Dulce Cautiverio-Dulce Cautiva

07_-_Morganville_vampire_-_Fade_out.pdf - Adobe Reader.bmp “DULCE CAUTIVERIO” POR DAIDA 1 SIPNOSIS Carla acaba de de

Views 234 Downloads 5 File size 680KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

07_-_Morganville_vampire_-_Fade_out.pdf - Adobe Reader.bmp

“DULCE CAUTIVERIO”

POR DAIDA 1

SIPNOSIS Carla acaba de despertar de un largo coma para descubrir que todo los pilares que conocía en la vida habían sufrido un cambio radical. Los vampiros existían y ella estaba comprometida con uno de ellos. ¿Podrá ella dejar a un lado su ética y moral, para dejarse seducir por un bello vampiro de ojos dorados?

2

INTRODUCCIÓN ........................................ 4-6 CAPÍTULO UNO ........................................ 7 - 15 CAPÍTULO DOS 16 - 23

........................................

CAPÍTULO TRES ......................................... 24 - 29 CAPÍTULO CUATRO .................................... 30 - 37 CAPÍTULO CINCO ...................................... 38 - 44 CAPÍTULO SEIS 45 - 58

......................................

CAPÍTULO SIETE ........................................ 59 - 64 CAPÍTULO OCHO ........................................ 65 - 73 CAPÍTULO NUEVE........................................ 74 - 80 3

CAPÍTULO DIEZ 81 - 88

......................................

CAPÍTULO ONCE 90 - 95

......................................

CAPÍTULO DOCE 96 - 108

......................................

CAPÍTULO TRECE ....................................... 109 - 116 CAPÍTULO CATORCE.................................... 117 - 126 CAPÍTULO QUINCE....................................... 127 - 133 CAPÍTULO DIECISÉIS.................................... 134 - 141 CAPÍTULO DIECISIETE.................................. 142 - 149 CAPÍTULO DIECIOCHO.................................. 150 - 154 CAPÍTULO DIECINUEVE................................. 155 - 162 CAPÍTULO VEINTE ....................................... 163 – 169 LISTADO DE NOMBRES .................................. 170

INTRODUCION

4

-¡¿Qué?!, ¡¿Cómo dices?!, en serio mamá...dime que estas de broma... Me levanté de la cómoda silla en la que estaba sentada, y de un salto brusco, me puse de pie. Me encontraba muy nerviosa para estar quieta en un lugar. Anduve de un lado a otro por toda la habitación, consciente de que mis padres no me quitaban el ojo de encima. -No, no puede ser verdad, esto es increíble...-no paraba de reír nerviosamente, mientras intentaba hablar claramente-...Debo seguir en coma, eso es. Esto es un sueño...no, no, mejor dicho, ¡una pesadilla!, sí, eso es...y todo esto es producto de mi imaginación... -Carla, tranquilízate -me interrumpió mi padre- Más quisiéramos nosotros que todo esto fuera una broma, pero no es el caso... mira, sé que es difícil de asimilar...,¡Ni yo mismo me lo creo aún! -exclamó alzando las manos hacia arriba y dejándolas caer fuertemente hacia abajo, golpeándolo- Sabemos que tienes poco tiempo para hacerte a la idea y asimilar esto, pero así están las cosas y no podemos hacer nada para cambiarlas. Su voz demostraba tristeza, las facciones de su cara eran más rudas que de costumbre y tenía un semblante muy serio, lleno de preocupación. Parecía mucho mas mayor que esta mañana, sin duda alguna, era el efecto que causaban las malas noticias al ser rebeladas. Su pelo siempre oscuro, moreno y bien pulcro, se encontraba ahora canoso y desliñado. Tenía los hombros caídos de la impotencia que sentía, de ver que no podía hacer nada para cambiar el futuro que nos esperaba.

5

Entonces, ya no pude aguantar más, mis lágrimas comenzaron a resbalar sin control por mis sonrojadas mejillas. Me sentía desolada, asustada y sólo quería llorar y llorar. Mi madre se acercó a mi y me abrazó, estuvimos ambas abrazadas y llorando un largo rato. Sentía sus brazos alrededor de mi, dándome consuelo y cariño, pero no lograba calmarme del todo, todavía temblaba del impacto por la horrible noticia. No podía creer lo que mis padres acababan de contarme, sólo hacía menos de ocho horas que había salido de un coma de casi seis meses y todo lo que conocía de esta vida, había cambiado completamente y para peor. Sentí como mi madre me arrastraba suavemente de nuevo hacia la silla, sentándome con mucho cuidado. Se la veía ahora muy demacrada, estaba arrodillada en el suelo a mis pies. Tenía mejor cara esta mañana, cuando estábamos en el hospital. Ahora me daba cuenta que apenas llevaba maquillaje y eso era raro en ella, desde que tengo memoria, siempre la he recordado muy pintada y bien arreglada. Tenía falta de tintarse el pelo y no llevaba joyas encima como de costumbre. Todavía llevaba puesta la misma ropa que al comienzo del día, un sencillo vestido de verano, de tirantes y de color azul cielo. Hacían juego con sus ojos azulados, al igual que los míos. Las dos nos parecíamos mucho, aunque mi cabello era castaño claro en vez de rubio y yo era mucho más alta que ella. Adriana -mi madre- era bajita de estatura, con un cuerpo esbelto y de tez pálida. Hasta hoy, nunca había aparentado los cincuenta años que acababa de cumplir.

6

Alcé mi rostro del hombro de mi madre, mi vista estaba empañada de lágrimas y con el dorso de la mano me sequé lo mejor que pude. Miré a mi alrededor, estaba de vuelta en casa apenas una hora y aún no me había dado cuenta que todo parecía estar igual que la última vez. El acogedor salón lucía limpio, con un agradable olor a ambientador de limón -el preferido por mi madre- y el mobiliario era muy sencillo, lo básico. Un enorme sofá rinconera de cinco plazas de color crema se encontraba a la derecha, una mesita de cristal y forja en el centro, el mueble de roble para la T.V. estaba en la pared de enfrente -junto a la chimenea -y una gran mesa a juego de seis comensales con sus seis sillas- yo me encontraba en una de ellas-, que estaban al otro lado de la pared. Mi padre, de constitución fuerte y alto, se le veía tan indefenso y desolado... Ahora era él el que no paraba de dar vueltas delante de la rústica chimenea. Sus claros ojos azules estaban apagados. Ausentes. Pensativos. De vez en cuando, se pasaba las manos por su despeinada y corta melena, señal de que estaba cavilando, intentando dar con alguna posible solución a lo que se nos avecinaba, en breve. Parecía estar todo igual, en cambio, las cosas habían cambiado de una manera alarmante. Y todo comenzó unos meses atrás, cinco meses y medio para ser exactos, un sábado noche a mediados de marzo...

7

CAPITULO UNO

Sí, definitivamente me encantaba cómo me quedaba mi nuevo vestido de color negro, se ajustaba a la perfección a mi esbelto y bien definido cuerpo. Realzaba de una manera escandalosa mis curvas y su generoso escote mostraba gran parte de mis encantos. La verdad era que, nunca me había sentido tan hermosa y provocativa -todo sea dicho-, cómo me veía ahora. 8

-Te ves genial prima, ¡algún día tienes que prestármelo! -exclamó, desde el marco de la puerta, una muy entusiasta Jane. -Cuando quieras Jane, sólo tienes que pedírmelo. Por cierto..., ¡tú también luces estupenda!. -No todos los días celebra una su despedida de soltera -dijo sonriendo. Giraba sobre si misma, enfrente del gran espejo de pie, que había en la puerta del armario de mi habitación, donde yo me encontraba contemplándome. Quería tener una mejor vista, desde todos los ángulos posibles, de su rojo vestido -a juego con su melena. Calzaba unos altísimos zapatos de tacón de aguja del mismo color y llevaba el pelo recogido en un laborioso moño. Su maquillaje era sencillo y a la vez explosivo y de su cuello, colgaba una fina gargantilla dorada -regalo de su prometido-, y lucía un hermoso anillo de oro de compromiso. Sin duda alguna, más de uno se iba a quedar con la boca abierta cuando la vieran. Faltaba sólo una semana para el gran día, por fin mi alocada prima iba a casarse con Richard, su novio de todo la vida. Ella era apenas dos años mayor que yo y ya tenía su vida resuelta, se casaría, se iría a vivir a Fortuna y desde allí podría ejercer su trabajo de peluquera. Su futuro marido, le había acondicionado en el bajo de su nuevo duplex, un salón de peluquería, listo para ser abierto una vez que regresaran de su luna de miel. Las dos nos parecíamos mucho, en carácter y físicamente, aunque ella tenía un poco de menos pecho que yo y era morena, bueno, ahora pelirroja -gracias a la magia del tinte.

9

Los que no nos conocían, creían que éramos hermanas, y en cierto modo, era cómo si lo fuéramos. Y yo en cambio, con mis veinticinco años, no tenía ganas de novios, ni de independizarme y mucho menos ¡casarme!. Sólo me concentraba en mi trabajo, en la tienda de artículos de regalos -negocio familiar- que regentaba con mis padres en La Alcayna. Mi madre hacía turnos conmigo, yo abría por las mañanas y ella por las tardes. Mi hogar -la casa de mis padres- es una gran casa de campo y se encuentra en Los Periquitos, una pedanía muy tranquila y acogedora. Jane, vive -de momento-, con sus padres y con su hermano, mi primo Robert, -de unos 17 años- dos casas más abajo, al otro lado de la carretera que va de Fortuna a Cobatillas. Y esta noche era muy especial, habíamos quedado con nuestras amigas en la discoteca Novo, que está en Murcia, en la zona Atalayas. Esta zona es muy conocida por ser un barrio donde se centran las mejores discotecas de la ciudad y zona elegida por la juventud para sus salidas. Acababa de terminar de maquillarme y ponerme los mejores pendientes que tenía en mi viejo joyero, cuando había entrado en mi dormitorio, mi prima excitadísima, por la larga y emocionante noche que nos esperaba. En ese momento estaba mirándome en el espejo, comprobando una vez más mi provocativo vestido, que se ataba alrededor del cuello, muy escotado, con la espalda descubierta y corto -a la altura de medio muslo. Todavía no sabía que zapatos ponerme, si los plateados de poco tacón, o los negros con unos tacones decentes -con mi metro setenta y cinco, no necesitaba precisamente más alturay que se sujetan con una hebilla sobre mis tobillos. -Venga Carla, apúrate si quieres que te recoja la melena, que se nos hará tarde -me apremió mi prima mientras preparaba todos

10

sus artilugios de peluquería sobre la colcha de la cama, a mis espaldas. Me decidí por los negros. No había terminado de abrocharme el último de ellos, cuando Jane jalaba de mi pelo con su cepillo profesional. -¡Cuidado, me haces daño! -me quejé. -Cuando te deje igual que una modelo de portada, no te quejarás tanto y estarás agradecida -me contestó entre risas. En menos de media hora, mi cabeza lucia con un recogido asombrante, mechones de rizos castaños claros colgaban justo detrás de mis orejas, dándome un toque sensual. -¡Eres maravillosa prima!, te quiero -le di un gran abrazo.

*** En la entrada de la discoteca nos esperaban siete de las ochos amigas con las que habíamos quedado. Todas ellas ataviadas con sus mejores atuendos. -¿Dónde está Beth? -pregunté sin dirigirme en alguien en particular. -Acaba de llamar, dice que no tardará en llegar y que la esperemos dentro. ¿Vamos?, tengo ganas de mover el esqueleto y esta noche no pienso hacerlo sólo bailando, no sé si me entendéis...-su mirada pícara se dirigía a un grupo de chicos que acababan de pasar junto a nosotras. La explosiva y descarada Angela no se anda nunca con rodeos. Nos pusimos en marcha, entrando detrás de ellos, entre risas y cotilleos, basados la mayoría de ellos sobre los prietos traseros del grupo masculino. 11

Ellos precedían la marcha hacia el interior de la discoteca. El grupo masculino, también eran conscientes de nuestra escandalosa presencia, de vez en cuando giraban la cabeza sobre sus hombros y nos dirigía unas miradas cómplices. El local apenas estaba iluminado, las luces de colores parpadeaban y giraban dando un toque mágico y fiestero a la pista de baile. La música estaba demasiado alta para mi gusto, pero las canciones que sonaban eran muy pegadizas e invitaban a bailar con frenesís. El lugar estaba rebosante de gente, la mayoría de jóvenes ansiosos de diversión.

Nos adentramos al centro de la pista de baile con ánimos de arrasar con nuestros bailes provocativos. Nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música, contoneándonos y rozándonos unas contra otras. No tardaron mucho en acercarse a nosotras el grupo de chicos que entraron delante nuestra. -¡Hey Chicas!, ¿qué hacen unas bellezas tan impresionantes bailando solas? -exclamó uno de ellos, sin duda era el más lanzado y atrevido, mientras nos guiñaba un ojo. Los otros -que eran más reservados-, apenas mantenían alzadas sus miradas hacia nosotras. -Esperándoles cielo -contestó Angela- ¿Por qué habéis tardado tanto?. Sucesivas risitas prosiguieron después del comentario. -Me llamo Sam -alargó una mano hacía ella.

12

-Y yo Angela -contestó mientras le sujetaba la mano y se saludaron con un suave apretón. Ella parpadeaba coquetamente, dándole vida a sus largas pestañas, mientras le sostenía la mirada. Tardaron en separarse varios segundos y en vista de cómo él le acariciaba con el pulgar el dorso de la suave mano de Angela, con ese gesto le prometía mucho más contacto esa noche... -¿Y estas otras bellezas son...? -alzó una ceja en nuestra dirección. -¡Ah si!, bien, veamos, ellas son mis amigas Jane, Carla, Sofía, Elena, Anna, Bella, Caroline y Rose. Nos fue nombrando una a una, mientras él nos saludaba con una inclinación de su morena cabellera. -Encantado de conoceros chicas, os presento a mis colegas -se giró para quedar enfrente de ellos- Sebastián, Alex, Darius, Adrian y Terry . Cada uno de ellos nos dedicaron una sonrisa para que reconociéramos quien era quien. -Y... aquí tenemos a Max -dijo a la vez que mira y señalaba con un gesto de su cabeza al imponente hombre que entraba por la puerta principal y se acercaba a nosotros con pasos lentos, pero seguros. Era impresionante, su gran altura intimidaba -de dos metros por lo menos- y su larga cabellera morena, le rozaba los hombros y se movían al ritmo de sus pasos, a la vez que él avanzaba a su destino. Su piel era pálida y sus ojos, ¡Oh, Dios!, sus ojos eran verdes, de mirada penetrante y muy seductora. Definitivamente era un hombre muy sexy y a la vez desprendía un aura de peligrosidad.

13

-Max, te presento a unas amiguitas. -Sam nos incitó a presentarnos una a una, puesto que todavía no se conocía bien nuestros nombres. Cuando llegó mi turno -fui esta vez la última en presentarse-, se me acercó y me tomó la mano. La mía se perdía en la suya, no sabía si era por que mi mano era demasiado pequeña o la suya demasiado grande...No sabía como tomarme esa acción, si debía soltarme o dejarme llevar... Sus ojos no dejaban de mirarme fijamente mientras me tiraba, atrayéndome más hacia él. Quedamos enfrente uno del otro, a escasos centímetros, casi rozándonos y entonces se inclinó hacia delante y fue agachándose lentamente hacia mi, hacia mi rostro. Por un momento pensé que se iba a atrever a besarme allí mismo y así, sin más... -¿Bailas? -me susurró al oído, rozando con su nariz mi melena y aspirando profundamente el aire que me rodeaba. ¿Me estaba olfateando?, eso me pareció tan raro. Quizás le gustase mi perfume. Sentí un escalofrío detrás de mi nuca cuando me volvió a susurrar... -Humm, exquisita.-podía sentir sus fríos y jugosos labios rozándome suavemente, una y otra vez, sobre mi lóbulo derecho- Me gustaría probarte... Se me escapó un débil jadeo, apenas audible, sólo con pensar la promesa que escondía esas palabras. Mantuve mi mirada hacia a bajo, para que no viera cómo me había ruborizado su ardiente comentario. Viendo Max que me quedaba paralizada y no decía nada, se acercó más a mi y me pasó sus brazos por mi cintura, arrastrándome más cerca y contra él. 14

Empezó a contonearse al ritmo de la música, rozándose con mi pelvis y yo, sin darme cuenta, le seguía la corriente y bailaba sensualmente a su ritmo. Nos rozábamos en un baile erótico al son de la canción. ¿En serio estaba yo haciendo eso?, ¿Qué me estaba pasando?, estaba como hipnotizada por esos hermosos ojos verdes que no me dejaban de estudiar. Nada me importaba, me sentía bien entre sus brazos y por lo que pude sentir contra mi estómago -definitivamente, algo duro y grande-, él también estaba a gusto. En una ocasión, alce mi mirada sobre mi hombro derecho, para ver que estaban haciendo mis amigas y me encontré que estaban la mayoría de ellas ocupadas, enrollándose con los chicos. Se besaban locamente y no paraban de restregarse mutuamente y de una manera obscena. Por lo que veía, no habían muchas ganas de perder el tiempo... Beth ya había llegado y estaba con Jane y con otras dos amigas más -que por lo visto, se habían quedado fuera de juego- y se fueron hacia la barra de la disco a pedirse unas bebidas. De refilón, vi a Angela con Sam entre la multitud, cogidos de la mano, dirigiéndose ambos hacia los aseos públicos de mujeres. Sin duda alguna, iban a darle otra utilidad a esos servicios, una muy buena. Esperaba que, por el bien de ambos, llevaran y usaran protección. Cuando volví mi mirada de nuevo a mi acompañante, éste se inclinó sin previo aviso y me besó en la boca con un hambre descomunal. Apenas podía respirar mientras era absorbida por unos labios impacientes.

15

Su lengua se abrió paso y empezó a jugar con la mía en un ritual sensual. Debimos de estar así bastante tiempo, por que cuando al fin me dejó libre, noté que tenía mis labios hinchados de tanta fricción y pasión.

Ambos jadeábamos y noté que a él también le costaba respirar. -Salgamos de aquí -me urgió mientras me cogía mi mano izquierda y entrelazaba sus dedos con los míos y me arrastraba fuera de la discoteca. Entonces me entró pánico, reaccioné y me di cuenta que me alejaba de la seguridad de mis amigas y del local. No podía dejarme llevar por un hombre al que acababa de conocer y hacer lo que seguramente el esperaría que yo hiciera a solas con él, ¿o si?. Ese no era mi estilo, era más la manera de actuar de Angela. -Espera, espera Max , detente un momento por favor, ¿a dónde me llevas? -intenté hacer resistencia frenando mis pies, estábamos a escasos metros de la puerta de salida. Pero él era mucho más fuerte que yo y apenas logré reducir el ritmo de nuestro avance. Sólo cuando estuvimos afuera, junto a la puerta de salida, detuvo su firme paso y me miró fijamente. -¿Me tienes miedo Carla? -dijo en una voz muy bajita, casi en un susurro. Sus ojos verdes me penetraban. -Yo... esto... no es eso, es sólo que... mira, apenas te conozco y yo no sé si debo seguir con... -Escúchame Carla -me interrumpió Max, poniendo su pulgar en mi boca- Sólo déjate llevar y disfruta de la noche al igual que

16

están haciendo tus amigas -me decía mientras me acariciaba mis sonrojados labios con su ágil dedo. Se inclinó hacia mi, mientras alzaba mi barbilla hacia arriba y me volvía a besar, derritiendo todas mis barreras y defensas. Haciéndome sentir deseada. -Sólo déjate llevar -me susurraba una y otra vez entre mis labios. Su voz sonaba ronca debido a la excitación que sentía en ese momento y que volvía a resurgir entre sus piernas. Podía sentirlo mientras se rozaba contra mi, en un movimiento urgente, deseando más. No sé cómo llegué hasta allí, pero cuando pude darme cuenta estábamos en un callejón oscuro y retirado de la zona de tránsito. Me tenía aprisionada contra la pared, una de mis piernas levantada y apoyada contra su cadera y mis brazos aferrándose a su cuello. Él me besaba, más bien, devoraba mi boca, mientras una de sus manos acariciaban la parte del muslo que tan generosamente estaba mostrando y la otra se apoyaba en la pared, a la altura de mi cabeza. Ahora sus labios y su piel no parecían tan fríos. Nuestras caderas se contorneaban una contra la otra, en una sensual fricción, haciéndonos estallar en llamas. Su duro sexo se rozaba impaciente contra el mío, podía sentir su magnitud, aún llevando ambos las ropas puestas. Sin duda, esperando ser liberado de la prisión que representaban sus pantalones negros de cuero. Empezaba a sentirme húmeda de la excitación y deduje que él era consciente de ello también -por la manera en la que gemía de placer.

17

Dejó mis labios y empezó a besarme la barbilla y descendió hasta el cuello. A continuación, su lengua seguía el mismo recorrido que su boca. Ambos estábamos jadeantes e impacientes, demasiados excitados para seguir con los juegos preliminares. Siguió descendiendo hasta el escote de mi nuevo y provocativo vestido, ahora su mano abandonó mi pierna para liberar uno de mis pechos, casi llenando por completo su palma. Entre tanto, yo le acariciaba su larga cabellera, entrelazando mis dedos en sus oscuros mechones de pelo. Temblé de placer cuando sus labios atraparon mi erizado pezón, succionándolo, lamiéndolo y endureciéndolo aún mas. -Exquisita, pero quiero probar más de ti...Oh Carla, necesito más...-sus palabras se perdieron mientras volvía a lamer mi yugular-... Necesito saborearte... No paraba de besar y mordisquearme esa delicada zona. Me aparté un poco para ofrecerle de nuevo mis labios y él, en repuesta, hecho la cabeza hacia atrás y rugió con un frustrado siseo por la interrupción. Y en ese momento, lo vi.

De su boca entreabierta asomaban dos picos blancos y puntiagudos. ¿Eran colmillos?. Intenté alejarlo de mi, empujándole fuertemente con mis manos contra su duro pecho. -¡Suéltame! -exclamé con mis ojos desorbitados por el terror que sentía- ¡Déjame ir!.

18

Estaba muy asustada, luché una y otra vez, intentando escapar de sus brazos. Yo no paraba de girar mi cabeza hacia los lados para evitar que pudiera alcanzar mi cuello y ser mordida, mientras le golpeaba con mis puños cerrados. Mientras él rugía con rabia, de una manera bestial -por que sin duda se lo estaba poniendo difícil-, atrapó mis dos brazos con una sola mano. Me los sujetó contra la pared, encima de mi cabeza. Con la misma velocidad y fuerza, me sostuvo la cara hacia un lado con su mano libre, dejando mi yugular desnuda y expuesta para su disfrute. Justo cuando sentía su aliento rozando mi piel y sus colmillos arañándome con determinación, alcé la pierna que tenía retenida entre las suyas y le golpeé con la rodilla fuertemente en sus partes sensibles. Instintivamente me soltó de su agarre, doblándose de dolor sobre sí mismo, echándose mano a la zona dolorida. Aproveché el momento de confusión y salí corriendo, a toda prisa, sin apenas fijarme por donde iba. Sólo me preocupaba mirar por encima de mi hombro para ver si me estaba siguiendo y me daba alcance. No llegué muy lejos. Justo cuando salía del oscuro callejón y cruzaba la carretera, fui atropellada por un vehículo que en ese mismo momento circulaba por allí. No pudo frenar a tiempo, siendo inevitable el impacto. Y de repente, llegó la oscuridad.

19

CAPITULO DOS

Alejé de mi memoria esos duros recuerdos, ahora me tocaba concentrarme en el gran problema que me venía encima. De vuelta a la realidad, observé que mi padre se encendía de nuevo otro cigarrillo para calmarse y tomaba asiento en el blando sofá. Tenía las piernas separadas, echado hacia delante, con sus codos apoyados en las rodillas y su mirada clavada en el suelo de mármol. -Esta bien papá -murmuré- No te afliges más por mi, superaremos esto como sea...saldremos adelante de alguna manera, ya verás -quise animarlo, no aguantaba estar pasándolo mal y viendo cómo ellos también sufrían, eso me mataba. -Carla, en serio, si yo pudiera... si hubiera otra manera...-su voz sonaba conmocionada. -Lo sé papá, sé que harías cualquier cosa por mi y...- agaché la vista y miré ahora a mi madre que no dejaba de sollozar y dije- ...Bueno, por nosotras. Levanté mi temblorosa mano y acaricié el sedoso pelo de mi madre, consolándola y de nuevo me dejé llevar por los recuerdos. Esta vez, memorizaba los acontecimientos sucedidos esa misma mañana, cuando aún me encontraba en el hospital, apenas unas pocas horas atrás...

***

20

En mi oscuridad, oía un zumbido cerca de mi oído y una dulce voz lejana, apenas audible y a la cuál no lograba entender... ¿era mi madre la que hablaba?. -Carla...Carla... despierta... ¿Puedes oírme? -volvía insistir esa adorable voz. Tenía algo en la boca, como un tubo, que me atravesaba la garganta y apenas me dejaba tragar con facilidad. Lo intenté varias veces, pero comencé a sentir arcadas. Noté como me lo quitaban y me devolvían la libertad, entonces pude tragar saliva cómodamente y di un gran suspiro de alivio. Unos segundos después, sentí cómo mis párpados cobraban vida y se abrían lentamente. Tuve que parpadear varias veces, por que me molestaba la deslumbrante luz. -¡Michael!, ¡Michael!, ¡ven ahora mismo! -gritó mi madre muy emocionada, llamando a mi padre- Se está despertando, ¡por fin mi niña vuelve con nosotros!. Oí varios pasos apresurados -de dos personas o másdeteniéndose cerca de mi. -¿Realmente a funcionado Doctor? -preguntó mi padre mientras me cogía la mano izquierda. Por su tono de voz, parecía algo sorprendido. -Efectivamente señor Morgan. Creo que ya se lo había advertido, aunque el método puede parecer indecoroso y desagradable, acaba resultando muy efectivo. Por fin pude centrar mi vista, apenas me molestaba ya la iluminación de la habitación. Observé que me encontraba en la cama de un hospital y por un momento, me quedé desorientada, no sabía cómo había llegado hasta allí. 21

Entonces, me asaltaron a la mente los recuerdos de la noche de la despedida de soltera de mi prima Jane. Y con ello el ataque en el callejón y el accidente. Eso es, me encontraba hospitalizada debido al atropello, pero lo curioso era que me encontraba en cierto modo bien. Instintivamente, moví mis piernas y brazos, comprobando si habían alguna rotura o algún daño, pero todo parecía correcto. Lo único que noté era que me encontraba más delgada, pálida y débil. Seguí inspeccionando el lugar y vi que junto al cabezal de la cama, a mi derecha, se encontraba una máquina con muchos cables y luces, sin duda, el zumbido de antes procedía de ahí. Yo estaba conectada a ella por medio de mi brazo derecho.

A mi izquierda había una mesita de acero con un tubo de goma transparente, un embudo y una pequeña botella de cristal con un líquido rojo intenso y muy oscuro, ¿Qué era esa sustancia?. Lo que sí tenía seguro era que ese tubo era lo que tenía invadiendo mi boca y atravesando mi garganta, hasta llegar a la boca de mi estómago. Si no me equivocaba, eso se utilizaba para alimentar a las personas. ¿Había necesitado yo ese tipo de ayuda?. Tres personas se hallaban conmigo en esa habitación, mis padres y un señor mayor con bata blanca, sin duda, mi médico. Intenté incorporarme, pero apenas tenía suficiente fuerza para ello. -Espera Carla, que yo te ayudó -mi padre pasó sus manos por debajo de mis axilas y tiró hacía arriba, dejándome sentada y apoyada sobre grandes almohadones- ¿Cómo te encuentras cariño?. -Creo que bien –susurré. 22

Mi madre se acercó a mi por el otro lado de la cama y me abrazó suavemente y a continuación, me inundó la cara de besos. -¡Que alegría hija!, no sabes lo felices que estamos de tenerte de vuelta... ¡Ha pasado tanto tiempo! -estaba apunto de saltárseles las lágrimas, pero con una gran entereza, aguantó el impulso y en cambio, me dedicó una leve sonrisa de felicidad. -El accidente...-mi voz sonaba áspera y seca- ...Recuerdo el vehículo acercándose a gran velocidad hacia mi -empezaba a sentir un intenso dolor de cabeza- Yo...no pude evitarlo, sucedió todo tan rápido...no sé cómo estoy viva, ¿Cuánto tiempo llevo aquí?. Ahora mi mirada danzaba de un lado a otro -exigiendo respuestas-, mirando a mi madre a la derecha y a mi padre a mi izquierda. Ellos a su vez, se miraban fijamente y silenciosamente, debatían quién debía responderme. -Esta bien, te diremos todo lo que necesitas saber, pero antes tienes que comer un poco para adelantar tu recuperación. No me había dado cuenta, pero mientras hablábamos, una enfermera de mediana edad, entraba a la habitación con una bandeja llena de comida.

El doctor, aprovechó ese momento para salir de allí, despidiéndose antes de nosotros y prometiendo volver próximamente. -¿Estás con ánimos para comer cielo? -preguntó mi madre, mientras se inclinaba cerca de mi cara y me acariciaba el pelo. Asentí con la cabeza y permití que ella me ayudara a comer. Mi mano temblaba demasiado para sostener correctamente la cuchara y no quería mancharme y quemarme con la sopa.

23

Noté que me agradaba en exceso la sensación de algo consistente en mi boca, creía que la comida del hospital no era agradable, pero esto estaba ¡delicioso!. ¡Parecía que llevaba siglos sin comer!. Cuando hube terminado de comer todo el contenido de la bandeja y la enfermera se marchó, mi padre mi miró fijamente desde la silla en la que estaba descansando y comenzó ha hablar. -El conductor del vehículo que te atropelló, llamó a una ambulancia y ellos te trajeron a este hospital. Llevas aquí en estado comatoso unos cinco meses y medio. -¿Cuánto? -no podía ser cierto, ¿me había perdido casi medio año de vida?- Entonces..., ¿estamos a mediados de septiembre? -mis padres asintieron al mismo tiempo, con un gesto de sus cabezas- Pero... ¿Qué me ocurrió? -Recibiste un golpe muy grabe en la cabeza, aparte del traumatismo cerebral, tenías varias contusiones y magulladuras. También te rompiste la clavícula, pero ya sanó con tus meses de obligado reposo. Has estado en coma hasta ahora... y hoy por fin, después de una sesión de rehabilitación, estarás de vuelta en casa en cuestión de horas. Pude oír como mi padre exhalaba un profundo suspiro, mientras se pasaba una mano por su cuero cabelludo, entrelazando sus mechones de pelo canoso en sus fuertes dedos. Ahora fue el turno para Adriana, que estalló con una lluvia de palabras que salían atropelladas de su boca. -¡Nos diste un susto de muerte!, pensábamos que no saldrías con vida del quirófano... y luego, toda esta espera, ¡por poco me vuelvo loca de la desesperación!, menos mal que Eric... Mi madre fue interrumpida por mi padre, que de un brinco, se puso en pie y la miró seriamente, mandándole mentalmente una orden para que se callara.

24

-¿Eric?, ¿quién es Eric?, ¿el doctor? -estaba confundida, me ocultaban algo y no se les veía con intenciones de contármeloContinua por favor -insistí. -De ese tema hablaremos más tarde querida, cuándo estemos en casa -me dijo mientras tomaba en sus manos el frasquito de cristal con la sustancia roja y consistente, que había en la mesita de acero.- Ahora tienes que tomarte esto, bébetelo todoordenó seriamente. -¿Qué es? -Es para tu recuperación, en cuanto te lo tomes, podremos irnos a la sala de rehabilitación ha hacer algunos ejercicios musculares, para terminar de fortalecerlos -me decía mientras le quitaba el tapón a la botellita y me la entregaba. No estaba de ánimos para discutir y viendo las pocas ganas que tenían los dos para darme todas las respuestas que me atormentaban, decidí obedecerles y de un trago me lo tomé todo. Su sabor me resultaba algo familiar, cómo si lo hubiera tomado ya antes... Era espeso y dulce, la verdad que estaba bueno y me pregunté si aún quedaba más por ahí... y si podría tomar un poquito más... -Yo... ya he tomado esto antes, ¿verdad? -miré a mi madre fijamente a sus azules ojos. -Si, querida, unos instantes antes de que te despertarás, el médico te lo suministró a través de ese tubo -señaló con el dedo hacia la mesita de acero. Y entonces lo sentí, una especie de calor sofocante recorría mi espina dorsal, desde mi nuca hasta los dedos de mis pies. Era una sensación extraña, pero agradable. A continuación, una energía electrizante y poderosa se apropiaba de mi desde muy adentro. Inmediatamente, me sentí fuerte, realmente fuerte y poderosa.

25

Incluso parecía que mi piel, comenzaba a tomar un color dorado y cremoso. Tampoco aparentaba estar ya tan delgada y demacrada. ¿Cómo era posible eso?. -¿Qué me está pasando? -mi confusión se reflejaba, no sólo en mi rostro, sino también en mi voz. -No te preocupes cariño, sólo vuelves a ser tú otra vez y eso es lo que importa. -Cierto padre, pero me siento tan bien, y así, tan de repente... Fui interrumpida por un golpe seco en la puerta. Mi madre atendió a la llamada y regresó acompañada de un grupo de chicas sonrientes. -¡Carla, cuanto nos alegramos de verte! -exclamó Jane, a la vez que se lanzaba corriendo hacia mi y me estrechaba entre sus delgados brazos. Estuvimos un buen rato abrazadas, y pude notar cómo a mi prima se le escapaban unas cuantas lágrimas de alegría. Llevaba puesto unos pantalones piratas, una camiseta roja de tirantes y un pañuelo negro alrededor del cuello... que extraño me pareció eso... oficialmente, aún faltaba una semana para que acabara el verano. En cuanto se retiró de mi lado, fui atacada por una avalancha de besos y abrazos de las mejores amigas que sin duda había tenido en mi vida. No fue hasta un rato después de estar saludándonos e intercambiándonos unas cuántas palabras, cuando me di cuenta de un pequeño detalle. Todas ellas tenían en su muñeca derecha un brazalete blanco, muy parecidos entre sí, pero cada uno de ellos tenían un pequeño símbolo distinto entre ellos. Me pareció curioso, pero di por sentado de que se trataba de una nueva moda. 26

Ahora que caía en ello, recordé que la enfermera también tenía uno... -Siento interrumpiros chicas, pero no disponemos de mucho tiempo, faltan poco para que anochezca y Carla aún tiene que empezar con su sesión de rehabilitación -señaló mi padre mientras se levantaba de la silla y las invitaba a salir de la habitación- Ya la veréis en otra ocasión. Después de que se despidieran de mi, cada una de ellas comenzaron a salir por la puerta con sus caras desilusionadas. Les hubieran gustado estar un ratito más conmigo, y yo también quería estar con la compañía de ellas. Jane fue la última en salir, pero antes de hacerlo me susurró al oído -“Tenemos que hablar”. ¿De qué?, estaba deseando encontrar un momento a solas con Jane y descubrirlo... Y eso fue todo, volvía a estar sola con mis padres. *** Estuve toda la tarde en la sala de rehabilitación, ejerciendo mis músculos, tanto de piernas como de brazos. En todo momento, estuvieron mis padres conmigo, acompañándome y no dejándome sola ni un sólo instante. Me había quitado el atuendo del hospital y llevaba puesto unos pantalones de chándal, una camiseta de manga corta -ahora toda empapada de sudor- y mis viejos deportivos.. Los debía de haber traído mi madre de casa. Faltaba poco más de una hora para que anocheciera , eran cerca de las seis y media, cuando nos encontrábamos de

27

regreso a la habitación. Me di una ducha rápida y muy reconfortante. Desde el baño, podía oír las pisadas de mi madre, yendo de un lugar a otro. Seguramente estaba empaquetando mis cosas, me habían dicho que nos regresábamos a casa en cuanto me encontrara aseada y lista. Estaba fuera de la ducha, secándome con una enorme toalla blanca, cuando mi madre entró trayéndome una muda de ropa y unos cómodos zapatos. Volvió a salir, dejándome intimidad y mientras me ponía mis vaqueros preferidos y una camisa blanca de media manga, oí cómo mi padre hablaba con el doctor. Según pude entender desde la posición en la que me encontraba, le estaba dando mi alta y dándole algunas indicaciones sobre consejos alimenticios y todo ese tipo de cosas médicas. Me demoré un poco más en el baño, intentando darle alguna forma aceptable a mi indomable melena, la cuál había crecido bastante en estos últimos meses -ya me rozaba las caderas-, y se resistía a ser domado. Al final, me rendí y me recogí el pelo en una apretada cola de caballo. Fue en ese momento que advertí que tenia una pequeña cicatriz en la parte baja de mi nuca, apenas había pelo allí, pero gracias a Dios, no estaba a la vista y por tanto no era muy visible. Supuse que era debido a la operación a la que me tuvieron que someter, tras el accidente. -Date prisa Carla, que está apunto de anochecer y aún nos queda un largo camino por delante de vuelta a casa -me apuraba mi madre nerviosamente. ¿Y que más daba si oscurecía de camino a casa?, ¿tenía mis padres las luces del coche fundidas?. No entendía a qué se debía esa obsesión por el anochece. 28

Dejé de darle importancia al tema, de momento esperaría a estar en casa para recibir todas las respuestas que necesitaba.

*** El camino de regreso a casa se hizo largo, un silencio abrumador nos rodeaba, tanto dentro cómo fuera del vehículo. Apenas había movimiento en las calles, los pocos peatones que se atrevieron a circular a esas horas, iban con paso ligero y sus miradas cabizbajas. Estábamos parados en un semáforo, cuando observé, que la pareja de ancianos que cruzaban en ese momento por el paso de peatones, llevaban puesto cada uno, un brazalete blanco. Tenían gran similitud con los mismos que lucían mis amigas, la enfermera y mi prima… ¿No era eso demasiada casualidad?. Algo estaba ocurriendo en la ciudad, y no pintaba nada bueno… Suspiré, segura de que hoy iba a ser un día muy completo e interesante.

29

CAPITULO TRES

Empezaba a esconderse el sol, justo cuando Michael aparcaba su vehículo, un Citroën C5 negro, en la cochera subterránea de la casa de campo. El habitáculo apenas esta iluminado, al fondo se encontraba las escaleras de caracol, que subían a la primera planta, atravesando antes una puerta de seguridad que daba al pasillo, junto a la cocina. Subimos lentamente y en silencio los tres y nos acomodamos en el acogedor salón. Me senté en una de las sillas, la que siempre solía usar, mientras mi madre se quedó de pie. Estaba junto a mi, apoyada con una mano en la gran mesa. En cambio, mi padre, se acercó a la chimenea y se quedó mirando fija y pensativamente las viejas cenizas. -¿Y bien? -quise saber. Ya era hora de obtener las repuestas -¿Qué me habéis dado de beber y quien es Eric?. Lentamente, mi padre se giró y me miró fijamente. Abrió la boca, pero de golpe, la volvió a cerrar. No encontraba las palabras adecuadas o simplemente no sabía por donde comenzar. -Carla, después de tu accidente, al mes aproximadamente, pasaron muchas cosas importantes. Cosas que nos concierne a todos.

30

Hizo una pausa mientras aprovechaba para sacar del bolsillo de sus vaqueros, un paquete de tabaco Ducados y un mechero. Después de encenderse uno y darle un par de caladas, continuó hablando. -Se hizo público una gran noticia, una noticia increíble, impensable para el hombre hasta ese momento... se dieron a conocer una nueva raza en nuestra especie, por decirlo así, aunque en realidad no son humanos... -¿De que me estas hablando papa?, ¿otra raza?, ¿de otra especie? -no lograba asimilar del todo lo que me estaba contando. -Te hablo hija de “vampiros” -volvió a darle otra calada a su cigarrillo, esta vez más profundamente. -“Vampiros” -repetí y me acordé de Max, sin duda no me había imaginado lo de los puntiagudos colmillos- ¿De ahí las prisas por llegar antes del anochecer a casa?. -Así es. -O sea, ¿me estas diciendo que existen los vampiros y que se han dado a conocer?, y entonces ¿a dónde nos lleva esto?, ¿tenemos que ir por ahí con crucifijos, agua bendita y todas esas chorradas? -estaba muy nerviosa para dejar de hablar. Las preguntas se amontonaban en mi boca, queriendo salir a toda prisa. -Tienes que olvidarte del concepto que tienes de ellos, nada de eso les perjudica, lo único cierto de los mitos, es que no pueden salir a la luz del sol y que sólo se alimentan de sangre humana. Di un respingo al oír eso, imaginándome lo desagradable que sería ver a uno de ellos alimentándose... o peor aún, ver que lo hagan contigo. ¡Huagg!. -¿Y tenemos que convivir con ello?, quiero decir, ¿el gobierno va a permitir eso?, si representan un peligro para la humanidad, ¿por qué el ejército no hacen algo y los eliminan?.

31

-Ya se intentó hija, al poco tiempo del día de la “gran revelación”, pero ellos son más fuertes, más rápidos y son casi inmortales. Se curan rápidamente, solamente se les pueden matar cortándoles la cabeza o manteniéndoles varias horas expuestos a la luz directa del sol. -Entonces... ¿A dónde nos lleva esto?. -Después de un mes de guerra sangrienta, donde se perdieron muchas vidas humanas, los vampiros se hicieron con el control del mundo entero. Ahora son ellos los que gobiernan nuestro país. Lo miré con los ojos abiertos como platos, no daba crédito a lo que mis oídos acababan de escuchar. Miré a mi madre para ver si decía algo, cualquier cosa que demostrara que mi padre estaba bromeando. Pero ella simplemente agachó la cabeza, desviando su mirada de mis ojos. -Ok, voy entendiendo, ahora ellos son los amos. ¿En que cambia eso las cosas para nosotros?, por que no creo que ahora todo marche igual que siempre. ¿Se turnan para alimentarse de nosotros? -dije con ironía, pues estaba muy nerviosa en ese momento y no sabía qué decir. En verdad, no estaba muy segura si quería conocer la respuesta... -En cierto modo, no han cambiado mucho las cosas, seguimos pagando nuestros impuestos y todo eso. Pero cada familia deben de tener un patrón o patrona que velen por ellos y... -¿Patrón?, te refieres a uno que sea vampiro ¿no?. -Si, así es. El patrón en cuestión protege a la familia que tenga a su cuidado de que ningún otro vampiro se alimenten o abusen de ellos. Sólo él o ella puede hacerlo.

32

-¿Y cómo sabe un vampiro qué humano está protegido o no?, ¿Cómo puede diferenciarlos? -empezaba a creer que ya sabia la respuesta a eso... -Por medio de unos brazaletes blancos, cada miembro de la familia tiene uno idéntico, con el símbolo que representa a su patrón vampiro. Y cada vampiro, tiene su propio símbolo que lo identifica y lo diferencia de los demás. Lo que me temía, así que no se debía a una cuestión de “moda”. Entonces recorrí con la mirada las muñecas de mis padres y vi que ellos no tenían ninguno. -Vosotros no lleváis brazalete..¿Por qué?. Silencio. Viendo que no me respondían, probé a ver con otra pregunta. -¿Qué les ocurre a los humanos que no tienen patrón? -alce una ceja, esperando. -Deben llevar mucho cuidado, evitar salir en la noche y rezar para que no entren en sus hogares. -¿Por qué, en ese caso...? -Los vampiros serían libres de alimentarse de ellos e incluso de abusarlos sexualmente. Noté que esta parte de la conversación en particular, lo ponía más nervioso. Intenté abarcar de nuevo la pregunta anterior.

-¿Y por que no tenéis vosotros un patrón?. Esta vez fue mi madre la que habló, retirándose de la mesa en la que estaba apoyada y poniéndose al lado de mi padre. 33

-Para que una familia pueda poseer un patrón, debe tener un miembro disponible, quiero decir, uno que esté soltero o soltera. -¿Y eso por qué?. -Por que el patrón o patrona debe emparejarse con uno de ellos. Mira, es complicado de explicar... -Soy toda oídos, por que creo que tengo el derecho de saberlo todo, y más teniendo en cuenta que en esta familia soy la única miembro “disponible”. Estaba ya cansada de esta situación, pero quería terminar lo antes posible con todo este trama y saber en que posición me dejaba a mi en todo este lío. -Esta bien, tienes razón. A ver como te lo digo... hmmm... Pues como te decía, si en una familia ahí una mujer soltera, un vampiro se empareja con ella en una especie de ritual, parecido a una boda y pasa a ser el patrón de ellos. En el caso de ser un hombre el soltero, pues es una vampira la que se uniría a él y pasaría a ser su patrona. Los patrones/as sólo tienen relaciones sexuales con su pareja, pero puede alimentarse del resto de los componentes de la familia. A cambio, ellos los protege de otros vampiros y los mantiene bajo su cuidado. -¿Te refieres a nivel económico y todo eso, cómo un padre? -empezaba a comprender... -Si. -Y ahora viene la parte difícil, ¿qué va a pasar conmigo? -rezaba para que ellos hubieran encontrado alguna manera de salir de esta situación, sin cambiar las cosas de cómo estaban en este preciso momento...yo en casa y todavía libre- ¿Podemos seguir como hasta ahora?, quiero decir, si lleváis mas de tres meses viviendo bajo el mandato vampírico, y habéis salido inadvertidos, ¿Todavía podemos continuar de esta manera no?.

34

-En verdad, de vez en cuando, salen tropas vampíricas patrullando la zona, comprobando que se mantiene el orden y que cada familia posea un patrón. En sus informes, tienen archivados las familias que ya tienen protección y las que todavía no. Cada vez me encontraba más ansiosa, parecía que me costaba respirar, ésta conversación no estaba llegando a buen puerto y tampoco mis padres ayudaban a relajarme, pues ahora ellos se mostraban más nerviosos todavía. Esto no había terminado aún, quedaba más cosas por contar y por lo visto, nada agradable. Mi madre agarró a mi padre por la cintura, y él respondió pasándole un brazo por sus hombros, dejándolo allí apoyado. Se volvieron a mirar fijamente, y después de un momento, mi madre fue la que continuó con la conversación. -¿Recuerdas que en el hospital hablé de un tal Eric?. Asentí con la cabeza, segura de que me temblaría la voz si decía algo. -Pues, él es un vampiro, el sheriff de esta ciudad, para ser más exactos. Seguía sin poder hablar y empezaba a estar incómoda sentada en la silla., pero tenía miedo de levantarme y no ser capaz de mantenerme en pie. -Hace un par de días, tuvimos una “visita” de la patrulla vampírica, estaban comprobando esta zona del pueblo esa noche. El sheriff, iba con ellos en esa ocasión y cuando entraron aquí... bueno... pues él... vio tu foto y se interesó por ti... ¡Tierra trágame!, exclamé para mis adentros. -Estuvo preguntando por ti, por tu edad y todo eso. Quiso verlo y saberlo todo de ti, para conocerte mejor. Nos hizo enseñarle más fotos tuyas, videos... cualquier cosa que tuviéramos de 35

ti...Incluso fue anoche al hospital a verte y... lo siento hija... -vi que contenía el impulso de llorar, después de un profundo suspiro dijo- ...Ofreció su propia sangre, que es curativa, para salvar tu vida... Ya no aguanté más, tenía que saberlo, ¡Saberlo todo!. -¿Sangre?, ¿He oído bien? -de nuevo silencio- Así que... ¿fue eso lo que me disteis en el hospital?, ¿el frasquito con el líquido rojo? -No teníamos otra opción... Cariño, escucha... No podíamos seguir así, sin protección y tú..., tú no te despertabas y el médico tampoco nos daba muchas esperanzas...-otro suspiro profundo-... Tuvimos que hacerlo y decidimos aceptar el trato. -Aceptasteis el trato...ok, preguntaría a qué te refieres mamá, pero ¿sabes qué?, creo que no quiero saberlo... yo... ¡No puedo creer que haya bebido sangre de vampiro! -aparte del dolor de cabeza, comenzaba a tener nauseas. Y pensar que aquello me llegó a gustar... -Carla, en serio, sabes que no teníamos otra opción, y ahora tú... pues... estas prometida con Eric. Ése era el trato. -¡¿Qué?!, ¿Cómo dices?, en serio mamá...dime que estas de broma... Me levanté de la cómoda silla en la que estaba sentada, y de un salto brusco, me puse de pie. Me encontraba muy nerviosa para estar quieta en un lugar. Anduve de un lado a otro por toda la habitación, consciente de que mis padres no me quitaban el ojo de encima. -No, no puede ser verdad, esto es increíble...-no paraba de reír nerviosamente, mientras intentaba hablar claramente-... Debo seguir en coma, eso es. Esto es un sueño...no, no, mejor dicho, ¡una pesadilla!, sí, eso es...y todo esto es producto de mi imaginación...

36

CAPITULO CUATRO

Y de vuelta al presente, pude percatarme del inmenso silencio que reinaba ahora en toda la casa. Mi madre había dejado de llorar. Dejé de acariciarle el pelo y con un gesto, le indiqué a mi madre que se ladeara para que pudiera levantarme. -¿Estas bien Carla? -su pregunta llena de preocupación me caló muy a fondo.

37

-Más o menos, pero no os preocupéis por mi -me dirigía de camino a mi dormitorio cuando añadí- Después de un poco de descanso, me encontraré mejor, así que, si me disculpáis... -Esta bien cielo, que duermas bien -mi madre me decía mientras se sentaba ahora junto a mi padre- Mañana continuamos hablando, ¿Vale?. -Sí, no lo dudéis. Buenas noches a los dos. Y me retiré.

*** Después de pasar una muy mala noche -en la que apenas pude dormir-, me levanté bien temprano esa mañana. Estuve toda la velada dándole vueltas una y otra vez, a la conversación de anoche. Todo parecía tan irreal...me había levantado el día anterior de un coma largo, había ingerido sangre de vampiro sin saberlo, existían estos y el mundo era ahora de ellos. Y para colmo, ¡yo estaba prometida con uno de ellos!. Fui directa a la cocina y cómo no tenía apetito, no desayuné nada. En cambio, puse la T.V. y me dediqué a ver las noticias. Me puse al día con las últimas novedades y pude comprobar que toda la historia que me habían contado mis padres era cierta. Existían los vampiros y ellos eran ahora los “mandamás”. Estuvieron hablando de personas que habían desaparecido la noche anterior y cosas de ese tipo. Estaba tan concentrada, que apenas me di cuenta cuando mi madre entró en la cocina.

38

-Buenos días cielo. -Igualmente mamá. -No tienes buena cara...me imagino que no ha sido la mejor de tus noches... Dejó la frase sin terminar. -Creo que no me equivocaría si te dijera que a ti te ha pasado igual -dije mientras la señalaba con la cabeza. Tenía una pinta igual de horrorosa que la mía, o peor. No dijo nada más al respecto, fue directa al frigorífico y sacó el cartón de leche. Mientras ella se preparaba el desayuno y se lo tomaba, yo empecé a pensar en mi prima Jane...¿Por qué llevaba puesto ese pañuelo?. -Madre, ¿cómo van las cosas en casa de Jane?, ¿se casó con Richard?. Dejó sobre la mesa, la tostada a medio comer y después de tragar ruidosamente, tosió un poco y le dio un largo trago a su café con leche. -Verás, después de tu accidente, ellos decidieron posponer la boda. No estábamos todos con ánimos de celebraciones. Hizo una pequeña pausa, tenía el ceño fruncido, pensando lo que diría a continuación... -Y luego, pasó lo del tema de lo vampiros y entonces, ya fue demasiado tarde... -¿A qué te refieres?, ¿aún no se casaron? -negó con la cabeza¿y eso?, no me digas que en la sanguinaria guerra le pasó algo a Richard...

39

-No, no, no es eso. Un vampiro se apropio de la familia de tu prima. Ahora ella, Robert y sus padres, están bajo la protección de un patrón. Creo que se llama Nick o algo así. -Vaya...eso quiere decir que Jane esta ahora emparejada con él ¿No?. -Sí. -Pobrecita, seguro que está pasándolo muy mal... No pensaba esta mañana, que a estas alturas, pudieran haber más malas noticias, pero por lo que veía, estaba equivocada. -¿Y que ha pasado con Richard?. -Su familia también fue adoptada por una patrona, una vampiresa alta y rubia, no recuerdo cómo se llamaba... y antes de que preguntes, no, no está emparejado con él. Lo hizo con su hermano mayor. Me levante de donde me encontraba sentada y me fui a mi habitación sin decir nada más. Tenía algo pendiente por hacer y no podía posponerlo más. Me quité el pijama y me puse unos sencillos pantalones cortos y una camiseta azul de botones y manga corta. Después de abrocharme mis deportivos favoritos, me fui directa a la puerta de la calle. Estaba apunto de salir, cuando mi madre se asomó por la puerta de la cocina y me preguntó... -¿A dónde vas cielo? -pude ver que alzaba una ceja mientras preguntaba. -Necesito ir a hablar con Jane, tengo que saber que tal lo lleva y apoyarla en lo que pueda. Quizás eso le venga bien -no tenía muy claro si realmente habría algo que pudiera hacer para suavizarle las cosas...

40

-Esta bien, si así lo crees... pero lleva cuidado y no tardes en volver. -Descuida mama, nos vemos. Y salí al soleado día de finales de verano.

*** Anduve -a paso ligero- la corta distancia que separaban nuestras casas y al poco tiempo, me encontraba llamando al timbre. Estaba muy nerviosa, no sabia con lo que me iba a encontrar y empezaba a pensar que tal vez esta visita no fuera una buena idea. Fue Jane la que me abrió la puerta. Al principio su rostro reflejó sorpresa, luego un atisbo de alegría y finalmente cambió a la preocupación. -¿Qué haces a estas horas aquí?, no deberías haber venido... -¿Ocurre algo? -empezaba a preocuparme. Dudó un poco, pensando bien lo que tendría que decir o hacer, finalmente, se apartó de la puerta y me dejó pasar. -Shhh, no hagas ruido. Vayamos directamente a la cocina. La seguí y mientras avanzábamos en silencio, pude ver que la casa estaba casi en penumbras y las cortinas habían sido cambiadas por otras de color negro. Las persianas estaban también bajadas y reinaba un gran silencio.

41

Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal. ¿Estaría el vampiro en casa?. Una vez dentro de la cocina, Jane encendió la luz y cerró la puerta. -Siento haber sido tan brusca antes prima, pero es que no me esperaba tu visita... No al menos tan temprano...-hablaba bajito, así que la imité. -Tranquila, la próxima vez te llamaré antes por teléfono y... -Será mejor que no vuelvas a venir aquí -dijo interrumpiéndome. Debí de poner una cara rara, por que enseguida dijo... -No es que no quiera verte, no me mal interpretes, pero aquí, sin brazalete, estas en peligro. A partir de ahora, deja que sea yo la que vaya a verte, ¿de acuerdo?.

-Está él aquí, ¿verdad?. -Veo que ya te hablaron de Nick...-me miró fijamente y continuó- ...Pues si, está durmiendo en mi habitación. Los vampiros suelen dormir por las mañanas y se levantan después de la hora de comer, a las cuatro de la tarde más o menos. -Mi madre sólo me comentó lo de tu emparejamiento...¿De esto querías hablarme ayer en el hospital?. Asintió con la cabeza Ciertamente, Jane sabía que yo no sabía mucho sobre los vampiros por que continuó informándome mientras se preparaba un café. Me ofreció uno con un gesto y yo negué con la cabeza. -No pueden salir al exterior en días soleados, como hoy. Por eso se quedan en casa hasta el anochecer y...-agachó su cabeza y se quedó mirando fijamente a la taza que sostenía con ambas 42

manos-...Es cuando aprovechan para alimentarse y para otras cosas... Podía imaginarme yo solita a lo que se quería referir con eso, no necesitaba escucharlo para saberlo. -Aunque también suelen hacerlo al amanecer, justo antes de irse a dormir, oo a veces durante la noche. -¡Oh Jane!, ¡cuánto siento todo esto!. Y ¿no hay nada que podamos hacer? -creía conocer ya la repuesta, pero tenía que preguntar. Negó con la cabeza, ahora su cara reflejaba tristeza, igual que la mía. Me giré sobre mi misma, al oír cómo se abría la puerta detrás mía. Tenía el corazón latiendo a cien por hora, creí que el vampiro me había descubierto. Se trataba de mi primo Robert. -Hola prima, ¡Que alegría volver a verte! -exclamó en voz alta él, mientras me besaba y abrazaba con fuerza. Iba a responderle que lo mismo opinaba yo cuando mi prima llamó la atención a su hermano.

-Robert, ¿Es que estás loco o que?. No alces las voz, que vas a despertar a .... -Demasiado tarde querida- dijo una voz que me era totalmente desconocida. Los tres dimos un brinco del susto, pude notar, que tanto mi primo como mi prima, se pusieron de repente blancos. El hombre que abarcaba todo el ancho del hueco de la puerta, era un personaje de mi misma estatura, pero muy ancho de 43

espaldas y fornido -más que mi padre- y tenía el pelo rapado y negro, al igual que sus ojos. Su pálida cara parecía una máscara, sin expresión alguna en ella. Y no me quitaba el ojo de encima... -Nick... siento todo este alboroto, no era nuestra intención despert.... -¿Quién es ella? -le interrumpió. -Me llamo Carla -dije sin darle tiempo a mi prima para contestar. Cuando miró en mi dirección, aparté la mirada y recorrí con la vista lo que me rodeaba. No podía concentrarme en algo en concreto a lo que mirar. De repente, en un abrir y cerrar de ojos, lo tenía encima de mí, sujetándome el cuello con una mano y levantándome un poco. Apenar me rozaban las puntas de mis zapatos en el suelo y me costaba respirar. No podía gesticular palabra, ni tampoco luchar contra su agarre, sabía que sería una perdida de tiempo. Tampoco podía golpearle con la rodilla en sus partes íntimas, como hice antaño con Max, su posición algo alejada me lo impedía. Ahora de sus labios asomaban sus blancos y puntiagudos colmillos. -¡No Nick!, ¡Suéltala por favor! -gritaba mi prima, intentando tirar de él, sujetándole la mano que le quedaba libre. Mi primo se había quedado paralizado, congelado por el miedo. De una sacudida se libró de ella y volvió a concentrarse en mi. Bajó su mirada hasta mi muñeca derecha y entonces, la comisura de sus labios se tornaron en una sonrisa. 44

-No tienes brazalete...Así que estás disponible.... -su sonrisa se ensanchó todavía más-...En ese caso no le importará a nadie que beba de ti. -Esta comprometida -chilló fuertemente Jane, asegurándose de ser escuchada. Él detuvo su descenso hacia mi garganta y se giró para verla mejor, pero sin soltarme aún. No parecía que le hiciera gracia que su “protegida” le interrumpiera de esa manera. -¿Y?, de momento esta libre... Otra vez me miraba sediento de sangre, dispuesto a terminar con lo que había empezado. -Su prometido es Eric... el Sheriff Eric, y no creo que le dé gusto saber que han bebido o dañado a su futura prometida... -dejó la frase sin terminar, sabía que había hablado demasiado. Maldiciendo por lo bajo, me liberó de su prisión y enfurecido, se giró hacía Jane, mientras gruñía de rabia. Me estaba masajeando la zona dolorida de mi garganta, cuando vi con horror, cómo Nick golpeaba a Jane con la mano abierta sobre su rostro. No llegó a caer al suelo, él corrió hacía ella y la sostuvo entre sus brazos. A continuación, le mordió en la yugular. Ahogué un grito de desesperación y pánico. Creí que me iba a desmayar. Me abracé a mi primo, el cual seguía en estado de shock, y cerré los ojos. Las lágrimas acudieron a mi de nuevo, últimamente me había aficionado a ello. Podía escuchar el desagradable sonido de la sangre que pasaba a través de la garganta de aquel horrible monstruo, mientras tragaba.

45

Los minutos me parecieron horas, quería salir de allí en ese mismo momento, pero no podía irme sin saber antes el estado en el que quedaría mi prima. -¿Carla? -dijo Jane.

Abrí lentamente los ojos -ya no lloraba pero tenía húmedas mis mejillas- y la miré detenidamente. Tenía una herida muy fea en su cuello y en la cara, había una roja señal con la forma de la mano de Nick. Él ya se había largado. Su mano derecha sostenía una servilleta de papel doblada, que utilizó para taponarse la herida. Con la otra mano, se sujetaba a la encimera de la cocina. Me imaginé que se sentiría débil después de haber perdido tanta sangre... -Ya ha pasado todo, estoy bien. Será mejor que te vayas a casa... Asentí con la cabeza, pues no podía hablar. ¿Qué podía decir?. Me despedí de los dos y salí corriendo de allí, sabiendo que sería la última vez que mis pies pisaran esa casa.

46

CAPITULO CINCO

No tenía pensado decirles nada a mis padres, pero cuando vieron la cara que traía, hicieron preguntas y les tuve que contar el altercado ocurrido en casa de mis tíos. -¡Maldito chupa sangres!, ese tal Nick... ¡Es una bestia! -gritaba mi padre- Mis dudas han sido confirmadas. Ya sospechábamos desde hace tiempo que ese vampiro maltrataba a la dulce Jane. Y tú hermano...-dijo esta vez mirando seriamente a mi madre- ...¡Se lo permite! -rugió. Me arrepentía de haberlo comentado, esto sólo hacía empeorar más las cosa y ya había bastante tensión antes de ahora. -¡Michael no me hables así!, y además, ¿que quieres que haga él?. Sabes perfectamente que Ben no puede hacer nada y que tiene las manos atadas, igual que nosotros. ¡Que todos!, si viene al caso... -estalló mi madre, también alterada. Salí del salón, dejándolos solos con su mal humor. No sé si notaron mi ausencia, tampoco me importaba. Estaba harta, cansada del asunto vampírico. 47

Necesitaba desconectar y por eso me fui a mi cuarto a leer un rato. Apenas podía concentrarme, pero al menos, ya no tenia que ver y oír a mis padres discutir. Así pasé el resto de la mañana y después de comer algo -poca cosa- me pasé lo que quedaba del día encerrada en casa, ayudando a mi madre con las tareas de limpieza. Así podría tener la mente ocupada en algo. No quería pensar en Vampiros ni en nada que se les pareciera.

***

No me di cuenta lo tarde que era ya, estaba apunto de anochecer. Justo en el momento en que terminé de barrer el porche de la entrada, mi madre se me acercó y me dijo que teníamos que hablar seriamente. Dejé la escoba apoyada en la pared y ambas nos sentamos en las sillas de forja que se encontraban cerca de nosotras. -¿De que se trata ahora mami? -De Eric. Silencio, seguido de un profundo suspiro. Sin duda, esta conversación iba a ser interesante. -Acaba de llamar, va a enviar a unos súbditos suyos para recogernos. Sentí como me daba un vuelco el corazón. 48

No pensé que “ese” día fuera a llegar tan pronto. Que fuera a ser HOY. Cogí bastante aire de golpe y lo solté lentamente. Después de mi gran suspiro, le pregunté tranquilamente, consciente de que no serviría de nada alterarme... -¿A que hora vienen?. -Estarán aquí en menos de una hora -contestó después de mirar su reloj de muñeca. -¿Tan pronto?, pero tengo que prepararme, ¿no?.¿Y qué hay del vestido de novia?, necesitare uno o algo parecido, ¿Verdad? -mi calma se había esfumado, igual que había venido, sin previo aviso. -No te preocupes por eso, allí te prepararan para la ceremonia. Sólo tienes que preparar el equipaje -ahora se puso de pie¡Vamos!, te hecho una mano. -¿Equipaje?, ¿cuánto tiempo voy a estar fuera? -ella no respondió, solo se encogió de hombros- Me quedaré a vivir allí con él, ¿No es eso?. -Sí cariño, pero no estarás mucho tiempo lejos de nosotros, iremos a verte en cuanto podamos. -Yo pensaba que él se mudaría aquí, como Nick hizo al aparearse con Jane.

-Eric es el sheriff, ¿Recuerdas?, las cosas en su situación son distintas... acabarás entendiéndolo todo. Ahora levanta y vamos a apurarnos, que tenemos mucho que hacer.

***

49

Un BMW 530d negro, que tenía las ventanillas tintadas de negro, se aproximó por el camino de entrada de la parcela de mis padres. Yo observaba desde la ventana de mi dormitorio, bueno, ahora desde mi “antiguo” dormitorio y vi como bajaban del coche dos tipos vestidos con trajes negros. Parecían dos matones, con sus gafas de sol, el pelo bien peinado y engominado. Uno de ellos abrió su chaqueta para colocarse mejor la cintura de sus pantalones y pude ver de refilón, que llevaba una funda para pistolas. Sin duda, iban armados. Con resignación, salí a recibirlos a la entrada del recibidor, mis padres estaban ya allí. Sólo llevaban cada uno, un pequeño equipaje de mano y lucían bien. Llevaban puesto sus mejores atuendos, digno de una gran gala, en este caso, de una indeseada boda. Abrieron la puerta y los secuaces de Erik, sin decir nada, entraron y cogieron mis dos pesadas maletas -cómo si no pesaran nada- y la llevaron al maletero del coche. Les seguimos y antes de entrar en el vehículo, le eché una última mirada a la casa, quizás sería la última vez que la viera…

*** Durante todo el trayecto de camino a la “guarida” de mi prometido, sostuve en mis manos las de mi madre. Nos agarrábamos fuertemente, cómo si nos fuera la vida en ello. No sabíamos durante cuanto tiempo íbamos a estar separadas, así que, queríamos aprovechar hasta el último momento. 50

Habían transcurrido sólo media hora, cuando el coche se desvió de la carretera general y entró en un camino asfaltado. Tan sólo habíamos recorrido medio kilómetro, cuando divisamos un muro de varios metros de largo y altísimos, que rodeaba la propiedad. Por la parte de arriba tenían alambres con pinchos para mayor protección. Enseguida nos topamos con una imponente puerta de acero, de dos hojas e igual de alta que el muro amarillo. Nos detuvimos, y el conductor pulsó un mando y desde el telefonillo se oyó una aguda voz -Identifíquese. Ahora el conductor bajó su ventanilla y asomó su cara y la puso delante de la cámara. -Adelante. Volvió a pulsar el mando que aún tenía en su mano derecha y las puertas procedieron a abrirse lentamente. Recorrimos otros quinientos metros, cuando vimos entre los árboles, la forma de una gran mansión blanca. Tenía tres plantas de alto y un enorme porche cubierto de un techo sujeto por dos gruesos pilares. Le dimos la vuelta al edificio y por la parte de atrás había una enorme puerta de cochera. Esta vez, el conductor no tubo que pulsar ningún mando, la puerta se abrió sola al mismo tiempo que nos acercábamos a ella. Me fijé que todo el perímetro estaba minado de cámaras, sin duda nos esperaban.

51

El garaje estaba repleto de todo tipo de vehículos y todos ellos caros. Vivian bien estos vampiros, por lo que pude ver.

Bajamos del coche, continuando con el silencio que nos estuvo acompañando en el viaje. Subimos por unas escaleras anchas y salimos a un rellano amplio, todo el suelo en esa planta era de mármol blanco. Las paredes eran de color crema y el mobiliario de Haya, era lujoso, antiguo y clásico. Uno de ellos encabezó la marcha, procedido de mis padres, luego iba yo y el segundo vampiro, iba en último lugar. Al llegar al final del pasillo, nos encontramos con unas preciosas escaleras -con una barandilla de forja- a la derecha y otro pasillo más estrecho, a la izquierda. Nos obligaron a separarnos, el primero de ellos se llevó a mis padres a la planta de arriba. Les seguí con la mirada mientras subían la empinada escaleras, hasta que los perdí de vista. El otro vampiro -el conductor-, me agarró del brazo y me guió hacía la izquierda, tuvimos que atravesar el nuevo pasillo, apenas iluminado. Mientras avanzábamos por él, me dí cuenta que no había ninguna puerta, sólo una al fondo de este. Nos detuvimos, dio un par de golpes sucesivos, hizo una pausa y siguió con otros tres golpes, estos eran más pausados y entonces la puerta se abrió. No me esperaba ver lo que me encontré tras esta. La habitación estaba llena de velas rojas y negras, dándole un toque muy íntimo al lugar.

52

Era una habitación muy bella, espaciosa y de un mobiliario exquisito. La enorme cama ocupaba gran parte de la estancia y destacaba bastante, debido a que las sábanas eran de seda negra y el mobiliario era blanco. En la pared de mi izquierda, había un gran armario empotrado -que ocupaba toda la anchura de la pared-, la gran cama se encontraba en la pared de mi derecha, una cómoda de cinco cajones, se encontraba en la pared que quedaba delante mía -al lado de una ventana-, y en la otra pared -la que daba al frente de la cama-, había un gran T.V. de plasma y a un lado, una puerta. Ésta se abrió poco después y de ella salió un delicioso olor que inundó el resto del habitáculo. Dos jóvenes mujeres -vestidas con túnicas blancas y descalzas-, salieron de allí y silenciosamente, se me acercaron. Oí tras mi espalda, cómo el vampiro salía de la habitación, sin decir absolutamente nada. Me preguntaba si era mudo. Noté cómo los nervios que tenía retenidos, luchaban por salir a flote. Hasta que no estuvieron junto a mi y pude verles el brazalete, no me había percatado de que se trataban de humanas. -Excelencia -dijeron a la vez, mientras se inclinaban en una reverencia- Síganos por favor. ¿Excelencia?, ¿yo?, esto cada vez se ponía más complicado… Cómo no tenia otra opción, les seguí en silencio y entramos a la otra habitación. Ésta habitación, en realidad se trataba de un “gigante” baño, por decirlo de alguna manera.

53

Era igual de grande que el dormitorio y en ella habían dos chicas más, vestidas también con esas túnicas blancas y sin calzado. Me llevaron hasta el centro del lugar, donde se hallaba una bañera amplia, tipo jacuzzi y empezaron a desnudarme. Ya tenían el agua preparada, con sales minerales aromáticos y muchas burbujas de jabón. Mientras me quitaban la ropa, inspeccioné el lugar. A un lado teníamos un lavamanos doble, con un espejo empotrado. Al otro lado estaba el inodoro y muy cerca, el bidet. A mis espaldas había un mueble azul cielo, con dobles puertas y varios cajones. Supuse que allí era donde guardaban las toallas y las cosas de baño. Y en la pared del fondo, había también una ducha doble. El azulejo era del mismo azul claro en la parte de arriba, y en la parte de debajo de un azul más oscuro. El suelo era allí también de mármol blanco. Estuvimos más de una hora allí, mientras la chicas me ayudaban en mi aseo, me hacían la manicura, pedicura, depilación y al terminar un masaje corporal. Apenas hablaron conmigo, sólo se dedicaban en dejarme mega niquelada. Me pusieron una túnica dorada, muy parecida a las que llevaban ellas, pero la mía estaba bordada en los bordes con hilo de oro. O al menos, eso parecía. No me pusieron zapatos -deduje que esta norma la pusieron para asegurarse que los humanos no intentaran huir, ¿a dónde irían sin calzado?, no muy lejos-, ni tampoco me pusieron ropa interior, y eso, no me gustó nada ya que la tela era muy fina y casi transparente -por lo menos, la parte de arriba.

54

Trabajaron con mi melena durante un buen rato y cuando al fin pude mirarme en el espejo, no podía reconocerme. Tenía el pelo recogido en un moño muy laborioso, con una tiara de oro a su alrededor. Mi maquillaje era muy sencillo, apenas se notaba las sombras de ojos, de un dorado cálido. De mis orejas ahora colgaban dos hermosas perlas blancas, que hacían juego con la gargantilla que en ese momento me estaban poniendo. Oí cómo tocaban la puerta, de la misma forma que hizo antes el vampiro “mudo” y una de las chicas salió en respuesta. Escuché como le decía una voz femenina… -Ya es la hora.

CAPITULO SEIS

55

Con cada paso que dábamos, más nerviosa me ponía. No sabía lo que me esperaba a la vuelta de la esquina. ¿Cómo sería él?, hasta ahora, todos los vampiros que había conocido, eran muy guapos y atractivos -incluso el bruto de Nick-, aunque no muy adorables que digamos.... Le rezaba a Dios en voz baja, deseando que Eric no fuera de un carácter como éste último... No tardamos en llegar a un gran salón repleto de gente, la mayoría eran vampiros. Yo avanzaba lentamente, tenía a cada lado a una de las chicas, las otras dos iban detrás de mi y delante iba la mujer que había ido al dormitorio nupcial a buscarnos. Noté como todos los ojos de los que estaban allí presentes, me observaban atentamente. Ese hecho no ayudó a apaciguar mi nerviosismo, sólo esperaba que no se me transparentara nada y que no fuera ese el motivo de tanto interés. Avanzamos atravesando el centro del salón, por el camino que nos dejaban libre. Pude ver que al final de este, el suelo se elevaba a la altura de dos escalones y allí arriba se encontraban un grupo de personas. Pude distinguir quienes eran mis padres, la otra pareja me era totalmente desconocida. Por su palidez, supe que eran un vampiro y una bella vampiresa. Y entonces, le vi.

56

Era apuesto, muy apuesto, ¡gracias a Dios!. Tenía su pelo rubio largo, a la altura de su barbilla. Era muy liso y brillante como la seda. Su cara era muy masculina, de un atractivo sofocante. Parecía un Dios griego. No pude saber cuánto medía, ya que estaba sentado en una especie de trono. Pero parecía que bastante y también estaba cachas, no muy exagerado, sino en su punto justo. Llevaba un traje negro de vestir y una ajustada camisa blanca de botones, donde se realzaba a la perfección sus músculos bien definidos. Definitivamente lucía muy sexy. Y cuándo me fijé en sus ojos, me di cuenta que eso fue mi perdición. Quedé totalmente cautivada. Eran tan profundos, de un marrón tan claro cómo la dulce miel, que casi me pierdo en ellos. Incluso me atrevería a decir que eran dorados. Desde que nuestras miradas se cruzaron, todo pareció detenerse a nuestro alrededor. No podía dejar de mirarle, su mirada atrapaba a la mía. No me había dado cuenta, pero ya me encontraba justo delante de él, a unos dos metros de distancia. Las mujeres que me habían acompañado en el trayecto, se alejaron y desaparecieron de mi vista. A excepción de la vampiresa que dirigía la marcha -la que iba delante de mi-, que era pelirroja y bajita. Mis padres se situaron a mi izquierda y la otra misteriosa pareja, se pusieron a mi derecha.

57

Podía sentir a la muchedumbre detrás mía, clavándome sus miradas, podía sentirlo en mi nuca. La pelirroja se detuvo entre Eric y yo. Primero miró fijamente a Eric. -Su excelencia, Sheriff de la ciudad de Murcia, Eric Swan. ¿Es esta la humana que deseas poseer? -me dedicó una rápida mirada y se volvió a concentrar en Eric. Él asintió con la cabezaAhora, debes comprobar si es de tu agrado. ¿A qué se refería con eso?. Eric se incorporó de su “trono” y se acercó a mi, con unos andares felinos, suaves, pero firmes. No me equivocaba, medía más o menos cómo mi padre, unos diez centímetros más que yo. Su mirada seguía clavada en mis ojos azules. La pelirroja, sacó una daga dorada y se la entregó a Eric. Esta parte ya no me gustaba tanto. La pareja de vampiros que estaban a mi derecha, dieron un paso al frente y se me acercaron. El hombre me sujetaba firmemente de los hombros y la mujer me agarraba del brazo. Me obligó a mantener el brazo estirado, con la palma mirando hacia arriba. Empecé a temblar, no me caí al suelo por que me estaban sujetando. Eric desvió su mirada un segundo, el tiempo justo para mirar mi brazo y darme un corte superficial en mi muñeca derecha. Gemí de sorpresa, más que de dolor. Lo cierto era que apenas sentí algo de ello.

58

Empecé a sangrar un poco y noté que más de un vampiro contenía la respiración. Volvió a mirarme directamente por un instante, antes de agacharse y beber de mi. Cerré los ojos y esperé. Sentí como su lengua me lamía antes de retirarse. -Es de mi agrado -comentó él con una voz serena, aterciopelada, sensual... no tenia palabras para explicarlo. Cuando abrí los ojos, pude comprobar que Eric volvía a estar sentado, y que la “pelirroja”, se acercaba a mi con un brazalete dorado claro. No era blanco como los demás, sin duda era debido a la diferencia de rango. Por lo menos eso creí.

Me lo puso en la mano derecha, justo donde... ¡Que fuerte!, ya no tenia herida alguna, ¿cómo era eso posible?. Eric notó la mirada que puse de asombro, que en realidad duró pocos segundos y me sonrió. Ahora si, finalmente consiguió ruborizarme. Tuve que desviar la mirada de la suya por la vergüenza que sentía. -Carla Morgan, desde este momento, tú y tu familia, pertenecéis al Sheriff Eric. Estaréis bajo su cargo y protección hasta vuestro último aliento. Ahora les dio a mis padres un brazalete blanco a cada uno y aunque eran de distinto color que el mío, el símbolo era el mismo. La forma de un rombo con una luna en el centro. Y eso fue todo.

59

Mis padres y yo, nos abrazamos entre sí, y luego sentí que tiraban de mi y me separaban de ellos. El público entero se arrodillaron y mantuvieron sus cabezas agachadas -casi rozando el suelo- mientras cruzaba entre ellos y me llevaban de regreso al dormitorio. Me escoltaron de nuevo las mismas chicas de antes. Eric se quedó allí.

*** Esta vez, me dejaron sola en esa enorme habitación. Me quedé allí de pie, sujetándome en el costado del armario y con la mirada perdida. Entonces comencé a reflexionar sobre lo ocurrido. En la soledad, mis pensamientos volaron en una sola dirección, en mi “emparejamiento”. Cuanto más pensaba en cómo me habían utilizado y en lo que esta situación me había convertido -en contra de mi voluntad-, mas poderosa se hacía la rabia que sentía por dentro. Sentía ira, impotencia... Y lo peor de todo, es que no podía hacer nada para cambiarlo. Súbitamente, me quedé mirando fijamente a la enorme cama. Una imagen mental erótica quemaba al instante mi mente. De repente, sentí un escalofrío recorriendo mi espalda. En ese lugar, Eric iba a utilizar mi cuerpo, alimentarse y gozar de él. Quisiera yo o no. Ahora yo era su marioneta y él, el que tenía el control de los hilos que pendían de mi.

60

Sacudí mi cabeza, intentando apartar de mi mente las imágenes que me agolpaban constantemente. Imágenes calientes, de los dos desnudos y tumbados allí mismo, mientras nuestros cuerpos... ¡Carla, ya basta!, me dije a mi misma. Ahora me concentré en la ceremonia, recordando paso a paso cómo transcurrió esta. No sé cuanto tiempo llevaba sumida en mis pensamientos, cuando oí unas pisadas acercándose a la puerta. Enseguida mi corazón se puso a latir descontroladamente. El miedo a lo que me esperaba, se apoderó de mi y por un momento, no supe que hacer. Recorrí con mi mirada toda la estancia, hasta que me concentré en la puerta del cuarto de baño adyacente. No sé porqué, pero salí corriendo hacia ella y me encerré allí. Entonces, abrieron la puerta. Silencio. Contuve mi respiración y esperé. Nada. Fui soltando el aire poco a poco e intenté respirar lo más suave posible -para no hacer ruido- y sin moverme.

Allí me encontraba yo, sentada en el frío mármol blanco del baño y apoyada contra la puerta. Así estuve bastante tiempo, hasta que creí que ya era seguro salir de mi escondite. Me equivocaba. Nada más abrir la puerta, lo vi. 61

Eric estaba sentado, a los pies de la cama -quedando enfrente de mi posición-, con las piernas entreabiertas, echado hacia delante y con los brazos apoyados en sus rodillas. No llevaba puesta la chaqueta del traje y su camisa estaba ahora desabrochada. Incluso, desde mi distancia podía ver su potente pecho musculoso y sin bello. No sabia que los vampiros se depilaban... No dijo nada, sólo se me quedó mirando fijamente. ¿Por qué no fue al baño a buscarme?. Yo titubee, sin saber si debería quedarme quieta o terminar de entrar en la alcoba. Di un pequeño paso hacia delante y luego otro y otro, hasta que me quedé a dos metros de él. Ahora quedamos uno enfrente del otro y entonces, esperé... Estuvimos así un rato, mirándonos fijamente y en silencio. ¿Qué podía decir?, un “por favor, déjame libre a mi y a los míos”, seguro que eso no iba a funcionar. Entonces Eric se puso de pie. Impulsivamente di un pasó hacia atrás, alejándome de él. Mi cara reflejaba terror, estaba asustada, aunque ya sabía cómo acabarían las cosas, no podía evitar sentir temor. -No tengas miedo, no voy ha hacerte daño -su suave voz sonaba sincera- Te lo prometo. Siguió avanzando lentamente en mi dirección.

Ahora lo tenía a escasos centímetros de mi.

62

Levantó una mano y acarició mi mejilla con su fría palma. Sus hipnóticos ojos seguían clavados en los míos. No sé porqué, pero podría jurar que me miraba con ternura. Eso me agradó bastante. -Eres tan bella...-dijo en un débil susurro, mientras alzaba la mano hacia mi recogido deshaciéndomelo y quitándome la tiara de oro y lanzándola sobre la cómoda-, Así estás mucho mejor. Sentí cómo mi melena caía en cascadas sobre mis hombros y espalda. Mi respiración era irregular, la tensión la dificultaba. -¿Qué vas hacer conmigo? -no podía aguantar más, tenía que preguntarlo. -Nada que tu no quieras, aunque...-hizo una pausa- ...Esta noche tienes que dejarme hacer un par de cosas...yo...-otra pausa seguida de un suspiro- ...Debo alimentarme de ti y... Automáticamente, me cubrí el cuello con las manos, mientras negaba con la cabeza. Ahora mis ojos le miraban abiertos como platos, mezcla de sorpresa y horror. -Lo siento, debo hacerlo...-dijo a la vez que se apartaba de mi lado y empezaba a dar vueltas por la habitación- ...¿Sabes?, hay normas, tenemos normas -se corrigió- Y debemos cumplirlas. Ahora yo lo miraba atentamente mientras le escuchaba. -Mira, para que nuestra unión sea válida, tenemos que consagrarla...tengo que alimentarme de ti y..., bueno, y lo otro, ya sabes...-no terminó la frase, sólo detuvo su constante ir y venir para mirarme. -Dijiste que no harías nada en contra de mi voluntad -exclamé.

63

-Cierto, pero tenemos que cumplir con nuestras obligaciones, por lo menos esta noche. -¿Y si me niego?.

-Se anularía nuestra unión y tú y tus padres estarías sin protección, en una casa llena de vampiros sedientos de sangre y de lujuria. Créeme, eso te gustaría menos. Y yo no podría hacer nada para detenerles... ¡Que horror!, no podía imaginarme a mis padres, en el suelo, siendo abusados y desangrados... No tenía escapatoria. Definitivamente no. Mientras yo estaba pensando en las consecuencias de mi negación, Eric había vuelto a sentarse en el mismo sitio de antes. -Deduzco que la parte de alimentarte no es negociable, pero sobre lo otro... ¿Me prometes que sólo será esta noche?. -Si es eso lo que quieres, así será... ahora...¿Vas a renunciar o aceptas lo que hay?. -Acepto. Pude notar que apenas se entendían mis temblorosas palabras. No me había dado cuenta hasta ahora que estaba temblando. -Desnúdate. Gemí por la intensidad de sus palabras, sintiéndome abrumada instantáneamente. Pero le obedecí. Lentamente, comencé a deslizar el fino tirante de la túnica sobre mi hombro izquierdo. Yo mantenía mi mirada en el suelo, notando cómo me ruborizaba al dejar a descubierto uno de mis generosos pechos. Continué con el siguiente tirante...

64

La túnica de seda dorada, resbaló por mi cuerpo, acariciándome en su descenso, hasta caer a mis pies. Ahora sólo llevaba puesto las joyas y mi nuevo brazalete dorado. Aunque no podía verle, sí sentí como contenía por un momento la respiración. También noté como se acomodaba en su asiento, señal de que los pantalones le incomodaba en cierto punto. -Échate sobre la cama. Su voz era firme, ronca, una voz acostumbrada a mandar. Sin levantar la vista, hice lo que me exigía. Mis pasos eran indecisos y torpes. Notaba cómo su mirada contemplaba mi avance. La sensación de las sábanas de seda bajo mi cuerpo, me recordaba a la caricia de una suave brisa. Cerré los ojos, ahora -de este modo-, podía oír y sentir mejor los fuertes latidos de mi corazón. Noté cómo se incorporaba y avanzaba por el otro lado de la cama. Escuche el sonido de una cremallera al bajarse, le procedió unos zapatos golpeando el suelo y por último, la ropa al caer. Silencio. Ahora sentí cómo un cuerpo se acomodaba junto a mi, hundiendo un poco ese lado de la cama. -Mírame.

65

Cuando lo hice, comprobé que estaba acostado de lado, apoyado en un brazo y con su cara a escasos centímetros de la mía. No tuve el valor de mirar más hacia abajo...tenía una gran pista de cómo era lo que había allí. Podía sentir contra mi muslo, un miembro enorme y muy duro. Descendió más hacia mi, lo tenía tan cerca, que podía notar su aliento rozándome. Y me besó. Fue un beso corto, pero intenso. Me sorprendió su suavidad, la ternura que desprendía... y me sorprendí a mi misma queriendo más. Una parte de mi quería que esos carnosos labios me devorasen, que saciaran la sed y la necesidad que habían despertado en mi. La otra parte, la más racional, odiaba la manera en la que era utilizada. Mi cuerpo podía sentir la necesidad de estar con un hombre y así, liberar de una vez mi tensión sexual. Pero la cruda realidad era que, para ambos, sólo se trataba de sexo. Eric sólo deseaba mi cuerpo, mi sangre...no a mi... a mi persona. Cómo si hubiera leído mis anteriores pensamientos, se inclino otra vez y me volvió a besar, atrapando mis labios con su dientes, mordisqueándolos, jugando con ellos. Jadeé, dejando mis labios ligeramente separados, invitándole a entrar en ellos. No desaprovechó el momento y su lengua me invadió, llenándome, explorándome... Mientras nuestras lenguas bailaban una danza sensual, su mano libre, acariciaba mi cuerpo. Comenzó por mis hombros, descendiendo lentamente hacia uno de mis pechos, endureciendo mis puntas en protuberancias de color rosa. Se me puso la piel de gallina con su suave contacto.

66

Jugó con mi erizado pezón, atrapándolo entre sus dedos pulgar e índice. Me lo pellizcaba suavemente, volviéndome loca de placer. Jadeando ahora, cada terminación nerviosa se encendió disparándose dentro de mi, como un saludo de explosiones sensoriales. Mi espalda se arqueaba en respuesta y sorprendentemente, sentí como mi sexo se humedecía para él. Alcé mis brazos hacia su cabeza, acariciando su rubia melena y entre mis hinchados labios, él me susurro... -Puedo oler tu excitación Carla... ¡Oh Dios!, no sé si voy a poder controlarme...-volvió a besarme, esta vez con avaricia, con lujuria. Su mano abandonó mi sensible pezón, para seguir con su exploración táctil de mi cuerpo. Ahora acariciaba mi plano estómago, deteniéndose un segundo para jugar con mi ombligo. Compulsivamente, me puse rígida cuando alcanzó el valle de mi sexo. Entrelazó sus dedos en mis rizos, acariciándolos y hundiéndose entre ellos. Dejó de besarme y se apartó un poco, para poder fijar su mirada en mis ojos. Mis manos liberaron su cabeza y las dejé caer sobre las almohadas, encima de mi cabeza, cruzándolas. Se apartó un poco más de mi, incorporándose levemente y sin apartar sus ojos de los míos. Su hábil mano, dejó de acariciar mi pubis y continuó con su descendiente recorrido. Fue en busca de mis sonrosados pliegues... 67

Gemí y abrí las piernas en respuesta, la sangre me hervía y empezaba a impacientarme. Pude ver el fuego que ardía en el interior de su mirada, ¿O era el reflejo del mío?. Los separó con delicadeza y cerró los ojos a la vez que jadeaba e introducía un largo dedo en mi hendidura húmeda. Yo también los cerré. Toda esta experiencia era aún nueva para mi y empezaba a desear aprenderlo TODO. -Dios.. eres tan suave...-dijo con una voz entrecortada por la excitación- Cómo terciopelo y satén. Empezó a moverlo, retirándolo, introduciéndolo, así una y otra vez. Al principio, su ritmo era lento, pero no tardó en acelerarlo. Haciéndome gemir locamente y retorcerme entre las sábanas. Su pulgar presionaba mi clítoris, aumentando las sensaciones que me producían sus caricias. Clavé las uñas en la funda de la almohada al tiempo que llegaba al clímax. Me encontraba jadeando, con una fina capa de sudor bañando mi complacido cuerpo. Abrí los ojos, consciente de que su dedo seguía en el mismo lugar, pero sin moverse. Él me miraba de nuevo y a cámara lenta, sacó su dedo de mi interior y se lo llevó a la boca. El deseo volvía a prenderse en mi, cuando observé cómo lo lamía con la lengua y saboreaba mi esencia mas íntima. Tenía los colmillos extendidos. Imaginé que era debido a la excitación.

68

Retiró el dedo de entre sus labios y tragó ruidosamente a la vez que bajaba los párpados. Estaba concentrado, deleitándose con mi sabor. -Deliciosa. Sabes tan dulce, tan sabrosa...-se perdieron sus palabras a la vez que se llevaba hacia la nariz el mismo dedo que había estado dentro de mi- Mmmm, y tu olor...La mejor fragancia que alguna vez he conocido. Ahora era yo la que tragaba saliva ruidosamente...¿Podría ponerme más ruborizada aún?. Y en un rápido movimiento, apenas visible, se colocó encima de mi. Notaba como su pene se esforzaba por ser liberado y sepultado profundamente dentro de mi caliente interior. Tenía el peso de su cuerpo descansando en sus antebrazos, para no aplastarme. Volvió a besarme apasionadamente, ahora podía notar dentro de su boca sus largos colmillos -los acaricié con lengua- y pude probar mi propio sabor en sus labios. Empezó a frotarse contra mi y nuestros sexos se rozaron una y otra vez. Si continuaba así, iba a conseguir que me corriera otra vez. Cada vez la fricción era más intensa, más rápida, más urgente... Su espalda era recorrida por mis manos, que ansiaban tocarlo, palparlo, poseerlo... Ya no tenía la sensación de que su piel fuese fría, de algún modo se había vuelto cálida. Separó nuestros labios y abrió la boca, exponiendo sus afilados colmillos. Giré la cabeza hacía un lado -ofreciéndome, ya que no tenía otra opción-, y los hundió en la tierna carne de mi cuello. No detuvo el roce de nuestros cuerpos, mantuvo el ritmo.

69

Grité, pero no de dolor cómo creía que sentiría, sino de placer. Y pude oír cómo a la vez, de él salía un gemido gutural, aún teniendo la boca ocupada, saboreando el elixir de mi vida. La sensación se parecía a una caricia, apenas noté cuando atravesó mi piel. Su hambre se elevaba con cada roce contra mi pelvis.

La avaricia por mi sangre, hizo que sus tirones fuera más fuertes, más profundos. Me concentré en cómo bebía de mi, primero con urgencia, con necesidad y luego fue aminorando el ritmo... Se retiró con un profundo suspiro de satisfacción y se dejó caer boca arriba, mirando al techo. De la comisura de sus labios, asomaba una débil línea roja y su respiración era entrecortada. Sacó la punta de la lengua y se relamió los labios, limpiándosela. Ya no se les veía los colmillos. Me incorporé en la cama, quedando sentada. Estaba algo aturdida. Eric me acariciaba el cabello, jugando con mis mechones de pelo. Él hubiera podido tomarme, de hecho, yo lo esperaba, pero no fue así. No sabía porqué no me había penetrado...¿A qué se debía?. Miré hacia abajo y fue entonces, cuando me di cuenta que estaba manchada, la esencia de Eric empapaba la parte baja de mi estómago. ¿Cuándo había llegado él al orgasmo?, ¿En que momento lo había ...? 70

No había terminado de formular la pregunta en mi cabeza, cuando Eric me interrumpió, cómo si me hubiera leído la mente. -Justo al probar tu sangre. Nosotros los vampiros... -me giré para mirarle mientras me hablaba-... nos excitamos en exceso cuando nos estamos alimentando... y más aún si estamos “ocupados” -me dedicó una tímida sonrisa. Por primera vez lo miré detalladamente, en esta enorme cama, tumbado magníficamente desnudo y con una virilidad como nunca antes había visto -los actores de las películas pornos se quedaban cortos-, que de nuevo estaba empalmada. ¿Es que nunca se saciaban los vampiros o que?. Eric comenzó a reírse, con una risa suave, apenas audible. Se había dado cuenta de cómo lo miraba, en esa zona, tan atentamente. Aparté mi mirada, ruborizándome. -¿Cómo sabias que me preguntaba sobre eso?, ¿podéis leer la mente?. -No, aunque tenemos otras curiosas habilidades...y no me refiero al hecho de que poseemos más fuerza, rapidez, resistencia y demás, que los humanos. Sin olvidar que somos también mejores amantes -me guiñó un ojo- Sino que, desprendemos un aura mágico que os atrae. Nuestra mirada, olor, voz, todo en sí, engatusa al humano. Empezaba a encajar varias piezas... recordé la manera en la que fui atraída por Max... ¿Me había pasado lo mismo con él?. -Y sobre tu primera pregunta -dijo interrumpiendo mis pensamientos-, no me costó mucho deducir lo que te estabas preguntando, era muy evidente por la asombrada mueca que pusiste. Eso me recordaba que tenía que darme un baño -uno caliente y muy relajante- y que tenía otra pregunta pendiente...

71

-¿Por qué no terminaste? -ahora era él el que ponía una mueca de asombro- Quiero decir... No me penetraste... ¿Por qué?. -No era necesario -lo miré, sin entenderle- Y como ya te dije..., no quiero obligarte. Sólo necesitamos aparentar que hemos hecho el amor. Ahora, tu esencia está en mi y la mía en ti, cualquiera puede olerlo y comprobarlo. Con eso sobra. Creerán que lo hicimos. Y no he cerrado la herida de tu cuello, para que quede constancia de que he cumplido la promesa de alimentarme de ti. -Entonces, ¿no puedo darme una ducha? Negó con la cabeza. ¡Adiós al baño!. -Pero toma, usa esto para limpiarte -me entregó su camisa blanca que estaba tirada en el suelo- Ahora vístete, que tenemos que regresar al salón. Después podrás ducharte. Mientras cogía una camisa limpia del armario y yo me limpiaba y me volvía a poner la túnica, caí en la cuenta en una cosa que me había dicho... -Dices que no cerraste la herida... ¿Puedes hacer eso?. -Si, la saliva de vampiro es cicatrizante -dijo señalando a mi muñeca derecha, dónde debería tener una fina cicatriz- Y nuestra sangre es curativa. Eso también lo había comprobado ya. AI igual que acababa de comprobar, que el vampiro Nick, era más bruto de lo que pensaba. De una sacudida aparté de mi mente la imagen del cuello malherido de mi prima.

CAPITULO SIETE

Avanzamos por el pasillo, cogidos de la mano y en silencio. 72

La “pelirroja”, nos estaba esperando y sonrió cuando nos vio entrar en el salón. Seguía estando repleto de gente, pero no veía a mis padres por ningún lado. Tenía una copa de plata en la mano, después de darle un último trago, la dejó de nuevo en la bandeja del camarero. Sangre. Supuse que era eso lo que aquella copa contenía. Se acercó a nosotros, contoneando sus caderas, al ritmo de sus pasos. Sus movimientos eran muy provocativos. Noté el momento en el que captó nuestro olor. En unos breves segundos -casi imperceptible-, sus párpados se cerraron, a la vez que aspiraba profundamente. Y al abrirlos, su mirada se posó en la señal de mi cuello. Me Sonrió. Luego nos miró a los dos y su amplia sonrisa de satisfacción inundó toda su cara. Casi le llegaba de oreja a oreja. -Ahora que la ceremonia a finalizado y con éxito... ¡Que empiece la fiesta! -exclamó. Todo los presentes aplaudieron y algunos incluso aullaron. Comenzó a sonar una música alegre y empezaron a bailar. Eric me soltó de la mano y me sujetó de la cintura, atrayéndome hacía él. Estuvimos bailando gran parte de la noche, aunque de vez en cuando, se nos acercaban algunos vampiros a saludarnos y felicitarnos. Un grupo de vampiros comenzaron a hablar con Eric. La mayoría de ellos iban con trajes muy caros, señal de que se trataba de gente importante. Yo aproveché la ocasión, para estudiar mejor el ambiente.

73

Pude ver que había un grupo de vampiros y humanos en las zonas más sombrías. Estaban medio ocultos, pero vi lo suficiente. Quizás más de la cuenta. Eran tres parejas y “ellos” eran los vampiros. Las mujeres estaban apoyadas contra la pared, con la piernas ligeramente abiertas y ellos estaban inclinados hacía ellas, con sus cabezas enterradas en sus gargantas. Se estaban alimentando allí mismo y por sus movimientos, juraría que estaban haciendo algo más... Llevaban las ropas puestas, pero sin duda, se las estaban apañando de alguna manera. Desvié mi mirada, ya había visto suficiente del comportamiento vampírico. Pero sin querer, me detuve en una pareja de hombres, que no estaban muy lejos del “grupito”. ¿Estaban haciendo lo que creía que hacían?. Así era, se estaban comiendo los morros apasionadamente mientras ambos, acariciaban la cabeza del otro y mantenían sus ojos cerrados. Sin duda, para concentrarse mejor. No sabía que los vampiros también podían ser homosexuales. Uno de ellos abrió los ojos y me miró fijamente, consciente de mi atrevimiento. Rápidamente aparté mi mirada de ellos y seguí inspeccionando el lugar. El resto, parecía que se comportaban correctamente, bailando, conversando y poco más. Justo cuando fijé mi mirado en la entrada del salón, mis ojos se abrieron como platos de la sorpresa, pues le vi. Era Max. 74

Estaba allí, vestido con un jersey negro y pantalones de cuero. Sus brazos estaban cruzados, un grueso hombro inclinándose contra la pared de color crema. Su penetrante y posesiva mirada verde, me observaba con intensidad, y sin más, salió por la puerta y desapareció. Parecía celoso, de una manera demasiado amenazante. Me quedé allí, helada, parada cómo una estatua.

¿Conocía Eric a Max?, él no parecía muy contento con lo que acaba de ver aquí...me pregunto si llevaba mucho tiempo mirándonos... ¿Sabría ahora Max, que yo no estaba ya disponible?. Oficialmente, soy intocable para cualquier otro vampiro... Mi muñeca lucía con un brazalete que lo demostraba... ¿Sería eso suficiente?. Eric volvió a acercarse a mi por detrás, me abrazó por la cintura y se apretó contra mi trasero. Se inclinó más hacia delante y me susurró al oído... -¿Ocurre algo cariño?. Me había llamado “cariño”, me sonaba tan rara esa palabra... ningún hombre se había referido a mi antes de ese modo. Dudé un poco antes de responderle. -No, nada... ¿Por qué lo preguntas?. -Por nada, sólo creía haber notado que te ponías rígida. Cómo ahora... -dijo mientras me mordisqueaba la oreja-... ¿Ves?, sigues tensa Carla... ¡Que bien sonaba mi nombre en sus labios!.

75

No quise hablarle de Max, pues no tenía ganas de que se produjera un ataque de celos o una lucha -en la que sin duda, el premio seria yo. -En serio, todo está bien, es sólo que no estoy acostumbrada a ver este tipo de exhibicionismo en publico -dije mientras hacía una señal con mi cabeza en dirección al “Grupito” semioculto. -¡Ah!, te refieres a eso...-dijo mirando en la misma dirección que yo-... Bueno, tienes muchas cosas que aprender de los Vampiros. La verdad es, que eso no es nada comparado con lo que realmente suelen hacer en las reuniones. Hoy se están comportando relativamente “bien” -me apretó un poco más contra él- Tienes que saber, que los Vampiros somos muy famosos y conocidos por nuestra afición a las orgías. Me tensé más aún al oír esas últimas palabras... Imagines horribles de Eric, yaciendo con varias mujeres a la vez, en todas las posiciones posibles, me atormentaban.

-No es algo que yo apruebe, ni es de mi estilo, pero no puedo hacer nada al respecto... Mi autoridad tiene límites -bajó el tono de su hermosa voz-, Pero he de confesarte que alguna vez he participado en ellas. Contuve la respiración, esa verdad me golpeó muy fuerte... Y lo más gracioso era, que no sabía “el porqué”. Yo apenas lo conocía y definitivamente, no podía estar enamorándome de él, de un “Vampiro”... Además, no debía de sorprenderme, era de esperar que seguramente tendría muchísima más experiencia que yo. No sabía su edad, pero me imaginaba que tendría siglos... ¡Hay Dios mío!, ¿Con cuántas miles de mujeres habrá estado?. Eso no tenía porqué preocuparme, ni importarme...pero, ¿porqué no era así?. -Ahora eso ya se acabó, soy sólo tuyo y esperaré el tiempo que haga falta hasta que estés preparada para mi. Me giró, dándome la vuelta, para dejarme enfrente suyo y me besó con ternura y pasión. 76

Mis manos volaron a su nuevo sitio preferido, que era en la cabeza de Eric, con mis dedos hundidos en su sedosa y dorada melena. Mi estómago rugió de hambre, reclamando alimento. Esa mañana no había desayunado y apenas había probado algo en la hora de la comida... si mal no recordaba, tampoco había cenado. Eric se apartó de mi, sonriendo ampliamente, tenía una dentadura blanquísima y perfecta. -Lo siento, olvidé ordenar que te trajeran algo para cenar al dormitorio, antes de regresar aquí -miró el reloj de paredBueno, tendrás que conformarte con un abundante desayuno, está apunto de amanecer. Me volví y observé como todo el mundo se marchaban para descansar. -¡Hora de recogerse! -me dijo sonriente. Me agarró de la mano y nos fuimos de regreso al dormitorio. Por el camino, escuché varios ruidos raros y similares entre si. Era cómo si se estuvieran bajando las persianas. -Son automáticas, ellas solas se bajan cuando está apunto de comenzar el día y al atardecer se elevan. ¿Seguro que los vampiros no podían leer las mentes?. No tardamos en llegar a nuestro destino. Mientras me daba una ducha rápida, pues estaba exhausta y cansada, escuché cómo Eric hablaba por el móvil y encargaba mi cena, bueno, mi desayuno. Salí con una enorme toalla que me cubría casi por completo el cuerpo y Eric señaló con la cabeza en dirección a la cómoda.

77

Fui hacía ella, dejando la entrada del baño libre, para que Eric pudiera entrar a ducharse. Mientras oía caer el agua, abrí los cajones y empecé a rebuscar. No encontré ningún pijama, lo único que allí había, era ropa interior muy provocativa y picardías transparentes, de sólo dos colores, negra y roja. Al igual que las velas, ya casi consumidas. Suspiré y volví a dejarlo todo en su sitio, excepto unas braguitas negras que me puse. Fui hacía el armario y comprobé, que la parte izquierda estaba compuesta por la ropa de Eric y la otra estaba repleta de túnicas, de color pastel todas ellas y nada más. Esa debía de ser la parte que me correspondía... pero... ¿dónde estaban mis cosas?. Con frustración, decidí ponerme una amplía camiseta negra de Eric. Me llegaba hasta las rodillas. Con eso era suficiente. Llamaron a la puerta, de la misma forma que siempre, sin duda una especie de código. La abrí ligeramente, para poder asomarme y ver quién era. Reconocí a la muchacha que esperaba tras esta, era una de las chicas que me había preparado para la ceremonia. Debía de ser la más joven, pues sólo aparentaba dieciocho años o así. Empujaba un carrito de acero, con una bandeja de porcelana repleta de alimentos. El café olía muy bien, y... ¿Qué era eso?, ¿una tarta de queso?. Mmmm, mi estómago volvió a protestar. Sin decir nada, y con la cabeza agachada, lo dejó parado junto a la cama.

78

Antes de retirarse, me tendió la mano -yo se la tomé- y fugazmente me dedico una tímida mirada, antes de volver a bajar la cabeza y marcharse. Me había dejado una arrugada nota de papel. “Nos vemos mañana a las 13h en el vestíbulo de la entrada. No faltes”. Me quedé mirando fijamente el mensaje, sin saber que pensar sobre ello. Ahora el agua ya no se oía correr. Apurada y nerviosa, me acerqué a la cómoda y escondí la nota en el fondo del segundo cajón. Fue el primer sitio que me vino a la mente, esperaba que fuera seguro. Y para disimular, me senté en la cama y me puse a comer inmediatamente. Eric salió del baño desnudo, y con una pequeña toalla se terminaba de secar el pelo. Su enérgica presencia me distraía, sobre todo cuando me dedicó una sonrisa. Volví a concentrarme en la comida. Y me lo comí todo, seguramente, si hubiera tenido más cantidad, la hubiera ingerido también. Cuando terminé con la última cucharada de la tarta de queso, aparté el carro y lo dejé fuera de la puerta. De regreso, vi que Eric estaba acostado, ya no estaba desnudo del todo, se había puesto unos slip negros. Tenía los ojos cerrados, parecía dormido.

79

Me acosté en el otro lado de la cama y también caí rendida en un profundo sueño.

CAPITULO OCHO

Cuando me desperté, por un momento me sentí desorientada, hasta que me dí cuenta que no me encontraba sola. Reconocí la figura que yacía junto a mi, se trataba de Eric, que estaba sumergido en un profundo trance de sueño vampírico. Me incorporé silenciosamente y fui hacia el baño para asearme. Entonces recordé la nota que me habían dado esa misma madrugada. De vuelta a la habitación, miré el reloj que había sobre mi mesita de noche y comprobé que no se me había hecho tarde, pues aún faltaban veinte minutos para la hora de la cita. Estaba intrigada por todo este misterioso asunto, ¿Qué podía querer de mi?. Sigilosamente, me dirigí hacia el armario y me puse la primera túnica que encontré. Antes de salir del dormitorio, le eché una última mirada hacia la cama, asegurándome que Eric continuaba inmóvil y entonces, cerré la puerta con cuidado y salí de allí.

80

Atravesé el pasillo de puntillas, avanzando cautelosamente y procurando hacer el menor ruido posible. Siempre atenta, con mis sentidos al máximo, para detectar cualquier movimiento o sonido. Al llegar al punto de encuentro, el vestíbulo parecía vacío. No había nadie allí, o eso creía, hasta que percibí una presencia oculta entre las sombras. La silueta avanzó hacia mi y cuando salió hacía la luz, pude comprobar que se trataba de la chica con la que había quedado. -Hola, soy Lisa. ¿Tu nombre es Carla verdad? -Si así es. -Sígueme, te llevaré a la cocina para que puedas tomar un bocado. ¿Me había citado de una manera tan misteriosa sólo para llevarme a comer?. Debió de comprender lo que me estaba preguntando, por que con un disimulado gesto de su cabeza, me señaló hacía un rincón dónde se encontraba casi oculto una mini cámara. Comenzaba a entender que necesitábamos privacidad, así que, la seguí sin preguntarle a qué venía todo este suspense. Fuimos por un pasillo débilmente iluminado y nos detuvimos delante de una puerta con un letrero que ponía “Aseos”. -Si me disculpas un momento, tengo que usar los servicios -y luego gesticulo con los labios, la palabra “acompáñame”. -Yo también necesito entrar, si no te importa… Y ambas entramos. Una vez adentro, me sujetó del brazo y tiró de mí, empujándonos a ambas hasta el fondo del cuarto. 81

-Escucha Carla, necesito saber si quieres continuar así, con este tipo de vida que te han impuesto. Por que ha sido en contra de tu voluntad, ¿verdad?. La miré fijamente, no comprendiendo aún en que dirección iba esta conversación. -Cierto, hasta hace dos días no supe que acabaría así. -Si pudieran ayudarte para cambiarlo...¿aceptarías la ayuda?. -Pero ¿Cómo?. ¿No son los vampiros los que gobiernan el mundo?, ¿Cómo podrías tú ayudarme?. Mis ojos seguían clavados en ella, continuaba sin entender. -No lo haría yo sola, somos un grupo numerosos de humanos, que nos hemos unido para darle una solución a esta esclavitud... -¿Me estas hablando de una Resistencia? -empezaba a comprender... Ahora Lisa, comenzaba ha andar nerviosamente de un lado a otro. Estaba pensativa, calibrando sus palabras antes de continuar hablando. -Mira, sé que estoy comprometiéndome al decirte esto. Pero mi instinto me dice que eres de fiar y que puedo confiar en ti... ¿O me equivoco?. -Puedes confiar en mi, te doy mi palabra -guié mi mano hacía mi pecho, a la altura de mi corazón para reafirmar mi promesa. -No sé porqué, pero te creo. Ahora escucha atentamente, no disponemos de mucho tiempo hasta que comiencen a sospechar por nuestra tardanza. En ese momento, Lisa se encontraba apoyada en el lavamanos, con los brazos cruzados sobre su pecho y mirándome fijamente.

82

-La Resistencia fue creada poco después del “ataque vampírico” y de su posterior ascenso en el poder. Somos un grupo numeroso, divididos en varios equipos por toda la ciudad. Solemos reunirnos una vez a la semana, por las mañanas, mientras realizamos los recados y las compras para nuestros patrones. Y tenemos un plan, uno que nos liberará a todos. Disponemos de una base oculta, en ella tenemos varios laboratorios y estamos esperando unos resultados y entonces, llegará el gran día. Ahora en su cara lucía una alegre y entusiasmada sonrisa. -¿Y de que plan se trata? -empezaba a tener gran interés en el tema, la simple idea de que tanto mi prima Jane, mis padres y yo tuviéramos una remota posibilidad de escape... parecía bastante tentadora. -Todo a su debido tiempo...Ven, salgamos de aquí y vayamos a comer algo. Ahora que ya sabes cómo llegar a estos aseos, mañana quedaremos aquí a la misma hora y te sigo explicando, ¿de acuerdo?. -Si, sin problemas. Estoy desando conocer más detalles sobre esto -le aseguré. Salimos las dos juntas de allí y fuimos a la cocina. No era tan grande cómo me esperaba, pero estaba completamente amueblada y con los mejores electrodomésticos del mercado. Estaba repleta de sirvientes, la mayoría de ellos estaban sentados en una enorme mesa -mientras comían asado de pollo- y otros iban de un lado a otro cargados de utensilios de limpieza. Según me había dicho Lisa por el camino, la función de estos era la de mantener la mansión limpia y sus jardines cuidados. No habían cocineros, ya que los vampiros prescindían de sus servicios. Aquí, cada uno se preparaba su propia comida, a no ser que, ellos les mandasen preparar algo de comer para algún invitado humano. Cómo era en mi caso.

83

Lisa puso un plato de asado para ella y otro para mi. Comimos en silencio. Cuando acabamos con el postre, Lisa me acompañó a ver el resto de la mansión. Estuvimos conversando durante el paseo y me comentó que ella pertenecía a un vampiro llamado Félix. Llevaban emparejados casi tres meses, justo después de cumplir ella la mayoría de edad. Al cabo de un largo rato, sentía mis desnudos pies y mis piernas, bastante doloridas de tanto caminar. La mansión era más grande de lo que me había parecido cuando la vi por fuera, al llegar aquí el día anterior. Pero al fin estábamos de regreso a mis aposentos. Antes de despedirse Lisa, me advirtió que a las cinco tenía que estar en el gran salón comedor. Era la hora en la que los vampiros se alimentaban. Yo creía que no lo hacían en público, que eso lo hacían en privado, en las habitaciones de cada uno... pero por lo visto me equivocaba. Otra vez. -Pasarás un mal trago -me había advertido- Pero una vez pasado la tormenta, ésta no se volverá a repetir hasta veinticuatro horas después. Tenemos que conformarnos sabiendo que por lo menos, sólo se hace una vez al día...-y con esa conclusión, se despidió- Nos vemos en media hora. Y mientras esas palabras rondaban en mi conciencia, entré en el dormitorio. No encontré a Eric allí, tampoco estaba en el cuarto de baño. Aunque estaba húmedo y olía a varias mezclas de olores, champú, colonia y a algún producto más. Sin duda Eric había estado recientemente allí, dándose un baño. Hice yo lo mismo. Tranquilamente, me di una ducha calientita, pues no tenía prisas y aún me quedaba casi media hora disponible. 84

Mientras estuve bajo el chorro de la cálida agua del grifo, me puse a pensar en todo el tema ese de la “Resistencia”. Si lo que decía Lisa era cierto, si en verdad existía un plan para salir de este cautiverio...de obtener todos de nuevo la libertad... sería maravilloso. En ese momento pensé en mi prima Jane, en lo mal que lo estaba pasando ella y su familia... ¿Cuántas personas más estaban en su misma situación?. Salí de la ducha y me puse otra túnica, esta de color azul cielo, haciendo juego con mis ojos.

Eso me recordaba que tenía otra pregunta para Eric... ¿Dónde estaba mi equipaje?. Echaba de menos mis jeans, mis camisetas de tirante...¡incluso mis viejas deportivas!.

*** Llegué cinco minutos antes de la hora, el salón comedor estaba repleto de vampiros, la mayoría eran hombres. Todos ellos estaban sentados en una enorme mesa de madera. Yo era la primera humana en llegar allí. Decenas de ojos hambrientos se posaron sobre mi, mientras avanzaba y me acercaba al final de la mesa. Eric la precedía, con su potente porte y sus ojos clavados en mi. Me observaba con una mirada de alivio, cómo si hubiera estado preocupado por mi. Tenía todavía el pelo húmedo, al igual que yo y llevaba puesto unos sencillos pantalones vaqueros y una ajustada camiseta sin mangas, de color zafiro. 85

En cuanto estuve a dos pasos de su lado, me hizo un gesto para que me sentara encima de su rodilla derecha. Dudé un momento, me parecía un gesto muy íntimo, para un lugar tan abarrotado. Habían por lo menos dos docenas de vampiros presentes allí. No me dio tiempo a pensarlo más, con un firme tirón de mi mano, Eric me sentó sobre él. Se inclinó hacia delante y me dijo en voz baja en el oído... -Luego tú y yo tendremos una larga conversación...-se retiró un poco, lo justo para poder detenerse a oler mi pelo. Mi espalda se puso rígida en repuesta. Si la curiosa compañía no había logrado ponerme muy nerviosa, sí lo hicieron sus palabras. ¿De que quería hablar?, ¿había descubierto lo de mi charla con Lisa?, ¿sabía lo de la “resistencia”?. Él paso una mano por mi tensa espalda, acariciándome suavemente. Gracias a ese gesto amable, pude relajarme un poco. Después de todo, no parecía estar tan enfadado conmigo cómo creía... En ese instante, comenzaron a entrar en fila un grupo de humanos. Buena parte de ellos eran mujeres y todos iban muy ligeros de ropa. Ellas llevaban unas túnicas casi transparentes, lo suficiente para notar que no llevaban ropa interior debajo. Ellos estaban desnudos de cintura para arriba, sólo tenían una especie de tapa rabos. No sé por que, pero me recordaron a Tarzán. Distinguí a Lisa entre las mujeres, me dedicó una breve sonrisa. También reconocí a las otras tres jovencitas, las que me prepararon para mi ceremonia la noche anterior.

86

Cada humano se colocaron junto a sus patrones. -Será mejor que no mires Carla...-me susurró de nuevo al oído. Yo me giré para mirarlo a los ojos, estuve a punto de preguntarle que era lo que iba a pasar cuando... empecé a oír los ruidos de movimientos, seguidos de succión... y algo más... ¿Era eso gemidos?. No pude resistir el impulso de mirar, así que me volví y del impacto, mis ojos se abrieron cómo platos, llenos de horror. No me daba tiempo a asimilar toda la información que absorbían mis ojos... La mayoría de las humanas estaban sentadas a horcajadas sobre las rodillas de sus patrones, alguna mirándoles de frente, y otras dándoles la espalda. Se movían al ritmo de las embestidas que sus amantes vampiros hacían cuando la penetraban. Las sauces de éstos se aferraban sobre sus gargantas mientras saciaban ambas necesidades. Habían un par de parejas, en las cuales ellas -que eran las patronas- estaban recostadas sobre la mesa. Los hombres estaban de pie, poseyéndolas. Con una mano, la sujetaban de la cintura, para aferrarlas más a ellos y la otra mano, descansaban en sus bocas. Ellas se alimentaban de la muñeca de sus compañeros, mientras gozaban del duro sexo. Aparté la mirada de la cruda escena que se desarrollaba allí mismo, sin privacidad alguna. Eric ya me había advertido sobre estas orgías, pero no creí que llegaría alguna vez a presenciarlas. Él en cambio, no había apartado ni un solo momento su vista de mi, analizando mi expresión. No necesitaba saber lo que hacían los de su raza. Estuvimos mirándonos largo rato. La tensión había vuelto a mi, pero esta vez de una forma violenta. 87

Cuando vi que abría la boca para decirme algo, contuve la respiración, temiendo lo que pudiera decir. -Ven, siéntate encima de la mesa y abre las piernas. Aquellas crudas palabras me dañaron como una lluvia de diminutos cristales cayendo sobre mi. -Por favor Eric....-empecé a suplicarle- ...Aquí no... por favor... Me ayudó a levantarme y se puso él también en pie. Creí que lo había convencido, que me llevaría al dormitorio y... Cuando sentí sus fuertes manos aferrándose a mi cintura y colocándome sentada sobre el borde de la mesa... dejé las ilusiones a un lado. -No Eric, por favor... no lo hagas -mi voz sonaba temblorosa, llena de miedo. Él estaba todavía de pie, se inclinó hacía mi y atrapó mis labios con los suyos. En un principio, no quise responderle al beso, pero cuánto más insistía él en meter su lengua en mi boca, más se debilitaban mis defensas. Mis brazos estaban apoyados detrás de mi, sobre la mesa, para evitar caerme hacía atrás. Eric se cernía sobre mi, sus labios poseyendo los míos con una febril necesidad. Cuando nos separamos, nuestras respiraciones eran trabajosas. Sus ojos brillaban con lujuria contenida, sediento de todo aquello con lo que mi cuerpo podía aportarle y sustentarle. Él notó que yo todavía temblaba, me castañeaban los dientes y mantenía mis piernas firmemente cerradas.

88

-Te prometí que no haría nada en contra de tu voluntad -me susurró al oído-, Pero no puedo demostrad debilidad delante de mis subordinados. No deben pensar que me he vuelto un blando...Tenemos que aguardar las apariencias, así que déjate llevar. -Aquí no Eric...en público no... Me volvió a besar para silenciarme, sus manos me sujetaban la cabeza. -Tranquila, no pienso llegar muy lejos... sólo me alimentaré y esta vez cerraré la herida, ¿entendido? -ahora sus ojos me miraban de nuevo atentamente. Asentí. -Carla, relájate...sé lo que me hago...-sus palabras se perdían entre mis labios mientras me saboreaba una vez más. Se incorporó de nuevo, se separó lo justo para agarrar mis rodillas y separarlas, dejando mis piernas abiertas. Por extraño que sonara, confiaba en él, pero eso no impidió que mi corazón latiese descontrolado. Agarro mi pierna derecha y me la dobló, dejándola flexionada y con mi desnudo pie apoyado en el mismo borde de la mesa. Me separó un poco más los muslos, la túnica se escurrió hasta casi dejar mis braguitas al descubierto. Cuando lo sentí arrodillarse e inclinarse hacia delante, colocando su cabeza entre mis piernas, eché la cabeza hacia atrás. Por un momento me fijé en el alto techo, pero luego cerré los ojos... Aún podía oír detrás de mi los sonidos de los vampiros tragando, succionando y los gemidos de placer... Eric, apartó un poco más mi pierna, dejando expuesto mi ingle derecho y... sentí un ligero pinchazo cuando sus colmillos atravesaron mi delicada y sensible piel.

89

Automáticamente me mordí el labio inferior y apreté más fuerte mis párpados. Notaba como succionaba con fuerza, cómo tragaba con ansias, cómo sus labios se aferraban más a mi, para no dejar escapar ni una sola gota de mi sangre. Bebía con avaricia, su lengua era una demanda húmeda y sus manos se aferraban a mis caderas, atrayéndome más a él. Se me escapó un gemido cuando noté que una de sus manos se alejó de su posición actual para acariciarme el interior del muslo izquierdo. Empezaba a sentir un ardiente calor que me abrasaba, que me quemaba por dentro. Ahora con la otra mano libre, Eric acarició mi entrepierna húmeda protegida por mis braguitas y me sacudí, cómo si sus dedos pudieran prenderme fuego. Con un rugido de resignación, se apartó de mi y dejó de beber. Su lengua lamió las dos pequeñas heridas causadas por sus puntiagudos colmillos. Pude percibir que antes de retirarse y levantarse, su lengua rozo un par de veces la tela de mis braguitas. Justo donde antes habían estados sus ágiles dedos... Me ayudó a incorporarme y levantarme. Alisé la falda de la túnica, intentando eliminar las recientes arrugas. Eché un tímido vistazo a mi alrededor y comprobé que ya casi había finalizado el festín. Todos estaban muy ocupados y no percibieron lo que Eric me había hecho, o por lo menos, eso creía. -Ya puedes irte -me dijo mientras volvía a sentarse en la silla y se concentraba en unos papeles que estaban apoyados junto a una silla vacía que estaba a su lado. Ignoraba todo lo que ocurría allí mismo, a un metro de donde se encontraba. 90

Sin duda alguna, era eso la que estaba haciendo antes de que comenzara el “almuerzo”. Pude notar antes de retirarme, que le apretaban los pantalones en la zona más íntima de su ser. Él estaba todavía excitado por nuestra aproximación y aún así, había cumplido su palabra. Sólo había apaciguado una de sus necesidades...

CAPITULO NUEVE

Pasé el resto de la tarde encerrada en mi habitación, intentando comprender porqué Eric se portaba así conmigo. Era muy diferente al resto de vampiros que había conocido de momento. Demasiado. Hasta ahora había cumplido su promesa y ni una sola vez me había maltratado o doblegado a su antojo. Y eso que ellos, por naturaleza eran rudos, insensibles y como la propia palabra en sí ya dice, “inhumanos”. Trataban a los humanos como ganado, sin tenerles consideración. Lo que había visto en la hora del almuerzo, corroboraba todo lo que opinaba sobre ellos. Las persianas empezaron a elevarse lentamente, anunciando la llegada de la noche. No mucho después, Eric hizo acto de presencia en el dormitorio. Su sola presencia hacía que me temblaran las piernas, no

91

lograba entender que era lo que tenía él, que causaba ese efecto en mí. Se acercó y sólo cuando lo tuve enfrente mía, comenzó ha hablar. -¿Dónde has estado esta mañana? -sin darme tiempo a responder, continuó-, No deberías salir de aquí sola, sin compañía. -¿Por qué?, ¿temes que me fugue?, ¿qué huya de esta locura que vosotros, los vampiros, habéis creado? -no podía detenerme, una vez que había empezado a desahogarme, no había nada que pudiera echarme el freno- No os importamos para nada y abusáis de nosotros -mi voz subía cada vez más de tono- ¡Sois cómo unos animales salvajes! -grité. No era consciente de que mis piernas recorrían nerviosamente un trecho del suelo. Iba de un lado a otro sin control, fuera de mi. Llevaba mucho tiempo guardándome todo el estrés y la tensión dentro de mi. Y al final, había explotado. Unas fuertes manos me detuvieron, sujetándome de los hombros y girándome para quedar de nuevo enfrente de él. -¡Carla!, ¡detente! -me ordenó a la vez que soltaba uno de sus agarres y me sostenía la barbilla, alzándomela para que mi mirada quedará a su altura- Escúchame, no puedo negar tus palabras. Sé que tienes razón, yo mismo me avergüenzo de mi raza. Pero no puedo hacer nada para cambiarlo. Y por eso mismo pretendía advertirte, avisarte del peligro que puedes correr si andas sola por estas tierras. -Pero, llevo un brazalete…-comencé a balbucear. -Cierto, y en teoría, eso debería ser más que suficiente. Pero no puedes confiarte, entre nosotros existen un grupo de vampiros, a los que llamamos “Renegados”, que no se conforman con lo que ahora tienen, con lo que han conseguido en estos últimos meses. Son muchos los que componen este grupo y que 92

quieren tener total dominio y crear un caos total. Lo que vosotros llamáis, “libre albedrío”. -¿Pero eso no ocurrirá verdad?, dime Eric por favor que no permitiréis que ellos tomen el control… -Luchamos para evitarlo, intentamos que haya orden. Que se cumplan las normas… pero ¿Sabes lo que significaría si ese grupo se alzara y consiguiera salirse con la suya?. Tomarían en cualquier momento y lugar, a cualquier humano, para hacer lo que les vengan en gana. Independientemente de que estén casados, emparejados con alguno de nosotros o no -suspiróMira, todo esto que te parece tan horrible, no sería nada comparado con lo que podría llegar a pasar si ellos… -¿Y los que te apoyan, no hacen nada para castigar o controlar a ese desagradable grupo de renegados?. Definitivamente, cada vez todo este asunto se complicaba cada día más… -Discretamente, se está desarrollando una guerra vampírica. Y por eso temo por ti, pueden haber espías en esta zona y harían cualquier cosa para hacerme cambiar de opinión y apoyarles. -¿Y que tiene que ver eso conmigo? -inquirí. -Todo. Me agarró de la cintura y me atrajo hacia él. Y después de un largo e intenso beso, continuó con su explicación.

-Ellos saben que tú eres muy especial para mi, que no te considero una “simple humana” y si te raptan, seguro como el infierno que yo acabaría haciendo cualquier cosa por ti. ¿Era eso una declaración de amor?, ¿me estaba diciendo la verdad?, ¿y quién me asegura a mi que no se estaba inventado toda esta historia, para que yo acepte tener un guardaespaldas 93

y así no poder huir de aquí?. Pero aunque esto último fuera cierto, ¿Por qué tanto interés en mi?. ¡Si apenas me conocía!. -Carla, prométeme que no saldrás sin compañía de esta habitación.-asentí- Tenemos que buscarte un compañero que cuide de ti mientras yo no pueda. -Lisa -dije firmemente- Es la única con la que he intimado, me gustaría que fuera ella la que me acompañara… Él se quedó mirándome dubitativamente, no muy seguro de que mi opción fuera la correcta. Yo aproveché el poder que tenía sobre él para salirme con la mía. Le pasé mis brazos por su cintura, abrazándole, mientras seguía mirándole fijamente. Eric no pudo resistirse, la necesidad que sentía hacia a mi para complacerme, le superaba… -Había considerado que la compañía fuese masculina, para mayor seguridad. Pero pensándolo mejor, no parece tan mala idea… si es eso lo que quieres… de acuerdo. Le dediqué una sonrisa victoriosa y sentí la necesidad de besarlo. Me dejé llevar e impulsivamente lo hice. Después de estar un rato así, los dos abrazados, Eric me liberó de su agarre y cogió su teléfono móvil. Hizo una llamada a el patrón de Lisa, informándole del cambio de obligaciones de ésta. A partir de ahora, sería mi dama de compañía. También encargó algo para que yo cenara. -Ya ha anochecido y tengo que salir. Me esperan para una importante reunión…-me miró de nuevo fijamente con sus intensos y adorables ojos dorados- Recuerda lo que te he dicho, ¿vale?. -Sí Eric, no te preocupes. Estoy demasiado cansada para salir esta noche, así que, probablemente no tarde en irme a la cama.

94

Se despidió con otro ardiente beso devorador y salí por la puerta.

Pasé el resto de la velada, cenando sola -cómo siempre sería a partir de ahora-, viendo un poco la T.V. y acostándome temprano. Eric regresó cuando ya estaba apunto de amanecer.

*** Los días pasaron sin novedades. Eric era lo más amable posible conmigo en las horas del “almuerzo vampírico”. Yo por mi parte, evitaba prestar atención a todo lo que me rodeaba mientras se desarrollaba esto. Lisa estuvo conmigo cada vez que salía sin Eric del dormitorio. Apenas tuvimos tiempo de hablar de la “Resistencia”. Me comentó que al día siguiente se iba a realizar la reunión en la base central. Lisa quería que la acompañara, para que pudiera ver en qué estaban trabajando. También hablé un par de veces con mis padres durante la semana y esa noche, Eric y yo íbamos a ir a verles. No pude contactar con mi prima Jane y eso me tenía preocupada. Seguro como la mierda, que Nick le había prohibido hablarse conmigo… ese vampiro chupa sangres… tenía que hacer algo para acabar con esto…¿pero el que?. Mañana viernes volvería a intentarlo, pues mi primo Robert cumplía años -los dieciocho- y quería felicitarle. Hoy Jueves, Eric no pudo asistir a la hora del “almuerzo”. Esa misma madrugada, una hora antes del amanecer, habíamos recibido una importante visita. Cómo ya era la hora de descansar, aún no habían tenido ocasión de hablar. Así que, pasaron toda la tarde encerrados en el despacho de Eric y no salieron hasta que anocheció. 95

A esa misma hora, nos pusimos en marcha en dirección a Los periquitos, a la casa de mis padres. Pude ver que metían en el maletero una de mis maletas y otra diferente y más pequeña. Nos acompañaban dos vampiros más, deduje que eran guardaespaldas. Lógicamente, iban armados.

*** Durante el trayecto en coche, aproveché la ocasión para preguntarle a Eric sobre varias cosas de las que tenía curiosidad. -Tengo unas cuantas dudas...-miré a Eric, que estaba sentado junto a mi- ¿Porqué no se encontraba en nuestro armario, mis ropas?. Sólo tengo túnicas y más túnicas -dije señalando a la que llevaba puesta en ese momento- ¿Para que me llevé el equipaje entonces?. Él me sonrió antes de contestar. -Dentro de la mansión no se permite otro tipo de vestimenta que no sea la que llevas puesta... lo del equipaje es para cuando pases alguna instancia fuera de allí. Ok, duda resuelta, continué con el interrogatorio. -Entendido, sólo túnicas y nada de calzado dentro de la mansión...-hice una pausa mientras pensaba como realizar la otra pregunta- Tengo todavía un par de preguntas... ¿Cómo hacías antes para alimentarte sin ser descubierto?. -Sin duda alguna esa es una buena pregunta...-me volvió a sonreír-... Pues la mayoría de las veces compraba la sangre en 96

los bancos de donación de sangre y otras veces, la adquiría de humanas, a las que seducía. Ya te comenté sobre nuestro “don” y sin que ellas se enteraran, me alimentaba de ellas y cómo no les dejaba señal, nunca sospecharon. Siempre llevé mucho cuidado de que no me vieran los colmillos... -me guiñó un ojo. -¿Mantenías sexo con ellas también? -dije sin pensármeloPerdona, no es de mi incumbencia, no tienes porqué responderme a eso...-aparté mi mirada de la suya. -No te preocupes, no me importa contestarte...-oí cómo suspiraba justo antes de continuar- He de confesarte que la mayoría de veces sí, lo hice. Ya te dije que los de mi especie nos excitamos con el acto de la alimentación... pero eso ya se ha acabado...-me obligó a mirarle de nuevo- Ahora te tengo a ti. -Pero conmigo no tienes sexo -repliqué yo. -Cierto, lo tendré cuándo lo desees.

Sus palabras lograron sonrojarme. Era evidente que él deseaba unirse a mí completamente y qué eso dependía de mi. Disponía de un poco de poder dentro de mi cautiverio... En cierto modo, era afortunada. -Bueno...yo...- se me trababa la lengua-... Tengo otra pregunta personal... ¿qué edad tienes? Su mirada demostraba diversión, sin duda le hacían gracia mis preguntas. -¿Te refieres a la edad que aparento, o a la que tengo realmente?. -Ambas. -De acuerdo, veamos, aparento unos treinta años y realmente tengo trescientos.

97

-¡Guau! -exclamé con la boca abierta del asombro- Y así que... ¿Tenías esa edad cuando fuiste convertido?. -¿Convertido? -ahora se hecho a reír- Ves demasiadas películas cariño -negó con la cabeza a la vez que continuaba- Nosotros no hemos sido nunca humanos, nacimos así, con ésta genética en nuestro ADN. Nuestra raza envejece un año por cada diez años de vida humana. Yo acabo de cumplir edad, dentro de diez años, aparentaré treinta y uno. -¡Vaya!, entonces... ¿Existen los niños vampiros? -estaba recibiendo más información de lo que esperaba. -Si, así es. Entre vampiros no podemos tener hijos, pero con humanos si es posible -su mirada seguía perdida en la piscina de mis ojos-. El embarazo de una mujer, sea humana o vampiresa, dura nueves meses también. Pero el crecimiento del bebé es diferente, como ya te dije, hasta los diez años no aparentará la edad de uno. -Eso suena tan...raro...realmente difícil de asimilar -en ese momento, se me ocurrió otra pregunta-, Y... ¿De qué se alimentan los bebes vampiros?. -De sangre lógicamente, se lo aporta su pariente humano. En el caso de que la madre sea la humana, ésta se encargará de alimentar a su hijo y a su pareja -me miraba con ojos divertidos¿Quieres un hijo conmigo Carla?. Desvié la mirada, no quise contestarle porque sabía que me hablaba en broma... Pero no sabía porqué, una parte de mi me decía que realmente él deseaba eso. ¿Y yo?, no sabía cierto lo que quería, cada vez estaba más cómoda con él. -¿Alguna pregunta más?, ya sabes que no me incomodan. No te guardes nada Carla, pregúntame lo que quieras... -Entonces... ¿Durante cuánto tiempo vivís? -Una media de mil años aproximadamente. Y nuestra pareja humana también puede alargar su vida el mismo tiempo o más. Sólo existe un modo -ahora lo miré más atentamente. 98

-Él o ella, deben de alimentarse de sus compañeros vampiros. Mientras se alimenten de ellos, envejecerán un ritmo más lento. -¿Te refieres...? -no pude terminar la frase. -Si, tomando nuestra sangre. Es curativa y regenera las células del envejecimiento, disminuyendo el progreso de degeneración. Sólo es necesario tomarlo una vez al mes o así, con eso es suficiente. -¡Caramba!, ¡Quién lo diría. Y... ¿Porqué no he visto ningún niño en la mansión? -seguí insistiendo para saber más y más... -Ahora que nos hemos dado a conocer, ellos están en un complejo oculto, cerca de la mansión, junto a sus parientes humanos. Allí la seguridad es aún mayor que aquí, si cabe -sonrió- Y sólo se permite el acceso de los padres o madres vampiros. Hasta que no cumplan los quince años, o sea, los ciento cincuenta años, no se les permiten salir. -¡Que horror!, pobre madres y padres humanos, encerrados allí tanto tiempo. -En el complejo tienen de todo, sala de juegos, bibliotecas, sala de entrenamiento, colegio, parque, cine, gimnasio, piscina... ¿sigo?. -Visto así, no suena tan mal, ¿pero por que hacerlo de este modo?. -Por su seguridad y por la de los demás. Me explico, los niños vampiros son muy inestables y hay que educarlos y controlarles. Aparte, son más vulnerables y peligran si caen en manos humanas. -Entiendo...bueno, creo que eso era todo...gracias Eric. -No hay por que darlas, ha sido un placer -cogió mi mano derecha y me besó en el dorso de esta -, Cuando se te ocurra otra pregunta, no dudes en hacérmela.

99

Asentí con la cabeza y miré por la ventanilla, descubrí que habíamos llegado.

CAPITULO DIEZ

Hogar, dulce hogar. No pude contener un suspiro de satisfacción. Mis padres nos esperaban en el porche, estaban sentados en las sillas de forja y se levantaron justo cuando el coche entraba en la parcela. Le pedí al conductor que se detuviera allí mismo, para poder bajarme e ir junto a ellos. No podía esperar más. Eric también bajó conmigo. El Mercedes S 350 gris metalizado, emprendió de nuevo la marcha en dirección al garaje de mis padres. Yo corrí hacía mis padres, que me esperaban con los brazos abiertos, listos para un gran abrazo. Que sin duda, no tardó en llegar. Mi madre me inundaba la cara de besos mientras me abrazaba. Mi padre a su vez, nos abrazaba a las dos. -Michael, Adriana...-Eric saludó con un gesto de su cabeza a la vez que los nombraba a cada uno- ...Buenas noches. Me soltaron y ambos se inclinaron hacia él. -Igualmente, su excelencia -dijeron al mismo tiempo. -Llamarme simplemente Eric. Recordad que ahora sois mi familia -afirmó a la vez que se posicionaba junto a mi y me ponía el brazo por encima de mis hombros.

100

-De acuerdo, así será. Esta vez fue mi padre el que habló, acompañando sus palabras con un gesto afirmativo de su cabeza. Después de los saludos previos, nos introducimos dentro de la vivienda. Cómo siempre, olía a esencia de limón. Adoraba este olor, me recordaba tantas cosas de mi anterior vida...

Mi madre, que lucía estupenda con una falda vaquera y un jersey blanco abotonado, me ofreció algo de beber. Fue hacia la cocina, y al abrir la puerta de esta, un aroma a guiso inundó mi nariz. Había preparado para cenar mi plato preferido. No tardaron en hacer acto de presencia los dos “gorilas” de mi marido, iban cargados con nuestras maletas. Justo en ese momento, mi madre aparecía de nuevo con una lata de refresco en la mano, no había notado la presencia de los dos vampiros y casi se choca con ellos. Del susto, dio un brinco hacía atrás y la lata se resbaló de sus manos. Estuvo apunto de estrellarse contra el suelo, pero en un abrir y cerrar de ojos, Eric estaba ahora al lado de ella y de su mano colgaba una lata intacta. -Creo que esto es tuyo querida... y disculpa a mis hombres -les dedicó una mirada, antes de volver a concentrarse en mi madre- Están entrenados para pasar desapercibidos. -Soy yo la que tengo que disculparme... yo...debí estar más atenta... -Mejor olvidemos el tema -dije mientras le tomaba la lata de refresco de la mano de mi madre- Gracias mama. Volví a sentarme en el sofá, junto a mi padre y empecé a beber de mi refresco.

101

-Si me disculpáis, voy a preparar la mesa -y sin más, volvió dentro de la cocina. Eric acompañó a sus hombres hacía nuestra habitación, que antes era sólo mía, para que dejaran allí el equipaje. Ahora estábamos mi padre y yo asolas. Él estaba fumando como siempre solía hacerlo cada vez que estaba nervioso. -Carla, cielo... -¿Sí papá?. -Tu madre y yo... bueno... queríamos preguntarte que tal estás -apagó su cigarrillo y me miró fijamente- ¿Él te trata bien? -concluyó. Yo sabía a que se refería, querían saber si él era como Nick. -Bueno, sabes que si las cosas fueran como antes, todo sería perfecto...-tragué ruidosamente saliva antes de continuar- Eric es “amable” conmigo. Él nunca se ha aprovechado de mi -desvié la mirada avergonzada- Sólo se alimenta de mi vena. ¿No era ese el precio que tenía que pagar para obtener su protección?. -Definitivamente es un gesto muy valioso de su parte. Mira tu prima Jane...-su voz se apagaba debido al dolor- Pero no hablemos de eso ahora, estás de visita aquí, con nosotros, y eso es lo que importa. Nos dimos otro fuerte abrazo. Podíamos dejar de momento a un lado el tema de Jane, pero mañana obtendría noticias de ella. ¡Aunque tuviera que presentarme de nuevo en su casa!. Eric no tardó en estar de vuelta, vino sin compañía y al verme, me dedicó una amplia sonrisa. Los dejé solos, hablando de temas económicos sobre el mantenimiento de la casa y cosas así. 102

Fui a la cocina a ayudar a mi madre, que ya casi había terminado de poner la cubertería y la vajilla sobre la mesa. En cuanto hubimos terminado y mi madre empezaba a servir en los platos, volví de regreso al salón para avisar a mi padre. En ese momento vi cómo Eric le ofrecía a mi padre un fajo abultado de billetes. -¡Vamos Michael!, acéptalo...-le estaba diciendo- Sabes que es mi deber y deseo ayudaros en todo lo que pueda. -No es necesario Eric, nos la arreglaremos cómo podamos. Pero gracias igualmente -habló mi padre a la vez que rechazaba el dinero. -Michael... la tienda está en quiebra desde hace varias semanas, apenas tenéis para pagar las facturas... acepta lo que te ofrezco por favor... ¿Qué?, no podía creerlo. ¡La tienda de mis padres estaba en ruina!. Y lo peor de todo, es que mis padres no me lo habían dicho cuando desperté del coma... -¿Es eso cierto papá?. Él se sorprendió al verme, no se había percatado de mi presencia.

-Hija, no quise decirte nada antes. Tenías ya mucho en lo que preocuparte para hacerte todavía las cosas más difíciles... -¿Y cuando pensabas contármelo?, ¿cuándo ya fuera demasiado tarde y hubierais tenido que vender el local? -estaba furiosa, enfadada de ver que las cosas malas en mi vida no habían terminado aún. -Carla...-empezó a decirme Eric.

103

Respiré profundamente, para apaciguar mis nervios. Cuando ya me encontraba más calmada, lo miré y le dije... -Bien, vayamos ahora mismo a la cocina a cenar, que mamá nos está esperando. Terminaremos de hablar allí. -giré sobre mis talones y regresé por donde había venido. Oí decirle Eric a mi padre que él esperaría afuera, en el porche. Dando instrucciones a sus chicos, que estaban allí de guardia. Una vez que estuvimos los tres sentados en la mesa, abrí la conversación mientras probaba el guiso exquisito de mi madre. -¿Cómo de mal va el negocio familiar?. Mi madre miró sorprendida a mi padre, no esperaba que la noticia llegara al fin a mis oídos. -Unos días antes de que despertarás, tuvimos que cerrarla. Pero aún nos queda pendientes algunos pagos -reconoció. -Si se pagan estas facturas...¿Podrías volver a abrir?. -El negocio en sí no iba mal, el problema era que lo habíamos tenido que dejar aún lado. Lo descuidamos debido a tu enfermedad...-comenzó a confesar mi madre-... Me pasaba gran parte del día contigo, en el hospital y por eso las ventas descendieron. -Normal, ¡si apenas la manteníais abierta! -exclamé con ironíaAsí que la consecuencia de todo este desastre es en parte mía ¿no?. Ambos negaron con la cabeza, asombrados de tal deducción. -Shhh!, no me respondáis -ordené- La cuestión es que en mi manos está el poder de ayudaros y eso haré. Eric es mi marido y lo que es suyo es mío. Aceptaréis nuestro dinero y punto. No quise continuar con la conversación e hice caso omiso de sus quejas y continué cenando.

104

Me levanté una vez que había terminado con mi plato y salí en busca de mi esposo. Le comenté lo que acaba de hablar con mis padres y me dio el dinero. Antes de entrar a entregárselo a mis padres, le di las gracias. Él simplemente negó con la cabeza mientras sonreía, aceptando mi forma de ser. -Aquí tenéis -extendí la mano y lo deposité en la de mi madreHay suficiente dinero para pagar las deudas. Sabéis que, desde mi unión con Eric, no tenéis la necesidad de trabajar más. Pero soy consciente de que queréis vuestra libertad económica. Así que, con lo que os sobra, podréis reabrir la tienda si es eso lo que deseáis... Después de eso, todo volvió a la normalidad. Estuvimos los cuatro viendo la T.V. y conversando con temas triviales.

*** Eran más de las dos cuando decidimos recogernos y acostarnos. Me despedí de mis padres con un beso de buenas noches y un pequeño abrazo. Eric me acompañó y entró conmigo en mi cuarto. -Pensé que no te ibas a recoger todavía...-dije sorprendida al ver que cerraba la puerta tras de sí-... ¿No es demasiado temprano para ti?. Él seguía aproximándose a mi, con pasos lentos, pero decididos. Lo tenía muy cerca de mi... demasiado. Me agarró de la cintura y me levantó hacia arriba. Crucé mis piernas alrededor de su cintura, para sujetarme mejor. Mis brazos se aferraban a su cuello.

105

Se acercó a la cama conmigo a cuestas mientras su boca me devoraba. Se inclinó y me dejó apoyada sobre la cama, mi espalda descansando en la blanca y fina colcha. Seguía sin soltarme de su agarre. Su cuerpo se apretaba contra el mío y sus labios continuaron besándome. Podía sentir su duro sexo reclamando liberación. -Carla...lo siento...te necesito...- gimió en mi boca- ...Estoy hambriento y no quiero utilizar a nadie más que a ti para saciar mi sed...-su voz se entrecortaba con la excitación. Sus colmillos se alargaron y arañaron suavemente mis hinchados labios. Su mirada estaba encendía con un ligero tono rojizo en sus ojos color miel. La lujuria por la sangre y de algo “más” lo poseían. Recordé que hoy se había saltado la hora del “almuerzo” debido a la visita tan importante que había tenido. Aparté mi boca de la suya y giré mi cuello, ofreciéndoselo. Cerré los ojos y esperé. Sentí su aliento rozándome esa suave parte de mi cuerpo, sus labios me besaron allí y luego su lengua lamió el mismo recorrido. Me mordisqueaba suavemente con sus colmillos, pero no me los clavó. En vez de eso, se retiró un poco y con manos ágiles, me bajó un tirante de la túnica y liberó uno de mis tensos pechos. Seguía con los ojos cerrados y con la cabeza girada a un lado. Pero ahora me mordía inconscientemente el labio inferior, sabiendo lo que vendría a continuación. Su aliento patinó calurosamente a través de mi mejilla mientras él descendía.

106

Introdujo mi duro pezón dentro de su boca, lamiéndolo, succionándolo y mordisqueándolo en un ritual erótico. No pude reprimir un débil gemido, mientras el continuaba torturándome. Su excitación se hacía cada vez mayor, ahora sus caderas se movían con un ritmo sensual. Imitando el acto sexual de penetración. Sentía sus embestidas sobre nuestra ropa y por un momento, desee que estuviéramos desnudos y fuera real. ¡Dios!, tenía que reconocerlo...¡Lo deseaba!. Sólo me detuvo la idea de que me encontraba en la casa de mis padres. Y no quería que mi primera vez fuera allí, a pocos metros de donde ellos descansaban.

Temía estar de regreso en la mansión, por que seguro cómo el infierno que una vez allí, no iba a poder contenerme. Y por fin lo hizo. Sus colmillos se hundieron fácilmente, puntos agudos que penetraban en mi sensible pecho. Grité cuando él tomo el primer tirón largo de mi vena. Bebía con ansia. Me deleité con la idea de tenerlo enganchado en mi seno, disfrutando de mi sabor, consiguiendo que mi piel se erizada de placer. Arqueé mi espalda hacía arriba para tratar de satisfacer mi cuerpo Tragaba con fuerza, succionando duro, cada vez con mayor ímpetu. De vez en cuando, gemía de placer y satisfacción. En ningún momento dejó de frotarse contra mi húmedo núcleo. -¡Oh Carla!... tu sabor me vuelve loco...

107

Cuando Eric terminó, él dirigió su lengua sobre las marcas que me había dejado, sellando la herida. Poco a poco, se fue retirando de mi lado. Jadeaba y le costaba respirar al igual que me pasaba a mi. Me giré, poniéndome de costado y me quedé mirándolo detenidamente. Él tenía los ojos cerrados, acostado boca arriba y su pecho se movía bruscamente por la costosa respiración. Sus pantalones mostraban que todavía estaba empalmado. Por un momento se me ocurrió aliviarlo yo allí mismo, en ese instante. Pero temía no poder detenerme y llevar las cosas más lejos de la cuenta...y no estábamos en el sitio adecuado. De un salto se puso en pie y sin decir nada, se fue al cuarto de baño adyacente, que era muy pequeño. Oí cómo comenzaba a caer el agua de la ducha. Me lo imaginé, allí desnudo completamente, con su potente y fuerte cuerpo húmedo.

Mojándose mientras el agua creaba senderos transparentes por sus músculos, deslizándose finalmente por sus piernas, en su recorrido hacía el sumidero... Esa imagen me parecía tan tentadora, que no pude resistirme y ágilmente me levanté y fui hacía el baño. No es de mi estilo espiar a la gente, pero aún me encontraba ardiendo de deseo y mi instinto de mujer me superó. Vi más de lo que supuse, no sólo estaba completamente en cueros y mojado, sino que también Eric estaba masturbándose.

108

Mi primera reacción fue alejarme de allí mientras la culpa por mi intromisión me anegaba. Pero no pude, me quedé parada y conteniendo mi respiración. Y seguí observando. Él sujetaba con fuerza entre su mano, un miembro duro y grueso. Sus movimientos eran ascendentes y descendentes, con una velocidad inhumana. Su otra mano descansaba apoyada contra los azulejos de la ducha y sus ojos estaban cerrados. Tenía la boca entreabierta, jadeaba de placer y a través de sus labios, pude ver que le asomaban de nuevo sus afilados colmillos. Su mano se agitó con más velocidad, moviéndose con más impaciencia. Su cuerpo se tensaba, enmarcando más sus músculos con la llegada del inminente orgasmo. Su respiración se hacía más costosa, más ruidosa y de su garganta salió un grito gutural. Justo en el momento en el que su pene explotaba en un turbulento éxtasis, derramando su semilla sobre el duro estómago de Eric, éste abrió los ojos y me miró fijamente. Ahora él era consciente de mi atrevimiento y osadía. Avergonzada y ruborizada, salí del dormitorio y me fui a la cocina. Mi corazón latía locamente y me temblaban las piernas. No sabía que pensar, quizás a Eric le había molestado que le observaran, o lo mismo acabaría pensando que yo era una “mirona”... Oí el momento en el que mi puerta se cerraba y unos pasos acercándose a la cocina. Se detuvo delante de la puerta de esta, que estaba cerrada, pero no entró. Un rato después escuché como los pasos se alejaban de allí y se perdían por el recibidor. 109

La puerta de la calle se abrió y al instante se cerró de nuevo. Eric se había ido.

110

CAPIITULO ONCE

El día amaneció a la mañana siguiente, con un cielo encapotado. Apenas se veía el sol, sin duda, la llegada del Otoño se hacía notar. Eric descansaba al lado mío, no había notado su llegada la madrugada pasada. Pero definitivamente, él estaba de vuelta. Sigilosamente, me vestí con unos jeans cortos y una camiseta roja de media manga. ¡Ya era hora!, tenía muchas ganas de ponerme mi propia ropa. Después de haberme calzado con mis deportivos preferidos, salí fuera del dormitorio y me aseé en el cuarto de baño del pasillo. Era el que utilizábamos para los invitados. Cogí un batido de chocolate del frigorífico para desayunar y salí pitando de allí. Fui tomándomelo de camino a la gasolinera que estaba a menos de un kilómetro de mi casa. Lisa estaba ya esperándome cuando llegué. Tampoco llevaba puesta la túnica, se había vestido con unos pantalones piratas de tela negra y una camisa sin mangas blanca. Llevaba su media melena morena recogida con una coleta y sonrió en cuanto me vio llegar. Yo me había dejado el pelo suelto y éste se ondulaba con cada movimiento que realizaba.

111

-¡Buenos días Carla! -me abrazó. Le correspondí al abrazo y al saludo. A continuación nos metimos en un Ford Fiesta blanco, que nos estaba esperando. Dentro habían dos personas más, una mujer con el pelo negro corto y un hombre de constitución delgada, también moreno.

-Brad, Brenda, está es Carla -nos dimos las manos en señal de saludo- Bueno, ya puedes arrancar, que nos están esperando. El viaje a la base oculta de la Resistencia, se hallaba bastante lejos de mi pueblo, al norte. Tardamos una hora aproximadamente en llegar al lugar. Por fuera parecía una nave abandonada y en muy mal estado. Pude comprobar que en un pasado fue incendiada. Salimos del coche y sacamos del maletero cuatro linternas grandes. Atravesamos el inmueble, sorteando los escombros calcinados que encontrábamos por el camino. Al fondo de éste, había una puerta oculta en el suelo, debajo de un pilar de cajas de madera. Deduje que nos encontrábamos en una ruinosa fábrica o almacén de fruta, puesto que estas cajas se utilizaban para el transporte o almacenaje de éstas. Abrieron la portezuela y Brad emprendió el descenso en primer lugar. Le seguimos en silencio. La luz que desprendían nuestra linternas, daban un toque más tenebroso al lugar.

112

Avanzamos lo que me pareció un kilómetro, sin encontrar ningún tipo de civilización o algo parecido. Sólo nos rodeaba el oscuro y húmedo túnel. Nuestras pisadas retumbaban en mis oídos y el olor a moho era insoportable. Por fin llegamos al final del trayecto y de repente, aparecimos cómo en otro universo. Todo era diferente allí, las paredes estaban pintadas en blanco, el suelo era de loza marrón claro y aquí abajo, había electricidad. -¿Dónde se encuentra esta base? -pregunté muy curiosa. -Esto era antes una vieja mina. Nosotros la reformamos hace casi tres meses, con la ayuda de un millonario empresario. Él es el que dirige y financia este proyecto.

-¿Y la única entrada aquí es por la nave calcinada? -Sí, se encuentra a poco más de un kilómetro de este lugar. Tuvimos que cavar el túnel para acceder a la mina. La entrada de ésta fue sepultada muchos años atrás, por una explosión de dinamita. -O.K., pero...¿No hubiera sido más fácil abrir de nuevo esa entrada, que hacer un túnel tan largo? -Seguramente sí, pero llamaríamos demasiado la atención. Para el resto del mundo, la mina sigue siendo inaccesible -Lisa guiñó un ojo, a la vez que me sonreía. Después de esa breve conversación, avanzamos por un pasillo ancho y nos detuvimos delante de una puerta doble de acero. Brenda la abrió de par en par y entramos dentro. La habitación era grande y espaciosa. Estaba repleta de ordenadores y otros aparatos que no logré identificar. 113

El único mobiliario constaba de varias mesas de escritorio -con sus respectiva sillas de oficina- y armarios archivadores. No nos encontrábamos solos, allí se reunían un grupo numeroso de personas con bata blanca. La mayoría de ellos iban con carpetas y papeles de gráficos en sus manos. Este lugar me recordaba a una especie de mezcla entre hospital y despacho. Apenas dedicaron atención a nuestra llegada, estaban ocupados con sus labores. La única persona que se levantó de su asiento y se dirigió a nosotros, era un hombre de mediana edad, las canas cubrían gran parte de su corto pelo. Llevaba gafas para poder ver mejor y también lucía una bata blanca cómo los demás. -Buenos días Lisa y compañía -dijo con una voz profunda. Ahora su mirada se posó en la mía.

-¿Y tú debes ser Carla, verdad? -dijo a la vez que me extendía su mano- Yo soy Lucan -Encantada -respondí mientras asentía con la cabeza y le estrechaba su firme mano. -Lisa me ha hablado mucho de ti...así que..., tenemos aquí nada más ni menos que a la mujer del Sheriff... -Eso parece... -Confío en mi hija -dijo mientras le dedicaba una mirada y una sonrisa a Lisa- Y si ella lo hace contigo...en ese caso, yo también confiaré en ti. 114

No sabía que era el padre de Lisa el que dirigía y controlaba la “Resistencia”, ¿por qué ocultármelo?. -Brad y Brenda -dijo prestando su atención ahora en ellosTomar asiento y acomodaros mientras os explico cómo avanzan las cosas por aquí... Mientras... ¿Qué tal Lisa si le enseñas a tu amiga el recinto? -inquirió. -De acuerdo. -Bien, déjate la celda en el último lugar. Nos encontramos allí en...-miró su reloj de muñeca-...Media hora o así. Para las doce, ¿te parece bien?. -Sí, sin problemas -se giró hacía la puerta- Nos vemos allí pues. La seguí sin decir palabra alguna, esperando estar a solas con ella, para preguntarle sobre Lucan. Lo hice justo cuando giramos en una esquina del pasillo. -Lisa...¿Por qué no me dijiste que tu padre era el patrocinador y el cabecilla de esto?. -Bueno...No me gusta hacerlo público... Verás, no quiero que me traten de “otra manera” por ser la hija del “jefe”. Me considero una más en esta misión. -¡Ah!, bueno...Te entiendo... Seguimos andando y recorriendo todo el recinto. Vi que se trataba de un lugar muy grande y completo. Habían varios laboratorios, oficinas, aseos, un comedor con una especie de cocina.

También tenían una sala de descanso, con varios sofás y tumbonas. Y luego estaba la salda de ordenadores, que era donde habíamos estado en primer lugar. 115

Desde allí se controlaba todo, pues el perímetro estaba infectado de cámaras ocultas y sensores de movimiento. Cuando llegamos a la última sala, la cuál se trataba de un laboratorio -dónde varios científicos con bata blanca trabajaban en algún proyecto importante-, vi que al fondo había una puerta de acero con una pequeña ventana de seguridad. Enfrente de ésta se encontraba sólo Lucan, pues Brad y Brenda ya no lo acompañaban. -Carla, lo que vas a ver aquí, quizás a primera impresión te impacte...-dijo él-... Pero quiero que sepas que es por nuestro bien y que le tratamos lo mejor que podemos. No pude resistirme, cómo siempre, la curiosidad me sobre pasaba. Me acerqué y miré por la estrecha ventanita... -¡Dios Santo! -exclamé sorprendida- ¿Tenéis a un vampiro cómo prisionero?, pero... ¿porqué?. Dentro de esa celda había un vampiro joven, sujeto por los brazos, piernas y cintura, con varias cadenas gruesas de plata. -Estamos haciéndole pruebas, de momento hemos logrado descubrir que los de su especie, también se pueden alimentar sólo a base de sangre animal. -No dirás que eso no es maravilloso...-dijo esta vez Lisa- ...Ellos podrían convivir con nosotros sin la necesidad de utilizarnos cómo su única fuente de alimento... -Sí, he de reconocer que eso tiene un punto a nuestro favor -reconocí- Pensáis dejarlo luego en libertad ¿no?. -¡Claro!, no somos animales cómo ellos...-hizo una pequeña pausa mientras se asomaba a mirar también- ...Pero todavía no hemos acabado con él...

116

-Cierto hija, aún tenemos que perfeccionar la fórmula. Casi puedo saborear el éxito en mis labios -dijo él aspirando el aire del alrededor- Estamos tan cerca... -¿Fórmula? -pregunté curiosa. -Bueno, de eso ya hablaremos en otra ocasión, por ahora has recibido demasiada información...-hizo una pausa para mirar su reloj de oro- Además, ya es hora de recogeros. -Así es, todavía nos queda más de una hora de camino por delante... Me despedí de Lucan y salí acompañada de Lisa, que iba al lado mío. Cuando llegamos a la entra del túnel, Brad y Brenda nos estaban esperando con las linternas ya preparadas. Nos pusimos en marcha y en veinte minutos, estábamos de vuelta en el coche, rumbo a “Los periquitos”. Eran casi las dos del mediodía cuando el Ford Fiesta se detuvo -por un momento- en el mismo lugar de encuentro. Había pasado casi cuatro horas desde la última vez que había estado en esa gasolinera. A paso ligero recorrí el corto trayecto a mi casa y llegué justo a tiempo para comer.

117

CAPITULO DOCE

Mis padres estaban preocupados por mi tardanza, les dije que salí a ver a una amiga y que todo iba bien. La mesa estaba ya preparada. Había una bandeja de cristal transparente en ella, con cordero asado y patatas, que la precedía. Apenas hablamos durante la comida. Y la única conversación interesante fue el tema sobre el pago de las facturas atrasadas que mis padres abonaron esa misma mañana en el banco. Todavía quedaba una media hora o así para que se levantara Eric, así que aproveché para hacer unas cuantas llamadas a mis amigas. -¿Angela, eres tu? -pregunté a través del auricular. -¡Hola Carla!, ¡que alegría volver a hablar contigo! -me contestó desde el otro lado del teléfono. -¿Qué tal?, ¿Cómo van las cosas por ahí? -Bueno, la verdad es que bien, dentro de lo que cabe...-hizo una pausa-... ¿Y tú?, ¿Qué tal tu emparejamiento?.

118

-Podría decir también que lo mismo...por cierto...¿Estas emparejada con alguno? -ella ya sabía que me refería a un vampiro. -Sí, además lo conoces...¿Te acuerdas de Sam?. -¿No me digas que él también era uno de “ellos”? -dije sorprendida. -Así es, pero sólo lo eran él y Max, ¿Te acuerdas también de Max verdad?. ¡Que me lo digan a mi si lo recordaba!. -Efectivamente...¿qué sabes de él?, ¿se emparejó con alguna del grupo? -no sabía por qué, pero tenía curiosidad... -Que yo sepa no...y del grupo la única que se ha librado de ser emparejada ha sido Beth, pues su hermana mayor Sheila se ha unido con uno. -Ok, me alegro por ella...-ahora fui yo la que hice una pausa- Y tú, ¿Eres feliz?. Quizás mi pregunta sonara estúpida, ¿quién sería feliz estando casada en contra de su propia voluntad?, y sobre todo si éste se trataba de un vampiro... -¿Quieres saber la verdad?- sin darme tiempo a responder, continuó- Pues si lo soy. Sam me gusta bastante y es muy buen conmigo y con mi familia. -Bueno, me alegra que te vaya todo bien. En serio...yo tampoco puedo quejarme...es sólo que...aún no me he adoptado a este tipo de vida- concluí. -Carla, apenas llevas más de una semana fuera del coma, es lógico. Yo llevo en este nuevo mundo casi cuatro meses...-la oí reírse suavemente- Te acostumbrarás... bueno, he de dejarte. Sam acaba de levantarse. -Esta bien, ya volveremos a hablar otro día. 119

-No lo dudes. Me ha encantado tu llamada, gracias por preguntar. Besos. Me despedí de ella y llamé a mis otras amigas. Todas parecían felices con sus nuevas vidas. Sólo me preocupaba Jane, volvía a no coger el teléfono... -¡Ah!, estas aquí...-la aterciopelada voz de Eric me sacó de mis ensimismados pensamientos. Me levanté de la silla en la que estaba sentada, que estaba junto a la mesita de mimbre, donde se encontraba el teléfono. -Sí, bueno...haciendo unas cuantas llamadas...¿Qué tal dormiste? -no sabía qué decir. La última vez que nos vimos, él estaba “ocupado” y me pilló a mi observándolo. -Bien supongo, la verdad es que cuando desconecto no me entero mucho de lo que me rodea -confesó. Se acercó a mi y pude ver cómo en sus ojos crecía la necesidad de alimentarse. Una fina franja rojiza, rodeaba su negro iris. Apenas quedaba resto alguno del color miel que tanto me fascinaba. Pasó sus brazos por mi cintura, entrelazando sus manos detrás mía. Avanzó un paso más y quedó a escasos centímetros de mi rostro. -¿Te gustó lo que vistes ayer? -susurró. Podía sentir su aliento rozándome suavemente la piel, cómo la caricia de una ligera pluma. Me quedé sin habla, mi respiración se hizo más agitada y sentí cómo mis mejillas se encendían de un ligero tono carmesí. -Yo...esto...-empecé a balbucear, su aproximación no me ayudaba mucho-... Lo siento... no debí mirar.

120

-Soy tu pareja, puedes mirarme las veces que quieras. No me dio tiempo a objetar o decir cualquier cosa, pues sus labios fríos y tiernos me sellaron la boca. Con un gesto rápido, apenas perceptible, me cogió en brazos y me llevó al dormitorio. Esta vez se alimentó de la vena de mi garganta y se controló lo suficiente para no tocarme demasiado. Creo que él sabía que yo ya estaba preparada para él, pero que no quería que pasara nada aún estando en esta casa. Por eso fue caballeroso, no quería hacerme sufrir. La frustración no era divertida y él mejor que nadie lo sabía... Nos encontrábamos los dos acostados sobre la cama, boca arriba y algo jadeantes, cuando Eric habló. -¿Qué era lo que te tenía tan preocupada?. -¿Perdón? -en ese momento no sabía a que se refería. -Antes, cuando te encontré sentada en el recibidor, vi que fruncías el ceño -ahora se había girado de costado y me hacía cosquillas en el brazo mientras preguntaba. -¡Ah, eso!, bueno...es sobre mi prima Jane... -¿Ocurre algo con ella?. -alzó una dorada ceja. -Creo que sí, ella está emparejada con Nick... Lo miré a los ojos, ahora brillaban con su usual color marrón claro.

Con un gesto me incitó a que continuase. -Bueno...pues él es cruel con ella. No sólo no tiene la consideración de sellar sus mordiscos, sino que también la 121

maltrata y para colmo, ¡No le deja responder a mis llamadas! -¡Ala!, ya lo había soltado todo. Eric se quedó por un momento en silencio, con su mandíbula firmemente apretada y con semblante serio. -¿Te dijo ella todo eso?. -¡Yo lo vi con mis propios ojos! -exclamé mientras me incorporaba y me sentaba en el borde de la cama. Él detuvo su caricia, no me giré para mirarlo, pero podía sentir sus ojos clavados en mi. -¿Has estado cara a cara con ese tal Nick? -Sí, ¡y tanto que lo estuve!...y créeme, ¡no me gustaría volver a encontrarme de nuevo enfrente a él! ¡Ups!, creo que debí de haberme estado callada... No me gustaba para nada la cara que había puesto Eric. -¿Te hizo algún daño? -su pregunta estaba repleta de dureza. Tuve miedo de su reacción, no sabía que responder...Jamás había visto a Eric enfadado. -Bueno, por lo menos lo intentó -finalmente reconocí. Un siseo de rabia rugió de lo más profundo de su garganta. Se incorporó y se bajó de la cama. Se puso a andar nerviosamente por toda la habitación. Tenía los puños cerrados fuertemente y apretados. Ahora sus colmillos asomaban de nuevo, pero esta vez era la rabia la causante de ello. -Eric...-quise calmarlo- ...¿Qué vas a hacer? -mi voz se quebraba por la incertidumbre. -Lo estoy pensando.

122

Seguía dando vueltas y vueltas, ahora se pasaba las manos de vez en cuando, por su rubia melena. -Dime...¿Tiene tu prima algún familiar mayor de edad y que esté disponible?. -¿Sin casarse te refieres?. Él asintió con un gesto de su cabeza en señal de respuesta. -Sí, su hermano Robert, hoy mismo cumple los dieciocho años...¿Por qué quieres saberlo?. Creía saber que ya conocía la respuesta, pero aún no sabía que cambiaba esto las cosas. -Bien...esto es lo que vamos a hacer -echó una mirada a su reloj de muñeca- Aún falta más de una hora para que anochezca...Voy ha hacer unas cuantas llamadas y en cuanto oscurezca, nos vamos a ir a ver a tu prima. ¿Cuál es su dirección?. Se la di y él tomó nota en un papel que encontró encima de mi escritorio, junto a mi ordenador. -Vamos a ver...¿Alguna vez a tenido tu primo novia?, o ¿conoces sus gustos hacía el sexo contrario?. -Que yo sepa, estuvo saliendo con una chica hace un par de años... -Descríbela por favor. -De acuerdo, a ver que recuerde...-después de pensarlo un poco continué- Ella era morena, con el pelo rizado y a la altura de los hombros, de su edad, delgada y un poco más baja que yo. Ahora mismo no recuerdo cómo se llamaba... -¿Qué más me puedes contarme sobre ella? -siguió insistiéndome.

123

-Bueno, le gustaba mucho el deporte. De hecho, esa fue la razón por la que se conocieron, ambos habían asistido al mismo partido de tenis...Luego coincidieron en otros partidos diferentes, de football y baloncesto. Al final se liaron, pero luego ella se tubo que ir del país, porque sus padres tenían que mudarse por asuntos de trabajo. -Gracias, creo que es suficiente.

Cogió su móvil y comenzó a llamar. Yo me quedé quieta, sentada en la cama, observándolo en silencio. Apenas pude deducir y entender toda la conversación. Pero creí entender que se había citado en casa de mi prima con una vampiresa llamada Tara. Hizo un par de llamadas más, pero apenas le presté atención. Decidí darme una ducha y cambiarme de ropa, ahora por las noches el tiempo refrescaba un poco más y yo iba un poco ligerita de ropa.

*** Cuando salimos en dirección a la casa de mi prima, el crepúsculo aún reinaba en el cielo. Eric y sus dos “gorilas”, llevaban puestas las gafas de sol. Decidimos ir andando, el camino era muy corto y las calles estaban desiertas. La mayoría de los humanos procuraban no salir cuando la oscuridad de la noche se cernía sobre ellos.

124

Íbamos agarrados de la mano, escudados por los dos enormes vampiros bien armados. Eric notó mi nerviosismo al llegar a la entrada de la humilde casa. La fachada estaba pintada de rojo y la puerta junto a la ventanas eran blancas. Estaba intranquila, no sabía cómo se iban a desarrollar las cosas, ¿Y si se ponían feas y acababa Eric lesionado, o peor aún, alguno de mis familiares?. Apretó mi mano suavemente para que me tranquilizara y me atrajo más hacía él. Ahora me sujetaba por la cintura y yo apoyé mis cabeza sobre su hombro. Suspiré. Cuando hube reunido el valor suficiente, estiré la mano hacía el timbre y lo presioné. Mi tía Sharon fue la que abrió la puerta. En su cara se reflejaba la sorpresa y al mismo tiempo alegría. -¡Carla, cuanto tiempo sin verte! -me abrazó cariñosamente. Se separó de mi y echó una mirada cautelosa a mis acompañantes. Volvió a mirarme y me cogió de ambas manos. -Sabes que no deberías de estar aquí, Nick está en la ducha apunto de salir y no le dará gusto encontrar visita inesperada en su casa....-dijo mientras me las sostenía. -No es su casa -me quejé- Es vuestra, para eso habéis trabajado años y años, para poder comprarla y pagarla. Sharon negaba con la cabeza mientras yo hablaba. -No discutamos sobre eso ahora....dime, ¿qué te trae por aquí?. Preguntaría que tal estás pero ya veo que muy bien.

125

Ella estaba acostumbrada a ver a su hija maltratada por su patrón y en cambio, vio que yo no tenía ninguna señal de agresión ni marca de mordiscos. Ahora comencé a fijarme en ella, la verdad es que estaba mucho más delgada que la última vez que la había visto. Su cara reflejaba dolor, sufrimiento, preocupación y depresión. Sin duda, toda esta situación le estaba pasando factura. Tenía que ser muy duro ver a tu propia hija sufrir y no poder ayudarla. Sharon notó que la estaba inspeccionando en silencio, y entonces, me soltó las manos y escondió disimuladamente su brazo derecho detrás de su espalda. -¿Qué me estas ocultando tita? -dije, haciéndole ver que me había percatado de su movimiento. -No es nada...-me contestó nerviosamente. Me acerqué a ella y le extendí mi mano, para que me ofreciera su brazo. Ella sabía que era mejor no llevarme la contra. Vi que tenía la marca de una mordida en su muñeca. La herida no era muy reciente, ya empezaba a sanar. Pero aún así, se podía ver que la habían echo sin contemplaciones.

Eric y yo nos miramos fijamente. Sobraban las palabras. -Bueno, no me has respondido aún Carla -dijo ella, queriendo cambiar de tema. Retiró su brazo de mi agarre y lo volvió a ocultar. -Venimos para hablar con vosotros... pues la noche de hoy viene cargada con grandes cambios. Fue Eric el que contestó esta vez por mi, apartando con cuidado a mi tía y entrando seguido de sus hombres. 126

Le seguimos sin decir nada más. Cuando llegamos los cinco al salón, vi que estaban todos allí callados y sentados. La T.V. estaba encendida pero con un volumen muy bajo. Jane abrió los ojos de par en par por la sorpresa, no esperaba encontrarse con tanta visita y a la vez. Me acerqué a donde ella estaba sentada, me agaché y la abracé. Ella aún no había reaccionado. Estaba cómo bloqueada. Entonces, súbitamente, empezó a llorar sobre mi hombro, las lágrimas caían sin control, humedeciendo mi camisa blanca. Apenas entendía lo que balbuceaba entre sollozos y más sollozos. -¡Oh Carla!...yo...pensé que no... ¡Dios mío!...te juro que creía que no te volvería a ver más... -Shhhh, tranquila Jane, hemos venido a ayudarte -miré a mis tíos que estaban ahora sentados juntos y a mi primo sentado al otro lado del sofá- Bueno, a ayudaros a todos. La cara de ellos estaban con un semblante serio, muy serio, pero al oír mis palabras, no pudieron contener un pequeño atisbo de esperanza. Justo en ese momento Nick irrumpía en el salón. Con cara de pocos amigos y gruñendo por nuestra intromisión. -¡¿Que demonios ocurre aquí?! -rugió con los colmillos expuestos. -Esos colmillos amigo...-exigió Eric con una voz calmada, pero llena de amenaza. Nick se giró y vio que al otro lado, se encontraba Eric sentado en una silla y dos vampiros más apoyados contra la pared, con sus brazos cruzados sobre sus pechos. 127

Contuvo la respiración cuando comprobó de qué compañía se trataba. Eric se inclinó atrás en la silla y cruzó sus piernas largas, un tobillo apoyado en su rodilla de enfrente. -Sheriff, es un placer recibirlo en mi casa -dijo mientras inclinaba la cabeza en una reverencia- Perdone mi atrevimiento, no sabía que era usted... Eric hizo una señal con su mano, indicando indiferencia y quitándole importancia al asunto. -He venido para hablar contigo...-comenzó a decir- ...Creo que tenemos que aclarar unas cuantas cosas. Le dedicó una mirada seria, que no prometía nada bueno. -Antes permítame servirle...¿desea alimentarse?, ¿sexo quizás? -antes de que mi esposo pudiera responderle, Nick continuó¡Jane, levántate de ahí y ve a atender a nuestro invitado!. Todo ocurrió muy deprisa, yo apenas reaccioné a tiempo para impedir que mi prima se levantara del sofá y avanzara hacía Eric. Mis ojos vieron con asombro, cómo ella se arrodillaba a sus pies y giraba el cuello ofreciéndoselo. ¿Cuántas veces había Nick compartido a su pareja de ese modo?.Por un momento creí que Eric iba a aceptar la ofrenda y alimentarse de ella. Pero él en cambio, la ayudó a levantarse de nuevo y también lo hizo él. La puso detrás suya, protegiéndola con su cuerpo. Y después de dedicarme una mirada breve y directamente a mis ojos, sonrió. Su sonrisa me transmitía confianza y seguridad, sin duda, quería que viera que tenía el asunto controlado. Le creí. Ahora su mirada se volvió fría y distante e iba dirigida Nick.

128

-Siento decirte que tengo que negar tu ofrenda -comenzó a decir- no he venido para eso...Estoy aquí para informarte de que yo, Eric Swan, sheriff de Murcia, te relego de tu cargo sobre esta familia. A partir de hoy, Jane y los suyos dejaran de ser tus protegidos. Nick lo miraba con una impresión de sorpresa y horror en sus ojos. No esperaba este inesperado desenlace. En el momento en el que Nick daba un paso hacía adelante, en dirección a Eric, los otros dos vampiros brincaron y de un espectacular salto, se pusieron a cada lado de éste. Lo sujetaron de los brazos, mientras éste se retorcía de rabia e impotencia. Sus colmillos volvían a asomar y babeaba espuma. Sus ojos estaban encendidos con un color rojo intenso. Yo alcé mis rodillas sobre mi pecho y me las abracé. Mi barbilla descansaba sobre ellas y miraba lo que ocurría frente de mí -a unos tres metros- con gran interés. Mis tíos, junto a mi primo, estaban sentados en silencio, observándolo todo con asombro y con expectación. Apenas se entendía lo que decía Nick. -¡¿Qué?!, pero, ¿Por qué? -se retorcía, intentando liberarse del agarre que ejercían los vampiros sobre él- No puedes hacer eso, ¡no debes hacerlo! -dijo con un grabe siseo. Su voz tronaba con ira. -Su misión era la de proteger y cuidar cada miembro de esta familia, y en cambio, sólo les has ofrecido daño y más daño. No somos bestias querido amigo, ni tampoco ellos son animales -empezó a explicarle- Somos una raza superior, de eso no hay duda, y ellos son necesarios para nuestra existencia... así que... debemos colaborar y convivir unos con otros. ¿Entendido?.

129

No esperaba repuesta alguna, sabía que tanto si su explicación era comprendida o no, no se le discutía. Ahora los dos “gorilas”, obligaron al vampiro a que se arrodillara en el suelo y que inclinara su rapada y morena cabeza. Su postura correspondía a la posición de sumisión. Yo me incorporé, esperando a que terminara todo el incidente. Eric avanzó en dirección al sofá, con mi prima detrás suya siguiéndole. Mientras comenzaba a quitarle a todos los brazaletes, miró por encima de su hombro a Nick. -¿Vas ha aceptar esta nueva situación, o te vas a negar, con la consiguiente consecuencia de arresto por desacato? -Eric preguntó mientras continuaba con su tarea. Nick hizo un gesto brusco y afirmativo con su cabeza. Aceptaba con resignación su nueva condición. -Soltadle -exigió Eric a sus hombres. Nadie pudo prever lo que ocurrió segundos después...En un abrir y cerrar de ojos, me tenía Nick sujetada del cuello. Él estaba detrás mía, con una mano en mi garganta y con su otro brazo reteniéndome por la cintura. Me utilizaba como escudo. Me costaba respirar y temblaba de miedo. Nick habló cerca de mi oído, pero no me lo decía a mi, su comentario iba dirigido a Eric. -¿Todo esto es por la perra ésta verdad?, ella es la que te ha calentado la cabeza con sandeces ¿no?. Te ha comido el coco, con todo eso de la humanidad. ¡Chorradas y más tonterías!. No olvides que somos los amos, ¡ellos sólo viven para servirnos! -sus desagradables palabras salían silbando a trompicones de su asquerosa boca llena de baba.

130

Parecía una culebra escupiendo veneno. Podía oír a Eric, desde el otro lado del salón, sisear de rabia. Cuando los dos vampiros se disponían a atacar a mi raptor, Eric hizo un gesto con su mano, deteniéndoles. Se fue aproximando a nosotros muy lentamente, con pasos decisivos y seguros. Se detuvo a menos de un metro de nuestra posición. Primero me miró a mi intensamente, recorriendo con su mirada todo mi cuerpo, evaluando mis posibles daños. Luego se concentró en él. Su mirada era felina, unos ojos inteligentes, que reflejaban toda su sabiduría. Él también tenía los colmillos preparados, sus puños estaban apretados y cerrados. Sin decir palabra alguna, hizo un movimiento imperceptible incluso para la mega vista vampírica. En menos de una décima de segundo, Eric pasó de estar a un metro de distancia mirándonos atentamente, a estar agachado y golpeando fuertemente con su puño de acero las partes íntimas del vampiro. Nick me liberó involuntariamente de su presa, agachándose del dolor y antes de que yo pudiera si quiera recuperarme de la agresión y reaccionar sobre lo que estaba pasando, Eric lo tenía agarrado del cuello. Lo levantó del suelo, a varios centímetros de éste. Nick se retorcía del dolor e intentaba aflojar la presión que ejercía Eric sobre su garganta. -Ahora vas a coger tus pertenencias y te marcharás para no volver nunca más a mi ciudad -la voz de mi marido sonaba calmada y plana- Quiero que sepas, que te estaré vigilando. Mantendré contacto con el nuevo sheriff que vele por ti, y si recibo noticias de que vuelves a maltratar a la nueva familia que se te ponga a tu cargo...-dejo sin terminar la frase, su dura mirada le decía todo. 131

En ese momento llamaron a la puerta. Todos quedamos en silencio, incluso conteníamos nuestras respiraciones. Sólo se oía el gemido de dolor del chupa sangres. Eric indicó con su cabeza a uno de sus hombres a que fuera a atender la llamada. El gorila apareció con una bella mujer, de pelo moreno y rizado. No era muy alta, quizás diez centímetros más baja que yo. Su cuerpo, aunque delgado, era muy atlético -sin duda una deportista- y era...una Vampiresa. Llevaba puesto un sencillo vestido negro y zapatos de poco tacón. De su mano colgaba un pequeño bolso también negro. -Tara, justo a tiempo... Eric soltó a Nick, que seguía contorsionándose del dolor, pero esta vez en el suelo. Los dos “gorilas” lo agarraron y se lo llevaron. Eric nos presentó a Tara a todos. Nos dijo que a partir de ahora, ella iba a ser la patrona de la familia.

La emparejó con Robert y después de hacer el ritual de emparejamiento, les entrego a todos un brazalete blanco con el símbolo que representaba a la vampiresa. Lo había sacado del bolso que traía Tara. Entre besos, abrazos y felicitaciones, nos despedimos todos y regresamos de vuelta a casa de mis padres. No nos quedamos a pasar la noche allí, pues Eric tenía que estar de regreso en la mansión, sus obligaciones les esperaban. Mientras recogíamos nuestros efectos personales y nos despedíamos de mis padres -después de a verles contado la

132

buena noticia-, los dos vampiros que nos acompañaban en esta pequeña “aventura”, fueron a sacar el coche.

CAPITULO TRECE

133

Estuvimos de regreso justo cuando el reloj marcaba la medianoche. Estaba reventada, el día había sido muy ajetreado y emocionante y ahora, me estaba pasando factura. Una vez que estuvimos en la mansión, Eric se fue a su despacho a atender sus asuntos políticos y yo, me fui directamente al dormitorio. Llamé por teléfono a Lisa para que me trajera algo para cenar. Aproveché que tenía el aparato en mis manos para llamar a Jane, apenas tuve tiempo para hablar con ella después del episodio de su casa. Le pregunté que tal se encontraban y si había vuelto Nick por allí. Me respondió que no, que sólo había regresado uno de los vampiros que nos acompañaban, para hacer guardia esa noche. También tenían a Tara para protegerles, porque aunque ella era una mujer, no dejaba de ser una vampiro. Me comentó que habló con Richard dándole la buena noticia y que habían quedado para verse mañana por la mañana. Pensaban organizar de nuevo la boda y celebrarla lo antes posible. Me alegré bastante por ella, quedamos en vernos en breve. Me despedí dándole las buenas noches. Estaba colgando el auricular, cuando llamaron a la puerta con el correspondiente código. Lisa traía en su carrito, una cena deliciosa, o por lo menos eso parecía por su buen olor. Desde que nos hicimos buenas amigas, me mimaba mucho y me preparaba los mejores manjares conocidos. Le dije que me acompañara y le conté todo el suceso ocurrido esa misma noche. 134

-Por eso mismo Carla, queremos la libertad, para escapar del control de vampiros como ese tal Nick -me comentaba ella en voz baja. No se lo discutí, pero cada vez me parecía mi encarcelamiento menos desagradable. Me atrevería a decir que lo consideraba un “dulce cautiverio”. Eric era muy bueno conmigo y con los míos. A mis padres les ofreció y les dio el dinero que necesitaban y nunca se aprovechó de ellos, ni siquiera para alimentarse. Luego, liberó a mi prima Jane y a su familia del poder maléfico de Nick... Sin duda Eric era todo un caballero y me amaba. Por lo menos, eso parecía. En cuanto hube terminado, Lisa se marchó con el carrito hacía la cocina y luego me dijo que se iba a descansar. Yo pensé en hacer lo mismo, pero antes necesitaba una buena ducha relajante.

*** Eric escuchó la ducha corriendo en el baño adyacente y se asomó por la puerta entreabierta. Yo estaba debajo del chorro de la ducha, mis manos apoyadas sobre los azules azulejos y mi columna vertebral arqueada elegantemente. Tenía la barbilla inclinada hacía atrás, capturando la ráfaga humeante de las gotas de agua caliente. Mi pelo empapado, se aferraba a mi cuerpo, cubriéndome la espalda cómo un manto. Noté su presencia, pero no me volví a mirarlo. En cambio, cogí la pastilla de jabón y después de restregarla con fuerza en mis

135

delicadas manos, comencé a enjabonarme el cuerpo con la espuma. Mis movimientos eran lentos, provocativos. La sedosa espuma me acariciaba allí donde yo me tocaba. El agua seguía cayendo, humedeciendo ahora mi redondo trasero. Eric tenía buena vista de ello desde su posición. Me giré lentamente y lo miré. Le dediqué una seductora sonrisa. Él estaba apoyado en el marco de la puerta, me miraba con ojos hambrientos. Su excitación era más que evidente. Entonces, reuní el valor suficiente y le invité. -Eric...ven a mi. Sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa de mis atrevidas palabras y no denegó la invitación. Se deshizo de sus negros zapatos, se desabrochó los pantalones y los dejó caer al suelo. Los apartó de su lado con una patada. Le siguió su camiseta y por último, sus calzoncillos. Estaba allí, totalmente desnudo -cómo yo- y completamente erecto, mirándome con ardiente deseo. -Eric... -murmuré densamente. La excitación me poseía firmemente. A él le bastó sólo esa palabra para avanzar y reunirse conmigo bajo las diminutas gotas de agua caliente. Sus manos se aferraron a mi cintura y las mías a su cabeza. Necesitaba sentir los labios de él presionándose contra los míos. Me dejé llevar por la tentación, apoyé mis brazos en sus

136

hombros y me incliné a besarlo, en un profundo y húmedo beso. Me sentía tan bien contra él, sintiendo su fuerte cuerpo apretado contra el mío. Mis manos jugaban con los mojados mechones de su dorado pelo. Nuestras bocas seguían unidas. Ahora notaba sus colmillos y los acaricié con mi lengua, demorándome en las puntas afiladas. Sus manos comenzaron a acariciar mi espalda, recorriéndola desde los hombros hasta mis nalgas. Allí se detuvo bastante tiempo, apretándomelas delicadamente y atrayéndome más contra él. Su duro pene presionaba mi abdomen, haciéndome sentir un cosquilleo en el estómago, como si tuviera miles de mariposas volando allí dentro. Continuó explorando mis exquisitas curvas, sin detener su avance ni un solo segundo. Sus movimientos eran lentos, pero firmes y me hacían enloquecer de deseo.

Nuestras bocas se apartaron finalmente, jadeábamos y gemíamos de placer. Ahora nos mirábamos fijamente y me vi reflejada en sus penetrantes ojos ahora de un débil color carmesí. Con un movimiento veloz me dio la vuelta y me presionó de cara a los azulejos. Extendí las manos sobre ellos, a cada lado de mi cabeza y con las palmas abiertas. Su cuerpo presionaba el mío, podía sentir ahora su enorme sexo apretándose y rozándose contra mi trasero.

137

Con una de sus piernas, me obligó a separar las mías. El movimiento fue rápido, pero suave, con delicadeza. Contuve mi respiración, anticipando en mi mente lo que iba a ocurrir a continuación. Y esta vez, no me equivocaba. Pasó su boca a lo largo de mi garganta, deteniéndose brevemente a la altura de mi palpitante vena. Acarició este punto con la punta de su lengua. Metió sus manos entre los azulejos de la pared y mi pecho, atrapando mis senos en ellas. Las acarició con énfasis, pero sin hacerme daño. Jugó con ellas y con mis pezones, provocándome más aún. Gemí de nuevo. Empezaron a temblarme las piernas por la urgente necesidad de él. Lo deseaba con pasión y no sabía si iba a poder aguantar más esa dulce tortura. Continuó acariciándome con la boca, ahora descendió de mis hombros para besarme la espalda, luego mis caderas y mientras presionaba sus labios contra mi trasero, se arrodilló. Separó mis muslos con sus ágiles manos y expuso mi vagina delante de sus ojos. Gemí a la primera presión de sus labios sobre mi excitado sexo, entonces soltó un lento y profundo jadeo mientras su lengua se hundía profundamente entre mis sonrosados pliegues. -¿Cómo te sientes Carla? -murmuró, sus palabras me provocaban cosquillas. -Bien...-dije mientras jadeaba en un susurro casi inaudible.

Me mordí tan fuerte el labio inferior, que éste comenzó a sangrar un poco. Él percibió el olor de mi sangre y en respuesta, hundió más profundamente su lengua en el núcleo de mi centro. Sus

138

movimientos se hicieron más agresivos, más rápidos, llevándome a un punto de locura sin retorno. No podía aguantarlo más... -¡Oh Dios mío!...-mi respiración era jadeante. Su lengua jugaba ahora con mi hinchado y sensible clítoris, enloqueciéndome salvajemente. -Eric...¡Oh Eric!, no pares…-me estremecí justo en el instante en el que llegué al clímax. -Mmmm...-gimió Eric sobre mi cremosa carne- Tu orgasmo sabe todavía más dulce... Lentamente se incorporó y me dio la vuelta. Todavía me costaba respirar, mi pecho subía y bajaba de una forma acelerada. Sus labios volvieron a reclamar los míos. Saboreó la sangre que aún se escapaba de la pequeña herida y yo probé mi sabor íntimo en su tierna boca. Sentí en mi estómago cómo su pene palpitaba, exigiendo atención. Esta vez fui yo la que bajé las rodillas y las posé sobre el suelo de la ducha. Me encontraba agachada delante de él. Sujeté entre mis húmedas manos su endurecido pene y lo acaricié con movimientos ascendentes y descendentes. Se sentía muy suave y tersa entre mis dedos. Levanté mi cabeza y le dediqué una mirada traviesa, él gimió en respuesta y cerró sus párpados. Continué acariciándolo suavemente, ahora desde las pelotas hasta la cabeza de su miembro. Sus colmillos se alargaron más todavía en repuesta.

139

Se le escapo un ronco gemido en el momento en el que me llevé su hinchado miembro a la boca y lo lamí con la lengua.

Recorrí con ella toda la longitud de su eje, la chupé de arriba a bajo, una y otra vez. Finalmente cubrí su virilidad con la suavidad y profundidad de mi boca. Fue un beso íntimo. El abrazo de mis labios hizo que Eric perdiera por un momento el equilibrio y tubo que sujetarse a la pared para sostenerse. Endurecí más la presión que ejercía sobre él, moviendo mi boca al mismo ritmo que antes. Él soltó su sujeción de la pared y puso sus manos sobre mi cabeza, ayudándome. Yo tenía una mano apoyada sobre su nalga y la otra sujetando su virilidad, por la parte inferior. Cuando creí que él estaba apunto de llegar al orgasmo, él me detuvo y me ayudó a levantarme. Cerró el grifo y me tomó en brazos. Salimos del baño y me llevó hasta la enorme cama que hoy lucía con sábanas de seda de color rojo. Me tumbó sobre ella y se subió también, pero no se acostó. Se sentó con las rodillas dobladas y me hizo un gesto con la mano, para que me acercara a él. Me tomó de la mano y me ayudó a colocarme sobre su regazo. Cuando me soltó, apoyé mis brazos sobre su cuello, sujetándome a él. Agarró su sexo y lo empujo un poco sobre mi hendidura. Mi cuerpo se resistió a la extraña intromisión. Eric se quedó de piedra, estaba paralizado y me miraba con ojos interrogantes. 140

-¿Por qué no me lo habías dicho? -exigió. Yo simplemente hice un encogimiento de hombros. No creí que tuviera importancia. -Debías haberme dicho que aún eras virgen -sus palabras sonaron ahora más calmadas-, Pude haberte hecho daño...menos mal que decidí en el ultimo momento tomármelo con más calma...-empezó a mover la cabeza de un lado a otro, en forma negativa-... Si no llego a detenerme a tiempo, allí en el baño...te hubiera tomado de una forma brusca...y...te podría a ver lastima... Lo interrumpí cubriendo su boca con la mía. Esta vez fue mi mano la que bajó hacía abajo y sujetó su miembro. Lo guié hacía la entrada de mi cuerpo y me senté sobre él y lentamente, me lo hundí hasta el fondo. Grité no sólo por la pequeña punzada de dolor que sentí, sino también de placer. Me sentía tan llena, totalmente completa. La calidez de mi interior cubrió y abrazó su potente pene. Estábamos completamente unidos, los dos, uno enfrente del otro, mirándonos fijamente... Entonces él comenzó a moverse dentro de mi lentamente. Sus manos me sujetaban firmemente de la cintura. -¿Estas bien pequeña? -preguntó en un gruñido mientras continuaba meciéndose conmigo- ¿Sientes algún dolor todavía?. -Todo bien Eric... pero no pares por favor -le supliqué urgentemente. Empecé a moverme con él, haciendo sus embestidas más profundas. Nuestros movimientos estaban compaginados y nos acoplábamos perfectamente, cómo la llave que encuentra su cerradura.

141

Ahora Eric bombeaba con más fuerza, lleno de energía apenas contenida. No pude controlar la necesidad de acariciar su pecho. Sus músculos se contraían bajo mis manos. Estábamos jadeando, nuestras respiraciones eran costosas y entrecortadas. Cada vez nuestro ritmo era más exigente, más hambriento y justo cuando sentí que Eric clavaba sus colmillos en mi cuello, llegué al orgasmo por segunda vez. La sensación que sentí era electrizante, cómo un calor líquido recorriendo mi cuerpo y que me hizo sentir arrastrada por una espiral de placer y deseo. Eric también alcanzó el clímax casi al mismo tiempo. Pude sentir sus espasmos sacudiéndome por dentro. Otro tipo de calidez me inundaba y me llenaba completamente. Cerró con su lengua la pequeña herida creada por sus puntiagudos colmillos, deteniendo así el sangrado.

Estábamos completamente empapados, mezcla del agua de la ducha y del sudor de nuestros cuerpos. Me miró fijamente -aún estábamos unidos a través de nuestros sexos- y se llevó su muñeca a la boca. Se clavó él mismo sus colmillos. De su herida comenzó a salir un pequeño hilo de sangre densa y roja. Alzó la mano y la colocó sobre mi boca. No me resistí ni me opuse a sus intenciones, simplemente comencé a beber de ella. Al principio apenas tragué con ganas, pero conforme su sangre entraba dentro de mi, sentí la necesidad de tomar más. Así lo hice, bebí con mas fuerza, tirando de su vena y llenando mi boca de su cálida y sabrosa esencia.

142

Su sabor era maravilloso -una mezcla de especias oscuras y con un poder que se esparció dentro de mi-, era mejor de lo que recordaba, pues esta vez la sangre estaba caliente. Directa de la fuente. Eric comenzó a bombear otra vez dentro de mi. Saber que me estaba alimentando de él, lo volvió a excitar y necesitó más... ansiaba lo que yo podía darle. Sentí su espesa sangre pasando por mi garganta, llenándome de su energía. Solté su muñeca de mi boca justo en el momento en el que los dos llegábamos de nuevo al éxtasis. Nos separamos a nuestro pesar y Eric selló su propia herida. Caí rendida sobre la cama, saciada y satisfecha. Eric se recostó al lado mío y me abrazó. Me dormí, pero en mis sueños, creí escuchar a Eric diciéndome que me amaba...¿O lo había soñado?.

CAPITULO CATORCE

Estaba placidamente dormida, cuando una caricia íntima me despertó. Abrí los ojos y miré hacía abajo.

143

Eric levantó en ese momento su cabeza de entre mis piernas, se relamió los labios y me miró dedicándome una sonrisa atrevida. -Siento haberte despertado amor...-sus dedos jugaban distraídos con mis dorados rizos- ... Pero es que no pude resistirme. Te he estado esperando durante demasiado tiempo y aún tenía más hambre de ti...-aprovechó el momento para mostrarme sus palpitantes colmillos. Yo jadeé sin control, se me hizo un nudo en el estómago y sentí un calor inundando mi ingle. Giré un momento la cabeza y comprobé que aún no había amanecido, eran apenas las cinco de la madrugada. Medio me incorporé apoyada en mis codos. Alargué un brazo y le acaricié su rubio pelo, él se inclinó más hacía delante y atrapó con su insaciable boca uno de mis pezones. Cerré mis soñolientos ojos y alcé la barbilla hacía arriba, echando la cabeza para atrás. Di un profundo suspiro. Mis dedos no dejaron de masajear su cuero cabelludo, mientras el se saciaba devorando mis pechos. Jugó con uno, luego con el otro. Iba de un seno al otro, totalmente descontrolado. Sin previo aviso, noté la presión de su húmeda cabeza empujando en la entrada de mi sexo. Con un ronco rugido, me penetró profundamente, hasta la empuñadura. Mi respiración se interrumpió por un breve momento, para luego retomarla de nuevo, con un ritmo entrecortado. La sentía muy dura dentro de mi, reclamándome, haciéndome suya una vez más. -¡Oh pequeña!, estas tan caliente, tan mojada...-jadeó entre mis labios mientras me besaba. 144

Su lengua se deslizó dentro de mi boca, exigiendo la atención de la mía. No lo defraudé, mi lengua se entrelazó con ella en un ritual erótico. Su embiste se hizo más profundo. Mis apretados y resbaladizos músculos envolvían su potente pene, a la vez que sus arremetidas se hacían más duras, más urgentes. Alcé mis largas piernas y las envolví alrededor de su cintura. Eric dejó de explorar mi boca y comenzó a besarme la barbilla, descendió por mi garganta y se detuvo a la altura de mi clavícula, arañándome cariñosamente con las puntas de sus afilados y blancos colmillos. Una línea delgada de sangre cálida apareció y él la lamió. No pudo reprimir el impulso que lo incitaba a doblarse más en sus caderas y enterrarse más profundo. Finalmente, sepultó sus colmillos donde mi cuello y hombros se encontraban. Mi sangre caliente llenó su boca, se estremeció y tembló de placer cuando el orgasmo se apoderó de su ser. Sentirlo llenándome una vez más de su esencia, produjo también mi liberación. Estábamos los dos completamente saciados, acostados boca arriba, mirando el blanco techo. Cuando mi respiración se estabilizó, me incorporé en la cama, quedando sentada en ella. Sentí una humedad extraña entre mis muslos. Pasé mi mano entre ellos y toqué algo pegajoso y caliente entre mis dedos. Alcé mi mano y descubrí de que se trataba, era el semen de Eric.

145

Lo miré fijamente, con los ojos abiertos. ¡Por Dios!, ¡Que tonta había sido!, ¿Habíamos hecho dos veces el amor sin protección alguna?. La preocupación y el pánico se apoderaron de mi...no estaba preparada para estar embarazada y ser madre...¡de un vampiro nada más ni menos!, no...aún no. -Eric...-comencé a balbucear-...Dime que no me dejaste en cinta... Él se incorporó y se sentó junto a mi. Después de limpiarme, pasó su brazo por encima de mis hombros y colocó mi cara sobre su pecho, para que descansara allí. Su mano acariciaba mi larga melena, mientras me hablaba casi en un susurro. -No tienes porqué estar preocupada pequeña...-me besó en la frente-... Los vampiros sabemos cuando están las mujeres en su periodo más fértil. De momento, tú no lo estas. Suspiré aliviada y lo abracé con más fuerza. Estaba muy cómoda entre sus brazos y no pude remediarlo...de nuevo caí dormida.

*** Los días fueron pasando sin novedades, ya estábamos a mediados de Octubre, justo un mes después de mi “despertar”. Comenzaba a refrescar también por el día, pero dentro de la mansión hacía buena temperatura y por eso no era necesario cambiar mi vestuario -compuesto exclusivamente de túnicas. Acababa de terminar con mi periodo, pudiendo probar una vez más, que Eric era sincero y que nunca se equivocaba...definitivamente no estaba embarazada.

146

Hoy era viernes, por lo tanto tenía una cita con Lisa esa misma mañana, la iba a acompañar al mercado para hacer la compra semanal. Bueno, íbamos a ir allí y algún sitio más... Lucan había llamado a Lisa la noche anterior para informarnos que tenía una noticia muy importante para darnos. Así que, nos esperaba a las once de la mañana en la base oculta. Me había puesto el despertador para que sonase bien temprano -a las siete y media-, pues tendríamos que hacer la compra con prisas y corriendo. Con todo lo que teníamos que hacer esa mañana, nos faltaba tiempo y los vampiros no deberían de sospechar nada de nuestra escapada. Pero no fue el sonido del aparato despertador el que me despertó bien temprano, no, era el teléfono. Lo cogí antes de que se despertara Eric y comprobé que eran las siete de la mañana. -¿Diga? -dije con voz soñolienta. -Carla, soy tu madre. ¿Mi madre?, ¿Qué hacía mi madre llamándome tan temprano?. En seguida me alarmé, algo tenía que haber pasado... -¿Va todo bien mamá? -pregunté a la vez que me sentaba en el borde la cama. -Tengo que hablar contigo...-hizo una pausa-...Ven a casa tú sola y no le digas a nadie que vienes a verme, ¿entendido?. Su voz sonaba neutral, no pude percibir ninguna emoción en ella. -¿Sola?, me estas asustando mamá...¿Ocurre algo?. Silencio, no se oyó nada desde el otro lado del auricular... -De acuerdo -dije al fin- ¿A que hora?. -En media hora te quiero aquí. 147

Y eso fue todo. Me levanté de un salto y me puse corriendo la ropa que me ponía para salir, unos jeans y una camisa de manga larga. A toda prisa fui a la cocina, donde sabía que me encontraría con Lisa. Efectivamente, estaba desayunando. Aunque aún quedaba más de media hora para nuestra cita, ella solía madrugar bastante a diario. Alzó su mirada del cuenco de leche con cereales que estaba tomando para mirarme con ojos sorprendidos. -¡Que madrugadora!, tampoco hacía falta levantarse tan tempra... No la dejé terminar la frase, la agarré del brazo y me la llevé a los aseos más próximos. -¿Qué ocurre Carla? -preguntó ella algo alarmada. -No lo sé Lisa, y eso es lo que más me preocupa...-me acerqué al lavamanos y me eché agua en la cara -...Me acaba de llamar mi madre y se comportó de una forma muy rara...-dije mientras me secaba- ...Creo que algo malo pasa. Ella se acercó a mi cuando vio que mi cuerpo temblaba de miedo. Me puso la mano sobre la mía, que ahora descansaba en la encimera del lavamanos. -Tranquilízate Carla -me dijo con una voz calmada- A ver...¿qué fue exactamente lo que te dijo?. -Quiere que vaya a casa a verla y quiere que vaya sola...¿Porqué querría eso?. Lisa pareció pensarlo un poco antes de hablar. Ahora su cara reflejaba preocupación cómo la mía.

148

-Bien, si es eso lo que ella quiere...-me miró fijamente a los ojos y continuó- ...Escucha, no le digas nada a nadie más, ni si quiera a Eric. Ve a verla, yo te llevaré y te esperare en la gasolinera. Así Adriana creerá que fuiste sola y que nadie sabe de esto. Seguí mirándola fijamente, comprendiendo a dónde quería llegar. -La gasolinera está muy cerca de tu casa, si pasa algo, me llamas y yo me presentaré en cinco minutos. No estaré sola, le diré a Brenda y Brad que me acompañen. -Tengo miedo -fue lo único que pude decir. -Lo sé, pero no te preocupes. Seguro no es nada importante... y nosotros estaremos muy cerca y expectantes. Cuando todo haya terminado, iremos a ver lo que Lucan nos tiene reservado...

*** Lisa mantenía en sus pequeñas manos su teléfono móvil, mientras esperaba en el Ford Fiesta blanco junto a Brad y Brenda. Yo cogí el coche que habíamos utilizado para llegar hasta allí, un Audí A3 plateado, y me dirigí rumbo a la casa de mis padres. No tardé en llegar desde allí, aunque llegaba casi diez minutos tarde a la cita con mi madre. La gran puerta de hierro de la parcela estaba abierta, cosa inusual, pero por lo visto, cómo sabían que yo llegaría de un momento a otro, no se molestaron en cerrarla. La puerta de la casa también estaba abierta de par en par y eso me incomodó más todavía.

149

El sol del amanecer bañaba el exterior, prometiendo un día caluroso a expensas de estar ya oficialmente en Otoño. Dudé en entrar, si había algún vampiro dentro, podría hacerse conmigo y en cambio, aquí fuera, estaba más segura. Me quedé mirando el hueco de la puerta, todo estaba muy oscuro dentro y no se oía sonido alguno. Me armé de valor y llamé a mi madre en voz alta. Sin respuesta. Lo volví ha hacer varias veces más. Nada. Tampoco me respondía mi padre. Le di la vuelta a la casa y abrí la gran puerta de la cochera y comprobé, que estaba el Citroën C5 de mi padre estacionado correctamente en su lugar. Por lo que pude ver, no había nadie en casa...¿En que vehículo se habían ido entonces?. Escuché el teléfono sonar dentro de la casa, así que, regresé corriendo hacía la puerta de entrada de la misma. La mesita de mimbre donde descansaba el teléfono, estaba en el recibidor, junto a la puerta. Sólo tenía que estirar un poco el brazo y podría atender a la llamada... No paraba de sonar, insistiendo una y otra vez. Finalmente, me asomé y miré primero dentro del recibidor antes de alcanzar el teléfono. Nerviosamente lo descolgué y atendí a la llamada desde el porche de la vivienda. -Nos has hecho esperar demasiado niña -me recriminó una voz desconocida- no nos gusta que nos hagan esperar. -¿Quién eres y donde están mis padres? -mi voz temblaba, mezcla de rabia y miedo.

150

-Directa al grano...así me gusta humana... -hizo una pausa para reírse-... Me pregunto si has sido buena y no le has dicho a nadie sobre esta cita...

-Nadie sabe nada -contesté enérgicamente-Y aún no me has respondido. No sabía porqué pero una palabra me pasó por la cabeza...”Renegados”, Eric ya me había advertido que algo de esto podría pasar... -¡Niña, soy yo el que hago las preguntas! -su voz sonaba ahora bastante irritada- ¿Quieres que tus padres continúen con vida?. -Por favor, ¡no le hagáis daño! -supliqué. Ahora el miedo se propagó dentro de mi, nublando mi mente y mis sentidos. No sabía qué decir o hacer. Alguien tenía a mis padres y corrían peligro. -Bien, bien... ¿Puedo tomar eso cómo una afirmación?. Su voz tenia un timbre de burla. -Si -jadeé. -En ese caso, tengo una propuesta que hacerte... Escuché atentamente lo que me tenía que decir y sin dudarlo, acepté el trato. Me quedé un buen rato parada, sin reaccionar. No sé cuanto tiempo había pasado desde que la otra línea se hubiera desconectado, cuando al fin, separé el auricular de mi oído y lo dejé en su sitio. Los Renegados tenían a mis padres y serían liberados de una sola manera...entregándome yo a cambio. 151

Me querían a mi. Me monté en el coche sin entrar en la casa por precaución -alguno de ellos podrían estar esperándome dentro- y fui directamente a la gasolinera. Finalmente, las lágrimas se apoderaron de mi. Lisa se bajó del coche en cuanto me vio venir y se me acercó. -¿Carla?, ¿Te encuentras bien?. Bajé del coche y la apreté contra mí. Estuvimos abrazadas lo que me parecieron horas, mientras lloraba en su hombro, mojándoselo.

Cuando al fin pude controlarme y calmarme, me separé de ella. -Ellos los tienen -empecé a balbucear- ¡Los vampiros tienen a mis padres!. -¡Jesús! -exclamó ella- ¿Y que pretenden ellos con eso?. -Quieren apoderarse de mi. Empecé a secarme la cara con la manga de la camisa, avergonzada por mi debilidad. Tenía que ser fuerte y afrontar este problema. No me iba a derrumbar, aún no. -¿Para?. -No lo sé, en realidad no me lo dijeron. Pero yo creo que son Renegados y quieren el apoyo y la colaboración de Eric en su radical política -repliqué asqueada- Van a utilizar mi encierro para que Eric coopere. -¡No podemos dejar que eso ocurra! -explotó ella- He oído hablar de ellos y definitivamente no pueden hacerse con el control, ¡sería nuestra perdición! -gritó ella indignada- Tenemos que hablar con mi padre, seguro que él nos dará una solución. 152

Esperaba que tuviera razón y no se equivocara...Y tenía que ser pronto, pues esa misma noche se iba a producir el intercambio.

*** Cuando llegamos a la base, Lucan nos esperaba algo molesto por nuestra tardanza. Pero en cuanto le contamos lo sucedido, su enfado con nosotros cambió en otra dirección. Los Renegados eran ahora el centro de su furia...y de la nuestra. -¿Qué vamos a hacer papá?, no podemos dejar que los chupa sangres se salgan con la suya... -Y a la cita de esta noche sólo puedo ir yo y nadie más, no podéis acompañarme -le informé. Después de estar pensándoselo durante un largo tiempo, en el cuál sólo reinaba un intenso silencio en la habitación, Lucan me miró primero a mi y luego a Lisa. Brad y Brenda se quedaron al margen en todo momento, sin ni siquiera opinar. -Vamos a ver...creo tener una solución...-hizo una pausa mientras se colocaba bien las gafas sobre su nariz-...Pero antes, dejadme que os muestre lo que quería contaros hoy. Le seguimos hasta el laboratorio donde se encontraba la celda con el vampiro prisionero dentro. Se acercó a un mueble con puertas de cristal, abrió una de ellas y sacó un tarro blanco de plástico. Le quitó el tapón y nos mostró su contenido. Se trataba de unas cápsulas rosadas.

153

-¡Por fin lo hemos conseguido! -exclamó él con aire triunfanteDespués de tantos meses de estudio y pruebas...¡Lo conseguimos!. Si no fuera por el dolor y preocupación que sentía por mis padres, me hubiera contagiado de su alegría. -¿En serio padre? -preguntó una Lisa que ya no le importaba reconocer su parentesco con él. -Así es, esto que veis aquí es el remedio para obtener de nuevo nuestra libertad -sus ojos brillaban de emoción. -Explícate por que estoy perdida -reconocí. -Tengo aquí, en la palma de mi mano, nada más ni menos, un arma contra los vampiros muy eficaz. Alce una ceja expectante, esperando impacientemente su explicación. -Esta cápsula tan pequeñita, contiene una sustancia totalmente inofensiva para el ser humano, pero en cambio, para los vampiros es diferente. Si alguno de ellos se alimentara de una persona que haya consumido este medicamento, su cuerpo se debilitara de tal manera que parecerá un humano también. Nada de velocidad extrema, fuerza poderosa y otras habilidades importantes. Nada -concluyó. Ahora lo miré asombrada, creo que decir que me quedé con la boca abierta es quedarse corta... y no fui la única. -¿Y dices que no afecta al ser humano? -preguntó Lisa. Él se giró mirando a la puerta de acero de la celda, apoyó ambas palmas de sus manos sobre ésta y se asomó por la ventanilla mientras explicaba. -No, hice la prueba conmigo mismo. Pero los efectos sólo duran unas cinco horas, tanto en el cuerpo humano, cómo en el de un vampiro. Si eres mordido después de ese tiempo, el vampiro no notará cambio alguno. 154

-Y después de cinco horas, el vampiro que haya ingerido sangre contaminada, volverá a recuperarse de nuevo ¿no? -pregunté. -Exactamente. Se dio la vuelta y se apoyó otra vez en la puerta, pero con la espalda descansando en ella y con los brazos cruzados sobre su pecho. -¿Y en que me ayudará a mi todo esto con lo de mis padres?. -Antes de irte a la cita con ellos, tomarás una dosis de esta droga, pero sólo una. No nos afecta en pequeñas cantidades, pero si tomas tres o más, también te debilitarás. -¿A qué te refieres con eso? -sentía curiosidad- ¿Tendré también menos fuerza de la que ya tengo? -dije con sarcasmo. Estaba muy alterada y no pensaba las cosas antes de decirlas... -No concretamente...simplemente te desmayarías y estarías caos al menos un par de horas. Lógicamente, una sobredosis te llevaría a la tumba. Tu ritmo cardiaco y tensión descenderían tan bruscamente y a unos niveles tan bajos que... Bastante información, ¿no?. -Así que...-hice una pequeña pausa, mientras recapacitaba un poco sobre todo esto-...Me recomiendas que me lo tome...¿Así si deciden alimentarse de mi, los podré debilitar y vencer?. -Eso espero...-se giró y me miró fijamente, cómo si sólo estuviéramos los dos allí- ...Tendrían la fuerza de cualquier humano, dependerá de ti si puedes vencerlos o no. Eso nos llevaría a una lucha cuerpo a cuerpo... ¿Sería yo capaz de ganarle a uno de ellos?. No estaba yo tan segura.

155

-No creo que esto me vaya a servir de gran ayuda -comencé a renegar-, No sé cuántos son, ni si soy lo suficiente fuerte para defenderme... Entonces me desmoroné, la poca esperanza que había creído sentir se esfumó en un ir y venir. -Algo es algo, nunca se sabe. Tendrás que ir con idea, a veces vale más maña que fuerza. Las palabras de Lucan no me reconfortaban lo suficiente, aunque en cierto modo, tenían razón. -Pero papá, va a ir sola a enfrentarse con esas sanguijuelas, ¿qué podemos hacer sobre eso?. Él se quedó mirándola con los ojos entornados, mientras las ideas golpeaban su mente intentando dar con una salida a ese punto en concreto. Se giró y salió del laboratorio, dejándonos a todos esperando una respuesta. Nos quedamos mirando unos a otros, sin saber que decir, mientras esperábamos a ver que pasaba. A los diez minutos o así, Lucan entró con algo minúsculo en sus manos. Después de echarme una ligera ojeada, se acercó a mi y me cogió del brazo donde tenía puesto mi brazalete dorado. Lo sujetó y le dio la vuelta sobre mi muñeca, dejándolo del revés y pegó en ella la pequeña pieza que traía consigo. En cuanto terminó de colocármelo, me lo dejó de nuevo en su antigua y correcta posición. -Esto es un localizador, es indetectable y nos informará en cualquier momento sobre tu ubicación. Lo miré sorprendida, sin duda alguna era una buena idea. ¿Cómo no se me había ocurrido a mi antes?.

156

-Cuando veas a tus padres en el momento del intercambio, diles que una vez libres, vayan directos a su casa -toda mi atención estaba concentrada en sus palabras-, Nosotros estaremos vigilándola y en cuanto los veamos venir y aseguremos su seguridad, iremos a rescatarte. Me parecía un buen plan, sólo esperaba que fuera realmente eficaz. No me gustaría que la muerte de varios miembros de la Resistencia recayera sobre mi conciencia. -¿Y si la engañan y no los liberan?. Esta vez fue Brenda la que habló, sorprendiéndome lógicamente. -Esperaremos hasta un par de horas después de vuestro encuentro y si no aparecen, iremos de todos modos. Pero para entonces, no sabremos en que estado encontraremos las cosas. Dijo esto último desviando su mirada de la mía, y yo sabía a que se refería. Si no los liberaban, o bien eran por que ya estaban muertos o por que querrían que continuarían presos cómo hasta ahora. Pero con una diferencia...con mi compañía. A partir de ahí, estaríamos a merced de ellos hasta que la resistencia vinieran para liberarnos. Y para entonces, podrían cambiar mucho la situación... Podríamos estar muertos. Por lo menos yo tenía un as bajo la manga, ellos no sabían nada sobre la existencia de esta droga. Quizás lograría salir de allí con vida después de todo...Sólo era cuestión de suerte.

157

CAPITULO QUINCE

Regresamos a la mansión justo a la hora de comer, después de hacer una visita rapidita al mercado del pueblo más cercano. Debíamos comprar los suministros alimenticios necesarios, puesto que teníamos que proseguir con nuestra tapadera. Los guardias nos dieron una reprimenda por haber llegado media hora tarde. Nos excusamos diciéndoles que había mucho tráfico en la carretera. Apenas probé bocado, no tenía ni pizca de apetito, pero tampoco quería llamar la atención y que se notara que estaba algo alterada. Me iba a costar fingir, pero tenía que hacerlo no sólo por mi bien, sino también por el de mis padres. Si alguien sospechara algo, seguro que irían con el cuento a Eric y entonces, la misión peligraría.

158

También se descubriría todo el asunto de la “Resistencia” y que yo era consciente de la existencia de ella. Y no sólo eso, seguro que se negaría a que me presentara sola en el punto de encuentro para un intercambio. Y yo no podía arriesgarme a perder a mis padres para siempre por eso. Tenía que ceñirme al plan y evitar encontrarme a solas con él. Pero eso iba a ser muy, pero que muy difícil. Palmeé con mi mano derecha sobre el bolsillo de mis pantalones jeans, para asegurarme que la droga continuaba allí. Suspiré y después de dejar mi plato en el fregador, me fui directa a mi habitación. Eric seguía dormido, pero no tardaría en levantarse y con suerte, se iría a hacer algún mandado relacionado con sus asuntos políticos. Me fui al baño contiguo a darme una buena ducha, a ver si así despejaba mi mente y perpetraba la manera de salir de allí, esa noche y sin llamar la atención. Y entonces se me ocurrió una brillante idea, iba a aprovecharme de la boda de mi prima -que sería dentro de una semana. Un rato después, salí de la ducha y fui al dormitorio a vestirme. Luego llamaría a Lisa, pues iba a necesitar de su colaboración. Estaba tan concentrada en mis pensamiento que no noté mientras estaba de pie enfrente del armario, cómo Eric se colocaba detrás mía y me abrazaba la cintura con sus fuertes brazos. Di un pequeño brinco por la sorpresa y un débil jadeo escapó de mi boca.

159

-¡Hey pequeña!, no te asustes -me dijo Eric al oído, mientras me apretaba más a él. Yo suspiré y dejé caer mi cabeza hacía atrás, para apoyarla sobre su musculoso y suave pecho. -¿Qué hora es? -pregunté mientras continuábamos abrazados de esa manera. -Casi las tres y media...-ahora empezó a restregarse y contonearse detrás mía-...¿Por qué lo preguntas?, ¿vas a salir?. Me giré lentamente sin soltarme de su abrazo, quedando cara a él y con la cabeza todavía apoyada en su pecho. Él estaba excitado y su viril miembro se presionaba contra mi estómago. -La verdad es que sí, tengo que hacerlo...-noté cómo se ponía rígido-...Pero no preguntaba por eso, sólo lo decía por que me parecía que te habías despertado muy temprano... -Cierto, la verdad es que lo he hecho por que tengo una cita muy importante a las cuatro y cuarto...-me levantó la barbilla y me besó- ...Pero antes me apetecía...ya sabes... Presionó más fuerte todavía su cuerpo contra el mío. El roce se sentía muy erótico y muy tentador... casi consigue hacerme olvidar mis penas.... Después de una dosis rápida de sexo e intercambio de sangre, me vestí y me arreglé el pelo, mientras Eric se daba una ducha antes de acudir a su concertada cita de negocios. Me puse una de mis túnicas preferidas, la que era de color azul y me calcé con unas sandalias plateadas. Eric aprobó mi petición que le hice la semana pasada, de ponerme calzado también dentro de la mansión. Uno de los muchos beneficios de ser la esposa del Sheriff. Estaba terminando de ponerme la última de las tantas orquillas que recogían en un moño mi pelo, cuando Eric salió del baño completamente desnudo. 160

Nunca me iba a acostumbrar a verlo así, siempre me parecía cómo si fuera la primera vez que mis ojos veían un cuerpo maravilloso y delicioso. No pude evitar recorrerle entero con mi azulada mirada, sentía tanta fascinación al contemplarlo...Finalmente no pude reprimir un suspiro de anhelo. -Te ves muy linda -me dijo mientras se acercaba a su lado del armario para prepararse la ropa que se iba a poner- Y... ¿Dónde dices que vas a ir?. Yo observé cómo se ponía unos calzoncillos negros de lycra, unos pantalones vaqueros y una camisa gris de manga larga. -He quedado a las ocho de la tarde con mi prima Jane para acompañarla a la prueba del vestido de novia -dije mientras guardaba mis accesorios de peinado dentro del neceser, evitando así nuestras miradas para que no viera la mentira en mis ojos- Iré a recogerla a su casa. Desde la butaca de la cómoda en la que estaba descansando, pude ver en el reflejo del espejo, cómo Eric se sentaba en el borde de la cama para ponerse los calcetines y luego sus zapatos negros. -Ya sabes que no quiero que vayas sola a ningún sitio, y mucho menos al exterior cuando ha oscurecido -dijo mientras se incorporaba y se acercaba a mi- Le diré a dos de mis hombres que te acompañen y esto no es negociable. Yo ya contaba con ese inconveniente, conocía bastante bien a mi marido y sabía que se preocuparía por mi seguridad. Me levanté y me acerqué a él, quedando enfrente suya, admirando quizás por última vez su bello rostro. -Sin problemas, diles que estén preparados para las siete y media.

161

Nuestros labios se encontraron una vez más, para saborear e intercambiar el néctar de cada uno. Una horrible idea se cruzó en ese momento por mi cabeza... quizás esta sería la última vez que nos besábamos... que estaríamos juntos... que nos veríamos...

Sí la Resistencia no lograba sacarme del aprieto con vida después del amanecer... todo se habría terminado. TODO. Muy a mi pesar me separé de él y lo dejé marchar, sin que él fuera consciente de lo que me pasaba, del lío en el que nos habíamos involucrado mi familia y yo. Pasé el resto de la tarde concretando detalles con Lisa, habíamos quedado a las ocho menos cinco en la gasolinera. Ella llevaría un vehículo que luego sería para mi uso, y Brad con Brenda, esperarían en otro coche para recogerla. Lisa me dejaría en él, una botella de agua para poder tomarme la fórmula de Lucan y luego, los tres se irían directamente a unirse con él y con el resto de la Resistencia en la casa de mis padres. Allí esperarían un máximo de dos horas a que ellos llegasen. Se suponía que mis padres serían liberados y que ellos utilizarían el transporte -el que yo hubiera usado para reunirme con ellos- para regresar a casa. Y el reloj marcó las siete y media...

*** Cuando el Volkswagen Passat Cc negro giró en la curva que precedía a la gasolinera, le dije al vampiro conductor que tenía que ir al aseo y que no podía aguantarme más.

162

Detuvo el coche en la gasolinera, justo cómo yo quería. Abrí la puerta del coche y fui directamente a los aseos. El conductor aprovechó la ocasión para repostar y el otro vampiro salió también del coche. Por un momento pensé que me iba a seguir y descubriría mis intenciones, pero afortunadamente no fue así. Se dirigió a la tienda y se entretuvo con unas revistas de coches mientras esperaba. Yo continué mi camino sin titubear y una vez dentro del aseo, me acerqué a la ventana.

Después de comprobar que efectivamente tenía el tamaño suficiente que necesitaba, acerqué el cubo de la basura y lo volteé. Una vez que lo puse del revés, pude subirme a él y alcanzar fácilmente la ventana y salí por ella. No muy lejos de allí esperaba Lisa y compañía. Me dio las llaves del Renault Clío rojo que iba a utilizar y después de un fuerte abrazo, se despidió de mi deseándome suerte. Realmente la iba a necesitar. Lentamente, el Ford Fiesta blanco de Brad y Brenda desapareció de mi vista, rumbo a la casa de mis padres. Me subí al coche rojo y salí pitando de allí. Eran casi las ocho de la noche y me esperaban para dentro de media hora. Mientras conducía, con mucha maña, le quité el tapón a la botella de agua y saqué de mi sostén la cápsula rosada que allí guardaba y me la tomé. El trayecto al punto de encuentro con los Renegados, se trataba en su mayoría, de un camino de tierra, que atravesaba una frondosa pinada. 163

A lo lejos, pude ver según me iba aproximando, dos todo terreno oscuros, que parecían negros, aunque bien podrían tratarse de un azul marino. La noche era muy cerrada y no pude ver bien desde esa distancia. Estaban estacionados junto al pantano de Santomera, en una zona tranquila y discreta. Aparqué a varios metros de ellos y comprobé que se trataban de dos Nissan Murano, pero seguí sin distinguir el color. A la vez, casi cronometradamente, se abrieron todas las puertas y comenzaron a salir unos corpulentos vampiros todos ellos vestidos de negro. Iban armados. No vi a mis padres salir tras ellos... ¿Estarían esperando dentro del vehículo?. -Aquí me tenéis -grité- Y ahora... ¿Dónde están mis padres?. Yo continuaba metida en el coche, con el motor encendido. Lo dejé arrancado por si tenía una urgencia y tenía que salir pitando. Los nervios y el miedo se apoderaban de mi con cada segundo que pasaba. Continuaron avanzando, aproximándose cada vez más y sin decir nada. -Soltad a mis padres o me largo ahora mismo -exigí- Lo digo en serio. -No están aquí niña, pero vamos a llevarte con ellos -su voz me era familiar. Se trataba de un vampiro con el pelo más negro que la noche que nos rodeaba, sus ojos parecían del mismo color. Era alto y de constitución delgada, pero con un aura de energía poderosa. Aparentaba unos treinta y cinco años -en medidas humanas- y

164

su mirada daba miedo. Y fue con él con el que estuve hablando por teléfono. -Ese no fue el trato que hicimos. Los tenía muy cerca y no hacían el amago ninguno de detenerse. Le puse el seguro a las puertas del coche, aunque dudaba que eso sirviera de mucho... -Cambio de planes -dijo entre risas- No pudimos echarte el guante esta mañana en casa de tus padres...-lo miré fijamente con rabia. Ahora se habían detenido a poco más de un metro de mi puerta-... Fue muy inteligente por tu parte no entrar en la vivienda. Se giró y miró a los hombres que esperaban a ambos lados de él y volvió a concentrarse en mi. En total habían diez poderosos vampiros estudiándome. -Se quedaron muy frustrado por ello, y yo también -volvió a reírTendría que haberle dicho a tus padres que cambiaran el teléfono de lugar... -Quiero una prueba de que aún están con vida -exigí. Después de dedicarme una pequeña sonrisa con la comisura de sus labios, sacó de su bolsillo trasero un móvil. Vi como marcaba un número y le daba a llamada. -Ponerlos -fue la única palabra que le dijo al aparato. Extendió el brazo ofreciéndome el teléfono. Dudé un momento, pues no sabía si era seguro bajar la ventanilla para tomárselo.

165

Tenía todas las de perder, sí me ponía en marcha y salía de allí a todo gas, nunca volvería a ver a mis padres ni sabría nada más de ellos. También cabría la posibilidad de que no llegara muy lejos, con la velocidad que ellos poseían, seguro me atrapaban antes de meter la segunda marcha. Con un suspiro de resignación, abrí la puerta del coche y bajé para tomarle el móvil de su mano. Cómo deduje, en menos de lo que tarda en dar un latido el corazón, dos de los vampiros me tenían acorralada y aplastada contra la puerta del Renault Clío. Me costaba respirar y me temblaban las piernas. ¡Jodidos Chupa sangres traicioneros!. El moreno vampiro que sujetaba el móvil, se acercó a mi y me lo puso en la oreja. -¡Carla!, ¿estas bien? -escuché cómo gritaba mi madre entre sollozos de desesperación- ¡Oh Carla!... ¡Cuánto siento todo esto!... Huye y no te preocupes por... Apartó el aparato de mi oído y colgó sin dejar que mi madre terminara de hablar. -Suficiente -me dijo y luego miró a los dos bestias que me sujetaban- Montarla en el coche, nos vamos ya. Me arrastraron hasta uno de los Nissan y después de amordazarme, atarme y vendarme los ojos, me metieron en el vehículo, en el asiento de atrás. Todo me estaba saliendo mal, ya no era sólo el hecho de que finalmente había sido secuestrada, sino que, mis padres aún seguían encarcelados y bajo la merced de los Renegados.

166

CAPITULO DIECISEIS

No sabía a donde me llevaban, pero el camino se me hizo muy largo y eterno. Cómo llevaba los ojos vendados, no pude saber cuál era el lugar hacía donde nos dirigíamos. Apenas hablaron durante todo el trayecto, pero pude descubrir que el tipo con el que había tratado hasta hora se llamaba Ian. Intenté tranquilizarme, pensando que todavía no estaba todo perdido. Ellos realmente lo que querían eran la colaboración de Eric y me utilizaban con ese fin. Pues bien, en ese caso, eso significaba que mi vida y la de mis padres no corrían peligro. Tendrían que mantenernos con vida para que Eric aceptara el trato. Una vez que se aliaran sus tropas, la Resistencia les declararía la guerra cómo en un principio se tenía planeado. Luego ya sería cuestión de suerte. Gracias a la fórmula secreta de Lucan, las cosas estarían casi igualadas. Lástima que en el transcurso de esa refriega se perdieran muchas vidas... Perdí la percepción del tiempo, no sabía cuánto había durado el viaje, pero sí sabía que había concluido. Noté cómo el vehículo reducía la velocidad y poco después el motor fue apagado. 167

Incontroladamente, mi corazón bombeó y latió con demasiada velocidad. Tanta intriga me estaba matando. Unos fuertes brazos me cogieron y cómo si fuera una niña pequeña, me llevaron tomada de esta manera. Tenía los oídos agudizados, atentos a cualquier sonido o ruido. Sólo podía escuchar pisadas y más pisadas y luego una puerta abriéndose. Ésta debería ser de metal, deduje por el ruido que hacía tanto al abrirse cómo al cerrarse y necesitaba que le engrasaran las bisagras.

Ian comenzó a dar órdenes a unos y a otros. Así supe que los fuertes e inflexible brazos que me sujetaban eran los suyos. Otra puerta más se abrió y se cerró detrás de nosotros y finalmente, pude sentir el duro suelo bajo mis pies. -Señor, aquí la tiene -dijo él con un tono de voz firme. ¿Señor?, ¿Quién era su señor?, creí que él era el “manda más”... por lo visto no era el jefe, sino su mano derecha. Ian sólo me quitó la mordaza de la boca y el vendaje de los ojos, pero mis pies y manos seguían atados. Mis ojos se abrieron de golpe por la sorpresa, reflejando también horror e incomprensión. Un conocido vampiro se encontraba delante mía, a pocos metros, sentado en un enorme sillón orejero que descansaba junto a una chimenea encendida. Ni el calor que ella desprendía podía derretir el helor que se apoderó de mi alma. Nick era el jefe de la “Resistencia”, el malvado e inhumano Nick. 168

-¿Sorprendida de verme de nuevo? -una carcajada prosiguió a su pregunta- He de confesarte que yo no de verte a ti. Lo mire con furia y dejé que él lo viera, alcé la barbilla en un gesto desafiante. -Ya una vez Eric te doblegó -dejé escapar una ligera sonrisa de mis labios- Y volverá ha hacerlo. -¿Eric?, y ¿Quién dice que Eric vendrá aquí alguna vez? -sus ojos maliciosos brillaban con diversión- No lo necesito para nada y nunca sabrá de este sitio, ni nada más de ti. Sus palabras me paralizaron y me dejaron más helada aún, me sentí cómo si me hubieran vertido encima un cubo de agua casi congelada. -Pero...-comencé a balbucear-... No lo entiendo... ¿Para que me quieres pues?. Esto debería ser un pago cómo venganza a lo que le hicimos con Jane, despojarlo de esa manera por su mala conducta hacía ella y hacía su familia.

La puerta se abrió de golpe y entraron dos vampiros rubios. Traían a dos rehenes con ellos... Mis padres. La imagen que mi mente absorbía era dolorosa y sólo sirvió para aumentar más aún mi rabia y odio hacía Nick. La ropa de mis padres estaban sucias, ensangrentadas y echas jirones. Arañazos y marcas de mordeduras se deslumbraban en las zonas que quedaban expuestas a la vista.

169

Tenían una pinta horrible, con sus pelos revueltos y despeinados. Sus caras estaban hinchadas y coloradas por los golpes recibidos o de tanto llorar. También estaban atados de pies y manos. Los vampiros los soltaron de golpe y ambos cayeron al suelo de rodillas. No pude reprimir un grito de horror y sin querer, alcé mis manos atadas hacía mi boca, para ahogar otro grito que luchaba por salir. Con impotencia, me giré y clavé mi mirada en aquellos ojos negros, apagados, sin vida, sin alma y totalmente vacíos. -¿Qué quieres de nosotros entonces? -exigí saber. Sin mediar palabra alguna, se levantó del sillón en el que estaba descansando y se acercó a mi, cómo un animal salvaje se acerca cuando acecha a su débil presa. Yo no podía moverme, bastante me costaba ya mantenerme de pie sin perder el equilibrio y caerme de bruces en el suelo. El lugar dónde nos encontrábamos era un dormitorio espacioso, pero apenas estaba amueblado. Sólo tenía una gran cama, que se encontraba a la izquierda de la puerta y pude comprobar con horror, que de la pared -en la parte dónde estaba el cabezal de la cama-, colgaban cadenas gruesas y grilletes al final de las mismas. En la pared de enfrente, había dos sillones orejeros, uno a cada lado de la chimenea francesa. Y eso era todo. Mis padres estaban a la derecha de la entrada, arrodillados en el suelo y apoyados contra la pared desnuda.

Al lado de ellos estaban los dos vampiros que habían ido a por ellos para traerlos. Detrás mía estaba Ian, bloqueando la puerta de entrada e impidiendo cualquier intento de fuga por mi parte. 170

Ahora tenía a Nick enfrente mía y deduje por su miraba lasciva que, nada bueno podría esperar de él. La sed de sangre y de lujuria bañaban y nublaban ahora sus oscuros ojos. Con un movimiento rápido e inesperado, me desgarró la túnica azul por la parte frontal, dejando mis sujetador expuesto a la vista. Gemí de la sorpresa e intenté taparme y cubrirme con mis inútiles brazos amarrados. Con otro gesto igual de veloz, me alzó en brazos y me llevó a la cama. Horribles imágenes asquerosas nublaron mi atormentada mente. No podía creer lo que me estaba pasando y no me gustó para nada las intenciones que tenía Nick con respecto a mi. Forcejeé intentando librarme de su agarre pero no pude hacer gran cosa, estaba perdida. Cuando mis padres comprendieron también lo que me esperaba, comenzaron a gritar y a quejarse. Suplicaron clemencia y solicitaron una y otra vez que me dejara libre y en paz. Nick ignoró sus exigencias y continuó con sus maléficos deseos. Desató mis manos que estaban unidas por las muñecas y sustituyó la presa que ejercían las cuerdas en ellas por los fríos grilletes. -Me has estado jodiendo la existencia desde que te conocí... -se quejaba mientras me desataba las piernas-... Ahora me toca a mi joderte. Pataleé con todas mis fuerzas, golpeándole varias veces en el pecho, pero apenas notó mis embestidas.

171

Ian se acercó por el otro lado de la cama y me agarró mi pierna derecha y con la cuerda que habían utilizado para atarme las manos, me la sujetó al poste de madera que estaba al pie de la cama.

Nick hizo lo mismo con la otra pierna, dejándome ambas separadas y abiertas. De momento, la túnica aún ocultaba mis braguitas y no se veía nada más que gran parte de mis muslos y mi sostén negro de encaje. -Por favor... Nick... -comencé a balbucear-... Delante de mis padres no. Él hizo caso omiso a mis palabras y se inclinó delante mía. Metió una de sus sucias manos dentro de mi sujetador y destapó uno de mis pechos. -Por favor... por favor... -continué suplicando- ...con ellos aquí no. Mi padre comenzó a insultarle, llamándole de todo, mientras se retorcía en el suelo para poder levantarse y golpearle. Uno de los Renegados, le atizó un puñetazo en la cabeza y lo dejó inconsciente en el suelo. Me consolé pensando que por lo menos así no vería cómo yo era violada. Mi madre continuó llorando a gritos, mientras acunaba la cabeza de mi padre en su regazo. -Hacerla callar también -exigió Nick mientras me pellizcaba dolorosamente el pezón. Amordazaron a mi madre con un poco de precinto plateado, para silenciarla. -Y encima vas a gozar pequeña zorra -se burlaba en mi propia cara- Vas a suplicarme que no me detenga.

172

Se acercó un poco más. -Mira lo que tengo aquí para ti... -dijo a la vez que se echaba mano sobre su abultado paquete- toda esta polla es para ti zorrita. Y en un visto y no visto, se me echó encima, aplastándome contra el colchón y presionando su erección contra mi estómago. -No puedo esperar para saber que tal sabes. Y antes de que asimilara lo que acababa de decirme, me clavó sus horrendos colmillos en la garganta. Un dolor inaguantable se apoderó de mi, podía sentir cómo se cerraba fuertemente su mandíbula en mi carne y succionaba con hambre feroz. Él iba ha hacerme mucho daño, tanto psicológicamente como físicamente, pero por lo menos me podía consolar sabiendo que en cuestión de minutos acabaría debilitado gracias a la droga que corría por mis venas. En cuanto tuviera ocasión y acabara liberada de ataduras, le iba a patear el culo lo más fuerte posible, aunque me costase la vida en ello. No había terminado de beber de mi cuello, cuando sus manos descendieron entre nuestros cuerpos y se dirigieron a sus pantalones. Mi respiración se paralizó, al contrario que mi corazón, que ahora latía con más ímpetu, cuando noté que se bajaba la cremallera. Y no sé cómo sucedió, pero de repente, su cuerpo ya no se presionaba contra el mío y su boca no se alimentaba de mi. Por poco me arranca el trozo de caujo.

173

Salió disparado hacía atrás, cayendo de culo contra el duro suelo y con un grito gutural, se incorporó de nuevo sobre sus talones. Se quedó mirando fijamente y con rabia hacía la puerta de entrada. Giré la cabeza, a pesar de mi dolorido cuello, y miré en esa dirección. Un hombre, mejor dicho, un vampiro altísimo y fornido, con una melena larga y morena, nos miraba atentamente con sus ojos verdes. Max. -Ella es mía -le aclaró a Nick- Según nuestro tratado, me la entregarías a cambio de mi apoyo en tu política. En ningún momento se dijo nada de que podías poseerla antes de dármela. ¿De que iba todo esto?, ¿suya?, ¿tratado?, esto se estaba complicando más de la cuenta. -Mis excusas Sheriff de Alicante...-su tono era burlón, definitivamente no se lamentaba por sus acciones-... Sólo quería comprobar que su mercancía se encontraba en buen estado. La mirada que le dedicó a Nick dejaba bien claro que no le hacía gracia su estúpido comentario. Así que Max era también un Sheriff... ¡Cuántas sorpresas daba la vida!. -¿Y que hacen ellos todavía aquí? -dijo señalando con la cabeza en dirección a mis padres -Creí que una vez que obtuvieras tu premio, no te importaría la vida de ellos y que podría quedármelos cómo recompensa por mi eficaz trabajo. -Se quedó bien claro en nuestro trato que ellos serían liberados -le recordó Max- Y eso también se mantiene en pie. 174

Se apartó de la puerta y dejó entrar dos vampiros robustos, sin duda eran miembros de su grupo, sus hombres. Les dio órdenes para que los sacaran de allí y lo llevasen a otro dormitorio para que descansaran. Por su comentario, deduje que no faltaba mucho para el amanecer y no podían arriesgarse en salir al exterior para enviarlos de vuelta a “Los Periquitos”. Quedó con ellos en que en cuanto llegara el anochecer, debían liberarlos. Mientras tanto, tenían la obligación de protegerlos y darles un buen trato. Ese fue el único buen gesto que vi en varias horas, desde que fui secuestrada en el pantano. Mientras la habitación era despejada y todos salían de allí, mi cabeza comenzó a trabajar a un ritmo acelerado. Por la información que había recopilado hasta ahora, todo apuntaba a que Nick era un Renegado -el jefe-, que quería el apoyo de cualquier Sheriff del país para sus alocados fines. Que Max accedería a unirse a ellos a cambio de mi persona... Así que, no había sido secuestrada cómo venganza por lo ocurrido con lo de Nick y Jane, ni para atraer a Eric... sólo era un capricho de Max.... Finalmente, todos habían desaparecidos. Excepto Max. Se quitó la chaqueta negra de cuero y la lanzó hacía uno de los sillones orejeros. Vestía una camisa marrón ajustada y sus habituales pantalones de cuero, también ajustados. Sus botas negras de motero, resonaban y vibraban con cada paso que daba al aproximarse a mi. Cuando lo tuve cerca, parado de pie al lado mío, le pregunté... -¿A que viene todo esto?.

175

Se sentó en el borde de la cama y acercó una de sus manos a mi cara, para apartarme un mechón castaño de pelo de mi frente. Ese gesto aumentó aún más mis sensibles nervios. -Una vez estuviste apunto de ser mía... -comenzó a decir mientras me giraba la cabeza y observaba mi sangrante herida del cuello-...Ahora te vuelvo a tener, y no voy a dejarte escapar de nuevo. Se inclinó hacía mí y lamió mi garganta, en la zona dañada, para cicatrizar y curar la mordedura que me hizo Nick. -¿Es eso lo que quieres? -le desafié- ¿Tenerme en contra de mi voluntad?. Él simplemente me miraba con anhelo y fascinación, pero sin responderme. -¿Me vas a tener toda la vida atada a una cama? -alcé la barbilla con arrogancia- ¿Eso es lo que esperas de mi Max?. Ahora su mirada reflejaba dolor, mis duras palabras le golpearon duro. La verdad dolía. -Una vez mi persona te atrajo, te gusté y sentiste placer entre mis brazos... -Pero no te amo -le interrumpí- Y nunca lo haré. Yo amo a Eric y a nadie más. Se quedó helado por un momento, sin saber qué responder a eso. Aproveché su silencio para seguir atacándolo. De momento, era la única arma que tenía a mano. -Podrás poseer mi cuerpo, mi sangre...-hice una pequeña pausa para enfatizar mis palabras-...Pero no mi corazón. Me miró de una manera salvaje, con sus colmillos extendidos y sobresaliendo de sus labios.

176

-Sí es lo único que puedo obtener de ti...-se inclinó más cerca, casi rozándome los labios con los suyos-... Tendré que conformarme con eso. Con un gesto posesivo, me besó en la boca, reclamándola con exigencia. Con mis sinceras palabras...había desatado a la bestia.

CAPITULO DIECISIETE

Su boca devoraba la mía con impaciencia, su lengua empujaba contra mis labios en un intento por entrar en mi interior. Tenía los labios doloridos y no pude resistirme más a su ataque, tuve que separarlos finalmente, dejándole acceso a mi húmeda boca. Por un momento se me ocurrió morderle, pero luego recapacité y recordé que la vida de mis padres aún pendían de un hilo y no quería inclinar la balanza hacía el lado negativo. No quería dificultar más las cosas enfadándole. Sus urgentes manos recorrieron el contorno de mi pecho descubierto y liberaron el otro también. Salvajemente, los acarició una y otra vez , apretujándolos entre sus fuertes manos. Ahora sus dedos me pellizcaban los doloridos pezones, dejándolos enrojecidos. Seguía sin separar su boca de la mía y debido a ello, apenas podía respirar.

177

Abandonó uno de mis pechos para bajar la mano a la altura de mis muslos y tiró del borde de la túnica para subírmela hacía arriba. La tela quedó amontonada en un amasijo de arrugas y pliegues sobre mi barriga. Deshizo la unión de nuestros labios y se separó para contemplarme con ojos hambrientos. Mi cuerpo semidesnudo temblaba a causa de la mezcla de emociones y sensaciones, que iban desde rabia, ira, a impotencia. Desgarró mi sostén y mis diminutas braguitas con sus afilados colmillos. Cerré los ojos e intenté pensar en otra cosa, para no ser consciente de sus indeseadas caricias. Su boca saboreaba mi piel. Lametazos de su insaciable lengua bañaban mi cuerpo.

Finalmente se entretuvo en el punto dónde mis largas piernas se unían. No pude reprimir las lágrimas que luchaban por salir y dejé que éstas me humedecieran la cara. Él intentaba separarme más todavía las piernas para tener un mejor acceso a ese punto que tanto ansiaba. Pero yo las apretaba con fuerza, en un inútil esfuerzo por protegerme. Sus manos lograron separármelas, exponiendo finalmente mi sexo delante suyo. Me dolían los muslos por la fuerte presión que había ejercido sobre mi. Pero eso no se podía comparar con el dolor que sentía mi alma, mi corazón.

178

En cuanto su lengua acarició mi cremosa y caliente carne y succionó mi sensible clítoris, una necesidad más urgente se apoderó de él y no pudo continuar reprimiéndose. Con un movimiento rápido e impaciente, se desabrochó los pantalones y se los bajó junto con los calzoncillos hasta los tobillos. Sin llegar a quitárselos si quiera, se posicionó sobre mí, rozando su sexo sobre el mío. No quise abrir los ojos, seguí manteniendo mis párpados cerrados y dejando que las lágrimas continuaran empapando mis mejillas. Sin delicadeza y con brutalidad, me penetró profundamente. Un fuerte gemido se le escapó de entre sus labios. Me poseyó salvajemente, embistiéndome una y otra vez sin consideración alguna, ni descanso. Hasta que no fue completamente saciado, no se retiró de mi interior. Su húmedo e hinchado pene descansaba sobre mi estómago cuando se incorporó y clavó sus dientes en uno de mis pechos. Bebía con la misma ansía y necesidad con la que me había tomado en contra de mi voluntad. En cuanto terminó, selló la herida con su saliva y se separó de mi. Abrí mis llorosos ojos y vi como se giraba, dándome la espalda y se subía los pantalones. Por encima de su hombro, pero sin mirarme, me dijo... -Yo...hum...me hubiera gustado que nuestra primera vez no hubiera sido así...-suspiró profundamente, noté que le costaba respirar-... Tú misma me has provocado. Parecía avergonzado por su comportamiento, incluso su voz tenía un tono de arrepentimiento. Y sin más, salió de allí. 179

*** Al poco tiempo, mi madre entró sola en la habitación. Iba libre de ataduras y sostenía entre sus manos un recipiente de plástico. Sobre su hombro izquierdo colgaba una elegante bata de seda. Pude comprobar cuando se acercó a mi, que contenía agua caliente y un trozo de tela blanca. Su cara estaba también hinchada cómo la mía de tanto llorar y le temblaban los labios. Dejó el caldero apoyado en el suelo y la bata dorada encima de la almohada. Entonces me abrazó fuertemente, mientras las lágrimas se apoderaban de las dos de nuevo. Cuando se armó con la fuerza suficiente para separarse de mi, se alejó y metió una de sus manos en uno de los bolsillos de sus pantalones. Sacó una vieja llave de hierro. -¡Oh Carla!, ¿Qué te han hecho? -susurró más para sí misma. Era más que evidente lo que me había pasado. Había sido violada. Utilizó la llave para abrir los grilletes y liberar mis dolorosas muñecas de la presión que ejercían. Me di un masaje sobre ellas, aliviando con ello el dolor infligido. Me incorporé lentamente, sentía mi cuerpo extraño, cómo si no fuera mío. Por un momento creí que me iba a desmayar, pues sentí un leve mareo.

180

Debía de ser por tanta pérdida de sangre. Ayudé a mi madre a liberarme de las ataduras de mis pies. Las piernas me pesaban y con esfuerzo logré cerrarlas. Las flexioné y estiré varias veces para relajarlas, pues habían estado mucho tiempo rígidas por la tensión. No tenia ganas, ni valor para hablar con mi madre. Ni con nadie más. Ella debió de percatarse de ello, por que también guardó silencio. Cogió el trozo de tela húmeda y después de escurrirlo, me lo tendió para que pudiera lavarme. Me lavé lo mejor que pude, restregando con fuerza en las zonas dónde más se había entretenido y deleitado Max en mi. Mi madre tuvo que sujetarme del brazo que sostenía el trapo, para detener mi dura fricción. -Suficiente -me avisó. Miré mi pecho y comprobé que lo tenía colorado de tanto frotarlo. No sé cuánto tiempo me quedé mirándome, con la vista perdida. Hasta que mi madre apoyó su mano sobre mi hombro derecho y me entregó la bata de seda. Torpemente me cubrí con ella. La túnica azulada y mi ropa interior quedaron inutilizadas. Estaban completamente destrozadas. -Tengo que dejarte -me dijo en una débil y cansada voz- No olvides que tu padre y yo te queremos.

181

Me besó en la mejilla antes de salir sujetando entre sus manos, el recipiente de plástico y mis ropas arruinadas. Y volví a quedarme sola, vestida solamente con una bata de seda dorada...

***

No sé cuanto tiempo pasó desde que mi madre había abandonado la habitación, ni la hora que era. Sólo sabía que en cuanto los de la Resistencia se percataran de que mis padres no habían sido liberados, localizarían mi ubicación y vendrían a salvarnos. Por un lado lo estaba deseando, pero por otro lado estaba preocupada. Ahora los Renegados, que sin duda serían una gran multitud, tenían a su disposición otro ejército aliado, los hombres de Max. La Resistencia, aunque también muy numerosa, sólo eran simples humanos y si los vampiros no se alimentaban de ellos, nunca serían debilitados y por tanto, no serían vencibles. Si Eric supiera de mi situación… seguro vendría con su tropa para apoyarnos. ¿Por qué fui tan tonta y no le dije nada?. Yo sabía la razón, temía exponer en peligro la vida de mis padres… ¿Pero que he obtenido al final?. Ellos continuaban prisioneros al igual que yo. Sí se lo hubiese contado a Eric… quizás él hubiera ideado algún plan de rescate sin poner en la cuerda floja la vida de mis padres e inclusive la mía propia. Pero ya era tarde para lamentaciones, sólo quedaba esperar que Lucan y sus chicos llegasen pronto y que tuviéramos suerte. 182

Y de Max… ¿Qué podía pensar de él?. Me gustaría pensar que no es un ser tan malo cómo Nick, al menos él había tratado bien a mis padres. Y Nick quiso violarme, sólo por poseer mi cuerpo y punto. Seguro habría sido más brusco que Max y me hubiera golpeado. Ni siquiera tubo el muy bruto delicadeza a la hora de alimentarse de mi. Me consolaba pensando que al menos ahora estaba contaminado. Lo que me hizo Max era imperdonable, por muy furioso u obsesionado esté uno con una persona… no debería de obligarla y someterla. Por lo menos no me lastimó físicamente intencionadamente, aunque sí que me encontraba dolorida, sobre todo en mis partes íntimas. Pero eso era debido a la falta de lubricante, pues lógicamente no estaba para nada excitada. En cierto modo me daba pena, él se creía que poseyéndome acabaría perteneciéndole. Pero no era así, sólo podría disfrutar de mi cuerpo, de mi carne y sangre. Pero eso era todo, jamás sería suya. Debía ser duro amar a alguien y no poder hacer que ésa persona te correspondiera… Y encima, estaba tan desesperado qué, incluso cedió a unirse a Nick y sus maléficos planes, por tenerme. ¿Y todo esto por mi?, ¿Iba a condenar a toda la humanidad para poder echarme un polvo cada vez que le apeteciera?. Ése era su mayor delito, más que mi propia violación. ¿Cuántas otras personas serán violadas si Nick lograba salirse con la suya?.

183

Sí él consigue el apoyo necesario para que su política llegue a buen puerto, se iba a desatar el infierno en la tierra. ¿Por qué no se conformaban todos los vampiros con lo que ya tenían?. En cierto modo, ya nos tenían sometidos. ¡Y los muy cretinos aún querían más!. Tarde o temprano, la Resistencia les iban a plantar cara, planeaban rebelarse un día de estos, y demostrarle que no son tan poderosos cómo creían. Les hubieran demostrado que poseíamos un arma eficaz contra ellos y después de una gran batalla -en la que se perderían muchas vidas lamentablemente- y con un poco de suerte, hubiéramos conseguido de nuevo nuestra libertad. Podríamos convivir ambas especies unos con otros, sin obligaciones, ni patrones o patronas, nada de emparejamientos sin consentimiento y la sangre animal cómo alternativa. Que los humanos fuesen libres de decidir si acceder o no a alimentar a un vampiro. Eso sería lo mejor. Y con esos pensamientos, me quedé dormida.

CAPITULO DIECIOCHO

184

No llegué a dormir mucho, o al menos eso me pareció, pues poco después el sonido de unos gritos y pies corriendo en una loca carrera, me despertaron. El ruido que se produjo cerca de mi puerta, seguido de unos alaridos, me espabilaron del todo y de un brinco, corrí y me escondí detrás de uno de los sillones orejeros. Estaba asustada, no sabía cómo acabarían desarrollándose las cosas. No tenía duda de lo que se estaba cociendo a pocos metros de mi posición, la Resistencia había hecho acto de presencia. La incertidumbre me estaba matando, los ruidos y quejidos de dolor, se me metían en la cabeza, atormentándome. ¿Cómo estarían mis padres? -Dios, por favor, cuida de ellos… por favor, por favor, que no les pasen nada -susurré muy bajito. Esperaba que mis rezos y súplicas fueran escuchadas y cumplidas. Golpes, cosas cayendo y rompiéndose a la vez y más voces feroces retumbaban por todas partes. De repente, la puerta se abrió de golpe, estrellándose contra la dura pared. Miré por un lado del respaldo del sillón, con mucho cuidado de no ser descubierta y comprobé con gran decepción, que la figura que entorpecía la entrada a la habitación, era la de Nick. Todo en él desprendía rabia por todos los costados, tanto en su semblante serio, en su forma de mirar y recorrer toda la estancia con la vista, cómo en su postura de ataque. Sus ropas estaban desgarradas y manchadas de sangre y sus horribles colmillos sobresalían de sus labios, de una forma muy alarmante. 185

Su mano derecha sostenía un largo cuchillo, con la punta manchada del valioso líquido rojo. Finalmente su mirada se encontró con la mía. Mi corazón se agitó locamente, que parecía que iba a salirse de mi pecho. Si Nick no acababa antes conmigo, lo iba a conseguir un ataque al corazón. Comenzó a avanzar en mi dirección, con paso firme y seguro, mientras un gruñido salía de su garganta en el momento en el que se lanzaba contra mi. Gracias a la droga que recorría ahora por sus venas, su velocidad era la equivalente a la de un humando cualquiera y pude evitar el primer ataque. El sillón y la chaqueta de Max se llevaron la peor parte, pues los usé cómo escudo para poder esquivar su mortal embestida. -¡No huyas zorra! -jadeó a la vez que se incorporaba de nuevo y se preparaba para otro golpe- ¡Todo esto es por tu culpa! -rugió enfadado. Rodé por el suelo y me alejé lo más posible de él. Volví a escudarme con el otro sillón orejero, el cuál salió lanzado hacía el centro de la habitación, cuando Nick lo golpeó alejándolo de mi. -¡Zorra engreída!, eres la causante de todo este caos -me culpó-, Tú lograste seducir y embrujar primero a Max y luego a Eric. Me encontraba sentada en el suelo, con los palmas de las manos apoyadas contra él, mientras me arrastraba y avanzaba lentamente hacía la puerta.

186

Mis ojos no se desviaban de su mirada, comprobando cómo Nick avanzaba despacio hacía mi mientras me gritaba. -Por tu culpa mis hombres están cayendo uno a uno -hizo una pausa para dedicarme una sonrisa burlona-, Pero tú también caerás cómo ellos. Se lanzó hacía mi y esta vez su puñalada no falló y se clavó en mi muslo izquierdo. Noté cómo la fría hoja de acero atravesaba mi tierna carne y se hundía sin consideración desgarrándome ferozmente e invadiéndome de dolor. Un grito de dolor asomó por mi garganta, a la vez que pateaba su cara con la otra pierna. Ese gesto hizo que mi muslo condolido se desgarrara, pues Nick en ningún momento había soltado la empuñadura del arma y con mi golpe, me dañé más. Por lo menos logré dejarlo brevemente desorientado y aproveché la ocasión para seguir retrocediendo y alejarme de él. Sentí un calor húmedo deslizándose desde mi muslo hasta mi tobillo, sangre cálida empapaba mi pierna y el duro suelo. No podía incorporarme, me dolía mucho y estaba perdiendo bastante sangre. En cuanto Nick se recuperó de la patada, se incorporó y volvió a lanzarse contra mi. Cerré los ojos cuando lo tenía sólo a un metro de mi posición y esperé la gran estocada. Pero ésta no llegó. Un rugido, seguido de una maldición, llenó la estancia.

187

De la nada, había aparecido Max y se había interpuesto entre Nick y yo. Salvándome así la vida -de momento- y parecía malherido. Nick clavó el cuchillo en el corazón de Max en vez de en el mío, pero esto no era suficiente para acabar con la vida de un vampiro. Ambos estaban debilitados por la droga que les había transmitido cuando bebieron de mi, pero seguían siendo casi inmortales. Sólo cortándoles la cabeza lograrían morir definitivamente. Max giró levemente la cabeza, para poder mirarme mejor con sus verdosos ojos. -Carla…¡Huye!... -su voz sonaba entrecortada, pues le costaba hablar-…¡Sal de aquí!... -me urgió. Obedecí y cómo pude, me agarré al marco de la puerta y me incorporé. Cojeando, me alejé de allí. Pero no lo suficiente para no oír lo último que me dijo. -Espero que algún día…-me giré para mirarlo en la distancia-… me perdones. Y esas fueron sus últimas palabras, pues su voz se apagó en el momento en que Nick le cortaba la garganta y le arrancaba la cabeza de cuajo. Chorros de sangre bañaban ahora las paredes, tiñéndolas de un rojo intenso. Otro grito escapó de mis labios ante la horrible escena que acababa de presenciar. Pero no tenía tiempo de lamentar la vida de nadie, tenía que salir de allí y lo antes posible, pues Nick volvía a estar libre y aún no había terminado conmigo.

188

Tropecé con varías personas que estaban luchando entre ellas, reconocí a algunos miembros de la Resistencia entre ellos. A lo lejos divisé a un Lucan ensangrentado, degollando y rematando a un vampiro rubio y corpulento. Me guiñó un ojo antes de arremeter contra otro vampiro que se había lanzado hacía él. Me quité el lazo de la bata y lo usé como torniquete para taponar la herida sangrante de mi muslo. Agarré con fuerza las solapas de la bata para mantenerla cerrada y no mostrar mi cuerpo desnudo. Estudié el salón que me rodeaba, decenas de muertos sin cabeza yacían esparcidos por el suelo. Comprobé con horror que también habían varios cadáveres humanos desangrados y algunos de ellos, desmembrados. El caos reinaba en el lugar, ruidos de golpes, gritos y demás sonidos de la batalla llenaban la estancia. Nick se abría paso entre la muchedumbre enloquecida para darme alcance. Con mucho cuidado y suerte, logré salir de allí cojeando sin apenas lesionarme, sólo recibí algunos empujones y arañazos en mi huída. Corrí por el pasillo, sin saber ciertamente hacía donde me dirigía, vigilando mi espalda, cuando tropecé con un duro pecho. Grité asustada cuando unos fuertes brazos se aferraron en torno mío. Comencé a golpear fuertemente con mis manos cerradas en puños, sobre el musculoso pecho del sujeto que me tenía prisionera. -¡Socorro! -grité asustada- ¡Lucan, ayúdame!. 189

No me molesté ni si quiera en mirar al rostro de aquel que se interponía en mi camino, dando lugar a que Nick acabase alcanzándome de un momento a otro. -Tranquila pequeña… -susurró una bella voz- …Conmigo estas a salvo.

190

CAPITULO DIECINUEVE

Alcé mi mirada para encontrarme con unos ojos tan marrones cómo la dulce miel... Eric. Pero... ¿Qué hacía él aquí?, ¿Cómo supo dónde yo estaba?. Sin mediar palabra alguna, mis labios se encontraron con los suyos de manera urgente. Lágrimas de alegría por volver a estar en sus brazos inundaron mi cara. Mis brazos se enredaron en su cuello y por un momento, me olvidé de todo lo que ocurría a nuestro alrededor. Entonces, Eric se puso rígido, deteniendo nuestro apasionante beso. Entendí cuál fue el motivo de ello. Unas ligeras pisadas se acercaron a nosotros y se detuvieron en seco. Me separé de Eric y vi a un Nick ensangrentado y rabioso, observándonos a pocos metros de nuestra posición. Todavía llevaba en sus manos el cuchillo con el que me había lastimado y el que había utilizado para quitarle la vida a Max. Pobre Max, en cierto modo, sentía lástima por él.

191

-Eric... -comenzó a decir- ... No quiero esta guerra, sólo la quiero a ella -noté cómo se esforzaba Eric por retener su rabia y no explotar todavía-, Les diré a mis hombres que se detengan y os dejaremos ir en paz. Sólo entrégamela. Viendo que mi marido no le respondía con palabras y que sólo le lanzaba miradas asesinas, continuó, estallando en cólera. -Eres un traidor -le insultó Nick -, En vez de mirar por el bien de los de tu misma especie, luchas en contra de ella, y todo por la zorra que esta a tu lado -ahora miraba hacía mi con rabia. -Tú y los tuyos no os podéis comparar con el resto de los vampiros -espetó Eric-, Sois una vergüenza para los de nuestra raza -hizo una pausa mientras me ayudaba a colocarme detrás suya-, Unos bárbaros y todo lo que os pase es insuficiente y merecido. Ambos se pusieron en posición de ataque, con los brazos abiertos a cada lado -imitando a unas zarpas-, agazapados hacía delante y con las piernas ligeramente separadas. No podía ver el rostro de mi marido, pero supuse que seguramente tendría los colmillos expuestos, al igual que Nick. Nick preparó su arma, apuntando a su victima, mientras aún goteaba sangre de vampiro. Yo rezaba por que Eric no hubiera ingerido la sangre de cualquier humando infectado con la droga de Lucan, pues así no estaría debilitado como lo estaba Nick. Por que... ¿Aún no habían pasado las cinco horas desde su ingestión, verdad?. No tenía noción alguna de la hora que era ni del tiempo que había transcurrido desde que él se había alimentado de mi. Él me había agredido, intentado abusar de mi, luego fue atacado por Max y expulsado del dormitorio. Discutí con Max y después éste me violó. Recuerdo vagamente la visita de mi madre y luego me dormí. 192

¿Cuánto tiempo había pasado entonces?. En el dormitorio, me había atacado con la fuerza y velocidad de cualquier mortal... Pero comprobé con horror, que ya se había recuperado del todo. Su organismo había eliminado finalmente el resto de la droga consumida. Su velocidad a la hora de atacar a Eric, fue muy rápida, pero no lo suficiente. En el último momento, Eric lo esquivó, llevándose consigo a mi también en su retirada. Me balanceé y estuve a punto de caerme al suelo. La pierna aún me dolía, pero ya no me sangraba tanto la herida.

Me alejé de ellos para dejar a Eric maniobrar mejor y no entorpecer sus movimientos por mi culpa. Si se concentraba en simplemente protegerme, podría descuidarse y acabar muerto. En ese caso, mi vida también se podría dar por perdida. Nick había vuelto a separarse y prepararse de nuevo para lanzarse en cuanto tuviera oportunidad. -¿De verdad crees que merece la pena todo esto por una zorra follada por otro vampiro? -exclamó él mientras sonreía maléficamente-, seguro como el infierno que ella gozó entre los brazos de Max. Por lo menos eso daba entender sus fuerte gemidos de placer. ¿Te corristes Carla?. Ahora una fuerte carcajada estalló en su garganta. ¡El muy capullo mentía!.

193

-No es cierto Eric, Max me poseyó en contra de mi voluntad, ¡Lo juro!. Él no dijo nada, pero noté cómo se ponía más tenso aún y cerraba fuertemente sus puños y luego los volvía a poner en forma de garras, preparándose. Ahora los dos andaban en círculos en medio del pasillo, sus miradas atentas y fijas uno en el otro. Eric volvió a esquivar el golpe de Nick, aunque esta vez, el cuchillo desgarró un poco su camisa gris de algodón. Un siseo agudo salió de entre sus labios en respuesta. Siguieron danzando, pero estrechando cada vez más la distancia que los separaban. Con otro rugido de rabia, Nick se volvió a lanzar en contra de mi esposo, blandiendo su afilada arma. Pero Eric, cansado de tanto juego, le sujetó el brazo que sostenía el cuchillo y con un movimiento apenas perceptible, se lo arrancó de cuajo. El grito que dio Nick, fue apaciguado con el que produjo mis pulmones, cuando yo también chillé por la sorpresa. Todo se estaba pringando con la asquerosa sangre del renegado, incluso yo también fui salpicada. Con otro movimiento igual de rápido, Eric se puse tras la espalda de Nick y le sujetó la cabeza con ambas manos, inmovilizándolo. -Por cierto... -dijo él en su oído-... Ella es mía. Y finalmente, lo hizo. Acabó con la vida del cruel vampiro.

194

Pero no lanzó su cabeza rapada hacía algún lado alejado, no, se acercó a mi con ella y la dejó apoyada sobre el sucio suelo a la vez que se arrodillaba al lado mío. -Me hubiera gustado pequeña, que no hubieras visto esta faceta violenta y salvaje de mi... Yo en repuesta, estiré mis manos hacía su cabeza y le acaricié con una mano su rubia melena y con la otra su bello rostro. Le sujeté la barbilla y se la levanté para que no ocultara su avergonzada mirada y me mirase fijamente. -Eric, en serio, yo no quise ni pude evitar lo que Max hizo conmigo... -Shhh, tranquila pequeña, sé que tú no tuviste la culpa -hizo una pausa para respirar hondo y apaciguar la rabia que aún hervía en él- ahora buscaré a ese mal nacido y le daré lo suyo. ¡Nadie toca lo que es mío!. -Nick ya se encargó de él. Nos miramos fijamente y finalmente, me incliné lentamente y capturé sus labios con los míos y lo besé con más pasión de la que alguna vez había sentido. Un rato después, él rompió nuestro unión separándose y jadeando, me susurró en los labios... -Estas herida, déjame solucionarlo. Se me había olvidado completamente -en ese momento-, la puñalada que había recibido a manos de Nick. Mi muslo lastimado quedaba a la altura de su cara, sólo tubo que inclinarse un poco más hacía adelante.

Desató mi improvisado torniquete y lamió mi herida con su ágil y cálida lengua, limpiándome la sangre del alrededor.

195

Enseguida su saliva cicatrizó mi feo corte, pero no disminuyó el dolor que aún me atormentaba. Por dentro, aún estaban desgarrados mis músculos y posiblemente algún tendón. Cómo si Eric supiera lo que estaba pensando y cuánto estaba aún sufriendo, fue a por el cuchillo y se hizo un corte en la palma de la mano y me la ofreció para que bebiera de ella. Enseguida, el poder de su antigua sangre me inundó, recorriendo desde dentro todo mi cuerpo y curando todas aquellas zonas doloridas y dañadas. En pocos minutos, ya me encontraba en forma y totalmente recuperada. Podía ponerme en pie sin que sintiera una punzada de dolor abrasador en la pierna y sin tambalearme. Una vez recuperada, decidí hacerle un par de preguntas que impacientemente deseaba fuesen contestadas. -¿Cómo supiste en donde me encontraba?, ¿y que estaba en peligro?. Él se incorporó del suelo, guardó el cuchillo en el cinto de sus pantalones y recogió la cabeza sangrante de Nick. Con la otra mano agarró la mía y tiró de mi hacía el salón donde continuaba la refriega. -Cuando mis hombres regresaron a la mansión sin ti y sin conocer tu paradero, decidí ir a buscarte personalmente -su voz reflejaba cansancio-, El primer sitio que fui acompañado de mis mejores hombres, fue a la casa de tu prima Jane -hizo una pausa para desviar la mirada del camino y mirarme fijamente por un segundo-, Adivina cómo reaccioné cuando comprobé que me habías mentido...-volvió a centrarse en nuestro recorrido-... Y por último decidí ir a preguntarle a tus padres. Imagínate cómo me sorprendí cuando descubrí que en su lugar habían un puñado de humanos. No sabía que podría decirle sobre eso, ¿Hasta cuánto le había contado Lucan sobre él y la Resistencia?.

196

-Lucan me lo contó todo y nos hemos aliado. Pero de todo esto ya hablaremos luego, primero tengo que poner orden a todo este caos.

Seguimos avanzando y llegamos al salón, donde más y más cuerpos se amontonaban sin vida en abultadas pilas. La mayoría eran cuerpos desmembrados y sin cabeza. Comencé a sentir náuseas, el olor a sangre y a muerte inundaba la estancia. Se acercó a Lucan y le dijo algo al oído. Arrimó el enlace de nuestras manos e intercambió la suya por la de Lucan y se alejó de nosotros. Él tiró de mi y me llevó hacía la pared más cercana y me colocó detrás suya, protegiéndome con su cuerpo. Tenía en una de sus manos una enorme espada, con toda la pinta de ser muy pesada. -¿Estas bien Carla? -me preguntó sin dejar de estudiar atentamente todo lo que nos rodeaba. Eric estaba llamando y reuniendo a todo el mundo allí, en el gran salón. O lo que quedaba de él, pues no había ni un solo mueble en pie. ¡Hasta los cuadros estaban destrozados!. -Sí, ahora sí, gracias a Eric. ¿Y tú que tal estas?. -Un par de arañazos, algunas mordeduras y poco más -su voz también sonaba agotada-, Nada grave. Estaba cubierto de sangre y no pude distinguir cuál le pertenecían a él y cuál no. -¿Y que hay de mis padres y de Lisa?, ¿Sabes algo de ellos?.

197

Me encontraba impaciente por saber qué había ocurrido con ellos. -Envié a Lisa con Brad y Brenda al sótano, donde se encuentran las mazmorras para que rescataran a todos los humanos allí encarcelados -notando mi asombro, continuó-, Logré sonsacarle información a uno de los Renegados, el cuál me contó sobre la existencia de ese lugar. Ahora Eric había conseguido reunir a una gran multitud, entre ellos miembros de la Resistencia. Seguía sin soltar la cabeza de Nick. ¿Qué pretendía hacer?. -Hace unos diez minutos hablé con mi hija por teléfono y me dijo que ya habían evacuado a todos fuera de la casa, donde el sol del nuevo día podrían protegerlos -se giró para mirarmeTus padres están con ellos a salvo. Suspiré aliviada y por fin me relajé, no me había dado cuenta de lo rígida que estaba hasta que recibí la buena noticia y mi cuerpo reaccionó liberando la tensión. Ahora los dos volvíamos a poner toda nuestra atención en Eric, que se había subido en una mesa volcada para que todo el mundo pudieran verlo mejor. -Escuchadme... -con su autoritaria voz, consiguió que todos guardaran silencio-... Mirar Renegados lo que le he hecho a vuestro líder -dijo a la vez que alzaba la cabeza de Nick para que fuera bien visible- Si no queréis acabar como él, rendiros ahora. Con ese gesto, consiguió que todo el mundo le prestara completa atención. Hubo algunos murmullos y maldiciones, seguidos por suspiros de impotencia. Lucan y yo continuamos observando cómo se desarrollaban las cosas. 198

-Todo aquel que decida unirse a mi, será perdonado... -tiró lejos de él lo que quedaba de Nick y éste rodó hasta el otro lado del salón, perdiéndose entre los otros restos mutilados-... A partir de hoy, comienza una nueva era. Los humanos han conseguido desarrollar un arma muy eficaz que perjudica solamente a los de nuestra especie... -más exclamaciones de sorpresa resonaban-... Hemos subestimado su poder y su inteligencia, negándoles su libertad y sometiéndoles a nuestro antojo. Ahora todo eso se ha acabado, voy a apoyarlos y hablaré por ellos a los otros Sheriff del país. Varias cabezas se giraban de un lado a otro, mirándose todos cómo si no comprendieran y se sorprendieran de sus palabras. -Nuestro fin será ahora en adelante, el de convivir todos juntos en paz y armonía. Nada de emparejamientos involuntarios, ni someter a un humano para nuestros fines tanto alimenticios cómo carnales. Todos los miembros de la Resistencia comenzaron a aplaudir y a lanzarles palabras de aprobación, apoyándole. -Costará tiempo conseguir todo esto, pero finalmente lo lograremos. Habrá decenas de reuniones, todas ellas con la participación de los altos representantes humanos. Estoy seguro que llegaremos a un acuerdo -dijo a la vez que le dedicaba una intensa mirada a Lucan. Él a su vez, inclinó la cabeza en un gesto de afirmación. -¿Y de qué nos alimentaremos entonces? -preguntó un vampiro menudo. -De sangre animal por ejemplo -hubo varias exclamaciones de asombro después de esa revelación-, O de cualquier humano que se preste voluntariamente a ello -añadió finalmente. Esta vez su mirada se dirigió a mi. Un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo con solo pensar en tenerlo enganchado en mi vena... 199

¡Él lo hacía parecer tan erótico!. Les siguió explicando a todos, todo aquello relacionado con lo del tema de la sangre animal, que ésta había sido probada con un vampiro y que realmente funcionaba... También incluso les habló de la droga elaborada por la Resistencia. No me quedé a escuchar mucho más, le pedí a Lucan que me acompañara al exterior para poder ver con mis propios ojos que efectivamente, mis padres y Lisa se encontraban bien y a salvo.

CAPITULO VEINTE

En cuanto vi a mis padres, me lancé sobre ellos con los brazos abiertos y les abracé fuertemente. 200

Automáticamente, los tres comenzamos a llorar sin control y sin vergüenza. Estuvimos bastante tiempo así, sin decir nada. No hacía falta hablar de lo ocurrido, ya éramos conscientes de la tragedia que habíamos vivido cada uno y queríamos dejar la mala experiencia a un lado y comenzar de nuevo con nuestras vidas. Éramos muchos los humanos que ocupábamos gran parte del verde jardín. A algunos los conocía de haberlos visto en la base oculta, sin duda, eran miembros de la Resistencia. Otros me eran completamente desconocidos -la mayoría mujeres-, pero viendo sus cuerpos desnutridos y llenos de marcas de mordeduras, supuse que se trataban de los prisioneros de los Renegados. Tenía frío, pues aún era temprano. Acababa de amanecer y a estas horas, en Otoño, hacía mucho fresco. Lucan se despidió de su hija Lisa y volvió al interior de la guarida. Un rato después salió y se acercó a mi. -Eric y sus hombres se van a quedar aquí a pasar el día, aprovecharán para hacer limpieza y quemar los cuerpos -se quitó las gafas e intentó limpiárselas con un trozo de su camisa, que milagrosamente había quedado intacta y limpia, pero fue en vano- Me ha dicho que te dijera que regresaras a la mansión con tus padres. Esta noche se reunirá contigo. Repartimos los vehículos que habían entre todos los que allí estábamos y poco a poco, la entrada a la guarida fue despejada y quedó vacía. Yo me fui con Lisa y mis padres, utilizamos uno de los todo terrenos de Nick. Brad y Brenda se fueron a sus casas en su coche, después de que se hubieran despedido de nosotros.

201

Lucan se fue de regreso a la base oculta con varios miembros de la Resistencia. El viaje a la mansión de Eric se hizo eterno, era muy largo, de unas tres horas y el silencio reinaba en el habitáculo. Lisa conducía y yo iba sentada atrás, en medio de mis padres y con una mano sujetaba la de mi madre y con la otra la de mi padre y así estuvimos en todo el largo trayecto. Tuve bastante tiempo para pensar en todo los acontecimientos de esas últimas horas, mi breve pero intenso secuestro, la liberación de mis padres, la rebelión de la Resistencia -apoyada con los vampiros de Eric- contra los Renegados y la posterior alianza entre ambas especies. Y todo gracias a Eric y Lucan. Si Eric no se equivocaba, en un futuro cercano, todos obtendríamos la libertad y conviviríamos ambas civilizaciones en armonía. Finalmente llegamos a la mansión, eran poco más de las nueve de la mañana y aunque estaba cansada y reventada, la excitación de la batalla aún reinaba dentro de mi y no me apetecía irme a dormir. Aún no. Lo primero que hice fue irme directa a mi habitación, cogí del armario la primera túnica que encontré y entré en el baño. Dejé que el agua caliente de la ducha limpiara toda la sangre seca que ensuciaba gran parte de mi exhausto cuerpo. No quedaba señal alguna de la herida infligida por Nick, ninguna cicatriz ni nada parecido. Presioné los dedos en la zona donde debería estar la puñalada para comprobar si sentía algún dolor, pero no ocurrió nada. No había rastro alguno.

202

Después de una larga y profunda ducha, me sequé y en cuanto estuve vestida, me fui a la cocina. Comí algo de lo que Lisa y mi madre me habían preparado con gran esmero, pero yo después de todo lo ocurrido, no tenía mucho apetito. Lisa me comentó que Félix había caído en combate y que al fin era libre y podría regresar a casa con su padre. Me alegré por ella, aunque indudablemente le echaría de menos.

Pase parte de la tarde en compañía de mis padres, estuvimos hablando un poco sobre cómo cambiarían el mundo en un futuro próximo, después de la liberación de los humanos. De lo ocurrido ayer y durante esa madrugada, no se dijo nada. Todos queríamos olvidar ese acontecimiento traumático. Yo tenia claro que no me iba a separar de Eric, no al menos que él lo deseara. Todavía no sabía cómo acabaría él reaccionando cuando supiera lo de mi violación. Mi cuerpo estaba ahora mancillado, quizás él no quisiera volver a estar conmigo. Yo tenía la esperanza de estar equivocada, que él realmente me amara y no le diera importancia a eso... ¡Ojalá fuese así!. ¡Quién lo iba a decir!, hacía menos de dos meses que había sido despertada de un largo coma, que había sido casada en contra de mi voluntad y ahora, todo lo que quería era no perder a Eric. ¡Cuántas vueltas daba la vida!. Finalmente, no pude aguantar mas y me despedí de ellos y me fui a descansar. Estaba tan rendida que no tardé en quedarme dormida.

203

Dormí el resto de la tarde, desde las cinco hasta las diez de la noche, justo cuando Eric regresó de la guarida de los renegados. Fue su presencia la que me despertó de un merecido sueño, aunque no fue su intención. Él había intentado no hacer ruido, pero el agua de la ducha no fue lo suficientemente silenciosa. Me incorporé sobre el colchón y me desperecé, esperando a que acabara y pudiera hablar con él. En cuanto asomó por la puerta, con la toalla envuelta sobre su delgada cintura, mi boca se abrió y comenzó ha hablar. ¡Tenía tanto que decir!. -Ante todo, tengo que disculparme por ocultarte lo del secuestro de mis padres y por haberte mentido sobre mi cita con mi prima Jane -comencé a decir-, No quería poner en peligro sus vidas y por mi imprudencia, casi arriesgo también la mía. Él simplemente se quedó parado, de pie y apoyado sobre el marco de la puerta del baño, con los brazos cruzados sobre el pecho y mirándome fijamente. No pude deducir cuál era la expresión de su cara, pues no reflejaba emoción alguna. -También lamento no haberte informado sobre la existencia de la Resistencia y sus planes -tragué saliva, era mucho lo que le estaba rebelando-, Al principio, quise apoyarlos porqué también deseaba la libertad que nos había sido arrebatada, pero luego... Sentí cómo mis mejillas se ruborizaban ligeramente, sin poder controlarlo. -...Luego me enamoré de ti y no estaba tan segura de que realmente deseara ser liberada -volví a tragar saliva ruidosamente-, pero tampoco quise traicionarles, por que

204

también era consciente que existían cientos o miles de personas infelices con su cautiverio. Él continuó mirándome atentamente, sin mediar palabra y sin interrumpirme en ningún momento. -Lo dejé estar, esperando a que el tiempo decidiera su destino... -sonreí sin ganas- ... Y curiosamente, la Resistencia resultó ser de gran ayuda. Comenzaba a sentirme incómoda con la situación, yo confesándome y excusándome y él, de pie y sin inmutarse. -Ahora que las cosas van a cambiar... y que los emparejamientos pueden ser anulados... -suspiré profundamente y me armé de valor para continuar-... Pues, ya no tienes la obligación de estar conmigo... -desvié mis ojos de los suyos, estaba avergonzada-... Entendería y respetaría sí así lo quisieras. Y con más razones aún, después de que mi cuerpo fue poseído por otro hombre... Noté una bruma de tensión invadiendo el aire que nos rodeaba. Sin duda producida por él. No pude seguir hablando, sentía una opresión en el pecho que apenas me permitía respirar. Creí que en cualquier momento él acabaría explotando y la tomaría conmigo o algo parecido, pero no fue así. Silencio. Así estuvimos un buen rato. Pensé en levantarme y coger mis cosas y largarme de allí pero... -¿Has acabado ya? -me preguntó con una voz serena. Me quedé mirándole otra vez, sin saber que responder.

205

-Pues ahora soy yo el que tiene que decir algo -se separó del marco de la puerta en el que estaba apoyado y se acercó a mi lentamente-, Primero tengo que excusarme por no haberte demostrado correctamente que yo era de fiar y que podrías haberme contado todo lo del asunto de la Resistencia y sobre lo de tus padres -ahora lo tenía de pie al lado mío- y también he de excusarme por no haber llegado a tiempo para evitar que fueras violada por ese bastardo. Se sentó junto a mi, en el borde de la cama y me cogió las dos manos con las suyas y sin soltarme, siguió hablando. -Debí de mantener vigilado a ese tal Nick y de ese modo, todo esto no hubiera ocurrido...-se inclinó hacía delante, quedando sus labios a pocos centímetros de mi oído-... ¿Podrás perdonarme?. Sus suaves palabras acariciaron mi cara antes de retirarse un poco para poder mirarme otra vez a mis azulados ojos. -¿Lo dices en serio?, Tú no tienes la culpa de nada... -él empezó a negar con la cabeza pero lo ignoré- ...Ninguno de los dos la tenemos. -Y sobre lo dejarte ir... -dijo mientras aproximaba su boca hacía la mía-... Eso, ni en broma. Finalmente me besó apasionadamente, mientras separaba sus manos de las mías y empezaba a desnudarme. Sus manos acariciaban mi cuerpo, sin detener su profundo beso. Mis pechos se agitaban con el movimiento acelerado de mi descontrolada respiración. Eric no tardó en capturar uno de mis pezones, para estimularlos y ponérmelos duros. Me separé de su boca jadeando y excitada. Deseaba tenerlo dentro de mi, llenándome una vez más.

206

-¿En serio no te importa que mi cuerpo esté mancillado? -susurré entre sus labios. -Sólo me importas tú y si Nick no hubiera acabado con la miserable vida de ese tal Max... -sus ojos brillaron de ira-... Te juro que lo hubiera hecho yo mismo con mis propias manos y lentamente. Creía en sus palabras. Ya había visto lo que era capaz de hacer una vez que lo enfadaban. Volví a besarlo con intensidad, mientras mis manos intentaban quitarle la toalla y así poder liberar su sexo. Por fin lo conseguí y pude acariciar la larga extensión de su virilidad. Mis manos estaban llenas de su gruesa y suave carne. Comencé a mover mi mano sobre ella, con movimientos ascendentes y descendentes, otorgándonos placer a ambos. A los dos nos costaba respirar y jadeábamos. Coloqué mis piernas alrededor de su cintura y guié la punta de su pene hacía la abertura de mi sexo. -Detenté pequeña -dijo Eric con la voz ronca y entrecortada por la excitación-, Si sigues así no voy a poder controlarme... Yo comencé a ronronear y en respuesta, moví mis caderas, rozando mis sonrosados pliegues sobre su puntita. -Lo digo en serio cariño... -suspiró antes de continuar-... Estás en tu periodo fértil, así que... si no quieres un hijo mío, será mejor que te detengas. Me puse rígida, deteniendo nuestra fricción. ¿Estaba en es periodo cuando estuve con Max?. -¡Madre de Dios!, ¿Y desde cuando lo estoy?.

207

-Creo que desde hace poca horas -entendiendo mi preocupación, añadió-, Esta madrugada no lo estabas. Te lo puedo asegurar, lo hubiera olido a varios metros. Lo miré fijamente, aliviada con su respuesta. Asi que estaba en mi periodo fértil…Entonces me dí cuenta de lo que realmente deseaba... Tener un hijo de él en mis entrañas

Con un movimiento rápido, introduje su sexo en el mío, clavándomelo hasta el fondo y dejándole claro lo que quería de él. Con un fuerte e intenso gemido, comenzó a bombear en mi con embestidas urgentes y precisas. -¡Oh Carla, cuanto te amo! -me dijo entre jadeos de placer. -Y yo también a ti Eric, aunque nunca te lo haya confesado antes. Y entonces me di cuenta, que realmente me enamoré de él el primer día que lo conocí y me perdí en su dorada mirada. Mientras hacíamos el amor, pensé que ésa era la vida que yo quería, la de tenerlo siempre junto a mi y formar una familia juntos. Por fin era completamente feliz.

FIN 208

LISTADO DE NOMBRES CARLA MORGAN: La protagonista, 25 años, 1.75 cm de altura, esbelta, ojos azules y pelo castaño claro. ERIC SWAN: El protagonista, 300 años de edad, 1.85 cm, musculoso, ojos marrones y rubio con la melena a la altura de su barbilla. ADRIANA: Madre de Carla, 50 años, bajita de estatura, delgada, ojos azules y rubia MICHAEL MORGAN: Padre de Carla, 53 años, alto, robusto, ojos azules y con el pelo moreno y canoso. JANE: Prima de Carla, 27 años, 1.75 cm de altura, de constitución fina, ojos azules y morena (pero con el pelo teñido de rojo). RICHARD: Prometido de Jane. ROBERT: Hermano de Jane y primo de Carla. BEN: Padre de Jane y Robert. Tío de Carla y hermano de Adriana. 209

SHARON: Madre de Jane y Robert. Tía de Carla y esposa de Ben. ANGELA: Amiga de Carla y Jane. Alta, rubia, pechos grandes y muy atrevida. SOFÍA, ELENA, ANNA, BELLA, CAROLINE Y ROSE: Amigas de Carla y Jane. SAM: Vampiro, alto, musculoso, moreno y de ojos marrones. MAX: Vampiro, alto, fornido, moreno con el pelo largo (a la altura de los hombros) y ojos verdes. ALEX, DARIUS, ADRIAN Y TERRY: Humanos, amigos de Sam y Max. NICK: Vampiro Renegado, patrón de la familia de Jane. Mide 1.75 cm, de espaldas anchas, fornido, con el pelo moreno rapado y ojos negros. LISA: Amiga de Carla e hija de Lucan. Miembro de la resistencia. FÉLIX: Vampiro y patrón de Carla. LUCAN: Padre de Lisa. Jefe y patrocinador de la Resistencia. Alto, moreno y usa gafas para ver. BRAD Y BRENDA: Miembros de la resistencia y amigos de Lisa y Carla. TARA: Vampira, de constitución atlética, pelo moreno y rizado. Patrona de Robert. IAN: Vampiro Renegado, mano derecha del jefe de los Renegados. Alto, delgado, de unos 35 años, con el pelo y los ojos muy negros.

210