Ensayo Graffiti 1

El Graffiti Alumnas: Mariana Sarahy Arizmendi Díaz N°L: 2 Nora Leticia Cantú Quiroz N°L: 4 Magaly Agundiz Lira N°L: 1 Gr

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El Graffiti Alumnas: Mariana Sarahy Arizmendi Díaz N°L: 2 Nora Leticia Cantú Quiroz N°L: 4 Magaly Agundiz Lira N°L: 1 Grupo: 3° D Materia: español Profesor: Sergio Arturo González Carrasco

El Graffiti El graffiti es un tema que ha causado mucha controversia ya que para algunos es algo bueno e inofensivo, sin embargo, otros lo ven como algo contaminante y de una condición social baja que debe ser atacado rápidamente. Aquí se presentara el inicio de este movimiento, sus principales exponentes, las diferentes perspectivas que tiene la sociedad de él y como es que esto influye en ella, y lo que piensa el gobierno de esta situación tan controvertida que sin duda se ha convertido en una gran polémica en estos días.

El término graffiti es de procedencia italiana (“graffiare” o garabatear). Los graffiti son letreros o dibujos trazados o garabateados en paredes u otras superficies de carácter popular y ocasional. Hasta el siglo XIV la pared ha sido uno de los principales soportes de la producción artística (recuérdese la pintura mural). Sin embargo, en la actualidad, éste no es un espacio creativo libre, sino un espacio clausurado por el poder que históricamente se ha reservado su usufructo. Tanto es así que este fenómeno espontáneo ha llegado a interpretarse como una amenaza, una trasgresión. Podría decirse que la ley ha prohibido el libre acceso al mayor lienzo del mundo y, precisamente por eso, éste se ha llenado de trazos incontrolables, extendiéndose a todo tipo de superficies. A finales de los sesenta los adolescentes en la ciudad de Nueva York empezaron a escribir sus nombres en las paredes de sus barrios, aunque en realidad utilizaban pseudónimos, creándose así una identidad propia en la calle. Estos chicos escribían para sus amigos o incluso para sus enemigos. Quizás el ejemplo más significativo y a la vez el más conocido por todos sea el de Taki 183, un chico de origen griego que a la edad de

17 años comenzó a poner su apodo. Su verdadero nombre era Demetrius (de ahí el diminutivo “Taki”) y 183 era la calle donde vivía (poner el nombre de la calle fue un elemento usado por muchos más escritores). Taki trabajaba como mensajero y viajaba constantemente en el metro de un lado a otro de la ciudad. En el trayecto estampaba su tag (firma) en todos los lados, dentro y fuera del vagón. El no lo consideraba como algo malo, de hecho respondía así a las preguntas que le formularon en una entrevista en el New York Times: “Simplemente es algo que tengo que hacer. Trabajo, pago mis impuestos y no hago daño a nadie”. Estos actos le convirtieron en un héroe y poco después cientos de jóvenes empezaron a imitarle. El graffiti siempre va acompañado de su condición transgresora, extralimitada, destructiva, combativa... en realidad es éste el carácter que constituye su esencia: La ilegalidad. Bien podemos llamarlo vandalismo, pero tampoco hay que ver más allá de donde es. No es un problema tan grande y no es excusa para las cantidades de dinero desorbitadas que se emplean en su erradicación. Pretender aceptar el graffiti sin su esencia de ilegalidad es no entender una de sus causas básicas de producción. Nos encontramos pues ante un fenómeno simultáneo de creación y destrucción. Esto nos lleva entonces a dividir el graffiti en dos partes: Graffiti legal (arte) y graffiti ilegal (vandalismo). Hay muchas y muy diferentes opiniones al respecto. Esto a veces genera disputas o cuando menos debates sobre cómo debe pintar un escritor: legal o ilegalmente. Lo que está claro es que cada uno tiene su forma de ver las cosas y sus razones que le hacen decantarse por una o por otra. ¿Esto a que nos lleva? A que depende del uso que se le dé a las cosas sirven para una finalidad u otra. Por ejemplo un arma, sirve para utilizarse en legítima defensa o para cometer un crimen ilógico, o como el mismísimo dinero, sirve tanto para hacer obras de caridad como para efectuar negocios sucios. Son solo ejemplos que manifiestan el uso que se le puede dar a las cosas y que las cosas por sí mismas no son malas. Efectivamente, un bote de spray no es un arma y un escritor de graffiti no es ni un terrorista ni un drogadicto, en contra de lo que muchos puedan pensar. •

El graffiti también implica algunos riesgos: el más conocido es la penalización. Los castigos ante esta práctica son relativos al lugar donde se efectúa, pues el Código Penal Federal y el de los estados

establecen el mismo delito pero con algunas variaciones. El artículo 399 del Código Penal Federal dice: “Cuando por cualquier medio se causen daño, destrucción o deterioro de cosa ajena, o de cosa propia en perjuicio de tercero, se aplicarán las sanciones del robo simple. •

En cuanto al robo simple en el artículo 370, se dice:

Cuando el valor de lo robado no exceda de cien veces el salario, se impondrá hasta dos años de prisión y multa de hasta cien veces el salario. •

Cuando exceda de cien veces el salario pero no de quinientas, la sanción será de dos a cuatro años de prisión y multa de cien hasta ciento ochenta veces el salario. Cuando exceda de quinientas veces el salario, la sanción será de cuatro a diez años de prisión y multa de ciento ochenta hasta quinientas veces el salario.

¿Cómo nos sentiríamos si acabáramos de pintar y arreglar nuestra casa y jóvenes vinieran a rayar en ella? Sin duda es algo que nos molestaría e indignaría a todos. Igual seria si nuestra comunidad se encontrara completamente cubierta de este “arte” ilegal, ¿Es este el lugar que quiere para que crezcan sus hijos? ¿Es esta la clase de vida que quiere que sus hijos tengan en el futuro? En lo personal estamos de acuerdo en que el graffiti puede ser algo bueno en diversas situaciones, cuando se trata de arte, pero en el caso de vandalismo deberíamos apoyar a las autoridades para que podamos detener esto que, sin duda, es un gran problema social y que no solo es un asunto a cargo de las autoridades, sino de todos. No podemos permitir que se sigan creando estas situaciones en nuestro entorno social y permitir que nuestros jóvenes y niños crezcan en un lugar rodeado de vandalismo y anti valores.