El Valor de La Familia Cristiana

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El valor de la familia cristiana Introducción: Dios es el creador de la familia y quiere que su nombre sea honrado por esta institución. La familia es diferente a las demás instituciones porque Dios creó todo según su propia naturaleza. Por esta razón no debemos manejar la familia como se maneja el Estado, o el servicio militar, quien tal haga es porque no reconoce esta diferencia. En nuestra realidad temporal existen diferentes esferas o estructuras que califican las diversas instituciones existentes. Cuando hablamos de la familia lo hacemos con este reconocimiento en la cual distinguimos a esta institución como incidiendo o siendo calificada por la esfera “ética”. La ética tiene como corazón la fidelidad y esta a su vez es posible gracias a la confianza, exclusividad y compromiso. Cuando se fomenta la confianza, la exclusividad y el compromiso la fidelidad se fortalece y por este mismo hecho la familia puede disfrutar del orden legítimo. Por el contrario, cuando estos elementos se pierden por cuestiones egoístas o por otra distorsión la familia sufre crisis. I.

La familia afectada por el pecado

Por ejemplo, una mamá cuida a su hijo sin esperar nada a cambio, el hijo confía en la protección de sus papás porque sabe que ellos buscarán lo mejor para él, un hijo defenderá a sus padres, cuidará de ellos y velará por ellos cuando estos envejezcan. Este es el orden legítimo pero en un mundo afectado por el pecado no resulta ser siempre de esta manera. En un mundo de pecado surgen las familias disfuncionales, se experimentan los maltratos físicos, aparecen en escena madres criminales, padres despiadados, hijos desagradecidos. Se vive en un mundo miserable porque el pecado ha terminado deformando lo que Dios un día formó y santificó. II.

La familia en el antiguo pacto

Aunque los intereses de la familia se vieron dañados por el pecado, Dios anunció la venida de un libertado el cual se levantaría del seño familiar de Eva. A partir de allí dos líneas recorren por toda la historia, los hijos de Dios y los hijos de los hombres. Los hijos de Dios o hijos del pacto se comenzaron a mezclar con las mujeres paganas y el mundo se pervirtió cada vez más, por lo cual Dios los destruyó por el diluvio. En este diluvio se salvaron ocho personas porque la Escritura declara que: Noé halló gracia a los ojos de Jehová (Gn.6:8). Al ser esto así Dios estableció un pacto con Noé, y en ese pacto entró su esposa, sus hijos y nueras (Gn.6:18). Esto es así, porque el pacto de Dios abraza a la familia. Más tarde hablaría Dios ha Abram y le apartaría de sus parientes con el fin de ser bendición a las familias de la tierra. Dios bendijo a Abram, a Jacob, a Isaac, y a todos aquellos que vivieron en el pacto, pero cuando leemos la Escritura nos damos cuenta que

las bendiciones alcanzaron también a la familia. De hecho los animales, las propiedades, los esclavos y todas posesiones de los judíos estaban dentro del pacto. No podemos hablar del pueblo del pacto sin el pacto. Por causa del pacto de Dios los papás tenían que cuidar a sus hijos, proveerles lo necesario y educarlos según la ley. Los padres eran los inmediatos responsables sobre la educación de los hijos. Por eso en Deuteronomio Dios habló a ellos y les dijo: estas palabras que yo te ordeno hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, cuando estén en casa, en el camino, cuando se acuesten y cuando se levanten. Un hijo debe ser instruido en la ley porque el Dios del pacto a sí lo manda, esto significa que la responsabilidad recae primeramente sobre los padres; porque la educación es primeramente un asunto familiar y luego eclesiástico. Dios no solo dictaminó leyes para los padres sino también para los hijos. Esto ya lo vemos en el decálogo cuando dice: honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. La leyes eran rígidas para quienes violaran este mandamiento, la Escritura dice: todo hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él (Lv.20:9). Una interpretación de estos textos no lleva a la conclusión de que los hijos tienen el deber de cuidar de sus padres en todo momento, le deben respeto porque han sido puestos por Dios como autoridad, deben saber los hijos que cuando sus padres sean viejos deben cuidar de ellos sin menos cavar su dignidad. Ya hemos visto que si un hijo dentro del pueblo judío pisoteaba la dignidad del Padre tenía que pagar con su propia vida; esto es porque los padres tienen un lugar muy importante en la familia. Por eso todos ustedes que tienen allí a sus padres véanlo como autoridad establecida por Dios, que a pesar de sus errores han cuidado de ustedes y lo seguirán haciendo y sin duda alguna con muchos defectos. Débanle respeto y obediencia y Dios les dará larga vida en este mundo, porque eso es su promesa. La razón del por qué Dios exigía esto a su pueblo radica en que la familia estaba dentro del pacto, y eso era una razón más que suficiente para que a Dios demandara semejantes cosas. III.

La familia en el nuevo pacto

En el nuevo pacto también encontramos diversas menciones sobre la familia, la carta de Pablo a los Efesios hablan a los hijos y a los padres. La primera carta de Pedro, como la carta de Pablo a los de Éfeso habla sobre el matrimonio. En la carta que Pablo envió a la iglesia de Corinto trata problemas matrimoniales. Queda claro que el matrimonio y la

familia ocupan un lugar importante en la enseñanza de los apóstoles. Cada miembro de la familia es llamado a mantener la justicia y el orden en el ámbito matrimonial y familiar. Los judíos estaban dentro del pacto pero a estas alturas también los gentiles, el pacto alcanza a los suyos. No habría sentido de hablar en estos términos si la familia no estuviera incluida en el pacto. Los beneficios que recibe el padre de familia alcanza a los suyos, aquel carcelero que vio de cerca el poder de Dios preguntó ¿Qué debo hacer para ser salvo? Pablo le respondió, cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y toda tu casa. Luego que creyó, se bautizó él y toda su familia. Eso significa que la gracia había cobijado a la familia. Los hijos de los cristianos están dentro del pacto, pero debido a que Dios no quiere tener nietos sino sólo hijos, es necesario que el joven confiese a Dios personalmente como su Señor (el Dios de mi Padre es ahora mi Dios). Los padres tienen una responsabilidad tan grande por lo cual no deben descansar hasta ver que sus hijos estén doblegados a la autoridad de Cristo. Cuando nuestros hijos confiesen a Cristo como su Señor no tardemos en dar a Dios la gloria porque al final de todo, sabemos que es su gracia que se ha manifestado en ellos, porque a pesar de nuestros errores y malos ejemplos han visto a Dios antes que nuestras debilidades. Si alguien asegura lo contrario a lo que diré está en la libertad de hacerlo, pero yo creo que si nos medimos con los estándares de la Palabra, ser padres es realmente un gran desafío. Es un desafío porque un hijo es un alma que se nos ha dado para instruirlo y conducirlo a Dios, ¡ay de nosotros! si no cumplimos con nuestro deber porque llegará el día cuando Dios nos pedirá cuentas. Conclusión. El valor de la familia cristiana radica en que somos integrantes del pueblo del pacto, y ahora ciudadanos del reino de Dios. Veamos que estar incluidos en la familia de Dios es una bendición indescriptible. Padres, miren a sus hijos y sepan que tenerlos es una gran bendición y responsabilidad; hijos volteen a ver a sus padres y vean que ellos son honorables y si los tienen, den gracias a Dios; así mismo esposos y esposas consideren su relación conyugal, vean que es un don de Dios, es posible que no haya sido tan buena su relación hasta ahora, pero vale la pena esforzarse. Satanás ataca a la familia porque quiere destruir la obra de Dios, pero resistamos al diablo y él huirá de nosotros. No permitamos que los proyectos familiares sean causa de riña, o que las vidas pasadas destruyan nuestro hogar. Busquemos servir a Dios con prontitud, aprendamos ser humildes, pacificadores y perdonadores. Por una gran parte de los problemas familiares no son los problemas en sí, sino nosotros. Padres, presten atención a sus hijos, es cierto que en nuestros días nos queda poco tiempo para ello, pero busquemos el tiempo para hacerlo. A veces los esposos ya nunca le regalan una flor, un chocolate como cuando eran novios, no se toman de la

mano, ni salen a cenar juntos. Son detalles que al parecer son insignificantes pero pueden tener gran significado si lo llevamos acabo. Lo que quiero decir con todo esto, es que hagamos todo que está a nuestro alcance para mantener a salvo nuestra familia. Saúl Rodríguez Pérez