El Poblamiento de America

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COLECCI6N CIENCIA JOVEN

La Colecci6n Ciencia Joven fue pensada para suplir Ia escasez de buenos libros de divulgaci6n de ciencias exactas, naturales y sociales destinados a los estudiantes de Ia escuela media. La Editorial Universitaria de Buenos Aires convoc6 a un con junto de destacados autores en cada uno de los temas elegidos, que nos proponen Ia aventura de pensar un mundo siempre cambiante, con el fin de estimular el interes de los estupiantes en el conocimiento y, de esta manera, descubrir y orientar Ia propia vocaci6n.

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El poblamiento de America Arqueologia y bio-antropologia de los primeros americanos

Gustavo G. Politis, Luciano Prates y S. Ivan Perez

COLECCION CIENCIA JOVEN

El poblamiento de America Arqueologfa y bio-antropologfa de los primeros americanos

Gustavo G. Politis, Luciano Prates y_ S. Ivan Perez

ffeudeba

Agradecimien tos Politis, Gustavo G. El poblamiento de America. Arqueologia. - Ia ed. - Buenos Aires : Eudeba, 2008. 200 p. : il. ; 14x20 em. ISBN 978-950-23-1646-8 1. Arqueologia. I. Titulo CDD 930.1

Eudeba Universidad de Buenos Aires 1" edici6n: marzo de 2009

A Rodrigo Angrizani por sus sugerencias sobre Ia arqueologfa de Brasil y a Donald Jackson y Cesar Mendez por sus comentarios sobre Ia arqueologfa de Chile. A Luis Borrero, Gustavo Martinez, Tom Dillehay, Elieen Johnson, Michael Johnson, Albert Goodyear, Anna Roosevelt, Carlos Aschero, Lautaro Nunez, Nora Flegenheimer, Diana Mazzanti, Augusto Cardich, Laura Miotti, Rafael Paunero, Carlos Lopez Castano, Javier Aceituno, Arturo Jaimes, Eduardo Tonni, Alfredo Carlini, Agueda Vilhena Vialou y Mauricio Massone, quienes desinteresadamente accedieron a Ia inclusion en el libro de imagenes de su propiedad. A Mariano Bonomo, Marfa Gutierrez, Laura Miotti y Adolfo Gil por proporcionarnos material bibliogratico de dificil acceso. A Viol eta Di Prado por su colaboracion en Ia organizacion de Ia bibliografia. A Diego Gobbo por su constante auxilio en Ia confeccion de los mapas y figuras.

© 2008 Editorial Universitaria de Buenos Aires

Sociedad de Economia Mixta Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aires Tel.: 4383-8025 I Fax: 4383-2202 www.eudeba.com.ar

Diagramaci6n general: Fetix C. Lucas Impreso en Argentina. Hecho el deposito que establece Ia ley 11.723 LA t-UTocoPIA MATAAL LIBRO

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No se permite Ia reproducci6n total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informatico, ni su transmisi6n en cualquier forma o por cualquier medio, electr6nico, mecanico, fotocopia u otros metodos, sin el permiso previo del editor.

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, t. El poblamiento americano en contexto

En este libro pretendemos presentar de una manera clara y sintetica el estado actual del conocimiento sobre el poblamiento indigena de America. Aqui intentaremos resumir y discutir de man era critica las diferentes hip6tesis que se han generado para explicar cmindo y como fue ocupado el continente por prim era vez. Buscaremos tambien explorar Ia variabilidad de los modos de vida de los primeros pobladores americanos. A traves de esto intentaremos dar algunas respuestas a Ia preocupaci6n creciente por conocer y entender el proceso de poblamiento del continente desde su inicio hasta Ia actualidad y reconstruir las trayectorias hist6ricas de los pueblos mas antiguos que lo habitaron. En principia, sabemos que los prim eros seres humanos del continente llegaron desde algun otro !ado. Ya ha quedado descartada Ia posibilidad de una evoluci6n human a aut6ctona: ciertamente Ia humanidad no tuvo su origen en America. En segundo Iugar, sabemos que estos prim eros pobladores tenian un modo de vida que los antrop6logos denominan "cazador recolector". Esta categoria analitica, de uso generalizado, engloba a distintas sociedades que se sustentan basicamente de Ia caza, Ia recolecci6n y/o Ia pesca y que no tienen agricultural horticultura (si Ia practican es a muy pequefia escala y poco relevante como fuente de alimentos) ni tam poco ganaderia; el unico animal domestico presente con frecuencia en estas sociedades es el perro. Se trata de grupos pequefios, constituidos por pocas familias, sin jerarquias sociales y con estrechos lazos de solidaridad y de cooperaci6n mutua. Aunque hay varias excepciones, en general los cazadores recolectores presentan un alto grado de movilidad residencial, es decir, que mudan sus campamentos con mucha frecuencia y tienen circuitos de nomadismo que en parte estan regulados por las estaciones y por Ia disponibilidad de recursos alimenticios. Tam bien las diferentes practicas sociales influyen en estos desplazamientos residenciales. Aunque las sociedades de cazadores recolectores no poseen religiones estructuradas en los mismos terrninos en que Ia sociedad occidental conceptualiza a los sistemas de creencias mas o menos forrnales (tales como el cristianismo o el islamismo ), si poseen una compleja cosmologia a traves de Ia cual conciben y explican el mundo y los fen6menos vitales. En ella lo natural y lo sobrenatural no se encuentran ~a segregados, sino que constituyen dominios inextricablemente ligados. Se concibe

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a Ia naturaleza saturada y gobernada por espiritus de todo tipo y a los humanos articulando en este universo sagrado y profano (Figura 1).

Figura 1. Cazador Awa del Amazonas de Brasil preparando jlechas (foto Gustavo Politis).

Mas alia de algunas certezas, el poblamiento indigena de America ha sido uno de los temas centrales en el debate de Ia antropologia americana y, a pesar. de Ia abundancia de los datos disponibles en Ia actualidad, aun quedan puntos centrales porresolverse. Entre muchos otros, no hay consenso acerca de cuando llegaron los prirneros seres humanos a! continente, que via de entrada utilizaron y que tipo de tecnologia empleaban. La resoluci6n de estos interrogantes se vuelve a(Jn mas compleja debido a varias circunstancias. Primero, los habituales problemas de preservaci6n que tienen los sitios arqueol6gicos ---conocidos en arqueologia como "procesos naturales de formaci on de sitios"- impiden que los materiales depositados en su interior queden "congelados en el tiempo" y, por lo tanto, no permiten reconocer con facilidad lo ocurrido en ellos. En consecuencia, los rastros de las actividades humanas del pasado se encuentran enmascarados · y distorsionados por diversos agentes que los modificaron desde el momento de su depositaci6n hasta su descubrimiento. Segundo, los sitios arqueol6gicos asociadas al poblamiento temprano pudieron verse especialmente afectados 10

debido al impacto de Ia ultima glaciaci6n sobre el ambiente en general y sobre tos materiales arqueol6gicos en particular. Por ultimo, y enfocando el problema desde una perspectiva politico-academica, el tema del poblamiento americano ha estado tefiido de falsos nacionalismos (l,que pais no querria tener al "primer americano"?) y se ha prestado para especulaciones sensacionalistas, siempre alimentadas por los medios de comunicaci6n y, en algunos casos, impulsadas por algun arque6logo entusiasmado con Ia fama que podria otorgarle haber encontrado "al americano mas antiguo". Las formas de abordaje del tema del poblamiento han variado con el tiempo. En los prim eros siglos luego de Ia colonizaci6n europea de America, las explicaciones se basaron en interpretaciones libres de textos biblicos o clasicos griegos y romanos. Un poco mas tarde se sostuvieron en las similitudes morfol6gicas (p. ej. anat6micas) registradas entre los indigenas americanos vivientes y los de otras regiones del viejo mundo (especialmente deAsia). Recien en el siglo XIX se incorporaron a Ia discusi6n las evidencias obtenidas de los restos arqueol6gicos y bioantropol6gicos hallados en America yen los sectores adyacentes de Asia. Mas tarde, a finales del siglo XX, Ia craneometria y los estudios de ADN le dieron una nueva dimensional tratamiento del problema y a las formas de contrastabilidad. En las ultimas tres decadas, las investigaciones sobre este tema se han multiplicado exponencialmente como resultado de varias causas. Primero, su debate continua siendo central para Ia arqueologia y Ia antropologia biol6gica del continente. Segundo, Ia discusi6n tiene atractivos que exceden los ambitos disciplinarios porque ha capturado Ia atenci6n de Ia prensa y se ha usado para reivindicar intereses nacionalistas, a menudo con tintes de sensacionalismo mediatico. Tercero, el poblamiento inicial del continente siempre ha sido interesante para las instituciones que financian las investigaciones cientificas. En este senti do, un sitio cronol6gicamente ubicado a fines del Pleistoceno, es decir, con mas de I 0.000 afios de antigiiedad, esta mejor posicionado que otros para capturar mas atenci6n y, en principio, mas fondos para su investigaci6n. Cuarto, los sitios del Pleistoceno final adquieren relevancia cientifica internacional, excediendo rapidamente el impacto exclusivamente local que tiene Ia mayoria de los sitios arqueol6gicos de cazadores recolectores americanos (Politis y Gnecco, 2003). Y quinto y ultimo, Ia ocupaci6n humana inicial del continente ha sido una de las arenas elegidas porIa academia norteamericana para dirimir las tensiones internas. De esta man era, Ia estructura del debate sobre este tema se diferencia nitidamente de otros aspectos de Ia antropologia americana y tiene una resonancia mucho mayor. Para finalizar con esta breve introducci6n es importante aclarar que, aunque intentaremos dar un tratamiento balanceado a los distintos tipos de evidencia

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generados a lo largo del continente sobre el poblamiento americana, pondremos" mayor enfasis en los ejemplos argentinas y del Cono Sur americana. No solo~ porque a traves de ellos puede ilustrarse con bastante claridad el complicad~ proceso de indagacion arqueologica relacionado con los prim eros seres humano~j de America, sino porque seria imposible tratar con la misma profundidad todaS'l las regiones de este basto territorio. '6

1.1 Las prim eras explicaciones sobre el poblamiento de America " Las primeras explicaciones generadas por la sociedad occidental para da;~ ·cuenta del origen e historia de los indigenas americanos llegaron tan pronto} como la noticia de su presencia comenzo a trascender en Europa. Dificil resultari~ imaginar que los circu~ de intelectuales y cientificos de los siglos XVI y XVIfi· no tuvieran una respuesta frente a la repentina aparicion de "nuevas gentes':~ habitantes de un lejano y extenso territorio hasta entonces desconocido par Occidente. No bastaba con dar un significado claro y preciso a ese "nuevo1 mundo" sino que ese significado no debia presentar grandes incongruencia~ respecto del modo de very explicar Ia realidad que tenia la sociedad de aqueij entonces. A partir de fines del siglo XV y de manera ininterrumpida, se ha~ presentado muchas hipotesis sobre el origen, Ia antigiledad y las caracteristicas) del poblamiento human a de America. A pesar de eso y aun cuando los mode lose""' propuestos en las ultimas decadas echan cada vez mas luz sabre el problema, lai respuesta parece estar aun lejana. Las primeras teorfas referidas al origen de los prim eros americana obtuvieron:1 sus principales fuentes de argumentacion y explicacion de los documento~ biblicos y, en men or medida, de viejos mitos europeos. Esto no es extrafio si s~! considera que en el mismo momento en que se produjo Ia llegada de Colon ~j America, las monarquias religiosas constituian el principal poder politico en) Europa. En este contexto, Ia explicacion de los fen om enos del mundo quedabii bajo el dominio de Ia iglesia, Ia que a su vez debia buscar en las sagrada~ escrituras Ia fuente principal del conocimiento. A partir de alli y durante los do§~ siglos posteriores, varios eruditos intentaron encontrar en Ia B iblia la clave para!, la resolucion del problema del origen de los pueblos american as. Como resultad de este proceso se generaron diversas hipotesis, entre las cuales puedeny mencionarse dos que adquirieron cierta popularidad: una proponia que las; sociedades americanas eran descendientes de Noe y otra que defendia Ia ide~~ que su origen debia buscarse en el mito de las Diez Tribus perdidas de IsraeUi Sobre Ia prim era de estas hipotesis existen muchas variantes, siendo Ia enunciad~~ ~

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por Benito Arias Montano, en la segunda mitad del siglo XVI, una de las mas difundidas. Segun este autor, los primeros seres humanos que poblaron el continente americana, y de quienes descenderian los indigenas encontrados alii en el siglo XV, fueron tataranietos de Noe. Uno de ellos habria ingresado por el actual territorio de Brasil, mientras que el otro Io habria hecho por el noroeste de Norteamerica alcanzando desde alii por via terrestre lo que es hoy Peru. Un detalle interesante del trabajo de Montano es Ia confeccion de un mapa del mundo donde se muestran los diferentes continentes y los itinerarios seguidos por sus primeros moradores. En lo referido a! mito de las Tribus Perdidas de Israel, las variantes tambien son muy diversas. Entre sus mas reconocidos defensores se encuentran el padre Bartolome de las Casas, en el siglo XVI, el Fray Gregorio Garcia, a principios del siglo XVII, y otros destacados cientificos de la prim era mitad del siglo XIX como Alexander Von Humboldt y Lord Kingsborough. En terminos generales, esta teoria propane que los antecesores de los actuales indigenas americanos deben buscarse en las tribus hebreas que formaban el reino de Israel en Galilea, expulsadas cuando su territorio fue conquistado por los asirios en el siglo VIII antes de Cristo. Los argumentos utilizados para Ia defensa de esta idea fueron, entre otros, las supuestas semejanzas en aspectos intelectuales y lingilisticos y en relatos miticos de judios e indigenas americanos. Las dos hipotesis biblicas descritas comparten la concepcion de los indios americanos como sociedades primitivas y diferentes a Ia europea, en todo coincidente con Ia vision dominante en Ia sociedad occidental de ese momento y congruente con los objetivos politicos y economicos que eran apropiarse de los territorios y recursos disponibles en el continente recien "descubierto". Otra hipotesis muy difundida sabre el origen de los aborigenes americanos, y una de las mas populares entre los cronistas y pensadores del Renacimiento, es Ia que vincula a estos grupos con la mitica isla de Atlantida de los relatos de Plat6n. Segun cuenta el mito, esta isla se encontraba ubicada mas alia del estrecho de Gibraltar (punto mas cercano entre los actuales territorios de Espana y Marruecos) y habria estado habitada por una grandiosa civilizacion desaparecida cuando todo su territorio se sumergi6 por completo en el oceano Atlantica. Un pequefio grupo de habitantes de Atlantida habria logrado sobrevivir a! cataclismo huyendo hacia America y lie van do con ellos el germ en de las gran des ciudades americanas de Mexico y Peru con las que se encontraron los prim eros europeos que arribaron a! continente. Muchas otras ideas se propusieron para explicar Ia procedencia de los primeros aborigenes americanos, Ia mayoria de elias carentes de todo sustento empirico. Tal es el caso del origen mongol propuesto por Jean Laet y John 13

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Ranking o el origen fenicio defendido por Narciso Alberti Bosch, Henry Onffro~ .~ de Thoron, Pierre-Daniel Huet y Antonie Court de Gebel in. Si bien ninguna d~ estas a1temativas podria ser defendida seriamente en Ia actualidad, esto n~ implica flegar que se hay an producido otros arribos al continente despues de s~ poblamiento inicial y antes del mal denominado "descubrimiento de Americai ocurrido en 1492. Por e1 contrario, son bastante solidas las evidencias que sugiere~ la llegada de embarcaciones vikingas al norte de Norteamerica antes del sigf~ XV (Lee, 1979; Scout, 1993). Del mismo modo que los vikingos, algunos otroi~ pueblos estaban tecnologicamente capacitados para alcanzar las costasl americanas antes del siglo XVI, resultando poco probable que esto no hay~ ocurrido. Si asi fuera, este ingreso desde el Viejo Mundo, antes de Colon, no~ dejo una huella muy marcada ni en la composicion genetica de los indigenas: americanos ni en su cultura material. ·~ Para concluir con esta resefia sobre las primeras teorias sobre el origen de~ los aborigenes de America debe hacerse referencia a las notables consideracionesj , efectuadas por el sacerdote jesuita Jose de Acosta a finales del siglo XIX. Su~, relevancia radica en que, con gran intuicion, planteo con claridad los aspectost basicos y mas consensuados de las teorias modernas sobre el poblamiento~ americano. En su libro titulado Historia natural y moral de las lndias publicadol en 1894, sostuvo que e1 origen de los indios americanos no debfa buscarse en~ las Diez Tribus Perdidas de Israel, ni tampoco en mercaderes fenicios y m1n'! menos en afortunados sobrevivientes de Ia mitica isla de Atlantida. Por e!J contrario, sostuvo que se trataba de grupos simples, posiblemente cazadores,ti que habrian ingresado al continente a traves del punto de mayor proximidad~ entre este y Asia, es decir, por e1 estrecho de Bering. Uno de los aspectos masi1 interesantes de su idea fue que estos cazadores muy probablemente alcanzarofl~ estas nuevas tierras como resultado de una expansion natural y progresiva a·; traves del territorio y no como un plan preestablecido ni como resultado de una;;,, gran catastrofe. Contemporaneamente a la publicacion de Ia tesis del padre Jose Acosta, el~ investigador argentino Florentino Ameghino dio a conocer algunas ideas sobre el J origen de los indigenas americanos. En un primer momento, propuso que en lasj pampas argentinas los indigenas habian convivido con Ia megafauna pleistocenica~ (Figura 2), lo que recien seria ampliamente aceptado porIa comunidad cientifica ':i despues de la decada de los treinta. Pocos afios mas tarde, llevo su razonamiento mucho mas alia y, luego de un estudio comparativo de fosiles de todo el mundo, propuso el origen sudamericano de todos los mamiferos, incluidos por supuesto a los seres humanos. Describio cuatro especies diferentes de homfninos Tetraprothomo, Triprothomo, Diprothomo y Prothomo- a los que consider6 14

evolutivamente emparentados y antecesores de los seres humanos modernos. Para Ameghino la humanidad se habia originado en las pampas argentinas y habria derivado de un primate del Terciario de Patagonia, el Homunculus. Toda una revolucion para la paleo antropologfa de fines del siglo XIX.

Figura 2. "Descuartizando un gliptodonte "', mural pintado en el half del Muse a de Ciencias Naturales de La Plata par Luis de Servi en 1888 e inspirado en las ideas de Ameghino.

Si bien el trabajo deAmeghino tuvo un gran impacto en la comunidad cientffica intemacional, sus ideas sobre el origen local de los humanos serf an rebatidas de man era contundente a principios del siglo XX por el antropologo checo y primer curador de la coleccion de antropologia biologica del Smithsonian Institution de Washington: Ales Hrdlicka (1912). En este sentido, no solo determino que los 15

restos descritos por Ameghino no correspondian a primates extinguidos, sin tambien que los materiales arqueologicos atribuidos a ellos eran mucho rna{ modernos. No obstante, y contra Ia creencia de Hrdlicka, otro de los pilares d~, las ideas de Ameghino, la coexistencia de Ia megafauna pleistocenica con lor primeros indigenas que llegaron a America, fue confirmada mas adelante por u~ gran volumen de informacion arqueologicaque trataremos con mayor detalle e"'~ los siguientes capitulos.

habrfa sido bastante similar a Ia de los gran des primates actuales (gorilas, chimpances y orangutanes). Estos grupos no habrian elaborado instrumentos de piedra y su dieta habria sido centrada en el consumo de vegetales (Figura 3). Australopithecus boisei Australopithecus africanus

1.2 El origen de los seres humanos y su dispersion a traves delmundo Antes de introducirnos de lleno en los problemas especificos relativos a Io~ primeros habitantes americanos, es necesario hacer un breve recorrido por lo~ origenes de Ia especie hum ana y su dispersion a lo largo del mundo. Sin duda~ este constituye uno de los temas de mayor interes y mas extensamente tratad~ en Ia actualidad porIa arqueologia y la paleoantropologia. Donde surgieron ~ como poblaron el mundo nuestros ancestros mas remotos sigue generand~ controversias y discusiones en el ambito cientifico y academico. Sin entrar eq. detalles sobre la gran diversidad de opiniones vertidas en torno a este tema ~ aun con riesgo de sobre-simplificar un complejo proceso evolutivo, intentare~. mos resumir los principales y mas consensuados aspectos del problema. En primer Iugar, hay un relativo acuerdo con respecto a que tanto los seres huma~j nos modernos, asi como varias de las especies filogeneticamente mas vincula~ das con ellos, habrian tenido su Iugar de origen en el continente africano (para,, un resumen reciente de esta discus ion vease Dfez Martin, 2005). En algun mo~ mento entre los 5 y 7 millones de afios atras se separaron Ia linea evolutiva qu~ conduce bacia nuestros "primos" actuales mas cercanos (los chimpances) y e!' linaje que origino al ser humano moderno (Homo sapiens). En este ultimo linaj~ de primates se incluyen distintas especies que fueron apareciendo y extinguien~j dose en diferentes momentos a los largo de los ultimos millones de afios y qu~ para denominarlas en conjunto se utiliza el termino de "homininos". La no min~ d(( especies incluidas en esta categoria general y el vinculo evolutivo establecii do entre elias se modifica y actualiza constantemente conforme se incorporari nuevos hallazgos o se proponen formas alternativas para explicarlos. Los homininos mas primitivos, y mas alejados evolutivamente de los seres humanos (p. ej. Australopithecus anamensis, Australopithecus afarensis -Ia famosa Lucy-, Australopithecus africanus y Auntralopithecus boisei), vivieron en el ::r y centro-este de Africa entre 5 y 2 rnillones de ai\os atras. Su forma devil 1

Figura 3. Reconstrucciones de Australopithecus africanus y Australopithecus boisei (tomadas y modificadas de Leakey y Lewin, 1980).

Hace alrededor de 2,5 mill ones de afios aparecio el primer representante del genero Homo (Homo habilis 1). Este genero, que incluye al ser humano moderno y a sus mas cercanos parientes (todos ellos extinguidos), se caracteriza por un mayor tamafio cerebral que los Australopithecus y porIa capacidad de producir una tecnologia bastante compleja. Homo habilis no solo fue el primer hominino

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Algunos investigadores contemponineos proponen incluir a Homo habilis en el genero Australopithecus.

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que confecciono instrumentos de piedra, sino que, a diferencia de sus predecesores, habria incorporado Ia came como un nuevo y ocasional componente de su dieta. La mayor parte de los restos de Homo habilis documentados hasta el mo-J mento tambien procede del sur y centro-este de Africa, no reconociendose evidencias claras de su expansion fuera de dicho continente (Figura 4).

diversidad de instrumentos de hueso, madera y piedra. El consumo de came, y por Io tanto Ia caza de animales, no solo se transformo en una pn1ctica ocasional, sino en un aspecto tan relevante en Ia subsistencia como Ia recoleccion de vegetales. Los representantes mas recientes de esta especie vivieron hace alrededor de 200.000 afios, e incluso mas tardiamente (Figura 5). En un trabajo recientemente publicado (Lurnbley y col., 2006) se dieron a conocer las evidencias mas antiguas conocidas hasta ahora de homininos en Eurasia (alrededor de 1,8 mill ones de afios ). Sin embargo, esta vez nose trataria de H. erectus, sino de una nueva especie (Homo georgicus) hallada en Georgia.

Figura 4. Reconstrucci6n de Homo habilis (tomada y modijicada de Leakey y Lewin, 1980).

Una segunda especie de Homo (Homo erectus u Homo ergaster) surgio tam bien en Africa oriental hace alrededor de 2 millones de afios, posiblemente a partir de Homo habilis. Este grupo, con caracteristicas muy similares a los humanos modemos, aunque algo mas robusto y con un cerebro un poco mas pequefio, fue el primer hominino en salir de Africa, alcanzando la mayor parte del sur de Europa y Asia. La adaptacion de Homo erectus a un rango diverso de ambientes tropicales y subtropicales, en algunos casos con inviemos frios, pudo lograrse gracias a un acervo tecnologico mucho mas diverso y complejo que el de Homo habilis, incluyendo el uso sistematico del fuego y una gran 18

Figura 5. Reconstrucci6n de Homo erectus (tomada y modijicada de Leakey y Lewin, 1980).

EI ultimo grupo de homininos sobre el que trataremos aqui, y el mas parecido a los humanos actuales, es el de los neandertales. Aunque hasta hace poco tiempo se consideraba a ambos como sub-especies de Homo sapiens (Homo sapiens sapiens y Homo sapiens neanderthalensis, respectivamente), Ia identificacion de diferencias cada vez mas marcadas entre ellos condujo a que 19

desde los ultimos afios se haya preferido considerarlos especies diferentes:~ Homo sapiens y Homo neanderthalensis (McDougall y col., 2005). Los~ neandertales se habrian diferenciado de Homo erectus hace alrededor de 300.000l afios y habrian ocupado Europa y el oeste de Asia. Se caracterizaban por una.'f marcada adaptacion a climas frios, muy caracteristicos de buena parte de Id Eurasia de tiempos glaciales. Su cerebra era igual o mas grande que el de los~i seres humanos modernos, su contextura robusta y su musculatura bie~~ desarrollada. Estos homininos consumieron una gran diversidad de fauna, eri:i . especial grandes mamiferos, muchos de ellos actualmente extinguidos, tales~ como renos, mamuts, rinocerontes lanudos, bisontes y caballos (Figura 6).

Figura 6. Reconstruccion de Homo neanderthalensis (tomada y modificada de Leakey y Lewin, 1980).

expresara "AP"), a comienzos del Paleolitico superior, los neandertales desaparecieron de Europa y con ellos toda evidencia de los artefactos de piedra que los caracterizaban. La tecnologia litica asociada con los neandertales es Ia del Paleolftico medio, muy diferente del Paleolitico superior, caracteristico de los prim eros humanos modemos. En el Paleolitico superior ya se usaban artefactos mucho mas elaborados, confeccionados sobre fragmentos de piedra especialmente preparados denominados hojas. Tambien se incorpora con mayor sistematicidad una gran diversidad de materiales, ademas de la piedra, para confeccionar instrumentos y adomos (hueso, madera, marfil, etc.). A partir de este momento las sociedades comienzan a manifestar un creciente interes por aspectos simbolicos y religiosos, los cuales se vuelven al mismo tiempo cada vez mas complejos (vease Gamble 1990). Frente a este escenario de cambio repentino surgio un interrogante principal: l,los humanos modernos (Homo sapiens) evolucionaron a partir de los neandertales o evolucionaron paralelamente reemplazandolos y/o desplazandolos? Sin profundizar sobre Ia diversidad y complejidad de opiniones y variables involucradas en esta discusion, las evidencias mas recientes sugieren que los neandertales y los antecesores de los humanos contemporaneos vivieron en Ia misma epoca. Los prim eros neandertales ocuparon principalmente Europa, Oriente Medio y parte de Asia basta que los segundos, Homo sapiens, originados en Africa, se irradiaron por el resto del viejo mundo entre aproximadamente 100.000 y 60.000 afiosAP. Desde que Homo sapiens es el unico de los homininos viviente en la tierra, Ia especie evolucion6 a un ritmo acelerado si tenemos en cuenta el corto tiempo que transcurrio desde su origen. Sin embargo, desde aquel momento, los procesos de cambio mas significativos fueron culturales. El progresivo aumento de la capacidad de los seres humanos para manipular el ambiente, para comunicarse y para producir una gama de instrumentos cada vez mas diversa y compleja les perrniti6 adaptarse y habitar en lugares del plapeta que no pudieron ocupar con exito otros homininos. America fue el ultimo de los continentes poblados por la especie, el tramo final de una larga expansion que habia comenzado en Africa mucho tiempo atras. Despues de America, solo quedaron por poblar laAntartida y algunas is las, pero la liegada al nuevo continente represento un exito adaptativo sin precedentes para la humanidad: los principales lugares del planeta habian sido ya ocupados.

Uno de los aspectos mas debatidos de Ia historia evolutiva humana es el~ momenta y Iugar de aparici6n de los humanos anat6micamente modemos y su : relacion con los neandertales. En este sentido, parece claro que alrededor de los : 30.000 afios antes del presente (de aqui en adelante "antes del presente" se

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1.3 El problema del poblamiento inicial de America

con mayor profundidad mas adelante, hoy sabemos que los lfmites cronol6gicos de Ia Hamada "cultura Clovis" se encuentran alrededor de los 11.200 afios AP. Sobre la definicion de estas cronologias es importante haradiocarb6nicos Hasta hace poco, !a arqueologia del poblamiento de America estuvo domina4 da por preocupaciones empiricas y, aunque produjo una gran cantidad de infor~t cer aqui un parentesis y aclarar que las fechas expresadas en "afios radiocarb6nicos antes del presente" (afios 14 C AP) no son equivalentes a fechas maci6n, no gener6 discusiones te6ricas significativas ni motoriz6 avances! ca1endaricas convencionales, sino que, para ello, debe aplicarse un factor de metodol6gicos importantes. Hasta Ia decada del ochenta predominaban losl correcci6n o ca1ibraci6n que enmienda un error inherente al metodo de dataci6n enfoques hist6rico-culturales que tenian como objetivo situar en el tiempo y ertf radiocarb6nico. Para efectuar esta correcci6n existen dos modalidades que, por el espacio a las llamadas "culturas arqueol6gicas". La bllsqueda de esta&l haber sido desarrolladas para muestras del Hemisferio Norte, necesitan una "culturas" implicaba asumir que los grupos humanos especificos producian~ 2 asociaciones mas o menos constantes de materiales (en cuanto a las materias{ segunda correcci6n para materiales procedentes de Sudamerica (Rubinos Perez, primas utilizadas para la confecci6n de instrumentos de piedra, tecnicas de~ 2002). Teniendo esto en mente y a fin de evitar 1a introducci6n de nuevos factomanufactura empleadas y tipos de instrumentos confeccionados) que podiant res de distorsi6n, en este libro nos referiremos exclusivamente a edades radiocarb6nicas, pues es asf como son habitualmente informadas por los invesser identificadas arqueol6gicamente. Estas asociaciones (denominadas1 tigadores en sus publicaciones. Sin embargo, para tener una idea de Ia magnitud industrias ofases o incluso culturas) eran consideradas verdaderos indicadores de grupos etnicos y, por lo tanto, podian ser utilizadas para identificar y diferenciar~ de las diferencias entre am bas edades, se puede considerar de man era aproximaetnias especificas. Se imaginaba a estos grupos !levan do artefactos con! da que una muestra de 12.000 afios 14 C AP tiene una antigtiedad cercana a los caracteristicas propias y distintivas de un extrema a otro del continente y, en '1 14.000 afios calendaricosAP. Anclados en la discusi6n generada alrededor de las ocupaciones mas consecuencia, se interpretaba al area de dispersion de estos tipos artefactuales caracteristicos como reflejos directos de "su" territorio. Se hacian comparaciones 1. tempranas del continente y de las caracteristicas de los grupos asociados a ellas, en las decadas de los sesenta y setenta proliferaron los arque61ogos que a larga distancia sobre la base de similitudes de objetos aislados, siendo las proponian Ia existencia de sitios anteriores a Clovis (o sea previos a 11.500 afi.os puntas de proyectil los elementos preferidos para tales argumentos. El famoso 14 C AP, que era la edad maxima de Clovis considerada en aquellos tiempos). El libro de sintesis del arque6logo norteamericano Gordon Willey, An Introduction debate alcanz6 en ese momento un punto algido y en el participaron muchos to American Archaeology (1969 y 1971 ), es un buen ejemplo de esto. arque6logos norteamericanos (vease entre muchos otros Bryan, 1973, 1975; El debate sobre el poblamiento americana se ha polarizado desde 1927 en Haynes, 1974; Lynch, 1974; Martin, 1973; McNeish, 1976), aunque algunos indos opiniones que a veces parecen mas actos de fe que hip6tesis basadas en los vestigadores latinoamericanos como Augusto Cardich, Juan Schobinger, Rodolfo pi lares de la ciencia contemporanea. A partir de la vis ita de un panel de expertos Casamiquela, Jose Luis Lorenzo, Gonzalo Correal y Jose Cruxent tam bien hicieal sitio Folsom, la discusi6n gir6 en torno a silas bandas de cazadores recolectores ron oir su voz. Sin embargo, pocos de los supuestos sitios pre-11.500 afios 14 C que uti1izaban una particular punta de proyectil acanalada (tambien denominada sobrevivieron a las criticas minuciosas que reclamaban, para su aprobaci6n, Folsom en honor al sitio hom6nimo) especialmente disefiada para cazar gran des contextos poco alterados con asociaciones estratignificas claras y dataciones mamiferos -actualmente extintos- en las llanuras norteamericanas eran, radiocarb6nicas confiables. efectivamente, los primeros pobladores del continente o si bubo un poblamiento En la decada del ochenta los trabajos de sfntesis presentaron y discutieron, mas antiguo, de gente que no utilizaba este tipo de puntas. Con el descubrimiento basandose casi exclusivamente en Ia informacion aportada por sitios en 1929 del sitio Blackwater Draw, un poco mas antiguo que Foslom, cerca de la arqueol6gicos, los mode los mas importantes de la epoca (p. ej., Ardila y Politis, ciudad de Clovis, en Nueva Mexico, se consolid6 la idea de que los primeros 1989; Dincauze, 1984; Lynch, 1991; Owen, 1984). Uno de los modelos reconocia pobladores habian llegado al continente en el ultimo milenio del Pleistoceno (alrededor de 11.000 afios AP) y que eran cazadores de mastodontes (Haplomastodon), mamuts (Mammuthus columbi) y de una especie extinta de . 2 Aunque esta segunda correcci6n requiere un volumen mayor de datos para su ajuste, bisontes (Bison antiquus). En este sitio se registraron puntas de proyectil simila cantidad de afios implicados en el error (alrededor de 25) no seria relevante. lares a las Folsom conocidas actualmente como "Clovis". Como se desarrollara

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a Ia cultura Clovis como Ia primera poblacion que ocupo el continente aproxima~ damente unos 11.500 afios 14 C AP, descendiendo de antecesores asiatico{" mongoloides. Este modelo era el mas "cDnservador" y fijaba un piso cronologicQi, a partir del cual todos los investigadores estaban de acuerdo. Es decir, el conti~ nente americana habia sido poblado por lo menos a fines del Pleistoceno po~ gente especializada3 en Ia caza de mastodontes y bisontes que utilizaba tipos d~ puntas de proyectil tecnicamente muy elaborados: las llamadas puntas Clovis] El segundo modelo proponia antigi.iedades un poco mayores (entre 15.000 ~ 20.000 afios) y se basaba, entre otros, en los datos que Richard McNeish habi[~ publicado sobre la Cueva de Pikimachay en los Andes Centrales (Peru) yen Ii~ evidencia que comenzaba a emerger en ese entonces de dos de los sitios mas~ significativos y debatidos del continente: Monte Verde, en el sur de Chile, y lat cueva de Meadowcroft, en el centro-este norteamericano. Algunas dataciones! obtenidas en sitios sudamericanos tales como los 13.000 afios 14 C AP de Taima' Taima, en Venezuela, o los 12.600 afios 14 C AP en Ia cueva de los Toldos, en let; Patagonia argentina, eran a veces timidamente considerados. El tercer modelo~* proponia antigi.iedades mucho may ores, entre 60.000, 70.000 y basta 100.000 afios,~ y basaba su argumentacion en sitios como Pedra Furada, en Brasil, y el cuestiona-il do Calico Hill, en Estados Unidos. Mientras que el primero de estos sitos esta aun;;' en pleno debate, el segundo ha sido ya dejado de !ado. Por Ultimo, unos pocos investigadores como Maria Concer;ao Beltrao y Henry de Lumley propusieron, incluso, antigi.iedades extremas dentro del Pleistoceno medio bas{mdose en las "' dataciones del sitio Toea da Esperanr;a, en Brasil (Lumley y col., 1988). En las dos ultimas decadas, Ia evidencia arqueologica se multiplico y se sumaron numerosos sitios antiguos ubicados en areas poco exploradas basta< ese momenta, como Alaska o Ia cordillera central de Ia Argentina y Chile. Tambien se propusieron otras alternativas a Ia hipotesis que defiende un unico origen· asiatica de los primeros americanos, siendo Ia mas provocativa Ia expuesta por los arqueologos norteamericanos Dennis Stanford y Richard Bradley, planteada sin mucho exito algunas decadas atras por otros cientificos. La idea central es que en algun momento del Pleistoceno tardio, posiblemente entre 15.000 y 20.000 afios atras, poblaciones que habitaban originariamente Europa occidental habrfan arribado al nuevo continente bordeando las extensas areas englazadas del U\..,H;;uau"~"' arque6logos estadounidenses pareci6 coincidir, por fin, en que los pobladores mas humanas en Ia mayor parte del plan eta, fue domesticado a partir del lobo (Cannis tempranos convivieron con los grandes mamiferos extinguidos luego del ultimo con anterioridad a los 12.000 afios. 14 CAP. avance glacial. Esto implicaba el reconocimiento de que Ia presencia humana en el 44

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nuevo mundo se remontaba, cuanto menos, al Pleistocene final, idea poco da luego de la estrepitosa caida de la hip6tesis del origen americana de Ia propuesta por Ameghino y de la popularidad que ten ian las ideas de Hrdlicka un poblamiento muy tardio -posterior a los 10.000 afios AP- de America. cuando Ia coexistencia entre sociedades cazadoras recolectoras y megafauna sido planteada varias decadas antes, solo a partir de los afios '30 recibi6 una taci6n masiva porparte de la comunidad arqueol6gica norteamericana.

Oceano

La generalizada aceptaci6n de esta idea fue inducida por un hallazgo efectuado cerca de Folsom, una pequefia ciudad ubicada en el estado de Nuevo Mexico (Estados Unidos). Alii fueron encontrados objetos liticos con evidencias de haber sido confeccionados por seres humanos en asociaci6n inequivoca con restos 6seos de una especie extinta de bisonte (Bison antiquus). El mas elocuente de estos hallazgos fue una punta de proyectil incrustada entre las costilla del bisonte. Como fue sefialado al principia de este libro, el escepticismo reinante en e1 ambito acad6nico de esa epoca respecto del temprano poblamiento de America nev6 a que varios arque6logos de reconocida trayectoria viajen al sitio y prueben directamente Ia veracidad del hallazgo. El resultado de Ia visita fue Ia aceptaci6n unanime de esta evidencia y el reconocimiento del origen humano de Ia acumulaci6n de los huesos y de los artefactos liticos. Algunas decadas despues, y luego de Ia aparici6n del metodo de dataci6n radiocarb6nica, los restos de esta ocupaci6n fueron fechados en poco mas de 10.000 afios 14 C AP. Los indigenas, que ocuparon este sitio y muchos otros con simi lares caracteristicas detectados con posteriori dad, confeccionaban un tipo particular de punta de proyectil caracterizada por Ia presencia de una acanaladura longitudinal en una o ambas caras (vease Figura 16). El analisis de estos contextos permiti6 plantear que se trataba de bandas altamente m6viles que organizaban su vida en torno a Ia caza de bisontes.

Oceano

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Figura 15. Mapa con fa ubicacion de los sitios de Norteamerica mencionados en texto: 1- Broken Mammoth/Mead/Swan Point; 2- PET-408; 3- Richardson Gwaay; 4- Colby; 5- Daisy Cave/Arlington Springs; 6- Murray Springs; 78- Clovis; 9- Lubbock Lake; 10- Jake Bluff; 11- Paleo Crossing; 12- Saltville; 13Meadowcrofl Rockshelter; 14- Cactus Hill; 15- Topper; 16 Gault.

Figura 16. Puntas Folsom (tomada de Jenning, 1978).

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En las decadas siguientes al descubrimiento del sitio Folsom, los h de materiales liticos asociadas con megafauna se hicieron cada vez frecuentes. Entre estos nuevos sitios, ademas de incluirse muchos atribui tipo "Folsom", se destacan otros que comparten varias caracteristicas con pero que son un poco mas antiguos. Estos conjuntos, ya mencionados con anterioridad, se conocen genericamente como Clovis (entre otros, Crossing, Murray Springs, Colby, Jake Bluff; Gault, Lubbock Lake -Figura 1 etc.) y, pormuchos motivos, pronto se convertirian en el centro del debates el poblamiento americana. Estos sitios fueron reportados en diferentes del actual territorio de los Estados Unidos y sur de Canaday definidos a de sus distintivos y mas recurrentes componentes: 1) manufactura y de un tipo especial de gran des puntas de proyecti I bifaciales (hasta 15 em longitud) con una acanaladura en una o ambas caras -similares a las Fol cuya funci6n habria sido facilitar y fortalecer su sujeci6n con el as til de m (Figuras 18a y b); 2) empleo de materias lfticas en fonna de gran des hojas obt. .Mluc mediante percusi6n de bloques conocidos como "nucleos de hojas" (no registraron evidencias de uso de micro~hojas como las tipicas del Paleolitico Siberia); 3) confecci6n y uso de instrumentos de marfil (p. ej. agujas y puntas proyectil) y utilizaci6n de acre rojo 7• Incluso, algunos autores (como 1982) creyeron suficientes estos atributos para considerar que Clovis no constituye un tipo especial de contexto arqueol6gico sino tam bien una "cu es decir, el correlato arqueol6gico de un grupo cazador-recolector discreto mente diferente de otros.

6 Una evidencia directa de que Ia acanaladura fue empleada para facilitar Ia union de punta litica con el astil es Ia presencia de pulido intencional de los laterales afilados de base adyacentes a Ia acanaladura. Este pulido se habria efectuado para eliminar el cortante de Ia punta a fin de evitar que perjudique las correas de cuero empleadas para atadura (Fiedel, 1996). 7 En las sociedades aborigenes de Ia Patagonia era muy comun Ia aplicaci6n del mi tipo de ocre sobre el rostro no solo como ornamento sino tam bien para proteger Ia contra el viento, el sol y las bajas temperaturas.

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Figura 17. Foto de fa excavacion del sito Lubbock Lake. Texas. Se observa el area de excavaci6n en 1977 de un Iugar de matanzay procesamiento de bisonte durante los tiempos de Folsom. Este evento esta datado en 10.300 anos f.IC AP (foto cortesia Elieen Johnson y Museum of Texas Tech Universitv}.

Figura 1Sa. Punta deltipo Clovis procedente del sitio Cactus Hill (foto cortesia Michael Johnson).

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Figura J8b. Reconstruccion de punta Clovis enmangada (de Bruce Bradley, tomada de Discovering Archaeology 2(1), 2000).

Luego de una reevaluacion reciente de Ia cronologfa de todos los sitios Cl efectuada por los investigadores norteamericanos Michael Waters y Stafford, se concluyo que su edad mas probable estarfa entre los 11.050 y los I 0. afios 14C AP. Los tres mas antiguos se encuentran en el centro-este, centro y s de Estados Unidos (Montana, South Dakota y Florida), mientras que los mas reciente~l aparecen en el centro y sudoeste. Teniendo en cuenta esta antigiiedad y Ia ubicaciofi'l geogratica de los sitios, no se reconoce ninguna tendencia que sugiera direccion espedfica en el desplazamiento de los grupos (p. ej. norte-sur, este-oest~j etc.). Lo (mico que parece claro con Ia evidencia actualmente disponible es que gente que gener6 los conjuntos Clovis ocupo una extensa region en un nPrf"rl,.;·l relativamente corto, con una duracion poco mayor a los 200 aftos. La aparente homogeneidad de los sitios Clovis, su amplia y rap ida .. espacial y, sabre todo, su cronologfa temprana, le dieron a esta "cui arqueologica" un papel central en Ia arqueologia americana. Rapidamente, . arqueologos norteamericanos acordaron en considerar ala "gente Clovis" principal protagonista en el escenario del poblamiento americana. Es decir, se convirtio en el referente arqueologico de los primeros humanos que ron el continente y una base cronologica y cultural sobre la cual existfa consenso generalizado entre los especialistas. La discusion que cobraria vez mayor significacion se refiere a si habfa o no gente en el continente momento del arribo de Clovis. El modelo de poblamiento que defiende a como Ia manifestacion cultural, Ia huella humana mas antigua en America conocido como Clovis-first (Clovis-primero) y se mantiene con mucha v · y apoyo en el ambito academico, principalmente en America del Norte. En term 14 generales, desde este model a se propone que alrededor de 11.500 aftos C AP 11.050 segun plantearon Waters y Statiord recientemente ), las prim eras de cazadores recolectores que ingresaron a America lo hicieron a traves del pu 50

intercontinental de Beringia. Una vez en Alaska, estas bandas habrfan alcanzado el centro y sur de Norteamerica a traves del (mico corredor libre de hie los disponible en ese momento (corredor de Alberta), ubicado, como se adelanto, entre los enormes glaciares que cubrfan la mayor parte del actual territorio de Canada. Estos indigenas organizaron su economia, movilidad y asentamiento sobre Ia base de Ia practica de la caza especializada de mamfferos de gran taman a, como mamuts y, en menor medida, bisontes (vease por ejemplo Haynes 2002). Para ella utilizaban armas arrojadizas similares a lanzas con puntas liticas muy elaboradas -como las descritas con anterioridad- y, posiblemente, empleaban al mismo tiempo sofisticadas tecnicas de caza comunal (Figuras 19a y b). La velocidad de dispersion de Ia "gente Clovis" habria estado vinculada con las pocas dificultades para el avance porIa gran abundancia de recursos animales -y relativa facilidad para Ia caza por no estar acostumbrados a este nuevo predador- y porIa ausencia de otras sociedades potencialmente competidoras.

Figura 19a. Hombres cazando mamuts (de Greg Harlin, tomada de Common Ground, Archaeology and Ethnography in the Public Interest, spring/summer 2000, pag. 27. National Park Service Archaeology and Ethnography Program, Washington).

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.ultimas tres decadas ha ido modificando y minando cada vez mas este esce-

~ 0 del debate. Con esto en mente, cabria hacerse en este momenta dos pre~untas importantes: 1) LSe conocen en America del Norte reportes de sitios .

;rqueologicos con una anti.g?edad mayor que la de l~s sitios Clovi~. mas tempranos? y 2) Ltodos los s1t10s fechados dentro del penodo de expansiOn de Clovis presentan contextos asimilables a esta "cultura" (en el sentido de Haynes hay varios sitios 19 82)? En cuanto ala primera pregunta, se debe remarcar que 14 en los que se han obtenido fechas previas a los 11.050 afios C AP. Aunque Ia mayor parte de ellos no se ha mantenido en pie luego de Ia exhaustiva reevaluaci6n de todas las evidencias y del estudio de los procesos de fonnaci6n de estos sitios, en algunos casos no pueden ser descartados. Uno de los mas conocidos y debatidos sitios pre-Clovis es Meadowcroft Rockshelter (Pensylvannia) excavado por James Adovasio y su equipo a fines de los '70 y principios de los '80 (Figura 20). Este sitio se encuentra en el interior ·de una cueva 8 cerca de un cauce tributario de rio Ohio. Es un sitio multicomponente, es decir, que presenta evidencias de haber sido ocupado en diferentes momentos a lo largo del tiempo. Segun los fechados efectuados sobre los materiales de los niveles mas profundos, sobre los cuales existe un exacerbado debate, el sitio habria sido ocupado por un pequefio grupo de cazadores recolectores alrededor de 14.000 afios 14 C AP. Uno de los aspectos mas interesantes de este sitio ademas de su antigtiedad es que los moradores de Ia cueva habrian llevado una forma de vida y empleado tecnologias diferentes a Ia de los Figura 19b. Reconstrucci6n de una escena de caza com una! de bisontes cazadores Clovis. En efecto, Ia subsistencia no estuvo basada en Ia caza espe(tomada y modificada de Jennings, 1978). cializada de mamiferos de gran tamafio sino que se habria establecido sobre el Hasta aqui Ia hipotesis de que los grupos Clovis fueron los primeros aprovechamiento de una gama de recursos mucho mas amplia y diversa, o sea, un tipo de economia generalizada. Los ocupantes de Ia cueva no solo habrian nos en dispersarse por el continente americana parece Ia forma mas simple parsimoniosa de ordenar Ia informacion. Mas a(m considerando Ia ausencia aprovechado venados y otros animales de menor porte sino tambien diversos evidencias humanas mas tempranas que Clovis en Beringia, Ia aparPnti>W productos vegetales. En cuanto a los instrumentos liticos empleados, y a imposibilidad de ingresar a America por via continental durante y algun tH:;utpujf. diferencia de la gente Clovis, en Meadowcroft Rockshelter se usaron con despues del maximo avance glacial y, posiblemente tambien, Ia extincion repentina,'l frecuencia materias prim as liticas en forma de pequefias hojas obtenidas mediante de Ia megafauna objeto de caza de estos grupos. Esta aparente fortaleza una sofisticada y estandarizada tecnica, similar a Ia conocida para el Paleolitico modelo Clovis-primero llevo rapidamente a su aceptacion casi dogmatica y de Siberia. La unica punta de proyectil identificada no presenta Ia acanaladura caracteristica de las Folsom y Clovis. que toda nueva evidencia humana con una cronologia mas temprana a la Clovis (o sea pre-Clovis) sea consideradaper se poco confiable por la wwuwuau'H cientifica. De la misma man era, tam bien fueron sospechados, yen algunos g La alta frecuencia de sitios arqueol6gicos ubicados en el interior de abrigos rocosos, desestimados, los contextos arqueologicos de igual cronologfa pero como cuevas o al.eros, es un aspecto recurrente en todo el continente y responde a las asociaciones y tipos de materiales diferentes a los esperados en un sitio mayores posibilidades que presentan para conservarse y para ser hallados. Por lo tanto, A pesar de que el modelo Clovis-primero se ha mantenido vigente en esto no implica que las sociedades aborigenes hayan empleado los aleros mas asiduamente ambito cientifico, principalmente norteamericano, Ia informacion generada que los espacios abiertos para sus asentamientos.

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Es importante sefialar que, para algunos investigadores (p. ej. Fiedel, las evidencias vinculadas con los procesos de formaci6n del sitio no suficientemente s6lidas para sostener Ia cronologia propuesta. argumentos mas utilizados se ha planteado, en primer Iugar, que qu estudiaron no han definido con suficiente claridad Ia estratigrafia del sitio procesos involucrados en su formaci6n. En segundo Iugar, debido a asignaci6n antr6pica de algunos de los materiales fechados no ha corroborada satisfactoriamente, no puede considerarse confiable Ia obtenida. Por ultimo, Ia reconstrucci6n paleoambiental sobre Ia base del de Ia fauna indica un ambiente mucho mas templado que el esperable 14.000 afios atras para una zona muy cercana al frente glacial. Otro critico de Meadowcroft que debe ser mencionado y que varios auto res COiupa~g (p. ej. Grayson, 2004) es Ia falta de una publicaci6n que retina y sinteticell informacion general del sitio.

Qtro sitio muy conocido, e integrante del selecto grupo de posibles candidatos .ara probar Ia existencia de cazadores recolectores pre-Clovis en America del ~orte, es Cactus Hill (Figura 21 ). Este sitio se encuentra en Ia cuenca del rio Nottaway, a pocos km de la costa sudeste de los Estados Unidos, en el estado de Virginia. A diferencia de Meadowcroft Rockshelter, esta ubicado en un espacio a cielo abierto. Alli los equipos dirigidos por McAvoy y Johnson, que trabajan en simultaneo en el mismo sitio, hallaron restos con una antigtiedad cercana a Jos 15.000 afios 14 C AP (Goebel, 2004). Como en el caso anterior, estos grupos babrian utilizado materias primas liticas obtenidas de nucleos de micro-hojas. Se registraron tambien varios instrumentos bifaciales de reducidas dimensiones, principalmente puntas de proyectil. Si bien se encontraron escasas evidencias de los recursos utilizados por los grupos humanos que lo ocuparon (entre ellos algunos quelonios -tortuga- y venado de cola blanca -Odocoileus virginianus-), McAvoy y McAvoy (1997) sugieren que el tipo de tecnologia podria estar asociado con cazadores recolectores generalizados, con una economia similar a la inferida para los habitantes de Meadowcroft Rockshelter. Algunos milenios despues de que los cazadores recolectores mas tempranos de Cactus Hill abandonaron ellugar, y luego de que los materiales fueron cubiertos por sedimentos, otro grupo se habria establecido en el mismo espacio cerca de los 11.000 anos NC AP. Este ultimo grupo tam bien dej6 alii algunas puntas de proyectil, entre otros artefactos liticos, las cuales fueron asignadas a Clovis. Es necesario senalar que tambien varios autores han puesto en tela de juicio la validez de Ia cronologia asignada a Ia ocupaci6n mas temprana. Entre las principales criticas, sintetizadas recientemente por el arque6logo nortemericano Robert Kelly, puede mencionarse que los materiales Clovis y pre-Clovis, separados cronol6gicamente por mas de 2.000 afios, solo estan separados estratigraticamente por una delgada capa de sedimentos que dificilmente pudo ser acumulada en un periodo tan largo. Esto se apoya en que el contexto sedimentario del sitio (un deposito de duna) sugiere tasas de depositaci6n mucho mas alta.

Figura 20. Excavaciones en el sitio Meadowcroft Rockshelter (tomada de Fagan, I

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como cantera para Ia provision de materias primas para sus instrumentos (Goebel ?004). Entre las capas superiores y medias de este sitio se registraron evidencias de sucesivas ocupaciones humanas, desde cazadores recolectores Clovis hasta aborigenes contemporaneos a Ia epoca colonial. Debajo de estos niveles se 14 registr6 una capa de sedimentos aluviales datados en 16.000 afios C AP que contenia numerosos artefactos liticos: micro-hojas, lascas con posibles evidencias de haber sido utilizadas para corte y nucleos de micro-hojas con posible tratamiento termico (es decir, Ia piedra empleada como materia prima fue calentada antes de su manufactura para mejorar su calidad para Ia talla) pero no se registraron artefactos bifaciales. Las caracteristicas de los instrumentos de piedra de este sitio no permiten asimilarlos a ningun otro conjunto antiguo de Norteamerica. Debido a que las fechas inferidas para este componente no fueron obtenidas de materiales arqueologicos sino de sedimentos (por un metodo denominado datacion OSL) y a que los artefactos liticos son muy escasos, este sitio noes considerado aun como una evidencia sol ida de ocupacion pre-Clovis.

Figura 21. Trabajos de excavaci6n en el sitio Cactus Hill (foto cortesia Michael Johnson).

Para finalizar este resumen sobre. las principales evidencias con antigiiedades mayores que los 11.500 afios 14 C AP debe hacerse referenci~~!:, a dos sitios: Saltville y Topper. El primero se encuentra en el valle del mismof nombre, en el estado de Virginia. Allf se recuperaron algunos artefactos liticosl. asociadas con restos oseos de mamut y buey almizclero (Ovibos moschatus ). identificacion de evidencias de modificacion intencional en este ultimo permitio a McDonald y Kay (1999) plantear que fue empleado como in por los ocupantes del sitio. Uno de los fechados radiocarbonicos efectuados realizo sobre una muestra de este hueso y dio una edad de ca. 14.500 afios AP. Si bien este sitio se encuentra en estudio y Ia informacion publicada todavia escasa, se ha propuesto que fue ocupado por cazadores generalizados durante la explotacion estacional del area durante el Pleistocenoi\1 final (Adovasio y Pedler, 2004). El sitio Topper (Figura 22) se encuentra en terraza alta del valle del rio Savannah, en Carolina del Sur, cerca de un de rocas recurrentemente utilizado por sociedades aborigenes en el uct:-.auv.,•

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Figura 22. Excavaciones en el sitio Topper (foto cortesia Albert Goodyear).

Volviendo a Ia segunda de las preguntas referida a si existen en America contextos arqueologicos contemporaneos y, a! mismo tiempo, no asimilables a Clovis, Ia respuesta es que sf. En diferentes sectores del Hemisferio Norte se identificaron evidencias arqueologicas de cazadores recolectores cuyos correlatos materiales son diferentes a los contextos Clovis. En primer Iugar deben mencionarse los sitios conocidos de modo generico como pertenecientes al complejo Nenana (ubicados en el valle homonimo en el centro de Alaska). Hasta

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m hace pocos afios, se caracterizaba a las sociedades vinculadas con este comp)f"" jo como muy vinculadas, y hasta posibles antecesoras, de los grupos Clovi~f Esta vinculacion fue establecida principalmente sobre dos aspectos: 1) u~ antigtiedad similar a Ia de Clovis, incluso unos siglos mas antigua (ca. 11.80 afios 14 C AP) y 2) Ia presencia de una tecnologia litica con puntas de proyect~ -aunque mas pequefias y sin acanaladura- y Ia ausencia de una tecnologia J~ micro-hojas (tfpicos caracteres Clovis). Sin embargo, el panorama se ha vuelt~ cada vez mas complejo desde Ia aparicion de numerosos contextos muy simila~ res a estos, pero algunos con presencia de tecnologia de micro-hojas. Entr~ estos sitios pueden incluirse los ubicados algo mas al Oeste, en el valle del r~ Tanana, tributario del Nenana (p. ej. Broken Mammoth, Mead y Swan Pointf Estos sitios fueron interpretados como areas domesticas (campamentos) dond~~ se efectuaron distintas actividades como el uso de fogones, el procesamienta de_ cuero, Ia manufactura_Y mantenimiento de i~strume~tos litic?s ~ el procesiJ m1ento y consumo de ammales. Los mamuts solo habnan constJtUido una part~ de Ia dieta de estos grupos, ya que tambien aprovecharon ciervos, caribues, bJ:~, "'jjjj sontes y algunas especies de aves. Todos estos sitios habrian sido generados pd~ pequefios grupos de cazadores recolectores generalizados altamente moviles qJ~ aprovechaban estacionalmente distinto tipo de recursos y que se establecierol) alii al menos hace unos 11.800 afios 14C AP. Frente a este panorama, Ia discusioftil acerca de que es exactamente lo que los arqueologos llamamos Clovis, de s~~ orfgenes y de sus antecesor~s, se vuel_~e cada vez ~nas dific~l. Lo unico que p~rec; claro a Ia luz de Ia nueva mformacwn es que, mdepend1entemente de cuand(\1 arribaron los prim eros indfgenas al continente, el proceso de expansion, Ia adapt£~~ cion a los diferentes ambient~s y la diversificacion tecnologica se desarrollo d~r' una man era mas compleja que lo que el modelo Clovis- primero sugiere.

2.3 Las sociedades tempranas de Ia costa pacifica de Norteamerica ,,~

Las investigaciones arqueologicas en el litoral oeste de Norteamerica ad~i, quieren una especial relevancia en el contexto del poblamiento inicial del conti~ nente y, a! mismo tiempo, imponen serias dificultades para su abordaje. Su rele~ vancia radica en que esta faja de costa pudo haber constituido una via d~ co~nunicaci_~n utilizad~ p~~ los primeros a?origenes_llegados desd~Asia. _InclusoJ Ia mformacwn paleochmat1ca y paleoambiental sug1ere que esta vm habna estado;.1 libre de hielos mas tempranamente que el corrector de Alberta -ubicado al est~ de la cordillera- y que, tal vez, ofrecio mejores condiciones de habitabilidad par~j 58

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Jos prim eros pobladores. Sin embargo, debido al aumento del nivel de los ocea05 en tiempos post-glaciares (alrededor de 150m en el sur de Alaska), la mayor J1 arte de Ia antigua faja litoral se encuentra actualmente sumergida. Esto implica ~ue los restos de las ocupaciones humanas establecidas aquf a finales del pteistoceno tambien se encuentran bajo las aguas y, por lo tanto, presentan urandes dificultades para ser hallados e investigados. Ademas muchos pudiefon simplemente desaparecer durante el proceso de ascenso marino. A pesar de las limitaciones sefialadas, las investigaciones en el extremo oeste del continente estan generando abundante informacion sobre los habitantes tempranos de esas regiones. Los fechados mas tempranos fueron obtenidos en dos sitios, Daisy Cave y Arlington Springs, ubicados en las islas Channel, en California, cuya cronologia los ubica entre los I 0.500 y 11.000 afios 14CAP (Erlandson y col., 1996; Johnson y col., 2000). Aunque las fechas no son tan antiguas como las registradas en el interior del continente, las caracterfsticas de los hallazgos ponen de relieve que estas poblaciones desarrollaban una forma de vida muy diferente ala de los cazadores de tierra firm e. Estos grupos no s6lo habrian empleado embarcaciones para moverse mar adentro, sino que disponian de una tecnologfa especializada para el aprovechamiento de los recursos del ·mar, como anzuelos y redes de fibra vegetal y se alimentaban principalmente de moluscos, peces y mamiferos marinos. Sociedades con caracterfsticas similares, aunque algunos siglos mas tardias, habrian ocupado varias is las ubicadas entre la isla canadiense de Vancouver y el sur de A Iaska (p. ej. sitios Kilgii Gwaay, Richardson Island, PET-408; Fedje y col., 2004). En este caso tambien habrian subsistido sobre Ia base del aprovechamiento de los recursos del mar, lo cual fue corroborado mediante estudios especificos de 14 paleodieta efectuados sobre huesos humanos de mas de 9.000 afios C AP (Dixon, 1999). Este tipo de analisis, consistente en la identificacion de componentes isotopicos diagnosticos en los huesos, permitio determinar que Ia dieta habrfa estado compuesta principalmente por productos marinas. La tecnologia litica utilizada por estos grupos (algunos bifaces lanceolados e instrumentos unifaciales) no tiene analogfas claras con otros artefactos de sitios contemporaneos. El ultimo aspecto relevante de estas sociedades es Ia intensa intercomunicacion que se habrfa producido entre las diferentes islas, sea por comercio o por traslado de los propios grupos. Esto se infiere de Ia presencia en algunos sitios de instrumentos elaborados con rocas procedentes de otras islas de Ia misma region.

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2.4 Mexico y Centroamerica En el territorio actual de Mexico existen numerosos estudios en los propane !a existencia de registros arqueol6gicos con antigiledades m los 20.000 afios (Mirambell, 1994). Sin embargo, Ia precision de las de los materiales y de las metodologfas aplicadas para su analisis es insu a(m para considerarlos como pruebas segunis de un poblamiento pre-Clov America. Teniendo en cuenta los estandares de Ia ciencia arqueol6g contemporanea y la escueta documentaci6n proporcionada sobre estos · puede seftalarse que la mayor parte de ellos no exhibe contextos que justifi su aceptaci6n plena (Acosta Ochoa, 2007; Dixon, 1999). El problema que presentan es Ia dificultad para detenninar si los materiales fechados la misma antigiledad que las evidencias arqueol6gicas alii registradas y,. algunos casos, siestas ultimas evidencias son realmente materiales por humanos. Entre estos sitios pueden mencionarse Rancho La Ampola Cedral (San Luis de Potosi), donde se propane Ia presencia de cazadur recolectores de mas de 30.000 aftos de antigiledad a partir del fechado de interpretados, sin evidencias suficientes, como el producto de fogones. son solidos los argumentos para sostener las dataciones mas antiguas conocido sitio Tlapacoya 1, ubicado en Ia cuenca de Mexico. Alii se · algunos posibles artefactos lfticos, varios restos oseos de fauna extingu una estructura circular interpretada como un fog6n de cuya ceniza se obtuv fechados de alrededor de 24.000 afios 14 C AP.



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Oceano Pacifico

Figura 23. Mapa con ubicacion de los sitios de Mexico y Centroamerica en el texto. 1- El Cedral y Rancho La Ampola; 2- El Penon 3: 3- Tlapacoya 1; 4Valsequillo; 5- Los Grifos; 6- Las Palmas/Naharon!Aktun Ha (Mexico): 7- Los Tapiales (Guatemala); 8- Corona; Agua Dulce; Cueva de los Vampiros (Panama).

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Sabre Ia ocupacion temprana de Mexico hay que mencionar tam bien Iaconocida localidad arqueologica Valsequillo (ubicada al sur de Puebla) que ha sido objeto de numerosas investigaciones y polemicas desde mediados del siglo XX. De esta zona proceden numerosos reportes de sitios con una gran abundancia ydiversidad de fauna extinguida como bisontes, caballos, anti! opes, gliptodontes y perezosos. Si bien en estos sitios las evidencias humanas de mas de 20.000 anos eran basta ahora muy fragmentarias y endebles, sobre todo por los problemas que presentan en cuanto a Ia cronologfa y los procesos naturales de formacion, investigaciones recientes dirigidas en el area sugieren una ocupaci6n temprana. En un trabajo publicado hace poco tiempo (Gonzalez y col., 2006) se propane una edad de 40.000 aftos para una serie de huellas dejadas presumiblemente por seres humanos en un sedimento blando. Estas huellas habrfan sido producidas por un grupo de personas de diferentes edades en una capa de cenizas volcanicas depositadas sobre Ia playa de un anti guo lago cercano al volcan Toluquilla. La fosilizaci6n de los rastros se produjo porque fueron n1pidamente cubiertos por ellago y tapados con depositos de limo. La exposici6n posterior de estos sedimentos a causa del descenso del nivel del !ago y Ia erosion del limo depositado sobre las huellas pennitio observarlas nuevamente en el paisaje actual. Es importante aclarar que este sitio aun debe ser considera.do con precaucion debido a que otras investigaciones efectuadas en Ia misma localidad por Renne y col. (2005) sugieren una edad de mas de un mill on de aftos para Ia capa de cenizas sobre Ia que se encuentran las huellas. Si asf fuera, serf a muy poco probable que las hayan producido seres humanos. No obstante, si Ia profundizaci6n de los estudios, que se encuentran en sus etapas iniciales de desarrollo, confirma la antigiledad de este sitio, pronto podrfa convertirse en Ia evidencia salida mas temprana del poblamiento americana. Esto obligaria, al mismo tiempo, a reevaluar y re-estudiar cuidadosamente los numerosos sitios ubicados en otras zonas de Mexico actualmente no considerados confiables. Aun reconociendo que Ia hip6tesis de la ocupaci6n muy antigua del actual territorio de Mexico carece de respaldo empfrico, debe sefialarse que existen evidencias concretas de presencia humana pre-Clovis o para-Clovis (es decir contemporaneo de Clovis) en este sector del continente. Entre estas evidencias se destacan los restos humanos de 11.650 afios 14 C AP hallados recientemente en el sitio Naharon, en Ia peninsula de Yucatan (Quintana Roo) (Gonzalez Gonzalez y col., 2006; Gonzalez Gonzalez y Rojas Sandoval, 2004). Uno de los aspectos mas interesantes de estos materiales y de muchos otros de cronologfa similar o algo mas tardia procedentes de Ia misma region es que fueron detectados en el interior de sistemas de cuevas sumergidas. El escaso movimiento o baja en erg fa del agua en estas formaciones ha permitido un alto grado de preservacion de los 61

conjuntos arqueologicos. Varios esqueletos humanos registrados en estas _ oo afios 14 C AP) y Ia Cueva de los Vampiros, en la costa pacifica de Panama vas (como Las Palm as y Aktun Ha) presentan edades maxim as simi lares a los 0 11fecbado entre 9.000 y I I .500 afios 14 C AP), este ultimo con puntas "cola de otras zonas de Mexico como El Penon III y Tlapacoya 1, ubicadas entre los 9 (escado". Otros sitios tempranos de Panama con fechas cercanas a las mencioy 11.000 afios 14 C AP. Estas cuevas fueron recurrentemente utilizadas por . padas pero sin hallazgo de puntas son los abrigos de Aguadulce (ca. 10.700 dades aborfgenes cuando el mar Caribe registraba una cota de 50 m por ~ I4C AP) y Corona (ca. 10.500 afios 14 C AP). A pesar de que las Iimitaciones de su marca actual. Como fue sefialado con anterioridad, el avance de los 05 set1aladas no penniten alcanzar un alto grado de resolucion en las interpretaciones sobre los continentes a finales del Pleistoceno se debio a! derretimiento de sobre ]a vida de las sociedades en el pasado, Ia combinacion de los datos disponiglaciares, cuyo efecto mas visible fue el anegamiento de amp lias extension . bles con Ia informacion paleoambiental permitio a Ranere y Cook (1991) inferir ambientes litorales y de los sitios arqueologicos generados con anterioridad a]aunas tendencias generales. Estos autores concluyen que los cazadores las sociedades establecidas en la costa. Solo en el extremo este de Ia re~olectores tempranos de Centroamerica se organizaban en pequefias bandas de Yucatan se identificaron mas de 150 cuevas de este tipo, en algunas de altamente moviles que explotaban una amplia diversidad de los recursos tfpicos cuales se hallaron abundantes y diversos restos arqueologicos. El estudio del area boscosa que ocupaban. A pesar de la mayor temperatura y aridez registraeste tipo de conjuntos es muy costoso y constituye la tarea principal de un das durante finales del Pleistoceno, la mayor parte de esta region habria estado especial de la arqueologfa denominada arqueologia subacuritica. ocupada por bosque. Esto refleja una importante diferencia respecto de la concepUn tema sobre el que todavia no se conoce demasiado en Ia region es'~li cion generalizada segun Ia cuallas sociedades que empleaban puntas acanaladas referido a las sociedades vinculadas con Clovis. A pesar de la amplia distribucioi ocupaban las grandes praderas habitadas por los grandes mamiferos en las planicies norteamericanas ubicadas mas a! norte, los con pleistocen icos. tecnologicos de este tipo son escasos en Mexico. La mayoria de ellos sere en el noroeste del territorio y, debido a que generalmente proceden de s A modo de cierre, y teniendo en cuenta las evidencias discutidas en este superficiales, no ha sido posible determinar su antigi.iedad. El unico dato capitulo, pueden sefialarse varias tendencias generales que permiten, al menos, cronologfa precisa de puntas acanaladas en Mexico procede del sitio Los G sintetizar el estado de la situacion. Primero, parece claro que las ocupaciones en el Estado de Chiapas, con una edad sorprendentemente joven para este mas tempranas se establecieron en Norteamerica entre los 12.000 y 17.000 14 de registro (9.400 afios C AP). Incluso, algunas puntas acanaladas pres afios 14 C AP. Segundo, hacia los 11.000 afios 14 C AP, los grupos asociadas con en este sitio son algo diferentes a las Clovis, asemejandose en algunos casos estas ocupaciones ya se habian distribuido a lo largo de una amplia diversidad las denominadas puntas "cola de pescado" que, como se vera mas adelante, de ambientes y exhibfan una gran variabilidad adaptativa, desde cazadores caracteristicas de ocupaciones antiguas de Sudamerica. Lo que parece claro especializados en Ia captura de megafauna pleistocenica ocupantes de las que si bien los cazadores de fauna extinguida (p. ej. mamuts) de finales Pleistoceno ocuparon buena parte de esta region, no utilizaron de forfYI~~ planicies interiores, hasta grupos tipicamente litoralefios que aprovechaban recursos del mar. Tercero, hacia esta misma fecha no se observa ninguna generalizada una tecnologia de puntas acanaladas. tendencia en cuanto ala cronologia y distribucion espacial de los sitios y, por La situacion del conocimiento sobre el poblamiento temprano Io tanto, no sugieren una direccionalidad en el desplazamiento de los grupos. Centroamerica presenta algunas similitudes con el panorama observado Esto podria indicar que ellos no se encontraban en ese entonces en proceso Mexico. Aqui tambien se conocen referencias de materiales atribuibles de expansion sino que, posiblemente, Ia irradiacion se habia producido algunos momentos tempranos pero Ia informacion obtenida de los sitios de milenios antes. proceden no es suficiente para establecer asociaciones contextuales En tenninos generales, Ia idea del ingreso de un grupo colonizador unico en cronologicas precisas. Tal es el caso de los hallazgos de puntas de el continente hace poco mas de 11.000 afios 14 C AP, como proponen los defensores acanaladas, tanto Clovis como del tipo "cola de pescado", en numerosos s del modelo Clovis-primero, parece improbable. Nose esperaria, en este caso, un -en su mayoria superficiales- de Guatemala, Belice, Costa Rica, Panama proceso de expansion y diferenciacion adaptativa tan veloz. Tampoco parece Honduras (Ran ere y Cooke, 1991 ). Los unicos sitios con puntas acanalad consistente el modelo con Ia ausencia en Siberia de una tecnologia equivalente edades bien definidas son "Los Tapiales", en Guatemala (fechado entre 9.000 ala de Clovis, lo cual se esperaria si el desplazamiento de esta cultura desde el

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viejo mundo fue tan rapido como se propone. Esta hip6tesis tambi encontrado serias dificultades para explicar el ingreso de los grupos a corredor de Alberta, donde las condiciones debieron ser extremas para la vivencia. Debe tam bien sefialarse que, asi como la simplicidad del modelo primero no parece explicar Ia complejidad del registro arqueol6 Norteamerica y Siberia, tampoco existe11 evidencias s6lidas de oc significativamente mas tempranas (por ejemplo algunos milenios antes). se ha sefialado, la mayoria de los sitios aspirantes a probarlas no han todavia volverse completamente confiables.

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i'',~. Los sitios

controversiales de America del Sur

Gran parte de Ia discus ion sobre el poblamiento americana en las ultimas dos Mcadas se ha concentrado en tres sitios sudamericanos que tienen implicancias si!'11ificativas para entender el proceso general de dispersion de Homo sapiens e;el continente y para desafiar el modelo Clovis-primero: Monte Alegre publicado en Science en abril de 1996 por Anne Roosevelt y un extenso equipo de colaboradores; Toea do Boquerao do Pedra Furada (de aquf en adelante Pedra Furada) investigado por un equipo basicamente franco-brasilefio a cargo de Niede Guidon, y aun escasamente publicado, y Monte Verde, cuyo estudio a cargo de Tom Dillehay y su equipo ha producido decenas de articulos, incluyendo dos completos libros que contienen todos los analisis efectuados en el sitio (Dillehay, 1989, 1997). Otros sitios, con dataciones pre-11.200 afios 14 CAP, ocupan un Iugar periferico en el debate, debido a que: a) no han sido apropiadamente publicados, b) los hallazgos no son tan espectaculares, c) las evidencias son aun debiles y/o c) no han entrado en el circuito central de Ia discusi6n por motivos diffciles de comprender. Entre estos sitios olvidados o subvalorados estan: Taima-Taima (Bryan y col., 1978; Ochsenius y Gruhn, 1979), Cueva Lago Sofia I (Prieto 1991 ), EIAbra (Vander Hammen, 1992) y algunos abrigos del este de Brasil, tales como Santa Ana do Riacho y Lapa do Boquete (Prous, 1991, 1992-92, Kipnis 1998), que estan bien publicados y presentan niveles datados entre 12.070 y 11.950 afios 14 CAP. Recientemente tambien ha ingresado al debate el sitio de Santa Elina en el Estado de Mato Grosso en Brasil con dataciones de alrededor de 25.000 afios 14 CAP (Vilhena Vialou, 2005). Por otro Iado, hay algunos sitios cuya cronologia aun noes clara o, al menos, habria que confirmarla con mas dataciones radiocarb6nicas antes de incluirlos en un supuesto grupo pre- 11.200 afios 14 C AP. En este grupo se encuentran sitios como Tibit6 en Colombia (Correal Urrego, 1981) y la Cueva 3 de Los Toldos en Ia Patagonia argentina (Cardich y col., 1973). El de Tibit6 es uno de los casos mas interesantes. Nadie ha dudado del caracter arqueol6gico del sitio, que presenta una muy buena asociaci6n de artefactos liticos con restos de los animales que vivian en aquel momento en Ia region. Parece bastante claro que al abrigo de una gran roca en un borde de Ia sabana de Bogota, un grupo de 65

indigenas caz6, despost6 y comi6 un caballo americano, un mastodonte y dos a finales del Pleistoceno. Sin embargo, Ia (mica dataci6n se ha obtenido, de 11.740 afios 14 C AP, es insuficiente para ubi car a este un hipotetico grupo de sitios pre-Clovis. Como ha quedado muchas ocasiones, una sola dataci6n no es suficiente para precisar Ia ub cronol6gica de un evento de ocupaci6n humana en la escala de los afios. Muchos factores pueden contaminar Ia muestra o pueden ocurrir durante Ia secuencia de pasos seguidos durante el proceso de radiocarb6nico. Considerar un unico fechado pocos afios mas antiguo limite cronol6gico de Clovis para proponer a! sitio como una evidencia Clovis es arriesgado. Sobre Ia base de Ia asociaci6n faunistica confiable, situaci6n estratigrafica clara y de una dataci6n solitaria, lo unico que tiene grado de certeza es que el evento de ocupaci6n humana en Tibit6 algun momento del Pleistoceno fmal. Con Ia evidencia disponible no se precisar si este momenta fue sincronico, anterior o posterior a Clovis en del Norte. El otro caso interesante para mencionar es el del Nivel 11 de Ia Los Toldos de Ia Patagonia argentina, ya que durante decadas se ha a este como un candidato firme para una ocupacion pre-Clovis de Sur (Cardich y col., 1973). En este nivel se obtuvo una unica datacion de ± 600 afios 14 C AP, proveniente de carbones dispersos. En este mismo habia restos de guanaco asociados con artefactos espesos confeccion: sobre una roca silicea de muy buena calidad. La datacion fue realizada en en ellaboratorio BVAArsenal Viena, por Lucio Cardich (el hermano deli gador y uno de los co-autores del trabajo) y tuvo un caracter experir Ademas no tiene numero de registro de laboratorio (el F.R.A. que aparece parentesis luego de la datacion significa Fechados Radicarb6nicos nos). Esto en si mismo noes una causa para desechar Ia datacion pero si a replicarla, cos a que aun no se ha hecho. Es decir, el fechado realizado complementarse con otros proveniente de muestras del mismo nivel, para precisar la antigliedad del evento humano. En el Cono Sur existen varios sitios tempranos que han producido pre-11.200 afios 14 C AP, pero la mayoria de elias han sido descartadas que la repeticion de dataciones sobre las mismas muestras o muestras relavtuuc, ha dado edades mas jovenes. Esto alerta una vez mas sobre la cautela que tener para incorporar las dataciones radiocarb6nicas a la discusi6n interpretacion de los eventos culturales. Algunos ejemplos ilustran esta situav!\!11' En el sitio de Cueva del Medio, en el sur de Ia Patagonia, se obtuvo una sobre un hueso calcinado que estaba en un fog6n de indiscutible origen 66

Si bien el resultado fue de 12.390 ± 180 afios 14 C AP, esta fecha fue inicialmente nsiderada con mucha cautela por Hugo Nami (1987:97), el investigador a cargo %1 sitio. Dataciones posteriores de muestras del mismo fog6n y del mismo nivel, . ealizadas por Nami y Nakamura (1995), arrojaron edades mas recientes, que ~Jevaron a precisar la ocupacion humana del sitio entre 11.200 y 9.500 afios 14C AP. En el sitio Tres Arroyos, en Tierra del Fuego, Mauricio Massone reporto una dataci6n de 11.880 afios 14 C AP obtenida a partir de carbon de un fog6n de los niveles mas profundos del sitio y asociado con artefactos liticos y huesos de uuanaco. Como en el caso anterior, analisis posteriores de muestras del mismo fog6n y de otros fogones del mismo nivel dieron edades mas modemas: 10.280, J0.600y 10.580 afios 14 CAP. En el sitio LaModema, en laregi6n pampeanade Ia Argentina, se obtuvo una edad de 12.350 afios 14C AP a partir de un hueso de un gliptodonte (Doedicurus clavicaudatus) que estaba asociado con artefactos cortantes de cuarzo cristalino, con los que probablemente despostaron Ia presa; sin embargo, tres dataciones posteriores del mismo hueso y de otra muestra relacionada dieron edades mucho mas j6venes: 7.01 0, 7.510 y 7.460 afios 14 C AP, que condujeron a ajustar la antigliedad del evento entre 7.000 y 7.500 afios 14C AP(Politis y Gutierrez, 1998). Por ultimo, en el sitio Piedra Museo, en Ia meseta patag6nica de Ia Argentina, Laura Miotti y Roxana Cattaneo (1997) publicaron un fechado de 12.890 afios 14C AP, obtenido a partir de un hueso de caballo americana extinguido (Equus neogeus) proveniente de los niveles arqueol6gicos mas profundos del sitio. Sin embargo, un conjunto de dataciones posteriores de muestras del mismo nivel entregaron edades mas j6venes que varian entre 11.000 y 10.400 afios 14 C AP (Miotti y col., 2003; Steeley Politis en prensa). De esta manera, Ia primera datacion de 12.890 queda desplazada del grupo de edades obtenidas y aparece como Ia menos probable de las dataciones. En suma, como se ha visto, Ia situaci6n y el estatus de los sitios pre-11.200 afios 14CAP son bastante complejos y diversos. Ahora bien, como se ha expresado, eldebate reciente se ha concentrado en tres sitios sudamericanos: Monte Alegre, Pedra Furada y Monte Verde. Una revision de la discusi6n que gira en tomo a ellos ayudara a comprender mejor el estado actual de la discusi6n y los interrogantes que m!n subsisten en el tern a del poblamiento de America del Sur.

3.1 Monte Alegre (Brasil) La denominaci6n del sitio de Monte Alegre se refiere a los hallazgos de Ia cueva Cavema da Pedra Pintada, conocida por su arte rupestre. Esta cueva esta localizada en un sector de las planicies altas, 10 km al oeste del rio Amazonas. 67

Alii Anne Roosevelt y un equipo de colaboradores (1996) hicieron una excavacion hasta llegar a una profundidad de 2,25 m (Figura 24 ). En los mas antiguos del sitio (16 y 17), se recuperaron mas de 30.000 desechos de piedra y 24 instrumentos de forma bien definida. Las materias usadas fueron la calcedonia, el cuarzo crista1ino y el cuarzo lechoso. estas rocas afloran en las inmediaciones del sitio, pero no dentro de cual implica descartar que los materiales provengan del desprendim bloques de las paredes del abrigo. En e1 conjunto litico se reconocen di tecnicas de talla de la piedra, que incluyen Ia reducci6n por percusion presion, a traves de las cuales se obtuvieron instrumentos con filos en una yam bas caras. Tam bien se infirio Ia aplicacion de tratamiento las rocas que, como fue seftalado, tiene como finalidad mejorar las nmmo.-1..: para su manufactura.

(jato cortes fa Anna Roosevelt).

En los niveles antiguos de Pedra Pintada se hallaron mad eras quem~~ dentro de fogones, miles de frutos y semillas carbonizados perteneciente~~ especies de la floresta tropical que fueron colectados durante Ia ocupaci6~i sitio (Ia mayoria de las especies representadas existen actual mente en los reh,i~' de floresta en las areas vecinas). Los restos de animales, Ia mayoria de los Cl.\~?.;

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a presas consumidas durante Ia ocupacion del Iugar, estan mal reservados e incluyen ~ragmentos de huesos de roedores, tortugas de tierra y ~e agua, viboras, anfib10s y mamiferos terrestres grandes no identificados. rambien abundan los moluscos bivalvos y los gasteropodos. Se obtuvieron 56 dataciones de los niveles 16 y 17, a pmiir de mad eras y semillas carbonizadas, que varian entre aproximadamente 11.200 y 10.000 afios i4CAP. Para Roosevelt y col. el arriba de seres humanos a Ia cueva esta marcado por el grupo de cuatro dataciones que :an de 11.145 a 10.875 afios 14 C AP. Con el objeto de contrastar estas datacwnes se procesaron tres muestras de sedimento con metodos complementarios de datacion tales como el metodo de OSL (Optically Stimulated Luminiscense) y 10 artefactos liticos quemados [ueron datados por TL (termoluminicencia). Las fechas obtenidas por estos metodos se ubican entre 16.000 y 9.500 afios AP y abarcan el posible rango de anos calendaricos estimados sobre Ia base del carbono 14. Como conclusion, Roosevelt y col. postularon que Ia cueva fue visitada pcri6dicamente por grupos indigenas durante mas de 12.000 afios. Durante estas visitas comieron frutos y varios m1imales terrestres y fluviales, fabricaron artefactos liticos y pintaron las paredes de Ia cueva. · ·· Las principales criticas a esta investigacion provienen de algunos proponentes del modelo Clovis-primero, tales como C. Vance Haynes y Betty Meggers. Los cuestionamientos apuntaron a Ia antigtiedad de Ia ocupacion mas temprana y a Ia publicidad que se le dio a este sitio presentandolo en los medios como un hallazgo sin precedentes en Ia region. Varios investigadores (C. Vance Haynes, Ken Tankesrley y Dina Dincauze) creen que una edad de 10.500 afios 14 C AP es mas segura, ya que notaron que las dataciones mas antiguas tienen mayores errores. Por otro !ado, Stuart Fiedel (1996) analizo las dataciones teniendo en cuenta las recientes evidencias de anomalias de 14C en el periodo involucrado y calibrando las fechas de Monte Alegre y las de Clovis, Jleg6 a Ia conclusion que podrfa haber habido un intervalo de 700 a 2.000 afios entre Clovis y Ia fase inicial de Monte Alegre. Para este autor, esta diferencia seria suficiente para explicar Ia ocupacion de Monte Alegre por gente descendiente de Clovis. Para Tom Dillehay y Betty Meggers, Ia publicidad que se le dio al sitio es injustificada. Se debe destacar que luego de Ia publicacion en Science, Ia noticia fue tapa del New York Times y del International Herald Tribune, ademas ·de aparecer extensas notas a! respecto en periodicos de todo el mundo. Una vez mas, el origen de los primeros americanos cobraba gran relevancia mediatica ocupando Ia tapa de diarios y revistas de alto impacto. En esta discus ion quedan claras algunas caracteristicas del debate. Una es que el sesgo Clovis-primero determina el enfoque del problema y la validacion 69

de las evidencias. Para Haynes, Dincauze y Fiedel, el sitio es cuestion par el contexto ni par Ia publicidad, sino par Ia interpretacion supu incorrecta de las dataciones mas antiguas que desafiaba el modelo EI segundo punta que emerge claramente es el relacionado con las politico academicas de Norteamerica y el papel que juega en este esce uno de los investigadores involucrados. Par ultimo, (,eS la publici dad que en los medias, Ia mayoria de las veces exagerada, un motivo para investigacion arqueologica? Viendo como muchos hallazgos arqueolo sido presentados ala prensa en los ultimos afios, Ia respuesta obvia es Mas alla de Ia precision cronologica de los fechados de Monte Alegre, bastante clara que, teniendo en cuenta los estandares contempor aceptacion de dataciones radiocarbonicas, Ia ocupacion inicial del sitio no ser considerada pre-Clovis, pero si sincronica con Clovis (o para-Clovis). tiene dos implicancias fundamentales: a) que habia bandas de recolectores explotando los recursos de Ia floresta tropical amazonica a Pleistocene, contrariamente a los modelos que postulan la inviabilidad economias no-agricolas en los ambientes de selva tropical (vease Politis y Gamble, 1994) y b) que estas poblaciones no serian desct:nuu:uu Clovis ya que ni la cronologia, ni la tecnologia, ni la economia relacion de origen entre estos y los ocupantes de Monte Alegre. Par u clara que este sitio no es el unico ni el primero en evidenciar una para-Clovis en el este brasilefio pero, sin dudas, constituye una evia~::u~;ta fuerte apoyada par una gran cantidad de datos de diversa indole.

a cabo entre 1978 y 1980 y tuvieron como objetivo determinar Ia del arte rupestre que cubre las paredes de Ia cueva. El descubrim iento artefactos de piedra y Ia obtencion de dataciones de mas de 25.000 afios 14 C _A"p P!omovieron una investigacion mas intensa en los afios subsiguientes. j\demas, los estudi?s ar~ueologicos_ ~e art_icularon con un programa de reservacion del patnmomo, de educacwn regiOnal y de desarrollo sustentable ~ela comunidad local. Como consecuencia de esto se gestiono Ia creacion del parque Nacional Serra da Capivara y se obtuvieron fondos internacionales para prom over el mejoramiento de Ia educacion y Ia calidad de vida de los habitantes locales (vease resumen de esto en Pessis y Guidon, 2007). 11 ,vaua"

3.2 Pedra Furada (Brasil) En el area arqueologica de Sierra de Capivara en el Estado de Piaui los trabajos llevados a cabo par Niede Guidon y su equipo detectaron 244 arqueologicos, 209 de los cuales presentan pinturas rupestres y en obtuvieron fechados anteriores a 12.000 afios 14 C AP. Entre estos ultimos, ubicados en asociacion con abrigos rocosos, se encuentra el famoso sitio Furada, donde se obtuvieron dataciones radiocarbonicas de casi 60.000 AP. Tambien se propuso, sabre la base de dataciones de los niveles que fragmentos de rocas pintadas, una antigtiedad para el arte rupestre mas de 29.860 afios 14C AP (Parenti, 2001 ). El sitio de Pedra Furada esta ubicado en plena caatinga brasil era, un amoi~;;u\11 boscoso arido del nordeste del pais. Se trata de un sitio dentro de un abrigo paredes altas e imponentes (Figuras 25a y b). Las prim eras excavaciones ~ 70

Figura 25a. Vista del sitio de Pedra Furada durante Ia vis ita de 1995. Casi todo el sedimento de Ia cueva ya habia sido excavado (foto Gustavo Politis).

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de carbon en diferentes niveles, restos de semillas y hojas en los niveles t!eistocenicos, mas de 8.000 piezas liticas y 156 "rasgos arqueologicos", esto R estructuras de fogon o modificaciones antr6picas del sedimento (Parenti, j~ 5:20). ~a antigtiedad del sitio f~e ~stablecida mediante 5.5 dataciones diocarb6mcas (de las cuales 46 se d1stnbuyen entre 6.150 y cas1 60.000 afios ~CAP) obtenidas a partir de muestras de carbon de los fogones. Los niveles · ·. as antiguos entregaron 600 piezas liticas confeccionadas exclusivamente con · :cas locales: cuarzo y cuarcita, que afloran en Ia Sierra de Capivara (Figura 26). ~stos artefactos muestran una sorprendente estabilidad tecnologica a lo largo del tiempo caracterizada porIa reduccion unifacial de las piezas ( es decir, tal Iadas en una sola cara) sin claros patrones de lascado y un minimo retoque. Los autores consideran que esta tecnologia era de caracter expeditivo, es decir, que los instrumentos fueron confeccionados con poca inversion de trabajo, sobre rocas abundantes cerca del sitio y, posiblemente, descartados luego de su uso en el mismo Iugar de fabricacion.

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Figura 25b. Vista de una de las areas excavadas del sitio Pedra Furada rmrnnr~0 Ia visita de 1995 (jato Gustavo Politis). Figura 26. Artefacto litico de cuar:::o crista/ina de los niveles mas antiguos del sitio Como fue sefialado, las investigaciones estuvieron a cargo de Niede Pedra Furada (jato Gustavo Politis). secundada por Anne Marie Pessis, Fabio Parenti y por un grupo de co franceses y brasilefios. El sitio no ha sido publicado en detalle en su lulaHuq" Durante Ia excavacion, el sitio fue visitado por varios investigadores de aunque hay varios articulos que discuten diferentes aspectos (p. ej. distintos paises, tales como Paul Bahn, Richard Bednarick, Carlos Gradin y Ana Arnaud 1991; Guidon y Delebrias, 1986; Guidon y col., 1994; Parenti, 1 Aguerre. La mayo ria de ellos se llevo una opinion positiva, tanto de Ia calidad de hace pocos afios finalmente se publico Ia tesis de Fabio Parenti (200 1) Ia los trabajos como de las interpretaciones de los datos. Algunos afios despues tenido, lamentablemente, poca difusi6n. La excavaci6n entreg6 varios mi

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de tenninada la excavacion, los investigadores a cargo organizaron una vis ita al sitio en 1993. El objetivo principal fue presentar las conclusiones trabajo y discutir in situ varios aspectos de sus interpretaciones investigadores invitados, en su mayo ria norteamericanos. Como resultado visita de cinco dias, se publicaron por lo menos dos articulos. Uno de argentino Juan Schobinger (1994), fue absolutamente favorable, mientras otro, de David Meltzer, Tom Dillehay y JamesAdovasio (1994), fue dem Las principales criticas de estos autores fueron: a) que los artefactos que supuestamente representaban diferencias en Ia man era de a lo largo del tiempo (denominados "fases") y, por lo tanto, reflejaban eventos de ocupacion del sitio, se habian efectuado sobre Ia base de la de dataciones radiocarbonicas y no de diferencias tecnologicas y contextureales, 2) que habia varias fechas rechazadas por Guidon y su equipo expresarse los motivos del rechazo, 3) que el carbon a partir del cual se las dataciones podria provenir de quemazones naturales de los bosques forman la caatinga y no de fogones de origen humano, 4) que supuestos artefactos confeccionados en cuarzo y cuarcita no son tales fragmentos de roca no trabajados por humanos procedentes del techo cueva. Durante las lluvias torrenciales, estos fragmentos se desprenden caer decenas de metros y golpearse unos con otros, generan patrones de similares a los producidos mediante Ia talla intencional, 5) que no estaban los criterios para la seleccion de los supuestos artefactos hechos por humanos de los rodados caidos del techo y fracturados naturalmente, 6) canicter cultural de los artefactos no estaba adecuadamente demostrado. de esto se efectuaron otras criticas extremadamente duras e inmerecidas como Ia acusacion de que durante la excavacion no se presto atencion estratificacion intema o que los metodos de excavacion parecieron emplear y palas mas que cucharines o instrumentos pequefios. En este s investigadores norteamericanos plantearon algunas dudas y problemas interpretaciones del sitio que deben ser clarificadas. No obstante, demasiado lejos en su ejercicio critico y no balancearon adecuadamente datos a favor y en contra de cada uno de los aspectos cuestionados .. , respuestas de Guidon y su equipo (1995) aclararon varios de los puntosi, especial los referidos a los criterios de seleccion de artefactos y a los metod~l de excavacion, como asi tam bien a lo relacionado con Ia formaci on de los nes. Sin embargo, tam bien cayeron en argumentos ad hominem. En primer no, descalificaron a Meltzer, Dillehay y Adovasio por no ser especialisla~.Xl'l arqueologia de sitios pleistocenicos de regiones tropicales (no solo esta es ~ especialidad demasiado especifica, sino que las criticas deberian consirlPr;;;!

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sl mismas sin considerar el origen). En segundo Iugar, apoyaron sus ~~Jjcaciones en la. sup~~sta prese~~ci6n "intacta" del deposito, lo cual es · en cualqmer sJtiO arqueolog1co. Ademas de estos argumentos ad hominem de Guidon y col., debe sefialarse que varias de las criticas efectuadas por Meltzer, Adovasio y Dillehay a(m no han sido respondidas. Basicamente, nose analizaron profundamente los procesos de fonnacion del sitio, especialmente aquellos que pudieron haber producido Ia migracion vertical de materiales en el sedimento. El estudio de estos procesos es crucial y su reconocimiento en algunos niveles o sectores no tiene por que conducir necesariamente al rechazo de toda Ia evidencia del sitio, pero silo pone en un plano mas realista. Tam bien es dificil de sostener que de los cientos de piezas encontradass todas hayan sido confeccionadas con Ia rocas que afloran en el techo de la cueva, cuando sabemos que desde momentos muy antiguos, las rocas de buena calidad "viajaban" con Ia gente de un Iugar a otro. Por ultimo, como bien lo expreso Luis Borrero (1995), deberia proponerse alguna explicacion para algo dificil de entender: por que Homo sapiens vivio sin cam bios tecnol6gicos significativos en Pedra Furada, durante mas de 40.000 afios, mientras que en el resto del mundo, ese lapso se caracteriza, precisamente, por ht dinamica y Ia variabilidad en Ia maneras de confeccionar artefactos de piedra. . Luego de las criticas y las respuestas, y una vez detenido el fuego cruzado, el sitio entro en un cono de sombra respecto a su credibilidad y quedo en una especie de "limbo" arqueologico. Para algunos investigadores, sobre todo norteamericanos como Brian Fagan, el sitio esta fuera de la discusion del poblamiento debido a que ninguna de las evidencias de ocupacion pleistocenica es firme y, por lo tanto, no pueden ser tomadas en cuenta. Otros arqueologos menos involucrados en el debate sobre el poblamiento de America, sobre todo europeos, creen que aun hay que darle credito al sitio y que las criticas han sido en parte injustificadas y basadas mas en una suerte de "imperialisma academico" que en la rigurosidad cientifica. Sin duda, los hallazgos de Pedra Furada no pueden ser descartados de plano, pero es claro que el proyecto de investigaci6n tiene sus pro y sus contra. Por un lado, hubo largas campafias de excavaci6n sistematica y cuidadosa gracias a las cuales se obtuvo un numero significativo de informacion mediante metodos de analisis minuciosos. Por otro Iado, !a falta de publicacion adecuada (parcialmente subsanada con la publicacion reciente de Fabio Parenti en el200 1), la ausencia de un estudio sistematico de los procesos de formacion de sitio, la asuncion de que los depositos estaban intactos y la dificultad que irnplica admitir la inmovilidad tecnologica pormas de 40.000 afios, hacen que el sitio no pueda ser aceptado aun como una evidencia contundente deun poblamiento americana hace 60.000 afios. 75

La cuestion sigue abierta pero como Guidon y su equipo continuan do en el area, seguramente el avance de las investigaciones podra panorama que aun se presenta confuso. De hecho, en 2006 se hizo una reunion de arqueologos en el Iugar. Esta vez Ia mayorfa de los parti fueron brasilefios y franceses, lo que permite presuponer que habfa tensiones. Falta aun saber cuales fueron los ecos de esa reunion ya resultados aun no se han publicado. Por ultimo, parece relevante tener en cuenta los restos oseos antiguos hallados en Ia misma region que Pedra Furada que dieron edades mas recientes. Entre ellos se pueden mencionar los de Toea da Janela doAntoniao datados en 9.760 ± 140 afios 14 C AP y los enigmaticos fragmento de craneo de Garrincho datado en 12.210 ± 140 afios 14 C AP. fechas estan dentro de las edades del Pleistoceno final relativamente en America del Sur (vease el capitulo siguiente ), pero muy alejadas de antiguas de Pedra Furada.

sido ocupado durante alrededor de un afio, entre 12.300 y 12.800 afios 14 C (sobre Ia base de varias dataciones). En este nivel Dillehay y su equipo fogones, cimientos de viviendas de maderas cubiertas con cueros, •· stos de mastodonte y una gran variedad de maderas y hojas de plantas c, }e mestibles y medicinales. Una de las caracterfsticas del sitio es la poca · c~J..nracion de los artefactos de piedra, probablemente porque se habrian utilizado naturalmente fracturadas obtenidas de Ia orilla del arroyo Chinchihuapi. fragmentos de puntas de proyectil, piedras alisadas para moler y varias ~;deras dobles (Figura 27b) son ios unicos artefactos estandarizados hallados en el sitio. En niveles mas profundos, Dillehay y su equipo tam bien recuperaron posibles artefactos asociadas a ~n fogon del cual s~ obtuvieron ~os datac~o~es muY antiguas: 32.840 y 33.900 anos 14 C AP. Este conJunto, cuyo ongen antrop1co hasido tornado por Dillehay con mucha cautela, fue denominado Monte Verde 1(MY-I) y esta solo presente en una pequefia porci6n del sitio. En este nivel mas profunda las evidencias de accion humana son muy debiles y ambiguas.

3.3 Monte Verde (Chile) En 1979 el arqueologo norteamericano Tom Dillehay comenzo Ia del sitio Monte Verde, que se encuentra a orillas del arroyo Chinchihuapi, kilometros a! norte de Puerto Montt, en el sur de Chile (Figura 27a). La su descubrimiento Ilego a Ia UniversidadAustral de Valdivia, cuando fue mado el hallazgo de huesos de mastodonte que afloraban en. las arroyo. Dillehay comenz6 rapidamente Ia investigacion del sitio con Ia de que se trataba de un tipo de evidencia arqueologica inusual y distinta esperada en contextos arqueologicos tan antiguos. Hasta 1984 se real· varias temporadas de campo y' se involucro a numerosos especialistas como el arqueologo Mike Collins, el geologo Mario Pino y el paleobotanico Rossen, entre muchos otros mas. EI sitio recibio rapidamente las prim eras del arque6logo norteamericano Junius Bird y de Ia mayoria de los del modelo Clovis-primero que cuestionaron Ia cronologia y rech caracter antropogenico de los depositos arqueologicos (veanse entre Lynch, 1990; West, 1993). En 1997, Dillehay (1997) publico.el segundo sobre el sitio (el primero referente a los aspectos geologicos y paleombierua habia salido en 1987), en el cual expandio las hip6tesis previas y informacion de base del sitio. En este segundo volumen se c proposici6n de la existencia de un nivel de ocupaci6n human a que llam6 Verde II (MV-II), constituido por los restos de un asentamiento residencial

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Figura 27a. Reconstrucci6n del sitw Monte Verde. Tomado de Discovering Archaeology 6 (1)

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La investigacion de Monte Verde estuvo signada de fuertes contro•·-Por un !ado, la visita inicial del prestigioso arqueologo norteamericano Bird, quien declaro al contexto arqueologico como de origen natural, influy6 la opinion de varios arque6logos, especialmente los entusiastas del modelo prirnero. Por otro !ado, el canicter expeditivo y poco elaborado de !a mayoria artefactos liticos y la preservacion de restos vegetales, entregaban una · muy distinta de la esperada para un sitio de cazadores recolectores del final. Dillehay publico varios articulos, dio avances parciales de Ia contestola mayoria de las criticas. Sin embargo, el punto de inflexion en la de la investigacion de Monte Verde fue en 1997 cuando se publico el volumen sobre el sitio y cuando un grupo de arqueologos expertos en el vis ito ellugar y revisolos restos hallados que, en ese momento, se enc Ia Universidad de Kentucky yen Ia Universidad Austral del Valdivia.

Figura 2 7b. Artefactos liticos procedentes del sitio Monte Verde (Foto cortesia Tom Dillehay).

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JJucho se ha escrito sobre el sitio de Monte Verde y sobre las interpretaciones Dillehay. Las opiniones han sido mayoritariamente a favor y eventualmente en pero han estado cargadas de una pasion y una enjundia dificiles de en el debate de otros temas de arqueologia americana. La vis ita a Monte Verde por un panel de expertos en 1997, pretendio reproducir Ia reunion que 70 f ;.. 05 antes otro grupo de investigadores distintos, pero con intereses similares, =bia realizado en el sitio Folsom de las planicies norteamericanas. Como fue ·discutido anteriormente, alii se habia concensuado !a aceptacion del modelo de ~blamiento americano a fmales del Pleistoceno sobre Ia base de la opinion de los ~x'Pertos quienes certificaron que una punta de proyectil estaba efectivamente jncrustada entre las costillas de un bisonte extinguido. Como expres6 uno de los participantes de la nueva reunion en Monte Verde (Haynes, 1999), y tratando de reproducir lo ocurrido en Folsom, se hizo explicito que luego de la reunion deberia !legarse a un consenso. (,Por que un grupo de especialistas deberia llegar obligatoriamente a un consenso luego de unos pocos dias revisando nipidamente los hallazgos y visitando los sectores marginates del sitio? (,Por que no dejar que Ia opinion surja mas espontaneamente de la comunidad arqueologica luego de Ia lectura, analisis y discusion del ultimo volumen de Monte Verde? Luego de la visita de principios de 1997 hubo una cobertura periodistica impresionante. Nuevamente, el debate sobre el poblamiento inicial del continente llegaba a Ia portada de importantes medios graficos de comunicacion. Poco tiempo despues salio publicado el segundo volumen referido al sitio. Este lanzamiento mediatico estuvo liderado porIa National Geographic Society que fmancio gran parte del viaje y no era extrafio ver imagenes en los diarios mostrando al panel de expertos sosteniendo una bandera de la National Geographic Society. Varias publicaciones cientificas tales como Current Research in the Pleistocene o Mammuth Trumpet se sumaron ala ola triunfalista y decretaron tambien Ia caida por siempre jam as de la "Cortina Clovis". Algunos articulos tambien se basaron en Ia visita para confirmar el abandono definitivo de Clovis-primero (como por ejemplo el de Adovasio y Pedler de 1997) o remarcaron el valor confirmatorio de la visita: "Los expertos certificaron dos afios atras que Monte Verde en Chile es el sitio mas antiguo de las Americas" (Discovering Archaeology 6 (1 ): 1). Pareciera que la vis ita de los expertos y el marketing de algunas instituciones norteamericanas pudo mas que los afios de trabajo de Tom Dillehay y de tantos otros cientificos sudamericanos que desde tiempo atras han aportado diferentes evidencias que desafiaban el modelo Clovisprimero. Lo que pareceria requerir estandares de verificacion superlativos y pruebas de contundencia absoluta, para algunos termino siendo aceptado por Ia fuerza del consenso de un pufiado de arqueologos. 79

Aparentemente, durante Ia visita hubo discusiones e interpretaciones nativas sobre algunos de los multiples aspectos del sitio, pero estas resumidas a pocas lineas en un articulo publicado por Meltzer y una de co-autores, todos ellos participantes del viaje. La sustancia de acuerdos era lomas interesante y quizas hubiera sido una mejor Ia comprension de los procesos cultutales y naturales que formaron el autores hubieran explicitado estas discusiones y sus visiones bre aspectos especificos de Monte Verde. Sin embargo, el prestigio de de los participantes, el peso de "haber estado en el sitio", y el in imperativo de los organizadores del viaje de tener que lograr un consenso rable) llevo a presentar una version confirmatoria y conclusiva del sitio, a de que, de modo patemalista, los autores sugieren al publico que lea el volumen de Monte Verde para hacer su propia evaluacion. Parece claro que los problemas o dudas que genera un sitio (todo genera en algun pun to) no pueden ser resueltos mediante Ia vis ita de un de especialistas, durante poco tiempo, a un sector marginal de un sitio mas de 15 afios atras. La visita puede ser importante (sobre todo si se durante la excavacion) y si, como resultado de ella, se abre el debate, se deterrwr temas para profundizar y emergen desacuerdos y discrepancias interpretaciones. Estas posiciones altemativas son absolutamente en un sitio tan complejo y trascendente como Monte Verde. Sin embargo, debido ala extrafia dinamica de este debate, una nueva di~'-U~>lOn'J estallo en 1999. No en un medio cientifico con un proceso de evaluacion Pctr~Jf~l (como se esperaria dada Ia trascendencia 'del tema) sino en Archaeology 1 ( 6), una revista de divulgacion popular sobre arqueolve,ta. -Pitt esta revista, un detallado analisis del segundo volumen de Monte Verde, do a cabo por Stuart Fiedel (un defensor furioso del modelo Clovis-prime(Oi"' plantea inconsistencias en los trabajos publicados por Dillehay referidos af proveniencia y catalogacion de artefactos y ala falta de registro detallado de it hallazgos mas relevantes del sitio (tales como las puntas y raederas). La · de las criticas parecen triviales y son el resultado de los problemas de un yecto de larga data con Ia participacion de muchos especialistas, durante cuales puede haber discrepancias por ejemplo en Ia catalogacion o en Ia cion de algunos objetos especificos. Algunos problemas derivaron tam bien lJi·• un error editorial al no inchiir en Ia version publicada las numerosas corre"";~l nes que los autores habian hecho sobre las pruebas de imprenta ( esto ademas ala publicacion extra de una extensa fe de errata). En su respuesta misma revista, Dillehay y col. (1999) aclaran Ia mayoria de estas dudas. embargo, en los comentarios del final, un grupo de arqueologos (Ia mayoria 80

cuales previamente ya habia dudado de Monte Verde, tales como West y Ie otorga a estos problemas un rol crucial en Ia credibilidad del sitio: que una discusion tan detallada, y con tanto impacto en el ambito cientffi{Jr en una revista de divulgacion popular? z.Por que la discrepancia en Ia co, · d e a lgunos matena . 1es provoca esta reacc10n . ' extrema entre a Iguifovenienc1a pos investigadores? Pocos arqueologos descalificarian una investigacion tan 1arga y compleja por algunas inconsistencias en Ia catalogacion y publicacion del registro de artefactos. por otro !ado, y siguiendo la misma logica de argumentaci6n, debemos sefialar ue tam bien resulta dificil aceptar el enunciado de Dillehay de Ia prim era pagina ~el segundo volumen de Monte Verde en Ia que expresa que es un sitio genuino y que tanto el registro geologico como el arqueologico estaban intactos (Dillehay, !997:1). El mismo autorreconoce y analiza paginas mas adelante algunos de los factores naturales que habrian afectado al sitio, aunque los considera secundarios y de minimos efectos post-depositacionales. El pun to es que el propio concepto . ·de "intacto" es insostenible para definir Ia situacion de cualquier sitio arqueologico. Estono cuestiona los meritos de Dillehay ni Ia calidad de su trabajo, como tampoco ·reduce la confiabilidad del sitio. Simplemente lo pone en una dimension mas real. Noes necesario pro bar algo dificil de sostener como es lo intacto de un sitio, para proponer que habia gente en Monte Verde hace 12.500 afios 14 C AP con un estilo de vida bastante diferente al imaginado para Clovis. Por ultimo, el mayor aporte de Monte Verde no fue romper con el modelo Clovis-primero -algo que como ya dijimos habia sido logrado antes- sino generar unnuevo estandar de busqueda y de interpretacion para los sitios tempranos de America del Sur. Silas interpretaciones de Dillehay son correctas, las chances de que aparezcan sitios similares en ambientes parecidos son altas. Nuestra habilidad para buscarlos, nuestra metodologia para investigarlos y nuestra capacidad para entenderlos deberan cambiar para dar cuenta de esta situacion, hasta ahora inimaginada.

Como hemos visto en este capitulo, el registro arqueologico de America del Sur ha entregado informacion de relevancia para abordar el poblamiento inicial de America. Varios sitios han sido datados en mas de 11.200 aunque aun de manera insuficiente. Algunos son fuertes candidatos a ser considerados evidencias previas o contemporaneas a Clovis. Otros han dado edades mayores a 11.200 pero dataciones posteriores indicaron antigtiedades cercanas a 11.000 afios 14CAPy, por lotanto, han sido re-evaluados. Porultimo, de los tres sitios mas debatidos recientemente, Monte Verde y Monte Alegre han sido razonablemente

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datados entre ca. 12.500 y 11.000 afios 14 C AP y estan indicando un vida con un fuerte enfasis en Ia recoleccion de productos vegetales. Estos muestran un escenario bastante diferente de Clovis. En el caso de Pedra es crucial entender los procesos de formacion del sitio y clarificar aun puntos antes de su incorporacion plena a los modelos de poblamiento no. Sobre todo, seria importante hallar en las inmediaciones contextos que puedan sustentar desde una perspectiva regional algunas de las ciones de Guidon y su equipo.

4. La arquelogia del poblamiento de America del Sur

Las huellas de los pobladores mas antiguos de America del Sur se encuentran en muchos sitios arqueologicos de varias regiones y ambiente diferentes. Sin embargo, elrelevamiento que existe del continente es aun muy desigual. En ·aJaunas regiones no se han efectuado investigaciones sistematicas disefiadas p;a detectar y estudiar sitios antiguos y, por Io tan~o,. se sabe muy po~~ del poblamiento temprano. Tales el caso de Ia selva amazomca (con Ia excepc10n de algunos pocos sitios como Monte Alegre), de gran parte de Ia cuenca del Orinoco, de Ia region chaquefia y del bosque pluvial de Ia falda oriental de los Andes. Los vacios de informacion en estas regiones son enormes y se deben a dos causas fundamentales: por un !ado, la poca "visibilidad arqueologica" de los sitios mas antiguos y, por otro, Ia falta de proyectos de investigacion sostenidos que aborden este tema. Afortunadamente, otros sectores del continente son relativamente bien conocidos y se dispone para ellos de una buena base de datos. Entre estas regiones se encuentran Ia Patagonia argentino-chilena, las llanuras pampeanas de Ia Argentina y Uruguay, los valles centrales de Chile, la sabana de Bogota, Ia costa norte de Peru y el Planalto brasilefio. Asimismo, hay un heterogeneo grupo de lugares don de se ha recuperado informacion interesante pero aun escasa, como las tierras altas de los Andes, la region cuyana, la faja arida del noreste de Venezuela y las estribaciones andinas septentrionales de Ecuador y Colombia. En este capitulo resumiremos y discutiremos Ia informacion disponible para America del Sur, con excepci6n de Ia que proviene del Cono Sur. que debido a su abundancia y complejidad, sera tratada con mayor detalle en el capitulo siguiente.

4.1 EI Norte de America del Sur Este sector es clave para entender el poblamiento de America porque, si aceptamos Ia evidencia de que Ia direccionalidad del poblamiento fue norte-sur Yde un origen asiatico de los primeros americanos, o por lo menos de una

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proporcion importante de ellos, el istmo de Panama se presenta como un de botella" que se abre a una amplia region con una gran variedad de am Basicamente, las mejores evidencias de los primeros pobladores pro los cordones nor-andinos y de las tierrasaridas del noreste de Venezuela. hay informacion reciente sabre Ia ocupacion antigua del continente en ej del rio Magdalena (Colombia) y numerosos hallazgos superficiales que una alta antigi.iedad. aun no confinnada.

Mar Caribe

Oceano Pacifico

primeros datos sistematicos de sitios del Pleistoceno final fueron prearqueologo Gonzalo Correal Urrego y el palinologo Thomas Van sabre Ia base de sus trabajos en Ia cordillera oriei1tal de Colombia. jos bordes de Ia Sabana de Bogota, excavaron los abrigos rocosos de , endama (Figura 29 y 30) y El A bray el sitio a cielo abierto de Tibito. Los dos 11 han entregado restos de varias ocupaciones humanas muy antiguas aproximadamente 12.500 afios 14C AP hasta tiempos de Ia conquista europea. Nn-bos sitios son intrigantes porque muestran entre si algunas similitudes y diferencias llamativas. En ninguno se hallaron puntas de proyectil de ningun tipo, alga muy extrafio para finales del Pleistoceno ya que para ese momento se reconocen en America varios mode los de puntas. Tam poco se recuperaron restos de Ia fauna pleistocenica que, para ese momenta, debia habitar toda el area dela Sabana de Bogota. En Tequendama L111o primeras ocupaciones humanas del abrigo se dataron entre 12.500 y 10.100 afios 14 C AP, mientras que para el Abra hay una dataci6n cercana de 12.400 afios 14 C AP. En ambos sitios se hallaron restos de los animales median as y pequefios tales como venados ( Odocoileus), conejos (Sylvilagus), ratones (Sigmodon), curies (Cavia) y annadiiios (Dasypus). Los artefactos Iiticos hallados son tambien muy sugestivos y, como tantas otras cosas de estos primeros pobladores, plantean muchos interrogantes. En los niveles mas antiguos de Tequendama se recuperaron instrumentos unifaciales bien confeccionados sobre un tipo de una materia prima de muy buena calidad (un chert Ilamado lidita) que proviene del valle del rio Magdalena. Estos artefactos aparecen solo en Tequendama, en los niveles mas antiguos, y luego desaparecen del registro. Sin embargo, en este mismo sitio, y tam bien en El A bra, se hallaron unos instrumentos poco elaborados, confeccionados sabre un chert local de menor calidad, que fueron usados con cierta continuidad durante casi diez mil afios. Estos instrumentos tienen solamente un borde retocado por presion (para regularizar el fila) y, por ese motivo, se los ha denominado "tradici6n de los artefactos con filo arreglado". Correal Urrego y Van der Hammen han planteado que ambos abrigos eran ocupados durante estadfas cortas por gente que probablemente pasaba Ia mayor parte del afio en el tropical y caluroso valle del rio Magdalena.

' "~tnus por el

Figura 28. Ubicacion de los sitios mencionados para ef Norte de Sudamerica. 1Taima; 2- El Vano (Venezuela); 3- Porce; 4- La Pales tina; 5- San Juan de Nare; 6- El Abra/La Pileta; 7- Tibito; 8- Tequendama; 9- Sauzalito/Pital/El Kecreo,~t~ 10- El Totumo; II- Pubenza; I2- La Elvira/San Isidro (Colombia); 13- El fnanlr;:.nn'P' Jose; 14- Cubilan; 15- Chobshi (Ecuador).

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El tercer sitio importante de Ia Saban a de Bogota es el de Tibit6 (Figura 31 ), tratado en el capitulo anterior, hallado a orillas de una antigua laguna ica. Alli se recuperaron restos de dos generos de mastodonte to don y Cuvieronius ), de caballo americana (Equus) y de venado en asociaci6n con algunos instrumentos liticos y un fog6n. El sitio, datado 1.740 afios 14 C AP, fue interpretado por Correal como un sitio de caceria y .cnostamiento de animales pleistocenicos. Este es el unico sitio con estas cas en toda Ia cordillera oriental.

Figura 29. Trabajos de excavaci6n en el Sitio Tequendama (tomada deC Urrego y Vander Hammen, 1977).

Figura 31. Vista del silio de Sitio Tibit6 en Ia Sabana de Bogota (tomada de Correal Urrego, 1981).

Figura 30. Abrigos de Ia Sabana de Bogoui (lomadas de Garcia, 1Y85;.

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Fuera de las cordilleras, las investigaciones sobre el poblamiento temprano en Colombia se han focalizado en el valle del rio Magdalena. En 2001 Correal Urrego y Van der Hammen presentaron evidencias de una asociaci6n de artefactos liticos en el sitio de Pubenza 3, en el valle medio del rio, datadas en ca.l6.500 afios 14C AP. Recientemente un nuevo trabajo de Correal y col. (2005) ampli6 los datos sobre este interesante sitio. Aqui se hallaron en sedimentos correspondiente a un pantano de aguas salobres restos de mastodonte (Haplomastodon sp.), gliptodonte (Glyptodon sp.) y mamfferos medianos (Odocoileus sp.) y pequefios, todos ellos asociadas con algunos artefactos de silice con claros rastros de uso. De estos estratos se han obtenido dos dataciones, una efectuada sobre gaster6podos terrestres que dio 16.550 afios 14 C AP. y otra sobre carbon vegetal de 16.400 afios 14 C AP. Estas dataciones plantean todo un desafio para el modelo Clovis-primero y para los demas modelos de poblamiento de America del Sur y transforman al sitio en uno de los candidatos mas fuertes para apoyar un modelo de poblamiento americana de entre 15.000 y 20.000 afios AP. Sin embargo, debido a que estas fechas aun no han sido replicadas y a que

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los resultados de Ia investigacion del sitio todavia no fueron pub! detalle, esta informacion debe ser tomada con cautela. Tam poco esta ultima publicacion de Correal y col., a pesar del detalle de algunos relacion estratigrafica entre las dataciones y los conjuntos liticos y Correal hallo otros dos sitios, El Totumo en Ia Sabana de Bogota y en el valle del rio Magdalena, ambos con artefactos simples (definidos borde arreglado") asociadas con restos de mastodonte (Cuvieronius) y (Megatherium). Si bien ninguno de estos sitios ha sido datado, la con fauna pleistocenica plantea de por si una posibilidad muy · deberia ser profundamente estudiada. Las investigaciones que Carlos Lopez y su equipo (Lopez, 2003) han a cabo en el valle del Magdalena son las que mas firmemente permiten primeras ocupaciones indigeoas de este valle. Lopez excavo seis sitios abierto ubicados en una terraza del Pleistocene final-Holoceno temprano En tres de estos sitios, La Palestina (Figura 32), San Juan de Bedout obtuvo siete dataciones radiocarbonicas muy consistentes que ubicarlos alrededor de los 10.400 afios 14 C AP. En estos campamentos se hallaron artefactos de cuarzo lechoso y cherty fuertes indicadores de Ia tecnica de talla bipolar. 9 Entre los artefactos mas interesantes seen raspadores plano-convexos y puntas de proyectil triangulares con un muy estrecho. Los pocos restos faunisticos hallados sugieren una dieta en el consumo de animales de ambientes acuaticos tales como manaties, gas, caimanes y peces, ademas de algunos mamiferos terrestres mediano~. es claro aun si Ia ausencia de fauna pleistocenica en el sitio se debe a que animales ya se habian extinguido en Ia region o sino se encontraban las preferencias alimenticias de estas poblaciones, probablemente mas a Ia explotacion de los recursos fluviales que abundaban en el valle Magdalena. Lopez ha propuesto, basandose tambien en los estudios de desgaste de los filos de los instrumentos llevados a cabo por Nieuwenhius; muchos de e1Ios fueron usados para procesar pescado y que las proyectil podrian haber servido no solo para cazar fauna terrestre, sino fluvial (manati y carpincho o capibara) o, incluso, como arpones para

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La tecnica de talla bipolar consiste en Ia percusi6n de un trozo de roca sobre un yunque, utilizando un percutor de piedra. Esta variante tecnica se generalmente cuando el tamafio del bloque de roca a reducir presentaba di demasiado pequefias como para ejecutar c6modamente percusi6n a mano alzada.

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txcavacion del sitiu La Pales tina a orillas del rio Afagdulena, Colombia (foto cortesia Carlos Lopez Castano).

En Ia otra gran cuenca colombiana, el valle del rio Cauca, tam bien un potencial corredor de entrada en America del Sur, las investigaciones sistematicas son a6n escasas. En este valle se destaca el hallazgo efectuado por Rodriguez (2002) quien recupero una punta de proyectil de marfil (un hallazgo inedito en America del Sur) asociada con varios huesos de mastodonte (Stegomastodon). Rodriguez tambhSn informa sobre abundantes restos de mastodontes en el valle, ninguno de los cuales ha sido aun datado. En Ia cordillera central colombiana las evidencias indigenas tempranas muestran un panorama distinto. En el valle medio del rio Porce, un valle transicional entre el bosque humedo tropical y el bosque pedemotano. Neyla Castillo y Javier Aceituno (2006) recuperaron restos de ocupaciones que van desde los 10.000 afios 14 C AP basta el3.500 afios 14 C AP. A diferencia de lo que sucede en el valle del Magdalena, en el rio Porce la tecnologia esta fuertemente vinculada con Ia manipulacion y consumo de especies vegetales, el desmonte, Ia limpieza del bosque y con el trabajo de Ia madera y el hueso (Figura 3 3). En el 14 valle del rio Calima, en Ia cordillera occidental, tam bien hacia el l 0.000 aftos C

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AP, en los sitios de Sauzalito, El Recreo y Pita!, se ha observado una litica muy simple (yunques, machacadores, martillos y azadas) que explotacion de los recursos forestales y, eventualmente, alguna forma de horticultura tropical en el Holoceno temprano (Aceituno 2007).

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I_.-0 Scm Figura 33. Hac has procedenles del Sitio Force 1 (/olo cortesia Javier A

Mas bacia el Sur, en el valle del rio Popayan, existen dos sitios, La San Isidro, que fueron investigados por Cristobal Gnecco y que nuevamente Ia diversidad tecnologica de fines del Pleistoceno. Los de estos sitios, datados en I 0.050 y 9.530 afios 14 C AP, utilizaron materias de muy buena calidad, como el cherty la obsidiana, para confeccionar unifaciales y bifaciales (que inclufan puntas de proyectil de varios tipos ). En Isidro, ademas, se hallaron otros tipos de artefactos tales como molinos hachas y cantos rodados con surco. Continuando bacia el Sur, ya en el macizo andino ecuatoriano, las e de los primeros pobladores son a1m esquivas. En un grupo de sitios como El lnga y San Jose, el arqueologo Williams Mayer-Oakes superficie yen terrenos arados en la tierras altas, muchisimas puntas de o lanceoladas y triangulares -cony sin pedunculo--, algunas muy parecidas del sitio La Elvira, en Popayan. Sin embargo, estas puntas no han sido datadas y ni siquiera se sabe si son contemporaneas o si, por el contrario usaron y descartaron en diferentes momentos del Pleistoceno tardio Holoceno. En las dos cuevas excavadas en la region, Chobshi y 90

varios tipos de puntas de proyectil (pedunculadas y apedunculadas ), entre ca. 10.500 y 9.100 afios 14 C AP. Los ocupantes de estas cuevas se concentrado en la caceria de mamiferos medianos y pequefios, sin basta el momenta evidencias de explotacion de fauna pleistocenica. Bacia el noreste de la cordillera de los Andes, los rastros de los primeros , •~..1.-.rP Monte Alegre, con un pi so cronologico de ca. 11.200 afios 14 C AP. Aun no se han hallado otros sitios con similar antigiiedad y las evidencias de ocupacion humana en el resto de Ia cuenca son masmodemas. A partir de diferentes metodos datacion (mas de 50 dataciones de 14 C y termoluminescencia) y de informaciones procedentes de diversas partes de Amazonia (Serra dos Carajas/Para, del rio Jamari/Rondonia, bajo rio Negro/Amazonas, region del rio Caqueta/ t.muwbia y alto Orinoco/Venezuela), se ha sugerido que, a partir de los 7.000 '' aiios AP, gran parte de la region ya estaba ocupada por grupos cazadores ·recolectores (Goes Neves, 2006). En el centro-oeste de Brasil, en el Estado de Matto Grosso, Agueda y Denis Vialou excavaron el abrigo de Santa Elina (Figura 39), donde hallaron dos niveles muy antiguos con restos de un perezoso gigante terrestre ( Glossotherium) asociado con algunos artefactos liticos. El nivel superior ha sido ubicado .cronol6gicamente en 10.120 afios 14C AP a partir del fechado de carbones de un Ademas de grandes huesos del esqueleto de perezoso se hallaron mas de 200 artefactos de limolita y silice. Mas abajo, en Ia uniqad inferior (Unidad III), en dosniveles distintos (III-3 y III-4) aparecieron mas de 300 fragmentos de huesos de glosoterio (partes de Ia mandibula, huesos del craneo, vertebras y huesos dermicos). Dos de ellos fueron perforados intencionalmente y uno abradido. En

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estos dos niveles de la Unidad III, tambien se hallaron 81 artefactos rocas no locales (entre ellos 27 instrumentos) y un fragmento de madera una edad de 22.500 afios 14C AP. Ademas se hicieron otras dos este nivel con un metodo diferente al de 14C (Uranio-Tho rio) que dieron 25.000 afiosAP. Este nivel mas antiguo se transformaria entonces en mas firmes candidatos a pro bar una ocupaci6n humana muy antigua de A /'·

Abrigo de Santa Elina presenta un contexto muy interesante no s6lo por nHtaciones, sino por Ia presencia de los huesos perforados y abradidos de Sin embargo, hay algunos puntos que es necesario aclarar. En primer el sitio esta en proceso de excavaci6n y m1n debe ser mejor entendida Ia .~cuta 1cia estratigrafica completa y explicados los procesos de fonnaci6n del En segundo Iugar, en cada uno de los niveles aparecen esqueletos casi -~,pletos de glosoterio. Dado el tamafio de estos animales, se esperaria que sean ingresadas algunas partes de ellos a los campamentos por las dificulimplicadas en su transporte. Por lo tanto, es necesario evaluar si uno o esqueletos de glosoterio no representan episodios de muerte natural, en 'uy~0 caso los huesos perforados habrian sido modificados con bastante postec . fue rechazada por Agueda y Denis rioridad a Ia fecha de muerte. Esta a1ternatlva Vialou quienes sostienen que Ia cueva no habria funcionado en ningun mom ento como una madriguera de glosoterio y que el agente fonnador del deposito es ·'· · ente el humano. De todas maneras, el sitio se presenta como un buen Lcandidato para proponer una ocupaci6n muy antigua de America del Sur y ' seguramente las investigaciones que estan en curso iran aclarando las dudas que aun subsisten. La reciente publicaci6n de una monograffa sobre el sitio es ungran paso en esta direcci6n (Vialou, 2005).

Figura 39. I'LsLa de Ia excavaci6n del silo Santa Elina en Brasil Uoto cortesia Vilhena Vialou y de Ia Editor ada Unversidade de Sao Paulo, Brasil).

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5. EJ fin del viaje: el Cono Sur

Oceano Si el sector noroccidental de America del Sur fue Ia via de entrada primeros indigenas a Sudamerica, el Cono Sur puede considerarse Ia lie gada. Fue el ultimo rincon continental en ser poblado y el final de Ia adaptativa del genero Homo. El arrivo a Tierra del Fuego fue ni mas ni el final del largo viaje emprendido desde el Africa sub-sahariana miles de afios antes. La llegada a! extremo sur de America presento desafios: habia que enfrentarse y adaptarse nuevamente al frio, a Ia · viento helado, un ambiente que estos primeros pobladores habfan milenios antes, cuando sus antepasados cruzaron el puente de Beringia ron por Alaska y Canada hacia el sur, alcanzando ambientes mas calidos. Sin embargo, como veremos a Io largo de este capitulo, Ia Cono Sur parece haber ser sido relativamente rapida. Las hue lias de Ia cion inicial de esta porcion del continente son relativamente abundames duda esto se vio favorecido por Ia continua sedimentacion que rante todo el Cuatemario en Ia region pampean a y en las planicies del y del sur de Brasil, lo que resulto que muchos sitios arqueologicos fueran tos n1pidamente por sedimentos eolicos (loess) y, de esa forma, queden dos de Ia accion de los agentes atmosfericos. En Ia Patagonia, Ia ~~~+~ ofrecian las cuevas fue un atractivo para los primeros cazadores favorecio su habitacion de man era redundante durante milenios. te, en el interior de estos reparos tambien fueron frecuentes los sedimentacion que sepultaron y protegieron a los restos dejados por SIJS guos ocupantes. Sin embargo, los sitios pampeanas y patagonicos no exentos del efecto de otros agentes (carnivoros, roedores, etc.). Desde el to mismo del abandono de los sitios, estos comenzaron a actuary a restos materiales dejados durante las ocupaciones indigenas. Es por esto estudios arqueologicos deben contemplar tam bien Ia investigacion de factores naturales que afectaron a los sitios a fin de mitigar las distorsi estos producen y de minimizar los errores de interpretacion. En este capitulo se resumin1la rica informacion arqueologica obtenida Cono Sur y se evaluani y discutira su importancia en el contexto poblamiento americano. 104

Oceano Atlantico

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Figura 40. Mapa con los sitios del Cono Sw: 1- Alero Je las Circuriferencias; 2. /fuachichocana; 3- Incacueva; 4- Safar de Punta Negra; 5- Cueva El Alto 3; 6- 1ntihuasi; 7Pay Paso; 8- Y58; 9- Sitios de la cuenca media del rio Negro; 10- D03; 11- K87; 12- Cerro Los Burros; 13- Los Helechos; 14- La Moderna; 15- Cerro el Sombrero; 16- Abrigo Los Pinos; 17- Cueva La Brava; 18- Amalia; 19- Cueva Tixi; 20- Cueva Buntcuya; 21- Cerro La China; 22- El Guanaco; 23- Arroyo Seco 2; 24- Paso Otero 5; 25- Campo Laborde; 26.Quereo/El Membrillo/Santa Julia/Las Monedas; 27- Tagua Tagua; 28- Marifilo; 29- Cueva EpuyanGrande; 30- Cueva Traful1; 31- CuyinManzano; 32- El Trebol; 33- Monte Verde; 34-BaFzoNuevo; 35- Los Toldos; 36- Piedra Museo; 37- El Ceibo; 38- Cueva Casa del Minero; 39- Cerro Tres Tetas; 40- Cueva del Milodon; 41- Cueva del Media; 42- Cueva Fell; 43- Cueva PalliA ike; 44- Cueva Lago Sofia; 45- Tres Arroyos.

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5.1 Las llanuras pampeanas El poblamiento humano de las llanuras pampeanas se habria i""•la.ur dor de los 12.000 afios 14 C AP. En esta region se hallaron dieciseis logicos muy antiguos, de los cuales once se localizan en el extrema sistema serrano de Tandilia. En este sector, dos equipos de · dos por Nora Flegenheimer y Diana Mazzanti, respectivamente, tios en el interior de cuevas y a! eros, e incluso en espacios a cielo los lugares utilizados por los primeros pobladores de Ia region estan La China y El Sombrero y las cuevas Los Helechos, Tixi, Los Pinos, La Brava y Amalia. En Ia llanura Interserrana (ubicada entre los sistemas de Ventania y Tandilla) se encontraron tres sitios a cielo abierto: Arroyo en Ia margen derecha del primer brazo de los Tres Arroyos, Paso curso medio del rio Quequen Grande, y El Guanaco, a unos 13 km de la el partido de San Cayetano. Dos sitios mas: La Modema, en las arroyo Azul, y Campo Laborde, en las cabeceras del Arroyo restos de fauna pleistocenica asociada y, a pesar de que esto podria alta antigliedad, las dataciones radiocarbonicas de ambos sitios edad entre 7.500 y 8.000 afios 14C AP. La Modema es un sitio muy porque en else registrola explotacion de Doedicurus clavicaudatus, especies mas grandes de gliptodontes. Asociadas a los restos de este registraron artefactos liticos muy simples de cuarzo cristalino y de fueron empleados probablemente para despostar a la presa. Los preliminares que se han desarrollado en el sitio Campo Laborde sugieren que representaria un Iugar de caza y desposte de un (Megatherium americanum) a orillas de un pantano. En el sitio se hallo cantidad de restos oseos en buen estado de preservacion junto con artefactos fracturados de cuarcita. Uno de ellos podria ser el pedunculo punta de proyectil lanceolada de un tipo muy poco comun en tempranos. Campo Laborde y La Modema fueron interpretados como caceria y despostamiento a orillas de antiguos pantanos de los ultimos mamiferos que sobrevivieron en la region pampeana basta bien Holoceno (Politis y Messineo, en prensa).

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Figura 41. Vista de Ia excavaci6n del sitio Campo Laborde (jato Gustavo Politis).

Las localidades arqueologicas cerro La China y El Sombrero, constituidas por varios aleros y sitios a cielo abierto ubicados en las Sierras de Loberia, albergan numerosas evidencias de Ia ocupacion temprana de Ia region pampean a. el cerro La China se identificaron tres sitios que representan distintos mumentos de ocupaci6n humana, desde el Pleistoceno final basta el Holoceno . Las dataciones mas antiguas ron dan los 10.800 afios 14 C AP y, en los tres, restos se ubican en un perfil estratigrafico similar. Los conjuntos arqueologison casi exclusivamente liticos y fueron confeccionados principalmente cuarcitas procedentes de las sierras de Tandilla, aunque de distintos aflo.ramientos: unos muy cercanos a los sitios (de Ia Formacion Balcarce) y otros 'alejados algunas decenas de km (de Ia Fonnacion Sierras Bayas). Muchos de los artefactos son bifaciales (es decir, tallado en ambas caras) y uno de los instrumentos mas tipicos son las puntas de proyectil del tipo "cola de pescado" (Figura 42). Este tipo de punta ha sido hallado en varios sitios del Cono Sur americana y tiene una antigiiedad muy acotada de entre 10.000 y 11.000 afios 14 C AP. En estos sitios no se han preservado los huesos, pero se hallo asociada una placa de Eutatus seguini (un armadillo extinguido de gran tamafio ).

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Figura 43. Cerro El Sombrero (el nuis alto a Ia derecha), (foto cortesia Nora Flegenheimer). Figura 42. Puntas cola de pescado de los sitios cerro El Sombrero y cerro La Las tres piezas de Ia columna de Ia derecha son los pedunculos de las fracturadas (foto cortesia Nora Flegenheimer).

A pocos kil6metros de cerro La China se hallaron otros dos sitios en un Iugar que se distingue claramente en el paisaje pampeano: el Sombrero (Figura 43). En la cima de este cerro se recuperaron cientos de liticos bien terminados, incluyendo varios pedunculos de puntas del tipo de pescado" y algunas pocas puntas enteras. En un pequefio abrigo en la del cerro se hallaron tam bien materiales similares junto con fragmentos de datados entre 10.200 y 10.800 aflos 14 C AP. Estas evidencias 11 Flegenheimer a proponer que el cerro El Sombrero habria sido ocupado mismo tiempo que el cerro La China y que los cinco sitios de am bas I pertenecerian a las mismas poblaciones indigenas. La cima del cerro funcionado como un Iugar donde se repararon proyectiles, reempl puntas fracturadas par otras nuevas (Io que explicaria Ia cantidad de rotos hallados). Por otro lado, la extraordinaria visibilidad Iograda desde Ia pudo constituir un atractivo particular ya que desde alii pudieron presas de caza y, eventualmente, Ia presencia de otros indigenas.

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Estos hallazgos han permitido comenzar a examinar algunos aspectos ~ •. novedosos de estos primeros pobladores pampeanas. Por un lado, en la cima cerro El Sombrero, la presencia de puntas de proyectil muy pequefias, de calidad tecnol6gica y poco eficientes para la caceria, sugiere que los nifios confeccionarlas durante el proceso de aprendizaje de las actividades los adultos. Por otro lado, Flegenheimer y Bay6n han planteado que existe una relaci6n inversa entre Ia cantidad de cuarcita utilizada en los sitios y Ia distancia a los afloramientos de estas materias primas. En las sierras de Tandilla, cuarcita blancas son las predominantes (en algunos casos llegan hasta el 80% de los materiales hallados en los sitios mas modemos), pero en los sitios mas antiguos las cuarcitas de col ores (de calidad similar ala blanca) son las mas representadas aun cuando los afloramientos de estas rocas estan mas Iejos. Estarelaci6n es dificil de explicar en terminos econ6mico-utilitarios porque seria el producto de los factores sociales, simb6licos o esteticos involucrados en la selecci6n de las materias primas. Par ultimo, la presencia de rocas ex6ticas en estos sitios, como un tipo de arenisca silicificada provenientes del centro-sur de Uruguay o de Entre Rios, ha llevado a plantear un sistema de redes sociales de interacci6n entre los indigenas que habitaron la llanura pampeana y los "campos" uruguayos hace mas de 10.000 afios.

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En el borde oriental del sistema serrano de Tandilia, Diana Mazzanti tectado tambien rastros muy interesantes de los primeros pobladores de gi6n. En Ia cueva Tixi (Figura 44), en Ia Sierra de Ia Vigilancia, se recu evidencias correspondientes, probablemente, a las mismas poblaci ocuparon los cerros La China y El Sombrero. En el nivel arq profundo del sitio se hallaron restos de fogones, artefactos liticos restos de mamiferos, ofidios, aves y peces. Aunque el guanaco y el las pampas fueron los animales mas explotados, Ia dieta de estos incluy6 tambien fauna mas pequefia como vizcachas, annadillos (incluso el dillo extinto Eutatus seguini) y coypo. Los artefactos liticos, como en el cerro El Sombrero, fueron confeccionados con materias primas locales ( cuarcita) y de otros afloramientos un poco mas lejanos, dentro del sistema o de Ia costa del mar. En ellugar se habrian llevado a cabo todas las confecci6n de los artefactos, desde Ia talla inicial a partir de un bloque natural hasta el retoque final para darle Ia forma deseada. Dos d radiocarb6nicas de fogones arrojaron edades de 10.045 y 10.375 afios 14C

se hallaron fogones y artefactos similares. Todos estos abrigos fueron entre 10.000 y 10.500 afios 14 C AP. Mazzanti propone que todos estos sitios serian parte de un sistema de indigenas en el borde oriental del sistema serrano de Tandilla, por usos diferentes de reparos rocosos. Tanto cueva Tixi como Los Pinos y Amalia fueron ocupados recurrentemente a lo largo del cue111 pv, mientras que las cuevas Burucuya, La Brava y otros aleros como El Lfrn6n, del Diez y El Mirador, corresponderian a ocupaciones efimeras de Ia transici6n Pleistoceno-Holoceno. Los estudios de procedencia de materias prirnas liticas provenientes de los niveles arqueo16gicos de cueva Tixi y del abrigo Los Pinos indican que algunas rocas habrian sido obtenidas en areas alejadas, como por ejemplo el sistema Serrano de Ventania, unos 300 km al oeste. Como en el cerro el Sombrero, esto sugiere un alto dinamismo en Ia movilidad de los indigenas pampeanos. En el area Interserrana se han detectado pocos sitios con evidencias de ocupaciones correspondientes a la transici6n Pleistoceno-Holoceno, pero muestran un patron de actividades diferente al de los sitios serranos. A orillas d~l Arroyo Seco, un grupo de aficionados a Ia arqueologia, Aldo Elgart, Julio Mottola y Alfredo Moran, hallaron hace mas de 30 afios un sitio excepcional denominado Arroyo Seco 2 (Figura 45). En una lomada baja, ubicada entre el arroyo y una pequefia laguna, se encuentran superpuestos los restos de varios carnpamentos indigenas, producto del uso dellugar en forma redundante, pero no continua, durante miles de afios. Las primeras evidencias de ocupaci6n de esta lomada estan datadas sobre Ia base de una serie de fechados efectuados sobrehuesos de fauna extinguida y se ubican entre 10.000 y 12.100 afios 14 CAP.

Figura 44. Vista de !a entrada de Ia cueva Tixi, en ef sector suroriental del Tandilia (jato cortes fa Diana Mazzanti).

En el abrigo Los Pinos, ubicado a solo 5 kil6metros de Ia cueva Tixi, hall6 seis fogones, una amplia variedad de instrumentos Iiticos y una proyectil del tipo "cola de pescado". En este abrigo se obtuvieron radiocarb6nicas de ca. 10.500 afios 14 C AP. En Ia cueva Burucuya yen el 110

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consumidos en el sitio incluy6 distintas zonas: Ia Jlanura, la costa y los dos sistemas serranos mas cercanos: Tandilia y Ventania. dataciones mas antiguas de Arroyo Seco 2 han sido problematicas los primeros resultados sabre huesos de fauna pleistocenica dieron discordantes que iban de 12.240 a 7.320 afios 14 CAP. Sin embargo, nuevas fecnuuos permitieron definir mejor el rango cronol6gico de estas primeras ,~~nnaciones humanas. A partir de ellos se concluy6 que Ia fauna extinta del sitio Seco 2 proviene de al menos cinco especies diferentes (megaterio, ';'~~s~terio, toxodonte y los caballos americanos), y que se form6 al menos en ~es eventos diferentes. Estos incluyen la matanza de un megaterio hacia los h.I75 afios 14 C AP, de un toxodonte hacia los 11.7 50 afios 14 C AP y de un caballo ahlericano hacia los 11.200 afios 14 C AP. Estos tres eventos estarfan representando Jas primeras ocupaciones humanas del sitio y las mas antiguas de Ia region. .. En Paso Otero 5, sabre Ia margen derecha del rio Quequen Grande, Gustavo Martinez y Marfa Gutierrez hallaron un sitio con huesos de guanaco y de varias especies pleistocenicas -muchos de ellos quemados- asociadas con artefactos irficos (entre ellos dos fragmentos de puntas "cola de pescado") y desechos de jatalla de cuarcita y silice (Figura 46). Entre los restos 6seos de especies extintas es significativa la abundancia y la variedad (megaterio, caballo americana, toxodonte, glosoterio, gliptodonte y un came lido extinguido). Se ha sugerido que el sitio habria funcionado como un campamento de caza don de se carnearon algunos grandes mamiferos obtenidos en las cercanfas y, eventualmente, se usaron sus huesos como combustible para el fog6n. Dos dataciones obtenidas sobre huesos quemados de especies pleistocenica dieron edades levemente superiores a 10.000 afios 14 C AP. Figura 45. Vista de Ia excavaci6n del sitio Arroyo Seco 2 en Ia region vamveaYUJ de Ia Argentina (foto Gustavo Politis).

A pesar de la imposibilidad de identificar ocupaciones discretas (es claramente separadas entre si) y de la dificultad para precisar artefactos liticos y los restos de fauna que corresponden a los primeros m1uuSj embargo, los analisis que se han efectuado basta el presente no permiten disci.,:,C,~; claramente entre Ia hip6tesis de los dos componentes biol6gicos Neves y Pucciarelli y Ia altemativa de evoluci6n local mantenida por Neves. Por lo tanto, es necesario un analisis que contemple una cun~>"';'" espacial y temporal mas amplia para conocer en que medida las sefialadas entre los esqueletos de Lagoa Santa y otros esqueletos americanos son temporales o son diferencias geograficas que se generaron tempranamei1~~ En particular, es necesario contar con restos humanos mas antiguos para podet esclarecer Ia variaci6n y evoluci6n craneofacial de las poblaciones indigen~ tempranas del continente americana. ;," En el proximo apartado discutiremos los resultados de los analisis geneticos particularmente de los datos deADN mitocondrial. Estos datos presentan cie~ ventajas, en relacion con los morfol6gicos, para el estudio del origen e historla evolutiva de las poblaciones americanas.

6.2 La informacion deiADN mitocondrial El ADN mitocondrial, debido a sus caracteristicas especificas, constifuye una excelente fuente de informacion para el estudio de relaciones evolutivas· entre las poblaciones humanas. En particular, el material genetico contenido en este ADN se hereda exclusivamente por via materna y, por lo tanto, nose produce recombinacion entre el ADN materno y paterno, transmitiendose intacto de las madres a todos los hijos e hijas. Asimismo, Ia secuencia genetica generalmente noes modificada porIa influencia ambiental durante el transcurso de Ia vida de

os y presenta una tasa relativamente alta de mutaci6n. Otra caracmuy importante del ADN mitocondrial es que su tasa de mutaciones es te constante y puede ser conocida para un grupo particular si hay infonnaci6n arqueologica para calibrarlo. Esto sumado a que las mismas en general neutras (es decir que no son favorables ni desfavorables para los que las portan) lo convierten en un buen "reloj molecular", que ser usado para datar Ia divergencia entre variantes (por ejemplo entre haplogrupos) del ADN mitocondrial. En otras palabras, los cambios es del ADN mitocondrial) tienen una tasa de ocurrencia regular en el Es decir, si se compara el ADN mitocondrial de dos individuos y se las diferencias que presentan, puede estimarse el tiempo transcurrido que sus Iineas de descendencia se separaron, esto es, el momento en que su ultimo antepasado comun. En los ultimos afios ha habido un creciente interes por recolectar este tipo de · y actualmente existe una gran cantidad de datos disponible para nuas poblaciones americanas. Los resultados obtenidos a partir de estos sefialan que el ADN mitocondrial de las poblaciones actuates puede _ clasificado en cuatro grupos principales, sabre Ia base de Ia presencia o ausencia de ciertas mutaciones. Estos cuatro grupos o haplogrupos han sido A, B, C y D.Asimismo, se encuentra otro haplogrupo denominado aunque en menor frecuencia y con una distribuci6n geografica muy ingida. En conjunto, comprenden aproximadamente el 95-100% de toda Ia en el ADNmt de los indigenas american as. Los haplogrupos principales definen linajes mitocondriales independientes. Merriwether y col. mostraron en 1995 que estos haplogrupos registrados en las poblaciones historicas de America presentan ciertos patrones en su distribuci6n geognifica (Figura 70). El haplogrupo A muestra un decrecimiento en su frecuencia en un sentido norte-sur, mientras que los haplogrupos C y D muestran un aumento en su frecuencia en el mismo sentido. El haplogrupo B se encuentra en mayor frecuencia en Ia region central del continente. Tanto el haplogrupo A como el B estan auseiltes en el extremo sur de America. Finalmente, el X solo ha sido detectado en poblaciones de Norteamerica y esta ausente en Sudamerica.

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Se llama tasa de mutaci6n a Ia cantidad de mutaciones producidas en un determinado periodo de tiempo. Es decir, baja tasa de mutaci6n implica que las mutaciones se producen con una baja frecuencia.

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Amerindios del Sudoeste de USA Na-Dene del Sur Amerindios de C. America

EJ A

• D·

Amerindios de los Andes

• B OOtros

•c

Amerindios de Patagonia 1

,, •

'------------------------------------"-'-:;1">·

Figura 70. Distribucion de los haplogruposfundadores para las poblaciones ahnrurlD nes americanas. Un grafico de torta con diferentes grises es mostrado para haplogrupo en varias regiones. La categoria "Otros" representa haplogrupos peas o africanos que no son nativos de America. En el mapa se representa distribucion de los grupos con lengua aleutiana-esquimal (negro), na-dene (gris) amerindia (blanco). Modificado de Schurr (2004).

Los analisis de ADN mitocondrial y otros marcadores geneticos (como losgru: pos sanguineos) han mostrado consistentemente semejanzas entre las poblaciones aborigenes americanas y las poblaciones asiaticas, particularmente con aquellas localizadas en la region central y este de Asia. En 2004, Schurr sugiere que estas 160

indican que los grupos procedentes de esta region habrian colonizanclo ontinente americano. Sin embargo, el momento de ingreso, el numero y tamafio Jas poblaciones ancestrales continua siendo un tema de controversia. En cuanto al numero de migraciones se han propuesto uno o varios eventos sucesivos. Actuahnente, existe cierto acuerdo en que las poblaciones de los pueblos na-dene y aleutianios-esquimales habrian ingresado ept:uu11;11temente del resto de los aborigenes al continente, portando solo de los haplogrupos americanos, aunque Sandro Bonatto y Francisco en 1997 han dado explicaciones altemativas para dar cuenta de la variac ion en estas poblaciones. Estos pueblos presentan principalmente cut:H'-''= del haplogrupo A (asi como una men or diversidad en este haplogrupo) no presentan el By tienen frecuencias muy bajas del C (Merriwethery col., Torroni y col., 1993). Los datos geneticos coinciden con los resultados nul6gicos al indicar que los pueblos aluetianos-esquimales habrian ingresado 10 tdependientemente de las otras poblaciones americanas El momento de ingreso de los primeros grupos humanos al continente se ha ~~rablecido mediante el estudio de la antigliedad de los linajes matemos. Diversas iones sefialan que los cuatro haplogrupos americanos se habrian lmferenciado en Asia entre los 15.000 y 40.000 afios antes del presente (veanse y col., 1993 ~ Schurr y Sherry, 2004; Silva y col., 2002). Estas estimaciones basan en Ia cantidad de mutaciones acumuladas dentro de cada haplogrupo; fue sefialado, dado que la tasa de. mutaci6n del ADNmt es conocida, Ia :BmtigUedad puede calcularse a partir de Ia proporcion de mutaciones diferentes la secuencia fundadora. La tecnica empleada es Ia denominada "reloj que establece que el grado de divergencia entre los linajes es funcion tiempo transcurrido desde su separaci6n. Satoshi Horai y col. en 1993 ;opusieron que los cuatro haplogrupos principales habrian ingresado a America L---~- de cuatro eventos migratorios independientes, ocurridos entre 14.000 y afios atn1s. De acuerdo con este modelo, el patron latitudinal observado las poblaciones mas recientes de America reflejaria el ingreso de diferentes mwolaciones, en sucesivas oleadas, cada una de las cuales portaba solo uno de haplogrupos principales. Sin embargo, hay que considerar con cuidado esta on directa establecida entre la divergencia de haplogrupos y Ia icacion de las poblaciones humanas, debido a que es posible Ia de varios haplogrupos en una misma poblaci6n. Por otro lado, Bonatto y Salzano sugirieron que el analisis de Ia diversidad de los cuatro haplogrupQs apoya fuertemente un origen unico y tempraentre 25.000 y 40.000 afios atras, para todas las poblaciones americanas. La l~io6tesis de un origen unico fue sustentada por estos autores basados en Ia 161

·-=·h _ . vv·-- _ en las poblaciones recientes. Sin embargo, Brian Kemp y col. publigran similitud en Ia diversidad intern a de los cuatro haplogrupos · Asimisrn(i!0~i~: 0 en 2007 un estudio de ADNmt anti guo sobre Ia base del anal isis de restos . 1 ... d ' .~ &- 0 analisis filogeneticos y simulaciones computacwna es e~ectua os por;,~~tif~r; ·.. 5 excavados en un sitio arqueologico localizado en Alaska (On-Your-Kneesinvestigadores indicaron que los cuatro haplogrupos sufneron un "cueii