el zapatero

EL ZAPATERO Y EL DIABLO Era la víspera de la navidad y Fiodor Paredes llevaba ya un rato trabajando, lo había dejado hac

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EL ZAPATERO Y EL DIABLO Era la víspera de la navidad y Fiodor Paredes llevaba ya un rato trabajando, lo había dejado hacía tiempo y se habría marchado a la calle, pero un cliente le había encargado unos empeines para sus botas dos semanas antes, había ido a verle el día anterior, le había insultado y le había ordenado que acabara sin falta el trabajo antes del día acordado. Fiodor mientras trabajaba decía algunas personas llevan ya un buen rato durmiendo y yo aquí trabajando como una mula cociendo para el primero que llega, para no quedarse dormido cogía de vez en cuando una botella que había dejado debajo de la mesa y bebía sacudiendo la cabeza diciendo en voz alta: Que alguien me explique por qué mis clientes se divierten mientras yo tengo que trabajar para ellos ¿acaso porque ellos tienen dinero y yo no? Fiodor odiaba a todos sus clientes. Cuando la botella se quedó vacía Fiodor puso las botas sobre la mesa y se quedó pensativo, apoyo la cabeza al puño y se arrepentía de su vida triste, de su pobreza y al instante se recordó de los ricos y dijo: Que bien estaría si la casa de esos malditos ricos se viniera abajo y sus abrigos se desgastaran. Fiodor ocupo algunos minutos en esas ensoñaciones, pero pronto se acordó de su tarea y abrió los ojos. ¡En que estoy pensando! Hace tiempo que he terminado el trabajo y sin embargo sigo aquí sentado tengo que llevárselo al cliente, envolvió el calzado en un pañuelo rojo, se puso el abrigo y salió a la calle, hacia frio y reinaba la oscuridad caía una nieve que punzaba su rostro como agujas. Desde los coches ricas señoritas miraban a Fiodor, le sacaban la lengua y le gritaban ¡un mendigo! ¡un mendigo! Cuando llego al callejón barbados tenía que ir a la cuarta casa desde la esquina por que su cliente vivía ahí, para llegar hasta allí había que atravesar un patio largo y oscuro, cuando Fiodor entro a la vivienda encontró a su cliente sentado en el suelo. ¡Le traigo sus botas! El cliente se levantó y empezó a ponerse las botas en silencio con intención de ayudarlo Fiodor incoó una rodilla y le quito una de las botas viejas él se paró y retrocedió hasta la puerta. En lugar de pie aquel hombre tenía pesuña de caballo Fiodor pensó que lo primero que debía hacer era persignarse y escapar, pero en seguida considero que aquel era su primer y último encuentro con el diablo, Fiodor oculto las manos en la espalda para no hacer la señal de la cruz tocio respetuosamente y empezó a alagar. La gente dice que no hay nada peor ni más vil en el mundo que el diablo. - Le agradezco mucho esas palabras exclamo el cliente ¡muchas gracias zapatero! ¿Qué es lo que quieres? y el zapatero sin pérdida de tiempo, se puso a quejarse de su suerte, dijo que desde niño sentía envidia de los ricos. Siempre

le había molestado que no todas las personas vivieran en grandes casas, su nariz, sus manos, sus piernas, su cabeza en nada se diferenciaban de los ricos entonces ¿por qué se veía obligado a trabajar mientras los otros se divertían? ¿por qué estaba casado con María y no con otra señorita? en casa de los clientes ricos había visto a bellas señoritas, pero ellas no les prestaba ninguna atención, solo de vez en cuando se reían. En verdad María esposa de Fiodor era buena, amable y trabajadora, pero carecía de educación. ¿Qué es lo que quieres? interrumpió su cliente ya que usted es tan amable, señor diablo, me gustaría que me hiciera rico. Muy bien, pero debes entregarme tu alma a cambio. Antes de que canten los gallos tienes que firmarme este papel ¡perfecto! Exclamo Fiodor. De pronto sintió un olor a humo rosado él se froto los ojos y cuando abrió advirtió que ya no era Fiodor sino otra persona distinta. Puesto con un chaleco y unos pantalones nuevos que se hallaba sentado en un sillón junto a una gran mesa, le presentaron diversos platos y exclamaban ¡que riqueza! le sirvieron una gran porción de cordero asado y un plato con pepinillos, luego trajeron en una sarten un ganso asado, Fiodor comió después de la comida apareció el diablo con sus lentes azuladas y le hiso una pregunta ¿estas satisfecho con la comida? Pero Fiodor no pudo pronunciar la palabra porque estaba lleno, después de la comida se sentía incómodo y pesado, para distraerse saco del bolsillo una gruesa billetera y se puso a contar su dinero, había muchísimo, pero él quería más. El diablo de los lentes azulados le trajo otro billetero aún más lleno, pero él quería todavía más. Al atardecer el diablo le trajo una señorita alta con un vestido rojo y le dijo que era su nueva esposa. Paso toda la tarde besándola, tenemos mucho dinero le dijo su esposa y eso puede atraer a los ladrones coge una vela y vete a echar un vistazo. Al amanecer fue a la iglesia ricos y pobres recibían idénticos honores, cuando Fiodor era pobre rezaba en la iglesia estas palabras “señor, perdona este pecador” lo mismo dijo ahora que era rico y ¿Dónde estaba la diferencia? Cuando salió de la iglesia se puso a entonar una canción con todas sus fuerzas, entro en una tienda y compro el mejor acordeón y luego se puso a tocar, antes cuando era zapatero los pobres no le prestaban la menor atención y ahora no se apartaban de él. En casa se encontró con su esposa vestida con una falda roja y una camisa verde el hiso la intención de acariciarla, ella levanto la mano para golpearlo y su nueva esposa le dijo si me amas de verdad bésame la mano y Fiodor dijo ¡vaya! a esto le llaman vida en ese momento apareció el diablo y le dijo que firme el papel a Fiodor luego le dijo sígueme y le arrastro al infierno, de pronto todo desapareció abrió los ojos y vio la mesa y las botas él se dio cuenta que era solo un sueño y que el destino de los ricos y pobres era igual de desdichado. Nada

había en la vida por lo que merecía la pena entregar al diablo ni siquiera una pequeña parte del alma.