El Bosque Fray Jorge

Lenguaje Comprensión lectora Nombre: Fecha: EL BOSQUE FRAY JORGE Curso: Tercero _básico Leyenda chilena Allá por

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Lenguaje

Comprensión lectora

Nombre: Fecha:

EL BOSQUE FRAY JORGE

Curso:

Tercero _básico

Leyenda chilena

Allá por el año 1627, llegó hasta las playas de la ciudad de La Serena un barco tripulado por dos marineros españoles y un inglés conocido como Jorge, que se había incorporado a la embarcación cuando luchaba contra el mar embravecido, después del naufragio de su barco. Como este marinero inglés era profundamente católico, mientras combatía contra la despiadada fuerza de las olas frente a lo que hoy es la playa de Las Cuatro Esquinas, sin esperanza alguna de salvación, se hizo el firme propósito de vestir el hábito de la religión del primer hombre que encontrase al pisar tierra firme. Así, cuando desembarcó, junto con los marineros que lo habían salvado de morir ahogado, vio pasar a un lego franciscano que tiraba de una cuerda a un asno gordo y rollizo, mientras recolectaba pescados, mariscos y algas en la playa. Al instante, el inglés Jorge se le acercó y le habló, diciéndole: —Padre, he salvado de morir ahogado porque me encomendé a Dios, y le prometí que, si sobrevivía, me haría monje, y eso es lo que deseo hacer ahora mismo: cumplir mi promesa. El cura lo escuchó muy atento, le sonrió y le respondió que si ese era su deseo, él no se opondría. —Hijo mío, los designios de Dios no pueden ser resistidos por el hombre. Ven, súbete a la grupa de mi asno y vamos al convento. Que se cumpla la voluntad del Señor. Así fue como el inglés Jorge llegó poco después al monasterio de San Francisco y, tras entrevistarse con el prior, fue aceptado y se unió a la comunidad. Pasó el tiempo. Después de seis años de vida conventual, todos querían y respetaban al marinero Jorge, pues era un modelo de humildad y mansedumbre. Su fama llegó a tal extremo, que muchos creyeron que se trataba de un santo enviado por Dios a la ciudad. Por esos días, los monjes franciscanos no habían podido terminar la construcción de su iglesia porque les faltaba madera; sobre todo, no tenían medio de proporcionarse los troncos largos necesarios para hacer las vigas del techo. Los frailes estaban muy tristes y, por supuesto, esto lo sabía muy bien fray Jorge. Así las cosas, un buen día este se presentó ante su superior y le contó que le había estado rogando a Jesús que le ayudase a concluir lo antes posible la construcción del templo. —Padre Superior, anoche tuve un sueño muy hermoso —dijo—. Soñé con Dios, y me ha ordenado algo… —Hijo mío, las órdenes de nuestro Señor siempre deben ser cumplidas. Dime, ¿de qué se trata esta vez?

—Pues, entonces, así se hará. —Padre Superior, será preciso que autoricéis que me ausente del convento y que me lleve una carreta de bueyes conmigo. Al día siguiente, muy de madrugada, fray Jorge salió del convento sin rumbo fijo. Tal como lo había escuchado en su sueño, siguió a los mansos animales, que lo condujeron hasta un bosque frondoso. No mucho tiempo tardó el monje en cargar completamente la carreta con largos troncos. De regreso a la Congregación, la población quedó estupefacta ante aquello que les pareció un milagro, y ya no tuvieron dudas de que ese hombre era un santo. Desde entonces, aquel bosque lleva el nombre de Fray Jorge, en memoria del franciscano que cortó las maderas con que se terminó de construir la iglesia de San Francisco en La Serena.

Profesor Jorge E. Navarro Blanco

—Me dijo que hoy, en cuanto despertase, tomase una carreta con bueyes y me dejase llevar por el camino hasta donde quisieran conducirme los animales.