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Cultura Para las amantes del sexo rudo En la calle soy tu dama, pero en la cama soy tu perra Aquí es donde despiertan

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Cultura

Para las amantes del sexo rudo En la calle soy tu dama, pero en la cama soy tu perra

Aquí es donde despiertan los temores de muchos a la auténtica sumisión, la del maltrato psicológico que se define como "doma", la que impide a una mujer llevar las riendas de su vida. El sexo duro satisfactorio no tiene nada que ver con eso: "las mujeres que más disfrutan esos juegos de sumisión plena suelen ser especialmente inteligentes e independientes en su vida, también habla de "ser solo carne". ¿Y quién no desea eso de vez en cuando? Piden que se las use, sentirse solo hembras. Todo tiene su momento y su etapa, a toda mujer le gustan las cosas suaves los besos, rosas, vino, velas, el romance sentirse amadas y queridas que las traten como damas como reinas. Pero en ciertas ocasiones piden a grito, Ser tratadas como perras sin ningún de tipo prejuicio ni tabú “Me gustaría sentir que me usaran como a un objeto que me sujeten con firmeza” “no quiero respeto, ni amor, ni caricias. Quiero lo mío". ¡Quiero SEXO…Y DURO!

Muchos hombres tienen interés, pero en la práctica no se sienten cómodos con la posibilidad de hacer daño y ofender a la persona que aman, pues han creído su propia propaganda" y quieren "hacer el amor" está bien, pero muchas veces lo que ellas necesitan es "un polvazo". Y piensan “Me gustaría tener sexo enérgico”. Que las tiren ligeramente del pelo, que las muerdan sutil y levemente en lugares sensibles como en los pezones, que las azoten con palmadas fuerte en el trasero, que le den fuerte, que le cambien de postura a lo loco, que las empotren por detrás en la coma o contra un armario, que otra persona tenga total control de su cuerpo, ver al chico y preguntar con esa altura, eres de los que levantan y contra la pared o la puerta. Todo eso nace de ese instinto de averiguar qué tanta tolerancia al dolor tienen, a donde pueden llegar sus deseos más mórbidos y de la curiosidad de experimentar la sensación de no tener el control, que les digas que hacer y ellas lo hagan sin rechinar, que las cosas sucedan de forma animal, que alguien las utilice como a un

objeto como un pedazo de carne solo para fornicar como una esclava sexual, arrinconándolas o sujetándolas con firmeza como diciendo eres mía. Porque a veces les gusta sentir que el hombre no está queriéndola en ese momento, que no está sintiendo amor ni afecto por ella. Como si en realidad fuera un ser brutal que trabajara para ellas, una máquina de follar.

El verdadero reto es encontrar una persona que pueda hacer estos actos casi degradantes pero sexualmente satisfactorios y acepte que, después de hacerte tragar su semen puedan continuar como si nada, con la gratificante y rica experiencia que se pueda volver a repetir. Como psicólogo sexólogo Yo digo lo que me gusta, y busco lo que les gusta a ellas basándome en mi experiencia y la de mis pacientes y estadistas según encuestas, muy poco a poco. La fantasía de ser devoradas sexualmente está muy extendida.