga”.- En su diario privado, el Che llegó a describir con la naturalidad de un perito la ejecución de Eutimio Guerra: “Acabé con el problema dándole un tiro con una pistola calibre 32 en el lado derecho del cráneo, con orificio de salida en el lóbulo temporal derecho”: “La historia completa, etc.”, cit., p. 83. 585 Veamos el caso. Así, mientras la embajada norteamericana mencionaba 500 ejecutados, el P. Iñaki de Aspiazu, los elevaba a 700. Por su parte, Félix Rodríguez (un cubano anticastrista que, aparentemente, trabajaba para la CIA) que conversó con Guevara sobre el tema, momentos antes de que los jefes militares bolivianos decidieran la ejecución del Che, indica que este le manifestó que eran 1.500 los fusilados. Conforme a los cronistas del exilio, el total de los liquidados por el castrismo en aquel entonces, ascendió a 17.121 personas (7.876, por órdenes de los tribunales revolucionarios, más 9.245, ejecutados sin ninguna clase juicio): Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 186 y notas; James, Daniel, op. cit., pp. 142, 146-147. Por último, la revista “Bohemia”, que festejaba obscenamente tales ajusticiamientos, los calculaba en 20.000: Kalfon, Pierre, op. cit., p. 267; An-

324

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

no de aplicar sus ideas represivas en Cuba, Guevara no se mostró benevolente586. Realizó una genuina “épuration”, al modo francés derson, Jon Lee, op. cit., pp. 398-399. Variaciones enormes, pues. En realidad, hoy se tiende a disminuir esas cifras. Ni Batista mató 20.000 personas, como proclamaba la propaganda castrista, sino, aproximadamente, 2.000, ni fueron tantos los ejecutados por Castro. María Werlau, del “Proyecto Archivo Cuba”, ha dado en Madrid las siguientes cantidades de víctimas del castrismo: “5.775 casos documentados de ejecuciones y fusilamientos, 1.231 asesinatos extrajudiciales, 200 casos de desaparecidos, y 984 muertos en prisión, que suman un total de 8.190 muertos”: “Ambito Financiero”, Bs. As., 7 marzo, 2007, p. 20. Bien entendido, que se trata de casos que se van acumulando a medida que se verifican exhaustivamente. Porque solamente en la situación de los contrarrevolucionarios del Escambray, Raúl Castro, el 22 de julio de 1967, reconoció que habían matado a 3.591 “bandidos”: Thomas, Hugh, Cuba. La lucha por la libertad 1762-1970. 3. La República Socialista (1959-1970), Barcelona, Grijalbo, 1974, t° III, p, 1876 y nota 68. Cfr. Díaz Araujo, Enrique, Los nuevos cristeros, Mza., La Rosa Blanca, 2005, p. 20. Es claro que esos muertos no están incluidos en la anterior magnitud. Las cantidades sobre la represión de Batista, en: Fontaine, Pascal y otros, op. cit., p. 726, nota 3. 586 “Otros dirán que su destino en La Cabaña fue porque ya estaba decidido que el Che tuviese a su cargo los juicios revolucionarios y las ejecuciones consiguientes... Además Fidel sabía, desde que el argentino había apoyado el caño de su revólver en la sien de Eutimio Guerra..., y disparado, que esos encargos eran para él... No tuvo inconvenientes (EG) en convertirse en un ángel exterminador que disponía sobre vidas y muertes ajenas... Dichos ajusticiamientos fueron utilizados por sus enemigos para dar del Che una imagen siniestra”: O’Donnell, Pacho, op. cit., pp. 205, 209. En la Sierra Maestra, también por simples sospecha, mató al campesino Aristidio y a Echeverría. En un ítem titulado: “Ante la duda, mátalo”, Alvaro Vargas Llosa, expone: “Luis Guardia y Pedro Corzo, dos investigadores de Florida que trabajan en un documental sobre Guevara, han conseguido el testimonio de Jaime Costa Vázquez, un ex comandante del ejército revolucionario conocido como ‘El Catalán’, que sostiene que muchas de las ejecuciones atribuidas a Ramiro Valdés, quien más tarde se convertiría en ministro del Interior de Cuba, fueron responsabilidad directa de Guevara, porque Valdés estaba bajo sus órdenes en las montañas. ‘Ante la duda, mátalo’, eran las instrucciones del Che. Según Costa, en vísperas de la victoria, el Che ordenó la ejecución de dos docenas de personas en Santa Clara, en el centro de Cuba, adonde había llegado su columna como parte del ataque final sobre la isla. Algunos fueron fusilados en un hotel, tal como ha escrito Marcelo Fernández Sayas, otro ex revolucionario que se hizo periodista, y quien agregó que entre los ejecutados había campesinos que se habían unido al ejército para escapar al desempleo... José Vilasuso, abogado y profesor de la Universidad Interamericana de Bayamón, en Puerto Rico, quien perteneció al cuerpo que estaba a cargo de los procesos judiciales sumarios en La Cabaña, me contó: ‘El Che dirigió la Comisión Depuradora. El proceso se regía por la ley de la Sierra: tribunal militar de hecho y no jurídico, y el Che nos recomendaba actuar con convicción. Es decir, con la convicción de que todos eran asesinos y de que la forma revolucionaria de proceder era ser implacables. Miguel Duque Estrada era

325

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

de 1944-1945. Al respecto, en la sociedad “Nuestro Tiempo”, de La Habana, el 27 de enero de 1959, pronunció una conferencia en la que al explicar aquella situación, dijo: “Tenemos el Ejército Rebelde... el arma más positiva y vigorosa para destruir todo lo que queda del ejército del batistato. Y entiéndase bien que esta liquidación no se hace por venganza ni sólo por espíritu de justicia, sino por la necesidad de asegurar que todas esas conquistas del pueblo puedan lograrse en un plazo mínimo”587. Una “necesidad” llamada “terror”. Nada de “justicia”, como querían el Presidente Manuel Urrutia y el primer ministro José Miró Cardona; ni tampoco la “venganza” por la que clamaban los jefes del Movimiento 26 de Julio. Como Robespierre, como Stalin, Guevara estaba por el “terror”: “Para el Che no se trató de una cuestión de ‘justicia’, fuera cual fuese la forma en que esta se definiera; para su fría inteligencia, el terror era esencialmente el medio político de destruir el ejército regular... Tal fue la fría lógica que había tras el paredón”588. Esa es la causa del “baño de sangre” que anegó La Habana en 1959. Para los enemigos, ni justicia: “Paredón”. Tal el lema de Guevara. Y por cuyo incumplimiento, supuesto, se quejaba en su estadio guatemalteco. La verdad es que Jacobo Arbenz, que antes había estado reticente en armar las milicias comunistas, en los últimos días de su gobierno no permaneció impasible, como lo acusaría infundadamente Guevara, sino que: mi jefe inmediato. Mi función era legalizar profesionalmente la causa y pasarla al ministerio fiscal, sin juicio propio alguno. Se fusilaba de lunes a viernes. Las ejecuciones se llevaban a cabo de madrugada, poco después de que la sentencia fuera dictada y confirmada en forma automática por el cuerpo de apelación’”: op. cit. Por ello, pensamos, los militares bolivianos que lo fusilaron a él en La Higuera, no hicieron otra cosa que aplicarle la Ley del Talión. 587 Guevara, Ernesto “Che”, “Obras Completas”, cit., pp. 12-13. 588 James, Daniel, op. cit., p. 149. Y agrega: “para el Che no había ninguna diferencia en que éste o aquél oficial batistiano fuera o no culpable de tal o cual delito en particular, si era culpable del ‘delito’ más general de ser miembro del ‘ejército opresor’, pues eso bastaba para condenarlo. Ese derramamiento de sangre le valió al Che fama de crueldad e insensibilidad hacia sus enemigos”.

326

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“Hizo llegar urgentemente a su despacho a Leonardo Castillo Flores, secretario de la Confederación Nacional campesina y, ante el asombro de éste mismo, le nombró comandante en jefe de las fuerzas de defensa... se revestía de un poder ilimitado. Castillo Flores debería armar a las ‘masas’ y ordenar su movilización... ‘Noche de San Bartolomé’ pendía sobre Guatemala: 5.500 comunistas en compañías de 100 hombres cada una, estaban listas a defender a última hora a Arbenz, bajo la jefatura del comandante Castillo Flores. El más poderoso ejército rojo -primero en América- integrado por ‘milicias populares’... Líderes rojos de la más cerrada convicción, comandarían las compañías... El ejército popular tendría como segundo, en concepto de ‘Comandante de brigada’ al mayor Alfonso Martínez Estévez; segundo comandante de brigada sería el capitán e ingeniero Constantino Bernasconi; más una plana mayor formada por oficiales escogidos que los comunistas habían solicitado, a efectos de que tuvieran nada más servicio técnico. José Manuel Fortuny, Carlos Manuel Pellecer (alumno de Arbenz en la Politécnica, pero asimismo el primer indoctrinador marxista de aquel y de su esposa María Vilanova), Víctor Manuel Gutiérrez y Carlos Bracamonte”589. Anotemos que el Mayor Alfonso Martínez Estévez, había sido el ejecutor material del asesinato del Coronel Francisco Javier Arana, 589 Comisión Permanente, etc., cit., op. cit., pp. 97, 99. Por cierto, que contaban con las armas, munición y pertrechos para equipar esos irregulares. Los jefes de entrenamiento fueron: en los “Centros”, el coronel Domingo Morales López; en los Cipresales, el coronel Domingo Rosales España; en el Mayan Golf, el coronel Marco Antonio Soto; en el campo de Marte, el coronel Manuel T. Natareno; en “Elgín”, el coronel Alfredo Gálvez; en el Hospital Roosevelt, los coroneles Ignacio Soto y Lisandro Díaz; en el Hipódromo del Norte, el coronel Guillermo Pereira, y en la “Finca Bárcenas”, el coronel Manuel G. Samayoa: op. cit., p. 101. También se adjunta una Circular del jefe de la policía coronel Rogelio Cruz Wer, que decía textualmente: “A todos los gobernadores departamentales de la República, Circular: ‘Captúrese desde luego a todos los alcaldes anticomunistas y a los empleados de la administración municipal que son ahora miembros del Partido Revolucionario, pero que antes fueron conocidos como anticomunistas. Reténgaseles en la prisión. Cuando se oiga el primer tiro del ataque, fusíleseles inmediatamente. Acúsese recibo.- Firmado: Cruz. Director General de la Guardia Civil’”: op. cit., p. 88.. Se non é vero, é ben trovato...

327

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

el candidato opositor a Jacobo Arbenz, el 18 de julio de 1949, jefe de las Fuerzas Armadas y eventual candidato del PUA (Partido Unificación Anticomunista). Por lo demás, cabe apuntar que la cacareada “democracia” guatemalteca no era tal; o no lo era si se compara aquel sistema con sus equivalentes norteamericano o europeos. La larguísima dictadura de Ubico no había fomentado la existencia de partidos políticos regulares. En cambio, el golpe de 1944, y tras un breve interregno de una precaria “Junta Revolucionaria”, tuvo dos caudillos militares, los coroneles Jacobo Arbenz y Francisco Javier Arana, y un grupo de pequeños partidos revolucionarios. Conforme a su conocida táctica los comunistas del PGT los asociaron en un “Frente Popular”590. Después de la gestión de Juan José Arévalo, se entendía que sería el turno de uno de aquellos coroneles. Arana se significó por su crítica a la infiltración comunista en la administración de Arévalo. Arbenz, por lo contrario. Militares de segunda fila (encabezados por el citado Martínez Estévez, y el mayor Francisco Morazán) asesinaron al coronel Arana. Eso despejó el camino a la presidencia de Arbenz. Los comicios simplemente convalidaron los hechos de poder preexistentes. Respecto de este asunto, el socialista español Víctor Alba trae una página esclarecedora, en la que señala: “El asesinato del coronel Francisco Javier Arana (al que todos veían como el sucesor de Arévalo), en junio de 1949, preparó definitivamente el terreno a los comunistas, al eliminar a uno de sus más enérgicos adversarios, que gozaba de gran popularidad. El asesinato de Arana descompuso al régimen. Éste había llegado para sanear el ambiente y establecer la democracia; al negar sus propios fines, perdió la razón de ser y para subsistir recurrió, desde entonces, a toda clase de procedimientos. Esto dio a los comunistas su gran oportunidad, que no desaprovecharon. El régimen entró en crisis permanente. Se rompió la unidad de los partidos revolucionarios. Arévalo comenzó a maniobrar a unos contra otros... Reaparecieron los negocios sucios. Los comunistas los propiciaron sin mezclarse El “Frente Democrático Nacional”, donde “participaron otras entidades ‘revolucionarias’: el Partido de Acción Revolucionaria (P. A. R.), Partido de la Revolución Guatemalteca (P. R. G.), Partido de la Revolución Nacional ( P. R. N.). Era la técnica de los ‘Frentes Populares’, creados por la inspiración y el empeño de los comunistas”: Silva, Lautaro, “Latinoamérica, etc.”, cit., p. 103. 590

328

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

en ellos... Además, en el conglomerado de partidos entre los cuales las diferencias doctrinales eran mínimas, los comunistas eran los únicos que poseían un programa coherente y una experiencia sólida. No les fue difícil imponer la candidatura de Arbenz...”591. Encima de no constituir una democracia republicana, la Revolución Guatemalteca era un régimen pretoriano, de militares cooptados por los líderes revolucionarios, de ellos, el principal, Jacobo Arbenz Guzmán. En el acopio documental que venimos citando, se dice que Arbenz: “se ha significado en este hecho histórico (de 1944), por ser el destructor del Ejército Nacional en complicidad con el coronel Carlos Aldana Sandoval y el entonces presidente de la República, profesor Juan José Arévalo. Arévalo llevó al interior de los cuarteles la propaganda roja, en forma de folletos, libros, periódicos extranjeros, y las prédicas verbales eran constantes, y llevó el virus de la corrupción en forma de dádivas, sobre sueldos y otros halagos para determinados jefes y oficiales... ya enviando a jefes de nombre y relieve tras la Cortina de Hierro con el pretexto de halagadores viajes por el mundo, ya creando comisariatos para el Ejército con fines de enriquecimiento y soborno, ya fomentando la indisciplina en las filas del mismo... Ante el cuadro de infiltración comunista en los diferentes organismos del Estado, el ejército no podía escapar”592. En esa tarea, y hasta el último momento, se destacaron el jefe del Ejército, coronel Carlos Enrique Díaz, su adjunto el coronel José Ángel Sánchez, y sus adláteres el coronel Miguel García Granados, el mayor Marco Antonio Franco y el mayor Francisco Morazán Elvir (secretario particular de Arbenz). Los militares que ellos aglutinaban, las fuerzas irregulares, comandadas por el Mayor Alfonso Martínez Estévez, y el aparato policíaco chequista, mandado por el coronel Rogelio Cruz Wer y el Mayor Jacobo Rosemberg, era la principal base de sustentación del Gobierno Revolucionario Guatemalteco. Ellos y la CGTG (Confederación General del Trabajo 591 592

Alba, Víctor, “Historia del Movimientos, etc.”, cit., pp. 237-238. Comisión Permanente, etc., cit., op. cit., pp. 48-49.

329

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Guatemalteca), cuyo secretario general era el dirigente comunista Víctor Manuel Gutiérrez. Y, por supuesto, también, el PGT con sus dirigente José Manuel Fortuny, Carlos Manuel Pellecer, Leonardo Castillo Flores, José Alberto Cardoza, Alfredo Guerra Borges, Jaime Díaz Rozzoto (secretario general de la Presidencia), Waldemar y Hugo Barrios Klee, Alfonso Bauer Paiz, Bernardo Alvarado Monzón, Carlos Alvarado Jérez, Raúl Leiva, Carlos René Valle, Julio Estrada de la Hoz, Mario Silva Jonama, el poeta Luis Cardoza y Aragón y otros. Esa era la estructura política real que gobernaba Guatemala. Un conglomerado espurio que se demostró incapaz de resistir la acción defenestradora de una pequeña y decidida minoría insurgente. Incapacidad del aglutinamiento oficialista que se nutría de la conciencia de que la inmensa mayoría del pueblo guatemalteco no quería ser, ni sería, comunista. Porque a los guatemaltecos podían no agradarles para nada los manejos exactorios de la United Fruit; pero menos, mucho menos, le satisfacían las perversidades de un sistema confiscatorio, ateo y antinacional. El régimen de Arbenz no era sino otro de tantos gigantes de pie de barro, que ha mostrado la historia. Guevara se indignaba con las claudicaciones de Arbenz, y creía que la solución consistía en disolver el Ejército y reemplazarlo por unas Brigadas Internacionales, al estilo ibérico de 1937. No advertía que eso era más de lo mismo; que si la sociedad guatemalteca estaba harta del comunismo solapado de Arbenz, mucho más lo estaría de un comunismo abierto y rechinante. Y que, por lo demás, las hipotéticas “Brigadas Internacionales” sólo existían en su imaginación. Eso era parte de las fabulaciones mitológicas que le insufló Cayetano Córdova Iturburu, cuando la Guerra Civil Española. Esas formaciones foráneas fueron ampliamente derrotadas en España; cuánto más no lo serían -caso de que se pudieran organizar en Guatemala-, después de que los mitos inspiradores de 1936 habían sido desnudados por la trágica realidad del stalinismo genocida. No habría ya “voluntarios de la libertad” para ir a morir en beneficio indirecto de la Gran Patria del Proletariado. Bueno, hemos restablecido la visión binocular del tema centroamericano. 330

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Ahora completaremos el bosquejo cronológico de EG con datos complementarios. Ya sabemos que EG se ha declarado comunista. Así se lo manifiesta a su tía Beatriz, en carta del 12 de febrero de 1954: “Mi posición no es de ninguna manera la de un diletante hablador y nada más; he tomado posición decidida junto al gobierno guatemalteco, y dentro de él, en el grupo del PGT (Partido Guatemalteco de los Trabajadores) que es comunista, relacionándome, además, con intelectuales de esa tendencia que editan aquí una revista y trabajando como médico en los sindicatos. Me imagino todo lo que dirás y comentarás pero no te podés quejar que no hablé claro”593. Esta es su confesión guatemalteca. La misma que varios de sus biógrafos prefieren omitir. Es una confesión de su neta militancia política. Empero, hay más. Los biógrafos, en general, niegan que Guevara tuviera alguna injerencia en el gobierno guatemalteco. Sin embargo, cuando en Chalco, México, fue apresado y llevado a la cárcel especial de Miguel Schulz, interrogado por el Ministerio Público, Ernesto confesó paladinamente su condición de comunista, y añadió: “Que llegó a esta capital (México D.F.) hace aproximadamente año y medio, procedente de Guatemala, de donde salió a la caída del régimen de Jacobo Arbenz del cual era simpatizante y a cuya administración servía”594. Doble confesión, pues. Ese carácter fue confirmado a la caída de Arbenz. Entonces, Guevara se refugió en la Embajada Argentina. Pareciera que fue el Embajador Nicasio Sánchez Toranzo, quien lo buscó y lo hizo ingresar a su residencia. El Embajador lo conocía de antes, y le había llevado yerba mate a la pensión donde aquel vivía. Técnicamente, Guevara no era un asilado, y, por eso, él salía y entraba cuando se le ocurría. De ese modo, ayudó a meter al edificio Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 37. Cupull, Adys y González, Froilán, Un hombre bravo, La Habana, Ed. Capitán San Luis, 1994, p. 384; cfr. Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 129, nota 1. 593 594

331

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

a comunistas que estaban perseguidos por el Gobierno de Castillo Armas, ocultos en el baúl de un automóvil. Entre los principales asilados se hallaban los altos dirigentes comunistas Carlos Manuel Pellecer y Víctor Manuel Gutiérrez. Para evitar conflictos con los otros asilados, Sánchez Toranzo procedió a efectuar una clasificación ideológica de sus huéspedes. Seleccionó a trece y los ubicó en la cochera de la embajada: “Ernesto y otros doce asilados considerados ‘comunistas’ alborotadores fueron confinados en la cochera de la embajada. Se los llamó ‘el grupo de los trece’. Los apuntes de Ernesto, escasamente explícitos, dicen que la medida se debió a un alboroto causado por Humberto Pineda, el novio de Myrna Torres. Los amenazaron con medidas de fuerza si no se sometían y se les prohibió hablar con los demás asilados. Según Hilda (Gadea), ‘consideraban a Ernesto un comunista debido a sus opiniones. Un día, todos los considerados comunistas fueron apartados de los demás...’”. La primera noche de confinamiento, hermano escaparon de la embajada para cia contra el gobierno. Hilda dice que lo Ernesto. En su diario, Ernesto se limitó a huevos bien puestos”.

Humberto Pineda y su participar de la resistenhicieron a instancias de elogiarlos por tener “los

Ahora escribía semblanzas de sus camaradas en la cochera. “Ricardo Ramírez es quizás de los más capacitados dirigentes de la juventud (comunista) (Ricardo Ramírez, que entonces tenía 23 años, sería luego el comandante “Rolando Morán” del Ejército Guerrillero de los Pobres, la más fuerte de varias guerrillas marxistas que aparecieron a principios de los años 60 y combatieron a los sucesivos gobiernos guatemaltecos durante casi cuatro décadas...)... La partida de 118 asilados -incluyendo Pellecer y Gutiérrez- en cinco aviones enviados por Buenos Aires alivió las tensiones en la embajada argentina. “‘La embajada ha quedado vacía y solamente quedo yo del grupo de los 13 de la perrera’, escribió Ernesto. Le habían ofrecido pasaje a la Argentina, pero lo rechazó, empeñado en llegar a México. Ya que el embajador no podía obli332

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

garlo a repatriarse, le permitió con renuencia abandonar la embajada”595. Sánchez Toranzo, que lo conocía bien, y que había seguido “con simpatía el desarrollo de la revolución de Guatemala”, lo había tipificado como comunista peligroso. Otro de los asilados, el cubano castrista Mario Dalmau, narra que: “en una separación que hizo la Embajada entre comunistas y moderados, entre los primeros clasificó a Guevara”. Dalmau confirma el buen criterio del embajador, ya que Guevara: “Había leído mucho a Marx y a Lenin, toda una biblioteca marxista, y su pensar era claramente marxista”596. Allí fue calificado de comunista peligroso. Sin embargo, Guevara sabía que esa condición no había trascendido a las esferas anticomunistas. Por eso, cuando salió de la Embajada, lo primero que hizo fue ir a comer a un restaurante céntrico con Hilda Gadea. Después tramitó la visa en la Embajada de México, con su pasaporte a la vista. Y, mientras esperaba el otorgamiento del documento, se largó a pasear por el lago Atitlán y las montañas de Guatemala597. Dicho de otra forma: la condición de agitador comunista de EG no se había divulgado lo suficiente. Tal situación, de comunista “en penumbras”, digamos, es la que ha permitido elaborar una hipótesis más conspirativa. Expongámosla. Víctor Alba aprecia que la línea táctica del PGT consistía en: “disfrazarse de revolucionarios, disimular su calidad de comunistas y de este modo manejar y utilizar a los partidos no comunistas”598. A ese efecto, lo primero que hizo el núcleo inicial de comunistas (Fortuny, Pellecer, Gutiérrez, etc.) fue crear “círculos de estudio (las escuelas “Claridad” y “Jacobo Sánchez”), y buscar cargos valiéndose de los partidos a los que nominalmente pertenecían sus miembros”. Así: 595 Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 171-172. Guevara consideraba que Pellecer era “algo amanerado”, y que el cubano José Manuel “Che-Che” Vega Suárez, era “bruto como un cascote y mentiroso como un andaluz”. 596 James, Daniel, op. cit., pp. 62, 100. Cfr. “Gramma”, La Habana, 29 de octubre de 1967. Entendemos que la separación habrá sido entre comunistas “moderados” y comunistas “exaltados”. 597 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 173 y nota 1. Ni la CIA tenía abierto expediente sobre él: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 104, nota 2. 598 Alba, Víctor, “Historia del movimiento, etc.”, cit., p. 241.

333

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Obtuvieron cargos de diputado, de subsecretario de Educación, de encargado de las emisiones de propaganda, de secretario general de la CGT. Al propio tiempo, otros comunistas, Pinto Usaga y José Alberto Cardoza, lograron dirigir la FSG (Federación Sindical Guatemalteca) que se había separado de la CGT, imponiéndole con el tiempo la fusión con la central comunista. Fundaron, entre tanto, una serie de organizaciones de masas: juveniles, de mujeres y el Movimiento de Combatientes de la Paz. Penetraron en la Universidad, hicieron proselitismo con los maestros (gracias a altos cargos ocupados por comunistas en la Secretaría de Educación, lo que les permitía dar puestos a sus amigos y postergar a sus adversarios). El dominio de los sindicatos se alcanzó con ayuda de los Tribunales de Arbitraje, en los que comunistas poco conocidos ocupaban puestos de influencia, así como el Instituto de Seguridad Social. No vacilaron en falsificar las elecciones sindicales con ayuda de la policía (como en el Sindicato de Ferrocarrileros) y en apalear a sus oponentes”. Gracias a esas tácticas consiguieron ocupar puestos estratégicos. “Fortuny es secretario del Congreso y luego ocupa un cargo en el departamento de prensa de la Presidencia; Gutiérrez es miembro de la Junta del Instituto de Seguridad Social, junto con Humberto Ortiz y Pinto Usaga; Alfredo Guerra Borges es jefe de prensa de la Presidencia y luego dirige el “Diario de Centroamérica”; Mario Alfredo Silva es subsecretario de Educación; De Buen es instructor de la Guardia Civil (policía); Carlos René Valle ocupa un puesto en el Instituto de Seguridad Social; Raúl Leyva es director de la emisora TGW; Hugo Barrios Klee es inspector general de trabajo... La cuestión agraria es fundamental... Gutiérrez redacta el proyecto de ley de reforma agraria... Once comunistas forman parte del Consejo Nacional Agrario. Waldemar Barrios Klee, comunista, ocupa en 1953 la subjefatura del Departamento Nacional Agrario, y la esposa de Fortuny la secretaría de ese organismo”. Por otra parte, en el plano político: “Los comunistas tienen representantes por su propio partido, por la central sindical y por la central campesina, en el Frente Democrático creado a iniciativa suya y que sirve para cubrir sus maniobras y disimular su incautación progresiva del poder”. 334

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Manejan, desde luego, la diplomacia, cuyo objetivo primordial es ‘abrir una trampa, organizando una provocación a Washington’, con el retiro de Guatemala de la Organización de Estados de Centro América, con los votos pro-soviéticos en las Naciones Unidas y en la Conferencia Interamericana de Caracas. Su influencia llega a tanto que hacen que los camiones con altavoces gubernamentales divulguen por las calles ‘la propaganda comunista sobre la supuesta guerra bacteriológica en Corea; cuando Stalin muere, el Congreso guarda un minuto de silencio; el gobierno envía nada menos que a cuatro ministros a recibir en el aeropuerto a Lombardo Toledano’”599. Esas y otras técnicas, propias del “agit-prop”, combinan los procedimientos legales con los clandestinos. Conforme a ella, el comunista, siempre, tratar de disimular su calidad, mentando sólo al socialismo, la revolución, la liberación, el antiimperialismo, etc. Hasta aquí no hay mucho de original. Y ya hemos visto a Guevara operando en unos de esos organismos colaterales del PGT, la AJDG y en las “brigadas” de defensa. Empero, todo eso es de bajo perfil. Al punto que al pronto podría surgir la pregunta: ¿cómo un hombre tan capacitado, médico por añadidura, fanático marxista, no fue aprovechado por el PGT en funciones más importantes...? ¿Cómo o por qué su actividad comunista pasó desapercibida...? Bien. Una eventual contestación tendría que ver con organizaciones secretas de la estructura comunista que funcionaron al margen de las antes señaladas. Según el estudio de Pedro V. Domingo, el embajador soviético en México, Constantine Oumanski, antiguo funcionario de la GPU, auténtico inspirador de la famosa “Legión del Caribe”, había armado tres redes ocultas. “Rambla”, “Cesta” y “A. T. (Asistencia Técnica)”. La tercera había reemplazado a la segunda, y su jefe en Guatemala era el mayor Jaime Rosemberg, superior de la policía judicial. Por su lado, “Rambla”, que funcionaba en Ciudad de México, a cargo de 599 Alba, Víctor, “Historia del Movimiento, etc.”, cit., pp. 239-240-241-242. El mexicano Vicente Lombardo Toledano era el jefe del comunismo sindical iberoamericano (CTAL).

335

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Evaristo Rojas, tenía por delegado en Guatemala a Héctor Cardoza y Aragón. Pues, éste, comunicaba a Rojas que había entrado en contacto con un: “interesante grupo cubano que se preparaba para derrocar la dictadura de Batista. En realidad se trataba de Adolfo Santa Cruz, de Roberto Cernuda, de Ángel Urrutia y del argentino Ernesto Guevara, que se había unido también a ellos”600. Adviértase que allí no se mencionan ni a Ñico López, ni a Mario Dalmau, ni a José Manuel Vega Suárez, apodado “Che-Che”, ni a ninguno de los exiliados del Movimiento 26 de Julio. En cambio, de los cuatro aludidos tres estaban individualizados: uno, era Roberto Cernuda Trujillo, cubano, que trabajaba en la Oficina de Publicidad de la República de Guatemala, al servicio de Arbenz; otro, era Adolfo Santa Cruz, cubano, que trabajaba en el Ministerio de Educación Pública, y en los teatros Variedades y América; y el tercero... nuestro viejo conocido de Alta Gracia. ¿Qué decir de esta información...? Nada. Que como todas estas cosas secretas, nunca se termina de saber si son ciertas o inventos fabulados. Por lo tanto, nos limitamos a consignarlo como está. Otra información de análogo tenor, en este caso proveniente del Departamento de Estado de USA, era la que consignaba que la “aprista” Hilda Gadea estaba conectada con los agentes soviéticos Jorge Raygada Cauvi, mexicano y el Mayor salvadoreño Humberto P. Villalta601. Quien desee hilar más fino puede atar los cabos que quiera... Nosotros nos conformamos con haber restablecido un panorama más completo de lo que sucedía en Guatemala en 1954, en aquellos 600 Domingo, Pedro V., “El comunismo en el Caribe, II”, en: Estudios sobre el comunismo, Santiago de Chile, año VIII, n° 27, enero-marzo de 1960, p. 84. 601 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 126, nota 1. Ella, en realidad, pertenecía al “APRA Rebelde”, que no obedecía a las autoridades de ese partido peruano, sino que devendría en el MIR, de Luis de la Puente Uceda y en el grupo “Túpac Amaru”, de Guillermo Lobatón, uno de cuyos dirigentes fue Ricardo Gadea, hermano de Hilda: Mercier Vega, Luis, Las guerrillas en América latina, Bs. As., Paidós, 1969, p. 24.

336

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

casi nueve meses en que estuvo Ernesto Guevara de la Serna en ese país centroamericano. Creemos haber colaborado de esta forma a solucionar los problemas de visión monocular que han afectado a tantos que han abordado este tema. Allí actuaban los yanquis, sí602; pero también operaban los rusos. En adelante, pues, que nadie se quede tuerto, con mirada unilateral. Que lo de Guatemala quedara en claro no parece un asunto baladí. La enseñanza -distorsionando la realidad, claro está- que Ernesto Guevara extrajo de esa experiencia fue la siguiente: “El primer intento de establecer un Estado comunista en América Latina había fracasado ignominiosamente... Un solo comunista fanático, el Che Guevara, decidió, en el momento de la derrota de los comunistas en Guatemala, que si él podía tener algo que ver en ello, la derrota no se repetiría. Resolvió que si se presentaba otra nueva oportunidad para implantar el comunismo en tierra latinoamericana, la primera lección que aplicaría sería la destrucción del viejo ejército regular, para reemplazarlo con un nuevo ejército revolucionario. Guevara tuvo oportunidad de aplicar la lección de Guatemala más pronto de lo que había esperado... Las Milicias (cubanas), que el mismo Che Guevara ideó, representan el verdadero ideal leninista del ‘pueblo armado’. El Che Guevara era, pues, el eslabón viviente entre Guatemala y Cuba, el instrumento por medio del cual el Comunismo Internacional utilizaba las lecciones de su derrota en Guatemala”603. Eslabón vivo entre Guatemala y Cuba. Notable inserción histórica.

602 Sobre este punto puede verse a: Immerman, R. H., The CIA in Guatemala: The Foreign Policy of intervention, Austin, University Texas Press, 1982. 603 James, Daniel, Cuba, el primer satélite soviético en América, México DF, Libreros Mexicanos Unidos, 1962, pp. 68, 70.

337

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

4. ABANDONANDO

A

SALGARI

La principal queja de Guevara contra los izquierdistas exiliados y congregados en Guatemala, consistía en que se negaban a formar unas “Brigadas Internacionales”, conforme al modelo hispano que él admiraba desde adolescente. En ese sentido, apunta Jon Lee Anderson: “Entre los exiliados, halló pocos cuya ideología fuera suficientemente rígida para enfrentar al imperialismo en sus propios países, y menos aún que estuvieran dispuestos a combatir en defensa de la acosada revolución guatemalteca. Era una oportunidad para luchar por la libertad política (sic), tal como hicieron los internacionalistas en defensa de la República Española de los años 30, pero no pasaba nada”604. Las bandas de nihilistas políticos, desocupados, excarcelados, terroristas, anarquistas, comunistas y apátridas que la Komintern reclutó para invadir España en 1936605, y que donosamente denominó “combatientes de la Libertad”, seguía siendo en 1954 el ideal bélico del belicista Ernesto Guevara de la Serna, tal cual se lo predicara su tío Cayetano Córdova Iturburu. Años después, en su etapa congoleña, volverá con la misma idea: “Convocar (al África) a brigadas internacionales europeas y latinoamericanas. Es decir, que en el plan teórico del Che y en dependencia al desarrollo de la lucha en el Congo, estaba la incorporación no tan sólo de combatientes africanos y argelinos, sino también de combatientes revolucionarios europeos y latinoamericanos. Como se ve, era una estratégica contiAnderson, Jon Lee, op. cit., p. 147. “En su mayor parte procedían del hampa de los suburbios de París y de los ‘ghettos’ del centro de Europa. A muchos, desplazados de sus patrias desde hacía años, una vida desordenada en el exilio los había envilecido. Sin duda había también entre ellos idealistas y fanáticos; pero la mayoría era gente poco recomendable, según confiesan miembros de las Brigadas que escribieron artículos y libros... Los fusilamientos no logran evitar la indisciplina ni los actos de rapiña. Los voluntarios vivirán a costa del país, al que expolian sin establecer distinción entre amigos y enemigos”: Oficina Informativa Española, “Las Brigadas, etc.”, cit., pp. 83, 75-76. 604 605

338

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

nental, tricontinental, tercermundista, fundada en sus arraigadas concepciones internacionalistas”606. Sólo faltaría convocar el espectro de André Marty, “le ‘boucher d’Albacete’”... Es que en el fondo de su ser EG se fue transformando cada vez más en un símil de aquel modelo, en un “internacionalista”, esto es, una persona que carecía de patriotismo y renegaba de su Patria. Y en un internacionalista armado, que procuraba la guerra donde fuera ( siempre que, de alguna manera, aunque fuera lejana, apuntara contra el capitalismo estadounidense). Bien lo define su “socio” Manuel Piñeiro Losada, con esta frase que resume la esencia política de EG. Guevara, afirma, era: “Aquel de cuyo corazón se habían borrado las fronteras y era capaz de combatir y de morir por cualquier pueblo, sin ninguna condición. Aquel que fue ejemplo insuperable de espíritu internacionalista proletario”607. Esa es la médula del asunto. Desde la Paz de Westfalia, de 1648, que reconoció la existencia de las Naciones-Estado, las fronteras nacionales permanecen firmes, objetivamente. Todas las personas realistas, aún detestándolas a veces, las reconocen. Solamente los utopistas delirantes no son rendidos por ese hecho. Son los “internacionalistas” genuinos, quienes confunden sus deseos con la realidad. “Borran de su corazón”, con un intenso inmanentismo subjetivista, los datos más flagrantes del mundo circundante. Ese era Guevara, que no era argentino, ni cubano, ni nada (a diferencia de Manuel Piñeiro Losada, quien explotaba en beneficio de Cuba a tales apátridas). Si la Patria es, metafísicamente hablando, principio de nuestro ser, no se puede prescindir de ella sin amputarse la región más noble del alma humana. Tal cual como quien renuncia a la veneración de sus padres. Pues, esa especie de mutilados es la que se engendraba en el “Ministerio de la Revolución”, cubano, ideado por Guevara y operado por “Barbarroja”. Un ahijado dilecto de ambos, que a la muerte de su padre en la guerrilla de Salta, en 1964, fue adoptado como combatiente predilecto de la Revolución Exportada, al desertar (por muy buenos motivos) de esa empresa inhumana, ha 606 607

“Barbarroja, etc.”, cit., p. 83. “Barbarroja, etc.”, cit., p. 131.

339

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

explicado que el luchar para Cuba en otro país, para ellos era “una proposición normal”, desde que: “En nuestra visión del mundo, eso no significaba ponerse al servicio de un Estado como agente internacional. Cuba no era un país extranjero sino uno de los componentes del movimiento revolucionario”. El mito de la “Revolución” todo lo legitimaba; como el hecho de que un cubano se metiera a combatir en Angola, o un argentino invadiera Etiopía. Agrega Jorge Ricardo Masetti: “Nos escudábamos en la meta de hacer el bien a la humanidad, meta que era una falacia... Éramos la avanzada de la Revolución cubana, los niños mimados de Fidel Castro y de Manuel Piñeiro... Éramos elegidos por no pertenecer a nada, sin religión ni bandera”608. Sin fronteras en el corazón, sin pertenencia ninguna. He ahí la esencia del internacionalismo guevarista. Quizás, por eso, en 1955, no quiso regresar a la Argentina con el pasaje gratis, tal como se lo proponía el embajador Nicasio Sánchez Toranzo. Ya en Guatemala, “Ñico” López y algunos cubanos habían comenzado a llamar “Che” a Ernesto Guevara. No obstante, el vocativo ni se había generalizado, ni hay prueba alguna de que el propio EG, acostumbrado a los apodos, lo admitiera. La interjeción se difundirá paulatinamente en México609, para generalizarse en Cuba, cuando Guevara deje de ser argentino para aceptar la ciudadanía cubana610. 608 Masetti, Jorge, El furor y el delirio. Itinerario de un hijo de la Revolución cubana, Barcelona, Tusquets, 1999, pp. 127, 274. 609 Según Hugo Gambini, op. cit., p. 96, en 1955, al cabo de un entrenamiento intenso en Chalco, México, Fidel Castro, en broma, le dijo: “-¿Así, che? -Sí, chico- retrucó Ernesto con pésima pronunciación”. A partir de ahí: “ya no fue más Ernesto sino El Che. El Che Guevara. Lo aceptó complacido”. 610 En el informe a la CIA del agente infiltrado Alfonso Manuel Rojo Roche, de 1958, se lee: “Ahora ‘Che’ se considera cubano y actualmente tiene la intención de hacerse ciudadano cubano después que Castro triunfe en su rebelión... Esto

340

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“Che” (la denominación y el carácter que se le atribuye): será el símbolo tangible de su transformación de ciudadano argentino en “internacionalista”. En la carta de Guevara de despedida a sus hijos, en 1965, les dirá: “Sobre todo sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”611 . Que se sepa, sus cuatro hijos han sido excluyentemente cubanos, tal vez por la buena educación patriótica impartida por su madre.

es algo que siempre ha querido hacer, dijo”: García Lupo, Rogelio, op. cit., p. 131. A propósito de este asunto se nos ocurre una digresión pertinente. En la Argentina pos-malvinera de 1983 se han dado como posibles y plausibles una serie de disparates -vgr., que según la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la identidad porteña consiste en la diversidad cultural (Preámbulo y art. 32), como si no se tratara de dos conceptos antitéticos y contradictorios-, entre ellos, el adoptado por el Presidente Raúl Ricardo Alfonsín de la “doble nacionalidad”. Palabras que en el orden político equivalen a la “doble personalidad” humana (para italianos y españoles no hay tal igualdad respecto a sus connacionales, a los que, además, les aplican el “jus sanguinis”, en lugar del “jus solis” americano, y referente a los argentinos que toman tal decisión, los consideran italianos y españoles, respectiva y lisa, llana y exclusivamente, como debe ser. Y los hacen jurar lealtad a su nuevo país; en el caso de España, al Rey Juan Carlos I de Borbón. Agreguemos que la FIFA, entidad futbolística internacional, tampoco acepta el engañapichanga de la “doble nacionalidad”). Dado que gran parte de la población argentina de origen inmigratorio -sobre todo en el arco costero, cuyo ápice es la ciudad de Buenos Aires- le ha encantado esta dualidad que le permite emigrar, en sentido inverso al que hicieran sus padres, con ventajas laborales en la Comunidad Europea, la desnacionalización se presenta como factible y deseable. Y, a partir de tal sofisma, con esa mentalidad, se lee el decreto del Presidente de Cuba del 7 de febrero de 1959, que declara a Ernesto Guevara de la Serna “ciudadano cubano de nacimiento”, como si en adelante fuera argentino-cubano. “Contradictio in terminis”. O era cubano o era argentino. Por cierto que pasó a ser cubano, sin más, que es lo que él deseaba (al menos, por un tiempo), como hemos visto. En todo caso, ese es un problema de los argentinos de hoy, que no era el de Guevara, quien, a su tiempo, no tuvo empacho en renunciar también a su ciudadanía cubana, puesto que, ante todo, se sentía cosmopolita, “ciudadano del mundo”, con mate y tangos incluidos (como nuestros ex argentinos del presente, que residentes en Tanganika o Birmania, lloran cuando añoran las medialunas con dulce de leche. Nos referimos, claro está, no a los que trabajan en el exterior por fuerza mayor, sino a los que se han asimilado voluntariamente a sus nuevos países). 611 Gambini, Hugo, op. cit., p. 295.

341

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Pero la madre de Guevara sabía bien que su hijo no era así. De ahí que el 15 de abril de 1965, le escribirá asegurando: “Sí, siempre serás un extranjero. Parece ser tu destino permanente”612. Conviene advertir que el internacionalismo que practicaba Guevara, si bien se vinculaba con un furibundo antiimperialismo yanqui, no tenía contacto alguno con el patriotismo613. Primero se relacionaba con las consignas e intereses de la Unión Soviética; después que se desencantara de la “Gran Patria del Proletariado”, el lazo se dirigió hacia la celeste “Revolución Mundial”. No sabemos si EG, buen lector de los clásicos del marxismoleninismo, conocía los textos de esos ideólogos acerca de lo que ellos denominaban “la cuestión nacional”. En todo caso, el lector debe saber que la materia se dividía en una parte teórica y otra práctica. En la primera, había que partir de la afirmación de “El Manifiesto Comunista”, de 1848, de Marx y Engels, donde se afirmaba que “los proletarios no tienen patria”. Después, había que registrar que Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 647. “La expresión ‘Patria’ alude a una relación con la tierra donde se ha nacido y en la que han vivido los padres y los antepasados. Cuando el hombre reconoce y acepta esa relación da paso a la virtud del patriotismo. El ser de una patria, el ser patriota, es una relación óntica connatural; el movimiento volitivo, emocional y racional para que esa relación nos perfeccione, cae dentro del campo ético. La patria, como los padres, es principio de nuestro ser, derivado del primer principio de nuestro existir, Dios. Quien no esté ciego ante esa realidad, naturalmente se encamina hacia la gratitud para con ella, esto es, busca ser un buen patriota tributando un culto filial a su madre patria, practicando la piedad patriótica, también llamada ‘patriotismo’”: Díaz Araujo, Enrique, Patriotismo y Cristianismo, Mza., Separata del Boletín de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, n° 20, 1977, p. 3. Virtud que exaltara en un poema famoso Charles Péguy, cuya primera cuarteta decía así: “Felices los que han muerto por la tierra carnal, / pero siempre que fuese en una justa guerra. / Felices los que han muerto por cuatro pies de tierra. / Felices los que han muerto con una muerte tal”. Y que Luis Juan Gallardo propone de este modo: “Ser argentino, amigos, implica una armonía / secreta que se entabla, con la gente y las cosas.- Ser argentino, amigos, anuda dolorosas / coyundas y comporta un lazo de alegría / que me une a cierta rosa, distinta de otras rosas / por saber con certeza que esa rosa es la mía.- Ser argentino, amigos, consiste me parece / en sentirse partícipe de una guerra perdida / y pese a la derrota mantenerse en sus trece.- Ser argentino, amigos,... / es conservar girones de gloria compartida / y es saber que algún día, si el motivo se ofrece, / Deberemos jugarnos, sobriamente, la vida”. 612 613

342

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Karl Marx siempre rechazó el patriotismo. En 1845, en “La Ideología Alemana” había afirmado que la revolución comunista sería “la expresión de la disolución de las nacionalidades”. Agregaba que: “el comunismo sólo es viable empíricamente si lo implantan de golpe y al mismo tiempo todos los pueblos dominantes”. Y en 1871, en “La Guerra Civil en Francia”, sostendría que los gobiernos nacionales “no son más que uno contra el proletariado”. En diversos escritos, consideró al patriotismo natural como “estrecho”, “repulsivo”, “repugnante”, de “superstición reaccionaria”, y, desde luego, propio de los burgueses. Téngase presente que la voz “proletariado”, aunque aludiera a los sectores trabajadores, no se identificaba con ellos, porque para ser aquello había que tener “lucidez” y “conciencia de clase”, condición que, en realidad, sólo poseía la “vanguardia consciente” del proletariado, es decir, el Partido Comunista. Más explícito, Friedrich Engels, explicará que: “Los proletarios de todos los países... empiezan a practicar la auténtica fraternidad bajo la bandera de la democracia comunista”; y en su “gran mayoría los proletarios están por naturaleza exentos de prejuicios nacionales, y toda su educación y movimiento es esencialmente humanitario, antinacional”. Al comentar esos y otros textos, Horace Davis destacaba que “conforme a lo expuesto existe un abismo entre la lucha de clases y el patriotismo”, porque para Marx y Engels no había “ninguna idea de nación como tal”. Y: “Tampoco había un interés nacional superior a los intereses de la revolución proletaria... El auténtico internacionalismo, alegaban, sólo puede surgir de la victoria del proletariado en los países en cabeza, cuando las diferencias nacionales dejen de ser importantes”614. Los discípulos principales de aquellos “clásicos”, abundaron sobre la cuestión. Así, Karl Kautsky expresaba que: “El individuo y la nación deben subordinarse a las necesidades de la lucha por la liberación internacional”. Otto Bauer aseveraba que: “La lucha contra el nacionalismo es hoy nuestra tarea más importante”. Para 614 Davis, Horace B., Nacionalismo y Socialismo. Teorías marxistas y laboristas sobre el nacionalismo hasta 1917, Barcelona, Península, 1972, pp. 29, 107, 109, 27.

343

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Bernard Becker: “Lo nacional es lo irracional”. Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, ante la Gran Guerra de 1914, lanzaron el lema de los “espartaquistas” alemanes: “O patriotismo o lucha de clases”. Y lo argumentaron aclarando que: “La patria de los proletarios, a la defensa de la cual hay que subordinar todo lo demás, en la Internacional Socialista”. Por esa misma época Vladimir Ilich Ulianov, “Lenin”, denunciaba que la “idea nacional es un fetiche, un prejuicio burgués”. Por ello, en el Congreso de Kienthal exponía su consigna: “Hay que derrotar a la patria”. Si Marx y Engels “desconfiaban del patriotismo”, si Mijail Bakunin lo juzgaba como “un sentimiento estrecho, exclusivo, antihumano y muy a menudo simplemente cruel”, para Lenin se trataba de uno de esos “prejuicios pequeñoburgueses más arraigado, a saber, el prejuicio del egoísmo nacional, de la estrechez del espíritu nacional”. Concepción que Stalin resumió así: “La nacionalidad es un principio burgués, implantada entre los obreros, envenena el ambiente y esparce ideas nocivas de desconfianza mutua y soledad entre los obreros de diversas nacionalidades”615 . Y el IV Congreso de la Internacional Comunista, cerrando el círculo, sancionó la noción de que “el proletariado no tiene patria”, pero “Rusia es la Gran Patria del Proletariado”. Muy resumidamente, esa era la posición teorética. En cuanto al orden concreto de las naciones, cabe observar lo siguiente. “Marx y Engels”, en sus escritos, apenas se ocuparon de América Latina”, afirma Víctor Alba, y explaya: “El primero (Marx) habla de México con motivo de la expedición de Maximiliano, en sus artículos al ‘Tribune’ de Nueva York y en algunas cartas. Engels se refiere también a México en un artículo a propósito de la guerra de 1847. De los restantes países de este Continente, casi no trataron. Lenin parece olvidar en toda su obra la existencia de América Latina. Aunque su supuesta carta a los obreros mexicanos, en 1919, ayudó a organizar el Partido Comunista de México, en realidad fue una falsificación de textos de Lenin dirigidos a los obreros de los Estados Unidos. Los demás teorizantes del marxismo 615

344

Davis, Horace B., op. cit., pp. 260-262.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

no hacen mayor caso del Hemisferio. Así, Augusto Bebel, por ejemplo, no cita una sola vez a la América Latina en su libro ‘La mujer y el socialismo’. Karl Kautsky tampoco, al estudiar los problemas agrarios. Stalin, al tratar de las cuestiones coloniales en su libro ‘El marxismo y la cuestión nacional’, no escribe más que tres o cuatro veces el nombre del continente americano y sólo de paso. La revolución mexicana fue casi ignorada por los marxistas europeos”616. En verdad, eso es muy poco decir. La omisión, que no fue tan neta como indica Alba, sería lo de menos. Lo grave es lo que dijeron en esos pocos artículos citados. Marx, en las notas que publicó en el “New York Daily Tribune”, entre el 10 de junio y el 8 de agosto de 1853, defendió la destrucción efectuada por los ingleses de la hilandería hindú, porque así se beneficiaban los tejidos de Manchester. Tal acto, en su entender era “la más grande, y para decir verdad, la única revolución que jamás ha visto el Asia”. Añadía que no importaban los daños que aquella destrucción hubiera causado; y aseveraba: “A pesar de todos sus crímenes, Inglaterra fue el instrumento inconsciente de la Historia al realizar dicha revolución. En tal caso, por penoso que sea para nuestros sentimientos personales el espectáculo de un viejo mundo que se derrumba, desde el punto de vista de la Historia, tenemos pleno derecho a exclamar con Goethe: ‘¿Quién lamenta los estragos / si los frutos son placeres? / ¿No aplastó miles de seres / Tamerlán en su reinado?’”. Otro tanto opinó de la opresión ejercida por los británicos en China e Irlanda. Y se opuso a la independencia de Checoslovaquia, Rumania, Argelia y Polonia. Friedrich Engels, por su lado, el 23 de enero de 1848, escribió: “En América hemos presenciado la conquista de México (por USA) y nos hemos alegrado de ella. Es un progreso que a un país hasta ahora replegado sobre sí mismo... se lo introduzca por la fuerza en el movimiento de la Historia. Está en el interés de su propio desarrollo verse sometido en el futuro a la hegemonía protectora de los Estados Unidos”. 616

Alba, Víctor, “Historia del Movimiento, etc.”, cit., p. 191.

345

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Y se alegraba del triunfo de “los enérgicos yanquis” sobre los “perezosos mexicanos”617. Pero hay más. Los marxistas contemporáneos, tipo Hugo Chávez, en la ensalada rusa (propia de su condición de analfabetos políticos), suelen mezclar a Marx, Lenin, Fidel Castro y Simón Bolívar. Pues, lo menos que debieran conocer es la famosa condenación de Marx a Bolívar, en la que entre otros conceptos, exponía: “Pero ver que comparen a Napoleón I, con el pillo más cobarde, más vulgar y miserable, es algo que excedía todo límite. Bolívar es el verdadero Soulouque... como la mayoría de sus coterráneos era incapaz de cualquier esfuerzo prolongado; (en lugar de hacer la guerra) gastaba más de dos meses en bailes y fiestas”618. La conclusión que surge nítida de esos textos es la que pone Horace B. Davis: “Marx y Engels defendieron la expansión despiadada del imperialismo, a condición de que llevara a su paso el desarrollo económico”619. Aún habrá quien pretenda que Lenin habría corregido aquellas feroces opiniones imperialistas de los “clásicos”. No hay tal. En su libro sobre “La Cuestión Nacional” aplaude la “tendencia histórica del capitalismo a romper las barreras nacionales”. “Quien no esté no esté hundido en los prejuicios nacionalistas -agrega- no podrá dejar de ver en este proceso de asimilación de las naciones por el capitalismo un grandioso proceso histórico, una destrucción del anquilosamiento nacional de los rincones perdidos, principalmente en los países atrasados... y este hecho es indiscutiblemente progresista”. Bolivia o Guatemala, por ejemplo, eran típicos casos de 617 Engels, Friedrich, “Los movimientos revolucionarios de 1847”, en el apéndice de El Manifiesto Comunista, Madrid, Cenit, 1932, p. 412. En esta versión se comienza así: “Hemos presenciado también, con la debida satisfacción, la derrota de Méjico por los Estados Unidos, etc”. Cfr. F. De Toledo, Domingo V., México en la obra de Marx y Engels, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1939, p. 30; Ramos, Jorge, Abelardo, “Historia de la Nación, etc.”, pp.491-493. 618 Marx, Carlos, Simón Bolívar, Bs. As., Hoy, 1959, p. 51, cfr. Ramos, Jorge Abelardo, “Historia de la Nación, etc.”, cit., p. 494. 619 Davis, Horace B., op. cit., p. 31.

346

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“rincones perdidos en países atrasados”, que debían ser destruidos por el capitalismo internacional. Y no son muchas las referencias del Maestro de la Revolución Socialista. Tal como lo aprecia Jorge Abelardo Ramos: “En los 40 volúmenes de sus ‘Obras Completas’, Lenin sólo alude tres veces a la América del Sur, seis veces a la Argentina, cuatro veces al Brasil, cuatro a México y en una sola oportunidad se refiere a Chile. Se trata, por lo demás, de alusiones incidentales, muchas veces incluidas en una mención estadística. A los restantes Estados de América Latina no los menciona jamás”. Asimismo: «En las discusiones de los primeros Congresos de la Internacional Comunista, América Latina fue omitida por completo. El Presidente de la Internacional Gregori Zinoviev, en el V Congreso de 1924 dijo en su discurso: “Poco o nada sabemos de la América Latina”. El delegado por México era un escritor norteamericano, Bertram Wolfe, quien protestó por esa ignorancia. Zinoviev contestó. “Es que no se nos informa”. Antes de radicarse en México... León Trotsky tampoco tenía conocimientos serios sobre América Latina. En su “Historia de la Revolución Rusa” el gran maestro del socialismo escribía: “Las revoluciones crónicas de las repúblicas sudamericanas nada tienen en común con la ‘revolución permanente’; en cierto sentido, constituyen su antítesis”... (esto) revelaba la profunda debilidad del movimiento marxista en América Latina»620. En función de tal “internacionalismo proletario”, la Komintern gobernó a los PC americanos mediante una sarta de revolucionarios profesionales apátridas que carecían del más mínimo contacto con estas tierras, la idiosincrasia de sus pueblos, o tan siquiera con su

620 Ramos, Jorge Abelardo, “Historia de la Nación, etc.”, cit., pp. 508-509. León Trotsky había escrito: “Las revoluciones nacionales de nuestro tiempo son etapas de la revolución socialista mundial”: Peñaloza, Juan Ramón, Trotsky ante la Revolución Nacional Latinoamericana. Una biografía política, Bs. As., Indoamérica, 1953, p. 141. Por sí misma no valían, sino en tanto y en cuanto contribuyeran a la Utopía socialista global.

347

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

idioma621. Hasta su VI Congreso, los PC iberoamericanos quedaron bajo la tutela del PC de USA, y en particular, de Joseph Pogany, alias “John Pepper”622. Ernesto Guevara de la Serna, que se pelaba las pestañas leyendo hasta altas horas de la noche los “clásicos” del marxismo-leninismo, cuando al fin diera con una cita que le sirviera de “guía en la acción”, no sería otra que una de las antes transcritas. A una mentalidad patriótica, la hubieran desconsolado. Pero él, merced a su formación, no tenía nada de nacional. Si combatía al imperialismo norteamericano es porque esa era la consigna impuesta por la Unión Soviética desde la Guerra Fría (porque, antes, durante la Segunda Guerra Mundial, desde 1941 hasta 1945, estuvieron a partir de un confite, “browderismo” mediante), y no principalmente 621 Tanto la Komintern como la Profintern (Internacional Sindical Roja), disponían de una organización con mandos moscovitas. Por ejemplo, mientras la Komintern era presidida por el brazo derecho de Lenin, Gregory ApfelbaumRadomilsky, alias “Zinoviev”, y su Sección Latinoamericana estaba a cargo de Boris Heifets, alias “Abraham Guralsky” o “Rústico”, la Profintern, comandada por Salomón Abraham Drizdo, alias “Lozovsky”, tenía por jefe latinoamericano a Mark Salomónovich Jaskin, alias “Maurice”. Con ellos colaboraban Fréderic Blaufbauf o Glaubauf, alias “Diego”, Jules Humbert-Droz, Lidia Pankine, Jean Jolles, Ernst Singer, alias “Ernö Gerö” o “Pierre”, Goyo Gelman, Sam Katayama, Manabendra Nath Roy, Mijail Borodin, Louis Fraina, David Maggioni, alias “Marcucci”, Jean Berensky, August Boni, Boris Mijailov, alias “Williams” y Arthur Ewert. La sede central funcionaba en Montevideo, Uruguay, “el pequeño Moscú”. En el manejo de los fondos intervenían: “Boris Izraelevich Karevsky, de la Yuyamtorg, asociado con Moses Murinson, que dirigía un organismo similar en Nueva York, la Amtorg Trading Corporation, y también con la Deutsch Russische Naphta Gesselschaft de Berlín y el Banco de Comercio Exterior de Moscú. La compañía(Yuyamtorg) había realizado cuantiosos negocios en la Argentina. Su vicedirector era Gregorio Leenman y sus otros miembros, León Berkman, David Fideleff y Marcos Moiseef. Todos paisanos, me digo”. Difíciles de ubicar porque se cambiaban los nombres. Así Abraham Guralski, apodado El Rústico, “se había cambiado el apellido al igual que Lozovsky, y que la mayor parte de los judíos comunistas en Rusia”: Dujovne Ortiz, Alicia, op. cit., pp. 77, 231-234, 240, 237. La casi totalidad de los mencionados, murió en Moscú, en las Grandes Purgas, de 1936-1938. 622 Alba, Víctor, “Historia del Movimiento Obrero, etc.”, cit., p. 198. Conforme a la declaración “Sobre la Revolución en América. Llamamiento a la clase obrera de las dos Américas”, del 15 de enero de 1921, la Komintern fijaba las condiciones de una verdadera revolución en Sudamérica, que permitiría “aliarse al movimiento revolucionario de Estados Unidos y a la Internacional Comunista y dar a las masas de América del Sur su lugar legítimo en el ejército de la Revolución Mundial”.

348

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

por la defensa de los intereses nacionales de ésta o aquella nación, expoliados por las compañías yanquis. Y lo hacía con los métodos del negrinismo hispano y sus Brigadas Internacionales (por la fabulación de la que le hizo objeto su tío). Guevara era un internacionalista absoluto y consecuente; no un estúpido que creyera que las antípodas conceptuales se pudieran promediar, en binomios sincréticos tales como “católico-comunista” o “nacionalista-internacionalista” (como si dijéramos: “blanco-negro”, “bajo-alto” o “frío-caliente”). Mendaz o tonta, pero siempre interesada, es la versión de los guevaristas actuales que desean presentarlo como el “campeón de la Independencia de América Latina”, y trazan el parangón con Simón Bolívar. Sin necesidad de desenvolver el dato que Bolívar, el Bolívar de la madurez, odiaba toda forma de revolucionarismo negativista de las tradiciones623, digamos que a Guevara lo mismo le daba pelear en América, que en África, en Asia que en Oceanía (siempre que fuera contra los Estados Unidos). Precisamente, aquel tipo de panegirista es el que pasa como por sobre ascuas ante el tema de la campaña de Guevara en el Congo y Tanzania, junto a las tropas de Pierre Mulele, Gastón Soumialot, Alphonse Massemba-Debat y Laurent Désire Kabila, con el “nom de guerre” de “Comandante Tatú” ( o “Tatu”). Todos ellos debieran empezar por leer el libro de los guevaristas Paco Ignacio Taibo II, Froilán Escobar y Félix Guerra624, para ilustrarse un poco en esta materia, y dejar de presentar a Guevara como un americanista, al estilo de San Martín, O’Higgins, Sucre, Iturbide o Bolívar. Como 623 Ver : André, Marius, Bolívar y la Democracia, Barcelona, Araluce, 1924; Belaúnde, Víctor Andrés, Bolívar y el pensamiento político de la revolución hispanoamericana, Madrid, Cultura Hispánica, 1959; Acevedo, Edberto Oscar, “Conceptos políticos de Simón Bolívar”, en: Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, 1961, n° VIII; Nectario M, H., Ideas y sentimientos religiosos del Libertador Simón Bolívar, Madrid, 1978; o, cuando menos, la novela de Gabriel García Márquez, El General en su laberinto. 624 Taibo II, Paco Ignacio, Escobar, Froilán y Guerra, Félix, El año que estuvimos en ninguna parte, Bs. As., Ed. Pensamiento Nacional, 1994. A propósito de esto, uno no puede menos de dejar de preguntarse: ¿qué tendrá de “pensamiento nacional” una editorial que publica semejante extranjería...? La edición original es de México DF, Grijalbo, 1974. También está la edición de México DF, Joaquín Mortiz, Grupo Planeta, 1994. Asimismo, los artículos de: Gott, Richard, “Che’s Missing Year: Che Guevara and the Congo”, New Left Review, New York, n° 220, 1996; Barreto, José, “Camarada Tato”, Prensa Latina, La Habana, junio 1993; Carrasco, Juana, “Tatu: Un Guerrillero Africano”, Verde Olivo, La Habana, junio 1988.

349

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

si Praga, Berlín, Argel, Kibamba, el lago Tanganika, Kinshasa, Brazzaville o Dar-Es-Salaam fueran hitos de la ruta bolivariana. La travesía desde Kingama en Tanzania hasta Kibamba en el Congo, no es parecida a los cruces de los Andes de los Libertadores. Guevara ese año de 1966 no fue el “Che”, sino “Tatú, el guerrillero africano”, cuya ida o vuelta sería celosamente ocultadas en la mitología castrista latinoamericanista625. Aquella fue, en el decir de “Barbarroja” Piñeiro Losada, “la gesta internacionalista del Congo”626. 625 Jon Lee Anderson trae sobre este asunto una página digna de reproducción. Señala que “no existe un informe oficial detallado sobre los movimientos, las reuniones y el paradero del Che entre su partida del Congo y su reaparición en Cuba... Todos (Aleida, Barbarroja, Pombo, Ariel, Estrada, etc.) coinciden que el Che fue de Tanzania a Praga y de allí a La Habana.- Sin embargo, hay otras versiones. Mario Monje, ex secretario del Partido Comunista Boliviano, dijo al autor que se enteró, por fuentes que se negó a identificar, de que el Che fue de Tanzania a la República Democrática Alemana donde vivió ‘bajo la protección de los servicios de inteligencia alemanes’.- Otra fuente cubana bien informada indicó que posiblemente el Che pasó ‘algún tiempo’ en la RDA durante su permanencia en la clandestinidad, pero que esto sucedió después de su regreso secreto a Cuba, en viaje a Bolivia en el otoño de 1967. La fuente agregó que Aleida ‘tal vez’ lo visitó allá. Si es verdad, hasta ahora ni Aleida ni el gobierno cubano están dispuestos a reconocerlo... Su viuda Aleida March dijo al autor que se reunió con el Che clandestinamente en tres ocasiones. La primera fue en enero-febrero de 1966 en Tanzania; la segunda en Praga antes de su regreso a Cuba a mediados de 1966; se excusó de dar detalles sobre la tercera”: op. cit., pp. 758-759. De todas formas, algunos otros ocultan que una de las causas por las cuales Guevara tuvo que abandonar el Congo -después de haber permanecido allí desde julio de 1965 hasta marzo de 1966-, fue por el fracaso del “elemento humano... por el festín que se mandan (los africanos) con los adversarios que matan”. Estos caníbales le comían el hígado o el corazón a sus prisioneros, y eso resultaba un mal ejemplo para los 126 cubanos que él mandaba. En esos menesteres “liberacionistas” anduvo mezclado, pues. “Tatú fue un gran guerrillero africano... un verdadero comunista, como un ejemplo de combatiente internacionalista”: “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., pp. 210, 211. Así será. Pero no conviene mezclar los continentes. Sobre el punto, ver, asimismo, el libro del general cubano William Gálvez, El sueño africano del Che. ¿Qué pasó en la guerrilla congoleña?, La Habana, PCC, 1997. “Benigno” tiene una pésima opinión de este militar, varias veces destituido, y acusado de corrupción: Benigno (Dariel Alarcón Ramírez), op. cit., pp. 49, 51. Por otro lado, ese “internacionalismo” le venía impuesto. El 31 de diciembre de 1966, Guevara le confió a Mario Monje, jefe del PC boliviano, lo siguiente: “Tú sabes que yo salí de Cuba en paso de parada. Fidel me insistió varias veces para que vuelva, pero yo estuve acorralado en un departamento, en un país (Checoslovaquia) buscando, tratando de encontrar una salida. Yo no podía ya volver a Cuba, no podía volver a aparecer. Para mí eso estaba cerrado”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 409. 626 “Barbarroja, etc.”, cit., p. 11.

350

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Guevara, el genuino Ernesto Guevara de la Serna, no el Che de los devocionarios “latinoamericanos”, era un internacionalista neto e ilimitado, mundialista “full time” e irrestricto. No sabemos si estaba al tanto del “Manifiesto” del Segundo Congreso de la Internacional Comunista; pero, en todo caso, creemos que hubiera compartido íntegramente su sentido, cuando disponía: “La Internacional Comunista es el Partido internacional de la insurrección y de la dictadura proletaria. Para ella no existen otros objetivos ni otros problemas que lo de la clase obrera. Las pretensiones de las pequeñas sectas, cada una de las cuales quiere salvar a la clase obrera a su modo, son extrañas y contrarias al espíritu de la Internacional comunista. ...¡Sólo hay sobre la tierra una sola bandera merecedora de que se combata y se muera bajo sus pliegues: la bandera de la Internacional Comunista!”627. Enterado de lo cual, el lector podrá ahora comprender mejor el sentido del “Mensaje a la Tricontinental” de Guevara, en el que reclamaba el desarrollo de: “un verdadero internacionalismo proletario; con ejércitos proletarios internacionales, donde la bandera bajo la que se luche sea la causa sagrada de la redención de la humanidad, de tal modo que morir bajo las enseñas de Vietnam, de Venezuela, de Guatemala, de Laos, de Guinea, de Colombia, de Bolivia, de Brasil, para citar sólo los escenarios actuales de lucha armada, sea igualmente gloriosa y apetecible para un americano, un asiático, un africano y, aún, un europeo”628.

627 Los cuatro primeros Congresos de la Internacional Comunista, Primera Parte, Córdoba, Cuadernos de Pasado y Presente, 1973. Fidel Castro, en sus comienzos bélicos, no padecía de esa utopía política; uno de los motivos de su triunfo en Cuba. Así, se opuso al enganche en su expedición en el “Gramma” del guatemalteco amigo de EG, el “Patojo” Julio Roberto Cáceres Valle, para que su tropa no se convirtiera en “una legión extranjera”: Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 123; o “un mosaico de nacionalidades”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 118. El pobre “Patojo”, de todas maneras, murió después en una de las tantas exportaciones del “internacionalismo revolucionario”, orquestadas por Guevara. Y a éste Castro lo llevó por que necesitaba un médico, no como combatiente extranjero. “Castro necesitaba un médico”: García Lupo, Rogelio, op. cit., p. 129. 628 Cit. por: Rojo, Ricardo, op. cit., pp. 411-412.

351

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Internacionalismo cosmopolita, ilimitado, sin concesiones, sin vuelta de hoja. De análogo pelaje que el mantenido por el PCA, el cual, hasta 1936, en Buenos Aires, en un acto conjunto con el Partido Socialista, no había izado en sus concentraciones públicas la bandera argentina629. En fin: que si algo le faltaba para que su antiguo y connatural aventurerismo se transformara en internacionalismo consecuente, en esos meses de México lo completó. De ahí que sea muy coherente concluir que: “El marxismo de Guevara se nutre de internacionalismo... Su antiimperialismo, en particular, se traducía en el internacionalismo... Y este internacionalismo lo diferenciaba profundamente... de la política nacional y nacionalista... Porque sólo los hombres críticos, libres, pueden ser sensibles a las injusticias sufridas por otros pueblos y pueden superar los límites estrechos y mezquinos del nacionalismo”630. Por consiguiente, en primer término, resulta exacta la definición del marxista francés Michael Löwy, cuando afirma que Ernesto Guevara fue: “El dirigente y pensador revolucionario que mejor resume y simboliza este nuevo período del marxismo en América Latina”631. Empero, con un añadido inmediato. Socialismo, sí; pero, básicamente, internacionalista. Su orbe político no fue el de las patrias, sino el del mundo. Curiosa o paradójicamente, en el día patriótico argentino, del 25 de Mayo, en un festejo en La Habana, en 1964, solicitará: Dujovne Ortiz, Alicia, op. cit., p. 374. Almeyra, Guillermo y Santarelli, Enzo, Che Guevara. El pensamiento rebelde, Bs. As., Peña Lillo-Continente, 2004, pp. 38, 27. Estos autores, uno argentino, que vive en México, y el otro italiano, marxistas consecuentes ambos, desde su óptica, comparten el punto de vista que exponemos. De ahí que digan: “Como Trotsky, Guevara era internacionalista y sólo podía comprender una lucha mundial contra el capitalismo... En esto chocaba contra el nacionalismo... y la visión estrictamente ‘cubana’ de muchos de los revolucionarios isleños”: op. cit., p. 23. 631 Löwy, Michael, El marxismo en América Latina (de 1909 a nuestros días). Antología, México DF, Era, 1982, p. 48. 629

630

352

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

“Pensemos en que somos parte de un ejército que lucha en cada pedazo del mundo”632. Durante el invierno de ese mismo año, Guevara se entrevistó con Gamal Abdel Nasser, y, en el curso de la conversación, le manifestó que todo lo que él buscaba era: “un lugar donde luchar por la revolución del mundo y aceptar el desafío de la muerte”633. En el discurso incendiario que pronunciara en las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1965, concluirá: “Todos los hombres libres del mundo deben aprestarse a vengar el crimen del Congo”634. Consecuentemente, él -no “los hombres libres”- irá a pelear al Congo. Una vez allí, a “Pombo” (Harry Villegas), su guardaespaldas, le refrescará: “las razones que los habían llevado allí para combatir al imperialismo ‘en todos los campos de batalla del mundo’, como solía repetir en charlas y discursos”635. Total, el mundo es ancho y ajeno; no como las “estrechas” patrias. Guevara, en este punto, se ajustaba a la noción sentada por el Grupo Claridad francés, el 1° de noviembre de 1919, reclamando que se trabajara: “para preparar la República Universal, fuera de la cual no hay salud para los pueblos”. O, también, con el artículo primero de los Estatutos de la Internacional Comunista, que lucharía para establecer: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 307. Geyer, Georgie Anne, op. cit., p. 265. Como en esa expresión no sólo estaba presente el internacionalismo, sino, además, la vocación suicida, Nasser le replicó: “que él debía ‘vivir’ para la revolución, no morir por ella”: Ibidem. 634 Guevara, Ernesto Che, Escritos y discursos, La Habana, Ed. de Ciencias Sociales, 1977, t° IX, p. 292; cfr. Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 337. 635 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 370. Ya había expresado que “su deseo era continuar su lucha por la revolución mundial en otros lugares del mundo”. En su “Diario” del Congo anotará que sentía la soledad, en “mi peregrinar por el mundo”: O’Donnell, Pacho, op. cit., pp. 345, 388. 632 633

353

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“una República Internacional de Soviets”636. La parábola internacionalista la completó Guevara con su famoso discurso de Argel, del 27 de febrero de 1965, en el que aseveró: “No hay fronteras en esta lucha a muerte. No podemos permanecer indiferentes frente a lo que ocurra en ninguna parte del mundo. Una victoria en cualquier país contra el imperialismo es nuestra victoria, así como la derrota de cualquier país es la derrota de todos. La práctica del internacionalismo proletario no sólo es un deber de los pueblos que luchan por un futuro mejor, también es una necesidad inexorable”637. Una desmesura utópica de esa magnitud no podía sino atraerle la condena de las dirigencias de todos los países, entre ellos, la de los mismos cubanos. En este extremo pensamos que hay un matiz diferencial entre el internacionalismo de Castro y el de Guevara, interesante de puntualizar. Por principio, ambos identificaban el concepto “internacionalismo proletario” con su bastión soviético. Tanto que ambos podrían haber acatado la definición de “Internacionalismo” proporcionada por don José Stalin, el 1° de agosto de 1927: “Internacionalista es aquel que está listo para defender a la URSS, sin reservas, sin vacilación, sin condiciones”638. Puiggrós, Rodolfo, op. cit., p. 136. Guevara, Ernesto, Escritos y discursos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1972, t° 9, p. 342. 638 Mandel, Ernst, “Qué es el Internacionalismo”, en: Cuarta Internacional, Bs. As., año 1, n° 1, 1973, p. 42. El discurso continuaba: “porque la URSS es la base del movimiento revolucionario mundial y resulta imposible defender, hacer progresar el movimiento revolucionario sin defender a la URSS, ya que quien piense defender el movimiento revolucionario mundial sin y contra la URSS, va contra la revolución y marcha inevitablemente al campo de los enemigos de la revolución”. Por su parte, el trotskysta Mandel aclaraba que como el “marxismo procede de la economía mundial”, es en realidad “independiente” de las naciones, máxime que, en su entender, las fuerzas capitalistas “hace rato que superaron las fronteras nacionales”. Más aún, Mandel aseveraba que el marxismo “en realidad, reposa sobre la quiebra del Estado-nacional que es una supervivencia que frena el desarrollo de las fuerzas productivas”. Luego, “el punto de vista internacionalista no nace espontáneamente de la existencia na636 637

354

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

No obstante, el cosmopolitismo socialista de Guevara lo inclinaba más hacia la utopía de corte trotskista de la “revolución mundial”. En cambio, Fidel, que también tendrá su largo capítulo de “internacionalismo”639, lo hará para apuntarse tantos dentro del satelismo soviético. Tal cual sostenía Carlos Franqui, la Cuba castrista: cional. En cierta medida, debe necesariamente serle aportado de afuera”. En suma, que: “es necesariamente del punto de vista internacional desde donde debe partirse”: op. cit., pp. 43, 45. Dicho de otra manera, que si las personas que todavía conservan su raigambre nacional conocieran y comprendieran ese “punto de vista internacionalista”, jamás podrían ser marxistas; y dejarían esa ideología para exclusivo uso de aquellos que por su cosmopolitismo natural básico establecen empatía con las doctrinas del profeta de Tréveris. Ya hemos dicho que el buen marxista debe ser ateo, esto es, partir de la noción de “la quiebra de la religión”; ahora añadimos que debe ser apátrida, y partir de la idea de “la quiebra de la nacionalidad”. Ernesto Guevara cumplió con las dos notas esenciales. Un tercer factor es que él lo dijo y no lo ocultó. En cambio, la mayoría de sus seguidores americanos y argentinos, sí lo trampean y lo tergiversan. Un ejemplo, entre tantos de esa actitud, lo muestra el cubano Germán Sánchez Otero, con esta frase: “Pues si en su concepción mundial se opuso radicalmente a toda manifestación de nacionalismo estrecho, amó a su patria de origen y no dejó de sentirse nunca argentino”: op. cit., p. 160. Ciertamente, estuvo contra todo nacionalismo, de forma coherente. Ahora bien, lo del amor a la Argentina, o es un invento del autor o es una incoherencia del personaje. “Tertiur non datur”. 639 Para citar nada más que las misiones que encabezó el general Arnaldo Ochoa, especialmente en África: “Fue enviado a Brazzaville, en el Congo, donde estuvo al frente de un millar de soldados cubanos que ayudaron a defender al régimen izquierdista de ese país, y entrenaban a las guerrillas marxistas de Namibia, Mozambique y África del Sur... Hacia 1972 encabezó un contingente cubano de 500 hombres que entrenaba al ejército de Sierra Leona. Durante la guerra árabe-israelí de 1973, entrenó a las fuerzas sirias en las alturas del Golán. En 1975 mandó 37.000 soldados cubanos en Zaire. En 1976 era uno de los máximos comandantes de las fuerzas cubanas en Angola. Ese año organizó una milicia popular en Addis Abeba, y dirigió a 9.000 soldados cubanos en la lucha de los etíopes contra los somalíes, en la guerra de Ogadén... Hacia diciembre de 1977 ya era general de división, y un alto comandante de las tropas conjuntas etíopes, cubanas, soviéticas, polacas, húngaras y alemanas orientales que operaban en Angola. En los años siguientes organizaría las fuerzas armadas de Granada para el primer ministro Maurice Bishop, y suministraría entrenamiento militar a los ejércitos de Yemen del Sur, Vietnam, Libia, Afganistán, Irak y Laos. En 1983 fue enviado a Nicaragua por dos años como asesor militar del régimen sandinista”: Oppenheimer, Andrés, La hora final de Castro, Bs. As., Javier Vergara, 1992, pp. 72, 73. En la década de los 80, Cuba, un país de 10 millones de habitantes, tenía un Ejército de 250.000 soldados, de los cuales, 70.000 estaban en el exterior, distribuidos de la siguiente manera: 36.000 en Angola, 12.000 en Etiopía y 8.000 en Nicaragua. Además, por supuesto, de las Milicias

355

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“sería el más fiel satélite, el peón de ataque ruso a Estados Unidos, y todavía más: su caballo de Troya en el Tercer Mundo”640. En cualquier caso, Castro no perdía su punto de vista propiamente cubano641 (bien que asimilara la Revolución Comunista Cubana con su persona). Insistimos: el internacionalismo de Guevara era genuinamente abstracto y quimérico. Aunque como desquite póstumo y paradojal, Castro decidió convertirlo en héroe nacional cubano642. de Tropas Territoriales, paramilitares, con 1 millón de miembros, y los Comités de Defensa de Revolución, con 5.300.000 miembros; 15.000 agentes de Seguridad del Estado; el Ejército Juvenil del Trabajo, con 100.000 reclutas. En junio de 1982, el propio Castro informó que había 120.000 militares cubanos en el extranjero: Thomas, Hugh S. y otros, op. cit., pp. 45, 46, 52, 131-132, 149, 151. Cfr. Benemelis, Juan F., Castro: Subversión y Terrorismo en África, Madrid, Ed. San Martín, 1988; Mallin, Jay Sr., Cuba in Angola, Coral Gables, Research Institute for Cuban Studies, Graduate School of International Studies, University of Miami, sf; Mesa-Lago, Carmelo y Belkin, June S., eds., Cuba in Africa, Pittsburgh, Center for Latin American Studies, University Center for International Studies, University of Pittsburgh, 1982. 640 Franqui, Carlos, op. cit., p. 215. También sería su moneda de trueque ante los rusos, a cambio de la compra de azúcar, del abastecimiento de combustibles, y de los capitales con que se montaron las entidades de salubridad y educación, de las que hacía gala Castro ante el Tercer Mundo. Y, encima, campo de entrenamiento para sus tropas. 641 Así, argumentó que la razón del envío de Guevara y sus oficiales a Bolivia, se efectuaba para “aliviar la tensión (de USA) sobre Cuba”: Benigno (Dariel Alarcón Ramírez), op. cit., pp. 116, 117. Es decir, que no lo hacía por puro internacionalismo sino por cubanismo. Dentro del castrismo quien más se aproxima al ideal de EG fue Manuel Piñeiro Losada. Éste, siempre que nombra a Guevara le dice “el Guerrillero Heroico”, y exalta su internacionalismo. “Ser internacionalistas, afirma, no es más que una manera de pagar nuestra deuda de gratitud con la humanidad”. Claro que las “misiones internacionalistas” que fletaba el Departamento América del CC de PCC (luego denominado “Área de América del Departamento de Relaciones Internacionales del CC del PCC”), pagaban la deuda con la etérea “Humanidad” con sangre de los naturales del país que invadían (en el caso de Bolivia, con más de 50 soldados bolivianos muertos por los 20 guerrilleros cubanos): “Barbarroja, etc.”, cit., pp. 107, 141, 67. Claro que, en realidad, “Barbarroja” halló en las teorías de EG la más perfecta coartada para justificar la acción de los organismos de exportación revolucionara que presidió. Era el pabellón (utópico) que cubría la mercadería (castrista). 642 Después de un año de tareas forenses, los restos de Guevara y de otros guerrilleros cubanos fueron exhumados y remitidos a la isla del Caribe. En una ceremonia militar, el 14 de octubre de 1997, fueron inhumados en Santa Clara. Lo sugestivo es que el ataúd de EG, cubierto con la bandera cubana, recibió el

356

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Un biógrafo de Vittorio Codovilla, antiguo jefe del PCA, sostiene que el lema de éste pudo haber sido: “Mi patria es el mundo”643. La patria deja de ser la tierra que cubre los restos de los padres, para convertirse en la utopía ideológica de la “Humanidad”644. Bueno, como fuere, lo cierto es que el marxismo se había hecho presente de modo completo en la vida de EG; pero: ¿y Salgari...? homenaje de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, considerando en el decir de su diario oficial “Granma”, que así se cumplía la “sagrada aspiración de regresar sus restos a la patria”. Era uno de “los héroes a quienes reclama la patria”: “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., pp. 267, 273, 285, 278. Por lo menos, en la intención de Castro, Guevara, el apátrida arquetípico, hallaba una patria donde descansar. 643 Domínguez, Pablo, op. cit., p. 64. La paternidad de la frase la atribuye a Séneca, Goethe, Thomas Paine y Virginia Wolf. Quienquiera que sea el autor, es un inmenso despropósito. Tan pernicioso, pero más coherente y práctico era Juan Bautista Alberdi, cuando reponía la frase latina: “Ubi bene, ibi patria”. Su patria era donde estaban sus rentables negocios jurídicos. En cambio, estos otros dialécticos veían su patria donde hubiera conflictos de clase y la lucha consiguiente. Por cierto que la Patria, nada tiene que ver ni con el hedonismo capitalista ni con el belicismo leninista. En todo caso, es sugestivo el paralelo con el sujeto principal del capitalismo financiero internacional, David Rockefeller cuando, en junio de 1991, en el discurso el “Bilderberger Group” dijo: “La soberanía supranacional de una elite intelectual y de los banqueros mundiales es seguramente muy preferible a la autodeterminación que se practicaba”. Un Rockefeller que también integraba la “Trilateral Commission”, organismo mundialista que, entre 1974 y 1975, afirmó que: “Es esencial que los hombres se liberen de las estrecheces de los prejuicios nacionales... De ese modo llegaremos a poner fin a las soberanías nacionales, corroyéndolas pedazo a pedazo”: Pastrana, Francisco M., Trilateralismo (ensayo crítico), Bs. As., Ediciones Cuatro Espadas, 1981, p. 51. También la falta de anchura del patriotismo es la clásica acusación desde Lenin en adelante. Por eso, alguien que llevó a la práctica las ideas de Guevara, Manuel Piñeiro Losada, afirmaba: “Somos comunistas, somos internacionalistas... la bandera de Cuba no representa un nacionalismo estrecho. Por el contrario, representa una causa y un principio internacionalista”: “Barbarroja, etc.”, cit., p. 129. ¿Meras coincidencias...? Internacionalismo de banqueros o de comunistas; entre ellos disputan, pero se aúnan contra el nacionalismo. Luego, la pregunta sobre el internacionalismo es: ¿cuánto va ganando una nación con ello? 644 Difícil es explicar ese desarraigo total en un individuo que tenía todos sus abuelos enterrados en la Argentina. Que los nietos de inmigrantes que pueblan Buenos Aires y sus alrededores, no perciban la hondura de ese lazo entrañable con la madre tierra, es comprensible. No lo es en este caso de un criollo raigal, a salvo, claro está, el poder omnívoro y destructivo de la ideología.

357

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Su segunda esposa, Aleida March de la Torre anota que en 1959, Guevara polemizó con sus adversarios cubanos, dentro del Movimiento 26 de Julio. Esos, le dijo, no se habrían enterado que: “me cansé de Jack London y lo cambié por Lenin. ¿Y qué suponen? ¿Que uno no debe pasar de Salgari?”645. Dejaba a Salgari, sí. Pero, ya fuere con la compañía de Sandokan, de la fantástica Malasia, o con la de Lenin, en una idealizada Unión Soviética, él siempre seguiría navegando en las aguas del más proceloso internacionalismo.

5. ASOMA

EL

CHE

Alrededor de 1955, Ernesto Guevara ya es un comunista definido. Cuando sea encarcelado por su pertenencia al grupo del Movimiento 26 de Julio que se entrenaba en la estancia Santa Rosa, de Chalco646, le escribirá a su madre que lo que lamenta es no poder arribar hasta el fin de la lucha armada castrista. Como Hikmet, le Gambini, Hugo, op. cit., p. 197. Como es bien sabido, allí se adiestró bajo las órdenes del Coronel Alberto Bayo Giraud, un español tuerto nacido en Cuba, que se había desempeñado en la aviación republicana española, dirigido la operación naval contra las islas Baleares y fracasado en Mallorca. Por esa época, exiliado rojo, era instructor de la Academia Militar de Guadalajara, y había encabezado la también fracasada invasión de la “Legión del Caribe”, emprendida desde Costa Rica contra Nicaragua, en 1948. Después del triunfo de Castro, Bayo, antiguo militante comunista, se radicó en Cuba, escribió su folleto Ciento cincuenta preguntas a un guerrillero, La Habana, 1959, y Mi aporte a la revolución cubana, La Habana, Imprenta Ejército Rebelde, 1960. Por otra parte, la tranquilidad de Ernesto Guevara en la seudo-prisión de Miguel Schultz, obedecía a la seguridad que le había dado Castro de que iba a ser liberado. Para ello, contaban con la buena voluntad del ministro priísta Fernando Gutiérrez Barrios, y la gestión decisiva del ex Presidente general Lázaro Cárdenas: Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 114. Cárdenas, Premio Stalin de la Paz, era el jefe de la izquierda del PRI, y sus disposiciones eran órdenes que se acataban sin chistar. Sobre este personaje, tan alabado en las biografías de Guevara, conviene leer el libro desmitificador de Abascal, Salvador, Lázaro Cárdenas. Presidente Comunista, México DF, Ed. Tradición, 1988. Falcoff, Mark y Pike, Frederick, subrayan el impacto de la mitología de la Guerra civil Española, que en 1977, perduraba todavía intacto: The Spanish Civil War, 1936-1939; American Hemispheric Perspective, Lincoln, Nebraska, 1982, p. 54 645 646

358

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

dice: “Sólo llevaré a la tumba la pesadumbre de un canto inconcluso”. Nazin Hikmet, era un poeta turco, preso hasta 1950 por sus actividades comunistas647; de ahí la comparación que hace con su persona. Añade que el entrenamiento colectivo ha hecho desaparecer su individualismo: “Era una moral comunista y naturalmente puede aparecer una exageración doctrinaria, pero verdaderamente era (y es) hermoso poder sentir la desaparición del yo”648. Y tanto había desaparecido su “yo” (de joven aristócrata argentino), que, por primera vez, firma con su nueva identidad: “Tu hijo, el Che”649. En esos días de Chalco, Ernesto Guevara de la Serna: “se vuelve el Che. Mientras va adquiriendo lentamente expresiones cubanas... mientras se fascina con las obsesiones de limpieza de los cubanos, que se bañan dos veces al día, incluso con el agua helada de Chalco, mientras escribe uno más de sus poemas o juega al ajedrez, comienza a ser llamado por todos el Che a causa de la eterna costumbre argentina de la que no puede sustraerse, de llamar a todo el mundo con esa interjeción por delante, que a los cubanos les resulta graciosa”650. Miguel Ángel Sánchez, apodado “El Coreano”, porque había peleado en la guerra de Corea, y que fue instructor militar de los jóvenes del Movimiento 26 de Julio en Chalco, ha relatado el desprecio 647 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 170 y nota. Carta original en: Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., p. 137. 648 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 214. 649 Ibidem. “Celia no pudo evitar aceptar que ‘ya es el Che, no Teté ni Ernestito’”: Constela, Julia, op. cit., p. 39. 650 Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 109. La ausencia de higiene de Guevara era llamativa no sólo para los cubanos. En 1958, en la Sierra Maestra, el argentino Alfonso Manuel Rojo Roche, agente infiltrado, comunicará a la CIA que uno de los rasgos salientes de la personalidad de Guevara es “su suciedad. Odia lavarse y nunca lo hace. Es sucio, aún para las pautas bajas de aseo que imperan entre los soldados de Castro en la Sierra Maestra. De vez en cuando ‘Che’ lleva a algunos de sus hombres hasta un arroyo o estanque, para que puedan lavarse. En esas ocasiones ‘Che’ no se lava ni lava sus ropas, sino que se sienta en la orilla y observa a los otros. Es notable y espectacularmente sucio”: García Lupo, Rogelio, op. cit., p. 127.

359

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

que EG sentía por los cubanos y su modo de platicar. “El hacía burla de nuestra forma de hablar”, anota. Entonces, como respuesta, también despreciativa, ellos comenzaron a denominarlo “el Che”651. Les causa gracia; se burlan; objeto de mofa y de titeo, no de admiración argentinista, como parecieran creerlo sus bobos discípulos locales (más adelante, en Cuba, por su carácter de Comandante guerrillero, el apodo tomará otro sesgo distinto). De esa chanza, nace “el Che”; parto verbal en son de bromas. ¡Pobre Fuser! Empero, la nueva personalidad se forjará al calor de asuntos más serios. ¡Echémosle una ojeada! Fidel Castro, cuando tengan la primera entrevista, en julio de 1955, en la casa de María Antonia González, en calle Emparan número 49 de la Ciudad de México, refugio de los cubanos exiliados, reconocerá que Guevara “sabía más marxismo que él mismo: “Era un especialista del marxismo-leninismo”652. Testimonio calificado. Por lo demás, como ya dijimos, la confesión de su ideología ante las autoridades mexicanas que lo habían apresado, es categórica y reiterada653. Sucede que sus biógrafos, que por una vía u otra, han postulado la originalidad de su posición política, no terminan de aceptar las pruebas contundentes del sovietismo guevariano. Se niegan a recordar que Guevara, ya transformado en el “Che” de los cubanos, en el mitin del 10 de julio de 1960, proclamó a la URSS: “la mayor potencia de la historia”654. “Instituto”, cit.; a la par quisieron prolongar el apodo de “El Chancho”. Kalfon, Pierre, op. cit., p. 155. 653 “En la primera semana de julio (de 1956) lo interrogaron dos veces más. Inexplicablemente, se explayó con toda libertad. Estas declaraciones a la policía jamás se difundieron, pero Heberto Norman Acosta, historiador del Consejo de Estado Cubano, recibió copias de las actas secretas. La lectura cuidadosa de estos documentos celosamente custodiados revela que Ernesto Guevara confesó abiertamente que era comunista y creía en la necesidad de la lucha armada, no sólo en Cuba sino en toda América Latina”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 212. 654 Karol, K. S., op. cit., p. 643. El polaco Karol, que había vivido siete años en la Unión Soviética, luchando en el Ejército Rojo en el frente del Cáucaso durante la Segunda Guerra Mundial, trató de alertar a EG sobre su visión idílica de la 651 652

360

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

No obstante, todos ellos saben que en esa época se puso a releer: “los textos soviéticos del Instituto Cultural Ruso-Mexicano y asistía como oyente a las reuniones del Partido Comunista Mexicano”655. Esto no ocurre por casualidad o accidentalmente. Hay allí un propósito deliberado: “Desde diciembre de 1955, el Che había comenzado a seguir clases de ruso en el Instituto de Relaciones Culturales Mexicano Soviético... Ya reseñamos su inclinación netamente prosoviética, pero este paso adicional debe ser subrayado. Para todos los mexicanos y exiliados que vivían en aquella época en México, era bien sabido que las diversas representaciones soviéticas en el Distrito Federal... se hallaban bajo una meticulosa vigilancia de las autoridades mexicanas y de sus ‘socios’ norteamericanos... Resulta entonces inverosímil que el Che haya decidido acudir al Instituto sólo para leer a Pushkin y ‘Lemontov dans le texte’. Es probable que deseara afirmar pública y provocadoramente -aunque tal vez de manera inconsciente- su respeto y admiración por la Unión Soviética. Logró su cometido: en uno de los informes de la inteligencia estadounidense que menciona al Che se destacan sus visitas al Instituto de Cultura. Cuando las autoridades mexicanas y el aparato propagandístico de Batista establecen un deslinde entre él y los demás presos justamente a raíz de su constante acudir a las representaciones de la URSS, o bien paga un costo altamente previsible, o logra exactamente lo que buscaba: “Gran Patria del Proletariado”. No tuvo éxito. Él creía, informa Karol, que el bloque soviético era “Alicia en el continente de las maravillas”. “Su fuerte personalidad y su encanto intelectual -agrega Karol- se imponían inmediatamente pero yo tenía la impresión de que cerraba los ojos frente a cierta realidad del mundo socialista porque le convenía hacerlo”. No se trataba de un interés espurio. Él confiaba en el stalinismo, simplemente. Ante las críticas del polaco, EG le contestó: “Mire... toda revolución comporta, tanto si quiere, como si no, tanto si le gusta como si no, una inevitable parte de stalinismo”: op. cit., pp. 66, 74, 69. Con mayor exactitud, dijo: “No somos felices con el stalinismo, pero no aceptamos la reacción al stalinismo de los soviéticos”: Almeyra, Guillermo y Santarelli, Enzo, op. cit., p. 64. 655 Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 204.

361

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

ser considerado, a mucha honra, un comunista y defensor de la Unión Soviética, aunque fuera sin partido”656. Provocación, ostentación, ufanía. En todo caso, él es todavía -aunque no por mucho tiempo más- un Guevara de la Serna, orgulloso de sus inclinaciones, que nunca se toman a escondidas. Por eso, al parágrafo trascrito de Castañeda, le está sobrando aquello de “la manera inconsciente”. No, por manera alguna: él es, para entonces, un stalinista orondo, convicto y confeso. No un deleznable y vergonzante “criptocomunista”657. 656 Castañeda, Jorge G., op. cit., pp. 125-126. Pacho O’Donnell, que no entiende esa conducta, juzga que las declaraciones del Che, “eran no sólo temerarias sino también imprudentes”: op. cit., p. 119. “Una revolución de verdad no se puede disfrazar”, será la proposición de Guevara: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 169; cfr. Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 272.. No obstante; debemos registrar una excepción a su cuota de veracidad. En la revista “Bohemia”, de La Habana, el 14 de junio de 1959, el “Che” escribió: “si fuera comunista no dudaría en pregonarlo a voces”. Palabras que generan la siguiente glosa de K. S. Karol: “El Che no había sido nunca comunista”: op. cit., p. 66 y nota 49. Suponemos que la emisión de tal fantástica falsedad de parte de EG fue provocada o directamente ordenada por Fidel Castro. 657 Lo que no se opone a que, como buen comunista, pudiera haber desempeñado tareas clandestinas, bastante ocultas. Por lo menos eso es lo que piensa Pedro V. Domingo, cronista de los movimientos soviéticos sigilosos. Sostiene este autor que el embajador de la URSS en México, Constantine Oumansky, de la GPU, había creado tres redes de espionaje, una de ellas, la “A.T.” (Asistencia Técnica) y otra “Rambla”. Como ya dijimos en el capítulo dedicado a Guatemala, en tiempo de Arbenz, ambas redes tuvieron sus representantes en este país centroamericano. Sus respectivos representantes habrían sido el Mayor Jaime Rosemberg, jefe de la policía judicial o secreta, y un tal Héctor Cardoza y Aragón (que no sería el conocido poeta filocomunista Luis Cardoza y Aragón, ni tampoco el diputado del PGT José Alberto Cardoza, importante dirigente comunista, que reformó el Código del Trabajo y dirigió la Comisión de Reforma Agraria). Pues bien, a la caída del régimen de Arbenz, los susodichos enlaces de “A. T.” y “Rambla” se refugiaron en la Ciudad de México. Rosemberg se instaló en Chulavista, cerca de Cuernavaca, y, según P. V. Domingo, recomendó para el cargo de director aparente de las oficinas que montó, a “un ex colaborador de ese mismo régimen (el de Arbenz), el Dr. Ernesto Guevara, de nacionalidad argentina, que se convirtió luego en uno de los dirigentes más importantes del “Movimiento 26 de Julio”... aunque parecía más bien el dirigente nominal de la organización precitada. En la primera semanas de 1957, se hizo cargo de ella el enérgico René de Dios (pseudónimo éste de un oficial diplomado que ocupa ahora un cargo importante en el S.I.M. de La Habana)”. Al parecer, tanto Rosenberg como Guevara obedecían al citado “Héctor Cardoza y Aragón”, del cual no se sabía su verdadera nacionalidad, de 60 años de edad, y que, junto con Roberto Palmero e Hipólito Castillo compuso el trío de agentes soviéticos más importantes de América Latina, en

362

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Era un “hincha” fanático de la Unión Soviética. Un biógrafo insospechable en este punto, como lo es Paco Ignacio Taibo II, asegura que: “Ni los procesos de Moscú, ni el autoritarismo político, ni los GULAG, ni la persecución a la disidencia, ni el antiigualitarismo burocrático, ni la economía mal planificada, ni el marxismo de fachada de cartón piedra de los rusos, formaban parte de la cultura política del Che en 1960”658. ¡Que no le hablaran mal de la Unión Soviética! Hasta entonces, la URSS, para él, era inmaculada, sin arrugas, el paraíso terrenal, la tierra de la leche y la miel. Es lógico, pues, que ex-profeso haya presumido, haya hecho gala, de su militancia desde 1955. Entonces: por qué será que el citado autor castrista enuncie a continuación que aún en ese mismo año, Ernesto Guevara sea: “esencialmente un vagabundo, un fotógrafo ambulante, un investigador médico mal pagado, un exiliado permanente y un esposo intrascendente; en una palabra un aventurero de fin de semana”659. ¿En qué quedamos: sovietista o aventurero...? De nuevo: ¿Lenin o Salgari...? Digamos lo que a Taibo II le faltó expresar: que hay notas residuales, que no se eliminan de un día para otro, así como así, por más voluntarismo que se posea (máxime cuando forman parte del código genético hereditario). Además, conforme a Lavoissier, en esta materia nada se pierde y todo se transforma. Veamos.

la década de 1950: Domingo, Pedro V., op. cit., pp. 83-85; Schneider, Ronald M., op. cit., pp. 108, 140, 209. 658 Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 383. Tal cual lo subraya el castrista cubano Germán Sánchez Otero: “El Che fue, desde los primeros meses del triunfo de nuestra Revolución, uno de los dirigentes más vinculados a los gobernantes de los estados socialistas, en especial de la URSS”: op. cit., p. 140. 659 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 108; cfr. Taibo II, Paco Ignacio, “Estaciones de paso: El Che Guevara en México”, en: El Universal, México DF, febrero, 1996.

363

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

EG había sido un joven aristócrata, con los gustos y la cultura propia de su estatus social. Más adelante, el aventurero que los Guevara-Lynch le habían metido en la sangre, hizo eclosión. Mientras tanto y progresivamente, por sus lecturas, EG se define como comunista. Son aspectos de aparición sucesiva, pero que pueden convivir simultáneamente. Y transformarse. Es obvio que el aventurerismo juvenil está en la base de su odisea congoleña. País africano donde sus compañeros se preguntaban “qué cojones estaba haciendo allí”. La respuesta, claro, era el “internacionalismo revolucionario”. Empero, lo más interesante en orden a las metamorfosis de los caracteres básicos se da en el plano doctrinario, entre la aristocracia y el comunismo. Un novel historiador, Héctor Ghiretti, buen lector del Diario del Congo, ha descubierto esa conexión inesperada. Resulta que en África, en l965, Guevara queda completamente desengañado de la calidad revolucionaria tanto de los congoleños marxistas cuanto del núcleo directivo cubano660. Al explicarle a Castro las causas del fracaso, le exponía que la solución pasaba por la construcción de superhombres, ejemplificando con su persona. Decía: “Puedo asegurarte que si no fuera por mí este bello sueño se desintegraría en medio de la catástrofe general... hay que tener realmente el espíritu bien templado para aguantar las cosas que suceden aquí; no se trata de hombres buenos, aquí hacen falta superhombres”661. Superhombres. Nada de masas u hombres comunes. Elites. Atinadamente, Ghiretti lo comenta: “Se trata de una antropología pesimista, aristocratizante, que desprecia al congénere -dominado siempre por las miseriasy afirma la superioridad personal manifestada en la actitud revolucionaria... el ‘Che’ se aleja de la visión marxista, y se 660 En los africanos, a los que “hubiera fusilado a todos”, veía aparecer “todo lo negativo de la cultura europea y nada del espíritu revolucionario que nació en su proletariado”. En cuanto a los soldados cubanos, anotaba lo siguiente: “La selección realizada en Cuba no era lo suficientemente buena, eso es evidente, pero es difícil atinar a hacer una buena selección en las condiciones actuales de la Revolución cubana”. Esto lo escribía seis años después de iniciada la Revolución: Guevara, Ernesto Che, “Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo”, cit., pp. 196, 130, 88. 661 Guevara, Ernesto Che, “Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo”, cit., pp. 157, 158.

364

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

acerca peligrosamenente a la del héroe, tan brillantemente definida por la perspectiva aristocratizante del protagonismo histórico de Carlyle”662. Bien, pues. Resulta que Guevara era aristócrata, antes que “aristocratizante”. Y, por más marxista que hubiera sido, nunca se apeó de su rango social. Nobleza obliga. Él, descendiente de virreyes, se sentía más obligado a emprender la aventura (ahora denominada “internacionalismo proletario”) que cualquier patán del común. Ahí está la clave de las exigencias y rigorismos con su propia persona (“hombre nuevo”), cuya interpretación desvela a los especialistas. Él trasvasó dos de sus categorías vitales: el aristócrata lo transformó en el “hombre nuevo”, y el aventurero en el “internacionalista”. Es que, en definitiva, Guevara, ya maduro, siempre fue aristócrata, siempre fue aventurero y siempre fue comunista, “mutatis mutandi”. Sin que él advirtiera ni admitiera ninguna contradicción entre los tres términos de su ecuación personal. Tal vez, como lo expone su devoto seguidor Andrew Sinclair, el ascetismo personal de EG: “le llevaba a una forma primitiva de comunismo, en la que el dinero es un mal inútil. Lo despreciaba, como los monjes de la Edad Media despreciaban la usura”663. Posiblemente, sea ese comunismo primitivo o aristocratizante, que conllevaba el desprecio por el dinero, lo que ha dado un toque tan singular a su personalidad, tan disímil del común de los marxistas. Aristocracia y aventura, ahora encauzada en el internacionalismo revolucionario: “El internacionalista Ernesto Che Guevara... entró así en acción y en la historia: ‘después de deshacer entuertos en Cuba, me iré a otro lado cualquiera’”664. Al romper con la ciudadanía argentina, el congénito río aventurero, concluía desembocando en el mar internacionalista. Ghiretti, Héctor, “Las aventuras del Che en el Congo. La experiencia guerrillera en el África en 1965”, en: Todo es Historia, Bs. As., n° 485, diciembre 2007, pp. 14, 11. 663 Sinclair, Andrew, Guevara, Barcelona, Grijalbo, 1973, p. 79. 664 Sánchez Otero, Germán, op. cit., p. 133. 662

365

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Prosigamos. Pierre Kalfon cree que “los dos yo del doctor Guevara” seguían coexistiendo para entonces665 Y compartimos esa creencia, por lo antes expuesto ( añadiendo un tercer “yo”). La apologista cubana (feligrés de la capilla del “Guerrillero Heroico”) Marta Rojas ha dado con una carta de Guevara a Zoraida Boluarte, enfermera peruana, del 22 de octubre de 1954, en la que desde la Ciudad de México, le expresa: “Mis proyectos futuros siguen siendo nebulosos; si puedo iré a conocer ‘las entrañas del monstruo’ y de allí a Europa, si eso no sale, directamente a Europa (cómo no sé) o tal vez, a Cuba. El porvenir dirá”666. Un futuro nebuloso. Anotemos algunos pasajes pertinentes, entresacados de las cartas a su madre: -“Te escribo la carta que leerás Vaya a saber cuándo desde mi nueva posición de aventurero 100%”, 21 octubre 1953. -“lo principal es que soy vago del alma”, 28 febrero 1954. -“lo único que me impide unir la vociferación a la acción es mi vaguerío ilimitado”, diciembre 1954. -“Naturalmente que visitaré el resto del mundo en estos años que tengo libres y mi programa sigue sin sufrir variantes grandes. En Europa occidental dos años, de los cuales seis meses serán en París por lo menos”, abril 1954. -“Vieja, hasta París”, noviembre 1954. -“Pero mi meta irrenunciable sigue siendo París y llegar, aunque sea nadando todo el Atlántico”, 9 de mayo 1955. -“Sin embargo, aunque sea a balazo limpio hay que conseguir la herencia, y tenés que largarte a París, allí nos juntamos. Creo que a vos te gustaría, pero para mí es una necesidad Kalfon, Pierre, op. cit., p. 155. “Testimonios sobre el Che, etc.”, cit., p. 44. Las “entrañas del monstruo”, son los Estados Unidos, conforme a la definición de José Martí. 665 666

366

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

biológica... y que puedas juntarte con el dinerito y conmigo, en París”, 17 junio 1955. -“Vieja:... Mi objetivo a la larga o a la corta es Europa”667. Esas son sus palabras textuales (no glosas de terceros); poco revolucionarias, y sí plenamente aventureras. Paco Ignacio Taibo II va más allá. Él piensa que en su “estación de paso mexicana” -muy poco apreciada por Guevara, digámoslo-668, 667 González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., pp. 81, 90, 118, 97-98, 115, 121, 124, 125, 138. 668 “Me recibe la ciudad (México DF), mejor dicho el país de las mordidas, con toda su indiferencia de animal grande”. “Aquí también se puede decir lo que se quiere, pero a condición de poder pagarlo en algún lado; es decir, se respira la democracia del dólar”. “Ya he andado en México lo suficiente para darme cuenta de que la cosa aquí no será muy fácil”. “La revolución mexicana está muerta, estaba muerta hace rato y no nos habíamos dado cuenta... El desfile de los trabajadores organizados parece un entierro...Los une el presupuesto, la nómina del gobierno. Vámonos, viejo”: Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., pp. 75, 76, 87. “México está totalmente entregado a los yanquis... La prensa no dice nada... El panorama económico es terrible, las cosas suben en forma alarmante, y la descomposición es tal que todos los líderes obreros están comprados y hacen contratos leoninos con las diversas compañías yanquis hipotecando las huelgas... No hay industria independiente y menos comercio libre”: Guevara Lynch, Ernesto, “Aquí va, etc.”, cit., pp. 88-89. Era el Gobierno del PRI, de Ruiz Cortínez, de la “mordida” y la “vaciada”, del verbo “carrancear”, de la socialdemocracia masónica, el de “Los hijos de Sánchez”, de Oscar Lewis, el reino del peculado, el pintado en las novelas de Mariano Azuela, con sus burocracias estatales y sindicales cohechadoras. “La Revolución -escribirá Octavio Paz- no ha hecho de nuestra sociedad una comunidad o una esperanza de comunidad”: El laberinto de la soledad, México DF, Cuadernos Americanos, 1950, p. 133. Bastante bien fotografiado, pues, estaba (al fin de cuentas, EG se ganó la vida durante un tiempo, como fotógrafo ambulante). Pero todo restringido a la Ciudad de México; ya que nunca examinó el México profundo, el del Occidente, de Zacatecas, de Aguas Calientes a Nayarit, de Querétaro a Colima, de Michoacán a los Altos de Jalisco. De ese México, castellano, católico, tradicional, jamás se interesó por su existencia (como excepción, parece que una vez fue a Guanajuato). En la única ocasión que tuvo ocasión de viajar por el país, con Hilda Gadea, se fue a Yucatán, a ver las pirámides mayas (como los turistas yanquis, por otro lado; quienes, aparte de instalarse en Cancún y Acapulco, y recorrer ruinas mayas, nunca se les ocurre visitar los grandes templos cristianos de Puebla u Oaxaca). Además, por otra parte, él prefería los países chicos, los países pobres, como Bolivia o Guatemala. México le interesa tan poco como la Argentina o Brasil. “No se puede escatimar un dato -afirma Jorge G. Castañeda-: el conocimiento del Che de los tres grandes países de América Latina era casi nulo. Nunca había puesto el pie en México; su paso fugaz por el Brasil se limitó a contemplar maravillado la belleza de las mulatas. Y su vivencia de la

367

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

la disyuntiva entre los factores de su naturaleza e ideología, estaba subsistente. Por un lado, está firme el aventurero, puro y simple. Lo hemos anotado antes, pero conviene su reiteración: “Ernesto Guevara es, en esos momentos de su vida, esencialmente un vagabundo. En 22 meses de estancia en México tan sólo en su correspondencia con la familia y dos amigas, hay 161 menciones a viajes posibles o hipotéticos”. A París, por supuesto, en primer lugar. Taibo II extrae de esa correspondencia pruebas fuertes. Así, una carta a Tita Infante del 29 de noviembre, en la que entre otras cosas, le confidencia que: “Yo lo único que hice fue huir de todo lo que me molestaba, y aún hoy..., sigo tranquilamente mi peregrinación por donde me lleven los acontecimientos sin pensar dar guerra en la Argentina. Le confieso que esto es mi dolor de cabeza mayor, porque estoy con mi terrible lucha con la castidad (allí) y el deseo (vagabundear sobre todo por Europa) y veo que con todo descaro me prostituyo cada vez que la ocasión asoma”669. Otra carta de análogo sentido, del 10 de octubre de 1954: “Lo malo es que al mismo tiempo no me decido a tomar la actitud decidida que hace mucho debía haber tomado, porque en el fondo (y en la superficie) soy un vago rematado y no tengo ganas de ver interrumpida mi carrera por una disciplina férrea... Ni siquiera sé si seré un actor o un espectador interesado en la acción”670.

Argentina había sido apolítica y rechazante. Los dos países que mejor conoce son tal vez los más pobres y escasamente desarrollados de la región: Bolivia y Guatemala. El resto de América Latina se resume para él en Machu Picchu y Chuquicamata, las culturas indígenas y la United Fruit en Centroamérica... La realidad del enfrentamiento entre la empresa frutera y la república bananera se convierte en su propia caricatura al extrapolarse al resto del hemisferio, al resto de la historia del continente”: op. cit., pp. 102-103. 669 Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., pp. 86, 80. González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 112. 670 Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 78.

368

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Empero, el mismo autor reproduce otra carta, de finales de mayo de 1956, a su padre, una carta cubanizante, digamos, que reza de esta suerte: “La Habana me llama particularmente la atención para llenarme el corazón de paisaje, bien mixturado con paisajes de Lenin”671. Es que ahora en el navío de Sandokan viaja Lenin, y su destino no es la Malasia distante, sino la cercana Cuba. Sin raíz, desarraigado, pero bien ideologizado672. Cuba; aunque, en principio, no porque le agradaran demasiado los cubanos673, sino porque se la imaginaba como la “Isla del Tesoro”, la perla caribeña, exótica, donde podían ocurrir cosas extra-ordinarias, marxistas, bélicas e inauditas. Por eso, se asimiló a los cubanos hasta en el lenguaje674. Cubanismo, ¡chico! Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 87. Acertó, pues, Herbert Marcuse cuando escribió: “Guevara no es solamente la aventura. Era la alianza de la aventura con la política revolucionaria”. Exacta respuesta para aquellos marxistas gazmoños que se niegan a reconocer la faceta aventurera de Ernesto Guevara de la Serna. 673 “Tal vez los cubanos del ‘Gramma’ vieron con dejos de resentimiento su arrogancia, su parquedad irónica y altanera, su extranjería y alejamiento... Su orden argentino-europeo, su puntualidad y formalidad, su apego a la norma, al compromiso y a la palabra empeñada, (que) no eran precisamente virtudes caribeñas”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 160. “¡Estos tipos no tienen cura! -le había dicho a Hilda Gadea-. Estos fanfarrones son inaguantables. ¿No podrían hablar más despacio? ¡Cómo aturden!”. Sólo parece que con Raúl Castro congeniaba: “Me parece que éste es distinto. Por lo menos habla mucho mejor que los otros y no aturde; además, piensa”. A su amigo guatemalteco y socio en México, Julio Alberto Cáceres Valle, alias “Patojo”, le confía: “Mirá, hermano, los cubanos son grandes tipos, pero además de hablar fuerte y ligero, tienen también otro defecto: no pueden ver las cosas en orden, tienen una especial devoción por el quilombo”: Gambini, Hugo, op. cit., 1ª. ed., pp. 99-101, 276. Por cierto, que todas esas expresiones fueron suprimidas por la censura en las ediciones castristas. Según Piñeiro Losada se trataba nada más que de un desajuste de maneras de ser nacionales. “Pienso -dice- que por tener otra sicología, otra formación cultural, otra idiosincrasia, algunos compañeros no comprendían sus bromas, decían que los suyos eran chistes ‘argentinos’, muy ácidos”: “Barbarroja, etc.”, cit., p. 23. “Quilombo”: arg., burdel, y figuradamente: confusión, barullo, caos, lío, desorden. 674 En su “Diario de Bolivia”, escrito para él mismo en primer lugar, se puede apreciar el cambio lingüístico. Entonces llama puercos a los chanchos (o cerdos), 671 672

369

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

6. JANO

BIFRONTE

Afirma Osvaldo Spengler que todos los movimientos revolucionarios, incluidos los comunistas, se hacen con dinero y por el interés del dinero675. Tomando ese aserto a título de hipótesis de trabajo, y parafraseando un famoso dicho referido a las investigaciones de homicidios -“cherchez la femme”-, nos preguntaremos acá “quién puso el dinero”. Aludimos al aporte monetario necesario para fletar una empresa militar como la del Movimiento 26 de Julio; desde que como cualquier lector puede suponer no era aquella una actividad gratuita. Si la empresa era onerosa, debe haber habido un presupuesto de gastos y recursos. Y, cuando uno se pregunta por los recursos con que se contaba, puede comenzar por establecer paralelamente los gastos a cuya satisfacción se aplicarían aquellos recursos. Porque algún tipo de equivalencia debe haber entre entradas y salidas, aun contando con que las empresas revolucionarias suelen ser deficitarias. Cuando menos, la cuenta de las erogaciones nos dará una idea del dinero que se necesitaba para cubrirla. En la especie, tenemos la suerte de que alguien ya examinó los papeles, cuando tuvo la oportunidad de revisar los libros de contabilidad que llevaba Fidel Castro en México. “pendejos” a los cobardes (y no a los niños, como en la Argentina), usa las expresiones “comevacas” y “comemierdas”, en lugar de la rica gama de insultos argentinos, al camino afirmado lo nombra “firme”, etc. Pues, alguien que estuvo con EG en ese momento final lo testimonia. Ciro Bustos, al recordar “el lenguaje cubanizado del Che”, expone: “Lo cierto es que él se expresaba con una notable entonación de provinciano argentino -indudable-, pero con vocabulario cubano siempre”: Busto, Ciro, El Che quiere verte. La historia jamás contada del Che en Bolivia, Bs. As., Javier Vergara, 2007, p. 21. Lo de la entonación provinciana es de dudar. En el video recopilado por Luis Altamira va un discurso de Guevara, con plena cadencia cubana. De ahí que ante una primera grabación de sus discursos, su madre al oírla dijera: “Tiene una tonada medio extraña, casi no lo reconozco -admitió Celia-”: Constela, Julia, op. cit., p. 170. 675 “Todos los conceptos de liberalismo y de socialismo han sido puestos en movimiento por el dinero y en interés del dinero... No hay movimiento proletario, ni siquiera comunista, que no actúe en interés del dinero y en la dirección marcada por el dinero y con la duración fijada por el dinero”: Spengler, Oswald, La Decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la Historia Universal, Madrid, Espasa-Calpe, 1945, segunda parte, vol. IV, pp. 208, 209.

370

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Ese alguien es nada menos que el historiador Daniel James, quien informó, en primer lugar, de lo que sigue: “El presupuesto de Castro -dice- ascendía a 10.000 pesos mexicanos al mes (Dls. 800,00) para actividad de entrenamiento; 7.500 pesos (Dls. 600,00) para alimentos y subsistencia; y 4.800 pesos (Dls. 348,00) para propaganda”676. O sea, que los tres rubros arrojaban la cantidad mensual de 1.748 dólares (del año 1956). Como el grupo del Movimiento 26 de Julio permaneció en México entre el 10 de julio de 1955 y el 25 de noviembre de 1956, es decir, 16 meses y algunos días, los gastos citados se elevaron a la suma de 27.968 dólares; veintiocho mil dólares, en números redondos ( siempre del año 1956; ahora habría que multiplicar por cinco, al menos). Dentro de los gastos ordinarios, a los anteriores rubros había que sumar el costo de los arriendos de casas, de compras de armas y del yate “Gramma”. Ya en Cuba, aparte de los gastos ordinarios, habrá otros extraordinarios. Uno de ellos, el pago de sobornos a militares batistianos. Un ejemplo de esto es bien conocido. Ocurrió en Santa Clara, en la ruta de Camajuani, donde Guevara hizo descarrilar un tren blindado. Se pactó una tregua, y Guevara conferenció con el coronel Hernández, jefe de las tropas de Batista. De resultas de ello, los gubernistas se rindieron, y el Cnl. Hernández se escapó en un avión Cesna a Miami, con cincuenta mil pesos cubanos, que le había entregado Guevara, a cambio de su defección. Lo relatado se refería el gasto. Ahora, el recurso. Porque, por supuesto, Guevara no portaba una suma de dinero semejante en sus alforjas. Lo que hizo fue mandarlo a Ramiro Valdés a una dirección que llevaba anotada en su libreta, y que era la de Arnaldo Millán, secretario general provincial del PSP (Partido Socialista Popular, nombre adoptado por el Partido Comunista cubano), con el mensaje de la petición de la suma indicada. Luego, Valdés se entrevistó con Félix Torres, el jefe regional del PSP, y regresó con el dinero solicitado677. James, Daniel, “Che, etc.”, cit., p. 61. Vives, Juan, Los amos de Cuba, Bs. As., Emecé, 1982, p. 24. Eloy Gutiérrez Menoyo, del Segundo Frente del Escambray, que después fue encarcelado por Castro durante décadas, afirma que no se trató de un tren apresado sino de “un 676 677

371

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Ahí vamos viendo cómo funcionaban las recaudaciones castristas. Algunas de ellas muy conocidas, y que poco nos interesan, por su origen “democrático” (del jefe del gobierno revolucionario de Venezuela, Alte. Wolfgang Larrazábal, de Carlos Prío Socarrás, de Felipe Pazos, de Raúl Chibás, etc.). Las sugestivas son otras, porque suponían un auxilio político, nacido de ciertas connivencias, y que, entonces o después, fue ocultado o negado por la censura castrista. Veamos. Empecemos por los yanquis. Y comencemos por un autor marxista italiano, que por muchos años colaboró con las formaciones guerrilleras castristas en la Argentina. Expone Pablo Giussani: “La historia de aquellos días no registra un solo paso efectivo de los Estados Unidos encaminado a frenar, entorpecer o impedir la marcha de Castro hacia La Habana... Fueron muchas... las señales de benevolencia con que la administración de Dwight Eisenhower encaraba el apoyo abierto ofrecido a los revolucionarios cubanos por gobiernos amigos o tolerados, como el venezolano de Betancourt o el costarricense de Figueres. La naciente revolución cubana, lejos de ser visualizada en esos días como incubadora de un rabioso Estado socialista, aparecía inscrita más bien en la moderada estrategia de la Legión de Caribe, un movimiento que muchos consideraban inspirado secretamente por Washington... Es notoria la trayectoria pendular que ha seguido siempre la política hemisférica de los Estados Unidos... Instalación de regímenes dictatoriales y... promoción de controlables alternativas democráticas a las dictaduras para cuando éstas se desgasten”678. Tras ese cuadro general de la exacta ubicación de la política estadounidense para América Latina, examinemos más en detalle el problema. tren entregado”, por el Coronel Rosell, quien habría sido sobornado con la suma de 350.000 dólares: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 177. 678 Giussani, Pablo, Montoneros, la soberbia armada, Bs. As., Sudamericana, 2003, p.114.

372

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Enuncia Jon Lee Anderson que en setiembre de 1956, Fidel fue clandestinamente a EE.UU. a entrevistarse con el exiliado ex presidente cubano Carlos Prío Socarrás, jefe del Partido Auténtico, reunión de la cual Castro retornó con cincuenta mil dólares en el bolsillo, supuestamente regalados por su corrupto interlocutor. No obstante, añade Anderson (y esto es lo que cuenta, porque lo anterior pasaría como una típica maniobra maquiavélica, de engaño recíproco entre dos tahúres, con la cual Fidel guiñaría un ojo a Guevara, y listo): “Según Yuri Paporov, el funcionario de la KGB que financiaba el Instituto Cultural Ruso-Mexicano, Fidel no recibió fondos de Prío sino de la CIA... Tad Szulc dice en su biografía de Castro que la CIA efectivamente envió dinero al Movimiento 26 de Julio, pero lo hizo más adelante, entre 1957 y 1958, por intermedio de un agente adscripto al consulado norteamericano en Santiago de Cuba... El vicecónsul era Robert Wiecha, en realidad un agente de la CIA. El otro hombre sigue siendo un misterio, pero podía ser el jefe de la CIA en La Habana (N.A.: William Pawley) o su segundo, William Williansom; ambos, según Earl Smith, eran procastro. En su biografía de Fidel Castro, Tad Szulc dice que entre el otoño boreal de 1957 y mediados de 1958 la CIA entregó no menos de 50.000 dólares a diversos agentes del 26 de julio, y que el pagador era Wiecha... la agencia de espionaje (CIA) mantuvo contacto con funcionarios del Directorio Nacional en el llano, con lo cual el Movimiento (26 de Julio) evidentemente obtuvo fondos y acaso otro tipo de ayuda”679. 679 Anderson, Jon Lee, op. cit., pp. 218, 285. Anderson nombra a C. King, como el especialista de la CIA en asuntos cubanos, que decidió el apoyo a Castro: op. cit., p. 284. Cfr. Szulc, Tad, op. cit., pp. 469-471. Robert Wiecha salvó la vida a Armando Hart, delegado de Castro, aunque no pudo impedir que cayera en poder de la policía una carta de “Daniel” René Ramos Latour, jefe del “Llano” del Movimiento 26 de Julio, en la que reprochaba de modo muy duro el comunismo soviético de Guevara y Raúl Castro. En ella lo acusaba al “Che”, de ser de los que piensan “que la solución a nuestros males está en liberarnos del nocivo dominio ‘yanqui’ por medio del no menos nocivo dominio soviético”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 149. Cfr. Kalfon, Pierre, op. cit., p. 228. El agente de la CIA, Robert Wiecha, años después, sin aceptar haber entregado las sumas -que en realidad entregó-, admitió “sus simpatías, y la de la CIA en general, por Castro y los rebeldes”: Geyer, Georgie Anne, Guerrilla Prince, Boston, Little, Brown,1991, p. 189; cfr. Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 156, nota 2.

373

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Al parecer, no habría contrariedad entre ambas fuentes, porque durante todo ese tiempo, Castro gozó del “plácet” yanqui, de manera que pudo ser financiado varias veces. Observemos. El escritor judeo-norteamericano ex comunista Nathaniel Weyl, ya por 1960, había tirado de la punta de este ovillo, respondiendo a la pregunta usual de la gente acerca de cómo Estados Unidos había permitido que un enemigo declarado de su país se instalara a ciento cuarenta kilómetros de sus costas. Weyl había contestado al interrogante común, aseverando que la interrogación estaba mal formulada, porque lo cierto es que, entre 1956 y 1959, Castro no sólo no figuraba como “enemigo” de la Defensa Continental, sino que, por el contrario, tanto el Departamento de Estado como la CIA lo habían apañado contra la dictadura de Fulgencio Batista. Y había dado tres nombres claves en ese sentido: el secretario adjunto de Asuntos Latinoamericanos Roy Rubotton, su subordinado, el director de la División del Caribe, del Departamento de Estado, Wiliam Arthur Wieland, y el del jefe de la sección política de la CIA, John Topping. Esos tres sujetos, pasando por encima de la autoridad del Embajador de USA en La Habana, Earl E. T. Smith, habían planificado las cosas para que, inexorablemente, Castro se impusiera a las fuerzas de Batista. Habían facilitado el dinero para el soborno de los subordinados del general Eulogio Cantillo, encargado por Batista de la represión en el Oriente de la Isla y Jefe del Estado Mayor del Ejército (vgr., los coroneles Hernández y Rosell); habían declarado el bloqueo y embargo de los cargamentos de armas para el dictador680, etc. Y, sobre todo, habían alentado las entrevistas de Jules Dubois, Herbert Mathhews, Robert Taber y Wendell Hoffman, de la cadena de TV CBS y de la revista “Life”, Andrew St. George, de “Look”, y las alabanzas de Robert J. Alexander, Ray Brennan (“Castro, Cuba y Justicia”), Wright Mills, Hart Phillips; las interpelaciones de los representantes Charles Porter, de Oregon, y Adam Clayton Powell, de New York; las actividades del “Fair Play for Cuba Committee”, de Bob Taber, etc. Todas encaminadas a “probar” que Fidel ni siquiera sabía quien era Karl Marx y que era un perfecto demócrata681. Por ejemplo, el 14 de marzo de 1958, un lote de 2.000 fusiles Garand, comprados en USA, destinados al Ejército Cubano, fueron confiscados en el puerto de partida por las autoridades norteamericanas: Kalfon, Pierre, op. cit., p. 237. 681 “Se derramó tanta tinta sobre esto que no creemos que valga la pena por ahora aumentar el río. De todas maneras ya se trata de una gran cantidad de tinta 680

374

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Tras esas denuncias, intervino el Senado de USA, el cual, entre otras cosas verificó que Ray Rubotton ya sabía de la militancia izquierdista de Castro desde la época del “Bogotazo”, en 1948, cuando ambos estuvieron en la capital de Colombia, durante la Novena Conferencia Panamericana. Es curioso que, al defenderse, Roy Rubotton esgrimiera la opinión del Embajador argentino en Washington, César Barros Hurtado, quien le informó que Guevara (nacido en San Juan y casado en el Perú, sic) era un “muchacho completamente democrático y para nada comunista”682. Bastante más en serio, ante el Subcomité del Senado sobre Seguridad Interior, el ex embajador de USA en La Habana, Earl E. T. Smith, en la sesión del 30 de agosto de 1930, hizo unas revelaciones sensacionales, que después condensó en su libro sobre “The Fourth

evaporada; como que estaba destinada a comprobar el ‘anticomunismo’ de Fidel Castro. Era tan insoportable esa propaganda, que con sorna el poeta argentino Jorge Luis Borges le expresó un día a uno de los panegiristas oficiosos que sería bueno que ese dato (la supuesta posición no comunista) fuera puesto en conocimiento del propio Castro, pues él de seguro lo ignoraba”: Díaz Araujo, Enrique, “El Che, etc.”, cit., p. 34. Ver, a ese propósito: Wright Mills, Listen, Yankee, New York, Mac Graw Hill, 1960 (traducido como: “Escucha, yanqui”); Phillips, Hart, The Cuba Dilema, New York, 1962; Alexander, Robert J., “Communism in Latin America”, cit.; Matthews, Herbert L., The Cuban Story, New York, G. Braziller, 1961; Taber, Robert, M-26. Biography of a Revolution, New York, Lyle Stuart, 1961; Sartre, Jean-Paul, Sartre on Cuba, New York, Ballantyne Books, 1961 (traducido como “Tormenta en el cañaveral”); Dubois, Jules, Fidel Castro, ¿Revolucionario, Libertador o Dictador?, New York- Indianápolis, Bobbs-Merril, 1959; y: Freedom Is My Beat, Indianápolis, Bobbs-Merrill, 1959. Dubois, “capo de la mafia periodística de la SIP... es coronel del Servicio de Informaciones del Ejército de los Estados Unidos”: Jauretche, Arturo, “Filo, etc.”, cit., p. 37. Todavía, más adelante, Castro tuvo su buen lote de periodistas defensores en USA, tales como Hugh P. Hester, John Hlavacek (NBC) y Charles Kuralt (CBS): Alonso Piñeiro, Armando, Paredón de América, Bs. As., La Mandrágora, 1962, p. 11. Esto, sin contar a comunistas declarados como: Huberman, Leo y Sweezy, Paul M., Cuba, Bs. As.-Montevideo, Palestra, 1968. 682 Department of State, Memorandum of Conversation between Roy Rubotton and Argentine Ambassador Barros Hurtado, Confidential, 6 enero, 1959; cit. por: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 199, nota. La coincidencia entre Rubotton y Castro en Bogotá en 1948, está documentada en el libro del periodista cubano Pardo Llada, José, Fidel y el Che, Barcelona, Plaza y Janés, 1988, pp. 44-57. Cfr. Fuentes, Norberto, La Autobiografía de Fidel Castro, Barcelona, Destino, 2004; Alape, Arturo, Memorias del olvido, La Habana, 1983; Rein, Raanan, Juan Atilio Bramuglia bajo la sombra del líder, Bs. As., Lumiére, 2006.

375

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Floor”, el Cuarto Piso del edificio del Departamento de Estado, donde funcionaban las oficinas de Asuntos Latinoamericanos. En ese orden, Smith ha expuesto que: “El régimen del presidente Eisenhower se empeñó en que Castro Ruz llegara al poder... Es difícil de entender esta política desde un punto de vista norteamericano... He demostrado que varias veces, cuando la ocasión era propicia y había oportunidades de encontrar una solución sin Batista ni Castro, nuestro Departamento de Estado se negó a dar su apoyo... Concediendo que Batista ya no fuera útil, la alternativa, desde luego, no tenía que haber sido Castro, nuestro enemigo. Y es necesario advertir que Castro no se habría encontrado en la situación de alcanzar el poder y no hubiera podido crear el medio para tomarlo sin la buena voluntad del Cuarto Piso. No es posible sostener que el gobierno de los Estados Unidos ignoraba que Raúl Castro y el ‘Che’ Guevara... fueran comunistas, afiliados a la Internacional Comunista. Hay suficientes pruebas al respecto... era imposible que el subsecretario de Estado Roy Rubottom, su compañero William Wieland y el Cuarto Piso no estuvieran enterados de las aficiones comunistas de Fidel Castro. No existe la posibilidad de que la CIA no lo supiera”683. La gente se preguntará por las razones que tuvo el State Department para hacer lo que hizo. Podrían ofrecerse varias. Nos vamos abstener de proporcionarlas, para no iniciar controversias interminables. Baste con decir que acá no se trata de ideas, sino de hechos. Y el hecho de la colaboración de USA con Castro existió; punto. Tan sólo adicionaríamos un antecedente histórico. Mejor dicho, un consecuente. Porque lo de 1957 se repitió como al carbónico en Nicaragua en 1979, en contra del dictador Anastasio 683 Smith, Earl E. T., Cómo Eisenhower entregó Cuba a Castro Ruz. The Fourth Floor (el Cuarto Piso), Maracaibo, Venezuela, Ed. Bolívar Siete, 2002, pp. 7, 224, 229, 225. Traducción del inglés: The Fourth Floor: An Account of the Castro Communist Revolution, New York, Random House, 1962.

376

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Somoza Debayle, “Tachito”, y en favor de los Sandinistas castristas. Entonces, el subsecretario para Asuntos Interamericanos, William P. Browder, su antecesor Viron P. Vasky, el enviado especial del Presidente James Carter, William Jordan, y, sobre todo, el embajador de USA, Lawrence (“Larry”) Pezullo, hicieron todo lo posible, no sólo para sacar a Somoza del poder, sino también para desahuciar a la Oposición moderada y conservadora, para marginar a los grupos empresariales, laborales y eclesiásticos, partidarios de una solución conciliadora, y para desalentar a Edén Pastora, jefe de la Columna Sur del sandinismo, el menos marxista de ese grupo. Fue, pues, USA quien quiso el triunfo del FSLN (Frente Sandinista del Liberación Nacional), en sus sectores más radicalizados684. ¿Por qué...? ¡Vaya, usted a saber! ( algún día se sabrá). A continuación, el ex-embajador apuntó una serie de casos. “Desde Florida -indica- salían soldados, municiones y armas y corriente incesante, y se entregaban a los revolucionarios que se hallaban en las montañas de la Sierra Maestra”685. “El 12 de marzo de 1958 es una fecha importante en la historia cubana -añade-. Después de esa fecha ya no fue posible obtener ningún apoyo del Departamento de Estado para el gobierno de Batista”686. El desenlace era previsible. Un colega en el servicio diplomático, que estaba bien informado, cuando Earl Smith fue designado embajador en Cuba, en 1957, le expresó: “Earl lamento que vayas a Cuba... Te envían a Cuba para presidir la caída de Batista. Se ha tomado la decisión de que

684 Díaz Araujo, Enrique, El Sandinismo Nicaragüense, Mza., La Rosa Blanca, Cuadernos Rojos, Revolución Marxista en América, 2004, pp. 34-39; cfr. Christian, Shirley, Nicaragua. Revolución en la familia, Bs. As., Sudamericana-Planeta, 1986, pp. 62, 79, 82, 90, 99, 109, 110-111, 113, 118-119. 685 Smith, Earl E. T., op. cit., p. 68. 686 Smith, Earl R. T., op. cit., p. 91. Un correlato de esa situación fue el desbande militar oficialista. “Para diciembre de 1958 estaba desvaneciendo rápidamente la voluntad de luchar del Ejército cubano. El ejército no quería pelear... A los oficiales les interesaba más la corrupción y gozar de las oportunidades que ofrecía el cohecho. Permitían que pasaran suministros y armas por las líneas para los rebeldes, a cambio de dinero”: op. cit., pp. 170, 85.

377

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Batista tiene que desaparecer. Necesitas andar con mucho cuidado”687. Por último, Earl Smith observa una cuestión directamente vinculada con el tema de nuestro libro. Así, dice: “Dos de los principales dirigentes del movimiento castrista, el comandante Ernesto (Che) Guevara y el comandante Raúl Castro, pertenecían a organizaciones marxistas... Tanto la CIA como el Departamento de Estado tenían conocimiento de que el ‘Che’ Guevara era un comunista activo en Guatemala y México, y que Raúl Castro había participado en el movimiento estudiantil comunista internacional... Sin embargo, algunas personas influyentes de los Estados Unidos seguían negándose a creer que el movimiento castrista estuviera infiltrado y dominado por los comunistas”688. Ante unas preguntas del senador Eastland, reiteró Smith que: “En realidad, interveníamos incesantemente para provocar la caída de Batista y entregar el gobierno a Fidel Castro... Sin los Estados Unidos, Castro no estaría hoy en el poder. Más claramente no lo puedo decir, señor... Senador Eastland: ¿Es decir, la complejidad del gobierno de los Estados Unidos y sus dependencias?... Señor Smith: Me refería a sectores de la prensa, ciertos miembros del Congreso, la CIA, el Departamento de Estado. Todos ellos tomaron parte en esto, senador... Senador, nosotros somos los responsables de que Castro subiera al poder. Me tienen sin cuidado las palabras con que usted quiera decirlo”689. No hay constancia alguna, pero se podría apostar doble contra sencillo que Fidel no informó de nada de esto a Guevara; a diferencia de lo que sigue, de lo cual pudo estar enterado (y hasta muy bien enterado).

687 Smith, Earl E. T., op. cit., p. 123. Declaración del embajador Robert C. Hill en el Senado, 12 de junio de 1961. 688 Smith, Earl E. T., op. cit., p. 149. 689 Smith, Earl E. T., op. cit., pp. 137, 138, 139.

378

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Porque ahora pasamos a los rusos. Por supuesto que Castro, el “Infidel”690, por cuerda separada, y más secretamente que con la CIA, se manejaba con la KGB. De esto, algo, poco, es lo que se conoce. Se sabe, vgr., que Raúl Castro: “recibió instrucción sobre terrorismo y sabotaje en la escuela soviética Anticol (Anticolonianismo) para cuadros internacionales en Meinik, población situada a unos 40 kilómetros al sur de Praga... viajó a Moscú, donde tuvo una entrevista con Boris Ponomarev, destacado miembro de la división extranjera del Comité Central del Partido Comunista soviético (PCUS) e inveterado manipulador de “Festivales de la Juventud”... Raúl Castro regresó de los países de la cortina de hierro pasando por Guatemala, que en esa época sufría el régimen de Jacobo Arbenz, controlado por los comunistas. Fue en Guatemala donde Raúl conoció a Ernesto ‘Che’ Guevara... Raúl llegó a La Habana el 7 de junio de 1953 acompañado por los guatemaltecos Bernardo Lemus Mendoza y Ricardo Ramírez León”691. Esos dos guatemaltecos, detenidos en la aduana cubana, fueron pronto puestos en libertad, merced a las influencias ejercidas. Ellos eran tenidos como los mejores activistas jóvenes del PGT (PC)692. La mayor conexión que trajo Raúl Castro de su viaje a la Cortina de Hierro fue la del chequista “residente” de la KGB en la Embajada rusa de Ciudad de México Nikolai Sergueilevicht Leonov. En el diario oficial castrista “Gramma”, del 6 de diciembre de 1980, Raúl relató su versión de ese viaje, la cual glosada por el funcionario castrista Antonio Núñez Jiménez, decía de esta manera:

Guibert, Yves, El “infidel” Castro, México DF, Plaza y Janés, 1961. Weyl, Nathaniel, op. cit., pp. 94-96. Boris Ponomarev contaba con un “Bureau” propio, llamado “Departamento Internacional del Comité Central (CC) del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). De un modo u otro, todas las guerrillas de Hispanoamérica estaban supervisadas por ese funcionario soviético. Raúl Castro, antes de asistir al Congreso Mundial de la Juventud Comunista en Sofía, Bulgaria, y de sus visitas a Budapest y Praga, se había afiliado a la Juventud Socialista, “una rama del partido comunista cubano”: Constela, Julia, op. cit., p. 115. 692 Schneider, Ronald M., op. cit., pp. 119, 266, 272, 305. 690 691

379

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Raúl nos cuenta su primer encuentro en 1953, con Nicolai Leonov (compañero soviético) en el barco Andrea Gritti que hizo la travesía de Génova a La Habana. El joven Nicolai se dirigía a México donde debía ocupar un cargo en la embajada soviética, mientras que Raúl regresaba a Cuba, después de haber participado en un congreso mundial por los derechos de la juventud en Viena y en la reunión del Comité preparatorio del IV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes celebrado en Bucarest. En el barco Nicolai y yo nos hicimos amigos... Tres años y medio después... caminando yo por las calles de la Ciudad de México, -sigue diciendo Raúl-, me volví a encontrar casualmente con Nicolai y se lo presenté a Fidel”693. Casualidad de casualidades. O, tal vez, causalidad. Lo acreditado es que entre Raúl, Leonov y Guevara se forjó, no digamos amistad, sino tan sólo un buen conocimiento694. Serían las amistades “dangereuses” (peligrosas), tal cual las describe Daniel James: “De acuerdo a la mayoría de mis informantes cubanos, fue en México donde se echó la suerte. Desde el principio hasta el fin de su estancia en aquel país, Fidel Castro se mantuvo 693 Franqui, Carlos, op. cit., p. 463. Nikolai Sergelevich Leonov, fue denunciado en 1968, como el “oficial de la KGB con sede en México”, encargado de financiar con 100.000 dólares a las FARC colombianas: Von Huyn, conde Hans, Victoria sin guerra. El zarpazo de Moscú por el dominio del mundo, Santiago de Chile, Andrés Bello, 1987, p. 284. También ayudó “activamente a la causa revolucionaria guatemalteca”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 755. Leonov, que alcanzó el grado de General de la KGB, fue amigo de Raúl y del Che, y “amigo íntimo de Fidel y educador de su hijo”: Gilbert, Isidoro, op. cit., p. 62. Leonov -cuando ya era “el hombre de la KGB en La Habana”- sirvió de intérprete en la entrevista del canciller soviético Anastas Mikoyan con Fidel Castro y Ernesto Guevara, en mayo de 1960”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 249. A Raúl lo habían seleccionado para que fuera como delegado cubano, junto a Luis Mas Martín, los rusos Gumer Wladimir Barisov y Basily Bogoterov, de la UIE. 694 Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 97: “Raúl se enferma y el doctor Guevara lo atiende. Allí los encuentra el diplomático soviético Nikolai Leonov, amigo de Raúl. Ernesto le pide algunos libros... El ruso le entrega su tarjeta... Vuelven a verse, hablan sobre Guatemala”.

380

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

en contacto con los dirigentes del comunismo mexicano y con comunistas desterrados de otros países latinoamericanos. El 21 de junio de 1955, un funcionario de la ‘Dirección Federal de Seguridad’, en una comunicación interdepartamental, hizo esta anotación sobre Fidel Castro Ruz: ‘Habiéndosele hallado nexos con Lázaro Peña, conocido de la CTAL, se le sujetó a estrecha vigilancia... Cuenta con el apoyo moral y económico de algunos elementos de izquierda, los que hacen contacto con el licenciado Lombardo Toledano... Se sabía y se sabe comúnmente en México, que Fidel, su hermano Raúl y el aventurero argentino comunista Che Guevara eran vistos a menudo en compañía de comunistas... Mantenían relaciones especialmente estrechas con los refugiados comunistas españoles... Uno de los lugares donde se reunía toda esa gente era el estudio del escultor y constructor de marcos el español Víctor Trapote... Castro también tenía nexos con el conocido izquierdista y antiguo Presidente de México General Lázaro Cárdenas, quien le dio un apoyo considerable en materia de suministro de armas’”. Respecto de Guevara, el mismo historiador expone: “El Che llegó a México el 21 de setiembre de 1954, como ‘turista’. Pronto hizo contacto con el rojo mexicano número uno, Vicente Lombardo Toledano, que utilizó su influencia para obtener para el médico aventurero argentino un empleo en el Hospital General de la Ciudad de México, así como un puesto como conferenciante en la Universidad Nacional Autónoma de México. Otra comunista, la doctora Concepción Palacios, encontró para él un empleo mejor en el famoso Instituto de Cardiología de la Ciudad de México, y lo presentó a otros comunistas desterrados en México... Guevara tuvo un éxito extraordinario en la escuela de guerrillas que Castro había establecido en Santa Rosa. Se convirtió en el discípulo-estrella de Bayo... Bayo lo proclamó su ‘mejor discípulo’ y lo puso al frente de la clase. 381

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Cuando se conocieron en México, sostiene la primera esposa de Guevara, Raúl ya era comunista”695. En esa oportunidad se afianzó la relación de Guevara con Raúl Castro: “Raúl estaba más cerca del Che que de Fidel y los dos trabajaron en conjunto, ya tácita ya abiertamente, para guiar a Fidel... Como Raúl ya había estado tras la Cortina de Hierro y absorbido en sus fuentes las enseñanzas del comunismo, él y el Che formaron automáticamente una pequeña ‘célula’ roja dentro del alto mando revolucionario, para ejercer una influencia decisiva sobre el curso de la Revolución Cubana”696. Una excelente camaradería que rindió sus frutos. Guevara siempre recordaría: “sus charlas con Raúl Castro, iniciadas en México y mantenidas en los campamentos guerrilleros. Con él había cambiado ideas sobre marxismo y discutido a Lenin... La idea de coronar la Revolución con un régimen socialista le zumbaba en los oídos. Pero, ¿cómo? Pensó en volver a hablar del tema con Raúl... El Che habló con Raúl. Y Raúl con Fidel. Se reunieron los tres, y el Che insistió: -No podemos asegurar la Revolución sin antes depurar a las Fuerzas Armadas... -Lo haremos, chico, lo haremos. Tú y Raúl se encargarán de eso”697. Bien. Hasta acá hemos observado cómo, con el visto bueno de Leonov, se ha generado una célula rusófila en el seno más íntimo del Movimiento 26 de Julio. 695 Gadea, Hilda, op. cit., p. 124. Para Jorge G. Castañeda, era “ya un militante experimentado del movimiento comunista internacional”: op. cit., p. 116. 696 James, Daniel, op. cit., pp. 59-72. Junto a Víctor Trapote, operaba otro agente de la KGB llamado Héctor Aldama: Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 122; es el único que menciona a este sujeto. En realidad, la médica centroamericana comunista Concepción Palacios lo presentó al doctor Mario Salazar Mallén, quien dirigía centros de investigaciones en el Hospital General y en el Instituto de Cardiología: Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 78. En ambos fue designado. 697 Gambini, Hugo, op. cit., p. 184. Al final del ciclo ideológico de Guevara, Raúl Castro lo acusará de trotskysta y chinoísta.

382

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Empero, nos falta examinar de qué modo y por qué procedimientos los soviéticos apoyaron, política y económicamente, a ese grupo interno, bien dispuesto hacia su planes. A ese efecto, hay que remontarse unas décadas atrás. Cuando la Kominform creó la JRCAC (Junta Revolucionaria de Centroamérica y el Caribe), uno de cuyos órganos más conocidos fue la “Legión del Caribe”, milicias instruidas por el tuerto Bayo; aunque existieron otros más discretos, tales por caso, el grupo “Caribe Iberia” y la entidad “Espartaco”. Dichos entes tenían su sede principal en La Habana. Asociaciones cuyos miembros solían reunirse en la Casa de la Cultura, bajo la amistosa mirada del chequista polaco Fabio Grobart698. La instalación soviética tenía un vasto alcance estratégico, dado que la “perla de las Antillas” se hallaba a 90 millas de la costa norteamericana de la Florida699. Grobart, “el Zorro del Caribe”, con el auxilio de jóvenes comunistas, tales como Flavio Bravo, Alfredo Guevara, Osvaldo Sánchez, y otros, desplegó sus líneas. A un lado puso a los “negros”, del Partido Comunista (PSP), de Juan Marinello, Lázaro Peña, Blas Roca, Isidoro Malmierca, Leonel Soto, y Carlos Rafael Rodríguez, sector colaborador de Batista, y repudiador (aparente) de las guerrillas. Al otro, sembró a los “rojos”, más o menos heterodoxos, más o menos encubiertos (“topos”), trayendo comunistas españoles (Enri“Para descubrir las raíces ocultas del comunismo en el continente americano hay que remontarse a 1927, año en que el italiano Vittorio Vidali, alias ‘Carlos’, llegó a La Habana... Un año después llegó el verdadero hombre de Moscú el polaco Fabio Grobart, amigo personal de Félix Edmondovicht Dzerzhinsky y cofundador, junto con él, de la Cheka el 20 de diciembre de 1917. Esta vez, Fabio Grobart tenía por misión instalar en Cuba un centro de la Internacional comunista que dirigía las operaciones clandestinas en América”: Vives, Juan, op. cit., p. 48. “Después de la muerte del embajador ruso en México, Oumanski, el cerebro organizador de la penetración marxista en Latinoamérica... la principal sucursal de esa penetración marxista se estableció en La Habana, en la calle de Carlos III, número 609, bajo la inmediata dirección del enviado de Moscú Fabio Grobart de origen polaco”: Silva, Lautaro, “Latinoamérica, etc.”, cit., p. 150. 699 “La elección de La Habana como centro rector de la Internacional comunista y pivote de la KGB en América no fue casual. La isla de Cuba ocupa una posición geográfica privilegiada: situada en el medio del golfo de México, equidistante de América del Norte y del Sur, está muy cerca de América Central y permite el acceso a todo el Caribe. Es el centro ideal para cualquier tipo de operación en escala continental. Estados Unidos comprendió muy bien estas ventajas y desde muy antiguo se hizo sentir en la isla. La URSS entró mucho más tarde en el escenario americano, sobre todo en el caribe”: Vives, Juan, op. cit., p. 52. 698

383

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

que Líster, Ángel Ciutah), infiltrando dirigentes en los Partidos Ortodoxo y Auténtico700, reclutando jóvenes para enviarlos a estudiar tras la Cortina de Hierro, vgr., Raúl Castro, etc. Grobart tenía muy presente aquella definición de Lenin de que el comunismo es “la alternativa de las tácticas”. Bien, de nuevo. Resumido lo esencial del accionar de Grobart y la JRCAC, ahora es el momento de tomar nota del siguiente dato: “La Junta de Liberación Revolucionaria de Centroamérica y el Caribe, con un millón de dólares depositados en los Bancos de México, y actuando sin aparente relación con los partidos comunistas, fue la que controló, dirigió y dio a Fidel Castro los medios para organizar su expedición hacia Cuba en noviembre de 1956, y fue la que, además, situó al “Che” Guevara, agente de su organismo internacional, para asesorar y velar porque Castro siguiera fielmente la línea de la URSS. Esta Junta de Liberación Revolucionaria de Centroamérica y el Caribe tuvo a su cargo la colecta de fondos económicos en México y en Venezuela para dar un aspecto de ayuda popular a los movimientos de la Sierra Maestra y fue la que facilitó las armas, las radios y todo lo que necesitaron... los rebeldes cubanos, para... la ocupación del país por el comunismo internacional”701. 700 “Fidel Castro es un agente de la KGB desde 1947”: Vives, Juan, op. cit., p. 79. Antes de huir de Cuba, Vives fue ayudante de Ramiro Valdés, el “Beria de Castro”. Él se apoya en el relato de Joaquín León, hombre de confianza de Grobart, y en la tesis de Szulc, Tad, The United States and the Caribbean, New Jersey, Prentice-Hall, 1971. 701 Silva, Lautaro, “Latinoamérica, etc.”, cit., pp. 208-209. Fue como una especie de adelanto de que lo que sucedería, a partir de 1960. Entonces, Moscú le compraba la cuota de exportación azucarera a Cuba, a cambio del envío de petróleo crudo, que La Habana reexportaba, luego de refinarlo, haciendo una muy buena diferencia, de la que vivía el Estado Castrista. Claro que en ese canje el superávit era para la URSS, que llegó a tener 2.300.000.000 de dólares de crédito, incobrable, contra Cuba: Theberge, James D., Presencia soviética en América Latina, Santiago de Chile, Gabriela Mistral, 1974, pp. 32-33; cfr. Carter, James R., The Net Cost of Soviet Foreign Aid, New York, Praeger, 1971, pp. 39-41; Goldman, Marshall, Soviet Foreign Aid, New York, Praeger, 1971, p. 196. Empero, lo que la Unión Soviética perdía en la balanza de comercio, lo ganaba en satelismo bélico. Así obran los Imperios, prefieren perder en economía para ganar en política.

384

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Quizás, las afirmaciones anteriores pudieran parecer fantasiosas, sumergidas en la paranoide “teoría de la conspiración”. De los que ven comunistas detrás de cada piedra. Bueno, concedámoslo; pero, también debe concederse que acá hay un hecho incoercible: desde 1961 Fidel Castro declaró a Cuba parte del mundo comunista internacional. Luego, por lo menos eso parece ser verdad. Para nosotros las dos vertientes de auxilio al castrismo, la de la CIA y la de la KGB, están demostradas. Es decir, que Castro usó de uno y otro poder político, económico y policíaco para obtener el suyo propio en La Habana702. Por supuesto que, al estar encon702 Un argumento adicional es que Castro no ha vacilado nunca en acudir a quien sea y donde sea para sostener su poder. Durante décadas aceptó ser el peón soviético en África, provocando la muerte de miles de cubanos en tierras extrañas, al sólo efecto de conquistar la benevolencia de la URSS. Cuando en 1991, cayó la Unión Soviética, y muchos pronosticaban el derrumbe de Castro, éste dio muestras de inmensa habilidad. Desde autorizar la visita del Papa Juan Pablo II, a facilitar el “turismo sexual” promovido en Galicia, con el fin de semana en La Habana, hasta obtener la provisión gratuita de petróleo venezolano, a cambio de ceder su herencia política insurreccional a Hugo Chávez, de todo se ha visto. Es la hija de Fidel, Alina Fernández Revuelta, la que menciona el tiempo antes “de que La Habana se convirtiera en una feliz escala sexual, y Varadero el paraíso de las venéreas”: Alina. Memorias de la hija rebelde de Fidel Castro, Barcelona, Plaza y Janés, 1997, p. 164. Y pensar que uno de los argumentos más socorridos iniciales del Movimiento 26 de Julio era el de terminar con el burdel que la mafia yanqui había instalado en La Habana (“Tropicana” incluído; ahora reabierto). Quizás, lo menos conocido y más rentable, ha sido el uso de la conexión narco-terrorista colombiana. Red que se ha denominado “Medellin-Habana-Conection”, para transportar los cargamentos de cocaína destinados a los consumidores norteamericanos a través del espacio aéreo, terrestre y marítimo cubano. Red que en su inicio estuvo a cargo de Manuel Piñeiro Losada, conjuntamente con Jaime Guillot Lara y Robert Vesco, y que después fue transferida al general Arnaldo Ochoa, y que al ser descubierta se saldó con el fusilamiento de dicho militar. Tema apasionante que ha sido tratado con lujo de detalles en el libro de: Friedl Zapata, José A., El gran engaño. Fidel Castro y su íntima relación con el narcotráfico internacional, Bs. As., Santiago Apóstol, 2005. A él nos remitimos, por escapar su contenido a los márgenes de nuestra obra. Lo único que no podemos omitir es la cita del ahora exiliado escritor cubano Norberto Fuentes, en su libro Dulces Guerreros Cubanos, Barcelona, Seix Barral, 1999, p. 70. Expone allí, refiriéndose al narcotráfico: “Fidel dice que este es un asunto que debe hacerse con mucho cuidado y tacto... Fidel dice que en definitiva todas las guerras coloniales en Asia se hicieron con el opio. Entonces nada más justo que los pueblos devolvamos la acción, como venganza histórica”. ¡Genial! ¡Genio y figura hasta la sepultura! No hay crimen que cometiera al que no le haya adscripto una teoría de la justificación. Cfr. Gugliotta, Guy y Leen, Jeft, Kings

385

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

tradas en la “Guerra Fría” esas potestades (o los Estados a las que servían secreta y policíacamente), no podían coexistir. Una debería imponerse y la otra sucumbir. Si nosotros estuviéramos escribiendo este libro en 1960, se convertiría en una novela de suspenso, para ver quién ganaba la partida. Lamentablemente, desde 1961 el resultado se conoce y el asunto carece de sorpresa. Sin embargo, ya en 1959, y más específicamente, desde el 5 de noviembre de 1959, se podía apostar sobre seguro cuál sería el final de la controversia. ¿Por qué...? Porque ese día, ante el Subcomité de Seguridad Interna del Senado de los Estados Unidos, el Subdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), General C. P. Cabell, refiriéndose a Fidel Castro, afirmó rotundamente: “Nuestra información prueba que los comunistas cubanos no lo consideran como miembro del Partido Comunista o aun como un procomunista... Es dudoso que los comunistas deseen reclutar a Castro para el Partido Comunista y que, aún deseándolo, pudiera lograrlo... Nuestra conclusión, por lo tanto, es que Fidel Castro no es comunista”703. Esa fue la conclusión de ellos. Con la que operaron ante la empresa bélica de Castro. La nuestra es que si Ud., lector, quiere contar con una buena seguridad, no dude en consultar a la CIA...

of Cocaina Inside The Medellin Cartel- An Astonishing True Story of Murder, Money, and International Corruption, New York, Simon and Schuster, 1989. 703 Amenaza Comunista a los Estados Unidos en el Caribe, Anales del Subcomité de Seguridad Interna, Senado de los Estados Unidos, Parte III, Washington D.C., Oficina Impresora del Gobierno, 1961. El senador Olin D. Johnson enseguida le apuntó que si Castro se manifestara comunista “dejaría de ser útil”; pero, aparentemente nadie tuvo en cuenta su observación.

386

E R NE STO G UE VA R A

7. CLIMAX

DE L A

CON

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

FIDEL

Guevara escribió una “Oda a Fidel” -de “discutible mérito literario”, piensa Pacho O’Donnell-, que empezaba de esta suerte: “Vamos, ardiente profeta del alba, por caminos remotos y desconocidos a liberar el lagarto verde que tanto amas”704. Carlos Franqui, que incluye a Guevara entre los numerosos suicidas de la Revolución Castrista (el ex Presidente Oswaldo Dorticós Torrado, Haydée Santamaría, Nilsa Espín, Eddy Suñol, Alberto Mora, etc.), comienza afirmando que el “Che”: “Veía en Fidel Castro el dios de la revolución”. Guevara, sostiene, ha quedado deslumbrado por la personalidad seductora de Fidel Castro: “Guevara, un hombre que en esos momentos de su vida había aprendido a mantener la distancia, a soterrar sus emociones, ha quedado profundamente impresionado por su interlocutor, ha sido capturado por la magia de hipnotizador de serpientes de Fidel”705. Existen cientos de pruebas de esa fascinación (que, por cierto, se ha ejercido sobre tantos otros, además de Guevara). Creemos que con citar tres de ellas el punto quedará en claro. Primera, en su largo artículo “Cuba: ¿caso excepcional o vanguardia en la lucha contra el colonialismo?”, publicado el 9 de abril

704 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 120. La figura poética del “lagarto verde”, imagen de Cuba, está tomada de Nicolás Guillén, uno de los escritores comunistas favoritos de Guevara. Guillén pertenecía al PSP. 705 Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., p. 90. Añade: “Al día siguiente escribe en su diario: ‘Un acontecimiento político es haber conocido a Fidel Castro, el revolucionario cubano...; creo que simpatizamos mutuamente’.- Al llegar a su casa le contaría a Hilda: ‘Tenía razón Ñico (López) en Guatemala cuando nos dijo que si algo bueno se ha producido en Cuba desde Martí, es Fidel Castro; él hará la revolución’”: Ibidem. Cfr. Clerc, Jean-Pierre, Las cuatro estaciones de Fidel Castro. Una biografía política, Bs. As., Aguilar, 1997, p. 98.

387

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

de 1961, acepta que hubo factores de excepción revolucionaria en el caso cubano: “El primero, que es el más importante, el más original, es esa fuerza telúrica llamada Fidel Castro Ruz, nombre que en pocos años ha alcanzado proyecciones históricas. El futuro colocará en su lugar exacto los méritos de nuestro primer ministro, pero a nosotros se nos antoja comparables con los de las más altas figuras históricas de toda Latinoamérica... Hay varias características en su vida y en su carácter, que lo hacen sobresalir ampliamente sobre todos sus compañeros y seguidores. Fidel es un hombre de tan grande personalidad que en cualquier movimiento en que participe debe llevar la conducción y así lo ha hecho en el curso de su carrera, desde su vida estudiantil hasta el primerato de nuestra patria y de los pueblos oprimidos de América. Tiene las características de gran conductor que, sumadas a sus dotes personales de audacia, fuerza, valor y a su extraordinario afán de auscultar siempre la voluntad del pueblo, lo han llevado al lugar de honor y de sacrificio que hoy ocupa. Pero tiene otras cualidades importantes, como son su capacidad para asimilar los conocimientos y las experiencias, para comprender todo el conjunto de una situación dada, sin perder de vista los detalles, su fe inmensa en el futuro y su amplitud de visión para prevenir los acontecimientos y anticiparse a los hechos, viendo siempre más lejos y mejor que sus compañeros. Con estas grandes cualidades cardinales, con capacidad aglutinar y de unir oponiéndose a la división que debilita, su capacidad de dirigir a la cabeza de todos la acción del pueblo, su amor infinito por él, su fe en el futuro y su capacidad para preverlo, Fidel Castro hizo más que nadie en Cuba para construir de la nada el aparato hoy formidable de la Revolución Cubana”706. Ni Alejandro, ni César, ni Augusto, ni Carlomagno, ni Napoleón, ni Federico el Grande, ni Wellington, ni Washington, ni Bismarck, podían compararse con el coloso del Birán.

706

388

Guevara, Ernesto “Che”, “Obras Completas”, cit., p. 204.

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

La segunda es la carta de despedida a Fidel Castro, del 31 de marzo de 1965, en donde, entre otras cosas, le dice: “Mi única falta de cierta gravedad, es no haber tenido mayor confianza en ti desde los primeros momentos en la Sierra Maestra y no haber comprendido con bastante rapidez tus cualidades de conductor y revolucionario... Me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de ser y de pensar y de ver y apreciar los peligros (y los principios)... Llevaré a los nuevos campos de batalla la fe que me has inculcado... Esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura... Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo (cubano) y especialmente para ti. Te agradezco tus enseñanzas y tu ejemplo”707. Guevara, Ernesto “Che”, “Obras 1957-1967”, cit., t° 2, p. 698. “Mira, ¡guárdate a Lenin por ahora!, que las agencias noticiosas ya me tienen loco -le había respondido Castro a Guevara, agregando: -Todos los días viene un reportero yanqui a preguntarme si soy medio comunista, comunista del todo o si solamente son comunistas mis colaboradores, mis amigos, mis parientes, mi gato y mi perro”: Gambini, Hugo, op. cit., p. 193. De esa forma Fidel exhibía su superioridad en el orden de “los principios”... Debe recordarse al respecto que el mismo Fidel Castro había escrito: “Poseía (el Che) un desarrollo revolucionario más avanzado, ideológicamente hablando, que el mío. Desde un punto de vista teórico estaba más formado, era un revolucionario más avanzado que yo”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 117. En cuanto al modo adulatorio general, ver lo que anota Pierre Kalfon, op. cit., pp. 454, 455, donde dice: “Lo que molestó a numerosos admiradores del Che fueron las enormes alabanzas, sin reservas, que dirige en esta última carta al “conductor” ejemplar. Muchos han afirmado que estos ditirambos no pudieron salir de la pluma de Guevara, que aquello cuadraba con el burlón sarcástico, contestatario, provocador a veces, que debía tratarse de una carta fabricada o “arreglada” por los “servicios” ad majorem gloriam del líder supremo... Sin embargo, es preciso que los celadores del Che se resignen. Nuestro héroe podrá comportarse como un protestatario contra el mundo, salvo contra “esa estatua ecuestre que ha bajado de su pedestal” (Debray), a la que sólo se llama por su nombre, Fidel, igual que a los reyes y emperadores”. Pacho O’Donnell indica sobre esta carta que “algunos sospechan que puede haber sido manipulada durante el largo tiempo que permaneció secreta”: op. cit., pp. 325, 345. Jean-Pierre Clerc, enuncia que su autenticidad ha sido puesta en duda: op. cit., p. 253. Georgie Anne Geyer anota que para algunos admiradores del “Che”, la carta “les sonaba siniestramente parecida a las ‘confesiones’ hechas en Rusia en 1936, después de las cuales quienes las habían hecho desaparecieron para siempre”: op. cit., p. 266. Curiosamente, Jon Lee Anderson transcribe la carta sin poner un solo juicio: op. cit., pp. 633-634. Que la carta era genuina lo confirmó el mismo Guevara. En su Diario del Congo lo que anota son las 707

389

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Allí, el perseverante y voraz re-lector de Karl Marx, le reconocía superioridad en “los principios” (marxistas, se sobreentiende), a quien había abandonado la lectura de “Das Kapital”, a poco de iniciada708. El ensayista cubano, que fuera revolucionario, Carlos Alberto Montaner, menta el poema al “Capitán de la aurora” y la cartadespedida, y las glosa de esta suerte: “son el alfa y el omega de doce años de sumisión irracional de un hombre espiritualmente superior a su jefe, no sólo en el plano de la inteligencia o de la formación, sino en el plano ético y en su aplicación al vivir diario. Guevara fue el primer, último y único ‘hombre nuevo’ que dio el proceso revolucionario”709. repercusiones de la carta sobre su tropa. Así, dice: “Ésta (la carta) provocó el que los compañeros vean en mí, como hace muchos años, cuando empecé en la sierra, un extranjero en contacto con los cubanos... La carta que provocó tantos comentarios elogiosos en Cuba y fuera de ella, me separó de los combatientes”: Guevara, Ernesto, “Pasajes, etc.”, cit., p. 265. Dos comentarios: su internacionalismo caía mal entre los cubanos; y su adulación a Castro, reprochada por sus partidarios, creía que merecía elogios.’ 708 A Castro le importaban un rábano todos esos debates teoréticos de los discípulos de Marx y Engels. “¡Basta con esas teorías marxistas! El marxista leninista que se dedica de continuo al desarrollo de teorías sólo vive a expensas de la sociedad”, dirá Fidel en un discurso del 30 de octubre de 1963. Mientras tanto, Raúl Castro completaba la información. Le expresó a un visitante que cuando jóvenes, él y Fidel se habían puesto a leer a Marx. “Leímos tres capítulos de “El Capital” -aseveró-, luego lo tiramos lejos. Estoy seguro que desde entonces Fidel no lo ha vuelto a leer”: Enzensberger, Hans Magnus, El interrogatorio de La Habana, Barcelona, Anagrama, 1973. “¿Ha estudiado Castro a fondo la filosofía política de la revolución?”, se pregunta el periodista “progresista” francés Jean-Pierre Clerc, y se responde: -No. “El Capital” lo leí hasta la página 370”... De Marx, Fidel pasa a Lenin, luego a la experiencia de la URSS, que tiene “un valor incalculable para la humanidad”: op. cit., p. 217. 709 Sobre el tema del “Hombre Nuevo”, añade: “Convirtió su tipo en arquetipo... Casi nadie notaba entonces el atropello de los hombres viejos. De todos aquellos bípedos que no podían ni querían parecerse a Guevara. De todo esa gente que entiende que trabajar es un incordio, para quienes el ‘futuro de la humanidad’ es una abstracción mucho más frágil que el futuro de la familia. Guevara era un héroe y quería poner una fábrica de héroes...La verdad es que el hombre nuevo no producía bastante. El Che ha sido uno de los peores funcionarios en la historia de la administración pública de Cuba. Si un ministro de Industria o un director del Banco Nacional de cualquier país civilizado comete los disparates que cometió Guevara, tendría que suicidarse. Más o menos lo que hizo Guevara. Tan pronto comprobó que el ‘hombre nuevo’ no era viable y que él mismo ha-

390

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

La tercera prueba está contenida en su carta a Carlos Quijano, director del semanario “Marcha” de Montevideo, del 12 de marzo de 1965, titulada “El Socialismo y el Hombre en Cuba”, y que en la parte pertinente dice así: “Maestro en ello es Fidel, cuyo particular modo de integración con el pueblo sólo puede apreciarse viéndolo actuar. En las grandes concentraciones públicas se observa algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el climax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y de victoria”710. Acá, ahora sí, por fin, el coito literario ha alcanzado el orgasmo ideológico ansiado, y en su “climax” ha nacido el “Che”, ahijado putativo de Fidel Castro. Por ello, le asiste la razón a Pierre Kalfon cuando afirma que: “Desde el primer momento Guevara quedó como alucinado por el absoluto poder de seducción, el carisma de ese ‘gigante’ que no necesita proclamar con su voz infantil: ‘La Revolución soy yo’, para que todos estén convencidos de ello. El Che es sincero en su adoración”711.

bía fracasado en las tareas de gobierno, se encaramó en Rocinante y se largó a atacar nuevos molinos de viento. Todo muy conmovedor, muy literario, pero escasamente leninista...Hace mucho tiempo, Fidel decidió que Guevara estaba equivocado y que había que arar con los hombres viejos y dejarse de tanto cuento, para lo cual resucitó el antiguo e infalible truco del castigo y la recompensa. Si trabaja, premios. Si se sienta, palos. No falla. Viejo o nuevo, no falla. Lo triste es que al final, cuando ya no son posibles las recompensas, sólo quedan los palos”: Montaner, Carlos Alberto, Víspera del final: Fidel Castro y la Revolución Cubana, Madrid, Globus, 1994, pp. 101, 102. 710 Guevara, Ernesto “Che”, “Obras Completas”, cit., p. 186. Guevara sabe muy bien cómo caerán esas frases en los espíritus libres. Por eso, agrega que “no nos avergüenza ni nos intimida decirlo”, que Fidel está primero: op. cit., p. 198. Por cierto que bien le hubiera venido haberse avergonzado, aunque fuera un poco, de asentar esa loa rastrera a Castro. 711 Kalfon, Pierre, op. cit., p. 455. Fidel no estuvo a la recíproca. Jorge G. Castañeda aprecia que: “Fidel no mandó al Che a morir a Bolivia... sencillamente permitió que la historia corriera su curso, con plena conciencia del destino al que conducía. No hizo, dejó hacer”: op. cit., ed. argentina, p. 463.

391

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Vivió como hipnotizado frente al poder demagógico y maquiavélico de Fidel Castro. Para que los lectores marxistas tengan una idea de a cuanto llegó la capacidad seductiva de Castro sobre Guevara, podríamos sostener que fue muy similar a la que ejerció y ejerce Guevara sobre dichos hipotéticos lectores. Por más que se les muestren los errores y frustraciones de su héroe, ellos seguirán apegados al mito cuyo atractivo los encantó de una vez para siempre. Kalfon ha empleado la palabra exacta: “adoración”; culto que se debe rendir tan sólo a Dios. Si tal reverencia se emplea hacia las creaturas humanas, configura una idolatría, amor vehemente por los ídolos, fetichismo, objeto de superstición (como el que tributaban los nazis a Hitler o los comunistas a Stalin). Pasemos a la siguiente faceta del asunto. Nosotros hemos mostrado aspectos de las vidas paralelas de Castro y Guevara. En realidad, muchas eran las coincidencias; pero fueron mayores las diferencias entre un político pragmático (Castro) y un ideólogo utopista (Guevara). Pacho O’Donnell verá tal dualidad de esta forma: “Castro es un político; Guevara oscilará entre el monje, el aventurero y el exterminador”712. Y los historiadores británicos que dirigió Hugh Thomas, definieron a Castro como “un oportunista político implacable pero eficaz”713. De todas las disimilitudes, la más ostensible nos parece, fue la de su relación con la veracidad. Guevara, lo hemos visto, era casi incapaz de mentir. En cambio, Fidel es un mentiroso profesional. Jorge G. Castañeda, al describir el “extraordinario talento histriónico” de Castro, observa que: “Castro ha demostrado a lo largo de casi cuatro decenios en el poder que es enteramente capaz de sostener dos o más 712 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 420. Tanto el Che como Castro eran marxistas, piensa Georgie Anne Geyer; pero el primero “era también un marxista utópico”: El Patriarca de las Guerrillas, Santiago de Chile, InterMundo, 1992, p. 264. De paso, anotemos que el libro de Geyer, no por ser anticastrista merece el menor elogio. Está lleno de errores sobre la biografía de Guevara, y sus juicios no son muy de tener en cuenta. 713 Thomas, Hugh S, Fauriol, Georges A. y Weiss, Juan Carlos, La revolución cubana 25 años después, Madrid, Playor, 1985, p. 28.

392

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

discursos contradictorios y simultáneos con la mano en la cintura”714. Histrión. Fabulador. Carlos Franqui, que fue mucho tiempo su amanuense, al coincidir con ese enfoque central, lo pinta así: “Fidel es fidelista; su modelo la variante fidelista (del comunismo)... La fe en él la convirtió en fe en la revolución; sólo que la revolución era él. Un dúo bifronte. Fidel empieza y termina en la revolución y la revolución empieza y termina en Fidel... Su naturaleza de actor no sólo sirve al ‘Comandante’ para sus actuaciones diarias; lo sostiene también en su magnífico arte de la mentira-verdad. ¿Cuál es la verdad de un actor? La del papel que recita o interpreta. Fidel se cree sus verdades, que cada día son diferentes... Decía Castro a ‘Playboy’: ‘Todos reconocen que no he dicho nunca una mentira’. Sí, es verdad, una mentira no, un millón de mentiras sí. ¿Por qué el Comandante no debe creerse sus mentiras? Buen mentiroso es aquel que cree que sus mentiras son verdades. ¿Qué es la verdad o la mentira? Para quien todo lo puede, es el poder total, la verdad suprema; la mentira, una ficción, una buena ficción teatral, una verdad suprema... La lógica ha sido cesanteada en Cuba”715. Pondremos un único ejemplo, entre ese millón de mentiras histriónicas, de este fabulador sensacional. Este será el del democrático anticomunismo del desinteresado Fidel Castro.

714 Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 201. La edición original de “La vida en rojo” es de 1997. Ahora, en el 2007, ha pasado otra década más con Castro en el poder, siempre mintiendo. Bien que al presente ya no dependa del socorro soviético, sino del petróleo venezolano (y en, menor medida, del turismo sexual, el narcotráfico, las inversiones catalanas (comercio) y gallegas (hotelería), y las relaciones con China comunista). Un buen resumen de tal situación en: PérezStable, Marifeli, La revolución cubana. Orígenes, desarrollo y legado, Madrid, Colibrí, 1998; y Domínguez, Jorge I., Cuba hoy. Analizando su pasado, imaginando su futuro, Madrid, Colibrí, 2004. 715 Franqui, Carlos, op. cit., pp. 225, 251, 252, 241.

393

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

En el curso de la entrevista concedida al periodista criptocomunista del “New York Times” Herbert Matthews, en 1957, Fidel declaró: “El poder no me interesa. Después de la victoria quiero regresar a mi pueblo y continuar con mi carrera como abogado”716. Por eso, Matthews, quien antes había probado categóricamente que el Gobierno de Juan Negrín en España no tenía nada que ver con el comunismo, describía a Castro como un émulo de Abraham Lincoln y lo pintaba como un Robin Hood político y democrático. En otro reportaje que concedió al periodista, también simpatizante de su causa, Jules Dubois, del “Chicago Tribune”, en mayo de 1958, le respondió por escrito: “Jamás estuve ni estoy por el comunismo... Jamás el Movimiento 26 de Julio ha hablado de socializar o nacionalizar las industrias. Este miedo a nuestra revolución es sencillamente estúpido... Personalmente no aspiro a ningún cargo y considero que existen suficientes pruebas de que lucho por el bienestar de mi pueblo, sin que ninguna ambición personal o egoísta empañe mi conducta”717. Ya en el poder en La Habana, se sinceró con su subordinado Huber Matos, quien comandara la Columna Nueve del Ejército Rebelde, tomara Santiago, la segunda ciudad de Cuba, y pasara a la jefatura de la provincia de Camagüey. Respecto a su inquietud de infiltración comunista en el Movimiento 26 de Julio, Fidel expresó: “El Che se rodeó de comunistas. Prácticamente tenía allí (La Cabaña) un politburó... ¿Qué harán los comunistas en un ir y venir por las oficinas del Che?... Admito que Raúl y el Che están coqueteando con el marxismo y hay otros por ahí, como 716 Por eso mismo, le comunicará Huber Matos, el 27 de diciembre de 1958, que: “Ninguno de los comandantes que tenemos mando de tropas debe formar parte del futuro gobierno”: Matos, Huber, op. cit., p. 267. 717 Fontaine, Pascal y otros, “El Tercer Mundo”, etc., cit., p. 727. Dubois, Jules, Fidel Castro, Indianápolis, Bobbs-Merril, 1959, pp. 261, 265. Cfr. Clerc, JeanPierre, op. cit., p. 147. Interesante para estos aspectos es: Szulc, Tad, Fidel, un retrato crítico, Barcelona, Grijalbo, 1977. En la entrevista de mayo de 1958, Castro dijo que lucharía “con las armas de la Constitución y la ley”, y que Batista era el que difundía esos rumores de que en el 26 de Julio había comunistas: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 333.

394

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Osmani Cienfuegos, haciéndoles su jueguito a los del Partido Comunista; pero eso no significa que se vayan a adueñar del proceso. Tengo todo bajo control. Olvídate de renunciar”718. De lo que se tuvo que olvidar Matos fue de vivir en libertad durante veinte años. Cuando viajó a los Estados Unidos, apoyando una mano en el corazón, ante la televisión, el 2 de abril de 1959, dirá: “Ese miedo me parece tienen las minorías a que en Cuba se desarrolle el comunismo no responde a nada real; ese miedo, sinceramente, no lo entiendo”719. En la conferencia en Sociedad de Editores de Periódicos, de Washington, realizada en el Statler Hotel, el 17 de abril de 1959, declaró: “-He dicho de manera clara que no somos comunistas”. Y el mismo día, como invitado en los estudios de la NBC, en el programa “Meet the Press”, se produjo este diálogo con el periodista Hervers: “-¿En qué lugar se pondría usted en caso de un conflicto (Este-Oeste)? Lo mismo que las democracias. La democracia es mi ideal. Yo no soy comunista ni estoy de acuerdo con los comunistas... Estamos contra el comunismo y las dictaduras de todo tipo”720. El 24 de abril, en el acto realizado en el Central Park, de Nueva York, sostuvo: “somos demócratas sinceros... ni dictadura de una clase. Libertad con pan y sin terror. Esto es el humanismo”. El 27 de abril de 1959, siempre dentro de su visita a los Estados Unidos, Castro: Matos, Huber, op. cit., pp. 308, 332. Gambini, Hugo, op. cit., p. 197. 720 Cit. por: Valladares, Armando, Contra toda esperanza, Bs. As., Intermundo, 1985, pp. 9-10. 718 719

395

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Niega que haya influencia comunista en su gobierno”. El 19 de mayo de 1961, al recibir el Premio Lenin de la Paz, Fidel exulta de alegría y grita: “¡Gloria a nuestro gran Vladimir Ilitch Lenin!”. Hasta que en el discurso del 1° de diciembre de 1961, por fin, con otra mano sobre su corazón, confesó: “Soy marxista leninista; siempre lo he sido y lo seré toda mi vida”721. ¡Sinceramente, che!...

8. UTOPÍAS Epilogamos este trabajo con una síntesis del trágico final ideológico de Ernesto Guevara; no el cronológico, del que nos desentendemos722. 721 Alba, Víctor, “Historia del Movimiento, etc.”, cit., pp. 254-260. En ese discurso, de cuatro horas de duración, Castro efectuó una especie de diálogo consigo mismo. Este fue el pasaje central: “-‘¿Si creo en el marxismo? Sí, creo absolutamente en el marxismo. -¿Y creía en él el 1 de enero (l959)? Sí, el 1 de enero. ¿Y creía en él el 26 de julio (1953)? Sí, creía en él”: Clerc, Jean-Pierre, op. cit., p. 217. La verdad consta más extensamente en las Cartas de la Prisión, que en 1953, le escribiera a su amante Naty Revuelta, desde el penal de la Isla de Pinos, tras su asalto al cuartel de Moncada. Allí, entre otros conceptos, expresa: “Estoy estudiando a fondo ‘El Capital’ de Carlos Marx (cinco tomos enormes de economía, investigada y expuesta con el mayor rigor científico)... Marx, además de filósofo cae en la categoría de genio político... una concepción científica, realista de la historia (‘El 18 Brumario de Luis Bonaparte’, de Karl Marx)... Era necesario ser duro, severo, pecar por exceso, jamás por defecto... Eran necesarios unos meses de terror... En Cuba hacen falta muchos Robespierres... He estado leyendo seguido una obra de Lenin, ‘El Estado y la Revolución’, después de terminar ‘El 18 brumario de Luis Bonaparte’ y ‘Las guerras civiles en Francia’, ambos de Marx, muy relacionados entre sí los trabajos y de un incalculable valor... gozo leyéndolos. Eran implacables y temibles con el enemigo. Dos verdaderos prototipos de revolucionarios”: Franqui, Carlos, op. cit., pp. 457, 458, 459, 460, 461. 722 El trayecto vital lo concluimos el 25 de noviembre de 1956 en Tuxpan. El ideológico carece de límites precisos, por razón que pensamientos iniciados antes de 1955, recién adquirirán forma definitiva mucho después.

396

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

El cubano Carlos Franqui lo vio como un suicida más de la Revolución castrista. Por eso dijo: “Guevara se convenció que toda América llevaba una Cuba en su vientre y que el detonante que haría parir la revolución sería la guerra de guerrillas: madre, hija y espíritu ‘non santo’ de la revolución. Su fe dogmática era más potente que los hechos: uno a uno Guevara envió a sus amigos y compañeros a morir en América Latina: del Patojo a Masetti escribió de sus muertes, no de las causas de sus fracasos y al final él mismo emprendió la aventura boliviana, que lo condenó a la muerte y al desastre... Guevara fue el prisionero de sí mismo”723. Quienes miran en perspectiva el cuadro de la vida de Guevara, advierten enseguida el predominio del fracaso. El famoso escritor cubano Guillermo Cabrera Infante lo definió como “un perdedor nato”. “Su vida fue una secuencia de fracasos”, ha dictaminado el historiador Jaime Suchlicki, de la Universidad de Miami724. Hasta hay quien ha contabilizado la serie725, concluyendo que el conjunto 723 Franqui, Carlos, “Vida, etc.”, cit., pp. 333. 361. En otro libro de Carlos Franqui, Retrato de familia con Fidel, Barcelona, Seix Barral, 1981, pp. 187, 447, 448, se menta el antisovietismo final de Guevara. Narra Franqui: “El Che con su honestidad habitual dijo: -Un día yo aquí acusé a Franqui de mentiroso, a propósito de Checoslovaquia y de ciertas cosas por él vistas aquí dichas. El mentiroso era yo. Y además, el imbécil. Como ministro de Industrias de Cuba, confié en un gobierno socialista, el checo -y no sólo en ése-, y me vendieron lo que no servía. Fábricas viejas. Todas las mierdas que les sobraban. Ahora yo también soy desconfiado. Ver para creer”... “Evolucionaba mucho. -Era crítico. -Descubría muchas verdades del socialismo real. -Aún en su proverbial autonomía, era en esa época un simpatizante de la Revolución china”... “El Che pasaba del dogma a la realidad... Entonces, como si necesitase otro dogma, para combatir la realidad, recurría al nuevo dogma. Ahora el chino”. Y se negaba a ver la realidad, prefiriendo la utopía de la “revolución mundial”, porque desde joven había tomado por ese camino idealista (en sentido metafísico) equivocado. 724 Schelp, Diogo y Teixeira, Duda, “Che, etc.”, cit., p. 88: “Como médico, nunca ejerció su profesión. Como ministro y embajador, nunca consiguió lo que quería. Como guerrillero, fue apenas eficiente en matar por causas sin futuro”. 725 Gioffré, Marcelo, “Los fracasos del Che Guevara”, en La Nación, Bs. As., 30.7.2005, dice: “Hijo de una familia aristocrática argentina, Guevara renegó de su origen y de su tierra. Recibió el título de médico y también declinó el ejercicio de la profesión. De estudiante, intentó fabricar gamexane con talco, marca Vendaval, pero le fue mal en la empresa. En 1952, abandonó en un leprosario de Venezuela a su amigo Alberto Granado, con la promesa de que volvería, cosa que nunca hizo. En Guatemala, en el 54, intentó en vano la defensa de Jaco-

397

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

de su vida podría verse como “una impecable estética del fracaso”. Claro que en ello influyó la traición, la principal, la de “Tania, la guerrillera”. Aludiendo a estos temas, su apologista favorito, el francés Jules Régis Debray (“Danton”, en la guerrilla boliviana), a poco de la muerte de EG, escribía: “Ernesto Guevara murió antes del 8 de octubre pues estaba vencido... por la traición de algunos de los grupos prosoviéticos y prochinos de Bolivia, y también por la traición de otros que no eran bolivianos”726. bo Arbenz frente a un golpe de Estado. Como intendente provisional de Sancti Spiritus, prohibió la bebida y el juego, regla que debió revocar al día siguiente. Fracasó en su matrimonio con Hilda Gadea. Por vanidoso, cometió el error de publicar su libro ‘Guerra de guerrillas’, que fue muy útil para el Pentágono, al poner en evidencia los secretos de la subversión armada. Fracasó al subestimar el bloqueo. No tuvo ningún éxito en su misión diplomática en la Conferencia de Punta del Este de 1961, donde debía llegar a un acuerdo con los norteamericanos. Fracasó en su plan de industrialización acelerada y con ello provocó una debacle de la zafra azucarera. Perdió con los economistas rusos la controversia sobre los estímulos (que él pretendía morales -“el hombre nuevo”- y los técnicos soviéticos, materiales). Fracasó en su valoración de China y no pudo convencer a Mao Tse-tung, en 1965, de hacer otra guerra de guerrillas en América Latina. Contribuyó en Cuba a crear un monstruo y debió renunciar e irse. Fracasó como hijo (al menos en la famosa dicotomía moral que Jean-Paul Sartre plantea en ‘El existencialismo es un humanismo’), ya que cuando la madre murió de cáncer no pudo estar a su lado, y en una carta final que llegaría tarde, escribió: ‘Los he querido mucho; sólo que no he sabido expresar mi cariño’. Cometió el error de confiar en Fidel Castro una carta para ser leída después de su muerte y Castro la leyó prematuramente, traicionándolo. Fue a luchar al Congo y, más allá del pintoresquismo de saborear sopa de mariposas, debió abandonar la misión. Le armaron una guerrilla inverosímil en Bolivia y también fracasó. No fue hábil para captar al comunista Monje ni a los campesinos para esa lucha guerrillera. Fue padre de cinco hijos y, objetivamente, los dejó librados a su suerte para emprender un viaje disparatado hacia utopías mal calculadas. El conjunto de su vida podría verse como una impecable estética del fracaso, que concluyó, póstumamente, con toda una generación diezmada en su nombre”. 726 Pueblo, Madrid, 23 de octubre de 1967. Aclaremos, un poco el punto de las traiciones. El 5 de junio de 1967, “Tania”, es decir, la judeo-germana-argentina Heidi Tamara Bunke Bider, dejó su jeep “Toyota” en un garaje próximo a la estación policial de Camiri, localidad del sur boliviano. Cuando se allanó el lugar, en la gaveta del vehículo los policías hallaron cuatro pequeñas libretas con los nombres de todos los guerrilleros del campamento de Ñancahuazú, los contactos en La Paz, el origen de los fondos y los planes futuros de la guerrilla. De ahí en adelante la acción de las fuerzas represivas se tornó muy fácil. Para algunos autores, esto configura la traición de “Tania”, ver: James, Daniel, op. cit., p. 317. Cfr. Geyer, Georgie Anne, op. cit., pp. 269-270. Los biógrafos posteriores han omitido el dato o lo han minimizado (para poder culpar mejor a los militares

398

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

bolivianos). Al respecto hay que comenzar por saber de Tania que tanto el padre, como la madre, Nadezha Bider, ruso-judía, habían sido activistas del Partido Comunista Alemán, como después lo fueron del Partido Comunista Argentino. “Tania” nació en Buenos Aires en 1937 y, por lo tanto, tenía ya 30 años cuando operó en Bolivia en la guerrilla de Guevara: Newton, Ronald C., El cuarto lado del triángulo. La “amenaza nazi” en la Argentina (1931-1947), Bs. As., Sudamericana, 1992, p. 219, nota 17. El dato siguiente lo constituye la eventual condición de espía de “Tania”, quien habría sido empleada del MFS, Ministerio de Seguridad Estatal de Alemania Oriental (STASI), de ahí habría pasado a trabajar para el “Schmert”, el servicio secreto de espionaje del Ejército Rojo, sin colisiones internas. Jorge G. Castañeda, op. cit., pp. 442-444, trae este dato, pero discute algunas de sus facetas. En contra, las castristas: Rojas, Marta y Rodríguez Calderón, Mirta, Tania: la Guerrillera, México DF, Diógenes, 1971; la edición cubana se titula: Tania, la guerrillera inolvidable, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1974. También la obra de uno de sus amantes: Estrada, Ulises, Tania la guerrillera y la epopeya suramericana del Che, Bs. As., 2006. “Benigno”, es decir, el guerrillero Dariel Alarcón Ramírez, plantea su propia interpretación del rol de “Tania”. Supone que ella no trabajaba para la KGB sino para el MININT cubano. Además, prefiere echarle la culpa de la traición a “Willy”, el guerrillero boliviano Simón Cuba Sanabria, miembro del grupo chinoísta dirigido por Moisés Guevara, y que murió junto a Guevara en La Higuera, el 8 de octubre de 1967. “Benigno” afirma que “Willy” pertenecía a la CIA: op. cit., pp. 147, 226. Ciro Bustos, por su lado, anota que “Tania” “parecía de la KGB”, y que “no era ni cubana ni argentina”: op. cit., pp. 278, 279. Lo que importa saber es si esa mujer era espía de los soviéticos, condición que su madre niega. Pues resulta que ese aspecto es tan evidente que el mismo Mariano Rodríguez Herrera no puede ocultarlo. La considera una “cooperadora” secreta (op. cit., p. 43). Veamos cómo lo presenta. Comienza citando a Friedrich Hetmann y a Jorge Castañeda, cuando reproducen la entrevista al ex jefe de los servicios secretos de la Alemania Comunista, Günther Mannel, publicada el 26 de mayo de 1968. Este dice que “Tania” trabajaba en el HVA del MFS (Stasi) desde 1958. “Se especializaba en la atención de visitantes extranjeros... y recurría a todas las mañas femeninas de las espías de la literatura. Según Mannel, en 1960 la KGB quiso ampliar su número de agentes en Cuba, y él fue el encargado de reclutar a Tania para ese propósito, misión que cumplió en una estación de tren de Berlín”. Aunque el jefe del contraespionaje alemán oriental Marcus Wolf, no ha confirmado el dato, otros historiadores lo tienen por acreditado. Así, Jon Lee Anderson, para quien “De acuerdo con los archivos de la seguridad de la Alemania del este, fue (‘Tania’) una informante informal de la STASI, antes de que fuera a Cuba en 1961. En ese tiempo también, era considerada por la división foránea de la STASI, la HVA, como una agente encubierta” (op. cit., pp. 132, 134). También el cubano castrista Orlando Borrego, amigo personal de “Tania”, afirmó que “No tenía dudas respecto de que ella trabajaba para los servicios alemanes”. El oficial de la KGB, Alexander Alexeiv, indicó que ella había sido una agente alemana” (op. cit., p. 137). Desmintiendo categóricamente a la madre de “Tania”, los archivos de la STASI muestran que: “Tamara Bunke, todavía conocida con ese nombre, fue reclutada como informante por un oficial de la contrainteligencia alemana llamado Günther Mannel, encargado del departamento de Estados

399

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Unidos para la HVA de la STASI”. El plan inicial era que espiara en EE.UU. Dado que Mannel desertó un mes después de la partida de “Tania” a Cuba, fue advertida por la STASI que el proyecto primero, trabajar de espía en USA, se cancelaba. Por eso se quedó en Cuba y cooperó con los servicios de inteligencia cubanos (op. cit., pp. 136-137). No lo hizo porque tuviera admiración por Guevara, o porque hubiera transferido su lealtad de agente secreto a Cuba. Fueron órdenes, simplemente. La versión ortodoxa castrista es otra. El más calificado para proporcionarla era el jefe de los espías cubanos, Manuel Piñeiro Losada. “Barbarroja”, quien comenzó por sostener que Tania no abandonó documentos, “salvo los que estaban en el jeep” (sic), y que ellos cayeron en manos enemigas “por pura casualidad”. La teoría del azar, que le dicen... (¿era creíble que por casualidad una agente entrenada asentara en una libreta los nombres de todos los guerrilleros...?). En orden a la condición de Tania, expuso lo siguiente: “creo que Tania... cooperaba, como es perfectamente lógico y comprensible con los órganos de Seguridad de su país: la desaparecida República Democrática Alemana... no dudo que haya ayudado a los órganos políticos o de la Seguridad de la RDA, pero cooperar no significa que fuera un agente orgánico, una funcionaria de la Seguridad de la RDA. Y en la dudosa hipótesis de que en algún momento lo hubiera sido, lo que sí puedo garantizarles es que ella se desprendió de estas responsabilidades para dedicarse por entero, leal, noble y desinteresadamente a la Revolución cubana y a la lucha revolucionaria y antiimperialista en América Latina”: “Barbarroja, etc.”, cit., p. 94. El análisis de Piñeiro es burocrático: de si “Tania” figuraba como personal permanente en la plantilla de la STASI o no. Como fuere, aun como “amateur” o colaboradora ocasional o vocacional, lo que él admite es que, en efecto, sí dejó los documentos en el jeep, y que sí había trabajado para la STASI. Ahora bien, si eso era así, por qué no suponer que cuando, contrariando las resoluciones de Guevara, ella se quedó en el campamento de Ñancahuazú, y abandonó en el jeep las famosas libretitas, continuaba obedeciendo a sus amos soviéticos (STASI y KGB se “coordinaban”). La única “razón” en contra sería la palabra de Barbarroja, su burlado jefe cubano quien, por cierto, no admitiría su responsabilidad, por su falta de control sobre dicha agente. Bien, y volviendo al juicio de Mariano Rodríguez Herrera, si como dice él, “Tania”, era “una actriz consumada” (op. cit., p.69), ¿por qué negar que estaba capacitada para despistar a los guerrilleros cubanos, aunque en ese juego le fuera la vida...? Objetivamente, ella fue un agente doble. Eso es innegable. Luego, a cargo de los que la defienden está la producción de la prueba de que el abandono de la documentación casi en manos de la policía en Camiri, no constituía un acto obvio de traición contra Guevara. De paso, anotemos la sugestiva conducta de “Renán Montero” o “Monleón”, alias “Iván”, el hombre del Departamento América en Bolivia (ya desde la época de la expedición de Masetti, cuyo nombre verdadero pareciera ser el de Andrés Barahona López). Resulta que cuando las cosas se pusieron pesadas en Ñancahuazú, en 1967, “Iván”, que era el contacto en La Paz, hizo mutis por el foro, desapareció de la escena. Tratando de justificar ese abandono, “Barbarroja” fue bastante escueto. Interrogado sobre el particular, dijo: “A la pregunta de por qué regresó a Cuba el compañero Renán Montero, conocido por Iván. Él vino porque tenía que actualizar su documentación ilegal”: “Barbarroja, etc.”, cit., p. 92. Formalismo puntilloso con sus documentaciones clandestinas... Otro caso análogo fue el del agente de “Barbarroja”

400

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

¿Eso era así...? Los sucesivos fracasos de las empresas revolucionarias que emprendió, ¿obedecieron a traiciones...? Desde luego que, en parte, sí727. No obstante, entendemos que la causa principal de sus frustraciones provino de otra fuente, no exógena, sino endógena. Para conocerla basta con leer su carta “El socialismo y el hombre en Cuba”, que enviara a “Marcha” en 1965, en la que desarrolla su teoría del “Hombre Nuevo”. Se ha querido ver en ese texto la formulación de una doctrina novedosa. No lo es; o no lo es principalmente. Ni pretende serlo. Allí, Guevara de continuo se apoya en Karl Marx, para glosarlo. Apunta, sobre todo, al neo-hegelianismo del joven Marx ( el de los “Manuscritos de 1844” y “La Ideología Alemana”, inspirados en las teorías “desalienadoras” de la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel, que haría las delicias de los marxólogos de los años ’70). Un marxismo muy próximo a la “Crítica de la Razón Dialéctica” de Jean-Paul Sartre, con su “humanismo socialista”. El punto de partida del materialismo dialéctico-devinirista, impide reconocer la existencia de la naapodado “Emiliano”, quien desinformó a Guevara acerca de las condiciones reales de Bolivia (apoyo del PCB, disposición de los indígenas, etc.), y que luego desapareció sin dejar rastros: Rodríguez Ostria, Gustavo, “Los comunistas bolivianos: ¿traición o diferencia?”, en: Lucha Armada en la Argentina, Bs. As., n° 9, 2007, pp. 86-88. Agrega este autor: “Emiliano no figura en las obras biográficas de Paco Ignacio Taibo, Jorge Castañeda, Pierre Kalfon, Pacho O’Donnell. Incluso Anderson, tras mencionarlo, no especifica su papel”: op. cit. p. 87. Son, pues, varios “amigos”, quienes figuran en las filas de la traición. 727 Otra versión, ésta novelada, es la proporcionada por Joseph Marsant (Pierre Galice), en La séptima muerte del Che, Barcelona, Plaza y Janés, 1979. “La tesis central es que Manuel Piñeiro plantó un hombre suyo en el equipo del Che, que traiciona al argentino al final. El propósito de la traición radicaba en culpar a los soviéticos de la muerte del Che para inducir un distanciamiento entre Castro y Moscú. Fuentes de los servicios de otro país de Europa Occidental han señalado que Galice estaba extraordinariamente bien informado -se nota en el texto-, y que por muy fantástica que pareciera la especie, no carecía de elementos verídicos”: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 463, nota. Sin necesidad de recurrir a la ficción, bastaría con reflexionar sobre este dato: para la empresa del Congo Castro le proporcionó a Guevara alrededor de 500 soldados, de los cuales más de 110 partieron con él. Para Bolivia, solo le dio 23. Ver: Gálvez Rodríguez, William, El sueño africano del Che. ¿Qué sucedió en la guerrilla congolesa?, La Habana, Casa de las Américas, 1997, p. 61. Y, por esa misma época, el Comandante Antonio Tomasevich atacaba Caracas con 500 soldados cubanos.

401

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

turaleza humana, y su conciencia individual, previas a toda “praxis” económica. Con Marx, Guevara cree en: “la conciencia de su ser social, lo que equivale a su realización plena como criatura humana, rotas las cadenas de la enajenación. Esto se traducirá concretamente en la apropiación de su naturaleza a través del trabajo liberado”728. 728 Guevara, Ernesto “Che”, “Obras Completas”, cit., p. 191. De modo muy elemental, anotemos que para Marx y Guevara la realidad no son las cosas tal cual se presentan ante nuestros sentidos, compuestas por substancias permanentes y accidentes cambiantes, sino que -al modo de Heráclito, “el oscuro de Éfeso”- todo es un proceso histórico de devenirismo economicista, cuya raíz está en la lucha de las fuerzas productivas. Se asimilan pensamiento y acción, sin distinguir entre los estadios de la observación, la especulación, la proyección y la realización, propias del “homo sapiens”. Sólo hay la “praxis” del “homo faber”. Se licúa la naturaleza individual concreta en la “humanidad” abstracta; y, por ello, se habla de “conciencia colectiva”. Lo cierto es que la personalidad psicológica humana no está en modo alguno sujeta al dominio social, al contrario, está exenta del dominio social. El hombre, según los marxistas, estaría inserto en la materia (“vida es el modo de existir de las sustancias albuminoideas”, F. Engels), determinista y necesaria (se trata de conceptos de la Física del siglo XIX). Entonces, el hombre no tiene otra libertad que la de descubrir la necesidad a la que está determinado. En el “Anti-Dühring”, Friedrich Engels dirá que la libertad es “la percepción de una necesidad, es la necesidad hecha conciencia”. O sea, que, para los marxistas, no hay libertad de elección. Guevara lo afirmará explícitamente: “No se puede oponer al realismo socialista ‘la libertad’, porque ésta no existe todavía no existirá hasta el completo desarrollo de la sociedad nueva”: op. cit., p. 194. Esto es: una libertad que sólo se podrá ejercer cuando ya no sea necesaria. En verdad, la libertad es una facultad electiva de los medios conservado el orden del fin, un modo instrumental de dirigirse hacia los bienes. El hombre es libre, “en cuanto no tiene pre-fijados los objetos concretos hacia los cuales ha de moverse; ni siquiera, previamente, si se ha de mover o no hacia objetos pre-establecidos. De otro modo: no está el hombre forzado, impulsado, necesariamente a determinado acto concreto de su voluntad sobre determinado bien concreto y limitado; esto es, puede el hombre querer o no querer en concreto (libertad de ejercicio); y, en caso de querer actuar, no está forzado a elegir éste o aquél bien concreto (libertad de especificación): Ruiz Sánchez, Francisco, Fundamentos y Fines de la Educación, Mza., Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Ciencias de la Educación, 1978, pp. 292-293. El punto, claro, es la confusión entre los simples animales y el hombre, animal racional. Aquellos tienen siempre indefectiblemente determinada su conducta por estímulos externos. Tienen hambre, ven comida, comen. El hombre, no. “Aun teniendo hambre, y siéndole sumamente apetecible lo que se le pone delante, puede abstenerse de comer, quizás por conjeturar que aquello esté envenenado o por preferir mortificar el apetito, o puede dejar la comida para más

402

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

También EG cree en la filosofía de la historia del marxismo, en particular el nexo entre determinismo económico y Estado, por el cual los tipos de Estados se corresponden con los métodos de producción económica. Craso error empírico729. Pues, a partir de tales premisas, diseña conclusiones. Unas primeras, son de carácter pedagógico. “En este período de construcción del socialismo podemos ver al hombre nuevo que va naciendo”, dice. Ese hombre debe ser educado por la sociedad, “a través del aparato educativo del Estado”. Considera ese adoctrinamiento tarde... Son muchas las posibilidades de conducta en el hombre, incluida la de no actuar, lo cual demuestra que si actúa de una manera determinada, no es a causa de los estímulos externos, sino por alguna otra causa, interna, que si bien no excluye estos estímulos ni se sitúa en contraposición con ellos, es capaz de asumirlos y de dominarlos”: Widow, Juan Antonio, El hombre, animal político. El orden social: principios e ideologías, Santiago de Chile, Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago, 1984, p. 40. Esos datos son, precisamente, los que el materialista decimonónico de Ernesto Guevara, por falta de buena formación filosófica y científica, nunca tuvo en cuenta a la hora de ponerse a discutir con otros comunistas sobre estímulos morales o materiales, cuando ni siquiera sabía distinguir entre “condición” y “causa”. 729 “En primer lugar, encontramos un mismo tipo de Estado en países que tienen diferentes modos de producción. Por ejemplo, los Estados Unidos han mantenido un mismo tipo de Estado desde su fundación. Sin embargo, durante ese período han tenido todos los modos posibles de producción económica, desde la esclavitud hasta la más exagerada forma de capitalismo. -Más aún, por lo que atañe a la supresión de la esclavitud en los Estados Unidos, tenemos un caso bien notorio de un Estado que no cambia al alterarse el modo de su producción económica. Un Estado que cambia esencialmente el modo de producción económica, mientras él permanece inalterable, es un hecho totalmente inexplicable en términos de teoría marxista. -En segundo lugar, encontramos con frecuencia formas esencialmente diferentes de Estado, montadas sobre la misma base económica. Así, tanto en la antigua Grecia, como en Roma, había un mismo régimen de producción apoyado en la esclavitud. Según la teoría marxista la antigua Grecia y Roma debían haber tenido un mismo tipo de Estado, y ese tipo debería haber quedado inmutable hasta que ocurriese un cambio en el método de producción. -Sin embargo, Roma y Grecia tuvieron diversas y esencialmente diferentes formas de Gobierno. En Atenas hubo primero una monarquía de sucesión hereditaria; luego, la república aristocrática y democrática; finalmente el despotismo (de los treinta tiranos), y la democracia. En Roma hubo sucesivamente reyes por elección, república aristocrática, democrática y monarquía absoluta de los Césares. -La teoría marxista no puede explicar la sucesión de esas formas de gobierno, esencialmente diferentes”: Mc Fadden, Charles J., La Filosofía del Comunismo, 2ª. ed., Valladolid, Sever-Cuesta, 1961, pp. 270271. Cfr. Federn, Karl, La concepción materialista de la Historia, Bs. As., Espasa Calpe Argentina, 1942.

403

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

estatal coactivo una función básica para la existencia de la nueva sociedad, es decir, aquella: “donde los hombres tendrán características distintas: la sociedad del hombre comunista”. Eso lo comprende bien la “vanguardia”, constituida por el Partido (se entiende que comunista); pero no así por la masa. Por eso, los grupos de ésta: “deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad; es la dictadura del proletariado ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada, sino también, individualmente, sobre la clase vencedora”730. Bueno, eso es la quintaesencia del régimen totalitario, tal como se dio en la Unión Soviética, que tiranizó a Rusia desde 1917 a 1991, y el que padece Cuba, desde 1959. El de la Cheká y el Gulag, regímenes policíacos-carcelarios. Donde los estímulos y las presiones al modo de los perritos de Pavlov, están en la orden del día. Gracias a la Dictadura del Proletariado (del PC sobre el Proletariado) se genera el milagro socialista, de hacer “salir del reino de la necesidad y entrar al de la libertad” (consultar con los “balseros” cubanos, que en gomones, desafiando a las olas oceánicas y los tiburones, han huido del “reino de la libertad”731; reino en el que, dicho sea de paso, casi ninguno de sus apologistas argentinos ha elegido para su residencia permanente). En todo caso, siempre es de agradecer la sinceridad de Guevara cuando, al definir el sistema de gobierno de Cuba -y a la inversa de los propagandistas externos del castrismo que hablan de una “verdadera democracia popular”-, les responde a los estudiantes de la Universidad de Santiago: “Algunos dirán que eso es dictadura, y si ustedes están de acuerdo, yo también lo estaré: es una dictadura. Pero eso es lo que es bueno para Cuba”732. Guevara, Ernesto “Che”, “Obras Completas”, cit., pp. 189, 190. Mientras pudieron, emigraron alrededor de un millón de personas, un 10 % del total de la población cubana. Después, la sangría demográfica ha sido contenida prodigando la pena de muerte. En el conocido caso de Mariel, de 1980, consiguieron salir 125.000 cubanos: Thomas, Hugh S. y otros, op. cit., pp. 120-121. 732 O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 234. 730

731

404

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Bueno, lo que se dice, bueno; de lo bueno, lo mejor. Bien, prosigamos con Guevara. El pueblo “masa todavía dormida”, seguirá a su “vanguardia, la guerrilla”. Ésta hará entrar a aquél en la Utopía, o sea, lo que EG llama “el hombre del siglo XXI”. Entresaquemos ahora sus parágrafos principales: 1- “Podemos injertar el olmo para que de peras”733. 2- “Las nuevas generaciones vendrán libres del pecado original”734. 3- “En nuestra sociedad, juegan un gran papel la juventud y el Partido. 733 Literariamente registra la idea hegeliana de la contradicción, de la negación del principio de identidad; que constituye la piedra angular del sistema idealista-marxista; negador del ser de las cosas y, por ende, intrínsecamente perverso. Noción expuesta por Mao Tsé-tung de la siguiente manera: “La ley de la contradicción inherente a las cosas, a los fenómenos, es decir, la ley de la unidad de los contrarios, es la ley fundamental de la naturaleza y de la sociedad y, en consecuencia, la ley fundamental del pensamiento”: A propósito de la contradicción, Bs. As., Cuaderno de Cultura, 1953, p. 37. O sea, que aquel primer principio lógico de que no puede afirmarse de una cosa que sea y no sea a la vez, al mismo tiempo tiempo y bajo el mismo aspecto, no rige para los marxistas. Por negar la identidad, Guevara fracasó en primer lugar. Por eso, de él se ha dicho: “Su enemigo no fue el imperialismo, ni la injusticia, ni siquiera Fidel Castro. Su enemigo fue el sentido común que, por la naturaleza misma del ser humano, siempre e indefectiblemente, termina triunfando”: “Instituto”, cit. 734 La “hybris”, la tentación original de la soberbia de “ser como dioses”, la reiteran quienes creen poder “restaurar la inocencia prístina del hombre -su conocimiento y su potencia- y, para alcanzar este objetivo, desean anular el pecado original y partir de un comienzo sin mancilla”: Molnar, Thomas, El Utopismo. La herejía perenne, Bs. As., Eudeba, 1970, p. 28. “Homo hominis Deus”: el hombre es un dios para el hombre, Ludwig Feuerbach (“La Esencia del Cristianismo”). La autoprocreación del hombre por medio del trabajo socializado; afirmación de la divinidad del hombre, concretada en una inmanencia social integral. El antropocentrismo liberal, se transforma en el antropoteísmo marxista. Una faceta muy peligrosa del utopismo es que, como comporta una secularización del misterio cristiano, intenta confundirse con la virtud teologal de la Esperanza. No hay parentesco alguno, en primer lugar porque la Utopía descansa sobre el odio (de clase, teológico, antropológico, etc.). Bien dijo Carlos Alberto Sacheri que: “El odio que la actitud utópica concentra sobre la humana condición, su tendencia profunda a la abstracción, marginada de todo contacto con la experiencia cotidiana, su espíritu de sistema, su voluntad de autonomía absoluta, se han traducido históricamente por el rechazo del mensaje cristiano que lo fundamenta... La oposición entre el utopismo modernista... y el cristianismo del Evangelio y de la tradición católica, es total”: en: Hernández, Héctor H., op. cit., p. 283.

405

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

Particularmente importante es la primera, por ser la arcilla maleable con que se puede construir el hombre nuevo sin ninguna de las taras anteriores. Ella recibe un trato acorde con nuestras ambiciones. Su educación es cada vez más completa y no olvidamos su integración al trabajo desde los primeros instantes. Nuestros becarios hacen trabajos físico en sus vacaciones o simultáneamente con el estudio”735. 4- “El Partido es una organización de vanguardia... es minoritario pero de gran autoridad736... Nuestra aspiración es que el partido sea de masas, pero cuando las masas hayan alcanzado el nivel de desarrollo de la vanguardia, es decir, cuando estén educadas para el comunismo”737. 735 Un modo de modelar la “arcilla” fue, en marzo de 1971, cuando se envió 400.000 jóvenes, acusados de vagancia o ausentismo, a “internación en centros de rehabilitación”: Harrington, Michael, Socialism, New York, Bantan Book, 1973, p. 291. Mientras tanto, Pedro Boitel, presidente de la FEU (Federación de Estudiantes Universitarios), destacado en la lucha contra Batista, fue encerrado en la cárcel de la Isla de Pinos (ahora llamada: “de la Juventud”; seguramente, por los cientos de jóvenes que allí padecieron encarcelados), donde, tras diversos castigos, murió. “El trabajo voluntario, ese invento de Guevara”, sostiene Mariano Rodríguez Herrera, op. cit., p. 25, tuvo, para muchos, tanto de “voluntario”, como para los que les toco vivir en los “lager” alemanes o los “gulag” rusos. “La alegría por el trabajo”, era el lema colocado en los pórticos de los campos de concentración nazis. 736 “En Cuba, cuando decimos partido queremos decir gobierno, cuando decimos gobierno queremos decir partido”: Fidel Castro, 26 de julio de 1965: Thomas, Hugh S. y otros, op. cit., pp. 38-39. 737 Concepto análogo al de los fundadores del régimen liberal argentino, que se decían partidarios de la democracia, pero supeditada a un adoctrinamiento escolar obligatorio y laico de las masas para que, algún día, estuvieran en condiciones de ejercer sus hipotéticos derechos. Tal era el sentido del “educar al soberano”, lema de Domingo Faustino Sarmiento -“Educar el mayor número para que sigan las tradiciones europeas liberales”: “Obras Completas”, t° 22, p. 241-, y que Esteban Echeverría -en la X Palabra Simbólica, del “Dogma Socialista”, “Organización de la patria sobre la base democrática”- exponía de esta suerte: “Para emancipar a las masas ignorantes y abrirles el camino de la soberanía es preciso educarlas. Las masas no tienen sino instintos... y no conocen la senda de la libertad. La instrucción elemental las pondrá en estado de adquirir mayores luces, y de llegar un día a penetrarse de los derechos y deberes que les impone la ciudadanía. La educación de las masas debe ser sistematizada”. “Mutatis mutandi”... De aquellas premisas liberales se siguió el régimen oligárquico de 1880, y el del “fraude patriótico” de la década de 1930. También aquellos “próceres” eran partidarios de la Revolución Destructiva. Al

406

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

5- “La tarea del revolucionario de vanguardia es a la vez magnífica y angustiosa. Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor... Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo738. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita. Los dirigentes de la revolución tienen hijos que en sus primeros balbuceos, no aprenden a nombrar al padre, mujeres que deben ser parte del sacrificio general de su vida para llevar la revolución a su destino; el marco de los amigos responde estrictamente al marco de los compañeros de revolución. No hay vida fuera de ella739. En esas condiciones, hay que tener una gran dosis de humanidad... de amor a la humanidad”740. exponer el sentido de “la verdadera revolución”, en “Las Bases”, Alberdi escribía: “No son las leyes las que necesitamos cambiar: son los hombres, las cosas. Porque lo que hay es poco y es malo”. Y en “Viajes”, Sarmiento enunciaba: “A mí que no pido como Arquímides, sino un punto de apoyo para poner mi patria o la de los otros, patas arriba, porque no soy difícil en punto a la propiedad y pertenencia de las patrias”. “Este país hay que hacerlo de nuevo, vieja. Está mal hecho”, le dirá Ernesto Guevara a su madre: Gambini, Hugo, op. cit., 1ª. ed., p. 226. Siempre se trata de “poner patas arriba” las sencillas cosas de nuestro pobre país, que liberales y marxistas nunca han respetado. 738 Paradoja también expuesta en otra frase suya, donde indicaba: “Tenemos que endurecernos, pero sin abandonar la ternura jamás”. Tenemos que dar calor, pero que sea frío. 739 En carta a su madre había expresado el mismo concepto: “No tengo casa, ni mujer, ni hijos, ni padre, ni hermanos, mis amigos son amigos mientras piensen políticamente como yo”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 230. 740 Los mismos que aprisionan al vecino, hombre concreto, son los que declaran su abstracto “amor a la humanidad”. Dado que la caridad (nombre latino del griego amor al prójimo) procede por grados, no es creíble la postura de aquel que se desentiende de los prójimos más próximos para atender sólo a los lejanos. Punto que presenta otra faceta: “La unión en el mismo individuo de un fuerte ideal moral y de costumbres decadentes constituye un terrible peligro social... Los pecados de idealismo, de angelismo, que están en la base de las grandes convulsiones culturales y políticas de los tiempos modernos, se derivan en gran

407

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

6- “El revolucionario, motor ideológico de la revolución dentro de su partido, se consume en esa actividad ininterrumpida que no tiene más fin que la muerte”741. 7- “Si... se olvida del internacionalismo proletario, la revolución que dirige deja de ser una fuerza impulsora y se sume en una cómoda modorra742... El internacionalismo proletario es un deber pero también es una necesidad revolucionaria”743. parte de ahí. Unida a sanas costumbres, la alta moralidad hace los santos; unida a costumbres decadentes, produce utopistas y revolucionarios”: Thibon, Gustave, Diagnósticos de filosofía social, Madrid, Editora Nacional, 1958, p. 118. Otro enfoque del problema: “Considera (la ideología fubista) al hombre una entelequia, una abstracción y no el hombre de carne y hueso que está a nuestro lado... Sustituye al hombre concreto por una idea: la humanidad, y para ella son sus amores y sus devociones”: Jauretche, Arturo, “Filo, etc.”, cit., pp. 139-140. 741 “Lo único inmutable es la abstracción del movimiento: mors inmortalis”, Karl Marx (“Miseria de la filosofía”, 1846). El hombre, “un ser para la muerte” (JeanPaul Sartre). En el soliloquio de “Pertini”, del drama “Oulanem”, Karl Marx pronostica que “se hundirá en la nada absoluta” y “eso será vivir de veras”. Es una muerte en la inmanencia móvil de la materia conflictiva. Un final sin un resquicio trascendente. Propio de la “angustia existencial”, de la desesperanza absoluta. “Muerte inmortal”: punto de llegada del materialismo dialéctico. 742 “Pombo”, el capitán cubano Harry Villegas, comunista, y fiel a las consignas guevaristas del “internacionalismo proletario”, al discutir con Mario Monje Molina (“Estanislao”), Primer Secretario del PCB, le expresó que: “Todo el proceso ha sido informado a nuestro país... y que el cuartel general estaba aquí (Bolivia) porque se pensaba que este país por el momento era uno que reunía las mejores condiciones”: Rolando, Pombo, Braulio, Diarios de Bolivia, Bs. As., Ed. Fuerte, 1971, p. 75; cfr. Villegas, Harry (Pombo), op. cit., p. 62. He ahí una clara distinción entre “este país”, ajeno a ellos, y “nuestro país”, su patria cubana. Bien por “Pombo”. Claro que “Estanislao” opinaba lo mismo, pero al revés... Probablemente, ambos estuvieran sumidos en “una cómoda modorra”. Prueba de ello es que “Pombo”, al fin de su odisea, al arribar a La Habana, escribe: “Qué tremenda emoción al divisar la Punta de Maisi, ya en territorio cubano. Ese verdor, esa belleza de nuestra tierra, nos causaron una impresión muy grande, extraordinaria”: Villegas, Harry (Pombo), op. cit., p. 268. 743 En noviembre de 1964, Ernesto Guevara visitó Moscú. Como intérprete se desempeñó Rudolf Petrovich Shlyapnikov. Según este agente de inteligencia, “el Che se reunió con varios altos funcionarios soviéticos, entre ellos su jefe Yuri Andropov y Vitali Korionov, el sexagenario subjefe del Departamento América del Comité Central... el Che pidió la reunión con él para discutir “las actitudes” de los partidos comunistas latinoamericanos”: Anderson, Jon Lee, op. cit., p. 616. El hecho que Guevara fuera a Moscú a debatir con los chequistas soviéticos la suerte de los comunistas de Hispanoamérica, da un ejemplo cabal de lo que EG entendía por “internacionalismo proletario”. Esa intervención no se

408

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

8- “Así vamos marchando. A la cabeza de la inmensa columna -no nos avergüenza ni nos intimida decirlo- va Fidel”744. 9- “Haremos el hombre del siglo XXI; nosotros mismos”745. Utopía, decía Tomás Moro, es el lugar de ninguna parte. Lo que no es, ni tiene potencialidades para arribar al acto. La ilusión de cómo podrá o deberá ser lo que nunca ha sido. Lo que jamás ha sido, precisamente por no haber sido, y por causas dialécticas, necesariamente será (recuérdese siempre que ellos han negado el principio de identidad). Utopía, el opio del marxista, “la herejía perenne”, quimera a la que Guevara siempre fue adicto746. Los marxistas hablan del “cambio”; pero el único cambio viable es el hacedero, el que parte de lo real, no el que se propone abolir todo lo existente y se encamina hacia la nada. Éste, por ser contrario a la naturaleza humana, carece de cimientos sobre los cuales asenfundaba, principalmente, en la teoría marxista, sino en las finanzas partidarias. El corresponsal de TASS en Buenos Aires, Isidoro Gilbert, indica: “En el libro La conspiración del Kremlin, escrito conjuntamente por el procurador general de Rusia, Valentín Stepakov, por su segundo, Evgueny Lisov y por el periodista Paul Nikitin, se sostiene que el PCUS otorgaba ayuda a los partidos comunistas por unos 20 millones de dólares anuales, monto que también estima correcto el general (r) del KGB, Nicolai Leonov”: op. cit., p. 243. Tal vez sea por eso que, al desaparecer la URSS en 1991, el “internacionalismo proletario” se haya marchitado un tanto. 744 “El culto de la personalidad no murió con Stalin”, fue el único comentario de Guevara, al enterarse que Fidel Castro, ante la TV, el 3 de octubre de 1965, había dado lectura a su “carta de despedida” que, por su carácter póstumo, sólo debía conocerse después de su muerte: Kalfon, Pierre, op. cit., pp. 489-490. La finalidad obvia de Castro era cerrarle definitivamente las puertas de Cuba. Una situación que ya venía preparándose. De ahí que Daniel James apunte: “En realidad, ¿a qué renunció? Esa primavera de 1965, cuando decidió marchar al Congo, no le quedaba nada en su poder... En pocas palabras, el Che fue obligado (por Fidel) a largarse... Se exiliaba al mismo tiempo que sus camaradas lo deportaban”: op. cit., pp. 214, 215. Al respecto, Huber Matos es categórico: “La aventura de Bolivia fue la manera de deshacerse del Che, que estaba en desacuerdo con los soviéticos”: op. cit., p. 455. “Lo cierto es -afirma Gabriel Rot- que el Che se había visto seriamente cuestionado por la dirigencia cubana y su permanencia en la isla se hizo a sus propios ojos, literalmente imposible”: “Lanzando semillas con desesperación”, en: Lucha Armada en la Argentina, Bs. As., n° 9, 2007, p. 26. El reloj del “Che” adelantaba: quien fuera el primero en el sovietismo, fue también el primero en el antisovietismo. Con la primera conducta, arruinó Cuba; con la segunda, perdió la vida. 745 Guevara, Ernesto “Che”, “Obras Completas”, cit., pp. 184, 195/199. 746 “Él no estaba dispuesto a renunciar a sus utopías”: O’Donnell, Pacho, op. cit., p. 322. No quería conocer la realidad, sino sólo transformarla.

409

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

tarse. Es un viejo tema filosófico que aclaró Aristóteles contra el inmovilismo esencialista de Parménides y el devenirismo de Heráclito. Substancias permanentes, accidentes cambiantes. Aquel para quien todo es cambio no es más que un utopista, una caña al viento, un operador de la nada. Empero, como era previsible, por más que lo regó, el olmo (de la Revolución Mundial) no dio peras. En suma: no es, principalmente, por la violencia que desató, por la que Ernesto Guevara será condenado históricamente, ni por las numerosas personas que fusiló sin forma de proceso alguno747, ni 747 James Nelson, ex periodista del diario de habla inglesa “Buenos Aires Herald”, considera que: “Lejos de ser el apóstol del amor y la hermandad universal de la imaginación de algunos, el Che fue un personaje cruel, “sediento de sangre”, como dijo en una carta a su esposa poco después de desembarcar en Cuba, que no vaciló en ordenar el fusilamiento, luego de un juicio relámpago, de centenares de prisioneros que a su entender no merecían vivir. Por lo demás, el hombre nunca ocultó sus sentimientos sanguinarios”. También: “además de las muertes que él mismo causó directamente en Cuba, África y Bolivia, fue indirectamente responsable de las de muchos miles de otros que, inspirándose en él, se inmolaron en una rebelión inútil”: “El triunfo de la muerte”, en: Noticias, Bs. As., n° 1607, 13 de octubre de 2007, pp. 24, 25. Es el juicio de un socialdemócrata. En cuanto a las cantidades de homicidios perpetrados por su mano o su orden directa, las cifras varían enormemente. De los 1.500 que él mismo le reconoció a Félix Rodríguez, en La Higuera, antes de morir, a los 179, con nombre y apellido, investigados por Armando Lagos -Cuba: el costo humano de las revoluciones sociales- media una distancia considerable. El Instituto de la Memoria Histórica Ciudadana contra el Totalitarismo, de Miami, a partir de numerosos testimonios (Pedro Corzo, Miguel Ángel Sánchez, el Cdte. Jaime Costa, el Cap. Luciano Medina, el Cdte Huber Matos, el Tte. Eduardo Pérez, el piloto Carlos M. Lazo, el Cap. Roberto Bismarck, el Cap. Elías Nazario, el Cdte. Lázaro Asencio, el Cdte. Armando Fleites, el abogado José Vilasuso de la “Comisión Depuradora”, el asesor de la misma Napoleón Vilaboa, Sergio García Muñiz, el arquitecto Nicolás Quintana, etc.), estiman esa cifra en 4.000. Hay casos fuera de discusión, como los 47 soldados conscriptos muertos en emboscadas guerrilleras en Bolivia. A todo evento, lo que importa es la teoría que presidió dichos actos. Es la que Guevara enunció en La Habana en 1959, y que decía: “Tenemos que crear la pedagogía de los paredones de fusilamiento y no necesitamos pruebas para matar un hombre”: González, Gustavo, “La historia completa, etc.”, cit., p. 83. Jacobinismo químicamente puro. Referente a este punto, el ex guerrillero Oscar del Barco, en su difundida requisitoria sobre los crímenes de los marxistas en la Argentina, apunta lo siguiente. “Creo -dice- que parte del fracaso de los movimientos ‘revolucionarios’ que produjeron cientos de millones de muertos en Rusia, Rumania, Yugoeslavia, China, Corea, Cuba, etc., se debió principalmente al crimen. Lo llamados revolucionarios se convirtieron en asesinos seriales, desde Lenin, Trotsky, Stalin y Mao, hasta Fidel Castro y

410

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

por su pésima conducción de la economía cubana, ni por su prolongada e impasible devoción soviética stalinista, ni por las invasiones de países ajenos a él (causando nuevas muertes, 49 por lo menos en Bolivia), ni por los fracasos guerrilleros reiterados, ni por su ridícula obsecuencia hacia Fidel Castro, ni tan siquiera por pecados mayores como lo fueron el de haber renegado de su religión, de su patria, de su raza y declinado su profesión. No. Es por el utopismo que supo inculcar en multitud de jóvenes que, al querer imitarlo, al igual que él, cayeron en un despeñadero que los condujo derecho a la muerte. He ahí su principal responsabilidad. Remontándose a los orígenes de la conflagración vivida en Hispanoamérica durante treinta años, un desencantado marxista guevariano, no puede menos que anotar al presente: “¿Quién puede no pensar -con dolor, casi contra uno mismoque Ernesto Che Guevara es uno de los grandes responsables de las masacres de nuestro continente? Se acabó la celebración acrítica de Guevara”748. Con Feinmann coinciden dos periodistas brasileños. Según ellos: “El método de lucha política que Guevara adoptó ya era errado en su tiempo. En la huella de sus concepciones de ‘revolución en la revolución’, América Latina fue lanzada en un baño de sangre y en una onda de destrucción”. Luego: “El mito en torno del ‘Che’ constituyó una muralla que impidió hasta ahora la correcta observación de algunos de los más desastrosos eventos de la historia contemporánea de las Américas. Es hora de que caiga esa muralla”749. Ese es el balance. Así estamos. Por culpa de la Utopía. Por negar el ser de las cosas: Ernesto Guevara. No sé si es posible constituir una nueva sociedad, pero sé que no es posible constituirla sobre el crimen y los campos de exterminio. Por eso las ‘revoluciones’ fracasaron”: en “La Intemperie”, Cdba.,15 de junio 2005. 748 Feinmann, José Pablo, La sangre derramada. Ensayo sobre la violencia política, 3ª. Ed., Bs. As., Ariel, 2006, p. 57. 749 Schelp, Diogo y Teixeira, Duda, op. cit., p. 92.

411

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

“Hay un pecado: decir que es gris una hoja verde / y se estremece el sol ante el ultraje” (Gilbert K. Chesterton, glosa al “Eclesiastés”). O, por suponer que el objeto del conocimiento depende inicialmente del sujeto del conocimiento: “El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas; / es ojo porque te ve” (Antonio Machado, “Proverbios y Cantares”, de “Nuevas Canciones”). O, más comúnmente, por una actitud pasional de crítica negadora: “El puro hombre de izquierda detesta el ser, prefiriendo siempre, y por hipótesis, según la palabra de Jean-Jacques Rousseau, lo que no es a lo que es”750. Como en una fotografía, en el texto de Guevara antes trascrito, se documenta el trasiego del contenido materialista -del Iluminismo francés del siglo XVII, vgr. el del barón d’Holbach- al continente romántico del idealismo alemán del siglo XIX. Materialismo histórico trasvasado al materialismo dialéctico751. Y Rousseau (desacralizando, claro está, el texto bíblico de San Pablo sobre el “hombre nuevo”); mucho Rousseau, omnipresente (“cambiar la naturaleza humana”)752. Con Saint-Just, “el ángel de la muerte”, de la mano 750 Maritain, Jacques, El campesino del Garona. Un viejo laico se interroga sobre el tiempo presente, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1967, p. 51. Y cita a Rousseau, cuando dice: “No es bello sino lo que no es”, y la glosa de Jean-Paul Sartre: “Lo real nunca es bello”. 751 Ver: Ploncard d’Assac, Jacques, Rousseau, Marx y Lenin, México, Tradición, 1978; Della Volpe, Galvano, Rousseau y Marx y otros ensayos de crítica materialista, Barcelona, Martínez Roca, 1969. 752 “La labor del legislador (para Jean-Jacques Rousseau) es crear un nuevo tipo de hombre, con una nueva mentalidad, con nuevos valores, un nuevo tipo de sensibilidad, libre de los viejos instintos, prejuicios y malos hábitos. No es bastante con cambiar la maquinaria del gobierno... Hay que cambiar la naturaleza humana, o, con la terminología del siglo XVIII, hacer al hombre virtuoso”: Talmon, J. L., Los orígenes de la democracia totalitaria, México DF, Aguilar, 1956, pp.53-54. También Mao Tse-tung, en “La justa solución de las contradicciones en el seno del pueblo”, ha aseverado: “Nuestra labor está regida por miles de reglas, que pueden resumirse en último análisis en una sola frase: transformar el alma humana... revolucionar el pensamiento del hombre”. Albert

412

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

(Guevara, “el Saint-Just Marxista”). Abundancia de Neschaiev, el “terrorista abnegado”753, y bastante del ruso Nikolai Gavrilovich Chernichevski, con su “Hombre Nuevo”754. Utopía que quiso arroparse de cientificismo con la famosa “Ley de la Historia” de Karl Marx, según la cual la Humanidad progresa indefectiblemente hacia su meta socialista. Para suerte de Guevara, él murió antes de 1991, cuando el “socialismo real”, que iba a perdurar y abarcar el orbe entero en el próximo milenio, el “Nuevo Islam”, se auto-derrumbó miserablemente755, y mandó la “ley de Camus, en L’homme révolté, pintará al rebelde nato como aquel que cree en “la certidumbre de la infinita plasticidad del hombre y la negación de la naturaleza humana”. Para EG, el “Hombre Nuevo” se obtenía por eliminación de “lo más sagrado que poseen los hombres: familia, tierra, medio... prácticamente la totalidad de lo que es propio de la vida humana de relación le parece una pervivencia funesta, que es necesario destruir”: Ghiretti, Héctor, op. cit., p. 11. 753 Por cierto, las expresiones de Guevara sobre la relación del revolucionario con su familia, tienen un parecido total con otras del nihilista ruso. En ellas, Neschaiev sostenía que el revolucionario sólo debe ser fiel a la Revolución; porque: “si le es fiel a algo más en este mundo, deja de ser un revolucionario... Mal para él si tiene en este mundo relaciones con padres, amigos o amantes. Ya no es un revolucionario si se deja dominar por tales afectos”: El catecismo de un revolucionario, traducción de Robert Payne, New York, John Day, 1950, pp. 10-11. Neschaiev, según Robert Payne, “era inmune al miedo y capaz de los actos más temerarios y brutales... había descubierto una verdad sencilla: un solo hombre, con tal que sea implacable, puede destruir un Estado. Una lección que aprendió Lenin, quien estudió sus obras y admiraba apasionadamente las crueles simplicidades del cerebro de Neschaiev. Neschaiev se yergue en el umbral del mundo moderno: el terrorista abnegado, resuelto a destruir la sociedad existente, sin pensar en las consecuencias. Mientras Marx se concentraba en vastas y complicadas teorías sobre la naturaleza de la sociedad capitalista y el advenimiento inevitable de la dictadura del proletariado, Neschaiev se contentaba con esta sencilla tesis: hay que destruir la sociedad”: Payne, Robert, Marx, Barcelona, Bruguera, 1969, p. 397. 754 Chernichevski (1828-1889), era hijo de un pope ortodoxo, que renegó de la religión cristiana; formado en el idealismo alemán y en el materialismo de Feuerbach, fue vocero del nihilismo revolucionario. Publicó “¿Qué hacer?”, donde postulaba la necesidad de “hombres nuevos”. Esta obra “tiene todas las características de una mala novela: situaciones y personajes fantásticos en extremo, falta de gracia y estilo literario, aire sentencioso, pesadez moralizadora... Esta obra inepta, opaca, pueril, fascinó a la generación más joven”: Ulam, Adam B., op. cit., pp. 78-79. Los bolcheviques lo consideraron un gran antecesor de Lenin. 755 Entre tantos testimonios al respecto, recogemos uno bien significativo. El jefe de la organización guevarista “Montoneros”, Mario Eduardo Firmenich, ha expuesto en el 2004: “Teníamos (los guerrilleros) esa idea general de que había

413

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

la Historia” al desván de los trastos viejos. Y quedamos con que la única “ley” de la Historia (natural), es que no hay leyes756. También, admitiendo con Charles Maurras, que en política, lo que no es hacedero, es falso. Bien: es hora de concluir. Es difícil precisar cuándo el hijo de Celia de la Serna se convirtió en el ahijado de Fidel Castro. Cuándo dejó de ser Ernesto Guevara de la Serna, para aceptar la denominación cubana de “el Che Guevara”757. Son procesos que carecen de una data fija. Para una marcha inexorable de la Historia. Todo esto me lo replanteo cuando ocurren hechos notorios como la caída del Muro de Berlín o la explosión de la URSS. Hubo que volver a pensar las cosas... Era evidente que los hechos de la realidad contradecían nuestros presupuestos teóricos”: “La idea del economista”; reportaje realizado por Diego Valenzuela, el 21.11. 2004; reproducido en: Hernández, Héctor H., Sacheri. Predicar y morir por la Argentina, Bs. As., Vórtice, 2007, pp. 569-570. 756 De modo insólito, ésa es la conclusión a la que arribó Manuel Piñeiro Losada. “El asunto -dijo- es que no existe ninguna ley histórica”. Aunque, seguramente advertido de la enormidad antimarxista que acaba de asentar, añadiera: “Yo confío en la dialéctica de la historia”: “Barbarroja, etc.”, cit., p. 80. Confianza ciega, se diría. 757 Ya hacía un buen tiempo había renunciado a la partícula aristocrática de su apellido, “de la”, para firmar: Ernesto Guevara Serna; lo que no podía dejar de tener sino un sentido de igualitarismo ideológico. A propósito del igualitarismo, digamos que a la hora de conformar la tropa que lo acompañaría en su aventura boliviana, Guevara procedió con el más riguroso elitismo. Aparte de los sujetos destinados por el Departamento América de Manuel “Barbarroja” Piñeiro Losada, como Armando Campos, Juan Carretero (“Ariel”) o Renán Montero (“Iván”), los combatientes eran todos oficiales y jefes veteranos. Así: Joaquín-Vilo, Juan Vitalio Acuña Núñez, Cdte., miembro del CC del PCC (Comité Central del Partido Comunista Cubano), director de la Escuela Guerrillera de Matanzas, con experiencia de nueve meses de combate en Vietnam; Marcos-Pinares, Antonio Sánchez Díaz, Cdte., miembro del CC del PCC, Jefe del Cuerpo de Ejército de Camagüey; Alejandro, Ricardo Gustavo Machín Hoed de Beche, Cdte., Viceministro de Industria, Viceministro de Hacienda, Jefe del Estado Mayor del Cuerpo de Ejército de Matanzas; Ricardo-MbiliPapi-Chichu-Taco, José María Martínez Tamayo, Cdte., en 1962, combatió en Guatemala, en 1963, enlace entre la guerrilla de Jorge Ricardo Masetti en Salta y Cuba, y en 1965 luchó en el Congo; como agente de Inteligencia del Ministerio del Interior, se le encomendó la relación previa con el PCB; PachoPachungo, Alberto Fernández Montes de Oca, Cap., Jefe de la Empresa de Minería; Rolando-San Luis, Eliseo Reyes Rodríguez, Cap., miembro del CC del PCC, jefe de La Cabaña, de Las Villas, del G-2 de la Policía, combatió a los contrarrevolucionarios en Pinar del Río; Antonio-Olo, Orlando Pantoja

414

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

ponerle un marco concreto nosotros cerramos el periplo biográfico en el Puerto de Tuxpan, México, el día 25 de noviembre de 1956, desde donde partió el yate “Gramma” hacia el Oriente cubano. Empero, hemos tenido que recurrir a textos o hechos posteriores, para redondear conceptos o vivencias trascendentes. El lector sabe lo que vino después. La lucha, la gloria y la muerte. Período que no es objeto de nuestro estudio. De otro modo: que no nos adentramos en la investigación “del mito del Che Guevara”758. Simplemente, proponemos material que no va a corroborarlo. Tamayo, Cap., cargos en el MININT y en el Ejército Guardafronteras, principal asesino a cargo de los fusilamientos en La Cabaña; Rubio-Félix, Jesús Suárez Gayol, Cap., Viceministro de Industria Azucarera; Miguel, Manuel Hernández Osorio, Cap.; Braulio, Israel Reyes Zayas, Cap., Jefaturas en la Policía y en el Estado Mayor del Ejército Oriental, combatió en el Congo; Pombo, Harry Villegas Tamayo, Primer Cap., escolta de Guevara en el Congo, después Jefe de Operaciones en Angola y Jefe del Ejército Occidental, con el grado de Grl.; Benigno, Dariel Alarcón Ramírez, Primer Cap.; peleó en la Sierra Maestra y en el Congo; trabajó para los servicios de contraespionaje; Urbano, Leonardo Tamayo Núñez, Primer Cap., más tarde Cnl. en Angola y Nicaragua; Arturo, René Martínez Tamayo, Primer Cap.; Moro-Muganga-Morogoro-Tavito, Octavio de la Concepción de la Pedraja, Primer Tte. Médico, Jefe Cirujano del Hospital Calixto García de La Habana; Tuma-Tumaini, Carlos Coello, Teniente. Había, también, tres peruanos; y la mayoría de los bolivianos guerrilleros habían recibido entrenamiento en Cuba. La “Misión Internacionalista” cubana sumaba 21 sujetos; dos viceministros, cinco miembros del Comité Central del Partido Comunista Cubano y cuatro comandantes, el grado más alto de la jerarquía militar de ese país en esa época: Castañeda, Jorge G., op. cit., p. 418. De los bolivianos que participaron de esa fuerza “internacionalista”, la mayoría se habían formado política y militarmente en Cuba, muchos de ellos desertaron (Hugo Choque Silva, “Chingolo”, Eusebio Tapia Aruni, “Eusebio”, José Castillo Chávez, “Paco”, y Julio Velazco Montaro, “Pepe”, Orlando Jiménez Bazán, “Camba”, Antonio Rodríguez Flores, “León”), algunos -como Vicente Rocabado Terrazas, “Orlando”, y Pastor Barrera Quintana, “Daniel”fueron entregadores o soplones policiales, en tanto que Simón Cuba Saravia, “Willy”, habría sido agente de la CIA. Turismo aparte hacían 3 peruanos, 2 argentinos y 1 francés. 758 Para proponer un solo dato, a partir del cual los futuros investigadores podrían trabajar, tomamos este, que proporciona “Benigno”, referido al lugar donde estuvo y/o está enterrado Guevara. Explica Benigno que Froilán González, autor cubano de varios libros sobre el “Che”, se inventó un personaje, el “Lagunillero”, que le ayudó a González y “a su amo, el general Arquímedes, encargado de la misión de indagar sobre el lugar donde estaba enterrado el Che. Así han desaparecido más de trescientos mil dólares dados por el gobierno cubano para investigar sobre el Che en Bolivia. Ellos los invirtieron en cosas netamente personales, y después buscaron ampararse en alguien para justificarse. Es igual con las exposiciones que han hecho en Cuba de objetos

415

E NR IQUE D Í A Z A R AUJO

del Che utilizados en la guerrilla de Bolivia: todos son falsos, como el jeep de Tania, que es una mentira; lo que llevaron a Cuba no es el jeep de Tania. La historia del Che se ha convertido en un negocio. Se han robado todo el dinero que les han dado para hacer la investigación. Los indios que supuestamente podían dar alguna información vieron la oportunidad de ganar algunos pesos y les contaron cualquier cosa, pero lógicamente lo que les pagaban eran migajas. Cuando les daban diez dólares, los cubanos les decían que les habían dado trescientos. Es así. El gobierno cubano deja hacer todo esto porque le conviene alimentar el mito del Che a como dé lugar; necesita un museo con objetos del Che para que la gente lo visite y tome ejemplo de su sacrificio para que aguante el período especial (N.A: 1992, cuando se terminó la subvención rusa)”: op. cit., pp. 160-161. Un solo comentario: se trata de los “hombres nuevos”, creados al calor de la teoría guevarista. En otro orden de cosas, es evidente que el “mito del Che Guevara” comienza con su muerte. El hecho de ser fusilado, después de caer prisionero y herido, se exhibe como algo excepcional. En verdad, esa era la situación cotidiana que habían soportado los guerrilleros anticastristas en Cuba, en particular, los más del mil caídos en el Escambray. La Ley n° 988, del 26 de noviembre de 1961, dictada con la anuencia del “Che”, imponía la pena de muerte a todo aquel que atacara con las armas al gobierno de La Habana. Era la Ley del Talión, que repugna no sólo a la conciencia cristiana, sino también a las normas civilizadas del Derecho de Guerra. Pero, era lo vigente tanto para guerrilleros como contraguerrilleros. Luego, el suceso de La Higuera, de por sí, no daba para mucho. Sin embargo, ahí, precisamente, caló hondo la apologética propagandística revolucionaria. El fusilamiento de Guevara, joven, además, no fue considerado sólo como un homicidio, sino que se convirtió en las hagiografías guevaristas en “el” crimen por antonomasia. De ahí que un escritor revolucionario señale que: “El ‘Che’ es recortado en una totalidad significativa sólo cuando muere, transformando la derrota militar en victoria política mediante la aplicación de figuras literarias que se interpolan en una dimensión fronteriza entre la estética y la propaganda política”: Campos, Esteban, “Mártires, profetas y héroes en “Cristianismo y Revolución”, en: Lucha Armada en la Argentina, Bs. As., n° 9, 2007, p. 47. Tras la literatura viene la iconografía. En especial, la fotografía de Alberto Díaz, alias “Korda”, con la boina y los cabellos al viento; icono central de la “new left”. Asunto muy bien estudiado por Guillermo Cabrera Infante, en “La verdad sobre el póster del Che” (en El País, Madrid, 9 setiembre 2001). Un comentario sugerente es el de Héctor Ghiretti, cuando dice que el mito del Che es “icónico dada su innegable fotogenia, tan apropiada para un mártir moderno. Respecto del Che, algún espíritu sarcástico ha afirmado que sólo se trata de una foto: no podía ser de otro modo, en una cultura como ninguna otra el medio visual, la imagen”: op. cit., p. 19. Diseños publicitarios en los que no es necesario destacar el rol central de las usinas cubanas. Bien dice Luis Mercier Vega que: “para Fidel, el Che es menos molesto muerto que vivo; y para los PC, las coronas significan que debe enterrarse al muerto”: Las guerrillas en América Latina, Bs. As., Paidós, 1969, pp. 140, 141. Los fusilamientos de La Higuera pueden constituir delitos de guerra. En todo caso, sin examen ético, cabe el siguiente concepto: “Quizás el sistema (de torpedeamiento) puede parecer brutal, pero en realidad lo brutal era la guerra; todo lo demás, una vez

416

E R NE STO G UE VA R A

DE L A

S ER NA - A R ISTÓCR ATA , A V E N T UR ERO

Y

C OM U NISTA

Acá, en el puerto de Tuxpan, el futuro es, aún, una incógnita. En efecto, era un misterio, desde luego, para él, en primer lugar. En Lima, a “Tita” Infante, le había dicho: “De mi vida futura sé poco en cuanto a rumbos y menos en cuanto a tiempos”. Algunos de esos factores se le despejarán en México. Empero, el arcano principal subsistía. Por eso, a su tía Beatriz Guevara, el 15 de febrero de 1955, le confía: “Mis actividades futuras son un misterio hasta para el mismo Tata Dios”759. ¿Tiene algún significado esa referencia insólita a Dios, incluso empleando el criollismo argentino de “Tata Dios”...? ¿Es sólo una frase hecha...? ¿O de aquella agua del bautismo, que con tanto empeño se quiso sacar de la cabeza, antes y después de escrita la frase en cuestión, quedaba todavía alguna gota perdida, que se resistía a evaporarse...? Todo es posible. Por lo menos, para Dios, que, a veces, le gusta emplearse a fondo. Para el bien del personaje con el cual, junto al lector, hemos tenido que convivir unos meses, por compasión, quisiéramos creer la segunda hipótesis (en la última de sus últimas instancias). Que así sea.

metidos en ella, resultaba una consecuencia obligada”: De la Sierra, Luis, Corsarios alemanes en la Segunda Guerra Mundial, Barcelona, Juventud, 1961, p. 30. Y está claro que la guerra (irregular) en Bolivia no la promovió el Ejército (y que los partisanos no estaban amparados por el Reglamento Anexo a la Convención de La Haya de 1899, y su correlativo de la Convención de 1907; ni tan siquiera lo estuvieron en la de Ginebra de 1980). 759 Taibo II, Paco Ignacio, “Ernesto Guevara, etc.”, cit., pp. 59, 67. Idem, en otra carta, a Juan Martín Guevara de la Serna, del 28 de febrero de 1954: González, Froilán y Capull, Adys, “Amor, etc.”, cit., p. 92.

417

ÍNDICE 9

ADVERTENCIA I.

EL SANDOKÁN 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

ENGAÑO ESPAÑOL

La fragua ideológica Policho y el antifascismo El cocoliche y el dandy Desprolijidades Alte Kameraden ¡Cuidado con la porcelana! Explorando en Alta Gracia La camisa del hombre feliz Intelecto Epílogo

III. HUYENDO 1. 2. 3. 4. 5. 6.

ALTA GRACIA

Nacimiento Ascendientes Los padres El asma Alta Gracia Religión Educación Costumbres

II. EL 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

DE

HACIA ADELANTE

Browderismo Indiferencias El tipo del bufoso Aventurero Vagabundeo Los piojos y el ddt

13 15 25 36 51 61 68 77 89 95 97 115 131 145 149 155 167 171 190 197 203 205 220 229 233 239 254

419

7. Bolivia sin historia 8. Trivialidades 9. Lástima que sea tan fea OLMO QUE NO DIO PERAS

295

Stalin II reza a San Carlos Guatemala a tuertas Fusilamientos en Guatemala Abandonando a Salgari Asoma el Che Jano bifronte Climax con Fidel Utopías

297 306 321 338 358 370 387 396

IV. EL 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

ÍNDICE

420

258 274 286

419

Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Tribalwerks Comunicación 23 de Noviembre de 2008 Solemnidad de Cristo Rey EDICIONES DEL VERBO ENCARNADO El Chañaral 2699 – CC 376 – (5600) San Rafael – Mendoza –Argentina Tel: (02627) 430451 www.edicionesive.org.ar [email protected]