El Concepto De La Estrategia En Clausewitz Moltke Y Liddell

CESEDEN EL CONCEPTODE IJ ESTRATEÇW EN cljusEwIT:, MOLTKEY LIDDELL MART por JORO iE/VNN (Dc 11V 1ehrw issenschaftl chc

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CESEDEN

EL CONCEPTODE IJ ESTRATEÇW EN cljusEwIT:, MOLTKEY LIDDELL MART por JORO

iE/VNN

(Dc 11V 1ehrw issenschaftl chc ftundschau”, enero196

.•4

:

Marzo, 1968

)E IVORWiClON BOLETIN N2 24—1V

“Podas las ramas de Administraci6n del Estado esttn en íntima conexi6n. Las Finanzas, la Política y los Ejércitos son inseparables0 No basta con administrar bien cada uno de estos componentes0 El Príncipe que gobierna con independencia, que se ha trazado su sis tema político, no sentirá embarazo cuando haya de to mar una rápida decisi6n, puesto que lo coordina todo hacia la meta final propuesta” —



(Del

testamento

político

de Federico

el Grande)

El concepto de Estrategia ha pasadode sor una idea concebida dentro do la esfera militar a tener un contenido polrtico La Estrategia domprendelas actividades de la DirecciSn Política planeadasy encciminadasa la consecuci6hde los iñteresesdel Estado. Por lo que al sector miIita se refiere, el 6xito de una Estrategia dependede que la Política emplee las FuerzasArmadasadecuadamentey de que ci Mando militar pueda seguir los itinerarios ¡deol6gicosde un estadistao incluso completarlos. —



1N TRODUCCIO N El mundose encuentra actualmenteen un procesode evoluci6n deolgica, que conduce al fen6menode someterla guerra modernaal control científico. En el pun fo central de los esfuerzosde los ms prestigiosostecSricosmilitares est&i la definici& del conceptode Estrategiay el amplio campode su empleo. —

Al comienzo del siglo XIX y por tanto al principio de nUestrapoca, los hom bres se encontrabanante un problemaigualmente anpIio: debido a los críticos aconteci mientos en Europa—revoiucin y restaurcciSnaltemaHvamente— se iniciaron tremendas modificaciones en relachSncon la Política, la Guerra, el Estadoy el Ejército. Entonces, al igual que hoy, soldados, políticos y científicos, teniendo coro fondo una trcnsformací6nde la imagende la Guerra, seesforzaronpor conseguirvisiurn brar el futuro. Entonces, se encontraban en el momento en que se pasaba de las gue rras del absolutismoa las guerrastotales, nuestrotiempo se halla en el umbral de los con flictos nucleares. —

Hace 15.años es Carl von Clausewitz quien con su obra ‘De la guerra” peno tra ms profundamenteen estascuestionesy se exige a sí mismoy a suscontempor&-eos “el abandonaresta pedantey vacía ¡mitaci5n de las matem&icasy mantenerse dentro de la naturaleza de aquellosobletos, con los que uno se ha de relacionar”.

—2— u.

Si se evoco el curso seguidopor• la evolucion•.• de aquellasteorias, en1 las que empiezan a generalizarselas nuevasideas, resultaramuchoms fcil reconocerlasno co mo algo radicalmente nuevo, sino como un venerable principio que simplementehabía • II •1 1 . • sido olvidado . ._on estas palabras, Basil Henry Liadeii Hart, ci extraordinario toorico de la guerra de nuestrotiempo, tiende un puente cii pasado;un puenteque salva con uno de susarcos el siglo y medio de guerrasde 1a poca moderna, tan llena de conflic tos y de diversasconcepcionesdel Arte de la Guerra. ‘

En este período de la teoría militar y do la Guerra, comprendidoentre Clau— sewitz y Liddell Hart, se destacaotro pensadorde entre la multiplicidad de autores:Mcl muth von Moltke. En oposici5n con los otros dos, 1a figuro de Moltke no se puedesituar dentro de 1apoca de evoluc6n de los conceptosde la Guerra y de la Estrategiasino m& bien en el umbral de un importante desarrollo de las relaciones entre la DirecciSn Política y la Militar. ComoJefe Supremodel Ejrcito ejerci6 e1mandomilitar en tiemposen que el instrumentomilitar se va complicando cada vez m& y con ello se va haciendo m& independiente y comienza a apartarsedel control de la Direcci6n Política. A través de su amistady diferencias de opiniSn con el político Bismarck es el pensamientoy la actuaci6n do Moltke un campo clasico, directo, para el estudio de las relacionesentre la Direccin militar y la política. 1. ESTRATEGIA,UNCAMPODERESPONSABILIDADESDIVIDIDAS a) ElpolíticoyelMariscal No fue necesariala separaci6nde los poderesmilitar .y político para que se produjese un campo de tonsi5nentre ambasesferas. Porel contrario, vemosen la Historia ejemplosdo personasaisladasque, llevando simutt&eamenteel peso de ambasresponsabilidades,de la Direcc5n poUica y militar, tuvieron que lu char denodadamentepara tomardecisiones. Igualmente conocemossituacionesen las que las cuestionespolíticas origina ron luchasentre los militares, o las cuestionesmilitares provocarondisturbios en tre lospolíticos. Todas estassituacionesde conflicto tienen en comGnque unasveces el punto de partida estt orientado ms sobrelo político, mientrasque otras lo estcíprefe rentemente sobrelo militar. Porotra parte el problemade si estastensionessede ben m& a los hombresque las crean, que a la propia naturaleza de las cuestiones, es algo que da lugar a las ms dispares opiniones. —

Esto indica que entre la direcci6n política y la militar existe una permanente relaciSn de tensi6n, que puede desencadenarun conflicto abierto. b) CometidosyfinalidaddelaPolítica El fin primordial do la Política es de antemanola seguridadde la Pazpara los ciudadanosdel Estado. Unido a ello estc el conti’nuoafcn por adquirir, ejer cer y conservarsu poderío. El uso de este poderío ha estadosometidoa constantes cambios en el curso de la Historia de la Humanidad. Tan salo con ci creciente afianzamiento del Estadoy la progresivaparticipa—

ckn del pueblo en el Poderha tenido la Polflica como misi6n el cuidado por el bienestar y el aumentoy protecci6n de los derechosdel ciudadano, junto con la seguridad de la Paz. Por lo tanto la Política, comoheraldo del Estado, salvaguardolos intereses de ste. Las actividades necesariaspara esto fin, por lo que a la seguridadse re fieren, puedenorientarse hacia: —

forzar a un enemigoa aceptar nuestravoluntad,



evitar prdidos propias,



llegar a un equilibrio.

Para ello seutilizan torios los mediosy fuerzas disponiblesen un Estado, re curriendo en caso cxtrer.io al Poderarmado. c) CometidodelasFuerzasArmadas Cuando seíalbarnos la salvaguardiado la Paz cornouna de las tres principa les misionesde la Política, nos referíamostambi& a lo que constituye tarea prin cipal de las FuerzasArmadosy no otra, que podernosresumirdiciendo que es la Política a nivel ejecutivo. La estructura y la funci6n del instrumentomilitar son determinados por la fijaci5n de los objetivos políticos. Lasdecisionespolflicas son las que ponen a dispostcin del mandomilitar los mediosnecesariospara la organizacicSny conservaci’Snde las FuerzasArmadas. La entradaen acci6n de las FuerzasArmados es igualmenteuna decisin política pura. .A partir de aquí comienza la persecucin de los objetivos políticos, es decir, de los interesesdel Estado, con el empleo del ultimo de los recursosdisponibles: la violencia direc ta. El conflicto de interesesadquiere entoncesla forma violenta de la guerra. Es entoncescuando la misin de las Fuerzas Armadasdebe ser la de rechazarel ataque enemigoo ki de atacarle. —



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El objetivo de la guerra es variable y de 61 depender6lacuantra e intensidad de los esfuerzosmilitares. Las FuerzasArmadashan de estar al día en los nuevos avances de la t6cnica y de la t6ctica, aprenderel uso de nuevasarmasy esforzar se en conseguiry manteneral ms alto grado de prepcircici6n. —

d) FriccionesentrelaDirecci6npolíticaylaDirecci6nmilitar.

Suscausas.

La Direccin política y la militar est6n en situaci&i de mutua dependencia. Mientras que las FuerzasArmadasnecesitan que la Direcci6n política haga posible su organizaci6n, dentro de unosdeterminadoslímites cuantitativos, el po lmco tiene que poder confiar incondicionalmente en la lealtad dl mandomifl tar, para poder usar el instrumentomiUtar adecuadamente. Comodemuestrala Historia, esta mutua dependenciapuede amplearsemal por ambaspartes. Puesto que la Político tiene una visiSn m6samplia del problema, el Jefe po lítico es responsabletotalmente y no debe perder de vista su obletivo posterior: tipazil. Podr, por tanto, imponer determinadasexigencias al mandomlitcir, aun que tales exigenciasno tengan un sentidoy una justeza aparentesante el mando militar. Por otra parto, el fen6rnenob6lico en su esenciaes tan diferenciado y cern plejo , que la intervenci6n de personasno t6cnicas puede acarreargrandesma les.



Corno consecuencia, la DireccicSnpolítica intentar6 asegurarseuna influon cia determinanteen las cuestionesde la defensaen general y do modomuy espe cial en 6poca de guerra. Igualmente, el Jefe militar so esforzar6para cumplir su msi6n lo mejor posible, en estar perfectamentedotado de material y en alcanzar durante la guerra el m6ximode su eficacia. Porello chocar6nen suslegítimoses fuerzos, y se llegur o uno pugno de finesy de rnitodos. —



e) LaesferadelaEstrategia El objeto de las fricciones es la Guerra cornoforma de conflicto polítco, -o sea, el conflicto armado— y en 61 se incluyen su evitaci6n, su preparaci6n y su direcci6n. El concepto do Estrategiadebe abarcar el conjunto de estastres actividades 6ltirnamente citadas, pero con ello no se hace otra cosa que dar una sola de las muchas definiciones posibles. La palabra tiene un extraordinario ntmoro do acep ciones y no siempreel que la usa tiene un sentido claro de la misma. Enello pan saba Ludwig Bock, cuandoal comienzode un estudio definía; “La Estrategiaos el artey la destrezaen la direcci6n de los ej6rcitos y de la guerra, así como la ciencia y la doctrina de este arte y destreza”. —

En el transcurso posterior de este trabajo se estudiara el aspecto intelectual y conceptual de (ci direcclin de les FuerzasArmadas y de los confUctos, antes do llegar a la tltima y ms noderna ampliacin del concepto, que se hace al final de la presente oxposicicSn. Analizar la Estrategia en cuanto a la cvoluci6n de su contenido, así corno en el cambio de sus acepciones y competencias, supone en última instancia des cubrir el estado actual de las relaciones entre las Direcciones política y militar.

2. LAESTRATEGIAENCARLVONCLAUSEWITZ a) LaGuerracomopuntodopartidadelasreflexiones Como fundamento del an6lisis sirve la clsica, aunque tantas veces mal en tendida y a pesar de todo inevitablemente vlida dofinicin del general, quien define la Guerra “como (ci continuaci6n de la actividad política por otros mo



dios”. La Guerra proporciona el título a la obra de Clausewitz, “De la Guerra”, y se encuentra siempre en el punto central de sus exposkiones. Para Clausowítz la descripci6n del campo de actividades militares puras tiene un valor secundario; trata de ellos en los tomos tres al siete, deducindolos desde el punto de vista de su tiempo y avaIndo(os en la experiencia de su belicosa poca. —

Su obletivo principal consiste en decir ci1goesencial sobre la Guerra, y no se limita ci calificarla cor.io un r1iedio ms del arte de gobernar. Así, describe en sus libros uno, dos y ocho, la naturaleza do la Guerra, su teoría y su planteamien to, dando siempre prioridad en estas cuestiones a la Política; de tal forma que en la obra de Clcusowitz destaca m& lo político que lo militar. —

Con su disertacin sobre la Guerra, en un libro predominantemente político, indicá el autor, ya en principio, su idea principal::la completa dependencia en que se encuentra, en la cjuerra, la Direcci&i militar con respecto de la política, la subordinaci3n de lo militar a lo político. La definiciSn bsica de la Guerra, citadci al principio, la repite Ctausewitz en otros pasajes y, si bien varía un tonto las palabras, no modifica su sentido: “La Guerra no tiene raz6n do sor por sí sola, sino que es la continuaci6n de la Políti ca con distintos medios”, para proseguir: “De aquí que los rasgos principales de todos los grandes proyectos estratégicos sean, en su mayor parte, de naturaleza política, sindolo tanto ms cuanto mayor sea el grado en que abarquen el conjun to de la Guerra y del Estado”. En el mismo lugar, Clausewitz va aGn ms lejos al afirmar que el elemento político influye también en los aspectos parciales de —



una campaña,hasta tal punto que no se puedo hablar de una valoracicSnpurcimen te militar, ni de un planteamiento puramentemili tar dentro de un todo estratgi co, a la hora de adoptar una decisin estratgica (carta al Mayor von Roedor,— 1827, en “De la Guerra”, pcg. 1119 ). El que Clausewitz haya insistido cpn frocuencia en este punto se explica si so considerasu obra comoun libro de polmcas (Stamp:“Clausewitz y la era at6 mica”, pg.i5). Clcusewitz se dfiondc contra el simplista planteamiento “matemtico” do sus contemporneos, ve en los ejrcitos prusianosde Id época de la restc!uraciSn el principio del aislamientode los Ejércitos dentro de la estructura del Estadoy contint5a profundizandopara buscaruna comprensin de la Historia de la Guerra, que dice estaría llena de los mayoresabsurdossin la existencia de los principios por los que se ha luchado. Debe considerarsecomo un urgentetoque de 0tflCi6n su opinin do “que no debe excluirse un cierto conocimiento de causade Lascuestionesde guerra por .— . parto de la Durccçuon pohttca , para .queno ordeno cosasque no correspondan a sus propios fines. —

La Guerra no es nada por sí sola, es solamenteun acto de fuerza, un instru— monto de la Política. Segin su propia naturaleza la Guerra no conoce límites en el empleo de esta fuerza. Poro esta falta de límites no estan absoluta en la prc tica, porque intervienen dos factores políticos en su acontecer. Estas y otras consideracionesb&icas y ampliamentefilosMicas, las estudio Clausewitz como necesariaspara reforirse a un punto de partida s6lido, antes de que uno se aventuro en la reflexi6n y enjuiciamiento do una materia tan amplia como os la Guerra. También así se comprendefinalmente que el general intente repetidasveces probar la validez de su tesis mediante el sistemade reducci6n al absurdo:“La su bordinaci6n del punto de vista político al militar sería un contrasentido, ya que es la Política quien ha enrjcndradola Guerra; llc es la causay la Guerra el me ro instrumentoy no a la inversa. Portanto, salo es posible la subordinaci6nde lo militar a lo político”. b) EljefemilitarenelConsejoPolítico

En su anclisis de las relaciones entre la dirccci6n política y la militar no so acusa en Clausewitzninguna contradicci6n. Asi describe, por ejemplo, en el tomo ocho,la mejor forma para conseguir la subordinacin del elemento militar sin por ello perjudicar ci la estrategia. Proponehacer al General en Jefe de Las —



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fuerzas armadasmiembrodel ConsejoNacional. Y puestoque la pérdida de tiem po producidapor las sepclracionesen espacio de los dirigentes es perjudicial para la direcci&i esfratgica, lleva Clauscwitz su exigencia de integraci6n an m& lejos y dice que el ConsejoNacional debe estar, en caso de guerra, lo ms pr6— xirno posible al Teatro do Operacionesy si es posible en el Cuartel General del General en Jefe. —

Esta medida no debe perseguirni la finalidad de ampliar la esfera de cornpe tencki del soldado, ni la de situar al militar dentro de la “cadena politica”. Lo que se pretende con ello es una mayor familiarizaci6n de la direcci6n poirtica con el obleto de la guerra y esta pensandoas para que el propio ConsejoNacio nc1 participe de las actividades del General en Jefe en los momentosprincipales. —

Por tanto, es muy ¡r1iportantepara ci general que la direcci6n pofltica tenga tantos conocirnentos como sea posible en cuestionesde guerra y de estrctogk mi litar. Puess6lo cabe esperarinfluencias perjudiciales en la direccicSnmilitar d una guerra allí donde el polftico tiene ideas equivocadassobreel ¡nstrumentomi litar y las cuestionesestrat6gicas. El traslado de la sodo del Gobierno al lugar donde se efecticn las acciones blicas debe poner definitivamente en claro, que los asuntosde estadoson dirigi dos con car6cter politico, aunquesean las FuerzasArmadosel instrumentoemplea do. Adem6s, solamenteasf puedeel elemento polmco apoyar las accionesmili = tares hasta en susmrnmos detalles, como Clciusowitzpretende. c) Limitaci6neinteracci6ndePolflica,EstrategiayTctica.

El contenido que abarca la Estrategia, el nivel en el que asta se desenvuelve, no se puede delimitar con mayor precisi6n, que defini6ndola comouna trisecci6n de la funcion general do direccion. En esta conccpcion de la funcion general de direcci6n la parte superior correspondea la política pura —esdecir, al arte do go bernar—y la parte inferior a la Tctica.

La Estrategia, como parte central de esta columna, es defindc por Clausewliz como “el empleo do la Batalla para los fines de la Guerra; es decir, la Estrategia hace el planeamientode la guerra . . .‘ y “... proyecta cada una de las batallas, coordinando dentro de astasel orden de los combates”. Los límites entre las esferasde susrespectivascompetenciasson indetermine dos. La línea de separacicSn entre la T6ctica y la Estrategiase refiere principal mente a las nocionesdel espacio y del tiempo; pero dadoslos límites propuestos para este trabajo sto no os demasiadoimportante.







Por el contrario, es rns complicada la íntima trabaz6n de la Estrategiacon

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su frontera superior, es decir, con la Política pura. Cuandolo importantees co ordinar los batallas y dirigir la totalidad do la Guarra, se necesita la comprcnsin en “las esferassuperioresdo la adrninistracin, donde coinciden la direcci6n de la Guerra y de la Política”. Los problemasse plantean exactamenteen este liiite. La claridad en la di visi6n de competenciassería premisaprevia para una armoniosamarchadel proce so. EstoesvIido tanto para la preparacin como para la ojecuci6n de las acci nes bélicas. Donde las competenciasno se fijan claramentetiene que filarse cia ramente al menosuna supremacía. Si la dirocci6n políticaquiere utilizar la acci6n militar cornoun medio para la consecuci6nde susobjetivos, tiene que mantenercontrolada, a grandesrascjos y segúnsuspropias normas, a la direcci6n militar. Si el director polítco quiere ademas llegar a obtener un gran Sxito, de acuerdo con la situaci6n y los medios dsponibles, har bien en tener cerca de síal jefe supremomilitar para poder in fluir en susdecisiones. —

En la actividad del jefe militar, o sea, la Estrategiamilitar, intervienen con siderablemente dos elementos: —



las normastcticas para la ejecuciSn de las necesariasmedidas, y la línea política que ha de següirsepara el logro de objetivos y orion tachSn de ias actividades blicas.

El jefe militar os siempreal mismotiempo estadista, ya que toma decisiones esenciales. Es responsablede que la Estrategiavaya al unísonosiemprecon la mo ta, que la Direccin política haya filado para la accin bélica. Así se refleja so bre la Dfreccn militar la stuacin política a la que precrsamente se quiere Ile gcir mediante la Guerra. d) ornprensi6nhumanaycapacitaci6ncomofundamentosdeunabuenaEstrategia De esta consonanciason responsablestanto la dircccin política como la mili ter. Han de cuidar de que incluso en la creciente totalidad del conflicto su cci— rcter puramente bélico no desplace al político. S6lo si una guerra corresponde y obedece al espíritu político, dice Clausewitz, deja de plantearse el conflicto de intereses político—militares. Segtn su opiniSn, sSlo surgen dificultados cuando falta comprensi6n en uno o en otro lado.

Es el hombre, con susinsuficiencias, el nico la DireccicSn política y la militar.

causante de las fricciones entre

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Según Clausewitz, solamentesi se ha efectuado un planeamientocomanal mximo nivel, que ha fijado, en la medida de lo posible, un objetivo de guerra, Ubre de erroresy fallos, teniendo en cuenta todos los interesesdel Estado, es f6cil encontrar un caminoa la Estrategia. —

Las dificultades las proporciona scSlola prosecuci’Snsin erroresdel plan con cabido hastaalcanzar con éxito su realizaci6n. Paraesto se necesita un hom bre especialmentecalificado, un estrategade gran genio y carcter. Pues“el mantenerseen ... los finos de algo que ha sido preconcebidoa pesarde la co rriente de opinionesy de apariencias que siempreacompañanal presente, es la dificultad”. —

Este hombre esta en el límite entre “concopcio’1 y “executio” y tiene, que ser capaz de ambasaccionas. Debeser un especialista en materia de guerra, un maestro en el calculo de lo que es mensurabley un genial artista en el manejo de lo imponderable, que sesustraea las matom&cas. Y ademas,de maneracon tinua, ha de saberselibrar de lo puramentebclico para dirigir su pensamiento a la totalidad política. Es la tragedia personaldel gran pensadorClausewitz, al que su época no ha m para servir a su Patria, actuando en un puesto clave, en el límte de la direc cian política y la militar. Dada la agudezade su inteligencia y la profundidad con que medit6 los problemas, hubiesesido posiblementeimprescindible, si hu biese intervenido comoestadistaen susvertientes de soldadoo de político. —

Una generaci6n ms tarde, por otro gran pensador,cuando ya había creído concluir su carrera militar “sin hechos”: el general prusianoHelmuthvon Moltke, quien tuvo la oportunidad de pasaresta prueba de supremaresponsabilidad, cuan do a los 57 años, hleg6a sor jefe del EstadoMayor General.

3. LAESTRATEGIAENHELMUTHVONivOLTKE a) Comparaci6nconClausewitz “La Guerra es la ms poderosaactividad de los pueblospara conseguirun ob jetivo estatal”. Así dice una de las definiciones con las que Moltke enuncia la tesis bsica de Clausewitz sobre la Guerra, en cuyo contexto se puede apreciar un amplio acuerdo. Hoy sabemosque Moltke tuvo una considerableparflcipaci6n en la propagaci6ndel pensamientode Clauséwitz en el Ejército prusiano. Con frecuencia cita en sustrabajos p&rafos que reproducenliteralmente las formula ciones bcsicasde Clausewitz y reconocecon ello la subordinaci6nde la Direc ci6n militar a la política.

-loCuando I dice, la Política desgrackidamenteno sepuedesepararde laEs trategia, cabe preguntar cualesson las razonesen que apoya esta lamentaci6n. Segu5nla concepci6n de Moltke la DirecciSn del Estadose sirve de laGue rra, fija su comienzo y su fin y puede variar su objetivo durante el transcursodo las acciones bélicas. Con ollo, a los ojos do Moltke surgeel conceptodel “des pus del comienzode la guerra” como un factor de inseguridad, que estorbaal Jefe supremomilitar. El pragm&ico Moltke cree haber encontradouna acepta ble solucicSntanto desdeel punto de vista militar como político y recomiendaal Jefe militar que aspiresiempreal objetivo mximo que pueda alcanzar con los medios disponibles, porque entoncesactci “do la mejor forma de la manode la Política”. —

Como contrapartida, esperaque la Política no se inmiscuyaen las operado nes, “pues para la marcha de la guerra son predominantementedecisivas las con sideraciones de orden militar; las de orden político s6lo lo son en la medida en que puedanresolver aquellas cuestionesque militarmente son improcedentes”. Ademas, pide que el Jefe Estrat6gico, en susoperaciones, no se deje llevar en ningún caso por consideracionespolíticas, ya que no ha de perder de vista, sobre todo, el xto militar. —

Estas consi ¿oracionesnos muestranque ¡vloltke utiliza los pensamientososen cicles de Clausewitz comofundamentode suteoría, pero de forma parcial y sim plificada. Con 61 se inicia el procesode total tergiversacin de las ideas de Clau sewitz. b) ElordendesucoshSndeladirecciSnpolíticaydelamilitar Es evidente que Moltko cuando hablade operaciones no se refiere a movimien tos en el campode la tctica,sinoa grandesacciones dirigidas por el mandosu premo militar. Con la ciplicaci6n de este conceptosobre la Direcci6n supremam litar impide casi el accesodo la Direcci6n política a los asuntosesencialmente —



militares. Por otraparte,añadeque no sonasuntos delsoldadolasimplicaciones que puedan tenerparala Política lasvictorias o lasderrotas porcl cosechadas. La explotaci6nde lasmismasos,en mucho mayor grado,asuntode la Direcci6n po— utica. —

Con estasideas,Moltke dibulauna clara imagende la cooperaciSnpoliica y mflitar, tal comol la desea:poruna parte,el político cornoresponsable gene rol; por otra, el soldadocomoúnico responsableen las situacionesde excepci6n de las actividades militares b6licas. El t6cnico militar, erigido solamentesobre su profesiSn, se hace cargo en un determinadotiempo de los cometidosde la Di —

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recd6n polflica. Entoncesla dirige, con arreglo a su coricepcin, lo mejor po sible, y despuespone a disposicion de la Politica el resultadode su actividad triunfo o derrota. Despus la DirecciSn poirtica toma a su cargo este resultado y vuelve a la responsabilidadgeneral. Lo que se traduce en una amplia separa— ckSn de responsabilidades. Aunque la imagenpueda parecer un poco simplista, permite sin embargodes tacar la tendencia principal en la concepciSnde Moltke: la sucesi6nde la Direc ckn polftica y la militar. Comoconsecuencia,tendrra que producirsea la larga una limitaci6n de accionesy responsabilidadesdo la Poirtica en los conflictos b licos duraderos. Ciertamente, Moltkc, aunquea disgusto, concede que la direcciSn polflica pueda aumentaro disminuk susexigencias en el transcursode la guerra. ¿Pero no se trata, entonces, de la simple aplicaci5n del reconocido derechode influir sobre la terminacicSndo la guerra?.



La i5ltima luz sobresu posturaante este problemanos la proporcionael pro pio Moltke cuandodefine la Estrategia como “la aplicaci:Snprctca de los me dios que cstn a disposicin de un General para la consocucin de una mcta pro vista”. Segin esta definiciSn la Estrategiacomienza tan sSlOuna vez que el Jo fe militar ha tomadoen susmanosel destino do la Direcci6n política. Ello signi fico que el político no tiene ninguna participaci6n en lo Estrategia , fuera de la propcrachSn delpersonal y de losmodios materiales. —

E incluso este derechoes suprimidopor Moltke al polítco o al menos discu tido, cuandoen enero de 1887 y a propcSsito del debate presupuestarioen el Reichstag, se muestraen&gico partidario del mantenimientodel septenado. Es interesante subrayarel apoyo que Moltke recibi5 en esta circunstcrcia precisa mente del propio campopolítco. En el mismodebate considerabaBismarkimpo sible “el hacer dependerel Estadodel Ejército de las cambiantesmayoríasy co misiones parlamentarias”. ——



Desde el punto de vista de Moltke, la relacicSnentre la direcci6n polica y la militar, en su conjunto no tiene muchareciprocidad. Lo ha puestodo relieve al subrayarque el Jefe militar no debepreocuparsepor la va!oracicSndel resulta do de la guerra. Pero lo que queda bastanteindeterminadoes saberd6nde traza la línea de soparaci&1de competencias. Así, cuandodice que la Polflica no puede pretender consideraciones,que “quizcismilitarmente no sean procedentes”. Así también, cuando cita las cartastcticas que Clausewitz escribe al mariscal de campoMff1ing: “La niisi6n y el derecho del Arto de la Guerra frente a la— Polftica es principalmente impedir que la cosapolítica pretendo lo que esta con tra la naturaleza de la Guerra”.

—12c) Lacontradicci6ndelateoríciylapractica Continuamente nos tropezamosen la concopci6n de Moltke°con que la Gue rra es un asuntoespecial en el que sclo se puede alcanzar un gran rendimiento mediante la exclusiva conccntraci6n sobreun obletivo militar. La enormeauto nomia de la guerra como consecuenciade la creciente complicaci6n y espocia lizaci6n no soporta la ¡ntervenci6n de quienesest& fuera de ella. Así, el Je fe Supremomilitar no s6lo se afana por conseguir libertad de occi6n dentro de su campotécnico de actividades sino que intenta obtener un campode accian suplementario mediante la ya citada imprecisi6nen la delimitaci6n do responsa bilidades. Por su amplia formaccSny por su forma !6gica de pensaresta siemprebien claro que aprueba la teoría de Causewitzsobrela primacía de la Direcci& po— lítca. Porotra parte, dado su sentido de la responsabilidadpara con el Esta do y el Ejrcifo, quisiera obtener lo mejor para las posibilidades de la direccitSn militar. Como consecuenciade ello, sucedeque en su actividad comoprofesional militar, aspira a una mayor independenciado la que podría concederdesdeal punto de vista de estadista. Este contrasentidonos debe hacer comprendertam bi5n susintentos para crear una situacicSnespecial de pura guerranacional du rante la guerra franco—prusiana,que fue un duelo entre naciones, segin expre sa Stadelman, para que do esta forma la Direcci6n política no hubiesetenido que intervenir. —



El espíritu crítico se aferro muy bien a las mxirnas, comprendelas altas cxi gencas de ta razn de estado, pero ci hombreMoltkc no esta s6lo en su despa cho, y dependientede su responsabilidad, sino que so encuentradentro de supo ca y de suscontcmporEneos. Entre los iltimos destacanBismarky Guillermo 1 , que desempeiaronun importantepapel en la vida de Moltke. Puestoque ci can cilter sabe convencer al monarcacon susargumentos,lo Direcci6n militar se ve siempre obligada a presentarsuspretensionesde una formaespecialmenteen&gi ca. Y la 5poca de ¡Vtoltkeesta dentro del signo de una creciente forma roalíst— ca de pensar. La definitiva unidad de un lripcrio alemn est6 tangiblemento pnS xima y s6lo un fuerte ejército puedegarantizar el logro de este objetivo. Este tiempo tampocoso muestraespecialmentedispuestohacia aspiraciones de tipo universalista, sino que buscasu salvcicitSn,en alas de las Ciencias Natu roles, en el mtodo y el esquema. A ello se une, desdelas guerrasde indepen dencia, una creciente aversi6n de los soldadoscontra la Política y la Adminis traci6n, e incluso simplementecontra “lo civil” —

S61o si se ti amenen cuenta todas estascircunstuickis e influencias, así co mo la., apreçiacn de la fornicci&i progmtica de Moltke,, se puede llegar a una justa valorcckSnda su pensamientoy forma de actuar. d) ResponsabilidadeindepadenciadelJefmilitar En el año 1857, Moltke tom6 pósesi6ndel cargo de Jefe del EstadoMayor General. Entonces, siguiendo la tradici6n desu antecesorReyhers,su cometido ero el de consejeromilitar del Ministro de la Guerra. Debido a susevidentes éxitos y a su prestigio exteriór aument6la confianza de Moltke en sí mismo, sien do ademas,a partir de 1866, en calidad de asesormilitar del Monarca, su cate— gorra equiparable al Ministro de la Guerra en tiempo do guerra. En susescritos justificativos del 26 de enero de 1.871, ha renunciado a esta posibilidad. —

Por su formcci6n y capacidad, Helmuh von Moltke era un hombrepolítico en el mejor sentido de la palabra. Pero cuando la Política debe continuarsecon las armas, llega el tiempo de la prueba paro el Jefe militar; entoncesesel solda do quien, a su manera, contribuye al devenir y acontecer del Estadoen el cam po de batalla. Y con toda confianza en la capacidadde Bismark,pide Moltko la libertad de accian para sí, en su calidad de especialistamilitar y Jefe. En este punto de vista, la confianza en sí mismoes tan ¡limitada como la que tiene en la capacidad de las FuerzasArmados. En fundamentoy la intensidad de este ansia de independencianos lo muestra Moltke en su “Historias de la Campañade Italia de 1859”, en la que escribe”... la situaci&i mts desgraciadaes la del Jefe mflitar que tiene un control sobrel; que cada día, cada hora, ha de dar cuenta de susproyectos, planesy prop6si tos a un delegado del PoderSupremoen el Cuartel General o mediante un tele gramo a retaguardia. Con este procedimiento ha de fracasar toda audacia, sin la cual no puede realizarse una guerra”. —



Sin embargo, cuando fuese necesariotener en cuenta nuevosaspectospolíti cos posterioresal Comienzode la guerra, la decisi4Sn sobreellos correspondíaaT Monarca, pues “en el curso de una campaña,el equilibrio entre la voluntad mi litar y las reflexiones de Ici Diplomacia s6Io puede sergarantizado por la Supro ma Autoridad”. —

Aquí vemosque las advertenciasde Clausewiti son olvidadas a la larga, o por lo menos, de muy difícil aplicaci5n en la prcctica. Si el estrategaMoltke— hubiese sido un mal tctico, no habría valorado claramentelas personalidades del Monarcay del Canciller Bismarky habría sacadolas correspondientescenso cuendas de ello. Así, nosotrossabemoshoy en día algunasexcelentes estratagc mas con las que cumpli6 y dofendi5 la libertad de acci6n del Jefe militar. -



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Esta es quizós la rcizónde lo escasainformación que tuvo Bismarkdurante la campaña contra Francia, con lo que se pretendía impedir su intervenCión en el mando miUtar. igualmente, fenemosel caso de la renuncia a las conversaciones de paz junto con el Rey, puestoque para estostanteos “la determinación, inclu so del momentode iniciarlos y si es posible su prosecuciónrecae en la superior responsabilidaddel estadista”. Típica es fambión la casi indignada rectificación del anciano Mariscal contra los rumoresde que en la campañade 1870—71hubie se habido un Consejode Guerra. —



Cuando Moltke ¡ustifica su proceder en estasluchaspor los resortesdel po der, con la indicación de que en i5ltima instancia no se podía separarel campo militar del político, suenacasi como una ironía y demuestraclaramente cuón le ¡os estaba en susconsideracionesy en susmedidasprócticas de Ciausewitz, s bien apruebaen teoría las ideasde aquél. e) ElprincipiodemisiónenelcampodelaSupremaDirección El anólisis de las teorías de Moitke sobrelas relaciones de la Dirección po lítica y la militar, sería incompleto, si nos olvidósemosde resaltar que no se fra tabo de dar al Jefe Supremomilitar un poder personal. Estose ve claramenteen el lado de que en tiempo do paz Moltke no hizo uso ni una sola vez de los dere chos que le confería la constitución. Porejemplo, renunció a los periódicos des pachos semanalescon el ionarca y rehusóincluso a la influencia sobreel gene ralato que le fue ofrecida en forma de presidencia por el copríncipe en 1887. Pero cuandose trata de la seguridaddel Estado, cuando ha de ser conjurada alguna amenazacon el poder de las armas,ci soldado, tan comedidoen otrascir cunstancies, se muestramuy decidido. Esel momentoen que la Dirección Mili tar asumesu propia parte alícuota de Política, y la Diplomacia tiene que callarse. —

La Gnica influencia que Moltke concedea !a Dirección Política, es la que describe al decir que cii que mandahay que darle “unas instruccionesgenerales, — mós de carócter político que militar”. —

Nosotros sabemoscon cuanta intensidadhizo basarMoltke la Estrategiay la Tóctica, ya en su propio nivel ejecutivo, en misionesy directivas. Aquí vemos enmarañarsesu pretensióna la Dirección del Estado. SegGnsu opinión, la Estra • . . . tegia es simplemente ia aplicacton de la correcta razon humanay la Diroccion de la guerra . . SI’ pero “...el Jefe militar dependede muchos, de innumerables factores viento, tempo,meteorológico, niebla, falsasinformaciones, etc.”. En este caso ¿por quó el jefe militar no podría superarla constantey cambiante in — tromisión de los factores políticos con suscorrespondientesexigencias?. Moitke ha aceptado la intromisión de Bismcirken la guerra austro—prusiana; —

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ademas se trataba de una influencia concedidaa ia Política sobre la terminacitSn de los conflictos. Peroen la campañacontra Franca parecehaber encontrado problemasque la hacen diferente de la otrci. Bismark, segunsuspropias palabras, fue informadosobre la situaci6n militar, informaci6n que necesitaba para valorar la situaci6n política, a través do fuen tes no oficiales que ci se procuro mediante elevados empleosdesocupadosde la “segundasecci6n” del Cuartel General principal. —

Sin duda, hay que decir, en descargode Moltke, que el germende estos acontecimientos estabaya dentro de los preparativosde la guerra y de los Planes de Campaña. Porotra parte, las informacionespolíticas que el Estado¡viayorGo neral recibía del Minhterk del Estado, eran realmente insuficientes. Esta cir cunstancia tuvo que hacer ir a5n ms leios en susideas de independenciaa un hombre comoMoltke, amantede la responsabilidad,,llev&idole a reaflzar suspro pios Planesde Campaña“que comprendenal elemento t&tico, al operativo y al estrategico—politicoen una magnifico simbiosis —



Casi automciticamento,al filar el objetivo do guerra, todo se transform6en algo puramentemilitar; Ici teoría y la idea bsica se vieron rebasadaspor las cxi gencas de la practica. Perosí el objetivo de la guerrase ha convertido en a1— go puramentemilitar; (a Po!i’tica, segiri la concepciSnde Moltke, casi no tiene por quintervenir antes de que el Jefe militar haya comunicadoci cumplimiento de su misiSna lo mxima autoridad del Estado. Como podermosdeducir de una conversaci6ncelebradaentre el copríncipo Guillermo y Moltke, ci 8 do enero de 1871, la campañacontra Francia se ileviS a cabo precisamentecon esta direcci6n puramentemilitar; de tal manera, que lo los rpidos Sxitos prusianospudieron evitar una posible cahstrofe. Un estudio atento demuestraque tanto la Dircccin política como la militar se enfrentaron buscandosu propio beneficio, por lo que tenemosque dar la raz6n o Clciusewitzcuandove el principio del conflicto de jurisdicciones, ms que en la naturaleza del problemaen si, en la defectuosacomprensi6nentre las personas en cuestion. Tampocola ti ccracteristica de la epoca II de especializacion y por ende de encastillamiento, nos permite aclarar plenamenteestoshechos. .‘ .

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El estudioso, que medita sin ninguna responsabilidadreal, no reparaen la modificaci6n que sufre lo teoría pura por la necesidadde acopiarseconstantemen te a las exigencias de la practica. Igual ocurre cii que juzga a gran distancia do los sucesos o teniendo solamente en cuenta el estudio do laHistoria. Desde semejanteposturapiensa y escribe el historiador militar B.H. Liddcll Hart.

4. LAESTRATEGIAENBASILHENRYLIDDELLHART a) Determinaci6ndeconceptos:

Los ms extensosestudioshechoshasta ahorasobreEstrategiatenemosque agradecerlos al capit6n inglés B.H. Liddell Hart, quien analizo, desestimoo am plía, en su obro Historia de la Guerra, las teoríasy deflnkiones de Clciusewifz y Moltke, y desarrolla una doctrino propia de Estrategia, que establece elemon’ tos, principios, objetivos y formasde presentackSn y aplicaci6n muy diferencia das. —

Al comienzodo susari6lisis trata de Ici reIadn de la Estrategiacon la Polí tica. La Estrategia “en su nivel especial” os, para el autor, simpkmente “el Ar te del General” y la consideracomo la Estrategiapura o militar. A partir de e fa amplíael campohacia arriba con el concepto de “gran Estrategia”, que es “sin6nimo del concepto de la Política del Arte de la Guerra”, pero a la que no hay que igualar simplementecon la Política. El objetivo y los fines de esta gran Estrategia son determinadospor c DirecciSn Política Superior. —

Seg5n opina Liddcll Hart, la Estrategiaso ocupa del problemade alcanzar un triunfo militar. Esnecesario comprenderque, al contrario de lo concepci6n de Moltke, para Liddell Hcirtno es necesario llegar a un conflicto armado. Se trata simplementede ... “el arte de distribuir y emplear de tal forma los modios militares, que puedanalcanzarse los objetivos do la político”. Con la divisi6n del concepto de Estrategia, Liddell Hart asigno una parto ci la Dreccin militar y otra a la política. ¡vUontras la Estrategiapura continúa siendo cosa del soldadoy debe llevar en cualquier caso a la victoria, la gran Es trategia obedece exclusivamentea la Direcci6n política y esta orientado ci ganar la Paz. —

Con esto se nos presentaa la Direcci6n militar y a la Direccin política, en caso de guerra, en cuatro niveles, que estn en relaci6n “conceptio—exocutio” sucesivamente. —

La Política concibe, la gran Estrategiarealiza. La gran Estrategia, como una “forma de la Política en la ejecuci6n”, asigno misionesa la Estrategiamilitar cuya ejecuci6n es de nuevo puestoen practica mediante la Tctica.



b) Elobjetivodeguerracomoclaveparaunaadecuadacomprensin Con la divisi6n del concepto de Estrategia, para Liddell Hort el campo en que puede haber ficciones entre la DirecckSnmilitar y la poirtica, se presenta principalmente en el nivel de la gran Estrategia. El oblotivo que &ta se l° esia —



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obtenci6n de una Paz mejor que la existencia en la situaci&i incial. Sus medios estn ampliamente desplegados y van bastantem6sall de las campañasy de las

guerras. La constantemirada sobre la prevista Paz, cuyo objetivo determinado so por— di6 tantas veces de vista a lo largo de ia Historia de las Guerras y cuya conserva c6n es tarea de la Política, nos demuestra que salola Direccn política puede gobernar esta parte do la Estrategia. Mientras que hasta el siglo XVIII se considerabaevidente, que en la Direc ci6n de la guerra participasen de formaequilibrada tanto la parte politica como la militar; en las guerras de los siglos posteriores la fjacin do objetivos se ha cro con frecuencia dolando al margena la Direcci6n políticci Debido por una parte a la necesidadde empeñaren la guerra la totalidad de los esfuerzos, y por otra al olvido del objetvo definitivo propuesto, surgi ci peligro de considerarci la Guerra comoun fin en sí misma. —



Liddell Hart culpa de tal estadode cosas, principalmente a la inmcdura, gro serc: y falsa ¡ntorpretaci6n de las teorías de Clausewitz. Incluso se revuelve cor fra la tesis del General en forma muy dura, afirmando que en la teoría do ia gue rra no puede ser sostenidoningtn principio do moderaci6n, sin cometer un absur do. Si bien —prosigue— en la obra de Clausewitz se puedenencontrar antitesis , sus teorías hón tenido un fuerte efectividad y han llevado a menudo“a la ncgo— ci6n de toda habilidad ci estadistay a la Estrcitegia,que busquenservir cii objeti yo final de la Polfticah).* Cuanto ms hondo penetra Uddell Hort en la Historia, especialmenteen los

dos Itimossiglos, tanto r.is evidente resulta para I que fueron pocas ias batallas en quesetuvieron en cuentalosobjetivos de laPoliica.Do dondededuceque la Estrategia trato de apoycirse demasiado en ladecisicSn militar, cuandoen reali dad leservirn mejorotros medios. Ademcs, elelemento Puramente miUtcir en laEstrategia ha sidoobjeto hasta ahora deuna sobrovaloraci6n inGtil. Una Dirccci6n política soberana habría po dido alcanzar el objetivo de la guerra con menosderramamientode sangrey con ms sentido. c) Lasteoríassuperadas Una constanteadecuacin de la Teoríade la Guerra y de su Direccn se ha conseguido mediante elprogreso en eldesarrollo de loscampostécnico y militar en período de tiempocadavez rns cortos.So oponea estatendencia elcarctor generalmente conservador do lomilitar, que a menudoimpide que sededuzcanlas oportunasconsecuencias de una Estrategia defectuosa. Ademas, esta dentro de ia

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mentalidad del soldadoel insistir despus do! fracasoy reiterar el esfuerzocon los mediosaumentadosen la mismadirecci6n fallida. Cuando por la fuerza da los acontecimientos—casisiempreguerrasperdidos— se modifica el anticuado concepto estratégico; entoncesesta dentro de la natura loza de los hombresy do las cosas, que el pndulo de un bandazosuperior a lo debido. Lidclell Hart ha experimentadopersonalmentesu tcorrcde lo lucha contra ob jetivos civiles (esa teorra IlevS al bombardeodo cudactesciviles; ver la obra de Liddelt Hart: “Estrategia”). Segi3nla concopci6nde Liddell Hart, salo puederesolvemoseste problema de competenciasla gran Estrategia, que debido a su subordinaci6npolica, liza una constantecomparaciSnde valores entre el esfuerzoy la utilidad. S6lo ella tiene fuerza para renunciar, bajo determinadascircunstancias, a una victo ria militar, allf donde otro camino indirecto prometeuna victoria mejor. * d) LaEstrategiaindirecta La idea clave de los escritos técnico—militaresde Uddell Hart es el concep to de Estrategia indirecta. El autor entiende por tal la persecucin del obletivo polftico sin encaminarseincondicionalmentehacia enfrentamientossangrientos;os decir, fundamentalmentemediante formaseconmcas. Losmediosde esta Estra tegia abarcan, adcms de los militares y diplomticos, las fuerzasecon6micas, tecnolSgicas y psicokSgicasdel Estado. —

La Estrategiaindirecta no esnada nuevo, ha existido en todos los tiempos. Aplicado este principio sobre el campopuramentemilitar, el acoso, agotamiento y lucha contra las fuerzas moralesdel enemiooes tan antiguo como la mismague rra. TambiénClcusewitz lo ha descrito y las consideracionessobre el tema sepue don encontraren todos los libros de la obra de Clausewitz. La maniobra indirecta es algo esencialmentecaracterrstico de la vida en los conflictos humanos. Peroen el campode la Estrategiamilitar ha ganado impor tancia especialmenteen nuestrosiglo. —

Una de las razonesdo su auge actual es el aumentode movilidad conseguido en las modernasarmas, que permite maniobrarampliamentefrente a toda acci6n enemiga Otra rcn es la amenazade una complete dostruccin frsica de losad versarios en una guerra nuclear, lo que hace renunciar a una acci6n directa y da base a la llamada Estrategia indirécto. * Si debido a ello, se va dando hoy progresivamentemenorimportancia a la be

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taita, al combate, a la lucha sangrienta, parece l6gico que se sometotambin a las relacionesentre la Dirocci6n poRtica y la militar, en el campode la Estrato gia, a ciertos cambioscon retad6n a situacionesdel pasado. La Estrategia indirecta apunta a impedir las accionesenemigas. La inmovili zaciSn del enemigopuede ser ffsica o psíquica, lo que explica que existan un gran ni5merode mediosa aplicar. —

Cuanto mis fuerte so establezca la idea de la locura de tos conflktos arma dos, tanto menorsor la participaci6n de Id Direcci6n militaren la Estrategiage neral y mayor la de la Direcci6n política. e) Laparticipaci6ndelaDirccci6nmilitarenlaEstrategia El punto principal de todas las exposicionesde Liddoll Hcrt dice que la Di rccci6n política, despuésde varios clecenios, empieza a rectificar erroresy a con siderar que la Estrategiaes tambin, en gran parte, asun&psuyo. Con el objetivo parcial de alcanzar la victoria, no puede olvidcirseel obleflvo general do asegu rar la Paz. Las recientesexperiencias sangrientashan enseñadoque una futura r. guerra amenazacon un caos. Estono stgnirica que uaDireccuonpolitice pueda renunciar al mantenimientode un Poderarmado. Tampocopuede aceptarse que no se vaya a tener que usar ris este Poderarmado. —



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S6lo la constanteamenazaal enemigo con un riesgo, para l inadmisible, mo diente unasmodernasFuerzasArmados, nos dan un fondo realista para una Estra tegia afortunada, Estamisi6n de disuasin s6lo la puedencumplir las Fuerzas Ar modas, si estn en condiciones de actuar como instrumentosefectivos del Poder directo.

El garantizar esta finalidad, antes como ahora, es la misi6n de la Direcci&i militar. Adem6sha de mantenere la Direcci6n polfica continuamenteinformada sobre la situaci6n militar, para que esta en condicionesde reaccionar dobidamen te. En este marco, queda al Jefe militar el mismocometido que le señala Clauso witz: manteneral corriente a la pólítica de lo que se puedeexigir a la parte mi litar, para que no le pida demasiado. La batalla ha sido sustituida por la operaci6n estratgca. Ello exige una su perioridad del Jefe responsabley tanto ms por la raz6n de que en ci planeamie to y cjecuci6n de operacioneshay que tener en cuenta muchosotros factoresqu los puramentemilitares. La independenciadel General en Jefe, exigida por Moltke, ha sido reduci da; ya que la capacidaddo destrucc6n de tas modernasarmasexige un detallado control y dominio de los conflictos mediante la Direcci6n Suprema. —

-205. ELDESARROLLODELASRELACIONESENTRELADIRECCIONMILITARYLA PO LITICA ci) Corrientesyteoríasencontinuocambio Como hemosvisto, Clcusewitz, Moltke y Liddcll I-lart se muestrantotalmen te de acuerdo en susreflexiones con que la guerra esun medio de lo Política. En el Posteriortrcinscursodo sus doctrinas llocjan a diferentes conclusiones, cuan do investigan 1as relaciones entre la Direcci6n política y militar y fijan la res pectiva participacin en la esferaestratgica. Simplificando, se puededecir que la teoría de la independenciadel cIernen to militar comienza en los tiempos de Clauscwitz, alcanza su rnximo apogeo con Moltke y susdiscípulos, y sigue dospus con Schlieffen y Ludendorff. Salo teorías como las de Uddell Hart superanampliamenteeste concepto.

0 1 v• Aun cuando la concopciony forma do prococserde Ludeneorff y ce rutIar nos hacen pensar, con mucha baseparc clic, en un comin militarismo; sin embargo, a escala universal, deben considerarsecomo casosexternos, que no han de ostu— diarse demasiadodetondcmcnte dentro de la línea objeto de nuestrotema.

Si bien es cierto que cada uno de los tres autoresinfluye en ci pensamiento de suscontempot&%eos-y sobretodo en el de las generacionessiguientes— y por consiguiente han influido en el curso de la Historia; tambin es cierto que ellos han sido influenciados por la situaci6n intelectual y política de susapocas. —

Cuando Clausewitz reclama que el comandanteen Jefe Supremo,comomiem bro del SupremoConsejo, debe cuidar de que la Direcci&i política no se forme una idea falsa sobre las posibilidades militares, hable do la desilus6n dci Ej&ci to prusiano, la raz6n de cuyas derrotasfrente al ej6rcito de Napolcn, encuen tra masbien en los numerososerrorescometidosdo indole politica que en los do car&ter militar. Cuandoms adelanteafirma queun gran Planestratgico nun— ca puede proyectcirscdesdeun exclusivo punto do vista militar, nos encontramos tarnbin con un fen&íiono de su tiempo: con el empleo do los ej&citos navales co mienza a cceptarsela Guerra en su formatotal. Porello, su DireccicSnya no puede ser cosa exclusivamte militar, a pesar de que so intenta conseguirla cx cIusiv competenciadel especialistaen esta complicadaesfera. —

En Gltmo t&mino, Ici Estrategia, seg5nC[ausewitz, tiene que apuntar a la destrucci6n de las FuerzasArmadosenemigas, pero lo explicaci6n de esto conccp to hoy que buscarla en que se basabams que en reflexiones empíricasen consid raciones filosi:Sficas,vistas las circunstanciasde las guerrasnapolocSnicas. —



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El carcter continentcl de Prusiaha determinadotambién parte del pensamien to de Clcusewitz, aunques6lo sea por el hecho de no haber cons¡ derado para na da la Guerra Naval. (uiz& sea asta la raz6n de que hayan pasadocasi cien años ms hasta que fueron meditadascon mayor profundidad 1asexigencias de una Estrategia indirecto y recogidasen la Doctrina militar. b) Lateoríamalentendidaye!fallodelaPolítica A pesarde que Clauscwitz, con susobras predominantemenfefilos6ficas, pu do y procur6 en lo posible no dar reglasni f6rrnulas, sus sucesores,engran med da han buscadoy creido,sin embargo,descubrir en el metodos. Y a pesarde que el General sieriipreacentu6 la dependenciadel elemento militar del político, su discípulos han sacadopocas consecuenciaspracticas a este respecto. Se llega in II cluso a indicar que en la elaboracion de las teoruasque se basanen su obra Do la Guerra” se ha renunciado al estudio de la contribuci6n filos6fica. —

Refirindose a esta paradoja, dice Liddell Hart que “el llegar a ser mal en tendido es la suerte usual de la mayoría de los profetas, en cualquier terreno”.



Los soldadoshan representadosiempreuna mitad de las fuerzasque influyo — ron en la dosificaci6n debida entre la Direcci6n política y la militar. Y desde esft época rara vez han intentado, en el Viejo Continente, hacersecon el Poder. Pero allí donde los componentesmilitares alcanzaron un predominio, que no les corresponde, hay que analizar c6rnoutilizaron la DireccliSnpolítica que les fue confiada. —

Parece significativo, que Jomin y Lddcll Hart, casi exclusivamentesolda dos, meditaran sobre los prinCipios de la Estrategiay de las relacionesentre la Di recci6n política y la militar. Tarnbin resulta igualmente extraño que un hombre de la amplitud de visi5n política de Bismarkno haya prestadoninguna atenci6n al creciente afianzamientodel militar. Desgraciadamente,tampocose ¡nteres6 en estudiarlos escritos de Clausewitz, y precisamenteporque los considerabaes critos militares. Finalmente, la aguda inteligencia de Moltke tampocodoscubr en este asuntonada antinatural; el hbil Mariscal, dotado de visi’5n política no vio en ello ningGnpeligro. * —

En la tpoca del EstadcNacional tampocoel liberalismo pudo impedir que las Fuerzas Armadasfuesenglorificadas como el símbolode la fuerza y la garantía pa

re el logro de todos los sueñosde gloria. Los Sxitosde los ejrcitos prusianosde mostraron a todos los hombresde Europa, d6nde estaba la clave del Poder. Cuan fo m6sfelizmente operabaMoltke, tanto ms prestigio recibían susenseñanzas. Cuanta ms independenciaseotorgaba a este Mariscal, tanto mayoresfueron sus éxitosytanto ms convincentessusteorías,de la sucesi6nde la Política y de la Guerra.

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Mientras tanto, los conflictos acarrearonle intervenci6n del elemento mili ter en el Estado, la creaciSn de los Ejrcitos de masesmediante el reclutamiento forzoso, su estrechavincülaciSn a la Monarquía, el empleo de las FuerzasArma das en el interior para cuestionesde segurkiady do aquí su aislamiento. La bi5s— queda de pautas, mtodos y reglas para un oxaéto comportamientollega a ser una especial característica do la poca Mientras Moltke sabre que los imponderablesy los factores físicos y espín tuales descritospor Clausewitz juegan un importantepapel en la Estrategia, sus discípulos renunckron al conocimientode estoselementos. En tanto que Moltke hablaba an de la Estrategiacomode un sistemacompuestopor elementosauxilio res y por ello enseñabaun flexible empleo de muchosy diversosmétodosaplica— bies, con sanosentido comin, sussucesoresaceptaron sSlo los métodosprcticos de sumaestroy se encerraronen un rígido esquema. —

Esto fenmeno interno militar cch5anegativamenteen las relaciones entre la Direcci6n política y la militar; someteal especialista en la complicadamateria de la Guerra, la Drecci& General polítka en los asuntosdel Poderarmadoe in ciuso, para hacer m& perfecta la inversin do valores, los relccionados con la política exterior. Todo ello significa que la intelectualidad política renuncie a dirigir, es decir, que el brazo gobierna a la cabeza. —

Para rectificar esta inverskSnde valores entre lo político y lo militar y vol ver a una relaci6n normal no basta con la publicacin de nuevasideas; fueron ne cesarias dos guerrasmundialesantes de que la Política se afianzasedefinitivamen te en su pretensiSny obligaci5n de dirigir. —



La guerra de Corea ha demostradocmo la Direcci6n política domina el ins trumento militar y puede tenerle balo control en todas ¡asfasesde un conflicto. Ahora bien, el sabers en estaocasn las rosponsabiUdades políticas estuvieron debidamente orientadas en la problemtica militar de la Guerra, es asuntoque esta an por resolver. Do acuerdo con Clausewitz, en cualquier caso, pudo ver se cmo el General en Jefe que no quiso someterse,tuvo que dimitir (véasea os te respectoel discursode McArthur ante el Congresoen 1951). —

c) La falsa valoraci6n de los conocimientosde la Hhtoria En este momento, so nos ocurre una refloxn ya cDada anteriormente: ¿son fundamentalmentesuperadoslos sucesosy teorías del pasadopor las circunstancias y fenmenos del presentoy del futuro?. ¿En qu medida conservanaqullos su va lidez?. La ¡magendo la guerra se modifica constantemente; esdecir, los facto res que influyen en los conflictos entre los pueblos, varían en su significado. Ac tualmente, la tcnica modernaobliga a dar ¡Driordaden todos los planteamiento

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políicos a la necesidadde impedir la Guerra. Consecuentemente,hacia este fin ha de dirigirse la gran Estrategiay con ella, la Direcci6n puramentemilitar. No siempre ocurriS así, corno demuestrala Historia. La Estrategiaactual comprendetanto la actividad política como la militar, tan íntimamente ligadas, que no es posible pensaren una DirecciSn militar sin te ner en cuenta las exigencias políticas,ni en ninguna Polítca sin conocimiento del instrumentomilitar. Los factores ecorn5micos,tecnol6gicos y psicol6gicos in fluyen en todos los conceptosestratégicos;cuandouno de ellos experimentamodi ficaciones, con frecuencia se modifican tambin todos los dems. Adem& esta in terdependencia ha ido creciendo paulatinamentey esprobable que en el futuro aparezca an m6sfuerte. —

La Sociedadha llegado a ser ampliamentearticulada en gruposde trabajo; s6lo el “hornospecialis” tiene la posibilidad de impulsar los acontecimientosy de ocupar los puéstosde direcci6n. El técnico ya no puede ser controlado, ni mucho menos comprendido, por los que se encuentranfuera de su campode especialidad. Por el contrario, l concibo la conexiSndel todo desdesu mundoparcial. Vemos comenzar este fcncSrneno en Clausewitz y en Moltke. El filSsofo escribiS rncis de lo que comprendíael soldado, el mariscal llcg a ser independiente, cuando el político ya no comprendíala complicadamateria del militar. —

Esto significa, que la scwiainteracci6n mutua entre la Direcci&, política y la militar, basadaen el control y la informaciSnde ias FuerzasArrnadas, así corno en ci asesoramientoy en la ¡nformaciSnde ia Polftca, se va haciendo cada vez m& difícil. EstaacciSn recíproca ha evolucionado en ci sentido de convertrse en un problemade forrnaci6ny de confianza. —



La Historia ¡is reciento muestra, que los conflictos armadostoman fcilmen te su propia autonomía, cuandoel control do la Direcci6n Supremano esta asegu rado. La Humanidadtiene ante susojos las posiblesconsecuencias;el conceptode “escalada” no esta por casualidaden el centro de las reflexiones estratégicasde nuestra época. —

d) LasexigenciasdelFuturo Los modernosmediosde -Jestrucci6npueden llevar, en el casoextremo do su empleo, al completo aniquilamiento del mundocivilizado. Por lo tanto, la Estra tegia debe tratar preferentementede impedir las acciones de violencic. Si no so alcanza este objetivo, entonces, una vez desencadenadoci conflicto, sogin sea su clase y su intensidad, hcibrque pensarinmediatamenteen los modiosdisponibles para conseguirsu Umitacin y su rpidc terinaci6n. Estosmediospuedeny deben ser no sio de naturaleza militar. La Estrategia, por tanto, tiene que abarcar el planeamiento y la actividad a nivel de la Dircccin, a cuya disposici& estn to dos los medibsimaginables, incluso los políticos. —

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Esto quiere decir que el campode la Estrategiaha pasadoa estar cada vez m& bajo la responsabilidadde la DirecciSn política. El empleo combinadode Fuerzas Militares cada vez menoresy de mayor nómerode otros medios, ha lle vado incluso a que la Direcci6n política tenga que intervenir en cuestionesmi litares de detalle. Estos6lo puede lograrse, cuando su conocimientodel instru mento militar y de su forma de aci6n es sufIciente. En consecuencia,el solda do no ha sido desplazadoen ningin caso de la Estrategia, sino que, por el con trario, el modernoi’lariscal —aquien ya no se puede compararcon aquellos del Siglo pasado— tiene que pensaren factoresque rebasanampliamenteci campo de lo puramentemilitar. —

Los cometidosde Dirccci6n en el Estadomodernoexigen que junto a especia listas capacitados, se encuentrenpolicos do una amplia forrnaci6n general y sol dados de gran cultura y proparaci6n. La pretensin militar de dirigir la Política resulta hoy incomprensible. Pero tambin debo asegurarsela particpacin del Mariscal en la concepci6n para que las FuerzasArmadosno vayan der1iasiadolejos en la ejecuci6n. on ros pecto a estasexigencias b&icas, las tesis do Ciausewitz permanecenvigentes. Por el contrario, han sido rebasadaslas formasexternasde las relacionesen tre (ci Política y la Milicia. El General en Jefe en el Consejode la supremaresponsabilidad, el Gobier no en el Teatro de la Guerra, el Monarca comomediador, han quedadosuperados como categoríastemporalesen díasde ensayo. Nuestra época es aficionada a la institucionalizaci6n. En esto existe un gran peligro porque las teorias sobre la c‘iormoy la meior orgariizacion estcinligadas cii tiempo y tienen que ser revisadosconstantemente,mejoradosy adecuadasa los nuevos acontecimientos. •

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El objetivo definitivo esta en que la Direcci6n política tenga en todo tiempo a la vista un conceptoostratSgico, que tenga en cuenta las posibilidadesde 1a Direcci6n militar en formarealista. Estovale especialmentepara una coalici6n de puebloslibres, rnxime cuando los interesespolíticos de suscomponentessean abiertamente distintos. —

Reftexi&ifinal Mientras Clausewitz relaciona el conceptode Estrategiaexclusivamentecon ci campo militar, pero exige una continua influencia política, vemosya en Moltke el omienzo de un fen6mcnode desviacionismo.



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Ciertamente, el papel director de la Polrtica es atn reconocidos peró el militar pido por la creciente complolidad de la técnica r1iilitar, una amplia consideraci6n por parte de la Polftica, ten pronto como las FuerzasArmadosentran en actividad blica. Puesto que ya la clave del triunfo puedeestar en el avance, y puestoque el triunfo de las Amias, asr como la destrucci6n de las FuerzasArmadasenemigasson los objetivos de todas las guerras, al poliico ya no le queda por hacer otra cosa que tomar la decisi6ri del comienzo de la guerra. Parasustraersea toda interven ci&i poUtca, se le llama operativo al nivel m& elevado de la DirecckSnmilitar. Incluso el máximonivel decisivo es reservadopara el soldado, para el General en Jefe, quien en la guerra adquiere funciones de estadista. La Estrategia, por tanto, queda completamenteen manosmilitares: cuando lo exige la Direcci6n de la Gue rra, la Polftica ha de subordin&sele incluso. En ci caso de una situaci6n de excep cian la teorfa do Moltke puedeser beneficiosa, casi Ideal. —





El amplio desarrollo de la tcnica, asf como el fracaso de todas las tcoras vli— das durante la primera Guerra Mundial, dieron motivo ci Liddel Hart para concebir nuevas ideas. De la Historia toma y desarrolla la teorfa de la Estrategia indirecta, que debe invalidar la maniobraenemiga haciéndole renunciar a la prueba do fuerza directa. El viejo y conocido concepto en la esferamilitar de la maniobra indirecta debe encontrar aplicaci6n enlas activi dadesdo la mxima Direcci6n del Estado. Con este concepto, Liddell Hart se adaptcia la exigencia de nuestrotiempo, de no dejar ir hastael final a los modernosmediosde aniquilamiento. Al mismotiem po, revierte de nuevo la Guerra —como un medio, precisamenteel tltimo— a la osfo ra de responsabilidaddel polfllco. Hoy estamoscompletamentede.acuerdo con Clausewitz, si bien la palabra Estra tegia tiene un sentido ms amplio.

Estrategia es toda acci&i planeaday dirigida hacia el logro de un objetivo do la Dkocc6n polftica para la salvaguardiade los interesesdel Estado. El concepto es— tratgico dci a la Dirocci6n militar instruccionessobresu formade proceder, la di reccn militar en suejocuci6n coopera responsablemente. La acci&i conjunta, susceptibledo alcanzar xitO de las Direcciones políica y militar, exige para ambaspartesespecial comprensi6ny capacidad, asr comouna continua adecuacin. -

Notaderedacci6n * Se trata de una libre ¡nterpretacin del autor de este artrculo, quizs discutible, acer ca de lo que opinan los autores clsicos que cita.