El Neoliberalismo

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FACULTAD DE INGENIERÍA ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE INGENIERÍA INDUSTRIAL

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN “EL NEOLIBERALISMO, IDEOLOGÍA Y CONFIGURACIÓN ECONÓMICA”

AUTOR GASPAR OLIVERA, Ramsés Martín

ASESOR

SANCHEZ ESPINOZA, Ricardo Robinson

HUARAZ - 2017

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INDICE

I. INTRODUCCION……………………………………………………………………………………….. 3 II. CUERPO 2.1. PRIMERA PARTE………………………………………………………………………………. 4 2.1. SEGUNDA PARTE……………………………………………………………………………… 6 2.3. TERCERA PARTE……………………………………………………………………………….. 12 III. CONCLUSIONES………………………………………………………………………………………. 15 IV. BIBLIOGRAFIA…………………………………………………………………………………………. 16

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INTRODUCCIÓN

En el presente ensayo hablaré sobre los diferentes puntos referentes al neoliberalismo con el objetivo de informar sobro que es, cómo apreció, y en que está presente en estos días explicando la característica fundamental que es la privatización, por la idea de que la administración privada es más eficiente y adecuada que la administración pública. Por eso, de este modo se “achica” la intervención del Estado tanto en lo que hace referencia a la regulación del mercado como así también al gasto e inversión pública en materia de caminos y rutas, educación, salud, etc.

En la primera parte de este ensayo se dará a conocer como apareció el neoliberalismo, referencias históricas sobre ello en diversas partes del mundo incluyendo nuestro país.

En la segunda parte del ensayo daré a conocer cómo es que funciona el neoliberalismo en los gobiernos del mundo, con ello los diversos problemas que trae consigo.

En la tercera parte hablaré sobre las consecuencias del neoliberalismo con todos los males que trae consigo.

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EL NEOLIBERALISMO, IDEOLOGÍA Y CONFIGURACIÓN ECONÓMICA

CUERPO PRIMERA PARTE: DEFINICIÓN E HISTORIA

El neoliberalismo se define como el conjunto de ideas políticas y económicas capitalistas que defiende la no participación del Estado en la economía, dejando por fuera cualquier injerencia gubernamental, fomentando así la producción privada con capital único sin subsidio del gobierno. De acuerdo con esta doctrina, no debe haber plena libertad de comercio (libre comercio), ya que este principio garantiza el crecimiento económico y desarrollo social de un país. Surgió en la década de 1970 a través de la escuela monetaria de Milton Friedman como una solución a la crisis que afectó a la economía mundial en 1973, causada por el excesivo aumento de los precios del petróleo. En los ochenta los gobiernos Reagan en los EEUU y Tatcher en Gran Bretaña consolidaban en los países capitalistas el neoliberalismo, un pensamiento económico que tenía como adversario principal el Estado del Bienestar, cuyos principios básicos pueden resumirse en los siguientes cuatro puntos: que el déficit del presupuesto estatal es negativo para la economía, puesto que absorbe el ahorro nacional, aumenta los tipos de interés y disminuyen las tasas de inversión financiadas por los ahorros domésticos; la intervención estatal regulando el mercado de trabajo añadiría una rigidez que dificulta el libre juego del mercado, no permitiendo el desarrollo económico y la creación de nuevos empleos; una protección social garantizada por el Estado del bienestar aumenta el consumo disminuyendo la capacidad de ahorro de la población; y por último que el Estado no debe regular el comercio exterior ni los mercados financieros. Durante los principios de los ochenta las evidencias estadísticas sobre la oportunidad del neoliberalismo aún eran difíciles de comprobar, aunque su retórica bien articulada contra el Estado de bienestar y una fuerte promoción de estas ideas las hacían hegemónicas en varias instituciones y gobiernos.

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Otro indicador es la inflación. Es cierto que las tasas de inflación se reducen, lo que es positivo, pero que se consigue mediante unas políticas fiscales y monetarias rígidas, el descenso de los precios de las materias primas en el mercado internacional y el crecimiento del desempleo que ayuda reducir los incrementos de salarios. A partir de los primeros resultados estadísticos fue posible detectar las consecuencias económicas y sociales de este pensamiento. Una de las primeras constataciones de dichas consecuencias son los indicadores de crecimiento económico. Es verdad que en los años ochenta la tasa de crecimiento fue superior a la de los setenta, pero también resultaron inferiores a la de los sesenta cuando las teorías keynesianas también regían la economía. Como principales características tiene; la mínima participación del Estado en la configuración de la economía de un país. Así como también la poca intervención del gobierno en el mercado laboral, la política de privatización de empresas estatales, la libre circulación de capitales internacionales y el énfasis en la globalización, la economía le abre las puertas a las multinacionales para que inviertan, la adopción de medidas contra el proteccionismo económico, la operación de las actividades económicas son notoriamente más simplificadas, ya que se resume la burocracia del estado en el proceso, la oposición al exceso de impuestos y gravámenes, el aumento de la producción, para lograr el objetivo básico del desarrollo económico del circulo inversor, está en Contra el control de los precios de los productos y servicios por parte del Estado, es decir, la ley de la oferta y la demanda es suficiente para regular los precios y la base económica debe estar formada por empresas privadas. Durante sus inicios, el neoliberalismo se presentó como una serie de intentos de nuevas políticas. Por ejemplo, el golpe de Estado en Chile de Pinochet o la presidencia de Fujimori en nuestro país. Nada parecía presagiar que, en realidad, se trataba de un laboratorio político. Estas experiencias no solo se han manifestado en las políticas económicas, sino que han creado un sistema que engloba medidas jurídicas, sociales, educativas, culturales, institucionales y que ha dado alternativas difícilmente irrealizables. A diferencia del liberalismo clásico, que se constituyó en el siglo XVIII, el neoliberalismo tiene como principio el de la limitación del poder político, pues, bajo su concepción, la economía tiene

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sus propias leyes naturales y por lo tanto no pueden verse interrumpidas por la actividad política o la intervención del gobierno. En este sentido, el neoliberalismo es diferente porque en principio hay una práctica de la ilimitación. Es decir, la política de mercado se generaliza en todos los ámbitos de la vida. SEGUNDA PARTE: ¿CÓMO FUNCIONA EL NEOLIBERALISMO?

El neoliberalismo es, en definitiva, un conjunto de dispositivos que sitúa a la gente en una lógica de competencia sin que se les haya consultado realmente. No es una elección, sino, más bien, una imposición que obliga a funcionar dentro de un sistema competitivo. Por ejemplo, es cierto que existe la posibilidad de que las familias elijan una escuela para sus hijos, pero en realidad no es una elección. Se ha impuesto a los padres el deber de elegir y optar por una u otra escuela. Es decir, se les ha empujado a formar parte del juego. Estas formas de naturalización de la competitividad son difíciles de detectar. Por un lado, hay gente que lo ha asumido de forma natural, pero por otro hay muchos que no son conscientes de haber caído en esta espiral. Por un lado, genera nuevas patologías como el estrés, la ansiedad o las depresiones. Esta competitividad empuja a la gente a sus propios límites. Es la misma lógica del capital, hacer cada vez más. Se interioriza y empuja al individuo a ir siempre más allá, igual que en el deporte de élite. Y por otro, si observamos la colectividad, también vemos una dificultad para reaccionar conjuntamente. La acción colectiva necesaria para cambiar las reglas brilla por su ausencia. En el campo político observamos que esta competitividad se ha convertido en el principio institucional, superior a la voluntad de los ciudadanos. Las leyes, las reformas del mercado de trabajo, bajar los impuestos a las grandes empresas... Todo esto se produce en nombre de la competencia internacional. Destruimos todos los dispositivos sociales que se han puesto en marcha en nombre de esta competitividad. Esto se ha convertido en un principio superior, incluso supremo, en relación con la elección, las necesidades y los derechos fundamentales de los ciudadanos, como por ejemplo la educación o la seguridad. Asimismo, el hecho de que los partidos de izquierda y derecha, en el fondo, terminan apoyado las mismas políticas de competitividad ha supuesto una

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verdadera destrucción del debate, el diálogo e incluso de la diferencia política. Como consecuencia, los electores dejan de confiar en los partidos. Con respecto al neoliberalismo en América Latina Antes que Reagan y Tatcher hubieran desarrollado sus ideas liberales, este continente ya cosechaba los frutos de las políticas liberales. A partir del golpe de estado chileno en 1973 las condiciones políticas favorecieron la implantación de una de las más contundentes experiencia liberal del mundo, una década antes de Tatcher llegara al poder en el Reino Unido. Pero como el resto del mundo, fue en los ochenta cuando empezaron las adhesiones masivas. En 1985 en Bolivia, con el presidente Víctor Paz; en 1988 con Salinas en México; 1989 llega Menem al poder en Argentina, Collor en Brasil y Carlos Andrés Pérez en Venezuela para su segundo gobierno; y en 1990 Fujimori, aún por la vía democrática, gana las elecciones en Perú. Si en los países desarrollados los impactos sociales fueron desastrosos, en América Latina las diferencias sociales tan inmensas si no aumentaron si consolidaron, agravando la estructura socioeconómica vigente La gran paradoja de la economía Latinoamérica es que las tasas de crecimiento económico y de las exportaciones son muy superiores a las de los países europeos, pero los indicadores socioeconómicos reflejan la política de la mayoría de sus gobiernos. La concentración de renta casi no ha cambiado en los últimos años, incluso ha aumentado en países como Brasil, Chile y México en los ochenta y se han mantenido en los noventa. Cuando comparamos con otros países esto se revela con más claridad. En Estados Unidos, que ya no es el mejor parámetro, la diferencia entre el total de los ingresos de los 10 por ciento más ricos y de los 10 por ciento más pobres es de 19 veces y en España es de 9 veces, frente a ello, en América Latina es en Argentina 24 veces, en Brasil 58, en Chile 35, en México 40 y en Venezuela 22. El tema de la educación es otro problema grave. A pesar de que los niveles educativos han aumentado aún están muy lejos de los países desarrollados. En los setenta, el latinoamericano promedio de 25 años contaba con 3,3 años de educación y en los noventa el promedio alcanzaba 4,8 años. En los "tigres asiáticos" el crecimiento fue de 3,5 años a 6 años en lo mismo período.

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Otro problema es que América Latina tiene un bajo nivel de trabajadores con estudios secundarios, por apenas encima de la África sub-sahariana. La desigualdad entre los grandes países latinoamericanos también es muy grande. Si en Chile y Argentina la escolaridad media es de 9 años, en Brasil es de poco más de cuatro. En la educación universitaria los datos son más impresionantes. Brasil y México tienen bajos niveles, de 11 y 13 por ciento respectivamente, y Argentina, en el otro extremo, 36 por ciento. Todavía muy abajo de Estados Unidos con 80 por ciento pero por encima de Japón con 29 por ciento. Esos datos reflejan la necesidad de más inversión en educación. El porcentaje del PIB es inferior al de países desarrollados y el caso brasileño más grave todavía, ya que con el actual nivel de gastos públicos en educación, la competitividad del trabajador y de las empresas brasileñas estará comprometidas en el futuro. Esos datos conjuntamente agravan el problema del desempleo. Una economía sumergida inmensa, que llega a corresponder a 60 por ciento de los hombres en México, un nivel de educación bajo, un mercado interno frágil y desigualdades sociales grandes son factores que dificultan la efectividad de las políticas de empleo. Los ideales neoliberales que flexibilizaron el mercado y abrieron las economías sin ninguna preparación previa, la ausencia del Estado por un largo período en políticas de generación de empleo y la inestabilidad política de algunos países, crearon una situación de compleja solución en América Latina. El mundo se encuentra envuelto en una vorágine que no deja espacio para opciones distintas, tal pareciera que existe solo una manera de llevar las riendas económicas de los países, Perú no está exento de ello, vivimos bajo políticas y preceptos que no han sido diseñados para nosotros, se trata de una generalidad inmensa y exhaustiva que está llevando al mundo a su autodestrucción, el tan prometido mundo del futuro que está acabando con el futuro del mundo. Los defensores del neoliberalismo argumentan que es la opción para erradicar la corrupción de los gobiernos, Lorenzo Meyer expone que en los países centrales, el neoliberalismo surgió como una visión de la economía, la sociedad y el individuo, que proponía el abandono, por ineficientes, corruptos y corruptores, del Estado interventor y del Estado de bienestar (Ensayo “Liberalismo autoritario. Las

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contradicciones del sistema político mexicano. En la práctica el neoliberalismo ha demostrado tener un efecto muy contrario a sus propuestas teóricas. Las políticas monetarias restrictivas representan la esencia fundamental del neoliberalismo, la especulación financiera, un entorno económico donde el capital y los rendimientos de este a costa del bienestar es la piedra angular del modelo, nada importa más que los intereses que generen los grandes capitales sin necesidad de llevarlos al terreno productivo, si no que mediante juegos financieros especular con monedas y generar las mayores ganancias para las grandes corporaciones y sus magnates dentro de mercados financieros absolutamente desregulados, sin necesidad de pagar impuestos por ello. Por otro lado es menester cuestionar que en definitiva se traduce en el bolsillo del ciudadano común, las políticas fiscales restrictivas, dentro del modelo neoliberal se busca gravar con más impuestos el consumo, sobre todo el consumo básico y de servicios, con lo cual se evita el acceso de las familias a una mayor calidad de vida, a lo largo del tiempo se ha podido observar que con este modelo cada vez pagamos más impuestos los mismos contribuyentes de siempre, los trabajadores, las clases medias y bajas, la pequeña y mediana empresa, mientras que los ricos y las grandes empresas se complacen de los privilegios fiscales que los gobiernos neoliberales les conceden. Como si el gravar injustamente al más desprotegido a favor de los poderosos fuere poco, este modelo exige una disminución considerable del gasto público, disminuyendo así la inversión en educación pública, en seguridad social y en el desarrollo de las comunidades rurales y de los grupos vulnerables, trayendo esto consigo una profundización de las brechas sociales y de la miseria y pauperización de los ciudadanos. La liberalización de la cual se enorgullecen los neoliberales es una falacia más del sistema, decir que con este modelo económico se evitan los monopolios y oligopolios es querer tapar el sol con un dedo, cuando que a raíz de la implantación del neoliberalismo en nuestro país, este es el reino de la oligarquía y la carencia total de competencia. La creciente fortuna de las poquísimas familias que acaparan la mayor parte de la riqueza del país y la cifra de pobres en constante crecimiento, vienen dando al traste con el hito neoliberal de que en la medida que los particulares obtuvieran mayores beneficios económicos, redundaría en beneficios para toda la comunidad, provocando así

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la adecuada distribución de la riqueza, un argumento irrisorio cuando el modelo prioriza lo financiero por encima de lo económico. La privatización es otro paradigma neoliberal que la realidad derrumba de manera aplastante, el delegar a particulares funciones que competen al estado y que son causa de éste, termina disminuyendo aún más al estado y sobre todo dando al traste el poder que tienen las familias de acceder al bienestar social a través de los servicios que ésta brinda, haciendo más ricos a los ricos, que compran las empresas estatales en gangas y que después explotan como se les da la gana, puesto que especulan vilmente con los precios de los servicios básicos que el estado les regala y que son básicos e irrenunciables para la vida de los ciudadanos. Uno de los mayores males del neoliberalismo es su tan amada desregulación, los neoliberales detestan las leyes, le tienen fobia al estado de derecho, no están dispuestos a supeditar su actuar a un conjunto de reglamentos que nivelen la balanza entre los poderosos dueños del capital con el resto de los ciudadanos y las actividades económicas, prueba de ello son los mercados financieros, que al estar completamente desregulados causan crisis financieras que desestabilizan las economías nacionales, destruyen monedas y derriban gobiernos. Es así como el neoliberalismo, a través de sus políticas, ha logrado no solamente invadir las esfera económica, si no trasladar su influencia a casi todos los sectores de la vida, el neoliberalismo baña con su ideología la educación, las políticas públicas y obviamente el sistema político. El pensar que limitar la vida nacional a los preceptos neoliberales llevara a nuestro país por la senda del progreso, es un simple eufemismo para disfrazar de bondad el interés desmedido de los grandes capitalistas por maximizar sus utilidades a costa de los pobres, de la pequeña y mediana empresa, de las clases medias y bajas, que a causa de este modelo, no tienen acceso a opciones de movilidad social, si no que estamos condenados inexorablemente a ser explotados, a subirnos a la ola neoliberal, eso en el mejor de los casos, o que simplemente los más desprotegidos sean borrados del mapa. El alcance y la importancia de las políticas neoliberales responden de manera directa a las crisis económicas que han tenido lugar en los países desarrollados, cuyas economías son consideradas como estables y prósperas. En realidad, los países capitalistas se han estado enfrentando a graves

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crisis de recesión generadas por el mismo capitalismo. Estas crisis les obligan a tomar una serie de medidas a través de las cuales sus economías encuentren vías alternas de expansión y fortalecimiento. Una vez que se ha alcanzado un nivel equilibrado y han sobreviviendo con las ventajas, la estabilidad y el nivel de vida que esto proporciona, no pueden permitirse la inestabilidad económica y social que una recesión acarrea. Así con el objeto de mantener su poder expansivo, llevan a cabo la estructuración de un discurso como el neoliberal. En este discurso, retoman todas las ideas y fundamentos económicos del Keynesianismo. Dan a su política económica un nuevo curso. Aparecen así políticas “neoproteccionistas” y de la llamada contrarrevolución monetarista, a través de las cuales se regresa a los anteriores fundamentos del liberalismo Keynesiano del “laissez faire”, argumentando que el libre mercado permitirá el surgimiento del equilibrio natural que aunque individualista, terminará por conducir a la ocupación plena y al beneficio social. Lo que el discurso neoliberal jamás hace evidente, es que los países capitalistas más exitosos en términos económicos, lo han sido precisamente porque no se han guiado por el mercado y sus leyes por el contrario el estado ha mantenido una estrecha coordinación con el sector privado; otorgándoles subsidios, incentivos fiscales, apoyos financieros y tecnológicos a los proyectos y empresas definidos como prioritarios. Los países desarrollados, llegan incluso a responsabilizar a los países del tercer mundo por la crisis de su desarrollo, atribuyéndolo a fracasos o errores en el manejo de sus economías y diciendo que la creciente pobreza se debe a un crecimiento de población descontrolado. Con estos argumentos, dichos países se sienten con el derecho de imponer restricciones financieras. Así, por ejemplo, el FMI (Fondo Monetario Internacional) baja sus financiamientos o “subsidios”, generando así necesidades economicas que hacen que los países en desarrollo acepten las condiciones impuestas y dejen entrar capital extranjero a su territorio.

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TERCERA PARTE: CONSECUENCIAS

La puesta en práctica de la políticas neoliberales han generado una serie de consecuencias cuyos resultados poco se acercan a lo que se dice en el discurso neoliberal. Sino que más bien al contrario, los efectos contienen justamente aquellos problemas de los que se pretendía salir y refuerzan los problemas que se pretendían resolver. Así, los países que deciden incorporarse a este tipo de políticas presentan problemas como: Recesión y desindustrialización, a través de lo cual, empresas medianas y pequeñas se van a la quiebra. Al no contar con apoyos de fomento, pierden las posibilidades de competencia y dinamismo. Inflación, permanencia del desequilibrio externo, desempleo, concentración del ingreso y represión. Se han visto disminuidos los niveles de bienestar ya que estos países han sufrido de un deterioro grave en su ingreso en la mayoría de la población. La legitimación del Estado se vuelve cada vez más complicada por lo que tiene éste que recurrir a acciones de represión más seguido. Así los países que entran en este tipo de dinámicas, lejos de acercarse a la democracia, terminan enfrentando graves crisis represivas; lejos de fomentar el desarrollo y el fortalecimiento de sus economías, se hunden en graves crisis financieras que cobran como víctimas a grandes masas de la población, las cuales se acercan cada vez más a los niveles de desempleo y de pobreza, perdiendo paulatinamente los anteriores niveles de calidad de vida. Es así como el discurso es impuesto y es puesto en marcha, dando paso a que los únicos beneficiados sean aquellas elites insertas en el poder cuyas posibilidades competitivas, de crecimiento y expansión se ven favorecidas. Un panorama tan sombrío, es muestra, por un lado, de mi dramático pesimismo, pero también es sin duda alguna, una realidad posible y absolutamente probable. De continuar como hasta ahora, los ciudadanos del mundo que no poseemos los recursos económicos suficientes para valer en este modelo económico, o peor aún, que nos atrevemos a pensar diferente, nos veremos, en uno u otro

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sentido, absorbidos por este monstruo de las grandes corporaciones, es tiempo de que el mundo se dé cuenta que este modelo caníbal nos está llevando a la autodestrucción, los ricos también deben notar que necesitan de los pobres, tanto para poner a trabajar su riqueza como para hacerla mas grande, pero esa colaboración debe darse en un entorno nivelado, donde el estado sea garante de la absoluta justicia para todos los sectores, donde un estado democrático provea a sus ciudadanos de condiciones de desarrollo tanto económico como social, en un marco de progreso común, seguridad pública y calidad de vida. Es posible que la consecuencia más peligrosa del neoliberalismo no sea la crisis económica que ha causado, sino la crisis política. A medida que se reduce el poder del Estado, también se reduce nuestra capacidad para cambiar las cosas mediante el voto. Según la teoría neoliberal, la gente ejerce su libertad a través del gasto; pero algunos pueden gastar más que otros y, en la gran democracia de consumidores o accionistas, los votos no se distribuyen de forma equitativa. El resultado es una pérdida de poder de las clases baja y media. Y, como los partidos de la derecha y de la antigua izquierda adoptan políticas neoliberales parecidas, la pérdida de poder se transforma en pérdida de derechos. Cada vez hay más gente que se ve expulsada de la política. Chris Hedges puntualiza que "los movimientos fascistas no encontraron su base en las personas políticamente activas, sino en las inactivas; en los 'perdedores' que tenían la sensación, frecuentemente correcta, de que carecían de voz y espacio en el sistema político". Cuando la política deja de dirigirse a los ciudadanos, hay gente que la cambia por consignas, símbolos y sentimientos. Por poner un ejemplo, los admiradores de Trump parecen creer que los hechos y los argumentos son irrelevantes. Judt explicó que, si la tupida malla de interacciones entre el Estado y los ciudadanos queda reducida a poco más que autoridad y obediencia, sólo quedará una fuerza que nos una: el poder del propio Estado. Normalmente, el totalitarismo que temía Hayek surge cuando los gobiernos pierden la autoridad ética derivada de la prestación de servicios públicos y se limitan a "engatusar, amenazar y, finalmente, a coaccionar a la gente para que obedezca". Para el neoliberalismo, la competencia es la característica fundamental de las relaciones sociales. Afirma que "el mercado" produce beneficios que no se podrían conseguir mediante la planificación,

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y convierte a los ciudadanos en consumidores cuyas opciones democráticas se reducen como mucho a comprar y vender, proceso que supuestamente premia el mérito y castiga la ineficacia. Todo lo que limite la competencia es, desde su punto de vista, contrario a la libertad. Hay que bajar los impuestos, reducir los controles y privatizar los servicios públicos. Las organizaciones obreras y la negociación colectiva no son más que distorsiones del mercado que dificultan la creación de una jerarquía natural de triunfadores y perdedores. La desigualdad es una virtud: una recompensa al esfuerzo y un generador de riqueza que beneficia a todos. La pretensión de crear una sociedad más equitativa es contraproducente y moralmente corrosiva. El mercado se asegura de que todos reciban lo que merecen. Asumimos y reproducimos su credo. Los ricos se convencen de que son ricos por méritos propios, sin que sus privilegios (educativos, patrimoniales, de clase) hayan tenido nada que ver. Los pobres se culpan de su fracaso, aunque no puedan hacer gran cosa por cambiar las circunstancias que determinan su existencia. ¿Desempleo estructural? Si usted no tiene empleo, es porque carece de iniciativa. ¿Viviendas de precios desorbitados? Si su cuenta está en números rojos, es por su incompetencia y falta de previsión. ¿Qué es eso de que el colegio de sus hijos ya no tiene instalaciones de educación física? Si engordan, es culpa suya. En un mundo gobernado por la competencia, los que caen pasan a ser perdedores ante la sociedad y ante sí mismos. La epidemia de autolesiones, desórdenes alimentarios, depresión, incomunicación, ansiedad y fobia social es una de las consecuencias de ese proceso, que Paul Verhaeghe documenta en su libro What About Me?. No es sorprendente que Gran Bretaña, el país donde la ideología neoliberal se ha aplicado con más rigor, sea la capital europea de la soledad. Ahora, todos somos neoliberales. El neoliberalismo es un dios que fracasó, como el socialismo real; pero, a diferencia de este, su doctrina se ha convertido en un zombie que sigue adelante, tambaleándose. Y uno de los motivos es su anonimato. O, más exactamente, un racimo de anonimatos. La doctrina invisible de la mano invisible tiene promotores invisibles. Poco a poco, lentamente, hemos empezado a descubrir los nombres de algunos. Supimos que el Institute of Economic Affairs, que se manifestó rotundamente en los medios contra el aumento de las regulaciones de la industria del tabaco, recibía fondos de British American Tobacco desde 1963. Supimos que Charles

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y David Koch, dos de los hombres más ricos del mundo, fundaron el instituto del que surgió el Tea Party. Supimos lo que dijo Charles Kock al crear uno de sus laboratorios de ideas: "para evitar críticas indeseables, debemos abstenernos de hacer demasiada publicidad del funcionamiento y sistema directivo de nuestra organización".

CONCLUSIONES Las palabras que usa “el neoliberalismo” tienden más a ocultar que a esclarecer. "El mercado" suena a sistema natural que se nos impone de forma igualitaria, como la gravedad o la presión atmosférica, pero está cargado de relaciones de poder. "Lo que el mercado quiere" suele ser lo que las corporaciones y sus dueños quieren. La palabra inversión significa dos cosas muy diferentes, como observa Sayer: una es la financiación de actividades productivas y socialmente útiles; otra, la compra de servicios existentes para exprimirlos y obtener rentas, intereses, dividendos y plusvalías. Usar la misma palabra para dos actividades tan distintas sirve para "camuflar las fuentes de riqueza" y empujarnos a confundir su extracción con su creación. El neoliberalismo es tan ubicuo que ni siquiera lo reconocemos como ideología. Aparentemente, hemos asumido el ideal de su fe milenaria como si fuera una fuerza natural; una especie de ley biológica, como la teoría de la evolución de Darwin. Pero nació con la intención deliberada de remodelar la vida humana y cambiar el centro del poder. El mundo necesita cambiar, los ciudadanos necesitamos que Perú cambie, debemos dar la lucha, pero una lucha organizada, pacifica e inteligente, que no promueva un cambio drástico ganando batallas a través de la violencia, si no pequeñas conquistas que devuelvan al estado y al pueblo el poder de decisión sobre la vida pública nacional, constituir gobiernos verdaderamente democráticos que atiendan a la voluntad de sus gobernados y no a la de los grupos de poder que sobre él se erigen, deslindar las decisiones de estado de los poderes facticos y económicos y acercarlas al pueblo, que es donde reside el verdadero poder, hacer que el estado voltee más hacia abajo, para ver la voluntad de sus gobernados, y menos hacia arriba para ver el mandato de los que gobiernan al estado a su entero antojo.

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BIBLIOGRAFÍA



Monbiot, G. (2016). Neoliberalismo: la raíz ideológica de todos nuestros problemas. theguardian.[En línea] Disponible en: http://www.eldiario.es/theguardian/Neoliberalismoraiz-ideologica-problemas_0_511299215.html [Último acceso 8 Jul. 2017].

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Revista Economía Informa, No. 263, Dussel, Enrique, “El neoliberalismo en la década de los noventa y la teoría neoclásica”. Thorp, Rosemary. Progreso, pobreza y exclusión. Washington: BID, 1998



Thomas I. Palley. From Keynesianism to Neoliberalism: Shifting Paradigms in Economics. Foreign Policy in Focus. 2004.

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