Desnudando El Discurso Polc3adtico Para Lengua 2

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Desnudando el discurso político. Falacias, políticos y periodistas. Patricia Nigro Agustina Blaquier

FRAGMENTO Buenos Aires, 2014

Con la colaboración de: Belén Aliberti Carolina Roncarolo

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Índice Agradecimientos

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¿Cómo surgió este libro?

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Capítulo 1 Sobre las falacias

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1. Las falacias

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2. Cuándo se comete una falacia

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3. Algunas precisiones sobre periodismo y discurso político

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Capítulo 2 Sobre una ética de la argumentación y las falacias

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Anexo 3 Bases teóricas de la argumentación

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1. Orígenes

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2. Qué es la argumentación

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1. Partes del texto argumentativo

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2. La refutación

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3. La Nueva Retórica

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Bibliografía en orden alfabético

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Agradecimientos

Nuestro agradecimiento es, en primer lugar, para el doctor Fernando Ruiz quien propuso la idea de este proyecto y nos apoyó, con paciencia inaudita, hasta su culminación. A él y a su entusiasmo le dedicamos este trabajo. Además, agradecemos al señor Carlos Blaquier, que apoyó desinteresadamente para conseguir los diarios del corpus. Como siempre, damos gracias a nuestros maestros, el doctor Pedro Barcia y la profesora María Elena La Rosa, la primera en iniciar la enseñanza de la argumentación y del debate en nuestra universidad, cuando estos temas no se habían siquiera mencionado en los programas académicos. Agradecemos también al entusiasta Mario Riorda por creer en nuestro trabajo y al equipo de Biblos por publicarlo. Finalmente, un agradecimiento especial a nuestras colaboradoras y ayudantes de investigación, la licenciada Belén Aliberti y nuestra ayudante alumna, Carolina Roncarolo.

Dra. Patricia Nigro Lic. Agustina Blaquier Facultad de Comunicación Universidad Austral

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“Comprendió con cierta amargura que nada podía esperar de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina.” Jorge Luis Borges, “Las ruinas circulares”

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¿Cómo surgió este libro? “El arte de persuadir consiste en agradar y en convencer, los hombres se gobiernan más por el capricho que por la razón." (Pascal)

Este libro se basa en una investigación, dirigida por mí y con la coordinación de la Lic. Agustina Blaquier. Fue realizada gracias a la colaboración de dos ayudantes de investigación de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Comprende: el discurso político, el periodístico y su interrelación en la palabra del periodista gráfico, que repite de acuerdo con la llamada, por Núñez Ladevéze (1999), “jerga del portavoz”, es decir, las palabras proferidas por el político entrevistado. El carácter de la investigación fue empírico y su objetivo último, didáctico. (Para un análisis detallado de la investigación realizada, puede verse el Anexo 1, en este libro.) En el capítulo 1, intentamos explicar qué son las falacias, cómo se clasifican y cuándo se cometen. El objetivo es que el lector pueda comprender su frecuencia, su facilidad para ocultarse en todo discurso, especialmente, el el político y se introduzca en el reconocimiento consciente de estas estrategias argumentativas, persuasivas pero inválidas. En el capítulo 2, desarrollamos una breve recorrida sobre las bases de una ética de la argumentación y de las falacias. Nuestro interés está puesto en que el lector pueda comprender el valor ético que tiene el uso y abuso de las falacias, en el discurso de los políticos y en el de los periodistas que los utilizan como fuentes.

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El capítulo 3 formula lineamientos didácticos para la enseñanza de la detección y el uso de las falacias y de la argumentación en general. Pensamos este capítulo en especial para quienes en su labor cotidiana trabajan con discursos entramados de falacias (jefes y voceros de prensa, políticos, funcionarios, periodistas). Con el capítulo 4, pretendemos resumir los puntos clave para el tratamiento de las falacias, su detección y la importancia de este tema para la prensa. Finalmente, hemos agregado tres anexos: el primero brinda al lector más interesado en los aspectos académicos, una completa síntesis de la investigación realizada con los diarios de Capital Federal. En el segundo anexo, ofrecemos un listado de las falacias cometidas en los titulares de las tapas de los diarios analizados. El hecho de que la falacia aparezca en tapa hace que su presencia sea más destacada y preocupante. Por último, como investigadoras universitarias, brindamos al lector interesado, en el tercer anexo, una síntesis apretada de la teoría de la argumentación, que hoy ocuparía muchos volúmenes. En el lenguaje cotidiano, "falacia" equivale a engaño. Pero, para los lógicos y para los lingüistas, las falacias pueden entenderse como una argumentación psicológicamente persuasiva pero incorrecta. Las falacias pueden ser accidentales o deliberadas. Todos cometemos falacias cuando argumentamos. Nuestra preocupación, aquí, es el uso de las falacias deliberadas y la falta de reconocimiento por los periodistas, que las citan acríticamente. Tal vez y seguramente, por falta de conocimiento o por la demandante rutina de su profesión o, tal vez, y eso es lo más serio, por falta de responsabilidad o por una mera intencionalidad sesgada. Tomás Eloy Martínez, periodista y maestro de periodistas, señalaba que las herramientas básicas que un periodista no podía en modo alguno dejar de ostentar eran el buen manejo de su lengua y una ética intachable. Entre estos dos objetivos: manejar correctamente el idioma y actuar éticamente como profesional, se encuentran las falacias. Usar la palabra para manipular la realidad implica la carencia del dominio lingüístico y la falta de criterios éticos claros a la hora de brindar la información a los lectores. 7

Capítulo 1 Sobre las falacias

"Las palabras no se las lleva el viento. Siempre tienen una dirección y alguien las acapara." (Roberto Marafioti)

1. Las falacias Como señalamos ya, para el decir cotidiano, cometer una "falacia" equivale intentar engañar al lector u oyente. Sin embargo, hemos aclarado que las falacias son, casi siempre, argumentaciones psicológicamente persuasivas pero definitivamente incorrectas. Podemos, así, definir a la falacia como cualquier tipo de modo argumentativo indebido que parece demandar nuestra convicción y ser decisivo de la cuestión tratada, cuando en realidad carece de perfección y de corrección argumentativa. L AS FALACIAS PUEDEN SER ACCIDENTALES O DELIBERADAS. NADIE ESTÁ LIBRE DE COMETER FALACIAS CUANDO ARGUMENTA.

Nos conciernen, en este trabajo, las falacias deliberadas y la falta de conocimiento de ellas por parte de muchos periodistas, que las repiten frecuentemente de modo acrítico. Nos conciernen también las falacias cometidas por los políticos, en principio, como ciudadanas y, luego, como fuente de la que se nutren los periodistas.

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Las falacias “no formales” son argumentaciones que, en vez de brindar pruebas que fundamenten una afirmación, acentúan la eficacia del discurso. Generalmente, corresponden a relaciones no lógicas entre premisas y conclusión. Se remiten a sentimientos, actitudes o valores de los que debaten y pueden basarse en un lenguaje ambiguo (Ceolín y otros, 2003). LAS FALACIAS SE CLASIFICAN EN FORMALES Y NO FORMALES.

Argumentar es un proceso discursivo en el que el hablante brinda una serie de enunciados como buenas razones para que su interlocutor opine de la misma manera u obre en una dirección determinada. (Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara, 2007: 9-12). DEBEMOS ESTUDIAR LAS FALACIAS POR DOS RAZONES: 1) POR LA FRECUENCIA EN LA QUE APARECEN. 2) POR SU UTILIDAD PARA DESCUBRIR ARGUMENTOS ERRÓNEOS. (NOCETTI, 1990)

Es importante aprender a reconocer falacias para examinar nuestras argumentaciones y para señalarlas en la posición contraria durante un intercambio lingüístico y de ideas. Cuando se reconoce una falacia en el discurso oponente, no debemos indicar qué clase de falacia se está usando, sino demostrarle cómo o por qué un aspecto de su argumentación es falaz en ese contexto dado (porque puede no serlo en otro). Asimismo, Cattani (2003: 85) remarca la importancia del contexto para que un argumento sea considerado falacia.

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Algunos autores aclaran que no siempre es fácil determinar a qué caso o a qué tipo de falacia se está refiriendo, porque el contexto es fundamental para comprender si es o no es una falacia lo que se produce. Al respecto dice Raiter (2003: 39): “…los problemas de significado dependen también, más allá de la calidad de los signos, del contexto (en sentido amplio, por ahora) en que aparecen.” Y al ya citado problema del contexto, Raiter agrega la interpretación de lo no dicho. “…sin lo no dicho no hay interpretación posible.”

NO PODEMOS CATALOGAR A UNA FRASE COMO FALACIA, SI NO TENEMOS EN CUENTA AL CONTEXTO (ESPACIO, TIEMPO E INTERLOCUTORES).

Las falacias atentan contra el pensamiento crítico. Pedimos a los referentes de nuestra cultura, periodistas y políticos en este caso, que ejerzan este tipo de pensamiento y que no se expresen mediante la manipulación psicológica, la amenaza o el prejuicio. El pensamiento crítico nos permite acercarnos la verdad usando nuestra razón. Supone las habilidades intelectuales de: a)

Analizar.

b)

Sintetizar.

c)

Interpretar.

d)

Abstraer.

e)

Comparar.

f)

Ilustrar.

g)

Explicar.

h)

Evaluar. (Kaufmann, 2011)

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Existen diferentes clasificaciones de falacias. La cantidad de falacias es infinita como infinitos son los errores que los seres humanos podemos cometer en nuestros juicios (Ceolín y otros, 2003). Sin embargo, para simplificar, hemos decidido crear nuestra propia clasificación, sobre la base de las propuestas por lógicos y lingüistas. Así, podemos distinguir: a) falacias de evidencia (por ejemplo, los avisos de películas que citan solamente a los críticos en aquello que le conviene a la venta de la película); b) falacias de lenguaje (ambigüedades, verbalismo, palabras cargadas de sentidos ajenos a la argumentación, estructuras gramaticales confusas); c)

falacias de pseudoargumentos (las que siguen): ¿POR QUÉ MUCHAS DE LAS FALACIAS TIENEN NOMBRE EN LATÍN? PORQUE LOS ROMANOS TOMARON DE LOS GRIEGOS LOS CONCEPTOS DE LA RETÓRICA Y ASÍ, HASTA HOY, MUCHOS DE ESOS NOMBRES SE CONSERVAN.

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1. Argumento dirigido contra el hombre (ofensivo) AD PERSONAM En lugar de refutar lo afirmado, se ataca a la persona del adversario. Se lo descalifica ofensivamente para no darle crédito a sus afirmaciones. 2. Argumento dirigido contra el hombre (circunstancial) AD HOMINEM Intenta descalificar una afirmación haciendo referencia a una circunstancia particular de la persona que la propone. Consiste en demostrar que el adversario es parte interesada en la afirmación o en decir que presenta contradicciones en sus creencias. ESTOS DOS TIPOS DE FALACIA FUERON LOS MÁS ENCONTRADOS EN LA INVESTIGACIÓN REALIZADA. INSULTAR O DESCALIFICAR AL OTRO ES EL MEJOR MODO DE DEMOSTRAR INCAPACIDAD PARA EL DIÁLOGO Y FALTA DE CORTESÍA.

3. Argumento por la ignorancia Fundamentar la verdad de una conclusión sobre la base de la carencia de pruebas que la refuten. 4. Apelación a la autoridad AD VERECUNDIAM Se apoya lo que se afirma sobre la autoridad de instituciones o de personas prestigiosas. El mecanismo psicológico es el dogmatismo y la apelación a la autoridad. Es falaz apelar a una autoridad para un tema en el que esta no es experta. El argumento de autoridad (ad verecundiam) fue criticado duramente ya que su abuso se opone a toda novedad, a todo descubrimiento y a todo cambio, en la medida en que alguien se opone a las autoridades consideradas infalibles. Una autoridad no puede prevalecer frente a una verdad demostrable pero, cuando se trata de opiniones de valor, lo más frecuente es que lo que realmente se discuta es la autoridad invocada.

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Algunos ejemplos de autoridades pueden ser: a) La opinión unánime, común. b) Los sabios, los filósofos, los padres de la Iglesia, los profetas: categorías de hombres. c) La física, la doctrina, la Biblia, la religión: autoridad impersonal. d) Autoridades designadas especialmente (Perelman, 1997).

5. Apelación a la piedad o a la misericordia AD MISERICORDIAM Apoyarse en la sensibilidad del receptor. Se trata de lograr una conducta apelando a circunstancias dolorosas. 6. Apelación al pueblo AD POPULUM Apelar a los valores y sentimientos gregarios de una comunidad o grupo. Exacerbar el entusiasmo del público para aceptar una conclusión que no se basa en buenas evidencias. ES LA FALACIA TÍPICA DE LOS DEMAGOGOS. 7. Apelación a la fuerza AD BACULUM El báculo o el bastón hace referencia a la amenaza física que se puede hacer sobre el adversario. Pero también sucede que no se llegue a esos extremos, si no que se recurra a la coacción o a la amenaza psicológica para lograr la aprobación. Para algunos, si el adversario se pone violento, estamos ganando la discusión. (Kaufman, 2011) OTRO MODO DE DECIRLO PODRÍA SER: SI ALGUIEN NOS HACE ENOJAR, NOS DOMINA. 8. Argumento terminante: Se trata de generalizaciones del tipo "Todos saben...", "Nadie ignora..." o que se apoyan en lo que "el pueblo" piensa o desea.

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9. Equívoco: Es el resultado de la ambigüedad de un término que aparece en alguna argumentación, porque tiene más de un sentido. LA CLAVE PARA EVITAR LOS EQUÍVOCOS ES DEFINIR CLARAMENTE LO QUE SIGNIFICAN PARA CADA PARTE LOS CONCEPTOS QUE SE DISCUTEN. 10. Anfibología: Se saca una conclusión a partir de enunciados que, debido a una mala organización sintáctica, tienen más de una interpretación. El enunciado será verdadero o falso, según cómo se lo interprete. Es muy similar a la anterior, en vez de una palabra, lo que confunde es una frase. 11. De énfasis: Se interpreta literalmente una afirmación poniendo énfasis en alguna de las expresiones que contiene. Al sacar la frase de contexto, puede entenderse de diferentes modos. El remedio más eficaz contra la exageración es la definición concreta de los puntos por discutir y de las condiciones en que se desarrollará la discusión (Kaufmann, 2011). 12. De composición: Se le da a una totalidad una propiedad que posee una de sus partes. La suma de las partes no es la que genera las propiedades del todo. Otra posibilidad es confundir las propiedades colectivas con las de los individuos. ESTA FALACIA OPERA EN LOS PREJUICIOS RACIALES O RELIGIOSOS. POR EJEMPLO, CUANDO SE CONSIDERA QUE TODOS LOS MIEMBROS DE UNA RAZA O RELIGIÓN POSEEN LAS MISMAS CARACTERÍSTICAS POSITIVAS O NEGATIVAS. 14

13. De división: Es la inversa a la anterior. Consiste en atribuir a una parte cualquiera de un todo una propiedad de este. 14. Pregunta compleja: Se formula un interrogante que contiene más de una pregunta simple de manera tal que el adversario no pueda responder por sentirse abrumado o confuso. 15. Argumento por causa falsa POST HOC ERGO PROPTER HOC Se unen como causales hechos que fueron correlativos en el tiempo. ES DEL ACERVO POPULAR EL CONCEPTO DE “SER YETA” O TRAER MALA SUERTE. ESTO ES: SE ACUSA A UNA PERSONA DE CAUSAR DAÑOS CADA VEZ QUE SE PRESENTA, COMO SI EL TIEMPO Y LA CAUSA FUERAN LO MISMO. EN LA VIDA EXISTEN MUCHAS COINCIDENCIAS.

16. Petición de principio (o de la aserción repetida): Se toma como premisa válida la misma conclusión que se quiere demostrar. Es un razonamiento circular. POR EJEMPLO: LA JUSTICIA ES LENTA PORQUE TIENE QUE SER LENTA. 17. Generalizaciones: Usar evidencias poco representativas o simplificaciones. HAY QUE CUIDAR CON LAS PALABRAS: TODOS, NADIE, SIEMPRE, NUNCA. EN VERDAD, HAY MUCHAS EXCEPCIONES EN LA REALIDAD COTIDIANA. 15

18. NON SEQUITUR : Usar una conclusión que no se deriva (no se sigue) de las premisas ni de la evidencia. 19. Del punto irrelevante: Emplear un argumento poco sólido para distraer del punto fuerte del adversario. Es una táctica meramente evasiva. 20. Del hombre de paja o del espantapájaros : Refutar vehemente un argumento menor del contrario (incluir un argumento distractor). Otra táctica de evasión. 21. Apelación a la tradición: Decir que siempre alguna cosa se hizo de ese modo. SUPONER QUE, PORQUE ALGO SIEMPRE SE HIZO DE UNA MANERA, SIGNIFICA QUE ESO NO PUEDE MEJORARSE INTRODUCIENDO UN CAMBIO. LES SUCEDE A MENUDO A LOS JÓVENES QUE INGRESAN EN EL MUNDO LABORAL. LOS MAYORES, MÁS TEMEROSOS DE LOS CAMBIOS, TIENDEN A RESISTIR LAS NOVEDADES USANDO ESTA FALACIA.

22. Pseudo pregunta: Utilizar una pregunta retórica en lugar de un argumento; usar preguntas eslabonadas, de modo que nadie pueda contestarlas todas y confundir al adversario.

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23. Falsa analogía: Utilizar comparaciones que no sirven para ejemplificar ese argumento. CUANDO SE INTRODUCE UNA ANALOGÍA O COMPARACIÓN, HAY QUE SER MUY CUIDADOSO DE QUE LOS TÉRMINOS Y LAS CONDICIONES QUE SE COMPARAN SEAN REALMENTE COMPARABLES ENTRE SÍ.

24. Simplificación: Exponer una sola causa como único causante de un efecto importante. LOS HECHOS SE SUCEDEN POR CAUSAS COMPLEJAS, ALGUNAS HASTA INSOSPECHADAS.

25. De la única alternativa: Convencer de que hay solo dos opciones frente a un tema. 26. Del pensamiento abstracto: Usar un pensamiento abstracto como si se hablara de una realidad ("La Medicina dice...; la Política dice…"). 27. De escape: Ignorar la cuestión, y desplazarse a otro tema. Es el llamado “irse por las ramas” pero intencionalmente.

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28. Respuesta estructurada: Se repite una frase, una pregunta o una serie de preguntas poco importantes y el adversario solo puede responderla de un modo predeterminado. 29. Pretensión especial: El que argumenta acepta una línea de razonamiento y sus conclusiones, pero reclama una excepción especial para su caso. 30. Denegar una conclusión válida: Un argumentador no puede refutar o no admite que no puede refutar las premisas de su oponente y, sin embargo, deniega la conclusión que lógicamente se sigue de esas premisas. Decía Schopenhauer (2009): Nada tan penoso como ver a alguien que discute con otro basándose en razones y explicaciones y pone todo su empeño en convencerlo, creyendo que únicamente tiene que dirigirse a su inteligencia. Al fin descubre que su interlocutor no quiere entender; que tenía que dirigirse también a su voluntad, la cual cierra sus puertas a la verdad y siembra, a propósito, toda clase de malentendidos, ardides y sofismas, ocultándose detrás de la inteligencia y las supuestas limitaciones de ella. Por eso, no tendrá el menor éxito: razones y pruebas contra la voluntad son como si un fantasma golpease una roca.

PODRÍAMOS ILUSTRARLO CON EL CASO DEL CAPRICHOSO O DEL NECIO QUE NO ATIENDEN RAZONES PUES SE MUEVEN POR SUS EMOCIONES.

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31. Apelar a la ignorancia del auditorio o a la propia: Suele ser exitoso entre personas que no están informadas. El clásico ejemplo es el del “falso erudito”, que abruma con un conocimiento que el adversario no puede refutar porque no es de su incumbencia.

2. Cuándo se comete una falacia Un aspecto central es saber detectar en qué momento se está cometiendo una falacia. Ya hemos indicado que el contexto y que el sentido de las palabras juegan un papel fundamental para su reconocimiento. Para Van Eemeren y otros (2006: 135-146), cuando se evalúa la argumentación, en primer lugar, deben examinarse las inconsistencias lógicas y pragmáticas. Luego, debe evaluarse cada elemento individual para observar si se basa en un razonamiento válido. Para hacerlo, todo elemento implícito debe hacerse explícito. Existen, entonces, dos tipos de inconsistencia: a) Inconsistencia lógica: los enunciados son contradictorios entre sí. CUANDO UNO AFIRMA Y NIEGA UNA MISMA REALIDAD.

b) Inconsistencia pragmática: tiene consecuencias en el mundo real que son contradictorias entre lo dicho y la realidad (2006: 95). CUANDO LAS PALABRAS PROFERIDAS NO CONCUERDAN CON LOS HECHOS COMPROBADOS A LOS QUE SE REFIEREN. Así, las falacias impiden el desarrollo de la discusión, pues son una violación a sus reglas, aunque muchas veces sean difíciles de reconocer. 19

Estos autores proponen diez reglas útiles que, cuando son violadas, sirven para identificar cuándo se comete una falacia: 1. Violaciones a la regla de la libertad: Las partes no deben impedirse unas a otras el presentar puntos de vista o ponerlos en duda. EJEMPLOS: SUPONER QUE CIERTOS PUNTOS DE VISTA SON SACROSANTOS, QUE SON TABÚES, O ATACAR PERSONALMENTE AL OPOSITOR, JUGAR CON SUS EMOCIONES, AMENAZAR, PEDIR PIEDAD, CONTRADECIR LO QUE SE DIJO EN EL PASADO CON LO QUE SE DICE EN EL PRESENTE.

2. Violaciones a la carga de la prueba: Una parte que presenta un punto de vista está obligada a defenderlo, si la otra parte se lo solicita. HAY EXPOSITORES QUE TRATAN DE EVITAR ESTA REGLA: NO QUIEREN DEFENDER SU PUNTO DE VISTA, INVIERTEN LA CARGA DE LA PRUEBA – USTED PRIMERO DEMUESTRE QUE NO ES ASÍ-, EVADEN LA CARGA DE LA PRUEBA:- ES OBVIO QUE…, NADIE EN SU SANO JUICIO DIRÍA…, O USAN LAS LLAMADAS “FORMULACIONES HERMÉTICAS” –LAS MUJERES SON ASÍ-.

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3. Violaciones de la regla del punto de vista: El ataque de una parte en contra de un punto de vista debe referirse al punto de vista que realmente ha sido presentado por la otra parte. MANIPULAR EL PUNTO DE VISTA, PRESENTARLO INCORRECTAMENTE O ATRIBUIRLE UN PUNTO DE VISTA FICTICIO, SACARLO DE CONTEXTO, SIMPLIFICAR EL PUNTO DE VISTA.

4. Violaciones a la regla de la relevancia: Una parte solo puede defender su punto de vista presentando una argumentación que esté relacionada con ese punto de vista. APOYARSE EN ALGO IRRELEVANTE, USAR LA NO ARGUMENTACIÓN- SE JUEGA CON LAS EMOCIONES O CON LAS PREDISPOSICIONES DE LA AUDIENCIA, APELAR A LA ÉTICA AL SUBRAYAR EL BUEN CARÁCTER DEL EMISOR Y SU EXPERIENCIA5. Violaciones a la regla de la premisa implícita: Una parte no puede presentar algo falsamente como si fuera una premisa dejada implícita por la otra parte, ni puede negar una premisa que ella misma ha dejado implícita. POR EJEMPLO, MAGNIFICAR UNA PREMISA IMPLÍCITA O NEGARLA. 21

6. Violaciones a la regla del punto de partida: Ninguna parte puede presentar falsamente una premisa como si fuera un punto de partida aceptado, ni puede negar una premisa que representa un punto de partida aceptado. ES EL CASO DE LAS FALACIAS CON PREGUNTAS COMPLEJAS, O DE LAS DE PETICIÓN DE PRINCIPIO.

7. Violaciones a la regla del esquema argumentativo: Una parte no puede considerar que un punto de vista ha sido defendido concluyentemente, si la defensa no se ha llevado a cabo por medio de un esquema apropiado que se haya aplicado correctamente. ES EL CASO DE LA FALACIA AD POPULUM, DE LA FALACIA DE LA GENERALIZACIÓN, DE LA FALACIA DE LA FALSA ANALOGÍA, DE LA FALACIA POST HOC ERGO PROPTER HOC.

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8. Violaciones de la regla de validez: En su argumentación, las partes solo pueden usar argumentos que sean lógicamente válidos o que sean susceptibles de ser validados explicitando una o más premisas implícitas. FALACIA DE LA DIVISIÓN, FALACIA DE LA COMPOSICIÓN.

9. Violaciones de la regla de cierre: Una defensa fallida de un punto de vista debe tener como resultado que la parte que lo presentó se retracte de él y una defensa concluyente debe tener como resultado que la otra parte se retracte de sus dudas acerca del punto de vista. RECHAZAR RETRACTARSE, RECHAZAR LA RETRACTACIÓN DE LA CRÍTICA- NO TENGO OBJECIONES PERO IGUAL NO CONCUERDO CON ESO-, CONCLUIR QUE PORQUE UN PUNTO DE VISTA FUE BIEN DEFENDIDO ES VERDADERO, O CONCLUIR QUE NO ES VERDADERO PORQUE NO FUE DEFENDIDO EXITOSAMENTE.

10. Violaciones de las reglas de uso: Las partes no deben usar formulaciones que resulten insuficientemente claras o confusamente ambiguas y deben interpretar las formulaciones de la parte contraria tan cuidadosa y tan exactamente como le sea posible. FALACIA DE ANFIBOLOGÍA, FALACIA AD BACULUM, FALACIA AD HOMINEM. 23

Teniendo en cuenta las violaciones a las diez reglas, podemos sostener que la manipulación puede realizarse de diferentes modos:

a) con una argumentación para la que no se tienen los conocimientos esenciales y, por lo tanto, no puede juzgarse; b) mediante las falacias, que llevan a una conclusión equivocada; c) presentando los hechos desde la posición de autoridad y no argumentando y d) reafirmando con marcadores un elemento como conocido de modo que no se pueda refutar lo sostenido.

3. Algunas precisiones sobre periodismo y discurso político El periodismo y la política son dos ámbitos estrechamente conectados en la sociedad actual. Los actores de uno y otro campo se ven obligados a desplegar un constante juego de intercambios. Esto se debe a que estas dos instancias tienen una necesidad mutua. Los políticos precisan de los periodistas para hacer llegar sus mensajes y sus propuestas a la ciudadanía rápida y eficazmente. El recurso a los medios de comunicación asumió un carácter ineludible para los políticos, hasta el punto de que su acción no puede concebirse sin contar con la comunicación. Así, el contacto con los periodistas se convierte en una rutina cotidiana para el político (Casero Ripollés, 2008: 112).

Sin embargo, esta necesidad es de una doble naturaleza, porque los periodistas requieren de los políticos para llevar a cabo su trabajo. Estos les proporcionan mucha materia prima para elaborar sus productos informativos, y se convierten en fuentes privilegiadas de la actualidad periodística. Los políticos se tornan, pues, en un foco constante de generación de noticias al que el periodismo no puede renunciar.

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De esa forma, periodistas y políticos participan en la definición de la realidad social, en la percepción que el ciudadano tiene de la política y en el proceso de formación de las opiniones. Forman un binomio imprescindible de una compleja red de influencias recíprocas e interdependientes. Como comparten un espacio común, se establece entre ellos un estrecho contacto. Podemos considerar al discurso político, desde la perspectiva de Raymond Williams (1981), es decir, desde la idea del “discurso dominante”. De modo que este consiste en un sistema social de referencias semióticas, es decir, todo lo producido en una sociedad adquiere significación particular en función de esas referencias establecidas. Los hechos y los dichos que se producen dentro de esa comunidad no significan de por sí sino en función de ese sistema. El discurso dominante forma parte del sistema de creencias de toda esa sociedad. Está compuesto por un conjunto de signos ideológicos en torno al cual giran todas las demás significaciones sociales potencialmente válidas. Todo nuevo discurso, en tanto no cuestione al discurso dominante, pasa a engrosarlo. De nada sirve oponerse a un discurso dominante. Es necesario cuestionarlo: quitarle validez al sistema de referencias imponiendo uno nuevo, es decir, modificando conductas, creencias y actitudes sociales. De esta manera, se creará un nuevo discurso verosímil (Raiter y Zullo, 2008: 19-22). Así, la primera tarea de un “emisor político” apunta a la lucha por el “poder decir” (Foucault, 1971), o sea, a la lucha por convertirse en un emisor válido en una red discursiva (Raiter y Zullo; 2008: 25). Tener en cuenta estas complejas relaciones entre periodismo y política son fundamentales para: a) Analizar los discursos de la prensa escrita. b) Detectar las estrategias de manipulación y las falacias. c) Corregir errores de juicio en los argumentos que se enuncian.

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Capítulo 2 Sobre una ética de la argumentación y de las falacias “La habilidad para producir una argumentación adecuada involucra el dominio de estrategias verbales que harán posible un despliegue convincente de las ideas o creencias en conflicto. En cuanto a las habilidades de comprensión, el conocimiento de los mecanismos argumentativos permite a los destinatarios asumir una actitud crítica ante la manipulación a la que tienden gran número de discursos sociales persuasivos.” (Silvestri)

Empezaremos este capítulo con los aspectos poco éticos que puede tener una argumentación y con las distintas estrategias que puede usar un interlocutor para manipular a su lector o a su oyente. Posteriormente, nos referiremos a los aspectos éticos que siempre debe cumplir una argumentación racional y propia de un profesional de la prensa o de la política. LO TRATADO EN ESTE CAPÍTULO PUEDE PERFECTAMENTE EXTENDERSE A LOS DEBATES Y A LAS ENTREVISTAS TELEVISIVAS Y RADIALES ENTRE PERIODISTAS Y POLÍTICOS, PUESTO QUE LAS FALACIAS Y LAS TÉCNICAS DIVERSAS DE MANIPULACIÓN DE LA REALIDAD TAMBIÉN ESTÁN PRESENTES EN EL DISCURSO ORAL.

Schopenhauer observaba que en los intercambios verbales cotidianos, los seres humanos desarrollamos a menudo una dialéctica erística, por la cual lo importante era convencer y ganar la discusión sin importar el precio. En estos intercambios, se trata, pues, de tener razón lícita o ilícitamente. Vencer en una discusión, por lo tanto, es una facultad innata que supone astucia y habilidad (Marafioti, 2003). Para analizar esta especial dialéctica, el filósofo recurre al concepto de “estratagema” que, para el Diccionario de la Real Academia Española, se define como: astucia, fingimiento y engaño artificioso.

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De ese modo, puede enumerar las "estratagemas" que observa que se usan en la vida diaria para vencer al adversario a cualquier precio. Algunas de estas estratagemas son falacias y otras, simples estrategias para descalificar o para sacar de las casillas al oponente. Demás está decir que todas carecen de sustento ético pero no por eso las vemos frecuentemente en el discurso público y privado. Estas estratagemas son: Estratagema 1: amplificar y exagerar la afirmación del contrario. El remedio más eficaz para la amplificación es poner en claro los puntos y las condiciones de la discusión. Estratagema 2: usar una palabra con otra acepción de la que empleó el adversario y se discute a partir de ella como si fuera ese el significado verdadero. Se apela, entonces, a la ambigüedad. Estratagema 3: tomar lo afirmado de manera relativa o en general para refutarlo. Se trata de una falacia de simplificación. Estratagema 4: apelar a la aceptación de premisas parciales (se va llevando al adversario, sin que se dé cuenta, a una falsa conclusión). Estratagema 5: usar premisas falsas. Se toman proposiciones falsas pero verdaderas aunque son falacias ad hominem. De ellas se puede hacer derivar una conclusión verdadera. Estratagema 6: tomar como premisa de razonamiento la misma conclusión que se pretende probar. Es la llamada falacia de petición de principio. Estratagema 7: preguntar mucho y de varias cosas a la vez para confundir al adversario. Estratagema 8: provocar la irritación del adversario actuando sin escrúpulos y con insolencia. Estratagema 9: hacer preguntas desordenadas para que el adversario no se dé cuenta adónde se quiere llegar. 27

Estratagema 10 : si el adversario no responde las preguntas que llevan a la posición que se defiende, hacerle las preguntas contrarias para que no vea adónde se va o se hacen los dos tipos de preguntas a la vez. Estratagema 11: pasar de lo particular a lo general directamente. Si el adversario acepta los casos particulares, actuar como si aceptara las leyes generales que de ellos se infieren. Estratagema 12: si el debate gira en torno de un tema que no tiene nombre aún, colocarle uno orientado a la posición que se defiende para que el adversario acepte. Estratagema 13: presentar al adversario la tesis opuesta de manera exagerada para que tenga que aceptar la que se está defendiendo. Estratagema 14: cuando el adversario respondió algunas preguntas, enunciar la conclusión como aceptada. Si este es tímido, quizá, no reaccione. Estratagema 15: si se expuso una tesis paradójica y hay dificultades para defenderla, presentar al adversario una proposición correcta para que la acepte o refute, como si de ella se derivara la primera. Para hacer esto, hace falta mucha insolencia. Estratagema 16: señalar contradicciones de las afirmaciones hechas por el adversario, aunque no tengan que ver mucho con el tema, pero relacionándolas con él. Estratagema 17: cuando el adversario amenaza con una refutación, aferrarse a una diferencia sutil para concluir de ella rápidamente lo que se desea. Estratagema 18: cambiar el tema de discusión para no ser refutado. Estratagema 19: si el adversario objeta un hecho particular, generalizar la cuestión para escapar de eso.

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Estratagema 20: cuando el adversario acepta alguna premisa, inmediatamente concluir. Estratagema 21: si el adversario usa un argumento aparente o capcioso, contestarle con uno del mismo tipo. Estratagema 22: cuando el adversario pide que se acepte alguna afirmación que llevará al problema que se debate, decirle que se trata de una petición de principio para refutarle la tesis y confundirla con el problema. Estratagema 23: contradecir al adversario para que exagere una tesis que podría ser verdadera. Estratagema 24: deducir de la tesis del adversario conclusiones falsas. Estratagema 25: usar un único contraejemplo para invalidar todo lo afirmado. Estratagema 26: darle vuelta el argumento al adversario. Estratagema 27: insistir en un argumento que irrita al adversario. Estratagema 28: apelar al auditorio como si fuera un especialista en algo que no lo es. Es más efectiva si se pone en ridículo al opositor. Estratagema 29: apelar a la distracción. Estratagema 30: apelar a la autoridad pero que no venga al caso. Las autoridades que el adversario no conoce son las que más refutan. Se puede incluso falsificar la cita. También, se puede apelar a que un argumento es universalmente aceptado por la humanidad. Estratagema 31: cuando no se tiene respuesta, declararse irónicamente incompetente. Hay que contestar a esto también del mismo modo humillándose irónicamente. Estratagema 32: incluir el argumento presentado en una categoría aborrecible. 29

Estratagema 33: contraponer teoría y práctica. Estratagema 34: se conceden las razones pero se niegan las conclusiones o las consecuencias. Estratagema 35: ganarle al adversario mostrando que su afirmación atenta contra los principios del auditorio. Estratagema 36: hablar con verborragia para aturdir. Estratagema 37: refutar una prueba inadecuada, lo que refutará la tesis. Estratagema 38: atacar ofensivamente a la persona del adversario. Mantener siempre la sangre fría para hablar (Marafioti, 2003). Como vemos en esta enumeración, son múltiples y disímiles las formas de manipular a un adversario, expresando enunciados que carecen de toda noción de ética, de juego limpio o de respeto por el prójimo. Pasamos ahora a los aspectos que siempre debe contener una verdadera ética de la argumentación. Sostiene Da Silveira (2004) que ganar una discusión no es sinónimo de tener razón. No tenemos mejor método para probar la solidez de nuestras convicciones que someterlas al escrutinio ajeno. Esto es central para que exista un verdadero diálogo democrático. Asimismo, este autor afirma que en los intercambios humanos es muy difícil separar competitividad (debate) de cooperación (discusión-diálogo). De modo que se debe canalizar la competencia para que se produzcan resultados favorables para todos, puesto que los seres humanos tenemos una gran habilidad para convencernos de lo que queremos creer. UN CLARO EJEMPLO DE CÓMO CONVENCER A ALGUIEN QUE QUIERE SER CONVENCIDO ES EL PERSONAJE DE SHAKESPEARE, OTELO. 30

Lo que verdaderamente determina la calidad de nuestros propios argumentos es la calidad de los argumentos a los que nos enfrentamos. Algunos principios básicos para establecer una ética de la argumentación son: 1. Principio de reconocimiento de lo explícito: Para que pueda haber argumentación, hay que tomarse en serio lo que se afirma. Las intenciones o lógicas ocultas no cuentan en la evaluación de un argumento. 2. Principio de caridad interpretativa: Debemos intentar enfrentarnos a la mejor versión de la argumentación a la que nos oponemos. Si nuestro interlocutor no hace una buena defensa de su punto de vista, nosotros tenemos que hacerla en su lugar. UNA TEORÍA NO HA SIDO REFUTADA HASTA QUE NO SEA REFUTADA SU MEJOR VERSIÓN.

3. Principio de parsimonia: No hay que apurarse a tomar partido. La mayor parte de las discusiones reales se plantean entre puntos de vista que tienen ciertas dosis de plausibilidad. Debemos estar seguros de que percibimos la complejidad del problema y entendemos los diferentes argumentos. SI UNO SE APRESURA A TOMAR PARTIDO, PUEDE COMETER DOS ERRORES: SER INJUSTO CON EL ADVERSARIO O NO DEFENDER BIEN SU PROPIA POSICIÓN AL ESTAR OFUSCADO.

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Esto supone gozar realmente de amplitud mental: en el diálogo con las ideas y las formas de vida diferentes, podemos hallar grandes oportunidades de crecimiento. 4. Principio de respeto por la realidad: No debemos ocultar evidencia ni ignorar contraejemplos que pongan en cuestión el punto de vista que defendemos. No debemos hacerlo ni siquiera en el caso de que nuestro interlocutor no haya percibido la dificultad. 5. Principio de despersonalización: En una discusión es esencial distinguir los argumentos a los que nos enfrentamos del interlocutor que los produce. Estamos ante un intercambio de ideas y no ante un choque entre personas. ES DECIR QUE LA FALACIA AD HOMINEM Y AD PERSONAM, QUE FUERON LAS MÁS FRECUENTEMENTE HALLADAS EN NUESTRA INVESTIGACIÓN, SON LAS PRIMERAS QUE DEBEN SER DETECTADAS Y DESECHADAS.

6. Principio de responsabilidad: Cuando argumentamos ante otros, estamos contribuyendo a crear una cultura de la discusión. Si nuestra manera de discutir es malintencionada y poco rigurosa, estaremos contribuyendo a crear una mala cultura. Si nuestra manera de discutir es leal y rigurosa, estaremos contribuyendo a construir una mejor. Ciudadanos, políticos y periodistas somos responsables de los beneficios o daños que causemos con nuestras afirmaciones.

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UNA CULTURA DE LA ARGUMENTACIÓN SALUDABLE ES UN BIEN COMPARTIDO Y QUE HA DE TRANSMITIRSE A LAS NUEVAS GENERACIONES.

¿Cómo podemos evitar las falacias? Debemos establecer algunas reglas para evaluar y construir argumentaciones. Cuando argumentamos, cuando justificamos nuestro punto de vista ante otros, tratando de persuadirlos al respecto, hemos de tener en cuenta: a) Identificar claramente las tesis defendidas en la argumentación. ¿ACERCA DE QUÉ ESTAMOS ARGUMENTANDO? ¿CUÁL ES LA VERDADERA POSICIÓN QUE ESTAMOS DEFENDIENDO? b) Reformular cada tesis dándoles el mayor grado posible de claridad y precisión. Eliminar lo irrelevante o accesorio. SEAMOS CONCISOS Y CLAROS. NO HABLEMOS DE MÁS. c) Identificar las razones presentadas a favor de cada tesis, distinguiendo entre las que apoyan directamente una tesis y aquellas que sustentan una conclusión intermedia. Para esto, hay que prestar atención al uso de los conectores o enlaces que explicitan las premisas o pasos argumentativos.

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LOS CONECTORES O ENLACES SON LAS PALABRAS O FRASES QUE SIRVEN PARA UNIR NUESTRAS IDEAS Y QUE ORIENTAN EL FLUIR DE NUESTRO PENSAMIENTO. LOS MÁS FRECUENTES SON LOS QUE INDICAN CAUSA (PORQUE), TIEMPO (DESPUÉS DE), ORDEN (FINALMENTE), ADVERSACIÓN (PERO), CONDICIÓN (SI), ENUMERACIÓN (Y), ENTRE OTROS.

d) Revisar si estamos violando algunas de las reglas que sirven para identificar falacias. e) Verificar si no hay una manera de estructurar la argumentación que les dé mejor apoyo a las tesis afectadas por las falacias que eventualmente se hayan identificado. f) Buscar objeciones y contraargumentaciones a nuestra tesis. LOS BUENOS VENDEDORES SABEN QUE, PARA PODER CONVENCER A UN CLIENTE, DEBEN HABER PENSADO ANTES TODAS LAS POSIBLES OBJECIONES QUE ESTE PUEDA PRESENTARLES. DE ESE MODO, SE ADELANTAN A LAS NEGATIVAS Y BUSCAN RAZONES DE PESO PARA APOYAR SUS PROPIOS ARGUMENTOS Y ASÍ REALIZAR LA VENTA.

Finalmente, podemos resumir lo desarrollado afirmando que, si vamos a argumentar, debemos revisar críticamente, es decir, con inteligencia y con prudencia, qué es lo que vamos a decir, por qué lo decimos y qué aspectos estamos dejando de lado por la fuerza que ejercen nuestros prejuicios o nuestros intereses personales.

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Anexo 3 Bases teóricas de la argumentación

1) Orígenes

La Retórica es, a la vez, una técnica y una enseñanza (Barthes, 1974). Como técnica es el arte de la persuasión, un conjunto de reglas cuya aplicación permite convencer al que escucha el discurso. Como enseñanza, se transmite por maestros a sus alumnos. En Occidente predominó desde el siglo V antes de Cristo hasta el siglo XIX. Luego, cayó en desgracia pero, a partir de los años 50, vuelve a tener preponderancia y hoy en día se estudia en todas las universidades e incluso en las escuelas secundarias. La Retórica surgió en Sicilia a partir de procesos judiciales por propiedades. Hacia el año 485 a. C. dos tiranos sicilianos decretaron deportaciones y expropiaciones para poblar Siracusa y dar lotes a mercenarios. Cuando fueron derrocados, los anteriores propietarios de las tierras debieron iniciar juicios para recuperar sus propiedades. Así para convencer a los jueces era necesario ser elocuente y, por lo tanto, los maestros de Retórica tuvieron muchos alumnos. Posteriormente, se usó en juicios de reclamos de comerciantes y llegó a Atenas en el siglo V. El primer maestro que se hizo pagar sus lecciones fue Córax. Este ya distinguía cinco partes para diseñar el plan del discurso: a) el exordio; b) la narración o acción (relato de los hechos); c) la argumentación o prueba; d) la digresión y e) el epílogo.

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Posteriormente, Gorgias incluye el plano de las figuras y del estilo en el plan del texto argumentativo. Los diálogos de Platón que versan sobre Retórica son el Gorgias y el Fedro. Para Platón, hay dos retóricas: una mala porque busca convencer sin importarle manipular al oyente que es la de los sofistas y una buena que es la de la dialéctica, cuyo objeto es la búsqueda de la verdad y es, a la vez, una retórica filosófica. Consiste, fundamentalmente, en la actividad reflexiva del filósofo que busca, ante todo, la verdad.

Aristóteles pondrá el acento en el razonamiento. La elocución (arte de las figuras) es solo una parte de aquel. Para Aristóteles, la Retórica es una técnica: es el medio para crear una de esas cosas que pueden ser o no ser y cuyo origen está en el agente creador y no en el objeto creado. En la Retórica de Aristóteles, el libro 1 trata sobre el emisor u emisor, el segundo, sobre el receptor del mensaje y el tercero, sobre el mensaje mismo. Aristóteles, como se dijo, se basó en el razonamiento, en el silogismo aproximativo (entinema). Los entinemas son silogismos, en los que está implícita alguna de las premisas o la misma conclusión. En toda argumentación, están presentes los entinemas. Esto es una lógica voluntariamente degradada para adaptarse al nivel del público usando el sentido común o la opinión corriente (Barthes, 1974). Se basa entonces en lo que el público cree posible, en lo verosímil. Hay que destacar que la certeza pública varía con los tiempos y con las culturas. O sea que Aristóteles reivindica, contra Platón, el valor de la opinión (doxa) ya que puede ser útil para la adquisición del saber, pues de ella parten las demostraciones científicas (Marafioti, 2003).

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Existen también tres estilos oratorios. Cada uno de ellos está determinado por el asunto del discurso y por el carácter del emisor y del público. a) El estilo SIMPLE corresponde a la conversación y a la expresión habitual de las personas cultas (por ejemplo, en una charla); b) el estilo MODERADO supone el ornato y la elegancia; c) el estilo SUBLIME llega a alturas raramente alcanzadas. Los géneros de la argumentación son: a) el deliberativo (sirve para aconsejar a un auditorio); se orienta al futuro (se trata, esencialmente, de las decisiones que han de tomarse); b) el judicial (sirve para acusar o defender ante un tribunal) y se orienta al pasado (a algo que ya sucedió) y c) el epidíctico (sirve para elogiar o para reprobar) y se orienta al presente (se comparten los valores comunes en las asambleas conmemorativas) (Barthes, 1974). Otro hito en la historia de la Retórica es Cicerón, quien además de ser orador, enseñaba oratoria. Por eso, sus textos son pragmáticos. Cicerón insiste en la necesidad de la naturalidad y de la claridad en el discurso. Exalta el estilo y reclama para el emisor una gran cultura. Otro autor romano, verdadero pedagogo del arte oratorio, es Quintiliano. Es, también, uno de los primeros en esbozar una teoría de la escritura. Con el paso del tiempo, la Retórica se redujo a un arte de las figuras y así perdió su prestigio que resucitará a mediados del siglo XX. 2) Qué es la argumentación

La palabra "argumentación" proviene del latín arguere y significa brillar. Mediante la argumentación sacamos a la luz nuestros pensamientos y deseos y tratamos de persuadir o de convencer a otros.

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Para Plantin: “La argumentación es la operación por la cual un enunciador busca transformar por medios lingüísticos el sistema de creencias y de representaciones de su interlocutor “(Marafioti, 2003: 92). La argumentación es una actividad social en la que uno se dirige por definición hacia los otros. De acuerdo con Van Eemeren y otros (2006: 17), “la argumentación es una actividad verbal, social y racional que apunta a convencer a un crítico razonable de la aceptabilidad de un punto de vista adelantando una constelación de una o más proposiciones para justificar ese punto de vista.” ¿Qué diferencia existe entre persuadir y convencer? En Grecia, Persuasión era una diosa que nunca sufrió rechazo alguno y, así se corresponde con el poder de las palabras sobre los otros. La persuasión se padece (como algo impuesto) mientras que la convicción se tiene (como algo obtenido). La persuasión es externa y pasiva en tanto que la convicción es activa e interna. La persuasión apela a mecanismos psicológicos sin centrarse absolutamente en la razón. Se relaciona, pues, con las emociones. En la convicción, en cambio, se da una revisión crítica del asunto. Se evalúan argumentos a favor y en contra (Marafioti, 2003). Según Díaz (2002), la persuasión es un acto discursivo intencional para lograr que un destinatario realice una acción. Se apela al mundo de los afectos más que al raciocinio. Como es una forma de control social, manipula. Para esto, puede recurrir a veces a la mentira. La coacción es el acto realizado para obligar a alguien, apoyándose en la autoridad o en la fuerza, a que diga algo o a que ejecute una acción que no quiere. En cambio, la coerción consiste en sujetar, refrenar a alguien, mediante el uso de la fuerza o del poder, para impedir que haga algo. Ambas se realizan apelando a las emociones, a la amenaza, al pedido u ofrecimiento de sobornos, a la mentira, a la identificación con el grupo, a la desindividualización, al estereotipo y al prejuicio, a los mensajes subliminales.

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Pero la demostración tiene como propósito el afán de verificación. Se recurre a premisas aceptadas en las ciencias exactas y se organiza lógicamente su sustentación. Lo que se afirma es falso o verdadero. Así, convence a todos cuantos cuentan con los conocimientos técnicos requeridos. Debe quedar en bien en claro que argumentar no es demostrar. Es necesario entender que la Lógica es una disciplina formal. No es apropiada cuando sus premisas contienen juicios que expresan valores. Es atemporal y universal, ya que aborda el pensamiento en forma abstracta, sin considerar el espacio y el tiempo concreto. Existen principios de la Lógica que no valen para la argumentación, como por ejemplo: a) Principio de la identidad: si una proposición es verdadera, lo será siempre. b) La ley de la contradicción: una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. c) Principio del tercero excluido: toda proposición debe ser verdadera o falsa.

La Lógica es muy útil en las ciencias exactas pero no sirve a la argumentación, ya que esta no se basa en verdades eternas. Se basa en el silogismo: una deducción formada por una premisa mayor, una premisa menor y una conclusión. La premisa mayor contiene a la conclusión y la menor la pone en evidencia. El razonamiento aparece como válido, a pesar de que o en las premisas o en la conclusión no se exprese una verdad empírica. La argumentación es llamada también Lógica informal, Lógica de la argumentación discursiva, Nueva retórica o Teoría de la argumentación. Todos estos nombres la distinguen de la Lógica entendida desde la Filosofía.

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Desde otro punto de vista, la Dialéctica sirve para adiestrarse en las técnicas de argumentación y supone la discusión en pos de la verdad. Actualmente, cuando se habla de dialéctica, se entiende por ella una estructura de pensamiento y una forma de conocimiento de la realidad (la dialéctica de Hegel, por ejemplo). En la argumentación, ninguna afirmación impone por sí misma un criterio de verdad. Cada afirmación se apoya en la que le sigue. Frente al razonamiento demostrativo o científico que parte de unas premisas a las que considera verdaderas para llegar luego a una conclusión razonada o lógica, en la argumentación, el emisor parte de afirmaciones que cree verdaderas y se apoya para persuadir en otras afirmaciones ya admitidas por el auditorio. Existen tres tipos de premisas que corresponden a tres tipos de razonamiento: a) la premisa argumentativa (que se basa en lo que supuestamente el público ya admitió); b) la dialéctica (que trata de acordar con el adversario) y c) la científica (que es la que se sostiene porque fue demostrada por la ciencia) (Marafioti, 2003). Los modos más importantes de razonamiento son: a) la inducción (de lo particular a lo general) y b) la deducción (de lo general a lo particular). La argumentación puede ser oral o escrita. Toda argumentación oral debe basarse en una argumentación escrita (Van Eemeren y otros, 2006). Díaz (2002), refiriéndose a la argumentación escrita, explica que, de la Retórica clásica, solo la invención y la disposición se asocian con el texto escrito. Los tipos de texto argumentativo son: el ensayo, la columna de opinión, la carta de lectores, la solicitada, las conclusiones de un informe, el texto teórico de investigación; la publicidad; los textos políticos; el sermón, el alegato, la sentencia. 40

La argumentación contempla cuatro aspectos importantes: a) El tema: surge de un hecho cuya interpretación es motivo de polémica y merece una justificación. b) El propósito: ejercer una influencia sobre otro. c) Los medios usados: se fundamenta en un proceso discursivo racional. d) Los participantes: un emisor que pretende influir y un destinatario al que se espera influir.

Díaz señala distingue entre hechos, opiniones y conjeturas: –

Hechos: son evidentes por sí mismos. No se discuten, lo que se discute es su interpretación. –

Los enunciados factuales (expresan hechos) no son objeto de polémica.



Responden a una sola pregunta correcta.



Ejemplos: A) ¿En qué año llegó Colón a América? B) ¿Qué equipo ganó la Copa Libertadores? C) ¿Cuántos grados de temperatura hay ahora?



Opinión: expresan creencias, formas de interpretar los hechos. Son juicios personales. –

Las opiniones pueden ser aceptadas o refutadas total o parcialmente.





Ejemplo: Debe legalizarse el consumo de marihuana. –

Totalmente de acuerdo.



Habría que ver los casos particulares.



De ningún modo.

Conjetura: creencia o suposición acerca de cómo debe operar un aspecto de la realidad sin ofrecer evidencias que la respalden. –

Muchas veces adoptamos de forma acrítica creencias que nos vienen desde la infancia y que nos sirven para interpretar un aspecto de la realidad.

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En la argumentación, lo central es la tesis. Es el contenido proposicional expreso o implícito que resume el propósito central de todo el texto. Se recomienda que la tesis se exprese en una oración completa y se redacte el tema agregándole un comentario mediante un verbo conjugado. Debe expresarse con precisión. Ninguna tesis es convincente por sí misma: necesita de evidencias que la sustenten razonablemente. Existen distintos tipos de tesis: a) tesis evaluadoras (actitud positiva o negativa frente a un tema); b) tesis explicativas (por qué ocurrió algo, cómo es, qué significa); c) tesis predictivas (predicen un resultado como consecuencia de algo); d) tesis opinativas (expresan opiniones que sugieren o previenen actitudes o acciones).

No sirven como tesis: a. Los enunciados que expresan preferencias personales. b. Los enunciados demasiado generales o vagos. c. Las opiniones con las que la mayoría de la gente ya está de acuerdo. d. Los juicios que expresan presentimientos o corazonadas.

Escribir textos argumentativos es un proceso cognitivo y retórico y no tanto lógico-formal. Las operaciones del pensamiento crítico (identificar un problema, valorarlo, definirlo, etc.) constituyen el aspecto cognitivo. Y el aspecto retórico comprende las decisiones conscientes de los escritores para redactar su texto.

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Van Eemeren y otros (2006) consideran que, en la argumentación escrita, se debe tener en cuenta: 1. Las diferentes partes del discurso que han de estar ordenadas coherentemente. 1. Discurso claro y comprensible. 2. Concisión. 3. Información requerida completa. 4. Identificación de la tesis y de los fundamentos de manera explícita (ya en el primer borrador). 5. Supresión, añadido, reformulación y reordenamiento que mejoran la calidad del texto (2006: 153-164).

En cambio, en la argumentación oral, se deberá prestar atención a: 1. Estar bien preparado: conocer bien el tema. 2. Ordenar y jerarquizar los argumentos. 3. Definir los términos relevantes. 4. No presentar muchas ideas importantes al mismo tiempo. 5. Ser claro. 6. Comenzar con una introducción interesante. 7. Ser contundente en la conclusión. 8. Utilizar oraciones breves. 9. Emplear un vocabulario sencillo. 10. Usar ejemplos concretos. 11. Utilizar conectores. 12. Dirigirse al auditorio. 13. Avisar cuando se introduce una cita. 14. Repetir los puntos importantes. 15. No prometer lo que no se va a hacer. 16. No ser modesto por demás. 17. No posponer la conclusión (2006: 167-174).

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3) Partes del texto argumentativo 1. Inventio o invención: se trata de encontrar qué decir. 2. Dispositio o disposición: consiste en ordenar lo que se ha encontrado del modo más adecuado posible. 3. Elocutio o elocución: agrega al texto el adorno a las palabras, las figuras retóricas que lo embellecen o lo hacen más claro. 4. Actio o acción: consiste en la práctica del discurso como un actor (cuidando el uso de los gestos y la dicción) y en ensayar o revisar el texto todas las veces que sea necesario. 5. Memoria: se refiere a la memoria de otros textos a los que se recurre para que actúen como modelos (Barthes, 1974). Las tres primeras etapas son las más importantes. Con el paso del tiempo, las dos últimas fueron olvidadas pero hay que tener en cuenta que la actio es fundamental para aquel que quiera hablar en público, ya que practicar qué se quiere decir y cómo hacerlo es central para lograr la persuasión del auditorio. La invención supone la búsqueda de información y el acopio de las ideas. Se utilizarán diversas fuentes: experiencia personal, entrevistas, encuestas, estadísticas, documentos, bibliotecas, Internet. Lograr un adecuado grado de seguridad exige entre tres y cinco veces más información de la que se empleará (Fernández, 2000). Cuando la mente está en blanco o cuando se existen pocas ideas para desarrollar el tema, se pueden utilizar distintas técnicas para generar o producir el desarrollo de esas ideas (Cassany, 1995 y Serafini, 1993 y 1994).

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Aristóteles entendía que, para hallar qué decir, uno podía sacar los temas de los llamados "lugares comunes" o "topoi". Estos ayudan a abarcar completamente el tema. Los enumeramos a continuación: a) la definición: señala la esencia misma de las cosas, b) las partes: elementos que la integran, c) género y especie: cualidades que una cosa tiene en común, con otra de mayor o menor ámbito, d) causas: motivos o antecedentes que originan algo, e) efectos: consecuencias de un fenómeno o actitud, f) semejanzas y desemejanzas: a qué se parece o de qué difiere, g) relaciones: cosas vinculadas entre sí y h) contrarios: lo que se contrapone a un objeto o a un hecho.

Aristóteles distinguía tres lugares comunes generales (aplicables a cualquier campo del conocimiento): a) lo posible y lo imposible (una cosa pudo o no pudo ser realizada), b) lo existente y lo no existente (real o no real) y c) lo grande y lo pequeño (más grande o más pequeño, más cantidad o menos cantidad; es decir, se refiere a la dimensión de las cosas tratadas).

La quaestio o cuestión es el nombre que recibía en la Antigüedad el asunto, el tema por debatir. Toda argumentación parte siempre de la formulación de una posición o tesis que es una pregunta general pero referida a algo concreto (¿debe legalizarse la venta de drogas?) También incluye una hipótesis, más concreta aún, que apunta a señalar la causa de los hechos.

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La disposición implica la organización de las partes del discurso. La apertura de un texto oratorio se llama introducción o exordio. Debe estar perfectamente preparada, ya que es la primera impresión y de ella depende captar el interés del lector o del oyente. La tesis debe quedar muy clara en esa primera parte del texto argumentativo. El propósito del exordio es triple: captar la atención, dar una imagen del emisor, entrar en tema. Normalmente, el exordio es lo último que se escribe para poder tener una visión global de la charla. Existen diferentes modos de comenzar: referirse al tema, a la audiencia, a la ocasión, a la propia persona; nombrar un hecho reciente conocido por el público; dar un ejemplo; citar; hacer una broma; dar una definición (Loprete, 1980). Aristóteles decía que, en el exordio, interesa lograr la captatio benevolentiae, es decir, la captación del favor y de la atención del auditorio. El emisor debía tener tres características básicas: a) prudencia: fundamentar bien, tener buen sentido, b) virtud: no teme expresar sus opiniones, ser leal y c) benevolencia: no confrontar ni agredir, ser simpático.

Existe un tempo para el exordio que puede ser de cuatro tipos: 1. ex abrupto: inesperado o brusco, explosivo y categórico; 2. por insinuación: suave y progresivo, sondea al auditorio y crea un clima; 3. directo, sin preparativos, se va directo al grano (en una clase o reunión de trabajo); 4. pomposo: solemne, solo para ciertas ocasiones (acto patrio o ceremonia fúnebre) (Loprete, 1980).

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Después del exordio, se produce el desarrollo del tema o el cuerpo de la exposición oral. El desarrollo debe tener unidad (evitar digresiones, detalles innecesarios, redundancias); debe ser ordenado (con razones lógicamente encadenadas); debe ser progresivo y contar con transiciones (no pasar abruptamente de un tema a otro sino enlazarlos) (Loprete, 1980). La fundamentación es el aspecto más importante en una argumentación. Consiste en las razones que justifican la tesis para que merezca la confianza del destinatario. Se la llama también respaldo, motivación o justificación. Responde a: a) ¿Qué lo motiva a pensar así? b) ¿Qué razones tiene a favor de esa posición? c) ¿En qué apoya su apreciación? d) ¿Qué hechos ilustran su apreciación? e) ¿Qué experiencias le permiten ilustrar su posición?

La fundamentación de un punto de vista depende de tres aspectos básicos: a) Conocimiento del mundo del destinatario. b) Del prestigio y honorabilidad de la fuente de argumentación en esa área de conocimiento (ethos). c) De los hechos y evidencias que ilustran las premisas: deben ser relevantes. Una evidencia es una manifestación material, social o psíquica de la ocurrencia de un hecho.

El punto de vista o conclusión responde a las preguntas: a) ¿Cuál es la opinión que defiende el autor en su argumento? b) ¿De qué cosa nos quiere persuadir? c) ¿Qué es lo que el autor desea demostrar? d) ¿Cuál es la conclusión que el autor ha sacado sobre el tópico en discusión? (Díaz, 2002).

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El punto de vista se encuentra muchas veces condicionado. Se dan casos en que, si no se mencionan ciertas circunstancias, el argumento no tiene validez. Así, deberán responderse las siguientes preguntas: a) ¿Qué aspecto particular no contempla? b) ¿Qué factor específico limita el alcance de la tesis? c) ¿Qué consideraciones se deben tener en cuenta para no invalidar la tesis? d) ¿Qué circunstancias podrían invalidar el alcance de la tesis?

Díaz (2002) distingue entre un argumento simple, aquel en que se ofrece una razón para una convicción y los argumentos complejos que poseen seis elementos: tres obligatorios y tres opcionales. Los obligatorios son: a) el punto de vista o conclusión (P); b) la fundamentación (F) y c) la garantía (G). Los opcionales son: a) el condicionamiento de la conclusión (Cd); b) la concesión (K) y c) la refutación (R). En la argumentación, existe también la garantía: el principio explícito o implícito que se establece entre (P) y (F). Es un principio que se presume aceptado por una sociedad. Se basa en leyes, normas sociales y el conocimiento del mundo de los seres razonables. Responde a: a) ¿En qué principio razonable se apoya la relación entre (P) y (F)? b) ¿Cuál es el nexo que existe entre (P) y (F)?

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Algunos ejemplos: – (P) Los lavarropas Electrolux Modelo X sufrirán una devaluación en el mercado del usado. – (F) Electrolux acaba de descontinuar la línea de esos lavarropas. – (G) Cuando una empresa descontinúa un modelo, este automáticamente se devalúa.

– (P) Los algodoneros tendrán grandes pérdidas en sus cosechas. – (F) Los anuncios sobre el estado del tiempo predicen lluvias torrenciales sobre las zonas algodoneras durante varios meses. – (G) Las lluvias torrenciales destruyen los cultivos de algodón.

Las características de la garantía deben ser: a) presentada como si fuese compartida culturalmente, b) basada en un principio general (y aplicable a situaciones análogas), c) de carácter gradual (según su peso sea mayor o menor, variará su fuerza).

Las causas del rechazo de la garantía son: a) El destinatario no la considera pertinente. b) La considera pertinente pero rechaza su aplicación: relativiza el caso o refuta con otro caso que se le opone. (El ejemplo más claro es el caso de los refranes que sostienen tesis opuestas).

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Aristóteles entendía que el exordio y el cierre o epílogo eran los momentos en los que se debía dar lugar a la pasión. La parte más racional o demostrativa era el desarrollo que estaba compuesto por la narratio o narración y por la confirmatio o confirmación. La primera es simplemente una enumeración de los hechos y su descripción. La segunda, la exposición de los argumentos o de las razones probatorias. Finalmente, llega el cierre del texto argumentativo. Este tiene también un propósito triple: a) recordar los puntos fundamentales de lo tratado; b) dejar una buena imagen; c) completar el tema. Puede darse de diferentes maneras: con una cita, con un desafío, con una llamada a la acción, con un resumen, con un ejemplo, con una información que sorprenda o con un toque de humor. Respecto del cierre o de la peroratio o peroración, Aristóteles marcaba dos niveles: el intelectual (del resumen de lo dicho) y el emocional (dejar una imagen impactante en el emisor). Un buen cierre, entonces, ha de incluir: una recapitulación (que apunte a la razón de los oyentes) y una llamada a la acción (que apunte al corazón, a sus sentimientos) (Loprete, 1980). Aristóteles decía que en la peroración se debía tener en cuenta: a) disponer al oyente a favor de lo que se argumentó y en contra de lo que se contraargumentó, b) amplificar o atenuar, c) exaltar las pasiones y d) traer nuevamente las cosas a la memoria.

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Existen cuatro reglas para tener en cuenta en el cierre: a) terminar en el tiempo pactado, en el caso de la exposición oral, b) terminar con convicción, c) terminar volviendo al objetivo inicial y d) decirle al público que uno está terminando y hacerlo de inmediato (Cook, 1992).

Para resumir, se considera que las partes de un texto argumentativo oral son: a) Introducción o exordio (comprendería aproximadamente un 10 % del tiempo asignado total). b) Cuerpo (80% del tiempo total). c) Cierre o conclusión (10% del tiempo total) (Crespo y Pérez Ochoteco, 1993).

Una vez superadas la invención y la disposición, se trabaja en la elocución: el embellecimiento del discurso que se ha de ofrecer. Es el momento de elegir las mejores palabras. Se recurre entonces a los adornos o figuras retóricas. En la elocución, se da la tarea de elegir las palabras adecuadas y de ordenarlas del modo que más convengan.

4) La refutación La refutación es la parte del argumento en que se invalida o refuta racionalmente la concesión. El que argumenta ha de estar preparado para refutar los argumentos posibles de la parte opositora (Díaz, 2002).

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Los motivos para refutar un argumento pueden ser: –

Aceptarlo obligaría a adoptar una ideología que no se comparte.



Se enuncia como verdad absoluta lo que es válido en ciertos casos.



Se basa en premisas falsas.



La garantía no es compartida socioculturalmente.



La fuente carece de ethos.



Es frívolo, es ofensivo, es indecoroso (Díaz, 2002).

Schopenhauer distinguía dos vías en la refutación: directa e indirecta. La primera ataca la tesis en sus fundamentos y muestra que no es verdadera. La segunda ataca las consecuencias de la tesis y demuestra que no pueden ser verdaderas. En las segundas, se señala cómo de las premisas no se sigue la conclusión o también puede darse un contraejemplo que invalide lo dicho. Además, este autor señala tres modos de refutar: ad rem (con referencia a la cosa que se discuten) y ad hominem (con referencia a la persona del adversario) (Marafioti, 2003).

5) La Nueva Retórica En 1958, Perelman y Olbreyts-Tyteca publicaron el Tratado de la argumentación. Estudian allí la llamada Nueva Retórica y parten, para ello, de la Filosofía del Derecho. Los autores acusan al racionalismo de descuidar la facultad de argumentar para conseguir la adhesión del auditorio (Marafioti, 2003). En este texto, los argumentos modelan sus estructuras en una situación retórica pensada sobre el esquema jurídico y definida por la presencia de un auditorio juez (Marafioti, 1998).

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La Nueva Retórica pretende organizar las respuestas racionales a la pregunta: ¿Qué se debe hacer?, buscando la respuesta a un principio abstracto, a una "regla de justicia", según la cual todos los seres de una misma categoría han de ser tratados del mismo modo. Perelman propone hacer valer esta regla al determinar la fuerza de un argumento. Esta regla hace de la inercia el principio básico de la racionalidad argumentativa. Si un argumento fue eficaz en el pasado, ha de serlo en el presente en contextos semejantes. Entonces, la argumentación tiene como fin regular los conflictos que se producen en el dominio de la acción por sistemas de valores incompatibles entre los diferentes agentes (Marafioti, 1998). Estos autores jerarquizan los géneros de Aristóteles: a) el deliberativo (regula las elecciones políticas), b) el epidíctico (refuerza las normas sociales), c) el judicial (sanciona las conductas reprensibles).

Para ellos: “...escuchar a alguien es mostrarse dispuesto a admitir su punto de vista” (1994:52). Además, refuerzan la distinción platónica entre conocimiento (episteme) y opinión (doxa). Solo el discurso es portador de razón y el discurso compartido tiene valor de racionalidad. Estos autores presentan la argumentación sin recurrir a la noción de verdad. El fin de una argumentación no es acercarse a una verdad preestablecida. No se persigue una demostración concluyente. La verdad se deriva de la noción correlativa de razón que está ligada a su vez con la de influencia y la de auditorio. De acuerdo con la Nueva Retórica, la razón está en la organización misma del discurso y ante todo en el "discurso compartido". Una idea que se puede compartir con un auditorio tiene un valor de racionalidad (Marafioti, 1998). Las diferencias entre una argumentación y una demostración formalmente correcta son:

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– en una demostración, los signos usados están desprovistos de ambigüedad; – la demostración correcta se realiza conforme a reglas explicitadas en los sistemas formalizados.

La demostración es un cálculo hecho de acuerdo con reglas verificadas anteriormente. El único requisito es la habilidad para distinguir signos y realizar operaciones según reglas. Una demostración es correcta si respetan esas reglas. Se llega a una conclusión demostrada, si se puede alcanzar mediante una serie de operaciones correctas empezando por premisas aceptadas como axiomas considerados evidentes (Marafioti, 1998). Aristóteles distinguió en su Organon dos especies de razonamiento: analíticos y dialécticos. Los primeros corresponden a la lógica formal y los segundos, a la teoría de la argumentación. Un razonamiento es dialéctico si sus premisas están constituidas por opiniones generalmente aceptadas por todos, por la mayoría o por los más notables e ilustres entre ellos. Los razonamientos dialécticos parten de lo que es aceptado, siendo su fin el hacer admitir otras tesis que son, o pueden ser, controvertidas. Se proponen persuadir o convencer; no consisten en inferencias válidas y constrictivas, sino que presentan argumentos más o menos fuertes, más o menos convincentes y que jamás son puramente formales. Un argumento persuasivo es aquel que persuade a aquel al que se dirige. “Es preciso distinguir netamente los razonamientos analíticos de los razonamientos dialécticos; los unos se refieren a la verdad y los otros a la opinión”, sostiene Perelman (1997: 21). La lógica moderna identificó la lógica no con la dialéctica sino con los razonamientos analíticos de Aristóteles y dejó de lado los dialécticos por considerarlos extraños a ella. “La teoría de la argumentación –concebida como una retórica o una nueva dialéctica- cubre todo el campo del discurso que busca persuadir o convencer, cualquiera sea el auditorio al que se dirige y cualquiera sea la materia sobre la cual versa” (Perelman, 1997: 24).

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Esta teoría puede completarse con metodologías especializadas, según el tipo de auditorio y el género de la disciplina. El olvido de la Retórica ha llevado a la negación de la razón práctica. Los problemas de acción han sido reducidos a problemas de conocimiento. Pero todos aquellos que creen en la existencia de decisiones razonables precedidas de una deliberación o de discusiones donde las diferentes soluciones se confrontan entre sí, no podrán prescindir – si desean adquirir una clara conciencia de los métodos intelectuales usados- de una teoría de la argumentación, tal como la presenta la Nueva Retórica. La retórica cubre el campo inmenso del pensamiento no formalizado: el imperio retórico. Toda argumentación es el indicio de una duda ya que supone que es oportuno precisar o reforzar el acuerdo sobre una opinión determinada, la cual no sería lo bastante evidente o no se impondría con fuerza suficiente. La duda producida por el mero hecho de argumentar a favor de una tesis será tanto mayor cuanto más débiles parezcan los argumentos utilizados, pues dará la impresión de que la tesis depende de estos argumentos. Por tanto, el peligro reside, al mismo tiempo, en la simple adjunción de pruebas y en su calidad. La eficacia de una argumentación solo se puede medir de acuerdo con los objetivos que se propuso el emisor. Toda argumentación puede ser analizada como un sustituto de la fuerza material que, por coacción, se propusiera tener efectos de igual naturaleza y es una actividad que siempre trata de modificar un estado de cosas preexistente. En síntesis, estos autores distinguen entre: a) Dialéctica: técnica de la controversia con los demás. b) Retórica: técnica del discurso dirigido a la mayoría. c) Lógica: reglas aplicadas para guiar el propio pensamiento.

Una vez establecida una creencia, siempre puede intensificarse. Luego se buscarán los argumentos para apoyarla. Solo la argumentación permite comprender nuestras decisiones.

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Un hecho establecido, una verdad evidente, una regla absoluta, implican la afirmación de su carácter indiscutible de manera que se excluye la posibilidad de discutir el pro y el contra. El acuerdo unánime sobre ciertas posiciones hace que sea muy difícil cuestionarlas. La vida social exige que se reconozca la autoridad de la cosa juzgada. Una discusión terminada no pude recomenzarse fácilmente. Es fundamental prever la posibilidad de disociar nuestras convicciones de nuestros intereses y pasiones. Si alguien pide explicación de nuestros argumentos acusándonos de que provienen de nuestras emociones, deberemos justificarlos desde la imparcialidad, desde la máxima atención por los intereses en cuestión repartida por igual entre los puntos de vista que defendemos. Es muy importante entender que hay dos clases de personas con las cuales no se puede argumentar. Estas son: a) El fanático: pese a adherirse a una tesis cuestionable de la que no pueden darse pruebas indiscutibles, rehúsa la posibilidad de someterla a la libre discusión. b) El escéptico: pretende que la argumentación le dé pruebas rigurosas como una demostración lógica. Considera que hay una única solución para el problema. Tanto uno como otro no entienden que la argumentación busca una de entre las alternativas posibles, proponiendo y justificando su jerarquía e intentar racionalizar una decisión. Fanáticos y escépticos niegan la fuerza del razonamiento para recurrir a la violencia.

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Para el que argumenta, el público siempre es una construcción más o menos sistematizada. La argumentación efectiva parte del hecho de concebir a los receptores lo más cerca posible de la realidad. Al terminar el discurso, estos ya no deberían ser exactamente los mismos que al principio. El emisor debe adaptarse a sus receptores. El público es el conjunto de aquellos sobre los cuales el emisor quiere influir con su argumentación. Esta es, en definitiva, el estudio de las técnicas discursivas que permiten provocar o aumentar la adhesión de las personas a las tesis que se presentan para su asentimiento. La Nueva Retórica distingue diferentes tipos de auditorio. Son los que siguen: a) Universal: todos los hombres (el llamado diálogo heurístco). b) Un único interlocutor al que podemos dirigimos (el diálogo erístico). c) El propio sujeto cuando delibera consigo mismo.

El auditorio universal supone que todos los hombres, con la misma preparación, la misma capacidad y la misma información adoptarán las mismas conclusiones. Este tipo de auditorio va tras los argumentos "verdaderos"; el auditorio particular es el que se basa en los argumentos puramente persuasivos para convencerse de lo expuesto. El discurso dirigido a un auditorio particular busca persuadir; el dirigido a un auditorio universal, convencer. El discurso lógico es válido con el auditorio universal y con uno mismo como auditorio. Una argumentación dirigida a un auditorio universal debe convencer del carácter apremiante de las razones aducidas, de su evidencia, de su validez absoluta, independiente de las contingencias locales o históricas. La retórica eficaz para un auditorio universal es la prueba lógica. El auditorio universal está constituido por cada persona a partir de lo que sabe de sus semejantes. Con cada cultura y a lo largo de la historia, varía lo que se considera real, objetivo y verdadero. Para Perelman, un argumento posee el valor que un auditorio le da.

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Lo que le da su valor a la argumentación a través del diálogo (dialéctica) es la adhesión de un interlocutor determinado que se rinde ante la evidencia. La fuerza de un argumento no se basa en su relación con la verdad, al estilo clásico, sino en elementos referidos a la situación argumentativa. El emisor no puede elegir como punto de partida de su razonamiento sino tesis admitidas por aquellos a los que se dirige. Deberá transferir a las conclusiones la adhesión concedida a las premisas. Quien no se preocupa de esta adhesión a las premisas comete la falta más grave: la petición de principio. La fuerza de un argumento depende de la adhesión del público a las premisas de la argumentación, de la pertinencia de estas, de las relaciones próximas o lejanas que puedan tener con la tesis defendida, de la manera cómo se podrán refutar las objeciones. El emisor tiene una tendencia natural a sobrevalorar la fuerza de los argumentos que presenta y a subvalorar los argumentos del adversario. Así resulta una técnica eficaz restringir voluntariamente el alcance de una argumentación, permanecer más acá de las conclusiones que ella parece autorizar. Esta técnica predispone a la confianza. “Se disminuye o se aumenta la fuerza de ciertos argumentos o de ciertos juicios, colocándolos en el contexto dado por la persona del emisor. El elogio del adversario, de su talento de emisor, de su prestigio, de su habilidad, tiende a disminuir la fuerza de sus argumentos: se insinúa que su discurso, aparentemente eficaz, no presenta una argumentación válida para un auditorio más crítico y menos impresionable. De la misma manera, el elogio o la crítica serán debilitados o reforzados por referencia a la severidad o a la indulgencia de quien los pronuncia” (Perelman, 1997: 186). El argumento conocido, previsto, banal, que no es sino un lugar común, tiene menos fuerza que un argumento original, nuevo, propio. La concesión y la refutación, la prolongación de una analogía del adversario tienen mucho más fuerza porque retoman un argumento del adversario. Se considera de mala fe al que reconoce el valor de un argumento cuando le conviene y lo niega cuando no le conviene. 58

La convergencia consiste en usar distintos argumentos que lleven a la misma conclusión lo que aumentará su fuerza. Sin embargo, el recelo hacia la coherencia excesiva hace que se considere sincero cierto grado de incoherencia. Respecto de la redundancia que se produce al repetir los argumentos, está plenamente admitida en la argumentación. Perelman entiende que el punto de partida de la argumentación es el acuerdo. Estudia primero los acuerdos que pueden servir de premisas. Se pueden agrupar en dos categorías: a) la relativa a lo real, que comprende hechos, verdades y presunciones. Lo real se vincula al auditorio universal y b) la relativa a lo preferible que comprende valores, jerarquías y lugares comunes de lo preferible que se vincula a lo particular;. El hecho como premisa es un hecho no controvertido. Los hechos aceptados pueden ser hechos de observación o hechos supuestos, convenidos, posibles o probables. Se habla de hechos cuando nos referimos a objetos de acuerdo precisos y se habla de verdades cuando nos referimos a los sistemas más complejos que relacionan hechos entre sí, pueden ser teorías científicas o concepciones filosóficas o religiosas. Respecto de las presunciones, también gozan de un acuerdo universal pero necesitan de otros elementos que la refuercen. Están vinculadas a lo normal y a lo verosímil y se basan en la idea de que lo que se produce es lo normal. Algunos ejemplos de presunciones son: –

La calidad de un acto manifiesta la calidad de la persona que lo realiza.



La credulidad natural que nos hace tener como primer movimiento por verdadero lo que se nos dice.



La presunción de interés: todo enunciado que nos comunican se debe a que nos interesa.



La presunción al carácter sensato de toda acción humana.

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Estar de acuerdo con un valor es admitir que un objeto, un ser o un ideal debe ejercer sobre la acción y las disposiciones a la acción una influencia concreta, de la cual puede valerse en una argumentación. Los valores intervienen en todas las argumentaciones. Perelman entiende que estos son diferentes para los distintos grupos. Los valores se ordenan en jerarquías. Un grupo se caracteriza más que por sus valores por la forma en que los ordena. Las jerarquías sirven para resolver casos de conflicto entre valores. Los valores influyen sobre los cursos de acción y ofrecen razones para preferir un tipo de conducta frente a otra. Perelman, como Aristóteles, llama lugares a las premisas de carácter general que permiten fundamentar los valores y las jerarquías. Intervienen para justificar la mayoría de nuestras elecciones. Los lugares comunes, para Perelman, son afirmaciones muy generales referentes a lo que presumiblemente vale más en algún dominio. Los lugares o topoi son depósitos de argumentos, agrupaciones de materiales necesarios para una argumentación. Ejemplos: –

Lugar de la cantidad: lo que aprovecha al mayor número de personas, lo que es más durable y útil en las situaciones más variadas es preferible a lo que no aprovecha sino a un pequeño número.



Lugar de la cualidad: preferir alguna cosa porque es única, rara, irremplazable, que no se repetirá jamás. Favorece la elite a la masa, lo excepcional a lo normal, lo que es difícil, lo que hay que hacer en el momento preciso, la urgencia.



Lugar de orden: superioridad de lo anterior sobre lo posterior, de la causa sobre la consecuencia.



Lugar de la esencia: concede superioridad a los individuos que representan mejor la esencia del género.



Lugar de la persona: superioridad de lo que está ligado a la dignidad y a la autonomía de la persona.

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El sentido común consiste en una serie de creencias admitidas en el seno de una sociedad determinada, cuyos miembros suponen que cualquier ser razonable las comparte. La argumentación se inserta en un pensamiento, cuyos diversos elementos son solidarios unos con otros. Toda argumentación implica una selección previa, una selección de hechos y valores, su descripción de una manera particular, en algún lenguaje y con una intensidad que varía según la importancia que se les dé. Implica selección de elementos, selección de una manera de describir o de presentar, juicio de valor o importancia, suponen una toma de partido. La selección de argumentos y el orden de presentarlos al auditorio les confiere el fenómeno psicológico de la presencia. Influye de manera directa en nuestra sensibilidad. La eficacia del emisor consistirá en traer a la conciencia del público esos argumentos. No siempre el argumento deberá referirse a un objeto concreto. Las condiciones de tiempo, lugar, conexión e interés personal son las que determinan la presencia. Toda argumentación es selectiva, lo que supone que nunca podrá brindar la totalidad de los argumentos que confluyen en una discusión. Elegir algunos elementos les da una presencia que impide su olvido. El asegurarse ciertos acuerdos o ciertos rechazos es uno de los objetivos que determina el orden de la argumentación. La construcción de un discurso no consiste solo en desarrollar las premisas sino en establecerlas, explicitarlas y estabilizar los acuerdos. Cuando se trata de argumentar para obtener la adhesión del auditorio, el orden importa. El orden de la presentación de los argumentos modifica sus condiciones de aceptación. Respecto del orden tesis + argumentación, Cicerón aconsejaba que si se quería convencer, se usaría ese orden; si se quería conmover, convenía ir preparando el auditorio mediante una argumentación previa y enunciar la tesis al final.

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Hay tres formas de ordenar los argumentos: a) De fuerza creciente: el inconveniente es que, al comenzar por los argumentos más débiles, se indispone al auditorio, se deslustra la imagen del emisor y es nocivo para su prestigio y para la atención que necesita. b) De fuerza decreciente: deja en los auditores una mala impresión pues termina con los argumentos más débiles, a menudo los únicos que recuerdan. c) Nestoriano u homérico: se comienza y se termina con los argumentos más fuertes, dejando los débiles en el medio.

Los esquemas argumentativos son lugares de la argumentación y se caracterizan por procedimientos de enlace y de disociación. Por procedimientos de enlace, se entienden los esquemas que unen elementos distintos y por procedimientos de disociación, las técnicas de ruptura cuyo objetivo es separar elementos considerados componentes de un todo. Los esquemas de enlace se clasifican en argumentos cuasilógicos y en argumentos basados en la estructura de lo real. Las estructuras argumentativas de las que dispone el emisor son: 1. Los argumentos cuasilógicos. 2. Los argumentos basados en la estructura de lo real: o Enlaces de sucesión. o Enlaces de coexistencia. o Dobles jerarquías y diferencias de orden. 3. Los argumentos fundan la estructura de lo real: o El ejemplo. o La ilustración. o El modelo y el antimodelo. o La analogía y la metáfora. 4. La disociación de las nociones. 5. La interacción de los argumentos (Marafioti, 2003). 62

Los argumentos cuasilógicos parecen comparables a los razonamientos formales. Solo mediante su reducción se les da la apariencia de demostraciones. Por eso son "cuasi" lógicos. Los argumentos cuasilógicos no pueden producir convicción por sí solos, deben completarse con argumentos basados en la estructura de lo real.

Los argumentos cuasilógicos sacan su fuerza de su vinculación a modos de razonamientos incuestionables. Entre los argumentos cuasilógicos se hallan los que apelan a estructuras lógicas (contradicción, transitividad, identidad total o parcial) y los que recurren a relaciones matemáticas (relación de la parte con el todo, de lo menor con lo mayor, de la frecuencia).

Es posible también que un argumentador juegue con dos tesis a la vez. En ese caso, decir que dos tesis son incompatibles supone decir que obligan a elegir una alternativa, a menos que se renuncie a las dos (Perelman y OlbrechtsTyteca, 1994). Un ejemplo de incompatibilidad es el ultimátum. Existen procedimientos para evitar una incompatibilidad: a) Actitud lógica: se preocupa por resolver todas las dificultades aplicando leyes y normas a las que concede la adhesión. Supone clarificar las nociones empleadas, precisar las reglas admitidas, eliminar los imprevistos, solucionar todos los problemas. Es la actitud del investigador. b) Actitud del hombre práctico: resuelve los problemas a medida en que aparecen. Repiensa nociones y reglas sobre la base de situaciones reales y decisiones necesarias para actuar. Es la actitud del juez que intenta no sentar precedentes.

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c) Actitud diplomática: se inventan procedimientos para simular que no existe incompatibilidad o para resolver en un momento más oportuno esas cuestiones. Un procedimiento puede ser callarse; otro, la mentira. Es la técnica usada por el hipócrita. Lo que Sartre llamaba "mala fe" era el rechazo a reconocer incompatibilidades. Estas difieren de las contradicciones porque están sujetas a las circunstancias.

Perelman llama autofagia al caso en que la incompatibilidad entre dos tesis opone una regla cuyas consecuencias resultan del hecho mismo de haberla demostrado. La generalización de una regla- aplicarla sin excepción- lleva a impedir su aplicación, a destruirla. Otro caso de autofagia es el que opone una regla a las consecuencias que parecen derivarse de ella. El ridículo es también otra arma de la argumentación. Es lo que merece ser sancionado por la risa (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1994). Con el ridículo, se castiga una conducta excéntrica a la que no se cree bastante peligrosa para castigarla más duramente. Una afirmación es ridícula en cuanto entra en conflicto, sin justificación alguna, con una opinión admitida. Un recurso para llegar a acusar a alguien de ridículo es la ironía (se da a entender lo contrario de lo que se dice). Es una argumentación indirecta. Para usarla, hace falta un acuerdo mínimo entre los interlocutores. Una de las técnicas de la argumentación cuasilógica es identificar diversos elementos que son objeto del discurso. Existe un procedimiento de identificación completa y uno de identificación parcial. La definición es el primer caso. Es una abreviación que determina la elección de un significado particular por encima de otros. Respecto del uso de definiciones, si una noción se puede definir de más de una manera, deberá elegirse una versión que no admita discusión. Es una figura retórica cuando se la usa por su efecto persuasivo.

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Cuatro tipos de definiciones son: a) normativas: indican la forma en que se quiere que se use una palabra, b) descriptivas: señalan cuál es el sentido dado a una palabra en un momento determinado, c) de condensación: muestran los elementos esenciales de la definición descriptiva, d) complejas: combinan elementos de las tres clases anteriores.

Todo análisis es direccional en el sentido de que espera la adhesión del receptor (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1994). Fuera de un sistema formal, el análisis nunca es exhaustivo ni definitivo. Cualquier argumentación cuyo carácter evidente y necesario se reconoce será llamada tautología. Quien usa la regla de justicia implica que usa un tratamiento idéntico a seres o a situaciones que integran la misma categoría. El conflicto se plantea en el modo de determinar si pertenecen a la misma clase. Para que fuera aplicable, los objetos habrían de ser idénticos. El apelar a esta regla ofrece un aspecto de racionalidad innegable. Cada vez que se hace referencia a la coherencia de una conducta, se alude a ella. Otros argumentos cuasilógicos plantean una relación garantizada en la reciprocidad. La forma es a es a b lo que b es a a. (Por ejemplo, no hacerle a otro lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros). Implican aplicar el mismo tratamiento a dos situaciones en forma pareja. Las situaciones han de ser simétricas. Es posible, si se elimina todo lo que diferencia las situaciones y se las reduce hasta volverlas simétricas. La transitividad es una propiedad de ciertas relaciones que permite pasar de la afirmación de que existe la misma relación entre los términos a y b y entre los términos b y c, a la conclusión de que también existe los términos a y c: las relaciones de igualdad, superioridad, inclusión, ascendencia son relaciones transitivas.

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Toma en cuenta los argumentos que incluyen la parte en el todo y los que se valen de la división del todo en sus partes. El esquema en que se basan es que lo que vale para el todo vale para las partes. Otro tipo de argumentos cuasilógicos son los argumentos por comparación. Se confrontan varios elementos para evaluarlos uno con relación a otro. Las comparaciones pueden realizarse por oposición (lo liviano y lo pesado), por enumeración (lo que es más pesado que) y por ordenación cuantitativa (se pesa por unidades de peso.) Una forma típica de la comparación es la de la pérdida no sufrida, al apreciar las ventajas de la solución adoptada. Por el contrario, una descripción entusiasta de la situación presente servirá para no modificarla. También puede usarse la comparación con el superlativo, siempre perentorio. Se vale de la argumentación por el sacrificio quien está dispuesto a sufrir para conseguir el resultado. La falta de sacrificio muestra la poca importancia dada a algo que se pretende reverenciar. Esta argumentación puede aplicarse a las relaciones medios- fines. El uso de las probabilidades se basa en la estadística y el cálculo. Requieren para ser aplicadas la aceptación de una serie de acuerdos previos. Los argumentos basados en la estructura de lo real se sirven de la realidad para establecer una solidaridad entre juicios admitidos y otros que se intenta promover. Una forma de evidenciar la solidaridad entre los diversos elementos consiste en presentarlos como partes de un mismo todo. Un emisor puede concebir la realidad según diversos tipos de enlaces.

Los enlaces de sucesión unen un fenómeno con sus consecuencias o causas. El papel principal lo desempeña el nexo causal. Existen de tres tipos: a) los que asocian a dos hechos sucesivos una relación causal, b) los que dado un hecho tratan de descubrir la existencia de su causa y c) los que dado un hecho tratan de descubrir sus consecuencias.

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La argumentación por la causa, cuando se aplica a actos humanos, supone que estos son razonables. Exige un acuerdo entre los motivos de acción y su ordenación. El nexo causal desempeña un papel importante en el razonamiento histórico que apela a la probabilidad retrospectiva. Llamamos argumento pragmático a aquel que permite apreciar un acto de acuerdo con sus consecuencias favorables o desfavorables. Tiene una importancia directa para la acción. Una vez que se establece la relación hechoconsecuencias se acepta de inmediato este argumento. Según la idea que se tiene de su naturaleza deliberada o involuntaria de sus consecuencias, un mismo hecho puede interpretarse de modo distinto. Existe una interacción entre los objetivos perseguidos y los medios empleados para realizarlos. Por el examen de los medios se realiza a menudo la elucidación de un fin. La apelación a un cambio de fin tiene algo de revolucionario. Cambiar el medio por el fin se considera devaluar al otro. El argumento del despilfarro consiste en decir que puesto que se ha comenzado una obra es preciso seguir en esa misma dirección. A este argumento se acercan los que se basan en una situación a la que no hay que dejar escapar o los que incitan a alguien dotado de algún talento a aprovecharlo. El argumento de la dirección consiste en la advertencia contra el uso del procedimiento en etapas. Si uno cede una vez, tendrá que hacerlo otra vez. Responde a la pregunta: ¿Adónde se quiere llegar? Hace que una etapa sea solidaria con los momentos posteriores. Se lo llama también el de la pendiente jabonosa o el del dedo en el engranaje, porque se refieren a que no habrá modo de detenerse en el camino. Este argumento puede adoptar diversas formas: una de ellas es la propagación. Hay elementos que se multiplicarán y se transformarán en nocivos. También se puede recurrir a la noción de contagio.

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El argumento de la vulgarización defiende que la propagación hará que algo se torne vulgar y común. El argumento de la consolidación protege contra las repeticiones que apenas son esbozo de convertirse en mito o regla de conducta. Los argumentos de superación insisten en la posibilidad de ir siempre más lejos en un sentido determinado y con un continuo crecimiento de valor. Lo que vale no es alcanzar un objetivo sino siempre superarse. Los enlaces de coexistencia se refieren, básicamente, a que el sentido y el alcance de un argumento aislado rara vez pueden comprenderse sin ambigüedad; el texto argumentativo deberá ser analizado en su totalidad. La argumentación se caracteriza por una interacción constante entre todos sus elementos. Cualquier discurso está limitado por el tiempo, por eso, el emisor deberá conceder a cada parte de su exposición un lugar proporcional a la importancia que le gustaría que se le atribuyera en la mente del público. El tiempo que se le dedica a un argumento es la llamada técnica de acentuación. Esta técnica comprende también la enumeración, la repetición, la amplificación, la descripción. Para dar precisión a una noción, se deberán emplear vocablos precisos, imágenes vivas, dar el lugar y el tiempo exacto de una acción, brindar cifras absolutas. La elección de los términos pocas veces se produce sin alcance argumentativo. Una palabra es neutra o habitual si pasa inadvertida. A partir de ella, se pueden estudiar las modificaciones argumentativas. Es conveniente presentar un enunciado en términos susceptibles de evocar otros por derivación, verdadera o imaginaria.

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Las figuras de retórica son ciertos modos de expresión que salen de lo normal. Lo fundamental es ver por qué el empleo de determinadas figuras se explica por las necesidades de la argumentación. Para que exista una figura son indispensables dos características: a) una estructura discernible (forma) y b) un empleo que se aleja de la forma de expresarse y que atrae la atención. Solo aparece una figura cuando el oyente percibe una disociación entre el uso normal de una estructura y su empleo en el discurso. Es argumentativa una figura si, al generar un cambio de perspectiva, su empleo es normal en comparación con la nueva situación sugerida. Por el contrario, si el discurso no provoca la adhesión del oyente a esta forma argumentativa, se percibirá la figura como un ornato, una figura de estilo, la cual podrá suscitar la admiración, pero en el plano estético o como testimonio de la originalidad del emisor. El papel del prejuicio o de la prevención favorable o desfavorable es mantener, en la medida de lo posible, la opinión que se tiene de la persona contra los actos que parecen contradecirla a primera vista. Se interpreta el acto de acuerdo con el prejuicio para guardar adecuación entre la concepción previamente elaborada de la persona y el acto así interpretado. “Argumentar por el ejemplo es presuponer la existencia de algunas regularidades de las que los ejemplos darán una concreción. Lo que podrá ser discutido, cuando se recurre a ejemplos, es el alcance de la regla, el grado de generalización que justifica el caso particular, pero no el principio mismo de la generalización” (Perelman, 1997:143). A partir del caso particular, se busca la ley o la estructura que él revela. Se trata del razonamiento por inducción.

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La ilustración sirve para darle cierta presencia a algo dentro de la conciencia una vez que la regla ya ha sido admitida. Mientras que la realidad del ejemplo debe ser indiscutida, la ilustración debe ser llamativa para la imaginación. La manera de describir el caso particular dependerá del papel que desempeñe en la argumentación, si sirve para establecer la regla por la inducción o si sirve para darle presencia. Respecto del modelo, cuando el inferior lo imita, vulgarizando su conducta, esta se vuelve menos distinguida. Tal es el caso de la moda. La analogía debe ser interpretada etimológicamente en función de su sentido de proporción. No plantea una igualdad matemática sino que afirma una semejanza de relaciones. Toda analogía pone algunos aspectos en evidencia y deja otros en segundo plano. La analogía en lugar de ser una relación de semejanza es una semejanza de relación. Aristóteles definió la metáfora como una figura que consiste en dar a un objeto un nombre que conviene a otro; esta transferencia se hace del género a la especie, de la especie al género, de una especie a otra o a través de la analogía. El razonamiento por disociación se caracteriza por la oposición entre la apariencia y la realidad. Puede ser aplicado a cualquier realidad a través de la oposición: real, verdadero; aparente, ilusorio. En la lengua, el prefijo seudo, cuasi, el no filosófico, el adjetivo pretendido, el uso de comillas señalan lo aparente. Señalan lo real: la mayúscula (el Ser), el artículo definido, el adjetivo único o verdadero. La paradoja no puede ser comprendida sin el razonamiento por disociación, lo mismo ocurre con las llamadas tautologías aparentes (“los niños son los niños”). La estructura estable de la persona permite juzgar sus actos; se considera que estos muestran características de la persona. La reputación formada por los actos realizados en el pasado sirve para emitir juicio también. Con esto se relacionan del mismo modo el prestigio (lo digno de imitar) y la mala fama. El argumento de la palabra de honor se basa en la reputación del que lo esgrima. 70

Usar la idea de intención supone ir a lo que sabemos de la persona. Toda argumentación basada en la intención es una moral del agente, que se opone a una moral de un acto, mucho más formalista. Los casos en que la acción del acto sobre la persona o de la persona sobre el acto se ha interrumpido por completo son casos límite. Lo común es que se produzcan técnicas de frenado para restringir esta acción. Una de ellas es el prejuicio. Ciega el valor del acto y transfiere al acto valores del agente. Para evitar el prejuicio, se debe usar la advertencia. Una opinión desfavorable sobre el acto va precedida de algunos elogios sobre la persona. Así el elogio del adversario no es cortesía sino que posee un efecto argumentativo

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