El Colonialismo

“Occidente no se impuso en el mundo por la superioridad de sus ideas, sus valores o su religión, sino por su superiorida

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“Occidente no se impuso en el mundo por la superioridad de sus ideas, sus valores o su religión, sino por su superioridad en el empleo de la violencia organizada, los occidentales lo olvidan a menudo; los no occidentales nunca” SAMUEL P. HUNTINGTO Historiador estadounidense, catedrático de ciencias políticas de Harvard y consejero de política exterior

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El Colonialism Orígenes, evolución y actualidad Autor: Jorge Simán Abufel Diagramación e Impresión: Editorial Lecat Ltda www.editoriallecat.co Bogotá, D.C. Colombi Mayo 201

CAPITULO I: DEL NOMADISMO A LA PROPIEDAD DE LA TIERR CAPITULO II: EL FEUDALISM 1 CAPITULO III: LAS CRUZADA 2 CAPITULO IV: “EL COLONIALISMO EUROPEO MODERNO 2 CAPITULO V: LA EXPANSIÓN COLONIALISTA Y SUS EFECTOS EN AMÉRIC 2 CAPITULO VI: COLONIZACIÓN Y POBLAMIENT 3 CAPITULO VII: EL COMERCIO DE ESCLAVO 4 CAPITULO VIII: EL AUGE DE LA ERA INDUSTRIA 5 CAPITULO IX: EL REPARTO DE ÁFRIC 5 mLO X: EL COLONIALISMO EN ASI 6 CAPITULO XI: EL NUEVO IMPERIALISM 6 CAPITULO XII: VIENTOS DE GUERR 7 CAPITULO XIII: LA GRAN GUERRA, 1914-191 8

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CAPITULO XIV: LA POSGUERR 8

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INTRODUCCIÓ

CAPITULO XV: EL MEDIO ORIENTE EN LA MIR 10 CAPITULO XVI: LOS IMPERIOS CONTRA EL NACIONALISMO ÁRAB 10 CAPITULO XVII: EL PROYECTO IMPERIALISTA PARA EL MEDIO ORIENT 11 CAPITULO XVIII: LA IMPLEMENTACIÓN DE LAS RECOMENDACIONES DEL INFORME “CAMPBELL BANNERMAN 12 CAPITULO XIX: EL TURNO AHORA ES DE ESTADOS UNIDO 13 CAPITULO XX: SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: CAUSAS Y CONSECUENCIA 16 CAPITULO XXI: LA DESCOLONIZACIO 16 CAPITULO XXII: EL DIFÍCIL TRANCE POSCOLONIA 17 CONCLUSIÓ 18

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BIBLIOGRAFÍ 185

INTRODUCCIÓ El colonialismo consistió en un proceso histórico cuyo objetivo fue la conquista para el dominio territorial, político, económico, militar y cultural que se aplicaba sobre un pueblo por un invasor extranjero. Aunque las invasiones a otros pueblos y comarcas han sido ejercidas desde la más remota antigüedad por casi todos los pueblos y constituyeron el preludio del colonialismo moderno; sus motivos y particularidades entonces fueron de muy distinta y variada índole. Ciertas naciones acometían estas aventuras bajo la modalidad de actos de piratería para fortalecerse, volviéndose más importantes y poderosas al dominar a pueblos más débiles, algunas veces imponiéndoles tributos o saqueando sus riquezas como el ganado, las cosechas, el oro, la plata, los minerales y las joyas; en otros casos, el ocupante gobernaba con crueldad aniquilando, esclavizando o expulsando a sus habitantes; en todo caso, los invasores consideraban que sus conquistas representaban hazañas que otorgaban territorios, mérito militar, poder, gloria y respeto que ocasionalmente inspiraban relatos épicos como los narrados por Homero en “La Odisea”. Había también otros casos consistentes en la aparición de olas migratorias en trance de acomodamientos demográ cos, pero estas mareas humanas buscaban colonizar nuevas tierras con nes tanto económicos como también de independencia plena para el emigrante al instalarse pací camente en nuevas tierras diferentes a las de su suelo natal

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Otras conquistas territoriales ejercidas en la antigüedad, buscaban imponer su cultura al pueblo dominado; Grecia, en su época de esplendor extendió su civilización primero en Chipre y en las islas y costas del Mar Egeo para luego orientarse hacia Egipto y el Oriente y, por el Occidente, hacia Sicilia y Marsella; en el caso de Roma, sus conquistas fundamentalmente representaban más que un dominio, una tutela. Los fenicios fundaron colonias por todo el litoral del Mediterráneo; Cartago, una de ellas, rivalizó con Roma en sus pretensiones de dominar ese mar interior, El Mediterráneo. Los hebreos se lanzaron a aniquilar y a esclavizar a los milenarios habitantes de la tierra de Canaán para apoderarse de su territorio; los asirios sobresalieron en su capacidad por someter y/o expulsar a otros pueblos; los persas fueron conquistadores de varias naciones; las tribus germanas invadieron las Galias y la península Itálica; los suevos y vándalos a Iberia, los anglosajones a Inglaterra, los visigodos a los Balcanes, los Hunos a Rusia y los mongoles, famosos por su re namiento en la crueldad, arrasaron y devastaron muchos pueblos

El colonialismo europeo moderno en cambio tenía como nalidad la expansión que conduce a la absorción y dominio total de un territorio ajeno. Los elementos básicos de ese colonialismo iniciado a principios del siglo XV y a lo largo de los siglos XVI, XVII, XVIII consistían en la incorporación de las tierras conquistadas a las metrópolis bajo formas jurídicas diversas pero adoptando siempre un denominador común basado en la estrecha subordinación y dependencia de esos territorios con el conquistador. Así por ejemplo, las tierras americanas incorporadas a España lo fueron en calidad de reinos adscritos a la monarquía, cuyas partes integrantes estaban ligadas entre sí teniendo como eje central a los Reyes Católicos, en cambio las posesiones colonialistas inglesas y holandesas tenían un estatuto jurídico diferente. En la práctica sin embargo, todos los territorios colonizados estaban estrictamente supeditados a las exigencias económicas de la metrópoli; las colonias en primer lugar tenían que abastecer de materia prima al Imperio y en segundo lugar convertirse en sus mercados cautivos para colocar sus productos manufacturados El expansionismo colonial europeo se aceleró con el advenimiento de la Revolución Industrial cuyas políticas entonces consistían en mercados cerrados a cualquier otra potencia europea. Las consecuencias de este fenómeno aceleraron la búsqueda de nuevos espacios vitales tanto para la consecución de recursos naturales como también de nuevos mercados cautivos y en algunos casos para asentar su excedente poblacional Hacia principios del siglo XIX, la tecnología europea alcanzó grandes adelantos en el desarrollo y perfeccionamiento de la industria, especialmente en los campos de la siderúrgica, el textil, el armamento y el transporte que redujo las distancias; el resultado de todo ello fue que durante ese período, ocho naciones europeas: Inglaterra, Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, Italia, Portugal y España, con super cies territoriales que en conjunto totalizaban dos millones y medio de kilómetros cuadrados, poseían colonias de ultramar cuya extensión territorial superaba los treinta y cinco millones de kilómetros cuadrados, es decir, estos emporios colonialistas eran los dueños, amos y señores ilegítimos de una quinta parte de la super cie terrestre del planeta

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En ese proceso, algunos territorios fueron totalmente transformados por la colonización europea en cuyo curso la población autóctona fue eliminada o reducida a una minoría insigni cante como en el caso de Tanzania, Australia, Argentina, Estados Unidos, Canadá y Palestina, mientras que en los demás territorios donde la población originaria continuó siendo mayoritaria a pesar de la presencia importante de inmigrantes europeos, como ocurrió en Argelia, Sudáfrica y Rhodesia, países estos que por esa circunstancia lograron eliminar la

Ya en época contemporánea, al amparo de la euforia alentada por los aliados por motivos de la nalización de la Segunda Guerra Mundial, los pueblos dominados comenzaron a alimentar la esperanza ilusoria de que la era del colonialismo había culminado y es cuando los países sometidos de África, Asia y el Caribe se empiezan a independizar creando la expectativa y la ilusión del advenimiento de una nueva etapa donde sus territorios comenzarían a liberarse de la dominación colonial; esperanzas alimentadas por las potencias coloniales mediante una hábil campaña disfrazada de humanitarismo que simula revivir los conceptos relativos a los principios fundamentales de la autodeterminación y de la soberanía de los pueblos; valores que, no obstante haber sido forjados en Europa en siglos anteriores para dar expresión a los anhelos que abrigaban los habitantes de los territorios bajo dominio colonial, pese a los cuales, los intereses hegemónicos de las potencias en una mani esta contradicción de su tan proclamada vocación democrática, pero en forma menos visible, perpetuaron su dominio colonial con carácter tanto político como económico y militar Estaba claro que al nalizar la Segunda Guerra Mundial, los anhelos de liberación de las “ex-colonias” estaban enfrentando a dos grandes bloques, lo que conlleva a la realización de varios intentos para lograr su autonomía que culminaron con la llamada “Conferencia de Bandung” la cual dio nacimiento a un nuevo bloque autoproclamado “Países No Alineados” cuyo objetivo consistía en procurar su genuina libertad La doctrina de los “No Alineados” se extendió por todos los territorios coloniales. Nasser, Tito, Nehru y Sukarno, eran las nuevas esperanzas para las amantes generaciones que ahora aspiraban a la plena independencia económica y política a pesar de lo cual, se observaba nítidamente que las insaciables apetencias imperialistas van conllevando al surgimiento de un Neocolonialismo que las grandes potencias empiezan a ejercer solapadamente a través de su poder económico y diplomático

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La historia de cinco siglos de colonialismo la han escrito los imperios con sus desaforadas ambiciones de poder y dominio, sus conquistas, sus injusticias y amenazas y lo más grave pareciera provenir de la impresión de que los dos bloques en que ahora están divididos los imperios, todavía aspiran a seguir escribiéndolas por encima de las cabezas de más de medio mundo, incluso la de una Europa que si bien en el plano económico puede poner condiciones a ambos

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dominación europea y alcanzar su independencia política. En el caso de América Latina, a grandes rasgos, la presencia de los europeos estuvo acompañada por la fusión de estos con la población nativa

poderes dominantes, no ha podido en cambio renunciar a la injerencia de los Estados Unidos. Rusia por su parte se orienta cada vez más a revivir su pasada grandeza, con ada en la inmensa extensión geográ ca de su territorio y en los incalculables recursos naturales y reservas energéticas que encierra. En cuanto al “Tercer Mundo”, sus pueblos aún están lejos de los ideales de libertad y justicia en cuyo empeño de hacerlas compatibles, sucesivos modelos económicos y políticos y un buen número de dirigentes los han defraudado, existiendo siempre el temor que del entendimiento de los grandes pueden surgir agrantes injusticias para ellos

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Organizándose cada vez mejor en bloques sectoriales para hacerle frente a la permanente presión que los países opulentos utilizan para seguir maniobrando con un colonialismo encubierto y disimulado bajo nuevas formas, el grupo de los “No Alineados” podrá lograr imponerle al mundo desarrollado un mejor precio por sus materias primas, dándole así expresión a una genuina emancipación y a su incontenida inconformidad y rebeldía por la explotación que han venido sufriendo por siglos

CAPITULO I: DEL NOMADISMO A LA PROPIEDAD DE LA TIERR

La clásica división de la historia comprende cuatro edades: Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, precedida por el oscuro periodo conocido con el nombre de Prehistoria, que se re ere a la parte del tiempo que media entre las primeras apariciones de los humanos sobre el planeta hasta que se tiene conocimiento sobre sus vidas, basado en vestigios arqueológicos y paleontológicos llegados a nuestros días a través de los hallazgos materiales y restos humanos fosilizados, los cuales nos permiten clasi car la forma de vida que llevaban, sus descubrimientos, nivel de civilización, cultura, etc. La Prehistoria se divide en dos periodos: Edad de Piedra y Edad de los Metales y es en esas etapas tempranas y oscuras de la sociedad humana, cuando el hombre usaba las cuevas como vivienda (troglodita) y las pieles de animales para abrigarse del frío; época en la que para todas las culturas, independientemente del ámbito geográ co en que aparecieron, la piedra era la materia prima esencial para la elaboración de sus herramientas destinadas a diversos usos aplicados básicamente para su supervivencia. La prolongada etapa de la evolución humana que se le denominó Edad de Piedra, se divide a su vez en dos periodos: el Paleolítico y el Neolítico. Se clasi can así en función de las distintas técnicas para la utilización de dicho material; el primer periodo, por el tallado de la piedra y el segundo, por la técnica de su pulimiento para perfeccionar su uso; es a partir de entonces cuando empezaron a formarse grupos de hombres armados con lanzas cuyas magni cas puntas de piedra a lada resultaban ahora más efectivas para matar las presas

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Las tribus vivían de la caza salvaje y de los frutos silvestres comestibles de cuya recolección estaban encargadas las mujeres; entonces la propiedad de la tierra no existía. Ocurría que cuando las presas vagaban en una parte de un territorio familiar, todos los hombres de ese grupo participaban en la tarea de perseguirlas, acorralarlas y cazarlas para proporcionarse sus alimentos; generalmente los primeros que lograban herir y atrapar al animal adquirían el mayor derecho sobre las presas; cuando los alimentos y la caza silvestre eran abundantes, los lugareños no se oponían a que otras agrupaciones humanas cazaran o recolectaran alimentos dentro de sus contornos territoriales, no obstante, en períodos de escasez, algunas veces ocurrían rencillas intertribales por esa causa

Fue en la tierra de Canaán, durante el periodo Neolítico (del griego nueva era de piedra), donde según todos los estudios arqueológicos, se empezaron a dar toda una serie de cambios revolucionarios como el desarrollo de los métodos del cultivo cuyo descubrimiento se lo debemos a la mujer, inicialmente realizado con la ayuda de una a lada vara rústica con la cual abrían surcos en la tierra para el cultivo de los frutos y cereales silvestres; estas nuevas técnicas permitieron a nuestros lejanos ancestros producir alimentos para su subsistencia. A lo largo de esta nueva etapa evolutiva, estos importantes métodos de cultivo introdujeron signi cativas modi caciones en la forma de vida y organización de los grupos humanos de aquella época: empiezan a producir trigo, cebada, centena, naranjos, uvas, olivos y plantas de textiles como el cáñamo; al mismo tiempo tiene lugar ahí la domesticación de animales agrestes que se inicia con el perro, ovejas, cabras, cerdos, asnos y vacunos. Es a partir de esa etapa cuando el ser humano deja de ser cazador para convertirse en pastor y deja de ser recolector de frutos silvestres para convertirse en agricultor Estas nuevas comunidades de cultivadores y ganaderos se ven obligadas por sus propios cultivos y pastoreos a transformarse en semi nómadas y a establecer comunidades campestres, las cuales estaban integradas por asociaciones familiares o clanes cuyo régimen interno solía ser el matriarcado o el patriarcado, a pesar de lo cual, estas agrupaciones humanas todavía no habían desarrollado la noción de la propiedad del suelo como residencia estable; las tierras se consideraban entonces como propiedad comunal; cuando llevaban su rebaño a pastar a un sitio, este hecho los convertía en dueños del mismo pero solo mientras necesitaban permanecer en él; al abandonar esa parcela, era porque sus rebaños la habían agotado y durante algún tiempo esa tierra permanecía inservible para el pastoreo, circunstancias que frenaban en aquella época la práctica de la pertenencia del suelo, lo que obligaba a trasladar con frecuencia los ganados a pastizales nuevos; ni sus dueños ni los rebaños hubieran sobrevivido si hubiesen quedado apegados a algún terreno, de ahí que el concepto de un amplio espacio sin límites de dominio personal era necesario para la actividad de los pastores de rebaño como también para los agricultores, cuya labor por lo general era muy ardua

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El hecho es que en las sociedades primitivas la tierra por sí misma como pertenencia no tenía ningún valor, la propiedad permanente era lo último que un grupo tribual y/o familiar pensaba tener, pues ello signi caría el hambre y la extinción; como no se conocía la técnica del abono ni de la irrigación, los pastos y las tierras de cultivo se agotaban rápidamente; lo más conveniente entonces era trasladarse a otro campo de tierra virgen para buscar pastizales frescos para su rebaño o tierras fértiles para el cultivo

Más tarde en el tiempo, cuando se concibe el adecuado uso del riego que mejora la producción de la tierra, se generaliza la agricultura y con ello el dominio del hombre sobre los recursos naturales; es a partir de entonces cuando surge la noción de la propiedad de la tierra cuyo suelo una familia está labrando. El cultivo de los cereales empezó a exigir que el agricultor fuera perfeccionando sus instrumentos de trabajo; inventó el arado para roturar la tierra al impulsarlo primero con la fuerza de sus brazos para después servirse de la fuerza de los bueyes; descubrió la importancia de la irrigación para obtener mejores resultados y la del estiércol como fertilizante. Sucedió entonces que los pueblos nómadas se fueron convirtiendo en sedentarios; las familias y clanes se convirtieron en tribus y se agruparon en torno a las tierras cultivadas para irrigarlas y cuidarlas, ahí comenzaron a construir viviendas jas que fueron reemplazando las tiendas móviles que usaban los semi nómadas. El agricultor quien debía dedicarse al duro trabajo del campo y esperar a que su labor empezara a rendir sus frutos al cabo de ese esfuerzo y largas esperas, comenzó a sentirse apegado a su terruño por un fuerte lazo, considerándose propietario del mismo. Con la agricultura se consolida el sentimiento de la propiedad individual plena que otorga derechos sobre la tierra. En algunos casos esos derechos empiezan a ser disputados, siendo generalmente el agua la causa principal del litigio, teniendo los ancianos de la tribu que reunirse para dirimir diferencias cuyas soluciones generalmente consistían en dividir las parcelas asignando a los contendientes sus porciones de terrenos arables, pastos, bosques y fuentes hídricas Cuando el hombre se consagra a la tarea de cosechar sus alimentos es cuando empiezan a surgir desigualdades pues había agricultores que eran más e cientes que otros o tierras más fértiles que otras, circunstancias estas que generaban cambios sociales. En esa era ganadera y agrícola, las riquezas estaban representadas en las tierras cultivables y también en rebaños y en bueyes; estos eran de gran importancia pues proporcionaban carne, leche, pieles y fuerza de trabajo, pero aquella era una época en la cual las tierras cultivables y de pastoreo solían ser limitadas porque no había su cientes medios para promover la fertilización de las super cies territoriales dedicadas a estas actividades

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Fue en la tierra de Canaán donde el hombre, procedente de la Península Arábiga, al establecerse allí once milenios a.d.n.e. inició la revolución agrícola, ganadera y piscícola y es a partir de entonces cuando empiezan a formarse las primeras aldeas que, desarrollándose gradualmente se fueron convirtiendo en las primeras civilizaciones urbanas de que se tenga historia. En esa tierra es donde los cananeos crearon las primeras civilizaciones urbanas al fundar ciudades que se consideran las más antiguas de la humanidad: Jericó, Ur-U-Salim (Jerusalén) que traduce ciudad de la paz, Belén, Gaza, Acre, Jaffa, Sidón, Biblos y Tiro, las cuales

no se presentaron formando un Estado único bajo la autoridad de un rey, sino en ciudades Estado, donde la sociedad humana pudo lograr un mayor desarrollo y crecimiento en la actividad económica que aseguró un excedente de los productos de la tierra y del mar, generando una bonanza económica Los cananeos se distinguieron por rasgos que no eran comunes en el mundo conocido de la antigüedad; desde un principio comprendieron que el éxito no estaba fundamentado en la naturaleza benévola ni en el mero valor salvaje de las conquistas armadas sino en la inteligencia, en el talento y en la actividad productora humana generadora de riquezas. Reconocieron tempraneramente que el reducido espacio de su territorio no les bastaba para la expansión del intercambio comercial que sus excedentes de producción demandaban y por lo tanto tenían que encontrar otros medios para seguir fomentando sus actividades mercantiles. Analizaron su entorno geográ co y miraron hacia el mar que baña 300 km de sus playas y vieron que este los invitaba a la navegación y al comercio, entonces se volvieron navegantes intrépidos, industriales activos, hábiles comerciantes y colonizadores pací cos. Los fenicios, una rama de los cananeos tenían un talento singular para ejercer las actividades mercantiles e industriales; se dedicaron a la manufactura de telas, a la cristalería, a la joyería y a la tintorería; fueron considerados en su época los mejores fabricantes de barcos y los mejores artesanos del bronce, del cobre, del oro y de la plata. Vivían navegando y visitando puertos y lo hacían para vender sus productos agrícolas y de mar junto con sus manufacturas. La industria de la púrpura era propia de ese pueblo que la obtenía de un molusco (el múrice) que al descomponerse suelta su pulpa, un líquido de bello color rojo escarlata. En las costas helénicas conseguían excelentes moluscos que procesaban para teñir las telas de algodón y lana que luego vendían a precios elevados. La púrpura llegó a ser el símbolo del Poder Real; las telas teñidas de púrpura eran usadas por los reyes y la gente más encumbrada de aquella época

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Alma de mercaderes pací cos tenían los fenicios; no iban por el mundo derramando sangre y apoderándose de tierras y fortunas ajenas sino vendiendo mercancía. Trabajadores activos y creadores de riquezas; sus ciudades fueron centros muy importantes de exportación e importación donde abundaban las fábricas y sus barcos fueron los vehículos que traían mercaderías de Oriente a Occidente y viceversa. Por ellos, la Europa atrasada de entonces pudo conocer las técnicas de la agricultura y las maravillas de las grandes civilizaciones mesopotámicas y egipcias. En sus correrías, lo que los fenicios aprendían en un pueblo lo enseñaban en otro. Con los egipcios aprendieron la escritura de los jeroglí cos pero la simpli caron reduciéndola a veintidós signos o letras, cada una representando un sonido de la voz humana al pronunciar las palabras. Esta

escritura alfabética representó un enorme adelanto sobre la complicada escritura jeroglí ca y constituyó un gran tesoro que contribuyó decisivamente al progreso humano siendo divulgado a partir del año 1000 a.d.n.e. cuando empezó a ser usado por todos los pueblos del Medio Oriente y de Europa

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Numerosas fueron las colonias que los fenicios, pací camente fundaron en el litoral del Mediterráneo. Llegaron hasta las islas británicas de donde extraían el estaño y hasta el mar Báltico donde conseguían el ámbar, se establecieron en Chipre, Creta y Rodas, explotaron las minas de oro de Tharsos y las de Plata del sur de España donde construyeron Málaga, Cádiz y Sevilla; Cartago y Utica en el norte de África, pero principalmente fueron los grandes transmisores de los descubrimientos y progresos logrados en la agricultura que desde la tierra de Canaán transmitieron al mundo conocido de entonces y no es ocioso recordar que fueron ellos quienes bautizaron a Europa con su actual nombre, en honor a una princesa de la mitología fenicia así llamada. Por mucho tiempo los fenicios fueron los dueños del comercio en la antigüedad hasta que los griegos se hicieron hombres de mar

CAPITULO II: EL FEUDALISM

En Europa, con el desarrollo de la agricultura transmitido por los fenicios, empieza una nueva era de la producción de la tierra y de la ganadería; estas actividades rurales a partir de entonces quedaron convertidas en el eje de las sociedades de esa época y representaban su economía y su cultura que por varios siglos van a seguir siendo el núcleo de la Civilización Occidental Las etapas confusas y difíciles acaecidas en diversos periodos a lo largo y ancho del Imperio Romano fueron favoreciendo la creación de condiciones propicias para la aparición de una serie de circunstancias socioeconómicas que acabarían concretándose en el complejo fenómeno que se conoce como Feudalismo. La crisis de la economía y del aparato político imperial así como la creciente tendencia que se va dando hacia el agro en Europa Occidental, con uye con la irreversible decadencia de la vida urbana afectada por problemas graves de muy distinta índole, resultado del cual, el campo fue adquiriendo mayor importancia y con ello convirtiendo a los factores agrarios en el centro de nitivo de la sociedad cuyas consecuencias fueron el crecimiento demográ co y la búsqueda de nuevos espacios vitales para asentar el excedente poblacional

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Los propietarios de las parcelas agrícolas agrupaban a gentes de muy distintas condiciones económicas y sociales; ocurría por esas épocas que a las nuevas generaciones cuyas propiedades paternas al dividirse por motivos herenciales, les resultaban en parcelas cada vez más pequeñas y por lo tanto insu cientes para proporcionarles el sustento y, por la otra, en cuanto a los hijos menores, estos no tenían derecho de sucesión, circunstancias que generaban un afán para conseguir nuevas tierras, impulsando a los insatisfechos y desheredados a agruparse para organizar expediciones encaminadas a conquistar nuevas tierras; algunos las colonizaban pací camente y empezaban a trabajarlas y otros preferían las que ya estaban en producción, escogiendo las más ricas en cultivos y en rebaños; en otras palabras se dedicaban a la piratería terrestre; no faltaron agricultores que al no poder trabajar adecuadamente la tierra le vendían sus propiedades a otros más e cientes y capacitados; existían también grupos de expoliadores de o cio contra los cuales algunos granjeros no podían hacerles frente, viéndose obligados a cederles su propiedad a precios irrisorios, convirtiéndolos de este modo en terratenientes; en otros casos, muchos de estos trabajadores de la tierra no podían cumplir con el pago de los crecientes tributos que los venían atenazando

Es así como los ciudadanos más vulnerables, agobiados por penurias económicas y por la inseguridad reinante tanto en las ciudades como en el campo, acudían a buscar protección al amparo de estos latifundistas, autoproclamados ahora “Nobles Caballeros”, quienes los admitían en sus feudos garantizándoles una relativa seguridad frente a los riesgos exteriores; esta protección la hacían a cambio de sus servicios y/o dependencia En esa época de inseguridad generalizada, inicialmente y por mucho tiempo, la protección y ayuda del poderoso señor feudal consistía en la entrega en calidad de alquiler de una porción de tierra, es decir, un Feudo, entendido como una parcela de sus dominios presuntamente rentable y provechosa capaz de proporcionarle un rendimiento con potencial de estabilidad económica. A estos protegidos se les denominó vasallos quienes estaban obligados a trabajar y vivir en la parcela que les era entregada y a pagar un “censo” (renta), mientras que el Señor Feudal se reservaba la propiedad real de la tierra

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El poderío de estos Señores Feudales empieza a poner de mani esto la incapacidad de las monarquías para defender a sus súbditos, lo que origina un desplazamiento del poder público a partir del cual, las atribuciones de la soberanía iban siendo asumidas por los ricos terratenientes quienes continuaron ofreciendo amparo y protección a los desplazados urbanos y pequeños agricultores a cambio del vasallaje y la servidumbre. Esta modalidad se va generalizando en Europa Occidental alrededor del siglo IX como consecuencia de la incapacidad de los soberanos para proteger a sus gobernados frente a los distintos actos de rapiña, saqueos y abusos. Los pequeños agricultores, ganaderos y desplazados urbanos eran demasiado débiles para defenderse, viéndose obligados a ceder sus propiedades y buscar la protección que les brindaban los ahora poderosos Señores Feudales, lo cual conllevaba la pérdida de su libertad ya que estos, al acogerlos, adquirían todavía más poder. Paralelamente las sociedades europeas así como las monarquías se iban debilitando cada vez más a causa de las “Guerras internas”, como así se

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En paralelo ocurría también un éxodo proveniente de los centros urbanos; este ujo humano estaba conformado por artesanos y hombres que ejercían diversos o cios viéndose obligados a abandonar las ciudades a causa de las crisis económicas y del aumento en los tributos que los obligaba a buscar trabajo al servicio de los grandes terratenientes; así resultó que cada uno de estos poderosos propietarios se fue convirtiendo en su protector por cuanto su poder les permitía hacerles frente a las actividades bandoleras como también a los encargados por los soberanos de turno de recolectar abusivos impuestos destinados en lo fundamental a mantener sus tambaleantes monarquías

denominaban los enfrentamientos armados que empiezan a surgir entre las “Castas Feudales” al punto que en ocasiones, los mismos soberanos llegaron a solicitar el apoyo de estos poderosos “Señores” para continuar gobernando, circunstancia que de una manera lenta, iba menguando la autoridad monárquica en varios aspectos del poder público Entre tanto los vasallos o siervos constituían ahora la gran masa de la población campesina sujetos a los cargos y reglas que les imponían los Señores Feudales, como tener que pagar una renta ja por la tierra que cultivaban bajo contrato; ese vínculo (feudo) que se estableció entre los poderosos señores y sus protegidos, consistía además en que el Señor Feudal permitía a quien ahora pasa a ser “vasallo”, el usufructúo del suelo a cambio de su compromiso de profesarle lealtad y delidad y de formar parte como miembro de su fuerza de combate cuando fuera requerido para luchar en defensa de su “Señor”, así como también en las campañas de conquistas de otros feudos. Este acuerdo se realizaba mediante un rito llamado de “Investidura”, por el cual, el protegido se convertía en hombre al servicio del Señor Feudal, es decir en siervo. Los siervos ahora se convertían en dueños de nada, ni siquiera de su cuerpo. Durante los siglos X y XI hubo más siervos que hombres libres y estos eran considerados por los Señores Feudales, en términos contables modernos, como activos jos, pues representaban una parte integrante del territorio o del “Feudo”, de manera que si se llegase a vender esa tierra, ellos eran cedidos dentro de la transacción como parte de la parcela en la que trabajaban; si tenían hijos, estos podían ser vendidos o repartidos. La obligación de los siervos consistía en no separarse de la tierra que cultivaban por la que además, tenían que pagar una contribución (tributo) para tener derecho a cultivarla Existía otra categoría de trabajadores de la tierra que eran llamados “campesinos libres”, cali cativo que en realidad los diferenciaba muy poco de los” siervos”, pues esa libertad se limitaba únicamente a poder desplazarse, sin permiso, dentro del mismo territorio, contraer matrimonio sin el consentimiento del Señor Feudal y legar sus bienes a su hijo primogénito; hasta ahí su calidad de “libre”, pues luego venían las obligaciones: enlistarse militarmente en las las del “Noble Caballero”, trabajar gratuitamente limpiando los fosos del castillo y cualquier otra labor de limpieza de esa misma fortaleza, además tenían que pagar los servicios del horno donde su mujer preparaba los alimentos diarios, ya que para los campesinos estaba terminantemente prohibido tener uno propio

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Esta situación tuvo grandes consecuencias como generadora de hambre, de miseria y de enfermedades, creando en determinado momento, un clima de violencia cuyos efectos en algunos casos afectaron a los poderosos. Fueron

numerosas las rebeliones de estos “agricultores Libres” que tuvieron que ser reprimidas con severas medidas por los señores feudales. Las sublevaciones de los campesinos podían contenerse pero el hambre no; muchos de ellos ante estas penurias, buscaron refugio alistándose en las Cruzadas Por ese entonces el dominio de la tierra y la dirección del cultivo de la misma estaba en manos de los latifundistas; los vasallos o siervos eran quienes debían roturarla y trabajarla para el cultivo, pagándoles a los terratenientes el alquiler de la misma así como también de los elementos y las bestias para ararla, adicionalmente estaban obligados a cegar los prados del “Señor”, moler su trigo en el molino y fermentar su uva, actividades estas que no eran remuneradas; debían pagarle además un impuesto consistente en una oveja por cada diez que tenían y hacer regalos a los hijos del “Noble” cuando eran graduados como caballeros y a las hijas cuando estas se casaban. Al nal, en el mejor de los casos, obtenían como fruto de su arduo trabajo un ingreso de mera subsistencia. Con este esquema, los ahora autollamados nobles y aristócratas se hacían cada vez más ricos y poderosos

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En aquella época, el modus vivendi de estos autoproclamados “Nobles Caballeros”, consistía en apropiarse de las posesiones de otros terratenientes mediante incursiones armadas, actividades estas que eufemísticamente llamaban “Querellas” o “Guerras Internas”. Al incrementarse los asaltos y los pillajes interfeudales, ello trajo la inseguridad personal de los mismos, teniendo estos que reformar sus viviendas y es a partir de entonces cuando la “Nobleza Feudal” empezó a levantar castillos para protegerse de los ataques. Estos “Nobles Caballeros” cuando no estaban ocupados en asaltos, pasaban la mayor parte de su tiempo dirigiendo la construcción y forti cación de sus fortalezas, las cuales distaban mucho de ser residencias cómodas, pues carecían de los más básicos elementos para una morada amable; en invierno las paredes solían ser húmedas y muy frías lo mismo que los pisos que debían ser recubiertos con paja para mitigar estos rigores; los tapetes y las alfombras eran originarios del Medio Oriente y su introducción en Europa fue a partir de las Cruzadas. Estos castillos generalmente se construían sobre una roca y solían ser rodeados por una fosa; sus paredes tenían que ser gruesas y reforzadas por torres para centinelas; la proximidad de los asaltantes se anunciaba con el sonido de trompetas, procediendo inmediatamente los encargados a levantar el puente movedizo que una vez izado servía para reforzar el único portón del castillo. Desde la posición elevada de las murallas cuyos bordes solían tener forma de dientes de serrucho, los defensores disparaban echas y lanzaban piedras y también arrojaban agua o aceite hirviendo contra los asaltantes. Los sitiadores usaban escaleras o bloqueaban el castillo para rendirlo por hambre

En los periodos de tranquilidad se programaban otras actividades tales como la cacería y la organización de torneos o “justas” que constituían un dramático espectáculo en el cual, los caballeros, cubiertos con vistosas y pesadas armaduras, se ejercitaban haciendo alarde para demostrar su destreza en el manejo de las armas y a la vez adiestrarse para la próxima aventura de expoliación feudal, que solía ser su principal actividad y base de sus ingresos económicos. Las llamadas Justas se celebraban como distracción en la misma forma como lo fueron en su época los circos para los romanos; constituían además un desafío que ponía a prueba las habilidades combativas entre los “caballeros”, identi cados cada uno con su estandarte personal y sus colores distintivos. Estas justas se iniciaban con una señal de los “Heraldos” a partir de la cual dos “nobles caballeros”, montados en sus respectivos corceles corrían a todo galope uno contra el otro, empuñando sus largas lanzas de punta roma tratando cada uno de tumbar al otro de su montura; muchas veces por la fuerza del golpe uno de los contendientes moría. El lugar donde se celebraban estos “torneos” se adornaba profusamente para la ocasión con banderines y en sus galerías tomaban asiento el Señor Principal o Rey, las damas de la corte y los espectadores invitados. En las “justas” tomaban parte solamente dos caballeros; en los “torneos” participaba un grupo de “caballeros” contra otro grupo. En la época invernal organizaban veladas que procuraban animar con bufones y también con trovadores o juglares, quienes amenizaban con cantos y recitales que destacaban las hazañas de los “Nobles Caballeros

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Los requisitos para aspirar a la “Orden de Caballero” consistían en que el candidato tenía que ser de “estirpe noble”, es decir no haber sido nunca esclavo ni vasallo; tener 14 años, saber manejar las armas y ser defensor de la religión. Si reunía estos requisitos, iba al altar con sus padres y ahí se le consagraba “Escudero”; a partir de entonces pasaba a entrenarse para perfeccionar sus habilidades guerreristas en casa de su “Padrino” quien solía ser otro señor rico donde el “Escudero” tenía que completar su aprendizaje limpiándole las armas y sirviéndole la mesa, cuidando, sus caballos y acompañándolo en los asaltos y pillajes que realizaba. Cumplidos los 21 años, el aspirante era declarado Caballero, jurando ante el altar ser leal a la religión y ayunar los días viernes de cada semana y oír misa diariamente. Prestado el juramento el “Escudero” obtenía su credencial, representada en espuelas de oro que, luego y estando arrodillado, recibía del señor feudal tres toques hechos con el plano de la espada mientras le decía “levantaos señor caballero, en nombre de Dios y de los santos Miguel y Jorge”; dicho esto el consagrado se dirigía hacia donde estaba su caballo, empuñaba su lanza y ejecutaba maniobras en la plaza adornada para ocasión, demostrando sus habilidades y destrezas guerreristas para el agrado de los presentes. Con el

aumento del número de estos “Nobles Caballeros” va aumentando también en Europa Occidental el número de las “Guerras Internas” Así es como desde el comienzo de la era agrícola, los señores feudales se fueron convirtiendo en los mayores terratenientes por el hecho de que se apropiaban de las mejores y mayores extensiones de tierras y de los más numerosos rebaños, pues tenían la imperiosa necesidad, cada vez más urgente, para fortalecerse y defenderse de sus enemigos que solían ser otros señores feudales en plan de mayores conquistas para seguir aumentando sus dominios y su poder

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El feudalismo se extendió a diferentes partes de Europa Occidental y su máximo desarrollo fue en Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y España

CAPITULO III: LAS CRUZADA

Durante los siglos X y XI en Europa, los derechos civiles eran exclusivos de una pequeña élite dominante que se desentendía de cualquier deber u obligación con el pueblo, pues para ella, este carecía de los mismos, cayendo sobre él en cambio todas las obligaciones y como si esto no fuera su ciente, quedaba en su inmensa mayoría sometido al vasallaje. El derecho de gobernar era privativo de los funcionarios del monarca y de todo aquel que poseyera un Feudo; estos grupos eran los únicos merecedores de dichos privilegios, convirtiéndolos en el elemento principal de un sistema que, en lo político, limitaba la soberanía nacional El Feudo, que en un principio constituía un reconocimiento personal otorgado por el monarca a un “Noble Caballero” en retribución de un servicio, acabó por ser hereditario, resultando ahora en que había demasiados hijos de la nobleza feudal errando desocupados por toda Europa, creando numerosos con ictos locales. Estas nuevas generaciones señoriales vivían matándose unos a otros y también a los inocentes que encontraban en su camino; situación que avivó las rivalidades entre las castas feudales, quienes terminaron no acatando una autoridad superior distinta a la suya, circunstancia que propició un estado de anarquía y caos que luego se tradujo en enfrentamientos armados que se denominaron “Guerras Internas” o “Querellas”. Estas luchas intestinas alcanzaron niveles de gran ferocidad, situación que empezó a desquiciar tanto el orden social imperante como también la precaria economía de sus respectivas comarcas, afectando económicamente tanto a las monarquías como a la iglesia Romana y ocasionando grandes privaciones y sufrimientos a la población

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En vista de tanta anarquía, hacia el siglo XI se empiezan a imponer fuertemente entre la realeza de Europa Occidental, los criterios, cada vez más urgentes, para hacer respetar en sus respectivos dominios los principios de ley, orden y autoridad; proceso que se inició con algunas de las monarquías más grandes y solidas de la época, las cuales comenzaron a implantar normas de comportamiento civilizado, poniendo término al desorden reinante. Los decretos de estos soberanos, orientados a terminar con estas actividades de bandolerismo, fueron bautizados con el nombre de “Tregua de Dios”; fórmula que empezó por establecer la implantación de restricciones consistentes en la prohibición de la lucha armada durante las grandes festividades religiosas y en cada semana del año desde los días lunes por la tarde hasta los días miércoles por la mañana. Con estas limitaciones se pretendía reducir el número de días en que se podía asaltar

y cometer pillajes. A pesar de que la desobediencia a estos decretos era penada con la excomunión, los mandatos nunca fueron acatados Al adoptar Roma el Cristianismo como la religión o cial del imperio, la Iglesia Católica empezó a ejercer una poderosa in uencia tanto religiosa como política, propendiendo por consolidar la unidad espiritual de la Cristiandad; enseñando que todos los bautizados son hermanos y es por esta razón que la Iglesia Católica Romana rechazaba y condenaba las guerras entre los cristianos, procurando utilizar todos los medios para impedirlas; pero esta orientación autorizaba y bendecía las guerras contra los “paganos”. En Europa su mayor antagonismo religioso se orientó principalmente contra los judíos, no por ser de razas diferentes, pues no lo eran, sino por considerarlos “enemigos de la fe” y por haber “cruci cado a Jesús, rechazándolo como el Salvador, hijo de Dios”. Inspirándose en este criterio el Papa Urbano II consideró que era preferible saquear y matar in eles y apóstatas en aquellas regiones del Cercano Oriente que hacerlo contra los cristianos en Europa. Por esa época, los árabes venían aplicando una política de tolerancia y de respeto a cristianos y a judíos, tanto en el Medio Oriente como en España. Las tan características peregrinaciones cristianas de entonces a Tierra Santa que se presentaban cada vez en grupos más numerosos, nunca encontraron obstáculos y mucho menos manifestaciones de hostilidad por parte de los árabes musulmanes; por el contrario, los viajeros retornaban a sus países de origen deslumbrados por su tolerancia y hospitalidad. Los árabes no estaban in uenciados por los prejuicios religiosos cristianos que habían impregnado toda Europa; Cristianismo, Judaísmo e Islamismo, para ellos, representaban las tres religiones que comparten una misma tradición religiosa y sus profetas son los enviados por el mismo y único Dios; sus diferencias representaban apenas rami caciones de una misma creencia religiosa Mientras tanto en Europa se pensaba de otra manera y consecuentemente se va dando inicio al plan de trasladar los saqueos y el bandidaje a otras tierras. Las monarquías de Europa Occidental no dudaron en apoyar enormes proyectos militares contra los musulmanes del Cercano Oriente, resultando ellas en una muestra anticipada del cruel colonialismo que luego vendría

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El 24 de noviembre de 1095, en el Concilio de Clermont, Francia, el Papa Urbano II, con un fogoso discurso, hizo un llamado en favor de la “Guerra Santa”, exhortando a estos saqueadores profesionales, en nombre de Dios y de la Iglesia, a tomar la cruz y volver a plantarla en Tierra Santa. Esta fórmula, bautizada con el nombre de “Santa Cruzada”, que de santa no tenía nada, fue considerada por las monarquías europeas y por el ya mencionado pontí ce como una magní ca solución para mantener ocupada a toda aquella “casta aristocrática” en su viejo

o cio de despojadores de las riquezas ajenas, pues era urgente desviar esas actividades delincuenciales fuera de sus condominios. Para motivarlos, Urbano II les aseguró que todo aquel que participase en esa Cruzada, además de los botines terrenales, obtendría valiosos bene cios espirituales que garantizarían la salvación de su alma el día del juicio nal y su ingreso al cielo; en ese sentido los arengó diciéndoles: “los que se comprometan a dirigirse a los lugares santos, no solo les espera la salvación en la otra vida sino también bene cios terrenales. Váyanse en dirección al Santo Sepulcro, arrebaten esa tierra a la raza maldita”. Por su parte, el sacerdote Pedro de Amiens, más conocido como Pedro el ermitaño, famoso por sus incendiarios discursos enfatizando la necesidad de “liberar Tierra Santa de manos de los apóstatas”, logró transmitir al pueblo el deseo del Papa. Al grito de guerra “Deus Li Volt” (Dios Lo Quiere) y garantizando a los voluntarios que aceptasen dirigirse a Tierra Santa, la total indulgencia de todos sus pecados, con sus encendidas arengas desató una masiva movilización de hombres, dispuestos todos ellos a trasladarse a Palestina para “liberar los lugares santos cristianos de manos de la raza maldita”, argumento este que constituyó solo un débil pretexto para ocultar el verdadero incentivo: la codicia y el fanatismo

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La religión, no obstante representar una guía espiritual por su alto contenido moral, espiritual y ético; a lo largo de la historia, raros han sido los líderes ambiciosos que no han invocado el nombre de Dios en vano para dar una justi cación “Divina” a sus egoístas propósitos políticos, económicos, personales o de conquista. Según el Antiguo Testamento, tres mil quinientos años atrás, “obedeciendo órdenes directas de Dios” los hebreos, liderados por Josué, invadieron masivamente el país de los cananeos, empezando por Jericó y continuando con todas las ciudades de la tierra de Canaán, pasaron por la espada a todo hombre, mujer, niño y bestia, (Dios lo quiere); asimismo Josué le recalcó a los invasores que Dios le exigió que todo el oro y la plata de los masacrados le fueran entregadas a Él (Dios). Más contemporáneamente, Harry S. Truman, después de haber lanzado sin convincente justi cación, dos bombas atómicas sobre dos ciudades, cegando atrozmente la vida de más de 300.000 civiles (140.000 instantáneamente y más de 160.000 afectados por terribles sufrimientos, muriendo lentamente a lo largo de 15 años), expresó: “damos gracias a Dios de que la bomba haya ido a parar a nuestras manos y le pedimos a Él que nos guíe para utilizarla según sus designios y para sus nes”. En 2001, Osama Ben Laden también invocando el nombre de Dios, cometió el infame atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York y contra el Pentágono, causando la muerte de 3.000 personas inocentes y en junio de 2003. Citando a Bob Woodward, famoso periodista del “Washington Post” en relación a la pregunta de si le pidió consejo a su padre para invadir a Irak, George W Bush contestó: “Hay un Padre más Grande

al que yo acudo”, y la BBC recogió las revelaciones hechas por el mismo presidente Bush, en el balneario egipcio de Sharm El Sheij, península del Sinaí, durante un encuentro con Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina y Nabil Shaat, funcionario diplomático, cuando expresó: “tengo una misión de Dios quien me dijo, George, lucha contra los terroristas de Afganistán y lo hice y entonces me dijo, George acaba con la tiranía en Irak y lo hice”. Su criminal invasión a Irak, basada en mentiras, causó además de la destrucción de un país y la muerte de más de 600.000 civiles. El autoproclamado “Estado Islámico”, que no es ni Estado ni es Islámico, también en nombre de Dios, viene asolando las tierras del Medio Oriente y masacrando a todos aquellos que no comulgan con el particular concepto que tienen de su dios. ¡Oh Dios, cuántas masacres se han cometido invocando en vano tu nombre Para muchos líderes políticos y militares, la religión ha sido considerada más que una guía espiritual, un medio e caz para controlar y manejar las masas, poniéndolas al servicio de sus intereses particulares; al respecto, el portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura, expresó la siguiente re exión: “una de las formas de morir, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es aquella que desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones hasta nuestros días, manda a matar en nombre de Dios” Mientras en el siglo XI los árabes habían llevado vía España a toda Europa la antorcha del conocimiento cientí co, los europeos, animados por la avaricia, con sus “Cruzadas”, se aprestaban a devastar sus tierras. En efecto, hacia el año 1096 se inicia una serie de expediciones belicosas que parten de diferentes puertos del continente europeo para invadir las tierras árabes, asolando a su paso diferentes países cristianos del Viejo Continente. Aun cuando el propósito central de estas expediciones proclamaba el rescate para el cristianismo de los lugares santos de Palestina, los motivos que animaban a cada grupo invasor eran de muy distinta índole: económicos unos, políticos y de dominios territoriales otros

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Antes de partir de Europa para Tierra Santa, aquella multitud ingobernable que llevaba una gran cruz de tela cosida en sus ropajes, agitada y comandada por predicadores fanáticos, al cruzar su continente antes de embarcarse para Tierra Santa, comenzó por asesinar a los “paganos” que vivían entre ellos, masacrando a las comunidades judías de Renania, Magnucia, Worms, Colonia y Praga. Aquella turba de “salvadores de los Lugares Cristianos”, cruzaron su continente saqueando provisiones de los lugareños que encontraban a su paso y matando más judíos. La ciudad de Zara en el Adriático, entonces perteneciente a Hungría, fue asaltada para nanciar los viajes de la cuarta expedición. Los cruzados en su paso por Europa, dejaron un rastro de pillaje y desolación; Constantinopla, la

única ciudad que aún quedaba sin saquear, terminó siendo desvalijada y muchos de sus libros importantes al igual que valiosísimas obras de arte y archivos de la época grecorromana desaparecieron por haber sido robados o quemados. La isla cristiana de Chipre tampoco se salvó de sus desafueros Según los cronistas de la época, estas huestes de los cruzados, desde su llegada a Antakia, Siria, hasta Jerusalén, depredaron y asesinaron todo lo que encontraban a su paso. En nombre de Dios cometieron horribles matanzas contra musulmanes y judíos. Con la toma de la Ciudad Santa, fundaron el Reino Latino de Jerusalén, cuya duración fue de ciento noventa y dos años, con lo cual proclamaron haber cumplido sus objetivos; un magro logro teniendo en cuenta las matanzas y la devastación causada. Ignorando la crueldad y sevicia con las que injusti cadamente fueron cometidas tantas masacres, las Cruzadas fueron consideradas por la Iglesia Romana en su momento “Un triunfo de la Cristiandad sobre el Islam” Estas campañas que durante doscientos largos años estuvieron asolando a Siria y a Palestina causando la muerte, según los historiadores de la época, de más de tres millones de personas, nalizaron con la retoma por los árabes de Jerusalén en el año 1187, donde su carismático líder, Saladino, al hacer su entrada triunfal en la Ciudad Santa, dio muestra de respeto y consideración a todas las corrientes confesionales. A los invasores cruzados sobrevivientes, les permitió el regreso a sus países de origen, siendo custodiados hacia los puertos de embarque por los árabes para evitar renovados ataques contra ellos. El primer acto de Saladino en Jerusalén, consistió en entregar los lugares santos cristianos a los sacerdotes ortodoxos. La campaña de los cruzados culminó en el año 1291con la derrota de los invasores europeos en la ciudad palestina de Akka, puerto marítimo sobre el Mediterráneo

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Las guerras de los cruzados, in uyeron de nitivamente en la iniciación del colonialismo europeo moderno; el espíritu de conquista y dominio inherente a las mismas, fue asumido entonces por España, Gran Bretaña, Francia, Holanda, Italia, Alemania y Portugal para ser aplicado en sus empresas de expansión colonialista

CAPITULO IV: “EL COLONIALISMO EUROPEO MODERNO

Europa inició su expansionismo colonial a partir de las Cruzadas. Los árabes después de haber permanecido ochocientos años en España son derrotados – Granada 1492cumpliéndose con ello el anhelo de los Reyes Católicos de realizar la unidad territorial y política de la península ibérica; paralelamente el mundo musulmán va consolidando una nueva realidad. Con la expansión otomana sobre gran parte del mar Mediterráneo, puente de enlace entre Oriente y Occidente, siendo el más importante medio para su economía por donde se traían los tan apetecidos productos y bienes, pero que ahora estaba muy restringido por la presencia activamente hostil de la ota otomana, circunstancia que determinó que las monarquías europeas empezaran a vivir un periodo difícil al paralizarse radicalmente el comercio por esa vía, con lo cual se suprime la entrada de las tan deseadas especias y artículos suntuarios que venían del Oriente. Por esa época, la agricultura en Europa era pobre y el dinero escaseaba; la ganadería aunque insu ciente, era la única base de su economía. El otro espacio geográ co conocido entonces era el mar Báltico, pero los países nórdicos no eran apropiados para las conquistas, sus mercancías básicamente consistían en artículos de primera necesidad, resultantes de una producción propia de una economía primaria que todavía no alcanzaba un desarrollo satisfactorio, cuyos niveles de calidad no eran comparables a los de los productos traídos de Oriente Por los relatos del famoso viajero Marco Polo (siglo XIII), se supo de la existencia de un Lejano Oriente desde el cual solían llegar la seda, las especias, las cerámicas, la pasta alimenticia, la pólvora, etc Los grandes mares (Océanos) se conocían pero su vasta inmensidad azul se antojaba siniestra y peligrosa; adentrarse en ella era muy arriesgado

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Gracias al excelente sistema de “Proyección” descubierto y desarrollado por Ptolomeo de Alejandría para confeccionar las cartas geográ cas, invención rescatada por la civilización árabe durante la época de su esplendor, se alcanzaron notables progresos en las descripciones cosmográ cas de la cúpula celeste. Basándose en ese descubrimiento y en sus conocimientos de la astronomía y en la brújula (aporte árabe), los agarenos consiguieron importantes aplicaciones para la navegación; sus descubrimientos relativos a la unión de las coordenadas celestes y terrestres fueron determinantes para las orientaciones marinas. Estos nuevos conocimientos publicados en los tratados árabes hacia el

siglo XIII, se tradujeron al latín y se divulgaron en Europa en los manuales de astronomía. Su difusión y la labor personal de navegantes árabes como Iben Batuta, Ben Haldún y Al Idrissi, permitieron elaborar detalladas descripciones geográ cas que, al ser difundidas, animaron la navegación por los océanos los cuales, hasta entonces, eran considerados una vastedad desconocida y tenebrosa La necesidad imperiosa de conquistar nuevas tierras para reactivar su deprimida economía venía presionando a los países de Europa Occidental para la búsqueda de nuevos horizontes. Con estos conocimientos comienza en el mundo una nueva fase; Los progresos alcanzados en materia de navegación conducen a las actividades encaminadas a explorar nuevas rutas comerciales y a buscar nuevos territorios Las monarquías españolas y portuguesas fueron las primeras grandes potencias marítimas en iniciar importantes exploraciones ultramarinas a partir de 1492, año en que nalizó la dominación árabe sobre España, siendo este país el primero en cruzar el océano Atlántico; por su lado, los portugueses en 1497, siguiendo la ruta del cabo de la Buena Esperanza y navegando por el océano Índico llegaron hasta el Asia, procediendo respectivamente ambos países-España y Portugala colocar sus banderas, el primero en América y el segundo en la India. Estos extraordinarios hechos tuvieron una fuerte repercusión en el Viejo Continente donde la rivalidad empezó a sentirse y las ambiciones europeas, evocando en su espíritu el recuerdo de las Cruzadas, entraron en acción. A partir de entonces, España empieza la conquista religiosa del Nuevo Mundo, y los portugueses, con Vasco de Gama a la cabeza fueron los primeros en pisar el suelo de la India en 1498, sin embargo fracasaron en su intento por conquistar cultural y religiosamente a los habitantes de ese país

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A partir de 1558, los navíos de banderas inglesas, holandesas y francesas, siguiendo la ruta de los españoles y portugueses, comenzaron a surcar los océanos y mares en busca de otros territorios que representarían para ellos un botín colonial. A menudo, estos rivales incursionaban en dominios españoles y portugueses para arrebatarles sus posesiones, especialmente los ingleses quienes además, se dedicaban a saquear los tesoros que transportaban los majestuosos galeones españoles; con ese propósito, contrataban los servicios de piratas de profesión que se dedicaron a merodear por el Mar Caribe con la autorización de la Corona británica para emprender esa labor depredadora quedándose con el 40% del botín y el 60% restante para su majestad británica ; de ahí se acuñó el término “Patente de Corso”. Francia, por su parte, iba emprendiendo varios intentos de colonización tanto en Asia como en América del Norte y el Caribe

El declinar portugués en la India coincidió con la llegada de los ingleses (1600), holandeses (1602) y franceses (1611). Los dos primeros se aliaron para expulsar a los portugueses de ese subcontinente, pero una vez logrado su propósito se desató entre ellos una rivalidad que alcanzó niveles de peligrosa tensión, la cual fue aplacada con la celebración de una especie de acuerdo que estableció el reparto de esa región asignando Indonesia para Holanda, mientras que los ingleses se quedaron en plena posesión del inmenso país de la India

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Francia, que había llegado tarde a esa rapiña colonialista, hacia mediados del siglo XVIII enfrentó militarmente a Inglaterra en la India para sacar una buena tajada de ese extenso subcontinente. En esa contienda los ingleses prevalecieron, no obstante, algunos enclaves aislados quedaron en posesión de las fuerzas francesas, los cuales, hacia la tercera década del siglo XVIII, fueron completamente copados por los ingleses y con ello, hacia los años 1845 y 1848, Gran Bretaña completó su total conquista de la India, convirtiéndola en la colonia más rica para su imperio, tanto por la abundancia de sus productos naturales como también por su numerosa población que representaba un gran mercado cautivo y una mano de obra barata y fuente de reclutamiento para sus contingentes coloniales. Con esos nes de dominio se constituyó “La Compañía Británica de las Indias Orientales”

Cuando el comercio por el mar Mediterráneo se había vuelto casi imposible, afectando las economías de los países europeos, un desconocido pero muy actualizado marino genovés se presentó asegurándoles a los Reyes Católicos de España, Fernando e Isabel que, navegando hacia Occidente llegaría a dar con el comercio del tan codiciado Oriente. Este marino era Cristóbal Colón y si bien estaba acertado en su concepto relativo a la redondez del planeta, no lo estuvo respecto a las tierras que quería contactar. Financiado por estos monarcas ibéricos, Colón plani có, organizó y dirigió su expedición en 1492 con el convencimiento de que la misma lo llevaría a la India, atravesando el océano Atlántico Estando ya próximo a agotar sus provisiones, el 10 de octubre de 1492, la tripulación que nunca había permanecido tanto tiempo sin ver tierra, consideraba que por culpa de Colón estaba perdida en aquella inmensidad marina, se amotinó y estuvo a punto de lincharlo; ante esta situación, Colón no titubeó en prometerles solemnemente el regreso si en tres días no avistaban tierra rme y es cuando surge una providencial salvación al ver bandadas de pájaros y unas ramas otando en el mar augurándoles que estaban al término de su viaje

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El 12 de octubre la expedición llegaba a una isla perteneciente a las Bahamas que Colón bautizó con el nombre de San Salvador; más adelante llegaron a otra isla que fue bautizada con el nombre de Santa María, convencido que era parte del continente asiático, después descubre otras islas; los nativos de la primera isla que le dieron la bienvenida a Colón fueron los Arahuacos del archipiélago de las Bahamas. A continuación Colón se enrumbó hacia el sur, lo que hoy es el Mar Caribe; ahí exploró las islas más grandes; la primera la bautizó La Española (hoy República Dominicana y Haití); a la siguiente isla le puso el nombre de Cuba, nombre que todavía conserva y en ambas se dedicó vanamente a buscar oro y plata, pero lo que encontró a cambio fueron aborígenes pací cos. Colón, siempre atento a cualquier oportunidad, anotó en su bitácora: “desde aquí, en nombre de la Santa Trinidad, podemos enviar todos los esclavos para ser vendidos”. De regreso a España el 31 de diciembre, llevó consigo un pequeño grupo de indios como muestra representativa de su existencia, dejando en ”La Española” una pequeña guarnición de sus hombres

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CAPITULO V: LA EXPANSIÓN COLONIALISTA Y SUS EFECTOS EN AMÉRIC

Su regreso a esa isla, a principios de 1493, lo hizo al mando de una otilla de 17 barcos de apoyo para controlar las nuevas posesiones. A su llegada, descubrió que la pequeña guarnición que había instalado en su primer viaje había sido aniquilada tras una disputa con los nativos, pero ahora, esta nueva expedición contaba con 1.500 soldados españoles que además traían ganado, caballos y semillas para su larga permanencia en estas nuevas tierras. En este otro viaje de refuerzo vinieron también sus dos hermanos para obtener su tajada de esa gran conquista Al instalarse en “La Española”, Colón procedió a asignarle a los nativos cuotas de oro que debían entregarle. Durante varios meses, los pací cos indios “Taínos” se vieron obligados a abandonar la búsqueda de alimento para escarbar oro en las colinas, lo cual desembocó en una hambruna que mató a más de 50.000 de ellos; adicionalmente, capturó a 1.500 indios embarcándolos para España a efecto de venderlos como esclavos dedicados a trabajos domésticos. Estos procedimientos de Colón dividieron la colonia a causa de los desacuerdos surgidos por el bando partidario de que a los indios había que convertirlos en esclavos según el criterio de Colón o convertirlos en cristianos y súbditos de la corona española, según la voluntad de los Reyes Católicos Para imponer su autoridad, España envió a un auditor quien a su arribo, una de las primeras decisiones que tomó fue la de expulsar de la isla a los dos hermanos de Colón, despachándolos encadenados para responder por los asesinatos y los abusos contra los nativos; la corona española, sin embargo, en señal de gratitud hacia Colón por tan importante descubrimiento, terminó perdonándolo a él y a sus hermanos por sus crímenes, pero no volvieron a darle ninguna posición de mando en los nuevos territorios, limitándose solo a utilizar sus conocimientos como navegante. Hasta el nal de sus días, Colón creyó rmemente que las tierras que había descubierto se hallaban cerca de la costa oriental de Asia

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Irónicamente, al año siguiente de la muerte del gran navegante llamado Cristóbal Colón, los inmensos continentes recién descubiertos recibieron el nombre de su amigo Américo Vespucci, cosmógrafo y piloto mayor de la Corona española; este descubrimiento representó el más extenso imperio colonial que hasta entonces se había conocido en la historia. Fue el mismo Américo Vespucci quien, diez años después de ese descubrimiento, llegó a la plena convicción que esa gran masa de tierra constituía en realidad un nuevo continente; por esta razón, el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller quié en su mapa de 1507, propuso el nombre de “América” en su honor como designación para el Nuevo Mundo

Al tomar posesión del Nuevo Mundo, España procedió a parcelar sus dominios con el sistema político entonces denominado “Encomiendas”, conforme al cual, en teoría, los nativos quedarían en posesión de sus territorios pero bajo la supervisión de un funcionario de la corona denominado “Encomendero”, en la práctica sin embargo, las cosas fueron de otra manera. En 1502, Fray Nicolás de Ovando, perteneciente a una orden religioso-militar ibérica, quien llegó a la isla La española con dos mil quinientos colonos, invitó a los caciques indios a un banquete en su honor y una vez reunidos, ordenó asesinarlos, procediendo a continuación a capturar y esclavizar a los restantes nativos que ahora ya no tenían jefes; al año siguiente, Ponce de León, reprimió una rebelión en esa isla, masacrando a más de siete mil indios Taínos. A medida que los españoles se iban consolidando en toda la isla, la población nativa allí se iba mermando hasta quedar reducida en 1518, a escasos once mil personas; los remanentes nativos de esa isla también se fueron extinguiendo a causa del sobreesfuerzo resultante de la esclavitud a la que fueron sometidos y también de las enfermedades transmitidas por los conquistadores como la viruela y la tuberculosis Como la población nativa en La Española fue casi exterminada, los conquistadores empezaron a realizar excursiones en las islas vecinas en la búsqueda de nueva mano de obra esclava; cuando también estas nuevas islas se quedaban sin población, recolectaban más nativos americanos como esclavos en la siguiente porción de tierra y después la siguiente y así sucesivamente hasta convertir en esclavos a todos los indios de las islas del caribe, las cuales entonces habían bautizado como las “Indias Occidentales”

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La gran masa de tierra que los españoles acababan de descubrir, cercana a las islas del Mar Caribe y representada por dos grandes continentes, los deslumbró sobremanera. El primer intento por colonizar estos territorios fue desestimado por la espesura de sus regiones selváticas, por su árido clima tropical y por la amenazadora actitud de sus nativos. En 1508, Vasco de Balboa proveniente de La Española, donde no había tenido éxito con su plantación de azúcar, desembarcó en el istmo centroamericano, uniéndose a una primera expedición más numerosa que había salido de España y cuya misión consistía en fundar una ciudad en lo que hoy es Panamá. Para lograr ese propósito, procedieron a matar a los nativos. Los integrantes de esa expedición eran aventureros, condición que los llevó a apoderarse del oro que encontraban con los indios, al llegar esas noticias a España, los Reyes Católicos enviaron un gobernador para investigar los hechos sucedidos y proceder a restaurar el principio de orden en esa colonia; pero Balboa, quien mediante subterfugios había logrado ponerse al mando de esa posesión colonial, enterándose de la misión que traía desde España el gobernador nombrado, a su llegada, procedió a apresarlo y a colocarlo luego en

un bote agujereado que fue llevado mar adentro. Nunca más se volvió a saber de él Balboa continuó sus expediciones terrestres en cuyo curso, se dedicó a robarles a los nativos los adornos de oro y las joyas, mientras continuaba su avance tierra adentro, atacando a una tribu tras otra, despojándolas de las riquezas que poseían, representadas en oro, plata y perlas. Una de sus más terribles armas consistía en jaurías de perros entrenados para atacar al azuzarlos, soltándolos luego para que despedazaran a los indios que encontraban a su paso. Hacia el año 1513, llegó al Océano Pací co, siendo el primer europeo en conocerlo, preguntándose si ese nuevo gran mar podría ser la ruta para llegar a Asia Desde España fue enviado un nuevo gobernador para reemplazar al que “se perdió en el bote agujereado”. Este nuevo funcionario de la corona de nombre Pedrarías, a su llegada, su primer acto consistió en destituir y decapitar a Balboa por haber suplantado arbitrariamente al primer gobernador enviado, sin embargo al poco tiempo, este nuevo gobernador se reveló como una persona todavía más cruel que el mismo Balboa, procediendo en su frenética búsqueda de oro a aniquilar a casi todos los nativos de la región de Panamá Varias expediciones ibéricas posteriores que habían partido desde su base en La Española para explorar el norte de Panamá, habían fracasado debido a la hostilidad de los nativos, pero entonces el gobernador de Cuba de apellido Velázquez, nombró a Hernán Cortez, uno de los colonos más exitosos de esa colonia para que investigara las historias de aquellas misteriosas tierras del norte. La misión encomendada a Cortez consistía en entrar en contacto con esa región a efectos de informar sobre la misma, pero el gobernador Velázquez se entera que aquellos preparativos que Cortez había organizado eran mucho más cuantiosos, equipados y armados que lo requerido para la misión encomendada, llevándolo a sospechar que esta expedición tenía el propósito de saquear esas tierras vírgenes y considerándolo desde ese momento un rival no digno de con anza. Determinado a suspender dicha expedición, envió a un mensajero con una orden por él rmada para anular la autorización a Cortez, pero el cuñado de este, hizo detener y matar al mensajero de Velázquez, dándole así la oportunidad a Cortez para zarpar. Ya convertido en un amotinado contra la monarquía española, este expedicionario, no teniendo otra opción, siguió adelante con su propósito

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Este viaje desembarcó en Yucatán (México) desde donde continuó su avance hacia el norte, navegando a lo largo del Litoral Atlántico hasta llegar a lo que hoy es Veracruz, donde los expedicionarios emprendieron la marcha hacia el interior de ese territorio. Cortez y sus 500 soldados derrotaron a los guerreros indios de

las tribus Tlaxcalas, enemigos tradicionales de los aztecas; impresionados por la capacidad militar de los españoles, los tlaxcalas se transformaron rápidamente en sus aliados. En octubre de 1519, Cortez reanudó su avance, ahora reforzado con 3.000 guerreros tlaxcalas para atacar la ciudad sagrada de los aztecas llamada Cholula, asesinando a más de 3.000 de sus guerreros y quemando dicha localidad cuyos distintivos estaban representados por seis esplendidos estanques con sus peces de colores y jardines que se entrecruzaban, construidos sobre islas ubicadas en el centro de un lago. En esos dominios aztecas por todas partes se veían brazaletes y adornos de oro. Aunque nunca se supo cuál era el número de sus habitantes, todos los historiadores coinciden en que Cholula era más grande y tenía mayor población que cualquier otra ciudad europea, exceptuando Constantinopla Después de esta destrucción, Cortez encarceló al emperador azteca Moctezuma y es cuando a sus oídos llega la noticia de que una fuerza española enviada por el gobernador Velázquez había desembarcado en la costa con órdenes de apresarlo, pero este reacciona rápidamente derrotando en batalla a los recién llegados. Durante su ausencia para enfrentar a los desembarcados, la guarnición que había dejado Cortez en Tenochtitlán protagonizó un incidente que, según la versión azteca, consistió en la interrupción por los españoles de una ceremonia religiosa para matarlos y después robarle el oro y según la versión de los integrantes de la guarnición, su intervención era para frenar los crueles sacri cios humanos que los aztecas estaban cometiendo en las cúspides de sus pirámides En todo caso, a su regreso, Cortez se encontró con que los aztecas se habían alzado en rebelión y estaban sitiando a sus compatriotas para matarlos de hambre y es cuando procedió a capturar a Moctezuma, llevándolo arrastrado hasta una mirador y obligándolo a exhortar a sus guerreros para desistir del sitio a que tenían sometida a la guarnición española, pero “el Emperador” fue apedreado por su propio pueblo hasta matarlo. A continuación, Cortez terminó siendo expulsado por los aztecas y la mayoría de los soldados españoles, ahora en desbandada, fueron capturados y sometidos a las torturas que representaban los crueles rituales de sacri cios humanos de los aztecas. Sus compañeros de armas sobrevivientes, en su escapatoria, pudieron escuchar durante toda la noche los desgarradores alaridos de quienes tuvieron el infortunio de ser capturados, mientras los sacerdotes aztecas los torturaban lentamente

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Entre tanto y durante el lapso en que los aterrados españoles se recuperaban de la debacle sufrida, un enemigo invisible diezmó a los aztecas: la viruela; una enfermedad que en el Viejo Mundo deja a los convalecientes llenos de cicatrices pero posteriormente los torna inmunes a esta infección. A lo largo de muchas

generaciones, los europeos fueron desarrollando genes resistentes a esa epidemia, para el siglo VII, la viruela ya era en el Viejo Mundo una enfermedad infantil y los adultos muy rara vez morían por causa de la misma; en adelante, esta enfermedad resultaba mortal únicamente a las poblaciones que jamás hubieran estado expuestas a ella. Ahora, esta peste y otras como el sarampión, la tuberculosis y la gripe, empezaban a aniquilar a las propensas poblaciones indígenas, las cuales comenzaron a ser azotadas por epidemias que para ellos, hasta entonces, eran completamente desconocidas Por décadas, los españoles no se habían aventurado a explorar el continente suramericano; fue Francisco Pizarro, un antiguo socio de Balboa, quien guiado por algunos indios salió de Panamá para explorar las costas del Litoral Pací co. Al adentrarse en tierra rme, fue recibido pací camente por los nativos quienes le mostraron la grandeza de su civilización que se extendía a todo lo largo de la costa de lo que hoy es Perú, enterándose Pizarro de dos aspectos relativos a su cultura: lo ricos que eran en oro y lo vulnerables que son aquellos pueblos. Pizarro viajó a España para dar noticias al rey de su hallazgo, obteniendo inmediatamente la autorización del monarca para conquistar a los Incas. A su regreso, descubrió que Tumbes, sede principal del Imperio Inca, había sido saqueada por otros españoles y su población muy disminuida a causa de la epidemia de viruela que se había extendido entre ellos, matando a su rey y al príncipe heredero y que ahora, sus otros dos hijos mantenían una pugna por el control del imperio, resultando vencedor el que llevaba de nombre Atahualpa Francisco Pizarro, con 200 soldados españoles, ocupó la ciudad inca de Cajamarca que estaba desierta y desde ahí, acordó un encuentro con Atahualpa, quien llegó a la plaza con 80.000 incas ataviados para el combate con penachos y armados con lanzas, hachas y piedras, para encontrar que, en vez del ejército español, fueran recibidos por un fraile Domínico que los conminó en términos ultimativos a convertirse al cristianismo o ser atacados Aquella oferta era el procedimiento tradicional y legal que precedía todas las agresiones españolas contra los indios. La iglesia, ciertamente condenaba los asesinatos y las masacres sin motivos justi cables pero los permitía contra los idólatras; por lo tanto, para justi car sus matanzas, los españoles primero tenían que con rmar su paganismo para después atacarlos y eliminarlos

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Atahualpa subestimó el ultimátum del fraile, considerando que los pocos españoles que había visto no representaban ninguna amenaza para sus muy numerosos guerreros, pero los españoles, agazapados alrededor de la plaza, abrieron nutrido fuego de cañón contra la densa concentración de incas para

luego iniciar una carga de caballería, armados con sables contra los ahora aturdidos guerreros, matando a más de 8.000 de ellos mientras el resto huía en desbandada, sin sufrir los españoles ni una sola baja Pizarro apresó personalmente Atahualpa haciéndolo su prisionero y forzándolo a comprar su libertad llenando la vivienda donde fue retenido con oro y plata; valiosas piezas de arte inca en estos preciosos metales fueron entregadas a los españoles quienes las fundieron y aplanaron para su más fácil transporte a la península Ibérica A pesar de haber pagado por su liberación, Pizarro mantuvo preso a Atahualpa, ordenando al mismo tiempo exterminar a todos sus familiares dispersados a lo largo y ancho del ahora derrotado Imperio Inca; Atahualpa fue nalmente condenado a ser quemado vivo en la hoguera pero antes, brindándole la oportunidad de una sentencia más leve si se convertía al cristianismo; Atahualpa aceptó y los españoles lo mataron estrangulándolo .No obstante estas derrotas, todavía seguían subsistiendo en los dominios incas algunos bolsones de resistencia inca contra los invasores, los cuales, lentamente fueron extinguiéndose en la medida en que los españoles estrechaban el cerco contra ellos; paralelamente iba aumentando el ujo de nuevos conquistadores que llegaban con la ilusión de hacerse de una parte importante del botín, pero aún antes de sofocar totalmente la resistencia inca, los españoles empezaron a luchar unos contra otros Hacia 1549 los conquistadores ibéricos comenzaron a descubrir minas de plata en una montaña en la región de Potosí al sur de lo que hoy es Bolivia. Durante las siguientes décadas se fueron reclutando sistemáticamente nativos americanos para realizar el trabajo extenuante de cavar la montaña; los accidentes mineros eran frecuentes y los muertos solían ser muy numerosos; además, los vapores de mercurio que dichas excavaciones emanaban, iban afectando seriamente la salud de aquellos nativos que no morían en los derrumbes. Los mineros fallecían en decenas de miles, pero la plata de Potosí colmó las ambiciones colonialistas españolas a lo largo de dos siglos

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En 1559, se esparce el rumor de la existencia de un reino de oro ubicado en algún lugar al norte del continente suramericano que, la leyenda va bautizando con el nombre de “El Dorado” y ubicándolo en la región de Bacatá, actual Bogotá, Colombia, donde existían grandes cantidades de oro puro, leyenda que dio lugar a la conformación de una expedición española que partió de Perú, atravesando los Andes y abriendo pasos a machetazos por la densa y peligrosa selva del

Amazonas, hasta llegar a la anhelada Bacatá, sin encontrar nunca el Dorado, reino fantasioso que ilusoriamente fueron a buscar Pocos años después del descubrimiento de Cristóbal Colón bastaron para que las arcas exhaustas de las monarquías ibéricas se llenaran de oro y plata y para que la cantidad circulante de estos valiosos metales se quintuplicara en el Viejo Continente haciendo crecer una numerosa burguesía que disponía de una holgada riqueza El caso de los indios nativos de Norteamérica es demasiado extenso para ser explicado en estas páginas, pero haciendo una abstracción recapituladora, podemos decir que durante la conquista de ese extenso continente, los colonos europeos fueron desplazando cada vez más a los aborígenes de sus tierras ancestrales, originándose en ese proceso colonizador sangrientos enfrentamientos entre nativos y conquistadores europeos A partir de 1815, los colonos procedentes de Inglaterra, Holanda, Francia y los países escandinavos, que antes de esa fecha eran los protagonistas antagónicos de con ictos geopolíticos en esas tierras, ahora lograron deponer sus diferencias para seguir su avance, atrayendo cada vez más un mayor ujo migratorio europeo y ocupando más territorios indios, iniciando con ello un ciclo de continuada anexión de tierras pertenecientes a los pueblos nativos, cuyo apogeo se alcanza bajo los auspicios del Presidente Andrew Jackson (1829-1837), de Estados Unidos, quien inicia una política o cial de erradicación de los nativos norteamericanos a través de una auténtica campaña de limpieza étnica, cuya primera fase consistió en exterminar los búfalos que en grandes manadas vagaban por las praderas del oeste americano. Esta medida se ejecutó, por constituir estos animales la principal fuente de alimento de los indios de América del Norte La cultura religiosa (calvinista) de los colonos holandeses y anglosajones quienes mayoritariamente poblaron el hemisferio norteamericano, sostenía la tesis que los indios nativos eran hijos del demonio y por lo tanto no tenían alma, en consecuencia, la eliminación física de ellos a efectos de apoderarse de sus tierras, era lícita y aceptable. El lema enarbolado para ejecutar la eliminación física de estos aborígenes fue: “el mejor indio es el indio muerto”; y para ello, pagaban una suma de dinero para incentivar su exterminio, sirviendo el cuero cabelludo como prueba del hecho para reclamar la recompensa ofrecida

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Las crueldades y asesinatos durante ese proceso de aniquilación de nativos fueron las causantes de una parte de la extinción de los indios durante la

conquista de los dos continentes americanos; las epidemias y las enfermedades hicieron el resto. Durante siglos, el contacto entre las nutridas poblaciones de Europa y Asia a través de sus intercambios comerciales, dotaron a todos estos grandes grupos humanos del Viejo Mundo de altos niveles inmunológicos que proporcionaban defensas naturales a sus organismos frente a las epidemias comunes de entonces; evolución desarrollada a lo largo de muchas generaciones, en cuyo curso los sobrevivientes a estas pestes, en un proceso de selección natural de aquellos que lograban sobrevivir a los contagios. Sin embargo, los nativos americanos eran biológicamente más vulnerables por no estar inmunizados, resultando de ello que tribus enteras murieran a causa de estas enfermedades, tan solo por un leve contacto con los europeos En conclusión, el sobresfuerzo por la esclavización, la belicosidad de los conquistadores europeos y su política o cial de limpieza étnica, las hambrunas y las epidemias fueron determinantes en la casi exterminación de los indios americanos

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Lo cierto es que como nunca existió un censo que re ejara cifras aproximadas acerca de que a cuanto ascendía la población nativa de las Américas antes de la llegada de los europeos, como tampoco existen registros estadísticos de cuantos indios murieron como consecuencia de las hostilidades, matanzas, recompensas, epidemias y hambrunas, las evaluaciones que se hacen hoy día sobre la población de los nativos precolombinos se basan en cálculos meramente especulativos. Sin embargo, los estimativos que hacen la mayoría de los historiadores estudiosos de este tema, calculan que los aborígenes fallecidos por las razones mencionadas, puede estar en más de 10.000.000 y en menos de 20.000.000

CAPITULO VI: COLONIZACIÓN Y POBLAMIENT

La fecha de 1492, además de marcar el descubrimiento de los grandes continentes e islas de que se conocieron luego con los nombres de América y el Caribe, señaló además el inicio de un periodo de la expansión colonial europea. El Nuevo Mundo fue el primero pero no el único espacio abierto al proceso colonizador, Mientras España exploraba las costas de los continentes americanos, casi al mismo tiempo, portugueses, ingleses, holandeses y franceses doblaban el Cabo de la Buena Esperanza, atravesaban el Océano Índico y tomaban posesiones en el subcontinente indio, en China y en varias extensiones y archipiélagos del sureste asiático y del Océano Paci co. Esas mismas potencias extendían sus dominios también sobre otras regiones recientemente descubiertas: España se adueñaba de Filipinas; Portugal puso pie en varios puntos de India y de China; Inglaterra y Francia se disputaban India y Holanda tomaba posesión de Indonesia; pero todas estas regiones estaban ya muy pobladas y jamás podían ser consideradas como territorios para asentar en ellos el excedente poblacional europeo; en consecuencia eran considerados solamente como colonias cuyo valor se justi caba únicamente por motivos económicos y políticos Los primeros colonos europeos del continente americano procedían de España y en su mayor parte estaban representados por aventureros que formaron en el Nuevo Mundo una aristocracia territorial; primeramente se establecieron en las Antillas pero pronto se ampliaron a ambos continentes desde California y la parte sur de Norteamérica hasta el extremo de América del Sur, excepto Brasil que siempre estuvo bajo el dominio portugués. Se calcula que en el periodo de 150 años desde su descubrimiento, bajo el dominio español, aproximadamente 3.000.0000 de sus ciudadanos habían emigrado a América Latina

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En América Central y del Sur, al principio, un reducido número de españoles y portugueses imponían su dominio sobre amplias poblaciones indígenas en donde más tarde y en forma gradual se fueron mezclando con ellas y de ese modo, con el tiempo, fueron formando nuevas naciones. Hubo mezclas con los aborígenes en México, América Central, Islas del Caribe y América del Sur; en la colonización portuguesa de Brasil y las Azores también hubo mestizaje con excepción de Argentina, país que en 1870 y ante el hecho que los indios allí resultaron no ser dóciles ni amistosos, terminaron siendo diezmados para abrir las Pampas a los colonos procedentes de Europa. Los españoles empezaron a

poblar México y la región del Río de La Plata; los portugueses, lo que hoy es Brasil Hacia nales del siglo XVI, la colonización se va orientando poco a poco hacia América del Norte. En el transcurso del siguiente siglo fueron fundados los primeros asentamientos en la costa atlántica de ese continente. La mayor parte de esos colonos eran familias enteras procedentes del Reino Unido, pero también entre ellos había algunos grupos de los países nórdicos y de Francia. Con todo, es poco probable que para esas fechas su número haya sobrepasado al de los inmigrantes españoles. Los ingleses, escoceses, franceses, holandeses y suecos se dirigieron hacia la costa Este de América del Norte; y los daneses en las Indias occidentales. Algunas colonias estaban constituidas por regiones del África donde los holandeses, ya desde 1652, habían incorporado la colonia de El Cabo, la cual poblaron ampliamente en tanto que en el hemisferio occidental se establecieron rmemente en Curazao y Aruba Francia a su vez acometió varias importantes empresas de colonización durante el siglo XVI, reclamando regiones del continente norteamericano. Colonos y contingentes franceses con sus misioneros, gradualmente fueron organizando sus dominios a ambos lados del río San Lorenzo, desde donde luego se dirigieron hacia el norte, a la región de los grandes lagos, hasta llegar a los anchurosos ríos que uyen en dirección al sur. El Misisipi y sus a uentes representaron el vínculo entre las posesiones francesas del Canadá y sus asentamientos en la sureña Louisiana. En América del Sur, los franceses enfrentaron sus pretensiones en Guyana y las Indias Occidentales, logrando arrebatárselas a los españoles. Algunas de estas islas eran importantes desde el punto de vista económico

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A diferencia de los franceses y españoles, los ingleses, para a rmar sus derechos en las nuevas tierras, siguieron una política de colonización efectiva con la instalación de grandes cantidades de inmigrantes procedentes tanto de las islas británicas como también de los países nórdicos, a quienes incentivaron, convirtiéndolos en propietarios de las parcelas de tierra donde se instalaban. De esa forma, fueron creando una serie de colonias en la costa atlántica de América del Norte y también en las Malvinas, islas pertenecientes a la Argentina. Los asentamientos de las potencias coloniales rivales en esa región eran de los holandeses como la colonia de Nueva Ámsterdam (hoy Nueva York) y de los franceses en Acadia (hoy Canadá), las cuales pronto pasaron a ser dominio británico. Las colonias francesas que se extendían al norte y al noroeste de ese continente, representaban en ese entonces un obstáculo mayor para el proyecto expansionista inglés. La estrategia de los británicos para lograr el apoyo de los colonos por ellos instalados en los territorios concedidos, consiguió nalmente

derrotar a los franceses en las batallas que se desarrollaron entre 1754 y 1763, al cabo de las cuales, los británicos terminaron adueñándose de Canadá y de todo el continente al Este del Misisipi y es justo en el tiempo cuando parecía que ya habían asegurado su imperio, los pobladores por ellos implantados en Norteamérica, inician la primera gran rebelión anticolonial de los tiempos modernos, cuyo detonante fue el impuesto al Té Pero es a partir de los siglos XVII y XVIII cuando el masivo ujo migratorio europeo se orienta hacia el Nuevo Mundo y con algunas corrientes segundarias hacia Australia, Nueva Zelanda y África del Sur. Esas fuertes oleadas migratorias, alcanzaron su máximo nivel durante el periodo de 1830 a 1935, etapa durante la cual no solamente aumentó en forma extraordinaria el número de emigrantes sino que además, estos procedían ahora de Europa Oriental y del Medio Oriente. En los dos siglos anteriores, España, Portugal, Islas Británicas, Países Bajos y Escandinavos habían suministrado la mayor parte de los colonos, partir del siglo XIX, Alemania, Irlanda y más tarde Italia, Austria, Hungría, Polonia, Rusia y otros países balcánicos y del Cercano Oriente enviaron a sus hijos por centenares de miles en lo que sin duda fue el mayor éxodo de la historia, cuyo número se calculó en 55.000.000 de personas. Gran parte de esos emigrantes se establecieron en América del Norte y del Sur y el resto, aproximadamente 4.000.000, en Australia, Nueva Zelanda y poco más de 1.000.000 en la Unión Sudafricana; tiempo después, esos territorio dejaron de ser colonias, convirtiéndose en Estados independientes Las ambiciones colonialistas y con ellas las rivalidades continuaron con su desaforada carrera; el auge de los británicos y holandeses en los siglos XVII y XVIII animó a ambos imperios para luego verse los holandeses, a su vez, acosados por otras potencias europeas. En la primera mitad del siglo XIX, Francia y Gran Bretaña dominaron a China, también poseían otras colonias en Asia, en las Indias Occidentales y en África, mientras que el Reino Unido gobernaba ya sobre Canadá, India, Australia y Nueva Zelanda. La actitud imperante en la Europa de entonces consistía en una competencia permanente entre los países colonialistas por consolidar un imperio en ultramar. Hacia nales del siglo XIX, la pugna entre las naciones europeas por conseguir recursos naturales, mano de obra barata y mercados cautivos, los impulsa ahora para anexionarse los territorios de África y Asia

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Mientras tanto en 1849, tras vencer a los sikhs en la Provincia de Punjab, toda la India quedó sometida al régimen colonial inglés y en 1857 estalla una revuelta entre las las de los contingentes indios que integraban las tropas de ocupación inglesas (Cipayos). Para contener esa revuelta, los británicos se vieron obligados

a enviar refuerzos militares a efectos de fortalecer su dominio sobre ese vasto país, tarea que se logró con gran di cultad debido a que por ese entonces, los refuerzos militares que enviaba Inglaterra tenían que cubrir una considerable distancia navegando desde el Océano Atlántico hasta el extremo sur del continente africano, bordeando el siempre tormentoso mar del Cabo de Buena Esperanza, para luego cruzar el Mar Arábigo y el Océano Indico hasta llegar a su muy lejano destino: la India. No obstante todas estas di cultades, los ingleses siguieron su ruta colonizadora en el Lejano Oriente conquistando Birmania, China, Malasia; también invadieron Sudáfrica donde tuvieron que enfrentarse en lucha armada contra los antiguos colonos holandeses (Boers) y contra las tribus nativas de los Zulúes Se desata entonces una carrera entre los países europeos para adjudicarse su tajada del botín colonialista lo que hace que en el continente africano con uyan las ambiciones expansionistas de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Bélgica, portugal e Italia. Por su parte Francia, ya desde 1830 había ocupado Argelia, iniciando un periodo de poblamiento y de acelerada expansión colonial que en los años siguientes ampliará a Túnez y Marruecos en el norte de África y también a lugares tan distantes como China, Madagascar e Indochina (Vietnam, Camboya y Laos). De esta manera se inicia un proceso de reparto de áreas de in uencia en los continentes de Asia y África por parte de los países europeos

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En África, cierto número de guarniciones militares de Francia se instalaron en Senegal y hacia mediados del siglo XVIII iniciaron la creación de un imperio en el sudeste del subcontinente indio, pero la circunstancia de que por esa misma fecha, los franceses tuvieron que concentrar su atención en los problemas surgidos en su entorno europeo más que en sus dominios de ultramar, determinó que hacia 1763, perdieran sus posesiones en América del Norte en bene cio de Inglaterra y España, pero logrando conservar Senegal y Guyana, constituyendo con estos territorios, junto con Argelia, un imperio colonial francés. La nación que mejor aprovechó la decadencia de las potencias coloniales francesa, holandesa, portuguesa y española fue Gran Bretaña, donde sus primeros intentos de expansión colonial ultramarina se realizaron antes del año 1600, principalmente en el continente norteamericano y fue allí donde concentraron todos sus esfuerzos a efecto de consolidar su ensanchamiento colonial. A partir de los nales del siglo XVIII esa etapa de expansión territorial orienta sus ambiciones colonialistas no al poblamiento de los nuevos territorios sino por la búsqueda de más mercados y territorios en ultramar; al mismo tiempo la necesidad que existía para proteger sus intereses mediante el ensanchamiento de sus dominios impedían a las grandes potencias colonialistas conformarse solamente con poseer unos cuantos enclaves costeros en África y en Asia, ahora

incluían ubicaciones que estaban más adentradas en esos continentes: Nigeria y Ghana junto con Sierra leona y Gambia, pasaron a consolidar sus dominios Entre los años 1880 y 1890, muchos jóvenes de la élite europea se sintieron atraídos por esos nuevos territorios frutos de esa expansión colonial, participando como exploradores, administradores e ingenieros que con su especialidad fueron contribuyendo para abrir los territorios coloniales de estos nuevos dominios. La creciente curiosidad cientí ca y el ansia de estas nuevas generaciones europeas por viajar a regiones desconocidas y exóticas, demostraron que los nales del siglo XIX, constituían además una era de aventuras y de oportunidades para nuevos ingresos económicos resultantes del comercio del mar l. Adicionalmente al entusiasmo por las hazañas de los exploradores y los aventureros, hubo otras razones detrás de esta expansión colonial; algunos de los territorios anexados eran el resultado de las iniciativas y acciones individuales de comerciantes ambiciosos que tomaban por su cuenta ciertos territorios, recibiendo, como era de esperarse, el apoyo incondicional de su gobierno. La guerra de los Boers se debió en gran parte a razones de este tipo. Con justo motivo, Lenin, el líder de la Revolución Rusa, a rmó que esa nueva era imperialista nació debido a que el capitalismo necesitaba nuevos territorios y nuevos mercados para absorber la superproducción de las metrópolis África, con el mismo criterio, fue repartida por dichas potencias a las cuales también se habían unido ahora, atraídas por sus grandes recursos naturales y mineros, Italia, Alemania y Bélgica y al igual que en el caso de Asia Oriental y el Pací co, estas potencias no buscaban en África más que ventajas económicas, salvo en Sudáfrica, territorio que se prestaba para una colonización en masa por los europeos. Lo mismo ocurrió con Australia y Nueva Zelanda y en la isla de Hawái que fueron convertidas en importantes regiones de colonización y poblamiento

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No obstante sus frenéticas ansias colonialistas, las potencias de Europa Occidental se encontraban completa y de nitivamente excluidas del reparto de la porción septentrional de Asia. Los vastos territorios que se extienden desde los Urales hasta el Océano Pací co eran para ellos inaccesibles desde el sur y bloqueados en el este por China, pero en cambio representaban una conquista fácil para Rusia, que disponía de una vía de acceso natural a esta región. Los pobladores siberianos, dispersos y mal organizados, no estaban en condiciones de ofrecer resistencia ni oposición al dominio ruso ni a su actividad colonizadora, de esta manera, si las potencias europeas extendieron su imperio sobre la mayor parte del globo en el transcurso de los 450 años que siguieron al descubrimiento de América, las emigraciones europeas se dirigieron únicamente hacia algunas

partes de los territorios bajo dominio de esas potencias occidentales. La expansión rusa hacia las vastas extensiones del norte de Asia y de Siberia tomó proporciones menos gigantescas que las de Europa Occidental; pocos millones de campesinos rusos se establecieron en las llanuras fértiles y las regiones boscosas de esas zonas, todas ellas ricas en minerales, colonización que tomó un ritmo más acelerado a partir de la Revolución Rusa (1917)

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Estos movimientos migratorios en casi todos los casos in uyeron profundamente sobre las poblaciones nativas de esos territorios conquistados. En las regiones abiertas a la inmigración, provocaron el desplazamiento – y en ciertos casos, el exterminio– de los pueblos autóctonos. Sobre un panorama más amplio, originaron también una serie de desplazamiento de poblaciones subsaharianas, una de las más importantes fue la que transportó a decenas de millones de negros durante el periodo de “comercio de esclavos”. La expansión del colonialismo europeo también originó el desplazamiento de poblaciones del Lejano Oriente; estas ocurrieron principalmente en el siglo XIX y comienzos del siglo XX a causa de las condiciones creadas por la hegemonía europea en las regiones conquistadas, los hindúes proporcionaron la mano de obra en Sudáfrica y los chinos para la construcción de las vías férreas en el Medio Oeste y en la costa del pací co norteamericano

CAPITULO VII: EL COMERCIO DE ESCLAVO

El período comprendido entre el inicio de la guerra de los Cruzados y el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, dentro del orden mundial se caracterizó por el sentido religioso, pero además dio lugar a un nuevo contacto entre pueblos de otras razas, a partir de este inicio, los navegantes y comerciantes españoles y portugueses emprendían sus largos viajes de descubrimientos y conquistas entrando en contacto con poblaciones y civilizaciones hasta entonces desconocidas. A lo largo de las costas atlánticas del África Subsahariana, los portugueses encontraron poblaciones de raza negra dóciles y amigables, pero hasta entonces no habían pensado en reducirlos a la esclavitud y más bien se propusieron convertirlos al cristianismo, lo que los hacía iguales a los demás cristianos. En efecto, buen número de negros convertidos se asimilaron a la sociedad portuguesa, llegando algunos de ellos a ocupar cargos públicos; solamente se modi có esta actitud respecto a los negros cuando la expansión colonialista proporcionó a los conquistadores territorios nuevos Desde que tomaron posesión sobre los continentes americanos, los portugueses primero y los españoles poco después, empezaron a traer esclavos negros para trabajar en sus plantaciones de caña en sustitución de la mano de obra de los indios nativos cuya labor no les satis zo debido principalmente al azote de las enfermedades y epidemias de las que fueron víctimas. A partir de 1630 los ingleses, holandeses y franceses, empezaron a incursionar en esa lucrativa como inhumana actividad El descubrimiento de América ofreció al viejo mundo extensos y muy fértiles territorios repartidos en dos hemisferios que ofrecían un campo de oportunidades ideal desde el punto de vista de la explotación económica del tabaco, arroz, algodón, café, cacao, índigo, caña de azúcar, productos que se podían vender en Europa con grandes ganancias, lo más difícil era procurarse la mano de obra necesaria. Estas ricas tierras de América no podían aprovecharse porque no había adecuada disponibilidad de labradores para trabajarlas. En el continente Suramericano, las nuevas enfermedades traídas por los europeos estaban diezmando a la población nativa que carecía de las defensas naturales del organismo que ya habían desarrollado los habitantes del Viejo Continente

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Fueron los portugueses quienes al entrar en contacto con África Occidental buscando oro con los tra cantes nativos, quienes descubrieron que

adicionalmente podían hacer más dinero todavía poniendo a trabajar, sin remuneración salarial (trabajo esclavo), a grandes cantidades de negros en las plantaciones que tenían en sus archipiélagos tropicales de Madeira y Cabo Verde, recientemente conquistadaos en el Océano Atlántico. Estas prácticas dieron comienzo a la inhumana modalidad del comercio de esclavos Después de que los portugueses demostraron en 1510, en sus posesiones del Atlántico, que cultivar azúcar con mano de obra esclava africana era muy rentable, es cuando España a partir de 1513, abrió las puertas del Nuevo Mundo a los tra cantes de esclavos portugueses. Desde entonces y por casi un siglo, el comercio de esclavos fue una actividad permanentemente ejercida por ellos, pero a partir de 1630 empezaron a ser desplazados militarmente en ese “negocio” a nivel mundial; el vacío creado por el descalabro portugués fue llenado en pleno por otras potencias europeas que se dedicaron por completo a esta actividad. Para el año 1780, Holanda, Inglaterra y Francia fueron las tres potencias colonialistas que dominaban el “comercio de esclavos” La economía basada en el comercio del azúcar y el algodón con mano de obra esclava era tan lucrativa que todos los países marítimos de Europa trataron por esa época de obtener su tajada de esa despiadada práctica. Naciones como Dinamarca, que hoy día, muchos consideran que nunca estuvo involucrada en esa cruel práctica, en su momento, tuvo una activa participación en la misma; la “Compañía Danesa de la India Occidental y de Guinea” tenía dos “Centros de Acopio de Esclavos”, uno en el África negra y otro en las islas vírgenes, donde recogían a los desventurados cautivos para transportarlos a sus colonias; las Antillas holandesas eran el punto de concentración previo a su arribo al Nuevo Mundo Para los jefes de varias tribus del África negra, el comercio de esclavos les representaba una actividad lucrativa que enriquecía extraordinariamente tanto a ellos como a sus círculos familiares por las regalías y sobornos que alimentaban su criminal negocio consistente en rebañar, vender y embarcar a los esclavos para ser conducidos a su despiadado destino; a cambio de esa labor, además del dinero recibían baratijas de cobre y latón, telas de vivos colores, ollas, cuchillos y otros cachivaches

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En un principio, estos caciques comerciaban con personas que eran marginadas de su sociedad tribal por haber cometido delitos mayores o menores, pero a medida que aumentaba la demanda, las tribus costeras africanas, emprendían guerras con el único propósito de capturar miembros de otros clanes para venderlos como esclavos; con ese propósito se adentraban cada vez más en el continente para buscar nuevos prisioneros. Al incursionar en las aldeas, solían

matar y/o abandonar a los ancianos y niños porque no había mercado para ellos El resto de los pobladores eran conducidos en contra de su voluntad para ser vendidos a los tra cantes europeos La trayectoria de los capturados para ser embarcados desde las costas del África Occidental hacia el Nuevo Mundo se hacía en la india a través de un sendero muy alejado del sitio de entrega. Ese largo recorrido lo hacían con grilletes en el cuello, en las muñecas y en los tobillos para luego ser conducidos en caravanas donde iban unidos uno al lado del otro con un yugo en el cuello y cadenas en las muñecas. En el camino, estos desdichados solían ser azotados con látigos, golpeados y pateados, bien para apurar su marcha o para que no se detuvieran. Los débiles eran algunas veces abandonados a su suerte y otros, asesinados; de ahí que las principales rutas de esclavos estaban siempre sembradas de cadáveres insepultos. Los hombres más fuertes y robustos eran los de mayor valor en el “mercado de esclavo” y en términos generales, los varones superaban en número a las mujeres en una proporción de dos a uno debido a que en el África negra, las mujeres solían alcanzar un precio bastante alto para evitar ser vendidas como esclavas Aproximadamente la mitad de los esclavos morían durante las largas marchas hacia la costa o mientras esperaban a los compradores. Si lograban llegar al punto de embarque, eran retenidos en barracones mientras arribaban los negociadores con sus barcos “negreros”. Algunas de esas barracas eran sólidas fortalezas donde estos infelices eran hacinados en lúgubres mazmorras mientras que otros eran encerrados en corrales a cielo abierto donde los capturados aguardaban expuestos al sol y a la lluvia. Todos estos lugares estaban abarrotados, llenos de excrementos y orinas y de moscas zumbando en derredor

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Los barcos negreros solían recorrer las costas del África Subsahariana buscando concretar los mejores negocios. Compraban unos pocos esclavos en una parte y otro un tanto más allá; a veces tardaban meses en reunir un cargamento completo. En muchos puntos de la costa, estos barcos fondeaban alejados a poca distancia de la misma y esperaban que los captores les embarcaran los esclavos y en otros casos, los compradores europeos pisaban tierra rme para inspeccionar su “mercancía” y regatear los precios. La edad de estos desdichados se calculaba por la calidad de su dentadura ya que algunas veces los vendedores les afeitaban la cabeza para ocultar las canas y con ello la edad, a efectos de obtener mejores precios. Una vez concretada la venta, los esclavos eran marcados con hierro caliente para identi car la propiedad como solían hacerlo con el ganado; a continuación eran conducidos desnudos para abordar el barco, pues las ropas solían añadir más suciedad durante la travesía hacia el Nuevo Mundo. A los

En los barcos, los tra cantes procuraban mantener razonablemente saludable su “mercancía humana”; en esas largas travesías marinas, los esclavos no eran maltratados; a bordo se les suministraba abundante agua y alimentos ricos en almidón como galletas y arroz y algo de proteína vegetal a base de frijoles; si un esclavo iniciaba una huelga de hambre, se le abría la boca con una cuña para alimentarlo por la fuerza Generalmente las tripulaciones de estos barcos negreros estaban consideradas en el ambiente marinero como la peor escoria y su asignación representaba el más denigrante trabajo que se le podía adjudicar a un aspirante de marinero, pues eran los peor pagados de ese gremio; Estas tripulaciones solían estar conformadas por los elementos más marginados y pendencieros, cuyas peleas generalmente se libraban con puñales pues el trá co de esclavos los convertía en personas insensibles e indiferentes a la brutalidad; por otra parte, su ambiente laboral a bordo de estos barcos les proporcionaba una atmósfera muy contaminada, exponiéndolos a las mismas enfermedades y al mismo índice de mortandad que también afectaba a los esclavos, cuyo registro solía ser aproximadamente del 15%

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Cuando el barco estaba próximo a arribar a su destino, los esclavos, bajo estricto control, solían ser llevados a cubierta por cortos periodos para airearse y hacer algo de ejercicio; gradualmente también se les iba librando de algunos grilletes no tan esenciales. Ya en las costas del Nuevo Mundo, los lugareños solían a rmar que se podía oler cuando un barco de esclavos entraba al fondeadero tras varias semanas en el océano, pues apestaba a orina, heces, vómito y sudor acumulado de 200 o 400 seres humanos con nados por más de un mes; las cálidas brisas caribeñas solían propagar el hedor por toda la ciudad. Los barcos negreros acostumbraban anunciar su llegada con una gran ceremonia que iniciaban con salvas de cañón para atraer a los compradores; una vez atracados en el puerto,

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esclavos que nadie compraba se les mataba en el acto ya que mantenerlos con vida constituía un factor de costo que los negociantes no tenían la voluntad de asumir por cuanto mermaba sus ganancias y por otra parte, dejarlos libres podría alentar a los futuros cautivos a hacerse inservibles. Normalmente cada barco transportaba de 200 a 400 esclavos a quienes apiñaban bajo cubierta, encadenados por pareja, tobillo con tobillo y muñeca con muñeca, uno al lado de otro y en espacios muy estrechos. En los rincones de dichos espacios había cubos que hacían las veces de retrete a donde el esclavo, para hacer sus necesidades siológicas tenía que ir encadenado a su pareja; muchos no lograban llegar a tiempo al cubo y estos barcos apestaban a excrementos humano. Hombres y mujeres estaban encadenados en compartimentos separados

los esclavos debían ser inspeccionados por un médico a efectos de establecer si eran portadores de alguna enfermedad contagiosa; concluida esta labor, eran desembarcados y conducido a una especie de prisiones donde eran lavados y alimentados abundantemente para que su apariencia resultase más saludable y con ello poder venderlos a buen precio. Cumplido lo anterior, solían exhibirlos y subastarlos como mercancía; una vez cerrada la “transacción comercial”, eran nuevamente marcados con hierro al rojo vivo para identi carlos como propiedad de sus nuevos dueños. Terminada esta etapa son llevados a los campos de azúcar, algodón o café, donde después de un breve período de aclimatación, empezaban a realizar un trabajo verdaderamente duro. Muchos otros eran destinados a trabajar en las minas o en el servicio doméstico En la región Caribe y de Suramérica, ya en sus lugares de trabajo, los esclavos registraban un alto índice de mortandad que solía ser mayor que el de su reproducción, por consiguiente la fuerza laboral de esclavos siempre terminaba siendo insu ciente, lo que obligaba a que sea continuamente reforzada. Una mayor demanda de esclavos activaba más ese infame “comercio”. La expansión del colonialismo europeo y el surgimiento de la industrialización a partir del siglo XVI, convirtió a los habitantes negros del África Subsahariana en simple mercancía que se podía comprar y vender al por mayor y al detal, tanto a través de grandes distancias como en los “mercados locales especializados” Esta actividad se destacó por su crueldad y dio origen al racismo, dividiendo a la humanidad por el color de su piel. En el Nuevo Mundo, donde fueron llevados estos esclavos, el colonialismo estableció un círculo vicioso cuya tesis consistió en considerar que la esclavitud era el estado natural y obvio de las personas de raza negra, asociando el color oscuro de su piel a esta condición y llevando a los europeos a considerar que toda persona de piel negra tenía que ser necesariamente esclava y si ya no lo era, de todas maneras había que tratarla como si lo fuera; es por eso, que aun siendo libres en los Estados Unidos, en las posesiones de Gran Bretaña y en la Unión Sudafricana, su integración con los blancos estuvo prohibida por la ley, fundamentándose en amañadas teorías de la “superioridad intrínseca de la raza blanca y la inferioridad innata de la negra” Ese comercio de esclavos promovido, desarrollado y ejercido por el colonialismo desarraigó a muchos millones de pobladores de

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África Subsahariana; se calcula en 17 millones de negros que fueron desembarcados en las américas. Ese número sería mucho más elevado si se tuviese en cuenta todos los que perecieron en esa inhumana travesía, El comercio de esclavos produjo, además de los indecibles sufrimientos por el trato

inhumano aplicado a estos infortunados, la muerte de aproximadamente 19.000.000 de negros a lo largo de tres siglos. La mortandad causada por el comercio de esclavos en el transcurso de ese periodo, se producía en cualquier fase a lo largo de un trayecto cuyas etapas consistían en la captura, transporte hasta los sitios de embarque y la travesía por el Atlántico como también por el sobreesfuerzo en el lugar de trabajo. Los embarques de esclavos desde el África negra hasta las Américas continuaron hasta el año 1860 En los anales de la historia por esa época, la censura más severa que ocasionalmente aludía contra la esclavitud, consistía simplemente en unas recomendaciones para dispensar un mejor trato a los esclavos. La Biblia, citaba la esclavitud en términos de aprobación, considerando esa práctica como un modelo que coordinaba la relación del hombre con Dios: el Antiguo Testamento cita a Dios maldiciendo y condenando a los descendientes de Canaán a la esclavitud, San Pedro y San Pablo le inculcaban a los esclavos guardar obediencia a sus amos; en 1452, el Papa Nicolás promulgó la encíclica “Dum Diversus” que concedía a los países católicos completa y absoluta discrecionalidad para “perseguir, capturar y someter a los paganos y a los in eles porque son enemigos declarados de Cristo y estén donde estén deben ser aprehendidos y sometidos a la perpetua esclavitud”. Y hasta bien entrado el siglo XIX la mayoría de las variantes confesionales cristianas consideraban que la esclavitud era bene ciosa porque “acogía a los negros salvajes, incorporándolos dentro de la redentora atmósfera salvadora de la cristiandad”. A medida que el liberalismo se fue in ltrando en la sociedad, cada vez resultaba más difícil para las mentes humanitarias seguir callando ante tan infame explotación de seres humanos y fue así como, desde nales del siglo XVIII, los pensadores más progresistas y solidarios de Occidente como Benthame, Hume, Locke, Montesquieu, Rousseau y Voltaire, comenzaron a denunciar las injusticias de la esclavitud y el profundo dolor y sufrimiento que produce dividir a las familias, sometiendo a sus inocentes miembros a la enorme pena que resulta de la dispersión y de la indignidad

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Tras décadas de debates, en 1834 Gran Bretaña fue el primer país que prohibió el trá co trasatlántico de esclavos, no obstante, España y Portugal persistieron en esa infame actividad, razón por la cual fueron amenazados por nuevas leyes que rati caban dicha prohibición pero estas, resultaron ine caces por cuanto no eran de obligatorio cumplimiento. Durante varias décadas el océano Atlántico continuó siendo una vía donde se practicaban esas actividades consideradas ilegales por leyes que, en la práctica, eran simplemente letra muerta y como consecuencia de ello, el comercio de esclavos se radicalizó y se hizo más brutal

Como resultado de esa prohibición, para evitar sanciones, algunos buques dedicados a esa infame actividad ataban su cargamento humano con una sola y larga cadena de hierro sólido, de manera que si avistaban algún barco británico patrullero, procedían a arrojar por la borda, su “ilegal cargamento”, empezando por el primer esclavo de la la, cuya cadena arrastraba a todos los demás al fondo del océano, uno tras otro. Fueron incontables los esclavos que murieron de esta manera pero aproximadamente ciento cincuenta mil de ellos lograron ser rescatados por la marina británica que procedía a desembarcarlos en tierras de África que generalmente solían ser Sierra Leona o Freetown En lo tocante a la práctica de la esclavitud que mantenía al sometido como propiedad de su dueño, esta resultó mucho más difícil de erradicar que el comercio trasatlántico. En aquella época durante el orecimiento y auge de la “Revolución Industrial”, siglos XVIII y XIX, las fábricas eran centros de explotación humana, donde los “empresarios” no se preocupaban ni poco ni mucho por el obrero, independientemente de su raza, color de piel, edad o sexo; esta era otra inhumana servidumbre que a diferencia de la esclavitud, se mantenía invisible y silencioso. Si los “amos” eran indiferentes ante el maltrato de los trabajadores blancos más apáticos tenían que serlo con los negros En las regiones más cálidas donde el cultivo y la labor de cosecharlo eran realizados por esclavos, estos constituían el principal sostén de la economía de esa región y es por eso que la esclavitud sobrevivió los asaltos morales de los pensadores humanistas contra estas crueles prácticas. Un productor que se opusiese moralmente a la esclavitud se convertía entonces inmediatamente en objeto de un boicot comercial. En las plantaciones de azúcar, café, algodón y cacao los esclavos seguían siendo indispensables y por este motivo los dueños de estas plantaciones no cedían ante el acoso moral de los abolicionistas. Esgrimían constantemente el temor no solamente a la bancarrota que produciría la liberación de “miles de salvajes” sino además de la descontrolada agresividad que desataría, de la cual ellos serían objeto. Con este pretexto, los propietarios de los esclavos se mantuvieron obstinadamente contrarios a cualquier reforma relacionada con su liberación

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Debido principalmente al colonialismo, la cultura de la esclavitud estaba profundamente arraigada en las sociedades de entonces, situación que dividió a los políticos generando violentas disputas entre ellos que hacían imposible la emancipación negociada; liberación que nalmente se consiguió luego de violentas insurrecciones y guerras como fue el caso de la Guerra de Secesión Norteamericana en 1864; el caso de Haití que se produjo en 1791 mientras Francia se hallaba enfrascada en su revolución, periodo durante el cual los esclavos

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negros se rebelaron, produciéndose un sangriento enfrentamiento teniendo como resultado miles de muertos a lo largo de varios años al nal de los cuales fue fundada por los ex esclavos la República de Haití, siendo este el segundo país de América, después de Estados Unidos, en alcanzar su independencia. La esclavitud fue formalmente abolida en Francia en 1848, en Estados Unidos 1864, en Cuba 1878 y en Brasil 1888. No obstante su abolición formal, la esclavitud clandestina aún no ha podido ser erradicada del todo, por cuanto todavía persisten impunemente en nuestros días, oscuros y encubiertos bolsones de esclavitud a nivel mundial

CAPITULO VIII: EL AUGE DE LA ERA INDUSTRIA

La expansión colonial que se acentuó a partir del siglo XVI conllevó al desarrollo del comercio, lo que necesariamente in uyó también en la incentivación y perfeccionamiento de las innovaciones en el campo de la ciencia y la invención lo que a su vez se tradujo en una serie de adelantos en los campos de la industria, la agricultura y la ciencia. Para los siglos XVIII y XIX, que además se caracterizaron por el aumento de la población, Gran Bretaña, Francia y Holanda estaban como caballos de carrera –en el punto de partida-. Gran Bretaña fue la primera en pasar a la etapa de la aceleración, la cual, una vez iniciada, conduce a la “Revolución Industrial” que comenzó en el año 1673, fecha en que empezó a surgir una serie de actividades industriales en varios otros países de Europa que perseguían emular el desarrollo británico, progreso que alcanza su plenitud hacia mediados y nales del siglo XIX después de que los británicos señalaran el camino a Europa y a Estados Unidos. Esas etapas iniciales de la industrialización, requerían la explotación de recursos naturales y mano de obra barata, pero principalmente grandes capitales para la infraestructura técnica y el desarrollo de maquinarias para la creación de fuentes de energía y el transporte, factores estos que van permitiendo canalizar la pujanza, el talento y los recursos humanos hacia las metas del fomento económico y todo esto conllevó a que las sociedades más industrializadas pudieron imponer su dominio sobre las menos desarrolladas

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Hacia nales del siglo XIX, Europa experimentó rápidos cambios expresados a través del vertiginoso progreso tanto en el campo industrial, tecnológico, intelectual y cientí co. A medida que se iba acelerando la industrialización, paralelamente van surgiendo también nuevas y mayores necesidades tecnológicas creando con ello un enorme estímulo a la inventiva. Se obtienen grandes avances en el desarrollo de la energía eléctrica y los motores de combustión, logros estos que empiezan a formar parte de la cotidianidad de Europa Occidental y con ello la generación de empleos a gran escala, lo cual masi có el trabajo en las grandes urbes convirtiéndolas en polos de atracción de buena parte de la población rural. Ese periodo de nales del siglo XIX se distinguió por los nuevos descubrimientos de la ciencia moderna que sentó las bases de un progreso sustentado en una mayor investigación en el ámbito de la física, química y matemáticas. Esa época también registró avances tanto en el campo de la medicina como en el de la psicología y la biología, cuando se

empieza a investigar con éxito en los laboratorios la complejidad del funcionamiento del cuerpo humano así como también su interdependencia A partir de estas investigaciones, se llega a establecer la in uencia de los factores hereditarios no solo de los animales y humanos e inclusive la de los vegetales; van surgiendo también nuevas técnicas en materia de cirugía y descubrimientos sobre las causas de ciertas enfermedades como la tuberculosis. Los criterios cientí cos que habían sido aceptados y practicados durante siglos van siendo actualizados; los nuevos métodos cientí cos eran los que se estudiaban ahora en las universidades tradicionales, cuyas nuevas tesis se empiezan a difundir con mucha rapidez No obstante estos adelantos cientí cos, durante la segunda mitad del siglo XIX todavía se vivía en la “era del carbón” y el vapor representaba la principal fuente de energía en la industria, aunque su técnica había sido superada mediante la implementación del “motor compuesto” que aumentó e cazmente su poder al utilizar el vapor que una vez caliente, era constantemente reciclado, lo que signi có grandes bene cios para la navegación de entonces; a este “motor compuesto” se le conoció con el nombre de Turbina La turbina a vapor también fue adoptada en 1869 para generar electricidad en las centrales industriales, a pesar de lo cual, este nuevo descubrimiento todavía no alcanzaba a reemplazar al vapor como sustituto de energía. En 1891, en Berlín, Alemania, se puso en funcionamiento por primera vez el tranvía eléctrico y desde Francia se logra conseguir también por primera vez, transmitir energía eléctrica a bajo costo a través de los cables de alta tensión, permitiendo con ello la reubicación de las fábricas cerca a los centros urbanos, lugares donde solían residir los obreros, facilitándoles la vida, pero también esas industrias quedaban cerca de los mercados de consumo y de las fuentes de abastecimiento; anteriormente los centros de producción tenían que estar cerca de las minas de carbón

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El invento de la ahora muy indispensable lámpara eléctrica y el posterior invento del teléfono junto con la transmisión sin cables de las ondas radiales y el motor de combustión interna en Alemania completaban el cambio y a medida que se avanzaba en esos aspectos, paralelamente fueron mejorando las comunicaciones terrestres y marítimas que fueron fortaleciendo tanto la industria como la actividad agrícola, cuyos productos ahora se podían transportar en forma más económica y rápida entre los países y continentes y las materias primas traídas de las tierras colonizadas llegaban ahora con mayor rapidez

Hacia nales del siglo XIX, la industria se adaptó rápidamente al uso y a la aplicación de estos nuevos inventos. La facilidad en las comunicaciones permitió aprovechar mejor la expansión de los mercados y los avances en la minería, posibilitaron la explotación de zonas muy ricas en ese campo. Enormes yacimientos de metales cada vez más importantes como el hierro, aluminio, cobre, estaño y zinc, fueron siendo descubiertos en África Central y Occidental y también en Estados Unidos, Canadá y Rusia; paralelamente se fueron desarrollando los métodos para la producción de aleaciones en aluminio, titanio y berilio y el tungsteno para endurecer el acero, cuya producción ahora se hacía a altas temperaturas en hornos eléctricos. Como resultado de todo esto, la industria comenzó a producir artículos hasta entonces desconocidos A partir de esa etapa, nales del siglo XIX, la industria se adaptó rápidamente al uso y a la manufactura y también al desarrollo de nuevos inventos. Las comunicaciones permitieron un mejor aprovechamiento de las materias primas y la ampliación de los mercados; las fábricas se dedicaron ahora a crear las técnicas necesarias para aumentar la producción industrial, permitiendo con ello el abaratamiento en los costos de producción; los avances en la minería facilitaron la explotación de zonas muy ricas en metales cada vez más importantes para la industria. Todo ese progreso cientí co había sido el resultado de un proceso que venía desarrollándose a lo largo de muchas evoluciones anteriores; sus orígenes se remontan a las épocas de la civilización griega, de la persa y de la india pero principalmente de la árabe A mediados del siglo IX, se inicia desde Bagdad, Iraq, entonces capital del califato árabe y centro formativo de esa nación, la divulgación para Europa de las obras losó cas de los eruditos griegos como Platón, Aristóteles, Euclides, Hipócrates y Galeno; verdaderos tesoros de la sabiduría humana que habían sido desechados y olvidados por el Mundo Occidental desde donde fueron rescatados por los árabes, quienes se sintieron cautivados por la profundidad de sus re exiones. Si bien los árabes no superaron a los griegos en losofía ni en las concepciones sobre la naturaleza de la vida, sí lo hicieron en cambio con el mayor dominio de las matemáticas, la geometría, la química, la trigonometría y la medicina, lo que permitió impulsar y perfeccionar todas las técnicas para la aplicación sistemática de las investigaciones y la experimentación para el desarrollo de los nuevos inventos que contribuyeron al mejoramiento de la vida de los seres humanos

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La generalidad de los historiadores occidentales no alcanzan a comprender cuan hondamente ha in uido en la cultura europea la obra de los árabes en el campo de estas ciencias. Sin duda, el desarrollo de la Civilización Occidental se originó

gracias al aporte de los árabes; fueron estos pueblos los que construyeron las bases de ese progreso, inspirando y nutriendo las investigaciones, mediante la aplicación de las matemáticas, la química, la medicina, la navegación, la literatura ; transmitiendo una cultura que estaba muy por encima del nivel europeo de entonces; descubrimientos estos que, al ser divulgados desde Granada, in uyeron hondamente en el campo de las ciencias; a partir de entonces, el concepto Occidental de lo que ha de ser una universidad quedó grandemente modi cado por la in uencia de los eruditos árabes que difundieron estos hallazgos y los demás conocimientos que desarrollaron Fueron estos descubrimientos los que contribuyeron grandemente para lograr en el campo de las investigaciones los resultados que de nitivamente in uenciaron la consolidación de la Revolució Industrial, permitiendo las evoluciones y los inventos cuyas realizaciones tuvieron su origen en la utilización de todos los cálculos y razonamientos del álgebra, las partes más e cientes de las matemáticas, la geometría analítica, la trigonometría y la alquimia (química), ciencias estas que fueron desarrolladas y transmitidas por los árabes cuya asimilación y uso por los europeos se inicia a partir del siglo XVI, permitiendo el auge industrial de los siglos XIX y XX. Occidente no puede negar estos orígenes

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En ese campo de las matemáticas, los árabes introdujeron el sistema decimal, los números arábigos que reemplazaron a los nada funcionales números romanos, incorporaron el cero como elemento esencial para los cálculos y concibieron el maravilloso invento del álgebra que logró generalizar las operaciones aritméticas con signos y letras. Sin estas innovaciones talentosas no se hubiera podido desarrollar el cálculo diferencial ni establecer las leyes de la mecánica, conocimientos que la atrasada Europa de entonces habría necesitado varios siglos para llegar a estos resultados; en la química, los cientí cos árabes lograron establecer los procedimientos para el mejor análisis de los minerales. Muchos de los productos químicos que fueron desarrollados a partir de la “Revolución Industrial” se basaron en las fórmulas que indicaban los componentes básicos para la producción del papel, el jabón, los detergentes, la industria textil a base de lana o de algodón, la industria del vidrio, la cerámica y la orfebrería, etc... Occidente se bene ció de la ciencia y la tecnología que les fueron transmitidas por los árabes, como muy humilde y elocuentemente lo reconoció Isaac Newton cuando, re riéndose a sus descubrimientos, expresó: “Si he podido ver más lejos es porque he estado con los pies posados sobre los hombros de gigantes”

La llegada del imperio árabe a España en el siglo VII, más que una invasión, representó una gesta civilizadora; su in uencia en territorio español se empieza a sentir por los nuevos conocimientos cientí cos y prácticos que bene ciaron en grado sumo a la península ibérica en todos los aspectos, tanto por sus discernimientos matemáticos como cientí cos y de navegación; conocimientos estos que fueron divulgados principalmente en Córdoba, Sevilla, Granada y Murcia; ciudades que empiezan a producir manufacturas cuya calidad competía ventajosamente con todos los productos europeos, alcanzando España bajo el gobierno árabe una importante prosperidad mercantil, permitiendo a los ibéricos conservar los fundamentos de sus conocimientos industriales tanto técnicos como cientí cos, facilitándoles más luego el desarrollo de grandes artesanías, sobretodo, en los artículos manufacturados en hierro, cuero, lana y seda; con lo cual proceden a realizar intercambios mercantiles, primeramente en la región de la península ibérica y más tarde con las corrientes del trá co comercial a través del resto de Europa así como también permitirles ser los primeros en cruzar el Océano Atlántico. Fue desde Toledo, entonces capital de España, que se irradió para el resto de Europa la cultura de sus conocimientos cientí cos al ser traducidas al latín sus obras y sus fórmulas en el siglo XII y gracias a ello que Europa empezó a conocer sus aportes cientí cos que sacaron a este continente del oscurantismo del Medioevo y lo llevaron al comienzo de una nueva era luminosa: la Industrialización

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La Revolución Industrial en Europa se anticipó varios siglos gracias a esos conocimientos recibidos a través de los ochocientos años que estuvieron los árabes en la península Ibérica, lo que se tradujo en gran bene cio para Occidente. Gustav Le Bon, en su obra “La Civilización de los Árabes”, escrita en 1884, a rmó: “los árabes fueron los que aportaron a Europa lo que esta ignoraba en el campo de los conocimientos cientí cos, culturales e inclusive losó cos” y por su parte el escritor Daniel Defoe, de manera contundente a rmó: “los árabes son en verdad los maestros de Europa en todos los campos del conocimiento humano”; y John Draper, en su libro “Intellectual Development Of Europe” expresó: “tengo que deplorar los sistemáticos prejuicios que la culta Europa ha inventado para poner fuera de nuestra vista, nuestro compromiso cientí co hacia los árabes. Seguramente Europa no podrá ocultar por mucho tiempo el hecho de que los árabes han dejado en Europa su profunda huella intelectual”. Y fue así como desde mediados del siglo XIII se inició una nueva era en Europa Occidental que primeramente se expresaba en el talento artístico pero también en el progreso industrial aunque no tan maduro como el de la “Revolución Industrial” que empezó a desarrollarse, en los siglos XVI y XVII, comenzando Europa a exaltar todo lo propio y a minimizar el aporte árabe

El perfeccionamiento de los telares permitía producir textiles en cantidades cada vez mayores los cuales eran vendidos en mercados cautivos y, al igual que en la era del feudalismo, los grandes industriales fueron absorbiendo a los pequeños competidores uno tras otro. La industria como resultado de ese capitalismo carnívoro empezó a ser controlada por un número cada vez más reducido de poderosos patrones. Los pequeños empresarios se habían transformado en asalariados y los agricultores se habían debilitado por la competencia de los bien nanciados terratenientes, convirtiéndose también en obreros urbanos. Estos poderosos patrones obtenían el capital necesario para sus gigantescas operaciones mercantilistas a través de los préstamos de las grandes corporaciones bancarias que dominaban esta fase del capitalismo nanciero. Ahora los banqueros exigían a cambio de sus préstamos a las grandes empresas ser incluidos en sus juntas directivas. Grandes casas nancieras como Rothschild, Morgan, Wharburg y Baring, todas ellas propiedad de judíos sionistas, impusieron condiciones para obtener una participación de las utilidades de esas industrias, cuyas operaciones comerciales en el mundo entero pudieron controlar; lo único que no controlaban estos grandes emporios nancieros era la tendencia de los grandes empresarios a producir en exceso. Esta sobreproducción generaba depresiones económicas que impulsaba con renovado ímpetu la frenética búsqueda de más capitales y nuevos mercados, reiniciando entre las potencias colonialistas europeas la pugna que ahora ya no es solamente por las posesiones coloniales de ultramar sino por la conquista y dominio de los mercados Con el amanecer del siglo XX, quedó trágicamente patente que las tecnologías para la construcción de maquinaria industrial y la fabricación de nuevos artículos de consumo, podían también ser adaptadas para la fabricación de armamento con mayor capacidad letal y destructiva que los conocidos hasta entonces

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El resultado inevitable que desata el dominio de los mercados se canaliza a partir de entonces hacia la necesidad de modernizar los ejércitos, iniciando con ello una ominosa carrera armamentista que presagiaba un futuro muy tormentoso: el Nuevo Imperialismo

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La nueva era del auge industrial que se inicia a partir del siglo XIX estaba representado por todo este progreso cientí co, permitiendo la producción masiva que hacía más imperiosa la necesidad de crear una mayor demanda mundial pero también la de conseguir mayores recursos naturales y mineros. A su vez la industria textil británica empieza a obtener sus fuentes de abastecimiento de algodón a precios irrisorios de Egipto y de India; ambos países eran entonces colonias inglesas

CAPITULO IX: EL REPARTO DE ÁFRIC

Con los británicos controlando a Egipto, y Francia a Argelia y Túnez; las otras potencias europeas, Alemania, Bélgica, Italia, España y Portugal, empezaron a reclamar su parte del continente africano, queriendo cada una de ellas obtener su tajada. Los británicos eran entonces, junto con los franceses, los más fuertes en ese continente donde ejercían su dominio sobre grandes extensiones teniendo también allí bases comerciales, a pesar de lo cual, continuaron con sus conquistas a todo lo largo y ancho del África, lo que los convirtió en el centro de las rivalidades colonialistas. Este proceso de disputas por el reparto de África empieza a generar fricciones. Para evitar enfrentamientos militares entre ellos, los principales países colonialistas europeos decidieron convocar en 1875 a la Conferencia de Berlín, celebrada con el propósito de establecer las normas para el reparto y la ocupación de los territorios coloniales circunscritos únicamente al área del continente africano. En ese simposio colonialista, los países africanos, incluyendo República de Transvaal, Orange, Egipto y Marruecos fueron marginados y ni siquiera sus representantes habían sido convocados para hacerse presente en dicho evento donde los británicos se auto-adjudicaron Egipto, Sudán, Sierra Leona, Costa de Oro, Nigeria del Norte, Rhodesia, Unión Sudafricana, Swazilandia y el África Oriental; a Francia le fueron rati cados sus posesiones de Argelia y Túnez, adjudicándole además en África Occidental y Ecuatorial a Madagascar, Senegal y Somalia Francesa; a Alemania le fue asignada Togo, Camerún, Tanganica y África Oriental Alemana; a Bélgica se le otorgó el control del Congo y de Ruanda Burundi; a España, la región de Saharaui; a Portugal, Guinea Portuguesa, Angola y Mozambique; a Italia, Tripolitania y Cirenaica (hoy Libia), Abisinia y parte de Somalia; a Estados Unidos, a solicitud propia, le otorgaron un territorio ubicado en el suroccidente, con miras a poblarlo con esclavos negros liberados y devueltos al África, dicho territorio fue bautizado con el nombre de Liberia

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Por esa época el dominio europeo sobre la mayor parte de África tuvo efectos profundos pues la mayoría de los pueblos de las viejas potencias colonialistas venían siendo informados que los habitantes del África Subsahariana eran razas inferiores, infantiles, indolentes y alegres; por lo tanto eran incapaces de gobernarse; estas creencias eran el resultado de las políticas o ciales de esas potencias que habían divulgado inclusive en los textos escolares esta tesis resaltando la “superioridad racial de la raza blanca y su sagrada misión civilizadora”

haciendo énfasis que esa “misión” era una tarea prioritaria para civilizar a esos pueblos salvajes; pocos sospechaban entonces que esa pretendida “superioridad moral y racial” era únicamente la fachada engañosa cuyo verdadero propósito consistía en saquear los recursos naturales de los pueblos dominados Los británicos y los franceses eran los que más dominaban el continente africano donde tenían grandes extensiones y empresas comerciales, a pesar de ello continuaron a todo lo largo y ancho no solo de África sino también del mundo apropiándose de más territorios. Por su parte Estados Unidos también consiguió consolidar algunas posesiones al conquistar Filipinas, Cuba, Puerto Rico (otrora españolas) y Hawái Al parcelar el continente africano, el Congo quedó bajo el dominio del minúsculo estado de Bélgica, país que no tenía experiencia en el manejo de colonias. Desde que le fue adjudicado el Congo, Bélgica procedió a dividirlo en dos partes, la más pequeña fue destinada para una zona de libre comercio en la que se concedían contratos a los inversionistas, garantizándoles derechos comerciales exclusivos sobre una determinada actividad minera, de servicios comerciales o industriales; la parte más grande de esa colonia era manejada directamente por el Estado belga, cuyos funcionarios cobraban un salario bajo pero obtenían lucrativas comisiones condicionadas a la producción que pudieran generar en su distrito. El dinero que la metrópoli les enviaba era solamente para cubrir los gastos que demandaba la explotación de los recursos naturales de ese territorio, encontrándose ahora en la situación de que ese inmenso territorio de más de 2.500.000 km2, costaba más de lo que producía, circunstancia que estaba encaminando a Bélgica hacia la bancarrota económica Además de los aspectos relacionados con la explotación de sus recursos naturales, el poder colonial belga explotaba inmisericordemente la abundante mano de obra nativa; se reclutaba la población entera de casi todas las aldeas para abrir carreteras a través de la densa selva o se utilizaban como portadores de materiales, herramientas, víveres, etc. durante el tiempo que los contratistas lo necesitaban ; ocurría muchas veces que estos aldeanos reclutados solían morir exhaustos a causa del sobreesfuerzo al que estaban sometidos, pero eso no importaba, había muchos más nativos para reemplazarlos en ese trabajo esclavo. Por otra parte, los funcionarios coloniales del Estado belga les venían asignando a esos oprimidos aldeanos, cuotas de mar l o madera que tenían que recoger de la selva

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Ocurrió que en 1888 el escocés John Boyd Dunlop inventó las ruedas neumáticas para bicicletas y en 1895 André y Edouard Michelin de Francia, hicieron lo

mismo pero para los automóviles, inventos estos que generaron una súbita demanda mundial del caucho, circunstancia que salvó de la quiebra a la entonces malparada economía de Bélgica. Ahora, a raíz de la gran demanda mundial del caucho se les establecía a las aldeas nativas una nueva cuota de ese material. El trabajador esclavizado que no cumplía con la cuota asignada era salvajemente azotado con látigo en una demostración pública para que sirviera de escarmiento al resto de los lugareños, luego su mujer era retenida exigiéndole para su rescate una cuota representada en caucho. Muchos puestos avanzados de esas compañías caucheras exhibían a esas desventuradas mujeres sucias y demacradas, encadenadas a postes al aire libre, esperando que sus maridos aportasen su cuota a la jefatura del campamento. Cualquier acto de protesta o de rebeldía era controlado por escuadrones encargados de llevar a cabo “acciones educativas” tan crueles como inhumanas. Estos grupos de represión estaban instruidos para que no malgastasen munición: una bala=un muerto y como prueba del hecho se les exigía que trajeran la mano cortada del ejecutado para veri car que se habían cumplido las órdenes

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El periodista de origen anglofrancés Edmund Morel, especializado en asuntos económicos, había denunciado a través de su propio periódico la irregularidad de aquella empresa colonial al percatarse de que el comercio con el Congo era demasiado bueno y los bene cios demasiado fáciles y lucrativos. Al observar todo aquel caucho que llegaba a Europa y notar que no salía nada para pagarlo y que solamente enviaban municiones, la única conclusión a la que podía llegar era que las compañías comerciales sencillamente estaban robando esos recursos; también notó que los libros de cuentas estaban adulterados para ocultarlo. En 1903, su propio periódico empezó a publicar una serie de artículos bajo el título de “Caucho Rojo”, que luego conformaron un libro con el mismo título; a partir de entonces el gobierno belga no le permitió volver a viajar al África. Sus informes desenmascarando la situación del Congo, no solamente habían sido ignorados por su gobierno, sino que los funcionarios gubernamentales le aconsejaban que olvidase el altruismo y la lantropía. A partir de entonces, los correos que salían del África eran sometidos a la censura y Morel tenía que esperar a que sus informadores partieran de ese continente y regresaran a Europa para estar al tanto de los últimos acontecimientos sobre la inhumana explotación en curso. Para esas fechas, nadie fuera del África Central estaba al tanto de los graves abusos que estaban teniendo lugar en el Congo, solamente se vinieron a enterar a través de sus denuncias tituladas “Caucho Rojo”. Para entonces, Roger David Casement, diplomático británico de origen irlandés, hizo público un informe minucioso basado en relatos dedignos de testigos presenciales que denunciaban la comisión de terribles atrocidades en masa; a raíz de esto, en 1904,

junto con Morel, fundó la “Asociación Para la Reforma de África Central” y en 1908, los informes recopilados divulgaron ampliamente lo mucho que el colonialismo había estado abusando de la población de esa región de África. Dada la presión mediática iniciada por estos dos humanistas, los gobiernos colonialistas se comprometieron a administrar esas regiones de manera “más justa y transparente” Mientras tanto, en Europa, los años que precedieron al siglo XX se caracterizaron por un ambiente de aparente paz y tranquilidad, a pesar de lo cual, ese periodo no estuvo del todo exento de tensiones entre los países de ese continente. Ocurrieron algunos incidentes armados provocados por rivalidades motivadas por sus ambiciones colonialistas y económicas, no obstante, los gobiernos enfrentados en esas situaciones lograron sortear temporalmente sus con ictos apaciguando con ello la tensa atmósfera. Los dirigentes europeos así como sus pueblos olvidaron el peligro de la guerra, con ados en que el progreso material que estaba generando la Revolución Industrial, ahora en pleno auge, traería de nitivamente una paz permanente

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El ambiente de tensión caldeada que estuvo cerca de desencadenar una con agración en el escenario europeo, se originó cuando Inglaterra ocupa Egipto alegando que su presencia allí era necesaria para defender el Canal de Suez, su principal atajo hacia sus dominios coloniales de Asia y África; adujo además que tenía el proyecto de construir una vía férrea que cruzara África de Norte a Sur; dicho proyecto continuó avanzando a lo largo del río Nilo hasta Khartum, capital de Sudán. Al mismo tiempo, los franceses que se habían posesionado del África Central tenían el proyecto de establecer una ruta de Oeste a Este; su contingente continuó avanzando en esa dirección hasta ocupar la región de Fashoda a 500 km al sur de Khartum, alegando que sus derechos al Nilo se remontaban a la época napoleónica; pero esta zona Inglaterra la tenía destinada para el paso de su ferrocarril en construcción. El destacamento francés se opuso al avance de ese proyecto, incidente este que presagiaba una guerra inevitable entre británicos y galos; gracias a la mediación diplomática de Rusia, Francia cedió, reduciendo su presencia a una simple misión exploradora. En retribución, Inglaterra apoyó la ocupación de Marruecos por Francia. De esa manera, esas dos potencias se repartieron en común acuerdo el Norte de África: Egipto para Inglaterra y Marruecos, Túnez y Argelia para Francia. En adelante estas dos naciones actuarán gradualmente unidas hasta convertirse en grandes aliadas como lo demostraron a partir de la Primera Guerra Mundial hasta el día de hoy. La crisis de Fashoda le había asegurado a Ia Corona Inglesa el control de Egipto y del Canal de Suez y también lo que para ellos era tan importante como estos, el Cabo de la Buena Esperanza

Las componendas colonialistas entre Francia e Inglaterra despertaron a otras potencias europeas, las cuales nuevamente turbaron la atmosfera política entre Francia, España, Italia y Alemania, cuyas tensiones amenazaban con el inminente estallido de una guerra entre ellas, situación que se desactivó con la iniciativa británica de celebrar otra conferencia, la cual se realizó en Algeciras, Marruecos, en 1906. En dicha reunión, Gran Bretaña y Francia demostraron que eran las naciones más dominantes y por ello resultaron ser las más favorecidas, sobretodo en detrimento de Alemania, país que no fue invitado. Sin embargo la pujanza económica de Alemania que se inicia a partir del siglo XX producto de una revolución industrial tardía pero extraordinariamente intensa, a pesar de la cual, no cumplió las expectativas que de ella los gobernantes alemanes esperaban, ello debido a la di cultad que experimentaba su vigoroso aparato industrial para obtener la materia prima y los recursos naturales necesarios y la falta de apertura de amplios mercados donde colocar sus productos terminados y al no ser convidados a Algeciras, les transmitieron la sensación de que su país estaba siendo marginado y económicamente constreñido por las dos potencias dominantes. En ese reparto se le otorgó a Francia nueve décimas partes de Marruecos y a España una décima parte en la región del Rif, permitiendo a ambos países una ocupación militar y un protectorado; animada por esa rebatiña del reparto colonial del mundo, Italia, conquistó y ocupó además de Libia, Abisinia. Y por su parte, Alemania protestó por el acuerdo de Algeciras al cual no fue convidada. Las colonias que codiciaban ahora las naciones europeas no se contemplaban con el mismo criterio que se aplicaba en los siglos XVI y XVII, como lugares para aliviar la propia superpoblación, sino como territorios cuyos recursos naturales podían ser explotados para provecho propio

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Con todo, el reparto de África no trajo la tranquilidad a las potencias europeas y más bien contribuyó a alterar las relaciones entre ellas. El hecho de que se le asignara a Bélgica un acceso al mar movió a los franceses para apoderarse de una gran parte de esa región; por su parte, Inglaterra se alarmó ante la presencia de los alemanes y franceses en dirección a Nigeria, impulsándolos a conquistarla para convertirla en posesión británica y los franceses, por su parte, terminaron adueñándose de Costa de Mar l y Dahomey para mantener a los alemanes alejados de Costa de Oro. Los británicos, ahora preocupados por la presencia alemana en Tanzania desde 1886, declararon a Kenia “Zona de in uencia británica” convirtiéndola en un protectorado en 1883

El reparto colonialista de Asia fue simultáneo con el de África. Para proteger su posesión de la India del avance francés desde Indochina, Gran Bretaña se anexionó a Birmania en 1876 pero ocurrió que en 1871 los franceses ya habían detenido su expedición al descubrir que el control del río Mekong no daba acceso a los mercados de China; su interés entonces se dirigió hacia el río Rojo y el golfo de Tonkín. A pesar de la captura de Hanói en 1873, la sorprendente resistencia que enfrentaron los franceses en su avance, impidió que el país de Vietnam cayera en sus manos; otro intento suyo por apoderarse de su capital Hanói, también terminó en fracaso en 1883 lo que determinó que Francia cambiara su táctica emprendiendo un bombardeo intenso sobre la localidad china de Fu Chow, cercana a Cantón. Para sofocar las protestas chinas, los galos ocuparon nalmente la ciudad de Anam y unos años más tarde conquistaron el cercano Laos, convirtiéndolo en su protectorado, luego invadieron a Cambodia y Vietnam agrupándolos bajo el nombre de Indochina. Para reprimir a los nativos Francia utilizó el salvaje procedimiento de bombardear con su artillería las revueltas logrando así mantener bajo su dominio y control a Indochina y a su población Por su parte, el imperio chino se había destacado durante siglos sobre el resto de Asia y era un Estado extenso, centralizado y poderoso, producto de una de las civilizaciones más antiguas e importantes del mundo cuya historia se remonta a 5.000 años atrás; por esta razón, los dirigentes chinos de entonces, conscientes de su poderío, cultura y civilización, encararon con tolerancia a los que para ellos eran “los pequeños estados belicosos de Europa”. Los chinos, con ados en su privilegiada condición y sintiéndose orgullosos por estar exportando en esa época el mejor té del mundo, las mayores cantidades de arroz, las más bellas cerámicas, los más nos textiles y la más cotizada seda; no teniendo por lo tanto necesidad de hacer grandes importaciones, exigieron negociar con los gobiernos europeos en términos de igualdad, concediéndoles limitados privilegios comerciales en algunas franjas costeras y/o fronterizas

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Por esa época, los productos chinos en Inglaterra tenían mucha demanda y aun cuando su venta en las islas británicas había bene ciado lucrativamente a los empresarios ingleses dedicados a su comercialización, las consecuencias económicas de esa situación fueron desastrosas para Inglaterra debido a que las importaciones procedentes de China se dispararon desproporcionadamente,

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mLO X: EL COLONIALISMO EN ASI

generando en su economía una balanza comercial negativa que estaba agotando sus reservas nancieras. Los productos británicos vendidos a China representaron unos valores exiguos que determinaron por parte del Reino Unido una imposición de carácter económico y militar susceptible de revertir esa situación en bene cio propio. China era autosu ciente y su gobierno nunca consideró su comercio con el exterior como algo esencial; sostenía la tesis de que “los bárbaros de Occidente no tenían nada importante que ofrecerles” y fue la “Guerra del Opio” (1840/42) la que obligó a China a punta de cañoneras a abrir sus puertos marítimos al comercio británico, permitiendo la instalación de industrias inglesas en su territorio, las cuales tenían que estar bajo directo control y manejo inglés Al principio, los industriales y negociantes británicos para ejercer sus actividades comerciales en China fueron autorizados únicamente en los puertos de Cantón y Macao, aplicándoles severas restricciones que hacían que sus operaciones mercantiles resultasen altamente desfavorables, factores estos que los impulsaron a presionar a su propio gobierno para lograr mejoras en esas condiciones. Los representantes británicos que viajaron a Pekín a principios del siglo XVIII, fueron rechazados por el emperador que no les otorgó ninguna concesión; a raíz de esto, varios comerciantes británicos se percataron de la existencia de un rico y muy lucrativo lón: el opio Hacia mediados el siglo XVIII, más de la mitad de las exportaciones británicas a China consistían en el “veneno negro” como era llamado el opio y, aun cuando el ingreso al país de ese perjudicial producto psicoactivo estaba prohibido por las autoridades de Cantón y Macao, únicos puertos abiertos para el comercio británico, los “exportadores” del Reino Unido mediante el soborno a los mandatarios locales lograban introducir ilegalmente esta droga, cuyos efectos para la salud de sus consumidores eran terriblemente nocivos. No obstante que la misión de las autoridades locales consistía en la con scación de este altamente adictivo y venenoso producto, los bene cios económicos que les representaban los sobornos eran tan tentadores y sus sueldos eran tan bajos, que terminaron convirtiéndose en colaboradores de estos inescrupulosos comerciantes ingleses, ayudándolos a contrabandear la droga al interior de China, animando con ello a los tra cantes británicos a vender todo el opio que fueran capaces de sembrar en la India y de introducir en ese país. Los desastrosos efectos sobre la población china alcanzaron niveles de pandemia al causar la muerte de aproximadamente 600.000 personas cada año, pero enriquecían a un puñado de “nobles Ingleses



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Ante esta alarmante situación, en 1839 el emperador Kao Tuang, designó a un competente o cial de nombre Lin Tse-Hsu, cuya gestión obligó a los tra cantes

británicos a entregar todo el opio que tenían almacenado en los dos puertos mencionados y que estaban listos para su introducción al país, cuyo valor se estimó entonces en £4.000.000. Esta enérgica acción de las autoridades chinas, como era de esperarse, desencadenó la furia de la arrogante corona inglesa, declarándole la guerra al país asiático pues el negocio del opio ya estaba representando más del 20% de los ingresos de su imperio, a pesar de lo cual, el Alto Comisario Nacional continuó el bloqueo para los contrabandistas en los puertos de China Como represalia, en el verano de 1840, una formidable fuerza naval británica apareció frente al puerto de Cantón y sin previo aviso procedió a bombardearlo nutridamente para, a renglón seguido, desembarcar tropas que se apoderaron de la cercana ciudad de Tong-Hai. El emperador poco o nada podía hacer ante el sorpresivo asalto de la mayor fuerza naval y militar del mundo; no obstante la resistencia ofrecida, la embestida británica continuó hasta 1842 fomentando el bene cio económico para el Reino Unido resultante del trá co del opio, cuya importancia era tan vital que la misma Reina Victoria decidió proteger a los narcotra cantes enviando a sus tropas por el río Yang-Tse hasta Nankín, avance que obligó a punta de cañoneras al emperador Tao-Kuang a suscribir el leonino “Acuerdo de Paz” en 1842, que otorgó a los comerciantes británicos las concesiones que deseaban, las cuales, ahora no solo incluían la protección para su sórdida actividad, sino que además, pretendían condiciones de plena igualdad comercial así como también la obligación de aceptar el sometimiento de sus comisarios a la humillante inspección; adicionalmente, exigieron libres derechos comerciales no ya sobre los dos puertos marítimos iniciales sino que ahora tenían que incluir a Hong Kong y Shanghái, los cuales debían estar abiertos no solo para Inglaterra, sino también para las demás potencias colonialistas, obligando de paso al emperador chino, a punta de amenazas militares, al pago de una indemnización por £5.000.000 Ahora China dejó de ser tratada como un Estado soberano para ser considerada como una hípercolonia, tan sometida a las potencias europeas como las demás colonias, lo que provocó serias tensiones que desembocaron en la “Guerra de los Boxers”; a pesar de la cual, Inglaterra logró mantener bajo sus dominios a China con sus quinientos millones de habitantes

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Francia previamente se había apoderado ya de ciertos territorios chinos; Alemania por su parte ocupó el puerto de Kiao-Chow en 1897 y los rusos se apoderaron de la rada de Port Arthur en Manchuria mientras que los británicos, mediante reiteradas amenazas a los chinos, consiguieron que les concedieran un contrato de arrendamiento a un precio irrisorio del puerto Wei-Hai y Hong

Kong. Por su parte, los norteamericanos consiguieron una rme posición en Asia al conquistar Filipinas arrebatándosela a los españoles Para consolidar sus dominios del sureste asiático, estos imperios occidentales anunciaron que habían celebrado un pacto de mutua defensa a través del cual, cualquier brote nacionalista en procura de la emancipación y/o independencia de sus colonias asiáticas sería considerado una amenaza para todas las Potencias imperialistas rmantes, las cuales enfrentarían mancomunadamente esos “brotes rebeldes” para sofocarlos, cooperando efectivamente en el aniquilamiento de la rebelión, convenio que cumplieron cabalmente en la guerra de los “Boxers” que consistió en una resistencia contra los atropellos y abusos del colonialismo impuesto en China. En esa contienda, intervinieron formando un solo bloque de represión, tropas de Gran Bretaña, Francia, Rusia, Japón, Alemania y Estados Unidos Bajo el nombre de “Brigada Internacional”, versión anticipada de la actual “OTAN” Casi inmediatamente después de ese con icto, se inicia en China un gran movimiento intelectual, moral, político y social que arrastró a la parte dinámica del pueblo chino a una revolución, la cual tuvo diferentes etapas antes de su actual estabilización Sería muy largo relatar la serie de conquistas y ocupaciones llevadas a cabo por el colonialismo europeo en el Extremo Oriente, conquistas que abarcaron más de la mitad del Asia Oriental, así como de las islas y archipiélagos tanto grandes como pequeños del Océano Pací co. La mentalidad colonialista en esa desenfrenada carrera alcanzó niveles increíbles que llegaron al extremo de cargar los gastos que generaban la extracción de los recursos naturales de sus colonias a la cuenta de los conquistado Japón, aunque había sido muy in uenciado por la civilización china, en términos políticos y sociales, sus estructuras políticas diferían mucho de aquel país. El emperador japonés era una gura simbólica y el poder real se apoyaba en una casta aristocrática y guerrera: los “Samurái”, comandada por una altísima gura militar llamada “Shogun”. El poder supremo entonces se hallaba concentrado en manos de los más poderosos clanes pertenecientes a esa casta dirigente .Esta dinastía militar había venido gobernando el Japón desde el siglo XVII tras haber usurpado el poder que tradicionalmente retenía el emperador, quién al mismo tiempo solía ser el jefe de la religión o cial del Japón: el Shinto

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Al comenzar el siglo XIX, Japón era todavía una nación típicamente feudal con una economía agrícola y artesanal. La riqueza básica del país -la tierraestaba en

manos de los “señores feudales” quienes aprovechando su monopolio como propietarios de la tierra, explotaban a los productores representados por los “siervos campesinos”. Las ciudades aun no poseían industrias importantes y estas todavía eran eminentemente artesanales, pues no estaban ni siquiera mínimamente mecanizadas; la clase obrera también estaba representada por “siervos” Ocurría entonces que mientras China despreciaba al mundo “bárbaro” de Europa, Japó por el contrario, los admiraba y respetaba por su poderío militar. La actividad de los comerciantes y misioneros occidentales del siglo XVI había penetrado las antiguas y muy sólidas tradiciones japonesas, no obstante, a partir del siglo XVIII los nipones decidieron aislarse, prohibiendo todo contacto con el mundo exterior; pero a mediados de ese mismo siglo, al ver Japón el dominio colonialista sobre China, llegó a la conclusión de que si quería evitar ese mismo destino, debía aprender los secretos del poderío de Occidente. Hacia nales del siglo XIX, para los analistas occidentales, Japón se iba transformando en la “Gran Bretaña” del Lejano Oriente La velocidad de la modernización japonesa no ha tenido paralelo en la historia del mundo moderno; hacia la década de 1850 sus islas estaban completamente indefensas, pero medio siglo más tarde, en 1905, Japón logró in igir una derrota militar aplastante a Rusia, extenso país que a lo largo del siglo XIX, había sido considerado una de las mayores potencias militares del mundo

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La transformación del Japón en un estado moderno empezó en 1867 con la subida al trono del emperador Mutsu Hito, quien a partir de esa fecha inició un ambicioso programa de reformas en su gobierno, las cuales estaban inspiradas en el modelo de la Alemania de Bismark, logrando hacia 1912, año de su fallecimiento, que Japón poseyera una gran ota moderna y las sólidas bases de una economía industrial. Al estallar la Gran Guerra (1914-1918) las potencias europeas, a despecho de su voluntad, abandonaron sus esfuerzos hegemónicos y colonialistas en el Lejano Oriente (China incluida), para concentrar sus esfuerzos bélicos en el Viejo Continente, situación que fue aprovechada por Japón –cuyo suelo es pobre en recursos naturalespara arrebatarle a Alemania todas las islas que poseía al norte del Pací co. Ese gran con icto también permitió a Japón convertirse en un moderno estado industrial y en ser el único país del mundo en obtener grandes bene cios económicos resultantes de esa contienda europea, al posibilitarle conquistar los mercados que Europa había dominado pero que ahora, a causa de esa guerra, había abandonado, pues todos sus recursos y su industria tenían que abastecer los insaciables requerimientos de la lucha, facilitándole a la economía japonesa salir de un crónico dé cit en su balanza de

Para 1925, Japón se transformó rápidamente en una democracia parlamentaria estable donde a los hombres les fue otorgado el derecho al voto; en cuanto a las mujeres, al igual que en las democracias occidentales, tuvieron que esperar hasta nales de la Segunda Guerra Mundial para obtenerlo. En el año 1926, Hiro Hito fue proclamado emperador y tanto el ejército como el gobierno parecían haber abandonado sus ambiciones de conquistas militares encaminadas a convertir a China en un protectorado. El recién posesionado emperador inició entonces un programa de reducción de sus fuerzas armadas lo que generó un malestar del ejército cuyos altos mandos consideraban que la única fórmula para garantizar el futuro económico y político de su país radicaba tanto en la fortaleza de su poderío militar como en la expansión colonial. A partir de entonces, la política de Japón pasó súbitamente de lo diplomático a lo militar Hacia nales de 1931, invocando como pretexto la voladura de un tramo ferroviario de propiedad nipona en el sur de Manchuria, el ejército japonés inició una política para conquistar el norte de China. Siendo el gobierno presionado tanto por su cúpula militar como por el fervor patriótico y nacionalista, para no acatar una resolución de la Liga de las Naciones que ordenaba el retiro de las tropas japonesas de Manchuria y más bien prosiguió con su política imperialista en el norte de China, declarándole la guerra a ese país y siguiendo adelante con su estrategia de ampliar esa dominación, hecho que desató en 1937, la guerra chino-japonesa que conllevó a que el ejército japonés ocupara gran parte del noreste del territorio chino

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La Liga de las Naciones dominada por las viejas potencias colonialistas europeas condenó a Japón, originando que ese país abandonara dicha organización, procediendo a rmar un pacto de alianza con la Alemania de Hitler y adoptando al mismo tiempo el argumento de los países colonialistas europeos sobre la necesidad de la “expansión colonial”. De esta manera Japón fue per lándose al igual que las potencias europeas, como neoimperialista, cuyo desenlace culmina dolorosamente en agosto de 1945

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pagos para acumular durante el periodo de 1914 a 1918 un excedente de 1.400.000.000 y al mismo tiempo incrementar sus reservas de oro en casi un ciento por ciento, circunstancia que lo convirtió en una importante potencia industrial que empezó a competir en los mercados europeos

CAPITULO XI: EL NUEVO IMPERIALISM

Esta nueva modalidad colonialista cuya fase primaria se caracterizó por el desarrollo político, económico y militar de los viejos poderes europeos, se inicia a partir de la segunda mitad del siglo XIX como una doctrina que de hecho consiste en la dominación de una potencia imperialista sobre otro pueblo para explotar sus riquezas, sacando el máximo provecho de sus recursos económicos y convirtiéndolo en un mercado cautivo, procurando bene ciarse también de su ubicación estratégica. Por esas fechas hacen su aparición nuevas potencias: Estados Unidos que expande sus fronteras continentales y extracontinentales, orientándose hacia el Caribe y el Pací co y Japón que invade el extremo nororiental de China Este ímpetu colonial tiene como base nuevos motivos geopolíticos, económicos y estratégicos lo que contribuye a aumentar las tensiones interestatales, sobretodo en el Viejo Continente donde surgen dos nuevos competidores que se inician en el escenario europeo haciendo su debut en el “club” de las viejas potencias colonizadoras: el Imperio Alemán e Italia, lo que incomoda a las potencias representadas por Gran Bretaña, Francia y Rusia quienes venían ejerciendo prácticamente el monopolio sobre el dominio colonial de África y Asia. Durante ese mismo periodo el Imperio Otomano, ahora debilitado, se convierte en un objetivo para la expansión de las potencias occidentales

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Gran Bretaña fue la pionera de la boyante era industrial que caracterizó a ese “Nuevo Imperialismo”, pues desde nales del siglo XVI ya era una nación rica, poderosa y desarrollada y a partir de los siglos XVII y XVIII había venido librando una serie de guerras que le permitieron conquistar mercados y construir un gran imperio colonial y territorial en ultramar con lo cual logró aventajar holgadamente a sus rivales de Europa Occidental, permitiéndole a sus propios empresarios colocar sus productos terminados en un amplio mercado así como satisfacer también a su propia demanda, circunstancia que le brindó la oportunidad para desarrollar un rápido crecimiento. El liderazgo industrial lo asumieron los manufactureros del sector metalmecánico y textil, donde estos últimos presionaron a su gobierno para obligar a sus colonias de Egipto y la India a practicar el monocultivo del algodón, pagándoles un precio irrisoriamente simbólico. Igualmente grandes extensiones territoriales de la India fueron dedicadas al cultivo de la amapola para producir el opio que China estaba

forzosamente obligada a comprar, representándole este venenoso producto a Gran Bretaña el 20% del PIB Las nuevas maquinarias industriales movidas por la electricidad generaban una masiva producción que era procesada por hombres, mujeres y niños que laboraban concentrados en condiciones infrahumanas en las fábricas existentes. El costo social de esa industrialización fue alto; los empresarios y las corporaciones nancieras hicieron grandes fortunas pero la clase obrera sufrió las consecuencias de esta febril actividad teniendo que adaptarse a las extendidas jornadas de la dura y monótona rutina laboral, viviendo en condiciones de extrema pobreza y con el permanente temor de perder su trabajo y con ello su diario sustento. En cuanto a las colonias, estas, en el mejor de los casos, recibían un exiguo precio por sus recursos naturales recogidos con mano de obra casi esclava; frecuentemente estos recursos eran descaradamente saqueados por esas potencias No obstante estas deplorables circunstancias, para los dirigentes políticos de Gran Bretaña y Francia ese periodo del “Nuevo Imperialismo” era considerado como una “Histórica era triunfal” que engrandeció y consolidó a niveles sin precedentes su poderío económico, convirtiendo a sus respectivos países en las naciones más prósperas del mundo a partir de lo cual, inician los cambios políticos necesarios para evitar las agitaciones sociales que estaban asolando la mayor parte de Europa, inspiradas en las teorías de Marx y Engels, divulgadas desde 1848. Ahora orgullosamente el Reino Unido declaraba que es, no solamente el Estado más estable de Europa, sino que adicionalmente, controlaba el mayor imperio comercial, militar y territorial del mundo, aspectos estos que reforzaron signi cativamente su protagonismo mundial En el Lejano Oriente, hacia nales del siglo XIX, Francia y Gran Bretaña dominaban China e Indochina y poseían además colonias en África. Inglaterra seguía gobernando sobre Canadá, Nueva Zelanda, Australia y la India, aunque la actitud imperante en Europa se caracterizaba entonces por una pugna permanente entre los países colonialistas por consolidar y expandir su imperio en ultramar, lo que se buscaba en el fondo era el saqueo de los recursos naturales, la mano de obra barata y la consecución de mercados cautivos, factores estos que los enfrentaban en una rebatiña para apropiarse de más territorios de África y Asia

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Gran Bretaña y Francia ahora eran las más aventajadas potencias imperiales de la época que habían logrado anexar todos los territorios que pudieron conseguir. Esa desenfrenada carrera imperialista para englobar territorios y riquezas ajenas,

la hacían solo para evitar que otras potencias occidentales se apropiaran de esas tierras. Los gobiernos colonialistas mediante profusas campañas publicitarias estimulaban el apoyo popular en favor de las anexiones territoriales y el sometimiento y dominación de otros pueblos en nombre de “un espíritu patriótico” el cual relacionaban como el motor que incentivaba el progreso tecnológico y económico que los caracterizaba, haciendo énfasis en la necesidad de encontrar y ampliar nuevos mercados a la luz de la boyante era industrial que ahora estaban viviendo. Fue así como el patriotismo y la industrialización se combinaron para a anzar este “Nuevo Imperialismo” Por mucho tiempo, la ruta hacia el Océano Índico tenía que pasar por el Cabo de Hornos, medio esencial para llegar al Lejano Oriente y es precisamente por ese motivo que Gran Bretaña, en 1835, le arrebató la colonia del Cabo a los granjeros holandeses llamados “Boers”, que se habían instalado allí desde 1580, pero que ahora se vieron forzados a desplazarse hacia el norte para escapar de la presión británica, teniendo que enfrentarse con las tribus zulúes para lograr asentarse en las ricas praderas de África del Sur, donde formaron las pequeñas repúblicas calvinistas de Transvaal y el Estado Libre de Orange y es entre los años 1852/54 cuando empiezan a surgir nuevas tensiones con los británicos que se van incrementando con el descubrimiento del oro y diamantes en esas tierras, constituyéndose la República de Transvaal en un obstáculo para las ambiciones británicas que, además de la riqueza minera de esa región, planeaban la construcción de una vía férrea que desde el Cabo iba a conectar hasta el Canal de Suez, anhelo supremo del Imperio Británico para consolidar su dominio colonial en África y Asia

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Gran Bretaña trató de obligar a los Boers a formar parte de una confederación dominada por ellos; para forzarlos, procedieron a anexar los territorios circundantes de la República de Transvaal, a pesar de lo cual, los Boers se mantuvieron rmes en su negativa de no aceptar la asociación propuesta, iniciándose en 1899 una guerra, donde después de unos breves reveses, los británicos terminaron posesionándose del territorio Boer, lo que suscitó la reacción de Alemania condenando la agresión inglesa contra la naciente República de Transvaal. Para desactivar esta peligrosa situación, los británicos se vieron obligados a celebrar un tratado de paz con el presidente Boer, Paul Krüger, comprometiéndose al pago de reparaciones económicas por los perjuicios ocasionados por su política agresiva. En 1906, el gobierno inglés concedió el autogobierno a Transvaal y al Estado Libre de Orange. Cuatro años más tarde estos dos Estados se unieron con la colonia de El Cabo para formar lo que se conoce hoy con el nombre de Unión Sudafricana, teniendo como capital a Johannesburgo

Ahora Francia ja su interés en el norte de África; su primer objetivo en esa región fue Argelia que busca convertirla en una provincia de la Francia continental y consecuentemente con ello traza una política colonial consistente en desposeer de sus tierras fértiles a la población nativa, trans riéndola de las regiones costeras al interior árido de su país natal. A partir de 1871 el gobierno galo empieza a establecer los primeros colonos europeos que inicialmente eran franceses procedentes de la región de Alsacia para luego animar con incentivos territoriales a otros inmigrantes del sur de Europa: Italia, España, Portugal, Grecia, Malta, etc. para asentarse en Argelia, desplazando aún más a la población autóctona cuyos ciudadano o cialmente fueron clasi cados como de segunda clase. No obstante la resistencia del pueblo argelino, Francia insiste en aferrarse a toda la región de África del Norte y ahora dirige su atención a Túnez, convirtiendo a ese país en 1881 en su protectorado. Marruecos es anexionado en 1905 y tras la ocupación de su capital Casablanca, creó un ejército especial llamado “Legión Extranjera” cuyo propósito, además del control y dominio de toda esa extensa región del mundo árabe, consistía en reprimir los brotes nacionalistas. La legión fue nutrida con elementos de otros países, cuyos prontuarios, en la mayoría de los casos, registraban antecedentes delictivos, muchos de ellos eran asesinos despiadados y/o prófugos de la justicia, reclutados en todo el mundo y atraídos con promesas de refugio, impunidad, ciudadanía y buena paga Ante estas acciones de rapiña colonialista, Italia se animó para invadir a Libia que en ese momento representaba al último vestigio del Imperio Otomano en el norte de África. Esta conquista, aunque representó un episodio menor y aparentemente insigni cante en la trayectoria del Nuevo Imperialismo, sirvió para poner en evidencia la debilidad militar del Imperio Otomano, lo que proporcionó un poderoso estímulo a las insaciables ambiciones territoriales de las potencias colonialistas, ávidas ahora por apoderarse de lo que quedaba del Imperio Turco en Europa pero especialmente del Medio Oriente, donde ya olfatearon el petróleo

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Bulgaria, Grecia y Serbia, instigadas por Inglaterra y Francia, depusieron temporalmente sus diferencias para, en octubre de 1912 declararle mancomunadamente una exitosa guerra a los otomanos, con rmando con ello, que tras ciento cincuenta años de reveses militares, Turquía, llamada ahora “el hombre enfermo del Bósforo”, estaba de nitivamente en una fase terminal. No obstante lo anterior, esta primera guerra balcánica, avivó las viejas rivalidades entre los mismos Estados de la región que habían combatido unidos contra el Imperio Turco, desatando con ello una segunda con agración en 1913 en la que los vencedores de la aquella contienda combatieron entre sí. En esa guerra

intervienen entre bastidores todos los intereses hegemónicos de las grandes potencias colonialistas: Gran Bretaña, Francia, Alemania y Rusia Hacia la última década del siglo XIX, el Imperio Británico era mayor que todos los demás imperios juntos; Bélgica, España, Italia y Portugal estaban todas con nadas en África; el de Holanda quedó reducido a las Indias Occidentales y la Guyana Holandesa. Alemania carecía de dominios en ultramar. Aparte de Gran Bretaña, solo Francia, con colonias en África Occidental, Norte de África, Asia las Indias Occidentales y el Pací co, podía considerarse una potencia imperialista, pero aun así, sus dominios equivalían a menos de la mitad del británico, sin embargo, tanto en el norte de África como en Indochina, Francia se enfrentaba con la resistencia armada de las poblaciones nativas Gran Bretaña se consolidó como la primera potencia imperialista a partir de la última década del siglo XIX; ahora era poseedora de sus vastos y heterogéneos dominios que se extendían a lo largo y ancho del planeta, cuyos territorios habían sido conquistados en su mayor parte a los franceses, españoles, holandeses y portugueses en los siglos XVII y XVIII, pero este Imperio ya era demasiado extenso para ser defendido por los cuarenta millones de habitantes que conformaban la metrópoli, que si bien hasta nales del siglo XI había permanecido a salvo debido a que las otras potencias eran más débiles o inactivas, ocurre ahora que los nuevos intereses imperialistas de las naciones europeas y también de Estados Unidos pretendían arrinconarlo. La adquisición apresurada de nuevos territorios africanos fue propiciada por el temor de que Francia, Alemania o Italia llegasen a ocupar zonas estratégicas de ese continente, vitales tanto para sus intereses económicos como también de enlace con sus dominios del Lejano Oriente Rusia, tras su derrota en Crimea, inició un acelerado plan de rearme y expansión de sus fronteras con el propósito de reforzar su capacidad militar para igualar a la de Gran Bretaña y de Alemania. El avance ruso en Asia hacía temer por sus posesiones en esa zona del mundo en momentos en que Gran Bretaña estaba acosada por la agitación interna en la India; recelosa de esa política, Inglaterra se alió con Japón en 1902. Las invasiones rusas a Corea y Manchuria, despertaron los temores japoneses quienes soliviantados por Inglaterra atacaron a la ota rusa en la rada de Port Arthur y en menos de siete meses, Japón asombró al mundo derrotando a Rusia y demostrando ser una nueva potencia imperialista

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Mientras tanto y gracias a su vigorosa industrialización iniciada a partir de la segunda mitad del siglo XIX, Alemania se convirtió en el Estado más rico y poderoso de Europa proponiéndose ahora a construir una gran fuerza naval

capaz de rivalizar con la de Gran Bretaña, cuya tesis sostenía que sin el dominio absoluto del mar, podía perder su vasto imperio ultramarino o inclusive ser invadida en su propio territorio, circunstancia que la llevó a considerar que Alemania, tanto desde el punto de vista comercial como militar, le representaba la mayor amenaza y es cuando decide en 1904 deponer sus diferencias y disputas con Francia respecto a sus dominios coloniales en el África subsahariana, entablando a partir de 1907 cordiales relaciones con Rusia, proponiéndose en el futuro a cooperar cada vez más con estas dos potencias El Imperio Británico en su tarea de a anzar su dominio sobre India comienza desde 1888 a extenderse hacia Birmania, Siam (hoy Tailandia) y Afganistán, estableciendo en esos países una serie de protectorados cuyo propósito consisten crear barreras para proteger la joya de su corona colonial: la India, con el cultivo del algodón en gran escala, cobró una gran importancia para la economía inglesa y por otra parte, Inglaterra había logrado adquirir la porción accionaria que Egipto tenía sobre el Canal de Suez Con todos estos avances imperialistas, un profundo sentimiento de poder y superioridad racial embargó al pueblo inglés. Su imperio ahora era mucho mayor que cualquier otro y comprendía unos cuatrocientos millones de personas, casi una cuarta parte de la población mundial de aquel entonces, a pesar de lo cual prevalecía un recelo acerca del futuro de su gran imperio de cuya vulnerabilidad había plena consciencia. Continuamente esta gran potencia era objeto de la envidia de sus rivales que la contemplaban como la acaparadora de las riquezas del mundo al punto que hasta la propia unidad del Reino estaba amenazada por dentro a raíz del descontento de los irlandeses. Por otra parte, Alemania, Rusia, Francia y Estados Unidos penetraban ahora en África y Asia haciendo cada vez más vital la tarea de los británicos para proteger su imperio

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Francia se había constituido también en un auténtico Nuevo Imperio cuando se apoderó de vastas regiones de África Central y Occidental, Norte de África y de Vietnam y Laos (Indochina). Estados Unidos, la nueva potencia emergente, se expande ahora hacia el Mar Caribe tomando posesión de Puerto Rico, y ejerciendo un dominio sobre Cuba y hacia el pací co, se a anza en Guam y Filipinas y se anexiona a Hawái y en 1903, instigó y apoyó la separación de Panamá de Colombia, procediendo a renglón seguido a nalizar la construcción del canal que une dos océanos: Pací co y Atlántico, convirtiendo a Panamá en el primer protectorado de Estados Unidos en el continente americano, para a partir de entonces y al amparo del “Panamericanismo” propugnado por el presidente Theodore Roosevelt, autoproclamarse como potencia facultada para intervenir en cuanto con icto se produzca en las Américas

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El auge económico de Japón cuyo territorio es pobre en recursos naturales, lo impulsa a iniciar una política expansionista cuando ataca a China en los años 1894/95 y a Rusia en 1904/05 per lándose como país que adopta el “Nuevo Imperialismo” alcanzando su apogeo después de la Primera Guerra Mundial, cuyo desenlace culmina en agosto de 1945 con el lanzamiento de las bombas atómicas a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki poniendo término a la Segunda Guerra Mundial ; iniciándose a partir de entonces para Japón una nueva era

CAPITULO XII: VIENTOS DE GUERR

A lo largo de su historia, el Viejo Continente ha estado más tiempo en guerra que en paz pero lo más sorprendente del periodo del “Nuevo Imperialismo”, surgido a nales del siglo XIX, no estuvo representado por las tensas rivalidades que inevitablemente produjo la rebatiña colonialista sino por el éxito con que estas se resolvieron. En periodos anteriores y por espacio de muchos siglos se habían librado en Europa guerras para decidir la propiedad de unos pocos centenares de km2, en cambio durante los treinta años que siguieron a 1871, por primera vez en su historia, las grandes potencias europeas se repartieron 35.000.000 de km2 de territorios ajenos sin registrar un solo enfrentamiento armado No obstante lo anterior, con el inicio del siglo XX, se comienzan a revivir con renovado ímpetu las tensiones internas que habían venido impregnando la atmósfera europea durante los últimos 50 años del siglo anterior; estas giraban en torno a las rivalidad por los Balcanes surgida entre el Imperio Austrohúngaro y Rusia. Ese antagonismo fue la consecuencia de la desintegración del Imperio Turco en esa península; lo más signi cativo de este hecho fue que el mismo, al menos en apariencia, se resolvió sin necesidad de recurrir a las armas, pero sus pretensiones, aunque disimuladas, persistían

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Ciertamente treinta años no constituyen un periodo largo en la historia de las naciones, pero para el caso de la turbulenta Europa, representaron relativamente, un prolongado lapso de paz tras muchos siglos de enfrentamientos armados. Esta desacostumbrada calma se debió en gran parte a la distribución equilibrada de las posesiones coloniales de ultramar que, temporalmente, dejó saciadas las ambiciones imperialistas de esas potencias y es por eso que los años que precedieron al cambio de siglo, se caracterizaron por un ambiente de aparente tranquilidad. Las nuevas generaciones europeas hastiadas de tantas guerras y re exionando con el pensamiento del deseo, creyeron que ese “prolongado periodo de paz” (18711901) era un síntoma que presagiaba que las guerras eran algo del pasado, sin embargo, esa aparente calma empezó a alterarse a raíz del enorme crecimiento tanto industrial como económico y militar de Alemania. La guerra franco-prusiana que terminó en 1871 fue la que marcó ese hecho crucial en la historia de la Europa del siglo XIX por cuanto puso n a dos siglos de la hegemonía francesa en el viejo continente y al mismo tiempo permitió la

uni cación de Alemania bajo la iniciativa de Otto von Bismarck, conocido como” el Canciller de Hierro y fundador del Estado alemán moderno” Por mucho tiempo, Alemania había venido rechazando las agresiones francesas -24 en total- pero con esa aplastante victoria sobre los galos y después de condenarlos por los perjuicios causados, al pago de US$5.000.000.000 y la cesión a Alemania de la región de Alsacia-Lorena, Bismarck asumió el papel de ser un defensor de la paz, declarando no tener ambiciones territoriales. En consecuencia, el papel objetivo de Alemania ahora consistía en consolidar su posición lograda en Europa para defenderla del peligro de una nueva y amenazante arremetida francesa. Al principio con ó en un acuerdo informal entre las tres grandes monarquías continentales: Alemania, el Imperio Austrohúngaro y Rusia, ello, para mantener aislada a Francia; no obstante, aquel acuerdo se rompió en 1878 debido a la rivalidad surgida entre Austria y Rusia por sus diferencias en los Balcanes. En 1879 Bismarck concreta una alianza con Austria; más adelante, en 1881 nuevamente con Rusia y en 1882 con Italia, todas ellas con miras a disuadir otra guerra con Francia Además de las rivalidades franco-alemanas, los territorios europeos, plagados de diferendos fronterizos, generaban una serie de disputas que creaban tensiones en todo ese continente. Las fronteras étnicas de Europa eran tan complejas que cada uno de los países tenía dentro de su territorio pequeños enclaves poblados por etnias que reclamaban pertenecer al país vecino. Francia y Alemania, enfrentadas por Alsacia-Lorena, donde la primera seguía alimentando sentimientos de revancha por la humillante derrota sufrida en 1871; Grecia y Bulgaria en relación a Tracia; Italia y Austria por El Tirol; Serbia y Austria que reclamaban derechos sobre Bosnia; Alemania y Dinamarca por Schleswig-Holstein; adicionalmente y en otra escala, estas naciones rivalizaban por el mayor dominio de las colonias de ultramar; Alemania se embarcó en un inmenso programa para la construcción de buques a efectos de equipararse a los británicos con una moderna armada para el dominio de los mares. Austria y Rusia por su parte, competían para arrebatarle territorios al ahora moribundo Imperio Otomano. Para revitalizar sus posiciones frente a estos antagonismos, en Europa continental se va conformando una división representada en dos grandes bloques

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Gran Bretaña hacia nales del siglo XIX consideraba que su espléndido aislamiento respecto a las alianzas europeas era una prueba de su poderío; Francia, por el contrario, siempre consideró como ignominioso el aislamiento que le tocó vivir durante los veinte años que siguieron a su humillante derrota sufrida en la guerra francoprusiana. La primera oportunidad que Francia tuvo para salir de ese aislamiento se produjo en 1890, poco después de que el

Sin embargo el alejamiento diplomático entre Alemania y Rusia producido en 1894 fue acompañado por un creciente acercamiento económico entre Francia y Rusia que hacia nales del siglo XIX era un país subdesarrollado pero con un gran poderío militar, siendo cada vez más consciente de que su futuro como gran potencia dependía de la modernización de su economía, pero esta requería de una sólida inversión extranjera que por esa época solo Francia estaba en condiciones de realizar, factor que en últimas determinó que el gobierno ruso concretara una alianza con Francia, la cual fue rati cada en 1894 Esta atmósfera impregnada de caldeados antagonismos fue determinando que cinco grandes potencias de Europa estaban ya agrupadas en dos alianzas rivales: Alemania, el Imperio Austrohúngaro e Italia por una parte y Francia y Rusia por la otra. El deseo francés de desquitarse de Alemania y la rivalidad existente entre Austria y Rusia por los Balcanes pasan ahora a segundo plano por cuanto para la mayoría de los analistas e historiadores de principios del siglo XX, la causa de la Gran Guerra la atribuyen principalmente a las rivalidades económicas y militares entre Gran Bretaña y Alemania El aumento de la tensión entre Gran Bretaña y Alemania fue el resultado de que al comenzar el siglo XX, Alemania superaba militar y económicamente a todos los demás estados europeos, viéndose en la imperiosa necesidad de imprimir un nuevo curso a su política exterior; esa nueva política estaba en concordancia con el talante imperialista tan arraigado en las otras potencias occidentales pero especialmente en el Reino Unido. En las postrimerías del siglo XIX, los imperios inglés y francés estaban ya bien fortalecidos y asentados en sus colonias de ultramar; el expansionismo alemán surge en aquella coyuntura. Sus primeras acciones consisten en la decisión parlamentaria de modernizar y engrandecer su ota naval; haciendo alarde de su poderío, el Káiser declaró: “Alemania se ha convertido ahora en un imperio mundial”

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Sin embargo, debido a la falta de territorio para colmar sus ambiciones imperialistas, el pretendido poderío del imperio anunciado por el Káiser se convirtió en una incógnita para Inglaterra y Francia por cuanto no sabían a ciencia cierta en que parte del mundo ese “Nuevo Imperio” centraría sus ambiciones colonialistas y cuál iba a ser el papel de la nueva armada alemana.

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Bismarck perdiera el poder. El Káiser Guillermo II tomó imprudentemente la decisión de renovar la alianza con Rusia creyendo que ese país representaba un buen aliado para Alemania, basándose en lo expresado por el Zar Nicolás II, el último de la dinastía Romanov cuando a rmó en 1887: “Dios nos libre de la alianza con Francia... ello signi caría que nos invadirían con su revolución”

Todo esto iba despertando el recelo de Francia que veía amenazadas sus posesiones ultramarinas de Asia y el Norte de África, pero principalmente de Inglaterra, considerada entonces “la Reina de los Mares”. El hecho de que Alemania estaba en proceso de fortalecerse, proclamándose ser ya “una Potencia Mundial”, despertó la inquietud de Gran Bretaña que consideró la nueva política alemana como una seria amenaza a su hegemonía naval, económica y colonial. En cuanto a Rusia, esta vio en la nueva política alemana como un desafío a su in uencia en los Balcanes y en el Medio Oriente. Durante los primeros años del siglo XX debido parcialmente a la carencia de colonias ultramarinas, las ambiciones alemanas se orientaban cada vez más hacia el continente europeo La característica más curiosa de la política exterior alemana durante la década que precedió a la Gran Guerra fue la combinación de arrogancia y el alarde de fuerza acompañado con una sensación de crónico sentimiento de inseguridad originado por el temor de que las potencias europeas se sintieran recelosas de su fuerza creciente y conspirasen para negarle la condición de potencia mundial, llevándola a vivir permanentemente con el temor de que Gran Bretaña pudiera intentar la destrucción de su nueva ota naval; ese recelo también surgía por su ubicación geográ ca en Europa teniendo ahora como rivales a Francia y a Rusia que la obligaban a considerar la posibilidad de combatir una guerra en dos frentes: uno occidental con Francia y otro oriental con Rusia; pero su mayor temor estaba representado por Gran Bretaña. Debido a estos fundados temores, Alemania se embarca en un inmenso programa para armarse a efecto de hacerle frente a los británicos que para ese entonces representaban la mayor potencia colonial. Por otra parte, Austria y Rusia sostenían un enfrentamiento diplomático por sus pretensiones respecto a la península balcánica; ante este turbulento panorama europeo, cada una de las naciones de ese continente fue fortaleciendo más sus alianzas en vista de la creciente tensión que presagiaba un con icto que se veía venir debido a que la situación se caldeaba más cada día y cuyo desenlace no podía ser otro distinto a una nueva guerra en la cual, los países europeos, ahora conformados en dos bloques antagónicos, habían venido convirtiendo a Europa en un barril de pólvora

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En medio de esta atmósfera cargada de mucha tensión, el 28 de junio de 1914, un activista serbio, de nombre Gavrilo Princip, asesinó en Sarajevo, capital de la provincia de Bosnia-Herzegovina, al heredero al trono del Imperio Austrohúngaro de los Habsburg, Francisco Fernando y a su esposa Sofía. Princip fue capturado y el informe que presentaron sus interrogadores austríacos, apuntaba a que ese atentado había sido planeado en Belgrado. Austria lanzó entonces un ultimátum a Serbia para que capturara a los organizadores de este complot o de lo contrario atenerse a las consecuencias. Serbia rechazó tanto la

acusación como también las exigencias, produciendo que el Imperio Austrohúngaro le declarara la guerra, conduciendo esta decisión a que Rusia, que se había autoproclamado previamente ser protectora de los Cristianos Ortodoxos Orientales, anuncia estar en estado de guerra con Austria, alegando que no podía permitir que una nación eslava y ortodoxa como Serbia fuera agredida. Alemania a su vez declaró que no estaba dispuesta a tolerar que una nación germánica como Austria, unida a ellos por un pacto de mutua defensa, fuera atacada, dando paso así a una declaración de guerra contra Rusia Los alemanes, ante esta situación, le solicitaron a Francia mantenerse neutral mientras estaban en guerra con Rusia, requiriéndole como prenda de garantía que le permitieran ocupar enclaves fronterizos estratégicamente neurálgicos, situados en territorio francés para evitar que Francia, que mantenía alianza con Rusia, los fuera a atacar. Francia rechazó la petición alemana generando con su negativa otra actitud belicosa, ésta en el frente occidental Desde mucho tiempo atrás, Alemania venía abrigando el temor de una guerra en dos frentes que pudiera atenazarlos, de ahí que su Estado Mayor ya tenía un plan detallado en previsión precisamente de esta situación. Para combatir en una guerra de dos frentes, los alemanes tenían que pensar en el contendiente más débil para proceder a eliminarlo rápidamente y así poder dedicar todos sus esfuerzos bélicos para eliminar al enemigo más fuerte

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El tamaño y la vastedad territorial de Rusia imposibilitaban una derrota rápida de ese país, circunstancia que convertía a Francia en el objetivo número uno por cuanto además, su capital París estaba relativamente muy cerca, lo que obligaba a Alemania para actuar rápidamente. En el frente oriental mientras tanto, por su descomunal extensión y su característico subdesarrollo, el imperio ruso tardó bastante en movilizar a sus tropas, valioso tiempo que representó una oportunidad para que Alemania pudiera concentrar sus fuerzas contra Francia, pero resultó que esas fronteras comunes estaban muy bien defendidas desde el lado francés, lo que obligó a los alemanes para invadir a la neutral Bélgica, acción que desató la reacción de los británicos, circunstancia que aceleró la aspiración de los alemanes para ocupar París antes de que los ingleses lograsen cruzar el canal de la mancha. Después de invadir a Bélgica y cruzar todo su territorio, el ejército alemán penetró las fronteras de Francia pero su avance fue detenido por los galos estando a 30 km de Paris

CAPITULO XIII: LA GRAN GUERRA, 1914-191

El estallido de la Gran Guerra, con agración que luego se conoció como la Primera Guerra Mundial, no sorprendió a los europeos ni a sus gobernantes. Las políticas neo-imperialistas de las grandes potencias rivales habían venido caldeando las rivalidades y los ambientes políticos desde nales del siglo XIX y la primera década del siglo XX, provocando que a todo lo largo y ancho de Europa se iniciara una desaforada carrera armamentista la cual, gradualmente, terminó por destruir los últimos vestigios de con anza mutua entre aquellos imperios que por esa época, habían venido representando ante el mundo entero el antagonismo más activo y persistente para la dominación de los pueblos de África, Asia, el Caribe y los Balcanes; generando con ello, un máximo grado de acumulación explosiva de rivalidades tanto por sus diferendos fronterizos internos como también por sus ímpetus expansionistas de ultramar; tensiones que habían alcanzado niveles insoportables que progresivamente los fueron acercando a una de esas detonaciones de colosales proporciones devastadoras. Por lo tanto, el atentado de Sarajevo fue tan solo la chispa que hizo estallar el polvorín que por espacio de varios siglos venía apilándose y ubicándose en el eje mismo de las fricciones diplomáticas y políticas entre los bloques imperiales, que terminó activando casi en forma automática los pactos militares desde tiempo atrás establecidos

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Es por esta razón que el inicio de las hostilidades en agosto de 1914 llegó a ser considerado por muchos como una especie de válvula de escape de esa atmósfera de tirantez largamente contenida, de manera que al declararse la guerra, una psicosis de entusiasmo colectivo sin precedentes se apoderó de los sentimientos nacionales de los pueblos europeos involucrados: por el lado francés prevalecía el revanchismo por la pérdida de Alsacia y Lorena y por la recuperación de los territorios del Sarre y Renania; por el lado alemán contra la desa ante política del zarismo, pretextando la defensa de la etnia eslava de los Balcanes ante la amenaza de la hegemonía germana y otomana sobre esta península y por el lado inglés, se contemplaba con recelo el desarrollo de la

marina mercante y de guerra alemana, su expansión comercial y colonial así como también su rápida conquista de los mercados más importantes del mundo, lo que hace que esa potencia empieza a ser considerada por su desarrollo industrial, comercial y militar como un “amenazante Imperio”. En conclusión, Francia, Gran Bretaña y Rusia coincidían en sus aspiraciones de “aniquilamiento” del imperio alemán tanto en el plano militar como económico Adicionalmente, las insaciables apetencias del expansionismo territorial colonialistas de los imperios europeos, aunque latentes, seguían más vivas que nunca: Rusia soñaba con la anexión de una buena extensión de regiones alemanas de la Prusia Oriental y de obtener además a Constantinopla y el control de los estrechos del Bósforo y los Dardanelos para su comunicación con el mar Mediterráneo; Gran Bretaña aspiraba con heredar las posesiones coloniales alemanas del África Subsahariana y del Lejano Oriente, mientras que conjuntamente con Francia maquinaba un plan para el reparto de los restos del Imperio Otomano del Medio Oriente. Alemania por su parte diseñaba la estrategia para desplazar las fronteras rusas hacia el Este para luego conformar con el imperio Austrohúngaro y otros estados menores una gran potencia Centroeuropea que dominaría ese continente tanto en los aspectos políticos y militares como económicos y de política exterior Teniendo como telón de fondo este inquietante panorama geopolítico ocurre el incidente de Sarajevo en cuyo curso al rechazar Serbia las exigencias improrrogables de Austria, obtiene como respuesta a su negativa la declaratoria de guerra por parte del Imperio Austrohúngaro, produciendo que Rusia anunciara la movilización parcial de sus fuerzas armadas. Los intentos de mediación de Alemania no tuvieron éxito, lo que condujo a que esa potencia dirigiera un ultimátum a Rusia exigiendo que fuera suspendida la movilización y al no recibir respuesta, Alemania ordenó la movilización general que también fue decretada en Rusia El 1° de agosto de 1914 Alemania o cialmente le declara la guerra a Rusia y ese mismo día, Francia, que de antemano contaba con el irrestricto apoyo militar británico, moviliza sus tropas y Gran Bretaña apresta su ota naval. Alemania, partiendo de la certeza de que sería atacada por Francia le declaró la guerra a esa nación dos días después, es decir el 3 de agosto. La penetración de Alemania a Bélgica para invadir a Francia sirvió de pretexto a Gran Bretaña para declararle la guerra

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La estrategia alemana contra Francia respondía a un plan conforme al cual había que primero destruir al ejército francés en seis semanas para luego poder

concentrar todo su esfuerzo militar contra Rusia. En Francia donde se conocía la formidable potencia del ejército alemán, el estallido de las hostilidades produjo un efecto de estupor, procediendo a movilizar sus tropas para organizar el enfrentamiento con las fuerzas alemanas en las fronteras germánicas creyendo que por ahí vendría la invasión principal; sin embargo, el avance alemán no ocurrió como lo había previsto el Estado Mayor Francés sino que describió un arco orientando la embestida contra Francia a través de la neutral Bélgica En medio de toda esta parafernalia bélica, por todas partes reinaba el entusiasmo: en Alemania estaban convencidos de un resultado victorioso y a corto plazo que pondría n a las amenazantes pretensiones de Francia, Gran Bretaña y Rusia. El Káiser, dirigiéndose a las multitudes que vitoreaban, los arengó diciéndoles: “en Alemania ya no hay partidos sino alemanes”; en Francia, todos los partidos sepultaron sus diferencias bajo la consigna de la “Unión Sagrada” y en Rusia cesó la oleada de huelgas y protestas que había paralizado al país

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Al calor del encantamiento irradiado por ese nacionalismo exacerbado, se produce en los bandos enfrentados una especie de embriaguez colectiva cuya máxima expresión se mani esta con un delirante entusiasmo y la multitudinaria presencia popular en las plazas y estaciones ferroviarias para despedir con efusivos abrazos a las tropas que partían hacia los frentes ameando banderas y entonando sus respectivos himnos nacionales y marciales, manifestaciones estas que transmitían a los soldados la sensación de ser ellos los protagonistas de un excepcional hecho histórico, infundiéndoles al mismo tiempo una alta moral. Pero ésta emocionada efervescencia impide tener en cuenta el costo que en términos de vidas humanas, recursos materiales y económicos esta guerra les iba a exigir a todos los países beligerantes. La errada convicción en la que coinciden los deseos tanto de los pueblos europeos como la de muchos de sus dirigentes políticos y militares en aquel agosto de 1914, es que la guerra va a ser breve y los soldados volverán a sus casas antes de Navidad. De los pocos que vislumbraron el resultado trágico de esa con agración fue el ministro inglés de Asuntos Interiores, Edmund Grey, quien re riéndose a ella dejó estas premonitoras palabras: “Las luces se apagan en toda Europa y nosotros no alcanzaremos a verlas brillar de nuevo” y por el lado alemán, el jefe del Estado Mayor, Helmuth Von Moltke, en carta dirigida a su aliado austriaco, Conrad Von Hotzendorff, dejó consignadas la siguiente re exión: “Comenzó una lucha decisiva para el curso de la historia mundial la cual durará durante todo este siglo”. Este personaje alemán pronosticó que esta guerra europea sería larga y que iba a tener consecuencias revolucionarias internas que convulsionarían ese continente, como así ocurrió

En efecto, para empezar, esa guerra puso n a la época más feliz y orgullosa en la historia de los europeos y de la rebosante riqueza que venían disfrutando, nostálgicamente llamada “Belle Epoque”, resultante de su incuestionable supremacía económica surgida tanto de sus dominios coloniales como también del esplendoroso desarrollo de sus logros cientí cos, tecnológicos e industriales Ahora, en agosto de 1914, en el escenario bélico europeo se enfrentaban dos bandos: por un lado “el Bloque Central” conformado por Alemania y el Imperio Austrohúngaro, el cual aumentará su poderío con la incorporación de Turquía en ese mismo año; y por el otro” el Bloque de los “Aliados” representado por Francia, Inglaterra, Rusia, Bélgica y Serbia; a estos se les unirían luego Italia (1915), Rumania (1916) y Portugal y Grecia (1917). Solo Suiza, Holanda, los países escandinavos y España permanecieron neutrales El resultado de todo esto es que entre agosto 1914 y noviembre 1918, millones de hombres se enfrentaron mes tras mes y año tras año en una guerra con resultados cambiantes y gigantescas pérdidas en vidas humanas y recursos materiales, donde se utilizaron armas hasta entonces completamente desconocidas como los aviones y los submarinos, el gas altamente venenoso empleado por ambos bandos cuyas nubes as xiaban o cegaban a los soldados, los lanzallamas, las ametralladoras que disparaban 600 tiros por minuto, supercañones de campaña que podían disparar hasta cuatro proyectiles altamente explosivos por minuto y a muchos kilómetros de distancia, obuses anti trincheras y tanques de guerra equipados con cañones, diseñados por los ingleses y concebidos con el propósito de superar el punto muerto de una guerra de trincheras; pero estos pesados aparatos resultaron de cientes tanto en calidad como en cantidad

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Al ir desarrollándose la guerra, los europeos se fueron dando cuenta que la misma resultaba ser muy distinta de lo que esperaban. Su primer impacto fue la batalla de Marne (6 de septiembre de 1914) que duró tres meses de encarnizados combates en cuyo curso los franceses estuvieron al borde de la catástrofe y los alemanes a un paso de la victoria, convirtiéndose este choque en un presagio de lo que iba a ser el desarrollo de la Gran Guerra. En efecto, la estrategia militar alemana consistía en un rápido avance de sus fuerzas hacia el oeste contra Francia, sin embargo en Marne, la contraofensiva francesa logró contener el avance alemán sobre París; no obstante, los alemanes ya dominaban a Bélgica y a un extenso territorio del norte de Francia en el cual penetraron fácilmente durante las primeras semanas de guerra. Su avance a partir de entonces se detuvo para convertirse en asedio, utilizando esa posición como base de sus supercañones llamados “Bertha Krupp” para bombardear la capital francesa. Desde entonces la guerra se estancó y millones de soldados empezaron a vivir en

trincheras y bajo tierra, saliendo ocasionalmente para emprender un asalto contra el “enemigo”; embestidas que tuvieran o no éxito, invariablemente solían terminar con sangrientas pérdidas. Los aliados lograron también resistir una serie de ataques alemanes (octubre y noviembre de 1914) contra Calais, Boulogne y Dunkerque, ciudades que los alemanes pretendían capturar a efectos de impedir la llegada del apoyo inglés cruzando el canal de La mancha A partir de estos resultados militares, el frente bélico se convirtió en una guerra de desgaste que abarcaba una línea de confrontación a lo largo de 800km de trincheras que se extendía desde Flandes hasta la frontera Suiza. En el frente oriental, los alemanes vencieron a las tropas rusas mientras que el ejército austrohúngaro era derrotado en Polonia Si al comienzo de esa guerra (agosto de 1914) la esperanza de muchos europeos era la rápida conclusión de la misma, el año de 1915 llegó para desilusionarlos. El entusiasmo inicial expresado en agosto 1914 por todas las capas sociales, militares y políticas empieza a apagarse y el ímpetu nacionalista a declinar bajo el peso de los sufrimientos y del alto costo en vidas humanas y sacri cios que el con icto va imponiendo, ya no solamente en las tropas sino también en la población civil Mientras tanto, en los frentes de guerra, la resistencia física y la moral de los soldados va decayendo al estar sometidos a esas duras condiciones de lucha durante largos meses en los cuales las bajas son altísimas para todos los combatientes. En esas batallas las tropas se inmovilizaron, quedando atrapados en una guerra de trincheras, donde los ejércitos de ambos bandos se iban hundiendo cada vez más, sometidos a un desgaste agotador que se desarrollaba en unos escenarios de locura entre alambres de púas y profundas zanjas fangosas infestadas de ratas donde los combatientes se apiñaban en ellas en situaciones improvisadas, con higiene precaria, provisiones de agua contaminada y sin alimentos frescos, viviendo bajo el permanente terror de las explosiones en medio de las tediosas horas que se pasaban sin nada que hacer y soportando permanentemente una sensación de fatiga y temores

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Moverse en esas serpenteantes y nada higiénicas trincheras cuyo suelo cenagoso los exponía a desarrollar una severa micosis que se conoce aún hoy día con el nombre de “pié de trinchera”, (consistente en el agrietamiento de los espacios interdigitales causado por la humedad, originando un desesperante prurito que al rascarse propiciaba peligrosas infecciones; el desenlace solía ser la amputación o la gangrena, pues todavía no se conocían los antibióticos). Adicionalmente, estos soldados vivían a la constante expectativa de la tétrica orden de asalto a la

trinchera contraria que, en el mejor de los casos, equivalía a una muerte segura al tener que cruzar la distancia que los separaba del “enemigo”, la cual solía ser de 200 a 300mts como promedio y que para cubrirla, debían hacerlo corriendo torpemente sobre un putrefacto barrizal lleno de cadáveres y trozos de cuerpos humanos en estado de descomposición y de heridos moribundos; enredándose en las intrincadas vallas de alambre de púas y exponiéndose al nutrido fuego de las ametralladoras contrarias y granadas de fragmentación que explotaban sobre sus cabezas, desatando una lluvia de proyectiles; toda esta cortina de fuego permitía frenar cualquier tropa atacante antes de que logre acercarse a la trinchera contraria la cual, adicionalmente estaba protegida por un campo minado Regimientos enteros solían perder 3 de cada 4 soldados en cada intento por romper el estancamiento de esa “guerra de trincheras”. La muerte rápida era mil veces preferible a quedar herido y abandonado en la “tierra de nadie” para terminar roído vivo por las ratas o fallecer luego de una larga y dolorosa agonía; muchos soldados se suicidaban por el temor de morir en esas circunstancias Todas estas condiciones agotadoras contribuyeron a que los combatientes vivieran en un permanente estado de tensión y ansiedad, condiciones que suelen bajar las defensas del organismo, predisponiendo a los soldados a estar más propensos de contraer las terribles epidemias de cólera, viruela y tifus. Es precisamente por este motivo que la mayoría de las bajas en ambos bandos no se debieron tanto a la acción directa del fuego enemigo; el arma más mortífera en esa terrible guerra no provenía tanto del bando adversario sino de estas enfermedades. Todos estos factores generaron que en 1917, varios contingentes del ejército francés, afectados por la desesperación se sublevaran, logrando Francia sortear esta grave crisis interna sin que sus aliados ni sus enemigos se enteraran de ella. Motines todavía más graves ocurrieron en las las del ejército zarista

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Para romper el estancamiento, en febrero de 1916 el alto mando alemán decide ordenar una ofensiva contra la localidad de Verdún situada en la región de Lorena, batalla que duró seis meses y en la cual las pérdidas humanas de ambas partes fueron tan altas (más de 300.000 muertos y 500.000 heridos y desaparecidos) a pesar de lo cual, la misma terminó sin vencederos ni vencidos y, la razón de este resultado, fue la ofensiva rusa en el frente oriental que ocurrió como respuesta a las desesperadas peticiones de Francia para aliviar la presión alemana. En ese frente, los rusos atacaron con 40 divisiones en momentos en que Alemania había dividido sus fuerzas para apoyar a Austria, pero esa ayuda llegó tarde ya que los austriacos sufrieron una derrota a lo largo de 500 km. A partir de este hecho Francia no pudo ser capaz de asumir sola el enfrentamiento bélico con Alemania

Ese mismo año se desarrolló la batalla Somme, en la cual el peso principal de la lucha fue asumido por Gran Bretaña ya que el ejército francés, después de Verdún, quedó debilitado. En ese enfrentamiento solamente durante el primer día el ejército británico sufrió la muerte de más de 20.000 de sus efectivos y de 40.000 heridos; esas pérdidas no fueron superadas en ninguna otra jornada bélica a lo largo de toda la historia de su ejército. El total de bajas en esta batalla fue de aproximadamente 600.000 entre muertos, heridos y desaparecidos y en esa Gran Guerra el promedio de soldados que fallecían cada día era de aproximadamente 5.000 Las exigencias de esta contienda requerían ingentes recursos para mantener en campaña enormes ejércitos a los que no se les podía privar de alimentos, botas, provisiones médicas, municiones y equipos militares y de transporte. El frente bélico se consideraba prioritario, teniendo la población civil que padecer la escasez de alimentos y medicamentos ya que estas provisiones eran para atender los frentes bélicos. Para empeorar las cosas, cada bando se empeñaba en privar al otro de los suministros necesarios a través del mecanismo del bloqueo, conduciendo todo ello a que tanto la situación de las tropas como también la de los civiles empeorara a medida que la guerra se prolongaba El objetivo de los bloqueos consistía en interrumpir la línea de suministros tanto a la producción bélica como también a la de los civiles. Para la industria militar eran necesarios el hierro, el cobre, el plomo, sustancias químicas, combustible, maquinarias, telas para uniformes y sacos terrosos, alambre de púas, maderas para las trincheras, herramientas para cavar la tierra, caballos y comidas enlatadas medicamentos; invariablemente ocurría que cualquier cantidad enviada a los frentes siempre resultaba insu ciente Hacia nales de 1916, después de las horrorosas batallas de Verdún y Somme, mientras Rusia seguía combatiendo en el frente Oriental de Europa, Inglaterra impuso un bloqueo contra Alemania, estrategia que llevó al país teutón a la conclusión que si no hacía algo rápidamente para romper dicho bloqueo perdería la guerra; decidió entonces replicar, imponiendo un cerco a Gran Bretaña con la utilización de submarinos en lugar de buques de guerra y declarando que todo barco, fuera mercante o militar y que se dirigiera a puertos ingleses, sería hundido. En cuanto a los trasatlánticos les advirtieron que, si además de los pasajeros civiles estuviesen transportando materiales bélicos a Inglaterra, serían también considerados objetivo militar y en consecuencia atacados

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En abril de 1915 el transatlántico británico “Lusitania” fue hundido cerca de las costas irlandesas por un submarino alemán por transportar armas para Inglaterra

además de pasajeros civiles. En ese incidente perdieron la vida 1.198 personas, entre pasajeros y tripulantes, cien de los pasajeros fallecidos eran de nacionalidad americana. Este trágico hecho desencadenó en Estados Unidos una masiva campaña mediática orientada a enardecer los ánimos populares contra los teutones a quienes describían como un pueblo de barbaros y salvajes cuyos desafueros eran solamente comparables a la de los mongoles. Al mismo tiempo la propaganda aliada iba infundiendo el miedo teniendo como base la creación de futuras situaciones imaginarias basadas en que si los alemanes vencían a Inglaterra, pronto irrumpirían también en Estados Unidos. Con esta perversa campaña propagandística, el pueblo norteamericano gradualmente fue dando su apoyo a la intervención de su país en la guerra europea. Esta intensa publicidad anti alemana al mismo tiempo presentaba a Inglaterra como el campeón de la democracia, la libertad y la justicia, en contraste con Alemania a la que mostraban como la personi cación misma del salvajismo El Presidente Wilson era un idealista pero no muy versado en las intrincadas situaciones políticas del Viejo Continente por lo que fue manipulado por su camarilla para que le declarara la guerra a Alemania, muy a pesar de que durante su campaña presidencial, sus promesas eran las de no intervenir en el escenario bélico europeo. La entrada de Estados Unidos en la Gran Guerra, gracias a su enorme potencial industrial, económico, técnico y numérico, inclinó signi cativamente la balanza en favor de Inglaterra y Francia, rompiendo con ello el equilibrio de fuerzas en esa contienda. A partir de entonces, la victoria contra “el bloque central” era solo cuestión de tiempo. Alemania por esa fecha, tuvo un breve destello de esperanza cuando Rusia se derrumbó a causa de la Revolución Bolchevique, permitiéndole concentrar sus fuerzas en el frente occidental, lanzando en 1918 su última gran ofensiva, la cual no solo no tuvo el resultado esperado, sino que además, generó un contraataque franco-británicoestadounidense consecuencia del cual, los ejércitos alemanes y sus aliados emprendieron su retirada en todo el frente occidental (no del ruso). En octubre de 1918, el gobierno alemán formalmente solicitó el armisticio -suspensión de hostilidades- que le fue concedido y a las 11 horas en punto de la mañana del 11 de noviembre de 1918, las armas por n guardaron silencio y así concluyó la peor guerra de la historia del mundo hasta entonces conocida

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La Gran Guerra, esa que comenzó con oleadas de entusiasmo nacional, terminó con el sacri cio de casi 20.000.000 de vidas entre los cuales más de 1.000.000 eran civiles, a los que hay que sumar 22.000.000 de heridos, muchos de ellos quedaron lisiados o inválidos de por vida y otros muchos millones sufrirían severos traumas psicológicos (neurosis de guerra) causados por el pavoroso fragor de los combates

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La más terrible de las secuelas de la Gran Guerra fue la Gran Pandemia, mal llamada “Gripe Española” (1918-1919) que se propagó por todo el mundo y que en pocos años produjo la muerte de más de 50.000.000 de personas. Su virulencia solamente era comparable con la Peste Negra de la Edad Media que, siendo la misma enfermedad y originada por los mismos factores, su única diferencia es que los contagiados no presentaban in amación en los ganglios linfáticos. Las condiciones antihigiénicas imperantes en las trincheras rodeadas de cadáveres insepultos o desterrados por los bombardeos, atraían a las ratas negras que se alimentaban de los restos humanos esparcidos en esos campos. Estos roedores estaban infestados de pulgas que transmitían a los soldados en las trincheras, donde las ratas solían tener sus madrigueras, estas condiciones fueron las propiciadoras de esa terrible epidemia. Con el n de desviar el hecho de que la guerra era la responsable de esta terrible pandemia, establecieron una censura sobre la “Gripe”, como eufemísticamente fue llamada. España fue el único país de Europa que no censuraba las noticias sobre esta pandemia y es por esa razón que esta, recibió el nombre de “Gripe Española”. El virus causante de esta Gran Pandemia, al igual que el de la Peste Negra, también desapareció de repente

CAPITULO XIV: LA POSGUERR

Después de los cuatro terribles años de la Gran Guerra, los millones de muertos, heridos e inválidos, las masivas destrucciones de los medios de producción, de las riquezas y de bienes económicos así como el de toda una generación diezmada, hastiada y agotada que, luego de sacri carse en una larga guerra de trincheras, termina asistiendo al deprimente espectáculo de las enormes masas populares hambrientas, empobrecidas y abandonadas a su suerte, es cuando los europeos comprendieron que ese fue el alto precio que los pueblos involucrados tuvieron que pagar por aquel fenómeno voluntario de destrucción y muerte, cuyas secuelas también se hicieron sentir, aunque en grado menor, en los países neutrales. No obstante todo esto, todavía muchos abrigaban la esperanza que Europa iba a retornar a la esplendorosa época que precedió al cambio de siglo, pero ese periodo había desaparecido para siempre Aunque el aspecto atinente a la vida en sus colonias de Asia y África no parecía muy distinto, era evidente que la guerra había cambiado signi cativamente muchas cosas; el mundo ya no era como solía ser en aquella época, el orden imperial que las potencias colonialistas habían construido en los siglos pasados empezaba ahora a derrumbarse. En el panorama de Europa Central y Oriental comenzaron a tener lugar profundos cambios políticos y sociales. Tres grandes imperios dejaron de existir: la Revolución de Octubre acabó con el zarismo, el Imperio Austrohúngaro se disgregó y los países que lo integraban fueron labrando poco a poco su propio camino y por último, en vísperas del armisticio (1919), fue derrocada la monarquía alemana; así terminaron aquellas estructuras imperiales que por mucho tiempo se consideraron estables. De los imperios Romanov, Hapsburg y Hohinzollern fueron surgiendo estados independientes y en el Próximo Oriente, ahora desvinculado del Imperio Otomano, era evidente que se estaba gestando un Nuevo Orden

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Haciendo un balance, se podría decir que fueron los países no europeos los que salieron bene ciados a causa de esa con agración mundial. La industria japonesa pudo conquistar nuevos mercados llenando el vacío dejado por las potencias europeas, generando gran estímulo para la producción de calzado, ropa, artículos para el hogar, juguetería, etc. Por otra parte, las naciones agrícolas y ganaderas experimentaron un signi cativo auge económico por la gran demanda de carnes, que bene ció a Argentina, Brasil, Australia y Nueva Zelanda; a Estados Unidos por una amplia variedad de recursos tales como cereales,

maquinaria industrial, armas, municiones, caballos, madera, hierro y petróleo. Se produjo también una gran demanda de materia prima requerida para la industria: caucho de Malasia, bauxita y nitratos de Sudamérica y yute de la India; estos y muchos productos más fueron absorbidos cuando la guerra se prolongaba; entonces había que alimentar y equipar a los ejércitos involucrados en ella. Siendo Gran Bretaña la que dominaba los mares, los “imperios centrales” no tuvieron posibilidad de recibir estos productos a causa del bloqueo; los “aliados” en cambio fueron los primeros bene ciados de los mismos y su dinero fue el que alimentó el auge económico de los países proveedores durante los tiempos de guerra. Como resultado de todo esto, el país norteamericano fue el que más se bene ció de ese gran con icto emergiendo para el año 1918 como la primera potencia industrial y económica del planeta Antes de 1914, Gran Bretaña, Alemania y Francia eran los principales exportadores, mientras que Estados Unidos era un país importador, pero la guerra invirtió esa situación. Ahora las potencias europeas se habían empobrecido y tenían que pagar las grandes deudas contraídas con Estados Unidos. A los norteamericanos no les interesaba el trueque por lo tanto estas se veían obligadas a cancelar sus compras en dólares o en oro, el cual era y sigue siendo considerado una moneda internacionalmente aceptable. Para recaudar dólares, esas potencias se vieron forzadas a venderle a Estados Unidos sus inversiones en ese país, convirtiendo de esa manera a la Unión Americana en una nación exportadora de capitales y a su economía a ser considerada la más importante en el panorama mundial. Aunque Gran Bretaña en la época de la posguerra volvió a ocupar una posición muy importante respecto al comercio mundial, su participación en la producción industrial y en el comercio internacional resultó signi cativamente muy inferior al periodo anterior a 1914; ahora enfrentaba una mayor competitividad en esos campos de la economía por parte de Estados Unidos y Japón así como de una signi cativa reducción de sus inversiones de ultramar En el aspecto atinente a los dominios territoriales, a partir de 1919, el Imperio Británico había obtenido dos millones y medio de km2 adicionales, a expensas de las colonias Alemanas y del ya disuelto Imperio Turco, disponiendo ahora de una cuarta parte de la super cie terrestre y de la población mundial; en apariencias, pareciera haber surgido de la guerra como la mayor potencia del mundo, pero en este nuevo periodo, para los países vencedores surge ahora un nuevo botín colonial para explotar: el petróleo

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Al término de la Gran Guerra, el Presidente norteamericano Thomas Woodrow Wilson, convencido de la fuerza moral de su país que emerge ahora como la

mayor potencia económica y militar del mundo, viajó a Europa con la esperanza de promover una paz genuina y permanente sustentada en su agenda de 14 puntos que tenían como base fundamental el principio de la autodeterminación de los pueblos y el ejercicio de la democracia. En esa misión, Wilson quiso ser un mediador, actuando como árbitro en los asuntos internacionales, esperaba imponer un nuevo orden a los gobiernos europeos obsesionados por cosechar los frutos de su victoria. La esencia de su idealismo empezaba por propender la eliminación de toda actitud que acusara a la Alemania Imperial de ser la única agresora de ese con icto; con ese propósito, el 8 de enero de 1919, Wilson proclamó ante el Congreso de los Estados Unidos que “La era de las conquistas y los tratados secretos había terminado” y que “es necesario crear un mundo seguro para todas las naciones amantes de la paz que al igual que la nuestra, quiera vivir su propia vida, determinar sus propias instituciones y tener asegurada la justicia aplicando un trato justo a los otros pueblos del mundo con actitudes contrarias al uso de la fuerza y la agresión egoísta”. Estas doctrinas de orientación idealista que propiciaba Wilson buscaban una posguerra sin vencedores ni vencidos, sin anexiones territoriales y sin sanciones económicas, factores estos que consideraba podían incentivar ánimos revanchistas

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Los principales obstáculos que se interponían para alcanzar estos principios que Wilson sintetizó en sus 14 puntos, eran Gran Bretaña y Francia. La primera no solo no pensaba en conceder la autodeterminación a sus colonias, sino que adicionalmente, quería apropiarse de las colonias alemanas de ultramar y los territorios del Medio Oriente, estos ricos en petróleo, que formaron parte del Imperio Otomano; la segunda buscaba separar la provincia de Renania de Alemania, adjudicándose de manera permanente porciones de territorio de ese país. Wilson rechazó esos proyectos haciendo en cambio dos contrapropuestas alternativas: primero, una ocupación militar aliada de Renania durante quince años y la desmilitarización permanente de esa región y de un territorio que comprendería 50 km de ancho en la orilla derecha del Rin y segundo, una ocupación de la región del Sarre, también por quince años, permitiendo a Francia durante ese periodo la explotación para bene cio propio de las minas de carbón, seguidos de un referendo para decidir si debería nalmente pertenecer a Alemania o a Francia. La propuesta norteamericana a Francia incluía además la promesa de una intervención militar inmediata en caso de cualquier ataque alemán. Todas estas propuestas fueron rechazadas por Inglaterra y Francia. Wilson, cansado ya de sus vanos esfuerzos por morigerar las severas cláusulas de Versalles, consideradas por él de ser susceptibles de generar nuevas guerras, regresó a Estados Unidos; el 2 de octubre de 1919 sufrió una trombosis que lo incapacitó, conduciendo ello a que el Senado norteamericano terminara por no

rati car el Tratado de Versalles. El segundo gran obstáculo para que no se cumpliera la esperanza de Wilson de una paz sin vencedores ni vencidos fue la exigencia de parte de Inglaterra y Francia de reparaciones económicas, alegando que Alemania había iniciado la guerra y por lo tanto debía pagar el costo completo de la misma Alemania, en realidad no fue derrotada en esa trágica contienda; tanto su fuerza militar como su economía estaban en mejores condiciones que las de sus enemigos y en su ejército no se presentaron brotes de amotinamiento de soldados como los que afectaron a las fuerzas francesas, tampoco hubo deserciones masivas de sus tropas como sí ocurrió en la milicia rusa y mucho menos sufrió un grado de debilitamiento como el que padeció el ejército inglés, falto de toda clase de recursos militares; menos aún se registraron combates dentro de sus fronteras situación ésta que colocaba a Alemania, aunque hallándose al límite de su resistencia, como la vencedora de esa guerra Sin embargo la entrada de Estados Unidos en ese con icto europeo en favor de los aliados y las noticias de que ya tenía bajo las armas a 10.000.000 de soldados listos para unirse a Inglaterra y Francia, cambió totalmente la situación. En efecto, ya hacia nales del año 1917, un millón de soldados norteamericanos se hallaban en territorio francés y lo que todavía era más agobiante para Alemania, esas tropas estaban frescas y sin ningún afán para acabar pronto ese con icto El puerto de Burdeos fue puesto por el gobierno francés a completa disposición de los norteamericanos quienes iban desembarcando toda clase de equipos, armas, ingentes cantidades de provisiones y miles de camiones; también traían locomotoras, rieles y maquinaria. Mientras para los europeos aquella guerra ahora gravitaba sobre ellos como una verdadera pesadilla, para las tropas estadounidenses en cambio, su desembarco en Francia se les antojaba como una aventura interesante y una oportunidad de convertirse en héroes por su “sagrada misión (Destino Mani esto) de liberar a los europeos de las salvajes hordas teutonas”, como así eran cali cados los alemanes por la propaganda aliada

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Ante este amenazador panorama, Alemania, aunque vencedora, pero ya al límite de su resistencia por el agotamiento de sus tropas, recursos militares y económicos y hambrienta por el bloqueo, consideró que no estaba en condiciones de enfrentar un nuevo y poderoso contendiente representado por Estados Unidos, por lo que decidió pedir un armisticio –término que simplemente consiste en la suspensión de hostilidades y nunca en una rendición o claudicación-. Este Armisticio fue rmado en el bosque de Compiègne cerca de la aldea de Rethondes, en la región de Picardía, Francia, dentro de un lujoso vagón

de tren, habilitado especialmente para la ocasión, como sala de conferencias con una espaciosa mesa central y sillones alrededor; con ese propósito se hicieron presentes las siguientes representaciones: la alemana, presidida por Mathias Erzberger, un abogado y diplomático de 43 años, la francesa por Ferdinand Foch y Maxime Weygand, militares de alto mando del ejército de ese país y la inglesa por George Hope y Jack Marriot, altos o ciales de la marina británica Sin más preámbulos, Foch le mani esta a la delegación alemana que ellos no están allí para discutir los términos del armisticio sino para acatarlos y cumplirlos en el lapso de 72 horas, de lo contrario los aliados reanudarán las hostilidades y a renglón seguido le leen el pliego de sus draconianas condiciones, cuya sucinta exposición relativa a los detalles Foch delega en sus subordinados, luego, con un gesto despectivo cargado de arrogante altanería, abandona el vagón. Estupefacta, La delegación alemana telegrafía a Berlín las duras condiciones aliadas y pide instrucciones; la escueta respuesta que recibe decía: “Firmen inmediatamente lo que les pongan por delante”. Después de la rma, en un claro del bosque de Compiègne, los franceses pondrán una lápida con la siguiente inscripción : “Aquí, el 18 de noviembre de 1918, sucumbió el orgullo criminal del Imperio Alemán vencido por los pueblos libres que pretendía dominar” y ese mismo día, 18 de enero de 1919, con la participación de solamente los 27 países que durante la Gran Guerra se alinearon en el bando de los “Aliados”, se celebra en París, Francia, una conferencia cuyo propósito consistía en estudiar las condiciones políticas y militares del armisticio rmado con Alemania y adicionalmente rediseñar el mapa geopolítico de Europa y del Medio Oriente; los países “vencidos” no fueron invitados

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En la práctica, este simposio estaba dominado por Gran Bretaña y Francia, potencias colonialistas que en ese evento no tuvieron en cuenta para nada el principio de la Autodeterminación de los pueblos proclamado por Woodrow Wilson como factor principal para crear las condiciones de una paz duradera fundamentada en sus 14 puntos. En efecto, fuera de estas dos potencias, ningún otro país de Europa o del Medio Oriente fue convidado para participar en la con guración de esas nuevas fronteras. Así se creó una nueva República llamada Checoslovaquia, una monarquía húngara, una Austria reducida y una Polonia que reapareció como República después de 125 años de dominio extranjero; del mismo modo se creó un nuevo Estado en el sur de Europa llamado Yugoslavia que comprendía los antiguos reinos de Serbia y Montenegro así como también las antiguas posesiones otomanas de Bosnia-Herzegovina; se amplió a Rumania a costa de Hungría y se formaron los estados bálticos de Finlandia, Lituania y Estonia para aislar a Rusia. En el Medio Oriente, ahora desvinculado del Imperio Otomano, era evidente que con el “Tratado Sykes-Picot

se estaba gestando un nuevo orden en virtud tanto de su gran importancia estratégica dada por la convergencia allí de tres continentes y por el Canal de Suez, pero que ahora cobró mucho más relevancia por las colosales reservas de petróleo en su subsuelo En lo referente al armisticio, Alemania fue siendo presionada de una manera que no tenía antecedentes en toda la historia de las relaciones diplomáticas entre las naciones, pues no obstante que un armisticio no es una claudicación, se le dio el tratamiento de “país derrotado”, obligándola a aceptar los tratados amañados y leoninos redactados por los “vencedores” sin haberle brindado la más mínima oportunidad de participar en las deliberaciones de dicho “armisticio”, el cual tuvo la equivalencia de una sentencia de Gran Bretaña y Francia contra Alemania, obligándola a una rendición incondicional y condenando a su pueblo como criminales sin concederles el derecho a la defensa y coaccionándola mediante el bloqueo para rmar las arbitrarias condiciones impuestas en Versalles; bloqueo que fue aplicado como instrumento de presión, prolongándolo hasta la rma de la “Rendición” en 1919, con lo cual, causaron la muerte por inanición a más de 400.000 civiles alemanes. Al llegar el día de la rma, la delegación alemana se encontró en una situación en la que su única opción consistía en rmar un documento cuyo tenor era el de una verdadera claudicación. Ese documento se conoció como el “Tratado de Versalles” al que los alemanes cali caron como “un Diktat”, es decir una condena A la gran mayoría de los delegados que fueron invitados al simposio de París, no se les permitió participar en la discusión de ese tratado cuyos términos solo alcanzaron a conocer los países que concernían a sus conclusiones. Ese documento fue redactado teniendo en cuenta únicamente los intereses de Inglaterra y Francia y de nadie más. Estas dos potencias no tomaron en cuenta para nada las necesidades ni la suerte de los otros pueblos, En ese congreso, las naciones que participaron en la guerra se clasi caron en buenas y malas y en inocentes y culpables, correspondiéndole a Alemania la peor de las cali caciones

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Los ahora autoproclamados “”vencedores”, para humillar aún más a Alemania, incluyeron adicionalmente en el “Tratado de Versalles” la famosa disposición de “culpabilidad de la guerra” cuya primera cláusula sostenía que “los gobiernos aliados y asociados a rman y Alemania acepta, la responsabilidad de las pérdidas y daños a los que los aliados, los gobiernos asociados y sus ciudadanos se vieron sometidos a consecuencia de la guerra que les impuso la agresión de Alemania y sus aliados”. Como resultado de esta cláusula, Alemania perdió sus colonias ultramarinas en favor de los “vencedores” y sufrió mutilaciones territoriales que redujeron en un 13% su extensión geográ ca, perdió además 56.000 km lineales de vías férreas cuyos

rieles fueron incautados al igual que 5000 locomotoras y 150.000 vagones y 50.000 camiones, es decir todo su sistema de transporte fue desmantelado. Adicionalmente tenía que entregar todos los aviones de su fuerza aérea y todos los acorazados, cruceros y submarinos de su Armada así como también la mayor parte de su ota mercante y todo su armamento pesado; quedando su ejército reducido a 100.000 hombres equipados únicamente con armas ligeras. Por su parte, el Ministro de Finanzas francés, Klotz, acuñó el lema que caracterizó el espíritu de Versalles: “Le Boche payará tout” (“le boche-, término peyorativo para referirse a los alemanes-pagarán todo”) Re riéndose a la “indemnización de guerra” que le fue impuesta a Alemania, monto exagerado que excedía con creces su capacidad de pago; el Presidente Wilson comentó en su momento que ese país tardaría más de un siglo en pagarlo. Todas estas humillaciones y sanciones, in exiblemente exigibles, fueron agravando las condiciones socioeconómicas del pueblo alemán, llevándolo a un nivel de deterioro y miseria que no tenía antecedentes con ninguna de las crisis mundiales hasta entonces conocidas en historia del mundo, gravísima situación que dio inicio a una oleada de quiebras que afectaron hasta a las empresas industriales y comerciales más sólidas del país Las exorbitantes y humillantes “indemnizaciones de guerra” y otras leoninas cláusulas penales del Tratado de Versalles, estaban literalmente condenando al pueblo alemán a un aniquilamiento económico y físico, conllevando a que su moneda, el Marco, perdiera completamente su valor. Millones de trabajadores cesantes vagaban ahora por las calles de las ciudades sin tener nada que hacer ni comer; muchos buscaban entre la basura algo para alimentarse; muchos otros morían de hambre. A lo largo y ancho del país cundió la confusión, la pobreza y el desorden, desencadenando una ola de suicidios, abortos, hiperin ación y hambruna. En el orden sociopolítico las tradiciones nacionales se habían debilitado proyectando al mundo la pérdida de prestigio del país que ahora interiormente estaba convulsionado por la inestabilidad política que se expresaba a través de los enfrentamientos violentos entre los partidos de izquierda y de derecha, en cuyo curso, la in uencia marxista empezó a ganar terreno, al mismo tiempo, las potencias “vencedoras” empezaron a tratar a Alemania de idéntica manera como venian tratando a sus colonias del África Subsahariana

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Alemania era ahora geográ camente más pequeña donde 15 millones de sus connacionales estaban viviendo bajo gobiernos extranjeros y hostiles como consecuencia de que sus territorios fueron cercenados y cedidos a Polonia, Checoslovaquia y Francia, adicionalmente tropas de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos penetraron en Renania y Coblenza para ocupar diversas partes

de esas provincias, los británicos se establecieron en Colonia, los franceses en Mainz; los ejércitos aliados de ocupación se auto-atribuyeron el derecho de requisar todo cuanto necesitaban; para los alemanes dicha ocupación equivalía a todavía a una mayor humillación Sin duda, las duras condiciones impuestas por el “Tratado de Versalles” en 1919, sembraron la semilla de la Segunda Guerra Mundial. La degradación y la Indignidad, especialmente el pér do bloqueo marítimo para obligar a Alemania a aceptar ser “la única culpable de la Gran Guerra” además la obligación para el pago de las llamadas “Reparaciones de Guerra”, cuyo exagerado monto estaba destinado a saldar la deuda nanciera que Inglaterra y Francia habían contraído con Estados Unidos, innegablemente fueron generando y estimulando en el pueblo germano el sentimiento revanchista, tal como lo advirtió y pronosticó el presidente Wilson Todas estas pesadas cargas monetarias hacían imposible la recuperación económica de Alemania. A esta catástrofe nanciera se le sumaba la pérdida de territorios y de colonias: Francia se anexionó Alsacia y Lorena y algunas zonas del Rin; a Bélgica le fue adjudicada la región alemana de Eupen y Malmedy; Dinamarca incorporó el norte de Schleswig, y a Polonia le correspondió el denominado Corredor de Danzig y la región de Posnania; el Sarre pasó a ser tutelado por la Sociedad de las Naciones que le concedió a Francia el bene cio de la explotación carbonífera de sus minas. A esta desposesión territorial, poblacional y de recursos naturales se le sumaba la entrega casi total de su marina mercante y el desmantelamiento de su sistema de transporte Conforme la situación económica y social se iba deteriorando en la Alemania de la posguerra, se tornaba cada día más evidente que el país no se conformaría con la pérdida de sus territorios históricos y de sus materias primas. El partido social demócrata que se instauró tras la proclamación de la República en Weimar en noviembre de 1918, sufrió la agitación social de las distintas facciones políticas enfrentadas; por una parte los partidos conservadores de la oposición que denunciaban las inaceptables condiciones de las “indemnizaciones de guerra” contenidas en el Tratado de Versalles y por la otra el movimiento comunista que pretendía instalar un gobierno bolchevique, fueron llevando a los núcleos de la clase media a virar hacia un nacionalismo radical

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A partir de 1920 esta turbulenta situación empieza a generar un estancamiento en la economía alemana, consecuencia de una merma en la demanda, lo cual provoca una baja en la producción y en los precios de los productos terminados, situación que origina una restricción en la otorgación de créditos lo que acentuó

la caída de la demanda generando que la producción ya no encontraba mercados. Entre las muchas secuelas negativas de la posguerra para los alemanes guraba también el desequilibrio del sistema monetario internacional ya que durante la guerra, los países habían suspendido la convertibilidad de sus monedas en oro, causando un exceso de créditos y de papel moneda circulante lo que derivó en un fenómeno hiperin acionario generalizado, acompañado de continuas devaluaciones monetarias que se mantuvo aún después del con icto por la necesidad de hacerle frente a la amortización de las deudas contraídas con los acreedores A raíz de esto, en 1922 se lleva a cabo la Conferencia de Génova cuyas conclusiones consistieron en la reglamentación monetaria internacional que aparte del patrón oro, introdujo el Dólar y la Esterlina como divisas convertibles, con el argumento que ello contribuiría a reactivar la economía internacional. No obstante estas fórmulas y las medidas proteccionistas adoptadas, la inestabilidad económica persistió debido a la galopante in ación que los países beligerantes seguían arrastrando; obligando a Alemania que ya estaba ahogada por las draconianas sanciones de Versalles a que tomara la decisión de negarse a continuar pagando las “Reparaciones de Guerra”, lo que determinó que en 1923, las tropas francesas y belgas ocuparan militarmente la región del Rühr, corazón económico de Alemania, para con scar todo lo que encontraran de valor por no haber podido ese país cumplir con uno de esos pagos, obligando a los ciudadanos alemanes, a punta de fusil, golpizas, patadas y cachetadas a obedecer sus órdenes de entregarles lo que pedían; situación que produjo enfrentamientos y choques violentos con los lugareños, varios de los cuales son capturados, procesados y condenados a la pena capital. Ante todo esto, el Primer Ministro Francés Georges Clemenceau no aceptaba ninguna reconciliación, agregando ofensivamente que más bien “Todavía sobraban 20 millones de alemanes”

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Mientras los vencedores insistían en reclamar las indemnizaciones de guerra que excedían la capacidad de pago del país. Alemania, ahora con su economía paralizada los ingresos scales declinando aceleradamente, al punto que en octubre de 1923, solo el 1% de las retribuciones de la nación procedían de los recaudos tributarios y el 99% restante de sus ingresos, eran el producto de la emisión de papel moneda sin respaldo del “patrón oro”, provocando ello que los precios se dispararan desproporcionadamente y el marco alemán se desplomara frente a la divisa norteamericana, pasando de 4 marcos por dólar en 1914 a 6.000.000 de marcos por dólar en 1923, lo que condujo a que la tasa de in ación se disparara a un ritmo de 35.000% mensual. Los precios continuaron subiendo tan vertiginosamente en esa crisis que una libra de papa llegó a costar 1.500 millones de marcos; viéndose el gobierno obligado a instituir la “olla comunera”

a pesar de lo cual, decenas de miles de alemanes murieron de hambre durante ese período En medio de ese contexto de profunda crisis económica, política y social, un herrero ferroviario de nombre Antón Drexler, fundó en 1919 el “Partido Obrero Alemán” de extrema derecha y de orientación anticomunista y anticapitalista que rechazaba el sistema democrático vigente, quién junto con unos cuantos compañeros que compartían con él las mismas inquietudes políticas, se reunieron en Múnich para darle impulso a este partido obrero; entre ese grupo se encontraba un joven ex-cabo, de origen austríaco, veterano de la Gran Guerra, quién pronto se hizo cargo del control de ese movimiento político, cambiando su nombre en 1920 por el “Partido Obrero Nacionalista Alemán”; el mencionado cabo se llamaba Adolph Hitler y ese partido, para abreviar, se llamó “Nacional Socialista” siendo más conocido por sus siglas: NAZI

La fatídica “Liga de las Naciones Uno de los aspectos tratados en la conferencia de París estaba representado por la tesis del presidente Woodrow Wilson, la cual sostenía que “para iniciar una era de paz duradera se debería exigir patrones de comportamiento internacional a cada uno de los gobiernos, de la misma manera que se les exige a cada una de las personas de someterse a ciertas normas de convivencia en sus relaciones dentro de la sociedad en cada Estado”. Ese simposio propuso que la aplicación de este nuevo concepto de responsabilidad mundial debía estar bajo la supervisión de una “Sociedad de las Naciones” cuyos estatutos, aprobados en abril de 1919 en Versalles, hacían énfasis en privilegiar los intereses colectivos de la sociedad humana sobre los particulares, basándose en los principios de la cooperación internacional y acudiendo al arbitraje para la solución de los con ictos sin necesidad de recurrir a la guerra Con ese propósito, el 28 de junio de 1919 se crea “La Liga de las Naciones” en Ginebra, Suiza, y como era de esperarse, ese organismo terminó siendo dominado y viciado por Inglaterra y Francia y sometido a su voracidad colonialista que lo lleva a rediseñar un nuevo mapa geopolítico, siendo por este motivo cuestionado prácticamente desde su creación, cuando en 1920, el Senado de los Estados Unidos rechaza el Tratado de Versalles

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“La Liga de las Naciones” nunca elaboró un código internacional de deberes elementales fundamentados en principios basados en Derechos de Convivencia o respecto a cómo de nir lo que es una nación o un pueblo; no obstante que numerosos eruditos en Derecho Político han coincidido y acordado en que un

grupo religioso no podría esgrimir derechos para ser reconocido como una nación o pueblo, si no ha estado conformando ni una unidad cultural ni haber convivido por largo tiempo en un territorio; a pesar de lo cual la Liga de las Naciones se apresuró a otorgarle a Inglaterra ( yo con yo) un Mandato para gobernar a Palestina de conformidad con la “Promesa Balfour” de noviembre 2 de 1917, autorizando a esa potencia colonialista para crear un Estado judío en ese territorio Los estatutos de ese nuevo organismo mundial fueron calculadamente redactados en términos abstractos, ambiguos, contradictorios y ajenos a la realidad que debe regir las relaciones internacionales. “La Liga De Las Naciones” nunca precisó que estatus correspondía a los territorios sujetos al régimen de Mandatos: si por ejemplo en Siria la soberanía era inalienable prerrogativa del pueblo sirio bajo Mandato o si estaba provisionalmente traspasada al poder mandatario francés o si por la duración del Mandato, su soberanía quedaba con ada a la Sociedad de las Naciones o la devolvería al pueblo sirio cuando su nación pudiera estar en condiciones de gobernarse. Lo cierto es que estos subterfugios no eran más que una hipócrita manera de apropiarse de nuevos territorios, estos muy vitales para los imperios pues los “Mandatos”, como eran cali cadas esas posesiones, no eran otra cosa distinta que la continuación del antiguo régimen colonial llamado “Protectorado”, gura que permitía a las potencias aprovecharse de los recursos naturales del país “protegido”, asignando un mínimo de ejército de ocupación. La Liga de las Naciones, manipulada por esas dos potencias, solo se preocupó por repartirse el botín: Líbano y Siria para Francia; Irak, Transjordania y Palestina para el Reino Unido; las fronteras para estos países se trazaron de acuerdo con los intereses geopolíticos y petrolíferos reteniendo al mismo tiempo el control de Arabia Saudita y los Emiratos del Golfo, pero estos últimos bajo un gobierno semiautónomo Una vez concluida esa primera etapa era menester pasar a la segunda consistente en la ejecución de las acciones necesarias para blindar su proyecto (Campbell Bannerman) para el establecimiento de un Estado mercenario, con ese propósito Gran Bretaña y Francia elevan un memorándum a la Liga de las Naciones, solicitándole (otro yo con yo) tratar los siguientes puntos 1. Reconocimiento de los Derechos Históricos de los judíos sobre Palestina y la necesidad de brindarle apoyo al “pueblo judío” para establecer su “Hogar Nacional” en ese país

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2. Que el poder supremo en Palestina sea concedido a la Liga de las Naciones para que este organismo le con era a Inglaterra un mandato sobre ese país y que

Inglaterra será responsable ante dicho organismo por el Mandato que le ha sido con ado sobre Palestina 3. Que en el título del Mandato sobre Palestina sean incluidas las siguientes cláusulas: a) Palestina deberá colocarse en condiciones propias para el establecimiento en ella de un Hogar Nacional Judío, tanto desde el punto de vista administrativo como político y económico; b) para ello deberá estimular la inmigración judía y asegurar su establecimiento en el territorio palestino a n de que esa comunidad pueda tener control de su Hogar Nacional en ese país Al revisar los hechos históricos debidamente documentados sobre la historia del MANDATO británico en Palestina, es fácil darse cuenta con toda claridad, que Inglaterra fue ejecutando diligentemente “el proyecto Campbell Bannerman” cuya política consistía en la creación de un Estado mercenario para facilitar su completo dominio y asegurar su presencia en el Medio Oriente, justi cándolo con el argumento de “Derechos históricos judíos” no obstante el vacío de “dos mil años”, sembrando de esta manera la nefasta semilla de un interminable con icto en el Medio Oriente

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Para acorazar todavía más su control sobre Palestina, “el Consejo Superior Aliado”, como así se autoproclamaban Inglaterra y Francia, celebra la conferencia de San Remo en abril 20 de 1922 donde se rati ca la división de la nación árabe en concordancia con el acuerdo Sykes-Picot que establece que Siria y Líbano quedaban bajo mandato francés mientras que Palestina bajo el mandato inglés ,donde una vez más, durante esa Conferencia se rati ca que Palestina efectivamente ha sido con ada a Gran Bretaña,( otro yo con yo) “pero a condición de su compromiso para asegurar la ejecución de la “Promesa Balfour”; todas estas maquinaciones las implementaron con desconocimiento total de los derechos nacionales de su abrumadoramente mayoritaria población originaria de Palestina

CAPITULO XV: EL MEDIO ORIENTE EN LA MIR

El interés colonialista europeo por el Medio Oriente es de vieja data. Se inició con Francia a principios del siglo XVIII con la campaña napoleónica la cual puso en marcha su ejército contra Egipto, inspirándose en la gesta de los cruzados al intentar establecer sus dominios en esa región a la que Napoleón, aún antes de ser emperador ya consideraba estratégica, teniendo siempre la convicción que ella bene ciaría los intereses expansionistas de su nación. Este proyecto se desvanece con la derrota de sus huestes en la ciudad palestina de Akka, a pesar de lo cual, el interés de Francia persiste. Es así como a principios del siglo XIX esta penetración francesa se repite, pero en esta oportunidad, con la llegada de diplomáticos y asesores que se incorporan a la Corte de Mohamed Alí, nuevo Pachá de Egipto. Aun cuando el rol de ellos proclamaba la reorganización de la economía egipcia, su propósito oculto era de carácter eminentemente colonialista que en lo fundamental, buscaba crear las bases para el sometimiento económico de Egipto a Francia, haciendo nacer una pugna colonialista anglofrancesa donde Inglaterra empieza a disputar la in uencia gala en ese país. Los agentes de Londres y París batallan silenciosamente, tratando cada uno de adquirir para su gobierno un mayor poder en las estructuras de las políticas locales Francia, con miras también a consolidar sus posesiones colonialistas del sureste asiático, de ne el diseño de un gran proyecto estratégico: el desarrollo en Egipto de un canal que comunique el Mediterráneo con el Mar Rojo, construyendo una vía navegable hacia el Océano Índico y el Lejano Oriente donde sus posesiones colonialistas le representan el botín que semejante empresa imperialista propone conservar. Los convenios de construcción se rmaron en El Cairo en 1854 por el Virrey de Egipto Mohamed Saíd Pachá, otorgando la concesión de las obras del canal al consorcio anglo-francés “Compañía Universal del Suez”, a cargo del ingeniero francés Ferdinand De Lesseps. Inglaterra, conocida entonces con el mote de Reina de los Mares, no cede en su empeño de desplazar a Francia en el Medio Oriente y ja su vista al este de Egipto

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Palestina, a lo largo de su historia, no dejó nunca de ser ambicionada por las fuerzas que desean imponer su dominación en el Medio Oriente; en ese sentido, Inglaterra no era la excepción. Sus ambiciones colonialistas se habían propuesto la tarea de extender su imperio a esta región, conscientes de su importancia estratégica (con uencia de tres continentes), cuyo valor ahora adquiere especial relevancia con el proyecto del canal de Suez y es cuando a principios del siglo

XIX comienza a disputar la hegemonía francesa en Egipto. En esa pugna colonialista los ingleses se apoyan en el gobierno turco promoviendo rivalidades entre egipcios y otomanos con la intención de conseguir bene cios a su favor Entre tanto, las di cultades nancieras del Estado egipcio, cuya economía estaba basada en el monocultivo del algodón se agudizan, impidiéndole cumplir con las obligaciones adquiridas para su participación en la construcción del canal de Suez, viéndose forzado a venderle a Inglaterra por cuatro millones de libras esterlinas sus acciones de dicha obra, poniéndole así término a la posición dominante de Francia en ese proyecto. Cuando los primeros barcos cruzan el canal en noviembre de 1869, Egipto en la práctica estaba ya convertido en una colonia británica, situación que desató una prolongada insurrección nacionalista que reclamaba la plena soberanía del país y la expulsión de los ocupantes ingleses En 1882, Inglaterra, con el pretexto de sofocar ese levantamiento popular antibritánico, envió tropas a Egipto, asegurando que estos contingentes se retirarían en cuanto se restaurase el orden, pero como la doblez diplomática era lo tradicional en su política exterior, llevándola a ser conocida por los historiadores como la “Pér da Albión” por haber alcanzado el “Doctorado” en el perverso arte del engaño y la traición y, como era de esperarse, por motivos de conveniencias geoestratégicas y económicas, rompió su palabra permaneciendo como ocupante en el país. Por aquella época el petróleo todavía carecía de importancia relevante para sus planes en el Medio Oriente, pero el Canal de Suez, que comunicaba el Mediterráneo con el Mar Rojo, se consideraba un atajo esencial para las comunicaciones británicas con sus extensos dominios del Lejano Oriente; en consecuencia, a sus ojos, esta vía marítima exigía la presencia permanente de sus tropas en suelo egipcio así como también un continuo control de la política tanto interior como exterior de ese país

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Entre tanto, hacia nales del siglo XIX, comienza a difundirse entre los perseguidos judíos de Europa Oriental una corriente nacionalista fanática que más tarde se conoció como “Movimiento Sionista”, cuya particularidad era la necesidad de crear un Estado propio, pero en torno a este movimiento todavía no existía un consenso ni el terreno teórico ni en el losó co, y mucho menos en el práctico, a pesar de lo cual, sus dirigentes empezaron a buscar apoyo entre los imperios; primero en el otomano y luego en el alemán, apoyo que nalmente encuentran en el británico, cuyos planes imperialistas ya estaban encaminándose al dominio del Medio Oriente y es cuando se concibe la idea de establecer una asociación entre sus intereses geopolíticos y el proyecto sionista. Inglaterra, conocedora de la discriminación y del hostigamiento del cual habían sido objeto

los judíos en toda Europa, pero principalmente ahora en su parte oriental, hipócritamente se autoproclama su protectora. El interés británico hacia el Medio Oriente contribuye a revitalizar las inquietudes separatistas surgidas de la ideología sionista, por lo que el tema de Palestina como posible “Hogar Nacional” para ellos, vuelve a discutirse en Londres durante la época del Primer Ministro Benjamín Disraeli, de ancestros judíos, quien con ese n diseñó un plan cuyo objeto consistía en crear una agencia para la compra de tierras en Palestina. Al respecto, el canciller británico Lord Pallmerston (más tarde Primer Ministro) instruye al embajador inglés ante el gobierno turco para facilitar la inmigración de los judíos rusos a Palestina. Pallmerston esperaba contar con la autorización del Imperio Turco a efectos de promover dicha inmigración a ese “hogar para los judíos del mundo”, justi cándolo con el rebuscado argumento de “restablecerlos en las tierras de sus antepasados”. Ese plan proponía que los judíos emigrados a Palestina organizaran una “Administración Autónoma” que no inter riera con la soberanía otomana en la región. Dicho proyecto lo propuso el canciller de entonces Lord Salsbury a las autoridades turcas; pero aun así, Turquía lo rechazó por considerar que el mismo provocaría desestabilización en las estructuras de la administración otomana Hacia el año1881 en Palestina había 10.000 judíos autóctonos de ese país y un grupo de aproximadamente 30 mil inmigrantes, principalmente rusos judíos jassídicos instalados en 17 colonias que habían sido nanciadas por los muy adinerados banqueros anglosionistas Rothschild y Monti ori. La secta jassídica sostenía una tesis religiosa que establece que “solo en Palestina (Sion) es donde puede dársele forma al ideal social y humano de la religión judía mediante la doctrina de la puri cación en la naturaleza y a través del trabajo en el campo”. En síntesis, esa corriente religiosa, altruista y romántica contaba con apenas treinta o cuarenta mil seguidores principalmente procedentes de Rusia, no obstante, su mística representaba al sionismo religioso, muy distinto al sionismo político que surgirá más tarde, a pesar de lo cual, la gran mayoría de ellos, aproximadamente el 90%, decidieron luego emigrar a Estados Unidos, pero su presencia, aunque efímera, sentó las bases para establecer comunidades judías cerradas y dedicadas a actividades económicas y agrícolas en Palestina

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Con la partida a Estados Unidos de estos primeros colonos judíos, ese proyecto británico no prosperó. El movimiento sionista era aún muy incipiente y nebuloso y la propuesta fue rechazada por los propios judíos a quienes no les entusiasmaba la idea de ser desarraigados de los países en que vivían para ser trasladados a una tierra distante y desconocida que estaba bajo el gobierno otomano con “características de incivilizada” de acuerdo con los criterios colonialistas de la época. En efecto, en 1878, el rabino de Inglaterra Herman

Adler declaró: “nosotros los judíos nos asimilamos política y culturalmente a los países en los cuales vivimos. Somos simplemente ingleses, franceses, alemanes, rusos. Evidentemente tenemos nuestras creencias religiosas, sin embargo en lo demás no nos diferenciamos de los ciudadanos que practican otra religión. Convivimos con ellos en la prosperidad de la patria que nos ha acogido y reivindicamos los derechos de sus ciudadanos”. “El sueño americano” era la meta de los judíos europeos por aquella época y Estados Unidos su “Tierra de Promisión”. En cuanto a los judíos ya radicados en la Unión Americana, menos les interesaba el proyecto sionista. En el Congreso Judío reunido en Pittsburg en 1885, el rabino estadounidense Weiss, a rmó: “Nosotros los judíos no nos consideramos como nación sino simplemente como comunidad religiosa, por lo tanto no nos anima el proyecto de retornar a Palestina ni deseamos revivir ninguno de los proyectos relativos a un Estado judío” y por su parte ,el sionista Zeev (Vladimir) Jabotinski a rmaba muy orgullosamente ” Nosotros los judíos no tenemos nada que ver con eso que llaman Medio Oriente y damos gracias a Dios por ello Disraeli muere en 1881 pero sus planes para Palestina no fueron abandonados. En 1885, cuando se reúnen en Berlín los representantes de doce países europeos más Estados Unidos y el Imperio Otomano para rede nir “las fronteras del mundo colonizado”, los delegados británicos insisten en el proyecto de crear un enclave judío en Palestina y solicitan el respaldo de las potencias colonialistas; Lord William Watson reemplaza a Disraeli en el empeño de promover la creación de dicho enclave pero aun así, no solamente no encuentra apoyo entre los judíos de Inglaterra sino más bien una abierta oposición En parís, 1894, estando Francia y Alemania en plena carrera armamentista, el capitán Alfred Dreyfus, francés alsaciano y único o cial de religión judía miembro del Estado Mayor del ejército galo, fue acusado de “Alta Traición”, juzgado culpable de espiar para Alemania y condenado injustamente a cadena perpetua en la “Isla del Diablo”, durísimo penal cercano a la Guyana Francesa. La pretendida traición de este o cial hizo a orar en Francia los sentimientos antijudíos que desde hacía siglos se hallaban latentes en una importante porción de su población, produciendo que la opinión pública resultara mayoritariamente contraria a Dreyfus

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Muy a pesar de que el jefe del contraespionaje francés, el coronel Georges Picquart concluyó en 1886 con su investigación que Dreyfus era inocente y que la verdadera culpa recaía en cabeza de otro o cial del Estado Mayor de nombre Ferdinand Esterhazy, El ejército deliberadamente mantuvo oculto este resultado para encubrir la falta de idoneidad ética y compromiso patriótico de o ciales pertenecientes a la aristocracia francesa de la época. Para el gobierno galo, la

reputación del rancio abolengo de ciertos altos militares desleales era más importante que la suerte de un o cial judío El proceso contra Dreyfus, escandalosamente pletórico de pruebas amañadas, desató una campaña tanto parlamentaria como mediática favorable a su inocencia, liderada por el escritor Emile Zola e in uenciada por su libro “Yo Acuso”, todo lo cual produjo un radical cambio de opinión entre muchos periodistas y parlamentarios que previamente habían estado tomando partido en contra del acusado, lo que obligó a una revisión profunda que puso de mani esto la patraña que culpaba a Dreyfus. Finalmente en 1906, Dreyfus fue declarado inocente, absuelto y totalmente rehabilitado Theodore Herzl, periodista austriaco de religión judía y hasta entonces entusiasta partidario de la asimilación, asistió a todo lo largo de este proceso reportando el desarrollo irregular del mismo, el cual puso al descubierto el sentimiento antijudío imperante en una gran parte de la población francesa y también de Europa Central, circunstancia que lo llevó a percibir que los judíos, aun asimilándose plenamente a la cultura cristiana, serían siempre rechazados y nunca podrían gozar de una plena aceptación. Esta convicción produjo en él un cambio radical cuyas nuevas ideas divulgó a través de su libro “El Estado Judío”, donde por primera vez propuso los medios teóricos y prácticos para la reuni cación de todos los judíos del mundo en un Estado independiente. Re riéndose a ese proyecto, expresó: “Nosotros los judíos tenemos derecho de poseer un hogar y construir un Estado”; y en su clamor a las potencias colonialistas que entonces ocupaban extensos territorios ajenos, exclamó: “Concédenos la soberanía sobre una porción del planeta lo su cientemente amplia para satisfacer las necesidades de una nación y nosotros nos encargaremos del resto”. Dar a los judíos una tierra donde establecerse y vivir libres de persecuciones era su única meta; Herzl no pensó en Palestina ni en una sociedad judía que se expresara en hebreo, a pesar de lo cual, sus vehementes inquietudes van despertando entre los judíos de Europa la esperanza y el entusiasmo de liberarse de la hostilidad de la cual han sido objeto en la Europa cristiana

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Lo que sí estaba muy patente era que las ideas de claro corte colonialistas van llevando al gobierno británico a incluir a los judíos en su proyecto imperialista para el Medio Oriente, aunque ngidamente adoptara una “noble actitud” de buscar una solución a su sufrimiento; se apreciaba nítidamente que no obstante su pretendida “ lantropía” y su “gran generosidad”, no propuso nunca establecerlos en Europa, en Inglaterra o Estados Unidos, sino en Palestina

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Mientras tanto Egipto permanecía bajo ocupación británica y ya para el año 1922 esa potencia o cialmente declaró, de labios para afuera, la independencia de Egipto, pero tanto las tropas británicas como su Alto Comisionado para el Medio Oriente, permanecieron ejerciendo férreamente el control del país así como también los asuntos de su política exterior. El Partido Nacionalista egipcio “Wafd” con fundamento razonable, declaró que esa “independencia” era una farsa. El gobierno egipcio, entonces en cabeza del sultán Ahmed Fuad, se mostraba titubeante frente a la autoridad colonial inglesa, accediendo al cambio que lo elevaba de sultán a monarca constitucional. En 1936 ocupó el trono Faruk, personaje pusilánime y verdadero títere que gobernaría al servicio del poder colonial. Bajo su reinado, las tropas británicas permanecieron en Egipto hasta el año 1952 cuando fueron expulsadas por Nasser

CAPITULO XVI: LOS IMPERIOS CONTRA EL NACIONALISMO ÁRAB

Al comienzo de los tiempos modernos y como resultado de la negativa de Roma de brindarle apoyo, Bizancio quedó abandonado a su suerte, lo que condujo a la caída de Constantinopla en poder del naciente Imperio Turco, el cual, ya a anzado en la Península Balcánica, orienta sus ambiciones expansionistas hacia los territorios árabes que se encontraban ahora devastados y con su población diezmada como resultado de los casi doscientos años de guerra religiosa (1095-1291) que con el nombre de “Cruzadas” le declararon todos los países de Europa Occidental, agresión seguida por las invasiones mongolas de Hulagu (1255) cuyas hordas se empeñaron en destruir el Califato Abasida en Irak y la Dinastía Omeya en Siria; y las huestes de Tamerlán (1401) que terminaron por completar la destrucción de esos dos países árabes, otrora considerados el epicentro del imperio más civilizado del mundo de aquel entonces, causando todavía más aniquilamiento y devastación que las mismas Cruzadas; todos estos sangrientos episodios dejaron como resultado entre los árabes, la muerte de más de 6.000.000 de personas, quedando esa extensa región (Irak, Siria, Líbano y Palestina) casi despoblada, totalizando menos de dos millones de habitantes; ciudades y pueblos prósperos junto con sus fértiles tierras quedaron abandonados. La terrible desolación resultante de todos estos cruentos episodios fue registrada por Marco Polo quien en su viaje al Lejano Oriente, a su paso por Siria e Irak, dejó consignado en sus relatos la siguiente constancia: “ciudades que antaño fueron orecientes, ahora están destruidas por los tártaros”

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Consecuencia de ese debilitamiento militar y poblacional, se inicia a partir del año 1516 con el Sultán Selim I de Turquía, la conquista otomana del Medio Oriente árabe, cuya dominación se prolongó por espacio de 401 años. Los pueblos árabes, estando tan diezmados y debilitados, no tenían opciones distintas que someterse a esta autoridad, con ando sus esperanzas en el Califato Islámico de Turquía que en un principio no los gobernó según el esquema colonialista europeo que predominaba en los siglos XVII, XVIII y XIX. La dominación otomana no era un Imperio Turco sino un Imperio Musulmán que agrupaba diversas etnias y corrientes confesionales. Si bien sus soberanos eran turcos étnicos que desempeñaban la función de jefes supremos de sus gobernados y tenían una situación de privilegio, las otras comunidades raciales o religiosas conformaban grupos poblacionales que, aunque subordinados, estaban facultados para participar de alguna forma en los asuntos musulmanes del

Imperio; en consecuencia, no podían considerarse como vasallos del grupo étnico dominante, pues bajo esa modalidad muchos de sus miembros formaban parte de la administración pública en calidad de funcionarios políticos que ostentaban alguna clase de título jerárquico Entre los árabes musulmanes, la idea de un imperio otomano multirracial se basaba en la ideología del sultanato dominante. La reivindicación de una mayor igualdad para los árabes dentro de ese sistema de gobierno era entonces viable según ese contexto político; pero a partir de 1908, con el movimiento de “Unión y Progreso”, más conocido como “Revolución de los Jóvenes Turcos”, se inicia una serie de transformaciones que acentuaron todavía más el predominio de los turcos étnicos en el Imperio, quedando los árabes sometidos a un régimen colonial. La revolución buscaba eliminar el sistema político, económico y religioso al que consideraban responsable de la decadencia de su Imperio y propendía por hacer de Turquía una potencia líder en la región del Medio Oriente y es a partir de entonces cuando la idea de una nación árabe independiente, anhelo por mucho tiempo reprimido, toma más fuerza tanto entre la élite como entre las masas árabes; tarea difícil por cuanto la ideología panarabista se encontraba ahora en medio de dos formas de imperialismo: el otomano y el europeo, cada uno de ellos codiciando esa región para bene cio de sus propios intereses Estando la nación árabe en esa difícil coyuntura, estalló la Primera Guerra Mundial con su cortejo interminable de complicaciones. Al inicio de esa con agración, los británicos buscaban el dominio de Irak, rico en yacimientos petrolíferos y con ese propósito en noviembre de 1914 ponen en marcha una expedición militar, que se inicia con el desembarco en el puerto de Abadán de una división del ejército colonial integrada por soldados indios bajo el mando del general Charles Townsend, cuyo avance se realiza a lo largo del río Tigris, teniendo como misión la tarea de asegurar las fuentes del petróleo de Mosul, pero el desarrollo de esta operación militar se detiene estando a 65 km de Bagdad donde ese contingente es enfrentado vigorosa y exitosamente por los turcos quienes terminan rodeándolo, asedio que Townsend no logra romper. Al cabo de un año y cinco meses de estar sufriendo duros reveses y ya marcada por el hambre y la disentería, esa División colonial del ejército británico junto con su comandante termina rindiéndose a los turcos

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A raíz de esa debacle militar infringida por el ejército otomano, el gabinete británico fue convocado a una reunión extraordinaria donde termina adoptando la decisión de atraer a los árabes para luchar contra el ejército turco. En base a las conclusiones de esa urgente convocatoria, Gran Bretaña inicia una fase de acercamientos hacia los árabes, encargando a Sir Henry McMahon, su Alto

Comisionado en el Medio Oriente con sede en El Cairo, a entablar negociaciones con Hussein Ben Alí de la dinastía de los Hachemitas en el Hijaz (hoy Arabia Saudita), quien buscando los honores del trono, se autoproclama líder de los árabes con título de “Guardián de los Lugares Santos del Islam”. Este contacto en lo fundamental buscaba vincular a los árabes al esfuerzo bélico contra los turcos, asegurándoles que ese era el camino para lograr su independencia y su unión nacional al término del con icto. En torno a este propósito se centraron las negociaciones entre McMahon y Hussein (1914-1916) las cuales tenían por objeto concretar el compromiso de los árabes representados por su líder, para acordar una alianza con los británicos a efectos de vincularlos al enfrentamiento armado contra los turcos, obteniendo a cambio de su intervención, el compromiso de Inglaterra para conceder y apoyar la independencia y la unidad de la nación árabe Rati cado ese pacto por las partes en un documento fechado 14 de julio de 1916, los británicos trasladan a Arabia, en calidad de asesor militar de los árabes, a Thomas Edward Lawrence, o cial del ejército inglés, para dirigir el levantamiento armado contra los turcos. En esa misión, “Lawrence de Arabia”, como llegó a ser conocido, tenía la sincera convicción que los árabes merecían una genuina independencia, quedando atrapado en el doble juego de los británicos

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Como resultado de la participación activa de los árabes en esos combates, los ejércitos turcos comandados por el general alemán Lyman Von Sanders, se encontraban debilitados y desmoralizados, estando escasos en alimentos y municiones por las arremetidas de las fuerzas dirigidas por Lawrence que habían estado atacando sus líneas ferroviarias, afectando con ello el ujo de suministros que llevaban, lo que determinó que el ejército turco, hallándose falto de provisiones y pertrechos, se desplazara en retirada que luego se tradujo en su derrota nal en el Medio Oriente árabe. En adelante ya no habría una fuerza turca de importancia capaz de oponerse al avance británico hacia Irak, Siria y Palestina. Ahora, las fuerzas del Reino Unido bajo el mando del General A. S. Cobbe llegan a Bagdad desde donde continúan su marcha a Mosul, epicentro de la región petrolera de Irak que queda bajo total dominio británico y las comandadas por el General Allenby, que hacen su entrada a Jerusalén en diciembre de 1918, prometiendo Allenby en su discurso público que: “El propósito de la ocupación británica es liberar a los palestinos del yugo turco y el establecimiento en ella de un gobierno nacional libre”. La ocupación de Mosul, Damasco y Jerusalén por los Aliados señala el n de la campaña británico-árabe en el Medio Oriente

Estos dos proyectos no pudieron ser guardados en secreto por mucho tiempo; su existencia vino a conocerse cuando los bolcheviques los divulgaron después de tomar el poder en Rusia con el propósito de revelar las maquinaciones colonialistas conjuntas que estaban urdiendo Gran Bretaña, Francia y la Rusia Zarista La publicación de estos acuerdos secretos motivó a que Turquía, a través de Jemal Pashá, entonces Gobernador General de Siria, intentara sacarle provecho a esta revelación, introduciendo una cuña entre el Sherif Hussein y sus nuevos aliados británicos. En una carta dirigida a Faisal, hijo de Hussein, Jemal instó a los árabes a declarar nula su alianza con sus traicioneros socios para unirse a Turquía, decisión que llevaría a garantizarles su completa independencia al nalizar la guerra. Faisal consulta los términos de esta propuesta con su padre Hussein, personaje carente de malicia y de experiencia diplomática, circunstancia que lo lleva a buscar la asesoría del Alto Comisionado británico, Sir Reginald Wingate, sucesor de McMahon, quien atiende sus inquietudes haciéndole llegar una carta rmada por Lord Arthur Balfour, cuyo contenido le asegura que los turcos habían tergiversado el sentido original de los propósitos acordados por esas potencias, al omitir deliberadamente mencionar que “el acuerdo Sykes-Picot puede ser modi cado a favor de los árabes pues se tiene muy en cuenta que este pueblo estaba combatiendo duramente contra los turcos para adquirir su emancipación y también estaba colaborando muy e cazmente con Inglaterra para derrotar a un enemigo común”

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La carta al tener la rma de Balfour, convenció a Hussein llevándolo a aceptar estas garantías como promesas muy serias. Con ando en esa promesa o cial de Gran Bretaña, Hussein rati có el concurso de los árabes para que continuaran combatiendo decididamente en el campo de los Aliados, derramando su sangre en esa guerra y convencidos que de esta manera iban a recuperar su independencia y su unión

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En abril de 1915, cuando la Gran Guerra todavía estaba en plena ebullición, Gran Bretaña y Francia secretamente suscribieron un acuerdo conocido como SykesPicot, apellidos de los dos negociadores que redactaron en nombre de estas dos potencias colonialistas las bases para repartirse el Imperio Otomano, cuya derrota ya veían venir. Dos años más tarde, en noviembre 2 de 1917, liderado por su Primer Ministro David Lloyd George, el gobierno británico o cializó su intención de asentar a los judíos en Palestina en una breve carta que en nombre de su Majestad británica, el Ministro de Relaciones Exteriores, Lord Arthur Balfour dirigió al banquero anglosionista, Lionel Walter Rothschild, documento que se conoce como la “Promesa Balfour”

De no haber Hussein con ado totalmente en las palabras de Balfour y más bien insistido en solicitar personalmente la revisión del texto del “Acuerdo SykesPicot” se hubiera percatado inmediatamente y sin mayor análisis que su misiva era engañosa, pues en el mencionado acuerdo no existía ninguna frase alusiva al “...consenso de los pueblos involucrados...” como se le aseguraba . La realidad era muy distinta: el proyecto imperialista establecía de manera clara, contundente e inconfundible que Gran Bretaña no tenía absolutamente ninguna intención de otorgarles la independencia a los árabes ni de renunciar a sus dominios hegemónicos sobre el Medio Oriente ni a su control sobre el canal de Suez ni a desistir o cambiar su proyecto de establecer un Estado judío en Palestina ni mucho menos permitirle a los árabes modi car a su favor los términos de este acuerdo Lord Balfour para evitar una mayor suspicacia, continuó redoblando sus esfuerzos por seguir anestesiando la sospecha de los árabes y con ese propósito, el 18 de marzo de 1918, Haím Weizmann, otro integrante de esa gran conjura, se apresuró a viajar a El Cairo y a Jerusalén para, en relación con la “Promesa Balfour”, reasegurarles que “la inmigración judía a Palestina no afectará los derechos árabes y que los colonos judíos trabajarán hombro a hombro junto a los campesinos palestinos”. Mientras tanto, la “Foreign Of ce” anunció que aquellos territorios que han sido liberados gracias al esfuerzo árabe como Hijaz y Transjordania, les será garantizada “una completa soberanía e independencia” y que las regiones que han sido liberadas conjuntamente por fuerzas combinadas de ingleses y árabes como Irak, serán administradas “de conformidad con el consenso de los gobernados” y en cuanto a aquellos territorios aún pendientes de ser liberados como Siria y Líbano “obtendrán su libertad e independencia cuando Turquía o cialmente declare su rendición y los gobiernos que se instalarán en ellos derivarán su autoridad de las decisiones emanadas por la voluntad de sus pueblos”; en otras palabras, que serán libres para escoger a sus propios gobernantes. Lo que ocurrió en realidad fue todo lo contrario: las verdaderas intenciones del proyecto anglofrancés consistían en fragmentar y repartirse entre ellos la nación árabe. Ese perverso convenio entre Gran Bretaña y Francia en el Medio Oriente, se institucionalizó como “Administración Fiduciaria” a través de la cual, ambas potencias “vencedoras” de la guerra adquirieron los dominios de los pueblos de esa región como colonias y Palestina como “Mandato” para ser reservada como “Hogar Nacional para los Judíos”

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Al término de la Gran Guerra -noviembre de 1918comenzaron a a orar las agendas ocultas de estos imperios. Gran Bretaña no sol

traicionó su pública promesa de otorgarles la independencia a los árabes, sino que secretamente había tramado con Francia como repartirse las riquezas de esa recién “liberada” nación, Aplicando la fórmula colonialista de “Divida y vencerás” le trazaron fronteras arti ciales, fragmentándola en varios países pequeñas: Siria, Líbano, Túnez y Marruecos, declaradas colonias francesas; Irak, Transjordania, Kuwait; inglesas. A los árabes del golfo, ricos en petróleo, les concedieron gobiernos semi-autónomos, asignándoles monarcas conniventes con el colonialismo. Palestina, bajo mandato británico, fue destinada para la creación de un Estado judío, obligando a su milenaria población a soportar una ilimitada inmigración de colonos europeos de religión judía, quienes, invocando controvertibles “derechos históricos”, Terminaron ocupando el 78% de ese territorio y expulsando al 70% de sus habitantes nativos, convirtiéndolos en miserables refugiados Este gran desengaño causado por aquellas potencias que les habían hecho abrigar a los árabes tantas esperanzas de emancipación, libertad y unión, suscitó una serie de revueltas que empezaron en Egipto en 1919, Siria y Líbano 1921 y luego Irak, Argelia, Marruecos, etc.; Sin embargo ante tanta agitación, estas potencias imperialistas, para calmar los ánimos nacionalistas, empezaron nuevamente a prometer la independencia apresurándose a elaborar una serie de tratados donde multiplicaron sus promesas de todo tipo mientras al mismo tiempo se iban implantando cada vez más en el Medio Oriente. En relación con Egipto engañosamente prometieron la independencia con la “Declaración de Principios” del 28 de febrero de 1922 rmada en El Cairo, seguida de los igualmente ilusorios tratados de Irak de 1924, 1926, 1927 y nalmente en 1936

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El problema más grave legado por esa tortuosa política colonialista británica en el Oriente Medio, surgió de su promesa a los judíos en noviembre de 1917 cuando sir Arthur James Balfour, ministro de relaciones exteriores de su Majestad Británica, en carta dirigida a Lord Lionel Walter Rothschild, prometió el apoyo de Gran Bretaña al proyecto de crear “un hogar nacional judío en Palestina”. La famosa “Promesa Balfour”, simplemente fue una misiva de carácter con dencial sin validez legal alguna; y es que la legalidad internacional para las potencias colonialistas se consideraba y se sigue considerando como un factor insigni cante si entorpece sus intereses geopolíticos y económicos. Una prueba de ese cinismo colonial quedó plasmada en el memorando que Balfour envió a su gobierno en 1919 cuyo texto reproducimos: “en Palestina ni siquiera nos proponemos pasar por la formalidad de consultar los deseos de los habitantes del país. Las cuatro grandes potencias están comprometidas y el sionismo, correcto o incorrecto, bueno o malo, está anclado en antiquísimas tradiciones, en

necesidades actuales y en esperanzas futuras de mucha mayor importancia que los deseos y reservas de los 700.000 árabes que habitan esta antigua tierra” Este ofrecimiento de tierras que jamás pertenecieron ni a los británicos ni a los judíos conversos de Europa, fue hecho por la corona inglesa al igual que el acuerdo Sykes-Picot, a espaldas del milenario pueblo palestino, quien para ese entonces constituía el 93% de la población y poseía el 97% de las tierras de su país. La ominosa “Promesa Balfour”, esa que sembró la funesta semilla de un interminable con icto en la región, alude a la población nativa de Palestina simplemente como “comunidades no judías” Los planes de Gran Bretaña y Francia contemplaban la creación de dos reinos, uno en el Próximo Oriente, ejercido por Hussein Ben Alí de la dinastía Hashemita y otro bajo la monarquía del clan Saúd, en la región de la Península Arábiga, esta última más dócil para servir los intereses colonialistas a cambio de obtener garantías británicas para la protección de sus privilegios; de esta manera el Reino Unido buscaba la realización de su macro proyecto imperialista logrando que Arabia Saudita y los países del Golfo Pérsico, cuya población es menos instruida que la siria, la libanesa, la palestina y la iraquí, fueran declarados monarquías semiautónomas, regentadas por títeres al servicio de los intereses colonialistas. Palestina en cambio fue puesta bajo mandato británico para crear un Estado judío y de conformidad con este ordenamiento arbitrario, fragmentaron la nación árabe del Próximo Oriente. Irak, Siria y el Líbano quedaron bajo régimen colonial y el rey Hussein, que anteriormente había sido designado como monarca de esas naciones árabes, fue obligado a abdicar; su reinado duró únicamente cuatro años El amargo conocimiento de esta conjura que traicionaba las promesas públicas de Inglaterra para darles la independencia a los árabes, además de desatar alzamientos y rebeliones hizo desvanecer para siempre en Lawrence su genuino anhelo de ver conformado un gran reino árabe independiente. Esta decepción lo llevó a tomar la decisión de renunciar a su cargo en el “Foreign Of ce” y eclipsarse de la vida pública para buscar sin cesar la muerte, la que encontró el 19 de mayo de 1935 al manejar a gran velocidad su moto. Poco antes de su trágico fallecimiento, su libro, “Los Siete Pilares de la Sabiduría” fue un éxito mundial

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Las rebeliones de los árabes de Siria, Líbano e Iraq contra los poderes ocupantes de Gran Bretaña y Francia fueron reprimidas mediante bombardeos aéreos. Era la primera vez en la historia que se recurría a estos brutales métodos represivos, aunque no la última. Es preciso recordar que en la década de 1920, cuando el Medio Oriente empezó a ser dominado por Inglaterra y Francia, esas dos

potencias coloniales aplicaron los procedimientos más violentos y contundentes contra las insurrecciones nacionalistas que protestaban contra su dominio; por esa época Winston Churchill, entonces Secretario Colonial, señaló que “la fuerza por sí sola no es su ciente para dominar esas insurrecciones, lo que se precisa es la instalación de gobiernos dóciles al servicio de nuestros intereses como ya lo habíamos conseguido con el clan Saúd de Arabia”; es entonces cuando Churchill procedió a instalar en Irak un régimen títere en cabeza de Nury Saíd y un rey simbólico, Faisal, entonces de 19 años. Mientras tanto la Real Fuerza Aérea (Royal Air Force) lanzaba bombas contra los insurrectos; hombres y mujeres, para acabar con el ímpetu nacionalista que el imperio denominaba “insubordinación tribal” Estos motines eran parte de la inconformidad general contra la dominación británica y de acuerdo con la política neo-imperialista requerían de las más severas represiones que condujeron a que Churchill autorizara a la fuerza aérea el empleo de armas químicas para contener a los “árabes recalcitrantes” y ante algunas objeciones replicó: “no comprendo esa aversión por lo que respecta al uso del gas contra los insurrectos... yo estoy decididamente en favor de su uso contra las tribus incivilizadas...” agregando “no podemos en ninguna circunstancia consentir en no utilizar todas las formas disponibles para lograr un rápido restablecimiento del orden en estas tierras, las armas químicas son meramente la aplicación de la ciencia Occidental a la guerra moderna”. Para las desaforadas apetencias imperialistas, el n justi ca los medios y la vida de los nativos nunca ha tenido ningún valor A lo largo de todos estos episodios, en Londres se va per lando nítidamente la unidad de objetivos anglo-sionistas para establecer una asociación entre su proyecto de fundar un Estado Judío y los intereses británicos para la creación de una base militar estratégica en Palestina, representada por un Estado mercenario absolutamente dependiente de su imperio. La artimaña anglo-sionista comenzó a implementarse en el Medio Oriente el 2 de noviembre de 1917 con la “LA PROMESA BALFOUR” que consistió simplemente en la autorización de una imposición colonialista disfrazada de un “gesto humanitario” a efectos de rati car y garantizar el reconocimiento del Reino Unido para la creación de un “Hogar Nacional Judío” en Palestina. En realidad dicha promesa representaba sin duda la voluntad imperialista que autorizaba la colonización de Palestina por judíos europeos, potenciales mercenarios de su base militar encubierta como “refugio para un pueblo perseguido”. He aquí el texto de la “promesa Balfour”

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“Estimado Lord Rothschild, me complazco en transmitir a usted en nombre del Gobierno De Su Majestad Británica, la siguiente declaración de simpatía por las aspiraciones judías sionistas, cuyo texto ha sido sometido al gabinete y aprobado por este: El gobierno de su majestad ve con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar nacional

para el pueblo judío y hará cuanto esté en su poder para facilitar el logro de este objetivo, quedando claramente entendido que no se tomará ninguna medida que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos delas comunidades no judías en Palestina y las condiciones políticas de que gocen los judíos en cualquier otro país. Agradeceré a usted poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista Arthur James Balfour, CANCILLER Por haber tenido una muy débil divulgación, casi nadie sabe que en 1905, Arthur James Balfour, el mismo que el 2 de noviembre de 1917 haría entrega a Lord Rothschild de esta famosa promesa que lleva su apellido, siendo entonces Primer Ministro de Gran Bretaña, redactó e hizo aprobar y promulgar una legislación dirigida principalmente a imponer una drástica restricción para la entrada de inmigrantes judíos al Reino Unido, legislación que se conoció como “Ley de extranjería”. Por esas fechas los judíos masivamente escapaban de las persecuciones desatadas contra ellos en Europa Orienta

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(Pogroms); asimismo también Lord Balfour puso todo su empeño en conseguir que Estados Unidos adoptara iguales medidas, propósito que logró partir de 1924. Estas severas limitaciones migratorias contra los judíos que luego se adoptaron por varios países, buscaban canalizar las masivas oleadas migratorias judías provenientes de Europa Oriental hacia Palestina y es precisamente por este motivo que el movimiento sionista, para dejar sin efecto la limitación de 75.000 inmigrantes judíos promulgada en el famoso “Libro Blanco”, ponía el grito en el cielo alegando que esas medidas “impedían a los judíos su única esperanza de salvación: Palestina”; es a partir de entonces que Argentina en particular y América Latina en general se convierten en polo de atracción para los emigrantes judíos. No fue por casualidad que las restricciones migratorias adoptadas por Inglaterra y Estados Unidos se levantaran en 1948, año en que la población de colonos judíos en Palestina alcanzaba la cifra de 800.000, permitiendo la Resolución de Partición de ese país para ser reconocido o cialmente como el Estado de Israel

CAPITULO XVII: EL PROYECTO IMPERIALISTA PARA EL MEDIO ORIENT

Para el año 1917, casi todo e Medio Oriente árabe pertenecía al entonces decadente Imperio Otomano; con la derrota de Turquía en la Primera Guerra Mundial, esa estratégica región cayó en poder de Gran Bretaña que le impuso su dominio. El papel desempeñado ahí por ese poderoso imperio fue más despiadado y sádico que cualquier otro episodio de su pér da trayectoria colonialista de los últimos siglos. Sus políticas con los pueblos árabes fueron peores que las infringidas a los otros pueblos sometidos a su dominio; las medidas colonialistas ejercidas en esa región fueron más drásticas que aquellas que el colonialismo europeo había aplicado en sus otras colonias de ultramar. Ramsay MacDonald, político británico y dos veces Primer Ministro del Reino Unido, así las resumió: “Alentamos el nacionalismo árabe para conseguir una revuelta contra los turcos con la promesa hecha por nosotros en 1916, para que crearan un reino con las provincias árabes liberadas del Imperio Turco, incluyendo Palestina. Al mismo tiempo animamos a los judíos para que emigraran masivamente a Palestina prometiéndoles poner a su disposición esa tierra para que se establecieran en ella y la gobernaran; al mismo tiempo también, rmamos un acuerdo con los franceses llamado Sykes-Picot, por el cual dividimos los territorios que habíamos dado instrucciones a nuestro Alto Comisionado General en Egipto, para que los prometiera como Reino Unido y emancipado a los árabes. Esto representó un asunto de cruda duplicidad y en consecuencia no podemos esperar juicios benevolentes en el futuro

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Hacia principios del siglo XX, con el descubrimiento de las ingentes reservas de petróleo, el algodón de la India pasó a ocupar un lugar insigni cante como recurso valioso para la economía británica y es cuando el Medio Oriente adquiere una extraordinaria importancia; a partir de entonces, la ubicación geográ ca de Palestina empieza a ser visionada por el Imperio Británico como su puerta de entrada para dominar las colosales riquezas de esa región, cuyo subsuelo, encierra veinte veces más oro negro y gas que todas las demás reservas conocidas del planeta. Gran Bretaña, con el conocimiento ahora de la vital importancia de esos recursos para la industria y de los grandes bene cios económicos que resultan de su comercialización a nivel mundial, empieza a diseñar estrategias orientadas a hacer perdurar su completo dominio en esas tierras para que su preponderancia imperial no decayera como habían sido los casos registrados de

otros imperios, todos ellos ahora desaparecidos, quedando solo como un recuerdo en la historia Para el año 1907 y motivado por el vehemente interés de aferrarse a esas prodigiosas riquezas para su Imperio, el entonces Primer Ministro Británico, Henry Campbell Bannerman conforma un comité integrado por expertos en temas colonialistas, procedentes de Inglaterra, Francia, Holanda, España, Portugal, Bélgica e Italia, todos ellos eruditos en historia, economía, geografía, colonialismo, petróleo y agricultura, cuya misión consistía en estudiar fórmulas que garantizaran la permanencia por largo tiempo del dominio inglés sobre esas enormes riquezas Después de estudiar las condiciones existentes en el Medio Oriente a principios del siglo XX, el comité Campbell Bannerman presentó su informe cuya conclusión así describió los peligros que podía enfrentar el dominio británico en esas tierras si los árabes llegasen a conseguir su genuina emancipación y permanecieran unidos como un solo país

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“El Medio Oriente es una región cuyos pueblos controlan grandes extensiones de territorios que encierran importantes recursos ocultos y dominan neurálgicas intersecciones de las rutas mundiales; sus tierras fueron la cuna de las civilizaciones y religiones y sus pueblos profesan una misma fe, un mismo lenguaje, una misma cultura una misma etnia y una historia común y alimentan las mismas aspiraciones. Ninguna barrera natural se interpone para aislar a un grupo de otro, situación que puede conducir a la uni cación de esta nación en un Estado, el cual podría alcanzar una gran importancia política, económica y estratégica, capaz de ejercer muchas in uencias que lo llevaría a tomar los destinos del mundo desplazando a Europa”. Para desactivar ese “potencial peligro capaz de socavar su dominio imperial”, dicho comité recomendó al gobierno británico mantener dividida la región y hacer todo lo posible para neutralizar la voluntad de liberación de los pueblos de la misma, mediante la aplicación de estrategias que impidieran la actividad nacionalista y el desarrollo social y cultural del área anotando que: “Es preciso y de interés del gobierno británico hacer todo lo posible para que los pueblos de esa zona permanezcan en el subdesarrollo, el retraso y la ignorancia y que sus habitantes sigan inmersos en una situación donde reine la sumisión mediante la imposición de gobernantes al servicio de los intereses coloniales y la desunión” (el informe Campbell Bannerman permaneció en secreto 100 años; fue desclasi cado por los británicos en el año 2007)

Ese informe también advertía contra todo tipo de unidad de los pueblos de la nación árabe, sea intelectual, religiosa o histórica sosteniendo “...la necesidad de adoptar medidas prácticas para dividir a los habitantes de la región mediante el odio sectario tanto religioso como étnico”; para asegurar esos objetivos recomienda “crear una sólida barrera para separar sus componentes: los países del norte de África de los del Próximo Oriente y estos de los de la Península Arábiga y del Golfo, y la necesidad para el establecimiento de una base de procedencia exterior que sea hostil a los pueblos del área y al mismo tiempo favorable a la potencias coloniales y a sus intereses, constituyéndose al mismo tiempo también en una barrera humana extranjera y poderosa, insertada como una cuña en el corazón del mundo árabe para romper el puente de territorio que los conecta”. Ese comité consideró que mantener grandes contingentes de tropas en forma permanente en esa rica y estratégica región no era recomendable por ser susceptible de generar violentas reacciones nacionalistas que podrían salirse de su control, concluyendo que la fórmula más e caz para conservar el dominio no podía ser otra que “la creación de un Estado afín al Colonialismo británico tanto para su supervivencia económica como militar y diplomática, circunstancia que lo tornaría completamente con able a prestar sus servicios cuando les fueran solicitados.” Uno de los integrantes del comité Campbell Bannerman, el señor Side Potam, especialista vinculado al Ministerio Británico de las Colonias, manifestó que “no había mejor elección que los judíos para llevar a cabo esa tarea colonialista”. Y para justi car la creación de ese Estado, propuso como marco legal invocar pretendidos “Derechos Históricos”

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Consecuencia de ello, en el imaginario británico empieza a per larse nítidamente la necesidad de crear un Estado mercenario en una Palestina vaciada de su población originaria para ser poblada por colonos judíos. Para ese Imperio, este proyecto representaba simplemente un movimiento más de conquista y colonización al igual que las otras ocupaciones imperiales que se habían venido extendiendo más allá de Europa a partir del siglo XVI proclamando llevar su “superior civilización” a los pueblos atrasados. Aquella expansión colonial se caracterizó por la crueldad y la codicia tan difundidas y practicadas por esa época por las potencias colonialistas de entonces; el afán de conseguir oro, recursos naturales y nuevos territorios fue el motivo principal que impulsó esa expansión colonial; el argumento de estar investidos por una “misión civilizadora” o por la “empresa misional” se aducía como justi cación y pretexto para someter y expoliar a otros pueblos de América, África y Asia. Este dominio solía estar caracterizado por ideologías de limpieza étnica y políticas genocidas que ejercían una implacable violencia armada orientada esencialmente para eliminar a la población nativa o hacer que abandonase sus tierras. Con estos argumentos el

colonialismo justi có el exterminio de los indios de América del Norte, el trá co de esclavos y muchas atrocidades más cometidas en los continentes africano y asiático. Ahora, en el caso de Palestina, acuden a esas mismas prácticas con el propósito de crear en ese país un enclave militar para servir sus intereses imperialistas, propósito por el cual el Imperio Británico trabajó en común acuerdo con el movimiento sionista para vaciar este país de sus habitantes, condenando a este pueblo a la miseria y frustrando sus sanas y legitimas esperanzas de autodeterminación y libertad Para lograr este infame propósito tuvieron la audacia de fabricar y divulgar profusamente la mentira más grande jamás contada; he aquí su fábula “las raíces judías en Palestina datan de 4000 años en esa tierra y sus derechos están sustentados por la Biblia que rati ca los inquebrantables lazos que los ligan con Eretz Yisrael y en cuanto a los judíos que por dos mil años vivieron dispersos en ladiáspora ellos son los descendientes directos de los hebreos bíblicos que ahora regresan a su patria ancestral después de un largo exilio”. Lógicamente si volvemos atrás 2000 años y sin sometimiento a las leyes internacionales, cualquiera puede reclamar cualquier cosa. El principal requisito para regresar a la patria requiere haber estado viviendo en ella y los askenazis y sefaraditas son judíos por conversión originarios de Europa, sin ningún vínculo territorial ni ancestral con Palestina, país donde jamás estuvieron asentados Después de la Primera Guerra Mundial estaba claro que el gobierno británico tenía preestablecido su plan para repartir la patria árabe en zonas de in uencia con la intención de fragmentar su unidad territorial y desmantelar su nacionalismo, con ese propósito incluyó a los judíos en sus planes para servirse de ellos en su proyecto imperialista cuyas bases estaban ya decididas; Inglaterra solo disfrazaría su rol colonialista con los falsos ropajes de ser un sincero salvador de los sufridos judíos. Nada más alejado de la realidad; el apoyo británico, aunque decisivo, no respondía a motivos lantrópicos. En efecto, Haím Weizman, el segundo hombre más importante del movimiento sionista, así lo con rmó: “De Rusia salieron aquellos primeros judíos para Palestina pero no fueron ellos quienes crearon el Estado Nacional Judío sino fue la política colonialista; esta lo creó y se comprometió voluntariamente para preservarlo”. Y en tiempos más recientes, también Abba Eban, quien fuera un destacado embajador de Israel en las Naciones Unidas, citado por Noam Chomsky, al respecto expresara: “No cabe duda de que los motivos que empujaron a Benjamín Disraeli fueron los de servir los intereses de Inglaterra y nunca los de los judíos”

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De haber existido un interés genuino por el bienestar de los judíos. las potencias imperialistas hubieran podido asignarles un territorio en Europa para crear su

Haciendo un recuento histórico tenemos que en 1917, estando Gran Bretaña en la cúspide de su poder colonialista y habiendo olfateado las colosales reservas petrolíferas en el Medio Oriente, prometió a los judíos en nombre de su majestad Británica un Hogar Nacional Judío en Palestina, pero esta actitud no estaba inspirada en principios humanitarios para darles un refugio seguro a los perseguidos judíos de Rusia, de haber sido así no les hubieran cerrado sus propias puertas a la inmigración obligándolos a inmigrar a Palestina. Esta ngida generosidad no propuso establecerlos en un territorio soberano en el continente europeo donde fueron perseguidos sino en el corazón del mundo árabe. Cuando en Rusia se iniciaron los violentos hostigamientos contra la comunidad judía que mayoritariamente era secular, sus integrantes preferían emigrar a América del Norte pero no podían obtener los permisos de entrada ni a Estados Unidos, ni a Inglaterra como tampoco a sus colonias de la “Commonwealth”. Estas medidas restrictivas contra los judíos fueron hechas con el propósito de canalizar esos ujos migratorios hacia Palestina, destino no deseado para la mayoría de ellos, exceptuando a un pequeño grupo de sionistas fanáticos que, sin saberlo, se convertirían en mercenarios de los imperios de turno

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Al término de la Segunda Guerra Mundial, oleadas masivas de inmigrantes judíos del Viejo Continente, descritos por la formidable maquinaria propagandística angloamericana como “supervivientes de los campos de exterminio Nazis, cuyo único ideal y esperanza de salvación era el futuro estado judío en Palestina” empezaron a arribar a esa pequeña franja de tierra (27.000 Km2) y a tener las

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propio Estado o haberlos acogido en Estados Unidos, en las islas británicas o en sus colonias ultramarinas de Canadá, Australia o Nueva Zelanda, países cuyas inmensas extensiones geográ cas y gran capacidad de absorción de inmigrantes, sumadas a sus proclamadas políticas de respeto a los derechos humanos, principios democráticos, libertad y tolerancia, les hubiera garantizado con mayor seguridad la salvación y protección a estas víctimas de los prejuicios europeos, que instalarlos en Palestina, en medio de “un pueblo primitivo, atrasado y cruel ” como mentirosamente describían a los palestinos, evitándoles estar rodeados de “árabes salvajes y hostiles que intentarían recuperar por la fuerza los territorios que les iban a usurpar y a colonizar”. Pero la realidad en el contexto del Medio Oriente es que todo cuanto interesaba a esta potencia colonialista, en vinculación con las directrices del informe “Campbell Bannerman”, era crear un Estado mercenario en Palestina para servir sus proyectos hegemónicos en esa parte del mundo, haciendo con uir los objetivos sionistas de colonizar a Palestina con judíos con sus propios intereses petrolíferos y del canal de Suez, para hacerles más fácil la tarea de frustrar cualquier intento nacionalista en el mundo árabe. En conclusión Gran Bretaña utilizó el sionismo en bene cio de su estrategia imperial

simpatías y apoyos de todos los gobiernos europeos así como también de los engañados movimientos progresistas de ese continente,. Dicha solución era vendida a Europa por Estados Unidos y Gran Bretaña como “la única esperanza de salvación de los sufridos judíos” y también, como la mejor fórmula para aliviar su consciencia y redimirse por su pasada judeofobia y estas reivindicaciones de los europeos no la querían realizar en Europa, continente donde fueron perseguidos y masacrados los judíos, sino a expensas de los palestinos que nada tuvieron que ver con su discriminación, persecución ni con el Holocausto Judío Respecto al tema de ese Holocausto, para contrarrestar el argumento de que los palestinos no tenían por qué asumir sus consecuencias; los alquimistas del sionismo, expertos en el arte de inventar fábulas, fabricaron la historieta de la Conexión Palestina que fue incorporada por Israel Gutman a su Enciclopedia del Holocausto (cuatro volúmenes), donde le fue asignado al máximo jerarca de la fe musulmana de Jerusalén, Amin Al Husseini, un papel estelar como autor intelectual del exterminio de judíos en la Alemania nazi. Esta perversa falsedad se hizo con la exclusiva intención de poder rebatir el argumento de que los palestinos no tenían por qué asumir las consecuencias de los crímenes de Hitler; pero el embuste resultó tan indigerible que ni los mismos sionistas lo creyeron .Al Husseini, sin cambiar de identidad y sin protección especial, vivió el resto de sus días en el indefenso país del Líbano sin nunca haber sido considerado objetivo de los “cazadores de nazis” dirigidos por Simón Weisenthal y su grupo de “sabuesos antinazis”

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No obstante lo anterior, el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, quién como buen sionista es un experto en el arte de fabricar y difundir mentiras, el día martes 20 de octubre de 2015, ante la Asamblea Anual de la Organización Sionista, a rmó que: “El Holocausto fue el producto de una petición del líder musulmán de Jerusalén, Amín Al Husseini, hecha al dictador nazi Adolf Hitler, durante una entrevista que ambos celebraron a nales de 1941”; y continuó con sus descarados embustes diciendo: “Por aquel entonces Hitler no quería exterminar a los judíos, quería solamente expulsarlos de Europa pero Al Husseini le hizo ver a Hitler que si los expulsaba todos se vendrían a Palestina, entonces Hitler le preguntó ¿qué hago con ellos? Y el líder palestino le respondió: quémalos”. Al Husseini entonces era el principal dirigente de la resistencia de los palestinos bajo mandato británico, siendo perseguido por ingleses y sionistas, huyó primero al Líbano pero para su mayor seguridad, buscó refugio en Alemania donde vivió como exiliado y jamás como “asesor personal del Führer” como falsamente lo presenta el Premier israelí. Tras estas fantasiosas declaraciones de Netanyahu, Isaac Herzog, líder de la oposición israelí le observó: “Hay un límite para cuanto se puede deformar la historia” y la

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canciller alemana, Ángela Merkel le recordó que: “No hay razón para cambiar la visión alemana de la historia”

Tan pronto se aprobó “el informe Campbell Bannerman” y en vinculación con la formula relacionada con la “separación de los componentes de la nación árabe”, en el mismo año 1907, Gran Bretaña procedió a establecer un contacto con la dinastía “wahabita” de orientación religiosa ultraconservadora del clan Saúd, para sentar con ella las bases de una monarquía feudal en la Península Arábiga. Es así como años más adelante, el 26 de diciembre de 1916, con la rma del tratado de “Okair”, reconocen a Iben Saúd (autentica marioneta de los británicos) como soberano de Arabia, convirtiendo a su reino en el único Estado del mundo que ostenta el deshonor de llevar como nombre del país, el apellido de su dinastía títere Con la rma de este convenio, los británicos diseñan la creación del reino absolutista de Arabia Saudita, cuyos gobernantes, verdaderos lacayos al servicio de los intereses colonialistas, apoyados por Inglaterra, entre los años1924 y 1925, conquistan más territorios de la península arábiga, la más rica del mundo en reservas petrolíferas para incorporarlos a su medieval y corrupta monarquía, consiguiendo con ello un mayor bene cio económico a favor del colonialismo. Las insurrecciones de los nacionalistas árabes contra ese gobierno desleal con los genuinos intereses de su pueblo, fueron violenta y sistemáticamente reprimidas con la ayuda y el asesoramiento de Inglaterra

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Mientras tanto, hacia el año 1915, cuando la Gran Guerra estaba en plena ebullición, se presentó al gabinete británico un memorial secreto titulado “El Futuro de Palestina”, el cual había sido elaborado por Herbert Samuels, ciudadano inglés de religión judía y entusiasta promotor del sionismo, quien más tarde sería nombrado ministro en el gabinete del Reino Unido. En ese documento, Samuels expresa que: “...desde luego, este no es el mejor momento para establecer un Estado judío en Palestina, en consecuencia ese país debe quedar bajo mandato británico una vez nalice la guerra, en cuyo gobierno los judíos tendrán facilidades para inmigrar, comprar tierras y fundar colonias; esperamos poder colocar de tres a cuatro millones de judíos europeos entre los mahometanos”. Este planteamiento fue tomado muy en cuenta por el gobierno británico procediendo secretamente a diseñar un proyecto para fragmentar la nación árabe; dos años más tarde, liderado por su Primer Ministro David Lloyd George, se involucra o cialmente en la creación de una patria judía

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CAPITULO XVIII: LA IMPLEMENTACIÓN DE LAS RECOMENDACIONES DEL INFORME “CAMPBELL BANNERMAN

en Palestina, compromiso que se conoce como la “Promesa Balfour”. El 7 de diciembre de 1917, estas turbias maquinaciones fueron consideradas por el binomio anglosionista como un gran éxito que fue celebrado en una ceremonia en Londres a la que asistieron Walter Rothschild, Lord Balfour, Herbert Samuels, Mark Sykes y Haím Weizmann. Ese mismo mes el ejército británico, bajo el mando del general Edmund Allenby, ocupaba Jerusalén y en enero del siguiente año recibe a Haím Weizmann. Por esa época, 1918, había solamente 30.000 inmigrantes judíos en Palestina, todos ellos procedentes de Rusia; los palestinos de religión judía totalizaban alrededor de 15 mil personas; la población autóctona del país estimada entonces en un millón doscientos mil habitantes Al conocer estas maniobras secretas, los palestinos a través de una carta, le expresaron su preocupación al presidente americano Woodrow Wilson quien procedió inmediatamente al envío de una comisión para informarse acerca de cuál era la verdadera situación de Palestina. La comisión norteamericana estaba integrada por el académico Henry King y el político Charles Crane. Después de estudiar los hechos, dicha comisión concluyó que: “En Palestina debe predominar el principio de autodeterminación y debemos tener en cuenta que su población no judía representa el 93% del total de habitantes que se oponen al programa sionista y en consecuencia el proyecto de crear una patria para los judíos en Palestina debe ser abandonado”. El informe “King Crane” a la postre no surtió ningún efecto debido principalmente al deterioro en el estado de salud del presidente Wilson que le impidió hacerle seguimiento a sus conclusiones y a que después de su fallecimiento, Estados Unidos se marginó respecto a la solución de los problemas de la posguerra En la conferencia de París, Gran Bretaña estuvo representada por su Primer Ministro David Lloyd George y por su Ministro de Relaciones Exteriores, Arthur Balfour, quienes estuvieron sincronizados con la delegación sionista presentando el mapa del futuro Estado judío propuesto. Consecuentemente con lo anterior, en 1920, se nombra el primer gobernador británico para Palestina, eligiendo Londres al Herbert Samuels, sionista declarado, como Alto Comisionado para su mandato en ese país, cargo que asumió para realizar lo que había propuesto en 1915: “Preparar a Palestina para convertirla en un Estado judío”

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Las relaciones que mantenía Samuels con el general Allenby re ejaban el acuerdo total sobre el papel de Gran Bretaña respecto a la implementación de las recomendaciones del “informe Campbell Bannerman” y su complementación con el proyecto sionista. En efecto, la segunda cláusula del documento del Mandato Británico, aprobado por la “Liga de las Naciones”, estipulaba que “el gobierno inglés debería situar a Palestina en condiciones políticas,

administrativas y económicas que asegurasen el establecimiento de un Estado judío”. En concordancia con esa cláusula, el primer acto administrativo de Samuels fue declarar que el hebreo era la lengua o cial de Palestina junto con el árabe y el inglés; en consecuencia, a partir del año 1924 toda la papelería o cial del gobierno de Palestina comenzó a ser publicada en esos tres idiomas, pero en la parte impresa en idioma hebreo, además de La palabra “Gobierno de Palestina”, tenía impresas las letras “E .Y” en alfabeto Hebreo, estas eran las iniciales de las palabras Eretz Yisrael (Tierra de Israel). Samuels permitió al mismo tiempo la creación de un sistema educativo propio e independiente del palestino y también a que se sentaran las bases de un Ministerio de Energía con la construcción de centrales eléctricas manejadas totalmente por los colonos judíos; igualmente procedió al nombramiento de inmigrantes judíos en los cargos de obras públicas y acueductos, pero su mayor logro fue permitir que estos colonos constituyeran su propio ejército y no tuvo ninguna reticencia en manifestar que estaba trabajando para implementar la “Promesa Balfour”, expresión que, aun siendo Samuel inglés, le mereció ser cali cado por David Ben Gurión como el “buen judío” En marzo de 1922, Winston Churchill, siendo ministro de las Colonias, visitó a Herbert Samuels, quién en su calidad de Alto Comisionado británico estaba encargado de implementar el “Informe Campbell Bannerman”, eufemísticamente bautizado ahora como “El mandato que le fue otorgado a Gran Bretaña por la Liga de las Naciones; en esa visita Churchill rea rmó su sionismo a Samuels al rati car el compromiso de su gobierno para la creación del “Hogar Nacional Judío” plantando un árbol en el monte Scopus en los predios de la Universidad Hebrea

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El Mandato le brindó a ese imperio el poder político para permitir la masiva inmigración de colonos judíos a Palestina, quienes tan pronto desembarcaban, el gobierno de Samuels le hacía entrega de las tierras palestinas cuyos propietarios estaban ausentes (ausencias recientes y temporales de propietarios de esas tierras, para dárselas a quienes sin ser propietarios, falazmente a rmaban que regresaban después de DOS MIL AÑOS DE AUSENCIA) igualmente les hacían entrega de otras tierras que habían sido propiedad del gobierno palestino que ahora era sustituido por los británicos, arrogándose estos arbitrariamente el derecho de disponer de ellas para entregárselas a los colonos judíos a efecto de establecer en ellas sus colonias (Kibutzim). De hecho, el Alto Comisionado británico para Palestina comenzó a ayudar a los judíos en todos los aspectos y al mismo tiempo ocultar todo lo relacionado con la formación de sus unidades armadas, permitiéndoles bajo su mandato a los sionistas conformar poderosas organizaciones paramilitares (Haganah, Stern, Irgun Palmach), un gobierno paralelo (Agencia Judía) y una importante ayuda económica, diplomática,

propagandística y militar suministrada por las grandes potencias. Todo esto formaba parte de la conspiración anglosionista-imperialista que seguía las directrices del proyecto Campbell Bannerman La sociedad palestina a la luz de estos graves y preocupantes hechos, en la década de los veinte comenzó a organizar manifestaciones contra la masiva inmigración judía y las consecuencias resultantes de la misma; también procedió a enviar a Londres una delegación para discutir estos problemas por cuanto ellos no estaban en condiciones de sostener un enfrentamiento contra esta política colonialista de Gran Bretaña. Mientras tanto, en Palestina, los británicos continuaron con la labor de implementación de su proyecto imperialista; en su informe al Consejo de la Liga de las Naciones, exponían con mucho orgullo los logros de su Mandato en el año 1925, destacando la inmigración para esa año de 33.000 judíos a quienes ya les habían entregado la nacionalidad palestina, resaltando orgullosamente el hecho de haber incrementado en 300% la cifra de inmigrantes que habían arribado a esa tierra respecto al año inmediatamente anterior. En su balance también registraron el establecimiento de 13 nuevos asentamientos judíos, la fundación de su sindicato (Histardut) bajo la dirección de David Ben Gurión, la constitución del barrio judío de la ciudad de Jaffa llamado Tel Aviv, el cual adquirió autonomía municipal, así como también la inauguración de la Universidad Hebrea, evento realizado en medio de una ceremonia especial a la que asistió el gobernador Samuels y otros invitados como el nefasto Lord Arthur Balfour y Haím Weizmann, líder de la organización sionista mundial. Balfour visitó varios asentamientos judíos y en Jerusalén se reunió con Samuels y Allenby para decidir la segunda etapa de la toma de Palestina. El movimiento sionista, en su honor y como reconocimiento a su decidida labor en favor de la instalación de los judíos en Palestina, bautizó una importante calle de Jerusalén con el nombre de Balfour al igual que un asentamiento colonial judío (kibutz)

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Las celebraciones que estaban realizando desa antemente los sionistas suscitaron las protestas de los palestinos quienes manifestaron su inconformidad enarbolando banderas negras, Estaba muy claro para ellos que todo este jolgorio era sencillamente un mal presagio, pero mientras los palestinos protestaban, Weizmann felicitaba a Samuels por haber concluido exitosamente la primera etapa de la fundación de una patria judía. A partir de ese año, 1925, el movimiento sionista, en asocio con sus patrocinadores, empieza a difundir por todo el mundo documentales fílmicos de propaganda pregonando que Palestina es la tierra de los judíos acuñando el término en lengua hebrea de “Eretz Yisrael”, mostrando áreas que dicen haber sido compradas ese mismo año y anunciando sus programas para los próximos 25. Durante los primeros diez años del

En un evento social judío celebrado en Londres en 1931, el ahora ex Primer Ministro británico David Lloyd George, para congraciarse con los asistentes, inició su discurso con la siguiente frase: “Hace casi 16 años que me reclutó el movimiento sionista...”, expresión que arrancó risas de entusiasmo, aprobación y muy nutridos aplausos; invocando luego el trillado argumento colonialista de su “Sagrada Misión Civilizadora”, continuó su discurso con las siguientes descaradas mentiras: “En Palestina (país al que jamás había visitado), pantanos estériles, fuentes de Malaria, han sido convertidos en asentamientos felices, el suelo tiene cosechas gracias a las aguas que antes corrían sin ser aprovechadas desde el día de la creación...” y la propaganda anglosionista, repitiendo los consabidos alardes colonialistas de los siglos XVIII y XIX que utilizaba para justi car su dominio, usurpación y limpieza étnica de tierras ajenas, sacó a relucir “el colosal progreso cientí co y agrícola de los colonos” empezando por esparcir la cción de una Palestina que mentirosamente describía como un desierto vacío, el cual “...con la superior civilización de los judíos empezaba a reverdecer”, falacia colonialista que el sionismo cínicamente continúa difundiendo por todo el mundo. Son numerosos los periodistas que ingenuamente han sucumbido ante el hechizo de estas engañosas argumentaciones y para colmo de la trivialidad, algunos corresponsales encandilados por las leyendas y propaganda sionista le dan crédito, resultándoles mucho más cómodo difundir estas fábulas sionista que tomarse el trabajo de investigar sobre los temas que van a escribir, evidenciando con ello una absoluta ignorancia histórica sobre Palestina al permanecer embaucados por el eco in nito de una gigantesca mentira de “un país desértico convertido en jardín”. Este ha sido el caso de la periodista gastronómica Margarita Bernal, quien quedó encantada tras ser invitada a un “recorrido Gastronómico por Israel”, aceptando ese “ ccional cliché” sionista. Posando luego de “erudita en este tema”, resaltó las maravillas agrícolas del Estado Judío en su extenso artículo en el diario “El Tiempo” de Bogotá (enero 5 de 2016) titulado “Israel es una despensa surgida del desierto”

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Pero la realidad es que Palestina empezó a ser mencionada en la historia desde nales de la Edad de Piedra porque fue precisamente en esta tierra donde nació y se desarrolló la agricultura; en ningún otro lugar del mundo se han podido encontrar indicios de actividades agrícolas tan tempranas como las descubiertas en la tierra d

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mandato británico el número de judíos se triplicó hasta totalizar 178.500 colonos. Mientras el movimiento sionista estaba orgulloso de estos resultados, Inglaterra bajo el gobierno de Lloyd George continuaba con el traspaso de Palestina a los sionistas quién con ese propósito, viajó a la Alemania nazi para solicitarle a Hitler enviar judíos a ese país

Canaán (Palestina). Desde el Génesis hasta principios del siglo XX Palestina siempre era reseñada como un país muy fecundo, bastante distinto a esas mentiras colonialistas. En los albores de la época bíblica, los enviados por Abraham para explorarla, así le describieron a su Patriarca la fecundidad de esas tierras y la calidad y abundancia de sus frutos: “un país de trigo y cebada y vides e higueras y granadas, un país de aceite y miel”. Y para la época contemporánea, antes de la invasión sionista, los campos palestinos estaban llenos de cultivos y su atmósfera estaba impregnada con el aroma de sus bosques de pinos y el olor de las hortalizas que producían sus fértiles tierras de Galilea y la Alta Galilea, las llanuras costeras, las zonas del lago Tiberiades, el valle de Edrelón, las onduladas tierras de Cisjordania y las planicies Gaza, donde abundaban las cosechas de uvas, almendros, pepinos, tomates, berenjenas, pimentones, ciruelas, higos, sandías, peras, duraznos, moras, olivos y sus famosas naranjas de Jaffa así como también sus muy conocidos campos de trigo desde donde exportaban a Europa 30.000 toneladas al año (informe Peel, 1937); pero es de anotar que esta fertilidad de Palestina, como ocurre en la mayoría de los países del mundo, no es aplicable al 100/% de su territorio. Existen reducidas zonas como las montañas de Cisjordania, cuya cadena tiene unos 100km de longitud norte-sur que se extienden desde el monte Al Asur hasta la línea sur del mar Muerto donde existe el pequeño desierto del Zin; y tiene una anchura de 20 a 25 km. esa franja constituye una zona de suelo accidentado de montañas elevadas y profundos barrancos a pesar de lo cual es una región apta para el pastoreo de ovejas y cabras al igual que la mayor parte de la comarca del Neguev, áreas estas que siempre han sido y seguirán siendo desoladas y estériles. El 90% restante del Palestina siempre ha sido un territorio muy fértil Esta fertilidad de los campos palestinos era ya conocida por los sionistas desde 1897. El historiador israelí Avi Shlaim, en su libro “El Muro de Hierro”, re ere que tras de nirse en el Primer Congreso Judío de Basilea la elección de Palestina para fundar el Estado judío, el doctor Max Nordau, asistente de Herzl, envió a dos prominentes rabinos de Viena a visitar la Tierra Prometidaprometida por Inglaterra naturalmentelos encargados, después de recorrer Palestina, con una frase así resumieron en un telegrama sus impresiones de lo que vieron allí: “La novia es bonita pero está casada con otro hombre”

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Con esta información los rabinos estando sobre el terreno, reportaron que Palestina era tierra fértil, pero estaba ya poblada; nunca mencionaron haber visto los “pantanos, fuentes de malaria” ni que era el desierto descritos por Lloyd George, personaje que jamás había pisado esas tierras. Por otra parte, en 1875, dos viajeros españoles, José María Fernández Sánchez y francisco Freire Ferreiro, después de visitar a Palestina así describieron lo que vieron: “existen extensos

campos con toda clase de hortalizas regados todos con agua sacada de múltiples norias para repoblar los bosques de granados, naranjos, limoneros, manzanos, cañas de azúcar. Sus preciosos jardines tienen gran variedad de plantas y sus campos poseen extraordinarios cultivos que posiblemente dan las mejores naranjas del mundo”; adicionalmente, el fundador cultural del sionismo, Asher Hirsch Ginsberg, quién solía rmar con el seudónimo hebraizado de Ehad Ha’am, cuando llegó a Palestina en la década de 1920, escribió: “Estamos acostumbrados a creer que Eretz Yisrael es un desierto sin cultivo, donde así, quien lo desee, puede llegar y adquirir tanta tierra como quiera. Pero en realidad no hay nada de eso, en toda la super cie de ese país, es difícil encontrar campos no cultivados” y en 1941, siendo Director de Tierras del Fondo Nacional Judío, Yosef Weiz, entonces designado por Ben Gurión para una labor consistente en la adquisición de tierras, función que le exigía recorrer toda Palestina y estar en permanente contacto con sus habitantes originarios, cuando visitó las colinas de la región que el sionismo hoy día denomina Judea, así registró sus re exiones acerca de lo que vio en esa visita: “... Grandes aldeas árabes atestadas de habitantes y rodeadas de tierras trabajadas donde se cultivan olivos, higos, uvas, campos de sésamo y de maíz... ¿seriamos capaces de mantener asentamientos dispersos entre esas aldeas árabes existentes, las cuales siempre serán más grandes que las nuestras? Y ¿existe alguna posibilidad de comprarles la tierra?... y una vez más oigo la voz en mi interior que dice los árabes deben evacuar este país”; por otra parte, citado por Ilan Pappe, Michal Sadan, historiador judío, en su tesis de doctorado titulada “The Hebrew Shepard”, a rma que los colonos procedentes de los centros urbanos de Rusia, ”no tenían vocación agrícola y por razones de supervivencia se veían obligados para aprender de los palestinos los métodos para cultivar la tierra y criar el ganado y consideraban que estas prácticas aprendidas de los árabes eran un mal necesario para construir el proyecto sionista”. En conclusión, Palestina siempre ha sido una tierra fértil que desde los más remotos tiempos era cultivada por sus habitantes originarios que entonces poblaban veinte ciudades y poco más de ochocientos pueblos. Pero para los intereses imperialistas de Lloyd George, Samuels, Balfour y Churchill era más conveniente mostrar a Palestina como una tierra yerta y abandonada y a su pueblo describirlo simplemente como mahometanos nómadas, ignorando la milenaria civilización cananea cuyos importantes aportes contribuyeron grandemente al progreso de la humanidad y menospreciando a su población milenaria poseedora de una rica y antigua cultura que vivía tan apegada a su patria como podían estarlo los ingleses a la suya; también pasaban por alto que casi el 15% de ese pueblo era cristiano

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Por esa época era muy natural para el colonialismo tratar despectivamente a los pueblos nativos bajo su dominio y es precisamente por este motivo por lo que a

los palestinos no los contemplaban como un grupo nacional árabe ni como habitantes originarios sino que se referían a ellos en términos despectivos como un grupo de creyentes religiosos pertenecientes a tribus ambulantes; nunca consideraron ni a cristianos ni a musulmanes como habitantes originarios de Palestina y es que para ese Neo imperialismo, la presencia de los cristianos en Palestina los colocaría en un trance muy incómodo a la hora de justi car su programada expulsión de su tierra natal, por lo que por ahora, la única solución a ese dilema consistía en ignorar completamente su existencia En 1933 y ante el incremento de la inmigración de colonos judíos, las protestas de los palestinos se intensi caron a través de manifestaciones integradas tanto por hombres y mujeres marchando hombro a hombro en contra de la invasión de su patria ancestral; ante estas protestas las autoridades británicas actuaron con la mayor dureza, arrestando a miles de ellos y causando con sus severas represiones muchos heridos y también muertos; entre estos últimos guró el ex alcalde de Jerusalén, Musa Al Husseini, quien había sido golpeado salvajemente por los soldados británicos, a pesar de lo cual, el Alto Comisionado de Palestina, alabó la dureza de las represiones llevadas a cabo por la fuerza de ocupación; su gobierno se negaba a ver en los palestinos como a un grupo nacional con derechos sino como un conglomerado que simplemente representaba un obstáculo en la realización de su proyecto imperial para dominar el Medio Oriente, este proceder causó un mayor deterioro de la calidad de vida palestina, desatando más choques con las fuerzas británicas de ocupación El número de colonos judíos que ingresaban cada año a Palestina que para 1931 fue de 4.000, para 1932 pasó a ser 9.500; en 1933 fue de 30.000; en 1934 fue de 42.000 y en 1935, 62.000. Las recomendaciones del proyecto “Campbell Bannerman” se estaban ejecutando puntual y diligentemente bajo la celosa supervisión de las autoridades británicas, cuyas leyes represivas contra los palestinos se aplicaban con rigurosa severidad. Surge entonces un líder de nombre Izz el Din Al Kassam, quien siendo sirio se convirtió en un dedicado activista de la causa palestina, proponiendo a los líderes palestinos una revuelta más decidida frente al gradual deterioro de las condiciones de su país; pero estos le contestaron que no era un buen momento para ello pues se encontraban todavía en las etapas de negociaciones con los británicos para hacer valer sus derechos

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Aunque la política británica estaba claramente comprometida con los intereses sionistas, los dirigentes de la sociedad palestina aun con aban en poder convencer a través de las negociaciones al gobierno de Londres para que atendiese sus reclamaciones y cesase su política de seguir fomentando la masiva

inmigración judía a su país. Con ese propósito se organizaron comités, comisiones y delegaciones que viajaron a Inglaterra una y otra vez para exponer sus razones y argumentos y dar cuenta del malestar de la población palestina, alertando al mismo tiempo de los potenciales peligros de un estallido de violencia; en su carta enviada en 1921 al entonces Secretario para Asuntos Coloniales, Sir Winston Churchill, así describieron la situación: “el grave y creciente malestar entre la población palestina proviene de la convicción absoluta de que la actual política británica se propone expulsarlos del país con el n de convertirlo en un Estado Nacional para los inmigrantes judíos... y esta decisión británica fue hecha sin consultarnos y no podemos aceptar que ella decida nuestro destino...”. También las mujeres palestinas se movilizaron; su primer congreso tuvo lugar en 1932 y en los años siguientes, delegaciones de mujeres musulmanas y cristianas vanamente se entrevistaron con las autoridades del Mandato y viajaron a Londres para hacer conocer sus inquietudes nacionales Ante las tibias respuestas de Gran Bretaña, Al Kassam anunció el inicio de la revolución armada, decisión que suscitó la reacción inmediata de las fuerzas de ocupación británicas que procedieron a perseguirlo y asediarlo, empleando durante su persecución inclusive aviones y artillería; Al Kassam nalmente fue abatido en los bosques cercanos a la población de Jenin pero su espíritu luchador impactó a los palestinos haciendo que la revuelta contra los británicos se ampliara por todo el país, agitación esta que al mismo tiempo presionaba a los líderes políticos de Palestina para que dejaran de negociar con los británicos ya que estas gestiones no estaban teniendo resultados positivos. Fue así como a mediados de los años treinta el clima era ya de rebelión total

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En esa lucha contra la mani esta colonización de su patria, los palestinos iniciaron el 19 de abril de 1936, en el puerto de Jaffa, una huelga general para transmitirle al Alto Comisionado británico el mensaje de que los árabes palestinos se oponían a la política británica, cuyo objetivo se encaminaba nítidamente a sustituir a su población por judíos; pero era muy claro que el gobierno británico, contra todo principio, estaba implementando “la Promesa Balfour”, primera etapa del proyecto “Campbell Bannerman” que propendía por el establecimiento en Palestina de un Estado mercenario bajo la apariencia de “un hogar para los judíos” ignorando totalmente los derechos nacionales, políticos y humanos de la población autóctona, lo que determinó que en mayo de 1936 que el Alto Comité de Palestina que presidía Amín Al Husseini, máximo líder espiritual sunita, lanzara un llamamiento a la desobediencia civil convocando una protesta generalizada en todo el país, la cual se levantaría solo hasta que cesara totalmente la inmigración judía y que el gobierno británico cambiara su política

Esta huelga paralizó toda la actividad económica y comercial del país y fue una de las más grandes de la historia; toda Palestina se sumó pací camente a este paro el cual constituyó la cúspide de una larga lucha contra la ocupación británica y su patrocinio para la creación del Estado judío a costa de su patria. El paro generalizado sorprendió a los británicos quienes reaccionaron emprendiendo duras acciones de castigo contra los revolucionarios, procedimientos que consistían en demoler las casas de aquellos que promovían esas revueltas. Solo en la ciudad de Jaffa derribaron más de 200 viviendas y como castigo colectivo hubo muchas más voladuras de casas en todas las ciudades y pueblos de Palestina, llegando los británicos a a rmar que estas demoliciones estaban justi cadas como método para acabar con la huelga La represión británica fue muy brutal; pusieron puntos de control en las carreteras donde paraban y requisaban a todo el que pasaba, muchas veces sus soldados se divertían humillando a los viajeros diciéndoles que si querían pasar tenían primero que barrer los puestos de control y si se negaban a hacerlo eran golpeados salvajemente. En sus acciones de represión, encarcelaban a muchos hombres y mujeres; los hombres detenidos eran sometidos a trabajos forzados en las canteras. En el diario de David Ben Gurión, por esas fechas, se lee que este líder de la Agencia Judía trató con el Alto Comisionado británico el tema relacionado con la reubicación de los palestinos a otras zonas del país y que la respuesta de este alto funcionario inglés al respecto fue positiva

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Durante los seis meses de la huelga general 195 palestinos fueron asesinados y más de 800 resultaron heridos. En aras de buscar soluciones, los líderes palestinos atendieron las peticiones de algunos dirigentes árabes que mediaron en esa situación, conduciendo ello al nombramiento de la Comisión Británica presidida por el Conde Peel para reunirse con ellos. En su informe emitido en 1937, dicha comisión recomendó la partición de Palestina en dos estados cuya división comprendería una tercera parte del país para los judíos y el Estado palestino tendría las dos terceras partes restantes, la cual sería unida a Transjordania; la zona entre Jerusalén y Jaffa sería un territorio bajo mandato británico. La prensa del Reino Unido publicó la propuesta de esta comisión para dividir a Palestina que además incluía el aspecto relacionado con la reubicación de los palestinos de las tierras destinadas a los judíos, pues estos exigían que su estado fuera ciento por ciento judío; esta propuesta, en principio, había recibido la legitimación y el apoyo del gobierno británico pero fue rechazada por palestinos y judíos. Los palestinos se oponían a la división y los judíos no se conformaban con “una tercera parte” del país

En septiembre de 1937, ante el rechazo de palestinos y judíos a la división propuesta, Gran Bretaña inició una arremetida cuyo objetivo buscaba desmantelar la dirigencia del Alto Comisionado palestino, presidido por Amín Al Husseini, Mufti de Jerusalén, máximo líder espiritual en Palestina; cinco miembros de su comité fueron apresados por los británicos y forzosamente deportados a un exilio en las islas Seychelles, un remoto atolón ubicado en el Océano Índico; entre estos exiliados se hallaba el alcalde de Jerusalén, el médico Fakri Khaldi, quien había estado documentando las acciones británicas de apoyo al movimiento sionista. En sus anotaciones durante su exilio en Seychelles, expresaba en octubre de 1937, su temor a que los británicos lo encarcelaran; el Mufti de Jerusalén y otros líderes palestinos huyendo de la represión británica buscaron refugio en el Líbano. En Palestina no quedaban ya líderes para luchar contra la conjura anglosionista No obstante la falta de líderes, la revuelta palestina se mantuvo viva y para sofocarla, los británicos reforzaron con 20.000 hombres más su aparato represivo, encargando a sus o ciales más e caces la misión de acabar con esa resistencia, tarea que les fue asignada a los generales Wavell, Dill, McMaster y Ritchie, todos ellos curtidos veteranos de la Primera Guerra Mundial, quienes implantaron severas medidas contra el levantamiento palestino consistentes en lograr su total desarme y sometimiento, para lo cual se programaron intensivas búsquedas. Encontrar un solo cartucho de bala, aunque estuviera vacío, daba lugar a la voladura de la casa; los británicos prohibieron terminantemente a los palestinos tener inclusive armas blancas y juzgaban a cualquiera aunque sea que tuviera una sola bala, pues esto, para los palestinos, estaba terminantemente vetado. Las tropas británicas solían irrumpir intempestivamente en todas las casas en las ciudades y aldeas palestinas donde procedían a conducir a las mujeres a las escuelas y a los hombres a las plazas; allí los amenazaban e insultaban mientras otro grupo de soldados británicos registraba sus viviendas buscando armas; en esos allanamientos tenían instrucciones para revolver todo cuanto encontraran en cada casa, pues sus órdenes consistían en hacerles la vida difícil a los palestinos. En los registros, los soldados deliberadamente mezclaban los alimentos: la harina con el maíz y las lentejas, el aceite con el trigo, etc. La reacción de las autoridades inglesas contra los palestinos fue muy violenta; crearon campos de concentración en el país para encerrar en ellos a miles de personas simplemente porque los consideraban “potenciales revoltosos” cuando se trataba solo de ciudadanos que luchaban para defender sus fundamentales y legítimos derechos

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En contraste con estas frenéticas acciones contra los palestinos, el Mandato inglés, permitía que los judíos llevaran armas, alegando que “eran una minoría

que necesitaba defenderse”. Esa minoría de colonos judíos, para precipitar el éxodo palestino, con la ayuda de sus organizaciones sionistas clandestinas y bajo la presencia lejana de la autoridad británica, hacía explotar bombas en mercados públicos y estaciones de autobuses intermunicipales. Durante tres días consecutivos, en el mes de julio de 1938, bandas terroristas del sionismo volaron varios buses en Haifa y Jerusalén matando a 68 palestinos e hiriendo a más de 120. La limpieza étnica de Palestina para dar lugar a los colonos judíos había sido concebida y venía siendo planeada por el movimiento sionista durante décadas; tenían un comité de transferencia dirigido por Yosef Weitz quien era el principal asesor de David Ben Gurión en materia de tierras y colonización en la década de 1930, teniendo a su cargo la elaboración de un plan para la expulsión sistemática de los palestinos como paso previo para cumplir las metas sionistas del Estado judío Los británicos mientras tanto, no solamente consentían que los judíos tuviesen armas y atentaran contra la población autóctona de Palestina sino que adicionalmente apoyaban el adiestramiento de las fuerzas sionistas nanciadas por la Agencia Judía que eran entrenadas por el o cial británico Orde Wingate, quien incorporó a sus unidades elementos paramilitares del sionismo, enseñándoles como ocupar aldeas palestinas y expulsar a sus habitantes para luego aplanar sus casas; este o cial además aportó sus conocimientos en materia estratégica y en procedimientos relacionados con la limpieza étnica, métodos estos que fueron aplicados contra los palestinos por las bandas sionistas en 1948. Las brigadas israelíes al mando de Wingate organizaron incursiones contra los activistas palestinos para matarlos en sus aldeas. Estos procedimientos desde luego eran aprobados por los altos mandos británicos; Moshé Dayán, quien más tarde sería Ministro de Defensa de Israel, siempre consideró a Wingate como su mentor al a rmar que“...debemos reconocer que nuestro país lo hemos construido sobre los árabe

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La revuelta palestina llegó a su punto álgido en el verano de 1938; tenía para entonces 65 líderes locales y 14 distritales; el 70% de ellos eran de línea dura, seguidores de Al Kassam. Los británicos ofrecían recompensas por su captura pero estos luchadores contra la ocupación británica y por la libertad de su país organizaban unidades de la resistencia cuyas bases se localizaban en pequeñas aldeas. Los británicos lograron capturar a varios de ellos, 112 de los cuales fueron condenados a la horca y otros muertos en enfrentamientos o en emboscadas que les tendían. Las fuerzas de ocupación británicas tenían informes precisos de los palestinos con ideas patrióticas, a quienes por ese solo hecho eran considerados como un obstáculo para su macro proyecto imperial del Medio Oriente; los británicos y las bandas sionistas no eliminaban solo a los activistas armados; el

Obispo Católico de Akka, Gregorius Hadjar, conocido como El Obispo de los Árabes, quien auspiciaba una unidad de activistas cristianos y musulmanes contra la ocupación y el coloniaje anglosionista, fue asesinado por el sionismo cuando viajaba a Haifa; su sepelio tuvo lugar en la iglesia Católica Romana de la Santa Virgen de Haifa. Todos estos hechos trágicos contra los palestinos, se habían registrado con el exclusivo propósito de apoyar la creación de un estado mercenario que ayudaría a la entonces primera potencia colonialista del mundo a perpetuar su dominio en los ricos campos petrolíferos del Medio Oriente y la estratégica vía marítima del canal de Suez Gran Bretaña para doblegar la resistencia de la población, instauró en Palestina el castigo colectivo a través de la quema de cosechas y de obligar a los sospechosos a caminar descalzos sobre carbón ardiendo o sobre espinas de cactus y a continuar con las detenciones arbitrarias y el registro de casas empleando la consabida mezcla aleatoria de alimentos, medidas estas que hacían que la población pasara mucha hambre; a todo esto se le sumaba la demolición de las viviendas. El conjunto de toda esta represión estaba deteriorando signi cativamente la calidad de vida de los palestinos y minando su moral, especialmente después de la ejecución de sus líderes; el sionismo en estas actividades represivas trabajó mancomunadamente con la inteligencia británica hasta el año 1942, los documentos al respecto, revelan que Weizmann mantuvo contactos secretos con el Alto Comisionado Alan Cunningham durante el periodo de marzo a junio de ese mismo año. Como resultado de estas coordinaciones los británicos continuaron reprimiendo severamente la resistencia palestina y más de 3000 de sus integrantes fueron arrestados Durante los años de la revuelta (1936-1939) más de 5.000 palestinos perdieron la vida y más de 14.000 quedaron heridos; uno de cada 10 entre los 18 y 40 años estaba en prisión, herido o había muerto; a lo largo de ese mismo periodo 400 soldados ingleses perdieron la vida. Haciendo un balance se tiene que la generación de palestinos que podía oponerse al sionismo en la década de 1940 se hallaba ahora en una grave situación de debilidad y desorganización como resultado de 30 años de sometimiento y represión del poder dominante británico empeñado en implementar el plan anglosionista para materializar su macro proyecto de dominio del Medio Oriente

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Para el año de 1939, negros nubarrones de guerra en Europa estaban obligando a Inglaterra a dedicar toda su energía para enfrentar a la Alemania Nazi y el destino del pueblo palestino era la última de sus preocupaciones, sin embargo la turbulenta situación creada por la revolución palestina y el temor de su recrudecimiento la obligaba a tranquilizar a los revolucionarios, anestesiándolos

diplomáticamente al hacerles creer que su revuelta había conseguido un resultado positivo. Es cuando se pública el famoso “Libro Blanco”, una especie de espejismo engañoso para los palestinos que anunciaba restricciones severas a la inmigración judía y su compromiso de conceder la independencia a la Palestina árabe en un plazo de diez años; esas promesas del “Libro Blanco” naturalmente no iban a cumplirse nunca Fue un hecho de público conocimiento en esa época, que la alianza anglo sionista evidenció sus objetivos comunes y es precisamente por este motivo que a los activistas palestinos los mataban, encarcelaban, ejecutaban o expulsaban. Casi no quedaban ya instituciones activas de la sociedad palestina, ni sus pensadores podían transmitir sus opiniones; situación que llevó al pueblo palestino a un en estado de depresión al estar huérfano de líderes tanto en el campo intelectual como político o militar Aunque sus directivos y pensadores estaban en el exilio, las comunicaciones no eran nada viables, en conclusión, a partir de 1939 ya no había dirigentes en el país y esto sumado al adormecimiento logrado con el “Libro Blanco”, facilitó lo acontecido en 1948: la batalla por la justicia y el derecho a la autodeterminación de los pueblos y a la libertad, la perdieron los palestinos, pero en realidad su tragedia no ocurrió en mayo de 1948 sino que empezó en 1907 con el descubrimiento de las enormes reservas del petróleo árabe, que impulsó al colonialismo Británico a concluir el proyecto de someter a todo el Medio Oriente árabe, considerando a Palestina como un pedestal para establecer en él al mercenario Estado de Israel, su “base militar en esa región” Durante la Segunda Guerra Mundial, bajo el mando del ejército británico, los judíos formaron brigadas cuya experiencia militar en los escenarios bélicos de Europa, fue decisiva en la guerra de 1948. Los conocimientos adquiridos bajo el mando británico los adiestró e cientemente en el uso de las armas modernas, la artillería pesada, los tanques, los aviones de combate, radios y todos los conocimientos necesarios para estructurar un ejército profesional, habilidades estas que los palestinos y los árabes ignoraban totalmente de modo que cuando estalló la guerra de 1948, la pericia adquirida por los sionistas los bene ció signi cativamente para usurpar a Palestina a sangre y fuego

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En el campo de la inteligencia militar, los sionistas desde el año de 1930, aprovechando la hospitalidad árabe, venían estudiando las particularidades de cada aldea, sus puntos fuertes, sus debilidades y su vulnerabilidad; toda esta información era metódicamente documentada para ser aplicada en la hora señalada. En la idiosincrasia árabe, no importa quién eres, te consideran un

huésped bienvenido, te abren las puertas y te invitan a seguir a sus casas. Los sionistas se aprovecharon de esa hospitalidad ngiendo amistad y lo hacían solo para espiar y luego clasi car la información recogida; en lo fundamental necesitaban saber dos cosas: por donde atacar y qué bienes tenía la aldea para que tras la ocupación, los lugareños no se los llevaran pues ellos querían robarlos En efecto, el conde Bernadotte, sobrino del rey de Suecia, el 16 de septiembre de 1948, a rmó en una comunicación a la ONU lo siguiente: “numerosos informes de testigos con ables hablan de robos, saqueos y pillajes a gran escala así como de caos y destrucción de aldeas sin aparente necesidad militar. La responsabilidad del gobierno provisional israelí de devolver las propiedades privadas a sus dueños árabes y de indemnizarlos por la propiedad destruida desenfrenadamente, es clara”. El 17 de septiembre de ese mismo año, es decir al día siguiente de haber presentado el mencionado informe, Bernadotte y su acompañante, el coronel francés André Serot fueron asesinados por una de las bandas terroristas del sionismo La destrucción de la sociedad palestina, en principio fue un objetivo programado por el proyecto anglosionista desde 1917, culminando con la creación del Estado de Israel en 1948 sobre el 78% del territorio de la Palestina histórica al desplazar, masacrar y fragmentar al pueblo palestino, desposeyéndolo y dispersándolo en el exilio y en los campos de refugiados en Cisjordania, Gaza, Jordania, Líbano y Siria

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Un país construido sobre la base de la usurpación, el despojo, la desposesión, el sufrimiento, la expulsión, la muerte y la miseria de los habitantes originarios y verdaderos propietarios de las tierras que habitaban, merece el repudio y la condena de la gente de bien, amante de la paz y la justicia. El deber de todos los gobiernos y personas imparciales y ecuánimes del mundo debe consistir en el apoyo a la justa lucha de los pueblos oprimidos que buscan la reivindicación de sus derechos nacionales, condición indispensable para la paz y seguridad del mundo. Pero hasta nuestros días la tragedia palestina sigue siendo una herida abierta para vergüenza de las potencias colonialistas y para todos aquellos gobiernos que están bajo su control. La Nakba (Catástrofe Palestina) de 1948 es la expresión de la mayor injusticia del mundo. Sobre esta tragedia, en marzo del 2000, el papa Juan Pablo II expresó: “Nadie puede ignorar cuánto ha tenido que sufrir el pueblo palestino en las últimas décadas. Sus tormentos están a la vista de todo el mundo y todo esto lleva demasiado tiempo así. Ante esto es urgente una solución a las causas que están en la base de este problema”

CAPITULO XIX: EL TURNO AHORA ES DE ESTADOS UNIDO

Desde nales de la Primera Guerra Mundial los británicos fueron el principal poder imperial que ejercía una vasta in uencia sobre el Medio Oriente; eran ellos quienes realmente controlaban la producción petrolera de los yacimientos descubiertos en Iran e Irak. A partir de 1907 es cuando empezaron a tener conocimiento que toda esa región tenía grandes reservas de petróleo, pero aún desconocían su volumen exacto; con todo, lograron desarrollar la experticia y el material técnico necesario para su extracción y comercialización a través de sus consorcios, los cuales venían pagando a estos países unas regalías irrisoriamente simbólicas a cambio del petróleo que extraían. La posición del Imperio Británico respecto al Medio Oriente estuvo siempre revestida de prevención contra cualquier actitud de desafío nacional susceptible de contagiar de patriotismo a toda esa región y tenían muy claro que si la llegasen a permitir, se enfrentarían a la pérdida del control de todo ese muy valioso recurso Después de la Segunda Guerra Mundial, El presidente Roosevelt, viajando a bordo de un acorazado de la armada de su país, visitó al rey Abdel Asis Ben Saúd de Arabia y a su feudal dinastía gobernante, para hipócritamente “Agradecerles por liderar una democracia más en la lucha contra los nazis” (¡?). Esta visita marcó un hito a partir del cual, el rol británico en el Medio Oriente gradualmente empezó a ser reducido, emergiendo Estados Unidos cada vez más como la Potencia dominante en esa importante zona del mundo

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Hasta el año 1920, el petróleo del Medio Oriente estuvo controlado por Inglaterra y Francia a las que se les unió posteriormente Estados Unidos a través de un convenio que llevaba el nombre de “Línea Roja” formalizado en 1928 entre estas tres potencias. Ya en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos empezó a ejercer una estrecha vigilancia sobre los países árabes y sus dos tutores coloniales: Inglaterra y Francia y lo hacía en relación con los tratados que se habían celebrado entre ellos anteriormente. Las potencias imperiales, ahora con Estados Unidos a la cabeza, buscaban incrementar en favor de su hegemonía las áreas que ellas llamaban “de in uencia”, léase “regiones petrolíferas”, y ese dominio lo hacían en detrimento de los derechos de los pueblos autóctonos y solamente para garantizar sus propios intereses económicos y permanencia en esas regiones claves

Terminada la Segunda Guerra Mundial, Francia es excluida mediante artimañas “legales” (pérdida de sus derechos por haber el gobierno de Vichy colaborado con los nazis), asumiendo Estados Unidos a partir de entonces el papel dominante en el Medio Oriente e Inglaterra el segundario. El Departamento de Estado Norteamericano previamente ya había descrito a esta región como “una estupenda fuente de poder energético y una de las mayores presas materiales en la historia mundial”, cali cándola como “la fuente económica más cuantiosa del mundo en el campo de la inversión”. Por esa época Estados Unidos era autosu ciente en materia de producción y consumo de petróleo, no necesitando del Medio Oriente para sus requerimientos internos; su objetivo fundamental consistía en dominar esas importantes regiones para asegurarse de que las demás potencias, especialmente la Unión Soviética o las fuerzas nacionalistas locales no emprendieran una vía independiente para la tenencia de sus fuentes energéticas. Para Estados Unidos, el petróleo es el elemento más e caz para el control mundial y es precisamente por esta razón que ha venido manteniendo más de 100 bases militares, así como a su poderosa ota naval como parte del sistema militar que rodea la región del Medio Oriente y lo hace en procura de que no surjan amenazas que rivalicen por la posesión de este muy valioso recurso para su economía y su poder mundial Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos pasó a ser de lejos la mayor potencia global mientras que Gran Bretaña se había hundido en un declinar económico, político y militar sin precedentes, circunstancia que animó al sionismo, pese que fue bajo el tutelaje británico como este movimiento político judío logró a anzarse y consolidarse en Palestina, a desvincular su movimiento de ese, otrora poderoso imperio y buscar el apoyo del Tío Sam, que ahora pasó a ser el símbolo del primer poder mundial tanto en el plano económico como militar, y lo hacen empezando por atraer por igual a sus destacados dirigentes políticos sean Republicanos o Demócratas, patrocinando y nanciando sus aspiraciones y campañas, tanto políticas como publicitarias

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Con esta nueva decisión del movimiento sionista, David Ben Gurión, en representación de la Agencia Judía, en mayo de 1942 se traslada a Nueva York donde convoca a la muy numerosa e in uyente comunidad judeo-americana a una importante conferencia que se realiza en el Hotel Biltmore. Al cabo de todas esas deliberaciones y conclusiones se decidió que era más provechoso para los intereses sionistas buscar el aval de los Estados Unidos donde los lazos con la muy numerosa y adinerada comunidad judía eran los más importantes e in uyentes y sus relaciones tanto con los Demócratas como con los Republicanos, como resultado de los apadrinamientos sionistas, estaban en su mejor punto

Concluida esa misión se emite la “Declaración Biltmore” cuyos lineamientos subrayaban el apoyo de Estados Unidos para el establecimiento del Estado judío en Palestina, comprometiéndose el sionismo a defender los intereses americanos en el Medio Oriente. A partir de esa decisión es cuando empezó a resquebrajarse la otrora muy estrecha y sólida alianza anglosionista. En 1943 el general Patrick Huxley, ex Secretario de Defensa de Estados Unidos, entregó un informe a Washington luego de su visita a Palestina y de sus reuniones con David Ben Gurion, cuyo contenido decía que: “La Organización Sionista se ha comprometido a un programa ampliado que incluye un Estado judío en Palestina y a propender por transferir a la población no judía a Transjordania e Irak” Prosiguiendo el sionismo en su empeño por cambiar de patrocinador, en la Conferencia Judía Mundial celebrada en 1944 en Atlantic City, New Jersey, se debatió la necesidad de exigirle a Gran Bretaña de evacuar sus fuerzas de Palestina, conviniendo en acelerar el proceso de su expulsión y a “rechazar todo proyecto cuya naturaleza tienda a retardar la creación de un Estado Judío”; al mismo tiempo pidieron ser reconocidos como “El Estado Judío” y que se ponga n lo antes posible al Mandato Británico. Se decidió igualmente apelar a la proyectada Organización de las Naciones Unidas para que una vez inaugurada, coopere en la implementación de esta petición y les brinde “protección internacional para los judíos a raíz de su persecución en la Alemania nazi y que esa protección solo se podía conseguir a través de la creación de una patria para los judíos representada en un Estado democrático y libre en la tierra de Israel, con lo cual se les haría justicia igualándolos con todos los pueblos libres de la tierra y que no habrá solución al sufrimiento judío a menos que se les dé, con la ayuda de las Naciones Unidas, el derecho de establecer de una vez y para siempre una patria judía en Palestina” (y no en el continente europeo donde les causaron todos sus sufrimientos). Al mismo tiempo en esa conferencia, Moshé Sharett, político sionista, pidió a los judíos americanos que aseguraran que el esquema norteamericano de reconstrucción de la posguerra, incluyera el establecimiento en Palestina de un Estado judío

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En 1946 el Presidente norteamericano Harry Truman hace sentir todo el peso de su poder para apoyar el ingreso de 100.000 judíos europeos a Palestina, ejerciendo sobre Inglaterra una fuerte presión para incumplir los acuerdos relativos a las cuotas de inmigración de judíos a Palestina establecidos en el “Libro Blanco”. Por esas fechas pese a que aún estaba vigente la legislación que aplicaba una drástica limitación a la inmigración de judíos a Estados Unidos, su presidente Harry Truman fue muy “generoso” exigiéndole a Inglaterra ( que también impedía el ingreso de inmigrantes judíos a su país) que permitiera su admisión masiva en Palestina. Durante la guerra (1939-1945) La unión americana

aceptó solamente la entrada de 25.000 judíos entre los cuales estaba Albert Einstein En concordancia con las directrices acordadas en Atlantic City y animados por el apoyo americano, Haím Weizmann y David Ben Gurión deciden acelerar el proceso de expulsar a los británicos y con ese propósito activan las bandas terroristas del sionismo; la Haganah, Irgun y Stern coordinan sus estrategias y esfuerzos para alcanzar ese resultado. Para febrero de 1946 los británicos se dieron cuenta de lo volátil que se estaba tornando su situación en Palestina y deciden evacuar a sus familias; ahora al igual que los palestinos, los británicos comienzan también a ser blanco de los ataques terroristas del sionismo. El hotel King David, donde una de cuyas secciones albergaba la sede del gobierno británico de Palestina, fue objeto de un gran atentado reivindicado por el Irgun; en este hecho 91 personas fallecieron y 110 resultaron seriamente heridos; en 1947 el Irgun voló el club de o ciales británicos en Jerusalén: 16 o ciales fallecieron y 17 resultaron heridos; la situación para los británicos se fue deteriorando cada vez más; las bandas sionistas comenzaron a secuestrar y a ahorcar a sus o ciales. La violencia sionista contra la presencia británica fue acentuándose, registrando contra ellos más de 500 ataques realizados por esas bandas dirigidas por Isaac Shamir y Menahem Begin; en vista de todo esto, Gran Bretaña decide anticipar su salida de ese país. Si estos brutales actos de violencia fueron capaces de perpetrar los sionistas contra sus benefactores y patrocinadores, ¿Qué atrocidades no estarían dispuestos a cometer para expulsar a los palestinos de sus tierras Gran Bretaña, después de haber sembrado las semillas de un muy grave problema al permitir la inmigración masiva de judíos a una tierra que no pertenecía ni a los británicos ni a los judíos conversos de Europa y después de haberles brindado a estos todo el apoyo político, logístico, militar, económico y diplomático para la creación de un “Estado Judío”; decide remitir el caso de Palestina a la Asamblea General de las Naciones Unidas, recomendando la partición del país en dos Estados: uno árabe y otro judí

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Cuando Gran Bretaña asumió el Mandato en 1922, Palestina era un país tranquilo cuya población autóctona consistía de un millón doscientos mil habitantes de los cuales, los judíos representaban apenas el 6% de la población y poseían el 1% del territorio, pero en el transcurso de los 26 años del Mandato Británico (1922-1948) la masiva inmigración de colonos judíos que este Mandamiento alentó, fue transformando la composición demográ ca del país. Ahora estos colonos representaban el 40% de la población total, a pesar de lo cual poseían legalmente apenas el 7% del territorio palestino. Al abandonar Gran Bretaña el país en 1948

lo hizo dejándolo convulsionado y con 800,000 colonos europeos de religión judía cuya agenda era completamente incompatible con la de los palestinos; mientras estos últimos anhelaban las públicamente prometidas soberanía e independencia nacional en la tierra donde han vivido desde siempre, el sionismo buscaba crear en tierras que nunca fueron suyas, un estado judío desprovisto de su población nativa, situación que originó y sigue generando violentas confrontaciones en la antes plácida Palestina El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas, llevada por escandalosas maniobras entre bambalinas, aprobó por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones, la partición de ese país para la creación del Estado judío; los sionistas acogieron esta resolución con júbilo mientras que los palestinos la recibieron con profundo dolor y desconcierto. Para entender esta a icción y la ira de los palestinos resulta su ciente precisar que ellos poseían una tradición histórica y cultural que los identi caba como la población originaria que por miles de años había venido habitando su patria, a pesar de lo cual, a los judíos, conformados por de inmigrantes recién llegados que ahora representaban el 40% de la población del país, les fue asignado el 56% de la super cie total de Palestina; a esta injusticia se le sumaba el hecho de que los habitantes originarios de ese país, sabían que para el movimiento sionista la adquisición de tierras no era su ciente, sino que estas tenían que ser libres de sus habitantes nativos; el resultado de este atropello se tradujo en que los palestinos, aun estando en su propio país no tienen patria porque esta les fue negada por una decisión arbitraria de la Asamblea General de la ONU, la cual, sin tener soberanía ni derechos territoriales sobre Palestina para dividirla, fue presionada por Estados Unidos y el sionismo para violar los principios del artículo 22 ( Derecho a la autodeterminación) de su propia Carta Constitutiva para dividir el territorio Apenas adoptada la Resolución 181 recomendando la partición de este milenario país, los sionistas, a quienes desde un comienzo los británicos les permitieron organizar sus bandas armadas; como era de esperarse, se lanzaron a sembrar el terror contra la vulnerable población palestina para arrojarlos de sus tierras, de sus casas, de sus propiedades, de sus huertos y de todo lo que generaciones de palestinos habían edi cado y creado a lo largo de milenios, expulsándolos inclusive de los territorios que les fueron asignados para “el Estado Palestino” por esa arbitraria y escandalosa Recomendación de la Asamblea General de la ONU que dividía su país

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En efecto, desde el 29 de noviembre de 1947, el sionismo puso en marcha una campaña sistemática de limpieza étnica cuya estrategia así transcribió el historiador israelí anti sionista Ilan Pappé (quién recientemente renunció a su

judaísmo): “estas operaciones pueden llevarse a cabo de la siguiente manera: destruyendo y aplanando las aldeas y en especial aquellos asentamientos que resultan difíciles de controlar de forma constante o bien organizando operaciones de peinado y control, según estas directrices: se rodean las aldeas y se realiza una búsqueda dentro de ellas. En caso de resistencia, los efectivos armados deben ser liquidados y la población expulsada fuera de las fronteras del Estado”. El patrón consistía en atacar pueblos, masacrar parte de sus habitantes y forzar al resto a un exilio de nitivo sin posibilidad alguna de retorno. Otro historiador israelí judío anti sionista Benni Morris reseña estas operaciones de la siguiente manera: “durante la mayor parte de 1948, las ideas sobre cómo consolidar y eternizar el exilio palestino comenzaron a cristalizar y se percibió de inmediato que la destrucción de aldeas era un medio efectivo para lograr este objetivo”; y Menahem Begin, jefe de la Irgun y responsable de grandes matanzas, escribió en su libro La Rebelión: “sin la victoria (crimen de guerra) de Deir Yassin no hubiera existido el Estado de Israel “. En su libro Palestina, historia de un con icto, Clara M. Thomas, cita a un judío sionista de sesenta y tres años que participó en la llamada “Operación Escoba” quién orgulloso así cuenta aquellas hazañas de su juventud “los echamos de la región para crear una continuidad territorial judía. Formábamos una cadena. Evidentemente estábamos bien armados. Éramos el regimiento Iftah, un batallón de 1,500 hombres... les perseguíamos, avanzábamos echándolos a Jordania. Hasta una región de la que no pudieran volver”. Por su parte, Teresa Aranguren, periodista española, en su obra Palestina, el hilo de la memoria, recoge el testimonio de un refugiado palestino que describe la masacre cometida en Tantura, su aldea natal, en la zona costera al sur de Haifa: “... cuando los soldados judíos entraron en el pueblo, separaron a las mujeres y a los niños y los mandaron en camiones hasta Tulkarem. A los hombres los dividieron en grupos y los colocaron en distintos lugares del pueblo y los ametrallaron a todos”. Deir Yassin, una aldea cercana a Jerusalén, fue alevosamente atacada por las milicias del “Irgun”. El delegado de la Cruz Roja en Jerusalén Jaques Reyner, que fue uno de los primeros testigos en llegar al lugar de la matanza, así describió los hechos: “trescientas personas han sido asesinadas sin motivo militar alguno o provocación de ninguna especie. Anciano, hombres, mujeres, niños, recién nacidos, todos han sido salvajemente asesinados con granadas y cuchillos por tropas judías del Irgun perfectamente controladas y dirigidas por sus líderes”

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Todas estas matanzas se realizaron como requisito previo al asalto nal que produjo la catástrofe palestina. Una de sus terribles consecuencias es que el número de refugiados registrada por las Naciones Unidas en diciembre de 1949, alcanzaba la cifra de 940.000 personas; ese mismo año, la ONU creó la UNRWA (UNITED NATIONS RELIEF and WORKS AGENCY), una agencia especial encargada de atender las necesidades alimenticias, sanitarias y educativas de

estos sufridos refugiados. Dicha agencia tuvo en sus inicios un carácter provisional “hasta que los refugiados puedan regresar a sus hogares” pero esa posibilidad era y sigue siendo sencillamente inadmisible por el sionismo No obstante esta realidad, no se podía esperar que los imperios prestasen la menor atención a la vida y destino del pueblo palestino; por el contrario, se esmeraron en respaldar al sionismo ayudando a despojar a todo un pueblo de su identidad, de su patrimonio nacional y de sus derechos fundamentales a n de entregar su país a colonos procedentes de muchos países por el solo hecho de ser de religión judía, pues lo tradicional de estos imperios siempre ha sido el de poner sus propios intereses muy por encima de toda consideración moral, de toda ética política y de todos los principios del Derecho Internacional Humanitario y de autodeterminación de los pueblos El Mandato Británico sobre Palestina estaba previsto que terminase el 1° de agosto de 1948 pero Gran Bretaña decidió intempestivamente evacuar el país el 14 de mayo de ese mismo año y lo hizo sin preocuparse ni poco ni mucho en dejar una autoridad encargada para supervisar la partición ordenada del territorio que ella misma había propuesto. Era evidente entonces que la evacuación de las fuerzas del Mandato Británico iba a incrementarla la violencia contra los palestinos iniciada a partir 1936. Este perversamente deliberado vacío de autoridad produjo las consecuencias que estaban previstas, calculadas y esperadas: las bien pertrechadas, apoyadas, nanciadas, entrenadas y armadas bandas sionistas terminaron ocupando el 78% del país, y no el 56% que les fue adjudicado por esa injusta y perturbadora Resolución de Partición.

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Como resultado de todo lo anterior más del 70% de los palestinos fueron expulsados de su país, de sus tierras y de sus huertos heredados de muchas generaciones, de sus casas, de su trabajo, de las escuelas donde estudiaban sus hijos y de su identidad. Todo este cataclismo social y demográ co causado por el sionismo ocurrió ante la mirada impasible y sin duda complaciente y cómplice de Occidente y la U.R.S.S. de Stalin sin que ninguno de estos gobernantes se pronunciara públicamente frente a tan monstruoso atropello; los políticos en Estados Unidos temían perder el voto de los judíos y los soviéticos en agradecimiento por haber obtenido los datos secretos para la fabricación de la bomba atómica, suministrados por los esposos Julius y Ethel Rosenberg, pertenecientes ambos a la comunidad judeo-americana, pero también con la esperanza de ver nacer en Palestina un Estado comunista poblado por rusos judíos eles al comunismo al igual que los esposos Rosenberg; en cuanto a los europeos les asustaba la acusación de ser cali cados de antisemitas, pues casi

todos padecían del complejo de culpa que querían expiar a costa de los palestinos El 14 de mayo de 1948, el mismo día en que el Alto Comisionado Británico abandonaba Palestina, se inició en el Museo de Arte de Tel Aviv y bajo un enorme retrato de Theodore Herzl, la ceremonia para el establecimiento del Estado judío en la tierra de los palestinos. David Greene, un hombre de baja estatura, reconocible inconfundiblemente por dos mechones laterales, grises e hirsutamente esponjados que enmarcan su calvicie; europeo de religión judía, nacido en Plonsk, Polonia, de raza eslava, descendiente de los judíos khazarianos convertidos al judaísmo en el siglo séptimo de nuestra era y sin ningún vínculo territorial ni ancestral con Palestina aparte de las quimeras; ostentando el postizo apellido judaizado de Ben Gurión, se puso de pié y golpeó la mesa con un mazo. Los que colmaban el museo comenzaron a cantar el himno nacional llamado “Hatikvá”; al nalizar el canto, Ben Gurión comenzó a leer el pergamino de la mal llamada “independencia” (en realidad no fue una proclamación de “independencia” sino de la conquista, colonización y expulsión de los habitantes nativos. La Independencia se realiza en territorio propio y no en uno ajeno y los sionistas fueron implantados por Gran Bretaña en tierras que nunca les pertenecieron y jamás fueron gobernados por los palestinos, como lo rati có el mismo David Ben Gurión poco antes de la Segunda Guerra Mundial, al expresar: “la verdad es que nosotros somos los agresores y ellos (los palestinos) se de enden. El país es suyo porque ellos lo habitan mientras que nosotros venimos aquí a implantarnos”. Entonces cuando proclaman la “Independencia”, la inquietud que uye es ¿“independencia”?,¿ de qué y de quién?). El anuncio del nacimiento del Estado de Israel fue pregonado por Ben Gurión, en un discurso con frases oridas y rimbombantes pero llenas de falsedades, hipocresías, tergiversaciones y contradicciones. Estos fueron sus términos

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“En el año 5657 de la era hebraica (1897 era cristiana) se celebró el Primer Congreso Sionista convocado por Theodore Herzl, padre espiritual del Estado judío, dicho congreso proclamó el derecho del pueblo judío a realizar su renacimiento nacional en su propio país, la tierra de Israel, que es el lugar donde nació el pueblo judío (1) (sic!?), aquí se formó su identidad nacional y universal, aquí escribieron y dieron al mundo la Biblia. Exiliado de la tierra de Israel, el pueblo judío permaneció el a ella, durante todos los siglos de su dispersión (2) (sic!?) no dejó jamás de orar y de esperar su regreso y la restauración de su libertad nacional

El 2 de noviembre de 1917 la Declaración Balfour reconocía lo que iba a con rmar, consecuentemente, el mandato decidido por la Sociedad de las Naciones, la cual proclamaba de una manera especial, su acuerdo internacional en lo tocante al vínculo histórico que con ere vocación al pueblo judío para reconstruir su hogar nacional (3) (sic!?) y el 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobaba una resolución tendiente a la fundación de un Estado judío en la tierra de Israel e invitaba a los habitantes de esa tierra de Israel a tomar las medidas necesarias para aplicar, por su lado, la citada Resolución. Este reconocimiento por parte las Naciones Unidas del derecho del pueblo judío a fundar un Estado es irreversible e imprescriptible; en consecuencia, nosotros, miembros del consejo del pueblo, representantes del pueblo judío en tierra de Israel y del movimiento sionista, reunidos el día de la expiración del mandato británico, en nombre de nuestro derecho natural e histórico y de la autoridad de la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamamos el nacimiento del Estado judío en la tierra de Israel, el cual tendrá por nombre el Estado de Israel (4) (sic!?)” Ben Gurión en ese evento sería nombrado jefe del fraudulentamente recién creado Estado de Israel, siendo inmediatamente reconocido por Estados Unidos y unos minutos después por la U.R.S.S. y días más tarde por el resto de los países que gravitan en la órbita de estas dos potencias mundiales Con el reconocimiento del Estado de Israel por parte de la mal llamada “Comunidad Internacional” (los cuatro poderes imperiales más los países bajo su control), se demostró que ni el derecho a la autodeterminación de los pueblos, ni la milenaria y continua permanencia de un pueblo en su tierra natal son razones su cientes para que ese pueblo pueda reclamar como patria la tierra que ha venido habitando desde tiempos inmemoriales; para que esto suceda, es preciso el reconocimiento de las grandes potencias colonialistas, las cuales poco a poco van ejerciendo presión sobre los países que orbitan dentro de su esfera de in uencia, para convencerlos a seguir sus directrices, con lo cual, la implantación y poblamiento de colonos en tierras ajenas, modalidad en la que el colonialismo ha tenido mucha experiencia, hace que un Estado logra erigirse con falsos ribetes de legalidad, para ser considerado “legítimamente” como “Estado Democrático” Análisis de las justi caciones históricas y legales del discurso de Ben Gurión para la colonización de Palestin

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(1) La tierra de Canaán, más tarde llamada Palestina, país tan antiguo como la historia de la humanidad y lleno de acontecimientos religiosos para cristianos, judíos y musulmanes, aparece en inscripciones egipcias que datan 11.000 años a.C., con detalles que de nen el espacio geográ co claramente delineado desde el punto de vista territorial, así: de oeste a este entre el Mar y el Río Jordán y de norte a sur entre las montañas de Galilea y el límite con la península del Sinaí, pero sobre todo lo de ne como el país de los cananeos( Amorreos) procedentes de la península arábiga y NO como la “tierra de los judíos”. Fueron los cananeos los que habitaron Palestina desde los tiempos más remotos y esta realidad la con rman y rati can las ciudades más antiguas del mundo, fundadas y construidas por ellos. En conclusión, la tierra de Canaán, más tarde llamada Palestina, es la tierra de los palestinos y no de los judíos. Según la tradición de la Torá, los hebreos, un grupo poblacional de nómadas y sin civilización, son originarios de Mesopotamia y no de Palestina a donde llegaron procedentes de Ur, allí recibieron el cali cativo de “Hebreos” que en arameo traduce intrusos, permaneciendo en la tierra de Canaán por un corto tiempo. Los textos históricos y arqueológicos a rman que se unieron luego a los Hicsos para juntos, invadir el Delta del Nilo, permaneciendo allí durante 600 años hasta que fueron expulsados por el faraón Ahmosis; y es a partir de entonces, en el año 1.200 a.C. cuando se produce su invasión a la tierra de Canaán. Guiados por su líder Josué, hombre sanguinario, sin escrúpulos y de una crueldad ilimitada, quien a través de sus “profetas” hizo creer a su pueblo que había recibido órdenes directas de Yahvé, su dios, para masacrar a todos los hombres, mujeres y niños de Canaán para quedarse con sus tierras; en cuanto al oro y la plata de sus víctimas, le dijo a sus guerreros que, por intermedio suyo, había que entregárselos a Yahvé (2) En relación al argumento de que en Palestina los judíos escribieron y dieron al mundo la Biblia, hay que aclarar que este es un Libro de Teología y guía espiritual que jamás debe invocarse como título de propiedad de un territorio. Según los estudiosos del tema, los seis libros de la Torá fueron escritos unos mil años después de los sucesos que relatan, como así lo rati ca la enciclopedia británica desde 1911. Este conjunto de textos inconexos y contradictorios escritos en lenguaje gurativo relata leyendas procedentes de las antiguas mitologías mesopotámicas y egipcias que incluyen además algunas tradiciones orales. Hechos como la creación, el diluvio universal, el Moisés salvado de las aguas y la expulsión del Eden son apenas algunos de los plagios que guardan estos textos de la Torá o su equivalente, el Antiguo Testamento

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(3) Durante todo el tiempo, cuando los judíos fueron perseguidos y hostilizados en Europa no buscaron refugiarse en Palestina cuyo nombre, desde “la Promesa Balfour” han venido sustituyendo con el de “Tierra de Israel” (Eretz Yisrael),

expresión que no aparece en la Torá. Contrariamente a lo que a rma Ben Gurión, a diferencia de los cristianos, los judíos de Europa, ni siquiera como peregrinos iban a Palestina pues siempre pre rieron emigrar a Estados Unidos, Canadá o Inglaterra y lo hicieron así hasta que estos países adoptaron severas medidas anti-inmigratorias que les negaban el ingreso, para obligarlos a establecerse en Palestina y crear allí un Estado mercenario (4) “LadeclaraciónBalfour”noesningúnacuerdoentreEstados. Lord Rothschild era un simple ciudadano inglés de religión judía y en ningún momento estuvo revestido de una representatividad que lo facultara para actuar a nombre de una institución, por lo tanto esa “Declaración Balfour” era meramente una expresión de las intenciones británicas hacia los judíos, en consecuencia es jurídicamente inválida y lo es, además, porque para esa época, noviembre 2 de 1917, Gran Bretaña no ejercía soberanía sobre Palestina pero es que de conformidad con el Derecho Internacional está establecido que: “quien no tiene la propiedad de la cosa, no la puede ceder” y Palestina, a lo largo de los once mil años de su historia, jamás había sido británica

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En ese punto Ben Gurión se basa en la falsa premisa de que la Resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas otorga autoridad legal para legitimar al Estado de Israel cuando lo que emitió dicho organismo fue un mera recomendación; por lo tanto su argumento no tiene ninguna base de sustentación ni histórica, ni legal, ni mucho menos jurídica. Privar a la mayoría de un pueblo originario de su derecho a la Autodeterminación y destinar su territorio para el uso exclusivo de una minoría religiosa, es una decisión que está fuera del alcance y del poder de las Naciones Unidas; situaciones de esta naturaleza solo pueden adoptarse por la libre voluntad de los habitantes autóctonos de los territorios en cuestión. Este requisito no se cumplió en las Naciones Unidas. máximo organismo internacional que, de conformidad con el Artículo Primero de su Carta Constitutiva, consagra el sagrado derecho de la autodeterminación de los pueblos y en cuanto a la Asamblea General, esta no representa un tribunal mundial que pueda decidir la partición de un país o de imponer constituciones ni reglamentos sobre los pueblos raizales, dueños legítimos de su país, sin su consentimiento; derecho fundamentado en la vinculación por milenios de ese pueblo a su terruño y en lo relativo al argumento de “El retorno a la patria ancestral” se requiere haber estado viviendo allí para invocarlo, y los judíos europeos lo son por conversión y jamás estuvieron viviendo en Palestina. Ese derecho al retorno lo tienen los palestinos, esos sí expulsados de su patria en 1948, cuyo DERECHO AL RETORNO fue exigido a Israel por el Consejo de Seguridad de Las Naciones

Unidas cuyas providencias son de obligatorio cumplimiento, a través de la Resolución 194 del 11 de diciembre de 1948. (6) Ciertamente hay que reconocer la existencia de vínculos espirituales de los judíos con Palestina, pero ellos no son los únicos; el cristianismo nació y se desarrolló en Palestina y la vida de Jesús es mucho más reciente que la de Moisés que se desarrolla en Egipto. Los lugares santos cristianos en Palestina son mucho más numerosos y recientes que los de los judíos y eso no les da derecho a los cristianos reclamar como propio a ese país. Además los hebreos que habitaron esa tierra por 321 años eran un grupo poblacional predominadamente semita al cual también pertenecen los árabes y no a los judíos conversos europeos de raza eslava o etíopes que hoy reclaman esa tierra como suya

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Mientras tanto y en otras latitudes, para 1953, en Irán fue elegido democráticamente como Primer Ministro, Mohamed Mossadeq cuya primera medida fue la nacionalización de la empresa Anglo Iranian Oil Company y la expulsión de todos el personal británico vinculado a ella, decisión aprobada por la mayoría parlamentaria y posteriormente rati cada por el Senado iraní; adicionalmente, Mossadeq anunció que todos los tratados suscritos con Inglaterra en 1933 y sus anexos eran nulos, medidas estas que fueron masivamente apoyadas por el pueblo. Las represalias británicas no se hicieron esperar, a pesar de lo cual, todas las sanciones y retaliaciones aplicadas por Inglaterra no consiguieron conjurar los ímpetus nacionalistas, viéndose obligada a pedir la ayuda de los Estados Unidos, obteniendo de inmediato el apoyo de Eisenhower para derrocar a Mossadeq. La primera condición del mandatario norteamericano a los ingleses consistió en que las compañías estadounidenses se hicieran cargo del 40% de las concesiones petroleras británicas en Iran, el segundo paso fue el de proclamar la siguiente advertencia: “Estados Unidos no permanecerá con los brazos cruzados viendo como Irán va siendo atraída por la Unión Soviética para quedar dentro de la cortina de Hierro (¡?)”, las adicionales disposiciones de Estados Unidos se orientaron esencialmente a fortalecer la monarquía del Sha Reza Pahlevi, auténtico títere del colonialismo, creando un temible organismo represivo llamado “Savak” adscrito a la policía secreta iraní y a la CIA cuya misión consistía en rastrear, capturar y torturar a sospechosos para obtener informaciones sobre las actividades nacionalistas clandestinas. Estas medidas represivas fueron creando un profundo sentimiento de rechazo y animadversión contra el monarca iraní. A partir de estos episodios, el rol británico en Iran fue siendo gradualmente reducido hasta terminar Estados Unidos controlando el país

Desde principios de la década de 1950, los informes de los servicios de inteligencia y de estrategias norteamericanos ya no ofrecían ninguna duda sobre lo valiosa que era para ellos esa región, realidad rati cada por el Presidente Eisenhower, cuando expresó en 1953 que “el Medio Oriente es el área estratégica más importante del mundo”. Desde luego, esa importancia obedecía a las incomparables reservas energéticas, especialmente las de la Península Arábiga, que ya habían sido incorporadas al sistema dominado por los Estados Unidos, con excepción de Kuwait, que Estados Unidos daría como una “generosa” concesión a los británicos. El 5 de enero de 1957, el presidente Eisenhower presenta ante el Congreso norteamericano un proyecto en el que expone la política de los Estados Unidos en el Medio Oriente, donde a rma que existe un vacío en esta región y pide a los senadores que le concedan los poderes necesarios para impedir “la in ltración y propagación comunista en esta parte del mundo” (léase Nacionalismo Corroborando lo anterior, el Almirante norteamericano, Arthur W. Radford, expresó en 1956: “la importancia del Medio Oriente desde los puntos de vista militar y político para el Mundo Libre no puede ser subestimada. En primer lugar la mayoría de los países de Europa actualmente dependen de las ingentes reservas de petróleo del Medio Oriente y su pérdida sería en consecuencia, una verdadera catástrofe; en segundo lugar su estratégica ubicación lo convierte en una posición clave. El Estado Mayor Americano, comprende muy bien la importancia que tiene el Medio Oriente como trampolín contra la Unión Soviética por un lado y como anco defensivo de la OTAN en el marco de la estrategia global de disuasión y contención...”

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Consecuente con estas apreciaciones, la Unión Americana se había propuesto como objetivo central que el petróleo del Medio Oriente debía estar bajo su completo control, por lo tanto, no tenía que tolerar los brotes “radicales”. El proyecto CampbellBannerman, quedó ahora bajo nueva administración al ser adoptado por Estados Unidos como un procedimiento general para enfrentar cualquier nacionalismo independiente que pudiera amenazar sus intereses geoeconómicos y estratégicos en esa parte del mundo que, de presentarse, Estados Unidos y sus grandes aliados, Inglaterra, Francia e Israel (Estado mercenario creado por el colonialismo), deberían reaccionar enérgicamente ante situaciones que desa aran o amenazaran su poder hegemónico en esas áreas estratégicas. Con ese propósito se inicia el proceso estadounidense encaminado a profundizar su alianza con el Estado de Israel y es cuando se empeña en suministrarle todo género de ayuda y apoyo económico, diplomático y militar. Miles de millones de dólares empiezan a uir anualmente hacia el Estado de Israel para sostener esa base militar mercenaria cuya nalidad es hacer

efectiva la supremacía hegemónica de Estados Unidos y del Estado Sionista en el Medio Oriente, para la protección de esas fuentes energéticas que ahora el Imperio considera suyas, procediendo también a estrechar alianzas con el reino marioneta de Arabia Saudita, que más tarde reemplazará al Iran del derrocado Shah Pahlevi Ocurrió que en el año 1956, al serle negado en virtud de su política de “no alineamiento” por el Banco Mundial a Gamal Abdel Nasser, entonces presidente de Egipto, una solicitud de préstamo para nanciar la construcción de la “Gran Represa de Assuan”, importantísimo proyecto para el desarrollo económico y social de Egipto, es cuando él anuncia, el 26 de julio, la nacionalización del Canal de Suez para nanciar con los ingresos que este produce, la proyectada gran obra. Este hecho representó para las potencias colonialistas un grave acto de rebelión que estaba seriamente amenazando sus intereses hegemónicos en esta muy estratégica región del mundo, procediendo Inglaterra y Francia, que eran los explotadores del canal, a confabularse con el Estado mercenario de Israel para, en base a burdos pretextos, invadir a Egipto, derribar al gobierno de Nasser y recuperar el dominio sobre esa importante vía marítima. La intervención de la URSS con amenazas nucleares y la de Estados Unidos con represalias económicas contra sus propios aliados, obligaron la total retirada de los invasores, situación, que les representó a estas viejas potencias una gran pérdida de prestigio A partir de estos hechos Nasser se convierte en el líder indiscutible del nacionalismo árabe y su in uencia comienza a sentirse cada vez más en el Medio Oriente y con ella también, crece el patriotismo que se va expresando a través de sus justas aspiraciones de una genuina soberanía libre de cualquier injerencia imperialista, síntomas estos que representaban un verdadero impulso independentista, situación que hizo cundir el pánico en Estados Unidos y sus socios colonialistas por cuanto ella amenazaba seriamente sus intereses imperiales en esa región, temor que fue rati cado por Eisenhower en 1958 cuando expresó: “En el mundo árabe el problema consiste en que tenemos en nuestra contra una campaña de odio, no de los gobernantes, sino de las masas que están de parte de Nasser que es quién está fomentando el nacionalismo en contra nuestra”

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Sucede que en 1958, el gobierno de Irak, controlado por los británicos y representado por el joven Rey Feisal y su Primer Ministro Nury Saíd fue derrocado mediante un sangriento golpe militar protagonizado por el general Aref quién a su vez fue destituido por otro golpe militar, asumiendo el control del país el general Abdel Kerim El Bakr, con una orientación nacionalista estilo Nasser, quién dos años después, Estados Unidos alentó su derrocamiento para

reemplazarlo por el más manejable general Saddam Hussein, a quién la CIA había apoyado, entregándole una larga lista de disidentes ( intelectuales y comunistas ) que fueron luego fusilados por él. De todas maneras estas convulsiones eran sintomáticas de que el Medio Oriente había entrado en una nueva fase de su evolución nacionalista lo que condujo a que los tres poderes imperiales (Estado Unidos, Gran Bretaña Y Francia) enviaran tropas al Líbano, Jordania, Kuwait y Argelia, poniendo en estado de alerta sus otas navales Esta preocupante agitación política llevó al imperio americano a diseñar un maquiavélico plan que previamente había sido fraguado y acordado por la simbiótica alianza sionista–estadounidense para aniquilar el nacionalismo secular inspirado por Nasser y los gobiernos panarabistas laicos para sustituirlos por regímenes dóciles y con ello acabar con la creciente perturbación imperante Es así que a partir de mayo de 1967, Israel puso en marcha el plan anti-Nasser; conjunta y calculadamente concebido con Estados Unidos para ir creando un progresivo clima prebélico asociado a una formidable campaña mediática dirigida por Estados Unidos, sus aliados y el sionismo internacional para presentar al Estado Judío como país débil “cuya existencia estaba seriamente amenazada por sus belicosos vecinos que se aprestaban a atacarlo y destruirlo” En la mañana del 5 de junio de 1967 Israel desencadena un ataque relámpago (presentado como acción defensiva) y destruye en pocas horas la aviación de Egipto, Siria y Jordania, procediendo a renglón seguido a ocupar militarmente el Sinaí, la margen occidental del Jordán incluida Jerusalén Oriental y las alturas del Golán en Siria. Estaba bien claro desde el momento en que Israel atacó, que ello obedecía a un plan urdido con anterioridad

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La alianza simbiótica entre Estados Unidos e Israel logró en la mal llamada “Guerra de los seis días”, aplastar al nacionalismo secular promovido por Nasser, quién fallece en septiembre de 1970, siendo sucedido por Anwar Sadat. El Consejo de Seguridad de la ONU vanamente aprueba una resolución (la 242) que le exige a Israel la retirada inmediata de los territorios ocupados y al mismo tiempo lo insta a resolver el problema de los refugiados. El sueco Gunnar Jarring se convertirá en el mediador imposible de la resolución aprobada; infructuosa labor que desatará la exasperación de una segunda generación de refugiados palestinos que ahora sustituyen la pasividad por la lucha desesperada, intentando con ello llenar un vacío militar y político en su lucha por recuperar sus derechos a la patria que le ha sido arrebatada

Después de la pér da agresión del 5 de julio, Israel inicia contra Egipto una “Guerra de Desgaste” que realiza a través de masivos bombardeos contra sus centros industriales y de infraestructura civil, ejecutados por aviones Phantom suministrados por Estados Unidos, viéndose Egipto en la obligación de evacuar tres importantes ciudades: Port Said, Ismaelia y Suez. Esa campaña de debilitamiento produjo en Egipto una crisis económica sin precedentes, agravada severamente por el cierre del canal, dejándole como única opción a su nuevo presidente Sadat, someterse a la exigencia norteamericana de rmar por separado una paz con Israel como condición para recibir una importante subvención anual y así pailar las graves di cultades nancieras de su debilitado país, brindándole al mismo tiempo la “oportunidad” de salvar el honor del ejército egipcio mediante una farsa llamada guerra del “Yom Kipur”, presentada como una victoria contra Israel. “El Acuerdo de Paz” fue rati cado en Camp David por El presidente Anwar Sadat y Menahem Begin, actuando como gestor el entonces presidente Jimmy Carter. De esta manera, Egipto, el más importante de los países árabes, fue neutralizado y separado del contexto nacionalista delineado por Nasser, lo que deja dentro de esta línea ideológica independentista y panarabista solamente a Siria, Irak y Libia. Sadat fue asesinado en octubre 1981, siendo sucedido en el gobierno por Hosni Mubarak En 1979, el panorama político del Medio Oriente súbitamente sufre un nuevo cambio radical cuando se produce en Irán, que no es un país árabe sino persa, la revolución islámica del Ayotallah Khomeini, quién derroca al Sha, (obsecuente servidor del colonialismo occidental), para fundar la República Islámica de Irán. Los Estados Unidos observan con preocupación la asunción al poder de un sistema de gobierno que se rige por doctrinas que siendo religiosas, son intrínsecamente nacionalistas, promovidas por los clérigos chiitas. Para el gobierno estadounidense esa corriente confesional, representa un gran peligro para sus intereses petrolíferos y estratégicos en la región por cuanto tiene el potencial para contagiar con ese nacionalismo religioso a las comunidades chitas de Irak, Jordania, Líbano, Yemen y Arabia Saudita, resultando esto mucho más peligroso para sus intereses hegemónicos que el nacionalismo laico panarabista

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Como consecuencia de la revolución islamista de Khomeini, Arabia Saudita convertida ahora en el brazo desestabilizador de Estados Unidos y siguiendo sus instrucciones, orienta sus esfuerzos para contrarrestar la in uencia del nacionalismo chiita de irán, empezando por reforzar la difusión del Wahabismo con la inversión de enormes recursos económicos a lo largo y ancho del Medio Oriente, Asia y Europa, mediante la creación de decenas de miles de escuelas coránicas fundamentalistas (Madrasas) a efectos de extender la enseñanza de una ideología tergiversada del islam que facilite a Estados Unidos y al clan saudita

para el logro de sus intereses políticos y ambiciones de sometimiento de toda esa estratégica región permitiéndoles enfrentar al nacionalismo teocrático de los chiitas, el cual representa un serio peligro para los privilegios y extravagancias de la realeza saudita y un gran riesgo para el dominio hegemónico imperial en esa región Los primeros pupilos (talib, en idioma árabe) de estas escuelas fueron reclutados por la CIA a través de su agente Osama Bin Laden para combatir contra los soviéticos en Afganistán; posteriormente la CIA empezó a enrolarlos para ser enviados a la guerra de Kosovo. Este hecho fue denunciado por el cónsul estadounidense en Jeddah, Arabia Saudita, Michael Springman quien presentó su renuncia en señal de protesta al ser presionado para otorgar visas americanas a fundamentalistas sauditas que sabía de antemano eran terroristas que iban a Estados Unidos en plan de entrenarse en combates urbanos y tácticas para derribar gobiernos. Fue así como se constató la estrecha relación que existía entre ese organismo de la inteligencia americana con las organizaciones terroristas por ellos mismos creadas con el concurso de Arabia Saudita. Al respecto existe un pleno conocimiento de que las petromonarquías de Qatar y Kuwait, así como también la familia real saudí con sus 5000 príncipes parasitarios, han venido contribuyendo en estas redes y contando con la complaciente aprobación de los Estados Unidos, cuyos organismos de seguridad poseen detallada información y listas completas de los bancos que han recibido estas contribuciones, a pesar de lo cual, su gobierno no solamente no las objeta sino que las estimula porque le resultan convenientes La creencia de que Estados Unidos se opone al islamismo radical es ilusoria; el país islámico más radical del mundo es Arabia Saudita, y es su gran “aliado”. La Unión Americana tiene pleno conocimiento de la existencia de una dilatada y comprobada historia de colaboración de ese reino feudal con los movimientos yihadistas (más conocidos como terroristas islámicos); igualmente se sabe que Estados Unidos ha venido conformando junto con Inglaterra, Francia e Israel el gran apoyo militar, nanciero y logístico a estos grupos terroristas, pues les hacen el trabajo sucio de matar chiitas y fomentar guerras sectarias y adicionalmente les representan menos peligro a sus intereses geoestratégicos que los nacionalistas chiitas o laicos

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Los brutales desafueros de estos deliberadamente fanatizados terroristas per lan un salvajismo que favorece las políticas ultraderechistas de los imperios y de Israel, generándoles simpatías que les permiten a anzar su dominio en el Medio Oriente. Es por eso que cuando hablamos de “El Estado Islámico” y el terrorismo que despliega por el mundo, descubrimos que todos los caminos conducen al

El Wahabismo es la doctrina religiosa imperante en Arabia Saudita, cuya losofía representa una corriente muy rígida y extremista que plantea una lectura rigorista y radical del islam, siendo además medieval y arcaica al regirse por la Sharia y no por un código jurídico. la Sharia es aplicada por una corte religiosa que suele imponer crueles castigos corporales como la amputación de extremidades en caso de robo, las decapitaciones en casos de blasfemia y las lapidaciones en los casos de adulterio; otro de sus predicados menos conocidos consiste en eliminar a todos los que consideran ”impíos”. Su mesiánica tesis propende por construir un nuevo califato moldeado por sus tergiversadas interpretaciones del Corán, las cuales, deben ser impuestas por la fuerza al resto de los habitantes del Medio Oriente. Bajo esta nueva interpretación, la tolerancia que promueve el Corán, según la particular interpretación del wahabismo, solo podría ser aplicada después de la creación allí de un Califato musulmán puro; mientras esto no ocurra, todos aquellos que no comparten sus postulados son considerados apóstatas Para los estudiosos de los temas religiosos, el wahabismo es considerado como la interpretación más pobre que jamás haya conocido la historia teológica y las doctrinas de la fe musulmana. Las raíces de esa corriente confesional nacen en el siglo XVIII cuando fue fundada por el clérigo Mohamed Abdel Wahab donde sus enseñanzas fueron adoptadas por Mohamed Ben Saúd quien conquistó Arabia, incluyendo las ciudades sagradas para el islam de Meca y Medina, imponiéndole a sus habitantes esta rígida y ultraconservadora doctrina religiosa que propende por el atraso de la sociedad, donde la mujer no tiene derechos. El descubrimiento de los colosales yacimientos de petróleo convirtió a los miembros de la dinastía Saúd en los hombres más ricos del mundo (25% de las reservas mundiales de petróleo se encuentran en Arabia Saudita) y a Estados Unidos en el protector de sus privilegios y extravagancias a cambio de sus sumisión política

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Debe quedar claro también que el autoproclamado “Estado Islámico” no es ni un Estado ni mucho menos representa al Islam; su estrategia utiliza la religión con nes geopolíticos y es por eso que resulta especialmente importante desenmascarar a sus solapados patrocinadores. Ese mal llamado “Estado Islámico” ha sido creado por Estados Unidos, Arabia Saudita, Qatar e Israel; son estos países quienes lo manipulan, y lo nancian para seguir fomentando la violencia terrorista al suministrarle armamento moderno y medios con los que estos terroristas ejercen su papel criminal, procurando activar su agenda secreta

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Wahabismo. La asombrosa similitud entre la bandera de Arabia Saudita y la del “Estado Islámico”, no es ninguna coincidencia; Lo único que las diferencia es que la primera tiene una base color verde y la segunda tiene base color negro

No es ocioso recordar que desde el advenimiento del islam en el siglo séptimo de nuestra era, lo tradicional en el mundo árabe siempre había sido la convivencia tolerante entre musulmanes, cristianos y judíos, hasta la llegada deI ISIS en nuestros días, lo que sin duda, evidencia la perversa manipulación imperialista que inspira al mal llamado “Estado Islámico” Cualquier observador desprevenido, sin mayor análisis, puede darse cuenta que la esencia del radicalismo islamista no es religiosa sino política y en el fondo es antiárabe porque no busca la unión de esa nación en un “Califato” como alardean sus adoctrinados, a ebrados y engañados activistas, sino su fragmentación mediante el fomento de las guerras sectarias que logran a través de la tergiversación deliberada de las enseñanzas del islam, hecho este que los jóvenes fanatizados por el Wahabismo no alcanzan a detectar. El lavado cerebral que reciben en esas “Madrasas” les inculca que el mundo está dividido entre creyentes, in eles y apóstatas y la “Misión Divina” que les corresponde a ellos consiste en eliminar a los “no creyentes” (musulmanes chiitas y alauitas, kurdos, cristianos y yazidis) para poder instaurar un “Estado Islámico puro” regido por la rigurosa observancia del “Wahabismo”. El apoyo de Estados Unidos, sus socios europeos, Israel, Arabia Saudita y Qatar a ese autollamado “Estado Islámico” está muy bien documentado y la tan cacareada “Coalición anti ISIS” es una farsa monumental integrada por cómplices y títeres de esa perversa confabulación. Para derrotar al “Estado Islámico”, basta con bloquearlo económicamente, pero vemos como, con el visto bueno de los Estados Unidos, las petromonarquías del golfo, para conservar sus privilegios, lo siguen nanciando y Turquía le compra todo el petróleo robado que le llevan y la “Coalición” (los poderes imperiales) le suministran poderoso y moderno armamento y entrenamiento militar

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El nuevo orden mundia

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que busca fomentar las guerras sectarias para extender el caos, la fragmentación de la nación árabe, el pánico y la zozobra en el Medio Oriente, exagerando al mismo tiempo la amenaza del “Estado Islámico” al presentarlo como un peligro global, cuando su real propósito consiste en crear la confusión y la intolerancia religiosa, dividiendo a suníes, chiíes, alauitas, kurdos, cristianos, etc. y proyectar al mundo una imagen negativa del islam para enlodar la imagen árabe; desde luego esta estrategia bene cia los intereses de los poderes imperiales. Mientras tanto, una malé ca “coalición” simula engañosamente que está combatiendo el terrorismo al paso que los hechos en el Medio Oriente demuestran todo lo contrario

A raíz de la caída de la Unión Soviética en noviembre de 1989, Estados Unidos percibió el advenimiento de una era unipolar que los convertiría en los amos absolutos del mundo y es cuando deciden construir un Nuevo Orden en el Medio Oriente, consistente en sustituir los gobiernos nacionalistas laicos de Irak, Libia y Siria por regímenes moldeados de conformidad a sus particulares intereses geoeconómicos y políticos, implantando gobernantes manipulables y dóciles. Con ese propósito se invocaron falsos pretextos arti cialmente inventados para invadir y destruir, uno a uno los dirigentes de los países citados, países que antes de ser agredidos y destruidos, disfrutaban de una relativa estabilidad política, un alto nivel de vida y una sólida economía, dejándolos sumidos en un estado de absoluto caos y una pavorosa anarquía Cuan le correspondió el turno a Siria, Estados Unidos manipuló información para convencer al mundo de la necesidad de remover a su presidente, pero no por la voluntad del pueblo sirio, sin por la fuerza de las armas mercenarias. A rmar que Bashar Al Assad es un dictador tirano que oprime a su pueblo, resulta un pretexto que además de burdo es extremadamente hipócrita. La monarquía feudal y retrógrada de Arabia Saudita es inconmensurablemente más opresora que la Siria, no obstante, esa monarquía absolutista es cali cada por Estados Unidos de representar un gobierno “Moderado” y un “gran aliado”

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La ocupación militar de Cisjordania y Gaza por Israel y los desafueros y ensañamientos contra los palestinos que a diario cometen los colonos apoyados por el ejército israelí junto a la permanente usurpación de sus tierras y la implantación en ellas de más invasores, son hechos que vienen causando un continuo malestar y deterioro del nivel de vida de ese pueblo, situación frente a la cual, las grandes potencias mantienen una actitud impasible y muchas veces complaciente; en cambio esas potencias tan ávidas por derrocar al según ellos, “dictador tirano” de siria por “oprimir a su pueblo”, no han expresado ninguna denuncia, censura ni condena contra la tiranía que representa la as xiante, ilegal y anacrónica ocupación militar que lleva casi medio siglo martirizando a la población nativa. Resulta de repente que por el solo hecho que Bashar Al Assad sea un presidente autoritariamente empeñado en mantener su línea panarabista, secular y nacionalista justi ca según el acomodaticio criterio imperial, la utilización del terrorismo y el reclutamiento de mercenarios yihadistas para destituir a un país soberano solo porque su presidente no es manejable, hundiendo a Siria (23 millones de habitantes) en un sangriento y brutal con icto armado que lleva ya cinco años destruyendo y martirizando a su pueblo con indescriptibles sufrimientos. Hasta marzo de 2016, el resultado de esta terrible tragedia se estima en casi 400.000 muertos, 70.000 de ellos por inanición o falta de medicamentos, dos millones de heridos, 13 millones de personas desplazadas,

4.000.000 de ellas buscando refugiarse en Europa y a pesar de este apocalíptico cataclismo social, Estados Unidos insiste obstinadamente en que la única solución consiste en seguir destruyendo al ese país, con una guerra a base de terroristas mercenarios hasta que Bashar Al Assad, presidente constitucional de la República Árabe de Siria, país soberano sea derrocado o dimita Las elecciones presidenciales en Siria son de incumbencia del pueblo sirio y de nadie más, pero este cataclismo social fabricado por Estados Unidos, se debe a que esa gran potencia no solo no está de acuerdo con el nacionalismo de Al Assad y su alianza con Irán y Rusia sino, sino que su frenética obsesión por dominar a Siria se debe además a que en el lecho marino de las costas mediterráneas de ese país se ha descubierto uno de los mayores yacimientos de hidrocarburos del mundo Lo cierto es que Estados Unidos carece de autoridad moral para moldear el Medio Oriente y tampoco está facultado para ejercer funciones de gendarme mundial removiendo o colocando gobernantes a su antojo. Una elemental muestra de cinismo en ese caos que crearon en el Medio Oriente está representado por el hecho comprobado de que los “rebeldes sirios” son islamistas fanatizados o mercenarios miembros de “Al Qaeda” y sus liales “Al Nusra” o “el Estado Islámico” son creación de Estados Unidos y de su obsecuente servidor, Arabia Saudita que cuenta con el apoyo y visto bueno de la cacareada “Coalición”, conformada por gobiernos cómplices o arrodillados ante el imperio A rmar que el mandatario sirio es un dictador que debe ser removido para instalar una democracia en Siria, resulta una expresión en extremo hipócrita; Estados Unidos y sus aliados europeos nunca han sido ni serán partidarios de las democracias en el Medio Oriente porque saben que las encuestas populares re ejan que más del 85% de la población árabe considera que no es Bashar Al Assad ni es Irán los que representan las amenazas más serias para sus países sino que son Estados Unidos e Israel

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La ocupación militar de Israel con su anacrónica y cruel opresión contra los palestinos, situación in nitamente peor que el gobierno autoritario de Siria, en cambio nunca ha merecido el menor reproche ni condena de parte de Arabia Saudita y mucho menos de Estados Unidos, potencia que en su desbocada carrera por construir un Medio Oriente moldeado de conformidad con sus intereses, empezó a crear otro clima de guerra y zozobra en esa región, esta vez para invadir a Irán. Inventando los mismos pretextos que utilizaron para destruir a Irak y agitando a la opinión mundial contra un Irán que representa un peligro

nuclear en potencia para Europa e Israel. La histeria bélica promovida por la ultraderecha americana, el lobby sionista y el gobierno israelí para atacar a Irán, con mucha di cultad, fue nalmente desactivada mediante un acuerdo celebrado a través del llamado “El grupo de los cinco más uno” gracias a los esfuerzos de Putin y Obama y muy a pesar de la oposición del “poder detrás del trono” que es quién realmente gobierna en Estados Unidos

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El gran luchador a favor las libertades, la justicia social y el derecho de autodeterminación de los pueblos, Nelson Mandela, al condenar la invasión a Irak, basada en mentiras, nos recordó que “existe un país que ha cometido atrocidades en el mundo, ese es ESTADOS UNIDOS que no le importó el uso de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki ni los crímenes e invasiones a otros países asiáticos y africanos emprendidos por sus varios gobiernos” agregando que “todo lo que quieren es petróleo”

CAPITULO XX: SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: CAUSAS Y CONSECUENCIA

Al analizar el periodo transcurrido entre la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la todavía más catastró ca Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se distinguen dos etapas bien de nidas: la primera es concluida por un nuevo orden implantado entre los años 1919 y 1920 encaminado esencialmente a desgastar a Alemania y expresado a través de una “paz frustrada” cuyas nefastas secuelas crearon unas condiciones para el revanchismo. La segunda etapa de 1929 a 1939, fue protagonizada por los “países marginados”, es decir aquellos que fueron menos favorecidos por el reparto colonial, a saber: Alemania, Italia y Japón, quienes emprendieron un nuevo capítulo conformando una alianza que se conoció con el nombre de “El Eje”, orientando sus esfuerzos a la revisión del reparto de los recursos naturales y de los espacios colonizables sobre la tierra. Tomando el revisionismo como fórmula, replantearon sus pretensiones de expansión colonialista; su reto revivió en el campo opuesto la rivalidad hegemónica que dio lugar a otra alianza, ésta conformada por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética, alianza que quiso asegurar para siempre su supremacía imperial sobre sus posesiones ultramarinas y áreas de in uencia, impidiéndole a los del “Eje” la expansión de sus dominios El prusiano Karl Von Clausewitz (1780-1831), estudioso analista de los con ictos bélicos, de nió la guerra como “la continuación de la política por otros medios” y fue así como las ambiciones imperialistas comprometieron todo su potencial militar representado por su poderoso arsenal y sus recursos económicos, como instrumento al servicio de la continuación de su política encaminada a la rea rmación, de sus intereses geoestratégicos en el terreno de sus ambiciones imperiales A partir de entonces, los acontecimientos en el panorama mundial se precipitan en una sucesión de hechos cuya evolución volvió a incendiar al planeta cuando este apenas estaba despertando de la pesadilla de la Primera Guerra Mundial y cuando millones de madres, esposas y huérfanos no habían cesado todavía de llorar a sus muertos

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Los dirigentes de este Nuevo Imperialismo que tan ambiciosamente siguen pretendiendo dominar al mundo, iniciaron un nuevo capítulo de destrucción y muerte aún mucho más devastador y aterrador que el anterior, en cuyo

desarrollo, hicieron gala de todos los avances que la tecnología puso al servicio del aniquilamiento y la destrucción, registrando su mayor novedad con el lanzamiento de bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas carentes de importancia militar, el Holocausto judío y la devastación total de Dresde, ciudad abierta y sin ningún valor estratégico, atestada de refugiados, bombardeada sin misericordia al nal de la guerra, cuando Alemania ya estaba vencida, incinerando en un masivo como injusti cado diluvio de fuego a más de 200.000 civiles, rati cando con ello por primera vez en la historia, la noción de que la parte más vulnerable del enemigo es la población civil, considerándola objeto fácil y blanco predilecto para el exterminio El bombardeo contra los civiles en los centros urbanos densamente poblados tal como fue de nido por Arthur Harris, más conocido como “el carnicero Harris”, comandante de la campaña aliada mal llamada “Bombardeos Estratégicos”, representaba simplemente un terrorismo aéreo pues consistía en: “la destrucción de las ciudades alemanas y la muerte de los civiles así como la destrucción de la vida civilizada en toda Alemania” agregando que “Debería subrayarse que la destrucción de edi cios, instalaciones públicas, medios de transporte, vidas humanas y la creación de un problema de refugiados de unas proporciones hasta ahora desconocidas y el derrumbe de la moral, tanto en el frente patrio como en el frente bélico por medio de bombardeos contra la población civil, cada día más violentos, constituyen objetivos deliberados de nuestra política y en ningún caso son efectos colaterales de misiones para destruir fábricas”

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Esa campaña de terrorismo aéreo se inicia a partir de 1943 cuando la superioridad aérea aliada era realmente abrumadora, integrando poderosas formaciones de tetramotores angloamericanos que comenzaron a bombardear sin consideraciones las ciudades alemanas día y noche. Convertir a ancianos, mujeres y niños en antorchas humanas, según los “tácticos” de esos mal llamados “bombardeos estratégicos”, era un potente factor desmoralizador para las tropas enemigas que luchaban en los frentes de combate y lo hacían además para que tanto la población civil como los soldados terminaran atribuyéndole al Führer la culpa por esos diluvios de fuego. Devolver estos golpes no estaba al alcance de la ahora muy debilitada Luftwaffe por lo que los alemanes recurrieron a su avanzada tecnología para lanzar las llamadas “armas de la venganza”: los cohetes V-1 y los temibles V-2 que respectivamente empezaron a ser lanzados contra la población civil en Inglaterra a partir de junio y septiembre de 1944. Las consecuencias de esta criminal estrategia utilizada por todos los involucrados se tradujo a que de los aproximadamente 60 millones de muertos que causó ese gran desastre llamado Segunda Guerra Mundial, más de 40 millones eran civiles

Los resultados de esta Segunda Guerra se tradujeron principalmente en el hundimiento del poderío europeo. En vísperas de esta terrible contienda, tres potencias dominaban ese continente: Alemania, Gran Bretaña y Francia, pero al nalizar la misma, Alemania quedó totalmente aplastada, Francia desmoralizada y dividida y Gran Bretaña con graves disminuciones en su poderío económico; de los escombros de esta gran con agración surgieron los Estado Unidos y la Unión Soviética como grandes superpotencias, las cuales todavía combatían contra los nazis cuando su alianza nacida en esa contienda, empezó a mostrar serias suras, dejándola sin valor El 23 de abril de 1945, Harry Truman, entonces presidente de Estados Unidos, recriminó violentamente al Canciller soviético Molotov durante su visita a la Casa Blanca por el incumplimiento de su país de lo convenido en Yalta sobre Polonia. A partir de entonces, se agudizan signi cativamente las diferencias en todos los aspectos relacionados con sus contactos que la posguerra hacía necesarios; desavenencias que los convierten en ex aliados antagónicos. Ahora en el Este europeo se consolida una amplia zona de in uencia soviética que en marzo de 1946 Winston Churchill bautizó con el nombre de “Cortina de Hierro”; un año después, Truman exponía su doctrina de “Contención del Comunismo” con lo cual se inicia el largo periodo de la “Guerra Fría” y con ello una etapa de descon anza mutua y tensión permanente

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Mientras en los países del Este de Europa se ponía en marcha una campaña de purgas y depuraciones políticas, la democracia norteamericana también emulaba este proceso depurador agitando el fantasmón de las conspiraciones y del “efecto

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El estallido de esta gran catástrofe no se debió a la codicia y a la ambición imperialista de un solo hombre como generalmente algunos historiadores intentan hacer creer, sino que ha sido de todos los gobernantes de las potencias mundiales. Los líderes beligerantes, sin excepción, antes y durante esa guerra, activaron todos los resortes bélicos animados por su egoísmo que procuraba mantener a cualquier precio su predominio colonial y económico. La arrogancia de sus estadistas recordaba los episodios vividos durante la “Época Dorada” del colonialismo cuando en su desenfrenada carrera para acaparar riquezas ajenas y no disponiendo todavía de armas de destrucción masiva, utilizaron los métodos más brutales contra los pueblos colonizados de África y Asia en los siglos XVI, XVII, XVIIII y XIX; en consecuencia, todas estas potencias colonialistas han de asumir permanentemente ante la historia, la responsabilidad por los horrores y sufrimientos que causaron durante sus inhumanos desafueros que incluyen estas guerras mundiales

dominó” según el cual, si un país entra en un determinado sistema político comunista, arrastra a otros de su área hacia esa misma ideología. Siguiendo los lineamientos maniqueos de Estados Unidos y de la URSS, se establece, según cada una de las partes, que el anticomunismo militante encarnaba el bien o el mal, mientras que el comunismo y sus defensores, sobre todo los liberales e intelectuales, eran la personi cación del mal o del bien En 1947 los soviéticos tuvieron su primera bomba atómica, cuya secreta tecnología fue el resultado de un e caz espionaje en favor de su país que logró penetrar el organismo americano más hermético, avivando todavía más la histeria colectiva, a partir de la cual, todo el mundo en Estados Unidos era sospechoso de ser un espía comunista, conduciendo ello a la alienación de las actividades inquisitoriales del “Comité de Investigación” y al endurecimiento de la doctrina presidencial de la contención del comunismo que embarcaría a Estados Unidos en varias guerras Consecuencia de esta histeria política, 2.500.000 funcionarios gubernamentales estadounidenses fueron investigados por los servicios de inteligencia de su propio país, escrudiñando en ellos pruebas de deslealtad que de sospecharse les acarreaban, además de su estigmatización, la pérdida del empleo. La simple simpatía por un sistema totalitario se consideraba un motivo razonable de traición; desde entonces se empezó a exigir el juramento de lealtad a todos los funcionarios públicos. A esta alienada y alienante atmósfera se le bautizó como “Cacería de Brujas” emprendida por el senador Joseph McCarthy quien llevó a una Comisión Investigadora del Senado a declarar como sospechosos de deslealtad a dos Secretarios de Estado: George Marshall y Dean Acheson, simplemente por sugerir el reconocimiento del gobierno chino de Mao Tsé-tung El intento de Corea del Norte en 1950 de reuni car el país produjo la reacción de Estados Unidos de hacer lo mismo pero en favor del Sur, realizándolo mediante el uso de la fuerza militar. Lo que era una provocación si lo hacían los otros, Estados Unidos lo consideraba legítimo para ellos; cuando los norteamericanos invadieron Corea del Norte lo cali caron de un acto de liberación. Con la entrada de los chinos en esa contienda a principios de 1950, no se excluía en Washington la perspectiva de extender la guerra a China ni del uso de la bomba atómica. Ante esa situación de histeria bélica caldeándose, Truman impuso el concepto de “Con icto Localizado” que caracterizó las guerras que ocurrirían en las décadas futuras, las cuales muchas veces amenazaron con extenderse mundialmente

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El anhelo natural profundamente arraigado en los pueblos es el de vivir en un mundo de paz. La humanidad conoció y padeció su cientemente los horrores de

la guerra y sus terribles secuelas y por este motivo les teme y los rechaza, a pesar de lo cual, hemos estado asistiendo a una carrera armamentista, pero esta vez de índole nuclear que se está desarrollando ante nuestros propios ojos: los Estados Unidos fueron los primeros en tener bombas atómicas y los soviéticos le siguieron; continuaron los británicos y los franceses ; los chinos no podían quedarse atrás; más tarde se unieron a ese club nuclear Corea del Norte, la India, los pakistaníes y los israelíes... y seguimos contando. Desde mediados de la década de 1950 la humanidad no ha conseguido vivir en el optimismo que muchos habían celebrado al nalizar la Segunda Guerra Mundial En 1945 cuando todavía no se había apagado del todo el fuego que durante cinco largos años estuvo asolando al mundo, empezó a asomarse nuevamente en el horizonte mundial el peligro de una nueva guerra; esta, de consecuencias todavía mucho más terribles, devastadoras e imprevisibles, no solo para las poblaciones sino también para el mismo planeta. La doctrina de la confrontación actual se ha venido concretando en una especie de pactos militares que involucran a los dos bloques enfrentados en cuyo curso, cada una de las partes trataba de aislar a la otra mediante “un cinturón de alianzas defensivas” para frenar cualquier intento de su expansión. Medio mundo estuvo involucrado en esa “Cruzada” Desde 1949, en Europa había quedado constituida la OTAN y a partir de 1954, en el extremo suroriental de Asia se creó la OTASE que incluía conjuntamente a Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Tailandia, Pakistán, Corea del Sur y China Nacionalista; más luego se funda el pacto de Bagdad que incluyó a Irak, Turquía, Pakistán, Estados Unidos y Gran Bretaña. Por el otro lado, enfrentándolos, está el Pacto de Varsovia y China Popular. El mundo quedó dividido en dos grandes bloques con más de 15.000 misiles balísticos intercontinentales con ojivas nucleares apuntados contra unos y otros, listos para ser disparados

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Estados Unidos, país que inició su política de alianzas y pactos militares justi cándola con el argumento de la “Defensa de las Libertades Democráticas”, no dudó en aliarse con los regímenes más déspotas, reaccionarios y represivos mientras por el lado soviético se había conformado otro bloque antagónico que englobaba a todos sus países satélites. Para el año de 1957, el sistema de alianzas quedó completado creando una situación que hacía pensar que otra guerra mundial era inevitable. La convivencia por esas épocas era endeble y pareciera que en el mundo la “distención” estaba balaceándose precariamente entre una frágil tranquilidad y la hecatombe nuclear. En efecto, en noviembre de1956, Nikita Khrushev, entonces Primer Ministro de la Unión Soviética, amenazó con misiles nucleares a Londres y Paris si no se retiraban del canal de Suez y en

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octubre de 1962, el mundo contuvo su aliento al estar literalmente al borde de una catástrofe nuclear a raíz de la crisis de los misiles soviéticos en Cuba

CAPITULO XXI: LA DESCOLONIZACIO De los escombros de la Segunda Guerra Mundial emergen los Estados Unidos y la Unión Soviética como superpotencias. Los países de Europa y Asia no solo resultaron profundamente debilitados en esa trágica contienda al perder tantas vidas y recursos sino que ahora las grandes potencias colonialistas se vieron también afectadas al percatarse que el estatus colonial que tanto los había bene ciado económicamente empezaba a tocar su n, comenzando a producirse una total reestructuración de valores geopolíticos; Europa, que hasta hacía poco había sido dueña de medio mundo, terminó resultando ser el pariente pobre de Estados Unidos, teniendo que encarar el advenimiento de una nueva era: la Descolonización Si bien la colonización consistió en la dominación de un pueblo por otro, donde las decisiones políticas y económicas que conciernen a la población nativa dominada son adoptadas por gobernantes ajenos a ellos; la descolonización se basó en un proceso histórico en cuyo curso, grandes extensiones territoriales del mundo, al menos en teoría, se empiezan a liberar del yugo de la dominación colonial europea que por espacio de casi cinco siglos, sometió a los pueblos dominados a un in erno de vejámenes, explotación y horrores. A los nativos, durante ese prolongado periodo se les consideraban o cialmente pertenecientes a linajes inferiores destinados a ser dominados, desplazados y/o eliminados físicamente, pero en todo caso, siempre expoliados en sus recursos económicos y utilizados como mano de obra barata o esclava

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El proceso de descolonización empieza a surgir a nales del año de 1945 cuando por primera vez se oyó proclamar una serie de principios sobre el derecho de los pueblos a gobernarse ellos mismos, undamentos que estas potencias hasta entonces no habían respetado jamás. Esta proclamación no se debió a un súbito despertar de conciencia de esos imperios sino a que, para no ser expuestos por haber cometido atrocidades aún peores que las de los nazis (solamente entre los años 1891 y 1910, la explotación belga del caucho y mar l en el Congo, produjo la muerte de más de 10 millones de nativos), hipócritamente empiezan a revivir los conceptos de la independencia y la autodeterminación de los pueblos, proclamando el derecho de estos para autogobernarse; conceptos forjados en Europa hacia el siglo XVIII por profundos pensadores con formación liberal y humanista, quienes las predicaron para dar expresión a las hondas aspiraciones de libertad de los pueblos, a pesar de lo cual, estos principios siempre fueron completamente ignorados por la codicia colonialista

Sólo Ho Chi Minh y Sukarno supieron aprovechar la oportunidad histórica del nal de la guerra para proclamar respectivamente la independencia de Vietnam e Indonesia. Curtidos ambos por la lucha independentista no creyeron en las promesas colonialistas de libertad sino que tomaron la iniciativa proclamando los derechos nacionales de sus pueblos. Las metrópolis, ante este hecho, proponen diversas fórmulas administrativas que estos dos líderes consideraron insu cientes. En vista de esta nueva situación las potencias resistirán con todas sus fuerzas negándose a concederles la plena y genuina independencia, pero el afán irrefrenable de las viejas potencias por conservar sus otras posesiones coloniales los va obligando a recurrir al subterfugio de buscar gobernantes nativos corruptos y dóciles quienes, a cambio de dádivas y protección de privilegios, se tornan en leales servidores de los propósitos imperiales de explotación de los recursos, permitiéndole al colonialismo una permanencia encubierta al facilitarle la tarea de ir fomentando odios tribales, étnicos y religiosos para perpetuar su dominio en bene cio de sus mutuos intereses económicos

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Gran Bretaña separará a Pakistán de la India, países a los que les otorgará la independencia el 15 de agosto de 1947, dentro de una “Commonwealth”, que no fue creada por razones sentimentales, división que meses después conducirá al asesinato del forjador de la independencia y apóstol del paci smo, Mahatma Gandhi, el 30 de enero de 1948. Los sucesivos con ictos armados entre estos dos Estados recién independizados (1957, 1965 y 1971) demostraron que una separación inspirada en la diferencia de creencias religiosas antagonismo que se agravará mediante la creación de fronteras arti ciales y arbitrarias que invariablemente terminarán por generar guerras; pero eso era precisamente lo que quería el imperio británico

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Es a partir de la nalización de la Segunda Guerra Mundial cuando en Asia y África se inician con progresiva insistencia las demandas para que los países sometidos al colonialismo obtengan su libertad. Los líderes que luchaban por la emancipación colonial tuvieron que pasar por las cárceles británicas, francesas, belgas, holandesas, portuguesas y sudafricanas. Son los pueblos de Asia y África, quienes ahora aspiran a gobernarse por sí mismos y a administrar sus propias riquezas, ser dueños de su propio destino y también ser capaces de luchar contra el analfabetismo, la pobreza y las enfermedades; males comunes en todos ellos que un dominio extranjero, encubriendo sus propósitos explotadores con falsos ropajes de paternalismo y de pretendida superioridad racial, no tuvo ningún interés en erradicar

Las viejas potencias europeas insistirán en seguir ensayando todas las fórmulas posibles para evitar o al menos retrasar su salida de los territorios coloniales. La autoridad moral que algunos dirigentes de las colonias tenían sobre sus pueblos se suplantaba por la de gobernantes dóciles y serviles, protegidos por el poder militar del colonialismo. En Marruecos, el sultán Ben Yousef, hombre de ideales nacionalistas, fue desterrado por Francia a la isla de Madagascar hasta que la presión popular obligó a ese país a restaurarlo al trono, alcanzando Marruecos su independencia el 2 de marzo de 1956; Libia, anterior colonia italiana arrebatada por Francia Y Gran Bretaña, consiguió su independencia en 1951, cuyo gobierno pro imperialista, fue sustituido por Muamar Al Gada tras un golpe de estado en 1961 El caso de Argelia merece capítulo aparte. La población árabe de esta “coloniaprovincia francesa” inició su lucha armada en 1954, fecha que coincide con las proclamas nacionalista, unionistas y seculares de Nasser y también con la humillante retirada militar gala de Indochina. Aunque los activistas del “Frente de Liberación Nacional” (FLN) no lograron ningún triunfo militar contra las 600.000 tropas francesas apoyadas y pertrechadas por Estados Unidos, consiguieron al menos desestabilizar el clima político de la metrópoli, causando una grave crisis gubernamental. La presión ejercida por la numerosa población de colonos europeos (más de 1.000.000) quienes exigían la permanencia de Argelia como provincia francesa complicaba aún más el panorama político francés, con gurando en él bandos opuestos: árabes argelinos vs eurocolonos argelinos y por otra parte, franceses continentales a favor o en contra de unos y otros. Ante estos complicados y alarmantes síntomas, los eurocolonos ayudaron al general De Gaulle, héroe de la Segunda Guerra Mundial, para subir al poder (mayo 1958), con la convicción que este respetado alto militar francés iba a conservar a Argelia como provincia francesa

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Proclamada la V República y estabilizada la situación interna de Francia, De Gaulle se pronunció opuesto al principio de la autodeterminación argelina, lo que provocó violentas reacciones de los árabe-argelinos (enero 1960). Un año más tarde se reanudan las conversaciones franco argelinas cuyas conclusiones rati can la negativa de otorgar la autonomía al pueblo argelino. El FLN encabezado por Huari Boumedianne, se declara en desacuerdo con esa decisión, motivando la insurrección de los líderes de la resistencia árabe, reacción que produjo violentas y sanguinarias represiones contra ellos que desataron una larga y trágica guerra de resistencia. Al constatar De Gaulle que no había conseguido el apaciguamiento mediante la formidable fuerza militar y las terribles torturas a las que fueron sometidos los activistas argelinos y viendo que su V República se estaba desangrando económica y políticamente, decide

El proceso de independencia del resto del África colonial francesa siguió por derroteros muy distintos al argelino. La política liberal francesa y en particular la participación nutrida de nativos de esas colonias que estuvieron representados en la lucha contra la Alemania nazi, les permitió hacer presencia activa en el parlamento francés. Más tarde estos países africanos recién “liberados” se constituyeron en una mancomunidad que agrupó a todas las ex colonias. Con el n de evitar la repetición del caso argelino e indochino, la V República sustituyó el término de Unión Francesa por Comunidad Francesa en 1958, estructura colonialista conforme a la cual, los territorios africanos podían integrarse a ella en calidad de Departamentos o abandonarla. Este proyecto francés no tardó en fracasar y las ahora ex colonias francesas del África Subsahariana fueron disueltas y sus intereses fueron sustituidos por las in uencias de las grandes súper potencias representadas por los dos bloques dominantes: el capitalismo y el comunismo

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Respecto al África dominada por los británicos, este imperio en apariencia no mostró oposición violenta a los deseos independentistas de los pueblos del África Occidental. Nigeria y Costa de Oro (hoy Ghana) inauguraron la suya mediante el sufragio; en Costa de Oro Estado fue elegido como Presidente uno

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afrontar en forma debida y de nitiva el con icto argelino, lo que se tradujo en la independencia de ese país en marzo de 1962. No obstante esta realidad, algunos eurocolonos argelinos autollamados “Pies Negros” (Pied Noir) adoptando como grito de guerra el lema de “Argelie Française”, continuaron a anzados a sus pretensiones colonialistas iniciando una sórdida lucha a través de la formación de una organización terrorista denominada “OAS”, dirigida por el ex general Salan y varios otros ex militares, muchos de cuyos integrantes eran paracaidistas insurrectos, quienes inician una lucha caracterizada por una violencia indiscriminada; el propio De Gaulle escapará de un atentado perpetrado por esta organización. Son los estertores de un colonialismo anacrónico donde se luchaba no solo por el dominio territorial sino principalmente por las reservas petrolíferas descubiertas en el Sahara argelino. Después de largas negociaciones en Paris, las partes enfrentadas, Francia y el FLN se levantan de la mesa de negociaciones el 3 de julio de 1962 después de acordar otorgarle la independencia a Argelia luego de una cruenta guerra y espantosos sufrimientos que a lo largo de ocho años costaron centenares de miles de víctimas entre la población civil. Ahmed Ben Bella recién salido de las cárceles francesas ocupará la presidencia de una República que anuncia sus propósitos nacionalistas. Después de algunos meses Ben Bella será desplazado por su antiguo compañero de lucha Huari Boumedianne. Los eurocolonos al nal tuvieron que aceptar un hecho consumado: la independencia de Argelia en 1962

de los más signi cativos líderes africanos, Kwame N’krumah, quien junto con Nigeria, inicia en 1960 el “ nal del colonialismo británico”, al menos para esos dos países. Kenia obtiene su independencia en 1960, Tanganica en 1961 y Uganda en 1962, a pesar de lo cual, los vínculos con la “ex-metrópoli” siguieron siendo como antes, pues esa “independencia” nunca logró suprimir el control político y económico que Inglaterra venía ejerciendo sobre ellos. Técnicos británicos se encargaron de organizar las “autonomías” de estas recién emancipadas repúblicas permitiendo así, que las poderosas empresas inglesas continuaran conservando el control de las enormes riquezas del África Occidental En los acontecimientos del África Oriental, Sudán consiguió su independencia en 1953; Rhodesia en cambio tropezó como en el caso de Argelia, con la presencia de una numerosa y adinerada población de colonos británicos que se opusieron a que los nativos se hicieran cargo del poder gubernamental. Las consecuencias de esta oposición conllevaron a la conformación de grupos de resistencia por tenaces líderes como Jomo Kenyatta que iniciaron una revuelta violenta a partir de 1952, cuyos integrantes se conocieron como la secta de los Mau Mau. El fuerte impulso por ese proceso de descolonización terminó por hacer inútiles los esfuerzos desesperados de los colonizadores británicos. Rhodesia, con una numerosa población de colonos ingleses, unilateralmente para evitar la independencia, se desvinculó de Gran Bretaña en 1965, erigiéndose en República en 1970; a partir de entonces, ni las presiones inglesas ni el bloqueo económico y diplomático que le fue impuesto lograron doblegar al régimen rhodesiano de Ian Smith, sobresaliente dirigente político de entonces. La identidad de intereses y políticas hizo cristalizar una alianza entre Rhodesia, la República de Sudáfrica y las colonias portuguesas de Angola y Mozambique La estratégica posición de la República de Sudáfrica, sobre todo a partir del cierre del canal de Suez como resultado de la mal llamada “Guerra de los Seis Días” y su potencial económico e industrial, le permitió mantener rme su política de “Apartheid” consistente en una estricta segregación racial, recibiendo el apoyo incondicional ofrecido por Israel a través de su canciller de entonces Shimon Peretz, al entregarles equipamiento militar incluyendo arsenal nuclear a efectos de disuadir la presión que venían ejerciendo la Organización de Estados Africanos y la ONU para otorgarles derechos civiles a la población de color

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Rhodesia, en un intento por aliviar dicha presión, su Primer Ministro Ian Smith, celebró un acuerdo con los dirigentes negros “moderados” para compartir con ellos el poder a partir de 1979 tras la aprobación de una Constitución que permitió la elección como presidente al obispo negro Abel Muzorewa; no obstante, esta solución no fue reconocida por la ONU que terminó, previa

conferencia constitucional celebrada en Londres, con la elaboración de una nueva Constitución y un acuerdo para convocar a nuevas elecciones en 1980. Estas dieron la victoria a Robert Mugabe, ex jefe guerrillero quien anunció la completa independencia del país bajo el nombre de Zimbawe. En Nigeria, la rica provincia de Biafra, por intrigas colonialistas y persiguiendo intereses económicos, consiguieron que se proclamara independiente en 1967, no obstante no pudo evitar que en 1970 el ejército nigeriano ocupara esa región integrándola nuevamente a su país. En las ex colonias de India-Pakistán así como en Chipre se desataron brotes violentos motivados por diferencias étnico-religiosas, que en algunos casos adquirieron visos catastró cos antes de alcanzar su independencia Los territorios del África negra, al sur del Sahara y que fueron colonizados por Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Portugal, fueron alcanzando su “independencia” en el año 1960. En solo 12 meses proclaman su “libertad”: Camerún, Congo Belga y Francés, Gabón, Chad, Togo, Costa de Mar l, Dahomey, Alto Volta, Níger, Nigeria, Senegal, Malí, Madagascar, Somalia y Mauritania, cuyos recién instalados gobiernos comienzan a comprender y constatar ahora con mayor claridad, que existe un neocolonialismo que las grandes potencias ejercen de manera encubierta para seguir conservando sus intereses económicos en ese rico continente

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Los auténticos líderes de la independencia de todo ese continente fueron hombres que han pasado por las universidades de las metrópolis, pudiendo haber sido e caces y dóciles servidores de la política colonialista, no obstante, eligieron el camino de la lucha. Habib Burguiba llevaba 20 años de combate al frente del partido Destur, cuando en 1956 sus esfuerzos fueron reconocidos por Francia concediendo los derechos de independencia a Túnez y Burguiba salió de la cárcel para asumir la jefatura de gobierno y ser reelegido para el cargo de presidente en sucesivos mandatos; Kuwame Nkruma, en Ghana, dirigente carismático quien al salir de la cárcel se convirtió en Primer Ministro de un gobierno autónomo por la aplastante victoria de su partido, correspondiéndole el honor de ser el primer negro que proclamó la independencia de su país, convertido en República en 1960; sin embargo, este auténtico luchador por una genuina emancipación será derrocado por un maquinado golpe de Estado mientras visitaba Pekín el 24 de noviembre de 1960. Merece especial reconocimiento Nelson Mandela por sus sacri cios y perseverante lucha contra las leyes discriminatorias (Apartheid) de la República de Sudáfrica derogadas 1992

Las naciones asiáticas que consiguieron su independencia en forma relativamente pací ca fueron Siam (hoy Thailandia), Malasia y Ceilán. Indonesia se independizó en 1949 y Nueva Guinea en 1963 Estaba entonces claro que las potencias imperialistas en todo ese proceso de descolonización creaban obstáculos evidentes para el logro de la libre determinación de los pueblos bajo su dominio; su táctica consistía en reprimir los impulsos independentistas, frenando así el desarrollo natural de su evolución y progreso. Las ambiciones expansionistas del colonialismo chocaban con los sentimientos de los nativos. El interés por los enormes recursos económicos (petróleo, caucho, minería, etc.) que hasta entonces estaban prácticamente bajo el absoluto control de los europeos, impedía el otorgamiento de su independencia plena; justi cando su dominio con el argumento de “estar investidos por la Divina Providencia para ayudar al progreso de los pueblos atrasados”. En el Lejano Oriente, la vigilancia militar de estos intereses económicos y geoestratégicos a partir de entonces quedó a cargo de la poderosa séptima ota naval estadounidense, potencia que para la época (1946) tenía también intereses coloniales en Filipinas, Midway y Hawái; Francia en Indochina e Inglaterra en Hong Kong. La ota americana garantizaba a estas potencias coloniales la seguridad de dichos intereses El deseo de una genuina emancipación política y económica va con gurando en las ex colonias un sentimiento unánime de nacionalismo y anticolonialismo como consecuencia de la opresión y explotación que, por siglos, estos países sufrieron bajo el dominio colonial, pues no obstante la “descolonización”, era evidente que el control económico y político de estos “Estados recién independizados”, continuaba en manos de las grandes potencias, cuyos bene cios siguieron aumentando a la par con el nivel de vida de sus ciudadanos.Empeñadas en mantener esa bonanza, estas potencias se esforzaron en vigilar la evolución política de sus “ex colonias” de modo que las manifestaciones contra ese dominio soterrado no resultaran susceptibles de lesionar sus intereses económicos o que no las llevaran a ingresar en la órbita de in uencias del bando contrario. Todo esto va creando un clima as xiante para las naciones “recién liberadas” en la medida en que no logran alcanzar su verdadero desarrollo y emancipación como tampoco pueden liberarse del todo del control externo de las garras del colonialism

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Ahora en el mundo aparecía cada vez con mayor claridad que lo que predominaba era un juego de intereses económicos y políticos entre dos grandes bloques para ejercer su control sobre sus áreas de in uencia: el Capitalismo y el Comunismo. .Al término de la Segunda Guerra Mundial, en toda Europa

Oriental liberada por los soviéticos, la ideología comunista empieza a consolidar sus posiciones y es a partir de ese momento cuando comienza a activarse la doctrina anticomunista que habrá de perdurar por más de medio siglo, período durante el cual Estados Unidos junto con Gran Bretaña y Francia orientan todos sus esfuerzos hacia “la contención de la U.R.S.S”. etapa que da origen a la iniciación de la llamada “Guerra Fría”. Su maquinaria propagandística justi cará su intervención con frecuentes apelaciones a la “Defensa de la Civilización Occidental” En junio de 1947, Estados Unidos expuso la necesidad de poner en marcha un plan para nanciar un programa de reconstrucción europea; la inclusión de Alemania, decidida a espaldas de la U.R.R.S. lo que desató como represalia el cierre de todas las vías terrestres y uviales que conducían a Berlín (1-IV-48), que durante un año tuvo que ser abastecida desde el aire. La capital alemana arrasada por la guerra, fue dividida en cuatro zonas, delimitando ambos campos (capitalismo y comunismo) haciendo a orar con mayor claridad las diferencias entre los dos bloques, agudizándolas y provocando una tensa situación. El 12 de marzo de 1947 el Presidente Harry Truman pronuncia un discurso exponiendo su determinación de “frenar la expansión comunista”; la U.R.S.S. sintiéndose amenazada, procedió a activar el pacto de defensa integrado por las naciones bajo su control (Checoslovaquia, Polonia, Rumania, Hungría, Bulgaria y Albania), alianza que se conoció como “El Pacto de Varsovia” Para Estados Unidos el anticomunismo adquiere ahora caracteres de “cruzada” y el 4 de abril de 1949, en Bruselas, procede a rati car el “Tratado del Atlántico Norte”, más conocido como OTAN; su objetivo propuesto es la “defensa colectiva de las libertades democráticas a través de una estrecha colaboración política y económica”; eran los días del bloqueo de Berlín, en pleno clima de guerra fría y miedo; la tensión llegó al máximo cuando Truman amenazó con la guerra si los rojos invadían el sector occidental de Berlín, todo lo cual da inicio una vez más a una carrera armamentista donde la U.R.S.S. se equipara a Estados Unidos al conseguir su bomba atómica en1947 y poco más tarde, en 1955, hace detonar su primera prueba de bomba de hidrógeno. Son los años que se viven en un permanente clima de terror motivado por el temor de una hecatombe nuclear de consecuencias impredecibles. Alemania, ahora rearmada se integra a la OTAN; el miedo es la constante de esos turbulentos años

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Como consecuencia de la explotación colonialista encubierta sumada a una creciente y permanente tirantez entre dos bloques ideológicamente antagónicos, aparece desde mediados de la década de 1950, la expresión “Tercer Mundo”, que intenta de nir el conjunto de países -en su mayoría del hemisferio surque habían

estado bajo un régimen colonial del que protocolariamente acababan de salir, a pesar de lo cual, no habían alcanzado una genuina emancipación; países, todos ellos subdesarrollados y económicamente débiles que estaban luchando ahora por conseguir objetivos políticos y diplomáticos encaminados a soslayar ser arrastrados a con ictos que amenazaban surgir entre los dos bloques enfrentados y al mismo tiempo procurar evitar que una posible reconciliación entre las grandes potencias se haga a sus expensas. Igualmente sus objetivos se encaminan en poner límite al debilitamiento del precio de las materias primas en relación con los precios de los productos manufacturados que se mantienen en permanente aumento por los países desarrollados El impulso que inician las ex colonias autoproclamadas “Países del Tercer Mundo”, consiste en una fórmula para integrarlas en una asociación. Esta doctrina comienza a crecer en importancia a medida que su número y los canales para hacerse oír aumentan. En la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ahora más de dos terceras partes de los estados allí representados pertenecen a esta asociación, no obstante, debido a su debilidad tanto económica como militar, no logran ninguna posibilidad de éxito ni en el terreno político ni en el diplomático. Es por este motivo y con el n de unir esfuerzos en su lucha para el logro de sus objetivos comunes que empiezan a realizar varias tentativas de coalición, la más importante de todas fue la Conferencia de Bandung que se llevó a cabo en abril de 1955 bajo los auspicios de Nehru de la India, Tito de Yugoslavia, Nasser de Egipto y Sukarno de Indonesia. Entre el 18 y el 25 de abril de 1955, convocados por su liderazgo, 29 países liberados del dominio colonial acuden a la reunión en Bandung con el propósito de elaborar una estrategia común frente a un mundo que nítidamente ahora se ve con gurado en dos grandes bloques peligrosamente enfrentados La asamblea tercermundista elaboró un documento en el que se condenaba al colonialismo, la explotación económica, la discriminación racial y la carrera armamentista, haciendo énfasis en el punto sexto de dicha declaración nal, en un exhorto a los países rmantes para abstenerse de toda participación en acuerdos de defensa colectiva que sirvieran a los intereses de las grandes potencias, donde estos pueblos proclamaron su neutralismo y su equidistancia, enfatizando su voluntad de mantenerse alejados de con ictos ajenos a sus intereses

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Las enormes pérdidas humanas y materiales que sufrieron los beligerantes y el mundo plantearon muchos interrogantes en los países no alineados sobre los verdaderos motivos de los estadistas que habían desencadenado dos terribles guerras mundiales en el breve transcurso de la primera mitad del siglo XX y

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también sobre la incongruencia de su tan proclamada política en relación con los grandilocuentes principios humanos y democráticos enunciados que, según cada uno de los bloques enfrentados, eran violados por el otro. Motivada vehementemente por el proceso descolonizador, la Conferencia denunció con gran vigor la aparición de un creciente neocolonialismo, rechazando al mismo tiempo alinearse con ninguno de los dos bloques en que se estaba dividiendo el mundo de la posguerra: el capitalismo y el comunismo y autode niéndose como “Países no Alineados”

CAPITULO XXII: EL DIFÍCIL TRANCE POSCOLONIA

Los pueblos de la recién estrenada independencia pronto descubrirán que sus mayores problemas surgen con posterioridad a la partida de los altos funcionarios y gobernantes coloniales europeos. La presencia de una nueva forma de dominación se hace ahora menos visible como en el caso de la minería en Katanga; el petróleo dividirá a Nigeria creando un nuevo país que llevará el nombre de Biafra, defendido por un ejército de mercenarios europeos nanciado por las compañías petroleras que se enfrentará a las tropas nigerianas en una guerra que perdurará por casi tres años (mayo 1967 – enero 1970). El bloqueo de las provincias que esta guerra genera, causará la muerte por hambre a millares de personas; el mundo se estremece con las imágenes de los niños desnutridos, pero Occidente permanecerá insensible ante el problema de fondo provocado por la escisión de Nigeria maquinada por las corporaciones petroleras. Asia y África, a través de conferencias periódicas realizadas en la “Organización de Países No Alineados” vanamente van denunciando una y otra vez estas nuevas formas de colonización. Desde Bandung, la discriminación racial (Apartheid) institucionalizada en la República de Sudáfrica, será objeto de sucesivas condenas verbales; las Naciones Unidas verán burlada su autoridad en el caso de la unión sudafricana, que además de su racismo ocupa el territorio de Namibia; En el África Subsahariana, las arbitrarias fronteras cticias trazadas por el colonialismo, llevarán al enfrentamiento armado a varios países y además en cada uno van sucediendo golpes de Estado y con ictos armados que empeoran y empobrecen cada vez más a estos recién “emancipados” pueblos

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En la década de 1960 caerán varios dirigentes de signo progresista como Patricio Lumumba en el Congo, Mobito Keita en Mali o Milton Obote en Uganda, siendo sustituido por el tan pintoresco como corrupto Idi Amín. Los complots que van dando lugar a enfrentamientos armados como el de Uganda contra Tanzania y las conspiraciones políticas instigadas por las compañías petroleras y mineras convertirán al África Negra en la región con mayor número de golpes de Estado, el mayor número de con ictos armados y el mayor número de militares detentando el poder, quienes además, gobernarán con dureza, donde la oposición será cruelmente perseguida y reprimida. El nombre de Portugal que todavía seguía ejerciendo directamente la dominación en sus territorios coloniales de Guinea, Mozambique y Angola, aparecerá involucrado en el

asesinato del dirigente del movimiento de independencia de Guinea y Cabo Verde, Amílcar Cabral (20 de enero 1976) Bélgica, la más pequeña de las potencias colonialistas y sin ninguna tradición ultramarina, protagonizó en el Congo la más desastrosa experiencia separatista del África Negra al hacerse cargo de una extensa área que se conoció como Congo Belga, limitándose a explotarlo a efectos de obtener enormes bene cios con el saqueo de sus recursos naturales conseguidos con mano de obra esclava. La presión de los primeros movimientos independentistas surgidos después de la Segunda Guerra Mundial, logró conseguir unas triviales libertades civiles en 1952, las cuales condujeron a unas elecciones en las que surgió como triunfador Joseph Kasa-Vubu, antiguo líder tribal; en 1957, como primer acto de su elección, vanamente reclamó a las autoridades belgas la independencia. La rotunda negativa del gobierno belga suscitó una violenta revuelta en enero de 1959, la cual, después de una dura represión, culminó con la súbita concesión belga de una mal llamada “independencia” otorgada en 1960. Las organizaciones inestables del Congo, sin estructuras institucionales sólidas, desgarradas por las luchas registradas en las décadas anteriores, llevaron al país a un estado de anarquía y caos. Se produjeron matanzas de colonos blancos, saqueos y destrucciones por parte de la resentida población negra. Bélgica aprovechó la confusión para maniobrar la separación de la rica provincia de Katanga, dominada por la compañía belga “Unión Minera del Congo”, designando como presidente a Moisés Tshombe. Ante esta situación, el entonces presidente del Congo, general Kasa-Vubu, calculadamente pidió la intervención de las tropas belgas mientras que su Primer Ministro Patricio Lumumba, pidió las de la ONU (Cascos Azules). El caos degeneró en una guerra civil cuando Mobutu hizo matar a Lumumba en noviembre de 1971. La ONU consiguió que sus “Cascos Azules” penetraran brevemente en Katanga, pero en noviembre de 1965 el general Mobutu, títere del colonialismo, dio un golpe de Estado contra Tshombe y asumió el poder total del Congo con el beneplácito de las potencias colonialistas occidentales. Estando en el poder, solicitó la intervención franco-belga para hacerle frente y derrotar a las guerrillas independentistas, apuntaladas por la URSS y Cuba. Portugal concedió a sus colonias africanas (Angola, Mozambique, Sao Tomé, etc.) la independencia tras la revolución de 1968

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En el recién emancipado Paquistán, surgirán nuevas y profundas divisiones político-religiosas con la India que harán aparecer un tercer Estado: Bangladesh (1971). En el caso de Yemen, se ventilará una larga guerra nanciada por Arabia Saudita, partidaria del feudalismo y opuesta al nacionalismo panarabista propugnado por Gamal Abdel Nasser. En el reino medieval de Arabia Saudita es donde la bonanza petrolera va bene ciando a las grandes corporaciones y a las

familias gobernantes protegidas por Estados Unidos a cambio de su docilidad política en perjuicio de los pueblos árabes. En cuanto a los “Países no Alineados” estos van cambiando sucesivamente el signo de su alineación según sea el color político del último golpe de Estado. A la caída de Sukarno, se desencadena en Indonesia por su sucesor Suharto en 1966 una violenta represión contra los movimientos nacionalistas acusados ahora de ser comunistas La lucha de Vietnam contra el colonialismo comenzó durante la Segunda Guerra Mundial cuando el movimiento clandestino de liberación (Viet-Minh) fundado en 1941 por Ho Chi Minh, para combatir contra los ocupantes de su país quienes por esa época eran Francia y Japón, se luchaba entonces por un Estado libre. Ho Chi Minh esperaba que Francia accediera en nombre de la democracia y la descolonización a los deseos de independencia de los pueblos, sin embargo, los galos, no obstante estar recién liberados de los nazis, hacen público su programa de dominación para Indochina: La constitución de independencia formulada para Camboya, Laos y Tonkín contempla que estos países deben seguir siendo administrados colonialmente. Ho Chi Minh esperaba unir estos territorios en un solo Estado llamado Vietnam y es a partir del conocimiento de esta constitución cuando dirige un llamado a la insurrección y el 2 de septiembre de 1945 proclama la República Democrática de Vietnam. El 23 de septiembre de ese mismo año Francia y Gran Bretaña ya en la agonía de su decadente poder colonialista, ocupan Saigón para restablecer el viejo orden imperial En marzo de 1946 Ho Chi Minh es elegido presidente pero ahora reclama la parte sur de esa península que Francia retiene por sus abundantes riquezas. Se inician entonces largas negociaciones con la república francesa; su Alto Comisionado, Leclerc, sugiere continuar las conversaciones en París, aceptando viajar a Francia, Minh insiste en la integridad del territorio. Tras largos meses, Francia ofrece celebrar un referendo para que los habitantes de Indochina decidieran su futuro; referendo que no estaba disponible para los habitantes del sur de Vietnam quienes nunca fueron consultados. Ante el estancamiento de las negociaciones, Francia procede a bombardear a Haifong y ocupar Hanói; sus ambiciones nunca cejaron y la guerra se reanudó; los viet-minh en adelante hostigarán al ejército francés que fue aumentando constantemente sus fuerzas y recibiendo signi cativa ayuda económica y militar de Estados Unidos para sostener su guerra en esa península

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En 1953, Francia prepara una invasión contra Hanoi, creando para ello la gran base de Dien Bien Fu, donde concentraron grandes contingentes de tropas para avanzar hacia el norte. El 13 de marzo de 1954 el general Nguyen Giap lanzó una furiosa ofensiva sobre esa base; el asedio duró 55 días hasta que el 7 de mayo de

1954 cayó en manos de los nacionalistas y con ello 10.000 soldados franceses fueron hechos prisioneros. En abril de 1956, se rmó el armisticio con la participación de Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, la URSS, China popular, Camboya, Laos y Vietnam, a través del cual el territorio quedaba dividido por el paralelo 17 exigiendo adicionalmente que las tropas francesas serán evacuadas y ningún país debería en adelante brindar apoyo militar a Indochina; al mismo tiempo se anunciaron elecciones para determinar su reuni cación, estableciendo que ninguna de las dos zonasnorte y surpodrían celebrar alianzas militares El norte del país estaba bajo el control del Viet Minh y el sur por el dócil emperador Bao Dai, verdadero títere de los franceses, siendo derrocado por Ngo Dinh, quien removió y decidió el exilio del primero. El año de 1956 estaba previsto para la reuni cación de Vietnam, pero la in uencia de Estados Unidos, ya presente en Saigón a partir de 1960, con sus asesores militares inicia una política de gran represión contra los disidentes, pero estos reanudan su lucha que van ampliando e intensi cando en los siguientes años. El 20 de diciembre de 1960 constituyen el “Frente de Liberación de Vietnam del Sur” (Viet Cong) transformando la fragmentada lucha existente en una guerra declarada Estados Unidos gradualmente va incrementando sus asesores militares en ese país hasta terminar entrando decididamente en la guerra con la absoluta convicción de que sus 600.000 soldados bien equipados y armados que ahora ayudan para “defender” a Vietnam del Sur del avance de Vietnam del Norte saldrán victoriosos, pero más bien va cumpliéndose lo pronosticado por Ho Chi Minh: “El tigre desangrará al elefante”. Esta guerra culminó con las tropas estadounidenses cesando su agresión y retirándose apresuradamente de ese país permitiéndole así a la población sudvietnamita disponer ella misma de su destino sin injerencia colonialista. En 1975 se rman en París nuevos acuerdos que otorgan la genuina emancipación, que desde en 1941, el curtido luchador por la libertad Ho Chi Minh (fallecido el 5 de septiembre de 1969) lanzara a su pueblo para luchar contra los colonialistas ocupantes de su país

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En los últimos años, la consciencia de los pueblos llamados subdesarrollados se ha venido despertando al percatarse que la opulencia petrolífera y minera, empieza a convivir junto a la miseria, llegando a la conclusión que la soberanía de los recursos es más importante que tener un Himno Nacional y una Bandera. En las conferencias de los “No Alineados” se pasaba ahora del lamento a la protesta por los bajos precios y las exiguas regalías que los países industrializados seguían pagando por las materias primas y por sus recursos petrolíferos y mineros, imponiéndose la tesis de que la prosperidad de los poderosos tiene como origen la continua explotación de las ex colonias

Las grandes potencias seguirán disputando la in uencia de gobiernos corruptos, obsecuentes y serviles como las monarquías del Golfo Pérsico, las cuales, con tal de mantener sus coronas, privilegios y extravagancias, siempre han estado al servicio de los intereses colonialistas. Otros gobiernos igualmente comprados, han adoptado lineamientos políticos proclives a la dominación imperial como el de Tailandia, que es una monarquía medieval y ruinosa; Indonesia es otro caso de una despiadada sociedad feudal o Filipinas donde intimidan a la oposición y asesinan a quién se interpone contra esas políticas, hechos que han permitido que continúen siendo explotados por las superpotencias que intentan dirigir y dominar el mundo La catástrofe de Palestina en 1948, de la que se deriva el problema de los refugiados al ocasionar la expulsión de un pueblo entero de su patria sustituyéndolo por otro extraño e intruso, merece un análisis independiente. Este trágico hecho fue en realidad la consecuencia de una política colonialistasionista elaborada con arreglo de una plani cación a largo alcance, enfocada esencialmente para usurpar más de la mitad de la Palestina histórica para ser ampliada a voluntad del sionismo con el n de crear el Estado mercenario de Israel, concebido como una poderosa potencia militar sobre el Medio Oriente (Israel tiene el cuarto ejército más poderoso del mundo) para dominar al opulento mundo árabe por sus enormes riquezas y para amenazar y sofocar al nacionalismo panarabista Paradójicamente es en la posguerra –1948justo cuando empezó a desvanecerse en el panorama mundial, al menos en teoría, la práctica del colonialismo y los pueblos por siglos oprimidos empezaron a disfrutar la ilusión de su recién adquirida independencia y estando la humanidad en plena era poscolonial, es cuando nace en Palestina una nueva entidad colonialista y opresora emulando el clásico dominio de las potencias europeas de los viejos tiempos del colonialismo, al expulsar al 70% de pueblo originario de ese país y mantener bajo dominio militar al 30% restante; es como para ese colonialismo sionista y opresor no se estaba viviendo en pleno siglo XX sino en lo que para ellos era todavía el dorado período de los siglos XVII, XVIII Y XIX. Pareciera que para los Imperios y su socio, el sionismo internacional, todavía tenía vigencia la vieja práctica de seguir usurpando y ocupando ilegalmente países foráneos, en esta oportunidad invocando pretendidos y controversiales infundios Bíblicos para justi car la creación de un Estado Judío, robando tierras ajenas y practicando la limpieza étnica para la implantación de colonos

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El resultado de esta catástrofe es que actualmente los palestinos de Cisjordania y Gaza llevan desde 1948, viviendo en el exilio y la dispersión y los que no

pudieron ser expulsados desde 1967 viven sometidos a una sofocante ocupación militar que ha ido deteriorando continuamente su modo y nivel de vida. La formulación de varios planes de paz ha resultado fallida al paso que los asentamientos sionistas ilegales continúan su crecimiento y la ocupación militar israelí se fortalece. A diferencia de otros con ictos, donde la llamada “Comunidad Internacional” trabaja en su solución, en el caso palestino israelí, creado por el colonialismo vía “Naciones Unidas” subordinada a las grandes potencias, sigue complicándose cada día más y con ello va aumentando el nivel de desesperación de los palestinos. La actitud de Estados Unidos, actual tutor de Israel, por su incondicional apoyo a ese Estado y su poder de veto en el Consejo de Seguridad hace que las posibles medidas para solucionar ese añejo con icto o al menos mejorar las condiciones de vida de los palestinos, no puedan realmente ser exigidas a Israel Esa ocupación militar ha venido afectando seriamente la vida de los palestinos. Su territorio ha sido fragmentado por un sistema de vías para uso exclusivo de colonos judíos y sus tierras pobladas por asentamientos construidos ilegalmente con el apoyo nanciero y diplomático de Estados Unidos; ese sistema ilícito de poblamiento representa una estrategia de colonización que, hoy por hoy, hace que más de medio millón de judíos vivan ilegítimamente en territorio palestino de manera permanente, violando abiertamente el 4to Convenio de Ginebra y todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, haciendo inviable el proyecto de un Estado Palestino Mientras tanto Israel y sus tutores siguen defendiendo supuestos derechos históricos sustentados por apócrifos metafísicos mientras continúan impunemente con el robo de más territorio palestino en abierto desafío a la autoridad de las Naciones Unidas y a las leyes internacionales. En Cisjordania y Gaza, sus fuerzas de ocupación van reeditando las crueles medidas de sometimiento que utilizaron los ingleses contra los palestinos durante El Mandato para hacerles la vida difícil, normas draconianas que incluyen el aislamiento de vías, la inspección al tránsito de pasajeros y mercancías, la humillación de personas, la demolición de viviendas y los castigos colectivos, las detenciones “administrativas” (arbitrarias), limitando el ejercicio de derechos y di cultando el acceso a la salud y la educación, dándole validez a lo expresado por el Expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, cuando a rmó que “las medidas establecidas por Israel contra los palestinos, son peores que las del Apartheid”

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Frente a todo esto, la mal llamada “comunidad internacional” no solo no condena estas disposiciones inhumanamente opresivas y represivas que Israel

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ejerce contra un pueblo inerme como el palestino sino que mira a otro lado; al gobierno autoritario de Bashar Al Assad de Siria, quién por no ser manipulable le declararon una guerra para liberar al país de su “tiranía” guerra que ha destruido a Siria y a su pueblo, para imponer un gobierno títere, mientras tanto mantienen un silencio cómplice ante la tiranía israelí en los territorios ilegalmente ocupados

CONCLUSIÓ

El propósito de unas metas comunes para el bien de la humanidad no parece estar en la agenda de las grandes potencias; sus gobiernos ya no se censuran entre sí por cuestión de principios si tienen algo que intercambiarse. Las sonrisas interesadas han sustituido los propósitos de justicia, equidad y paz y fue así como con el derrumbamiento de la Unión Soviética en 1989, Estados Unidos incumplió su promesa al entonces líder soviético Mijaíl Gorbachov de no seguir cercando a Rusia con la incorporación de nuevos países a la OTAN, con lo cual continuamos constatando como sus energías permanecen dirigiéndose más hacia la confrontación que hacia la coexistencia pací ca. El equilibrio global del terror nuclear promovido por los bloques Este-Oeste sigue manteniendo en estado de permanente tensión al mundo. Cada uno de estos bloques continua reclamando celosamente sus áreas de in uencia y trazando una línea roja al comportamiento geopolítico y geoestratégico del otro, jándole los límites permitidos; transgredirlos encierra el riesgo de una confrontación militar y así cada una de las partes se embarca en una carrera para aumentar su poder hegemónico y militar; probando mediante el permanente sondeo la capacidad de reacción de la otra parte, como lo corroboran las fricciones surgidas en Ucrania, Siria, el Mar Negro, los atolones del mar de China y el premeditado derribo del bombardero ruso por Turquía. Las incidentes se producen cada vez con mayor intensidad entre los bloques y tal parece que estamos repitiendo épocas pasadas cuando todo lo que se avanzaba en el terreno del bienestar material, la tecnología y en el aparente entendimiento internacional se retrocede en el campo de la provocación y la confrontación; pero esto es seguir jugando con candela y nadie puede garantizar que los líderes de las grandes potencias de hoy, cegados por sus insaciables ambiciones no caigan mañana en la irracionalidad

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Todas las bombas lanzadas durante la Segunda Guerra Mundial totalizaron dos millones de toneladas de TNT (dos megatones), actualmente las bombas nucleares en poder de las potencias atómicas del mundo tienen individualmente una capacidad aniquiladora de más de 10.000 megatones; estas armas almacenadas pueden destruir 17 veces el Planeta. Nos dicen para tranquilizarnos que este poder aniquilador constituye meramente un medio de disuasión que se esgrime como amenaza solamente cuando un ”Enemigo potencial está decidido a lanzar un ataque que ponga en peligro los intereses geoeconómicos de la otra parte”, pero teniendo en cuenta la irracionalidad demostrada en el pasado por las ambiciones desmedidas de los líderes mundiales, obsesionados por los recursos naturales del planeta y marcados por la descon anza mutua, esta

argumentación no convence y más bien preocupa, pues vemos que los bloques continúan enfrentados en una peligrosa rivalidad por dominar las riquezas del mundo

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Se sabe cómo comienzan los con ictos pero nadie puede predecir cómo van a terminar

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