El Lugar Sin Limites

Bryan Thomas Español 488 Ensayo 1 El lugar sin límites José Donoso fue un escritor chileno nacido en 1924, y muerto en 1

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Bryan Thomas Español 488 Ensayo 1 El lugar sin límites José Donoso fue un escritor chileno nacido en 1924, y muerto en 1996. Fue uno de los narradores que formaron parte del Boom de la literatura latinoamericana. Precisamente durante esa época, en 1965, Donoso escribió El lugar sin límites, una novela breve que explora las vidas de un pequeño número de personajes, habitantes de la Estación El Olivo, un pueblo latinoamericano a punto de desaparecer debido a las ambiciones de su principal benefactor y latifundista. En la novela, el centro de las actividades del pueblo es un prostíbulo propiedad de la Japonesita, una muchacha joven, y su padre, la Manuela, un hombre de más de 40 años, homosexual, que durante su juventud se dedicó a bailar como travesti en los prostíbulos de esa región. A pesar de ser una novela breve, Donoso consigue crear personajes con una enorme profundidad psicológica. Una de las técnicas que emplea para conseguirlo consiste en cargar de simbolismo las diferentes maneras en que los personajes interactúan con los objetos a su alrededor. Los personajes parecen estar encerrados en el pueblo para morir en él, y cada uno enfrenta este destino de un modo distinto. En este texto se analizarán las actitudes de la Japonesita y la Manuela. Mientras que la Manuela adopta una actitud vitalista, la Japonesita parece resignada a morir en el pueblo. Ello a su vez se refleja en las actitudes que dichos personajes adoptan frente a distintas figuras de luz y calor, por un lado, y oscuridad y frío, por el otro, que aparecen en la novela. Al final, sin embargo, todos los elementos que conforman estas parejas de opuestos terminan por simbolizar lo mismo: la muerte. La tensión que existe entre la Japonesita y la Manuela en relación con su actitud hacia la luz y el calor se presenta de manera particular en el capítulo 4. Todo el capítulo está marcado por la espera: ambos personajes esperan la llegada de Pancho, quien viene a divertirse en el prostíbulo. 1

Bryan Thomas Español 488 Ensayo 1 Ambos personajes temen y desean dicha llegada. Al mismo tiempo, ambos esperan la llegada de don Alejo, quien se supone que les traerá noticias sobre la llegada de la electricidad al pueblo. De esta manera, se establece una tensión entre la luz y la oscuridad desde el inicio: la visita de don Alejo trae consigo la esperanza de que haya electricidad en el pueblo, y todo quede iluminado, previniendo así su desaparición –si bien más adelante se revelará que dicha esperanza es vana, pues no habrá luz en el pueblo. La visita de Pancho, por otro lado, está asociada con la oscuridad, con el deseo y con la violencia, con las actividades clandestinas del burdel, de las cuales todo el pueblo sabe, pero que aún así se siguen llevando a cabo de noche, en lo oculto. A nivel superficial, parece ser que la Manuela ha perdido la esperanza de que llegue la electricidad al pueblo, y anhela más bien la llegada de Pancho, aunque este vaya a golpearlo. La Japonesita aún tiene esperanzas, y hace planes para comprar un nuevo aparato eléctrico. Es cierto que la Japonesita también siente curiosidad y deseo por la llegada de Pancho; sin embargo, su actitud general hacia él es de indiferencia. Así, parecería que la Japonesita se inclina hacia la luz, y la Manuela hacia la oscuridad. Pero paradójicamente, la Japonesita también experimenta indiferencia hacia la luz y el calor: “En vez de avivar con otro leño el rescoldo que quedaba en el vientre de la cocina se fue acercando más y más al fuego que palidecía, arrebozándose más y más con un chal: tengo los huesos azules de frío. Ya oscurecía” (p. 55). La Japonesita experimenta la necesidad de huir del frío, de acercarse hacia la luz: se arreboza con un chal. Sin embargo, su actitud es más bien conservadora. La elección de las palabras en este fragmento lo revela: la Japonesita, en vez de “avivar” el fuego, se acerca más y más al “fuego que palidecía”, que moría. Es decir, ella carece de vitalidad, manifestando más bien una cercanía morbosa con la muerte, con ese fuego que “palidece”, lo cual se refuerza cuando el narrador permite que sea la Japonesita 2

Bryan Thomas Español 488 Ensayo 1 quien exprese, en sus propias palabras, “tengo los huesos azules de frío”. Esta imagen evoca en todo momento la muerte, la falta de vitalidad que se esconde detrás de las esperanzas vanas de la Japonesita, detrás del sueño de la luz eléctrica, que no es sino una ilusión. En contraste, la Manuela no guarda muchas esperanzas sobre la llegada de la electricidad al pueblo, pero su actitud es mucho más vitalista que la de la Japonesita. Teme la llegada de Pancho, teme sus golpizas, pero también lo anhela, como una última oportunidad de vivir, de sentir el deseo de Pancho por él. De nuevo, esta actitud es similar a la que la Manuela manifiesta en función de la luz y del calor: “En el cuarto de enfrente (la Manuela) se estaba desvistiendo para probarse el vestido colorado a la luz de la vela. A su edad no le tenía miedo al frío. Igual a mi madre, que en paz descanse” (p. 57). Mientras que la Japonesita se hunde en su temor al frío, el cual intenta contrarrestar acercándose más y más a un fuego que palidece, y en sus recuerdos de su madre muerta, la Manuela contrarresta el frío con los pocos recursos que tiene: una vela, y su vestido colorado, de española, que en la novela es descrito como un vestido roto, casi hecho jirones, similar al cuerpo de la Manuela. El color del vestido de la Manuela, a pesar de su estado deplorable, sigue siendo rojo; como el cuerpo mismo de la Manuela, que a pesar de estar viejo y cansado, sigue experimentando deseo. La Japonesita lo sabe, y envidia esta vitalidad de su padre, a la vez que no puede dejar de recordar constantemente a su madre, la Japonesa, a quien tuvieron que sepultar en otro pueblo, porque “en El Olivo ni cementerio hay. El Olivo no es más que un desorden de casas ruinosas sitiado por la geometría de las viñas que parece que van a tragárselo. ¿Y de qué se ríe tanto? ¿Qué derecho tiene a no sentir el frío que a mí me está trizando los huesos? –¡Papá!” (p. 59). En la mente de la Japonesita, El Olivo es parecido ya a un cementerio: “casas 3

Bryan Thomas Español 488 Ensayo 1 ruinosas”, un lugar “sitiado”, es decir, atacado por todas direcciones, a punto de ser tragado. Quizá por eso mismo no hay cementerio en el pueblo, y quizá por ello, en vez de avivar la risa vitalista de su padre, siente envidia por ella. Estas dos actitudes opuestas por parte de la Japonesita y la Manuela se manifiestan de manera aún más evidente en otro pasaje del capítulo 4: “La Japonesita se había sentado de nuevo junto al fuego que se extinguía. –Tan oscuro, niña. Parece velorio. La Japonesita no contestó. –Voy a echarle otro palo al fuego. No esperó a que diera llama. –¿Prendo una vela? ¿Para qué? Ella podía estar tardes enteras, días enteros en la oscuridad, como ahora, sin sentir nostalgia por la luz, añorando, eso sí, un poco de calor” (p. 60-61). Mientras que la Manuela actúa de inmediato, echando “otro palo al fuego”, para avivarlo, y no esperando para prender una vela, la Japonesita, en cambio, se conforma con sentarse junto al “fuego que se extinguía”, estar así días enteros, en la oscuridad, apenas deseando un poco de calor, pero no más: tan solo “un poco”. No hace falta que la Manuela indique que la escena “parece velorio”: Donoso se asegura de aludir a la muerte constantemente, a través de la elección de las palabras con las que describe el frío, la debilidad de la luz y del calor. Sin embargo, a pesar de su vitalismo, la Manuela también está encerrado en ese pueblo, en ese cementerio, esperando su propia muerte. “Vio su propia cara en el espejo, sobre la cara de su hija, que se miraba extática –las velas, a cada lado, eran como las de un velorio. Su propio velorio tendría así de luz en el mismo salón donde, cuando el calor de la fiesta fundía las durezas de las cosas, ella bailaba. Se iba a quedar eternamente en la Estación El Olivo (p. 69). Si la muerte que esperaba la Japonesita era una muerte fría, oscura, el vitalismo de la Manuela tampoco la alejaba a

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Bryan Thomas Español 488 Ensayo 1 ella de la muerte: las velas que tanto encendía iban a ser las de su velorio, y ese calor de la fiesta, del deseo, de sus bailes, no la salvarían de morir, como todos, en la Estación El Olivo. El lugar sin límites concluye en una manera abierta. Al final, la Manuela sale de farra con Pancho, sólo para ser golpeado, para terminar con el vestido roto, tirado en algún lodazal. La Japonesita, por su parte, se queja de que las prostitutas enciendan tantas velas, tantos chonchones, y se va a la cama sola, “sin siquiera encender una vela” (p. 188). Con este final Donoso deja a sus personajes atrapados para siempre en ese ciclo sin fin, mientras cada uno persiste en su propia manera de enfrentar la muerte lenta que terminará por llevarse al pueblo entero: la Japonesita con su frialdad, su desdén por la luz; la Manuela, con su vitalismo; y don Alejo, destruyendo poco a poco al pueblo por su desmedida ambición. A fin de cuentas, sea una muerte fría o una muerte caliente, los personajes quedan atrapados en el pueblo, que se ha convertido desde ya en su propia tumba.

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