Ensayo Del Evangelio San Lucas

ALUMNA: • KAROL MELISA LARA GUTIERREZ CATEDRATICO: • LIC. AROLDO ELIU MARTINEZ CHINCHILLA ASIGNATURA: • ETICA CRIST

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ALUMNA: •

KAROL MELISA LARA GUTIERREZ

CATEDRATICO: •

LIC. AROLDO ELIU MARTINEZ CHINCHILLA

ASIGNATURA: •

ETICA CRISTIANA

TEMA: •

ENSAYO DEL EVAGELIO SEGÚN SAN LUCAS

NUMERO DE CUENTA: 11-84-50-150

FECHA: 26-07-2020

ENSAYO DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS El papel de nuestra señora en la historia de la salvación es único. Sin embargo, lo mismo es verdadero para cada uno de nosotros en una escala más pequeña. El señor está con cada uno de nosotros y hemos encontrado favor con Dios, y él tiene una misión para que nosotros la cumplamos. Nuestra señora es el supremo ejemplo de obediencia para con la voluntad de Dios. Cada día de nuestras vidas estamos invitados a unirnos con María al decir, aquí estoy, la sierva del Señor; que se haga en mí según tu palabra. El ángel le dijo a María concebirás y tendrás un hijo. Es así como la voluntad de Dios llega a nosotros; en las cosas que nos suceden, más que en las que escogemos. Nada es imposible para Dios. En tiempos difíciles es bueno recordar que Dios está plenamente a cargo de nuestro mundo. Todo sucede de acuerdo con su plan. Siempre hay esperanza. Jesús da respuesta a cada una de las circunstancias y problemáticas de esa época; los mensajes de Jesús siempre eran para un determinado grupo de personas concretas: dentro de ésta los que toman la iniciativa son sus apóstoles. El Señor les responde en una forma sencilla y comprensible para ellos; pero para el día de hoy al tratar de descubrirla, solo se puede observar con la mirada de Jesús, con los ojos de Jesús, con la luz de Jesús, en las palabras de Jesús; porque Jesús es quien ilumina el futuro definitivo del hombre con Dios, La fe no se trata de cantidad, si no de calidad. De un simple grano de mostaza, un gran árbol es útil, presta un servicio, acoge a muchos. Hoy como cristianos, es decir: Yo como árbol plantado, brindo sombra, refugio, protección a los que se acercan a mí; me entrego totalmente a mi comunidad, soy capaz de desprenderme de mi mismo para ir al alcance del mar donde se están ahogando mis hermanos, como el mar de la incredulidad, los desengaños, los afanes de la vida y los deseos del mundo. La idea central del Evangelio del día de hoy, que la podemos encontrar perfectamente en el versículo 34 y nos dice “porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” y hoy todos nosotros como bautizados e hijos de Dios, somos también esos administradores de dichos tesoros; pero no solamente se es administrador de bienes materiales, sino también de bienes espirituales, a los cuales todos nosotros estamos invitados cada día a cuidar y cultivar los valores de estos regalos maravillosos que Dios nos da como sus hijos: el matrimonio, la familia, el trabajo, etc. Y con estos

bienes que el Señor nos ha permitido, nuestro deber es mirar cuales han sido esos frutos que yo estoy dando a mis hermanos, como lo es el testimonio de vida cristiana, para que esto los fortifique cada día a crecer más como verdaderos hijos de Dios, siendo de esta manera bienes dados por el Padre Dios, a nosotros sus administradores fieles y prudentes; pues es muy claro saber que todos nosotros poseemos dones y frutos dados por el mismo Dios, para colocarlos al servicio de los demás. En la primera parábola Jesús se dirige a los comensales a propósito del puesto que deben ocupar cuando son invitados a un banquete, y este va del versículo 8 al 10, y la segunda parábola Jesús se dirige a quien hace la invitación para que haga una buena elección de los invitados. Empezamos a mirar acá nosotros que el Señor Jesús nos pedirá ser humildes para que de esta manera nosotros podamos servir a todos aquellos nos rodean, pues el mismo Jesús hoy nos propone vivir en la humildad, pero en una humildad de servicio, donde podamos nosotros despojarnos de nuestras propias comodidades para darnos a los más necesitados. Jesús nos propone vivir en profundidad nuestra condición de cristianos y nos enseña con sus Palabras que no estamos llamados a ocupar los primeros puestos en un banquete, sino que el llamado es a servir y preparar el gran banquete de la familia

de

Dios

que

es

la

Eucaristía

donde

estamos

todos invitados:

pecadores, cojos, ciegos, pobres, etc. hoy sigue existiendo en medio de cada uno de nosotros muchos Lázaros que diariamente tienen que pedir limosna a las puertas de nuestras casas, montarse en un bus a vender unos dulces o en su defecto tener que limpiar los para brisas de un carro en el semáforo, pues todo esto lo hacen quizás para poder saciar un poco su hambre. Son aquellos inmigrantes, que vienen de países pobres en busca de un salario que les permita vivir dignamente. El evangelio nos ofrece la muestra de ese amor de Dios por todo lo que hace, incluso cuando el hombre asume una actitud negativa ante Dios. Es la experiencia viva del pecado, barrera que el hombre establece entre el amor de Dios y su condición de criatura. De un lado está un hombre llamado Zaqueo, jefe de recaudadores de impuestos y rico. El oficio que ejerce en la sociedad lo lleva a no comprender a sus hermanos, a actuar desmedidamente por encima de toda misericordia. El hecho de que es rico nos advierte que usa de su oficio en beneficio propio con quebrantamiento del amor a sus hermanos. Del otro lado está Jesús que lo busca para un encuentro con él. El amor generoso, entregado, del Hijo de

Dios, y la dureza del hombre en la sociedad se enfrentan. El uno es rico, Jesús es pobre en bienes de este mundo, no tiene donde reclinar la cabeza. Su única riqueza es el amor inagotable propio de Dios. Es encuentro entre el amor de Jesús que busca enriquecer a ese rico en bienes y pobre en amor. Jesús atraviesa la ciudad, parece que tuviera una sola intención: encontrar a Zaqueo, cambiar su curiosidad en necesidad. La palabra que le dice, con nombre propio, Zaqueo, es imperativa: Baja que hoy voy a quedarme en tu casa más fuerte en el texto: hoy tengo que quedarme en tu casa. No es una opción entre otras sino una decisión única que excluye otras. Zaqueo se deja tocar en el corazon.