El Origen Del Hombre

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El origen del hombre: El hombre y la evolución Si bien es cierto que la doctrina del hombre no puede ser discutida sin antes tomar en consideración la antropología como el estudio de la raza humana, también es cierto que es imprescindible examinar la teoría de la evolución a la hora de exponer en discusión el origen del hombre en relación a los distintos postulados teológicos. Es indiscutible señalar que en el presente, la postmodernidad y el libre pensamiento como resultado de un largo trayecto del desarrollo de la reflexión crítica a partir de la Ilustración, ha traído consigo un sinnúmero de cuestionamientos hacia la fe cristiana en base al hombre y su naturaleza. Por consiguiente, a modo de introducción, me es necesario comenzar este trabajo con los señalamientos que hace L. S. Chafer. Para comenzar, Chafer postula que la antropología puede ser visto desde dos ángulos completamente opuestos. Por un lado, puede dirigir su enfoque como una filosofía humana o en un enfoque biblista. Desde el punto de vista humano, este estudio opera bajo los rudimentos de un aspecto materialista y secularista. De hecho, en cuanto a la parte inmaterial del ser humano, éste rechaza cualquier afirmación bíblica, apoyándose de la biología y de la psicología, con el fin de explicar el origen y el desarrollo de la especie humana como un proceso natural en el cual no hubo intervención divina. En cambio, cuando este estudio es dirigido hacia los principios bíblicos, es innegable la intervención divina dentro del proceso en que surge el hombre, y cuyo análisis sobre la inmaterialidad trasciende de lo intelectual a lo moral, espiritual y eterno. El aspecto biblista se nutre tanto de las verdades escriturales como aquellas científicas, pero sin aceptar todo aquello que pueda considerarse como ciencia falsa. Tomando como base fundamental la distinción entre ambas direcciones dentro del campo de la antropología, a continuación resta adentrarnos a las diferentes posturas que nos brinda Ryrie.

A. Evolución La evolución consta de un cambio de dirección o más bien un progreso, aunque cuando se habla en relación a los orígenes, trae consigo la idea de ser por medio de un proceso natural. Louis Berkhof indica que esta teoría ha sido presentada de dos formas. En ocasiones, se dice que el ser humano descendió directamente de la especie de monos antropoides, y en otros instantes se cree más bien que tanto una especie como la otra, tuvieron un tronco común. Esto se comprende partiendo de la premisa que cada organismo surge de una química entre la tierra, el mar, la luz solar y la energía cósmica. Berkhof indica que lo que hoy se encuentra en el hombre, ya se encontraba potencialmente en el germen original. Aunque, esta teoría establece que el ser humano desciende de los animales inferiores, y según Charles Darwin postula en El origen de las especies, la evolución o cambio de un género a otro, pero es indiscutible que al momento no existe evidencia observable de este fenómeno. Al contrario, los cambios o mutaciones, más bien han sido adaptaciones de las especies en sus medios ambientes. Berkhof hace mención del padre de la genética diciendo lo siguiente: “Mendel indicó que las variaciones o mutaciones nunca hacen que el organismo salga de su especie y están sujetas a una ley definida.” B. Evolución teísta Desde esta perspectiva, no se niega que Dios haya intervenido en el desarrollo material y orgánico del ser humano, al contario, Dios controló la evolución, utilizándolo a su deposición como herramienta de trabajo, con el fin de “crear” al mundo y todo lo que está en él. Ryrie en términos generales argumenta lo siguiente: “Pero muchos que caen en la categoría general de evolucionistas teístas perciben a Dios como involucrado no sólo al principio del proceso sino también en varios puntos del camino. Que Dios intervino en la creación de los estratos superiores de vida a través de la historia geológica. Pero El también permitió y utilizó los procesos de la evolución

naturalista durante los largos períodos del tiempo geológico.”

En otras palabras, la evolución teísta pudiera entenderse como una perspectiva que intenta reconciliar la evolución con el creacionismo, puesto que la evolución en sí no responde a al aspecto espiritual del hombre. Dios dotó al ser humano de un alma y de un espíritu como resultado de Su soplo o aliento de vida. Respecto a estas brechas, entro lo material e inmaterial, lo racional e irracional, lo orgánico e inorgánico, son las que los evolucionistas teístas introducen la divinidad para explicar tal intervención. C. Creación Dentro de esta perspectiva, como las anteriormente discutidas, existen diferentes posturas, pero en esencia estas apuntan que la Biblia es la única base. De este modo, la ciencia puede complementar el conocimiento bíblico pero nunca alterar o controlar la interpretación de las Escrituras. En este caso considero, que todo aquello que sea verdad, forma parte de la Verdad absoluta de Dios. Por tanto, para la realización de una apologética saludable dentro de nuestro contexto postmoderno, las distintas disciplinas pueden servir de complemento a la comprensión del texto. Ahora bien, me resulta interesante el distinguir una diferencia entre lo que es “comienzo” y “origen” como lo hace Millard J. Erickson. Él establece que cuando se habla de comienzo, hace alusión al momento en que se empieza a existir. Por el contrario, el origen tiene una implicación sobre el propósito del hecho. A la luz de esta comprensión, vemos que muchas y quizás, todas las teorías contrarias al creacionismo, no presentan propósito alguno por el cual comenzó a existir la raza humana. Con esto no digo que el creacionismo sea capaz de ofrecer contestación a toda pregunta, puesto que son relatos de una época pre-científica, y hasta para muchos académicos son simples mitos que intentan exponer la cosmovisión de aquel entonces. Sin embargo, de algo

podemos estar seguros, que el elemento ético-moral del hombre está presente, dado que no es en sí sólo un cuerpo material. A modo de concluir, debo considerar lamentable que muchas de estas teorías han sido adoptadas desde la modernidad hasta el presente post-modernismo, con el propósito de que el ser humano puede librarse de responsabilidades y consecuencias de sus actos. Es aquí donde observamos como el tema de la selección natural es torcido para justificar acciones incoherentes. Ejemplo de esto es el aborto en caso de que la criatura venga con alguna deformidad, o el genocidio de judíos dirigido por Adolf Hitler, quien se amparó en la selección natural. Desde este punto de vista, resulta curioso cuando Charles Darwin dijo: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan al cambio.” Sin embargo, estas palabras no son cónsonas con la afirmación de que la evolución promueve una estricta continuidad de complejidad y preservación, sin embargo Berkhof enfatiza que por causa de la caída en el pecado, el hombre “quedó sujeto al proceso degenerativo que en algunos casos llega hasta la bestialidad. La afirmación anterior nos deja saber que dentro de la teoría de la evolución, existen contradicciones, pero peor aún, muchos adoptan esta postura sin siquiera estar seguros y convencidos de cuanta veracidad posee. Bien Louis Berkhof añade: “Quedó probado que las llamadas nuevas especies de los evolucionistas no son para nada nuevas especies, sino solamente desviaciones de la forma típica, es decir, variedades de las mismas especies.” Finalmente, lo cierto es que de algo podemos estar seguros como bien Fleming señala: “Todo lo que la ciencia pueda decir hoy a la luz del limitado conocimiento humano, ya comprobado definitivamente, es que no sabe y no tiene prueba segura de cómo, dónde y cuándo se originó el hombre. Si algún conocimiento verdadero acerca de esto nos ha de venir tendrá que venirnos por algún medio diferente de la actual antropología moderna.”