El Enigma Grinberg

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El Enigma Grinberg La conciencia del universo y el cerebro humano Lorenzo León Diez

Jacobo Grinberg empezó a gozar de la vida disipada, los famosos “reventones”, entre esas experiencias obtiene al mismo tiempo la comprensión absoluta de que “el mundo de los objetos no existía en el exterior como tal sino que era creado a partir de la actividad cerebral”. Jacobo parte para Nueva York en julio de 19__ para iniciar su doctorado en el New York Medical Collage, pero decide no cursarlo y mejor integrarse al laboratorio de Roy John, pues al platicar con sus futuros maestros lo decepcionan. Esta decisión se la comunica a Roy cuando ya está diseñado su experimento, que consistía en el registro electrofisiológico del cerebro humano durante procesos de asignación de significado a estímulos geométricos. Edward S. Curtis / 1908 “Pretendíamos diferenciar Fotografía las zonas encargadas de la decodificación conceptual de las analizadoras de las geometrías de los estímulos”. En el ambiente de Roy, quien estaba creando un sistema de registro muy sofisticado y quien miraba el cerebro vivo de sus animales con gran amor y admiración, Jacobo comenzó a pensar con profundidad. No comprendía aún cómo a partir de la actividad cerebral se creaba la cualidad de la experiencia. Roy le confiesa que se planteaba la misma pregunta. Sostenía que era necesario pensar en “transformaciones unificadoras de la actividad cerebral”. La más importante era la que él llamaba la “hiperneurona”. “Según esta idea, el conjunto de toda la actividad cerebral es una distribución

energética hipercompleja que actúa como un campo energético gestáltico”. Después de esa conversación Jacobo, al mirar el cielo estrellado, hizo por primera vez la analogía entre el universo y el cerebro humano: “Eran lo mismo. Un conjunto de puntos energetizados interactuando y creando campos energéticos hipercomplejos. Pensé, entonces, que el Universo tenía conciencia, tal y como la manifiesta el cerebro humano”. Al ser sujeto Grinberg de uno de los experimentos de un compañero del laboratorio, en el cual le colocaron unos electrodos en la cabeza, descubrieron que su actividad cerebral era muy extraña. El investigador, sorprendido, registró que la mitad del cerebro de Jacobo estaba en actividad alfa y la otra mitad en beta. Le dijo que era su responsabilidad conocer el significado de tal cosa. Una tarde, a instancias de los amigos con los que se alojaba, Jacobo consume una dosis de LSD. “La experiencia fue terrible. A los treinta minutos de haberlo ingerido, yo peleaba con Dios en un duelo mortal que duró ocho horas”. Esta experiencia lo trastornó profundamente. “Si antes de ella extrañaba a Estusha, después mi dolor por no verla y mi culpa por haberla dejado en México se volvieron insoportables”. Jacobo regresa a México, habla con Lizette y la convence para viajar con Estusha a Nueva York y vivir con él. Ella acepta, pero en poco tiempo su convivencia resulta en un desastre. Pelean incansablemente. Jacobo deja de hablar y dentro de un clóset del departamento que alquiló para él y su familia, empieza a escribir su libro Nuevos principios de psicología fisiológica. La conducta genética Por esos días un amigo le invita a probar el peyote. Durante la experiencia, “cada gesto que hacía me hablaba de su procedencia hasta con tres generaciones anteriores. Hablaba; conocía el origen de mi voz en mi abuelo, el movimiento de mis manos en mi abuela y así, en general, con toda mi conducta. Nada era mío, todo provenía de mis antepasados. El peyote me había hecho consciente del origen genético de mi conducta”. La relación del matrimonio Grinberg se hace insostenible y Jacobo le pide a Lizette que abandone el departamento, ella se va y le deja a la niña. Jacobo trabaja en varios experimentos, en uno de ellos intentaba medir la discriminación temporal en diferentes frecuencias de la actividad cerebral humana. Sus ideas le habían llevado a postular la existencia de una duración del presente y un campo neuronal resultante de la interacción entre todas las neuronas de un cerebro.

Empezó a sospechar la existencia de una interacción entre el campo neuronal y el espacio como paso necesario para la aparición de imágenes visuales. Grinberg, en el intenso proceso de su aprendizaje en Nueva York, fue comprendiendo que la aparición de la conciencia a partir de la actividad cerebral era una pregunta que la fisiología contemporánea no estaba preparada para contestar a través de experimentos como los que realizaban en el laboratorio de Roy. De esta manera no pasa mucho tiempo en que decide regresar a México. Se comunica con el director del CONACYT y le propone sostener su beca con la condición de escribir cuatro libros sobre fisiología de la conciencia, lo que el funcionario acepta. Lizette permanece en Estados Unidos y Jacobo se va a vivir con Estusha a Tepoztlán, en el estado de Morelos. La vida de Jacobo en ese período estuvo determinada –quizá como siempre- por las mujeres, a la vez que por vivencias para-normales o experiencias de videncia. Una vez, cuenta, ya había localizado con el poder de la mente un auto que le habían robado cuando salía con Ianel. Pero con Pea, una bella muchacha que fue su alumna en la Facultad de Psicología, Jacobo tuvo ante todos una experiencia de levitación durante una fiesta que le organizaron sus amigos antes de partir a Nueva York. A esta chica la volvió a encontrar en Tepoztlán y se enamoró intensamente de ella. Jacobo tuvo durante toda su vida sentimientos de culpa en relación a las mujeres y su hija. La separación de Lizette lo afectó principalmente porque se alejó de la niña. Por ella había regresado con Lizette, que había permanecido en Nueva York, pero ahora, para poder estar con Pea, le pidió a su ex mujer que regresara para hacerse cargo de Estusha. Luego de un viaje que hicieron a Puerto Escondido, Pea aceptó vivir con él. Durante una sesión amorosa ante la chimenea, Jacobo concibió una de sus ideas que desarrollaría en la obra que escribía. Recordando su levitación pensó que “las llamas desafiaban la gravedad, tal y como yo lo Neil Folberg / 1997 había hecho. La visión de Fotografía

sus movimientos encendidos, de su palpitar alejándose de la tierra, me provocó el pensamiento que su carácter antigravitatorio debía estar asociado a la extraordinaria cantidad de información que contenían”. No tardó Jacobo de desilusionarse de Pea. De pronto se dio cuenta que la había idealizado demasiado y había dejado, por ella, a Estusha. “Algo en mí se aterrorizó. Era mi madre y Estusha, ambas con el mismo nombre y con el mismo destino. Era yo un monstruo y debía sufrir”. Junto Pea y unos amigos Jacobo regresa a Huautla para comer hongos. Siempre registró sus experiencias de esos estados alterados. Señala que en esa ocasión viajó hasta la casa de unos amigos en México a quienes, desde una esquina de su habitación, observó retozando en su cama. Más tarde ellos le dirán que vieron una luz el mismo día y a la misma hora en que Grinberg les relató su visita. Semanas después vuelve a repetir la experiencia, ya en Tepoztlán. En este pintoresco pueblo, famoso por sus habitantes dedicados al retiro, la meditación y las artes esotéricas, Jacobo hizo una extravagante colección de amigos: Rita, una pintora a la que se le aparecen seres de otros mundos; Ted, un artista obsesionado con pintar la tercera dimensión; John, escritor del Tarot de la Era de Acuario, sufí y fundador de la Dianética; David, experto en telepatía; Sara, esoterista y astróloga; un canadiense barbado buscador de Ovnis; Daniel, norteamericano que movía alfileres con la mente; Ann, que se sentía destinada a preparar la Nueva Era; Uge, un alemán que defendía a Hitler; Mim, una yoguista siempre envuelta en sedas, que vivía en un cuarto totalmente musulmán. Sus experiencias con el hongo se hacen frecuentes, viaja a San José del Pacifico, en Oaxaca y vuelve varias veces, pues le venden una cabaña. Sobre estas vivencias escribe algunos cuentos. Con Pea Jacobo tiene una relación pasional; ella es muy celosa y debido a esto deciden cambiarse a una colonia cerca de Cuernavaca, pues el círculo social de Jacobo en Tepoztlán es muy intenso. En esa época Grinberg conoce a Don Lucio, un chamán del linaje de Los Graniceros, un ser que podía controlar el tiempo atmosférico y que será parte importante de su investigación. Don Lucio era un indígena que en una ocasión fue herido por un rayo, por lo que permaneció tres años en estado de coma. “Su cuerpo no se movía pero su espíritu viajaba con los trabajadores del tiempo, los que le enseñaron a curar con hierbas, a manejar el rayo y las tormentas”. En su estancia con Pea, Jacobo considera que su capacidad de escribir llega a su clímax, pues escribía cuatro libros

simultáneamente. Regresan a Tepoztlán, donde al poco tiempo, luego de una pelea descomunal, Pea y Jacobo se separan. Jacobo escribió en este tiempo seis libros, que entregó al CONACYT. Poco después la facultad de Psicología de la UNAM lo contrató de tiempo completo y se dispuso ir vivir a la ciudad de México ( Lorenzo León Diez) (Continuará).

El enigma Grinberg* Cerebros unidos Lorenzo León Diez

1994 había sido muy buen año para Jacobo Grinberg. Acababa de aparecer su libro El sabor de la iluminación. Cuando en 1990 terminó de escribir su autobiografía, La conquista del templo, Jacobo manifiesta un estado de ánimo estable y equilibrado, aunque si algo le lastimaba era que en el ámbito de la academia y la ciencia mexicanas sus ideas no eran aceptadas e incluso su obra era rechazada. Se quejaba de que, aunque existían estímulos económicos para el científico, no eran asignados a personas como él, que mantenía una línea de investigación no ortodoxa. Este rechazo y el aislamiento consiguiente, le provocaban mucha tristeza. Confiesa que se sentía como excomulgado y viviendo al margen de la sociedad. Ya en ese año, declara haber demostrado en su laboratorio, junto con sus alumnos, que los cerebros humanos estaban interconectados, que lo que le pase a uno de ellos afecta al resto. Que el cerebro humano capta todo lo que sucede, aun en lugares distantes. No obstante la indiferencia de sus colegas mexicanos, sus experimentos atrajeron la atención de científicos de otras partes del mundo. En uno de estos experimentos se pidió a dos personas (chamanes) intentar lograr una especie de unión meditativa. Después de veinte minutos, solicitaron a una de las personas que se instalara en un cuarto aparte, mientras la otra persona, en un cuarto Dieter Appelti 1977 Fotografía

oscuro, era estimulada con una serie de destellos luminosos o sonidos, mientras registraban sus ondas cerebrales. Las ondas cerebrales de la persona aislada también eran registradas. En 1987 Grinberg grabó por primera vez una reacción simultánea al estímulo de parte de la persona aislada, no estimulada, un fenómeno que llamó “potencial transferido”. En los años subsecuentes, introduciendo mejoras en su equipo, documentó potencial transferido en veinticinco por ciento del tiempo. Era un hallazgo notable, totalmente contrario a los principios de la corriente científica dominante. Estos resultados eran un soporte indudable a su teoría sintérgica, que había empezado a acuñar desde muchos años atrás. Sin embargo sus pares mexicanos ridiculizaron estas evidencias tachándolas de imposibles. John E. Roy, que había sido su tutor en Nueva York, y una influencia determinante en sus postulados, manifestó sus dudas en la legitimidad de los experimentos. “El tipo de pruebas a los que deberían someterse estos datos es bien conocido –dijo-. Con seguridad él sabía cuales eran esas pruebas y nunca las aplicó. No creo que él fuera deshonesto de ninguna manera, pero ciertamente se hacía muchas ilusiones”. Sin embargo otros académicos estaban entusiasmados con los resultados. “Los experimentos parecían muy buenos”, dijo Amit Goswami, profesor de física de la Universidad de Oregon y asesor de Grinberg, quien apuntó que el mexicano había logrado establecer que existen conexiones no locales entre cerebros, entre personas. Kart Pribram, uno de los decanos de la neurología estadounidense, junto con Jonh E. Roy, estaba suficientemente intrigado como para visitar dos veces el laboratorio de Grinberg de la UNAM. Expresó que eran interesantes los experimentos pero no concluyentes. “Si los hallazgos son ciertos, podrían ser muy, muy importantes, pero creo que el trabajo necesita aún mucha confirmación y pruebas en otros laboratorios”. Los experimentos de Grinberg en el laboratorio indujeron a un grupo de científicos a tratar de repetir los resultados. Perry Andrews, director del Proyecto Conexión Humana (Connection Project) en la ciudad de Nueva York dijo que “el trabajo de Grinberg es seguramente uno de los más importantes que se desarrollan en el mundo. Establecer que la humanidad toda está interconectada es probablemente la cosa más importante que la humanidad necesita saber hoy en día”. El principio Empezamos este texto partiendo de un enigma (su desaparición), pero Jacobo Grinberg tuvo una vida fundada en el estudio, la reflexión y la búsqueda de la superación espiritual. Nos proponemos realizar un recorrido de su vida con base a sus propios libros. La abuela materna de Jacobo se llamaba Menuje, una mujer judía, delicadamente intensa y dominante, hija de un estudioso de la Torá, que la obligó a casarse con un religioso ortodoxo, al que conoció el día de su boda. Tuvieron seis hijas, la menor llamada Estusha, que nació en Polonia y se

casaría con Abraham, que provenía de otra aldea polaca, Sokolov, donde su padre era comerciante en pieles. La madre de Abraham, de nombre Jaye, era hermana de Menuje. En 1927 Abraham emigró a América y desembarcó en Veracruz. Su apellido era Warshavsky y para cambiarlo por un nombre más comprensible en la aduana decidió apellidarse Grinberg. Jaye lo alcanzó meses después con sus tres hijas y su hijo llamado, como su padre, Abraham. Cuando el antisemitismo recrudeció en Europa Menuje recibió una invitación por parte de su concuño para trasladarse con toda su familia también a América. En Veracruz los dos primos hermanos, Estusha y Abraham, que serían padres de Jacobo, se empezaron a conocer y se enamoraron. Las dos familias viajaron a la ciudad de México y se instalaron en el centro, donde Estusha ingresó a la Preparatoria Nacional y Abraham terminó la carrera de contador.Durante toda su vida Abraham se quejó del terrible trato que recibió y de la ausencia de juguetes y fiestas. Con sus propios hijos, sin embargo, repitió la misma conducta. Jacobo entendió, mucho después, que en la vida repetimos innumerables veces nuestros propios aprendizajes tempranos, hasta que nos damos cuenta de un patrón o programa. Si tenemos suerte y fortaleza, lo podemos modificar, pero siempre parcialmente. Con sus hermanos menores, Nathán y Jerry, Jacobo, a quien llamaban Jacky, vivió en la colonia Condesa y asistió al colegio Israelita de México. Su madre, recuerda, estaba entrenada para no mostrar imperfecciones. Teníamos prohibido entrar a la sala o al comedor, no fueran a ensuciarse para las visitas. Las imperfecciones había que ocultarlas y, puesto que el único ocultamiento posible es el interior del propio cuerpo, poco a poco carcomen, y lo que no se muestra va deteriorando tejidos o sensibilizándolos hasta perder su diferenciación. Eso es lo que acabó por matar a mi madre y a mí me dejó la fantasía de que la mujer es perfecta, pero estéril; perfecta, pero desconocida; perfecta, pero enferma; perfecta, pero muerta. Grinberg perteneció a la primera generación nacida en México y educada por inmigrantes judíos. A la edad de diez años, la madre de Jacobo enfermó. Le extrajeron un tumor en el cerebro que resultó maligno. El niño vivió a su lado su padecimiento, acompañándola a veces a los tratamientos de radiación, hasta su muerte. A los pocos años, cuando Jacobo tenía 15, su padre se casó con Tova, una mujer esbelta y bellísima, de 18 años. Jacobo conoció a Lizette, una muchacha delgada y bajita, cuando asistía a las reuniones de una organización sionista, como antesala para trabajar en un kibutz en Israel. Una de las experiencias memorables de esa etapa fue su visita a la exhibición que había montado en el Auditorio Nacional la Comisión de Energía Nuclear de los Estados Unidos. Por alguna razón, la muestra despertó en él una inquietud acerca de la comunicación psíquica. Su mente no podía concebirla sin un sustrato energético transmitido. No sabía que años después ese sería uno de sus intereses de investigación mayores. El joven Jacobo empezó a leer a Einstein y todo lo que se había escrito acerca

de su vida, así como un tomo enorme de física nuclear. Jacobo viaja a Nueva York con un grupo de jóvenes donde también estaba Lizette, y posteriormente a Israel. El joven Grinberg, a quien habían nombrado coordinador cultural del grupo, llevaba una cantidad impresionante de libros para formar una biblioteca común, así como una radio Hovercraft de diez bandas para oír desde el kibutz, las emisoras mundiales de onda corta. Le doblaba el peso de sus tesoros y así subió al avión, todavía no sabiendo que todo es un símbolo y que el peso que llevaba representaba el suyo propio. Dieter Appelti / 1980 Fotografía Durante los meses transcurridos en el Kibutz Jacobo y Lizette afianzan su unión. Viajaban juntos, reían juntos y juntos descubrían la vida. Jacobo decidió regresar a México, pues sus hermanos le contaron cosas terribles sobre el hogar, su padre los golpeaba, los humillaba y había corrido a la nana Petra. Este regreso fue en compañía de Lizette, quien al poco tiempo partió a Guadalajara. Entretanto, su padre y Tova habían procreado un nuevo hijo: Ari, que sería de adulto actor de teatro y televisión. La UNAM Jacobo ingresó a la Facultad de Ciencias de la UNAM. Su estancia en esta escuela no duró mucho, pues reconoce que le encantaba la teoría, pero las matemáticas no eran su fuerte, por lo que decidió cambiar a la carrera de Psicología, adscrita a la Facultad de Filosofía, donde conoció al profesor de origen alemán Héctor Brust, dedicado a la investigación neurofisiológica y que se convertiría en la influencia más importante de su vida, como Grinberg reconocería muchos años después, pues él presentaba el estudio del cerebro como lo más importante a lo que un ser humano podía dedicarse. Casi de inmediato es aceptado por él como ayudante en su laboratorio, instalado en el cuarto piso de la torre de investigaciones de la Facultad de Medicina, no sin antes probarlo con la redacción de un trabajo bibliográfico que integraba información fisiológica acerca de la investigación sobre el

aprendizaje. El noviazgo con Lizette continuó en una relación epistolar con visitas esporádicas de Jacobo a Guadalajara, hasta que ella decidió inscribirse a la misma Facultad en que estudiaba Grinberg. Entretanto la relación tormentosa entre su padre y Tova terminó abruptamente, cuando ella se llevó al pequeño Ari. Poco después ingresaría a la vida familiar Kemy, una chica libanesa con la que se casó Abraham. Jacobo continuaba desarrollándose como estudiante y profesor, pues en los primeros meses de 1968 consiguió un trabajo como maestro de prácticas de psicología experimental en la Preparatoria Nacional. Este ingreso económico se complementaria cuando su maestro Brust promovió un nombramiento para él en la Facultad de Medicina. Entonces Lizette y Jacobo pudieron casarse. El interés cientifico de Grinberg por el cerebro, reconoce él mismo, estaba fundado en traumas, lesiones que sufrieron sus seres queridos en este órgano. Su madre murió de un tumor y su padre Abraham tuvo actitudes agresivas que manifestaban una enfermedad mental. Sufrió un desmayo y se le diagnosticó que fue víctima de una descarga en el lóbulo temporal. Posteriormente tuvo graves crisis de furia. En una ocasión quiso asesinar a sus hijos y a su esposa Kemy, con la que procreó otros dos niños. Fue internado en un psquiátrico. Jacobo comenzó a trabajar en su tesis cuando se hizo cargo del laboratorio de Brust. El tema: la actividad eléctrica del cerebro de gatos durante el aprendizaje. Fue invitado, por otra parte, a dar una clase en la Universidad Anáhuac y colaboró en la terminación del laboratorio de investigaciones psicofisiológicas de esa universidad. Jacobo se graduó como psicólogo (año) con un trabajo que demostraba que la actividad eléctrica del núcleo caudado (un órgano cerebral encargado de ejercer influencias inhibitorias y controladoras sobre la conducta) guarda una estrecha relación con el aprendizaje. Durante cuatro años se mantuvo en el laboratorio con el doctor Brust. Sus temas de investigación trataban de la participación del núcleo caudado en la memoria, el aprendizaje y el control inhibitorio. Aprendió las artes quirúrgicas, los registros electroencefalográficos y poligráficos, la fotografía y la metodología experimental. Al término de este periodo, Grinberg se hizo cargo del laboratorio experimental de la Universidad Anáhuac. Esta decisión lo separó de su maestro. No pasaría mucho tiempo para que la actividad cerebral humana y sus correlativos fenómenos electrofisiológicos comenzaran a llamar su atención. Vive así una etapa de gran estabilidad económica y emocional. El matrimonio puede ahorrar y viajan a Europa, de vacaciones. En su laboratorio, junto a una alumna, ideó una metodología muy compleja para el estudio de la toma de decisiones y sus correlativos electrofisiológicos en humanos. También se empezó a interesar por la percepción visual. Consiguió un proyector de rayos láser y, en colaboración con la Escuela de Ingeniería de la UNAM, emprendió experimentos de óptica holográfica. Los hologramas se le presentaban como una posibilidad clara para penetrar la decodificación de

información, pues se trata de una fotografía tridimensional en la cual están registradas las magnitudes de las ondas luminosas y sus frentes de ondas, por lo que cada porción de un holograma contiene la información de la totalidad del mismo. Entró en contacto con los escritos del doctor E. Roy, quien con su grupo de Nueva York se dedicaba a registrar la actividad cerebral de animales durante el aprendizaje, que demostraban una decodificación eléctrica de la información. Por ese tiempo hizo un viaje a Oaxaca con amigos de su laboratorio y con su esposa. En Puerto Escondido tuvo la primera noticia sobre la obra de Carlos Castaneda, con quien muchos años después colaboraría. Una turista canadiense leía uno de sus libros en un Café y ella le platicó de este enigmático autor. Esta misma joven, llamada Alicia, le ofreció por primera vez en su vida un cigarro de marihuana. Unas semanas más tarde viajó a Huautla invitado por un amigo y comió hongos: “Su efecto me dejo pasmado. Podía ver todo con una claridad prístina, el río, a cientos de metros de distancia, lo oía como si estuviera debajo de mis pies. Me desnudé en la madrugada para experimentar la posibilidad de controlar el frío y lo logré”. Jacobo inició una relación extramarital con una de sus alumnas, Ianel; poco tiempo después se separa de Lizette y deciden vender la casa que habían comprado. Con la oportunidad de asistir a una conferencia, Grinberg viajó a Nueva York, donde conoció al doctor Dennis Gabor, el inventor de la holografía, y se entrevistó con Roy John, a quien le solicitó ingresar a su laboratorio para hacer su doctorado. Con la aceptación para ingresar en el New York Medical Collage, Jacobo regresó a México y, a instancias del editor Francisco Trillas, empezó a escribir su primer libro: La experiencia interna (1975). (Continuará) *Del libro en preparación: El enigma Grinberg