Ensayo El Mar

Hablar del mar, hace que recuerde aquella pregunta - respuesta elaborada por el pintor estadounidense Robert Henri1 y qu

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Hablar del mar, hace que recuerde aquella pregunta - respuesta elaborada por el pintor estadounidense Robert Henri1 y que dice lo siguiente: "¿Por qué nos gusta el mar? Es porque tiene una poderosa capacidad para hacernos pensar cosas que nos gusta pensar", y en efecto, cada oportunidad que se me presenta de estar parado frente a la inmensidad del mar, genera en mi esa misma interrogante, ¿qué cosa tiene toda esta agua acumulada que me atrae tanto?, y cada ocasión que me hago esta pregunta encuentro respuestas distintas, porque el mar encierra soledad, misterio, aventura, amor, muerte, diversión, reflexión pero principalmente encierra vida. Para poder hablar del mar como fuente de vida es imprescindible tener los sentidos plenamente abiertos para poder descubrir mediante el mar los mensajes de amor que Dios tiene para nosotros, y así casi sin querer o mejor dicho sin darnos cuenta participar del poder creador de Dios, por eso necesitamos estar convencidos de que esta inmensidad de agua es creación de Dios: “Dios dijo: «Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme». Y así sucedió. Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno”2, por lo que partiendo de esta verdad el mar es un lugar inspirado por Dios y no solo lo creo para dividir las tierras de las aguas y así poner un poco de orden a la tierra, sino que fue creado como una fuente verdadera de vida: “Dios dijo: «Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo». Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno.”3 En efecto, el mar es el primer punto de partida del origen de la vida, y no solo hablo de vida en un contexto biológico, ya que también es el mar, el lugar en el cual puedo encontrar muchos símbolos que alimentan mi fe, ya que por mencionar un dato interesante, la palabra mar es de las más frecuentes en la biblia, para ser más preciso 395 veces en hebreo y 92 veces en griego. 1

Robert Henry Cozad, pintor, retratista y profesor estadounidense, y uno de los ocho artistas fundadores de la Escuela Ashcan. 2 Génesis 1, 9 – 10. 3 ÍDEM 1, 20 – 21.

Antes de continuar compartiendo lo mucho que el mar inspira el crecimiento y desarrollo de la fe, es necesario precisar algunos aspectos que biológicamente afirman que esta criatura de Dios (el mar) es el origen de la vida, lo anterior es fundado en algunos hechos biológicos que cito a continuación. Primer hecho: existe un consenso universal sobre la aparición de la primera célula en el mar hace 3.800 millones de años en la era precámbrica. Segundo hecho: herencia evolutiva del medio interno de los primeros animales marinos que emigraron a tierra firme por desecación de su medio marino. Nuestros líquidos corporales, nuestro medio interno tienen un sabor salado. El 70 % de nuestro cuerpo es agua. Tercer hecho: la salinidad de los mares de los orígenes era del 9 %, lo mismo que la salinidad de nuestro medio interno actual (9 gramos de sales marinas por litro de sangre). Cuarto hecho: Los minerales del mar son iguales que los minerales de nuestro organismo (118 elementos según la Tabla Periódica de Mendeliev)4. Retomando la visión del mar como símbolo que inspira el desarrollo y crecimiento de mi fe, es necesario tener completamente clarificada la idea de que en el mar es una criatura de Dios; por consiguiente puede convertirse en signo de su presencia, en instrumento de su acción, en indicación de la relación del hombre con Dios.5 A continuación citare dos momentos que se encuentran dentro de la Biblia y que al estar frente a la inmensidad del mar vienen como automáticamente a mi cabeza, la primera de ellas es la narración del paso de Israel por el mar Rojo, y me imagino cómo fue ese momento en el cual el paso de los fugitivos hebreos a través del mar se consideró como un acto salvífico de Dios, y demuestra la fuerza singular de Dios sobre el orden de la naturaleza, para proteger a su pueblo de la amenaza de los egipcios que lo perseguían.6 En esta narración aparecen algunos símbolos que me hacen vislumbrar el mar como un mensaje claro de amor de Dios, al poder descubrir como las aguas del 4

Aubert, M., J. (1968) de energía de asimilación del agua de mar y sustancias antibióticas producidas por organismos marinos. Gauthier, RIOM, tomo X 5 GIRLANDA, A., "Agua" , En: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, Paulinas, Madrid 1990, página 39 6 Éxodo 14,28; 15,1.

mar se constituyen en escudo protector para los israelitas. Es importante hacer la precisión de que no debemos de considerar la narración del paso del mar Rojo como una crónica exacta y puntual de los acontecimientos, como lo hace por ejemplo la película de los Diez Mandamientos. En ese texto se mezclan muchas narraciones, que representan diversas maneras de interpretar el hecho. “Moisés extendió la mano sobre el mar, el Señor hizo retirarse al mar con un fuerte viento de levante que sopló toda la noche; el mar quedó seco y las aguas se dividieron en dos. Los israelitas entraron por el mar a pie enjuto, y las aguas les hacían muralla a derecha e izquierda. Los egipcios, persiguiéndolos, entraron detrás de ellos por el mar, con los caballos del Faraón, sus carros y sus jinetes... Dios dijo a Moisés: Tiende tu mano sobre el mar, y las aguas se volverán con los egipcios, sus carros y sus jinetes. Moisés tendió su mano sobre el mar: al despuntar el día el mar recobró su estado ordinario, los egipcios en fuga dieron en él, y el Señor arrojó a los egipcios en medio del mar. Las aguas al reunirse, cubrieron carros, jinetes y todo el ejército del Faraón que había entrado en el mar en seguimiento de Israel, y no escapó uno solo. Pero los israelitas pasaron a pie enjuto por el mar, mientras las aguas les hacían muralla a derecha e izquierda.” 7 Me puedo sentar frente al mar y puedo ponerme a imaginar cuán grande es el amor de Dios, que en su infinita sabiduría creo el mar, y más aún como puede utilizar esta creación suya para mostrar su poderío y reflejar en todas esas aguas el gran poder de la vida, al servir como un aliado protector y defensor de la vida, alimentando indudablemente la fe. El segundo momento que viene a mi mente, es aquel que podemos encontrar en el capítulo 5 del evangelio de San Lucas: “En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes». Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a 7

Éxodo 14,21-24.26-29.

ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.8 Estar en el mar y recordar esta Palabra de Dios, no genera otra cosa más que alimentar y hacer crecer la fe que tengo puesta en Jesús, y no por el hecho de la pesca milagrosa, ya que si bien es cierto lo que ocurrió es digno de dejar boquiabierto a cualquiera, como ocurrió con Pedro, y me imaginó con los demás pescadores que presenciaron aquel acto milagroso, una vez más estoy frente a la criatura de Dios mediante la cual muestra su infinito amor, dando vida, ya que derivado de esa pesca muchas personas podrían alimentarse, principalmente encuentro el mar como el origen de la vida a la obediencia y a la confianza hacía Dios, ya que el verdadero milagro fue el hecho de que Pedro haya creído en Cristo y que, cuando todo era ilógico, adverso y contradictorio para la razón, haya aceptado la orden del Señor y haya obedecido. La pesca sobreabundante y las redes repletas fueron ya sólo una consecuencia, lo cual invita a lanzar las redes al mar del amor de Dios confiando en que la pesca será sobreabundante y de ella emanara vida. Por lo anterior, puedo decir, que aquello que tiene el mar, que hace que me guste tanto, es el hecho de estar frente a una criatura de Dios, y por ende a su amor.

Fernando Daniel Medina Ortiz

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Lucas 5, 1 - 11