El Fruir Divino

Nivel 3 Lección 1 EL FLUIR DIVINO Por Andrew Wommack Tú puedes empezar a permitir que Dios fluya por medio de ti para

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Nivel 3 Lección 1

EL FLUIR DIVINO Por Andrew Wommack

Tú puedes empezar a permitir que Dios fluya por medio de ti para ministrarle a la gente. Tú tienes el poder y la unción en ti, pero ¿cómo se la das a los demás? Hay varios versículos con los que podemos empezar. En Filemón 1:6, Pablo está orando; “Para que la comunicación de tu fe sea eficaz, en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros, por Cristo Jesús” (RVA). El primer paso para que el poder de Dios fluya a través de ti hacia la gente consiste en reconocer las cosas buenas que están en tu interior. Tú no puedes dar aquello que no tienes, pero una vez que conozcas lo que tienes en el interior, los resultados empezarán a darse automáticamente. Tú empezarás a compartir con otros tu emoción, a dar testimonios de lo que Dios ha hecho en tu vida, y automáticamente algunas personas recibirán ayuda. 1 Juan 4:7-8 dice: “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios…porque Dios es amor”. Cada vez que sientes que el amor de Dios fluye a través de ti hacia otra persona, ése es Dios mismo que está fluyendo desde tu interior hacia esa persona. En la lengua griega de hecho hay cuatro palabras primordiales que se refieren al “amor”; la manifestación más profunda, el amor ágape, es la clase de amor sobrenatural de Dios. Tienes que reconocer la diferencia entre la atracción hacia, o el deseo por alguien y esta manifestación sobrenatural, elevada, del amor de Dios. Cada vez que tú te percatas de que el amor de Dios está fluyendo desde ti hacia alguien más, no se trata de algo que busque lo suyo. Tú puedes comprobar esto si consideras 1 Corintios 13:4-8, que muestra los requisitos de la clase de amor de Dios. No tiene envidia, no es egoísta, no busca lo suyo, no se irrita, etc. Tú tienes que analizar eso a lo que tú llamas amor y debes asegurarte de que en realidad es el amor de Dios—un amor que no es egoísta ni busca lo suyo—y que no amas a alguien por lo que puede hacer por ti. Conforme maduras en esto y literalmente empiezas a discernir Su amor, cuando sientes que Su amor fluye por medio de ti hacia alguien más, es Dios que está actuando. Una vez que reconoces el amor de Dios fluyendo a través de ti hacia alguien, todo lo que tienes que hacer es acompañarlo con alguna palabra motivadora o alguna acción, haz algo. Hay ocasiones en las que cuando estoy orando de repente me acuerdo de alguien, y siento la clase de amor de Dios y Su compasión por esa persona. En realidad, no había ninguna razón para que eso sucediera; era algo sobrenatural. He aprendido que debo llamar a esa persona, escribirle una carta, o contactarla de alguna manera. Casi siempre la persona decía: “¡Hombre! Éste es Dios hablándome a través de ti, y Él tocó mi vida por medio de ti”. ¿Sabes cómo sucedió eso? Sucedió porque yo sentí ese amor, esa compasión divina fluyendo de mí para otra persona. Ahora bien, cuando siento eso, reconozco que no soy yo—es Dios. Dios es amor, y cuando yo amo a la gente, es Él el que está amando a la gente a través de mí. Así es como Jesucristo ministró. Mateo 14:14 dice: “Al desembarcar, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos y sanó a sus enfermos”. La manera como el poder de Dios fluía a través de Jesucristo era por medio de la compasión y el amor que Él sentía por la gente a la que él le ministraba. En Mateo 8:2-3 un hombre con lepra, el cual era inmundo y a quien no se le podía tocar de acuerdo a la Ley Judía (nadie podía tocarlo, de lo contrario quien lo hiciera se contaminaba y se convertía en inmundo) él alzó la voz y clamó a Jesús diciendo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra”. Él se movió con compasión por el hombre que tenía lepra y lo tocó. Conforme estudias las Escrituras, encontrarás esa compasión, ese amor divino en muchos lugares. No es una emoción, sino una compasión que sale hacia el exterior por medio de nosotros. Cuando Jesucristo estaba colgando en la cruz, Él amó a la gente que estaba a su alrededor tanto que dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Ésas eran las mismas personas que estaban crucificándolo, sin embargo, Él tuvo compasión de ellos y le pidió a Dios que los perdonara. Sabemos que a Él no se le puso la carne de gallina—no fue nada más un sentimiento,

o una emoción—fue una decisión. De todas maneras, Él sintió esa compasión y fue movido a compasión por la gente. Cada uno de ustedes que es vuelto a nacer tiene a Dios viviendo en su interior. De acuerdo al versículo con el que empezamos, 1 Juan 4:8, Dios es amor y Él quiere fluir a través de ti para ministrarle a la gente. Hazlo y Él liberará Su compasión. Tú sentirás que ésta fluye hacia los demás, y cuando lo sientas, debes actuar. No siempre tienes que hacer algo especial. No tiene que ser “así dijo el Señor”. En ciertas circunstancias si tienes algún sentimiento o sientes compasión por alguien, acércate a esa persona, abrázala y dile: “Dios te ama y yo también”. Yo sé que en una ocasión esto funcionó cuando yo era el receptor, y me encontraba en una situación en la que unas gentes estaban a punto de sacarme de una iglesia. La gente había mentido acerca de mí, y una persona hasta amenazó con matarme. Me estaba sintiendo tan desanimado que pensé: “Dios, ¿de qué sirve todo esto? Nadie aprecia lo que estoy tratando de hacer”. Me estaba peleando con el diablo al respecto, cuando de repente un amigo me habló de larga distancia. Él habló por unos cuantos minutos, y yo pregunté: “Bueno, ¿para qué hablaste?” Él contestó: “Solamente quería hablarte para decirte que te amo. Estaba orando y sentí el amor de Dios por ti. Yo te aprecio”. Eso es todo lo que dijo. Él no sabía nada de lo que estaba sucediendo en mi vida, pero Dios lo usó. Yo sabía que era Dios el que me estaba amando por medio de esa persona, y eso hizo que yo permaneciera en el ministerio y cambió mi vida. No tiene que ser algo complejo ni necesariamente alguna gran disertación. Dios es amor, y siempre que tú reconoces que ese amor fluye a través de ti, es el fluir divino… la vida divina de Dios. Cuando tú sientas eso, tienes que entrar en acción. Ve y haz algo, di algo, bendice a alguien. Dios pondrá las palabras en tu boca. Él te usará, y liberará a la gente conforme tú actúes con compasión y le ministres a los que estén a tu alrededor.

PREGUNTAS PARA EL DISCIPULAD Nota: En esta lección, vamos a analizar la manera como debemos dejar que lo que Dios puso en nosotros fluya hacia los demás. 1. Lea Filemón 1:6. ¿Cuál es el primer paso para permitirle a Dios que fluya por medio de nosotros? _____________________________________________ _____________________________________________ 2. Lea 1 Juan 4:7-8. ¿Cuál es la verdadera fuente de buscar a otros para amarlos? _____________________________________________ _____________________________________________ 3. Andrew hace esta afirmación: “Cada vez que sientes que el amor de Dios fluye a través de ti hacia otra persona, es Dios el que está fluyendo desde tu interior”. ¿Cuál es la frase en 1 Juan 4:7 que comprueba esto? _____________________________________________ _____________________________________________ 4. Lea 1 Corintios 13:4-8. ¿Cuáles son algunas características del amor de Dios? _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________

VERSÍCULOS RELACIONADOS CON LAS PREGUNTAS FILEMÓN 1:6 – Para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. RVA 1 JUAN 4:7-8 – [4] Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. [5] El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. 1 CORINTIOS 13:4-8 – [4] El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; [5] no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; [6] no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. [7] Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. [8] El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. RVR1960