Donoso R Las Ideas Politicas en Chile

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COLECCION

CG:'rra 23

CiJirme_.,

Primera edici6n, 1946

Queda hecho el dep6sito que marca la ley Copyright by Fondo de Cultura Econ6mica Inscripci6n en Chile, 11.612 Impreso y hecho en Mexico Printed and made in Mexico

RICARDO DONOSO

Las ideas polfticas en Chile

FONDO DE CULTURA ECONOMICA Panuco, 63 • Mexico

Entre los asuntos que mas vivamente soJicitan r atraen al que atentamentc considcra el desenvolvimiento de la hi~toria v del de· recho patrios, muy pocos logran de~pertar su interes en tan alto grado como el csh1dio del lazo, unas veces ostensible. velado y es· condido otras, que une Ia historia de las ideas con la historia de las instituciones. Eduardo de Hinojosa. Influencia que tu· vieron en el derecho publico de su patria y singularmente en el derecho penal los fil6sofos )' te6logos esparloles anteriores a nues· tro siglo. ~Jadrid, 1890. Introducci6n.

PROLOGO Sr RF.CORREMOS las paginas de los historiadores nacionalcs, cs facil advcrtir en ellas la influencia ejercida por el conccpto hist6rico de los cronistas coloniales, que los lleva a asignar a los paises hispanoamericanos una personalidad acusada y propia dcsde los primeros ticmpos de la Conquista, y en seguida a atribuir un papel dccisivo a la acci6n individual de gobemadores y presidentes, lo que haec de sus obras galcrias crono16g1cas de la labor administrativa de los mandatarios. La influencia de ese conccpto unilateral de la historia llega hasta nuestros dias, y Ia pauta que scfialara don Diego Barros Arana, en su monumental Historia General de Chile, ha encontrado irnitadores y disci.pulos. Pcro, dcsde que los escritores nacionalcs comcn:r.aron a echar las bases de la historia patria, sacudiendose de la influencia de las cr6nicas colonialcs, sciialaron la acci6n de los factores sociales y 1a obra de las ideas, dentro de su 6rbirn reno,·adora, y ya en los escritos de Lastarria de mediados del siglo pasado, pueden advertirse las tcndencias a bosqucjar las premisas de una sociologia incipiente. Pcro fue don Miguel Luis Amunategui, sin Iugar a dudas, e1 primero de los historiadorcs de las ideas poHticas, cuyo concepto de la vida colonial se hallaba desgraciadamcntc tcfiido de prcjuicios. apegados a su esplritu con tenacidad de clavos. Santiaguino basta Ia medula de los. hucsos, sostuvo las ideas de los hombres de su gencraci6n con moderaci6n y no com(m cntereza, y en su obra de cscritor y de politico puedc seguirsc Ia huella del progreso. de las ideas en 1a vida intelectual y poHtica de Chile. He· rcd6 AmumHegui, de Ia primera generaci6n de historiadorcs surgida despues de la Independencia, junto con la 9

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animadversion al legado cspiritual de la Colonia, la admiraci6n entusias ta por los hombres que Ilevaron a cabo la obra de la rcgeneracion politica, y de aqui su empefi.o por trazar la semblanza de los bencfactores, los iclcologos y los pcriodistas, los Manuel de Salas, Camilo Henriquez, Mora~ Bello y Sanfuentcs. Como politico y hombre de acci6n~ Amunategui mercce figurar entre los mas laboriosos obreros de la organizacion democratica y entre los intelectuales mas rcpresentativos de la ideologia liberal, que contribuyeron a transformar la estructura politica de Chile en el siglo pasado . .A la misma generaci6n de Amunatcgui, pero con rasgos barto diferentcs, pcrtcnccio don Isidoro Em1zuriz, que en 1877 publico su 1-Iistoria de la administraci6n Errdz:uriz, primero y admirable cnsayo en torno a la influencia de las ideas en la evoluci6n polltica de Chile, dcsgraciadamente intcrrumpido en la rcsefi.a de las luchas politicas ~e 1850. Pcriodista infatigable, luchador ardoroso, y la mas emincnte figura de la historia parlamentaria de Chile~ el nom bre de Errazuriz figurara con frecuencia; dejando un vibrante eco de su elocucncia arrebatadora, en las paginas que siguen; pero notoria injusticia constituiria omitir su nombre entre los primcros que, con incisiva pluma, abrieron cl camino de la historia de las ideas politicas en Chile. Cogicndo cl hilo de la interrumpida narraci6n de Em'lzuriz, publicaba al afio siguientc don Benjamin Vicun a Mackenna su Historia de la jornada del 20 de abril .de 1851. Una batalla en las calles cle Santiago, que debe 1ncorporarse entre los m{ls logrados cnsayos de evocacion -politica de la historiografia nacional, y en cuyas paginas :animadas puso el autor todo el fuego de las convicciones ..arraigadas del apasionado luchador politico. Algunos afios despues sc inici6 la publicacion del vas·to repertorio documental que Ilcva por titulo Sesiones de ilos Cuer{Jos legislativos de Chile, en el que la cjcmplar lla.boriosidad del senor don Valentin Letelicr rcuni6 el m aterial m~1s valioso para estudiar la cvoluci6n ideologica de Chile desde la cpoca de la lndcpendencia hasta 1845.

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Los investigadores del pasado nacional tienen contraida con el autor de La evoluci6n de la historia una deuda de gratitud, y cuanto se diga en su elogio resnlta pequcfio ante la magnitud de su esfuerzo. No mucho despues, di6 comienzo a sus trabajos de historia politica el senor don Alcibiades Roldan, que ha sido uno de los primeros en abrir el campo de la investigaci6n de 1a influencia de las ideas en las instituciones. Sus libros sobre Las primeras Asambleas nacionales y Los desacuerdos entre O'Higgins y el Senado Conservador) y sus articulos de historia constitucional merecen citarse entre los de mayor solidez publicados en torno a 1a historia de las ideas en nuestro pais. Transcurri6 desde entonces casi un cuarto de siglo antes que surgiera en 1a vida intelectual de Chile una nueva pluma inclinada a escudrifiar la evoluci6n ideol6gica de Ia nacionalidad, basta que irrumpi6 en e11a, plet6rico de orgullo aristocnitico y de reprimida hostilidad contra las tendencias democraticas, el senor Alberto Edwards. Desengafiado del regimen parlamentario ensayado durante un t ercio de siglo, panegirista incondicional del regimen peluc6n, admirador entusiasta de la Constituci6n de 1833, el senor Edwards pucde considerarse como el escritor mas caracterizado de la aristocracia santiaguina, con todas sus cnalidadcs y sus rancios prcjuicios. Formado en 1a lectura de los historiadores ingleses, apenas si penetr6 en la psicologia de los hombres ptlblicos chilenos del siglo pasado, y se refiri6 con olimpico dcsprccio a la vada elocuencia de Ia infantil mistica democratica, a la inconsistencia de las ideas politicas del siglo xvm, a 1a ridiculez del supuesto d ogma de la soberania del pueblo y a la imposibilidad de organizar en Chile la vida democd.tica. Bajo la dominadora influcncia de la filosofia spengleriana compuso y di6 a !os moldes su obra La fronda aristocrdtica en Chile, en los mas som brios ciias de la vida nacional en lo que va corrido del presente siglo, en la que su vision de la evoluci6n politica del pais sc encuentra oscurecicla por el apasionamiento m lastimosamente en e1 deseo de obtenerlc un titulo de Castilla y su reposicion en el cargo de fiscal en Chile; Apenas subio al poder don Jose de G.:presi6n de la unidad y solidaridad de Chile con los pueblos de origen hisp{mico, y e1 deseo de unir a todos los pueblos amcricanos en un congreso general. El articulo seA.i:O reconoda 1a religi6n cat6lica como religion oficial, y el ultimo reputaba como chilenos a los naturales de cualquiera de los dominios de 1a monarquia espanola.

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BASES DE LA INDEPENDENCIA POLn1CA

En cuanto al reglamento para el arreglo de Ia autoridad ejecutiva, ofrece mas interes como expresi6n del estado de la cultura que como tentativa de organizaci6n de los poderes publkos, pues es barto revelador de cuan incipientes eran los conocimientos de los hombres que lo discutieron y cuan vacilantes los primeros pasos que daba la nacionalidad en e1 camino de su organizaci6n polftica. Disuelto el congrcso por el golpe de fuerza que encabcz6 don Jose Miguel Carrera, la resisteocia hacia ese primer conato de militarismo surgi6 eo Concepci6n y de las negociaciones que se iniciaron entre los representantes de las dos provincias naci6 una convenci6n en la que es facil advertir el camino que algunos conceptos politicos habfan hecho ya eo eJ espiritu de los letrados y de los caudillos que promovian la agitaci6n. La autoridad suprema reside en el pueblo chileoo, deda el articulo primero, mientras el noveno expresaba cl prop6sito de restablecer la autoridad del Congreso y dictar una constituci6n. .rvras adelante manifestaba }a decidida resoluci6n de no reconocer ninguna autoridad peninsular mientras no se restableciera a Fernando Vll en el trono y la de declarar la independencia Uegado el caso de la perdida total de la peninsula. Se restablccera en esta capital y en esta provincia, Juego que tenga, consignaba el articulo 18, la libertad de imprenta, bajo las reglas y principios que han adoptado las naciones hbres y cultas donde no reina e1 azote del despotismo, del misterio, ni de la tirania. Pero todas estas manifestaciones del pensamiento po11tico de los criollos apenas si hablan c~culado, pues el reino de Chile no disponia de la gran herramienta de la libertad que es Ia imprenta. A mediados del siglo anterior los padres de la Comparua de Jeslls hablan traido una imprenta, pero no se cooservao rastros de su actividad, y, excepci6n hecha de unas insigoificantes hojitas, esquclas de invitaci6o a diversas ceremonias, la imprenta no llcn6 en Chile su finalidad sino desde esos dramaticos dlas de transici6o politica. Como vehiculo de ideas y como herramienta demoledora de prejuicios y de rancias instituciooes,

BASES DE LA INDEPE:o-'DE.'ICIA POUTICA

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Ja imprenta existi6 en Santiago s6lo desdc 1812, y el 13 de fcbrcro de esc afio veia la luz publica cl primer nt1mero del primer pcri6dico nacional, la Aurora de Chile, redactada por c1 animoso fraile Camilo Henriquez. Dcsde el primer momenta comcnz6 la Aurora a galpear ]a conciencia de sus compatriotas con un lcnguaje hasta entonces desconocido en los analcs del pwpito y de la c~tedra, y a difundir el evangelio de las nue,·as ideas con un lirismo cncendido de patri6tico ardor y apasionado entusiasmo. Esta ya en nuestro poder -escribla Carnilo Henriquez- el gronde, e1 precioso instrumento de Ia ilustraci6n universal, Ia im· prenta. Los sanos principios, el eonocimiento de nuestros etemos dereehos, las verdades s6lidas y utiles van a difundirse entre todas las clases del Estado. Todos los pueblos van a consolarse con Ia frecucnte noticia de las providencias patemales y de las miras liberalcs y patri6ticas de un gobierno benefico, pr6vido, infatigablc y regencrador. La voz de la raz6n y Ia verdad sc oir~ entre nosotros despu6 del tristc e insufriblc silcncio de trcs siglos. No es diHcil imaginar la impresi6n que en el pacato arnbiente santiaguino provocaria la aparici6n de la Aurora, ambicnte en el que gravitaba poderosamente la traclici6n hispanica. No se pucde encarecer con palabras -recordaba e1 franciscano Melchor Martinez algunos afios mas tarde- el gozo que caus6 cslc cstablecimiento. Corrfan los hombres por Ia c.1Ue con una Aurora en la mano, y deteniendo a cuantos eneontraban, lcian y ,·olvlan a leer su contenido, dandose los parabienes de tanta fclicidad, y prometiendose que por este medio pronto se dester:rarla la ignomncia y ceguedad en que hasta ahora hablan vivido. No padecieron engafio los que eligieron a Camilo Henriquez para redactor~ porquc desde la primera pagina de su peci6dieo cmpcz6 a difundir muchos errores politicos y morales, de los que han dejad cstampados los impfos fil6sofos Voltaire y Rousseau, aunque en Ia doctrina del segundo estaba mas iniciado. pues trasladaba por lo comun literalmente los fragmentos de sus tmtados. Todo eT afan es probar que Ia soberanfa reside en los pueblos, que las !eyes rcciben Ia autoridad de estos mediante el contrato social y que son amoviblcs por Ia autoridad del pueblo.

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BASES DE 1.:\ TNDEPENDENCLo\ POLITICA

Como era nahlTal, la labor de Camilo Henriquez y otros colaboradores de la Aurora no dej6 de suscitar poderosa cnemiga y apasionada resistencia, que se tradujo en el nombramiento de una junta de censura, a la que cl redactor del peri6dico resisti6 con altiva entereza. En los moldes de ese peri6dico se imprirni6 e1 que los historiadores consideran propiamente el primer libro impreso en Chile, que llevaba por titulo Carta de un ctmericano al espanol sobre su nU.mero xix, que no era miis que la reimpresi6n de la que habia visto Ja luz en Londres, cscrita por aquel singular religioso mcxicano Fray Scrvando Teresa de Mier, y dirigida a don Jose Mana Blanco \Vhite, y en Ia que hac1a una fervorosa exposici6n de los agravios que los criollos tenian contra el regimen colonial y los motivos que les asistian para aspirar a su absoluta independencia polftica. En esos elias, en que las ideas de organizaci6n de un gobierno represcntativo se abdan laborioso paso. en que a(m no era conocido el texto del c6digo gaditano, se compuso el primer ensayo de cuerpo orgaruco, que los publicistas chilcnos denominan reglamento constitucional de 1812. Particip6 en su redacci6n, junto con los senores Perez, Lastra, Villegas, Salas y Henriquez, el Dr. Zudanez, que s6lo poco antes habia llcgado a Chile, que figurana dcsde entonces en c1 primer plano del movimiento emancipador de esta parte de Ia America, y a quien no resulta aventurado atribuirle la intervenci6n mas decisiva. Con"icne rccordar que esos novcles politicos, con prerneditada cautela, cuidaron de no despertar la hostilidad del \'irrey del Peru, y de aqui Ia declaraci6n que reconoda a Fernando VII como soberano de Chile, pero debiendo aceptar la {:Onstituci6n que se diese al pueblo chilena. En su nombre gobernaria una Junta compuesta de tres miembros, -cuyas funciones durarlan tres afios, reconociendose como legalmente establecida Ia Junta imperante. El articulo siguiente rcconocia el principia de la soberania popular, al declarar que el poder volverla al instante a las manos

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del pueblo cuando los gobernantes diesen un paso contra Ia voluntad general declarada en la Constituci6n. Creaba en scguida un Senado compuesto de siete miembros, cuyo Hcuerdo era necesario para imponer contribuciones, celebrar tratados, declarar la guerra, hacer la paz, acufiar moncda, levantar tropas, nom,brar agentes diplomaticos, pro\'eer los cmpleos de gobernadores y jefes de cualquier clase v crcar nuevas autoridades. En materia de administraci6n ~t%lica creaba dos Secretarias de .Estado, y en lo que se refiere a garantias individuales estableda que nadie podia ser apresado sin indicios vehementes de delito, ni mantenido en prisi6n sin hacersele saber la causa, ni retenido en incomunicaci6n despues de haber prestado confesi6n, ni conclenado sin proceso y sin sentencia dada con arreglo a L1 ky. El articulo 23 sancionaba la libertad de imprenta, y para que esta no degenerara en licencia nociva a la religion, costumbres y honor de los ciudadanos, sc prescribirian reglas por el gobierno y el Senado, decia. Dado el cstado de los cspiritus, aqucl primer ensayo cle organizacion constitucional fue promulgaclo con vivas resistencias, provenientes cspecialmente de parte del clero, y desde entonces la propaganda de las nuevas ideas no encontra mas asilo que las columnas de la prensa. Favorecio la difusion de las doctrinas la dcclaraci6n hccha en favor de la libertad de imprenta, consignada en un decreta de diez articulos, cxpedido el 23 de junio de 1813. Habra descle hoy entcra y absoluta libertad de imp renta, dccia el articulo primero. El hombre tiene derecho de examinar cuantos objetos estan a su alcance, por consiguiente quedan abolidas las revisiones, aprobaciones y cuantos requisitos se opongan a la libre publicacion de los escritos. Los de caracter religioso no podrian publicarse sin previa censura del ordinaria eclesiastico. Desaparecida la Aurora de Chile, un nuevo peri6dico continuO. su tarea renovadora, al que su reda.ctor, el mismo Camilo Henriquez, di6 por titulo EZ monitor araucano,

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que se explicaba por el hecho de que una poderosa fuerza militar enviada por el virrey del Peru acababa de desembarcar en e) territorio nacional. Desde ese momenta el tono de Ia prensa subi6 basta el delirio, y la execraci6n al pasado colonia] y a la tradici6n espafiola adquiri6 una entonaci6n de exaltaci6n y apasionamiento. Ya no volvi6 a invocarse el nombre de] amado Fernando, la mascara de ]a revoluci6n cay6 hecha pedazos y hasta los mas tirnidos oomprendieron que Ia lndependencia habfa quedado entregada a Ia decision de las armas. Esa e.:-.:presi6n del odio a todo e1 legado espiritual de Espana cncontr6 en c1 redactor de EZ Monitor araucano uno de sus portavoces mas elocucntes. 1En que tinieblas fuimos educadosl -exclamaba-. 1Cuan raros, cuan perseguidos fueron los bucflos librosl i Cuan densas sombras nos precedieronl Los talentos mas hellos del mundo, las disposiciooes m:is felices, quedaron sin cultura. Grandes cuerpos de delirios. ,·astas colecciones de absurdos, compendios miserables, desnudos de ciencias y de gusto, ocupaban los preciosos anos de noestros j6renes y haclan el encanto de nuestros vcnerables ,;ejos.

Para destruir aquella pavorosa noche del espfritu, los promotores de la Independencia propician Ia libertad de comercio, la supresi6n de las trabas para el ingreso al territorio de los cxtranjeros, y Ia creaci6n de establecimientos de cnscnanza que han de contribuir a 1a difusi6n de las luccs y desparramar las semillas de Ia verdad. que son inmortales y nada puede destruir, pues ni los esfuerzos de la tirania, ni los sofismas de la impostura las sofocacln jamas. Toda la ideolog1a politica de los promotores de la Indcpendencia, en ese dramatico momento de transici6n en que una jomada decisiva es inevitable, esta contenida en un Catecismo de los patriota.s, compuesto por el redactor de El monitor e inserto en sus columnas, en el que se insistfa una vez mas en las doctrinas del gobiemo representativo, en la necesidad de que Ia ley protegiera la libertad de imprenta y de que la instrucci6n estuviera a1 alcance de todos los ciudadanos. La obscrvancia .Y observaci6n de

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cstos dcrcchos forman la Jibertad, deda, donde no son rcspetados reina la tirania. Paralela a la acci6n que desarrollaba El monitor araucano estaba la de otro peri6dico, El semanario republicano, cuyo solo titulo era harto revelador del camino que habian hecho las ideas politicas, redactado con valientc pluma y coraje ch·ico por don Antoruo Jose de lrisarri. No s61o sc limit6 a exccrar, con apasionamiento y sobra de injusticia, cl pasado colonial, y a sostener con decisi6n las ideas republicanas, sino que se encar6 resueltamente con Ia podcrosa familia de los Carrera, duena del gobiemo y nuclco generador de un verdadero partido politico. EI gobiemo cspafiol nunca cuid6 m:ls de cosa alguna -escribb Irisarri- que de damos una cducaci6n convcnicntc a sus intcrescs y digt1a de la suerte en que nos hallabamos: la ignorancia y cl terror emn las bases en que sostenia su ontiguo dcspotismo; y por cicrto que a cUas solas debe c1 haber dominado tan arbit111riamcnte por tantos ai'los sobre pueblos inmensos que podfan llcvar Ia guecra y Ia ley fuera de sus limites antiguos. Ellos tenbn en sus manos los mctalcs, que pasando a Ia metr6poli lJevab:m 1:~ opt.ilencin a las familias curopc-ds, y retomabao los grillos y las oadenas que debian robustcccr c1 dcspot:ismo. De cstn sue,;tc los :unericanos se sacrificabnn por Ia felicidad de los europeos, a! mlsmo t:iempo que fragunban con sus propias manos los inst.rumentos de su ruinn. l.;ls artcs, cl eomercio, las letrns, todo les estnba probibido de un modo tan insultante y descarado, que aunque hubiesen sido los hombres mas barbaros debmn conocer que Ia politica de sus dominadorcs cstaba en oposiei6n con su fe)icidad, o por deeirlo m~s claro, que Ia Espana para conservarnos en la esclavitud ncccsitaba tenemos pobrcs, ignorantes y oprimidos.

Estos cargos constituyeron algo asl como clleit motiv de la propaganda durante el primer pcdodo de ]a rc,·oluci6n. y a la luz de la caudalosa documentaci6n de que hoy podcmos disponer, se puede afirmar que los criollos ni estaban pobres, ni eran ignorantes, ni gcmian bajo Ia opre· si6n. Pronto comenz6 Ia lucha de las facciones. v en tomo a Ia pcrsonalidad de los caudillos, don Bernardo· O'Higgins y don Jose ~Iiguel Carrera, se iban a agrupar los elementos sociales que constituirlan los primeros partidos politicos,

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calificados de o'higginistas y carrerinos, en los que no es posible encontrar diferencias ideo16gicas acentuadas, pero que echarian la simiente de rivalidades sangrientas. Al primero se incorporaria la familia de los Larraines, a Ia que el virrey del Peru dcnomin6 de los ochocientos1 por Ia extensi6n de su parentela en la sociedad chilena, mientras que los carrerinos tendrian hondo arraigo en la rancia sociedad colonial En su origen estas agrupaciones tuvieron un caracter esencialmente oligirquico, y las rivalidades que habian de separarlas, gravitacian poderosamentc en la organizaci6n polltica de Chile. Dos notables periodistas de Ia revoluci6n de 1a Independencia americana vieron con meridiana claridad Ia magnitud de los obstacuJos que la mutaci6n operada tendrfa aun que veneer para afianzarse: don Bernardo Monteagudo y Gamilo Henriquez. El primero observaba que era imposible que la poblaci6n americana adquiriese nuevos principios con la rapidez con que bahfa cambiado de sentintientos, y que la (mica manera de servir con eficacia a las instituciones que se adoptasen, consistia en colocar a los hombres de su generaci6n al nivel con su siglo, unirla por medio de las ideas mediante la difusi6n de 1a ellSenanza; mientras que el redactor de la Attrora de Chile comprendia cuan largo era el camino por rccorrer para llegar a un sistema republicano de raigambre democratica, por cuanto el estado de casas imperante estaba en contraclicci6n con la educaci6n, costun1bres y babitos de la sociedad fom1ada en la tradici6n hispanica. Sin embargo, basta la vfspera misma de Ia perdida de la patria, el animoso periodista sigui6 entregado a sus tareas: el (lltimo nt'tmero de su peri6dico vio la luz el 30 de septiembre de 1814. Dos dlas despues quedaban sepultadas en las ruinas de Rancagua las esperanzas e ilusiones concebidas en cuatro aftos de esfuerzos y de luchas. EJ desastre militar destruy6 las autoridades de la patria, redujo a la impotencia al pueblo, pero no pudo destruir e1 sentimiento vehemente que habia surgido de las entrafias de Ia naci6n para 0btener su absoluta independencia politica.

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De esos cuatro anos de esfuerzos y de luchas quedaban incorporadas, como conquistas inamovibles, en el derecho publico de Chile, la libertad de comercio, la libertad de los esclavos, la igualdad jurldica de todos los nacidos en el territorio de Chile y la libcrtad de imprenta. Lo que estaba definitivamente muerto era el dominio politico espai'lol y resu]tarian vanos todos los esfucrzos que se hicieran para rcsucitarlo. NOTAS vr, p. 419. Moti\'OS que ocasionaroo la instalaci6n de Ja Junta de Gobiemo de Chilo. EscritO$ de don Manuel de Saltl$, tomo u, pp. 1

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93 }' 94. s Carta al seaior Patricio Espaiiol, ibfdem, p. 106. • Publicado por don M. L. Amunategui, en La Cr6nica de 1810, tomo r, p. 189 y ss.

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ENTRE LA MONAROUIA Y LA REPUBLICA EN EL soMnRfo per1odo que los historiadorcs dcnominan de la reconquista espanola, que se extiende desde el desastre de Rancagua basta la jornada de Chacabuco, la acci6n de las ideas sigui6 su Jaborioso curso, y no pudieron anularla los esfuerzos de Ja autoridad ni los atentados de los agentcs inferiores. Los ancianos vencrables que se habian alistado en las filas patriotas fueron relegados a las inhospitalarias islas de Juan Fern:indez, pero los padecimientos del exilio no hicieron sino avivar en cllos los sentimientos del mas ardoroso patriotismo, mientras otros hombres animosos, con heroicos sacrificios, mantenian viva la 1lama del fervor por la indcpcndcncia y estimulaban la altivez de los chilenos. Bien comprendicron las autoridadcs de Buenos Aires los obsbiculos que, en el terreno social y politico, encontraria en Chile cl ejercito libertador. En las instrucciones rescrvadas que e1 Director Pueyrredon extendi6 a1 general don Jose de San Martin, y que suscribi6 en Buenos Aires el 21 de diciembre de 1816, le deda lo siguiente: Sicndo notoria la divisi6n en que se hallaba Chile por dos partidos podcrosos, antes de la entrada de las tropas del Rey, presididos a saber, el uno por la familia de los Carreras y el otro por la Casa de los Larrnines, se procurara extinguir ln semilla del desorden con proclamas imparci.ales, sin justificar a ninguoo de ambos, ni permitir se renueven las causas de aquel choque f dei

TRIUNFO Y CAJDA DEL FEDERALISMO

ejecutivo, por el tennino de tres aiios, a propuesta en terna de ]a respectiva asam blea. La Constituci6n de 1828 ha sido objeto de las mas contradictorias apreciaciones de parte de los publicistas e historiadores cbilenos. Mientras para unos era defectuosa en sus detalles e ineficaz para asegurar Ia tranquilidad publica, para otros daba vigoroso impulso a Ia regcneraci6n social que el liberalismo perseguia, y cuyo fracaso provoc6 Ia reacci6n aristocratica y clerical. El distinguido constitucionalista senor Alcibiadcs Roldan sostiene que, si por la annonia que establecia entre los poderes del Estado y el respeto que demostraba por los derechos de los ciudadanos, merece ser calificada como un modelo de c6digo liberal, no puede decirse que conviniera a 1a situaci6n por· que atravesaba el pais, ni que ]a autonomia que reconocia a las provincias fuera oportuna, dado el estado de agitaci6n en que se ha11aban. Pero Ia reforma de mayor trascendencia que sancion6 ese c6digo, causa al fin de cuentas de su fracaso, oricotada en cl prop6sito de modificar la estructura social del pa{s, fue )a supresi6n de los mayorazgos, instituci6n que vana· mente hablan tratado de derribar los gobiernos antcriores durante dos lustros. Los publicistas chilenos no han destacado en toda su trascendencia la forma en que esa tenta· tiva del legislador Mora gravit6 en el desarroUo social de Chile, y pasan como sobrc ascuas en tomo a Ia ardorosa polemica que se encendi6 a raiz de su promulgaci6n, en la cual el literato gaditano exhibi6 con daridad cl fondo de su pcnsamicnto. La valerosa actitud y coraje dvico de Mora iban a despertar a corto plazo la ira de pelucones y estanqueros, y esa lucha de tendencias e intcreses desem boca ria en una revoluci6n sangrienta, que removerla hasta sus cimientos la sociedad chilena. NOTAS 1 "El establccimiento de gobiemos provincialcs bajo una confederaci6n, analoga a la de los Estados Unidos, es mirada con

TRJUNFO Y CAIDA DEL

FEDERALIS~fO

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favor", decfa el agcnte diplom~tico de los Estados Unidos, al Departamento de Estado, con fech:a 15 de febrero de 1823. Entre las primeras manifestaciones contrarias al r~gimen federal debe rccord.arse cl follcto impreso en Santiago en abril de 1823, con eJ titulo Del federalismo y de Ia tmdtquio, imprenta Nacional, 39 paginas, y publicado con el seud6nimo de Amcrlcola. Con respecto a Ia forma de gobicrno que conven!a a estos paiscs. decla su autor: "Entre pueblos de esta ultima clase, un sabio y prudcnte legislador lo mejor a que puede aspirar cs a una aristocracia moderada, si el pals es de corta extcnsi6n; y si el territorio nacional cs muy dilatado, a una monarqn!a constih1cionaJ. Los publicistas modcrnos todos esbin de acucrdo sobre estc punto, exceptnando unicamente a1 orate Tomas Payne y sus dignos adeptos." Mas adelante escribia: "Despreciando las obscrvaciones de Ia historia, nuestros Licurgos creen y predican que no hay sino ndoptar c1 ~istema de gobiemo federnl para hacer, de cualquier nnci6n que sea, una segunda Suiza o una scgunda Norte America. Chile, por In naturalC7..a de su territorio, uno de' los m3s fernccs del orbe, y por sus costas rnaritimas, es destinado a ser uu pais particular· mente agricultor, moral, industrioso y comercial, y por consiguicnte, erninentemente civili1.ado; rnientras varias comarcas de la Plat::l no scran durnntc muchos siglos sino los aduarcs de hordas n6madas, e~rnlvoras y V'Jgabundas .. Considcramos, pues, que segun las circunstancias intelcctualcs y moralcs actuales, de Ia masa del pueblo chileno, el sistema federal, en su sentido absoluto, no servirla sino pam hacer retroceder nuestra civilizaci6n, porquc no produciria sino Ia anarqula." R~11miendo sus conclusiones, sostenfa: J9 Que para establecer e1 regimen politico se dcbia atender en 1>rimcr b~m1ino a la situaci6n geognilica de Chile. 29 Que no podia existir un buen gobierno sin una clara delimitaci6n de los podcres. 30 Que se dcbia organizar e1 sistema de jurados en las causas criminates. 4'> Oue los americanos no debia.n dejarsc dcslumbrar por las visiones,los delirios y lns dcclamaciones de los optimistas y prcdicadores de la anarquia. S9 Que se d~b!a grabar en el coraz6n de los rnilit::lres la maxima de los romanos: "Cedan las armas a la toga." 69 Que se debia. dictar una Constituci6n provisoria, y fijar su durnci6n en un corto numero de ailos, CU3tro 0 cinco cuando mas. El autor de esc escrito fue don Juan Jore Da~;on Lavaysse, que dos afios antes habia publieado en Tucuman otro que Uevaba por titulo Opiniones de los publicistctS nuis celebres sobre las YtlTUts

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TRIUNFO Y CAIDA DEL FEDERAUSMO

fomws de gobiernos libres. "Dauxion Lavaysse hablaba mucho de este escrito ---cscribia don Diego Barros Arana en su Vida y obras de Gay-, pero parece que cu Tucum~n fne recibido con grande indifcrencia." 2 La n6mina de los diputados se encuentra en las Sesiones de los cuerpos leglsltltivos, tomo vm, pp. 15-16. Entre los rcligiosos figuraban: Elizondo, Diego Antonio, doctor; Eyzaguirre, Jose Alejo; Henriquez, Camilo; Larrain y .Salas, Joaqutn; Meneses, Juan Francisco; Pineda, Isidro. Entre los seglares merecen citarse: Argomedo, Jose Gregorio; Benavente, Diego Jose; Borgoiio, Jose Manuel, coronel; Caldcr6n, Francisco, mariscal de campo; Concha, Melchor de Santiago; Cortes, Manuel, coronel; Donoso, Diego, teniente cotonel; Ecbevers. ~nntiago ,licenciado; Egana, Juan, doctor; Ercizuriz, Fernando; Err~­ :rnriz, R:un6n; Ff>ntccilla, Francisco B., coronel; Iramizaval, Jose Miguel; Lc6n de la Barrn, Juan Francisco, doctor; i\Iontt, Lorenzo, coronel; Munoz, Rafael Eugenio, coronel; Ovalle, Jose Tomas; Palacios, Jose Marla, coronel; Prieto, Joaquin, mariscal de campo; Ruiz Tagle, Francisco; Salas, Manuel de; Tocornal, Joaqu{n; Vazquez de Novoa, Felix Antonio; Vial, Agustin; Vicuiia, Francisco Ram6n; Villegas, Ilip6lito; Zafuui:u, Miguel. "Aun el elemento sacerdotal representado en el Congreso, despues de las elecciones generales o de las parciales que se hicieron en seguida -escribia el senor Barros Arana en su Historia General de Chile, tomo x:rv, p. 132-, por quince eclcsiasticos seculares y por tres regulares, sin conta.r entre ellos a Camilo Henriquez, que no usaba c1 trnje sacerdotal, contra lo que debia esperarse, no pcrtenecla todo eJ al partido conservador. Entre los m:\s impetu~ sos y avanzados reformadores de la asamblea, figuraban el padre Arce, el presbitero don Isidro Pineda, y el can6nigo don Joaquln Larrain y Salas, que habia figurado entre los mas activos agitad~ res desde los primcros dias de Ia revoluci6n, mcreciendo por eUo ser rclcgado al presidio de Juan Ferruindez durante la reconquista espanola, y que fue una de las personalidades caracterizadas del Congreso de 1823." !I ''}o tengo un amor apasionado a 1a Constituci6n de 1823 y toda desviaci6n formal de ella, me parcce perjudicial", dcda don Mariano Egai\a a su padre, en carta escrita desdc Londres cl 21 de julio de 1827. La correspondencia cambiada entre padre e hijo, en cse confu so pcriodo de ensayos, nos ilumina con una preciosa luz las inquietudes por que atravesaba el alma de los letrados de Ia epoca: mienteas el padre le transmitc toda la chismografia politica mapochina, el hijo reacciona con violencia ante los comentarios que suscita Ia

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TRIUNFO Y CAIDA DEL FEDERALISMO

obra legislativa de su progenitor y la resonancia que encuentra

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a]Ja de las fronteras.

Entre los eomentarios que suscit6 aquel e6digo merece rceortras condiciones que las impuestas por las Ieyes; la igual Iepartici6n de los impuestos y contribuciones; la libertad

1828, las corrientes ideo16gicas que predominaron ·en e) y su fisonomia espiritual. Hemos recordado igualmente la

participaci6n decisiva que en la redacci6n de la C:;~rta constitucional de ese afio le cupo al escritor gaditano don Jose Joaquin de Mora y la impresi6n que caus6 entre los letrados chilenos de la epoca su extensa y variada cultura juridica y literaria. Conocidos estos antecedentes y sin olvidar cm1n enconada habla sido la disputa entre mayorazgos y reformistas en los Ultirnos meses, resulta perfectamente explicable que el Congreso encarara csa refonna y que se sintiera arrastrado por inclinaciones de inspiraci6n dernocratica. Ya en sesi6n de 21 de julio se votaba tma proposici6n del senor Argomedo en que, declarando suficientemente discutida la cuesti6n, suprimla para siempre los mayorazgos. Finalmente, el articulo 126 de la Constituci6n qued6 redactado en estos terrninos: Todo chileno puede ser llamado a los empleos. Todos deben contnouir a las cargas del Estado en proporci6n de sus haberes. No hay clase privilegiada. Quedan abolidos para siempre los mayorazgos y todas las vinculaciones que impidan el enajenamlcnto libre de los fundos; sus actuales poseedores dispondcin de ellos libremente, excepto la tercera parte de su valor que se reserva a los inmcdiatos sucesorcs, qu1enes dispondn!n de ella con Ia misma libertad.

Y el articulo 127 decia: Los actualcs posecdorcs que no tengan herederos forzosos dispondran prccisamentc de los dos tercios que Jes han sido reservados a favor de to~os los paricntcs mas inmcdiatos.

Antes de jurarse la Constituci6n, apenas conocida la resoluci6n del Congreso, surgi6 vigorosa y airada ]a protesta de los mayorazgos. Este documento, exprcsi6n de los intereses heridos y de] orgullo lastimado, que apcnas si lo mencionan nuestros publicistas, mcrece recordarse como exponente revelador en c1 apasionado debate. Cuando en el siglo en que se proclaman tanto las garantias individualcs, vcmos burJadas nuestras esperanzas, quebrantados

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LA LUCHA CONTRA LA ARISTOCRACIA

nucstros dcrechos, inutilizados nuestros afaucs, }' destruido paranosotros cl principio fund.1mcntal de las ~sociacioncs, no podcmos. dejar de protcstar contra Ia resoluci6n que cl Congreso constituyentc acaba de tomar accrca de los mayorazgos de Chile. Protestamos del modo mas solcmnc contra todos y cualcsquicr cfectos que pueda producir Ia rncdida adoptada y este en contradicci6n con ouestros dercchos. Prote~tamos. Porquc cl Congreso constituyente cs iucompctcntc para dictar h..;·cs de ese gencro. Porque la Icy de mayorazgos no cs ley fundamental, ni propia de una Constituci6n. . Porque prescindiendo de las omisiones en Ins ritualicladcs del rcglarnento de debates, In abolici6n sido sellada con cl sufragio de muchos diputados inmcdiatamcntc intcrcsados en la! ruina de las ''inculacioncs. Sc han hechos jueces en Ia causa en que eran notoriamente partes. Por ahora Ia decencia no nos permite revclar sus nombres. Porque }amas podci santificarsc Ia causa de Ia rapi1ia, aunque sc ocnrra a escritores mercenaries cuyos papclcs son las cscrituras en que S Observaciones que los poseedores de mayorazgos presentan al Congreso de 1823. Las reproduce el senor Letelier en las Sesiones de los cuerpos legisfativos. tomo vm, pp. 593-594.

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Historia general,

XIV,

I 45-146.

El proyecto de Calder6n se encuentra en Letelier, obra citada. vol. x, pp. 364-365. La citJ de Barros Arana corresponde al tOUlO XIV, pp. 434-435. s Cuerpos legislativos, x.n, p. 69. Cuerpos legislativos, xm, pp. 93-95. 1o Cuerpos legislativos, xm, pp. 235, 236 y 247. u Ibidem, 311-312. I:: Cuerpos legislativos, xm, 328-331. 13 Ibidem, pp. 212-216. 14 Que Jes sobraba raz6n a los firmantes del proyecto en cstc punto lo prueba c1 siguiente parrafo de una carta de don Juan Egaiia a su hijo, de diciembre de 1826, en qnc le decia: "El Congreso sigue como una chingana y habi~odose suscitado Ia reiiida cuesti6n sobre derogaci6n de mayorazgos, han recibido Jegislativa y honradamente muchos de sus vocales los considcrablcs cohechos 7

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LA

LUC~lA

CONTRA LA ARlSTOCRACJA

que les ban dado los poseedores actuaJes para que voten sobre su extinci6n." to Los actuaks poseedores ck mayorazgos apoyan Ia justicia con que U1 representaci6n naciomzl ha decretado su reducci6n al valor primitil'O e11 que se fundaron. Santiago, 1827, 49 48 paginas. Reproducido en los Cuerpos legislativos, vol. XIV, pp. 120-140. Firmaban Pedro Prado Jaraquemada, Martin de Larrain, Jos~ Toribio Larra!n, Jore Miguel Basclliiin y Ovalle, Juan Agustin Alcalde, Francisco Ruiz Tagle, Jose Antonio Valdes, Jose Nicol~s de la Cerda, Juan de Dios Correa de Saa, Agustin Rojas, Mercedes Rojas. 111 Presentaci6n de los hijos primogenitos de mayor~Ugos. Sesiones ck los cuerpos legislativos, xv, pp. 89-90. Firmaban los

senores Jose M. Bascuii~n y Ovalle, Jore Antonio Vald~s. Agustin Rojas, Martin de Larrafn, Juan de Dios Correa de Saa, Jose Nicolas de Ia Cerda, Pedro Jose Prado Jaraquemadi. , Un comcntario sobre el asunto, del peri6dico El monitor im{Jarcial, lo reproduce eJ senor Letelier en el vol xv de su recopilaci6n, pp. 101 -104. En el tomo anterior habia rcproducido igualmente, pp. 140-142, un breve cscrito que llcvaba por titulo CartcJ ck w1 cJmigo cJ su corresponsal sobre ''Ul)'OT~Ugos, lmprenta de la Biblioteca, 4 paginas. 11 Estc documcnto se encuentra reproducido en las Sesiones de los cuerpos legislativos, vol. :-..w, pp. 117-120. Terminaba con cstas palabras: " Rcpresentantes: vais a decidir si es justo que se nos quite sin culpa ni delito nuestro, esa herencia o donaci6n modal en cuya cxpcctativa bemos vivido, que descansa bajo Ia garantia de Ia ley y que ya es irrevocable en nuestro favor, para repartir la presa entre quicnes no invisten ning(m titulo legitimo de poseerla. Si hay:m de semos inublcs los boodadosos afaoes de nuestros mayores por asegumr nucstra subsistencia y si la retroactividad de la ley deba manchar vucstras tareas." Dcsdc cntonccs sc hizo ei mas decidido defensor de Ia instituci6n don Jose ~(igucl Irarr:izaval, marques de Ia Pica, que no nhorr6 csfucrzo por desbarntar cuanta iniciativa se lanz6 para suprimirl::l. En su correspondencia se encuentran algunas piezas harto rcvcladorns de su apasionado intcres en c1 asunto y de toda Ia agitaci6n que promovi6. El 16 de scptiembre de 1827 le escribia el diputado don Juan Albano Pereira: Senor don Jose Miguel Irarn\zaval. Mi amigo y sciior: Por ausencia de Santiago me ha eotrcgado mi hija su apreciable del 9 del corriente, a que contesto diciendo que su encargo ser~ heeho como me previene. Mas me he qucdado admirado de su tranquilidad, cuando sus

LA LUCHA CONTRA LA ARISTOCRACL\

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companeros mayorazgps andan bailando, pues pot nna desgmcia de aquellas que no faltan en tiempos tan infelices, consiguen con el senor Pinto, y por reporte (sic) del medio Secretario Ramos que admitiese Ia representaci6n de los actuales poseedores de mayoraz~os, y pida al Senado Ia sanci6n de los capitulos que principi6 a formar la ley de este negocio. Y he aqui que nos mcteo repentinamente este asunto, prevenido al afecto Farina y Calder6n. Al momento me alanne, y como alii estamos solitos no hay quien me haga callar. Tengo el apoyo de nuestro amigo Benavente y como sus eompaiieros tuvieron nolicia de Ia solicitud, han presentado Ia suya. Ello es que Ia cosa no tiene mal aspccto, pelcando nos hallamos. Manana se entra a Ia segunda discusi6n, y si no consigo dejar Ia resoluci6n y perfecci6u de Ia ley, he protestado dejar la sala y se concluye el Senado. Me Jisonjeo bnena esperanza, y que no se rcsolveci. Si puede Ud. estar aqui de Ia fecha en 8 dias alcanza aun sin resolverse. No tengo mas tiempo, reciba expresiones y el afecto de su amigo y servidor

JuAN ALBANO

Sesiones de los cuerpos legislativos,

p. 325. t9 Aun cuando los bi6grafos de Egaiia no ruencionan estll Memorill entre sus escritos, no escap6 a los bibli6grafos chilenos que a el correspondia la paternidad literaria. As! lo reconoce don i\iliguel Luis Amunategui en su "Catalogo de los libros y follctos impresos en Chile desde que se introdujo la imprenta", publicado en la Revista de ciencias y letras, 1857, p. 743. ~o Es curioso observar que ni los comentaristas de Ia Constituci6n de 1828 ni los bi6grafos de Egana y Mora meocionao esta polemica. Y no se diga que don Miguel Luis Amunategui no conoda el folleto de Mora. pues Jo menciona en su resena bibliognilica de Ia Revista de cienci'as y let7as; sin embargo, en su noticiosa biografia del escritor gaditano no hace ninguna referencia a ella. lEs que eJ laborioso maestro tenia tambien preocupaciones aristocciti· cas? Las vinculacioncs de su familia con Ia de lrarrazaval, ,Io mo· vian a guardar sobre este asunto uo prudente silencio? 21 Alusi6n a Mora, seg\ln se puntualiz6 en el capitulo anterior. 22 Imprenta de R. Rengifo, 4 paginas de 21 por 22 centimetros. Rcproc.lucido en las Sesiones de los cuerpos legislativos, tomo xx, pp. 458-462. Ofrece vivo iuteres para aprcciar la impresi6n que caus6 la circulaci6n de esta protesta, el siguiente fragmento de carta que encontramos entre Ia eorrespondencia de Iramizaval: Agosto 12 de 1828. Don Juan, el d(a que Ud. se fue llev6 la protesta mi suegro a Pinto, a quien encontr6 con Mom, quien dijo que aquel papel era 1s

').."V,

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LA LUCBA CONTRA LA ARISTOCRACIA

s6lo para poblar estantes, no lo leyeron de pronto, y mi suegro se retir6. A la tarde lo mand6 llamar el ministro, y le dijo que c6mo daban a luz un pape) alarmante como aquel, que la providencia que iba a poner era vista al fiscal para que este pidiese contra Uds. Mi suegro se acobard6, y le dijo suspendiese la providencia basta hablar con Huidobro, que todavla era facil impedir su publicaci6n. Se reunieron a las oraciones en casa los protestantes, a consultar con mi tfo lo que harlan, y resolvicron ir a lo del ministro a decirle que hiciese lo que quisiese, pues al papel no se lc encuentra Ia menor cosa de subversiva. Fucron. Pancho le apret6 bastante. Tuvieron llll.1 larga sesi6n. Les reconvino Rodriguez que para que publicaban aquel papel eo circunstancias que cl pais estaba movido, que aquel papel impedla Ia planteaci6n de la Constituci6n, que el gobiemo por todos medios debia sostener; que Uds, siu esperanzas querlan quizas fundarla en una sublevaci6n. Ellos sostuvieron su protesta, dijeron ser imposible recoger el papel que estaba eo circulaci6n, y conocieron que el paso oo le habla gustado al gobiemo, y que quiere cuquearlos, para que Uds. digan que esta muy bueno lo hecho. Tambien les dijo Rodriguez q\IC el en Iugar del fiscal pedirla destierro 0 multa contra Uds. lie aqul las observaciones que Ud. esperaba hiciese el senor Pinto. Basta lo presente no ha habido resultado en este asunto. ]. GAND~RJLLAS

:~tl

Breve exposici6n de La Coustituci6n chil~TUJ, o dWogo entre un ciudadano y un diputado (1[ Congreso de 1828. Santiago de Chile, 1829, lmprenta de R. Renjifo. "Dando a la propiedad golpes tan recios -cscribia cerca de veinte aflos mas tarde e1 joven Alvaro Covarrubias-, era imposible que Ia Constituci6n contase con el apoyo de los hombres que mas influjo podian cjerccr en cl pais. Y aun cuando cl espft·itu de sus disposicioncs fuese sano y Jlevase en\'uelto un gran principio de justicia y conveniencia, las formas de que lc revisti6 le dieron un aspccto sioicstro que mal pudo llamar en tomo suyo a aquellos de que ltabla mencstcr.'' ~~ En carta de 23 de abril de 1832 decia don Estanislao Portales a su primo Jose Miguel lrarr.izaval: "Mi estimado primo y amigo: La falta de conductos me ha privado de escribirlc, mas hoy aventuro esta porquc scpa lo que siguc. El artlculo sobrc mayorazgos, despu6 de habcr quedado que se scparase del actual proyecto. acabado que fue este, dijo Gandarnlas que por un articulo transitorio sc dijcsc que se entenderlan abolidos todos los mas que no estuvieren en el proyecto. cxcluycndo el de mayorazgos. Con este moti\'O hubieron de poncr el artlculo en discusi6n y resu1taron empate. se llam6 a Egafia para

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