Ensayo I Sociedad Moderna

Pontificia Universidad Javeriana Sociedad Moderna y racionalidad Manuela Martínez Belalcázar 30 de mayo de 2014 Identida

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Pontificia Universidad Javeriana Sociedad Moderna y racionalidad Manuela Martínez Belalcázar 30 de mayo de 2014 Identidad nariñense en tiempos de la modernidad y la globalización Nuestras sociedades contemporáneas viven nuevos tiempos que son cambiantes, que fluctúan, que permiten una interconexión de unos con otros y que la mayoría de veces, están generando una crisis en las relaciones interpersonales, produciendo de esta manera una serie de tensiones que van moldeando a las sociedades en torno a lo moderno o lo tradicional, como es el caso de Nariño. No obstante, para entender el origen de este fenómeno y de dichas tensiones, es necesario comprender la modernidad y los procesos históricos que llevaron a ella. La modernidad es un proceso que inició en el siglo XVI con fuertes rupturas en los modos de vida, que después se acentuarían en el siglo XVIII con la industrialización, el cambio de sociedad rural a sociedades industrializadas y con la formulación aún más fuerte de un modelo de mercado capitalista que buscaba un mayor desarrollo de la economía de aquel entonces. Con la industrialización los modos de vida de las personas tanto en el campo como en la ciudad se transformaron, sus prioridades cambiaron y se difundió el imaginario de la ciudad como centro de oportunidades y de la industrialización como la única forma para avanzar, siendo estos los principales estandartes de la modernidad. Estos dos fenómenos, industrialización y capitalismo, es lo que llevan al pensamiento lineal de desarrollo, que funciona hoy en día y en el que se afirma que hoy somos mejores que ayer. Estas lógicas comerciales, creadas siglos atrás, han generado un modelo capitalista y democrático ampliamente aplicado alrededor del mundo, que ha penetrado en diferentes sociedades por medio de las relaciones abiertas de mercado, industrias culturales y demás, imponiendo no solo un único modelo de desarrollo sino también impartiendo lógicas de pensamiento, en las cuales prima la visión euroamericanista de desarrollo.

Así mismo y de acuerdo con Arturo Escobar, la globalización es entendida como la radicalización y universalización de la modernidad, con el fin último de estar en todas partes, reduciendo todo a la cultura y tradición europeas, como lo manifiesta Arturo Escobar en su texto “Más allá del tercer mundo: globalidad imperial, colonialidad global y movimientos sociales anti-globalización”. No obstante en los países que son considerados en vía de desarrollo, es donde estos modelos de modernidad se han topado con diferentes barreras, ya que se han intentado imponer el modelo, desconociendo los procesos internos que se han generado en países tan contradictorios como son los latinoamericanos, generando de esta manera reacciones particulares en aspectos como la identidad y la economía de algunas de las regiones. Las identidades en américa latina especialmente en Colombia, se han construido en la base de hibridaciones entre diferentes culturas, españoles, negros, indígenas, entre otros. La identidad es un aspecto fundamental en el ser humano, es un proceso construido socialmente en relación a otro, que define las características de una persona o un grupo de personas, influyendo en su visión de mundo, sus relaciones y el lugar que ocupan en él. De acuerdo con Manuel Castells, la identidad es “la fuente de sentido y experiencia para las personas”1, y en este caso en particular se puede afirmar que estas le han aportado una amplia diversidad a las formas de desarrollo que se han dado dentro del país. El departamento de Nariño es un claro ejemplo de este fenómeno, en donde la identidad y la modernidad junto a la globalización han encontrado un fuerte campo de tensión entre aquello que es tradicional y típico frente a lo que dicho modelo de desarrollo propone y que como consecuencia llevaría a un desligamiento de aquellas tradiciones. Frente a una globalización que plantea unos cambios acelerados en las formas de existencia, la cultura nariñense se ha blindado negándose en gran parte a aceptar estos cambios, rechazando de esta manera productos y servicios, tales como ciertas cadenas de comidas rápidas, que como fue el caso de Bolivia después de un tiempo se han marchado de la región o con el 1

Castells, M. (s.f.). El poder de la identidad. En M. Castells, La era de la información: economía, sociedad y cultura. Siglo veintiuno Editores. Pág.28

consumo de productos producidos al interior del departamento. Este tipo de anclajes en lo ancestral y su preocupación por mantener aquello que los hace diferentes, que los distingue como cultura no los ha llevado a aislarse de la sociedad, por el contrario constantemente están recibiendo todo tipo de influencias a través de las industrias culturales, sin embargo es interesante observar como dichas influencias extranjeras se ven difuminadas por lo regional, por aquello que siempre han considerado suyo, construyendo una nueva relación con la modernidad y llevando quizá al planteamiento de Arturo Escobar de alejarse de la modernidad eurocéntrica, planteando nuevas teorías pensadas desde el tercer mundo. Por su ubicación geográfica este departamento puede considerarse uno de los más alejados de la capital del país y quizá uno de los más olvidados por el mismo, así que cuando el proceso modernizador se comenzó a gestar en Colombia, Nariño no se vio directamente afectado por el mismo. Por el contrario, a este lugar solo llegaban pequeñas piezas de este proceso haciendo que a medida que se iban incorporando a la sociedad se iban fusionando con las tradiciones fuertemente arraigadas que permanecían en la región creando el fenómeno que Néstor García Canclini denomina hibridación cultural. Para entender esta hibridación es necesario tener presentes dos aspectos muy importantes, el primero de ellos es que debido a su ubicación geográfica el departamento mantuvo un contacto directo con el Ecuador recibiendo de primera mano una fuerte influencia de la cultura andina. El segundo aspecto que hay que tener en cuenta es que al estar en una zona con carreteras que no facilitaban el acceso a la misma, Pasto la capital del departamento no sufrió el afán que muchas ciudades latinoamericanas sufrieron y que Canclini también menciona en su libro, y es el afán de querer parecerse a las grandes metrópolis; por este motivo su desarrollo en cuanto a infraestructura y comercio fue lento ya que a medida que iban llegando estas pequeñas cosas nuevas pertenecientes a la modernidad, la cultura local las iba apropiando y resignificando adaptándola a su contexto. Su lejanía de las grandes metrópolis se hacía evidente no solo en la arquitectura de la ciudad, en un principio carente de grandes edificios y rascacielos con grandes ventanas y centros comerciales enormes, sino también por el ritmo de vida que se manejaba dentro de la ciudad, y es en este contexto donde los primeros eslabones de la modernidad

empezaron a llegar. Las cadenas de comidas rápidas extranjeras, Presto, Dunkin Donuts y Kokorico abrieron diferentes locales por toda la ciudad, sin embargo al tener Pasto un tamaño relativamente pequeño para ser la capital de un departamento, el valor del tiempo dentro de la ciudad es diferente y la gran mayoría de actividades se alcanzan a realizar durante el día, por lo que estos lugares de comida rápida, donde los alimentos se sirven de forma instantánea porque, usualmente en las grandes ciudades no hay tiempo, a los dos años cerraban sus locales por bajas ventas. Al parecer los nariñenses preferían seguir comiendo aquello que era producido en su tierra, en ambientes calmados que evocaban el calor del hogar. Así mientras estas grandes cadenas se alejaban de la ciudad cargando tras de sí nada más que perdidas, en Nariño se posicionaba uno de los restaurantes con más tradición “Mister Pollo” que con la decoración similar a la de las cafeterías de los años 70 y 80 en Estados Unidos, el servicio y el tipo de comida son lo suficientemente rápidos como para que el cliente no se canse esperando sin sacrificar aquellos sabores que evocan lo tradicional. La segunda prueba de que la modernización estaba en camino fue la llegada de más salas de cine a la ciudad. En un principio ir a cine no era una actividad extremadamente llamativa para los pastusos, de hecho el consumo que se hacía de él, era el necesario para que un pequeño cine se mantuviera, no obstante a medida que llegaron más salas de cine a la ciudad que ofrecían una oferta cultural diferente a la de salir de paseo a los pueblos aledaños, rápidamente fue apropiada por las clases más altas que eran aquellas que desde antes acudían a cine, pero después poco a poco esta práctica se fue popularizando entre todas las clases sociales hasta que se convirtió en uno de los planes predilectos de muchas familias un fin de semana. Con el paso del tiempo estas hibridaciones entre la tradición y la modernidad poco a poco se fueron haciendo más evidentes. Se puede decir que la modernidad terminó de hacer su entrada triunfal a la ciudad con la aparición de los grandes centros comerciales que no solo trajeron consigo una gran cantidad de marcas multinacionales sino que también le abrieron la oportunidad de expansión a los negocios locales y tradicionales. A partir de ese momento era posible encontrar dentro de los centros comerciales pequeños stands donde se comercializaba el barniz de pasto, una artesanía típica del lugar y otros en donde se vendían los helados de paila justo en frente o al lado de las grandes marcas de ropa y restaurantes. Al contrario de lo que muchos habrían pensado la llegada de estos centros

comerciales no contribuyo en su totalidad al crecimiento de aquellas grandes marcas que llegaban con ellos, tales como El Corral y Popsy, sino que contribuyeron con mucha más fuerza al crecimiento y desarrollo de restaurantes propios de la región, los cuales aseguraron su parte de su éxito gracias a estos centro comerciales. El consumo consciente que menciona Canclini en su texto se convierte en un punto fundamental para entender como funciona el proceso modernizador en estos contextos, en donde ni siquiera el concepto de progreso que traen consigo las grandes marcas ha impedido que los nariñenses dejen de consumir sus productos típicos y dejen de ir a bailar a las peñas. El consumo consciente que se da en esta situación, no deja de lado la idea del consumo para progresar, pero lo enfoca en aquellos productos que representan lo que son ellos como cultura, sus valores y sus tradiciones, aquellos elementos de su identidad que los hacen diferentes, ya que al apropiarse de estas cosas, al darles un sentido diferente, por ejemplo la gaseosa “La Cigarra” o el “Aguardiente Nariño”, no son solo productos para consumir sino que representan lo que es un nariñense, representan su tierra ya que solo se pueden conseguir ahí, así que cada vez que están comprando algo apropiándose de ese objeto están consumiendo desde un lugar racional, desde una ciudadanía que obliga a las teorías de la modernidad a replantear sus métodos para actuar. La identidad nariñense en los tiempos de la modernidad está compuesta por un conjunto de retazos en los que se encuentran algunos de los principales presupuestos de la modernidad hibridados con las expresiones más típicas de la región. Este caso en particular demuestra ser la prueba de que América Latina necesita ser vista bajo los lentes de las nuevas teorías de la modernidad formuladas específicamente para ella y para las situaciones particulares que se hacen presentes aquí, ya que es imposible hablar de una modernidad como la europea y mucho menos compararnos con ellos. La importancia de la formulación de estas teorías no solo radica en poder comprender con mayor profundidad los procesos que se gestan al interior de nuestro continente sino también porque nos pueden ayudar a determinar ¿qué es lo viene ahora para los latinoamericanos en la posmodernidad cuando todavía no hemos completado nuestra modernidad? Bibliografía:

Escobar, Arturo. MÁS ALLÁ DEL TERCER MUNDO: GLOBALIDAD IMPERIAL, COLONIALIDAD GLOBAL Y MOVIMIENTOS SOCIALES ANTI-GLOBALIZACIÓN. Nómadas (Col) [en linea] 2004: [Fecha

de

consulta:

3

de

abril

de

2014]

Disponible

en: ISSN 0121-7550 Black, Cyril Edwin. El cambio como condición de la vida moderna. En: Modernización. Editorial Roble. 1969. Pág. 17-29 Castells, M. (s.f.). El poder de la identidad. En M. Castells, La era de la información: economía, sociedad y cultura. Siglo veintiuno Editores. García Canclini, Néstor. Entrada. En: Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Editorial Grijalbo. 1990. Pág. 13-93