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• sergio estrada garcia

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El zoo del circo -¡Vamos al zoo!- dijo papa un domingo por la mañana. Rápidamente mi hermanita y yo nos bañamos, nos cambiamos y en un dos por tres estuvimos listos. Llegamos y estaban muchas personas comprando boletos para ingresar; papa nos compró un helado de vainilla. ¡Por fin entramos! En el zoo hay muchos animales. Allí está “juguetón” el elefantito, en su corral. Tiene lastimada una patita y al parecer le duele porque cojea al caminar. En otra jaula, los monos saltan y chillan. ¿Porque chillan, papa? –Tal vez tienen hambre o están tristes por extrañar su casa en la selva. Los niños se divierten tirándoles cacahuates. En una gran jaula pasean tres tigres, lanzan un gran rugido que hace que me esconda entre los brazos de papá; se nos quedan viendo amenazadores, dan media vuelta y se acuestan. Un gran oso camina lentamente; tiene calor y se mete en el agua. Una serpiente boa se arrastra por el suelo muy cerca de nosotros, de vez en cuando levanta la cabeza. ¡Y todavía hay más animales! -¡Mira! Un hipopótamo flotante, una gran jirafa, loros y un gran león. De repente aparece gritando un payaso gigante, con unos zapatotes y una narizota y nos regala a todos una paleta de dulce. Nos dice que se acabó la visita y, ¡Todos a la calle! Tomamos el autobús y regresamos a casa, y colorín colorado; a casa hemos llegado.