El Aporte de Max Scheler

El Aporte de Max Scheler: la Teoría de los valores. 1. Tres tipos de saberes 2. ¿Qué es un valor? Jerarquía y polaridad

Views 132 Downloads 0 File size 220KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

El Aporte de Max Scheler: la Teoría de los valores. 1. Tres tipos de saberes 2. ¿Qué es un valor? Jerarquía y polaridad 3. El valor del amor 4. La verdad fundamental para el cristiano 5. Puntos de encuentro con Juan Pablo II  En la Filosofía  En su Magisterio I. Scheler distingue tres clases de saberes: a) el inductivo: El saber inductivo es el de las ciencias positivas. Se basa en el instinto de dominación. Su objeto es la realidad y tiene como finalidad utilizarla por medio de la técnica. Es el saber de dominio. b) El de la estructura esencial o fenomenológico: nos permite captar de modo inmediato el qué de las cosas. A este saber llegamos cuando nos abstenemos de la actitud impulsiva y prescindimos de la existencia real de las cosas. Su objeto es lo a priori. Está de acuerdo con Immanuel Kant en que existe conocimiento de lo a priori, y que este carácter lo tienen las proposiciones ideales que se dan con independencia del sujeto que las piensa. A cambio de esta coincidencia parcial con Kant, mantiene cinco diferencias: 1. No son los juicios elaborados por el entendimiento sino las esencias percibidas las que constituyen primordialmente lo a priori. 2. La región de lo a priori no coincide con la región de lo formal, como pensó Kant, sino que hay también un a priori material o con contenido: el valor. 3. En el lugar de la cuestión: ¿cómo es posible que se dé algo?, la cuestión fundamental, dice Scheler, es más bien esta otra: ¿qué es lo que se da? 4. Scheler considera falsa la teoría kantiana según la cual todo lo que es ha tenido que ser producido por el entendimiento, pues la percepción del valor es por sí misma objetiva o intencional. 5. Tampoco está de acuerdo en que lo a priori se equipare con lo racional, pues la afectividad, con el amor como actitud radical, es tanto o más a priori que la actitud racional. En otros términos: sólo el que ama algo es capaz de conocer racionalmente, ya que sin el amor no podría tener la experiencia de dicho fenómeno. Lo que no queda claro es si este saber puede equipararse a lo que tradicionalmente se ha llamado el saber culto. Ejemplo de ello es la idea de microcosmos, Aristóteles decía que 1

el alma humana puede ser todas las cosas. Es una suerte de participación del hombre en la totalidad del mundo. c) El saber metafísico: también llamado saber de salvación, que es la forma más alta de saber, pues se refiere a los más altos valores personales, vale decir, los propios de lo divino. Consiste en gran medida en aquel saber que eleva al hombre hacia algo mayor que él mismo. Ejemplo de ello ha sido el saber como disciplina espiritual elaborado en la India. Sin embargo, lo que ha sucedido históricamente es la sobrevaloración de una forma de saber por sobre las otras. La gran tarea de nuestra época, señala Scheler, consiste en lograr trabar el saber de dominio, con el saber culto y el saber de salvación. Trabazón que implicaría jerarquizar dichos saberes. II.

¿Qué es un valor?

Un valor es una cualidad de un sujeto u objeto. Los valores son agregados a las características físicas o psicológicas, tangibles del objeto; es decir, son atribuidos al objeto por un individuo o un grupo social, modificando -a partir de esa atribución- su comportamiento y actitudes hacia el objeto en cuestión. El valor es una cualidad que confiere a las cosas, hechos o personas una estimación, ya sea positiva o negativa. Se puede decir que la existencia de un valor es el resultado de la interpretación que hace el sujeto de la utilidad, deseo, importancia, interés, belleza del objeto. Es decir, la valía del objeto es en cierta medida, atribuida por el sujeto, en acuerdo a sus propios criterios e interpretación, producto de un aprendizaje, de una experiencia, la existencia de un ideal, e incluso de la noción de un orden natural que trasciende al sujeto en todo su ámbito. Los valores son, según Scheler, cualidades; de hecho la comparación que varias veces ofrece los asemeja a los colores. Los colores hacen a las cosas coloreadas, los valores tornan los objetos buenos (o malos); los colores no existen propiamente sin cuerpos extensos, los valores tampoco sin objeto alguno. Y así como se puede pensar y establecer leyes acerca de los colores con independencia de las cosas coloreadas, igualmente los valores pueden ser objeto de consideración y de teoría con independencia —a priori— de las cosas valiosas o bienes: «Los nombres de los colores no hacen referencia a simples propiedades de las cosas corporales, aun cuando en la concepción natural del mundo los fenómenos de color no suelan ser considerados más correctamente que como medio para distinguir las distintas unidades de cosas corporales. Del mismo modo, los nombres que designan los 2

valores no hacen referencia a meras propiedades de las unidades que están dadas como cosas, y que nosotros llamamos bienes. Yo puedo referirme a un rojo como un puro quale extensivo, por ejemplo, como puro color del espectro, sin concebirlo como la cobertura de una superficie corpórea, y ni aun siquiera como algo plano o espacial. Así también valores como agradable, encantador, amable, y también amistoso, distinguido, noble, en principio me son accesibles sin que haya de representármelos como propiedades de cosas o de hombres» [GW II, 35]. De esta suerte, las leyes de los valores (o axiológicas) rigen por la esencia de ellos mismos, sea cual sea la situación fáctica del mundo en cuanto a la existencia de bienes y males (la lealtad, por ejemplo, es siempre un valor positivo aun cuando no se diera ninguna acción leal o nadie la valorase como merece). Los valores, según Scheler, se presentan objetivamente, esto es a priori, como estructurados según dos rasgos fundamentales y exclusivos: 1. La polaridad, todo los valores se organizan como siendo positivos o negativos. A diferencia de las cosas que sólo son positivas. 2. La jerarquía, cada valor hace presente en su percepción que es igual, inferior o superior a otros valores. Esta jerarquía da lugar a una escala de valores que Scheler ordena de menor a mayor en cuatro grupos: 1. Los valores del agrado: dulce - amargo 2. Las valores vitales: sano - enfermo 3. Los valores espirituales, estos se dividen en: 1.Estéticos: bello - feo 2.Jurídicos: justo - injusto 3.Intelectuales: verdadero - falso 4. Los valores religiosos: santo - profano Los valores morales no son una categoría de valores porque no poseen portadores, son valores puros. Su realización es más bien indirecta. Se verifica en la realización de lo de los otros valores según su polaridad y jerarquía objetiva. En los valores se descubren propiedades. Estas son fundamentalmente tres: polaridad, materia y altura. Gracias a la polaridad todo valor es positivo o negativo; la materia brinda el matiz último valioso dentro de la abundancia de posibilidades según las cuales algo puede ser atractivo o repulsivo; y la altura revela el mayor o menor rango de un valor respecto a otro, o en general en el panorama axiológico. A la vista de esas propiedades pueden distinguirse cuatro grandes clases de valores según su 3

materia: los hedónicos, los vitales, los espirituales (que comprenden los estéticos, los intelectuales y los de lo justo) y los valores de lo santo. Y atendiendo a la altura habrá de reconocerse, por ejemplo, que los espirituales son superiores o más altos que los vitales. Toda la jerarquía se funda, añade, en Dios. Habrá quien replique que de hecho hay quien prefiere, o tiene por más altos, los valores vitales a los espirituales, por caso. Pero esto sería tanto como constatar que hay quien juzga o deduce incorrectamente. Como es obvio, ni los juicios ni las preferencias fácticas dicen nada de su corrección. Como es obvio, ni los juicios ni las preferencias fácticas dicen nada de su corrección. III.

El valor del amor: Un aporte fundamental de Scheler ha sido la descripción de la enorme riqueza e importancia ética que posee la vida emocional del hombre. La cual es primaria respecto de otra forma de saber. Así en Esencia y formas de la simpatía (1913), usa del método de Husserl la descripción fenomenológica aplicada a las emociones que relacionan a los seres humanos unos con otros y con el mundo de los valores, especial importancia poseen el amor y el odio como las actitudes radicales para la captación de los fenómenos valóricos. Partiendo del concepto husserliano de reducción fenomenológica, Scheler distinguió las esencias de lo que es tangible, real o existente, lo que llevó a la afirmación de la independencia de los valores (eternos e invariables) respecto de los bienes, que serían sólo sus portadores circunstanciales (lo que ha significado que a Scheler se le acusase de platónico). En importancia, a este título le siguió su obra más famosa El formalismo en la ética y la ética material de los valores (1913-1916), un tratado en dos volúmenes que intentan dar un nuevo fundamento personalista a la ética, desde este nuevo fundamento se critica el enfoque ético meramente formal del filósofo alemán Immanuel Kant y lo cambia por un estudio de los valores en cuanto contenidos específicos de la ética, los que se presentan de un modo directo e inmediato a la persona y no a la conciencia como sostenía Husserl. Scheler vuelve a descubrir otro plano emocional más hondo. Se trata de una vivencia que subyace incluso al tender y al sentir, que viene a ser la médula de la esencia humana: el amor. «Antes de ens cogitans o de ens volens es el hombre un ens amans» [GW X, 356]. El amor es un fenómeno originario, no un simple conglomerado de estados afectivos en los que se asocian tendencias o impulsos: «Todo intento de reducir el amor y el odio a un complejo de sentimientos y tendencias yerra el golpe» [GW VII, 150]. Scheler no llegó a dejarnos una investigación sobre la primordialidad del amor. Lo más cercano a ello es su opúsculo Amor y conocimiento y sus reflexiones en Esencia y formas de la simpatía. 4

La definición del amor más completa que el autor ofrece es la siguiente: «El amor es el movimiento en el que todo objeto concretamente individual que porta valores llega a los valores más altos posibles para él con arreglo a su determinación ideal; o en el que alcanza su esencia axiológica ideal, la que le es peculiar» [GW VII, 164]. Tres elementos pueden distinguirse aquí. Primero, el amor es un “movimiento”; esto es, un acto espontáneo, no un estado pasivo o disfrute meramente subjetivo. Segundo, se dirige a un objeto individual valioso; lo cual excluye el amor a idealidades abstractas (incluidos los valores mismos o la humanidad en general). Tercero, la dinámica del amor se dirige a valores más altos, que no supongan violentar la naturaleza del objeto amado, sino que le pertenezcan de una manera peculiar, según su esencia ideal. IV. V. 



 

La ley del amor dada al cristiano “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” Puntos de encuentro con Juan Pablo II  En la Filosofía Valoración sobre la posibilidad de construir la ética cristiana sobre las bases del sistema de Max Scheler (1954) [Wojtyla 1982]. Este momento fue central en su evolución intelectual y él mismo lo ha reconocido en diversas ocasiones: “Debo verdaderamente mucho a este trabajo de investigación [la tesis sobre Scheler]. Sobre mi precedente formación aristotélico-tomista se injertaba así el método fenomenológico, lo cual me ha permitido emprender numerosos ensayos creativos en este campo. Pienso especialmente en el libro Persona y acto. De este modo me he introducido en la corriente contemporánea del personalismo filosófico, cuyo estudio ha tenido repercusión en los frutos pastorales” (1996) Amor y responsabilidad [Wojtyla 1996] es un texto muy importante pues sólo existe otro libro de filosofía escrito y diseñado enteramente por Karol Wojtyla, Persona y acto. Temáticamente consiste en una reflexión sobre la estructura del amor humano en la que se intenta conjugar tomismo y fenomenología. El tomismo es su matriz de base, la fenomenología proporciona el tono y la temática, la perspectiva. Se encuentra aquí ya in nuce lo que desarrollaría de una manera sistemática y programática en Persona y acto  En su Magisterio Catequesis sobre el amor humano (1992) Fides et Ratio32 5

6