El Duelo en La Infancia

El duelo en la infancia TALLER DE CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO Y AUTONOMÍA PERSONAL Lara López Muñoz Ana Mª Painceira Sánche

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El duelo en la infancia TALLER DE CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO Y AUTONOMÍA PERSONAL Lara López Muñoz Ana Mª Painceira Sánchez Amparo Saixo Grau Beatriz Tauste Valiente

Grado en Maestro de Educación Infantil Tercer Curso. Grupo 3T Profesor Enric Monforte Casañ 03 de Abril de 2014

Índice 1.

2.

3.

EL DUELO ............................................................................................................. 2 1.1.

Introducción y justificación .............................................................................. 2

1.2.

¿Qué es el duelo? .......................................................................................... 3

1.3.

Características del duelo en los niños............................................................. 4

1.4.

Tipos de duelo ................................................................................................ 6

1.5.

El duelo en el niño y en el adulto ¿Son iguales?............................................. 8

1.6.

Comunicar la noticia ....................................................................................... 9

1.7.

El concepto “muerte” según la edad del niño. ................................................. 9

1.7.1.

La muerte en la primera infancia: del bebé al niño/a de dos años............ 9

1.7.2.

La muerte en el niño/a de preescolar: de los tres años a los seis .......... 10

1.7.3.

La muerte en los niños/as escolares: de los seis a los diez años........... 10

INTERVENCIÓN ESCOLAR EN EL DUELO ....................................................... 11 2.1.

¿Cómo debe actuar el centro?...................................................................... 11

2.2.

¿Cómo debemos actuar en el aula? ............................................................. 12

2.3.

¿Qué hacer para ayudar al niño en cada etapa? .......................................... 14

2.4.

Recursos para trabajar en el aula ................................................................. 18

2.5.

Importancia de ayudar a superar el duelo ..................................................... 20

ENTREVISTA A UNA MAESTRA Y A UN/A PSICÓLOGO/A INFANTIL SOBRE EL

DUELO ....................................................................................................................... 21 4.

CONCLUSIONES ................................................................................................ 22

5.

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................... 23

1

1. EL DUELO 1.1. Introducción y justificación Las últimas décadas se ha avanzado mucho en el estudio de la primera infancia y de las acciones escolares que pueden favorecer su desarrollo integral: físico, intelectual, social, emocional etc. A menudo nos insisten sobre cómo debemos trabajar en el aula todas estas dimensiones, pero siguen existiendo ciertos aspectos de la vida que se mantienen en muchas escuelas (y en muchas casas) como “temas tabú”. Uno de estos temas es la muerte. Algunos falsos mitos sobre la muerte: -

“A los niños no les afecta la muerte, no son conscientes”

-

“Los niños no se dan cuenta de la ausencia”

-

“Cuanto más apartados estén de esta realidad menos sufrirán” ¿Cuántas veces hemos escuchado estas frases? ¿Qué tienen de cierto?

Al interesarnos un poco sobre el tema descubrimos que son completamente erróneas. La muerte es, desgraciadamente, algo cotidiano. Perder a un ser querido no es ni de lejos un hecho aislado. Como docentes que vamos a ser nos preocupa encontrarnos con alumnos que han sufrido una pérdida y no saber cómo ayudarles. Al igual que nosotras, pensamos que muchos de los futuros maestros pueden tener esta preocupación de cara a su futura profesión. Consideramos de vital importancia una formación básica en los procesos del duelo y cómo son vividos por la infancia para poder intervenir en su superación. Por otra parte creemos que una verdadera educación integral debe incluir una educación emocional de calidad, la cual no puede obviar la muerte como uno de los principales puntos de incisión. Hemos elegido este tema porque deseamos profundizar en el duelo, sus características, sus repercusiones y en la búsqueda de herramientas que nos permitan abordarlo y trabajarlo en el aula en el futuro. Como docentes concienciadas con el trabajo de las emociones queremos que la muerte deje de ser un tema “prohibido” en las escuelas y que empiece a tratarse con respeto y

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sobre todo con naturalidad. Es por esto que documentarnos y trabajar sobre ella es un paso necesario. Al ser el proceso del duelo fundamentalmente emocional, la relación que guarda con el conocimiento de uno mismo y la autonomía personal es incuestionable. Entendido como proceso emocional, repercute en cada acción y en cada decisión del niño, influyendo en la construcción de su personalidad. Dependiendo de quién sea la persona que fallece y en qué momento de la vida del niño lo haga, el niño puede verse afectado de múltiples maneras que pueden afectar directamente a su autoestima y su autoconcepto. El duelo no deja de ser un conjunto de emociones, y como tales hay que reconocerlas, canalizarlas y expresarlas para conseguir superarlo. El trabajo de las emociones está incluido en el área de Conocimiento de sí mismo y autonomía personal, por tanto desde la misma deseamos estudiar las que forman este periodo para poder tratarlo adecuadamente en nuestras aulas.

1.2. ¿Qué es el duelo? El término “duelo” hace referencia al proceso emocional que atraviesa una persona cuando sufre una pérdida, pudiendo ser esta de diferentes tipos (explicados posteriormente en el apartado 1.4 de este punto). En este trabajo nuestra intención es centrarnos en el duelo derivado de la muerte más que en el resto de pérdidas. Aun así, consideramos importante que se conozcan y por ello también las trataremos brevemente. Habiendo centrado ya el interés principal de este monográfico pasamos a dar una definición más concreta del término. El duelo es un proceso emocional, que implica a su vez reacciones físicas, psicológicas y sociales en una persona tras la muerte de un ser querido. Es un proceso normal y esperable, puesto que el individuo debe asumir la pérdida y encontrar la manera de adaptarse de nuevo a vivir sin la persona fallecida. Por otra parte es un proceso cambiante, las actuaciones, las reacciones, las emociones de la persona que está en duelo van evolucionando con el paso del tiempo a medida que esta va asumiendo lo que ha sucedido.

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El duelo es algo personal, pero también social. Normalmente, cuando alguien fallece son varias las personas que lamentan esta pérdida y que atraviesan un periodo de duelo por ella. Entre estas personas se crean vínculos de apoyo y comprensión, que facilitan la superación personal del duelo. Es decir, la comunidad puede ayudar al individuo a avanzar en su proceso personal de duelo, sin embargo en este avance también intervienen otros factores que son propios, como por ejemplo la personalidad o el grado de relación que tuviera con el fallecido. El duelo no tiene una duración concreta, pero se estima que puede estar entre los 12 meses y los 3 años si la persona es muy querida. Se puede decir que el periodo de duelo ha concluido cuando la persona es capaz de recordar al fallecido sin dolor, como algo del pasado y puede continuar con su vida sin ningún tipo de obstáculo derivado de esta pérdida.

1.3. Características del duelo en los niños Cuando nos referimos a características del duelo en los niños queremos hacer referencia ante todo a los comportamientos y a las actitudes que estos suelen

manifestar

cuando

están

atravesando

este

periodo.

Estas

características nos ayudarán a conocer cuál es su estado y de qué manera podemos ayudarles. Las reacciones de los niños dependen en gran medida de su edad. Como bien explicaremos en un apartado posterior de este monográfico, la comprensión de la muerte no es igual en todas las edades de la infancia, sino que dependiendo de la edad el niño tendrá un concepto de la muerte u otro y por tanto reaccionará de manera particular y distinta a como lo haría un niño de otra edad. La aparición de las conductas que vamos a explicar a continuación no siempre tiene lugar, pero es muy posible que se manifiesten tras la muerte de un ser querido, sino todas al menos sí algunas de ellas. Puesto que nuestras actuaciones en este campo irán dirigidas a niños de Educación Infantil (0-6 años) vamos a centrarnos en explicar las conductas

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propias de esta etapa en un proceso de duelo, concretamente entre 3 y 6 años que es cuando los niños son capaces de comprender un poco más la relevancia del acontecimiento y se implican emocionalmente en él. La primera de ellas sería la confusión. Cuando un niño de esta edad recibe la noticia de que un ser querido suyo ha fallecido, no termina de comprender del todo que ya no va a regresar. Le resulta confuso que alguien pueda marcharse para no volver. Lo habitual es que pregunten por la persona fallecida incluso después de haberle explicado reiteradamente que ya no volverá. Otra posible reacción sería la negación de la realidad. Esta suele presentarse en niños más mayores pero también puede aparecer al final de la etapa que estamos describiendo. Apreciamos que el niño está negando la muerte de su ser querido cuando habla de él y lo involucra en todo tipo de actividades que tendrán lugar en su vida. Por ejemplo, si muere el abuelo pueden afirmar que mañana irán al parque con el abuelo, aunque se le haya explicado que el abuelo ha muerto y ya no está con ellos. Esta sería una manera de sobreponerse a la trágica noticia e intentar creer que no es cierta. Es probable que tiempo después de que el niño nos haya demostrado que ha entendido que las personas que mueren no regresan vuelva a preguntar por la persona fallecida. Los niños no olvidan a sus seres queridos y a pesar de haber comprendido que no van a volver a menudo continúan preguntando si lo harán como manera de cerciorarse de que realmente la muerte es un estado permanente. Son capaces de comprender que la gente se marche por un tiempo pero su mente todavía no alcanza a imaginar la ausencia permanente. La presencia de comportamientos regresivos es una de las características que más presencia tiene en los niños que atraviesan periodos de duelo por la muerte de una persona cercana. Por comportamientos regresivos entendemos aquellas actitudes que son propias de edades inferiores, como por ejemplo dejar de controlar los esfínteres, es decir aquellos que suponen una vuelta atrás en el desarrollo del niño. A menudo entendemos estas manifestaciones como “ganas de llamar la atención”. El impacto que la 5

muerte causa en los niños crea en ellos la necesidad de recibir más atenciones. De este modo se sienten más seguros ante otras posibles pérdidas. Los pequeños también pueden perder parte de la independencia que han adquirido los últimos años. Por ejemplo pueden solicitar que les den la comida, sabiendo perfectamente comer solos. Este comportamiento se inscribe en la misma línea que el anterior: la necesidad de una atención constante. La irritabilidad es otra de las características que presentan algunos niños en fase de duelo. Puede que tengan rabietas y pataletas sin motivos aparentes o por cosas insignificantes. El desequilibrio emocional que desencadena la muerte de un ser querido justificaría estos comportamientos. En muchas ocasiones también son un intento de llamar la atención de los adultos de su alrededor. Por otra parte no es extraño que los niños, durante un proceso de duelo, dejen de expresar sus emociones y sentimientos. Muchas veces ni siquiera saben cómo hacerlo. Podemos percibirlas encubiertas en sus juegos. Muchas veces utilizan el juego para comunicar sus estados interiores ya que es la única forma en que saben hacerlo. Al igual que hablábamos antes sobre la demanda constante de atención, puede que en ocasiones suceda todo lo contrario: el aislamiento. A menudo la falta de contacto con la realidad puede dispersar por unos momentos la confusión que el niño siente por la muerte de un ser querido. Por último, una de las características que presentan casi todos los niños mientras atraviesan un proceso de duelo es el miedo a la propia muerte o a la soledad. Este miedo justificaría todos los esfuerzos del niño por captar una mayor atención de sus figuras de cuidado. Cuando un ser querido muere el niño sospecha que si esta persona ha fallecido también sus otros seres queridos podrían morir, incluso que él mismo podría hacerlo.

1.4. Tipos de duelo La definición de duelo que ofrecíamos al inicio de este trabajo era “proceso emocional que atraviesa una persona cuando sufre una pérdida”. Como bien decíamos esta pérdida puede no tratarse de una muerte. Además

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de la muerte, existen otras situaciones que desencadenan procesos de duelo. A continuación describimos los más frecuentes.  El duelo por separación: Este es uno de los más característicos en la infancia, por ejemplo cuando existe un divorcio problemático sin custodia compartida o cuando uno de los cuidadores principales debe marcharse lejos por motivos laborales o familiares. A pesar de que la separación no es permanente como la muerte, el niño puede manifestar muchas de las características propias de un duelo por defunción.  El duelo por la pérdida de aspectos de nosotros mismos a nivel social o familiar: Sería por ejemplo un divorcio o una jubilación. Tras estos acontecimientos se vienen cambios drásticos en el día a día que pueden desencadenar procesos de duelo en las personas que los experimentan.  Duelo por la pérdida de aspectos de nosotros mismos a nivel físico o psicológico: Este tipo de duelo es el que atraviesan, por ejemplo, las personas que quedan ciegas a raíz de un accidente o que pierden alguna de sus extremidades o adquieren alguna discapacidad motriz.  Duelo por pérdida de objetos externos queridos: Perder la casa, tener que mudarse a un país con una cultura totalmente distinta etc.  Duelos por pérdidas ligadas al desarrollo: Este tipo hace referencia a cuando las personas pasamos de una etapa de nuestra vida a otra. De niños a adolescentes, de adolescentes a jóvenes, de jóvenes a adultos y de adultos a ancianos. Cada uno de estos pasos significa asumir nuevas responsabilidades y renunciar a comportamientos propios de la etapa anterior.  El duelo por la pérdida de objetivos e ilusiones: Como el de una embarazada ante un aborto espontáneo o un aspirante a la universidad rechazado. Como podemos comprobar hay muchos acontecimientos en la vida que pueden desencadenar un periodo de duelo en las personas. A menudo las características del duelo de cualquier tipo en los adultos guardan similitud a las de las personas con depresión. Los niños en la primera infancia suelen readaptarse con más rapidez a las nuevas condiciones de vida, destacando la muerte de un ser cercano como una de las que más les afectan. Por tanto, 7

hemos decidido centrar nuestra atención en saber cómo abordar esta en concreto.

1.5. El duelo en el niño y en el adulto ¿Son iguales? Para tratar de comprender mejor las características que se han expuesto anteriormente en relación con el duelo durante la infancia resulta interesante hacer hincapié en que existen diferencias explicitas entre los procesos que condicionan el duelo durante la infancia y los procesos característicos del duelo durante la edad adulta. Estas diferencias vienen principalmente determinadas por la desigualdad a nivel cognitivo, emocional y social que presentan los niños/as con respecto a los adultos. Además también será determinante la edad del niño/a, su relación con la persona fallecida y los recursos de los que disponga a lo largo del proceso del duelo. Por un lado, debemos ser conscientes de que el niño/a todavía está desarrollando su estructura cognitiva y, por tanto, su capacidad para comprender la muerte dependerá del momento del desarrollo en que se encuentre tanto a nivel cognitivo como emocional. Así pues, veremos que sus interpretaciones resultarán limitadas, en cuanto a que todavía no son capaces de asimilar la realidad, existiendo un dominio de su pensamiento fantástico, concreto y literal. Por ello resulta imprescindible que el adulto forme parte de éste proceso, tratando de darle las explicaciones necesarias para que el niño/a sea capaz de entender lo que realmente está ocurriendo. Por otro lado, es importante tener presente que durante la infancia resulta imprescindible la presencia de las figuras de apego, ya que éstas condicionan su desarrollo evolutivo, cosa que con el adulto ya no ocurre, por lo que si la pérdida a la que deben enfrentarse es la de alguno de estos seres queridos el niño/a necesitará buscar seguridad en otra persona de su entorno. Finalmente, cabe destacar que si hablamos de la participación en lo ocurrido, en el caso del adulto dependerá de si mismo y, sin embargo, en el caso del niño/a dependerá de las personas que están con él, por lo que, un 8

manejo inadecuado de la situación puede afectar al niño/a en su proceso de duelo.

Asimismo,

resulta

imprescindible

que

estemos

atentos

para

acompañarlos y animarlos a que exterioricen las emociones por sus vías de expresión natural, a través de los dibujos, los juegos y los cuentos.

1.6. Comunicar la noticia Normalmente la noticia debe ser comunicada lo antes posible por una persona cercana en la que el niño/a tenga confianza, preferiblemente su padre o su madre. Cuando se lleva a cabo este proceso, el adulto siempre debe hablar diciendo la verdad y dando una explicación real de lo ocurrido pues, aunque éstas pueden ir acompañadas de una explicación basada en las creencias religiosas, siempre debemos partir diciendo al niño/a lo que le ocurre al cuerpo de la persona, aclarando que la muerte posee un carácter irreversible. Todas

estas

explicaciones

se

deben

ir

redirigiendo

con

las

intervenciones del niño/a, ya que debemos servirnos de sus propias dudas para comunicar la noticia y aclararle todo aquello que necesite saber. No siempre resulta sencillo contestar a todas las preguntas que éstos formulan, sin embargo, debemos saber que no debemos inventarnos nada y si el niño/a nos pregunta el porqué de los hechos y nosotros mismos también nos hacemos esa pregunta podemos decirles que no sabemos por qué ha sucedido, explicando que hay ciertas cosas en la vida que no podemos controlar.

1.7. El concepto “muerte” según la edad del niño. 1.7.1. La muerte en la primera infancia: del bebé al niño/a de dos años Durante esta etapa la muerte solo es para el niño una palabra que carece de significado. Sin embargo, es durante este periodo, entre los seis y los ocho meses, cuando aparece uno de los hitos más importantes en el desarrollo evolutivo del niño/a, que contribuirá posteriormente a la formación del concepto de muerte. Este hito se conoce como la “Noción de permanencia del objeto” y tiene que ver con el desarrollo de la capacidad de percibir cuando un objeto o una persona de apego no están. 9

Por ello, podemos afirmar que aunque el niño/a no entienda este concepto, en el caso de que éste y la persona fallecida tuvieran un vínculo fuerte sería capaz de notar su ausencia. 1.7.2. La muerte en el niño/a de preescolar: de los tres años a los seis Con el paso del tiempo comienza la aparición del egocentrismo y debido a su pensamiento mágico y la interpretación literal de las cosas los niños/as de estas edades conciben la muerte como algo reversible, pensando que la persona que ha fallecido se encuentra en un estado de descanso, como si estuviera durmiendo. De modo que, son incapaces de comprender la extinción de las funciones vitales, debido a que no se ha desarrollado aún el concepto de insensibilidad post mortem. 1.7.3. La muerte en los niños/as escolares: de los seis a los diez años Al comienzo de esta etapa, hacia los siete años de edad, los niños/as son capaces de distinguir entre la realidad y la fantasía y cada vez conciben la muerte como algo más real. Además, comienzan a comprender que todos morimos, sin embargo, no se sienten identificados con esto hasta finales de este periodo, cuando verdaderamente entienden que el concepto de universalidad también les afecta. Entre los 9 y los 10 años es cuando los niños/as comienzan a conocer realmente el concepto de muerte tal y como lo puede entender un adulto y por tanto son capaces de comprender que la muerte es definitiva e irreversible, comprendiendo por tanto el concepto de insensibilidad post mortem que en el periodo anterior aún no conocían. Es aquí cuando comienza esa angustia hacia la muerte propia o de una persona cercana, y comienzan a tomar consciencia de las cosas peligrosas que se pueden encontrar a su alrededor. Aunque hemos avanzado todavía permanece presente el carácter egocéntrico que aparece en la etapa anterior y es por ello que puede llegar a surgir un sentimiento de culpabilidad ante el fallecimiento de algún ser querido. Finalmente, cabe destacar que es un periodo evolutivo en el que se demuestra una gran inquietud por aprender y es por esta razón que cabe la

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posibilidad de que el niño/a haga muchas preguntas con lo que respecta a la muerte, cuestionando todo lo que el adulto le dice y necesitando saber cómo y porqué ocurren las cosas.

2. INTERVENCIÓN ESCOLAR EN EL DUELO 2.1. ¿Cómo debe actuar el centro? Los niños pasan la mayor parte de su tiempo diario en la escuela, de modo que ésta tiene el potencial de ser un refugio seguro para ellos, además entre los objetivos del centro está el de atender de manera inmediata las necesidades del alumnado. En el momento del conocimiento de la noticia se debe tener en cuenta y valorar cualquier tipo de actuación conjunta en la que participe todo el centro como un minuto de silencio a la entrada, en el patio... porque, además de ser responsables de una correcta actuación profesional, somos también partícipes del duelo. Tanto las familias como los alumnos deben sentirse acompañados. También sería conveniente suspender, en señal de duelo, cualquier acto extraordinario que tuviera programado el centro. Entre todo el personal del centro debe existir una comunicación abierta y flexible con el alumnado y las familias que ayude a expresar emociones y sentimientos. Hablar de sentimientos contribuye a avanzar en el proceso, para esto lo mejor es crear un ambiente de normalidad, sin dar demasiadas vueltas a imágenes y detalles del fallecimiento. Ha de quedar muy claro que estamos al lado de las familias, mostrando nuestra disponibilidad. Los centros educativos acostumbrados al diálogo lo van a tener más fácil. Para poder abordar el tema adecuadamente, el personal en la escuela debe ser consciente de las posibles repercusiones que puede tener sobre los niños

la

muerte,

para

que

puedan

responder

a

sus

necesidades

adecuadamente y captar cuándo los niños están afligidos. Es mejor utilizar los recursos ordinarios del centro y contar entre éstos con las profesoras o los profesores más cercanos al alumnado aconsejados por los psicólogos los cuales les pueden dar pautas de actuación. A su vez, es importante que el

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resto de su vida escolar se mantenga lo más constante posible, ya que el deber de cumplir con las normas les ayuda a mantener su atención volcada en otros asuntos. El centro puede, posteriormente, priorizar contenidos educativos implicados en el caso y fomentar, más que nunca si cabe, valores de solidaridad y apoyo entre el alumnado como la salud, la educación vial, la prevención de conductas de riesgo, el apoyo incondicional a los demás, etc.

2.2. ¿Cómo debemos actuar en el aula? Cuando ocurre una muerte cercana, aunque se intente preservar a los niños y niñas de un posible sufrimiento, se altera todo en torno a ellos: cambia el ritmo en la casa y en el colegio, hay nuevas caras, nuevas inquietudes... es como si algo se rompiera a su alrededor. El impacto de la pérdida no es fácil ni previsible, ni es siempre reconocido por los demás. Por ello, es fundamental encontrarse con un maestro sensible y adecuadamente formado que sea capaz de reconocer las necesidades de los alumnos. Profesoras y profesores deben acoger las emociones y sus expresiones, deben coordinarse con las familias, escucharlas, explicarles y compartir con ellas el plan de trabajo. Además, deben recibir formación adecuada y pautas de actuación en duelo por parte de equipos de psicólogos especializados. Sería de gran ayuda preparar a los compañeros de la clase del alumno para responder adecuadamente cuando estos regresan. Los niños pueden necesitar orientación sobre la manera de ayudar a otros compañeros y para ello el profesorado debe estar bien preparado y organizado. Se les podría permitir que un alumno en duelo pueda elegir una “persona especial” si necesitan a alguien con quien hablar o en algunas clases asignar una “zona tranquila” donde los niños pueden ir a sentirse seguros. Incluso, es posible permitirle al alumno llamar por teléfono a casa si es necesario, ya que algunos los niños pueden ponerse ansiosos y preocupados por que el resto de sus padres también pueden morir.

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En cuanto a las pautas de actuación más favorables que el profesorado debe emplear tenemos:  Fomentar espacios de comunicación.  Acoger las manifestaciones emocionales: siendo abiertos y pacientes, a veces puede ayudar el hecho de reconducir la conversación hacia experiencias positivas compartidas con la persona fallecida.  Hablar de la muerte con ternura y claridad: comunicar la muerte de manera sencilla y clara, teniendo cuidado con las palabras que se utilicen porque los niños y las niñas las pueden tomar al pie de la letra. Por ejemplo definir la muerte como el momento en que el cuerpo se detiene del todo (no puede caminar, comer...).  Fomentar que los niños/as se apoyen entre sí.  Dejarles llorar.  Emplear el contacto físico cuando se hable con los niños y niñas; esto va a darles confianza. Es importante la cercanía adulta y nuestra presencia y compañía en el aula cuando los niños/as están reflexionando o se sienten afectados por la pérdida. También puede ayudarles salir del aula de vez en cuando y sentarse en la hierba, en el patio, en el bosque, en espacios abiertos; en otros casos el aula será el mejor lugar, porque se sentirán seguros dentro. Una vez pasados los primeros momentos, es necesario llevar a cabo un seguimiento del alumnado durante una buena temporada, sacar el tema en el sistema de entrevistas que se tenga establecido en el Plan de Acción Tutorial, para así observar la evolución de los niños/as. También cabe decir que conviene volver cuanto antes a los ritmos normales, aunque esto no quiere decir que debamos actuar precipitadamente o con frialdad. Es necesario tener en cuenta que las capacidades emocionales de las personas no siempre están al mismo nivel de desarrollo que las intelectuales y que, como el resto de capacidades, se concretan de formas diferentes en los distintos sujetos. No todos van a vivir la pérdida de igual forma ni todos tienen la misma capacidad de recuperación. Por ello, es necesario llevar a cabo una observación sistemática de los niños/as. Si algún alumno o alumna no 13

evoluciona favorablemente, deberemos hablar con la familia y sugerirle, si procediese, ayuda terapéutica externa (Servicios de Salud Mental, Fundación Senda [Especialistas en intervención en duelo]...).

2.3. ¿Qué hacer para ayudar al niño en cada etapa? En este apartado se mencionarán las pautas de actuación que se podrían llevar a cabo con los niños y niñas según la etapa en la que se encuentran, es decir, dividiremos el apartado en: primera infancia, preescolar, y escolar, siendo este último el más conciso ya que este trabajo está más dedicado a la etapa infantil.  El duelo en la primera infancia: del bebé al niño de dos años Los bebés pueden tener cambios anímicos ante la pérdida de un ser querido, sobre todo si se trata de una figura de referencia para ellos como puede ser la madre. Pueden mostrarse irritados o inquietos, llorar sin motivo, comer o dormir peor que antes de la perdida, o mostrar otro tipo de síntomas somáticos. Además, pueden mostrar una vuelta a etapas anteriores, como volver a chuparse el dedo, querer chupete todo el rato, mostrarse más dependientes e, incluso, pueden perder el interés por sus juguetes. Estos cambios se deben a la percepción que tienen de la ausencia de la persona fallecida y la influencia que tiene esta perdida en sus rutinas. Además también saben percibir el dolor y cambio del estado de ánimo de las personas que lo cuidan cuando estos se ven afectados por la muerte del familiar. Es preciso contar siempre con una figura estable y significativa para ellos que les proporcione un entorno conocido y tranquilo. Hacia los dos años, los niños son más capaces de captar los cambios y las emociones de tristeza o dolor que haya en el ambiente. Tal vez manifieste rabietas o arranques de ira en un intento por hacer que la persona fallecida regrese. Es conveniente poder explicarles con suavidad lo sucedido para moderar su inquietud de saber que algo pasa pero no saben el qué. Como ejemplo podríamos decirles que estamos tristes porque su abuelo ha muerto y

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ya no va a volver, y que por eso a veces estamos más serios o lloramos, les ayuda a poner palabras a lo que ya intuyen. Aunque sean pequeños necesitan saber qué está pasando, por eso pueden preguntar en repetidas ocasiones qué nos pasa o por qué estamos tristes, o bien preguntarnos dónde está o por qué no viene a recogernos al colegio la persona fallecida. Es importante que respondamos a estas preguntas con sinceridad y de la manera más concreta posible. La mejor forma de saber lo que nuestros alumnos entienden sobre la muerte es dialogar con ellos. Es bueno recordarles en todas esas ocasiones que lo que sucede es que estamos tristes porque nos acordamos de la persona que ya no está. Este simple hecho les ayudará a ir comprendiendo la situación y les servirá para poder ir poniendo palabras a sus propios sentimientos. Es importante que no se les excluya o aleje y que se les permita participar de la vida familiar. Pueden tener miedo al abandono o a perder a más personas importantes, por lo que hay que tranquilizarles en este sentido. Les ayudará exteriorizar sus sentimientos y hacer las preguntas que necesiten.  El duelo en los preescolares: de los tres a los seis años En esta etapa el pensamiento que tienen los niños todavía es concreto y su interpretación sobre los hechos literal, lo primero que debemos hacer con un niño de esta edad es intentar explicarle de la forma más clara y directa posible que su familiar ha fallecido. Debemos evitar términos metafóricos para explicar la muerte como “El abuelo se ha ido” o “Nos está viendo desde el cielo”, porque estos argumentos serán interpretados de forma literal, lo que les confundirá aún más. La mejor forma para que comprendan lo que ocurre cuando alguien muere es la utilización de un lenguaje basado en hechos claros que sea lo más sencillo y literal posible. Como maestros tenemos que transmitirle al niño con la mayor sensibilidad que su ser querido ya no está con nosotros si nos pregunta por él, el niño o niña va a necesitar que le expliquemos lo que significa morir, aunque sea un tema que a muchos adultos les resulte impactante hacerlo. Debemos

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ayudarle a que comprenda que la muerte es irreversible y que nunca volveremos a ver a las personas que fallecen. Para que el niño entienda qué es la muerte, suele ser útil hacer referencia a momentos puntuales de la vida cotidiana donde la muerte está presente, como puede ser la muerte de animales de compañía. Los niños a esta edad también pueden pensar que la muerte se contagia y puede pasarles a ello, también les preocupa que a sus familiares vivos también puedan abandonarles y que ellos se queden solos completamente. Sería muy conveniente explicarles que no tienen nada que temer con este asunto reafirmando poco a poco el concepto de muerte. Puede ser que en estas situaciones el comportamiento de los niños cambie volviéndose más desfavorable. Es posible que aparezcan rabietas y muestre continuamente quejas a todo. Los maestros si nos encontramos en estas situaciones, lo primero que debemos tener es mucha paciencia e intentar no responder a estas conductas con enfado. En la mayoría de los casos es bueno dejar pasar estas conductas por un tiempo y, cuando veamos ocasión, traducirle

al

niño

lo

que

verdaderamente

le

pasa,

diciéndole

que

comprendemos su queja, pero que con ese comportamiento no va a conseguir nada. En estas situaciones lo mejor es seguir manteniendo la rutina y sugerir a las familias que, en la medida de lo posible, no separen radicalmente a los menores de la situación. Se pueden crear situaciones o momentos en los que los alumnos exterioricen sus sentimientos o que puedan compartir las emociones con sus compañeros, es una técnica que puede ayudar a superar el duelo. Es necesario que los maestros se sientan cercanos y abiertos hacia los niños que sufren la perdida para crear una confianza y lograr oportunidad de hablar sobre lo sucedido, así como aprovechar los momentos de juego o dibujo en los que podamos observar reflejadas las inquietudes sobre la muerte. Por último, si les enseñamos que estar tristes o llorar no es malo y les tranquilizamos si ellos también lo hacen, les estamos ayudando a encontrar 16

caminos saludables para atravesar su duelo. Por supuesto hay que mostrarles siempre nuestro afecto y confianza y ser pacientes para explicarle una y otra vez lo ocurrido y lo que significa la muerte. Es su mente, la persona que ha muerto sigue comiendo, respirando y existiendo, y se despertará en algún momento para volver a llevar una vida completa.

- “Si papá se ha dormido y ya no va a despertar, ¿qué pasa si yo me duermo mucho? ¿Y si no me despierto? ¿Y si mamá se duerme y no se despierta?”. - “Si mi hermano se ha ido al cielo y allí me ve, ¿cómo puedo hacer yo para ir allí? ¿Pero me ve siempre? ¿Incluso cuando duermo?”. - “Si Dios se ha llevado a mi mamá, ¿a quién va a querer ahora?”

 El duelo en los escolares: de los seis a los diez años. El duelo a estas edades ya es más diferente que lo explicado con anterioridad, en este caso los niños ya necesitan que les expliquemos la muerte del ser querido atendiendo a los hechos y a las causas que la han provocado. Es importante que entremos en diálogo con ellos y atendamos todos sus interrogantes e inquietudes, de forma que puedan sentirse escuchados y reconfortados. A esta edad es normal que los niños manifiesten una serie de actitudes como puede ser la negación, tratando de mostrarse alegre y activo en todo momento, no nos tenemos que enfadar por ello sino tenemos que ayudarle a que poco a poco tome conciencia de su sentimiento verdadero mostrándole que no es malo sentirse triste. Por otra parte también podemos detectar que el niño tenga un sentimiento de culpabilidad o responsabilidad ante la muerte de su familiar, es importante hablar con él y explicarle que la muerte de nuestro ser querido no ha sido culpa suya.

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Es importante transmitir al alumnado que tener una conducta inapropiada de sus emociones al sentirse tristes, frustrados o dolidos por perder un familiar y decir o hacer cosas que no son adecuadas no es lo mismo que pegar, insultar o negarse a hacer los deberes, ya que esto sólo va a hacerle sentir peor y su dolor no va a mitigarse a través de estas conductas.

2.4. Recursos para trabajar en el aula En este apartado proponemos una serie de actividades y recursos didácticos dirigidos para los más pequeños que se pueden aplicar en el aula. Mencionar también que con este tema se pueden aprovechar fechas señaladas como Halloween o El día de Todos los Santos para trabajar el concepto de muerte desde un punto de vista más didáctico, tratando así aspectos como la desaparición del ser querido.  Día de Todos los Santos Aprovechando esta festividad se puede organizar un taller de tarjetas de despedida. De esta forma, se trabaja la despedida de una manera simbólica y se ve la muerte como algo natural y cotidiano. Además se puede enseñar que cualquier momento es bueno para despedirse.

 Día de Halloween Aprovechando el día de la celebración de Halloween, la Noche de los Difuntos, puede ser un buen momento para aprender y enseñar a los niños cosas sobre los seres queridos que hemos perdido. Aunque Halloween cada vez se celebra de una forma más lúdica, también es un buen momento para que las personas que han sufrido una pérdida significativa en la familia puedan hacer un homenaje sano al fallecido.  Arte terapia Esta terapia se puede utilizar con niños de todas las edades, sobre todo es muy eficaz con niños que les sea difícil verbalizar sus sentimientos. Se basa

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en pedirle al niño o niña que dibuje lo que siente. Tras realizar el dibujo es necesario que nos lo explique, ya que muchas veces no se puede apreciar a simple vista lo que el niño nos ha dibujado y sin embargo tiene mucho significado para él. Incluso si el niño no dice mucho sobre el dibujo, se puede descifrar cómo se siente de acuerdo a los colores, la gente y los objetos que ha dibujado. También se le puede pedir que dibuje lo que le da miedo o tristeza.  Relajación muscular progresiva Esta es otra técnica que puede utilizarse con niños de todas las edades. Cuando el niño parece triste o enfadado, la práctica de la relajación muscular progresiva ayuda a lidiar con esos sentimientos. Es una práctica de relajación que puede empezar por la parte inferior del cuerpo apretando sus dedos de los pies tan fuertes como pueda durante 15 segundos y después relajarlos. En este momento hay que decirle que respire de manera profunda para que se relaje. Esto se realizaría con toda las partes de su cuerpo hasta llegar a la cabeza. Es importante que se realicen prácticas de relajación ya que si nos encontramos con una situación así es probable que los niños tanto los que sufren el duelo como los compañeros se encuentren muy tensos.  Libros para trabajar la muerte. A continuación se mostrarán una serie de libros relacionados con la temática, para poder trabajarlos en el aula con los niños y niñas. o ¿Dónde está el abuelo? Esta es la pregunta que se hace una niña que hace unos días que no ve a su abuelo, no está. Pregunta a su madre, a su padre, a su abuela… y obtiene diferentes respuestas… o El niño de las estrellas. Este cuento nos habla de Carla, una niña de 6 años, que se siente muy triste por la muerte de Miguel, su hermanito. Cuando regresa a la escuela lo explica a su maestra y a sus amigos y a medida que lo va haciendo se sentía más cerca de él. Esto genera preguntas y comentarios y un debate entre los niños.

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o

No es fácil pequeña ardilla

Este cuento nos muestra la historia de una pequeña ardilla que pierde a su madre. A la hora de cenar, la echa de menos en la mesa y no puede tomar nada de la tristeza que le embarga. Su padre intenta explicarle la ausencia de su madre, aunque ella prefiere el cobijo de su amigo el búho. La pequeña ve a todos sus amigos jugar con sus madres pero ella la añora intensamente. Hasta que descubre en el cielo una bella estrella y sabe que, desde allí, su madre le da calor y está presente en su vida. o La caricia de la mariposa Este cuento transmite elegancia y delicadeza por la manera con la que explica un tema tan sensible como es la pérdida de un ser querido. Trata la historia de un abuelo y su nieto, quien le pregunta donde se encuentra la abuela. La eterna pregunta que los niños se hacen sobre a dónde van las personas cuando mueren, es el tema de este libro.

2.5. Importancia de ayudar a superar el duelo

Como se ha explicado a lo largo de todo el trabajo, es de enorme importancia que se les ayude a los niños a afrontar el duelo de la forma más adecuada posible ya que en esos momentos le estamos dotando de unas capacidades importantes que, antes o después, le servirán en su vida adulta. Si en lugar de abordar el tema en clase, se dejara de lado y se hiciera como que no ocurre nada, el niño que está sufriendo la pérdida de un ser querido podría tener problemas emocionales a lo largo del tiempo. Si observamos conductas como las que han sido explicadas en el apartado “Características del duelo en los niños” convendría que intentáramos estar más cercanos a ese individuo en concreto. Es necesario que se le ayude y mostremos que en nosotros/as puede confiar para decirnos todo lo que siente o piensa. Si no se les ofrece apoyo, el niño puede tener problemas a la hora de relacionarse con los demás o incluso aislarse y no mostrarse afectivo con sus 20

compañeros. Además puede tener dificultades a la hora de conocerse a sí mismo y a los demás, y a parte le costaría comprender las emociones de los demás. Encontraría limitaciones en muchos aspectos personales y sociales de su vida. Por todo esto es tan necesario que se trate este tema en las aulas, y explicarles el porqué de las cosas, sin metáforas ni dobles sentidos, solamente siendo claros y cercanos con los más pequeños y mostrar nuestro apoyo.

3. ENTREVISTA A UNA MAESTRA Y A UN/A PSICÓLOGO/A INFANTIL SOBRE EL DUELO A continuación mostramos una entrevista realizada a una tutora de 4 años, Teresa Sanfeliu, del colegio C.E.Marni con 30 años de experiencia en la docencia y en este mismo centro. ¿Cómo afrontan los niños la muerte de un ser querido? En principio no tienen claro que es la muerte, los más pequeños (4 o 5 años) ven morir a sus abuelos o mascotas y no son conscientes de que no los van a volver a ver. ¿Cómo es la evolución que presentan ante ésta falta? Los padres suelen contarles que se van al cielo y se convierten en estrellas o ángeles, así es mucho más fácil que admitan su pérdida e incluso se sienten importantes. Suelen decir “Mi yayo se ha ido al cielo y es una estrella”. Aunque también reaccionan de diferentes maneras, dependiendo del carácter del niño, están más callados, pueden tener pesadillas, puede causarle algunos trastornos en su organismo debido a los nervios… y por el contrario otros lo cuentan a todos como un hecho importante y normal. ¿Cómo se debe tratar en clase? En clase, se trata muy ligeramente y por encima, diciendo que es normal que cuando nos hacemos muy muy muy…… mayores las personas se mueren,

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pero siempre hay que darles la impresión de que queda mucho, ya que algunos temen que les pase a sus padres y suelen tener incluso pesadillas. ¿Qué pasa si no se aborda debidamente? ¿Se cuenta a los demás? Si no te dicen nada los padres o el mismo niño, en clase no tratamos este tema. Algunos padres te ponen en aviso de lo que ha sucedido porque han notado un cambio en la actitud de sus hijos y creen que le está afectando, ante esto se trata el tema hablando muy ligeramente y sin darle mucha importancia (sobretodo y como ya he dicho antes insistiendo en que tiene que pasar mucho tiempo para que les pase a sus papás y a ellos). Se puede trabajar también a través de cuentos, intentando evitar el dramatismo ya que puede generar malestar en los demás.

4. CONCLUSIONES Tras la realización de este trabajo podemos hablar de muchas cosas que desconocíamos al empezar. Cuando planteamos el tema y comenzamos a trabajar en él uno de nuestros principales miedos era no disponer de suficiente información y recursos con los que documentarnos. En cambio, la realidad ha sido muy distinta, y es que este tema no es tan desconocido como creíamos, sino que hay mucha información al alcance de cualquier persona que se interese en el asunto. Pese a haber encontrado mucho material, la guía “Explícame qué ha pasado” ha sido nuestra mayor referencia y consideramos que es un manual indispensable para cualquier docente que desee tener una base más o menos sólida sobre cómo abordar el tema de la muerte con sus alumnos. Creemos que este tema es “tabú” porque no es algo en lo que se suela formar el profesorado. Es decir, muchos docentes no tienen nociones básicas de cómo tratar a un niño que ha perdido a un ser querido. El problema es que el miedo a hacerlo mal, a empeorar la situación, lo que hace es aislar el tema e impedir que se hable de él, convirtiéndolo en tabú. Consideramos que el duelo como un periodo lleno de emociones debería contemplarse en alguna

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asignatura de la carrera, tal vez en alguna que dedicara algunos capítulos de su temario a la Educación Emocional, puesto que va muy ligado a ella. Estamos muy satisfechas con el trabajo realizado, ya que gracias a él hemos podido recopilar recursos para trabajar el duelo en el aula en el futuro y también hemos adquirido formación suficiente para saber tratar este tema con naturalidad. Lo que es todavía más importante es que después de estas semanas elaborando este monográfico estamos seguras de que cuando llegue el momento de abordar el tema en nuestras aulas seremos totalmente capaces de hacerlo. Necesitamos hacer de nuestras aulas lugares de comprensión y confianza. Incluir en nuestro día a día un tema cotidiano como es la muerte será una manera de enseñar a nuestros alumnos que esta forma parte de la vida. Como tal necesitan conocerla y comprenderla, y como docentes tenemos la responsabilidad de tratar de conseguir que lo hagan.

5. BIBLIOGRAFÍA  Apraiz, I. El duelo. Cómo ayudar a los niños a afrontarlo. Documento online.

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