ElImperioBizantino - Norman Baynes.doc

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El Imperio Bizantino (Norman H. Baynes) Introducción: Debió haber sido un imperio muy fuerte para recuperarse constantemente, viviendo una agonía continua durante diez siglos. Objetivo del libro: Bosquejar en breves perfiles determinados aspectos de esta civilización romano – oriental y recordar los nombres de algunos de aquellos hombres famosos que constituyeron la gloria de su edad. ¿Desde qué momento se puede establecer el inicio del imperio bizantino? Cuando en el año 476 Rómulo Augústulo, dejó de reinar, los derechos del soberano pasaron automáticamente a Constantinopla, y se unía nuevamente en una mano un poder que antes había sido compartido (entre Roma oriental y occidental). Justiniano fue el último de los emperadores romanos y no un emperador bizantino todavía. Unos escogieron la coronación de Carlomagno en el año 800, para dar inicio al imperio de Bizancio. Pero si hay que fijar una fecha debe ser más bien en los años que inician el siglo VII, cuando territorialmente se adopta la fisonomía que determinaría para siempre la política de los estadistas bizantinos. Sin embargo, este período no es sino la culminación de un largo proceso, y sólo puede comprenderse con exactitud si se examina a lo largo de la historia de sus tres siglos precedentes. Caracterizan este comienzo el reconocimiento del cristianismo por el estado y la fundación de la ciudad de Constantino, la nueva Roma en tierra de griegos. Este debe ser el punto de partida del imperio. 1204- Constantinopla capturada por los cruzados y a los monarcas bizantinos los sustituyen los latinos. La Ciudad de Constantino: “En las instituciones políticas están incorporadas las experiencias de una raza” Nunca encontró esta verdad una manifestación más clara que en la obra de Dioclesiano y Constantino. El siglo III había presenciado una vasta desintegración dentro del mundo romano (defensa militar y la vida social se disolvían, todas las fronteras atacadas, Roma perdía a sus caudillos más capaces, el patriotismo de volvió algo local al no poder descansar en la defensa de los ejércitos imperiales). Estas experiencias del siglo III impusieron todavía más el carácter de Dioclesiano (separación del poder militar y civil del emperador, excluyó del ejército a la nobleza y al senado, aumentó el número de provincias para que el poderío militar no se concentrara mucho en la manos de un solo jefe, organizó la defensa de la frontera...) Era necesario reestablecer la autoridad del emperador, y con este fin se apropio Dioclesiano de las concepciones persas de la soberanía absoluta. El princeps del primer imperio, se convertía en el monarca divino, apartado, remoto; el emperador no apoyaba ya sus títulos al trono en las aclamaciones tumultuosas de los pretorianos. Su autoridad se deriva ahora de una delegación divina: su imperium era un don del cielo La vida y el pensamiento romano en el siglo III sufrieron un gran cambio. Penetró en el imperio una corriente que venía más del Oriente: el CRISTIANISMO. El paganismo latino estaba sosteniendo una guerra perdida. Como el imperio de occidente estaba decayendo política, económica y socialmente; se desplazó el centro económico, religioso, literario y social del imperio hacia la nueva

capital oriental, con la cual Constantino concluye la obra de Dioclesiano, de tener una sede digna de una nueva Roma. Tenía Constantino una razón más para el cambio: hacer una ciudad cristiana. La verdadera gloria de Constantino descansa en el hecho de que, en una época que carecía de comprensión para la tolerancia, él siguió siendo leal durante todo su reinado a la política del Edicto de Milán del año 313. La recién fundada capital pensó que se debía hacer una excepción con los principios del edicto: después del 330 no deberían celebrarse ritos paganos en Constantinopla. De forma modificada siguió existiendo en las provincias el culto al emperador, como una especie de “divinidad” pero no al modo pagano. Constantino decía descender de todos aquellos emperadores que habían sido adorados como deidad solar. La figura de la Tyché de Roma, Constantino la tomó y ésta sirve para recordar la concepción la concepción de ciudad que tenía el emperador. Los habitantes de Constantinopla son populus romanus. La ciudad de Constantino era una verdadera nueva Roma. Hay que entender desde el principio cómo Constantino leyó los signos de los tiempos y cuál fue su concepción de la ciudad. El estado pagano había tratado de exterminar a la Iglesia cristiana y fracasó. Constantino se esforzó por lograr que el estado pagano entrase en sociedad con la Iglesia cristiana y el éxito coronó su esfuerzo. La ciudad de Constantinopla es símbolo de la unión de las tradiciones romana y cristiana, unión que sólo había de crecer para hacerse del todo estrecha a través de los años, hasta que la religión ortodoxa y ciudadanía romana se convirtieron en términos sinónimos. La vida social en el imperio de Oriente: En este imperio los empeños y los entusiasmos fueron religiosos y los problemas sociales o políticos adaptaron una forma religiosa. Los bizantinos vivieron en un mundo en que lo sobrenatural era omnipresente y todopoderoso. Sus guerras eran cruzas; su emperador, el vice-gerente de Dios, y cada acontecimiento alarmante en el campo de la naturaleza era presagio especial enviado para servir de advertencia o de estímulo. El santo cristiano tiende a sustituir al dios pagano patrono de la ciudad. Por ejemplo, san Demetrio de Tesalónica. Esa conciencia continua de la presencia de lo sobrenatural constituye el marco dentro del cual se desarrolla la vida del ciudadano bizantino. El habitante de la capital no sólo vivía en una atmósfera religiosa, sino también en una atmósfera de peligro, la ciudad por mucho tiempo padeció sitio tras sitio. En esta constante tensión se pueden encontrar explicaciones para algunos rasgos típicos de los bizantinos. Las murallas de Bizancio demuestran la necesidad de protección; pero hasta éstas mismas han de estar guarnecidas y, si los defensores son demasiado pocos, deben jugar su papel la sutileza, la diplomacia, y el fraude sin disfraz. Y así se intensificó la característica del ingenio como el de los griegos como Pericles o Demóstenes. Esta constante tensión produce también el exceso. Es parte de las características bizantinas la violencia, la brutalidad y la crueldad. Este hecho pudo agravarse por las razas salvajes que se incorporan desde temprano al cuerpo político, tapando sólo su origen bárbaro con un toque de helenismo; pero, ¿no sería en parte responsable este estado de ánimo en el perentorio peligro que Constantinopla estaba comúnmente expuesta? Probablemente sí se debilitó por esta tensión.

A pesar del peligro el romano oriental se divertía. Los tres centros de la vida de Constantinopla son el palacio, el hipódromo y la catedral. (Rambaud: “Si Sta. Sofía pertenecía a Dios, el palacio al emperador y el hipódromo era la posesión del pueblo”) El hipódromo fue construido por Séptimo Severo (193-211) antes de que naciera la ciudad. En el circo se reunían los partidos azules y verdes, que estaban organizados como una milicia de la ciudad; representaban al populacho de Bizancio, quedaban como una concesión de autocracia al viejo ideal de ciudad-estado. Los emperadores permitían toda esta turbulencia en el hipódromo porque primero, el poder mismo del autócrata está confinado por límites que él no señaló. Por otro lado eran estos encontrones un símbolo de seguridad por medio de la cual se abría una salida para todo aquello que amenazara el trono. El hipódromo es algo más que una pista de carreras: es una asamblea, un sustituto de los desaparecidos comicios, el último asilo de las libertades del populus romanus. Ahí el pueblo puede pedirle cuentas al emperador. Es también la escena de los triunfos imperiales, es la corte donde se aplica la justicia criminal. Allí la Iglesia contemplaba a los dioses paganos desplazados. Era un verdadero espejo del mundo bizantino. El ciudadano del imperio oriente tenía dos héroes: el triunfador de un carrera y el santo asceta. En la familia del peregrino hay un fuerte sentimiento de unidad familiar y una fuerte devoción mutua. La mujer es la señora de la casa y puede ejercer en su propia esfera gran influencia entre su marido y sus hijos. La hija se casaba a temprana edad. El novio era elegido por la familia. La esposa bizantina no fue de modo alguno una prisionera de su hogar. Muchas veces el linaje imperial sostuvo mujeres pertenecientes a las clases medias. Fuentes de la vida social: Sermones de San Crisóstomo, Historia secreta de Procopio. Con ellas han pintado una sociedad inmoral, llena de vicios, sibarítica y degenerada. Pero la historia de Roma oriental es algo mucho más rico que eso, es dudoso que un imperio viva sólo para el vicio: lo cierto es que el bizantino jamás hizo el ensayo. Lista de los emperadores bizantinos: Primer Período (337 – 518) Dinastía Constantiniana (324-363) - Constantino I - Constancio II - Juliano el Apóstata - Joviano - Valente Dinastía Teodosiana - Teodosio I el Grande - Anastasio

- Arcadio - Teodosio II - Marciano Dinastía Leoniana - León I - León II - Zenón

PRIMER PERÍODO: - El punto central de este período lo marca el reinado de Teodosio I. Funda el estado ortodoxo y rompió con la teoría de la teoría de la tolerancia hacia los paganos. En la política exterior concluye con una paz con Persia que acaba con la incesante guerra en la frontera con Oriente.

- Si el siglo IV en Occidente fue característico por la romanización bárbara y la barbarización de los romanos; después de la derrota de las tropas imperiales en Adrianópolis (378) pareció anunciar un triunfo parecido de los godos en Oriente. - Fueron los isaúricos los que salvaron al oriente de la dominación bárbara, y cuando terminaron Anastasio los arrojó fuera de la capital. La “nueva Roma” seguía siendo romana. - Pero a pesar de haberse asegurado la paz con Persia el imperio seguía aún a la defensiva. Los hunos devastaban las tierras del Danubio. Bajo Teodosio II se lleva a cabo la construcción de la gran muralla que defiende a Constantinopla, que hasta la Cuarta Cruzada defendería lo ciudad y no la vería en manos de enemigos. - Bajo Juliano el Apóstata hay una breve reinstauración del paganismo, pero sirvió para demostrar que lideraba el cristianismo. El peligro verdadero estaba más bien, en que la Iglesia se viera dividida en dos, por diferencias teológicas. Finalmente ganó la ortodoxia con Anastasio, pero como él era patriarca de Alajandría, entró el duelo entre por la supremacía eclesiástica entre Constantinopla y Alejandría. En el Concilio de Calcedonia la lucha se decidió a favor de Constantinopla, pero la fe ortodoxa instaurada sirvió sólo para dar nacimiento a nuevas disputas. - Problema: Cristianismo triunfa en Siria y en Egipto. Pero ¿cómo podía la Iglesia Oriental conciliar el nacionalismo sirio y egipcio y seguir todavía en comunión con Roma? (Reinados Zenón y Anastasio). Ruptura de la relación con occidente. Segundo Período (518 – 610) Dinastía Justinianea (518-602) - Justino I - Justiniano I - Justino II - Tiberio II - Mauricio - Focas (602 – 610) Bárbaro. SEGUNDO PERÍODO: - Rasgo más sobresaliente es el intento de Justiniano por recuperar las tierras bárbaras para el imperio, reconstrucción del imperio Romano. Dentro de la capital se quebrantó el poder de los partidos del circo. La iglesia reconoció al señor de Constantinopla como sacerdote rey y restauró la relación con Roma. Sin embargo, todo el triunfo de Justiniano fue desastroso, por estaba minado de contradicciones irreconciliables dentro de la administración del imperio. También si había que reconquistar los territorios, dentro de los cuales estaba Italia, había que estar en paz con la sede y con ellos de comprometió la lealtad del Oriente. Mientras tanto Oriente y Occidente eran cada vez menos capaces de entenderse, y el oriente se va dando vuelta cada vez más hacia el griego en pensamiento y sentimiento. La provincias del Danubio, que los podían unir, estaban ocupadas por eslavos y búlgaros. - En una palabra, los recursos del imperio se desmoronaron ante el esfuerzo que Justiniano requería de ellos. - Tiberio abandona la política de Justiniano: el imperio no puede sostener una guerra por dos frentes (ávaros y eslavos por occ., y persas por oriente) El corazón del imperio estaba en Asia y había que salvarla. Así cayeron los resquicios de Occidente.

- Bajo Focas, las invasiones de los persas, las devastaciones de los bárbaros y las luchas intestinas llevaron a Roma al borde mismo de la destrucción. La revolución de una de las provincias trajo consigo la salvación del imperio. Tercer Período (610-717) Dinastía Heracliana - Leoncio - Heraclio - Tiberio III - Constantino III - Justiniano II - Heraacleonas (Decadencia del poder imperial) - Constante II - Bardanes - Constantino IV - Anastasio II - Justiniano II (al exilio) - Teodosio III TERCER PERÍDO: - Desde África fuertemente latina, zarpa Heraclio para rescatar el imperio Romano. Tenía en su objetivo una empresa religiosa, ese interés fue principal. - En este momento las tribus de Arabia se vieron unidas por primera vez en una fe común. Los mahometanos arrebataron al Imperio, Palestina y Siria. Después Egipto. - La iglesia oriental ya no tenía la necesidad de conciliar a los herejes. Se convirtió en la Iglesia ortodoxa del imperio ortodoxo. En el futuro la Iglesia y el Estado iban a estar indisolublemente unidos. - El corazón del imperio está absolutamente en Asia, en las tierras que se habla griego. La hostilidad que había estado tan presente con Persia, cede su lugar a el ISLAM. Ha comenzado con toda claridad la historia bizantina. - La gloria de la dinastía heracliana descansa en el hecho de que recibió los primeros choques de las invasiones árabes y las detuvo al sur de la cordillera del Tauro. Cuarto Período (717-867) Dinastía isáurica (iconoclastas) (717-802) - León III - Miguel I - León IV - León V - Constantino VI Dinastía Frigia (820-867) - Irene - Miguel II Fin de la dinastía isáurica - Teófilo - Nicéforo - Miguel III - Estauracio CUARTO PERÍODO: - Durante el reinado de León, los árabes comenzaron su ataque directo contra Constantinopla. El bloqueo a la ciudad continuo hasta que en el año 718 abandonaron el sitio. Nunca estaría de nuevo Europa en tan grave peligro. - León fue el primer iconoclasta, y fue con la emperatriz Teodora, la que aseguro la victoria final de los adoradores de imágenes en el 843. - Los iconoclastas dieron al imperio una nueva organización civil y militar, y trataron de adaptar el derecho romano, mediante el reconocimiento de las costumbres y hábitos populares.

Quinto Período (867 – 1057) Dinastía Macedónica - Basilio I - León VI - Alejandro - Constantino VII - Romano I - Romano II - Basilio II - Constantino VIII - Nicéforo II

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Juan I Tzimicés Romano III Miguel IV Miguel V Zoe y Teodora Constantino IX Teodora Miguel el Estratónico

QUINTO PERÍODO: -Carlomagno coronado en Roma (800). Dos imperios cristianos. Se había introducido un nuevo factor en la política europea: el occidente poseía una misma cabeza civil y eclesiástica. -Oriente y occidente iban haciéndose cada vez más concientes que ahora forman dos mundos separados. -Importante figura de Focio: patriarca de Constantinopla, que no sólo causó un cisma temporal entre las iglesias de ambas romas, sino que formuló para todos los tiempos esos fundamentos de diferencia que sirvieron como pretexto para la ruptura final en 1054. -La segunda mitad del siglo IX es un período de recuperación dentro del imperio. Los iconoclastas habían sido innovadores. En cambio la dinastía sgte. Pretende restaurar lo que queda de Roma. Restauran el derecho Justiniano. -Con la muerte de Basilio II, la grandeza de Roma decae. Esta parte de esta historia, esta dominada por la lucha entre los magnates de la capital y de las provincias. Sexto Período (1057 – 1204) Nobleza militar - Juan II - Isaac I, Comneno - Manuel - Constantino X - Alejo II - Romano IV - Andrónico - Miguel VII - Isaac II - Nicéforo III - Alejo III Dinastía de los Comnenos - Isaac II y Alejo IV - Alejo I SEXTO PERÍODO: -Problemas: factor bárbaro en las fronteras. Derrota de Manzikert de la cual nunca se pudo reponer el imperio. -Las potencias orientales, a través de las Cruzadas, se sentían atraídas y enfurecidas al mismo tiempo, por el esplendor y por la diplomacia de los emperadores bizantinos. Séptimo Período (1204-1453): Después de la caída de la capital se estableció un imperio latino en la ciudad. Hostilizados por los servios en Occidente y los turcos en Oriente su dominio fue reduciéndose gradualmente a la capital, hasta que al final la ciudad misma fue capturada y desapareció el imperio romano de oriente.

La soberanía bizantina: el imperio y los bárbaros: Jorge de Psidia (cronista judio): “Qué justo gobierno es un monarquía cuando Dios la sostiene”; esta frase explica el sentimiento de los súbditos hacia los emperadores bizantinos. Heraclio, en quien se concentró todo la autoridad, era verdaderamente sucesor del magistrado romano y heredero de Octaviano, el primer ciudadano de la república restaurada. Toda la teoría que estaba presente en la antigua Roma, volvía a vivir en la nueva Roma: el emperador como pontífice máximo era la cabeza de la Iglesia, el defensor de la fe. A todos los elementos romanos heredados se le sumaron también nuevos rasgos orientales. El siglo III había visto la expansión de la influencia oriental en el mundo romano, y la concepción persa de la monarquía como un don de Dios se mezcló a la teoría romana del imperium del magistrado. El primer ciudadano ocupaba ahora la diadema de monarca y todo lo de su persona adquiría un carácter sagrado. Es importante comprender que aun este cambio tenía sus raíces en el remoto pasado: no es sino el triunfo desde aquel punto de vista sobre la posición del emperador que el oriente helenístico había tratado de adoptar desde el principio, pero al que se opuso el punto de vista romano mantenido por la mayoría de los primeros césares. Cuando se dice que el poder de los emperadores es una autocracia, se presentan ala vez dos cuestiones: ¿Cuál es la fuente del poder autócrata? y ¿cuáles fuerzas condicionaban su ejercicio? El gobernante se escogía 1) proclamación por el senado o el ejército 2) conformidad con esta proclamación por parte de la otra autoridad que posee el derecho de designación 3)ratificación de la elección por la aclamación del pueblo romano 4) coronación con la diadema, que hace generalmente, el patriarca ecuménico, representante de los electores y no de la Iglesia. Pero el trono del emperador descansa sobre fundamentos mucho más seguros: es el ungido de Dios. Escogido desde su nacimiento para cumplir la voluntad del cielo, elegido por el Señor. No importan los medios por el cual haya alcanzado su triunfo. La autocracia es, por tanto, un sacerdocio real; el mismo emperador se cuenta entre el clero. Cuando el patriarca ungía al emperador con óleo sagrado, ya no estaba expresando la voluntad del estado, sino la voluntad divina. Esta teoría de las bases de la soberanía trae consigo una consecuencia adicional: ¿quién es el hombre que deba circunscribir la voluntad del cielo? El trono imperial estaba abierto a todos, la única condición era que el gobernante fuera cristiano ortodoxo. Una vez ungido el emperador, no había ningún método constitucional mediante el cual pudiera ser destituido, excepto por una revolución triunfante. Tenían, dentro de su concepción imperial, el sentimiento dinástico, de dejar sucesores muy fuertemente enraizado. Esto fue lo que llevó a las mujeres al trono. El título griego de autocrator representaba el latino de imperator, el conductor de ejércitos y el verdadero puesto del emperador estaba aún en medio de sus tropas. El gobierno era una autocracia, todo el poder ejercido dentro del imperio tenía su origen en el emperador. El basileus, no sólo era el gobernante de las provincias sujetas a Roma, sino que al igual que Cristo había reclamado el mundo como su herencia, su vicario debía abarcar el mundo con su poder. Él es también un salvador del mundo. Como el imperio terrenal está formado a imagen y semejanza del celestial, no es universal únicamente sino eterno. El hombre no puede desbaratarlo.

Para llevar a la práctica este derecho de dominación del mundo, había ciertas limitaciones. El emperador debe obligarse a él mismo a seguir las leyes; antes de acceder al poder imperial debían hacer un rito de promesas, prometía que segaría siendo un verdadero servidor, hijo y defensor de la Santa Iglesia, que sería filantrópico con sus súbditos, defensor de la justicia y se abstendría a imponer penas capitales y mutilaciones. Aunque el imperio no mantiene representantes permanentes ante las cortes extranjeras, sus misiones van y vienen constantemente. La diplomacia de la Roma oriental se guiará siempre por informaciones de primera mano sobre los recursos internos y sobre las condiciones de todos los vecinos reinos bárbaros.