Elementos Estructurales del Grafismo

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Elementos estructurales del grafismo Llamamos elementos estructurales a los que, valiéndose de los elementos constitutivos o formales, los acoplan según una manera determinada, dándoles un aspecto un peculiar. Es la labor de arquitectura, en la que con unos mismos materiales se puede dar al edificio un aspecto diametralmente opuesto. 

Estos elementos estructurales son:

1)

Angulosidad.- es el predominio del ángulo sobre la curva y el grado de frecuencia del mismo. Caligráficamente, todos los trazos magistrales se unen entre si mediante un arco, por arriba o por abajo; pero en la practica, la escritura altera esta norma, formando ángulo donde debería haber curva, dando lugar a la angulosidad, que puede ser absoluta o relativa, según que todos loas arcos o parte de ellos sean sustituidos por ángulos. El grado se mide por la frecuencia de dicha sustitución.

2)

Dimensión.- es ente aspecto podemos distinguir la altura y la extensión del grafismo. Respecto a la altura, las letras se clasifican en cortas o ajustadas a la caja del escrito (a, e, i, o, m, etc.) y sobresalientes o que sobrepasan en cualquier sentido dicha caja. Las letras sobresalientes se clasifican, a su vez, en largas o sobresalientes superiores e inferiores (f), altas o sobresalientes superiores (b, l), bajas o sobresalientes inferiores (g, j), intermedias altas (d, t) e intermedias bajas (p, q). La altura normal de la caja oscila entre 2,5 a 3 mm en relación con esa altura, las letras sobresalientes altas van entre 5 y 6 mm., y las sobresalientes bajas, entre 5 y 9 m.m. En contraposición a la altura, prolongación hacia arriba o hacia abajo, podemos considerar también la extensión como camino recorrido hacia la derecha. Una y otra están estrechamente relacionadas. La extensión normal entre dos trazos se llama anchura y equivale al 80 por 100 de la caja; o sea de 2 a 2,4 milímetros. La separación entre las letras equivale a la anchura media de los óvalos y la separación entre palabras debe ser igual a la anchura de las “m”. La separación entre renglones se calcula en tres veces la altura de la caja. FIGURA N ° 11

3X1 En extensión podemos distinguir la extensión absoluta y la relativa. La primera es la superficie ocupada por el rectángulo, cuyos lados sean tangentes al pie del trazo magistral inicial y a la cabeza del terminal, los verticales, y las básese sean tangentes a las partes altas y bajas de las letras sobresalientes, respectivamente. Así, la palabra “Caligrafía” de la figura N° 11 queda enmarcada en un rectángulo de 3 cm. Por 1 cm. Su extensión absoluta es, pues, 3 cm2. En cambió, en la misma palabra de la figura N° 12, aunque enmarcada en un rectángulo de 4 cm. Por 0,75 cm., la extensión absoluta nos da igualmente 3 cm 2 FIGURA N° 12

4 X 0,75 La extensión relativa es el espacio ocupado por cada letra. Se obtiene dividiendo la longitud total recorrida por la palabra, tomando como medida la longitud de la base del rectángulo que la enmarca, por el número de letras de la palabra. Así, la extensión relativa de las palabras de las figuras N° 11 y 12 son 3/10 y 4/10, respectivamente. Tratándose de escritos espontáneos o naturales, la extensión absoluta y relativa de palabras semejantes se corresponden. Pero tratándose de escritos simulados, se puede alterar fácilmente esta correspondencia, como puede obsérvese en la figura N° 13, en la que la palabra caligrafía, de la misma mano que las de las dos figuras anteriores, difieren de estas en su extensión absoluta y en la relativa, que son, respectivamente, 3, 75 c.c. y 2,50/10.

FIGURA N° 13

2’5 X 1’5 Cuando tratemos de verificar el estudio de la dimensión, debemos prescindir, al trazar el rectángulo enmarcado de la palabra, de todos lo elementos no esenciales al grafismo, es decir, de los rasgos superfluos, como se indica en figura N° 14. FIGURA N° 14

En el estudio de la dimensión hemos supuesto la regularidad, o casi, de la grafía. Pero esta regularidad se altera con frecuencia, lo que origina una falta de paralelismo entre las rectas que deberían formar el rectángulo, formándose un cuadrilátero irregular de difícil medición. Mas adelante veremos como el análisis grafométrico nos permitirá trazar la curva de estas irregularidades, pero ahora, atendiéndonos a un procedimiento idéntico al de formación del rectángulo enmarcado, trazaremos las tangentes a las partes superiores de las letras cortas, a las partes inferiores de esas mismas letras, o base de la caja, y a las partes altas y bajas de las letras sobresalientes. Se forma este dibujo con palabras idénticas de las grafías y se comparan. Este procedimiento pretende recorrer el fruto del movimiento escriturario habitual, subconsciente y, por tanto, constante en una misma grafía. Véase el procedimiento aplicado a dos firmas en la figura N° 15. FIGURA N° 15

(A)

(B)

3)

Dirección.- se entiende por tal la que tiene la caja de la escritura comparativamente con los extremos superior e inferior del papel. Normalmente esta dirección es horizontal, es decir, paralela a los referidos; pero puede hacerse ascendente o descendente por causas muy diversas, incluso variables en el mismo individuo: torpeza, enfermedad, excitación, mala colocación del papel, etc. Lo que interesa es la persistencia de una dirección determinada dentro de un cierto espacio de tiempo y no la accidentalidad del fenómeno. Que entonces puede ser debido a una causa momentánea, espontánea o fraudulenta.

4)

Enlaces.- la caligrafía tiene establecida sus normas de tal forma que el enlace de letras dentro de una palabra es absoluto y perfecto. En la práctica, escritura cursiva, ya es otra cosa. La mayor o menor habilidad de cada cual y, por tanto, la mayor o menor habilidad de cada cual y, por tanto, la mayor o menor soltura de la mano, junto con la peculiar idiosincrasia, hacen que las normas caligráficas varíen en cada escritura.

El enlace se puede verificar con arco o con ángulo, y es indiferente uno y otro procedimiento para medir el grado de unión de las letras. Este grado se mide por la frecuencia de los enlaces verificados, prescindiendo de las letras mayúsculas, que normalmente se aíslan en su gran mayoría. La existencia de mayúsculas enlazadas al resto e la palabra resulta una peculiaridad del grafismo y como tal debe ser tenida en cuenta. Por su grado o intensidad, el enlace puede ser: 

Intenso, cuando se escriben palabras largas sin una sola interrupción. (La mayúscula inicial, si existe, no cuenta para el grado).



Medio, cuando se enlazan grupos de cuatro o cinco letras.



Reducido, no llega a cuatro letras.



Silábico, cuando tiene preferencia por la agrupación silábica.

Pero existe en el enlace otro elemento que considerar: su calidad. No basta ver si el enlace existe y en que grado. Es mucho más importante todavía comprobar si dichos enlaces son normales o anormales y especialmente que letras o grupos de letras atraen o repelen sistemáticamente la formación de enlaces. Este estudio nos dará idea de la calidad de los enlaces, la cual tiene una extraordinaria importancia identificativa (figura N° 16). FIGURA N° 16

5)

Inclinación.- inclinar quiere decir etimológicamente doblar, recaer, tocar a su término, el cual no puede ser otro que la horizontal. Si consideramos la caja del renglón como horizontal, la perpendicular a ella marcará la inclinación cero, de modo que la escritura vertical, o sea aquella cuyos trazos magistrales forman con la base del renglón un ángulo de 90 grados, no tiene inclinación alguna. Cualquier desviación de la posición vertical señalará una inclinación. Si ésta es a la derecha se llamará inclinación derecha; pero si es a la izquierda se denominará inclinación inclinación izquierda. La amplitud de esa inclinación será equivalente al ángulo que forme con la letra perpendicular a la base. Resulta, pues, impropio hablar de la inclinación de una letra refiriéndonos al ángulo que sus trazos magistrales forman con la base de la escritura, como se hace comúnmente. La razón de esta reacción impropia redica en que resulta más sencillo medir los ángulo referidos a la base que calcularlos con respecto a la vertical, pues la base existe prácticamente o se completa con suma facilidad, y, en cambio, la vertical no existe y muchas veces se carece de elementos para determinarla con exactitud. Mas nada autoriza a mantener esta denominación errónea y sujeta a confusión, pues aunque sea más fácil calcular el ángulo se separación de la horizontal o ángulo de levantamiento, de éste se pasa automáticamente al ángulo de inclinación con solo resta de 90. en toda expresión de valores angulares no referimos siempre al verdadero ángulo de inclinación, tal como lo hemos explicado. En la escritura caligráfica resulta sencillo medir los valores angulares de la inclinación; pero no así en la letra cursiva, especialmente en algunas de ellas, y es preciso, para obtenerlos, recurrir a las ampliaciones fotográficas y otros recursos, como se dirá más tarde al ocuparnos de la Grafometría.

6)

Presión.- es la fuerza o energía con que se aplica sobre el papel el plumín o instrumento grafico. Normalmente, esa energía se produce alternativamente, dando lugar a la sucesión de finos y gruesos y a la impresión de relieve de la escritura, aunque ese relieve puede también lograrse sin presión o sin ella, da belleza a la escritura, haciéndola profunda y como ubicada en el espacio. No debemos confundir el relieve con el peso de la escritura. El relieve da sensación de peso, pero si es perfecto es un peso equilibrado. Cuando decimos que un escritura es pesada queremos indicar que sus rasgos son gruesos, pero sin equilibrio, ya sea porque carece de alternancias con los finos o porque el espesor de los gruesos es desproporcionado al tamaño de la escritura. Durante muchos años se ha escrito con plumas de acero, mas o menos flexibles, con las que la alternativa de presión era obligada. En los movimientos ascendentes esa presión era nula, para evitar el enganche con el papel, con lo que el rasgo resultaba fino. En cambio, esa presión aumentaba en los movimientos descendentes, formándose los gruesos o trazos magistrales. En el espesor de los trazos gruesos podemos distinguir el valor absoluta, que es su medida en sí, y el valor relativo, es decir, su relación con las dimensiones de las letras. Este valor relativo es el verdaderamente interesante para la clasificación del escrito, pues un espesor de medio milímetro en los trazos gruesos hace parecer sucia y pesada a una escritura menuda y, en cambio, resulta lábil en una escritura de gran tamaño.

Las cursivas corrientes presentan generalmente poca diferenciación entre gruesos y perfiles, y hasta muchas veces desaparecen aquellos totalmente. La causa de este fenómeno es múltiple: de un lado esta la presión, y por otra parte, el uso muy generalizado de plumas de punto rígido, como estilográficas y bolígrafos, que no permiten el perfilamiento normal o caligráfico. Sin embargo, debemos hacer notar dos cosas: una escritura sin perfilar, hecha por estilográfica o bolígrafo, puede responder a una fuerte presión, la cual queda revelada por la profundidad del surco trazado por el plumin, examinando dicho surco al microscopio y a veces con la simple observación del dorso de la página. La escritura sin perfilar puede ser también debida a una presión débil o labil, trazada con plumín flexible. En este caso, se revelara esta circunstancia porque no faltaran trazos esporádicos presionados y perfil amientos sumamente finos, imposible de realizar con plumín romo y rígido. La escritura cursiva presionada es propia de la persona inexperta, pues al igual del que comienza a andar, necesita afianzarse bien para mantener el equilibrio. En cambio, el experto se desliza veloz y su pluma pasa sobre el papel casi sin tocarlo, y solo en la escritura cuidad, caligráfica o caligrafiada, perfila los trazos. Aunque sea cada vez mas raro el empleo de plumas de acero de puntos flexibles, su uso es todavía frecuente, por lo que nos conviene estudiar como se compartan los puntos de estas plumas durante su trazado. Cuando escribimos, la pluma forma primero un ángulo con respecto al plano de la mesa, variable para cada uno, pero en general suficiente para evitar, por un lado, el excesivo raspado de los puntos sobre el papel, y otro, para evitar el emborronamiento, que sería inevitable si la pluma estuviera excesivamente tumbada. Además, la pluma esta mas o menos vuelta hacia la derecha en dirección aproximada al hombro del que escribe, orientación que tiene gran valor en la formación de los trazos. Al presionar la pluma, los puntos se abren, y como son finos de acero, rompen el apresto del papel formando dos surcos (hendiduras de Meyer), entre los que queda el trazo. Como estos surcos se rellenan de tinta y ésta aparece en ellos en mayor cantidad que en el resto del trazado, este aparece con mas intensidad de colorido en los bordes, región de los surcos, que en el resto. Por otra parte, debido a la orientación de la pluma hacia el hombro derecho, el plumín de la derecha está mas bajo que el izquierdo; la presión de ejerce en el con mas fuerza, are, por tanto, un surco mas profundo y la tinta toma en el una entonación más intensa que en el surco abierto por el plumín izquierdo (figura N° 17). Este detalle interesante nos revela la posición de la mano del escritor.

Además, en la posición normal de la pluma, estos surcos se presentan paralelos a todo lo largo del recorrido del trazo. Mas si desviamos la dirección de la pluma cada vez mas hacia la derecha, hasta tomar, por ejemplo, una dirección paralela al cuerpo, veremos como se pierde el paralelismo de los surcos, quedando el trazo cada vez mas fino en la parte superior y mas grueso en las curvas inferiores, como se revela en la figura N° 18 FIGURA N° 18

Presión y velocidad están en relación inversa. Para medir una y otra ideo Kraepelin una balanza, que no difiere esencialmente e una balanza corriente. Uno de los platillos es una superficie adaptada a una mesa de escritorio, y en lugar del otro platillo hay una aguja, relacionada con un tambor giratorio, como en los barómetros registradores. Puesto en marcha el tambor, la aguja registra una línea recta horizontal; pero tan pronto como se hace la más mínima presión en la mesa escritorio, la aguja se agita, produciendo unas oscilaciones (grafo grama), en proporción a la intensidad de la presión registrada. Como el movimiento del tambor se puede graduar a voluntad, se puede igualmente medir con dicha balanza la velocidad del movimiento registrado (ver figura N° 19). FIGURA N°19

gráfica de tres “a” de personas distintas La balanza de Draepelin ha venido a demostrar experimentalmente una de las leyes de la Grafo critica, es decir, que la escritura, como relejo de la personalidad de individuo, es peculiar a cada uno y completamente diferente a la de los demás. Lástima que esta balanza, muy útil en psicología experimental, no tenga ninguna aplicación cuando se trata de demostrar la autenticidad de un documento. Es muy interesante tener en cuenta también que no siempre la presión se ejerce uniformemente en la formación de los trazos, sino que frecuentemente existen variaciones peculiarísimas de presión, apreciables únicamente al microscopio, las cuales pasan inadvertidas para el autor o imitador y , por consiguiente, imposibles de falsificar o de imitar. Según sea el plumín empleado, estas variaciones de presión repercuten en las profundidades de los surcos y, por tanto, en variaciones de tonalidad, en irregularidades en la profundidad del trazado, en variaciones en la tonalidad de la tinta de esos mismo trazos, aunque también esto puede ser debido a alteraciones en la velocidad y en engrosamiento anormales, los cuales se ven a simple vista. 7)

Velocidad o rapidez.- este es un elemento que conviene aprender pronto a discernir, porque, a diferencia de los demás, no se aprecia a la vista del novel y tiene, en cambio, tanta importancia, que en Grafo crítica velocidad es sinónimo de espontaneidad. Esto no quien decir que una escritura lenta o premiosa ha de ser necesariamente falsa, pero por lo menos predispone a este supuesto, pues suele ser la característica de la imitación y del disimulo, mientras no se demuestre, por el estudio de escritos indubitados, que esa premiosidad pertenece a las peculiaridades de la grafía estudiada, propia de persona inexperta. La escritura es un camino que recorre la pluma desde el punto inicial de la palabra o del renglón hasta el final de los mismos. El camino mas corto entre dos puntos es la línea recta, y a ella tiende el “ductus” del escrito rápido, así como a la supresión o simplificación de cuantos movimientos tiendan a desviarnos del camino recto o a aumentar innecesariamente el camino a recorrer. Lo dicho anteriormente explica los caracteres de la escritura rápida, que son los siguientes: 1.

Escritura mediana, pequeña o filiforme. (En esta, los trazos tienden a convertirse en una simple línea ondulada). Curvas rápidas (en los que no se nota acumulación de tinta). En efecto, la curva es un cambio de dirección, lo que supone una disminución en la rapidez del movimiento anterior (para girar, frenar). Esta disminución de la rapidez origina generalmente ennegrecimiento o aumento de tonalidad. Si esto no existe la curva es rápida. Simplificación en las formas de las letras y en los movimientos, que se hacen mas sobrios y contenidos. Puntos, acentos y barras de las ”t” a la derecha, a veces lanzados, como quien da un manotazo en plena marcha, y frecuentemente ligados a la letra siguiente, cuando no se suprimen totalmente. Escritura desigual, inacabada, algunas veces ascendentes. Movimientos dextrógiros, es decir, sustitución de un movimiento izquierdo por otro hacia la derecha, más veloz.

2.

3. 4. 5. 6.

Como movimientos dextrógiros, también llamados centrífugos o progresivos, podemos señalar. a) b) c) d) e) f) g) h) i)

La “d” gótica o sin lazo. La estilización o supresión de los bucles superiores o inferiores. La “r” de doble arco, sin copete. Las mayúsculas de imprenta o casi. Los enlaces con los signos de puntuación. Las finales y tildes prolongadasLos signos de puntuación pospuestos o a la derecha. El margen izquierdo divergente, o sea ensanchado hacia abajo. Y, en términos generales, todo movimiento que sustituya y simplifique cualquier movimiento regresivo caligráfico.

FIGURA N° 20

Movimientos dextrógiros. 7. 8. 9.

Finales lanzados o prolongadas con rapidez. Inclinación acentuada, como quien se lanza a la carrera. Acortamiento de las letras sobresalientes (reducción del camino a recorrer).

10. 11.

Presión ligera o nula; no se puede correr abriendo surcos. Enlaces frecuentes o totales: todo levantamiento de mano supone pérdida de tiempo en las escrituras muy rápidas se llega incluso a enlazar palabras.

Saudek reduce estos caracteres de velocidad a los siguientes: rasgos sueltos o ágiles, formas redondeadas (el arco es mas veloz que el angulo), inclinación derecha, irregularidades de la acentuación (no siempre bien colocada y a la misma altura, pues se hace sobre la marcha), enlaces frecuentes o predominantes y palabras decrecientes. Después añade: una escritura es rápida cuando posee dos, por lo menos, de estos caracteres. Veamos ahora, como contraste, algunas características de la escritura lenta: 1. 2. 3. 4. 5.

Torpeza e inseguridad de la mano, reveladas por las formas groseras e inhábiles. Tamaño exagerado. Abundantes de rasgos suplementarios, complicaciones o adornos. Aspecto caligráfico o caligrafiado. Movimientos sinistro giros o regresivos, es decir, sustitución de un movimiento a la derecha por otro izquierdo.

Como movimientos regresivos más importantes, señalemos los siguientes: a. b. c. d. e. f. g. h. i.

La “d” lírica o volteada a la izquierda. Los bucles anormalmente ensanchados de las letras sobresalientes, superiores o inferiores. Los enlaces en forma de lazos o bucles. Las formas triangulares y los dobles lazos en las prolongaciones inferiores. Las prolongaciones inferiores prolongadas a la izquierda. Los enrollamientos o espirales iniciales o finales. El rasgo final vuelto a la izquierda. Los signos de puntuación antepuestos. El margen izquierdo convergente o estrechándose hacia abajo.

FIGURA N° 21

Movimientos sinistrogiros 6. 7. 8.

Existencia de retoques, vacilaciones o paradas, temblor, cambios anormales de dirección. Signos de acentuación y barras de las “t”, a la izquierda. Predominio del ángulo sobre la curva.

Entre ambos extremos de escritura rápida y lenta existe una gran variación o graduación, pero ésta se miden por la frecuencia con que se repiten los caracteres propios. El exceso de rapidez acentúa algunos caracteres, con el tamaño de las letras, que se hacen filiformes e ilegibles, la frecuencia de enlaces anormales entre letras contiguas y aún entre palabras, etc. Como zona intermedia entre ambos extremos, vamos a señalar los caracteres de la escritura reposada o normal: a. b. c. d. e. f.

Movimientos isócronos o acompasados. Dimensión normal o media. Uniformidad en sus caracteres generales de angulosidad, dimensión, espaciamiento, dirección, etc. Precisión en la colocación de signos de puntuación y tildes, tanto en su regularidad como en su colocación. Carencia de vacilaciones y retoques. Presión y perfilamiento normales.

Dijimos al principio que la velocidad es fruto de la habilidad o práctica de escribir, mientras que la lentitud demuestra la inexperiencia del escritor. Pero esta lentitud puede ser fingida por mano experta. Lo que no puede ocurrir es que el inexperto pueda imitar la rapidez y soltura del experto. Desentrañar la naturaleza o causa de esa lentitud es misión el grafo crítico, misión ardua, a veces, pero que casi siempre se puede llevar a feliz término, pues la pericia del que imita la escritura del inexperto se releva por múltiples detalles, que afortunadamente se le escapan, y que el perito suele fácilmente captar cuando cuenta con suficientes elementos de estudio. Debemos tener en cuenta otro aspecto interesante de la velocidad: su variación dentro de un mismo trazo. Tanto la velocidad uniforme como la variable son peculiaridades personalísimas muy dignas, por tanto, de ser tenidas en cuenta.

La velocidad uniforme produce entintado o tonalidad uniforme. La velocidad variable produce entintado o tonalidad variable. Más lentitud, mayor derramamiento de tinta o mayor aumento de la tonalidad. Hay quien traza el escrito con velocidad constante, incluso en los cambios de dirección (curvas). La tonalidad de la tinta será uniforme en todo el trazado. En otros, el comienzo es lento, hasta con pausa, y después rápido. La tonalidad del comienzo será más intensa que la del resto. En cambio, otros tienen un comienzo rápido, mas disminuye sensiblemente la velocidad hacia la mitad del trazado o cuando llega al cambio de dirección. En ambos casos también el aumento de la tonalidad corresponde a la disminución de la velocidad (figura N° 22). FIGURA N° 22

Velocidad Uniforme

lentitud inicial

lentitud media

lentitud final

El estudio de este fenómeno es interesantísimo, no tanto porque es personalísimo, sino porque es además invisible o inapreciable a simple vista, por lo que escapa a la observación del imitador y a la conciencia del propio autor. Pero no confundamos estos fenómenos con los originados por la variación de presión, muy similares, como ya dijimos (véase Presión). Para ello tengamos presentes estas dos reglas: 1) Si el escrito esta verificado con plumín flexible, las variaciones de tonalidad corresponden a variaciones de velocidad. 2)

Si el escrito se trazó con plumín rígido, estas variaciones de tonalidad pueden corresponder tanto a la velocidad como a la presión. La profundidad del surco y la huella en relieve del dorso del papel pueden, como ya dijimos, ayudar a distinguir una causa de otra.

La velocidad gráfica no es constante, ni durante un segundo, según afirma Saudek. Tomas cinematográficas del acto de escribir han demostrado que la velocidad del movimiento va en aumento hasta alcanzar un máximo, para luego decrecer. Esto ocurre también en el trazado de una simple línea. Esto viene a indicar que en el movimiento hay algo mas que su grado de velocidad. Hay una oscilación, un vaivén, un crecer y decrecer alternativos, es decir, un ritmo. Este ritmo es lo que podemos llamar la calidad del movimiento. Si el grado o velocidad es importante, como ya hemos visto, a fines identificativos, el ritmo tiene una importancia extraordinaria, por ser un elemento personalísimo de primer orden, inimitable y muy difícilmente alterable por disimulo. Anteriormente se habló de los cambios de velocidad en el curso del escrito. El estudio de dichos cambios nos permitirá establecer el ritmo o calidad del movimiento, poniendo así a nuestra disposición uno de los elementos identificativos más importantes de la escritura. 8)

Proporcionalidad.- Es la relación entre los diversos elementos del grafismo, por ejemplo, las alturas de las mayúsculas y letras sobresalientes con respecto a la altura media de las letras cortas; la distancia media entre ejes o trazos magistrales y espacios ínter literales con respecto a la extensión; la anchura de los gruesos con relación es la altura media de las letras cortas o a la distancia entre los ejes, etc. El análisis de este elemento estructural constituye el llamado Análisis grafométrico, que si bien no siempre se puede realizar, y hasta puede resultar contraproducente si no se hace en las debidas condiciones, puede resultar un valioso elemento coadyuvante, incluso valioso, del análisis grafo crítico, cuando es posible su realización. Dada la complejidad del análisis grafométrico, éste merece un estudio aparte, que se hará a su debido tiempo, cuando tratemos de los problemas técnicos que se presentan al grafo crítico. No olvidemos que existe una proporcionalidad normal entre los elementos del escrito, que será la que se atiene a los preceptos caligráficos, pero que se varían en la práctica según la índole de cada escritor. Esta proporcionalidad es tal vez uno de los caracteres más constantes en la grafía espontánea, pues si bien el tamaño y extensión de la escritura puede variar como consecuencia del trabajo que se realiza, del fin que se persigue, del material de que se dispone y de la amplitud o exigüidad del espacio en relación con lo que se tiene que escribir, la proporcionalidad permanece constante. Es, además, uno de los elementos que fácilmente se escapan al disimulador o al imitador, más atentos a la alteración de la forma de las letras y, cuando más, a algún otro elemento más sobresaliente, como dimensión, dirección, inclinación, etc.

9)

Orden y regularidad.- El orden es la recta colocación de letras, palabras y renglones para dar sensación de un conjunto equilibrado. La regularidad se refiere más bien a las formas de las letras, ajustadas o no al modelo caligráfico, y a la separación de palabras y renglones.

En la apreciación del orden hay que tener en cuenta los márgenes: superior, inferior e izquierdo, para observar no solo la amplitud de los mismos, sino también su paralelismo con el borde correspondiente del papel y, especialmente, en el margen izquierdo, si forme una recta paralela al borde, o una línea ondulada, o ensanchada hacia abajo, o estrechamente hacia abajo. O recta, o curva. Igualmente es preciso tener en cuenta el sagrado de los párrafos, la simetría o asimetría de los encabezamientos, la colocación u omisión de los signos de acentuación, puntuación, tildes guiones, etc. Fruto del orden y de la regularidad, en todos sus aspectos, es la claridad y belleza del escrito. 10) Continuidad.- Es la fijeza o persistencia de las constantes gráficas, tanto en sus elementos constitutivos o formales como en los estructurales ya reseñados. Su alteración se llama discontinuidad. Esta discontinuidad puede ser causada, sin embargo, por agentes puramente naturales, como más tarde veremos, los cuales no destruyen la autenticidad del escrito; pero pueden, en cambio, inducir al grafo crítico a un grave error, sin no tiene presente la posibilidad, incluso la existencia real en un caso determinado, de esas causas modificadoras de los elementos de grafismo. También puede ser esta discontinuidad fruto del fraude. Distinguir esta discontinuidad fraudulenta de la motivada por causas naturales: físicas, somáticas, psicológicas, etc., es empresa muy difícil, a veces, y hasta completamente irrealizable, cuando el perito de antecedentes acerca de las circunstancias que rodearon el momento extensor del grafismo o son muy escasos e insuficientes los elementos de cotejo. No olvidemos tampoco que la continuidad puede significar alta de fijeza en alguno o algunos de los elementos del grafismo. Por tanto, puede ocurrir que una firma dudosa discrepe de las indubitadas, presentadas al perito, en algunos de sus elementos, mas al pedir ampliación de prueba y encontrarse con nuevas indubitadas, aparecen en éstas las discrepancias señaladas en los primeros elementos. Esta falta de fijeza es más propia de la persona inexperta, tratándose de escritos espontáneos, que en las personas que tienen gran práctica de escribir. Además, la continuidad puede existir en los escritos de una persona, referidos a un tiempo determinado, y no existir, en cambio, comparándolos con escritos de las misma persona de épocas anteriores o posteriores, pues existe en la grafía individual una evolución continua, debido a causas psicológicas, temperamentales, somáticas, ambientales, etc., etc., que la hacen diferente de sí misma con relación a escritos de épocas diferentes.

Todo esto nos lleva a las consecuencias siguientes: 1. 2.

El cotejo debe verificarse con abundantes elementos. La escritura indubitada que ha de cotejarse debe ser contemporánea de la dudosa, y acompañada, a ser posible, por otras escrituras indubitadas inmediatamente anteriores y posteriores a la época atribuida a la dudosa.

c) La fisonomía y el gesto y su importancia en la valoración de los elementos del grafismo Ya dijimos al principio de este Manual que la profundidad de los complejos anímicos y somáticos origina la inexistencia de dos almas y dos rostros absolutamente iguales, porque unas y otros poseen una fisonomía peculiar, es decir, diferente a todos los demás. La escritura es también producto de ambos complejos, por lo que también participa de su inmensa diversidad y cada escrito tiene una fisonomía distinta al de cualquier otro. Pero aún hay más. La fisonomía o agrupación “sui generis” de unos pocos elementos va acompañada del gesto, que viene a ser como la quinta esencia de la personalidad, a la cual descubre en casos de enmascaramiento de la fisonomía. ¡Cuántas veces el enmascarado que acude a un baile de Carnaval, o el que comete un atraco, o el delincuente que se hace una operación de cirugía plástica para eludir la persecución de la Justicia, han revelado su personalidad a causa del gesto!. Al gesto corresponden una serie de actos o movimientos, no solo específicos y, por tanto, sumamente selectivos, sino que también escapan a la acción vigilante de la conciencia, por lo que resultan mucho más valiosos en la discriminación de la personalidad. También en el grafismo existe el gesto, lo mismo en el escrito espontáneo, donde la personalidad se muestra tal cual es, como en la escritura fraudulenta, en la que se pretende o enmascarar la propia personalidad o asumir la ajena. Y esto ocurre porque el gesto corresponde a lo que anteriormente hemos llamado elementos invisibles del grafismo, los cuales, por esta razón, perduran tanto en la imitación como en disimulo. Al valorar los elementos constitutivos o formales, dábamos el carácter de invisibles a los movimientos iniciales y finales, forma de la base del renglón, signos de puntuación, etc., los cuales debemos ahora considerar como parte integrante del gesto. A éste pertenecen también determinados elementos dentro de los estructurales, y por tanto, de sumo valor en el momento de sopesar analogías y diferencias durante el análisis comparativo.