El doctor Fausto

CAMILO ‫كاميلو‬ ESTE ES EL DOCUMENO PARA TRA BAJAR LA PROXIMA SEMANA EN LA CLASE, DE EL DEBEN HACER, -COMPARACION CON L

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CAMILO ‫كاميلو‬ ESTE ES EL DOCUMENO PARA TRA

BAJAR LA PROXIMA SEMANA EN LA CLASE, DE EL DEBEN HACER, -COMPARACION CON LA ACTUAL SITUACION DEL SER HUMANO, EN EL ASPECTO QUE USTEDES DESEEN. -TRES IDEAS PRINCIPALES DEL TEXTO DONDE QUEDE CONCRETADO LA INTENSION DE ESTE ANALISIS. -QUIEN ERA FAUSTO Y CUAL ES EL SENTIDO DE DE GOETHE AL ESCRIBIR ESTA OBRA.

El

doctor

Fausto.

A lo largo de milenios, la búsqueda espiritual ha proporcionado uno de los más temas importantes para la literatura y el arte, porque dentro del alma humana existe un movimiento irreprimible que no cesa de aspirar a algo superior a sí misma, ni abandona nunca su creencia de que algo eterno sobrevive más allá de la muerte ¡el Cuerpo¡.

Quizá esta sea la mayor diferencia entre los seres humanos y los demás animales con los que compartimos el planeta. Pero semejante búsqueda no es un simple deseo de servir a Dios. Puede implicar también una búsqueda de conocimiento, no solo de conocimiento de lo divino expresado en términos religiosos convencionales, sino también de la clase de conocimiento de las leyes que subyacen en la realidad, que los más grandes científicos y psicólogos del mundo persiguen. La búsqueda del conocimiento puede llevarnos por caminos oscuros o bien por caminos iluminados por la luz solar, y puede revelarnos tanto el mal como el bien que subyace en nuestro interior. Este mito trata de esa búsqueda espiritual, e implica una auto confrontación que pone muy de manifiesto la profunda paradoja de luz y oscuridad que se oculta su el núcleo del alma humana.

El bien es incomprensible sin el mal. Dentro del mito, no hay mejor lugar donde quede representada la misteriosa batalla entre el bien y el mal en el interior del alma humana que en la historia del doctor Fausto.

La gran tragedia de Marlote, la trágica historia del doctor Fausto, y el sublime poema épico de Goethe, Fausto, están basados en el relato medieval de un hombre cuya búsqueda espiritual lo condujo finalmente a vender su alma al diablo. Su reconocimiento final de la aridez de los placeres terrenales y su redención última por medio del remordimiento y de la compasión siguen siendo una poderosa imagen de la necesidad de comprender tanto la oscuridad como la luz a fin de hallar la paz interior. Había una vez, un destacado filósofo y estudiante de teología conocido como el doctor Fausto. Pero las enseñanzas que filósofos y teólogos ofrecían sobre la naturaleza de Dios y sobre el significado de la vida no eran suficientes para satisfacer su intelecto inquisitivo. Y lo que es más, su orgullo era tan grande como su conocimiento, y deseaba descubrir las repuestas a los grandes misterios de la vida mediante su propio esfuerzo, en lugar de recibirlo de quienes secretamente despreciaba.

Así podía atribuirse todo el mérito. De modo que, al cabo del tiempo, el doctor Fausto abandonó su teología y se hizo estudiante de magia hermética, pues tenía la esperanza de hallar el secreto de la vida en los experimentos alquímicos y en el conocimiento prohibido de la magia y de la brujería transmitido desde los antiguos egipcios. Sin embargo, incluso estas investigaciones prohibidas no pudieron enseñarle todo lo que deseaba saber, por lo que quedó sumido en una profunda melancolía entonces invocó en su desesperación a los espíritus infernales. En respuesta a su llamada apareció misteriosamente un perro negro en el estudio del erudito que después se metamorfoseó en una extraña figura que se presentó como Mefistófeles, el espíritu del mal y de la negación. Este personaje estaba siempre al acecho de las almas humanas que pudiera ganar para las tinieblas, engañando así a Dios; y Fausto deseaba el conocimiento de Mefistófeles respecto a los secretos de la vida y la naturaleza de lo divino. De modo que establecieron un pacto entre ambos, sellado con sangre, en el que Mefistófeles convenía en servir a Fausto en este mundo, en tanto que Fausto accedía a servir a Mefistófeles en el otro. Mefistófeles sabía muy bien cuál sería el precio que Fausto pagaría, pero el filósofo todavía no había comprendido que lo que estaba empeñando para toda la eternidad era su alma mortal.

Durante algún tiempo, Fausto se sintió emocionado por la magia y los misterios que Mefistófeles le mostraba, y creía que por fin estaba acercándose al conocimiento de los secretos de Dios, pero el oscuro espíritu de la negación erosionó gradualmente la voluntad del erudito y lo embaucó para que desarrollara una sensualidad y un orgullo cada vez mayores, hasta llegar a perder todo sentido de búsqueda espiritual. Fausto deseaba a una joven llamada Retachen, a quien Mefistófeles incitó a caer en manos del filósofo. Fausto la dejó embarazada y, cuando la abandonó, ella se volvió loca y, desesperada, mató a su hijo, siendo ejecutada por su crimen. Dándose cuenta de la terrible destrucción que había causado en una vida humana inocente, Fausto sintió un profundo y amargo remordimiento. Pues, aunque estaba en las manos de Mefistófeles, había comenzado a amar a la joven sinceramente, prueba de que en su alma había una parte que se había mantenido libre de corrupción. Y esto no lo había anticipado Mefistófeles, ya que el poder de redención del amor no era algo conocido para el espíritu de negación. Pero era tanto el poder que Mefistófeles ejercía sobre Fausto que, durante muchos años, el filósofo se sumió en el placer sensual y penetró en todo los misterios secretos. Aprendió todo lo que deseaba saber. Y comprendió las

gloriosas alturas del cielo y las tenebrosas entrañas del inframundo. Sin embargo, el remordimiento que sentía por la muerte de Retachen crecía dentro de él como un cáncer y, a pesar de su corrupción, algo en su interior continuaba anhelando la luz. Mientras Fausto iba haciéndose viejo, Mefistófeles esperaba con paciencia y satisfacción, pues pronto llegaría el momento en el que el filósofo se enfrentaría a la muerte y su alma pertenecería a las tinieblas. Pero en el último momento, cuando por fin Fausto se percató de las verdaderas consecuencias del pacto que había hecho, se sintió tan lleno de remordimiento, de amor y de sufrimiento, que su alma se escapó de las garras de Mefistófeles y fue conducida finalmente a las esferas celestiales.

Comentario. La historia del doctor Fausto es una metáfora mítica de la lucha de todo ser humano por encontrar la luz en medio de las tinieblas. Fausto constituye un paradigma, un ejemplo, de nuestro mundo interior, lleno de conflicto entre nuestros deseos

egocéntricos y el anhelo de servir a algo más elevado y más grande que nosotros mismos. Aunque el mito original tiene sus raíces en el cristianismo medieval y, por lo tanto, presenta el bien y el mal de un modo más bien simplista, no obstante, el mensaje trasciende cualquier doctrina religiosa específica, en particular si esta se comprende psicológicamente. Fausto es el símbolo del espíritu inquisitivo que hay dentro de cada ser humano, con la suficiente valentía e individualismo como para rechazar el dogma ofrecido por las autoridades religiosas convencionales, y, no obstante, peligrosamente arrogante al asumir que puede desafiar la moralidad humana fundamental en nombre del conocimiento. Podemos condenar a Fausto por su codicia y arrogancia, y al mismo tiempo admirarlo por su valentía y por su voluntad de arriesgar su alma con el fin de penetrar hasta el corazón de los misterios de la vida. He aquí la profunda paradoja del bien y del mal, pues a fin de comprender el bien, debemos reconocer el mal; y para llegar a este reconocimiento debemos descubrirlo primero en la secreta oscuridad de nuestro propio corazón. La desilusión de Fausto con las propuestas filosóficas y teológicas convencionales refleja el dilema de un brillante intelecto que no puede limitarse a “creer” porque le piden

que lo haga. La búsqueda espiritual, si se la siente sinceramente, no surge de una aceptación pueril de creencias, sino de la desilusión y del profundo deseo de comprender las paradojas de la vida. Muchas personas no pasan de una creencia infantil, porque no están preparadas para recibir un conocimiento más firme y porque, también, es más cómodo recibir respuestas simples a los dilemas espirituales y morales. Y mientras estas personas no se arriesguen a correr ningún peligro en su interior, nunca podrán comprender en verdad lo que es la vida, ni encontrarán paz cuando se vean enfrentadas a las preguntas sin respuesta derivadas del sufrimiento injusto. Muchas de las más grandes religiones del mundo condenan ese cuestionamiento, como lo hacía la iglesia medieval en los tiempos de Fausto. El cuestionamiento implica peligro, pero a la vez abre un potencial para una verdadera experiencia del alma y del mundo interior. El poder corrompe; éste es un hecho no menos verdadero en el plano espiritual que en el material. El nuevo poder de Fausto lo empuja más allá de los límites morales y es insensible a la destrucción que inflige a Gretchen. Sin embargo, la ama, y no puede ignorar por completo lo que ha hecho. Y esta pequeña semilla de remordimiento, nacida de la compasión, es finalmente la que le permite engañar al

Diablo y lograr el perdón y la redención. Esto explica que no son las “buenas obras” las que lo salvan, sino el hecho de que, a pesar de estar hundido en el orgullo y en la sensualidad, de estar hundido en la propia miseria, todavía es capaz de amar y de sentir remordimiento. Se nos dice que hemos de ser “buenos” con nuestras acciones para ser aceptables a los ojos de Dios. Sin embargo, la historia de Fausto nos enseña que la bondad está relacionada con la definición de ética adoptada por una sociedad determinada en cualquier época de la Historia. Amor y remordimiento, sin embargo, no están confinados a las doctrinas de una cultura o religión específicas. Ellos nos permiten saborear la luz y la oscuridad y, de alguna manera, conservar la integridad del alma. Es posible que cualquier búsqueda espiritual honesta nos haga descubrir nuestro propio potencial para el mal y la destrucción, y que solo a través del enfrentamiento con ellos, y quizá incluso sintiendo durante algún tiempo que somos irredimibles —nuestro propio “pacto con el diablo”—, podamos experimentar lo que se puede llamar gracia. Aunque el término gracia es cristiano, este no se limita al cristianismo; es una misteriosa liberación interior que surge desde dentro y que da sentido no sólo a nuestra bondad, sino también a nuestra maldad.

Por eso el mito del doctor Fausto no es el simple relato moralizador que puede parecer en un principio. Se trata de un viaje interior y, como sucede con todos los mitos al mirarlos a nivel psicológico, los personajes que aparecen están dentro de nosotros. Fausto y Mefistófeles son dos caras de la misma moneda, y reflejan dos dimensiones del ser humano. Al espíritu de negación —que todos podemos experimentar cuando unos vemos la vida carente de valor y otros como insignificante— podemos hallarlo en cada uno de nosotros. Podemos invocar al Mefistófeles que llevamos dentro cada vez que nos sintamos desilusionados de la vida. Pero este no es solo el Diablo. En el gran drama de Goethe, Mefistófeles le dice a Fausto: “Soy el espíritu que desea siempre el mal y, no obstante, hace siempre el bien”. A través de la intervención de nuestra oscuridad interior es como podemos finalmente hallar el camino hacia la luz.

QUIÉN

FUE

EL

DOCTOR

FAUSTO?

El doctor Fausto fue un humanista vagabundo que se dedicó a la astrología y a la magia. Este charlatán afirmó en varias ocasiones que podía escribir las obras de Platón y Aristóteles, y hasta hacer milagros. Su contemporáneo Alelanchton decía que Fausto se gloriaba de su talento, pero que cuando intentaba probarlo su fracaso era evidente. Pretendía tener la ayuda del diablo, que se manifestó dos veces: al intentar volar cayó sin romperse la cabeza; y escapó siempre a sus adversarios. Alelanchton cuenta así su muerte (1540): «Hace algunos años Fausto se encontraba muy triste, en cierta aldea del ducado de Würiemberg. Su huésped le preguntó las causas de su tristeza, a lo

que el peor granuja y mayor pícaro que haya existido respondió: "No te espantes esta noche." A medianoche la casa fue sacudida fuertemente. Como al día siguiente Fausto no apareciese, al mediodía el huésped se dirigió a su cuarto con otras personas. Encontraron a Fausto tendido en el suelo, con el rostro ocultó como si hubiese muerto a manos del diablo.»

El doctor Johannes Faust Por Eva Manethová ¿Quién es Fausto? En los relatos populares, el doctor Fausto es presentado como un hombre que para satisfacer sus antojos pecaminosos concluye un pacto con el diablo, exhibe en público sus habilidades de brujo, y al fin es arrastrado por el diablo al infierno. Johann Wolfgang Goethe ennobleció al personaje, convirtiendo a Fausto en un símbolo de la eterna e insaciable ansiedad del hombre por desvelar el enigma del sentido de la vida. Fausto es un personaje centroeuropeo, siendo identificado tanto con el medio alemán como con el checo. Desde el siglo 17, la tradición relaciona a Fausto con Bohemia. Las crónicas relatan que Fausto era checo, oriundo de la ciudad de Kutná Hora. Al estallar la revolución husita, en el siglo 15, Fausto habría emigrado a Alemania y allí habría, al parecer, firmado con dos nombres: Kuttenberg, nombre alemán de su ciudad natal de Kutná Hora, y Fausto, forma latina de su apellido checo Stastny. El personaje destacó en dos artes: la nigromancia y la imprenta. Las investigaciones posteriores revelaron cuál fue el verdadero origen de la leyenda. En el siglo 15 vivía en Alemania el alquimista e impresor Johannes Fust que colaboraba

con el inventor de la imprenta, Guttenberg. Además, entre los años de 1485 a 1540 vivía en Alemania un cierto Dr. Faust. Estas tres personalidades históricas dieron origen, en la fantasía popular, a un ser legendario, el doctor Fausto. Los más antiguos libros populares sobre Fausto, llamados faustbuch- el más viejo data de 1578-, refieren la estancia de Fausto en Praga y describen dos viajes de Fausto por Europa. Durante el primero, Mefistófeles lo llevaba por los aires, transformado en un caballo alado; en el segundo viaje, el mago viajó a pie o montando un caballo. Una de las versiones se refiere a una prolongada estancia de Fausto en la corte imperial praguense. Una noche, Fausto voló de Praga a Erfurt, en Alemania, para tomar parte en una farra, y antes del amanecer regresó a la metrópoli checa. Otra leyenda relata que Fausto editó en Praga por vez primera en 1506 su célebre libro nigromántico que utilizaba para comunicarse con las potencias infernales. Las leyendas sobre Fausto están relacionadas con locales concretos en la capital checa. El poeta Sebestián Hnevkovsky cuenta que al llegar en el año 1782 a Praga, las vendedoras de los mercados de la Ciudad Vieja narraban leyendas sobre Fausto. Hnevkovsky menciona también tres casas donde Fausto habría residido. A partir de los años 40 del siglo pasado, la tradición sitúa definitivamente la residencia de Fausto en un palacio ubicado en la Plaza de Carlos, en la Ciudad Nueva. Según la leyenda, el diablo, al llevarse a Fausto, dejó en el tejado un agujero que nadie lograba tapar. En el edificio se instaló un estudiante que cada día encontraba en su plato un ducado. Para tener más oro, firmó un pacto con el diablo que acabó por llevárselo como al doctor Fausto. Todos estos misteriosos y espantosos sucesos tenían por escenario, según la leyenda, el palacio que aún hoy en día continúa en pie. Una ex colega nuestra que trabaja en el enigmático edificio dice que en su ambiente sigue flotando algo espectral. La Casa de Fausto pertenecía en el siglo 18 al hidalgo Mladota que solía mostrar a sus invitados una abundante colección de juguetes mecánicos e intentaba extraer preparados químicos de la pizarra. Todo ello rodeó su palacio de misterio, y los praguenses situaron allí la estancia de Fausto en Praga. Solución 1- El doctor Fausto tiene el profundo deseo de adentrarse en el conocimiento prohibido y esto lo lleva a tomar decisiones arriesgadas en diversos momentos de su vida. Al relacionar a Fausto con el hombre de hoy, podemos observar que él tiene un deseo insaciable por vivir el presente, sin tener en cuenta las consecuencias de su vida futura. Es así, que Fausto al arriesgar todo por conocer lo divino deja su vida de lado y termina perdiendo todo. Es inevitable saber que los enigmas y acertijos que la vida trae consigo, son el producto de la falta de creencia y de la consistencia del hombre por descubrir todo aquello que desconoce. ¿Pero es acaso un impedimento estudiar y dotarnos

aumentar nuestro conocimiento, más allá de lo tangible que tenemos en nuestro entorno? Pues no es un impedimento para ningún ser humano, pero como cualquier otro somos débiles, y no es propicio compararnos con un animal, pero es que es tan claro el pensamiento del hombre sobre lo material, que despoja sus mismas creencias para cumplir sus necesidades, y es por esto que la avaricia corrompe la mente del ser humano, y esto es lo que lleva a que en varias circunstancias de la vida el hombre deja de ser hombre para convertirse en un animal. ¡Frio y despiadado!, pero esto no es problema para el que simplemente se encarga de vivir y buscar el sentido de su existencia no más allá de lo imposible, aunque nada es imposible sino que difícil de alcanzar. 2- Una idea principal del DOCTOR FAUSTO, es que aunque el camino siempre sea oscuro, siempre va haber una luz, que es la esperanza. La segunda idea principal es que el hombre siempre intentara conocer más allá de lo que conoce y es por eso que siempre y en cualquier instancia de la vida, el hombre tendrá preguntas, para responderse. La tercera y última es muchas veces actuamos por instinto, y no vemos las causas que recaen sobre nosotros, pero siempre la solución de los problemas y las adversidades esta en nuestro interior y lo ignoramos. 3- Fausto, desde la perspectiva cosmológica del hombre es, un ser humano desquiciado el cual solo busca la satisfacción de sus antojos y es por esto que tiene que involucrarse con el diablo. y es así que logra conocer los secretos divinos, para después ser arrastrado al infierno, en cuanto a su remordimiento y el amor obtuvo la redención ya que aun había luz entre las tinieblas. Goethe escribió esta obra con el fin de romper los dogmas eclesiásticos de la edad media y así partir la carencia de un cielo, para convertirlo en el bien y el mal en una misma moneda. Porque estos dos nunca estarán en partes diferentes sino que siempre van a estar unidos.