ELIASSON, Olafur.

Olafur Eliasson Ólafur Eliasson durante una conferencia en el TEDen el año 2009. Nombre completo Ólafur Eliasson Naci

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Olafur Eliasson

Ólafur Eliasson durante una conferencia en el TEDen el año 2009. Nombre completo

Ólafur Eliasson

Nacimiento

1967, 46 años Copenhague, Dinamarca

Nacionalidad

danés

Área

Instalación artística

Educación

Real Academia de las Artes de Copenhague Premios  

Premio. Premio.

Instalación The Weather Project en la sala de turbinas de la galería Tate Modern en Londres,2003. Ólafur Eliasson (Copenhague, 1967) es un artista danés, hijo de padres islandeses. Eliasson estudió en la Real Academia de las Artes de Copenhague entre 1989 y 1995, y vive actualmente en Berlín. Representó a Dinamarca en la bienal de Venecia de 2003 y ha expuesto en varios museos y galerías de arte internacionales, incluyendo elCentro de Arte Reina Sofía de Madrid en 2003, y Tate Modern en Londres, donde estuvo expuesto su gigantescoWeather Project. Su obra explora la relación entre naturaleza y tecnología, donde en ocasiones elementos como la temperatura, el olor o el aire se convierten en parte de la escultura cuando se representan en un contexto artístico. Premios y galardones[editar · editar código] Eliasson recibió el Premio Joan Miró, otorgado por laFundación Joan Miró de Barcelona con el patrocinio deCaixa Girona, en el año 2007. Considerándolo el jurado como uno de los artistas más importantes y comprometidos con su trabajo de nuestro tiempo.1 Publicaciones[editar · editar código] 

Eliasson, Olafur (2009) (en español). Los modelos son reales. Gustavo Gili. pp. 32. ISBN 9788425222795.



Eliasson, Olafur (2012). Moisés Puente. ed (en español). Leer es respirar, es devenir - Escritos de Olafur Eliasson. Gustavo Gili. pp. 180. ISBN9788425225437.

Referencias[editar · editar código] 1.

Jump up↑ Fundació Miró. «Premio Joan Miró, Olafur Eliasson» (en español). Consultado el 2 de julio de 2010. «Olafur Eliasson fue galardonado con el Premio Joan Miró por considerarlo el jurado uno de los artistas más importantes de nuestro tiempo [...]».

ARTÍCULOS DE ELIASSON. Eliasson se codea con la sirenita El impredecible artista construirá en Copenhague un puente peatonal ANATXU ZABALBEASCOA Madrid 24 NOV 2009 Archivado en: Olafur Eliasson Dinamarca Arquitectura Escandinavia Europa Arte Cultura El universo artístico del artista danés Olafur Eliasson (1967) es el propio universo. Donde otros manejan bronces o pantallas de vídeo, él juega con luces, agua, olores y temperaturas. Donde otros presentan proyecciones, lienzos o instalaciones, él levanta naturalezas artificiales: cataratas en medio de Nueva York (The New York City Waterfalls) o una puesta de sol contenida entre las paredes del edificio de la Tate Modern (Weather Project). Así, su arte escapa a cualquier categoría. Ni land art ni instalación o las dos cosas a la vez. Y le permite crear ambientes tridimensionales que se confunden con el entorno y confunden al espectador. Es esa ambigüedad, precisamente, la que lo ha convertido en un artista misterioso e impredecible y, por tanto, la que lo ha hecho famoso. En ese territorio amplio y contradictorio, entre la naturaleza y la tecnología, entre el espectáculo y la reflexión, Eliasson cultiva su libertad. Por eso

cuando hace unos meses lo llamaron para levantar un puente sobre el canal Christanshavns en el puerto de Copenhague, parecía claro que se podía esperar de él cualquier cosa menos un puente al uso. Si una pasarela sirve para cruzar, ésta está pensada para detenerse y mirar… No es inocente que la fundación Nordea, que promociona la relación entre naturaleza y cultura en Copenhague y cuya sede está frente a ese canal, invitara a un creador tan incontenido a diseñar un puente peatonal. Nadie oculta que la ciudad buscaba un nuevo reclamo capaz de actualizar con sutileza la vigencia de su romántica sirenita. Presentado el proyecto, el puente no ha defraudado. Si una pasarela sirve para cruzar, la de Eliasson está más pensada para detenerse y mirar. Si un puente suele ofrecer un acercamiento entre dos puntos, el de este artista de origen islandés distancia dos orillas con una pasarela que avanza en cinco círculos de diverso diámetro. El propio Eliasson ha dicho que quiere que su puente sea una plaza pública, no un lugar de paso. Busca que la gente se detenga allí, que la velocidad del ritmo de vida actual no se adueñe, también, de ese rincón histórico de la ciudad. La idea no es simplemente atravesar sino también cambiar de actitud -o por lo menos de veloci-dad- al hacerlo por el mero hecho de cruzar por el puente. Frente al aplauso generalizado de vecinos y Ayuntamiento, son varios los arquitectos que opinan que ese puente jamás hubiera pasado una primera criba en un concurso arquitectónico. También hay quien lo acusa de superficial por la relación casi infantil que establece entre los mástiles de los barcos y la sujeción de las cinco plataformas circulares a partir de un mástil central. Como en todos los trabajos de Eliasson, el poder de sugerencia de la obra es una parte fundamental del proyecto. Y ese rosario de plataformas circulares da que pensar. Habla de las desventajas del camino más corto, del tiempo ganado al perder el tiempo, de la idea de celebración asociada a un cruce. Ordenadas, las cinco plataformas darán acceso a una visita completa del puerto. Desordenadas, permitirán el paso de los barcos de mayor tamaño. Con un coste de 34 millones de coronas danesas (4,5 millones de euros) el nuevo puente tiene precio de obra de arte. Con 32 metros de largo, tenderá un sendero entre la historia de la ciudad y su futuro. Para 2012 Copenhague tendrá una nueva atracción turística. Daneses y visitantes podrán caminar por todo el puerto a sus anchas y Eliasson... Eliasson seguirá siendo sorprendente y misterioso. Un artista. ***

Olafur Eliasson muestra su cara más íntima en Girona. NATALIA IGLESIAS Girona 21 JUL 2008 Archivado en: Exposiciones temporales Fundación Miró Olafur Eliasson Cataluña Exposiciones Arte Agenda cultural España Cultura Olafur Eliasson estuvo en Girona y se quedó con las ganas de crear una gran instalación en torno a las pintorescas casas de colores colgadas sobre el río Onyar, según revelaron los organizadores de la segunda parte de la exposición La naturaleza de las cosas,

compartida con la Fundación Joan Miró, que puede verse hasta el 14 de septiembre en el centro cultural de Caixa Girona. La exposición revela la faceta más íntima y cercana del artista, a partir de piezas de pequeño formato y de series fotográficas y grabados que analizan el paisaje áspero y desnudo de Islandia, su tierra natal. "Son más bien piezas salidas del estudio, no están pensadas como instalaciones para grandes museos y hablan del entorno más inmediato del autor", explica Felix Hallwachs, estrecho colaborador de Eliasson. En total hay 29 obras, entre ellas varias lámparas y luces montadas sobre trípodes que proyectan sombras y elipses, círculos concéntricos y densas telarañas de intrincados hilos. La puesta en escena es simple, los materiales sencillos. "Nos encanta su capacidad para utilizar técnicas de ahora con resultados poéticos, sorprendentes", comenta Rosa Maria Malet, directora de la Fundación Joan Miró de Barcelona donde se expone la primera parte de la exhibición. Los organizadores sostienen que ambas se complementan y permiten una lectura compleja del trabajo del artista nórdico. También se exponen varias series fotográficas que muestran la tierra islandesa a partir de imágenes de la agencia cartográfica del país. Son fotograbados tratados con colores fríos, azules, verdes y violetas. "Es una visión científica, no romántica de la naturaleza", apunta Hallwach. Sin embargo, no por ello dejan de transmitir, por ejemplo, la soledad o el aspecto agreste de aquellos parajes. Destaca una serie dedicada al río Jocla desde su nacimiento hasta su desembocadura: todo un documento del tiempo, un archivo de los cambios y una entrada de la naturaleza en el museo. Otras imágenes cuentan historias de un paisaje a lo largo de un día, bajo luces cambiantes, a un ritmo también "científico, analítico". Además, los espectadores podrán experimentar sensaciones a partir de ingenios expuestos como un diafragma regulable para contemplar el reflejo del propio ojo o un estereoscopio que arroja imágenes de apariencia tridimensional. Coincidiendo con la exposición de Eliasson, en la Fontana d'Or también podrá verse un conjunto de grabados de Joan Miró en homenaje a Gaudí. ***

“Uno puede ser más creativo bajo coacción” El artista del momento aúna en sus obras ecología, espectáculo, juegos visuales y compromiso. Olafur Eliasson afirma que desconectar y aislarse de la sociedad es un proceso poco productivo para la creación ANATXU ZABALBEASCOA 7 OCT 2013 - 00:00 CET Archivado en: Olafur Eliasson Artistas Tecnología Espacios naturales Museos Arte Instituciones culturales Cultura Ciencia Medio ambiente Olafur Eliasson, con el libro 'A view becomes a window' con páginas de vidrio que presentó en la galería Ivorypress de Madrid. / JORDI SOCÍAS

Puede que el lugar en el que nacemos sea casi siempre un azar, pero el del artista danés más famoso del momento, y uno de los más destacados del mundo, lo fue más. Sus padres vivían en Islandia cuando su abuelo paterno desapareció. Su progenitor se fue tras él. Y cuando estaba en Dinamarca, su madre descubrió que estaba embarazada. Y lo siguió. Tenían 18 y 19 años. En Copenhague, su madre consiguió un trabajo de azafata en una línea de cruceros, “una azafata embarazada en una compañía de tercera”, apostilla Olafur Eliasson (1967). Él nacería unos meses después. Sus trabajos son superproducciones. Autor de The weather project, un sol artificial formado por cientos de bombillas que se convirtió en una de las muestras más visitadas de la Tate Modern de Londres –donde los visitantes se sentaban en el suelo como quien se detiene ante una puesta de sol–, o de la obra New York waterfalls –que hizo aparecer cascadas en varios puntos de esa ciudad–, Eliasson ha llegado a la cita en la galería Ivorypress de Madrid con retraso, acalorado y con una lata de Coca-Cola Zero en la mano. Ha venido para presentar un libro de artista con páginas de vidrio. La pieza, imposible de trasladar sin una grúa, se expone en un atril que él también ha diseñado. “Puede que no sea económico, pero en la web tengo libros que se pueden descargar de forma gratuita…”. Una de las cosas que más temo es el aislamiento. Estar solo entre la gente” La historia del abuelo acabó mal. Su padre lo encontró, pero poco después sus progenitores se separaron. Como su madre tenía trabajo, decidió quedarse en Dinamarca. De ahí que Eliasson, además de nacer en Copenhague, se convirtiera en danés. Ese es su azar. Que su padre regresara a Islandia explica su afinidad y cercanía con esa isla. Explica incluso que él quisiera ser artista: “Supongo que quise serlo para impresionar a mi padre, para que me prestara atención”, espeta. “Yo vivía con mi madre. De manera que mi primer deseo de ser artista fue para impresionar a mi padre, porque por entonces estaba muy ocupado con su nueva mujer”. PREGUNTA: “Si fuera una obra de arte, no me sentiría autosuficiente”. ¿Por qué? ¿Porque necesita 70 ayudantes? RESPUESTA: ¿Yo dije eso? P: Sí, en el libro Leer es respirar, es devenir, y continuaba: “La palabra autonomía no estaría en mi vocabulario. Sería una red de lugares, agentes e intenciones conectados…”. R: ¡Guau!… [risas]. Buen principio… P: ¿Por qué no se siente autónomo? R: Una de las cosas que más temo es el aislamiento. No físico, sino psicológico: estar solo entre la gente. El aislamiento tiene que ver con no estar conectado, y si estás desconectado no estás a favor o en contra de las cosas, todo te es indiferente. Y tú terminas por serlo para los demás. En eso veo un gran peligro. P: ¿Un peligro personal o social?

R: Creo que es un signo de los tiempos. Por eso es importante ver una obra de arte como un sendero, entendiendo de dónde llega y hacia dónde va. El arte que me interesa es el que al mirarlo da la sensación de un viaje. Uno puede ver en un pedazo de madera el árbol que fue e intuir su posterior descomposición. Una obra de arte te deja ver la conexión con otras cosas. *** Casa, comida y familia MAGNUS HJÖRLEIFSSON Hijo de un cocinero aficionado al arte, Elias Hjorleifsson, y de una azafata de barco, Ingibjorg Olafsdottir, islandeses, la infancia de Olafur Eliasson (Copenhague, 1967) está marcada por la desaparición de su abuelo y por el divorcio de sus padres. Tras abandonar a su familia, el abuelo paterno (editor de vanguardia) terminaría suicidándose dos décadas después, sus progenitores reharían sus vidas con nuevas parejas y el padre llegaría a cocinar para muchas de las inauguraciones de su hijo hasta poco antes de su muerte, en 2002. Por esas fechas, Eliasson se casó con una historiadora del arte danesa, Marianne Krogh Jensen, y juntos adoptaron a un niño etíope, Zakarias, el primero de sus dos hijos. También juntos fundaron una organización de ayuda a los huérfanos de ese país, a la que el matrimonio aporta el 5% de sus ganancias y lo que logra arrancarles a quienes trabajan en el estudio, donde una caja de cartón les recuerda que no olviden dejar un euro para Etiopía. La familia Eliasson-Krogh, que tiene un piso en Berlín, vive en una casa del siglo XIX en Hellerup, al norte de Copenhague. Celoso de su intimidad, muy pocos amigos han visitado esa vivienda. Sin embargo, el artista la troqueló en el interior de un libro publicado por el MOMA de Nueva York titulado Your house. En la imagen, Olafur Eliasson en 1973. *** Olafur Eliasson hace brotar cataratas en Nueva York El artista nórdico exhibe su trabajo en la Fundación Miró de Barcelona CATALINA SERRA / BARBARA CELIS Barcelona / Nueva York 27 JUN 2008 Archivado en: Exposiciones temporales Instalaciones artísticas Olafur Eliasson Espacios artísticos Exposiciones Agenda cultural Arte Cultura Hacía pocas horas que las cuatro grandes cataratas de Olafur Eliasson en el East River de Nueva York -la más espectacular, bajo el puente de Brooklyn- habían empezado a escupir 160.000 litros de agua por minuto y los blogs de Internet ya estaban llenos de comentarios de neoyorquinos criticándolas, alabándolas o cuestionando la inversión (casi 10 millones de euros financiados con donaciones privadas) realizada en este macroproyecto de arte público que hasta el 13 de octubre se convertirá en una de las atracciones de la ciudad.

Es cierto que las imágenes de la recreación virtual son más espectaculares que las imágenes reales, pero esto es algo que está implícito en el trabajo de este artista, que considera que "lo honesto" es mostrar los trucos y la trastienda de sus obras (la estructura que sostiene la catarata es perfectamente visible) en las que busca la implicación personal y subjetiva de los espectadores sin dejarse llevar por la espectacularidad. En Girona y Barcelona Sucede igual con las hermosísimas instalaciones que Eliasson (Copenhague, 1967) presenta hasta el 28 de septiembre en la Fundación Miró de Barcelona, que se completará a partir del 18 de julio con otra exhibición en La Fontana d'Or de Girona. La naturaleza de las cosas, que así se titula la exposición (¡no se la pierdan!), presenta 50 de sus obras en las que el tema dominante es la percepción y la participación del espectador en un sentido tanto físico como mental. Son obras aparentemente muy sencillas en las que los juegos de luces, los reflejos y el movimiento son interuptores que le sirven al artista para activar la respuesta crítica, perceptiva y emocional del visitante. El espacio público en una ciudad Sobre The New York City Waterfalls, Eliasson explica que su objetivo era poner sobre la mesa la cuestión del espacio público en una ciudad y una sociedad, la norteamericana, en la que se da por supuesto que todo es privado o comercializable. Pese a que ya se han organizado tours organizados para ver las cataratas y la ciudad confía en que será una buena fuente de ingresos turísticos durante el verano, Eliasson asegura que las cataratas quieren hacer visible la potencialidad del frente fluvial y recuperarlo no sólo de manera física, sino, principalmente, emocional. "En un paisaje tan desértico como el de Islandia, la velocidad con la que cae el agua es un punto de referencia que te permite saber a qué distancia estás de la catarata y, por tanto, situarte a ti mismo en la escala del paisaje", explica Eliasson, de ascendencia islandesa y con estrechos lazos artísticos con la isla helada. "El proyecto de Nueva York reúne muchas de mis obsesiones y creo que estos saltos de agua provocarán una reacción diferente en cada persona". Aunque el de las cataratas es un tema recurrente en su trabajo, en Nueva York ha amplificado su tamaño, a escala de la ciudad, y pretende que sus saltos de agua permitan a los neoyorquinos incorporar a su experiencia "este falso espacio vacío entre Brooklyn y Manhattan". "El agua es una ilusión poética, pero también es algo muy físico", dice. "Da mucho juego metafórico". 1. El túnel de los aromas El arte como experimentación define las obras de Olafur Eliasson (www.olafureliasson.net). Las instalaciones, esculturas y proyectos arquitectónicos del artista danés/islandés están relacionados con la percepción sensorial y la física, y cuentan con un meticuloso trabajo de investigación previo. Eliasson concede tanta importancia a los materiales, el hielo, la luz, el agua, los olores, como a la disposición de los mismos. La editorial Taschen acaba de reeditar el libro ‘Studio Olafur Eliasson’,

que recoge sus creaciones más importantes. En la imagen, el túnel de los aromas (Scent Tunnel), que se encuentra instalado en la Ciudad del Automóvil de Wolfsburgo (Alemania). **** El profesor chiflado del arte contemporáneo Olafur Eliasson expone por primera vez en Madrid su impactante obra IKER SEISDEDOS Madrid 7 FEB 2010 Archivado en: Olafur Eliasson Madrid Exposiciones Comunidad de Madrid Agenda cultural España CulturA. El espectacular artista contemporáneo de lo sensorial tiene una buena resaca. Así que el efecto que sus propias obras causan de buena mañana en Olafur Eliasson (Copenhague, 1947) recuerda a aquella secuencia de El profesor chiflado en la que el científico Jerry Lewis, investido por accidente del don de la hipersensibilidad, acusaba las secuelas de una de esas noches de alcohol. Esferas y espejos partidos de caprichosas formas, efectos lumínicos allá donde las bombillas amenazan con fundirse o bicicletas colgadas del techo no representan, no, el mejor escenario para el lacerante comienzo de un mal día. Pero son los ingredientes de Kepler estaba equivocado, magnífica exposición en la galería Elvira González (hasta el seis de marzo) de obra creada para la ocasión y cuya inauguración vino a reforzar recientemente Eliasson con su estatus de estrella del arte internacional capaz de alterar ecosistemas. "Después de todo", admitió con ironía danesa y frotándose los ojos en la esperanza de ahuyentar un zumbido invisible, "quizá Kepler estaba en lo cierto". "¿Artista de lo sensorial? Trabajo con los sentidos", afirma el creador La recesión no ha impedido que los grandes proyectos lleguen a su estudio Pese a su tamaño, ciertamente alejado de la célebre y exagerada escala Eliasson, estas piezas contienen todo lo que ha hecho de él uno de los artistas decisivos del siglo XXI, pese a su juventud y gracias a un trabajo sólido -no esperen camas revueltas o tiburones en formol- que gira en la órbita (como en la primera ley de Johannes Kepler) de asuntos como la ecología, el diálogo físico con el espectador y la ciencia como una de las bellas artes. Célebre por haber hecho brotar unas cataratas de la altura del puente de Brooklyn en Nueva York o por convertir la sala de turbinas de la Tate Modern londinense en el centro del sistema solar, Eliasson parte en esta ocasión de la figura del "científico que se esforzó por reducir el universo a una gran regla matemática" para ofrecer un comentario sobre "estos tiempos impredecibles". "Kepler es un personaje increíblemente influyente en la modernidad", añade. A estas alturas (y una vez abortada la visita guiada para continuar la entrevista sentado) ya está claro que Eliasson, refresco en mano, no es de los que se toman demasiado en serio. Ni mucho menos de los que hablan a la ligera.

No evita el cuerpo a cuerpo con sus clichés: "¿Artista de lo sensorial? Trabajo con los sentidos, sin duda. El arte permite al hombre colocarse ante sus sensaciones. Entrenarte a ver lo que de otra manera no serías capaz de identificar. Hemos construido a lo largo de la historia la invención de que lo sensorial sólo tiene que ver con el cuerpo. Y es parte cuerpo y parte cerebro. En esa dicotomía falsa se basa parte de la peligrosa industria del bienestar, que saca beneficio de la separación entre el cuerpo y la mente. Las sensaciones pueden ser políticas, aunque se suele asumir que nuestra parte cerebral lo es y la física no". Tampoco sortea el análisis político: "Me aterra la idea de la Unión Europea, que premia la falta de diversidad. Cuanto menos diversificada sea mejor funciona. El desacuerdo se ha convertido en algo negativo. Es lo mismo que sucede en las ciudades, el urbanismo tiende a anular la sorpresa. Condena lo impredecible". Un trabajo de entre seis meses y dos años al frente de un equipo que incluye a 35 trabajadores, basta a Eliasson para montar una buena sorpresa urbana como las cataratas artificiales de Nueva York, que costaron 15 millones de dólares. Pese a lo que pueda parecer, la recesión no ha impedido que los proyectos de gran envergadura sigan tocando la puerta de su estudio en Berlín. "No me afecta tanto la crisis como a los que realizan piezas de compra más impulsiva, al estilo de Damien Hirst", aclara el artista, ganador del primer premio Joan Miró en 2007 y sujeto de una retrospectiva un año después en el MOMA neoyorquino. "El dinero público es menos fluctuante que el privado". ¿Curiosa reflexión viniendo de un artista de ascendencia islandesa? "El problema de la bancarrota del país de procedencia de mis padres vino precisamente del cáncer que se extendió al dejar demasiada libertad a los inversores privados". Como en una de sus impactantes instalaciones, el tiempo en el mundo real, una de esas asquerosas mañanas de Madrid en las que el viento y la nieve hacen parecer la vida un asunto más injusto de lo habitual, ha dejado paso a una inquietante quietud meteorológica. Eliasson asoma por la puerta de la galería y todo parece más llevadero. Se ajusta las gafas hi-tech y exclama: "¿Necesita una conclusión? Mi trabajo no trata del sistema universal, sino de cómo nos relacionamos con él". ****

El arte de la alegría ÁNGELA MOLINA 28 JUN 2008 Archivado en: Instalaciones artísticas Fundación Miró Olafur Eliasson Pintura Artes plásticas Espacios artísticos Exposiciones Agenda cultural Arte Cultura ¿Cuál es la naturaleza de las cosas? ¿Es la emoción que produce la proyección sobre la pared de una luz de color amarillo avispa? ¿Convertir la rotación de un espejo en un ir y venir de pompas virtuales elevándose o deshaciéndose ante nuestros ojos, sin tener siquiera que soplar? La idea de un arte que gestiona los sentimientos y la percepción -un

arte de la alegría- no es nueva. El art déco lo llevó a la arquitectura. El neo-geo fue un movimiento simulacionista que sirvió para aliviar al mercado del reventón neoexpresionista. Tras el 11-S, proliferaron los efectos lumínicos sustitutorios: a falta de un par de rascacielos, dos láseres intentando acoplarse en el skyline de Nueva York podían aliviar más que una terapia de grupo. La "hiperrealización" de un sol gigante en la Sala de Turbinas de la Tate Modern (The Weather Project, 2003) convenció a la nueva clientela cultural de que la psicodelia también podía venir de los museos. Que el arte signifique que todos los problemas pueden ser resueltos -una idea muy baudrillardianalevantaría de la tumba a Goya o a Picasso. El arte debe tener algún sentido más allá de su propio simulacro. ***** Olafur Eliasson La naturaleza de las cosas. Fundación Miró Parc de Montjuïc, s/n. Barcelona Hasta el 28 de septiembre De Olafur Eliasson (1967) existen unas cuantas exposiciones repartidas al unísono por la geografía global. El danés representa para muchos la imagen del artista de éxito, así como un futbolista de la Liga inglesa o un diseñador japonés de bolsos de lujo. Sin embargo, lo importante no es saber cómo la relación entre el arte y el éxito afecta a un autor, sino cómo se refleja en el público, a partir de una exposición donde las obras creen tensiones o, por el contrario, se ponga el énfasis en el espectáculo. La Fundación Miró acaba de inaugurar una retrospectiva del primer artista ganador del Premi Joan Miró. Nada que objetar. Las proyecciones de luz de muchas de sus obras adoptan los colores de las telas del artista catalán. El error está en cómo se nos muestran. Eliasson no es Miró, de la misma manera que Turrell no es Rothko. Pero así como la mirada infantil -de adultos y de niños- se fija en un cuadro de Miró y lo interpreta como un cosmos más o menos gracioso de manchitas de colores sin el menor atisbo emocional, las instalaciones de Eliasson pueden acabar siendo -y aquí lo son- lo mismo. Las salas del edificio de Sert acogen un conjunto de obras parecido a un teatro de juguete donde se representan efectos de luz, espejos y colores. Ideal para un fin de semana en familia. ¿Tiene la culpa el pobre artista de que en este pequeño universo en miniatura el espectador deba ahorrarse todo un trabajo discursivo en torno al espacio, su percepción, la relación física con el entorno o la idea de la "esferidad ideal"? Eliasson es un provocador de la contemplación, no es un simple esteta o un artista que quiera llevar al espectador a un estado de éxtasis asexual. Viendo estos trabajos de los últimos quince años, la sensación que queda es de blandura y tontez. Que seamos incapaces de ver de ver la destreza de la artificiosidad en esta Naturaleza de las cosas (un título ciertamente pretencioso) significa no sólo que no ha habido trabajo curatorial, también que vivimos inmersos en una armonía cultural tan alejada de ese sentido inalienable del aquí y ahora de autores como Anthony McCall

(Line Describing a Cone, 1973) o el mismo Duchamp. En comparación con ellos, el éxito de Eliasson apenas si tiene importancia. ****

Magia acuática en el corazón de Nueva York El danés Olafur Eliasson instala sus monumentales cascadas artificiales junto al East River BARBARA CELIS / CATALINA SERRA Nueva York / Barcelona 28 JUN 2008 Archivado en: Olafur Eliasson Declaraciones prensa Instalaciones artísticas Estados Unidos Espacios artísticos Gente Arte Sociedad Cultura ¿Puede el arte ser un espectáculo sin dejar de ser arte? ¿Cómo se combinan el dinero, el turismo y el debate crítico sobre el espacio público? ¿Es arte una catarata? Desde las primeras horas de la mañana del jueves, muchos neoyorquinos se hacen estas y otras preguntas porque un artista danés, Olafur Eliasson (Copenhague, 1967), ha hecho brotar cuatro grandes caídas de agua en el East River que trastocan por completo la visión de su paisaje cotidiano. Las imágenes ya han empezado a dar la vuelta al mundo y, aunque al principio provocó cierta decepción la discreta espectacularidad de los saltos -de día son visibles los andamios y la maquinaria que bombea el agua del río, algo común en la obra de este artista en el que siempre todo está a la vista-, las vistas nocturnas convencieron definitivamente a los escépticos. El agua es una de las constantes en el trabajo de este artista Las cataratas serán la gran atracción turística del verano neoyorquino "Me interesa la idea de desmitificar el arte y mitificar la vida cotidiana" Arte rentable Las cataratas serán la gran atracción turística del verano neoyorquino, pero el objetivo de Eliasson no era crear un bonito espectáculo, sino reivindicar el río y sus riberas como un espacio público en su sentido más físico, pero también emocional. "Mucha gente piensa en las riberas del río sólo desde un punto de vista práctico y utilitario", explicó recientemente el artista en Barcelona, donde presenta hasta el 28 de septiembre una hermosa exposición en la Fundación Miró con 50 de sus últimos trabajos. "Las riberas no tienen identidad, y para muchos el agua es un espacio negativo, un vacío. Desde Brooklyn miras Manhattan, y al revés, pero no das valor a lo que hay en medio. Quería sugerir que este espacio es importante, como lo es el que hay entre dos edificios, porque es lo que define la calle y también el espacio público. En Europa ha habido cierta tendencia a recuperar los frentes marinos o fluviales, pero en Nueva York hay un pragmatismo muy diferente sobre el espacio público, que en

general se considera un entorno comercializable o privado. Con estas cascadas quería plantear la cuestión sobre el espacio público y su necesidad". El agua, además, es una constante en el trabajo de este artista, uno de los más interesantes de su generación, que tanto realiza hipnóticas piezas abstractas sobre la percepción, el movimiento y la luz como elaboradas instalaciones y fotografías sobre fenómenos naturales como la niebla, el agua o el hielo. En el fondo, explica, son dos polos de la misma preocupación por activar el resorte emocional del espectador. "Me interesa la idea de desmitificar el arte y mitificar la vida cotidiana", explicaba. "Hay una gran relación. En toda experiencia física o emocional siempre hay un elemento ético, de responsabilidad, de establecer un punto de vista, tanto en el arte como en la vida. La mayor amenaza de nuestro tiempo no son las discrepancias o las diferencias, sino la indiferencia. La sensación de que lo que tú eres, votas o dices no tiene ninguna influencia. Lo contrario es la participación, y el arte, para mí, implica promoverla". The New York City Waterfalls no es el primer proyecto con cataratas de Eliasson pero, por sus dimensiones y ambición, es un compendio de muchas de sus ideas y trabajos. "Resume muchos de mis intereses. El agua, por ejemplo, es un material fantástico que puede ser una ilusión poética, una gran metáfora, y también una experiencia emocionalmente muy física y real. En un paisaje tan desértico como el de Islandia, la velocidad con la que cae el agua es un punto de referencia que te permite saber a qué distancia estás del salto y, por tanto, situarte a ti mismo en la escala del paisaje. Y estas de Nueva York también te permiten integrar tu cuerpo en el paisaje, ver la distancia a la que estás del agua, calibrar lo lejos que están una ribera de la otra... Es por eso por lo que las cascadas tienen sentido para mí, porque te hacen más explícito y accesible el espacio, lo puedes incorporar a tu vida, a tu cuerpo. En resumen, lo hacen más democrático". ***** Olafur Eliasson hace brotar cataratas en Nueva York El artista nórdico exhibe su trabajo en la Fundación Miró de Barcelona CATALINA SERRA / BARBARA CELIS Barcelona / Nueva York 27 JUN 2008 Archivado en: Exposiciones temporales Instalaciones artísticas Olafur Eliasson Espacios artísticos Exposiciones Agenda cultural Arte Cultura Hacía pocas horas que las cuatro grandes cataratas de Olafur Eliasson en el East River de Nueva York -la más espectacular, bajo el puente de Brooklyn- habían empezado a escupir 160.000 litros de agua por minuto y los blogs de Internet ya estaban llenos de comentarios de neoyorquinos criticándolas, alabándolas o cuestionando la inversión (casi 10 millones de euros financiados con donaciones privadas) realizada en este macroproyecto de arte público que hasta el 13 de octubre se convertirá en una de las atracciones de la ciudad.

Es cierto que las imágenes de la recreación virtual son más espectaculares que las imágenes reales, pero esto es algo que está implícito en el trabajo de este artista, que considera que "lo honesto" es mostrar los trucos y la trastienda de sus obras (la estructura que sostiene la catarata es perfectamente visible) en las que busca la implicación personal y subjetiva de los espectadores sin dejarse llevar por la espectacularidad. En Girona y Barcelona Sucede igual con las hermosísimas instalaciones que Eliasson (Copenhague, 1967) presenta hasta el 28 de septiembre en la Fundación Miró de Barcelona, que se completará a partir del 18 de julio con otra exhibición en La Fontana d'Or de Girona. La naturaleza de las cosas, que así se titula la exposición (¡no se la pierdan!), presenta 50 de sus obras en las que el tema dominante es la percepción y la participación del espectador en un sentido tanto físico como mental. Son obras aparentemente muy sencillas en las que los juegos de luces, los reflejos y el movimiento son interuptores que le sirven al artista para activar la respuesta crítica, perceptiva y emocional del visitante. El espacio público en una ciudad Sobre The New York City Waterfalls, Eliasson explica que su objetivo era poner sobre la mesa la cuestión del espacio público en una ciudad y una sociedad, la norteamericana, en la que se da por supuesto que todo es privado o comercializable. Pese a que ya se han organizado tours organizados para ver las cataratas y la ciudad confía en que será una buena fuente de ingresos turísticos durante el verano, Eliasson asegura que las cataratas quieren hacer visible la potencialidad del frente fluvial y recuperarlo no sólo de manera física, sino, principalmente, emocional. "En un paisaje tan desértico como el de Islandia, la velocidad con la que cae el agua es un punto de referencia que te permite saber a qué distancia estás de la catarata y, por tanto, situarte a ti mismo en la escala del paisaje", explica Eliasson, de ascendencia islandesa y con estrechos lazos artísticos con la isla helada. "El proyecto de Nueva York reúne muchas de mis obsesiones y creo que estos saltos de agua provocarán una reacción diferente en cada persona". Aunque el de las cataratas es un tema recurrente en su trabajo, en Nueva York ha amplificado su tamaño, a escala de la ciudad, y pretende que sus saltos de agua permitan a los neoyorquinos incorporar a su experiencia "este falso espacio vacío entre Brooklyn y Manhattan". "El agua es una ilusión poética, pero también es algo muy físico", dice. "Da mucho juego metafórico". ***** "Todo es casi real" IGNACIO VIDAL-FOLCH Barcelona 17 MAY 2007 Archivado en: Premio Joan Miró Olafur Eliasson Declaraciones prensa Fundación Miró Premios arte Premios Eventos Gente Arte Sociedad

El artista danés Olafur Eliasson estuvo ayer en Barcelona para recibir el premio Joan Miró, dotado con 70.000 euros, que este año ha convocado por primera vez la Fundación Miró, en colaboración con la Fundació Caixa Girona. Eliasson, nacido en 1967, es el más conocido artista escandinavo, con una obra espectacular y muy compleja, que concibe asistido por arquitectos, ingenieros y diseñadores, y que juega con paradojas lumínicas y geométricas a veces de gran elegancia y belleza. En la Bienal de Venecia del año 2005, donde representaba a su país, instaló en un contenedor a oscuras una línea de luz en la cual el sol recorría en unos breves minutos el curso de un día, para volver a recorrerlo de inmediato: así aludía a la "conciencia de la dimensión temporal", que es la cuarta dimensión de todos los objetos, también de las obras de arte. En la Tate Modern de Londres, con un sol artificial de dimensiones colosales convirtió la Turbine Hall en un espacio irreconocible y misterioso, donde los visitantes aprovechaban para "broncearse" tumbados en la rampa. En el cielo de Utrecht, un sol de metal instalado en la azotea de un edificio e iluminado por un foco producía cada tarde un Doble crepúsculo. Los focos que instaló en lo alto de una torre en Lernacken, enfocando un puente entre Dinamarca y Suecia, hacían que el puente variase de color según los peatones o los autos se desplazasen por él... El creador islandés recibió ayer en Barcelona el primer Premio Joan Miró "Quiero tener un lugar en este mundo que tenga sentido para mí..." Pero en España, y hasta que la Fundació Miró y la Caixa Girona organicen el año próximo las exposiciones ligadas al premio, lo más conocido de Eliasson son los Paths of Nature: Caminos de Naturaleza: las fotografías de ríos y accidentes geográficos, de casas y faros, de campos y montañas que el artista toma durante sus estancias veraniegas en Islandia, repetidas año tras año, y que se expusieron el año pasado en la sede de la Fundación Telefónica, durante el festival PHotoEspaña. "No voy a Islandia porque mi familia proceda de allí, ni por la belleza romántica de los paisajes", explicó ayer Eliasson. "No voy porque Islandia sea Islandia. Voy porque yo soy yo. Y cuando digo 'yo' no lo digo egoístamente, quiero decir yo como parte de un contexto. Precisamente una de las bendiciones de caminar por la naturaleza es que ejercitas ciertas relaciones entre tú y tu entorno. Y es bueno de vez en cuando ejercitar esa relación más o menos conflictiva que todos tenemos con nuestro entorno. Yo me siento feliz cuando soy parte de algo más. Yo personalmente odio estar solo. No quiero sentirme sin causa ni consecuencia. Quiero sentir que mi vida tiene sentido. No estoy hablando de utopía, ni sobre liberación, ni sobre modernidad, es simplemente que quiero tener un lugar en este mundo que tenga sentido para mí... Caminar diez kilómetros desde aquí hasta aquella montaña me provoca un sentimiento tan claro y tan profundo del tiempo que me toma y la forma en que el paisaje va cambiando, la manera en que la montaña se va acercando... el proceso, más que la montaña en sí misma o la belleza del camino es de tal cualidad, que me permite ejercitar mi forma de sentirme parte de algo.

Yo vivo en Berlín, y también en Copenhague y al regresar a las ciudades y a sus complejas sociedades y a la responsabilidad de ser un ciudadano en la ciudad me traigo de mis viajes por la naturaleza las herramientas que he afilado, que he aguzado en el sentido de la causalidad, y puedo sentir más vibrantemente la ciudad gracias a haber estado en el campo. Así que voy a la naturaleza para sentirme más cerca de la ciudad. Para ejercitar mis sentidos para usarlos en la ciudad. Porque la manera en que la ciudad trata nuestros sentidos no es ejercitándolos, sino todo lo contrario, tutelándolos". Las primeras obras que le dieron notoriedad a Eliasson fueron, a partir del año 2000, las del proyecto Green River, cuya primera realización tuvo lugar en Estocolmo. El artista tiñó de color verde el río que cruza la ciudad arrojando desde un puente un saco de pigmento ecológicamente inocuo, pero muy eficaz como colorante efímero. El pigmento primero se elevó en el aire como una nube de polvo rojo y luego al caer sobre la corriente tiñó el río de verde. Los casuales espectadores quedaron boquiabiertos. Al día siguiente el hapening estaba en la portada de todos los diarios locales. "Lo que yo pretendía era hacer Estocolmo real. Creo que Joan Miró, que estuvo ligado al surrealismo, estaría de acuerdo en que nada es verdaderamente real, sino que todo es 'casi real', y el último salto desde lo 'casi real' hasta lo 'verdaderamente real' es la imaginación". ¿Y qué le faltaba a Estocolmo para ser del todo real? "Es una ciudad cuya identidad, aspecto arquitectónico y espacialidad fueron definidos entre 1820 y 1920, en una modernidad muy temprana. Desde entonces se intenta preservar la ciudad como museo, se intenta detener el tiempo, como sucede en tantas ciudades europeas. Pero la dimensión temporal es absolutamente imprescindible, porque en ella reside la causalidad, y en la causalidad, la relatividad, y yo necesito que mi entorno sea relativo para sentirme capaz de negociar con él, y no sentirlo como una pared con la que no puedo hablar, negociar. El Río Verde consistía, como es evidente, en un ataque. Un ataque para meterme en la ciudad, para hacer la ciudad inclusiva". A partir de entonces repitió los "ataques" en otras ciudades como Los Ángeles, Tokio, Oslo, Bremen, Berlín... y también en el campo de Islandia. Eliasson suspendió este tipo de ataques a partir del 11-S, un ataque de otra clase, a las ciudades, un ataque de tal contundencia y agresividad que dejó el concepto inservible. Intervenciones en los ríos y fotografías de paisajes, e instalaciones en las que introduce en el espacio de la galería fenómenos de la naturaleza, como géiseres, lagos, bancos de niebla, etc, llevan a algunos a considerar a Eliasson desde un punto de vista más o menos ecológica, con el que el artista danés marca distancias al insistir en que "no hay naturaleza sino un constructo personal de cada uno" y en que no hay obra sin contexto. En este sentido, algunas de sus piezas con luces, con focos, con faros marinos, con lámparas, con caleidoscopios, parecen el desarrollo de ciertas prácticas del arte cinético que en los años sesenta reunió en la parisiense galería Denise René a Vasarely, Soto y otros artistas que pretendían hacer de cada espectador coautor de la obra de arte. Eliasson siente admiración especialmente por el italiano Gianni Colombo, y su Espacio elástico de la Bienal de Venecia en 1968, un ambiente que palpitaba, implicando a los espectadores en trayectos que cada uno percibía de manera distinta.

"Pero en los años sesenta Italia era una sociedad artística llena de dandys, así que su espacio elástico no tuvo consecuencias filosóficas, críticas y sociales... Aquellos artistas, que deseaban cambiar el mundo, y no mediante la representación sino mediante el intercambio, la energía, la relación... no lograron transgredir el estigma de que sus obras fueran obras de arte". ******

La unión de arte y naturaleza de Olafur Eliasson gana el Premio Joan Miró ROBERTA BOSCO Barcelona 27 ABR 2007 Archivado en: Fundación Miró Olafur Eliasson Pintura Premios Artes plásticas Eventos El artista danés de origen islandés Olafur Eliasson ha resultado ganador de la primera edición del Premio Joan Miró, "por su investigación simultánea de los mundos de los fenómenos naturales y de la expresión artística, que el artista combina en un universo propio, en el cual los espectros cromáticos, las olas, las sombras y los reflejos se hacen abiertamente visibles". El galardón, que tiene carácter bianual y está dotado con 70.000 euros, ha sido instituido por la Fundación Joan Miró y la Fundación Caixa de Girona, que aporta, además, 330.000 euros para organizar las dos exposiciones que el artista realizará a lo largo del próximo año en las sedes de las instituciones organizadoras. Eliasson recibirá también un trofeo diseñado por Andrés Ricard. El ganador ha sido elegido entre los nombres propuestos por los miembros del jurado, formado por Ida Gianelli, directora del museo de arte contemporáneo Castello di Rivoli de Turín; Vicente Todolí, director de la Tate Modern de Londres, y Alfred Pacquement, director del Centro Pompidou de París; además de Rosa Maria Malet, directora de la Miró, y Arcadi Calzada, presidente de la fundación gironina. "Éste no es un premio a la carrera que se concede al final de una trayectoria, sino que se dirige a artistas en plena madurez. Queremos otorgar un reconocimiento a la contribución al arte contemporáneo que, además, sirva de ayuda e impulso para que el artista pueda realizar nuevas aportaciones", señaló Malet, quien recordó que no hay ningún tipo de restricción de edad, nacionalidad o disciplina. Eliasson (Copenhague, 1967) acudirá el 16 de mayo a la entrega del premio en la Fundación Miró. La visita le servirá también para tomar contacto con los espacios donde tendrá que exponer, ya que el artista suele realizar proyectos muy vinculados con el entorno que los acoge. El artista, actualmente afincado en Berlín, explora las conexiones entre las leyes de la física, los fenómenos naturales y las percepciones sensoriales en obras donde la luz, el agua y el hielo remiten a los paisajes y atmósferas de Islandia, la tierra de sus antepasados. ******

El ojo que te ve Olafur Eliason cierra en el escaparate de Vuitton la fusión arte-moda VICENTE VERDÚ Madrid 26 DIC 2006 Archivado en: Olafur Eliason LVMH Arte Empresas Economía Durante muchos años, el pintor Gustavo Torner, autor del acondicionamiento interior del Prado, fue el encargado del escaparatismo en Loewe. En las fechas de Navidad, su obra constituía un motivo más para arracimarse ante las vitrinas y contemplar el escenario de alta representación que había concebido el artista. Este año Louis Vuitton en su establecimiento de Madrid -y en los 375 de todo el mundoculmina el proceso de fusión escénica entre el diseñador y el artista, entre el estilo de la moda y la presente modalidad del arte. Olafur Eliasson, danés, de 39 años, con piezas en el MOMA o en el Guggenheim, creador del sol cegador que iluminó aparatosamente el vestíbulo de la Tate Modern en 2003, ha compuesto una versión de aquel ojo radiante titulada Eye see you que atrae la vista del cliente tanto como la ciega, que actúa como un resplandor y concluye acaso como un cepo dorado. La unión de moda y artistas, de tiendas y arquitectos puebla la actualidad comercial, siendo el marketing la actividad más creativa de nuestro tiempo. Tadeo Ando ha construido la supertienda para Armani en Milán, Rem Koolhaas o Herzog y Meuron los fastuosos establecimientos de Prada en Nueva York y Tokio, respectivamente. Javier Mariscal es el responsable del interiorismo del hotel Domine en Bilbao, el arquitecto John Pawson firmó las tiendas de Calvin Klein en Seúl o Nueva York pero también el monasterio checo de Novy Dvur. No hará falta enumerar las nuevas bodegas de Moneo, de Ghery o de Calatrava en La Rioja y las innumerables contribuciones de artistas o dramaturgos, Bob Wilson entre ellos, al embellecimiento general de la existencia. Esta estetización general del mundo ha llegado incluso al interior de la Orden Tercera en Asís (Italia) que renovó su porte en 2002 siguiendo los patrones de Elisabetta Bianchetti, una suerte de Agatha Ruiz de la Prada en versión destroyer. Si el ciudadano en el viejo capitalismo de producción era -sobre todo- un consumidor de productos ligados a una dimensión utilitaria y el ciudadano en el capitalismo de consumo fue -sobre todo- un consumidor de signos, el actual ciudadano del capitalismo de ficción es -sobre todo- un consumidor de formas. Ante esta demanda creciente, el artista se trasmuta en un productor más al lado de los demás obreros de la estética y se enlaza suavemente con ellos. Estampados de Armani de un lado y cuadros de Sicilia, ¿dónde termina en verdad el pañuelo y empieza el diseño del lienzo? Baudelaire llamaba al arte "los domingos de la vida", pero hoy, como proclaman las tiendas, todos los días son prácticamente iguales, todos los horarios son posibles, 24 horas sobre 24, siete días a la semana. El arte, como deseaban las vanguardias, se halla por todas partes y ninguna. Si la totalidad se halla estetizada, desde los museos a los hospitales, desde el alumbrado eléctrico a los futbolistas, desde los autobuses a las cárceles o los sex shops, cómo separar fragmentos en la emoción continua.

El mundo de la arquitectura, el escaparatismo, la televisión, la publicidad o las webs han recubierto la existencia de una styling skin, una piel esencial porque la piel ha pasado de ser algún envoltorio circunstancial a una realidad llegada para quedarse. La cosmética es su paradigma. Nunca antes alcanzó mayor valor la piel de los objetos y los cuerpos. Pitágoras empleó la palabra kosmos (mundo, orden) para referirse a nuestro mundo y deseando introducir aquí la perfección del orden astral que desde tiempos inmemoriales mostraba una absoluta armonía de retorno eterno. Este orden deseable se lograría a través de la política y tratando de reproducir el admirable modelo astral. Igualmente, la cosmética, presente en tiempos de Pitágoras, se ocupaba de reordenar el rostro femenino para otorgarle la apariencia de un modelo ideal, el preferido por el hombre / patrón. La cosmética buscaba y busca naturalizar la apariencia deseable a través del artificio tal como los objetos se diseñan intencionadamente para conquistar al consumidor, fomentar sus emociones, su deleite, su voluptuosidad, sus fantasías. Nada hay ya inocente en el objeto. Somos atraídos por él gracias a su astucia afilada para la maniobra de atracción. Fotografiamos este o aquel objeto creyendo que los captamos cuando anticipadamente el objeto hizo de nuestro objetivo su presa. Los enseres, los edificios, los bolsos, los aparatos, se comportan ante nosotros como la modelo que posa para la revista ilustrada. Su imagen se convierte en el punto de nuestra contemplación, pero es ella, al cabo, quien nos juzga y nos observa con la avezada profesionalización de su sesgo y su pupila. El Eye see you (El ojo te ve) de Olafur Eliasson en Louis Vuitton culmina el circuito completo de la mirada que nace y se recicla en el objeto, que incide vivamente en él y regresa convertida en deseo puro. Objeto y sujeto se reclaman en un cortejo reproducido hasta el infinito en el nuevo espacio especular que crea la completa estetización del mundo, el reino casi absoluto de la aesthesia y su imperial dominio de la "sensación". ***

Experimentar la naturaleza ALBERTO MARTIN 24 JUN 2006 Archivado en: Fundación Telefónica Olafur Eliasson PHotoEspaña Fotografía Telefónica Artes plásticas Exposiciones Empresas Arte Agenda cultural Economía Cultura Dentro del programa de PHotoEspaña destaca claramente la exposición Caminos de naturaleza, una muestra de los trabajos fotográficos del artista danés Olafur Eliasson,

más conocido por sus instalaciones en las que explora nuestra percepción de los fenómenos naturales. Suele apuntarse que los trabajos fotográficos de Olafur Eliasson (Copenhague, 1967) son en cierta medida apuntes o esbozos para el desarrollo posterior de sus instalaciones, y, probablemente, el hecho de que no muestre simultáneamente ambos tipos de propuestas redunde en dicha apreciación. Pero sus series fotográficas, generosamente representadas en esta exposición, muestran una autonomía y un interés absolutamente destacable dentro de su producción artística, configurando en la actualidad uno de los tratamientos más complejos de la representación de la naturaleza a través de la imagen. ***

Eliasson viaja regularmente OLAFUR ELIASSON 'Caminos de naturaleza' Fundación Telefónica Gran Vía, 28. Madrid Hasta el 27 de agosto A Islandia, país con el que mantiene una estrecha relación, y recorre su territorio tomando imágenes de elementos característicos del paisaje y de sus formaciones geológicas con las que posteriormente elabora sus obras. Ahí residen, de entrada, dos componentes esenciales de su trabajo fotográfico. Por un lado, y reelaborando algunos de los presupuestos del land-art, su propuesta parte de una experiencia del territorio, la experiencia física que supone trabajar en la naturaleza, el tiempo del recorrido, el esfuerzo en la localización y la implicación del observador en la construcción de un punto de vista (algo especialmente visible en obras como Serie de caminos o Serie de Alftawatn en primer plano). Por otro, el protagonismo del paisaje islandés, donde es posible la confrontación con una naturaleza en estado puro, no explotada o transformada por el hombre, mediante la cual el artista evoca y deconstruye al mismo tiempo la idea del viaje romántico al encuentro con lo salvaje (especialmente en series como la de los glaciares o la de Jokla). Ambos elementos se encuentran sustentados en lo que puede definirse como el soporte fundamental de su propuesta: el desarrollo de la imagen serial. Olafur Eliasson, agrupa sus fotografías por series centradas en un único elemento (glaciares, horizontes, senderos, rápidos, fallas) y las dispone en forma de mosaico-retícula sobre la pared, acentuando así el interés por los detalles, las repeticiones, las variaciones, pero también por las sutiles conexiones entre las diferentes imágenes. La naturaleza ya no es percibida como una totalidad sobre la que pueda desarrollarse una única mirada jerarquizada, el paisaje deja de ser un objeto de contemplación generador de emociones y sentimientos para pasar a convertirse en un espacio de experiencia, desde el que es posible generar en el espectador nuevas lecturas y modos de ver el territorio.

La exposición, que reúne trabajos de una década (de 1994 a 2004), permite ver cómo ha ido desarrollando su propuesta el artista danés. En las piezas presentadas de 1994 a 1999, sin duda excesivas dentro del conjunto, se muestra más irregular y menos interesante, con series como la de los puentes o los parques que resultan aún demasiado tipológicas y descriptivas. Pero a partir de esa fecha, el conjunto es extraordinario, con piezas muy destacables como las dedicadas a las fallas, glaciares y horizontes, que se encuentran entre lo mejor de su producción. Es interesante destacar por último, esa mirada "icariana" (usando el término de BuciGlucksmann), que aplica en la Serie de vistas aéreas del río o en la Serie de Jokla, una mirada desde arriba que consigue transformar radicalmente el espacio físico, real, en un espacio de experimentación e interpretación. *** Olafur Eliasson ALBERTO MARTIN 27 MAY 2006 Archivado en: PHotoEspaña Olafur Eliasson Fotografía Artes plásticas Exposiciones Agenda cultural Arte Cultura (Copenhague, Dinamarca, 1967) El trabajo de Olafur Eliasson está ligado a la exploración de nuestra capacidad para experimentar y percibir los fenómenos naturales, fundamentalmente a través de complejas instalaciones en las que, utilizando elementos como el agua, la luz o el reflejo en combinación con referencias al diseño y la ciencia, crea verdaderas arquitecturas "atmosféricas" y ambientales. Pero junto a estas instalaciones ligadas a la plástica contemporánea, Eliasson ha venido desarrollando un amplio trabajo fotográfico que ahora se presenta en una extensa muestra dentro del festival, bajo el título Caminos de naturaleza. Durante años ha fotografiado elementos del paisaje como cuevas, senderos, rocas, grietas, faros, líneas del horizonte, glaciares, etcétera, que presenta en forma de mosaicos mediante agrupaciones tipológicas. Los citados elementos ocupan el centro de la imagen aislados de toda referencia paisajística, consiguiendo así una uniformidad que concentra la atención sobre la variedad de formas y tonalidades. Este proceso de abstracción y formalización aleja el trabajo fotográfico de su función documental, y lo sitúa en un plano de evocación de la naturaleza y de experiencia sensorial (afín a sus instalaciones) que tiene que ver, finalmente, con el modo en que el espectador siente y construye el paisaje. A. M. Caminos de naturaleza. Fundación Telefónica. Gran Vía, 28. Madrid. Del 2 de junio al 27 de agosto.

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