Epoca de Descubrimientos

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ALHAMBRA

JIJAN RIVANO

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DESCUBRIMIENTOS

Alhambra

rsBN 9l - ¡t76n() - t9 - x @ Juan Rivano l99l Título: Epoca dc clcscu brinricll los Portada: Da C()stil M¡tv¡t Fotografía: Pcr Óvcnt¡ iinr Impreso en Hungrfa lt)91 Redactor de serie: Emilio l{iv¡lro :t

ALHAMBRA DE I,I.JNI) Box 273 5-244 02 Furulunti / Succirr Tel. +46-(0)4617380 I {) Fax. +46-(0)46173t10óll

-lJorge Pollak, el gigante cordobés exiliado en Suecia, solía decir, soltando esas espantables risotadas suyas, que lo primero que le ocurrió a Ismael Zabala al llegar a Estocolmo fue Io último que le ocurrió a Descartes. Se referia a Ia congestión pulmonar que tuvo al chileno al borde de la tumba. Era pleno invierno. también. iY con esos huesos de alacalufe en las últimas

!

Nadie lo conocia en el hotel a Ismael Zabala. Ni siquiera los uruguayos del piso, que metían en todo las narices, sabian que habia un recién llegado en el departamento vecino. Si no hubiera sido por Birgitta, el ángel de la guarda que le asignaron los de Ia Oficina de Inmigración, seguro que el desventurado ultraizquierdi sta termina sus dias a oscuras, sin quién le rece un padrenuestro siquiera. il-o que es Ia vida! Entonces, no hubiera conocido a Juan Eduardo el ex-empleado bancario y actual despanzurrador de cerdos, ni al mando medio de Educación, Humberto Hennquez, que no lo hacía nada de mal despanzurrando tonterias. Ni a Eliana de Atacama y su Alberto trotskista, que después se pasó al Partido Verde. Ni al mismo Jorge Pollak, el gigante exterminador del Cono Sur, y su Marina, a la que llamaban la Venus de Córdoba. iPerderse todo esol Bueno, en compensación, tampoco tuviera que darse el trabajo de ir y venir a matar a Barcelona en venganza de Mónica, ni aguantarse tardes enteras para conseguir el arma, tomando café con galletitas y tragándose la mazamorra marxista-leninista de Carmen de Berlín, a la que llamaban algunos Carmen Mata Hari. iCuántas cosas quedaran sin ocurrir! No hubiera recibido la honrosa amistad y tutela espiritual de Lars Mossberg, el gran sociólogo sueco que le enseñó a poner orden y humildad en sus ideas. iNo hubiera conciliado tanta desesperación! Pero sobre todo, no descubriera a Birgitta, a quien llegó a amar casi tanto

corro a la inolvid¿blo Mottitit. lttttr¡tt(. l.r rt¡I'r,r , ,,rrr,I¡tr,trrr lltcrl. en iigura y a Ia lc(rit, ¡ntor tlc lrts ;tttlt¡'r'rl,t' I)e ser asi, la otra Mr:rtliclL, cl rtrtgtlito rlc l)ro" ,lul, ¡r,' "r,,,r. no hubicra venido al nlundo. ¡Y t'slt si t¡ttt lt¡r'rrt I'r'tr't l't.trrrlrr

'fan pronto salió dc la cntriivislit trrtt l;t

¡',,1t, r.r ,lr'l .r( rr) puerto. se encontró rodcado dc unir ve¡ l( nir rl(' rlr¡lcr¡o' tlri lloncs. lban forrados conro csLlL¡inrill(s. (;ulll)irr rl ir r/ quierda unida jamás será vcnc¡dü!" Sus miradas negras, dcsafiantes. I t I t r t i t t t I t t t rt tttrt 1lrtlr'trt escasa de viajeros rubios, guardias rulrios. t t t t ¡ , I ' , r , ttrlrro:.. plra los cuales parecia igual Llu0 los ('s(luirlirlr", r'tt',ltclr¡r to mo que no. Habia tantbién un par de periodistlls totr ' t I , , r . Iltr lrr tógrafo apuntaba con su cám¿ra sultitkr ctr t¡¡r I'rttttr' ,,1)r'rl,rrl dc le venia tanta notoriedad? ¿Dcl birlirzo cl l;t trxlill;r r'u;ttttlo liquidaron la célula? ¿De los nrcscs tlc itrtotrrttrtir rtr ron ! lr)r' tura en las mazmorras de Pinochct'? l'l)c lirs ittlcttlos cs¡rr'i' taculares de los anticomunistas argcn{inos |ol rlt'slrrtt lrtt lo',' Después de algunos fogonazos y uttas cttlltrlils lrt('l'.1¡rrlir\ (()rt slbidas a nombre de quizás qué pasquilt, lo gttirttotr rt trtr , t't llt' que aguardaba a la salida. Destacaba un llitlltlrl'c lttott lto. llt¡t' sudo, alacalufe coÍno é1, pero con nrits bigrt(t's r¡ttt t'l trtciiirttto Zapata. Hablaba y hablaba nrctióndole lu crtTlt t'ncirrt. Lo srtl picaba de saliva, farfullando análisis y l)rolra)sti(os l)()lrlicos. Isnrael tenia que echar Ia cabeza atris para tlt'jirr'lt' cs¡rrcio v rto tener que olerlo tanto. iDiosito, uno d0 ósosl St'gttto r¡ttc rlor mia sobre las maletas, listo para tonrilr cl itviort rtl ¡rt irttt't lclcfonazo. iHacia un friol Dos jóvenes chilcnas cirl)cllcrit lisrt. tllrts' cluilla de colegialas" ojos almendrados- lro so rt¡ltrlitlxtn tlcl analista bigotudo. Mascaban chicle, saltirbitn trrlcrrllrrtrIrsc lits piernas, echaban vaho por la boca y sorbian por lits nrtritcs tlttc cra un asco. Su interés por el recién llegatlo sc llitbiu cottsLlnrido al primer minuto. "iVámonos ya, José! El compañero se ve cans¿ttkr y lo cstln esperando.. . " iAsi que ésta era la famosa Escandinav¡a! A nritad de la tarde cra cle noche. [¡ temperatura ba_jo cero venia cntr,rndole por las pantorrillas, punzándolo en la zona sensiblc que devastó la bala r

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aquella tarde cuando salió brincando entre ráfagas de metralleta. "iVámonos ya, José! iMira el frío que hace!" Pero José queria, con toda el alma quería que no quedaran dudas sobre "el estado real y objetivo de las cosas en Chile". Sin perder una cuenta del rosario ultraizquierdista bombardeaba con situaciones irreversibles al conrpañero recién llegado que sc estrujaba en muecas, tratando de ocultar un fastidio más insoportable que las dos chilenas almendradas juntas. iDe qué fracción vendría éste? iAh, el blablabá! cSeguía entonces la chuchoca en Estocolmo tal como en ese conventillorefugio de Buenos Aires, atestado de mujeres revolucionarias, humo de cigarrillos, sacos de dorntir, botellas de cerveza, estufas de parafina, ropa tendida y comisarios politicos buenos

prra

nada?

"Es evidente y palmario, asistimos a una versión inédita de la lucha de clases... " l,tsran techos de autos hundidos en la nieve lo que veia en la plaza de estacionamiento? iNo puede ser! Las dos chilenas protestaban, hacían flexiones, saltaban. Llyuyuy, qué frio. lsmael protestaba por ellas igual que ellas protestaban por é1. El analista bigotudo seguia imperturbable. Agitando un frio abominable de tinieblas y estepas venian el ata progresista de la Iglesia Chilena, el ala progresista del Congreso Norteamericano, el ala descontenta de las Fuerzas Armadas Chilenas, la solidaridad internacional de los trabajaclores, 1a solidaridad de los intelectuales europeos, los primerizos pero inconfundibles brotes de insurgencia revolucionaria, h bomba a punto de estallar de la deuda extema, el desempleo, la superexplotación, la evasión de capital, las Naciones LIniclls, los derechos l'rurnanos, el bloqueo mundial... ah, sí, el rerjuste también, el reajuste mental de los burócratas, los sectarios, los termocéfalos, los reformistas, los ultraizquierdistas, istas. istas... "iMejor la sigues mañana José!" iUf, si, si! iMejor mañana, José! iJosé, mañana mejor! De pronto, cerca, casi encima, en close-up, iun rostro bellísimol ¿Estaba soñando? El ascenso de la lucha de clases iba apagándose entre murmullos y vagas despedidas. Una rubia sonriente, en colores, recién salida de una película de Berg-

nnn, Ie indicaba la puerta de un pcqucno crx lrt'. lrn t'l sr'1',tttttkr pleno se apagaba triste la belleza aborigcn rlt' lrrs tIrs cltilc¡t¡ts. Su pierna izquierda, la buena, hrbia cnt¡rttkr vrt crt cl cotlrt. ¡rero ia derecha resistia.

"iUy, me estoy poniendo tieso con el lriol"

Desde fuera, las nlorenas alÍncndrr(Lls tlit'tort ¡rot firr cl ¡rrr tazo y el analista con los bigotes dc Zal)utlr si¡lttio tccilrtttrkrlc ul ili¡e la caterva de los derechos huntarlos. llt rlct¡rl¡t trlt¡rrt. lrt superconcentración de capital. "iEs siempre así?"...¡Quiero decir!...c1 lrio..." Sonriendo, la rubia inició la carrera hltt:ilt lrslotolrto Irot t¡tta carretera flanqueada de alta nieve y tcchittlrt rlr' c¡:.tr,. "¿No habla usted español?" Nueva sonrisa de pelicula, esta vcz ttcgitttrlrt cr¡tt llr iltlrt'zrt. No sólo hermosa es, pensó Isnrael. Ilizo ttn tslttctzo. stts¡ri rando. "Yo hablo un poco de inglés..." "iOh, yo también... un poquito..." "Mi nombre es Ismael Zabala." "Sí, 1'o se. Yo soy Birgitta Mrgnusson." "cMagnusson, B irgitta? " Birgitta se volvió un segundo a nrirarlo. "Si... Estoy reemplazando por un ticnrpo rt lrt pr'tsirllt rluc se cncargará de atenderlo. Con ella poclrit hablirl cn ts¡ltnrtl." "¿A dónde vamos, B irgitta?" "A un hotel en las afueras de Estocolr¡o." "¿Un.. . hotel?" "Si. Hay reservado un pequeño doparlllrllcttl{) l)irrit ustcd. I)ormitorio, saloncito, baño. La conricll sr silvr crr cl ¡rritler piso, donde hay un comedor común." Ismael. extrañado, hacÍa una Li invcrtitla t:ott los lrtbios. iUn hotel? Birgitta, mirándolo, no pudo Ír.lcno:.i qLlc rcir. illstaba leyendo sus pensamientos la bella escandilritvit'/ Angelical, in' teligente Birgitta. áDe dónde saldri¡? l,Scria írnic¿'l Los del refugio en Buenos Aires ya le habian dicho: lrn listocolmo, las succas de Bergman hacen nata en las callcs. Ismael sintió en la garganta el prinrer anurrcio scgut'o de congestión. iLo único que faltaba! Sentado en el coche, igual perdi¿l ccnestesia, como si empezara a flotar. FIizo intento de a-

clarar sus percepciones sacudiendo la cabeza. Birgitta reacc¡onó en el acto. "ZSe siente mal?" Su voz, respondiendo, le sonó lejana, ajena. "Nada... va a pasar... ¿Dijo usted hotel?... ¿Hotel común? cSin...refugiados políticos?" "Hotel común, sí. Pero no hay más que refugiados políticos." "¿Chilenos?" "Hay chilenos, argentinos, uruguayos. Casi en partes iguales." "iUn Cono Sur!" "iPerdón?" "¡No tiene importancia!" A setenta kilómetros por hora, volando a Estocolmo por una carretera amplia ahora y barrida de nieve por el viento, Birgitta sonreia comprensiva. ¡Hasta parecía entender qué significaba este Ismael Zabala con Cono Sur!

-2Ya esa misma madrugada, agitado por la fiebre y el delirio, Ismael no sabía de su alma. Siguió así por más de una semana. Al comienzo, Birgitta, inclinada junto al lecho, le humedecia los labios. Ismael queria besar sus manos de ángel. Pero no demoraban en irrumpir los verdugos de Pinochet. Uno lo cogra del cuello revolviéndole un cuchillo entre las costillas. Otros dos secundados por una enorrne matrona venida especialmente de una pelicula de Fellini violaban a Birgitta en el suelo asqueroso, entre orines y sangre, moviendo y levantando sus tr¿seros desnudos.

"iContesta, hijo de puta! iQué hacías en ese departamento?" Birgitta sonreia, los cielos se abrian. Ahora, iban en una ambulancia. Sonaba estridente la sirena por las calles de Santiago... no, de Estocolmo...no, de Santiago... iTan grave estaba? I-uego, rodando en una camilla, veia a Birgitta, ahora sí, tan claramente allá arriba. Sin dejar de mirarlo, de sonreirle, el

rostro de Birgitta a lo largo de un túnel. ¿lban a un hospitul Icgcntrdo por médicos siniestros en las mazmorras de Pinochet'/ iScguro que sí! iEse túnel no iba al paraiso precisantentel Birgitta no soltaba su diestra... iy allá venían otra vez los verdugos! Arrastraban a Mónica de las piernas, como angarilla sangrante, la cabeza azotando contra los adoquines. iLa habien vaciado del hijo que esperaba! Déjenla, déjenla, no la toquen! iDéienla, canallas! iAy, madre de los cielos, manténme vivo, que no muera, madre de los cielos! "iQué hacias con esta puta, desgraciado, qué hacias con es[a puta?" ¿Estaba muerta Mónica, era un cadáver lo que arrastraball? Birgitta junto a la ventana conversaba con un médico. áMono nucleosis? ¿Hepatitis? cQué lengua era ésa? iEso no es len gua! if)e qué demonios hablaban? Los interrogadores no habían terminado todavía y alli, ante Birgitta y ante el médico, seguían restregando sus botas en intestinos desparramados por el suelo. Lenguas calientes y hediondas se retorcian reptilescas en su garganta, en sus oidos. "Confiese, Ismaelito, no se haga el héroe, confiese si no se quiere ir cortado usted también. iSi no fuera porque conozco a su mamita, Ismaelito!" Ahora venia Mónica, radiante, triunfante... No, no era Mónica, era Birgitta, ángel de oro... No, no era Birgitta... Mónicr era, morena linda, cabellera negra negra... áCómo va a ser Mónica? iMónica está muerta! iLa acribillaron bestias sin entrañas! Embarazada, de seis meses embarazada, igual la acribillaron... iQué quiere éste con esa jeringa?.. ¡Este la entregól iA ella y a todos los de la célula! Por el dinero fue... ¿Médico sueco? iQué médico sueco ni médict-r sueco! Este es un traidor, un infiltrado, un... Con esa jeringa... iQué no ven que viene a matarnos a todos? ¡Birgitta, ten cuidado! iQue no te mate a tí también... iSuéltenme, suéltenmel Cuando recobró la lucidez, se encontró como un recién nlcido en manos de dos enferneras. De pelicula, tan.rbién las enfermeras. Frotaban su cuerpo con toallas que empapaban en agua tibia. Reian a escondidas, viéndolo consciente de pronto y sin saber qué hacer con su bochorno. Justo ahora, para colmo, abría la puerta Birgitta trayendo un ramo de flores.

"¿Despertamos, por fin?" Vino hacia la cama, se inclinó y estuvo largos segundos mirándolo intensamente. Mónica no miraba así, pero miraba también intensamente. Ismael sintió el corazón. Le dolía igual que cuando Mónica se estaba mirándolo bajo los eucaliptos. Pero, ¿no se daba cuenta Birgitta de que estaba desnudo? Sí, se daba cuenta. iDónde estaba el problema? Débil y todo, Ismael tuvo su primera percepción. ¿Cuántas veces oyó decir que Suecia era una sociedad civilizada? Ahora, desnudo ante Birgitta, lo palpaba. El primer bochorno era reemplazado por otro. iPedazo de alacalufe! iQuién le pegó ésa de "ialacalufel"? Su profesor de preparatorias, allá en la lejana Talca de su niñez. No sólo é1, todos eran unos alacalufes para su profesor de preparatorias. "Fue cosa seria. Inflamación pulmonar con complicaciones en Ia sangre. Pero ya pasó." "¿Cuánto tiempo llevo en cama?" Ismael se extrañó de la voz que le salía y de que el simple esfuerzo de hablar casi le produjera un desmayo. "Unos diez dias... Pero hay por lo menos para otros diez de reposo. " Birgitta se dedicó a adomar el velador con las flores. Se vera lamiliarizada con las enfermeras. Estas se retiraron cuando entró otra que estuvo informando a Birgitta del estado del paciente. lsmael observaba el cuarto. Le dolía mover la cabeza. Hasta rl mover los ojos sentía dolor. Habia todo un equipo técnico de atención junto a su cama, aparatos para el control del corazon, camaras de oxigeno, recipientes con suero y sangre. Ahora rcparó en su brazo izquierdo y las cintas adhesivas sujetando los tubos. Sintió un dolor agudo en el fondo, en la cuenca de los ojos. iEsta vez sí que se desmayaria! Todo comenzó a gir¿r. Hasta los pensamientos giraban. Entonces... entonces... il)ejenme ver! He estado muriéndome entonces... Si no fuenr... si no fuera por Birgitta, si no fuera por un hospital como r'ste... [,¿ enfermera se retiró. Birgitta vino hacia el lecho. Miro a Isrlael y sus ojos se llenaron de pena. Tomó asiento y estuvo crr silencio mirando hacia la ventana. Ismael sin saber por qué ¡rcnso en su madre. iQué diria su maCre viendo a Birgitta? Que

la virgen había enviado un ángel a salvar a su hijo de la muerte.

¡Ahí estaba su madre! iAl pie del lecho estaba! ZCómo hizo para venir a Suecia? Corrian las lágrimas por las mejillas de su madre que retrocedia como sobre ruedas hacia el fondo ahora negro del cuarto. ¡Madre, madre, vuelve, no te vayas! ZLo dijo en voz alta? Birgitta estaba de pie, inclinada sobre é1, interrogante. lsmael, consciente de nuevo, sonreia. Intrigado sonreía. iQué veía el ángel nórdico mirando al mestizo del Cono Sur? En las películas de Bergman las mujeres eran insoportablemente racionales. iSería verdaderamente asi? ¿Cuánto tiene de racional esa mirada? Mónica no miraba asi. La mirada de Mónica era también tierna, pero fiera y dolorosa. La nrirada de Birgitta mansa y superior. "Dentro de uno o dos días, puede tener visita." "Que yo sepa... no tengo amigos en Suecia..." "Alguien querá verlo. Alguien del hotel. Había algunos del hotel en el aeropuerto... " Ismael trató por segunda vez de incorporarse. lmposible. Por un momento había dos Birgittas mirándole curiosas. Respiró hondo, a pesar de los alfilerazos en las costillas. "El analista político... el de los mostachos enormes... iese no, por favor!" Birgitta se echó a reir, Ismael se echó a pensar. iQué duda podia caber? La atracción de esa belleza nórdica no era más que un detalle de su alienación, su inferioridad, toda la basura latinoamericana consabida. ¡,O no era asi?

-3A Birgitta le telefonearon una tarde a su despacho

en el Centro de Refugiados Políticos. Los de la Oficina de Inmigración habían recibido una llamada urgente desde Buenos Aires esa misma mañana. Preguntaban por un refugiado politico chileno de nombre Ismael Zabala. iEstaba ella a cargo como les habian informado unas horas antes? Birgitta venía llegando en ese t2

momento del hotel en Sódertálje donde había dejado a Ismael. Formalmente, ya no estaba a cargo, pero ni por nada iba a decirselo al funcionario que le hablaba. cQué ocurria con su convalesciente Ismael? Por sus conversaciones en estos dias había llegado a conocerlo bastante y a interesarse por é1, sobre

todo por un fondo de sufrimiento que Birgitta adivinaba,

aunque parecia que nunca conoceria en detalle. ¿Sabria algo inesperadamente, justo ahora? Acomodándose en su silla y tomando lápiz y papel, contestó que sí, que estaba a cargo. "...por ahora. Reemplazo a la titular." "iQué ha pasado? Tengo aquí anotado que Zabala llegó a Estocolmo hace...déjame ver...veinte días. iEs así" "Veintidós, exactamente. Lo que ocurre es que cayó enfermo la misma noche de su llegada. Pero,...iyo he estado informando todo el tiempo!" "No por aqui, que sepamos..." "Ayer dejó el hospital."

"Enfermo... ¿de?" "Neumonia, y fuerte."

"¡Pfiú!..." "óQuién lo llamó desde Buenos Aires?" "No. a él no lo llamaron. A nosotros. El Comisario de

las

Naciones Unidas a cargo de los refugiados chilenos en Buenos Aires. El hombre está bajo mucha presión, por lo que parece." "¿Presión de quién, de la familia?" "iNo, son los del refugio. Preguntan por este Zabala y nadie sabe nada. Parece que ha habido manifestaciones de descontento en estos días. Temen que al hombre se lo tragó la tierra, por no decir otra cosa." "áManifestaciones? ¿Será persona de importancia?" "Tendría que ser, pero no sabemos. En Buenos Aires, han ¿ltentado contra su vida más de una vez. Los pistoleros de las rurganizaciones anticomunistas que hay allí. La gente del campo de refugiados murrnura contra el encargado. Ven fascistas por todas partes. Claro, en este caso se entiende. iVeintidós días sin saber nada! Ahora, se nos vienen encima a nosotros." Birgitta quiere saber más. Está excitada y asustada. áHan tratado de eliminarlo en Buenos Aires? óMás de una vez? Las impresiones calzan. Con Ismael ha caminado por los jardines tlel hospital. Por las afueras también, mientras convalece. Hoy 13

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l llr.rlrlo lrl t.rlttro dc listocolmo para lrr i iurllrtl. lllut blrjlrckt del coche cn la | ,,lrrt ¡or ('r'rrl¡trl, Ilr¡¡ rlcscclrrlirlit tri nrctro. IIan caminado por lrri ¡'.;rlr'rlrs t o¡rrcrt ilrlcs vct irr¡s n lt Scrgej Torget, por la Wa\;t/:t(:t,l.t KunFsB:rlx. Ilirgittü sabe ahora qué sentido tienen csos ojos tlc Islnael cscrutando ávidos y aterrados cada vez que sc cncucntran en lugar abierto. Quiere saber más, pero ¿como haccr? Al otro extremo de la línea parecen pensar que le han dicho bastante. "iTuvo visitas en el hospital?" "Un par de veces. Un chileno que conoció al llegar. Habla de política todo el tiempo. iUn fastidio!" ,lrr' \irvir

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"iQuién más?" "Vino un argentino tambión. Con una mujer que parece

esposa.



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conocian de antcs, desde los tiempos de Allende cn Chile. Universitarios los dos, pero gritones y descorteses_ El, sobre todo." "Te entiendes con Zabala... ien español?" "iYo no hablo español! iAlli tendría¡ que saberlo!" "iSi, si, claro! cEn inglés, entonces?" "Sí, para lo que se requiere no hay problema. Habla pasablemente." "Es universitario también, por si no sabes. Egresado de sociologia y... iDéjame ver!... Si, estudios de Economia también... treinta años... soltero... " Birgitta vió la abertura y no perdió el tiempo. "üQué ocurrió con él en Chile?" Silencio por unos segundos en el otro extremo. áConsulta de verdad o puro simulacro de consulta? Cuando el funcionario de la Oficina de Inmigración reinicia la conversación parece otro. "Nos informan que tu relación con Zabala es muy buena." cQué quieren éstos? ZEnrolarla en alguna aventura de novela de espías? "Es persona ensimismada, pero... agradable..." "ZEnsimismada? iSerá por el inglés!" "cPor el inglés?... No sé... No creo..." "Tampoco has tenido mucho tiempo para conocerlo."

"Si, cierto..." Larga pausa al otro extremo. "iQuerrías seguir tú a cargo?"

"t,Seguir yo?..." Ahora, la pausa es francamente teatral. Hasta murmullos se oyen. Por fin viene la voz, apagada, conspiradora. "Esto es confidencial, muy confidencial..." Birgitta no sabe decir si le arde la oreja en el teléfono o el teléfono en la oreja. Desde el otro extremo le refieren una historia que conoce al dedillo. Una historia de terrorismo en Suecia: los hechos de Estocolmo, la Embajada Alemana. Abril de 1975. iQue quieren éstos, por fin? "El terrorismo, querida Birgitta, no está con nosotros... todavia. Ni eso es seguro. Está y no está con nosotros. Tenemos kurdos, tenemos palestinos, tenemos croatas. Hasta armenios tenemos. No que molesten aquí, pero los tenemos. Ya ves lo que ocurrió en esa Embajada Alemana. Entonces, iqué no puede ocurrir? Mejor tenerlos bien a la vista. Para saber ¿verdad? Saber dónde viven, quó hacen, a dónde van. No se pueden perder las pisadas del más insignificante. Por todo lo que se sabe, este Ismael Zabala muy bien podría ser un hombre-bomba. Entiéndelo bien: podría ser. Estas son cuestiones de seguridad. No hay por qué incurrir en riesgos. Hay un silabario de la seguridad. Donde hay terroristas de izquierda, surgen terroristas de derecha, y vice-versa. El terrorismo internacional de Pinochet es peor que el de Arafat. Ahi lo tienes: en Buenos Aires, en Roma, en Washington. Hasta por estos lados andan pistoleros suyos. Tenemos que cuidarnos, Birgitta. Ninguna sociedad puede aceptar locos sueltos." A Birgitta le duele la oreja, le sube un barullo dentro de la cabeza. áQué están diciendo, qué cosa están diciendo? ilsmael terrorista? iCuidado, Birgitta, cuidadol Quitada la bomba, todos los terroristas son iguales a nosotros. Comen sus espaguetis como nosotros, resuelven sus palabras cruzadas como nosotros, se enamoran, hacen el amor como nosotros.

4Casi al mismo tiempo que Birgitta conversaba por teléfono con el funcionario de la Oficina Estatal de lnmigración, en la cal5

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Srrrrtlrl'.o lrkrntlc cran pasadas las ocho de la

rr.rr,rr.r) rr ,,,t,)l(.1 rlc llr I)irccción Nacional de Detenidos l',rltllr ,,,. Ncl.,o¡ ( ¡¡rits((), tcnia Su reunión de rutina COn su .t\rtrl.rtrl1' r' lr(rzo rlc¡cclro, cl teniente Sergio Herrera. El cOro-

(), vrnilr inco4torándose recién a su trabajo despues rrrr tit.nrpo cn Washington, donde el asesinato, perpetrado Ilrr'¡rr r¡rros t¡uincc meses, de un diplomático chileno de los tir'rrrpos rlcl Gobicrno Popular, estaba volviendo a crear serios ¡rrrblcrnas. Nuevas revelaciones sobre connivencia de la cancilleri¿ chilena tenían las relaciones diplomáticas en un punto de tcnsión intolerable. Se consideran ya medidas en contra de altos oficiales chilenos. Desde Ia embajada chilena en Washington pedian auxilio. El público americano seguia sin poder digerir lo ocurrido. ¿Un asesinato ordenado por los militares chilenos? ZEn Washington, a la vista de todos? La verdad, iera para no creerlol EI teniente lJerrera daba cuenta de la información más rcciente procedente de fuera: Buenos Aires, Caracas, Madrid. Nueva York, Estocolmo. De la larga lista de hechos y personajes, la parte que se refiere a Ismael Zabala decia así: Chilenos amenazan con huelga de hambre en refugio de las Naciones Unidos en Buenos Aires. Motivo: aparente desaparición de un refugiado, Isnrael Zabala que partió a Estocolnto en avion SAS hace 22 días. Se sabe que Zabala llegó a Estocolmo al día siguiente de partir. Se sabe que se albergó en un hotel de refugiados latinoamericanos en las afueras de Estocolmo. Al dia siguiente, no estaba en su cuarto y no se sabe más. El coronel Carrasco alza la diestra. Un bichito lo pica en la memoria. Se pone de pie, va hacia una estanterja en la parte más oscura de su oficina. Vuelve con uno de los nunterosos archivadores que hay alli y está hojeándolo sobre el escritorio hasta encontrar lo que busca. "lsmael Zabala... Zabala...ZQué pito toca éste?" El teniente Herrera, la cabeza inclinada sobre el pecho, recorre en su cuaderno de notas los puntos que siguen. "Ninguno... Un marginado de la juventud soci¿rlista." "iMarginado?... Huelga de hambre, cpor un marginado?" "iBah, ésos se agarran de lo que sea para hacer alharaca!"

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"iHm!"

16

Ahora, el coronel Carrasco que sus maneras de páj aro enjaulado tiene, ha ido a pararse ante la enorme ventana de su oficina que en sus buenos tiempos sirvió a la presidencia del Senado Chileno. Se está un rato tratando de recordar mientras se hace masajes bajo la quijada. Finalmente vuelve a su asiento. coge un lápiz rojo y una regla cilíndrica transparente con la que siempre juega como si fuera una batuta. Comienza a traba-iar sobre el tarjetón en que están los datos de Ismael Zaba|a. Saca la lengua subiéndola hacia los bigotitos mientras trabaja. El teniente Herrera sonrie al niño haciendo sus tareas. El niño gruñe. "Hay cosas aqui que tendrian que haberse subrayado cuando se preparó esta ficha... " El teniente Herrera estira el cuello torciéndolo. Trata de leer lo subrayado, aunque sea al revés. cQué le pasa a su coronel? cQué bicho lo picó ahora? rSubrayar? Subrayar áqué? iNo hay nada que subrayar! iAhi si que estariamos bien! Subrayar a los "intelectuales" de izquierda. iEl trabajito que se armarial r,Subrayar socioencéfalos, tontútiles, cafécuántos? iNo hay nada que subrayar! il-as que se pega mi coronel! iBuscando pumas en las ratoneras! Ahora, el coronel Carrasco está alargándole el tarjetón bajo el nombre "lsmael Zabala" con flamantes rayas rojas debajo de tres o cuatro frases. El teniente Herrera levanta la nariz como si tuviera entre los dedos un pescado podrido. "Mi coronel, con todo respeto, esta tarjeta se puede tirar al tarro de la basura sin ninguna consecuencia." El coronel Carrasco está dando golpecitos nerviosos con la regla sobre su carpeta. Afuera, en las calles Catedral y Morandé los buses destartalados aceleran haciendo un ruido como para destemplar al más paciente. Sin contar que el coronel Carrasco, regresando recién de Washington, no termina de superar elshock del regreso a sus tristes orígenes. iVaya un contraste! ¡Vaya paisito! iY lleno de comunistas y democristos, como si no bastaran las miserias naturales! "Al cajón de la basura? ¡Mi teniente! Según reza aquí, a este caballero se le sorprendió en un nido de ultras. iA balazo limpio, mi teniente! Cayó un soldado en ese operativo, dos fueron heridos. Claro, de ellos no quedó uno, fuera de éste. pero, no me va a decir usted..."

..

!

I ;,,i !,...

! I t,,l¡,r, nri (oroll0l! iEn tOda la ]inea! ,,,,,¡rr, 1,, ¡,r.rl ll) inttrrogamos. Se allanó su casa. ,¡ | ul, rt¡ , ,,rr,, :rrrrigOs. No quedó ratón sin allanar.

i, | t, r,,, , r l,¡¡ \ .r)'r¡ir. Inlncrsión, picana. De Ia pierna heri_ ¡, i,,,,,1r,r,,¡ ¡ll¡rl)r(rir oido usted los alaridos! Cuando salió

,1,

I rrrt írrr'llt(, tr.rlllr l()s tcsticulos de este porte. No, nri

coro_

r' I ,, lr,rr rlr¡i(.D illlLlilnte una aSi. Ese estaba de paso. Lo pilló ,,lt.rlc. I r rr,rl.r t

I:staba alli por... vinculos sentimentales_ Con la ,rrrlr( rit rlel grupo. Una que destriparon a balazos..." l.¡rtlr un ordenanza, trayendo café para el coronel. ''i lltiigalc a nti teniente tambjén." " iA la orden. mi cr¡ronel !"

.Irl

coronel apoya las paln.tas en los brazos de su asiento, pero

ilccide seguir sentado. Los horrores descritos con desapego y hesta fastidio por el teniente Herrera tampoco le dan a él-nifríó rri calor. clnterrogatorios?... iBah, en los que ha participado él! llueno. tampoco iba a venirle con estos detalles cl ieniente Ilerrera si no fuera porque él se encontraba en Brasil en los

tiempos de Isnrael Zabala. EI teniente está devolviéndole el tarietón. "Usted ve, nti coronel. Cuatro mesés despues el honlbre est¿ba libre. No habia vuelta que darle." vuelve a los golpecitos con su regla. Coge el tar_ . El coronel jctón, recorre de nuevo sus detalles. "Pero, pasó a Argentina... " "iQué quiere que hiciera? En las circunstancias...', " iNada de circunstancias ! iMire aqui ! En Argentina han tra_ tado de eliminarlo los de la triple A. iDos veies! iEn pleno centro de Buenos Aires! iCon granadas de mano, mi teniente! Me pregunto a qué persona inocente alcanzaron en lugar suyo. iAsesinos. canallas l" "Esos son encargos de los discretitos de patria v Libertad. iTipico! Rencillas irresponsables entre viejas con li cabezr lle na de películas. Las vie.jas nazistas contra las viejas marxistas.,' El coronel Carrasco endereza la cabeza, mudó por unos se_ gundos. Mira al teniente Herrera conteniéndose. pór fin, suelta Il carcajada. Con todas sus ganas. "iViejas marxistasl iEsa si que estuvo buena. mi teniente! Viejas marxistas contra viejas nazistas. iJa,ja,ja! Cuando la oiga mi general! iJajaja! ¡Viejas marxistas!" lrJ

Ilrrtrr tle slborear la frase otra vez con su café, pero le viene ric todos los denronios con la risa. Mientras se repone rlr'l rrturluc, cl teniente Herrera carraspea murrnurando que tiene rrll1o c¡r-rc agregar. ¡Ojalá pase sin más discusión! "...No csta en esa tarjeta, mi coronel, pero por ahí debe estiu... Clomo le digo, son enredos entre ellos; pero, para su ¡nlolnritción..." l:l coronel Carrasco está secándose los ojos y sonándose las nlrrices con un enorne pañuelo a cuadros. "il)esembuche. mi teniente, desembuche !" Iil teniente tiene dificultades sobre el punto de partida. Se trltaba de uno de esos, uno de esos... De pronto está golpeantlo con el puño en el escritorio, dando rienda suelta a una re¡rugnancia que el coronel busca por todas partes en la oficinr 'irr poder encontrarle Ia razón. "iQué le pasa, mi teniente?" "iEs que son unos pelusas, unos buscones que no valen la pena, mi coronel! iNo podemos darles tanta importancia!... " "óA quién, pues, mi teniente, a quién? iDe qué está hablanrrnrr tos

do?"

"iSomos inteligencia militar o qué?" "lnteligencia militar, claro, pero, idesembuche de una vez!" "Lo que importa, digo yo, es ponerlos en su sitio. A esos pijes, digo. ¡En su sitio! Asi como vamos... Se pierde perspectiva, mi coronel. Y yo le digo, cóbreme la palabra: asi como varnos, un buen día tendremos que eliminar a esos hijos de su mamá con más violencia que la que hemos empleado con nuestros piojos de izquierda... iEn este país tiene que haber orden!" El coronel Carrasco, resignándose ante los desahogos de su subordinado, ha dejado su regla y está trabajando con su pipa. Se le aguzan los ojos escrutando en el rostro del teniente Herrera. Todos 1os visionarios son fanáticos. La cuestión era si todos los lanáticos son visionarios. "iQué tienen ellos que ver?" "il-os de Patria y Libertad?" "áQuiénes si no?" El teniente Herrera considera que basta de preámbulos. "Había uno de los suyos infiltrado en ese grupo que hicimos saltar. Por lo menos, así lo cuentan ellos. Si era de verdad un 19

infiltrado, hay que reconocer que es un maestro. Llevaba la caja. Por lo que dicen, también. Unos seiscientos mil dólares. La célula era..." Allí salta como disparado el coronel, agarrando al vuelo la pipa que ha salido volando cuando abre la boca. "¡Seiscientos mil dólares!... óDijo usted seiscientos mil dólares?... Y... todo este tiempo... iseiscientos mil... Y ese, ese, ese infiltrado, Zdónde está?..." "En Barcelona,... podría ser en Barcelona, si..." "iPodria ser? ¿Me dice usted..." "Con otra identidad... También por lo que dicen ellos... Nosotros admitimos que al hombre lo dieran por muerto en la prensa. Muerto en el enfrentamiento. ¡Ese si que no tiene más problemas !" El coronel Carrasco no puede hacer nada que le permita cerrar la boca. Mira al teniente como si se encontrara ante la musa de la imbecilidad. "Por muerto... ique lo dieran por muerto?" Va hacia la ventana. iQué revoloteo de palomas es ése? iMalditas palomas! iDéjenme pensar! Pasa un minuto entero y el coronel no deja de sobarse las costillas frente a Ia ventana con la diestra bajo la guerrera desabotonada. "Seguro que ése sabe..." "úQuién, mi coronel?" "iQuién va a ser! ilsmael Zabala, pues, mi señor!" El teniente Herrrera resiente el enojo expresado en ese "mi señor". iSi pudiera él expresar el desprecio suyo! "iSabe qué, mi coronel?" "iSabe de Ios seiscientos mil, pues, mi señor! Los seiscientos mil dólares! Y sabe del que se los embolsó. iSe cae de maduro!" "iDe dónde iba a saber si era un pájaro de paso?" "iAsi que en Barcelona..." "Pero, mi coronel..." "No hay que ser muy Sherlock Holmes para estas cosas. Seiscientos mil dólares... Al único que se salvó del tiroteo tratan de eliminarlo a bombazo limpio..." El coronel ya ha retomado control. Seiscientos mil dólares. ZSe podrán recobrar? Si el sujeto en Barcelona es efectivamen-

to de Patria y Libertad, basta ponerse duro y ivengan los seiscientos mil! "¡No tiene nada que ver, mi coronel!" "iPor qué tratan de eliminarlo, entonces? Dos intentos, a la luz del dia, granada en mano. ¡Está más claro que el agua! I lasta podria ser que lo hayan eliminado ya, en Estocolmo." Está dando sus zancadas de militar encerrado en una jaula. Va y viene seguido por la mirada atónita del teniente Herrera. Se detiene. Lo está mirando con soma, con furia también, por unos segundos. "iAsi que usted no puede tragar a las viejas nazistas? Lo que tengo que decirle es que no se le nota. Bueno, no se le nota rnucho... iVálgame Dios! iSeiscientos mil dólares! iLo que no pueden hacernos esas viejas nazistas con seiscientos mil dólares!" "Pero, mi coronel..." "Era un infiltrado, mi teniente. Se lo doy con mi firma. Era un infiltrado y ese Ismael Zabala sabe de él y sabe del dinero también. O sabia. Pero el pájaro se voló con toda la caja. Seiscientos mil de los verdes. Sin contar el dinero chileno. Ahora... decíamos... el muy bandido se encuentra seguro en Barcelona, o donde sea, con otra identidad. La sola cuestión es... iAnote, es la cuestión clave! úPor qué tratan de eliminar a Za' bala? No hay más que una hipótesis: el hombre está al tanto, pero se lo guarda. Para él solito se lo guarda. ZPor qué se lo guarda para él solito? iQuiere hacerse de los seiscientos mil? Plausible, plausible. ¿Está decidiendo a cuál de los grupos entregar la información sin optar todavia por ninguno? Plausible, plausible. Estos tipos están más divididos que una torta en cumpleaños. En fin, iallá ellos y sus peloteras! A nosotros lo que nos importa son esos seiscientos mil. iSi, señor! Mucho más importante Barcelona que Estocolmo. Pero, de todos modos, iojo con Estocolmo! iQuién nos dice que nuestro desaparecido no anda recogiendo la parte que le corresponde en Barcelona? Nunca se sabe. iSeiscientos mil! cA quién expropiarian estos ladrones? iMi teniente, hay que expropiar a los que expropiaron a los expropiadores! iJaja,ja! Hágame traer ahora mismito a esa eminencia de Patria y Libertad. iCómo se llama el huevón? iQue me lo traiganl iTrotando, mi teniente!"

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!,r r, ri,l,, , ,t,,l,rrlrr rlr. r'olllcrO rOCiadO COn rt rr, rl,, ,1,. l('., l\llrllnez. Casi no puede , ¡ I r.r,rrt'r1,, Irrr,i,,rr:¡Ir(rIiI Sc lc llena de recuerdos rl, ¡l

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.t,, l,r rr, rr,,¡.r ,,,1 ll r,lor v cl slbor de la comida. Se r r,r in rrl ',1,, r 1,,,1,, r, )t.rl() (.r¡ rl l)atio de Su casa familia¡, en I rl r ,,,,rr' r'1,, l,,rt,, r'l ¡'1¡¡¡1¡¡¡. I-os Martinez, Eliana y Alber, , ! rj, r , r ,I t,r',,',1r. lrrillr. clt un departamento doble. Están r ,I lrir,,r¡ ¡1r.,¡ll l¡rrrL. (ilsi un año. Vivieron también por un r! rrl'¡ ' { r \rJ,r'rtrrit rlcs¡rucs del golpe del 73, en el mismo re! ,r¡ !:r

Irr1,r,, r'rr r¡rrr.

r'rvio lslrr¿rcl. No pensaban que tenian que volar

l.l 11rrl¡rc (lc Marzo del 76 que derrocó a Isabel Peron I,r', i11'ro ¡rir(licalltcnte en despoblado y, conto tantos otros ,lrl, r,,s. luvicron que salir a la carrera en cualquier direccion, r ,,rr lrr tri¡rlc A (la Acción Argentina Anticomunista) pisándoles rrrr.. 1,,¡,',,

l(

)s lilloncs.

Asi llegalon a Suecia y llevan largos meses en el hotel que la (onruna de Estocolnro pone a disposición de Ios refugiados. l)e Ios uruguayos y argentinos han aprendido todas las tretas: que hly que hacer, que hay que dejar de hacer: dónde está el dine ro, cómo se reparte: cómo dan fe las autoridades de las histo r¡as que cuentan sin que haya necesidad de papeles; cuáles son las historias que producen mejores dividendos; cuáles son las carreras univeritarias que cuesta menos simular. Sobre esta última pilleria, corre como advertencia Ia frase "cirujano del tórax." Un cubano llegó a Copenhague pidiendo asilo politico. En la entrevista de rutina con la policía danesa dijo ser cirujano del tórax. La cosa podia pasar sin más ruido, ntientras el hombre no se fuera a meter a un hospital. Desgraciadamente, cuando llegó este cubano, habia en Dinamarca una gran denanda de cirujanos del tórax, por lo que no costó mucho averiguar que el hombre no sabia ni lo que era un bisturi. Moralcja: uno puede contar el cuento que se le ocurra a las autoridades, mientras no le salga con que es cirujano del tórax. 'Iienen sus tretas propias también, los Martinez. Un ejen.rplo es la cocina eléctrica portátil en que prepararon el rico estofado de cordero con el que se están chupando los dedos. La mantienen oculta en uno de los closets. Alberto instaló el cable. Des-

iendc Llcsde la terraza de su departamento, por entre las enre rlrrtlcras hasta el subsuelo donde hay arranques eléctricos a dis¡rrsición. Muchas veces preparan comida en el departanento, a su gusto y a la chilena. Apenas aguantan los platos suecos pre¡lrraclos en enormes cocinas industriales, desde donde se distrilrLrycn a escuelas y hospitales. El olor de las salsas suecas, penctrante y recargado, el gusto a nada de las salchichas, la insi¡riclez de la legumbre, la carne, la fruta, le quitan el apetito a l:liana. A veces no puede resistir, todavia no ha entrado al conrcdor y ya sale echando pestes contra el almuerzo sueco. Iln tales ocasiones, Albefto baja al jardín que rodea el enornrc edificio. saca de su escondite el extremo enrollado del cal)le y lo entrega a Eliana que espera en el subsuelo, junto a un tnlgaluz. Muy dificil que a los suecos se les pase por la cabeza rrna pilleria así y tracen hasta su departamento la diferencia en cl gasto de energia eléctrica. Lo que Eliana y Alberto ni sueñan cs que en el pabellón de los jardineros durante la kaffepaus (

*

la pausa del

café-

los suecos encargados de mantener

el

cdificio se mueren de risa comentando sus chiquilladas. lnstalada la cocinilla, Alberto pone una casete con tangos del año de la cocoa suba y dígale a esa ingrata"- y se -"Portero, pelar papas y cortar cebollas. Eliana que ha pone a la tarea de salido a trotar por los senderos de un bosque vecino luciendo un buzo rojo, botas y guantes de nieve y un gorro boliviano que Ie cubre hasta las orejas, pasará de regreso a comprar ei cordero frigorizado al superntarkef que esta semana lo vende en extra-pris. Los extra-pr¡s son precios rebajados hasta un c¡ncuenta por ciento, y cuando se aplican a la carne quiere decir que el plazo terminó, que se come hoy o se pudre mañana. Ahora es cordero estofado con papas y arvejas. El viernes pasado fue un almuerzo de pato a la cacerola con puré y con grandes advertencias de parte de Eliana:

"¡No

se te pase por la cab'eza invitar a Birgitta!" Después, relamiéndose, le dieron las explicaciones. Tenran que ver con la procedencia del pato. "De repetirse el plato, ¿verdad?" Alberto estaba casi sin contenerse sonriendo a Eliana. "¿Le contamos o no le contamos?" Ismael fue informado, con una presa de repuesto y un cucharón de puré. Los patos, porque eran dos, no uno, veni¿rn

directamente del Iago vecino al bosque por el que trota EIiana todos los dias. Sólo Eliana, porque Alberto todavía duda que exista el colesterol. La pareja no podía creer cuando al día siguiente de llegar al hotel salieron a dar una vuelta. Lo primero que vieron al llegar al lago fue una bandada de patos silvestres, graznando, nadando, volando sobre el agua. "Venían a nuestro encuentro, ¿te das cuenta? ¡Patos silvestresl Aqui están acostumbrados a que los suecos los alimenten en inviemo. Vienen a comer de tus manos." Mientras Eliana contaba, Alberto abria la boca mostrando todos los dientes. reía siniestro retorciendo las manos empuñadas como si tuviera agarrado el pescuezo de un pato. "iCrac, crac! iDos patos al saco! Ni cuenta se han dado los otros de la banda. Cada vez que volvemos con el saco vienen corriendo como si les Ileváramos el desayuno." Ismael se queda a medio mascar. ¿Estarán bromeando? iPor eso eran tan categóricos sobre no invitar a Birgitta? Eliana comenta riendo, llenando de nuevo el plato de Alberto: "Si Birgitta llega a saber, es capaz de llevamos a los tribunales. " Eliana y Alberto cambian miradas y ríen a dúo como tantas veces lo hacen. No, seguro que están bromeando. Ahora comen cordero estofado como la gente, se sirven ensalada chilena como la gente, beben vino tinto de Mendoza porque no hay otro, y para redondear la cosa escuchan música chilena que unos parientes de Eliana que viven en Concepción le enviaron en casete en los tiempos de Buenos Aires. Mientras mondan las últimas costillas con las últimas barbaridades de Pinochet, suena la guitarra y canta Margot Loyola:

Toma tres cuartillos, cómprate un zorzal, si te sale malo lo echáis a volar. Después de los duraznos en conserva con el conchito de tinto, Ismael y Alberto se levantan dándose palmaditas en la pan-

za. De la limpieza de la loza hay que ocuparse en la tina del baño y le toca al invitado. Eliana baja al comedor con un termo a preparar el café. 24

"iCómo anda ese curso de sueco?" Alberto habla a gritos desde la terraza mientras inicia la ceremonia de meter la cocinilla en su caja. Opera mirando nerjardin, hauioso y sospechoso hacia las otras terrazas, hacia el cia la plaza'donde juegan niños suecos y niños exiliados, cabenag.u, y cabezás rubias. Cualquiera diria que la cocinilla es ',r, un trañsmisor clandestino lsmael' fregando y enjuagando, no oye nada. Lista ya la caja con la cocinilla para ocultarla en el rincón más oscuio del cioset, Alberto viene a la puerta del bano, enciende un cigarrillo y repite la pregunta. .

';¿El de suéco? Lento me parece, lentísimo.'' Como"urto casi en todo, tratándose de Suecia y de los refugiados politicos, Alberto parece persona al tanto de la situación completa. "Si, si, muy lento. Son cursos pensados para trabajadores' no nrrra universitarios." "Bueno, el que yo sigo está planeado para los extranjeros que van a ingresai a la univeridad. Eso me dijeron cuando me mat riculé. " 'isi, .ro dicen siempre. Pero no es asi. La mayoria de los preparados ¡rrofesores que enseñan sueco a extranjeros fueron yugoslavos, griegos, i.,,rra enseñailo a inmigrantes: a italianos, iinlandeses... gente qre viene aquí a trabajar, no a estudiar en las universidades." "Así me han dicho que es la cosa. Pero a mí. " "iAsí es y punto! A nadie le importan los refugiado-s- politicos. La buioóracia sueca los considera inmigrantes' Y asi se r¡uedan, sometidos a las reglas que se crearon para los que vienen a trabajar." "¿lnmigrantes?" Alberto aspira Y se infla Patemal. "Si, seRor. Lo descubrí apenas llegué. iPara lo que- cuesta! No só si los demás son tontos o se hacen. iFigúrate! Muchos llcgan aquí con estudios universitarios. Hasta con titulos' Abográos, eionomistas, psicólogos' sociólogos. Pero,.ólos hacen valer? iQué va! Se hacen la ilusión, pero la verdad es.que sigu.n borregos el mismo camino que se estableció^en los "oño para un montón de campesinos analfabetos de Grecia, lnos 60 pobres diablos que vienen aquí a reunir Finlandia, Yugoslavia,

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un capitalito dándole a un latón con un martillo mecánico. iAsi es, el mismo camino! Dime tú, ison imbéciles o se hacen?" ismael se siente sacudido por la revelación. Avergonzado también. Lleva ya cerca de cuatro meses en Suecia y parece que ni la nieve ha descubierto todavia Es cierto que ha estado estudiando sueco. Además... todo ha sido sueco y Birgitta' Birgitta y sueco. Mucho más Birgitta que sueco. Al teatro con Bir"gitta que traduce las réplicas para é1, muy despacio.en el oidó. besándolo casi, pero sin besarlo en absoluto, racional, eficiente, deliciosa. A la ópera con Birgitta que tiene la partitura en la falda sobre los muslos largos, largos, y que discieme los instrumentos mejor que el mismo director de la orquesta' Al museo con Birgitta que le refiere las andanzas de un Rembrandt por Europa en el siglo XIX o los problemas casi insolubles que plantea la reparación de un Rubens. Al bosque con Birgitta quó anticipa los colores de los brotes todavia cerrados, la especie de las mariposas que aguardan la primavera en sus crisáiidas. Al parque con Birgitta que sentada en un banco repasa su sueco, cáyéndole el gorro del abrigo de piel sobre la espalda, sonando cristalina su risa en el aire helado al oir el sueco de su pobre alacalufe que dice "repollo" en lugar de "carbón", "prostituta" en lugar de "renta" sin que se le mueva un músculo de su cara huesuda y perpleja. Sí, Birgitta lo ha conducido a otros mundos en estos meses, igual que él condujo a Mónica a otros mundos en los años caóticos del Gobierno Popular cuando estaban mirándose extasiados bajo los pinares en lo alto del Cerro San Cristóbal y Mónica reia, y lloraba de pronto, resentida, furibunda, enamorada hasta los cielos de su pequeño burgués bueno para nada que la sacaba de la co¡riente de ias cosas. de la calle saturada de gases lacrimosos y el compromiso histórico con el proletariado, llevándola a la estratósiera de los problemas etemos. Birgitta, entonces... y Mónica .. Alberto eitá mirándolo con aires de triunfo, desafiándolo a que se saque un gorro de burro que le cae por encima de las orejas. Ismael se oye decir. "Algo así tendria que denunciarse..." "Denunciarse? cQué crees que fue lo primero que hice al llegar aqui? Fue en una reunión de tutti quantti. En el comedor, abá;o. estaba lleno de revolucionarios. iLes hubieras visto las caras! Tal como la tuya ahora. Se miraban, me miraban' se 16

volvían a mirar. ¿Era posible? ¿Era concebible? El trato de innrigrantes, ia ellos? Primero, todos querían hablar' Después, no habló nadie." "No entiendo." "Pero, si es tan simple. iNo me digas que no 1o pensaste tú tarnbién?" "¿Qué?

"Bieno, entonces no lo pensaste. Pero ellos sí, y después de

¡rensarlo se quedaron callados. " "cDe qué eitás hablando tú? iNo entiendo nada!"

"Pero. hombre, ino ves que con esa denuncia separo a los

intelectuales de los obreros?" "Bueno... iy qué?" "Es lo mismo que pregunto yo. áY qué? Pero no ellos A ellos no vas a venir tú a separarlos de los obreros. Esa es una Drovocacion que no van a tolerar' iPedazos de imbéciles! Antes Lue afirmar su identid¡d de clase y su superioridad son capaces ,.ie estar toda la vida dándole a los latones con los martillos' iDiosito lindol ¡Estos son los jueguitos que nos han hundidol iMe creerás que hay algunos que se sienten felices con el cxilio? Por eso, precisamente, porque han podido identificarse con los trabajaáores. Realizan su sueño: ser obreros' il-os idiotas !" Alberto, seguido ahora por Ismael que ha terminado con los platos, trae dó la terraza la pequeña cocina en su caja Mientras habla ciuzando el living ha ido a parar sin darse cuenta al rincón que forma el sofá con uno de los sillones. Atascado, agarrandb con los dos brazos la cocinilla contra el ombligo, mira a Ismael. "iRecontras, parece que estoy embarazado! cQué será, obrero o intelectual?" Eliana vuelve con el termo del café. Ismael no puede sustraerse del espectáculo de verla caminar. Una belleza atacameña que ya se quisiera Gauguin. La cabellera negra, abundante, le cie iobre lá espalda y los pechos. Sus ojazos parecen arder en el rostro cobrizo, firme y anguloso Goza Eliana adivinando el gozo de Ismael. "iPor qué tanta risa?" "Le coñtaba, aqui, al caballero recién llegado' la historia de los tipos con el complejo obrérico." 27

Eliana está poniendo las tazas y una bandeja con galletas sobre la mesita del living. Sonríe a Ismael. "Si... Esas... expansiones suyas son lo que nos da más fanra.

El complejo obrérico es una." Ismael ya está al tanto de esa fama. Y los Martinez saben que está al tanto. Más de uno, a Ia sobremesa, en el comedor o en la amplia sala de entretenimientos que hay en el mismo primer piso, se ha acercado a advertirlo acerca de los agentes y soplones de la DINA que abundan entre los refugiados. Son las mismas historias de Buenos Aires. De los Martínez le han dicho que se ande con mucho cuidado. La CIA llega a todos los rincones, pero a ninguno con más facilidad que al de los trotskistas. Las "expansiones" de Alberto como las Ilama Eliana, se producen a veces en el mismo comedor; el agente trotskista de la CIA disfruta y le da codazos a Eliana cuando los comisarios y las comisarias cambian miradas de sobreentendido untando con mostaza las albóndigas suecas. "Si, nos dan fama. Pero con ésta de que nos tratan como si fuéramos inmigrantes griegos nos ganamos un pasaje a Gotenburgo." Ismael siente curiosidad. Gotenburgo, en su imaginación de niño criado en Talca con cuentos junto al brasero, es lugar remoto de historias góticas. Todavia debe haber elfos, gnomos, duendes y hadas madrinas en Gotenburgo. "l,Gotenburgo? iA qué fueron alli?" "iOh, un congreso... No recuerdo el nombre. iCómo era, Eliana? Algo sobre trabajadores y estudiantes extranjeros en Suecia. Por eso que te contaba nos enviaron... por esa expansión... ia Gotenburgo los boletos!" Alberto y Eliana se miran jugando como siempre a los niños picaros. Apenas contienen la risa. iNo será verdad que son agentes de la CIA? Alberto enciende otro cigarrillo, se entusiasma con sus historias. l-as cuenta a la chilena, más como chistes que como historias. Es de rostro pálido y enjuto Alberto; la melena entre negra y castana le cae lisa hasta las orejas. Vive acariciándose una barba que hace tiempo se afeitó y sus ojos oscuros, pequeños, penetrantes, no se avienen con su voz que es suave y femenina. De mediana estatura, casi en los huesos como Ismael, parece un Aramis de mosqueteros politicos es-

2IJ

grimiendo sus argumentos en el aire porque no hay quien se rlreva a enfrentarlo. "Allí estaban todos los burócratas, los de la oficina de inmigración al centro, flanqueados por los del -mercado de. trabajo y ios de la universidadl ios représentantes de los estudiantes dal¡¿r¡ vueltas como mosquitos; los de los trabajadores finlandescs, yugoslavos y griegos, veteranos en esta especie de tomeos rue"ó., l"t tiraban manotazos para que se fueran a sentar a otra gaseosa, su tacita de ¡.r".t". Éo. fin, cada uno ante su botella de toda la informay con carpeta galletas su café, su platiio con faltar uno' muy sin burócratas los ción y 1á agenda, estaban politilos refugiados de yo, y representantes sentaáitos. Eliunu sin lados todos a mirando rincón en un cos, sentaditos también solide de bienvenida, rigor, de discursos iÁiitar. vie"en los claridad, de buenos augurios. Luego, el objeto de la c-onvocaioiio, plun general y la formación de comisiones iJaja,ja! "i sudé en la comisión mia tratando de colocar mi propoI-as que sición sobre los refugiados políticos. El presidente de la comisión, un estudiante sueco socialdemócrata, me miraba sin eniendór. ZRefugiados politicos? iDe qué está hablando éste? Pero, camarada presidente, Zque no ve que formamos tres Trabajadoies, estudiantes, refugiados políticos Su categoriasi modilo tiene que modificarse. No son dos categorias, son tres' yo no toy ni trabajador ni estudiante, soy refuV"u .i "uro, político. giado " cámarada presidente sigue turnio como al comienzo' El -¿Có*o, que no es usted irabajador ni estudiante?-.áDe dónde salió con ésá? O es usted trabajador o es usted estudiante' Camarada presidente, ino me venga con escolásticasl -Yo no le uéngo con esco... esco... ¡es usted el que me viene con esco... esco... iJajaj a! En fin, que después-dé las disputas de comisión vamos al pleno. Cuando le tonesponde hablar al camarada presidente de nuestra comisión, comiénza su informe... áCon qué, crees tú? .lusto con mi ya célebre doctrina de la división en tres, no en sumo. Lo hace como pidiendo disculpas y va al Jás, del géneró -a pizarrón dibujar el modelo. Antes de llegar, los de la mesa iirectiva han recuperado el habla y lo devuelven a su asiento a gritos. iY ahí terminó la historia de los refugiados politicosl"

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-6Ismael está todavía con la boca abierta y los Martinez en lo mejor de la risa cuando suena el timbre de la puerta. Eliana corre a abrir. Exclamaciones en el vestíbulo. Saludos, abrazos y besos. Son Marina y Jorge, una pareja de argentinos de Córdoba que viven en un campo de refugiados a unos cien kilómetros al sur de Estocolmo. Llevan más de un año alli estudiando sueco y preparándose para "entrar al mercado de trabajo." No se complican mucho en este intento. Es sólo un recurso para tener apoyo económico mientras tratan de ser admitidos en la Universidad de Lund, en el sur. Marina tiene el tipo atacameño de Eliana. Una se crió al este de los Andes, la otra al oeste. Son a cual más guapa y cuando van juntas por el centro de Estocolmo dan el espectáculo del dia. Muchos fines de semana, como éste, Jorge y Marina viajan a Estocolmo para sacarse de encima todo el fastidio, el aburrimiento y el pelanrbre del campamento donde hay cada caso, dice Jorge, como para llevar a una docena de psiquiatras al manicomio. Jorge un cordobés con proporciones de gigante se aproxima a la treintena al mismo paso que Alberto; Marina y Eliana no han sabido establecer todavía cuál es la que tiene 25 años y cuál 26. Se conocen desde los anos del Gobiemo Popular las dos parejas, cuando en el sur de Chile trabajaban codo a codo con los mapuches con la esperanza de incorporarlos a la lucha de clases. Alberto tenia sus reparos teóricos y prácticos con los mapuches; Marina y Jorge ni siquiera se detenían a pensar. "Hay que echarle p'alante, como dicen ustedes, se hace camino al andar, como canta Serrat, y en el camino se arregla la carga como dijo ... iQuién fué?... iCaupolicán?" En cuanto a los mapuches mismos, los soslayaban con más recelo que si se tratara de los godos de Pedro de Valdivia metidos en sus armaduras.

Marina y Jorge salieron arrancando hacia Chile en el 70 con los militares pisándoles los talones; de Chile, volvieron a Argentina, en el 73, otra vez con los militares detrás de ellos; de Buenos Aires volaron a Tel Aviv, esta vez corridos por la triple A. De Israel volaron a Estocolmo con cierta premura, aunque nadie ha podido averiguar de qué arrancaban. Todo esto lo 30

(:ucntan repartiéndoselo las dos parejas, -para información de abrii;';;;i, .t; gritos y risotadas miéntras Eliana cuelga losvecino g,,l y Éoirorluucia los ceniceros' corre al departamento I peáii prestado otro termo y baja de nuevo al comedor por ¡orge huc" el resumen de la odisea estrechando con '.rrir, ""ié, su brazo derecho a Marina: :'rlos iAealistas de la legua rajando de una parte a otra por el nrundo" ' conlribución que il nu"¿un mirando a Ismael que tiene una por un pedante? Ios tomar a r,,,..r]áunqua vacila óNo lo iran se contennervioso' sonriendo dice latinoameriianos rajados, -i'refugiados" les dan el iglesias las Todas .i ii "polillunan los " ""-¡re "ü los suecos Pero ;lli;"-^";*ü;;, "refugiaJos" 'Ejeml escapar" huir' es "Flykt" " ' tiska flvktinga;tr. iY bien? irujar! 'Ñ¡uiinu y Jorge se han quedado en silencio, asimilando' Alnada que asimilar' Va y vuelve con la miraberto no "n"uañtru ,-la desde el alacalufe a los argentinos' "Bien...cY?" que sirva el cursillo de sueco! Un hombre va a"¡ó. "leó Un tercero abre la puerta de va persiguiéndolo' tr";;;J":bt; 'que árranca se refugie en ella' iCómo va a r;;;;u ¡;r" que el lár.rluifu" el'que viene arrancando? ZEscapado' perseguido' que refugiado? Loi suecos nos nombran, no como tendrian noito,r"bautno, ellos, sino como tendriamos que nombrarnos sotfos." ''Áio..to sigue sin entender. lo que lo- t:tl: T.Yv. m,olesto' alacclule recien llegado? íPolitisk flvk ns! , ó;;;;;;.';;te iñ.h. l;r;r;; iPotitisk flvktiry! Seguro que esle mono sahio lrizo un curso general de tonterias con esos pala-breros Duenos qre"rangan*uban en la universidad iEran unos im,r,"á ir¿.i.t""¿, r-iu'nu¿u eia el ser y el ser era la nada iY les pagaban nor eso! falda es;;;i;", en gruesa chomba de lana marrón,en amplia el sofá.juguete.,o".iu v talceiines de Chiloé' se echa atrás enl.t dijes mapuches de su collar y un cigarrillo.sin alfabetiuna ""io como ""'. ;i regazo. Éstá mirando a Ismael ;;;;.;;; que se pone zadora a su ahlmno aventajado. Se vuelve a Jorge, con las chaleco su de ,l""oii.Áp"t" el fondo dé los bolsillos pelota imaginapie a una y va dando con el

',",ioi-*óuÁu¿as

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ria. En la puerta que da a 1a ferraza se detiene, gira su cabeza redonda y semicalva y revuelve unos ojos brillantes y furiosos. Habla a toda la asamblea mirando por encima. "L,o que quiere decir que ni para nombrar servimos" Alberto cruza una mirada rápida con Marina. Quiere alzarse, ir al encuentro de Jorge. "iMe vas a decir que. .." Pero Jorge está mirándolo con ojos de sorna y amenaza que dicen: iVamos a correrla de nuevo por la vez enésima? Ismael no tiene idea de 1o que está ocurriendo ahora. Estos tienen un pasado común, iqué duda cabe y qué sabe él? Marina se endereza y enciende su cigarrillo como si oyera llover. Hay una operación archisabida que llaman entre ellos "aterrizaje ideológico". Las causas del aterrizaje ideológico no son sólo los fracasos de la izquierda en Brasil, Uruguay, Chile y Argentina. También hay que considerar el choque traumático con las sociedades europeas. En esto del aterrizaje, Alberto, Eliana y Marina consideran que llegaron a tierra firme y que en tierra firme pisan. Es Jorge el que sigue descendiendo sin que nadie sepa dónde irá a parar. Para las comisarias y comisarios del hotel que han tenido oportunidad de tomarle los puntos, este Jorge es, lejos, el más nihilista o más agente de la CIA de los cuatro. iDice unas barbaridades iSi supieran estos ingenuos de los suecos los monstruos que amparan! La pareja argentina se marcha. Los otros se han levantado para acompañarles al coche cuando suena el timbre. Es Birgitta. Viene resoplando, ha subido a salto las escalas. Se disculpa con Eliana; viene a hablar con Ismael y como no lo encontró en su departamento ha pensado que podria estar aquí. Habla en sueco con Eliana, pasa al inglés con Ismael. Trae no' vedades: la petición de Ismael de ser aceptado en alguna universidad sueca para revalidar su título en sociología ha sido tramitada con buenos resultados. Puede preparar su doctorado sueco en la Universidad de Lund. Allí lo esperan a partir del inicio del año académico. Se levanta un griterio tal que Birgitta se lleva las manos a los oidos. Jorge y Marina no pueden creer. Van a estar juntos y en el mismo departamento universitario. Alberto está palmoteando a lsmael. "sociología en Lund. iEso quiere decir Lars Mossberg!"

"iQué?" 32

llirgitta va a decirle qué, pero Jorge se adelanta' oitt. todavía di Lárs Mossberg? iMarxista, maoísta' lcministal iEl teórico número uno de la izquierda en Suecia!" E.liana y Marina cambian miradas que Birgitta sabe interpretar. A la prirrera brisa, saltan y danzan sus hombres como en ;'¿Ño

krs buenos tiempos.

irInu"l quiere^saber cómo hará para financiar su doctorado' a I arnui¿n tiae noticias sobre esto Birgitta Con su aceptación de préstamo un de la concesión 1,, Üniuárrl¿a¿ de Lund,llegó lsmael está mirañdo a Birgitta sin saber que decir' "itr¿iot. ¡.LU..to quien interviene. Reconoce la eficacia de la ij" io "i sueca, reconoce el esfuerzo y la generosidad en la burocracia ,,,.r"iOn a ios reiugiados políticos, reconoce la paciencia y la ii:ll".n"iu de los s"uecos, iobre todo cuando entre los latino,,i".ri"unot es casi rtniversal la ingratitud y frecuente el abuso' i;.ro Áiu.rto igual se fastidia cuando confronta el paternalismo míls: ,1" tu ¡utoaru"L sueca. El caso de Ismael es una muestra por teléfoios burócratas han hecho un paquete consultándose oyendo a los burócratas: de la oficina de inmigra,-. f¡t "ste ástatal, a la universidad, al departamento de solüná Uun"o al.soliponerse de acuerdo, comuníquese

Después de '¿.ctorar;e, debe doctorarse en Lund, debe finan"iár.giu. .iiu"É-, ¿"u. ;i;;;con un préstamo del estado. Punto' Birgitta siente casi

con los oídos el rechinar de los dientes del rebelde ;Corno si estuvieran de acuerdo, ieh? L¿ Oficina de Inmigra". ción, la Universidad de Lund, el Banco del Estado . Martinez' Albe¡to Á'nirgitta nunca le resultó muy simpático conoce a il-os todo. Ni ningino de estos cuatro, para decirlo lat¡noamerlcano hay no estos c"uatro! Bueno, por conocer, casi coen los alrededores qré no conozca. Pero conocerlos es una 1o Ismael a siquiera Ni ia; comprenderlos, otra muy diferente paren hace' Lo q-ue le-dedica con todo el tiempo "o-pr"na", te, por la áisión más o menos iniormal que le han asignado los cle inmigración. Sólo en parte. Los sentimientos cuentan"' iCuenta"n siquiera por esta vez! Con este hombre que la atrae' p"iio" ie entra en el cuerpo c-uando siquiera lo,roza " Pe""v" ro-iesa distancia. esa reserva! .. tO será pura estolidez primitiva, pura carencia de civilización? áSerá que trata de -comprend;;ig; donde no hay nada que comprenderl iVendráya!dez'Yallisi l" ir;;, el calor que la atraei iPodnan ser amantes

fuera, contra todas sus intuiciones, un terrorista? ZNo es. proUoUl"f iuU" cosas terribles de la vida de Ismael, cosas de las ahora, las suspicacies óu..rt. no habla una sílaba con ella.'. Yisospechará lo mismo quiere sugerir?. . iQué i" nl¡..to. . pasa y a inoido haber no decide Birgitta ou" *ifu sospechal formar clel Prestamo a lsmael. --;gi pt..tá.o se concede de seis en seis meses' Hasta el téralcanza r.t.'ino be los estudios. Administrándolo bien, el dinero que trabaiar prro .l uno sin problemas. Si no. no queda más clurante las vacaciones. " "Trabajar ien qué?" "No faita. Los trabajadores suecos tienen sus vacaciones en verano. Hay trabajo de reemplazo. De toda especie " Alberto tiene una acotación que hacer' Birgitta sonrie apenas' "Tanto como de toda especie' no. Digamos mejor toda espedice cie de trabajo... inespeciiicado. No cualificado, como se ropa la pasto, sortear el ium¡i¿n. Yendo más ul d"tull", cortar platos los lavar hospital, en ia tuuuna"riu, hacer las camas en el .n rittuu.unt", fregar pisos' cambiar los pañales a los viejos el hospicio... iCosas asi!" en "i Birgittá considera que tiene que decir algo, no sea más que nor reDeto de si mislna. ' ""Que hay de malo en trabajos como ésos?". "Ñiáu a"'mato. Son la honra de quien los ejecuta' Me saco el quiere sombrero ante el que me saca.'. la mugre' Pero eso no que diestov lo todo es Eso ili; qr; iea traoá¡o cualificado. verdad." ciendo. ''siicitáLa pura Y simPlepalpitaciones en las sienes' iQué se ha tinti"ndo "iáeste... Pero, cuidado, la civilizad¿ es ella.'.áver.t.iá5 .tt", á"áiltrnu"r siente rabia contra Alberto iQuó agresividad es ásta? iY Eliana y Marina sonriendo tan satisfechas! Veamos' hugá.ot las cuentas. Van cuatro meses en Suecia' No ha gasde su bolsillo y hay teléfono, agua caliente' iuío u.t ""ntuuo calefacción y hasta televisión en colores en su departam€nto' de esL" rrán oür"áuiudo excelente ropa de inviemo,-material gratis' gratis, diversión gratis, hóspital tu¿io, ti"n" ónseñanza pero Se propone adquirir un coche. De segunda mano, cierto; si es ." brliia tendria que trabajar por anos para conseguirlo'áue-to consieue. Átbeno". ique no venga con historias Alherill ta*poco-et ha gastado nada de su bolsillo en todo el tiem-

ni nadie' tx) que lleva en Suecia. Ni é1, ni Marina, ni Eliana, il" iodos los que están en el hotel y en los campamentos, lnarlic ha gastadó un centavo! Viven todos en departamentos tan bucnos'como el suyo, atendidos como no lo serían en Latinolnrérica si gastaran en ello todo su sueldo' Pero se conducen ,',,n.rn orrn""aat rusos emigrados de sus palacios' iQué está ir,,.i.náo Alóeno? iAleganáo por que le den trabajo calificarlo? i.,t ett aque traba¡o cálificaáo puede realizar é1 en.Suecia? Aou¡ llesi Birsitta con noticiás de matrícula gratis en la tl"i".rr¡¿"u¿, coñ prestamos de estudio. áY qué hacen -Alberto y Los demási Escupen a Birgitta, eso es lo que hacen' Y él' ¿'no cstri haciendo lo mismo? tlirlitta mira a Ismael. iQué gente es ésta? Ella ha tenido que u"i-"6n iefugiados de distintoi lugares. Americano.s hlyendo ,tc la juerra áe Vietnam, judíos escapados de.Polonia,. hindúes ..l^orlíuJot de Uganda. cñinos huyendo de Vietnam' de Jr4ala le .irl .iiLr*t perse"guidos en Etiop¡a. Pero. esta gente" uQue popuque literatura la dice lo genté? cierto ¿Será ocurre a esti su machisi,"i ¿S.ra cie"rto que el trato que le damos ofendeque detestan iSerá señores? de ,r,,,r, su honor, su condición razones que inventan será áSerá... nuestra social democracia? un hicieran nos si como mano nuestra de l)irrl comer tranquilos dife¡tan Zabala Ismael el señor Y calificado! i,,uáti- ii.aUaio r."nG uho.a! tQuién es, al fin de cuentas? Uno más de estos iz,niiLroitot coi pedrigee ? iUno más de estos buenos para nada ,j ,.o no sea tomar café, fumar y darle a la lengua con cargo a servicios sociales? I-os de la Oficina de Inmigración le "u.ri.ot sie;." torn¿n¿"lo con pinzas. óUn terrorista? iBah, no se algo ,,,iia! iPor eso lo están sacando de Estocolmo? t'Sospecha ilsí este otro que me fastidia con su trabajo calificado? Dicen pasos' t¡rrc han entrado agentes de Pinochet, que le siguen los Zabala1 ilÑ" riia fantasíaiiPor qué no habla el señor lsmael LSerá un cobarde? áEstoJ son los apasionados amantes latinorrnrericanos? ¿Estos son los temibles terroristas latinoamericaIttl s?

Llirgitta no se guía por las novelas ni por las películas cuando sc traia de estas-cosás. Eso también tendrían que saberlo los sólo tlLrc Ia enrolaron en esta aventura. Algo habrá, entonces ' ijrre hasta aquí parece que no hay nada.

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La risita suficiente y triunfante en el rostro afilado y pálido de Alberto está quemando todavia en el alma de Ismael cuando se amontonan todos en el pequeño vestíbulo del departamento poniéndose las botas, los abrigos, los gorros. Bajan por las escalas del hotel a despedir a Marina y Jorge. Birgitta va a la zaga con ganas de llorar. ¡Meterse en éstas, con éstos! Está oscuro ya, aunque es temprano. Apenas se distingue la pareja argentina que se aleja por entre los coches estacionados contra parapetos de nieve. Jorge grita invitaciones a comer con ellos en el campamento. "Para despedir a Ismael... Le preparamos un asado a la argentina... Pero iustedes llevan el vino!" Hay gente todavía en el comedor. Al lado, en la sala de entretenimientos se juega ping-pong, ajedrez Hay grupos frente al televisor y mesas donde se juega a las cartas. Alberto se vuelve a Birgitta y Ismael que se están poniendo de acuerdo para lo mucho que hay que hacer la próxima semana. Alguien, desde una mesa donde se toma café, hace señas a Eliana. Alberto pone una mano conciliatoria en el brazo de Birgitta "áUn cafecito?" Birgitta se echa a caminar hacia su coche, diciendo no con la cabeza y las manos en alto. Va bailando su no Birgitta. ¿Un cafecito? óUna conversacioncita? áSobre qué? áSobre el trabajo calificado y la revolución permanente? ¡Estos tipos! iNo los va a entender nunca!

.1Ismael se vuelve dando la espalda a la ventana de su dormitorio. Es una noche de luna que tiene el cuarto a media luz. Hay que concentrarse de nuevo. Se le va la cabeza, se le pierde en asociaciones sin sentido. El arma primero, concentrarse en el arma. EI arma tiene que estar esperándolo en Barcelona. Otra solución no hay para el arma. iNi pensar en adquirirla en Suecia, ni pensar en salir de Suecia armado! l-os dólares los tiene ya. De banco en banco y de cien en cien ha ido comprándolos 36

lla enviado cartas certificadas a Berlín. Recomendadas, dicen

cn Suecia. Alguien tiene que encargarse en Barcelona Alguien ..le entera conf]anta. ¿Quién? El que sea tiene que dejar el arma en un casillero. Si posible, en el mismo aeropuerto l-a llave en un sobre a ru nomb.". Trabajo simple. Viaje turistico de una el sábado i"-*u u Costa Brava. Se parte un sábado, se vueive Si es noche laen siguiente. La víspera entonces, el viemes entre madrugada, la hasta nóesario aguardárá en el subsuelo Ala simplicidad perfección de los coches iparcados allí. La agrupo, esta que entreg-ó-al guarda en la oscuridad El canalla edificio enorme del la entrada en ¡r,,.iunao el coche. Ha dejado ite departamentos a su amante,la que trajo de Buenos Aires' Mieniras estaciona el coche, en el garage del subsuelo, la mutragos de whisky ¡ur ha subido a preparar la tina del baño, los una samba y portazo' tarareando un con hielo. Ahora, dando pulgar. el canalla viene que del cuelga .rstañeteando el llavero Si, un la automática de cañón posar el ante como mandado a Muchos detalles' los faltan Pero así. menos .iqu"-u más o tlcialles. Ismael se vuelve de nuevo en el lecho' Un silencia(lor. Automática y silenciador. Tiene que ser a boca de jarro' Ño pue¿o darme il lujo de fallar. ¿Cuánto tiempo desde la últimá vez que disparé? A boca de jarro, sin la menor posibilidad ,i. qr" t.'esquive. iLa salidal iHay que asegurar la,salida! LSubir al depártamento? No, no vale la pena. El dinero.lo tiene todo en el banco. iBse sí sería un broche de oro! Recobrar los ttólares. Devolver el paquete entero' iNo, entero no! Una parte en el Cemen¡rara la tumba de Mónica. Una tumba romántica icrio Católico rodeada de sauces y él bajo la lluvia' Mónica rcvolucionaria se reiría, si, pero con los ojos llenos de tiernas lugrimas. Las aceras desoladas de El Salto, los pinares oscuros cn"las faldas del Cerro San Cristóbal. . El y Mónica para siemvez de espall)rc en su corazón bajo la lluvia... Se vuelve otra r.la a la ventana tragando sus lágrimas. iCómo decia ese venezolano recién llegado a Estocolmo? Lo encontraron con Birmuy Éitta en el restauñnte del Teatro Nacional. Anda también de Habla ,¡rimado a su sueca de Bergman ese venezolano' en serio' pero toma él lo Nietzsche y ZaralvsÍa. Birgitta se ríe, ¿,Si fuera verdad? Dibuja sobre la servilleta el venezolano y turbla como los charlatanes de Avenida Franklin'

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"Siendo el tiempo disponible infinito y cambiando sin cesar todas las cosas, la configuración primera de las particulas que forman el universo no puede menos que repetirse vna vez." Birgitta se queda mirando al venezolano: iSerá un payaso, será un loco, un idiota? Termina por reirse Birgitta. Pero el venezolano no se inmuta. "iTe digo que se repite! Las partículas tenian una configuración al comienzo. Si están pasando de configuración en configuración, itodo, sin faltar un detalle, se repetirá otra vez! Y otra vez y otra vez y olra vez en una serie sin término. iEl eterno retorno!" El venezolano se zampa de un trago la cerveza que le queda en el vaso. Entonces, ZMónica volverá a existir? iToda la vida de Mónica como una pelicula que se proyecta de nuevo! iMónica otra vez! La cabellera oscura, rizada, brillante, cayendo entre sus pálidos dedos, los ojos tristes recorriendo las páginas, los labios ávidos moviéndose silenciosos como si rezaran los ultra-argumentos de Marcuse. iMónica otra vez! Apasionada como un discurso de Guevara. Mansa y tiema, acariciándolo incrédula en la mejilla, en esa escalinata de Plaza Nuñoa. Abatida en sus brazos, murmurando para si, desconcertada, deliciosa, sin saber qué hacer con su felicidad pequeño-burguesa y la urgente revolución del proletariado. iMónica otra vez! Caminando descalza a su lado por las playas de Llolleo, por las riberas del Maipo. úVolvería Mónica a llorar desesperada y ardiente golpeando en su pecho, insultándolo, besándolo, bajo los eucaliptos en las quebradas de Peñalolén? Todos los instantes tan intensos de amor, ivolverían y volverian etemamente? Pero, entonces, eternamente volverían los otros instantes... Mónica con el hombro destrozado, el hijo en el vientre... "iHuye, Ismael, huye!... Si me amas, ihuye!..." Sintió ese ahogo de todas las noches, ese dolor en el corazón... Dio vuelta de nuevo. Pasó el brazo bajo el almohadón y abrazó con fuerza. ZNunca, nunca más?... iVoy a llorar como un enclenque, maldita sea! iHay que concentrarse, hay que concentrarse! Hay que planearlo todo con mucho cuidado y hasta el último detalle. Llegó por fin la carta. De Berlín llegó. Nada nuevo, sólo confirma lo que ya sabía, pero ahora está seguro. Los de Berlín saben de estas cosas y no se andan con bromas. Hay que concentrarse. Esto hay que hacerlo para que lrJ

rctornc también eternamente. Hay que hacerlo por ella Lo hcrmoso debe concluir hermosamente. Es muy simple' Aunque Mónica no exista más, no sienta más, no sea más que oscuro olvido, hay que hacerlo. Con mayor fuerza hay que hacerlo' llsto tiáne qui u., .on el amor. Es pura devoción de amor' Hay que hacerlo. No es iusticia ni venganza ¡Pero tengo que salir 'lengo mucho que vivo! iTengo qu" tálit entero de Barcelona! hacer todaiía.'Tengo que vivir. Por Mónica tengo que vivir' querer por ella, ob.-rar por ella. Tengo que salir e¡tero, saltar fuera de esta conlusión' de este desorden"' Por eso salté "'rrte.o fuera del departamento cuando vinieron... Fue por eso, adoraTú lo sentiste asi inmediatamente" ' da Mónica, iue por "to.'. l,Así?... i,Qué eitoy mintiendo? iAh, malditos, malditos sean todos! iMaiditos se;n!... Patria o Muerte... it-os imbéciles, los imbéciles!... Mónica estaría viva. Madre y viva" Pero, ihay que concentrarse! Sé dónde vive, qué hace^, a. quiénes, frecuensuerte encontrarme con ese fotógrafo alemán en ta. Fue pura ^Aires. A su manera alemana, también amaba a MóniBuenos Gracias a él se desenredó el hilo que lo amarla? ia. iCómo no fué lo que dijo Birgitta? Extraña, de iQué ilevó a Bercelona... pronto, distante. Comó si recelara' como si calculara' iCómo cambiaba! En la estación de Estocolmo ya no la conocia' Cuando llegó la carta de Berlin, cuando por fin llegó, Birgitta la cogió de-i casillero del hall y subió con. ella' Esperaba que abrieia el sobre. Como si supiera qué decía la carta, como si supiera que é1 no iba a abriila en su presencia ni -por nada' iserá paianoia? Hubo insinuaciones, eso sí' Muchas veces' Con frécuencia. todo iba a parar al mismo punto, qué ocurria en Buenos Aires, qué ocurría en Santiago. iPobre Birgitta! Racional y cándida como un profesor de Geometría iVas a resoondei al terrorismo de Pinochet con terrorismo? iCómo se reiria Mónica! iCómo la odiaríal iQué dice esa mirada de Birsitta? Bueno, todo eso pasó. Atrás quedó' Estoy solo en Lund ierminaron los problemas de ubicación. Estudiante de sociología en la Universidad de Lund financiado por dos, tres, cuatro tal que rinda un mínimo. Tengo que planearlo bien y iñor "on Ese se instaló en Barcelona para quedarse Con tengo tiempo. -identidad. con una amante argentina. iSabe que yo una" nueva sé? lsmael se vuelve otra vez. iCómo pudo engañarlos a todos un canalla como ése?... Mónica viene por un sendero que sube 39

entre los eucaliptos. Se detiene y sonríe. ZDe dónde le vino meterse con este buen mocito talquino? Su burguesito con problemas trascendentales, lo llama. Lo muerde en la oreja y lo insulta dulcemente en el lecho, mientras se desvanece en sus brazos. Echa a andar de nuevo Mónica. Las sombras raleadas de los eucaliptos esmirriados se escurren sobre su piel ardiente. Otea, se desliza, se escurre como gato montés. Viene de la casa de sus padres donde se ha retirado a meditar su embarazo. Mientras jadea abrazándose a Mónica ardiente y traidora de clase que gritando lo golpea y rasguña en el pecho desnudo, comienza Ismael con los detalles de la adquisición de la automática y el silenciador.

.8Vienen las Fiestas Patrias y hay que celebrarlas. Humberto Henriquez -mando medio en el Ministerio de Educación durante el Gobierno Popular y resentido con su partido desde ese mediodía del I I de Septiembre cuando en la secretaría central le cerraron las puertas, dejándolo expuesto a las balas, gritándole de dentro que se fuera a su casa y no provocara- se ha hecho amigo de Ismael Zabala que por lo visto atrae a los agentes de la CIA como la miel a las moscas. Humberto Henríquez, que cuenta con obispos y cardenales en su familia y llegó a Suecia en el 73 con una bala alojada en las inmediaciones del corazón, tiene mil anécdotas que referir sobre Chilito. No hay una, eso sí, que no esté viciada por dentro, poblada de pelafustanes, tartufos, buscones y arañas peludas. Oyéndolo, dan ganas de quedarse sentado en Lund tomando café con crema y no volver a Chile nunca más. Conoce, también, a medio mundo en Suecia y no hay personaje que aparezca en la televisión sin que Humberto Henríquez tenga un comentario que hacer, una historia que contar. Mientras camina con Ismael hacia el local de la Asociación Latinoamercana de Cultura, donde será la celebración del 18 de Septiembre, el mando medio de Educación suelta una andanada sobre la colonia chilena en su totalidad. ,10

estas ocasiones solemnes se manifiestan claramente las ,livisiones de nuestra colonia lundense: los comunistas y su pe-

"ltn

rilcria, los socialistas y la suya. Los restantes: socialdemócrarrrs, ultras, nTarginadoJ, despistados, agentes de la DINA y aprocedimiento inllc,rtes de la CIA se identifican mediante el iirlible de la exclusión. En tiempos ordinarios, los limites no son lrr.¡y definidos. Cambian según la persona qr:,e.los traza o scgún lá práctica del momento. Un agente de-la CfA puede en.,intro.r.'excelentemente ubicado en la periferia socialista Se

rlrrn todas las combinaciones. Por ejemplo, hay un agente de la I)lNA que es de la periferia comunista y se encarga de la aten-

cion psiquiátrica de la colonia entera." "iDéjate de bromear!" "iTe digo que s í!" IIa llegádo' mucha gente al local, pero Ia ceremonia. no emTodo el equipo ¡rieza. A'ígo no funciona con los altoparlantes. que están instalos iu p.attu Iu .o-unu y son técnicos suecos gastos funcionamiende lindolo. l¡ comuna se encarga de los lo de la Asociación: local, mobiliario, materiales, teléfono y sueldo para un fulrcionario. Hay también presupuesto variable tle actividades: deportes, cursos, conferencias, conciertos, celcbraciones. Ismael es informado de todo esto por Humberto Henríquez tluien le cuenta la corta historia de la Asociación La fundaron tls chilenos, que la controlan. Por ahora. Ya soplan vientos de lronda. Se murrnura que los uruguayos de un momento a otro irrumpirán y nadie vé cómo contenerlos. Están mucho mejor urganizados que los chilenos. No fallan nunca Saben dónde ha! asistenciá económical están siempre primeros en la. cola' Ilumberto no oculta que no los puede ver. En el exilio los ha conocido, dice, y nadie va a venirle a é1 con el mito de Ilruguay la Suiza de Latinoamérica. " Ván de casa en casa los uruguayos, pidiendo ropa de segunda rnano y la venden en ferias donde promueven su causa principal: la defensa y solidaridad con los presos políticos que padeccn en las cárceies uruguayas. Venden a domicilio mermelada, salchichas. Van a los óampos y compran pollos y huevos a los campesinos que revenden en la ciudad. Aprenden a preparar piietas y empanadas y se las venden a domicjlio a longinizas, "mismos ihilenos. Editan un diario que venden a toda la colos

lonia mediante suscripciones. Colectan dinero a la entrada de los supermercados, de los emporios de bebidas alcohólicas, en plazas, ferias y mitines. Con todo este esfuerzo asisten a las fcmilias de los presos polilicos en su pais. Estas son impresiones del mismo Ismael, impresiones que los chilenos corroboran, aunque muchos no lo hacen de buena gana. Para la mayoría, los uruguayos son pretenciosos y egoístas. Algunos dicen que en ésto son peores que los argentinos: otros, que los detestan más, dicen que son iguales y que ello no puede extrañar porque Uruguay no es más que una provincia argentina al otro lado del Rio de la Plata. Ismael, a propósito de los uruguayos pregunta a Humberto si, conro a é1, le parece que los grupos chilenos aunque peor organizados son mejor atendido por los suecos. Sí, a Humberto le parece. Cuando lsn.rael le pide la razón el mando medio de Educación se reclina doctoral en la silla que ha ocupado al fondo de la sala de actos. El asunto no es simple, aunque para muchos es simple. Ejem, l,cómo decirlo? Para esos muchos, todo se reduce a que los argentinos, los uruguayos, los finlandeses, pólacos, griegos, yugoslavos son unos prepotentes, pero los chilenitos no. Humberto tiene algo que decir a este respecto. Junta las manos como si fuera a rezar y bate los dedos. Ismael está mirándolo apreciativamente, comparándolo con Alberto Martinez que parece gemelo suyo en ingenio y maneras dialécticas. iCuando se encuentren estos dos! No falta mucho, porque los Martinez siguiendo los pasos de Jorge y Marina ya están tramitando su traslado a Lund. Lo que Humberto tiene que decir sobre la prepotencia es, dice é1, para niños de la enseñanza básica. l¡ prepotencia, a los argentinos y uruguayos les viene por sus mitos culturales, por llamar así a las estupideces que les enseñan en sus años de educación primaria. Por el contrario, la prepotencia de polacos, finlandeses, yugoslavos y griegos, no es propiamente prepotencia sino desprecio. Hay que saber identificar Ias premisas básicas, dice Humberto, que no por eso deja de apreciar talnbién el busto de las chilenas que van y vienen entre el proscenio, donde hay mucho ajetreo, y el fondo de la saia donde también se trabaja con prisa y a gritos preparando los mesones del buffet.

"Nunca olvidar que los suecos no participaron en ninguna de lrrs