El Espiritu de Las Disciplinas.

El Espíritu de las disciplinas. Willard, Dallas. El doctor Willard escribe acerca de uno de los temas más relevantes que

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El Espíritu de las disciplinas. Willard, Dallas. El doctor Willard escribe acerca de uno de los temas más relevantes que enfrentan la iglesia contemporánea: como llegar a ser como Cristo en carácter y poder y así poder realizar los altos ideales del ser y hacer. Esta incógnita esta inserta dentro del contexto social en que la iglesia se desarrolla. El autor sostiene que la modernidad nos ha dado una cultura que ofrece un aluvión de programas de autorrealización en diferentes envoltorios. Todos prometen la suavización al dolor de la sociedad, sin embargo, sufrimos de una epidemia de depresión, suicidio, vacío personal y escapismo a través de la droga y el alcohol, de obsesión con el culto de personas, el consumismo, de sexo y violencia. Según Willard, los cristianos a menudo esperamos encontrar el poder de Cristo para vivir de formas que parecen adecuadas, pero carecen de eficacia. Por ejemplo se busca a través de un sentido de perdón y amor por Dios, o a través de la adquisición de verdad proposicional. Algunos lo buscan a través de experiencias especiales o la infusión del espíritu, o mediante la presencia de Cristo en la vida interior. Otros sostienen que es solo a través del poder del ritual y la liturgia, o la predicación de la Palabra, o a través de la comunión de los santos. El autor señala que la única respuesta se encuentra en el ejercicio de las disciplinas espirituales las cuales tienen como espíritu el amor de Jesús. El Escritor por medio de este libro lucha con la problemática de reducir la fe a una cuestión meramente mental, separando al cuerpo del proceso de vivir la vida cristiana y presenta al lector una teología de transformación humana basada en la enseñanza del Nuevo Testamento de convertirse en un sacrificio vivo para Dios. El modelo para la transformación entonces es presentado como un proceso cuya clave es el principio del yugo fácil, adoptando su completo estilo de vida. Ello implica que se debe aprender de Cristo como vivir toda nuestra vida, como invertir todo nuestro tiempo y energías mentales y físicas como él lo Dado que la praxis es posterior a la teología, el autor dedica una sección del libro a la

articulación de lo que él denomina teología de las disciplinas para la vida espiritual. Argumenta que necesitamos una teología que trate de manera seria y factible los fundamentos y practicas de las disciplinas, y que está debiera ser articulada como parte integral del evangelio y la vida del reino, basándose en el modelo de transformación humana que presenta el nuevo testamento, el cual lleva al creyente en Cristo a convertirse en un sacrificio vivo para Dios. Según Willard, una vida espiritual consiste en esa gama de actividades en la que las personas interactúan cooperativamente con Dios, y con el orden espiritual que deriva de la personalidad y acción de Dios.. Ser espiritual para el autor en el estricto sentido de la palabra viene a ser entonces “estar dominado por el Espíritu de Dios”. Esto lo reafirma recalcando que la espiritualidad es otra realidad, y no sólo un compromiso o un estilo de vida. Evidentemente esto podría resultar en un cambio personal y social, pero la meta final es llegar a ser como Cristo y extender su reino, y no sólo ser una mejor persona o mejorar la comunidad. Willard señala que para convertirse en una persona espiritual, uno debe emplear las disciplinas espirituales. Estas las define como las actividades de la mente y el cuerpo encaradas decididamente para llevar a nuestra personalidad y a todo nuestro ser hacia una cooperación efectiva con el orden divino. Tomando como base Romanos 6:13, el autor argumenta que la meta de ser espiritual es ofrecer nuestro cuerpo a Dios como instrumentos de justicia, a fin de ser de utilidad para su reino. Alcanzar esa meta depende de la disponibilidad de cada creyente. Ante la problemática de cómo llevar a cabo este ofrecimiento a Dios el autor afirma que la enseñanza de las Escrituras y, específicamente la vida de Cristo, nos muestran que los cambios profundos que deben ocurrir en nuestra vida sólo se lograrán a través de las disciplinas de abstinencia -como el ayuno, la soledad, el silencio y la castidad- y las disciplinas de participación -como el estudio, la adoración, el servicio, la oración y la confesión. Estas

disciplinas, darán como resultado que seamos conformados a la persona de Cristo, el deseo de todo el que ha nacido de su Espíritu. Si bien no hay ningún programa que pueda garantizarnos esta nueva vida en Cristo, puede sostenerse que, a fin de vivir una vida como Jesús, tenemos que hacer las cosas que hizo Jesús. Willard sostiene que hay una conexión directa entre practicar las disciplinas espirituales y experimentar la salvación que está prometida en Cristo. Jesús oró, ayunó y practicó la soledad no porque fuera pecador y necesitara la redención, como nosotros, sino porque tenía un cuerpo, como nosotros. El centro de la existencia de cada ser humano es su cuerpo. Este obvio argumento le imprime fuerza a la tesis del autor. Excluir o no reconocer apropiadamente el cuerpo físico en lo que respecta a nuestra salvación hace irreal la idea de seguir a Cristo y llegar a ser como él. Un fuerte sostén bíblico de toda está proposición teológica lo encuentra el autor en la sicología de la redención del apóstol Pablo. Para Willard, el uso de frases como “ejercítate para la piedad” (1 Timoteo 4:7), expresan un tema fundamental en la vida y creencia del apóstol. De hecho argumenta que la vida de Pablo ha sido un verdadero enigma para los pensadores de épocas posteriores, debido a su real apropiación de la presencia de Cristo que se percibe en su vida y escritos. La vida de Pablo retrata al hombre que practica las disciplinas espirituales, al hombre que considera en serio el cuerpo como el contexto en el cual se desarrolla la espiritualidad; y que puede decir sin temor “sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1Corintios 11:1). Antes de analizar y mostrar el valor de cada disciplina espiritual, el autor procede a realizar un análisis histórico del significado de las disciplinas. El autor comienza señalando que hoy en día la iglesia occidental se identifica con el paradigma de la buena vida, es más, es lo que

promociona como gancho publicitario: una exitosa y feliz vida. Dentro de este contexto el autor señala que hablar de disciplinas no es algo del gusto de la comunidad cristiana. Sí se agrega a ello las practicas insanas que nos muestra la historia, como el monasticismo y el ascetismo, las cuales dejaron una gran secuela de sin sabores y un profundo desconocimiento de lo que realmente significan las disciplinas espirituales; el sólo nombrar la palabra –disciplinas- es sinónimo de desprecio y anacronismo. Por ello, Willard sostiene que una disciplina para la vida espiritual es, cuando se ha disipado el polvo de la historia, nada más que una actividad realizada para llevarnos a una cooperación más efectiva con Cristo y su reino. Pero transforman la calidad misma de vida que experimentamos como seguidores de Jesucristo. Cuáles son estas disciplinas espirituales, y cómo el autor divide las disciplinas en dos categorías: disciplinas de abstinencia y disciplinas de participación. Dependiendo del estilo de vida individual y el bagaje de experiencias personales, cada persona encontrará que diferentes disciplinas son útiles para lograr la meta de vivir como una nueva criatura en Cristo. Las disciplinas abstinencia requieren que nos abstengamos en algún grado y por algún tiempo de satisfacer algo que generalmente lo consideraríamos como un normal y legitimo deseo. En otras palabras, requiere que renunciemos a algo que no está mal en sí mismo como comer, dormir, tener intimidad sexual; para que por medio de este proceso estos deseos básicos se subordinen bajo la economía del reino de Dios. De algún modo estas disciplinas nos ayudan a reducir nuestros enredos impropios con el mundo. Entre las disciplinas de abstinencia tenemos: la soledad, el silencio, el ayuno, la frugalidad, la castidad, el secreto y el sacrificio. Dado nuestro contexto cultural tan materialista, éstas podrían ser las más difíciles y las más beneficiosas para la iglesia contemporánea.

Las disciplinas de participación, según el autor, balancean y suplementan las disciplinas de abstinencia. En palabras del autor, ambas son el inhalar y exhalar de la vida espiritual, las disciplinas de abstinencia contrarrestan la tendencia a pecados de comisión, y las disciplinas de participación contrarrestan la tendencia a pecados de omisión. La comunidad cristiana de hoy esta más familiarizada con estas disciplinas las cuales incluyen el estudio, la adoración, la celebración, el servicio, la oración, la comunión, la confesión y la sumisión. Saber solamente acerca de Jesús, nos llevaría a actuar como Pedro antes de la crucifixión de Jesús. Pedro afirmo que estaría con Jesús pase lo que pase, Jesús le dijo que todos lo abandonarían. Pedro dijo nadie me mueve, Jesús dijo el Espíritu esta dispuesto pero el cuerpo es débil. Vienen los soldados, Pedro le corta la oreja a uno de ellos; todos huyen mientras que Pedro se va pero no tan lejos. Algunos lo reconocen y esta niega que conoce a Jesús incluso con palabras no apropiadas, pero en eso el gallo canta y Pedro vuelve en si recordando lo que el Señor había dicho. Entonces viene la amargura y el llanto de Pedro. Jesús resucita y lo perdona. Todos conocemos la historia, quizás se parezca un poco a la de alguno de nosotros. ¿Qué falló entonces si Pedro estuvo con Jesús como por tres años escuchando, experimentando, viendo etc.? Lo mismo que falla en nuestros casos, no crecimos en gracia ni conocimiento suficiente como para evitar el alejamiento. Si vivimos como Cristo, todo esto tendría que fluir y ser algo natural. Andar con Jesús no significa sólo saber cosas acerca de él; significa vivir como él vivió. Ello implica practicar las disciplinas espirituales que él practicó. Este alto anhelo requiere un tratamiento radical, una fe radical y una disciplina radical. Al hacerlo, seremos cambiados a través del Espíritu para ser más como él, y experimentaremos el descanso que él nos ha ofrecido.